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Galician Pages 542 Year 2015
Christine Paasch-Kaiser El castellano de Getxo
Beihefte zur Zeitschrift für romanische Philologie
Herausgegeben von Claudia Polzin-Haumann und Wolfgang Schweickard
Band 389
Christine Paasch-Kaiser
El castellano de Getxo Estudio empírico de aspectos morfológicos, sintácticos y semánticos de una variedad del castellano hablado en el País Vasco
Diese Arbeit wurde im Jahr 2013 an der Universität Leipzig als Dissertation angenommen.
ISBN 978-3-11-037056-0 e-ISBN (PDF) 978-3-11-036651-8 e-ISBN (EPUB) 978-3-11-039437-5 ISSN 0084-5396 Library of Congress Cataloging-in-Publication Data A CIP catalog record for this book has been applied for at the Library of Congress. Bibliografische Information der Deutschen Nationalbibliothek Die Deutsche Nationalbibliothek verzeichnet diese Publikation in der Deutschen Nationalbibliografie; detaillierte bibliografische Daten sind im Internet über http://dnb.dnb.de abrufbar. © 2015 Walter de Gruyter GmbH, Berlin/Boston Satz: jürgen ullrich typosatz, Nördlingen Druck: CPI books GmbH, Leck ♾ Gedruckt auf säurefreiem Papier Printed in Germany www.degruyter.com
Índice general Índice de tablas Índice de gráficos
XI XIII
Abreviaturas y símbolos empleados Prefacio
XV
XVII
1 1.1 1.2 1.3
Introducción 1 Preliminares 1 Objetivos e hipótesis Estructura 14
2 2.1 2.2
Estudios sobre el castellano en el País Vasco 16 Observaciones preliminares 16 Estudios acerca del castellano en el País Vasco anteriores a los años ochenta del siglo XX 17 Roman Biel (1882) 17 Miguel de Unamuno (1886) 18 Pedro de Múgica (1892) 19 Emiliano de Arriaga (1896) 19 Federico Baráibar y Zumárraga (1903) 20 Seber Altube (1930) 21 Gerardo López de Guereñu (1958 y 1973) 22 Atlas Lingüístico de la Península Ibérica (ALPI) (1962) 24 Josse De Kock (1963–1964) 25 Antonio Llorente Maldonado de Guevara (1965) 25 Ana María Echaide (1968) 26 Ricardo Velilla Barquero (1971) 29 Mikel Zárate (1976) 30 Maarten Steenmeijer (1979) 32 Estudios acerca del castellano en el País Vasco en los años ochenta 36 y noventa del siglo XX Sinopsis en manuales de lingüística 37 Rafael Lapesa (1980) 37 Manuel Muñoz Cortés (1992) 38 Gotzon Aurrekoetxea (1997) 39 Jacques Allières (1998) 39
2.2.1 2.2.2 2.2.3 2.2.4 2.2.5 2.2.6 2.2.7 2.2.8 2.2.9 2.2.10 2.2.11 2.2.12 2.2.13 2.2.14 2.3 2.3.1 2.3.1.1 2.3.1.2 2.3.1.3 2.3.1.4
11
VI
2.3.1.5 2.3.2 2.3.2.1 2.3.2.2 2.3.2.3 2.3.2.4 2.3.2.5 2.3.2.6 2.3.2.7 2.3.2.8 2.3.2.9 2.3.2.10 2.3.2.11 2.3.2.12 2.3.2.13 2.3.2.14 2.4 2.4.1 2.4.2 2.4.3 2.4.4 2.4.5 2.4.6 2.4.7 2.4.8 2.4.9 2.4.10 2.4.11 2.4.12 2.4.13 2.4.14 2.5 3 3.1 3.2 3.3 3.3.1 3.3.2
Índice general
Pilar García Mouton (1996) 40 Estudios empíricos 40 Francisco García González (1981) 40 Jokin de Pedro (1985) 41 Maitena Etxebarria Arostegui (1985) 43 Itziar Túrrez Aguirrezabal (1988 y 1990) 44 María Teresa Echenique Elizondo (1986) 45 Hernán Urrutia Cárdenas (1988) 46 Ana Elejabeitia Ortuondo y Gema Bizcarrondo Ibáñez (1992) 48 María Jesús Korkostegi Aranguren (1992) 48 Augustín Uruburu Bidaurrázaga (1993) 49 Gema Torres Garoña (1993) 50 Inés Fernández-Ordóñez (1994) 52 Alazne Landa (1995) 55 Jesús Rodríguez Llopis (1997) 58 Teresa Fernández Ulloa (1998 [2001a]) 60 Estudios acerca del castellano en el País Vasco en el XXII 64 siglo XX Josu Gómez (2000) 65 Maitena Etxebarria Arostegui (2000) 66 María José González (2000) 68 Fernández Ulloa y Portillo Mayorga (2000 y 2001) 69 Alexander Iribar e Itziar Túrrez (2001) 71 Miren Lourdes Oñederra (2002 y 2004) 72 Carolina González (2002, 2006a, 2006b y 2008) 75 Gorka Elordieta (2003) y Nagore Calleja Azpiazu (2004) 76 Enrique Pato (2004) 78 AMPER-Eusk (desde 2005) 79 ESCA (desde 2005) 80 Ilpo Kempas (2006) 83 Clara Burgo (2008) 84 Bruno Camus Bergareche (2011a, 2011b y 2011c) 85 Resumen 88 Marco teórico 94 Aspectos preliminares 94 El modelo del núcleo mínimo dinámico de Sinner (2004) La comunidad de comunicación vasca 105 Datos estadísticos 106 Lengua habitual del individuo 109
95
VII
Índice general
3.3.3 3.3.4 3.3.5 3.3.6 3.3.7 3.3.8 3.3.9 3.4
Lugar de residencia 117 Origen geográfico y lingüístico familiar 124 Edad 132 Modelo escolar 139 Estrato social 145 Nivel de instrucción 148 Sexo 151 El castellano en el País Vasco: ¿una sola variedad o varias?
4 Metodología 157 4.1 Aspectos preliminares 157 4.2 Lugar de estudio y selección de los informantes 157 4.2.1 Lugar de estudio 157 4.2.2 Selección de los informantes 161 4.3 La entrevista 166 4.3.1 Entrevista individual vs. entrevista en grupo 166 4.3.2 Recogida de los datos empíricos 170 4.3.3 Ética de la entrevista y autorización de uso 173 4.3.4 Cuestionario sociolingüístico 175 4.3.5 Toma de contacto con los informantes de Getxo 176 4.3.6 Entrevistador: miembro de la comunidad vs. extranjero 4.3.7 Resumen 180 4.4 Datos técnicos 182 4.4.1 Fechas de las entrevistas 182 4.4.2 Lugar de la entrevista 182 4.4.3 Número de informantes 182 4.4.4 Duración de la entrevista 184 4.4.5 Datos técnicos de las grabaciones 185 4.4.6 La transcripción 187 4.4.6.1 Observaciones generales 187 4.4.6.2 Criterios de transcripción del corpus de Getxo 190 4.4.7 Herramientas de transcripción y de análisis del corpus 5 5.1 5.1.1 5.1.2 5.2 5.2.1
153
177
197
Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas del castellano hablado en Getxo (Bizkaia) 199 Ítems lingüísticos estudiados 199 Selección de los ítems estudiados 199 Descripción de los ítems 201 Morfología 203 La reduplicación léxica 203
VIII
5.2.1.1 5.2.1.2 5.2.2 5.3 5.3.1 5.3.1.1 5.3.1.1.1 5.3.1.1.2 5.3.1.2 5.3.1.2.1 5.3.1.2.2 5.3.2 5.3.2.1 5.3.2.2 5.3.3 5.3.3.1 5.3.4 5.3.4.1 5.3.4.2 5.3.4.2.1 5.3.4.2.2 5.3.4.3 5.3.4.3.1 5.3.4.3.2 5.3.4.4 5.3.4.4.1 5.3.4.4.2 5.3.4.5 5.3.5 5.3.5.1 5.3.5.2 5.3.6 5.3.6.1
Índice general
La reduplicación yuxtapuesta: aspectos teóricos 203 La reduplicación léxica yuxtapuesta en el corpus de Getxo 211 El sufijo diminutivo -txo o -txu 222 Sintaxis 228 El artículo determinado 228 El artículo determinado ante nombres de parentesco 228 Aspectos teóricos 228 Uso del artículo determinado ante nombres de parentesco en el corpus de Getxo 235 La omisión del artículo determinado 242 Estado de la cuestión y aspectos teóricos 242 La omisión del artículo determinado en el corpus de Getxo 246 Las conjunciones 255 Estado de la cuestión y aspectos teóricos acerca de las conjunciones y, o y pero 255 Y y pero en el corpus de Getxo 262 La preposición 272 {al de + indicación temporal} 272 El sistema pronominal: los pronombres clíticos de tercera persona en función de CD 280 Preliminares 280 La omisión de los pronombres clíticos en función de CD 281 Estado de la cuestión y aspectos teóricos 281 La omisión de los pronombres clíticos de tercera persona en función de CD [±animado] en el corpus de Getxo 293 El leísmo 309 Estado de la cuestión y aspectos teóricos 309 El leísmo en el corpus de Getxo 317 La duplicación pronominal posverbal o catafórica 333 Estado de la cuestión y aspectos teóricos 333 La duplicación pronominal posverbal o catafórica de los pronombres clíticos en función de CD en el corpus de Getxo 338 Resumen 348 La negación 350 Estado de la cuestión y aspectos teóricos acerca de la doble negación preverbal 350 La doble negación preverbal en el corpus de Getxo 353 El verbo 356 Omisión de la cópula verbal ser 356
Índice general
5.3.6.2 5.3.6.2.1 5.3.6.2.2 5.4 5.4.1 5.4.1.1 5.4.1.2 5.4.2 5.4.2.1 5.4.2.2 5.5 5.5.1 5.5.2 5.5.3 5.6
IX
La sustitución del imperfecto o pluscuamperfecto de subjuntivo por el condicional 364 Estado de la cuestión y aspectos teóricos 364 La sustitución del subjuntivo por el condicional en el corpus de Getxo 371 Semántica 383 El adverbio 383 Estado de la cuestión y aspectos teóricos del adverbio ya con valor afirmativo 383 Ya antepuesto al verbo con valor afirmativo en el corpus de Getxo 391 La perífrasis verbal 400 La modalización de la perífrasis verbal soler + infinitivo: estado de la cuestión y aspectos teóricos 400 La perífrasis verbal soler + infinitivo en el corpus de Getxo 411 Presuntos elementos «típicos» del castellano del País Vasco no documentados en el corpus de Getxo 422 {yo como tú} 422 {X y los dos} 423 {el nuestro + nombre propio}, {nuestro + nombre propio} y {nombre propio + el nuestro} 425 Resumen 426
6 6.1 6.2 6.3
Reflexión final 445 Resumen 445 Conclusiones 447 Perspectivas 451
7
Bibliografía
8
Índice analítico
9
Apéndices 521 Apéndice I Cuestionario sociolingüístico 521 Apéndice II Autorización de uso de la grabación 522 Apéndice III Datos de los informantes según los criterios de selección 523
454 494
Índice de tablas Tabla 1: Tabla de competencias lingüísticas por grupos etarios, elaborada por Ch. P.-K. a partir de Gobierno Vasco (2008a, 17 y 21). 6 Tabla 2: Nivel de instrucción y número de individuos por cada categoría en 2001 y 2010, elaborado por Ch. P.-K. a partir de los datos de . 150 Tabla 3: Distribución por sexo de la población de la CAV en general y por provincias. Tabla elaborada por Ch. P.-K. a partir de los datos de la Estadística Municipal de Habitantes 1.11.2011 (EUSTAT 2012a). 153 Tabla 4. Procedencia de los habitantes de Getxo, tabla elaborada por Ch. P.-K. a partir de los datos del INE (2010). 158 Tabla 5: Distribución de la reduplicación léxica yuxtapuesta entre los informantes del corpus de Getxo. 221 Tabla 6: El uso del sufijo diminutivo ‑txo o ‑txu en euskera, según Zubiri Ibarrondo y Zubiri Ibarrondo (2000, 297–299) y Hualde y Ortíz de Urbina (2003, 331). Tabla elaborada por Ch. P.-K. 223 Tabla 7: La distribución de los distintos sufijos diminutivos empleados entre los informantes del corpus de Getxo. 227 Tabla 8: Distribución del uso del {artículo determinado + nombre de parentesco}, del {pronombre posesivo + nombre de parentesco} y del {artículo determinado + nombre de parentesco + de + pronombre personal o SN} en el corpus de Getxo. 241 Tabla 9: Ocurrencias de la omisión del artículo determinado en la construcción {verbo + (preposición) + Ø + nombre de institución educativa} en el corpus de Getxo. 254 Tabla 10: Distribución del uso de las conjunciones y y pero en posición final de la oración con valor causal y concesivo respectivamente, entre los informantes del corpus de Getxo. 271 Tabla 11: Resultados para la construcción {al de + indicación temporal} en las ediciones digitales de los periódicos El Correo y Diario Vasco y en el corpus en línea CREA [consultados: 22.03.2012]. Tabla elaborada por Ch. P.-K. 276 Tabla 12: Distribución y número de ocurrencias de la construcción {al de + indicación temporal} en el corpus de Getxo. 279 Tabla 13: Presencia y ausencia de los pronombres clíticos de tercera persona en función de CD en hablantes de Bermeo, adaptado a partir de Urrutia Cárdenas y Fernández Ulloa (1997, 326). 290 Tabla 14: Pronombres clíticos de CD [±animado], presentes y omitidos en el corpus de Getxo. 294 Tabla 15: Distribución de la omisión de los pronombres clíticos de tercera persona de CD entre los informantes del corpus de Getxo. 308 Tabla 16: Distribución de las ocurrencias de leísmo entre los informantes del corpus de Getxo. 319 Tabla 17: Distribución de los casos de leísmo en el corpus de Getxo según los rasgos semánticos del referente. 321 Tabla 18: Distribución de la duplicación pronominal posverbal o catafórica entre los informantes del corpus de Getxo. 347 Tabla 19: Distribución de las ocurrencias de la doble negación entre los informantes del corpus de Getxo. 355
XII
Índice de tablas
Tabla 20: Distribución de la omisión y de la aparición de la cópula verbal ser en las oraciones {la verdad Ø que} y {lo que pasa Ø que} entre los informantes del corpus de Getxo. 363 Tabla 21: Número de las sustituciones del imperfecto de subjuntivo por el condicional en los distintos tipos de oraciones del corpus de Getxo. 378 Tabla 22: Contextos sintácticos de las sustituciones del imperfecto de subjuntivo por el condicional y del empleo del imperfecto y pluscuamperfecto del subjuntivo y su distribución entre los informantes del corpus de Getxo. 379 Tabla 23: Ocurrencias del adverbio ya con valor temporal y afirmativo en el corpus de Getxo con particular énfasis en el uso afirmativo del adverbio ya. 399 Tabla 24: Ocurrencias de soler + infinitivo con distintos tiempos verbales: frecuencia absoluta y porcentajes en el corpus de Getxo. 411 Tabla 25: Tipos de verbos auxiliados y número de ocurrencias en la perífrasis verbal soler + infinitivo en el corpus de Getxo. 412 Tabla 26: Distribución de soler + infinitivo entre los informantes del corpus de Getxo. 421 Tabla 27: Ocurrencias de {X y los dos}, {X y yo} y {yo y X} en el corpus de Getxo. 424 Tabla 28: Resumen de la distribución de los fenómenos estudiados en el corpus de Getxo. 431
Índice de gráficos Gráfico 1: Modelo del núcleo mínimo dinámico del castellano de Cataluña elaborado por Sinner (2004, 141). 97 Gráfico 2: Distribución de la población vasca según el porcentaje de bilingües en cada uno de los municipios de la CAV en el año 2006 (Gobierno Vasco 2009, 49). 123 Gráfico 3: Esquema de los posibles orígenes geográficos y lingüísticos familiares de los hablantes de la comunidad de comunicación vasca. 131 Gráfico 4: Modelo del núcleo mínimo dinámico del castellano del País Vasco, elaborado a partir de Sinner (2004) y adaptado a la situación de la comunidad de comunicación vasca. 155 Gráfico 5: Mapa del País Vasco con el municipio de Getxo destacado de forma particular, arriba a la izquierda, así como los municipios circundantes, de donde proceden los padres de los informantes. Mapa adaptado de Udalnet (2011). 165 Gráfico 6: Caputra de la pantalla del programa EXMARaLDA Partitur Editor 1.5.1, transcripción de G 45, elaborada por Ch. P.-K. 197 Gráfico 7: Número de ocurrencias de los diferentes verbos con las formas le y les en el corpus de Getxo. 332 Gráfico 8: Distribución de los fenómenos del corpus de Getxo estudiados entre el total de los veinte informantes, en base a las frecuencias de uso absolutas, ordenadas de forma ascendente, y con una línea de delimitación en el segundo cuartil (50%). 428
Abreviaturas y símbolos empleados Los signos empleados en las transcripciones se comentan en el apartado 4.4.6.2.
Abreviaturas AEK = Coordinadora de Alfabetización y Euskaldunización al. = alemán ALPI = Atlas Lingüístico de la Península Ibérica AMPER = Atlas Multimedia de Prosodia del Espacio Románico ASALE = Asociación de Academias de la Lengua Española ast. = asturiano BOE = Boletín Oficial del Estado BOPV = Boletín Oficial del País Vasco cap. = capítulo cast. = castellano cat. = catalán CAV = Comunidad Autónoma Vasca CCir/CCCirCir = complemento(s) circunstancial(es) CD/CCDD = complemento(s) directo(s) CEAR-Euskadi = Comisión de Ayuda al Refugiado en Euskadi CES = constituyente escindida cf. = cónfer/confróntese = Christine Paasch-Kaiser Ch. P.-K. CI/CCII = complemento(s) indirecto(s) cit. = citado por coord./coords. = coordinador(es) COP = cópula COSER = Corpus Oral y Sonoro del Español Rural CREA = Corpus de Referencia del Español Actual COU = Curso de Orientación Universitaria DEA = Diccionario del Española Actual DFB = Diputación Foral de Bizkaia dir./dirs. = director(es) DMM = Diccionario María Moliner DOM = Marcador diferencial de objeto DPD = Diccionario panhispánico de dudas DRAE = Diccionario de la Real Academia Española DT = Diskurstranskription ed./edd. = editor(es) EGB = Educación General Básica EHAA = Euskal Herriko Agintaritzaren Aldizkaria EHU = Euskal Herriko Unibersitatea EITB = Euskal Irratia Telebista
XVI
Símbolos
et al. eusk. EUSTAT EXMARaLDA gal. GAT HABE HIAT HSK ingl. INE lit. LRL ORL PdR PRESEEA RAE RL s. a. s. e. s. l. SN/SSNN SP/SSPP s. v. SX/SSXX trad. UPV V VLC vs. vol.
= et alii (y otros) = euskera = Euskal Estatistika Erakundea/Instituto Vasco de Estadística = Extensible Markup Language for Discourse Annotation = gallego = Gesprächsanalytisches Transkriptionssystem = Helduen Alfabetatze eta Berreuskalduntzerako Erakundea/Instituto de Alfabetización y Reeuskaldunización de Adultos = Halbinterpretative Arbeitstranskriptionen = Handbücher zur Sprach- und Kommunikationswissenschaft = inglés = Instituto Nacional de Estadística = literal = Lexikon der Romanistischen Linguistik = oración de relativo libre = perífrasis de relativo = Proyecto para el estudio sociolingüístico del español de Europa y de América = Real Academia Española = relativo libre = sin año = sin editorial = sin lugar = sintagma(s) nominal(es) = sintagma(s) preposicional(es) = sub voce = constituyente(s) escindida(s) = traducido = Universidad del País Vasco = verbo = VideoLAN Client = versus = Volumen/Volúmenes
Símbolos Ø *
∑ i, j
= elemento omitido = estructura incorrecta o no aceptable según la norma prescriptiva; en la búsqueda de ejemplos: cualquier elemento que puede aparecer detrás de un determinado elemento oracional = suma/total = para la indexación de un elemento oracional (elemento omitido, duplicado o pronominalizado de una cierta forma; referente de un determinado elemento oracional)
Prefacio El detonante de la presente tesis doctoral fueron mis estancias en la Comunidad Autónoma Vasca durante mis estudios de magíster; sin duda, una interesantísima primera toma de contacto con la realidad lingüística y política de la región. El contacto con vascos euskerahablantes durante mis estancias en América Central contribuyó, igualmente, a aumentar mi curiosidad por la región y las dos lenguas, tan diferentes, que en ella se hablan: el castellano y el euskera. ¿Qué implicaciones político-sociales tenía la presencia de estas dos lenguas en la zona? ¿Por qué solo una parte de la población vasca hablaba euskera? ¿Cómo hablaban los vascos que se expresaban en castellano? Mi espíritu romanista me llevó a preguntar a algunos amigos, residentes en distintas zonas del Estado español, si eran capaces de identificar a un vasco que hablaba castellano. Algunos afirmaron que el castellano hablado en el País Vasco difería fuertemente de otras variedades peninsulares en la prosodia. Sin embargo, por otra parte, me aseguraron que «el castellano es correctísimo», que los vascos «hablan impecable, hablan muy bien», y que los políticos vascos eran «los mejores oradores que hay en el Parlamento español», en cuanto a su gramática. Otros, en cambio, señalaron ciertas peculiaridades, como la sustitución del imperfecto o pluscuamperfecto de subjuntivo por el condicional y el leísmo femenino. Una amiga vasca me habló, desde su perspectiva, de los problemas para encontrar trabajo fuera de la región autónoma: ser reconocido como vasco por estos usos propios del castellano parecía cerrar muchas puertas. Sin embargo, ¿cuáles eran estos usos propios? La presente tesis doctoral me ofrecía la llave ideal para adentrarme en la realidad lingüística vasca, indagando en sus gentes y en los estudios lingüísticos sobre las variedades de la región. Poco a poco me di cuenta de que no era posible hablar de los vascos como un ente único, sino que había de diferenciar netamente. Aun siendo una mera pincelada en el retrato lingüístico del País Vasco, esta tesis ofrece informaciones sobre una variedad del castellano hablado en esta zona que merece ser descrita de forma pormenorizada. Por supuesto, nada de esto hubiera sido posible sin el apoyo de muchas personas, a las que quiero trasladar mi más sincero agradecimiento. En primer lugar, quiero agradecer de corazón a Carsten Sinner, catedrático de la Universidad de Leipzig y director de la tesis, la inestimable ayuda. Sin conocerme, me aceptó como doctoranda, confiando en mí en todo momento. Su apoyo a lo largo de todo el proceso de investigación y redacción fue el mejor que pude tener. Sus consejos, sus comentarios y la infinidad de conversaciones científicas mantenidas a fin de establecer el marco de la investigación fueron una guía vital. Muchas gracias a la doctora Yvette Bürki de la Universidad de Berna por el tiempo dedicado a la tesis. Agradezco igualmente a la doctora Carmen Isasi
XVIII
Prefacio
Martínez de la Universidad de Deusto (Bilbao) su gran apoyo durante la recogida de datos en el País Vasco y la confianza depositada en mi trabajo, así como los consejos y la atención que me brindó cuando más lo necesitaba. Deseo asimismo manifestar mi gratitud a la doctora Celia Berná Sicilia de la Universidad Católica San Antonio de Murcia por su interés hacia mi trabajo y la amabilidad con que me despejó dudas gramaticales; a la doctora Sara Gómez Seibane de la Universidad de Castilla-La Mancha y a la doctora Iraide Ibarretxe Antuñano de la Universidad de Zaragoza por numerosas conversaciones profesionales y personales, por facilitarme sus trabajos inaccesibles desde Alemania y por el tiempo que invirtieron en mis consultas; al doctor Alex Iribar Ibabe de la Universidad de Deusto (Bilbao) por sus consejos acerca del equipo de grabación y sobre dudas fonéticas y a Bruno Camus Bergareche de la Universidad de Castilla-La Mancha quien también me dio acceso a interesante bibliografía. Del mismo modo, quiero dar las gracias a todos los que me apoyaron, en mayor o menor medida, durante el desarrollo de esta tesis doctoral. Agradezco especialmente a las personas de contacto, que me ayudaron a localizar a los informantes necesarios, y naturalmente a los informantes de Getxo. Aprecio de corazón su tiempo, esfuerzo y dedicación. Sin ellos este trabajo no hubiera sido posible. Eskerrik asko! Quiero igualmente agradecer el apoyo y la motivación que me transmitieron mi familia y amigos, los que ya estaban a mi lado antes de empezar la tesis y los que encontré a lo largo del camino doctoral. Les agradezco el tiempo infinito que me dedicaron. Muchas gracias a Amor, Ana, Britta, Concha, Felix, Ferran, Isaac, Katharina, Sebas y Unai por sus comentarios y anotaciones críticas, por su ayuda con la revisión del trabajo, por el sinfín de llamadas telefónicas y por su ánimo constante. Gracias a Jasmina por sus consejos estadísticos y gracias a Isaac, Eileen, Nilda y a mis «padres euskaldunes», Rozio y Lander, por acogerme una y otra vez en sus casas. Quiero igualmente dedicar unas líneas al resto de mis amigos a quienes esta tesis ha robado más de una llamada, para que sepan que pienso en ellos: Doro, Tobias, Felicitas, Yvonne y Silke. Gracias también a mis profesores de euskera, aquí en Alemania Noemi, Nekane y Mikel, así como al Euskal Etxea Berlin/Deutsch-Baskischer Kulturverein e. V. y al grupo berbalagun de Getxo por ofrecerme un entorno verdaderamente euskaldun. Gracias muy particularmente a mi marido, Andreas Kaiser, por su inestimable y continuo apoyo personal y técnico, especialmente en los momentos de más desesperación. Vielen Dank! Por último, quiero dar las gracias a la fundación alemana Konrad Adenauer Stiftung e.V. (Begabtenförderung) por la beca de investigación y la generosa ayuda que me ofrecieron entre mayo de 2009 y abril de 2012.
1 Introducción 1.1 Preliminares La Comunidad Autónoma Vasca (CAV), que denominaremos también País Vasco,1 se sitúa en el norte de España, a orillas del mar Cantábrico. Limita con las comunidades autónomas de Cantabria al oeste, Castilla y León al suroeste, La Rioja al sur y la Comunidad Foral de Nafarroa/Navarra al este. Su límite noreste lo establecen los Pirineos, en la frontera con Francia. La CAV abarca una superficie de 7234,8 km2. Su población alcanza en la actualidad más de dos millones de habitantes (EUSTAT 2012a), esto es, el 4,6% de la población española. Los tres territorios que la conforman son Araba/Álava (3037,3 km2), Bizkaia (2217,2 km2) y Gipuzkoa (1980,3 km2) (EUSTAT 2011).2 La densidad de población es muy desi1 Optamos por emplear las denominaciones Comunidad Autónoma Vasca (CAV) y País Vasco para referirnos a las provincias de Araba/Álava, Bizkaia y Gipuzkoa. No emplearemos los términos Euskadi ni tampoco Euskal Herria, a pesar de que el primero es una denominación oficial. En el BOE 306 (Gobierno Español 1979, Art. 1) se establece la denominación legal u oficial de la provincia española de la forma siguiente: «El Pueblo Vasco o Euskal Herria […] se constituye en Comunidad Autónoma dentro del Estado Español bajo la denominación de Euskadi o País Vasco». En el caso de Euskal Herria se trata de una denominación existente desde hace varios siglos que se refiere, como indica la traducción al castellano, al «pueblo vasco» (Gobierno Español 1979), como sujeto cultural o político. La encontramos ya en textos de Lazarraga (1564), en Leizarraga (1571) y en Axular (1643), quien indica que forman parte de Euskal Herria las zonas de «Naffarroa garayan, Naffarroa beherean, Çuberoan, Lappurdin, Bizcayan, Guipuzcoan, Alabaherrian eta bertce anhitz leccutan» (Euskaltzaindia 2004, norma 139, 2). Respecto al término Euzkadi, neologismo creado y empleado por Sabino Arana en 1895, véase Zabaltza Pérez-Nievas (1997). No aludiremos a la comunidad foral de Nafarroa/Navarra, dado que el desarrollo de las provincias de la CAV, sobre todo en los últimos casi 40 años desde el fin de la dictadura franquista, ha sido muy distinto al de esta Comunidad Autónoma vecina y solo parcialmente euskerahablante. Las razones las encontramos en las distintas políticas lingüísticas aplicadas en ambas Comunidades Autónomas. La situación de la población en las regiones es muy diferente, sobre todo si comparamos la situación del País Vasco con la de la parte meridional de Nafarroa/ Navarra, donde el castellano es la única lengua oficial, mientras que en el norte de esta región el castellano y el euskera son lenguas oficiales. A ello debe sumarse el diferente desarrollo sociohistórico vivido en ambas comunidades durante el pasado siglo: inmigración interna, procesos de industrialización, etc. No emplearemos, por lo tanto, las expresiones procedentes del euskera hegoalde ‘parte meridional’ e iparralde ‘parte septentrional’, que hacen referencia a las regiones vascohablantes situadas al sur y al norte de los Pirineos, dado que hegoalde engloba tanto las provincias de la CAV como la de Nafarroa/Navarra. 2 Emplearemos durante este estudio los topónimos vascos, como ya se ha visto para Bizkaia o Gipuzkoa, dado que son las denominaciones oficiales. En los casos en que la denominación oficial sea bilingüe, pondremos los dos topónimos, es decir, el español y el vasco, como en el caso de Araba/Álava, que se escribe con barra, o de Donostia-San Sebastián, que se escribe con
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1 Introducción
gual y diverge mucho en cuanto a su dispersión tanto intraprovincial como interprovincial. El municipio de Portugalete (Bizkaia) posee la mayor densidad de población, con 14.829,6 habitantes por km2. Arraia-Maeztu (Araba/Álava) registra la menor densidad, con 5,9 habitantes por km2. Durante los años transcurridos desde el fin de la dictadura franquista (1939–1975), pasando por la transición española (1975–1979) hacia la democracia, la situación política, social y lingüística del País Vasco ha sufrido un cambio esencial. No queremos repasar toda la historia común del castellano y el euskera en las provincias de la CAV,3 dado que constituye un tema demasiado amplio para abordarlo en pocas líneas. Además, dichos aspectos han sido frecuentemente tratados, sobre todo desde la perspectiva del euskera.4 El presente estudio busca, más bien, destacar algunos aspectos relevantes.
guión corto (cf. Gobierno Español 2011). La toponimia vasca está sometida a continuos cambios por lo que no siempre resulta fácil dar con la denominación correcta. A ello se suma el hecho de que una parte de la población sigue utilizando los topónimos españoles o salta aparentemente de forma aleatoria del español al vasco, como hace una de nuestras informantes, G 10, que emplea tanto el topónimo español Lejona como el vasco Leioa. Véase 4.4.6.2 sobre los criterios seguidos en la transcripción. Designamos a nuestros informantes mediante una G mayúscula y un número entre 5 y 45 (cf. también cap. 1.1, nota 19). Acerca del polimorfismo gráfico y la inestabilidad ortográfica en castellano, véase Sinner (2008) quien señala que tampoco en el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) se siguen siempre las mismas pautas ortográficas. Ante esta problemática, emplearemos los adjetivos del castellano alavés, vizcaíno y guipuzcoano para hacer referencia al origen geográfico o a aspectos relacionados con la respectiva provincia, dejando las palabras del euskera bizkaiera y gipuzkera para designar las diferentes variedades diatópicas del euskera. 3 En el presente trabajo hablaremos de euskera cuando nos referimos a la lengua autóctona hablada en el País Vasco, mientras que vasco será usado para hacer referencia al origen geográfico o a la pertenencia a la CAV. No obstante, emplearemos tanto los términos euskerahablante (Rainer 1993, 286) como el más usual vascohablante e incluso vascófono para referirnos a los hablantes del euskera. La denominación de la lengua como lenguaje de Castilla, lengua castellana y español ve la luz con Alfonso X, el Sabio (1221–1284), que se mantienen como sinónimos hasta nuestros días (Lindenbauer/Metzeltin/Thir 1994, 97), si bien no todos los hablantes los consideran de esta forma. Véase Sinner (2004, 51–56) sobre el uso de castellano y español en diversas obras científicas. En cuanto al empleo de estos dos términos por parte de hablantes catalanes frente a hablantes madrileños, véase Sinner (2004, 469–473). No obstante, utilizaremos castellano para referirnos a la lengua y español para lo relacionado con la nacionalidad española y la pertenencia a España. 4 Véase sobre todo Menéndez Pidal (1950), Villasante Kortabitarte (1977), Larrañaga Elorza (1977), Monreal Cia y Rica Esnaola (1977), Caro Baroja (1979, 111–120), Tovar Llorente (1980), Michelena (1982a; 1982b), Echenique Elizondo (1987; 1996a), Tejerina Montaña (1992, 73–137), Zuazo (1995), Trask (1997, 15–35), Uhlig (2002, 7–12) y Amorrortu (2003, 11–32). Consúltense acerca de la historia prerromana del euskera, por ejemplo, los trabajos de Gorrochategui (1995, 1999), Caro Baroja (1979, 111–120) y Tovar Llorente (1980). Véanse acerca de la historia social y
1.1 Preliminares
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El castellano y el euskera coexisten en el territorio vasco desde la incorporación de las tres provincias Araba/Álava, Bizkaia y Gipuzkoa al reino de Castilla y León en el año 1200, hecho que favoreció la expansión del castellano frente al euskera. En un primer momento, el castellano se empleó únicamente como lengua de comunicación escrita,5 sustituyendo al latín; no olvidemos que el euskera fue, hasta el tardomedievo, una lengua empleada casi exclusivamente para la comunicación oral.6 Más tarde, el castellano se convirtió en la lengua hablada de las élites sociales, políticas y mercantiles, especialmente en las grandes villas urbanas, como fue el caso de Bilbao, Donostia-San Sebastián y Portugalete. La razón la encontramos en la necesidad de emplear el castellano para comunicarse oralmente y por escrito con las instituciones del gobierno central, cuyos empleados procedían de otras zonas del reino. Poco a poco, el castellano fue ganando terreno también en las áreas rurales, al convertirse en la lengua vehicular de la comunicación escrita oficial de la Administración. El euskera siguió funcionando como lengua hablada a lo largo de los siglos, en algunas zonas hasta la Edad Moderna (Monreal Cia/Rica Esnaola 1977, 349–367 y 372–375). Sin embargo, el hecho de que no se hablara euskera en la zona
política del País Vasco, también, Bernecker (2004), Kasper (2008), Shafir (1994) y Waldmann (1984). 5 El número de trabajos y artículos diacrónicos que abordan diversos aspectos fonéticos, morfosintácticos y léxicos del castellano en documentos notariales, cédulas, actas, etc., ha crecido enormemente en los últimos años. Por ello, en el presente trabajo solo haremos referencia a algunos basados en datos de la Baja Edad Media o del tardomedievo, entre ellos los de Isasi (1994), Isasi Martínez (1997), Romero Andonegi (2000; 2003a; 2003b; 2005–2006; 2006; 2008a; 2008b), Gómez Seibane (2002; 2005; 2006a; 2008; 2012), Ramírez Luengo (2002; 2006b; 2007), Isasi Martínez et al. (2005), Gancedo Negrete (2010; 2011); de la Edad Moderna, por ejemplo, Isasi (1993; 1995; 1998a; 2002a; 2006a), Isasi Martínez (1999), Gómez Seibane (2004; 2006b; 2010), Gómez Seibane y Ramírez Luengo (2002), Ramírez Luengo (2006a; 2009; 2011; 2012), Gancedo Negrete (2006), Torrens Álvarez (2011); y de la Edad Contemporánea, entre ellos el trabajo más reciente de Camus Bergareche y Gómez Seibane (2010). Véanse también los datos bibliográficos en Gómez Seibane (2006c) y Gómez Seibane y Ramírez Luengo (2007). Gómez Seibane, por ejemplo, señala sobre la variedad que estudia en la documentación notarial vizcaína medieval, que esta «puede identificarse con el castellano, con rasgos peculiares con respecto al castellano descrito en gramáticas e historias de la lengua, pero no exclusivos, puesto que algunos de estos rasgos coinciden con los de áreas próximas» (2012, 92). 6 Los primeros libros imprimidos en euskera son el de Bernard Dechepare (1545), Linguae Vasconum Primitiae, y una traducción del Nuevo Testamento de Ioannes Leizarraga (1571) (Trask 1997, 47). Como señala Zuazo (1995, 12), la producción literaria en euskera llega en este momento a un primer clímax, y a un segundo en el siglo XVII , con los trabajos de Arnaut Oihenart, natural de Zuberoa, y Pedro de Axular de Nafarroa/Navarra, que residía en Lapurdi.
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occidental de Bizkaia, esto es, en Enkarterriak (Las Encartaciones), limítrofe con Cantabria, ayudó al establecimiento del castellano en otros niveles de la Administración.7 Lo mismo ocurrió en Araba/Álava, según Cierbide Martinena (1990, 161), donde el retroceso del euskera empezó ya mucho antes del siglo XVI , principalmente en Valdegovía y Valderejo.8 Es de suponer, además, que el regreso a casa de vascos emigrados y de personas que habían partido a estudiar a otras zonas del reino de Castilla y León o como conquistadores de las tierras hispanoamericanas, contribuyera a expandir el uso del castellano, en detrimento del euskera en ciertos estratos y ámbitos sociales (Monreal Cia/Rica Esnaola 1977) —el euskera experimentó una fuerte marcación diastrática y diafásica—, por ejemplo, porque esas personas se negaran a hablar la lengua de sus ancestros que no habían empleado durante mucho tiempo.9 Los fueros otorgados por los reyes a las provincias vascas en la Edad Media concedieron a estas una cierta libertad y ayudaron a la conservación del euskera, sobre todo en las zonas rurales de la parte oriental de Bizkaia y en casi toda Gipuzkoa (Trask 1997, 16–18). Sin embargo, la abolición de los fueros a mediados del siglo XIX , tras las Guerras Carlistas (1833–1840, 1846–1849 y 1872–1876), dio un nuevo impulso al uso del castellano, sobre todo gracias a la introducción de dicha lengua en la Administración y en la educación, como única lengua de enseñanza (cf. 3.3.6). A partir de los años ochenta del siglo XIX , el proceso de expansión del castellano se vio acentuado por las sucesivas oleadas de inmigración interna (cf. 3.3.4). El retroceso del euskera continuó a pesar de los esfuerzos de diversos políticos, lingüistas y pedagogos, que se comprometieron a protegerlo
7 El castellano, como producto de la evolución de las lenguas romances en la Península Ibérica, existe aproximadamente desde el siglo VIII d. C. (Menéndez Pidal 1950, VII). Según Gugenberger (2003, 51), la cuna del castellano se localiza en los valles difícilmente accesibles de la cordillera Cantábrica, y surgió, probablemente, como variedad diatópica del asturiano (cf. también Lindenbauer/Metzeltin/Thir 1994, 97 y Echenique Elizondo 1995, 528). Echenique Elizondo opina que «el castellano nació en zona de contacto con la lengua vasca […]» (1997, 34). Véase a este respecto, también, Cierbide Martinena (1990, 161–162). Consúltese, también, Fernández-Ordóñez (2012), que analiza desde un punto de vista crítico la teoría de Menéndez Pidal (1926) sobre el desarrollo del castellano en la Península Ibérica posterior al siglo XI . 8 Cierbide Martinena señala: «En efecto, los vascos que poblaron la parte norte de Burgos, junto con otras gentes del oeste y suroeste de Alava, al romanizarse crearon un romance en el que subsistieron muchos hábitos fonéticos propios del euskera y, a decir de L. Villasante, tal vez las afinidades étnico-lingüísticas de las gentes vascas de Alava y Vizcaya con las de Castilla del Norte expliquen, siquiera en parte, la alianza de vascongados con castellanos durante el Medioevo» (1990, 161). Cierbide Martinena no explícita en su trabajo a qué obra o qué ponencia de Luis Villasante en concreto se refiere en esta cita. 9 Solo hubo una universidad en las zonas euskerahablantes, Oñati, cuya reputación no era comparable con la de Salamanca, por ejemplo.
1.1 Preliminares
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y a emplearlo en las aulas escolares (Zuazo 1995, 17–21; Trask 1997, 22–28; Cid Abasolo 2002; cf. también 3.3.6). La prohibición de las lenguas autóctonas durante la dictadura franquista supuso un nuevo revés para el euskera; tras la muerte de Franco solo el 22% de la población mayor de cinco años era bilingüe y seguía empleando el euskera como lengua habitual y dominante (Gobierno Vasco 2005a, 35). Los euskerahablantes monolingües habían desaparecido ya bajo las políticas lingüísticas represivas del gobierno franquista, que buscó la castellanización total del Estado español.10 Tras décadas de persecución y prohibición por parte del gobierno central de España, la adopción del Estatuto de Autonomía para el País Vasco o Estatuto de Gernika en 1979 (Gobierno Español 1979), hizo que el euskera se convirtiera en la lengua cooficial de la región autónoma, junto al castellano. La adopción, en 1982, de la Ley 10/1982, de 24 de noviembre, básica de normalización del uso del euskera (Gobierno Vasco 1982) supuso el punto de partida para el establecimiento de las dos lenguas, con los mismos derechos, en la administración pública, los medios de comunicación y la enseñanza.11 El objetivo de dicha ley era revalorar y extender el euskera así como establecer un bilingüismo general dentro de la CAV. Para lograrlo, se instauraron tres modelos escolares distintos que difieren en cuanto a la lengua vehicular de enseñanza y el número de horas lectivas de euskera y castellano, aunque comparten la obligación de enseñar euskera.12 Como resultado, todos los habitantes de la CAV escolarizados en esta Comunidad a partir de 1982 están, de algún modo, familiarizados con el euskera. El número de castellanohablantes monolingües está, por ello, en claro retroceso. Con castellanohablantes monolingües nos referimos a aquellas personas que nunca aprendieron euskera o que consideran que el euskera es para ellos una lengua secundaria «extranjera», porque no han alcanzado competencias suficientes para mantener una conversación (individuos con competencias mínimas en euskera). En la actualidad, el 51,5% de la población es castellanohablante sin competencias
10 Consúltense, entre otros, Kremnitz (1990) sobre la política lingüística de represión franquista empleada en Cataluña. 11 Véanse sobre la política lingüística actual de la CAV, por ejemplo, Tejerina (2006), Echenique Elizondo (1996a, 178–181), Etxebarria Arostegui (1988b; 2002) y Amorrortu (2003, 41–89). Consúltense también los planes de acción motor de las diversas iniciativas del gobierno regional y otros documentos relativos a la política lingüística regional del Gobierno Vasco (EUSKARA 2012; EUSKARA 21 2012; SOZIOLINGUISTIKA 2012). Estos textos nos ofrecen una visión global del desarrollo de la política lingüística seguida por el Gobierno Vasco durante las distintas legislaturas. 12 Cf. 3.3.6 donde explicaremos detalladamente la evolución del sistema escolar vasco y la introducción del euskera como lengua de enseñanza. Véase también Amorrortu (2006).
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en euskera y el 18,3% tiene competencias mínimas en euskera (Gobierno Vasco 2008a, 17). Tabla 1: Tabla de competencias lingüísticas por grupos etarios, elaborada por Ch. P.-K. a partir de Gobierno Vasco (2008a, 17 y 21). Competencia lingüística (año de 2006) total 64 + 50–64 35–49 25–34 16–24
Castellanohablantes sin competencias en euskera (%) 51,5 66 65,6 52,3 36,7 17,6
Castellanohablantes con competencias mínimas (pasivas) en euskera (%) 18,3 9,0 13,2 22,0 26,0 24,9
Hablantes bilingües euskera-castellano o castellano-euskera (%) 30,1 25,0 21,3 25,7 37,3 57,5
Cabe señalar que los porcentajes de castellanohablantes monolingües y de euskerahablantes bilingües están estrechamente relacionados con la edad de los hablantes y con una determinada política lingüística oficial. Es decir, si analizamos a los hablantes de entre 50 y 64 años, cerca del 65,6% son monolingües sin competencias en euskera y el 13,2% tiene competencias mínimas en esta lengua. Solo el 21,3% de este grupo etario son hablantes bilingües euskera-castellano o castellano-euskera. El porcentaje es levemente mayor entre los hablantes mayores de 64 años, con un 66% de individuos sin competencias en euskera y solo un 9% de individuos con competencias mínimas en esta lengua. Los bilingües euskera-castellano y castellano-euskera constituyen el 25% de este grupo. Dentro del grupo de hablantes de entre 16 y 24 años, solo el 17,6% son castellanohablantes monolingües sin competencias en euskera, mientras que el 24,9% tiene competencias mínimas en esta lengua. Esto quiere decir que el 57,5% de este grupo etario son hablantes bilingües euskera-castellano o castellano-euskera (Gobierno Vasco 2008a, 21). En resumen: el castellanohablante monolingüe sin competencias en euskera es un tipo de hablante en lento proceso de desaparición, circunscrito a los mayores de cincuenta años. La política de fomento del euskera ha obtenido, pues, buenos resultados tanto en el ámbito de la administración pública como en el de la educación, siendo considerable el aumento de hablantes bilingües en la CAV. Podemos constatar que gracias a las medidas políticas adoptadas por el Gobierno Vasco y a las iniciativas no gubernamentales, el número de hablantes bilingües euskeracastellano y castellano-euskera ha aumentado hasta situarse en un 30,1% sobre el total de las tres provincias desde el fin de la dictadura hasta 2006.
1.1 Preliminares
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En la actualidad, en el territorio de la CAV se hablan, mayoritariamente, tres variedades13 diatópicas del euskera: bizkaiera, gipuzkera y goinafarrera, que se designan en euskera como euskalki, «dialecto de la lengua vasca» (Elhuyar 2013, s. v. euskalki).14 Desde 1968 existe, además, una lengua estándar, el euskara batua15, que se basa, principalmente, en las variedades gipuzkera y goinafarrera (Michelena 1968; 1982a, 72; Echenique Elizondo 1987, 117–118; Zuazo 1995). El Gobierno Vasco se esfuerza por extender esta variedad estándar, que se enseña, por ejemplo, en las escuelas y en los centros de euskaldunización para adultos. Hay que destacar que aún no se ha determinado el origen del euskera. Por lo que sabemos, no está relacionado genéticamente con ninguna otra lengua, lo que dificulta su aprendizaje por los castellanohablantes. Comparemos, por ejemplo, las dificultades que pueden encontrar dichos hablantes en el aprendizaje del
13 En el presente estudio emplearemos la expresión variedad dado que se trata, como señala Fishman (1975, 25), de una «keine Wertung beinhaltende Bezeichnung» ‘de una denominación que no implica juicio’. Distinguiremos entre variedades diatópicas, diastráticas y diafásicas en el sentido de Coseriu (1988, 15–43), que se suelen denominar dialectos, la primera; sociolectos, la segunda; y estilos o registros, la tercera. Véase Coseriu (1988, 25) acerca de la diferencia entre estilos y registros. En cuanto a la diferencia entre lengua hablada y escrita, existen diferentes opiniones sobre si se trata también de variedades particulares que forman parte del diasistema establecido por Coseriu, como es el caso de Ludwig (1983), Koch y Oesterreicher (1985 y 1990) o Wieland (2008), o si debe considerarse como diferencia entre los registros (al. Registerunterschied), como opinan el mismo Coseriu (1988, 25) y Ammon (1986, 15). En cuanto a la diferencia entre variedad y lengua, remitimos a Ammon (1986, 12–17) quien entiende por lengua el conjunto de sus variedades, aunque una lengua puede consistir en una sola variedad. Variedad y lengua forman parte, según Ammon (1986, 12), de diferentes niveles de abstracción que equivalen a la relación de conjunto (lengua) y elementos (variedades). Véase también Dittmar (1997, cap. 4) sobre el término variedad. 14 En FONATARI (2012) se mencionan siete variedades diatópicas del euskera: bizkaiera ‘vizcaíno’, gipuzkera ‘guipuzcoano’, iparraldeko goinafarrera ‘alto navarro septentrional’, hegoaldeko goinafarrera ‘alto navarro meridional’, lapurtera ‘labortano’, mendebaldeko behenafarrera ‘bajo navarro occidental’, ekialdeko behenafarrera ‘bajo navarro oriental’ y zuberera ‘suletino’. Otra distinción se da en AHOTSAK (2012), donde se diferencian seis variedades diatópicas delimitadas de forma distinta, siguiendo a Zuazo (2008, 37–168): mendebaldekoa ‘euskera del occidente’, erdialdekoa ‘euskera del centro’, nafarra ‘euskera navarro’, ekialdeko nafarra ‘euskera navarro oriental’, nafar-lapurtarra ‘euskera navarro-labortano’, y zuberotarra ‘euskera suletino’. Véase también, sobre este tema, Villasante Kortabitarte (1977, 146–148). 15 Eusk. euskara batua «euskera, unificado, –a» (Elhuyar 2013, s. v. euskara). Según el DRAE (2001, s. v. euskera), debe escribirse en castellano con tilde: batúa. Sin embargo, en el presente trabajo seguiremos la ortografía oficial del euskera, y no la del castellano. Así, escribiremos euskara batua para referirnos a la forma estandarizada y unificada. Para referirnos al euskera, en general, emplearemos euskera.
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euskera frente a las que pueden surgir a la hora de aprender el catalán, una lengua emparentada con el castellano (Michelena 1977a, 17; Trask 1995, 65).16 Muchos hablantes autóctonos cuya lengua materna es una determinada variedad diatópica del euskera se encuentran en la actualidad en una situación de diglosia17 —o incluso de triglosia si sumamos el castellano—, dado que las variedades diatópicas del euskera, y no el euskara batua, siguen siendo la lengua materna de la mayoría de los euskerahablantes y la variedad de uso en la mayoría de los dominios privados y públicos (locales). No obstante, este hecho está cambiando actualmente en las generaciones de los hijos de neovascohablantes (cf. 3.3.2). El castellano es aún la lengua predominante en el País Vasco, sobre todo a la hora de tratar asuntos oficiales relacionados con el gobierno central, en cuyas sedes no se suele hablar euskera. El castellano domina también en los ámbitos públicos: el comercio, la economía privada, etc. Por su parte, el euskera sigue siendo lengua dominante entre euskerahablantes bilingües, también en el dominio privado, si bien su uso se está extendiendo como demuestran diversos estudios, debido a una actitud cada vez más positiva respecto a la lengua autóctona (cf., por ejemplo, Amorrortu et al. 2009).18 Ello no significa, sin embargo,
16 Estas dificultades se explican, entre otras causas, porque, desde una perspectiva tipológica, el euskera es una lengua aglutinante (cf. Trask 1997, 119), a diferencia del castellano o del catalán. Es, pues, una lengua tipológicamente muy diferente. Trask (1995) ofrece una visión global de las distintas teorías desarrolladas para aclarar las relaciones de parentesco lingüístico del euskera (cf. también Villasante Kortabitarte 1977, 144–145; Michelena 1982c). Debido al contacto lingüístico primero con el latín y después con las lenguas romances —navarro y castellano en las provincias que conforman la CAV y Nafarroa/Navarra; gascón y francés en las provincias vasco-francesas— es posible documentar elementos de esas lenguas integrados en el euskera, por ejemplo, en el léxico (cf. por ejemplo Caro Baroja 1945; Haase 1992; Michelena 1995). Echenique Elizondo (1987, 74–75) contempló en un primer momento la posibilidad de que en las zonas vascas se desarrollara, al igual que en Nafarroa/Navarra o en otras zonas, un romance propio, hecho que no se pudo comprobar por falta de documentación de aquella época. Esta idea es defendida también en trabajos más recientes como los de Libano Zumalacarregui (2006) y Camus Bergareche (2011c, 60–62). 17 Entendemos el término de diglosia en el sentido de Ferguson (1951), desarrollado por Fishman (1975) y Lüdi (1989). Es decir, existe una lengua o variedad de una lengua A (alta) que tiene más prestigio que una segunda lengua o variedad de la misma lengua B (baja). Según el prestigio atribuido a las lenguas o las variedades de una misma lengua, éstas se usan más o menos en los diferentes dominios públicos y privados. 18 Los autores indican, sin embargo, que persisten opiniones desfavorables respecto al euskera, pero indican que dichas opiniones negativas se suelen poner en boca de terceras personas: «los y las participantes mencionan que también existen en la sociedad vasca actitudes en contra, si bien éstas han salido de forma limitada y siempre puestas en boca de terceras personas. Tal y como se menciona en el capítulo 1, el hecho de que las actitudes contrarias al euskera no
1.1 Preliminares
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que todos los habitantes del País Vasco estén de acuerdo con la política lingüística de fomento de la lengua autóctona, sobre todo cuando esta afecta a sus ámbitos profesionales, como pudimos comprobar en algunas de nuestras entrevistas y como puede verse en el ejemplo (1), donde el informante G 05 se lamenta de que en el ámbito de la medicina se valore más la competencia lingüística que la competencia profesional:19 (1)
A: G 05: A: A: G 05: A: G 05:
¿crees que habría que formen/ fomentar más el euskera? . hombre .. estáá/ yo creo que ya lo fomentan bastante [no sé ] [mh] no pero quizás [de otra manera] [no creo yo/] o de/ no sé . ¡sí!, creo quee (0,46'') tendría que hacerse un pocoo (0,567'') de otra/ de otra manera, porque/ . o sea los que/ lo que ellos llaman la normalización del euskera A: mh G 05: me parece un pocoo (0,553'')/ que es un poco, imposición . dell (0,66'')/ del idioma porque/ o sea si (ha?) habido, eh, tanta gente que no hablaba euskera hasta ahora . eeh (0,6'') que intenten, eeh (0,427'') obligarles a aprender el euskera . ahora ya, a unas edades que noo (0,513'')/ .. pues que, ts te cuesta muchísimo más aprendeer (0,513'') un idioma . pues me parece un pocoo (0,507'')/ . poco fuerte o sea, sí me parece bien que intenteen (0,46''), estimularlo desdee (0,5'') más pequeños [pues que] A: [mh] G 05: eso que/ . que aún/ . que se mantengaa (0,58'') el euskera .. y que no/, que no se vaya perdiendo cada vez más pero . es que luego por ejemplo/ o sea pues . en/ en/, en mi caso en Osakidetza pues eso lo que/ . lo que ya habíamos comentado una vez quee (0,48'')/ .. eh que/ . o sea que te/ que te/ . que por el euskera/, por tener un nivel de euskera te den . sobre no sé cuánto era pues por ejemplo dieciocho puntos y luego haber hecho el doctorado uno . pues es una diferencia/ o sea es que ahí estás escogiendo prácticamente solo a los que saben euskera (E 1/G 05/34–35)
aparezcan de forma manifiesta y explícita refuerza la idea de que el euskera ha ganado prestigio: hoy no es políticamente correcto mostrarse totalmente contrario al euskera, como ocurría en el pasado. Se sabe que tales actitudes en contra existen porque, por un lado, esto se menciona con frecuencia, aunque nadie reconozca estas actitudes como propias, y porque, por otro lado, aparecen en algunos participantes, aunque de forma velada» (Amorrortu et al. 2009, 76 y, sobre todo, el capítulo 4). 19 Al final de cada ejemplo indicamos entre paréntesis el número de la entrevista (en este caso, E 1), el número del informante (G 05) y la(s) página(s) del corpus (34–35) donde aparece dicho ejemplo (cf. cap. 1.1, nota 2).
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Si analizamos la situación de los investigadores que se dedican al estudio del castellano en el País Vasco —que forma parte, según Penny (2004, 134–180), del «continuo dialectal septentrional»20— podemos constatar que esta es relativamente favorable. Sirva de ejemplo el hecho de que varios estudios empíricos acerca del castellano hablado y escrito en el País Vasco realizados desde los años noventa del siglo XX en universidades vascas han sido financiados también por el gobierno regional o las respectivas instituciones provinciales (por ejemplo, Fernández Ulloa 2001a; Iribar Ibabe/Isasi Martínez 2008; Isasi Martínez et al. 2011). Si lo comparamos con lo descrito por Sinner (2004, 1) respecto a Cataluña, donde «se subvencionan primordialmente los proyectos relacionados con la lengua catalana», la situación investigativa resulta más equilibrada en la CAV. No obstante, el número de estudios sobre el castellano en el País Vasco es muy inferior al de los estudios que se realizaron y se realizan acerca del euskera o al de los estudios sobre variedades del castellano fuera del ámbito vasco, como los llevados a cabo en Andalucía o en Canarias. Hispanistas españoles (vascos), como Gómez Seibane (2006c), alemanes, como Paasch y Sinner (2010), y vascólogos, como Oñederra (2002; 2004), se lamentan de la falta de estudios acerca del castellano (hablado y escrito) en el País Vasco. El hecho de que se trate de un campo poco estudiado hasta la fecha resulta aún más sorprendente si tenemos en cuenta el alto interés general que suscitan los estudios (sincrónicos) de situaciones de lenguas en contacto entre los lingüistas; no hay más que echar un vistazo al sinfín de trabajos dedicados a este tema. El ámbito del castellano en el País Vasco más tratado es el diacrónico, aunque los investigadores que trabajan en este ámbito también lamentan la falta de estudios.21 Sin embargo, cabe señalar que no todo los investigadores abonan el propósito de estudiar el castellano en la CAV. Sirva de ejemplo una experiencia vivida al comienzo de nuestra investigación, cuando una vascóloga rechazó nuestra idea de estudiar una variedad del castellano hablada por individuos monolingües en la CAV precisamente porque no iba a tener en cuenta las variedades habladas por los bilingües. Para ella, nuestro estudio carecía de relevancia, si bien, desde nuestro punto de vista, el grupo elegido resulta de gran interés, pues, como ya dijimos, se trata de un tipo
20 Véanse también Isasi Martínez (2006b) y Gómez Seibane y Sinner (2012, 13–15) para una explicación de lo que suele entenderse por continuo dialectal septentrional o castellano norteño. Pato (2004) emplea en su lugar la expresión castellano septentrional mientras que Hualde (2005, 20) habla del Northern-Central Peninsular Spanish ‘español peninsular de la región centro-norte’ (trad. por Ch. P.-K.). 21 Cf. cap. 1.1, nota 5 sobre algunos estudios diacrónicos acerca del castellano en el País Vasco.
1.2 Objetivos e hipótesis
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de hablante que tiende a desaparecer dada la política lingüística escolar actual en la región.
1.2 Objetivos e hipótesis El presente estudio aporta datos sobre las variedades peninsulares del castellano en general y sobre el castellano hablado en el País Vasco en particular. Para ello centramos nuestro estudio en una variedad hablada en esta región, basándonos en datos orales recogidos por nosotros mismos. Uno de nuestros objetivos es establecer un modelo para definir qué debería entenderse bajo las expresiones castellano vasco o castellano del País Vasco, dado que, hasta la fecha, no se ha realizado ningún estudio teórico sobre la cuestión ni tampoco se ha intentado establecer una clasificación, tal y como demostraremos al analizar el estado de la cuestión. Nos proponemos, por tanto, establecer una clasificación de los distintos hablantes del castellano en el País Vasco, tratando a la sociedad vasca como una sola comunidad de comunicación (cf. 3.2; 3.3; 3.4), formada a partir de un desarrollo socio-histórico particular. Examinaremos hasta qué punto el modelo del núcleo mínimo dinámico, elaborado por Sinner (2004) para la descripción del castellano en contacto con el catalán en la comunidad bilingüe de Cataluña, puede aplicarse también a la situación de contacto lingüístico entre el castellano y el euskera en la CAV. Optamos por este modelo a fin de determinar en qué consiste el castellano vasco, dado que permite incluir a hablantes de las más diversas características. Con el objetivo de mostrar su valor para el estudio del castellano en el País Vasco, describiremos cuáles son los factores decisivos o las variables extralingüísticas a partir de las cuales pueden constituirse los diferentes grupos de hablantes cuyas particularidades compartidas conforman, a nuestro entender, la variedad vasca del castellano. Unas primeras aproximaciones a estos criterios se han publicado en Paasch (2010; 2012) y Paasch y Sinner (2010). El presente trabajo constituye, además, un estudio empírico del castellano hablado por hablantes monolingües con y sin competencias mínimas en euskera en Getxo para describir, a partir de estos datos orales, una serie de particularidades morfológicas, sintácticas y (sintáctico-)semánticas.22 Comprobaremos qué particularidades, reiteradamente consideradas características del castellano del
22 Con la expresión castellano de Getxo, mientras no se indique lo contrario, haremos referencia, a lo largo de nuestro estudio, a la variedad del castellano hablado por los monolingües con y sin competencias mínimas en euskera de Getxo que entrevistamos.
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1 Introducción
País Vasco, se dan también en esta variedad específica, aunque no abordaremos todos los elementos que se han señalado (cf. 5.1.1). Consideramos que este procedimiento permitirá identificar algunos fenómenos que muy probablemente constituyen elementos del castellano vasco o bien de un núcleo mínimo dinámico compartido por (todos) los miembros de la comunidad de comunicación vasca, ya que aparecen en el castellano de hablantes monolingües. En cualquier caso, será necesario confirmar la hipótesis de la existencia de un núcleo mínimo dinámico compartido mediante otros estudios empíricos. Partimos, por tanto, de las siguientes hipótesis: 1. La sociedad vasca constituye una comunidad de comunicación, pero el castellano hablado por esta comunidad no es una variedad uniforme o monolítica, dada su gran heterogeneidad. Es decir, la comunidad de comunicación vasca no está formada solamente por castellanohablantes monolingües y por bilingües euskera-castellano y castellano-euskera de origen vasco (padres y abuelos nacidos en esta región), sino por una amplia gama de grupos de hablantes, que se distinguen entre sí por criterios extralingüísticos tales como el origen geográfico y lingüístico familiar, la lengua habitual, el lugar de residencia, la edad, etc. 2. Suponemos que existen diferentes variedades del castellano hablado en el País Vasco que tienen un núcleo mínimo común de elementos, tal y como define Sinner (2004). Dicho núcleo se da en una mayoría de los hablantes de estas variedades y se puede considerar como lo que se ha denominado Basque Spanish ‘castellano vasco’ (Landa 1995; González 2006a), castellano del País Vasco (Fernández Ulloa 1996; 1997; 2001a), español del País Vasco o español de los hablantes vascos (García Mouton 1996). En el presente trabajo la denominaremos también la variedad vasca del castellano. 3. Pensamos, además, que el análisis de un grupo de informantes castellanohablantes monolingües con y sin competencias mínimas en euskera de Getxo va a demostrar que no todos los fenómenos hasta ahora repetidamente postulados como particularidades del castellano del País Vasco se pueden observar en todos los hablantes. Así, estos fenómenos pueden formar parte del castellano de un cierto grupo de hablantes de la comunidad comunicativa vasca, sin que constituyan elementos integrados de la variedad vasca del castellano. 4. La intención del presente estudio no es determinar elementos característicos exclusivamente detectables en hablantes bilingües y explicables, únicamente, como resultados del contacto de lenguas. Queremos determinar cuáles son los elementos integrados y compartidos de las variedades del castellano en la CAV, es decir, cuáles son las características distintivas comunes a todas estas variedades de las regiones vascohablantes, por las cuales la variedad vasca del castellano es diferenciable frente a otras variedades (monolingües) del castellano. En el caso de hablantes monolingües no es necesario diferenciar entre qué podría
1.2 Objetivos e hipótesis
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constituir una interferencia23, un cambio de código24, un caso de convergencia25 o un elemento integrado. En el caso de hablantes bilingües, en cambio, es difícil saber si un fenómeno observado se debe a una interferencia individual y espontánea o si se trata de un elemento integrado, adquirido mediante la transmisión lingüística intergeneracional. Esto se debe a que la misma interferencia puede darse a la vez en el habla de varios individuos, y ser considerada por el lingüista, erróneamente, como una forma integrada y habitual en la variedad de la comunidad de comunicación de estudio (Sinner 2004, 81). 5. Suponemos, además, que la variedad hablada por nuestros informantes, castellanohablantes monolingües con y sin competencias mínimas en euskera, recoge otros fenómenos que no han sido constatados hasta la fecha. Estas hipótesis nos han llevado a establecer cuatro cuestiones centrales a las que pretendemos responder en nuestro trabajo: – ¿Es posible aplicar el modelo del núcleo mínimo dinámico, elaborado por Sinner (2004), a la situación que observamos en el País Vasco? – De ser así, ¿de qué tipo de hablantes se constituye la comunidad de comunicación vasca y cuáles son los factores decisivos para su descripción? – ¿Cuántas variedades diferentes forman lo que podría denominarse castellano en el País Vasco? Es decir, ¿el castellano hablado en el País Vasco es una única variedad hablada por todos los miembros de la comunidad de comunicación vasca o se trata, por el contrario, de un conjunto de variedades diversas que comparten un núcleo mínimo común aún por determinar? De ser cierto esto
23 Nos basamos en la definición de interferencia establecida por Sinner (2004). Este autor entiende por interferencia «los rasgos o elementos de una lengua X que aparecen cuando un hablante de las dos lenguas X e Y habla la lengua Y, que no pueden interpretarse como meros cambios de código (code switching) entre las lenguas X e Y […], y que no se integran en citas de una persona bilingüe o de un hablante de lengua Y. Dichos rasgos o elementos además constituyen fenómenos individuales que no afectan a los monolingües de la lengua Y y que no se aceptan en las normas de uso ni en la norma prescriptiva de esta lengua» (2004, 75). 24 Nos basamos en la definición de cambio de código establecida por Sinner (2004). Según el autor, en el caso del cambio de código «no se trata de una infracción de la norma de una lengua, sino, como ya indica el nombre de este fenómeno, de un cambio de la lengua» (2004, 79). Afirma, además, que «[e]l cambio de código es un indicador extremadamente sensible de la habilidad lingüística del bilingüe y de su creatividad y, […] no debe interpretarse como degradación de la capacidad lingüística en una de las dos lenguas implicadas […]» (2004, 79). Subraya que el cambio de código puede darse por diferentes motivos, por ejemplo, por motivos estilísticos; el hablante monolingüe dispone para ello «de diferentes dialectos, registros o estilos» (2004, 79). 25 Por convergencia entendemos al igual que Sinner (2004, 75) «aquellos casos en que las dos lenguas en contacto tienen tendencias evolutivas o estructuras coincidentes (idénticas o muy parecidas), aunque se empleen con una frecuencia muy mayor o menor en una de ellas».
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1 Introducción
último, dicho núcleo mínimo podría ser denominado variedad vasca del castellano, castellano vasco o castellano del País Vasco. ¿Las particularidades catalogadas hasta hoy como elementos del castellano vasco o castellano del País Vasco se dan también en el castellano de Getxo?
1.3 Estructura Nuestro estudio consta de seis capítulos, incluyendo el presente capítulo introductorio, a los que se suman la bibliografía y los apéndices. En el segundo capítulo abordaremos la situación de la investigación acerca del castellano en el País Vasco, centrándonos en los aspectos lingüísticos tratados, las zonas estudiadas, los grupos de hablantes que formaban la base de los estudios empíricos realizados, la cuestión de cómo clasificar esta(s) variedad(es) y algunos aspectos que afectan la terminología empleada. Centraremos nuestra descripción en los estudios sincrónicos, dejando de lado los diacrónicos, aunque esta rama sea, actualmente, la más trabajada. Optamos por un repaso cronológico y exhaustivo, dado que no existe, de momento, ningún manual que contenga una bibliografía comentada de las diferentes obras y artículos publicados (cf. 2.1–2.4). Añadiremos un resumen a modo de síntesis de los diferentes aspectos anteriormente abordados (cf. 2.5). En el tercer capítulo desarrollaremos nuestra base teórica, es decir, describiremos en primer lugar el modelo del núcleo mínimo dinámico elaborado por Sinner (2004), explicando el término de comunidad de comunicación y la concepción de la norma de uso dinámica en que se basa este autor (cf. 3.2). A continuación, abordaremos los factores sociales que permiten diferenciar a los distintos grupos de castellanohablantes que conforman la comunidad de comunicación vasca y clasificar el castellano hablado en la CAV (cf. 3.3). Por último, ajustaremos el modelo de Sinner (2004) a la situación del castellano en el País Vasco, explicando las razones que nos llevan a considerarlo un modelo adecuado para su descripción (cf. 3.4). En el cuarto capítulo trataremos diferentes aspectos metodológicos relativos a la parte empírica. Explicaremos por qué escogimos Getxo como lugar de investigación, la selección de los veinte informantes (cf. 4.2), las fases de recogida de datos orales en entrevistas libres no estructuradas (cf. 4.3) y los detalles técnicos de dicha recogida: el lugar, la duración, etc. (cf. 4.4). Por último, describiremos los criterios aplicados en la transcripción de las entrevistas orales (cf. 4.4.6) y el programa empleado para la transcripción y parte del análisis de los datos (cf. 4.4.7). El quinto capítulo girará en torno al análisis cualitativo de una serie de fenómenos morfológicos, sintácticos y (sintáctico-)semánticos. Comentaremos los
1.3 Estructura
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aspectos lingüísticos escogidos y las razones que nos llevan a analizarlos. En los respectivos apartados, repasaremos la ocurrencia y las características de cada fenómeno y presentaremos los resultados del análisis de los datos. Facilitaremos, asimismo, datos sobre la frecuencia de uso absoluta, aun cuando no realizamos ni estudios de frecuencias ni estudios comparativos. El sexto y último capítulo recogerá las conclusiones generales de nuestro estudio. Los apéndices incluirán los siguientes elementos: cuestionario sociolingüístico (apéndice I), autorización de uso de la entrevista que pedimos firmar a nuestros informantes (apéndice II), y resumen de los datos de los informantes según los criterios de selección (apéndice III). El corpus oral que comprende las veinte entrevistas con castellanohablantes monolingües con y sin competencias mínimas en euskera de Getxo se encuentra disponible en Internet (Paasch-Kaiser 2014); su volumen es de un total de 234.753 palabras repartidas en más de mil páginas (cf., también, apéndice III).
2 Estudios sobre el castellano en el País Vasco 2.1 Observaciones preliminares El estudio científico y sistemático del castellano hablado en el País Vasco es un ámbito de trabajo relativamente joven y, por tanto, poco estudiado. Los escasos trabajos existentes que datan de finales del siglo XIX y de la primera mitad del siglo XX , constituyen, en su mayoría, recopilaciones léxicas. Los estudios realizados a partir de los años sesenta del siglo XX se centran casi exclusivamente en el análisis de distintos fenómenos morfosintácticos y fonéticos; los estudios llevados a cabo a partir de los años ochenta atienden, en cambio, a un determinado fenómeno lingüístico o a varios, a menudo interrelacionados, del mismo plano lingüístico.1 Otro aspecto característico de estos trabajos es el lugar de realización: la mayoría se han llevado a cabo en la provincia de Bizkaia y solo algunos en Gipuzkoa y Araba/Álava. Se trata, pues, en casi todos los casos, de estudios puntuales bien sobre un fenómeno lingüístico concreto basados en datos de un solo municipio de la CAV, bien sobre una determinada variedad del castellano hablado en el área de la CAV. Algunos de los estudios más recientes, elaborados a partir de los primeros años de la década de los noventa, se basan en datos procedentes de hablantes naturales de diversos lugares de la CAV, pero solo tratan un único aspecto lingüístico. Nuestro interés se centra en los estudios sobre aspectos morfosintácticos, a los que dedicaremos una mayor atención en nuestro repaso bibliográfico, y en los trabajos que abordan, de algún modo, la cuestión teórica de qué es lo que hay que entender por castellano de los vascos, Basque Spanish o castellano del País Vasco. En el presente capítulo describiremos los trabajos basados en estudios empíricos que analizan el castellano hablado y escrito en el País Vasco. Asimismo, tomaremos en consideración algunos artículos y estudios que, aun careciendo de base empírica, resultan relevantes por ser punto de partida de otros estudios o por tratarse de obras de referencia citadas reiteradamente, incluso en manuales lingüísticos de diversa índole.2 La descripción se presentará en orden cronológi-
1 No tuvimos acceso a la recopilación léxica elaborada y publicada por Ernesto Perea Vitórica (Vocabulario baracaldés, [s. l., s. e.], aprox. 1966), mencionada por Gómez (2000, 33), donde se recoge el vocabulario particular usado el municipio de Barakaldo. Por ello, prescindimos de una descripción de segunda mano. 2 No tendremos en cuenta aquellos estudios dedicados al análisis diacrónico de la influencia del euskera sobre el castellano, como la conferencia de Menéndez Pidal (1923) que aborda aspectos fonéticos de la lengua española en general que, en opinión de Menéndez Pidal (1923, 28), tienen su origen en el euskera.
2.2 Estudios anteriores a los años ochenta del siglo XX
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co, en función del año de aparición de cada investigación. Hemos optado por este camino para poder ofrecer un resumen de todos los trabajos consultados y facilitarle al lector una visión lo más amplia posible del estado de la cuestión.3 No obstante, también hubiera sido posible elaborar una clasificación cimentada en aspectos formales, como los lugares investigados, los fenómenos de interés o el método científico seguido, por lo que ofreceremos un resumen de estos aspectos al final de este capítulo (cf. 2.5).4 Encontramos necesario subdividir el estado de la cuestión en varios apartados. Así, el primer apartado se centra en las investigaciones realizadas desde finales del siglo XIX hasta los años setenta del siglo XX ; el segundo abarca los estudios llevados a cabo entre los años ochenta y noventa del siglo XX , haciendo especial hincapié en la aparición de manuales sobre diferentes aspectos lingüísticos, que contienen descripciones del castellano hablado en el País Vasco; finalmente, el tercer apartado está dedicado a los estudios realizados desde los primeros años del nuevo milenio. Consideramos necesario diferenciar este último apartado dado el notable incremento de estudios basados en datos empíricos de la lengua hablada que se han venido realizando en los últimos años.5
2.2 Estudios acerca del castellano en el País Vasco anteriores a los años ochenta del siglo XX 2.2.1 Roman Biel (1882) Como dijimos, los trabajos que caracterizan el periodo transcurrido entre los últimos años del siglo XIX y los años sesenta del siglo XX se dedican, en su mayoría, a recoger el léxico considerado particular de la región de estudio. Destaca el vocabulario de Biel (1882)6, que recoge léxico vizcaíno calificándolo,
3 Véase Pato (2004), que opta por un camino similar. 4 Coincidiendo con la última fase de redacción de la presente tesis, conocimos dos obras nuevas, centradas también en el castellano del País Vasco. Por un lado, la monografía de Gómez Seibane y Camus Bergareche (2013), que compila artículos de varios autores sobre diversos aspectos del castellano del País Vasco. En segundo lugar, encontramos la tesis doctoral de Ciriza (2009 [print on demand]), que analiza las variedades utilizadas en dos localidades del área de contacto del euskera con el castellano: Bermeo y Bilbao. 5 No abordaremos el tema de los vasquismos y su tratamiento en las diferentes versiones del DRAE (2001), el DPD (2005), las gramáticas de la RAE (RAE 1996; RAE/ASALE 2009), u otros diccionarios como el de Seco (1998), el DEA (1999) o el DMM (2007). 6 Biel, Román, El habla vulgar de Vizcaya. Repertorio humorístico, poético prosaico, de los idiotismos y expresiones incorrectas más frecuentes en este país. Utilísimo para perfeccionarse en el
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2 Estudios sobre el castellano en el País Vasco
en el título de su obra, como «vulgar». Como señala el título de la obra, el objetivo es perfeccionar las competencias en castellano del lector, siendo «las locuciones viciosas que se anotan en la presente obrilla […] propias de niños, aldeanos y de gentes poco o nada instruidas. Muchas de ellas, sin embargo, se advierten igualmente en personas de cierta posición social; y algunas, aunque pocas, son provincialismos usados por todas las clases sin distinción» (Biel 1882).7
Sin embargo, no se especifica si dicho léxico es resultado del contacto entre el castellano y el euskera, aunque sí se indica que se trata de un léxico presente «en la gran mayoría de los jóvenes que entran a cursar en los Institutos de esta provincia» (1882). Se trataría, posiblemente, de bilingües cuya lengua dominante era el euskera. Sin embargo, el autor no sigue un procedimiento rigurosamente científico; su intención es más bien pedagógica, orientada a instruir a la población.
2.2.2 Miguel de Unamuno (1886) El célebre artículo de Unamuno (1886)8 constituye uno de los trabajos precursores en la materia. Su carácter no es netamente científico ni sistemático, puesto que el autor se fundamenta en sus propias impresiones, pero aporta información valiosa sobre las particularidades morfosintácticas del dialecto bilbaíno, es decir, del peculiar castellano hablado en Bilbao, que, según el autor, había desaparecido casi por completo por aquel entonces. Unamuno señala: «Yo sostengo que el dialecto bilbaíno fué una espontánea y fresca eflorescencia de nuestro espíritu, que un renuevo castellano injerto [sic] en vascuence. Influencia vasca había, y mucha, sin embargo» (1960, 182). El artículo de Unamuno (1886) constituye una enumeración comentada de los fenómenos más llamativos o característicos del castellano bilbaíno, resultantes, según apunta, de la influencia del euskera sobre el castellano hablado por la población bilbaína a finales del siglo XIX .9
idioma español, Bilbao, Imprenta de los Dos Amigos, 1882, ápud Gómez (2000, 23–24). Gómez (2000) cita, en su Vocabulario popular de Bilbao, varias obras literarias y recopilaciones populares que contienen apartados léxicos. Lamentablemente, no tuvimos acceso a ellas. 7 Cit. ápud Gómez (2000, 23–24). 8 Citamos aquí la versión publicada en 1960, dado que no conseguimos consultar la versión original: Unamuno, Miguel de, El Dialecto bilbaino R.I.P., El noticiero bilbaíno, hoja 341, Bilbao, 28 de noviembre de 1886, 1886. 9 Una de las particularidades descritas por Unamuno (1960, 196) es la que Navarro Tomás (2004, 94, §93) denomina seseo vasco. Se trata de la pronunciación de una [s] predorsal en lugar de una [θ] interdental fricativa sorda (cf., también, cap. 2.3.2.7, nota 34 y cap. 2.4.11, nota 66). Este fenómeno suele considerarse un rasgo del castellano hablado en el País Vasco, pues ha sido descrito en
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2.2.3 Pedro de Múgica (1892) El trabajo de Múgica (1892) constituye un estudio fonético sobre el castellano de los vizcaínos.10 En una nota preliminar el autor señala que aspira a llenar «aunque mínima, el vacío del que lamenta V. [Wilhelm Meyer-Lübcke] en su Gramática de los romances». Múgica estudia los dialectos montañés y aragonés del castellano, y también aspectos fonéticos del dialecto vizcaíno del castellano. Añade, además, un pequeño vocabulario de «vocablos usados en este dialecto» (1892, 55, §86). Compara sus datos, procedentes del castellano hablado en Bizkaia y probablemente recogidos por él mismo, con datos procedentes de otros estudios dialectológicos, con la información de que dispone sobre las variedades aragonés y montañés descritas en la misma obra y con diferentes gramáticas, a fin de destacar similitudes y diferencias con otras variedades del castellano: cambios de acentuación, casos de omisión de fonema, elevación de vocales, etc. No obstante, Múgica no aporta información alguna sobre la metodología empleada en la recogida de los datos ni sobre el tipo de hablantes en quienes constata los fenómenos detectados. Tampoco señala si dichos fenómenos son comunes a todas las zonas de Bizkaia o solo a algunas, aunque en algunos casos advierte divergencias entre algunas localidades, como en el caso de la voz bacalau, palabra que posee diferentes pronunciaciones (1892, 47, §38, nota 2). La obra de Múgica se limita a lo fonético. En su portada se indica que se trata del primer volumen; sin embargo, los volúmenes relativos al estudio de los demás niveles lingüísticos nunca vieron la luz.11
2.2.4 Emiliano de Arriaga (1896) El trabajo de Arriaga (1896)12 se centra en el castellano hablado en Bilbao. Advierte, en la línea de Unamuno (1886), que dicho castellano era «una peregrina
diversas obras antiguas y contemporáneas (cf., por ejemplo, Arriaga 1896, 10; Lapesa 2008, 399; Muñoz Cortés 1992, 599; Fernández Ulloa 1996; 1997; 2001a; Hualde 2005, 154). En la actualidad existe el proyecto ESCA, dedicado a su caracterización lingüística y social (cf. 2.4.11). 10 El trabajo está disponible en línea. El libro fue mecanografiado por la biblioteca de la Universidad de Toronto y presenta algunos errores de ortografía: Múgica figura escrito con y sin tilde, esto es, como Muyica (cf. Múgica en línea). 11 Cf. también Gómez (2000, 24). 12 Arriaga, Emiliano de, Lexicón etimológico, naturalista y popular del bilbaíno neto compilado por un chimbo como apéndice á sus vuelos cortos, Bilbao, Tipografía de Sebastián de Amorrortu, 1896, ápud Gómez (2000, 19). Disponemos únicamente de la segunda versión aumentada y publicada en 1960 por Michelena.
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combinación del antiguo euskera con el castellano viejo».13 En palabras del propio Arriaga (1896), su obra constituye un vocabulario dirigido tanto a personas sin instrucción como a aquellas más pudientes y, por tanto, con un nivel de instrucción más elevado. Aunque Arriaga corrigiese y ampliase su obra después de 1896, no llegó a verla publicada en vida, siendo Michelena quien la editara y publicara, en 1960. Michelena (1960, 7) advierte en la introducción que no se trata de una obra científica, por lo que no todas las etimologías dadas por el autor son correctas; en su opinión, en algunos casos no se trata de un étimo vasco, sino de romance. Arriaga (1896 [1960, 10–11]) acompaña la recopilación de cada voz con un ejemplo, un apunte etimológico y un breve apartado en el que señala ciertas características fonéticas, morfosintácticas y léxicas. Como en el caso de Biel (1882) o de Múgica (1892), Arriaga (1896) no informa sobre los hablantes que le proporcionaron el léxico documentado.
2.2.5 Federico Baráibar y Zumárraga (1903) La obra de Baráibar y Zumárraga (1903) recoge voces del castellano hablado en la provincia de Araba/Álava. Reúne un léxico que no aparece en el diccionario académico de la época, o que, aun constando en este, tiene otras acepciones en la provincia o sigue utilizándose en ella, aun cuando el diccionario prescriptivo lo considere anticuado. Los datos de Baráibar y Zumárraga proceden de toda la provincia de Araba/Álava y del condado de Treviño, un enclave burgalés ubicado en la misma. El autor advierte que la mayoría de las entradas se dan en todo el territorio indicado, de ahí que considere el léxico como «alavés» (1903, 7). Asimismo, califica otras palabras como «verdaderamente castellanas» (1903, 7), dado que son usadas también en las zonas limítrofes y constituyen, según señala, elementos integrados en el castellano de todos los hablantes de la provincia, sean estos euskerahablantes o no. Los lexemas incluidos en su vocabulario son de origen diverso, ya que Baráibar y Zumárraga no se centra únicamente en palabras procedentes del euskera, si bien se supone que todas han entrado en el castellano de la provincia de Araba/Álava a través del euskera. Tal como afirma el propio autor: «aun las de origen vasco ó importadas de otros idiomas por medio del euskara, han sido romanceadas por el habla popular que no yerra, como la culta en estas adaptaciones, y se usan por personas que desconocen por completo la lengua vascongada. Algunas formadas sobre palabras vascas y descubiertas en lugares donde el vascuence no se habla ya […]» (Baráibar y Zumárraga 1903, 7).
13 Cit. ápud Gómez (2000, 25).
2.2 Estudios anteriores a los años ochenta del siglo XXXX
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Baráibar y Zumárraga informa de que ha buscado el étimo de cada lexema, y que cada entrada incluye una explicación del significado y de su ámbito de uso. Sin embargo, subraya que su obra no es científica y que tampoco se basa en «investigaciones detenidas y serias» (1903, 8); se trata, en realidad, de un «mero pasatiempo lingüístico», cuyo objetivo es lograr que «la colección de vocablos sea exacta y copiosa» (1903, 8).
2.2.6 Seber Altube (1930) El objetivo principal de la obra de Altube (1930) es el estudio de la «sintaxis euskérica», esto es, de la sintaxis del euskera. Su trabajo constituye una reedición de «lo principal de lo tratado en ‹De sintaxis euskérica›» (1930, VI), un estudio publicado anteriormente «sobre ciertos aspectos de la sintaxis euskérica, en el que se explica especialmente la construcción correcta de las oraciones gramaticales, tanto principales como subordinadas» (1930, VII). La obra pretende, asimismo, satisfacer el deseo de la Eusko Ikaskuntza-Sociedad de Estudios Vascos, que encargó su edición, solicitando que «recogiéramos las faltas en que más ordinariamente incurren los escritores euskéricos, y enseñáramos en forma concisa y clara, el modo de corregirlos» (1930, V). Altube se dedica, por tanto, a rectificar los «solecismos euskéricos» (1930, VII) que observa en el ámbito de la sintaxis y a describir una «serie variada de erderismos relacionados con otras partes gramaticales» siendo el objetivo su «exposición» y dar las «correspondientes correcciones» (1930, VII). Con erderismos, título de la obra, se refiere «principalmente, a los solecismos sobre procedimientos sintácticos y el uso de los morfemas puramente gramaticales» (1930, VII), entendiendo por tales «aquellas expresiones modificadas viciosamente por la atracción analógica de los erderas, y que las usan buen número de euskaldunes, a la vez que otros muchos, conservan la forma pura» (1930, VIII). El estudio de Altube se limita a estos «solecismos», aun cuando señala que también pueden considerarse como «erderismos» otros tipos de modificaciones. Justifica su elección, señalando que «son tantos, tan graves y tan generalizados (cada vez más) los solecismos de esa clase que van invadiendo el euskera hablado y escrito en estos nuestros tiempos […]» (1930, VIII). La expresión erdera o erdara se refiere en euskera a una «lengua distinta de la vasca [a menudo referido al castellano al sur y al francés al norte]» (Elhuyar 2013, s. v. erdara). Por tanto, la expresión erderismo puede entenderse como un elemento gramatical —en general o específico de una estructura sintáctica, en este caso— nacido del contacto del euskera con el castellano o con el francés. Sin embargo, Altube (1930) no habla, al menos no de forma explícita, de las influencias de una lengua sobre otra —y mucho menos de interferencias o
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elementos integrados—, sino que califica los «erderismos» de «solecismos» o de «modificaciones». El trabajo de Altube se dirige, en primer lugar, a los denominados «euskalzales» (1930, VI) ‘los aficionados al euskera’, es decir, a todos los interesados por el euskera que habían pedido una obra como esta a la Eusko Ikaskuntza-Sociedad de Estudios Vascos. No obstante, también constituye una obra importante sobre el castellano hablado en aquel momento en las zonas vascohablantes de Gipuzkoa y Bizkaia (1930, X), dado que compara los fenómenos constatados por él en euskera con las estructuras del castellano: «La parte principal del estudio que nos proponemos realizar estará destinada, pues, al análisis comparativo de los aspectos señalados de las sintaxis vasca y castellana; a la que habremos de añadir una serie de notas concernientes a otros erderismos relacionados con elementos gramaticales diversos» (Altube 1930, 4).
En materia de sintaxis, Altube trata, por ejemplo, el uso del adverbio del castellano ya que aparece en posición preverbal con un valor afirmativo no temporal (cf. también 5.4.1.1). De este modo, ofrece descripciones de ciertos usos contemporáneos del castellano de la población vasca, localizadas entre las descripciones del euskera empleado por los escritores euskaldunes. Este autor supone que el origen de estos usos se encuentra en el euskera. Altube afirma que «a toda oración castellana caracterizada por el adverbio ya corresponde otra euskérica cuyo elemento inquirido es la afirmación verbal» (1930, 59). Habla del «castellano euskarizado de muchos vascos» que denomina también «castellano-euskera de los bilbaínos» (1930, 59) o «castellano-bilbaíno» (1930, 58). Sin embargo, no aclara en qué tipo de hablante puede detectarse este «castellano euskarizado» o si es común y general a toda la población vasca o únicamente a la bilbaína. Esto se debe, posiblemente, a que su trabajo está centrado en el euskera. Aunque no se trata de la obra más citada, ha sido punto de referencia para otros estudios sobre sintaxis, como, por ejemplo, los de Zárate (1976), Fernández Ulloa (1996; 1997; 2001a) o Landa (2008).
2.2.7 Gerardo López de Guereñu (1958 y 1973) López de Guereñu (1958; 1973)14 publica dos artículos en los que recoge voces del castellano hablado en la provincia de Araba/Álava, como ya hiciera Baráibar y
14 La segunda edición de las Voces alavesas es la obra editada por Henrike Knörr (1998). Contiene los datos de los dos artículos publicados por López de Guereñu (1958; 1973) así como
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Zumárraga (1903). Sin embargo, y al contrario que este, los trabajos de López de Guereñu (1958; 1973) no se basan únicamente en datos de la lengua hablada procedentes de diversas localidades alavesas; añade, además, voces procedentes de diversos documentos escritos tales como libros, ordenanzas, testimonios etc., de siglos anteriores (1958, 173–174; 1973, 119–120), que aparecen fechados y acompañados de una sigla que indica su procedencia. Sus datos orales, sin embargo, no están fechados—se trata de datos recogidos «en la actualidad» (1958, 173)— aunque sí se indica el pueblo donde fueron documentados. Su obra contiene entradas tomadas de la obra de Baráibar y Zumárraga (1903), «cosa que no debe extrañar, ya que todos hemos espigado en los mismos rastrojos, habiéndome decidido a publicarlas por corresponder a distintas zonas o para demostrar su continuidad en el habla popular» (López de Guereñu 1958, 173). No es, por tanto, una obra exclusivamente sincrónica. Pretende abarcar el vocabulario particular alavés empleado tanto en el momento de su redacción como en épocas anteriores, a través de documentos o manuscritos. Parte de los datos de la lengua hablada fueron recogidos por el propio López de Guereñu; otros son palabras que le habían enviado diversas personas de diferentes lugares (1958, 173; 1973, 119). De ahí que la obra carezca, al igual que las que la preceden, de una base netamente científica, puesto que, como decimos, no se especifica en qué tipo de hablantes (monolingües, bilingües, de origen de Araba/Álava, etc.) se observan las voces recogidas. No obstante, es bastante probable que se trate de castellanohablantes monolingües, ya que los pueblos a los que atribuye los vocablos se localizan en la zona predominantemente castellanohablante de Araba/Álava. El trabajo recoge todo tipo de palabras, señalando que las referidas a la fauna «son muy imprecisas, ya que en las aldeas confunden frecuentemente a estas avecillas, impidiendo con ello su perfecta clasificación» (López de Guereñu 1958, 173). No se califica de esta manera el léxico relativo a los vegetales. El primer trabajo de López de Guereñu (1958) contiene, además, un apartado dedicado a algunas variantes de determinados lexemas (1958, 343–356) y dos a los apodos (1958, 357–367).
voces que se encontraron en manuscritos inéditos del mismo autor, examinados después de su muerte, en 1992, y palabras anotadas por el autor en su ejemplar de las Voces alavesas de 1958 (Knörr 1998, 15). Todos estos datos se han compilado en la obra editada por Knörr bajo el título Voces alavesas, publicada en nombre de López de Guereñu aunque es, de hecho, una nueva publicación, pues no se ha respetado la forma original y se han corregido y modificado la grafía, la puntuación y algunas erratas de los textos originales. A pesar de ello, la obra lleva la indicación «Segunda Edición» lo que no se ajusta a la realidad. Nuestras afirmaciones se basan en los artículos de López de Guereñu (1958; 1973), siempre que no se indique otra cosa.
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López de Guereñu (1973) subraya que este será su último artículo «porque las fuentes de donde proceden [las voces] se van agotando: los ancianos, cosa lógica y natural, desaparecen de este (sic) terrena vida, y los jóvenes, aparte de que van olvidando muchos de estos vocablos, se van ‹civilizando› y no quieren saber nada de estas antiguallas y bobadas» (López de Guereñu 1973, 119).
Comprobamos así que se trata de un vocabulario compuesto por voces del castellano hablado por individuos mayores de las diferentes zonas de la provincia de Araba/Álava así como de datos procedentes de la lengua escrita, en concreto, de obras literarias de diferentes siglos.
2.2.8 Atlas Lingüístico de la Península Ibérica (ALPI) (1962) El Atlas Lingüístico de la Península Ibérica (ALPI) (1962) fue un proyecto concebido por Menéndez Pidal a principios del siglo XX . Fue realizado por varios encuestadores bajo la dirección de Navarro Tomás entre 1931 y 1935 y continuado, tras la Guerra Civil española (1936–1939), entre 1947 y 1954 (Heap 2011). Los datos se recogieron mediante encuestas, siguiendo tres cuestionarios: el primero dedicado a aspectos fonéticos y morfosintácticos; el segundo dedicado al léxico en general; y el tercero dedicado también al léxico, pero más amplio (Heap 2011). Los resultados no se grabaron, sino que se anotaron manualmente, según lo que había entendido u oído el encuestador. De los datos recogidos durante las campañas de los años treinta, cuarenta y cincuenta sólo se ha publicado la parte fonética del ALPI, que también contiene aspectos morfosintácticos, como demuestra el trabajo de Pato (2004). No obstante, es posible acceder a los datos fonéticos fotocopiados a finales de los años noventa del siglo XX por Heap (2011). Este investigador las subió a su página web, donde se pueden consultar. La intención de Heap es ir subiendo los demás contenidos, para poder ofrecer el Atlas completo, en versión online. Cabe destacar que la provincia de Gipuzkoa no se tuvo en cuenta en el proyecto del ALPI, por lo que no disponemos de datos del estudio dialectológico de esta provincia. Solo contamos con datos sobre un enclave en Bizkaia: el barrio Bezi (Beci), de Sopuerta (Enkarterriak), pues tampoco se tuvo en cuenta a los hablantes de la mayor parte de esta provincia. En cuanto a la provincia de Araba/ Álava existen datos de las cuatro localidades o barrios de Zuaza, Sarría, Ozaeta y San Vicente de Arana. En cada localidad se entrevistó a un único informante, excepto en Bezi, donde se entrevistó a dos personas (Heap 2011).
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2.2.9 Josse De Kock (1963–1964) En su trabajo, De Kock (1963–1964) se ocupa del castellano escrito por el autor vasco Miguel de Unamuno, analizando únicamente la obra poética Cancioneiro y centrando su atención en un único aspecto morfosintáctico: uso u omisión del artículo determinado en dicha obra. Su estudio comienza con un análisis cuantitativo de la ocurrencia del artículo determinado y los casos de omisión (1963– 1964, 361–362). En un segundo paso, De Kock extrae los contextos en los que Unamuno tiende a omitir el artículo determinado, comparándolos con la norma prescriptiva (1963–1964, 363). De Kock considera la elisión del artículo como «un medio entre muchos de llegar a una máxima desnudez y concentración» (1963– 1964, 372). Su trabajo es, en esencia, un estudio sobre un recurso estilístico o una estrategia poética de Unamuno. Constituye uno de los pocos estudios morfosintácticos de la lengua escrita de un escritor vasco que también atiende a un aspecto gramatical descrito reiteradamente en estudios posteriores como particularidad del castellano hablado en el País Vasco (cf. también 5.3.1.2).
2.2.10 Antonio Llorente Maldonado de Guevara (1965) El artículo de Llorente Maldonado de Guevara (1965) puede considerarse como la primera descripción sinóptica del castellano del País Vasco, si bien en principio no está dedicado exclusivamente a este. Recoge diversos fenómenos lingüísticos que el autor considera particularidades del castellano de La Rioja y advierte sobre determinados fenómenos documentados en esta comunidad que se manifiestan también en el País Vasco (1965, 326) o en «Vasconia» (1965, 340). Podemos constatar que Llorente Maldonado de Guevara distingue entre la provincia de Araba/Álava (1965, 333, nota 1 y 334), y «las Provincias Vascongadas» (1965, 336), esto es, Bizkaia y Gipuzkoa. Sus observaciones no se basan en datos empíricos recogidos por él mismo ni en datos procedentes de la lengua hablada; se trata, más bien, de una recopilación de aspectos publicados por otros autores, como Múgica (1892) o Baráibar y Zumárraga (1903).15
15 Años más tarde aparece otro artículo en el que Llorente Maldonado de Guevara (1980) indica que su intención es realizar un «análisis de los vulgarismos, de las incorrecciones y de las desviaciones de la norma de carácter más o menos tradicional» (1980, 19). Se dedica al estudio de diversos fenómenos lingüísticos, señalando la ocurrencia de algunos de ellos en las distintas provincias vascas o en la CAV, en general. Sus datos acerca del País Vasco tampoco proceden de una investigación sistemática propia entre hablantes de esta zona sino de su artículo de 1965, es decir, tampoco aporta nuevos datos acerca del castellano hablado en el País Vasco. Debe
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2.2.11 Ana María Echaide (1968) En la segunda mitad del siglo XX , destaca el estudio de Echaide (1968), dedicado explícitamente al estudio científico y sistemático del contacto entre el euskera y el castellano, tema que no se había abordado en ningún otro trabajo anterior, como ella misma señala. En verdad, las obras precedentes eran «vocabularios regionales, obras de carácter dialectal, especialmente de las hablas fronterizas, etc.» (1968, 28). El trabajo de Echaide se centra en el castellano hablado en la localidad de Orio (Gipuzkoa). En concreto, la autora aborda las «particularidades del habla local, que no parecen tener relación alguna con el vascuence» (1968, 31). Afirma que «principalmente se trata de ver hasta qué punto y de qué manera influye, en un momento y en unas circunstancias determinadas, entre hablantes bilingües una lengua primaria —el vasco en nuestro caso— sobre la lengua secundaria» (Echaide 1968, 31).
Como vemos, Echaide se dedica a demostrar las características del castellano hablado de Orio, analizando detenidamente cada caso, para determinar si se trata o no de un elemento surgido de la influencia del euskera. Algunos elementos son considerados por ella como interferencias, en línea con los trabajos sobre el contacto de lenguas en la tradición acuñada por Weinreich (1953). Se trata de «los fenómenos producidos en el aprendizaje de un idioma secundario. La estructura de la lengua materna —en todos los planos del lenguaje— ha penetrado tan profundamente en la mente del individuo unilingüe, que es un obstáculo para la adaptación a una estructura nueva, tanto más cuanto más distintas son ambas estructuras» (Echaide 1968, 15–16).
En otros casos, Echaide afirma que se trata de préstamos (1968, 18) procedentes del euskera. En su opinión, «puede considerarse el castellano del País Vasco como habla regional, con distinto grado de apartamiento de las normas castellanas según el estrato social. En algunas zonas puede hablarse de sustrato, toda vez que el vascuence ha dejado de emplearse» (Echaide 1968, 31).
Hay que destacar que la autora reconoce que la población castellanohablante de Orio, lugar escogido por ella por ser de «tipo genérico, por no presentar en absoluto características especiales» (1968, 31), se compone no solo por autóctonos sino también por inmigrantes internos y sus descendientes. Echaide subra-
indicarse que también el artículo de Ridruejo (1975) acerca del uso del condicional en lugar del imperfecto o pluscuamperfecto de subjuntivo parte de los datos de Llorente Maldonado de Guevara (1965).
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ya que, en términos lingüísticos, y dada su constitución social, esta población cuenta con cuatro grupos de hablantes: los monolingües o unilingües de euskera que no saben castellano y que representan una minoría entre la población mayor; los monolingües castellanohablantes que inmigraron desde las zonas castellanas a Orio; los bilingües euskera-castellano cuya lengua materna es el euskera, que representan la mayoría de la población de Orio; y, por último, los bilingües castellano-euskera cuya lengua materna es el castellano, que son los descendientes de los inmigrantes internos (1968, 41). En este aspecto, llama la atención que no tenga en cuenta a otros dos tipos de hablantes: en primer lugar, personas oriundas de Orio que son castellanohablantes monolingües, es decir, aquellos individuos cuyos padres —o incluso abuelos o bisabuelos— dejaron de hablar el euskera con sus hijos y quienes, aun siendo naturales de Orio, no tienen competencia alguna en euskera; y en segundo lugar, aquellos nativos de Orio que son hablantes bilingües castellano-euskera o bilingües que habían aprendido el euskera en las ikastolas ya existentes.16 A la vista de los grupos de hablantes desatendidos, omitidos u olvidados, aunque formaran parte de la sociedad vasca en el año 1968, no pensamos que sus explicaciones puedan ser transferidas al conjunto de la sociedad vasca. Ello aunque la autora considera Orio una localidad de «tipo genérico». Sin embargo, debe tenerse en cuenta que Echaide es la primera que propone algún tipo de clasificación de hablantes y especifíca, además, a cuál de los grupos determinados por ella se refiere su estudio. Echaide centra su trabajo en el grupo de los bilingües euskera-castellano cuya lengua materna es el euskera, descartando a los demás, a fin de «estudiar y clasificar las particularidades del castellano actual de Orio en relación con el castellano oficial y con el usual de zonas castellanas» (1968, 31). Así, compara los datos recogidos por ella con la norma prescriptiva del castellano («castellano oficial») y con datos procedentes de otras variedades del castellano («el usual de zonas castellanas»). La metodología empleada en la recogida de datos es, a primera vista, clara y comprensible: Echaide recoge en un cuestionario de 2.000 preguntas datos de seis informantes de los cuales proporciona, además, datos sociales extralingüísticos, para elaborar un vocabulario de la zona de Gipuzkoa, inexistente hasta la fecha, y analizar la fonética (1968, 32). Sin embargo, su metodología resulta poco transparente, pues sus datos fonéticos, morfológicos y sintácticos se fundamentan en «varias horas de conversación, espontáneas, grabadas en cinta magnetofó-
16 Véanse los capítulos 3.3.2 a 3.3.9 en cuanto a los diferentes grupos de hablantes de los que se compone la sociedad vasca en la actualidad. Véase 3.3.6 para una explicación del concepto de la ikastola.
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nica, de distinta gente, entre los 20 y los 85 años» (1968, 32), es decir, de personas de las cuales no proporciona ninguna información extralingüística. Esto nos lleva a preguntarnos si todos los informantes de quienes proceden sus datos para el análisis de los tres niveles de la gramática antes señalados, pertenecían realmente al grupo de los hablantes bilingües euskera-castellano cuya lengua materna era el euskera de Orio, ya que es posible que entre ellos figurasen personas de otras procedencias o de otras competencias lingüísticas. A ello se suma la descripción de un fenómeno, que, en palabras de la autora, «se da entre personas que tienen bastante dificultad en expresarse en castellano» (1968, 70), afirmación que pone en duda el perfil de sus informantes. ¿Todos eran, realmente, hablantes bilingües euskera-castellano?, ¿hubo también, entre ellos, euskerahablantes monolingües con competencias mínimas en castellano para quienes el castellano seguía siendo una segunda lengua? Parece posible, sobre todo si tenemos en cuenta que la propia Echaide señala que un pequeño porcentaje de la población mayor de Orio eran hablantes «unilingües vascos» (1968, 41). La obra de Echaide se divide en cuatro apartados dedicados, respectivamente, a la fonética, la morfología y sintaxis, la lexicología y semántica, y el vocabulario, siendo este último el capítulo más extenso.17 De sus conclusiones puede extraerse que «[l]a característica principal del habla castellana de Orio es la influencia que el vascuence ejerce sobre ella» (1968, 153). En este punto, con el habla castellana de Orio se refiere al castellano de los hablantes bilingües euskera-castellano cuya lengua materna es el euskera. Subraya que la edad es el factor decisivo a la hora de determinar el grado de influencia del euskera sobre el castellano, ya que esta influencia es más acusada en el habla de los mayores y en el caso de las personas que trabajan en ámbitos poco o nada frecuentados por hablantes monolingües del castellano, como, por ejemplo, el mundo de la pesca. Echaide descubre influencias del euskera en el castellano en todos los niveles de la variedad estudiada, si bien algunos fenómenos que constata «no parecen tener relación alguna con el vascuence» (1968, 31). Dado que Echaide estudia una gran cantidad de fenómenos, su trabajo se ha tomado como referencia en un gran número de estudios y artículos, que se sirven de sus datos para compararlos con otros o bien como base para determinar qué fenómenos deben buscarse en los corpus recogidos. Es el caso, por ejemplo, de Zárate (1976) o de Fernández Ulloa (2001a). El estudio de Echaide es, por tanto, un trabajo pionero y de gran importancia, a pesar de que nunca se publicara el corpus de los datos orales que recogió y analizó. El trabajo constituye, además, uno de los pocos estudios
17 En Echaide (1966) se publican los datos fonéticos de Orio incluidos parcialmente también en su trabajo posterior (Echaide 1968).
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basados exclusivamente en datos procedentes de una localidad guipuzcoana, junto con los de Steenmeijer (1979) y Torres Garoña (1993). El estudio de Pato (2004) también incluye datos orales procedentes de esta zona, aunque no se basa exclusivamente en ellos. Lo mismo pasa con los estudios más recientes y aún en curso de Elejabeitia, Iribar y Pagola (2005; 2007; 2008), Elejabeitia et al. (2006) y los de Iribar et al. (2007), Iribar Ibabe e Isasi Martínez (2008), Isasi Martínez, Iribar Ibabe y Moral del Hoyo (2009), Ramírez Luengo, Iribar Ibabe e Isasi Martínez (2010), Isasi Martínez et al. (2011) y Gómez Seibane (2011a; 2011b).
2.2.12 Ricardo Velilla Barquero (1971) Velilla Barquero (1971) publicó un estudio fonético del vocabulario usado en la provincia de Araba/Álava, partiendo de las recopilaciones léxicas de Baráibar y Zumárraga (1903) y López de Guereñu (1958), así como de un suplemento inédito de Baráibar y Zumárraga al que tuvo acceso (Velilla Barquero 1971, 9–10 y 13). Su listado recoge cerca de 5.000 voces extraídas de estas obras, con el objetivo de estudiar aquellos «fenómenos de interés para el dialectólogo románico, no incluyendo […] las [voces] que presentan marcado aire vasco y cuyos fenómenos son de su exclusivo dominio» (1971, 10). Velilla Barquero (1971, 10) señala, además, que no se trata de un estudio diacrónico, aunque tampoco puede considerarse realmente sincrónico, pues no investiga, como dice, «la lengua viva de nuestros días» (1971, 11), sino que se dedica al análisis de datos recogidos más de sesenta años atrás. Su objetivo es el estudio de aquellos fenómenos fonéticos que constituyen «particularidades del habla castellana de Álava» (1971, 9), indicando el arraigo entre los hablantes y precisando su presencia geográfica en la provincia de Araba/Álava. A lo largo de su estudio detallado de las particularidades relacionadas con el vocalismo y el consonantismo, Velilla Barquero señala la presencia de fenómenos ya estudiados en otras zonas de España, referenciando diversos trabajos dialectológicos realizados en las zonas limítrofes con la provincia de Araba/Álava, como, por ejemplo, el trabajo de Llorente Maldonado de Guevara (1965) o el de Echaide (1968). Se trata, en palabras del propio Velilla Barquero, «del primer estudio de carácter general sobre estas tierras» (1971, 11). No obstante, no aborda los ámbitos de la prosodia y la entonación, la morfosintaxis o la semántica. Con todo, hay que destacar que en los cincuenta años transcurridos desde la publicación del trabajo de Velilla Barquero no ha crecido notablemente el número de estudios dedicados a la provincia de Araba/Álava: únicamente el trabajo de Calleja Azpiazu (2004) se basa exclusivamente en datos orales procedentes de esta provincia; el estudio de Fernández-Ordóñez (1994; 1999) y, sobre todo, el de
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Pato (2004) contienen también datos de esta región. Como ya sucediera con los estudios localizados en la provincia de Gipuzkoa, los estudios de Elejabeitia, Iribar y Pagola (2007; 2008), Elejabeitia et al. (2006) y los de Iribar et al. (2007), Iribar Ibabe e Isasi Martínez (2008), Isasi Martínez, Iribar Ibabe y Moral del Hoyo (2009), Ramírez Luengo, Iribar Ibabe e Isasi Martínez (2010), Isasi Martínez et al. (2011) también contienen datos orales procedentes de informantes de Araba/ Álava. Tampoco debemos olvidar el trabajo de Kempas (2006), aunque se base en datos escritos.
2.2.13 Mikel Zárate (1976) Unos años más tarde, poco después del fin de la dictadura franquista, se publica el trabajo de Zárate (1976), un nuevo estudio dedicado al castellano hablado en la región de Bizkaia que tiene, al igual que el trabajo de Echaide (1968), carácter precursor. En él, Zárate analiza el castellano hablado en el Valle del Txorierri (Bizkaia), calificando el tipo de datos recogidos como «habla coloquial» (1976, 181) o «habla conversacional» (1976, 17).18 El título, donde indica que pretende estudiar las [i]nfluencias del vascuence en la lengua castellana, ya señala su intención: se trata de un estudio relacionado con el contacto de lenguas, que se centra en la descripción de «un habla que, dentro de ciertas esenciales similitudes, presenta algunas ‹aberraciones› con respecto a la llamada lengua española oficial, literaria o culta» (1976, 16). Estas «aberraciones» se deben, según Zárate, a la influencia del euskera y pueden ser encontradas también en el «dialecto bilbaíno» (1976, 16) que toma como punto de partida. Zárate atribuye esta influencia a «un renuevo vasco injerto en el castellano, un renuevo de la lengua materna de los vascos actuales o de la lengua materna de sus antepasados» (1976, 16). Sin embargo, no aclara si los fenómenos por él descritos constituyen elementos integrados, si son interferencias o si se trata de cambios de código; solo habla de influencias o de «algunos aspectos ‹eusquéricos› de la norma coloquial del Chorierri y [de] su relación con el español normal» (Zárate 1976, 17), que pretende describir. A nuestro entender, esto se debe al hecho de que con «el renuevo vasco
18 El Valle del Txorierri se extiende desde el municipio de Erandio hasta el de Larrabetzu (Txorierri 2012). Su mancomunidad engloba a los municipios de Derio, Larrabetzu, Lezama, Loiu, Sondika y Zamudio. En Zárate (1976, 21–29) se utiliza el nombre en castellano, Valle del Chorierri, que abarca, según el autor, los barrios de Goierri (Goyerri) y La Campa del municipio de Erandio, Loiu (Lujua), Sondika, Zamudio, Derio y Lezama. Todos estos municipios, excepto el de Lezama, pertenecían, según Zárate, a Bilbao. El valle está separado de Bilbao por los montes Berriz, Artxanda, Abril y Ganguren.
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injerto en el castellano» se refiere a fenómenos que pueden haber entrado en el castellano en una época anterior (la lengua materna de sus antepasados) —es decir, elementos transmitidos de padres a hijos, integrados ya en la variedad de los informantes—, y a aquellos surgidos de un contacto lingüístico del propio informante (la lengua materna de los vascos actuales). Zárate indica, además, que su objetivo es «estudiar y clasificar las peculiaridades del habla coloquial del Chorierri en relación con el habla coloquial del País Vasco y con el español oficial, literario, culto» (1976, 19, cf. también 16). Sin embargo, en ningún momento define explícitamente qué entiende por norma coloquial o por español normal, con lo que esos usos resultan problemáticos. Entendemos que hace referencia a la norma prescriptiva de la Real Academia Española (RAE), pero son pocos los casos en los que este autor se refiere explícitamente a la gramática prescriptiva de la RAE (1973)19 (cf., por ejemplo, Zárate 1976, 52), a la que solo hace mención en la parte dedicada al léxico, en la que también incluye voces que aparecen en la decimonovena edición del DRAE (1970). En su lugar compara sus datos con los de otros estudios sobre el castellano de las provincias de la CAV, de Nafarroa/Navarra, etc. (cf., por ejemplo, Zárate 1976, 19). La metodología seguida por Zárate también presenta algunas deficiencias. El autor señala, por ejemplo, que tal o cual fenómeno es «muy frecuente» (1976, 59), aunque su estudio no es cuantitativo. Las mayores deficiencias se encuentran en lo relacionado con los informantes. Afirma, por ejemplo, que sus informantes eran de ambos sexos y distintos estratos sociales, con edades comprendidas entre los veinticinco y los sesenta y cinco años (1976, 17–18). No obstante, esta indicación resulta extraña y difícil de comprobar, ya que sus datos proceden de conversaciones con muchas personas, escuchadas «en las familias, en los centros de trabajo, en las tiendas, en los bares, en los pórticos de las iglesias, etc.» (1976, 18), o de sus «colegas del grupo de profesores del colegio ‹Resurrección María de Azkue› de Derio y los cientos de alumnos que desfilaban por él» (1976, 19). No especifica cómo averiguó la edad de los informantes, si bien es posible que algunos fueran familiares o amigos. Respecto a los colegiales, sin duda eran menores de veinticinco años. El hecho de que Zárate (1976) no proporcione datos sociales o extralingüísticos de los informantes da al estudio un carácter «precientífico» y nos lleva a preguntarnos si todos eran, en verdad, naturales del Valle del Txorierri. Cabe la posibilidad de que algunos fueran oriundos de otras zonas de Bizkaia y solo estuvieran de paso o de visita en el lugar de estudio. Tampoco queda claro si el euskera era o no la lengua habitual de todos ellos.
19 En el presente trabajo citamos de la reimpresión del año 1996, aunque Zárate (1976) se refiere, por supuesto, a la edición de 1973.
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Resulta interesante que Zárate mencione que la población del área elegida estaba compuesta por diversos tipos de castellanohablantes, aunque no concreta en quiénes centra su estudio. En su lugar, procede a la inversa, indicando que excluye tanto a hablantes que habían inmigrado al Valle del Txorierri en los quince años previos a la recogida de sus datos como a los que «de ordinario hablan en vascuence» (1976, 17–18). Este procedimiento resulta aún menos transparente si tenemos en cuenta que Zárate especifica, en ciertas ocasiones, que determinados fenómenos aparecen solo en vascohablantes (1976, 36, 48 o 58), o que un cierto elemento se da en «campesinos vascohablantes» (1976, 59) o «sobre todo entre la gente culta» (1976, 44). En resumen: no queda claro si los informantes de Zárate eran todos hablantes bilingües euskera-castellano, si el castellano era la lengua habitual común a todos o si entre ellos hubo castellanohablantes monolingües. A la hora de determinar los fenómenos de estudio, Zárate parte de los elementos señalados por Arriaga (1896), que reconoce, por propia intuición, como característicos del castellano hablado en el Valle del Txorierri. También se basa en fenómenos que observa en sí mismo, y en «otras muchas voces y giros que se empleaban en el Chorierri» (Zárate 1976, 18). Añade, además, que ha hecho una prueba de aceptabilidad de los fenómenos recogidos y estudiados con doce personas de los distintos municipios pertenecientes al Txorierri a fin de «ratificar» sus resultados (1976, 19–20). Al igual que en el caso de Echaide (1968), su obra se divide en cuatro partes, incluyendo la fonética, la morfosintaxis, la formación de palabras y un vocabulario que constituye el apartado más extenso. En esta última parte se incluyen, como hemos dicho, entradas procedentes del DRAE (1970), así como «las voces del habla coloquial del Chorierri de origen vasco o las voces que, procedentes de otras lenguas, han pasado al castellano a través del vascuence» (Zárate 1976, 63). Todos los datos que Zárate proporciona se acompañan con ejemplos extraídos de obras literarias que atribuyen estas características a personajes vascos, o de otras obras dedicadas al castellano hablado en el País Vasco, como la de Echaide (1968) y el vocabulario de Arriaga (1896), o la obra de Altube (1930). Zárate (1976, 181) llega a la conclusión de que la influencia del euskera sobre el castellano del Valle del Txorierri es evidente en todos los niveles lingüísticos.
2.2.14 Maarten Steenmeijer (1979) Steenmeijer (1979) publica los resultados de su tesina realizada en el pueblo Igeldo (Igueldo), cercano a Donostia-San Sebastián. Se dedica exclusivamente a un aspecto sintáctico: El orden de constituyentes en el castellano de vascos bilin-
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gües, como indica en el título. Ya en el subtítulo aclara que, en su opinión, se trata de aspectos de transferencia lingüística, es decir, el objetivo de su trabajo es confirmar que «los dos (o más) idiomas que un bilingüe domina se influyen mutuamente» (1979, 464) o bien «que existe una influencia recíproca entre los idiomas hablados por un bilingüe» (1979, 510). El grupo de estudio de Steenmeijer lo constituyen, por tanto, hablantes bilingües euskera gipuzkera–castellano, entendiendo que «ser bilingüe no implica dominar dos (o más) idiomas en la misma medida. Definimos los vascos bilingües como los vascos que tienen el vascuence como lengua primaria y el castellano como lengua secundaria; que empezaron a aprender el castellano después de haber aprendido el vascuence, de modo que el vascuence es la lengua dominante. Sin embargo, la dominación del vascuence y del castellano varía de una generación a otra […]» (Steenmeijer 1979, 465).
En su trabajo, Steenmeijer distingue entre transferencia e interferencia, considerando a la primera, en el sentido de Di Pietro (1971, 6)20, es decir, como el proceso de interpretar la gramática particular de una lengua en los términos de otra, mientras que con interferencia designa las faltas o desviaciones que son el resultado del proceso de la transferencia (Steenmeijer 1979, 464). Interferencia y desviación son empleados por el autor (1979, 464) como sinónimos en el sentido de Weinreich (1953). El tertium comparationis de Steenmeijer (1979) es la variedad del castellano hablada en «Santillana de Mar, pueblo de La Montaña [Cantabria], donde se habla el castellano castizo» (1979, 495). Emplea la expresión castellano castizo aunque es «un término que expresa un juicio de valor, y por consiguiente inconveniente aquí, pero no nos sale otra palabra» (1979, 464). Steenmeijer recalca, posteriormente, que la intención en el uso del término castellano castizo no es la de juzgar si una de las variedades del castellano es más correcta que otra (1979, 465), lo que lleva a su uso como tertium comparationis. Llama la atención que pretenda llevar a cabo un estudio sintáctico sin incurrir en la norma prescriptiva del castellano escrito, optando en su lugar por otra variedad diatópica como referencia para la comparación de las «interferencias [que] pertenecen al habla particular de una comunidad bilingüe, que considera tales desviaciones del idioma ‹castizo› […], como correctas, i. e. pertenecientes a su idioma» (1979, 464). Los objetivos de Steenmeijer son dos: por un lado, examinar si «la regla de orden de constituyentes oracionales [del euskera] […] sigue operando en el habla
20 Di Pietro, Robert J., Language Structures in Contrast, Rowley, Mass., Newbury House Publishers, 1971, ápud Steenmeijer (1979, 464).
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2 Estudios sobre el castellano en el País Vasco
castellano de vascos bilingües» (1979, 464), dado que estas serían, entonces, «órdenes de palabras desviantes del castellano castizo» (1979, 464); por otro, analizar «si la regla vascuence que pone el verbo auxiliar después del participio sigue operando en el castellano hablado por vascos bilingües» (1979, 464). Su investigación se divide en cinco partes. Steenmeijer comienza analizando el orden de los constituyentes oracionales del euskera y del castellano de forma contrastiva, centrándose en la posición del foco y restringiéndose a oraciones afirmativas simples, concretamente, oraciones atributivas, intransitivas y transitivas (1979, 466). A continuación, procede a «pronosticar, teóricamente, órdenes de constituyentes en el habla de vascos bilingües que se desvían del castellano castizo» (1979, 465). Steenmeijer concluye que su estudio confirma la existencia de una «tendencia de colocar el foco inmediatamente delante del verbo» (1979, 510), hecho que afirma su hipótesis de una interferencia del euskera en el castellano de los bilingües vascos a nivel sintáctico. Aún así, subraya que esta interferencia no es predominante en la variedad del castellano estudiado, dada la escasez de ejemplos en las conversaciones grabadas (1979, 510). Constata, asimismo, que las interferencias son más probables cuando se da una correspondencia formal entre el euskera y el castellano y menos probables cuando solo existe una correspondencia semántica entre dos proposiciones en ambos idiomas (1979, 510). La investigación empírica de Steenmeijer se basa en datos procedentes de informantes vascos bilingües (1979, 465). Describe detalladamente la situación sociolingüística, económica y educativa de los habitantes de Igeldo, así como los dominios de cada una de las lenguas de contacto (euskera y castellano) presentes en la zona (1979, 484–486). Señala que ocultó su verdadera intención a la persona de contacto —el cura—, y también a sus informantes durante la realización de las grabaciones, a fin de obtener datos espontáneos y naturales. Las cuestiones que Steenmeijer planteó en las conversaciones grabadas giraban en torno al euskera, la cultura vasca, la situación política del momento, etc., (1979, 486–487). Mantiene veintidós conversaciones con treinta y tres informantes, a los que hay que sumar al cura, casi siempre presente. Steenmeijer no explicita si también lo cuenta como informante, aunque es de suponer que sí lo hace (1979, 487). Los informantes tenían entre doce y ochenta y un años. Catorce eran hombres y diecinueve mujeres (1979, 488). Todos eran hablantes bilingües euskera-castellano, siendo el euskera, en todos los casos, la primera lengua y el castellano la segunda, que dominaban en mayor o menor grado según la edad (1979, 487) y el nivel educativo de cada uno (1979, 488). Dos de los informantes no eran originarios de Igeldo ni de sus alrededores, aunque llevaban viviendo muchos años en el pueblo (1979, 487). Steenmeijer afirma que todos los informantes, excepto uno, procedían de Gipuzkoa. El hecho de que no todos hablasen la variedad gipuzkera del euskera no resta valor a los resultados, en su opinión.
2.2 Estudios anteriores a los años ochenta del siglo XX
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Al análisis de los datos orales empíricos recogidos, Steenmeijer (1979, 495–504) suma una encuesta de aceptabilidad entre diez habitantes de Santillana del Mar, en Cantabria. Es decir, vuelve a verificar la aceptabilidad de sus datos fuera del ámbito euskerahablante, valiéndose de una encuesta escrita, realizada entre hablantes del castellano castizo. Su objetivo es comprobar hasta qué punto los órdenes de los constituyentes constatados presentan realmente interferencia del euskera «para evitar que se incluyan construcciones aberrantes que no sean más que consecuencia de la desatención con que se habla» (1979, 465). Por último, verifica los resultados de los datos orales empíricos, apoyándose en otras fuentes. Explica que no era posible realizar un estudio de estas características con un grupo comparativo parecido, debido al marco de trabajo. Por ello, compara sus datos con oraciones extraídas de tres obras de teatro: La doble historia del doctor Valmy, de Antonio Buero Vallejo; Las tres perfectas casadas, de Alejandro Casona; y La mordaza, de Alfonso Sastre (Steenmeijer 1979, 504). Según dice, opta por «obras de teatro, porque constan de diálogos, aunque nos damos cuenta de que se trata de imitaciones de diálogos» (1979, 466). En efecto, las obras de teatro reflejan una oralidad fingida y están escritas, además, por hablantes de otras variedades del castellano, lo que hace dudar del porqué de su procedimiento. Resulta llamativo que compare sus datos con la lengua escrita y no con los resultados de otros trabajos realizados, basados en corpus orales de otras variedades del castellano, más aún teniendo en cuenta que Steenmeijer da una visión global de otros fenómenos ya confirmados por Echaide (1968) o Zárate (1976), que también constituyen, en opinión de Steenmeijer (1979, 511–513), interferencias del euskera en el castellano.21 Steenmeijer (1979, 510) limita sus conclusiones al castellano de los bilingües euskera gipuzkera-castellano cuya lengua dominante es el euskera gipuzkera; es algo que podría entenderse como una generalización. Sin embargo, a día de hoy no se sabe si sus resultados hubieran sido los mismos de haber escogido como informantes a hablantes bilingües de las variedades euskera bizkaiera y euskera goinafarrera y castellano, hecho que el propio Steenmeijer señala repetidamente en su estudio, pero al que no da respuesta. Tampoco proporciona información
21 Véase para ello el artículo de Urquijo (1925) respecto a obras y autores donde aparece un personaje vasco o vizcaíno. Este autor describe y delimita, en un artículo corto, lo que llama «concordancia vizcaína», entendiendo por ello la formación de «frases que pecan contra las reglas de concordancia gramatical» (Urquijo 1925, 93). Sus análisis se basan en diversas obras literarias de los siglos anteriores al XX . Consúltense también, entre otros, los trabajos de Echenique Elizondo (1996b), Gómez Pérez (2002a; 2002b), Korkostegi Aranguren (2006) y Castillo Martínez y Ramírez Luengo (2008), que analizan los usos lingüísticos de esos personajes a fin de resaltar las particularidades del castellano atribuidos a los vascos.
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2 Estudios sobre el castellano en el País Vasco
suficiente acerca de las familias de los informantes, es decir, sobre su origen geográfico y lingüístico, aspectos que podrían confirmar si un fenómeno es, en verdad, una interferencia individual —en palabras del mismo Steenmeijer (1979, 484), «una desviación», resultado del proceso de interpretar la gramática particular de una lengua en los términos de otra—, o si se trata, más bien, de un elemento integrado transmitido de forma intergeneracional. De serlo, podría asegurarse que no se trata de un fenómeno presente en otras variedades del castellano, distintas a las de los autores de teatro o al castellano castizo.
2.3 Estudios acerca del castellano en el País Vasco en los años ochenta y noventa del siglo XX Como ya hemos dicho, los años ochenta del siglo XX suponen un punto de inflexión en el proceder de los investigadores, que pasan a centrarse en un único fenómeno, o estudian varios fenómenos frecuentemente interrelacionados dentro del mismo plano lingüístico. Es también en esta época cuando surgen los primeros manuales sobre diversos aspectos lingüísticos que incluyen descripciones del castellano hablado en el País Vasco, hecho del que daremos cuenta a continuación. Además de estudios sociolingüísticos, variacionistas, generativos o meramente descriptivos aparecen, a partir de los años noventa, trabajos dedicados a la adquisición de la lengua entre niños bilingües euskera-castellano, tema al que se dedican tanto investigadores del País Vasco como, por ejemplo, de Alemania (cf., por ejemplo, Ezeizabarrena 1994; 1996; 1997; Idiazabal 1994; 1995; Larrañaga 1994; Mahlau 1994; Meisel 1994; Etxebarria 1997).22 Se publican, asimismo, los primeros trabajos que examinan las actitudes respecto al euskera, a menudo como parte de estudios lingüísticos más amplios, como es el caso de Etxebarria Arostegui (2000), Fernández Ulloa (2001a) o Urrutia Cárdenas (2002c). Otros se ocupan del rendimiento académico de los alumnos en las diversas escuelas, cuyo análisis comienza en los años ochenta y cuyos resultados vuelven a publicarse en el nuevo milenio (cf., por ejemplo, Milla Lozano/Olaeta Rubio/Urrutia Cárdenas 1985; Milla Lozano 1990; 1992; Olaeta Rubio 1995a; 1995b; Urrutia Cárdenas et al. 1998; Urrutia Cárdenas 2006b).23 El interés, cada vez mayor, por estos temas nace del asentamiento del sistema educativo de los tres modelos (A, B y D), impulsado por el Gobierno Vasco.24 Los estudios centrados en la adquisición de (segundas)
22 Últimamente ha aparecido un trabajo de Polo Cano (2011), relacionado con el mismo tema. 23 Así, Urrutia Cárdenas (2006b) publica los resultados de Urrutia Cárdenas et al. (1998). 24 Acerca del sistema educativo del País Vasco, véase 3.3.6.
2.3 Estudios de los años ochenta y noventa del siglo XX
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lenguas, sobre todo entre alumnos que se mueven en un entorno castellanohablante, han experimentado un notable desarrollo desde el punto de vista psicolingüístico y didáctico. Estos estudios se llevaron a cabo con el objetivo de conocer los efectos de la educación bilingüe en la CAV y se realizaron, en su mayoría, en las facultades de Magisterio y Filología de la UPV/EHU y de la Universidad de Deusto (Bilbao).
2.3.1 Sinopsis en manuales de lingüística 2.3.1.1 Rafael Lapesa (1980)25 A partir de los años ochenta del siglo XX aumenta el interés por el contacto de lenguas en las regiones bilingües del Estado español, así como por los fenómenos lingüísticos caracterizadores de las variedades de contacto.26 Es a partir de esta época cuando se sistematiza y se impulsa el estudio de las lenguas minoritarias y su influencia en el castellano de las distintas regiones de España. El punto de partida es, en muchos casos, la descripción de las regiones bilingües incluida en la octava edición de la Historia de la lengua española de Lapesa (1980). En los dos apartados que abordan «[e]l castellano de regiones bilingües» (2008, 398–399) y las «[v]ariedades regionales en el dominio castellano septentrional» (2008, 400–403), Lapesa ofrece una recopilación de los fenómenos atribuidos a las distintas zonas de la CAV. Esta división en dos secciones se explica por el hecho de que la provincia de Araba/Álava no es considerada parte integral de la regiones bilingües, sino que se incluye en el apartado de las variedades septentrionales. Es decir, las variedades del castellano en Bizkaia o Gipuzkoa no forman parte de lo que Lapesa denomina «castellano septentrional» (2008, 400), sino de
25 Citamos la versión (reimpresión) de 2008, tras haber comprobado que dichos apartados se corresponden exactamente con los de la versión de 1980. 26 Koch y Oesterreicher (1990, 217) no se dedican exactamente al estudio de las peculiaridades del castellano en el País Vasco, sino que hacen constar características del castellano hablado en un sentido amplio. En este contexto afirman que en el caso del castellano hablado en el País Vasco se trata de un «español regional», es decir, de una variedad diatópica particular del castellano peninsular que abarca no solo el País Vasco, sino también las provincias de Burgos y Santander. Llegan a esta conclusión a partir del empleo del condicional en lugar del subjuntivo en el período hipotético: «Ein diatopisches Phänomen […] läßt sich im español regional des Baskenlandes und der angrenzenden Provinzen Burgos und Santander ausmachen; es geht um die Verwendung des condicional in der Protasis von Bedingungssätzen (vgl. Si trabajarías más, ganarías mejor jornal)». Para ello se apoyan en la obra de Muñoz Cortés (El español vulgar, Madrid [s. e.], 1952), así como en los datos reproducidos en la octava edición, aumentada y refundida, de la Historia de la lengua española de Lapesa (1980).
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2 Estudios sobre el castellano en el País Vasco
«Vasconia» (2008, 399).27 En otras ocasiones, Lapesa etiqueta las variedades de las zonas bilingües como «variedades de adstrato» (1982, 30; 1996, 332), resultado «de la convivencia del castellano con otras lenguas o dialectos en zonas bilingües» (Lapesa 1996, 332). No obstante, sorprende que, a continuación el autor califique tales variedades como «contagio de la lengua vernácula» del cual «el castellanohablante forastero podrá mantenerse inmune» (1996, 332).28 Este punto de vista lo encontramos también en Lapesa (2008), donde atribuye los elementos lingüísticos, tratados en el primer apartado, de forma general a «Vasconia» (2008, 399), si bien indica que, en algunos casos, se trata de fenómenos que aparecen «en la dicción popular vasca del castellano» (2008, 399). Menciona, por ejemplo, «las confusiones de género, el peculiar orden de palabras y otros contagios sintácticos del eusquera en los aldeanos vascos» (2008, 399). Como vemos, para Lapesa, estos fenómenos son particulares de un cierto grupo de hablantes del castellano en el País Vasco —los aldeanos—, aunque no aclara si aparecen solo en el castellano de euskerahablantes bilingües o también en el de la población no euskerahablante. Sorprende, igualmente, que Lapesa (2008, 399) se refiera de forma reiterada a las variedades de las zonas bilingües o a los resultados del contacto de lenguas como una enfermedad, un «contagio sintáctico», que podría ser tratado y curado. Su resumen es una recopilación de fenómenos previamente descritos en los estudios de Arriaga (1896), Baráibar y Zumárraga (1903), López de Guereñu (1958; 1973), Llorente Maldonado de Guevara (1965), Echaide (1966; 1968) y Zárate (1976). Así, a partir de datos procedentes de estudios puntuales, Lapesa (2008) llega a generalizaciones que conciernen a la población de las tres provincias de la CAV, algo que encontramos también en otras recopilaciones, como las de Muñoz Cortés (1992) o Allières (1998).
2.3.1.2 Manuel Muñoz Cortés (1992) La falta de interés por las variedades de las zonas bilingües del Estado español en épocas anteriores se traduce en una escasez de aportaciones al respecto en obras como el Lexikon der Romanischen Linguistik (LRL) (Holtus/Metzeltin/Schmitt 1992; 1998), donde solo el artículo de Muñoz Cortés (1992, § 402) sobre las variedades regionales del castellano en España ofrece una descripción del castellano de «Euskalherria» (1992, 599) expresión con la que se refiere al «territorio de Euzkadi» (1992, 599). Esta descripción aparece, concretamente, en el capítulo 27 A pesar de ello, diversos autores sí engloban las variedades del castellano hablado en Araba/ Álava, Bizkaia y Gipuzkoa en el conjunto del castellano septentrional, denominado también castellano norteño. Véase cap. 1.1, nota 20. 28 Véase al respecto, también, la crítica en Paasch y Sinner (2010, 210–211).
2.3 Estudios de los años ochenta y noventa del siglo X X
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dedicado a las Variedades de adstrato, término que procede, como acabamos de ver, de Lapesa (1982). Muñoz Cortés advierte que «[e]n realidad se trata de una relación de superestrato» (1992, 598), y añade: «Aquí nos referimos a los rasgos del castellano o español hablado por quienes han vivido en esas regiones, en distintas generaciones que tienen un bilingüismo más o menos extenso, o a veces nulo, y que en su lengua manifiestan rasgos debidos a un contacto con la lengua vernácula, pero que es la hablada en sus casas desde tiempos antiguos» (Muñoz Cortés 1992, 598).
Los datos aportados por Muñoz Cortés sobre los rasgos particulares del castellano en «Euskalherria» (1992, 599) proceden de los estudios de Echaide (1968), Zárate (1976) y Etxebarria Arostegui (1985). Muñoz Cortés no aporta información nueva, pero sí generaliza las informaciones procedentes de estos estudios puntuales. Enumera, hasta casi completar dos columnas, fenómenos fonéticos, morfosintácticos y léxicos, señalando que se trata de aspectos del castellano de la zona bilingüe vasca, aun cuando los datos de los autores de referencia proceden, como ya se ha visto, de un solo municipio de Gipuzkoa y de dos áreas de Bizkaia (1992, 599). La generalización emprendida por Muñoz Cortés resulta, por tanto, arriesgada, ya que, como demuestra nuestro repaso bibliográfico, hasta el momento no existían estudios sobre el castellano en todas las provincias que conforman la CAV.
2.3.1.3 Gotzon Aurrekoetxea (1997) En el artículo de Aurrekoetxea (1997, § 154) dedicado a los aspectos geográficos y demográficos de la zona vascófona, el desarrollo histórico-político, la situación sociolingüística y el contacto lingüístico entre el euskera y el castellano en dicha área, incluido en el manual Kontaktlinguistik (Goebl et al. 1997) —obra destinada explícitamente al contacto de lenguas—, no se proporcionan datos sobre las particularidades del castellano del País Vasco. Con todo, el artículo examina el contacto entre el euskera y el castellano, hecho que puede constatarse también en el artículo de Allières (1997, §150) sobre la influencia del euskera sobre el francés. Aurrekoetxea (1997, 1308) se limita, ante todo, a describir aquellas características gramaticales y léxicas del euskera que se suelen atribuir al contacto lingüístico con el castellano.
2.3.1.4 Jacques Allières (1998) El artículo de Allières (1998, § 472), incluido en el volumen del LRL dedicado al contacto de lenguas, ofrece una descripción del castellano en el País Vasco aún más breve que la presentada por Muñoz Cortés (1992). De hecho, se reduce a una
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única columna en la que solamente aborda tres fenómenos fonéticos, centrándose en la presentación de «les emprunts lexicaux plus o moins bien castillanisés ou adaptés» (Allières 1998, 321). Allières extrae sus datos de las obras de López de Guereñu (1958; 1973), dedicadas exclusivamente a la provincia de Araba/Álava, aunque esto no le impide generalizar los datos como vascos, definiéndolos como un «castillan régional» (Allières 1998, 321) cuyas particularidades son «nées du bilinguisme et naturellement reçues en héritage par les monolingues castillanophones» (1998, 321), es decir, definiéndolos como elementos comunes a todos los hablantes, ya sean bilingües castellano-euskera o castellanohablantes monolingües.
2.3.1.5 Pilar García Mouton (1996) En su manual de dialectología, García Mouton dedica solo una página a la descripción del «español de los hablantes vascos» (1996, 53), sin explicar qué entiende por hablantes vascos. García Mouton indica que esta variedad «se distingue por una entonación inconfundible y por su tensión articulatoria, que hace que, por ejemplo, las vocales resulten menos relajadas de lo habitual» (1996, 53). De ahí que el castellano «de los hablantes vascos cultos» resultara «más normativo que el de otras zonas de España» (1996, 53). Sin embargo, la autora no explica cuál es su eje comparativo, es decir, la norma prescriptiva, una determinada norma de uso, etc. En su opinión, algunos fenómenos «se deben a interferencias claras» (1996, 53), mientras que otros son «usos anómalos» (1996, 53). Llama la atención la ausencia total de indicaciones bibliográficas a lo largo de la descripción y el hecho de que, aun no existiendo apenas estudios empíricos, García Mouton presente los resultados extraídos de los estudios puntuales realizados a lo largo del siglo XX como generales o bien generalizables a la totalidad de castellanohablantes en el País Vasco, aunque indica que el fenómeno del «seseo con ese apical» (1996, 53) puede encontrarse exclusivamente «[e]n hablantes de bajo nivel cultural» (1996, 53).
2.3.2 Estudios empíricos 2.3.2.1 Francisco García González (1981) El artículo de García González (1981) acerca de los pronombres átonos de tercera persona singular de acusativo aporta unos pocos datos empíricos nuevos, procedentes de la lengua hablada en algunas zonas del País Vasco. Son datos que García González recoge en la zona fronteriza de Bizkaia con Cantabria (Enkarterriak), en los municipios de Karrantza (Carranza), Güeñes y Gordexola (Gordejuela), Basauri,
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Orozko (Orozco), Arrankudiaga (Arrancudiaga) e Igorre (Yurre) (1981, 350). Los datos de Araba/Álava proceden de la margen izquierda del río Nervión, concretamente de los municipios de Artziniega (Arceniega) y Menagarai (Menagaray) (1981, 350). La intención de García González es precisar los límites de extensión del fenómeno que estudia, cuya «área de expansión es mucho mayor de lo que en principio suponíamos» (1981, 350). Aunque la descripción es breve, el autor indica que «disponemos de un número considerable de ejemplos» (1981, 350, nota 5) que no puede exponer en el artículo, pero que confirman, dice, los hechos descritos. Su estudio no resulta rigurosamente sistemático ni tampoco queda claro cómo recogió los datos, es decir, si realizó una recogida de datos orales a través de conversaciones o entrevistas, grabadas o no, o si sus datos proceden de charlas (cortas) escuchadas en bares, en la calle, etc. Esto también crea otro inconveniente, ya que, al no proporcionar datos sociales sobre los informantes, no es posible garantizar que los datos recogidos procedan realmente de personas oriundas de las localidades indicadas. Es posible, por ejemplo, que algunos informantes hubieran ido a vivir a estos municipios sin ser naturales de la zona o que estuvieran de paso. Sea como fuere, García González (1981) recoge datos en lugares cuyas variedades no habían sido estudiadas anteriormente y que, en parte, serán lugar de estudio también en el caso de Fernández-Ordóñez (1994; 1999) y Rodríguez Llopis (1997), si bien este último se dedicará a otros fenómenos lingüísticos.
2.3.2.2 Jokin de Pedro (1985) Pedro (1985) publica un artículo dedicado al estudio del castellano de hablantes de Getxo, en concreto de Algorta, y Bilbao. Su intención es detectar y describir los elementos del euskera insertados en el castellano o procedentes del sustrato vasco, el cual, apunta, es digno de mención y se da en aquellas personas que apenas hablan euskera: «Baina erderea atxakia baino ez dogu hemen, erderan txertatutako euskerea edo euskal sustrato izan dot helburu eta; euskerarik ia bape ez dakienengan datzan euskal sustrato harrigarria» (1985, 133). Pedro estructura su estudio siguiendo la línea de Arriaga (1896) y Zárate (1976), pero insiste en que solo le interesan aquellos aspectos que no han sido tratados por estos. Divide su trabajo en dos partes: una dedicada al estudio léxico y otra a refranes y dichos, pues opina que la sintaxis ya había sido tratada suficientemente por Zárate (1976): «Fenomenoak edo, talde bitan sailkatu ditut: Lexikoa eta Morfosintaktikoa, azkeneko honetan esakera-errefrau batzuetara mugatu nazelarik, joskera bere osoan Mikelen liburuan zehatz eta luze azaldurik agertzen dan ezkero» (Pedro 1985, 133). Hay que señalar que el propio Pedro alude tanto en el título como al final de su trabajo a la necesidad de realizar más estudios en la materia, añadiendo que el
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suyo carece de datos suficientes: «Jaso gabeko material gehiago» (1985, 131). Pedro reclama, asimismo, una publicación para sus lugares de estudio que reúna todos los ámbitos tratados por Zárate (1976). Al igual que Zárate (1976) y García González (1981), Pedro (1985) no aclara dónde ha recogido los datos de que dispone; sólo dice que proceden de la lengua hablada por la gente, «jendearen ahotik hara» (Pedro 1985, 133), sin especificar en qué tipo de hablantes ha podido constatar los fenómenos que pretende describir, cuáles son sus competencias lingüísticas, su formación, su origen geográfico familiar, etc. Los datos relativos a las competencias lingüísticas podrían deducirse, eventualmente, de las explicaciones que aporta en el texto, ya que señala que son particularidades que se dan también en castellanohablantes monolingües con pocas competencias en euskera (1985, 133). Encontramos otra pista en las explicaciones léxicas, donde habla de una expresión muy conocida por los hijos de padres que hablan euskera, independientemente de que los hijos lo hablen o no: «Erdaldun hutsak izanik, gurasoak euskaldunak daukiezanentazt oso berba ezaguna» (1985, 134). A nuestro entender, no queda claro quiénes son los que tienen padres euskerahablantes y si estos pertenecen o no al grupo de quienes poseen competencias en euskera, ya que, a pesar de la dictadura franquista, no tienen por qué ser necesariamente castellanohablantes monolingües (cf. 3.3.5). A pesar de estos puntos problemáticos, que revisten el trabajo de Pedro (1985) de un carácter «precientífico», hay que destacar que el autor señala, desde el primer momento, un hecho interesante y de suma importancia: la coexistencia, en su opinión, de diferentes variedades del castellano en el País Vasco, cuyas diferencias dependen, como dice, de las raíces y de la procedencia de los individuos: «‹Getxoko edo Bilboko ERDERA› esatean, badakit halan da be erdera mota bat baino gehiago gure artean (jendearen sustrai eta jatorriaren arabera)» (1985, 133). Es decir, los rasgos de origen geográfico y lingüístico familiares resultan decisivos a la hora de describir el castellano en el País Vasco, pues actúan como indicadores para la diferenciación de las variedades del castellano hablado en la región. No obstante, y como Pedro señala al final del artículo, el castellano de esta zona está perdiendo sus «particularidades y castizidades» debido a una influencia que califica como «extranjera», resultado, muy probablemente, de la llegada de inmigrantes hablantes de otras variedades del castellano y de la difusión de dichas variedades en los medios de comunicación: «Hau da, ‹hemengo› erderea euskal bitxikeria eta jatortasunez horniduten dabenak GALTZEN dabilz euren hizkuntza, beste arrotz baten zamapean» (1985, 142). Según Pedro, las variedades del castellano, incluidas las del País Vasco, van camino de homogeneizarse, «espainera baterakoitasun bidean dagoana, baita Euskalerrian ere» (1985, 133).
2.3 Estudios de los años ochenta y noventa del siglo X X
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A nuestro entender, el aspecto más relevante del artículo es el hecho de que el autor destaque la existencia de diferentes variedades del castellano en el propio País Vasco.
2.3.2.3 Maitena Etxebarria Arostegui (1985) Etxebarria Arostegui (1985)29 estudió el «habla urbana» de Bilbao desde una perspectiva sociolingüística-variacionista laboviana, entendiendo por habla urbana «una gran multiplicidad de ‹idiolectos› que convergen en una modalidad urbana, inserta a su vez en una variedad regional a la que pertenecen. […] la modalidad urbana […] se caracteriza por esta dinámica de convergencia que señalamos, en la que descubren manifestaciones lingüísticas diferenciadas y, a su vez, caracterizadoras de la diversidad de los grupos sociales […] que componen la población de la ciudad» (Etxebarria Arostegui 1985, 68).
Su trabajo constituye un análisis cuantitativo (bivariado y multivariado) de las variables lingüísticas y extralingüísticas (sociales) que mueven a un hablante a emplear una palabra y no otra, y del papel que juega el euskera, en este punto, en el caso de los hablantes bilingües euskera-castellano. Las variables extralingüísticas de su análisis —sexo, edad, origen geográfico, nivel socio-económico, nivel de estudios, lugar de residencia, competencia lingüística (es decir, conocimientos del euskera del informante)— le sirvieron, a su vez, como criterios de selección de los informantes. Los datos orales proceden de una encuesta, realizada entre cincuenta y cuatro informantes residentes en el Gran Bilbao (Erandio, Zorrotza, Hospital, Valle de Asúa; doce informantes) y en dos zonas de Bilbao: una céntrica (Abando, Diputación y San Vicente; dieciocho informantes), y otra periférica (Santiago, Achuri, Begoña, Deusto, Estación y Bilbao la Vieja; veinticuatro informantes). Los informantes pertenecían a nueve unidades familiares, compuestas, cada una, por seis individuos de tres franjas etarias distintas (de quince a treinta años, de treinta a sesenta años, mayores de sesenta años), representadas siempre por un hombre y una mujer. Así, cada generación estaba representada por dieciocho informantes, nueve hombres y nueve mujeres; en total: veintisiete hombres y veintisiete mujeres (1985, 171–188). Etxebarria Arostegui realizó, sin proponérselo, un estudio lingüístico en el seno de diferentes redes sociales, aun cuando su análisis se restringiera al plano léxico.
29 Los resultados se publicaron también en Etxebarria Arostegui (1986) y Etxebarria (1988a).
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Un tercio de los informantes pertenecía, respectivamente, al nivel socioeconómico medio-alto, medio y medio-bajo. Sin embargo, no todos poseían el mismo nivel educativo: once informantes solo tenían estudios primarios; veintiuno, estudios medios; y veintidós, estudios superiores. En cuanto al lugar de procedencia, nueve informantes provenían de otras provincias españolas; quince de otra zona de Bizkaia; y treinta de Bilbao. La autora preguntó en el cuestionario sociolingüístico por el origen geográfico de los padres, pero no lo tomó en consideración como factor de selección ni de análisis. El último criterio fue, como hemos señalado, la competencia lingüística del informante: treinta y seis personas eran castellanohablantes monolingües; dieciocho eran bilingües euskeracastellano cuya lengua materna —que para Etxebarria Arostegui (1985, 179–187) es equivalente con la primera lengua (cf. al respecto 3.3.2)— era, en todos los casos, el euskera. La autora no tomó en consideración el origen geográfico familiar de cada individuo, pero sí tuvo en cuenta si los informantes «procedían de padres bilingües e incluso monolingües (en euskera)» (1985, 179), es decir, tuvo en cuenta el origen lingüístico familiar, ya que este factor podría influir en la selección de las palabras empleadas. Dado que todos los hablantes no naturales de Bilbao procedían de regiones españolas monolingües, no se tomó en consideración que la lengua materna podía ser otra que el castellano o el euskera, es decir, que un hablante podía ser hablante bilingüe castellano-otra lengua que no fuera euskera. En su encuesta, Etxebarria Arostegui empleó un cuestionario «que consta[ba] de 615 preguntas que se realizaron a cada uno de los informantes; en el, se ha procurado recoger e incluir toda una serie de cuestiones o aspectos de vida cotidiana en Bilbao» (1985, 75). Preguntó por veinte campos léxicos, analizando, después, la variación constatada, relacionando las variables extralingüísticas con las variables origen de los términos y términos en euskera (constantes en el análisis bivariado) con el origen de los términos (única constante en el análisis multivariado). En opinión de Etxebarria Arostegui, los análisis muestran, que en el uso del grupo de hablantes estudiado «convergen los dos tipos de variación lingüística» (1985, 522), es a saber: la intralingüística, «que es aquella que se manifiesta en los usos y en las estructuras de un mismo sistema lingüístico» (1985, 46), y la interlingüística, «que es la existente entre dos sistemas lingüísticos» (1985, 46).
2.3.2.4 Itziar Túrrez Aguirrezabal (1988 y 1990) Los datos orales del corpus de Etxebarria Arostegui (1985) sirvieron de base a estudios posteriores del ámbito de la fonética acústica. Señalamos aquí dos de Túrrez Aguirrezabal: uno sobre las vocales, las consonantes explosivas y los grupos tautosilábicos (Túrrez Aguirrezabal 1988) y otro sobre las realizaciones
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africadas (Túrrez Aguirrezabal 1990). En uno de sus artículos, Túrrez Aguirrezabal (1988) señaló, remitiendo a Navarro Tomás (1972, 5)30, que «la lengua española presenta importantes diferencias de pronunciación, no sólo entre los diversos países en que se habla, sino entre las regiones de un mismo país, y frecuentemente entre las comarcas y lugares de una misma región» (Túrrez Aguirrezabal 1988, 65). Vemos que aunque no realiza una clasificación de las variedades del castellano hablado en el País Vasco, esto es, del castellano hablado «entre las comarcas y lugares de una misma región», sí apunta a la posible existencia de diferencias intrarregionales. Su análisis se centra en «las realizaciones y en su caso […] [en] las particularidades fonéticas del español en el País Vasco» (Túrrez Aguirrezabal 1988, 65, cursivas de Ch. P.-K.), pero a pesar de que la autora advierte, en esta ocasión, la posible existencia de distintas variedades del castellano en la zona de la CAV, no profundiza teóricamente en este aspecto. Así, en el siguiente trabajo habla de «[l]as realizaciones sibilantes, de carácter africado, analizadas en el castellano hablado del País Vasco» (Túrrez Aguirrezabal 1990, 795, cursivas de Ch. P.-K.) en general. Ya no diferencia entre variedades, a pesar de que se basa en los datos procedentes del estudio del habla urbana de Bilbao, es decir, en una variedad concreta que posiblemente pueda divergir del castellano hablado en otras zonas de la CAV.
