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Español Pages 42 [46] Year 1954
PUBLICACIONES DEL INSTITUTO DE ABQUEOLOGIA
II CARMEN MARENGO
EL ANTIGAL DE LOS AMARILLOS ( QUEBRADA DE YACORAITE, PROVINCIA DE
JUJUY )
MINISTERIO DE EDUCACIÓN
UNIVERSIDAD DE BUENOS AIBES
FACULTAD DE FILOSOFIA Y LETRAS
INSTITUTO DE ARQUEOLOGIA
1954 »
Digitalizado por Javier Amado
PUBLICACIONES DEL INSTITUTO DE ARQUEOLOGÍA
II t
CARMEN MARENGO
ANTIGAL DE LOS AMARILLOS ( QUEBRADA DE YACORAITE, PROVINCIA DE
JUJUY )
y
MINISTERIO DE EDUCACION
UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES FACULTAD DE FILOSOFIA
LETRAS
INSTITUTO DE ARQUEOLOGIA
1954
ADVERTENCIA
Este trabajo debe ser entendido como una presentación de materiales, un producto de tareas de gabinete, complementado por un intento de ubicación del patrimonio ergol ógico de Los Amarillos en el complejo humahuaca y de sus vinculaciones y afinidades con las áreas arqueol ógicas vecinas. Fué presentado a la Facultad de Filosof í a y Letras para optar al grado de Licenciado en Historia, con especialidad en Arqueolog í a Americana, a fines de 1950 y su publicación fué recomendada por el Tribunal Examinador. La serie de la que nos ocupamos, est á formada por los materiales que exhumaron los integrantes de la XV y de la XVII expediciones del Museo Etnográ fico, dirigidas por el Dr. Salvador Debenedetti durante las vacaciones universitarias de los añ os 1918 y 1920 , en el Antigal de Los Amarillos como el distinguido arque ólogo denominó al yacimiento en una de sus libretas de viaje. El acceso a estas colecciones, que ya conocí amos por nuestras diarias tareas en el Museo Etnográ fico , fué autorizado por el Director del Instituto de Arqueolog í a, doctor don Eduardo Casanova. El fué el que nos sugirió este estudio en varias oportunidades y decidimos que fuera el tema de nuestra Licenciatura, sobre todo por tratarse de materiales procedentes de un área geogr á fica que conocí amos personalmente a raí z de un viaje de estudios realizado en el añ o 1949 . Queremos dejar constancia en estas lí neas de nuestro agradecimiento, no s ólo por la sugerencia de que damos cuenta, sino también por el impulso que significó para nosotros su constante aliento en esta nuestra primer incursión en el campo de la arqueología.
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DESCRIPCION GEOGRAFICA. CONDICIONES DEL YACIMIENTO.
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no liemos tenido la suerte de visitar personalmente el yacimiento que ha proporcionado la serie arqueológica que vamos a presentar, y considerando que todo trabajo arqueológico debe ser precedido por una descripción geogr áfica de la zona y del yacimiento, cumpliremos con este requisito utilizando descripción y material fotogr áfico que nos ha brindado gentilmente nuestro compa ñero de tareas, profesor Pedro Krap ovichas. El Antigal de Los Amarillos es una de las numerosas ruinas que aún se conservan en la regi ón de Humahuaca . Citado con frecuencia en la bibliograf ía de la zona, es de los pocos yacimientos cuyo patrimonio no ha sido hasta ahora estudiado detalladamente. La ú nica descripción del ambiente geogr áfico conocida hasta la fecha y algo más explícita que la simple cita, fue publicada en 1930 por el profesor Milcíades A. Vignati i 1 ) . El Antigal de Los Amarillos est á situado en la Quebrada de Yacoraite, que confluye sobre la margen derecha de la de Humahuaca entre las localidades de Huacalera y Senador Pé rez. El nombre con que se conoce este yacimiento se debe a la cúspide amarilla del cerro de piedras rojas que le sirve de marco. Este cerro se desprende de la ladera izquierda de la Quebrada de Yacoraite, a la que parece cortar . Al pie hay una meseta, aproximadamente triangular, uno de cuyos catetos se apoya sobre el cerro y otro forma la pared de la quebrada. El vé rtice se contin úa en una serie de cerritos que limitan la margen izquierda del r ío. La meseta está dividida en dos partes por un torrente que baja de la montaña y que forma cortes a pico. El pueblo ocupa el triángulo descripto y la ladera del cerro hasta considerable altura. La ubicación es sorprendente. Desde el Antigal se vigila la totalidad del Yacoraite hasta OMO
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( i ) VIGNATI, MILCíADES A Los cráneos trofeo de las sepulturas indígenas de la Quebrada de Humahuaca ( provincia de Jujuy ) en “ Facultad de Filosof ía y Letras, Archivo s del Museo Etnográfico 9\ I, Buenos Aires, 1930, Pag 16.
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el río Grande ; también se ve perfectamente el Pucará; ubicado en la orilla norte del r ío, que lleva su nombre y que penetra en la Quebrada de Humahuaca a modo de espolón. Aunque no es inexpugnable, Los Amarllos es de dif ícil acceso. El borde que da al Yacoraite es completamente a pioyo e inescalable, salvo por el v é rtice del triá ngulo donde un camino permite alcanzar las ruinas pasando a través de una doble pirca separada por pocos metros. El sendero contin ú a enmarcado por dos pircas bajas. Varios muros que bordean, formando escalones, el curso del arroyo que corta el Antigal se destacan entre las construcciones. Pueden liaber servido de contenció n, de defensas o para andenes de cultivo. El aspecto exterior de las ruinas es muy parecido a las del resto de las poblaciones ind í genas de la Quebrada de Humahuaca. La existencia de un yacimiento, casi siempre es denunciada por agrupaciones de cardones, que han proliferado tanto en los “ pucar ás ” como en los i í pueblos viejos ”. Los Amarillos es muy probable que pertenezcan a la segunda categor ía enunciada, aunque en el Antigal se conserven los restos de muros a que hemos hecho referencia. Como sucede frecuentemente en las inmediaciones de ruinas de su tipo, existen señales de andenes de cultivo, lo que confirmarían la inclusió n del yacimiento entre los pueblos viejos. El yacimiento es uno de los mejores conservados de la regi ón Humahuaca. Las ruinas no han sido cubiertas como en otros casos por ma teriales de erosi ó n. No poseemos la planta del Antigal, ni tampoco la ubicaci ó n relativa de las habitaciones excavadas en las dos oportunidades que las expediciones del Museo Etnogr áfico visitaron el lugar . Las construcciones son de forma rectangular, con excepció n de cinco cua dradas. La m á s chica mide 4 x 3 m , mientras que la mayor 12 x 18 m. Las dimensiones de las demás fluctúan entre ambas pero acercándose a la menor. Los hallazgos fueron hechos casi todos en el interior de las viviendas. Las inhumaciones registradas son generalmente primarias, en sepulcro y sepultura. A pesar de que sólo se hallaron sepulcros, la mayor parte de los esqueletos estaban en ellos. Las sepulturas que constituyen la gran mayoría, se encontraron todas dentro de las habitaciones cerca de los á ngulos y a profundidad variable, pero nunca superior a 1, 70 m. Los sepulcros, que no sólo se construyeron en el interior sino tambi é n fuera de ellas, no tienen todos la misma forma. Rectangulares. Son seis y todos en el interior de las habitaciones. En uno hab ía seis esqueletos de adulto y dos de p á rvulos, estos últimos muy destruidos. La serie exhumada en este sepulcro es una de las m ás numerosas y de las más ricas por la calidad de los objetos que la in-
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tegraban.
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Circulares. De éstos, seis se encontraron en el interior de las viviendas y cuatro en un zanjón, al borde de una barranca. En la libreta de viaje que se conserva de la XVII expedici ó n, consta que se hallaron varios otros en la misma zona,, pero como no figura su inventario, seguramente no fueron excavados. En todos los sepulcros circulares lo mismo que en los rectangulares y junto a algunos de los esqueletos en sepultura, se encontraron inhumaciones directas de pá rvulos, es decir, no dentro de urna. Están muy destruidos en comparaci ó n con los de adultos, a los que acompa ñ an. A pesar del mal estado de estos esqueletos infantiles, su n úmero es considerable y sobrepasa a las inhumaciones de p árvulos en urna que se registraron. Posiblemente, los factores ambientales han sido en este yacimiento m ás propicios para la conservaci ó n de los esqueletos que en otros lugares de la Quebrada, donde los hallazgos de los esqueletos de p á rvulos inhumados directamente en tierra son muy raros. En sepultura
Adultos
50
6 directamente 7 en urna
P árvulos
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En sepulcro
35
12 directamente 4 en urna
Hay que hacer notar que en el hallazgo N9 XVIII se registró la existencia de un cr á neo trofeo. Este hecho no ser ía extraordinario, ya que en casi todos los yacimientos de la Quebrada se hallaron cr á neos trofeos. Lo insólito reside en que el cr á neo mutilado fu é hallado unido a su esqueleto correspondiente . Vignati ( 2 ) , que se ñala lo raro de este encuentro, transcribe el trozo correspondiente de la libreta de viaje de la XVII expedición. En otra de las sepulturas del yacimiento se registr ó un tipo de entierro digno de menci ó n por ser extrañ o a las formas de inhumaci ón típicas de la región Humahuaca, constituido por un esqueleto de adulto colocado dentro de medio cá ntaro. En el diario de viaje de la XVII expedici ó n, este descubrimiento est á consignado del modo siguiente : ií Los Amarillos. Yacimiento 13. Dentro de medio cá ntaro grande negro, un esqueleto de adulto. A un costado del c á ntaro : una ollita roja ; una valva de molusco ; un topo de hueso fracturado ; dos jarros con asa lateral ; un plato negro destruido ; un tubo de hueso y una ollita decorada deteriorada ”.
