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Spanish Pages [426] Year 2015
Una introducción a la teoría .del valor-trabajo de Marx
escolar :y mayo
Maxi Nieto Ferrández
Cómo funciona la economía capitalista Una introducción a la teoría del valor-trabajo de Marx
escolar Y Wf!YO
1 edición, 2015 ª
© Maxi Nieto Ferrández © Escolar y Mayo Editores S.L. 20 1 5 Avda. Ntra. Sra. d e Fátima 3 8 5°B 28047 Madrid [email protected] www.escolarymayo.com Diseño de cubierta: Javier Suárez Maquetación: Escolar y Mayo Editores ISBN: 978-84- 16020-21-8 Depósito legal: M- 13894-20 1 5 Impreso e n España
/ Printed i n Spain
Lerko Print S.A.
Paseo de la Castellana 1 21
28046 Madrid Reservados todos los derechos. De acuerdo con lo dispuesto en el Código Penal¡ podrán ser castigados con penas de multa y privación de libertad quienes1 sin la pre
ceptiva autorización, reproduzcan o plagien1 en todo o en parte1 una obra literaria1 artística o científica, fijada en cualquier tipo de soporte.
ÍNDICE
Prefacio...................................................................................................... 7 Prólogo por Diego Guerrero................................................................. 9 Introducción. La teoría del valor-trabajo de Marx como teoría ge neral de la dinámica capitalista................................................................. 1 3
l. Marx y la «crítica d e l a economía política»............................. 13
2. Una contabilidad laboral de la reproducción económica de la sociedad........................................................................................ 21 3. La obra de referencia...................................................................... 26 4. Planteamiento y estructura del trabajo.......................................... 29 Primera Parte. La estructura social capitalista: la contabilidad dineraria del tra bajo y el proceso de reproducción social............................................ 33 Capítulo 1 . El valor como relación social de equivalencia entre los trabajos................................................................................................ 35
l. El ámbito de la objetividad abstracta............................................ 36
1 . 1 . El intercambio universal : el sistema de las cosas como mercancías................................................................................. 1 .2. La cuestión del valor............................................................... 1 .2. 1. El valor de cambio (o forma de valor) .......................... 1.2.2. La noción de valor........................................................... 2. El trabajo abstracto.......................................................................... 2. 1 . El contenido (o «Sustancia» ) de valor................................. 2.2. La magnitud de valor................................................................. 2.3. El valor como relación social de validez.............................. 3 . La contabilidad dineraria del valor...............................................
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CóMO FUNCIONA LA ECONOMÍA CAPITALISTA
3. 1. El dinero como representación universal del trabajo abstracto........................................................................................... 3.2. El proceso de intercambio......................................................... 3.3. Funciones del dinero.............................................................. 3.4. Los sistemas monetarios actuales.......................................... 3.5. La expresión monetaria del valor......................................... 4. La teoría del valor-trabajo como construcción de un objeto teórico................................... ........................... .............................. 4. 1 . Una teoría de la reproducción social...................................... 4.2. Estructura económica e ideología: sobre el «fetichismo» de la mercancía............................................................................... .
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Capítulo 2. El capital como relación social de explotación............. 9 1
l. L a transformación del dinero en capital..................................... 92 l. l. La fórmula general del capital.............................................. 92
1 .2. Contradicciones de la fórmula general............................... 2. El capital como relación social de explotación........................... 2. 1 . La compra-venta de la fuerza de trabajo............................. 2.2. Valor nuevo y valor de la fuerza de trabajo........................... 2.3. La noción d e explotación....................................................... 2.4. Trabajo, propiedad y explotación: una comparación histórica..... .................................................................................... 3. El proceso de producción capitalista .......................................... 3. 1 . Proceso de trabajo y proceso de valorización................... 3.2. Los principales parámetros de la producción capitalista ... 3.3. Plusvalor absoluto y plusvalor relativo............................... 4. La circulación del capital... ........................................................... 4. 1 . El ciclo del capital. .................................................................. 4.2. La rotación del capital............................................................... 4.3. El trabajo productivo.......................................... .................... 4.3. 1 . Trabajo productivo y circuito del capital... ................. 4.3.2. La clasificación de las actividades productivas en la sociedad capitalista ........................................................ 4.4. La acumulación de capital... ................................................... 4.4. 1 . Los usos del plusvalor: reproducción simple y reproducción ampliada ..................................................... 4.4.2. La reproducción de la relación capitalista.................. .
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ÍNDICE
4.4.3. Las principales leyes de la acumulación capitalista.... 5. La estructura social capitalista ..................................................... 5.1. La noción de clase social. ........................................................ 5.2. La estructura de clases............................................................ 5.3. Acción individual y estructura social.. ................................ 6. La relación entre mercado y capital. Un apunte acerca de la estructura lógica de El Capital............................................................
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Capítulo 3. El funcionamiento de la ley del valor: el proceso de reproducción capitalista............................................................................. 15 7
l. El proceso de validación social de los trabajos particulares ... 158
1.1. La reducción del trabajo particular a la norma del TTSN. 1 . 1 . 1 . Valor individual y productividad del trabajo............... 1 . 1 .2. La naturaleza suprasectorial del TTSN: una revisión del llamado «problema de la transformación de los valores en precios de producción» .................... 1 . 1 .2. 1 . El tránsito en el análisis del nivel del «capital en general» al de los «múltiples capitales» : los términos del «problema de la transformación» ........................................................................ 1 . 1 .2.2. Una interpretación alternativa del «problema de la transformación» ........................... ....... ..... 1 . 1.2.3. Respuesta a una objeción ................................. .. 1 . 1 .3. La particularidad del sector agrícola en la economía capitalista.......................................................................... 1 .2. El ajuste del valor de cambio al valor..................... .............. 1 .2. 1. Ley del valor y mercado................................................. 1 .2.2. El funcionamiento del mecanismo mercantil.. ......... 1 .2.3. La competencia capitalista............................................ 1 .2.3. 1 . El análisis dinámico de la competencia ............ 1 .2.3.2. La cuestión del monopolio......................... ........ 1 .3. Resumen conceptual. .................................................................. 2. La ley del valor y el mercado mundial........................................ 2. 1 . Espacios nacionales de valor y mercado mundial... ... ...... 2.2. La pauta del comercio internacional: productividades nacionales relativas y tipo de cambio................................... 2.3. El principio de la ventaja absoluta........................................ ..
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CóMO FUNCIONA LA ECONOMÍA CAPITALISTA
2.4. Mundialización del capital, dependencia e imperialismo .. 3. La reproducción del capital social global... . ... ................. ..... . ... 3.1. Los esquemas de reproducción.......... .. .. .................... ...... 3.2. Las características del equilibrio dinámico...... ..... .. . ... ... ..
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Segunda Parte La dinámica general de la reproducción capitalista: acumulación, distribución y crisis................................................................................. 241 Capítulo 4. La dinámica de la acumulación: cambio técnico, rentabilidad y crisis .......... ... .. ... ...... . ..... .... .... ................. .. .... . . . .... 243 .
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l. Reproducción en desequilibrio: el desarrollo cíclico capitalista.. 244 2. El mecanismo del ciclo: aumento de la fuerza productiva del trabajo y caída de la rentabilidad ... ............................... .......... .. 251 2. 1 . Los desequilibrios en la esfera de la producción ........ ....... 25 1 2. 1 . 1 . El cambio técnico capitalista y su efecto negativo sobre la rentabilidad ... .... .. . ................ ....... ... .... . .. 25 1 2.1 .2. La acción de «causas contrarrestantes» .... ................ 253 2. 1 .3. La caída recurrente de la tasa general de ganancia durante la expansión . . ............. . ... .... . . 255 2.2. Los desequilibrios en la esfera de la circulación .. . .. .... .... 26 1 3. La evolución de la tasa general de ganancia y las fluctuaciones del desarrollo capitalista........................................................ 266 3.1. Valorización del capital y tasa de ganancia........................ 266 3.2. La determinación causal entre las variables en el ciclo : rentabilidad, inversión y consumo . .... ................................ 267 3.3. Rentabilidad e inversión: una relación no mecánica.......... 272 3.4. «Subconsumismo» y reformismo... . ... .................. . .... 275 3.5. Las tendencias de medio-largo plazo de la acumulación y el desarrollo .. . ............... ............ ... ... .. ..... . ..... ..... ... ..... 282 4. El papel del Estado en la acumulación.. .. ........... ..... .. 284 5. Las crisis 288 5 . 1 . La «ley de los mercados» y las crisis ................................... 288 5.2. La crisis como mecanismo regulador de la acumulación. . 292 5.3. Las crisis estructurales. ........... .... ................... ............ 297 6. La dimensión financiera de la acumulación.......... . ........... .. 300 6 . 1 . Capital e interés ....... .. . ... .......... . ..... ......... .. .. . ..... .. 300 6.2. El sistema crediticio....... .............. ...... ......... . .. . .. .. 303 .
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ÍNDICE
6.3. Crédito y ciclo económico........................................................ 6.4. Finanzas y desarrollo capitalista: sobre la supuesta «hegemonía financiera» en el capitalismo actual... ................. 7. La configuración del capitalismo neoliberal... ........................... 7. l. La génesis del proyecto neoliberal.. ........................... ......... 7.2. Rasgos y contradicciones del capitalismo neoliberal.. ..... 7.3. La «Gran Recesión» de principio de siglo XXI. ................ Anexo. Causalidad de Granger entre ganancias e inversión........... . .
3 09 311 3 16 3 16 318 3 19 323
Capítulo 5. La dinámica de la distribución capitalista ...................... 325
l. Relaciones de distribución y relaciones de producción............ 2. El fetichismo de las formas mercantiles y la distribución del ingreso.............................................................................................. 2. 1 . La «fórmula trinitaria» ......................................................... 2.2. Distribución y economía política......................................... 3. Acumulación y valor de la fuerza de trabajo.............................. 3.1. El valor de la fuerza de trabajo como nivel de subsistencia social ........................................................................................... 3.2. Las desviaciones valor-precio de la fuerza de trabajo....... 3.3. Salario nominal, salario real y salario relativo..................... 3.4. Acumulación y aumento de la desigualdad social............ 3.4. 1. El empobrecimiento relativo de la clase obrera....... 3.4.2. La medida de la depauperación relativa en una economía real.........................................................................
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Apéndice final. El comunismo en Marx............................................ 365 1. El significado histórico del comunismo..................................... 1 . 1 . La contradicción esencial de la sociedad capitalista .......... 1 .2. El proyecto comunista: la plena asunción del principio de racionalidad moderna ........................................................ 1 .3. Las dos fases de la sociedad comunista: socialismo y comunismo...................................................................................... 1 .4. Dos visiones de la economía socialista incompatibles con la concepción de Marx.............................................................. 2. El periodo de transición entre el capitalismo y el socialismo... 2. 1 . La revolución: clase, partido, Estado.................................... 2.2. El poder obrero: «dictadura del proletariado» y « república democrática»..................................................................... 437
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CóMO FUNCIONA LA ECONOMÍA CAPITALISTA
2.3. La economía del periodo de transición . 3. Un modelo de economía socialista democráticamente planificada .. . . . .. . 3.1. El significado de la planificación económica socialista 3.2. Principios generales de la planificación económica socialista........................................................................................ 3.2. 1 . Las ideas de Marx: fuentes textuales . 3.2.2. Los dos principios básicos............................................... . 3.2.2. 1 . El cálculo económico socialista . 3.2.2.2. El procedimiento de planificación 3.2.3. Otros problemas de la planificación socialista ..........