2.3.2.5 María Teresa Echenique Elizondo (1986) Echenique Elizondo (1986) publica un trabajo presentado en el marco de una conferencia en el que aborda «algunos rasgos que caracterizan al habla de Guipúzcoa» (1986, 160). Según señala, se trata de una primera aproximación a un estudio posterior, que no pudimos encontrar, en el que pretende ocuparse más detenidamente del tema. La autora parte de datos procedentes de la lengua hablada en esta área, de datos orales extraídos del telediario Telenorte y, sobre todo, de las ediciones de los diarios Egin y Diario Vasco aparecidas en 1984 y 1985. Obviamente, los datos extraídos de los periódicos no pueden considerarse necesariamente textos escritos por hablantes de la(s) variedad(es) guipuzcoana(s), pues los artículos pueden haber sido redactados o corregidos por personas procedentes de otras zonas de la CAV o de fuera de esta. Echenique Elizondo (1986, 162–167) aporta datos relacionados con la fonética, la morfosintaxis y la formación de palabras siendo su trabajo, como subraya, tan solo «un apunte, más
30 Navarro Tomás, Tomás, Pronunciación española, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1972, ápud Túrrez Aguirrezabal (1988, 65).
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o menos disperso, de notas que he ido tomando, aquí y allá» (1986, 167), y que todavía deben ser descritas y estudiadas a fondo. Con todo, su trabajo constituye una aproximación importante, dada la escasez de estudios realizados en la provincia de Gipuzkoa. Sus observaciones han servido de base de comparación a investigaciones posteriores, como, por ejemplo, las de Torres Garoña (1993) o Fernández Ulloa (1997).
2.3.2.6 Hernán Urrutia Cárdenas (1988) Urrutia Cárdenas (1988)31 presenta un artículo acerca de las particularidades que encuentra en el «español en el País Vasco» (1988, 33), expresión que para el autor equivale a «español del País Vasco» (1988, 34). Según señala «[e]l español actual en el País Vasco es una ‹modalidad› que en el plano morfosintáctico, y en otros, tiene como modelo y norma de uso, por una parte, la normatividad académica y, por otra, las particularidades del hablar cotidiano, explicables casi todas por la situación de dos lenguas en contacto en un determinado ámbito geográfico» (Urrutia Cárdenas 1988, 42).
Como vemos, define el castellano en el País Vasco o del País Vasco como «modalidad»32 en parte divergente de la norma culta, en parte convergente con esta. Urrutia Cárdenas no propone una clasificación o descripción de lo que entiende por el español en el País Vasco o español del País Vasco ni ofrece datos de sus hablantes. Tampoco lo hace en ninguna otra publicación. Centra su interés en el plano morfosintáctico, indicando que las particularidades estudiadas son «transferencias» (1988, 33) en la mayoría de los casos, término que, para él, es equivalente a interferencia (1988, 33), algunas de las cuales son, en su opinión, simplificaciones del sistema (1988, 43). Entiende que las transferencias pueden ser temporales o permanentes y señala que las primeras
31 Los mismos datos se han publicado en diferentes ocasiones, tanto en castellano como en inglés (Urrutia Cárdenas 1991; 1995; 2002a; 2002b; 2002c; 2006b). En algunos de estos artículos ha cambiado el orden de enumeración. Otros repiten la misma materia tratando solo partes aisladas (Urrutia Cárdenas 2002a) o han sido ligeramente ampliados, añadiendo datos actitudinales (Urrutia Cárdenas 2002c) o sobre política lingüística (Urrutia Cárdenas 2002b), e incluso con datos procedentes de estudios de otros investigadores como García González (1981) o Fernández-Ordóñez (1994; 1999) (cf. Urrutia Cárdenas 2006b). Cabe destacar, sin embargo, que el autor en ninguno de estos artículos aporta datos que hubiesen salido de otro estudio empírico; los datos divulgados son siempre los mismos de los años ochenta del siglo XX . 32 Sinner (2012, 62) señala que la clasificación de una variedad regional con el término dialecto tenía y tiene implicaciones políticas por lo que se suelen usar otras expresiones como habla o modalidad si bien las hablas se consideran como variedades restringidas que se encuentran en un nivel inferior con respecto al dialecto.
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se dan «cuando los rasgos de una lengua se hacen patentes al usar otra, por falta de dominio o competencia del usuario» (1988, 34). Las segundas, esto es, las transferencias permanentes, serían «un rasgo constante o predominante en la lengua receptora» (1988, 34), de ahí que insista en que tal o cual particularidad «refleja el mecanismo subyacente del vasco» (1988, 36). Urrutia Cárdenas opina que el castellano en el País Vasco se caracteriza por la «coexistencia de modelos [lingüísticos], con diverso grado de aceptabilidad» (1988, 40). Apunta, por tanto, a la presencia de dos normas de uso en esta zona: una regional y otra basada en la norma prescriptiva, cuya «preferencia [por parte del hablante está relacionada] directamente proporcional con el mayor nivel socio-cultural de los hablantes» (1988, 41). Es decir, considera que las transferencias y simplificaciones son «variantes de los usos ‹normativos›» (1988, 37), y que, por ello, estas variantes o «usos normales» (1988, 37) no se corresponden con la norma prescriptiva, o, según este autor, «aunque normales en nuestra zona, se apartan de la prescripción oficial» (1988, 37). En opinión de Urrutia Cárdenas, la ocurrencia y frecuencia de las variantes «normales», no prescriptivo-normativas, cuyo empleo está limitado al «registro coloquial» (1988, 37), dependen principalmente de «las variables sociológicas de los hablantes en el País Vasco» (1988, 43). Busca confirmar esta hipótesis a través de los datos de un estudio sobre los fenómenos de leísmo, laísmo y loísmo, la sustitución del imperfecto y pluscuamperfecto de subjuntivo por el condicional en la prótasis de las oraciones condicionales, y la sustitución de formas verbales conjugadas por infinitivo. Para ello, Urrutia Cárdenas lleva a cabo varios estudios con individuos procedentes de la zona del Gran Bilbao, cuyos usos lingüísticos o fenómenos morfosintácticos considera «característicos del español en el País Vasco» (1988, 37). Para obtener datos empíricos emplea «grabaciones de encuestas, pruebas de sustitución de elementos y valoración de lecturas de control» (1988, 38), manejando, así, datos procedentes de la lengua hablada y la lengua escrita. Trabaja con cuarenta y ocho informantes seleccionados «según las variables sociales elegidas: nivel socio-cultural, sexo, edad, origen, lengua materna» (1988, 38).33 Sin embargo, describe la frecuencia y la valoración de los fenómenos de interés únicamente en relación con el nivel socio-cultural —para él, la variable más relevante—, sin especificar a cuál pertenece cada informante (1988, 38) ni ofrecer datos relacionados con las demás variables.
33 En su publicación de 1995, Urrutia Cárdenas solo menciona ocho informantes en lugar de cuarenta y ocho: cuatro de nivel alto y cuatro de nivel bajo.
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2.3.2.7 Ana Elejabeitia Ortuondo y Gema Bizcarrondo Ibáñez (1992) Elejabeitia Ortuondo y Bizcarrondo Ibáñez (1992) realizan un estudio acústico cuyo objetivo es analizar la realización de /s/ en Bizkaia, a través de datos empíricos procedentes de estudiantes de la Universidad de Deusto (Bilbao), y determinar en qué contextos aparece dicho fonema. Para ello, entrevistan a veintidós estudiantes: diez hablantes bilingües euskera-castellano, de familias «que poseen el euskera al menos en las tres últimas generaciones» (1992, 9), y doce castellanohablantes monolingües, de los cuales la mitad son de origen vasco, es decir, descienden de familias (padres y abuelos) naturales de la CAV. Todos los informantes son de Bizkaia, pero las investigadoras no especifican la zona concreta (zona rural, urbana, euskerahablante, etc.) ni dónde residen en el momento de la encuesta. El grupo se compone de hombres y mujeres a partes iguales. Llama la atención que en su estudio intervengan hablantes de origen no vasco, como ya sucediera en Etxebarria Arostegui (1985). El objetivo de Elejabeitia Ortuondo y Bizcarrondo Ibáñez (1992) es averiguar qué tipo de /s/ se da entre los estudiantes de Bilbao y si se puede detectar una «influencia del euskera en la articulación de /s/ en Bilbao» (1992, 9). Al analizar las entrevistas en sonogramas, observan que la pronunciación de la /s/ en sus diferentes entornos es la de una [s̺] ápicoalveolar, articulación común a todos los entrevistados en todos los contextos investigados.34 Aunque no detectan articulaciones no apicales o predorsales para la /θ/ interdental fricativa sorda, señalan que esto no «[permite] establecer la existencia de una variedad peculiar para el español de Bilbao» (1992, 102), ni confirma la hipótesis de la existencia del seseo vasco descrito por Unamuno (1886 [1960]), Lapesa (1980) o Navarro Tomás (2004 [1918]). A este estudio fonético le suceden, en los diez años siguientes, estudios empíricos centrados casi exclusivamente en aspectos morfosintácticos del castellano hablado y escrito en el País Vasco.
2.3.2.8 María Jesús Korkostegi Aranguren (1992) El trabajo de Korkostegi Aranguren (1992) es uno de los que abordan aspectos morfosintácticos. Se trata de un estudio de la lengua escrita de un único autor de origen vasco, Pío Baroja, a partir de cinco de sus novelas: La casa de Aizgorri (1900), Zalacaín de Aventurero (1909) y La leyenda de Juan de Alzate (1922), escritas cuando Baroja vivía en el País Vasco, y La busca (1904) y Mala hierba
34 Utilizamos los signos de transcripción empleados por Isasi Martínez, Iribar Ibabe y Moral del Hoyo (2009) quienes diferencian entre /s̺/ apical y /s/ predorsal.
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(1904), escritas ya en Madrid. Korkostegi Aranguren (1992, 38) las elije con el fin de examinar si se dio una diferencia a la norma y un cambio a través del tiempo —Baroja había vivido un tiempo en Madrid— en sus fenómenos de estudio, a saber: en el uso de los pronombres clíticos de tercera persona, en concreto en los fenómenos de leísmo, laísmo y loísmo. Analiza, asimismo, la duplicación de los complementos directos (CCDD), fenómeno que, en su opinión, está relacionado con el leísmo, y establece una relación entre diversas categorías lingüísticas y la ocurrencia de los fenómenos en un estudio cuantitativo y cualitativo, sacando conclusiones acerca de su presencia en el idiolecto del novelista.
2.3.2.9 Augustín Uruburu Bidaurrázaga (1993) El leísmo, el loísmo y el laísmo, trabajados por Urrutia Cárdenas (1988) y Korkostegi Aranguren (1992), también han sido objeto de estudio para Uruburu Bidaurrázaga (1993) en un trabajo en el que analizaba no solo su presencia en el castellano hablado en Sondika (Valle del Txorierri, Bizkaia), de donde procedían también algunos informantes de Zárate (1976), sino también en diferentes «variedades diatópicas y diastráticas» (1993, 9). El estudio se basa en diversos corpus orales «recogidos en tres ámbitos hispánicos» (1993, 10): Sondika, Córdoba (Andalucía) y Viana do Bolo (Galicia). Uruburu Bidaurrázaga (1993, 12) menciona otro análisis dedicado exclusivamente al castellano hablado en Sondika, basado en los datos presentados en el estudio de 1993, aunque no pudimos encontrar aquel análisis. Su corpus «Conciencia sociolingüística y algunos usos en Sondika (Bizkaia)» (AEsLA, Donostia San Sebastián, 1991) (1993, 64) se compone de entrevistas realizadas entre veintitrés informantes de quienes Uruburu Bidaurrázaga proporciona la edad, el nombre y el nivel educativo (institucional). Sabemos, por tanto, que los entrevistados tenían entre quince y ochenta y un años, que dieciocho eran hombres y cinco mujeres, y que diez de ellos no tenían estudios, once tenían estudios medios y dos estaban cursando estudios superiores. Suponemos que se trata de entrevistas orales libres, no estructuradas, aunque Uruburu Bidaurrázaga no indica en ningún momento el método aplicado para la recogida de datos. El título del capítulo acerca del castellano de Sondika da a entender que busca tratar «aspectos lingüísticos y sociolingüísticos» (1993, 223). No obstante, sus conclusiones (1993, 68–69 y 225–250) son exclusivamente lingüísticas. En algunos casos considera que lo observado se debe «[al] sustrato y el adstrato del Euskera» (1993, 68), sin dar más explicaciones. El aspecto sociolingüístico del estudio queda reducido, así, a la descripción de las características de cada uno de los informantes.
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2.3.2.10 Gema Torres Garoña (1993) El estudio de Torres Garoña (1993) sobre las interferencias léxicas del euskera en el castellano de Donostia-San Sebastián constituye el único trabajo publicado en los años noventa del siglo XX que se dedica exclusivamente al plano léxico. Es, también, uno de los pocos estudios empíricos realizados sobre una variedad del castellano hablado en Gipuzkoa. Torres Garoña entiende por interferencia, por una parte, «los fenómenos de trasvase de términos lingüísticos de vocabulario de una lengua al de otra, por otra parte el tipo de […] ‹intromisión› más frecuente entre dos lenguas en contacto» (1993, 471). En lugar de interferencia léxica emplea también el término préstamo léxico (1993, 450), considerándolos conceptos equivalentes. La autora pretende «elaborar una descripción sincrónica del habla de San Sebastián referida específicamente a las interferencias léxicas producidas en el castellano por su contacto con el euskera» (1993, 451). Su trabajo consiste, por tanto, en un estudio descriptivo para el cual recoge datos orales, procedentes de las personas de su entorno personal, en concreto, «de todas aquellas que se relacionaban conmigo, y después, de todas aquellas que se ponían a mi alcance, de manera que, bien en el autobús, en las tiendas, en los bares, en fin, en plena calle, escuchaba los giros del habla y los nombres que la gente daba a las cosas» (Torres Garoña 1993, 451).
Torres Garoña advierte, además, que la mayoría de sus informantes «o bien eran unilingües, o bien su conocimiento del euskera era muy limitado» (1993, 452), hecho que explica, en su opinión, la escasez de interferencias documentadas en su habla. En efecto, señala, «[los] individuos bilingües presentan un trasvase más amplio de términos, debido a su mayor conocimiento del euskera» (1993, 452). Su procedimiento resulta dudoso; Torres Garoña conoce las competencias de los informantes de su entorno cercano, pero el hecho de que recoja también datos escuchados en bares, autobuses, etc., dota a su estudio de un carácter impresionista y «precientífico», pues no permite asegurar si el informante era, en verdad, monolingüe o unilingüe —como dice la autora (1993 452)—, o bilingüe. Tampoco es posible esclarecer si el hablante-emisor de la palabra procede de Donostia-San Sebastián, de su entorno, de otra zona del País Vasco o de otra región española; problema que ya observamos anteriormente en los trabajos de Zárate (1976) o García González (1981). Torres Garoña también recoge vocablos o listas de palabras que le habían sido entregados por «personas conocidas que sabían de mi trabajo» (1993, 452), pero no indica su perfil lingüístico y geográfico, y voces por las que había preguntado, «por ejemplo, en el caso del nombre de los pescados, muchos de ellos desconocidos para mí» (1993, 452). En resumen, la autora solo proporciona datos sociales de una parte de sus informantes.
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A fin de comprobar el uso de las voces observadas, Torres Garoña consulta el periódico local donostiarra Diario Vasco, ya que «este diario insertaba en su contexto castellano palabras en euskera sin su traducción, [lo que] suponía que sus lectores las iban a entender y, por tanto, constituían el objetivo mismo de mi estudio» (1993, 451). Una vez más, surgen las dudas sobre si se trata de interferencias o de préstamos del euskera porque la autora no distingue entre ellos. Afirma que el Diario Vasco inserta palabras en euskera en el texto en castellano. Torres Garoña atribuye varias funciones (expresiva, afectiva, etc.) a la inclusión de estas voces del euskera en el castellano de Donostia-San Sebastián, como subraya en la siguiente cita: «El castellano de San Sebastián está salpicado de voces vascas que sus hablantes utilizan en ocasiones para dar mayor expresividad (gaixua!), otras para suavizar un reproche (eres un xomorro), o bien para sustituir una expresión que en castellano suena demasiado fuerte (vaya ipurdi)» (Torres Garoña 1993, 449).
Ahora bien, las voces que Torres Garoña no puede encontrar en el Diario Vasco las busca en «obras literarias de contenido preferentemente local» (1993, 473), escritas por autores procedentes de la misma ciudad o por autores que hacen referencia a ella. En el vocabulario mismo anota no solo el significado o los significados de cada palabra, sino también los datos bibliográficos de las obras científicas y literarias o del respectivo artículo del Diario Vasco. Cita, por ejemplo, el trabajo de Echaide (1968) acerca del castellano de Orio (Gipuzkoa), las obras de Baráibar y Zumárraga (1907)35 y López de Guereñu (1958; 1973) sobre Araba/ Álava, el estudio de Zárate (1976) sobre el castellano del Valle del Txorierri (Bizkaia) y el trabajo de Etxebarria Arostegui (1985) sobre el castellano de Bilbao (Bizkaia). Resulta interesante que Torres Garoña (1993, 463) señale que en la CAV existen diferentes tipos de hablantes de castellano y euskera. Establece, aunque no explícitamente, una clasificación de los diversos hablantes señalando que existen castellanohablantes monolingües o unilingües y bilingües castellanoeuskera. Subraya que si bien ya no existen hablantes monolingües de euskera, sí hay «algunos individuos [que] no sólo aprenden euskera e intentan vivir en euskera, sino que llegan a renunciar a su lengua primera que era el castellano» (1993, 463). Según dice, dada la presencia de las dos lenguas no se puede hablar de una sola comunidad lingüística, sino de dos: «una que habla euskera y otra que habla castellano» (1993, 463). En su opinión, ambas comunidades lingüísti-
35 En nuestra bibliografía aparece fechado en 1903.
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cas conforman «una comunidad social»36 (1993, 464). Esta aproximación a una clasificación de los diferentes hablantes presentes en la CAV es de sumo interés. Sin embargo, no queda claro por qué los hablantes bilingües euskera-castellano deben pertenecer únicamente a la comunidad lingüística del euskera: también hablan castellano y deberían pertenecer a ambos grupos.37 En este punto, sería más adecuado emplear el término comunidad de comunicación, propuesto por Sinner (2003; 2004; cf. 3.2). Torres Garoña no profundiza en los diferentes tipos de hablantes ni considera otros aspectos relevantes más allá de la competencia lingüística, esto es, no valora el origen geográfico y lingüístico familiar, o la existencia de otros tipos de hablantes bilingües que no hablan euskera pero sí castellano y otra lengua (gallego, árabe, etc.). Con todo, su trabajo ofrece un interesante punto de partida para realizar una clasificación del castellano hablado en el País Vasco.
2.3.2.11 Inés Fernández-Ordóñez (1994) En su trabajo, Fernández-Ordóñez (1994) busca establecer las isoglosas de los sistemas de los pronombres átonos de tercera persona en «la mitad noroccidental de España» (1994, 81)38, en concreto, en «las provincias de Asturias, León, Zamora, Salamanca, Cáceres, Badajoz, Ciudad Real, Toledo, Valladolid, Ávila, Palencia, Cantabria, Burgos, Madrid, Cuenca, Guadalajara, Soria, La Rioja, Álava y Vizcaya» (1994, 81).39 La investigadora realizó entrevistas en diversos lugares de estas provincias. En la mayoría de los casos se trata de una sola entrevista en cada lugar, aunque en algunos Fernández-Ordóñez realizó hasta tres. Optó por este procedimiento aun sabiendo que, con él, sólo reuniría unos pocos datos en cada lugar y que, en los casos en que se basaba en una sola entrevista, las particularidades observadas posiblemente fueran idiolectales. Todas las entrevistas se llevaron a cabo a partir de ciertos «módulos temáticos que [facilitaban] la aparición, durante la conversación, de pronombres átonos referidos a todas las clases posibles de argumentos (masculinos, femeninos, conti-
36 Con comunidad social remite a un concepto de Berruto, Gaetano, La sociolingüística, Bologna [s. e.], 1977, 17, ápud Torres Garoña (1993, 464). 37 Véase acerca de esta cuestión también cap. 3.2, nota 3. 38 Sus resultados aparecen, además, en Fernández-Ordóñez (1999) donde la autora se ocupa del castellano hablado en el noroeste de la península y de los sistemas pronominales en el ámbito hispanoamericano. 39 Resulta chocante que Fernández-Ordóñez considere que las provincias de Cáceres, Badajoz y Ciudad Real están situadas en la mitad noroccidental de España.
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nuos, discontinuos, animados, inanimados, singulares, plurales) en posiciones sintácticas de dativo y acusativo» (Fernández-Ordóñez 1994, 81, nota 25).
Se trata, pues, de entrevistas semidirigidas sobre temas elaborados y preparados de antemano. Los informantes proceden, en su mayoría, del ámbito rural y pertenecen al «estrato sociocultural más bajo» (Fernández-Ordóñez 1994, 81). Fernández-Ordóñez sigue, por tanto, el esquema tradicional de la dialectología —si bien sus informantes no son exclusivamente hombres—, dado que a los informantes del perfil antes señalado «se les supone la fijación de su ideal lingüísticos en la conservación del sistema propio del lugar» (1994, 81). La base de datos de hablantes del castellano oriundos del País Vasco de la que dispone la investigadora es bastante reducida. Además, estos datos proceden de un determinado grupo social, por lo que es discutible que los resultados puedan extrapolarse a toda la población castellanohablante de la zona, como hace en un trabajo posterior (Fernández-Ordóñez 1999). A pesar de ello considera el uso lingüístico de sus informantes como el «ideal lingüístico». De los entrevistados naturales del País Vasco, Fernández-Ordóñez (1994) solo aporta datos de hablantes procedentes de seis localidades, una de las cuales, Galdakao (Galdácano), no forma parte de una zona rural (1994, 106, nota 71). Una parte de los informantes son bilingües euskera-castellano —la autora no ahonda en el tema— y proceden de las localidades vizcaínas de Galdakao, Mundaka y Atxondo (Apatamonasterio). El resto son castellanohablantes monolingües, oriundos de las localidades vizcaínas de Sopuerta y Bernales (Enkarterriak), y de Salinas de Añana/Gesaltza Añana, en Araba/Álava (Fernández-Ordóñez 1994, 106–111; 1999, 1349–1355 y 1391–1393). Llama la atención que Fernández-Ordóñez (1994) no tuviera en cuenta a individuos oriundos de Gipuzkoa, siendo esta la zona con más vascófonos, más aún cuando ella misma defiende la existencia de lo que denomina «sistema pronominal del romance hablado en el País Vasco» (1994, 105). A su modo de ver, este romance es el «español hablado en contacto con el vasco» (FernándezOrdóñez 1999, 1349). Debe destacarse que, exceptuando el estudio de Echaide (1968) y el artículo de Echenique Elizondo (1986), no existen trabajos dedicados a aspectos morfosintácticos en el castellano hablado en Gipuzkoa que permitieran a Fernández-Ordóñez afirmar la presencia de dicho sistema pronominal del romance hablado en el País Vasco en el castellano hablado por individuos de esta provincia. En lo referente a Bizkaia, Fernández-Ordóñez (1994; 1999) se apoya en los datos de los diversos estudios que ya hemos descrito: Zárate (1976) o Urrutia Cárdenas (1988), en el primer trabajo (Fernández-Ordóñez 1994, 106); Korkostegi Aranguren (1992), Uruburu Bidaurrázaga (1993) y Landa (1995), en el segundo (Fernández-Ordóñez 1999).
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Asimismo se puede observar que los datos de Araba/Álava proceden de una sola persona monolingüe, natural de una zona no vascófona: Salinas de Añana/ Gesaltza Añana. De ahí que la consideración de los fenómenos descritos por Fernández-Ordóñez como «ideal lingüístico» y «del romance hablado en el País Vasco» resulte aún más sorprendente. Señalamos, además, que las áreas predominantemente vascófonas de Araba/Álava y de Gipuzkoa no figuran entre las zonas estudiadas.40 Fernández-Ordóñez (1994; 1999) tampoco aporta muestras procedentes de hablantes de la zona alavesa para ejemplificar el sistema pronominal que describe, ni de las localidades situadas en Enkarterriak, zona que, como dice, forma parte de un sistema «de transición entre los sistemas vásco [sic] y cántabro» (Fernández-Ordóñez 1994, 111). Excepto por una nota a pie de página en la que indica que puede reconstruir «este sistema de transición en Músquiz (Vizcaya), Menagaray, Turiso, Berganzo, Guinea (Álava) […]» (1994, 111, nota 81), la autora no da cuenta de los fenómenos que ha estudiado en la provincia de Araba/Álava (cf. también 5.3.4.2.1 y 5.3.4.3.1). Las indicaciones sobre la presencia de diferentes sistemas pronominales en la zona de la CAV alimentan nuestra hipótesis de la existencia de diferentes variedades que presentan, probablemente, fenómenos distintos, por lo que no se puede hablar del castellano en el País Vasco como bloque monolítico. FernándezOrdóñez logra demostrar la existencia de diversos sistemas pronominales en lo que respecta a los pronombres de tercera persona, y elabora un corpus de los datos orales, el Corpus Oral y Sonoro del Español Rural (COSER) (FernándezOrdóñez 1992–2012), que puede consultarse parcialmente en Internet. En esta página explica, igualmente, la metodología aplicada que procede, como hemos 40 Los datos de Fernández-Ordóñez, recogidos en las campañas Pronombres ‘92 Verano y Pronombres ‘93 Primavera (Pato 2004, 321), sumados a aquellos recogidos en campañas posteriores, conforman el COSER, esto es, el Corpus Oral y Sonoro del Español Rural (Fernández-Ordóñez 1992–2012). Si bien la propia Fernández-Ordóñez (1994; 1999) no indica haber recogido datos en otras localidades de las provincias vascas que las que hemos indicado, Pato (2004, 321–322) ofrece una lista en su trabajo de todos los municipios de donde proceden los datos de su estudio basado en el COSER. Indica, además, que algunos de sus datos de Araba/Álava —los de las localidades de Barriobusto/Gorrebusto (un hablante), Berganza (un hablante), Guinea (tres hablantes), Leza (tres hablantes), Menagarai (un hablante), Salinas de Añana/Gesaltza Añana (dos hablantes) y Turiso (dos hablantes)— así como algunos datos de Bizkaia —los de Atxondo (tres hablantes), Bernales (tres hablantes), Muskiz (un hablante), Portugalete (un hablante) y Sopuerta (un hablante)— proceden justamente de las campañas Pronombres ‘92 Verano y Pronombres ‘93 Primavera (2004, 321). Conociendo esta información, adquieren más sentido las afirmaciones de Fernández-Ordóñez (1994; 1999) sobre el hecho de que en el caso de los elementos estudiados se trate de fenómenos «del romance hablado en el País Vasco» (Fernández-Ordóñez 1994, 105). Sin embargo, dada su restringida base de datos, a nuestro entender no se pueden extrapolar los resultados al conjunto del País Vasco.
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dicho, de la dialectología tradicional. Es decir que «el COSER se nutre del mismo tipo de informantes que los atlas lingüísticos» (Fernández-Ordóñez 1992–2012). Así, para marzo de 2012 se había grabado a 1.497 informantes de los cuales 662 son hombres y 835 mujeres. Los informantes tienen una edad media de 72,9 años (Fernández-Ordóñez 1992–2012). En la página web también están disponibles algunos archivos sonoros con las correspondientes transcripciones elaboradas según los criterios propios del COSER. El corpus, en el que se basaron los artículos de Fernández-Ordóñez (1994; 1999) sobre el castellano hablado en el País Vasco, ha sido aumentado en varias «campañas», una de ellas titulada «País Vasco 2000». Los datos disponibles en la página web sobre Bizkaia y Araba/Álava proceden de esta última campaña y pertenecen a informantes de las localidades alavesas de Luzuriaga (dos mujeres y un hombre) y Leza (dos hombres y una mujer), y a una hablante de la localidad vizcaína de Aulesti, área predominantemente euskerahablante. Camus Bergareche (2011a; 2011b) se apoya en los datos de esta última localidad, mientras que los trabajos de Pato (2004) y Benito Moreno (en curso)41 se basan en la totalidad de los datos recogidos en el COSER (Fernández-Ordóñez 1992–2012).
2.3.2.12 Alazne Landa (1995) El trabajo de Landa (1995), cuyos resultados se publicaron anteriormente en forma de resumen (Landa 1993), está dedicado al estudio de los objetos nulos, es decir, de los pronombres clíticos de tercera persona en función de CD inanimados no realizados u omitidos, que son analizados desde una perspectiva generativista (1995, 15).42 La autora estudia, además, el leísmo de persona y la duplicación de pronombres clíticos de tercera personas en función de CD animados; fenómenos que, en su opinión, están interrelacionados. Para Landa, no se trata de fenómenos resultantes de la influencia directa del euskera en el castellano, como lo es la incorporación de nuevas categorías, sino que derivan de tendencias internas del castellano. De ahí que, en su opinión, se trate de estructuras paralelas debidas a un relajamiento de las restricciones operativas. La influencia del euskera sobre el castellano sería, por lo tanto, indirecta (1995, 183–207),43 mientras que otros trabajos previos, como los de Echaide (1968), Zárate (1976) o Urrutia Cárdenas
41 Carlota de Benito Moreno presentó su proyecto de tesis doctoral acerca del neutro de materia en las Jornadas de Corpus Orales 2011 celebradas en Bilbao. 42 Agradecemos a Alazne Landa que nos regalara un ejemplar de su tesis doctoral, inédita y no disponible en Alemania. 43 Se trata de lo que denominamos convergencia (cf. nuestra definición en cap. 1.2, nota 25).
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(1991), apoyan la hipótesis de la influencia del euskera en el castellano (cf. también 5.3.4.2.1 y 5.3.4.3.1). Landa (1995) se basa en un corpus de datos empíricos y en una prueba de aceptabilidad, realizada entre hablantes de lo que denomina Basque Spanish (1995, 57–58) y de otras variedades peninsulares del castellano, con el objetivo de determinar si las oraciones en las que aparecen los fenómenos estudiados son aceptables o no para estos hablantes.44 Los datos empíricos son, en gran parte, datos orales recogidos en entrevistas semiestructuradas realizadas entre veintiuna personas, en su mayoría bilingües euskera-castellano, procedentes de las localidades vizcaínas de Bilbao, Getxo, Lekeitio y Gernika (1995, 61). Nunca antes se había recogido el castellano de hablantes de Gernika y de Lekeitio; las variedades de Bilbao, por el contrario, ya habían sido objeto de estudio en Etxebarria Arostegui (1985), Urrutia Cárdenas (1988), Elejabeitia Ortuondo y Bizcarrondo Ibáñez (1992),45 así como en Pedro (1985) quien estudió, además, el castellano de los hablantes de Getxo. Landa (1995) no especifica cuántos informantes eran de cada lugar, así que no sabemos si, en el caso de Getxo, por ejemplo, participó solo un individuo o más de uno. En cualquier caso, sabemos que la distribución espacial no pudo haber sido proporcional, ya que el número de participantes no es divisible entre cuatro. En cuanto al perfil de los informantes, de entre veintitrés y sesenta y seis años, dieciséis eran mujeres y cinco hombres. Aunque la investigadora señala que «they all were professionally active during the recording period» (1995, 66), dos mujeres eran amas de casa, es decir, no trabajaban fuera del hogar. De otro informante no indica su ocupación. Sin embargo, los factores sociales no resultan relevantes para la investigadora, que busca, más bien, una explicación teórica a los fenómenos antes mencionados. Los informantes de Landa eran, en su mayoría, hablantes bilingües (once personas), entendiendo como tales a los individuos que aprendieron ambas lenguas al mismo tiempo y a los que aprendieron primero una y luego otra, y distinguiendo entre «simultaneous and sequential bilinguals» (1995, 68, en particular nota 7). No señala, sin embargo, cómo supo que eran hablantes (realmente) bilingües ni de qué tipo de bilingüe se trataba en cada caso. De los demás informantes, seis son hablantes semibilingües (ingl. semi-bilingual), expresión que Landa considera como «generic label […] [for] all those speakers who could understand Basque and perform some communicative functions in this language, 44 Estas pruebas las había realizado anteriormente, cf. Landa, Alazne, Conditions on null objects in Basque Spanish within a cross-linguistic analysis, USC manuscript, 1990, ápud Landa (1995, 59). 45 Podrían añadirse también los trabajos de Zárate (1976) y Uruburu Bidaurrázaga (1993) que recogen datos en la comarca del Gran Bilbao pero no en la ciudad misma.
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but without distinguishing degrees of proficiency or differences in the learning process» (1995, 68). Los restantes cuatro informantes son castellanohablantes monolingües, es decir, solo tienen «native-like proficiency in Spanish» (1995, 68), lo que los diferencia de los bilingües, que tienen esta competencia tanto en castellano como en euskera. Sin embargo, destaca que no le interesa hacer una tipología de los bilingües, ni de los distintos tipos de hablantes del castellano en el País Vasco (1995, 68). Tal vez por ello no indica cómo supo que eran hablantes (realmente) bilingües ni de qué tipo de bilingüe se trataba en cada caso. Dada la naturaleza de los datos de su corpus, no podemos considerar que su estudio verse realmente sobre el castellano hablado en el País Vasco. Landa señala que se basa en las entrevistas grabadas, en las pruebas de aceptabilidad y en datos que define como «utterances of a number of speakers’ unrecorded speech, as well as fragments obtained from informal letters and e-mail messages from speakers of Basque Spanish» (1995, 59). Es decir, incluye datos de la lengua escrita y oraciones no grabadas, sin explicar si habían sido dichas por los informantes descritos o por otras personas de las cuales no aporta datos sociales. Incluye, también, ejemplos actuales de sí misma, pues se considera hablante de Basque Spanish (1995, 62–63). Se trata, según indica, de un «methodological label coined to refer not just to a variety of Spanish that is spoken in the Basque Country, but to a Spanish spoken by Basque bilinguals and monolinguals who have lived most of their lives in the Basque Country and whose main Spanish input has always come from those persons with characteristics similar to those above mentioned. It is not meant here that the Spanish spoken by the group selected for this research is homogeneous, and nor is the whole of their social histories (indeed, only ideal speech communities are supposed to be homogeneous). Thus, it appears to be easier to mention some of the varieties that are spoken in the Basque Country but are not considered Basque Spanish in the present research and, hence, will not be included as part of the focus of the investigation: (a) varieties spoken by subjects who have come to the Basque Country after the age of 11 (age at which, according to the literature, most grammar patterns seem to get fixed in a person’s speech […]), and (b) varieties spoken by subjects whose main Spanish input (family, peers, in-group relationships) has come from speakers characterized in (a)» (Landa 1995, 62).
Vemos, por tanto, que Landa (1995, 57) intenta delimitar lo que entiende por Basque Spanish de forma negativa o exclusiva. Su objetivo es «to reduce that variation to a reasonable minimum» (1995, 58). De ahí que tenga en cuenta que en el País Vasco viven individuos de diferentes orígenes geográficos y lingüísticos, aunque, en su opinión, solo la variedad usada por personas que residen en la CAV al menos desde los once años y cuya red social está formada mayoritariamente por personas con los mismos rasgos es Basque Spanish (1995, 62). Excluye sistemáticamente a todos los individuos procedentes de otras regiones de España, aunque lleven muchos años en la CAV, y también a aquellos que han nacido y
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crecido en la CAV pero que proceden de familias que tienen otro origen geográfico y cuyos padres y allegados son hablantes de otras variedades. «Since the Basque Country has for decades attracted immigrants from other parts of Spain in which different varieties of Spanish and/or Romance languages are spoken, it must be kept in mind that there is not such a thing as a uniform variety that is spoken by everybody who lives in the Basque Country. What we do find in the Basque Country is a series of (mostly regional) lects that enter into contact, or mix, or become more distant from each other, depending on the social history of the speakers of each lect» (Landa 1995, 61).
En este punto, hay que indicar que Landa no especifica el lugar de origen de sus informantes, por lo que desconocemos si son naturales de su lugar de residencia o no, factor que también influiría en la variedad de castellano empleada. Con todo, Landa propone una aproximación a una clasificación de los castellanohablantes en el País Vasco, pues tiene en cuenta como hablantes del Basque Spanish tanto a hablantes bilingües como a monolingües con y sin competencias mínimas en euskera (o, en su terminología, semi-bilinguals ‘semi-bilingües’). Esta es una variedad no homogénea, pero sí es, a grandes rasgos, la misma en todas partes del País Vasco. Se trata de la única clasificación explícita de lo que pueda entenderse por Basque Spanish, ya que, aunque Torres Garoña (1993) propone una aproximación a la sociedad vasca como comunidad social compuesta por dos comunidades lingüísticas, no destaca la presencia de diferentes variedades del castellano en la CAV. Landa (1995) ha publicado muchos otros artículos a título individual o en colaboración con otros autores, Landa (2000; 2008), Landa y Franco (1996; 1999), Franco y Landa (2002; 2003; 2006) o Landa y Elordui (1999; 2001), entre otros. En ellos se abordan diversos fenómenos morfosintácticos como la doble negación, la posesión externa, el orden de palabras o los objetos nulos y el leísmo, tratados siempre desde un enfoque generativista. Todos estos estudios están basados en el corpus de Landa (1995) que acabamos de describir.
2.3.2.13 Jesús Rodríguez Llopis (1997) En su tesis doctoral, inédita pero accesible en microficha, Rodríguez Llopis (1997) presenta un trabajo descriptivo dedicado al estudio «de los valores temporales de las diversas formas verbales que se dan en el castellano y euskera hablado» (1997, 5) en la localidad de Orozko (Bizkaia). Su interés se centra en «los valores que cada hablante de ambas lenguas utiliza y el sistema de ello resultante, así como las diferencias e influencias que del contacto entre ellas pueden nacer» (1997, 5). La intención de Rodríguez Llopis es, por tanto, determinar las diferencias de uso de los tiempos verbales en castellano y euskera o bien investigar
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«cuáles son las casillas vacías en los sistemas verbales de los hablantes» (1997, 1), para aplicar los resultados en la docencia. Los tiempos verbales no habían sido objeto de estudio en los trabajos anteriores, excepto en el de Echaide (1968), que les dedica un apartado dentro de su análisis sintáctico. Sin embargo, Rodríguez Llopis (1997) no hace referencia a ello. Una vez identificados desde un punto de vista teórico, los valores que se suelen atribuir en las gramáticas a los diferentes tiempos verbales, Rodríguez Llopis clasifica los tiempos verbales utilizados por sus informantes, destacando aquellos usos que no concuerdan con las categorías preestablecidas para ambas lenguas. Para ello, indica los valores absolutos de ocurrencia de cada forma, así como los porcentajes relativos en cuanto al sexo y las competencias lingüísticas de los informantes. Además, ofrece los datos relacionándolos con el valor de la forma verbal en cuestión. Subraya ciertos usos, como la «[r]esistencia al uso de subjuntivo, suave en el presente y fortísima en el pretérito imperfecto, que casi desaparece. Lo sustituyen el condicional, el infinitivo o simplemente el indicativo» (1997, 392), la reduplicación de infinitivo a fin de intensificar su valor, o el uso del verbo hacer como intensificador. De los dos últimos, Rodríguez Llopis dice que son «[i]nterferencias del euskera hacia el castellano» (1997, 392): la reduplicación de infinitivo se debe, en su opinión, a «una posible influencia del euskera» (1997, 392); el uso del verbo hacer es, por su parte, un «uso propio del euskera» (1997, 392) que detecta también en el castellano de sus informantes. El análisis y la descripción de Rodríguez Llopis se basan en un corpus de datos orales recogidos entre castellanohablantes de Orozko (Bizkaia), cuyo castellano solo había sido objeto de estudio en García González (1981). Para adquirir datos de su castellano, Rodríguez Llopis entrevista únicamente a seis de los ocho informantes que participan en su estudio: tres hombres y tres mujeres. De ellos, cuatro son castellanohablantes monolingües (la mitad mujeres) y dos son bilingües euskera-castellano (1997, 6). A los otros dos solo les entrevista en euskera.46 El autor considera bilingües «a aquellos cuya lengua materna y de uso habitual, al menos en su entorno familiar, [es] el euskera» (1997, 6). Rodríguez Llopis indica, además, que todos los informantes «son nacidos y habitantes del valle de Orozko» (1997, 6), tienen entre veinticinco y treinta años y están cursando formación profesional o Bachillerato Unificado Polivalente (BUP) (1997, 6). Las entrevistas se realizaron en un ambiente que resultara familiar para los informantes, intentando crear amistad con ellos a fin de relajar la situación (1997, 8) y
46 Rodríguez Llopis señala que para impedir que los informantes bilingües se autotradujeran, algo que «desvirtuar[í]a los verdaderos valores de la lengua ‹dominada›» (1997, 8), realizó entrevistas con dos bilingües (uno de cada sexo) en castellano y con los otros dos en euskera.
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reflejar «de la manera más fiel posible una charla espontánea» (1997, 8). Fueron entrevistas libres, aunque no exentas de algunas preguntas preparadas, a fin de provocar el uso de los distintos tiempos verbales de forma equitativa y lograr que los informantes emplearan una estructura similar en sus respuestas (1997, 9). A pesar de que su muestra es pequeña y de que no es posible acceder a su corpus, el trabajo de Rodríguez Llopis es de suma importancia, pues es uno de los pocos que se dedican explícitamente a los valores de los tiempos verbales del castellano hablado en el País Vasco.47
2.3.2.14 Teresa Fernández Ulloa (1998 [2001a])48 La tesis doctoral de Fernández Ulloa (2001a [1998]) se enmarca en el ámbito sociolingüístico-variacionista y analiza varios aspectos: la omisión y la duplicación de los pronombres átonos de tercera persona en función de CD, el leísmo de persona en el castellano hablado de sus informantes, las perífrasis verbales empleadas por sus informantes, y sus actitudes respecto al castellano y el euskera. Los datos en los que se basa Fernández Ulloa son datos orales recogidos por ella misma; un corpus que, por desgracia, no se ha publicado.49
47 El estudio de Urrutia Cárdenas (2006a) está basado parcialmente en los datos de Rodríguez Llopis (1997). 48 En vista de que se trata de una tesis doctoral inédita, leída en 1998, la incluimos en el apartado de los estudios realizados en la última década de los noventa del siglo XX . No obstante, la microficha data del año 2001, por lo que citaremos este trabajo como Fernández Ulloa (2001a), es decir: Fernández Ulloa (1998) = Fernández Ulloa (2001a). Queremos dar las gracias a Teresa Fernández Ulloa por habernos regalado un ejemplar de su tesis doctoral en microficha no disponible en Alemania. 49 Los resultados se han publicado en repetidas ocasiones, probablemente porque la tesis doctoral de Fernández Ulloa (2001a) solo está disponible en microficha. Es decir, la investigadora divulga sus resultados tanto en publicaciones particulares como en publicaciones comunes con otros autores. Se trata, por un lado, de descripciones centradas en un único aspecto: Fernández Ulloa (2001a; 2003a), Urrutia Cárdenas y Fernández Ulloa (1995; 1997; 1998), donde los autores comparan los resultados de Bermeo con datos de un corpus chileno. Por otro, son descripciones sintéticas de los resultados de su tesis y de los resultados de estudios posteriores realizados con Portillo Mayorga (cf. 2.4.4) como en Fernández Ulloa (2005a; 2006) o de una publicación particular de esos resultados como en Fernández Ulloa (2005b). Debemos añadir los trabajos de Fernández Ulloa (1996; 1997) que tienen también un carácter sintético y constituyen un apartado de la tesis, levemente modificado, donde resume las particularidades fonéticas, morfosintácticas, léxicas, semánticas y de la formación de palabras que caracterizan, en su opinión, lo que denomina el castellano del País Vasco, fenómenos observados en sus informantes de Bermeo descritos en otros estudios. Los resultados de su estudio sobre las actitudes figuran en Fernández Ulloa (1997; 2001b; 2003b).
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En un capítulo previo, Fernández Ulloa (2001a, 93–186) resume aquellos fenómenos que considera particularidades del castellano del País Vasco, expresión que para ella es una «etiqueta» o bien una denominación: «En cuanto a la etiqueta ‹castellano del País Vasco› queremos indicar con ella la variedad utilizada por hablantes bilingües y monolingües que viven en las provincias que forman la CAV, esto es, Bizkaia, Araba y Gipuzkoa. […] [T]al variedad no es homogénea, sí se han advertido en diversos estudios una serie de rasgos predominantes (leísmo, alteración del orden sintáctico, etc.) que permiten la utilización de tal marchamo» (Fernández Ulloa 2001a, 32)
Este uso de castellano del País Vasco nos resulta sumamente interesante, dado que apenas existen estudios empíricos acerca del castellano de las provincias de Araba/Álava y Gipuzkoa que describan las particularidades del castellano empleado por hablantes monolingües y bilingües euskera-castellano. Cabe destacar, además, que nadie había estudiado previamente el castellano de hablantes bilingües de castellano y otras lenguas residentes en la CAV, como son, por ejemplo, los bilingües castellano-gallego y que, a nuestro entender, también forman parte de lo que podría describirse como comunidad de comunicación vasca (cf. 3.3 y 3.4).50 Fernández Ulloa sí contempla la posibilidad de que existan diferentes variedades del castellano hablado en el País Vasco, aunque afirma que tales diferencias entre «el dialecto castellano de Bilbao y el dialecto castellano de Bermeo» no son «acusadas» (2001a, 55). En su opinión, los rasgos observables en ambos son los mismos, pero «quizá llevados a su extremo en Bermeo por el mayor contacto entre ambas lenguas [el euskera y el castellano]» (2001a, 55). El corpus de Fernández Ulloa se compone de una muestra de veinte informantes procedentes de Bermeo (Bizkaia) (2001a, 46–55). La investigadora señala que realizó entrevistas semidirigidas, grabadas, en un estilo que define como «habla poco formal» (2001a, 57). A fin de logar el uso de este estilo y para evitar que se empleara uno muy formal, la investigadora contactó con los informantes previamente y realizó las entrevistas en entornos diversos: el lugar de trabajo, el
50 En un artículo suyo, Fernández Ulloa indica que se trata de «[l]as características regionales de la lengua» (1997, 199). Constituyen, para ella «peculiaridades y errores» que deben conocerse a fin de «elaborar unos textos escolares adaptados a las necesidades de cada comunidad y orientar al alumno acerca de los aspectos lingüísticos más conflictivos en dicha comunidad» (1997, 199). Esto demuestra que no se trata de una descripción objetiva y neutra, sino que en algunos casos considera las desviaciones de la norma prescriptiva como defectos y que hay que «diferenciar los usos correctos de los incorrectos» (1997, 200). La variedad denominada el castellano del País Vasco forma parte de lo que llama español norteño (1997, 200) sin que ahonde más en ello.
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parque, etc. Considera que su muestra es representativa en el sentido de Labov (1966a), dado que el número de informantes —veinte individuos— se ajusta al porcentaje establecido por este: el 0,025% de la población (Bermeo contaba, por aquel entonces, con una población de 17.000 individuos). Fernández Ulloa (2001a, 53–55) afirma no haber seleccionado a sus informantes al azar sino por cuotas. Así, la composición de su muestra se corresponde con la composición de la sociedad bermeana. De sus veinte informantes, la mitad eran mujeres. Los grupos etarios fueron tres: diez tenían entre veinte y treinta y cuatro años; siete tenían entre treinta y cinco y cincuenta y cuatro años; y tres tenían más de cincuenta y cinco años. El nivel de instrucción también variaba: seis informantes eran analfabetos o personas sin estudios que sabían leer y escribir o personas con estudios preescolares y primarios; ocho habían realizado una formación profesional o el bachillerato; y seis habían cursado estudios medio-superiores o superiores. Los informantes tenían, además, diferentes competencias lingüísticas: once eran euskaldunzarras, palabra del euskera que significa, según la autora, «vascos de primera lengua» (2001a, 53); cuatro eran euskaldunberris, con que designa a «aquellos que aprenden el euskera en su juventud o madurez» (2001a, 53); y cinco eran erdaldunes con que hace referencia a «hablantes monolingües castellanos» (2001a, 53).51 El corpus se compone, sobre todo, de hablantes bilingües euskera-castellano, los denominados euskaldunzarras. En el caso de los euskaldun berris, también podría tratarse de hablantes monolingües con competencias mínimas en euskera. Es decir, el hecho de haber aprendido el euskera en la juventud o en la madurez no aporta información sobre la competencia que los informantes habían adquirido ni tampoco de la que disponían en el momento de la entrevista. En el habla coloquial, la expresión euskaldun berri suele hacer referencia a aquellos hablantes que aprenden euskera fuera del hogar y que no necesariamente tienen que ser bilingües. Al haber aprendido el euskera en una institución, es muy probable que los euskaldun berris dominen, única-
51 Euskaldunzarra es una expresión procedente del euskera que, en euskara batua, suele escribirse separada o con guión, dado que se trata de un sustantivo seguido por un adjetivo, y que se escribe, además, con en los diccionarios del euskera, es decir: euskaldun zahar o euskaldun-zahar, mientras que Fernández Ulloa escribe las dos palabras, sustantivo y adjetivo, juntas. Lo mismo ocurre en el caso de euskaldunberri que en euskera batua se escribe euskaldun berri o euskaldun-berri. Queremos destacar que Fernández Ulloa (2001a) adopta palabras del euskera en castellano, empleándolas según las reglas morfológicas del castellano, es decir, añadiendo una final para la forma plural que en euskera se forma con . La al final de euskaldun zaharra y de euskaldun berria constituye el artículo vasco singular, y su adición provoca, en el caso de zaharra, la duplicación de la , ya que la forma indefinida (eusk. mugagabe) es euskaldun zahar. En nuestro estudio emplearemos las formas de singular y plural euskaldun zaharra(s) y euskaldun berri(s), si no citamos algún trabajo de Fernández Ulloa.
2.3 Estudios de los años ochenta y noventa del siglo XX
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mente, la variedad estándar, el euskara batua, mientras que en el caso de los euskaldun zaharras es probable que su variedad del euskera sea la bizkaiera (local o regional). Esta diferencia puede repercutir en el uso lingüístico de los informantes, pero Fernández Ulloa (2001a) no la tiene en cuenta. Sus explicaciones se basan en el euskara batua. Por otro lado, el uso de las expresiones euskaldun, euskaldun berri, euskaldun zaharra y erdaldun no nos parece muy adecuado en un estudio sobre el castellano. Si bien señalan que un individuo aprendió o no el euskera en un determinado momento de su vida, no dan información sobre las competencias adquiridas hasta la fecha, ni sobre la lengua actualmente dominante o la(s) lengua(s) habitualmente empleada(s) por el informante en el momento en que se lleva a cabo un estudio. La expresión erdaldun resulta igualmente problemática por tener diferentes acepciones en euskera.52 Resulta también llamativo que Fernández Ulloa (2001a) no preste atención a las características de los padres de los informantes, si bien indica que «dichas características pueden resultar de interés, sobre todo por la influencia de la lengua de los padres en la de los informantes de poca edad» (2001a, 54). En verdad, como indica Sinner (2004), el origen geográfico de los progenitores es un factor de gran relevancia para poder determinar el origen de algún fenómeno que el investigador pueda encontrar en el idioma o la variedad de la lengua que estudia (cf. 3.3.4). El trabajo de Fernández Ulloa (2001a) ofrece un repaso bibliográfico muy extenso de los fenómenos estudiados. Se trata de un estudio predominantemente
52 Deriva de erdara o erdera, palabra que también tiene diferentes acepciones en euskera, tal y como indican distintos diccionarios bilingües. La palabra erdaldun designa, en primer lugar, y de forma general, a la persona «que habla una lengua distinta de la vasca» (ELKAR 2003, s. v. erdaldun), «que habla lengua extraña» (Mugica Berrondo 1981, s. v. erdaldun), o «que no habla vasco» (Euskaltzaindia 1992, s. v. erdaldun). En segundo lugar, erdaldun significa «extranjero, extraño» (ELKAR 2003, s. v. erdaldun), o «extraño, forastero, extranjero, exótico» (Mugica Berrondo 1981, s. v. erdaldun). Ya en su tercera acepción se le atribuye el significado de «español o francés» (ELKAR 2003, s. v. erdaldun), o de «castellano» (Mugica Berrondo 1981, s. v. erdaldun). El diccionario de la Euskaltzaindia (1981) señala respecto a erdara: «[A] menudo se refiere al castellano (al Sur) y al francés (al Norte). Señalan Duvoisin y Azkue que también al Norte se emplea en particular para el castellano […]» (1981, s. v. erdara). En efecto, en el habla coloquial, erdaldun se emplea, sobre todo, para referirse a la población castellanohablante, tal y como señala Fernández Ulloa (2001a, 53). La autora apoya su uso en los trabajos publicados por el Gobierno Vasco, aunque, como acabamos de ver, esta acepción no está exenta de dudas: puede hacer referencia a todos los individuos que no hablan euskera, incluyendo a los inmigrantes extranjeros, a quienes proceden de otras zonas del Estado español y a los bilingües castellanootra lengua cualquiera. Erdara o erdera no figuran en los diccionarios del castellano monolingües consultados Salamanca (1996), DRAE (2001) y DMM (2007).
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2 Estudios sobre el castellano en el País Vasco
cuantitativo, cuyo objetivo es examinar qué criterios extralingüísticos o sociales (variables de selección de los informantes) y qué factores intralingüísticos son decisivos que se den los fenómenos abordados. Según señala, las particularidades detectadas en lo relativo a los pronombres átonos y las perífrasis verbales son resultado del contacto lingüístico del euskera y el castellano, siendo la lengua de los informantes uno de los factores más significativos en todos los casos, junto con ciertas características lingüísticas (sintácticas o semánticas). No obstante, tanto en la tesis como es sus diversos artículos, afirma que el contacto de lenguas no es la única explicación posible, y prefiere hablar de una «causación múltiple» (2001a, 744), expresión acuñada por Malkiel (1967).53 En otro de sus estudios, que deriva del mismo corpus, Fernández Ulloa (2000) analiza los marcadores de discurso usados por los informantes de su corpus. Se trata de una descripción de los contextos y valores con que se emplean tales marcadores para estructurar el discurso, aspecto al que nadie se había dedicado antes.
2.4 Estudios acerca del castellano en el País Vasco en el siglo XXI
La situación de los estudios sobre el castellano en el País Vasco mejoró en la primera década del siglo XXI , aunque con ciertas reservas. Aumentaron los estudios realizados a partir de corpus orales, pero no los sobre las variedades del castellano en la zona de la CAV, que siguen siendo escasos, en comparación con los de las variedades habladas en otras áreas, como es el caso del castellano en Cataluña. Con todo, cada vez más manuales de introducción a la lingüística hispánica (Kabatek/Pusch 2009; Hualde/Anxon/Escobar 2001), la fonética del castellano (Hualde 2005) o el contacto de lenguas (Klee/Lynch 2009; Barreña 2005) recogen las particularidades del castellano hablado en el País Vasco. En estos primeros años del nuevo milenio, sorprende, también, la abundancia de textos acerca del castellano en el País Vasco que no aportan datos nuevos, sino que repiten los resultados publicados anteriormente. De hecho, los manuales de principios del siglo XXI se limitan, en su mayoría, a enumerar las características anteriormente descritas como elementos típicos del castellano de los hablantes vascos o bien del castellano vasco, como si se tratara una variedad homogé-
53 Malkiel, Yakov, Multiple versus simple causation in linguistic change, en: To Honor Roman Yakobson [sic] (1966), vol. 2, La Haya, Mouton, 1967, 1228–1246, ápud Fernández Ulloa (2001a, 744).
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nea y única, sin considerar la posible existencia de diferentes grupos de hablantes y, por lo tanto, de diferentes variedades del castellano en el País Vasco. No son pocos los casos en los que la única modificación radica en un cambio de estructura, en el orden de los elementos descritos o en unas notas a pie de página. Barreña (2005), por ejemplo, se basa en artículos publicados antes de los años noventa —Echaide (1968), Zárate (1976) y Etxebarria Arostegui (1985)—, sin tener en cuenta trabajos más recientes. Algo similar sucede en el caso de Kabatek y Pusch (2009), cuya descripción del castellano hablado se basa en un solo artículo de Oñederra (2004) que, dada la metodología empleada en la recogida de datos, no constituye una base suficientemente científica para un artículo de un manual de introducción a la lingüística hispánica (cf. 2.4.6). Si analizamos los estudios más recientes vemos que el interés se ha centrado sobre todo en los aspectos fonéticos, tales como el seseo vasco y las consonantes oclusivas sordas, o en aspectos suprasegmentales. Destaca, igualmente, el paulatino retroceso de los estudios consagrados a los fenómenos morfosintácticos, centro de atención de los años noventa del siglo pasado.
2.4.1 Josu Gómez (2000) Una de las primeras obras publicadas en el nuevo milenio está dedicada al castellano hablado en Bilbao y en Bizkaia, la recopilación léxica de Gómez (2000), que pretende recoger aquellas voces ya recopiladas anteriormente por autores a fin de presentarlas en un solo libro, una visión general del léxico peculiar de Bilbao y Bizkaia. Gómez señala la escasez de trabajos sobre el castellano del País Vasco (2000, 13), pero no especifica qué entiende por tal término, probablemente porque se limita a «recoger el vocabulario de Bilbao y Vizcaya» (2000, 16). Su trabajo reúne voces procedentes de dieciséis obras distintas, publicadas o inéditas —que le habían facilitado sus autores—, por considerar que las voces compiladas en ellas eran vizcaínas o bilbaínas. Gómez señala, igualmente, su deseo de seguir aumentando su recopilación, incluyendo voces de Bilbao y alrededores, a fin de documentar el «habla peculiar vizcaina en sus lexicones publicados e inéditos» (2000, 16), tal como reza el subtítulo de su libro. Para ello, se basa también en datos publicados en trabajos científicos recientes y en «listas de palabras y de expresiones» (2000, 14) que, según los aficionados que las elaboraron, son propias de Bilbao y Bizkaia. Gómez resume brevemente las características de cada una de sus fuentes en un apartado previo al vocabulario en sí, tras la introducción y las explicaciones metodológicas y estructurales. El vocabulario de Gómez consta de 2.485 entradas, cada una acompañada por su definición, «una somera explicación lingüística»
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2 Estudios sobre el castellano en el País Vasco
(2000, 17), a fin de aclarar «la relación entre el lema y las voces vascas con las que está emparentado» (2000, 17). Gómez aporta también las variantes ortográficas encontradas en las diversas obras consultadas, que presenta como lemas separados con una referencia que remite a la entrada principal, donde da más detalles. Por último, indica las fuentes de las que extrajo cada término. Hay que destacar que la obra de Gómez (2000) no puede ser considerada un estudio empírico científico, pues se basa, en parte, en una percepción subjetiva: sirvan de ejemplo las voces que toma del vocabulario del trabajo de Torres Garoña (1993) sobre Donostia-San Sebastián. Gómez indica que va contrastando «esas voces con varios hablantes vizcainos, para diferenciar las palabras reconocidas por ellos como de uso en Vizcaya, y las que no lo eran» (2000, 20). Aplica este procedimiento también en el caso de las voces procedentes de la vigésimoprimera edición del DRAE (1992), que se acompañan de la indicación geográfica «País Vasco», excluyendo aquellas que aparecen en dicha edición «sin distinción del significado y sin indicación geográfica alguna» (Gómez 2000, 18), y aquellas «cuya particularidad era meramente fonética» (2000, 18).
2.4.2 Maitena Etxebarria Arostegui (2000) El trabajo de Etxebarria Arostegui (2000) se enmarca en el ámbito sociolingüístico-variacionista. Consta de un apartado en el que repasa las diferentes obras realizadas en dicho ámbito en general y de dos estudios sociolingüístico-variacionistas: uno sobre «la variación del segmento fonológico /d/» (2000, 170) y otro sobre «la variación en las formas verbales del período hipotético» (2000, 171). En la última parte de obra examina las actitudes de los informantes hacia las dos lenguas en contacto en la CAV: el euskera y el castellano. El objetivo de Etxebarria Arostegui es averiguar, a través de estudios cuantitativos, qué factores intralingüísticos y extralingüísticos (sociales) provocan la variación de los fenómenos mencionados. Para ello, se basa en un corpus de datos orales de más de trescientas horas, recogidos por ella misma (2000, 171). Como en su primer estudio (Etxebarria Arostegui 1985) y como también sucediera en Urrutia Cárdenas (1988), Pedro (1985) y Landa (1995), los informantes de Etxebarria Arostegui (2000) proceden de Bilbao (Bizkaia).54 Su corpus se elaboró a partir de conversaciones libres y entrevistas semidirigidas con setenta y dos
54 Se trata de un aspecto interesante, sobre todo en lo que respecta al trabajo de Urrutia Cárdenas (1988) que estudió también las formas verbales en el periodo hipotético, si bien Etxebarria Arostegui (2000) no compara sus resultados con los de este autor.
2.4 Estudios del siglo XXXI XI
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informantes, en su mayoría personas que conocía y que le eran cercanas, en un entorno que les resultara familiar. Según dice, esta familiaridad permitió que las entrevistas se desarrollaran con «un grado muy elevado de espontaneidad» (2000, 170). Dado que en las conversaciones libres no se usaron muchas formas verbales del período hipotético, interés primordial de la parte sintáctica, Etxebarria Arostegui realizó una segunda fase de entrevistas semidirigidas a fin de provocar su uso (2000, 170–171), formulando de antemano treinta preguntas en las que empleaba las formas verbales requeridas para trasladar al informante a una situación hipotética (2000, 170–171 y 278). Los resultados de su estudio no permiten sacar conclusiones sobre la competencia, el conocimiento y el comportamiento lingüísticos de los informantes, puesto que es muy probable que los entrevistados se limitaran a repetir la forma verbal empleada por la entrevistadora. Es decir, habría que considerar la repetición de una determinada forma como mera copia que no debe ser tenida en cuenta. Por esta razón, Sinner (2004) no incluyó entre los resultados de su estudio aquellas ocurrencias de fenómenos o construcciones que se habían dado después de haber sido utilizados por él mismo, dado que no era posible confirmar con seguridad que el informante hubiera empleado aquel fenómeno o aquella construcción en otro contexto o en otra situación, o que el uso constatado no fuera ninguna copia de lo dicho por el entrevistador.55 Al igual que Fernández Ulloa (2001a), Etxebarria Arostegui indica que se trata de un estudio representativo: sus setenta y dos informantes «suponen el 0,025% de la población de la ciudad [Bilbao] que cuenta con veinte o más años de edad, es decir, 285.565 hablantes» (2000, 166).56 Consciente de que una muestra sociolingüístico-variacionista debe estar estratificada según la constitución de la población objeto de estudio (2000, 152–167), Etxebarria Arostegui eligió a treinta y cuatro hombres y treinta y ocho mujeres. De ellos, veintiocho individuos tenían entre veinte y cuarenta años; treinta y cuatro tenían entre cuarenta y sesenta años; y diez tenían más de sesenta años. Los informantes pertenecían a tres niveles educativos: cuarenta individuos eran analfabetos, carecían de estudios o solo tenían estudios primarios; veinte habían realizado una formación profesional o estudios secundarios; y doce habían cursado estudios medio-superiores o superiores. La última variable que Etxebarria Arostegui tomó en consideración fue lo que denominó ‘Competencia Lingüística’ (Bilingüismo) (2000, 158–159), «referida al nivel de bilingüismo de nuestros hablantes, así como al de su lengua
55 Véase, por ejemplo, Sinner (2004) sobre la repetición de formas verbales entre interlocutores. 56 Bilbao tiene una población total de aproximadamente 350.000 habitantes (INE 2009) (cf. 3.3.3).
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2 Estudios sobre el castellano en el País Vasco
materna» (2000, 159). En su estudio participaron siete individuos bilingües euskera-castellano; dieciséis personas cuasi-bilingües, que define como «hablantes con alguna competencia en euskera, bilingües pasivos (entienden euskera, etc.)» (2000, 159); y cuarenta y nueve castellanohablantes monolingües. Debe destacarse que, hasta entonces, ningún otro estudio empírico sistemático sobre el castellano hablado en el País Vasco había incluido a tantos castellanohablantes monolingües. A pesar de ello, la intención de Etxebarria Arostegui no fue describir los usos lingüísticos de sus hablantes, sino averiguar y definir cuáles eran los factores intralingüísticos y extralingüísticos que accionaban las variantes de los dos fenómenos mencionados. Por otro lado, queremos indicar que, como en el caso de Fernández Ulloa (2001a) o Landa (1995), consideramos que la división realizada por Etxebarria Arostegui (2000) entre bilingües, cuasi-bilingües y monolingües resulta problemática: no queda claro cuándo alguien es bilingüe y cuándo cuasi-bilingüe. Remitiéndose al censo de población de 1996, la autora define a estos últimos como «bilingües pasivos (entienden euskera, etc.)» (2000, 159), sin que quede claro dónde estaría el umbral de competencia entre ambas.57 En nuestra opinión, el grupo de estudio se compone más bien de hablantes monolingües con competencias mínimas en euskera, lo que los equipara a quienes hablan otras lenguas secundarias o extranjeras. Sea como fuere, es probable, aunque no seguro, que sus competencias sean mayores en euskera que en otras lenguas, puesto que el euskera está presente a diario en su entorno.58
2.4.3 María José González (2000) En González (2000) encontramos un resumen de un aspecto tratado en su tesis doctoral inédita (González 1999)59, realizada en los EEUU y no accesible en Europa. Atendiendo al título de la tesis, vemos que se trata de un estudio sociolingüístico sobre la colocación inmediatamente preverbal (ingl. immediate preverbal placement) de diversos elementos lingüísticos. González recogió datos de cuaren-
57 Véase también nuestra crítica a las encuestas sociolingüísticas. En ellas se suele emplear la expresión bilingüe pasivo, partiendo de autodefiniciones de los informantes y no de pruebas objetivas (cf. 3.3.1). 58 La autora divulga sus resultados en diversos artículos posteriores, por ejemplo, Etxebarria Arostegui (2007, 2008). 59 González, María José, Immediate preverbal placement: a sociolinguistic analysis of Spanish in the Basque Country, Urbana, University of Illinois, 1999 (tesis doctoral inédita, microficha), ápud González (2000, 320).
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ta y un hablantes bilingües euskera-castellano, procedentes de las zonas costeras de Bizkaia (Lekeitio y Bermeo) y del interior (Elorrio y comarca del Gran Bilbao), sin determinar la procedencia exacta de cado uno, al menos en el artículo. Los informantes —catorce hombres y veintisiete mujeres— tenían entre veinte y ochenta años (2000, 308). El artículo, sobre el que volveremos más adelante en la descripción del uso del adverbio ya antepuesto al verbo (cf. 5.4.1.1), no proporciona más información acerca de la tesis doctoral en su conjunto.
2.4.4 Fernández Ulloa y Portillo Mayorga (2000 y 2001) Fernández Ulloa y Portillo Mayorga (2000) publican los resultados de un estudio realizado en los años 1999 y 2000 acerca del uso de las formas verbales del imperfecto y del pluscuamperfecto de subjuntivo por parte de estudiantes en las universidades de Santander (Cantabria) y de Bilbao (Bizkaia, País Vasco).60 Su objetivo fue averiguar hasta qué punto dominaban los estudiantes esas formas verbales y por cuáles las sustituían para determinar si había necesidad o no de una enseñanza pormenorizada de este tema en el ámbito universitario. Su intención fue «[p]oner de relieve ciertos usos incorrectos en relación con el empleo del subjuntivo, los cuales parecen darse, en España, especialmente en la zona norte» (Fernández Ulloa/Portillo Mayorga 2000, 167; cf. también Fernández Ulloa/Portillo Mayorga 2001, 65), para «llamar la atención sobre las deficiencias del castellano de cada zona o de cada grupo» y «saber qué rasgos son correctos y cuáles no, [para que el hablante] evite estos últimos, si es que así lo desea» (Fernández Ulloa/Portillo Mayorga 2001, 66–67). Vemos, por tanto, que, en general, se trata de un estudio sociolingüístico-variacional comparativo destinado a diferenciar entre lo que las autoras consideran usos «incorrecto» y «correcto», siendo su eje de comparación la norma prescriptiva, y a establecer una relación entre estos usos y las diferentes variables extralingüísticas (2001, 65). Se basan en un corpus de datos escritos procedentes de una prueba de complementación, llamado test, y de redacciones libres, ambas realizadas entre los estudiantes de Santander y Bilbao. La prueba de complementación test consistió en un texto que contenía espacios en blanco y que los estudiantes debían completar con la forma verbal adecuada para formar treinta y ocho frases (Fernández Ulloa/Portillo Mayorga 2000, 170–172; Fernández Ulloa/Portillo Ma-
60 Los datos han sido publicados también en Portillo Mayorga y Fernández Ulloa (2003) así como en Fernández Ulloa (2005a; 2005b; 2006), donde los incluyó en la descripción de otros aspectos lingüísticos.
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yorga 2001, 81–91). Las redacciones libres fueron textos escritos por los participantes en los que debían responder a la siguiente pregunta: «Si te tocase la lotería, ¿cómo cambiaría tu vida?, ¿qué harías con el dinero?» (Fernández Ulloa/ Portillo Mayorga 2001, 68 y 92). Como en el caso del estudio de Etxebarria Arostegui (2000), los resultados de estas redacciones están condicionados por la formulación de la tarea, es decir, es bastante probable que el hecho de que en estas oraciones se utilizaran las formas verbales que se consideran correctas según la norma prescriptiva del castellano, hubiera influido en los resultados, esto es, las formas verbales empleadas por los estudiantes. En total se realizaron ciento tres pruebas —cuarenta y nueve en Santander y cincuenta y cuatro en Bilbao—, que contenían veintitrés frases a completar con uno o dos verbos. Esto dio un total de 2.472 formas verbales, sin que se pudiera observar una relación entre las formas encontradas, tanto simples como compuestas, y las variables extralingüísticas. En cuanto a las redacciones, Fernández Ulloa y Portillo Mayorga (2001, 91) se centraron únicamente en el 43,7% del corpus, esto es, solo tuvieron en cuenta cuarenta y cinco textos: quince de castellanohablantes monolingües de Santander, diez de castellanohablantes monolingües de Bilbao, diez de bilingües euskera-castellano con euskera como primera lengua de Bilbao, y diez de bilingües castellano-euskera con euskera como segunda lengua (2001, 92). Esta prueba tampoco les permitió establecer una relación con las variables extralingüísticas, aunque les sirvió para constatar que los universitarios santanderinos usaban más formas «correctas» (2001, 92) en los test que los bilbaínos. Estos empleaban más el condicional como sustituto de la forma verbal adecuada, mientras que los santanderinos sustituían las formas verbales con formas diferentes del condicional. En las redacciones, por el contrario, los universitarios santanderinos usaban más el condicional que los bilbaínos (2001, 92). El estudio de Fernández Ulloa y Portillo Mayorga (2000; 2001) es uno de los pocos trabajos acerca del castellano escrito contemporáneo que se ocupa, de forma exclusiva, de un único fenómeno: la sustitución del imperfecto y el pluscuamperfecto de subjuntivo por el condicional, considerado, a menudo, una peculiaridad del castellano en el País Vasco. Como hemos visto, solo Echaide (1968) o Etxebarria Arostegui (2000) habían analizado previamente su ocurrencia en datos orales recogidos de modo sistemático (cf. también 5.3.6.2). Los resultados se publicaron en varias ocasiones: Fernández Ulloa y Portillo Mayorga (2001) y Portillo Mayorga y Fernández Ulloa (2003), artículos que tienen el mismo contenido pero difieren en cuanto a la estructura, integrando los datos de Fernández Ulloa y Portillo Mayorga (2000) y los de la segunda prueba, las redacciones libres, realizada en la misma época.
2.4 Estudios del siglo XX X XII
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2.4.5 Alexander Iribar e Itziar Túrrez (2001) Iribar y Túrrez (2001) presentan un trabajo acerca de la variación vocálica en euskera y castellano, las dos lenguas en contacto en la CAV. Para ello, realizaron grabaciones con dos hombres bilingües: uno tenía el euskera como lengua materna, el otro, el castellano. Ambos eran de Bilbao, tenían aproximadamente cuarenta años y pertenecían al nivel social alto (2001, 230). A fin de obtener datos de diferentes estilos o registros, Iribar y Túrrez (2001, 229) les plantearon tres pruebas: en primer lugar tenían que leer una lista de palabras en euskera y castellano (estilo formal), después tenían que leer un texto periodístico en cada lengua (estilo semiformal) y, por último, debían mantener entre ellos una conversación en euskera y otra en castellano (estilo informal). De cada una de las tres pruebas los investigadores extrajeron doce ocurrencias de cada elemento vocálico [a, e, i, o, u] en contextos bilabiales (2001, 230). Iribar y Túrrez miden «los valores formánticos (F1 y F2) de cada una de las unidades vocálicas» (2001, 230) y comparan los resultados obtenidos del euskera con datos publicados en un estudio sobre el sistema vocálico de esta lengua de Urrutia et al. (1995), y los del castellano con los datos ofrecidos por Quilis (1981), a fin de saber si existen diferencias entre las muestras de cada idioma.61 Otro objetivo era saber si los valores formánticos de las unidades vocálicas en contextos bilabiales eran los mismos en el euskera y el castellano de sus informantes bilingües o si diferían. Según Iribar y Túrrez, el análisis de sus datos muestra que el triángulo vocálico del euskera de ambos hablantes era menos reducido que el del castellano. Este resultado difiere de los obtenidos en los estudios de comparación, cuyos datos muestran que «el triángulo vocálico del euskera es más reducido que el del español» (2001, 234). Los investigadores indican que «los resultados podrían explicarse si se tiene en cuenta que los dos informantes pertenecen a una variedad muy concreta del español (la del País Vasco)» (2001, 234). Recordemos que los datos publicados en Quilis (1981), con los que Iribar y Túrrez (2001) comparan sus resultados, habían procedido de hablantes de otras variedades, es decir, de «una muestra de todo el ámbito hispánico, en la que, además, no había ningún representante de la comunidad lingüística vasca» (2001, 234). Queremos destacar que Iribar y Túrrez consideran a sus informantes como hablantes de «una variedad muy concreta del español (la del País Vasco)» (2001: 234), pero no explican qué entienden por ello y a pesar de que, en aquel entonces, no existía
61 Urrutia [Cárdenas], H[ernan], et al., Las vocales en euskera, Bilbao, Universidad de Deusto, 1995, ápud Iribar y Túrrez (2001, 241) y Quilis, A[ntonio], Fonética acústica de la lengua española, Gredos, Madrid, 1981, ápud Iribar y Túrrez (2001, 241).
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2 Estudios sobre el castellano en el País Vasco
una clasificación de las variedades del castellano hablado en el País Vasco, es decir, todavía no se había delimitado teóricamente quiénes son los hablantes de dicha variedad, cuáles son sus características, etc. Las conclusiones a las que llegan Iribar y Túrrez en su trabajo son provisionales, dado que su muestra es muy pequeña (2001, 241). Advierten que las «diferencias entre el vocalismo vasco y el español de los informantes bilingües» (2001, 240) no son muy grandes, aunque en ambos informantes puede observarse una tendencia a la reducción del triángulo vocálico de ambas lenguas en comparación con los resultados publicados en Quilis (1981) y Urrutia et al. (1995). En efecto, los análisis realizados sobre la base de datos orales demuestran que «el sistema vocálico de los dos informantes en las dos lenguas es básicamente el mismo» (Iribar/Túrrez 2001, 240). Para Iribar y Túrrez, el estilo, o bien el grado de formalidad, constituye un factor importante: los autores opinan que su reducción lleva también a una «reducción del triángulo vocálico» (2001, 240). Los diferentes estilos analizados —formal, semiformal e informal— son distinguibles gracias a la tendencia reductora observada, aunque, en algunas ocasiones, los estilos semiformal e informal pueden agruparse dentro de un estilo no formal, en oposición a un estilo formal. Iribar y Túrrez destacan, además, que los factores extralingüísticos, la lengua de uso y la lengua materna, parecían estar relacionados con la tendencia reductora, siendo esta más acusada en euskera. En cuanto a los factores lingüísticos, Iribar y Túrrez subrayan que la reducción «tiende a ser mayor en las distancias intervocálicas más largas» (2001, 240) y que «se produce regularmente en el eje de localización, pero no en el de apertura» (2001, 241). Por otro lado, la reducción es mayor en la «rama» anterior donde es, además, regular en comparación con la posterior, donde se producen excepciones (2001, 241). Según dicen, estas desigualdades «parecen estar, además, asociadas a la variable lengua de uso, puesto que en español se reducen de manera similar los dos ejes del triángulo, mientras que en euskera se reduce más el eje de abertura que el de localización» (2001, 241).
2.4.6 Miren Lourdes Oñederra (2002 y 2004) En sus dos artículos de 2002 y 2004, Oñederra describe cualitativamente diversos fenómenos fonéticos, aspectos relacionados con la pronunciación y la entonación, fenómenos morfosintácticos y fenómenos léxicos, distinguiendo entre el «[p]réstamo directo de elementos nominales» (Oñederra 2002, 264) y las «[t]raducciones directas (calcos) de verbos y construcciones verbales» (2002, 264). Como dice, se trata principalmente, de diferentes «clases de trasvase lingüístico» (2002, 264), pero también de interferencias del euskera en el castellano. Las primeras pueden
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ser, por ejemplo «de estructuración morfosintáctica» (2002, 265) mientras que la prosodia sería, tal vez, «el asunto más importante, básico para otros componentes y el que posiblemente muestra la interferencia [del euskera] más fuerte» (2002, 271). Ahora bien, reconoce que no todos los fenómenos pueden ser explicados como trasvases o interferencias del euskera (Oñederra 2002; 2004). Basa sus reflexiones y explicaciones en «datos reales extraídos del habla espontánea de hablantes de San Sebastián. En términos generales, se trata de hablantes no analfabetos al menos en castellano, de edades comprendidas entre los treinta y los sesenta años aproximadamente» (Oñederra 2002, 263). En una nota a pie de página explica que una parte de los datos procede de unos «años de recogida de material del habla espontánea (algunos ejemplos se han obtenido en el proceso del proyecto de investigación ‹Archivo [de Textos Orales para un Estudio Fonético-Dialectológico de la Lengua Vasca]›) […]» (2002, 263, nota *). En la segunda publicación, Oñederra (2004) señala que su corpus oral consiste, como en el caso de Torres Garoña (1993), en datos procedentes de «conversaciones espontáneas de la calle y en los medios de comunicación», afirmando a continuación que «[l]os ejemplos citados son reales y han sido recogidos del habla espontánea de la calle (mayormente, aunque no exclusivamente, en San Sebastián) y de los medios de comunicación (fundamentalmente radio y televisión)» (Oñederra 2004, 1104). Los emisores de los datos recogidos fueron «hablantes urbanos que tienen un mínimo nivel de instrucción en español básico, medio o superior» (2004, 1104). Resulta llamativo que la propia Oñederra destaque, de forma explícita, que sus datos no permiten más que una conclusión precaria (2004, 1104) —«es cierto que, cuantitativamente y cualitativamente, el material del que disponemos es escaso […]» (2004, 1109)—, por lo que sus datos no son fiables ni poseen un gran valor informativo en cuanto a la ocurrencia de los fenómenos en cuestión en los diferentes grupos de hablantes existentes en la sociedad vasca. Esto se debe a que no pueden ser atribuidos a personas determinadas con competencias lingüísticas concretas, un origen geográfico y lingüístico específico, pertenecientes a un determinado grupo social, de edad, de sexo, etc. Tampoco es posible determinar si los informantes eran de origen vasco, en el sentido de ‘oriundo de la CAV’, si procedían de Nafarroa/Navarra, si adquirieron el euskera a pesar de ser de fuera, etc. Subrayamos este hecho porque Oñederra señala que algunos fenómenos pueden ser «hallados en registros formales de hablantes cultos bilingües» (2002, 265) o que son de «gran productividad en zonas y grupos de muy distinta densidad vascófona» (2002, 265). Estas afirmaciones contradicen lo que la propia Oñederra señala repetidamente al inicio de su artículo: que sus datos proceden «del habla espontánea» (2002, 263), habitualmente considerada poco formal (cf. al respecto Etxebarria Arostegui 2000).
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Tampoco queda claro si había recogido los datos sobre las características sociales de los informantes: si los datos orales fueron recogidos en los medios de comunicación (televisión, radio, etc.) o en la calle, ¿cómo es posible que conociera la procedencia de los informantes, de quienes dice que proceden mayoritariamente de Donostia-San Sebastián y no de otra zona? ¿Cómo pudo conocer su edad, su nivel de instrucción o sus competencias lingüísticas? Es posible conocer estos datos fácilmente en el caso de los hablantes que participaron en su proyecto sobre el euskera, pero, ¿cómo los averiguó en el caso de las demás personasinformantes? Por ello, llama la atención que Oñederra clasifique los fenómenos descritos por ella como pertenecientes, en general, «al habla de zona vasca» (2004, 1107) o «del castellano de la zona vasca» (2004, 1107), explicando que emplea el término castellano para referirse a «la variedad del español hablado en la zona que llamaré, de modo sin duda demasiado general, vasca» (2004, 1104). A pesar de la precariedad de sus datos, queremos hacer hincapié en un aspecto importante, destacado por la misma Oñederra (2002): para realizar una clasificación de los hablantes del castellano de la zona vasca deben tenerse en cuenta diferentes criterios, algo que, como hemos demostrado, apenas se había tomado en consideración hasta entonces. La autora subraya que «[d]esde luego y aunque habría que diferenciar zonas urbanas de rurales, la situación es bastante distinta de la que hace no tantos años describía Ana M.a Echaide (1968) en Orio» (2002, 270). Refiriéndose a la fonología, señala que «[e]ntre los criterios de clasificación de los hablantes, destaca el de la edad por el concurridísimo cruce y superposición de factores que las generaciones ahora coexistentes ofrecen en lo referentes a cuestiones tan fundamentales para el tema que nos ocupa como grado de alfabetización en una lengua u otra, proporción de competencia en una o ambas, etc.» (Oñederra 2002, 270).
Es decir que, a pesar de hablar de manera generalizadora «del castellano de la zona vasca» como si fuese un bloque monolítico, sí reconoce la existencia de diferentes grupos de hablantes, así como la necesidad de clasificarlos en subgrupos, aun siendo todos ellos hablantes del castellano en el País Vasco. En nuestra opinión, esto apunta, una vez más, a la existencia de diferentes variedades del castellano hablado en el País Vasco. Oñederra así lo indica, estableciendo como vías de trabajo que «[h]ay datos altamente ilustrativos no sólo de mayores, cuyas producciones lingüísticas tanto en euskera como en castellano habría que recoger y estudiar con cierta urgencia. Existen también datos de niños (desde las primeras fases de la adquisición hasta los 10–11 años, por ejemplo) cuyo castellano se podría clasificar como euskera traducido y que construirían un importante campo de trabajo lingüístico, esclarecedor sin duda en lo referente a las características fundamentales de una y otra lengua» (Oñederra 2002, 269).
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Atendiendo a sus citas podemos concluir que existen, por lo menos, dos variedades del castellano hablado en el País Vasco: el castellano de la zona vasca, en general, y el euskera traducido, en particular, siendo este último un castellano usado por personas mayores y menores de edad bilingües. A ello se suman, según la autora, «los distintos grados de interferencia en los distintos registros de habla y entre las distintas clases de hablantes» (2002, 269), aspectos que, a nuestro parecer, confirman nuestra hipótesis de la existencia de diferentes variedades del castellano en el País Vasco.
2.4.7 Carolina González (2002, 2006a, 2006b y 2008) En su artículo, González (2002) publica los resultados de su estudio fonético, realizado a partir de un corpus de datos orales. Analiza la pronunciación de las consonantes oclusivas sonoras insertadas en una serie de palabras inventadas por la investigadora, cuya coda contiene /b, d, g/ en diferentes posiciones. El objetivo es analizar su duración, sonoridad y fricación en esta posición. Sus nueve informantes —tres castellanohablantes de Madrid y seis castellanohablantes monolingües del País Vasco sin competencias en euskera (2002, 20)— tenían que leer la oración «Se llama ___», introduciendo las palabras inventadas (2002, 19). Los nueve eran hablantes de lo que la autora denomina North-Central Peninsular Spanish (González 2002, 17), expresión que queda, sin embargo, sin definición.62 La autora indica claramente que una parte de sus informantes son hablantes de lo que denomina Northern Spanish (2002, 20) ‘español norteño o septentrional’ o Northern dialect (2002, 21) ‘dialecto norteño o septentrional’ —expresiones que tampoco explica—, mientras que la otra parte procede de Madrid, es decir, son hablantes del Central dialect (2002, 21) ‘dialecto central’, que tampoco define. Tampoco señala de qué parte del País Vasco proceden sus informantes exactamente, por lo que es de suponer que, para ella, solo existe una única variedad del castellano en la zona. Partiendo de esta composición de informantes puede deducirse que tanto los hablantes de la CAV como los de la Comunidad Autónoma de Madrid pertenecen a la categoría North-Central Peninsular Spanish. La autora concluye que se puede constatar una diferencia en cuanto a la fricación de la coda entre los hablantes de las dos variedades confrontadas. En un trabajo posterior, González habla del «Northern dialect, or Basque Spanish (the dialect of Spanish spoken in the Basque Country)» (2006a, 410). No
62 González no indica en ninguno de sus artículos de 2002, 2006a, 2006b y 2008 de dónde procede la denominación Northern-Central Peninsular Spanish.
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diferencia entre posibles subvariedades dentro del Basque Spanish. Considera más bien que Northern dialect y Basque Spanish son denominaciones equivalentes. En lo que respecta al North-Central Peninsular Spanish (González 2008, 170, nota 2), sí señala que se trata del castellano hablado «heard in areas of NorthCentral Spain, including parts of Castile, La Rioja, Asturias, Cantabria and the Basque Country» (2008, 170). En González (2006a), aborda el mismo tema de 2002, partiendo de los datos de entonces (González 2002), pero dentro del marco teórico de la Optimality Theory.63 En otro de sus estudios, González (2006b) se basa en datos procedentes de seis mujeres de la zona del Gran Bilbao (Bizkaia), de entre diecinueve y cuarenta y nueve años. En este estudio analiza únicamente la /d/ en posición final de palabra, en concreto, su «duración, sonoridad y modo de articulación» (2006b, 90). En González (2008), analiza la asimilación y la disimilación de /k/ en la sílaba final en el North-Central Spanish, observando diferentes realizaciones de este fonema. Para este último análisis parte de datos escritos procedentes de Internet y de la diferenciación en la pronunciación de este fonema señalada por Hualde (2005). Llama la atención que ninguno de estos estudios (González 2002; 2006a; 2006b; 2008) considere los resultados de otros estudios empíricos previos sobre fonética en el País Vasco, como los de Echaide (1968), Zárate (1976), Túrrez Aguirrezabal (1988) o Etxebarria Arostegui (2000).
2.4.8 Gorka Elordieta (2003) y Nagore Calleja Azpiazu (2004) Otro ámbito fonético que ha generado interés últimamente es el suprasegmental de la entonación, si bien es un área todavía poco tratada. En su artículo, Elordieta (2003) presenta los resultados de un estudio sobre la entonación de cuatro mujeres procedentes de Lekeitio (Bizkaia), de entre treinta y cuarenta y un años (2003, 76), bilingües euskera-castellano, cuya lengua dominante y habitual era el euskera (2003, 93). Según Elordieta se trataba de hablantes de «the variety of Castilian Spanish spoken in the Basque Country» (2003, 67) y del «North Bizkaian Basque» (2003, 67) sin que el autor entrara en más detalles sobre la delimitación de estas variedades. Su estudio empírico aplica la metodología de Face (2002)64:
63 González (2006a) indica que el artículo constituye el cuarto capítulo de su tesis doctoral, leída en 2003 pero no publicada: González, Carolina, The effect of stress and foot structure in consonantal patterns, Los Angeles, University of Southern California, 2003 (tesis doctoral inédita), ápud González (2006a: 434). 64 Face, Timothy, Intonatinal Marking of Contrastive Fokus in Madrid Spanish, Berlin, Lincom Europa, 2002, ápud Elordieta (2003, 94).
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Elordieta (2003, 75) emplea las mismas oraciones que Face (2002) en su Corpus #2, a fin de obtener datos comparables, y mostrar que la entonación del castellano de Lekeitio en oraciones declarativas neutras difiere de la constatada por Face (2002) en castellanohablantes monolingües de Madrid. Elordieta parte de la hipótesis de que la entonación de los hablantes del castellano de Lekeitio puede estar influida por la variedad del euskera hablada en la zona. Analiza el alineamiento de los acentos a través de sonogramas y comprueba que la acentuación difiere entre las dos variedades del castellano de Lekeitio y de Madrid, aunque tampoco concuerdan con el alineamiento de los acentos en la variedad del euskera hablado en Lekeitio (Elordieta 2003: 93). Calleja Azpiazu (2004) realiza otro estudio empírico, partiendo igualmente de los resultados de Face (2002) sobre el alineamiento de los acentos en el castellano de Madrid y de los datos de Elordieta (2003) procedentes de Lekeitio (Bizkaia). En concreto, Calleja Azpiazu analiza el habla de dos castellanohablantes monolingües y un bilingüe euskera-castellano con predominio del castellano, los tres residentes en y nativos de Vitoria-Gasteiz, Araba/Álava (2004, 42). Su objetivo es determinar si la prosodia, el alineamiento y la entonación de estos hablantes concuerdan o no con los resultados obtenidos en Lekeitio y Madrid (2004, 42). La autora llega a la conclusión de que el alineamiento de los acentos en el castellano de Vitoria se asemeja al de Madrid y al de Lekeitio (2004, 42, 60–61), si bien el hecho de que diverja de este último en algunos aspectos demuestra que existen «al menos dos variedades entonativas dentro del castellano del País Vasco» (2004, 60). Destaca que deberían examinarse ciertas características extralingüísticas, a fin de conocer las variedades existentes: «Resta investigar si estas dos variedades se corresponden con la variedad de los hablantes con lengua nativa el [sic] castellano versus la de los hablantes con lengua nativa el [sic] euskera, o si incluso dentro de estos dos grupos hay varias variedades de acuerdo a la procedencia geográfica de los hablantes o a la variedad dialectal del euskera en cada caso» (Calleja Azpiazu 2004, 60).
Si bien tanto la base de datos del trabajo de Elordieta (2003) como la de Calleja Azpiazu (2004) son muy pequeñas y sus resultados, por tanto, generan dudas. La conclusión de Calleja Azpiazu (2004), resaltada otra vez en un artículo común y comparativo de ambos autores (Calleja Azpiazu/Elordieta 2005), resulta de gran importancia, a nuestro entender, sobre todo si tenemos en cuenta que hasta ese momento nadie había intentado elaborar una clasificación del castellano hablado en el País Vasco. Como hemos visto anteriormente, solía hablarse de una sola variedad Basque Spanish o castellano del País Vasco —como en el caso de Landa (1995) o de Fernández-Ordóñez (1994; 1999)—, a pesar de que es posible y probable que existan diferentes variedades del castellano en la CAV. El hecho de
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que Calleja Azpiazu (2004, 60) y Calleja Azpiazu y Elordieta (2005, 435) resalten que es probable que haya un tipo de microvariación en la zona del País Vasco, o bien que existan variantes en el alineamiento acentual, es un importante punto de partida para confirmar la existencia de diferentes variedades del castellano hablado en el País Vasco.
2.4.9 Enrique Pato (2004) En su tesis doctoral, Pato (2004) se ocupa de la sustitución del imperfecto y pluscuamperfecto de subjuntivo por el condicional y el imperfecto de indicativo en el castellano septentrional. La intención de su estudio sociolingüístico-variacional cuantitativo (análisis bivariado y multivariado) y cualitativo, basado en el COSER (Fernández-Ordóñez 1992–2012; cf. 2.3.2.11), es delimitar de forma sistemática las isoglosas del fenómeno en el castellano septentrional (Pato 2004, 104–151) y determinar las variables extralingüísticas (sociales) e intralingüísticas que provocan la ocurrencia del fenómeno estudiado, descrito a menudo como característico de la zona vasca. Se trata de un estudio del castellano hablado por hablantes procedentes de zonas rurales del País Vasco; el primero, en realidad, que se ocupa exclusivamente de este aspecto en el habla oral de la población rural, aun cuando el fenómeno ya hubiera sido estudiado y destacado en Echaide (1968), Urrutia Cárdenas (1988), Rodríguez Llopis (1997), Fernández Ulloa (1996; 1997; 2001a), Etxebarria Arostegui (2000), Fernández Ulloa y Portillo Mayorga (2000; 2001), Portillo Mayorga y Fernández Ulloa (2003) y Oñederra (2002; 2004). Basándose en los datos del COSER, Pato (2004) estudia el fenómeno en informantes procedentes de trescientos cincuenta y dos pueblos, repartidos por Asturias, Burgos, Castilla, Cantabria, Nafarroa/Navarra y el País Vasco, áreas que aparentemente forman parte del castellano septentrional (2004, 1). No obstante, no da ninguna explicación acerca de esta expresión. En lo que al País Vasco se refiere, cuenta con un total de sesenta y siete informantes (veintidós de Araba/ Álava, treinta de Bizkaia y quince de Gipuzkoa), procedentes de treinta y seis lugares distintos (doce de Araba/Álava, quince de Bizkaia y nueve de Gipuzkoa) (2004, 78–79), algunos de los cuales (cuatro en Araba/Álava y uno en Bizkaia) ya habían sido estudiados en el ALPI (2004, 130, cf. también Heap 2011).65 Los informantes de la CAV proceden tanto de zonas predominantemente euskeraha65 De hecho, Pato (2004) compara las ocurrencias de la sustitución en los datos del COSER (Fernández-Ordóñez 1992–2012) con los datos del ALPI con el fin de señalar la continuidad y la ruptura en la presencia de la sustitución del imperfecto y pluscuamperfecto de subjuntivo por el condicional y el imperfecto de indicativo.
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blantes como de zonas predominantemente castellanohablantes. Esto significa que se incluyen individuos castellanohablantes monolingües así como algunos bilingües euskera-castellano. Pato (2004, 263–264) indica haber encontrado porcentajes de sustitución mucho menores en aquellos lugares en los que los informantes declararon, a lo largo de la entrevista, ser hablantes bilingües, a saber: Atxondo (o Apatamonasterio; tres individuos), Ermua (un individuo), Ispaster (tres individuos), y Lekeitio (un individuo) en la parte occidental de Bizkaia, y Meagas en Gipuzkoa (dos individuos). En total, de los sesenta y siete informantes solo diez resultaron ser bilingües euskera-castellano. Pato puede comprobar, a partir de un total de 3.588 casos documentados que no están repartidos de forma igualitaria, que a «la máxima extensión de la isoglosa de este modo, quedan englobadas por ella, pues, las zonas siguientes del área septentrional: toda La Rioja, la mayor parte de Navarra, el País Vasco, Cantabria, Burgos y Palencia» (2004, 106). Es decir, que estas son las zonas dentro del área septentrional en las que se da la sustitución del subjuntivo, aunque, como ya hemos indicado, en las zonas bilingües del País Vasco no se da de forma generalizada. Pato establece cuatro zonas según la frecuencia de uso o bien «según el porcentaje de sustitución alcanzado» (2004, 137–144) diferenciando cuatro niveles de sustitución (100–75%, 75–50%, 50–25% y 25–0%). También crea grupos en función de la presencia del fenómeno de la sustitución en todos los contextos sintácticos posibles en que puede darse. En cuanto al País Vasco podemos observar que hay cinco lugares en los que no se da ninguna sustitución: Murua (Araba/Álava), Ermua y Lekeitio (Bizkaia), y Beasain y Meagas (Gipuzkoa), siendo los cuatro últimos lugares predominantemente euskerahablantes. Ello es de suma importancia, pues la sustitución suele considerarse un fenómeno característico del castellano (hablado) del País Vasco y, a menudo, resultado del contacto lingüístico (cf. 5.3.6.2).
2.4.10 AMPER-Eusk (desde 2005) En el ámbito de la fonética suprasegmental contamos con otro proyecto basado en datos procedentes de informantes de la CAV y Nafarroa/Navarra: AMPER-Eusk (Elejabeitia/Iribar/Pagola 2005; 2007; 2008, así como Elejabeitia et al. 2006), que forma parte del proyecto más global Atlas Multimedia de Prosodia del Espacio Románico (AMPER). El objetivo de AMPER-Eusk es averiguar la entonación en oraciones afirmativas, negativas e interrogativas con y sin cópula. Las oraciones son leídas por informantes bilingües castellano-euskera y por castellanohablantes monolingües, procedentes tanto del ámbito rural como del ámbito urbano de las tres provincias de la CAV y de la zona sur y norte de Nafarroa/Navarra; esto es,
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de las zonas que conforman el proyecto AMPER-Eusk. Los artículos de Elejabeitia, Iribar y Pagola (2005; 2007; 2008) y de Elejabeitia et al. (2006) resumen los primeros resultados de este proyecto. Elejabeitia, Iribar y Pagola (2005; 2007) realizan pruebas adicionales de audición con estudiantes de diferentes carreras y diferentes competencias lingüísticas de la Universidad de Deusto: hablantes bilingües castellano-euskera (2005), bilingües castellano-euskera, castellanohablantes monolingües y castellanohablantes monolingües no nativos de la zona (2007). Llama la atención que los resultados publicados hasta la actualidad procedan de muy pocos informantes, todos mujeres. El trabajo de Elejabeitia, Iribar y Pagola (2005) se basa en datos procedentes de solo dos informantes de Bizkaia: una mujer bilingüe euskera-castellano del ámbito rural de Markina-Xemein y una castellanohablante monolingüe del área urbana de Bilbao. En el caso de Elejabeitia et al. (2006), los autores se sirven de los datos de una sola informante del ámbito urbano de Vitoria-Gasteiz (Araba/Álava). En el estudio de Elejabeitia, Iribar y Pagola (2007) sobre la prosodia en Araba/Álava, también se tiene en cuenta a dos informantes: una mujer bilingüe del ámbito rural de Ibarra-Aramaio y otra castellanohablante monolingüe del ámbito urbano de Vitoria-Gasteiz. En el artículo de Elejabeitia, Iribar y Pagola (2008, 147) los datos proceden de tres mujeres castellanohablantes monolingües, oriundas de las tres capitales vascas, que tenían entre treinta y cincuenta años. A nuestro entender, el escaso número de entrevistas realizadas hasta la actualidad impide sacar conclusiones precisas acerca de la prosodia y la entonación de los hablantes del castellano en el País Vasco en general. No obstante, los resultados obtenidos y publicados, así como las comparaciones realizadas entre los diferentes hablantes hasta la actualidad se pueden considerar como primeros puntos de orientación a la hora de describir lo que García Mouton (1996) calificaba como la «entonación inconfundible» (1996, 53) de los hablantes vascos. No olvidemos, tampoco, que se trata de un proyecto en curso, por lo cual los resultados obtenidos hasta la actualidad deben considerarse provisionales.
2.4.11 ESCA (desde 2005) Otro proyecto en curso se centra en el ámbito de la fonética, concretamente en la caracterización fonética del seseo vasco o de la /s/ vizcaína (Iribar et al. 2007; Iribar Ibabe/Isasi Martínez 2008; Isasi Martínez/Iribar Ibabe/Moral del Hoyo 2009; Ramírez Luengo/Iribar Ibabe/Isasi Martínez 2010; Isasi Martínez et al. 2011). El grupo investigador ESCA estudia el empleo de la [s] predorsal, que corresponde a la grafía en euskera, y de la [s̺] apical, que corresponde a la
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grafía en euskera, partiendo de la base de datos orales del castellano hablado en la zona de contacto con el euskera.66 En el caso del seseo vasco se trata del uso de la [s] predorsal en aquellos contextos en los que se pronuncia una [θ] interdental en las zonas no-seseantes, esto es, las combinaciones grafemáticas , y , , , cuya pronunciación interdental coincide con la norma prescriptiva de la pronunciación en castellano. El seseo vasco es, según Iribar et al. (2007, 389), un fenómeno que puede detectarse ya en documentos medievales y tardomedievales del ámbito vizcaíno,67 aunque los investigadores afirman que aún es posible documentarlo en un cierto tipo de hablantes en la actualidad. Para demostrarlo, recogen datos de la lengua hablada mediante grabaciones en euskera y castellano con individuos de entre cincuenta y ocho y ochenta y cinco años, bilingües de euskera-castellano con predominio del euskera, porque se supone que el seseo vasco se debe a una influencia del euskera en estos hablantes (Iribar Ibabe/Isasi Martínez 2008, 245). Los informantes pertenecen a un nivel sociocultural bajo y proceden del ámbito rural. Las grabaciones se realizan en un registro de habla no formal. La investigación se lleva a cabo en las provincias de la CAV y en los territorios vascohablantes de Nafarroa/Navarra, a fin de proporcionar una caracterización fonética del seseo vasco más precisa. Los resultados del estudio obtenidos hasta la fecha se han publicado en los artículos antes mencionados. Como se señala en ellos (Iribar et al. 2007, 397; Iribar Ibabe/Isasi Martínez 2008, 246–249), se pueden constatar distintas formas del seseo en los diferentes informantes. Es decir, se detectan varios modelos en cuanto al empleo de la [s̺] apical y la [s] predorsal en los informantes de Erezil, Lekeitio, y Bermeo. Uno de los resultados más interesantes es probablemente el hecho de que la ocurrencia de la [s] seseante en castellano, es decir, el seseo vasco, aparece limitado a un cierto tipo de informantes. Estos son «por extensión, los individuos bilingües con claro predominio de euskera» (Iribar Ibabe/Isasi Martínez 2008, 256). Además, el seseo depende del estado del «proceso de desfonologización que experimenta el subsistema de sibilantes en euskera» (Iribar Ibabe/Isasi Martínez 2008, 256), lo que significa que las diferencias entre las distintas variedades del euskera influyen en la presencia del seseo vasco. Otro
66 La /s/ que encontramos en castellano en palabras como saco [sako], y que suele considerarse la forma «canónica», es una [s̺] fricativa apical (Hualde 2005, 43–44). En la transcripción fonética se utiliza, a menudo, [s] para esta fricativa apical, pero dado que para la transcripción de la [s] predorsal del euskera, que corresponde a la grafía , se suele emplear el mismo signo, optamos por utilizar los signos empleados por Isasi Martínez, Iribar Ibabe y Moral del Hoyo (2009) para diferenciar los dos tipos de /s/ que son [s̺] apical y [s] predorsal. 67 Véanse al respecto los trabajos dedicados al seseo en la documentación medieval y tardomedieval de Isasi Martínez (1999; 2006a) y el artículo de Iribar Ibabe e Isasi Martínez (2008).
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aspecto importante y distintivo del seseo vasco es la pronunciación de una [s] predorsal (Isasi Martínez/Iribar Ibabe/Moral del Hoyo 2009, 215). El corpus que está recogiéndose y ampliándose actualmente se denomina ESCA, y se subdivide en dos partes: ESESCA, para castellano, y ESEUCA, para euskera (Iribar Ibabe/Isasi Martínez 2008, 245). Los datos se están transcribiendo y publicando paulatinamente en la red (cf. Isasi Martínez et al. 2011; Iribar/Isasi/ Túrrez 2012). Como en el caso del proyecto AMPER-Eusk, los artículos publicados hasta la fecha (Iribar et al. 2007; Iribar Ibabe/Isasi Martínez 2008; Isasi Martínez/Iribar Ibabe/Moral del Hoyo 2009; Ramírez Luengo/Iribar Ibabe/Isasi Martínez 2010; Isasi Martínez et al. 2011) describen los resultados obtenidos en las primeras grabaciones que se recogen bajo las siglas ESESCA.68 Recientemente, se han publicado nuevos estudios basados en los datos del ESESCA. Dos de ellos son los de Iribar Ibabe y Túrrez Aguirrezabal (2008; 2010), dedicados a aspectos fonéticos. Se trata de dos análisis de las oclusivas sordas en el castellano de los informantes del ESESCA destinados a caracterizarlos (Iribar Ibabe/Túrrez Aguirrezabal 2010, 156). Los autores buscan determinar si la distribución de estas consonantes es o no similar a la de las oclusivas sordas constatadas en diferentes estudios empíricos realizados con otras variedades del castellano, partiendo de la hipótesis de una influencia del euskera en los informantes bilingües euskera-castellano.69 Para ello estudian la ocurrencia de las oclusivas sordas en el euskera y en el castellano de un varón de ochenta años de Azpeitia (Gipuzkoa), bilingüe euskera-castellano, cuya lengua predominante es el euskera y que posee un nivel bajo de instrucción (Iribar Ibabe/Túrrez Aguirrezabal 2008). En el segundo trabajo (2010), comparan sus datos con los de otro varón de sesenta años de Errezil (Gipuzkoa), igualmente bilingüe euskera-castellano y cuya lengua predominante es también el euskera. Llegan a la conclusión de que «han caracterizado someramente las oclusivas sordas del ámbito vasco-románico, especialmente en lo que atañe a los valores de duración» (Iribar Ibabe/Túrrez Aguirrezabal 2010, 156). Con todo, señalan que deben analizarse más entrevistas, dadas las grandes diferencias detectadas entre ambos informantes. Destacan que los valores de duración observados son mayores en comparación con los datos registrados hasta la actualidad en otras zonas hispanohablantes. Gómez Seibane (2011a; 2011b) también lleva a cabo dos estudios basados en el corpus ESESCA. En el primero (2011a) aborda diversos fenómenos morfosintác68 Véase acerca del seseo vasco en documentos tardomedievales, modernos y en el siglo XIX los trabajos de Isasi Martínez (1999; 2006a). 69 Estos estudios siguen la misma línea investigativa y complementan los trabajos anteriores de Túrrez Aguirrezabal (1988; 1990) e Iribar y Túrrez (2001).
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ticos, como la colocación inmediatamente preverbal de ya, la reduplicación léxica, el uso del condicional en el período hipotético o las particularidades del sistema pronominal de tercera persona, analizando los datos procedentes de dos individuos: uno de Bizkaia y otro de Gipuzkoa. En ambos estudios, Gómez Seibane (2011a; 2011b) muestra un particular interés por la omisión de los pronombres clíticos de tercera persona en función de CD. De ahí que realice un estudio cuantitativo y cualitativo basado en los datos del ESESCA de seis individuos de Bizkaia y Gipuzkoa acerca de la omisión de los pronombres clíticos de tercera persona en función de CD o los denominados objetos nulos (Gómez Seibane 2011b). Como veremos más adelante (cf. 5.3.4.1), este es uno de los temas más tratados en los estudios acerca del castellano en el País Vasco.
2.4.12 Ilpo Kempas (2006) El estudio de Kempas (2006) está dedicado al uso de los tiempos verbales pretérito perfecto simple y pretérito perfecto compuesto en contextos hodiernales (HOD) y prehodiernales (PREH). El autor analiza ambos usos de los dos tiempos verbales indicados en la variedad del castellano argentino hablado en Santiago del Estero, comparándolos con su uso en distintas variedades peninsulares del castellano, entre ellas también el castellano de estudiantes de la Universidad del País Vasco en Vitoria-Gasteiz (Araba/Álava) y en Bilbao (Bizkaia). Como ya hemos visto, los tiempos verbales solo habían sido estudiados previamente por Echaide (1968) y Rodríguez Llopis (1997), si bien también se pueden encontrar datos al respecto en Oñederra (2002; 2004), Urrutia Cárdenas (2006a) y Etxebarria Arostegui (2008). Dado que Kempas solo realizó entrevistas orales en la zona de Andalucía —el resto de «las pruebas se efectuaron mediante un cuestionario» (2006, 141)—, entendemos que se trata más bien de un estudio de la lengua escrita, por lo menos en lo referente a los datos procedentes del País Vasco. Los participantes del estudio en Vitoria eran, en su mayoría, naturales de Gipuzkoa (veinticuatro personas) y de Nafarroa/Navarra (doce personas), aunque algunos procedían también de Bizkaia (ocho personas) y de la propia Araba/Álava (seis personas). Kempas no profundiza en su origen preciso. Cuarenta eran mujeres y diez hombres. Para treinta y nueve de ellos el euskera era «su idioma natal» (2006, 195), es decir, eran hablantes bilingües euskera-castellano, posiblemente con predominio del euskera; once eran castellanohablantes monolingües. Probablemente a causa de la constitución de su muestra de Araba/Álava, en la que prácticamente no participan individuos oriundos de dicha provincia, Kempas opina que «nuestra hipótesis era que el uso del PREH [prehodiernal] del PP [pretérito perfecto] no
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sería típico de Álava sino más bien de la región costera del País Vasco» (2006, 195). En lo que respecta a la muestra de Bilbao, los participantes procedían en su mayoría de la provincia de Bizkaia (sesenta y nueve personas); otros eran de Araba/Álava (cinco personas) o de Nafarroa/Navarra (un persona) (2006, 234). En este caso, Kempas sí da información más precisa, señalando que cuatro informantes procedían de Barakaldo, tres del Valle de Trápaga/Trapagaran y treinta y siete de Bilbao. Del resto de participantes no aporta más datos geográficos. Sesenta de los informantes de Bilbao eran castellanohablantes monolingües, y catorce eran bilingües euskera-castellano cuyo «idioma natal» era el euskera. Kempas (2006, 234) indica, además, que dos participantes no informaron de sus competencias lingüísticas.70 Cincuenta y dos informantes eran mujeres y veinte hombres. Cuatro no indicaron su sexo. Tras analizar la ocurrencia de las formas de pretérito indefinido y pretérito perfecto en ambas muestras y teniendo en cuenta que considera la muestra de Araba/Álava como castellano de la región costera del País Vasco, Kempas llega a la conclusión de que «las tierras costeras del País Vasco no constituyen el foco de ese uso [prehodiernal del pretérito perfecto]» (2006, 237). Ello refuta su hipótesis de que el euskera sea un «factor que favorezca el uso PREH [prehodiernal] del PP [pretérito perfecto] en el español regional del País Vasco» (2006, 239). Concluye, de forma general, que sus datos «reflejan fases diferentes de gramaticalización del PP PREH [pretérito perfecto prehodiernal] en la península y en noroeste de Argentina» (2006, 308). Su estudio muestra que el uso de los dos tiempos verbales surge sobre todo como resultado de diferentes factores intralingüísticos, como la posición del complemento adverbial de tiempo (2006, 310).
2.4.13 Clara Burgo (2008) Solo dos años después aparece el estudio sociolingüístico y variacional-cuantitativo de Burgo (2008) dedicado, como el de Kempas (2006), a la gramaticalización del pretérito perfecto simple y del compuesto, pero centrado únicamente en el castellano de Bilbao.71 Se trata, en concreto, de un análisis del «change from perfect to perfective […] for expressing past events that happened in a time frame that is close to the time of communication since under this condition, there is variation between both forms» (2008, 56). Burgo lleva a cabo su estudio empírico 70 Si bien Kempas (2006, 234) indica que participaron setenta y cinco informantes, la suma del número de los castellanohablantes monolingües (60), los bilingües (14) y los que no indican sus competencias lingüísticas (2) da un total de setenta y seis participantes. 71 Un resumen de los resultados fue publicado en Burgo (2010) y en Burgo (2012).
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partiendo de un corpus de datos orales extraídos de cuarenta y nueve entrevistas con personas que habían vivido, estudiado o trabajado en Bilbao durante la mayor parte de su vida (2008, 71). Ello no significa, sin embargo, que todos los participantes del estudio fueran naturales de Bilbao; ni la procedencia geográfica individual o familiar ni el origen lingüístico individual o familiar eran criterios de selección en este caso. Es probable que los informantes y sus familias procedieran de otras zonas, lo que favorecería la existencia de interferencias de otras variedades del castellano. La muestra de Burgo está formada por informantes pertenecientes a tres generaciones distintas: de dieciocho a treinta y cuatro años; de treinta y cinco a cincuenta y cuatro años; y mayores de cincuenta y cinco años. Participaron tanto mujeres como hombres —aunque la autora no señala su proporción—, pertenecientes a tres clases sociales diferentes: «upper working class, lower middle class and middle middle class» (2008, 71). Cada entrevista duró aproximadamente cuarenta y cinco minutos y mantuvo un estilo narrativo. Burgo detectó diferencias en el uso de los dos tiempos verbales examinados —el pretérito perfecto simple y el compuesto—, así como entre los diferentes grupos de edad. Señala en su estudio cuantitativo que estas diferencias son atribuibles por una parte a determinados factores intralingüísticos, como referencia temporal, persona y número, modo, etc. (2008, 151), y por otra a factores extralingüísticos, principalmente la edad (2008, 152). En vista de ello, la autora afirma: «Therefore, evidence for the fact that the PP [present perfect] is undergoing an actual change in progress can now be claimed» (2008, 152).
2.4.14 Bruno Camus Bergareche (2011a, 2011b y 2011c) Camus Bergareche (2011a; 2011b; 2011c) es uno de los investigadores que se dedican al estudio del castellano en el País Vasco en la actualidad. En su trabajo más reciente (2011c) ofrece una descripción de las características del castellano de Donostia-San Sebastián, basada en sus propias observaciones de diferentes fenómenos, ya destacados en algunos de los estudios previamente señalados.72 La descripción se acompaña de una explicación acerca del desarrollo del castellano donostiarra (2011c). El objetivo principal de este trabajo es, como indica el autor, «sentar las bases y definir las tareas de una investigación […] cuyo fin
72 Véase también el trabajo de Camus Bergareche y Gómez Seibane (2010) donde describen la historia del contacto lingüístico en la ciudad de Donostia-San Sebastián en el siglo XIX , así como las particularidades lingüísticas descubiertas en documentos escritos de aquella época.
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último es definir en detalle las características lingüísticas diferenciales del español usado por la población castellanoparlante de San Sebastián» (2011c, 60). El estudio aborda, al igual que los trabajos de Echaide (1968) o Zárate (1976), particularidades de los diferentes planos lingüísticos: léxico, sintáctico y fonético. Debe considerarse como el primer paso hacia una investigación más profunda de una variedad del castellano en el País Vasco, aunque aún carece de una base empírica propia de datos orales y contemporáneos. Camus Bergareche también ha presentado dos estudios acerca de un fenómeno que denomina «modalización de la perífrasis con soler» (2011a, 135; 2011b; mencionado también en 2011c). Para su descripción, el autor examina datos orales de diferentes fuentes, a saber: dos entrevistas del COSER publicadas en Internet (Fernández-Ordóñez 1992–2012) realizadas a dos mujeres, oriundas una de Leitza (Nafarroa/Navarra) y otra de Aulesti (Bizkaia), ambas bilingües euskeracastellano, con el euskera como lengua dominante. Camus Bergareche (2011a; 2011b) se sirve, además, de un ejemplo dado por Oñederra (2004) cuyos datos son, como ya indicamos anteriormente (cf. 2.4.6), difícilmente clasificables como donostiarras, pues fueron recogidos en bares, en la calle, etc., y porque la autora no proporciona (y obviamente no puede proporcionar) informaciones sociolingüísticos acerca de los informantes. Por último, Camus Bergareche documenta el uso modalizado de la perífrasis soler + infinitivo en el castellano del cocinero Karlos Arguiñano, cuya lengua observa durante la moderación de un programa de televisión (2011a, 126).73 Camus Bergareche busca la modalización de la perífrasis soler + infinitivo también en varios artículos periodísticos, cuyos autores escriben en castellano en la versión digital del Diario Vasco, periódico regional de la provincia de Gipuzkoa.74 Evalúa las ediciones aparecidas entre el 1 de julio y el 12 de septiembre y entre el 14 y el 21 de septiembre de 2009 (Camus Bergareche 2011a, 125 y 132), así como las publicadas entre el 1 de septiembre y el 20 de octubre de 2010 (Camus Bergareche 2011b, 144). Entre sus ejemplos incluye también algunos datos procedentes de la versión digital de El Correo, diario vizcaíno del mismo grupo editorial. Sin embargo, Camus Bergareche (2011a, 125) advierte que, en el caso de El Correo, todas las ocurrencias proceden del mismo autor, el sociólogo Joseba Arregi, también de origen guipuzcoano.75 El hecho de que Camus Bergareche (2011a, 125) destaque que en El Correo no pudo encontrar otras muestras del uso modalizado de la perífrasis soler + infinitivo alimenta la hipótesis de la existencia 73 Arguiñano es natural del municipio de Beasain (Gipuzkoa) (Arguiñano 2012). 74 Echenique Elizondo (1986) y Torres Garoña (1993) se basaron en las versiones impresas. 75 Joseba Arregi Aranburu es oriundo del municipio guipuzcoano de Andoain (Arregi Aranburu 2011).
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de diferentes variedades diatópicas del castellano en el País Vasco y de la ausencia de la modalización de la perífrasis soler + infinitivo en algunas de ellas. Camus Bergareche (2011a, 144) señala haber encontrado este uso en la población castellanohablante monolingüe de Donostia-San Sebastián, pero no proporciona datos lingüísticos procedentes de estos hablantes en ninguno de sus artículos sobre este tema (2011a; 2011b). Los datos que presenta de los castellanohablantes monolingües oriundos de Donostia-San Sebastián son juicios de aceptabilidad procedentes de «algunos cuestionarios informales con ejemplos de oraciones que contienen la perífrasis soler + infinitivo en perfecto compuesto» (2011a, 126), que también habían sido completados por informantes de Madrid, a fin de confirmar si las construcciones eran aceptables o no para los informantes de los dos grupos (2011b, 125–126 y 135). Camus Bergareche no ofrece datos sociolingüísticos de los informantes. Queremos destacar dos aspectos importantes, uno relacionado con el corpus de datos escritos en el que se basa Camus Bergareche (2011a; 2011b) y otro que atañe a la evaluación del fenómeno. En cuanto al primero, debe tomarse en consideración que los datos de la prensa pueden haber sido corregidos por otra persona, por lo que el uso modalizado de soler + infinitivo no es necesariamente imputable al autor. Además, no siempre es posible saber si el autor de un artículo periodístico es castellanohablante monolingüe o bilingüe castellano-euskera, euskera-castellano o castellano-otra lengua, ni qué idioma predomina en su caso, aunque escriba en castellano, si bien esto se puede averiguar hoy más fácilmente y en ciertos casos las competencias lingüísticas son conocidas. No olvidemos que la competencia lingüística del autor puede influir en su forma de expresarse así como en la presencia o ausencia de determinados fenómenos lingüísticos. En lo que respecta a la evaluación de la modalización de la perífrasis soler + infinitivo (Camus Bergareche 2011a; 2011b), puede observarse que se trata de un fenómeno aún no estudiado en todo el País Vasco, es decir, en las diferentes variedades de castellano hablado en esta comunidad (cf. 5.4.2.1). A pesar de ello, el autor clasifica este fenómeno como una particularidad del «castellano del País Vasco» (2011a, 120), aunque luego matiza esta afirmación en sus explicaciones, indicando que se trata más bien de una característica del «castellano de San Sebastián y su entorno territorial» (2011a, 126). Asimismo, especifica que es un fenómeno disponible «tanto para el castellano no nativo de los vascófonos como en el nativo de una parte de los castellanohablantes vascos» (2011a, 135). A pesar de esta delimitación de la ocurrencia de la modalización, Camus Bergareche (2011b) vuelve a caracterizarla como particularidad del «castellano del País Vasco» (2011b, 142) o de aquel de «muchos hispanohablantes vascos» (2011b, 154), procedimiento no exento de dudas, dada la escasez de datos empíricos procedentes de la lengua hablada —no dispone de datos de hablantes
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de Araba/Álava y apenas tiene muestras del fenómeno en Bizkaia y Gipuzkoa— ,y el problema que hemos indicado en cuanto a los datos procedentes de ediciones digitales (prensa en Internet). A ello se suma que Camus Bergareche no explica lo que entiende por castellano del País Vasco. No sabemos si considera que se trata de una o de varias variedades del castellano. En vista de los pocos ejemplos documentados en El Correo de Bizkaia se impone, además, la pregunta de si es un fenómeno marcado o no diatópica o diastráticamente, aspecto que Camus Bergareche no aborda. Cabe destacar que junto a los trabajos de Rodríguez Llopis (1997), Etxebarria Arostegui (2000), Fernández Ulloa (2001a), Fernández Ulloa y Portillo Mayorga (2001), Pato (2004), Kempas (2006) y Burgo (2008), así como los respectivos apartados en Echaide (1968), Zárate (1976) y Urrutia Cárdenas, los artículos de Camus Bergareche (2011a; 2011b; 2011c) contribuyen a engrosar los estudios sobre temas relacionados con el aspecto verbal en el castellano en el País Vasco, tal como señalamos en Paasch (2012).
2.5 Resumen A modo de resumen podemos aseverar que existen algunos aspectos centrales en el estudio del castellano hablado y escrito en el País Vasco y de sus particularidades lingüísticas. Son tres que deben destacarse: el geográfico, el temático y el teórico. En general, puede afirmarse que el número de estudios acerca de este tema es escaso. La situación se caracteriza, sobre todo, por una abundancia de estudios empíricos realizados en diferentes lugares de Bizkaia. La mayoría de los estudios se realizaron en Bilbao y su entorno más cercano, y en las zonas de Bermeo, Gernika y Lekeitio, siendo menos estudiadas o marginalmente atendidas aquellas zonas o municipios que se encuentran en Enkarterriak, en la margen izquierda de la ría del Nervión (Barakaldo, Sestao, Portugalete, etc.), en las afueras de Bilbao (Getxo o Leioa), o en el interior de la provincia (Durangaldea, Markina-Xemein o Zeberio). El número de trabajos es, asimismo, notablemente más reducido en el caso de las provincias de Araba/Álava, si bien el número de estudios dedicados a esta provincia ha crecido últimamente. En cuanto a los trabajos que recogen datos procedentes de más de una provincia cabe destacar los estudios del ALPI, el de Fernández-Ordóñez (1994) o el de Pato (2004), cuyos datos forman parte del COSER, y, más recientemente, los del grupo AMPER-Eusk y el grupo ESCA, cuyos análisis se basan en datos procedentes de informantes oriundos de distintos lugares de las provincias de la CAV (y de Navarra). En lo referente al método de sistematización de datos, hay que señalar que no todos los estudios recogen los datos de forma sistemática: es un rasgo, por
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ejemplo, de los trabajos tempranos. Los autores, a excepción de Múgica (1892), se han limitado a recopilar el vocabulario particular de una provincia o de una zona concreta de la misma. En trabajos más recientes, algunos autores no especifican claramente a qué tipo de hablantes se adscriben los fenómenos descritos ni proporcionan datos sociales sobre ellos: procedencia geográfica personal y familiar, origen lingüístico individual y familiar, edad, lugar de residencia, etc. Otra de las razones que pueden explicar esta carencia de datos es la recogida al azar de los mismos, a través de conversaciones informales grabadas o escuchadas en la calle, el transporte público, bares y demás establecimientos. Es decir, se trata de recogidas de datos más bien «precientíficas» y no de estudios sistemáticos de la lengua hablada. La mayor parte de los estudios empíricos realizados desde el importante trabajo de Echaide (1968) ha seguido, sin embargo, una metodología rigurosamente sistemática tanto en la recogida de datos como en su tratamiento, a partir de la teoría lingüística en la que se fundamentan. Como hemos indicado en la introducción, la mayoría de los estudios son puntuales: se centran en un solo aspecto gramatical, en varios fenómenos relacionados, o en la recogida léxica. No obstante, también existen trabajos centrados en varios fenómenos diferentes, en la mayoría de los casos no relacionados entre sí. Son estudios que ofrecen descripciones de los distintos planos lingüísticos (fonético, morfosintáctico, léxico, pragmático) del castellano de sus informantes. Podemos afirmar que los primeros estudios realizados entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX y aproximadamente los años ochenta del siglo pasado, se dedicaron, sobre todo, a recopilar las particularidades léxicas calificadas como regionales de Araba/Álava y Bizkaia, o, de forma más específica, de un único lugar en Bizkaia, como Bilbao. Algunos trabajos se centraron también en otros aspectos, como la fonética, el léxico o la sintaxis, o abordaron varios de estos temas. Hay que destacar, de modo particular, el artículo de Unamuno (1886), que se dedica a este tema ya a finales del siglo XIX . De forma impresionista describe algunos de los fenómenos que había percibido como peculiaridades de la variedad del castellano hablado en Bilbao, pero que —como se desprende del título de su trabajo, «El dialecto bilbaino (R.I.P.)»— ya no existen a finales del siglo XIX , cuando él da cuenta de ellos. A partir de los años ochenta del siglo XX , puede observarse un creciente interés por aspectos morfosintácticos, siendo el foco principal el estudio de aquellos fenómenos relacionados con el sistema pronominal de tercera persona. Sin embargo, es, sobre todo, en los años noventa cuando se empieza a estudiar detenidamente el sistema pronominal de tercera persona del castellano hablado y escrito en la CAV desde diversas perspectivas lingüísticas, como la sociolingüística variacional laboviana, la sociolingüística descriptiva, la dialectología descriptiva y la lingüística generativa. Otro tema que ha llamado la atención de los
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investigadores son los verbos. Contamos, por un lado, con trabajos que estudian el uso de los tiempos verbales en el castellano hablado y escrito en el País Vasco, por ejemplo, desde una perspectiva sociolingüístico-descriptiva o sociolingüístico-variacional. Por otra parte, se han publicado trabajos dedicados a temas más específicos como el uso particular de la perífrasis verbal soler + infinitivo, el uso de las perífrasis verbales en el castellano de Bermeo (Bizkaia) en general —desde una perspectiva sociolingüístico-variacional—, o el uso de los verbos en el período hipotético en datos escritos y orales de diferentes lugares de la CAV, desde un enfoque sociolingüístico-variacional y dialectológico-variacional. Otro aspecto morfosintáctico que ha atraído el interés de los investigadores es la colocación inmediatamente preverbal de distintos elementos lingüísticos, en particular el uso del adverbio ya. El nuevo milenio ha supuesto un importante cambio en cuanto a los temas de análisis: ganan posiciones el plano fonético y los aspectos suprasegmentales, poco estudiados en las décadas anteriores. A partir de finales de los años ochenta del siglo pasado, se publican trabajos aislados que analizan determinados aspectos fonéticos documentados en el castellano hablado en Bilbao —pero también en otras variedades—, como, por ejemplo, la pronunciación de la /s/ o de las consonantes explosivas y africadas. El fuerte impulso que han recibido los estudios de fonética no cuaja ni se sistematiza, sin embargo, hasta entrado el nuevo milenio. A partir de este momento, se puede observar una acumulación de trabajos acerca de los más diversos aspectos fonéticos, como la elisión de la /d/ intervocálica desde una perspectiva sociolingüístico-variacionista, la pronunciación de las consonantes oclusivas sonoras /b, d, g/ en posición final o de coda, la pronunciación de la consonante oclusiva sorda /k/ en posición final de sílaba —variación explicada sobre la base de la teoría de optimalidad—, o una posible variación vocálica en el castellano de Bilbao. Un fenómeno relacionado con una pronunciación particular de la /s/, el denominado seseo vasco, es abordado por el grupo ESCA. A estos estudios fonéticos se suman trabajos en el ámbito de la entonación y la prosodia, como los del proyecto AMPER-Eusk. Cabe destacar que el interés científico por el plano léxico ha ido disminuyendo desde los años ochenta. De hecho, desde entonces solo han aparecido dos estudios dedicados exclusivamente a este plano lingüístico: uno desde una perspectiva sociolingüístico-variacional y otro descriptivo. Sin embargo, a partir de los años noventa del siglo pasado, han ido apareciendo una serie de artículos que abordan particularidades léxicas, entre otros aspectos. Debemos señalar que las particularidades descritas y analizadas en los trabajos anteriormente descritos son percibidas de forma diferente según la época en la que fueron estudiadas. Así, han sido calificados como «idiotismos y expresiones incorrectas» (Biel 1882) o como elementos del castellano nacidos de la
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influencia del euskera (cf. Unamuno 1886). Otros han señalado que se trata de un vocabulario regional, sin ninguna calificación, afirmando que los vocablos encontrados no aparecen en el diccionario prescriptivo o figuran en él con otras aceptaciones o son consideradas anticuadas (cf. Arriaga 1896; Baráibar y Zumárraga 1903). A partir de mediados de los años sesenta se puede observar un cambio. En esta época se afirma que la mayoría de las particularidades documentadas, tanto léxicas como morfosintácticas y fonéticas, son interferencias del euskera en el castellano de los informantes, dado que estos son bilingües euskera-castellano que tienen el euskera como primera lengua (cf., por ejemplo, Echaide 1968; Steenmeijer 1979).76 Este punto de vista puede encontrarse también en los trabajos de los años ochenta del siglo XX , cuando se habla de «interferencias léxicas» (Etxebarria Arostegui 1985, 61) y de transferencias «temporales o permanentes» (Urrutia Cárdenas 1988, 34), así como de aspectos resultantes de «simplificaciones del sistema» (Urrutia Cárdenas 1988, 43). La idea de que las características descritas son interferencias del euskera en el castellano sigue muy vigente, aún en los años noventa (cf. Torres Garoña 1993; Fernández-Ordóñez 1994; Rodríguez Llopis 1997), si bien cuenta con el rechazo de algunos investigadores como, por ejemplo, Landa (1995, 183–207), que opta por la existencia de estructuras paralelas en euskera y en castellano (convergencia). Otros autores explican los fenómenos a partir de una evolución interna del castellano (cf. Kempas 2006; Burgo 2008: Gómez Seibane 2011b). El hecho de que los fenómenos estudiados puedan ser resultado del contacto lingüísticos del castellano con el euskera —explicación favorecida por Camus Bergareche (2011b)—, y de una evolución interna, ha llevado a Fernández Ulloa (2001a) a hablar de una «causación múltiple», aunque, a la hora de explicar los fenómenos estudiados por ella, favorece considerarlos interferencias o transferencias lingüísticas (cf., también, Fernández Ulloa 1996; 1997).77 En los últimos cincuenta años han proliferado los estudios empíricos, no así los corpus publicados, que siguen siendo escasos en la actualidad. Apenas sí disponemos de corpus orales transcritos y publicados, a excepción de algunas entrevistas del COSER. Estos datos orales transcritos son de libre acceso gracias a su publicación en la red (Fernández-Ordóñez 1992–2012). Otro proyecto que nos sirve de fuente es el ya mencionado corpus ESCA, que recoge materiales acerca del seseo vasco (Iribar/Isasi/Túrrez 2012). De este segundo corpus se han publica76 Zárate (1976, 17) sigue hablando al respecto de «algunos aspectos ‹eusquéricos›» y Pedro (1985, 133) de elementos del euskera insertados en el castellano. 77 Una nota similar se encuentra en los diversos artículos publicados por Fernández Ulloa (por ejemplo, 2006), y los de Fernández Ulloa y Urrutia Cárdenas (1995; 1997; 1998).
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do extractos de dos archivos en formato audio y de sus transcripciones en otra página web, como «Materiales Didácticos Multimedia» (Isasi Martínez et al. 2011), una página web sobre la variación lingüística dirigida a la enseñanza universitaria. Aún no es posible acceder a los datos de un tercer corpus, el AMPER-Eusk, ya que la página web está en preparación (AMPER 2012). Llama la atención que no se proporcionen los datos sociales de los informantes en diversos estudios y que, en otros, el número de informantes en el lugar estudiado —o en cada uno, si se han estudiado varias zonas— sea, en algunos casos, bastante reducido. Cabe indicar, además, que la mayoría de los informantes eran tanto bilingües euskera-castellano o castellano-euskera como castellanohablantes monolingües, aunque el número de los bilingües supera en muchos trabajos al de los monolingües. Una excepción la constituye el estudio de Etxebarria Arostegui (2000), que cuenta con más informantes castellanohablantes monolingües que bilingües euskera-castellano o castellano-euskera. Existen, además, varios estudios que se basan únicamente en datos orales de informantes bilingües euskera-castellano: Echaide (1968), Steenmeijer (1979) o, más recientemente, el trabajo realizado sobre la base del corpus ESCA. Algunos estudios distinguen, además, entre hablantes bilingües euskera-castellano, castellanohablantes monolingües y hablantes «semi-bilinguals» (Landa 1995) o «cuasi-bilingües» (Etxebarria Arostegui 2000), esto es, castellanohablantes con algunas, aunque limitadas, competencias en euskera. Otros tienen en cuenta la diferencia entre los distintos tipos de bilingües (euskera-castellano y castellano-euskera), basándose en las respuestas sobre la lengua primeramente adquirida y la edad de adquisición (Fernández Ulloa 2001a). Sorprende también el hecho de que no se tenga en cuenta a otros hablantes, como, por ejemplo, a los bilingües castellanootra lengua regional o extranjera como el gallego, el catalán, el portugués o el árabe, algo llamativo ya que son numerosos los hablantes de este tipo que residen en la CAV desde hace años. Hemos visto que en diversos trabajos se utilizan expresiones o «etiquetas» (Fernández Ulloa 2001a, 32) como «castellano del País Vasco» (Echaide 1968; Fernández Ulloa 2001a), «español del País Vasco» (Urrutia Cárdenas 1988), «Basque Spanish» (Landa 1995; González 2006a) o «castellano de los hablantes vascos» (García Mouton 1996, 53) para designar un «habla regional» (Echaide 1968, 31), una «modalidad» (Urrutia Cárdenas 1988, 42), una «variedad utilizada por hablantes bilingües y monolingües que viven en las provincias que forman la CAV» (Fernández Ulloa 2001a, 32). Sin embargo, estas definiciones no tienen en cuenta a individuos de otras procedencias o competencias lingüísticas. Landa (1995, 62) propone una definición todavía más restringida, al afirmar que con Basque Spanish se haría referencia únicamente a aquellas personas que han vivido en el País Vasco desde al menos los once años de edad y han tratado sobre
2.5 Resumen
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todo con personas de los mismos rasgos. No obstante, esta explicación suscita preguntas inmediatamente: ¿qué es lo que habla el resto de la gente no incluida en la definición pero presente en la CAV?, y ¿qué características tienen los demás hablantes del castellano que viven en esta región? Por otra parte, algunos autores como Pedro (1985), Etxebarria Arostegui (1985) o Túrrez Aguirrezabal (1988), advierten que sí existen diferentes variedades del castellano hablado en la zona de la CAV. En palabras de Calleja Azpiazu y Elordieta se trata de una «microvariación» (2005, 435) resultante de los diferentes orígenes geográficos y lingüísticos familiares de cada individuo, su lugar de residencia actual, etc., tal como también indican Pedro (1985) o Etxebarria Arostegui (1985). Sin embargo, ninguno de los autores mencionados, a excepción de Landa (1995), se dedica a elaborar una propuesta de clasificación más concreta sobre qué debería entenderse por castellano del País Vasco, castellano vasco o Basque Spanish, ni especifica quiénes son los hablantes de las distintas variedades del castellano en esta zona. Por ello, en el siguiente capítulo (cf. 3) analizaremos qué debe entenderse, desde nuestro punto de vista, por castellano del País Vasco, castellano vasco y Basque Spanish frente a castellano en el País Vasco. Nuestra intención es, como indicamos en la introducción, demostrar que si bien la sociedad vasca es una sola comunidad de comunicación (cf. 3.2, 3.3 y 3.4), esto no significa que el castellano hablado por sus miembros sea una variedad uniforme o monolítica: existen diferentes variedades del castellano en esta zona. Para ello, nos proponemos establecer una clasificación de los hablantes del castellano en la CAV que reúna a todos sus miembros y permita determinar qué es el castellano del País Vasco, partiendo del concepto del núcleo mínimo dinámico elaborado por Sinner (2004).
3 Marco teórico 3.1 Aspectos preliminares Hemos visto que el castellano tiene una historia de varios siglos en el País Vasco y que está, por ello, fuertemente arraigado en la sociedad vasca. No obstante, la mayoría de los estudios sólo lo han contemplado como un medio de expresión de los castellanohablantes monolingües y los bilingües castellano-euskera y euskera-castellano autóctonos1, no como el medio de expresión de un gran número de individuos llegados a esta región desde otras zonas del Estado español y el extranjero y de sus descendientes. Echamos en falta estudios dedicados a las variedades del castellano usados por ellos. Como han señalado diferentes investigadores, no es posible hablar de una sola variedad del castellano de Cataluña, debido a la inmigración interna y externa, al retorno de personas emigradas a la zona de la que emigraron hacia otras tierras y a su reintegración en su sociedad natal, a las consecuencias de la política de represión de las lenguas autóctonas durante la dictadura franquista, etc. (Tusón/Payrató 1991; Hernández García 1998; Sinner 2004). Pasa lo mismo en el caso del País Vasco: hablar del castellano vasco o del castellano del País Vasco como una única variedad, por diversos motivos no refleja, a nuestro entender, la realidad social, histórica, lingüística, cultural, etc., de la CAV. Primero, porque en el País Vasco conviven individuos de orígenes geográficos y lingüísticos muy diversos; segundo, porque es una región donde la presencia del euskera y del castellano depende, en gran medida, del lugar de residencia de los hablantes, ya que, tercero, el lugar de residencia marca diferencia en términos de presencia o ausencia de autóctonos e inmigrantes, ya sean tanto internos como extranjeros; cuarto, porque la(s) lengua(s) habitual(es) de los miembros de esta sociedad son diversas, si bien el castellano constituye para todos ellos un medio de expresión de su propia identidad, etc.; y, quinto, como señala Sinner (2004) respecto a la población de Cataluña: «[…] todos ellos hablan, con más o menos frecuencia, el castellano, y de una forma u otra transmiten este castellano a las nuevas generaciones, sea de forma ‹directa› enseñando la lengua castellana a los propios hijos y nietos, sea de forma ‹indirecta› por participar en la comunicación en lengua castellana que determina la formación y el cambio de las normas de uso» (Sinner 2004, 134).
1 Se consideran como autóctonos aquellos individuos cuyos padres y abuelos nacieron en el País Vasco.
3.2 El modelo del núcleo mínimo dinámico de Sinner (2004)
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Lo mismo puede constatarse en el caso de la sociedad vasca, dado que todos o, al menos, la mayoría de sus miembros saben hablar castellano, aunque no siempre sea su lengua habitual (cf. 3.3.2). Ahora bien, Tusón y Payrató (1991) habían señalado respecto al castellano en Cataluña que era necesario establecer una tipología de sus variedades, tarea a la que se dedicaron, por ejemplo, los trabajos de Hernández García (1998) y Sinner (2004). Aún no se ha realizado esto para el castellano en el País Vasco, aunque constituye, en nuestra opinión, un objetivo que debería perseguirse para llegar a conocer las regularidades o elementos comunes y constitutivos del castellano del País Vasco o de las variedades que lo componen (cf. al respecto Paasch 2010; 2012; así como Paasch/Sinner 2010). Los fenómenos compartidos por la mayoría de los hablantes equivaldrían a lo que Sinner (2004, 139) denomina el núcleo mínimo dinámico. En un primer paso, explicaremos el modelo del núcleo mínimo dinámico de Sinner (2004) (cf. 3.2), que utilizaremos para encontrar una respuesta inequívoca a la pregunta de si el castellano en el País Vasco es una sola variedad (el castellano vasco o el castellano del País Vasco) o si, por el contrario, nos encontramos ante distintas variedades que comparten determinados elementos. A la hora de explicar el modelo de Sinner (2004), haremos referencia a dos de sus puntos clave: el término comunidad de comunicación y su concepción dinámica de la norma de uso. Posteriormente, describiremos la sociedad vasca, a la que consideramos como una sola comunidad de comunicación compuesta por subgrupos de hablantes distintos que pueden diferenciarse en función de factores extralingüísticos o sociales tales como la lengua habitual del individuo (cf. 3.3.2), el lugar de residencia (cf. 3.3.3), el origen geográfico y lingüístico familiar (cf. 3.3.4), la edad (cf. 3.3.5), el modelo escolar (cf. 3.3.6), el estrato social (cf. 3.3.7), el nivel de instrucción (cf. 3.3.8) y el sexo (cf. 3.3.9). En cada apartado explicaremos las razones que nos llevan a considerarlos a la hora de hacer una «radiografía» de la comunidad comunicativa vasca. A modo de introducción resumiremos algunos aspectos acerca de las estadísticas sociolingüísticas del Gobierno Vasco (cf. 3.3.1), que sirven de base a nuestra descripción. En un último apartado (cf. 3.4) explicaremos cómo hemos adaptado el modelo del núcleo mínimo dinámico de Sinner (2004) a la comunidad comunicativa vasca.
3.2 El modelo del núcleo mínimo dinámico de Sinner (2004) Sinner (2004, 139–143) elabora el modelo del núcleo mínimo dinámico con el objetivo de conocer la constitución de la variedad del castellano hablado en Cataluña. Este modelo le permite describir las particularidades de (la variedad de)
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3 Marco teórico
una lengua —el castellano de la comunidad de comunicación catalana—, en contacto con otra — el catalán—, es decir, la constitución del castellano en una región bilingüe. La finalidad de su modelo es determinar cuáles son los elementos integrados, habitualmente empleados y ampliamente aceptados por parte de los miembros de la comunidad comunicativa catalana que forman parte de unas normas de uso regionales así como conocer las normas de uso del castellano catalán (2004, 139). Los elementos integrados constituyen lo que denomina el núcleo mínimo dinámico de una variedad de una determinada comunidad comunicativa.2 El núcleo mínimo, elemento central de su modelo, se estructura como puede verse en el gráfico 1. El autor acuña el término comunidad de comunicación o comunicativa ya que los términos comunidad lingüística, comunidad idiomática o comunidad de habla, empleados hasta entonces, no ofrecían respuestas o soluciones satisfactorias para la cuestión de la pertenencia (inclusión o exclusión) de un individuo bilingüe o multilingüe a un determinado grupo lingüístico (Sinner 2003, 134–141; 2004, 124; así como Kailuweit 1997, 25–30).3
2 Linke, Nussbaumer y Portmann (2004, 346) advierten que no es posible fijar el número de elementos fonéticos, morfológicos, sintácticos, etc., que constituyen una determinada variedad. 3 Kailuweit (1997) considera que el término de Sprachgemeinschaft es un término bastante relativo, e indica, destacando explícitamente la situación de los euskerahablantes: «Das Spezifische der Sprachgemeinschaft besteht darin, daß sie sich als Gemeinschaft gerade über das Kriterium einer gemeinsamen Sprache konstituiert. Wieweit dieses Kriterium reicht, ist schwer auszumachen. Wie groß ist etwa die spanische Sprachgemeinschaft? Umfaßt sie schlechthin alle Menschen, die irgendeine Varietät des Spanischen beherrschen, oder all jene, die das Spanische als ‹Muttersprache› sprechen, auch wenn sie in Deutschland oder in den USA leben, oder die Einwohner aller Staaten, in denen das Spanische offizielle Sprache ist, auch wenn sie euskera oder guaraní als ‹Muttersprache› sprechen und eventuell überhaupt keine Varietät des Spanischen beherrschen?» (Kailuweit 1997, 25) ‘Lo específico de la comunidad lingüística consiste en el hecho de que se constituye como comunidad a través de la lengua compartida. De todos modos, es difícil determinar el alcance de este criterio. ¿Qué tamaño tiene, por ejemplo, la comunidad lingüística española? ¿Abarca a las personas que dominan cualquier variedad del castellano, o bien aquellas que hablan el castellano como ‹lengua materna›, aunque vivan en Alemania o en los EEUU, o bien a los habitantes de todos los estados donde el castellano es la lengua oficial, aunque tengan al euskera o al guaraní como ‹lengua materna› y quizás no dominen ninguna variedad del castellano?’ (Kailuweit 1997, 25, trad. por Ch. P.-K.). Véanse al respecto de los términos comunidad lingüística o idiomática (ingl. language community) o comunidad de habla (ingl. speech community) y los equivalentes alemanes Sprachgemeinschaft y Sprechgemeinschaft por ejemplo los artículos de Gumperz (1971a; 1971b), Hymes (1974), Dorian (1982), Romaine (1982), Raith (1982; 1987), Lang (1982, 6–8), Winford (1988), Madera (1996) o Blas Arroyo (1998, 15–32).
3.2 El modelo del núcleo mínimo dinámico de Sinner (2004)
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Gráfico 1: Modelo del núcleo mínimo dinámico del castellano de Cataluña elaborado por Sinner (2004, 141).4
En palabras de Sinner: «[u]na comunitat de comunicació serà la totalitat de parlants que participen activament o passivament en els circuits comunicatius existents en un determinat lloc en un determinat moment, indiferentment de la llengua o les llengües que parla cadascú i indiferentment de les variables extralingüístiques» (Sinner 2003, 146).
Así, en la comunidad comunicativa entran en comunicación varios individuos sin necesidad de asignarlos a un determinado grupo lingüístico, una comunidad lingüística, etc., en función de sus competencias lingüísticas. Se trata de un hecho
4 Las diferentes abreviaturas hacen referencia a las distintas lenguas habladas por los miembros de la comunidad de comunicación: cat = catalán; cast = castellano; al = alemán; gal = gallego; ast = asturiano.
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3 Marco teórico
relevante, sobre todo en aquellas situaciones en las que se dé una convivencia, en un mismo lugar o una determinada zona, de hablantes monolingües con hablantes bilingües o plurilingües, entre autóctonos e inmigrantes, etc. En esos casos, no resulta fácil agrupar a los hablantes de forma clara y concisa. Como explica Sinner, «[e]l terme de comunitat de comunicació no té com a precondició la pertinença a un grup lingüístic en concret i també permet de tenir en consideració els efectes de les relacions individuals entre els membres dels diferents grups o subgrups que componen la societat» (Sinner 2003, 146).
El término comunidad de comunicación considera, sin embargo, que una persona puede tener dos o más lenguas habituales y pertenecer a diversas redes comunicativas y sociales, lo que le permite estar en contacto con hablantes monolingües, bilingües y plurilingües, sobre todo si vive en una sociedad caracterizada por el uso de más de una lengua.5 Así, el término comunidad de comunicación o comunicativa puede aplicarse también a sociedades poliétnicas, plurales o plurilingües. Implica que los miembros de una determinada comunidad comunicativa entran en contacto —o en comunicación— con otros, independientemente de su lengua habitual, origen geográfico y lingüístico familiar, lugar de residencia, etc. La situación personal de cada individuo no desempeña, por tanto, un papel importante en una comunidad de comunicación, ya que esta engloba a aquellas personas que viven en la zona geográfica de estudio. El tamaño del grupo —comunidad de comunicación— es variable y tiene que ser establecido de antemano, de acuerdo con el objetivo de la investigación. En cada comunidad de comunicación se dan ciertos factores que permiten derivar su constitución, es decir, el tipo de hablantes que la forman y en cuántos grupos pueden agruparse. Los diferentes hablantes o grupos de hablantes a partir de los cuales se forma la comunidad de comunicación catalana, constituyen la base del modelo del núcleo mínimo dinámico de Sinner (2004, 142). Engloba no solo a los autóctonos monolingües y bilingües de las dos lenguas en contacto (castellano y catalán), sino también a los inmigrantes internos y extranjeros y a sus descendientes,
5 Sinner (2003, 141–142; 2004, 123) destaca que el término comunidad de habla ha sido criticado, además, por sociolingüistas que se basan en las redes sociales o comunicativas en que se mueve un individuo y opinan que es un término demasiado limitado, ya que no da información sobre la movilidad y la participación de cada individuo en estas redes (cf. Milroy 1980). Sin embargo, en opinión de Sinner (2003, 145–146), la red social o comunicativa tampoco constituye un punto de partida adecuado para el estudio y la descripción de sociedades bilingües o plurilingües, pues no existen criterios que permitan medir la participación de una persona en tales redes, a pesar de que la movilidad en ellas es un factor que debe tenerse en cuenta.
