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(FEDERACIÓN INTERAMERCANA EDUCACIÓN CAIOIICA
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EDUCAR CON EL PUEBLO DESDE SU CULTURA
CONFEDERACIÓN INTERAMERICANA DE EDUCACIÓN CATÓLICA
ClEC
ESTE LIBRO CONTIENE EL DOCUMENTO FINAL DEL XVo. CONGRESO INTERAMERICANODE KDUCACION CATÓLICA Buenos AI mi, 12
EDUCAR CON EL PUEBLO DESDE SU CULTURA
19 Octubre 1986
SECRETARIA GENERAL DE LA ClEC Calle 78 No 12.16 Oficina 101 Apartado Aéreo 90036 Bogotá, D.E. - Colombia
Revisión y levantamiento de textos: SECRETARIA GENERAL DE LA CIEC
CONTENIDO
Portada y armada: ALPRI COMERCIAL PUBLICIDAD
Presentación Mensaje desde la Santa Sede. * Reflexiones a la luz de la fe * Reflexiones a la luz de la realidad actual * Presencia de los educadores católicos * Algunas líneas de acción ante el futuro Participación y ética de la solidaridad. Mensaje del Presidente de Argentina.
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La Iglesia, la CIEC y la Educación del pueblo. Discurso inaugural del Presidente de la CIEC. 19 * La obra educativa de la Iglesia en el pasado 19 * La obra educativa de la CIEC 21 * Óptica:opción por los pobres 22 * Enfoque del tema: la conciencia desde los principios de la educación católica 23 * Educación desde su cultura 24
Copyright © 1987 por Confederación I n t e r americana de Educación Católica. (Reserva de derechos). Reservados todos los derechos. Ni todo el l i b r o , ni parte de é l , pueden ser r e producidos, archivados o transmitidos en f o r ma alguna o mediante algún sistema electrónico, mecánico de fotorreproducción, memoria o cualquier o t r o , sin permiso escrito del Editor. Impreso en Colombia
Printed in Colombia.
Educación evangelizadora y proyecto de vida. Declaración del Equipo Episcopal de Educación Católica de Argentina.
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La cultura es la naturaleza espiritualizada. Mensaje del Secretario General de la OIEC.
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América Latina, cultura y nueva evangelización. 34 Discurso de Mons. A. Quarracino (CELAM) * Humanización del hombre en peligro 34 * El Hombre Latinoamericano 39 * América Latina, cultura y nueva evangelización 41 Evangelización de la cultura. Sección para la Cultura del CELAM (SEPAC). 51 CULTURA Y HOMBRE: * La cultura es el hombre 51 * La cultura es del hombre 54 * La cultura es para el hombre 56
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EVANGELIZACION DE LA CULTURA Y EL HOMBRE * Naturaleza de la evangelización de la cultura * La historia de la evangelización de la cultura, maestra de la vida eclesial * La evangelización de la cultura es para el hombre Educación y Evangelización de la cultura. Departamento de Educación del CELAM (DEC) * Educación y evangelización de la cultura * La escuela católica y la evangelización de la cultura * La educación y la cultura popular * La enseñanza religiosa escolar, instrumento importantísimo para la evangelización de la cultura * Un nuevo tipo de evangelizador: el educadorcatólico
PRESENTACIÓN 58 61 63
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El pueblo como coeducador. Luis Ugalde SJ. Presidente de la CLAR. 80 INTRODUCCIÓN: 1. Entre la barbarie y,la civilización 81 2. ¿Posibilidad educadora del pueblo? 84 EL PUEBLO COMO SUJETO: 86 3. Aproximación al significado de pueblo 86 4. La dificultad del pueblo como educador 88 5. Identidad como folklore y educación para la eficacia 91 6. Asimilación de lo importado y fortalecimiento de la identidad 93 7. Desde la cultura del pueblo 97 AMBIGÜEDAD DEL TERMINO "PUEBLO": 100 8. Uso del "pueblo" para dominar 102 9. Afirmación cristiana del pueblo como defensa de la identidad del débil 106 DIFICULTADES • 107 10 Afirmación de lo negado 107 CAMINOS 113 DOCUMENTO FINAL DEL XV CONGRESO INTERAMERICANO
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La educación catótica se quiere renovar y además desea constituirse en oferta de hotix.cton.Qj> para los problemas do, nuestros pueblos y en estimulo del crecimiento autínttco de comunidades y personas.
El tema del KVo. Congreso, EDUCAR CON EL PUEB VESVE SU CULTURA - cada vez lo vemos más claro se ha constituido en una elección acertada, ¿rente al {¡utuAo de la educación. Armonizando la. trilogía EVUCACION/PUEBLO /CULTURA, lo integramos con nuestra anterior reflexión sobre Valores étlcosociales. y Junto con los valores de la JUSTICIA y la PAZ, marca ti derrotero que, ya nos fijamos - desde el XIII Congruo en 7976 - de la ESCUELA CRISTIANA FRENTE AL DESAVIÓ VE UN MUNDO EN CAMBIO. En Buenos Ain.es, 700 educadores fiepH.esenta.ndo a 11 países del continente, llevaron el aporte y la visión de sus paises, intercambiaron puntos de vista para la elaboración de un diagnóstico sobre la situación global de nuestra América, y a través de un Documento {inal,. ¿ruto en síntesis de las reflexiones, pusieron la base de la que será posterior acción de integrar el mensaje de esta nueva inquietud en la práctica educativa. El PUEBLO COMO COEDUCADOR, es el objetivo aflora espontáneamente para la revolucionarla formulación de un nuevo sistema educacional donde 7
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los ge.nulnos, auténticos InteAueM de nue^tnas, patnlas se constituyan no tengan en cuenta este sustrato cultural, e incluso conduzcan nuestros pueblos según ideologías que no corresponden a sus más
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profundos valores y creencias, enraizados en el alma de su cultura? Una explicación, una razón de peso, sin duda, habrá que buscarla en el hecho que esos hombres, formados en la escuela y en la universidad, no conocen, no aprecian, no valoran esa cultura del pueblo. Baste recordar que hasta hace poco dicha cultura popular era despreciada y se tenía como "inculta", mientras que se consideraba como "cultura" aquella aprendida en las aulas, y "culto" aquel hombre o mujer que la dominaba. Afortunadamente, las manifestaciones populares han sido revaloradas y los hijos del pueblo, aunque no se sienten en los pupitres escolares, son considerados cultos porque tienen una cultura valiosísima. Hemos de reconocer con humildad el hecho doloroso de que los hijos de nuestros pueblo, cuando asistían a la escuela, experimentaban una ruptura con su propia cultura. Les tocaba vivir en la dualidad de la cultura, la que empezaron a beber con la leche materna y aquella que le fue impuesta en la escuela, que respondía muchas veces a patrones culturales venidos de otra parte, y que en lugar de liberarlos los hacía dependientes. De ahí la necesidad urgente que la educación católica, al menos ella beba de la cultura popular de nuestros países en todas sus manifestaciones.
funda, sino realizando sus proyectos y programas de acuerdo y en consonancia con dicha cultura del pueblo. Esto de una parte. De otra parte, nuestra educación contribuirá a la liberación de nuestros pueblos haciéndolos más seguros de sí mismos menos dependientes de otros patrones culturales, y permitiéndoles eso sí, el diálogo y el aprovechamiento de otras culturas, pero partiendo del afianzamiento de los propios valores, reflexionados, apreciados y amados. Si la Escuela Católica no transmite de manera crítica y sistemática también la cultura popular, daría una formación incompleta y traicionaría su finalidad, porque no formaría al hombre integral, dejándole un gran vacío, precisamente, en esa parte de su vida que le ofrece sus primeros valores. La escuela, como la Universidad católica, es "el lugar más apto para el diálogo entre la fe y la ciencia" (Puebla, No. 1047), entre la fe y todas las disciplinas escolares, pero también el lugar más apto para el diálogo entre la fe y la cultura popular, entre la fe y otras formas culturales nuevas que vayan surgiendo. 4. La enseñanza religiosa escolar, instrumento importantísimo para la evangelización
Esto, evidentemente, no ha de llevarse al extremo de no dejarse enriquecer de las culturas de otros pueblos. Pero somos conscientes de que el día en que nuestra educación, de manera seria y sistemática, comunique nuestra cultura popular evangelizándola, es decir purificándola, asumiendo . sus valores, transformándola, completando sus contenidos cristianos, somos conscientes digo, que en ese momento tendremos líderes que dirijan y orienten nuestros pueblos, no sólo respetando su alma pro74
de la cultura La enseñanza religiosa escolar es un instrumento importantísimo para la evangelización de la cultura, para conseguir la adecuada síntesis entre fe y cultura (El Laico católico, No. 56). Por eso el cuidado especial que se debe dar a la calidad de la enseñanza religiosa escolar (ibidem. No.58). Entendemos por enseñanza religiosa escolar aquella 75
comunicación del mensaje cristiano (la verdad sobre Cristo, la Iglesia y el hombre) impartido en el ámbito de la escuela como materia escolar ordinaria, "teniendo presente los objetivos y criterios propios de una estructura escolar moderna" (Juan Pablo II, Discurso al Clero de Roma sobre la Enseñanza de la Religión y Catequesis: ministerios distintos y complementarios, 5 de marzo 1981, No. 3). La enseñanza religiosa escolar y la Catequesis son distintas pero se complementan (Ibidem, No. 3 ) , y en la escuela católica, dada la peculiaridad de ésta, pueden llegar a una magnifica complementación ya que de la especificidad de la enseñanza religiosa (que vale igualmente para la escuela no confesional) puede tomar sus objetivos y criterios propios la catequesis (entre ellos el de ser un lugar de encuentro entre la fe y la cultura) y la escuela católica podrá aprender de la catequesis a integrar las tres dimensiones que le son indispensables: "el conocimiento de la Palabra de Dios, la celebración de la fe en los Sacramentos, la confesión de la fe en la vida cotidiana" (Cfr. Sínodo de 1977, No. 1 y 11). Al desarrollar, este punto, hemos utilizado el lenguaje del Magisterio eclesial en sus documentos recientes, en los que distingue "enseñanza religiosa" y "catequesis", no haciendo de la "enseñanza religiosa escolar" una catequesis de segundo orden o reduciéndola a simple información religiosa, sino situándola como auténtico ministerio de la palabra en el que se proclama la fe cristiana, pero no exigiéndole todas las dimensiones de la catequesis. Tal vez haya algunas que al referirse a la Comunicación de la fe en la Escuela católica hablen de "catequesis escolar". En ese caso hemos de decir que esa catequesis no puede ser igual que la impartida en la parroquia u otro tipo de comuni-
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dad, sino que ha de ajustarse cas y objetivos de la escuela diálogo entre la fe, es decir, cultura, lugar de búsqueda de dimensiones del educando.
a las característiy será un lugar de la catequesis, y la síntesis entre esas
Sea cual fuere el lenguaje que se utilice queremos dejar bien claro que la comunicación del mensaje cristiano en la escuela católica no es el único momento para buscar la evangelización de la cultura, pero sí es un momento importantísimo, porque allí se puede dar de manera explícita, consciente, crítica y sistemática el diálogo entre fe, cultura y vida propiciando así la síntesis, ya que la cultura, que engloba toda la persona y es su vida, si está cargada de fe y evangelio, hará que no haya dicotomía en el ser humano. Evangelizar desde todos los ángulos de la escuela: desde las materias científicas, literarias, históricas, etc., desde todas las demás actividades escolares, desde las estructuras mismas de la escuela y desde el testimonio de cada uno de los miembros de la comunidad educativa es necesario e indispensable. Pero se hará más fácil evangelizar desde todas esas instancias", cuando se ha instaurado en la enseñanza de la religión (Catequesis escolar) la búsqueda de la evangelización de la cultura, búsqueda de síntesis entre fe, cultura y vida. NOTA: Para este punto se ha tenido en cuenta el borrador de "Orientaciones sobre Enseñanza religiosa escolar" preparado por el DECAT y DEC. (DECAT, Departamento de Catequesis y DEC, Departamento de Educación, del CELAM)
5. Un nuevo tipo de evangelizado!-: el educador católico La calidad evangélica de la educación, y por lo tanto de la evangelización de la cultura, "ha de
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garantizarse mirando el ejemplo supremo, el del Hijo de Dios, que en el seno de la Familia de Nazareth crecía en edad, en sabiduría y en gracia, delante de Dios y de los hombres" (Juan Pablo II, Homilía en Mérida, Venezuela, 27-1-85, No. 6 ) .