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Bibliografía
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Índice analítico
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PREFACIO
Este trabajo está en deuda con Diego Guerrero1 que me introdujo en el estudio de la teoría del valor de Marx y a quien debo todo cuanto haya podido aprender sobre el tema. También con César Sánchez, sin cuya ayuda y paciencia me hubiese sido imposible llevar a cabo los cálculos y estimaciones con los que ilustro algunos de los argumentos de este libro. Una influencia general, presente a lo largo de todo el libro, y que por ello también debe ser destacada aquí, ha sido la obra de Rolando Astarita. Naturalmente, ninguno de ellos tiene responsabilidad alguna en los errores u omisiones que pudiera contener mi trabajo. El libro está dedicado a mis padres, Maxi y Loreto, que con el ejem plo de su militancia ( . . . y gracias a los libros que había en casa) desper taron mi interés por las ideas de Marx.
PRÓLOGO
No cabe duda de que el lector tiene en sus manos un libro importante. Con solo decir que este libro se sitúa en la estela de ese libro fundamental que es Lafilosofía de El capital, de Felipe Martínez Marzoa ( 1 983), ya te nemos motivos para considerarlo de mucho interés. Pero podemos aña dir que dentro de esa corriente de autores que arrancan de Marzoa, este libro se sitúa a la altura de otro libro importante, El orden de El capital, de Carlos Fernández Liria y Luis Alegre ( 201 O), si bien ambos libros dis crepan bastante en cuanto a la valoración respectiva de la aportación ini cial del libro de Marzoa. Podríamos decir entonces que de la «filosofía» hemos pasado al «orden», y del orden al «funcionamiento» del capital, que bien podría haber sido el título de este libro de Maxi Nieto. Los tres libros combinan la Filosofía con la Economía, aunque la combinación de ambas disciplinas pueda ser distinta en cada uno de ellos. No es sorprendente, porque la teoría laboral del valor (TLV), de Marx, es a la vez ambas cosas. Sin embargo, la obra de Marzoa inaugura una manera de concebir la TLV que es bien singular y original dentro del debate teórico histórico sobre esta materia. Simplificando podría mos decir que, para Marzoa, los «precios de producción» marxianos son los auténticos valores (-trabajo) . Liria y Alegre muestran un des acuerdo total con esta tesis y abundan en la dirección que insiste en las diferencias de mérito entre precio de producción y valor. Llegan a decir que, puesto que hay que distinguir entre cosas tan dispares como son «trabajar» e «invertir capital», actividades que relacionan respectiva mente con el valor y el precio de producción, más conviene atenerse a los precios de producción y considerar los valores como algo, si no erró neo, al menos secundario. En realidad, aunque ellos crean lo contrario, esta es la postura mayoritaria dentro de la tradición marxista. 9
CóMO FUNCIONA LA ECONOMÍA CAPITALISTA
Pero si hemos insistido en recordar este aspecto de un libro distinto del que aquí prologamos, ha sido porque la primera aportación del libro de Nieto es una reivindicación sin fisuras de la concepción de Marzoa, por lo que este libro muestra un desacuerdo total a este respecto con el de Liria y Alegre. La tesis de Nieto es la de Marzoa, si bien la desarrolla de forma más extensa y elaborada. Básicamente, esta tesis establece un paralelismo entre ( 1 ) la comparación del valor medio con el precio de producción de una mercancía y ( 2) la comparación del valor individual con el valor social (o medio) de esa mercancía. Si ningún marxista piensa que la discrepancia cuantitativa entre el valor individual y el valor social de la mercancía (origen de la plusganancia que obtienen los capitales más avanzados dentro del sector) suponga una contradicción dentro de la TLV, no se comprende bien por qué la discrepancia cuantitativa entre valor medio y precio de producción se entiende como signo inequívoco de una contradicción en la teoría de Marx. Para Nieto, partiendo de que ambas cantidades son cantidades de trabajo, lo que hay es simplemente una reducción de lo que también podríamos llamar el valor «intrasecto rial» de la mercancía a su valor «intersectorial», reducción que solo es un paso en la reducción del trabajo concreto a trabajo abstracto, auténtica fuente del valor. Por otra parte, la distinción «lirioalegriana» entre tra bajar e invertir capital desaparece por cuanto, en la realidad, el proceso de trabajo se lleva a cabo porque el capitalista «invierte» en capital va riable, porque el precio de producción del producto social sigue siendo la medida del valor creado por quienes se dedican a «trabajar». Esta es una aportación indudable del libro de Nieto, como lo son otras muchas que hace en el contexto de los debates entre economistas y filósofos marxistas, pues el libro es mucho más que su participación en el «debate Marzoa». Sin embargo, antes de reseñar otras de sus apor taciones, digamos que se le podría acusar de una falta de voluntad de diálogo con las tradiciones no marxistas. Es verdad que la TLV puede entenderse como la definición de un objeto de estudio propio que se puede analizar por sí mismo, pero no está tan claro que se deba estudiar necesariamente sin entrar en diálogo con quienes utilizan un enfoque distinto para analizar la sociedad y la economía capitalista. Esta actitud es desde luego explicable en el contexto de la necesaria división del tra bajo para el estudio de una materia enormemente extensa, pero si pen samos que Marx lo estudió (prácticamente) todo dentro de la economía
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PRÓLOGO
política, precisamente para hacer su crítica, entonces resulta más discu tible negar la pertinencia de una eventual « demostración» de la TLV, enfrentada a las potenciales demostraciones de las otras teorías del valor que defienden economistas y filósofos no marxistas. Pero, como decía, las aportaciones de este libro a los principales de bates dentro de la TLV marxiana son múltiples y valiosas, y a continua ción pasaré a mencionar solo algunas de las que me parecen más importantes. Por una parte, una reivindicación fundamental del concepto de «equi librio» en Marx, aun reconociendo que las situaciones reales en la eco nomía capitalista son por lo general situaciones de desequilibrio. En este sentido, sin duda el autor sintoniza mejor con la aportación de Rubin que con la de los estudiosos que comparten la interpretación «TSS» ( Tem poral Single System) de la TLV, aunque no llegue a plantear la TLV de Marx como un sistema de « equilibrio general» alternativo al sistema walrasiano (cosa que creen algunos autores marxistas y no marxistas). Por otra parte, una negación de las «transferencias de valor» a la Gouverneur, que el autor prefiere sustituir por un conjunto de «produc tividades» de valor diferente por parte de trabajos que se hallan en mo mentos diferentes de la transición desde el trabajo concreto al trabajo abstracto. Maxi Nieto afirma que solo se puede cuantificar con un reloj el trabajo concreto de los diferentes productores¡ ahora bien, habría que sugerirle considerar la hipótesis de que, a nivel agregado, la masa global de trabajo abstracto se contabilice como idéntica cantidad de horas de reloj que la suma total de los trabajos concretos, lo cual permitiría com prender mejor hasta qué punto la reducción de trabajo concreto a tra bajo abstracto no es sino una redistribución de un mismo total entre diferentes subconjuntos parciales de trabajo. Hay también en el libro una defensa del enfoque «social» de la te oría del valor frente al enfoque físico o « fisicalista» . Es verdad que Marx criticó amargamente la falta de un enfoque social o histórico de los problemas económicos, pero a mi juicio no siempre vio un pro blema en la perspectiva « física» para analizar determinadas cuestiones de la TLV Por ejemplo, Bródy ha recordado cómo los Grundrisse con tienen una tabla input-output avant la lettre expresada en términos «fí sico-técnicos», sin que ello la haga incompatible con el enfoque « Social», sino todo lo contrario.
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CóMO FUNCIONA LA ECONOMÍA CAPITALISTA
Nieto deja abierta otra línea de debate cuando aborda la cuestión de las relaciones entre el «tiempo de trabajo socialmente necesario», una cantidad «técnica», y el papel de la demanda en su determinación so cial. Aquí se abren grandes perspectivas de discusión teórica entre lo que sería la interpretación clásica de Rubín y la más novedosa de autores como Heinrich, Colliot-Thélene y otros. Una aportación que podríamos citar en último lugar sería la cuestión del socialismo, largamente tratada en el libro. Pero quizás se eche en falta una discusión previa sobre el previsible final del capitalismo y sus causas. Aquí encontrarían cabida las aportaciones de un interesante marxista analítico como es Gerald Cohen, pero también vendrían muy a cuento los diálogos entre Grossman y Mattick, y sus respectivos se guidores. En cualquier caso, el último capítulo de la obra contiene una larga e interesante discusión sobre el funcionamiento del socialismo, así como una clara toma de partido contra los defensores de cualquier va riante del « socialismo de mercado» . Es de esperar que en un futuro se discuta también la propuesta, más novedosa, de un «comunismo de mercado», que, sin tener mucho que ver con las propuestas más cono cidas de los socialistas de mercado, no supone que las empresas sean necesariamente enemigas del socialismo, ni reduce al «centro político» (la «instancia planificadora» central) la presencia de los auténticos so cialistas. Sería muy interesante reflexionar sobre una sociedad en la que las empresas compartan la planificación con la instancia centralizada, donde su gestión sea verdaderamente democrática y se contraponga a una demanda final de consumo formada por individuos o familias con igualdad absoluta de «ingresos». En definitiva, este prólogo, a pesar de las críticas realizadas, se quiere sumar a lo que, a mi juicio, es la obra: una invitación al lector para empe zar a discutir o seguir discutiendo los temas que Maxi Nieto pone sobre la mesa. Realmente se trata de una reflexión exhaustiva sobre «cómo funciona el capitalismo», y estoy seguro de que al autor no le importará -sino al contrario- que ya desde el prólogo se quiera iniciar la discusión que un asunto tan interesante e importante sin duda merece. Diego Guerrero Madrid, 5 de noviembre de 20 14.
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INTRODUCCIÓN LA TEORÍA DEL VALOR- TRABAJO DE MARx COMO TEORÍA GENERAL DE LA DINÁMICA CAPITALISTA
1 . MARX Y LA «CRÍTICA DE LA ECONOMÍA POLÍTICA» Este trabajo propone un análisis sistemático y detallado del funciona miento de las economías capitalistas desde la teoría del valor-trabajo de Marx. Como es sabido, Marx expuso los fundamentos de la teoría con la que pretendía estudiar el modo de producción capitalista en El Capi tal, una obra inacabada cuya estructura comenzó a perfilar a finales de la década de 1850 y de la que, pese a dedicarse en exclusiva a ella hasta el final de su vida, solo llegó a concluir un único libro, publicado en 1 867 con el título de «El proceso de producción del capital», de los cuatro previstos en el plan original. Teniendo en cuenta, por tanto, el carácter inconcluso de su proyecto de investigación, así como el enorme desa rrollo y profundas transformaciones experimentadas por el capitalismo mundial desde la época en que Marx escribió, resulta ineludible pre guntarse entonces hasta qué punto su análisis de este modo de producción puede resultar pertinente para explicar su configuración y funcionamiento actuales. Lo primero que corresponde hacer para responder a este interro gante y justificar el marco teórico de referencia elegido es aclarar que el estudio del modo de producción capitalista en El Capital tiene un ca rácter estrictamente teórico-abstracto, siendo el objeto de la investigación su estructura misma como modo de producción específico, es decir: las relaciones sociales fundamentales que definen al capitalismo en cuanto tal y lo distinguen de otros sistemas sociales anteriores (como el escla vismo o el feudalismo), y no la historia de su desarrollo o la forma con creta que llega a adoptar en algún momento determinado, como pudiera ser la Inglaterra de mediados del siglo XIX. Marx deja claro este propósito
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CóMO FUNCIONA LA ECONOMÍA CAPITALISTA
desde el primer momento cuando señala expresamente en el Prólogo que « el objetivo último» de la obra es « sacar a la luz la ley económica que rige el movimiento de la sociedad moderna». También indica allí que lo que se propone investigar es «el modo de producción capitalista y las relaciones de producción e intercambio a él correspondientes », un modo de producción del que Inglaterra es, en tiempos de Marx, su « sede clásica», el lugar donde se encuentra más desarrollado y por eso mismo el país que sirve como «principal fuente de ejemplos» '. Pero para hacerse cargo desde el principio del verdadero significado y alcance del proyecto teórico encarnado en El Capital es aún más im portante el hecho de que el propio autor se refiera a él con la expresión « crítica de la economía política», que figura como subtítulo de la obra, pero que utiliza ya en los borradores de trabajo de finales de 1 850. El término « crítica» tiene en esta expresión el significado preciso defun damentación de la economía política como disciplina científica. Es un sentido idéntico al que le daba Kant en su proyecto de Crítica de la razón pura, cuando buscaba poner de manifiesto la estructura de cualquier conocimiento posible, indicando en qué consiste el conocimiento en cuanto tal, o en su Crítica de la razón práctica, a través de la cual preten día exponer la estructura o base de cualquier decisión posible. No se trata entonces, como habitualmente se ha interpretado, de la mera re visión crítica de las teorías económicas existentes, señalando sus errores e insuficiencias con la intención de proponer otra teoría alternativa más consistente y acabada, una supuesta «economía política marxista» que las «supere» (asumiendo algunos de sus elementos y rechazando otros, lo que a fin de cuentas la ubicaría dentro del mismo universo categorial de los economistas clásicos, principalmente Smith y Ricardo), sino de algo mucho más esencial como es el intento de establecer los presupues tos teóricos fundamentales sobre los que edificar la economía política como ciencia autónoma encargada de estudiar la estructura social ca pitalista y las leyes económicas que le corresponden2• Así pues, Marx 1
Karl Marx, El Capital, «Prólogo», pp. 6-8.