3.2 El modelo del núcleo mínimo dinámico de Sinner (2004)
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hablantes monolingües, bilingües o plurilingües de ambos idiomas y de otras lenguas nacionales y extranjeras (2004, 140–142). El autor destaca que, en el caso de Cataluña, es importante, además, el tipo de familia, es decir si se trata de familias monolingües que tienen una sola lengua familiar («homogéneas»); de familias bilingües o plurilingües que emplean dos lenguas familiares («mixtas»); o de familias en las que padres e hijos no hablan la misma lengua («mutantes»6). La transmisión lingüística intergeneracional, distinta en cada caso, puede llevar a la transmisión de diferentes fenómenos. En este punto, y refiriéndose al castellano, Sinner subraya que «los posibles cruces de la(s) lengua(s) familiar(es) conducen a una paulatina homogenización de la lengua» (2004, 141). La descripción de la comunidad de comunicación objeto de estudio debe constituir, por tanto, el primer paso para poder determinar el núcleo mínimo dinámico de una variedad lingüística dado que este se basa en los diferentes (grupos de) hablantes presentes en dicha comunidad. Sinner diseña un modelo con el cual pretende demostrar que existe un mínimo de fenómenos compartidos por la mayoría de los hablantes de castellano que pertenecen a la comunidad comunicativa catalana. El hecho de que no todos los elementos se encuentren en todos los hablantes se debe a la variabilidad de toda tradición o norma por la que las particularidades integradas no se dan con la misma frecuencia, con la misma forma, etc., en todos los hablantes (2004, 140). La variabilidad es un aspecto sumamente importante de este modelo dado que el núcleo mínimo no es estable sino variable. Dicho de otro modo: es un núcleo mínimo dinámico (2004, 139). Sinner (2004, 67–68) se basa en una concepción dinámica de la norma de uso elaborada por Skvorkov (1980)7, a la que añade ciertos aspectos destacados por Faßke (1980, 151–152).8
6 Se trata de un término introducido por Subirats Martori, Marina (dir.), Enquesta Metropolitana de Barcelona 1986. Condicions de vida i hàbits de la població de l’Àrea Metropolitana de Barcelona, vol. 20: Transmissió i coneixement de la llengua catalana a l’Àrea Metropolitana de Barcelona, Barcelona, Institut d’Estudis Metropolitans, 1991, 18, ápud Sinner (2004, 142). 7 El resumen de la teoría de Skvorkov (1980), fue elaborado por Zamora Salamanca (1985, 237–238), fuente en la que se basa también Sinner (2004, 67–69): Skvorkov, L. I., Teoretičeskie osnovy kultury rečti, Moscú, Academia de la Ciencia, 1980, ápud Zamora Salamanca (1985, 237). 8 El autor opta por esta concepción porque rechaza la norma prescriptiva como punto de referencia, al menos para los estudios que se dedican a la lengua hablada. Apoyándose en los resultados de Hernández García (1998), afirma que, en su opinión, «[l]a norma prescriptiva no refleja del todo los usos reales (es decir, sobre todo los usos habituales en la lengua oral) y no considera todas las posibles estructuras del castellano» (Sinner 2004, 72). Explica su rechazo, alegando que la norma prescriptiva se orienta, generalmente, en la lengua escrita, mientras el contacto de lenguas se da sobre todo a nivel de la lengua hablada. En vista de ello, Sinner (2004, 70–72) destaca la necesidad de basarse, principalmente, en descripciones de la lengua hablada a
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3 Marco teórico
Si observamos la concepción dinámica del primero (Skvorkov 1980), vemos que constituye una reelaboración del concepto de norma de Coseriu (1962), quien distingue tres niveles de la lengua: el sistema, la norma y el habla. La norma está formada por las realizaciones «normales y constantes en la expresión de grupos humanos más o menos amplios» (1962, 64), es decir, se trata de expresiones realizadas por un individuo que «son simplemente normales y tradicionales» (1962, 94). La norma es, según Coseriu, «la realización normal del sistema» (1962, 86), y constituye «un sistema de realizaciones normales» (1962, 97). Es decir, es una norma de uso, lo que la mayoría de los hablantes considera normal, usual y tradicional.9 Coseriu compara la norma con el sistema, indicando que: «Norm ist hingegen das, was tatsächlich realisiert wird und realisiert worden ist. Die Norm ist eine Einschränkung des Systems, weil gerade nicht alle Möglichkeiten des Systems realisiert werden» (2007, 52–53).10 Sinner (2004, 67) considera que esta concepción de la norma propuesta por Coseriu (1962; 2007) es demasiado restringida. Basándose en las explicaciones de Faßke (1980, 152), señala que la norma de uso de la lengua no solo debe incluir lo que se ha realizado, sino también todo lo que es realizable, es decir, lo que es todavía posible. En efecto, por norma de uso Sinner entiende: «[…] la suma de las realizaciones (y las reglas de su combinación) posibilitadas por el sistema, realizadas o realizables en la comunicación escrita u oral y aceptadas por la comunidad de comunicación […]. Este concepto de norma implica todos los elementos lingüísticos posibles en un tipo de situación comunicativa en la que el empleo de un fenómeno es esperado y considerado adecuado por los hablantes, teniendo en cuenta sus funciones estilísticas, sus connotaciones, etc., independientemente de si esta variación coincide con la norma prescriptiva o no […]» (Sinner 2004, 67–68).
Al incluir las estructuras realizables en su concepción de norma de uso, Sinner resalta su naturaleza variable o dinámica: la norma puede cambiar al igual que la lengua, por lo que debe ser concebida como algo dinámico (2004, 68–69). Así,
la hora de comparar lenguas implicadas en el contacto de lenguas y extraer conclusiones «acerca de las posibles influencias de una lengua sobre la otra» (2004, 72), y no exclusivamente en las descripciones de la lengua escrita. 9 Sinner afirma a este respecto: «Las normas de uso, aquellas realizaciones que por tradición han llegado a ser las realizaciones normales y usuales de una sistema […], entendiéndose como normal lo que la mayoría de los hablantes ve como normal, existen junto a otras normas de uso» (200, 66). 10 En la versión española dice Coseriu (1992, 68): «Norma es, por el contrario, lo que se realiza y se ha realizado efectivamente. La norma es una limitación del sistema, ya que no se realizan todas las posibilidades del mismo».
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Sinner se basa en la concepción dinámica de Skvorkov (1980), quien entiende la norma de uso como un elemento que se configura en el nivel del habla o de la actuación, aunque depende del sistema o de la estructura lingüística (Sinner 2004, 69). En la línea de Skvorkov (1980, 26)11, Sinner (2004, 68) distingue dos niveles de norma: la norma realizada y la norma en proceso de realización. Ambos están divididos en dos subniveles: la norma realizada puede ser actualizada (parte codificada y productiva), y no actualizada (arcaísmos, las variantes, etc.). La norma en proceso de realización, consta de un nivel colectivo, que abarca «los neologismos y las nuevas formaciones lingüísticas que se están convirtiendo en norma» (2004, 68), y el nivel individual, que incluye la actividad lingüística individual no codificada y «las infracciones de la norma realizada» (2004, 68), es decir, las interferencias individuales o las desviaciones de la norma realizada de cada hablante. No se puede hablar, por tanto, de una sola norma de uso sino de normas de uso, en plural, es decir, la norma realizada actualizada, la norma realizada no actualizada, la norma colectiva en proceso de realización y la norma individual en proceso de realización, todas ellas presentes y vigentes en cualquier comunidad de comunicación cuyo idioma se estudia (2004, 68). No obstante, Sinner (2004, 83) amplia el modelo de Skvorkov (1980), indicando que tanto los niveles en los que se incluyen la norma realizada y la norma en proceso de realización, como los cuatro subniveles correspondientes, se influyen mutuamente. Es decir, la concepción dinámica de la norma posibilita, según Sinner, «el paso de un elemento de un nivel a otro: de la norma realizada actualizada a la norma en realización a nivel individual, pasando por la norma realizada no actualizada y la norma en realización a nivel colectivo, y viceversa» (Sinner 2004, 141).
En general, puede decirse que los elementos de la norma en proceso de realización pueden convertirse en elementos de la norma realizada y viceversa. La existencia de esta influencia recíproca puede generar interferencias individuales o infracciones de la norma realizada, que pasarían a ser norma colectiva por diversos motivos: por ejemplo porque las emplea una persona famosa en la televisión, la radio, en un blog, en una red social como Facebook (Sinner 2004, 69). Así, lo que antes era una interferencia individual puede transformarse en una tendencia, y de ahí en un uso colectivo, pasando del nivel individual de la norma en proceso de realización al nivel de la norma realizada a través del nivel colectivo (2004, 69). Sinner destaca, además, que es justamente el uso por parte
11 Ápud Zamora Salamanca (1985, 238).
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3 Marco teórico
de la comunidad de comunicación el que refleja la aceptación de un cierto elemento lingüístico, circunstancia que considera como «[l]a condición previa de la aceptación de una realización lingüística de acuerdo con la norma de uso» (2004, 69).12 Sin embargo, puede darse también el caso contrario, es decir, que lo que antes pertenecía a la norma colectiva se convierta en un elemento de la norma individual en proceso de realización. Entonces, pasamos a un escenario en el que no todos los miembros de una comunidad emplean un elemento, por ejemplo porque constituye un aspecto que ha dejado de transmitirse entre generaciones. Lo que es considerado de uso común o norma colectiva puede convertirse en la norma realizada no actualizada, es decir, puede constituir una variante de los elementos de la norma realizada actualizada. Ello puede suceder también a la inversa, es decir, que una variante o un arcaísmo se convierta en un elemento que ya no forma parte de la norma realizada no actualizada, pero que continúe existiendo en la norma colectiva en proceso de realización. La influencia recíproca y el hecho de que los elementos lingüísticos pueden desplazarse de un nivel a otro son aspectos muy importantes del modelo del núcleo mínimo dinámico de Sinner (2004, 139–143), porque este corresponde a la norma realizada con sus dos subniveles: la norma realizada actualizada y la norma realizada no actualizada. De acuerdo con la concepción dinámica de las normas de uso de Sinner (2004, 68 y 83), dos «capas» envuelven el núcleo mínimo, a saber, dos subniveles de la norma en proceso de realización: la capa interior, que envuelve al núcleo en forma directa, corresponde a la norma colectiva en proceso de realización; la exterior, que cubre la norma colectiva, equivale a la norma individual en proceso de realización (2004, 141). Partiendo de las explicaciones de Sinner, puede constatarse que una parte del núcleo mínimo está constituido por los elementos integrados, transmitidos de generación en generación, que se perpetúan de esta forma en su interior. Dado que la tradicionalización o perpetuación «implica siempre la coexistencia de formas distintas en diferentes hablantes (o en circunstancias más o menos formales)» (2004, 142), los elementos integrados transmitidos intergeneracionalmente no son empleados por todos los hablantes de la misma manera, ni con la misma frecuencia, aunque constituyen una parte importante del núcleo mínimo. Esta perpetuación o tradicionalización de ciertos elementos en el modelo se representa con el ápice superior que cubre el núcleo mínimo y las dos capas que lo envuelven. De esta manera, el modelo adquiere la forma de una flecha de tiempo que indica que todo el proceso de integración y perpetuación continúa.
12 Véase sobre ello también Faßke (1980, 152).
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Sinner (2004, 142) indica que la transmisión generacional, no obstante, posibilita también la perpetuación de interferencias individuales o infracciones de la norma. Se trata de fenómenos pertenecientes a la norma individual en proceso de realización que, a través de la transmisión generacional, se convierten en elementos de la norma colectiva en proceso de realización. Por ello, estos elementos están ubicados en la capa exterior: pueden darse en diferentes individuos al mismo tiempo, por diversas causas. Pasando por la norma colectiva en proceso de realización, pueden transformarse en elementos integrados en el núcleo mínimo, es decir, se pueden generalizar, si bien, según Sinner, esto no significa que aparezcan de forma homogénea en todos los hablantes. La variación intergeneracional, «lo que se corresponde también a los paulatinos cambios de uso relacionados a nivel de los registros o los estilos que se constatan en todas las lenguas naturales» (Sinner 2004, 142), queda representada en el modelo a través de las flechas verticales, largas, finas y bidireccionales. Está situada en la capa de la norma colectiva en proceso de realización, ya que la variación intergeneracional no es siempre individual, sino que puede ser considerada como una tendencia o un uso colectivo por parte de un grupo de hablantes más o menos numeroso dentro de una comunidad de comunicación. Posteriormente, podrá convertirse en norma realizada (2004, 141).13 Todo ello pone de relieve el aspecto dinámico del modelo. Los elementos lingüísticos pueden desplazarse entre los diferentes niveles de la norma o, en el caso del modelo del núcleo mínimo dinámico, entre el núcleo y las diferentes capas ya que estas «no son claramente separables una de la otra» (Sinner 2004, 143), sino permeables, al igual que los diferentes niveles de la norma. Las pequeñas flechas curvadas advierten esta permeabilidad de las capas y del núcleo mínimo, y señalan que sus marcos son difusos y no pueden ser delimitados de forma exacta. El grosor de las dos capas, la norma individual y la norma colectiva en proceso de realización, que envuelven el núcleo mínimo, depende de factores lingüísticos y extralingüísticos. Entre los primeros, Sinner (2004, 141) cuenta las influencias de las variedades diatópicas, diastráticas y diafásicas de las (dos) lenguas en contacto, así como la norma prescriptiva de cada una de ellas. Añade la presencia e influencia de otras lenguas que se enseñan o se hablan en la comunidad de comunicación. En cuanto a los factores extralingüísticos, menciona la situación del lugar de residencia (rural o urbano, etc.), el porcentaje de inmi13 Véanse, por ejemplo, los estudios acerca de los usos lingüísticos de ciertos grupos etarios, de Gaminde (2010) y de Gaminde y Romero Andonegi (2011) acerca del euskera de los jóvenes en Bermeo y Bilbao, de Gerstenberg (2011) sobre el francés de las personas mayores en Orleans, o de Wieland (2008) sobre el catalán de los jóvenes en Barcelona.
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gración interna y externa en las diferentes poblaciones, el número de hablantes de la lengua autóctona, etc. Añade también factores como el contexto, la situación comunicativa y los interlocutores, que repercuten e influyen de diferente forma en el uso lingüístico de cada persona. Así, pueden producirse cambios lingüísticos individuales que, a su vez, pueden influir sobre la norma colectiva en proceso de realización y, por este camino, llegar al núcleo mínimo (Sinner 2004, 141). A modo de resumen podemos concluir que este modelo se ocupa de la variedad lingüística de una determinada comunidad de comunicación, centrándose «en un núcleo mínimo de particularidades integradas en unas normas regionales» (Sinner 2004, 139), y no en los extremos formados por cada uno de los idiomas en contacto. A diferencia de Stehl (1994), Sinner (2004) no se propone delimitar diferentes estadios o gradata entre dos variedades o lenguas afectadas por más o menos interferencias, sino que busca demostrar que a pesar de que exista un gran número de variedades diferentes en una determinada comunidad de comunicación, sus miembros comparten algunos fenómenos lingüísticos. El núcleo mínimo dinámico da cuenta de aquellos elementos comunes, constatados en los usos lingüísticos de los miembros de una determinada comunidad de comunicación, que constituyen particularidades integradas en las normas de uso de la variedad de una de las (dos) lenguas en contacto, si bien no todos los hablantes emplean todas las particularidades constatadas de la misma forma, con la misma frecuencia, etc. Se trata, como señala Sinner, de «un núcleo mínimo de elementos empleados y considerados habituales y perfectamente aceptables por la mayoría de los catalanes (indiferentemente de su origen, lengua habitual, entorno laboral, etc.) y ya perpetuados por la transmisión generacional de la lengua» (Sinner 2004, 139–140).
Es decir, existen diversas y (muy) diferentes variedades del castellano en Cataluña cuyo núcleo mínimo común, esto es, los elementos integrados y perpetuados en él, empleados por la mayoría de los miembros de la comunidad comunicativa catalana, constituye lo que puede denominarse castellano catalán o castellano de Cataluña, si bien se trata de un conjunto de elementos variable. El modelo contempla asimismo la existencia y la influencia recíproca de las diferentes variedades (diatópicas, diastráticas, diafásicas) de las (dos) lenguas en contacto en la región, a través de los factores lingüísticos, y la variación individual y colectiva presente en toda comunidad de comunicación en función de la edad, los factores situacionales y extralingüísticos, el contacto con otras lenguas no autóctonas, etc. Ahora bien, Sinner señala que para averiguar cuáles son los rasgos distintivos de una variedad, debe investigarse «el conocimiento, la aceptabilidad y, según el caso, el uso y la frecuencia de uso de los fenómenos supuestamente distintivos del castellano de Cataluña» (2004, 143). Dicho de otro modo: hay que
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investigar de qué elementos se compone el núcleo mínimo dinámico y, en virtud de ello, las normas de uso regionales. En nuestro caso, para analizar el castellano del País Vasco debemos empezar por determinar qué grupos de hablantes conforman la comunidad de comunicación vasca, sin olvidar que consideramos que esta engloba a toda la población de la CAV. En el siguiente apartado (cf. 3.3) describiremos los principales factores que nos llevan a considerarla como tal, esto es, como una sola comunidad de comunicación. La definición del castellano en el País Vasco es, a nuestro parecer, más compleja de lo que se ha indicado en la mayoría de los estudios al respecto (cf. 2.2; 2.3; 2.4). Pensamos que el castellano en el País Vasco no constituye una única variedad lingüística (castellano vasco o castellano del País Vasco), por lo que es imprescindible describir la sociedad vasca en su totalidad, y a partir de ahí las diferentes variedades de castellano que le son propias. De este modo, será posible determinar qué es la variedad vasca del castellano, esto es, el núcleo mínimo de particularidades integradas, habitualmente usadas, perpetuadas por la transmisión intergeneracional y perfectamente aceptables por la mayoría de los hablantes del castellano en esta región. La descripción de la población de la CAV concebida como una sola comunidad de comunicación formada por individuos muy diferentes nos permite, además, estimar a grandes rasgos cuántos y qué (grupos de) hablantes diferentes será necesario incluir en el análisis a fin de conocer cuáles son los elementos integrados en el núcleo mínimo de la variedad vasca del castellano.
3.3 La comunidad de comunicación vasca Aunque el castellano está muy arraigado en la sociedad vasca, pues ha estado presente en esta desde hace siglos, la mayoría de los estudios realizados al respecto hablan únicamente de dos grupos de hablantes: los monolingües de castellano y los bilingües castellano-euskera o euskera-castellano, diferenciando entre quienes tienen el euskera y quienes tienen el castellano como lengua materna, y entre hablantes cuasi-bilingües o semibilingües castellano-euskera, (cf., por ejemplo, Landa 1995; Extebarria 2000). Se ignora, por tanto, a los demás hablantes de castellano que residen en la CAV y, por tanto, forman parte de la comunidad de comunicación vasca. La única excepción en este punto la constituye el famoso pero ya bastante antiguo estudio de Echaide (1968), que reconoce que la población del municipio de Orio está formada tanto por castellanohablantes monolingües procedentes de otras áreas de España, como por sus descendientes bilingües castellano-euskera, así como por hablantes autóctonos bilingües euskera-castellano y monolingües de euskera. En su estudio, la autora considera, pues, no solo a los autóctonos, sino también a los inmigrantes internos y a sus
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descendientes, hablantes de castellano, ya que desempeñan un papel importante e influyen en la formación y la modificación de las normas de uso locales. Nuestra intención en este apartado es demostrar la heterogeneidad de la sociedad vasca, formada por hablantes de diferentes variedades del castellano como resultado de los cambios sociopolíticos e históricos vividos en la región. Toda clasificación del castellano en el País Vasco que se centre únicamente en los castellanohablantes monolingües y en los bilingües euskera-castellano autóctonos, sea cual sea su lengua materna, sin contemplar todo el abanico de hablantes presentes en la región, siempre quedará incompleto y sus resultados serán parciales. Al igual que en el caso de Cataluña, en la producción lingüística y en la formación y modificación de las normas de uso en el País Vasco no solo participan los autóctonos, sino también un gran número de inmigrantes procedentes de otras zonas de España o del extranjero y sus descendientes. A falta de esclarecer de qué hablantes se constituye la comunidad de comunicación vasca, cuántos grupos de hablantes la forman y qué fenómenos caracterizan sus variedades particulares, toda generalización será precipitada y, muy posiblemente, imprecisa. Los factores que describiremos a continuación pueden servir, además, como criterios de selección para cualquier estudio sobre el castellano en el País Vasco, tal como explicamos en Paasch (2010; 2012) y Paasch y Sinner (2010). En aquellos artículos presentamos unas primeras aproximaciones acerca de estos criterios, que desarrollaremos pormenorizadamente en los siguientes apartados.
3.3.1 Datos estadísticos Con el fin de proporcionar informaciones estadísticas sobre los diversos criterios, como la lengua habitual, el lugar de residencia, el modelo escolar, etc., nos servimos de los datos publicados en la IV Encuesta Sociolingüística 2006 (Gobierno Vasco 2008a) y en el IV Mapa Sociolingüístico 2006 (Gobierno Vasco 2009), así como de datos de censos y estadísticas publicados en las páginas del Instituto de Estadística Vasco (EUSTAT) y del Instituto Nacional de Estadística (INE). Nos apoyamos, además, en los datos del Immigrazioaren Behatokia/Observatorio de Inmigración (Gobierno Vasco/UPV/EHU 2007a; 2007b; 2007c; 2007d; 2007e). Las informaciones de EUSTAT datan de los años 2001 (EUSTAT 2007), 2006 (EUSTAT 2008) y, en lo que respecta al nivel de instrucción, del año 2010 (EUSTAT 2010; 2012d). Las informaciones del INE datan de los años 2009 y 2010 (INE 2009; 2010). Si bien es cierto que los datos no son muy actuales y que ofrecen informaciones en parte obsoletas, debemos señalar que las fuentes oficiales mencionadas no disponían de datos más recientes en el momento en que se realizaron las consultas. Si optamos por insertar datos estadísticos fue para «determinar previamente
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las principales categorías sociales utilizadas, así como las proporciones de éstas dentro de la colectividad sondeada», tal como indica Nowikow (2000, 65). No obstante, la extracción de datos porcentuales no siempre fue posible, ya que no todas las categorías establecidas se correspondían con las publicadas oficialmente, por ejemplo, la de la lengua habitual del individuo o su estrato social. En efecto, las estadísticas y censos se basaban en otros criterios. En el caso de la lengua habitual, por ejemplo, se ofrecían datos sobre la lengua materna, que podía ser solo el castellano, solo el euskera, ambas u otras, sin que se especificara qué otras. A ello se suma el problema intrínseco de la noción de lengua materna, dado que puede variar en función de decisiones personales del hablante o por otros motivos. De hecho, la lengua materna de un individuo no siempre es la de los padres: su relación con la maestra de la guardería, con la niñera o con sus abuelos, por ejemplo, puede influir en la adquisición de la lengua materna (cf., por ejemplo, Grosjean 1982; Baetens Beardsmore 1982; Romaine 1995; Vila i Mendiburu/Siguán i Soler 1998; Sinner 2001; Siguán 2001). Los datos de la IV Encuesta Sociolingüística 2006 (Gobierno Vasco 2008a) se recogen cada seis años y son evaluados y preparados en el IV Mapa Sociolingüístico 2006 (Gobierno Vasco 2009). Ambas publicaciones nos sirven, entre otras, como base para determinar las diferentes zonas lingüísticas de la variable lugar de residencia. Hay que indicar, no obstante, que el objetivo de esta encuesta es analizar la situación del euskera en las zonas vascohablantes de la CAV, Nafarroa/Navarra y las zonas vascohablantes de Francia. Como señala Baztarrika, el objetivo es obtener datos acerca de cuatro aspectos: «La IV Encuesta Sociolingüística contempla diversos ámbitos de investigación, entre los cuales cabe destacar cuatro, a modo de síntesis: en primer término, la competencia lingüística o conocimiento del idioma de los ciudadanos y ciudadanas; en segundo lugar, la transmisión del idioma; en tercer término, el uso del euskera en determinados ámbitos (familia, círculo de amistades, trabajo, ámbitos formales, etcétera); por último, la actitud respecto al euskera» (Baztarrika 2008, 12).
Es decir, la encuesta se centra en el euskera, las competencias de los hablantes y los dominios de uso de esta lengua. Los datos de la IV Encuesta Sociolingüística 2006 se basan en las respuestas a un cuestionario estructurado con preguntas cerradas, realizado por teléfono a 7.200 personas de más de 16 años, estratificadas por edad y sexo (Baztarrika 2008, 12), con lo que solo contempló a una parte de la población, dado que los datos de los individuos menores de 16 años se elaboran a partir de los datos obtenidos.14 Debe destacarse que si bien los datos
14 Las tres encuestas sociolingüísticas precedentes se realizaron de forma parecida.
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obtenidos se consideran representativos, el hecho de que el mismo informante deba determinar si es bilingüe euskera-castellano o castellano-euskera, bilingüe pasivo castellano-euskera o monolingüe de castellano —«monolingües erdaldunes es decir, no hablan euskera» (Gobierno Vasco 2008a, 17) o bien «[c]asi todos tienen como primera lengua el castellano, o alguna otra distinta del euskera» (Gobierno Vasco 2008a, 26)—, no da información acerca de si entre estos hablantes supuestamente monolingües hay también hablantes que no son realmente castellanohablantes monolingües, es decir, que no hablan euskera pero que son hablantes bilingües o incluso plurilingües castellano-otra(s) lengua(s). Podría tratarse de hablantes de castellano y gallego, castellano y árabe, castellano y quechua, etc., que se distinguen claramente de los castellanohablantes monolingües. Sin embargo, como decimos, la IV Encuesta no los diferencia detalladamente. Además, la definición que da esta encuesta de los «bilingües pasivos» demuestra que se trata más bien de hablantes monolingües con competencias mínimas en euskera y no tanto de hablantes bilingües, ya que apenas tienen competencias en euskera: «Por otro lado, las características de los bilingües pasivos son las siguientes: – La mayoría tienen el castellano como primera lengua, y en ella han realizado sus estudios básicos y secundarios. – Su familia, círculo de amistades y ambiente de trabajo son erdaldunes. – Residen en zonas erdaldunes. – La mitad de ellos son partidarios de promocionar el euskera y, en general, no están especialmente interesados en el euskera» (Gobierno Vasco 2008a, 26).
El euskera constituye para ellos, en muchos casos, una segunda lengua que estudiaron en la escuela o en un euskaltegi.15 Se trataría, por tanto, de hablantes monolingües que tienen alguna competencia de euskera pero que no por ello pueden ser descritos como bilingües. Por otro lado, la encuesta se apoya en los juicios de los propios informantes sobre si son hablantes bilingües, bilingües pasivos o monolingües, que como autoclasificaciones son difíciles de evaluar, como indica Sinner (2004, 78). Existen múltiples y muy distintas definiciones científicas de las competencias que ha de tener una persona para ser considerada bilingüe. Por ello, la autoclasificación puede resultar problemática en un territorio bilingüe como la CAV, marcado por una situación de diglosia, ya que la relación con la lengua autóctona puede estar influida, por ejemplo, por una determinada actitud política o personal, un sentimiento de culpabilidad o la sobreestimación de las propias competencias. Es
15 Véase cap. 3.3.2, nota 27.
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posible, incluso, que hablantes de una determinada lengua se nieguen a utilizarla, o se resistan a considerarse bilingües, por diversos motivos (Paasch/Sinner 2010, 222). En resumen, a falta de ciertas «pruebas lingüísticas» es difícil determinar si el informante se ha clasificado a sí mismo en la categoría que realmente le correspondería.16 El mismo problema aparece en los Censos de Población y Viviendas 2001 (EUSTAT 2007) o en las Estadística de Población y Viviendas 2006 (EUSTAT 2008), donde cada persona tenía que indicar las respuestas correspondientes a sus propias competencias lingüísticas en una casilla, sin que se les diera la posibilidad de participar en «pruebas lingüísticas» para comprobar sus auténticas competencias.17 Con todo, a pesar de las deficiencias indicadas, nos basaremos en estos datos por no disponer de otros.
3.3.2 Lengua habitual del individuo La lengua habitual del individuo es, a nuestro parecer, el factor más relevante a la hora de describir la comunidad de comunicación vasca, ya que en la CAV conviven individuos con distintas competencias lingüísticas que manejan diferentes lenguas habituales.18 Partiendo de las competencias en castellano, encontramos personas que solo hablan castellano, bilingües que combinan el castellano con una segunda lengua y personas para las que el castellano es una segunda lengua. Optamos por el empleo del término lengua habitual, pues hablar de lengua materna suele resultar problemático (cf. 2.2.1).19 Por lengua habitual entendemos el idioma o los idiomas empleado(s) por el hablante en los distintos
16 Queremos indicar que las encuestas han sido severamente criticadas por el sociólogo Aurelio Arteta (Arteta 2008), para quien carecen de metodología científica. Arteta argumenta que no se basan en exámenes dirigidos a comprobar las competencias orales, lectorales, escritas y de compresión auditiva del informante, sino que evalúan únicamente su autoclasificación. Por tanto, considera que los resultados son de «escaso valor científico y […] de muy poco fiar». Sin embargo, Arteta enlaza su razonamiento científico con una crítica a la política lingüística del Gobierno Vasco. Según él, tales encuestas se realizan únicamente para comprobar el éxito de una política lingüística que él considera «profundamente injusta por los fundamentos ético-políticos en que descansa y por los perversos efectos que produce» (Arteta 2008). 17 Véanse las páginas web de EUSTAT (EUSTAT 2007, 2008 y 2012c). 18 Un resumen de los hechos más importantes de este factor se encuentra en Paasch (2010, 214–217; 2012, 176–178) y Paasch y Sinner (2010, 221–222). 19 Nuestra definición se basa en la propuesta de Badia i Margarit (1969, 205–206). Otros autores como Siguán (1999, 27) o Vann (2009, 92) emplean el término con significados diferentes.
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dominios privados y públicos. La lengua habitual no tiene que ser, por fuerza, la lengua materna del hablante, si bien, en el caso de un hablante bilingüe o plurilingüe, la lengua materna suele ser una de las lenguas habituales. En cualquier caso, una de las lenguas habituales del hablante bilingüe (o plurilingüe) es necesariamente su lengua dominante, dado que no se puede tener más que una lengua dominante. La lengua dominante no tiene por qué ser la lengua materna de un hablante y viceversa.20 A la hora de abordar el bilingüismo nos basamos en la definición propuesta por Sinner (2004) que considera que una persona es bilingüe cuando habla «las dos lenguas implicadas como una persona nativa, aunque haya alcanzado menor competencia en una de las dos lenguas o no se identifique con una ellas» (2004, 76).21 Esta definición excluye a todos aquellos «que aprendieron una de las dos lenguas X e Y (o las dos) como lengua extranjera o que, a pesar de aprenderla como lengua no extranjera, no alcanzaron una competencia activa o considerable en una de las lenguas implicadas» (2004, 76).22 También deja fuera a quienes «aprendieron lenguas extranjeras o que aprendieron una segunda lengua de adulto, posiblemente sin ser capaz de expresarse normalmente en ella sin problemas» (2004, 76–77). Partiendo de esta definición de bilingüismo, determinamos que alguien que no domina una de las dos lenguas X e Y como nativa o no es capaz de expresarse sin problemas en ella, porque la aprendió como lengua extranjera o como segunda lengua en la edad adulta sin alcanzar competencias activas, es monolingüe.23 En cuanto a la clasificación de hablantes podemos distinguir un primer grupo constituido por individuos para quienes el castellano es la única lengua que 20 Como indicamos respecto a la lengua materna (cf. 3.3.1), la noción lengua dominante es dinámica ya que puede cambiar según el lugar de residencia de una persona bilingüe, y no tiene por qué ser siempre la misma de las (dos) lenguas habladas (cf. Grosjean 1982, 232–240; Baetens Beardsmore 1982, 30; Sinner 2004, 132–133). 21 Romaine (1995) hace hincapié en que un hablante bilingüe nunca tiene las mismas competencias en las dos lenguas que domina dado que no emplea ambas en todos los dominios. Véanse también Grosjean (1982, 228–240) y Baetens Beardsmore (1982, 1–36) entre otros. 22 En opinión de Romaine (1995, 19), sin embargo, «the true balanced bilingual […] is elusive. The notion of balanced bilingualism is an ideal one, which is largely an artefact of a theoretical perspective which takes the monolingual as a point of reference». Véase también Grosjean (1982, 235) quien señala que «‹balanced› bilinguals, those who are equally fluent in both languages, are probably the exception and not the norm». Sinner (2004, 132–133) destaca que es difícil determinar el grado de bilingüismo de un hablante puesto que no se dispone de criterios unívocos para medir dicho bilingüismo. 23 A pesar de ello, toda persona monolingüe dispone de diferentes registros y estilos, y es, por tanto, hablante de diferentes variedades de la lengua que habla (Linke/Nussbaumer/Portmann 2004, 348).
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dominan como nativos. Es la única lengua que emplean en el día a día, en todas las comunicaciones, en los dominios privados (amigos, familia, vecinos, etc.) y públicos (administración, escuela, trabajo, etc.). Se trata, pues, de castellanohablantes monolingües que no tienen competencias en euskera ni tampoco en otras lenguas.24 En este grupo encontramos inmigrantes internos procedentes de comunidades autónomas castellanohablantes como Castilla y León, Andalucía o Extremadura, que llegaron a la CAV entre los años 1940 y 1975 y que solo hablaban castellano (Amorrortu Gómez 2002, 823), y cierto número de inmigrantes latinoamericanos (Gobierno Vasco/UPV/EHU 2007a; 2007d; así como Gobierno Vasco 2008b). Según Cobos Errasti (2007), los inmigrantes latinoamericanos suelen resistirse a aprender euskera, al igual que hicieron los inmigrantes internos de los años 1940 y 1950 (cf., también, Amorrortu Gómez 2002).25 Entre los castellanohablantes monolingües se encuentran también personas naturales de los diversos municipios de la CAV que no aprendieron euskera por diversas causas, por ejemplo, por la falta de prestigio que acusaba esta lengua en la primera mitad del siglo XX o por la dictadura franquista, tal y como explicaron nuestros informantes en los ejemplos (2) y (3).26 (2)
G 43: respecto al idioma . es decir la idea es que vino Franco imponiendo su ideal España y, erradicó el euskera de, un montón de sitios ¿no? . pero, concretamente en mi familia existía una figura . eh que era una mujer, que, para mí fue casi como una tercera abuela ¿no? . y esta/ esta mujer era hija c/ de uno de los fundadores del sindicato de la STV que es el sindicato nacionalistaa (0,6''), afín al PNV [¿no?] . A: [mh] G 43: y su padre el padre de esta mujer era/ era, fundador de/ o sea familia muy muy nacionalista . su madre . no me acuerdo de qué pueblo era pero sí sé que aprendió castellano con veintiún años A: mh G 43: cuando bajó a servir en un hostal, ahí a no sé qué otro pueblo y tal . porque ella no tenía ni idea de castellano, o seaa (0,44'') entonces/ . bueno pues curiosamente, y todo esto te estoy hablando de los años veinte [es decir] A: [mh] G 43: mucho antes de la llegada de Franco
24 No puede descartarse que tienen competencias de segunda lengua en inglés, francés, etc., adquiridas en su época de escolarización. 25 Según Fernández Vallejo (2006; 2007), se trata sobre todo de familias latinoamericanas, pero también árabes, que reclaman la enseñanza enteramente en castellano puesto que esta lengua les ofrece una mayor movilidad en España. En el caso de los latinoamericanos, el castellano es la lengua habitual. 26 Según Amorrortu Gómez (2002, 817–818), la marginalización social de la población euskerahablante y la progresiva disminución del prestigio del euskera empezaron ya en el siglo XVIII y alcanzaron su cénit, según la autora, durante la dictadura franquista.
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A: sí . G 43: estos do/ este matrimonio . de gente muy nacionalista, no enseñó euskera a sus hijos porque consideraban/, concretamente a sus hijas . porque consideraban que no era un idioma de señoritas .. (E19/G 43/972) (3)
G 45: euskera pues/, pues éramos de aquí . y entonces pues eh pega/ a mi padre le quitaron dos años del título de marino que no agarra pero bueno era, a quien menos le hicieron pero bueno todo el mundo tenía miedo [un] A: [mh] G 45: poco miedo A: mh G 45: y pues bueno, pues oye . era el eus/ ibas a estudiar pero como los profesores eran eespañoles (0,64'') A: mh G 45: pues/ pues/ pues, era una lengua maldita no te dejaban hablar en/ en euskera y te castigaban y tal nada eh fue una opresión que tú ya s/, lo sabes . y entonces pues bueno yo siempre mme (0,433'') daba pena pero entonces no se le daba tanto valor ahora/ ahora yo di/ yo daría un montón de dinero (E 20/G 45/985)
El grupo de los monolingües contiene un subgrupo: el de los castellanohablantes monolingües con competencias mínimas en euskera. Para ellos, el euskera sigue siendo una segunda lengua (L2), aunque lo han estudiado durante varios años en la escuela o en un euskaltegi.27 El uso del euskera es, en estos casos, exclusivamente pasivo (por la radio, la televisión, la prensa, los rótulos de los establecimientos, etc.). De hecho, como pudimos comprobar a menudo durante nuestro estudio, sus competencias activas en euskera son bastante limitadas. En este subgrupo encontramos, también, a los hablantes que tenían el euskera como lengua materna en la primera infancia, pero que lo perdieron por distintos
27 El euskaltegi es un centro de enseñanza en el cual se imparten únicamente clases de euskera, en la mayoría de los casos para adultos. No obstante, en la actualidad, algunos centros también ofrecen cursos para jóvenes y para familias, principalmente durante las vacaciones. Se fundaron en los años sesenta del siglo XX a fin de revivir las competencias en euskera y mejorar los conocimientos culturales acerca de la cultura vasca de jóvenes y adultos en horario nocturno. Los primeros centros fueron fundados por AEK (‘Alfabetatze Euskalduntze Koordinakundea’, cast. ‘Coordinadora de Alfabetización y Euskaldunización’). Tras el establecimiento de la autonomía, el Gobierno Vasco creó el HABE (‘Helduen Alfabetatze eta Berreuskalduntzerako Erakundea’, cast. ‘Instituto de Alfabetización y Reeuskaldunización de Adultos’). Esta fundación provocó serios problemas de competencia en cuanto al reconocimiento de títulos, etc., a los que se puso fin en 1995 (Tejerina 1999, 61–72; 2006; AEK 2012; HABE 2012). Véase Núñez (1977, 89–90) respecto al creciente número de alumnos de euskera en los euskaltegis en esta época en las provincias vascas y en Nafarroa/Navarra.
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motivos. Aunque en la actualidad están recuperando paulatinamente un conocimiento básico en euskera, siguen siendo hablantes monolingües para quienes el euskera se ha convertido en una segunda lengua.28 Así pues, dentro del grupo de hablantes monolingües hay que distinguir entre los hablantes sin competencias en euskera que únicamente hablan castellano y en ningún momento estudiaron esta lengua (monolingües) y aquellos que poseen competencias mínimas en euskera, esto es, que sí aprendieron euskera pero que siguen considerándolo como una segunda lengua o que nunca llegaron a dominarlo (monolingües con euskera L2). Dentro de la CAV encontramos, asimismo, hablantes que tienen competencias nativas en dos lenguas (es decir, bilingües). Entre ellos pueden distinguirse varios subgrupos. En primer lugar contamos con hablantes bilingües para quienes tanto el castellano como el euskera constituyen las lenguas habituales en todos los ámbitos públicos y privados. En segundo lugar, encontramos hablantes bilingües castellanizados, esto es, personas que han dejado (voluntariamente) de hablar el euskera por diversos motivos, aunque no por ello son monolingües: los bilingües castellanizados tienen mejores y mayores competencias en euskera que los monolingües que aprendieron el euskera como segunda lengua (L2). Sin embargo, esos bilingües no dominan el euskera de la misma forma que el castellano porque (ya) no constituye su lengua habitual. A pesar de ello, pueden vivir «en dos mundos», pues disponen de las competencias necesarias para relacionarse en situaciones formales e informales, leer un libro, ver una película o escuchar la radio en euskera. No obstante, su léxico en euskera presenta ciertas lagunas:
28 A modo de ejemplo queremos describir la situación de un informante mayor de Leioa, una persona que nunca había adquirido competencias activas en euskera: aun siendo esta su lengua materna, no había podido usarla a causa de la represión lingüística franquista. Durante la mayor parte de su vida, solo había hablado en castellano. Señaló tener dificultades a la hora de hablar en euskera, aunque seguía entendiéndolo bien (entrevista del 18.5.2010). Conocimos en Getxo, además, a personas de edad avanzada, oriundas de diferentes pueblos de la costa vizcaína, cuya lengua materna había sido exclusivamente el euskera. Debido a su exilio a otros países europeos o americanos durante la Guerra Civil española, habían aprendido inglés o castellano. A su regreso al País Vasco, tras la guerra, tuvieron que estudiar el castellano para poder integrarse en la sociedad vasca del franquismo. En la actualidad, poco a poco van atreviéndose a recuperar sus competencias en euskera. Si bien les cuesta y tienen costumbre de hablar en castellano entre ellos, sí se acuerdan de ciertas formas procedentes de las variedades del euskera que habían aprendido como lengua materna. De ahí que para ellos, es más sencillo recuperar el euskera. Un castellanohablante monolingüe con competencias mínimas en euskera —no olvidemos que vive en un entorno de rotulación bilingüe y que lo habrá estudiado en la escuela— encontrará más dificultades para llegar a dominarlo.
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hay temas sobre los que normalmente no hablan en este idioma y, por tanto, desconocen ciertos tecnicismos y expresiones pertinentes. Siguiendo con los hablantes bilingües encontramos, en tercer lugar, a aquellos que aprendieron el euskera fuera del hogar, en las instituciones de educación preescolar y escolar (modelo D o ikastola29), o a quienes asistieron ya desde edades muy tempranas. Optamos por denominarlos neovascohablantes o neovascófonos, dado que no aprendieron el euskera de sus padres o abuelos —que no hablan la lengua—, sino la variedad estándar, el euskara batua, en las instituciones educativas.30 El euskera es su lengua habitual, junto con el castellano, a pesar de no haberlo recibido por la vía intergeneracional. Un segundo tipo de neovascohablantes son los que aprendieron el euskera ya en la edad adulta, en un euskaltegi, y han adquirido competencias nativas en este idioma, ahora lengua habitual junto al castellano. Algunos participantes de las II Jornadas de Lingüística Vasco-Románica/Euskal-Erromantze Linguistika II. Jardunaldiak celebradas en Bilbao, en el año 2007, señalaron que una de las causas del incremento del número de hablantes bilingües desde el establecimiento de la autonomía del País Vasco fue el sentimiento de responsabilidad individual en pro de la recuperación del euskera y la voluntad de apoyar su rescate activamente.31 Es reseñable el hecho de que en la actualidad empleen el euskera de forma activa en el día a día en todos los dominios privados y públicos. En este grupo encontramos también a quienes estudiaron euskera en un primer momento, por necesidades profesionales, por ejemplo, porque trabajaron en el ámbito de la administración pública. Sin embargo, su relación con el euskera así como sus competencias en esta lengua han evolucionado a lo largo del tiempo. Dentro de este último subgrupo encontramos a aquellos para quienes el euskera se ha convertido en su lengua habitual, sobre todo en el dominio privado. Hablaríamos de bilingües euskaldunizados, dado que se han decidido por el uso del euskera en la mayoría de los dominios privados y públicos, sin abandonar el castellano, necesario en la situación lingüística de la CAV.32
29 Véase el capítulo 3.3.6 al respecto al concepto de ikastola. 30 Esta definición de neovascohablante no concuerda totalmente con la de euskaldun berri que hemos comentado anteriormente (cf. 2.3.2.14). 31 Véase respecto a este tema, también, Tejerina Montaña (1992, 318–319) y Amorrortu (2002, 819). 32 Un ejemplo de este grupo es un informante natural de Portugalete a quien conocimos durante nuestra estancia en Getxo, donde residía. Aprendió euskera desde la temprana infancia en instituciones educativas del modelo D. Optó por hablar en euskera siempre que le fuera posible, tanto en el ámbito público como en el privado. Sólo hablaba en castellano con sus padres, que eran castellanohablantes monolingües con competencias mínimas en euskera, cuando iba a tiendas cuyo personal era castellanohablante o en instituciones del Estado español.
3.3 La comunidad de comunicación vasca
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Dentro del grupo de los hablantes bilingües que tienen el castellano y euskera como lenguas habituales nos encontramos, también, con individuos cuyos padres son neovascófonos y por ello (probablemente) hablantes del euskara batua, con personas cuyos padres hablan una variedad diatópica del euskera, y con aquellas cuyo padre o madre habla una variedad diatópica del euskera, mientras que el otro progenitor habla el euskara batua. Conviene distinguir entre los tres dado que las diferencias entre algunas variedades, por ejemplo entre el bizkaiera y el euskara batua, son notables, al menos a nivel léxico. Tal diferenciación es, a nuestro parecer, sumamente importante pues, como indica Amorrortu Gómez (2002, 826), el bizkaiera goza de más prestigio que la variedad estándar, por ser considerado más auténtico (cf., también, Fernández Ulloa 2001b, 156–157).33 Además, el empleo del euskara batua como lengua habitual por parte de los padres y a la hora de educar a sus hijos puede llevar a la formación de nuevas variedades diatópicas, diastráticas y diafásicas diferenciadas tanto de la variedad estándar como de las variedades diatópicas en las que se basa la variedad estándar. Ahora bien, aunque constituyen todavía una excepción entre los neovascófonos, entre los hablantes del euskara batua también los hay que saben hablar, además, una variedad diatópica del euskera (bizkaiera, gipuzkera, etc.). El último grupo que distinguimos dentro de los hablantes bilingües que tienen el euskera y el castellano como lenguas habituales son los que aprendieron el castellano desde la niñez aunque de adultos ya lo utilizan muy poco, por vivir en un entorno predominantemente euskerahablante. Se trata, principalmente, de personas mayores que viven en áreas rurales y tienen poco contacto con hablantes del castellano (a pesar de que esta lengua les llega por la televisión, la radio o la prensa). Su lengua habitual y dominante es el euskera, que hablan en el dominio privado y en la mayoría de los dominios públicos (trabajo, bar, iglesia, etc.).34 Ahora bien, existen otros tipos de bilingües en el País Vasco. Hablamos, por un lado, de aquellos que inmigraron de otras provincias bilingües del Estado español en las décadas de los 50, 60 y 70 del siglo pasado. Son hablantes del castellano y la lengua propia (regional) de su comunidad de origen, es decir, son bilingües caste-
33 Amorrortu Gómez (2000a, 142) señala que se pueden observar diferentes actitudes frente a la variedad estándar, el euskara batua, y los dialectos del euskera por parte de los neovascohablantes, entre los que lo habían aprendido desde la infancia y los que lo habían estudiado en la edad adulta. Sin embargo, un informante de Lekeitio nos indicó que aunque algunas instituciones como Labayru o Bizkaia Irratia realizan una labor formidable en pro de la recuperación de la variedad diatópica bizkaiera, los euskerahablantes opinan que, a veces, estas medidas resultan perjudiciales, pues no hacen sino insistir en su naturaleza dialectal. 34 Se trata del grupo de hablantes estudiado por Echaide (1968) y por los investigadores del ESCA (por ejemplo, Iribar et al. 2007; Isasi et al. 2011; Gómez Seibane 2011a; 2011b).
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llano-catalán, castellano-asturiano y, sobre todo, castellano-gallego. Ambos idiomas pueden constituir sus lenguas habituales —si bien no necesariamente lo son—, aunque, probablemente, el idioma regional quede relegado al dominio familiar, tal y como lo describe Álvarez Silvar (2001, 140). El hecho de que uno de sus dos idiomas, el castellano, se hablase también en la sociedad receptora mejoró y facilitó su integración en la misma, haciéndola más apetecible que la emigración a otros estados europeos o americanos. Sin embargo, el abandono de su tierra natal actuó en detrimento de su lengua regional, si bien los gallegos se establecieron juntos, creando núcleos en diversos enclaves del País Vasco en los que conservaron lengua y cultura (Álvarez Silvar 2001, 140; Hernández Borge 2001, 155).35 Por otro lado y desde principios de los años 1990, la CAV ha vivido la llegada de cada vez más inmigrantes procedentes de países no hispanohablantes, que utilizan sus lenguas autóctonas como lengua habitual (tamazight, árabe, portugués, rumano, etc.) junto al castellano.36 Son, por tanto, hablantes bilingües, en su mayoría de segunda generación, hijos nacidos ya en la CAV, que han sido escolarizados en el modelo A (castellano) y B (bilingüe), si bien esta tendencia está cambiando.37 En efecto, hay cada vez más alumnos de segunda generación de inmigrantes extranjeros matriculados en el modelo D (inmersión lingüística)
35 Como señala una informante de Barakaldo, en un correo electrónico fechado el 25.5.2010: «En general los gallegos mantuvieron su lengua en la emigración: mi abuela materna hablaba con sus hijos en gallego y sus hijos entre ellos también. Yo lo entiendo muy bien y lo hablo, aunque no estoy alfabetizada». Los porcentajes de inmigración muestran que aunque el número de gallegos que llegaron al País Vasco, sobre todo a Barakaldo y ciertos barrios de Bilbao y Donostia-San Sebastián como Masustegi o Trintxerpe, empezó a caer a partir de 1962, el gallego se mantuvo como lengua de comunicación al menos en el ámbito privado (familia, vecindad, asociaciones gallegas). Vilaboa Barreiro (2001, 172) habla de un «galleguismo emocional y cultural que [el inmigrante gallego o su descendiente] lleva dentro de su cuerpo y de su alma» sin que aquella persona dejara de integrarse en la sociedad receptora. A pesar de ello, muchos hablantes terminaron por no trasmitir el gallego a los hijos, como señaló una informante de Bilbao con raíces gallegas, refiriéndose a su propio caso. 36 No nos referimos a personas que hayan venido a veranear en la CAV sino a personas que inmigraron desde otros países y residen desde hace tiempo en la zona. Si bien existen, como en Cataluña, debates sobre las preferencias de los inmigrantes latinoamericanos y de otras procedencias a la hora de elegir el modelo A como modelo lingüístico de escolarización y su rechazo frente al euskera (cf. 3.3.6; Fernández Vallejo 2006; 2007), varios profesores de euskera que conocimos durante nuestras estancias afirmaron que cada vez había más inmigrantes en sus clases y que estos eran, en su mayor parte, inmigrantes africanos. Sus competencias les sirven cuando trabajan de vendedores en la calle, ya que hablando euskera llegan también al grupo de los vascohablantes. Compárense también los datos del informe de CEAR-Euskadi (2007) respecto al interés y uso del euskera entre los inmigrantes en la CAV. 37 Véase el apartado 3.3.6 para una explicación acerca de los distintos modelos escolares en la CAV.
3.3 La comunidad de comunicación vasca
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(CEAR-Euskadi 2007), quienes, al mantener la lengua autóctona de su(s) progenitor(es) deben considerarse hablantes trilingües. Es decir, forman un grupo por separado, si bien desconocemos su actual número real.38 El último grupo de nuestra clasificación en función de la lengua habitual englobará, en consecuencia, a la primera generación de inmigrantes extranjeros, procedentes de países no hispanohablantes que tienen una lengua extranjera como lengua habitual a pesar de vivir en el País Vasco. Aprendieron el castellano (su segunda lengua) a su llegada al País Vasco u otro lugar del Estado español, pero no lo dominan a nivel nativo, aunque en muchos casos sí han desarrollado competencias notables. A modo de resumen queremos subrayar que una agrupación de los miembros de la comunidad de comunicación vasca según sus competencias lingüísticas en euskaldunzarras, euskaldunberris y erdaldunes, como la dada por Fernández Ulloa (2001a), en bilingües euskera-castellano o castellano-euskera, semibilingües castellano-euskera y castellanohablantes monolingües, como la dada por Landa (1995), o en bilingües euskera-castellano o castellano-euskera, cuasi-bilingües castellanoeuskera y castellanohablantes monolingües, como la adoptada por Etxebarria Arostegui (2000), no abarca la totalidad de diferencias respecto a la(s) lengua(s) habitual(es) que hemos detectado entre los hablantes de castellano en la comunidad de comunicación vasca.
3.3.3 Lugar de residencia El lugar de residencia, esto es, el entorno social en el que vive (y muchas veces también se mueve) una persona, es uno de los principales factores a tener en cuenta a la hora de describir la comunidad comunicativa vasca, dado el peculiar desarrollo demográfico que vivió el País Vasco durante el siglo pasado.39 Se trata de una variable que nos permite evaluar las diferencias existentes en cuanto a la presencia de las dos lenguas cooficiales y a su uso dentro de la CAV. Una persona procedente de Salvatierra (Araba/Álava) no tiene por qué hablar el mismo caste-
38 En su estudio con setenta y un hijos de inmigrantes nacidos en el extranjero y cinco hijos de inmigrantes de segunda generación Ibarraran, Lasgabaster y Sierra (2007, 106–107) demuestran que aunque un tercio (el 32%) de estos niños tiende a emplear el castellano al hablar con sus padres, dos tercios (68%) de ellos hablan con sus padres siempre o casi siempre en la lengua extranjera habitual de estos. 39 Véanse al respecto, también, Paasch (2010, 217–218; 2012, 180–181) y Paasch y Sinner (2010, 214–215).
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3 Marco teórico
llano que otra natural de Lekeitio (Bizkaia) o Beasain (Gipuzkoa), aun cuando presente las mismas características (nivel de formación superior, lengua materna castellano, padres procedentes de la CAV, etc.). Esto se explicaría por la presencia desigual del euskera en estas poblaciones (EUSTAT 2008). Además, las distintas variedades locales del euskera de Lekeitio y Beasain podrían influir en el castellano de sus hablantes, haciendo que sea diferente en cada caso, tal como señala la informante G 10 de nuestro estudio: (4)
G 10: yo creo . lo que es aquí claro luego vas a/ no sé si conoces Lekeitio por [ejemplo, claro son] A: [no, nunca he estado] G 10: pueblos/ es que .. hablar de euska/ de/, del País Vasco como una realidad única es que es/ no es verdad A: mh G 10: porque es que, vas a sitios, que es que son de euskera o sea es que son . euskaldunes [o sea] A: [mh] G 10: es que, ts noo (0,66'')/, noo (0,793'') es en la calle es en todo es quee (0,46'') hay muchas diferencias claro A: mh G 10: Lekeitio, Ondarroa . bueno ya, Gipuzkoa también m/ m/ mucho/, Azpeitia (ininteligible) . es/ son, pueblos es que son/ . notas la diferencia o sea, ahí son euskaldunes A: mh G 10: porque es que han/ lo han sido de toda la vida . entonces notas mucha diferencia (E 3/G 10/116–117)
Diversos estudios, como, por ejemplo, los de Sinner (2004) o Hernández García (1994; 1998), subrayan la importancia del lugar de residencia como criterio para la descripción de las variedades del castellano en una determinada región. Hernández García (1994, 49) resume su posición señalando que «resulta evidente que tanto el componente social como el lingüístico serán muy diferentes según donde nos situemos». Sinner (2004, 131) insiste en el hecho de que en zonas expuestas a fuertes inmigraciones, el lugar de residencia es un factor de suma importancia ya que el número de inmigrantes puede variar enormemente en función de la fecha de llegada y del lugar de asentamiento. Es decir, dependiendo de la cantidad de inmigrantes y del tamaño de la población receptora de un cierto lugar, la integración lingüística, cultural, etc., de dichos inmigrantes oscila entre su asimilación total y su no integración total dentro de la sociedad receptora, por mencionar dos casos extremos, aunque existen infinidad de estadios intermedios. Los recién llegados tienden a asentarse en zonas en las que ya viven individuos de su mismo origen. Se trata de un fenómeno común, que también podemos observar en el País Vasco y que dificulta, a menudo, la asimilación total de los
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inmigrantes (cf. al respecto Blanco 1990).40 En este aspecto, hay que tener en cuenta que la integración de inmigrantes en la CAV fue probablemente más fácil para quienes llegaron al final del siglo XIX que para quienes llegaron con la segunda oleada masiva del siglo XX . Pese a que la inmigración interna tuvo un fuerte impacto en la constitución de la sociedad vasca, apenas existen estudios sobre los efectos y las consecuencias lingüísticas de la integración de dichos inmigrantes en la sociedad vasca, cómo afectó a su castellano y al castellano de la población autóctona41, hecho que Sinner (2004, 124) critica también al estudiar la comunidad comunicativa de Cataluña. Este autor (Sinner 2005, 141–148) destaca además que tanto la emigración como el retorno de quienes emigraron pueden influir en la lengua de la sociedad receptora, en la lengua de los mismos emigrantes y, mediante los retornados, también en el idioma de su sociedad de origen, algo que tampoco ha sido estudiado hasta ahora respecto al castellano en el País Vasco. Tal influencia recíproca surge de la participación de cada individuo en distintas redes sociales en su lugar de residencia y fuera de ella, y es que dichas redes influyen en el comportamiento lingüístico y en el uso de ciertos elementos lingüísticos (Milroy 1987). La asimilación lingüística pone de manifiesto la pertenencia de un individuo a un cierto grupo social, por ejemplo de su misma edad (ingl. peer group), lo que puede alterar su comportamiento lingüístico. El análisis del factor lugar de residencia permite constatar que las tres provincias de la Comunidad Autónoma Vasca, esto es, Araba/Álava, Bizkaia y Gipuzkoa, muestran realidades distintas. En todos los municipios de Araba/Álava, entre el
40 Blanco (1990, 113–184) constata este comportamiento en su estudio sobre la inmigración llegada a Bilbao. Explica que los inmigrantes procedentes de Castilla y León, Galicia, Extremadura, Andalucía, etc., llegados hasta el año 1986 se asentaron en ciertos barrios de la ciudad en los que ya vivían personas de su sociedad natal. Blanco (1990, 124) distingue varias zonas en función de la procedencia de los inmigrantes en Bilbao. Señala que los de Cantabria se asentaron, principalmente, en Recaldeberri/Errekaldeberri, Basurto/Olabeaga, Zorroza/Zorrotza; los de Extremadura en Deusto/Deustu, Txurdinaga/Otxarkoaga, Santutxu/Bolueta, Bilbao la Vieja/Ibaizabal, Recaldeberri/Errekaldeberri, Zorroza/Zorrotza; los de Andalucía en Txurdinaga/Otxarkoaga, Recaldeberri/Errekaldeberri, Zorroza/Zorrotza; y los de Nafarroa/Navarra en Deusto/Deustu, Bilbao la Vieja/Ibaizabal (cf. también Etxebarria Arostegui 1985, 19). En un trabajo antropológico, Homobono Martínez señala que las comunidad de gallegos en el País Vasco promovía el asentimiento en «barrios casi privativos» (2012, 11, nota 3) en los cuales ofrecían una red de centros y asociaciones culturales. Teniendo en cuenta que el euskera ya no se hablaba en Bilbao en el siglo XX (cf. Michelena 1977b, 23–26 y 40), es bastante probable que debido a la privación descrita por Homobono Martínez (2012) no se diera una integración y asimilación a la sociedad vasca euskerahablante y solo, de modo restringido, a la sociedad vasca castellanohablante. 41 Por población autóctona entendemos, en este contexto, las familias cuyos padres y abuelos nacieron en el País Vasco.
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50 y el 80%, o más del 80% de los hablantes son individuos monolingües de castellano. La excepción sería Aramaio, donde los hablantes monolingües de castellano constituyen menos del 20% de la población (Gobierno Vasco 2009, 48–51).42 Basándose en los datos de Bonaparte de 1863, Zuazo (1995, 17) señala que el euskera ya había desaparecido de la provincia para la segunda mitad del siglo XIX , seguramente por ser zona fronteriza con las provincias monolingües de Burgos (Castilla y León), La Rioja y la parte castellanohablante de Nafarroa/ Navarra (cf., también, Núñez 1977). De hecho, la mayoría de los inmigrantes que acogió Araba/Álava procedían de La Rioja y de Castilla y León, lo que ayudó a la consolidación del uso del castellano y a su difusión en la zona. El aumento del número de euskerahablantes en esta provincia, en la actualidad, se debe al establecimiento del euskera como lengua cooficial de la CAV y su introducción como materia obligatoria en algunos modelos escolares y como lengua vehicular de enseñanza en otros (cf. 3.3.6). En cuanto a la distribución de la población alavesa en general, se puede observar que la mayoría de sus habitantes se concentra en la capital, Vitoria-Gasteiz, municipio urbano,43 debido al «extenso éxodo rural» (Torres Elizburu 2007, 86) que experimentó la provincia durante el siglo XX . En efecto, Araba/Álava, provincia rural y no industrializada en aquel entonces, vio cómo su población emigraba a las otras provincias vascas, a otras regiones españolas o al extranjero. El incremento poblacional registrado a partir de los años 1980 se debe a que la ciudad se convirtió en la capital de la CAV y pasó a albergar la sede del Gobierno Vasco.44 Aunque, al menos en la capital y en algunos municipios limítrofes, la población bilingüe ahora es mayor, el castellano sigue siendo la lengua más hablada en casi todos los municipios (Gobierno Vasco 2009, 49). Durante las últimas dos décadas, el éxodo rural se ha convertido en un
42 Para obtener estos porcentajes hemos invertido los datos proporcionados por el Gobierno Vasco (2008a; 2009), ya que este ofrece porcentajes aproximados de los hablantes bilingües en cada municipio. A diferencia de lo que presentamos en el apartado anterior (3.3.2), por castellanohablante monolingüe entendemos, aquí, todas las personas que no son hablantes bilingües euskera-castellano o castellano-euskera, aun cuando tengan competencias mínimas en euskera o sean hablantes de otras lenguas, etc., dado que las publicaciones no ofrecen datos más concretos para ninguna de las tres provincias. 43 Según los datos del INE (2009), la clasificación que se aplica en los Censos de Población y Viviendas, de la que nos servimos en este estudio, es la siguiente: urbano: más de 10.000 habitantes; intermedio: entre 2.000 y 10.001 habitantes; rural: menos de 2.000 habitantes. En el IV Mapa Sociolingüístico (Gobierno Vasco 2009) se aplica otra clasificación: pequeño: menos de 5.000 habitantes; intermedio: entre 5.000 y 20.000 habitantes; grande: más de 20.000 habitantes. Por ello, cambiamos de categoría a aquellos datos que no tenían cabida en la clasificación propuesta por el INE. 44 Vitoria-Gasteiz fue nombrada capital de la CAV el 23 de mayo de 1980 (Vitoria 2009).
3.3 La comunidad de comunicación vasca
121
«un proceso de contraurbanización» (Torres Elizburu 2007, 86): la provincia está viviendo, en la actualidad, un retorno de la población urbana a zonas rurales pero cercanas y bien conectadas con el centro urbano Vitoria-Gasteiz (2007, 102), lo que podría explicar el número creciente de bilingües euskera-castellano y castellano-euskera en ciertas zonas rurales de Araba/Álava próximas a la capital.45 Respecto a la distribución de la población, la mayoría de los municipios alaveses tiene menos de 20.000 habitantes; solo existen dos municipios intermedios, Laudio/Llodio y Amurrio, mientras que los demás son municipios rurales, excepto Vitoria-Gasteiz, que constituye el único municipio urbano (INE 2009). La provincia de Gipuzkoa muestra un panorama muy distinto. Los castellanohablantes monolingües constituyen menos del 80% de la población en todos los municipios. Representan entre el 50 y el 80% de la población principalmente en los municipios con un alto índice de población inmigrante interregional, como Donostia-San Sebastián, Irun, Errenteria o Eibar. En el interior de la provincia y en las zonas limítrofes con Nafarroa/Navarra, sin embargo, el porcentaje de los castellanohablantes monolingües no llega al 20%. En las demás zonas de Gipuzkoa su presencia representa entre el 20 y el 50% de la población (Gobierno Vasco 2009, 48).46 Llama la atención el predominio de la población bilingüe euskeracastellano y castellano-euskera en la mayoría de los municipios de Gipuzkoa, lo que podría deberse a la naturaleza de los inmigrantes llegados durante el siglo pasado a los municipios industriales. Los datos indican que la mayoría eran guipuzcoanos y navarros procedentes de áreas rurales predominantemente vascófonas, aunque también hubo inmigrantes vizcaínos y de otras regiones españolas (Núñez 1977, 22; cf. también 3.3.4). Otro factor que ayudó a la pervivencia del euskera en Gipuzkoa fue la existencia de sus numerosas ikastolas, fundadas en la capital entre los años sesenta y setenta del siglo XX , durante la dictadura franquista (cf. 3.3.6). El incremento de hablantes bilingües euskera-castellano y castellano-euskera registrado entre 1981 y 2006 (Gobierno Vasco 2009) supuso un nuevo impulso para el euskera. En cuanto a la distribución poblacional, vemos que, al igual que sucediera en Araba/Álava, los municipios guipuzcoanos son, en su mayoría, municipios rurales de menos de 2.000 habitantes y municipios
45 El IV Mapa Sociolingüístico resume la distribución de la población de Araba/Álava de la siguiente manera: «La población en Álava presenta un alto índice de concentración y una polarización muy elevada. Un único municipio, Vitoria, concentra más del 75% de la población. De los 50 municipios restantes todos menos dos, Laudio y Amurrio, están por debajo de los 5.000 habitantes y en ellos reside tan solo el 15,7% de la población» (Gobierno Vasco 2009, 17). 46 A modo de comparación, véase Amorrortu Gómez (2002, 819), pues proporciona datos acerca de la distribución de castellanohablantes monolingües y bilingües euskera-castellano a principios de la década de los 80 del siglo pasado.
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intermedios de menos de 10.000 habitantes. Los municipios urbanos son muy escasos, siendo el mayor la capital, Donostia-San Sebastián (INE 2009). La provincia de Bizkaia ocupa una posición intermedia entre Araba/Álava y Gipuzkoa. En algunas zonas de la provincia, más del 80% de la población es castellanohablante monolingüe, principalmente en la zona limítrofe con Cantabria (Enkarterriak). En Bilbao, la margen izquierda de la ría del Nervión y Durangaldea (Duranguesado), esto es, en las zonas que se arremolinan en torno a los grandes centros industriales del siglo XX , entre el 50 y el 80% de la población sigue siendo castellanohablante monolingüe. En los municipios restantes, situados en la costa y el interior de Bizkaia, los castellanohablantes monolingües constituyen entre el 20 y el 50% o menos del 20% de la población (Gobierno Vasco 2009, 48–51). Por el contrario, los hablantes bilingües euskera-castellano y castellanoeuskera representan, en algunas zonas, el 80% de la población, o al menos más del 50%. El retroceso o incluso la desaparición del euskera en los siglos XIX y XX en ciertas zonas de Bizkaia se debería a la pérdida de prestigio que sufrió el euskera en aquel entonces, según Zuazo (1995, 17). Sin embargo, la inmigración masiva que llegó a los centros urbanos de Bizkaia en esos mismos siglos (en Barakaldo, el número de habitantes aumentó de forma continua hasta el comienzo de la crisis económica de los años setenta del siglo XX ), supuso, también, una reducción del número de hablantes de euskera, ya que los recién llegados hablaban principalmente en castellano, lo que hizo que muchos hablantes (bilingües) dejaran de usar el euskera. A esto se suman las medidas de represión del régimen franquista, que llevaron a muchas familias a abandonar el euskera y a dejar de trasmitirlo generacionalmente (cf. Tejerina 1999; Núñez 1977; Zuazo 1995). Hay que señalar también que los profesores de las escuelas procedían de otras zonas de España e impartían las clases en castellano (cf. 3.3.4). La difusión cada vez mayor del castellano en los medios de comunicación (radio y televisión, por ejemplo) ayudó igualmente al asentamiento de esta lengua en detrimento del euskera.47 Aun con todo, el IV Mapa Sociolingüístico (Gobierno Vasco 2009, 48–50) indica que los porcentajes de castellanohablantes monolingües y de bilingües euskeracastellano y castellano-euskera han ido cambiando durante las últimas tres déca-
47 Michelena (1977b, 25) afirma, sin embargo, que —[u]na parte del occidente de Vizcaya, amplias zonas navarras y algunas alavesas son sin duda desde muy pronto —desde que poseemos una documentación suficiente, desde luego— de habla romance». El autor indica que, aun en 1863, Bilbao estaba situado en la zona euskerahablante mientras que a partir de finales del siglo XIX ya no formaba parte de esta, supuestamente, es decir, según Michelena (1977b, 40), en 1933 Bilbao ya se situaba al oeste de la zona euskerahablante. Trask (1997, 49) señala que este proceso ya empezó antes, entre los siglos XVI y XVIII , y que el euskera hablado por la población de Bilbao ya estaba bastante influido por el castellano en esta época.
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das. Por ejemplo, en Araba/Álava ha aumentado el número de bilingües castellano-euskera y cada vez son menos los municipios con más de un 80% de castellanohablantes monolingües. Lo mismo sucede en los municipios rurales de Enkarterriak y en la margen izquierda de la ría del Nervión, en Bizkaia. Al contrario de lo que sería de esperar, en los últimos treinta años ha disminuido, también, el número de municipios donde más del 80% de los habitantes son castellanohablantes monolingües. La distribución de la población en Bizkaia es similar a la de Gipuzkoa y, en cierto modo, a la de Araba/Álava. Al igual que en estas, en Bizkaia predominan los municipios rurales, seguidos por los municipios intermedios y, por último, por los municipios urbanos. No obstante, Bizkaia posee cinco municipios de más de 40.000 habitantes y uno con aproximadamente 350.000 habitantes (Bilbao), mientras que en Gipuzkoa solo los municipios de Irun y Donostia-San Sebastián tienen más de 40.000 habitantes (la capital cuenta con cerca de 178.000 habitantes), y en Araba/Álava, como hemos dicho, sólo existe uno, Vitoria-Gasteiz (INE 2009). En el gráfico 2 reproducimos un mapa a fin de ilustrar la distribución descrita.
Gráfico 2: Distribución de la población vasca según el porcentaje de bilingües en cada uno de los municipios de la CAV en el año 2006 (Gobierno Vasco 2009, 49).
A nuestro parecer, los datos detallados en este apartado ponen de manifiesto las grandes diferencias existentes entre las tres provincias y, dentro de cada una de ellas, entre las zonas mayoritariamente castellanohablantes y las predominantemente euskerahablantes, es decir, bilingües euskera-castellano y castellano-eus-
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kera. Influye, también, la naturaleza de cada zona de estudio, esto es, si se trata de zonas rurales —como pueblos aislados de la montaña—, intermedias o urbanas. En lo referente a las zonas intermedias y urbanas, hay que diferenciar los distintos barrios, es decir, si se trata de barrios de inmigrantes y sus descendientes, o de barrios en los que predomina la población autóctona, pues esto puede influir (fuertemente) en los usos lingüísticos de sus habitantes. Sobre la base de esta distinción, podemos elaborar el siguiente esquema: –
provincia (Araba/Álava, Bizkaia, Gipuzkoa) – zona lingüística (predominantemente castellanohablante, bilingüe, etc.) – grado de urbanidad (urbano, intermedio, rural) – barrio o estructura interna de la ciudad.
3.3.4 Origen geográfico y lingüístico familiar Otro aspecto relevante es el origen geográfico y lingüístico familiar de un hablante o de su familia.48 A nuestro entender, es un factor que debe tenerse en cuenta ya que puede variar considerablemente según el informante.49 No olvidemos que estamos ante una sociedad receptora de inmigrantes, tanto internos como foráneos, por lo que habrá que tener en cuenta su nivel de integración y de asimilación lingüística y cultural (cf. 3.3.3). Aún hoy, hay que diferenciar a los hablantes de la comunidad comunicativa vasca en función de este factor.50 Los inmigrantes que llegaron a finales del siglo XIX , con la primera oleada, se asentaron casi exclusivamente en Bizkaia y en Gipuzkoa. Eran, sobre todo, inmigrantes intraprovinciales de zonas rurales que venían a trabajar a los centros
48 Véanse al respecto, también, Paasch (2010, 219–220; 2012, 179–180) y Paasch/Sinner (2010, 216–217). 49 Según López Morales (2004, 139), Cedergren (1973) es la primera que tiene en cuenta esta variable en su estudio sobre el castellano en Panamá con el objetivo de diferenciar elementos de las zonas rurales y urbanas y el grado de integración y asimilación de los inmigrantes a la población nativa. 50 Aunque Etxebarria Arostegui (1985) toma en consideración el origen geográfico del informante, no considera explícitamente el de la familia del hablante ni el origen lingüístico familiar, si bien pregunta por la procedencia de los padres en el cuestionario sociolingüístico. Fernández Ulloa señala respecto a este factor que «dichas características pueden resultar de interés, sobre todo por la influencia de la lengua de los padres en la de los informantes de poca edad» (2001a, 54). No obstante, no considera estos datos en ninguna parte de su estudio. Hemos visto, por otra parte, que Elejabeitia Ortuondo y Bizcarrondo Ibáñez (1992, 9) tienen en cuenta este factor como dato relevante.
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industrializados. A ellos siguieron, unos años más tarde, los inmigrantes interprovinciales e interregionales, procedentes principalmente de Araba/Álava, Asturias, Burgos, Cantabria, Castilla y León, Extremadura, La Rioja y Nafarroa/Navarra (Ruiz Olabuénaga/Blanco 1994, 132).51 En su mayoría, eran personas de escaso o nulo nivel educativo, que buscaban trabajo en los nuevos centros industriales. Su llegada contribuyó a un fuerte crecimiento de las poblaciones en las que se asentaron (Ruiz Olabuénaga/Blanco 1994, 32, 43 y 120; Etxebarria Arostegui 1985, 23). La inmigración repercutió también en la transmisión lingüística familiar, pues el creciente contacto de la población autóctona con personas castellanohablantes monolingües de otras zonas del Estado español fomentó la transmisión de castellano y la pérdida del euskera (Medhurst 1982, 12; Da Silva 1975, 230). La segunda gran oleada de inmigrantes llegó entre 1950 y 1975, durante los años del boom económico español (González Portilla/García Abad 2006, 1). Aunque la gran mayoría de estos inmigrantes seguían siendo obreros, aproximadamente una cuarta parte pertenecía al nivel social medio y alto. Se trataba de funcionarios, altos cargos empresariales, académicos, etc., ya que, tras la Guerra Civil española, la política franquista ordenó que muchos profesores, eclesiásticos, etc., vascos, fueran sustituidos por personas oriundas de zonas castellanohablantes monolingües (Ruiz Olabuénaga/Blanco 1994, 34). A su llegada, estos inmigrantes encontraron una sociedad receptora fuertemente industrializada y ya predominantemente castellanohablante en los centros industriales de Bizkaia y Gipuzkoa y casi todas las zonas rurales de Araba/Álava. Los inmigrantes internos de la segunda oleada procedían de Castilla y León (44,22%), Extremadura (4,25%), Galicia (3,49%), Andalucía (2,99%), Nafarroa/Navarra (2,13%), Cantabria (1,99%), La Rioja (1,56%) y Castilla-La Mancha (1,09%). Solo el 0,92% eran inmigrantes procedentes del extranjero (EUSTAT 2006a). Como vemos, se trataba de hablantes de otras variedades del castellano, entre los que también se encontraban hablantes bilingües castellano-otra lengua regional del Estado español. Su llegada a las zonas urbanas, intermedias y rurales —como alcaldes o en oficinas gubernamentales nacionales— tuvo un gran impacto lingüístico entre los vascos autóctonos, entre los que se encontraban, también, los descendientes de inmigrantes de la primera oleada migratoria lingüísticamente en parte asimilados a la sociedad vasca. Este contacto afectó también a los hijos, sobre todo con la sustitución de los profesores.52 En las zonas rurales y aisladas del País Vasco
51 La inmigración hacia Araba/Álava no empezó hasta los años sesenta del siglo XX , dado que hasta esta época era una provincia rural cuya población emigraba a otras zonas en busca de trabajo. 52 Según Waldmann (1984, 183) y Kasper (2008, 166) se trataba de una forma de castigo para las provincias partidarias de la República Española, que no habían apoyado a los insurgentes
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como Ataun o Elantxobe, donde se mantenían las variedades diatópicas del euskera, el contacto con los hablantes de otras variedades del castellano fue mucho menor. Sin embargo, los hijos en edad escolar se vieron expuestos a un continuo contacto con hablantes de otras variedades del castellano en los centros escolares, por la citada represión lingüística del régimen franquista y por la llegada de los hijos de los inmigrantes internos.53 Podemos constatar una exposición de la mayor parte de la población autóctona a la influencia de otras variedades diatópicas, diastráticas y diafásicas del castellano desde el principio de la industrialización, durante la época de la dictadura y hasta el fin de la época de la industrialización en la década de 1970. Esto se refleja también en el número cada vez mayor de inmigrantes españoles en la población vasca: en el año 1900, el 21% del total de la población de las actuales provincias de la CAV eran inmigrantes; en Araba/Álava representaban el 13%, en Bizkaia el 37% y en Gipuzkoa el 28%. Si comparamos estos datos con los del año 1950 observamos que su número había aumentado hasta constituir el 26% de la población vasca, si bien su distribución por provincias seguía siendo desigual: en Araba/Álava representaban el 8,54%, en Bizkaia el 39,27% y en Gipuzkoa el 26,46% (Ruiz Olabuénaga/Blanco 1994, 120). Los datos estadísticos muestran que durante veinte años el número de inmigrantes continuó aumentando, llegando a constituir el 33,95% de la población vasca en 1970. Esto significa que, en esta época, un tercio de la población de las tres provincias vascas se constituía por hablantes de otras variedades del castellano o hablantes bilingües de una variedad del castellano y una lengua regional que no era el euskera, si bien eran pocos en comparación con los castellanohablantes monolingües. Tras la crisis económica mundial de la década de 1970, la CAV se convirtió en una región de emigración, y es que muchos inmigrantes de primera generación, y algunos de segunda y tercera generación, retornaron a sus provincias natales, o las de sus padres o familiares, donde había necesidad de mano de obra (Canamero Redondo 1991, 99).54 El crecimiento de la población inmigrante en la CAV se vio afectado por
franquistas durante la Guerra Civil española. Véanse también Núñez (1977, 119) y Siguán (1992), para el País Vasco, y Hoffmann (1996), para Cataluña. Consúltese, además, el artículo de Barruso Bares (2007, 675–681), que resume las medidas represivas y datos del ámbito de la enseñanza de la Guerra Civil aunque no se centra en aspectos lingüísticos. Véase también la bibliografía ahí indicada acerca del mismo tema durante los primeros años del franquismo. 53 A ello se debe añadir la difusión de las diversas variedades del castellano, que llegaron a los lugares más aislados del País Vasco a través de la radio y la televisión. 54 En opinión de Camarero Redondo (1991, 99, nota 2), no puede hablarse indistintamente de emigración de retorno puesto que solo una parte de los emigrantes que se fueron a Andalucía, Castilla y León, etc., procedían también de estas zonas. Muchos otros eran vascos autóctonos o inmigrantes de segunda generación nacidos en la CAV.
3.3 La comunidad de comunicación vasca
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esta marcha. Sin embargo, como manifiestan los datos de 1986, todavía en ese año el 35% de la población de la CAV eran inmigrantes internos y el 20,4% eran hijos de inmigrantes (Amorrortu Gómez 2002, 819, nota 5), porcentaje parecido a aquel de los años setenta del siglo XX (Waldmann 1984, 176; Ruiz Olabuénaga y Blanco 1994, 41). Entre finales del siglo XX y principios del XXI encontramos una nueva generación de inmigrantes. Se trata de personas procedentes de países latinoamericanos (Bolivia, Colombia, Ecuador), África (Marruecos, Argelia, Senegal) y Europa (Rumanía, Portugal).55 Entre 1998 y 2007, 98.524 personas inmigraron desde el extranjero al País Vasco. Como muestran los datos, el número de recién llegados crece sin cesar (Gobierno Vasco/UPV/EHU 2007a; 2007b; 2007c; 2007d; 2007e). Esta inmigración es, evidentemente, mucho menos masiva, pero también ha entrañado un impacto lingüístico al tratarse, principalmente, de hablantes de variedades del castellano diferentes de las de la zona vasca. Si atendemos a sus lugares de origen, encontramos hablantes de variedades diatópicas, diastráticas y diafásicas del castellano latinoamericano y africano. Sin embargo, el castellano no es la lengua habitual de todos ellos: para algunos es una segunda o tercera lengua (cf. 3.3.2). Además, algunos de los hablantes cuya lengua materna no es el castellano antes de llegar al País Vasco aprendieron en otras partes de la Península Ibérica otra variedad del castellano de España, por haber residido en un primer momento en otras zonas del Estado español, como Andalucía o Cataluña.56
55 En principio, deberían considerarse además a los emigrantes de retorno, es decir, a las personas que volvieron al País Vasco, por ejemplo desde los estados americanos, durante las vacaciones o para quedarse, ya que pudieron influir lingüísticamente en su sociedad natal, como afirma Sinner (2005, 147) para el caso de Galicia. No encontramos estudios sobre el volumen y el impacto lingüístico, cultural, etc., de la inmigración de retorno vasca. Por lo general, los trabajos que estudian la emigración vasca abordan la emigración vasca hacia los estados americanos, principalmente durante la Guerra Civil y el franquismo (v. Etxabe 1985; Zuazo 1991; Trask 1997). Algunos autores estudian, también, el desarrollo de las (nuevas) variedades del euskera en la emigración (cf. Echenique Elizondo 2001; Amorrortu Gómez 2000a; 2000b y la bibliografía ahí indicada). 56 No tenemos conocimiento de trabajos dedicados al estudio del castellano de los inmigrantes en la CAV —internos o internacionales— o a las consecuencias que haya tenido la inmigración para el castellano de la población autóctona de la CAV. Consideramos que deberían llevarse a cabo dado el gran número de inmigrantes que vinieron a esta zona. A falta de ellos, es difícil determinar cómo se efectúa la integración o asimilación lingüística de los inmigrantes, pues esta depende de muchos factores, como la lengua habitual del inmigrante: ¿es la misma que se habla en la sociedad receptora aunque sea una variedad distinta?, ¿se trata de lenguas distintas? Todo esto depende, también, del lugar en el que se instala una persona y del tipo de trabajo que tiene, es decir si tiene mucho contacto con personas que pertenecen a la sociedad receptora o no. Asimismo, hay que analizar la actitud del mismo inmigrante, es decir, si este se quiere integrar o
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Como vemos, en cuanto a los padres (y abuelos) de los hablantes de la CAV es importante tener en cuenta la variable origen geográfico y lingüístico familiar, ya que en esta comunidad conviven diferentes generaciones de inmigrantes: descendientes de padres nacidos en otra región española o en el extranjero; descendientes de parejas mixtas autóctono-foráneo; descendientes de padres autóctonos; y, posiblemente, también distintas generaciones de emigrantes de retorno.57 Además, tal como advierte Sinner (2004, 142), encontramos familias de naturaleza diversa en cuanto a lenguas usadas: familias homogéneas en las que ambos padres hablan una sola lengua con los hijos y entre ellos; familias mixtas en las que los padres hablan diferentes lenguas con los hijos —castellano y euskera, castellano y otra lengua del Estado español o castellano y otra lengua extranjera—; familias en las que padres e hijos no hablan las mismas lenguas, por ejemplo, porque los padres han optado por no transmitir su lengua habitual para que sus hijos tengan mejores oportunidades profesionales; y familias en las que los padres hablan entre sí una lengua que no usan con sus hijos pero que los hijos emplean también entre sí sin usarla con sus padres. En esta variable, hay que diferenciar, también, entre familias en las que se habla una variedad diatópica del euskera (bizkaiera, gipuzkera, goinafarrera), familias en las que se habla el euskara batua, y familias en las que se usa tanto el batua como la variedad diatópica, lo que puede llevar a una eventual influencia recíproca entre dichas variedades diatópicas y el batua.58
asimilar lingüísticamente o no, por cuestiones de identidad personal, cultural, lingüística, etc. Una investigación sobre las variedades de los inmigrantes serviría de base a estudios sobre las variedades del castellano de los retornados a sus sociedades natales o sobre las variedades de sus padres, y permitiría discernir las influencias procedentes de otras variedades sobre el castellano en el País Vasco, lo que reclamó Sinner (2005) para Galicia. 57 Según Sinner (2004, 129), los abuelos desempeñan todavía un papel importante en las familias de la sociedad catalana y en la educación de los nietos. Lo mismo sucede en el País Vasco, como explica el informante G 45, por lo que también habría que contemplar su procedencia geográfica y lingüística. 58 Véanse acerca de las diferencias de las variedades del euskera Fernández Ulloa (2001b, 155–155), Landa y Elordui (2001) o las páginas web de FONATARI (2012) y AHOTSAK (2012) y la bibliografía ahí indicada. A pesar de la existencia de diferencias, en parte significativas, entre las variedades diatópicas del euskera, Fernández Ulloa (2001a) señala que se sirve del euskara batua para explicar ciertos fenómenos lingüísticos constatados por ella, si bien sus informantes bilingües son hablantes de la variedad diatópica del euskera de Bermeo. A nuestro parecer, las interferencias o los elementos integrados en el castellano de hablantes de Bermeo pueden diferir, por ejemplo, en comparación con los que se dan en hablantes bilingües de la variedad diatópica del euskera de Beasain, por lo que sería conveniente tomar en consideración la(s) variedad(es) que usan los informantes.
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A nuestro entender, todos estos grupos forman parte de la comunidad de comunicación vasca, dado que son quienes constituyen la sociedad vasca. Sus variedades lingüísticas, sobre todo las procedentes de las regiones que más inmigrantes emitieron, pueden influir en el castellano en la CAV. Sinner (2004, 131) señala que el factor del lugar de residencia es uno de los más reveladores a la hora de catalogar a un hablante, dado que refleja las circunstancias actuales de su vida, identificándole potencialmente como hablante de una cierta variedad diatópica. La variable del origen geográfico será más reveladora cuando los informantes sean personas mayores, pues pueden haberse mudado a otra zona del interior del País Vasco, por ejemplo al casarse. Su lugar de origen —municipio predominantemente vascohablante, municipio urbano fuertemente industrializado u otro— puede repercutir en su idiolecto y haber sido transmitido a sus hijos. De hecho, el análisis del origen geográfico y lingüístico familiar de los hablantes nacidos en la CAV puede explicar el origen de ciertos elementos lingüísticos. Es posible que procedan de otras variedades del castellano y se hayan integrado por interferencias individuales, pasando por la norma colectiva en proceso de realización en la variedad de estudio, como demuestra Lagarde (1996, 91–92) en su estudio sobre el castellano de los inmigrantes en El Rosellón. Este autor subraya la importancia de este factor a la hora de detectar interferencias del catalán, del castellano andaluz, de otras variedades del castellano o de otras lenguas históricas en el castellano hablado por sus informantes, algo que resultaría imposible si no se conociera el origen geográfico y lingüístico familiar.59 En una clasificación de los posibles orígenes geográficos y lingüísticos familiares de la población del País Vasco habría que incluir, por tanto, una diferenciación entre las distintas provincias vascas, ya que la distribución de la inmigración era y sigue siendo desigual. En lo que concierne a las familias autóctonas, hay que distinguir, también, entre las zonas castellanohablantes y vascohablantes de la CAV y, dentro de estas, entre zonas urbanas, intermedias y rurales, ya que el uso del euskera varía, prevaleciendo en los ámbitos rurales e intermedios. El castellano, utilizado sobre todo en los ámbitos urbanos, no es homogéneo ni uniforme. Las diferencias entre las variedades diatópicas del euskera y la variedad batua están también relacionadas con los lugares urbanos y rurales. No
59 Véase también Hernández García (1994, 46), quien subraya que el origen geográfico y lingüístico pueden ser decisivos en cuanto a la adquisición de lenguas en el hogar, ya que la madre, a menudo, sigue siendo la encargada de educar (lingüísticamente) a los hijos. Esto se refleja en el caso del informante G 38, que no aprendió euskera a pesar de que su padre procedía de una familia euskerahablante, porque este era marinero y no pasaba mucho tiempo en casa. Su madre procedía de una familia de origen alavés y solo hablaba castellano.
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obstante, lugares intermedios como Durango y Beasain deberían considerarse de forma particular, pues la relación entre las variedades diatópicas y la variedad batua es muy especial: no olvidemos que muchos lugares intermedios acogieron población inmigrante castellanohablante monolingüe que, en la actualidad, conoce el batua, por haberlo aprendido en la escuela. Sin embargo, son zonas predominantemente euskerahablantes, en las que también se mantienen las variedades diatópicas del euskera. Cuando el informante sea inmigrante, hay que averiguar si su familia procede de otra zona vascohablante, como Nafarroa/Navarra, en cuyo caso habrá que especificar si dicha zona es (todavía) vascohablante o castellanohablante. Cuando el informante proceda de otra región bilingüe de España (Galicia, Cataluña, etc.), habrá que averiguar si se trata de una zona bilingüe, de una zona en la que predomina la lengua regional o de una zona (mayoritariamente) castellanohablante. También habrá que distinguir entre inmigrantes procedentes de zonas castellanohablantes monolingües de España, inmigrantes procedentes de otras países extranjeros castellanohablantes donde el castellano es la lengua oficial o nacional (o una de ellas), inmigrantes que provienen de estados extranjeros donde el castellano coexiste con una o varias lenguas autóctonas, ya que el castellano no tiene por qué ser la lengua oficial de todos ellos, e inmigrantes que proceden de países cuya lengua oficial o nacional es otra (u otras). En todos estos casos hay que diferenciar, al menos, entre zonas rurales y urbanas, pues las diferencias de uso lingüístico pueden ser sustanciales. Como vemos, conocer el origen geográfico y lingüístico familiar es de suma importancia para poder determinar el origen de las particularidades que se constaten en las variedades del castellano de los hablantes en la CAV. Apoyándonos en un esquema propuesto por Sinner (2004, 129) para la clasificación del origen geográfico y lingüístico familiar en Cataluña, hemos elaborado el siguiente gráfico 3, que ilustra la heterogeneidad de la sociedad vasca en este punto.
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Gráfico 3: Esquema de los posibles orígenes geográficos y lingüísticos familiares de los hablantes de la comunidad de comunicación vasca.
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3 Marco teórico
3.3.5 Edad La edad constituye otro factor importante a la hora de constituir la comunidad de comunicación vasca.60 Se trata, además, de un criterio en el que se basan a menudo los estudios sociolingüísticos, variacionistas o dialectológicos, a fin de seleccionar a sus informantes (cf., por ejemplo, Etxebarria Arostegui 1985; 2000; Fernández Ulloa 2001a), dado que «[l]a inclusión de diferentes edades ofrece la posibilidad de observar si la probabilidad de ocurrencia de una variante determinada aumenta, disminuye o se mantiene estable a través del tiempo aparente» (Silva-Corvalán 1989, 19). Es decir, la variable edad permite observar cambios lingüísticos entre una generación y otra dentro de una comunidad; cambios que la autora considera lingüísticos en el tiempo, esto es, diacrónicos, a pesar de que no hayan sido observados en el tiempo real, tal como afirma Eckert: «Age stratification of linguistic variables, then, can reflect change in the speech of the community as it moves through time (historical change), and change in the speech of the individual as he or she moves through life (age grading)» (1997, 151). Es importante tener en cuenta que no todo lo que difiere entre las hablas de las distintas generaciones es atribuible a cambios lingüísticos, tal y como afirman Bernal y Sinner (2009) acerca del registro juvenil: «En el cas dels castellanismes, la crítica se centra en la por de perdre la genuïnitat (o el geni) de la llengua catalana: es tem una castellanització progressiva, lenta però segura, de la llengua del [sic] joves. La parla juvenil és, per a molts, la llengua de les generacions venidores, el mirall del futur de la societat i la llengua catalanes (vegeu Wieland, 2005: 133; 2008b: 155). Ara bé, els qui veuen en el registre juvenil l’embrió de la llengua del futur s’obliden de la funció social i identificatòria d’aquesta variació diafàsica i no tenen en compte que els parlants coneixen i saben usar la llengua sense els ‹defectes› que hi constaten els crítics en els registres juvenils, és a dir, que els parlars juvenils no s’han d’interpretar com a canvi lingüístic, sinó com el que són de veritat: diferències generacionals lligades a una etapa relativament breu de la vida dels parlants. Se sap, però, que particularment les diferències generacionals, per exemple en la freqüència d’ús de determinades formes o solucions morfològiques o sintàctiques, solen (mal)interpretar-se com a indicadors de processos de canvis lingüístics (Lavandera, 1978: 172)» (Bernal/Sinner 2009, 15).61
60 Véanse al respecto, también, Paasch (2010, 220–222; 2012, 181–184) y Paasch y Sinner (2010, 215–216). 61 Wieland, Katharina, Die Sprache der Jugend in Katalonien: eine Varietät des Katalanischen – Überblick über den bisherigen Forschungsstand, en: Bàrbara Roviró/Aina Torrent-Lentzen/Andreas Wesch (edd.), Normes i identitats. Sprachwissenschaftliche Beiträge des 19. Deutschen Katalanistentags Köln 2003, Titz, Axel Lenzen, 2005, 237–254, ápud Bernal y Sinner (2009, 15), Wieland, Katharina, Transgresiones lingüísticas bidireccionales: el lenguaje juvenil entre el castellano y el catalán, en: Carsten Sinner/Andreas Wesch (edd.), El castellano en las tierras de habla
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Existen diferentes enfoques sobre cómo estratificar una sociedad. En algunos estudios se opta por lo que Eckert (1997, 155) denomina «etic»: determinar cohortes o clases de edad de igual amplitud temporal; por ejemplo, una década. En este caso, prevalece la uniformidad de las cohortes sobre las experiencias comunes; aspecto este último que, en otros estudios, actúa como criterio de estratificación etaria. En efecto, el enfoque «emic» (Eckert 1997, 155) establece los grupos de edad basándose en las experiencias compartidas, relacionadas con ciertos acontecimientos históricos, sociales, políticos, etc. Gerstenberg (2011, 11–26) señala que una estratificación por generaciones puede revelar ciertos usos lingüísticos surgidos de una experiencia colectiva vivida por dicha generación, como el establecimiento de una lengua menos prestigiosa como lengua oficial y su consiguiente propagación, la normalización de la lengua habitual, etc.62 Se trataría de un inciso en su vida. Es posible que tales experiencias se reflejen en las particularidades lingüísticas de una generación y, por ende, en los resultados de estudio (Sinner 2004, 200). Así, una generación o un grupo etario no se establece únicamente a partir de la edad numérica o biológica, o del hecho de haber nacido en una década determinada, sino también en función de los acontecimientos vividos a nivel colectivo. En este punto, los criterios de selección y, por extensión, los grupos resultantes, pueden ser de lo más diverso (López Morales 1994, 133). Los estudios sobre el castellano en el País Vasco no son una excepción. Etxebarria Arostegui (1985), por ejemplo, clasifica a sus informantes en tres grupos: hablantes de entre quince y treinta años; hablantes de entre treinta y sesenta años; y hablantes mayores de sesenta años. Fernández Ulloa (2001a), por su parte, delimita sus tres grupos de otra forma: hablantes de entre veinte y treinta y cuatro años; hablantes de entre treinta y cinco y cincuenta y cuatro años; y hablantes mayores de cincuenta y cinco años. En la IV Encuesta Sociolingüística 2006 (Gobierno Vasco 2008a, 20–25) se establecen cinco grupos de edad: de dieciséis a veinticuatro años; de veinticinco a treinta y cuatro años; de treinta y cinco a cuarenta y nueve años; de cincuenta a sesenta y cuatro años; y mayores de sesenta y cuatro años. La encuesta agrupa, además, a los hablantes según sus competencias lingüísticas en euskera. Tampoco existe unanimidad en cuanto a la edad inicial de los sujetos que participan en un estudio (López Morales 1994, 133).63
catalana, Frankfurt a. M./Madrid, Vervuert/Iberoamericana, 2008, 155–179 (=2008b), ápud Bernal y Sinner (2009, 15) y Lavandera, Beatriz, Where does the sociolinguistic variable stop?, Language in Society 7 (1978), 171–182, ápud Bernal y Sinner (2009, 15). 62 Echaide (1968, 153) subraya, por ejemplo, que la edad es el factor más relevante a la hora de constatar interferencias del euskera en el castellano de los informantes de Orio. 63 Como puede observarse, los individuos menores de quince o, incluso, veinte años, no se tienen en cuenta en los estudios sobre el castellano en el País Vasco ni en las clasificaciones
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A diferencia de Etxebarria Arostegui (1985) y Fernández Ulloa (2001a), opinamos que hay que distinguir cuatro generaciones de hablantes en función de las experiencias y cesuras que han compartido y de los rasgos comunes que las definen. Estas cuatro generaciones son: – – – –
los mayores de setenta años los de entre cuarenta y cinco y setenta años los de entre treinta y cuarenta y cuatro años los menores de treinta años
(nacidos antes de 1936) (nacidos entre 1936 y 1961) (nacidos entre 1962 y 1976) (nacidos después de 1976).64
Las cuatro generaciones pueden ser clasificadas según tres aspectos: en primer lugar por los acontecimientos histórico-políticos vividos a nivel nacional y regional, incisos o cambios de gran impacto para los miembros de cada generación. En segundo lugar, se analiza el ámbito de uso cotidiano de las dos lenguas de contacto (euskera y castellano): privado; privado y público; y solo público, tal como propone Hernández García (1994, 58). El estatus de ambas lenguas refleja la situación política y nos da información sobre el número de hablantes (incremento o retroceso), y la transmisión lingüística intergeneracional e institucional. En tercer lugar, tomamos en consideración ciertos aspectos relacionados con el sistema escolar: cómo cambió ante los distintos acontecimientos políticos, y qué estatus se le confirió en cada momento a las dos lenguas en contacto: uso, reconocimiento y actitud de los hablantes hacia ellas. A continuación resumimos estos tres aspectos generación por generación para explicar nuestra clasificación con más detalle.
sociolingüísticas. Estos solo se consideran en los trabajos que se limitan a estudiar el castellano de un determinado grupo de jóvenes, como los de Milla Lozano (1990; 1992) y Olaeta Rubio (1995a; 1995b) o en aquellos que se dedican a ciertos aspectos de la adquisición de la lengua en niños pequeños bilingües euskera-castellano, como, por ejemplo, Idiazabal (1994; 1995), Mahlau (1994), Meisel (1994) o Polo Cano (2011). 64 El año 2006 es la base de nuestra clasificación (punto de referencia), pues nos servimos de los datos del IV Mapa Sociolingüístico (Gobierno Vasco 2009), de la IV Encuesta Sociolingüística 2006 (Gobierno Vasco 2008a) y de los datos de distintos censos Censos de Población y Viviendas entre los años 1970 y 2006. Diferenciamos las generaciones por año de nacimiento, entre paréntesis. Este modelo es, por tanto, dinámico: cuando los miembros de las generaciones crecen hay que cambiar sus edades numéricas pero no los años de nacimiento. Hay que tener en cuenta que la generación de los hablantes de menos de treinta años puede, en algún momento, subdividirse en más generaciones, debido al transcurso del tiempo y los acontecimientos sociales, políticos, históricos, etc., vividos en común. Véase, también, Mannheim (1964, 509–565, en particular 512, 516, 527 y 529) sobre la problemática y la necesidad de establecer límites entre las diferentes generaciones y acerca de los diferentes enfoques que hubo con ese objetivo.
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Los acontecimientos histórico-políticos y sociales vividos colectivamente son, en el caso de los mayores de setenta años, la dictadura de Primo de Rivera (1923–1930), la Segunda República española (1931–1939), incluido el golpe de Estado por parte de las tropas franquistas (1936), y la Guerra Civil española (1936–1939). Esta generación conoció, por tanto, una época de profundos y numerosos cambios políticos que motivaron, también, grandes cambios sociales. En cuanto a las lenguas de contacto, cabe señalar que el euskera ya había retrocedido antes de la dictadura franquista: se hablaba sobre todo en poblaciones rurales e intermedias. Esto dio lugar a la voluntad, al menos por parte de algunos científicos como Azkue y los miembros de la Eusko Ikaskuntza-Sociedad de Estudios Vascos, de servirse del euskera como lengua de enseñanza, dado que una parte de la población vasca en el este de Bizkaia y en Gipuzkoa aún eran euskerahablantes monolingües (Basurto Motrico 1989; Arrien Berrojaechevarria 1983; 1987; cf. también cap. 3.3.6, nota 76). No obstante, el proyecto nunca se realizó, pues el gobierno central de España lo consideró una idea separatista (Basurto Motrico 1989). En las zonas urbanas e intermedias industrializadas del País Vasco, el castellano ya predominaba en los dominios públicos y privados, y era lengua de enseñanza en prácticamente todos los centros educativos. En el año 2006, el 26,6% de la generación de mayores de setenta años (esto es, 75.137 personas de un total de 282.014) eran hablantes bilingües euskera-castellano o castellano-euskera. El euskera era la única lengua materna del 59,6%; el 21,1% tenía el castellano y el euskera como lenguas maternas (EUSTAT 2008).65 La lengua materna del 0,1% era otra distinta del euskera o el castellano. Estos dos últimos grupos habían adquirido el euskera de forma institucional, por ejemplo en los euskaltegis. Es una generación que aun conoció una cierta libertad en cuanto a la transmisión lingüística intergeneracional. Esta transmisión lingüística fue determinada, más bien, por motivos económicos que políticos. El gran número de castellanohablantes monolingües que encontramos en ella se explicaría por la inmigración de otras zonas del Estado español a las provincias vascas durante las décadas de los 50, 60 y 70 del siglo pasado. En el caso de la segunda generación (entre cuarenta y cinco y setenta años), los acontecimientos más importantes son la Guerra Civil española y el comienzo de la dictadura franquista. Fueron años de represión cultural, lingüística, política y social en las provincias de Bizkaia y Gipuzkoa, oponentes de las tropas franquistas durante la Guerra Civil (cf. al respecto Kasper 2008; Mees 2003; Shafir 1994; Waldmann 1984). Sin embargo, también fueron años de prosperidad econó65 Todas nuestras afirmaciones se restringen a la lengua materna declarada por el entrevistado con motivo de la Estadística de Población y Viviendas 2006 (EUSTAT 2008), donde no se determina cuál es la lengua habitual de cada hablante (cf. 3.3.2). De ahí que los porcentajes que ofrecemos no den informaciones sobre dicha lengua habitual.
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mica, gracias al auge de la industria vasca y a la segunda oleada migratoria que llegó al País Vasco a partir de los años cincuenta. Los miembros de esta generación vivieron una época en la que el euskera estaba reprimido por el franquismo y sólo se empleaba en el dominio privado familiar y en ciertos ámbitos de trabajo, como la pesca. Por esta razón, muchos padres dejaron de transmitir el euskera a sus hijos (Tejerina 1999; Kremnitz 1990), hasta tal punto que, al final de la dictadura, los bilingües representaban menos del 25% de la población vasca. Al principio de los años noventa, solo el 1,0% de la población vasca era euskerahablante monolingüe (Gobierno Vasco 1997, 3). Los que asistieron a la escuela antes de 1957 estudiaron en castellano, mientras que una parte de los que fueron escolarizados después asistieron a ikastolas, clandestinas en aquel entonces (cf. 3.3.6). Una parte de los miembros de esta generación pertenecía a familias inmigrantes, oriundas de otras zonas de España, y no aprendieron euskera por ser lengua de poco prestigio en aquella época, por lo que además no se enseñaba en los centros escolares. Solo el 24,3% (160.415 personas) de los miembros de la generación de entre cuarenta y cinco y setenta años eran hablantes bilingües castellano-euskera o euskera-castellano en el año 2006. De ellos, el 52,9% tenía el euskera como única lengua materna; el 21,3% tenía ambas lenguas, euskera y castellano, como maternas (EUSTAT 2008). El 25,8% de los bilingües castellanoeuskera había aprendido euskera de forma institucional. De ellos, el 25,6% tenían el castellano como lengua materna y el 0,15%, otra lengua. La tercera generación (entre treinta y cuarenta y cuatro años), está marcada por los últimos años de la dictadura franquista y la transición hacia la democracia constitucional. Fueron años de relajación de las medidas represivas hacia las lenguas y culturas regionales, gracias al establecimiento de las autonomías, con sus propias leyes, y a la cooficialidad de las lenguas en contacto (Kasper 2008). Se vivió un resurgimiento social, una nueva conciencia sobre la importancia de las lenguas regionales. No obstante, esta generación conoció, también, puntos oscuros, como la crisis económica mundial y la caída de la industria siderúrgica de los años setenta. La emigración de retorno, es decir, de personas que dejaron el País Vasco para volver a sus tierras, fue también un hecho clave.66 En el plano lingüístico y educativo, los cambios fueron sustanciales. El número de ikastolas había ido creciendo desde finales de los años cincuenta del siglo XX , gracias a la mencionada relajación política (Tejerina 1999, 74): el euskera dejó de ser una lengua de ámbito privado y se fue abriendo paso, introduciéndose paulatinamente en ciertos dominios públicos, como la iglesia, la escuela, la calle, etc. Cada vez más escolares aprendían euskera en los últimos años de la dictadura. A finales de
66 Véase cap. 3.3.4, nota 54 en cuanto al término emigración de retorno.
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los años setenta el euskera se estableció como segunda lengua o como lengua extranjera en los institutos de la región, tal y como señala el informante G 43, quien considera que su generación es una generación maldita, pues en la época de su escolarización no podían recibir una educación completa en euskera, algo indispensable hoy en día para acceder a multitud de puestos de trabajo. (5)
G 43: [para mí/ para mí] G 43: es claramente una imposición sí sí en mi caso sí es decir yo/ yo pertenezco a la/ .. a la generación maldita por todos lados es decir por/ por un lado se puede decir .. si consideramos que el euskera es un derecho lingüístico que tenemos ¿no?, como vascos . por un lado .. en la adoenc/ o sea en, la infancia ya, y en la adolescencia no se me . respetó este derecho lingüístico A: mh G 43: ¿no? no se me permitió aprender euskera . suficientemente no, no se me/, no se previó .. y en cambio, ahora, se me exige A: mh G 43: entonces, somos la generación, un poco, machacada por todos lados (E 19/G 43/967)
Además, la creciente identificación —en cierto modo ideológica— de esta generación con la provincia y la lengua empujó a muchos de sus miembros a aprender euskera en los euskaltegis, que vieron la luz a partir de los años sesenta del siglo pasado (Tejerina 1999; Naglo 2007). El hecho de que la nueva legislación lingüística de la CAV obligara, a partir de 1989, a todos los empleados de la administración pública a tener determinadas competencias en euskera para obtener o mantener una plaza fija, supuso, además, un aumento de la población bilingüe.67 Si analizamos los datos de la Estadística de Población y Viviendas 2006 (EUSTAT 2008), vemos que el 34% de los hablantes de esta generación (179.033 personas de un total de 527.280) eran hablantes bilingües. De ellos, el 37% tenía el euskera
67 Véanse la Ley 6/1989 de Función Pública Vasca del año 1989 (Gobierno Vasco 1989) donde se trata este aspecto en el título 5 en los artículos 97 a 99, el Decreto 47/1993 (Gobierno Vasco 1993b, modificado por el Decreto 368/2001 Gobierno Vasco 2002) acerca de los perfiles lingüísticos requeridos o el Decreto 117/2001, de 26 de junio, de medidas para la normalización lingüística de la Administración de Justicia en la Comunidad Autónoma de Euskadi (Gobierno Vasco 2001). El hecho de que el euskera o un cierto perfil del mismo constituya un requisito necesario para obtener una plaza en la administración pública ha desencadenado una discusión que persiste en la actualidad, sobre todo por parte de la población castellanohablante monolingüe o por aquellos que poseen competencias mínimas en euskera, que se sienten discriminados (cf. por ejemplo, las entrevistas G 10, G 14 y G 17). El debate se ha intensificado aún más, incluso a nivel nacional, dada la falta de personal cualificado, especialmente en los ámbitos jurídico y médico (Lázaro 2006; El País 2008). Véase también Amorrortu Gómez et al. (2009), donde se analizan el cambio de la actitud y la persistencia de prejuicios por parte de la población castellanohablante ante el euskera.
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como única lengua materna y el 17,5% tenían ambas, euskera y castellano, como lenguas maternas. El 45,2% (80.953 personas) eran bilingües con lengua materna castellano, y el 0,27% (478 personas) eran bilingües con otra lengua materna. Vemos, por tanto, que una cierta parte de esta generación adquirió sus competencias en instituciones educativas, no por transmisión intergeneracional. Si lo comparamos con la generación mayor (entre 45 y 70 años), vemos que aumentó el número de los bilingües que solo tenían el euskera como lengua materna. La generación más joven, es decir, la de los hablantes de menos de 30 años, se caracteriza por haber vivido siempre en un estado democrático. Es una generación que conoció, además, una mayor apertura de su país al mundo, gracias a la entrada de España en la Comunidad Económica Europea, la participación en la Unión Monetaria Europea, la creciente globalización, la presencia de las nuevas tecnologías en los medios de comunicación, etc. Sin embargo, su actualidad está marcada por la crisis económica del nuevo milenio, por una tasa de desempleo extremadamente alta entre los menores de 25 años y por los famosos mileuristas, trabajadores, generalmente jóvenes, que perciben un salario de mil euros o menos.68 Los pocos inmigrantes que siguen llegando en la actualidad al País Vasco proceden del extranjero. Esta generación está marcada, además, por un profundísimo cambio en cuanto al tratamiento de las lenguas en contacto. Como hemos dicho, con el establecimiento de la autonomía de la CAV en 1979, el euskera y el castellano pasaron a ser lenguas cooficiales, esto es, poseen los mismos derechos en todos los dominios públicos regionales (aunque no en los nacionales). La enseñanza obligatoria del euskera ha hecho que todos los miembros de esta generación escolarizados en la CAV tengan competencias en euskera, aunque sean mínimas (cf. 3.3.6). Sin embargo, no todos emplean ambas lenguas en los dominios públicos y privados; su uso aún depende del entorno social, el lugar de residencia, la familia, etc. Gracias a que el uso del euskera está permitido y resulta incluso necesario en los ámbitos públicos por temas laborales (administración pública, etc.), el número de hablantes de euskera menores de treinta años sigue en aumento.69 Según los datos de la Estadística de Población y Viviendas 2006 (EUSTAT 2008), 360.309 personas de esta generación son bilingües euskera-castellano o castellano-euskera. De ellas, el 20% tiene el euskera como única lengua materna; el 16,5% ha adquirido el caste-
68 Véanse, por ejemplo, Alguacil (2005), El Público (2009) o Pérez Lanzac (2012). Es probable que en vista a la situación económica actual, se conviertan en una nueva generación de emigración. 69 Amorrortu Gómez (2002, 828) indica que el número creciente de hablantes de euskera no garantiza el mantenimiento de la lengua, puesto que muchos hablantes carecen de un apego real a esta lengua.
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llano y el euskera a través de la transmisión lingüística intergeneracional. Por otro lado, encontramos un 63,2% de bilingües que aprendieron euskera por transmisión institucional, siendo su lengua materna el castellano u otra lengua (0,5%). El IV Mapa Sociolingüístico (Gobierno Vasco 2009, 42–47) indica que entre el 50 y el 72% de los hablantes de esta generación son hablantes bilingües. A nuestro entender, los cambios y acontecimientos históricos, políticos y sociales indicados pueden servir como puntos de referencia para la delimitación de los grupos etarios o generaciones. No obstante, a la hora de estudiar el castellano en el País Vasco, la variable edad debe correlacionarse con las variables lugar de residencia y origen geográfico y lingüístico de la familia de un individuo, pues las experiencias vividas por los individuos de una misma generación varían bastante según la provincia.
3.3.6 Modelo escolar La diferenciación entre distintas generaciones a la hora de describir la comunidad comunicativa vasca pone de manifiesto la rotunda necesidad de contemplar el modelo escolar al que asistieron los hablantes.70 Esta variable, el modelo escolar, da cuenta de las competencias en castellano y en euskera adquiridas por cada individuo a través de la educación académica; el hecho de ser castellanohablante monolingüe o hablante bilingüe castellano-euskera o euskera-castellano responde, en muchos casos, al hecho de haber tenido (o tener) la posibilidad de aprender euskera en la escuela, más aún cuando la lengua habitual de la persona sea el castellano, en particular si se trata de los miembros de la generación de los menores de 30 años. No obstante, los estudios sociolingüísticos, variacionistas o dialectológicos sobre el castellano en el País Vasco realizados hasta la fecha no han considerado la variable modelo escolar como una variable propia. Sí lo han hecho los estudios dedicados a la adquisición y el desarrollo morfosintáctico de la lengua castellana en niños y adolescentes vascos, que analizan a los alumnos de los distintos modelos escolares, entre ellos Milla Lozano (1992a; 1992b) y Olatea Rubio (1995a; 1995b).71 Hay que señalar que no todos los modelos escolares que incluimos en nuestra clasificación han estado vigentes en todo momento. Su presencia ha sido menor o mayor, en función del estatus político del euskera en cada época, esto es, si en tal 70 Véanse al respecto, también, Paasch (2010, 222–223; 2012, 184–185) y Paasch y Sinner (2010, 216). 71 La ikastola se considera en ambos estudios como modelo escolar privado, dado que no fue integrado en las redes de escuelas públicas y privadas concertadas hasta 1993.
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o cual periodo era lengua tolerada, lengua prohibida y perseguida o lengua cooficial. Por ello, son probables algunos cambios lingüísticos entre una generación y otra(s), sobre todo desde el establecimiento del euskera como asignatura obligatoria en el año 1983 y en virtud del número de horas semanales de euskera (variable según el modelo dado). A continuación, abordaremos las diferentes épocas en función de la existencia de los distintos modelos escolares.72 Ya antes de la Guerra Civil española y la dictadura franquista el castellano era lengua vehicular de enseñanza, tanto en las provincias de Araba/Álava, Bizkaia y Gipuzkoa, como en otras zonas de España.73 Se decretaron diferentes leyes con el objetivo de que también la población rural, euskerahablante en estas zonas, aprendiera el castellano (Kasper 2008, 118). Las primeras décadas del siglo XX conocieron la apertura de numerosas escuelas, por iniciativa popular, en las provincias vascas, ya que las escuelas abiertas por el gobierno central de España no podían cubrir la demanda.74 Estas escuelas vascas, creadas por la Eusko Ikaskuntza-Sociedad de Estudios Vascos, recibieron el nombre de escuelas de la barriada e impartían toda la enseñanza en euskera.75 A pesar de la demanda de centros escolares de este tipo, no tuvieron mucho éxito, dado que el euskera no gozaba de gran prestigio entre la población vasca del momento, por lo que la gente no mandaba a sus hijos a estas escuelas (Basurto Motrico 1989, 141).76
72 La Educación Especial para personas discapacitadas no se tendrá en cuenta en este estudio. 73 Entre las medidas adoptadas para su realización destaca la adopción de la Ley de Instrucción Pública de 9 de septiembre de 1857, conocida también como Ley Moyano, con la cual se quiso introducir la enseñanza obligatoria (Basurto Motrico 1989, 140; Arrien 1987, 50–58). Véase acerca del sistema escolar español de los siglos XVIII y XIX Gugenberger (2003), Brumme (2004a; 2004b) y García Folgado (2013). Las autoras indican que se trata de unas épocas cuyos objetivos eran la asimilación de las regiones plurilingües y la unificación lingüística de las regiones españolas. El castellano pasó a ser única lengua de enseñanza. Estos temas y aspectos relacionados con la política lingüística real en las zonas bilingües peninsulares y en las colonias se tratan, entre otros, en Lüdkte (1989), Garza Cuarón (1991), Lindenbauer, Metzeltin y Thir (1994), Braselmann y Hinger (1999), Schmidt (2002), Uhlig (2002), y Paasch (2007). 74 La enseñanza obligatoria se estableció, en esta época, para niños de entre seis y nueve años (Dirección General de Educación y Cultura 2007–08). En la Ley Orgánica de Calidad de la Educación (Ley 10/2002, de 23 de diciembre) se destaca, sin embargo, que «[c]ostó más de cien años llevar a la práctica la Educación Primaria obligatoria y gratuita, que había sido establecida en la llamada ‹Ley Moyano›, de 1857» (Gobierno Español 2002). 75 Basurto Motrico (1989, 141) describe de forma ejemplar la situación de la ikastola de Tolosa. El autor emplea el término ikastola como sinónimo de escuela vasca. En el presente estudio emplearemos ikastola para referirnos a aquellas escuelas fundadas durante los últimos años de la dictadura franquista, sin olvidar que la escuela vasca de Basurto Motrico fue su precursora. 76 Existían dos frentes: el de quienes apoyaban la idea de la enseñanza del y en euskera, como Arturo Campión o Resurrección María de Azkue, este último fundador en 1896 de los denomi-
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El principio de la Guerra Civil española y las medidas políticas aplicadas por el régimen franquista en las provincias vascas pusieron fin a todo intento de introducir el euskera como lengua vehicular de enseñanza. En Gipuzkoa y en Araba/Álava se prohibió ya en 1936; en Bizkaia, en 1937, tras la derrota de la provincia ante el ejército franquista (Basurto Motrico 1989, 141). Con la llegada de profesores de zonas castellanohablantes monolingües, que venían a sustituir a los profesores autóctonos, se estableció el castellano como única lengua vehicular de enseñanza en toda la zona vasca. El uso y la enseñanza del euskera estuvieron prohibidos por ley hasta mediados de los años sesenta del siglo XX (Dávila Balsera/Eizagirre Sagardia/Fernández Fernández 1995, 62). El resultado de esta política lingüística y educativa restringida fue, como en épocas anteriores, un modelo escolar (modelo X) en el que la única lengua vehicular de enseñanza admitida era el castellano. Con todo, en el año 1957 surgió un movimiento en la sociedad vasca en pro del fomento y la conservación del euskera, que se tradujo en la fundación de las ikastolas, sobre todo en centros urbanos industrializados como Donostia-San Sebastián o Bilbao (Arpal/Asua/Dávila 1982, 45).77 El objetivo de estas escuelas privadas era, y sigue siendo, difundir el euskera y la cultura vasca.78 En ellas, el euskera se impuso como lengua vehicular de enseñanza, si bien en un principio no todas las materias se impartieron en esta lengua por falta de personal euskerahablante cualificado. Las pocas horas diarias que se impartían en euskera al principio, se realizaban al amparo de algunos curas y determinadas parroquias (Tejerina 2006, 102). El régimen franquista las toleró, sin protegerlas contra sus medidas represivas (Kasper 2008, 170), y su número empezó a crecer a partir de 1968, gracias al relajamiento político en materia lingüística (Núñez 1977, 92;
nados ikastextea ‘escuela o centro de enseñanza’; y el de quienes se oponían a la introducción del euskera, rechazando una formación regionalista-nacionalista, como Pio Baroja, Miguel de Unamuno y la Asociación del Magisterio Nacional (Basurto Motrico 1989, 141). La situación en Cataluña, zona igualmente bilingüe, era totalmente distinta dado que el catalán tenía mucho prestigio y había sido lengua cooficial durante la época de la Segunda República española, a partir de 1932, como señala Vallverdù (1979, 145). Véanse Arrien (1983; 1987) y Arpal, Asua y Dávila (1982) acerca de la situación en el País Vasco. 77 Las ikastolas eran cooperativas, esto es, los padres se encargaban de organizarlas y de pagar el sueldo de los profesores, el alquiler de los locales, etc. Se requería, por tanto, que la familia dispusiera de ingresos suficientes para poder hacer frente a estos pagos. Las familias menos adineradas y los habitantes de las zonas rurales e intermedias se vieron excluidas del modelo. 78 Véanse respecto a las competencias lingüísticas adquiridas en una ikastola en un entorno predominantemente castellanohablante el estudio del Gobierno Vasco (2005b) acerca de antiguos alumnos de la Ikastola Olabide en Vitoria-Gasteiz, Araba/Álava.
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Shafir 1994, 120; Zuazo 1995, 21).79 Ciertos cambios legislativos en 1970 y 1975 facilitaron y mejoraron poco a poco la enseñanza de las lenguas autóctonas en las zonas bilingües españolas, permitiendo incluso «la incorporación de las lenguas nativas a los programas de los centros de educación preescolar y general básica» (Dávila Balsera/Eizagirre Sagardia/Fernández Fernández 1995, 62). Con la aprobación de la Ley 10/1982, de 24 de noviembre, básica de normalización del uso del euskera (Gobierno Vasco 1982) por parte del Gobierno Vasco, se determinó que todo alumno escolarizado en la CAV tenía derecho a estudiar euskera y castellano, como lenguas vehiculares de enseñanza o como asignatura de lengua. Con esta ley, se pretendía que todos los alumnos poseyeran «un conocimiento práctico suficiente de ambas lenguas oficiales al finalizar los estudios de enseñanza obligatoria» (Gobierno Vasco 1982, art. 17).80 Mediante el Decreto 138/1983, de 11 de julio, del Departamento de Educación y Cultura, por el que se regula el uso de las lenguas oficiales en la enseñanza no universitaria en el País Vasco (Gobierno Vasco 1983a) y la Orden del Departamento de Educación y Cultura de 1 de Agosto de 1983 que desarrolla el Decreto 138/1983, de 11 de julio, por el que se regula el uso de las lenguas oficiales en la enseñanza no universitaria en la Comunidad Autónoma del País Vasco (Gobierno Vasco 1983b) el euskera entró por fin en la enseñanza como asignatura obligatoria en todos los modelos escolares públicos y privados, desde la educación infantil hasta el bachillerato y la formación profesional. Desde entonces existen tres modelos escolares en la CAV que se distinguen por la lengua vehicular de enseñanza y el número de horas semanales impartidas en ella. Así, hoy encontramos tres tipos de centro escolar: públicos, privados o privados concertados; y tres modelos: modelo A, modelo B y modelo D. En el modelo A, el castellano es la única lengua vehicular de enseñanza y el euskera se imparte en cinco horas semanales, como asignatura de segunda lengua. En el modelo B, bilingüe, los alumnos reciben algunas asignaturas en castellano y otras en euskera. En el modelo D, modelo de inmersión lingüística, creado a imagen de las ikastolas, el euskera es la lengua vehicular de enseñanza y el castellano se imparte cinco horas a la semana, como segunda lengua (Etxebarria-Arostegui 2007, 51).81 Las propias ikastolas, por su parte, fueron incorporadas al sistema educativo privado y público en 1993, gracias a la Ley 1/1993, de 19 de febrero, de la Escuela Pública vasca (Gobierno Vasco 1993a),
79 Véase también Tejerina (2006, 102), que proporciona datos sobre la distribución de las ikastolas y el número de alumnos que asistieron a una ikastola en esa época. 80 Para más información acerca de este aspecto, consúltese Etxebarria Arostegui (2002, 231–251). 81 Puesto que en el alfabeto vasco no existe la letra C (solo se usa para nombres extranjeros, cf. Zubiri Ibarrondo/Zubiri Ibarrondo 2000, 36), no existe un modelo C.
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destinada a asentar las competencias que debían tener los profesores de las ikastolas (Etxebarria Arostegui 2002, 252).82 A partir de 1983, crece el número de alumnos matriculados en las escuelas de los modelos D y B, mientras que su número retrocede en las del modelo A (Gobierno Vasco 2009, 31). Una consecuencia inmediata de estas matriculaciones en las instituciones del modelo D es el incremento de neovascohablantes en la población vasca en todas las provincias, en la generación de los menores de 30 años. Así, hoy, los alumnos matriculados en el modelo D son mayoría en la enseñanza no universitaria en las tres provincias de la CAV: en el curso escolar 2007/08 representaban el 71,5% de los alumnos de enseñanza no universitaria de Gipuzkoa, el 35,8% en Araba/Álava y el 51,3% en Bizkaia. En el mismo periodo 2007/08, los alumnos matriculados en el modelo B representaban el 33,2% del alumnado de Araba/ Álava, el 23% de Bizkaia y el 19,2% de Gipuzkoa. Frente a ello, los alumnos matriculados en el modelo A constituían el 31% en Araba/Álava, el 25,7% en Bizkaia, y menos del 10% en Gipuzkoa (Gobierno Vasco 2009, 29).83 El hecho de que en Araba/Álava y Bizkaia el porcentaje de alumnos en escuelas del modelo A equivalga a entre un cuatro y un tercio del alumnado total, puede deberse al número creciente de inmigrantes procedentes de países castellanohablantes y no castellanohablantes afincados en ambas provincias (cf. 3.3.3), que prefieren escolarizar a sus hijos en este modelo para que dispongan de una mayor movilidad en el Estado español o porque suponen que así facilitan su incorporación a la sociedad receptora. Sin embargo, en este modelo (A) encontramos, también, a los hijos de algunas familias adineradas. Como señala Fernández Vallejo, «[a]demás, son las propias familias las que nos reclaman este modelo. Los árabes quieren que sus hijos aprendan castellano porque ellos, en sus trabajos, lo utilizan, lo necesitan. Los latinoamericanos también prefieren la enseñanza en su lengua. Los chicos se sienten más
82 También en las escuelas extranjeras, como el colegio alemán de Bilbao, se imparte euskera, semanalmente, dado que su enseñanza es obligatoria. No obstante, como señaló Idoia Doiz, empleada de la Deutsche Schule Bilbao, por correo electrónico (16.07.2009), los alumnos no reciben más de 2 horas semanales de euskera, por lo que sus competencias están muy limitadas en esta lengua. La enseñanza de lenguas «extranjeras» está centrada en el castellano y el inglés. El alemán es, en este caso, la lengua vehicular de enseñanza. Los currículos del año 2009 se pueden consultar en DS Bilbao (2009). 83 En la formación profesional y en el bachillerato predomina, todavía, el modelo A, ya que los centros que ofrecen la formación o el bachillerato en euskera son escasos o, al contrario, no hay demanda por parte del alumnado, que no se siente capaz de realizar la formación profesional o el bachillerato en ese idioma. Pradilla (2001) hace constar una situación parecida en Cataluña, indicando que «in primary education the results have been quite good, with the implementing of such interesting schemes as linguistic immersion programmes, in secondary and higher education the results are negative in many cases, especially at the level of higher education» (2001, 65).
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seguros, más capaces, estudiando en su idioma materno, y cuentan con más posibilidades de seguir sus estudios. […] Si en la red pública el modelo A se relaciona con inmigración y necesidades especiales, muchos centros privados que imparten enseñanza en castellano aglutinan a alumnos de familias con recursos económicos y nivel sociocultural altos» (Fernández Vallejo 2007).84
Visto así, el número creciente de alumnos en las escuelas de los modelos B y D reflejaría una actitud positiva hacia la lengua autóctona en la sociedad vasca (Gobierno Vasco 2009; Paéz et al. 2005). Como vemos, la variable modelo escolar es de suma importancia a la hora de describir la comunidad de comunicación vasca, dado que revela las competencias lingüísticas que ha adquirido un individuo a través de la formación escolar y las entradas lingüísticas a las que estuvo expuesto (mayoritariamente) durante su escolarización. Es posible, incluso, que hablantes de familias castellanohablantes conozcan ciertas expresiones solo en euskera, por haberlas aprendido en una escuela en la que solo se hable en euskera (modelo D), aun cuando el euskera no sea su única lengua habitual. A ello hay que sumar la pertenencia de un individuo a un cierto grupo social (compañeros de clase, etc.), ya que ello puede traducirse en el uso (consciente) de más o menos elementos del euskera al hablar castellano, para demostrar su identidad grupal. Así, al usar estos elementos se identificaría como miembro de dicho grupo (ingl. in-group), y, al evitarlos (conscientemente), dejaría claro que no pertenece a él (ingl. out-group).85 No obstante, debe tenerse en cuenta que el solo hecho de acudir a una escuela del modelo D o a una ikastola no hará que un niño procedente de una familia castellanohablante monolingüe se convierta en hablante bilingüe castellano-euskera. En función de lo anteriormente expuesto, en nuestro estudio distinguiremos cinco modelos escolares: – – – – –
modelo X (castellanohablante de la época franquista), modelo A, modelo B, modelo D, ikastola (modelo coetáneo del modelo X franquista).
84 Véase, también, Fernández Vallejo (2006). 85 Lo mismo puede constatarse cuando una persona no está integrada en un grupo social. Analizando a la figura marginada o excluida (ingl. lame), Labov (1972b) constata que presenta de forma marginal los rasgos lingüísticos de dicho grupo. Véase al respecto, también, Trudgill y Hernández Campoy (2007).
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3.3.7 Estrato social Los estudios sociolingüísticos suelen contemplar el estrato social, en algunos trabajos también clase social, como una variable independiente, puesto que, como sostiene Trudgill (2000), la pertenencia a una determinada capa de la sociedad puede observarse a través de la lengua de una persona.86 Queremos subrayar que el término clase social presenta ciertos problemas. Uno de ellos, probablemente el más relevante, es la ausencia de una definición unívoca sociológica o sociolingüista de lo que se entiende por clase social (Martínez Martín 1983, 40). Suelen establecerse clasificaciones, agrupando personas de los mismos rasgos económicos o de rasgos económicos parecidos (Trudgill 2000, 25), creando, a menudo, tres grupos sociales. Para otros, la variable clase social se subdivide hasta en cinco subcategorías, como en el caso de Bentivoglio (1980)87, D’Introno, Rojas y Sosa (1979)88, Cedergren (1973), Labov (1972a) o Trudgill (1974). Para llegar a una definición de clase social, Labov (1966a, 212) combina las subvariables ingresos, nivel de instrucción y ocupación laboral; otros la definen como una combinación de la profesión, la propiedad, el origen familiar y el nivel de instrucción (Martínez Martín 1983, 40) o como la unión de la propiedad, el trabajo, la ocupación del tiempo libre, la cultura89, las relaciones, etc. (Hernández García 1994).90 En vista del problema que conlleva la expresión clase social, Etxebarria Arostegui (1985, 176) habla de nivel socio-económico, distinguiendo entre nivel medio-alto, medio y medio-bajo. En esta clasificación tripartita no aparecen ni el nivel alto ni el nivel bajo que también deberían tenerse en cuenta, dado que también responden a la realidad de la sociedad vasca o bilbaína estudiada por Etxebarria Arostegui (1985).91 En el presente trabajo preferimos hablar del estrato social de una persona en lugar de clase social o nivel socio-económico.
86 Véanse al respecto Paasch (2010, 223–224; 2012, 185–186) y Paasch y Sinner (2010, 218–219). 87 Bentivoglio, Paola A., Why «canto» and not «yo canto»? The problem of first person subject pronoun in spoken Venezuelan Spanish, Los Angeles, University of California, 1980 (tesis de M. A. inédita), ápud Silva-Corvalán (1989, 21). 88 D’Introno, Francesco/Rojas, N./Sosa, J., Estudio sociolingüístico de las líquidas en posición final de sílaba y final de palabra en el español de Caracas, Boletín de la Academia Puertorriqueña de la Lengua Española 7 (1979), 59–100, ápud Silva-Corvalán (1989, 21). 89 Queremos subrayar que la autora no explica en ningún momento qué entiende por cultura, un problema que se repite en otros estudios basados en este concepto. 90 Aunque la variable estrato (clase) social contiene la subvariable nivel de instrucción, en ciertos casos, como en los estudios de Labov (1966a), Martínez Martín (1983) o Nowikow (2000: 68), en el presente estudio consideraremos esta subvariable nivel de instrucción como variable en sí misma. 91 Etxebarria Arostegui (2000, 164) se apoya en la misma clasificación, a pesar de esta deficiencia.
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Como hemos señalado, el hecho de disponer de más o menos ingresos o ser o no propietario de algo (casa, parcela, etc.) se considera determinante para asignar al hablante a uno u otro estrato social. Poseer los suficientes medios económicos permite acceder a niveles de instrucción más elevados, lo que influye de forma indirecta en el idioma de una persona. Sin embargo, gozar de un cierto nivel adquisitivo no convierte necesariamente a una persona en miembro de un determinado grupo social. Por tanto, se impone la pregunta de hasta qué punto tales aspectos económicos dan (o pueden dar) cuenta de las competencias lingüísticas de un individuo. Por ejemplo, durante los años del boom de la construcción la formación académica no era necesaria para lograr sueldos altos, esto es, un alto poder adquisitivo. Asimismo, el nivel de ingresos de una persona no da información sobre sus intereses personales, sus hábitos de lectura, las redes sociales en las que se mueve o las relaciones sociales que tiene con personas de otros poderes adquisitivos, otros niveles de instrucción, etc.; contactos estos que, en verdad, pueden repercutir en la lengua de dicho individuo. Todos podemos vencer los límites establecidos entre las distintas capas sociales (movilidad social) al relacionarnos socialmente, como afirma Sinner:92 «A nuestro entender, la llamada permeabilidad de los estratos sociales simplemente es el reflejo de las relaciones verticales de la sociedad, es decir, de determinadas uniones existentes dentro del sistema de las redes sociales. Estas relaciones verticales son difícilmente plasmables en un rígido modelo de clases sociales» (Sinner 2004, 195).
Se trata de una posición sostenida también por Aitchison (1993, 49), quien destaca que una tripartición de la sociedad basada en valores meramente económicos no parece acertada. En su opinión, la sociedad no puede ser considerada como una tarta de tres pisos, puesto que los límites entre los distintos estratos sociales no son rígidos sino permeables: individuos que se (auto)clasifican como miembros del estrato social bajo pueden entrar en contacto con los de los estratos medio y alto, y viceversa, por compartir intereses personales, pertenecer a una misma asociación, etc. Estos contactos sí pueden repercutir en los usos lingüísticos de dicho individuo. Así, a la hora de determinar los estratos sociales, habrá que tener en cuenta más factores, algunos difícilmente medibles. La variable estrato social debe abarcar tanto los estratos medio-alto, medio y medio-bajo, como los estratos alto y bajo, aun cuando las dos últimas constituyan solo una mínima parte de la sociedad.
92 Véase también Bernhard (1998, 36–37), quien atribuye gran importancia a la movilidad socioeconómica de ciertos grupos profesionales.
3.3 La comunidad de comunicación vasca
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Podría optarse, también, por establecer una clasificación en función de la profesión de un individuo. En opinión de Sinner (2004, 195), que estudia el castellano de un cierto grupo profesional, debe atribuirse una gran importancia a la relación entre la profesión de un hablante y su uso de la lengua. Sin embargo, una clasificación que se basara en la profesión con el fin de abarcar a toda la comunidad de comunicación vasca constituiría también una generalización inadecuada. Si queremos clasificar la sociedad vasca a partir de la profesión de sus habitantes, tenemos que tener en cuenta que la actual CAV es una comunidad bilingüe cuyos hablantes deben tener, por ley, una determinada competencia en las dos lenguas cooficiales en ciertos dominios, como la administración pública. Bernhard (1998, 36–37), por ejemplo, opta por diferenciar grupos profesionales: una vendedora interactúa en la compra-venta con todo tipo de personas, por lo que está en contacto con muchas más entradas lingüísticas diferentes que un obrero que trabaja siempre en el mismo entorno lingüístico. Bernhard concede, por tanto, una gran importancia a la movilidad socioeconómica de ciertos grupos profesionales. El contacto con personas desconocidas y la acusada necesidad comunicativa que resulta de una profesión de cara al público forman también la base de la clasificación que propone Nuolijärvi (1994). Agrupar a los hablantes de castellano en el País Vasco en distintos grupos profesionales también podría constituir un camino alternativo, aunque correríamos el riesgo de generalizar. Podríamos diferenciar entre aquellos oficios que requieren dominar o no un perfil lingüístico. Así, nos encontraríamos con dos sectores: el público (administración pública) y el privado. En el primero, es necesario tener unas competencias en euskera definidas por ley para ocupar un puesto de trabajo (cf. cap. 3.3.5, nota 67). En el sector de la empresa privada no es indispensable saber euskera para optar a un puesto de trabajo, aunque es un plus cada vez más valorado.93 Estas dos categorías (sector público y sector privado) podrían subdividirse, a su vez, según si la labor a desempeñar es cara al público o no, si se trabaja siempre en el mismo entorno social y lingüístico o no, si se interactúa con personas desconocidas y de competencias lingüísticas y orígenes geográficos, lingüísticos y sociales diferenciados o no. Podríamos plantearnos, incluso, distinguir entre individuos expuestos o no al contacto con la norma prescriptiva del castellano (profesores universitarios, periodistas, etc.). Ahora bien, si quisiéramos determinar el estrato social de una persona habríamos de tener en cuenta que esta variable se compone de diferentes subva-
93 El euskera todavía no constituye un requisito necesario en el sector privado a pesar de varias iniciativas de ley y ciertos proyectos pilotos. Un resumen está disponible en la página web del Gobierno Vasco (OGASUN 2012). Véanse también los enlaces que aparecen en dicha página web.
148
3 Marco teórico
riables que no pueden relacionarse exclusivamente con la profesión, el nivel económico y el nivel de instrucción de una persona. Además, deberían tenerse en cuenta el grado de participación de una persona en diferentes redes sociales, sus hábitos de lectura, sus intereses personales, etc., aun cuando sean criterios difícilmente medibles. Sean cuales sean los factores de que se compone, el estrato social (o la profesión) no debe faltar en la clasificación de los grupos de hablantes que conforman la comunidad de comunicación vasca.
3.3.8 Nivel de instrucción El nivel de instrucción es un factor que se ha considerado desde muy diversos puntos de vista.94 Para algunos investigadores, como Labov (1966b) o Martínez Martín (1983), el nivel de instrucción constituye una subvariable de la clase social. Para otros, como López Morales (1983), Etxebarria Arostegui (1985; 2000) o Hernández García (1994), se trata de una variable independiente que puede influir en la competencia lingüística de una persona: «Dado que los objetivos finales de esta investigación son lingüísticos, en ningún momento se puede dudar de la importancia de esta variable, por la influencia directa que tiene sobre el comportamiento lingüístico de los hablantes. Y, aunque en sus fundamentos estén muy relacionadas, debe considerarse independientemente de la clase social» (Hernández García 1994, 55).
Sin embargo, como destaca Hernández García, para los investigadores existe una estrecha conexión entre el nivel de instrucción de un individuo y su pertenencia a una determinada clase social, pues alguien que pertenece a una clase social más elevada dispone de más medios económicos y, por ende, de un mayor y mejor acceso a la formación académica: «La relación entre el nivel de estudios de los individuos con la clase social es evidente: a mejor categoría social, mayores posibilidades económicas y más oportunidades para estudiar. Y a la inversa, a medida que aumenta el nivel de estudios, más posibilidades de adquirir una categoría socioeconómica alta» (Hernández García 1994, 55).
Al considerar el nivel de instrucción como variable independiente, podemos obtener información sobre los años de formación de un hablante y sobre el nivel educativo adquirido en su formación académica o institucional. Se sostiene que una vez recabados estos datos, es posible determinar el nivel de instrucción que
94 Véanse al respecto Paasch (2010, 224–225; 2012, 186–188) y Paasch y Sinner (2010, 219–220).
3.3 La comunidad de comunicación vasca
149
tiene una persona. No obstante, el nivel de instrucción académico por sí solo no proporciona información sobre el estado educativo actual de una persona: la variable se basa únicamente en la instrucción académica formal, registrada numéricamente (Bernhard 1998, 36, nota 8), y no tiene en cuenta si dicha persona ha seguido formándose por la vía no formal (solo difícilmente medible), esto es, a través de la lectura, las aficiones, la afiliación a una asociación política o cultural, etc., lo que además de conocimientos, facilita el contacto con personas de otros niveles de instrucción (las redes sociales y comunicativas de un individuo). Todo ello puede influir y repercutir en las competencias lingüísticas, por lo que no podemos excluirlo, limitándonos solo a analizar el nivel de instrucción académica. Existen diferentes posturas a la hora de establecer los niveles de instrucción. López Morales (1983, 129) distingue, por ejemplo, ocho niveles, mientras que Etxebarria Arostegui (1985, 177; 2000, 157–158) diferencia solo tres niveles. Hernández García (1994, 57) también propone una tripartición, aunque no establece los mismos tres niveles de Etxebarria Arostegui (1985; 2000). La falta de unanimidad a la hora de clasificar el nivel de instrucción se explica por la diversidad de sistemas escolares entre un país y otro e incluso entre una región y otra dentro de un mismo país (situaciones legales desiguales). El número de años de enseñanza obligatoria varía igualmente.95 A la hora de estudiar la comunidad de comunicación vasca, considerando el nivel de instrucción como variable independiente, podemos partir de los datos estadísticos proporcionados por EUSTAT (2007; 2010).96 En ellos, la población vasca, mayor de diez años, se organiza de la forma siguiente: los analfabetos; individuos sin estudios (pero no necesariamente analfabetos); quienes solo tienen estudios primarios; quienes han realizado estudios secundarios; quienes han acabado una formación profesional; quienes han cursado estudios medio-superiores; y quienes tienen estudios superiores (cf. tabla 2).97
95 Véanse también las diferentes clasificaciones propuestas por Moreno Fernández (1997, 152) y Moreno Fernández et al. (2005, 15). A pesar de que Etxebarria Arostegui (2000) basa su estudio en el de Moreno Fernández (1997), aplica otra clasificación de los niveles de instrucción. 96 No disponemos de datos que relacionen al nivel de instrucción de un individuo con la(s) lengua(s) hablada(s) por él. Proporcionaremos aquí los datos de 2010 ofrecidos por EUSTAT (EUSTAT 2012d). A modo de comparación, ofreceremos también los datos de 2001, publicados en Paasch (2010) y en Paasch y Sinner (2010). 97 Al comprobar estos datos el 29 de junio del 2012, descubrimos en la página de las Definiciones que las siete categorías del nivel de instrucción, empleadas aún en la clasificación de los datos en 2001, se habían reducido a cinco, indicándose que «[e]l nivel de instrucción de una persona es el grado más elevado de estudios realizados o en curso, sin tener en cuenta si se han terminado o están provisional o definitivamente incompletos. Se distinguen los siguiente [sic] niveles: Primarios y menos. Personas que no saben leer ni escribir, personas que saben leer y escribir pero no
150
3 Marco teórico
Tabla 2: Nivel de instrucción y número de individuos por cada categoría en 2001 y 2010, elaborado por Ch. P.-K. a partir de los datos de . Nivel de instrucción Número de individuos 2001 Número de individuos 2010
Analfabetos
Sin estudios
Estudios primarios 810.790
Estudios Formación Estudios secunda- profesio- mediosurios nal periores 354.529 267.955 142.858
Estudios superiores 253.021
13.027
80.802
10.638
56.747
715.625
425.935
289.791
300.907
168.404
A nuestro parecer, los siete grupos pueden reducirse a cinco, uniendo en un mismo grupo a los analfabetos y a las personas sin estudios (teniendo en cuenta que los analfabetos no pueden formarse y educarse por la lectura), y en otro grupo, el de los estudios terciarios, a los individuos con estudios medios-superiores y a quienes poseen estudios superiores. Los primeros no representan más del
han terminado ningún tipo de estudios, Educación Infantil, Educación Primaria, estudios primarios como la EGB, la Enseñanza Primaria y estudios similares. Formación Profesional. Estudios de Formación Profesional. Secundarios. Estudios de Bachillerato Elemental y equivalente, de Educación Secundaria Obligatoria, de Bachiller Superior o BUP, de Bachillerato LOGSE, Acceso a la Universidad y similares. Medios-Superiores. Estudios de Ingenieros Técnicos y Peritos, Magisterio, Enfermería y otros del mismo nivel. Superiores. Estudios de Licenciatura, Ingenieros Superiores y similares, así como de doctorado y especialización» (EUSTAT 2012e, cursivas de Ch. P.-K.). A pesar de esta nueva clasificación, se mantiene la de 2001, distinguiendo los siete niveles de instrucción aquí mencionados, en las tablas de datos más recientes del año 2010 (EUSTAT 2012f). La confusión es evidente cuando se consultan las demás definiciones: las siete categorías incluidas en niveles de instrucción en las tablas de datos de 2001 y 2010, aparecen ahora como subcategorías de la categoría estudios realizados. De esta se explica: «[Estudios realizados] [s]e refieren al grado más alto de estudios que una persona ha cursado y ha abandonado ya, bien porque los haya concluido o bien porque los interrumpió antes de terminarlos. Por tanto, afecta exclusivamente a la población no estudiante» (EUSTAT 2012b). Así, la categoría nivel de instrucción abarca solo a la población que está realizando una formación académica e institucional en el momento de la recogida de datos. La categoría estudios realizados, por su parte, engloba a toda la población, aun cuando no todos sus individuos han realizado estudios. No queda claro por qué se diferencia entre analfabetos y sin estudios, pues el hecho de que un individuo sea analfabeto no da información sobre si ha cursado estudios o no: en nuestras sociedades, hay gente que ha asistido a educación primaria o incluso secundaria, y que sigue siendo analfabeta. Por otro lado, el hecho de que la diferenciación solo se haga en el apartado de las definiciones, no en las tablas de datos, crea confusión y dificulta la lectura e interpretación de los datos ofrecidos en las categorías de EUSTAT.
3.3 La comunidad de comunicación vasca
151
4,2% de la población vasca,98 y es de suponer que se trata, sobre todo, de personas mayores o de inmigrantes, dada la actual obligatoriedad de la enseñanza (cf. 3.3.6). En el grupo de estudios terciarios (20,6% de la población vasca) encontramos a quienes han realizado una carrera universitaria esto es, quienes poseen estudios superiores. Rechazamos otras reducciones, como la propuesta por Hernández García (1994), que reúne en un mismo grupo a quienes poseen estudios secundarios y a quienes han realizado una formación profesional. Dicha agrupación no nos parece adecuada, dado que la formación profesional es una especialización dentro de un área laboral y conlleva, por tanto, el conocimiento de un léxico específico. Los que «solo» realizaron estudios secundarios o de bachiller no tienen acceso a los mismos conocimientos, pues suelen recibir una formación más general, menos técnica o especializada, de cara a su entrada en la universidad, donde se especializarán.99 La clasificación en los cinco niveles de instrucción que se citan a continuación nos parece la más adecuada para la comunidad de comunicativa vasca, considerando la variable nivel de instrucción como variable independiente: – – – – –
analfabetos y personas sin estudios, personas con estudios primarios, personas con formación profesional, personas con estudios secundarios, personas con estudios terciarios.
3.3.9 Sexo El sexo es el último factor a tener en cuenta. Se trata de una variable extralingüística habitualmente contemplada en estudios sociolingüísticos, variacionales y de
98 Somos conscientes de que es criticable que un individuo analfabeto pueda haber asistido a una institución educativa, aunque sea por poco tiempo. Otro problema que presenta esta clasificación consiste, a nuestro entender, en considerar sinónimos los términos sin estudios y sin título, como si fueran intercambiables, aunque no tienen por qué designar el mismo estado. 99 Hernández García (1994, 57) justifica la inclusión de personas con estudios primarios y estudios secundarios en el mismo grupo, explicando que, a su modo de ver, la lengua de una persona que tiene tres años más de escolarización que otra apenas presenta diferencias con la de esta, a pesar de que toca justamente una edad en la que la orientación en el peer group suele ser acusada y en la que es posible cambiar de peer group al irse a otra escuela, al dejar la escuela para entrar en el instituto, etc. (cf. Chambers 1995, 167–171; y, también, cap. 4.2.2, nota 9). Dado que se entra en contacto con personas que tienen otras redes sociales, a nuestro entender, sí puede haber una gran diferencia entre una persona con estudios primarios y una persona con estudios secundarios.
152
3 Marco teórico
lingüística de la variación como, por ejemplo, los de Etxebarria Arostegui (1985; 2000), Hernández García (1994) y Fernández Ulloa (2001a).100 Sinner (2005, 156) destaca que las mujeres y los hombres tienen diferentes actitudes hacia la lengua y las normas de la lengua.101 Klann-Delius (2005, 179) opina, por su parte, que los usos lingüísticos de hombres y mujeres no son tan distintos como para justificar la existencia de dos sistemas lingüísticos diferentes. No obstante, cabe señalar que el uso del sistema lingüístico y de los registros difiere en función del sexo del hablante. Los estudios sociolingüísticos suelen confundir o mezclar las nociones sexo biológico (ingl. sex) y género social (ingl. gender) del individuo, problema que se ve agravado por la falta de un modelo que abarque todos los factores biológicos, genéticos, de socialización, etc., relevantes para determinar inequívocamente de qué se habla y a qué se refiere uno (Klann-Delius 2005).102 Lo más conveniente parece ser, por tanto, hacer una distinción sencilla: hombres y mujeres. En nuestro estudio de la comunidad de comunicación vasca, nos guiaremos por el sexo biológico, distinguiendo entre hombres y mujeres. Para ello, nos apoyaremos en los datos ofrecidos por la Estadística de Población y Viviendas de 2006 (EUSTAT 2008), que refleja que la distribución por sexos en el País Vasco está prácticamente equilibrada.103 El porcentaje de las mujeres (51,2% del total de la población de la CAV) es algo mayor que el de los hombres (48,8% del total de
100 Véanse al respecto Paasch (2010, 223; 2012, 188) y Paasch y Sinner (2010, 217–218). 101 Véanse para ello los trabajos de Labov (1966a), Trudgill (1974; 1983), Gal (1978) o Milroy (1980). El hecho de incluir el sexo como variable en los estudios sociolingüísticos dio pie a numerosas afirmaciones sobre la lengua de los hombres y las mujeres. Se dijo, por ejemplo, que las mujeres se guiaban más por la norma prescriptiva que los hombres, debido a la presión social (cf. Trudgill 1983; López Morales 2004). Véase también el trabajo de Cheshire (2002, 423) donde la autora describe el cambio de paradigmas, resumiendo las diferentes etapas de la investigación sobre la relación entre sexo o género social y lengua. 102 Véanse acerca de este tema Wodak y Benke (1997, 128) y los trabajos de Klann-Delius (2005), Romaine (2004) o Mcelhinny (2003). Cheshire (2002) describe detalladamente el desarrollo de las diferentes posiciones respecto a la influencia y el papel de los términos género social y sexo biológico en la sociolingüística. Existen diferentes opiniones respecto al origen del concepto y la diferenciación conceptual de género social y sexo. Scott (2001, 43) afirma que esta diferenciación data de la década de 1950 y que fue establecida por el sicólogo y sexólogo John Money. Por su parte, Klann-Delius (2005, 8) opina que data de finales de la década de 1960 y que fue introducida por el sicoanalítico Robert Stoller. A pesar de que se distingue, en la actualidad, entre sexo biológico y género social, se mantiene la clasificación dicotómica del término, de ahí que la atribución de papeles sociales siga siendo binaria, como señala Scott (2001). 103 Si bien el número de habitantes del País Vasco ha crecido, la distribución de la población vasca por sexo apenas ha cambiado desde los años setenta del siglo pasado (EUSTAT 2006a y 2006b).
El castellano en el País Vasco: ¿una sola variedad o varias?
153
la población de la CAV) en cada provincia vasca, lo que puede explicarse por la mayor esperanza de vida de las mujeres (83 años) frente a los hombres (76 años).104 Los datos de la IV Encuesta Sociolingüística 2006 (Gobierno Vasco 2008a), resumidos en la tabla 3, muestran que hay más mujeres que pasan de los setenta y cinco años que hombres. Tabla 3: Distribución por sexo de la población de la CAV en general y por provincias. Tabla elaborada por Ch. P.-K. a partir de los datos de la Estadística Municipal de Habitantes 1.11.2011 (EUSTAT 2012a). Sexo
Total
Total (%)
Hombres
Hombres (%)
Mujeres
Mujeres (%)
1.061.336
48,8
1.112.697
51,2
158.844 557.780 344.712
49,8 48,4 49,0
159.886 594.626 358.185
50,2 51,6 51,0
Provincia Comunidad Autónoma Vasca Araba/Álava Bizkaia Gipuzkoa
2.174.033
318.730 1.152.406 702.897
100
14,4 53,4 32,2
En cualquier caso, la variable sexo biológico debe tenerse en cuenta a la hora de clasificar a los grupos de hablantes que conforman la comunidad de comunicación vasca.