Todo esto nos muestra que está surgiendo un nuevo ministerio evangelizador: el del profesor católico con nuevas dimensiones para una renovada evangelización.
Conclusión Por otra parte, la calidad de la evangelización de la cultura y de la educación evangelizadora dependerá de la calidad de los educadores. Sin educadores católicos debidamente formados y entrenados no habrá evangelización de la cultura, "se impone por tanto, incrementar el esfuerzo vocacional y cuidar con predilección la formación adecuada de los formadores" (Juan Pablo II, Ibidem). La formación del educador católico para las instancias de la educación católica, la educación evangelizadora y la evangelización de la cultura pedirá de él, ante todo, el recibir la fe con humilde docilidad y saber transmitirla fielmente, "como el gran don de la bondad de Dios". (Cfr. Juan Pablo II, Ibidem). Pedirá también de él, aparte de su formación profesional como maestro, la formación y el entrenamiento para hacer de toda su tarea educativa una educación evangelizadora y un evangelizador de la cultura. Y si habrá de trabajar en la enseñanza religiosa o catequesis escolar necesitará una formación específica para esta tarea. La evangelización de la cultura es una de las tareas- en las que el laico puede desarrollar ampliamente su vocación específica seglar de "consagrar el mundo", de "santificar las realidades terrestres". En la escuela católica, concretamente, podrá realizar esa tarea sea en las materias propias que imparta, buscando una síntesis entre ciencia, cultura, vida y fe, o como profesor de religión, y sobre todo, con su testimonio de vida, donde muestre que ha sabido encarnar en su pensamiento y en sus actitudes el mensaje cristiano.
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La tarea de la evangelización de la cultura por, en y desde la escuela católica supone, ciertamente, un reto para todos nosotros evangelizadores cercanos a un nuevo milenio de la humanidad. Esta tarea, al parecer inmensa puede llenarnos de temor. Pero no olvidemos que confiamos en la gracia del Señor jesús y la fuerza del Espíritu que "hace nuevas todas las cosas". Al contrario, esta renovada evangelización que se nos pide y nos urge debe servir de aliento a la escuela católica, porque muestra que su función sigue vigente y es necesaria. Debe, igualmente, llenarnos de optimismo, de renovada esperanza, de nuevas energías para emprender una obra dentro de esta Historia de Salvación que estamos viviendo y que apunta hacia la construcción de una nueva cultura, de una sociedad más libre y liberada, más justa y más fraterna, "la civilización del amor". Esta llamada que recibimos a evangelizar la cultura desde la escuela nos compromete, pues, con una acción que nos muestra que Dios sigue actuando en la Historia, que la creación - y su perfeccionamiento por la cultura - no ha terminado todavía y que nosotros somos colaboradores de Dios en la construcción de su Reino. NOTA: Esta exposición del DEC en su Introducción hace referencia - como presupuestos básicos - a dos temas fundamentales propuestos por la sección CULTURA del CELAM que son: la cultura y el hombre, y la evangelización de la cultura y el hombre.
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EL PUEBLO COMO COEDUCADOR
I . INTRODUCCIÓN 1. Entre la barbarie y la civilización
Luis Ugalde SJ P r e s i d e n t e de l a CLAR
Ya en los comienzos mismos de la colonia la tarea fundamental educativa se presentaba como el esfuerzo para hispanizar al indio, es decir, desindianizarlo para sustituir su "barbarie" e "irracionalidad" con la "civilización" y la "racionalidad" del hispano.
Contenido I.
INTRODUCCIÓN
1. Entre la barbarie y la civilización 2. ¿Posibilidad educadora del pueblo? II.
III.
EL PUEBLO COMO SUJETO 3. Aproximación al significado de pueblo 4. La dificultad del pueblo como educador 5. Identidad como folklore y educación para la eficacia 6. Asimilación de lo importado y fortalecimiento de la identidad 7. Desde la cultura del pueblo AMBIGÜEDAD DEL TERMINO "PUEBLO" 8. Uso del "pueblo" para dominar 9. Afirmación cristiana del pueblo como defensa de la identidad del débil
IV. 10. V.
DIFICULTADES Afirmación de l o CAMINOS
El tema de este Congreso es EDUCAR CON EL r-üEBLO DESDE SU CULTURA. Tal vez se contrapone a este otro: "Educar al pueblo desde otra cultura". Creo que sin ofender a nadie se puede afirmar que entre nosotros esto último refleja la actitud fundamental en el quehacer educativo.
negado
Esta actitud no desapareció al final del régimen colonial. No se eliminó con el liberalismo ilustrado de las élites latinoamericanas en el siglo XIX. Sólo se le añadió un nuevo matiz: barbarie era también lo hispano y civilización solamente lo proveniente de la Ilustración: liberalismo político, capitalismo anglosajón, deísmo librepensador frente al catolicismo oscurantista y primitivo... El esfuerzo de nuestros civilizadores consistía en enseñar al pueblo latinoamericano mestizo a no ser él mismo y aprender a ser otro. Ante la imposibilidad de éxito en semejante empresa de hacer saltar a un pueblo "inferior" a otro "superior", se buscaba el transplante de esos pueblos superiores a nuestros espacios vacíos de cultura en los que campeaba libremente la barbarie. "En América todo lo que no es europeo es bárbaro", dirá Alberdi en Argentina (1). Sarmiento, al igual que Alberdi, extiende apreciación a todo lo hispanoamericano:"por
esta otra
(1) Citado por Santillán Güemes Ricardo,"Cultura, Creación del Pueblo", Pág.72. Edit. Guadalupe, Buenos Aires,1985.
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parte los españoles no somos ni navegantes, ni industriosos, y la Europa nos proveerá por largos siglos de sus artefactos, en cambio de nuestras materias primas; y ella y nosotros ganaremos en el cambio: la Europa pondrá el remo en las manos y nos remolcará río arriba, hasta que hayamos adquirido el gusto de la navegación" (2). En semejante apreciación subyace la percepción de lo criollo como simple materia prima que puede llegar a ser algo, si se deja moldear desde fuera. En otros momentos el pesimismo es más demoledor: simplemente hay que eliminar al criollo popular para que el espacio vacío sea ocupado por hombres civilizados. Es el mismo Sarmiento el que dice: "Tengo odio, a la barbarie popular. La chusma y el pueblo gaucho nos es hostil. Mientras haya un chiripá no habrá ciudadanos"(3). Dentro de esta mentalidad resulta lógica aquella recomendación del mismo autor en carta a Mitre: "No trate de economizar sangre de gaucho; este es un abono que es preciso hacer útil al país; la sangre es lo único que tienen de seres humanos"(4). Estas no son ideas de uno o de dos autores ni de un solo país. Es toda una corriente de pensamiento y una actitud fundamental de cierta dirigencia del siglo XIX que gobernó nuestros países. Sería muy optimista y benévolo afirmar que desaparecieron con el siglo XIX.
"millonarios europeos para mandar hombres de ciencia y prácticos a explotar y estudiar el país (...). En fin, llevar a Venezuela el capital y la gente para un desenvolvimiento como el de los E s tados Unidos del Norte"(5). Venezuela podría ofrecer la materia prima y la riqueza natural muerta, pero no se podía contar con el estrato popular de su población. Los europeos nos desarrollarían con su capital y con sus hombres y nos harían como los Estados Unidos del Norte. A quien no estuviere de acuerdo con esta idea genial del ilustre masón, "aunque tomara la forma de la opinión pública, d i ce é l , lo despreciaría como desprecio lo que -quiera que estén pensando los indios de la Goagira o del Caroní"(6). Esta condición infrahumana de lo nativo americano no es sólo para el desarrollo económico, sino también para el desarrollo moral. El destacado positivista venezolano Laureano Vallenilla Lanz escribía - ya en el siglo XX - lo siguiente: "Yo creo que mientras el progreso de la ciencia y de la educación laica y democrática no hayan modificado lenta y evolutivamente la herencia psicológica de los pueblos hispanoamericanos, es no sólo inútil sino peligroso pretender suprimir la influencia cultural de la religión"(7).
El "Ilustre americano" Guzmán Blanco, el gobernante de más influencia en Venezuela durante el siglo pasado y el que más largo despotismo ejerció sobre el país, proponía en 1879 desde París autorizar a
La moral sin Dios y la racionalidad ilustrada es la etapa más elevada del hombre y esta es justamente la que tienen nuestros dirigentes civilizados, pero "la moral sin Dios está muy distante de ser todavía un credo para las multitudes". Por eso "en Venezuela, durante la pasada centuria se vio claramente, cómo la perversión moral de las masas vino en aumento a medida que la religión fue
(2) Citado por Santillán Güemes Ricardo, Op.Clt. pág.73. (3) Ibidem. "Chiripá":chamal (paño usado por los indios araucanos para cubrirse de la cintura abajo) con la punta de atrás levantada entre las piernas y sujeta por delante. (4) Ibidem.
(5) Carta de Guzmán Blanco desde París a su padre en 1879. Citado por González Guiñan. "Historia contemporánea de Venezuela", vol.III, pág.134. (6) Ibidem. (7) Vallenilla Lanz Laureano, "Criticas de sinceridad y exactitud". Notas sobre religión. Editorial Garrido. Caracas,1956.