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( 2 ) VIGNATI, MILCíADES A Los cráneos t r o f e o
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..., pág. 29.
DESCRIPCION DEL MATERIAL EXTRAIDO
CERAMICA constituyen la mayor ía del material exhumado queda dicho formaron parte de ajuares f ú nebres. Como es general en la Quebrada , éstos incluían no s ólo piezas ceremoniales, sino tambié n cer ámica de cocina o de uso diario. No predominan los ejemplares decorados como en Ciénaga Grande , sino que por el contrario, como en Yacoraite o Campo Morado, aunque no es posible hablar de un predominio absoluto de la cerá mica sin decorar, ésta alcanza un mayor porcentaje. Todas las formas que es posible distinguir tipológicamente encuentran sus iguales en los dem ás yacimientos de la Quebrada. Los pucos y los jarros con asa lateral constituyen las formas dominantes del conjunto, que se completa con ollas, ánforas, yuros, vasos calceiformes, jarras, etc.
á mica L enpiezas Los Amarillos y como de cer
AS
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Pucos, No siempre los ejemplares responden morfológicamente a la definici ón de puco hecha por Salas ( 3) . Para estudiarlos hemos hecho nuestra la división que Lafon ( 4 ) hizo con los pucos de La Huerta. Son muy pocos los que pueden incluir en el primer grupo y todos per tenecen a los que Debenedetti ( 5 ) denomina platos negros. La mayor parte corresponden a la segunda clase y creemos que es lo que sucede en muchos yacimientos de la Quebrada . En cuanto a la tercer clase , ( 3 ) SALAS, ALBERTO M. Cuestiones de nomenclatura arqueológica : el puco, en de Cuyo, Anales del Instituto de Etnograf ía Americana ”, II, Mendoza, Universidad “ 1941, pá g. 41. ( 4 ) LAFON, CIRO RENE. Arqueologí a de la Quebrada de la Huerta ( Quebrada de Humahuaca Provincia de Jujuy ) , Publ. del I. de Arq. N9 I. ( 5 ) DEBENEDETTI, SALVADOR. Exploración arqueol ógica en los cementerios prehist óricos de la Isla de Pilcara ( Quebrada de Humahuaca, Provincia de Jujuy ) , en 1 Facultad de Filosof ía y Letras, Publicaciones de la Sección Antropoló gica \ 6, Buenos Aires, 1910, pág. 13.
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dejando de lado los pucos con asa que trataremos m á s adelante, solamente est á representada por seis ejemplares.
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Por borde de un vaso se entiende la secci ón donde se unen las superficies interna y externa del mismo. Como creemos que su aná lisis completa el estudio de las formas eeramol ó gicas, trazamos los diagramas de bordes de varios de los pucos que integran la serie de Los Amarillos. Los bordes que hemos dibujado representan todos los distintos tipos que pudimos individualizar y que son los comunes para esta especie de vasos. Dejando de lado ligeras variantes que tienen su origen en la deficiente factura de los ejemplares, en cada una de las tres clases de pucos predomina una forma de borde.
Bordes.
a
b
g
c
h
d
j
e
k
f
i
Fig . 1
La primera se caracteriza por tenerlo horizontal ( Fig. 1, a ) . En cambio en la segunda ciase el borde se hace oblicuo de afuera hacia adentro, siendo la inclinaci ón m á s o menos acentuada en los distintos casos ( Fig. 1, b, c y d ) . Hay que hacer notar que esta forma la encontramos en los pucos m ás toscos y que el borde oblicuo parece estar menos pulido que el resto de la pieza . Este tipo de borde, Lafon ( 6 ) lo asimila a la tercera clase , ya que los pucos de La Huerta que corresponde incluir en las dos primeras, presentan el borde horizontal. En cuanto a los pucos de Los Amarillos que colocamos en la tercera clase no presentan uniformidad en la forma de los bordes. Algunos lo tienen horizontal ( Pig. 1, j ) y otros oblicuo de adentro hacia afuera ( Fig. 1, g, h y k ) . En grupo aparte colocamos siete de ellos, en los que el borde parece exteriormente la iniciaci ón de una pared cilindrica, mientras que
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( 6 ) LAFON, CIRO EENE. Arqueolog í a de la Quebrada . . . , pá g. 53
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en la parte interna presentan un reborde que en algunas piezas es muy notable ( Fig. 1, i ) . En todos los casos ese esbozo de pared parece corresponder al último rodete utilizado en la construcción del puco. En varios de éstos, el reborde interno es del mismo tamañ o que la pared exterior, lo que causa la impresi ó n de que el último rodete fue alisado tambi én interiormente ( Fig. 1, h ) . .
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Asas. Debenedetti, al ocuparse de los que él llama platos negros con asas, hace la distinción entre los que nosotros vamos a llamar £ i relieves-asas y las asas propiamente dichas. Las primeras, como dice este autor, son las que por su colocación, dimensiones y formas no pueden haber prestado ninguna utilidad . Las segundas, en cambio, representan como la cer á mica de uso dom éstico, “ la satisfacció n de una necesidad inmediata ” ( 7 ) . Los distintos tipos de asas que observamos en los pucos de Los Amarillos nos permiten intentar la siguiente clasificación. , , . a ) en el borde r 1) -Relieve comeo o subcomco , . b ) por debajo del borde
I. Relieve -asa '
2 ) Relieve de secci ón plana y perfil semilunar
3) Relieve cilindrico horizontal b ) con luz a ) totalmente adosado
4 ) Relieve herradura
II. — Asa propiamente dicha. — El único tipo que merece párrafo aparte es el relieve herradura, por no ser aut óctono de la Quebrada. Est á constituido por un rodete cilindrico achatado, al que se le han doblado los extremos hacia, abajo, d á ndole la forma aproximada de una herradura. El nombre de asa herradura fué empleado por Ambrosetti ( 8) , quien también las llama orejas de herradura ( 9 ) . Outes ( 10 ) al ocuparse de los vasos con motivos ornamentales zoomorfos, trae un esquema del asa que tienen los pucos que presentan esa decoraci ó n. Se trata de asas >
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( i ) DEBENEDETTI, SALVADOR. Exploración arqueológica . . pág. 114. ( 8 ) AMBROSETTI, JUAN B Exploraciones arqueológicas en la ciudad prehist órica de “ La Paya ( Valle Calchaquí , Provincia de Salta ) , en Facultad de Filosof ía y Letras, Publicaciones de la Sección Antropol ógica 9 3, Buenos Aires, 1907 - 08,
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pá g. 312. ( 9 ) AMBROSETTI, JUAN B. Exploraciones arqueol ógicas . . . , pá g. 101. (10 ) OUTES, FéLIX. Alfarerí as del Noroeste argentino, en “ Anales del Museo de La Plata ' \ segunda serie, I, Buenos Aires, 1907, pág. 19.
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semejantes a las que describimos. Outes las denomina asas semicirculares o en forma de herradura. Bruch ( n ) tambi é n da el nombre de asas en forma de herradura a las de los pucos de Fuerte Quemado.
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Decoración No alcanzan al 50 % los $ucos que poseen decoraci ó n . Esta es, sin excepci ó n, pintada en negro sobre engobe rojizo.
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A ) Pucos con decoración externa. Casanova ( 12 ) hizo notar que la decoració n suele cubrir una sola de las superficies y que los pucos pintados interior y exteriormente son muy pocos. Salas (13 ) cita a Casa nova y agrega que es ésa una norma que debe reconocer escasas excepciones, no encontr ándose entre éstas ninguno de los pucos por él estudiados. Lafon, al ocuparse de los pucos de La Huerta , llega a las mismas conclusiones, pero trae un ejemplo en que la decoración ocupa ambas caras. En la serie de Los Amarilíos son cinco los pucos decora Fig. 2 dos exterior e interiormente. En dos de ellos, al igual que en el de La Huerta , el motivo que los decora exteriormente puede considerarse como una variante de la decoraci ón llamada “ pomeña ” ( Fig. 2, 1 y 2 ) Salas, en su obra sobre el Antigal de Ci énaga Grande hace notar que ningú n puco de la Quebrada conservado en el Museo Etnogr áfico presenta ornamentación externa que sea distinta a ésa. En esta afirmación, por lo tanto, est á n incluidos los pucos del Antigal de . Los Amarillos. Sin embargo, cuatro de ellos, que seguramente Fig. 3 habr án escapado al estudio de Salas, además de tener decorado interno tienen en su exterior una franja negra de 2 cm de ancho que ocupa la zona bordera ( Fig. 3, 2 ) . En la ( 'll ) BRUCH, CARLOS. Exploraciones arqueol ó gicas en la provincia de Tucum án y Catamarca, en “ Revista del Museo de La Plata ”, XIX , primera parte, Buenos Aires, 1911, pá g . 60. ( 12 ) CASANOVA, EDUARDO. La Quebrada de Humahuaca, en “ Historia de la Na ción Argentina ”, I, Buenos Aires, 1936, pág. 244.
( 13) SALAS, ALBERTO M. El Antigal de Cié naga Grande ( Quebrada de Purmarnarca , Provincia de Jujuy ) , en “ Facultad de Filosof ía y Letras, Publicaciones del Museo Etnográ fico ”, Serie A , V, Buenos Aires, 1945, pág. 104 ) .