3.4 El castellano en el País Vasco: ¿una sola variedad o varias? La descripción de los factores en los apartados precedentes —lengua habitual del individuo, lugar de residencia, origen geográfico y lingüístico familiar, edad, modelo escolar, estrato social, nivel de instrucción, sexo— ilustra la ya citada heterogeneidad de la comunidad comunicativa vasca. Todos ellos han de ser contemplados para constituirla. Como se indica en Paasch y Sinner (2010, 222–223) y en Paasch (2012, 188–189), una combinación de estos ocho factores daría como resultado más de 3.000 grupos de hablantes, cuyo castellano sería necesario estudiar a fin de realizar con éxito un estudio exhaustivo y representativo sobre el castellano en el País Vasco. De ahí que, en nuestra opinión, no se pueda hablar de un único castellano hablado en el País Vasco, esto es, de una única variedad monolítica,
104 Los datos se refieren a la esperanza de vida de hombres y mujeres en España en general (WiZ 2009).
154
3 Marco teórico
homogénea y uniforme, sino de muchas. Así, debería hablarse del castellano en el País Vasco, al menos hasta que se conozca qué elementos son comunes a los distintos grupos de hablantes del castellano en esta región. Los elementos compartidos forman el núcleo mínimo común de todas estas variedades, esto es, el castellano del País Vasco que también podría denominarse castellano vasco (ingl. Basque Spanish) o variedad vasca del castellano. El modelo del núcleo mínimo es, a nuestro entender, el más adecuado a la hora de describir la situación del castellano en el País Vasco, pues contempla la existencia de diferentes variedades diatópicas, diastráticas y diafásicas, así como la norma prescriptiva de cada una de las lenguas oficiales en contacto de esta región. Tanto las variedades como las normas prescriptivas influyen en la norma individual y colectiva en proceso de realización, algo importante si tenemos en cuenta la abundancia de variedades del euskera. El carácter dinámico del modelo demuestra que ciertas interferencias individuales o desviaciones de la norma realizada, y ciertas tendencias y usos colectivos de algunos grupos, pueden convertirse en elementos del núcleo mínimo, es decir, de la norma realizada. Con el tiempo, pueden convertirse en elementos tradicionales, volver a constituir elementos de la norma colectiva en proceso de realización, o volver a ser elementos de la norma individual en proceso de realización, dada la permeabilidad de las capas y la posibilidad de desplazamiento de cada fenómeno. Además, el modelo del núcleo mínimo da cabida a la variación lingüística intergeneracional que puede encontrarse en cualquier sociedad, así como a los factores extralingüísticos y las situaciones que influyen en el uso lingüístico de cada individuo, que pueden resultar en infracciones de la norma o en interferencias individuales. Sin embargo, lo más importante del modelo, en nuestro caso, es que nos permite abarcar todos los individuos que conviven en el País Vasco, sin excluir a quienes procedan de otras zonas de España o del extranjero ni a sus descendientes. Así, podemos estudiar no solo a los castellanohablantes monolingües y a los bilingües castellano-euskera y euskera-castellano autóctonos, sino también a los inmigrantes castellanohablantes monolingües y bilingües castellano-lengua regional del Estado español y a los bilingües castellano-lengua extranjera. En verdad, esto es de suma importancia, puesto que todos ellos participan en la formación y modificación de las normas de uso del castellano en la región y forman parte de la comunidad de comunicación vasca. El modelo es, pues, apropiado para describir a la multitud de hablantes y la gran heterogeneidad social y, sobre todo, lingüística, de la CAV actual. No olvidemos que el término comunidad de comunicación hace referencia al hecho de que los individuos entran en comunicación entre sí y también con miembros de otras comunidades comunicativas, en distintos momentos de su vida.
El castellano en el País Vasco: ¿una sola variedad o varias?
155
El modelo del núcleo mínimo permite, asimismo, incluir los resultados de estudios ya realizados, que pueden servir como eje comparativo. Los diversos fenómenos que en ellos se describen forman, eventualmente, parte del núcleo mínimo de la variedad vasca del castellano, pero deberían incluirse en el nivel de la norma colectiva en proceso de realización, mientras no se conozca cuáles son los elementos compartidos y constitutivos del núcleo mínimo, dado que son variedades del castellano hablado en el País Vasco. Adaptando el modelo del núcleo mínimo dinámico de Sinner (2004) a la situación del castellano en el País Vasco, su contacto con el euskera, etc., llegamos al gráfico 4.
Gráfico 4: Modelo del núcleo mínimo dinámico del castellano del País Vasco, elaborado a partir de Sinner (2004) y adaptado a la situación de la comunidad de comunicación vasca.
Ahora bien, para poder constatar las particularidades integradas en las normas de uso regionales, hay que analizar todas las variedades del castellano hablado en el País Vasco. Dada la magnitud de la tarea y ante la imposibilidad de abarcar a todos los grupos que conforman la comunidad de comunicación vasca —sirva de ejemplo el inmenso esfuerzo que requirió el monumental estudio de Badia i
156
3 Marco teórico
Margarit (1969) sobre el catalán—, optamos por otro camino: diseñar y realizar un estudio empírico y descriptivo sobre el castellano de los hablantes monolingües de Getxo con y sin competencias mínimas en euskera. El grupo de hablantes fue seleccionado teniendo en cuenta algunos de los factores anteriormente descritos. En el capítulo siguiente presentaremos el diseño de dicho estudio empírico y explicaremos la metodología aplicada en la recogida de los datos orales, los criterios de transcripción y, al principio del capítulo 5, el procedimiento seguido en la descripción de los fenómenos estudiados. Para ello, partimos de otros estudios previos, que nos guiaron en la búsqueda de las particularidades del corpus oral, y nos sirvieron como eje comparativo en la descripción.
4 Metodología 4.1 Aspectos preliminares En este capítulo explicaremos la metodología empleada en la selección de los informantes, la recogida de los datos empíricos que conforman nuestro corpus oral (Paasch-Kaiser 2014) y la transcripción de los mismos. Comenzaremos describiendo los rasgos más característicos del lugar de estudio (4.2.1) y las variables sociales en las que hemos basado nuestra selección de los informantes (4.2.2). En un segundo paso, explicaremos el diseño de la recogida de datos (4.3.1), el estudio preliminar y la recogida en sí (4.3.2; 4.3.4). Abordaremos, igualmente, las cuestiones éticas relacionadas con el uso y la publicación de los datos recogidos (4.3.3), y ciertos aspectos que consideramos importantes en relación con la toma de contacto con los informantes (4.3.5) y el perfil de la entrevistadora (4.3.6). Por último, resumiremos las posibilidades y limitaciones de nuestro procedimiento (4.3.7). En el apartado 4.4, ofreceremos información sobre algunos detalles técnicos de la recogida de datos, tales como las fechas en las que realizamos las entrevistas (4.4.1) y los lugares donde las hicimos (4.4.2), el número de informantes (4.4.3) y la duración media de cada entrevista (4.4.4). El capítulo se cerrará con una explicación sobre los instrumentos utilizados en el procesamiento de los datos (4.4.5), los criterios de transcripción (4.4.6) y el programa informático aplicado en dicha tarea (4.4.7).
4.2 Lugar de estudio y selección de los informantes 4.2.1 Lugar de estudio El municipio de Getxo (Bizkaia) se caracteriza por ser un área mayoritariamente castellanohablante (Gobierno Vasco 2008a; 2009). Está situado en la margen derecha de la ría del Nervión, a muy poca distancia del mar Cantábrico, y consta de tres barrios: Santa María de Getxo-Andra Mari, Algorta y Las Arenas-Areeta, subdivididos, a su vez, en varias zonas. Los barrios han evolucionado de forma distinta a lo largo de la historia, por lo que su estructura poblacional es muy diferente (cf. Artaso [s. a.]; Beascoechea Gangoiti 1992; 2007; Garbayo Ruiz 1997; Goytia Prat 1989; Ispizua Uribarri 1986; González Portilla et al. 2001a; 2001b; 2009). A diferencia de los municipios de su entorno, Getxo apenas ha conocido la industria. Al contrario, ha sido, y sigue siendo, una zona más bien residencial (González Portilla/García Abad 2006, 1). Tampoco ha conocido, en el siglo pasado,
158
4 Metodología
el volumen de migración interregional e interprovincial que vivieron las zonas vecinas Barakaldo, Sestao o Bilbao (González Portilla et al. 2001a, 23–284; 2001b, 198–211), aunque sí recibió nuevos habitantes de estas zonas industrializadas, sobre todo durante la época del boom industrial y económico del País Vasco entre los años 50 y 70 del siglo XX . Según González Portilla et al. (2009, 204), la mayoría de los nuevos residentes de Getxo en esta época procedió de la misma ría, en particular de Bilbao, pero también de Portugalete, Leioa o Barakaldo. A partir de 1975, la situación cambió, con una mayoría de recién llegados hijos de inmigrantes, es decir, se trataba de inmigrantes de segunda generación que habían nacido y crecido en la zona (González Portilla et al. 2009, 205, 232–233, 236–238, 245–253 y 296–306). Todo este desarrollo figura bien documentado en el padrón municipal de 2009 (INE 2010), donde se indica que la población de Getxo se componía, en aquel año, de 80.770 habitantes, de los cuales 61.851 (76,58%) procedían de la Comunidad Autónoma Vasca, 12.666 (15,68%) de otra comunidad autónoma y 6.253 (7,74%) del extranjero. De los 61.851 habitantes procedentes de la CAV, 59.960 (96,94%) eran, en 2009, de origen vizcaíno y 1.891 (3,06%) de origen alavés o guipuzcoano. De las personas de origen vizcaíno, 15.854 (26,44%) procedían del propio Getxo, y 44.106 (73,56%) de otro municipio de Bizkaia. Tabla 4: Procedencia de los habitantes de Getxo, tabla elaborada por Ch. P.-K. a partir de los datos del INE (2010). Lugar de nacimiento Total habitantes (Getxo) Nacidos en el extranjero Nacidos en España Nacidos en otra comunidad autónoma Nacidos en la misma comunidad autónoma Nacidos en la misma comunidad autónoma, distinta provincia Nacidos en la misma comunidad autónoma, misma provincia Nacidos en la misma comunidad autónoma, misma provincia, distinto municipio Nacidos en la misma comunidad autónoma, misma provincia, mismo municipio
Total 80.770 6.253 74.517 12.666 61.851 1.891
(%)1 100 7,74 92,26 15,68 76,58 2,34
59.960
75,24
44.106
54,61
15.854
18,63
1 Los porcentajes indicados hacen referencia al número total de habitantes de Getxo (80.770). En el caso de las personas nacidas en la misma comunidad autónoma pero en otra provincia, por ejemplo, representan el 2,34% del total (1.891).
4.2 Lugar de estudio y selección de los informantes
159
No obstante, como se puede ver en la tabla 4, el número de inmigrantes extranjeros ha aumentado en los últimos años. Su distribución, en términos porcentuales, es similar a la del conjunto de la CAV (cf. 1.1). Según se recoge en el INE (2010), la mayor parte (73,23%) de los inmigrantes residentes en Getxo proceden de América Latina (4.579 personas). La mayoría de su población es de origen vizcaíno. La existencia de una línea de tren Bilbao-Plentzia, convertida en los años 90 del siglo pasado en línea de metro, favoreció también la relación entre Getxo y los municipios rurales de Berango, Sopelana, Urduliz o Plentzia, situados al este de Getxo, a orillas del Cantábrico, y en el interior. Muchos habitantes de estos municipios aprovecharon el tren para ir a Getxo, a vender productos o a ofrecerse como mano de obra, como recuerdan varias de nuestras informantes: (6)
A: pero la otra/ la otra margen// G 10: lo que pasa que tampoco había mucho/ bueno, yo por lo menos no he tenido mucha relación [yo creo] A: [mh] G 10: por/ con la otra margen .. creo que más ha sido la otra margen hacia aquí A: mh . G 10: gente de la otra margen que venía hacia/ . hacia la zona de Algorta . y entre otras cosas porqueee (1,06'') . hay/ ha bu/ había mucha gente que venía a/ a servir (E 3/ G 10/106)
(7)
G 23: A: G 23: A: G 23:
hay mucha gente que no sabía castellano ¿y cómo se comunicaron? .. no, pues, saldrían poco de sus aldeas mh .. vendrían a la plaza a vender, sus cosas (E 10/G 23/472)
Entendemos que puedan surgir críticas por el hecho de haber elegido Getxo como lugar de estudio, pues no pertenece al área predominantemente euskerahablante de la CAV, si bien abarca un barrio rural cuya población es principalmente bilingüe euskera-castellano y tiene el euskera como lengua habitual, y porque las condiciones de vida de una parte de sus habitantes podría llevar a pensar, erróneamente, que todos pertenecen, sin excepción, a un determinado estrato social. Ahora bien, ni el estrato social o la profesión ni la formación académica fueron criterios a la hora de seleccionar a nuestros informantes.2 2 Esta consideración es válida también para los criterios de edad y sexo, descartados igualmente en la selección de los informantes. Siguiendo la división que propusimos (cf. 3.3.5), se puede constatar que de la población de Getxo (80.770 personas) el 30,5% es menor de 30 años; aproximadamente el 22% tiene entre 30 y 44 años; el 25% tiene entre 45 y 70 años; y solo el 13%
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Otra razón que nos llevó a elegir Getxo como lugar de estudio fue la existencia de los estudios de Landa (1995) y Pedro (1985), basados también en datos de este municipio, lo que, sin duda, iba a ofrecer la posibilidad de comparar nuestros resultados, por lo menos acerca de algunos fenómenos.3 Aparte de los dos mencionados, ningún otro estudio acerca del castellano hablado en el País Vasco había tenido en cuenta a individuos de Getxo. Otra de las razones por las que optamos por este municipio fue meramente pragmática: conocíamos a personas en esta ciudad que podían ayudarnos a encontrar a los informantes adecuados. En respuesta a las posibles críticas sobre el hecho de haber elegido una población mayoritariamente castellanohablante, debemos señalar, ante todo, que nuestro objetivo no era analizar el español en contacto con el euskera, variedades fuertemente influidas, marcadas por el bilingüismo, etc., sino el castellano tal y como lo hablan los monolingües. Además, el euskera es lengua cooficial en Getxo, al igual que en todo el País Vasco y, por lo tanto, es materia obligatoria en los centros de enseñanza, incluido el ciclo superior. Incluso los alumnos que asisten a la escuela francesa, alemana, etc., reciben clases de euskera. Además, el ayuntamiento de Getxo fomenta el aprendizaje y el uso del euskera a través de múltiples iniciativas, por ejemplo organizando y financiando turnos de sustitución para que los propietarios de los comercios puedan asistir a clases de euskera, sin que esto suponga tener que cerrar o dejar desatendido el establecimiento.4 La situación sociolingüística que encontramos en Getxo no es muy distinta de la que podemos observar en otros municipios mayoritariamente castellanohablantes de Araba/Álava, Bizkaia o Gipuzkoa. Sirva como prueba de ello el alto porcentaje de alumnos matriculados en el modelo D.5
tiene más de 70 años. Por sexos, el 53% de la población es mujer y el 47%, hombre. Estos porcentajes de distribución se reproducen de forma similar en el conjunto de la CAV (cf. 3.3.9). En cuanto al nivel de instrucción, los Censos de Población y Viviendas 2001 (EUSTAT 2007) hablan de una población de 75.419 habitantes en Getxo, de la que 1.236 personas (1,64%) no tenían formación; 17.422 personas (23,10%) tenían estudios primarios; 8.237 personas (10,92%) tenían una formación profesional; 16.713 personas (22,16%) habían cursado estudios secundarios; y 31.811 personas (42,18%) habían realizado estudios terciarios. 3 Otros estudios, como los de Milla Lozano (1990; 1992) y Olaeta Rubio (1995a; 1995b), analizan el desarrollo morfosintáctico del castellano en alumnos de distintos modelos escolares, entre los cuales se encuentran también alumnos de Getxo. Sin embargo, estos investigadores se centran en la adquisición infantil de la lengua, razón por la cual nuestra descripción no se apoya en sus estudios. 4 Consúltese la página web municipal de Getxo acerca de otras iniciativas (Getxo 2012). 5 Compárense los datos proporcionados por EUSTAT en las tablas Alumnado de enseñanzas de régimen general no universitarias y educación para adultos por ámbitos territoriales, nivel y modelo de enseñanza bilingüe. 2007/08 (EUSTAT 2009).
4.2 Lugar de estudio y selección de los informantes
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Según los datos de la Estadística de población y viviendas 2006 (EUSTAT 2008), el 29% de los habitantes de Getxo, es decir, 23.006 personas, eran bilingües euskera-castellano o castellano-euskera. Aquel año los castellanohablantes monolingües representaban el 43,57% de la población (34.568 personas); el 27,42% (21.756 personas) eran castellanohablantes monolingües con competencias mínimas en euskera.6 Esta distribución es casi similar a la de la CAV en total (cf. 1.1). El castellano era la única lengua materna para el 85% de los habitantes de Getxo; el 2% tenían el castellano y el euskera como lenguas maternas; y solo el 5% tenía el euskera como única lengua materna. La lengua materna del 8% de los habitantes era otra distinta, aunque la Estadística de población y viviendas 2006 (EUSTAT 2008) no indica cual; entendemos que puede ser una lengua regional de España (catalán, gallego, etc.), o extranjera (francés, tamazight, lenguas indígenas de América Latina, etc.). Si observamos los datos sobre la lengua usada habitualmente en el ámbito familiar-doméstico de los habitantes de Getxo en 2006, encontramos una distribución similar. Vemos que el 90% de la población empleaba habitualmente el castellano, el 5% hablaba habitualmente euskera, y solo el 1% ambas lenguas. El 4% restante se expresaba, en casa, habitualmente en otra lengua distinta.
4.2.2 Selección de los informantes En los apartado 3.3.2 a 3.3.9 hemos descrito las variables extralingüísticas a partir de las cuales se forman o se pueden formar, a nuestro entender, los distintos grupos de hablantes presentes en la sociedad vasca. Dada la imposibilidad de que un solo investigador realice un estudio representativo del castellano del País Vasco como se indica, también, en Paasch (2010) y Paasch y Sinner (2010), hemos seleccionado a nuestros informantes basándonos en cuatro variables, en función del objetivo principal de nuestra investigación: la descripción de algunas particularidades morfosintácticas de una determinada variedad del castellano hablado en la CAV. Presuponemos que estas cuatro variables son variables independientes, esto es, ninguna constituye una subvariable de otra. Las cuatro variables son:
6 En la IV Encuesta Sociolingüística 2006 (Gobierno Vasco 2008a) se los denomina cuasieuskaldunes, aunque en la página web donde publicaron los datos no se explica qué se entiende por este término (cf. también 2.3.2.3). Un empleado del Servicio de Euskera-Euskara Zerbitzua de Getxo nos explicó, sin embargo, que a la hora de llevar a cabo estudios sociolingüísticos en esta ciudad, los investigadores se basan únicamente en el número de euskaldunes, es decir, los euskerahablantes activos, ya que consideran que los cuasi-euskaldunes carecen de competencias activas en euskera, no son bilingües de euskera-castellano o castellano-euskera.
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4 Metodología
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La lengua habitual del informante, es decir, la lengua que el informante emplea normalmente en todos los dominios públicos y privados; 2. el lugar de residencia del informante; 3. la procedencia del informante; y 4. el origen geográfico y lingüístico familiar del informante.7 En función de la primera variable, hemos escogido a castellanohablantes monolingües con y sin competencias mínimas en euskera, por constituir un grupo que no ha sido tratado como objeto único de estudio a pesar de ser el mayor grupo lingüístico de la población de Getxo, y, por extensión, de la CAV. Sin embargo, debido a la política lingüística en la Comunidad Autónoma Vasca, toda la población está en contacto con el euskera y apenas existen hablantes que no sepan, por ejemplo, ni decir agur ‘adiós’. Así, nos encontramos con que todos nuestros informantes tenían, en realidad, competencias mínimas en euskera, y decidimos diferenciar entre quienes habían asistido a clases de euskera, ya fuera de la escuela en un euskaltegi o un barnetegi8, y aquellos que jamás habían estudiado esta lengua formalmente. Si hubiéramos seleccionado hablantes bilingües, habría sido necesario diferenciar entre interferencias, cambios de código y elementos integrados del euskera al analizar los datos del corpus. Distinguir entre ellos podría parecer sencillo, en el plano teórico, pero no lo es en el plano práctico: lo que en un hablante es un cambio de código espontáneo, en otro es (o puede ser) una interferencia y, en una tercera persona, un elemento integrado, como afirma Sinner (2004, 81 y 140). Para comprobar de qué se trata en cada caso, habríamos tenido que analizar también la lengua de los padres, la del peer group o incluso la de la red social en la que se moviera el informante. Solo de este modo podríamos confirmar que un elemento empleado había sido aprendido y es, por lo tanto, elemento integrado, aunque siempre persiste la probabilidad de que se trate de una interferencia o un cambio de código. Elegir a castellanohablantes monolingües nos permitía, en cambio, identificar las particularidades constatadas en el corpus como elementos integra-
7 Procedimientos parecidos se aplican en Sinner (2004, 186–201, en particular 198) y Bernhard (1998, 38). Sinner opta por seleccionar a sus informantes basándose en un «catálogo de exigencias mínimas» (2004, 198). Bernard (1998, 38) escoge a sus informantes en función del objetivo de su estudio, a saber, en primer lugar, descubrir hablantes mayores con un indisimulado uso dialectal, y, en segundo lugar, según la variación de la dialectalidad observable, mensurable a través de parámetros extralingüísticos. 8 Los barnetegis son centros dependientes de euskaltegis en los que se oferta una enseñanza más intensiva del euskera. Los alumnos suelen pasar temporadas más largas en régimen de internado siendo la lengua vehicular de las actividades de todo el día el euskera.
4.2 Lugar de estudio y selección de los informantes
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dos en la variedad del grupo de estudio, sin necesidad de averiguar su origen, pues el hecho de que un hablante monolingüe emplee o no un elemento dado se suele considerar como indicio de su integración en la lengua (cf. Sinner 2004, 81–92). Asimismo, el hecho de que los castellanohablantes monolingües tengan el castellano como lengua habitual evita, durante una entrevista, el uso involuntario de registros que podrían frustrar las expectativas del entrevistador. Esto es posible, en cambio, en el caso de entrevistar a hablantes bilingües o plurilingües (Sinner 2010). En efecto, como señala Sinner, si entrevistamos a un informante bilingüe en una lengua distinta a su lengua habitual, corremos el riesgo de que cambie a un registro diferente a nuestros deseos: «[T]he use of a language not normally used in the in-group interactions could certainly imply the adoption of registers not normally intentioned by the interviewer» (2010, 181). Al seleccionar castellanohablantes monolingües, lo más probable es que se adapten al registro propuesto por el entrevistador, manteniéndolo durante la entrevista. El estudio de los castellanohablantes monolingües con y sin competencias mínimas en euskera es aún más interesante y necesario si tenemos en cuenta que se trata de un grupo de hablantes cuyo número está retrocediendo, lingüísticamente hablando. Como señala el Gobierno Vasco (2009, 42–47), las generaciones bilingües van ganando terreno: los niños y adolescentes bilingües representaban ya en el año 2006 ente el 69 y el 82% de los hablantes de su edad. En cambio, el porcentaje de hablantes nativos que nunca aprendieron el euskera, sobre todo personas mayores de 45 años, aún constituía la mayor parte de la población vasca, como hemos visto en la introducción (cf. 1). Subrayamos, por tanto, la dificultad de encontrar a castellanohablantes monolingües, con o sin competencias mínimas en euskera, en estas zonas, procedentes, además, de familias autóctonas vascas. No hemos querido mezclar a informantes que poseyeran distintas competencias lingüísticas, porque ya disponemos de tales estudios, ni a personas de distintas procedencias. Nuestro interés radicaba en conocer los elementos que se dan en la variedad de un determinado grupo de hablantes de la comunidad de comunicación vasca, esto es, en el castellano hablado por hablantes monolingües con y sin competencias mínimas en euskera de Getxo. En resumen, la base lingüística de nuestro corpus era la variedad diatópica de Getxo. En cuanto a la segunda variable, el lugar de residencia de los informantes, entra también en juego la tercera variable: la procedencia del informante. Así, los informantes tenían que haber residido, crecido y realizado sus estudios, o por lo menos la mayor parte de ellos, en Getxo, desde la infancia.9 De este modo, nos
9 Chambers (1995, 167–171) afirma que los escolares (niños y jóvenes) se orientan, lingüísticamente, siguiendo a sus amigos de edad similar, aunque no solamente a ellos. Según el autor,
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aseguramos de seleccionar individuos que no habían estado expuestos de forma continua al contacto con otras variedades del castellano durante su juventud, a excepción, claro está, de lo que recibían a través de los medios de comunicación, durante sus viajes de vacaciones, etc.10 Nuestra intención, en un primer momento, fue la de entrevistar únicamente a personas que siempre hubieran vivido en Getxo, lo que pronto se reveló complicado, ya que las ausencias por motivos laborales y otros, como la realización del servicio militar obligatorio, el exilio durante la Guerra Civil (sobre todo durante la infancia, en el caso de las personas mayores de 70 años), etc., eran comunes en la población objetivo. Así, incluimos a informantes que se habían ausentado durante un máximo de un año o un año y medio de Getxo. Asimismo, tuvimos en cuenta a algunos informantes mayores, que pasaron toda su adolescencia y la mayor parte de su época de escolarización en Getxo, a pesar de no haber vivido ahí su infancia. El último criterio de selección, el origen geográfico y lingüístico familiar del informante, es, a nuestro parecer, sumamente relevante, sobre todo teniendo en cuenta que nos movemos en un municipio vizcaíno (cf. 3.3.4).11 Los padres de los informantes tenían que proceder —haber nacido y vivido— de Barakaldo, Barrika, Berango, Bilbao, Erandio, Getxo, Leioa, Ortuella12, Plentzia, Portugalete, Santurtzi, Sestao, Sopelana o Urduliz, esto es, de alguno de los municipios de donde procedieron, como hemos visto, la mayoría de los inmigrantes internos que ha recibido Getxo (Portilla et al. 2001a; 2001b; 2009). No obstante, existía la posibilidad de que los padres del informante se hubieran ausentado de Getxo durante la Guerra Civil (llevando consigo a sus hijos), o por motivos laborales (sobre todo en
durante la transición de la niñez a la adolescencia se manifiesta, a menudo, una forma de extremismo —que puede ser incluso lingüístico— mediante el cual el adolescente busca diferenciarse de su entorno. Asevera, por otra parte, que las características ideolectales no se consolidan hasta la edad adulta (adultos jóvenes), cuando empiezan a fijarse las preferencias personales, incluidas las ideolectales (1995, 177). Estas últimas se mantienen prácticamente invariables durante la vida adulta (1995, 184). 10 Sin embargo, no podemos obviar el hecho de que los informantes fueran expuestos a las variedades del castellano hablado por emigrantes de retorno o por inmigrantes de otras zonas que pueden haber influido en su forma de hablar. Véase acerca de este aspecto en el castellano de Galicia, Sinner (2005). 11 Se trata de una variable que solo en algunos estudios sobre el castellano hablado en el País Vasco fue considerada (Etxebarria Arostegui 1985; Elejabeitia Ortuondo/Bizcarrondo Ibáñez 1992). En otros, no fue aplicada, aunque había sido considerado relevante por los autores (Etxebarria Arostegui 2000; Fernández Ulloa 2001a). Asimismo, es un criterio que se tuvo en cuenta en algunos estudios del castellano de Cataluña (Hernández García 1994; 1995; Sinner 2004), región con un parecido desarrollo socio-histórico hasta cierto punto parecido. 12 El municipio de Ortuella formó parte del municipio de Santurtzi hasta el año 1981 (Gobierno Vasco 1981).
4.2 Lugar de estudio y selección de los informantes
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el caso de los marineros). En esta variable descartamos tener en cuenta a la generación anterior, esto es, a la de los abuelos del informante, aunque es posible que procedieran de algún lugar de fuera de la CAV actual (algunos informantes explicaron que sus abuelos, o uno de ellos, habían llegado a Getxo procedentes de Cantabria, Castilla y León, La Rioja, Bélgica) o de otra provincia vasca (Araba/ Álava, Gipuzkoa). Incluimos a todos estos informantes a pesar de que no todos los abuelos fueran oriundos de Getxo o de la zona delimitada, dado que esta circunstancia refleja el desarrollo histórico de la zona. El mapa del gráfico 5 revela la situación de Getxo y los municipios de procedencia de los padres de los informantes (zona de procedencia).
Gráfico 5: Mapa del País Vasco con el municipio de Getxo destacado de forma particular, arriba a la izquierda, así como los municipios circundantes, de donde proceden los padres de los informantes. Mapa adaptado de Udalnet (2011).
Dentro de esta cuarta variable, establecimos, además, que los informantes debían proceder de familias cuya lengua habitual fuera el castellano. Una vez más, nuestra intención (en este caso, la de incluir solo a informantes cuyos padres fueran castellanohablantes), no se correspondió con la realidad lingüística de Getxo, y es que los padres de algunos de nuestros informantes, especialmente en el caso de los
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mayores de 45 años, tenían competencias en euskera o eran bilingües euskeracastellano o castellano-euskera. Cuando preguntamos a nuestros informantes por la lengua que empleaban con sus padres y viceversa, vimos que en algunos casos, éstos sabían euskera, pero no lo empleaban en la comunicación con los hijos por distintas razones. En vista de esto, consideramos que el castellano era la lengua familiar, habitualmente usada en el ámbito doméstico, por lo menos con los hijos. No tuvimos en cuenta otros criterios de selección tales como la edad, el sexo, el modelo escolar, el nivel de estudios, el estrato social o la profesión, lo que facilitó la búsqueda y selección de los informantes. Un resumen de los datos de los informantes se encuentra en el apéndice III.
4.3 La entrevista 4.3.1 Entrevista individual vs. entrevista en grupo Decidimos que en la parte empírica del presente estudio trabajaríamos con datos orales recogidos mediante entrevistas, a fin de controlar bien las variables en que se basaba nuestra selección de informantes, pero nos encontramos ante la disyuntiva de tener que elegir entre la entrevista individual o en grupo. Milroy (1980, 24–25) indica que la entrevista es una situación claramente definida, durante la cual conviene emplear un registro formal, controlado y cuidado, y no tanto un registro informal (familiar, coloquial, etc.). Es algo que también advierten Koch y Oesterreicher (1990, 12), que definen que tal situación se encuentra más próxima al polo de la Distanzsprache «lengua distante» (Koch/Oesterreicher 2007, 35), «lengua de distancia» o «distancia comunicativa» (Oesterreicher 2009, 443; cf. también Koch/Oesterreicher 2011, 10, nota 7). Milroy (1980, 25) señala, además, que el hecho de que la entrevista científica se realice, generalmente, con personas no conocidas por el investigador aumenta la probabilidad de que el informante escoja un registro formal, algo que podría ser diferente si el investigador fuera alguien conocido, o que incluso podría ser modificado si se contara con la presencia de un amigo o un familiar.13 La autora (1980, 25) opina que la variedad usada en entrevistas científicas no se puede considerar, en la mayoría
13 Desde Labov (1972a, 209), por paradoja del observador se entiende la problemática del investigador de recoger datos empíricos de la lengua hablada que corresponden al uso diario de los informantes de la variedad de estudio. La paradoja consiste en que los informantes deben comportarse y hablar de forma natural en una situación que es artificial: hay una grabadora, una cámara, etc. Hoy en día la opinión general es que esta paradoja solo puede ser reducida, en el mejor de los casos. Nunca se puede resolver totalmente (cf. Schu 2001, 1019–1020).
4.3 La entrevista
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de los casos, como un registro informal (familiar, coloquial, etc.), pero un registro informal sí se puede obtener mediante entrevistas en grupo, tal como demostró Labov (1972b) en un estudio sobre elementos fonéticos, sintácticos y pragmáticos de las variedades de los grupos de adolescentes afroamericanos Jets, Cobras y Thunderbirds en Nueva York, hablantes de lo que Labov (1972b, 3) define como «non-standard English spoken by black people in the inner city: Black English Vernacular (BEV)». Como indica Nordberg (1980), la dinámica de un grupo social como, por ejemplo, una red de amigos (una cuadrilla14, en el País Vasco), puede tener efectos no siempre positivos (control mutuo, etc.), que afectarían a la selección del registro y conllevarían nuevos problemas: «[…] the stylistic level is controlled in quite a different way than in an interview, i.e. the members of the group themselves exercise social constraint on one another’s language. It would be quite unacceptable for someone in the group to put on an act during the recording and use a form of language which was not normally used in that speech community or among the individual speakers. The more closed the social network of the discussion group is, the stronger the social pressure will be to speak in accordance to the group norm. But even in the case of discussion groups which must be described as open social networks we are on safer ground when it comes to the authenticity of the language used than we are in the case of an interview» (Nordberg 1980, 7).15
En opinión de Milroy y Gordon (2003, 67), este control social recíproco impide que los miembros del grupo utilicen una variedad formal y controlada cercana a la variedad considerada como norma prescriptiva de la lengua de estudio; emplearían, más bien, la variedad de los peers ‘coetáneos, amigos’. No obstante, como afirma O’Donnell (1989, 129), y como también indica la cita de Nordberg (1980), puede darse el caso contrario: las normas superpuestas de un determinado grupo social pueden condicionar el empleo del registro formal, en el contexto de la entrevista en grupo, en lugar de provocar un estilo informal (familiar, coloquial, etc.), cuyo uso, aparentemente, no puede ser alcanzado tan fácilmente en la entrevista cara a cara. Según O’Donnell (1989, 129), en este caso se trata del thirdparty-effect ‘efecto de la presencia de una tercera persona’, que se origina por la presencia, durante la entrevista, de una tercera persona, o de más (otro informan-
14 Véase al respecto Arpal (1985, 136–137), que señala que la cuadrilla es el grupo prototípico del País Vasco y que la relación social entre hombres y mujeres en esta región está fuertemente determinada por este constructo social. 15 Nordberg, Bengt, Sociolinguistic fieldwork experiences of the unit for advanced studies in modern Swedish, Uppsala, Institutionen för Nordiska Språk vid Uppsala Universitet (FUMS), 1980, cit. ápud Milroy y Gordon (2003, 67).
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te, la persona de contacto, etc.), que no es un segundo entrevistador. Esta presencia provoca, por ende, una distorsión o una alteración del uso lingüístico del informante. En resumen, el contexto en el que se desarrolla la entrevista lleva al uso consciente (ingl. proactive), por parte del informante, de un determinado registro lingüístico (O’Donnell 1989, 129). Para el presente estudio hemos optado por la entrevista individual por varias razones. Primero, porque opinamos que el no uso de ciertos registros lingüísticos puede ocurrir tanto en la entrevista en grupo como en la entrevista individual: ambas pueden resultar construidas, artificiales y poco espontáneas. Además, como acabamos de ver, la selección del estilo es un acto consciente, como refleja el informante G 43 (cf. 4.3.3). Segundo, porque la presencia de una tercera persona, aunque sea muy cercana al informante, puede hacer que este se sienta coartado y observado, como de hecho sucedió durante una de nuestras entrevistas a la cual, poco después de empezar, se sumó la persona de contacto.16 En su corpus oral del castellano hablado en Barcelona, Vann (2009) graba a los miembros de dos redes sociales a fin de recoger el uso lingüístico de un cierto grupo de amigos, y constata que:
16 En nuestro caso, la presencia de otra(s) persona(s) resultó contraproducente, por lo cual la selección de la entrevista individual quedó, a nuestro parecer, justificada. De este modo nos cercioramos de que el informante hablaba solo para la entrevistadora, y no se veía empujado al uso de un cierto registro por la presencia de uno o varios miembros de su cuadrilla durante la entrevista. En una ocasión, la persona de contacto era bilingüe de euskera-castellano y se mostraba a favor de la recuperación y extensión del euskera. La informante, en cambio, era castellanohablante monolingüe sin competencias en euskera. Nunca había estudiado la lengua ni veía motivos para hacerlo, aun viviendo en el País Vasco. Sus respuestas, en presencia de la persona de contacto, una amiga íntima, fueron breves y tensas en comparación con aquellas que había dado a la entrevistadora antes de que apareciera la persona de contacto. La entrevistadora rogó a la persona de contacto que saliera, y la informante recobró la calma, explicando que se sentía mucho más cómoda sin la presencia de la persona de contacto, ya que de este modo podía decir lo que pensaba; la entrevista era anónima y la entrevistadora una persona desconocida y no involucrada en el conflicto lingüístico existente en la CAV por ser alemana. De todas formas, no incluimos la entrevista en nuestro corpus, pues la informante había crecido en otra zona de la CAV y sus padres no eran de Getxo. A primera vista, la presencia de la persona de contacto durante la entrevista provocó que la informante no solo se mostrara reservada, sino que al parecer además viera condicionado su propio uso lingüístico. En otra ocasión, la presencia de la hermana de una informante hizo que ésta se negara a hablar con nosotros, pues carecía de estudios y no se consideró tan elocuente como su hermana, que había sido profesora de castellano y que habló en su lugar. Resultó muy difícil conseguir que la informante hablara, lo que habría podido evitarse, sin duda, de haber realizado la entrevista a solas, sin la presencia de la hermana. No incluimos la entrevista en el corpus ya que la persona que hablaba (la hermana de la informante) había residido en otra provincia durante casi toda su vida profesional.
4.3 La entrevista
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«The data represented in transcription reflect colloquial Spanish language discourse appropriate to coffee table socialization as a speech act. Conversation is spontaneous with multiple participants and questions are unplanned, though topic modules where observed» (Vann 2009, 8).17
No obstante, como subraya Sinner (2010, 181) en su reseña de Vann (2009), el hecho de que el autor y entrevistador proponga a los miembros de esta red un tema de debate concreto reduce la naturalidad y espontaneidad del discurso, al menos desde el punto de vista europeo (cf., también, Pusch 2012, 380–385, en particular 383). Desde el punto de vista de Vann (2009) —perspectiva estadounidense—, el método elegido constituye un procedimiento común que provocaría un uso lingüístico natural y espontáneo, sin aumentar el grado de artificialidad de la conversación. Si desestimamos la entrevista en grupo fue, en tercer lugar, por la dificultad de asignar turnos a los informantes: iba a resultar muy complicado transcribir entrevistas grupales grabadas con un solo micrófono, ya que, como advierte López Morales (1994, 95–96), los discursos de los participantes de una entrevista en grupo tienden a solaparse. En cuarto lugar, optamos por la entrevista individual por ser un método que no tiene carácter de experimento: los informantes tienden a concentrarse más en el contenido de la entrevista que en su uso lingüístico. En palabras de Sinner: «Tsuzaki (1970) pudo demostrar el gran valor de la conversación libre como técnica suplementaria para obtener información sobre el habla normal, a saber, el habla en el que el informante presta más atención al contenido que a la forma, cuando no se siente controlado como en un test, al responder un cuestionario, etc.» (Sinner 2004, 166).18
Decidimos que los informantes no pasarían pruebas adicionales tales como contar una historieta, comentar una viñeta textual o una imagen, etc.19 Así, la entrevista fue percibida como una conversación y no tanto como un experimento lingüístico, a pesar de que los papeles entrevistador e informante quedaron definidos en todo momento. Como investigadores, ofrecimos respuestas breves
17 Vann (2009) indica que los informantes sabían que su conversación estaba siendo grabada. 18 Tsuzaki, Stanley M., English Influences on Mexican Spanish in Detroit, La Haya/Paris, Mouton, 1970, ápud Sinner (2004, 166). 19 Gerstenberg (2011, 111) opina que el empleo de diferentes «módulos» lleva a una formalización adicional de la situación, a una reducción de la atención de la persona involucrada y a una relación asimétrica con el «objeto de estudio». No satisfacemos, de este modo, la reivindicación de otros investigadores, como Labov (1972a, 209) o Koch y Oesterreicher (1990, 26), en cuya opinión habría que aplicar varios métodos para obtener diferentes estilos que puedan constituir el continuo de variedades de las cuales dispone el informante.
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cuando los informantes nos preguntaron por nuestro perfil o vida privada. Los informantes, por su parte, no abordaron siempre exactamente los mismos temas (cf. 4.3.2), lo cual no invalida el valor de nuestros datos, aunque sí reduce en cierta manera las posibilidades de comparación a nivel de contenido. No importó, sin embargo, pues nuestro objetivo era lograr datos amplios sobre el uso lingüístico de los informantes y contábamos con datos comparables, a saber, los estudios anteriores centrados en otras variedades del castellano hablado en el País Vasco, que también habían optado por la entrevista individual. Además, como indica López Morales (1994) «[s]i el cuestionario está destinado a conseguir ejemplos de actuación lingüística —fonética, morfosintáctica, léxica— los requisitos son menos exigentes. Basta con que el entrevistador manipule el cuestionario sin dar la sensación de que procede a un examen o aun rígido interrogatorio» (López Morales 1994, 85).
La última razón que nos llevó a optar por la entrevista individual fue pragmática: solo necesitaríamos una grabadora y un micrófono para realizarla y sería más fácil concertar una cita con una única persona, así como encontrar un lugar adecuado en el que realizar la entrevista que si hubiéramos debido compaginar todo con varios informantes.
4.3.2 Recogida de los datos empíricos Para establecer qué método de recogida de datos orales sería más idóneo, realizamos varias entrevistas preliminares, individuales y semiestructuradas (Atteslander et al. 2008, 121–146), en las que empleamos distintos cuestionarios, basados en los estudios de Gerstenberg (2011), Sinner (2004), Rodríguez Llopis (1997) y el grupo PRESEEA (Moreno Fernández et al. 2005). Los resultados obtenidos nos llevaron a descartar la idea de una entrevista individual semiestructurada, pues las entrevistas individuales sin cuestionario habían resultado mucho más prolíficas.20 No obstante, optamos por utilizar un cuestionario sociolingüístico (cf. 4.3.4) que nos permitiera obtener la información necesaria sobre la situación familiar, lingüística, etc., de cada informante, para confirmar que realmente cumplía con nuestras variables de selección (cf. 4.2.2). Decidimos abrir cada entrevista con preguntas sobre el informante y su familia basándonos en dicho 20 Queremos agradecer la inestimable ayuda de todos aquellos que participaron en nuestras entrevistas preliminares, tanto en Alemania como en el País Vasco. Su ayuda fue la clave para encontrar el mejor método, los posibles temas de conversación, la duración más conveniente, etc.
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cuestionario sociolingüístico, y que el informante siguiera profundizando en cualquier tema de su elección a fin de establecer una entrevista en forma de conversación más o menos libre. Para aquellos casos en los que los informantes eran más reservados habíamos preparado diversos temas de conversación acerca de la vida personal del informante, cambios urbanísticos de Getxo, aspectos culturales tradicionales del municipio, etc. En opinión de Feagin (2002, 29), este procedimiento libre (entrevista sin cuestionario) ayuda a reducir el grado de formalidad de la entrevista.21 Además, como señala Schu (2001, 1014), contribuye a crear una situación más cercana a una conversación que al experimento en el cual el observador da estímulos verbales para provocar una reacción concreta en el informante. Procedimos de esta manera porque no nos interesaba el contenido de la entrevista, sino conseguir una gran cantidad de datos orales.22 Algunos informantes pensaban que el objetivo de nuestra entrevista era conocer algunos aspectos de su vida y los cambios urbanísticos que había experimentado Getxo. Así, por ejemplo, la informante G 21 vino a la entrevista con varios libros y mapas con los que quiso ampliar y mejorar sus respuestas. Con el mismo objetivo, la informante G 19 nos citó en un café decorado con antiguas fotografías de Getxo, a las cuales se refirió durante la entrevista. Se trataba de las informantes de más edad, a quienes propusimos este tema tras comprobar que no todos querían participar en una entrevista que iba a centrarse, exclusivamente, en su propia situación sociolingüística, la de sus familiares o la de la CAV en general. Otros informantes, sin embargo, estuvieron de acuerdo en hablar con nosotros sobre estos temas. Los informantes G 05, G 09 y G 42 se habían enterado del verdadero objetivo de la entrevista por haber sido informados por las respectivas personas de contacto sin que lo supiéramos.23 En sus entrevistas se trataron varios temas, sobre todo su situación sociolingüística, ya que su percepción de ella como castellanohablantes con o sin competencias mínimas en euskera constituía un buen tema de conversación. No obstante, también les preguntamos por los cambios urbanísticos del municipio, por aspectos culturales típicos del mismo y por su afición por los deportes (típicos vascos). En algunos casos preguntamos, además, por las formas de tratamiento, tema abordado en el trabajo de PRESEEA (Moreno Fernández et al.
21 Feagin afirma: «This more open-ended type of interviewing is intended to reduce the distance between interviewer and subject, making the interaction more natural» (2002, 29). 22 Sobre la duración de cada entrevista véase el apartado 4.4.4. 23 Sin embargo, en ninguna de las conversaciones que mantuvimos con ellos antes y después de la entrevista pudimos observar el uso de fenómenos caracterizados como típicos del castellano vasco —y, por tanto, estigmatizados—, como la sustitución del imperfecto o pluscuamperfecto de subjuntivo por el condicional en la prótasis del período hipotético.
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2005) que teníamos previsto tratar en todas las entrevistas, aunque sólo pudo ser tratado en algunas: no tenía sentido preguntar a aquellos informantes con los que ya habíamos contactado (teléfono, correo electrónico) si podíamos tutearlos o si, por el contrario, preferían que les tratáramos de usted. No conocíamos las normas de uso en el castellano de Getxo, por lo que hubiera sido interesante, pero habría resultado muy artificial en la mayoría de los casos. La cuestión de tuteo surgió especialmente cuando los informantes hicieron alguna alusión al respecto o cuando una tercera persona se sumó a la entrevista.24 La libertad que ofrecía la entrevista individual no estructurada nos permitió variar y adaptar nuestras preguntas en función de cada informante. La entrevistadora también se comportó de forma natural. Empleó marcadores de discurso (pausas, fenómenos de duda, reformulaciones) de forma espontánea y natural, así como señales de contacto de forma verbal (mh, ah) o no verbal (asintiendo con la cabeza o reacciones mímicas). Según Gerstenberg (2011, 113), este comportamiento natural apoya y anima a los informantes a hablar, reduciendo la necesidad de intervención por parte del entrevistador. Con todo, la entrevistadora tuvo que intervenir a menudo en aquellas entrevistas en las que los informantes se mostraron reservados y necesitaron ser animados (por ejemplo, las informantes G 21 y G 23). Las únicas preguntas estructuralmente similares que hicimos a todos los informantes buscaron provocar en estos el uso del condicional en la prótasis del período hipotético. Nos interesó formular estas preguntas de modo que la pregunta no contuviera la estructura buscada, es decir, que no tuvieran estructuras del tipo si tuviéramos dinero, compraríamos un coche. Rodríguez Llopis (1997) propone el uso de la pregunta con el infinitivo, es decir: ¿al poder escoger que comprarías? No obstante, la omisión de la prótasis es muy común tanto en castellano como en otras lenguas y a pesar de formular dicha pregunta no pudimos evitar que sólo se emplease la apódosis de la oración condicional hipotética.25 Resumiendo, puede decirse que, a la hora de diseñar nuestras entrevistas, optamos por un método entre la entrevista semiestructurada y la conversación libre: mantuvimos el cuestionario para las preguntas sobre la situación familiar, lingüística, etc., del informante, conservamos los papeles entrevistador e informante y preparamos algunos temas que podíamos proponer en aquellos casos en
24 Por lo que sabemos solo existe un estudio sobre las formas de tratamiento en el castellano hablado en el País Vasco, realizado entre estudiantes de la Universidad de Deusto en Bilbao (Aguado Candanedo 1981). 25 Acerca de los problemas que plantea la provocación de estas oraciones, véase nuestra descripción del estudio de Etxebarria Arostegui (2000) (cf. 2.4.2).
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los que era necesario animar al informante, pero nuestras preguntas no se ajustaron a un orden preestablecido.26
4.3.3 Ética de la entrevista y autorización de uso Otro aspecto a debatir es la cuestión de si el informante debe conocer previamente o no la finalidad del estudio. Silva-Corvalán (1989, 27) opina que la ocultación del verdadero interés puede generar desconfianza entre los informantes, sobre todo si el investigador les hace preguntas sobre aspectos que no tienen relación (estrecha) con el tema propuesto. Indica, por otro lado, que es probable que el informante se interese por el tema real de la entrevista durante la misma. Sirva de ejemplo nuestra informante G 10, que durante la entrevista nos pidió explicaciones más concretas sobre el objetivo de nuestra investigación. Ahora bien, si el entrevistador revela su propósito de antemano, esto es, el deseo de conocer el uso lingüístico del informante, es muy probable que este empiece a controlar su forma de hablar. Con todo, en el caso de nuestros informantes G 05, G 09 y G 42, a quienes habíamos conocido previamente y que habían sido informados del verdadero fin de la entrevista, no notamos diferencia entre su forma de expresarse durante la entrevista y previamente a ella. Lo mismo constatamos en el caso de la informante G 10, a quien, dado su interés, decidimos explicar el objetivo de nuestro estudio durante la entrevista. El hecho de conocer el objetivo real no alteró su uso lingüístico hacia un estilo más formal o cuidadoso. El informante G 43, por su parte, nos confesó, ya después de la entrevista, que se había dado cuenta de que nuestro verdadero objetivo no era el que pretendíamos, sino su uso lingüístico, motivo por el cual había escogido un registro más formal, controlando su forma de expresarse durante toda la entrevista. Pensamos que esto se refería, más que nada, a la pronunciación, dado que nos indicó durante la entrevista que algunas veces le salía una pronunciación marcada: por ejemplo, solía usar una /r/ en lugar de una /ɾ/ cuando estaba enfadado:27
26 Milroy y Gordon opinan que se trata de un estado «típico» de la entrevista sociolingüística, la cual se distingue de esta forma de la encuesta: «The sociolinguistic interview typically differs from a survey in being relatively less structured» (2003, 57). 27 El informante G 43 manifestó haberse dado cuenta de ello, aun cuando no habíamos revelado nada, porque no le interrumpimos cuando estaba hablando del desarrollo histórico y lingüístico peninsular. Esta explicación nos sorprendió mucho ya que si no le interrumpimos fue porque queríamos que hablase mucho pero también porque nos habría parecido una falta de cortesía.
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G 43: si me enfado y me pongo serio yo tengo mucho acento [o sea que me lo han dicho] A: [] G 43: mientras daba clases, este año . yo me daba cuenta que había muchos días que me salían las cosas como con mucho acento o sea [decía por ejemplo] . A: [] G 43: de cuando hablaba de/ yo bueno explico unas/ unas curvas de/ .. en esto en .. eeh (0,567'') en (especialidad) vamos, en (especialidad) . y entonces empezaba con la "curva"28 LM la "curva"29 yo o sea como muy marcada [] (E 19/G 43/939)
No pudimos evitar, sin embargo, que, probablemente, controlara también determinados fenómenos sintácticos de los cuales era, como dijo, consciente, como el uso del condicional en lugar del subjuntivo en la prótasis de la oración condicional, un fenómeno al parecer estigmatizado (cf. 5.3.6.2). En general, decidimos no comunicar a nuestros informantes cuál era el verdadero objetivo de las entrevistas. Las personas de contacto sí fueron informadas del mismo, pero se les pidió que explicaran a los informantes que nuestra intención era estudiar aspectos culturales y cambios urbanísticos de Getxo, y su situación lingüística como castellanohablantes monolingües en la CAV. Desvelamos el motivo de las entrevistas cuando algún informante lo solicitó durante la misma, como en el caso de G 10, pero lo ocultamos, manteniendo nuestro falso interés, cuando nos lo solicitaron al comienzo de la entrevista, como en el caso de G 14, para que los informantes se concentraran en desarrollar el tema y no controlaran su uso lingüístico. Las introducciones de las transcripciones de las entrevistas de nuestro corpus indican si un informante conocía o no el verdadero objetivo de la entrevista. Al término de cada entrevista, todos los informantes conocieron el verdadero objetivo de nuestro estudio. En ese momento, se les informó también de su derecho a negarnos el uso de la grabación con tales fines. Podría criticarse que el procedimiento aplicado es problemático desde un punto de vista ético, dado que no informamos de entrada a los informantes sobre nuestros propósitos. Sin embargo, como hemos visto, esta información habría podido ser contraproducente en nuestro caso. Todos los informantes firmaron una Autorización de uso de la grabación en la cual garantizábamos su anonimato y el empleo de las entrevistas solo para fines
28 Pronuncia [kurβa]. 29 Pronuncia [kurβa].
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científicos (cf. apéndice II). Ningún informante prohibió el uso de la grabación, aunque G 23 nos hizo prometer durante la entrevista que no se la mostraríamos a nadie, pero luego consintió su uso. Muchos de los informantes se entusiasmaron al conocer el verdadero objetivo del estudio y manifestaron su interés por su progreso y sus resultados.30 No pudimos comprobar si los investigadores de los estudios previos habían obtenido el consentimiento de los informantes para el uso y la publicación de las entrevistas con fines científicos. La falta de dicho consentimiento podría servir para explicar la escasez de publicaciones de corpus orales del castellano hablado en el País Vasco.
4.3.4 Cuestionario sociolingüístico Para nuestro estudio, diseñamos un cuestionario sociolingüístico (apéndice I) destinado a recoger información suficiente sobre el origen lingüístico y social del informante y de sus padres; datos que nos permitieron comprobar hasta qué punto dicho informante cumplía verdaderamente con nuestros criterios establecidos (cf. 4.2.2). Todos los informantes fueron consultados acerca de sus competencias lingüísticas y las de sus padres, su actual lugar de residencia, su origen geográfico y el de sus padres, su edad, su nivel de formación académica y su actual situación profesional. Se les preguntó, además, por la lengua empleada en su familia entre padres e hijos, algo especialmente importante en el caso de que los padres, o uno de ellos, fueran bilingües. Por último, se especificó el sexo de los informantes. Para asegurarnos de que nadie tuviera más que conocimientos mínimos en euskera, preguntamos a los informantes por el modelo escolar al que habían asistido y si en algún momento de su vida habían aprendido euskera fuera de la escuela, por ejemplo en un euskaltegi o en un barnetegi. Nos interesamos igualmente por los medios de comunicación que seguían: qué canales de televisión o emisoras de radio escogían para informarse y qué periódicos solían leer. En algunas entrevistas preguntamos por los dos últimos libros que habían leído y las dos últimas películas que habían visto, a fin de corroborar los datos relacionados con sus competencias lingüísticas.
30 Queremos indicar que aunque el contenido de las entrevistas, es decir, las afirmaciones de los informantes de por sí no estaban en el centro de nuestra investigación intentamos mantener una posición distanciada y neutra cuando tocamos aspectos políticos o de política lingüística que podrían influir después de la entrevista a la comunidad de comunicación que estudiamos. Intentamos mantener esta actitud siempre dado que, como indica Kabatek (1996, 66), el estudio lingüístico empírico no es el lugar para demostrar una cierta postura política (cf. sobre este asunto también Goebl 1987; Schlieben-Lange 1994).
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Los datos relativos a los cuatro criterios de selección se reproducen en una tabla en el apéndice III.
4.3.5 Toma de contacto con los informantes de Getxo Para tomar contacto con aquellas personas que podían servir de informantes para nuestro estudio, combinamos varios métodos empleados habitualmente con este fin.31 Por un lado, fijamos cuatro criterios que debían cumplir para ser considerados informantes aptos (cf. cap. 4.4.2). Por otro lado, seguimos el procedimiento de toma de contacto que Tagliamonte (2006, 21) denomina friend of a friend ‘amigo de un amigo’, que se basa en el empleado por Milroy (1980).32 Como explica Tagliamonte (2006, 22), este procedimiento proporciona al investigador un nuevo punto de partida: ya no es un desconocido. Se ha convertido en el amigo de un amigo y se le reconoce como parte de la comunidad de comunicación. Es decir, la introducción del investigador como amigo de un miembro de la red o del grupo social cuyo uso lingüístico quiere describir le convierte en un miembro de aquel, aunque no haya pertenecido a él hasta entonces. «These are people with a status that is neither that of an insider nor that of an outsider, but something of both. With a ‹friend of a friend› you do not get into a situation cold. You have some ‹in› into the situation. Naming yourself a ‹friend› means that you have an entry into the relationships of the network you have attached yourself to. […] Using a ‹friend of a friend› approach also means that the researcher becomes enmeshed in exchange and obligation relationships as well. In other words, the fieldworker becomes part of the community – an observer who is also a participant» (Tagliamonte 2006, 22).
31 En la sociolingüística y la lingüística variacionista en el sentido de Labov, se distinguen y se emplean diferentes modelos para la búsqueda de informantes, basados en los métodos de la sociología, cuyo objetivo fundamental es garantizar la representatividad del estudio. Nos referimos a métodos como el probabilístico aleatorio, que consiste en escoger personas al azar, por ejemplo en el padrón municipal. El investigador se pone en contacto con ellos de cara a una entrevista (cf. Labov 1966a; Cedergren 1973). Este método se considera exacto y objetivo para garantizar la representatividad del estudio. Otro método es la selección por celdas que se establecen en virtud de diferentes categorías sociales (cf. Etxebarria Arostegui 2000; Lavandera, Beatriz, Linguistic structure and sociolinguistic conditioning in the use of verbal endings in «si»clauses (Buenos Aires Spanish), Philadelphia, University of Pennsylvania, 1975 (tesis de Ph. D. inédita), ápud Silva-Corvalán 1989, 20). 32 Milroy (1980) encontró a sus informantes a través de personas conocidas o con la ayuda de colegas de la universidad quienes le facilitaron el acceso a las diferentes redes sociales en tres barrios de Belfast que eran el objetivo de su estudio. Este método le dio la posibilidad de analizar el uso lingüístico del habla vernácula de los miembros de estas redes sociales porque se le consideraba parte de aquellas por haber sido presentada como amiga.
4.3 La entrevista
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A la hora de contactar a nuestros informantes empleamos un procedimiento similar, si bien no pretendíamos estudiar el uso lingüístico en una red social, a diferencia de Milroy (1980; 1987).33 Nuestro estudio era «explorativo» en el sentido de Sinner (2004), esto es, no aspiramos a obtener un grupo de informantes representativo, lo que justifica el empleo del método escogido. Así, contactamos con personas conocidas, amigos y amigas de la entrevistadora, naturales de Getxo o de fuera, que pertenecían a distintos grupos sociales y trabajaban en diferentes instituciones. Esto nos permitió encontrar informantes de los más diversos ámbitos profesionales, de diferentes niveles de formación académica y de distintas edades, si bien estos factores no figuraban entre los criterios de selección. En esta fase del estudio, resultó clave la ayuda de algunos empleados de un centro cívico, algunos profesores de euskera, algunos feligreses de una iglesia del municipio, y los participantes del programa berbalagun ‘compañero con el que practicar euskera’ de Getxo, del que la entrevistadora formaba parte. En algunos casos, los propios informantes ayudaron en este aspecto, facilitando contactos con personas de su entorno tras la entrevista, es decir, aplicamos el sistema de la bola de nieve (segundo método). La entrevistadora fue introducida en todos los casos como persona conocida o amiga de las personas de contacto, lo que favoreció las buenas relaciones con el informante. Ser presentada como conocida o amiga de un amigo fue importante dado que la entrevistadora y algunos informantes solo habían entablado contacto por teléfono antes de realizar la entrevista, mientras que en otros casos se habían conocido previamente.
4.3.6 Entrevistador: miembro de la comunidad vs. extranjero ¿Qué es preferible: que el entrevistador sea una persona desconocida, ajena a la comunidad comunicativa del informante, o que forme parte de ella? La diversidad de opiniones al respecto van desde el no rotundo (el entrevistador no debe ser una persona desconocida, especialmente si es extranjero), hasta el sí absoluto (el entrevistador debe ser alguien desconocido para el informante). Etxebarria Arostegui (2000, 170 y 278) evalúa de forma positiva su pertenencia a la comunidad de su estudio, ya que, según indica, formar parte del círculo de amistades de los
33 Esto tuvo un efecto secundario: grabamos a varias personas que pertenecían a la misma red de amigos, una cuadrilla. El uso lingüístico de esta red social podría analizarse en otro momento a fin de saber si tienen rasgos lingüísticos comunes.
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informantes hizo que estos empleasen un estilo natural y espontáneo durante la entrevista. Silva-Corvalán (1989, 28) defiende la misma posición, subrayando que los resultados cuantitativos y cualitativos de un estudio serán unos u otros en función del grado de familiaridad que exista entre el informante y el entrevistador. La autora afirma, además, que es más probable que el habla vernácula o coloquial surja ante un miembro de la comunidad de estudio al grabarle, que ante una persona desconocida. Tanto Silva-Corvalán (1989, 28) como Milroy (1980, 24–25) explican que, ante un entrevistador desconocido, los informantes tienden a escoger un registro o estilo formal o su variedad estándar, en lugar de uno informal, vernáculo, familiar, coloquial, etc. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que todos los hablantes somos capaces de adaptar nuestro registro en función de la situación y del interlocutor, inconsciente (muchas veces) o conscientemente. Prueba de ello son, en opinión de Gerstenberg (2011, 109), aquellos estudios en los que varias personas entrevistaron a un solo informante y en los que se pudo detectar un cambio de estilo por parte de los informantes en función del entrevistador: «Dass sich ein style-shift bei Probanden, die von unterschiedlichen Interviewern befragt wurden, ausmachen lässt, wurde nachgewiesen, wenn auch breitere empirische Studien zu der Frage, wie sich die unterschiedlichen Interviewer auf die Registerwahl ausprägen, fehlen» (Gerstenberg 2011, 109).34
Ahora bien, la pregunta es si este cambio de estilo viene motivado por la paradoja del observador, independientemente de quién sea el entrevistador. Si así fuera, el hecho de que el entrevistador formara parte de la comunidad de comunicación del informante o no resultaría irrelevante, tal y como indica Schu (2001, 1017). En esta misma línea, Sinner (2004, 3) subraya que en caso de conflicto lingüístico o étnico, puede resultar más apta una persona no involucrada en él, esto es, que no forme parte de la comunidad de comunicación a la que pertenece el informante, ya que esto favorece que el informante se exprese de forma más natural. El riesgo existe, no obstante, en tanto en cuanto el investigador sea considerado representante o defensor de ciertas normas lingüísticas, pues el informante podría adaptarse a las normas supuestamente favorecidas por el entrevistador, distorsionando su uso lingüístico. Cuando el entrevistador no pertenece a la comunidad comunicativa, no es hablante nativo de la lengua de estudio y tampoco domina la(s) otra(s) lengua(s) presente(s) en el área de conflicto 34 ‘Se pudo comprobar que se dio un cambio de estilo (ingl. style shift) en aquellos informantes que fueron entrevistados por diferentes entrevistadores, si bien, hasta la fecha, no existen estudios empíricos más amplios que aclaren la cuestión de los efectos de diferentes entrevistadores sobre la selección de registros’ (Gerstenberg 2011, 109, trad. por Ch. P.-K.).
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lingüístico, es poco probable que sea considerado un representante o defensor de cierta norma lingüística. Estaríamos ante lo que Sinner (2004, 3), basándose en O’Donnell (1989, 128), denomina la ventaja del extranjero (ingl. outsider advantage). Según O’Donnell (1989, 128), este método ayuda a evitar que el informante use construcciones lingüísticas no habituales en él, por el hecho de considerarlas más adecuadas a oídos del entrevistador o de otra persona nativa presente. El mismo planteamiento es válido cuando las entrevistas se centran en el contenido de la respuesta y no tanto en su forma. Al estar ante un desconocido, el informante responde, eventualmente, de forma distinta a como lo haría si el entrevistador fuese nativo (Sinner 2004, 3) —euskerahablante o castellanohablante en nuestro caso—. Sinner (2004) aclara reiteradamente que si sus informantes dieron explicaciones sobre ciertos lexemas, estructuras sintácticas o actitudes fue porque él era extranjero, no hablante nativo de la lengua dominada (el catalán) ni de la lengua dominante (el castellano).35 En resumen, para estudiar una variedad lingüística no es necesario que el investigador pertenezca a la comunidad comunicativa del informante.36 No obstante, a la hora de analizar los datos es fundamental, a nuestro entender, saber si los informantes se comunican con un entrevistador que maneja el castellano como lengua extranjera o no, ya que esto puede llevarles a emplear construcciones sintácticas simplificadas o de un léxico más comprensible. Por otro lado, el entrevistador extranjero o ajeno puede pedir una explicación de un lexema, por poner un ejemplo, como estrategia para animar a los informantes a hablar. Este procedimiento resulta más razonable cuando el entrevistador no pertenece a la comunidad de comunicación. Si observamos la realidad de la CAV en este punto, vemos que se trata de una región sumida en un conflicto lingüístico desde hace muchas décadas. En la actualidad, las actitudes frente al castellano y el euskera varían considerablemente en función de cada habitante, como demuestran los estudios de Etxebarria Arostegui (2000), Fernández Ulloa (2001a; 2001b), Urrutia Cárdenas (2002c), Páez et al. (2005), Amorrortu Gómez et al. (2009) y los resultados del IV Mapa Sociolin-
35 Sobre las consecuencias de la presencia de otra persona durante la entrevista, véase cap. 4.3.1, nota 16. 36 Véase, también, Katz (1942), que ya abordó la relevancia y los efectos de la pertenencia del entrevistador al grupo de hablantes entrevistado y analizado: «it would be a mistake to assume… that the most desirable situation for all studies is one in which the interviewer has membershipcaracter in the group he is interviewing» (1942, 267). Katz, Daniel, Do interviewers bias poll results?, Public Opinion Quarterly 6 (1942), 248–268, cit. ápud O’Donnell (1989, 127).
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güístico (Gobierno Vasco 2009).37 La escasez de estudios sobre las variedades del castellano en el País Vasco, en comparación con aquellos sobre las variedades del euskera en la misma zona, realizados desde el fin de la dictadura, podría deberse también a razones ideológicas: un reflejo de una actitud menos favorable al castellano y su estudio en la región (cf. 1.1). Con todo, en nuestra búsqueda de informantes tuvimos experiencias muy positivas con euskerahablantes, que se mostraron a favor de las políticas de fomento del euskera y, sin embargo, consideraron muy justificado nuestro enfoque. Recibimos, por ejemplo, gran apoyo por parte de los profesores y los participantes del programa berbalagun de Getxo. Tal y como se ve en las entrevistas, los propios informantes nos concedieron absoluta libertad para formular preguntas sobre su situación sociolingüística, la política lingüística regional o los cambios en el sistema educativo; circunstancia en la que, seguramente, contó mucho el hecho de que la entrevistadora fuera extranjera y gozara de la ventaja del extranjero. La entrevistadora, por su parte, ocultó a la mayoría de los informantes que tenía conocimientos en euskera, a fin de mantener la neutralidad, si bien admitió, en algunos casos, que había asistido a unas pocas horas de clase para entender cómo funcionaba esta lengua. Nuestras entrevistas se desarrollaron, por tanto, entre un informante y la entrevistadora, ambos de distinta nacionalidad y con distintas competencias lingüísticas: la entrevistadora, alemana, tenía el alemán como lengua habitual y había aprendido castellano como lengua extranjera. Este hecho, lejos de suponer una desventaja, permitió que los informantes eligieran libremente sus formas y construcciones lingüísticas.
4.3.7 Resumen De cara a la recogida de los datos orales de los castellanohablantes monolingües con y sin competencias mínimas en euskera, optamos por realizar entrevistas individuales sobre temas predeterminados: cambios urbanísticos, situación lingüística del hablante, etc. Se trató de entrevistas o conversaciones libres cuyo
37 Ahora bien, persiste la pregunta de si los resultados pueden considerarse auténticos, dado que durante nuestros estudios preliminares en la Comunidad Autónoma Vasca en julio y agosto de 2009, varios informantes nos dijeron que nunca iban a criticar las medidas de la política lingüística vasca por miedo a la reacción de sus interlocutores. Con todo, según el IV Mapa Sociolingüístico (Gobierno Vasco 2009), entre el 59,7% y el 76,7% de los hablantes de entre 5 y 24 años muestran una actitud cada vez más positiva frente al euskera, algo que se debe, probablemente, al desacoplamiento que se da en los hablantes jóvenes entre la posición política y la actitud lingüística.
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punto de partida fue el interés de la entrevistadora por los citados temas. Todas las entrevistas se abrieron con preguntas recogidas en un cuestionario sociolingüístico, ya que de esta forma era posible obtener las informaciones necesarias personales. El objetivo de las entrevistas era recoger el mayor número posible de datos orales de cada informante, por lo que los temas de conversación eran irrelevantes. No obstante, el hecho de que algunos informantes pensaran que el tema de la entrevista eran los cambios urbanísticos y culturales de Getxo y su entorno, provocó un mayor uso de tiempos verbales en pasado. Cuando los informantes, en cambio, solo hablaron de su propia situación sociolingüística, el número de ocurrencias de tiempos verbales utilizados en pasado fue inferior, hecho que, obviamente, estuvo relacionado con el contenido de la entrevista. Puesto que el análisis de los tiempos verbales no constituía un interés primario de nuestro estudio, pensamos que nuestro método queda justificado, pues no reduce el valor del corpus. La entrevistadora contaba con la ventaja del extranjero y fue, en casi todos los casos, una persona desconocida, aunque fue introducida como conocida o amiga de las personas de contacto. Hay que tener presente este hecho a la hora de leer y analizar el corpus, puesto que esta circunstancia motivó que los informantes optaran por el estilo que consideraron apropiado para la situación y que podría calificarse como semiformal o medianamente formal, caracterizado por el uso de tacos como joder o me cago en diez, y la elisión de la /d/ intervocálica entre /a/ y /o/ en la coda silábica, como en colocao, fenómeno que no transcribimos dada la calidad de las grabaciones (4.4.5) y porque optamos por una transcripción ortográfica (4.4.6.2). Los informantes consideraron que el estilo escogido fue adecuado al contexto de la entrevista. En nuestra opinión, este estilo más bien informal y relajado empleado por los informantes se explica por el hecho de que el castellano no era la lengua habitual de la entrevistadora. No pudimos constatar ningún cambio de estilo durante las entrevistas, dado que, como hemos dicho (cf. 4.3.2), los papeles entrevistador e informante fueron respetados durante las entrevistas. Opinamos, además, que el estilo de todas las entrevistas es el mismo, hecho que, según Sinner (2004, 166), es más importante que el contenido mismo de la entrevista, pues permite comparar los datos obtenidos. En cuanto a la opción de la entrevista individual, pensamos que las respuestas de los informantes hubieran sido las mismas de haber optado por otro método de recogida. Sin embargo, dado que nuestro principal interés eran las estructuras y formas lingüísticas, surge la duda de si los informantes hubieran escogido otras construcciones o se hubieran concentrado en su propio uso lingüístico de haberse empleado otro método de recogida de datos. En el sentido de Gerstenberg (2011, 109), quien indica que lo que puede decirse en un estudio científico sobre lengua depende del tipo de texto empleado, ya que este solo es un ejemplo del gran
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abanico de posibilidades del que dispone el hablante,38 podemos afirmar que solo se trata de una pequeña muestra del continuo de estilos y variedades de que disponen los castellanohablantes monolingües con y sin competencias mínimas en euskera.
4.4 Datos técnicos 4.4.1 Fechas de las entrevistas Christine Paasch realizó todas las entrevistas entre abril y agosto del año 2010. Para más información sobre la fecha en que se realizó cada entrevista, consúltese la introducción de la transcripción correspondiente.
4.4.2 Lugar de la entrevista La mayoría de las entrevistas se realizaron en bares o cafés, en el domicilio de los informantes o en un centro cívico en Getxo. Solo una tuvo lugar en Bilbao, en el despacho del informante. Dejamos que los informantes escogieran libremente el lugar de la entrevista, a fin de facilitarles la ventaja de jugar en casa39, esto es, de poder elegir un lugar familiar en el que se sintieran a gusto, lo que ayudó, en nuestra opinión, a que se mostraran naturales y relajados, en la mayoría de los casos. Las citas se acordaron en función de las agendas de los informantes y de la entrevistadora. En algunos casos, la entrevista tuvo lugar tan solo una hora después de contactar con ellos; en otros, hubo que esperar días o, incluso, semanas.
4.4.3 Número de informantes Para el presente estudio se realizaron sesenta y cinco entrevistas, pero solo se transcribieron aquellas veinte cuyos informantes cumplían con todos los criterios de selección previamente establecidos.40 Como ya dijimos, nuestro estudio no
38 Gerstenberg dice: «Die Reichweite dessen, was in dieser Arbeit über Sprache […] gesagt werden kann, misst sich an der Ausschnitthaftigkeit der Textsorte» (2011, 109). 39 Gerstenberg (2011, 113) emplea la expresión alemana Standortvorteil. 40 Como hemos dicho, realizamos, en total, sesenta y cinco entrevistas, pero muchos de los informantes no cumplían con todos los criterios sociales como pudimos comprobar gracias al cuestionario sociolingüístico. En efecto, algunas de las personas de mayor edad afirmaban ser
4.4 Datos técnicos
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pretendía ser representativo, sino un estudio explorativo descriptivo en el sentido de Sinner (2004, 198).41 Nuestro objetivo era analizar cuáles de los fenómenos lingüísticos descritos con mayor frecuencia en otros estudios sobre el castellano hablado en el País Vasco se daban también en el castellano de los hablantes monolingües de castellano en Getxo. Sinner (2004) escogió a sus informantes en función de su profesión y su lugar de residencia, en lugar de apoyarse en un número de informantes aleatorio. Este procedimiento nos pareció lógico, puesto que a la hora de describir fenómenos lingüísticos, la calidad de los informantes es más importante que su cantidad, como indica Calero Fernández (1993, 79). En opinión de Bernhard (1998, 37), antes de ser representativo es mejor imponer una serie de condiciones para fijar el objetivo de la investigación y determinar el número de hablantes, sobre cuando se estudien zonas densamente pobladas, donde resultaría inviable realizar un estudio representativo a título individual, esto es, por un solo investigador (1998, 37). Por el momento, no existe unanimidad entre los lingüistas variacionales acerca del número de informantes que es necesario entrevistar en un estudio lingüístico representativo (Silva-Corvalán 1989, 19). En los estudios dialectológicos tradicionales, se entrevistaba a uno, dos o tres informantes por cada lugar;42 para los sociolingüistas que emplean el método de cuotas, dos informantes por cada categoría o celda no era suficiente.43 Apoyándose en Wolfram y Fasold
naturales de Getxo, pero no habían residido en el municipio antes de casarse. En otros casos, los progenitores de los informantes, o uno de ellos, procedían de otra comunidad autónoma. Excluimos también a aquellos informantes cuyos padres habían pasado casi toda su vida en la zona de procedencia (cf. 4.2.2) si no eran naturales de estas zonas ni tampoco lo eran los abuelos de los informantes. Descartamos, también, las entrevistas realizadas entre personas que afirmaron, durante la misma, que habían logrado un nivel de euskera muy alto como el EGA y que hablaban euskera a menudo en el trabajo, etc.; las que realizamos con personas que habían pasado varios años fuera de la CAV por motivos laborales o estudios; y las que llevamos a cabo con personas que habían aprendido euskera como lengua materna y lo habían empleado como lengua familiar con sus padres, aunque lo habían abandonado en la etapa adulta o antes de ella. Algunas de las entrevistas no pudieron ser transcritas por la mala calidad de la grabación (cf. 4.4.5). 41 López Morales (1994, 52) afirma, basándose en Labov (1966a), que los informantes de un estudio representativo deben constituir el 0,025% de la población de estudio. 42 Este procedimiento también siguen estudios más recientes, como los de Fernández-Ordóñez (1993; 1994) y Pato (2004), sobre la base del COSER (Fernández-Ordóñez 1992–2012). 43 Así, Etxebarria Arostegui (2000) escoge tres en lugar de dos informantes, Lavandera (1975) entrevistó incluso a cinco informantes de cada categoría para garantizar la representatividad. Véase al respecto, también, Feagin (2002, 29).
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4 Metodología
(1974, 39)44, Sinner (2004, 198) afirma que, por lo general, se necesitan menos informantes para un estudio lingüístico que para un estudio sociológico, dado que su comportamiento es más homogéneo. En su opinión, para los estudios explorativos se necesitan muchos menos informantes que si los investigadores aspiran a realizar estudios representativos (2004, 198). El estudio que realizamos es explorativo y el corpus que elaboramos permite hacerse una idea de la presencia de ciertos fenómenos lingüísticos en el castellano de una cierta comunidad de comunicación en una determinada situación comunicativa y con una interlocutora dada.
4.4.4 Duración de la entrevista Según López Morales (1994, 83), una entrevista puede durar entre diez o quince minutos y una hora, en función del objetivo del estudio (fonético-fonológico, morfológico, sintáctico, léxico, etc.). Ahora bien, ¿es preferible una entrevista larga, que permita obtener muchos datos, o una breve que no canse demasiado al informante? Las opiniones son, aquí también, dispares. Tagliamonte (2006) indica que el objetivo principal de una entrevista sociolingüística es «to record one to two hours of speech and a full range of demographic data for each speaker within one’s sample design» (2006, 37). Según López Morales (1994, 83), lo ideal sería media hora. En opinión de Silva-Corvalán (1989, 24), cada entrevista debería durar aproximadamente una hora. Las diferentes opiniones son reflejadas en diferentes duraciones en los distintos estudios: las grabaciones de Kabatek (1996) duraron entre doce y cincuenta minutos; las de Fernández Ulloa (2001a) se limitaron a treinta. Sinner (2004) llevó a cabo entrevistas cuya duración fue de entre una hora y media y dos horas. No obstante, en su caso, sus entrevistas se componían, en su mayor parte, de diferentes pruebas, y de responder a las preguntas de un cuestionario sociolingüístico. Solo una pequeña parte consistió en una conversación libre. Las entrevistas de la fase previa o de preparación de nuestro estudio duraron entre cuarenta y cinco y noventa minutos. Para algunos informantes, resultaron demasiado largas, sobre todo para aquellos a quienes entrevistamos en un día laborable, tras su jornada laboral; para otros, a quienes entrevistamos en fin de semana, la duración fue adecuada y no supuso ningún problema. Otros factores, como el estado anímico y la personalidad del informante, o el hecho de que se
44 Wolfram, Walt/Ralph Fasold, The study of social dialects in American English, EnglewoodCliffs, N. J., Prentice-Hall, 1974, ápud Sinner (2004, 198).
4.4 Datos técnicos
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hubiera establecido un contacto previo o no, influyeron igualmente en la percepción de la duración de las entrevistas previas. Los temas escogidos por la entrevistadora fueron abordados con mayor o menor detalle, en función del entusiasmo que suscitaban en el informante. Tuvimos en cuenta, además, la necesidad de conseguir muchos más datos para el estudio de fenómenos sintácticos o morfosintácticos que para el estudio fonológico, como señalan Milroy y Gordon (2003, 58), pues no son tan frecuentes o previsibles como los fonológicos (cf. también Sinner 2004). Así, determinamos que las entrevistas deberían durar por lo menos cuarenta y cinco minutos, pues cuanto más hablaran los informantes, más se relajarían y más formas emplearían. Esto nos permitiría obtener una muestra más diferenciada del uso lingüístico de cada uno de ellos. No queríamos limitar las entrevistas, pero pensamos que noventa minutos servirían para obtener datos suficientes sin cansar demasiado a los informantes. Recordemos, en este punto, que nuestras entrevistas fueron conversaciones libres, exentas de pruebas adicionales. Milroy y Gordon (2003, 58) advierten, haciendo referencia a Douglas-Cowie (1978)45, que en una conversación entre un informante y un investigador desconocido, como fue nuestro caso, el informante empieza a emplear el everyday interactive-style ‘estilo de interacción diaria o común’, al cabo de una hora de entrevista, aproximadamente; el registro usado antes puede divergir de este, circunstancia que no pudimos comprobar en nuestro caso, como ya hemos señalado (cf. 4.3.7). Creemos que la gran duración de la mayoría de nuestras entrevistas demuestra la predisposición de los informantes a colaborar con la entrevistadora, que fue presentada como amiga o conocida de la persona de contacto. Sirva de ejemplo la entrevista con la informante G 30, que derivó en una animada conversación de casi dos horas.
4.4.5 Datos técnicos de las grabaciones Las grabaciones se realizaron mediante un dictáfono digital —Philips Voicetracer 620—, que dispone de un micrófono interno. La frecuencia de muestreo fue de 22 kHz y las grabaciones se memorizaron como MPEG 1 Layer 3 (.mp3), en monoaural. Dado que la grabación de las entrevistas fue digital no fue necesario convertir los archivos de audio de análogo a digital, lo que hubiera dañado (aún
45 Douglas-Cowie, E[llen], Linguistic code-switching in a Northern Irish village: Social interaction and social ambition, en: Peter Trudgill (ed.), Sociolinguistic Patterns in British English, London, Arnold, 1978, 37–51, ápud Milroy y Gordon (2003, 78).
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4 Metodología
más) su calidad. Los archivos del dictáfono se copiaron al ordenador y se almacenaron en un disco duro externo y en un almacén de datos virtual. De cara a la transcripción, los archivos de audio se convirtieron en archivos WAVE (.wav), que se podían cargar en el programa EXMARaLDA de la Universidad de Hamburgo, lo que facilitó su segmentación en turnos, pues, a diferencia del formato .mp3, en este programa aparecían como oscilogramas divisibles.46 Escogimos el dictáfono descrito porque tenía la forma de un teléfono móvil (40 x 108 x 18,4 mm) y resultaría familiar para los informantes, que podrían relajarse y olvidarse de su presencia, pues en la actualidad, todo el mundo posee un teléfono móvil y este constituye un aparato prácticamente omnipresente en nuestra sociedad.47 Prescindimos del uso de cámaras de grabación de imágenes para no reforzar la sensación de estar siendo observado. Asimismo, nos abstuvimos de utilizar cualquier tipo de micrófono externo, para no desviar la atención de informante del contenido de la entrevista, aun cuando habría ayudado a mejorar la calidad de las grabaciones, haciéndolas apropiadas, incluso, para un análisis fonético-fonológico. Tampoco usamos la opción de indexación de que dispone el dictáfono, ni tomamos apuntes durante la entrevista, puesto que todas estas medidas habrían desvelado el verdadero objetivo de nuestra investigación a aquellos informantes que no lo conocían. En su lugar, apuntamos los rasgos lingüísticos y otros detalles observados durante la entrevista en un protocolo que elaboramos al término de cada una de ellas. Algunas de las entrevistas no pudieron ser transcritas por ser ininteligibles a causa de los fuertes ruidos de fondo presentes durante la grabación. El uso del programa Audacity tampoco ayudó a mejorar la calidad en los fragmentos en que hubiera sido deseable. Por ello, nuestro corpus sólo recoge las veinte entrevistas que cumplieron con todos los requisitos necesarios.48
46 En el apartado 4.4.7. reproducimos una captura de pantalla del programa EXMARaLDA y proporcionamos más información sobre él. 47 Dittmar (2008, 56) indica que estas medidas pueden mejorar la situación de la entrevista. En su opinión, aparatos pequeños que son poco visibles pero eficaces reducen los efectos negativos de la paradoja del observador, favoreciendo un comportamiento menos controlado y más natural del entrevistado durante la grabación. 48 En opinión de López Morales, es legítimo descartar entrevistas por el contenido (si este importa) (1994, 96), o por tratarse de grabaciones defectuosas, como ruidos ambientales (1994, 95). En nuestro caso, descartamos algunas de las entrevistas porque eran, en su mayor parte, ininteligibles por los ruidos de fondo.
4.4 Datos técnicos
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4.4.6 La transcripción 4.4.6.1 Observaciones generales «[El objetivo de la transcripción es,] por un lado, reflejar del modo más fiel posible la condición oral del dato y, por otro, hacer inteligible el texto con el propósito de que pueda ser aprovechado para la investigación científica. […] La tensión entre legibilidad y fidelidad constituye el punto crítico del paso dificilísimo de lo oral a lo escrito cuando se desea preservar las condiciones naturales de la oralidad y no acomodarse a las exigencias de la escritura» (Caravedo 1996, 223)
La cita de Caravedo (1996) pone de relieve la dificultad de elegir qué criterios y convenciones serán adecuados para la transcripción de un texto oral, es decir, la transcripción de la lengua hablada.49 Al investigador se le ofrece un continuo de posibilidades comprendidas entre los dos extremos de la transcripción ortográfica y la fonética. Deberá inclinarse al método más conveniente, de acuerdo con los objetivos de su investigación. Hasta ahora no existe un estándar uniforme —ni nacional ni internacional— para la transcripción de la lengua hablada;50 de ahí, por ejemplo, el gran abanico de criterios y convenciones de transcripción empleados en los últimos años en la romanística alemana, como demuestran, entre otros, los trabajos de Kabatek (1996), Bernhard (1998), Sinner (2004) o Kluge (2005). En muchos casos, se elaboraron nuevos criterios y convenciones de transcripción adaptados a los propios objetivos de estudio, basados parcialmente en los sistemas propuestos por otros investigadores.51 Tampoco en España o en América Latina existe un sistema de criterios y convenciones de transcripción uniforme en el ámbito de la investigación de la lengua hablada ni en el del análisis de discurso, ni tampoco en el del análisis de la conversación. Los distintos investigadores y grupos de investigación dedicados al estudio de la lengua hablada transcriben sus datos en función de sus objetivos de investigación. Sirvan de ejemplo, el caso del COSER (Fernández-Ordóñez 1992–2012), en el que se emplea la transcripción ortográfica, o los casos de Briz Gómez (1995) y Moreno Fernández et al. (2005), donde se siguen, además, criterios del análisis de
49 Por transcripción entendemos el procedimiento de convertir un texto oral en uno escrito. Redder (2001) distingue entre la transcripción y la transliteración, definiendo esta última como ‘un sistema independiente de la lengua meta en la que sistemas de escritura distintos se adaptan paso a paso al alfabeto latino’ (Redder 2001, 1049, trad. por Ch. P.-K.). Véase también Dittmar (2008, 67). 50 Sin embargo, como señala Dittmar (2008), existen iniciativas destinadas a elaborar un sistema común. 51 Kluge (2005), por ejemplo, se apoya en el sistema elaborado por Du Bois et al. (1993).
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4 Metodología
la conversación. En la lingüística anglosajona y en la lingüística germanística alemana se han establecido en las últimas décadas varios sistemas de transcripción interconectados entre sí, basados uno en el otro. Halbinterpretative Arbeitstranskriptionen HIAT (Ehlich/Rehbein 1976; 1979); Diskurstranskription DT (Du Bois et al. 1993); y Gesprächsanalytische Transkriptionssystem GAT y GAT 2 (Selting et al. 1998; 2009) son algunos ejemplos, siendo HIAT, GAT y GAT 2 los sistemas más usados en Alemania.52 El objetivo de estos sistemas es elaborar el texto transcrito de una conversación para el análisis de la comunicación verbal, no verbal y paralingüística. Para ello siguen distintos criterios de transcripción de las pausas, las interrupciones etc., e insertan los turnos de los participantes de la conversación de forma diferente. Mientras que Ehlich y Rehbein (1976; 1979) introducen la transcripción en forma de partitura (musical) en la que los turnos continúan yuxtapuestos a fin de resaltar su simultaneidad, Selting et al. (1998, 1060–1061) emplean un método en el que se realza el cambio de turnos, optando por una forma de transcripción en la que cada turno aparece en una nueva línea, indicándose, así, la simultaneidad de dos turnos mediante corchetes. El método de Selting et al. subraya, por tanto, la secuencialidad de los turnos de los participantes de una conversación. Ante dicha disparidad de criterios de transcripción surgen dos preguntas: ¿Qué sistema debemos emplear?; ¿a qué tipo de transcripción debemos dar preferencia: a la transcripción fonética, al dialecto visual (ingl. eye dialect)53, a la transcripción literaria o a la ortográfica? Según Ploog (2005, 166), la transcripción fonética tiene una ventaja: permite reconocer aquellos segmentos del corpus oral que no se corresponden con la norma prescriptiva (ortográfica). En su opinión, la transcripción ortográfica sirve sobre todo al lector, pues facilita la lectura, aunque conlleva un mayor riesgo de errores de interpretación. En el caso de la transcripción fonética, en cambio, el riesgo de una interpretación errónea es menor, dado que se puede detectar fácilmente la forma divergente de la norma prescriptiva. Con respecto a ello, debe tenerse en cuenta la problemática señalada por Richter (1982) y Almeida y Braun (1982) de que todavía no ha sido posible demostrar
52 Para descripciones detalladas de cada uno de estos sistemas y sus diferencias, véanse, entre otros, Redder (2001), Selting (2001) o Dittmar (2008, 81–166). 53 Según Nuessel (1982), se trata de un método de transcripción de la lengua hablada en el medio literario empleado, sobre todo, por escritores, a fin de resaltar ciertas variedades diatópicas o diastráticas habladas por los personajes en una obra literaria. El escritor se sirve para su representación de los caracteres tipográficos comunes, pero modifica la ortografía prescriptiva para indicar desviaciones de la norma prescriptiva a nivel fonológico, como, por ejemplo, la omisión o aspiración de la /s/ en posición final de sílaba o de palabra, o bien la elisión de la /d/ intervocálica (Nuessel 1982, 347–348). Véanse también García-Bermejo Giner (1989) y cap. 4.4.6.2, nota 68.
4.4 Datos técnicos
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empíricamente la hipótesis de que dos o más personas realizan exactamente la misma transcripción fonética, por lo que la exactitud de tal transcripción es también relativa (cf. Dittmar 2008, 53).54 Según constata la propia Ploog (2005, 166), aunque los datos sean transcritos por personas formadas lingüísticamente, no se debe pretender que estas sean objetivas, por lo que tampoco se puede esperar que las transcripciones fonéticas sean absolutamente precisas. Sin embargo, la autora insiste en que la transcripción fonética, al contrario que la ortográfica, permite no hacer interpretaciones precipitadas. Aparte de que el uso de la ortografía prescriptiva puede conducir a deformaciones en las transcripciones, no sirve para representar fenómenos fonéticos como elisiones, apócopas, etc. Ploog (2005) también muestra otro reparo ante la transcripción fonética: aun cuando permitiría visualizar mejor ciertas desviaciones de la norma prescriptiva, estas desviaciones deberían señalarse de otra forma en una transcripción ortográfica, para evitar que se las considere errores de tecleo. Cabe subrayar, por otra parte, que la transcripción fonética tiene la desventaja de no ser accesible y de resultar difícilmente inteligible para aquellos lectores que carezcan de formación en lingüística, aun cuando no sean los destinatarios principales, a pesar de constituir una representación casi exacta de la lengua hablada. Thibault y Vincent (1990) indican que la transcripción basada en la ortografía estándar o prescriptiva facilita «le repérage et l’analyse des formes et des structures», es decir, constituye un medio adecuado para el análisis de la morfosintaxis o de la sintaxis y resulta aún más relevante en caso de grandes corpus de datos.55 En efecto, los textos o discursos transcritos en función de la ortografía prescriptiva se pueden analizar más rápidamente a través de análisis por ordenador. En el caso de los discursos orales transcritos en función de la fonética, el investigador deberá primero adaptar los programas o tagger a las necesidades y objetivos de su investigación; deberá programar el tagger, algo que le obligará a invertir más tiempo.56 Cuando los elementos fonéticos o las unidades suprasegmentales no figuran entre los objetivos de la investigación, es conveniente optar por la transcripción ortográfica, lo que excluye, sin embargo, la
54 Almeida y Braun (1982) afirman que ‘también el aparente caso inverso de transcripciones iguales, hechas por diferentes personas formadas específicamente para la transcripción, no garantizan su veracidad dado que diferentes estructuras lingüísticas pueden llevar a resultados acústicos casi semblantes’ (Almeida/Braun 1982, 599–600, trad. por Ch. P.-K.). 55 Véase Koch y Oesterreicher (1990, 26–27), que insisten en que la transcripción ortográfica solo puede servir a estos objetivos de estudio. 56 El tagger es un programa que permite realizar búsquedas en función de ciertos fenómenos en transcripciones anotadas (Dittmar 2008; Scherer 2006). Dicho procedimiento se denomina tagging ‘etiquetar, anotar’.
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4 Metodología
posibilidad de estudiar, posteriormente, fenómenos fonéticos o suprasegmentales sobre la base de estos datos. Independientemente del método y de los criterios empleados en una transcripción, existe unanimidad en cuanto a las dos condiciones que deben darse para obtener una buena transcripción: por un lado, hay que adaptar los criterios de la transcripción a los objetivos de la investigación; por el otro, hay que garantizar la inteligibilidad y la legibilidad de la transcripción. Solo así conseguiremos que los datos también sean accesibles para quienes carezcan de formación en lingüística o en fonética (cf. López Morales 1994, 98; Caravedo 1996, 224; Selting et al. 1998, 92). Ochs (1979) apoya esta opción, aun cuando pueda llevar a restringir la transcripción, pues no conviene establecer demasiados criterios ni incluir demasiada información sobre la lengua en el interior del texto transcrito: «One of the most important features of a transcript is that it should not have too much information. A transcript that is too detailed is difficult to follow and assess. A more useful transcript is a more selective one» (1979, 44).57
4.4.6.2 Criterios de transcripción del corpus de Getxo Uno de los grandes problemas de la lingüística empírica dedicada a la lengua hablada radica en la gran abundancia de sistemas de transcripción, algo que impide, según Selting et al. (1998, 91), la recepción intradisciplinaria e interdisciplinaria de los estudios realizados, y dificulta el intercambio de corpus. Por ello, conviene seleccionar los criterios y convenciones de transcripción a partir de un sistema ya existente, pero el problema es que no existe un estándar uniforme. Ante esto, decidimos elaborar y emplear nuestros propios criterios y convenciones de transcripción, ajustándolos a los objetivos de nuestra investigación.58 Para ello, nos basamos en las convenciones propuestas por distintos autores (Kabatek 1996; Bernhard 1998; Briz Gómez 1998; Sinner 2004; Moreno Fernández et al. 2005), y optamos por algunos elementos de GAT y GAT 2 (Selting et al. 1998; 2009).59 Asimismo, nos servimos de ciertos aspectos del análisis del discurso y del análisis de la conversación, aun cuando el estudio de aspectos pragmático-
57 Ochs, Elinor, Transcription as theory, en: Elinor Ochs/Bambi B. Schieffelin (ed.), Developmental Pragmatics, New York, Academic Press Inc., 1979, 43–72, cit ápud Selting (2001, 1062). 58 Nuestra decisión se basa en la posición de Selting, quien indica que el sistema de transcripción debe ser seleccionado en función del objeto, los datos y el objetivo de la investigación: «Prinzipiell sollte die Transkriptionsweise […] gegenstands-, daten- und zielbezogen gewählt werden» (2001, 1059). 59 Además de representar los cambios de turno mediante saltos de línea, empleamos pocos criterios del texto transcrito base (al. Basistranskripts) y descartamos los del texto transcrito fino
4.4 Datos técnicos
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textuales no fuera uno de nuestros objetivos. Decidimos transcribir solo aquellos fenómenos pragmático-textuales y fonéticos que consideramos necesarios para el análisis de la sintaxis oral.60 Los criterios seleccionados son clave para conseguir nuestro objetivo: elaborar un corpus bien legible y manejable, que permita analizar ciertos rasgos lingüísticos morfológicos, sintácticos y (sintáctico)-semánticos. La inteligibilidad y la legibilidad quedaron garantizadas en el sentido de Ochs (1979), a pesar de las objeciones de Ploog (2005) —pérdidas e interpretación fonética y sintáctica errónea—, dado que analizábamos fenómenos morfológicos, sintácticos y (sintáctico-) semánticos en una determinada variedad del castellano hablado en el País Vasco. Nuestra transcripción se apoyó, en la mayoría de los casos, en las normas ortográficas establecidas por la RAE/ASALE (2010),61 pero no se ciñó enteramente a ellas, dado que esto hubiera constituido una intervención demasiado fuerte en el uso lingüístico de nuestros informantes, en el sentido de Caravedo (1996, 224). Usamos siempre letras minúsculas al principio de un turno y tras una interrupción, y mayúsculas únicamente para siglas y acrónimos —INEM ‘Instituto Nacional de Empleo’ o EGA ‘Euskarazko Gaitasun Agiria’—, nombres de pila, nombres propios de instituciones, títulos y topónimos. Descartamos el uso de la puntuación según las normas prescriptivas, tal y como proponen Caravedo (1996, 226 y 231) y Moreno Fernández et al. (2005, 31–32), dado que la sintaxis oral —entonación, pausas y ritmo de los hablantes— no concordaba, en muchos casos, con las separaciones sintagmáticas establecidas para la lengua escrita.62 En lugar de los signos de puntuación, que delimitan
(al. Feintranskript) propuestos por Selting et al. (1998), dado que nuestro estudio no busca realizar un análisis conversacional. 60 Véase Vann (2009, 97), que procede de la misma manera. 61 En opinión de Koch y Oesterreicher (1990, 27) y Caravedo (1996, 226), por ejemplo, la transcripción según la ortografía prescriptiva es aceptable cuando esta mejora la legibilidad. Véanse también Vann (2009, 97) y la bibliografía ahí citada. Sinner (2004, 203) aplicó el mismo procedimiento. 62 Véase al respecto López Morales, quien indica que existen las más distintas posiciones en lo referente al uso de la puntuación en los transcritos: «El texto oral, como se sabe, tiene tantas características propias y diferentes del escrito, que son muchas las ocasiones en que el alfabeto regular no es capaz de traducirlo del todo (Giovannoni y Savelli 1990), no ya en lo referente a la variación fonológica (entonación incluida), sino a lo relativo a los signos encargados de indicar segmentación oracional, clausal, interrupciones, suspensiones, etc. De ahí que sea necesario desarrollar ciertas convenciones gráficas. El asunto no está exento de polémica, pues hay quien piensa que una puntuación tradicional, e incluso cualquier tipo de puntuación (Blanche-Beneviste y Jeanjean 1987), es una traición al texto oral que se paga con la inducción a un análisis sintáctico equivocado» (López Morales 1994, 98–99). Giovannoni, D[ominique]-C[atherine]/Savelli, M[arie]-J[osée], Transcrire et orthographier le français parlé. De l’impossible copie à la falsifica-
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las oraciones en la lengua escrita, transcribimos fenómenos de vacilación o duda (ingl. hesitation phenomena), como pausas vacías o silencios y pausas llenas o titubeos (mh, eh, etc.). Por otro lado, empleamos diferentes signos para distinguir la duración de cada pausa: las pausas cortas que surgían por la entonación de la oración se transcribieron con una coma —,—; las pausas de 0,4'' a un segundo se marcaron con un punto —.—; las pausas de uno a dos segundos se señalaron con dos puntos —.—; y las pausas de más de dos segundos con tres puntos a los cuales añadimos la duración exacta de la pausa entre paréntesis —… (2,34'')—. Antes y después de cada signo de pausa introdujimos un espacio, excepto en el caso de la coma, a la que solo seguía un espacio.63 En nuestra anotación del alargamiento fonético, seguimos el método de Sinner (2004, 204), quien propone «visualizar el alargamiento de las sílabas mediante la repetición de las vocales o consonantes en cuestión».64 Añadimos la duración de cada alargamiento entre paréntesis: desconociido (0,54''), desconociidooo (0,57'') (1,1''), etc. Incluimos, asimismo, marcadores discursivos y procedimientos equivalentes que Koch y Oesterreicher (1990, 50–124) consideran rasgos universales (al. universelle Merkmale) de la lengua hablada, y que pertenecen al ámbito pragmáticotextual: marcadores de turno de palabra (ingl. turn-taking), marcadores de contacto de emisor y receptor, mecanismos de reformulación e interjecciones. Con ello, buscamos subrayar el carácter espontáneo, interactivo y dialógico de la lengua hablada, y que se trata de un proceso cuyo desarrollo carece de planificación previa y experimenta interrupciones recíprocas entre los interlocutores y por parte del propio hablante en medio de palabras o de oraciones. Para facilitar la legibilidad de nuestro corpus, las interjecciones que en él aparecen se escriben siempre con la letra ; por ejemplo, en el caso de ah, la permite distinguir entre esta interjección y la preposición a. Anotamos todas las interrupciones propias mediante una barra diagonal —/— y usamos la doble barra —//— para indicar las interrupciones involuntarias de un turno, es decir, las interrupciones recíprocas,
tion des données orales, Recherches sur le français parlé 10 (1990), 19–38, ápud López Morales (1994, 98); Blanche-Beneviste, C[laire]/Jeanjean, C[olette], Le français parlé. Transcription et édition, Paris, Institut National de la Langue Française, 1987, ápud López Morales (1994, 99). 63 Véanse también Kallmayer y Schütze (1976) y Ehlich y Switalla (1976), que aplican un procedimiento parecido. 64 Los alargamientos de sílaba mediante la multiplicación de letras dificultan la búsqueda de palabras, pero otros procedimientos, como la representación del alargamiento silábico mediante dos puntos, tampoco la facilitan. Así, resulta tan difícil encontrar la representación desconociidos como la de desconoci:dos, método empleado por Selting et al. (1998, 116), o por Ehlich y Switalla (1976, 82 y 84) en las transcripciones fonéticas del llamado pidgin alemán (al. Pidgin-DeutschLautschrift).
4.4 Datos técnicos
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tal y como propone Sinner (2004, 204). La doble barra solo señala la interrupción del turno durante la entrevista. El final voluntario de un turno, al ceder la palabra al interlocutor, no se señala como tal: los cambios de turno se indican con un salto de línea. Estos criterios de cambio de turno se pueden ver en el ejemplo siguiente: (9)
A: G 17: A: G 17: A: G 17:
¿un a/? un atraso un atraso, ¿por qué? . porque es de aldeanos .. así que se relaciona con el campo con el// sí más o menos que/ . ts . esta no es una zona de ser mucho/ de mucho hablar en euskera/ en euskera/ . es una eh eh Koldo sabee (0,793'') . pero muy poca gente [muy] A: [mh] G 17: poca gente habla en euskera, gente, que son de afue/ eh, es gente de/ que ha venido de afuera y trabajar trabajar afue/ de afuera . mh, y muy poca gente (E 5/G 17/195)
Así, a nuestro parecer, se hace evidente que ciertos fenómenos no forman parte de la variedad del castellano analizada, sino que se trata de elementos de la lengua hablada en un sentido amplio según Koch y Oesterreicher (1990). Nuestro corpus, gracias a su diseño, podrá servir en un futuro para investigaciones con otros objetivos —no relacionados con los elementos fonéticos o prosódicos—, sin que sea necesario reelaborarlo. Como hemos indicado, representamos cada cambio de turno mediante un salto de línea; Selting et al. (1998, 97) subrayan que la visualización de un turno debajo de otro reproduce de forma icónica el carácter sucesivo de los turnos. Usamos corchetes para visualizar la simultaneidad de dos turnos, incluidos los marcadores de contacto y de recepción que se pronunciaban al tiempo que el interlocutor hablaba. Indicamos estos solapamientos uno debajo de otro, enmarcados entre corchetes —[ ]—; el corchete izquierdo —[— indica el inicio de la secuencia simultánea y el corchete derecho —]—, el final.65 Por lo tanto, hay que leer como paralelas las líneas donde aparecen los turnos simultáneos (cf. Selting et al. 1998, 97), como en el siguiente ejemplo: (10)
mh … (2,14'') pero es interesante que la mujer tampoco . mmh (0,573'') . deja espacio ¿no? al/ [al hombre] [a ver yo no digo] G 30:
A:
65 Decidimos marcar tanto el inicio como el final de los turnos simultáneos a pesar de que Selting et al. (1998, 97) señalan que solo los corchetes derechos son necesarios para delimitar el solapamiento de los turnos.
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4 Metodología
G 30: que todas ¡eh!, perooo (1,14''), como esto es un problema de mentalidad y educación (E 12/G 30/560)
Tras un solapamiento introducimos un salto de línea. Dado que las actividades no verbales y paralingüísticas pertenecen también al turno al que complementan, las anotamos en la misma línea que aquel. Entre antilambdas o diples —— se señalan gestos, muecas, ruidos de fondo o aquellos producidos por los propios interlocutores mientras hablan, etc.: , , , , . De este modo se anotaron, también, comentarios acerca de la situación, por ejemplo, en el caso de una informante que recorrió el bar mostrando fotos, o de otra que rompió a cantar, o cuando una palabra u oración se pronunció en otra lengua ——. Indicamos las palabras o sintagmas no inteligibles entre paréntesis —(ininteligible)—. En los casos en que no queda claro si una determinada palabra ha sido pronunciada o no, incluimos esta palabra entre paréntesis y la marcamos con un signo de interrogación. En la mayoría de los casos se trata de preposiciones —(a?) — o de ciertas formas de los verbos auxiliares —(ha?)—. Un gran problema al que tuvimos que hacer frente durante la transcripción fueron las palabras omitidas, como en el caso de Virgen Mungia en lugar de «Virgen de Mungia» o hijo puta en lugar de «hijo de puta», las no concordancias de género y número de las diferentes clases de palabras, o el empleo de palabras mal conjugadas o declinadas como mantenieron en lugar de mantuvieron o hubías en lugar de habías o hubieras. Tras haber probado diferentes técnicas, decidimos no marcar estos elementos en los textos transcritos, reproduciéndolos tal y como los habían expresado los informantes. En el caso de las palabras en euskera, indicamos la forma correcta en una nota a pie de página. En estas notas ofrecemos, además, las traducciones al castellano de oraciones, expresiones, etc., en euskera que solo se usaron una vez y por un solo informante. Elaboramos un glosario, que precede a las transcripciones, en el que se ofrecen transcripciones fonéticas de topónimos como Getxo ['geʧo] o Plentzia ['plenθja] y de palabras del euskera como abertzale o aita, que fueron empleadas más de una vez y por varios informantes, y que consideramos de interés. Las transcripciones fonéticas se corresponden con la pronunciación detectada en los informantes. Una excepción constituyen los lexemas batzoki y barnetegi. La mayoría de los informantes que los emplearon los pronunció [ba'ʧoki] y [baɾna'teγi], respectivamente. Sin embargo, también hubo dos informantes que, en el caso de barnetegi, pronunciaron [baɾne'teγi], así como una informante que, en el caso de batzoki, pronunció [ba'ʦoki], esto es, según la norma prescriptiva del euskara batua —excepto en lo que concierne a la acentuación de las palabras—. Estas concordancias en la pronunciación con la norma del euskara batua las
4.4 Datos técnicos
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indicamos en una nota a pie de página. Hemos de señalar que la acentuación no concuerda en ningún caso con la de la norma del euskara batua.66 Seguimos el alfabeto fonético de la International Phonetic Association/Association Phonétique International (IPA/API) e indicamos la sílaba acentuada mediante un apóstrofo —'— como en [bil'βao]. En el glosario se ofrecen, además, los significados de los diversos acrónimos y siglas empleados por varios hablantes, como EGB ‘Educación General Básica’. Las palabras de origen vasco, así como los acrónimos y siglas usados por un solo informante, se explican y se transcriben en una nota a pie de página. Para la transcripción de topónimos vascos usamos la ortografía prescriptiva del euskera, a no ser que el propio hablante empleara el topónimo español, como, por ejemplo, en el caso del eusk. Leioa vs. cast. Lejona. Topónimos como Bizkaia o Lekeitio figuran escritos según la ortografía prescriptiva vasca (cf. cap. 1.1, nota 1). En el glosario ofrecemos también una explicación del significado de las palabras incluidas. Al optar por la transcripción ortográfica no visualizamos ciertos fenómenos pertenecientes a la lengua hablada, como elisiones o variantes alófonas.67 De este modo mantuvimos la uniformidad y la legibilidad del corpus. Recuperamos los sonidos aspirados o perdidos, al contrario que Etxebarria Arostegui (2000) o Kluge (2005), sin revelar en qué posición no habían sido pronunciados o aspirados.68 Anotamos, además, la entonación del hablante: si el hablante entonó su
66 Respecto a las reglas de acentuación en euskera, véase Bendel (2006, 8–11) y Zubiri Ibarrondo y Zubiri Ibarrondo (2000, 45–50). 67 No marcamos sílabas muy acentuadas y descartamos también el uso del signo matemático «igual a» —=— con el cual se acostumbra a marcar una unión estrecha entre dos palabras (no=no) o el signo «et» —&— para indicar el encadenamiento rápido de dos palabras (&bueno pues). Véanse al respecto Selting et al. (1998, 98) y Kallmeyer y Schütze (1976, 7). 68 Etxebarria Arostegui afirma transcribir «en ortografía ordinaria» (2000, 171) o bien según la «ortografía normativa» (2000, 174), y recupera los sonidos no pronunciados o aspirados marcándolos entre antilambdas y paréntesis: «Los elementos fonéticos perdidos se recuperan en la transcripción dentro de : ejemplo, casa» (Etxebarria Arostegui 2000, 173, nota 184). Kluge (2005, 418), por su parte, señala la pérdida de la /d/ intervocálica bien a través de paréntesis como Etxebarria Arostegui (2000), bien mediante una tilde en la vocal precedente o simplemente omitiéndola. Las diferentes formas de visualización corresponden, según la autora, a los distintos estadios de pérdida de la /d/ intervocálica en sus informantes. Koch y Oesterreicher (1990) rechazan este procedimiento, «inaceptable» para ellos, por considerarlo como representación arbitraria y parcial de particularidades fonéticas dentro de una transcripción ortográfica: «Inakzeptabel scheint uns eine willkürlich-partielle Hereinnahme phonetischer Besonderheiten in die orthographische Transkription (z. B. fr. j’parle, quat’; it. c’er’una volta; sp. pensao)» (Koch/Oesterreicher 1990,: 27). A nuestro entender, en ambos casos se trata del uso del dialecto visual o eye dialect, tal y como explicamos en cap. 4.4.6.1, nota 53, dado que la transcripción de estas palabras no es fonética.
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4 Metodología
oración como una interrogación —¿ ?— o si la pronunció como una orden o con mucha énfasis —¡ !—. Enmarcamos diálogos reproducidos por los informantes entre comillas. Empleamos las comillas inglesas dado que ni nuestro programa de transcripción ni nuestra macro de conversión disponían de las españolas: (11)
G 22: no, no hay muchos, no hay muchos . y cuando me encuentra viendo alguno/ viendo algún programa en eusk/ me dice "no flipes si no entiendes" digo "pero cállate que [sí entiendo" así], (E 9/G 22/394)
Visualizamos, además, informaciones metalingüísticas como los títulos de libros, revistas, películas, etc., a través de comillas como en "EITB dos" o "La vida de las mariposas". Transcribimos todas las entrevistas íntegramente, reemplazando únicamente algunas indicaciones acerca del informante o de su familia que podrían descubrir su identidad, como profesiones, topónimos o nombres y apellidos del informante y de sus familiares, sustituidos por (profesión), (lugar de la CAV), (nombre de mujer), etc. En el corpus ofrecemos un resumen en forma de tabla de los criterios de transcripción aplicados. Cada entrevista se abre con un resumen que recoge información sobre el mes y el año en que se realizó, indicaciones acerca del lugar y una breve descripción de la situación y la actitud del informante. Resumimos, además, los datos más relevantes de cada informante como la edad, las competencias lingüísticas personales, el lugar de residencia, el lugar donde transcurrieron su infancia y escolarización, el origen geográfico y las competencias lingüísticas de sus padres. Los distintos hablantes que participaron en la entrevista se identifican con un código: una A mayúscula para la entrevistadora, una G mayúscula más un número (G 05) para los informantes, y una G mayúscula seguida del número del informante y una letra minúscula (G 20a, G 20b, etc.) cuando en la entrevista intervino otra persona que no era el informante (se trata de personas que interrumpieron las entrevistas porque entraron en el cuarto, pasaron por el bar, etc.). Nos encargamos personalmente de transcribir todas las entrevistas, que fueron revisadas, una vez transcritas, por un castellanohablante a fin de comprobar la veracidad de lo entendido y transcrito.69
69 Esto fue posible gracias a la ayuda de Paula, Ana y Lluís a quienes agradezco el favor y el tiempo invertido.
4.4 Datos técnicos
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4.4.7 Herramientas de transcripción y de análisis del corpus Para la transcripción de las entrevistas empleamos el programa EXMARaLDA Partitur Editor 1.5.1 de la Universidad de Hamburgo.70 Lo escogimos porque permite segmentar los turnos de los hablantes en un oscilograma cuando se intercala la grabación en un archivo en formato WAVE (.wav), y en líneas de transcripción textual, que aparecen debajo del oscilograma, como muestra la siguiente captura de pantalla (gráfico 6):
Gráfico 6: Caputra de la pantalla del programa EXMARaLDA Partitur Editor 1.5.1, transcripción de G 45, elaborada por Ch. P.-K.
El programa ofrece la posibilidad de volver a escuchar un determinado fragmento de la grabación sin necesidad de tener que rebobinar de forma manual. Así, podemos escuchar solo el principio o solo el final del turno seleccionado o cualquier segmento marcado de forma manual. No obstante, ante la imposibilidad de reducir la velocidad de la grabación, en aquellos casos en los que los ruidos de fondo o la velocidad de habla del informante impedían comprender la grabación, utilizamos vlc player71, un programa que permite lentificar la grabación hasta una décima parte de la velocidad original. EXMARaLDA está diseñado para el uso de las herramientas de transcripción según las convenciones de HIAT o GAT, pero también permite aplicar otros criterios de transcripción. Aún así, a la hora de trasladar los datos a archivos de MS-Word (.doc), estos solo pueden convertirse en forma de partitura, no en forma de cambio de turno de una línea a otra. Ante esto, tuvimos que crear un programa que nos permitiera convertir los archivos producidos en EXMARaLDA (.exb) a archivos de texto (.txt) que pudieran abrirse en MS-Word (.doc). Después aplica70 Sobre el programa EXMARaLDA (Extensible Markup Language for Discourse Annotation), véase EXMARaLDA (2010). Consúltese también los datos bibliográficos en esta página. 71 El programa de código abierto (ingl. open source) vlc player, o VideoLAN Client, está disponible en VLC (2010). Lo empleamos también para convertir archivos .mp3 en .wav.
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4 Metodología
mos una macro para dar la forma deseada al texto transcrito y ajustar las oraciones entre corchetes que usamos para representar los solapamientos.72 A la hora de analizar el corpus, buscamos algunos fenómenos mediante expresiones regulares73, una posibilidad que ofrece el programa EXMARaLDA. Buscamos, por ejemplo, todos los casos en los que se había empleado algún nombre de parentesco, usando la siguiente expresión regular: \b(madres|padres|hermanos|hermanas|tíos|tías|abuelos|abuelas|niños|niñas|hijos|hijas|primos|primas|amas|aitas|aitites|aititas|amonas|amamas|amumas|izekos|osabas|nietos|nietas| maridos|mujeres|esposos|esposas|sobrinos|sobrinas|yernos|nueras|madrinas|chicos|chicas| bisabuelos|bisabuelas|tatarabisabuelos|tatarabisabuelas|cuñados|cuñadas|suegros|suegras|padrinos|padrastros|madrastra|madre|padre|hermano|hermana|tío|tía|abuelo|abuela| niño|niña|hijo|hija|primo|prima|ama|aita|aitite|aitita|amona|amama|amuma|izeko|osaba| nieto|nieta|marido|mujer|esposo|esposa|sobrino|sobrina|yerno|nuera|madrina|chico|chica| bisabuelo|bisabuela|tatatarabuelo|tatarabisabuelo|cuñado|cuñada|suegro|suegra|padrino| padrastro|madrastra)\b
También, buscamos de forma semimanual otros fenómenos en el interior del corpus, como la omisión de pronombres clíticos de tercera persona. Si bien durante la transcripción íbamos anotando su presencia, solo repasando posteriormente todo el corpus de forma manual, nos pudimos asegurar que no se nos había escapado ninguna ocurrencia. En el caso de otros fenómenos, como la reduplicación léxica adjetival o el uso del condicional en la prótasis de la oración condicional, éstos, por ser más obvios, ya habían sido marcados en los textos transcritos durante el proceso de transcripción, mediante anotación, en EXMaRALDA, lo que nos permitió buscar este fenómeno de forma automática.
72 Agradecemos a Andreas Kaiser su inestimable ayuda en el desarrollo de estos programas. 73 Véase Friedl (2006) para el término expresión regular (ingl. regular expression) y una introducción al tema y al uso.
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas del castellano hablado en Getxo (Bizkaia) 5.1 Ítems lingüísticos estudiados 5.1.1 Selección de los ítems estudiados Para la selección de los fenómenos morfológicos, sintácticos y (sintáctico-)semánticos, partimos de la totalidad de elementos fonéticos, morfológicos y sintácticos descritos o mencionados de alguna forma en los estudios consultados.1 Dichos fenómenos son considerados en estos trabajos como particularidades del castellano del País Vasco, ya que, según los distintos autores, difieren de otras variedades del castellano en cuanto a frecuencia de uso, forma, registro, etc. A modo de preselección, optamos por escoger aquellos elementos que habían sido estudiados o mencionados al menos por dos autores diferentes. Nos decidimos, pues, por una selección deductiva, pero también procedimos de un modo inductivo: encontramos dos fenómenos que no habían sido constatados anteriormente en ninguna descripción del castellano hablado en el País Vasco y que llamaron nuestra atención durante la fase de transcripción de los datos orales. Entre los ítems escogidos se encuentra un fenómeno (sintáctico-)semántico recientemente descubierto y descrito por un solo investigador (Camus Bergareche 2011a; 2011b; 2011c). En total, seleccionamos diecisiete ítems: dos fenómenos morfológicos, trece elementos sintácticos y dos fenómenos (sintáctico-)semánticos. A saber: la reduplicación léxica (cf. 5.2.1) y el sufijo diminutivo -txo o -txu (cf. 5.2.2), que consideramos características morfológicas pues, en este caso, nos centramos en su forma y no en su uso, mientras que en el caso de los ítems sintácticos nos dedicamos a la descripción del uso y del contexto sintáctico en el que aparece cada ítem. Tratamos mayoritariamente elementos del ámbito sintáctico: uso del artículo determinado ante nombres de parentesco (cf. 5.3.1.1); omisión del artículo determinado (cf. 5.3.1.2); ocurrencia de las conjunciones y, o y pero en posición final de oración, cambio que va acompañado de una alteración de su significado (cf. 5.3.2). A continuación, describimos el uso de un fenómeno observado durante la
1 Este procedimiento también aplican, por ejemplo, Bernhard (1998, 56–68) y Sinner (2004, 168–170). Bernhard (1998) se basa en descripciones procedentes de obras literarias y en los resultados de estudios dialectológicos científicos anteriores. Sinner (2004) extrae los elementos analizados por él de todos los fenómenos señalados por diferentes autores que se centraron en el estudio de las diferentes variedades del castellano hablado en la zona de Cataluña.
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5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
transcripción de las entrevistas, a saber: el uso de la construcción preposicional {al de + indicación temporal} (cf. 5.3.3). Respecto al sistema pronominal (cf. 5.3.4), nos ocupamos de la omisión de los pronombres clíticos de la tercera persona en función de CD (cf. 5.3.4.2), del leísmo (cf. 5.3.4.3) y de la duplicación postverbal o catafórica de los pronombres clíticos de tercera persona, también en función de CD (cf. 5.3.4.4). Estudiamos, asimismo, el empleo de la doble negación preverbal (cf. 5.3.5). Dentro de los tiempos verbales, describimos otro de los fenómenos descubiertos durante la transcripción de las entrevistas: la omisión del verbo copulativo ser en diferentes construcciones (cf. 5.3.6.1). Nos ocupamos, además, del uso del condicional en lugar del imperfecto o pluscuamperfecto de subjuntivo (cf. 5.3.6.2) y abordamos, seguidamente, dos aspectos (sintáctico-) semánticos: el empleo del adverbio ya con valor afirmativo (cf. 5.4.1) y la modalización de la perífrasis verbal soler + infinitivo (cf. 5.4.2). Por último, estudiamos tres presuntos elementos «típicos» del castellano del País Vasco: las construcciones sintácticas {yo como tú} (cf. 5.5.1), {X y los dos} (cf. 5.5.2), y {nombre propio + el nuestro}, {nuestro + nombre propio} o {el nuestro + nombre propio} (cf. 5.5.3), ítems que ya habían sido descritos en algunos artículos como rasgos del castellano del País Vasco. A fin de comprobar la existencia o no de casos de sustitución de imperfecto o pluscuamperfecto de subjuntivo por el condicional en la prótasis de la oración condicional en nuestra variedad del castellano hablado, incluimos ciertas preguntas en las entrevistas, que nos ayudaron a obtener datos sobre dicho fenómeno. La recogida de datos estuvo predeterminada por esta decisión (cf. 4.3.2). Para poder sacar conclusiones sobre qué fenómenos constituyen el núcleo mínimo lingüístico, esto es, el castellano del País Vasco, será necesario realizar aún muchos estudios similares al nuestro, con otros grupos de hablantes de la comunidad de comunicación vasca. No obstante, opinamos que los datos obtenidos en nuestro estudio representan un aporte importante para lograr este objetivo, aun cuando los fenómenos que tratamos en el capítulo 5 sólo constituyen una muestra de las particularidades que habrían podido describirse si se hubiera hecho un estudio acerca de ellos.2
2 No abordaremos el orden de los elementos oracionales, a pesar de ser uno de los aspectos más tratados en los trabajos sobre el castellano hablado en el País Vasco. Centramos nuestra atención en otros aspectos que nos resultaron más interesantes. No hay que olvidar que la sintaxis oral es más compleja que la escrita a causa de interrupciones estructurales propias y ajenas y que, a veces, no puede ser interpretada unívocamente por estas interrupciones o solapamientos de voces.
5.1 Ítems lingüísticos estudiados
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5.1.2 Descripción de los ítems Los estudios existentes sobre uno o varios fenómenos del castellano en el País Vasco no solo constituyeron la base de nuestra selección de ítems a analizar, también nos permitieron comparar nuestros resultados con los datos extraídos por investigadores dedicados a otras variedades. Así, a la hora de describir los ítems, seguimos un procedimiento similar en prácticamente todos los casos: en un primer apartado identificamos cada ítem lingüístico, describiendo quién consideró el fenómeno como particularidad del castellano del País Vasco, y, si es el caso, proporcionamos también información sobre su presencia en las variedades del castellano hablado en otras zonas del Estado español y fuera de este. Seguidamente, recogemos las explicaciones ofrecidas al respecto y los contextos sintácticos en los que se ha constatado su uso hasta la fecha. Por último, revisamos la inclusión de los ítems seleccionados y analizados en diversas gramáticas, diccionarios, etc.3 En un segundo apartado describimos la ocurrencia de cada ítem en el corpus de Getxo, es decir, en el castellano hablado de individuos monolingües con y sin competencias mínimas en euskera, crecidos y residentes en Getxo. Definimos, asimismo, los contextos sintácticos en los que nuestros informantes emplearon dicho elemento lingüístico, es decir, su uso o, en el caso de los elementos morfológicos, su forma, y ofrecemos las frecuencias absolutas de uso con que se da cada ítem. En este punto, Sinner (2004, 173) advierte que la frecuencia absoluta de un elemento es de valor dudoso, pues ciertos elementos lingüísticos ocurren con mucha frecuencia mientras que, en el caso de otros, serían necesarios corpus de datos orales de gran volumen para obtener una frecuencia de uso absoluta que permitiera extraer resultados estadísticamente significativos.4 Como ya hemos dicho, nuestro estudio no es comparativo sino explorativodescriptivo. Así, nuestra intención respecto a la frecuencia de uso absoluta en una determinada variedad del castellano hablado en el País Vasco es otra: consideramos que el hecho de recogerla facilitará el trabajo de comparación a otros estudios similares al nuestro que se realicen en el futuro. Diversos estudios sobre el castellano hablado en el País Vasco sostienen que determinados fenóme-
3 Utilizamos tanto obras publicadas en España y en el ámbito (hispano-)americano como gramáticas y manuales de gramática elaborados fuera de España, dirigidos a estudiantes de castellano como lengua extranjera. 4 Véase también Kabatek (1996, 61) quien subraya que antes de hablar de frecuencia conviene averiguar qué frecuencia sería la «normal» de ciertas formas en determinados contextos —es decir, aquella con que se compara el uso constatado en (los informantes de) la variedad que se estudia— y qué debería considerarse variación individual.
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5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
nos se dan con mucha frecuencia bien en el castellano de los bilingües, bien en el de todos los hablantes de castellano en el País Vasco en general (cf. por ejemplo Fernández Ulloa 1997; Oñederra 2002; Urrutia Cárdenas 2006b), pero no ofrecen datos empíricos sobre la frecuencia de uso, ni absoluta ni relativa, en el castellano de sus informantes, lo que impide confirmar dicha afirmación. Esta falta de datos hace que surjan dudas acerca de si un fenómeno es más frecuente en esta(s) variedad(es) que en otra(s), ya que los investigadores se basan, aparentemente, en sus meras impresiones. Ofrecemos datos cuantitativos, pero nuestras conclusiones solo se basan parcialmente en ellos; su valor descriptivo resulta limitado, porque algunos elementos sintácticos se suelen emplear con menos frecuencia que otros. Es decir, toda afirmación sobre si un determinado fenómeno forma parte del castellano de Getxo es preliminar, si bien opinamos que no es por mera casualidad si un cierto fenómeno ocurre en una parte de los informantes. Si es así, es porque por lo menos ese fenómeno no es desconocido por los hablantes, aunque resulta difícil hacer afirmaciones acerca de su frecuencia, lo que solo es posible a la hora de realizar un estudio comparativo. Asimismo, no podemos afirmar que un cierto fenómeno constituya una particularidad de una determinada variedad únicamente a partir de su frecuencia si no comparamos nuestros resultados con los de otras variedades. Haremos observaciones acerca de si es probable que pertenezcan a esta variedad o no, pero como desarrollaremos en el apartado 5.6, estas observaciones deberán comprobarse y validarse desde una perspectiva estadística, mediante un estudio comparativo. Asimismo, tenemos que indicar que consideramos algunos de los fenómenos estudiados como dos caras de una misma moneda: es, por ejemplo, el caso de la doble negación preverbal, que tomamos como un único fenómeno. Por otra parte, en los apartados acerca de la reduplicación léxica, del uso de las conjunciones y y pero en posición final de oración, de la omisión de los pronombres clíticos de la tercera persona en función de CD, del leísmo, de la duplicación postverbal de los pronombres clíticos de tercera persona en función de CD, de la omisión del verbo copulativo ser en diferentes construcciones y de la sustitución del imperfecto o del pluscuamperfecto de subjuntivo por el condicional, abordaremos diferentes fenómenos que consideraremos, en el resumen, por separado. Un ejemplo es la distinción entre la omisión de los pronombres clíticos de la tercera persona en función de CD [+animado] vs. la omisión de los pronombres clíticos de la tercera persona en función de CD [−animado], dado que lo que nos interesa son las diferentes formas que se dan en cada uno de estos casos. Queremos subrayar que no tenemos en cuenta aquellas ocurrencias que constituían repeticiones de construcciones expresadas por la entrevistadora u otro hablante que no fuera el informante en la oración precedente, ni para la descripción ni tampoco para constatar las frecuencias de uso absolutas o relati-
5.2 Morfología
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vas. Tampoco impusimos a los informantes un orden o una estructura oracional a seguir (cf. Extebarria 2000).5 Los dos fenómenos no mencionados en estudios precedentes como particularidades del castellano en el País Vasco se presentan de otra forma, es decir, su descripción se limita a un solo subcapítulo. En el caso de la construcción {al de + indicación temporal} optamos por verificar el fenómeno, sirviéndonos de datos procedentes de las ediciones digitales de los periódicos El Correo y el Diario Vasco, es decir, de la lengua escrita (cf. 5.3.3.1). En el caso de la omisión del verbo copulativo ser, describimos en qué otras variedades del castellano y en qué contextos ha sido constatado y aportamos el análisis de los casos documentados en nuestro corpus (cf. 5.3.6.1).
5.2 Morfología 5.2.1 La reduplicación léxica 5.2.1.1 La reduplicación yuxtapuesta: aspectos teóricos Trataremos en el presente apartado la reduplicación léxica yuxtapuesta como procedimiento de intensificación.6 Como Escandell Vidal (1991), entendemos por reduplicación léxica yuxtapuesta «la repetición voluntaria de un constituyente dentro de su misma unidad sintáctica, hech[a] con el fin de producir una modificación deliberada del significado de la estructura simple» (1991, 72). Es decir, se trata de estructuras como {A + A} o bien {A + A + A}, etc., sin cópula y sin pausa fónica, donde {A} representa el término y su reduplicación. No incluimos el adverbio afirmativo sí ni el negativo no, en casos como sí sí sí sí o no no no no no. Su reduplicación en la lengua hablada es muy abundante, ya que se trata no solo de un recurso de intensificación del valor de la afirmación o de la negación, sino también de una señal de recepción del interlocutor, quien demuestra su atención
5 Véase acerca de este tema también Sinner (2004, 167) y la bibliografía ahí señalada. 6 A este procedimiento se le ha denominado también repetición (Beinhauer 1968), iteración o reiteración (Lamíquiz 1971; Vigara Tauste 1992), y aunque estas designaciones son, a nuestro entender, más adecuadas en los casos en que el término intensificado o reduplicado se repite más de dos veces, es decir, cuando nos encontramos ante una repetición triple o cuádruple, emplearemos el término de reduplicación y hablaremos, por tanto, de reduplicación triple, reduplicación cuádruple, etc., dado que es el término más usado (cf., entre otros, Moravcsik 1978; Escandell Vidal 1991; Quilis 1995; García-Page Sánchez 1997; Rubino 2005; RAE/ASALE 2009). Quilis (1995) habla de reduplicación simple haciendo referencia a lo que llamamos con Escandell Vidal (1991) reduplicación yuxtapuesta.
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5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
y entendimiento, o bien su rechazo frente al mensaje del emisor. Por esta razón, tampoco consideramos la reduplicación de interjecciones. A diferencia de algunos autores, tampoco tendremos en cuenta aquellos casos en los que un elemento de la cadena fónica reduplicada diverge de la del original como en el caso de los denominados Echowörter ‘palabras-eco’ como, por ejemplo, tiquismiquis. Hay que subrayar que no existe unanimidad entre los distintos investigadores acerca de la cuestión de si la reduplicación puede darse con pausa fónica o si solo se trata de casos de reduplicación cuando esta se da sin pausa fónica. De este modo, Escandell Vidal (1991) solo considera las formas sin pausa, mientras que Vigara Tauste (1992) y García-Page Sánchez (1997) subsumen tanto las con pausa como las sin pausa fónica.7 La reduplicación léxica yuxtapuesta se distingue, además, de otros procedimientos de reduplicación como la coordinación, por ejemplo por y, pero o que, y la anteposición o focalización (Escandell Vidal 1991; García-Page Sánchez 1997), que no trataremos en este trabajo.8 Diferentes estudios han señalado que en el caso de la reduplicación léxica yuxtapuesta se trata de una interferencia del euskera en el castellano dado que constituye un procedimiento muy frecuente para la intensificación de las más distintas categorías de palabras en esta lengua.9 Por consiguiente, Echaide (1968) describe la reduplicación adjetival de la siguiente manera:
7 De forma escrita, la pausa puede manifestarse por el empleo de una coma entre los términos reduplicados, como en frío, frío, frente a frío frío (también escrito frío-frío) sin tal pausa (Vigara Tauste 1992). Véase también Sinner (2004, 87, 208 y 509) para las diferentes formas de picapica, que se escribe también pica pica y pica-pica. 8 Vigara Tauste (1992, 148), quien considera estos tipos de reduplicación como procedimientos de realce, habla de «términos unidos asindéticamente […], por yuxtaposición […], o mediante nexo […] o nexo y pausa […]». Indica que los términos reduplicados pueden ser «términos aislados» o «unidades mayores», que pueden darse «de forma continua […] o discontinua», «sin modificación alguna» o «con el último de ellos adaptado morfológicamente o también intensificado» y que pueden formar parte de «fórmulas fijas de relieve» (Vigara Tauste 1992, 147–149). 9 Zubiri Ibarrondo y Zubiri Ibarrondo (2000, 278–280) describen este procedimiento en euskera. Veamos algunos de sus ejemplos (i)-(iii) de los cuales proporcionaremos dos traducciones al castellano, una literal y otra siguiendo el orden oracional del castellano (cursivas de y trad. por Ch. P.-K.): (i) ‘Con adjetivo (eusk. izenondoa): eusk. Txakur txiki-txiki bat ikusi dut. lit. Perro pequeño pequeño un visto he. cast. He visto un pero pequeño pequeño (= muy pequeño). (ii) Con adverbio (eusk. aditzondoa): eusk. astiro-astiro etorri gara. lit. despacio despacio venido hemos. cast. Hemos venido despacio despacio (= muy despacio).
5.2 Morfología
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«Es bastante frecuente la intensificación del adjetivo por medio de la repetición, siguiendo la construcción vasca, aunque se emplean también los demás medios del castellano: estaban todos vivos, vivos, en vasco bizi biziak ziran, con repetición del adjetivo bizi ‘vivo’, en su forma indefinida la primera vez y con el sufijo determinativo la segunda; hacen como una casa ellos, blanco, blanco; tienen un moco pequeño pequeño. Alguna vez puede llegar a repetirse hasta cuatro veces: Son un poco más grandes, negros, negros, negros, negros» (Echaide 1968, 67).
Echenique Elizondo (1996b, 68), por su parte, considera las reduplicaciones léxicas como estructuras «deudoras del contacto vasco-románico». Urrutia Cárdenas (2006b, 486) y Hernández Alonso (1988, 56) simplemente las enumeran entre las características del castellano que, según sus opiniones, se deben a la influencia del euskera. Sin embargo, la identificación de la reduplicación léxica con una interferencia de la lengua de contacto (el euskera) en el castellano del País Vasco constituye un problema, dado que este procedimiento de intensificación (Escandell Vidall 1991; RAE 199610; Marcos Marín/Satorre Grau/Viejo Sánchez 1999, 123), superlación (Lamíquiz 1971; García-Page Sánchez 1997) o cuantificación (RAE/ASALE 2009, 919), es un procedimiento que existe no solo en el euskera, sino que se considera como rasgo del «castellano coloquial» o conversacional en general (Beinhauer 1968; Vigara Tauste 1992; RAE/ASALE 2009).11 De ahí que aparezca también en otras variedades del castellano hablado fuera del dominio del euskera, por ejemplo, en Madrid (Lamíquiz 1971), en el castellano paraguayo (Krivoshein de Canese/Corvalán 1987), en el castellano de las Filipinas (Quilis 1995) y en el castellano de Mérida, Venezuela (Albelda Marco/Álvarez Muro 2010). Puede encontrarse además en el judeoespañol (Varol-Bornes 2008, 245–246), en el portugués (Kröll 1990; 1991; 1996), en el francés (Kocher 1921; Schapira 1988), en el turco y en el hebreo (Varol-Bornes 2008), así como en muchas otras lenguas no europeas (Moravcsik 1978; Rubino 2005). Por eso, la
(iii)
Con verbo (eusk. aditza): eusk. ezkondu-ezkondu ez ziren egin, baina ia-ia lit. Casar casar no hubieron hecho, pero casi-casi. cast. No estuvieron casados casados (= verdaderamente casados), pero casi casi (casi).’ 10 En RAE (1996, 417) solo encontramos la posibilidad de reduplicar el adverbio muy. 11 Beinhauer (1968) señala diversas motivaciones psicológicas como causas para la reduplicación «el efecto más autoritario», «el nerviosismo del que habla» (1968, 287), e «insistencia» (1968, 288).
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5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
reduplicación —tanto fónica como léxica— se considera como uno de los universales lingüísticos humanos (Moravcsik 1978).12 No obstante, la gramática prescriptiva de la lengua española (RAE/ASALE 2009, 919) y algunas otras gramáticas del castellano (por ejemplo, Marcos Marín/ Satorre Grau/Viejo Sánchez 1999, 129) señalan únicamente la reduplicación adjetival y la del adverbio muy como recursos lingüísticos del castellano coloquial para la intensificación o cuantificación.13 De Bruyne (2002), en cambio, advierte que, en castellano, tanto en la lengua escrita como en la hablada, pueden encontrarse reduplicaciones léxicas no exclusivamente de adjetivos y adverbios, sino también de sustantivos a fin de especificar su significado (2002, 129–130). Según este autor, la reduplicación puede ser tanto doble como triple (2002, 130). Vigara Tauste (1992) llega a la misma conclusión que De Bruyne (2002) al analizar el habla coloquial del español en general. Vigara Tauste no solo documenta la reduplicación adjetival y la adverbial, sino que señala también la sustantiva, e incluso la verbal y la de pronombres indefinidos como todo (1992, 148–149).14 La autora indica, además, que es posible aplicar la reiteración o reduplicación a un «segmento (significativo) del enunciado», como en «De ningún modo, de ningún modo» (1992, 147), posibilidad que la RAE/ASALE (2009, 919) señala también. Mientras que la reduplicación de adjetivos y adverbios se considera como un procedimiento análogo a la gradación mediante afijación, por ejemplo por el sufijo -ísimo, o la anteposición del adverbio de grado muy, procedimientos que en estos casos llevan a una intensificación cualitativa o cuantitativa (Lamíquiz 1971; Escandell Vidal 1991; Vigara Tauste 1992; RAE/ASALE 2009), las reduplicaciones verbales y sustantivas se consideran como una posibilidad de superlativizar a entes que son «[completos] conceptualmente en lengua» (Lamíquiz 1971, 20) como sustantivos y verbos, que por ello no pueden ser superlativizados. Según Lamíquiz, la «repetición del propio semantema […] es el único medio formal que permite indicar el eminente grado designativo, no siempre cuantitativo, de una
12 Véase también la bibliografía en Escandell Vidal (1991, 71), quien indica que la reduplicación léxica yuxtapuesta se puede encontrar también en lenguas no europeas como indonesio, warlpiri, chino, georgiano, macasares, kinyarwanda o tagalo. 13 Hay que admitir que en RAE/ASALE (2009, 1543) se indica, además, que «[en] el español medieval se duplicaban los numerales cardinales para expresar DISTRIBUCIÓN numérica, de modo que era posible formar expresiones como diez diez leguas para significar ‘diez leguas cada uno’». No obstante, se destaca también que pronto cayeron definitivamente en desuso (2009, 1544), por lo que la reduplicación de numerales cardinales ya no se da en castellano, según esta gramática. Sin embargo, este fenómeno para expresar distribución no se corresponde con el tipo de reduplicación-intensificación que abordamos en el presente apartado. 14 Véanse también Escandell Vidal (1991) y García-Page Sánchez (1997) acerca de la reduplicación sustantiva y verbal.
5.2 Morfología
207
categoría morfosintáctica [sustantivo o verbo] en función primaria» (1971, 20). Los investigadores concuerdan en que lo que se quiere enfatizar en el caso de la reduplicación de sustantivos es la autenticidad o la exactitud del significado del sustantivo (Escandell Vidal 1991; García-Page Sánchez 1997), o bien, la especificidad de una persona o de una cosa (De Bruyne 2002, 130).15 Si la intensificación de un adjetivo es cualitativa o cuantitativa depende de si el término reiterado es graduable o no. Cuando es graduable, la reduplicación llevará a una intensificación cuantitativa, como en guapa guapa ‘muy guapa’, mientras que en los casos en que el término repetido no es graduable, la intensificación es cualitativa, como en recto recto ‘completamente recto’ (cf. Lamíquiz 1971). Lo mismo sucede con los adverbios, aunque a veces no es fácil parafrasear la reduplicación adverbial, como en el caso de casi casi (Escandell Vidal 1991, 73–74).16 Según Escandell Vidal (1971, 73), en el caso de la reduplicación verbal no queda siempre claro si la intensificación es cuantitativa o cualitativa e incluso, a veces, ambas interpretaciones son concebibles y posibles. Desde el estudio de Echaide (1968) han surgido distintos artículos que se dedican al fenómeno de la reduplicación léxica y describen su empleo y funcionamiento en el castellano hablado en general y en algunas variedades del castellano en particular, tal y como acabamos de describir. Probablemente se debe a que los estudios más recientes sobre las variedades del castellano en el País Vasco y en Nafarroa/Navarra ya no consideran la reduplicación como interferencia del euskera en el castellano, al contrario de lo que mantienen Echaide (1968), Echenique Elizondo (1996b) o Urrutia Cárdenas (1988; 1991; 1995; 2006b). A pesar de ello, en opinión de Ibarra (2006, 187) sigue tratándose de una interferencia morfosintáctica del euskera en el castellano, pero en el sentido de que la interferencia se hace pertinente a través de un cambio de la frecuencia de uso, en su caso en el castellano de Erroibar, Nafarroa/Navarra. Esto se debe, según la autora, a que la reduplicación léxica es un procedimiento muy frecuente para la intensificación en euskera: «Maiztasunaren aldaketa. Zenbait kasutan interferentzia nabarmentzen da maiztasunaren aldaketaren bidez, alegia, adibidez, adjektibo errepikatuen hurrenkera: majo-majo» (Ibarra 2006, 187).17 La misma opinión encontramos ya en Zárate (1976), quien señala que
15 De Bruyne (2002, 130) afirma que se pueden encontrar formaciones análogas en el caso de sustantivos, pero que la acentuación destaca, en estos casos, la especificidad de una persona o cosa, y que esta forma de expresarse conlleva una cierta connotación de superlativo. 16 El ejemplo de casi, casi se encuentra también en el DRAE (2001, s. v. casi). 17 ‘Cambios de frecuencia. En algunos casos se hace notar la interferencia a través de un cambio de frecuencia, esto es, por ejemplo, la disposición de los adjetivos repetidos: majo-majo’ (Ibarra 2006, 187, trad. por Ch. P.-K.).
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5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
«[e]n el habla del Chorierri y de las provincias vascongadas en general […] se da una proliferación notoria de compuestos iterativos, porque en vascuence es uno de los medios normales de intensificar la cualidad que significa un adjetivo, la acción que significa un verbo, etc.» (Zárate 1976, 47).
No obstante, en ningún momento estos estudios indican con qué frecuencia aparece la reduplicación léxica yuxtapuesta, ni cuándo una frecuencia es alta, ni cuál es (o podría ser) el tertium comparationis a la hora de medir la frecuencia de uso. Por otra parte, los estudios más recientes, como el de Gómez Seibane (2011a) o la obra introductoria a la lingüística de Barreña (2005, 179), ya no mencionan que pueda tratarse de una interferencia del euskera, pero sí siguen considerándolo como característica del castellano hablado por hablantes bilingües euskera-castellano, en el caso de Gómez Seibane (2011a), o bien de «la variedad del castellano hablado en el País Vasco» en general, como sostiene Barreña (2005, 179). Las descripciones del castellano en el País Vasco enumeran, predominantemente, la reduplicación yuxtapuesta de adjetivos (Echaide 1968, 67; Zárate 1976, 46; Hernández Alonso 1988, 56; Urrutia Cárdenas 1988, 35; 1991, 215; 1995, 244; 2006b, 486; Fernández Ulloa 1996, 103; 1997, 202; 2001a, 142–143; Barreña 2005, 179; Oñederra 2004, 1109; Etxebarria Arostegui 2008, 85; Gómez Seibane 2011a). Sin embargo, algunos han documentado también otros tipos de reduplicación léxica yuxtapuesta, como la de adverbios, verbos, y sustantivos, por ejemplo, basándose en datos del castellano de Bermeo (Fernández Ulloa 1996, 103; 1997, 202) y el castellano del Valle del Txorierri (Zárate 1976, 46).18 Gómez Seibane (2011a) señala, aparte de la reduplicación adjetival, la verbal en el castellano de hablantes bilingües euskera-castellano con predominio del euskera. Ibarra (2006, 187) afirma haber observado, además, la reduplicación de complementos verbales (eusk. adizlagun19), de cuantificadores (eusk. zenbatzaile) y de adverbios de gradación (eusk. graduatzaile) en el castellano de Erroibar, Nafarroa/
18 Tanto Zárate (1976, 46) como Fernández Ulloa (1997, 202) afirman haber encontrado casos de compuestos iterativos y sintagmas reduplicados. Queremos advertir que en el caso de adjetivos, verbos, etc., y de sintagmas adjetivales, verbales etc., no se trata de categorías comparables que por tanto no deberían subsumirse debajo del mismo fenómeno, aunque sí es posible, como indica también Vigara Tauste (1992, 147), encontrar a unidades mayores reduplicadas e intensificadas. Por eso, no tendremos en cuenta estas reduplicaciones a pesar de que las observamos también en nuestro corpus. 19 Según el diccionario en línea Elhuyar (2013) se trata de «un complemento verbal, equivalente a un sintagma preposicional».
5.2 Morfología
209
Navarra.20 No obstante, esta autora no da ningún ejemplo de estos tipos de reduplicación. Ahora bien, hay que subrayar que el número de estudios empíricos que señalan la reduplicación léxica yuxtapuesta como procedimiento de intensificación, realce, superlación o cuantificación en las distintas variedades del castellano en general es muy reducido. Esta ausencia podría explicarse, por un lado, por el hecho de que se la considera, al menos en el caso de los adjetivos y del adverbio muy, como un recurso lingüístico del castellano hablado en general —o bien del castellano coloquial—; por otro lado, podría pensarse que este procedimiento no se emplea en todas las variedades del castellano. Klee y Lynch afirman que «en el español estándar es más común el uso de sufijos (p. ej. -ísimo), prefijos (re-, requete-, súper-) o el adverbio muy» (2009, 40). Según Varela y Martín García «[l]a intensidad supone una mayor carga intencional, emotiva o cuantitativa del contenido significativo de una palabra, por lo que la intensificación se enmarca dentro de la subjetividad del hablante y añade rasgos connotativos al significado de un término. Si la intensificación depende de la subjetividad del hablante, es fácil deducir que el modo de intensificación presentará variantes diatópicas y diafásicas» (Varela/Martín García 1999, 5024).
El hecho de que puedan existir variantes diatópicas y diafásicas en lo que respecta a los procedimientos de intensificación podría explicar que la reduplicación es pertinente en algunas variedades del castellano mientras que otras usan otros procedimientos. A nuestro parecer, esto justifica, además, que se considere la reduplicación léxica yuxtapuesta con fines de intensificación como característica de las (o de algunas) variedades del castellano en el País Vasco. Queremos subrayar que no se ha señalado el uso de la reduplicación en textos escritos por autores vascos, por lo que podría pensarse que es un fenómeno
20 Ibarra afirma: «Adjetibo [sic] eta adizlagunen errepikapena. Euskaraz, forma intentsiboak lortzeko, errepikapena erabiltzen da aditzondoetan: zabal-zabalik, azken-azkeneko, adizlagun bikoiztuetan: bene-benetan, bihotz-bihotzetik, baita eratorpenezko adberbio bikoiztuetan eta zenbatzaile eta graduatzaileetan ere. Hona izenetan eta izenondoetan gaztelaniaz sortzen den islada: —En la punta punta del monte almorzamos. —Hermosa hermosa estaba la iglesia. Aditzondoetan ere gisa honetakoak ditugu: —Ven aqui aquí. —Estate aqui aqui, ¡Asi, ási!» (Ibarra 2006, 185) ‘Repetición de adjetivos y adverbios: para lograr formas intensificadas en euskera, se emplea la repetición de adverbios: zabal-zabalik ‘abierto’, azken-azkeneko ‘último’; de complementos verbales duplicados (equivalentes a sintagmas preposicionales): bene-benetan ‘de verdad, verdaderamente’, bihotz-bihotzetik ‘de todo corazón, intensamente, sinceramente’; así como de adverbios derivados, cuantificadores y adverbios de gradación. Aquí tenemos un reflejo de los que sucede con los nombres y adjetivos en castellano: —En la punta punta del monte almorzamos. —Hermosa hermosa estaba la iglesia. También observamos ese procedimiento con adverbios: —Ven aqui aquí. —Estate aqui aqui, ¡Asi, ási!’ (Ibarra 2006, 185, trad. por Ch. P.-K.).
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5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
limitado a la lengua hablada.21 Tampoco se ha indicado alguna marcación diatópica (dentro del País Vasco), diafásica o diastrática en los trabajos que consultamos. En cuanto a la distribución de la reduplicación léxica yuxtapuesta entre los distintos grupos de hablantes de la comunidad comunicativa vasca podemos resumir —teniendo en cuenta que la mayoría de los estudios acerca del castellano hablado en el País Vasco se ha realizado a partir del castellano de hablantes bilingües euskera-castellano y castellano-euskera (cf. 2)— que es un fenómeno que se da en el castellano de hablantes bilingües con predominio del euskera de Orio, Gipuzkoa (Echaide 1968), como en el castellano de un hablante bilingüe con predominio del euskera de Errezil, Gipuzkoa (Gómez Seibane 2011a). Oñederra (2004) señala la presencia de la reduplicación en el castellano de hablantes bilingües de Donostia-San Sebastián.22 Alguna vez se ha indicado, incluso, el uso de la reduplicación léxica yuxtapuesta por parte del cocinero guipuzcoano de televisión Karlos Arguiñano como indicador de la presencia de este fenómeno en el castellano de Gipuzkoa (Echenique Elizondo 1996b, 68).23 No obstante, a pesar de que un hablante tan famoso como el cocinero Arguiñano lo emplee con una frecuencia alta —aunque no se indica nunca con qué frecuencia ni cuándo una frecuencia es alta—, nos parece algo arriesgado deducir del uso lingüístico de un solo hablante que se trate de un fenómeno presente en el conjunto de variedades que forman la base del castellano del País Vasco, ya que es posible que este uso no se dé en todas las variedades habladas en la comunidad de comunicación vasca. En lo que concierne a Bizkaia, Fernández Ulloa (1996; 1997; 2001a) señala el uso de la reduplicación léxica yuxtapuesta en hablantes bilingües euskera-castellano que tienen el euskera como lengua materna, bilingües castellano-euskera que tienen castellano como lengua materna, y castellanohablantes monolingües oriundos de Bermeo (cf. 2.3.2.14), aunque no indica detalladamente si documenta el fenómeno en los tres grupos o solo en
21 Una búsqueda superficial en las versiones digitales de los periódicos El Correo (2012c) y Diario Vasco (2012c) ha dado pocas ocurrencias de los adjetivos reduplicados que buscamos, presentes en nuestro corpus, como bajo bajo, baja baja, largo largo, larga larga, grande grande, alto alto, alta alta. Hay que señalar que las ocurrencias que encontramos procedían todas de entrevistas orales transcritas, es decir, son, una vez más, ejemplos procedentes de la lengua hablada. 22 Hay que considerar sus resultados bajo reservas en vista de su base de datos problemática (cf. 2.4.6). 23 El ejemplo clásico es la reduplicación adjetiva por parte de Karlos Arguiñano: «‹Eran grandes grandes› (‘Eran muy grandes’, realizado sin pausa entre ambos elementos, escuchado hasta la saciedad a Carlos Arguiñano, durante sus apariciones en TVE)» (Echenique Elizondo 1996b, 68). Otro ejemplo es rico rico, citado por Gómez Seibane (2011a), que nos fue señalado también por un profesor de euskera en una comunicación privada por correo electrónico (20.9.2011) que tuvimos sobre este tema.