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perdiendo la influencia que tuvo en la época colonial". El desea pues, provisionalmente para esta gente incapaz de la verdadera moralidad, la religión que "explota en favor del orden social un miedo irrazonado más poderoso que el temor del gendarme"(8). Para esta mentalidad es clara la función represiva de la religión. Son agnósticos pero la necesitan y la desean provisionalmente. Ni siquiera se les pasa por la mente una religión liberadora. Estas ideas y similares no fueron especulaciones de pensadores, sino práctica continuada de toda una élite que tuvo el poder (¿o lo tiene todavía?) en sus manos durante muchas décadas en todos nuestros países. Su lema sería educar al pueblo desde otra cultura para acabar con la suya. Para ellos sería una insensatez el tema de este Congreso, pues no podremos desarrollarnos mientras no se saque al pueblo de su cultura por medio de una especie de transfusión de sangre que lo convierta en "otro" de calidad superior. 2. Posibilidad educadora del pueblo? No basta hacer una denuncia de ese tipo de filosofía educativa global que ha marcado y marca todavía - aunque más sutilmente - la actitud educativa en nuestros sistemas. Denuncia que por cierto puede recibir una fácil adhesión emotiva. Es típico de los diversos populismos políticos hablarle al pueblo y conseguir su adhesión emotiva desde una identidad negada que se muere, definitivamente, con la muerte del mundo rural tradicional. Pero quedarse en el desahogo emotivo o en el populismo es estéril. Debemos preguntarnos con cierto (8) Ibidem.
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rigor y severidad qué significa que ahora la Iglesia busque este enfoque en la educación. ¿Se debe a un devaneo populista?¿Qué significa más allá de la retórica "educar con el pueblo desde su cultura"? ¿Es un simple slogan atractivo o es un proyecto transformador de largo alcance? ¿Es viable? ¿Cuáles son las condiciones de posibilidad para su realización?¿Qué significa como actitud fundamental del docente?¿Qué significa como metodología y como práctica aplicable?¿Cuáles son las resistencias y obstáculos para que se convierta en realidad? Hago estas preguntas porque no es que a unas cuantas personas de la CIEC, por su cuenta y riesgo, se les haya ocurrido ahora poner este tema para el Congreso.La voluntad de educar "con el pueblo desde su cultura" recibe inspiración y legitimidad de la "opción preferencial por los pobres", propia de la identidad evangélica de la Iglesia. "Alentar y favorecer todos los esfuerzos del pueblo por crear y desarrollar sus propias organizaciones de base, por la reivindicación y consolidación de sus derechos y por la búsqueda de una verdadera justicia" es uno de los compromisos y orientaciones básicas de la aplicación del Concilio Vaticano II hecha para América Latina por el Episcopado en Medellín (9). Allí se nos propone como tarea la "educación liberadora esto es, la que convierte al educando en sujeto de su propio desarrollo" (10). Pero no solamente la Iglesia ha reivindicado su condición evangélica afirmadora del pueblo como sujeto (de la Iglesia y de la sociedad) sino que en América Latina creo que ella principalmente puede ayudar a desatar esta realidad y las inmen(9) Conferencia Episcopal Latinoamericana "Documentos de Medellín". Documento de la Paz, No. 27. (10) Op. Cit. Documento de la Paz, No. 8.
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sas energías enterradas en el pueblo debido a negación sistemática que se le ha impuesto.
la
II. EL PUEBLO COMO SUJETO El tema de este Congreso no propone el uso del término "pueblo" en educación sino propone al pueblo como sujeto educador o coeducador. Ahí está el acierto y también la dificultad. Quiero evitar muy concientemente entrar en la discusión sin salida del término "pueblo", aunque espero que algo se aclare a lo largo de la exposición.
Ellos se preguntan "¿quién es el pueblo haitiano?" Y responden:"El pueblo haitiano no es una 'masa' inerte en sí misma, susceptible de ser movida desde afuera, juguete fácil en las manos de quien quisiera explotarla. El pueblo es aún menos el 'populacho' que podría ser sobornado y empujado a cualquier tipo de acto deshonesto". Inspirándose en una cita de Pío XII y en la realidad de Haití añaden en positivo:"El pueblo haitiano son los campesinos, los obreros, los artesanos, los que ganan poco, los desempleados, los desalojados, las categorías socioprofesionales, todos ellos, alfabetizados o no, jóvenes o adultos, hombres o mujeres, que tengan una mentalidad de pobres y que aspiran a la construcción de una comunidad haitiana basada en la justicia, la verdad, la libertad y la fraternidad" (11).
3. Aproximación al significado de pueblo Si no estoy mal informado, la campaña de alfabetización más ambiciosa que Iglesia alguna se haya propuesto en América Latina es la que inició la Iglesia haitiana el 7 de marzo de 1986. Se propone alfabetizar tres millones de haitianos en cinco años. Ella no tiene como objetivo únicamente enseñar a leer y escribir, sino fundamentalmente desatar la capacidad - hasta ahora negada - del pueblo de ser sujeto: "Para que el pueblo haitiano pueda expresarse, es necesario que su palabra sea liberada. Para que él pueda participar, es menester que sea alfabetizado. Para que él pueda construir la comunidad es necesario que él permanezca unido en la verdad, en la justicia y en el amor", decía el mensaje de los obispos ante una inmensa multitud congregada en el estadio nacional de Port-au-Prince para el comienzo solemne de la Misión Alfa. En una pastoral más reciente los obispos haitianos hacen una descripción operativa de ese pueblo sujeto de todo el proceso nacional y eclesial.
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El pueblo como sujeto no se restringe al que vive en el despojo y la pobreza, pero no hay "pueblo" donde se le quita explícita o implícitamente a esa inmensa mayoría latinoamericana su condición de sujeto central del "pueblo". Hay dos rasgos definitorios que se señalan aquí para congregar una variedad de sectores de la sociedad: "mentalidad de pobres" y que "aspiran a la construcción ...", es decir "identidad" y "proyecto" o mejor dicho identidad que se recupera al ir haciendo el proyecto de una sociedad "basada en la justicia, la verdad, la libertad y la fraternidad", como dice el Episcopado haitiano. En esta identidad, no fácil de definir y en torno a la cual se pueden tener interminables discusiones teóricas, entran tres aspectos importantes y complementarios: Identidad como diferenciación de 10
otro,
de lo que niega su condición de sujeto;
(11) Conferencia Episcopal de Haití. Mensaje del 11 de abril de 1986, Nos. 3 y 4. En SIC, No. 486, junio 1986, pág. 285, Caracas.
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identidad como afirmación de lo propio como sujeto colectivo con historia, con raíces profundas y nutrientes que lo alimentan y lo hacen valioso, con una fe que lo hace encontrarse digno; identidad como proyecto afirmativo y diferenciado en cuya creación se va constituyendo ese sujeto "pueblo" que todavía es de perfiles imprecisos. Dios, el Dios de nuestros padres, el Padre de Jesús, es para el oprimido justamente alguien que lo diferencia, lo afirma y lo invita a un proyecto de liberación: crea al pueblo en el camino. Como al pueblo de Israel. La dificultad del "pueblo" no está en definirlo conceptualmente, sino definirlo socialmente como el sujeto que se pone en camino recuperando su identidad negada y construyendo un proyecto en el que su dignidad y la de todos sea posible. 4. La dificultad del pueblo como educador ¿Cómo hace el educador para educar con el pueblo? Porque viene de una práctica en la que no sólo se supone que el pueblo debe "despueblarse" recibiendo educación y cultura (y esta sería la función convencional del educador), sino que el pueblo mismo no se considera capaz de incidir como sujeto educador en el sistema formal educativo. Aunque el educador tenga la actitud fundamental de afirmar la identidad del pueblo y asumirla para educar "con él", el problema no se resuelve ya que el pueblo normalmente no está ofreciéndose y luchando para que se le admita como educador. El encuentro del educador y del pueblo para coeducar requiere un doble movimiento, desde el educador y desde el pueblo, para llegar a encontrarse. Son muchos los años en que se le ha hecho sentirse sin cultura o con una cultura inferior, para que ahora de inmediato tenga seguridad para ponerse a
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transmitir esa "cultura" que a lo más considera válida "para andar por casa". La escuela - para él - es otra cosa. Es para adquirir lo que él no tiene. Naturalmente que en lo cotidiano informal el pueblo educa y transmite su cultura. Eso es justamente lo que, a pesar de todo, mantiene su identidad alimentada por raíces históricas y comunitarias, que a ese nivel nunca han sido cortadas. Pero no existe el pueblo educador en el sistema educativo, creado justamente para "despueblar", pues ese pueblo está persuadido o resignado a que él no tiene nada que aportar al sistema educativo y/o que éste no tiene interés ni cauces para recibir ese aporte. De manera que el pueblo como sujeto educador en el sistema formal no existe, ni como realidad ni como intencionalidad. Y lo que es más, para que exista tiene que haber iniciativas desde ese sistema educativo pues fue él el que le convenció que no tenía nada que aportar y es él el que tiene el control total del funcionamiento de un centro educativo formal. En él están claramente definidos los papeles del educador y del educando y los requisitos legales para ser educador. Por tanto la primera tarea es ir al pueblo para estimular el surgimiento de esa identidad diferenciada que llegue a convertirse en educadora y para establecer la interacción educador-pueblo. Siempre es difícil objetivar y concientizar la propia identidad. Más aún proponerla como educadora. Sobre todo cuando se trata de una identidad de "pueblo" percibida como inferior e introyectada como tal a través de siglos de ver a los "otros" como doctores superiores. A lo más se percibe que la propia identidad y cultura es válida para "andar por casa", pero no 89
para presentarse en sociedad y menos para tener éxito en ella. Y cuando los padres envían a sus hijos a la escuela lo hacen para que tengan éxito en la vida, en la sociedad y culturas dominantes y "no sean como ellos" que fueron sus víctimas "por falta de cultura".
Esta acción debe comenzar por un gran esfuerzo de educación: educación a la civilización del trabajo, educación a la solidaridad, acceso de todos a la cultura" (N81)(13). 5. Identidad como folklore y educación
Si es difícil que el pueblo se sienta sujeto educador vinculado al sistema educativo tal vez es más difícil, todavía, que se sienta y encuentre su identidad en un proyecto dentro del cual llegue a ser sujeto de una historia de hombres libres y fraternos en armonía con la naturaleza, en solidaridad con otros hombres y en apertura a Dios experimentado como amor fundante. No es este el lugar de concretar más en qué con.siste este proyecto, pero la Iglesia ha hablado sobre este punto con suficiente claridad. En la reciente Instrucción sobre Libertad cristiana y Liberación se habla de la "Civilización del Amor" y de la "civilización del trabajo" (12). "Un reto sin precedentes es lanzado hoy a los cristianos que trabajan en la realización de esta civilización del amor, que condensa toda la herencia ético-cultural del Evangelio. Esta tarea requiere una nueva reflexión sobre lo que constituye la relación del mandamiento supremo del amor y el orden social considerado en toda su complejidad". El fin directo de esta reflexión en profundidad es la elaboración y la puesta en marcha de programas de acción audaces con miras a la liberación socioeconómica de millones de hombres y mujeres cuya situación de opresión económica, social y política es intolerable. (12) Congregación para la Doctrina de la Fe. "Instrucción sobre libertad cristiana y liberación". Nos. 81,82 y 83.