2 Michael Heinrich es uno de los autores que más se ha distinguido en los últimos años señalando este significado; en lengua castellana puede verse su libro Crítica de la economía política. Una introducción a El Capital de Marx (Escolar y Mayo, 2008); también incide en este aspecto César Ruiz Sanjuán en el recomendable Prólogo a esa misma obra.
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INTRODUCCIÓN
analiza el modo de producción capitalista y expone el sistema de rela ciones sociales en que consiste, pero lo hace a través de la «crítica» o fundamentación de la economía política, trazando las coordenadas te óricas que la definen, delimitando aquello de lo que le corresponde ocu parse como disciplina científica, construyendo en definitiva un determinado objeto de conocimiento. Pensemos que fundar una ciencia, abrir un cierto ámbito de la reali dad al conocimiento científico, consiste siempre -antes de cualquier consideración sobre el método, la formulación de hipótesis, o antes de proceder al acopio de información- en construir un determinado objeto de conocimiento. Se trata de fijar con la máxima precisión posible el sis tema de distinciones conceptuales fundamentales que permitan esta blecer con absoluta nitidez, evitando cualquier tipo de ambivalencia, qué es aquello de lo que la investigación pretende ocuparse y, en con secuencia, qué otras cosas quedan fuera del campo de interés; o dicho de otro modo: toda ciencia tiene como presupuesto básico el de formu lar las preguntas fundamentales que habrán de orientar su investigación. Pues bien, en el caso de la economía política, debido a la naturaleza social de su objeto de estudio, solo si tomamos como eje del análisis el trabajo humano -entendido como actividad central del hombre encaminada a satisfacer sus propias necesidades de subsistencia o reproducción- será posible desvelar el sistema de relaciones sociales en que consiste el modo de producción capitalista. A este respecto, la noción de valor-trabajo constituye para Marx el punto de partida ineludible de toda investiga ción científica en el campo de la economía política, y no por algún pre juicio de carácter político, ideológico o moral suyo, sino por exigencias que impone el propio objeto de estudio para ser efectivamente cono cido3. Tomar como base de todo el análisis económico la actividad la boral del hombre -partir por lo tanto de la noción de valor-trabajo- es, a juicio de Marx, lo que diferenciaría precisamente a la «economía po lítica clásica», que «ha investigado la conexión interna de las relaciones de producción burguesas», de la « economía vulgar» -de la que es he redera directa la economía neoclásica dominante en la actualidad-, «que no hace más que deambular estérilmente en torno de la conexión aparente» de esas mismas relaciones y se limita a «sistematizar de ma3
Fernández Liria y Alegre Zahonero, 2010, capítulo VI, p. 25 1.
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CóMO FUNCIONA LA ECONOMÍA CAPITALISTA
nera pedante las ideas más triviales y fatuas que se forman los miembros de la burguesía acerca de su propio mundo» 4• Únicamente si partimos del trabajo como actividad específicamente humana, distinguiéndolo radicalmente del funcionamiento de las máquinas o del uso de los ani males en el proceso productivo, resulta posible explorar y desvelar pro piedades y relaciones sociales fundamentales de la sociedad que se analiza: de entrada, determinar lo que les cuesta a las personas (y no a las máquinas, a la naturaleza o a los animales de los que se hace uso) repro ducir periódicamente sus condiciones materiales de existencia; y por otro lado, al considerar la relación que se establece entre el trabajo y la propiedad (sobre los productos de ese trabajo) 1 se podrá descubrir tam bién la existencia de una relación de explotación como base de la socie dad capitalista, con la apropiación por parte de los propietarios de las condiciones materiales de producción del producto social excedente que crean colectivamente los trabajadores. Todas estas consideraciones resultan esenciales de cara a establecer el significado preciso de la teoría del valor-trabajo de Marx. Y es que en El Capital la cuestión del valor no se reduce en modo alguno a la pro blemática tradicional de los precios, a la necesidad de encontrar una magnitud homogénea que nos permita comparar entre sí cosas hetero géneas y poder explicar de este modo las proporciones regulares de cam bio que se establecen en el mercado. En la obra de Marx la cuestión del valor hace referencia a algo mucho más esencial como es el análisis de laforma de organización capitalista de la producción, un sistema en el que los diferentes trabajos se ejercen de manera independiente los unos de los otros y donde, como consecuencia de ello, tanto la articulación de la división social del trabajo como el mecanismo de extracción y apro piación del excedente por parte de la clase dominante tienen lugar a tra vés de relaciones mercantiles, que son relaciones de valor expresadas en dinero5• Una lectura atenta de los tres capítulos que conforman la Sección Primera del Libro I -y muy particularmente del apartado «El carácter fetichista de la mercancía y su secreto»- deja claro que en el análisis de Marx la categoría de valor alude a la forma que adoptan las relaciones sociales entre los productores en un marco mercantil, cuando la 4
Marx, El Capital, Libro I, p. 99. Rubin (1974, capítulo IX) fue uno de los primeros economistas marxistas en com prender adecuadamente este significado. 5
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INTRODUCCIÓN
producción social se halla fragmentada en empresas privadas rivales y el trabajo realizado en cada una de ellas debe validarse socialmente a tra vés del intercambio de productos. Y en un siguiente paso -en el capítulo cuarto- Marx mostrará cómo, a través de las relaciones mercantiles de valor, se lleva a cabo la explotación del trabajo en el capitalismo. En relación a este significado de la teoría del valor-trabajo interesa destacar también que el análisis de Marx no se inscribe en ninguna con cepción general de la evolución histórica, un presunto «materialismo histórico» -completamente ausente en El Capital- cuyo objeto de es tudio serían las leyes del acontecer social. El análisis de Marx es sin duda histórico, pero lo es en el sentido de que se ocupa de una determinada figura histórica, el modo de producción capitalista, y los conceptos que se generan en este análisis no tienen validez general, suprahistórica6• Desde un punto de vista genuinamente histórico no tiene sentido tratar de encontrar una ley general que rija el funcionamiento de las sociedades en general así como el paso de unas a otras, pues esa supuesta ley queda ría por definición al margen de la propia historia, como una ley de la na turaleza. Sería precisamente ahistórico el análisis que tratase de reducir o asimilar toda sociedad a una base o estructura técnico-material común, de modo que solo cabría dar cuenta de diferencias de grado en su desa rrollo y no de relaciones sociales específicas, históricamente diferencia das unas de otras. La dimensión diacrónica de la estructura económica capitalista no es parte de una supuesta ley general de la historia, sino que alude exclusivamente a su funcionamiento interno, a su despliegue «cí clico» como sucesión indefinida de expansiones y crisis, y a la forma en que opera su mecanismo de reproducción o conservación. Según todo lo indicado podrá entenderse entonces que en Marx la noción de valor-trabajo no constituye ninguna «tesis» o «hipótesis» a «demostrar>> o «validar» con el análisis empírico. El coste laboral que tiene la reproducción económica de la sociedad -así como la forma que adoptan las relaciones sociales en el modo de producción capita lista- representa el tema mismo que se pretende investigar. Sencilla mente se quiere computar cuánto les cuesta a las personas (y no, como ya he dicho, a las máquinas, los animales o a la naturaleza, todo lo cual nos situaría fuera del campo de las ciencias sociales), en términos del gasto de su esfuerzo laboral (en definitiva, del gasto de su tiempo de 6 Martínez Marzoa,
1983, cap. VI; Ruiz Sanjuán, 2006.
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vida), reproducir periódicamente sus propias condiciones materiales de existencia7, descubriendo de paso la forma en que opera el meca nismo de explotación del trabajo en el capitalismo. El fundamento la boral del valor no es algo que se tenga que «demostrar» porque es un supuesto constitutivo del objeto de estudio. Carece de todo sentido, en consecuencia, pretender impugnar la noción de valor-trabajo por la vía de postular «otras fuentes » de valor distintas -que serían la base de teorías del valor alternativas- y que aspirarían a proporcionar estima ciones «más exactas» de las relaciones de cambio. Al establecer como objeto de estudio la forma que adoptan las rela ciones sociales entre los productores en el capitalismo se dejan expre samente fuera del campo de interés de la economía política dos tipos de preocupaciones que son, sin embargo, las que definen a las dos co rrientes principales de la economía convencional hasta la actualidad, a saber: 1 ) el estudio de las relaciones físico-técnicas del proceso produc tivo, donde el trabajo ya no es el proceso mismo -«metabolismo entre el hombre y la naturaleza»- sino un insumo más (representado por la cesta de medios de consumo a través de los cuales se reproducen los trabajadores), de forma que «las mercancías se producen por medio de mercancías », lo cual da pie a una teoría «fisicalista» del valor8 (esta es la perspectiva de Tugan-Baranowsky o de Sraffa) que concibe a la so ciedad como un organismo natural autorreproducible, similar a una col mena¡ 2) la consideración de las valoraciones de los individuos sobre los objetos que consumen, que da pie a la teoría subjetiva del valor (esta sería la tradición de Menger,Jevons y de la economía neoclásica). Como se ve, las dos corrientes comparten una concepción no social del valor, que ya no sería expresión de una específica relación social de produc ción históricamente determinada. Ahora bien, lejos de representar algún «avance» analítico en el ámbito de la ciencia social, adoptar cualquiera de los dos enfoques señalados supone en realidad un cambio de tema o de objeto teórico¡ un desplazamiento del campo de interés más allá del ámbito de las relaciones sociales -pues la economía política no es, según la entiende Marx, ni tecnología ni psicología social- que no aporta nada relevante a la comprensión de la naturaleza del sistema social que se está 7 De ahí que, como veremos en su momento, la teoría del valor solo se aplique a los bienes reproducibles mediante trabajo. 8 Guerrero, 1997.