5.2 Morfología
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algunos hablantes. De la cita de Zárate (1976, 47) que damos en este apartado podemos extraer que, según el autor, se trata de un fenómeno presente en el habla de todos los hablantes del Valle del Txorierri y fuera de este, procedentes «de las provincias vascongadas en general», aunque no proporciona datos en concreto. Urrutia Cárdenas (1988) tampoco da indicaciones detalladas acerca de la distribución de este fenómeno entre sus informantes bilingües euskera-castellano y castellanohablantes monolingües procedentes del Gran Bilbao. Hernández Alonso señala que la reduplicación léxica yuxtapuesta se da «al menos en el euskaldun que habla castellano» (1988, 56) y Barreña (2005, 197) sostiene que la repetición del adjetivo es común a bilingües y a monolingües, sin proporcionar más explicaciones. A pesar de que no contamos con datos concretos, ni sobre la frecuencia de uso que según algunos autores es más alta en el castellano del País Vasco que en otras áreas hispanohablantes, ni acerca de la cuestión de si se trata de un fenómeno marcado diasistemáticamente, sorprende que se nombre entre las características del castellano del País Vasco en manuales de introducción a la lingüística (Barreña 2005) y sobre el contacto lingüístico (Klee/Lynch 2009), y en artículos que resumen las particularidades del castellano del País Vasco (Hernández Alonso 1988; Fernández Ulloa 1996; 1997, así como Etxebarria Arostegui 2008). Hemos indicado al principio de este apartado que algunos investigadores consideran la reduplicación léxica como un rasgo del «castellano coloquial» o conversacional, en general, mientras que otros lo hacen constar como particularidad de ciertas variedades diatópicas y diastráticas del castellano. Analizaremos, por consiguiente, en el próximo apartado, la reduplicación yuxtapuesta en el corpus de Getxo a fin de averiguar qué categorías se reduplican por parte de nuestros informantes castellanohablantes monolingües, si es una característica que ocurre en todos ellos en una situación medianamente formal, como lo es una entrevista con una persona desconocida, y con qué frecuencia usan concretamente este procedimiento. Así, ofreceremos un punto de partida para otros estudios que se dedican a este aspecto en otras variedades, sean estas las que se hablan en el País Vasco o fuera de este.
5.2.1.2 La reduplicación léxica yuxtapuesta en el corpus de Getxo En el corpus de Getxo hemos podido constatar ciento cincuenta y siete casos de reduplicación yuxtapuesta con distintas categorías de palabras. Queremos adelantar que hemos observado alguna forma de reduplicación en todos los informantes, aunque no todos ellos se servían de todos los tipos que pudimos constatar. Todos los casos de reduplicación que señalaremos en este apartado se dieron sin pausa entre los términos repetidos. Resumimos los resultados de la
212
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
distribución entre los informantes en la tabla 5, al final de este apartado. Veamos a continuación, una por una, las distintas categorías de palabras cuya reduplicación observamos en el corpus de Getxo. Empezando con la reduplicación de los adjetivos, pudimos documentar un total de treinta y cinco ocurrencias (22,29%).24 Catorce de los veinte informantes se servían de la reduplicación adjetival. En los ejemplos (12) a (15) ilustramos este uso: (12)
G 14: no sé . a mí me gusta/ no lo sé/ no sé somos raros, los de Getxo siempre queremos vivir aquí ¡eh! y yo, creo que soy más abierta pero mi novio/, Algorta, vivir en Algorta, de comprar una casa en Algorta ¡qué cachis! a este no me le llevo ni para Leioa nii (0,64'')/ . A: ¿y qué tal es la/ está la situación de viviendas si todo el mundo [quiere quedarse?] . G 14: [fatal] G 14: fatal fatal fatal A: ¿y qué hace si quieren comprar una vivienda? (E 4/G 14/159)
(13)
G 19: que/ había que tenerlo respeto lo que pasa que nosotros llevábamos un chofer que era, peruano peruano y aquel te hacía un poco de [guardaespaldas], A: [mh] G 19: pero solas no íbamos a ningún sitio (E 6/G 19/271)
(14)
G 30: entonces tú igual, a gente dee (0,613'')/, dee (0,487'')/ yo cono/ mira la amama de una amiga . que era de Elantxobe A: sí G 30: que Antxobe es, euskaldun euskaldun (E 12/G 30/612)
(15)
G 35: y luego pues el resto pues media/, media baja porque aquí decir por ejemplo baja baja baja pues no habría nada (E 14/G 35/730)
Como ilustran los ejemplos, la reduplicación puede ser doble (treinta ocurrencias), triple (tres ocurrencias) e incluso cuádruple (dos ocurrencias). La reduplicación provoca una intensificación cualitativa de los adjetivos reduplicados en los casos de los ejemplos (12) a (14). De este modo, el ejemplo (12) podría parafrasearse por verdaderamente fatal o totalmente fatal, pero no por *muy fatal, dado que fatal ya es la forma de gradación máxima, es decir, la situación no puede ser peor que fatal, al menos cuantitativamente. Se trata de un término completo conceptualmente (Lamíquiz 1971) que se puede intensificar mediante la reduplicación. 24 Los porcentajes indicados para cada tipo de reduplicación hacen referencia al número total de ciento cincuenta y siete reduplicaciones. Así, en el caso que nos compete, las reduplicaciones adjetivales (treinta y cinco ocurrencias) constituyen el 22,29% de las ciento cincuenta y siete reduplicaciones documentadas en el corpus.
5.2 Morfología
213
En el caso (13), nos encontramos ante el uso de un gentilicio reduplicado, peruano y, en (14), ante el empleo de un adjetivo que expresa la competencia lingüística de un pueblo, euskaldun. Ni en (13) ni en (14) los adjetivos reduplicados cualitativamente pueden parafrasearse por un adverbio de gradación, ya que en (13) se quiere expresar que se trata de una persona que es el verdadero o típico peruano y no un inmigrante hispanohablante. En (14) es un pueblo en que todos los habitantes son euskerahablantes, por lo que es un pueblo realmente o totalmente euskaldun. Es posible que las informantes hayan querido contrastar lo dicho por ellas con su propio origen (13) y la situación en su propio pueblo en (14) y que hayan escogido este recurso por ello. En el caso (15), al contrario, la intensificación es cuantitativa y los adjetivos reduplicados podrían parafrasearse por muy bajo o bien bajísimo, empleando un sufijo de superlativo. Entre los treinta y cinco casos de la reduplicación adjetival se encuentran diecinueve reduplicaciones que provocan la intensificación cualitativa y dieciseis reduplicaciones que llevan a una intensificación cuantitativa. Observamos la reduplicación léxica de los siguientes adjetivos en nuestro corpus (una ocurrencia en cada caso, excepto en aquellos donde indicamos otro número): alto (dos ocurrencias), ancho, bajito, bajo, batua, chiquitín, euskaldun, fatal, grande (tres ocurrencias), igual, largo, marrón, mayor, medio, normal, peruano, quieto, seguido, seguro (seis ocurrencias), solo (dos ocurrencias), suave (dos ocurrencias), sucio, única, vasco, visto. Encontramos, en segundo lugar, la reduplicación de adverbios. Documentamos en nuestro corpus cuarenta y dos ocurrencias (26,75%) de la reduplicación adverbial, empleada por diecisiete de los veinte informantes. Hay que subrayar que el adverbio muy es el que más se repite (quince ocurrencias), incluso es el único adverbio reduplicado por el informante G 43. Incluimos entre las reduplicaciones también la de la locución adverbial a ras. Como en el caso de la reduplicación adjetival, los informantes emplean este recurso lingüístico tanto para la intensificación cuantitativa como para la cualitativa, como demuestran los ejemplos (16) a (19): (16)
G 40: o sea antes me acordaba del nombre de todos los clientees (0,56''), dee (0,527'')/, hasta de sus hijos [y todo] A: [mh] G 40: eso [y ahora] A: [mh] G 40: pues no .. ahora ya justo justo me acuerdo del de ell/ del de ellas [porque los] A: [mh] G 40: hijos/ . encima con los nombres que nos ponen a los hijos últimamente en euskera y cosas [de esas] (E 17/G 40/864–865)
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5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
(17)
G 05: sobre todo en Getxo en Bilbao . pues yo creo o sea sí pues . lógicamente puedes notar las/ . las características del acento de, la zona pero . tampoco pienso que, hablemos . fatal fatal [] (E 1/G 05/44)
(18)
G 45: A: G 45: A: G 45:
(19)
G 29: democrática yy (0,487'')/ y tal [bueno] . A: [sí] G 29: pues por eso te digo que en e/ siempre siempre siempre se ha vivido muchísimo y de hecho . yo me acuerdo que iba a reuniones de ETA, sexta asamblea/ a sexta asamblea de ETA (E 11/G 29/532)
y ella sí fue al euskaltegi sí sí yy (0,461'') aprendió, no bien bien bien sí pero/ pero/ no, pero hablaba (E 20/G 45/1027)
Los ejemplos (16), (17) y (19) representan casos de intensificación adverbial cualitativa. De este modo, en el ejemplo (16) justo justo tiene el significado de ‘apenas’ y no expresa un valor intensificado cuantitativamente como muy justo o justísimo. A pesar de que en el ejemplo (17) fatal fatal significa ‘malísimo’ o ‘muy mal’, pensamos que se trata también de un caso de intensificación cualitativa, ya que, al igual que en el caso del adjetivo fatal, el adverbio expresa el máximo grado de lo mal que se puede hablar, esto es, se trata de una forma que no puede ser intensificada de otra manera que cualitativamente, mediante la reduplicación léxica. Por último, en el caso (19), observamos la reduplicación del adverbio temporal absoluto siempre. La intensificación siempre siempre siempre puede entenderse como ‘en todo momento’ o ‘en cada época’ siendo una intensificación cualitativa que no puede ser interpretada de manera cuantitativa en el sentido de *muy siempre. También puede entenderse como indicador de que uno está más que harto de que alguien haga algo. Si decimos «lo hace en todo momento», es posible que no tenga la carga emotiva que puede tener decir «lo hace siempre siempre siempre» (y nos molesta). En el ejemplo (18) encontramos, en cambio, la reduplicación triple bien bien bien, que constituye un caso de intensificación cuantitativa; los adverbios reduplicados podrían ser parafraseados por muy bien. Los ejemplos que documentamos en nuestro corpus demuestran que, como en el caso de los adjetivos, la reduplicación adverbial puede ser doble (treinta y cuatro ocurrencias), triple (siete ocurrencias) o cuádruple (una ocurrencia). En total, de los cuarenta y dos casos de reduplicación adverbial los que tienen función de intensificación cualitativa (veinte ocurrencias) son más frecuentes que los de intensificación cuantitativa (tres ocurrencias). Quedan fuera de esta bipartición los casos de muy (quince ocurrencias) y de casi (cuatro ocurrencias), ya que
5.2 Morfología
215
es difícil parafrasear sus duplicaciones para aclarar de manera unívoca si su reduplicación es cualitativa o cuantitativa. Documentamos la reduplicación léxica de los siguientes adverbios (una ocurrencia en cada caso, excepto en aquellos donde indicamos otro número): a ras, bien (dos ocurrencias), casi (cuatro ocurrencias), dónde, fatal, igual, justo (cinco ocurrencias), mal, medio, muy (quince ocurrencias), nunca (seis ocurrencias), siempre (tres ocurrencias), también. En tercer lugar, queremos indicar que en nuestro corpus encontramos también reduplicaciones de sustantivos. Estas son menos frecuentes que las reduplicaciones adjetivales o adverbiales; solo se dan veintitres ocurrencias (14,65%) de la reduplicación sustantiva y únicamente once de los veinte informantes las empleaban. Al igual que en los casos anteriores, observamos mayoritariamente reduplicaciones dobles (veintidós ocurrencias), pero también se da un caso de repetición cuádruple. Unos ejemplos se pueden ver en (20) a (22): (20)
G 20: ts luego desde ahí hasta el puente colgante toda la calle Mayor . era todo arbolitos arbolitos arbolitos arbolitos (E 7/G 20/303)
(21)
G 33: A: G 33: A: G 33:
y el museo estuvimos allí en el museo también [estuvimos] [mh] allá/ estuvimos en el "Hilton" que está allí en el centro centro mh .. eh, el museo está muy dejado [museo/] (E 13/G 33/640)
(22)
A: G 22: A: A: G 22:
mh, y/ ¿pero creciste aquí? sí sí sí sí, fue, eso, coyuntural [ vaya] [ y ¿aquí] en Algorta o ? sí en Algorta Algorta (E 9/G 22/375)
Los ejemplos ilustran que, por un lado, son nombres comunes que se repiten para indicar la abundancia de una cosa: en el caso (20), concretamente, la de los árboles que bordeaban la calle Mayor. A pesar de que Lamíquiz (1971) señala que con sustantivos solo puede darse una intensificación cualitativa, se trata, a nuestro entender, de una intensificación cuantitativa, puesto que lo que la informante G 20 quiere destacar puede parafrasearse por había muchos árboles o todo estaba lleno de árboles, pero no la cualidad de que se trataba de *verdaderos o *auténticos árboles, por ejemplo en comparación con una situación en la que son de plástico. En los casos (21) y (22), en cambio, los informantes emplean este procedimiento para intensificar cualitativamente los sustantivos reduplicados. El ejemplo (21) se podría parafrasearse por en el mismo centro o en el auténtico centro. En (22) la informante reduplica el nombre propio de su barrio para indicar que creció en la verdadera Algorta, en la auténtica Algorta o en la misma Algorta y
216
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
no en otra parte de Getxo cerca de Algorta, como Las Arenas o Romo. Excepto el caso de (20), las restantes veintiuna reduplicaciones léxicas sustantivas son intensificaciones cualitativas. Encontramos la reduplicación de los siguientes sustantivos, nombres comunes y topónimos (una ocurrencia en cada caso, excepto en aquellos donde indicamos otro número): agosto, Algorta (dos ocurrencias), arbolito, Bilbao (tres ocurrencias), casita, castellano, centro (dos ocurrencias), euskera (dos ocurrencias), Getxo, inglés, padre, País Vasco, policía, pueblo, quiosco, trapicheo, viaje, vieja. Documentamos en nuestro corpus, en cuarto lugar, la reduplicación de verbos, aunque esta es poco frecuente. Aparecen dos casos de verbos finitos empleados por dos de los veinte informantes, además de seis ocurrencias de verbos infinitos reduplicados, todos en infinitivo, usados por cinco de los veinte informantes. Es decir, documentamos un total de ocho ocurrencias (5,09%) de reduplicación verbal, de las cuales seis son reduplicaciones dobles, una es triple y una es cuádruple.25 Ejemplificamos este tipo de reduplicación léxica yuxtapuesta con (23) y (24): (23)
G 33: A: G 33: A: G 33: A:
vamos en agosto eso es la muerte sí probablemente sí . ¿y qué vas hacer este año? .. este año igual me llevan a Costa Rica [] [qué bien] por eso cambiamos [cambiamos, hay mucho parque natural ¿has estado?] [muy bonito, ahí sí he estado ] (E 13/G 33/641)
(24)
G 10: la familia de mi madre/ mi madre nacer nacer creo que Le/ nació enn (0,73'')/ . ts en Lejona (E 3/G 10/135)
En (24), la informante expresa una intensificación cualitativa mediante la reduplicación, con la que se refiere al auténtico acto del parto y no al tiempo que le sigue. Es decir, el ejemplo de (24) podría parafrasearse por verdaderamente nacer, pues se trata de un caso de intensificación cualitativa. En (23), en cambio, la interpretación no es tan unívoca en cuanto a la pregunta de si se trata de una intensificación cuantitativa o cualitativa, problemática que había sido señalada también por Escandell Vidal (1991). De ahí que sea posible que el informante quiera subrayar que cambian mucho el destino de viaje o realmente o verdaderamente cambian el destino de viaje. Es decir, se enfatiza la acción descrita por el 25 Como indicamos en 5.2.1.1, solo hacemos referencia a la repetición del mismo término, es decir, {infinitivo + infinitivo} o {forma finita + forma finita}. No nos ocupamos de construcciones como {infinitivo + forma finita} del mismo verbo como en saber sabemos que se ha descrito también para el castellano del País Vasco (cf. Zárate 1976; Fernández Ulloa 1996; 1997).
5.2 Morfología
217
verbo, no produciendo, de este modo, una sensación de iteración o repetición sino de intensificación. En el caso de la reduplicación verbal se dan cuatro casos de intensificación cualitativa y tres casos de una interpretación claramente cuantitativa. En el caso (23), tanto una interpretación cuantitativa como una cualitativa son imaginables, como ya hemos demostrado. La reduplicación léxica se da con los siguientes verbos (una ocurrencia en cada caso): cambiar, edificar, hablar, imponer, leer, nacer, seguir, trabajar. Observamos, en quinto lugar, la intensificación de pronombres indefinidos mediante la reduplicación léxica, hecho que hasta ahora solo se ha descrito por Ibarra (2006) para el castellano en Erroibar, Nafarroa/Navarra.26 Encontramos cuarenta y ocho ocurrencias (30,57%) en nuestro corpus, distribuidas entre dieciséis de los veinte informantes. Documentamos la reduplicación de los pronombres indefinidos otro (dos ocurrencias), mucho (dieciséis ocurrencias), todo (veinte ocurrencias), nada (seis ocurrencias), algún (una ocurrencia), tanto (una ocurrencia), menos (una ocurrencia) y más (una ocurrencia).27 En el caso de mucho, nada, otro y todo, los pronombres indefinidos adquieren la función de adjetivo o la de sustantivo, tal y como puede verse en los ejemplos (25) a (32), en los cuales contrastamos estos usos: (25)
G 20: (nombre de mujer) no te va a decir tantas cosas (ininteligible) te [digo como yo/ (nombre de mujer)] A: [vamos a ver] G 20: te va a contar de Astrabudua [] A: [muy bien] G 20: sí sí sí [sí sí sí] A: [es otra/] G 20: otra otra [cosa, sí], A: [otra cosa] (E 7/G 20/320)
(26)
G 05: no pero no sé, as/, a veces preferimos hacer otros planes en vez de, ir al cine y tal preferimos hacer algo, al aire libre o lo que sea, o ir a tomar algo por ahí … (2,533'') no somos/ en el grupo no/ no debemos ser muy cinéfilos A: … (2,04'') G 05: yy (0,787'') . otra otra otra que he visto, no sé … (4,047'') hombre el otro día aquí en casa vimos, "Señales del futuro" [] (E 1/G 05/46)
26 Consúltese también Vigara Tausta (1992) para su presencia en el habla coloquial del español en general. 27 Seguimos la clasificación de los pronombres indefinidos aplicada por De Bruyne (2002).
218
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
(27)
A: mh . ¿pero entiendes/ ¿sigues entendiendo algo o? G 43: a ver si me/ si presto mucha mucha mucha atención y el nivel de conversación no es demasiado complejo sí [me falta] (E 19/G 43/951)
(28)
G 23: y no les dejaron . y vivían en un chalé y todo, no les dejaron entrar porque no eran de sangre azul A: mh G 23: síí (0,493'') había esa cosa/ hubo en Las Arenas mucho mucho A: mh . ¿Neguri también es de Las Arenas o es [otroo (0,413'')//] G 23: [Neguri] G23: también es más elegante, sí es de Getxo (E 10/G 23/445)
(29)
G 21: aquí se vive muy bien y sobre todo Las Arenas . tiene/, mejor que Algorta . que Algorta tiene muchas cuestas A: mh G 21: mucho para arriba, aqu/ Las Arenas es todo plano A: mh G 21: si es un sitio ideal para andar y para pasear y pa/, porque es todo todo todo liso todo [plano] (E 8/G 21/351)
(30)
G 22: A: G 22: A: G 22: A: G 22:
(31)
G 35: y Las Arenas también trabajan/ la mayoría de la gente trabaja en Bilbao pues . Las Arenas . que yo sepa un par fábricas que había por ahíí (0,44'') y (nombre de una empresa) y alguna cosa eso pero aquí básicamente en Getxoo (0,82''), industria A: nada .. G 35: pp A: mh G 35: y nada nada nada . ahora aquí en la zona de/ bueno, pero bueno eso ya es Berango pero bueno aquí en la zona de Getxo también hay pues hay ahí/ .. han construido por ahí unos pabellones pero lo que es industria vamos a decirlo como Al/ no, "Altos Hornos" porque estaba in/ eh en/, en Barakaldo [al otro] (E 14/G 35/732)
(32)
A: mh . ¿y tus padres no sabían [nada de euskera?] G 43: [nada nada nada] G 43: nada nada .. (E 19/G 43/971)
todos los/ ah y todos los nórdicos me los he leído, claro . ¿"Mankell" y// todos [todos todos] [¿todos?] todos los de "Mankell", todos [] [] los tengo todos [más que] (E 9/G 22/397)
Observamos, excepto en los casos de la reduplicación de mucho, que la intensificación es cualitativa y los pronombres indefinidos reduplicados pueden ser
5.2 Morfología
219
parafraseados por absolutamente nada, totalmente otra, verdaderamente todo, etc. En el caso de mucho, en cambio, se trata de una intensificación cuantitativa. El adverbio reduplicado puede parafrasearse por el superlativo muchísimo porque mucho es un cuantificador que permite también otros procedimientos de intensificación. Los pronombres indefinidos algún, más y menos que se reduplican en nuestro corpus funcionan como adjetivos, mientras que tanto adquiere el valor de adverbio, como demuestran los ejemplos (33) a (36): (33)
G 22: y yo no creo que había ido aa (0,553''), cursos de euskera todavía A: mh . G 22: bueno igual algún algún verano .. pero luego he estado todo/ todo/ mucho tiempo a/ a, cachos y ahora en la empresa nos pagan (E 9/G 22/382)
(34)
A: y, ¿con "Osasuna"? … (2,653'') G 09: ahora también . ts o sea . cada vez más yo creo cada vez hay más más, bronca con "Osasuna" (E 2/G 09/75)
(35)
A: [en el setenta y cinco] G 45: tendría? no sé pues no me acuerdo pues pues pues, veinticinco o treinta ¡no! treinta no menos menos vein/ . igual/ . no, [no, más más más, no, si aguantó] (E 20/G 45/ 999–1000)
(36)
G 39: y ahora pues por ejemplo bajo a Las Arenas y digo o sea parezco u/ u/ . que soy de fuera [porque no conozco a nadie ¿no sabes esa sensación] A: [ sí] G 39: de que, ha crecido tanto tanto tanto tanto? . yy (0,673'')/ yy (0,753'') bueno pues claro que ha crecido, ha crecido en el sentido de que bueno pues yo cuando era chiquitina . pues jugábamos en la calle pues hoy los niños juegan en una plaza y . pues eh todo ha evolucionado lógicamente en cuarenta y cinco años si no evolucionamos (E 16/G 39/806)
Observamos que en el ejemplo (33) es más probable la interpretación cuantitativa de algún que la cualitativa, puesto que la construcción algún verano expresa una relación temporal, una dimensión que en general se puede medir, aunque algún relativiza el momento concreto. A nuestro parecer, en los casos de más (34) y menos (35) la reduplicación provoca también una intensificación claramente cuantitativa y se puede parafrasear por mucho más y mucho menos. La paráfrasis con mucho subraya aún más su valor cuantitativo. Lo mismo ocurre en el caso (36), donde la reduplicación cuádruple del adverbio tanto atribuye un valor cuantitativo a la forma intensificada en el sentido de de forma abundante. En total, la reduplicación doble (veintinueve ocurrencias) también prevalece en el caso de la intensificación de los pronombres indefinidos aunque observamos, igualmente, una cierta frecuencia de la reduplicación triple (trece ocurrencias),
220
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
algunos casos de la reduplicación cuádruple (cinco ocurrencias) e, incluso, una ocurrencia de la reduplicación quíntuple. Por último, encontramos en el corpus un solo caso (0,64%) de reduplicación triple del numeral cardinal una, una categoría de palabra que solo se detectó en el castellano de Erroibar, Nafarroa/Navarra, por Ibarra (2006), y cuya intensificación, en nuestro caso, es claramente cuantitativa, como puede verse en el ejemplo (37): (37)
A: G 17: A: G 17:
ah contigo y con tu sobr/ con tus sobrinos ¿es una o es va// no una una una . ¿una hija? . una hija tiene . mi cuñado y el perro .. (E 5/G 17/203)
La informante refuerza la circunstancia de que tiene una sola sobrina, es decir, enfatiza el valor cuantitativo de una. Podemos resumir que no todos los informantes emplearon todos los tipos de reduplicación léxica yuxtapuesta que se pueden encontrar en el corpus de Getxo. La reduplicación léxica, sobre todo de verbos, sustantivos, pronombres indefinidos y numerales, ofrece a los hablantes una posibilidad de intensificar categorías de palabras que, por ser completas conceptualmente, no se pueden intensificar mediante la afijación o la intensificación léxica o a través del adverbio de grado muy, como afirma Lamíquiz (1971). Su intensificación es, en la mayoría de los casos, cualitativa. Pensamos que nuestros datos revelan que se trata de un procedimiento bastante usual, aunque algunos informantes lo emplearon más que otros. Observamos que de los seis tipos de reduplicación —adjetival, adverbial, sustantiva, verbal, pronominal y numeral— la pronominal es la que más se da en el corpus, mientras que la numeral es la menos empleada. Los informantes de Getxo emplean, también, la reduplicación de adjetivos y adverbios para la intensificación cualitativa y cuantitativa, procedimiento que se ha constatado también en otras variedades del castellano y se considera como rasgo del castellano hablado en general. Es además reconocido, al menos en el caso de los adjetivos y del adverbio muy, por parte de la gramática prescriptiva como característica del castellano coloquial, siendo uno de sus procedimientos para la intensificación. En nuestro corpus, la reduplicación doble es la de mayor frecuencia con ciento veintiuna ocurrencias (77,07%) de un total de ciento cincuenta y siete casos de reduplicaciones léxicas, mientras que la triple llega solo a veinticinco ocurrencias (15,92%), la cuádruple a diez (6,37%) y de la quíntuple se da en todo el corpus exactamente una ocurrencia (0,64%). La reduplicación léxica yuxtapuesta de adjetivos, adverbios, sustantivos, verbos y pronombres constituye, por tanto, un elemento integrado en el castellano de Getxo, en vista de que pudimos documentarla en la mayoría de los informantes. No obstante, será necesario un
reduplicación de adjetivos reduplicación de adverbios reduplicación de sustantivos reduplicación de verbos reduplicación de pronombres indefinidos reduplicación de numerales
Tipo de reduplicación
N° informante
1
1
5
1
1
—
1
1
—
—
2
—
—
1
2
—
—
—
—
1
—
—
—
2
1
—
1
1
1
2
—
2
—
1
—
2
—
7
—
2
1
7
—
11
—
—
—
1
—
2
—
2
2
2
—
3
—
—
1
—
—
3
—
—
2
2
—
—
—
2
2
2
—
5
3
6
6
7
—
2
1
—
2
2
—
—
—
—
2
—
—
2
—
2
1
3
—
1
—
1
6
—
—
—
—
—
4
—
—
4
—
—
6
—
—
1
—
1
4
1
G 05 G 09 G 10 G 14 G 17 G 19 G 20 G 21 G 22 G 23 G 29 G 30 G 33 G 35 G 38 G 39 G 40 G 42 G 43 G 45
Tabla 5: Distribución de la reduplicación léxica yuxtapuesta entre los informantes del corpus de Getxo.
1
48
8
23
42
35
∑
5.2 Morfología
221
222
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
estudio comparativo para comprobar si se emplea con más o menos frecuencia que en otras variedades (cf. 5.6). Resumimos la distribución de los diferentes tipos de reduplicación léxica entre los informantes de Getxo en la tabla 5. Cabe destacar que en nuestro corpus se dan todas las formas de reduplicación constatadas también en los estudios previos (Echaide 1968; Zárate 1976; Urrutia Cárdenas 1988; 1991; 1995; 2006b; Fernández Ulloa 1996; 1997; 2001a; Oñederra 2004; Gómez Seibane 2011a), además de la pronominal y de la numeral, constatadas por Ibarra (2006) en el castellano de Erroibar, Nafarroa/Navarra. Partiendo de nuestros resultados pensamos que deberían llevarse a cabo otros estudios que tengan en cuenta la frecuencia de uso (absoluta y relativa) de este fenómeno que señalamos, para compararla con la frecuencia de uso en otras variedades del castellano en situaciones comunicativas comparables, a fin de averiguar si la frecuencia de uso es realmente mayor en las variedades del castellano en el País Vasco que en otras variedades, por ejemplo, por la influencia de una lengua de contacto, el euskera, que conoce también este procedimiento, tal y como afirman Zárate (1976) e Ibarra (2006). De esta manera se podrían aumentar los conocimientos sobre posibles diferencias diatópicas que advierten Varela y Martín García (1999, 5024).
5.2.2 El sufijo diminutivo -txo o -txu En distintos estudios y artículos se ha afirmado que el uso del sufijo diminutivo del euskera -txo o -txu, en algunos casos escrito -cho o -chu, también se suele emplear en el castellano hablado del País Vasco para la formación de hipocorísticos (Zárate 1976; Hernández Alonso 1988; Urrutia Cárdenas 1988; 1991; 1995; 2002b; 2006b; Fernández Ulloa 1996; 1997; 2001a; Barreña 2005). Según Zárate, en el castellano del Valle del Txorierri, se suele añadir «a cualquier nombre familiar» y «a las formas [nombres de pila] apocopadas» (1976, 41). A pesar de que no existen estudios de frecuencia de uso de este sufijo, Barreña señala que «es frecuente la utilización del sufijo -chu (del vasco -txo) para crear diminutivos de nombres propios» (2005, 179), posición sostenida también por Hernández Alonso, quien indica que se añade «con suma frecuencia el sufijo -txu a cualquier nombre de familias» (1988, 55), si bien especifica que sería así «al menos en el euskaldún que habla castellano que es quizás el caso más llamativo» (1988, 55). Sin embargo, no queda claro si es un rasgo de todos los diferentes grupos de la comunidad de comunicación vasca, y por tanto un rasgo del castellano vasco, o si se da solo en algunas variedades, por falta de estudios. Tampoco es especificado por ninguno de los autores mencionados con qué frecuencia aparece y en comparación con qué otra variedad su uso es «frecuente».
5.2 Morfología
223
Según Hualde y Ortiz de Urbina (2003, 330), el sufijo diminutivo del euskera -txo o -txu es uno los más productivos y más usados del euskera. En algunos dialectos del euskera -txo se pronuncia más cerrado como -txu, por lo cual puede decirse que existen dos formas del mismo sufijo (Zubiri Ibarrondo/Zubiri Ibarrondo 2000, 297). El sufijo -txo o -txu funciona en euskera como diminutivo que se emplea con nombres de pila y nombres propios (2000, 297), tal como puede verse en los ejemplos (a), (b) y (c) en la tabla 6. En esta lengua, -txo o -txu también pueden usarse como sufijos de adjetivos y de adverbios (2000, 297), como en (d) y (g). Pueden emplearse, además, en comparaciones donde se intercala -txo o -txu entre la raíz del adjetivo o adverbio y los sufijos de comparación del euskera -ago o -egi (2000, 298), como en (e) y (f) o en (h) y (i). Zubiri Ibarrondo y Zubiri Ibarrondo (2000, 298–299) señalan, además, que el uso del sufijo -txo o -txu es posible con otros tipos de palabras tal como cuantificadores (ejemplo j), y pronombres (ejemplo k). Asimismo, Hualde y Ortiz de Urbina (2003, 331) indican que -txo o -txu pueden usarse también con los verbos de frases relativas, como puede verse en (l). Tabla 6: El uso del sufijo diminutivo -txo o -txu en euskera, según Zubiri Ibarrondo y Zubiri Ibarrondo (2000, 297–299) y Hualde y Ortíz de Urbina (2003, 331). Tabla elaborada por Ch. P.-K.
(a) (b) (c) (d) (e) (f) (g) (h) (i)
Exemplo en euskera Nor da umetxo hori? Laguntxo bat. Aitatxo, kalera joan naiteke? Galdetu amatxori. Non da Mikeltxo? Josetxorekin joan da kalera. Etorri ohera, bero-berotxo dago eta. Hau handitxoagoa da, baina garestitxoagoa ere bai. Hori handitxoegia da niretzat eta bestea laburtxoegia. Ondotxo dakizu zuk zer ez duzun egin behar. Ez kezkatu, lehentxoago edo gerotxoago lortu egingo dugu. Zoaz astirotxoago, arintxoegi goaz eta.
(j) Hori askotxo esatea da. (k) Nik ez dut ezertxo ere ultertu. (l)
Dakidantxoa.
28 Trad. por Ch. P.-K.
Traducción al castellano28 ‘¿Quién es ese niñito? Un amiguito.’ ‘Papá, ¿puedo salir? Pregunta a (tú) mamá.’ ‘¿Dónde esta Miguelito? Anda por la calle con Joseito?’ ‘Ven a la cama porque está muy calientito.’ ‘Este es más grandecito pero también más carito.’ ‘Ese es demasiado grandito para mí y el otro demasiado cortito.’ ‘Tú sabes bastante bien lo que no debes hacer.’ ‘No te preocupes, (más) antes o (más) después lo lograremos.’ ‘Vas más despacito, porque vamos demasiado rapidito.’ ‘Eso es decir bastante/demasiado.’ ‘Yo tampoco he entendido absolutamente nada.’ ‘Lo poco que sabía.’
224
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
No obstante, en el caso de -txo o -txu, o escrito en su forma castellana -cho o -chu, no se trata de un sufijo que se encuentra únicamente en el castellano hablado en el País Vasco ni en euskera. En su trabajo sobre formación de palabras, Rainer (1993, 198) enumera este sufijo entre las «evaluative Wortbildungskategorien» ‘categorías de formación de palabra evaluativas’ del castellano. Según este autor, se trata de un sufijo que puede aparecer únicamente con nombres propios, como Carmenchu (1993, 198) o Juancho (1993, 433). En caso de que sean nombres de pila femeninos, puede encontrarse también la forma femenina -cha, como en Carmencha (1993, 433). Rainer señala que el uso de este sufijo se ha constatado en México, (Boyd-Bowman 1955)29, en España (Stratmann 1935)30 y en Bogotá (Urawa 1985).31 Rainer (1993, 434) hace referencia a Stratmann (1935, 12), quien indica que el sufijo se da en toda América, pero que procede «quizás de las Vascognadas, que es donde más se emplea en España» (Stratmann 1935, 12). No obstante, para Rainer (1993) se trata de un sufijo del castellano general, dada su gran extensión. En cuanto a su función, el autor concluye que todos los hipocorísticos, entre ellos el sufijo -txo o -txu, constituyen un recurso para expresar sentimientos positivos o cariñosos frente al interlocutor (1993, 198). Según Zárate (1976, 41), mediante el sufijo -txo o -txu se expresa un valor de afectividad. Ahora bien, en nuestro corpus observamos que se emplearon al menos dos nombres de pila en casi todas las entrevistas, salvo en la de G 05, quien no empleó ningún nombre de pila, y en las entrevistas con G 14, G 21 y G 45, donde los informantes usaron un solo nombre de pila. En total aparecen en el discurso de los informantes doscientos veintinueve nombres de pila. Se trata, en doscientos catorce casos, de nombres de pila de personas de quienes el informante estuvo hablando, mientras que en siete casos el informante se dirigió directamente a la persona en cuestión, por ejemplo porque había entrado en el cuarto; seis casos son de la informante G 17, que discutió el origen de su nombre de pila y, en dos ocasiones, los informantes dijeron un nombre de pila porque la entrevistadora no se acordó de él. A pesar de tantas ocurrencias de nombres de pila en nuestro corpus —incluso hubo momentos en los que, por ejemplo, la informante G 10 se dirigió directamente a su hijo—, solo documentamos una ocurrencia de un nombre de pila apocopado con el sufijo diminutivo -txu, que reproducimos en el ejemplo (38):
29 Boyd-Bowman, Peter, Cómo obra la fonética infantil en la formación de los hipocorísticos, Cuadernos bibliográficos 38 (1955), 245–275, ápud Rainer (1993, 433). 30 Stratmann, Jozef, Die hypokoristischen Formen der neuspanischen Vornamen, Köln, [s. e.], 1935 (Dissertation), ápud Rainer (1993, 433). 31 Urawa, Mikío, Muestra de hipocorísticos en el español bogotano, Thesaurus 40 (1985), 51–102, ápud Rainer (1993, 434).
5.2 Morfología
(38)
225
G 35: mis hijos/ mis/, mis dos hijos/ . porque yo cuando vine aquí no/ antiguamente pues aquí no estaba permitido todavía la enseñanza del euskera [] A: [mh] G 35: pero mis hijos han hecho, todo el bachiller y incluso este pequeño está haciendo la carrera en euskera A: mh [¿qué está] G 35: [yy (0,453'')] A: haciendo él? G 35: eeh (0,82'') . el Davitxu32 está haciendo magisterio A: mh . G 35: magisterio musical (E 14/G 35/712–713)
Es posible, en este caso, que el informante G 35 emplee el sufijo diminutivo por varios motivos: en primer lugar, para indicar que se trata de su hijo más joven, esto es, para oponer las edades de sus hijos de forma explícita. En segundo lugar, este uso puede resultar del hecho de que siempre le llame Davitxu, por lo que ya no se da cuenta de que emplea una forma hipocorística. En tercer lugar, es también concebible que mediante esta forma el informante exprese su orgullo y su emoción frente al hecho de que su hijo más joven sepa tanto euskera que incluso pueda hacer una carrera universitaria en esta lengua, la cual el informante mismo no pudo estudiar en la escuela por su edad y las circunstancias histórico-políticas. Se trata, pues, de una situación semiformal en que se emplea esta forma, porque el informante demuestra sus sentimientos por su hijo ante una persona que no conoce mucho. Una segunda ocurrencia que documentamos es el uso del sufijo diminutivo -txo o -txu añadido a la palabra del euskera ama ‘madre’. Este término fue empleado dos veces por la informante G 39. Así, lo encontramos en los ejemplos (39) y (40), donde amatxo sirve como apodo cariñoso, esto es, se trata de un término que equivale a un nombre propio puesto que está empleado en lugar del nombre propio de la madre o del vocativo mamá: (39)
G 39: les decía "pues si no/, no sé para qué queréis que esté aquí . si no me hacéis ni caso, si ya vamos a la plaza y os vais cada una por vuestro lado y tal", y la mayor me decía "sí amatxo pero nosotros sabemos que estás ahí" . sabes ¿no? (E 16/G 39/808)
(40)
G 39: pero bueno "¿y tú cuándo te vas a independizar?" pero "¿y dónde voy? si no puedo pagarme un alquiler . no puedo tal no puedo cual" . digo "ya, qué bien se vive en casa del amatxo" A: mh .. G 39: que te den de comeer (0,593''), que te den de tal que te den de cual, ya . (E 16/G 39/ 832)
32 Hemos cambiado el nombre de pila.
226
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
El valor de amatxo en ambos casos es positivo, si bien el contexto discursivo en que aparece en el ejemplo (40) parece atribuirle un valor peyorativo, el cual no influye, sin embargo, en el valor del sufijo diminutivo -txo o -txu. Podemos afirmar que el sufijo que estudiamos está aplicado a un apodo cariñoso que sustituye al nombre de pila.33 En cuarto lugar, encontramos una ocurrencia del sufijo diminutivo -txo o -txu donde este fue añadido al topónimo Araba ‘Álava’, es decir, al nombre en euskera de una de las provincias de la Comunidad Autónoma Vasca. La informante crea de este modo un gentilicio que reproducimos en el ejemplo (41), juntando el topónimo con el sufijo diminutivo -txu. Esta unión no existe en euskera, dado que el gentilicio derivado de Araba es arabar ‘alavés, -a’.34 (41)
A: G 17: A: G 17: G 17 A: G 17: A: G 17: A: G 17:
mh, de/ ¿quién era de ahí? . mi amuma . dio/ . mi abuela tu abuela, ¡ah! [] [mi abuela] mi abuela vale, ¿eso es lo que/ lo que decías tú "amuma"? . amuma [amuma] [amuma] mi amuma mh, además era pues eh mi/ . mi aitite era ara/ arabetxu yy (0,627''), los otros pues eran/ . eran nacidos aquí lo que pasa que eran de descendientes asturianos .. de laa (0,553'') época de laa/ . supongo que será sobre el mil ocho cientos que vinieron los de/ los/ .. los que se estaban muriendo de hambre (E 5/G 17/192)
A nuestro entender, el diminutivo se emplea en el ejemplo (41) también de forma cariñosa, teniendo en cuenta que la informante lo emplea para explicar el origen de su abuelo, que designa con el nombre común y vocativo en euskera aitite ‘abuelo’. Es probable que la informante emplee el diminutivo -txu para subrayar, de esta manera, la relación estrecha y cariñosa que tiene con el País Vasco mediante el origen de su abuelo, que procedía de la provincia de Araba/Álava, puesto que ya había hecho hincapié en que su abuela procedía «del centro centro neurálgico de Euskadi» (E 5/G 17/192).
33 Queremos destacar que amatxo va acompañado aquí por el artículo determinado masculino el. 34 Es poco probable que la informante quisiera hacer alusión a que su abuelo era de un país árabe, para lo que se emplearía eusk. arabe o eusk. arabiar, sino que debe adscribirse a sus competencias mínimas en euskera.
Tipo de sufijo diminutivo -ito -ita -cito -cita -illo -illa -ín -ina -ico -txi -txo / -txu -uela -eta
N° informante
4 1 1 — — — — — — — — — —
5 3 — — 1 1 — — — 4 — — —
7 3 — 1 — — — — — — — — —
6 5 1 — — 1 — — — — — — —
2 1 — — 2 — 2 — — 2 1 1 —
8 9 2 1 1 1 — — — — — — —
15 9 4 — — 1 3 — — — — — 1
1 5 1 — — 1 — — — — — — —
5 2 — — — — — — — — — — —
5 3 1 — 1 — — — — — — — —
5 4 1 — 1 — — — — — — — —
9 7 2 — 2 6 2 — — — — — —
17 23 3 1 2 — — — — — — — —
3 6 — — 1 2 — — — — 1 — —
2 — — — 1 — 3 — — — — — —
5 7 1 — 1 — — 3 — — 2 — —
5 3 — — — 1 — — — — — — —
3 4 — — 3 — — — — — — — —
9 6 1 — — 1 — — 1 — — — —
∑
25 141 5 106 1 19 — 3 2 18 — 15 1 11 — 3 — 1 — 6 — 4 — 1 — 1
G 05 G 09 G 10 G 14 G 17 G 19 G 20 G 21 G 22 G 23 G 29 G 30 G 33 G 35 G 38 G 39 G 40 G 42 G 43 G 45
Tabla 7: La distribución de los distintos sufijos diminutivos empleados entre los informantes del corpus de Getxo.
5.2 Morfología
227
228
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
Partiendo de nuestros datos y a modo de conclusión, no podemos confirmar que el sufijo diminutivo -txo o -txu forme parte del castellano de los hablantes monolingües de Getxo, o, al menos, del registro semiformal (cf. 4.3.7) en que realizamos las entrevistas, en vista de la escasez de ocurrencias que documentamos en nuestro corpus (cf. 5.6). No obstante, queremos advertir que otros sufijos diminutivos como -ito e -ita y sus variantes -cito y -cita, así como -illo e -illa han sido empleados con una frecuencia de uso absoluta mucho mayor que el sufijo diminutivo -txo o -txu. Únicamente encontramos un caso en el que se empleó el diminutivo -ita con un nombre de pila (E 12/G 30/579), aunque prácticamente todos los informantes emplearon algún nombre de pila durante la entrevista. Encontramos, por otra parte, varias ocurrencias del sufijo -txi, que aparece siempre con el gentilicio guipuzcoano, que los informantes G 09 (E 2/G 09/74) y G 17 (E 5/G 17/209) abrevian de esta forma: giputxi. Resumimos en la tabla 7 la frecuencia de uso absoluta con que se han empleado los diversos sufijos diminutivos en nuestro corpus.
5.3 Sintaxis 5.3.1 El artículo determinado 5.3.1.1 El artículo determinado ante nombres de parentesco 5.3.1.1.1 Aspectos teóricos El uso del artículo determinado ante nombres de parentesco se considera como característica del castellano hablado del País Vasco.35 Se trata, en concreto, de una estructura gramatical empleada para expresar una relación de posesión o pertenencia, en este caso la de parentesco, sin emplear el pronombre posesivo.36
35 No hablaremos de sustitución respecto a este fenómeno como Zárate (1976, 44), Fernández Ulloa (1996, 103; 1997, 202) o Etxebarria Arostegui (2008, 84), dado que, a nuestro entender, no se trata de una sustitución ya que los usuarios aplican otros procedimientos sintácticos para aclarar unívocamente la posesión al emplear el artículo determinado. No se menciona ni en los manuales de introducción a la lingüística hispánica ni en los manuales de lingüística de contacto que consultamos (por ejemplo, Muñoz Cortés 1992; Hualde/Antxon/Escobar 2001; Barreña 2005; Kabatek/Pusch 2009; Klee/Lynch 2009). 36 No existe unanimidad sobre si en el caso de los posesivos mí, ti, su, nuestro, vuestro, mío, tuyo, suyo, etc., se trata de pronombres, de determinantes o de adjetivos ni si la calificación como «posesivo» es la adecuada (Porto Dapena 1982). Teniendo en cuenta estas cuestiones controvertidas que también se demuestran a través de la terminología empleada por los distintos investigadores al describir el uso del artículo determinado ante nombres de parentesco en el castellano del
5.3 Sintaxis
229
Landa (2008) denomina este procedimiento «POSESIÓN EXTERNA (PE) porque el posesor no aparece expresado explícitamente dentro del sintagma que contiene lo poseído» (Landa 2008, 361).37 Echaide (1968, 72), Zárate (1976, 44), Urrutia Cárdenas (1988, 35; 1991, 215; 1995, 244; 2002b, 248; 2006b, 485), Fernández Ulloa (1996, 103; 1997, 202) y Oñederra (2004, 1111) hacen hincapié en que se trata de un fenómeno que se debe al contacto lingüístico con el euskera, dado que en esta lengua la posesión inalienable de parentesco se expresa mediante el artículo determinado (cf. también Landa 2008). Zubiri Ibarrondo y Zubiri Ibarrondo (2000, 132) afirman que el artículo determinado se emplea en euskera cuando se trata de un ser o un ente único, esto es, por el conocimiento del mundo que comparten los hablantes se supone que solo se tiene, por ejemplo, una madre, un esposo, etc.38 Sin embargo, del uso del artículo determinado en euskera, por ejemplo con nombres de parentesco, no se
País Vasco, usaremos en el presente estudio la terminología de Picallo y Rigua (1999), quienes consideran los posesivos como pronombres. 37 Según Costa Olid, poseedor y poseído son elementos extralingüísticos dado que «[l]a posesión es una relación extralingüística que se da entre un(os) sujeto(s) y un(os) objeto(s) real(es). No hay un poseedor ni un poseído en la lengua» (1981, 15). 38 Zubiri Ibarrondo y Zubiri Ibarrondo indican: «Munduaz daukagun ezagutzak izaki bakarra dagoela esaten digunean, artikulu zehaztua erabiltzen dugu. Hona hemen zenbait adibide: Hori herriko alkateA da. Gizon hura Mirenen senarrA da. Gizon hori Amaiaren medikuA da. Horiek Andoniren gurasoAK dira. Amaik lanA galdu du. Aurreko adibideotan ez dago txarto ulertzeko arriskurik; kasu guztietan artikuluak balio zehaztua dauka eta, horrenbeste, ez luke zentzurik izango artikulu zehaztugabea erabiltzeak. Horrela, lehen adibidean, esaterako, herrian alkate bakarra dagoela suposatzen da; bigarrenean ere, Mirenek senar bakarra daukala suposatzen da. Horixe da aho, aurpegi, sudur, buru, eta abarren kasua ere» (Zubiri Ibarrondo/Zubiri Ibarrondo 2000, 132). ‘Cuando hablamos con el conocimiento que tenemos del mundo de un ente único empleamos el artículo determinado. He aquí algunos ejemplos: Este es EL alcalde. Este hombre es EL marido de Miren. Este hombre es EL médico de Amaia. Estos son LOS padres de Andoni. Amaia ha perdido EL trabajo. En los ejemplos que damos no son difíciles de entender; porque en todos los casos el artículo tiene un valor determinado; de otro modo, no tendría sentido el uso del artículo indeterminado. Así, en el primer ejemplo, se supone que el pueblo tiene un alcalde; también en el segundo se supone que Miren tiene un marido. Eso, precisamente, ocurre en los casos de boca, cara, nariz, cabeza, etc.’ (Zubiri Ibarrondo/ Zubiri Ibarrondo 2000, 132, trad. por Ch. P.-K.).
230
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
puede deducir que El hijo se ha muerto significa ‘El único hijo se ha muerto’ o que He salido con el hermano significa ‘He salido con el único hermano que tengo’ (cf. Zubiri Ibarrondo/Zubiri Ibarrondo 2000, 132). No obstante, el hecho de que se trate de una posesión inalienable, la de parentesco, permite en euskera el empleo del artículo determinado. De ahí que se haya atribuido una y otra vez el uso del artículo determinado en lugar del posesivo con nombres de parentesco en el castellano del País Vasco a una influencia del euskera, indicando que ésta «es la construcción normal en vasco» (Echaide 1968, 72; cf., también, Zárate 1976, 44; Etxebarria Arostegui 2008, 84). Asimismo, Urrutia Cárdenas (1995, 244) mantiene que es por efecto del contacto de lenguas, a pesar de que existen estudios que documentan este fenómeno en otras variedades del castellano fuera del País Vasco, como afirma él mismo: «Despite the fact that this phenomenon may be found in other Spanish dialects, I believe that its presence in the Basque language, when designating kinship, has influenced the Spanish of the Basque Country» (Urrutia Cárdenas 1995, 244). Urrutia Cárdenas (2006b, 485) proporciona los siguientes ejemplos (42) y (43) para ilustrar esta afirmación:39 (42)
(43)
« Vasco Español estándar
La madre me ha dicho… Amak esan dit… Mi madre me ha dicho…».
Vasco Español estándar
Fue a buscar a la hermana. Arrebaren bila joan zen. Fue a buscar a su hermana».
«
A pesar de que este fenómeno se describe en casi todos los estudios existentes como rasgo del castellano del País Vasco, prácticamente no se dan explicaciones que vayan más allá de lo que hemos dicho hasta ahora, excepto por Landa (2008) y Franco y Landa (2002). En opinión de Landa, el uso del artículo ante nombre de parentesco «no es una innovación del castellano hablado en el País Vasco» (2008, 361). La autora subraya que el empleo del artículo para expresar la posesión inalienable es un procedimiento común del castellano que se emplea también al hablar de las partes del cuerpo, por ejemplo. Afirma que con éstas se suele usar el artículo determinado y no el posesivo.40 Asimismo, Leonetti (1999) hace hincapié
39 Los mismos ejemplos se dan en los demás artículos de Urrutia Cárdenas (1988; 1991; 1995; 2002b). 40 No es el caso, por ejemplo, en alemán, lengua en la que es posible tanto el uso del pronombre posesivo con partes del cuerpo, al. Mir tut mein Arm weh ‘Me duele mi brazo’, como el del artículo determinado, al. Mir tut der Arm weh ‘Me duele el brazo’. Véase acerca de este tema, por ejemplo,
5.3 Sintaxis
231
en que el poseedor al que pertenece una parte del cuerpo, o bien otra cosa que forma parte de su esfera personal41, no aparece reflejado en el interior de estas construcciones sino que está mencionado «en un constituyente externo al SN [sintagma nominal] definido» (1999, 809), por ejemplo a través de un pronombre clítico. Según Picallo y Rigua (1999), la ausencia del poseedor puede tener consecuencias sintácticas que se manifiestan, por ejemplo en «[l]a ausencia del pronombre posesivo y la presencia del pronombre de dativo en determinado contextos» (1999, 1006). De esta forma lo que queda, según Leonetti (1999), es «el artículo como marca de definitud, pero la posibilidad de inferir correctamente la identidad de ese poseedor queda asegurada y permite obtener la información necesaria para satisfacer el requisito de unicidad asociado al artículo» (1999, 809), porque se emplean otros elementos oracionales que asumen esta función (cf. también Demonte 1988). Así, Butt y Benjamin (2000, 96) afirman que cuando el contexto deja claro las relaciones posesivas, el castellano emplea (siempre) el artículo determinado.42 En opinión de Landa (2008) y de Picallo y Rigau (1999), esto es exactamente lo que pasa al usar el artículo con los nombres de parentesco. Picallo y Rigau (1999) afirman que, por un lado, los nombres de parentesco forman parte de la esfera personal del hablante.43 No obstante, por el otro,
De Bruyne (2002, 194). Gili y Gaya señala acerca de expresiones como he dejado mis guantes sobre mi mesa o puso su mano en su bolsillo que «sin ser gramaticalmente incorrectas, se sienten como pesadas por su redundancia» (1980, 240). 41 Entendemos con RAE/ASALE (2009) por esfera personal «el conjunto de cosas que es normal de poseer» (2009, 1063). Se incluyen también «cosas materiales que se interpretan como pertenecientes naturalmente a un individuo» (2009, 1063). 42 Véase también Fernández Ramírez (1987), quien señala que en algunas variedades como «en Madrid y otras regiones» (1987, 169–173) es común omitir el artículo determinado delante de nombres de parentesco sobre todo con madre y padre, mientras que «[e]n partes de Castilla la Vieja, Aragón y Valencia: el padre, la madre, etc.» (1987, 173, nota 370) se emplean con artículo determinado. 43 En RAE/ASALE (2009, 1061–1065) se explica al respecto de la sustitución del posesivo por el artículo: «El concepto de esfera personal, de naturaleza pragmática o discursiva, se extiende a la posesión inalienable. Así, si se introduce un grupo nominal de persona encabezado por un artículo determinado en el hueco marcado en A ella se lo había dicho __, se obtendrá la relación posesiva en unos casos (el marido, la vecina, el portero, la hija, el jefe), más claramente que en otros (el amigo, el compañero de trabajo, el hermano, el abogado). La relación de unicidad mencionada es uno de los rasgos que determinan la interpretación posesiva en estos casos, pero también lo es la proximidad o la cercanía puesto que de Me lo dijo el vecino no se infiere ‘Tengo un solo vecino’. Los posesivos prenominales en singular también dejan a veces en suspenso la denotación de unicidad, como en Me acompañó mi hijo. […] Se ha observado la interpretación posesiva de los grupos nominales formados por nombres de persona es general unas veces (Llevaba a los niños al colegio), pero otras es más propia del habla popular y familiar, o bien de la
232
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
«[l]os nombres de parentesco, inherentemente relacionales, permiten la supresión del pronombre posesivo cuando el otro miembro de la relación viene expresado por un elemento de la oración —por ejemplo, el sujeto (elíptico o no), un dativo, etc.— o bien cuando queda clara la relación a través de la situación pragmática […]» (Picallo/Rigau 1999, 1009).
Dicho de otro modo, el castellano ofrece la posibilidad de emplear el artículo con nombres de parentesco cuando el contexto comunicativo o un constituyente dentro de la oración en que aparece el nombre de parentesco definen y aclaran esta relación, como en el caso de la posesión inalienable de las partes del cuerpo.44 Según Landa, en el castellano hablado del País Vasco el poseedor puede ser identificado «a larga distancia» (2008, 362), esto es, mediante un pronombre explícito, tal como señalan también Picallo y Rigau (1999), entendiendo «a larga distancia» como contexto comunicativo, discursivo u oracional.45 Ahora bien, como acabamos de mostrar, el uso del artículo con nombres de parentesco no es un rasgo que se ha constatado exclusivamente en el castellano del País Vasco. Al describir este uso en el castellano de Erroibar, Nafarroa/ Navarra, Ibarra (2007) indica que «[e]n el habla de este valle, al igual que en toda la zona que ha sido vascoparlante, el artículo sustituye al posesivo ante denominaciones de parentesco. Estas formas pueden crear cierta ambigüedad, aunque su utilización viene dada en contextos en los que no es necesaria más precisión gramatical. Como se sabe, buena parte de la información semántica del coloquio está determinado por el saber situacional de los interlocutores» (Ibarra 2007, 917).
lengua culta pero con intención irónica o expresiva, como en Había dejado al marido en casa» (2009, 1063). 44 Véase también González Ollé (1964, 35), Fernández Ramírez (1987, 33–37 y 169) y Alarcos Llorach (1999, 120). Los trabajos de Costa Olid (1981), Porto Dapena (1982) y Satorre Grau (2000) no tienen en cuenta este aspecto. 45 Según Landa (2008), que ofrece una explicación partiendo de la gramática generativa, tales construcciones con artículo determinado en lugar de pronombre posesivo «contienen un pro posesivo[,] y […] a nivel de licenciamiento estructural, la diferencia entre el español estándar y la variedad hablada en el País Vasco es que en la variedad estándar los pros tienen que estar identificados localmente por una cabeza de CONC que los c-comande, mientras que en el castellano vasco estas categorías vacías (tanto de objeto como posesivo) pueden estar identificadas a larga distancia (como un pronombre explícito). El contacto con el euskera, lo que estaría provocando en este caso, es la pérdida de esa restricción de licenciamiento local, restricción que no existe en el euskera, pero no se trataría de la adopción de construcciones foráneas, ya que […] la posesión externa es posible tanto en español como en otras lenguas románicas» (2008, 362). Véase también Demonte (1988), quien enfoca el tema desde el mismo punto de vista teórico.
5.3 Sintaxis
233
La autora hace constar el empleo del artículo determinado ante nombres de parentesco, señalando que el contexto contribuye a resolver cualquier ambigüedad o duda que concierna a la relación inherente de parentesco, como acabamos de señalar. Ibarra no mantiene en su descripción del fenómeno que se trate de una interferencia o de un fenómeno causado por la influencia del euskera, si bien indica en la introducción de su artículo que el euskera «sigue actuando como sustrato en el habla actual» (Ibarra 2007, 917) en el área de Erroibar y, por tanto, en el castellano de sus informantes, a pesar de que hubieran perdido el euskera recientemente. Podría entenderse por esta afirmación que para la autora subyace alguna estructura del euskera en todos los fenómenos descritos.46 González Ollé (1964, 35) observa el uso del artículo ante nombres de parentesco en el castellano de La Bureba (Castilla y León) señalando que se trata de un fenómeno presente también en otras variedades. Varol-Bornes (2008) documenta el fenómeno en el judeoespañol de Estambul, indicando que este uso se da «devant les termes de proche parenté qui reduisent l’ambiguïté: la yamó el padre a mi mamá (Gentille) au lieu de su padre» (2008, 278).47 Según la autora (2008, 279), en el judeoespañol de Estambul se adscribe un valor empático al artículo determinado que sustituye al pronombre posesivo. Es posible que este valor se pueda observar también en el castellano hablado en el País Vasco, puesto que una informante de Bilbao nos dijo que el uso del artículo permite atribuir un matiz de cariño y cercanía al nombre de parentesco que el nombre de parentesco no conlleva al aparecer con el posesivo. Para esta informante, el uso del pronombre posesivo ofrece la posibilidad de contrastar; en mi madre o su madre se pone de relieve una oposición de tipo mi madre me lo ha dicho (y no la tuya), connotación que, según ella, no se admite en la madre me lo ha dicho, ya que quedaría claro que es la madre del que habla.48
46 Saralegui (1985) documenta este uso que califica como «neutralización de artículo y posesivo» (1985, 126) en las hablas Ribereñas, Nafarroa/Navarra, las cuales describe a partir de la obra literaria de José María Iribarren. Indica en la introducción acerca de su base de datos: «Como tal escrito, a mi juicio nada tiene de ‹intrascendente› ni tan siquiera de ‹divagación›, sino que, según yo entiendo, supone una auténtica caracterización fonética y morfosintáctica, además de léxica, aunque sea este último el aspecto pretendido por el autor, de las hablas de la Ribera de Navarra» (Saralegui 1985, 114). 47 En nuestra opinión, el posesivo no reduce necesariamente la ambigüedad de la oración, ya que no queda claro si el su expresado por la hablante hace referencia a su propio padre o al padre de su madre, es decir, a su abuelo materno. Resulta igualmente interesante que no se sustituya el posesivo delante de madre. No hemos encontrado descripciones de este uso en estudios de otras variedades del castellano. 48 De la posibilidad de provocar contrastes advierten también Picallo y Rigau (1999, 1010).
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5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
Orozco (2009 y 2010) observa el uso del artículo determinado ante nombres de parentesco en el castellano del Caribe colombiano, en concreto, en Barranquilla. Señala que en la variedad que estudia los nombres que designan progenitores favorecen más el uso de los pronombres posesivos que los nombres que hacen referencia a otros parientes: 83% frente a 64% (2009, 105). Sin embargo, ambas categorías de nombres (progenitores y parientes) desfavorecen el uso del artículo determinado y favorecen el de los pronombres posesivos, aunque los nombres que designan progenitores lo discriminan más que los que se refieren a parientes: 14% frente a 24% (2009, 105). En lo que se refiere al País Vasco, la ocurrencia del artículo determinado antepuesto a nombres de parentesco se ha señalado mayoritariamente en el castellano de hablantes bilingües euskera-castellano, pero también, aunque en menor medida, en el de castellanohablantes monolingües procedentes de Bizkaia —Valle del Txorierri (Zárate 1976), el Gran Bilbao (Urrutia Cárdenas 1988), Bermeo (Fernández Ulloa 1997) y Getxo, Gernika, Lekeitio y Bilbao (Franco/Landa 2002; Landa 2008)—, de una determinada zona de Gipuzkoa —Orio (Echaide 1968)— y en el castellano de hablantes bilingües euskera-castellano de Donostia-San Sebastián en general (Oñederra 2004). No obstante, no disponemos de estudios que examinen este fenómeno en los distintos grupos de hablantes de la comunidad de comunicación vasca en Araba/Álava y hacen falta más trabajos en otras zonas de Gipuzkoa y Bizkaia. Tampoco existen explicaciones más concretas sobre el empleo del artículo determinado ante nombres de parentesco, siendo las descripciones en los estudios mencionados muy breves. Por tanto, tampoco disponemos de datos sobre si se trata de un fenómeno diasistemáticamente marcado o no.49 Hasta ahora no ha sido objetivo de ningún estudio sociolingüístico del castellano en el País Vasco a pesar de que se considere como una de sus características. De ahí que en el apartado siguiente nos centremos en el uso de los nombres de parentesco con artículo determinado antepuesto, con el fin de comprobar si se da también en nuestro corpus de castellanohablantes monolingües de Getxo. De este modo iremos mejorando también nuestros conocimientos sobre el uso del artículo determinado para la expresión de posesión en castellano en general. Este uso hasta la fecha se ha considerado poco en las gramáticas del castellano, tal como afirma Orozco (2010, 196, 198).50 A diferencia de este autor, nos ocuparemos únicamente de la aparición con nombres de parentesco.
49 Orozco (2009, 105) señala que en el castellano del Caribe existe una marcación diastrática —de sexo— que concierne al uso de los posesivos y de las construcciones perifrásticas de posesión {artículo determinado + nombre de parentesco + de + poseedor (SN o nombre propio)}, pero no al uso del artículo determinado. 50 Véase al respecto la bibliografía detallada y comentada en Orozco (2010, 196–198).
5.3 Sintaxis
235
5.3.1.1.2 Uso del artículo determinado ante nombres de parentesco en el corpus de Getxo Al analizar nuestro corpus observamos la ocurrencia de los siguientes noventa y dos nombres de parentesco en singular y en plural: madre, padre, hermano, hermana, tío, tía, abuelo, abuela, niño, niña, hijo, hija, primo, prima, ama, aita, aitite, aitita, amona, amama, amuma, izeko, osaba, nieto, nieta, marido, mujer, esposo, esposa, sobrino, sobrina, yerno, nuera, madrina, chico, chica, bisabuelo, bisabuela, tatarabisabuelo, cuñado, cuñada, suegro, suegra, padrino, padrastro, madrastra, madres, padres, hermanos, hermanas, tíos, tías, abuelos, abuelas, niños, niñas, hijos, hijas, primos, primas, amas, aitas, aitites, aititas, amonas, amamas, amumas, izekos, osabas, nietos, nietas, maridos, mujeres, esposos, esposas, sobrinos, sobrinas, yernos, nueras, madrinas, chicos, chicas, bisabuelos, bisabuelas, tatarabisabuelos, cuñados, cuñadas, suegros, suegras, padrinos, padrastros, madrastras.51
Llegamos a un total de 1.201 ocurrencias en las que estos sustantivos, en función de indicador de relaciones inalienables de parentesco, aparecen en 1.061 casos (88,34%) con pronombres posesivos en la construcción {pronombre posesivo + nombre de parentesco}. En ochenta y siete ocurrencias (7,24%), los informantes emplearon el artículo determinado, lo que da la construcción {artículo determinado + nombre de parentesco}. En las restantes cincuenta y tres ocurrencias (4,42%), los informantes se servían de la construcción perifrástica de posesión {artículo determinado + nombre de parentesco + de + pronombre personal o sintagma nominal (SN)}. Queremos destacar que no documentamos en el corpus de Getxo ningún caso de la construcción perifrástica {artículo determinado + nombre de parentesco + pronombre posesivo} como el abuelo mío. No vamos a entrar
51 No incluimos los casos en los que tío o tía, por ejemplo, no hacen referencia a un (o una) pariente —el hermano o la hermana del padre o de la madre—, sino que se usan para hablar de cualquier persona. Lo mismo ocurre en el caso de abuelo que se usa a veces en lugar de ‘hombre mayor’ y en caso de frases hechas como madre mía, puñetera madre, etc. Consideramos los términos mujer, niño, niña, chico, chica y sus formas plurales solo cuando hacían referencia a un pariente, adquiriendo en estos casos los significados de ‘esposa’, ‘hijo’ e ‘hija’. No tenemos en cuenta los casos en que se emplea el artículo determinado con nombres de parentesco para afirmaciones generales sobre los padres, la mujer, etc. Tampoco incluimos los casos en que se emplea el artículo determinado con un nombre de parentesco que ha sido introducido justo antes con un pronombre posesivo y representa, por tanto, una repetición de un término ya introducido por parte del informante mismo. Excluimos de nuestras consideraciones, además, todas las ocurrencias en las cuales el nombre de parentesco con artículo determinado fue introducido por la entrevistadora A, así como las construcciones del tipo {artículo determinado + nombre de parentesco + de + posesor}, como la madre de mi padre, dado que se trata de otra forma para la expresión de posesión.
236
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
con más profundidad en los diferentes usos del posesivo ni de la construcción perifrástica, ya que nuestro objetivo es el análisis del uso del artículo determinado antepuesto al nombre de parentesco. Resumimos la distribución entre los informantes en la tabla 8 al final del apartado. Hemos dicho en el apartado previo 5.3.1.1.1 que cuando el nombre de parentesco se acompaña de un artículo determinado para hacer referencia a un o una pariente, la relación inalienable se tiene que expresar de otra forma: mediante un elemento que aclara la relación entre los dos seres —poseedor y poseído— dentro de la oración, o a través del contexto discursivo o pragmático. Ambas posibilidades representan casos de posesión externa y las ilustramos aquí con los ejemplos (44) a (48) de nuestro corpus: (44)
G 19: bueno, mh . no sé si era fácil o no pero yo me desenvol/ me desenvolví siempre muy bien A: mh . G 19: (he?) tenido mucha suerte, no he tenido problemas de, enfermedades, me han criado los hijos muy bien A: mh . G 19: economía he tenido paraa (0,507'')/, para cubrir todo muy bien con desahogo A: mh . G 19: entonces no me ha resultado, difícil criar los hijos A: mh G 19: lo que me ha resultado difícil es la/ la/ la viudedad . (E 6/G 19/259–260)
(45)
A: G 23: A: G 23: A: G 23:
(46)
G 22: no me explico y encima . ts te iba a decir que me ha interesado pues si me hubiese interesado más no, hubiese hecho . [bueno ] . A: [mh] G 22: mi hijo es euskaldun perfectamente el padre eh es euskaldun, el crío sí que ha estudiado en el modelo D A: mh G 22: totalmente en euskera [y es] A: [mh] G 22: bilingüe el crío . pero tampoco me ayuda pero dice "ama"/ . claro, él/ . también nos dijeron en su momento queee (1,153'')/ que era mejor que le hablase en el idioma . que, dominaba [que] A: [mh]
¿y alguna vez has hecho un curso aquí?, de// he/ hice dos, peroo (0,713'')/, me dijo la hija "ama vete sabiendo ya algo ¡eh!" mh "por lo menos cómo se menea el ratón", y más, y claro ya vine, [y], [mh] poco aprendí aquí alguna cosa coges pero/ (E 10/G 23/462)
5.3 Sintaxis
237
G 22: como ya había/ lo/ el padre le hablaba en euskera y yo en castellano (E 9/G 22/ 382–383) (47)
G 20: yendo para/ . sí para Santander, eh la/ la/ la/ mh esto es la de Santander/ la carretera es la de [Santander] A: [vale] G 20: eso es (lugar en la CAV) . mi hijo/ . viven en (lugar en la CAV) A: mh . G 20: ese es maestro . su mujer es maestra A: mh G 20: y la niña, estudiando (ininteligible) con quince añitos (E 7/G 20/292)
(48)
G 23: A: G 23: A: G 23: A: G 23: G 23: A: G 23: A: G 23: A: G 23:
porque mi padre estuvo preso no/, no contó mucho ¿cuánto tiempo? .. no lo sé si dos años . ¿durante la guerra? durante la guerra mh . ¿luchó para loos (0,533'')/ para loos (0,467'')/ [bueno//] [republicanos] su vida era republicano sí … (2,44'') pero ahora cuando/ antes de morir Franco sí nosotros hemos llevado a las ikastolas a los hijos . [] [¿sí?] por las casas, y tengo un andereño (E 10/G 23/440)
En el caso (44), la relación inalienable entre la madre, que habla, y los hijos a los cuales se refiere, se expresa mediante el pronombre clítico de dativo posesivo (Picallo/Rigau 1999) o simpatético (Fernández Ramírez 1987) me, tanto en me han criado los hijos muy bien como en me ha resultado, difícil criar los hijos. No obstante, en el segundo caso, la ausencia del marcador diferencial de objeto (DOM) a podría llevar a una interpretación [−específica] del SN los hijos a pesar de que la hablante hace referencia a sus (propios) hijos. Es, pues, mediante el dativo simpatético o posesivo que se establece y evidencia la relación de posesión entre poseedor —la hablante, que es la madre— y poseído —los hijos—. En el ejemplo (45), no es una estructura sintáctica la que manifiesta la relación entre la informante, que habla, y su hija, quien le dijo algo. La relación de posesión externa se aclara, en este caso, a partir del vocativo ama ‘mamá’ que aparece al principio del diálogo de la hija, reproducido por la informante G 23, y que sigue inmediatamente al nombre de parentesco empleado por la informante. Es este contexto comunicativo posterior el que hace transparente la relación entre la informante (la poseedora) y la persona designada por el SN la hija (la poseída).
238
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
En el ejemplo (46) observamos otro caso de posesión externa que se aclara a partir del contexto comunicativo. La informante, que habla en primer lugar de su hijo diciendo mi hijo, indica que este hijo ha adquirido sus competencias en euskera a través de su padre —el padre—, que es también euskaldun. La informante G 22 acaba de explicar que ella no tiene tales competencias lingüísticas. Sin embargo, queremos advertir una circunstancia pragmática que se superpone, a nuestro entender, en todos los casos en los que esta informante emplea el término el padre haciendo referencia al padre de su hijo. La informante está divorciada y habla de su ex marido. Ella tiende a emplear el artículo determinado en lugar del posesivo para distanciarse de su ex marido y para indicar que ya no existe una relación equivalente a parentesco entre ellos, aunque sí entre su hijo y el ex marido. Podríamos inferir que para esta informante, que emplea el artículo determinado para hacer referencia al padre de su hijo, la relación posesiva de parentesco entre padre e hijo sigue siendo claramente inalienable a pesar de la separación de los padres. Ello posibilita el uso del artículo determinado. Observamos, también, una ocurrencia de este uso en el informante G 45 al hablar de su ex mujer, cuya situación personal y forma de expresarse son similares a las de G 22. Como puede verse en el ejemplo (47), no todos los casos en los que los informantes emplean un artículo determinado ante un nombre de parentesco son tan obvios a primera vista como los casos (44) a (46). En (47), la informante G 20 habla de la niña, pero la referencia es doble, a nuestro parecer: por un lado puede tratarse de ‘su niña’ dado que está hablando también de su hijo. Por otro lado, el hecho de que la informante indique a continuación, en la misma oración, que la niña está estudiando y que tiene quince años aclara la relación posesiva, ya que por su edad (motivación externa) no puede tratarse de la niña de la informante G 20 (conocimiento inferido por la interlocutora). Sin embargo, el artículo determinado no aclara esta relación posesiva a primera vista como sí lo hace el pronombre posesivo (su mujer) en la entrevista con la informante G 20 al hablar de la esposa de su hijo en la oración que precede al SN la niña. Hemos dicho que el artículo definido se usa en este caso para hacer referencia a la hija de una tercera persona y la informante podría —o debería de— usar el pronombre posesivo su para llegar a una neta diferenciación, tal como pasa al emplear su mujer. La evitación se debe, posiblemente, a lo que Alarcos Llorach (1999, 119) llama «la posible ambigüedad referencial». Esta se da cuando se emplean los posesivos de tercera persona cuya referencia resulta ambigua porque «pueden aludir a un poseedor único o múltiple […]» (1999, 119). A nuestro parecer, el SN su hija sería ambiguo, pues este pronombre ofrecería varias posibilidades de interpretación del SN. Podría entenderse que se trata de la hija de la esposa del hijo de la informante —entonces no existe parentesco entre la informante y la niña—, dado que el SN su mujer es el más cercano en el contexto anafórico. Asimismo,
5.3 Sintaxis
239
podría tratarse de la hija del hijo de la informante, que no necesariamente es la hija de su esposa. No obstante, la aparición del SN su mujer entre mi hijo y la niña hace esta interpretación menos probable porque se trataría de una interrupción de la continuidad del tópico disponible para el interlocutor a través de la información proporcionada en el discurso precedente.52 Esta interpretación no nos parece imposible, ya que existen otros casos en los que también se da esta posibilidad, por lo menos en algunas variedades del castellano en el País Vasco, por ejemplo, en el caso de los pronombres clíticos omitidos que pueden tener una doble referencia anafórica que se aclara, según Landa (1995, 84–85), mediante la continuidad del tópico (cf. 5.3.4.2.1). Por último, mediante el uso del pronombre posesivo podría expresarse que se trata de la hija de ambos, esto es, el hijo de la informante G 20 y su mujer son el padre y la madre de la niña. El empleo del pronombre posesivo podría provocar una interpretación múltiple que desde un punto de vista pragmático es más fácil de resolver con el empleo del artículo determinado, pues la continuación de la oración imposibilita la interpretación del SN la hija como ‘la hija de G 20’. En el ejemplo (48) podemos observar un caso en el que, a nuestro entender, la informante G 23 intenta generalizar lo afirmado por ella. El sintagma proposicional (SP) a los hijos no se refiere únicamente a sus propios hijos, aunque podría interpretarse como ‘a nuestros hijos’. Podría entenderse que la informante G 23 hace referencia a los hijos de todas las personas que eran republicanos en general, dado que usa otro SP en plural a las ikastolas. Así, emplea la forma nosotros para impersonalizar su oración. De este modo, ya no se trataría de una posesión inalienable ni de un mecanismo para aclarar la relación de posesión mediante la posesión externa, sino de un procedimiento de impersonalización. Por otra parte, la informante G 23 emplea un pronombre personal de la primera persona del plural nosotros que incluye, de todas formas, a la propia informante, por ejemplo, como miembro de un grupo de padres. No obstante, puede también hacer referencia exclusivamente a ella y a su marido. De esta forma se trataría de un caso en que el contexto aclararía la relación inherente de parentesco con los hijos. El SP a las ikastolas se entendería entonces como una referencia a varias escuelas diferentes a las que fueron sus hijos.53 A modo de conclusión, podemos afirmar que los casos en que un nombre de parentesco se acompaña de un pronombre posesivo son mucho más frecuentes en nuestro corpus que las ocurrencias del artículo determinado en este contexto, 52 Véase acerca de la continuidad del tópico Givón (1983, 11). 53 Orozco (2010) indica que en su corpus del castellano del Caribe colombiano la persona y el número gramaticales del posesor favorecen el empleo del artículo determinado mientras que desfavorecen aquel del pronombre posesivo.
240
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
como muestran también los datos sobre la distribución entre nuestros informantes, que hemos resumido en la tabla 8. En todas las entrevistas hicimos preguntas acerca de la situación familiar, la emigración de parientes, las competencias lingüísticas familiares, la procedencia familiar, etc., a fin de provocar discursos que incluyeran nombres de parentesco para poder comprobar el uso del artículo antepuesto a un nombre de parentesco que algunos investigadores consideran como rasgo del castellano del País Vasco. Mientras que observamos que todos nuestros informantes emplean con mayor frecuencia los pronombres posesivos para expresar la relación inalienable de parentesco, constatamos el uso del artículo determinado con nombre de parentesco en quince de los veinte informantes de nuestro estudio. Debemos destacar dos aspectos importantes: primero, el uso del artículo determinado antepuesto a un nombre de parentesco concuerda con la aparición de un dativo posesivo o simpatético; en segundo lugar, la información necesaria es recuperable en el contexto lingüístico, situacional o pragmático de la entrevista. Podemos aseverar que el uso del artículo con palabras que designan parientes (setenta y dos ocurrencias, 82,76%) es más frecuente que con nombres que designan progenitores (quince ocurrencias, 17,24%), hecho que Orozco (2009) también señala para el castellano del Caribe colombiano. Ahora bien, el hecho de que algunos hablantes no usen el artículo determinado para la expresión de la relación de parentesco inalienable durante la entrevista no tiene que significar que esta estructura no esté presente en su castellano. Sin embargo, hay que ser consciente de que cinco de los veinte informantes no emplearon esta construcción, lo que puede explicarse de tres modos: primero, se trata de un fenómeno que puede ser controlado por parte de los hablantes que no lo emplearon, lo que podría apuntar hacia una marcación diasistemática de tal uso; en segundo lugar, la construcción {artículo determinado + nombre de parentesco} para la expresión de la relación inalienable de parentesco no existe en el castellano de estos informantes; y, en tercer lugar, no lo usaron aunque el uso del artículo ante nombres de parentesco forme parte de su castellano. A nuestro modo de ver, la primera explicación es bastante improbable dado que la expresión de la posesión inalienable de cosas pertenecientes a la esfera personal, como las partes del cuerpo, suele expresarse también de esta manera. Además, el hecho de que un elemento dentro de la oración o del contexto pragmático y comunicativo aclare la relación de parentesco en estas estructuras no parece crear un problema a nivel de la intercomprensión. Sin embargo, no sabemos si conscientemente controlaron o no su forma de hablar durante la entrevista. En cuanto a la distribución del fenómeno, podemos resumir que el uso del artículo definido ante nombres de parentesco se da también entre hablantes monolingües con y sin competencias mínimas de euskera. Es decir, se trata de un
artículo determinado + nombre de parentesco pronombre posesivo + nombre de parentesco artículo determinado + nombre de parentesco + de + pronombre personal o SN
Construcción
N° informante
—
24
1
—
10
—
—
19
—
—
10
—
1
56
2
1
60
6
1
85
18
—
33
2
3
59
8
3
—
6
80 104
22
11
83
2
5
48
5
5
61
3
—
48
2
8
54
2
2
70
5
2
43
2
4
24
—
87
∑
3
53
90 1061
5
G 05 G 09 G 10 G 14 G 17 G 19 G 20 G 21 G 22 G 23 G 29 G 30 G 33 G 35 G 38 G 39 G 40 G 42 G 43 G 45
Tabla 8: Distribución del uso del {artículo determinado + nombre de parentesco}, del {pronombre posesivo + nombre de parentesco} y del {artículo determinado + nombre de parentesco + de + pronombre personal o SN} en el corpus de Getxo.
5.3 Sintaxis
241
242
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
elemento integrado en el castellano de Getxo. No obstante, será necesario un estudio comparativo para comprobar si el uso del artículo definido ante nombres de parentesco es más o menos frecuente en el castellano de Getxo que en otras variedades (cf. 5.6). Por lo tanto, es necesario y sería, además, interesante comparar nuestros datos con otros datos procedentes de otras variedades (habladas y escritas) del castellano en el País Vasco, pero también averiguar si este uso se puede encontrar en otras variedades del castellano, para ampliar los conocimientos acerca de su distribución en la lengua hablada. De este modo, se podrían justificar aquellas afirmaciones que suponen que este uso es más frecuente en las variedades del castellano en el País Vasco que en otras áreas.
5.3.1.2 La omisión del artículo determinado 5.3.1.2.1 Estado de la cuestión y aspectos teóricos La omisión del artículo determinado en función de actualizador ante un nombre común como fresas, tal como puede verse en el ejemplo (49), tomado de Echenique Elizondo (1996b), es uno de los fenómenos considerados como característicos del castellano del País Vasco.54 (49)
«¿Te gustan (las) fresas? (ejemplo recogido por mí misma)» (Echenique Elizondo 1996b, 69).
Esta autora afirma que la «ausencia del actualizador en vasco-hablantes al emplear el castellano […]» (1996b, 69) es uno de los rasgos lingüísticos de la figura del vizcaíno en obras literarias del Siglo de Oro y sigue siendo «una característica de los vascos al hablar castellano» (1996b, 69) aún a finales del siglo XX . Hernández Alonso también asevera que «al menos en el euskaldun que habla castellano […] no es extraño el uso de algunos sustantivos sin artículo» (1988, 55), pero no explica de qué tipo de sustantivo se trata. Asimismo, en opinión de Fernández Ulloa (1997, 202; 2001a, 108) se trata de una particularidad que se debe al contacto del castellano con el euskera. El artículo se suprime, según la autora, porque «en euskera es un morfema que se incluye en el propio sustantivo (mutil / mutila – niño / el niño)» (2001a, 108). Proporciona diversos ejemplos de esa omisión, tal como figura en los ejemplos (50) y (51), sin indicar, sin embargo, en qué tipo de hablantes, esto es, bilingües o monolingües (euskal-
54 Diferentes informantes catalanes afirmaron, al leer o escuchar nuestros ejemplos, que «esto es típico vasco» o «esto es muy vasco».
5.3 Sintaxis
243
dunzarras, euskaldunberris, erdaldunes, cf. 2.3.2.14), ha encontrado esta omisión ni tampoco ante qué tipo de sustantivo se suprime el artículo concretamente. Es decir, no propone ningún tipo de sistematización de la omisión del artículo. (50)
«[D]esde aquí coger autobús» (Fernández Ulloa 2001a, 108).
(51)
«Hacen como indios» (Fernández Ulloa 2001a, 108).
Pedro (1985), quien apuesta también por el contacto lingüístico como razón de la omisión del artículo en casos como a calle y a ikastola, señala, al contrario que Fernández Ulloa (2001a), que se da una cierta regularidad en cuanto a este fenómeno. Este se podría explicar a partir de la declinación del euskera, ya que los casos en los que Pedro (1985, 140) hace constar la omisión son aquellos en los que en euskera se utiliza un sustantivo en el caso adlativo y en forma indefinida (eusk. mugagabe), esto es, sin artículo. Este uso en euskera es el que provoca, según Pedro, frases en castellano en las que aparecen nombres sin artículo determinado. Se trata de una explicación a partir del contacto lingüístico, si bien el autor afirma, en su introducción, que solo se ocupa de fenómenos que se pueden observar en hablantes monolingües y bilingües euskera-castellano. Por esta razón, no parece justificada una explicación basada en el contacto de lenguas. Sin embargo, Pedro no determina de modo preciso en qué tipo de hablante ha observado este fenómeno, si solo eran bilingües euskera-castellano o si también lo ha detectado en castellanohablantes monolingües. Unos ejemplos procedentes de Pedro (1985, 140) pueden verse en (52) y (53): (52)
«‹kale-ra› = ‘a calle, a la calle’ (a la calle baino ez da erabiltzen)55».
(53)
«‹ikastolara› = ‘a icastola, a la icastola’».
Los hablantes de Bilbao y Getxo omiten en estos contextos el artículo determinado al hablar en castellano, según Pedro. Los demás ejemplos del autor hacen referencia a las fiestas que se suelen celebrar en los diferentes municipios del País Vasco, en cuyo caso, para preguntar si alguien viene a una determinada fiesta o se queda unos días, en euskera se suele emplear también el sustantivo en el caso adlativo en mugagabe. De ello resultan, según Pedro (1985, 140), oraciones como (54) o (55):
55 ‘Pero a la calle no se suele usar’ (Pedro 1985, 140, trad. por Ch. P.-K.).
244
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
(54)
«‹¿Viene a Madalenas?› ‘¿Viene a las Madalenas?’».
(55)
«‹¿Te quedas a San Juanes?› ‘¿Te quedas a las San Juanes?’».
En estas oraciones se omite también el artículo determinado, esto es, el actualizador. Aparte de estas limitadas descripciones de la omisión del artículo determinado en las variedades del castellano hablado en el País Vasco, contamos también con dos trabajos que se ocupan de este fenómeno en textos escritos.56 Múgica (1935, 63), quien analiza la omisión en textos de San Ignacio de Loyola del siglo XVI , afirma que «[e]s demasiado notorio que los vascos incurren en esta falta a diario». En opinión del autor, el vascohablante siente inseguridad ante la selección del artículo determinado. Por esta razón se suele atribuir la omisión del artículo, sea este determinado o indeterminado, al contacto lingüístico del castellano con el euskera:57 «Sin embargo y contra lo que muchos sin fundamento se imaginan, la causa de esta falta, en que tantas veces incurren los vascos al hablar o escribir en castellano, no es que en vascuence no exista el artículo. Sí le [sic] hay, sino que las normas, que reglamentan su uso en euskera, son muchas veces distintas y algunas veces hasta opuestas a las que da la gramática castellana con respecto al artículo castellano. Hay casos en los que se ha de usar el artículo vasco y no el castellano, pero el caso contrario es mucho más frecuente. Por eso el euskeldun [sic], perplejo de si se ha de usar o no el artículo, guiado tal vez de la ley del menor esfuerzo, opta de ordinario por prescindir de los artículos» (Múgica 1935, 62).
Múgica hace constar la omisión del artículo determinado ante los sustantivos misa y capilla, a los cuales preceden distintas preposiciones, y en la construcción {todos + artículo determinado + sustantivo}, pero únicamente con «todos santos», lo que podría haber sido provocado por la construcción del francés «Toussaint», según el autor (1935, 62).
56 Sin embargo, debería tomarse en consideración que Echenique Elizondo (1996b) menciona en este contexto también la obra Los calmosos de Isidro Parada (1911), de donde saca un ejemplo atribuido a la figura del vizcaíno. Urquijo (1925, 94) asevera sobre la omisión del artículo en el Quijote atribuida, igualmente, a la figura del vizcaíno que «[e]n las frases que le presta Cervantes apenas sí encuentro más que un acierto: la supresión del artículo: ‹que si no dejas coche›, ‹si lanza arrojas y espada sacas›». 57 Aunque Múgica (1935) no indica a qué tipo de bilingüe se refiere, es muy probable que su hablante de referencia fuera el vascohablante cuya lengua materna y predominante era el euskera y cuyas competencias en castellano eran limitadas, teniendo en cuenta que su artículo data del año 1935, cuando tales hablantes no eran tan infrecuentes como hoy en día.
5.3 Sintaxis
245
De Kock (1963–1964), por otra parte, analiza la omisión del artículo definido en la obra poética Cancionero, de Miguel de Unamuno. En su opinión, se trata de un medio estilístico al que recurre Unamuno. De Kock (1963–1964), que pretende describir los casos de omisión «que caen fuera de las normas gramaticales» (1963–1964, 364, nota 14), indica que, aparte de los casos concordantes con el uso normal —«conforme a las normas contemporáneas de la lengua» (1963–1964, 363, nota 10)—,58 se puede observar la supresión del artículo tanto «delante de nombres abstractos que no indican grado o cantidad» (1963–1964, 364–365), como «ante sustantivos que denotan elementos o seres únicos o individualizados, sobre todo elementos de la naturaleza» (1963–1964, 365), así como «ante nombres concretos» (1963–1964, 365). Como indica el mismo autor, los demás casos de omisión, que no se pueden adscribir a uno de los tres tipos mencionados, son escasos.59 Ahora bien, como acabamos de ver, la omisión del artículo determinado es un rasgo que se atribuye en algunos casos exclusivamente a los «vasco-hablantes» (Echenique Elizondo 1996b, 69), los «euskeldun[es]» (Múgica 1935, 62) o los «euskaldunes» (Hernández Alonso 1988, 55), mientras que en otros casos no se señala claramente en qué tipo de hablantes puede observarse. Hay que destacar que, a pesar de que ha sido descrito repetidamente como rasgo del castellano del País Vasco, ninguno de los manuales de introducción al contacto lingüístico, a la dialectología o a la lingüística hispánica en general que consultamos mencionan este fenómeno en el respectivo apartado como particularidad de esta zona. Debemos añadir que la omisión del artículo determinado no es un fenómeno que se da exclusivamente en el castellano hablado en el País Vasco, sino que se ha constatado también en distintas variedades del castellano fuera del País Vasco. En la Península Ibérica, el fenómeno se ha documentado en las variedades del castellano en contacto con el catalán (Seco 1989, 310–317; Seco 1998, 288–289; Sinner 2004, 236–241); en América Latina ha sido observado, por ejemplo, en Paraguay en contacto con el guaraní (Usher de Herreros 1976, 42–45); en Perú en
58 Según De Kock (1963–1964), los siguientes contextos son ausencias normales del artículo: «el sustantivo de una frase exclamativa […], el de una construcción absoluta […], el sustantivo en función predicativa […], y el sustantivo acompañado de las preposiciones con, de, en, sin, entre, etc., cuando éstas ‹introducen complementos de calidad, escasez, abundancia, privación›» (1963–1964, 363), «los nombres propios, los abstractos de cualidad, los que designan partes u órganos del cuerpo […], así como las palabras que indican un lugar en general» (1963–1964, 363), «ante sustantivos que forman una pareja […], en las preposiciones con dar, echar, hacer, perder, poner, tener y otros verbos […] y, en general, en las locuciones que forman unidad conceptual (frases hechas, refranes, proverbios, etc.)» (1963–1964, 364). 59 Echaide (1968, 72) constata, aunque solo indirectamente, la omisión del artículo determinado ante el pronombre relativo que al observar la omisión de preposiciones ante el pronombre relativo que.
246
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
contacto con el aimara y el quechua (Godenzzi 1995; 1996); en Bolivia en el habla afroyunguño (Lipski 2006, 150); en el castellano hablado en la Guinea Ecuatorial (Casado-Fresnillo 1995, 288); y en el judeoespañol de Turquía (Varol-Borne 2008, 275–278).60 En la mayoría de los casos se considera la omisión del artículo, en ciertos contextos sintácticos, como un fenómeno que se debe al contacto del castellano con otras lenguas en estas zonas. Tal y como acabamos de señalar, la omisión del artículo determinado es un fenómeno que puede encontrarse con más o menos regularidad en distintas variedades del castellano, tanto en el País Vasco como fuera de este. Analizaremos a continuación los casos de omisión que observamos en el corpus de Getxo.
5.3.1.2.2 La omisión del artículo determinado en el corpus de Getxo Como hemos expuesto en el apartado previo, los nombres que aparecen sin artículo, cuando en principio cabría esperar su uso, dado que actualizan o identifican al nombre al que preceden, cumplen la función de CD o complemento circunstancial (CCir), como en los ejemplos de Fernández Ulloa (1997), o de sujeto, como en el de Echenique Elizondo (1996). A continuación veremos los distintos casos de omisión, distinguiendo la función que tiene el SN dentro del cual aparece el nombre sin artículo determinado. No vamos a entrar en detalle en todos los casos, dado que no hemos podido observar regularidades que permitieran una sistematización para todas las ocurrencias como la que establece, por ejemplo, De Kock (1963–1964). Teniendo en cuenta que no se ha especificado ante qué tipo de nombres suele omitirse el artículo determinado, optamos por indicar diferentes casos de omisión que observamos en nuestro corpus, aunque, de hecho, no ha sido posible establecer ningún tipo de clasificación. De ahí que, en el corpus de Getxo, observemos la omisión de artículo determinado, por ejemplo, en oraciones copulativas, esto es, el nombre ante el cual se elide el artículo tiene la función de atributo, tal como se ve en (56): (56)
G 05: y todo el mundo contento, ya está . no y bueno los conciertos que hay y eso . en Bilbao pues comoo (0,687'') son Ø fiestas más importantes pues siempre hay grupos mejores tal . entonces están bien . (E 1/G 5/19)
En algunos casos, la supresión también se da cuando el nombre cuyo artículo determinado se elide funciona como sujeto de una oración coordinada, como en (57):
60 Consúltese Bueso Oliver (1987) acerca de la omisión del artículo en textos procedentes de autores peruanos.
5.3 Sintaxis
(57)
A: G 30: A: G 30: A: G 30: G 30: A: G 30: A: G 30: A: G 30:
247
¿y las fiestas de alguna manera también están relacionadas con/, no sé con la cultura vasca?, conn (0,6'') cosas típicas dee (0,64'')/ . hombre siempre se haceenn (0,633'') (0,607'')/ sí se hace deportee (0,72'') rural mh . eeh (0,693'') pues típico de . concurso de marmitako mh . ¿qué es/ ¿qué es [concurso//] [marmitako] es una comida de [aquí] .. [mh] por ejemplo al, Puerto Viejo el último día que es el día del pijama es, que todo el mundo sale en pijama
eeh (0,48'') hay concurso de marmitako mh . quee (0,473'') es eso, eeh (0,593'') pues, Ø cuadrillas hacen marmitako y luego la presentan a concurso (E 12/G 30/590)
En este ejemplo, los agentes de la acción descrita pertenecen a un grupo concreto, las cuadrillas, y no al de los espectadores, por lo que en principio cabría esperar el uso del artículo determinado junto al nombre común. Encontramos la supresión del artículo determinado, además, en algunos casos donde el nombre forma parte de un CD en una oración simple, refiriéndose a un ente concreto, como observamos en (58): (58)
A: G 10: A: G 10: A: G 10: A: G 10:
eeh (0,726'') ¿qué, noticias, ves normalmente . en la tele? suelo leer el periódico, práct/ prácticamente la televisión no la veo ¡ah! ¿y qué/ qué/, qué lees? . "El Correo" "El Correo" la prensa sí, [a la] [mh] mañana/ . tengo Ø costumbre ya desde/, mi madre lo hacía eh también . y entonces, eh siempre (ha?) habido un periódico en casa y siempre compro "El Correo" (E 3/ G 10/140)
La informante G 10 se refiere a una costumbre particular suya, que porta el rasgo [+específico], que acaba de describir: leer El Correo por la mañana. De ahí que en lugar de un artículo determinado pueda aparecer también el pronombre demostrativo esta que establecería de forma más clara la referencia entre tener la costumbre y la acción a la que la informante remite. El artículo determinado en principio es necesario dado que la informante emplea un complemento temporal ya desde, que subraya que se trata de un hábito específico suyo y no de la mera circunstancia de ‘soler hacer algo’.
248
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
Otro caso es la omisión del artículo determinado ante un nombre que forma parte de un SP que funciona como CCir de lugar, de tiempo, etc., como en (59) o en (60): (59)
G 40: A: G 40: A: G 40: A: G 40:
mi marido es eeh (0,507'') asesor financiero . trabaja en un despacho, [es] [mh] eeh (0,58'') venden y compran acciones, [una/] [mh] una cosa así mh pues en/ en Ø bolsa [vamos a decir] . (E 17/G 40/858)
(60)
A: ¿pero, te vas a suscribir a la agencia nacional de esta eu/ [evaluación o?] G 43: [sí, sí sí] G 43: voy a presentar voy a presentar a/ para acreditarme a través de la ANECA sí sí eso es lo primero que voy a hacer después deØ verano A: mh . G 43: después deØ verano A: ¿y a la/ a la regional? ¿a la del País Vasco? (E 19/G 43/950)
Como se puede ver en (59), la informante G 40 omite el artículo determinado dentro de un CCir de lugar, con el cual indica donde se realizan las transacciones financieras de su marido. Este nombre requiere el artículo determinado, dado que se trata de un lugar concreto o bien de un nombre [+específico], es decir, trabaja en la bolsa y no en la carrera de caballos. Lo mismo ocurre en el caso (60), donde el informante G 43 omite el artículo determinado dentro de un CCir de tiempo con el que se refiere a un momento (más o menos) concreto [+específico]. Este CCir de tiempo puede ser parafraseado por este verano o el verano que ya ha empezado a la hora de realizar la entrevista; no se trata, por lo tanto, de un día o una fecha en particular, pero tampoco hace referencia a un futuro indeterminado o a cualquier verano futuro. De ahí que quepa esperar el uso del artículo determinado. A estos distintos tipos de omisión podemos añadir que observamos, además, la omisión del artículo determinado ante el pronombre relativo que en construcciones como el que, la que, lo que, los que, las que, en las cuales «los artículos […] substantivan toda la oración de relativo a la cual preceden, del mismo modo que a cualquier frase o palabra» (Gili y Gaya 1980, 304). Ilustramos este uso en los ejemplos (61) a (64): (61)
G 45: [no, porque sí igual no lo que/] G 45: sí bueno Ø que pasa que na/ navegó, pocos, años luego se/ se colocó en tierra ya después de casarsee (0,46'') decía que para él era un/ muy duro dejar a la familia aquí y tal . no pero bueno s/ eeh (0,573'') . él/ él/, ya te digo, él . hablaba el euskera perfectamente y castellano también perfectamente (E 20/G 45/1005)
5.3 Sintaxis
249
(62)
G 20: A: G 20: A: G 20:
y esto es en autobús otra vez hasta Galicia que son horas también mh y es mucho entonces pues como que/ . pues como que no va mh y yo Ø que busco pues es alguna que a mí me dé alojo porque oyes/ es .. ts eh ir en el autobús con cualquiera eso es diferente pero dormir es eh/ . pienso yo, yo como nunca he ido así ts no sé . la// (E 7/G 20/309)
(63)
G 42: no no no, no llevo nada . a ver en verdad yo allíí (0,733''), todo el día preguntando . era ya/ yo para hacer un diseño . tienes que saber de/ cómo funciona (ininteligible) [entonces] A: [mh] G 42: tengo que ir, al final Ø que más sabe es el que las monta A: mh G 42: que tengo que ir donde el montador y decirle "oye [] (E 18/G 42/898)
(64)
G 21: eso que mi her/ que mi hija, sobre todo esa una, una de ellas . que es la que/ esa es Ø que habla euskera estupendamente que es la que es profesora que habla que con un eso y tal . y al princip/ cuando eran pequeños pues ella les hablaba y eso y les obligaba medio obligar con decir "en euskera" y tal . pero ya no na/ na/ na/ se/ se/, se hablan lo que quieran (E 8/G 21/363)
Lo que falta en los ejemplos (61) a (64) son los artículos determinados para la sustantivación de la oración de relativo. En (61) y (62) falta el artículo neutro lo, que llevaría a una sustantivación neutra. En (63) y (64) faltan un artículo masculino el y un artículo femenino la ante el que relativo, lo que llevaría a una sustantivación masculina y femenina, respectivamente. En todos los casos se trata de perífrasis de relativo, si bien de distintos tipos.61 Así, en (61) se omite el artículo neutro lo de la oración de relativo libre (ORL) en una oración pseudohendida que tiene la estructura {oración de relativo libre (ORL) + ser + constituyente escindida (SX)}, en breve, {ORL + ser + SX} (Bosque/Gutiérrez-Rexach 2009, 704). Sin embargo, el informante no omite únicamente el lo de la ORL lo que pasa, sino también el verbo ser que enlaza la ORL con la SX. En (62), la informante G 20 suprime también el artículo neutro lo en la ORL lo que busco de una oración pseudo-hendida intercalada entre el pronombre yo y la constituyente escindida alguna que a mí me dé alojo a la que el lo catafórico de la ORL hace referencia, dado que se trata de una oración de relativo con antecedente callado (Gili y Gaya 1980, 304) o elíptico (Brucart 1999, 445–453). La oración de relativo funciona a la
61 Véanse también nuestras explicaciones acerca de las perífrasis de relativo en el capítulo 5.3.6.1.
250
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
vez como CD del verbo buscar. Prácticamente lo mismo pasa en el ejemplo (63), que es también una oración pseudo-hendida, donde el informante G 42 omite el artículo masculino el ante el que de la ORL con antecedente callado o elíptico a la cual sustantiva. En este caso, la ORL es el sujeto de saber. En el ejemplo (64), la informante G 21 emplea una oración pseudo-hendida inversa, con la estructura {SX + ser + ORL} (Bosque/Gutiérrez-Rexach 2009, 704), por lo que la situación es levemente diferente. La ORL tiene, en este caso, un antecedente expreso (Gili y Gaya 1980, 301–306): el pronombre demostrativo deíctico esa, que debería ser retomado por el artículo determinado femenino la ante el que relativo, porque hace referencia a una persona y equivale al pronombre relativo quien (cf. 1980, 308). Son casos parecidos de elisión del artículo determinado aquellos en los que se omiten no solo los artículos determinados sino también las preposiciones requeridas por el verbo de la oración de relativo. Se trata de la omisión del artículo y de la preposición en construcciones como en el que, a la que, con lo que, etc., ejemplificados en (65) y (66). (65)
A:
y/ . pero la gente si/ si, se nota/ o si notan que tú no hablas euskera ¿te le/ ¿se dirigenn (0,72'')/ G 40: yo con la gente Ø que trato no . no us/ no he tenido, jamás ningún problema (E 17/ G 40/871)
(66)
G 30: o sea es/ sí es/, es que/ ts ¿sabes qué pasa? que me viene a la mente uno Ø que me contaron el otro día (E 12/G 30/615)
En (65) podemos observar la omisión de la preposición con, así como del artículo femenino la, con el cual se sustantiva la oración de relativo. Como señala Gili y Gaya, el relativo «en castellano puede llevar preposiciones que no lleve el antecedente» (1980, 302). De ahí que en el caso (65), el verbo tratar, en el sentido de «[c]omunicar, relacionarse con un individuo» (DRAE 2001, s. v. tratar, 3), requiera la preposición con. Dado que el que relativo hace referencia a un determinado conjunto de personas en forma del nombre colectivo la gente, equivale al relativo quien, que suele sustituirse por el que o la que. Por ello, en este contexto cabría esperar el uso del artículo determinado. Una explicación para la omisión de esta preposición podría ser el hecho de que con ya aparezca en la oración junto al SN la gente. Posiblemente, el hablante ya no sienta la necesidad de repetir dicha preposición junto al que relativo. Una estructura parecida a la de (65) la encontramos en (66), donde no se dan ni la preposición de ni el artículo determinado masculino el, con el cual se establecería la relación con el antecedente expreso uno que, por su parte, hace referencia a un determinado ser humano masculino. Es el verbo de la oración de relativo contar, para la cual el pronombre relativo
5.3 Sintaxis
251
sustantivado funciona como complemento indirecto (CI), que requiere la preposición de. Como puede verse, es incluso posible que los informantes supriman el artículo determinado en estructuras donde este aparece en forma contractada con la preposición respectiva: del, en el ejemplo (66). A pesar de todo lo que hemos descrito hasta ahora acerca de la omisión del artículo determinado, tenemos que destacar que no hemos comprobado más que uno o dos casos de elisión del artículo determinado en ninguno de los contextos indicados. Ello impide establecer una casuística. El último caso que queremos destacar es uno donde la omisión del artículo determinado se repite en varias entrevistas. Se trata de la elisión del artículo en las construcciones del tipo {verbo (+ preposición) + Ø + nombre}. Sin embargo, tampoco existe gran regularidad en lo referente a los nombres comunes ante los cuales se da la omisión. Estos son, por un lado, nombres comunes como playa, fiestas, costa, como puede verse en los ejemplos (67) y (68): (67)
G 14: porque además con mis amigas yo también siempre he tirado para Getxo "ah, vamos a Ø fiestas de Algorta vamos a/" siempre he/ tiraba para Getxo no s/ no sé lo que tiene . pero es que es bonito, no sé . no, a mí me gustaa (0,493'') . mh . qué me importaría vivir en Leioa enn (0,54'')/ … (2,453'') bueno, toda/ en Sopelana/ todo por esta zona no me importa (E 4/G 14/159)
(68)
G 30: o sea en/, en Bizkaia según adónde te vayas es muy difícil oír hablar en euskera o sea es/ . te tendrías que ir a Ø costa, [a] A: [mh] G 30: Bermeo (E 12/G 30/570–571)
Por otro lado, observamos la omisión del artículo determinado ante nombres comunes que hacen referencia a instituciones educativas como ikastola, escuela, colegio, instituto, euskaltegi, barnetegi, universidad, academia, o cuando se trata de expresiones que, en el contexto discursivo, designan una institución educativa, como modelo D o falange. Esta estructura se podría esquematizar más específicamente como {verbo (+ preposición) + Ø + nombre de institución educativa}.62 El verbo que antecede a estos nombres es, en la mayoría de los casos, el verbo de movimiento ir, que se acompaña de la preposición a, que indica la dirección, como en (69) a (73).63
62 Hoinkes y Roviró (2008, 99) califican la estructura ir a colegio como catalanismo. 63 Hay que subrayar que también se dan casos en que se omite no solo el artículo ante el nombre común ikastola, sino incluso la preposición que sigue al verbo, como en el ejemplo siguiente: G 22: [no, ikastola yo no hice, no no] G 22: no no, no no no, mis padres son castellanoparlantes yo nunca he ido Ø Ø ikastola [he ido/] (E 9/G 22/381)
252
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
(69)
G 19: los niños A: sí G 19: porque ellos están acostumbrados a los dos idiomas desde pequeñitos han nacido allí A: sí G 19: han ido desde el primer/ desde los dos añitos a Ø ikastola y han estudiado inglés y euskera (E 6/G 19/278)
(70)
G 10: normalmente los, del baloncesto que se han ido a Ø ikastola . eh como n/ ¿utilizan el euskera?, [eh] (E 3/G 10/119)
(71)
G 22: en euskera . no tengo ni idea porque no hablan en euskera, igual es por el centro donde hemos hecho y no/, yo he ido a una escuela pública no he ido a Ø ikastola, mi hijo quiero decir (E 9/G 22/390)
(72)
G 33: y al final me salió lo de albañiles si no hubías64 tenido que estar no sé por ahí, joh . y podía haber yoo (0,62'')/ había destr/ fui/ iba a Ø colegio encima al colegio de pago y todo pero que no ¡eh!, no valía para estudiar y que no valía para [estudiar] (E 13/G 33/659)
(73)
G 45: yo creo que con los nietos, ya te/ si yo tuviera un nieto . e/ porque mis amigos, todos van con/ con/ con los nietitos a Ø ikastola A: sí qué bonito G 45: y yo le suelo decir a mi hija "oye, cago en la leche, a ver si me traes un nieto de una, puñatera vez, [eh para ir yo también a la ikastola" "cállate aita no digas gueh gueh gueh" digo "me cago en/ ese es/ aunque sea negro incluso él" ¡eh! le digo yo "joder" ] A: [] G 45: le digo igual haciendo un chiste no [no es por] A: [sí] G 45: hablar de los negros ellos no tienen la culpa de nada pero digo que por decir "aunque sea eh tráeme lo que sea pero tráeme un nieto para ir yo también [a Ø ikastola"] (E 20/G 45/1012)
Como puede comprobarse, los ejemplos (69) a (73) son parecidos a los que indicamos en (67) y (68), si bien todos los nombres hacen referencia a una institución educativa. Los ejemplos son, además, similares a lo documentado por Pedro (1985, 140) en Bilbao y Getxo acerca del nombre común ikastola. Aparte de la elisión del artículo en combinación con el verbo ir, la preposición a y los nombres comunes enumerados, este fenómeno se puede encontrar tam-
64 Parece tratarse de una deformación del auxiliar del pretérito pluscuamperfecto de subjuntivo hubieras o de una mezcla de las formas de indicativo habías y subjuntivo hubieras.
5.3 Sintaxis
253
bién con otros verbos que se acompañan con otras preposiciones, aunque se trata de pocos casos: estar en, estudiar en, llevar a, meter en, mandar a o empezar sin preposición. El nombre al que preceden designa, igualmente, una institución educativa o la sustituye, tal como puede verse en los ejemplos (74) a (77): (74)
G 23: ah yo creo que eso había libertad de cada uno donde quería A: ¿sí? . G 23: sí, no tenías por qué mandar a Ø escuela [no] (E 10/G 23/442)
(75)
G 22: siguen dándolo de toda la vida como siempre, yo ya se/ yo estudié inglés eh una/ como asignatura también cuando estaba en Ø instituto a mí porque me encantaba (E 9/G 22/412)
(76)
G 45: había allí una academia/ . A: ah G 45: academia y la gente que no queríamos ir a Ø falange .. porque/, pues por motivos obvios, pues íbamos a/ . a la academia (E 20/G 45/1025)
(77)
A: G 30: G 30: A: G 30: A: G 30:
así que todavía tam/ bueno había ikas/, [ikastola] [sí sí había] ikastolas ¿sí? no era como ahora,[no], [sí] no era/ no era como ahora tampoco les pode/ les puedo decir a mis padres gran cosa en el sentido de que/ . pero bueno tanto que vasco vasco [y no me meten a Ø ikastola o seaa (0,593'')/, yo es lo que digo] (E 12/G 30/620)
En total, documentamos cuarenta omisiones del artículo ante nombres comunes que designan una institución educativa, en dieciséis de los veinte informantes. De forma esquemática, se trata de la construcción {verbo + (preposición) + Ø + nombre de institución educativa}. En la mayoría de los casos (veintidós ocurrencias, 51,16%), se omite el artículo ante el nombre común ikastola. Detectamos seis omisiones (13,95%) ante universidad, y cuatro ocurrencias (9,30%) respectivamente ante euskaltegi y barnetegi. Contamos con tres elisiones (6,98%) ante colegio y escuela y con dos ocurrencias (4,65%) ante instituto. Hay que señalar que todos estos nombres han sido empleados en la mayoría de los casos con el artículo determinado. En la tabla 9 resumimos la distribución de la omisión del artículo determinado ante instituciones educativas entre los informantes de Getxo. Desde un punto de vista estadístico, será necesario llevar a cabo un estudio comparativo para comprobar si la omisión del artículo determinado es más frecuente en el castellano de Getxo que en otras variedades. Sea como fuere, se trata de un elemento integrado en el castellano de Getxo, al menos en el caso de
Ø ikastola Ø universidad Ø euskaltegi Ø barnetegi Ø colegio Ø escuela Ø instituto
Nombre de institución educativa
N° informante
— 1 — — — — —
— 1 — — 1 — —
1 — — — — — —
— 1 — — — — —
— — — — — — —
1 — — — — — —
— — 2 — — — —
2 — — — — — —
2 — — — — 1 2
— — — — — 2 —
— — — — — — —
9 — 2 4 — — —
1 — — — 1 — —
— 1 — — — — —
— — — — — — —
— 1 — — — — —
— — — — — — —
1 1 — — 1 — —
1 — — — — — —
4 — — — — — —
G 05 G 09 G 10 G 14 G 17 G 19 G 20 G 21 G 22 G 23 G 29 G 30 G 33 G 35 G 38 G 39 G 40 G 42 G 43 G 45
Tabla 9: Ocurrencias de la omisión del artículo determinado en la construcción {verbo + (preposición) + Ø + nombre de institución educativa} en el corpus de Getxo.
22 6 4 4 3 3 2
∑
254 5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
5.3 Sintaxis
255
la construcción {verbo + (preposición) + Ø + nombre de institución educativa}, en vista de que pudimos documentarla en la mayoría de los informantes (cf. 5.6). En resumen, documentamos diversos casos de omisión del artículo determinado entre los castellanohablantes monolingües con y sin competencias mínimas en euskera. A nuestro entender, existe una tendencia a omitir el artículo sobre todo con el nombre común ikastola, palabra de origen vasco que también se extiende en algunos contextos a otros nombres de instituciones educativas, a menudo precedidos del verbo ir y la preposición a. Aparte de este contexto, no hemos podido descubrir sistematicidad alguna.
5.3.2 Las conjunciones 5.3.2.1 Estado de la cuestión y aspectos teóricos acerca de las conjunciones y, o y pero Se ha señalado repetidamente que las conjunciones coordinantes y, o y pero se emplean de forma particular en el castellano del País Vasco (Zárate 1976; Urrutia Cárdenas 1988; 1991; así como Fernández Ulloa 1996; 1997). Se trata, en los tres casos, de conjunciones cuya función es coordinar dos (o más) oraciones en el período coordinado.65 O bien, como define Camacho (1999, 2637): «[l]a coordinación es el procedimiento gramatical que se usa para asociar constituyentes sintácticos sin establecer una jerarquía gramatical entre ellos». Generalmente, se distinguen cuatro tipos de coordinaciones (cf., por ejemplo, Gili y Gaya 1980, 275; Camacho 1999):66
65 Véase Camacho (1999) acerca del concepto de la coordinación y de los elementos que se pueden coordinar. Este autor llama coordinaciones múltiples a las que coordinan más de dos elementos, mientras que denomina coordinaciones binarias a las que coordinan solo dos elementos. Las conjunciones coordinantes y y o pertenecen al primer grupo mientras que pero forma parte del segundo, ya que no puede unir más que dos cláusulas (Camacho 1999, 2638; véase acerca de la imposibilidad de pero de llevar más de dos miembros también Flamenco García 1999, 3816). En el presente apartado nos dedicamos solamente a la coordinación de oraciones, dejando de lado cualquier otro tipo de coordinación. 66 Nos sumamos con nuestra clasificación a la clasificación gramatical tradicional, que considera las construcciones adversativas como estructuras coordinadas, mientras que considera las estructuras concesivas como subordinaciones teniendo en cuenta que existen otras clasificaciones, como señala Flamenco García (1999, 3809). Estas incluyen tanto a lo que llamamos adversativas como a las concesivas entre las interordinadas, subrayando así que ocupan «un lugar intermedio entre coordinación y subordinación» (1999, 3809).
256
– – – –
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
la copulativa; la distributiva; la disyuntiva; y la adversativa.
En este apartado tomamos en consideración tres preposiciones. Son, en primer lugar, la conjunción copulativa y, que tiene la función de unir oraciones afirmativas (Gili y Gaya 1980, 276–279). Gili y Gaya señala que, en caso de que haya más de dos proposiciones afirmativas, la conjunción copulativa y «precede únicamente al último» (1980, 276). En segundo lugar, tratamos de la conjunción disyuntiva o. Esta se emplea cuando se quiere expresar «que una de las dos oraciones excluye a las demás del período» (Gili y Gaya 1980, 280). Gili y Gaya afirma que la conjunción disyuntiva o aparece entre las dos oraciones que coordina, o puede anteponerse a cada una de las dos. En caso de que haya más de dos oraciones, la conjunción puede repetirse delante de cada uno de los elementos coordinados. La conjunción disyuntiva o puede emplearse, además, para denotar equivalencia de dos oraciones (1980, 280). Pero, la tercera conjunción que tenemos en cuenta, se clasifica entre las adversativas, las cuales señalan la contrariedad parcial o total de dos oraciones (cf. Gili y Gaya 1980, 280).67 Según Gili y Gaya, pero posee un valor restrictivo que da a entender que las dos oraciones no son incompatibles, a pesar de que en la segunda se expresa «una corrección o restricción en el juicio de la primera oración» (1980, 281). En lo que atañe a su posición dentro de la oración coordinada, pero va siempre al principio de la oración que contiene la restricción o corrección —menos en el castellano en zonas de habla catalana, donde puede aparecer pospuesto (cf. Sinner 1996, 48; 2004, 175)—, posición que demuestra que su función conjuntiva se extiende más allá del período del que forma parte.68 Hay que añadir, sin embargo, que las conjunciones coordinantes y y pero pueden aparecer también con otro valor, como señala Zárate (1976, 51), basándose en la gramática de la RAE (1996 [1973], 508, 557). En esta gramática prescriptiva se afirma que tanto y como pero pueden experimentar un cambio de significado, sin que se explique más profundamente por qué motivo. La gramática señala que
67 Flamenco García (1999) habla de adversatividad restrictiva y exclusiva, indicando que «[e]n la adversatividad restrictiva, el segundo miembro limita o restringe el alcance semántico del primero. […] En la adversatividad exclusiva o excluyente, en cambio, se rechaza de plano que ambos miembros puedan concurrir en el mismo enunciado, ya que son presentados como incompatibles» (1999, 3855). 68 Véase Flamenco García (1999, 3812–3821) acerca de las similitudes y diferencias entre oraciones adversativas y concesivas, en particular, las con pero y aunque.
5.3 Sintaxis
257
este cambio de significado no implica un cambio de la construcción. Es decir, no significa que la posición de y o pero dentro de la oración es alterada, al contrario de su significado: «Pero ocurre a menudo que los elementos copulados presentan entre sí diferencias u oposiciones que alteran su condición de sumandos homogéneos y el significado total del período copulativo, hasta darle valor adversativo, causal, consecutivo, temporal, etc., sin que varíen las conjunciones ni la construcción. Se trata, pues, de un cambio de significado, no de forma» (RAE 1996, 508).
Podemos resumir que las conjunciones y, o y pero, en general, no aparecen al final de la oración. En su función de coordinación copulativa, así como cuando denota causa, y se sitúa delante de la oración coordinada. En el caso de o, la conjunción se intercala entre las oraciones que se coordinan disyuntivamente o delante de cada una de las oraciones coordinadas en coordinaciones múltiples; y, en el caso de pero, este funciona como «nexo de una construcción adversativa [y] ocupa obligatoriamente la posición intermedia» (Flamenco García 1999, 3815).69 Ahora bien, Zárate (1976) señala, acerca de estas tres conjunciones, que «se emplean, sobre todo entre los vascohablantes, como muletillas o comodines que sirven para interrumpir el discurso (aposiopesis) porque se supone que se sobreentiende lo que se había de decir» (1976, 50). En su opinión, se trata, en estos casos, de «frases elípticas». Según Zárate (1976), este uso de la conjunciones nace de la influencia del euskera en el castellano, opinión apoyada por Urrutia Cárdenas (1988, 35), quien hace constar este uso de o y pero en el castellano del Gran Bilbao, calificándolo como transferencia del euskera en el castellano. Zárate (1976) afirma: «Se podrían explicar estas frases elípticas sin necesidad de recurrir a la influencia del vascuence. Sin embargo, su influencia es también evidente en este caso, puesto que no son normales en español, las usan sobre todo los vascohablantes y son normales en vascuence» (Zárate 1976, 50).70
Es decir, la explicación de este autor es la anomalía de este uso en castellano, si bien la aposiopesis se considera fenómeno universal de la lengua hablada, como afirman Koch y Oesterreicher (1990, 86). En (78) a (82) reproducimos algunos ejemplos dados por Zárate (1976, 50), que muestran el uso descrito por él. En (78) y (79) las «frases elípticas» terminan en y; en (80) y (81) en pero; y en (82) en o: 69 De esta forma, pero se opone a la construcción concesiva cuyo nexo, según Flamenco García, «puede anteponerse o posponerse junto con el miembro que introduce» (1999, 3815). 70 Encontramos la misma afirmación en Hernández Alonso (1988), quien hace también hincapié en que es «[u]no de los usos más llamativos de estos hablantes [los euskaldunes]» (1988, 56).
258
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
(78)
«Eres tonto y… ‘Eres tonto y (se te ha caído el café al suelo)’».
(79)
«Hemos estau jugando al muy y… ‘Hemos estado jugando y (ya sabes lo que ocurre…, que a veces se alarga la partida y se te hace tarde sin darte cuenta)’».
(80)
«Listo ya es peró… ‘Es listo, pero (vago como él solo)’».
(81)
«Ya le he avisau yo peró… ‘Aunque se lo he avisado… (no me ha hecho caso)’».
(82)
«No sé pues, ir o… ‘No sé, pues, ir o (qué hacer)’».
Zárate afirma que, aparte de los ejemplos de aposiopesis, en algunos casos, y y pero cambian de significado; el primero adquiere un valor causal y el segundo un valor concesivo, como en (83) y (84). Mantienen, según el autor, su posición dentro de la oración, tal como afirma también la RAE (1996). (83)
«Ha venido tarde y… (se ha quedado sin cenar) ‘Se ha quedado sin cenar porque ha venido tarde’» (Zárate 1976, 51).71
(84)
«Hemos hecho lo que hemos podido peró… (se nos ha muerto) ‘Aunque hemos hecho lo que hemos podido, se nos ha muerto’» (Zárate 1976, 51).
Aunque Zárate favorece la explicación de las «frases elípticas» (1976, 50), señala que este cambio de significado puede ser causado por la influencia del euskera, esto es, por las conjunciones coordinantes del euskera eta y baina. Remite a De Azkue (1923)72, quien había señalado que eta y baina podían aparecer con distintos valores: eta funciona como conjunción copulativa (‘y’) o tiene un valor causal (‘pues’); baina funciona como conjunción adversativa (‘pero’) o tiene un valor concesivo (‘aunque’) (cf. Zárate 1976, 51). Como hemos visto, también las conjunciones y y pero del castellano pueden adquirir estos significados. En resumen, Zárate detecta un cambio de significado de las conjunciones y y pero, que estas adquieren en «frases elípticas» enunciadas por hablantes del castellano del Valle del Txorrieri. Fernández Ulloa (1996; 1997; 2001a) advierte de un fenómeno no completamente similar, pero parecido al de Zárate (1976). Se trata del empleo de las conjunciones coordinantes y y pero: y con el valor causal de ‘pues, como, etc.,’ y pero con el concesivo de ‘aunque’. Sin embargo, a diferencia de Zárate (1976), 71 Prácticamente el mismo ejemplo se da en Fernández Ulloa (1997, 207): «Se ha quedado sin cenar, ha venido tarde y =’[sic] como ha venido tarde…’». Sin embargo, la autora remite a Zárate (1976). 72 De Azkue, Resurrección María, Morfología vasca, Bilbao, [s. e], 1923, ápud Zárate (1976, 51).
5.3 Sintaxis
259
Fernández Ulloa (1997) las observa en posición final de la oración, posición atípica en comparación con lo que hemos visto. En opinión de Fernández Ulloa, no se trata de oraciones incompletas o frases elípticas que se interrumpen después de la conjunción. En su opinión son «calcos» (Fernández Ulloa 1996, 114; 1997, 207; 2001a, 136–137) de las estructuras del euskera que los hablantes adoptan en castellano al usar las conjunciones coordinantes y y pero con los valores señalados. Es decir, afirma que este uso de las conjunciones coordinantes y y pero se debe a que las conjunciones correspondientes vascas eta, o ta, y baina tienen un valor causal o concesivo, respectivamente, cuando se emplean en posición final de la oración. En (85) a (88) reproducimos algunos ejemplos de las conjunciones del euskera que encontramos en el diccionario en línea Elhuyar (2013, s. v. baina y s. v. eta), a fin de demostrar los distintos valores y posiciones posibles de las conjunciones del euskera eta y baina dentro de la oración: (85)
«Euria ari du, baina badut aterkia: está lloviendo, pero tengo paraguas» (Elhuyar 2013, s. v. baina, subrayado por Ch. P.-K.).
(86)
«Egingo dut, gogo handirik ez dut baina: lo haré, aunque no tengo muchas ganas» (Elhuyar 2013, s. v. baina, subrayado por Ch. P.-K.).
(87)
«Astoa ekarri eta atarian utzi zuen: trajo el burro y lo dejó en la puerta» (Elhuyar 2013, s. v. eta, subrayado por Ch. P.-K.).
(88)
«Ez du ekarri, handiegia zen eta: no lo ha traído, porque era demasiado grande» (Elhuyar 2013, s. v. eta, subrayado por Ch. P.-K.).
Como demuestran estos cuatro ejemplos, cuando las conjunciones coordinantes eta y baina aparecen con los significados de ‘y’ y ‘pero’ respectivamente, como en (85) y (87), su posición está entre las dos oraciones (o constituyentes) que coordinan, al igual que en castellano. Cuando adquieren un valor causal o concesivo, como en (86) y (88), se las coloca, en cambio, al final de la segunda oración en la que se expresa la causa o la concesión.73 Difieren, por tanto, de las conjunciones y y pero del castellano, que, según la RAE (1996), nunca aparecen en posición final, tampoco cuando tienen otro valor. Ahora bien, es justamente esta divergencia, es decir, la colocación de las conjunciones coordinantes y y pero en posición final, la que Fernández Ulloa (1996; 1997) señala como característica del castellano en el País Vasco, a pesar de que
73 Véanse al respecto de las conjunciones coordinantes del euskera también Zubiri Ibarrondo y Zubiri Ibarrondo (2000, 657–666, 674–676 y 703–704) y Bendel (2006, 101–104), quien, sin embargo, no nombra baina como conjunción concesiva sino únicamente como adversativa.
260
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
solamente la observó en el castellano de Bermeo. Hasta la fecha no ha sido documentada en otras variedades de la zona. Reproducimos unos ejemplos suyos en (89) y (90): (89)
«al ser niños pequeños y, no he tenido posibilidad (‘como los niños eran pequeños no he tenido la posibilidad’, en euskera mutiliak txikiak dira ta…)» (Fernández Ulloa 2001a, 136–137).
(90)
«me arrepiento mogollón de haber empezao, la verdad, pero» (Fernández Ulloa 1997, 207).
Aparte de considerarla como «calco del uso vasco» (Fernández Ulloa 2001a, 136) la posposición de las conjunciones se debe a la «influencia de la entonación ascendente vasca» (Fernández Ulloa 1997, 207), según la autora.74 En el ejemplo (89), la investigadora destaca la posposición de la conjunción coordinante copulativa y, que adquiere el valor causal de ‘como’. En el ejemplo (90), se trata, en su opinión, de la posposición de la conjunción coordinante adversativa pero, que tiene un valor concesivo. Sin embargo, en el segundo caso también podría pensarse que se trata de una oración elíptica, dado que la investigadora no reproduce el contexto en el que aparece esta oración, lo que podría dar a entender claramente si se trata o no de una oración adversativa e inacabada o concesiva. No quedan claros tampoco sus otros ejemplos de pero, donde falta también el contexto. La propia autora no toma en consideración la posibilidad de que, en ambos casos, y y pero, sean oraciones incompletas o interrumpidas. Resumiendo el fenómeno descrito por Fernández Ulloa (1996; 1997; 2001a), puede decirse que solo concuerda parcialmente con el que hace constar Zárate (1976). Este último señala que se trata de «frases elípticas» (Zárate 1976) que terminan en y, o y pero y cuya segunda parte se elide por sobrentenderse, aun cuando admita, también, una interpretación basada en las conjunciones del euskera eta y baina. No hemos descubierto descripciones de otras variedades que señalen el uso de las conjunciones coordinantes y y pero del castellano en posición final de la oración que vaya acompañado de un cambio de significado de ambas o de alguna de las dos, ni tampoco la de o.75 De ahí que nos ocupemos, a continuación, de la cuestión de si las conjunciones y y pero aparecen en nuestro corpus entre los
74 Fernández Ulloa (1997) señala esta circunstancia a pesar de que su método de transcripción no da cuenta de los rasgos suprasegmentales de los hablantes, aun cuando sí de algunos rasgos fonéticos como la elisión de la /d/ intervocálica, como en empezao en el segundo ejemplo suyo. 75 El uso de pero en posición final de la oración descrito por Laprade (1981) y Stearman (1981) como interferencia del aimara en el castellano de La Paz y del quechua en Ecuador (Kany 1969, 457) no corresponde al fenómeno que tratamos en este capítulo, dado que su función en estas variedades es la de atenuar una orden.
5.3 Sintaxis
261
castellanohablantes monolingües de Getxo con valor causal o concesivo al final de la oración, a fin de saber si este uso se da también en esta variedad, dejando de lado la conjunción disyuntiva o, para la cual no se ha destacado este uso.76
76 El número de oraciones interrumpidas, truncadas o elípticas es bastante alto en nuestro corpus, pues se trata de una conversación hablada y espontánea, en la que los informantes no leyeron oraciones preparadas sino que iban formando sus proposiciones durante la entrevista lo que provocó muchas oraciones interrumpidas. Marcamos este aspecto con un , como indicamos en el capítulo 4.4.6.2. Observamos el uso de la aposiopesis en trece de los veinte hablantes con o e y, y en dieciséis de los veinte hablantes con pero, como en los siguientes ejemplos (i) a (vi). (i) G 10: y no me disgusta ¿eh? pero que te lo peg/ me/ vengan a imponer por la . fuerza y si no, no trabajas o tienes los peores trabajos o/ . pues bueno yo . no me sie/ me siento tratada injustamente en este sentido (E 3/G 10/123) (ii)
G 35: pero bueno yo entiendo que . el euskera es el/ el idioma de los vascos A: mh . mh G 35: les guste o no les guste a unos o/, pero es así . entonces el que se siente así pues, ese es su idioma [ts ] (E 14/G 35/716)
(iii) G 45: y también hablaba algo de inglés y algo de francés y/ bueno pues porque le gustaba eso y demás pues eso efectivamente al andar por el extranjero al principio pues, practicas un poco y tal/ pero . no, mi madre no, mi madre era una mujer de casa, no de/ pues antes no tenían estudios [lo/ la/] (E 20/G 45/1005) (iv) G 43: entonces eeeh (1,26) mh . el derecho a/, a comerciar hacía que eh/ y otra serie de prebendas ¿no?, hacía que no se dependiesen ya de los sen/ del señor feudal sino que la autoridad competente y/, fuese el rey (E 19/G 43/ 935) (v)
A: ¿y quieres irte al extranjero? . ¿has pensado en eso? G 42: a ver . me quiero ir peroo (1,12)/ . por ejemplo me quería ir como se ha ido un compañero, con la novia . se fue a Australia (E 18/G 42/922)
(vi) G 19: A: G 19: A: G 19: A: G 19: G 19:
es que el euskera es muy difícil sí es muy difícil ¿lo has intentado alguna vez? ¿eh? ¿lo has intentado [alguna vez?] [yo no,] yo no porque yo era más ma/ más mayor me/ me/ me ha dado igual, peroo (0,527)/ . claro yo comprendo que si no obligaran la gente no lo estudia porque es muy difícil (E 6/G 19/277)
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5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
5.3.2.2 Y y pero en el corpus de Getxo En nuestro corpus, observamos el uso de las conjunciones y y pero en una posición que podría considerarse como posición final de la oración. Sin embargo, queremos destacar que en todos estos casos podría tratarse de una oración truncada o elíptica en la que el hablante omite la segunda parte de la oración, ya sea porque la percibe como sobreentendida, o porque se corta a sí mismo voluntaria o involuntariamente.77 Creemos que el hecho de que estas conjunciones y y pero aparezcan en posición final de la oración presupone que pueden segmentarse dentro de nuestro corpus «oraciones completas». Sin embargo, tenemos que advertir que es muy difícil delimitar «oraciones completas» en nuestro corpus en general, ya que se trata de una conversación hablada en la que tanto la entonación como las pausas de los informantes al hablar no tienen que corresponder, y a menudo no corresponden, a las normas prescriptivas (comas, puntos, etc.) y válidas para la lengua escrita. Además, como señalamos en otro momento, no transcribimos la conversación según las normas prescriptivas de puntuación (cf. 4.4.6.2). Creemos que, en algunos contextos, resulta evidente que el hablante interrumpe su discurso, y empieza, después, con una nueva oración. Sin embargo, los signos que utilizamos en la transcripción para marcar la interrupción propia o bien el fin de una estructura sintáctica que podría considerarse como una «oración completa» es el mismo, , debido justamente a la problemática de que somos nosotros los que hemos hecho la transcripción y que delimitamos las «oraciones completas» o interrumpidas de otro hablante. Decir, por lo tanto, que las conjunciones y y pero aparecen en posición final de oración, tal como lo hace Fernández Ulloa (1996; 1997; 2001a), es algo que en el caso de nuestro corpus parece casi imposible. Hay que tener en cuenta, además, que Fernández Ulloa (1997, 207) indica una entonación ascendente relacionada con el cambio de posición de las conjunciones, hecho que no podemos comprobar, ya que no hemos realizado una transcripción que contenga marcas fonéticas (suprasegmentales). Sin embargo, pensamos que en algunas ocasiones es posible ver un uso, sobre todo de la conjunción y —en el caso de pero una interpretación según el modelo de Fernández Ulloa (1996; 1997; 2001a) nos parece más dudosa—, en el que podría pensarse en un cambio de posición intraoracional relacionado con el cambio de significado señalado por esta autora y por Zárate (1976).
77 Entendemos por interrupción propia e involuntaria el tipo de interrupción que se da cuando el hablante ya está pensando en otro tema y pierde, por tanto, el hilo de la conversación o de la estructura por seguir este nuevo pensamiento que acaba de formarse en su cabeza, rasgo típico de la conversación hablada. Al contrario, la interrupción propia y voluntaria sería aquella en la cual el hablante decide que no quiere desarrollar más la oración que está pronunciando y se corta, por ejemplo, cuando se trata de un tema problemático o controvertido.
5.3 Sintaxis
263
Documentamos nueve casos de la conjunción coordinante copulativa y en una posición que podría interpretarse como posición final de la oración. Estas oraciones fueron emitidas por seis de los veinte informantes que entrevistamos. Teniendo en cuenta la problemática que acabamos de explicar, opinamos que los ejemplos reproducidos en (91) a (94) podrían interpretarse de dos modos. En primer lugar, serían oraciones completas que terminan con la conjunción copulativa y. Esto significaría que, efectivamente, los informantes modifican la posición de la conjunción y, la cual adopta al mismo tiempo un valor causal, como ‘pues’, ‘porque’, ‘como’, etc., tal y como señalan Fernández Ulloa (1996; 1997; 2001a) y Zárate (1976). En los ejemplos (91)' a (94)' convertimos la estructura de los ejemplos en oraciones formadas con una conjunción causal para ilustrar este valor: (91)
A: ¿has/ ¿has, intentado aprenderlo [alguna vez?] G 45: [sí sí sí] G 45: he intentado varias veces pero no he llegado . ya ma/ siendo ya mayor eeh (0,767'') see (0,44'')/ sabía gramática pero/ pero no me atrevía a soltarme con él m/ me daba vergüenza y/ . bueno, pero yo soy de los que/ he fracasado ahí en ese tema porque, eh mi hermana por ejemplo, bueno nació después mío pero/, pero tampoco había ikastolas [todavía] . (E 20/G 45/985–986)
(91)'
A: ¿has/ ¿has, intentado aprenderlo [alguna vez?] G 45: [sí sí sí] G 45: he intentado varias veces pero no he llegado . ya ma/ siendo ya mayor eeh (0,767'') see (0,44'')/ sabía gramática pero/ pero no me atrevía a soltarme con él m/ porque me daba vergüenza/ . bueno, pero yo soy de los que/ he fracasado ahí en ese tema porque, eh mi hermana por ejemplo, bueno nació después mío pero/, pero tampoco había ikastolas [todavía] .
(92)
G 42: joder me pen/ se supone que te estás preparando y haciendo una carrera y no sé qué A: sí G 42: para luego . tener ciertas garantías [pero a ver], A: [sí] G 42: te puede salir todo mal y/ . peroo (0,513'') . las/ tu expectativa es tener garantía de trabajo (E 18/G 42/917)
(92)' G 42: joder me pen/ se supone que te estás preparando y haciendo una carrera y no sé qué A: sí G 42: para luego . tener ciertas garantías [pero a ver], A: [sí] G 42: porque te puede salir todo mal/ . peroo (0,513'') . las/ tu expectativa es tener garantía de trabajo
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(93)
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
G 35: dices claro, desde pequeño . en el colegio . en la ikastola se hablaba en euskera lo perfeccionarían de/, de maravilla [y luego] A: [mh] G 35: en casa, los hermanos y los/ y sus padres eh les hablaban también en/ en/, en castellano A: mh G 35: y/ pero es estos . les hablaban en euskera contestaban en euskera pero automáticamente (E 14/G 35/724)
(93)' G 35: dices claro, desde pequeño . en el colegio . en la ikastola se hablaba en euskera lo perfeccionarían de/, de maravilla [y luego] A: [mh] G 35: en casa, los hermanos y los/ y porque sus padres eh les hablaban también en/ en/, en castellano A: mh G 35: pero es estos . les hablaban en euskera contestaban en euskera pero automáticamente (94)
A: G 40: A: G 40: A: G 40:
¿le/ ¿le ha tocado fuerte la crisis financiera? demasiado fuerte . ¿sí? sí, ya llevan dos o tres años, tocados vamos a [decir] [mh] entonces . hay muchoos (0,627'') despachos que están cerrando yy (0,587'')/ . de momento estos están, hasta aquí pero . van tirando (E 17/G 40/858)
(94)' A: G 40: A: G 40: A: G 40:
¿le/ ¿le ha tocado fuerte la crisis financiera? demasiado fuerte . ¿sí? sí, ya llevan dos o tres años, tocados vamos a [decir] [mh] entonces . porque hay muchoos (0,627'') despachos que están cerrando/ . de momento estos están, hasta aquí pero . van tirando
Como demuestran los ejemplos (91)' a (94)', la cláusula que convertimos marca la causa de un hecho señalado en el miembro de la oración precedente. Así, por ejemplo, en (94)', la oración causal indica por qué la crisis financiera ha tocado demasiado fuerte a las personas que llevan los negocios de los cuales están hablando A y G 40. En (91)', G 45 explica por qué no se atrevía a soltarse a hablar en euskera, aunque sabía la gramática. Es decir, nos encontramos ante una oración subordinada adverbial causal que se ha formado usando la conjunción coordinante y en posición final de la oración como nexo subordinante —lo que conlleva un cambio de significado de y— que podría comprenderse como la
5.3 Sintaxis
265
expresión de la causa respecto de un efecto que se ha dado y expresado en la oración principal precedente. La estructura de la oración causal podría esquematizarse entonces como en (95): (95)
{oración principal + oración subordinada adverbial causal + nexo causal y}.
No obstante, si consideramos las oraciones como interrumpidas y, por tanto, incompletas, el valor de la conjunción y sigue siendo copulativo, ya que se trata de una construcción a la que falta el segundo miembro que se enlaza con esta conjunción. Se trataría, pues, de otros casos de aposiopesis (cf. cap. 5.3.2.1, nota 76). Los miembros omitidos expresarían un contenido de tal índole como lo ilustramos en los ejemplos (96) a (99), donde añadimos, en cursiva, posibles cláusulas omitidas por los informantes: (96)
A: ¿has/ ¿has, intentado aprenderlo [alguna vez?] G 45: [sí sí sí] G 45: he intentado varias veces pero no he llegado . ya ma/ siendo ya mayor eeh (0,767'') see (0,44'')/ sabía gramática pero/ pero no me atrevía a soltarme con él m/ me daba vergüenza y por eso no he hablado nunca en euskera/ . bueno, pero yo soy de los que/ he fracasado ahí en ese tema porque, eh mi hermana por ejemplo, bueno nació después mío pero/, pero tampoco había ikastolas [todavía] .
(97)
G 42: joder me pen/ se supone que te estás preparando y haciendo una carrera y no sé qué A: sí G 42: para luego . tener ciertas garantías [pero a ver], A: [sí] G 42: te puede salir todo mal y no encuentras trabajo/ . peroo (0,513'') . las/ tu expectativa es tener garantía de trabajo
(98)
G 35: dices claro, desde pequeño . en el colegio . en la ikastola se hablaba en euskera lo perfeccionarían de/, de maravilla [y luego] A: [mh] G 35: en casa, los hermanos y los/ y sus padres eh les hablaban también en/ en/, en castellano A: mh G 35: y por ello sabían euskera y castellano/ pero es estos . les hablaban en euskera contestaban en euskera pero automáticamente
(99)
A: G 40: A: G 40: A:
¿le/ ¿le ha tocado fuerte la crisis financiera? demasiado fuerte . ¿sí? sí, ya llevan dos o tres años, tocados vamos a [decir] [mh]
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5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
G 40: entonces . hay muchoos (0,627'') despachos que están cerrando yy (0,587'') desaparecen/ . de momento estos están, hasta aquí pero . van tirando
Como puede verse en el último caso, (99), la conjunción copulativa y podría entenderse también como conjunción subordinante causal en una construcción en la cual hay muchoos (0,627'') despachos que están cerrando es la oración principal, mientras que y introduce una oración subordinada adverbial causal del tipo y no pueden liberarse de los problemas, que sería, pues, la causa que explica el efecto que ha tenido la crisis económica. Esta oración sería equivalente a porque no pueden liberarse de los problemas, por lo que y efectivamente adoptaría un valor causal, pero no se cambiaría la construcción de la oración. En lo que atañe a las oraciones en las cuales la coordinación adversativa pero aparece al final de una oración completa, hay que señalar que encontramos este uso en ocho de los veinte informantes. Documentamos trece ocurrencias de esta conjunción en las cuales podría pensarse que pero adopta un valor concesivo. Al igual que en el caso de y, esto significa que los informantes modifican la posición de la conjunción adversativa pero, que normalmente ocupa una posición intermedia dada su naturaleza como conjunción coordinante, la cual adopta al mismo tiempo el valor concesivo de ‘aunque’. Tendríamos, pues, un cambio del significado y de la construcción. Veamos algunos ejemplos, (100) a (103), en los cuales ilustramos este uso de pero, señalado por Fernández Ulloa (1996; 1997; 2001a) y Zárate (1976). En los ejemplos (100)' a (103)' convertimos la estructura de los ejemplos en oraciones formadas con el nexo subordinante concesivo aunque para subrayar este valor de la conjunción pero: (100) G 14: sí . y ahí eh sí que había un proyecto [para] A: [mh] G 14: hacer un montón de viviendas de protección oficial pero, toda la gente de los caseríos . se quejaron/ bueno ahí eh hubo un mogollón de problemas muchas quejas yy (0,547'') al final ese mismo proyecto no sé cómo estará A: mh . G 14: hay espacio allí hay peroo (0,64'')/ . luego también está la costa cerca no sé cómo/ . no sé cómo estará (E 4/G 14/160–161) (100)' G 14: sí . y ahí eh sí que había un proyecto [para] A: [mh] G 14: hacer un montón de viviendas de protección oficial pero, toda la gente de los caseríos . se quejaron/ bueno ahí eh hubo un mogollón de problemas muchas quejas yy (0,547'') al final ese mismo proyecto no sé cómo estará A: mh .
5.3 Sintaxis
267
G 14: hay/ aunque espacio allí hay/ . luego también está la costa cerca no sé cómo/ . no sé cómo estará (101) G 19: claro . diferencia social sí hay porque Las Arenas ha sido más elitista [más] A: [mh] G 19: así con/ había chalés había añas había gente muy rica mh . salías al paseo de Zugazarte y eran todo añas con/ cuidando a los niños/ con unos gorros unos pr/ unos uniformes preciosos y llevaban unos vestidos escoceses unos gua/ unos delantales blancos A: mh G 19: y el/ el gorro blanco sujetando el moño o que era una/ un espectáculo A: mh G 19: y los coches de los niños muy bonitos muy pue/ muy puestos muy de cintillas muy (ininteligible) y eso en Algorta pues, no creo que (ha?) habido nunca tanto A: mh . G 19: en/ Algorta siempre ha tenido también buen nivel pero/ . una zona A: mh G 19: luego está ya también muy mezclado (E 6/G 19/237) (101)' G 19: claro . diferencia social sí hay porque Las Arenas ha sido más elitista [más] A: [mh] G 19: así con/ había chalés había añas había gente muy rica mh . salías al paseo de Zugazarte y eran todo añas con/ cuidando a los niños/ con unos gorros unos pr/ unos uniformes preciosos y llevaban unos vestidos escoceses unos gua/ unos delantales blancos A: mh G 19: y el/ el gorro blanco sujetando el moño o que era una/ un espectáculo A: mh G 19: y los coches de los niños muy bonitos muy pue/ muy puestos muy de cintillas muy (ininteligible) y eso en Algorta pues, no creo que (ha?) habido nunca tanto A: mh .. G 19: en/ aunque Algorta siempre ha tenido también buen nivel/ . una zona A: mh G 19: luego está ya también muy mezclado (102) A: G 23: A: G 23: A: G 23: A: G 23:
¿y alguna vez has hecho un curso aquí?, de// he/ hice dos, peroo (0,713'')/, me dijo la hija "ama vete sabiendo ya algo ¡eh!" mh "por lo menos cómo se menea el ratón", y más, y claro ya vine, [y], [mh] poco aprendí aquí alguna cosa coges pero/ mh que también a veces se te olvida tienes que decirles y tal pero como viene a comer, chico (E 10/G 23/462)
(102)' A: ¿y alguna vez has hecho un curso aquí?, de// G 23: he/ hice dos, peroo (0,713'')/, me dijo la hija "ama vete sabiendo ya algo ¡eh!"
268
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
A: G 23: A: G 23: A: G 23:
mh "por lo menos cómo se menea el ratón", y más, y claro ya vine, [y], [mh] poco aprendí aquí aunque alguna cosa coges/ mh que también a veces se te olvida tienes que decirles y tal pero como viene a comer, chico
(103) G 40: o sea me parece una pérdida de tiempo dedicarme a una cosa que me/ que no me viene bien para nada [porque/] . A: [mh] G 40: bueno en la tienda sí me vendría bien pero/ . (nombre de hombre) me suele decir .. "pues mete todas tus recetas", si yo no miro la receta yo las recetas ya las tengo aquí , entonces las hago directamente [y un] (E 17/G 40/862) (103)' G 40: o sea me parece una pérdida de tiempo dedicarme a una cosa que me/ que no me viene bien para nada [porque/] . A: [mh] G 40: bueno aunque en la tienda sí me vendría bien/ . (nombre de hombre) me suele decir .. "pues mete todas tus recetas", si yo no miro la receta yo las recetas ya las tengo aquí , entonces las hago directamente [y un]
Si interpretamos las oraciones (100) a (103) como oraciones completas en las cuales la conjunción pero aparece en posición final de oración adquiriendo un valor concesivo, tal y como lo describen Fernández Ulloa (1996; 1997; 2001a) y Zárate (1976), las oraciones introducidas por aunque en (100)' a (103)' deberían tener, pues, un valor semántico equivalente o bien idéntico. De este modo, en el ejemplo (101) se podría entender que con Algorta siempre ha tenido también buen nivel pero la informante G 19 reconoce que el nivel de vida en el barrio de Algorta en comparación con el de Las Arenas también ha sido bueno. Sin embargo, en su opinión, nunca ha alcanzado el nivel de vida de Las Arenas, tal como da a entender en la oración principal precedente y eso en Algorta pues, no creo que (ha?) habido nunca tanto. La objeción la expresaría, pues, mediante la posposición de la conjunción adversativa pero, por lo que este ejemplo podría interpretarse como concesivo. En el ejemplo (102), la informante G 23 señala que solo ha aprendido un poco en las clases de informática —poco aprendí aquí—, que, sin embargo, tampoco es nada, ya que captó y memorizó algunas cosas de informática alguna cosa coges pero/. Como en el caso anterior, la informante emplea la estructura en la que la conjunción pero adquiere un valor concesivo y cambia de lugar dentro de la oración. Aparece al final para expresar la restricción o la concesión que hace respecto del aprendizaje de informática. Podemos decir, por lo tanto, que la estructura mediante la cual se expresa la concesividad en estos casos es la de (104):
5.3 Sintaxis
269
(104) {oración principal + oración subordinada adverbial concesiva + nexo concesivo pero}.