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actualidad la pintura est á desvaída, pero se conserva lo suficiente como para que no podamos confundir este motivo con el clásico “ pomeño ”. Tambié n el puco N9 27463, del yacimiento que estudiamos, constituye una excepción a lo que afirm ó Salas. Presenta , además de los tres triá ngulos reticulados interiores, otros, también reticulados, en la cara externa. ( Fig. 3, 1) . En las colecciones éditas e inéditas del Museo Argentino de Ciencias Naturales, ahora en el Museo Etnogr áfico, se encuentran tambié n varias excepciones. Una de ellas es el puco N9 40-146, descripto por Gatto ( 14 ) que tiene en su cara externa una franja de escaques reticulados. Los N9 21-768 y 41-765 procedentes de Puerta de Juella presentan rastros de un registro reticulado. Pareciera que los ind ígenas que poblaron La Isla no utilizaron la decoración “ porne ñ a ”. Debenedetti ( 15 ) no describe puco alguno que la tenga, pero publica dos ejemplares fructiformes que presentan en su superficie externa una decoració n constituida por figuras triangulares. Tampoco entre las piezas inéditas de La Isla que exhum ó Casanova en 1941, figuran pucos con decoración porneña. Esta coincidencia puede tener importancia como argumento para configurar la mayor antigüedad de La Isla . En el conjunto de Los Amarillos, sola mente siete pucos poseen decoraci ón porne ña. No ofrecen variantes dignas de menció n y son similares poco más o menos a los hallados en las dem ás zonas de la Quebrada .
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B ) Pucos con decoración interna . Llama la atención la falta de homogeneidad de la serie. Junto a ejemplares de ornamentació n simplísima semejantes a los más sencillos de La Isla o de Hornillos, se encuentran otros que por los temas decorativos que en ellos se han desarrollado no tienen su lugar sino al lado de los hermosos virques del Pucar á de Pilcara. Para su descripción los hemos agrupado de acuerdo a la complejidad de motivos ornamentales. 1) Una peque ña cruz en el centro del puco, en la zona correspondiente a la base ( Fig. 4, 1) . 2 ) Dos series de líneas paralelas, cuyo numero varía de dos a cinco, trazadas según los diá metros perpendiculares ( Fig. 4, 2 y 3 ) . 3 ) Triá ngulos reticulados en n ú mero de tres, con las bases apoyadas en una línea paralela al borde y los vértices unidos en el centro del puco ( Fig. 4, 4 ) . 4 ) Una serie de líneas paralelas que divide la superficie interna en dos campos, ocupados cada uno por dos espirales que se desarrollan en sentido inverso ( Fig. 4, 5 y 6 ) . 5 ) Cuatro registros alargados de forma oval, reticulados. Dos son ( 14 ) GATTO, SANTIAGO. Exploraciones arqueol ógicas en el Pucar á ele Volcáin, en Revista del Museo de La Plata, Secció n Antropología * nueva serie, IV, La Plata, 1946, pug. 25. ( i » ) DEBENEDETTI, SALVADOR. Exploración arqueol ógica . . . ii
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más grandes y ocupan la zona inmediata al borde, los otros dos son más chicos y est án colocados hacia el interior de la pieza ( Fig. 4, 7 y 8 ) . Este tipo fue identificado como t í pico del Pucar á de Tilcara por Bregante ( lr> ) y Bennett ( 17 ) , aunque tiene representantes en muchos otros yacimientos de la Quebrada. % 6 ) Un registro limitado por dos líneas paralelas, qtie luego de recorrer la parte interna del borde se aleja de éste suavemente y desciende hacia el centro formando un espiral ( Fig. 4, 9 y 10 ) . 7 ) Dos círculos concéntricos, uno a 2 cm del borde y el otro en el centro de la pieza. El espacio comprendido entre ambos est á ocupado por tres triá ngulos tangenciales a los mismos y cuyos lados los forman series de seis lí neas paralelas ( Fig. 4, 11 ) . 8 ) En una banda limitada por el borde y una línea paralela a éste se han reproducido “ manos estilizadas ” ( Fig. 4, 12 ) .
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C ) Pucos sin decoración. Como queda dicho la mayor parte de los pucos de Los Amarillos no conservan rastros de haber sido decorados. En la mayor ía de los casos se trata de piezas de factura tosca. De éstas hay que separar una peque ña serie integrada por once ejemplares de lí neas armoniosas, cuyas caras internas tienen pulimento o engobe de color negro. Parecen haber sido confeccionados con mlis cuidado que el resto de los pucos, a ú n los decorados, ya que no sólo la arcilla es más clara, las paredes más delgadas y pulidas, sino que son los que se acercan más a la figura ideal del puco. Constituyen un tipo que por sus caracter ísticas es posible individualizar perfectamente.
Pucos con asa lateral . — Los Amarillos han proporcionado seis pucos y un plato con asa lateral. Esta distinció n entre puco y plato con asa lateral fu é establecida por Lafon (1S ) . Estas piezas caracter ísticas de la Quebrada, son simples pucos o platos con el agregado de una asa lateral de gran tama ñ o que nace en el borde y se inserta en la base o inmediatamente por encima de ella , luego de describir un arco que en muchos casos adquiere una altura superior a la del puco. El asa , contribuye a reforzar la estabilidad de estas piezas cuando la rama inferior se hace horizontal. Este caso s ólo se presenta cuando el asa se inserta en la base. Cuando el asa no se transforma en una prolongación de la base , perjudica en vez de ayudar la estabilidad . Todos estos vasos son de factura tosca y tienen su interior cubierto de hollí n , lo que ha inducido a Yon Rosen ( 19 ) a considerarlos l ámparas. Sin aceptar esta ,
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( 16 ) BREGANTE, ODILIA Ensayo de clasificación de la cerá mica del argentino Buenos Aires, 1926, pág. 172.
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noroeste
( 17 ) BENNET, WENDELL C. Y otros. Nortlixvest argentine archeology, en “ Yale University Publications in Anthropology ’ *, 38, New Haven, 1948, pág. 22. ( 18 ) LAFON, CIRO BENE. Arqueolog í a de la Quebrada . . . ( 19 ) YON BOSEN, ERIC. Popular account of archaeological research during the Swedish chaco -cordillera expedition, 1901 1902, Stockholm , 1924, pá g. 70.
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afirmación, que Salas ( 20 ) considera inverosímil, no podemos dejar de señ alar que en el interior de estas piezas ha tenido lugar una combustión.
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Jarros con asa lateral. Los nombres de jarros, jarras y tazas fueron aplicados indistintamente en la bibliograf ía arqueol ógica a un tipo de vasos que se caracterizan por un asa lateral vertical, uno de cuyos extremos se inserta en el borde y el otro en el cuerpo del vaso. Lafon ( 21 ) aisl ó para cada uno de estos apelativos una serie de caracter ísticas morfol ógicas que le permitieron describir tres tipos perfectamente identificables. Haciendo nuestra esa clasificación, la hemos aplicado a una serie integrada por 27 vasos de cer á mica de Los Amarillos, entre los cuales es posible diferenciar 17 jarros con asa lateral, 9 jarras y una taza. Entre los jarros con asa lateral es indudable el predominio de la forma atonelada. Las asas son todas de secci ó n cuadrangular, pero en algunos casos tienen una especie de acanaladura en la cara externa , lo que transforma la secci ón en c óncava- convexa. El extremo del asa que se inserta en el cuerpo est á casi siempre remachado pero prolijá mente, de modo que apenas se nota en la pared interna del vaso. Esto puede deberse a que la amplitud de la boca proporcion ó a los ind ígenas mayor comodidad para alisar las paredes internas Una de ellas es de forma tronco c ónica las demás sub — globulares. La primera mide 178 mm de altura, mientras que la
Jarras .
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;
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altura
media de las otras es de 115 mm. La jarra que lleva el N9 27424 se caracteriza por tener asa horizontal ; es la ú nica que no se origina en el borde sino que est á colocada por debajo del cuello. Este último en algunos casos es cilindrico, pero en los ejemplares que más se acercan al tipo ideal de jarra , se abre hacia afuera y tiene mayor altura. Entre éstas se encuentran las que tienen la base insinuada levemente a modo de pie.
Taza .
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El ejemplar N9 27411 de Los Amarillos es el f ínico que entra en la categor ía de taza. Es muy tosco, de cer á mica gruesa y de forma casi cilindrica . El asa vertical es pequeña, de secci ó n circular.
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Vasos asimétricos. Tres de las piezas de Los Amarillos pertenecen a este tipo de vasos. Tienen la base circular plana y el cuello marcado. En dos la convexidad de la parte opuesta a la del asa es realmente notable. El asa es vertical, uno de sus extremos se inserta en el borde
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( 20 ) SALAS, ALBERTO M. El Antigal . . pá g. 128 ( 21) LAFON, CIRO BENE. Arqueologí a de la Quebrada .