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investigando y donde aspectos centrales de la dinámica capitalista que dan ocultos, como la cuestión de quién genera el excedente social, quién se lo apropia, a través de qué mecanismos, qué leyes económicas se de rivan de ello, etc. La investigación de Marx acerca de la forma de organización social capitalista incluye también -y este es un aspecto esencial de su teoría que no siempre se comprende bien- un análisis de las formas objetivas de representación que ella misma genera en su funcionamiento espon táneo. El hecho de que en el capitalismo todo el proceso de producción y reproducción económica se articule por medio del intercambio mer cantil, donde los productores no se relacionan entre sí de manera di recta, a través de vínculos personales de dependencia -como sucedería, por ejemplo, con la servidumbre feudal o la reglamentación gremial en la Edad Media-, sino que lo hacen de forma indirecta, a través del in tercambio de sus productos, tiene un efecto ideológico fundamental. Marx lo denomina « fetichismo» mercantil, y consiste en que la relación social entre productores se presenta en la forma de una relación entre cosas que se intercambian -las relaciones sociales aparecen así cosificadas-, haciendo que el carácter social del trabajo representado en el valor se les aparezca a los individuos como una propiedad objetiva de las cosas mismas. Esta representación mistificada de las relaciones sociales es la que toma como base, sin sondear sus fundamentos, la economía con vencional, que les atribuye valor a las cosas con independencia del con texto social, como si fuese un atributo natural suyo. Precisamente porque cosifica y naturaliza el valor, despojándolo de su dimensión social -expresión de la forma de organización mercantil de la producción-, la «economía vulgar» pretende partir directamente de los individuos y sus actuaciones en la esfera de la circulación, dando por supuesto el marco social -la producción atomizada de bienes y servicios- que se quiere explicar. Y como en la circulación solo concurren individuos li bres e iguales en tanto que propietarios de mercancías, las clases sociales y la explotación del trabajo desaparecen del análisis. Lo que Marx so mete a revisión con su « crítica de la economía política» es precisa mente la pretensión de explicar las relaciones económicas capitalistas a partir de los conceptos jurídicos de libertad, igualdad y propiedad, que corresponden a la esfera de la circulación (no así, desde luego, la con cepción jurídica moderna en cuanto tal, ni los conceptos a ella asocia-
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dos, como los de ciudadanía o Estado de derecho9 ) . El análisis de Marx nos conduce desde la esfera de la circulación, donde rigen esas catego rías jurídicas modernas, a la de la producción, para descubrir allí el se creto del capital, localizando así la relación social fundamental de la sociedad capitalista, que no es una relación entre individuos en el mer cado sino entre clases en la producción, entre los poseedores del capital y los que solo son dueños de su fuerza de trabajo. ***
Habíamos arrancado esta Introducción advirtiendo de que El Capital es una obra inacabada. También reconociendo que el capitalismo ha ex perimentado importantes transformaciones desde que fue escrito. Pero si se entiende ahora, después de todo lo señalado, el significado del pro yecto teórico que representa, podrá comprenderse también que la obra, aun incompleta, proporciona los fundamentos necesarios para descubrir la lógica reproductiva y la dinámica del modo de producción capitalista. Marx lleva a cabo en El Capital un análisis estrictamente estructural refe rido al tipo de lógica que opera en las sociedades donde domina la pro ducción capitalista. De hecho, su análisis está suponiendo una sociedad en la que toda la riqueza adquiere la forma de mercancía, cuando es evi dente que esto está lejos de ser lo que sucedió durante sus años de vida. Las leyes que analiza dan cuenta de un mundo que apenas comenzaba a despuntar y que parecía circunscrito a unas escasas áreas de reciente industrialización en el continente europeo. Preguntar, como hacíamos al inicio, qué sentido puede tener hoy un análisis económico basado en la obra de Marx ( y no, por ejemplo, en la de Ricardo, Menger, Marshall o Sraffa, por citar solo algunos autores destacados en la historia del pensamiento económico) ha de entenderse entonces como la pregunta por aquellas coordenadas teóricas que nos sitúan en mejores condiciones para dar cuenta de la manera más precisa posible de la naturaleza y funcionamiento de la sociedad capitalista en que vivimos, descubriendo cuál es su lógica reproductiva y deduciendo las principales leyes que la definen. Y en relación a ello este trabajo pre tende mostrar la potencia analítica del pensamiento de Marx de cara a comprender nuestro presente, un tiempo marcado por la mundializa9
Martínez Marzoa, 1 983; Fernández Liria y Alegre Zahonero, 2010.
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ción del capital, por desigualdades sociales crecientes y crisis económi cas recurrentes. 2. UNA CONTABILIDAD LABORAL DE LA REPRODUCCIÓN ECONÓMICA DE LA SOCIEDAD Para asegurar su continuidad en el tiempo y mantener la riqueza mate rial al menos en la misma escala, toda sociedad necesita reconstituir pe riódicamente su propia capacidad productiva. La condición básica para la reproducción económica de la sociedad será, pues, que al final del proceso productivo global se consigan reemplazar los elementos con sumidos durante su curso. Esto significa que una parte del producto total generado por la economía en un año ha de permitir la reposición de los medios de producción desgastados (maquinaria, herramientas, instala ciones, materias primas y productos auxiliares, etc.) y otra parte habrá de suministrar los medios de consumo necesarios para la subsistencia de los propios productores (de acuerdo con el nivel de vida vigente)¡ la suma de estos dos componentes forma el producto necesario de una eco nomía. Si el producto total anual sobrepasa los requerimientos de repro ducción del sistema que representa el producto necesario, aparece un excedente. Ahora bien, en la medida en que el trabajo total de la sociedad es la base de la producción global, el origen del producto excedente será necesariamente un trabajo excedente. La existencia de un producto social excedente representa una cir cunstancia trascendental en la historia de la humanidad, pues abre la posibilidad de que una parte minoritaria de la población pueda apañár selas -por procedimientos que van a ser muy variados de una sociedad a otra- para vivir a costa del trabajo de los demás, obteniendo su sus tento material sin necesidad de contribuir a la elaboración del producto social, gracias a su control -a través de alguna forma de derechos de pro piedad- sobre los principales recursos productivos de la sociedad. A la apropiación sin contrapartida de los productos del trabajo ajeno por parte de una minoría propietaria de las condiciones materiales de pro ducción es a lo que se denomina explotación. Es por tanto un término estrictamente técnico que alude al hecho de que los productores no solo producen su propio sustento (conforme a las condiciones normales de vida existentes en cada momento), sino también el del sector de la po-
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blación que controla los medios de producción, la clase social domi nante, para la cual se ven forzados a trabajar gratuitamente durante un determinado tiempo. Pues bien, lo que distingue a unas sociedades de otras a lo largo de la historia no es el nivel de desarrollo alcanzado por las fuerzas produc tivas, como tampoco la mayor o menor complejidad en la división social del trabajo, sino laforma en que se organiza la producción social, o más exactamente el tipo de relaciones sociales por medio de las cuales se ar ticula todo el proceso reproductivo de la sociedad, tanto en lo relativo a la asignación del trabajo a las distintas tareas como en lo que hace al dispositivo de extracción y apropiación del excedente de los producto res por parte de la clase dominante. Y a este respecto resulta esencial apreciar la particularidad histórica del modo de producción capitalista frente a cualquier otra forma anterior. Veamos por qué: 1) Lo característico de las sociedades precapitalistas, aun bajo formas de organización social muy diversas, es que todos los individuos están ligados entre sí por relaciones personales de dependencia (basadas en el li naje, la tradición, etc.), de modo que no son autónomos a la hora de procurarse su subsistencia. En base a esa forma de vinculación social entre ellos existe siempre una reglamentación de la producción social y una distribución del trabajo total entre las diversas actividades a partir de algún criterio establecido con anterioridad al propio acto productivo global. En la Edad Media, por ejemplo, nos encontramos con que todos los individuos estaban ligados unos con otros por lazos de dependencia personal ( «siervos de la gleba y terratenientes, vasallos y grandes seño res, seglares y clérigos» ) y precisamente por ello, nos advierte Marx, «los trabajos y productos» «ingresan al mecanismo social en calidad de servicios directos y prestaciones en especie» 10• Como consecuencia de ello, en todas las sociedades precapitalistas el mecanismo de explo tación se basa también en una relación personal de dependencia y de poder del productor con respecto al propietario de las condiciones de producción (como es el caso del esclavo con respecto al amo, o del siervo de la gleba con respecto al señor feudal) . La explotación del tra bajo excedente de los productores es directa (establecida como pago en especie, obligación de trabajar gratis para el propietario de la tierra, etc.) 10
Marx, ibid., p. 94.
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y por eso mismo transparente, inmediatamente visible a los ojos del ex plotado, de ahí el protagonismo de los dispositivos político-militares (además de otros de carácter religioso) de dominación social. Asi mismo, la articulación social por medio de lazos personales determina que la finalidad de la explotación en estas sociedades sea el consumo (generalmente suntuario) de la clase dominante, y solo esporádica mente la ampliación de la propia capacidad productiva de la sociedad (la inversión). 2) La sociedad capitalista, por el contrario, se basa en la autonomía individual -en la no existencia de lazos de dependencia personal- para procurarse el sustento material, lo cual significa que la producción global se halla fragmentada en unidades productivas privadas, de forma que tanto la asignación del trabajo a las diferentes tareas como la extracción del excedente de los trabajadores tienen lugar de manera indirecta, por medio del intercambio de mercancías y en la forma de relaciones de valor expresadas en dinero. Bajo el capitalismo los productores no entregan directamente al capitalista el producto excedente, lo que sucede es que el valor de lo que producen es, como norma, superior al valor de lo que reciben por producirlo (los medios de consumo que permite adquirir el salario) . Los trabajadores asalariados son formalmente (esto es, jurí dicamente) «libres» para vender o no su fuerza de trabajo e «iguales » con respecto a los capitalistas, pues los privilegios de sangre no son ya ningún principio de articulación social. Es la no posesión de los medios de producción la que obliga a la mayoría de la población a vender su fuerza de trabajo para obtener ingresos, renunciando con ello a la pro piedad sobre los productos del trabajo propio. A diferencia de lo que sucedía en las sociedades precapitalistas, y como consecuencia de la pre sión competitiva a la que están sujetas las empresas, ahora la explotación y el excedente tienen como finalidad principal no el consumo de la bur guesía sino la inversión, lo que genera el característico dinamismo de las economías capitalistas. En consecuencia, tanto en las sociedades precapitalistas como en la capitalista existe algún tipo de contabilidad que permite medir el coste de su reproducción periódica -incluido el sustento de la clase domi nante- en términos de gasto de trabajo, que es el recurso primario con el que cuentan. La diferencia está en que en la sociedad capitalista esa
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contabilidad no se establece directamente en tiempos de trabajo, sino que lo hace a través del dinero, que es la forma de representación obje tiva del valor de los productos. Al estar basada en la producción privada de bienes y servicios, la sociedad capitalista genera de manera espontá nea una contabilidad dineraria que vela el contenido laboral de las mer cancías. Pues bien, lo que interesa a Marx en El Capital es investigar la forma específica que adopta la contabilidad laboral en el capitalismo, estableciendo los fundamentos del vínculo entre los tiempos de trabajo y las magnitudes dinerarias (los precios) con las que operan los agentes en la actividad económica real11• Y en este análisis el valor queda defi nido como la forma particular que asume el trabajo social cuando los trabajos particulares se ejercen independientemente los unos de los otros, a partir de empresas privadas que compiten en el mercado. Así, aunque en todas las sociedades los hombres han calculado los tiempos de trabajo necesarios para asegurar su reproducción, la propiedad de valer solo la tienen los productos que son resultado de trabajos privados. Y la contabilidad dineraria es por tanto una contabilidad indirecta del coste laboral de la reproducción económica de la sociedad. Obviamente, siempre son posibles otras contabilidades del proceso reproductivo que no se basen en el trabajo. Es posible hacer el cálculo, por ejemplo, en términos del gasto total de energía, o también de los re cursos técnico-materiales empleados, equiparando de ese modo los re sultados del uso de maquinas (y animales) en la producción con la actividad específicamente humana. Esta es, en esencia1 la propuesta de la economía convencional en cualquiera de sus variantes (neoclásica o «fisicalista» ) : reducir la dimensión social capitalista a su contenido fí sico-técnico. Así pues, sería perfectamente posible determinar el «coste» no social (laboral) de la reproducción económica1 pero parece evidente que estas otras contabilidades no son relevantes desde el punto de vista de la investigación social, por cuanto no aportan nada significativo a la comprensión de la naturaleza y funcionamiento de una determinada so ciedad, del sistema de relaciones sociales que la definen. Como decía en el apartado anterior, esas contabilidades no sociales ni « superan» ni «invalidan» nada en relación con la teoría del valor-trabajo. En el mejor de los casos, por medio de esas formalizaciones y cálculos se podrá hacer alguna aportación a la matemática, a la física o a la ingenie11 Ramos, 2009.