Se trataría, en primer lugar, de un cambio semántico por el cual la conjunción adversativa pero adopta un valor concesivo —por la cercanía semántica o el parentesco lógico que también la RAE (1996, 557) ha señalado acerca de pero y aunque—. En segundo lugar, se daría un cambio estructural a través del cual la conjunción pero abandonaría su posición intermedia entre las oraciones que coordina —lo que le es inherente dado que «el segundo miembro limita o restringe el alcance semántico del primero» (Flamenco García 1999, 3855)— para aparecer en posición final de la oración. Como señalamos en el apartado precedente, si bien es común que pero adquiera un valor concesivo, este, sin embargo, no está relacionado con un cambio de posición intraoracional, según la RAE (1996). Ahora bien, si consideramos que las oraciones en (98) a (101) están incompletas, dado que el informante se interrumpe en medio de la oración, la conjunción adversativa pero mantendría su valor adversativo. Se trataría, pues, de una estructura que aparecería sin el segundo miembro que enlaza y que sería el portador de la restricción u objeción en la coordinación adversativa. Opinamos que los cuatro ejemplos de pero podrían interpretarse también de esta manera. Consideramos, incluso, que es más probable que sean interpretados como casos de aposiopesis, como señalamos también en el caso de la conjunción copulativa y. En los ejemplos (105) a (108) añadimos, en cursiva, oraciones creadas por nosotros que los informantes podrían haber omitido. Cualquier otra oración también sería posible: (105) G 14: sí . y ahí eh sí que había un proyecto [para] A: [mh] G 14: hacer un montón de viviendas de protección oficial pero, toda la gente de los caseríos . se quejaron/ bueno ahí eh hubo un mogollón de problemas muchas quejas yy (0,547'') al final ese mismo proyecto no sé cómo estará A: mh . G 14: hay espacio allí hay peroo (0,64'') hasta ahora no han construido nada/ . luego también está la costa cerca no sé cómo/ . no sé cómo estará (106) G 19: claro . diferencia social sí hay porque Las Arenas ha sido más elitista [más] A: [mh] G 19: así con/ había chalés había añas había gente muy rica mh . salías al paseo de Zugazarte y eran todo añas con/ cuidando a los niños/ con unos gorros unos pr/ unos uniformes preciosos y llevaban unos vestidos escoceses unos gua/ unos delantales blancos A: mh G 19: y el/ el gorro blanco sujetando el moño o que era una/ un espectáculo A: mh
270
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
G 19: y los coches de los niños muy bonitos muy pue/ muy puestos muy de cintillas muy (ininteligible) y eso en Algorta pues, no creo que (ha?) habido nunca tanto A: mh .. G 19: en/ Algorta siempre ha tenido también buen nivel pero no puede compararse con Las Arenas/ . una zona A: mh G 19: luego está ya también muy mezclado (107) A: G 23: A: G 23: A: G 23: A: G 23:
¿y alguna vez has hecho un curso aquí?, de// he/ hice dos, peroo (0,713'')/, me dijo la hija "ama vete sabiendo ya algo ¡eh!" mh "por lo menos cómo se menea el ratón", y más, y claro ya vine, [y], [mh] poco aprendí aquí alguna cosa coges pero no mucho/ mh que también a veces se te olvida tienes que decirles y tal pero como viene a comer, chico
(108) G 40: o sea me parece una pérdida de tiempo dedicarme a una cosa que me/ que no me viene bien para nada [porque/] . A: [mh] G 40: bueno en la tienda sí me vendría bien pero no me gusta nada dedicarme a eso/ . (nombre de hombre) me suele decir .. "pues mete todas tus recetas", si yo no miro la receta yo las recetas ya las tengo aquí , entonces las hago directamente [y un]
A modo de resumen podemos decir que, teniendo en cuenta que es difícil delimitar oraciones completas en una conversación hablada, hemos encontrado varios ejemplos en los cuales las conjunciones coordinantes y y pero, copulativa y adversativa respectivamente, aparecen en una posición oracional que puede considerarse como final de la oración. Hemos observado varias proposiciones en las cuales el uso de y podría interpretarse como causal. El cambio de significado reconocido y descrito por parte de la gramática prescriptiva va, sin embargo, acompañado en estos casos por un cambio de la construcción, lo que sería una particularidad del castellano de Getxo. Lo mismo cabe decir en el caso de pero, conjunción adversativa que adquiere un valor concesivo cuando aparece en posición final de oración. Como hemos visto, esta posición es particular por su carácter de conjunción que coordina dos oraciones, por lo que, según Flamenco García (1999), tiene que aparecer en una posición intermedia. No obstante, también podría tratarse de oraciones interrumpidas o inacabadas que quedan, por tanto, sin terminar, porque sus continuaciones se perciben como sobreentendidas e innecesarias, fenómeno al que se denomina aposiopesis y que es una característica común de la lengua hablada, como indicamos en el apartado precedente (cf. 5.3.2.1). Creemos que una interpretación que se incline
Conjunción y en posición final pero en posición final
N° informante
— 1
— —
— —
— 1
— —
— 3
— —
— —
2 1
— 1
— —
— —
1 —
2 1
— —
— —
2 3
1 —
— —
1 2
G 05 G 09 G 10 G 14 G 17 G 19 G 20 G 21 G 22 G 23 G 29 G 30 G 33 G 35 G 38 G 39 G 40 G 42 G 43 G 45
Tabla 10: Distribución del uso de las conjunciones y y pero en posición final de la oración con valor causal y concesivo respectivamente, entre los informantes del corpus de Getxo.
9 13
∑
5.3 Sintaxis
271
272
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
por la interrupción es más probable y más acertada, dado que el número de ocurrencias que pueden estimarse como oraciones causales o concesivas es bastante reducido en cada uno de los informantes en los que observamos este fenómeno en nuestro corpus (cf. tabla 10). De no ser así, podría tratarse, tanto en el caso de y como de pero, de estructuras integradas en el castellano de los informantes monolingües que las usaron. Ya no son calcos estructurales, como supone Fernández Ulloa (1996; 1997; 2001a), sino estructuras integradas, puesto que es poco probable que nuestros informantes «copien» estructuras del euskera, en vista de sus competencias muy reducidas o incluso nulas en esta lengua. Con todo, habría que realizar más estudios que enfoquen este uso tanto en el castellano de Getxo como en otras variedades del castellano hablado en el País Vasco —teniendo en cuenta entonces, también, a la entonación de los hablantes en estos casos—, y también en el castellano escrito de los distintos grupos de hablantes de la comunidad comunicativa vasca existentes en esta zona. De este modo, podría determinarse si realmente se trata de un fenómeno (cambio estructural y semántico) integrado en el castellano del País Vasco y conocer las marcaciones diasistemáticas. Pensamos que se debería proceder de esta manera para saber en quiénes se dan estos usos, antes de señalarlos como particularidades del castellano del País Vasco, como hace Fernández Ulloa (1996; 1997; 2001a). En lo referente al castellano de Getxo será necesario un estudio comparativo que permita obtener datos acerca de la significancia estadística, para comprobar si se emplea con más o menos frecuencia que en otras variedades (cf. 5.6).
5.3.3 La preposición 5.3.3.1 {al de + indicación temporal} En el castellano de algunos de nuestros informantes observamos el uso de la construcción {al de + indicación temporal}. Como veremos a continuación en los ejemplos (109) y (110) que demuestran este uso, la construcción en cuestión tiene el valor de ‘después de’: (109) G 10: y cuando no son hora puntas puede haber cada diez minutos como mucho de separación entre uno y otro . pues antes, pues igual subías a la estación y al de un cuarto de hora tenías un tren (E 3/G 10/104) (110) G 42: pero al de/ de cinco años si te quieres ir . has estado de alquiler y te vas . eso puede estar mejor, peroo (0,627''), lo del alquiler sin derecho a comprar al final es que lo veo como/ . como ir tirando dinero, a la calle esto . ya, en Europa
5.3 Sintaxis
273
hay costumbree (0,447'') alquilar todo ese/ . la mayoría es alquiler (E 18/G42/917)
Como se trata de una expresión temporal de posterioridad, creemos que podría tratarse de un caso de omisión. Es decir, en lugar de emplear la locución prepositiva al cabo de como expresión temporal de posterioridad (Carrasco Gutiérrez 1999, 3099–3100) que se forma sobre el esquema {preposición + artículo + nombre + preposición}78, los informantes omiten el nombre cabo, pero mantienen o conservan la estructura y el valor que proporciona la locución prepositiva al cabo de. Queda, por tanto, la estructura {preposición + artículo + preposición + indicación temporal}. También se podría suponer que esta construcción se forma por analogía a construcciones como en (111) y (112), en las cuales también se aglutina la preposición a al artículo masculino el seguido de la preposición de, que denota posesión. De esta manera, se designa algo que ha sido introducido anteriormente en el discurso (uso anafórico), o que resulta evidente por el contexto situacional extratextual, como en el caso (111), donde G 20 habla con un interlocutor, distinto a la entrevistadora, que ha entrado en su despacho, o bien por el conocimiento compartido de los interlocutores, como en (112), en el que ambos, informante y entrevistadora, saben que existe la costumbre de copiar lo que escriben los vecinos cuando uno no sabe la respuesta en un examen escolar, procedimiento que se explica, además, mediante el uso del verbo ojear: (111) G 20: sí pero acaba de marchar él de/ si quieres apuntar o pagar algo vete al de (nombre de mujer) [por favor] (E 7/G 20/302) (112) G 42: (ininteligible) en selectividad se nota un montón . yo tuve quee (0,94'') ojear a/, al de adelante [¡sí hombre! (1,113'')] (E 18/G 42/904)
La construcción {al de + indicación temporal} es un fenómeno que hasta ahora no se ha señalado en los estudios y descripciones del castellano hablado en el País Vasco. Tampoco hemos podido comprobar la ocurrencia de este fenómeno en otros estudios empíricos del área de la CAV porque no se han publicado los corpus respectivos. Tampoco hemos encontrado la construcción {al de + indicación temporal} en otras variedades del castellano ni se señala su uso en los diccionarios y gramáticas que consultamos.
78 Pavón Lucero (1999, 581) considera al cabo de como estructura prepositiva que sigue el modelo [[P+N+P] [término]]. En vista de que en nuestros ejemplos persiste el artículo pero se omite el nombre, optamos por una esquematización que, al contrario de la de Pavón Lucero, contiene también el artículo, si bien nos basamos en sus explicaciones.
274
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
Los ejemplos que encontramos en nuestro corpus no son muy numerosos: como hemos dicho al principio de este apartado, solo encontramos su uso en cinco de los veinte hablantes. Por otra parte, hemos escuchado la construcción {al de + indicación temporal} también en una de las entrevistas preparatorias que hicimos, en Berlín, a un informante vasco bilingüe castellano-euskera procedente de Barakaldo, que recibió su formación escolar en Getxo y en Gernika. En nuestro corpus documentamos un total de ocho ocurrencias del uso de la construcción {al de + indicación temporal}. Esta se da, por un lado, con indicaciones temporales (más o menos) precisas (seis ocurrencias), como un cuarto de hora, dos semanas, seis meses, dos años (dos casos) o cinco años. Por otro lado, se utiliza con indicaciones temporales imprecisas, empleadas a fin de señalar un momento posterior, poco después, poco tiempo (dos ocurrencias), como puede verse en los ejemplos (113) y (114): (113) G 29: un sabotaje (ininteligible) pero, poco más sí . tengo un amigo que estuvo once años en la cárcel eso sí A: ¿después de [Franco?] G 29: [¡no!, que era] G 29: en ETA . no no no con Franco con Franco A: once años [mh] G 29: [¡no!] G 29: después de Franco ¡sí! .. A: mh G 29: bueno . sí al de poco des/ poco después de esto (E 11/G 29/544) (114) G 40: bueno entonces me fui allí . pero luego noo (0,56'')/ ya me casé cuando vine al de poco tiempo yy (0,74'')/ . y eso no, [noo (0,727'')], (E 17/G 40/855)
En el ejemplo (113) del informante G 29 se ve que esta construcción tiene el valor de ‘al cabo de poco tiempo después de’, ya que en la oración anterior G 29 emplea esta construcción. Introduce la construcción {al de + indicación temporal} incluso junto con los adverbios temporales poco y después. La construcción {al de + indicación temporal} aparece en nuestro corpus siempre en oraciones simples, o bien en oraciones principales coordinadas copulativas. Entre las ocho ocurrencias que documentamos, la construcción en cuestión se da con verbos en presente (109), en imperfecto (110), en indefinido (114) y sin verbo (113). Dada la escasez de ocurrencias y el reducido número de hablantes que emplearon la construcción en cuestión, podría argumentarse que se trata de una mera tendencia que documentamos aquí. Desde una perspectiva estadística, será necesario realizar un estudio comparativo para comprobar si se trata de un elemento integrado en el castellano de Getxo —lo que suponemos (cf. 5.6)—, con qué frecuencia se da en otros registros y otros tipos de hablantes, si aparece en otras variedades dentro y fuera
5.3 Sintaxis
275
de la CAV, y si es más frecuente en el castellano de Getxo que en otras variedades. A nuestro parecer, resulta muy llamativo que dicha construcción se dé en cinco de veinte entrevistas, puesto que aún no se ha documentado en otras variedades. Con la finalidad de saber si se trata de una característica del castellano del País Vasco o si se trata de un fenómeno presente exclusivamente en el castellano de Getxo, habría que realizar más estudios para averiguar si es un rasgo también empleado por otros grupos de hablantes. Puesto que podría resultar interesante saber si podemos encontrar esta construcción en otro contexto, si es un fenómeno que pertenece únicamente a la lengua hablada o si es posible encontrarlo también en la lengua escrita, realizamos una búsqueda en la edición digital de los periódicos El Correo (2012a), con sede en Bilbao (Bizkaia), el Diario Vasco (2012a), con sede en Donostia-San Sebastián (Gipuzkoa), El País (2012), con sede en Madrid (Madrid), y en el Corpus de Referencia del Español Actual (CREA) (RAE 2012).79 Buscamos las siguientes construcciones, que elegimos por ser las más cercanas a las construcciones usadas por nuestros informantes: – – – – –
al de un*80 al de una* al de dos* al de tres* al de cuatro*
79 No hemos analizado ni averiguado a qué grupo de hablantes de la comunidad comunicativa vasca pertenecen los productores de los artículos de El Correo (2012a), del Diario Vasco (2012a) y del CREA (RAE 2012). Es decir, no sabemos dónde viven ni si son hablantes bilingües, ni si proceden del territorio de la CAV (o de Nafarroa/Navarra, o de cualquier otro lugar), ni cuál es el origen geográfico y lingüístico familiar de los periodistas. Algunas veces, incluso, no apareció ningún nombre de autor por tratarse de una noticia de agencia. Hay que tener en cuenta que además se trata de una producción escrita, redactada, probablemente corregida y, quizá, modificada por otra persona que el autor indicado. Por eso, no podemos atribuir con seguridad este uso al productor del texto. Estos textos pertenecen, además, a un registro diferente al de nuestras entrevistas aunque en algunos casos se trata también de reproducciones de entrevistas, las cuales pueden ser modificadas estilísticamente por los periodistas. Por último, queremos subrayar que se trata de textos que pertenecen a distintas secciones, como deporte, sociedad, etc., aparte de ser, en algunos casos, diálogos (entrevistas) y en otros textos monólogos. No fue posible averiguar desde cuándo exactamente se publican las versiones de los periódicos en la red ni tampoco cuántos artículos estaban colgados el día de la búsqueda. El Diario Vasco dispone de edición electrónica desde 1995, El País y El Correo desde 1996. 80 Con * marcamos que no buscamos un término concreto detrás de la palabra que lleva el asterisco. En la tabla 11 que presentamos a continuación señalamos, por un lado, el total de ocurrencias de las palabras con asterisco y, por otro lado, especificamos con qué tipo de sustantivo aparecieron en concreto y en qué cantidad.
276
– – – – – – – –
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
al de cinco* al de siete* al de ocho* al de nueve* al de diez* al de once* al de doce* al de poco*
Llaman la atención varios hechos. No encontramos ningún uso de la construcción {al de + indicación temporal} en El País y, en el caso de CREA (RAE 2012), el número de ocurrencias es muy reducido (una ocurrencia). En lo que concierne al Diario Vasco, tampoco hemos podido encontrar muchos ejemplos: se han dado en este medio solo doce ocurrencias. En comparación con eso, encontramos un número de empleo de la construcción {al de + indicación temporal} mucho mayor en El Correo. En este medio documentamos ciento veinticuatro ocurrencias. Resumimos los resultados que obtuvimos en la búsqueda en la tabla 11: Tabla 11: Resultados para la construcción {al de + indicación temporal} en las ediciones digitales de los periódicos El Correo y Diario Vasco y en el corpus en línea CREA [consultados: 22.03.2012]. Tabla elaborada por Ch. P.-K. Texto/Corpus de origen Construcciones al de un* al de un rato al de un día al de un mes al de un año al de un tiempo al de una* al de dos* horas días semanas meses años temporadas al de tres* minutos horas días
CREA
—
El Correo
32 — — — — —
— —
3 8 1 5 10 8
— 30 — — — — — —
—
3 — — — — — 2
5 13 1 5 5 1 11
— — —
Diario Vasco
— — — 1 1 — 2
1 1 1
— — 1
5.3 Sintaxis
Texto/Corpus de origen Construcciones semanas meses años al de cuatro* minutos días años al de cinco* minutos horas días meses años al de seis meses al de siete* minutos días meses al de ocho* al de nueve* meses al de diez* segundos minutos días meses al de once* meses al de doce* años al de poco* al de poco al de poco tiempo Total
277
CREA
El Correo
Diario Vasco
— — —
1 2 5
— 1 —
—
5 — — —
—
11 — — — — —
—
—
2
— — — —
—
— — 1
10 — — — — 1
— — — — —
1 1
— 1
— —
1 6 2 1
— —
1 — —
1 1
—
—
— 1
— 1
—
— — — — —
2 2
— —
— — —
6 2 1 1 1
—
— —
1 18
— 1 1
— 3 1 1
4 11 7
124
3 1 12
Como puede verse en la tabla 11, la construcción en cuestión aparece con distintos sustantivos que tienen todos un valor temporal. Es también el caso de la construcción al de poco, donde poco significa ‘de poca duración’. Además, la construcción es compatible con numerales, aunque no encontramos su uso con una ni con ocho. Queremos hacer hincapié en que el ejemplo que encontramos en el CREA (RAE 2012), y que reproducimos en el ejemplo (115), procede de una revista
278
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
cuya sede está igualmente en Bilbao. Sin embargo, no se ofrece información sobre el autor: (115) «A pesar de las bellas telas, ricos manjares y muebles lujosos que pudo comprar, se aburría de tal manera que todo le hacía bostezar lo que llevó al Espíritu del Aire a concederle una mujer que, al de poco, le dio un hijo. Pero la criatura no hablaba y apenas se movía lo que hizo que el rencor se apoderase del corazón del hombre y que en la casa ‹saltasen chispas›» (Artez. Revista de Artes Escénicas, nº 91, 01/11/2004, cit. ápud CREA (2012) [consultado: 22.3.2012], subrayado por C. P.-K.).
Encontramos el uso de la construcción {al de + indicación temporal} en El Correo, en artículos y en reproducciones de entrevistas (textos dialógicos), o en citas incluidas en textos unidireccionales, como muestran los ejemplos (116), (117) y (118) respectivamente: (116) «Se sucedía el flamenco y había bastantes pinceladas jazz: en un número con la guitarra swing algo Django, un solo de bajo y sobre todo en la armónica cromática de Serrano, que oficiaba como Toots Thielemans. Las piezas llegaban largas (cinco en la primera parte, otras cinco en la segunda contando el bis, su famoso ‹Entre dos aguas›, concedido al de cuatro minutos de insistencia en la ovación del respetable), el flamenco se ondulaba modernista como con Ketama y Pata Negra, y los arpegios, pizzicatos y melodías de De Lucía asombraban a casi todos» (El Correo 2010, subrayado por C. P.-K.). (117) «[T.A.] [I.H.]
¿Han pensado en cambiar el pavimento? No, esa decisión ya la tomamos. El aglomerado drenante absorbe muy bien el agua, pero al de dos años está para retirar. El transporte pesado se lo lleva como si fuera casi mantequilla. Hemos ido a una calidad intermedia que es la que se utiliza en todo el Estado y en casi toda Europa» (El Correo 2007, subrayado por C. P.-K.).
(118) «La mujer había acabado su jornada laboral. ‹Nos ha comentado que se fue a trabajar, que ha vuelto a las cinco horas, que el niño no respondía y, entonces, ha llamado a las ambulancias›, expuso Ojinaga. El padre llegó ‹al de un rato›. Ninguno de los dos precisó asistencia sanitaria, a pesar de que la madre ‹estaba impactada›» (Diario Vasco 2009, subrayado por C. P.-K.).81
Como hemos dicho, deberían realizarse más estudios sobre este fenómeno para poder determinar en qué otros grupos de hablantes de la comunidad de comunicación vasca se da, para comprobar si está marcado diasistemáticamente —si se encuentra, por ejemplo, exclusivamente en el grupo de lectores de El Correo—, cómo funciona, esto es, en qué contextos lingüísticos y situacionales se emplea,
81 El mismo artículo apareció también en la versión en línea de El Correo (17.7.2009).
al de + indicación temporal
Construcción
N° informante
—
—
1
—
—
—
—
—
—
2
1
—
—
—
—
—
1
3
—
—
G 05 G 09 G 10 G 14 G 17 G 19 G 20 G 21 G 22 G 23 G 29 G 30 G 33 G 35 G 38 G 39 G 40 G 42 G 43 G 45
Tabla 12: Distribución y número de ocurrencias de la construcción {al de + indicación temporal} en el corpus de Getxo.
8
∑
5.3 Sintaxis
279
280
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
si es un rasgo particular del castellano del País Vasco o si su uso es más restringido o marcado diatópicamente, por ejemplo, a la provincia de Bizkaia, el ámbito del Gran Bilbao o Getxo. Es decir, cabe hacer un rastreo por zonas geográficas que podría resultar de interés y proporcionar más información sobre su distribución. Sin embargo, todo parece indicar que estamos ante un elemento que efectivamente parece darse, ante todo, en el castellano de la zona bilingüe euskera-castellano. En la tabla 12 resumimos la frecuencia de uso absoluta de las ocurrencias de nuestro corpus.
5.3.4 El sistema pronominal: los pronombres clíticos de tercera persona en función de CD 5.3.4.1 Preliminares En el presente apartado trataremos varios fenómenos considerados complementarios en las variedades del castellano del País Vasco por diferentes autores que se dedicaron a su estudio. Estos fenómenos son: 1. 2. 3.
la omisión de los pronombres clíticos82 de tercera persona en función de CD; el leísmo; y la duplicación de los pronombres clíticos de tercera persona en función de CD.
Landa (1995), Urrutia Cárdenas y Fernández Ulloa (1998) y Fernández-Ordóñez (1999) entienden por complementarios que estos tres fenómenos se condicionan mutuamente. En sus estudios señalan que la omisión de los pronombres clíticos de tercera persona ocurre predominantemente con CCDD [−animados] y mucho menos con CCDD [+animados], ya que estos últimos se realizan mediante el pronombre le(s) (leísmo) en las variedades del castellano hablado en el País Vasco examinadas. Este le(s), por un lado, lleva a la duplicación de los CCDD [+animados], porque su forma equivale a la forma etimológica del pronombre clítico de tercera persona de los complementos indirectos (CCII) le(s). Por consiguiente, el empleo de las formas le y les en función de CD [+animado] transgrede las restricciones gramaticales que impiden la duplicación de los CCDD [+anima-
82 Seguimos la terminología propuesta por RAE/ASALE (2009). Para un resumen de la discusión sobre la naturaleza de lo que denominamos pronombre clítico pueden consultarse, por ejemplo, Korkostegi Aranguren (1992) o Fernández Soriano (1993), quienes debaten este tema.
5.3 Sintaxis
281
dos] de tercera persona en posición canónica, es decir, pospuestos al verbo, cuando aparece junto a un pronombre clítico con la misma función. El apartado sobre el sistema pronominal se divide en varios subapartados que dedicamos a los diferentes fenómenos señalados en esta introducción con el objetivo de describir tanto los fenómenos mismos como los contextos sintácticos en que aparecen en nuestro corpus. En primer lugar, resumiremos las restricciones que impone la norma prescriptiva del castellano en cuanto a la omisión de los pronombres clíticos de tercera persona de CD y sintetizaremos los resultados y las opiniones en cuanto a las causas de este fenómeno (cf. 5.3.4.2.1); en un segundo paso, analizaremos la omisión de los pronombres clíticos de tercera persona de CD [±animado] en nuestro corpus (cf. 5.3.4.2.2); en el tercer apartado, describiremos el leísmo documentado en el castellano en el País Vasco (cf. 5.3.4.3.1) y mostraremos, en cuarto lugar, su ocurrencia en nuestro corpus (cf. 5.3.4.3.2); continuaremos con la descripción de la duplicación catafórica de clíticos de tercera persona de CD en el País Vasco y las restricciones que se transgreden (cf. 5.3.4.4.1); acabaremos con la descripción de la duplicación catafórica en nuestro corpus (cf. 5.3.4.4.2) y un resumen final sobre los fenómenos indicados (cf. 5.3.4.5).
5.3.4.2 La omisión de los pronombres clíticos en función de CD 5.3.4.2.1 Estado de la cuestión y aspectos teóricos Uno de los fenómenos más repetidamente destacados como característicos del castellano del País Vasco es la omisión o elisión de los pronombres clíticos de tercera persona en función de CD con los rasgos [−animado, +definido, +específico].83 Sobre esto pueden consultarse los artículos de Fernández-Ordóñez (1993; 1994; 1999), quien se dedica a este tema desde una perspectiva dialectológica, buscando delimitar las isoglosas de los sistemas pronominales de tercera persona en lo que llama español septentrional; la tesis doctoral de Landa (1995) y los
83 En lugar de emplear la denominación omisión de pronombres clíticos, Landa (1993; 1995), Landa y Franco (1996; 1999) y Franco y Landa (2002; 2003) hablan de un null object ‘objeto nulo’ o definite null object ‘objeto nulo definido’ siguiendo la terminología generativista suponiendo que en lugar del pronombre clítico de tercera persona en función de CD [−animado] se emplea un objeto nulo que pertenece a la categoría pro y que forma parte del tronco verbal (Franco/Landa 2002). En el presente capítulo empleamos las expresiones omisión o elisión para hacer referencia al mismo fenómeno, utilizando la terminología que encontramos en estudios sociolingüísticos y descriptivos del castellano en el País Vasco y de otras variedades del castellano en el ámbito hispanoamericano en las cuales se ha constatado este fenómeno (cf., por ejemplo, Granda 1996; Palacios Alcaine 1998; 2000).
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5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
artículos de Landa (1993), Landa y Franco (1996; 1999) y Franco y Landa (2002; 2003), quienes se acercan al tema desde una perspectiva generativista-semántica; los artículos de Urrutia Cárdenas y Fernández Ulloa (1997; 1998) y de Fernández Ulloa (2001a; 2005a), quienes analizan este fenómeno desde una perspectiva sociolingüística-variacional; y los apartados respectivos en los trabajos descriptivos sobre interferencias lingüísticas del euskera en el castellano de Echaide (1968), Zárate (1976) y en los artículos de Urrutia Cárdenas (1988; 1991; 1995; 2002a; 2006b). También puede verse el artículo más reciente de Gómez Seibane (2011b), que se dedica al estudio de la omisión de los pronombres clíticos de tercera persona en función de CD en hablantes bilingües euskeracastellano cuya lengua predominante es el euskera desde una perspectiva descriptiva. La omisión de los pronombres clíticos de tercera persona en función de CD ha sido descrita como rasgo particular del castellano hablado del País Vasco. Ejemplo de ello son su enumeración y descripción en diversos manuales introductorios a la lingüística de la lengua española (Hualde/Antxon/Escobar 2001; Kabatek/Pusch 2009) y a la lingüística de contacto (Barreña 2005; Klee/Lynch 2009).84 Urrutia Cárdenas (1988) y Fernández-Ordóñez (1999) consideran la omisión de los clíticos de tercera persona en función de CD [−animado] incluso como elemento de la «norma estándar regional del español vasco» (Fernández-Ordóñez 1999, 1351), porque observan este fenómeno en el castellano de hablantes bilingües euskeracastellano o castellano-euskera y en el de castellanohablantes monolingües. No obstante, la omisión de los pronombres clíticos de tercera persona en función de CD [−animado] se ha constatado también en otras variedades del castellano hablado, tanto peninsulares como en América Latina: podemos observar este fenómeno en el castellano hablado en Nafarroa/Navarra (FernándezOrdóñez 1994; 1999; Ibarra 2006); en áreas de contacto lingüístico hispanoamericanas, como, por ejemplo, en Paraguay (Choi 2000; Palacios Alcaine 1998; 2000) y en Argentina (Abadía de Quant 1996) en contacto con el guaraní, en Ecuador (Suñer/Yépez 1988) y en el Perú (Escobar 1990; Camacho/Paredes/Sán-
84 Véase también el estudio de Korkostegi Aranguren (1992, 423), quien señala esta omisión en cuatro obras de Pío Baroja, esto es, en la lengua escrita. También puede consultarse la parte dedicada a este fenómeno en Echenique Elizondo (1996b, 71), quien lo analiza en la comedia Los calmosos [=Astidunak] de Isidro Parada, Bilbao, Tipografía Vizcaína, 1911. Gómez Seibane (2004), quien analiza la omisión de los pronombres clíticos en función de CD de tercera persona en cartas de emigrados a Indias en el siglo XVIII procedentes de Gipuzkoa, señala que frente a la gran cantidad de trabajos que se dedican al estudio del paradigma pronominal átono del español en general, la situación en cuanto al estudio de estos fenómenos en documentos históricos procedentes del área vascófona deja mucho que desear, ya que casi no existen estudios al respecto.
5.3 Sintaxis
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chez 1997; Klee 1990), en contacto con el quechua y el aimara,85 y en el criollo haitiano (Ortiz-López/Guijarro-Fuentes 2008; 2009). También se ha registrado la omisión de los pronombres clíticos en función de CD en otras lenguas románicas como el portugués brasileño (Schwenter 2006).86 Como señala Palacios Alcaine (1998), «la elisión del pronombre CD en una construcción de verbo transitivo no es extraña en español estándar, si bien su aparición está sujeta a restricciones muy fuertes y su uso no es generalizado» (1998, 433). En otras palabras, en el castellano no se puede omitir cualquier pronombre clítico en función de CD, por lo que es preciso concretar, en un primer paso, cuáles son las restricciones que son operativas. Roca (1996, 86) señala acerca de los pronombres clíticos en función de CD que estos se omiten, generalmente, cuando el CD aparece en su posición canónica, es decir, detrás del verbo. Según este autor, solamente puede haber duplicación mediante el pronombre clítico átono cuando se retoma el pronombre tónico que está en la posición canónica del CD, como en el ejemplo (119): (119) «La vimos a ella» (Roca 1996, 86).
Por otra parte, como señala Roca, es obligatoria la duplicación del CD mediante pronombre clítico cuando el CD aparece en una construcción dislocada a la izquierda, como en el ejemplo (120): (120) «El trofeo todavía no se lo he enseñado» (Roca 1996, 86).87
Campos (1986) explica que, en castellano, solo puede omitirse un pronombre clítico cuyo referente es un CD indefinido, dando los siguientes ejemplos: (121), en que el referente de (121a.) es un SN [+definido, +específico] que, según el autor, tiene que ser reduplicado o retomado por un clítico en función de CD, como en (121b.), y no puede ser omitido, como ilustra (121c.). En (122a.), el referente es un SN [−definido, −específico] que, según Campos, no puede ser retomado por un
85 Véase también Granda (1996) acerca del español andino que, según el autor, engloba todas las variedades suramericanas del castellano en contacto con el quechua. 86 Véanse al respecto también los ejemplos y la bibliografía citada en Kany (1969, 146–148) y en Urrutia Cárdenas y Fernández Ulloa (1998, 872–873). 87 Aquí únicamente tomamos en consideración la dislocación a la izquierda de un SN. El elemento dislocado tiene que reduplicarse por un pronombre clítico porque se trata de información temática. Esta construcción se distingue del foco antepuesto, el cual no se reduplica por un clítico acusativo (cf. Zubizarreta 1999; RAE/ASALE 2009, §40).
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5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
pronombre clítico en función de CD (122b.). La posición vacía del CD [−animado] se indica en (122b.) mediante una e detrás del verbo: (121) «a. b. c.
Compré el libro. Lo compré. *Compré» (Campos 1986, 354).
(122) «a. b.
[¿]Compraste café? Sí, compré e» (Campos 1986, 354).
No obstante, a pesar de que Campos considera el rasgo [+definido] del SN como criterio principal que obliga a retomar el pronombre clítico en construcciones de dislocación a la izquierda, otros investigadores como Suñer (1988; 1993) o Roca (1996) señalan que el criterio más importante a la hora de duplicar el referente en tales estructuras sintácticas es la especificidad.88 Roca (1996, 93) hace hincapié en que el pronombre clítico, al ser portador del rasgo [+específico], no es compatible con un referente [−específico]: hecho que puede verse también en los ejemplos (122a.) y (122b.) de Campos (1986) y en el ejemplo (14 b.) de Roca (1996) reproducido en (123): (123) «(14) b. *Dinero, no lo tengo» (Roca 1996, 93).
Roca afirma que «lo que provocaría la agramaticalidad de enunciados como (14 b.) sería la presencia de un clítico [+esp.] conectado con este sintagma dislocado [−esp.]» (1996, 93). Este autor señala, además, que la aparición de un SN [−definido] y [−específico] dislocado a la izquierda lleva a la agramaticalidad de la construcción, sea el referente retomado o no mediante un pronombre clítico, como en los ejemplos reproducidos en (124): (124) «a. b. c.
He comprado unos libros. *Unos libros, los he comprado. *Unos libros, he comprado» (Roca 1996, 95).
Según Roca, la agramaticalidad de la oración (124b.) se debe a que en castellano no existe un pronombre clítico que sea capaz de expresar el contenido de un SN [−definido, −específico]. No obstante, el pronombre clítico de (124b.) es portador del rasgo [+específico], mientras que «la estrategia de objeto vacío del español»
88 Véase también RAE/ASALE (2009, §34.2).
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(1996, 95), ejemplificada en (124c.), posee, según el autor, un carácter partitivo y es, por tanto, [−específico]. A modo de resumen, el autor señala que «la hipótesis de que el clítico de OD [objeto directo] está inherentemente marcado como [+esp] da cuenta perfectamente de la imposibilidad de conectarlo con sintagmas sin determinante (de interpretación partitiva), con cuantificadores indefinidos (como algunos) o con sintagmas indefinidos [−esp] […]» (Roca 1996, 96).
Es, por tanto, imposible retomar mediante un pronombre clítico de CD aquellos referentes que tienen los rasgos [−específicos, −definidos], así como los de interpretación existencial o partitiva (cf. Roca 1996; Laca 1999, 891–928; Leonetti 1999, 786–890; Fernández-Ordóñez 1999, 1380). Los SSNN en función de CD en construcciones de dislocación a la izquierda, «de interpretación específica […] o con lectura genérica o de tipo (ya sean definidos o indefinidos)» (FernándezOrdóñez 1999, 1380) requieren, en cambio, ser doblados mediante un pronombre clítico en función de CD.89 Fernández-Ordóñez señala, además, que un sustantivo cuantificado en función de CD dislocado a la izquierda debe retomarse mediante un pronombre clítico en función de CD cuando «la cuantificación se realiza sobre un conjunto delimitado, a su vez ya cuantificado» (1999, 1381). Dada esta cuantificación, se considera que estos CCDD son específicos o genéricos, lo que obliga a la presencia del pronombre clítico, como en el ejemplo (125). Por otro lado, la interpretación resulta inespecífica en el caso contrario, es decir, cuando la cuantificación se realiza sobre un sustantivo escueto o un conjunto no delimitado. En este caso, no es posible retomar el sustantivo en cuestión mediante pronombre clítico, como puede verse en el ejemplo (126): (125) «¿Fuisteis a la subasta? ¿Comprasteis algunos (de los) libros (que habíais visto)? No pudimos comprar*(los) porque subieron mucho de precio» (Fernández-Ordóñez 1999, 1381). (126) «¿Fuisteis a la subasta? ¿Comprasteis muchos libros? No pudimos comprar Ø porque subieron mucho de precio» (Fernández-Ordóñez 1999, 1381).
Dada la necesidad de retomar los pronombres clíticos de tercera persona en función de CD en los contextos señalados, Landa (1993; 1995), por ejemplo, habla acerca de su omisión en el castellano hablado en el País Vasco de referential null objects ‘objetos referenciales nulos’. En su opinión, no se realizan los pronombres 89 Mientras que por interpretación genérica se entienden oraciones como «El hombre es mortal» o «Los hombres son mortales» que hacen referencia a «la clase humana», se entienden por interpretación de tipo SSNN como «la clásica niña bien» o «el típico hijo de papá» (Rigau 1999, 327–328).
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clíticos de SSNN [+específicos, +definidos] en construcciones dislocadas para los cuales el castellano requiere una copia pronominal, según la norma prescriptiva. La autora distingue entre arbitrary interpretation ‘interpretación arbitraria’ y referential interpretation ‘interpretación referencial’ señalando que «arbitrary reference means generic or non-specific reference (e.g. all humans or generic one); referential is the opposite of arbitrary, i.e. specific or non-universal reference (e.g. a book, my house, the children, two people)» (Landa 1995, 78, nota 7). Sin embargo, esta distinción no incluye la interpretación genérica o de tipo, señalada por Fernández-Ordóñez (1999). De todos modos, hay que subrayar que todas las investigaciones acerca de la omisión del pronombre clítico en función de CD en el castellano hablado en el País Vasco advierten que se puede encontrar también la omisión de pronombres clíticos en función de CD cuyo antecedente posee los rasgos [+animado, +definido, +específico], aunque con menos frecuencia que en el caso de los CCDD [−animados]. No obstante, esto tampoco significa que la omisión de los pronombres clíticos en función de CD sea total o, incluso, obligatoria en las variedades del castellano hablado en el País Vasco. Así, por ejemplo, Landa (1995) y Fernández Ulloa (2001a) señalan que la presencia de los pronombres clíticos de CCDD [−animados, +definidos, +específicos] se manifiesta conjuntamente con su elisión. Landa (1995) y Fernández-Ordóñez (1999) indican que hay tres contextos que favorecen la omisión de esos pronombres clíticos: 1. 2. 3.
la dislocación a la izquierda de un SN en función de CD; la referencia a un objeto tematizado en una proposición que precede inmediatamente a la proposición en la cual se omite el clítico; la referencia a un tema o tópico introducido previamente en el discurso.
La función del pronombre clítico —retomar el tema antepuesto en el caso de la dislocación, o el tema introducido previamente— es anulada en estas tres construcciones dado que la información puede recuperarse mediante el contexto «de acuerdo con el principio de la continuidad del tópico» (Fernández-Ordóñez 1999, 1352; cf. también Landa 1995, 84–91). Sin embargo, esto concierne solo a SSNN definidos en función de CD, como ya hemos visto. Aparte de estas restricciones sintáctico-semánticas del antecedente del pronombre clítico en función de CD que son vigentes en castellano, Palacios Alcaine (2000) advierte, en su estudio, ciertas restricciones sintácticas que operan sobre determinados tipos de oraciones e imposibilitan la omisión de los pronombres clíticos de tercera persona en función de CD, como, por ejemplo:
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«cuando el objeto directo aparece en una oración sustantiva completiva de complemento de nombre, cuando aparece en oraciones de sujeto, adverbiales o interrogativas parciales en las cuales el elemento interrogativo no sea precisamente el objeto» (Palacios Alcaine 2000, 134).90
Landa (1995) señala que en el castellano del País Vasco no existen restricciones sintácticas que prohíban o impidan la omisión de los pronombres clíticos en función de CD.91 En su opinión puede darse la omisión en oraciones interrogativas, declarativas, subordinadas sustantivas, subordinadas adjetivas de relativo, adjuntas y principales coordinadas (1995, 83).92 El contexto que más favorece la omisión es, para Landa (1995, 125), aquel en el que aparecen tanto un clítico de CI como de CD o, según Fernández-Ordóñez (1999, 1351), cuando el CI es un dativo superfluo o un dativo de interés. Se trata de las construcciones ditransitivas (ingl. ditransitive constructions) o de doble pronominalización (Landa 1995, 125). Según Landa (1995, 119–123), la aparición del pronombre clítico en función de CI favorece la omisión del pronombre clítico en función de CD. Señala que esto se debe a razones semánticas, es decir, a que los CCII, que en la mayoría de los casos poseen el rasgo [+animado], son más partícipes de un evento y, por tanto, se encuentran en un punto más alto en la Jerarquía de Animicidad que los CCDD. Estos están más abajo en la Jerarquía de Animicidad por ser menos partícipes de un evento. El hecho de que los pronombre clíticos en función de CD [+animado] se codifiquen en el castellano del País Vasco con frecuencia mediante las formas le y les provoca que los pronombres clíticos en función de CD [+animado] suban, según Landa, en la Jerarquía de Animicidad de menos partícipes a más partícipes, lo que impide su omisión. En cambio, el estatus de los CCDD [−animados], por ser menos partícipes del evento, baja aún más a un estatus que es el de no partícipe. Ello posibilita que los pronombres clíticos en función de CD puedan ser omitidos o codificados como objetos nulos. En opinión de la investigadora, las construcciones ditranstitivas son el contexto sintáctico más favorable para la omisión de los pronombres clíticos en función de CD, porque el pronombre clítico en función de CI está presente en este contexto y no puede ser omitido, dado su alto grado de participación en el evento. A su entender, la presencia del CI provoca que el hablante omita el pronombre clítico que no participa, o solo participa mínimamente, en el evento: es aquel que pronominaliza el CD [−animado].
90 Véase al respecto, también, Campos (1986). 91 Varios trabajos sobre el castellano hablado en esta región confirman los resultados de Landa (1995), como, por ejemplo, los de Fernández-Ordóñez (1994; 1999) y aquel de Urrutia Cárdenas y Fernández Ulloa (1997). 92 A resultatos en parte equivalentes llega, sin embargo, Palacios Alcaine (2000) en su estudio del castellano hablado y escrito en Paraguay.
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5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
Según Landa, existen, además, algunas características semánticas de los verbos que favorecen la omisión del clítico del CD. Así, el aspecto verbal [−perfectivo], el modo subjuntivo, las formas verbales no personales, los verbos de percepción y de procesos mentales y los verbos estativos —características por las cuales el CD «no sufre un cambio de lugar o de condición» (Landa 1993, 144) o que expresan [−cambio]—, favorecen la omisión de los pronombres clíticos en función de CD en el castellano del País Vasco.93 En cuanto a la distribución del fenómeno de la omisión de los pronombre clíticos en función de CD en el castellano del País Vasco, Urrutia Cárdenas (1988) y Fernández-Ordóñez (1999, 1350) señalan que la omisión de los pronombres clíticos forma parte de «[l]a norma estándar regional del español vasco» (Fernández-Ordóñez 1999, 1350), puesto que la han documentado tanto en hablantes monolingües como en bilingües castellano-euskera y euskera-castellano (cf. Echaide 1968; Zárate 1976; Urrutia Cárdenas 1988; Landa 1995; Fernández-Ordóñez 1994; 1999; y más reciente Fernández Ulloa 2001a; Oñederra 2004; Gómez Seibane 2011b). Fernández-Ordóñez (1994) apunta incluso que «[e]l empleo de los pronombres átonos de tercera persona en el romance hablado por los monolingües castellanos en el País Vasco y en territorios vascófonos ha sido condicionado por el de los bilingües» (1994, 110). Sin embargo, parece precipitado, a nuestro modo de ver, considerarlo como rasgo del castellano del País Vasco, ya que no existen datos empíricos que confirmen su ocurrencia en las áreas de Araba/Álava y en el occidente de Bizkaia, y hay solo pocos datos procedentes de hablantes bilingües con predominio del euskera procedentes de Gipuzkoa (Echaide 1968; Oñederra 200494; Gómez Seibane 2011b).95 Prácticamente todos los estudios sobre este fenómeno se han realizado basándose en datos procedentes de hablantes oriundos del este de Bizkaia (Zárate 1976; Urrutia Cárdenas 1988; Uruburu Bidaurrázaga 1993; Fernández-Ordóñez 1994; 1999; Landa 1995; Fernández Ulloa 2001a). En sus artículos, Fernández-Ordóñez (1994, 106, nota 71, 108, nota 75 y 100, nota 77; 1999, 1350, nota 66) señala, explícitamente, que los datos en los que
93 Estas características semánticas del objeto y del verbo, llevan a Landa (1995) a establecer la siguiente escala de implicación: [−animado] > [+animado, −cambio] > [+animado, +cambio]. Según su teoría, ello significa que si un hablante omite un pronombre clítico del tipo [+animado, +cambio], también va a suprimir los del tipo [+animado, −cambio] y [−animado]. Sin embargo, y por la implicación, el hecho de que un hablante omita los pronombres clíticos del tipo [−animado], no significa necesariamente que también elida los pronombres clíticos del tipo [+animado, −cambio] y [+animado, +cambio]. 94 Véase nuestra crítica acerca de los datos de Oñederra (2004) en el apartado 2.4.6. 95 Echenique Elizondo (1986, 165) advierte también de este fenómeno en Gipuzkoa y proporciona, incluso, algunos ejemplos que proceden, como dice, del «habla diaria», sin ofrecer, no obstante, más información acerca de los individuos en quienes ha observado este uso.
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se apoyan sus resultados proceden de hablantes oriundos de localidades del este de Bizkaia y del norte de Nafarroa/Navarra.96 El hecho de que la investigadora destaque esta circunstancia suscita dudas sobre la presencia de la omisión de los pronombres clíticos de tercera persona en función de CD en las áreas de Araba/ Álava, en el occidente de Bizkaia y en Gipuzkoa. En ambos trabajos indica haber recogido también datos en Araba/Álava y en localidades situadas en la zona occidental de Bizkaia (Enkarterriak), pero no queda claro si estas entrevistas se tienen en cuenta en los análisis o no, porque no comprueba la presencia del fenómeno en estas zonas mediante ejemplos.97 No obstante, mientras Landa (1995, 70) señala que, en su opinión y según sus datos, se trata de un fenómeno ampliamente enraizado en los hablantes del castellano del País Vasco pertenecientes a diversos estratos socio culturales y con distintas competencias lingüísticas,98 Fernández-Ordóñez (1994; 1999) argumenta que la ocurrencia de la omisión de los pronombres clíticos de tercera persona en función de CD prevalece en los hablantes bilingües euskera-castellano cuya lengua predominante es el euskera, ya que el grado de conocimiento de la lengua inferior del castellano es, en su opinión, el factor decisivo para la omisión: «[E]l grado de omisiones y el manejo correcto de los pronombres de acusativo lo(s)/la(s) sí se encuentra condicionado por el nivel de dominio alcanzado por los bilingües […]. Los bilingües de nivel sociocultural bajo y de conocimiento rudimentario del español tienden a omitir la mayoría de los clíticos de acusativo, incluidos los referidos a objetos animados, y a ignorar por completo los pronombres lo(s)/la(s). […] Cuando aumenta el conocimiento del español, aparecen tímidamente entonces los clíticos de acusativo masculino y femenino lo(s) y la(s), más el neutro lo. Esos pronombres se abren camino en los contextos en que el referente es inanimado, penetran parcialmente cuando es animado y nada si es personal» (Fernández-Ordóñez 1999, 1354).
96 Dice Fernández-Ordóñez (1999, 1350, nota 66): «Las oraciones citadas proceden de entrevistas realizadas en el País Vasco y en el norte de Navarra a individuos bilingües (Mundaca [Bizkaia], Galdácano [Bizkaia], Apatamonasterio [Bizkaia], Leitza [Nafarroa/Navarra]) o monolingües (Errea [Nafarroa/Navarra]) de nivel socio-cultural bajo». Aparte de sus propios ejemplos recoge varios del trabajo de Landa (1995). 97 Del trabajo de Pato (2004, 321–323) se puede desprender que Fernández-Ordóñez recogió datos en la localidades alavesas Barriobusto, Berganzo, Guinea, Menagarai, Gesaltza Añana y Turiso, de los cuales Fernández-Ordóñez (1999, 1391–1393) únicamente señala Gesaltza Añana como zona de recogida de datos de Araba/Álava mientras que atribuye Barriobusto a La Rioja. Véase también nuestro resumen más detallado en 2.3.2.11. 98 La misma posición se encuentra en Palacios Alcaine (1998; 2000), quien señala que la omisión de los pronombres clíticos de tercera persona en función de CD en el castellano del Paraguay se da tanto en hablantes bilingües (castellano-guaraní y guaraní-castellano) como en monolingües, así como en hablantes de los estratos socioculturales tanto altos como bajos.
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5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
El único estudio sociolingüístico-variacional, realizado en Bermeo (Urrutia Cárdenas/Fernández Ulloa 1997, 326), que trata la omisión de los pronombre clíticos de tercera persona en función de CD confirma parcialmente la opinión expuesta por Fernández-Ordóñez (1999). Los resultados estadísticos de Urrutia Cárdenas y Fernández Ulloa (1997) muestran que la omisión se da en esta variedad más en hablantes bilingües cuya lengua materna es el euskera (euskaldunzarra) que en los hablantes monolingües de castellano (erdaldun), y en menor cantidad en los hablantes bilingües cuya lengua materna es el castellano (euskaldunberri), como puede verse en la tabla 13:99 Tabla 13: Presencia y ausencia de los pronombres clíticos de tercera persona en función de CD en hablantes de Bermeo, adaptado a partir de Urrutia Cárdenas y Fernández Ulloa (1997, 326). Competencia lingüística euskaldunzarra euskaldunberri erdaldun
Presencia del pronombre clítico de tercera persona en función de CD 74 87 104
Ausencia del pronombre clítico de tercera persona en función de CD 112 26 68
La presencia de la omisión del pronombre clítico de tercera persona en función de CD en el castellano de los hablantes bilingües con predominio del euskera en el País Vasco ha originado la hipótesis de que la causa de esta omisión podría estar en el contacto lingüístico del euskera con el castellano en esta zona. Urrutia Cárdenas y Fernández Ulloa (1998, 877–878), que favorecen esta hipótesis, parten de la suposición de que «el hablante de la variedad vasca del castellano asume en estos casos que el verbo español contiene, como el verbo vasco, información sobre el objeto directo» (1998, 878). La inflexión verbal en euskera contiene información de la persona y el número no solo del sujeto sino también de los CCDD y los CCII. También encontramos esta opinión en Urrutia Cárdenas (1988; 1991; 1995), donde el autor señala que es la integración de las marcas de ergativo, acusativo y dativo en el verbo del euskera la que influye en el castellano de la región, favoreciendo de esta manera la omisión de los pronombres clíticos de tercera persona en función de CD [−humano]. Ibarra (2006) sostiene la misma posición con respecto al castellano hablado por hablantes bilingües en Nafarroa/ Navarra.100 99 Para una explicación y una crítica del uso de los términos del euskera, véase 2.3.2.14. 100 La opinión de que la omisión de los pronombre clíticos en castellano es un efecto de la influencia de una lengua en contacto se puede encontrar también en varios estudios acerca de este fenómeno en el ámbito hispanoamericano (cf., por ejemplo, Acuña/Menegotto 1996), aunque
5.3 Sintaxis
291
Landa (1993; 1995), Landa y Franco (1996; 1999) y Franco y Landa (2002; 2003) rechazan la hipótesis de una interferencia directa del euskera en el castellano, señalando que, a pesar de ser posible que, en algún tiempo remoto, hubiera habido una influencia del euskera en el castellano de la región, la omisión de los pronombres clíticos de tercera persona no debería considerarse como interferencia, puesto que «today’s null objects on Basque Spanish […] are part of the grammar of one million Basque Spanish monolinguals» (Franco/Landa 2003, 315). Es decir, el hecho de que este fenómeno ocurra tanto en el castellano de los hablantes monolingües como en el de los bilingües hace difícil defender que se trate de una interferencia directa del euskera y no de un fenómeno integrado en el castellano de los hablantes.101 Sin embargo, Franco y Landa advierten que es difícil descartar totalmente la hipótesis de la influencia del euskera en el castellano del País Vasco, puesto que es el único conjunto de variedades peninsulares del castellano que presenta la opción de omitir los pronombres clíticos de tercera persona en función de CD (Franco/Landa 2003, 319). No obstante, en sus artículos y estudios al respecto, Landa (1993; 1995; 2008), Landa y Franco (1996; 1999) y Franco y Landa (2002; 2003) defienden la hipótesis de que en el caso de los pronombres clíticos nulos u objetos referenciales nulos se trata de una «pérdida de restricciones semántico-pragmáticas» (Landa 1993, 134) en el castellano del País Vasco. Esta pérdida se debe a la existencia de «estructuras paralelas del español y del euskera» (1993, 134).102 Este paralelismo estructural se da entre los bloques verbales {raíz verbal + morfología desinencial} del euskera y el castellano. En euskera, todos los CCDD léxicos pueden ser omitidos si no son el foco informativo o un foco de contraste, una posibilidad que lleva, según Landa (1993,
cada vez más predomina la opinión de que la omisión se debe a varias causas entre las cuales predominan el contacto lingüístico, la existencia de estructuras paralelas en las lenguas en contacto motivado por un desarrollo paralelo (convergencia) y la pérdida de restricciones semántico-pragmáticas vigentes en el castellano. Véanse, por ejemplo, los trabajos de Granda (1996), Choi (2000) y Palacios Alcaine (2000). 101 Véanse, respecto a la problemática definitoria de los términos de interferencia e integrado así como de la confusión de los dos, los trabajos de Sinner (2001, 125–152; 2004, 58–94), en los que se basa también nuestra definición de ambos términos (cf. cap. 1.1, nota 23). 102 Véanse también los artículos de Landa y Elourdi (1999) y Landa (2008) para la teoría del paralelismo estructural y la pérdida de restricciones semántico-pragmáticas. En Landa y Franco (1996, 166; 1999, 572) se desarrolla, además, la teoría de que pueda existir una relación entre la omisión del pronombre reflexivo se, más estigmatizada, y la omisión de los pronombres clíticos de tercera persona en función de CD, dado que «Basque speakers assume that the information encoded by DO [direct object] reflexive clitics is already present in the inflectded verbal chunk» (Landa/Franco 1999, 572). Lo que no se explica es por qué parte del hecho los hablantes monolingües vascos lo deberían suponer.
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5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
135), a un relajamiento de la restricción vigente en la norma prescriptiva del castellano: en esta solo los clíticos cuyos referentes tienen el rasgo [−definido] pueden ser elididos. Sin embargo, este relajamiento o pérdida de restricción en el castellano del País Vasco se extiende únicamente a CCDD [−animados], puesto que los CCDD [+animados] son codificados con las formas etimológicas del dativo le y les, según Franco y Landa (2003, 322). Como en la gramática generativa se considera que las formas etimológicas del dativo son periféricas al tronco verbal (ingl. verbal chunk) y los CCDD forman parte del tronco verbal, no se extiende la omisión o la codificación como objeto nulo a los CCDD [+animados] (Franco/ Landa 2003, 322). Por último, encontramos una nueva hipótesis en Schwenter (2006), quien supone que existe una relación entre la omisión de los pronombres clíticos de tercera persona en función de CD y los rasgos del DOM, al menos en el castellano paraguayo y el castellano de Quito, variedades que toma como base de su hipótesis.103 Señala que los rasgos más importantes para DOM son, en el caso del castellano, animicidad y especificidad. Esta división coincide con los rasgos expuestos para las dos variedades mencionadas, en las que pueden omitirse los pronombres clíticos cuyos referentes tienen los rasgos [−animado, +específico]. Según Schwenter (2006), los CCDD marcados con a, marcador diferencial del castellano, tienen los mismos rasgos que los pronombres clíticos marcados léxica y fonéticamente (ingl. overt), al menos en estas variedades, mientras que los CCDD que no presentan regularmente el DOM a son portadores de los mismos rasgos que los pronombres clíticos elididos en estas variedades de castellano (2006, 32). Siguiendo a Laca (2002), quien explica que el DOM a tiene la función de indicar la alta topicalidad de un CCDD y no su animicidad, Schwenter (2006, 32–33) señala que, en el portugués brasileño, existe una correlación entre la presencia o ausencia de los pronombres clíticos de tercera persona en función de CD [−animado, +específico] y el DOM como indicador de topicalidad: cuánto más alta es la topicalidad de un CD, más alta es la probabilidad de que los pronombres clíticos se expresen léxica y fonéticamente, mientras que cuanto más inapreciable es la topicalidad del CD, más probable es la ausencia u omisión del pronombre clítico. Según Schwenter, es posible aplicar este resultado del portugués brasileño tanto a la omisión de los pronombres clíticos de tercera persona en función de CD en las variedades del castellano del Paraguay y de Quito como a lo que llama «pan-Spanish DOs [direct objects]» (2006, 33), ya que los rasgos de
103 Véase acerca de esta teoría también el artículo de Gómez Seibane (2011b).
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los CCDD omitidos, [−animado, +específico], que en el castellano normalmente requieren la duplicación mediante pronombre clítico, son los mismos que en el portugués brasileño. Sea cual sea la causa de la omisión de los pronombres clíticos de tercera persona en función de CD, vamos a analizar en el siguiente apartado si este fenómeno ocurre también en nuestros informantes de Getxo, y en qué contextos se da.
5.3.4.2.2 La omisión de los pronombres clíticos de tercera persona en función de CD [±animado] en el corpus de Getxo Observamos en nuestro corpus un total de 1.293 pronombres clíticos de tercera persona en función de CD, además de 595 pronombres clíticos omitidos o no realizados, como se puede ver en las tablas 14 y 15. Documentamos tanto la omisión de los pronombres clíticos de tercera persona en función de CD [−animado] (577 ocurrencias: 30,56% de 1.888 ocurrencias) como en función de CD [+animado] (dieciocho ocurrencias: 0,95% de 1.888 ocurrencias), aunque la omisión de estos últimos es muy reducida. La omisión de los pronombres clíticos de tercera persona en función de CD [−animado] es un fenómeno cuya apariencia documentamos en todos nuestros informantes. Frente a las 577 ocurrencias de omisión, encontramos 964 pronombres clíticos de tercera persona en función de CD [−animado] presentes o realizados léxica y fonéticamente (51,06% de 1.888 ocurrencias). Resaltamos este hecho por resultar interesante que, en nuestro corpus, la omisión de los pronombres clíticos de tercera persona en función de CD [−animado] no sea total. Otros estudios anteriores acerca de este tema, pero basados en datos de otras variedades del castellano hablado en el País Vasco, llegaron también a resultados similares en cuanto a la distribución de los pronombres clíticos omitidos y realizados (Landa 1995; Urrutia Cárdenas/Fernández Ulloa 1998). De un total de 1.542 pronombres clíticos de CD [−animado] que, según la norma prescriptiva del castellano, deberían emplearse, el 37,44% fue elidido, mientras que en el 62,56% de los casos los hablantes realizaron estos pronombres clíticos. El hecho de que no se omitan todos los pronombres clíticos en función de CD [−animado] nos lleva a documentar algunas construcciones interesantes. Es decir, en el corpus aparecen oraciones coordinadas en las cuales en la primera oración principal, anterior a la conjunción copulativa y, se emplea el pronombre clítico, mientras que en la segunda oración principal, posterior a la conjunción copulativa y, se omite el clítico, aunque el referente de ambos sea el mismo. Habría que retomar este referente mediante el clítico en ambos casos por ser
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5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
Tabla 14: Pronombres clíticos de CD [±animado], presentes y omitidos en el corpus de Getxo.104 Rasgos semánti- +animado +animado −animado105 ditransitivos cos del refe- +humano −humano (CD −animado) rente Pronombre lo 7 2 644 82 le [+masc,+sing] 108 1 10 0 los 27 1 45 3 les [+masc,−sing] 100 1 1 0 la 14 0 108 8 le [−masc,+sing] 50 0 6 0 las 6 0 42 4 les [−masc,−sing] 12 0 1 0 lo = Ø 4 0 448 44 los = Ø 11 0 11 1 la = Ø 2 0 38 4 las = Ø 1 0 25 3 ∑ 342 5 1379 149
lexicalizaciones sin referente
∑
9 744 0 119 0 76 0 102 0 130 0 56 1 53 0 13 3 499 0 23 0 44 0 29 13 1888
[+específico] pero [−definido] en el caso del ejemplo (127) y [+específico, +definido] en el caso (128):106 (127) G 05: sí, hombre, por poder sí . y algunas veces pues . eeh (0,6'') . típica, gentee (0,607'') que/ pues eso que, mezclan un poco, los dos idiomas qu/, que hablan los dos y
104 Véase el apartado 5.3.4.3.2 sobre la codificación de los pronombres clíticos de tercera persona en función de CD [+animado, +humano] mediante le y les. Entre ellos incluimos también las ocurrencias en las construcciones impersonales se le y se les. Queremos destacar que entre los pronombres clíticos en función de CD lo, la, los y las contamos, por un lado, las ocurrencias de estos pronombres clíticos en construcciones reflexivas del tipo me lo, te lo, etc., y también las que se dan en construcciones impersonales de tipo se lo, se la, etc. Por otro lado, incluimos entre las construcciones ditransitivas tanto aquellas en las que aparece un pronombre clítico en función de CD con un pronombre clítico en función de CI de 1a, 2a o 3a persona de singular o plural, como también las ocurrencias de los pronombres clíticos en función de CD lo, la, los y las con un CI no necesario —denominado a menudo dativo de interés (cf. Gutiérrez Ordóñez 1999, 1859–1866)— de 1a, 2a o 3a persona de singular o plural. Entre las lexicalizaciones sin referente incluimos a los pronombres que se dieron en frases hechas como traérselas o pasar(se)lo bien, en las cuales los pronombres clíticos no tienen referente (cf. Álvarez Martínez 1989, 45). 105 En la categoría lo [−animado], hemos incluido tanto a los pronombres clíticos [+masculinos] como a los [+neutros]. Es también el caso de la categoría lo = Ø. 106 Con i indexamos tres elementos: los referentes de los pronombres clíticos, elididos o no; los pronombres que les corresponden; y el signo Ø, que empleamos para indicar la omisión del pronombre clítico, dejando constancia de esta forma de la referencia.
5.3 Sintaxis
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que . no/ no sé si, habrás oído ya pero, hay/ hay gentee (0,507'') . que hablan, los dos idiomas A: mh G 05: que van intercalando como frases en/, o sea porque/ pero porque les salen así, eso es porque sus procesos mentales/ no sé o sea les dará igual, una cosai lai pensarán en euskera y luego Øi meterán en, castellano o sea A: mh (E 1/G 05/37) (128) G 45: y/ y/ y/ y/ o/ el telediarioi pues sí sí loi veo y a la noche si no salgo a las nueve también Øi suelo ver A: ¿en la tres? no, ¿qué dice? (E 20/G 45/1032)
Hemos detectado que, en algunas ocasiones, el informante se corrige y vuelve a formar la oración elidiendo el pronombre clítico, a pesar de haberla formado primero con este pronombre, como puede verse en el caso (129): (129) A:
y ¿es gente de aquí, oo (0,51'') son gente de fuera todavía?i, bueno antes me imagino quee (0,58'') . [de fuera//] G 10: [algunas] G 10: familias … (2,46'') pues no te loi/ no te Øi sé decir yo no creo que sean de aquí ¡eh! (E 3/G 10/101)
De los 577 pronombres clíticos [−animados, +específicos] omitidos, en 517 casos (89,6% de 577 omisiones) el referente era un tópico o tema introducido previamente. En muchas ocasiones, este tópico era el euskera, al que los informantes volvían a hacer referencia suprimiendo el clítico, tal y como se aprecia en los ejemplos (130) y (131): (130) G 21: y algunos, no lo han conseguido . y entonces ahora, claro como todo son/ es en euskerai . pues hay muchos quee (0,527'')/, que tienen esos problemas, sobre todo mayores A: mh, ¿y qué hacen ellos? . [¿se marchan o?] G 21: [no s/] G 21: no sé cómo van ellos no se marchan claro porque eh eh sonn (0,567'')/ sonn (0,7'')/ tienen el trabajo fijo sabes no les pueden echar . pero les pueden poner . en sitios relegados o sea de of/ . de oficina o de/ . no sé qué harán con ellos, porque había un montón de ellos que no Øi habían aprendido, lo que pasa es que ahora como está/ .. de lehendakari está un socialista (E 8/G 21/362) (131) A: ¿y eso no tiene nada que ver con la lengua, [para ti?, es/] G 40: [no, no, no no] A: así que el/ el/ . el euskerai no es un rasgo// G 40: ¡no! ¡no! ¡no! ¡ningún impedimento! . no me supone ningún impedimento . y tampoco me avergüenzo en decir que no Øi sé, ni me interesa saberØi [¡eh!] .
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5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
A: [mh] G 40: no tengo ningún interés en aprenderØi, me gustaría haberloi sabido A: sí (E 17/G 40/877)
Sin embargo, el pronombre clítico omitido también podía corresponderse a una oración, una pregunta o un predicado anterior, textual o anafórico, como puede verse en los siguientes ejemplos: (132) G 43: una vez nos dijo eso entonces "por dios, me gusta porque con vosotros aprendo inglés" [ ¿eh? ] A: [ qué raro que no se imparte clase de gramáticai] G 43: no, no tienen no tienen, no Øi reciben en la escuela . [no Øi reciben] A: [¡qué raro!] G 43: en la escuela pero yo creo también por eso les cuesta mucho más aprender un idioma (E 19/G 43/962) (133) G 35: A: G 35: A: G 35:
mis hermanos fueron allí a un piso de aquí de Villamonte
allí estuvieron mh, y, ¿tenían que cambiar los pisosi o siempre estaban en uno? pues no sé si Øi hacían no yo/, yo creo que mis hermanos/, yo creo que es al final/ yo creo que ellos estuvieron ya en el mismo pero sí había/, había unos cuantos pisos (E 14/G 35/725)
(134) A: G 14: A: G 14: A: G 14: A: G 14:
y, ¿no se saca el EGAi con el bachillerato no . es otra prueba aparte mh han/, es opcional [no] [mh] estás obligado a sacarteØi, [bueno] . [mh] yy (0,507'') mmh (0,813'') tienes/ son/ . es como las/ los títulos de inglés, pues es lo mismo para/ en/ en euskera (E 4/G 14/170)
En el caso del ejemplo (132), el informante G 43 hace referencia a la pregunta de la interlocutora A. En el siguiente ejemplo, (133), el informante G 35 se refiere a una parte de lo anteriormente dicho por la interlocutora A. En el ejemplo (134), por último, la informante G 14 retoma el tema introducido previamente por la interlocutora A. Otro caso que entra en esta categoría es el ejemplo (129). Asimismo, el pronombre clítico de tercera persona en función de CD [−animado] elidido puede hacer referencia a un tópico introducido por el propio informante, como en el ejemplo (135):
5.3 Sintaxis
297
(135) G 35: [de los cinco] G 35: hermanos yo creo que he sido el menos/ . el menos viajero . los demás sí han salido más han conocido .. han estado en Inglaterra han estado por ahí Estados Unidos y pf .. yo igual no pero bueno . yo es que estoy más arraigadoi aquí, bueno yo creo que Øi estamos los cinco . hermanos A: mh . G 35: los sobrinos no tanto porque mi hijo el mayor ahora está en Madrid (E 14/G 35/701)
En sesenta casos (10,4% de 577 omisiones), el referente de los pronombres clíticos omitidos es un CD en posición anafórica o de foco temático. Es decir, se encuentra dislocado a la izquierda y no es retomado mediante un pronombre clítico a pesar de que el CD [+específico, +definido] en posición anafórica requiere la reduplicación por un pronombre clítico, como hemos explicado (cf. 5.3.4.2.1; también Landa 1995; Fernández-Ordóñez 1999). Es el caso de los ejemplos (136) a (139): (136) G 35: A: G 35: A: G 35:
o sea el único que está en la calle es el Camerún . y Sur/ Suráfrica/ . y África del Sur/, del Sur no África del Sur no .. ¿no? pero esos, han perdido dos partidos ¿no? ¡no!, empataron uno el primeroi [Øi empataron con México] (E 14/G 35/743)
(137) A: sí G 38: bueno es/ pero sobre todo/ pero el periódicoi ya no Øi suelo comprar bueno sí alguna vez pero [no] .(E 15/G 38/795) (138) G 33: [eso/ y] G 33: eso es impresionante y ahí he estado . no he ido nunca pero he es/ estado dos años ya digo ["jooh (0,453'') uh" y ves cada cosa] A: [] G 33: el cementerio de Getxoi ¿Øi conoces? (E 13/G 33/684) (139) G 23: ahora está todo mejor mis hijos no quisieron, yo tenía una prima en Dublín y no quisieron ir A: ¿no? . G 23: eran más/ A: mh . G 23: más tímidosi, [también Øi he sido] .. (E 10/G 23/456)
Siguiendo las pautas indicadas por los estudios precedentes (Fernández-Ordóñez 1994; 1999; Landa 1995; Urrutia Cárdenas/Fernández Ulloa 1997), descritas en el apartado 5.3.4.2.1, queremos señalar que hemos encontrado clíticos omitidos en diversos tipos de oraciones:
298
1. 2. 3.
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
oraciones simples (doscientas quince ocurrencias), como en el ejemplo (136); oraciones atributivas (doce ocurrencias), como en el ejemplo (139); oraciones subordinadas sustantivas en función de: a. CD (treinta ocurrencias), como en el ejemplo (135); b. complemento de régimen preposicional (cuatro ocurrencias), como en el ejemplo siguiente (140):
(140) G 45: o sea, ts eso es una justificación ellos [tenían] A: [sí] G 45: la obligación de ra/ hmh no hablo hmh hmh pero ya me preocupé muy mucho de que mi hija Øi hable ¿no? (E 20/G 45/986) [i = el euskera]
c.
complemento de adjetivo (una ocurrencia), como en el ejemplo (141):
(141) G 45: y/ y hay otros pues que/ que no hablan pero que saben A: mh . G 45: lo que sí estoy seguro que esos que no hablan y saben . sus hijos .. Øi hablarán (E 20/G 45/1002–1003) [i = el euskera]
d. complemento de nombre (una ocurrencia), como en (142): (142) G 30: Bilbao es una parida A: mh . G 30: Caracas es muy peligroso y Venezuela yy (0,667'')/ .. y bueno pues yo estuve bien, me conocí bastante bien el país hice unos viajes súper bonitos . el trabajo estaba bien . o sea bueno sí .. peroo (0,667'')/ y estuve guay yy (0,553'') no es que Øi pasé mal ni nada lo que pasa que dije bueno que ya está . ya se (ha?) acabado .. (E 12/ G 30/565) [i = todo esto, todo lo de Venezuela]
e.
CCir (una ocurrencia), como en el ejemplo (143):
(143) G 22: a mí por eso me gusta bastante Algorta y quee (0,833'')/ no sé que entres . a laa (0,427'')/ a las tiendas y te reconozcan y que A: mh . G 22: ts tomes un caféi te lo saquen sin que Øi pidas que casi no puedes ni cambiar la/ lo que vayas a tomar [porque lo está sacando ya ] (E 9/G 22/422)
4. interrogativas: a. directas (diecinueve ocurrencias), como en el ejemplo (138); b. indirectas (trece ocurrencias), como en el ejemplo (133);
5.3 Sintaxis
5. 6.
299
construcciones paratácticas de oraciones principales coordinadas (ciento veintiuna ocurrencias), como en los ejemplo (127), (128) y (131); oraciones principales en construcciones hipotácticas (cuarenta y siete ocurrencias), como en el ejemplo (144):
(144) G 05: peroo (0,513''), es que el euskerai . pues igual si noo (0,513'')/, si no me hubiesen puesto la obligación no hubiese/, no hubiese seguido, estudiandoØi (E 1/G 05/41)
7.
oraciones subordinadas adjetivas de relativo (cuarenta y siete oraciones), como en el ejemplo (145):
(145) G 35: hablan castellano .. sabiendo todos euskerai A: y ¿por qué? . G 35: pues porquee (0,787'') el/ ell (0,707'')/ .. el ámbito de aquí .. tanto en la cas/ o/ m/ t/ bueno algunos en la casa sí, los que son los padres que Øi saben pues igual sí hablan en la casa pero en cuanto salen a la calle como todo el mundo habla en/ en castellano pues ya, simplemente yo no sé si es por/ por/ .. no sé por qué será si/ si por timidez o por lo que sea pero bueno entre ellos . que han estado/ estudian todos en la ikastola que saben todos euskera y resulta que hablan en castellano en la calle (E 14/G 35/713)
8. oraciones subordinadas adverbiales: a.
causales (treinta ocurrencias), como en el ejemplo (146):
(146) G 45: tenía un montón de fallos en la/ en el castellanoi y el chaval tenía verdadero complejo A: mh + G 45: porque no Øi sabía A: mh G 45: él aprendió la/ el idioma de sus padres en el caserío (E 20/G 45/996)
b. condicionales (catorce ocurrencias), como en el ejemplo (147): (147) A:
G 09: A: G 09: A: G 09: A: G 09:
mh . ¿has oído hablar de que quieren cambiar el modelo escolar? o lo querían, el año pasado o alrededor hace dos años ya . hacia un modelo que era trilingüe . de euskera castellano y/ mi primo que está estudiando en un colegio privado [aquí] [sí] en Gaztelueta él tiene el trilingüei mh tiene euskera castellano y inglés mh y el tío se entera de nada . []
300
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
A: [] A: ¿cómo? . G 09: creo que es demasiado popurrí en la cabeza o sea no habla bien ni inglés ni euskera ni castellano o sea yo creo que es demasiado, no sé, tres a la vez . pf . no oye mejor si si/ si si pro/ o sea si consiguen hacerØi bien y que la gente lo aprenda bien .. pues mira [pero] (E 2/G 09/57)
c.
de tiempo (siete ocurrencias), como en el ejemplo (148):
(148) G 30: no entra . no entra porque encima tocas mucho . mueves mucho A: mh G 30: porque al final muchas veces estás en las formacionesi yo cuando Øi doy hay gente que se altera/ . bueno que se altera pero como es un tema tan del día a día .. tan de "me estás tocando la fibra" (E 12/G 30/559)
d. concesivas (cuatro ocurrencias), como en el caso del ejemplo (149): (149) G 21: no sé por qué no querían . más que en algunas zonas de Lekeitio o sea las zonas sí más . Bermeo Lekeitio sí se hablaba euskera y se sigue hablando . pero por esta zona de aquí en Bilbao y esto no hablaba nadie euskerai . aunque los padres Øi supieran [que yo] (E 8/G 21/344)
e.
finales (cuatro ocurrencias), como en el ejemplo (150):
(150) G 20: no se puede claro porque yo por ejemplo, mi hija si vamos de vacaciones me da dineroi para que yo Øi gaste "ama no te quedes atrás y no sé qué no sé cuánto" y ya m/ m/ o sea . y mi hijoo (0,42'') pues eeh (0,433'') eel (0,7'') piso cuando compraron porque el piso era de mis padres/ murieron mis padres repartimos entre los tres hermanos el piso (E 7/G 20/306)
f.
consecutivas (una ocurrencia), como en el caso del ejemplo (151):
(151) G 45: esos, cuando tengan hijos . esos se/ s/ sus hijos sí/ sí serán de los que hablen [¿por qué?], A: [mh] G 45: porque esos en su casa tendrán que hablar A: mh . G 45: no les quedará más remedio que hablarØi [porque] A: [mh] G 45: saben bien . y en casa hablará/ habla/ habla en euskera . yo conozco (a?) algún amigo .. que aprendió euskera . eh bueno, medianamente . pues en euskaltegis (E 20/G 45/1003) [i = el euskera]
5.3 Sintaxis
g.
301
comparativas (una ocurrencia), como en el ejemplo (152):
(152) G 38: por eso estás eh eh/ estás en una sociedad yo creo que de las más extrañas que hay, bueno . mh ta/ bueno aquí ya sabes igual . si te fijas/ yo es que una vez me dije "bueno, en toda sociedad existe" es decir, si aquí tenemos un poquitín los radicales o gente joven ¿no?/, bueno la gente joven po/ p/ pues esa es mucho más radical pero bueno aquí no hay otros . eh subgruposi . como Øi puedes tener fuera de aquí [como] A: [mh] G 38: pues joder pues ennn (1,16'')/ vas a Madrid y tienes, un montón dee (0,593''), subespecies (E 15/G 38/784)
9
perífrasis de relativo (cinco ocurrencias),107 como en el ejemplo (153):
(153) G 10: A: G 10: A: G 10:
¿has ido en barco por la ría?i no, todavía no porque es interesante ¿sí? sí . bue/ estuvimos, hace/ lo que pasa que ya no Øi organizan pero estuvo . un arquitecto de/ eeh (0,94'') . organizaron de (ininteligible) arquitectos un viaje por la ría ahora lo hacen en plan turístico (E 3/G 10/132)
El contexto ditransitivo o de doble pronominalización —donde aparecen dos pronombres clíticos, uno de CI y uno de CD— ha sido señalado por Landa (1995) y Fernández-Ordóñez (1999) como muy favorable para la omisión de los pronombres clíticos de tercera persona en función de CD [−animado]. Queremos destacar que, en nuestro corpus, el número de omisiones en las construcciones ditransitivas llega solo al 9,01% (cincuenta y dos ocurrencias) del total de 577 pronombres clíticos omitidos. Es decir, la inmensa mayoría de las omisiones (525 ocurrencias: 90,99% de 577 pronombres) la constatamos en oraciones en las que únicamente era necesario el pronombre clítico de tercera persona en función de CD. Un ejemplo de este tipo de omisión en un contexto de doble pronominalización puede verse en (154), donde se omite solo el pronombre clítico de CD, mientras que el de CI sí aparece: (154) A: ¿pero eso es para el privado o para el [público?] G 14: [pues sí, no]
107 Como señalan Bosque y Gutiérrez-Rexach (2009, 703), aparte del término perífrasis de relativo, que es el empleado por Fernández Ramírez (1986) y Moreno Cabrera (1999), suelen usarse también los términos construcciones copulativas de relieve, ecuativas o construcciones escindidas o hendidas (ingl. cleft) y pseudo-escindidas o pseudo-hendidas (ingl. pseudo cleft) siguiendo la terminología anglosajona, como, por ejemplo, Zubizarreta (1999). Véase también el capítulo 5.3.6.1 acerca de la perífrasis de relativo y la omisión del verbo copulativo ser en este contexto particular.
302
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
G 14: mmh (0,78'') . ie/ independientemente [o] A: [mh] G 14: sea yo/ . para el público . te piden euskerai fijo [y el] A: [mh] G 14: privado/ yo creo que ahora ya, en todos te Øi pedirán (E 4/G 14/156)
En el ejemplo (155) puede verse, además, un ejemplo en el que el informante G 38 omite no solo el pronombre clítico de CD (lo), sino incluso el de CI (te): (155) G 38: y era, una locura pero/, y bueno pues lo llevaba muy bien y tal no sé qué y cuando fui a sacar el "First"/ . ¿no?, estaba allá pues eh preparándome y tal y un día fui a clase, y joder, no Ø Øi puedes imaginar o sea trabajar y está/ ts . eh estaba en clase con chavales (E 15/G 38/756) [i = todo esto]
Sin embargo, hay que tener en cuenta que, en el total de las entrevistas, solo se dieron ciento cincuenta y dos oraciones ditransitivas, es decir, su número tampoco es tan alto como el de las oraciones que requieren solo un pronombre en función de CD. Partiendo de las oraciones ditransitivas en su total, en poco más de un tercio (34,9% de 149 oraciones) se elidió el pronombre clítico de tercera persona en función de CD [−animado], como puede verse en la tabla 14. Extebarria (2008, 87) señala que a las oraciones ditransitivas hay que añadir las oraciones en las cuales aparece un dativo de interés o superfluo, ya que esta aparición también puede llevar a la omisión. Documentamos, en nuestro corpus, una oración (156) en la que la informante G 40 emplea un pronombre clítico de CI no necesario al hablar de niños pequeños. Emplea un pronombre clítico en función de CI con el cual intenta impersonalizar la oración. También omite el pronombre de CD: (156) A: ¿y tienen déficit/ deficite/ deficites al hablar en castellanoi? . G 40: no . no . igual de pequeños cuando están aprendiendo a hablar pues sí pues eeh (0,56'') te Øi mezclan un poco peroo (0,64'') más no (E 17/G 40/882)
Podría decirse que el empleo del pronombre clítico de CI lleva a la informante G 40 a omitir el pronombre clítico en función de CD en esta construcción, probablemente porque en las oraciones ditransitivas o de doble pronominalización se omite con cierta frecuencia el pronombre clítico de CD, como hemos visto en el ejemplo (134). Se ha señalado que la semántica de los verbos desempeña un papel importante en la omisión de los pronombres clíticos de tercera persona en función de CD [−animado]. De ahí que nos parezca importante destacar con qué verbos se da predominantemente la omisión en nuestro corpus:
5.3 Sintaxis
303
1.
con los verbos de conocimiento: saber (ciento ocho ocurrencias, además de una ocurrencia en la perífrasis verbal tener que saber) y conocer (veinte ocurrencias); 2. con los verbos de percepción: ver (veintiuna ocurrencias, además de cinco ocurrencias en la perífrasis verbal soler ver) y entender (trece ocurrencias, además de una ocurrencia en la perífrasis verbal poder entender); 3. con los verbos de habla: hablar (setenta y tres ocurrencias, además de cinco ocurrencias en la perífrasis verbal poder hablar y tres ocurrencias en la perífrasis verbal tener que hablar) y decir (veinte ocurrencias, además de dos ocurrencias en la perífrasis verbal poder decir y una ocurrencia respectivamente en las de tener que decir e ir a decir); 4. con el verbo de aprendizaje aprender (veintisiete ocurrencias, además de una ocurrencia en la perífrasis verbal tener que aprender y dos en la de ir a aprender); 5. con los verbos de acción hacer (treinta y nueve ocurrencias, además de tres ocurrencias en la perífrasis verbal poder hacer, una ocurrencia en la de conseguir hacer y una en la de ir a hacer) y leer (nueve ocurrencias); 6. con los verbos estativos tener (quince ocurrencias, además de una ocurrencia en la perífrasis verbal poder tener) y haber (once ocurrencias) en forma impersonal. No hemos podido detectar las restricciones temporales, modales o aspectuales señaladas por Landa (1995), Fernández-Ordóñez (1999) y Franco y Landa (2002), quienes indican que la omisión del pronombre clítico de tercera persona en función de CD [−animado] se da sobre todo con formas verbales [−perfectivas], es decir, con verbos en formas verbales imperfectivas, con verbos no personales, y con verbos en subjuntivo. La omisión del pronombre clítico de tercera persona en función de CD [−animado] se da, en nuestro corpus, tanto en indicativo como en subjuntivo, con el verbo flexionado no perifrástico. Se dan menos ocurrencias con subjuntivo que con indicativo. La omisión ocurre, además, tanto con formas verbales [−perfectivas], como, por ejemplo, en (127), (128), (129), (131) a (135), como con formas verbales [+perfectivas], como, por ejemplo, en (130), (136), (139) y (142): 1.
con presente (doscientos cincuenta y cinco ocurrencias en indicativo y trece en subjuntivo); 2. con imperfecto (setenta y una ocurrencias en indicativo y una en subjuntivo); 3. con pretérito perfecto compuesto (cincuenta ocurrencias en indicativo y dos ocurrencias en subjuntivo) 4. con pretérito perfecto simple o indefinido (cincuenta y tres ocurrencias);
304
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
5.
con pluscuamperfecto (tres ocurrencias en indicativo y una ocurrencia en subjuntivo); 6. con futuro simple (catorce ocurrencias); 7. con condicional (cinco ocurrencias); 8. con infinitivo (cuarenta y dos ocurrencias, además de cincuenta y una ocurrencias en perífrasis verbales); 9. con gerundio (una ocurrencia, además de diez ocurrencias en perífrasis verbales); y 10. con participio pasivo (cinco ocurrencias en perífrasis verbales). Hemos documentado varios casos de omisión también con distintas construcciones perifrásticas, como soler + infinitivo (siete ocurrencias), poner + infinitivo (diecinueve ocurrencias), ir a + infinitivo (doce ocurrencias), tener que + infinitivo (ocho ocurrencias), ir + gerundio (dos ocurrencias), estar + gerundio (siete ocurrencias) y tener + participio (tres ocurrencias). Ilustramos algunas de estas perífrasis verbales en (137), (144), (147), (152) y (155). Por otra parte, se da la omisión con verbos no flexionados, como en los ejemplos (131), (134) o (151). Queremos destacar que incluso se han dado tres casos en los cuales se omite el pronombre clítico de CD sin referente, en expresiones fijas o lexicalizadas como pasarlo bien, pasarlo mal, tal y como se ha podido ver en el ejemplo (142) y como se puede apreciar en (157) y (158): (157) G 43: en su momento cuando viví en Inglaterra/ . al final de mi año en Inglaterra, la gente no podía decir que era español A: mh [qué bien] G 43: [o sea] G 43: perdí el acento .. y eso no/, lo que pasa quee (0,547''), yo me metí mucho ¿no?, o sea hay gente que se queda con el español todo el día yo hice amigos, con/, con ingleses y con, gente que fue a Ingla/ donde/, con otros no ingleses pero que no eran castellanos [no hablaban] A: [mh] G 43: español . y no, pues, Øi pasamos muy bien y al finall (0,633'') era/ era/ era muy gracioso bueno recuerdo que . sobre todo el/ el/ el inglés que más venía con nosotros, como ellos no dan gramática (E 19/G 43/961) [i = todo esto]
(158) G 20: pero entonces existían semajantes cosas, lo pasaba bien, distinta manera cogiendo los hijos y el marido pues yendo a la playa A: mh . G 20: ir al monte . te lo pasabas pues, bien en el/ (ininteligible) con más cuadrillas de/ de matrimonios y todo eso no es que Øi había pasado tan mal tan mal . pero vivo mejor ahora más desahogada [los hijos], (E 7/G 20/305) [i = todo esto]
5.3 Sintaxis
305
La omisión de los pronombres clíticos de tercera persona en función de CD [−animado] en expresiones fijas o lexicalizadas solo la hemos documentado en tres entrevistados: G 20, G 30 y G 43. Urrutia Cárdenas y Fernández Ulloa (1997) también observaron este tipo de omisión entre sus informantes de Bermeo. Resumiendo, podemos afirmar que, en nuestro corpus, la omisión de los pronombres clíticos de tercera persona en función de CD [−animado] no es total, sino que coexiste con otra variante que es el uso conforme con la norma prescriptiva. Sin embargo, la omisión es un fenómeno que puede encontrarse en el habla de todos nuestros informantes. A pesar de ello, los datos de la tabla 15 muestran que la distribución entre los entrevistados no es homogénea: algunos informantes omitieron los pronombres clíticos de tercera persona en función de CD [−animado] con (mucha) más frecuencia que otros. A nuestro entender, es un rasgo que no puede ser controlado por el hablante, puesto que, como mostramos en los ejemplos (125) y (126), incluso es posible la ocurrencia conjunta del pronombre clítico omitido o no realizado con el léxica y fonéticamente realizado. Esta suposición la vemos reforzada por el hecho de que nuestros informantes se encontraban en una situación caracterizada como semiformal (cf. 4.3.7), por lo que no se trata de un rasgo marcado o incluso estigmatizado. Suponemos que su uso es aceptado, por lo menos, en este contexto, aunque no podemos afirmar esta hipótesis con seguridad. Mendieta Lombardo y Molina Martos (1995) señalaron que el número de omisiones aumenta cuando los hablantes quieren dar a entender a sus interlocutores que pertenecen a la misma comunidad de comunicación. Dado que no realizamos un estudio comparativo en el que los informantes hubieran hablado con un entrevistador-miembro de su comunidad de comunicación y otro que no lo fuera, no podemos hacer afirmaciones acerca de si la omisión es más frecuente en el caso de uno u otro. No obstante, tal como hemos visto, la omisión también ocurre cuando un hablante se ve rodeado por personas de otras comunidades comunicativas e incluso por personas extranjeras, como es el caso de la interlocutora A y que, en algunos casos, la omisión ocurre a menudo. Nuestros datos confirman lo constatado por Landa (1995) para Getxo y otras zonas y también los resultados de los estudios de Urrutia Cárdenas (1988), Fernández-Ordóñez (1994; 1999) y Urrutia Cárdenas y Fernández Ulloa (1997; 1998) para diferentes localidades vizcaínas, esto es, también existe una tendencia entre los castellanohablantes monolingües a omitir los pronombres clíticos de CD [−animado] en dos contextos: en primer lugar, cuando se trata de un objeto dislocado a la izquierda, es decir, inmediatamente antepuesto al verbo, y, en segundo lugar, en oraciones cuyo referente es un tópico introducido anteriormente en el discurso, o cuando se trata de un predicado textual o anafórico. Esta tendencia se ve reforzada, además, por la omisión en estructuras lexicalizadas como pasarlo mal, si bien este tipo de elisión lo hemos observado solo en un número muy bajo de ocurrencias. Sin embargo, la omisión
306
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
de los pronombres clíticos de CD [−animado] no es la única estrategia para la pronominalización de estos referentes puesto que alterna con el empleo de los pronombres clíticos o su realización léxica y fonética: lo, los, la y las. La omisión de los pronombres clíticos en función de CD [+animado], en cambio, solo puede observarse en doce de los veinte informantes. Salvo tres casos, no se da más de una ocurrencia por persona, como puede verse en la tabla 15. La comparación de las ocurrencias de los pronombres clíticos en función de CD [+animado] (324 casos) demuestra que, entre los hablantes de Getxo, es más común su uso que su elisión (18 casos). Ofrecemos dos ejemplos de la omisión del pronombre clítico en función de CD [+animado] en (159) y (160): (159) A: mh, ¿tú meterías a tus hijosi en el modelo// G 42: en un modelo mixto yo creo que ahora sí . Øi metería en un modelo mixto . que tengaan (0,693'') más euskera pero no todo no . todo en euskera, para ya/ porque es que si no . as/ al final van (a?) acabar hablando solo en euskera y yo no Øi voy a entender o sea que [] A: [] G 42: mejor un modelo mixto (E 18/G 42/910) (160) G 30: A: G 30: A: G 30:
y de mi entorno . de Getxo/ lo que se dice puede ser de Bilbao ¡eh! sí que han ido a vivir a Getxo [ya no te digo] [sí sí] que/ .. pero de Getxo sí .. de familia de Getxo/ que yo soy de familia de Getxo y enseguida te di/, a ti te dicen un apellido y dices "ah, ese es del/ ah vale los .. de (apellido) de Ge/ de Getxoi" A: mh G 30: o sea, yo eso que lo he oído en casa porque mi familia es de casa y son de cua/ . pues . Øi hay y yo sí Øi conozco y Øi ves por la calle y sabes quiénes son de familia de quién y tal A: sí .. G 30: pero yo creo que, en estos momentos en/ en Algor/ bueno . no digo Getxo voy a decir Algorta (E 12/G 30/577–578)
De las dieciocho omisiones, en once casos el referente es [+animado, +masculino, −singular]; en cuatro, [+animado, +masculino, +singular]; en dos, [+animado, −masculino, +singular]; y, en uno, [+animado, −masculino, −singular]. En casi todos los casos se trata de referentes [+específicos], excepto en un caso, en el que la informante G 21 omite el pronombre clítico tras un CD [+animado] dislocado a la izquierda, que requiere ser retomado mediante lo (o le, en caso de leísmo). Por ello, podría parecer ser [−específico, −definido], pero no lo es, dado que se trata de un caso de omisión del DOM a ante el referente uno, esto es, una persona en particular, como en el ejemplo (161):
5.3 Sintaxis
(161) A: G 21: A: G 21: A: G 21: A: G 21: A: G 21:
307
mh, y hoy/, bueno, dijiste que/, eeh (0,713'')/ ¿está bien que/ te/ que/ que digo [tú?, ¿sí?] [síí (0,493''), muy bien] es que mh siempre estoy un poco, inseguro porque en Alemania siempre se dice usted aquí no aquí, no gusta usted, no gusta ¿no? yo creo que hay poca gente que quiera le tra/ aunque seamos mayores sí nos gusta que nos trat/ a mí por lo menos me gusta ¿y cuándo digo usted entonces? . pues usted a/ pues bueno . no sé . si unoi Øi conoces y noo (0,56'')/ no hace eso bueno, te puedes empezar a dirigir en usted y si te dicen que no y si no pues, sigues (E 8/G 21/341)
Prevalecen las ocurrencias en las que el referente fue introducido previamente durante la entrevista (diecisiete casos), mientras que, en un solo caso (ejemplo 161), el referente fue dislocado a la izquierda. Respecto a los contextos en los que detectamos la omisión de un pronombre clítico en función de CD [+animado], esta aparece en diferentes tipos de oraciones: cinco oraciones simples, siete construcciones paratácticas de oraciones principales coordinadas, dos oraciones principales (de relativo), una interrogativa directa, una oración subordinada adjetiva de relativo, una oración subordinada adverbial consecutiva y una oración subordinada sustantiva en función de complemento directo. Los verbos con los cuales se da la omisión de los pronombres clíticos en función de CD [+animado] son levemente distintos a aquellos con que se da principalmente la omisión de los clíticos [−animados]. Encontramos los siguientes verbos: – – –
meter (tres ocurrencias) conocer, haber, meter (dos ocurrencias) entender, examinar, hacer, insultar, sacar, tratar, ver, así como entender y apuntar como verbos auxiliados de la perífrasis verbal ir a + infintivo (una ocurrencia).
En cuanto a las restricciones semánticas de los verbos, observamos que la mayoría de las omisiones de los pronombres clíticos en función de CD [+animado] aparece con formas verbales [−perfectivas]: presente de indicativo (cinco ocurrencias), imperfecto de indicativo (dos ocurrencias), condicional (dos ocurrencias), pluscuamperfecto de subjuntivo (una ocurrencia) e infinitivo (tres ocurrencias). Además, encontramos dos casos en los que se da la omisión junto a la perífrasis verbal ir a + infinitivo con el auxiliar en presente (una ocurrencia) y en pretérito perfecto simple (una ocurrencia). En solo dos casos, la omisión de un pronombre
N° informante Tipo de omisión omisión del clítico de CD [+animado] omisión del clítico de CD [−animado], referente/tópico prev. introducido omisión del clítico de CD [−animado] referente dislocado a la izquierda omisión del clítico de CD [−animado] expresión lexicalizada
1
5
4
—
1
17
2
—
—
5
22
—
—
8
19
—
—
—
4
—
—
1
13
—
1
4
25
1
—
5
31
1
—
—
21
1
—
3
16
1
—
—
27
1
1
3
30
4
—
6
27
—
—
6
33
1
—
1
33
—
—
—
6
—
—
2
31
—
—
1
14
2
3
18
∑
1
—
—
9
3
60
8 132 514
1
G 05 G 09 G 10 G 14 G 17 G 19 G 20 G 21 G 22 G 23 G 29 G 30 G 33 G 35 G 38 G 39 G 40 G 42 G 43 G 45
Tabla 15: Distribución de la omisión de los pronombres clíticos de tercera persona de CD entre los informantes del corpus de Getxo.
308 5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
5.3 Sintaxis
309
clítico en función de CD [+animado] se da con formas verbales [+perfectivas]: un caso en pretérito perfecto simple y otro en pretérito perfecto compuesto. Somos de la opinión de que la variedad que hemos analizado se distingue de otras habladas fuera de la CAV, ya que en el castellano de Getxo se eliden principalmente los pronombres clíticos de CD [−animado], aun cuando también se omiten aquellos con referentes [+animados]. Según Urrutia Cárdenas (1988), Landa (1995), Fernández-Ordóñez (1999), y Landa y Franco (1999), los pronombres con referentes [+animados] no se omiten porque se realizan mayoritariamente mediante las formas pronominales le y les y son, por lo tanto, percibidos como dativos, aspecto que analizaremos en el siguiente apartado (cf. 5.3.4.3). Resumimos la distribución de las ocurrencias entre nuestros informantes en la tabla 15.
5.3.4.3 El leísmo 5.3.4.3.1 Estado de la cuestión y aspectos teóricos Al igual que la omisión de los pronombres clíticos de tercera persona en función de CD, el leísmo figura también entre los fenómenos más estudiados y frecuentemente atribuidos al castellano del País Vasco. Sin embargo, es un fenómeno ampliamente analizado también fuera de esta área. Entendemos por leísmo el empleo de las formas pronominales del CI le y les en contextos en los cuales habría que pronominalizar un CD mediante lo, los, la, o las (RAE/ASALE 2009, 1212). En opinión de Landa (1995, 153), en el caso del castellano del País Vasco se trata de un tipo de leísmo de persona que no es muy común en comparación con otros tipos de leísmo de persona observados en las variedades del castellano peninsulares e hispanoamericanas: tanto entes [+humanos, +animados] masculinos como femeninos son codificados por le y les. Por ello, a veces, ha sido excluido de las clasificaciones, según la autora. Prueba del gran interés por este fenómeno son los numerosos trabajos dedicados a su desarrollo histórico (por ejemplo, Lapesa 1968; Marcos Marín 1978; Echenique Elizondo 1981; 1987; así como Eberenz 2000, por mencionar solo algunos), a las causas que originaron los fenómenos de leísmo, loísmo y laísmo (entre otros, Lapesa 1968; García 1975; Klein-Andreu 1981; 2000; Fernández Ramírez 1987; Fernández-Ordóñez 1993; López García 1998, 504–510),108 y su 108 No existe unanimidad sobre las causas del leísmo, pues existen diferentes tipos de leísmo que en las distintas variedades del castellano se diferencian por ciertos rasgos como [+humano] vs. [−humano] o [+continuo] vs. [−continuo]. No abordaremos en el presente capítulo todas las teorías que existen acerca del leísmo, ya que no es este el objetivo de nuestro trabajo. Véanse
310
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
empleo en el castellano peninsular e hispanoamericano (como los de Llorente Maldonado de Guevara 1965, 339–340; Klein-Andreu 1981; 2000; Klee 1990; Fernández-Ordóñez 1994; 1999; Abadía de Quant 1996; Palacios Alcaine 1998; 2000).109 Observamos la enumeración del leísmo de persona como característica del castellano del País Vasco en obras introductorias a la lingüística y a la lingüística de contacto, como, por ejemplo, Hualde, Antxon y Escobar (2001), Barreña (2005) o Klee y Lynch (2009). Fernández-Ordóñez (1999, 1350) subraya que el leísmo de persona [±animado] es un fenómeno común de los hablantes del castellano del País Vasco dado que, en su opinión, forma parte de la norma regional del castellano del País Vasco: «La norma estándar regional del español vasco, propia tanto de los hablantes bilingües como de los monolingües de origen autóctono, se caracteriza por emplear le(s) como pronombres que refieren a los objetos directos animados […] con independencia de su género […]» (Fernández-Ordóñez 1999, 1350).
El leísmo de cosa, descrito por García González (1981, 350) y señalado por varios otros investigadores como Urrutia Cárdenas (1988), Uruburu Bidaurrázaga (1993) o Fernández Ulloa (2001a), no se suele considerar como rasgo del castellano del País Vasco en general. En el caso de Urrutia Cárdenas (1988), Uruburu Bidaurrázaga (1993) y Fernández Ulloa (2001a), esta posición se basa en el hecho de que en sus estudios solo pudieron documentar un número de ocurrencias muy reducido del leísmo de cosa.110 Así, Urrutia Cárdenas (1988, 38) señala que, en su
para un resumen respecto a las teorías acerca del origen del leísmo, por ejemplo, Marcos Marín (1978, 12–36), Fernández Ramírez (1987, 37–45), Fernández-Ordóñez (1993; 1994; 1999), Fernández Ulloa (2001a, 187–306), o RAE/ASALE (2009, 1213–1215). Todas estas obras, excepto la de RAE/ASALE (2009), proporcionan también una revisión de la bibliografía y señalan la extensión y los distintos tipos de leísmo en el ámbito hispanoamericano y peninsular. Véase en particular Fernández Ulloa (2001a, 303–306) para un resumen sobre los estudios del leísmo en el País Vasco. Consúltese también el estudio de Korkostegi Aranguren (1992) en referencia al leísmo en la lengua escrita de Pío Baroja. En la conferencia Limes und Typologica, celebrada en la Universidad de Düsseldorf del 19 al 20 de julio de 2012, a la que asistimos, supimos que, actualmente, Mareike Neuhaus está realizando una tesis doctoral en la Universidad de Hamburgo sobre el leísmo en dos variedades del castellano peninsular, esto es, en el castellano de individuos procedentes de Soria y Madrid, sobre la base de la teoría de optimalidad. 109 Véanse también los trabajos de Gómez Seibane (2004; 2006a) sobre el leísmo en textos medievales y tardomedievales de origen guipuzcoano y vizcaíno. 110 Por su parte, García González señala, haciendo referencia al leísmo de persona y de cosa, que por lo menos en el «corazón de Vizcaya» (1981, 350, nota 6) existe «[e]l leísmo total» (1981, 350, nota 6) que «alterna, como es natural, con el empleo de las formas etimológicas lo(s) / la(s), según los diversos usos individuales y estilísticos» (1981, 350, nota 6). Por otra parte, el autor
5.3 Sintaxis
311
estudio, este fenómeno no llega al 10% de los casos ni en la clase baja, el grupo social que, según el autor, es más leísta que la clase alta. Tampoco supera el 10% en la clase alta. Uruburu Bidaurrázaga (1993, 240–241) documenta un solo caso del leísmo de cosa sobre un total de ciento sesenta ocurrencias de leísmo, y Fernández Ulloa (2001a, 310) solo encuentra cinco casos de leísmo de cosa [+masculino], sobre un total de cincuenta y dos casos de leísmo: todos ellos remiten a pescado, es decir, a entes [+animados] aunque [−humanos]. Asimismo, Fernández Ulloa (2001a, 336) señala, en su estudio, que los hablantes bilingües cuya lengua materna era el euskera son más leístas que los castellanohablantes monolingües y que los bilingües cuya lengua materna era el castellano, y que es, justamente, en los hablantes bilingües con predominio del euskera y de nivel sociocultural bajo donde documenta leísmo de persona [+animado, +humano, −masculino], de cosa y de neutro.111 Según Fernández-Ordóñez (1999), el leísmo documentado en el castellano del País Vasco es un fenómeno motivado por el contacto de lenguas en esta zona. Afirma que el «manejo correcto de los pronombres de acusativo lo(s)/la(s) sí se encuentra condicionado por el nivel de dominio del español alcanzado por los bilingües […]» (1999, 1354). En opinión de esta autora, «los bilingües de nivel sociocultural bajo y de conocimiento rudimentario del español» (1999, 1354) son los que emplean los pronombres clíticos de dativo le y les no solo para la pronominalización de CCDD [+animados], sino que, «aunque de forma muy esporádica, también pueden remitir a un objeto directo inanimado a través de le […]» (1999, 1354).112 Fernández-Ordóñez agrega que las causas del leísmo, es decir, de la «generalización de los empleos de le(s)[,] se deben buscar en la dificultad de los bilingües iniciales para dominar el género del español, categoría inexistente en su lengua materna» (1999, 1354), o bien en el hecho de que el uso del leísmo en los hablantes monolingües «[haya] sido condicionado por el de los bilingües» (Fernández-Ordónez 1994:, 110). Teniendo en cuenta que ni en el año 1994 ni en el 1999 hubo hablantes (adultos) de euskera en la zona de la CAV que pudieran clasificarse como monolingües de euskera sin competencias en castellano o monolingües de euskera con competencias mínimas en castellano —en
afirma que en la zona estudiada por él «el leísmo es absoluto: masculino y femenino, singular y plural, e incluso neutro» (1981, 350, nota 6). 111 Fernández Ulloa (2001a, 310) se refiere con esta expresión al hecho de que se haga referencia a un predicado o una oración anterior, es decir, que se emplea el pronombre clítico en función textual o anafórica. 112 En un trabajo anterior, Fernández-Ordóñez (1994, 107) los caracteriza como «los bilingües cuya primera lengua es el eusquera (y con un dominio escaso del castellano)», con lo que hace referencia a los datos proporcionados, por ejemplo, por Echaide (1968) y Zárate (1976).
312
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
palabras de Fernández-Ordóñez «bilingües iniciales» o «bilingües […] de conocimiento rudimentario del español»—, excepto niños pequeños, extraña esta atribución por parte de la autora como explicación para la presencia del leísmo. Es probable, aunque no queda expresado explícitamente, que la autora se refiera a una época en la que aún hubo este tipo de hablantes monolingües con competencias muy limitadas en castellano y que, en ese momento, tanto el leísmo de persona como el de cosa se enraizaran en el castellano hablado en la zona de la CAV, también en el de los monolingües. Sin embargo, podemos concluir que el leísmo de cosa no es considerado como un rasgo ampliamente arraigado ni extendido, ya que, como señala Landa (1995, 140, 144), para la pronominalización de los CCDD [−animados], los hablantes del castellano del País Vasco tienden a omitir los pronombres clíticos —o a codificarlos como objetos nulos—, o emplean las formas lo, los, la y las. Asimismo, el leísmo de cosa está diastráticamente marcado, dado que en algunos de los estudios mencionados se adjudica a hablantes de un nivel o estrato sociocultural bajo y a aquellos cuya lengua materna es el euskera (cf. Urrutia Cárdenas 1988; Fernández-Ordóñez 1994; 1999; así como Fernández Ulloa 2001a). Este tipo de leísmo es tachado, además, de «incorrecto» por parte de la gramática prescriptiva (RAE/ASALE 2009, 1219), que recomienda evitarlo. Urrutia Cárdenas (1995, 255) advierte que el leísmo de persona coexiste también con el uso de las formas lo, los, la y las en el castellano del País Vasco; o sea, que la sustitución no es total (cf. también Uruburu Bidaurrázaga 1993; Fernández Ulloa 2001a). Fernández-Ordóñez (1994; 1999), en cambio, no señala el empleo de estas formas. A su vez, afirma que los referentes [+animados] y [+personales] se pronominalizan exclusivamente con le y les: «Las áreas de la animación y de lo personal quedan, pues, reservadas preferente o exclusivamente a le, les» (Fernández-Ordóñez 1999, 1354). No obstante, hay unanimidad ante el hecho de que el rasgo principal del leísmo del castellano en el País Vasco sea la animicidad del referente que es, por lo tanto, un CD con los rasgos [+humano, ±masculino, ±singular]. El denominado leísmo femenino, esto es, la pronominalización de los CCDD [+humanos, −masculinos, ±singulares] mediante las formas le y les, está rechazado por la gramática prescriptiva y tachado no solo como uso incorrecto sino que, además, «carece de prestigio en la lengua contemporánea» (RAE/ASALE 2009, 1218). En efecto, el leísmo de persona [−masculino] no parece ser diastráticamente marcado si se toma en consideración que fue documentado en hablantes de todos los estratos sociales (Urrutia Cárdenas 1988; Landa 1995; Fernández Ulloa 2001a). Según Landa (1995, 146), el factor más relevante es el rasgo [+animado] y, más en concreto el rasgo [+humano], mientras que el rasgo [género] carece de importancia en el castellano del País Vasco, en su opinión (1995, 154).
5.3 Sintaxis
313
Ya hemos dicho que para Fernández-Ordóñez (1999, 1355) la causa de la generalización del leísmo de persona procede del hecho de que en euskera no existe la categoría [género]. Según esta investigadora los bilingües iniciales —que, como hemos indicado, prácticamente no existen si no se trata de niños pequeños— son los que dudan a la hora de pronominalizar un CD [+animado], por no dominar el género del castellano. De ahí que, según la autora, favorezcan el uso de los pronombres clíticos dativos, ya que estos «puede[n] referir tanto a antecedentes masculinos como femeninos» (1999, 1355).113 Schmidt-Riese (2005) duda de que la causa pueda haber sido una inseguridad por parte de los hablantes bilingües con predominio del euskera frente a la categoría [género] como explicación del leísmo tanto en el castellano (hablado) en el País Vasco, como en las áreas lingüísticas del guaraní y del quechua, a las que Fernández-Ordóñez (1999, 1355) también remite en su descripción. En opinión de Schmidt-Riese (2005), la inseguridad frente a la selección del rasgo [género] llevaría al que aprende una segunda lengua, por el contrario, al uso del pronombre genéricamente no marcado lo, en lugar de le: «Das Szenario ist merkwürdig: die Sprecher des Baskischen, ecuadorianischen Quechua und Guaraní setzen aus Furcht, falsches Genus zu setzen, falschen Kasus. Genusunsicherheit würde aber zur Generalisierung des unmarkierten Genus führen. Und genau dies ist zu beobachten, wo lo (und la) zweisprachigen Sprechern zur Verfügung stehen: im español andino im Kontakt mit peruanischem, bolivianischem und argentinischem Quechua und Aymara, auch mit ecuadorianischem Quechua bei Annäherung an den Standard […]. Verwendet wird dann genusunabhängig akkusativisches lo. Dieses lo wird unabhängig von Position und Gegebenheit einer akkusativischen NP eingesetzt – übergeneralisiert also, in [sic] Aufbau einer komplexeren verbalen Matrix für die L2. […] Der Verdacht, fehlende Strukturen der Ausgangssprachen (carencias) seien für den vollständigen Erwerb des Spanischen entscheidend – nicht etwa andere Strukturen –, ist kondeszendent. Alle genannten Sprachen markieren Individuationskontraste auf der Höhe von ‹±belebt›» (Schmidt-Riese 2005, 354, nota 59).114
113 Esta postura fue adoptada también por Echenique Elizondo (1996b), Urrutia Cárdenas (2002a; 2006a) y Etxebarria Arostegui (2007; 2008). 114 ‘El escenario es curioso: los hablantes del euskera, quechua ecuatoriano y guaraní emplean un caso incorrecto por miedo de utilizar un género incorrecto. Una inseguridad referente al género llevaría, sin embargo, a la generalización del género no marcado. Y es exactamente lo que puede observarse en aquellos casos en los que lo (y la) están a disposición de hablantes bilingües: en el español andino en contacto con el quechua y aimara peruano, boliviano y argentino, y también con el quechua ecuatoriano al aproximarse al estándar […]. Se emplea, en esos casos, un lo acusativo independiente del género. Este lo se introduce independientemente de la posición o la presencia de una frase nominal (NP) acusativa —sobregeneralizado, por tanto, en la composición de una matriz verbal más compleja para los L2—. […] Es condescendiente la sospecha de que estructuras ausentes de las lenguas de origen (carencias) —y no otras — fuesen
314
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
Schmidt-Riese rechaza la hipótesis de que el leísmo en el castellano del País Vasco se haya formado a causa de una carencia en la lengua de origen, ya que en euskera existen lo que denomina «contrastes de individuación», es decir, distinciones entre entes [−animados] y [+animados]. Considera que los vascohablantes sí son capaces de distinguir entre «contrastes de individuación» como el de [+masculino] vs. [−masculino], a pesar de que el euskera no conoce la diferencia gramatical de los géneros. Otro investigador que opta por el contacto de lenguas como motivación del leísmo de persona es Urrutia Cárdenas (1988; 1991; 1995; 2002a; 2002b; 2006b). El autor postula que la extensión de la oposición persona vs. cosa —resaltada por ejemplo por Lapesa (1968), como causa del leísmo de persona— se ve reforzada en el castellano hablado (y escrito) del País Vasco por el contacto lingüístico entre castellano y euskera. En opinión de Urrutia Cárdenas (2002a; 2002b; 2006b), esta extensión se debe a que en euskera existe una diferenciación en el sistema gramatical a nivel de la declinación, puesto que en esta lengua se distingue entre objetos [−animados] y [+animados] mediante distintos sufijos que se adjuntan al nombre según su estado de animicidad.115 Considera que esta distinción entre entes [+animados] y [−animados], o entre personas y cosas, es la que provoca en el castellano del País Vasco el leísmo de persona masculino y femenino, singular y plural. El hecho de que este fenómeno se caracterice por los rasgos [±masculino, ±singular] lleva a Urrutia Cárdenas a denominarlo «leísmo extensivo» (1991, 217). Según Echenique Elizondo (1996b), el leísmo es un fenómeno «[…] simplificador y reorganizador: le para todo el masculino y femenino animado, la y lo solo para inanimados (también en plural)» (1996b, 70). Al igual que otros investigadores, Echenique Elizondo opina que se trata de un fenómeno que se debe al contacto lingüístico entre el castellano y el euskera.116
relevantes para la adquisición completa del castellano. Todas las lenguas enumeradas marcan contrastes de individuación al nivel de ‹±animado›’ (Schmidt-Riese 2005, 354, nota 59, trad. por Ch. P.-K.). 115 Da el siguiente ejemplo de la declinación de nombres y de pronombres demostrativos: a. mendiraino [−animado] (→ caso adlativo terminal) ‘hasta el monte’ b. semearenganaino [+animado] ‘hasta el hijo’ c. honetara [−animado] (→ caso adlativo) ‘a éste’ d. honengana [+animado] ‘a éste’ (Urrutia Cárdenas 2002a, 438, cursivas de Ch. P.-K.). 116 No da más explicaciones al respecto, únicamente indica que el euskera es «una lengua aglutinante por lo que las referencias a los objetos (directo, indirecto) aparecen en la misma
5.3 Sintaxis
315
Landa (1995) afirma que el leísmo de persona y la omisión de los pronombres clíticos de tercera persona en función de CD [−animado] son fenómenos complementarios.117 Siguiendo la teoría de García (1975, 65–87), Landa (1995, 147–148) propone que el leísmo no es causado por el contacto lingüístico entre el castellano y el euskera, sino que los pronombres clíticos de tercera persona en función de CD [+animado] son elevados en la escala de la actividad propuesta por García (1975): de un nivel en el que son participantes mínimamente activos (ingl. least active participant) en un evento son elevados a un nivel superior, en el que su participación en un evento es más activa, por lo que serían participantes menos activos (ingl. less active participant) en un evento. Según la escala de García (1975), este último nivel corresponde a los pronombres clíticos de tercera persona de CI, que son los participantes más activos en el evento, ya que mayoritariamente tienen referentes [+animados]. Es decir, los pronombres clíticos de CI participan más en un evento que aquellos con referentes [−animados]. Esta mayor participación de los referentes de los pronombres clíticos de CI resulta de sus características semánticas, que les permiten desempeñar un papel activo. La subida de nivel de actividad de los pronombres clíticos de tercera persona en función de CD [+animado] lo, los, la y las lleva, además, a que éstos se pronominalizen mediante la forma de los pronombres átonos dativos le y les. En resumen, son los rasgos semánticos de los pronombres clíticos que, según Landa (1995), provocan su ponominalización mediante le y les. Fernández-Ordóñez (1999) afirma que el leísmo de persona puede darse en los mismos contextos en los que se omiten los pronombres clíticos de tercera persona en función de CD [−animado], excepto en el caso de la doble pronominalización u oración ditransitiva, a pesar de que este es, en su opinión, uno de los contextos más favorables para la omisión de los pronombres clíticos de tercera persona de CD [−animado] (1999, 1353; cf. también 5.3.4.2.1). La autora señala que las formas le y les aparecen, además, junto a se impersonal en la secuencia se le y se les, ya que no pudo constatar el uso de las formas se lo, se los, se la y se las en el castellano del País Vasco. El uso de estas últimas secuencias se lo, se los, se la y se las ha sido señalado, por ejemplo, por Marcos Marín (1978, 291–299) en documentos escritos por autores españoles de otras zonas. Una observación similar a la de Fernández-Ordóñez (1999) la encontramos también en Uruburu Bidaurrázaga (1993, 244) y Fernández Ulloa (2001a, 343).
forma verbal, en tanto que los clíticos del romance castellano muestran hoy diferencias de género y rección» (Echenique Elizondo 1996b: 70). Tampoco aclara la relación que ve entre ambas lenguas. 117 La misma postura adoptan Fernández-Ordóñez (1999, 1352), Urrutia Cárdenas y Fernández Ulloa (1997; 1998) y Urrutia Cárdenas (2002a; 2002b; 2006a).
316
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
En cuanto a los contextos sintácticos en los que se ha observado el leísmo, Fernández Ulloa (2001a, 338) resume que lo provocan ciertos verbos, mayoritariamente coger, conocer y llevar.118 Afirma, además, que el verbo llamar siempre aparece con los pronombres clíticos le y les, en su corpus.119 Uruburu Bidaurrázaga (1993) señala ciertas ocurrencias que llama «condicionadas», ya que no tiene en cuenta únicamente la aparición del leísmo de por sí, sino que también analiza los contextos sintácticos en los que aparece el leísmo o que lo provocan.120 Estos contextos sintácticos son «construcciones de Complemento Directo + Complemento Predicativo nominal referido a él» (1993, 242), «construcciones de C.D. [Complemento Directo] + C. [Complemento] Regido» (1993, 243), «construcciones con antiguo Sujeto de Infinitivo» (1993, 243), «construcciones con se índice de impersonalidad» (1993, 244) y «La Elipsis» (1993, 244) del complemento de cosa, por lo que el complemento de persona que persiste puede convertirse en CD, conservando las formas le y les. El número de ocurrencias del leísmo en estas construcciones se mueve entre uno y veinte casos (para la elipsis). Al igual que Fernández Ulloa (2001a), Uruburu Bidaurrázaga (1993, 242–243) documenta que con el verbo llamar siempre se emplean los pronombres clíticos le y les. Hay que destacar que este autor no atribuye la ocurrencia del leísmo ni a la influencia del euskera ni a un cambio del nivel de actividad del objeto, sino a razones sintácticas internas al castellano, sobre todo al cambio de régimen del verbo llamar, que en latín era intransitivo y pasó a ser transitivo en castellano.121 Por último, queremos hacer hincapié en el hecho de que, como en el caso de la omisión de los pronombres clíticos de tercera persona en función de CD [±animado], la mayoría de los estudios empíricos acerca del leísmo en el castellano del País Vasco se haya realizado sobre datos recogidos en el este de Bizkaia (García González 1981; Urrutia Cárdenas 1988; Uruburu Bidaurrázaga 1993; Fernández-Ordóñez 1994; 1999; Landa 1995; Fernández Ulloa 2001a) y, en menor cantidad, en Gipuzkoa (Echaide 1968).122 En cuanto a datos procedentes de Araba/Álava, Fernández-Ordóñez (1994, 109) señala haber documentado leísmo
118 Fernández Ulloa (2005a, 18) señala que no se pueden sacar conclusiones de la aparición de los demás verbos, dado que solo documenta cincuenta y dos apariciones de leísmo en su corpus. 119 Este verbo produjo más ocurrencias de leísmo de cosa que de leísmo de persona (Fernández Ulloa 2005a, 18). 120 No indica si se trata de casos de leísmo de cosa o de persona. De sus ejemplos puede deducirse que se trata de ambos. 121 Véase acerca de este aspecto también Marcos Marín (1978, 12–36). 122 Los datos de Echenique Elizondo (1986) proceden del periódico Egin. De ahí que los datos no puedan ser atribuidos inequívocamente a la zona de Gipuzkoa. Oñederra (2004) proporciona datos de Donostia-San Sebastián aunque estos no proceden de una recogida sistemática de datos, por lo que deben ser tratados como guipuzcoanos bajo reserva (cf. 2.4.6).
5.3 Sintaxis
317
de persona [−masculino, −singular] en varias localidades alavesas del valle de Ayala/Aiara, como Menagarai, Turiso, Berganzo y Guinea. No obstante, no queda claro si la autora ha observado este fenómeno, esto es, si se basa en sus propios datos empíricos, ya que ni en el citado trabajo ni en otro posterior (FernándezOrdóñez 1999) proporciona ejemplos de las localidades mencionadas.123 Los ejemplos del leísmo de persona presentados por la autora proceden únicamente de hablantes de la zona oriental de Bizkaia, por lo que no queda claro si los demás datos fueron también tomados en consideración para el análisis de este fenómeno. Sin embargo, al señalar el uso de le con el verbo llamar, FernándezOrdóñez también ofrece ejemplos de hablantes procedentes de la zona de Enkarterriak, Bernales y Sopuerta, aunque solo en una nota a pie de página (1999, 1335, nota 43).124 Con todo, resulta interesante observar que se suele hablar de una particularidad del castellano del País Vasco —por lo menos en lo que atañe al leísmo de persona [±masculino]—, aunque todavía no haya sido documentado en la mayoría de las localidades de Gipuzkoa y Araba/Álava. Es importante saber que prácticamente la totalidad de los datos empíricos proceden del este de Bizkaia, salvo los datos de Echaide (1968) y los datos de Fernández-Ordóñez (1994; 1999), teniendo en cuenta los aspectos críticos señalados. Veamos en el siguiente apartado el leísmo que documentamos en Getxo, así como los contextos sintácticos en los que aparece.
5.3.4.3.2 El leísmo en el corpus de Getxo En nuestro corpus documentamos un total de doscientos noventa y un casos de leísmo. De ellos, la mayor parte (doscientos setenta ocurrencias: 92,78%) son casos de leísmo de persona [+humano, +animado], frente a dieciocho ocurrencias (6,19%) de leísmo de cosa [−animado], dos ocurrencias del leísmo «de animal» [−humano, +animado] (0,69%) y una ocurrencia de leísmo de neutro (0,34%)
123 Como hemos dicho anteriormente, Pato (2004, 321–322) señala que Fernández-Ordóñez había recogido datos en las localidades mencionadas, hecho que no hemos podido comprobar en ninguno de los trabajos de Fernández-Ordóñez (1993; 1994; 1999) de los que disponemos. Si bien la autora hace afirmaciones acerca de estos lugares, no indica explícitamente que hubiera recogido ahí datos, lo que sí hace en otros casos (Fernández-Ordóñez 1994, 106, nota 71) (cf. también 2.3.2.14). 124 García González (1981, 350) señala haber encontrado usos del «neutro de materia», es decir, del pronombre clítico lo para entes [+continuos] o [−contables], tanto en Enkarterriak —Karranza, Güeñes y Gordexola—, como en localidades situadas en la punta noroccidental de Araba/Álava en la zona fronteriza con Castilla y León —Artziniega y Menagarai—.
318
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
[−animado]. Distribuciones similares se han constatado para otras variedades del castellano en el País Vasco en varios estudios acerca de este tema (cf. Urrutia Cárdenas 1988; Uruburu Bidaurrázaga 1993; Fernández Ulloa 2001a). Aparte del leísmo de persona para CCDD con los rasgos [+humano, +masculino, +singular], observamos también el leísmo de persona tanto para CCDD con los rasgos [+humano, +masculino, −singular] como, aún en menor medida, el leísmo de persona para CCDD con los rasgos [+humano, −masculino, ±singular], es decir, lo que Urrutia Cárdenas (1991, 217) denomina «leísmo extensivo» o el tipo de leísmo señalado por Landa (1995, 153), rechazado por la norma prescriptiva (RAE/ASALE 2009). Resumimos estos resultados en la tabla 16, según la distribución entre los informantes y, en la tabla 17, según los rasgos semánticos. El uso del leísmo de persona que se da en nuestro corpus con referente [+humano, +animado, +masculino, +singular] puede verse en los ejemplos (162) y (163). Constituye el 37,11% (ciento ocho ocurrencias) de todas las ocurrencias de leísmo de persona. El leísmo con referente [+humano, +animado, +masculino, −singular], que ilustramos en los ejemplos (164) y (165), alcanza casi la misma cantidad de ocurrencias (34,36%: cien casos). Hemos encontrado el leísmo en ambos casos con referente antecedente —(163) y (164)— y duplicado por un CD en posición canónica o posverbal —(162) y (165)— (cf. respecto a ello 5.3.4.4).125 (162) G 42: a la que pueden tener el que se haya estudiado todo en castellano más que nada por (0,627'') la diferencia/, ts el padre que lei mete al hijoi en euskera, o es/ es con vistas o sea que estudie y trabaje aquí, [y le] A: [mh] G 42: pueda hacer falta, o es poor (0,84'')/, en los pensamientos que tiene él (E 18/G 42/ 908) (163) A: mh … (2,58'') ¿tuu (0,673'') esposoi estaba en la/ en la mili? .. G 23: ha estado en la mili sí [pero yo] A: [¿sí?] G 23: no lei conocí, no [lei conocí//] (E 10/G 21/473–474) (164) A: ¿y hay cosas que/ que solías hacer que ya no puedes hacer porque estás trabajando? . G 05: hombre, o sea siempre estás más, ocupado . con el trabajo . yy (0,8'') sí pues a veer (0,56''), dejas un poco de laado (0,493''), la vida social A: mh . G 05: los amigosi pues, lesi ves menos .. haces, menos deporte menos todo/ pero bueno . más o menos se puede seguir haciendo un poco de todo yo creo . o sea puedes compaginar trabajo con la vida de actividades de ocio (E 1/G 05/15)
125 Con i indexamos dos elementos: los referentes de los pronombres clíticos pronominalizados por le o les, y los pronombres clíticos que les corresponden, dejando constancia de esta forma de la referencia.
+hum, +anim, +masc, +sing +hum, +anim, +masc, −sing +hum, +anim, −masc, +sing +hum, +anim, −masc, −sing −anim, +masc, +sing −anim, +masc, −sing −anim, −masc, +sing −anim, −masc, −sing −hum, +anim, +masc, +sing −hum, +anim, +masc, −sing −anim, +neutro, +sing
N° informante Tipo de leísmo
4
4
1
—
—
—
—
—
—
—
—
5
8
1
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2
—
—
—
—
1
—
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—
—
—
—
—
—
—
2
2
—
—
—
—
—
—
—
—
—
—
3
1
—
—
1
—
—
—
1
—
—
2
2
—
—
—
—
—
—
—
—
1
2
3
—
—
—
1
2
—
1
—
10
5
3
—
—
—
—
2
—
—
—
—
6
—
—
—
—
—
1
—
2
1
7
22
21
—
—
—
—
—
—
—
—
2
4
7
—
—
—
—
—
—
—
—
4
7
10
—
—
—
—
2
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—
5
6
7
6
—
—
—
—
—
—
—
—
—
4
9
—
—
—
—
—
—
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1
—
2
1
—
—
—
—
1
1
—
4
6
4
—
—
—
—
—
—
—
6
1
2
1
—
—
—
—
—
—
1
—
1
3
13
—
—
—
—
—
—
—
—
4
1
10
—
—
—
—
—
—
—
—
—
—
—
∑
—
—
—
—
—
—
1
—
5
1
1
1
1
7
1
9
12
50
12 100
7 108
G 05 G 09 G 10 G 14 G 17 G 19 G 20 G 21 G 22 G 23 G 29 G 30 G 33 G 35 G 38 G 39 G 40 G 42 G 43 G 45
Tabla 16: Distribución de las ocurrencias de leísmo entre los informantes del corpus de Getxo.
5.3 Sintaxis
319
320
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
(165) A: [¿por qué?] G 40: pues porque había desperdiciado mi vida más que nada o sea de mi ajusto lo básico para cubrir el expediente y punto .. bueno, hice lo de secretariado pero que fueron dos años pero . [ya te/] A: [pero/] G 40: lo hice para callarlesi a mis padresi más que nada (E 17/G 40/861)
Hay que señalar que hemos encontrado el uso del leísmo de persona [+humano, +animado, +masculino, +singular] en diecisiete de los veinte informantes, mientras que el leísmo de persona [+humano, +animado, +masculino, −singular] lo hemos documentado en dieciocho de los veinte informantes. En segundo lugar, observamos el leísmo de persona [+humano, +animado, −masculino, +singular], el cual constituye el 17,18% (cincuenta casos) de las ocurrencias del leísmo en nuestro corpus. Frente a eso, encontramos solamente unos pocos usos del leísmo de persona [+humano, +animado, −masculino, −singular]: 4,12% (doce casos) de las ocurrencias. Nuestros informantes emplean este último tipo solo con referentes antecedentes —véase (168)—, mientras que el leísmo de persona [+humano, +animado, −masculino, +singular] lo emplean tanto con referentes antecedentes como con aquellos en posición canónica, con CD duplicado, como muestran los ejemplos (166) y (167): (166) G 45: todo, y mi sobrina también, mi hijai es más modernita y/ y/ y . y ella no es la que tira del carro pero habla, habla, habla [con sus] A: [mh] G 45: amigas, en casa cuando está hablando por teléfono, habla en euskera igual para que no le oiga yo [para que no lei entienda ¿no?, pero habla, pero bueno] . (E 20/ G 45/993) (167) G 40: porque yo estuve interna en (ininteligible) . A: mh G 40: estaba ella .. y entonces yo trabajo solo por las tardes .. para sustituirlei a ellai por las tardes ella trabaja por las mañanas [yo por las tardes] .. (E 17/G 40/888) (168) G 39: tampocoo (0,893'')/ . o sea tú imagínate mi cuñadai la madre de (nombre de mujer) [¿no?] A: [mh] G 39: que tiene una tienda o me/ mi sobrinai (nombre de mujer) A: mh G 39: que era/ que no sa/ que no saben hablar euskera . que lesi obligaran a hablar euskera por el mero hecho de tener . un comercio y estar cara al público .. pues . yo no tengo ese sentimiento A: mh . G 39: ¿entiendes? [al final]
5.3 Sintaxis
A: G 39: A: G 39: A: G 39: A: G 39:
321
[mh] es un sentimiento mh me parecí/ me/ me parecería mal mh que lesi obligasen a que tuvieran que aprender euskera mh por ese motivo (E 16/G 39/822)
La distribución del leísmo de persona [−masculino] que, como hemos indicado en el apartado anterior 5.3.4.3.1, se considera rasgo propio del castellano del País Vasco, dista mucho de la del leísmo de persona [+masculino] en nuestro corpus. Esto se puede ver también en el número de ocurrencias reproducidas en la tabla 17, donde hemos resumido la distribución del leísmo según sus rasgos semánticos. Tabla 17: Distribución de los casos de leísmo en el corpus de Getxo según los rasgos semánticos del referente. +hum +anim +masc −sing
+hum +anim −masc +sing
+hum +anim −masc −sing
−hum +anim +masc +sing
108 100 37,11 34,36
50 17,18
12 4,12
1 0,34
+hum +anim +masc +sing
−hum −anim −anim −anim −anim −anim ∑ +anim +masc +masc −masc −masc ±masc (%) +masc +sing −sing +sing −sing +sing −sing 1 0,45
9 4,18
1 0,34
7 2,41
1 0,34
1 291 0,35 100
Mientras que el leísmo de persona [+humano, +animado, −masculino, +singular] se da en quince de los veinte hablantes, solo en tres de los veinte hablantes documentamos el leísmo de persona [+humano, +animado, −masculino, −singular], lo que demuestra que el uso del segundo podría estar menos presente en la variedad estudiada. Si comparamos todos estos resultados con las ocurrencias de las formas lo, la, los y las, podemos constatar que el número de ocurrencias de le y les para entes [+humanos] en las respectivas categorías es siempre más alto que el de las formas de acusativo lo, la, los y las (cf. tabla 14). Es decir, nuestros hablantes emplean tanto las formas lo, la, los y las como las formas le y les para referirse a entes [+humanos] y [+animados], pero le y les predominan numéricamente. Como hemos indicado, esta coocurrencia se ha documentado también en estudios acerca de otras variedades del castellano habladas en el País Vasco (Uruburu Bidaurrázaga 1993; Urrutia Cárdenas 1995; Fernández Ulloa 2001a). Hay que señalar que en la entrevista con el informante G 43 no hemos detectado ningún tipo de leísmo. Documentamos, además, un caso de leísmo [+humano, +masculino, +singular] en combinación con el verbo reflexivo llevarse (169), circunstancia que nos
322
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
parece interesante ya que demuestra, a nuestro entender, el profundo arraigo del uso de la forma le en lugar de lo para entes [+animados, +masculinos], al menos en la informante G 14: (169) G 14: porque en la ciudad/ yo a mí me gusta más pueblo, eh sales ahí a comprar, no sé es más abierto/ en Bilbao me veo má/ no . A: pero Getxo tiene ochenta mil habitantes G 14: mh A: tampoco es tan pequeño G 14: no pero no/, no está como más do/ . abierto A: hm G 14: no sé . a mí me gusta/ no lo sé/ no sé somos raros, los de Getxo siempre queremos vivir aquí ¡eh! y yo, creo que soy más abierta pero mi novioi/, Algorta, vivir en Algorta, de comprar una casa en Algorta ¡qué cachis! a estei no me lei llevo ni para Leioa nii (0,64'')/ .. (E 4/G 14/159)
La preferencia por le en detrimento de lo como pronombre clítico en función de CD para entes [+humanos, +animados] la documentamos, también, en catorce ocurrencias en las que le y les aparecieron acompañados por el pronombre impersonal se: trece casos tienen un referente [+humano, +animado, +masculino, ±singular] —cinco están en singular y ocho en plural—, mientras que un referente tiene los rasgos [+humano, +animado, −masculino, +singular]. Observamos, además, dos casos del leísmo de cosa en esta construcción, cuyo referente tiene los rasgos [−animado, −masculino, +singular]. Estos casos se oponen a tres ocurrencias de la construcción impersonal se lo en el corpus, cuyos referentes son [−animados, +masculinos, +singulares], y una ocurrencia respectivamente de los tipos se la [+humano, +animado, −masculino, +singular] y se las [+humano, +animado, −masculino, −singular]. Aunque los casos de la construcción impersonal no son muy numerosos, vemos que, como en el caso de los pronombres clíticos en función de CD [+humano, +animado] en general, las formas se le y se les se emplean con más frecuencia que las construcciones impersonales del tipo se lo, al menos para referentes [+humanos, +masculinos, ±singulares]. Hay que tener en cuenta, además, que las construcciones impersonales con se lo no tienen referentes [+humanos] ni [+animados]. Es decir, al igual que lo señalado en los estudios de Fernández-Ordóñez (1999) y Uruburu Bidaurrázaga (1993), nuestros informantes prefieren la combinación de se impersonal con le para entes [+animados, +masculinos, ±singulares].126 A continuación, presentamos tres ejemplos 126 Como se ha indicado, hay que tomar en consideración que no se trata de leísmo en estas construcciones. Álvarez Martínez (1989, 50) señala que no hay unanimidad sobre la pregunta de si el se impersonal debería acompañarse por el pronombre clítico le o por lo y la, dado que ya originariamente estas construcciones exigían los pronombres clíticos le y les. Según Fernández-
5.3 Sintaxis
323
del uso de la construcción impersonal se le y se les con los distintos tipos de referentes que encontramos en el corpus: (170) G 29: y luego pues la form/ si/ si sabes cómo es el reyi . pues es un/, pues es un/, pues, un viejito, simpático . y la verdad es que bueno mucha gente . simplemente lo toleran, bueno … (2,23'') no es ningún cabroncete de estos pues que hay por ahí pues eso A: sí G 29: bueno un tío majo bueno A: mh . G 29: se lei tolera pero yo personalmente yo sigo teniendo conciencia republicana . de España republicana (E 11/G 29/540) (171) G 45: si hay, bueno . sí pero luego también pues ahora hay, ¿cómo se dice esto? . para los niñosi . eeeeh (1,847'') no/ no/, no es o sea la ikastola sino es, ¿cómo/ een (0,733'') castellano podía ser un jardín de infancia . A: sí G 45: un sitio donde/ do/ todavía no es porque aprendan sino que . le suelto aquí y hay una profesora que le/ que juega ahí en la moqueta en el suelo para que/, y bueno pues eso son/ . tiene un nombre ya que no me acuerdo cómo era [nombre] A: [sí] G 45: castellano pues no me acuerdo, bueno pues, se lesi lleva allí de pequeñitos [los que] (E 20/G 45/1018) (172) G 10: y la verdad es que estoy encantada porque (nombre de mujer)i me parece una persona muy sensible . eeh (0,77'') mmh (0,51'') . yo creo que tiene un, buen planteamiento para . enseñar el idioma . yyy (1,287'') se lei ve con gusto que eso, te hace que te trasmita el gusto (E 3/G 10/141–142)
Sin embargo, parece interesante que, en nuestro corpus, no todas las oraciones en las que aparecen conjuntamente el pronombre impersonal se y un pronombre clítico en función de CD hacen referencia a un ente [+humano]. Así, hemos documentado dos oraciones en las que la informante G 30 se refiere a entes [−animados] con el pronombre le. Aunque se trata de entes [−animados], la
Ordóñez, el uso de se impersonal con los pronombres clíticos lo, la, los y las se debe a que se le «[ha] asignado el caso que le correspondería en la oración activa correspondiente: el acusativo» (1999, 1338). Véase sobre este tema también Fernández-Ordóñez (1999, 1336–1339), quien describe el proceso evolutivo de esta construcción con se impersonal, y Marcos Marín (1978, 291–299), quien hace hincapié en el hecho de que haya mucha variación sincrónica —y también diacrónica — en el uso de la construcción impersonal con se en las distintas variedades del castellano. Nuestra intención es destacar que en la variedad que estudiamos se emplean, mayoritariamente, las formas se le y se les. De ahí que retomemos la descripción de esta construcción impersonal en este capítulo y la incluyamos entre los casos de leísmo, teniendo en cuenta la unanimidad en cuanto a la cuestión del caso, porque se trata de un fenómeno señalado también en los demás estudios sobre el castellano del País Vasco acerca de este tema.
324
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
informante no omite el pronombre, al contrario de lo que hemos podido constatar en varios casos, en el apartado acerca de la omisión de los pronombres clíticos en función de CD [−animado] (cf. 5.3.4.2.2). En el corpus se da, además, una oración interesante donde aparece primero la construcción impersonal se lo, siendo el lo la forma pronominalizada de un CD [−animado]. Sin embargo, la informante G 22 añade a esta oración una segunda oración, donde el pronombre clítico en función de CD [−animado] se pronominaliza mediante le, aunque ya no se trata de una construcción impersonal con se. Ambos pronombres, lo y le, hacen referencia al mismo referente [−animado], como puede verse en (173): (173) G 22: las/ los/ las/ los barrios de Getxo son solamente , Santa María de Getxo, Neguri Las Arena y Algorta, y Romo, ¡no! . ya lo siento por los de Romo A: ¿pero Romo es un/ G 22: pero sí que tiene una entidad propia pero ¡no!, no sé por/ esa/ esoi de lo/ de la entidad/ . oo (0,42''), entidad o cómo se loi llama, lei llaman de otra manera entidad oo (0,667'')/ . no me acuerdo .. es una división administrativa que no sé a qué va, no sé, eso sí que no tiene ningúún (0,607'')/, barrio es/, antes se llamaba barrio pero/ . pues entidad, pues yo que sé/ . y Romo no tiene esa en/ esa categoría, porque yo he visto las tablas de todas / de los/ de todos los municipios de Euskadi y en concreto/ en caso concreto de Getxo . sólo tiene esos cuatro, o sea a Santa María de Getxo que es la parte Andra Mari, Algorta, Las Arenas y Neguri y/, [y] (E 9/G 22/408)
Se trata de un caso de leísmo de cosa al cual precede el uso de la construcción se lo. En esta última, el se impersonal parece provocar el uso de lo por analogía con las construcciones de doble pronominalización —CI más CD—, ya que hemos visto que, en la mayoría de los casos, las construcciones impersonales con se están formadas con las formas le y les. Encontramos un cambio similar, en este caso entre le y la, cuando la informante G 20 hace referencia a un referente [+humano, +animado], como puede verse en el ejemplo (174): la informante G 20 se refiere a una mujer, primero mediante la, para cambiar después a le, usando en ambas oraciones el mismo verbo llamar, en el sentido de «establecer una comunicación telefónica» (DPD 2005, s. v. llamar(se)). (174) G 20: a ver si de (nombre de mujer) alguna amiga va/ . para ir, a una ya le dije "no, ay yoo (0,447'') no sé quéé (0,453'')" . yo a esa otrai que he dicho que lai iba a llamar antes ya lei llamaré (E 7/G 20/310)
Algo parecido observamos en el caso (175), donde la misma informante G 20 emplea primero el pronombre clítico la para referirse a un SN [−animado], la
5.3 Sintaxis
325
estación vieja. Haciendo de nuevo referencia a esa estación, emplea el pronombre clítico le, a pesar de que no ha cambiado el referente, ni se trata de un ente [+animado]. Ello puede ser motivado por el verbo llamar en el sentido de «[d]esignar con una palabra; aplicar una denominación, título o calificativo» (DRAE 2001, s. v. llamar), acerca del cual Fernández-Ordóñez (1999, 1335) afirma que se suele usar en algunas variedades con los pronombres clíticos de CI le y les, por analogía con el verbo decir, mientras que, en otras, se emplean los pronombres clíticos de CD lo, los, la y las. El verbo llamar se construía en latín con dos acusativos y se emplea en la actualidad con un complemento predicativo, lo que provoca esta variación, como sostiene la investigadora. (175) G 20: bueno, por los últimos arcos que hay/ aquí hay . uunaa (0,58'') (0,64'') mmh (0,5'') . ts un quiosco de periódicos A: sí . G 20: pues ahí era la estación viejai A: mh G 20: que lai llamamos nosotros la estación vieja [la estación] A: [mh] G 20: viejai ahora claro lei [llamábamos] A: [mh] G 20: la estación vieja, y al lado había . una tienda/ la tienda no/ era . la tienda del ferrocarril (E 7/G 20/313)
Aparte del leísmo de persona, documentamos algunos casos de leísmo de cosa cuyos referentes tienen mayoritariamente los rasgos [−animado +masculino +singular] (nueve ocurrencias); estos nueve casos constituyen el 4,18% de todos los casos de leísmo en nuestro corpus (291 ocurrencias) y el 50% de la totalidad de los casos de leísmo de cosa (18 ocurrencias). En siete ocurrencias (2,41%), el referente tiene los rasgos [−animado, −masculino, +singular], mientras que solo observamos un caso (0,34%), respectivamente, del leísmo de cosa [−animado, −masculino, −singular] y [−animado, +masculino, −singular] (cf. tabla 17). He aquí algunos ejemplos: (176) G 17: yo cambiaría muchas cosas en e/ . eeh (0,66'') el gobierno este que tenemos ahora quee (0,54'') menos gobierno es todo . A: mh … (2,08'') G 17: porque el PNV no ganó las elecciones no me parece legítimo A: mh … (2,42'') G 17: yo soy del PNV pero no soy militante niii (1,227'')/, ni nada por el estilo voto al PNV pero no me parece legítimo . quee (0,82'') se haya juntado el PC/ el PP y el PSOE … (2,16'') joh cuando se llevan a matar entre ellos … eh que luego para sacarlei al PNVi del poder (E 5/G 17/225)
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5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
(177) G 05: hombre o sea, yo creo que, el nivel es bastante bajo lo que pasa es que bueno/, o sea yo . creo que tengo cierta (ininteligible) para los idiomas A: mh G 05: y, más o menos o sea yo . pues sí veo la tele . y un programa de/, de estosi en euskera tipo algún informativo o así que hablan como máás (0,427''), eh correctamente y despacio, pues sí que lei entiendo pero igual conversaciones así muy rápidas, pues no (E 1/G 05/10) (178) G 21: pues en la entrada hay una estatuai es que no sé ni/ no sé ni si se ve no/ no lei he visto, por aquí también tienes mucha información [esto ] (E 8/G 21/334)
Sin embargo, al comparar el número de ocurrencias del leísmo de cosa, esto es, de referentes [−animados], con el de los casos pronominalizados por lo, la, los y las, constatamos que es más común entre nuestros informantes pronominalizar un referente [−animado] mediante estos pronombres que hacerlo mediante le y les (cf. tabla 14). Se han documentado también distribuciones parecidas para otras variedades del castellano del País Vasco, por ejemplo en los trabajos de Uruburu Bidaurrázaga (1993) y Fernández Ulloa (2001a). En comparación con el número de omisiones del pronombre clítico de tercera persona en función de CD [−animado], hay que subrayar, no obstante, que la pronominalización mediante lo, la, los y las es el procedimiento más empleado en nuestro corpus para este tipo de referente. Aparte del leísmo de persona y del leísmo de cosa encontramos, además, una ocurrencia (0,34%) de lo que Fernández Ulloa (2001a, 310) denomina «leísmo de neutro». El hablante hace referencia a la proposición anterior, empleando el pronombre clítico le en lugar de lo. La referencia es textual o anafórica. En nuestro caso se trata del predicado «estudiar euskera», al que el informante G 38 se refiere mediante le: (179) A: G 38: A: G 38:
¿y en algún momento tú te has puesto aa (0,493'') estudiar euskerai? no . no ¿nunca? no le/ lei estuve pensando . pero reconozco que yo eh . yo en/ eh durante mi bach/ el bachiller cuando estudié, estudié francés (E 15/G38/755)
Documentamos, además, dos casos (0,69%) de leísmo en los cuales el referente es un animal. En los estudios acerca del castellano en el País Vasco, este tipo de leísmo ha sido incluido o dentro del leísmo de objetos animados (FernándezOrdóñez 1999), o dentro del leísmo de cosa (Fernández Ulloa 2001a), aunque sus rasgos no concuerdan totalmente con este último porque se trata de entes animados no humanos. En nuestro corpus, los referentes tienen los rasgos [−humano, +animado, +masculino, +singular] y [−humano, +animado, +masculino, −singular], como puede verse en los ejemplos (180) y (181):
5.3 Sintaxis
327
(180) G 17: un pastori (ininteligible)/ . u/ un (ininteligible) de/ con mezcla de dalmata vete a saber de dónde/ . eeh (0,78'') . es muy bicho ees (0,733'')/ . eh … (4,86'') puees (0,987'') … (3,78'')
[…] G 17: y luego, la siguiente , ya verás con qué le/ lei pusimos . e/ e/ en un carrito (E 5/G 17/204) (181) A: ¿qué son las fiestas más típicas del País Vasco? . G 05: puees (0,453'') . eeh (0,66'') . aparte de las de Bilbao .. las de Lekeitio igual son muyy (0,76'')/ . muy típicas A: ¿por qué? G 05: porque son/, son unas . que cogen/ . se llaman/ lesi llaman "gansos" A: mh G 05: porque cogen/, atan un ganso, a una cuerda (E 1/G 05/21–22) [i = los animales]
Sin embargo, las ocurrencias de pronombre clítico en función de CD que hace referencia a un SN con los rasgos [−humano, +animado, ±masculino, ±singular] son muy escasas, lo que se debe, probablemente, a que los informantes no hablaron sobre animales durante las entrevistas. En total, encontramos solo cinco ocurrencias: tres casos con los rasgos [−humano, +animado, +masculino, +singular]: dos donde se pronominalizan con el pronombre clítico de CD lo y uno con le. En los dos casos restantes, ambos SSNN tienen los rasgos [−humano, +animado, +masculino, −singular]: uno se realiza mediante los el otro mediante les, como acabamos de ver en (181). Queremos indicar que, en nuestro corpus, se han dado varios casos en los que el referente es [+singular], pero el informante empleó un pronombre clítico [−singular] (182), o es [−singular], pero el entrevistado empleó un pronombre clítico [+singular] (183). (182) A: ¿habéis tenido muchos problemas justo aquí en Getxo con/ . con todo// G 35: pues sí Getxo sí fue una zona porque Getxoo (0,86'') o en Neguri vive toda la/, en Neguri, y en Las Arenas han vivido … (3,22'') las grandes fortunas A: mh .. mh G 35: y de hecho si ves las casas esas que tienen ahí en Neguri Las Arenas . entonces esa gentee (0,613'')/ si es mucha genteei (0,62'') .. queeeh (1,0'')/ . claro lesi pedirían dinero o lesi amenazarían oo (0,627'')/ y/ y entonces se/ se tuvieron que/ . que marchar (E 14/G 35/728) (183) G 14: sí, es difi/ a mí me parece muy difícil si no has estudiado desde pequeñito todos los días A: mh G 14: ahora mis sobrinos por ejemplo hablan en euskera, todo . una gozada yo a mis hijosi, vamos, seguro que lei llevo a un/ a un colegio en euskera (E 4/G 14/153)
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5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
En cuanto al uso de les en lugar de un pronombre clítico en singular le (182), en los siete casos del corpus el referente es siempre el nombre colectivo no contable gente, que al ser [−contable] debería emplearse con el pronombre clítico en singular.127 El caso contrario lo vemos en (183). El SN al que se hace referencia está en plural, a pesar de que el pronombre clítico reduplicado está en singular. Esto ocurrió, sin embargo, solo en dos casos, de los cuales uno es el ejemplo (183) que acabamos de ver, con un referente [+animado, +masculino, −singular] y, otro (cf. E 12/G 30/615), con un referente [−animado, −masculino, −singular] que aparece en una construcción impersonal con se.128 Opinamos que ambos casos —les por le y le por les— son producto de una discordancia involuntaria del informante, ya que al responder a preguntas y formular oraciones espontáneamente no se da cuenta del error de concordancia que ha cometido. No puede cambiar lo que ha dicho, dado que la lengua hablada es espontánea y no puede ser corregida posteriormente, como si fuera un documento escrito (cf. Koch/Oesterreicher 1990). En lo que respecta a los contextos sintácticos, en el caso de nuestros entrevistados podemos aseverar que el leísmo se da en los tipos de oraciones señalados por Fernández-Ordóñez (1999). Los tipos de oraciones, que no son tan importantes como los verbos con que se da el leísmo en nuestro corpus, porque el leísmo resulta ser provocado por el tipo de referente que tiene el pronombre y el verbo con que aparece, en los que hemos observado algún tipo de leísmo en nuestro corpus son los siguientes: – – –
– – –
oraciones simples; oraciones atributivas; oraciones interrogativas – directas; – indirectas; oraciones principales coordinadas; oraciones principales en construcciones hipotácticas; oraciones subordinadas sustantivas en función: – de sujeto; – de complemento del nombre; – de CD; – de complemento de régimen preposicional;
127 Al aparecer el pronombre clítico en plural, hemos incluido estos casos dentro de la categoría [+humano, −masculino, −singular] del cómputo, aunque los referentes tienen el rasgo [+singular]. 128 Hemos procedido al igual que en el caso anterior (véase la nota precedente 127), incluyendo los pronombres clíticos en las categorías [+humano, +masculino, +singular] y [−animado, −masculino, +singular] en el cómputo, a pesar de que los referentes llevaban el rasgo [−singular].
5.3 Sintaxis
– –
329
oraciones adjetivas de relativo; oraciones subordinadas adverbiales – de tiempo; – causales; – comparativas; – concesivas; – condicionales.
En nuestro corpus, los pronombres clíticos le y les se emplean predominantemente con los siguientes verbos:129 los verbos de percepción ver (cuarenta y nueve ocurrencias: 16,84%),130 siempre en el sentido de ‘percibir’ —ocho ocurrencias del verbo ver aparecen en las construcciones impersonales con se—, como en los ejemplos (164), (172) o (178), así como entender (veinte ocurrencias: 6,87%), como en los ejemplos (166) y (177); 2. el verbo de conocimiento conocer (veintiuna ocurrencias: 7,22%), como en el ejemplo (163); 3. los verbos de acción llevar además de la forma reflexiva llevarse (veinte ocurrencias: 6,87%), como en los ejemplos (169), (171) y (183), o meter (trece ocurrencias: 4,47%), como en el ejemplo (162); 4. el verbo de tratamiento tratar (dieciséis ocurrencias: 5,5%), como en el ejemplo siguiente:
1.
(184) A:
¿cómo/ ¿cómo se/ ¿pero cómo/ cómo/ ¿si, yo encuentro a una persona que no conozco que le digo? G 09: de/, yo a mi opinión pers/ yo se/ según la edad, si es de mi edad, o un poco mayor, de, tú . ts si es un señor mayor y tal pues usted . a ver o sea yo por ejemplo si entro aquí seguramente/ o sea si yo noo (0,533'')/ si tú llevas a tu madre y/ o a tu abuelai
129 A pesar de que Fernández-Ordóñez (1999, 1324–1330) señala que los verbos ayudar, atender, llamar, seguir, obligar a, oír + infinitivo y ver no son casos de leísmo propiamente dicho, ya que su aparición con los pronombres clíticos le y les se debe en la mayoría de veces a una reinterpretación de los casos que tenían estos verbos en latín, los incluimos entre los verbos que provocan leísmo. Procedemos de esta forma, por un lado, por la tradición en los estudios de la disciplina, y, por el otro, porque existen variedades en las que, con estos mismos verbos, se pronominalizan mediante los pronombres lo, la, los y las cuyo uso es denominado por Marcos Marín (1978, 12–32) loísmo etimológico y laísmo etimológico. Con estas expresiones el autor quiere hacer referencia a que se trata de aquellos pronombres que tienen el mismo caso que tenía el verbo en latín, pero cuyo uso se considera anómalo en el castellano hodierno de algunas zonas. 130 Calculamos sobre el total de dos cientos noventa y un casos de leísmo [±animado].