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del cuello y el otro a la altura del cuarto superior del cuerpo. En cambio el tercer ejemplar, cuya convexidad es menor, tiene asa horizontal colocada a la altura del tercio superior . Se trata de una excepci ó n ya que no conocemos ning ún otro ejemplar de ninguna otra zona con el asa colocada de ese modo ( Lá mina II, a y b ) . % Muchos han sido los autores que se han ocupado de estas piezas, refiriéndose sobre todo al uso que se les ha dado. Bregante confeccion ó un mapa de dispersi ó n de este tipo de vasos ( 22 ) . De acuerdo a este mapa predominan en la regi ó n diaguita, que fu é la que proporcion ó mayor cantidad de ejemplares. En cambio en la Quebrada de Huma huaca se encontraron muy pocos, llamando la atenci ó n la cantidad exhumada en el Pucar á de Tilcara. Estudios y excavaciones posteriores han dado resultados muy semejantes. Piezas de esta clase encontradas en Angosto Chico ( 23 ) , Pucará de Hornillos ( 24 ) y en Pueblo Viejo de La Cueva ( 25 ) , han sido descripto por Casanova. Gatto ( 20 ) describi ó cuatro de Volcán. Fuera de nuestro pa ís han sido halladas piezas semejantes a las que nos ocupan , en la regió n Atacame ñ a chilena. Latcham ( 2 T ) reproduce una serie de ellos, de los que hace derivar los t í picos vasospatos de la regió n diaguito-chilena. En otra de sus obras ( 2S ) afirma ^ que los jarros asim é tricos de la regi ó n atacame ñ a no son similares a los de La Paya ( 29 ) . Los ú nicos que admite Latcham como relacionados con los quq él describe, son tres de los hallados por Debenedetti ( 30 ) en La Isla. Esta opinión no la podemos aceptar , en raz ón que los vasos publicados por Debenedetti son semejantes a los de La Paya. Las diferen cias estarían en la mayor o menor convexidad de las paredes de los vasos, que por otra parte son todas distintas. Lo que sucede es que , como hace notar Ryden ( 31 ) , no todos los vasos calceiformes chilenos son morfol ó gicamente iguales ya que hay un tipo con el asa colocada sobre la
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( 22 ) BREGANTE, ODILIA. Ensayo . plancha XV ( 23 ) CASANOVA, EDUARDO El yacimiento arqueol ógico de Angosto Chico , en ( i Re laciones de la Sociedad Argentina de Antropología , 3, Buenos Aires, 1942, pá g. 78. ” ( 24 ) CASANOVA, EDUARDO El Pucará de Hornillos en c Anales del Instituto de Etnograf ía Americana ”, III, Mendoza, 1942, pág. 12. ( 25 ) CASANOVA, EDUARDO. Tres ruinas ind í genas en la Quebrada de La Cueva , en i Anales del Museo Nacional de Historia Natural , XXXVII, Buenos Aires, 1933, ” pág. 302. ( 26 ) GATTO, SANTIAGO. Exploraciones arqueol ógicas . . . pág. 40. ( 27 ) LATCHAM, RICARDO. La alfarerí a ind í gena chilena , Santiago de Chile, 1928, lá m. XLVII ( 28 ) LATCHAM, RICARDO. Arqueologí a de la región atacame ña , Santiago de Chile , 1938, pá g. 226. ( 29 ) AMBROSETTI, JUAN B. Exploracio?ies arqueol ó gicas . .. ( 30 ) .DEBENEDETTI, SALVADOR. Exploraci ón arqueol ógica . ( 31 ) RYDEN, STIG. Contributions to the Archaeology of the Rio Loa region , G6teborg, 1944, pá g. 136.
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parte saliente. De esta segunda clase derivarían los vasos patos y los ornitomorfos que las tienen frecuentemente en la misma zona. Vasito chato . Un sólo ejemplar del típico vasito de la Puna jujeña, se encontró en nuestro yacimiento. Est á mujj deteriorado y tiene y muy base insinuada a modo de peque ñ o pie, las paredes son oblicuas
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gruesas.
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Yuros. Varios han sido los autores que se han ocupado de de33 32 finirlos, entre ellos Ambrosetti ( ) , Lafone Quevedo ( ) , D'ebenedet t.i ( 34 ) , Salas ( 35 ) y Lafon ( 36 ) . A todo lo dicho podemos agregar que , los yuros, sobre todo los de la Quebrada, presentan a veces un modelado antropomorfo en el cuello y que muy a menudo este relieve est á cubierto 37 con una capa de pintura blancuzca. Bennett ( ) , al referirse a un tipo de vasos de Quimbaya , que tienen en el cuello la representación de una cara humana en relieve , los denomina ‘ ‘ Pace-collar vessels ”. Son tres s los yuros con esta decoraci ó n encontrados en Los Amarillos. Queremo motivo por un hacer notar que este tipo de decoració n est á acompa ñ ado colocados os reticulad registros dos por geom étrico pintado, constituido . cuerpo a modo de bandoleras sobre la parte del Otros dos yuros completan la serie que se exhum ó en el Antigal pero que estudiamos. No tienen representació n humana en el cuello, to compues , cuerpo el en en ambos la decoració n pintada que ostentan ngulos á tri por en un caso por las dos bandas reticuladas y en el otro e rellenos, est á bordeada por una línea blanca que hace que consider -polvmos estos dos yuros como representantes del estilo Alfarcito ehrome ( 3S ) .
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Aribaloide . La pieza N9 26308 corresponde a la variedad Al de ). la clasificació n que Laf ó n ( 39 ) ha hecho de los aribaloides ( Lámina II, es ado represent La decoraci ón es negra sobre engobe rojizo y el motivo el de banderines o gallardetes. No queremos dejar de se ñ alar que aunque consideramos a esta que pieza un aribaloide, su forma la acerca tambié n a los yuros, de los ltimos ú se diferencia solamente por la posición de las asas que en estos ( 32 ) AMBROSETTI, JUAN B. Exploraciones arqueológicas . . ., pág. 388. región Diaguito-Cal ( 33 ) LAFONE QUEVEDO, SAMUEL. Tipos de alfarerí a en la segunda serie, XV, Buenos Aires, 1908, chaquí , en Revista del Museo de La Plata
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pág 342.
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DEBENEDETTI, SALVADOR. Exploración arqueol ógica . . . , pá g. 170. SALAS, ALBERTO M. El Antigal . . . , pá g. 135. LAFON, CIRO RENE. Arqueologí a de la Quebrada. . of Colombia. A ceramic sur BENNETT, WENDELL C. Archaeological regions , * 30, New Haven, 1944, pág. 65. ogy Anthroyol in ns vey , en “ Yale University Publicatio ( 38 ) BENNETT, WENDELL C. Northwest argentine . . . , pá g. 21. n tipol ógica , ( 39 ) LAFON, CIRO RENE. El arí balo incaico. Ensayo de clasificaci ó en Runa , III, Buenos Aires, 1950, pág. 211. ( 34 ) ( 35 ) ( 36 ) ( 37 )
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son horizontales. El cuello que no es tan fino como el de la generalidad de los aribaloides y la base de diá metro demasiado grande para la altura de la pieza , le quitan la armon ía de formas caracter ísticas de ellos. Hay que hacer notar que la influencia incaica en los aribaloides es visible solamente en la forma . La decoraci ón es distinta , no sólo en cuanto a los motivos, sino tambi é n en su disposici ó n que nunca 'es igual a la de los vasos peruanos que tienen decorada una sola de sus caras. En los aribaloides humahuacas la decoraci ón va siempre aplicada en dos registros simétricos separados por dos zonas lisas que corresponden al espesor de las cosas ( L ámina II, d ) . ,
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Ollas. El t é rmino olla se aplica a una clase de vasos de cerámica claramente identiíicable, a pesar de abarcar varios tipos con características morfológicas propias. Laf ó n ( 40 ) , que las define con exactitud , diferencia cuatro clases. Esta clasificación hecha en base al material de La Huerta no podemos aplicarla perfectamente a la serie de Los Ama rillos, pues en ella no existe ningú n ejemplar de los tipos a ) y e ) . En cambio debemos agregar otros dos, que son las ollas subesf é ricas y las atoneladas. Además hemos hecho una subdivisión de las subglobulares , porque varios ejemplares un tanto achatados, no resjponden exactamente a la descripció n tipo.
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1. Ollas subglobulares . Son tres las piezas que incluimos en esta subdivisión. La que lleva el N9 27499 es de cerámica grisácea y tiene decoraci ón incisa en el cuello. Adem ás de esta pieza Los Amarillos proporcionaron una peque ña ollita con decoració n grabada , que por sus reducidas dimensiones no pudo tener ningún fin pr áctico. Las asas est á n colocadas un poco por encima de la altura media del cuerpo. Esto constituiría una excepción entre las ollas con ornamentación incisa si las reducidas dimensiones de la pieza no la colocaran en categoría aparte. La tercer olla subglobular, que tiene asas horizontales, se caracteriza por tener el cuello , que es caliciforme, con un ensanchamiento en la parte inferior, lo que determina una cintura bastante marcada. Para la decoración se usó un motivo que ya hemos encontrado en varios pucos, que es el que Bregante llama reticulado tipo Pucar á ( 41 ) y que Bennett incluye dentro del Pilcara Black-on-red ( 42 ) .
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2. Ollas subglobulares achatadas. Los ejemplares con que hemos formado este grupo se caracterizan j)or la proporción que existe entre sus alturas y los diámetros má ximos, que les da un aspecto achatado. So-
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( 40 ) LAFON, CIRO RENE. Arqueolog í a de la Quebrada . . ( 4.1 ) BREGANTE, ODILIA. Ensayo . . . pág. 172. ( 42 ) BENNETT, WENDELL O. Northwest argentine , pá g . 22 .
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lamente dos merecen pá rrafo aparte. La que lleva el N9 26323 se distingue por sus asas. Estas son simé tricas, verticales, nacen en el cuello y luego de describir un pequeñ o arco por encima del mismo, van a insertarse a la altura del tercio superior del cuerpo, donde est á n remachadas. La pieza que acabamos de describir la distinguimos por su decoración poco com ú n. Ocupa la mitad superior del cuerpo en do registros trapezoidales y el motivo repetido cinco veces consiste en una lí nea vertical negra de la que se desprenden cuatro líneas oblicuas, que nos recuerdan un arp ón con una sola fila de barbas o una estilización fitomorfa. La decoración es negra orlada de blanco ( Lá mina II, e ) .
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3. Olla subesf érica. Se trata de un raro ejemplar que lleva el N9 27462 y que liemos llamado así porque la ausencia de asas y de cuello le da un aspecto mas homogéneo. La base es plana y la boca sin ninguna terminación o reborde. Exteriormente tiene engobe rojizo.
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4. Olla atonelada. La forma de esta pieza nos recuerda la de un tonel con el di ámetro de la boca ligeramente superior al de la base. Tiene un pequeño cuello casi cilindrico y asas horizontales, colocadas apenas por encima del diá metro medio del cuerpo. La decoración es pintada en negro sobre el engobe rojizo y consiste en dos registros reticulares que ocupan los dos tercios superiores del cuerpo.
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5. Ollas compuestas. Las tres piezas que agrupamos en esta subdivisión tienen el cuerpo formado por dos troncos de cono unidos por la base. Se diferencian entre sí por la distinta proporción existente entre las dos partes que la forman.