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ría, pero no, desde luego, a la ciencia social. Para esta distinguir la acti vidad laboral humana de la operación de las máquinas y los animales en el proceso de producción no es una «opción» analítica entre otras po sibles, sino uno de sus elementos constitutivos como ciencia que se ocupa de asuntos específicamente humanos. En realidad, el propósito no confesado de esas otras posibles contabilidades no laborales de la reproducción económica -que se concretarían en otras tantas teorías del valor- no es otro que el de ocultar el hecho de que la sociedad capi talista descansa sobre la explotación del trabajo -que el sustento de la clase propietaria de los recursos productivos se logra a costa del trabajo de la clase no propietaria-; y también el hecho de que la finalidad de una economía basada en la competencia no es satisfacer las necesidades sociales sino el lucro : rentabilizar una inversión aumentando el exce dente en manos de la minoría propietaria, lo cual determina un funcio namiento ciego y anárquico de la producción global, al que se subordinan las necesidades de la población, un funcionamiento que no permite su control social para orientar el desarrollo económico hacia metas demo cráticamente establecidas. Con la teoría del valor-trabajo Marx se propone llevar a cabo una contabilidad laboral de la reproducción económica, explicando cómo funciona y cómo logra reproducirse una sociedad basada en la produc ción generalizada de mercancías. En la medida en que muestra que el valor actúa como principio regulador de la economía capitalista, la teo ría del valor-trabajo es una teoría general delfuncionamiento y la dinámica capitalista con dos dimensiones fundamentales: 1) Una estructural o sincrónica, relativa a la investigación del sistema de relaciones sociales en que consiste el modo de producción capitalista, y que incluye dos aspectos principales: a) en primer lugar, el propósito de desarrollar un específico marco contable que permita medir lo que la sociedad produce en términos de gasto de trabajo, estableciendo los fundamentos de la conexión entre las contabilidades de valor (en di nero) y de trabajo; 2) un segundo aspecto, directamente ligado al ante rior, es la demostración de que su reproducción económica implica una relación social de explotación según la cual, como ya he dicho, la clase no propietaria de los medios de producción no solo produce su propio sustento sino también el de la clase propietaria, mostrando en definitiva
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que en el capitalismo la extracción del excedente social de los produc tores tiene lugar por vía mercantil, a través de relaciones de valor. 2) Otra dinámica, referida al análisis de la pauta « cíclica» del pro ceso de reproducción capitalista, que sigue una secuencia irregular de expansiones y contracciones (o crisis) recurrentes de la actividad gene ral generada endógenamente a partir de la relación contradictoria que se establece entre acumulación (reinversión del excedente) y rent> de los grupos sociales dominantes para mantenerse en el poder. La forma fetichista que adopta la distribución del ingreso entre las clases es, por el contrario, un efecto necesario -como lo son también otras re presentaciones mistificadoras que hemos ido descubriendo a lo largo de nuestro recorrido-, de la forma de organización social capitalista 1 3• 12
K, III, p. 1056. analizar las categorías más simples del modo capitalista de producción, como son las de mercancía y dinero, se ha puesto ya de relieve, señala Marx, « el carácter mistificador que transforma las relaciones sociales a las que sirven en la producción, como portadores, los elementos materiales de la riqueza, en atributos de asas mismas cosas (mercancías) y que llega aún más lejos al convertir la relación misma de pro ducción en una cosa (dinero)» (K, III, p. 1052) . 13 Al
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El primer paso de nuestro análisis en el capítulo 1 consistió precisa mente en demostrar a partir de la exposición de la dialéctica entre forma y sustancia de valor que la ley del valor solo comparece en términos de las relaciones de cambio entre las cosas y no directamente como tal, como objetividad abstracta (de la que forma parte indisoluble el capital como relación social de explotación) 1 4• Y es este hecho el que permite a la sociedad burguesa concebirse a sí misma como una comunidad en teramente constituida por relaciones de compra-venta) como una so ciedad fundada) por lo tanto, sobre los principios jurídicos modernos de libertad, igualdad y propiedad, sin lugar para la existencia de clases sociales y las relaciones de explotación entre ellas. La explicación de esta apariencia es que la naturaleza social del valor, su carácter de relación social, aparece en la sociedad -en la conciencia corriente de los agentes de la producción y también en la economía con vencional- como una propiedad natural de las cosas, como si los bienes y servicios tuviesen valor en cualquier contexto social por el simple hecho de ser productos del trabajo, y no como expresión de una deter minada estructura social basada en los trabajos ejercidos de manera in dependiente unos de otros. Se reduce de este modo la forma social capitalista de la producción (la existencia de trabajo asalariado, capital y propiedad de la tierra) a su contenido puramente material en el proceso de trabajo (la combinación de trabajo, medios de producción y tierra). Y dado que en calidad de valor de uso la mercancía es ciertamente el re sultado de la contribución de los distintos elementos materiales que par ticipan en su elaboración, se concibe igualmente el valor, la propiedad social de las cosas, como adición de cuotas autónomas de valor por parte de los diferentes «factores de producción» . El proceso de trabajo (por el que se obtienen los valores de uso) se toma directamente como pro ceso de valorización. Se pone al mismo nivel una relación social de pro ducción históricamente determinada, como es el capital, con el trabajo y la tierra) que son dos elementos materiales del proceso de trabajo co munes a todos los modos de producción (como el esclavismo, feuda. lismo, etc. ) 15 . En la base de esta inversión que atribuye el valor a « factores de pro ducción» diversos y oculta la explotación está el hecho de que en la su14
Cf. capítulo 1, apartado 4.2. 15 Ibid., pp. 1037-1039.
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perficie mercantil de la sociedad burguesa el precio de la fuerza laboral, el salario, aparezca como si fuese directamente el «valor del trabajo», el pago por el trabajo realizado y no por el valor de la fuerza de trabajo, disolviendo de ese modo la diferencia esencial entre trabajo y trabajo asalariado. Pero como ya sabemos, el trabajo es el factor que crea el valor y no puede tener él mismo valor, como tampoco la pesadez puede tener peso. La relación de explotación capitalista queda oculta tras el velo de la circulación mercantil, que remite siempre a un universo de intercam bios voluntarios de mercancías (incluidos los « factores de produc ción» ) que se compran y se venden ( tendencialmente) de acuerdo a su valor. Así como el salario parece abonar «el valor del trabajo», las partes restantes del valor nuevo generado, el beneficio y la renta, deben pro ceder, lógicamente, de los otros dos « factores» que intervienen en el proceso de producción, los medios de producción y la tierra. Las implicaciones de esta representación ideológica que genera el funcionamiento espontáneo de la estructura económica se sitúan, según nos recuerda Marx, en tres planos distintos. Por un lado, tal y como ya apuntamos, es bajo esta forma mistificada como las cosas aparecen en la conciencia común de los individuos que se desenvuelven en el mer cado. «Es asimismo natural -escribe a este respecto en el Libro 111 el El Capital- que los agentes reales de la producción se sientan por entero a sus anchas en estas formas enajenadas e irracionales de capital-interés, suelo-renta, trabajo-salario, pues son precisamente las configuraciones de la apariencia en que se mueven y con las cuales tienen que vérselas todos los días» 16• En segundo lugar, esa forma mistificada es también la que toma como base para edificar sus teorías la « economía vulgar», que no es más que la «traducción didáctica» de las «representaciones corrientes de los agentes reales de la producción» . La «economía vul gar», cuya característica esencial es la de permanecer atrapada en las categorías propias de la esfera de la circulación -donde solo se relacio nan individuos libres e iguales-, simplemente se dedica a «sistematizar y apologizar doctrinariamente las ideas de los agentes de la producción burguesa» 17• Frente a ella, «el gran mérito de la económica política clá sica consiste en haber disuelto esa falsa apariencia, esa superchería ( ) , esa personificación de las cosas y cosificación de las relaciones de pro. . .
1 6 K, III, pp. 1056-1057. 1 7 Ibid., p. 1041. 335
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ducción» pese a que «incluso sus mejores portavoces ( . . . ) siguen siendo prisioneros en mayor o menor medida del mundo de la aparien cia críticamente disuelto por ellos» 1 8• Por último, la fórmula trinitaria, al ocultar la relación de explotación, « corresponde también al interés de las clases dominantes, puesto que proclama la necesidad natural y la legitimación eterna de las fuentes de sus entradas» 19•
2.2. DISTRlBUCIÓN Y ECONOMÍA POLÍTICA Tanto en la Introducción como en el primer capítulo de este trabajo hemos dicho que fundar una ciencia, abrir un determinado ámbito de la realidad al conocimiento científico, consiste, antes de cualquier otra cosa, en trazar cuidadosamente el sistema de coordenadas teóricas con las que construir su objeto de estudio. El proyecto que Marx lleva a cabo con su «crítica de la economía política» es precisamente, por la propia exposición de la investigación, el de delimitar el objeto teórico de la eco nomía política. Con esa «crítica» se trata, en efecto, de establecer con la máxima claridad y precisión posibles las determinaciones fundamen tales que le corresponden como disciplina científica, decidiendo qué aspectos de la realidad resultan relevantes para la economía (y no para otras disciplinas como la física, la ingeniería, la psicología o cualquier otra) 20 • Y el criterio decisivo para efectuar esa delimitación (separando la economía no solo de otras disciplinas sino también de la ideología del sentido común o de la simple superstición) no es otro que la consi deración del trabajo humano como actividad primaria de la sociedad para lograr su reproducción. Es en esto donde reside para Marx la con tribución fundamental de la economía política clásica de Smith y de Ri cardo, más allá de sus contradicciones e insuficiencias21 • La definición del tema de estudio en los autores clásicos, y de forma ya plenamente consecuente en Marx, se efectúa justamente sobre la base de diferenciar 18
!bid., p. 1056. Ibid., p. 1057. 2° Femández Liria y Alegre Zahonero, 2010, apartados 1.3.4, 6.1.2 y capítulo N. 21 Marx le concede el mérito de analizar la magnitud y contenido de valor, aunque «nunca llegó siquiera a plantear la pregunta de por qué ese contenido adopta dicha forma; de por qué, pues, el trabajo se representa en el valor, de a qué se debe que la medida del trabajo conforme a su duración se represente en la magnitud de valor al canzada por el producto del trabajo» (K, I, p. 98). 19
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lo que es la actividad específicamente humana, encaminada a satisfacer sus propias necesidades de subsistencia social, del funcionamiento de las máquinas o de la tracción de los animales en el proceso productivo, que no pueden asimilarse de ninguna manera como operaciones de la misma naturaleza (por más que, como ya señalamos en su momento, desde un punto de vista físico-material sus resultados pudieran equipa rarse, por ejemplo, a la hora de cavar una zanja o de sacar agua de un pozo), una distinción que bajo ningún concepto la investigación social puede permitirse ignorar sin que ello implique automáticamente un cambio o mutación en su objeto de estudio. La distinción en la econo mía política clásica, a pesar de sus inconsecuencias, entre riqueza y valor tiene precisamente la función de acotar lo que sería el campo de la eco nomía como ámbito genuinamente social, un campo relativo a los asuntos específicamente humanos, estrictamente diferenciado del ámbito físico natural (pero también del psicológico, relativo a los deseos de consumo de los individuos). La clásica oposición entre trabajo y naturaleza se ex presa teóricamente en la contraposición entre valor y riqueza: mientras la actividad laboral humana y la naturaleza son los dos componentes úl timos de la riqueza (pues los medios de producción siempre pueden re ducirse a alguna particular combinación de trabajo ya objetivado y de recursos naturales), el valor es una propiedad puramente social. Todo lo anterior significa reconocer, como ya explicamos en su mo mento, que la idea del trabajo como fuente única de valor no es ninguna «hipótesis» de investigación a «demostrar» (frente otras posibles, como podrían ser la concepción subjetiva o la «fisicalista» del valor), sino un supuesto constitutivo del objeto de estudio, o dicho de forma más sencilla, es la elección de un determinado aspecto de la actividad humana que interesa estudiar como clave para explicar la naturaleza y dinámica de la sociedad burguesa. Se trata para la investigación social de evaluar cuánto les cuesta a las personas en términos de su tiempo de vida -es decir, cuanto trabajo dedican a- obtener los medios necesarios para asegurar su subsistencia social, explicando de qué forma, a través de qué tipo de relaciones sociales, tiene lugar la reproducción de la socie dad y, ligado a ello, poder desvelar los mecanismos por medio de los cuales una parte minoritaria de la población se apropia sistemática mente de los productos del trabajo ajeno, quedando exenta por esa vía de la obligación económica de participar en el esfuerzo laboral colectivo.