330
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
A: sí G 09: lei hubiese tratado de usted . y a tu madre posiblemente de tú . (E 2/G 09/80)
5.
6. 7.
el verbo llamar (treinta y tres ocurrencias: 11,34%): a. documentamos veinticuatro ocurrencias de llamar en el sentido de ‘denominar’, como en los ejemplos (173), (175) y (181): i. doce ocurrencias con referente [+humano, +animado]; ii. una ocurrencia con referente [−humano, +animado, +masculino, −singular]; iii. once ocurrencias con referente [−animado]; b. observamos ocho casos de llamar con valor de «dar voces o nombrar a alguien para atraer su atención» (DPD 2005, s. v. llamar(se)), o ‘tratar’ (tres casos) y con el sentido de «establecer una comunicación telefónica» (DPD 2005, s. v. llamar(se)) (cinco casos), como en el ejemplo (174): i. dos ocurrencias con referente [+humano, +masculino, +singular]; ii. dos ocurrencias con referente [+humano, +masculino, −singular]; iii. cinco ocurrencias con referente [+humano, −masculino, +singular]; el verbo de influencia obligar a (doce ocurrencias: 4,12%), como en el ejemplo (168), que aparece en todos los casos con referente [+humano, +animado]; el verbo ayudar (catorce ocurrencias: 4,81%), siempre con referente [+humano, +animado], que en nuestro corpus solo fue empleado con los pronombres la y los por la informante G 19, mientras que los demás hablantes que lo usaron lo emplearon con las formas le y les, tal y como puede verse en los ejemplos siguientes:
(185) G 40: ¡no no no nunca! . ¡nunca! o sea la política en mi vida no existe ¡eh! . lo que pasa que sí veo que hay cosas que te/ que/, que parecen como de política pero, yo lo elegí, porque me parecía un buen colegio A: mh . G 40: yyy (1,053'')/ yy (0,573'') no, no porrque (0,567'') fuese ni euskera era porque simplemente yo no lei podía ayudar en su deberes oo (0,62'')/ . no por el euskera (E 17/G 40/878) [i = mi hijo]
(186) G 23: […] A: G 23: A: G 23: A: G 23:
hay mucha gentei que no sabía castellano y/ pero ¿si estaban en la plaza para vender sus cosas? . no pues ya sabrían de eso tienen chapurrear mh . así un poco sí sí, sabrían mh y luego los hijos lesi ayudarían, ya les mandarían a escuelas que no les quedaría otro remedio (E 10/G 23/472)
5.3 Sintaxis
331
Nuestros datos coinciden con lo expuesto por Uruburu Bidaurrázaga (1993) y Fernández Ulloa (2001a), pues ambos señalan el empleo de llamar, ayudar y obligar a con las formas le y les en el castellano de sus informantes, al igual que lo hemos observado en nuestro corpus de castellanohablantes monolingües de Getxo. Fernández Ulloa (2001a) menciona, además, leísmo con los verbos coger, conocer y llevar, lo que podemos constatar también en nuestro corpus. Asimismo, hemos observado el uso de los verbos coger, echar, mandar ‘enviar’, oír y pillar con los pronombres clíticos le y les en función de CD [+animado]. Cada uno de estos verbos aparece hasta ocho veces en todo el corpus. Los demás verbos que enumeramos en el gráfico 7 solo aparecen una, dos o tres veces. Resumiendo, podemos afirmar que, en nuestros informantes castellanohablantes monolingües con y sin competencias mínimas en euskera de Getxo, hemos documentado el leísmo de persona en mayor grado con referentes masculinos, singulares o plurales, y con referentes femeninos singulares y, en menor grado, con referentes femeninos plurales. El hecho de que hayamos encontrado tan pocos casos de leísmo con referentes femeninos plurales se debe, posiblemente, al aprendizaje de las normas prescriptivas en la escuela por parte de los hablantes. Otra posible explicación para ello podría ser el consumo de medios escritos y programas de televisión cuyos productores y oradores no son necesariamente hablantes de una de las variedades del castellano hablado en el País Vasco. Se puede comprobar, tanto en el caso de oraciones con leísmo de persona, como en los pocos usos de la forma las, que nuestros hablantes no hablaron tanto de referentes [+animados, −masculinos, −singulares] (cf. tabla 14).131 Comparando el total de ocurrencias de CCDD pronominalizados por las formas le y les con el de lo, la, los y las, parece que el leísmo de persona no está marcado diasistemáticamente o que, por lo menos, es aceptable emplearlo en el registro semiformal de la entrevista. La ocurrencia del leísmo de cosa, constatado como rasgo de algunos hablantes de ciertas zonas del País Vasco (García González 1981; Uruburu Bidaurrázaga 1993; Fernández Ulloa 2001a) —incluyendo aquí los casos de leísmo [+animado] pero [−humano]—, es un fenómeno que documentamos mayoritariamente con referentes [−animados, ±masculinos,
131 Es de suponer que la ocurrencia de la forma les para referentes [+humano, +animado, −masculino, −singular] subiría proporcionalmente si se hablara más sobre aquellos. La forma las para este tipo de referente solo ocurre seis veces en el corpus. De ahí que si el número de referentes [+humano, +animado, −masculino, −singular] fuera el mismo que el de los referentes [+humano, +animado, +masculino, −singular] pronominalizados por les —encontramos cien ocurrencias de les y veintisiete de los (cf. tabla 14)—, se mantendría la relación de dos por uno, es decir, cien ocurrencias de les frente a cincuenta ocurrencias de las para referentes [+humano, +animado, −masculino, −singular], mientras que la relación de les versos los está en tres por uno.
332
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
Gráfico 7: Número de ocurrencias de los diferentes verbos con las formas le y les en el corpus de Getxo.
5.3 Sintaxis
333
+singulares]. Aunque encontramos solo un total de dieciocho casos, hemos podido constatar al menos una ocurrencia del leísmo de cosa [−animado, ±masculino, +singular] en nueve de los veinte informantes. En lo referente a aquellos tipos de leísmo que documentamos en un solo informante, hay que admitir que no podemos hacer afirmaciones al respecto, dado que el fenómeno aparece en un número muy bajo de informantes. No podemos ni debemos sacar conclusiones sobre la marcación social de este fenómeno, ya que ni el estrato social, ni la edad, ni tan siquiera el sexo han sido variables a tener en cuenta para la selección de informantes en este estudio. Por tanto, sería apresurado afirmar usos diastráticamente marcados, partiendo de este grupo de informantes. Lo mismo cabe señalar para la marcación diafásica, puesto que solo estudiamos el estilo semiformal. Podemos afirmar que tanto el leísmo de persona como de cosa se da en los mismos contextos sintácticos que la omisión de los pronombres clíticos de tercera persona en función de CD [−animado] y que, además, ciertos verbos —ayudar, conocer, entender, llamar, llevar, meter, obligar, tratar y ver— favorecen el uso de le y les en la variedad del castellano que estudiamos.
5.3.4.4 La duplicación pronominal posverbal o catafórica 5.3.4.4.1 Estado de la cuestión y aspectos teóricos En este apartado abordaremos el tercer fenómeno que afecta a los pronombres clíticos de tercera persona en función de CD: la duplicación pronominal posverbal o catafórica. Es el fenómeno menos estudiado de los tres en las variedades del castellano en el País Vasco (Landa 1995; Urrutia Cárdenas/Fernández Ulloa 1995; 1997; 1998; así como Fernández Ulloa 2001a; 2003a; 2005a). Sin embargo, se considera una particularidad del castellano de esta zona, razón por la cual ha sido señalado repetidamente en diversos artículos o resúmenes como propio y característico del castellano del País Vasco (García Mouton 1996, 53; Fernández Ulloa 1997, 203–204; Landa/Franco 1999, 573).132 Del mismo modo, ha sido analizado también en trabajos sobre la duplicación pronominal en castellano (por ejemplo, Marcos Marín 1978, 89–97; Fernández Soriano 1999, 1253). Es un fenómeno que, no obstante, se ha estudiado más en las variedades del castellano en el ámbito hispanoamericano (Kany 1969, 148–150), en particular, en el castellano de Buenos Aires, Argentina (Barrenechea y Orecchia 1970; así como Suñer 1988; 1993), en el
132 Korkostegi Aranguren (1992) se dedica a su descripción en su estudio sobre Pío Baroja (cf. 2.3.2.8).
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5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
de Santiago de Chile (Silva-Corvalán 1980–81), en el de Montevideo, Uruguay (Elizaincín 1979) y en el castellano paraguayo (Palacios Alcaine 2000).133 Con el término duplicación pronominal catafórica nos centramos en aquellos casos en los que un pronombre clítico de tercera persona en función de CD —enclíticos o proclíticos— coaparece en la misma oración con un SN en posición canónica de CD, teniendo en cuenta que dirigimos nuestra atención únicamente al CD.134 La duplicación de los CCDD no pronominales en posición canónica de objeto se considera agramatical, como indica Korkostegi Aranguren (1992, 255) o, al menos «extrañ[a]», en palabras de Fernández Soriano (1999, 1248), ya que la duplicación posverbal de los CCDD mediante pronombres átonos está sometida a ciertas restricciones. Roca (1996) subraya que, frente a los pronombres clíticos de CI que no están sometidos a las mismas restricciones sintáctico-semánticas que los pronombres clíticos en función de CD, la duplicación de estos últimos en castellano solo es posible cuando se trata de un pronombre personal tónico (cf. también Korkostegi Aranguren 1992; Fernández Soriano 1999; Campos 1999). En estos casos, la duplicación pronominal catafórica se considera incluso obligatoria (Roca 1996, 86; Fernández Soriano 1999, 1246). Lo ilustramos con el siguiente ejemplo de nuestro corpus:135 (187) A: G 19: A: A: G 19:
de usted ¿y qué le digo? . ¿a quién? ¿a [aa/ al Don (apellido del cura)]? [al/ al Don (apellido del cura) por ejemplo] sí ¿loi conoces a éli? (E 6/G 19/229)
Fernández Soriano (1999, 1248) afirma, además, que el pronombre neutro ello nunca puede ser duplicado por un pronombre clítico en función de CD. No obstante, haciendo referencia a Fernández Ramírez (1951, 72)136, esta autora advierte que existen «ciertos casos [de duplicación pronominal] de lo neutro
133 Véanse también los resúmenes bibliográficos de Korkostegi Aranguren (1992), Lipski, (1994), Landa (1995), Granda (1996), Campos (1999) y, de forma abundante, de Fernández Ulloa (2001a), donde se ofrece un repaso bibliográfico extenso. 134 Estos corresponden a los tipos 6 V-Cl-OD [verbo más clítico más objeto directo] y 7 Cl-V-OD [clítico más verbo más objeto directo] de Elizaincín (1979, 260). Con nuestra definición nos distanciamos del término pleonasmo pronominal, el cual se suele usar para señalar la aparición conjunta de dos pronombres en una misma oración que corresponden al mismo referente (Korkostegi Aranguren 1992, 410). 135 Con i indexamos tanto los pronombres clíticos que duplican a su referente como el referente de aquellos. 136 Fernández Ramírez, Salvador, Gramática española: el Pronombre, Madrid, Arco/Libros, 1951, ápud Fernández Soriano (1999, 1249).
5.3 Sintaxis
335
oracional» (Fernández Soriano 1999, 1249), es decir, oraciones en las que el duplicado es una oración que aparece en posición canónica del CD, como en el ejemplo (188), extraído de nuestro corpus: (188) G 23: G 23: A: G 23:
[sí] porque mi padre estuvo preso no/, no contó mucho ¿cuánto tiempo? .. no loi sé si dos añosi . (E 10/G 23/440)
Del mismo modo, Fernández Soriano indica que el cuantificador universal todo únicamente puede ser doblado cuando «funciona como un modificador de un nombre o pronombre omitido (todo/a(s) ello-a(s)) y [es] recuperado por el clítico» (1999, 1249). La investigadora señala que es «la condición del elemento que aparece con todo la que determina la posibilidad de doblado» (1999, 1249), posición que anteriormente ya adoptó Suñer (1993, 186–189). En lo que respecta a la duplicación pronominal catafórica en el castellano del País Vasco, Korkostegi Aranguren (1992, 257) indica que los rasgos pertinentes para su aparición son [+animado] y [+definido], frente al castellano de Buenos Aires (Suñer 1988; 1993) en el que solo se duplican los CCDD con los rasgos [+animado] y [+específico]. Korkostegi Aranguren (1992, 257) señala así, implícitamente, que en el castellano del País Vasco no se da ni duplicación de referentes [+animados, −definidos] ni la de referentes [−animados], sean estos definidos o no. Landa (1995), quien no toma en consideración el rasgo [+definido] de los referentes, afirma que su análisis ha revelado que el rasgo [+específico] no tiene impacto en el castellano vasco, lo que se debe al hecho de que se puedan duplicar también referentes [−específicos] en estas variedades, como el pronombre indefinido uno. Reproducimos su ejemplo en (189): (189) «Los burócratas lei llegan a cansar a unoi» (Landa 1995, 162).
Según esta investigadora, en el castellano del País Vasco la animicidad es el factor decisivo para la duplicación pronominal de un SN léxico, ya que en estas variedades «the DO [direct object] clitic choice is ‹animacy›-driven» (Landa 1995, 160). En su opinión, cuánto más alto en la Jerarquía de Animicidad se encuentra un CD, más frecuente es su duplicación pronominal: «DOs whose referentes occupy a high position in the Animacy Hierarchy ([+animate] entities in a [+anim] > [−anim] scale), coincide with those that most frequently favor the productions of the leísmo phenomenon and, to a large extent, also with those that are more frequently clitic-doubled» (Landa 1995, 167).
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5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
Teniendo en cuenta que la autora señala en su trabajo que los CCDD que poseen el rasgo [+animado] se codifican en el castellano del País Vasco mediante le, se puede deducir que solo su duplicación pronominal es posible, dado que ocupan un rango alto en la Jerarquía de Animicidad. O, como dice la propia Landa, «all the doubling is rendered with the le forms» (1995, 161). En opinión de esta autora (1995, 170–171), la duplicación de pronombres clíticos de tercera persona en función de CD no se da cuando el referente es [−animado], porque estos pronombres clíticos son elididos, esto es, cuando son codificados como objetos nulos (cf. 5.3.4.2.1). El hecho de que se trate, al parecer de Landa, de fenómenos complementarios —codificación de los pronombres clíticos [−animados] por objetos nulos y de los [+animados] por le y les— impide que se dé un solapamiento de los dominios en los que aparecen. Es decir, los pronombres clíticos [−animados] no se codifican por le y les ni se duplican, mientras que los pronombres clíticos [+animados] no se omiten o se codifican como objetos nulos (1995, 170–171). No obstante, la autora agrega al rasgo [+animado] el de [+presuposicional], señalando que un CD en posición canónica de objeto solo puede ser duplicado por un pronombre clítico cuando cumple estos dos requisitos.137 Fernández Ulloa (2001a, 374), que habla al respecto de la duplicación pronominal posverbal de «duplicación optativa», asegura haber encontrado pocas ocurrencias de duplicación catafórica del complemento directo en su corpus. Afirma que, al contrario de lo constatado por Korkostegi Aranguren (1992) o Landa (1995), predomina la duplicación de CCDD [−animados] (Fernández Ulloa 2001a, 733).138 A pesar de eso, Fernández Ulloa señala haber llegado a los mismos resultados que Landa (1995), aunque, al contrario de esta, ella no distingue entre CCDD e CCII, al afirmar que «[c]on objetos animados se da significativamente más la duplicación que la supresión y podemos ir más allá diciendo que favorecen la duplicación frente a la supresión los objetos
137 Se apoya en Diesing (M., Indefinites, Cambridge, MIT Press, 1992, ápud Landa 1995), señalando que «presuppositional indefinites presuppose the existence of the entity(ies) they are applied to, and non-presuppositional indefinites assert the existence of such entity(ies)» (Landa 1995, 156, nota 10). 138 Fernández Ulloa (2001a, 404) señala primero el número de ocurrencias de la duplicación tanto anafórica como catafórica por separado, pero al evaluar sus datos mezcla todos los tipos de duplicación pronominal analizados por ella, esto es, la duplicación «obligatoria», anafórica o de dislocación a la izquierda más los casos de duplicación pronominal posverbal obligatoria de pronombres personales tónicos y la duplicación catafórica que nos interesa en el presente apartado. Vista esta mezcla de datos no queda claro a qué tipo de duplicación de objetos se refiere al señalar que predomina la duplicación de CCDD [−animados].
5.3 Sintaxis
337
[+animados, +cambio], seguidos por los [+animados, −cambio]» (Fernández Ulloa 2001a, 732–733).
Fernández Ulloa considera que el fenómeno de la duplicación pronominal catafórica puede ser provocado por el contacto de lenguas entre el euskera y el castellano, causa señalada por Marcos Marín (1978) y sostenida también por Echaide (1968), Echenique Elizondo (1986) y Urrutia Cárdenas (1988). Según Fernández Ulloa (2001a), esto se comprueba mediante el hecho de que la duplicación pronominal se produce más en informantes bilingües cuya lengua materna es el euskera, que en los castellanohablantes monolingües y en los bilingües cuya lengua materna es el castellano. No obstante, la autora prefiere hablar de influencia indirecta del euskera en el castellano, ya que, en su opinión, esta influencia de una lengua sobre otra solo es un factor «coadyuvante» junto a otras causas que contribuyen a la duplicación pronominal pospuesta con referentes no pronominales. Fernández Ulloa indica que, desde su punto de vista, es lógica y concebible una explicación que parte del contacto de lenguas o de «un influjo del euskera» (2001a, 744). Esta posición se debe a que, según la autora, en el castellano en el País Vasco no solo «se dan los tipos de duplicación propios del castellano», sino que se encuentran también «estructuras duplicadas con el O.D. [objeto directo] nominal pospuesto al verbo, no aceptables en el español» (2001a, 744).139 A fin de comprobar esta explicación, afirma: «Recordamos en el vasco, lengua objetiva, el verbo transitivo puede concordar con el Ergativo, el Acusativo y el Dativo, por lo tanto en el momento en que aparece un verbo activo conjugado y un argumento con alguna de las funciones señaladas puede hablarse de duplicación. Esto puede verse al menos como factor coadyuvante en la duplicación del País Vasco […]» (Fernández Ulloa 2001a, 744).
Hay que destacar, sin embargo, que los hablantes de las variedades del castellano en el País Vasco no tienen por qué saber euskera, como indicamos anteriormente (cf. 3.3.2), lo que hace difícil una explicación basada en el contacto de lenguas para este tipo de hablantes.140 Korkostegi Aranguren (1992) subraya que la duplicación pronominal de CCDD en el castellano en el País Vasco «no es un fenómeno estigmatizado socialmente»
139 Véanse los resúmenes bibliográficos en los cuales se describen también las posiciones que sostienen una influencia directa del euskera en el castellano en los trabajos de Marcos Marín (1978), Korkostegi Aranguren (1992) o Fernández Ulloa (2001a). 140 Véase también el trabajo de Landa (1995), quien favorece la explicación de la pérdida de restricciones sintácticas por permeabilidad lingüística causada por el contacto lingüístico y que rechaza rotundamente la explicación de una influencia directa.
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5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
(Korkostegi Aranguren 1992, 257). No obstante, según Urrutia Cárdenas (1988) tampoco es un fenómeno muy expandido, como muestran también los datos de Fernández Ulloa (2001a). Esta circunstancia es señalada también por García Maroto (1985), que opina «que en el castellano educado es un fenómeno bastante común el reduplicado de CL [clítico] de O.D. [objeto directo], cuando éste es [+animado] y [+específico], mientras que el fenómeno con O.D. inanimados queda restringido a niveles populares» (1985, 120, nota 11). Haciendo referencia al mismo tipo de duplicados, Suñer (1993) estima que la duplicación de CCDD no pronominales se da, sobre todo, en el lenguaje coloquial y menos en los registros formales, y que está condicionada, más que nada, por el contexto situacional: «El doblado de los clíticos con OODD [objetos directos] no pronominales es opcional y pertenece fundamentalmente al lenguaje coloquial; cuánto más formal sea el registro, menos probabilidades hay de doblado» (Suñer 1993, 178).
En el siguiente apartado analizaremos la duplicación pronominal posverbal o catafórica en nuestro corpus a fin de conocer su distribución y los contextos en qué se da.
5.3.4.4.2 La duplicación pronominal posverbal o catafórica de los pronombres clíticos en función de CD en el corpus de Getxo En nuestro corpus encontramos sesenta y ocho ocurrencias de duplicación pronominal posverbal o catafórica.141 Landa (1995) y Urrutia Cárdenas (2002b) señalan que la duplicación pronominal posverbal de los pronombres clíticos de tercera persona en función de CD se da, sobre todo, con referentes [+animados], ya que estos adoptan las formas le y les y son, por tanto, considerados como CCII o dativos, no sometidos a las mismas restricciones que los CCDD. Teniendo en cuenta esto, resulta interesante resumir que, en nuestro corpus, los pronombres tenían en treinta casos (el 2,24%) un referente [+animado] —tres casos con lo, uno con los y veintiséis con le o les— y en treinta y ocho casos (3,02%), un referente [−animado] —treinta y seis aparecían con lo, la, los o las y uno respectivamente con le y les—, resultados parecidos a lo señalado por Fernández Ulloa (2001a) para Bermeo. Queremos hacer hincapié en el hecho de que, en comparación con el número de pronombres clíticos en función de CD —sesenta y ocho de un total de 1.293 realizaciones léxicas— que documentamos en todo el corpus, la duplica-
141 Como en los capítulos anteriores nuestras calculaciones se refieren al número total de pronombres clíticos realizados (1.293 casos) en el corpus, a no ser que indiquemos otra cosa entre paréntesis o en una nota a pie de página.
5.3 Sintaxis
339
ción pronominal catafórica es un fenómeno bastante reducido pero presente, aunque no en todos nuestros informantes (cf. tabla 18). Observamos, en primer lugar, tres casos (0,23%) de duplicación pronominal en los que el elemento duplicado es un pronombre personal tónico él o ella. Se trata de dos casos de pronombre clítico de tercera persona en función de CD le, con el que se hace referencia a un ente [+animado, −masculino, +singular, +específico, +definido], uso que se debe al leísmo de persona (cf. 5.3.4.3.2). Encontramos, además, una ocurrencia del pronombre clítico de tercera persona en función de CD lo, cuyo referente era [+animado, +masculino, +singular, +específico, +definido]. Ejemplos de este tipo de duplicación pronominal pueden verse en (190), así como en el ejemplo (187) que reproducimos en (191): (190) G 20: y mi hija trabaja en (lugar de la CAV) A: mh G 20: de hecho donde la/ estos, son unos valles . entonces todos todos todos los días del año . lei lleva primero a trabajar a ellai a (lugar en la CAV) y después se va él para Bilbao (E 7/G 20/324) (191) A: G 19: A: A: G 19:
de usted ¿y qué le digo? . ¿a quién? ¿a [aa/ al Don (apellido del cura)]? [al/ al Don (apellido del cura) por ejemplo] sí ¿loi conoces a éli? (E 6/G 19/229)
Documentamos, en segundo lugar, la duplicación de entes [−animados] duplicados por el cuantificador todo, como puede verse en el ejemplo (192). En este caso, el referente del pronombre clítico de tercera persona en función de CD lo fue realizado por el informante G 09 y se refiere al hecho de que haya «diferentes variedades del euskera». Este hecho se repite de nuevo mediante el cuantificador todo que sucede al verbo, lo que lleva a una reduplicación pospuesta o catafórica. (192) G 09: no eeh (0,48'') ya vale entonces el tema esteee (1,153'') el euskera vale/, el euskera/, porque pasa que en euskera/ . es que originariamente, en cada valle, se hablaba diferente A: mh G 09: o sea, ell (0,433'') gi/ hay/ es que hay guipuzcoano, que es ell (0,493'') este vizcaíno A: mh G 09: y luego en Álava pues bueno ahí sí hay diferentes a/ en cada sitio se hablaba diferente entonces lo que han hecho es juntarloi todoi A: mh G 09: sacar el euskera que lo que es/ lo que se estudia eso pues es el batua (E 2/G 09/79)
En el caso del ejemplo (193), en cambio, son posibles dos interpretaciones diferentes. Por un lado, podría pensarse que el cuantificador todo aparece con el
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5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
sentido de ‘todas las cosas que hay que ver’. En este caso no se trataría de una duplicación pronominal, ya que el referente del pronombre clítico de tercera persona en función de CD lo no tendría el mismo referente que el cuantificador todo. Por otro lado, podría argumentarse que todo se utiliza en el sentido de ‘entero’, lo que llevaría a una interpretación de todo en el sentido de Alarcos Llorach (1999, 157, §171). Es decir, lo has visto todo significaría ‘has visto todo (el parquecito) Txurruka’ y sería una duplicación pronominal, porque el pronombre clítico de tercera persona en función de CD lo y el cuantificador todo tendrían el mismo referente. (193) G 19: entonces a lo mejor los turi/ la gente que viene de fuera pues esto se le queda pequeño no/ no hay nada para ver pues, el Txurruka y esoi ya loi has visto todoi A: sí . G 19: entonces los llevan a Bilbao (E 6/G 19/249)
Un caso en el que la interpretación de todo como duplicación del pronombre clítico lo no es posible es el ejemplo (194), donde, en palabras de Fernández Soriano, todo no «funciona como modificador de un nombre o pronombre omitido (todo/a(s) ello-a(s)) y recuperado por el clítico» (1999, 1249). De ahí que el elemento doblado por el pronombre clítico de tercera persona en función de CD sea un SN modificado por el cuantificador todo, por lo que forma parte del grupo de los nombres comunes [−animados] duplicados. (194) G 19: y es difícil recuperarlas ¡eh!, en los pueblos . también se ha perdido todo porque en Lejona se hacían muchas fiestas, [San] A: [mh] G 19: Antonio/ . pero ahora ya/ . p/ pues pasa lo mismo que no/, la gente ya loi ha ido dejando todo ese festejo de puebloi A: mh G 19: y no se hace se/ se celebra la fiesta .. y cada uno pues lo celebrará como le parezca en los caseríos pues eeh (0,46'') la/ se reunirán igual las familias o así antes lo hacían ahora no sé si lo harán (E 6/G 19/267)
En el corpus documentamos dieciséis ocurrencias (1,24%) de la duplicación pronominal catafórica con el cuantificador todo. Los pronombres clíticos de tercera persona en función de CD que anteceden al verbo tienen, en todos los casos de la duplicación catafórica, los rasgos [−animado, +específico, +definido]. Hemos constatado este uso en ocho de los veinte entrevistados. Detectamos, en tercer lugar, ocho duplicaciones oracionales (0,62%): seis oraciones interrogativas indirectas y dos oraciones adjetivas de relativo. Hemos encontrado este tipo de duplicación en seis de los veinte informantes. En el ejemplo (188), que reproducimos en (195), presentamos la duplicación de una
5.3 Sintaxis
341
oración interrogativa indirecta y, en el ejemplo (196), la de una oración adjetiva de relativo, ambas pospuestas al verbo. (195) G 23: G 23: A: G 23:
[sí] porque mi padre estuvo preso no/, no contó mucho ¿cuánto tiempo? .. no loi sé si dos añosi . (E 10/G 23/440)
(196) G 45: pero como ya tienes una cierta base . ts pero está ahí dentro escondida . y/ y/, porque claro . yo leo a la misma velocidad el euskera que el castellano [quiero decir que] A: [mh] G 45: no sé/ aunque no loi sé lo que digoi pero lle (0,513'')/ leo rápido (E 20/G 45/1014)
Como puede verse en los ejemplos (195) y (196), los pronombres clíticos de tercera persona en función de CD se pronominalizan en este tipo de duplicación mediante lo, cuyos referentes tienen los rasgos [−animado, +específico, +definido]. Aparte de estos casos, señalados por Fernández Soriano (1999) como obligatorios o posibles en el castellano estándar, se dan trece ocurrencias (0,93%) entre los duplicados [−animados] cuyos referentes son nombres comunes de entidades [−animadas]. Documentamos este uso en siete de los veinte informantes. En todos los casos los referentes tienen los rasgos [−animado, +específico, +definido] y se pronominalizan en once de ellos mediante lo, la o las, como puede verse en los ejemplos (197) y (198): (197) G 10: pero sí que es verdad que hay gente mayor en esos/ en esos sitios . que se expresa con dificultad, en castellano A: en castellano [mh] G 10: [mh] . G 10: sí . A: ¿y hay incluso [gente que se//] G 10: [las nuevas generaciones] G 10: yo creo que eh, utilizan los dos indistintamente .. porque al/ .. en la escuela loi han aprendido también el castellanoi y ya ts ha sido más/ máás (0,5'') mezcla ¿no? [más] (E 3/G 10/117) (198) G 14: A: G 14: A: G 14: A: G 14: A:
sí, Getxo también ha cambiado bastante y ¿cómo? a mejor, pues por ejemplo todo lo del metro mh a la estación de Algorta, antes por ahí pasaba el metro/ el tren mh . yy (0,56'') luego loi soterraron [el] [mh]
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5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
G 14: treni también pusieron todo peatonal, la plaza de Getxo . yyyy (1,607'') ¿qué más? .. bueno Arriaga también, el Puerto Deportivo (E 4/G 14/177)
En cuanto al leísmo de cosa, fenómeno presente en algunos de nuestros informantes (cf. 5.3.4.3.2), encontramos también la duplicación pronominal catafórica de dos nombres comunes [−animados, +específicos, +definidos] que han sido codificados por le y les. Ilustramos este uso en los ejemplos (199) y (200). (199) G 17: yo cambiaría muchas cosas en e/ . eeh (0,66'') el gobierno este que tenemos ahora quee (0,54'') menos gobierno es todo . A: mh … (2,08'') G 17: porque el PNV no ganó las elecciones no me parece legítimo A: mh … (2,42'') G 17: yo soy del PNV pero no soy militante niii (1,227'')/, ni nada por el estilo voto al PNV pero no me parece legítimo . quee (0,82'') se haya juntado el PC/ el PP y el PSOE … (2,16'') joh cuando se llevan a matar entre ellos … eh que luego para sacarlei al PNVi del poder (E 5/G 17/225) (200) G 20: bue/ es que de Romo no existían muchísimas casas muchas no existían no había estas de aquí por ejemplo tampoco, había una casa pequeña aquí enfrente A: mh . G 20: no no, es esto . ¿qué más? . eeh (0,553''), hab/ mira las casas baratas . lesi llamamos a esas casitasi que/, pequeñitas (E 7/G 20/317)
Es probable que el uso de le en el ejemplo (199) se deba a que la entrevistada G 17 hace referencia a un partido político, esto es, a una corporación que está formada por seres humanos [+animados]. Sin embargo, en el caso de un partido político, a nuestro entender, no se trata de un ente [+animado] si tenemos en cuenta que la informante G 17 no se refiere a un ser humano en concreto —el político X—, sino a una colectividad en comparación con otras. Entre los referentes [−animados, +específicos, +definidos] hemos encontrado, por último, un caso de duplicación (0,08%) cuyo referente es el pronombre demostrativo [+neutro] eso, especificado por la subordinada sustantiva de los tres a la vez. Ilustramos este uso en el ejemplo (201): (201)
G 09: creo que es demasiado popurrí en la cabeza o sea no habla bien ni inglés ni euskera ni castellano o sea yo creo que es demasiado, no sé, tres a la vez . pf . no oye mejor si si/ si si pro/ o sea si consiguen hacer bien y que la gente lo aprenda bien . pues mira [pero] A: [mh] G 09: ts loi veo un poco complicado eso de los tres a la vezi (E 2/G 09/57)
5.3 Sintaxis
343
Hasta ahora hemos descrito casi exclusivamente la duplicación pronominal de referentes [−animados]. Sin embargo, y como hemos indicado al principio de este apartado, también se dan treinta casos de la duplicación pronominal posverbal con referentes [+animados]. Ya hemos visto los tres casos de duplicación pronominal de los pronombres personales tónicos. Encontramos, además, diecisiete casos en los que el referente es un nombre común [+animado, +específico, +definido]. En uno de estos diecisiete casos, se omite el DOM a ante el CD [+animado, +específico, +definido]. En otros dos casos, el nombre común tiene los rasgos [+animado, +específico, −definido], y también observamos una ocurrencia en la que la informante G 22 se interrumpió y cambió de un referente [+animado, +específico, +definido] a un referente que era un nombre común [+animado, +específico, −definido]. Estos tres tipos pueden verse en los ejemplos (202) a (204): (202) G 23: mira mi marido de joven . (ininteligible) … (2,093'') (ininteligible) . has visto . (ininteligible) tengo mi/ a mi abuela y a mi/ todos A: ¡qué bonito! G 23: mira mi hija A: mh . G 23: mi hijo . ahora no está que loi he perdido a mi hijoi . pobre .. éstas sí .. (E 10/G 23/ 460) (203) G 30: entonces al final . o sea, dicen diferente o sea, un bermeano/ hay gente que no lei entiende a un bermeanoi (E 12/G 30/598) (204) A: mh . y ¿has conocido a gente quee (0,653'')/ que/ que se niega hablar castellano? . G 22: ¿he conocido a gente que se niega hablar el castellan/, bueno (ininteligible) y la/, lei conozco , a esa/ a una personai en concreto que me sorprendió que me enteré que se negaba hablar con su madre porque hablaba castellano .. A: mh . G 22: aquí en esta zona de Neguri, [pero yo no] (E 9/G 22/387)
Como hemos señalado, de lo que puede verse en el ejemplo (202) resulta que no todos los CCDD [+animados] se duplican en nuestro corpus mediante las formas le y les, a pesar de que nuestros hablantes son casi todos leístas de entes [+humanos]. En su lugar es posible, al menos para algunos informantes, duplicar referentes [+humanos] con el pronombre lo. No obstante, hay que tener en cuenta que solo se trata de dos ocurrencias (0,15%) en todo el corpus. Queremos señalar, además, que el rasgo [+definido] no es un rasgo necesario para la duplicación, como queda demostrado en (203). Por otra parte, la especificidad del referente es una característica necesaria, puesto que en todos los casos de la duplicación pronominal pospuesta o catafórica el elemento duplicado es específico. En el caso de los ejemplos (203) y (204), el empleo del DOM a delante de un CD [+animado,
344
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
−definido] con verbos que no requieren el uso de preposición en función de su propia clase semántica da cuenta de ello (cf. Torrego Salcedo 1999: 1795). Documentamos, en tercer lugar, tres casos en los cuales los informantes hacían referencia a una persona duplicando el CD, que era un nombre propio de mujer, por el pronombre le, esto es, otro caso del leísmo de persona (205): (205) G 42: ahora se supone, que tienes algo más dee (0,913'')/, de dinero para poder hacer con un viaje A: sí . G 42: así quee (0,667'') [una escapadita] A: [y también puedes/] A: sí .. G 42: no, que una escapadita es/ se puede hacer aa (0,533'')/, a verlei a (nombre de mujer)i por ahí (E 18/G 42/925)
Se han dado, en cuarto lugar, tres casos (0,23%) de duplicación pronominal de un referente [+animado] con el cuantificador todos en nuestro corpus. En un caso, este cuantificador aparece sin el DOM a, a pesar de que el referente tiene los rasgos [+animado, +masculino, −singular, +específico, +definido], como también en los dos casos restantes donde el DOM sí aparece. En los tres casos, todos aparece sin SN cuantificado, pero involucra, por el contexto, a la totalidad de las personas que en el caso del ejemplo (206) poseen la propiedad de haber sido alumnos en el modelo D de Andra Mari, pronominalizado por les. En el caso del ejemplo (207), tienen la propiedad de ser personas que estaban en el barco, un referente-colectivo codificado, igualmente, por el pronombre les. (206) G 22: entonces fue (a?) Andra Mari que tiene modelo D, y somos muy contentos la verdad le/ les tocó uno/ unas andereños al principio . que lesi marcaron a todosi para siempre jamás porque eran maravillosas [ buenísimas ] (E 9/G 22/393) (207) G 45: pues eh eh, él era marino . yy (0,693'')/ y/ y él . yy (0,493'') él/, traían circo con el barco A: mh . G 45: y les pararon ahí diciendo que si eraa (0,527'')/ era un(a) mentira lo del circo que si aquello eraa (0,573'') pues de gente o/ e/, que venía pues no sé cómo, espías o lo que sea o seaa (0,773'') él no había hecho nada, lesi cogieron a todosi y venga todos aa (0,527'') la cárcel y/ y lesi fusilaron a un montóni (E 20/G 45/1008)
En el ejemplo (207) también podemos observar la única ocurrencia (0,07%) del pronombre clítico les en función de CD que ha sido duplicado por el cuantificador no universal o indefinido [−específico] un montón. Recordemos que Rigau (1999) y Roca (1996) advierten que un cuantificador no universal o indefinido es portador
5.3 Sintaxis
345
del rasgo [−específico], por lo que no puede ser reduplicado. En nuestro caso, esto significa que por su calidad de cuantificador no universal, un montón no puede ser duplicado por un pronombre clítico, ya que no comparte el rasgo [+específico] con este. Sin embargo, el cuantificador un montón selecciona en el ejemplo (207) un SN [+contable] que no aparece, ya que queda sobreentendido que se refiere a las personas que estaban en el barco o que podría ser sustituido por de ellos, es decir, por un complemento partitivo. A este complemento partitivo alude, también, el cuantificador universal todos en la oración precedente, al que podríamos añadir ellos. Queremos subrayar que es el único caso en nuestro corpus en el que se duplica un CD que es un cuantificador no universal o indefinido. Dada la ausencia de otros ejemplos en los que el elemento duplicado posee el rasgo [−específico], no podemos confirmar lo observado por Landa (1995), que dice: «[O]nly a combination of these two features [[+animate] and [+presuppositional]] can sanction overt verbal object agreement with direct objects» (1995, 182). A pesar de que, en nuestro corpus, en la mayoría de los casos los referentes tenían el rasgo [+específico], podría decirse que este rasgo no es condición necesaria, como demuestran los ejemplos (204) y (207). En ambos casos, documentamos la duplicación de un referente [+animado, −específico, −definido], aunque en (207) el CD duplicado es un cuantificador no universal, mientras que en (204) se trata de un nombre común. Queremos destacar el hecho de que pueda darse duplicación pronominal del CD con entidades [−específicas], lo que concuerda con lo constatado por Landa (1995, 162) y demuestra, al mismo tiempo, la diferencia respecto a lo descrito, por ejemplo, por Suñer (1993), quien destaca el rasgo [+específico] como el más relevante para la duplicación pronominal posverbal en el castellano de Buenos Aires. Sin embargo, la duplicación pronominal con referentes [−específicos] se limita, en nuestro corpus, a estos dos casos de leísmo de persona (204) y (207). En cuanto a la presencia del DOM a, hay que destacar que este aparece en veintiocho de los treinta casos en los que el CD es [+animado], tanto con el pronombre clítico lo, como con le y les, con CCDD [±específicos] y [±definidos], pero que se omite en dos casos, con un CD [+animado, +específico, +definido].142 Podemos constatar, además, que la duplicación del CD se da con pronombres átonos enclíticos —como en (205)—, así como con proclíticos —como en (206) o (207)—: es más frecuente la duplicación con pronombres átonos proclíticos (cincuenta y cinco ocurrencias) que con enclíticos (trece ocurrencias), tanto con referentes [+animados] como con [−animados]. En lo que atañe a los verbos, no
142 Compárense respecto al DOM las distintas posiciones expuestas por Laca (2002) y Aissen (2003).
346
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
creemos que pueda indicarse más que una tendencia, dado que solo hemos documentado sesenta y ocho ocurrencias de duplicación pronominal posverbal en todo el corpus. Los verbos saber (seis ocurrencias), hacer (cinco ocurrencias), así como ayudar y ver (cuatro ocurrencias), son los que más provocaron la duplicación pronominal entre nuestro informantes. Los CCDD duplicados aparecen en nuestro corpus en distintos tipos de oraciones. Detectamos la duplicación pronominal catafórica en oraciones simples, en oraciones coordinadas adversativas, copulativas y disyuntivas, en oraciones subordinadas adverbiales modales, de tiempo, causales, concesivas, condicionales y finales, en oraciones adjetivas de relativo, en oraciones interrogativas indirectas y directas, en perífrasis de relativo, y en oraciones subordinadas sustantivas en función de CD y de régimen preposicional. A modo de resumen queremos destacar que nuestros datos no concuerdan con los rasgos señalados por Korkostegi Aranguren (1992) y Landa (1995) en cuanto a la afirmación de que solo los pronombres clíticos cuyo referente es [+animado] pueden ser duplicados. Prueba de ello es que la duplicación de nombres comunes [±animados] —veinte referentes [+animados] y trece referentes [−animados]— y la del cuantificador todo con referentes [±animados] —dieciséis [−animados] y tres [+animados]— son los dos tipos más frecuentes en nuestro corpus. Visto el escaso número de ocurrencias, sesenta y ocho duplicaciones sobre un total de 1.293 pronombres clíticos en función de CD realizados no es posible deducir si la duplicación es un fenómeno muy extendido e incluso característico para todos los castellanohablantes monolingües en Getxo. Esto se debe, también, al hecho de que solo hayamos podido encontrar la duplicación pronominal catafórica con nombres comunes [±animados] en diez de los veinte entrevistados; con nombre propios [+animados] en tres de los veinte informantes; y con el cuantificador universal todo o todos en nueve de los veinte entrevistados. Mediante el resumen de la distribución entre los informantes en la tabla 18 se puede comprobar que los usuarios de los distintos tipos de la duplicación pronominal han sido casi siempre los mismos. Destaca, además, que ni el informante G 05 ni la informante G 39 se sirvieron de ningún tipo de duplicación pronominal catafórica en toda la entrevista. El escaso número de ocurrencias podría interpretarse en la línea de Suñer (1993, 178), es decir, como un fenómeno que se da menos en registros formales o medianamente formales, como era nuestra entrevista. Sería, pues, una señal para una marcación diafásica frente a lo constatado por Korkostegi Aranguren (1992), aunque creemos que el número de ocurrencias de los distintos tipos es demasiado escaso como para permitir suponer más que meras tendencias.
Elemento duplicado todo cuantificador universal [−animado] todos cuantificador universal [+animado] pronombre personal tónico nombres propios [+animados] nombres comunes [+animados] nombres comunes [−animados] duplicado oracional pronombre demostrativo neutro [−animado] cuantificador no universal
N° informante
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2
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4
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1
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—
1
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1
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1
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2
1
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2
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—
—
—
1
—
G 05 G 09 G 10 G 14 G 17 G 19 G 20 G 21 G 22 G 23 G 29 G 30 G 33 G 35 G 38 G 39 G 40 G 42 G 43 G 45
Tabla 18: Distribución de la duplicación pronominal posverbal o catafórica entre los informantes del corpus de Getxo.
1
1
8
13
20
3
3
3
16
∑
5.3 Sintaxis
347
348
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
5.3.4.5 Resumen Resumiendo lo visto en los tres apartados anteriores acerca de los fenómenos de la omisión de los pronombres clíticos de tercera persona en función de CD (5.3.4.2.2), del leísmo de los CCDD (5.3.4.3.2) y de la duplicación pronominal catafórica de los pronombres clíticos de tercera persona en función de CD (5.3.4.4.2), queremos volver a lo postulado por Landa (1995), Urrutia Cárdenas y Fernández Ulloa (1997; 1998) y Urrutia Cárdenas (2002a; 2002b; 2006a). Landa (1995) opina que los tres fenómenos que acabamos de mencionar son complementarios y forman un conjunto o sistema pronominal particular, por lo que propone la siguiente clasificación, a la cual denomina «Third person object-verb agreement paradigm» (1995, 171), que resume los rasgos inherentes de los fenómenos: «[lei [lei [lo, la, Øi [Øi
+ verb] + verb] + verb] + verb]
NPi proi proi NPi
(+animate, +presuppositional) (+amimate reference) (−animate reference) (−animate, presuppositional)» (1995, 171).
En nuestro corpus, hemos constatado, en todos nuestros informantes, la omisión de los pronombres clíticos de CD [−animados] junto al empleo de las formas lo, los, la y las para estos referentes, es decir, circunstancias parecidas a las descritas en otros estudios sincrónicos sobre el castellano hablado en el País Vasco (Urrutia Cárdenas 1988; Uruburu Bidaurrázaga 1993; Landa 1995; Fernández-Ordóñez 1999; Fernández Ulloa 2001a). Sin embargo, observamos, también, la omisión de los pronombres clíticos de CD [+animados], aunque en un número reducido de hablantes y de ocurrencias, fenómeno que se suele atribuir a los hablantes bilingües iniciales con predominio del euskera y que se debe a sus competencias limitadas en castellano (cf. Fernández-Ordóñez 1994; 1999; Echenique Elizondo 1996; Urrutia Cárdenas 2002a). Una explicación que parta de las limitadas competencias lingüísticas en castellano, sin embargo, no es válida ni posible en nuestro caso, puesto que nuestros informantes son castellanohablantes monolingües, aunque alguno tenía competencias mínimas en euskera. En lo que se refiere al leísmo, detectamos en prácticamente todos los informantes el leísmo de persona, en la mayoría de los casos con referentes [+humanos, +masculinos, ±singulares], pero también se dieron varios casos del leísmo de persona con referentes [+humanos, −masculinos, ±singulares], aunque en menor cantidad que los dos primeros tipos, sobre todo en el caso [−singular]. En comparación con el uso de los pronombres clíticos de CD lo, los, la y las, estos se emplean poco para referirse a entidades [+humanos, ±masculinos, ±singulares] y más para los referentes [−animados, ±masculinos, ±singulares]. Por otra parte, documentamos, también, casos de leísmo de cosa, mayoritariamente con referentes que tienen los rasgos [−animados, +masculinos, +singulares], pero eran poco
5.3 Sintaxis
349
frecuentes. No obstante, el hecho de que en nuestros hablantes se dé leísmo de cosa muestra, a nuestro entender, que este no es causado por una interferencia del euskera. El mayor empleo de la construcción impersonal se le o se les frente al número reducido de ocurrencias de se lo, se los, se la y se las se ve reforzado, en nuestra opinión, por el leísmo de persona —y quizá también por el leísmo de cosa — que documentamos para CCDD. En lo referente a la duplicación pronominal posverbal o catafórica, queremos subrayar que es un fenómeno poco frecuente en nuestro corpus, en comparación con el número total de los pronombres clíticos. No podemos constatar lo señalado por Korkostegi (1992) o Landa (1995), a saber, que la duplicación se da exclusivamente con referentes [+animados], porque se trata de un fenómeno complementario al leísmo de persona y la omisión de los pronombres clíticos de tercera persona de CD [−animado]. Hemos observado la duplicación pronominal catafórica tanto de entes [+animados] como de entes [−animados]. De ahí que no podamos afirmar que sea un fenómeno complementario a la omisión de los pronombres clíticos de CD [−animado] y el leísmo de persona, puesto que en nuestro corpus sí se da con entes [±animados]. En resumen: de los seis fenómenos, al menos dos se han podido comprobar en el castellano de prácticamente todos los hablantes de nuestro corpus, es decir, castellanohablantes monolingües de Getxo, mientras que acerca de los restantes cuatro, esto es, la omisión de los pronombres clíticos de CD [+animado], el leísmo de cosa, la duplicación pronominal posverbal de referentes [−animados] y la de referentes [+animados], podría resultar interesante realizar nuevos estudios dirigidos a un cierto grupo social como los mayores de cuarenta y cinco años, los hombres, etc., a fin de comprobar si existe alguna marcación diasistemática. En los casos de la reduplicación pronominal catafórica oracional, la del cuantificador universal todo y la de nombres comunes [±animados], los del leísmo [−animado, +masculino, +singular], el leísmo [+animado, −masculino, +singular], el leísmo [+animado, +masculino, +singular] y el leísmo [+animado, +masculino, −singular], así como en los de la omisión de los pronombres clíticos de tercera persona de CD [±animados], es de suponer que se trata de elementos integrados en el castellano de Getxo, en vista de que pudimos documentar estos fenómenos en la mayoría de los informantes. No obstante, será necesario un estudio comparativo para comprobar si se emplea con más o menos frecuencia que en otras variedades dentro y fuera de la CAV (cf. 5.6).
350
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
5.3.5 La negación 5.3.5.1 Estado de la cuestión y aspectos teóricos acerca de la doble negación preverbal Uno de los elementos que se ha descrito una y otra vez como característica del castellano del País Vasco es la doble negación preverbal (Echaide 1968; Hernández Alonso 1988; Fernández Ulloa 1996; 1997; 2001a; Landa/Franco 1999; Franco/ Landa 2006). Incluso en su manual de lingüística de contacto, Klee y Lynch (2009, 56 y 64), basándose en solo un artículo de Fernández Ulloa (1996), afirman que se trata de un rasgo del castellano en contacto con el euskera, a pesar de que no existen trabajos que se dediquen sistemáticamente al estudio de este fenómeno. Entendemos por doble negación preverbal el empleo del adverbio de negación no que sucede inmediatamente a los adverbios temporales nunca y jamás, al adverbio de negación tampoco, a los pronombres nada y nadie, o al determinante ninguno.143 El resultado son construcciones como nunca no vino, jamás no vino, tampoco no vino, nada no quiso, nadie no vino o ninguno no vino, en las que ambos elementos negativos aparecen antepuestos al verbo.144 Echaide (1968) ejemplifica este uso en oraciones como (208): (208) «yo nunca no me ducho» (Echaide 1968, 73).
Hernández Alonso, calificando el empleo de no antepuesto a uno de los adverbios o pronombres negativos como «redundante e innecesario» (1988, 56), ofrece el ejemplo (209): (209) «Tampoco no sabes que no viene» (Hernández Alonso 1988, 56).
Como indican Franco y Landa (2006, 34), el castellano es una lengua en la que la duplicación o el refuerzo de un elemento de negación mediante el adverbio de negación no antepuesto al verbo no está admitida por la norma prescriptiva, si bien el empleo del adverbio de negación no es obligatorio cuando un adverbio o pronombre negativo está pospuesto al verbo, como en no veo a nadie o no me lo
143 Nos basamos en la clasificación de las clases de palabras de Sánchez López (1999, 2564). 144 En los estudios que consultamos encontramos diferentes denominaciones de este fenómeno: Echaide (1968, 73) lo llama doble negación preverbal; Franco/Landa (2006, 41) hablan de preverbal negative construction ‘construcción preverbal negativa’; Sinner (2004, 276–280) denomina el fenómeno doble negación en posición antepuesta al verbo. A menudo se dice simplemente doble negación (por ejemplo, Díaz 2002; Klee/Lynch 2009).
5.3 Sintaxis
351
ha dicho nunca (cf. Gili y Gaya 1980, 50–53, en particular 51–52; Alarcos Llorach 1999, 162–165; Sánchez López 1999). Hernández Alonso indica sobre la doble negación preverbal en el castellano hablado en el País Vasco que esta «[s]e escucha muchas veces» (1988, 56), si bien no proporciona información acerca de la frecuencia (¿cuánto es mucho?), o del tipo de hablante en que se da. Tampoco dice si se da solo en algunos contextos situacionales o si es, como indica Sinner (2004) acerca de la construcción tampoco no en el castellano de Cataluña, «un elemento sobre todo típico del lenguaje oral que se puede dar en hablantes de cualquier estrato social y en cualquier contexto oral en el que se hable de forma espontánea (es decir, sin poder planear las realizaciones lingüísticas)» (2004, 278). Echaide (1968) considera la doble negación preverbal como una interferencia del euskera en el castellano de sus informantes bilingües euskera-castellano con predominio del euskera, porque en esta lengua «la negación ez está reforzada por un indefinido que por su continua colocación junto a la negación ha llegado a adquirir valor negativo» (Echaide 1968, 73). Cabe subrayar que, en euskera, se emplean los interrogativos inor(k), ezer(k), inon, etc., en oraciones negativas, acompañados de la partícula ez, que expresa negatividad. Si estas palabras aparecen sin la partícula ez funcionan como interrogativos (Letamendia 1995, 89). Fernández Ulloa (2001a), quien únicamente advierte que existe una «[t]endencia a reforzar los adverbios y pronombres nada, nunca, nadie, etc. con el adverbio no» (2001a, 131), especifica al respecto que «[e]ste fenómeno está reducido a los hablantes nativos con poco dominio del castellano» (2001a, 131).145 Esta opinión la encontramos también en Landa y Franco (1999, 573), donde los autores indican que la doble negación preverbal es una estructura cuya ocurrencia en la actualidad está limitada al habla de individuos aislados de sesenta años y más. Por otra parte, Franco y Landa (2006), que se basan en un corpus distinto de aquel que formó la base de Landa y Franco (1999) y que se compone, como advierten los autores, de datos recientemente recogidos —acerca de los cuales no proporcionan más información ni sobre los informantes ni sobre los datos en sí—, destacan que la doble negación preverbal es un fenómeno que se puede encontrar tanto en hablantes mayores como jóvenes. A pesar de ello, indican que no parece ser un fenómeno que se extienda por toda el área de la CAV: «However, recent fieldwork carried out in this investigation has revealed that there are areas in the Basque Country in which speakers of all ages use the structures [doble negación 145 Como en el caso de la omisión de los pronombres clíticos se impone la pregunta por quiénes son los hablantes con poco dominio del castellano si no son niños pequeños o personas de edad muy avanzada, dado que ya no existen hablantes monolingües de euskera (cf. también nuestra crítica en 5.3.4.2.1).
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preverbal]» (Franco/Landa 2006, 35). Estos autores (Landa/Franco 1999; Franco/ Landa 2006), que analizan el fenómeno desde un enfoque generativista, rechazan, sin embargo, la hipótesis de que la estructura sea el resultado de la influencia directa del euskera en el castellano. A pesar de ello, admiten que puede haber sido una causa entre otras, como el hecho de que la doble negación preverbal haya sido un elemento del castellano antiguo y que, en la actualidad, siga siendo un procedimiento de negación en diferentes lenguas románicas como el francés, el catalán o el rumano (Franco/Landa 2006, 34 y 39–41). Ahora bien, el fenómeno de la doble negación preverbal no es un fenómeno que se pueda observar exclusivamente en el castellano hablado en el País Vasco, hecho que apuntan también Klee y Lynch (2009). Ha sido documentado en otras variedades del castellano, por ejemplo, en el castellano de Cataluña (Sinner 1996; 2004; Galindo Solé 2003). Sinner indica que el «fenómeno suele atribuirse generalmente a la influencia catalana sin ponderar tendencias internas del castellano» (2004, 276).146 Queremos destacar que este autor señala respecto a ello, además, que «[t]ambién puede ser el simple resultado de un cambio de idea al hablar, de la autocorrección en el sentido de un ‘cambio de dirección’ durante la oración en curso» (2004, 278). Otra variedad en la que fue observado es el castellano de Resistencia, Argentina (Abadía de Quant/Irigoyen 1980). Los autores consideran que se trata de un fenómeno que se debe al contacto de lenguas: los hablantes del castellano subestándar siguen la estructura oracional de la lengua de contacto, el guaraní. Por otra parte, Granda (1988b, 65), que lo hace constar en el castellano del Paraguay, asevera que se trata de «un fenómeno de retención de estructuras gramaticales del castellano clásico atribuida a la influencia del guaraní», a pesar de haber afirmado en trabajos anteriores, como señala el propio autor, que fuera un elemento causado por el contacto del castellano con el guaraní. Díaz (2002, 311 y 313), que lo documenta en el castellano de inmigrantes haitianos en la República Dominicana, lo interpreta, otra vez, como rasgo que puede ser causado por el contacto de lenguas o, como dice, «resultaría atribuible a la influencia de formas análogas en el criollo haitiano, en el francés estándar […] y en el español […]» (2002, 313). Hemos visto que si bien se considera la doble negación preverbal como particularidad del castellano del País Vasco, no existen estudios que especifiquen su frecuencia, su contexto situacional, en qué tipo de hablante puede encontrarse o prevalece, el área de extensión, etc. De ahí que en el apartado siguiente proporcionemos los datos acerca de la doble negación preverbal que documenta-
146 Véase sobre esta construcción en el castellano de Cataluña la bibliografía indicada en Sinner (2004: 276–280).
5.3 Sintaxis
353
mos en el castellano de hablantes monolingües con y sin competencias mínimas en euskera de Getxo.
5.3.5.2 La doble negación preverbal en el corpus de Getxo En primer lugar, tenemos que destacar que el número de ocurrencias de la doble negación preverbal es muy escaso. En nuestro corpus constatamos, en total, nueve casos de la estructura en cuestión. Dos de ellos son, además, casos en los que los informantes G 14 y G 45 se interrumpieron a sí mismos, por lo que no los contamos, dado que se trata, evidentemente, de un «cambio de idea». Lo que resta son seis ocurrencias del tipo tampoco no, como ilustramos en los ejemplos (210) a (212): (210) G 20: tiene que ser y coger habitación doble o sea pagar el doble pues tampoco me pa/ me apetece [porque] A: [sí] G 20: oye es/ . no sé si son cuare/ y tantos euros o cincuenta y tantos no sé, ya voy a mirar, pero sola tampoco no me gustaría dormir (E 7/G 20/ 310) (211) A: G 14: A: G 14: G 14:
mmmh (1,04''), ¿viene del/ del euskera, o? . ¿cómo? que/ por qué no sé la/ este del/ que/ que cambian que [dicen "si podría"] [ya, no sé por qué] nno (0,433'') sé por qué, sabes porque tampoco no sé yo mucho del euskera no sé si es que no hay ni una forma enn (0,44'')/ en euskera (E 4/G 14/166)
(212) G 33: sí el único no sabe euskera soy yo pero sí [y/ y mi madre, y mi madre ] A: [¿por qué no sabes euskera] G 33: tampoco no es/, tampoco no valgo para [estudiar pero/ ] (E 13/G 33/657)
A nuestro entender, tanto en estos ejemplos como en los restantes tres casos de tampoco no, los informantes utilizan la doble negación preverbal con el fin de reforzar su proposición. El hecho de que el informante G 33 se interrumpa después de haber empleado la doble negación preverbal para utilizarla de nuevo, seguidamente, podría entenderse como muestra de que se trata de un recurso lingüístico de su repertorio. Queremos subrayar que tanto la informante G 14 como el informante G 45 emplean dos veces la doble negación preverbal del tipo tampoco no. Ambos se interrumpen a sí mismos en una ocasión, lo que podría indicar que se trata de un proceso de reformulación, pero también podría apuntar a que se trata de un recurso lingüístico también presente en su repertorio que
354
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
emplean «para garantizar el éxito de la comunicación, para compensar una reducción a otro nivel lingüístico, etc.» (Sinner 2004, 280). Es posible que el uso de tampoco no para reforzar la proposición constituya una intensificación gramaticalizada aún no descrita como tal. Dado que son pocos los casos que pudimos documentar en nuestro corpus, sería necesario realizar nuevas investigaciones para averiguar hasta qué punto los hablantes del castellano de Getxo y de otras variedades del castellano en el País Vasco utilizan la doble negación preverbal de esta forma. La ocurrencia restante de la doble negación preverbal que se da en el corpus es la del tipo nadie no, que puede verse en (213): (213) G 10: sí sí . vamos a eh/ conocer yo creo todo el mundo, pues será mu/ no creo que nadie no/ no sepa … (2,293'')/ no conozca el castellano A: mh G 10: pero sí que es verdad que hay gente mayor en esos/ en esos sitios . que se expresa con dificultad, en castellano (E 3/G 10/117)
No obstante, y sobre todo en este último caso (213), podríamos pensar, en el sentido indicado por Sinner (2004), que la informante G 10 se está autocorrigiendo, dado que no solo repite el adverbio de negación no, sino que hace, además, una pausa bastante larga antes de recoger la oración, incluso empleando un verbo distinto. Por otro lado, puede tratarse de un caso en el que la informante G 10 se sirve de la doble negación preverbal a fin de reforzar el hecho de que entre las personas que conoce no hay absolutamente nadie, o con absoluta seguridad no hay nadie, con esta característica, recogiendo después de la pausa la misma estructura, puesto que la oración carece de sentido sin el pronombre negativo nadie. A modo de conclusión, podemos afirmar que la cantidad de ocurrencias, que resumimos en la tabla 19, es bastante reducida, tomando en consideración que no se dio más de una ocurrencia (sin interrupción propia) por cada uno de los informantes en que registramos la doble negación. Es posible que se trate de un fenómeno provocado por el hecho de que los informantes estaban reformulando la oración mientras hablaban, lo que causó la estructura {adverbio/pronombre negativo + no + verbo}, siendo, como señala Sinner (2004, 280), un elemento del lenguaje informal que pueda aparecer con diferentes frecuencias según la zona geográfica. Con todo, es de suponer que se trata de un fenómeno integrado en el castellano de Getxo, en vista de que pudimos documentarla en más de cinco informantes (cf. 5.6). No obstante, desde un punto de vista estadístico, será necesario realizar un estudio comparativo para analizar si se trata de un elemento más o menos frecuente que en otras variedades y comprobar si realmente se trata de un elemento integrado en la variedad estudiada. El trabajo de Sinner (2004) sobre el castellano de Cataluña sería un buen eje de comparación, ya que este
tampoco no nadie no
Tipo de doble negación
N° informante
1 —
— —
— 1
1 —
— —
— —
1 —
— —
— —
— —
— —
— —
1 —
1 —
— —
— —
— —
— —
— —
1 —
G 05 G 09 G 10 G 14 G 17 G 19 G 20 G 21 G 22 G 23 G 29 G 30 G 33 G 35 G 38 G 39 G 40 G 42 G 43 G 45
Tabla 19: Distribución de las ocurrencias de la doble negación entre los informantes del corpus de Getxo.
6 1
∑
5.3 Sintaxis
355
356
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
autor también estudia la doble negación preverbal a partir de un corpus oral formado por dos grupos de veinte informantes de Madrid y Barcelona.
5.3.6 El verbo 5.3.6.1 Omisión de la cópula verbal ser El verbo ser se considera como verbo copulativo cuya función es definida por Gili y Gaya (1980) de la siguiente manera: «Los verbos ser y estar, que emplea nuestro idioma en esta clase de oraciones [las atributivas], se llaman copulativos porque su misión en ellas se reduce a servir de nexo entre el sujeto y el predicado sin que añadan nada al significado de la oración. Su empleo ha ido extendiéndose históricamente por asimilación de las oraciones atributivas a las predicativas, y porque permiten la expresión temporal: Juan era, es, fue, será sabio. Sin embargo, en español moderno prescindimos muchas veces del verbo copulativo, especialmente cuando no interesa señalar el tiempo. Los numerosos casos que registran las gramáticas pueden reducirse a los siguientes: 1.° En refranes y proverbios, por expresar juicios permanentes e intemporales: El mejor camino, el recto; cual la madre, tal la hija. 2.° En oraciones interrogativas y exclamativas fuertemente matizadas de afectividad, en las cuales los sentimientos dominantes de irritación, asombro, alegría, etc., se sobreponen a toda idea de tiempo: ¡qué tonto!, ¿tú amigo suyo?, ¡qué bien!, ¿quién mejor que él para eso?» (Gili y Gaya 1980, 58).
Es decir, el valor de la cópula verbal es, en primer lugar, la expresión temporal o bien la ubicación de una oración atributiva en un cierto período de tiempo. En las ocasiones en las que no importa una ubicación temporal concreta, como en el caso de los proverbios y refranes, o cuando el valor emotivo de la oración predomina sobre el aspecto temporal, es posible omitir la cópula verbal. Fernández Leborans (1999) indica que el verbo copulativo es un verbo «semánticamente vacío, portador de los morfemas que contienen el modo, tiempo y aspecto gramaticales, y de los morfemas de número y persona concordantes con el sujeto» (1999, 2359). En la misma línea que Gili y Gaya (1980), Fernández Leborans (1999) afirma acerca de la función del verbo copulativo ser: «El verbo ser es, en español, el verbo copulativo puro, semánticamente vacío, insensible al tiempo y al aspecto semánticos; su función característica es la de unir en relación de predicación oracional, un predicado no verbal con su sujeto, por lo que sirve de soporte para la realización de los morfemas de tiempo, aspecto, número y personas gramaticales, irrealizables en el predicado no verbal» (Fernández Leborans 1999, 2366).
El predicado no verbal de la oración atributiva, unido mediante la cópula verbal ser con el sujeto de la oración, suele pertenecer a una categoría nominal, es decir,
5.3 Sintaxis
357
es un sustantivo o un adjetivo pero también puede ser, ocasionalmente, en palabras de Fernández Leborans (1999, 2359), un adverbio de manera o un SP. La cópula verbal ser aparece, además, en las perífrasis de relativo en las cuales constituye un elemento necesario para unir a sus constituyentes, como indican Moreno Cabrera (1999) y Bosque y Gutiérrez-Rexach (2009). En estas construcciones la cópula verbal ser enlaza una ORL147 con la SX, es decir, un sintagma de «cualquier categoría» (Bosque/Gutiérrez-Rexach 2009, 141).148 Los tres tipos de perífrasis de relativo pueden tener la siguientes estructuras: {ser + SX + ORL} denominada oración hendida; {ORL + ser + SX} denominada oración pseudo-hendida; y {SX + ser + ORL} denominada oración pseudo-hendida inversa.149 Ahora bien, la omisión del verbo copulativo ser en oraciones atributivas, en perífrasis de relativo o en cualquier otro contexto sintáctico no ha sido descrita hasta ahora como particularidad del castellano en el País Vasco. Existen, no obstante, otras variedades del castellano en las cuales se ha documentado la omisión de la copula verbal ser, por ejemplo, en el castellano de niños peruanos de siete años procedentes de doce ciudades distintas (Minaya Portella 1976), en el castellano paraguayo (Usher de Herreros 1975; Granda 1979; 1996), y en el castellano argentino (Abadía de Quant/Irigoyen 1980), estos dos últimos en contacto con el guaraní. Al igual que Usher de Herreros (1975, 62–63), Granda (1979, 276–277) indica que el guaraní no conoce la cópula verbal, dado que su «esquema oracional predicativo es muy diferente, ya que está constituido básicamente por la yuxtaposición sujeto + predicado» (1979, 276), mientras que la norma del castellano requiere la cópula verbal «para temporalizar la relación entre sujeto y predicado nominal» (1979, 276). Granda indica, a continuación, que en el castellano paraguayo se omite el verbo copulativo ser «con carácter general, en los esquemas oracionales en los que el predicado nominal está constituido por una frase de relativo» (1979, 276). Según el autor, en este contexto, la omisión del verbo copulativo ser es «prácticamente completa» (1979, 276). Usher de Herreros (1975) señala, por su parte, «que la omisión del verbo ser en el castellano paraguayo se da sobre todo […] en aquellas construcciones en las que el predicado es una frase de relativo» (1975, 63). Granda (1979) clasifica la omisión del verbo ser entre las características que se deben al «abandono de paradigmas obligatorios en la lengua inferida (español) bajo la presión del código lingüístico interferente (guaraní)» (1979, 274), mientras que Usher de Herreros (1975, 63) habla de la
147 En cuanto a las abreviaturas, consúltese el apartado 5.3.1.2.2. 148 Moreno Cabrera (1999, 4248) emplea las abreviaturas de RL para oración de relativo libre, COP para la cópula ser, y CES para la constituyente escindida. 149 Moreno Cabrera (1999, 4251) abrevia estos tres tipos de perífrasis de relativo (PdR): PdR COP-CES; PdR RL, y PdR CES.
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5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
proyección de una carencia en el guaraní al castellano.150 Abadía de Quant e Irigoyen (1980, 112–118) señalan la omisión del verbo copulativo ser en el castellano de hablantes monolingües de primera y segunda generación procedentes de Resistencia, Argentina. Al igual que Granda (1979; 1996), los investigadores opinan que este fenómeno se debe a que el hablante sigue «el modelo guaraní» (Abadía de Quant/Irigoyen 1980, 112), que carece de dicha cópula. Esta afirmación resulta bastante curiosa, ya que se trata de castellanohablantes monolingües, es decir, de hablantes que no tienen competencias en guaraní aun siendo hijos de padres bilingües de guaraní y castellano. Parece poco probable que se trate de interferencias directas del guaraní en el castellano de estos hablantes o que sigan el modelo guaraní, dado que no tienen competencias en esta lengua, si bien es posible que hayan adquirido la estructura por la vía intergeneracional, esto es, gracias a sus parientes bilingües. Por otra parte, podría tratarse de un elemento integrado en el castellano subestándar de Resistencia (Argentina): los hablantes monolingües podrían haber adquirido la estructura al constituir un elemento de la variedad local. Abadía de Quant e Irigoyen (1980) señalan que la omisión de la cópula verbal ocurre únicamente en oraciones afirmativas. Afirman, además, que cuando los hablantes emplean el verbo copulativo ser este aparece, en el 89,65% de los casos (veintiséis de veintinueve ocurrencias), pospuesto al adjetivo predicativo o al final del predicado como en «Traje el saco porque demasiado grande es para el nene y si achico se arruina» (Abadía de Quant/Irigoyen 1980, 116). Teniendo en cuenta que los investigadores analizan el castellano subestándar de Resistencia, podemos constatar que se trata de un fenómeno diastráticamente marcado, propio de hablantes monolingües y analfabetos de entre quince y treinta y cinco años (Abadía de Quant/Irigoyen 1980, 22). Por último queremos indicar que Varol-Bornes (2008, 237–238) destaca la omisión del verbo ser entre los rasgos del judeoespañol de sus informantes de Estambul. Según la investigadora, se trata de un fenómeno que, por un lado, es propio de la lengua hablada, ya que aparece en el discurso oral, y que, por otro lado, ocurre en locuciones y proverbios empleados
150 No obstante, los datos de Granda (1979) se basan, como indica el mismo autor, no en «datos cuantificables procedentes de encuestas específicas» (1979, 284), sino en datos que son fruto de sus propias observaciones (impresionistas) durante su estancia en Paraguay. Por esta circunstancia, Granda no puede proporcionar datos sobre ninguna marcación diasistemática, si bien indica que, según su percepción, la omisión de la cópula verbal pertenece a los fenómenos con la segunda mayor difusión. Los datos de Usher de Herreros (1975) proceden en mayor parte de textos escritos por estudiantes y alumnos, así como de prensa y obras literarias de autores paraguayos, pero fueron recogidos también en sitios públicos como la calle y el mercado, y también del entorno de la investigadora. No se proporciona ninguna especificación sobre si este fenómeno se detecta en personas monolingües o bilingües.
5.3 Sintaxis
359
en esta variedad, hecho que indica también Gili y Gaya (1980). Varol-Bornes (2008) señala, además, que la causa de tal supresión puede resultar del hecho de que el uso de la cópula verbal ser en la lengua de contacto, el turco, es facultativo. En oraciones en presente, la cópula verbal también suele omitirse en hebreo. Visto que se trata de un fenómeno que también se ha podido observar en otras variedades del castellano, tanto en oraciones atributivas —en las cuales el predicado o es nominal o está constituido por una oración relativa—, como en proverbios y locuciones, queremos examinar en este apartado dos construcciones en las que hemos detectado la omisión del verbo copulativo ser de forma abundante en nuestro corpus. Esta elisión resalta a la vista, sobre todo, en comparación con las ocurrencias en las que la misma construcción se emplea con la cópula verbal ser. Se trata, en primer lugar, de la oración atributiva {la verdad Ø que} ‘la verdad es que’, en la cual se omite el nexo o la cópula es, que une el SN la verdad con una oración completiva introducida por que. Ilustramos este uso en (214) y (215): (214) G 43: en Inglaterra no estudian gramática en la escuela . una vez estábamos hablando y nosotros los que éramos, no ingleses estábamos ahí aprendiendo inglés nos hacíamos muchas veces preguntas unos a otros "pues oye, ¿cómo se dice eh este?" no sé qué . yy (0,793'')/ . y recuerdo una vez que todos nos que/ no, nos dio mucha gracia . porque él dijo "joder, la verdad Ø que estando con vosotros aprendo inglés" , lo dijo el inglés [ "claro vale" porque como ellos no sabían nada esto gramática ellos/], (E 19/G 43/961) (215) A: no es que han venido todos de Bilbao, no sé G 09: no, no sé no sé, la verdad Ø que no tengo ni idea o sea .. no sé .. me imagino que mucha gente es/ pues es lo de los hijos que vivían aquí que se han/ compraron casa (E 2/G 09/70)
En el caso del ejemplo (214), la oración completiva que estando con vosotros aprendo inglés se une al SN la verdad sin cópula. En (215), que no tengo ni idea debería ser relacionado con el SN la verdad mediante el verbo copulativo ser, según la norma prescriptiva del castellano. Observamos un total de ciento dieciocho ocurrencias de esta oración atributiva. En cincuenta y seis casos (47,46%) los informantes suprimen el verbo copulativo ser en la construcción, mientras que en sesenta y dos casos (52,54%) emplean la construcción con la cópula verbal. Las oraciones completivas —u oraciones subordinadas sustantivas— ante las cuales se omite la cópula verbal pueden aparecer tanto con verbos finitos como infinitos o, incluso, sin verbo. En la mayoría de los casos, el verbo de estas oraciones completivas aparece en presente de indicativo (treinta y tres ocurrencias). Los demás tiempos verbales, todos de indicativo, no alcanzaron más de cuatro ocurrencias.
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5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
No obstante, documentamos también seis ocurrencias en las cuales aparece un complemento sin verbo. En dieciocho ocurrencias el verbo de la oración completiva pospuesto a la cópula verbal omitida aparece con un adverbio de negación: no o ni. Encontramos la omisión de la cópula verbal ser en esta construcción en nueve de los veinte informantes. Como demuestran los datos resumidos en la tabla 20, algunos informantes emplean la oración atributiva sin cópula verbal muy a menudo, como es el caso del informante G 09, en cuya entrevista documentamos veintitrés ocurrencias de {la verdad Ø que} sin el verbo ser, pero ningún caso con cópula verbal. Lo mismo ocurre en el caso del informante G 43, en cuyo discurso documentamos dieciocho ocurrencias de omisión del verbo copulativo ser frente a un caso con él. En la tabla 20 se puede ver, en cambio, que catorce de los veinte informantes usan la frase la verdad es que, es decir, con el verbo copulativo ser. En siete de estos catorce informantes observamos el uso con y sin cópula verbal. En otros siete informantes encontramos su uso siempre con el verbo copulativo. Documentamos, en segundo lugar, la supresión del verbo copulativo ser en la construcción {lo que pasa Ø que} ‘lo que pasa es que’, tal y como se puede ver en los ejemplos (216) y (217): (216) G 17: y entonces pues sí tuvo que aprender/ [tuvo] A: [mh] G 17: que aprender/ durante la guerra/ tuvo que aprender (a?) hablar el euskera . lo que pasa Ø que luego se lo olvidó mucho (E 5/G 17/194) (217) A: mh . G 22: y a pesar/ pero ellos se piensan que por eso no son unos pijos que te mueres pero son igual de pijos lo que pasa Ø que tienen otraa (0,453'')/ otra indumentaria, porque viven/, se vive bien, no se vive mal (E 9/G 22/404)
Se trata, en este caso, de la omisión del verbo copulativo ser dentro de una perífrasis de relativo eventiva (Moreno Cabrera 1999, 4252), que Moreno Cabrera denomina de este modo porque «[d]esde el punto de vista semántico, en [aquel]las oraciones […] se asegura que [un] acontecimiento o evento descrito […] se produce de modo efectivo» (1999, 4252). Las perífrasis de relativo eventivas se suelen formar con una ORL, que, normalmente, enlaza la constituyente escindida SX con la cópula ser, es decir, son oraciones pseudo-hendidas que tienen la estructura {ORL + ser + SX} (cf. Bosque/Gutiérrez-Rexach 2009, 704).151 Como indica Moreno
151 Morales (2005, 86) indica que las oraciones pseudo-hendidas «se caracterizan por enfatizar nuevos eventos o situaciones, más que individuos aislados, y su función es presentarlos con cierto realce en posición final».
5.3 Sintaxis
361
Cabrera (1999, 4252), en el caso de las perífrasis de relativo eventivas la constituyente escindida es una oración que, en el caso del ejemplo (216), sería que luego se lo olvidó mucho, y en (217) que tienen otraa (0,453'')/ otra indumentaria. El verbo copulativo ser es una constituyente necesaria de las perífrasis de relativo, dado que el castellano pide un nexo en este contexto para unir la ORL con la SX. Por tanto, la cópula verbal ser es también imprescindible en la construcción {lo que pasa Ø que}, que une la ORL lo que pasa con la conjunción completiva que, que introduce la constituyente escindida en la construcción que acabamos de ver, pero en la cual se suprime la cópula verbal. Encontramos un total de noventa y tres ocurrencias de estas oraciones pseudo-hendidas o perífrasis de relativo eventivas: en el 80,65% (setenta y cinco ocurrencias) de estos casos, los informantes omiten la cópula verbal ser, mientras que la emplean en el 19,35% (dieciocho ocurrencias). Observamos la omisión de ser en la perífrasis de relativo {lo que pasa Ø que} en dieciocho de los veinte informantes, mientras que documentamos su uso en solo tres de los veinte informantes. Dos de los dieciocho informantes emplean la perífrasis de relativo eventivo con y sin la cópula verbal: los informantes G 09 y G 14. El informante G 05, sin embargo, solo emplea esta perífrasis con cópula verbal. No observamos ningún uso, ni con verbo copulativo ni sin él, en el informante G 42. La constituyente escindida SX de la perífrasis verbal aparece siempre en indicativo: en treinta y tres casos en presente, en once casos en imperfecto, en diez casos en pretérito perfecto simple, en tres casos en perfecto compuesto, en un caso en perfecto pluscuamperfecto y, en seis casos, sin verbo. Documentamos, además, siete ocurrencias en las que los informantes interrumpen su discurso o inmediatamente después de la conjunción completiva que que introduce la constituyente escindida o después de haber empezado la oración subordinada sustantiva. Observamos, también, cuatro casos con verbos infinitos. En ocho ocurrencias el verbo de la constituyente escindida se acompaña de un adverbio de negación: tampoco, ya no, no… nunca, nunca o no. Es de sumo interés destacar que cuatro informantes emplearon en sus respectivas entrevistas únicamente la construcción {lo que pasa Ø que}, es decir, sin el verbo copulativo ser, pero nunca la oración atributiva {la verdad Ø que}, ni sin cópula ni con ella. Frente a eso, observamos que un informante se valía solamente de la oración atributiva con cópula verbal ser, sin emplear la perífrasis de relativo indicada, ni sin cópula ni con ella (cf. tabla 20). El hecho de que podamos hacer constatar al menos uno de los dos tipos de omisión de la cópula verbal ser en dieciocho de los veinte informantes lleva a suponer que se trata de un elemento integrado en el castellano de Getxo. Sin embargo, queda por validar mediante un estudio comparativo si también desde el punto de vista estadístico se puede relacionar con la procedencia de los informantes, si se trata de elemen-
362
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
tos estadísticamente relevantes y si su ocurrencia es más o menos frecuente en el castellano de Getxo que en otras variedades. Además, se trata de un fenómeno empleado en un contexto discursivo medianamente formal como lo fue la entrevista. De ser así, la omisión de la cópula verbal ser parece ser un fenómeno no marcado diafásicamente, si bien es muy probable que la omisión quede relegada a la lengua hablada (lo que sí sería una marcación diafásica o diamésica, según la perspectiva adoptada), hecho que, a nuestro parecer, sería interesante analizar.152 Asimismo, habría que examinar, en futuros estudios, si la omisión en estas construcciones está marcada diatópicamente. El hecho de que la omisión del verbo copulativo en las dos construcciones a las que nos dedicamos en este apartado no sea extrapolable a otras construcciones, no significa que la omisión no pueda (o tenga que) ocurrir también en otras. Sin embargo, nos limitamos al análisis de estas dos construcciones, puesto que eran los casos más llamativos en nuestro corpus y porque se dan ocurrencias en prácticamente todos los informantes, lo que nos ofrece una base de comparación. En la tabla 20 presentamos un resumen de la distribución de la omisión y del uso del verbo copulativo ser en las construcciones {la verdad Ø que} y {lo que pasa Ø que}.
152 Una primera y rápida búsqueda en las páginas web de El Correo (2012b) y del Diario Vasco (2012b) da como resultado que las construcciones que acabamos de analizar {la verdad Ø que} y {lo que pasa Ø que} solo aparecen en apartados en los cuales se transcriben enunciados orales, es decir, lengua hablada. Un primer y rápido rastreo del CREA (RAE 2012) sobre la presencia de la construcción {la verdad Ø que} o bien {La verdad Ø que} llevó al siguiente resultado: de los 510 casos presentes en 394 documentos de la construcción {la verdad Ø que}, 155 se correspondían con el fenómeno descrito por nosotros. De los 97 casos presentes en 80 documentos de la construcción {La verdad Ø que}, 83 casos se correspondían con el fenómeno en cuestión. Así pues, la cópula verbal ser se omitió en 238 casos en los que cabría esperar su uso. De ellos, 115 elementos (48,31% de los casos) pertenecían a la categoría oral y 123 casos pertenecían a otras categorías (autor) como prensa, efímero (correos electrónicos), etc. El rastreo mostró también que 88 elementos procedían de España, 36 de Argentina, 25 del Perú, 21 de Venezuela, 18 de Paraguay y los demás de otros países latinoamericanos. Tras analizar la presencia de la otra construcción {lo que pasa Ø que}, o bien {Lo que pasa Ø que} en el CREA, detectamos lo siguiente: 158 de los 192 casos de {lo que pasa Ø que}, presentes en 133 documentos, se correspondían con el fenómeno descrito por nosotros. Respecto a los 120 casos de la construcción {Lo que pasa Ø que}, presentes en 91 documentos, todos ellos se correspondían con dicho fenómeno. Esto significa que la cópula verbal ser se omitió en 278 casos en los que cabría esperar su uso. El 91,37% de estos casos (254 casos), pertenecían a la categoría oral, mientras que 123 casos pertenecían a categorías escritas como ficción, artes, etc. El análisis arrojó también los siguientes datos: 251 casos procedían de España, 8 de Venezuela, 5 de Argentina, 5 de Paraguay y los demás de otros países latinoamericanos.
la verdad Ø que la verdad es que lo que pasa Ø que lo que pasa es que
N° informante Tipo de construcción
— 3 — 11
23 — 3 3
1 9 10 —
— — 2 —
1 2 10 —
— — 7 —
1 — 2 —
— 1 1 4
1 10 4 —
— — 2 —
— 1 2 —
8 2 8 —
— — 2 —
— 12 6 —
2 10 1 —
— 3 2 —
1 3 2 —
— 4 — —
18 1 6 —
— 1 5 —
G 05 G 09 G 10 G 14 G 17 G 19 G 20 G 21 G 22 G 23 G 29 G 30 G 33 G 35 G 38 G 39 G 40 G 42 G 43 G 45
Tabla 20: Distribución de la omisión y de la aparición de la cópula verbal ser en las oraciones {la verdad Ø que} y {lo que pasa Ø que} entre los informantes del corpus de Getxo.
56 62 75 18
∑
5.3 Sintaxis
363
364
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
5.3.6.2 La sustitución del imperfecto o pluscuamperfecto de subjuntivo por el condicional 5.3.6.2.1 Estado de la cuestión y aspectos teóricos La sustitución del imperfecto o pluscuamperfecto de subjuntivo por el condicional, tanto en la prótasis de la oración condicional potencial e irreal, como en la oración subordinada adverbial final, en la oración adjetiva de relativo o en la oración subordinada sustantiva con verbos de mandato ha sido considerada y sigue considerándose como particularidad del castellano hablado en el País Vasco. Sobre este tema, y con respecto al castellano del País Vasco pueden, verse los trabajos de Etxebarria Arostegui (2000) y Pato (2004), donde se aborda este fenómeno, así como los pasajes dedicados a este aspecto en diversos artículos y en obras introductorias a la lingüística, a la lingüística de contacto y a la dialectología. A ello se refieren, entre otros, Llorente Maldonado de Guevara (1965, 336), Echaide (1968, 69–70), Muñoz Cortés (1992, 593), Urrutia Cárdenas (1988, 40–42; 1991, 222–223; 1995, 255–256; 2002b, 249; 2006b, 487), García Mouton (1996, 53), Fernández Ulloa (1997, 205; 2001a, 117–122), Hualde, Antxon y Escobar (2001, 347), Oñederra (2002, 268; 2004, 1108–1109), Klee y Lynch (2009, 42–47), Kabatek y Pusch (2009, 198) y Fernández-Ordóñez (2012, 38–40). No obstante, hay que señalar que no se trata de un fenómeno que se pueda observar únicamente en el castellano de esta zona. La sustitución del imperfecto o pluscuamperfecto de subjuntivo por el condicional también ha sido descrita —sobre todo para la oración condicional— en otros ámbitos castellanohablantes, tanto en España, como en otras zonas del dominio hispano, por ejemplo, Castilla La Vieja (Silva-Corvalán 1984), Nafarroa/Navarra (Bueso Oliver 1980; Pérez-Salazar Resano 1998), La Rioja (Ridruejo 1975), Canarias (Serrano Montesinos 1995), Argentina, Chile, Ecuador, el sur de Colombia, Guatemala y Santo Domingo (Kany 1969, 197–198), Buenos Aires (Lavandera 1979) y en los cubanos en Miami (Lynch 1999).153 En vista de esta extensión del fenómeno, Landa y Franco (1999) opinan que la sustitución del imperfecto o pluscuamperfecto de subjuntivo por el condicional no es un rasgo característico del castellano del País Vasco, justamente porque esta sustitución no se da exclusivamente en el castellano de esta zona, sino que aparece también en otras variedades del castellano: «There are other features, such as the use of the conditional in lieu of the subjunctive, that are not exclusive of Basque Spanish and, consequently, cannot be regarded, at least by
153 Lynch, Andrew, The subjunctive in Miami Cuban Spanish: bilingualism, contact, and language variability, Minneapolis, University of Minnesota, 1999 (tesis doctoral; accesible en: ), ápud Klee y Lynch (2009, 49).
5.3 Sintaxis
365
themselves, as differentiating traits with respect to other Peninsular varieties» (Landa/ Franco 1999, 572, nota 2).154
A pesar de la postura adoptada por Landa y Franco (1999), estudiamos enseguida si la sustitución del imperfecto o pluscuamperfecto de subjuntivo por el condicional se da o no en nuestro corpus, ya que la apariencia de un fenómeno en distintas variedades no impide que pueda considerarse como característica de una variedad en particular.155 En cuanto a las causas de la sustitución del imperfecto o pluscuamperfecto de subjuntivo por el condicional, existen distintas posturas frente a la pregunta de si se trata o no de una interferencia del euskera que se ha integrado en el castellano.156 Lago Alonso (1968) y Silva-Corvalán (1984) se inclinan por esta hipótesis porque observan el fenómeno en una zona de coexistencia de estas dos lenguas, en el territorio del País Vasco. Según Silva-Corvalán (1984), esta sustitución podría ser causada por el escaso uso que se hace del subjuntivo en el euskera hablado, ya que, en su lugar, se emplearía «el pasado del futuro»: «the subjunctive is […] reported to be rare or non-existent in spoken Basque […]. Thus, the form used in contexts where a past subjunctive would be expected in standard Basque is the past of the future, i.e. a form which corresponds to the Spanish conditional. […] [Such] constructions […] may have constituted the source of the substratal influence» (SilvaCorvalán 1984, 597).
Urrutia Cárdenas (1988; 1991; 1995; 2006b) sostiene una postura parecida, aunque no aboga completamente por la mencionada interferencia, sino que considera 154 Siguiendo esta postura habría que cuestionar la clasificación, por ejemplo, de la omisión de los pronombres clíticos de tercer persona del CD, que los autores consideran como rasgo diferenciador, puesto que esta se da también en otras variedades del castellano (cf. 5.3.4.2.1). Obviamente, a la hora de estudiar el fenómeno los autores se basan únicamente en sus rasgos gramaticales, pasado por alto la frecuencia de uso, aun cuando ésta última puede ser diferente según la variedad empleada y actuar como un rasgo diferenciador. Tampoco consideran la marcación diasistemática que conlleva la sustitución del imperfecto o pluscuamperfecto de subjuntivo por el condicional en la prótasis de la oración condicional potencial o irreal en cada variedad. Por estas razones, la ocurrencia del fenómeno en otras zonas no constituye, a nuestro parecer, un argumento válido y aceptable para rechazar que se trate de una característica del castellano de la zona vasca. 155 Solo sería una característica diferenciadora de una variedad si, por ejemplo, su frecuencia de uso no fuera la misma respecto de otras variedades o si presentara una marcación diasistemática distinta. 156 Véase los trabajos de Pato (2004, cap. 2) y Porcar Miralles (1991, 137–147), quienes tratan más detalladamente las diferentes posturas al respecto de la sustitución del imperfecto o pluscuamperfecto de subjuntivo por el condicional.
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5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
dicha sustitución como «una posibilidad del sistema; el neutralizar una oposición poco rentable» (1988, 41). Fernández Ulloa (1997) apoya esta explicación, afirmando que «la situación de contacto [entre el euskera y el castellano] facilita la neutralización» (1997, 205) y, por lo tanto, el surgimiento de este fenómeno.157 No obstante, esta hipótesis es rechazada por Ridruejo (1975) y otros autores, entre ellos Echaide (1968), Pato (2004) y Oñederra (2004). Pato (2004) documenta en su estudio dialectológico-variacional una bipartición de la ocurrencia de la sustitución que, sin embargo, tiene poca incidencia en las zonas vascas, por lo que el autor descarta la hipótesis de que la sustitución se debe a la influencia del euskera en el castellano: «Según los resultados, se pueden distinguir dos grandes áreas si atendemos a la intensidad en la manifestación del fenómeno: un área focal, que comprende la Castilla Vieja, el sur de Cantabria, el occidente de Vizcaya, el norte de Palencia, la Navarra media y las provincias de Álava y La Rioja; y un área residual, el norte de Cantabria, el oriente de Vizcaya, Guipúzcoa, la Navarra septentrional y meridional, el sur de Palencia, el este de León, y el norte de las provincias de Valladolid, Segovia y Soria […]. Esta disposición geográfica de la intensidad del fenómeno permite desechar la hipótesis del contacto lingüístico, pues la incidencia del mismo, en intensidad y contextos sintácticos, es mucho menor en las áreas hoy vascófonas» (Pato 2004, 252).
Pato indica, además, que su rechazo a la hipótesis de la influencia del euskera en el castellano se basa en el hecho de que en algunos de sus informantes, que revelaron ser hablantes bilingües euskera-castellano de las zonas de Meagas (Gipuzkoa), Ermua y Lekeitio (Bizkaia), no pudo documentar la sustitución (2004, 263). También en otras zonas, Pato solo pudo encontrar porcentajes bajos de sustituciones del imperfecto o pluscuamperfecto de subjuntivo por el condicional o por el imperfecto de indicativo —no estudia las categorías por separado— en los
157 Etxebarria Arostegui (2008, 85) adopta, también, una postura que se podría calificar como intermedia. Es sumamente interesante que los textos de Oñederra (2004, 1108–1109) y Etxebarria Arostegui (2008, 85) —que citamos en seguida— acerca de este fenómeno concuerdan palabra por palabra. Únicamente difiere el inicio de las frases, ya que Etxebarria Arostegui, como hemos dicho, no excluye totalmente la posibilidad de la influencia vasca, descartada por completo por Oñederra (2004): «no podría explicarse como influencia del vasco, porque en esa lengua nunca se da la confusión entre condicional y subjuntivo, ni coincidencia entre las formas verbales de la prótasis y de la apódosis de las oraciones condicionales» (2004, 1108–1109, cursivas de Ch. P.-K.) y «no se podría explicar únicamente por influencia del euskera, porque en esa lengua nunca se da la confusión entre condicional y subjuntivo, ni coincidencia entre las formas verbales de la prótasis y de la apódosis de las oraciones condicionales» (Etxebarria Arostegui 2008, 85, cursivas de Ch. P.-K.). En el caso señalado, Etxebarria Arostegui (2008) no hace referencia al artículo de Oñederra (2004).
5.3 Sintaxis
367
distintos contextos sintácticos analizados. Los categoriza como medio-bajo (25–50%), por ejemplo en Ispaster (25%), o como medio-alto (50–75%), en el caso de Atxondo (55,6%) —ambas localidades están situadas en Bizkaia—, en comparación con el número de sustituciones en las demás localidades examinadas (2004, 137–141). Ridruejo (1975, 126–127), por su parte, señala que la sustitución del imperfecto o pluscuamperfecto de subjuntivo por el condicional es un fenómeno bastante extendido: tiene lugar en zonas más amplias que las vascas castellanohablantes y las áreas limítrofes en el territorio español. Como subraya el autor (1975, 127), incluso es posible observar la sustitución en algunas variedades del francés en áreas tan lejanas como la argelina o la belga. El autor opina que no puede tratarse de un fenómeno que haya surgido del contacto lingüístico, sino que tiene que tratarse, más bien, de un cambio interno que hay que explicar a partir del sistema verbal del castellano (Ridruejo 1975, 126–134). Partiendo de la teoría de Ridruejo (1975), Veiga (1991) expone la siguiente explicación acerca de las causas: «Atendendo a estas prótases, observamos que a sustitución non produciu inicialmente modificación na actuación do sistema, senón, como ben expuxo Ridruejo [1975] […] un cambio na norma. Fronte á oposición que o español standard expresa formalmente como si + IND Ø / si + SUBX 2, si en estos momentos Pedro está / estuviera~-se en casa…, o español septentrional altera a serie modal da forma que expresa irrealidade, pero, e isto é o importante para o sistema, a oposición ±irreal, única funcional nas prótases, manténse, agora expresada como si + IND Ø / si + IND 2: si en estos momentos Pedro está / estaría en casa… Nunha palabra: nas prótases con si, como nos outros contextos en que non funciona a oposición indicativo / subxuntivo, a sustitución das formas subxuntivas irreais afecta tan só á expresión da oposición que non é funcional, polo que resulta perfectamente admisible para o sistema. A neutralización desta oposición permite que formas dunha serie podan ser sustituídas por formas da outra, pero que esa posibilidade chegue a ser un feito esixe a actuación dalgún factor que a poña en marcha, e no caso concreto das prótases con si existe ese factor: a redundancia na expresión da única oposición funcional nelas: ±irreal, que no español -ou galego- común ten lugar entre formas no irreais e indicativas de acordo coa norma e formas irreais que ademais son, de novo por condicionamento da norma, subxuntivas. A sustitución de formas de SUBX 2 por formas de IND 2 elimina a hipercaracterización que se rexistra na expresión das prótases condicionais construídas con si; é, polo tanto, explicable sen problemas como eliminación, nuns territorios determinados, dunha redundancia, eliminación que constituíu o primeiro paso na reorganización do sistema de oposicións modais
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5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
operada cando as formas en ría sustitúen ós ‹imperfectos de subxuntivo› en tódolos contextos […]» (Veiga 1991, 514–515).158
Es decir, según Veiga (1991), tanto en las oraciones condicionales con si como en otros contextos sintácticos que requieren imperfecto o pluscuamperfecto de subjuntivo, el uso del condicional se debe a una sustitución de las formas del subjuntivo por la forma del indicativo (condicional o IND 2) que no va acompañada de un cambio de las funciones, que siguen siendo las del subjuntivo. El rechazo al contacto lingüístico entre el castellano y el euskera como causa de la sustitución del imperfecto o pluscuamperfecto de subjuntivo por el condicional se ve sostenido, además, por los resultados de algunos trabajos de Isasi Martínez (1998b; 2002a; 2002b) y Ramírez Luengo (2006a). Como señalan estos autores, por falta de documentos todavía no se ha podido documentar el uso del condicional en lugar del imperfecto o pluscuamperfecto de subjuntivo, al menos en la oración condicional, en cartas privadas y documentos notariales procedentes de Bizkaia y Gipuzkoa en la época medieval, «lo que parece indicar la ausencia de esta estructura en el romance bajomedieval de la zona, y su coincidencia en este caso, por lo tanto, con los usos habituales del castellano de la época» (Ramírez Luengo 2006a, 398).159 En su estudio de cartas privadas del siglo XVIII, procedentes de guipuzcoanos emigrados a las Indias, Ramírez Luengo (2006) tampoco pudo comprobar la sustitución del imperfecto o pluscuamperfecto de subjuntivo por el condicional, por lo que es de suponer que la aparición del fenómeno en el castellano hablado (y escrito) en el País Vasco es más reciente. En lo referente a la distribución diatópica y diastrática del fenómeno de la sustitución del imperfecto o pluscuamperfecto de subjuntivo por el condicional en el País Vasco, Lago Alonso (1968) señala que «en el castellano de esta zona [el País Vasco] se registra en todas las capas sociales un abandono total de las formas de subjuntivo, tanto simples como compuestas, que son sustituidas por los potenciales simples y compuestos correspondientes» (Lago Alonso 1968, 1787).
158 A modo de explicación, queremos señalar que Veiga (1991, 504) atribuye los siguientes valores a las abreviaturas empleadas en la cita: IND Ø: Indicativo + non irrealidade + non incertidumbre; IND 2: Indicativo + irrealidade; SUBX 2: Subxuntivo + irrealidade. 159 Hay que tener en cuenta que se trata de datos procedentes de la lengua escrita, si bien el género de las cartas privadas es probablemente el que se acerque más a la lengua hablada de la época, cuya documentación, por razones obvias, no es posible. Para datos acerca de este desarrollo en el romance de Nafarroa/Navarra véanse también Porcar Miralles (1991), PérezSalazar Resano (1998) y Saralegui (1971).
5.3 Sintaxis
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En opinión de este autor, la extensión y distribución de la sustitución del imperfecto o pluscuamperfecto de subjuntivo por el condicional no se da solo en todos los contextos lingüísticos, tal y como sostienen varios autores, entre ellos Urrutia Cárdenas (2006a). Más bien se trata de un fenómeno que no está marcado ni diatópicamente en el País Vasco, ni diastráticamente ya que, como señala Lago Alonso (1968), puede encontrarse en hablantes de «todas las capas sociales». Esta opinión es compartida por Echaide (1968), quien afirma que el uso del condicional, al menos en la oración condicional y en las subordinadas con verbos de mandato y en las adverbiales finales, «se extiende a todo el dominio vasco» (1968, 69). Fernández Ulloa y Portillo Mayorga (2001) también sostienen la misma posición. No obstante, extienden el radio de difusión del fenómeno en cuestión y aseveran que «el uso del condicional en lugar del imperfecto de subjuntivo es una práctica extendida en el norte peninsular, en todos los niveles culturales (aunque parece ser más frecuente en los bajos)» (2001, 69). Ahora bien, si la extensión de la sustitución del imperfecto o pluscuamperfecto de subjuntivo por el condicional fuera total, es decir, si se pudiera encontrar realmente en hablantes de «todas las capas sociales» o «todos los niveles culturales», no estaría marcada diastráticamente. Más bien estaría marcada diatópicamente, ya que su extensión sería, como lo han indicado varios estudios, equivalente al castellano septentrional (Pato 2004) o a un «español regional» (Koch/Oesterreicher 1990, 217). Esta área abarcaría tanto el País Vasco como las provincias limítrofes de Burgos y Santander, radio que tendríamos que ampliar a Castilla y León (Castilla La Vieja), Nafarroa/Navarra y La Rioja, puesto que se ha documentado también en estas zonas, como hemos indicado al principio de este apartado. Esta zona se ha designado últimamente, también, como «español norteño» (Gómez Seibane/Sinner 2012, 13–15; cf. también cap. 1.1, nota 20).160 Sin embargo, creemos que el fenómeno en cuestión, al menos en el País Vasco, está diastráticamente marcado ya que, como indica Urrutia Cárdenas (1991) a modo de conclusión de su estudio realizado en Bilbao,«[l]a frecuencia de uso y la valoración subjetiva indican que, en la alternancia, las formas prescriptivas tienen una preferencia directamente proporcional con el mayor nivel sociocultural de los hablantes» (1991, 222). Esta postura la encontramos también en Fernández Ulloa y Portillo Mayorga (2001, 69) y se revela igualmente en PérezSalazar Resano (1998), quien señala, con respecto a Nafarroa/Navarra, que la sustitución del imperfecto o pluscuamperfecto de subjuntivo por el condicional
160 Véase acerca de la extensión también Fernández-Ordóñez (2012, 37–40).
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5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
«no se produce en aquellos hablantes cultos que, por su formación e información, han reflexionado sobre la consideración vulgar de este fenómeno» (1998, 813).161 Etxebarria Arostegui (2000), que analiza exclusivamente la distribución de los tiempos verbales en la oración condicional —apódosis y prótasis— en Bilbao, destaca que los datos de su estudio dejan ver una marcación diastrática. Haciendo referencia a la sustitución del imperfecto y pluscuamperfecto de subjuntivo tanto en las oraciones potenciales como en las hipotéticas irreales no referidas al pasado, Etxebarria Arostegui señala que esta marcación diastrática se caracteriza por el empleo del condicional en este contexto por parte de los hablantes pertenecientes a «los niveles más bajos, y las generaciones mayores [, que son] los que propician su aparición, nunca el conocimiento del euskera» (2000, 352, véase también 354).162 Pato (2004) señala acerca de la sustitución que, en su corpus, las variables más decisivas eran la movilidad y también la instrucción de los informantes, lo que repercutía, sobre todo, en el uso por parte de las mujeres, quienes, menos móviles y menos educadas, utilizaban más las formas sustitutas que las del subjuntivo: «La sustitución se ve favorecida levemente en las mujeres respecto de los hombres. Dentro del sexo femenino, la diferencia se potencia más en el área del ‹Alto Ebro›. El mantenimiento de la sustitución parece estar promovido, según una tendencia general, por los grupos más ‹conservadores› lingüísticamente: mujeres de la tercera generación y del nivel sociocultural bajo. No obstante, el ‹Sexo› no parece ser un factor completamente decisivo en la evolución de la sustitución, sino la falta de movilidad e instrucción que caracterizan a las mujeres de las zonas rurales: circunscritas a un ámbito de acción reducido en el que la familia ocupa un lugar prioritario, se sienten ‹solidarias› con el modo autóctono y conservan la forma no estándar» (Pato 2004, 310).
Resumiendo los datos de los trabajos empíricos, puede decirse que los contextos en los que más se ha documentado la sustitución del imperfecto o pluscuamperfecto de subjuntivo por el condicional son los siguientes (cf. Ridruejo 1975; Urrutia Cárdenas 1988; Rodríguez Llopis 1997; Etxebarria Arostegui 2000; Fernández Ulloa 2001a; Pato 2004): 1. 2. 3.
Oraciones subordinadas adverbiales condicionales (la prótasis); Oraciones subordinadas adverbiales finales del tipo para que; Oraciones subordinadas sustantivas;
161 Echenique Elizondo (1996b, 68) también lo considera como «vulgarismo» que existe tanto en este área como en otras castellanohablantes. 162 Véase nuestra crítica al respecto del estudio de Etxebarria Arostegui (2000) en el capítulo 2.4.2.
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4. Oraciones adjetivas de relativo; 5. Oraciones subordinadas adverbiales modales del tipo como si.163
5.3.6.2.2 La sustitución del subjuntivo por el condicional en el corpus de Getxo A continuación analizamos los diferentes tipos de sustituciones del imperfecto o pluscuamperfecto de subjuntivo por el condicional en nuestro corpus. Queremos recordar que, puesto que se trata de un corpus basado en datos orales recogidos en entrevistas libres, y a pesar de que intentamos provocar estructuras como «si pudieras cambiar… ¿qué cambiarías?», no era posible incitar el uso de tales estructuras en todos los informantes. Es un objetivo difícil de alcanzar, ya que hay que crear contextos hipotéticos adecuados, y sin que el informante se dé cuenta de que el interés radica en su forma de hablar. Por tanto, el número de ocurrencias en algunos contextos es muy escaso. En total, la sustitución del imperfecto o pluscuamperfecto de subjuntivo por el condicional solo se produjo en veintinueve de las ciento veintiuna construcciones susceptibles de presentarla.164 En el análisis, seguimos la lista de contextos que enumeramos al final del apartado precedente por ser los contextos exactos en los que documentamos la sustitución. Queremos resaltar de antemano que no observamos casos de sustitución del pluscuamperfecto de subjuntivo por el condicional en la oración condicional hipotética irreal. En lo que atañe, en primer lugar, a las oraciones condicionales, podemos afirmar que, en nuestro corpus, solo hemos podido documentar la sustitución del imperfecto de subjuntivo por el condicional en la prótasis de la frase condicional y no la del pluscuamperfecto de subjuntivo. Hay que advertir que en ocho informantes —G 42, G 40, G 30, G 17, G 14, G 10, G 09 y G 05— no se dio ninguna sustitución en la prótasis de la frase condicional, aunque usaron prótasis de oraciones condicionales. Otros cuatro informantes —G 20, G 21, G 23 y G43— no emplearon ninguna prótasis de oración condicional potencial o hipotética durante toda la entrevista. Por tanto, los ejemplos que documentamos proceden de los restantes ocho informantes. Encontramos, en total, cincuenta y siete prótasis de oraciones condicionales. Los informantes emplean el condicional en veinte ocurrencias (35,09%), todos los verbos son verbos en condicional simple. Documentamos solo ejemplos de ora-
163 Pato (2004) considera las oraciones con como si oraciones modales, mientras que Fernández Ulloa (2001a) las clasifica como oraciones comparativas y Rodríguez Llopis (1997) como oraciones condicionales modales. Ridruejo (1975) habla al respecto de «construcciones introducidas por como si» y De Bruyne (2002) de «Kombinationen» ‘combinaciones’. 164 Estas veintinueve sustituciones serán nuestro punto de referencia para indicar los porcentajes de sustitución en el contexto correspondiente.
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ciones condicionales potenciales e irreales no referidas al pasado, que se emplean con condicional, como se puede ver en los ejemplos (218) a (221). (218) G 22: pero lo quiere/ pero pues, sin más, lo tenían claro o seaa (0,573'') al crío toda la vida en euskera A: mh, mh . G 22: sin ninguna duda A: mh .. G 22: pero bueno . si tendría que hacer una carrera, y la calidad de la carrera . estu/ estaría en el idioma te aseguro que eligería calidad y no un idioma ¡eh! (E 9/G 22/ 386–387) (219) G 33: no la han dejado, ahí entró ETA . A: ah G 33: y empezaron a poner bombas ahí ah y se paralizó ahí buah unos miles de millones miles de millón está ahí metido pero ¡no!, eso sí, si irías con barco por [la] A: [sí] G 33: costa [verías] A: [sí] G 33: el mamotreto las cúpulas y todo eso de la central nuclear pero está ahí muerta (E 13/G 33/629–630) (220) G 29: A: G 29: A: G 29: A: G 29: A:
¿tú has visto Getxo cómo es de bonito? sí ¿qué te parece? me parece muy bonito muy bonito y un sitio para vivir ¿y si tú vivirías en Getxo qué harías? . pues . creo que/ .. no sé depende de/ de la cantidad de dinero que tengo ¿no? (E 11/ G 29/507–508)
(221) G 29: A: G 29: A: G 29:
¿eh? mh ts y claro Algorta es muy normalito mh con que tú imagínate si quitaríamos Algorta . solamente Las Arenas y Neguri sería . el municipio de toda España A: mh . G 29: zona de España con mayor nivel de vida, con mucho [pero] A: [mh] G 29: con diferencia . con diferencia (E 11/G 29/500)
Encontramos, además, un ejemplo de una oración condicional que no está introducida por si pero que, sin embargo, tiene el valor de potencial, como puede verse en el ejemplo (222):
5.3 Sintaxis
(222) A: G 33: A: G 33:
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y si no te hace falta no, no, no gracias a Dios en el trabajo nada ¿y así que te/ tampoco te has propuesto en algún momento a volver a estudiarlo? . ¡que no valgo! que ya te digo que no valgo para estudiar vería/ . me pondrías allí en el/ un párrafo en euskera y te sabría leer y seguro pero diría "puuh (0,5'') me duermo" [ no puedo no puedo yo] (E 13/G 33/661)
La mayoría de las prótasis de la oración condicional potencial o irreal no referida al pasado (treinta y siete ocurrencias) aparece, no obstante, con el subjuntivo: en diecisiete ocurrencias con imperfecto de subjuntivo y, en veinte ocurrencias, con pluscuamperfecto de subjuntivo. Sin embargo, hay que señalar que algunos de los informantes que emplean el condicional usan también el subjuntivo en este mismo contexto de condicionales potenciales o irreales no referidas al pasado (G 19, G 22, G 35, G 38 y G 45). En los casos de la informante G 22 y del informante G 45, el condicional fue utilizado en contextos discursivos que tenían que ver con sus hijos, es decir, cuando los informantes estaban emocionalmente más involucrados que en otros momentos en los cuales tal vez podían controlar mejor su habla. El hecho de que se encontraran en una situación medianamente formal, como es una entrevista con una persona desconocida, no fue ningún obstáculo para el empleo del condicional en la prótasis de la oración condicional. En el hablante G 45 notamos, además, que el uso del condicional solo apareció en el último tercio de la entrevista, probablemente porque había olvidado la grabadora o porque estaba cansado. A nuestro modo de ver, podemos deducir, al menos para los hablantes que cambiaron entre el imperfecto de subjuntivo y el condicional, que estos pueden controlar el empleo de subjuntivo en este contexto oracional, posiblemente porque hayan aprendido que deberían usarlo en la oración condicional potencial e irreal no referida al pasado. El hecho de que en los discursos de algunos hablantes no aparezca ninguna sustitución del imperfecto o pluscuamperfecto de subjuntivo por el condicional en ninguno de los contextos descritos se puede deber a razones muy distintas. Una de ellas podría ser el hecho de que el uso del condicional en tales contextos esté estigmatizado, como ya lo hemos visto en algunos comentarios. Así, tanto Echenique Elizondo (1996b) como Pérez-Salazar Resano (1998) lo tachan de vulgarismo que no suele ocurrir en hablantes cultos. Tal estigmatización también se puede deducir de las palabras de Lago Alonso (1968), quien afirma al respecto de esta sustitución: «Se reacciona, naturalmente, contra esta pérdida del subjuntivo, desde la cátedra, desde el púlpito, etc., pero la ley del menor esfuerzo se impone y son muy pocos los hablantes que emplean correctamente estas formas en el castellano de esa zona» (Lago Alonso 1968, 1787).
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5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
Puesto que la sustitución del imperfecto o pluscuamperfecto de subjuntivo por el condicional se atribuye, sobre todo, a hablantes pertenecientes a estratos socioculturales bajos, es probable que haya sido objeto de la instrucción académica, al menos en los individuos menores de cuarenta y cinco años. Este hecho puede inferirse de afirmaciones como las de Fernández Ulloa y Portillo Mayorga (2001), quienes señalan su intención de «poner en relieve ciertos usos incorrectos en relación al empleo del subjuntivo» (2001, 65). Además quieren «llamar la atención sobre las deficiencias del castellano de cada zona o de cada grupo y, a partir de ellas, elaborar textos escolares adaptados a cada situación» (2001, 66). Muestra de tal estigmatización es también la afirmación de la informante G 14 sobre el uso del condicional en la prótasis de la oración condicional en lugar del imperfecto o pluscuamperfecto de subjuntivo (223): (223) A: mh . y tu novio por ejemplo ¿qué/ . ¿tiene/ ¿comete muchas fallas o? G 14: tampoco mucho ¿sí?/ o sea tú hablas perfectamente con él [pero] A: [sí] G 14: igual . eeh (0,54'') "si hubiera hecho" eeh (0,613'') . son f/ . mmh (0,447''), formas de hablar que[eh/] A: [sí] G 14: "yo habría hecho" o sea .. "si hubiera hecho esto no sé qué no sé cuántos" y él/ ellos siempre en/ "habría habría habría" A: mh G 14: o/ y/, y en escribir cometen fallos pues eso en bes165 uves166, tampoco/ a ver . no pienses quee (0,92'') son unos cenutrios [] A: [] G 14: es que sí, sí saben A: sí G 14: pero sí, sí se les vee (0,473'') algún . deje que no/ A: y esto del/ del "si" y condicional [¿no es?] G 14: [sí] A: mmmh (1,04''), ¿viene del/ del euskera, o? . G 14: ¿cómo? A: que/ por qué no sé la/ este del/ que/ que cambian que [dicen "si podría"] G 14: [ya, no sé por qué] G 14: nno (0,433'') sé por qué, sabes porque tampoco no sé yo mucho del euskera no sé si es que no hay ni una forma enn (0,44'')/ en euskera A: mh G 14: eh para decir "hubiera hecho [esto"], A: [mh] G 14: pues eso ¿qué es?, [subjuntivo] … (2,473'') A: [subjuntivo]
165 . 166 .
5.3 Sintaxis
375
G 14: A: G 14: A: G 14: A: A:
igual en euskera no hay eso siempre se utiliza el condicional mh igual . al traducirlo ellos se/ utilizan eso mh . yo siempre se lo corrijo . ["hubiera hubiese" "hubiera hubiese" ] [] ¿y es un/ es un/ es un fallo que también comete gente que no habla euskera? ¿que se/ ¿que es típico de aquí? G 14: puede ser . mh . (E 4/G 14/165–166)
La hipótesis de la estigmatización también la vemos sostenida, por un lado, por los datos presentados por Etxebarria Arostegui (2000), quien señala la tendencia hacia las formas prescriptivas por parte de las generaciones más jóvenes. Por otro lado, en nuestro corpus se dio una ocurrencia del condicional en la prótasis de la oración condicional potencial, uso que fue corregido inmediatamente por el informante G 38 hacia una forma de subjuntivo. Podría decirse que el informante quería cambiar el contenido de su enunciación, pero también permite suponer que este uso resulta marcado, o incluso estigmatizado como inculto, para el informante (224): (224) A: pero porque los alumnos tampoco son [los mismos ¿no?] G 38: [ya eso] G 38: la verdad que es un chollo ¡eh! porque lo pienso yo, si yo sabría/, si m/ si me gustase la educación, la verdad es que es . el trabajo/ mejor trabajo tú sabes el tener verano . ss (0,46'')/ aquí s/ aquí Semana Santa navidades .. puentes [huelgaas (0,513'')] A: [sí] (E 15/G 38/ 768–769)
Finalmente, queremos señalar que no documentamos ninguna oración hipotética irreal referida al pasado formado con condicionales compuestos, ya que todas las oraciones de este tipo (veinte ocurrencias) se formaron con el pluscuamperfecto de subjuntivo. Observamos, en segundo lugar, el uso del condicional en varias oraciones subordinadas adverbiales finales con para que: de un total de diez oraciones subordinadas adverbiales finales introducidas con para que, en cuatro ocurrencias se emplea el condicional. No obstante, las cuatro ocurrencias se dan en una sola informante (G 20), como puede verse en el ejemplo (225): (225) G 20: ts y a este otro Mungia era/ sí a Mungia eso es . yy (0,947'')/ ¿Mungia es dónde está la virgen? sí virgen de Mungia sí . iban a coger pa/ a comprar patatas A: mh ..
376
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
G 20: y, para que no se los quitarían all (0,72'')/ los de fidato que se llamaba entonces que sería pues algunos municipales o yo no me/ no me explico cómo sería eso . pues iban por el monte/ pasaban el monte . para no pasar por la/ por el centro de laa (0,553'')/ de la capital para que no les quitarían porque les quitaban (E 7/G 20/297)
En los cuatro casos, la informante usa siempre el condicional simple. Registramos, por otra parte, seis oraciones subordinadas adverbiales finales del mismo tipo, en las que cuatro informantes diferentes siempre usan el imperfecto de subjuntivo. Documentamos, en tercer lugar, dos usos del condicional en dos oraciones subordinadas sustantivas: una en función de sujeto (226) y otra en la de CD (227), ambas enunciadas por un mismo informante (G 29): (226) A:
G 29: A: G 29: A: G 29: A: G 29: (227) A: G 29: A: G 29: A: G 29: A: G 29:
sí . y . ¿cómo vivieron tus/ bueno tu padre y tus tíos ¿cómo/ ¿cómo vivieron ellos . eeh (0,527'') el fin de la dictadura, de Franco, de la época de Franco? bueno … (2,513'') mi tío (nombre de hombre) y mi tío (nombre de hombre) .. que eran el anarquista y el/ . el socialista digamos [¿no?] . [mh] laa (0,733'')/ el fin de la dictadura, bueno … (2,207'') se alegraron, de que se muera Franco sí pero les dio mucha pena que se moriría de viejo . mh . y lo que entendían es que dejó . todo atado y bien atado [es decir] . (E 11/G 29/536) es una/ bueno son muchas épocas diferentes ¿no? qué has vivido . ya como/ me imagino . bueno la dictadura la transición y luego . sí . la época democrática si queremos decir así sí . sí sí sí sí son épocas diferentes mh con edades diferentes y yo, me alegro en el alma, de que . la época de/, del fin de la dictadura me cogería con la edad que me cogió mh ¿no? . porque si te coge ahora, se vive de otra forma [pero] (E 11/G 29/540)
Visto este pequeño número de ocurrencias del condicional en oraciones subordinadas sustantivas, queremos hacer hincapié en que en el corpus documentamos, en cambio, una mayoría de oraciones subordinadas sustantivas (treinta y tres ocurrencias) en las que los informantes emplean imperfecto o pluscuamperfecto de subjuntivo. En cuarto lugar, observamos el empleo del condicional simple en una oración adjetiva de relativo, que ilustramos en el ejemplo (228):
5.3 Sintaxis
(228) A: G 19: A: G 19: A: G 19: A: G 19: A: G 19:
377
y/ pero la/ bueno/ ¿tu dirías que la gentes/ todos los que habla/ antes también hablaba euskera también hablaban castellano? sí algunos sí mmh (0,513''), bueno en general casi todos pero algunos no algunos solamente hablaban en euskera mh en los caseríos . pues no se salía, de las casas .. mh por eso todo qu/ hay en/ en/ ha/ ha/ los ancianos todos morían en casa mh la mujer no salía de casa, cuidaba la familia cuidaba la casa al abuelo a la tía al tío todos que haría falta mh pero claro en los años sesenta eso cambió .. y la mujer ya quería vivir . (E 6/G 19/ 251)
No obstante, como en el caso de las oraciones subordinadas sustantivas, la mayoría de las oraciones adjetivas de relativo aparece con imperfecto o pluscuamperfecto de subjuntivo (once ocurrencias). Documentamos, por último, una oración subordinada adverbial modal del tipo como si, que presentamos en el ejemplo (229): (229) G 33: ayh la juventud toda con la marihuana con la esta el otro con la planta ahí en casa "como vaya yo te la voy a cortar" digo A: [ sí] G 33: [chavales todos tienen la planta de marihuana ahí y digo "¿pero será posible?"] G 33: lo tiene ya alta alta digo "bueh esto/ esto . tiene que verte la chalaina subir [y/ y/ y/ y cortarla" ahí la tiene] A: [] G 33: al solcito encima cuando les está dando el sol ahí las tiene como si sería eso . "oro en paño" digo A: sí G 33: chavales . para eso, listo andan, para estudiar no . (E 13/G 33/667)
Como en los casos anteriores, documentamos más ocurrencias de la oración modal del tipo como si que llevan imperfecto o pluscuamperfecto de subjuntivo (diez ocurrencias), que oraciones en las que se da la sustitución por el condicional (una ocurrencia). En suma, podemos afirmar que la sustitución del imperfecto de subjuntivo por el condicional se da mayoritariamente en oraciones condicionales, sean estas potenciales o irreales no referidas al pasado. En mucha menor medida, documentamos también la sustitución del imperfecto de subjuntivo por el condicional en oraciones subordinadas adverbiales finales y en oraciones subordinadas sustanti-
378
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
vas. Apenas se da esta sustitución en oraciones adjetivas de relativo y en oraciones subordinadas adverbiales modales del tipos como si. Resumimos estos datos en la tabla 21. Tabla 21: Número de las sustituciones del imperfecto de subjuntivo por el condicional en los distintos tipos de oraciones del corpus de Getxo. Tipo de oración prótasis de la oración condicional prótasis de la oración condicional sin si oración subordinada adverbial final con para que oración subordinada sustantiva oración adjetiva de relativo oración subordinadas adverbiales modales
Número de sustituciones 20 1 4 2 1 1
Los resultados corroboran las conclusiones expuestas por Rodríguez Llopis (1997) y otros, y muestran, a pesar del escaso número de ocurrencias, que el contexto que más favorece su aparición es la prótasis de la oración condicional potencial o irreal no referida al pasado. Sin embargo, como hemos señalado, ocho informantes no emplearon el condicional en este contexto y cuatro no emplearon ninguna oración condicional potencial, ni irreal referida al pasado ni irreal no referida al pasado, en toda la entrevista. Queremos advertir, sin embargo, que el informante G 29 no empleó ni el imperfecto ni el pluscuamperfecto de subjuntivo, sino siempre el condicional en la prótasis de la oración condicional y en las oraciones subordinadas sustantivas referidas al pasado. Esto podría tomarse como indicio de que, en el caso de este informante en particular, es poco probable el uso del imperfecto o pluscuamperfecto de subjuntivo en los contextos indicados, pero no permite extraer conclusiones acerca de la comunidad de comunicación en general o del grupo de hablantes examinado. No podemos afirmar con seguridad que la sustitución del imperfecto de subjuntivo por el condicional en la prótasis de la oración condicional potencial o irreal no referida al pasado sea un fenómeno integrado en la variedad del castellano de Getxo, dado que, para tener validez estadística, habría que realizar un estudio comparativo. No obstante, es probable que sea así, en vista del número de hablantes en los que pudimos documentar ese fenómeno (cf. 5.6). Sobre los demás casos de sustitución no podemos hacer ninguna afirmación, puesto que su escasa presencia entre los informantes no permite sacar conclusiones. En la tabla 22 (a-d) hemos resumido el empleo del condicional en lugar del subjuntivo, así como el del imperfecto y el pluscuamperfecto de subjuntivo por parte de los diferentes informantes en los contextos sintácticos en que aparecen en el corpus.
Tipo de oración prótasis oración condicional + imperfecto de subjuntivo prótasis oración condicional + pluscuamperfecto de subjuntivo prótasis oración condicional + condicional prótasis oración condicional sin si + imperfecto de subjuntivo prótasis oración condicional sin si + condicional oración subordinada adverbial final/ para que + imperfecto de subjuntivo
N° informante
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4 17
G 05 G 09 G 10 G 14 G 17 G 19 G 20 G 21 G 22 G 23 G 29 G 30 G 33 G 35 G 38 G 39 G 40 G 42 G 43 G 45
Tabla 22a: Contextos sintácticos de las sustituciones del imperfecto de subjuntivo por el condicional y del empleo del imperfecto y pluscuamperfecto del subjuntivo y su distribución entre los informantes del corpus de Getxo.
5.3 Sintaxis
379
oración subordinada adverbial final/ para que + condicional oración subordinada adverbial modal/ como si + imperfecto de subjuntivo oración subordinada adverbial modal/ como si + pluscuamperfecto de subjuntivo oración subordinada adverbial modal/ como si + condicional oración subordinada adverbial modal/ como que + imperfecto de subjuntivo oración subordinada sustantiva en función de CD / imperfecto de subjuntivo
Tipo de oración
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G 05 G 09 G 10 G 14 G 17 G 19 G 20 G 21 G 22 G 23 G 29 G 30 G 33 G 35 G 38 G 39 G 40 G 42 G 43 G 45
Tabla 22b: Contextos sintácticos de las sustituciones del imperfecto de subjuntivo por el condicional y del empleo del imperfecto y pluscuamperfecto del subjuntivo y su distribución entre los informantes del corpus de Getxo.
380 5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
Tipo de oración oración subordinada sustantiva en función de CD / condicional oración subordinada sustantiva en función de CI / imperfecto de subjuntivo oración subordinada sustantiva en función de complemento de nombre/ imperfecto de subjuntivo oración subordinada sustantiva en función de sujeto/ imperfecto de subjuntivo oración subordinada sustantiva en función de sujeto/ condicional
N° informante
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Tabla 22c: Contextos sintácticos de las sustituciones del imperfecto de subjuntivo por el condicional y del empleo del imperfecto y pluscuamperfecto del subjuntivo y su distribución entre los informantes del corpus de Getxo.
5.3 Sintaxis
381
oración subordinada adverbial de tiempo/ imperfecto de subjuntivo oración subordinada adverbial concesiva/ aunque o que + imperfecto de subjuntivo oración subordinada adverbial causal/ porque + imperfecto de subjuntivo oración adjetiva de relativo/ imperfecto de subjuntivo oración adjetiva de relativo/ condicional
Tipo de oración
N° informante
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— 11
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G 05 G 09 G 10 G 14 G 17 G 19 G 20 G 21 G 22 G 23 G 29 G 30 G 33 G 35 G 38 G 39 G 40 G 42 G 43 G 45
Tabla 22d: Contextos sintácticos de las sustituciones del imperfecto de subjuntivo por el condicional y del empleo del imperfecto y pluscuamperfecto del subjuntivo y su distribución entre los informantes del corpus de Getxo.
382 5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
5.4 Semántica
383
5.4 Semántica 5.4.1 El adverbio 5.4.1.1 Estado de la cuestión y aspectos teóricos del adverbio ya con valor afirmativo En el presente apartado nos dedicaremos al estudio de un uso particular del adverbio ya que se ha constatado repetidamente como característica del castellano del País Vasco (Altube 1930, 58–63; Zárate 1976, 55; Fernández Ulloa 1997, 208; González 2000; Hualde/Antxon/Escobar 2001, 347; Oñederra 2002, 267; 2004, 1108; Landa 2008, 355; Etxebarria Arostegui 2008, 85; Gómez Seibane 2011a).167 Se trata del empleo de ya inmediatamente antepuesto al verbo en oraciones afirmativas para enfatizar la interpretación positiva y afirmativa de la oración. De ahí que, a nuestro modo de ver, no constituya un fenómeno exclusivamente semántico: dado que también su posición en el orden oracional desempeña un papel importante, por lo que lo consideramos un fenómeno sintáctico-semántico. Se ha indicado que el adverbio ya pierde su significado primordial de temporalidad en esta posición y función, para convertirse en mero portador del valor afirmativo (cf., por ejemplo, Gómez Seibane 2011a). Este valor afirmativo no concuerda con el que ya adquiere en su función de marcador de discurso o bien metadiscursiva, tal y como señalan Martín Zorraquino y Portolés Lázaro (1999, 4191–4192).168 No obstante, tanto para Landa (2008 355), como para Gómez Seibane (2011a) se trata de una marca discursiva «y de modalidad oracional». Asimismo, González (2000, 318) indica que se trata de una expresión de un significado modal que señala la convicción afirmativa y subjetiva del hablante frente a la realización de su predicación. El significado primordial del adverbio ya es temporal, tal y como afirma García Fernández (1999), quien lo califica como complemento adverbial temporal de fase, dado que «[…] la presencia de ya favorece la lectura en que el CA [complemento adverbial] temporal presente en la oración se refiere a un momento sucesivo al momento en que se desarrolla el evento verbal. La característica de este adverbio es la de marcar la transición del evento a su
167 Seguimos la clasificación de García Fernández (1999) y del DRAE (2001), según los cuales ya es un adverbio a pesar de que diversos autores se lo considera partícula adverbial (Calvo Pérez 2000; Cerrón-Palomino 1996; Oñederra 2004). En nuestro análisis, no tendremos en cuenta los usos de ya como marcador discursivo, ya que, en este contexto, ya suele ser considerado partícula, no adverbio. Véase, por ejemplo, González (2000) y Martín Zorraquino y Portolés Lázaro (1999). 168 Véase acerca de este tema la bibliografía de estos autores y los datos bibliográficos que proporciona González (2000).
384
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
resultado […]. […] [C]on un pretérito perfecto simple, no ocurre tal cosa, es decir, ya no señala aquí la transición del evento a su resultado, sino simplemente que el evento se produjo antes de lo esperable […]» (García Fernández 1999, 3155).
Es decir, según García Fernández, el adverbio ya con valor temporal expresa que una acción que en la fase previa no se dio finalmente se realiza y puede ocurrir, también, en la fase que sucede al momento en que se emite la oración contenedor del adverbio ya. En función del tiempo verbal en el que aparece el verbo del que se acompaña ya, se enfoca el hecho de que el evento antes no ocurrió o que el evento ocurre antes de lo que era de esperar.169 En esta función, el adverbio ya aparece tanto antepuesto como pospuesto al verbo (cf. también González 2000). Veamos en (230) y (231) dos ejemplos del adverbio ya con valor temporal: en (230) aparece inmediatamente antepuesto al verbo, mientras que, en (231), es inmediatamente pospuesto al verbo. Ambos ejemplos proceden de nuestros corpus: (230) G 14: ¿que hay que fomentar? … (3,133'') pues no lo sé … (2,327'') yo creo que se fomenta bastante A: mh .. o ¿de otra manera? ¿o de/ … (3,007'') G 14: pues no lo sé, es que tampoco te puedo decir porque como es algo tann (0,52'')/ .. como, ya te imponen para muchas cosas el euskera y mmh (0,687'')/ .. y sí no lo sabes te molesta A: mh G 14: entonces no sé si quiero que lo fomenten más o que esté/ así está bien [no sé] .. (E 4/ G 14/172) (231) G 10: mmh (0,504'') … (2,004'') esto no . bueno esto sí que leí pero es que ya no sé si a, los últimos dos libros yo sé que este/ este leí, "Romance de un Ciego"/, "de Ciego" que está . bastante interesante . yy (0,807'') este sí que lo leí . y otro a ver que busque que no me acuerdo ya qué te puedo decir (E 3/G 10/141)
No obstante, las gramáticas del castellano para extranjeros de Butt y Benjamin (2000, 426–427) y de De Bruyne (2002, 279) hacen constar que ya puede tener, por un lado, el valor temporal que acabamos de señalar, por su calidad de adverbio temporal. Sin embargo, por otro lado, también puede tener un valor afirmativo, por lo que De Bruyne (2002, 279 y 299–301) lo incluye también entre los adverbios de afirmación. Butt y Benjamin (2000) señalan que ya se emplea como forma abreviada de afirmaciones del tipo ya lo sé o ya entiendo (2000, 427, nota 2). Martín Zorraquino y Portolés Lázaro (1999) demuestran que ya tiene, además, una
169 Cerrón-Palomino (1996) define que ya tiene el «valor normal como partícula adverbial que indica inicio, inminencia o consumación de algún proceso» (1996: 111).
5.4 Semántica
385
función fática con la cual se marca «la recepción del mensaje (en una intervención replicativa)» (1999, 4191), en la que la repetición de ya puede señalar una intensificación del interés especial del interlocutor en la conversación y tiene, por tanto, un valor positivo y afirmativo (1999, 4192).170 Butt y Benjamin (2000) afirman, además, que ya puede aparecer en «many idiomatic uses» (2000, 426), en los cuales, cuando son afirmativos, ya puede expresar impaciencia, frustración acumulada, resignación, certeza respecto del futuro, incredulidad, etc. (cf., también, Martín Zorraquino y Portolés Lázaro 1999).171 Podemos observar que, aunque el valor afirmativo no es ajeno al adverbio ya en castellano, no se ha señalado el uso del adverbio ya con valor afirmativo inmediatamente antepuesto al verbo en las obras gramaticales o diccionarios que consultamos, salvo en el DEA (1999, s. v. ya). Ahí hemos encontrado el uso del adverbio ya con valor afirmativo, al que los autores, probablemente por desconocimiento de este uso en el castellano hablado en el País Vasco, califican de «valor expletivo». Reproducimos su ejemplo en (232): (232) «Pesca ya quieren que traigamos, pero malleta no hay ¡Gentuza! ¡Gentuza!» (DEA 1999, s. v. ya, cursivas de Ch. P.-K.).
Creemos que el ejemplo del DEA (1999) que citamos en (232) es un ejemplo del fenómeno que abordamos en el presente apartado, dado que este ejemplo procede del escritor vasco Ignacio Aldecoa. A nuestro entender, su valor puede interpretarse como afirmativo en función de enfatización del valor positivo de la oración. Sin embargo, no hemos podido encontrar otras descripciones de este uso particular del adverbio ya en estudios de otras variedades del castellano, excepto en Ibarra (2006, 189). No obstante, la investigadora no ejemplifica su aparición en la variedad del castellano de Erroibar (Nafarroa/Navarra) examinada. En los estudios sobre este uso particular (afirmativo) del adverbio ya en el castellano del País Vasco, este ha sido atribuido una y otra vez a una influencia
170 No obstante, los autores señalan que ya también puede expresar justamente lo contrario, es decir, que «puede convertirse en síntoma de falta de cooperación o de desinterés de participar en la conversación por parte del receptor» (Martín Zorraquino y Portolés Lázaro 1999, 4192). 171 En sus estudios Kany (1969), Cerrón-Palomino (1996) y Calvo Pérez (2000) destacan también otros usos no temporales y temporales de ya en distintas variedades del castellano en el ámbito americano que divergen también del uso descrito por García Fernández (1999), pero tampoco corresponden al uso de ya del País Vasco. Véanse también los estudios de Lope Blanch (1972) y Granda (1988a; 1994) sobre los usos temporales de ya en el español de México y del Paraguay respectivamente. Ninguno de los dos usos concuerda con el que se ha descrito para el castellano del País Vasco.
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5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
del euskera (Unamuno 1886 [1960]; Altube 1930; Zárate 1976; Fernández Ulloa 1997; Oñederra 2002 y 2004; Etxebarria Arostegui 2008; Gómez Seibane 2011a). Según Altube (1930), el empleo de ya inmediatamente antepuesto al verbo se debe a que el prefijo afirmativo ba- del euskera aparece en esta posición. Altube explica que el hablante está, por tanto, «plagiando» (1930, 58) la construcción con el prefijo ba- del euskera al hablar castellano. Este prefijo se emplea, por un lado, para resaltar la cualidad positiva y el valor afirmativo de la oración. Por otro lado, se emplea también con función temporal, por lo que Oñederra (2004) afirma que el caso de la anteposición inmediata al verbo es una «neutralización del sentido temporal y el afirmativo de la partícula ya» (2004, 1108). En opinión de algunos investigadores, el uso del adverbio ya con función afirmativa constituye un «calco» (Fernández Ulloa 1997, 208) del euskera en el castellano del País Vasco o bien, una «traducción literaria de la frase vasca» (Oñederra 2004, 1108). Se ha afirmado reiteradamente que este uso de ya se debe a que la partícula badel euskera es necesaria en oraciones con valor temporal y con valor afirmativo, mientras que, en castellano, el ya afirmativo no es necesario, empleándose solo para enfatizar.172 No obstante, la partícula prefija del euskera ba- solo se adjunta a verbos sintéticos en oraciones afirmativas para enfatizar el valor positivo o afirmativo de las oraciones que integran este predicado; en las oraciones que incluyen verbos perifrásticos es el acento el que asume este valor (Altube 1930, 58). En cambio, esta restricción no se da en el castellano del País Vasco, donde el adverbio ya con función afirmativa puede aparecer tanto inmediatamente antepuesto a las formas verbales sintéticas como a las perifrásticas (Altube 1930, 58; Zárate 1976, 55).173 Teniendo en cuenta que la mayoría de los trabajos que mencionan la ocurrencia del fenómeno del que tratamos en este apartado se limitan a señalar que se debe al contacto lingüístico del castellano con el euskera, vamos a desarrollar más detenidamente la teoría de González (2000); el único estudio que conocemos que se ocupa detalladamente de este fenómeno. González propone una explicación que tiene en cuenta la teoría del contacto lingüístico, pero va más allá, considerando, también, lo que resume como «combination of external and internal causes, together with universal semantic tendencies» (2000, 318). A su modo de ver, el uso del adverbio ya con valor afirmativo depurado totalmente de su
172 Altube (1930) señala que «a las oraciones euskéricas cuyo elemento inquirido es la afirmación verbal, no siempre corresponde otra castellana en la que precede al verbo el morfema ya, pero que lo contrario es cierto: que a toda oración castellana caracterizada por el adverbio ya corresponde otra euskérica cuyo elemento inquirido es la afirmación verbal» (1930, 59). 173 Véanse al respecto de la partícula prefija ba-, por ejemplo, las explicaciones de Altube (1930) o Zubiri Ibarrondo y Zubiri Ibarrondo (2000).
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valor temporal constituye «an extension in the application of affirmation by affirmative markers like sí (que) in Monolingual Spanish» (2000, 318). González (2000, 310–311) señala que, en su estudio, sobre el adverbio ya en posición preverbal inmediata entre hablantes bilingües castellano-euskera174, se dan tres posibles significados de este adverbio: primero, ya con valor temporal; segundo, ya con valor discursivo; y, tercero, ya con valor afirmativo. La investigadora destaca una diferencia estructural importante entre estos tres usos: mientras que en los primeros dos casos, temporal y discursivo, ya puede aparecer no solo inmediatamente antepuesto al verbo, {ya + verbo}, sino también inmediatamente pospuesto al verbo, {verbo + ya}, en el caso de ya afirmativo, este solo puede aparece en inmediata anteposición, {ya + verbo}. En opinión de González (2000, 311), ya con valor temporal porta los rasgos semánticos [+temporal] y [+cambio]. De este modo, está centrado en la transición de un estado a otro, tal y como señala también García Fernández (1999). Por otra parte, ya con valor discursivo posee los rasgos semánticos [−temporal] y [+cambio], funcionando como «indication of change giving prominence to differences, results, consequences, or new sequences of events in narration, in contexts in which time does not play a role» (González 2000, 311). El adverbio ya con valor afirmativo, finalmente, se caracteriza por los rasgos semánticos [−temporal] y [−cambio], ya que el hablante lo emplea, según González, para enfatizar la afirmación del evento que describe el verbo, mientras que el valor primordial de temporalidad deja de tener importancia, [−temporal]. Puesto que se centra en la realización del evento descrito por el predicado, o se encarga de enfatizarla, tampoco está vigente el rasgo [+cambio] (2000, 312). Haciendo referencia a la equivalencia de las partículas discursivas ya y sí, señalada por Martín Zorraquino y Portolés Lázaro (1999, 4191–4192), es posible, en opinión de González (2000, 313–315), sustituir el adverbio ya con valor afirmativo por sí (que), puesto que los dos tienen un significado equivalente en ciertos contextos.175 Así, ya puede aparecer en los mismos contextos que el marcador afirmativo sí (que), el cual
174 No sabemos con certeza si se trata de bilingües con predominio del castellano o de bilingües con predominio del euskera. 175 González (2000) se apoya en las consideraciones acerca de sí (que) de Dumitrescu (1973). Esta autora señala que sí y sí que tienen un significado equivalente y son, por tanto, intercambiables, excepto en el caso «donde V [verbo] tiene forma negativa, tratándose pues de ‹afirmar› con más intensidad una cosa que se rechaza: Eso sí que no puede ser, Eso sí que no me lo creo. El que es, probablemente, imprescindible en tales casos, a fin de evitarse la unión de las dos partículas antagónicas, sí y no, teóricamente incompatibles con el mismo V, pero sí, compatibles, cuando pertenecen a oraciones distintas (en sí que no + V sí forma parte de la principal y no de la subordinada)» (Dumitrescu 1973, 410, nota 19).
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puede aparecer para «reforzar una afirmación anterior» (Dumitrescu 1973, 412) o para «oponerse a una declaración previa» (1973, 412).176 González (2000, 316–317) afirma que ya puede usarse tanto con información activada como con información nueva o inactivada, mientras que sí (que) solo puede emplearse con información conocida o activada (ingl. activated information). Según la autora (2000, 317), el valor afirmativo de ya no es una novedad, dado que el adverbio ya deriva del adverbio latino iam, el cual ya tenía un valor temporal y funcionaba en el discurso también para la enfatización de palabras, oraciones y relaciones entre oraciones. Además, iam se podía emplear para afirmar que un evento descrito por el verbo iba a ocurrir ciertamente. González (2000, 317) subraya que este uso de ya con función afirmativa ha sido descrito para el castellano de los siglos XII y XVI , junto a sus valores temporales y discursivos, uso que también explicaría, en su opinión, el valor afirmativo atribuido a ya en gramáticas monolingües, y podría ser una causa interna para el desarrollo de la función afirmativa del adverbio ya en el castellano del País Vasco, que sería, pues, una conservación funcional. En cuanto a las causas externas, González (2000, 316) indica, como hemos dicho ya, que el dominio de uso de ya con función afirmativa en el castellano del País Vasco es más amplio que el de sí (que), circunstancia que atribuye al contacto lingüístico con el euskera. Según esta investigadora, el adverbio ya puede aparecer, al igual que el prefijo ba- del euskera, tanto con información conocida como con información nueva, al contrario que el marcador afirmativo sí (que). No obstante, como indica González (2000, 316), mientras que el adverbio ya con función afirmativa puede acompañarse tanto de verbos sintéticos como perifrásticos, y de predicados fácticos como no-fácticos, el prefijo vasco ba- solo se puede acompañar de verbos sintéticos y de predicados fácticos (cf. también Altube 1930). Además, el prefijo ba- no puede aparecer junto a verbos en subjuntivo, mientras que el adverbio ya sí puede hacerlo. Por último, González (2000, 316) advierte también que ba- siempre se antepone al verbo, mientras que el adverbio ya puede aparecer tanto en posición antepuesta como pospuesta. De esta manera, por el contacto lingüístico, ya adquiere funciones del prefijo euskera ba-, pero está sometido a menos restricciones morfológicas que el prefijo vasco
176 Dumitrescu (1973, 412) distingue entre la afirmación confirmadora en la que sí y sí que refuerzan una afirmación anterior y la afirmación adversativa en la que el hablante se opone a una declaración previa mediante el uso de sí y sí que. González (2000) descubre estos dos contextos también en el dominio de uso del adverbio ya con valor afirmativo con información activada en el castellano de sus informantes bilingües castellano-euskera, denominándolos contrastive affirmation ‘afirmación contrastiva’ y emphatic affirmation ‘afirmación enfática’ (González 2000, 316).
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ba-. Por estas razones, la autora habla de una extensión de la aplicación contextual de ya en comparación con sí (que) para enfatizar una afirmación. Veamos, por último, lo que González (2000, 317–318) entiende por «tendencias semánticas universales». En opinión de esta investigadora, los valores del adverbio ya temporal, discursivo y afirmativo, forman parte de lo que González denomina, haciendo referencia a Bybee, Perkins y Pagliuca (1994)177, «grammaticalization of temporal expressions into modality expression» (González 2000, 317). De esta manera, ya —que como marcador temporal tiene un significado externo más objetivo que ya como marcador discursivo, cuyo significado deriva de la conexión de ideas del texto— ha desarrollado un significado modal como marcador afirmativo. De ahí que ya afirmativo haga constar la convicción personal y subjetiva del hablante frente a la realización de la predicación. Como hemos dicho al principio de este apartado, en la mayoría de los casos se considera la ocurrencia de ya con valor afirmativo como interferencia del euskera en el castellano del País Vasco —así lo postulan, por ejemplo, Oñederra (2002; 2004) o Etxebarria Arostegui (2008)—. No obstante, si el fenómeno se da también en el castellano de hablantes monolingües en el País Vasco habría que considerarlo, más bien, como elemento integrado de estas variedades y no como interferencia. Puesto que se ha aseverado repetidamente que se trata de una característica del castellano del País Vasco (por ejemplo, Fernández Ulloa 1997; Hualde/Antxon/Escobar 2001), o bien de «un uso muy característico de todos los hablantes» (Muñoz Cortés 1992, 599), afirmación de la cual podría desprenderse que este fenómeno no está marcado diasistemáticamente y además es usado por hablantes de todo tipo, debería ser posible, por ende, hacerlo constar en todos los grupos de hablantes que conforman la comunidad de comunicación vasca. Sin embargo, ni Muñoz Cortés (1992) concreta su afirmación ni existen estudios que comprueben tal afirmación. Asimismo, Muñoz Cortés se apoya en los datos de Zárate (1976), por lo que hay que considerar su afirmación bajo reservas, teniendo en cuenta la base de datos problemática en la cual se apoya Zárate (cf. 2.2.13). Este último, por su parte, cita en su descripción del fenómeno casi exclusivamente a Altube (1930), cuyo trabajo ya era bastante antiguo. Altube, en cambio, afirma que no se trata de un rasgo compartido de todos los hablantes de la zona vasca, aunque lo considera un fenómeno bastante extendido: «En español al adverbio ya es aplicable a ambas clases de esas flexiones (sintética, ya viene; perífrastica, ya hubiera venido); pero por otra parte su radio de acción [del uso afirmativo
177 Bybee, Joan/Revere Perkins/William Pagliuca, The evolution of grammar: Tense, aspect, and modality in the languages of the world, Chicago/London, University of Chicago Press, 1994, ápud González (2000, 317).
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del adverbio ya] es, en la práctica, mucho más reducido, a no ser en el castellano-euskarizado de muchos vascos» (Altube 1930, 58).
No obstante, a pesar de que este uso se da, según Altube, «en el castellanoeuskarizado de muchos vascos» (1930, 58), lo ejemplifica únicamente mediante oraciones procedentes de un escritor supuestamente bilbaíno, Klin-Klon, del que, como escribe bajo seudónimo, no podemos afirmar con certeza que sea verdaderamente de Bilbao. Por tanto, y como hemos indicado ya para Muñoz Cortés (1992), ni Zárate (1976, 55–58) ni Altube (1930) especifican quiénes son en concreto estos «muchos vascos», es decir, de qué tipos de hablantes de la comunidad comunicativa vasca se trata. De los datos de Altube se puede desprender solamente que es un fenómeno presente en el «castellano-bilbaino» (1930, 58), afirmación que se basa en la presencia señalada en los textos de un único autor anónimo (cf. también 2.2.6). En cuanto a estudios más recientes que citan la aparición del adverbio ya afirmativo, por ejemplo el de Fernández Ulloa (1997), la autora tampoco detalla en qué tipo de hablante de Bermeo, de los que participan en su estudio, ha constatado este fenómeno, o si lo ha observado en todos, es decir, tanto en castellanohablantes monolingües como en bilingües, bien con predominio del castellano, bien con predominio del euskera. Oñederra (2002; 2004) hace constar el uso afirmativo de ya en lo que denomina el «castellano de la zona vasca» (Oñederra 2004, 1106), apoyándose en datos que, en sus palabras, proceden de hablantes bilingües euskera-castellano.178 Al considerar el uso del adverbio ya en función afirmativa como «traducción literal de la frase vasca» es poco probable que se documente también en castellanohablantes monolingües, quienes, no obstante, formarían parte igualmente de un conjunto lingüístico denominado «castellano de la zona vasca» (2004, 1106). Teniendo en mente la gran cantidad de castellanohablantes monolingües oriundos del área vasca pensamos que si se tratase de un rasgo del «castellano de la zona vasca» no debería considerarse una traducción, sino un elemento integrado. Los datos de Gómez Seibane (2011a), por el contrario, proceden muy concretamente de lo que Isasi Martínez et al. (2011) describen como «el castellano aprendido por hablantes cuya primera lengua o lengua dominante es la lengua vasca» (2011). Finalmente, González (2000), que analiza el fenómeno en cuestión en un estudio sociolingüístico acerca del castellano de hablantes bilingües castellano-euskera procedentes de distintos municipios de Bizkaia —Bermeo, Lekeitio, Elorrio y del Gran Bilbao—, tampoco señala si este fenómeno está marcado diasistemáticamente o no. Ahora bien, la investiga-
178 Véase nuestra crítica respecto a sus datos en 2.4.6.
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dora no ofrece información en su artículo sobre qué tipo de hablantes bilingües se trata ni si ha podido constatar el fenómeno en todos los hablantes en que se basa su trabajo.179 Teniendo en cuenta la escasez de estudios que se ocupan profundamente de este fenómeno en las variedades de castellano en el País Vasco y los pocos datos sobre cualquier marcación diasistemática, hay que dudar de si el uso del adverbio ya con valor afirmativo para la enfatización del valor positivo de la oración o del evento descrito por el verbo realmente sea usado por todos los grupos de hablantes del castellano presentes en el País Vasco, o si no se trata, más bien, de un uso diasistemáticamente marcado, por ejemplo, un uso propio de los hablantes bilingües o de una cierta zona. Por lo tanto, veremos a continuación si este uso del adverbio ya con función afirmativa inmediatamente antepuesto al verbo se puede observar también en el castellano de nuestros informantes de Getxo, castellanohablantes monolingües con y sin competencias mínimas en euskera.
5.4.1.2 Ya antepuesto al verbo con valor afirmativo en el corpus de Getxo En nuestro corpus hemos documentado un total de 1.357 ocurrencias de ya.180 Este número abarca tanto los usos de ya como adverbio temporal, discursivo, afirmativo, así como los usos idiomáticos, la forma negativa {ya no + verbo (V)}, su uso como interjección o para asentir a lo emitido por el interlocutor. Como puede verse en la tabla 23, el número de ocurrencias en algunos hablantes es mucho más elevado que en otros. Así, por ejemplo, los informantes G 22 y G 45 lo emplean más de cien veces y para el informante G 33 contamos, incluso, ciento sesenta y cinco ocurrencias. Documentamos setecientos setenta y un casos en que ya precede o sucede al verbo de forma inmediata.181 De estos, en seiscientos setenta y tres ocurrencias (87,29% del total de 771 casos) el ya con función temporal, discursiva o afirmativa antecedía de forma inmediata al verbo. En solo noventa y ocho ocurrencias (12,71% del total de 771 casos) ya sucedía de forma inmediata al verbo. González
179 Como hemos indicado, los datos de los que disponemos proceden de un artículo suyo (González 2000), porque no hemos podido acceder a la tesis doctoral realizada en los EEUU e inédita de esta investigadora (cf. cap. 2.4.3, nota 59). 180 Hemos excluido del cómputo las ocurrencias de ya en oraciones en las cuales el informante se interrumpió después de emitir el adverbio en cuestión. 181 También hemos incluido en esta categoría todas las ocurrencias en las que se han intercalado los pronombres clíticos entre el adverbio ya y el verbo o bien cuando esos aparecen de forma enclítica y ya sucede al verbo.