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Anforas . Lafon ( 43 ) denomina así un cierto tipo de vasos, teniendo en cuenta su semejanza con algunas á nforas griegas o romanas. Hemos adoptado esta denominación para seis ejemplares de Los Amarillos por parecemos ampliamente satisfactoria. Del conjunto se destacan dos piezas. Una que lleva el N9 27410 por su peque ñ o tama ñ o. Mide 85 mm de altura pero responde a la descripci ón general hecha por Lafon. La otra que tiene el N9 27569, por el color de su engobe y de su decoraci ón ( Lá mina II, c ) . El primero es rosado blancuzco. La segunda es rojiza. El motivo es geom é trico y en él se combinan reticulado muy fino con triá ngulos espiralados. Es la única pieza de Los Amarillos con esa clase de engobe. Procedente de la Quebrada de Hu~ mahuaca sólo conocemos otra con engobe igual exhumada en La Huerta, que lleva el N9 25055 de las Colecciones del Museo Etnográfico. Se trata de un á nfora de forma exactamente igual a la del yacimiento que estudiamos, pero un poco más chica. La decoraci ón es tambié n semejante. ( 43 ) LAFON, CIRO RENE Arqueolog í a de la Quebrada . .
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Si consideramos la coloraci ó n y el tipo de decoració n, es indudable que las dos á nforas que liemos descripto tienen muchos puntos de con tacto con varias de las piezas procedentes de La Paya ( 44 ) . Pertenecer ían estilísticamente al Paya-Inca ( 45 ) o al Casa Morada Polychrome ( 4 G ) .
METAL Casi todos los yacimientos de la Quebrada de Humahuaca han pro porcionado objetos de metal, principalmente de cobre o bronce, pero tambi én de plata y con menos frecuencia de oro. Por su n ú mero no pueden ser comparados con los encontrados en la regi ó n diaguita, donde existi ó una verdadera industria metalúrgica, como lo prueba no sólo la gran cantidad de objetos exhumados, sino tambi én el hallazgo de hornos de fundición y de moldes para vaciar el metal. Igualmente en la región ocupada por los atacame ñ os se hallaron artefactos de metal en n ú mero considerable, aunque sin alcanzar la importancia de los hallazgos dia guitas. La serie de Los Amarillos que vamos a presentar , es muy semejante morfoló gicamente, a las conocidas de otros yacimientos de la misma zona. En ella el metal que predomina es el bronce, ya que figuran sola mente dos piezas de metal y una de oro. La denominaci ón de bronce que empleamos es arbitraria, pues no poseemos un análisis químico de las piezas. Pero teniendo en cuenta : 1) análisis presentados por diversos autores como Sá nchez Díaz ( 4 T ) , Ambrosetti ( 4S ) y Salas ( 49 ) , que com prueban que la existencia de esta ñ o es constante en todos los objetos y 2 ) la semejanza del instrumental met álico de nuestro yacimiento con los analizados, podemos suponer que se trata del mismo bronce empleado para la realizaci ó n de los objetos encontrados en los dem á s yacimientos de la región del Noroeste.
Bronce
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Cinceles . Sobre 32 piezasde metal encontradas en Los Amarillos, 11 son cinceles, tres fracturados. A pesar que todos admiten el nombre ( 44 ) BOMAN, ERIC. Antiquités de la Region Andine de la Republic Argentine et du Desert d’ Atacama Par ís, 1908, pá g. 238. ( 4.r> ) BENNETT, WENDELL C Excavations in Bolivia en Anthropological Papers “ of the American Museum of Natural History 35, New York, 1936, p á g. 408. ( 46 ) BENNETT, WENDELL C. Northwest argentine . . . , fig. 15. ( 47 ) Sá NCHEZ DíAZ, ABEL Aleaciones El bronce calchaquí en Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, Buenos Aires, 1909. ( 48 ) AMBROSETTI, JUAN B. El bronce en la región calchaquí , en “ Anales del Museo Nacional de Buenos Aires , serie 39, IV, Buenos Aires, 1904. ( 49 ) SALAS, ALBERTO M. El Antigal . .
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de cinceles, hay entre ellos diferencias morfoló gicas que permiten clasificarlos en tres tipos distintos. a ) El primer tipo est á representado por cuatro ejemplares. Est á n constituidos por una varilla met á lica de secci ón cuadrangular, que en uno de sus extremos presenta un filo a bisel casi recto y cuyo ancho es muy semejante al del resto de la pieza, lo que da a la misma un aspecto similar a . los punzones. b ) El segundo tipo est á integrado por cuatro piezas cuyo filo en forma de media luna es mucho m á s ancho que el extremo opuesto hacia adonde se adelgaza progresivamente hasta terminar en una punta, lo que les da forma de tri á ngulos muy alargados. c ) El N9 26.926 constituye un tipo aparte. El extremo superior es muy delgado y a la altura del último tercio se ensancha bruscamente. Por su forma podría ser una esp á tula, pero su filo hace que lo consideremos como cincel. Ambrosetti ( 5( ) ha publicado algunos semejantes incluyé ndolos en esa categor ía. )
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En la serie de metal que estudiamos hay un tumi con la hoja fracturada en uno de sus extremos. El mango es de forma subtrapezoidal, mide 55 mm de largo y tiene una perforaci ó n cerca de su extremo. Nordenskiold ( 51 ) afirma que el tumi es una forma de distribución internacional y presenta una serie tipoló gica integrada por cinco for mas semejantes, pero con caracter ísticas propias y con su correspondiente distribuyen en lo que él llama Imperio Inca. Las cinco ocurrirían en la Argentina. De todas trae ejemplos Ambrosetti ( 52 ) procedentes de la regió n calchaqu í. De los tumis encontrados en la Quebrada, el que nosotros presentamos corresponde al 49 tipo y es semejante al que exhum ó Gatto ( 5S ) en el Pucar á de Volcá n . El de Ci énaga Grande ( 54 ) tiene el extremo del mango doblado sobre sí mismo, es decir , corresponde al 1° tipo de Nordenskiold . El publicado por Debenedetti ( 5 r> ) , en cambio, por su aspecto general es similar al de Los Ama rillos y al de Volcá n, aunque la hoja tiene los extremos m ás arqueados hacia arriba . La empu ñ adura presenta el orificio correspondiente al 4? tipo, pero ha sido doblada sobre sí misma como los del l9, quedando de ese modo el agujero inutilizado. Los de la región atacameña , presen-
Tumis.
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to ) AMBROSETTI, JUAN B. El bronce . . . fig. 10. ( 51 ) NORDENSKIOLD, ERLAND. Comparative Ethnographical studies , 4, Goteborg, 1021, pág. 21. ( 52 ) AMBROSETTI, JUAN B. El bronce . . , fig. 19. ( 53 ) GATTO, SANTIAGO. Exploraciones arqueol ógicas . . . , lá m. IV.
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( 54 ) SALAS, ALBERTO M El Antigal . . ., fig. 104. ( 55 ) DEBENEDETTI, SALVADOR. Exploración arqueol ó gica . . . pg. 224.
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lados por Latcham ( 56 ) , corresponden la mayor ía de ellos al 2^ tipo, es decir, que tienen el extremo de la espiga redondeado. Sólo un ejemplar presenta el extremo doblado sobre sí mismo. Tanto la regi ó n atacamefia como la Quebrada de Humahuaca aparecen como zonas inter medias entre el Per ú y la regi ón Diaguita, que han proporcionado gran n ú mero de tumis y todos los tipos conocidos de ellos.
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Disco perforado. Mide 74 mm de diá metro y 2,5 mm . de espesor en su parte central. Presenta una perforaci ó n en el centro y otras dos cerca del borde muy pr óximas entre sí. Piezas semejantes han sido halladas en la región Diaguita ( 57 ) , en otros yacimientos de la Quebrada ( 58 ) y en la Puna ( 59 ) , así como tam bi é n en la regi ón atacame ñ a chilena ( G 0 ) . Seguramente todas estas piezas han sido adornos que se cosí an o se suspend ían de las ropas. El mismo Ambrosetti ( 61) , por m ás que los denomina cailles de gente pobre, prefiere incluirlos entre los adornos personales.