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Lo que hace la teoría del valor-trabajo es, en definitiva, plantear el estu dio del proceso social desde un determinado punto de vista que nos in teresa en tanto que científicos sociales (y no, por ejemplo, como ingenieros, físicos o psicólogos), y que consiste en investigar las rela ciones sociales que definen el modo de producción capitalista. El valor es sencillamente la forma que adoptan las relaciones sociales entre los productores cuando los trabajos se ejercen de forma independiente unos de otros y solo se relacionan entre sí a través del intercambio de productos. Por eso dijimos que la teoría del valor-trabajo es el proyecto teórico en que se materializa la investigación social cuando la sociedad histórica objeto de estudio es aquella en la que las cosas son mercancías y domina el modo de producción capitalista. Tomar el trabajo como fundamento del valor -partir, por lo tanto, de la teoría del valor-trabajo para analizar el modo de producción capi talista- responde a consideraciones de orden práctico, a decisiones ana líticas que tienen ciertamente un fondo «político» o « moral», como es el diferenciar radicalmente lo que hacen los hombres de lo que hacen las máquinas, pero no porque se trate de razones ellas mismas políticas, morales o ideológicas del investigador, sino por razones estrictamente teóricas, constitutivas de un objeto de estudio que tiene una naturaleza puramente social22• Lo esencial del problema económico es, a juicio de Marx, averiguar de qué manera los hombres en su relación con la natu raleza satisfacen sus necesidades de subsistencia social. Y este problema no puede reducirse en ningún caso a la base material, físico-técnica, del proceso de trabajo (esta sería una problemática más propia de la inge niería), pero tampoco a la relación subjetiva de los consumidores con las cosas (esta sería, en cambio, una problemática de tipo psicológico). 22 Fernández Liria y Alegre Zahonero, 20 10, pp. 228-229. Este aspecto fue planteado de forma acertada por Maurice Dobb en Economía política y capitalismo ( 1966): «Que el trabajo constituye un costo en un sentido único es, naturalmente, un supuesto; pero un supuesto nacido de un punto de vista particular acerca de lo que es la esencia del problema económico. Como tal no es una definición arbitraria, sino un intento de poner al descubierto la forma esencial de los acontecimientos reales. ( . . . ) Toda teoría del valor constituye necesariamente una definición implícita de la forma general y del terreno que se ha decidido en llamar económico. Lo esencial del problema económico, de acuerdo con esta teoría y con la opinión tradicional, consiste en la lucha del hombre con la naturaleza para arrancarle el sustento según las diferentes formas de producción a través de las principales etapas de la historia» (p. 20) .
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Tanto en un caso como en el otro, por no atenerse directamente a las relaciones sociales que definen el modo reproducción capitalista, tiene lugar un cambio de objeto de estudio, que deja de ser ya específicamente social, y por eso también en los dos casos se impone un punto de vista ahistórico, susceptible de ser aplicado en último término a cualquier sis tema social. Todas estas razones determinan por qué a la ciencia social no le puede resultar indiferente, sino más bien al contrario, algo directamente constitutivo de su objeto de estudio, explicar a través de qué mecanis mos una minoría de la población logra obtener su sustento material sin necesidad de contribuir al producto social. Y para esa investigación re sulta ineludible examinar la relación que se establece entre el trabajo y la propiedad de los productos de ese trabajo. Si el objetivo de la econo mía política en tanto que ciencia social ha de ser, según entiende Marx, el de descubrir el sistema de relaciones sociales en que consiste el modo de producción capitalista, resulta evidente que no podrá admitirse bajo ningún concepto el no distinguir en el proceso de producción lo que es la actividad específicamente humana de la contribución de los elemen tos materiales, los medios de producción y la tierra23• Plantear como la cosa más natural del mundo que el producto neto anual de la sociedad se reparta entre los individuos que han participado directamente en su elaboración, por un lado, y los elementos materiales que esos mismos trabajadores utilizan y transforman en ese proceso, los medios de pro ducción y los recursos naturales, por otro, responde exclusivamente a la existencia de una determinada institución social como es la propiedad privada sobre las condiciones materiales de producción. Por eso, cuando quienes producen el conjunto de los bienes y servicios de la sociedad no aparecen luego en la esfera de la circulación como sus legítimos pro pietarios, el científico social está obligado a dar cuenta del tipo de me canismos por medio de los cuales ocurre todo ello, desvelando que no es en el mercado y en las relaciones de compra-venta de unos individuos con otros donde se adquieren sin entregar a cambio equivalente alguno los productos del trabajo ajeno, sino que eso sucede en la esfera de la producción, en la relación de explotación entre clases que enfrenta a los
23 Para una buena crítica a los fundamentos de la concepción neoclásica cf. Fernández Liria y Alegre Zahonero, 20 10, especialmente su apartado 10.5.
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vendedores de fuerza de trabajo, por un lado, con los propietarios capi talistas, por otro. En una sociedad en la que los trabajadores no estuviesen separados de la propiedad sobre las condiciones materiales de producción, plan tear la idea de la «productividad» (de valor) de los «factores» carecería de todo sentido. En efecto, si cada productor trabajase con sus propios medios de producción -como ocurriría en un hipotético sistema de pro ductores individuales- lógicamente no tendría que repartir el resultado de su actividad laboral con nadie más. Y otro tanto sucedería si los re cursos productivos fuesen propiedad común de la sociedad, pues en este caso nadie estaría legitimado para reclamar una participación en el producto social sin haber contribuido previamente a él como productor. En cualquiera de los dos escenarios apuntados resulta evidente que no se plantearía propiamente la problemática de la distribución y, en con secuencia, a nadie se le ocurriría siquiera señalar como una cuestión de interés analítico conocer cuál puede ser la supuesta contribución al pro ducto final de los medios de producción (y de la naturaleza), para a par tir de ahí tratar de deducir cuánto le corresponde a los trabajadores y cuánto a las máquinas (y a la tierra). Precisamente lo que Marx se encarga de hacer ver es que el concepto mismo de ganancia capitalista solo tiene sentido una vez se ha confor mado un mercado laboral, en relación a una situación social donde la mayoría de la población ha sido despojada de las condiciones materiales de existencia, pues solo es ahí cuando el productor deja de ser propie tario legítimo de los resultados de su propio trabajo. El origen de la ga nancia del propietario del capital hay que buscarlo, por tanto, en las relaciones sociales capitalistas, y no en algún proceso físico-técnico, es decir, en una propiedad que tendrían los medios de producción en cuanto tales, o en alguna cualidad extraordinaria de los capitalistas como la «abstinencia» o el «riesgo», que en nada influyen sobre la magnitud del beneficio empresarial24• Por eso, la pregunta acerca de la ganancia no 2� Además, las funciones estrictamente empresariales asociadas tradicionalmente a la figura del capitalista se encuentran desde hace más de un siglo delegadas, al menos para los principales capitales y ramas de actividad, en cuadros gerenciales y directivos asalariados, lo cual pone de relieve dos cosas: 1 ) que la figura del capitalista es la de un rentista, con un rol parasitario y absolutamente superfluo para la organización de la producción; 2) por otra parte, que la «innovación» y, más en general, la producción
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puede reducirse a una cuestión puramente técnica o cuantitativa, cen trada en la forma de determinar su magnitud. Antes de cualquier cálculo sobre la masa o la tasa de ganancia (que ciertamente podría efectuarse partiendo directamente de las condiciones técnicas de producción, ex presadas en términos físicos, como plantea el modelo de Sraffa), Marx considera absolutamente irrenunciable desde el punto de vista teórico dar cuenta del mecanismo social específico que explique la existencia de la ganancia misma como tal, descifrando su origen y naturaleza. Si quienes elaboran la totalidad de los bienes y servicios en una economía no son también, como decíamos antes, sus legítimos propietarios -por que una parte de la producción corresponde a quienes trabajan en ella y la otra a los representantes jurídicos de los medios de producción y de la tierra-, ello no se debe, obviamente, a ningún tipo de determina ción natural o cualidad intrínseca de las cosas, sino sencillamente a la existencia de determinadas relaciones sociales en el ámbito de la pro ducción que generan esos resultados, y la tarea de la investigación social será precisamente investigarlas, desnudando el mecanismo de explota ción en el que consisten. La contribución de los distintos «factores de producción» al pro ducto solo existe desde el punto de vista físico, en relación a la mercancía considerada en su dimensión de valor de uso -y al proceso productivo como proceso de producción de riqueza-, pero no del valor -ni del pro ceso de valorización-, que es una propiedad social de las cosas, algo es pecíficamente humano. Reducir una dimensión (el valor) a la otra (el valor de uso), lo social a lo material, como sucede en la economía con vencional (en cualquiera de sus variantes), equivale sencillamente a cambiar un objeto de estudio que tiene un carácter social por otro de naturaleza físico-técnica que, por definición, nada puede aportar a la comprensión del sistema de relaciones sociales en que consiste el capi talismo. ¿Qué relevancia teórica puede tener para conocer la naturaleza de un sistema social pretender distinguir, y calcular por separado, la con tribución de, por ejemplo, la tierra, la azada y el trabajo del hombre a la cosecha de trigo y vincular además ese cálculo a la distribución del pro ducto neto entre los individuos ?25. Una vez descontados los gastos de científica, se halla planificada y se sirve en gran medida del sector público (universi dades, institutos tecnológicos, etc. ) . 25 Esta es la pregunta que se hacen Fernández Liria y Alegre Zahonero, 2010, p. 502.