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para la eficacia No es frecuente en el uso cotidiano la comprensión de la identidad del pueblo en torno a un proyecto. Lo usual es que se considere lo popular como la matriz de procedencia, como recuerdo nostálgico, como la vuelta a la aldea de donde salimos. Pero esa es la identidad que muere frente a las nuevas y futuras exigencias. Es como la nostalgia del inmigrante que, en las fechas festivas de su nación de origen o del pueblo de su proveniencia trata de reavivar con bailes folklóricos, co-midas típicas y canciones nostálgicas, un recuerdo, una vivencia que ya no prende como identidad nutricia en la segunda generación de niños. Esa es una identidad que todos conceden gustosamente porque es inofensiva, porque nada pide y porque carece de proyecto. Parece inmposible que esa identidad que se escurre y desliza, sin que se logre sujetar en su descenso hacia el vacio, pueda convertirse en el nervio de un proyecto de futuro. Carece de humus propio para alimentar vigorosamente brotes nuevos. Hoy el pueblo latinoamericano - lo ha sido durante mucho tiempo - es emigrante en su propio territorio que, en cierto modo, dejó de ser tierra nutricia para él. Al hablar de identidad-proyecto nos referimos a una identidad creativa, funcional para resolver los grandes retos de hoy y de mañana. Retos científicos y tecnológicos como medios para lograr la armónica humanización de la naturaleza y de la (13) Op. Cit. No. 81.
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convivencia social. Convivencia llena de problemas y de interrogantes porque hoy las mayorías están relegadas a la "no vida". Este es a la vez un reto científico-tecnológico y un reto sapiencial. Necesitamos que la Sabiduría del Amor y de la Vida alimente, dé sentido y ordene todos los otros saberes en apertura a los hermanos y al Dios Amor, al Dios de la Vida. Ello con la capacidad y efectividad para resolver las necesidades de la población que se satisfacen con una adecuada relación con la naturaleza y una organización social capaz de lograr los objetivos inspirados por la Sabiduría de una convivencia justa. Una identidad en la que encontremos eso que tantas veces nos ha faltado: una adecuación entre los grandes objetivos y aspiraciones y el sentido práctico y operativo para producir y ordenar los medios adecuados para lograrlos. Una de las dificultades para hacer realidad esta urgencia consiste en que toda sociedad organiza su sistema educativo como preparación para que la colectividad, o quienes deciden sus metas, pueda resolver exitosamente sus retos actuales. Y en este periodo de la historia esos retos son percibidos en términos economicistas y de eficacia tecnológica de acuerdo a un sistema internacional que va homogeneizando lo que se transmite a la población en el sistema formal e informal de inculcar valores, hábitos, capacidades, visiones de la vida. Por eso se adopta el sistema educativo de aquellos pueblos que tienen éxito y nos tienen a nosotros como clientes y como parte subordinada de su mundo. Naturalmente, la homogeneización educativa, en realidades profundamente heterogéneas produce mayor desigualdad. Lo que es funcional en una sociedad resulta disfuncional para las necesidades reales de otra. Y lo que es conveniente para el Imperio no lo es para los pueblos a él sometidos. 92
Conviene preguntarse si puede haber para nuestros pueblos algún reto más urgente que la afirmación de su identidad y la solución de los graves problemas vitales que agobian a las mayorías populares. ¿Por qué entonces no figura esto como reto fundamental del sistema educativo o de los sistemas educativos de cada uno de nuestros países?¿Por qué el "reto sin precedentes" señalado en la cita que acabamos de hacer de la Instrucción sobre libertad cristiana y liberación, es decir el reto de producir reflexión sistemática y acción audaz "con miras a la liberación socio-económica de millones de hombres y mujeres cuya situación de opresión económica, social y política es intolerable" no es el reto de nuestros sistemas educativos y de nuestros estados? Parece que no hay otra respuesta que la de admitir que quienes padecen esta situación no son los que están en capacidad de fijar las metas del Estado ni del sistema educativo. Parece claro que cuando las necesidades más urgentes (dramáticamente urgentes) de las mayorías no determinan los objetivos de la colectividad, se puede concluir que los dirigentes que determinan los objetivos tienen otros intereses particulares que son impuestos a la mayoría como objetivos de la "sociedad" toda o de la nación. Y además de imponerlos se logra "persuadir" de la bondad de esos objetivos a la población. 6. Asimilación de lo importado y fortalecimiento de la identidad Cuando en la práctica con gran esfuerzo se "aprende" lo que transmite el sistema educativo, no se logra una verdadera capacidad del pueblo para producir una mejor calidad de vida en el sentido antes indicado. A pesar de ello nuestros sistemas educativos se organizan para copiar lo que se considera que va dando éxito en el mundo, lo que 93
hace que unos países sean prósperos y adelantados frente a otros pobres, atrasados y dependientes. Puesto así, la educación busca la imitación y la acomodación al más fuerte y exitoso. En realidad, apenas llega a producir una capacidad de asimilar y consumir lo que otros producen. Nos hace mercado de otros productores de cultura y el sistema educativo se vuelve correa de transmisión. La división hegeliana entre pueblos productores de cultura y pueblos consumidores de ella, y por tanto subordinados e inferiores, queda fortalecida en la práctica. Y no conviene olvidar un hecho de gran importancia en la actual internalización de la economía: que es mucho más fácil para una población aprender a consumir los modernos bienes y artefactos creados por otros pueblos que aprender a producirlos. La alternativa a esta dependencia y subordinación odiosa y deseada al mismo tiempo, no es una vuelta al pasado, ni un desquite romántico y palabrero que permite el desahogo del resentimiento pero no produce verdadera independencia, identidad y vida digna hoy. Tampoco la alternativa puede ser planteada en los mismos términos economicistas. Sin embargo ha de ser exitosa en la tarea de producir cierta prosperidad y bienestar económico y social, básico en la mayoría, lo que sin duda exige elevar el nivel tecnológico y organizativo para producir y distribuir bienes dentro de unas relaciones sociales más justas. Y ha de ser exitosa en la tarea de establecer como objetivos reales y efectivos del Estado los objetivos y la satisfacción de las necesidades del pueblo. Siendo esto así tenemos que plantearnos el problema en otros términos: Asimilar la tecnología, el saber científico y la cultura del éxito y de la 94
producción industrializada desde una matriz de identidad propia. No aceptarla como el transplante de "fábricas llave en mano" que se reciben acabadas totalmente, sino como elementos útiles que son asumidos en la matriz de la identidad propia del pueblo, receptor como elemento, rector y reordenador de todo lo asimilado. En este caso es ilustrativo el ejemplo del organismo humano que asimila los alimentos para convertirlos en si mismo y fortalecer su identidad. La capacidad de asimilar más puede ser un signo de vigor y no precisamente una pérdida de la identidad. Un sistema educativo con esta orientación llevaría toda una programación para producir la máxima potenciación de la síntesis de identidad propia, con su capacidad creadora y tecnología y capacitación asimiladas. Es decir, una educación que produzca más identidad propia (diferenciada, afirmada y hecha proyecto) y más eficacia y tecnología para resolver los grandes problemas económico-sociales. Quizá para tener una referencia analógica de esta alternativa se puede recordar el caso de Japón e Israel que importaron elementos de ciencia y tecnología para fortalecer su identidad. Se trata de asimilar dinámicamente en torno a un proyecto que es del pueblo, de manera que en la misma asimilación se refuerce la identidad del pueblo como sujeto de su cultura. Su historia y su cultura actual no quedarían como "rezagos" ni como obstáculos a vencer, sino como la clave del dinamismo después que se han desatado las ocultas energías y potencialidades que yacen en el sometido. En este caso habría que ahondar en las condiciones de posibilidad para que esta síntesis se dé. Para que la identidad propia del pueblo, basada en sus raíces, memoria histórica y en su autoestima sea la rectora de la asimilación de lo
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universal válido y la diseñadora de un exitoso de futuro.
proyecto
El problema tiene que ver también con la relación entre la sabiduría y los saberes científicos e instrumentales. ¿Cómo integrarlos entre sí y con una organización social creciente hacia el proyecto de una civilización del amor y del trabajo? La sabiduría no depende directamente ni se incrementa automáticamente al crecer la ciencia racional y la capacidad tecnológica. El saber científico que logra desentrañar y dominar la naturaleza, dejada a su propia lógica o convertida en absoluto, termina cosificando y dominando al ser humano. Negándolo. La
prueba
está en que un
analfabeto
que
nunca
obtuvo acceso al sistema educativo formal puede tener más sabiduría que la acción del conjunto de científicos de la NASA que proyectan los elementos de la futura guerra contra lo que otro equipo de científicos del mismo nivel, están proyectando en la trinchera de enfrente. De nuevo aquí surge un interrogante operativo que tiene mucho que ver con el papel de la educación católica. ¿Cuál es el camino para llegar a considerar como deseable y para hacer realidad que en la tarea cotidiana educativa la sabiduría sea la rectora de la producción y aprendizaje de los saberes? Nos referimos a esa sabiduría que contribuye a integrar armónicamente todos los elementos que conforman la cultura humana. Para lograrlo, la escuela debe abrirse a la vida del pueblo donde se ve la necesidad de esta integración y también se encuentran logros en dicha integración.
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7. Desde la cultura del pueblo Este elemento del tema del Congreso es tan difícil de hacerlo operativo en la tarea educativa como el anterior. Es evidente que el pueblo transmite a sus hijos su cultura. No necesita ni identificación ni conceptualización para transmitirla. El pueblo en su vida cotidiana transmite conocimientos, valores y educa implícita o explícitamente desde su cultura. Al transmitir su vida transmite su cultura casi sin pretenderlo. Y no puede hacerlo de otra manera. La dificultad se presenta cuando se desea que la educación católica eduque con el pueblo desde su cultura, es decir, cuando se busca convertir esa cultura en elemento integrante activo del sistema educativo. Para ello se requiere un acto reflejo, una identificación que sea algo más que mera tautología, como sería decir que cultura del pueblo es la que vive y transmite el pueblo. Identificar esa cultura y hacerla operativa en los centros educativos. Esa es la dificultad. Se puede responder diciendo que todo educador pertenece al pueblo - al menos muchos de ellos- y por tanto por propia experiencia pueden identificar y transmitir su cultura. En contra de lo que parece, es muy difícil objetivar y entender la propia cultura. Nos es tan connatural que no podemos aceptar que se trata de algo variable y diferenciable de nosotros mismos. Por eso los antropólogos han abierto los ojos hacia la comprensión de su propia cultura, gracias a los estudios de otras culturas muy diversas, las culturas de los pueblos que se consideraban "primitivos". Ahí es donde despegó la ciencia antropológica. Como dice el antropólogo Ralph Linton "la
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capacidad para ver la cultura de la propia sociedad en general, para valorar sus patrones y apreciar cuanto estos comprendan, exige cierto grado de objetividad que rara vez se logra" (14). Para explicar más esta dificultad Linton trae un símil que parece muy ilustrativo:"Se ha dicho que lo último que descubriría un habitante de las profundidades del mar fuera tal vez, precisamente, el agua. Sólo llegaría a tener conciencia de la existencia de ésta si algún accidente lo llevara a la superficie y lo pusiera en contacto con la atmósfera" (15). De donde se sigue que "a quienes no conocen más cultura que la suya no les es dado conocer ni la propia" (16). En nuestro caso hay un hecho que al mismo tiempo facilita y ahonda esta dificultad pues se trata de distinguir, en la compleja ambigüedad cultural de nuestros países, lo que es cultura del pueblo de lo que la impide y niega. Queremos decir que en la cultura de nuestras sociedades internacionalizadas desde hace siglos es difícil distinguir lo que pudiera considerarse cultura del pueblo y lo que potencia como creador de proyecto propio de aquello que se le opone y lo anula.
de nosotros podría señalar numerosos casos lares tomados de nuestros países.
simi-
Por lo tanto no parece muy productivo el esfuerzo de discutir qué es lo propio y qué es lo ajeno, sino qué es lo que se asume de manera que fortalezca la identidad creativa propia y qué elementos quiebran esa identidad o la acomplejan, anulándola para la creatividad. Es lo que ocurre también en el lenguaje. La lucha no es por evitar que entren palabras extranjeras en la lengua propia. Este fenómeno de asimilación que se da en todas las lenguas; incluso puede ser conveniente para fortalecer la propia lengua y hacerla apta y funcional para las nuevas necesidades. Lo que hay que evitar es que muera la estructura del lenguaje propio y sólo queden palabras suyas en las nuevas lenguas que se imponen.