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Manopla . Los Amarillos proporcionaron una manopla. Ha sido fabricada con una lá mina de metal alargada, a la que se ha dado una forma aproximadamente oval. Se adelgaza hacia los extremos que no se unen. La parte frontal o guarda , cuyo diá metro má ximo es de 22 mm . y su espesor de 2,5 mm , es curva, lisa, sin ninguna decoraci ó n. La posterior o mango es casi recta y est á formada por los extremos de la lá mina. El espesor de la parte frontal no se contin úa en toda la manopía, pues aumenta bastante en uno de los extremos del di á metro mayor. Este extremo adem á s presenta una acanaladura bien marcada en la parte externa. No tenemos noticias de manoplas de metal semejantes a la descripta , ni en la Quebrada, donde todas las halladas son de madera, ni tampoco en la regió n Diaguita. De la regi ó n atacame ña chilena fueron publica das por Latcham ( 62 ) , que a pesar de no ser exactamente iguales a la de Los Amarillos, se vinculan con ella por su simplicidad . Tanto éstas como la que describimos, morfol ó gicamente est á n m ás cerca de las manoplas de madera que de las de metal de otras zonas, que tienen en su parte inferior una prolongación. ( 56 ) LATCHM, RICARDO. Metalurgia atacameña ( Objetos de bronce y cobre ) , en ín del Museo Nacional de Santiago de Chile ”, XV, Santiago de Chile, 1936, Bolet “ pág 126. ( 57 ) AMBROSETTI, JUAN B. El bronce . pág 227 ( 58 ) LAFON, CIRO RENE. Arqueolog í a de la Quebrada . . ( LEHMANN- NITSCHE, ROBERTO. Cat á logo de las antig üedades de la Provincia de J ujuy, conservadas en el Museo de La Plata , en “ Revista del Museo de La Plata ”, II, La Plata, 1902, pág. 14. ( 60 ) LATCHAM, RICARDO. Metalurgia Atacameña . . pág. 132 ( 61 ) AMBROSETTI, JUAN B. El bronce . pá g 228. ( 62 ) LATCHAM, RICARDO. Metalurgia Atacameñ a , cap. XII, fig. 145, 7 y 8
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Campana. LI is 9 27576 de la sene de Los Amarillos es una pe que ñ a campana de bronce de secci ón elí ptica . Mide 68 mm de altura, el di á metro de la boca es de 60 mm y el de la parte superio r, donde presenta dos perforaciones, 28 mm. Paralelamente a la boca tiene decoraci ó n geom é trica en relieve , constituida por una guarda de rombos irregulares unidos entre sí y cuyo centro est á ocupad o por peque ñ os segmentos, paralelos a las dos líneas, que separadas por 15 mm , limitan el motivo ( L á mina II, f ) . Campanas como la descripta son excepcionales no s ólo en la Que brada sino tambi é n en el resto de la zona andina . Lo excepc ional radica en el tama ñ o, ya que campanas o tantanes mayores lian sido hallados con cierta abundancia en la regi ó n calchaquí. Fuera de esa regi ó n tam poco son comunes las grandes campanas , pues como afirm ó Ambroset ti ( G 3 ) , en el Per ú no han sido hallados objetos similares . La campana proporcionada por Los Amarillos puede compa rarse : a ) por su tama ñ o, dentro de la Quebrada con dos ejempl ares, uno de Angosto Chico y otro de Yacoraite, que creemo s son con el que presentamos los ú nicos encontrados en esta zona. La de Angosto Chico ( 64 ) mide 55 mm de alto, y la de Yacoraite, perteneciente a las colecciones in é ditas del Museo Etnogr á fico , 45 ' mm. Aunque m ás peque ñ as, entran en el mismo grupo que nuestro ejemplar , las atacame ñ as presen tadas por Latcham ( 65 ) ; b ) por su secci ó n es muy parecida a los grandes tantanes diaguit as que , en su mayor ía , son elí pticas u ovalados. La campana de Angosto Chico es tambi é n el í ptica , en cambio la de Yacoraite es casi circular . Las descriptas por Latcham son redondas ; c ) por su decoraci ó n, que no es de las m ás comunes en estos objetos, admite comparación con algunas calchaquíes y atacame ñas. De las campanas publicadas por Ambrosetti, solamente dos tienen decoració n similar a la de Los Amarillos, una de La Paya, citada anteriormente por Boman ( °6 ) , y otra de Molinos, provincia de Salta, Boman ( 67 ) describe cuatro ejemplares de La Paya, de gran tama ñ o y cuya decora ción es casi id é ntica a la que posee la campana que nosotros presentamos . En las tres atacame ñ as, que tienen decoraci ó n , la banda decorada con siste en una serie de rombos encerrada entre dos l íneas paralel as. Las de la Quebrada presentan , la de Angosto Chico , un registro limitad o por dos lí neas paralelas con motivos geom é tricos que recuerdan eses ? ? “ may úsculas horizontales, y la de Yacoraite , cuatro líneas paralel as, dos ( 63 ) ( 64 ) ( 65 ) ( 66 ) ( 67 )
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AMBROSETTI, JUAN B. El bronce . . . p á g. 258. CASANOVA, EDUARDO. El yacimiento arqueológico . . . LATCHAM, RICARDO Metalurgia Atacameñ a . . . , pá g. 126 . BOMAN, ERIC. Antiquités . . . , fig. 14, a y b. BOMAN, ERIC. Antiquit é s . . .
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de ellas junto al borde y las otras a 1 cm de distancia de él. La zona que dejan entre sí est á ocupada por líneas oblicuas que configuran trapezoides irregulares. La distribuci ó n de estos objetos hace pensar que su origen bien pudo ser la regi ó n diaguita. Esto afirmaba Boman, que cre í a en una industria especial de la zona. De la misma opini ón es Latcham ( GS ) que atribuye al hallazgo de cencerros en Atacama al comercio de inter cambio. Posiblemente los de la Quebrada hayan tenido el mismo origen .
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Pinza depilatoria El yacimiento de Los Amarillos proporcion ó solamente una aleta o mitad de pinza depilatoria hecha con una l á mina muy delgada de metal. Está muy oxidada y el borde de la parte prensil muy comido , aunque es posible discriminar que ésta era de forma de media luna. Morfoló gicamente no corresponde ni a los tipos m ás sencillos ni a los más complejos. Los m ás sencillos son los que tienen las aletas de forma triangular, redondeada o trapezoidal. El tipo intermedio lo integran las pinzas con aletas en forma de media luna, como la de Los Amarillos y como una que presenta Ambrosetti ( G9 ) encontrada en Fuerte Quemado. Los ejemplares más complejos son los atacamañ os ( 70 ) que tienen encima de las placas terminales salientes de formas diversas.
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Cuchillos. Dos fragmentos de cuchillos corresponden a dos tipos distintos, aunque ambos se incluyen entre los “ cuchillos simples ” de ' Ambrosetti ( 71 ) . El que tiene el N9 27.550 es aproximadamente rectan gular. El filo es recto y presenta la clá sica perforaci ó n en el centro y cerca del dorso. El N9 26.666 es triangular , con filo curvo y tiene tambi én el agujero de suspensi ó n. Ambrosetti denomin ó a piezas semejantes cuchillos semilunares y publica uno que procede de Tilcara ( 72 ) . Gat to ( 73 ) presenta uno de Volcán y dice que por su forma parece corresponder a la parte inferior de un tumi. El agujero de suspensió n hace que quede incluido sin duda entre los cuchillos semilunares.
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Placa El objeto de metal m ás interesante que proporcion ó el yacimiento de Los Amarilos, es una placa de bronce de forma rectangular ( Lám. II, g ) , de 93 mm de ancho y 75 mm de alto. El espesor es de 2 mm y pesa 96 gramos. En el extremo superior presenta dos siluetas zoomorfas de 20 mm de altura que se enfrentan y que ocupan todo el
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( 68 ) LATCHAM, RICARDO. Metalurgia Atacameñ a . . . , pá g. 126 ( 69 ) AMBROSETTI, JUAN B. El bronce . . . , p á g. 231. ( 70 ) LATCHAM, RICARDO. Metalurgia Atacameña pá g. 122. ( 71 ) AMBROSETTI, JUAN B. El bronce . . . , pá g. 192. ( 72 ) . AMBROSETTI, JUAN B. El bronce . pá g. 192. ( 73 ) GATTO, SANTIAGO. Exploraciones arqueológicas . . . lá m. IY, 21.
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ancho de la pieza. Las siluetas fundidas con el resto de la placa, representan aves, posiblemente pavas del monte. Es una pieza excepcional, no sólo est é ticamente , ya que las dos aves han sido representadas con todo detalle, sino tambi é n porque hallazgos de placas semejantes no son muy frecuentes ni en la Quebrada ni en el resto del á rea de Cultura Andina de nuestro país. Sin embargo, en la zona Diaguita se ha encontrado un cierto n ú mero de ejemplares. Para ubicar nuestro ejemplo entre los de las zonas vecinas, vamos a intentar una clasificaci ón de las placas decoradas que est á n relacionadas con él. Las placas que vamos a clasificar est á n todas emparentadas entre sí y reconocen, quiz á, un origen com ú n , pero diferencias tipol ó gicas nos permiten separarlas en varios grupos. La primera división se establece
entre las que tienen el cuerpo central liso y las que lo tienen decorado. Cada uno de estos dos grupos es susceptible a su vez de ser dividido en tres subgrupos. 1.
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Placas con el cuerpo central liso
a ) Este primer subgrupo est á formado por la placa de Los Amari llos y por dos ejemplares de la regió n Diaguita. De éstas, una pertenece a la Colección Zavaleta, actualmente en el Museo Etnogr áfico y procede de Puerta de La Paya ( Salta ) . Tiene las mismas dimensiones que la pieza que presentamos y difiere de ella por la especie representada en la decoración. Creemos que se trata en este caso de dos vizcachas ( Lám. II, h ) . La otra fu é publicada por Marquez Miranda y es de Hualf ín ( Catamarca ) . Es similar a la de La Paya, con la única diferencia que las vizcachas no tienen la cola enroscada , como sucede en la placa anterior. b ) Forman este segundo subgrupo dos placas, una de Casabindo ( 75 ) y otra del Pucar á de Tilcara ( 76 ) . Son placas lisas como las anteriores, cuya única decoraci ó n consiste también en siluetas colocadas en la parte superior. La diferencia estriba en el agregado de una cara humana entre los dos animales. c ) La pieza N9 6186 de la Colecci ó n Mu ñ iz Barreto ( 7 T ) procede de Puerta de La Paya ( Catamarca ) y constituye un grupo aparte. Es de forma rectangular, lisa, y la decoraci ón est á ubicada en la parte superior. El motivo lo integran tres cabezas humanas. Xo se trata de siluetas, sino que s ólo se ha recortado la parte superior y la decoraci ó n adquiere el aspecto de un friso. ( 74 ) Má RQUEZ MIRANDA, FERNANDO. LOS diaguitas. Inventario patrimonial ar queol ógico y g áleo - etnográ fico, en t i Revista del Museo de La Plata y y nueva serie,, Secció n Antropología, III, La Plata, 1946, pá g. 223. ( 75 ) AMBROSETTI, JUAN B. El bronce . . . p ág. 275. ( 76 ) CASANOVA, EDUARDO, La Quebrada . . . pá g. 232. ( 77 ) . MáRQUEZ MIRANDA, FERNANDO. Los diaguitas . . . pá g. 223.
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II.