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mantenimiento y reposición de los medios de producción utilizados ( la azada en el ejemplo) , es absurdo preguntarse cuánto más les corresponde a esos mismos medios de producción y a la tierra. Tan disparatado como preguntarse por la parte en la fabricación de una mesa que corresponde a la sierra, al tornillo o al aparato de aire acondicionado instalado en la fábrica. Pero además de absurdo es que no hay manera de determinar qué tanto por ciento de la mesa corresponde a la contribución de la sie rra, cuál a la contribución del tornillo, etc.¡ de hecho, ¿cuántos factores habría que considerar?, ¿cuál es su ponderación? La finalidad de este mo numental artificio teórico sobre el que descansa toda la economía neo clásica -que requiere altas dosis de formalización matemática para tratar de disimularlo- es, naturalmente, negar a cualquier precio que el traba jador se encuentre explotado por el capital26. De hecho, el único motivo por el que la luz del sol o el aire que respiramos no son considerados tam bién en la economía neoclásica actual « factores de producción» que deban esperar su correspondiente remuneración a cambio de su muy ne cesaria contribución física al producto -pues desde un punto de vista fí sico, sin el concurso de la luz solar o el aire la producción en general sería ciertamente imposible- es porque a día de hoy el uso de esos recursos todavía no ha podido ser restringido por derechos de propiedad27• Pero si lo estuviera, si el uso del sol o del aire pudiese someterse a algún tipo de apropiación privada que limitase su uso, se llegaría a plantear como la cosa más normal del mundo -y, por supuesto, se enseñaría en las fa cultades de economía, sin escatimar formalización matemática- que los «propietarios» de la luz solar o del aire tienen legítimo derecho a perci bir una retribución por la muy necesaria contribución al producto de los recursos que son de su propiedad. El carácter fetichista del análisis neo clásico de la distribución se pone claramente de manifiesto cuando vemos que lo único que convierte a un determinado elemento material en un «factor de producción» de valor independiente de los demás es que alguien pueda reclamar sobre él derechos de propiedad. 26
La auténtica caja negra de la economía neoclásica está precisamente en sostener que los medios de trabajo son consumos intermedios que transfieren su valor al pro ducto y al mismo tiempo un factor productivo de valor. Y si es una fantasía suponer factores independientes en el proceso técnico de producción todavía lo es más pre tender imputarles y aspirar a calcular nada menos que productividades marginales. 27 Dobb, 1966, capítulo V.
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Existe) por lo demás) una acerada ( ríticaJ ya clásica) de carácter «téc nico» (pues no se ocupa expresamel'te de la ficción que señala Marx en la « fórmula trinitaria»), a la incomistencia de la teoría neoclásica del capital y la distribución, que fue planteada originariamente por la escuela postkeynesiana de Cambridge conJoan Robinson a la cabeza28• Esta crítica plantea -y hacemos con esto un breve inciso para los fami liarizados con los manuales neoclásicos de economía-, por un lado, que para poder sostener que la retribución de los factores corresponde a su productividad marginal, concibiendo el precio como una suma del coste de los factores, y negar así que exista explotación del trabajo por el ca pital, la teoría neoclásica debe asumir, contra toda la evidencia empírica, la hipótesis de rendimientos decrecientes. Esto es así porque si los ren dimientos de los factores fuesen crecientes, ni el salario puede ser igual a la productividad marginal del trabajo, ni el beneficio (o el interés) igual a la productividad marginal del « capital» -es decir, la remuneración del trabajo y del capital no puede hacerse según el rendimiento de la úl tima unidad adquirida de cada una de ellas) que sería la más eficiente ' pues en ese caso el pago de los factores superaría al producto (ya que todas las unidades anteriores empleadas son menos productivas) . La productividad marginal decreciente de los factores es resultado del su puesto absurdo e irreal de mantener constante todo lo demás (el resto de factores), cuando en la actividad real todo se modifica a la vez (la escala y la técnica) y lo normal son los rendimientos constantes o crecientes29• Por otro lado, la crítica de Cambridge advierte que la teoría neoclásica del ca pital, basada en la función de producción y las productividades físicas de los factores, es igualmente inconsistente, por circular. En efecto, para de terminar los precios según esta teoría se necesita calcular las productivi dades marginales del trabajo y del capital, pero para estimar esta última, dado que estamos ante un factor heterogéneo (los medios de produc ción utilizados en una empresa son muy distintos), se hace necesario homogeneizarlo, y la única forma posible de hacerlo es . . . mediante los precios, que es precisamente lo que se pretendía explicar, por lo que se desemboca en un razonamiento puramente tautológico. O dicho de otra forma: el precio incluye la tasa media de ganancia, pero para obtenerla se presuponen ya los precios, que es lo que homogeniza el capital; por 28 Harcourt y Laing, 1977. Guerrero, 1995 y 2002a.
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lo tanto, o se recurre a los precios (y por tanto al beneficio) para explicar la cantidad de capital, o no se puede medir una determinada cantidad fí sica del capital ni por tanto tampoco su productividad. 3. ACUMULACIÓN Y VALOR DE LA FUERZA DE TRABAJO 3.1. EL VALOR DE LA FUERZA DE TRABAJO COMO NIVEL DE SUBSISTENCIA SOCIAL El valor de la fuerza de trabajo se determina, como para cualquier otra mercancía, por el tiempo de trabajo socialmente necesario para su re producción. Dado que se trata de una mercancía especial, que solo existe como facultad del individuo vivo, ese valor se mide indirecta mente por el valor de los medios de consumo necesarios para asegurar su subsistencia30• La estructura de esas necesidades de reproducción obrera, y por tanto la cantidad y el tipo de medios de consumo reque ridos para lograrla, nunca es una norma fija, invariable en el tiempo, como si se tratase de un mínimo de subsistencia fisiológica del indivi duo, sino que constituye un producto histórico que varía de una época a otra en función del nivel de desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad. El valor de la fuerza de trabajo alude siempre, en consecuen cia, al conjunto de gastos necesarios para mantener a la población en condiciones de trabajar en la forma requerida, de acuerdo al nivel de vida normal y desarrollo de la sociedad, lo que además de alojamiento, alimentación o vestido, incluye también educación y cualificación la boral, atención sanitaria, cuidado de la descendencia (que asegura el reemplazo futuro de la mano de obra existente), ocio, etc. En nada altera la cuestión el que todos estos gastos de reproducción se repartan de ma nera muy diferente a lo largo del año: algunos se realizan muy frecuen temente, incluso a diario (como la compra de alimentos, el transporte, etc.) , otros tienen un carácter mensual (como el alquiler o pago de la hipoteca, electricidad, teléfono . . . ) y otros se llevan a cabo todavía más espaciadamente (compra de electrodomésticos, vacaciones, etc.) . Es decisivo comprender a partir de lo señalado que la reproducción obrera constituye un proceso que se desarrolla a escala del conjunto de la sociedad, pues involucra a todas las ramas donde se producen bienes 3° Cf.
capítulo 2.
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de consumo. En las economías reales, una parte importante de ese pro ceso tiene lugar además por fuera de los circuitos mercantiles de pro ducción, involucrando a los servicios públicos desmercantilizados (educación, sanidad, guarderías, etc.) y al trabajo doméstico. Todo ello significa también que el producto específico de ese proceso general de reproducción obrera no es el trabajador individual (y su familia), sino la fuerza de trabajo colectiva de la sociedad, la clase trabajadora en su conjunto. Aunque las necesidades de reproducción obrera aumenten históri camente conforme se desarrollan las fuerzas productivas de la sociedad -lo cual se expresa en el incremento de la masa de medios de subsisten cia que componen la cesta de consumo obrero-, ello no significa, sin embargo, que el conjunto de esas necesidades no constituya en cada momento y lugar una magnitud dada, determinada objetivamente por los bienes requeridos para la subsistencia social de los trabajadores31• Los individuos nunca eligen las condiciones sociales y materiales bajo las cuales realizan su actividad y desarrollan su existencia. No es un resul tado de la lucha obrera que el consumo asalariado medio sea cualitativa y cuantitativamente distinto en dos momentos distantes del tiempo, y no lo es sencillamente porque son sustancialmente diferentes las exi gencias de reproducción obrera en cada uno de ellos. En la actualidad, frente a la situación, por ejemplo, de hace 30 años, las necesidades de reproducción incluyen un nivel educativo y de formación laboral mucho más exigente, nuevas instalaciones y equipamientos para los hogares, uso de recursos informáticos y de telecomunicación, consumos crecien tes de transporte y energía, atención médica más completa, etc., todo lo cual es, por lo general, independiente de la voluntad de los agentes o de la lucha de clases, pues está en función de las características del pro ceso global de producción y del nivel de desarrollo de las fuerzas pro ductivas alcanzado por la sociedad. En tanto las fuerzas productivas se desarrollan de manera continua, la reproducción de la clase trabajadora en cada momento histórico no podrá efectuarse, lógicamente, sobre las bases técnico-materiales previas, sino únicamente sobre las presentes. 31 Esta fue la base que aportaron los fisiócratas para explicar el origen del excedente en la producción (y no en el intercambio, como pensaban los mercantilistas) , conce bido como un residuo sobre el coste de producción, aunque fuese formulado en tér minos físicos, sin una concepción social del valor. 345
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Por eso es absurdo pensar que el valor de la fuerza laboral pudiera re presentar un nivel de subsistencia meramente biológico del trabajador. Los individuos viven en sociedad y -a menos que esta asuma la forma de una comunidad socialista, con una economía planificada democrá ticamente- no pueden decidir cuál es el nivel técnico y la estructura sec torial de la economía ni, en consecuencia, la cesta normal de mercancías que el aparato productivo global pone a su alcance para su subsistencia. Del mismo modo que un capitalista no puede hoy fabricar coches con una técnica de principios del siglo XX, el obrero tampoco podrá adquirir un coche que sea resultado de aplicar esa técnica obsoleta ... como tam poco, en términos generales, tener una instalación eléctrica en su hogar, un teléfono, un ordenador personal o desplazarse en un tren como los de hace 40 años. Lo importante es comprender, por tanto, que la determinación ob jetiva del valor de la fuerza laboral por su coste de reproducción social -más allá, como luego veremos, de fenómenos coyunturales derivados de la relación de fuerza entre las clases, o de si se trata de una capa u otra de la clase obrera (por cualificación, rama, etc.) dentro de un mismo espacio económico nacional- representa una exigencia estruc tural del funcionamiento general del sistema impuesta por la acción de la ley del valor y las necesidades de valorización y acumulación del ca pital. Por eso, aunque la masa de medios de consumo a través de la cual se expresa el valor de la fuerza de trabajo aumente con el paso del tiempo, la pauta de consumo obrero no deja de representar nunca un nivel de subsistencia social en la medida en que solo garantiza, como norma, la es tricta reproducción social del trabajador. La condición última para la re producción económica del sistema es la reproducción de la propia relación social capital-trabajo, lo cual exige mantener a la mayoría de la población en la necesidad de vender su fuerza de trabajo, desposeída de los recursos productivos con los que trabaja32. Una retribución perma nentemente superior al coste normal de reproducción obrera no solo amenazaría la ganancia capitalista (recordemos que el plusvalor es un residuo sobre el valor de la fuerza de trabajo que depende, además, del nivel técnico con el que opera el trabajo en cada empresa) y acabaría por obstruir la acumulación, sino que liberaría al trabajador de la obli32
Cf. capítulo 2 apartado 4.4.2.