Hay más, incluso puede darse el hecho que algo asimilado más recientemente puede ser asumido de tal manera que, lejos de debilitar su identidad y cultura creativa, lo fortalezca. ¿No sería este el caso de la incorporación del caballo y del ganado vacuno traídos por el conquistador a la vida del indígena? Este parece ser el caso en muchos de nuestros países: por ejemplo en los llanos de Venezuela y Colombia el indígena nómada se convirtió en pastor y dio origen a una cultura "llanera" con una fuerte identidad mestiza propia.Cada uno
La cultura del pueblo tiene mucho que ver ciertamente con su identidad alimentada con su historia, su lengua, su sentido de pertenencia a una unidad social mayor con la que se siente un "nosotros" y su posibilidad efectiva de gestión como colectividad. Es interesante ver cómo a los esclavos que se traían a América, para hacerles perder totalmente su capacidad de identidad colectiva, del "nosotros" creador de un proyecto independiente, se les hacía perder totalmente estos elementos de su identidad cultural. Se trataba de reducir al esclavo a su individualidad biológica y la correspondiente fuerza de trabajo. Sin su lengua, sin la memoria de su país de origen, sin sus tradiciones, sin su religión, sin su organización social propia, sin su pertenencia a alguna unidad social mayor (ni siquiera la familia o la aldea).
(14) Linton Ralph "Cultura y personalidad". Pág. 130. Edit. Fondo de Cultura Económica, 6a. edición, México 1971. (15) Ibidem. (16) Ibidem.
Los esclavos fugados que de nuevo en forma independiente intentaban elaborar un tejido social propio estaban rehaciendo su cultura. No exacta-
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mente la anterior sino la nueva para resolver sus necesidades de ese momento. Por eso la lengua, la religión, la economía predominantes serán las del amo, pero asumidas de modo peculiar y combinadas con los restos conservados de sus elementos culturales anteriores. Por todo esto no nos parece ni demasiado importante ni posible definir cuál es la cultura del pueblo como contradistinta de la que no es del pueblo. Lo importante es fortalecer en cada momento la gestión que ahonde la diferenciación y afirmación de su identidad en torno a un proyecto que la fortalece.
III. AMBIGÜEDAD DEL TERMINO "PUEBLO" Los términos pueblo, nación, patria, raza, religión son sumamente ambiguos. No nos referimos ahora a la ambigüedad que ofrecen al científico porque no se dejan definir y conocer con precisión. Nos referimos a la ambigüedad para el cristiano. En nombre del pueblo, la raza, la nación, la patria y la religión se han cometido los mayores crímenes y atropellos en contra de los que son vistos como distintos y adversarios de esa identidad. El nacionalismo y el patriotismo se alimentan de guerras verdaderas o falseadas que ganaron los antepasados y alimentan el espíritu para la realización de nuevas guerras. Siempre se vincula la patria a los cañones y la bandera a miles de muertos. Pareciera que sin una irracional xenofobia no se da el patriotismo y el nacionalismo. Los mismos hechos históricos narrados por un francés o un alemán alimentan con muertos de uno u otro bando el patriotismo respectivo. Cada uno se nutre de los cadáveres del otro. Es importante para el cristiano no olvidar este hecho, y no perder de vista el internacionalismo del pueblo de Dios que
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rompe las barreras nacionales y raciales y truye la paz y la fraternidad.
cons-
El término "pueblo" no es lo mismo como sujeto social concreto que el "pueblo" como bandera, como abstracta y mítica ideologización que, en definitiva, es usada por los jefes para manipular al pueblo propio y aniquilar a otros pueblos. Tomar el "pueblo" como bandera para negar al pueblo como sujeto. Conviene recordar que Pío XI, a petición de una buena parte del Episcopado alemán, condenó en la encíclica "Mit Brennender Sorge" esta manipulación que estamos señalando. El Cardenal Faulhaber, arzobispo de Munich, tenía ya para 1937 experiencia muy concreta de cómo el "pueblo" mitificado y usado como bandera podía ser negación de los otros pueblos. El hizo el borrador de la encíclica contra el nazismo del que conviene recordar algunos párrafos no sólo como curiosidad histórica, sino por su interés muy concreto para clarificar ambigüedades hoy: - "No puede considerarse como creyente en Dios aquel que usa el nombre de Dios retóricamente, sino solamente aquel que una a esta venerada palabra una verdadera y digna noción de Dios". - "Sea la raza o el pueblo, sea el Estado o una forma determinada de este, sea el representante del poder estatal u otros elementos fundamentales de la sociedad humana, todos tienen en el orden natural un puesto esencial digno de respeto. Pero quien los separa sobre esta escala de valores terrenos elevándolos a suprema norma de todo, incluso de los valores religiosos, y divinizándolos con culto idolátrico, pervierte y falsifica el orden creado e impuesto por Dios y está lejos de la verdadera fe en Dios y de una concepción de la vida conforme a ella".
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En consecuencia Pío XI condena la divinización de la nación "con un Dios nacional", una "religión nacional", el "mito de la sangre y de la raza" y el "uso de una especie de adhesión religiosa de fe para elementos raciales o para exaltar el futuro del pueblo". "El repudio de una elevación sobrenatural a la gracia a causa de una pretendida peculiaridad de carácter alemán es un error, una abierta declaración de guerra a una verdad fundamental del cristianismo". No está hablando el Papa de peligros ficticios o hipotéticos. Su voz viene de una Iglesia que ve (y padece) cómo las ideas-mito de nación, raza y pueblo logran ser sucedáneos de la fe y de Dios para lograr una adhesión irracional y un afán de eliminación y de dominación de enemigos internos y externos. Creemos que la diferencia fundamental de "pueblo" como elemento liberador y "pueblo" como elemento de alienación y de dominación está en si se refiere ( y fortalece) a un sujeto social concreto cuya identidad gestora crece o se refiere a un mito etéreo que apela a la emotividad para movilizar las energías ciegas del pueblo, negar su voluntad para sujetarlo, tras la consecución de metas de dominación, propuestas por los sujetos que controlan y manipulan ideológicamente esa sociedad. El otro elemento es si la afirmación del pueblo como sujeto social lleva en sí la apertura fraterna y solidaria a otros pueblos o si se alimenta del odio a ellos basado siempre en la deformación de la historia.
8. Uso del "pueblo" para dominar En general una alta valoración de la "nación" propia, de la "raza" propia y del "pueblo" propio por parte de estados poderosos acompaña y fomenta 102
el imperialismo con un sentido de predestinación y de superioridad que racionaliza y justifica todos los atropellos sobre los pueblos dominados. En realidad la dominación del hombre por el hombre y de los pueblos por los pueblos aparece como tan irracional en sí misma y tan injusta que necesita de una elaboración ideológica que justifique y 'presente como racional lo injusto e irracional. Es de observar que en estos casos la "raza", el "pueblo" y la "nación" no son realidades empíricas y sujetos sociales reales de carne y hueso sino mitos que producen adhesiones absolutas y ciegas. En la base de toda legitimación de cualquier imperialismo está la idea de que se está realizando una "misión civilizatoria divina", un"destino manifiesto" de llevar la cultura superior a los pueblos inferiores. La experiencia nazi y la horrorosa guerra que desató se legitima con un mito movilizador expresado desde un siglo antes pero convertido con Hitler en fuerza política operante y alimentado por la humillación a que los vencedores de la guerra anterior sometieron a Alemania. En 1840 decía F. List que "sin duda alguna la raza germánica ha sido destinada por la Providencia, debido a su naturaleza e incluso a su origen, a resolver los graves problemas, de dirigir los asuntos del mundo, civilizar a los pueblos salvajes y bárbaros y poblar los países que todavía están sin habitar" (17). De esta manera el imperialismo se eleva a una especie de derecho natural de los pueblos "superiores" de exigir el sometimiento de los "inferiores". El imperialismo se justifica como una misión divina. (17)Citado por Fliche Martin "Historia de la Iglesia" Vol.XXVI,pág.352.
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Es bien sabido que el imperio árabe, el turco, el español, el ruso o el inglés tuvieron esta autolegitimación y se alimentaron de esa fuerza m o v i l i zadora. Tal vez pudiera pensarse que en un mundo más secularizado y científico como parece ser el actual ya no operan estos m i t o s . Pero no es a s í . El actual mesianismo del presidente Reagan (con tanto apoyo y aceptación en su país) que habla y actúa como si su pueblo estuviera predestinado por Dios para ser el portador de su "civilización" a todo el mundo y ser arbitro moral y policía para imponer sus intereses como bien u n i v e r s a l , está en perfecta secuencia con la historia norteamericana. El escritor Hermán Melville el siglo pasado d e c í a : ' ^ n o s o t r o s , los americanos, somos un pueblo particular, un pueblo elegido, el Israel de n u e s tro tiempo; nosotros llevamos la antorcha de las libertades del m u n d o " ( 1 8 ) . El agudo analista francés Alexis de Tocqueville observó hace más de 150 años este espíritu en Estados U n i d o s : "Desde hace cincuenta a ñ o s , se repite sin cesar a los habitantes de los Estados Unidos que ellos constituyen el único pueblo religioso, esclarecido y libre. Ven cómo entre e l l o s , hasta el m o m e n t o , prosperan las instituciones democráticas en tanto que estas fracasan en el resto del m u n d o . Tienen por tanto una opinión inmensa de sí mismos y no andan lejos de creer que forman una casta aparte del género humano" ( 1 9 ) . Obsérvese que este tipo de conciencia es correlativa a la que expresaban A l b e r d i , Sarmiento y tantos otros por el estilo. Desde este lado del naciente imperio anglosajón decían nuestros gobernantes y pensadores que el "destino m a n i f i e s to" de nuestros pueblos era acoger con entusiasmo (18) Citado por Julien Claude "El Imperio Americano". Pág.19. (19) Tocqueville Alexis "La Democracia de América" Citado por. Julien Claude. Op. Cit. pag. 34.