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(2000, 310) señala valores parecidos —89% con ya antepuesto, frente al 11% con ya pospuesto al verbo— respecto a la distribución en el castellano de sus informantes bilingües de Bizkaia. Sin embargo, lo que nos interesa en el presente apartado en particular es la inmediata anteposición del adverbio ya a formas verbales sintéticas y perifrásticas, donde el adverbio adquiere un valor puramente afirmativo, es decir, oraciones que, según González, se pueden parafrasear por sí (que). Documentamos este uso en ocho de los veinte informantes, en un total de catorce ocurrencias: el 2,08% del total de las seiscientos setenta y tres ocurrencias de ya en posición preverbal. Los ejemplos (233) a (235) son casos del adverbio ya con valor afirmativo antepuesto al verbo {ya + verbo}: (233) G 19: entonces viví yo sola con mis hijos . y no he tenido necesidad ya compramos la casa aquí A: mh G 19: (ininteligible) mis hermanos también todos están aquí, sin embargo mis hijos no A: mh . G 19: ya tengo una hija que ha estado en el Perú (E 6/G 19/230) (234) G 23: yyy (1,033'')/ y ahí/, ahí se apunta mucha gente, y también nos dan/ lo que pasa que los hoteles/ . yo no sé cómo los [(ininteligible) ] A: [] G 23: pero, es también te vas/, vas con gente del pueblo que también le gusta A: mh G 23: o conoc/ no sé a mí ya me gusta A: mh . está bien (E 10/G 23/468) (235) G 39: y/, y los partos se tenían en casa . por ejemplo mi hermano mayor el padre de (nombre de mujer), es gemelo A: mh G 39: y mi madre sí estuvo en el hospital A: mh G 39: en Deusto . pero bueno porque ya eran gemelos y a lo mejor era un pocoo (0,487'') .. más complicada la [historia] (E 16/G 39/805–806)
Como podemos ver, en estos tres ejemplos no es posible atribuir al adverbio ya una interpretación temporal, puesto que no tendrían sentido oraciones en las cuales se sustituyera ya por ahora, finalmente, luego, inmediatamente, como ilustramos en (233)' a (235)'.182
182 Marcamos la agramaticalidad de las oraciones, según la norma prescriptiva, con un asterisco que precede a las oraciones en cuestión.
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(233)' * G 19: ahora/ finalmente/ luego/ inmediatamente tengo una hija que ha estado en el Perú (234)' * G 23: o conoc/ no sé a mí ahora/ finalmente/ luego/ inmediatamente me gusta (235)' * G 39:en Deusto . pero bueno porque ahora/ finalmente/ luego/ inmediatamente eran gemelos y a lo mejor era un pocoo (0,487'') . más complicada la [historia]
Sin embargo, el adverbio ya sí podría ser reemplazado por un adverbio de afirmación como sí (que). Obtendríamos, pues, oraciones en las cuales sí, o bien sí que, destacaría el valor positivo y afirmativo de la oración entera, una función que adquiere el adverbio ya en las oraciones (233) a (235). Veamos la sustitución en las oraciones (233)'' a (235)'': (233)'' G 19: sí (que) tengo una hija que ha estado en el Perú (234)'' G 23: o conoc/ no sé a mí sí (que) me gusta (235)'' G 39: en Deusto . pero bueno porque sí (que) eran gemelos y a lo mejor era un pocoo (0,487'') . más complicada la [historia]
Creemos que, en los tres casos, la agramaticalidad de los ejemplos (233)' a (235)' procede del hecho de que ninguno de los informantes expresa la transición de un evento a su resultado, tal y como señala García Fernández (1999). En el caso (234), el salir con otras personas del mismo pueblo no es algo que se haya expresado con disgusto en una fase anterior a la situación en la que se emite la proposición y ahora o finalmente le gusta a la informante G 23. Más bien, la informante emplea el adverbio ya para destacar el hecho de que le gusta salir con otras personas del pueblo, que sí (que) le gusta o bien sí (que) me gusta. Lo mismo ocurre, a nuestro entender, en los casos (233) y (235), los cuales tampoco se pueden interpretar como un cambio que se da entre dos fases: una previa en la que no era así y una en la que se emite la proposición, la fase en la cual se marca la transición de un evento a su resultado. En el caso (233), la informante G 19 habla de su hija, que ya tiene una cierta edad, por lo que puede inferirse que el adverbio ya destaca, otra vez, el valor positivo de la oración, esto es, el hecho de que tenga una hija: sí tiene una hija. En el caso (235), el empleo del pretérito imperfecto refuerza la percepción de la agramaticalidad de una interpretación temporal del adverbio ya, puesto que el ser gemelos es una circunstancia que era conocida de antemano, por lo que no expresa un cambio de una fase a otra. El adverbio ya no tiene un valor temporal en estas oraciones, pero puede ser sustituido por si (que), dado que sus significados son equivalentes.
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En las catorce ocurrencias del adverbio ya con valor claramente afirmativo que documentamos, el adverbio se acompaña, en doce casos, de un verbo en presente de indicativo; en un caso, de uno en pretérito imperfecto de indicativo; y, en otro, de uno en condicional. A nuestro parecer, se trata de casos de ya con función afirmativa que se caracterizan por los rasgos [−temporal] y [−cambio], lo que queda manifestado gracias a las formas verbales presente e imperfecto de indicativo, que tienen un valor aspectual imperfectivo, mientras que el condicional tiene un valor aspectual neutral (cf. García Fernández 1999, 3136–3137). Por esta razón, no expresan un cambio o una transición de un evento a otro o de un estado a otro. No hemos podido encontrar el uso del adverbio ya con valor afirmativo con formas verbales perifrásticas en nuestro corpus. Además, como demuestran los ejemplos (233) a (235), el adverbio afirmativo ya se antepone a la información conocida o activada según la terminología de González (2000, 313). Así, en (233), la informante G 19 habla primero de sus hijos en general y luego de su hija en particular; en (234), la informante G 23 señala que a la gente de su pueblo le gusta viajar en grupo, un colectivo al que pertenece ella también por ser del mismo pueblo; y, en (235), la informante G 39 explica, primero y explícitamente, que sus hermanos son gemelos, lo que repite luego en la proposición donde aparece el adverbio afirmativo ya. A parte de esto, también hemos podido encontrar un uso del adverbio ya con función afirmativa en el que este adverbio precede a un predicado cuya información es nueva (0,15% de 673 casos), tal como puede verse en el ejemplo (236): (236) A: no, ¿y con los/ ¿con los/ ¿con sus hi/ hijos? . G 43: supongo que muchos han matriculado a sus hijos en . en modelos, bilingües o incluso en modelo D . supongo que sí [supongo que] A: [mh] G 43: sí .. perooo (1,18'')/ pero vamos eso, mi genera/ o sea ts . eh Getxo en ese sentido .. tiene una parte muy claramente urbanita . que es prácticamente todo A: mh G 43: y luego ya tiene ya un/ un, barrio rural que es el barrio de Santa María de Getxo donde el euskera no se perdió [o sea] A: [mh] G 43: euskera seguía .. pero el resto de Getxo . antes, nadie (E 19/G 43/965)
Hemos visto que Dumitrescu (1973, 412) afirma que sí (que) no puede aparecer con información nueva, mientras ya sí puede hacerlo. Ahora bien, podría argumentarse que la información dada por el informante G 43 no es totalmente nueva, ya que está afirmando, acerca del municipio de Getxo, que éste consta de una parte urbanita, por lo cual la otra parte restante tiene que ser, lógicamente, rural. Ello significa que se trata de una forma de «antelación de la información»: aun
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cuando la información de por sí es nueva no lo es en el contexto. De ahí que, en el ejemplo (236), el adverbio ya tenga un valor afirmativo que subraya el valor positivo de la oración que, a nuestro entender, puede ser sustituido por sí (que). Hay que tener en cuenta, además, que se podría pensar que, por la presencia de luego, se trata de una oración temporal en el sentido de finalmente. Sin embargo, este luego no solo puede funcionar como un adverbio temporal en el contexto del ejemplo (236), sino también como una conjunción ilativa con el valor de además o por lo tanto. Es decir, luego enlaza lógicamente la oración coordinada por y, mientras que el ya que antecede al verbo, así como el que sucede al verbo, tienen un valor afirmativo en el sentido de sí (que) o también, lo que daría una oración como, por ejemplo, y luego sí (que) tiene también un/ un, barrio rural.183 A diferencia de lo indicado por González (2000), hemos podido encontrar cuatro ocurrencias (4,08% de 98 casos) del adverbio ya con función afirmativa en posición pospuesta al verbo {verbo + ya}. A nuestro parecer, el cambio de posición del adverbio ya con valor afirmativo posiblemente se debe a una analogía estructural con el adverbio temporal ya, puesto que este puede aparecer tanto antepuesto como pospuesto al verbo. Pese a que el adverbio afirmativo ya figura, pues, pospuesto al verbo, posee en esta posición también los rasgos semánticos [−temporal] y [−cambio], como cuando está antepuesto al verbo. Asimismo, se acompaña en tres casos de un verbo en imperfecto de indicativo y, en un caso, de un verbo en presente de indicativo; formas verbales que tienen un valor aspectual imperfectivo. Es el caso de los ejemplos (237) y (238): (237) G 29: claro depende A: mh .. G 29: pero la mayoría sí y desde luego, si/ . si es la administración del País Vasco hablan todos yo creo ¡eh! A: mh . ¿y también lo practican, al/ [en el trabajo?] G 29: [yo creo que sí] G 29: ¡hombre!, enn (0,853''), en sanidad no tanto A: mh . mh G 29: es decir . ts , hoy hay ya enfermeras, y médicos . a partir de cierta edad .. que no lo hablan (E 11/G 29/524–525) (238) G 30: claro, aquí la gente dice "hombre es que, n/ ya me pueden tirar, siete horas diciendo la misma frase que no [me van a entender"] A: []
183 Se trata de una de las diez ocurrencias que hemos encontrado en nuestro corpus en las que el hablante antepone y pospone el adverbio ya al verbo finito, estructura que Kany (1969, 388) observa también en el castellano hispanoamericano. Sin embargo, en nueve de los casos que observamos, el valor del adverbio es claramente temporal y no afirmativo.
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5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
A: [] G 30: [y en vez de un catalán (ininteligible) decirte la frase, te la/, te puede entender ] G 30: o te la escriben y te en/ y la entiendes . pero/, pero, en euskera es que noo (0,733''), no no no no no .. como es ya "telefonoa" . o aj/ sí (E 12/G 30/612)
Documentamos este uso en cuatro de los veinte informantes. De ellos, dos los emplean, también, en inmediata posposición al verbo (cf. tabla 23). Observamos, por otro lado, doce casos (1,78% de 673 casos) de seis de los veinte informantes en los que se emplea el adverbio ya antepuesto al verbo con un valor que puede interpretarse tanto temporal como afirmativo. Es el caso, a nuestro entender, de los ejemplos (239) a (241), en los cuales ambas interpretaciones —la temporal y la afirmativa— son concebibles y posibles: (239) G 09: sí, no yo lo que/ para lo que soy más afin es a la/ a las series . la verdad me las bajo (de?) internet […] G 09: "Sálvame Deluxe" y estas cosas A: sí, esta con la gentee (0,54'') G 09: gritando A: no sé famosa G 09: no eso es de ese// A: que todo el mundo conoce pero/ [] G 09: [¿a "Belén Esteban"? ] A: sí por ejemplo G 09: no, eso es muy triste o sea esos programas son/ . yo de esos no veo ninguno, o sea yo sobre todo veo pues películas [yy (0,907'')] . A: [mh] G 09: series, que es/ sobre todo las series ya me las bajo (de?) internet (E 2/G 09/91–92) (240) G 23: al lado de la tienda A: mh G 23: peroo (0,493'') luego ya fue mía, mi madre se murió y yo era la pequeña, y yo la más/ me venía mejor [ (ininteligible) la tienda ] A: [] G 23: yy (0,693''), y sí y ya me fue/ me fue bien (E 10/G 23/448) (241) A: ¿y por qué no hablan todos euskera entonces? G 43: ts . bueno dicen/, dicen/, yo he leído cosas de lingüistas que de eso supongo que sabrás muchísimo más que yo . que ya hablan del castellano como de la lengua vasco-latina ¿no? o sea como que es la lenguaa (0,78'') . resultado de la influencia del euskera sobre el latín (E 19/G 43/937)
5.4 Semántica
397
De esta forma, en el ejemplo (239) el informante G 09 señala que se baja las series que le gustan de Internet. El adverbio ya puede comprenderse, a nuestro modo de ver, por un lado como temporal, en el sentido de que antes no se las bajaba pero ahora se las baja o bien últimamente se las baja. Por otro lado, se podría pensar que se trata de una afirmación: sí (que) me bajo las series (de?) internet, puesto que el informante G 09 emite la misma proposición en un turno anterior, en el cual la expresión la verdad es empleada en el mismo lugar que el adverbio ya, también con un valor afirmativo. A nuestro entender, los ejemplos (240) y (241) pueden interpretarse de la misma forma que (239). Así, en (240) podría pensarse que la situación ha cambiado con respecto al momento en que se hablaba. El hecho de que la informante G 23 emplee un pretérito perfecto simple, me fue, parece subrayar el valor temporal del adverbio ya, dado que esta forma verbal tiene un valor aspectual perfectivo o aoristo que permite expresar el cambio de una fase a otra (cf. García Fernández 1999, 3136–3137). Sin embargo, también podría pensarse en una sustitución por sí (que), lo que daría una oración con valor claramente afirmativo y sí y sí (que) me fue/ me fue bien, con la que la informante G 23 indicaría que se desenvolvió bien al ser la poseedora de la tienda. Ella enfatiza esta circunstancia positiva con el ya afirmativo. En el caso (241), es también concebible una interpretación afirmativa de ya. Sería, por tanto, una oración en la que el informante G 43 destacaría que sí (que) se habla del castellano como lengua vasco-latina, es decir, la circunstancia de que los científicos la consideran como tal. Por otro lado, mediante la interpretación temporal de ya, el informante G 43 haría hincapié en que antes, en una fase previa, no era así, pero que ahora, en la fase en la cual emite la oración, sí se considera el castellano como lengua vasco-latina. Se pone de relieve, por lo tanto, la transición de un estado en el que no existía esta interpretación a otro en que sí existe. A nuestro entender, se puede interpretar que el valor del adverbio ya es, en siete de doce casos, tanto temporal como afirmativo; ya se antepone a un verbo que tiene un valor aspectual imperfectivo: en seis ocurrencias se trata de un verbo en presente de indicativo; en una ocurrencia el adverbio ya se antepone a un verbo en imperfecto de indicativo. Por otro lado, observamos cuatro ocurrencias con verbos con valor aspectual perfectivo o aoristo, tres en pretérito perfecto simple y una en pretérito perfecto compuesto. Encontramos, además, una ocurrencia donde ya se acompaña de un infinitivo, que calificamos de valor aspectual neutral. Puesto que González (2000) señala que el adverbio ya con valor temporal tiene los rasgos [+temporal] y [+cambio], mientras que el adverbio ya con valor afirmativo tiene los rasgos [−temporal] y [−cambio], habría que considerar los casos en los que aparecen tiempos verbales que tienen un valor aspectual imperfectivo y que, por ello, no indican cambio, como casos de ya claramente afirmativo. Los casos de los tiempos verbales que tienen un valor aspectual perfectivo o
398
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
aoristo y que, por lo tanto, indican transición de un estado o evento a otro, son, en cambio, casos en los que el adverbio ya tiene un valor claramente temporal. A pesar de ello, creemos que, en algunos casos, como el del ejemplo (241), en el cual aparece un pretérito perfecto simple, una interpretación unívoca no es siempre posible, dado que en este caso la interpretación afirmativa es tan concebible como la temporal. Resumiendo lo que hemos documentado en el corpus de Getxo acerca del adverbio ya con valor afirmativo para enfatizar el valor positivo de la oración en que se integra, podemos constatar que, en primer lugar, en once de los veinte informantes observamos al menos un caso en que el adverbio ya tiene claramente un valor afirmativo (ocho informantes) o bien su interpretación como tal es concebible (tres informantes). En segundo lugar, la aparición de ya con valor afirmativo se da sobre todo en la estructura {ya + verbo}, pero también hemos encontrado algunos casos en los cuales ya muestra un valor claramente afirmativo, aunque está pospuesto al verbo en la estructura {verbo + ya}. En tercer lugar, el adverbio afirmativo ya aparece mayoritariamente con tiempos verbales que no expresan cambio o transición de un evento a otro; pero en los casos en que los tiempos verbales sí lo expresan, tanto la interpretación temporal como la afirmativa son posibles, por lo que el ya afirmativo se puede encontrar también con formas verbales cuyo valor aspectual expresa cambio. Solo hemos encontrado un caso de una forma verbal perifrástica donde era concebible una interpretación de ya como afirmativo. En cuarto lugar, el adverbio ya afirmativo aparece en nuestro corpus tanto con predicados cuya información es conocida como cuando es desconocida, pero se puede inferir. A modo de conclusión, queremos subrayar que deben llevarse a cabo más estudios que se centren particularmente en este fenómeno del uso del adverbio ya con valor afirmativo en otras variedades del castellano hablado (y escrito) en el País Vasco. Parece ser un fenómeno aceptable en una situación semiformal (tal como la entrevista), si bien solo pudo ser detectado con un valor claramente afirmativo en ocho de los veinte informantes. Hay cinco casos más que pueden interpretarse de valor afirmativo, dado el tiempo verbal del verbo que acompaña al adverbio ya, si bien la interpretación temporal es igualmente posible. Es decir, es de suponer que se trata de un elemento integrado en el castellano de Getxo, en vista del número de hablantes en los que pudimos documentarlo, aun cuando, desde una perspectiva estadística, esto queda pendiente de validación mediante un estudio comparativo (cf. 5.6). También habría que comprobar si está presente en otras variedades del castellano dentro y fuera de la CAV y si se emplea con más o menos frecuencia que en estas. Tomamos su uso en una situación medianamente formal como indicio de que se trata de un fenómeno marcado diafásicamente, aunque habría que realizar
ya ya antepuesto al verbo ya pospuesto al verbo ya afirmativo antepuesto al verbo ya afirmativo pospuesto al verbo ya con valor temporal o afirmativo ya no + verbo
Construcción
N° Informante
80 47
2
1
—
3
7
64 33
4
—
—
—
—
8
—
1
1
4
67 19
—
—
—
—
1
25 9
1
—
—
—
—
29 18
7
—
—
2
5
67 37
2
—
—
—
4
59 33
10
—
—
—
6
9
—
—
—
3
70 101 24 59
—
1
—
2
3
53 40
3
—
1
—
4
70 23
9
—
1
—
3
6
2
1
3
10
81 165 46 88
4
—
—
—
8
47 17
2
—
—
—
3
52 22
2
2
—
1
7
37 19
3
—
—
—
3
76 41
3
—
—
2
7
52 23
∑
4
2
—
2
12
9
2
—
—
9
89
12
4
14
98
60 102 1357 27 48 673
G 05 G 09 G 10 G 14 G 17 G 19 G 20 G 21 G 22 G 23 G 29 G 30 G 33 G 35 G 38 G 39 G 40 G 42 G 43 G 45
Tabla 23: Ocurrencias del adverbio ya con valor temporal y afirmativo en el corpus de Getxo con particular énfasis en el uso afirmativo del adverbio ya.
5.4 Semántica
399
400
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
más estudios antes de poder afirmar esto con seguridad. Como no hemos podido acceder a la tesis inédita de González (1999), no sabemos si la investigadora ha podido documentar este fenómeno en todos sus informantes o bien en cuántos de ellos lo ha encontrado, dado que, en González (2000), no se proporcionan estos datos. Tampoco podemos hacer comparaciones con los demás trabajos, puesto que en estos tampoco se ha indicado si el fenómeno se da en todos los informantes entrevistados, con qué frecuencia aparece, etc. No obstante, a la circunstancia de que el uso del adverbio ya con valor afirmativo depurado de su valor temporal ha sido comprobado hasta ahora mayoritariamente en hablantes bilingües (Unamuno 1886 [1960]; Altube 1930; Zárate 1976; Fernández Ulloa 1996; 1997; González 2000; Oñederra 2002; 2004; Gómez Seibane 2011a), podemos añadir que el adverbio ya aparece con este valor también en (algunos) castellanohablantes monolingües, esto es, en hablantes monolingües del castellano de Getxo con y sin competencias mínimas en euskera. Hemos resumido, en la tabla 23, los datos sobre la distribución de las ocurrencias de ya entre los informantes.
5.4.2 La perífrasis verbal 5.4.2.1 La modalización de la perífrasis verbal soler + infinitivo: estado de la cuestión y aspectos teóricos En el presente apartado abordaremos una particularidad que concierne a la construcción soler + infinitivo. Se trata de un fenómeno recientemente descubierto y descrito por Camus Bergareche (2011a; 2011b; 2011c) como peculiaridad del castellano del País Vasco, que no había sido descrito de esta forma anteriormente. Se trata de lo que Camus Bergareche denomina «modalización de la perífrasis con soler» (2011a, 135), es decir, una interpretación aspectual de soler + infinitivo que no le corresponde según la norma prescriptiva, como señala este autor. La hace constar en lo que describe, primero, como «algunas variedades del castellano nativo del País Vasco» (2011a, 137), para designarlo, en un segundo paso, de forma generalizada, como elemento de la «variedad vasca del castellano» (2011b, 144), del «castellano de los vascos» o del «castellano del País Vasco» (2011b, 153) (cf. 2.4.14). La construcción soler + infinitivo se considera, por lo general, como perífrasis verbal (cf., por ejemplo, Yllera 1980; Gómez Torrego 1988; 1999; Havu 1997; Olbertz 1998; Martínez-Atienza 2004; 2006; Camus Bergareche 2004; 2011a; 2011b; 2011c; así como García Fernández 2012), si bien para este tipo de construcción existen también otras designaciones, tales como «frases verbales» (Alcina/ Blecua 1989, 778), o «agrupaciones verbales» (García Fernández et al. 2006, 10). Como Gómez Torrego (1999), entendemos por perífrasis verbal «la unión de dos o
5.4 Semántica
401
más verbos que constituyen un solo ‹núcleo› verbal» (1999, 3325). Estas construcciones perifrásticas se componen de dos elementos, siendo el primero el verbo auxiliar que conlleva «las informaciones morfológicas de número y de persona y se conjuga» (1999, 3325). Según Alcina y Blecua (1989), es el auxiliar el que «matiza la significación del segundo» (1989, 779). Este segundo verbo (o elemento) es el verbo auxiliado que «debe aparecer en infinitivo, gerundio o participio, es decir, en una forma no personal» (Gómez Torrego 1999, 3325) y que, según Alcina y Blecua, «conceptualmente aporta la idea fundamental» (1989, 779) a la perífrasis verbal.184 En cuanto a la perífrasis verbal soler + infinitivo, cabe señalar que no existe unanimidad en cuanto a su clasificación. Si bien por lo general es caracterizada como perífrasis verbal de aspecto, algunos autores opinan que su interpretación aspectual es frecuentativa (Yllera 1980; Gómez Torrego 1988; 1999; así como Fernández de Castro 1999), mientras que otros la consideran como de aspecto habitual (Havu 1997; Olbertz 1998; Martínez Atienza 2006; García Fernández 2008; 2012; así como Camus Bergareche 2011a; 2011b).185 El hecho de que estos dos aspectos no siempre sean fácilmente discernibles, confirma, a nuestro entender, una afirmación de Yllera (1980), quien indica que «[b]ajo la denominación de perífrasis frecuentativas incluimos las perífrasis que expresan la acción que sucede habitualmente» (1980; 199). Asimismo, para Olbertz (1998), el aspecto habitual forma parte del aspecto cuantificacional en un sentido más amplio, pero difiere de este en cuanto al número de ocurrencias. Martínez-Atienza (2004; 2006), entre otros, considera que soler + infinitivo es una perífrasis verbal de aspecto habitual, «es decir, que expresa aquella variedad aspectual en que se focaliza un determinado hábito de un sujeto» (Martínez-Atienza 2006, 243). Señala que para calificar un evento como habitual este tiene que ocurrir un cierto número de veces dentro de un determinado período de tiempo (2006, 245–246). De ahí que «la iteratividad
184 Consúltense los diversos trabajos anteriormente mencionados con respecto a las pruebas que suelen realizarse a fin de saber si en el caso de una agrupación de un verbo conjugado más un verbo en forma no personal se trata de una perífrasis verbal y en cuanto a las características que se atribuyen a las diferentes construcciones perifrásticas. 185 Haciendo referencia a los datos de Yllera (1980), Martínez-Atienza (2006) indica que aún en la Edad Media el verbo soler «podía funcionar como verbo léxico» (2006, 243), es decir, pudo aparecer fuera de la perífrasis con infinitivo, mientras que hoy siempre forma parte de la perífrasis de la que tratamos. Olbertz (1998) señala, sin embargo, que en dos casos específicos del castellano peninsular es posible encontrar el verbo soler fuera de la perífrasis. Estos son: «where either the infinitive is omitted […] or where the entire lexical verb construction has been left out […]. In either case the condition is that the main verb construction is retrievable from the immediate context» (1998, 126).
402
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
del evento [sea] una condición necesaria para la expresión de esta variedad aspectual» (2006, 245). Ahora bien, Camus Bergareche (2011a; 2011b) afirma haber observado varios usos particulares de la perífrasis verbal habitual soler + infinitivo en el castellano del País Vasco,186 de los que nos ocuparemos detenidamente a continuación. En un primer trabajo, el autor describe el fenómeno detectado por él como «uso modalizado» (Camus Bergareche 2011a, 120), «interpretación modalizada» (2011a, 137) o «modalización» (2011a, 135) de la perífrasis soler + infinitivo. Tras estas expresiones se subsumen varios aspectos de un solo fenómeno: la ocurrencia de esta perífrasis verbal con diferentes predicados estativos. La interpretación de Camus Bergareche de los fenómenos encontrados parte de la hipótesis de que soler + infinitivo es una perífrasis de aspecto habitual. Sin embargo, dado que diversos fenómenos difícilmente pueden ser explicados dentro de la interpretación aspectual habitual, Camus Bergareche (2011b, 152–155) propone una segunda explicación que parte del valor de la partícula del euskera ohi, es decir, remite, de algún modo, al contacto lingüístico entre el euskera y el castellano. Basándose en Alcázar (2009)187, Camus Bergareche (2011b) considera que ohi es una partícula evidencial y afirma que la perífrasis soler + infinitivo adquiere un valor inferencial así como modal epistémico, valores que Alcázar (2009) atribuye también a la partícula ohi. Volveremos sobre esta explicación después de haber señalado los usos particulares observados por Camus Bergareche (2011a; 2011b).188 En primer lugar, se trata del empleo del auxiliar soler en formas verbales perfectivas, en concreto, en pretérito perfecto compuesto (Camus Bergareche 2004; 2011a; 2011b). Es un fenómeno que Rodríguez Llopis (1997, 256) también indica haberlo encontrado en la variedad estudiada por él: el castellano de hablantes procedentes de Orozko (Bizkaia). En esta variedad descubre no solo el uso del verbo soler en pretérito perfecto compuesto, sino también aquél del pretérito perfecto simple por parte de algunos informantes. Afirma sobre ellos que «no es imposible encontrar formas como he solido ir, solí ir, cuando la reiteración
186 Véase el capítulo 2.4.14 acerca del corpus de datos de Camus Bergareche (2011a; 2011b) y nuestra crítica en cuanto a la expresión empleada por este autor, el castellano del País Vasco, para determinar la ocurrencia de la modalización de la perífrasis soler + infinitivo. 187 Alacázar, Asier, The trunction/expansion of evidential meaning in Quechua & Basque, comunicación presentada en Chronos 9. 9th international Conference on Tense, Aspect and Modality – París 7, 2–4 de septiembre 2009, París, Universidad de París Diderot, 2009, ápud Camus Bergareche (2011b, 151). 188 Mantendremos, no obstante, las expresiones modalización y uso modalizado para describir los fenómenos abordados por Camus Bergareche (2011a; 2011b), dado que se trata de una investigación en curso en la que el autor propone diferentes explicaciones relacionadas, pero cada vez más detalladas.
5.4 Semántica
403
es un hecho perfecto que no se repite actualmente» (1997, 256). Por otra parte, Fernández Ulloa (2001a, 125), que también analiza la perífrasis verbal soler + infinitivo en su corpus oral del castellano hablado en Bermeo (Bizkaia), no señala haber encontrado el auxiliar soler en formas verbales perfectivas.189 El uso del verbo soler en formas verbales perfectivas resulta particular porque, según la RAE (1996), se trata de uno de aquellos verbos que se califican como «defectivos o incompletos» (1996, 311), es decir, no se usan todas las formas morfológicamente posibles. El hecho de que no se emplee una parte de las formas morfológicamente posibles también es un aspecto subrayado por Fernández Fernández (2007, 248, s. v. soler) en el apartado dedicado a esta perífrasis verbal. Según la RAE (1996), esta característica de la perífrasis verbal en cuestión se debe al hecho de que «[c]on los verbos acostumbrar y soler es la categoría del aspecto verbal la que decide la exclusión de los tiempos perfectivos» (1996, 311). Sin embargo, la gramática no ofrece explicaciones más detalladas acerca de esta clasificación. Asimismo, Martínez-Atienza (2006) indica, igual que García Fernández (2012, 71), que el verbo soler «carece de formas no finitas» (Martínez-Atienza 2006, 245), hecho por el cual «nunca puede formar parte de una perífrasis como verbo auxiliado» (2006, 245). García Fernández (2012) asevera, por su parte: «En efecto, es raro encontrarlo [el verbo soler] en cualquiera de las formas perfectivas (solió, ha solido, había solido, etc.). No se encuentra detrás de otro auxiliar (*No debía soler hacerlo), ni en oraciones de infinitivo (*Era bonito soler ir a la playa por las mañanas), ni en oraciones de gerundio (*Soliendo hacer ejercicio, no tendrás problemas de salud)» (García Fernández 2012, 71).
Martínez-Atienza (2006) considera el desuso de las formas perfectivas del verbo soler como una restricción que puede ser explicada a partir del hecho de que se trata de un verbo que forma parte de una perífrasis verbal cuya variedad aspectual «está muy relacionada con el aspecto Imperfecto» (2006, 243). Indica que su interpretación como habitual impide no solo el uso de las formas no finitas y de las formas perfectivas, sino también el empleo del auxiliar soler en futuro y en imperativo. La aparición del verbo en cuestión en cualquiera de estos tiempos verbales lleva a la agramaticalidad de la oración. Según esta investigadora,
189 Fernández Ulloa únicamente indica que aparecen treinta y nueve casos de esta perífrasis verbal en todo el corpus (2001a, 612) y ofrece datos referentes a su frecuencia en relación con la ocurrencia de las perífrasis de infinitivo oponiéndolas a las de gerundio y de participio. No obstante, no aclara la distribución o la frecuencia de uso de la perífrasis soler + infinitivo en lo que respecta a la competencia lingüística, la edad, el género o el nivel sociocultural de sus informantes, a pesar de tratarse de un estudio sociolingüístico.
404
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
«[e]l auxiliar de esta perífrasis sólo puede conjugarse en presente de indicativo, para expresar los hábitos simultáneos al momento del habla, y en pretérito imperfecto de indicativo para los hábitos simultáneos a un tiempo anterior del habla» (Martínez-Atienza 2006, 245).
En cuanto a la determinación de un evento como habitual, Martínez-Atienza (2004) señala que, por un lado, «la interpretación habitual se obtiene como resultado de un proceso de inducción, es decir, a partir de múltiples ocurrencias de un determinado evento se induce que tal iteración o repetición constituye un hábito del sujeto» (2004, 347). Por otro lado, indica que «un hábito del sujeto, […] constituye una generalización que, como tal, implica posibles excepciones en la iteración del evento» (2004, 347). Esto significa que el hábito se constituye sobre una determinada cantidad de repeticiones de un evento, por ejemplo, ir a la piscina (siempre) los viernes. Sin embargo, para ser un hábito no hace falta que el individuo vaya todos los viernes a la piscina (cf. Martínez-Atienza 2006, 245). De ahí que, según Martínez-Atienza, esta perífrasis verbal «[d]esde el punto de vista del modo de acción [sea] compatible solamente con aquellos eventos iterables» (2006, 245), lo que también explica el desuso de las formas perfectivas del verbo auxiliar soler para predicar hábitos o costumbres abandonados, puesto que mediante las formas perfectivas se describen eventos acabados. Debe añadirse que Camus Bergareche (2011b) afirma que la interpretación aspectual habitual «se caracteriza por focalizar un evento en su transcurso, por lo que no atiende a su conclusión» (2011b, 145), lo que, según él, no permite el empleo de formas perfectivas que focalizan justamente la conclusión de un evento, es decir, el hecho de que hayan terminado. El segundo uso particular que Camus Bergareche (2011a) observa en el castellano del País Vasco es el de la perífrasis soler + infinitivo para «descripciones de actividades en términos propios de las descripciones actitudinales» (2011a, 126). En su opinión, «el español prefiere el presente sin más» (2011a, 126) para estas descripciones, ya que se trata de características definitorias del individuo y no de sus hábitos.190 Camus Bergareche (2011a; 2011b) se apoya en la clasificación de Bertinetto (1994; 2004), quien afirma que los predicados actitudinales son un subgrupo de los predicados estativos permanentes, aunque por su significado original se trata de verbos no estativos (Bertinetto 2004, 301–302 y 313). Este
190 Camus Bergareche (2011a) no precisa a qué se refiere al hablar de español. El mismo problema, es decir, la falta de una definición explícita del referente, cabe señalarlo para la expresión español general. El autor no la define en ningún momento, pero es de suponer que su punto de referencia es el castellano peninsular en general, es decir, la mayoría de las variedades en esta zona y no a la norma prescriptiva y escrita del castellano a la que hace referencia explícita al citar la Gramática de la RAE.
5.4 Semántica
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significado originario se convierte, a través de un cierto número de iteraciones del mismo evento, en rasgo definitorio de un individuo o un objeto y adquiere, por lo tanto, el valor de predicado estativo permanente. Es decir, estos verbos predican «actividades de un determinado sujeto que han pasado a caracterizarlo» (Martínez-Atienza 2006, 246). El hecho de que se itere el mismo evento aproxima los verbos estativos permanentes a los verbos de aspecto habitual, ya que, como hemos dicho antes, para ser calificado como habitual, un evento tiene que ocurrir un cierto número de veces dentro de un cierto período de tiempo. De ahí que Bertinetto (2004) considere que «los [predicados] actitudinales pueden ser contemplados como la intersección de los predicados estativos permanentes, un subgrupo de los estativos, y los habituales» (Bertinetto 2004, 301–302).
En cuanto a verbos actitudinales, entiende que «la iteración de un evento –o simplemente la posibilidad de que un cierto evento ocurra repetidamente, […]– se convierte en un atributo permanente y estático, i. e. estrictamente no eventivo, de un individuo u objeto dados. Esto quiere decir que los actitudinales son entidades dobles: desde el punto de vista aspectual, comparten las propiedades básicas de los habituales; desde el punto de vista del Modo de Acción, comparten un mismo comportamiento con los estativos permanentes» (Bertinetto 2004, 313).
Ahora bien, Martínez-Atienza (2006, 246) señala que, a causa de sus características, la perífrasis habitual soler + infinitivo no es compatible con verbos estativos permanentes y que, por ello, tampoco lo es con los verbos actitudinales que representan un subgrupo de los primeros. Según la investigadora, los verbos estativos permanentes «expresan características o el estado de cosas de un sujeto a lo largo de su vida, por lo que es imposible la iteración» (2006, 246). No obstante, si la perífrasis soler + infinitivo aparece con estos verbos, no se interpretan como verbos actitudinales (2006, 246). A pesar de la incompatibilidad indicada por Martínez-Atienza (2006), Camus Bergareche (2011a, 132–136 y 2011b, 146–148) señala haber detectado justamente el uso de la perífrasis soler + infinitivo con los «verbos de actividad que se usan para definir ocupaciones profesionales o atributos permanentes de objetos e individuos, que es precisamente lo que permite reconocer las lecturas actitudinales» (2011b, 147). El autor ilustra este uso con varios ejemplos de los cuales reproducimos dos, (242) y (243), a continuación: (242) «(12) b. Habitualmente pasan los meses de verano en Ondoain, un monte que está al lado del Izarraitz, y en invierno suelen vivir cerca de casa. De pastores suelen andar mi marido y mi hijo (DV [Diario Vasco], 6–9–2007)» (Camus Bergareche 2011b, 147).
406
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(243) «(12) c. ¿Sabes quién suele preparar muy bien el Bloody Mary [se refería acto seguido a un conocido barman profesional]. [K. Argiñano, emisión TV, 18–9–2009]» (Camus Bergareche 2011b, 147).
El hecho de que el uso de la perífrasis verbal de aspecto habitual aparezca conjuntamente con verbos de interpretación actitudinal no se había señalado, hasta este momento, en ningún estudio anterior acerca de las variedades del castellano en el País Vasco. Camus Bergareche (2011a; 2011b) describe un tercer uso particular o modalizado de la perífrasis soler + infinitivo: su aparición con distintos tipos de predicados estativos diferentes de los actitudinales. El autor señala haber observado el empleo de predicados estativos permanentes para «descripciones que corresponden más bien a presentes continuos, es decir, una variedad aspectual que no corresponde a la perífrasis soler + infinitivo» (2011a, 135), o bien de predicados de estado que corresponden a «una descripción más o menos atenuada de hechos objetivos» (2011b, 150). Según el autor, se trata de un uso marcado, dado que esta perífrasis «se construye sin problemas con verbos de estado y no resulta inmediatamente accesible una lectura en la que quepa hablar de una misma situación repetida en momentos distintos o referida a varios individuos u objetos» (2011b, 149).191 Otro tipo descrito por Camus Bergareche es el empleo de la perífrasis soler + infinitivo con «[p]redicados estativos de múltiple ocurrencia» (2011b, 148). Los divide en dos grupos: por un lado, los «verbos experimentales» (Camus Bergareche 2011b, 148) y, por el otro, los «verbos propiamente de estado con sujeto en plural y que, por tanto, describen una misma situación idéntica para cada uno de los integrantes del conjunto» (2011b, 149). Al segundo grupo pertenecen verbos como conllevar y ser. Del primer grupo forman parte verbos como gustar u odiar que, según el autor, «denotan una misma sensación genérica construida sobre la base de múltiples experiencias individuales similares» (Camus Bergareche 2011b, 148). Pongamos un ejemplo, (244), proporcionado por el autor: (244) «(14) a. Japón tiene grandes empresas con mucha influencia en los media y estos me han solido odiar por mis opiniones. Pero yo estoy tranquilo, quiero que las futuras generaciones vean que lo que hacía era justo… [Diario Vasco, 17–11–2009]» (Camus Bergareche 2011b, 148).
Según Camus Bergareche, el auxiliar se combina con los dos tipos de verbos indicados y la perífrasis verbal se usa, entonces, para la descripción de «una
191 Esta lectura Camus Bergareche (2011b, 135) la ve reforzada cuando complementos temporales, que pueden hacer explícito algún tipo de lectura aspectual, están ausentes.
5.4 Semántica
407
situación estable que es el resultado de varias situaciones idénticas» (2011b, 149), uso no admitido en el español general, según este autor. Se trata, en ambos casos, de experiencias que han ocurrido repetidamente, sean estas las de un individuo o las de un conjunto de sujetos. De esta manera se cumple la condición de ocurrencia múltiple que forma la base del aspecto habitual. Camus Bergareche indica que, en el caso del segundo grupo, se trata de un uso admitido en el español general (2011b, 149). Según el contexto en que aparece el auxiliar soler con verbos auxiliados como conllevar o ser, estos últimos pueden poner en duda la proposición de la oración, dado que mediante el uso de la perífrasis verbal de aspecto habitual se expresa que una acción o un evento se repite una cierta cantidad de veces sin que tenga que ocurrir siempre. Pongamos por caso el siguiente ejemplo de Camus Bergareche (2011b): (245) «(15) a. Los delitos contra la seguridad vial como conducir bajo la influencia de drogas o bebidas alcohólicas o por superar el límite de velocidad suelen conllevar unas penas de trabajos en beneficio de la comunidad de 31 a 90 días (DV [Diario Vasco], 17–9– 2009)» (Camus Bergareche 2011b, 149).
En este caso, puede entenderse que el que escribe quiere expresar su duda acerca de que se proceda siempre de la manera descrita mediante el uso de la perífrasis soler + infinitivo. A pesar de que es el procedimiento habitual cuando se atenta contra la ley, este procedimiento no siempre tiene esas consecuencias. El uso de la perífrasis podría resultar extraño, ya que una ley normalmente no admite excepciones, pero, según Camus Bergareche, es justamente esta habitualidad que deja lugar para excepciones la que se expresa mediante el uso de la perífrasis soler + infinitivo. Otros dos ejemplos de Camus Bergareche (2011b), que reproducimos en (246) y (247), demuestran, también, que se puede expresar duda o atenuar la afirmación mediante el uso del auxiliar soler si este aparece junto con estos «verbos propiamente de estado con sujeto en plural» (2011b, 149): (246) «(15) c. La mayoría de las zonas protegidas suelen ser costeras (DV [Diario Vasco], 15–4– 2010)» (Camus Bergareche 2011b, 149). (247) «(15) d. En cualquier caso, que nadie se olvide del cortavientos en la mochila, porque las zonas más altas suelen ser bastante ventosas por estas fechas (DV [Diario Vasco], 22–10–2010)» (Camus Bergareche 2011b, 149).
Para Camus Bergareche (2011a y 2011b), se trata, en los casos de los ejemplos dados, (242) a (247), de una modalización de la perífrasis soler + infinitivo. La perífrasis verbal adquiere, según el autor (2011a, 135–136), un valor modal o epistémico mediante su combinación con predicados estativos no permanentes —por ejemplo, los verbos experimentales—, así como con predicados permanen-
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tes —por ejemplo, los verbos propiamente de estado o los actitudinales—. A su modo de ver, el hablante emplea la perífrasis soler + infinitivo con predicados estativos permanentes y predicados actitudinales, porque este uso le ofrece la posibilidad de «huir de la interpretación factual y objetiva» (2011a, 135). Para el autor, se trata de un procedimiento de atenuación con el cual el hablante llega a hacer «descripciones matizadas y con reservas» (2011a, 135). La combinación del auxiliar soler con verbos estativos permanentes y no permanentes le permite al hablante señalar que la proposición que hace no se realiza siempre, al igual que un hábito o una costumbre que tampoco tiene por qué realizarse siempre. Según Camus Bergareche (2011a; 2011b), el hablante transfiere esta característica de la iteración inherente a la perífrasis habitual a situaciones en que combina el auxiliar soler con verbos estativos permanentes y no permanentes. Según Havu (1997, 267), este tipo de verbos no puede ser combinado con el auxiliar de la perífrasis soler + infinitivo, excepto cuando los verbos estativos transitorios y los permanentes expresan genericidad, como en el caso de «Los elefantes suelen ser enormes» (Havu 1997, 267).192 En opinión de Camus Bergareche (2011b, 148), es exactamente este rasgo —la genericidad— el que se pone de relieve en el uso de la perífrasis con predicados estativos de múltiple ocurrencia. De este modo, se da a entender que las experiencias personales a menudo resultan ser tal y como lo cuenta el hablante, pero no siempre tiene por qué ser así. De ahí que, según Camus Bergareche (2011a), el uso de la perífrasis soler + infinitivo con verbos estativos permanentes y no permanentes sea un procedimiento que al hablante le permite indicar «que el evento señalado mediante la perífrasis no sea verdadero siempre» (2011a, 135), ya que la proposición «presenta un valor de verdad similar al que se desprende de las descripciones habituales o iteradas» (Camus Bergareche 2011b, 150). De esta manera, el hablante no se compromete con lo que ha dicho. El hecho de no comprometerse se logra, en opinión del autor, a través de la combinación del auxiliar de la perífrasis de aspecto habitual soler con los distintos predicados estativos mencionados. Él considera que se trata, entonces, de un uso modal epistémico de la perífrasis soler + infinitivo (2011b, 153). En lo que atañe al uso del pretérito perfecto compuesto, Camus Bergareche (2011a) concluye que su empleo se admite por este «nuevo valor modal» (2011a, 136) de la perífrasis soler + infinitivo. La modalización hace que las restricciones distributivas en cuanto a este uso dejen de ser
192 Una explicación parecida se da también por parte de la RAE/ASALE (2009), donde se señala que «[e]l contenido de ‘soler + infinitivo’ se acerca al de las expresiones adverbiales generalmente, por lo general, en general, por lo común y otras similares. Estos adverbios crean contextos de genericidad […]» (2009, 2161).
5.4 Semántica
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operativas, por lo cual se permiten también «formas de pasado perfectivas» (2011a, 136). Como hemos indicado anteriormente, se trata de una investigación en curso, por lo que Camus Bergareche (2011b, 152–155) ofrece una segunda teoría en la cual toma en consideración que los usos particulares de la perífrasis verbal soler + infinitivo observados por él pueden explicarse «con la ayuda de las construcciones equivalentes en euskara» (2011b, 155). La construcción en la que se basa Camus Bergareche es, como hemos señalado anteriormente, el empleo de la partícula evidencial ohi, acerca de la cual indica que se usa «para la descripción de aquellos hechos de cuya existencia se tiene un conocimiento inferido, pero que se considera compartido de manera general por la comunidad de hablantes (general knowledge inferential)» (2011b, 152). El autor destaca que, mediante el empleo de la partícula ohi, el hablante tiene la posibilidad de señalar que un «evento descrito puede ser interpretado como de ocurrencia múltiple desde algún momento en el pasado» (2011b, 151). Aquellas construcciones en las que aparece la partícula ohi ofrecen, por tanto, una interpretación aspectual tanto frecuentativa como habitual del evento (2011b, 151). Sin embargo, en el empleo de la partícula, Camus Bergareche reconoce también la posibilidad del hablante de modalizar o atenuar la proposición. Esto significa que el hablante realiza una proposición cuyo contenido atenúa mediante el uso de la partícula ohi —tal y como Camus Bergareche explicó, también, acerca del auxiliar soler (2011a, 135–136; 2011b, 150)—, lo que le permite al hablante abstenerse de una interpretación factual y objetiva, es decir, la información dada no tiene por qué ser siempre verdadera. Asevera el autor que «el tipo de evidencialidad que denotan las construcciones con ohi favorecen también un cierto desplazamiento hacia valores modales (epistémicos) via [sic] objetivización: los eventos se presentan con un alto grado de certeza, cercanos a la información estrictamente factual y objetiva. Se trata de un proceso de modalización que resulta muy corriente en este tipo de estructuras […]» (Camus Bergareche 2011b, 152).
Hay que añadir, por último, que Camus Bergareche (2011b, 153) subraya que la partícula ohi puede ser combinada con todo tipo de predicado. De ahí que sea compatible tanto con «verbos de estado y otros predicados estativos como los actitudinales» (2011b, 153). Asimismo, puede aparecer «con afirmaciones genéricas referidas a un único individuo y, por tanto, no susceptibles de una lectura en que se supongan ocurrencias repetidas de la misma situación» (2011b, 154). En su opinión, en el caso de ohi se trata de una partícula que «no está marcada para el aspecto» (2011b, 154) y que, por esta razón, «no se construye con las formas progresivas del verbo léxico que selecciona, las marcadas con el sufijo –ten [del euskera]» (2011b, 154), sino con las formas participiales del euskera marcadas con
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5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
el sufijo -tu,193 que son, según Camus Bergareche, «las formas de pasado y perfecto» (2011b, 154).194 Camus Bergareche opina que los usos de la perífrasis verbal soler + infinitivo, que hemos descrito anteriormente, y las características esbozadas de la partícula del euskera ohi coinciden, o, dicho con las palabras del autor, los usos particulares de soler + infinitivo «pueden explicarse a la luz del valor que tienen en euskara las construcciones con ohi» (2011b, 155). Esto es así porque «es posible asignar al auxiliar soler en el castellano de los vascos una lectura también evidencial y modal epistémica, por lo que [quedaría explicada] la compatibilidad con los distintos predicados [señalados]» (2011b, 153). Según Camus Bergareche, el valor de la perífrasis verbal soler + infinitivo no solamente puede interpretarse como de aspecto frecuentativo o habitual, sino que permite, también, una lectura inferencial y modal epistémica, al igual que la partícula ohi. Queremos señalar, por último, que Fernández Ulloa (1996; 1997; 2001a) ya propuso, en su estudio sobre el uso de la perífrasis verbal soler + infinitivo en el castellano de Bermeo (Bizkaia), que podría tratarse de una interferencia del euskera en el castellano, es decir, que «[e]stas construcciones, abundantes, pueden deberse al uso en euskera de la partícula verbal OHI usada en el sentido de ‘acostumbrar’» (Fernández Ulloa 1997, 205). Respecto al uso de la perífrasis, la autora añade que «[…] etorri ohi da ‘acostumbra a entrar, suele entrar’, se usa en lugar de etortzen da ‘entra habitualmente’» (Fernández Ulloa 2001a, 125). Sin embargo, no va más allá en sus explicaciones ni tampoco ofrece, en ningún momento, datos acerca de la pregunta de si el uso de la perífrasis verbal soler + infinitivo es mayor en el castellano de los hablantes bilingües euskeracastellano que en el de los castellanohablantes monolingües, lo que podría justificar su consideración como interferencia lingüística. Las publicaciones de
193 Zubiri Ibarrondo y Zubiri Ibarrondo indican que la marca -t(z)en señala que algo ya ha empezado pero todavía no ha terminado —«hasi egin da, baina oraindik ez da amaitu» (2000, 408)— mientras que la forma, que puede acabar en -tu, -du, -i o -n, indica que una acción ha terminado —«ekintza amaitu egin du» (2000, 408)—. 194 Respecto a este último punto queremos indicar que Zubiri Ibarrondo y Zubiri Ibarrondo (2000, 581) destacan que el uso de la partícula ohi con las formas verbales participiales o aquellas de pasado y perfecto depende de la variedad que se estudia. Esto significa que, según esta gramática, en el dialecto oriental del euskera se emplea la partícula ohi con las formas verbales en -ten, mientras que en el dialecto occidental se junta a formas verbales participiales en -tu. Recordemos, no obstante, que Zuazo (2008) distingue más de dos variedades del euskera, por lo que se impone la pregunta de cómo ohi es empleado en las demás variedades diatópicas del euskera. Con todo, debería comprobarse la teoría de Camus Bergareche (2011b) en el castellano de aquellos hablantes en contacto con alguna de las variedades del euskera, a fin de saber si existen diferencias entre los usos de la perífrasis verbal en cuestión.
5.4 Semántica
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Fernández Ulloa (1996; 1997; 2001a) parecen ser desconocidas por Camus Bergareche (2011a; 2011b) o, al menos, no las menciona en sus artículos. A modo de resumen, podemos constatar que Camus Bergareche (2011a; 2011b) ofrece dos explicaciones para la modalización de la perífrasis soler + infinitivo: una interpretación que considera que se trata de una evolución interna, esto es, la posibilidad de que el verbo auxiliado sea un predicado estativo permanente o no permanente, y una segunda explicación que parte del valor de la partícula evidencial del euskera ohi, es decir, del contacto de lenguas. En el siguiente apartado describiremos los usos de la perífrasis verbal soler + infinitivo en nuestro corpus de datos orales a fin de averiguar si también se pueden encontrar aquellos usos particulares o modalizados descritos por Camus Bergareche (2011a; 2011b) en la variedad del castellano hablada por nuestros informantes monolingües de Getxo.
5.4.2.2 La perífrasis verbal soler + infinitivo en el corpus de Getxo En nuestro corpus, documentamos un total de cien ocurrencias de la perífrasis soler + infinitivo, de las cuales el 7% (siete casos) están en imperfecto de indicativo y el 93% (noventa y tres casos) en presente de indicativo, tal y como se ve en la tabla 24.195 La primera diferencia que se da en nuestro corpus frente a los datos de Camus Bergareche (2011a; 2011b) es que no se dio ningún uso de la perífrasis soler + infinitivo con pretérito perfecto compuesto. Tabla 24: Ocurrencias de soler + infinitivo con distintos tiempos verbales: frecuencia absoluta y porcentajes en el corpus de Getxo. Aspecto Forma verbal Total (%)
Perfectivo pretérito perfecto compuesto (indicativo) 0
Imperfectivo pretérito imperfecto (indicativo) 7
presente (indicativo) 93
En la tabla 25 resumimos la frecuencia de uso absoluta de los verbos auxiliados que se emplean junto con la perífrasis soler + infinitivo en nuestro corpus. De mayor uso son los verbos ver, leer, ser e ir y, ya con menos ocurrencias, los verbos decir y haber. Solo contamos las ocurrencias cuando los informantes no se interrumpieron después de usar la perífrasis. Incluimos, sin embargo, un caso en el que el informante se interrumpió después del verbo auxiliado de la perífrasis,
195 Excluimos del cómputo una ocurrencia de soler en que apareció con la preposición a y otra en la que el verbo auxiliar se empleo sin infinitivo.
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esto es, en el caso de cantar, por tratarse de un verbo actitudinal en determinados contextos, según Camus Bergareche (2011b, 146). Incluimos, además, dos casos con el verbo haber, sin que las oraciones estuvieran completas, porque documentan, a nuestro parecer, el uso modalizado descrito por Camus Bergareche (2011a; 2011b); tema sobre el cual volveremos más adelante en este apartado. Tabla 25: Tipos de verbos auxiliados y número de ocurrencias en la perífrasis verbal soler + infinitivo en el corpus de Getxo. Verbos ver leer ser ir decir haber cambiar coger comprar dar estar hacer irse oír poner venir cantar estar + ger. (trabajando) intentar moverse pasar perder quedar salir tener tocar trabajar usar
Total
(%)
24 13 10 9 7 5 2 2 2 2 2 2 2 2 2 2 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1
24 13 10 9 7 5 2 2 2 2 2 2 2 2 2 2 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1
El verbo estar aparece en los ejemplos (248) y (249): (248) A: ¿pero suelen pasar todos los veranos en Algorta, o? G 22: bueno no, porque el año/, va/ suele ir un mes/ fue a Inglaterra/ ha ido los dos/ bueno hasta hacee (0,553'')/, no normalmente siempre hace algo ¡eh! no te creas .
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porque cuando no eh, fue a Inglaterra hacía/ estuvo quince días aquí en unas colonias de no sé qué/ . no porquee (0,453'') es que ¿qué haces dos meses con [esos?, es que se muere] . […] G 22: el caso es que, un mes suele estar fuera [y este] (E 9/G 22/417–418) (249) A: ¿cuándo entras a la mañana? […] G 09: el viernes solemos estar .. ts dee (1,02'') . nueve a tres (E 2/G 09/93)
Consideramos que el verbo auxiliado estar en los casos (248) y (249) es un predicado de estado transitorio —o estativo no permanente— que, según Havu (1997, 267), es compatible con la perífrasis soler + infinitivo. En el caso (248), el carácter estativo se ve reforzado por la presencia de un adverbio locativo: fuera. El hecho de que no se trate, en nuestra opinión, de un predicado estativo permanente —pero tampoco de un verbo no estativo—, puede explicarse a partir de que ambas perífrasis van acompañadas por un complemento temporal, en (248) un mes y en (249) de nueve a tres, que delimitan la permanencia del sujeto en este estado. En palabras de Martínez-Atienza (2006), podría decirse que estos predicados estativos son no permanentes, por lo que «desde el punto de vista del modo de acción son compatibles con la perífrasis siempre que exista una interpretación iterativa» (2006, 246). Pensamos que es el caso de los ejemplos (248) y (249): en (249) el complemento temporal el viernes marca la iteración ya que, a nuestro parecer, es equivalente a ‘todos los viernes’. En el caso (248), la referencia es mediata, es decir, la hablante anticipa que se trata de un evento iterativo, un evento que se repite todos los años. Havu (1997) señala que «la perífrasis progresiva estar + ger. es, como indica ya el término ‹progresivo›, una expresión que representa un proceso desarrollándose en el tiempo, mientras que los estados son expresiones que por excelencia indican persistencia en el tiempo» (Havu 1997, 153).
La construcción perifrástica como siempre suelo estar trabajando denota, por lo tanto, una acción en curso o un proceso: no se trata de un estado permanente ni de un verbo actitudinal. Pensamos que podría considerarse como una construcción perifrástica que, en el sentido de Fernández Leborans (1999), expresa una situación dinámica a través del gerundio, es decir, «una acción en curso que puede definir un estado del sujeto, porque los estados, como modos de manifestación del ser del sujeto en espacios temporales limitados, no son necesariamente ‹estáticos›» (1999, 2433). El hecho de que la construcción suelo estar trabajando sea de carácter no estático explica, también, por qué es posible la combinación de
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5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
la perífrasis soler + infinitivo con la perífrasis progresiva , en estos casos.196 La perífrasis soler + infinitivo es empleada por nuestros informantes, en la mayoría de los casos, como perífrasis de aspecto habitual, es decir, para predicar hábitos, sean estos los de los informantes o los de otros individuos. Esto puede verse en los ejemplos (250) a (252), donde diferentes hablantes emplean los verbos de actividad ver, poner y coger como auxiliados:197 (250) A: mh . ¿y tú?, ¿ves la tele en/ en euskera? G 22: yo veo poco la tele, peroo (0,993'') a la noche hay un programa "Ka/ que suelo ver "Kalaka" . A: mh, no conozco G 22: uno, pues que es de/ va de actualidad y suelo ver pero veo muy poco la tele la verdad (ininteligible) .. (E 9/G 22/394) (251) A:
pues sí, esto ya/ . ¿y tienes noticias que veas con frecuencia o que te gusten más? ¿una cadena? . G 30: "Telecinco" es la que suelo poner A: mh, mh . ¿y te acuerdas de los últimos dos libros que leíste? .. G 30: que estoy leyendo . (E 12/G 30/617)
(252) G 39: A: G 39: A: G 39: A: G 39: A: G 39:
y suelo coger "El Correo" pero muy pocas veces ¡eh! mh, mh . ¿y de pe/ eh de noticias en la tele? ..[¿tienes] [¿qué te/] una cadena que ves con frecuencia? eeh (0,88'') . pues suelo veer (0,493'') eeh (0,747'')/, "Antena Tres" y "Telecinco" mh suelo ver mh .. y "EITB dos" también ¿no? que es la/ . la/ .. la televisión de aquí (E 16/G 39/839–840)
En los tres ejemplos (250) a (252) se dan respuestas a preguntas por la frecuencia de uso y por los hábitos de los hablantes en cuanto al consumo televisivo y sus costumbres de lectura de periódicos. En el ejemplo (250), la misma informante
196 Acerca de la discusión de si la perífrasis estar + gerundio es de carácter estativo o no véase, por ejemplo, García Fernández et al. (2006, 139–142). Consúltese también Olbertz (1998, 129– 130), quien señala que soler + infinitivo puede llevar un «Progressive Aspect operator» ‘operador de aspecto progresivo’. 197 Al enumerar las características de la perífrasis soler + infinitivo, Camus Bergareche (2011b) destaca que esta, a diferencia de la perífrasis habitual acostumbrar + a + infinitivo, «admite sin problemas sujetos no agentivos, lo que es índice de su alto grado de gramaticalización y su escaso peso semántico» (2011b, 122).
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subraya que se trata de una costumbre mediante el uso explícito del complemento temporal a la noche, con el cual destaca que el programa del que habla se emite todos los días o, al menos, con mucha frecuencia, ya que suponemos que también hay días en que no se emite.198 Se confirma, por lo tanto, la característica de la perífrasis habitual soler + infinitivo, que indica que el evento se tiene que repetir con cierta frecuencia dentro de un cierto período de tiempo, pero no tiene que ocurrir siempre. Encontramos en todos los informantes entrevistados al menos un uso de la perífrasis con aspecto habitual. Como se ve en la tabla 25, hemos podido constatar que los verbos no estativos prevalecen sobre los estativos.199 Aunque la perífrasis soler + infinitivo se da en nuestro corpus con distintos verbos de actividad, no se da en ningún contexto en que un verbo de actividad pueda ser interpretado como predicado actitudinal, tal como se ve en el ejemplo (253): (253) G 45: y/ y luego hables o no hables pero tú ya sabes [es lo] A: [sí] G 45: importante . y ya te digo los hijos de esos que no practican pero lo saben, los hijos/ los hijos sí practicarán seguro A: mh . G 45: y sí . de hecho ya está/ . ts ya está prácticame/ mucha gente joven aaquí (0,413'') mismo a las noches viene/, vienes hay chavales que suelen cantar/ . estar canta/ y/ y diciendo versos y tal todo en euskera y tal y es muy agradable [aunque] (E 20/G 45/1009)
Según nuestra interpretación, el hablante emplea este verbo en la perífrasis para predicar los hábitos que tienen varias personas, a pesar de que se interrumpe después de pronunciar el infinitivo. Es decir, no se trata de cantantes profesionales, sino de personas que tienen la costumbre de cantar (todos) los viernes por la tarde, o noche, en un bar. La presencia de un complemento temporal refuerza esta interpretación, ya que, como indica Bertinetto (2004, 308–309), ni los predicados estativos permanentes ni los actitudinales, por ser un subgrupo de los primeros, pueden aparecer con adverbios temporales. Documentamos varios usos de la perífrasis soler + infinitivo con verbos estativos permanentes, como se ve en la tabla 25. Esos son, sobre todo, los verbos ser (diez ocurrencias) y haber (cinco ocurrencias), aunque haber puede tener valores estativos y no estativos, según el contexto semántico. Se da, además, una ocurrencia con el verbo tener. En cuanto al uso del verbo ser como verbo auxiliado en
198 Véase acerca de a la noche y por la noche el apartado 5.6. 199 El verbo quedar se usa con el valor de ‘concertar una cita’, es decir, con valor no estativo.
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la perífrasis en cuestión, se trata, a nuestro parecer, de proposiciones genéricas que los informantes están haciendo sobre hechos diversos, como en los ejemplos (254) a (255): (254) G 22: pero no sé yo es que la verdad es que la mayoría de la gente que conozco … (2,627'') yo/ casi todos mis amigos son hijos de aquí A: mh G 22: y los de mi hermana con los que me relaciono ahora mucho/ . no miento los que ella conoce son, gente de la escuela por ejemplo/ .. no son todos/, los padres están/ los de la escuela los amigos de mi hijo y tienen s/ todos sus padres .. suele ser uno de aquí y el otro dee (0,687'')/ de Bilbao o dee (0,7''), la margen izquierda de [Portu] (E 9/G 22/424) (255) G 05: poco máás (0,54'') amplio que el uno o sea los requisitos que te piden/ . pues bue/ los dos exámenes son igual unn (0,48'')/ . eh un examen escriitoo (0,473''), con/ o sea bueno, tienes que hacer una redacción, luego hay un examen tipo test que es de gramática y uun (0,513'')/ eeh (0,627'') . eh unn (0,827'')/ . como se dice/ . pues vamos de/ . que te, eh escuchas un texto A: mh G 05: y respondes a unas preguntas A: mh G 05: o sea, como suelen ser exámenes de idiomas, [así] (E 1/G 05/16) (256) G 22: A: G 22: A: G 22: A: G 22: A: G 22: A: G 22:
o por mucho que les lleves a todo/ a los niños a modelo D y tal mh . entre ellos en la calle . van, pasándose al castellano . ¿sí?, ¿aunque están en el modelo// sí B o D? D, D ¿D? D, bueno D, yo no/ B ni/ ni/ ni/, aquí el B y el D suele ser muy parecido mh en/ en, primaria, luego en secundaria ya no ¡eh! . ya sales de/, no, pero/ .. sí, yo les veo . mi ni/ mi hijo sale con amigos que/ los que ha estudiado desde que tenía dos años (E 9/G 22/389–390)
A nuestro parecer, en el ejemplo (254) el predicado estativo permanente ser de un lugar se emplea, en este contexto, para predicar algo sobre todos los padres de los niños que están en la misma escuela que el hijo de la hablante o, al menos, sobre la mayoría de ellos. La informante G 22 no se refiere a una pareja en particular. Es decir, parece que la informante G 22 quiere hacer una proposición genérica sobre el grupo que formaría «el género» de estos padres y no sobre un solo elemento de este género, que serían un padre y una madre en particular. Como hemos dicho en el apartado anterior (cf. 5.4.2.1), la proposición genérica es la única posibilidad
5.4 Semántica
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en la que la perífrasis soler + infinitivo puede aparecer con un verbo estativo permanente, como ser (cf. Havu 1997; RAE/ASALE 2009). A nuestro entender, también es el caso del ejemplo (255), donde ser aparece sin complemento y donde se emplea la perífrasis para hacer una proposición genérica sobre los exámenes de idiomas en general. Lo mismo sucede en el ejemplo (256), donde aparece el verbo estativo permanente ser con el atributo parecido. Creemos que esta proposición tiene sentido genérico, ya que la informante G 22 hace referencia a dos modelos escolares en general y no compara dos escuelas o colegios en particular. Es decir, la informante hace una proposición sobre «el género», en general (modelo B vs. modelo D), y no sobre un solo elemento de este género o sobre un solo grupo a partir del cual se forma el género. Opinamos que la misma interpretación también es válida para las otras ocurrencias de la perífrasis soler + infinitivo con el verbo estativo permanente ser en nuestro corpus. Veamos ahora el caso del verbo tener (257): (257) G 05: entonces/ . o sea y ahora han tenido quee (0,547'')/ que/, que levantar mucho ell (0,647'')/ el pistón/ . el nivel po/ o sea . subir el listón porque/ . porque, sobre se/ vinieron todos los de/ los que se han formado en euskera y claro cometen unas, faltas de ortografía . pues bue/ pues claro porque no están acostumbrados ni a escribir ni a/ . . eh ni a leer enn (0,453'') castellano A: pero// G 05: y entonces// A: perdón, ¿cuántas horas de castellano tienen ellos? […] G 05: lo mismo que yo tenía la asignatura de euskera pues ellos tendrán la asignatura dee (0,52'')/ . A: ah G 05: de lengua, castellana . y gramática yy (0,56'')/ .. entonces claro pues, . si, comparo/ o sea el nivel que tengo yo de euskera y lo aplico a una persona que ha estudiado solo en euskera y el nivel como tiene de, castellano .. hombre .. . dige/ diges/ sí que suele/ o sea suelen tener bastante más nivel de castellano quee (0,673'')/ que otros de euskera porquee (0,493'')/ es que/ . o sea el castellano van a vivir seguro por la calle, en cualquier sitio y van a necesitarlo (E 1/G 05/42)
En el ejemplo (257), el verbo tener expresa una cualidad o posesión (inherente) de los sujetos a los que se refiere el enunciado, por lo que se trata de un verbo estativo permanente. El hablante está haciendo una proposición sobre propiedades o cualidades esenciales que tienen los sujetos que forman el conjunto de ellos, es decir, de todos los que se han formado en euskera. Es posible que, en este caso, también se trate de una proposición genérica. No obstante, pensamos que igualmente es posible interpretar el uso que se da en el ejemplo (257) como una descripción de un estado permanente, es decir, como un uso modalizado o de valor epistémico, en palabras de Camus Bergareche (2011a y 2011b). Sería, enton-
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5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
ces, una afirmación o descripción atenuada con la que el informante quiere o puede indicar que el evento señalado no siempre es verdadero, es decir, no todos los individuos que se han formado en euskera tienen bastante nivel de castellano, aunque la mayoría sí. Las características de la perífrasis soler + infinitivo antes descritas permiten, por tanto, esta interpretación. Volvemos, finalmente, sobre los ejemplos la perífrasis soler + infinitivo con el verbo auxiliado haber en los ejemplos (258) a (261): (258) A: [ ¿por qué son famosas? ] G 05: no por/ porquee (0,467'')/ o sea estás ahí en ll (0,567'')/ en el Puerto Viejo, [que] A: [mh] G 05: justo, como una explanada grande, donde ponen ahí una carpaa (0,533'') y suele haber pues, música tal no sé qué . y todo el mundo está allí .. y todos juntos/ . nada y . te lo pasas bien .. [y ves a/ conoces a gente de allí//] (E 1/G 05/19) (259) G 05: sí, no, es quee (0,573''), no hacen nada, en especial/ . suele haber/ bueno hay un día . que es el día de pijamas A: mh G 05: que toda la gente va vestida con pijama [] (E 1/G 05/20) (260) G 05: sí . o, en parte sí . parte le gustaría a la gente jugar en el "Athletic", sí . todos que le gusta el fútbol . y bueno aquí igual hay bastante tradición de jugar a balonmano […] A: no sabía, ¿dónde? . ¿aquí en/ en Bilbao también? . G 05: hombre, en Bilbao menos pero más en/, en pueblos y así A: ah G 05: suele haber sí, hay tradición . y luego por ejemplo, en la selección española y así, hay bastantes jugadores vascos (E 1/G 05/29) (261) A:
pagando . ¿y por ejemplo esto en las fiestas de aquí es/ es una parte, los bailes la música? G 17: sí . suele habeer (0,793'') deee (1,16'') exhibiciones de euskera de bailes en aurres/ de aurreskus . y dee (0,54'')/ de todas eso (E 5/G 17/208–209)
En los cuatro ejemplos, la perífrasis soler + infinitivo aparece junto al verbo haber. Este verbo tiene, en los casos (259) y (260), el valor de ‘existir’, es decir, se trata de un verbo de estado permanente. En los ejemplos (258) y (261) podría parafrasearse, sin embargo, con verbos de actividad no estativos, como ‘poner’, ‘tocar’ o ‘sonar’ en (258) y ‘dar’, ‘hacer’ o ‘realizar’, en el caso (261). Nos parece sumamente interesante y revelador que el informante G 05 emplee en los ejemplos (259) y (260), dos veces primero la perífrasis suele haber para, inmediatamente después, interrumpirse o autocorregirse. Usa, entonces, el presente de indicativo de haber, hay. En el caso (260), la autocorrección va acompañada por la
5.4 Semántica
419
partícula de corrección bueno. Esta interrupción por el propio informante podría considerarse como un «proceso de reformulación» de la oración porque el hablante comprueba, mientras habla, si lo que dice concuerda con el esquema gramatical o con su conocimiento gramatical, adquirido por la formación académica y orientado, probablemente, hacia lo que el hablante conoce como norma prescriptiva.200 Por otra parte, los usos de haber de los ejemplos (259) y (260) parecen ilustrar que existe, al menos para el informante G 05, una posibilidad de atenuar lo afirmado mediante la perífrasis soler + infinitivo. Lo dicho por él no tiene que ser siempre verdadero, pero ocurre con tanta frecuencia que se convierte en un hecho. A nuestro modo de ver, el uso de la perífrasis soler + infinitivo también demuestra que, primeramente, el hablante no quiere involucrarse tanto, quizá también quiere expresar que no esté absolutamente seguro de lo que dice. La partícula de corrección bueno podría considerarse como señal que permite partir de esta interpretación. Sin embargo, después de reflexionar un instante, el hablante G 05 llega a la conclusión de que las circunstancias son así como las explica, y afirma su proposición mediante el verbo en presente de indicativo.201 Parece posible interpretar los ejemplos (258) y (261) de suele haber del mismo modo que los ejemplos (259) y (260). Tal vez los cuatro ejemplos podrían describirse, en palabras de Camus Bergareche (2011a), como «huir de la interpretación estrictamente factual y objetiva» (2011a, 136) y «guardarse una última reserva respecto a la afirmación» (2011a, 136), mediante el empleo de la perífrasis soler + infinitivo. Por último, queremos indicar que, en cuanto a la distribución de la perífrasis soler + infinitivo entre los informantes, llama la atención el hecho de que el hablante G 05 empleó esta perífrasis en veintiún casos (21%) —diecinueve (19,8%) en presente de indicativo y dos (2,08%) en imperfecto de indicativo—, que es la frecuencia de uso más alta entre las personas que entrevistamos. La informante G 22 usó la perífrasis once veces (11,5%), siempre en presente de indicativo. En el informante G 29 detectamos una sola ocurrencia (1,0%) de la perífrasis soler + infinitivo, en imperfecto de indicativo. Lo mismo cabe indicar para los informantes G 21, G 23, G 30, y G 35, pero estos la emplearon en presente de indicativo (cf. tabla 26). Encontramos el uso de la perífrasis con verbos
200 Agradecemos a Felix Tacke de la Universidad de Bonn la discusión fructífera a este aspecto. 201 Quizás puede decirse, incluso, que se hace visible el proceso de pensar del informante. A pesar de que se trata en los casos de haber —los ejemplos (258) y (261)— de un verbo estativo permanente, en ambos casos parece posible, por un lado, introducir el adverbio frecuentemente o la locución con frecuencia para destacar el aspecto frecuentativo. Por otro lado, pueden introducirse también adverbios que indican costumbre como habitualmente o en general para subrayar el aspecto habitual lo que permitiera quizás también una interpretación genérica.
420
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
estativos en solo seis ocurrencias y en únicamente cuatro informantes (G 05, G 09, G 17 y G 22). Nuestros datos no nos permiten concluir con seguridad si se trata o no de casos de modalización de la perífrasis verbal, ni si el uso está marcado diasistemáticamente, ni tampoco si se trata de un rasgo común a todos los hablantes de la variedad del castellano de Getxo y, de ahí, de un elemento integrado en esta variedad (cf. 5.6). Habría que llevar a cabo, por ende, más estudios en las distintas variedades del castellano hablado en el País Vasco que se centren también, o únicamente, en el uso de la perífrasis soler + infinitivo, con la finalidad de poder comparar los diferentes resultados y llegar a conclusiones más diferenciadas e informativas. Con respecto a su uso con verbos actitudinales, predicados estativos permanentes en descripciones atenuadas y verbos en pretérito perfecto compuesto, debería ser el fin de tales estudios el análisis de la cuestión de si se trata realmente de un rasgo de todas las variedades del castellano (hablado) en el País Vasco o si este uso se puede documentar solo en algunos grupos de hablantes de la comunidad de comunicación vasca. Es decir, cabe averiguar si se trata de un fenómeno diatópicamente marcado de las zonas mayoritariamente vascohablantes, si es un fenómeno diastrática o diafásicamente marcado, que se puede observar tanto en castellanohablantes monolingües como en bilingües, tanto en los mayores como en los jóvenes, que forman parte de la comunidad comunicativa vasca, si exclusivamente (o predominantemente) se da en la lengua escrita, de donde procede la mayoría de los ejemplos de Camus Bergareche (2011a; 2011b), etc. A modo de conclusión, podemos afirmar que, en nuestro corpus, la perífrasis soler + infinitivo expresa mayoritariamente aspecto habitual. No hemos podido documentar ninguna ocurrencia de la perífrasis con pretérito compuesto ni tampoco con predicados actitudinales, usos de soler + infinitivo que Camus Bergareche (2011a, 125) había observado en El Correo de Bizkaia. Se han dado, sin embargo, varias ocurrencias con los predicados estativos permanentes ser, tener y haber. Los usos de ser y tener pueden explicarse, a nuestro parecer, como interpretaciones genéricas. Sobre los usos de soler con haber puede decirse que el informante quizás no haya querido decidirse o involucrarse de manera definitiva, por lo que escogió primeramente la perífrasis para cambiar después y hacer, así, una afirmación definitiva. En los casos de haber, tal vez pueda hablarse de un uso modalizado o, incluso, de un valor epistémico, entendido como afirmación atenuada en el sentido de Camus Bergareche (2011a; 2011b). Esto debería comprobarse, no obstante, a través de más datos orales.
soler + infinitivo (presente) soler + infinitivo (pretérito imperfecto) posible modalización de soler + verbo estativo
N° informante Tipo de construcción
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G 05 G 09 G 10 G 14 G 17 G 19 G 20 G 21 G 22 G 23 G 29 G 30 G 33 G 35 G 38 G 39 G 40 G 42 G 43 G 45
Tabla 26: Distribución de soler + infinitivo entre los informantes del corpus de Getxo.
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5.4 Semántica
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422
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
5.5 Presuntos elementos «típicos» del castellano del País Vasco no documentados en el corpus de Getxo 5.5.1 {yo como tú} Zárate (1976) advierte que sus informantes emplean la estructura de «Yo como tú en vez de Yo que tú, Yo en tu lugar, Yo en tu caso» (1976, 59). Según el autor, esta estructura procede del euskera. Indica que se trata de «una traducción literal de la fórmula vasca Nik zuk lez o Ni zu lez» (1976, 59).202 Otra posible construcción con el mismo significado sería yo de ti, analizado por Sinner (2004, 270–275) en el castellano de Cataluña. Fernández Ulloa (1996) menciona la estructura {yo como tú} en el apartado acerca de «Otras particularidades morfosintácticas» (1996, 116) de un artículo en el cual describe Particularidades del castellano del País Vasco, como indica en el título. No obstante, en este párrafo, Fernández Ulloa no hace nada más que citar a Zárate (1976, 59), sin señalar si la construcción ocurre realmente en su corpus o no, y en el caso que así sea, con qué frecuencia, en qué hablantes, etc., aparece. Como vemos, esto no impide considerar que la construcción constituya una particularidad del castellano de la región. En nuestro corpus no documentamos ninguna ocurrencia de la frase {yo como tú}, ni tampoco las construcciones {yo que tú}, {yo en tu lugar}, {yo en tu caso} y {yo de ti}. Por esta razón, no podemos sacar conclusiones acerca de si la construcción en cuestión forma parte del castellano de Getxo o no. Vemos, sin embargo, que las construcciones indicadas no se parecen utilizar ni en el registro ni en el tipo de texto —la entrevista— examinados en nuestro corpus, aunque no podemos descartar que se pueda encontrar en corpus más amplios, hecho que queda por comprobar en futuros estudios. Siendo Zárate (1976) el único que lo detecta, es posible que en el caso de {yo como tú} se trate de una particularidad del castellano del Valle del Txorierri y no de una característica de todas las variedades del castellano en el País Vasco —como podría pensarse al leer únicamente el artículo de Fernández Ulloa (1996)—, si bien habría que comprobar a través de otros estudios si constituye o no una característica de otras variedades del castellano de la zona vasca.
202 En el diccionario Elhuyar se dan las acepciones de eusk. lez «como, en calidad de» (Elhuyar 2013, s. v. lez).
5.5 Presuntos elementos «típicos»
423
5.5.2 {X y los dos} Zárate (1976) enumera la construcción {X y los dos} como interferencia del euskera en el castellano. Se trata, según este autor, de la sustitución del pronombre yo «algunas veces por el adjetivo cardinal dos» (Zárate 1976, 58), como en el ejemplo dado que reproducimos en (262): (262) «Mathilda y los dos hemos ido a ayudarle un poco» (Zárate 1976, 58).
Creemos que la indicación «algunas veces» por parte de Zárate ya señala que no se trata de un uso muy común. Esta suposición se ve reforzada por el hecho de que Zárate indica que esta construcción la «emplean sólo los campesinos vascohablantes» (1976, 58). No obstante, Muñoz Cortés (1992, 599), haciendo referencia a Zárate (1976), la considera como rasgo del castellano del País Vasco y lo enumera entre las características de la región, a pesar de que Zárate le haya asignado la marcación diastrática que acabamos de mencionar. En su lista de los rasgos morfosintácticos del castellano del País Vasco, Fernández Ulloa (1996, 104; 1997, 204; 2001a, 109) afirma haber encontrado, también, la construcción {X y los dos} entre sus hablantes. En su opinión, se trata de una interferencia lingüística del euskera en el castellano. Por último, hemos podido encontrar la descripción de la construcción {X y los dos} en Ibarra (2006), quien la considera como calco de la estructura vasca «Pedro eta biok» (2006, 187), y que ha documentado en los castellanohablantes de Erroibar (Nafarroa/Navarra). Queremos destacar que ninguna de las dos investigadoras, ni Fernández Ulloa (1996; 1997; 2001a) ni Ibarra (2006), proporciona explicaciones que vayan más allá de las de Zárate (1976), ni tampoco indican si se trata de un fenómeno diatópica, diastrática o diafásicamente marcado, tal como afirma Zárate. No encontramos el esquema {X y los dos} en nuestro corpus. En su lugar, documentamos el uso de la construcción {X y yo} en ocho de los veinte informantes (nueve casos), así como {yo y X} en dos de los veinte informantes (dos casos), tal como puede verse en los ejemplos (263) a (266). Su distribución entre los informantes puede verse en la tabla 27. (263) G 05: sí . sí . eeh (0,52'') hemos estadoo, mi hermano y yo desdee (0,553'')/, desde pequeños (E 1/G 05/13) (264) G 10: no es que no me guste, peroooo (1,677'') , eeeh (1,062'') sí que vi ahí un inconveniente y es que mi marido y yo no sabíamos/ no sabemos [euskera] (E 3/G 10/112)
Tipo de construcción {X y los dos} {X y yo} {yo y X}
No informante
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— 1 —
— — —
— — —
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— — 1
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G 05 G 09 G 10 G 14 G 17 G 19 G 20 G 21 G 22 G 23 G 29 G 30 G 33 G 35 G 38 G 39 G 40 G 42 G 43 G 45
Tabla 27: Ocurrencias de {X y los dos}, {X y yo} y {yo y X} en el corpus de Getxo.
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424 5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
5.5 Presuntos elementos «típicos»
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(265) G 20: ts . hombre pues entonces como eras chavala y aquí igual sí vas, ya . no sé ahora sí que me he dado cuenta de mucha cosas pero entonces o es . lo que te tocaba era así o así, yo y mis amigas yo fíjate estuve en una frutería [en Las] (E 7/G 20/299) (266) G 42: eso es, yo hago el desarrollo y el diseño . bueno yo y otro, somos dos (E 18/G 42/ 897)
A pesar de la presencia de la construcción {X y yo} en ocho de los 20 informantes, así como la ausencia de {X y los dos}, vista la escasez de ocurrencias, no podemos decir nada acerca de si esta última construcción forma parte del castellano de Getxo o no. Si bien no la documentamos en el registro analizado en nuestro corpus, no podemos descartar que se pueda encontrar en corpus más amplios, lo que queda por comprobar en futuros estudios.
5.5.3 {el nuestro + nombre propio}, {nuestro + nombre propio} y {nombre propio + el nuestro} Zárate (1976, 59) señala el uso de las construcciones {el nuestro + nombre propio}, {nuestro + nombre propio} y {nombre propio + el nuestro} para referirse a familiares o allegados, como en los ejemplos (267) y (268) dados por este autor: (267) «Juanchu el nuestro» (Zárate 1976, 59). (268) «Begoñita la nuestra» (Zárate 1976: 59).
Mientras que Zárate (1976, 59) destaca que este uso se da «con bastante frecuencia entre los campesinos vascohablantes», Fernández Ulloa (1996, 104; 1997, 203; 2001a, 110) lo señala como particularidad del castellano del País Vasco, esto es, como si se encontrara en todos los castellanohablantes del País Vasco, sea cual sea su origen geográfico y lingüístico familiar, su lugar de residencia, etc. Esta autora afirma, además, que el empleo de {nuestro + nombre propio} o de {el nuestro + nombre propio} se debe a que «[e]s muy frecuente en euskera este tipo de formas pluralizadores […]» (2001a, 110). Encontramos la documentación de este fenómeno también en Ibarra (2006, 187), quien describe su ocurrencia en el habla de castellanohablantes de Erroibar (Nafarroa/Navarra). La autora lo enumera entre las interferencias morfosintácticas, considerando, tal y como Fernández Ulloa (2001a), que se trata de un calco del euskera en el castellano:
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5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
«Hau dela eta, kalkoaren bidez, erdaraz, esaterako, senarrari erreferentzia egiteko ‹nuestro hombre› diote edota semeari ‹el nuestro›. Gaztelaniaz, ordea, lehenengo pertsonarena erabiltzen da: mi marido, mi hijo. Hona ohiko esaldi batzuk: -Nuestro hombre ya se ha ido. -El nuestro por lo menos como de todo, -La nuestra (=nuestra dueña) bien se arregla» (Ibarra 2006, 187).203
No documentamos ninguna de estas construcciones en nuestro corpus, a pesar de que todos los informantes hablaron de sus familiares. Para referirse a los familiares, se emplean nombres de hombre en cuarenta y ocho ocurrencias (sobre un total de noventa y seis nombres de hombre en el corpus), mientras que los nombres de mujer aparecen en otras cuarenta y seis ocurrencias (sobre un total de ciento treinta y tres nombres de mujer en el corpus), siempre sin posesivo. Solo observamos dos casos en todo el corpus en los que un nombre propio se usa con un artículo determinado, aunque sin pronombre posesivo: es el caso del ejemplo (269), en el que la informante se refiere a su marido, mientras que en (270) el hablante habla de sí mismo, reproduciendo un discurso directo: (269) G 40: hombre . mira . eeh (0,687'') (nombre de hombre) iba a cog/ yo co/ cojo en el trabajo, vacaciones cuando coge el (nombre de hombre) (E 17/G 40/887) (270) G 45: ts , y entonces pues/ . alguno diría "oye . el (nombre de hombre y apellido) este te puede interesar" bueno pues me llamaron, y/ y fui allí a (lugar de la CAV) donde está la, central (E 20/G 45/1021)
Las construcciones en cuestión {el nuestro + nombre propio}, {nuestro + nombre propio} y {nombre propio + el nuestro}, por tanto, no parecen formar parte del castellano de Getxo o, por lo menos, no parecen utilizarse ni en el registro ni en el tipo de texto —la entrevista individual— examinados, aun cuando no podamos descartar que se puedan encontrar en corpus más amplios, lo que queda por comprobar en futuros estudios.
5.6 Resumen En los apartados precedentes hemos descrito las características de una serie de fenómenos morfológicos, sintácticos y (sintáctico-)semánticos. Hemos analizado
203 ‘Por lo tanto, mediante el calco, en castellano, por ejemplo, para referirse al marido, dicen ‹nuestro marido›, o para referirse al hijo ‹el nuestro›. En castellano, sin embargo, se utiliza la primera persona: mi marido, mi hijo. A continuación unas frases comunes: -Nuestro hombre ya se ha ido. -El nuestro por lo menos como de todo, -La nuestra (=nuestra dueña) bien se arregla’ (Ibarra 2006, 187, trad. por Ch. P.-K.).
5.6 Resumen
427
su presencia y ausencia en una determinada variedad del castellano hablado en el País Vasco, el castellano de hablantes monolingües de Getxo con y sin competencias mínimas en euskera, en una situación definida como semiformal o medianamente formal. Hemos indicado que se ha postulado repetidamente que algunos de estos fenómenos constituyen elementos de lo que se ha descrito como castellano del País Vasco. Según nuestra definición (cf. 3.4), y acorde con la teoría de Sinner (2004), el castellano del País Vasco está conformado por aquellos elementos que constituyen lo que llamamos el núcleo mínimo de elementos comunes a todos o, al menos, a la gran mayoría de los castellanohablantes —sean estos monolingües de castellano, bilingües castellano-euskera, euskera-castellano, castellano-gallego, etc.— que pertenecen a la comunidad de comunicación vasca. Nuestro objetivo era averiguar si estos fenómenos aparecen también en el castellano de nuestros informantes monolingües con y sin competencias mínimas en euskera, oriundos de y residentes en Getxo, además de proporcionar datos acerca de la frecuencia de uso absoluta, tal y como indicamos en la introducción del trabajo (1.2). Como señalamos en el apartado 5.1.2, hubiera sido deseable poder asignar de forma concreta cuáles de los fenómenos descritos forman parte de esta variedad, lo que, sin embargo, no es posible en un estudio cualitativo que buscó describir de forma más exacta si y cómo son usados los elementos analizados por nuestros informantes. Sentamos, sin embargo, la base para comparaciones con otras variedades, lo que permitirá pronunciarse con más seguridad acerca de su estatus en la variedad aquí analizada. Al contrastar los datos de todos los fenómenos del corpus que hemos estudiado, hemos llegado a la distribución de los elementos, ordenados de forma ascendente, que puede verse en el gráfico 8. En el eje de abscisas (X), se encuentran todos los fenómenos que tuvimos en cuenta. Se trata de un total de cuarenta y nueve elementos, dado que en un mismo capítulo hemos abordado diferentes fenómenos que en el gráfico consideramos por separado, tal como explicamos en el apartado 5.1.2. En el eje de ordenadas (Y) aparece el número de informantes (cero a veinte). El número con que un fenómeno aparece en el eje Y solo documenta su presencia entre los informantes, pero no permite afirmaciones o conclusiones sobre la frecuencia de uso absoluta con la que aparece en cada informante por separado, ni tampoco sobre la totalidad de ocurrencias en el corpus entero. No es determinante, por lo tanto, si un fenómeno ocurre una o más veces en un único informante; solamente importa que se dé, puesto que contamos a cada informante una sola vez por fenómeno, independientemente de si lo había usado una o cien veces (X = fenómeno, Y = informante). En el gráfico 8 se manifiestan claras diferencias en lo referente a la presencia de un determinado elemento, esto es, se muestra todo el espectro posible entre
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5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
Gráfico 8: Distribución de los fenómenos del corpus de Getxo estudiados entre el total de los veinte informantes, en base a las frecuencias de uso absolutas, ordenadas de forma ascendente, y con una línea de delimitación en el segundo cuartil (50%).
5.6 Resumen
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«el fenómeno no aparece en el corpus» (ningún informante) y «documentamos el fenómeno en todos los informantes» (veinte informantes). Hemos ordenado los fenómenos según la cantidad de informantes que lo emplearon, con la finalidad de visualizar claramente su distribución en el corpus. En este punto, se impone la pregunta de cómo puede comprobarse de forma unívoca que los resultados de esta muestra se corresponden realmente con la variedad de la población, sobre todo siendo nuestra muestra pequeña, por ser un estudio explorativo. Dado que no se trata de un análisis cuantitativo-comparativo, sino de un trabajo meramente cualitativo, no nos podemos apoyar en tests estadísticos que nos permitan hacer afirmaciones sobre si uno de los fenómenos pertenece o no a la variedad que estudiamos.204 Al contemplar el gráfico 8, observamos que más de la mitad de los fenómenos (veinticinco) se dan en cinco o más informantes. A modo de prueba, determinamos de forma computacional los cuartiles del conjunto de datos (fenómeno/ informante). La computación de los cuartiles (percentiles de 25%, 50%, 75% y 100%) comprueba nuestra observación de que el 50% de los fenómenos se da en cinco o más informantes. A fin de determinar si un fenómeno es elemento integrado del castellano de Getxo o no, habría que realizar una prueba estadística por cada uno de los fenómenos, lo que no es posible dada la naturaleza cualitativa de nuestro trabajo. Por esta razón, nos hemos decidido por definir un límite que señale a partir de qué ocurrencia por hablante el fenómeno pertenece potencialmente al castellano de Getxo. Este límite está establecido en el cuartil del 50%. Somos conscientes de que esta delimitación puede parecer arbitraria, pero nos provee de un punto de referencia que puede usarse para estudios comparativos con el objetivo de reducir la selección de posibles fenómenos. Optar por poner el límite en el cuartil del 50% significa que los fenómenos que documentamos en cinco o más informantes deben tenerse en cuenta en un siguiente estudio, dado que es de suponer que se trate, en su caso, de elementos integrados en el castellano de Getxo. Sin embargo, desde una perspectiva estadística, es decir, cuantitativa, aún queda por comprobar y validar esta suposición mediante un estudio comparativo que permita establecer un nivel de significancia y, a partir de
204 Para aplicar uno de los más diversos tests estadísticos que existen, siempre se hubiera necesitado una segunda muestra, un grupo formado por individuos que no tenían las mismas características que nuestros informantes (cf., por ejemplo, Gries 2008); es decir, si quisiésemos convertir nuestro estudio en uno comparativo, deberíamos recoger de nuevo datos de informantes distintos a los nuestros o contrastar nuestro corpus con corpus comparables como el usado por Sinner (2004). Basándonos en estos datos será posible comprobar que un elemento es estadísticamente relevante y forma parte del castellano de Getxo.
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5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
ahí, determinar cuáles de los fenómenos estudiados seguramente son elementos integrados del castellano de Getxo. Queremos destacar que entre los elementos de los dos primeros cuartiles se encuentran tanto aquellas tres construcciones que no pudimos observar en todo el corpus, por lo que es posible que no formen parte de la variedad estudiada, como todos aquellos que aparecieron en uno a cuatro hablantes. En el caso de los elementos ausentes, aun es posible suponer que no pertenecen al castellano de Getxo, si bien no puede descartarse que se puedan encontrar en corpus más amplios o que se trate de construcciones diasistemáticamente marcadas, empleadas, por ejemplo, predominantemente por hablantes bilingües con predominio del euskera, por hablantes mayores, por hablantes de ciertas zonas geográficas, en determinadas situaciones contextuales, etc., y que no se dieron por esta marcación. Habría que comprobar esta suposición mediante estudios que se centren en dichos aspectos, a fin de averiguar si existe variación intergeneracional, entre grupos con diferentes competencias lingüísticas, u otras. En definitiva, hay que comprobar si puede observarse cualquier tipo de marcación diasistemática. Lo mismo cabe decir sobre los fenómenos que ocurrieron en uno a cuatro informantes, una ocurrencia tan reducida, sobre todo en los casos en los que un elemento se dio en un solo entrevistado, impide hacer cualquier afirmación sobre si es o no un elemento de la variedad del castellano de Getxo. En resumen, constatamos que la distribución de los fenómenos es muy heterogénea en nuestro corpus, pero, como hemos dicho, la ocurrencia de un fenómeno en cinco o más informantes apunta, a nuestro entender, a que este elemento probablemente forme parte de la variedad de Getxo, es decir, que se trate de un posible elemento integrado en el castellano de hablantes monolingües de Getxo con y sin competencias mínimas en euskera. Resumimos estos resultados en la tabla 28 (a, b). Hemos dicho que habíamos seleccionado solo algunos fenómenos de una amplia gama de particularidades observadas y descritas en trabajos precedentes al nuestro. Por ello, habrá que analizar si los demás elementos señalados en aquellos estudios aparecen igualmente en nuestro corpus; sobre todo, aspectos como el orden de los elementos oracionales o el uso de los pronombres demostrativos en lugar de pronombres personales. Por otra parte, queremos advertir que, a lo largo de nuestro análisis, hemos observado otros fenómenos, aparte de los estudiados, que han llamado nuestra atención. Nuestra intención es esbozar algunas tendencias de uso cuyo estudio nos parece interesante, ya que podría llevar a resultados importantes e indicar, de este modo, nuevas pautas para la investigación de las variedades del castellano hablado en el País Vasco. Se trata, por ejemplo, del empleo del verbo ser en lugar del verbo estar. Diversos trabajos se han ocupado una y otra vez del hecho de que el verbo estar
reduplicación léxica de numerales leísmo [−animado, +masculino, −singular] leísmo [−animado, −masculino, −singular]
{al de + indicación temporal} duplicación pronominal catafórica: oracional y en posición final de oración
leísmo [−animado, +masculino, +singular]
leísmo [+animado, −humano, +masculino, +singular] doble negación preverbal leísmo [+animado, −humano, +masculino, −singular] pero en posición final de oración leísmo [−animado, +neutro, +singular] duplicación pronominal catafórica: cuantificador duplicación pronominal catafórica: pronombre deuniversal todo mostrativo neutro [−animado] duplicación pronominal catafórica: nombres duplicación pronominal catafórica: cuantificador comunes [+animado] no universal duplicación pronominal catafórica: nombres condicional en la prótasis sin si en la oración comunes [−animado] condicional condicional en la prótasis de la oración condicional en la oración final con para que condicional ya antepuesto al verbo con valor afirmativo condicional en la oración adverbial modal con como si omisión de ser en {la verdad ∅ que} condicional en la oración substantiva CD reduplicación léxica de sustantivos condicional en la oración substantiva sujeto omisión del CD [+animado] condicional en la oración adjetiva de relativo reduplicación léxica de adjetivos duplicación pronominal catafórica: cuantificador universal todos [+animado] artículo determinado ante nombre de parentesco diminutivo -txo/ -txu
Fenómenos de los cuales no podemos hacer afirmaciones (documentados en uno a cuatro informantes)
Fenómenos que probablemente son elementos integrados del castellano de Getxo (documentados en cinco a veinte informantes)
Tabla 28a: Resumen de la distribución de los fenómenos estudiados en el corpus de Getxo.
{yo como tú} {X y los dos} {el nuestro + nombre propio}, {nuestro + nombre propio}, {nombre propio + el nuestro}
Presuntos fenómenos «típicos» del castellano del País Vasco que no aparecen en el corpus de Getxo (no documentados)
5.6 Resumen
431
Fenómenos de los cuales no podemos hacer afirmaciones (documentados en uno a cuatro informantes)
leísmo [+animado, −masculino, −singular] duplicación pronominal catafórica: pronombre personal tónico reduplicación léxica de pronombres indefinidos duplicación pronominal catafórica: nombres propios [+animado] omisión del artículo determinado ante un nombre leísmo [−animado, −masculino, +singular] de institución educativa leísmo [+animado, +masculino, +singular] modalización de la perífrasis soler + infinitivo leísmo [+animado, +masculino, −singular] omisión de ser en {lo que pasa ∅ que} omisión del CD [−animado] reduplicación léxica de verbos
leísmo [+animado, −masculino, +singular] reduplicación léxica de adverbios
Fenómenos que probablemente son elementos integrados del castellano de Getxo (documentados en cinco a veinte informantes)
Tabla 28b: Resumen de la distribución de los fenómenos estudiados en el corpus de Getxo. Presuntos fenómenos «típicos» del castellano del País Vasco que no aparecen en el corpus de Getxo (no documentados)
432 5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
5.6 Resumen
433
sustituye el verbo ser en contextos que, según la norma prescriptiva, requieren el uso del verbo estar.205 Sin embargo, nuestro caso es diferente, dado que se sustituye el verbo estar por ser, por ejemplo en las construcciones cópula + adjetivo, cópula + adverbio, cópula + participio, tal y como puede verse en los ejemplos (271) a (276): (271) G 45: y luego pues eeh (0,673'') contrasto "Deia" con "Egin" o sea con "Egin"/ "Egin" era, antiguamente con "Gara" . ¡eh! hayy (0,727'') fsh pues no sé/. no soy conforme con/, con/ con muchas cosas de los periódicos porque/, pues porque el periódico lo hace el que/ el que escribe y el que escribe no necesariamente, tiene que pensar como yo (E 20/G 45/1031) (272) A:
todo este fomento, ¿siempre estáá (0,533'') relacionado de/ con la política? como, [no sé si//] G 38: [yo creo que] G 38: no ¡eh! [que no] A: [¿no?] G 38: es relacionado o no debe ser ¿no? (E 15/G 38/784–785)
(273) G 23: A: G 23: A: G 23: A: G 23:
y fuimos . fue bonito tengo todas las fotos mh , ¿por el Mediterráneo? sí por el Mediterráneo mh .. muy bien fue sí sí me de/ me he apuntado esas a decirles "mira, pues os queda menos de herencia" (E 10/G 23/464)
(274) G 22: entonces fue (a?) Andra Mari que tiene modelo D, y somos muy contentos la verdad le/ les tocó uno/ unas andereños al principio . que les marcaron a todos para siempre jamás porque eran maravillosas [ buenísimas ] (E 9/G 22/393) (275) A: G 14: A: G 14:
mh … (2,0'') y ¿cómo está la situación laboral mal actualmente aquí? [es mal pero por con euskera y sin euskera] (E 4/G 14/174)
(276) G 10: llega un momento en quee (0,44'') trabajas para vivir A: mh .
205 Se trata en la mayoría de los casos de datos procedentes de situaciones de contacto lingüístico entre el castellano y el inglés, como en los Estados Unidos (Silva-Corvalán 1986; 1994; así como Gutiérrez 2003), en Morelia, México (Gutiérrez 1992) y en Puerto Rico (Ortíz López 2000), pero se ha analizado este fenómeno también en el castellano de Costa Rica (AguilarSánchez 2012).
434
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
G 10: A: G 10: A: G 10:
bueno yo ¡eh! sí hay que hacer mi parte dee (0,973'')/ bueno necesito trabajar mh que es bien trabajar . no estoy, para nada a disgusto en el trabajo mmh (0,846'') me llevo bien con las compañeras lo hago a gusto . pero vamos o sea, mmh (0,553'') es una parte mu / muy pequeña de lo que es mi vida (E 3/G 10/109–110)
Hemos encontrado, además, varias ocurrencias en las que los informantes emplean el verbo oír en lugar del verbo escuchar. El verbo escuchar destaca la intención del oyente, es decir, su propósito es prestar la atención a lo que se dice, mientras que en el caso de oír no existe esta intención: no se presta especial atención. De ahí que una proposición como oigo la radio por la mañana significa que se suele encender la radio y que esta está en marcha como un ruido al fondo. Una oración como escucho la radio por la mañana, en cambio, señala que la persona está atenta a lo que se dice en la radio. Seco (1998, s. v. escuchar) afirma que, cuando se sustituye uno por otro, se trata de un «desplazamiento semántico bastante arraigado en el idioma y en su nivel culto». Con todo, se suprime la oposición léxico-gramatical entre ambos verbos, hecho que encontramos en los ejemplos (277) a (280).206 Así, por ejemplo, en el caso del ejemplo (277), la informante G 22 indica que en una época anterior se puso a escuchar una cierta cadena con la intención de saber lo que decían o, como dice, «para ver qué pensaban». Sin embargo, emplea el verbo oír, aunque el contexto comprueba que es una acción llevada a cabo con una determinada intención. En el caso del ejemplo (278), podría decirse que el informante G 45 quiere afirmar que siempre pone la radio por la tarde, pero, al decir que la enciende por el «telediario», opinamos que la enciende con la intención de escuchar las noticias. Lo mismo ocurre en el caso del ejemplo (279). Asimismo, en el caso (280), el informante G 45 señala que va al bar porque ahí la gente canta versos en euskera,207 es decir, va ahí con la intención de escuchar los versos en euskera, como indica también la construcción final vengo a oír que emplea. (277) G 22: y luego "El País" pues bueno/ … (2,487'') no sé pero me gusta porque tienen parte cultural no sé qué tal, [luego la/] A: [sí]
206 Véanse acerca de la oposición entre escuchar y oír también Rodríguez Espineira (2002) y la tesis doctoral de Ibarretxe Antuñano (1999), quien se dedica en un estudio comparativo entre el inglés, el euskera y el castellano a la polisemia y las metáforas de los verbos de percepción. 207 Esta tradición se denomina bertsolaritza en euskera.
5.6 Resumen
435
G 22: mucha la/ solo leo estos tres porque lue/ luego oigo mucho la radio A: mh . G 22: y entonces ya me entero a veces digo "¿para qué compro el periódico? si para cuando lo voy a leer ya me he enterado de todo lo que ha pasado en el mundo" A: mh G 22: pero me gusta A: mh G 22: me gusta leer un periódico que tenga/ .. y bueno "El País" es/ supon/ es socialista A: mh G 22: de Madrid con la visión de Madrid pero bueno como ya sabes lo que lees A: mh . también tienes la vista [de España entera] G 22: [eso es] A: ¿no? G 22: a veces he oído hasta "La Cope" com/ [] A: [] G 22: me decía el otro día mi hijo "¿pero sigues oyendo "La Cope" ama?" "no" A: mh G 22: "aita sigue oyéndola es que a aita le gusta martirizarse" [] A: [] G 22: porque "La Cope"/, ¿ya sabes lo que es "La Cope"? [la cadena Co/] A: [no] G 22: una radio, absolutamente .. facha, pero unas cosas dice es que ya es sin criterio ya es, exagerado ya es una ca/ una caricatura es tan cl/ ya/ ya, pero hubo un momento/ . y la oíamos para ver qué pensaba . la otra parte del mundo [porque es] (E 9/G 22/436–437) (278) G 45: A: G 45: A: G 45:
pero no yo, leo/ leo los tres mh sí . ¿y de noticias en la tele? . hombre . eeeh (1,107'') suelo oír, a las tres el telediario en castellano pues porque en euskeraa (0,44'') no me entero de la mitad (E 20/G 45/1031)
(279) G 33: sí sí o sea tengo la/ el cuarto de baño cuando vas al baño bub bub bub bub [siempre/, cuando estoy comiendo tengo la radio también] A: [] G 33: enseguida enchufo[vengo a/] A: [sí] G 33: de trabajar traca y enciendo, a oír las noticias A: sí G 33: sí sí eso siempre (E 13/G 33/695) (280) G 45: y sí . de hecho ya está/ . ts ya está prácticame/ mucha gente joven aaquí (0,413'') mismo a las noches viene/, vienes hay chavales que suelen cantar/ . estar canta/ y/ y diciendo versos y tal todo en euskera y tal y es muy agradable [aunque] A: [mh]
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5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
G 45: no entienda que/ lo que dicen pero/, pero como/, como me gusta pues muchas veces vengo a oír A: mh G 45: y no sé cuadrillas que/ que/ que/, que hablan (E 20/G 45/1009)
Hemos documentado varios casos en los que los informantes omiten la conjunción que dentro de la perífrasis verbal modal tener que + infinitivo, fenómeno no descrito en ningún estudio acerca del castellano hablado en el País Vasco. Pongamos algunos ejemplos de este uso: (281) G 19: sigue habiendo mucho nivel . porque hay muy buen nivel . pero la gente de/, digamos de abolengo, los ricos de antes A: sí . G 19: han ido unos a menos . otros se han tenido Ø marchar se ha desperdigado (E 6/ G 19/235) (282) A: G 38: A: G 38:
¿y en algún momento tú te has puesto aa (0,493'') estudiar euskera? no . no ¿nunca? no le/ le estuve pensando . pero reconozco que yo eh . yo en/ eh durante mi bach/ el bachiller cuando estudié, estudié francés A: mh . G 38: como lengua o sea podías/ tenías Ø elegir una lengua y [estudié] A: [sí] G 38: francés .. eh luego cuando empecé informática mh mee/ . me interesaba el inglés [lógicamente], (E 15/G 38/755)
(283) G 42: pues, era una vivienda en protección oficial entonces te exigen . que el comprador/ o sea primera vivienda, [quee (0,667'')], A: [mh] G 42: bueno, un montón de condiciones que tiene Ø cumplir el comprador A: mh . G 42: y eh ha estado, mi aita dando vueltas por el ayuntamiento tal no sé qué y al final parece que hay unos . que están interesados ya que cumplen los requisitos (E 18/ G 42/921) (284) G 30: en el sentido de/ . primero, a veces entiendes y a veces no entiendes todo A: mh . G 30: o sea, y según quién te hable si es más cerrado o menos cerrado le entiendes más o menos .. pero también yo creo que tiene Ø ser muy incómodo, estar . hablando en euskera y entendiendo en castellano (E 12/G 30/573) (285) A: pero también es bien, conocer ¿no? para// G 10: ¡ah! a mí me gusta mucho [porque] A: [mh]
5.6 Resumen
437
G 10: no tienes oportunidad y porque bueno pues . pues te tienes Ø acomodar a las posibilidades pero me parece/ .. me/ me gusta, me [parece] (E 3/G 10/139)
Asimismo, hemos observado casos del llamado queísmo, esto es, de la omisión de las preposiciones a, con, de y en delante de la conjunción que. Este fenómeno también fue destacado por Fernández Ulloa (1997, 206), pero, a día de hoy, no existen estudios basados en datos orales procedentes de una variedad del castellano en el País Vasco —tal y como ha pasado durante las últimas tres décadas en el caso de otras variedades—, que se hayan dedicado a este tema ni al dequeísmo, es decir, al uso de la preposición de en construcciones donde la norma prescriptiva no la requiere ante la conjunción completiva.208 Ilustramos algunos ejemplos de queísmo en que se omite, mayoritariamente, la preposición de: (286) G 05: hacía yudo . y un día íbamos a una competición . y pasamos por to/ alrededor de la ría . y era todo . pues eso todo como un vertedero casi o sea pues las zonas de/, zonas portuarias pues suelen ser así como, un poco dejadas y/ . ha/ ahí hab/ había como escombros cosas tal no sé qué . yy (0,5'') me acuerdo Ø que me dijo/, la/ la monitora de yudo dijo "ah mira aquí/ aquí van (a?) hacer un museo" [ y era/ era el Guggenheim o sea que/ ] . (E 1/G 5/34) (287) A: ¿ahora? G 17: mmh (0,82'') ahora igual un poco más . que la gente se dedica a es/ aprenderlo a/ por motivo laboral A: mh . G 17: más que por otra cosa por un motivo laboral . aquí el que habla y sabe euskera tiene plaza y yo tengo primos que saben euskera . mh, porque, uno de mis tíos era de caserío y se empeñó Ø que los hijos sabrían euskera y no son tan/ mis primos tienen/ el mayor tiene cuarenta años (E 5/G 17/194) (288) G 21: en Santa María de Getxo, en esta parte/ en esta parte ya no se/, ya no/ ya no se puede más está todo todo completamente/ . yo me acuerdo Ø que en Las Arenas sí había, yo cuando era pequeña me acuerdo Ø que había pues zonas que no/, q/ a mí me/ Las Arenas había zonas valladas, y no había nada (E 8/G 21/353)
208 Existe un número inmenso de trabajos tanto acerca del queísmo como del dequeísmo en diferentes variedades del castellano peninsular y americano, por lo que solo mencionaremos algunos a los que tuvimos acceso. Hay trabajos sobre este aspecto en el castellano de Chile (Rabanales 1974), en el de Lima, Perú (Mc Lauchlan 1982), en el de Argentina (Boretti de Macchia 1989; Valle Rodás 1996–1997), en el de Sevilla (Carbonero Cano 1992), en el de Valencia (Gómez Molina/Gómez Devís 1995) en el de Canarias (Serrano Montesinos 1998; Almeida 2009; 2010), así como en el castellano de España en general (Gómez Torrego 1991). Véase también la bibliografía indicada en estos estudios.
438
5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
(289) G 30: es una cuestión de eso . y lo mismo supongo que sería con . la eh/ . comprar cosas y tal y cual pues síí (0,507'') Bilbo pues hombre, si (ininteligible) el tema ropa o como están las grandes tiendas así y tal igual te vas aa (0,447'')/ a Bilbo a lo que se dice . "voy a comprar ropa" A: sí G 30: y aparte Ø que la tengo al lado del curro yy (0,8'')/ … (2,287'') peroo (0,513'') sí . por eso más que nada . (E 12/G 30/582) (290) G 29: muchísimos/ ahora hay en España muchísimos inmigrantes me he dado cuenta Ø que hay mucha gente sudamericana, rumana, pues esa gente no habla en euskera . (E 11/G 29/495) (291) G 33: digo eso te/ una vez me acuerdo Ø que tuvieron un accidente . pero por un precipicio el coche ahí salían por la ventanilla las chavalas digo "uyh", ¿pero sabes dónde fueron?, a la fiesta . después del accidente digo "pues serán/" los pobres padres ahí joh a todo correr se fueron ahí los otros . luego tuvieron que ir a buscarlas a medianoche porque les empezaban los dolores . o sea claro cuando te cogen en caliente no te duele nada pero ya cuando empiezan dolores cervicales y todo eso/ también tuvieron que ir los padres a buscar a las chavalas porque estaban todas (ininteligible), son unos desastres (E 13/G 33/664) (292) G 43: había veces que yo me daba cuenta Ø que los alumnos me miraban como . [con cara rara ] (E 19/G 43/940) (293) G 45: y/ y hay otros pues que/ que no hablan pero que saben A: mh . G 45: Ø lo que sí estoy seguro que esos que no hablan y saben . sus hijos .. hablarán (E 20/G 45/1002–1003)209
Otro fenómeno que observamos es el uso del verbo andar acompañado por la preposición a y seguido de un SN formado por el artículo determinado y un sustantivo que designa una institución educativa. En esta construcción {andar a + artículo + institución educativa}, andar a se emplea en lugar de ir a y adquiere en la combinación con el SN el significado de ‘asistir a (la escuela)’. Este uso no lo hemos podido documentar en los diccionarios que consultamos, pero fue señalado como característica del castellano del País Vasco por Fernández Ulloa (1996, 109; 1997, 205; 2001, 124). Esta autora afirma que se trata de un calco del verbo vasco ibili, es decir, de la construcción «Sustantivo + -TARA + IBILI (‘andar’), en
209 En este ejemplo (293), el informante omite la preposición de que debería preceder a la ORL de la perífrasis de relativo u oración pseudo-hendida, en la que elide también la cópula verbal ser ante la SX: Ø=de lo que sí estoy seguro Ø=es que esos que.
5.6 Resumen
439
construcción semejante a las perifrásticas señaladas más arriba, pero en las que el verbo IBILI se une a un sustantivo) [sic]» (2001a, 128). En su opinión, este calco ha llevado a un uso particular del verbo andar, como ilustra con los ejemplos «al chicharro andan», «Yo he andao a Terranova toda la vida», «andan a por chipirón», «andan a las ikastolas» y «andan a la anchoa» (2001a, 128). La investigadora es la única que describe este uso, pero no ofrece datos sobre la distribución de este fenómeno entre los informantes de su corpus, por lo que no sabemos si es un fenómeno que se da en todos sus entrevistados o si está marcado diasistemáticamente. No queda claro por qué lo enumera entre las características del castellano del País Vasco, siendo ella la única que lo había observado hasta la fecha. En nuestro corpus hemos documentado varias ocurrencias de la construcción {andar a + artículo + institución educativa}, pero estas se dan exclusivamente en dos de los veinte informantes, tal y como se puede ver en los ejemplos (294) y (295). A pesar de la escasa cantidad de ocurrencias opinamos que podría resultar interesante y aclarador un estudio centrado en temas que tengan que ver con la asistencia escolar a fin de examinar si el uso de {andar a + artículo + institución educativa} está más extendido o si está marcado diasistemáticamente. (294) G 09: porque claro hasta ahora los padres habían estudiado en castellano y si sabían euskera era pues porque han andado al colegio o pues sus padres les han hablado en euskera y tal pero, ts antes estudiabas en castellano, ahora ya como, todo está yendo en euskera . pues entonces los/ los/ los que hablan en euskal/ eeh (0,653'') euskera vamo/ (ininteligible) . cada vez al/ yo creo que cada vez usan menos el castellano (E 2/G 09/56) (295) A: de antes la guerra [¿yy (0,807'')] G 20: [ni del antes/] A: en Francia fuiste a la escuela o? G 20: no, no, no, por/ bueno no creo, que no, no sé si vendrían porque con cinco años/ yo no me acuerdo de muchas cosas yo más de esas cosas me acuerdo de ahí, de oírle a mi madre hablar A: mh G 20: y a mis hermanos porque mi padre estuvo aquí en la cárcel [o sea] A: [sí] G 20: el rollo de/ de aquí . entonces, ¿si anduvimos? que yo creo que no yo creo que igual vendrían a enseñarnos algo pero en cosa de francés o así yo creo porque mis hermanos eran mayores que yo los dos A: mh G 20: o sea yo creo que algo de eso sí pero . no para decirte que hemos andado a la escuela A: mh G 20: ¡no! y aquí muy poco ¡eh! . A: mh . ¿cuántos años?
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5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
G 20: aquí . a ver, en el cuarentaa (0,587'') vinimos a vivir a/ a Las Arenas .. que entonces tendría eeh (0,567'') nueve años ¿no? A: mh .. G 20: bueno pues hasta los catorce andaría o así . [digo] A: [mh] G 20: yo ¡eh!, que tampoco tengo muyy (0,627'')/ A: sí G 20: igual hasta esos años andaría o sea que de escuela .. como mal (E 7/G 20/289)
En cuanto a la preposición a, hemos encontrado algunas peculiaridades en nuestro corpus como, por ejemplo, el uso de la construcción a la mañana y a la tarde, para las indicaciones temporales que hacen referencia a determinados períodos del día en general. Tenemos aquí algunos ejemplos: (296) G 45: castellano pues no me acuerdo, bueno pues, se les lleva allí de pequeñitos [los que] A: [sí] G 45: no tienenn (0,7'') abuelos pues antes de ir a trabajar a las ocho a la mañana van a un sitio les dejan allí .. y/ y los recogen (E 20/G 45/1018) (297) G 17: que esté/ que estén pagando mil euros . y enriqueciéndose . porque ellos se están enriqueciendo . aún pudiendo pagar unos sueldos buenos . y teniendo a la gente contenta, así mucha gente de la privada se va a la pública . en cuanto sacan plaza crees que den por culo guapo, ahí te quedas con tu puesto y con tuu (0,613'') historia, no quieren saber nada, yo he, trabajado en muchas privadas … (3,073'') y, n/ nn (0,547'')/ y en dos contadas y punto … (2,3'') y no vuelvo a trabajar más con ellos, no me interesa . prefiero/ se me/ . ahora mismo estoy en la ayuda de do/ hago ayuda a domicilio/, a la mañana sí hago ayuda a domicilio (E 5/G 17/218) (298) G 22: G 22: A: G 22: A: G 22:
[sí, hay] muchísimos autobuses mh tardo una hora ¡eh! mh, tampoco es tanto tanto, entonces se llega a la tarde/ . a las seis ya estoy en Algorta de nue/ de vuelta o sea tenemos un horario bastante bueno (E 9/G 22/377)
(299) G 14: lo hace la gente mh/ no sé, de pueblo o sea los del/, los del pueblo los que tienen la cuadrilla del pueblo . esos hacen grupos A: mh G 14: yy (0,48'') jo/ y hacen eso . nosotros vamos a las fiestas a la noche (E 4/G 14/179)
Según el DMM (2007, s. v. mañana, tarde, noche), a la mañana y a la tarde se suelen usar para hacer referencia a las horas del mismo día; a la noche para
5.6 Resumen
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designar «las primeras horas de la noche que van a venir» (DMM 2007, s. v. noche). Por otro lado, se designan con por la mañana, por la tarde y por la noche determinados espacios de tiempo. En el caso de «por la mañana Antes de mediodía o de hacer la comida llamada de mediodía» (DMM 2007, s. v. mañana); en el de «por la tarde Es el tiempo comprendido desde mediodía o la hora de comer hasta que anochece» (DMM 2007, s. v. tarde); y en el de «por la noche Durante el tiempo en que es de noche» (DMM 2007, s. v. noche). Como puede verse en los ejemplos, a la mañana y a la tarde no son empleados por nuestros informantes para referirse «a las horas del mismo día», sino que se usan para hacer referencia a un determinado espacio de tiempo del día. Lo mismo cabe decir para a la noche. En el DPD (2005, s. v. a), se indica el uso de «a + sustantivos que designan partes del día: a la mañana, a la tarde, a la noche», destacando de forma particular que «[e]l uso de a solo es normal en la Argentina, y, en España, entre hablantes vascos y catalanes». Es decir, parece tratarse de una preferencia regional en el caso del uso de la preposición para la introducción de los complementos de tiempo que guardan relación con las distintas partes del día. Sería interesante su estudio a partir de datos orales procedentes de una variedad del castellano hablado en el País Vasco. Echenique Elizondo (1996b), la única que describe este uso, lo califica como «vulgarismo» (1996b, 68). Otro uso peculiar de la preposición a es su omisión ante un CI. Hemos encontrado esta elisión tanto en aquellos casos en los que el referente antecede a la preposición a —como en los ejemplos (300) a (306)—, como en aquellos en los que el referente está pospuesto —como en (307)—. En varios casos, la omisión de la preposición a ante un CI se acompaña de la omisión del artículo determinado ante la conjunción que, que introduce la oración relativa en la que aparece el verbo que requiere la preposición a, así como el CI, tal y como manifiestan los ejemplos (303) y (306): (300) G 22: solamente con que te abra la puerta con que le ayuden a bajar ya están/ ya están siendo/, ya se están deteniendo . a mirar que hay un anciano Ø que le pueden ayudar, ¿no? (E 9/G 22/403) (301) G 22: ts y en junio hace la selectividad . el mío no Ø el mío le falta un año hasta aquí (E 9/G 22/379) (302) G 19: Ø los rumanos los210 tengo un poquito más de miedo porque han hecho muchos guarrerías (E 6/G 19/281)
210 Aquí la informante G 19 emplea un pronombre clítico de CD a pesar de que el verbo tener aparece con el CD miedo, por lo que los rumanos necesariamente es el CI: tener miedo a alguien.
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5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
(303) G 22: ts . a mí no me importa y prefiero porque si yo/ ellos están más relajados y estoy más relajada A: mh G 22: pero, creo que lo hacen porque haya gente Ø que le ha molestado (E 9/G 22/388) (304) G 05: pero bueno o sea, yo creo que cada sitio tiene suus (0,52'')/ . sus características de acento y de todo . yy (0,553'') hombre/ . o sea sí que hayy (0,467'')/, hay gente Ø que le notas más acento en plan dee (0,5'') . que le notas mucho más la influencia del euskera o eh . o no/ notas que habla como peor, peroo (0,613'')/, o sea en general no sé . aquí en/ en gentee (0,453''), sobre todo pues esos que hemos hablado castellano de siempre (E 1/G 05/44) (305) G 30: que es/ que es esa iden/ pues al final lo que tú te, acabes [sintiendo] A: [mh] G 30: yo es a la conclusión Ø que he llegado (E 12/G 30/607) (306) A: G 05: A: G 05:
¿así que todo el mundo quiere ser jugador de/, del "Athletic"? hombre
sí . o, en parte sí . parte le gustaría a la gente jugar en el "Athletic", sí . todos Ø que le gusta el fútbol .. y bueno aquí igual hay bastante tradición de jugar a balonmano (E 1/G 05/29)
(307) G 45: cosas pero por los demás/, en escuelas públicas te obligaban a cantar a/, yy (0,753'') bueno era un abuso y a un chaval que le oían Ø él decir en euskera algo y tal te agarraba igual un n/ n/ n/ uno que era . de/ de esos y te agarraba y te estropeaba la oreja "y venga" y te daban un plastazo y/ . (E 20/G 45/1007)
Cabe subrayar que también el estudio de los tiempos verbales podría llevar a resultados interesantes: en primer lugar, porque se trata de un tema que apenas ha sido abordado sobre la base de datos procedentes del castellano de la zona vasca y, en segundo lugar, porque hemos descubierto que nuestros informantes no emplearon la estructura ser + de + infinitivo con valor de futuro, sino con el significado de ‘tener la costumbre, ser aficionado a algo’ (seis ocurrencias). Oñederra (2002, 265; 2004, 1108) y Kabatek y Pusch (2009, 198) —partiendo de los datos de Oñederra (2004)—, enumeran la estructura ser + de + infinitivo con valor de futuro como característica del castellano del País Vasco. Por ello, no podemos descartar que se pueda encontrar la estructura ser + de + infinitivo con valor de futuro en corpus más amplios (de otros registros, tipos de texto, etc.). Habría que comprobarlo en futuros estudios. Nuestro corpus carece, además, de la forma haber + de + infinitivo con valor de futuro: solo hemos encontrado una ocurrencia con valor de obligación. Podríamos enumerar varios fenómenos más, cuyo estudio podría resultar de interés, entre ellos: la omisión de las preposiciones de, en y con, la de los pronombres reflexivos, o el pronombre personal se en oraciones
5.6 Resumen
443
impersonales. Sin embargo, el último fenómeno que queremos destacar es un aspecto fonético que observamos durante la transcripción de las entrevistas y del que nos gustaría dar cuenta aquí. Se trata de la pronunciación del grupo de consonantes en palabras del euskera empleadas por nuestros informantes. Un ejemplo es la palabra osakidetza, con la cual se designa el Servicio Vasco de Salud. En las entrevistas hemos observado una tendencia a pronunciar la africada ͡ escrita, en euskera, , como la africada prepalatal /tʃ/, ͡ dorsoalveolar /ts/ representada en euskera por . Existe una oposición entre ambos fonemas en la variedad del euskera bizkaiera que se habla en esta región (Hualde/Bilbao 1992, 2).211 Pongamos unos ejemplos de este uso entre nuestros informantes:212 (308) G 22: pe/ sí, aquí también empieza a ser/ pero no/ pero en una escritura formal no . o sea . policía que va a entrevistarle a un señor en casa, eso aquíí (0,4'') vamos seguro que ͡ ͡ ni un ertzaina [eɾ'tʃajɲa] ͡ ʃa] ni nadie (E 9/G 22/398) no ni un ertzaintza [eɾ'tʃajɲt ͡ en, la calle Mayor (E 10/ (309) G 23: sí mi padre era nacionalista había un batzoki [ba'tʃoki] G 23/442) ͡ (E 20/ (310) G 45: sí, aquí en Algorta/ . en Algorta . había . lo que ahora es el batzoki [ba'tʃoki] G 45/1024) (311) G 05: pues es quee (0,493'') me piden el/ un perfil lingüístico para trabajar en Osakidetza ͡ . (E 1/G 05/9) [osaki'detʃa] (312) G 10: pero fuera aparte de lo que es la administración . eh que abarca también Osakidetza ͡ ya educación claro (E 3/G 10/123) [osaki'detʃa]
En resumen, podemos constatar que los resultados de nuestros análisis apuntan al hecho de que existe un núcleo mínimo de elementos compartidos por los diferentes grupos de hablantes que forman parte de la comunidad de comunicación vasca. Hemos observado que determinados fenómenos, descritos una y otra
211 Véase Hualde (1991, 10) para la determinación de las sibilantes en euskara batua. El autor emplea en esta obra la transcripción /ts̄/ para y /tš/ para , mientras que en Hualde (2005, ͡ y con /tʃ/, ͡ formas adoptadas por nosotros. Según Hualde y Bilbao 43) transcribe con /ts/ (1992, 4), el fonema /ts̄/ es una africada predorsodental que transcriben /ts/. 212 Gaminde (2010, 37 y 42–43), así como Gaminde y Romero (2011, 116 y 128) también han observado este cambio fonético, pero entre hablantes bilingües euskera-castellano de Bermeo y Bilbao. Los investigadores opinan que el cambio podría estar relacionado con la edad de los informantes y con su sexo, dado que, en el caso de Bilbao, lo observan más entre mujeres que entre hombres y, en el caso de Bermeo, más entre los que han nacido entre 1986 y 2000 que entre los hablantes de las demás generaciones, aunque se da también entre estos últimos.
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5 Análisis cualitativo y de frecuencias de uso absolutas
vez como características del castellano del País Vasco o del castellano vasco, aparecen también en la variedad que estudiamos, es decir, en el castellano de hablantes monolingües con y sin competencias mínimas en euskera, procedentes de Getxo y residentes allí. Si bien no se trata siempre de elementos exclusivos de la variedad descrita, se distinguen del uso que se da en otras variedades en ciertos aspectos como son, por ejemplo, los rasgos semánticos de los pronombres clíticos de tercera persona en función de CD [−animado] omitidos, o la clase de palabras reduplicadas para la intensificación. Sin embargo, como no hemos realizado un estudio comparativo, no podemos hacer afirmaciones acerca de si los fenómenos observados se diferencian también por la frecuencia de uso (absoluta y relativa), trabajo que aún queda por hacer. A nuestro parecer, el hecho de que estos fenómenos aparezcan integrados en el castellano hablado en una situación semiformal o medianamente formal por hablantes monolingües constituye un indicio de su integración en la variedad analizada, y puede servir como punto de partida para un estudio pormenorizado del núcleo mínimo compartido por todos o, al menos, la mayoría de los miembros de la comunidad de comunicación vasca.
6 Reflexión final 6.1 Resumen Habiendo sido nuestro objetivo primordial con el presente trabajo ampliar los conocimientos sobre el castellano hablado en el País Vasco, así como proponer una explicación acerca de qué se debe entender por las expresiones castellano vasco, castellano del País Vasco y castellano de los vascos, basándonos en el modelo del núcleo mínimo dinámico elaborado por Sinner (2004), hemos profundizado en temas de muy diversa índole. De ahí que, a continuación, destaquemos, resumidamente, los resultados más relevantes de las diferentes partes del estudio. En primer lugar, hemos ofrecido una descripción del estado de la cuestión lo más amplio posible. Hemos comentado las diferentes obras empíricas y los artículos, así como las descripciones del castellano del País Vasco en manuales de lingüística de diferente índole, en los que se resumen sus características de forma muy general. Hemos matizado, sobre todo, aspectos teóricos como la cuestión de qué se entiende por castellano del País Vasco, castellano vasco o Basque Spanish, subrayando que solo ha habido unas pocas aproximaciones teóricas a este aspecto. Hemos demostrado que también hubo algunos intentos de clasificación de lo que podría ser el castellano del País Vasco. Las clasificaciones, sin embargo, quedaban limitadas a los castellanohablantes monolingües oriundos de la zona de la CAV, así como a los hablantes bilingües euskera-castellano y castellano-euskera de esta región. Hemos hecho hincapié en que no se tuvo en cuenta a los demás habitantes de esta zona, esto es, a los castellanohablantes monolingües o bilingües castellano-otra lengua —o incluso plurilingües que saben también euskera— de procedencia distinta que habían inmigrado al País Vasco en diferentes épocas o que son hijos de inmigrantes. En este repaso bibliográfico hemos resaltado, también, algunos aspectos problemáticos en cuanto a la terminología empleada para distinguir a los diferentes grupos de hablantes según sus competencias lingüísticas, dado que, a nuestro entender, tales diferenciaciones no eran suficientemente profundas, pues se restringen a las lenguas de contacto: el euskera y el castellano. Asimismo, hemos indicado desde qué perspectiva teórica se abordaron los fenómenos estudiados y cómo fueron clasificados, es decir, si habían sido calificados como interferencias —o transferencias— del euskera en el castellano, como convergencias o como elementos particulares de una determinada variedad diatópica. También hemos destacado que predominan los estudios que se realizaron en Bizkaia sobre aquellos basados en datos orales procedentes de Gipuzkoa y Araba/Álava. Hemos podido discernir, también, que, en las diferentes épocas, los estudios se centraron predominantemente en determinados aspectos lingüísticos, es decir, primero preponderaban los
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6 Reflexión final
estudios léxicos, luego aquellos dedicados a temas morfosintácticos y, por último —esto es, actualmente—, aquellos que abordaban particularidades fonéticas, aunque persiste el interés por los elementos morfosintácticos. A partir de los resultados del repaso bibliográfico hemos optado, en un segundo paso, por la elaboración de una clasificación del castellano hablado (y escrito) en el País Vasco basándonos en un modelo nuevo que permitiera incluir a todos los diferentes grupos de hablantes del castellano presentes en la CAV. Se trata del modelo del núcleo mínimo dinámico creado por Sinner (2004), que adaptamos a la situación del castellano en el País Vasco, considerando la sociedad vasca como una comunidad de comunicación, término perfilado también por Sinner (2003; 2004). Para conocer la realidad social y lingüística vasca, hemos descrito cuáles son los factores más relevantes que se deben tener en cuenta a fin de saber por cuántos diferentes grupos de hablantes está compuesta la comunidad comunicativa vasca, profundizando en los aspectos que habíamos expuesto en Paasch (2010; 2012), así como en Paasch y Sinner (2010). El modelo del núcleo mínimo dinámico de Sinner (2004) ha resultado ser un modelo adecuado para la descripción de la situación del castellano en el País Vasco, ya que permite tomar en consideración que existen diferentes variedades del castellano cuyos rasgos compartidos constituyen el núcleo mínimo dinámico de elementos comunes a todos o, por lo menos, a la mayoría de los grupos de hablantes que conforman la comunidad de comunicación vasca. Además, este modelo tiene en cuenta muchos otros factores como la existencia de una lengua de contacto hablada en la región, así como sus variedades diasistemáticas y su norma prescriptiva, la presencia de otras lenguas (regionales y extranjeras) y de distintas variedades diatópicas, diastráticas y diafásicas del castellano, el contexto situacional, las diferencias intergeneracionales, los elementos perpetuados de una generación a otra, etc. Es este núcleo mínimo dinámico común de elementos el que constituye lo que, a nuestro entender, debería denominarse castellano vasco o castellano del País Vasco. En vista de la escasez de estudios acerca de las variedades del castellano en el País Vasco y la falta de trabajos empíricos dedicados exclusivamente al castellano de hablantes monolingües, hemos decidido llevar a cabo una investigación empírica que tuviera como grupo de estudio justamente a este tipo de hablantes. Para ello, realizamos entrevistas individuales libres sin cuestionario preestablecido, pero con temas preconcebidos y con un cuestionario sociolingüístico como punto de partida para las entrevistas. Este método llevó a buenos resultados para la recogida de los datos orales. El grupo de informantes consistía de veinte castellanohablantes monolingües con y sin competencias mínimas en euskera, dado que entre las generaciones más jóvenes ya no existen personas que hayan crecido y hayan sido escolarizadas en el País Vasco y que no tengan competencias en euskera equivalentes, al menos, a una lengua secundaria o «extranjera».
6.2 Conclusiones
447
Todos los informantes eran residentes de Getxo, donde habían crecido y vivido la mayor parte de su vida desde la niñez. Getxo había sido el lugar de estudio en dos trabajos anteriores, pero, en el caso de Pedro (1985) no se trataba de un estudio empírico sistemático y, en el de Landa (1995), solo una parte de los informantes había procedido de Getxo, dado que esta investigadora incluyó también datos orales procedentes de otras localidades vizcaínas. En nuestro caso, la entrevistadora era, en algunos casos, una persona conocida por los entrevistados —se habían conocido al concertar la cita—, mientras que, en otros, les era desconocida —solo habían hablado por teléfono para concertar la cita—. No obstante, siempre fue presentada como amiga de amigos. Puesto que no pertenecía ni a la red social del informante ni a la de su entorno más íntimo ni tampoco a la comunidad de comunicación vasca, el estilo escogido por los entrevistados fue semiformal. La transcripción de los datos orales se efectuó mediante el programa EXMARaLDA, con unos criterios de transcripción establecidos por nosotros, pero basados predominantemente en los sistemas de GAT y GAT 2 (Selting et al. 1998; 2009), así como en aquel de Sinner (2004), puesto que todavía no existe un estándar en el ámbito de la lingüística de variedades. Tras la transcripción de las entrevistas, hemos realizado un estudio descriptivo de diecisiete fenómenos morfológicos, sintácticos y (sintáctico-)semánticos, de los cuales quince fueron tratados, al menos dos veces, como características del castellano del País Vasco en estudios o artículos anteriores, mientras que dos no habían sido descritos como características del castellano en la región. Nuestra intención era analizar si estos fenómenos aparecían también en el castellano de informantes monolingües con y sin competencias mínimas en euskera en un contexto situacional determinado como semiformal. El análisis del corpus oral nos ha permititdo constatar que no todos los fenómenos estudiados se daban también en el castellano de Getxo, sino que aparecían con una distribución bastante heterogénea.
6.2 Conclusiones Durante el trabajo, nos han guiado varias preguntas que queremos repetir a continuación a fin de contrastarlas con nuestras conclusiones: – – –
¿Es posible aplicar el modelo del núcleo mínimo dinámico, elaborado por Sinner (2004), a la situación que observamos en el País Vasco? De ser así, ¿de qué tipo de hablantes se constituye la comunidad de comunicación vasca y cuáles son los factores decisivos para su descripción? ¿Cuántas variedades diferentes forman lo que podría denominarse castellano en el País Vasco? Es decir, ¿el castellano hablado en el País Vasco es una única
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–
6 Reflexión final
variedad hablada por todos los miembros de la comunidad de comunicación vasca o se trata, por el contrario, de un conjunto de variedades diversas que comparten un núcleo mínimo común aún por determinar? De ser cierto esto último, dicho núcleo mínimo podría ser denominado variedad vasca del castellano, castellano vasco o castellano del País Vasco. ¿Las particularidades catalogadas hasta hoy como elementos del castellano vasco o castellano del País Vasco se dan también en el castellano de Getxo?
Hemos dicho que la primera parte del presente estudio consistía en presentar una clasificación de las variedades del castellano en el País Vasco. Tanto el término comunidad de comunicación como el modelo del núcleo mínimo dinámico de Sinner (2004) resultaron ser herramientas adecuadas para nuestro propósito. El concepto de la comunidad de comunicación nos ha permitido destacar el hecho de que la sociedad vasca es mucho más heterogénea y variada que lo que se había afirmado hasta la fecha, ya que el modelo admitió, además, tener en cuenta a todos los individuos que residen dentro de una zona determinada como comunidad comunicativa, indiferentemente de sus propias características respecto a sus competencias lingüísticas, su lengua habitual, su origen geográfico, su lugar de residencia en la zona establecida, su edad, etc. Estas características, sin embargo, constituyen los factores que, al combinarlos, permiten discernir los diferentes grupos de hablantes de que se compone la comunidad de comunicación vasca. Hemos indicado que, en nuestro caso, el número de los distintos grupos de hablantes cuyo castellano habría que estudiar para conocer los rasgos compartidos por ellos supera los 3.000 (Paasch/Sinner 2010, 222). Para ello habría que partir de los criterios que hemos discutidos nosotros: la(s) lengua(s) habitual(es), el lugar de residencia, el origen geográfico y lingüístico familiar, la edad, el modelo escolar, el estrato social —que podría ser sustituido por la profesión—, el nivel de instrucción y el sexo. Hemos sido los primeros en acercarnos detenidamente, de forma teórica, a la cuestión de si el castellano hablado en el País Vasco constituye una sola variedad o varias y quienes, además, propusimos una posible clasificación de las distintas variedades presentes en el interior de la comunidad de comunicación vasca. Esta comunidad comunicativa forma la base del modelo del núcleo mínimo dinámico. La aplicación de este modelo a la situación encontrada en la CAV ha sido posible gracias al hecho de que toma en consideración un sinfín de factores que influyen en la formación del núcleo mínimo y que pueden ser ampliados. Entre ellos figura la presencia de una lengua de contacto que dispone también de diferentes variedades diasistemáticas. El concepto de la norma de uso dinámica en el que se basa el modelo constituye un aspecto importante, ya que le atribuye el carácter dinámico al modelo del núcleo mínimo. Esta dinámica permite tomar en consideración tanto diferencias intergeneracionales u otras diferen-
6.2 Conclusiones
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cias propias a un determinado grupo social como desviaciones individuales que pueden convertirse en un elemento del núcleo mínimo dinámico común. Este movimiento es posible también a la inversa, es decir, un elemento puede convertirse de un elemento común, usado por todos o la mayoría de los hablantes de la comunidad de comunicación, en un elemento que se percibe como desviación individual o error. El modelo del núcleo mínimo dinámico ofrece, de este modo, la posibilidad de integrar los resultados de estudios anteriores, dado que permite considerarlos como elementos de la norma colectiva en proceso de realización o, bien, como elementos perpetuados, es decir, que se transmiten de una generación a otra, pero que no tienen por qué usarse con la misma frecuencia, o formar parte del mismo registro o estilo, etc., para todos los miembros de la comunidad comunicativa vasca. A través del estudio de uno de los grupos de hablantes de los cuales se compone la comunidad de comunicación vasca, seleccionado a partir de las variables lengua habitual, lugar de residencia así como origen geográfico y lingüístico familiar ha quedado manifiesto que no todos los elementos morfológicos, sintácticos y (sintáctico)-semánticos, a menudo considerados rasgos del castellano de la zona por diversos investigadores y analizados en el presente trabajo, también se dieron en la variedad estudiada: el castellano de hablantes monolingües de Getxo con y sin competencias mínimas en euskera. A nuestro parecer, la presencia de algunos de estos fenómenos en todos los entrevistados es un indicio que apunta a la existencia de un núcleo mínimo dinámico de elementos compartidos por una gran mayoría o por todos los hablantes del castellano en el País Vasco. Esto sería, pues, la variedad vasca del castellano o lo que suele denominarse Basque Spanish, castellano vasco o castellano del País Vasco. Por otra parte, otros elementos que se habían postulado como rasgos del castellano del País Vasco no se dieron en la variedad de nuestros informantes, por lo que, según el modelo aplicado, posiblemente no formen parte del núcleo mínimo de elementos comunes ni tampoco del castellano de Getxo —aunque podrían darse en otros contextos situacionales distintos al estudiado y formar parte de otra variedad del castellano en el País Vasco—. Asimismo, detectamos elementos que no habían sido descritos anteriormente, pero que forman parte del castellano de Getxo. Cabe analizar si ocurren también en otras variedades del castellano en el País Vasco, a fin de saber si pertenecen al núcleo mínimo dinámico de la variedad vasca del castellano y, de ahí, a las normas de uso regionales. En resumen, comprobamos que existen fenómenos morfológicos, sintácticos y (sintáctico-)semánticos que, muy posiblemente, se dan en el castellano de todos los miembros de la comunidad de comunicación, dado que los encontramos también en el castellano de hablantes monolingües de Getxo —zona predominantemente castellanohablante— con y sin competencias mínimas en euskera, aun-
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6 Reflexión final
que esto queda por comprobar mediante estudios sobre los demás grupos de hablantes de la comunidad de comunicación vasca. Es decir, es muy poco probable que se trate de interferencias del euskera, sino de elementos integrados en las normas de uso regionales que incluso forman parte del núcleo mínimo dinámico. La existencia de una norma de uso particular y divergente que difiere de la norma culta hispánica en la CAV fue postulada ya por Urrutia Cárdenas (1988, 42), quien llegó a esta afirmación tras analizar datos procedentes exclusivamente de la comarca del Gran Bilbao. Aseveró que los fenómenos descritos por él formaban parte de la presunta norma de uso (regional). No obstante, nuestros datos muestran que no todos los fenómenos incluidos por Urrutia Cárdenas (1988) son compartidos por nuestros hablantes. Es el caso, por ejemplo, del uso de las conjunciones coordinantes y, o y pero en posición final de la oración, caso en el que nuestros resultados permiten diferentes explicaciones. Por otra parte, demostramos que sí existe una cantidad de fenómenos, descritos en artículos y estudios empíricos como peculiaridades del castellano del País Vasco, que también están presentes en el castellano de Getxo y que, por tanto, muy probablemente constituyan elementos integrados de la variedad vasca del castellano o bien formen parte de las normas de uso del castellano hablado en esta región. Con todo, tenemos que subrayar que todos nuestros intentos de clasificación de los elementos estudiados son aproximativos y pueden ser refutados mediante estudios de otras variedades que demuestren que se trata de elementos que pertenecen exclusivamente a la variedad del castellano hablado en Getxo, pero que no forman parte de las normas de uso regionales. Como hemos señalado varias veces a lo largo de este trabajo, es necesario realizar estudios comparativos para comprobar y validar, desde una perspectiva estadística, la integración de un determinado elemento en la variedad estudiada por nosotros. Nuestra descripción extensa del estado de la cuestión, que puede servir al mismo tiempo como manual de los estudios realizados sobre la base de datos procedentes de la CAV, demuestra que aún persisten muchos vacíos en cuanto a los grupos de hablantes cuyas variedades se deberían estudiar, así como a aspectos lingüísticos, a fin de conocer la constitución del núcleo mínimo dinámico y las normas de uso regionales del castellano del País Vasco. También el estudio de otros fenómenos en el castellano de Getxo, evidentemente, puede mejorar y refinar nuestros conocimientos acerca de los elementos que posiblemente conformen esta variedad y, eventualmente, pertenezcan al núcleo mínimo dinámico del castellano vasco.
6.3 Perspectivas
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6.3 Perspectivas Somos conscientes de que los resultados a los que hemos llegado con nuestro estudio no nos permiten determinar cuáles son los elementos que conforman el núcleo mínimo dinámico del castellano vasco, pero sí hemos reconocido algunos de los elementos que conforman el castellano de Getxo. Como hemos indicado en el repaso bibliográfico, faltan estudios de muchas zonas geográficas, así como de muchos grupos de hablantes cuya variedad no ha sido estudiada hasta la fecha. Hemos destacado en el trabajo que, por ejemplo, todavía nadie se ha ocupado del castellano hablado por individuos que inmigraron a la CAV, sean estos inmigrantes internos procedentes de otras zonas del Estado español, los inmigrantes internacionales que llegaron a esta zona sobre todo durante los últimos diez o quince años. Asimismo, son escasos los trabajos acerca de grupos de hablantes de Araba/Álava y Gipuzkoa, así como sobre los hablantes jóvenes y, en parte, los mayores, euskaldunizados. Los resultados de otros estudios como el que está realizando actualmente el grupo del ESCA (Iribar et al. 2007; Iribar Ibabe/Isasi Martínez 2008; Isasi Martínez/Iribar Ibabe/Moral del Hoyo 2009; Ramírez Luengo/Iribar Ibabe/Isasi Martínez 2010; Isasi Martínez et al. 2011; Iribar/Isasi/Túrrez 2012) acerca del seseo vasco demuestran que existen fenómenos que no son compartidos por todos los hablantes del castellano en el País Vasco. En el caso del ESCA (Elejabeitia/Iribar/ Túrrez 2005; 2007; 2008; Elejabeitia et al. 2006), los resultados en lo que respecta al seseo vasco comprueban que se trata de un rasgo primordialmente observable en hablantes bilingües euskera-castellano cuya lengua habitual es el euskera y que ya son bastante mayores. Elejabeitia Ortuondo y Bizcarrondo Ibáñez (1992) no lo pudieron observar en estudiantes de la Universidad de Deusto procedentes de la zona urbana y del entorno de Bilbao al estudiar la pronunciación de la /s/. Es decir, se trata, probablemente, de un rasgo marcado diastráticamente por la edad y, quizás, también por el hecho de que los informantes, en el caso del ESCA, proceden de un ámbito predominantemente vascófono y rural. Lo mismo cabe decir para trabajos como el de Pato (2004), cuyos datos demuestran que no todos los hablantes del castellano en el País Vasco sustituyen el imperfecto y el pluscuamperfecto de subjuntivo por el condicional en la oración condicional potencial e irreal, sino que existen diferencias diatópicas y también diastráticas referidas a la(s) lengua(s) habitual(es) de los informantes, aspecto que hemos observado también en nuestro trabajo. A una conclusión parecida hemos llegado también en el caso de la perífrasis soler + infinitivo con predicados estativos permanentes y no permanentes, así como con predicados actitudinales, uso detectado por Camus Bergareche (2011a; 2011b), que prácticamente no hemos documentado en nuestra variedad.
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6 Reflexión final
A fin de conocer los elementos que conforman el núcleo mínimo dinámico de la variedad vasca del castellano o del castellano vasco hacen falta más estudios empíricos. Sería deseable que las selecciones de los grupos de informantes en futuros análisis se basen en los criterios destacados en el presente trabajo, ya que constituyen los factores más relevantes en cuanto a la diferenciación de los grupos de hablantes que forman parte de la comunidad comunicativa vasca. Habría que llevar a cabo, además, estudios comparativos dedicados a la frecuencia de uso (absoluta y relativa) y a la aceptabilidad de los fenómenos por parte de los diferentes grupos de hablantes, puesto que, como señala Sinner (2004), es muy importante «investigar el conocimiento, la aceptabilidad y, según el caso, el uso y la frecuencia de uso de los fenómenos supuestamente distintivos» (2004, 143) a fin de saber si se trata de «elementos que son empleados y entendidos por la mayoría de los hablantes y considerados por ellos como habituales y normales en la lengua» (2004, 143). Remitiéndonos a Sinner (2004), cabe señalar que solo cuando estos aspectos hayan sido comprobados podrá determinarse qué fenómenos forman parte indudablemente del núcleo mínimo de rasgos distintivos y constitutivos del castellano del País Vasco. Hemos indicado que sería interesante seguir con la explotación de nuestro propio corpus para examinar si existen más fenómenos particulares, sean estos los que ya habían sido constatados por otros investigadores en otras áreas o fenómenos nuevos no descritos. Nuestro corpus proporciona abundante material para el estudio de los tiempos verbales como el uso del futuro o de los tiempos verbales del pasado. El análisis del uso de los tiempos verbales se ha reivindicado últimamente por distintos investigadores a fin de comprobar si se detectan cambios en el paradigma de los tiempos verbales, por ejemplo, a causa de la continua inmigración de hablantes de distintas variedades del castellano de Hispanoamérica, pero también por la inmigración intraestatal española, por ejemplo de Galicia en épocas anteriores, y por el retorno de personas emigradas a su comunidad comunicativa de origen. La emigración de retorno es un fenómeno que se ha constatado también en la CAV, si bien no tiene la misma dimensión y el mismo peso que tiene la de Galicia. Pensamos que otros estudios que se componen de la misma manera que el nuestro deberían realizarse en muchos más lugares, sobre todo en Araba/Álava, provincia que ha quedado relegada hasta ahora, probablemente porque en la mayor parte de esta zona se ha dejado de hablar euskera hace varios siglos. Sin embargo, en la actualidad muchos jóvenes son bilingües, esto es, neovascohablantes, lo que puede tener un impacto en su castellano y diferenciarlo de las variedades de los hablantes bilingües en los que se centra, por ejemplo, el grupo del ESCA. No obstante, también hacen falta estudios en las más remotas áreas de Gipuzkoa como también en sus centros urbanos, siendo los únicos datos orales
6.3 Perspectivas
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de los cuales disponemos los que proceden de las zonas rurales, recogidos en las campañas del COSER entre 1992 y 2000 (Fernández-Ordóñez 1992–2012) y del ESCA (desde 2005), así como aquellos recogidos en los trabajos antiguos de Echaide (1968) y Steenmeijer (1979); sin embargo, en estos dos últimos casos los corpus no son accesibles. Hasta ahora no se han presentado otros corpus orales basados en estas variedades diatópicas. Lo mismo cabe subrayar para algunas zonas de Bizkaia, ya que las partes más estudiadas son la franja oriental de la provincia, vascófona, así como algunas localidades situadas en los entornos de Bilbao, la misma ciudad de Bilbao y la margen derecha de la ría del Nervión. El castellano hablado en las zonas del interior de Bizkaia, como Durango u Otxandio, la zona limítrofe con Cantabria e incluso la margen izquierda de la ría del Nervión solo fueron objeto de estudio en pocos casos, cuyos corpus, excepto en el caso del COSER (Fernández-Ordóñez 1992–2012), tampoco son accesibles. Nuevos estudios en las áreas indicadas, realizados según los criterios que hemos empleados nosotros, llevarían a resultados comparables con los nuestros. De este modo, ayudarían a mejorar nuestros conocimientos sobre las particularidades distintivas y los elementos constitutivos del castellano vasco y permitirían, además, un acercamiento cuantitativo desde una perspectiva comparativa.
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