— Placas con el curpo central cubierto de sí mbolos y dibujos *
a ) Este grupo lo forman las placas de decoración m ás compleja , que tienen en la parte superior motivos humanos y animales recortados. Una de ellas es el ejemplar hallado en Chaquiago ( Catamarea ) , que fue descripto por primera vez por Lafone Quevedo ( 7 ) . Es de forma casi oval. El motivo decorativo consiste en un personaje central acom pa ñado por dos animales. Las tres cabezas y la mayor parte del cuerpo de los animales est á n a un mismo nivel y recortadas. Becker ( 70 ) describe una placa de Tacuil, que fue publicada por primera vez por L ávalos y el mismo Becker en La Nació n en 1923. Indudablemente su parecido con la de Chaquiago se nota a primera vista. Lo que varía es la fisonomía del personaje y los motivos ornamentales. La otra pieza que corresponde a este tipo fu é hallada en Tolomb ó n ( 80 ) . Representa un personaje acompa ñado de dos animales. Bebemos incluir en este grupo dos placas que Posnansky ( 81 ) ha publicado como procedentes de Tiahuanaco. La primera ( N9 V. A. 12.784 de la Secci ón Americana del Museo de Berlín ) es de forma rectangular y en ella se ha representado una figura humana flanqueada por dos animales. Estos, que Posnansky ( 82 ) identifica como felinos, son iguales a los de la placa de Chaquiago . La segunda placa se encuentra en el Museo de Cambridge y es muy seme jante a la anterior ( 83 ) . b ) Muy similares a las que acabamos de describir son las placas que forman este subgrupo. Se diferencian porque en su decoraci ó n sólo se han empleado motivos humanos. Una de ellas fu é hallada en Loma Rica, por Liberani y Hern á ndez ( 84 ) . “ Es discoidal , con dos protuberancias que sobresalen y corresponden a las cabezas de los dos personajes que se destacan sobre esta placa ’ ' ( 85 ) . Ambrosetti ( 8 G ) describe también otra placa que procede de La Rioja y que presenta una
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( 78) LAFONE QUEVEDO, SAMUEL. Notas arqueoló gicas A propósito de un objeto “ Anales del Museo de La Plata, Secció n de Arqueologí a ”, I, La Plata, 3 890, pá g. 3. ( 79 ) BECKER, HANS. Die Schmuckplatten der Calebaquí en Arcliiv f ür Vdlker lumde ”, band I, Yiena, 1946. ( 80 ) AMBROSETTI, JUAN B. El bronce . . . pág. 276. ( 81 ) POSNANSKY, ARTURO. El signo escalonado en las ideograf í as americanas con especial preferencia a Tiahuanaco, Berlín, 1913. ( 82 ) POSNANSKY, ARTURO. El signo escalonado . fig. 17. ( 83 ) POSNANSKY, ARTURO. El signo escalonado . . . fig. 37. de
arte indí gena, en
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( 84 ) LIBERANI, INOCENCIO y HERNá NDEZ, RAFAEL. Excursión a los valles de Santa Marí a, Catamarea, 1877 , edición facsimilar del Instituto de Antropolog ía dela Universidad Nacional de Tucumá n, publicació n N ? 563, Tucumá n, 1948. ( 85.) AMBROSETTI, JUAN B. El bronce . . pág. 273. ( 86 ) AMBROSETTI, JUAN B. El bronce . . . pá g. 271. (
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complicada decoración. Es un personaje cuya cabeza sobresale del cuer po de la placa. Una placa de bronce que Posnasky presenta tambi é n como procedente de Tiahuanaco ( 87 ) entra en este grupo. Es de forma rectangular y en ella se han representado dos personajes a los que les falta la cabeza que seguramente debi ó haber estado recortada sobre el borde superior. Del mismo tipo de estas piezas, pero mucho m ás simples, son tres placas que tambi én public ó Ambrosetti ( 88 ) . Una es de Amaicha , de forma discoidal, con una prolongación que representa una cara hu mana. Otra procede de Cachi , es cuadrada y el motivo que la orna menta est á muy borroso. El tercer ejemplar también es de forma cua drada , del que Ambrosetti no da la procedencia , presenta dos prominencias que parecen representar cabezas de personajes. En las tres placas faltan los ornamentos complementarios que caracterizaban las piezas anteriores. c ) En este último grupo colocamos las placas cpie carecen de protuberancias o figuras recortadas. La decoraci ó n en motivos zoomorfos grabados que ocupan el centro de la placa. Ambrosetti ( 89 ) describe tres de esta clase. Una de Pampa Grande ( Salta ) , de forma rectangular y en ella se ha representado un lagarto. Otra es de Luracatao ( Salta ) y en ella aparecen dos lagartos en vez de uno . La tercera es discoidal y procede de Casabindo. El animal que se ha usado como motivo deco rativo es el sapo. En este subgrupo incluimos una placa de Taltal ( 90 ) . Es cuadrangular y en una de sus caras se ha representado una cara humana y dos “ eses ” may úsculas. Esta clasificaci ó n es susceptible de otras subdivisiones, por ejemplo de acuerdo al tipo del personaje representado. Sin embargo, para relacionar nuestro ejemplar con los de las zonas vecinas, nos parece suficiente y dejamos para otra oportunidad las diferenciaciones m ás sutiles. El hallazgo de placas grabadas en la Quebrada de Humahuaca creemos que tiene su aplicació n en el comercio de intercambio, ya que consideramos a la zona diaguita como el lugar de origen de muchas de las piezas de metal exhumadas en la Quebrada.
Plata
La pieza que lleva el N 9 27.595 es un disco de plata , en deficientes condiciones de conservación, de 134 mm de diá metro. No presenta ninguna clase de decoraci ó n, pero si cuatro perforaciones ubicadas en los á ngulos de un trapecio muy irregular. Este disco fu é citado por Salas ( 91 ) al referirse al de Ciénaga Grande . Este último se diferencia ( 37 ) ( 88 ) ( 89 ) ( 90 ) ( 91 )
POSNANSKY, ARTURO. El signo escalonado . . . pág. 3S. AMBROSETTI, JUAN B. El bronce . . AMBROSETTI, JUAN B. El bronce . . . LATCHAM:, RICARDO. Metalurgia Atacameñ a . . . , p á g. 132. SALAS, ALBERTO M. El Antigal . . . pá g. 231.
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del que describimos por su decoraci ó n, que lo coloca en la categorí a de pieza de excepción. En el de Los Amarillos no se nota , debido a las nu merosas fracturas, si existen marcas de un posible enmangamiento, co mo en el que describe Salas. En realidad nos inclinamos a considerarlo pectoral o adorno . El otro objeto de plata que proporcion ó el yacimiento es una peque ñ a lá mina de forma aproximadamente rectangular que mide 67 x 33 mm. Tiene cuatro perforaciones sim é tricamente dispuestas. Oro La ú nica pieza de oro exhumada en Los Amarillos es un peque ñ o disco incompleto. Mide 47 mm de diá metro y no alcanza a 1 mm de espesor. En su parte central tiene una peque ña marca que parece el comienzo de una perforaci ó n .
MADERA La colecci ó n de objetos de madera encontrada en Los Amarillo s, si bien por su n ú mero no la podemos comparar con la proporcio nada por Angosto Chico, se encuentra entre las más numerosas. Seg ú n Casa nova ( 02 ) , esta abundancia de material de madera, que por otra parte est á en buenas condiciones de conservaci ó n, no hablar í a en favor de una gran antig üedad para el yacimiento. Sin dejar de estar de acuerdo con esta opini ó n en general, creemos que en el Antigal de Los Amarillos la conservaci ó n de la madera puede deberse a las condiciones del yaci miento. Los hallazgos han sido realizados en una zona relativam ente alta, de f á cil drenaje . Bien puede suceder que las piezas de madera hayan sufrido menos que en otros lugares de la Quebrada la acció n de las aguas. Esto estar í a confirmado por los numerosos esqueletos de párvulos que se lian conservado a pesar de estar inhumados directa mente en tierra.
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Husos y torteros. Relacionados con la industria del tejido fueron hallados numerosos implementos de madera. Entre ellos varios husos con sus torteros. Los husos son todos de secci ó n circular y el di á metro disminuye de un extremo a otro, siendo en consecuencia del tipo denominado bakairi. Tres tienen rastros de pintura rojiza. Estos han sido perfectamente pulidos, mientras que los dos restantes conservan las se ñ ales del trabajo realizado para rebajar el trozo de madera utilizado . Entre los torteros hay algunos planos, de forma ovalada o rectangular, tronco -c ó nicos y uno fusiforme de secci ón c ó ncavo-convexa . Peines y palillos de telar . Los primeros son de forma trapezoidal. El extremo m á s ancho est á provisto de gruesos dientes c ó nicos, cuyo ( 92 ) CASANOVA , EDUARDO. El yacimiento arqueol ógico . . . , pá g. 87.
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n ú mero var ía de 2 a 4. La altura media de estos peines es de 130 mm . Los que denominamos palillos de telar son de secci ón circular , voluminosa en el centro y que se adelgaza paulatinamente hacia los extremos aguzados. Su longitud var ía entre 125 y 180 mm . Creemos que estas dos clases de instrumentos han sido usados para ajustar los 93 hilos del tejido despu és de cada inserci ó n. Ryden ( ) hace notar que en la actualidad los indios collas de Bolivia dan este uso a unos utensilios de hueso, de forma semejante a los toscos peines que describimos.
Palas .
hallazgo de una sola pala de madera se contrapone a — El andenes de cultivo en las proximidades del yacimiento.
la existencia de En el resto de la Quebrada tampoco es muy elevado el número de palas exhumados, lo que no sucede en la Puna que ha proporcionado gran cantidad . Tal vez en la Quebrada el uso intensivo a que estaban sometidas se haya unido a los factores naturales, siempre menos favorables allí que en la Puna, para apresurar su destrucción dentro de los sepulcros y sepulturas. Nuestro ejemplar est á en condiciones deficientes de conservación , por lo que es imposible precisar su forma verdadera.