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el "destino manifiesto" de expansión imperial "civilizadora" que estaba en auge al otro lado. Cada vez que EEUU ha intervenido masivamente en el mundo apela a este espíritu nacional. Teodoro Roosevelt apelaba a "la intervención de una nación civilizada" y aplicaba la doctrina de Monroe que los llamaba a ejercer un poder de "policía internacional" (20) . Así justificó Lindon B. Johnson su decisión de ordenar el bombardeo sistemático de Vietnam del Norte: "Lo que América ha hecho y sigue haciendo en el mundo se remonta a las fuentes profundas y vivas del deber moral.¡Que nadie quiera subestimar la profundidad del designio americano!" (21). En el fondo no hay mucha diferencia con el mito operativo que usó Hitler de que sólo los pueblos arios son capaces de elevar la cultura. Si el pueblo alemán tenía esa misión había que crear el estado que llevara al triunfo a esta raza y sangre superior. La religión subordinada a este objetivo y reinterpretada podía ser útil para esa finalidad. En contraposición hay razas malditas y p e r versas que deben ser dominadas y otras simplemente inferiores y creadas para la sumisión.
Ante este "destino" imperial corresponde a las culturas inferiores recibir a los "civilizadores" con los brazos abiertos, someterse a ellos y asumir su cultura. De lo contrario serán culpables no solo de resistirse a esos pueblos superiores, sino a la voluntad misma de los dioses. La guerra d© dominación y de exterminio que siga será responsabilidad de los que no supieron reconocer esa condición de subordinados y de subditos. No es o t r ^ (20) Citado por Julien Claude. Op. Cit. págs. 106,107. (21) Citado por Julien Claude. Op. Cit. pág. 32.
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cosa lo que dice el "requerimiento" que leían los conquistadores españoles a los indios antes de someterlos por la fuerza de las armas.
9. Afirmación cristiana del pueblo como defensa de la identidad del débil Por otra parte el sentido de pueblo, de nación, de raza, en las sociedades dominadas y amenazadas en su identidad es uno de los elementos más valiosos para defender su identidad social e incluso la identidad de las personas. Sólo así logra no resignarse a aceptar que definitivamente su "destino" es su sometimiento, subordinado a la identidad del otro. Se trata de descubrir que no se es esclavo por naturaleza, como diría Aristóteles, o por voluntad divina. Nosotros no creemos en cualquier dios, sino en Aquel que dio identidad a los esclavos israelitas en su lucha por liberarse. En ese proceso reconoce Israel a su Dios y se reconoce a sí mismo como pueblo. Se hace pueblo al salir de Egipto hacia su proyecto.
Las unidades sociales mayores (pueblo, nación, etc) en las que la persona se identifica como ser social con un sentido de pertenencia, son fundamentales para su identidad y dignidad. Luchar por la dignidad y la identidad de la persona es luchar por afianzar su pertenencia a esas unidades sociales mayores (familia, vecindario, diversas asociaciones en torno a actividades, pueblo, etc). Pertenencia que más que conceptual es vital, emotiva. Pertenencia vivida de tal manera que por su defensa la persona individual está no pocas veces dispuesta a hacer grandes sacrificios e incluso a dar la vida. Cuando un pueblo es derrotado y dominado, es derrotada la identidad de las personas que la integran, su creatividad, su capacidad de sujeto activo. No es lo mismo el inca y su identidad antes de ser derrotado y dominado que después. Por esta razón la lucha contra la opresión y a favor de la liberación de las personas y de los pueblos, debe nutrirse de la defensa de las unidades sociales en cuya pertenencia se realiza la identidad de las personas.
IV. DIFICULTADES Vemos la importancia que tiene el cristianismo en el mantenimiento de esta identidad amenazada en los pueblos subordinados. Por ejemplo en el papel jugado por el catolicismo en la historia de Polonia en defensa de su amenazada identidad. 0 en la manera en que los esclavos negros en USA vivieron el cristianismo como afirmación de su dignidad en momentos en que ésta les era negada. La profunda y radical diferencia se aprecia más si vemos que en un caso al Dios cristiano se le usa para levantar ídolos y para negar la identidad, vida y dignidad de los pueblos dominados en su nombre, mientras que en el otro caso sirve de defensa de su identidad, vida y dignidad.
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10. Afirmación de lo negado Retomemos el hilo dejado antes. El tema de este Congreso "Educar con el pueblo desde su cultura" plantea una dificultad de fondo al educador. Se trata de dar papel de coeducador a la "barbarie", tal y como se percibe la realidad en forma distorsionada e ideologizada. El acentuar las dificultades no es para paralizar sino para hacer ver la enorme trascendencia y profundidad del tema de este Congreso. En el cambio que se pide lo más difícil es llegar a entender desde las "evidencias" de la cultura "superior" dominante, desde la
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cual educamos, que el "inferior", el "negado" tiene condiciones de educador. Lo que exige la conversión del educador y de la institución educativa. El pueblo latinoamericano lleva sobre si una triple negación: negación del indio y de su cultura; negación del esclavo africano y de su cultura; y la negación del mestizo hispano-criollo y de su cultura. La dirigencia ilustrada y el capitalismo internacional anglosajón asimilados, al menos como práctica y mentalidad deseadas, desdeñan y padecen como un mal esta identidad inferior del pueblo. Y, lo que es todavía más grave, toda la colectividad, incluso ese pueblo lleva quinientos años de repetirse y persuadirse sobre su inferioridad. Inferioridad que una vez fue históricamente vivida al sucumbir ante las armas y la técnica del dominador y que luego se hace natural. Somos inferiores por naturaleza. Pues bien, para proponer y hacer que el pueblo se vincule a la educación como coeducador debe analizarse este hecho, desenmascarar toda la carga ideológica que hay en él y asumir explícitamente su superación. Ahí hay todo un proceso de conversión y de recuperación de las propias raíces para asi recuperar la identidad y la condición del pueblo como gestor y sujeto activo de la historia. Esta propuesta la estamos considerando como educadores católicos y ello nos hace no solamente reasumir la raíz católica de nuestro pueblo, sino venciendo nuestra aculturacion y acomodación a la cultura dominante, asumirla desde el negado, en cuanto negado. Es muy significativo que tanto Puebla como Juan Pablo II en su homilía en Santo Domingo en la apertura del novenario del Vo. Centenario de la Evangelización nos ponga como primer ejemplo de
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Iglesia a Fray Antonio de Montesinos. El fraile dominico no es simple denunciador de un atropello sino el que saliendo de la evidencia del conquistador español (evidencia de su cristianismo aculturado) que ve al indio como al "no hombre", como instrumento apropiable para la producción de riqueza, afirma su condición humana: "¿acaso estos no son hombres?,¿no tienen ánimas racionales?,¿no sois obligados a amarles como a vosotros mismos?". Este predicador afirma su condición de pueblo y de nación que tenia pacífica posesión sobre su tierra. Montesinos, al salirse de la cultura española y del cristianismo domesticado a ella, (por eso les parecía normal los maltratos y exterminio del indio), descubre un pueblo y una cultura con las que sólo se puede relacionar en forma dialogal, de persona a persona, de pueblo a pueblo. De ahí nace el derecho de gentes con Francisco de Vitoria. De ahí nace "La única forma de evangelizar" de Bartolomé de las Casas. Los indios son sujetos, personas a las que se les debe proponer el evangelio sin ningún tipo de coacción y dejando libre su respuesta a la invitación del Señor. De ahí nace la larga lucha por hacer realidad una evangelización apostólica sin armas, sin imposición e integral, es decir, que abarque todas las dimensiones de la vida. Es muy significativo que los dos primeros mártires del catolicismo en nuestro continente sean dos religiosos dominicos en su lucha contra la dominación española por las armas, contra la reducción de los indios a esclavitud y la lucha por una evangelización basada en el ejemplo y en la palabra apostólica de invitación. Esta 'manera de ser Iglesia es la que se propone recuperar el Episcopado en Puebla. Pone como ejemplo no cualquier historia, sino esta que parte de 109
la defensa de la identidad del indígena negado. Parece lógico que dada la mentalidad de la época ni siquiera el mejor catolicismo español pudiera valorar plenamente la identidad cultural del indígena sobre todo en el área en que se relaciona con su religión. Esta tendía a ser vista como obra del demonio. Y bien sabemos que en la identidad de un pueblo en el estadio cultural en que se hallaban las culturas indígenas era prácticamente imposible separar la religión de los otros elementos culturales. Aun así, como muy bien señala el marxista americano José Carlos Mariátegui, lo que se salvó de la cultura y de la identidad del indígena fue obra de aquellos evangelizadores que apostaron a favor de los pueblos indígenas: "Los frailes contribuyeron a la organización virreinal no sólo en la evangelización de los infieles y la persecusión de las herejías, sino con la enseñanza de artes y oficios y establecimientos de cultivos y obrajes. En tiempos en que la ciudad de los Virreyes se reducía a unos cuantos rústicos solares, los frailes fundaron aquí la primera Universidad de América. Importaron con sus dogmas y sus ritos, semillas, sarmientos, animales domésticos y herramientas. Estudiaron las costumbres de los naturales, recogieron sus tradiciones, allegaron los primeros materiales de su historia. Jesuítas y dominicos, por una suerte de facultad de adaptación y asimilación que caracteriza sobre todo a los jesuítas, captaron no pocos secretos de la historia y el espíritu indígena. Y los indios, explotados en las minas, en los obrajes y en las "encomiendas", encontraron en los conventos, y aun en los curatos, sus más eficaces defensores. El padre de las Casas, en quien florecían las mejores virtudes del misionero, del evangelizador, tuvo precursores y continuadores" (22). Pero es bien sabido que aun hoy en día no a todos los dirigentes les parece bien esta lucha por (22) Citado en revista SIC No. 367, julio-agosto 1974,pág. 298, Caracas.
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defender la identidad del indígena. No pocos dirigentes republicanos han reclamado a la conquista española el no haber librado a la América hispana de la presencia indígena tal como lo hiciera la conquista inglesa. La barbarie de exterminar pueblos enteros para entregar sus territorios a pueblos "superiores" es considerada como alta acción civilizadora. Esa parece ser la misión de un tipo de tarea civilizatoria: hacer desaparecer la barbarie. Sobre esta primera negación viene la segunda: la negación del esclavo africano como persona, como cultura, como pueblo. Y esto se vivió como realidad cultural dominante en tal grado que lo "cristiano" era aceptar plenamente esa sociedad esclavista. La defensa evangélica de los esclavos y de su libertad mereció la suspensión "a divinis" y la prisión en poder de la Inquisición, como ocurrió en el caso de los capuchinos Francisco José de Jaca y Epifanio de Meirans en Cuba en 1681 (23). Sólo viendo la sociedad desde el "no hombre", la "no cultura", era posible ver la barbarie de esa sociedad cristiana y esclavista. Y sólo desde allí se podía ayudar al bárbaro dominador a descubrir su ceguera y así colaborar en su conversión. No olvidemos que entre indios, esclavos y mestizos constituían a finales de la colonia el 90% de la población. Aunque el mestizaje y el peso de cada uno de sus elementos varían según los países, ¿cómo podía darse un verdadero liderazgo republicano si no se asumía plenamente la identidad de ese pueblo despreciado? Pero en esa sociedad dominante no sólo se negó al esclavo y al indio, sino que el mestizo pobre fue objeto de la misma negación, especialmente los (23) Cfr. López García José Tomás "Dos defensores de los esclavos negros en el siglo XVII" Universidad Católica Andrés Bello. Caracas 1982.
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pardos, es decir los que tenían ascendientes esclavos. Si a esto añadimos todavía el desprecio que se dio luego de lo hispano y de lo católico en gran parte de la dirigencia encandilada por la cultura francesa y la economía liberal anglosajona, podemos apreciar el verdadero drama del pueblo y de la cultura latinoamericana. Para ilustrar algo más la profundidad del desprecio del pardo vamos a citar dos documentos de fines de la Colonia. En 1795 la Corona, urgida por la falta de recursos económicos, otorgó a los pardos el equiparamiento con los blancos por la compra de la célula de "Gracias al sacar". El ayuntamiento de Caracas ocultó esta disposición y en 1796 representó al rey los graves inconvenientes que traería si se aplicara. Esta representación es privilegiada para ver la mentalidad del blanco criollo en relación al pardo y por extensión a toda la población que no fuera parte integrante de ese estamento social "superior" que apenas representaba el 10% de la población. "Esta disposición real es inaceptable, dice el Ayuntamiento, por la "inmensa distancia que separa los blancos y pardos" pues estos tienen el "infame" origen de la esclavitud y el torpe de la ilegitimidad"."Sí, Señor, los vecinos y Naturales Blancos de esta Provincia elevan a V.M. el sumo dolor y sentimiento que les ha "causado ver en la Real Cédula citada abierta la puerta para su deshonor y lo que es más digno de llanto franqueada la ocasión para que entren a influir en el gobierno público unos hombres de infame y torpe linage, faltos de educación, fáciles de moverse a los más horrendos excesos y de cuya fiereza propia de sus mismos principios y de su trato, solo pueden esperarse movimientos escandalosos y subversivos del orden establecido" (24). (24) Citado por Izard Miguel "El miedo a la revolución. La lucha por la libertad en Venezuela". •Pág 130. Edit. Tecnos. Madrid 1979.
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También el Claustro Universitario de Caracas en 1803 elevó una Representación al Rey donde explica que "los primeros negros que pasaron a la América han llegado a nuestros puertos marcados con toda la ignominia de la barbarie y con toda la infamia de la esclavitud. Hombres estúpidos, groseros, desnudos y sin más señal de su racionalidad que. una semejanza desfigurada y casi oscurecida con el ardor del clima. Hombres víctimas de la ferocidad de sus cohermanos que los privaron de su libertad. Hombres en quienes las pasiones más • groseras tienen un imperio que casi los degrada de su ser. Hombres inclinados al robo, sanguinarios, suicidas, cubiertos por lo común de la confusión de las costumbres más bárbaras, estos hombres son los ascendientes que forman el principal tronco de la genealogía de los pardos"(25). Tanto en el caso del indio como del negro, para defender la racionalidad del sistema de esclavitud, es necesario defender la irracionalidad del esclavo. La guerra de la Independencia de España no eliminó ese desprecio y desidentificación de la dirigencia con su pueblo. Más bien añadió otros elementos antes mencionados.
V. CAMINOS El tema que la CIEC escogió para este Congreso tiene tal hondura y trascendencia que es difícil exagerar su importancia. La puesta en práctica de lo que él exige tendrá grandes dificultades y resistencias. Estos temas de tanta amplitud y que necesitan varias décadas para lograr los cambios significativos, a veces pueden resultar al educador, - agobiado por las tareas cotidianas y urgentes -,irre(25) Ibidem.
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levantes, perturbadores o incluso de tanta magnitud que escapan al alcance de su acción. Sin embargo ahí, en el diálogo creativo entre lo cotidiano y la visión de un cambio a largo plazo, surge lo nuevo y se da la inspiración de fondo que hoy necesita América Latina para hacer de su identidad una fuerza creadora. Y este es el aporte que se le pide a la educación católica. Esta no mira solamente al centro educativo, sino también al Estado y a la Iglesia toda. ¿Por qué al Estado? Porque la educación católica formal se inserta toda ella en el ámbito del Estado en cuanto éste tiene el monopolio legítimo de la determinación de los objetivos y la asignación de los recursos humanos y económicos que va a dedicar la colectividad al sistema educativo formal. También el Estado tiene influencia importante al menos en el condicionamiento normativo de los medios masivos de comunicación. Pero además de éste el tema mismo incluye la definición de quién es el sujeto rector de la comunidad nacional, es decir, la pregunta de a quién sirve el Estado y si éste potencia o no el proceso de conversión del pueblo en sujeto gestor. En este punto es claro el principio de subsidiaridad en las enseñanzas sociales de la Iglesia que justamente busca un pueblo organizado y articulado gestor de iniciativas sociales. ¿Por qué la Iglesia? Porque la educación católica toda pertenece a la Iglesia. Porque la voluntad de educar "con el pueblo desde su cultura" recibe inspiración evangélica y legitimidad de la "opción preferencial por los pobres", propia de la identidad de la Iglesia. La Iglesia ha dado en sus documentos esta inspiración básica para América Latina. Ahora necesitamos hacerla operativa en las diversas tareas e iniciativas en que se expresa la vida católica.Y una muy importante es la educación
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formal e informal. Pero en este tema particularmente la Iglesia se juega su propio perfil como pueblo de Dios. Si la Iglesia la asume como elemento central de su misión evangelizadora y creadora de un pueblo creyente de comunión y participación, fortalecerá su identidad de signo de salvación y la identidad de sujeto de la sociedad civil y del Estado de ese pueblo latinoamericano. En la medida en que el pueblo creyente sea sujeto activo en la comunidad cristiana lo será en la sociedad. Si la Iglesia va haciendo operativa esta orientación y la sostiene durante décadas, su aporte será decisivo para el cambio que busca y necesita nuestro continente. Por eso este Congreso ha de buscar que el propósito educativo aquí planteado llegue a la Iglesia y al Estado, de manera que sea objetivo educativo de estos, cada uno desde su específica misión. La CIEC puede y debe aspirar a incidir en todos los países de América Latina en la tarea de devolver al pueblo la dignidad, la seguridad, la creatividad y los cauces de acción que durante siglos se le han negado. Creo que el camino hacia la realización de lo abordado en este Congreso en la tarea de ayudar al pueblo a hacerse coeducador y hacernos los docentes coeducadores con él, tiene para nosotros cuatro grandes .capítulos: 1.) la conversación del educador; 2.) la realización de la Iglesia, pueblo de Dios; 3.) la transformación del centro educativo en consonancia con este propósito; 4.) el impacto en el sistema educativo global. 1) Educar con el pueblo desde su cultura significa una profunda conversión cristiana y cultural del educador. Supone la erradicación de valorizaciones y de convicciones culturales profundamente arraigadas y llenas de prejuicios sociales.
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Como hecho básico lleva a la aceptación de la posibilidad y de la conveniencia de que el pueblo con su cultura sea educador también en el sistema educativo formal. Eso llevará a descubrir y potenciar esta condición de educador que significa fortalecer su identidad de pueblo y su capacidad creativa. Y como algo imprescindible, este aprecio y potenciación se traducirán en formas concretas de incorporación mutua (del pueblo al sistema educativo y del sistema educativo al pueblo). Si esto se da, se puede ahorrar la discusión sobre las delimitaciones exactas del concepto "pueblo" y de su cultura. Así mismo nos libraremos de la estéril preocupación sobre los elementos culturales que se incorporan desde otras culturas. Con tal que estos sean realmente asimilados y escogidos por el pueblo como sujeto, de acuerdo a sus necesidades, fortalecerán su identidad. Lo peligroso es cuando, a través de la dominación, no es el pueblo el que asimila, sino que es el Imperio el que asimila al pueblo como objeto de producción y de consumo. 2.) La realización de la Iglesia como pueblo de Dios es la identidad misma de ella y su propósito explícito desde el Concilio. Después de siglos de clericalización reductiva se acentúa la vocación cristiana bautismal con todo lo que implica. Es misión de la Iglesia evangelizar a los pueblos desde la identidad de ellos. Estos no tienen que dejar de ser ellos mismos para poder recibir la Buena Nueva de Jesucristo. En la identidad actual de los pueblos latinoamericanos la Evangelización, con sus aciertos y limitaciones, es una realidad innegable. Por eso ya no es optativo el ser Iglesia "con el pueblo desde su cultura".
va de la comunidad de creyentes, de la identidad de la Iglesia. Al mismo tiempo la Iglesia no puede evangelizar a ese pueblo si no defiende y refuerza su identidad cultural. De lo contrario el Dios Padre no es Buena Nueva para ellos sino pérdida de su identidad. 3.) La transformación del centro educativo supone un doble movimiento del centro hacia la comunidad y de esta hacia el centro pero bajo este específico ángulo de ayudar al incremento de la capacidad organizativa y gestora del pueblo. Supone también incrementar la autoestima de la propia identidad del pueblo, bloqueada con el estigma de siglos que lo hace percibirse en "inferioridad". Supone también incrementar la capacidad de articularse, de aglutinarse en torno a proyectos concretos, viables y al alcance que apunten hacia ese Proyecto de conversión del Pueblo en sujeto. Y tratándose de un centro educativo católico, este se ha de convertir en gestor de una Iglesia de comunión y participación donde el pueblo más sencillo sea sujeto activo de su fe y de su misión evangelizadora. 4.) Si los puntos anteriores se van dando, la educación católica implícita y explícitamente tendrá un impacto en el sistema educativo global en la dirección marcada por este Congreso. No solo tematarizará sobre este punto sino que podrá ofrecer un florecimiento de experiencias y de caminos exitosos que es lo que más necesitamos para que América Latina no sea un continente de grandes planteamientos globales y retóricos, sino de realizaciones que marquen un camino para lograr las metas deseadas y propuestas.
Se trata de un pueblo fundamentalmente creyente católico por lo que su identidad forma parte acti-
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DOCUMENTO FINAL DEL XV CONGRESO INTERAMERICANO DE EDUCACIÓN CATÓLICA (CIEC).
Buenos Aires, 12 a l 19 de octubre de 1987
De a c u e r d o con e l o b j e t i v o p r o p u e s t o p a r a e l XV CONGRESO INTERAMERICANO DE EDUCACIÓN CATÓLICA, este documento i n t e n t a r e s c a t a r e l r e s u l t a d o de las ricas reflexiones realizadas en t o r n o a t r e s temas: E d u c a c i ó n y_ P u e b l o , E d u c a c i ó n y_ C u l t u r a , Fe y_ Cultura.
I. EDUCACIÓN Y PUEBLO 1. Sin pretender una elaboración del concepto de pueblo, puede indicarse que no hay pueblo si se excluye, implícita o explícitamente, a esa inmensa mayoría americana conformada por los campesinos, los obreros, los mineros, los artesanos, los indígenas) los desempleados, los desalojados, jóvenes o adultos, hombres o mujeres, alfabetizados o nó, que con mentalidad y actitud de pobres aspiran a la construcción de una comunidad basada en la justicia, la verdad, la libertad y la fraternidad.
2. Afirmamos que el pueblo, asi entendido, es capaz de ser sujeto activo de su propia educación. Esta capacidad le ha sido frecuentemente negada. Hoy debemos contribuir a crear las condiciones que
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le permitan valorarse y afirmarse. Hemos de acompañarlo en esta afirmación y ayudarlo en su necesaria organización.