Cuchillones.
por aceptado que han sido instrumentos de — Separada completar el trabajo de las palas ( ) . De los 94
agricultura, usados cuatro ejemplares encontrados en Los Amarillos, uno es de forma bumerangoide. En los otros tres, en cambio, el mango y la hoja está n colocados en una misma l ínea y el primero remata en una porci ó n volu minosa.
Horquetas de estas piezas, todas comunes para este g ú n yacimiento de
atalaje. Los Amarillos proporcionaron quince de bien conservadas. Sus dimensiones y forma son las tipo de objetos, que no han estado ausentes en ninla Quebrada .
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Lleva el N9 27.618 y morfológicamente corresponde al Manopla . tipo m á s simple . Es de forma aproximadamente elí ptica. En la mitad 95 de la parte dorsal, presenta como la de Ciénaga G-rande ( ) una ligera entrante que se corresponde en la superficie interior con un ligero relieve . El uso que han tenido las manoplas de madera , todavía no es muy claro. Su determinaci ó n dio origen lo mismo que el de las mano 96 plas de metal, a curiosas interpretaciones, que reseñadas por Salas ( ) no hace mucho tiempo, no proporcionan pruebas definitivas acerca de la finalidad de estas piezas. ( 93 ) RYDEN, STEG. Contributions . . . , pág. 16 o. ( 94 ) VIGNATI, MILCíADES A. ‘‘ Novi&sima VeterumHallaz gos en la Puna ju Revista del Museo de La Plata ”, Secci ón Antropología, nueva serie, je ña , en I, Buenos Aires, 1936 -1941, pá g. 68. pá g. 186. ( 95 ) SALAS, ALBERTO M < El Antigal . . ( 96 ) SALAS, ALBERTO M. El Antigal
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Bajo este rubro liemos tres objetos, — que pese a su distinta morfolog ía, nos hemos visto obligados a reunir
Objetos varios.
agrupado
por el deficiente estado de conservació n en que se encuentran, que no permite muchas observaciones. El primero de ellos, N9 27.513, es una campana muy fragmentada , que morfol ógicamente y tipológicamente pertenece a las estudiadas por Lascham ( ° 7 ) , G-osta *Montell ( 98 ) y Salas ( 99 ) . El segundo , N9 26.642, es un fragmento de topo con una cabeza espatular a la que dos peque ñ as aletas separan del cuerpo que est á
fracturado. El tercero, N9 26.621, es un tubo delgado de 84 mm de extensi ó n y 39 mm de di á metro, de uso incierto. Basá ndonos en la observació n del borde de uno de sus extremos, que tiene un adelgazamiento que podr ía ser destinado a alojar una tapa , quiz ás podamos asimilarlo a un estuche, como los publicados por Lehmann-Nitsche ( 10° ) y Byden (101 ) .
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Astiles . Son de los pocos que en la Quebrada se han conservado lo suficiente para permitir su estudio. Son del mismo tipo que los conocidos de la Puna juje ñ a ( 102 ) y de la regi ón atacame ñ a (103 ) . Est á n compuestos de dos partes, la inferior de una madera medulosa con uno de sus extremos socavado para permitir la inserci ó n de la parte superior que es de madera maciza y que presenta una incisi ó n para introducir la punta de flecha. Esta se aseguraba con una substancia resinosa , ' de la que los astiles conservan rastros.
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Tabletas y tubos tallados . Pocos son los objetos que integran el patrimonio cultural de los ind í genas prehispá nicos que dieron lugar a una bibliograf ía tan numerosa y a tan dispares interpretaciones como las tabletas y los tubos tallados. El estudio exhaustivo que de bibliograf ía e interpretaciones realiz ó Salas ( 104 ) nos obliga a dejar de lado el an álisis cr ítico de las opiniones encontradas que sobre estas piezas se han emitido. Los tubos y las tabletas se encontraron asociados, integrando el ajuar de las inhumaciones de los sepulcros N9 10 y 20. Estos hallazgos
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( 07 ) LATCHAM, RICARDO. Arqueolog í a . . ( 08 ) MONTELL, GOSTA. An Archaeological Collection from the Bio Loa Valley Atacama, en 1 Oslo Etnografiske Museums Skrifter ”, band 5, heft© 1, Oslo, 1926. ( 99 ) SALAS, ALBERTO M. LI Antigal . . . ( 100 ) LEHMANN- NITSCHE, ROBERTO. Cat álogo . . . , lám. Ill, 34. (101 ) BYDEN, STIG. Contributions . . . pá g. 194. ( 102 ) LEHMANN NITSCHE, ROBERTO. Cat álogo . . . pág. 6. ( ios ) LATCHAM, RICARDO. Arqueologí a . . . pág. 161 y RYDEN, STIG. Contributions . . . ; pá g. 97. ( 104 ) SALAS, ALBERTO M. El Antigal . . .
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conjuntos tienen importancia, ya que cualquiera haya sido su uso, se acepta que las dos clases de instrumentos estuvieron relacionados, lo que estar ía confirmado en algunos casos por la identidad de motivos ornamentales. Las tres tabletas de Los Ama rillos son de morfolog ía semejante, lo que las diferencia son las figuras representadas fen la parte superior de ellas. Tienen forma m ás o menos rectangular, con un angostamiento en su parte media . En la cara anterior se ha realizado un rebaje cuyos bordes son parale los a las aristas de las piezas. En el reborde que determina la concavidad , hay en dos de las tabletas excavaciones que marcan los lugares donde estuvieron incrustados peque ñ os fragmentos de malaquita o de otras piedras. Sobre la arista superior se han tallado las representaciones humanas o animales. En la tableta N9 26641 ( Pig. 5 ) hay una representaci ón humana acompa ñada por dos zoomorfas. El personaje est á sentado con las piernas flexionadas, las rodillas contra el pecho a la altura de los hombros y sujetas por las manos. El rostro es de forma triangular. El tocado cubre la frente y encuadra la cara, prolong á ndose sobre la espalda. Las figuras de los costados, con cabeza zoomorfa y cuerpo humano , est á n de perfil mirando hacia el personaje central. El cuerpo de ambas est á colocado en la misma posició n que el del centro y la cabeza es parecida a las que ornamentan una tableta publicada por Ambrosetti ( 105 ) . En el ejemplar N9 26.640 son tres las figuras, todas de car á cter antropomorfo. Los personajes son similares al descripto anteriormente con la diferencia que el tocado ha sido marcado solamente en la parte posterior , en forma de cubrenuca o tren za . En la tercera tableta ( Fig. 6 ) , se han representado dos personajes ; uno de ellos est á fracturado. Han sido ejecutados con todo detalle . El cuerpo tiene la misma postura que los descriptos anteriormente , pero los brazos est á n separados del mismo y las rodillas no llegan a la altura de los hombros, lo que da a la figura un aspecto m ás natural y humano . Los rasgos de la cara est án representados m ás cuidadosamente
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( 105 ) AMBROSETTI, JUAN B. Exploraciones arqueol ógicas . .. fig. 266.
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y con maestr ía que no se observa en la mayor ía de estas piezas. Tien 8 una diadema con dos protuberancias en la parte superior. Los tubos no son tipológicamente similares. El que lleva el N9 26644 est á fracturado y sólo se conserva la parte central, constituida por una talla antropomorfa semejante a las que ornamentan las primeras tabletas que describimos. La pieza N9 26.643 es tambié n un fragmento de tubo, pero corresponde al segmento ; de longitud variable, con cintura en su parte central que constituye una de las tres partes que integran casi siempre este tipo de piezas. El tercer segmento, de mayor longitud y de secci ón circular, no lo lian conservado ninguno de los dos ejemplares. En cambio el tercer tubo proporcionado por el yacimiento, N9 27.586 ( Fig. 7 ) , constituye un grupo aparte. Est á formado por un hueso de ave de 189 mm de largo que atraviesa longitudinalmente un tubo de madera , ocupado casi totalmente por una talla antropomorfa igual a la del primer tubo que describimos. Esta segunda parte del tubo mide 72 mm de largo. Yon Rosen (106 ) presenta un tubo de tipología semejante ; est á compuesto por un hueso de ave y una especie de boquilla de madera sin decoraci ó n .
HUESO
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Corneta . Una de las piezas de hueso m ás interesantes de la serie de Los Amarillos es una corneta que lleva el N9 27.526. Fu é publicada y descripta por Salas ( 107 ) , por ser uno de los pocos ejemplares completos que se ha hallado en la Quebrada. Est á constituida por tres tubos morfol ó gica mente distintos, unidos entre sí por gran cantidad de substancias resinosas. El segmento mayor o campana est á decorado. El motivo , que es inciso, pero muy superficial, consiste en un registro horizontal de 5 mm de ancho, cuyo interior est á ocupado por una línea quebrada.
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Tubos . Adem ás de la corneta, el yacimiento proporcion ó gran cantidad de tubos, en su mayor ía formaron parte de cornetas. A. Boquillas : De éstas se conservan doce ejemplares. Algunas han sido pulidas para reducir la secció n del hueso y facilitar su uso. Tres est án decoradas ; para dos de ellas se ha utilizado el motivo que más com ú nmente ostentan las piezas de hueso y que consiste en pequeñ os
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( ios ) YON ROSEN, ERIC. Popular account . fig. 69. ( lo ? ) SALAS, ALBERTO M El Antigal . . pá g. 250.
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c í rculos incisos con un punto central. En cambio, el tercer ejemplar presenta una serie de líneas quebradas incisas superficialmente que dan la impresión de un trabajo inconcluso.
B. Tubos intermedios : Quince tubos que posiblemente han constituido las porciones medias de otras tantas cornetas, no ostentan decoración.
C. Campanas o trompas : Fueron exhumadas en Los Amarillos nueve campanas de cornetas cuyas lon¿ gitudes oscilan alrededor de 160 mm. Cuatro est án decoradas ; algunos de los motivos utilizados son . extra ñ os no sólo para estej tipo de objetos sino tambi én @ ® i ® ® &