3. Para poder educar con el pueblo es urgente e imprescindible nuestra conversión personal, la del sistema y la de los centros educativos.
4. Necesitamos cambiar nuestra mentalidad y nuestras actitudes para tener fe en el pueblo, valorarnos y respetarnos como pueblo. Esta conversión será tanto más profunda, cuanto mayor sea nuestro compromiso con el pueblo. 5. Reconocemos que desde nosotros mismos y desde nuestro entorno existen muchas resistencias al cambio. Esas resistencias han hecho que, en algunos casos, la educación católica no haya acompañado al pueblo en su lucha por la justicia. Convocamos a todos los educadores católicos a realizar un esfuerzo serio y permanente para superar tales resistencias.
6. La conversión se nos presenta también como invitación a ir realizando serenos procesos de cambio de nuestros centros educativos.Debemos profundizar y ampliar las experiencias de democratización ya iniciadas. Abramos los centros para que se inserten en la comunidad, estén en comunión con ella y apoyen la organización que necesita para su promoción. 7. El sistema educativo, lejos de favorecer la educación a la que Puebla nos invita, la dificulta. Los educadores católicos hemos de realizar todos los esfuerzos posibles para ser agentes de cambio del sistema, que debe reformular los obje-
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tivos para que responda a los intereses del pueblo, como ya viene haciéndose en algunos países. No solo debe posibilitarse la incorporación real de las grandes mayorías al sistema educativo, sino que debe hacerse que éste, en sus planes y programas, manifieste el respeto a la lengua, a las raíces y expresiones culturales de nuestros pueblos, y los capacite para conducir su historia.
8. Hemos de seguir contribuyendo a la creación de modelos pedagógicos, diseñados con participación popular, que sirvan a la educación del pueblo. Debemos insistir en la necesidad de una redistribución de los recursos destinados a la educación, en una opción preferencial por los pobres, para que lleguen a cubrir las necesidades de todos los hombres, y de todo el hombre.
9. Los educadores católicos, personal y solidariamente , debemos rescatar los lineamientos educativos de Medellin y Puebla, y de las cartas pastorales de los obispos locales, reflexionar permanentemente en torno a ellos y ponerlos en práctica. Estos lineamientos, cuyo fundamento es Cristo, implican una opción preferencial por los pobres. En el campo educativo, significa ser consecuentes con los principios de una educación evangelizadora-liberadora que nos llevará a educar, en el campo formal y no formal, con el pueblo, desde el pueblo y junto al pueblo.
II. EDUCACIÓN Y CULTURA
10. El XV CONGRESO de la CIEC asume el concepto de cultura expresado en el documento de Puebla: la cultura es "el modo particular como, en un pueblo,
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los hombres cultivan su relación con la natural6v za, entre sí mismos y con Dios". La cuLtura, a§^ entendida, abarca la totalidad de la vida y 1^ historia de un pueblo, el conjunto de valores quQ lo animan y las formas a través de las cuales estos se expresan y configuran, es decir, la§ costumbres, la lengua y las instituciones de cor^ vivencia social. (Cfr. Puebla, 386-387). 11. América nos ofrece la riqueza de variedad cultural. Esta pluricultura respetada en todas sus manifestaciones.
una gran debe ser
12. Afirmamos nuestra voluntad de reconocer, respetar y valorar las culturas de nuestros pueblos, en nuestra tarea educativa, como factor fundamental de defensa contra la imposición de modelos extranjeros frecuentemente alienantes.
13. Observamos cómo el sistema escolar, y con él la escuela católica, no siempre han respetado la identidad cultural de los pueblos de América y, al imponer expresiones foráneas dominantes de cultura, han contribuido a configurar la realidad de opresión de las culturas nativas.
14. La defensa de nuestros valores culturales no significa tener escuelas cerradas o sostener etno" centrismos. La escuela debe estar abierta a la realidad universal y debemos fomentar el necesario progreso tecnológico que ha de realizarse a través de adecuadas transferencias que permitan volcar la ciencia y la técnica en la propia cultura, ayudan" do a desarrollarla desde su propia identidad y posibilitando así la realización del proyecto histórico de cada pueblo. 15. Ante el hecho de la invasión de pautad culturales al servicio de la civilización de con"
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sumo, la influencia de la ideología marxista, la desorientación causada por las sectas y la utilización de los medios de comunicación que propician el desarraigo, tenemos que poner la educación católica y esos medios de comunicación al servicio de los pueblos americanos, de sus culturas y de su fe.
III. FE Y CULTURA 16. La reflexión sobre fe y cultura se desarrolla en un marco privilegiado: la celebración de los 500 años de evangelización en América. Recordamos con alegría los esfuerzos de inculturación de muchos de los primeros misioneros que llevaron la palabra de Dios al fondo de nuestras culturas, la expresaron en nuestras propias lenguas y la recrearon en multitud de manifestaciones que hoy conforman parte de nuestra rica religiosidad popular. De esta manera ellos, a diferencia de aquellos colonizadores que sometieron a nuestros pueblos con la fuerza de su superioridad en la guerra y juzgaron despectivamente las culturas autóctonas, hicieron presente y encarnaron el amor cariñoso de Dios Padre en medio de los más pobres.
tante en la diversidad pluricultural, se descuidó la originalidad creadora de las culturas autóctonas y se impuso el modelo cultural europeo propio del momento. Este fenómeno estuvo presente con frecuencia en las modalidades diversas a través de las cuales se ha llevado a cabo la misión evangelizadora (la catequesis, la liturgia, la educación, etc.). 19. En lo que a nosotros educadores respecta, podemos decir que desde Medellín en adelante, hemos hecho un camino de concientización que nos ha conducido al redescubrimiento de la cultura, como lugar desde el cual evangelizamos educando. Por eso hoy miramos con preocupación la separación entre fe y vida, la invasión de las sectas que con nuevos modos prolongan la tarea de aculturación, y la invasión cultural de nuestros pueblos.
20. Estas palabras de Juan Pablo II son para nosotros un reto: "la síntesis entre cultura y fe no es sólo una exigencia de la cultura, sino también de la fe... una fe que no se hace cultura es una fe no plenamente recibida, no totalmente pensada, no fielmente vivida" (Carta autógrafa de Juan Pablo II, 20 de mayo de 1982).
17. Desde entonces nuestra historia está marcada por la presencia del Señor Jesús, testimoniada en la vida de los Santos, la sangre de nuestros mártires y la acción fecunda de tantos cristianos. Pero simultáneamente descubrimos a lo largo de esta misma historia, desde sus orígenes, signos de auténtica opresión y de incisiva alienación cultural.
21. Este reto nos exige a los educadores un nuevo esfuerzo de creatividad. Dentro de la riqueza de experiencias pastorales, queremos resaltar la de las comunidades eclesiales de base, cuyo estilo de fe, metodología y compromiso pueden desencadenar en nuestras escuelas una nueva orientación de la pastoral educativa.
18. En efecto, habiendo olvidado que la unidad en la fe no implica la uniformidad cultural, sino que más bien admite y exige la encarnación cons-
22. La presencia del Espíritu, que desde nuestra realidad nos interpela y nos enseña a llamar a Dios, Padre, guiará nuestro esfuerzo en la búsque-
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da de nuevos caminos de evangelización, construyendo la fraternidad, la justicia, y generando la nueva civilización del amor.
REFLEXIÓN FINAL 23. LA FE, LA CULTURA Y LA EDUCACIÓN son vividas en el contexto de una determinada organización social, marcada en las relaciones internas por diferencias y conflictos de raiz socioeconómica y política; y afectada en las relaciones internacionales por diversas formas de dependencia y dominación.
24. Profundamente identificada con el pueblo en su cultura y en su circunstancia concreta, la educación católica es instrumento capaz de rescatar la dimensión liberadora de los pueblos, que está latente en todas las culturas. Será así, un instrumento de búsqueda y afirmación de la identidad y de la dignidad de todos los hombres con iguales derechos.
25. En síntesis, entendemos que "EDUCAR CON EL PUEBLO DESDE SU CULTURA" será también "EDUCAR CON EL PUEBLO EN BUSCA DE LA JUSTICIA" (XIII Congreso CIEC, Santo Domingo, 1980), será "EDUCAR CON EL PUEBLO, VIVIENDO SUS VALORES MAS AUTÉNTICOS, BUSCANDO LA LIBERACIÓN INTEGRAL" (XIV Congreso CIEC, Caracas, 1983).
26. María, Madre de los pueblos de América, presente desde el inicio de nuestra evangelización, reciba esta ofrenda de la mano de sus hijos educadores.
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RECOMENDACIONES
.1 . Propiciar una reflexión progresiva sobre el significado de la Escuela Católica y la elaboración de modelos operativos, a nivel interamericano. 2 . Agilizar el proceso de la elaboración del PROYECTO EDUCATIVO, incorporando las perspectivas de este XV Congreso, como paso previo al PROYECTO EDUCATIVO CATÓLICO INTERAMERICANO, desde las di- f versas Federaciones. 3 . Motivar en los educadores católicos una constante y profunda conversión al Evangelio como medio indispensable para lograr los objetivos y metas de la educación popular (Puebla). 4 . Estimular una mayor participación de los distintos estamentos: padres de familia, docentes y alumnos, en la comunidad educativa. 5 . Propiciar investigaciones que favorezcan la defensa de los valores encarnados en la realidad pluricultural de los diversos países y permitan responder a los nuevos retos gue nos presenta esta realidad cambiante. 6 . Impulsar las regiones. 7 . Propiciar desarrollo de la incorporar a las de los problemas
y
asesorar procesos de
educación
la organización de programas de comunidad que abran caminos para mayorías populares en la solución más elementales de su vida.
8 . Promover acciones educativas especificas en beneficio de los grupos indígenas, de los inmigrantes, refugiados, etc. respetando su cultura.
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'J . Emplear la revista EDUCACIÓN HOY, Perspectivas Latinoamericanas, como ÓRGANO DE COMUNICACIÓN INTERAMERICANA que promueva la investigación educativa y el intercambio de materiales, bibliografías y experiencias valiosas.
10 . Promover la creación de centros locales y regionales de perfeccionamiento docente que permita la investigación, el intercambio de experiencias y facilite la actualización de educadores al servicio de la educación popular, tanto en lo formal, como en lo no formal. Esto tenderá a la creación de un Centro Interamericano.
11 . Proseguir el intercambio entre la región de habla inglesa de la CIEC y las demás regiones para incrementar el conocimiento de los valores de las diversas culturas y experiencias evangelizadoras de las respectivas Iglesias locales.
12 . Realizar acciones concretas para que los medios de comunicación social estén al servicio de la educación.
13 . Fomentar el espíritu crítico en los docentes, padres y alumnos frente a los medios de comunicación social.
14 . Reafimar nuestra fe en la labor de la escuela católica y en sus potencialidades para asumir las inspiraciones del presente Congreso.
(Documento presentado, votado y corregido por Presidentes) (Hecha la corrección de estilo. 9 diciembre 1986)
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Esta obra se terminó de imprimir en el mes de noviembre de 1987 en los talleres gráficos de " A R F O " Ltda. Bogotá - Colombia