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gación de vender su capacidad laboral, pues con esos ingresos de más podría llegar a adquirir medios de producción, con lo que se interrum piría el suministro de fuerza laboral al proceso productivo global. Por tal motivo, el salario promedio representa siempre, en relación a cada fase histórica, una norma de subsistencia social de la clase trabajadora. Aunque el nivel de consumo obrero se eleve con el paso del tiempo, como su destino solo es, como norma, el de asegurar el mantenimiento de la fuerza laboral con arreglo a condiciones cada vez más exigentes, el ingreso salarial medio nunca ha de poder permitir la transformación general de los trabajadores asalariados en su contrario, el propietario capitalista. Aquí resulta del todo indiferente que parte de ese consumo se difiera en el tiempo, ahorrando en un determinado momento y gastando en otro distinto, por ejemplo para adquirir bienes duraderos (vivienda, coche . . . ) o para hacer frente a contingencias futuras (enfermedad, jubilación, es tudios de los hijos . . . ). Lo decisivo es que en términos globales, tomados como clase y considerando su ciclo de vida completo, los trabajadores con sumen improductivamente en su reproducción todo el ingreso salarial que perciben, por lo que no ahorran y no pueden invertir adquiriendo medios de producción. En términos macroeconómicos ahorrar significa siempre reunir los recursos financieros necesarios para invertir com prando nuevos medios de producción (este es el sentido de la igualdad contable entre ahorro e inversión). En términos generales los trabajado res no pueden ahorrar (en el preciso sentido señalado), pues si lo hicieran se transformarían en miembros de una clase diferente, en trabajadores independientes o incluso en capitalistas33• Por ello, en caso de existir «ahorro» o «propiedad» obrera (inmobiliaria, títulos, depósitos . . . ) no puede ser de una magnitud que exima, con carácter general, de la obli gación económica de continuar vendiendo su capacidad laboral, por lo que su posible existencia no altera de ningún modo las relaciones estruc turales de producción y distribución entre las clases¡ además, este su puesto «ahorro» lo es siempre de una parte de los asalariados y se compensa a nivel agregado con el endeudamiento neto del resto. La noción de subsistencia obrera se expresa entonces en un nivel de renta insuficiente para transformar a su perceptor en propietario capita lista (gracias a la capitalización de la parte del salario que exceda al coste 33 D. Guerrero, 1 989 y 2000a.
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de reproducción normal), es decir, un ingreso siempre inferior (por mucho que pueda crecer en términos absolutos a lo largo del tiempo) al que permitiría adquirir medios de producción suficientes con los que pasar a subsistir gracias a la apropiación de plustrabajo ajeno (o incluso para convertirse en un productor individual). Debe tenerse en cuenta que, por el efecto de la mecanización de la producción y de la concen tración del capital, el nivel mínimo de inversión requerido para esta blecer una nueva empresa en condiciones competitivas suele crecer más rápidamente que el coste monetario de reproducción del trabaja dor, lo cual aleja progresivamente a la mayoría de la población de la po sibilidad de abandonar su condición obrera, de mera vendedora de fuerza laboral. Este hecho se comprueba claramente en la evolución histórica del modo de producción capitalista, pues no son los asalaria dos quienes se transforman habitualmente en pequeño-burgueses o en capitalistas, sino justo al contrario, los pequeños propietarios en asala riados, lo cual demuestra, como venimos argumentando, que el nivel salarial medio constituye siempre un nivel de subsistencia social que impide la movilidad social ascendente. Naturalmente, siempre habrá un flujo de asalariados que se conviertan en productores independientes o pequeños propietarios de capital34, pero será menor al flujo inverso, el de la transformación de productores independientes y pequeños em presarios en nuevos asalariados. Si el saldo neto fuese el de la transfor mación de los obreros en propietarios, el tamaño de la clase obrera menguaría, la oferta de fuerza de trabajo se reduciría drásticamente y los salarios subirían hasta amenazar la ganancia empresarial, compro metiendo todo ello la reproducción de la relación capital/trabajo en que se basa todo el modo de producción capitalista. El proceso de concentración y centralización del capital se mani fiesta, en consecuencia, a nivel social, en términos de la población activa, en la asalarización de la población ocupada y la proletarización de la po blación activa35• Estas dos tendencias se cuantifican respectivamente por medio de dos tasas:
34 No confundir con la conversión de asalariados en «falsos autónomos» como es trategia empresarial para reducir costes, en cuyo caso estamos ante una relación de dependencia laboral pero bajo una forma jurídica atípica. 35 D. Guerrero, 2006, p. 62 y ss.
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i) La tasa de asalarización (TA), que mide la proporción de asalaria dos (A) respecto al total de ocupados (O), suma de asalariados, traba jadores independientes y empleadores de fuerza laboral ajena36: TA = A/O ii) La tasa de proletarización (TP), que expresa el porcentaje de pro letarios, entendidos como suma de los asalariados y desocupados (D) -es decir, el conjunto de individuos que necesita vender su fuerza de trabajo para subsistir (tengan o no trabajo)- sobre el conjunto de lapo blación activa (Ac), suma de ocupados y parados: TP = A+D/Ac Hay que tener aquí en cuenta, no obstante, que las estadísticas ofi ciales de la contabilidad nacional y de la Encuesta de Población Activa subestiman la dimensión real de la asalarización y proletarización de la población, ya que incluyen entre los trabajadores independientes a los llamados « falsos autónomos », una categoría con un peso creciente, que en verdad son trabajadores por cuenta ajena, insertos en una rela ción laboral de dependencia, pero bajo una fórmula jurídica no conven cional, como estrategia patronal para abaratar costes y fragmentar las plantillas (impidiendo su organización sindical). En cualquier caso, la asalarización de la población ocupada no es un proceso lineal o mecánico, como no lo es tampoco ninguna tendencia sistémica de la producción capitalista. Hay periodos en que el progreso técnico rebaja significativamente para algunas actividades poco meca nizadas las barreras de entada, permitiendo que elementos de la clase obrera puedan transformarse en trabajadores autónomos o incluso en pequeños patronos que contratan fuerza de trabajo, pero se trata de una «contratendencia» que no anula en ningún caso la tendencia estructural del sistema. El desarrollo histórico del modo de producción capitalista muestra de manera inequívoca que no se dirige hacia un horizonte de pequeña propiedad sino todo lo contrario, hacia una creciente concen tración económica y una mayor desigualdad social entre propietarios y no propietarios del capital. 36 En términos de la Encuesta de Población Activa (EPA) un empleador es cualquier propietario de medios de producción que contrate al menos a una persona. No debe confundirse en ningún caso esta figura meramente estadística con el concepto de bur guesía o de pequeña burguesía (cf. capítulo 2 apartado 5.2).
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3.2. LAS DESVIACIONES VALOR-PRECIO DE LA FUERZA DE TRABAJO Como sucede con las oscilaciones de cualquier precio alrededor de su correspondiente valor, el salario fluctúa permanentemente en torno al valor de la fuerza de trabajo. Pero para que así ocurra en el caso de esta mercancía especial resulta imprescindible la intervención de dos factores: uno necesario para que el salario no se sitúe permanentemente por en cima del valor de la fuerza laboral, como es el desempleo, y el otro para que no lo haga sistemáticamente por debajo de él, como es la lucha obrera. Sin el concurso simultáneo y compensatorio entre sí de esos dos factores, los salarios podrían distanciarse progresivamente, bien por encima, bien por debajo, del coste de reproducción obrera, comprometiendo de esa forma el proceso normal de reproducción económica de la sociedad37• La fuerza relativa con la que actúen en cada periodo cada uno de ellos explicará en buena medida la magnitud de la desviación general de los salarios medíos con respecto al valor de la fuerza de trabajo. i) El desempleo Para que los salarios no se fijen muy por encima del valor de la fuerza de trabajo, comprometiendo el proceso de valorización global del capi tal, es imprescindible que exista en todo momento una masa suficiente de población desempleada, denominada por Marx «ejército industrial de reserva», que debilite la capacidad negociadora de los trabajadores y ejerza una presión a la baja sobre los salarios y las condiciones labora les. Esta presión se ejerce no solo sobre los que están sin trabajo sino también sobre los que se encuentran ocupados, a los que disciplina ante el temor a ser despedidos. El desempleo de masas constituye por ello un elemento estructural, de carácter permanente, de la sociedad capi talista, que no puede ser eliminado sin perjuicio del normal funciona miento del proceso de reproducción económica. Es, por tanto, pura ilusión pensar que el de-sempleo podría «solucionarse» dentro del ca pitalismo a través del « reparto del trabajo» (o del « empleo garanti zado» por los poderes públicos), como lo es también la pretensión de liberar a los trabajadores de la necesidad de vender su fuerza de trabajo a toda costa gracias a la introducción de una «renta básica» de ciuda37 Todo el análisis está planteado aquí al nivel del conjunto de la clase obrera, dejando de lado las diferencias que existen entre sus diferentes capas de acuerdo a su cualifi cación, tipo de actividad, organización sindical, etc.
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danía; se trata en ambos de casos de medidas que van directamente con tra la lógica objetiva del capital (y no solo a paliar algunos de sus efectos) y que por eso mismo no pueden ser asumidas bajo su dominio. La amplitud de este contingente de población desocupada depende de la evolución del proceso de acumulación y del crecimiento de la ac tividad general tanto a corto como a medio y largo plazo. La tónica ha bitual en los movimientos de corto plazo (el ciclo analizado en el capítulo anterior) es que los salarios tiendan a situarse por encima del valor de la fuerza de trabajo a medida en que se intensifica la acumula ción, crece la economía y se reduce el desempleo, y que caigan por de bajo de ese coste de reproducción obrera en los periodos de crisis y estancamiento. Todo ello dentro de tendencias más generales de la evo lución salarial correspondientes al tono general de las fases de medio y largo plazo del desarrollo. En este sentido, puede haber fases alcistas del ciclo en que las salarios se mantengan a un nivel bajo si ese movimiento de corto plazo se inscribe dentro de una tendencia de más largo plazo marcada por el débil crecimiento y elevado desempleo. ii) La lucha obrera Dado que los capitalistas nunca satisfacen voluntariamente y de buen gusto los incrementos salariales que exigen los costes crecientes de la reproducción obrera, embarcados como están en una batalla perma nente por reducir costes para asegurarse la supervivencia, siempre será necesario un mínimo de organización y lucha por parte de los trabaja dores para que los salarios tiendan a situarse en línea con esas necesi dades cada vez más exigentes de reproducción que impone el desarrollo histórico capitalista y no sistemáticamente por debajo de ellas, algo que resultaría incompatible con el despliegue normal de la acumulación y sus exigencias técnico-laborales. Pero esto es muy distinto, obviamente, a que esas necesidades medias de reproducción sean el resultado de la lucha obrera. La lucha organizada de los trabadores explica parte de las oscilaciones del salario medio con respecto al valor de la fuerza de tra bajo, pero no determina la magnitud de valor misma. El capital es una relación social, de forma que sus leyes se despliegan necesariamente a través de la lucha de clases. Históricamente, el objetivo más inmediato de la organización obrera ha sido siempre reducir la competencia entre los propios trabajadores para impedir que las condiciones laborales y los ingresos salariales se degraden sin límite¡ este es el significado his-
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tórico de la lucha sindical. En el lado opuesto, la burguesía intenta acen tuar tanto como pueda esa competencia, preferentemente por vías polí tico-legislativas, creando mercados laborales lo más competitivos posibles, limitando la negociación colectiva y recortando los derechos la borales, pero sin excluir nunca, cuando la situación lo requiera, el recurso a la represión directa y la suspensión de derechos y libertades. Sobre la base de la expropiación generalizada de las condiciones producción para la mayoría social, y existiendo un contingente permanente de población desempleada presionando para acceder a un puesto de trabajo, es fácil comprender que cuanta más «libertad» se introduzca en la relación de poder asimétrica entre capital y trabajo, tanto más eficazmente operará el mecanismo de explotación capitalista, pues siempre habrá alguien dis puesto a rebajar sus aspiraciones laborales y salariales (sin importar lo muy degradadas que puedan encontrarse ya) con tal de acceder a un em pleo. Lo que nos enseña la historia es que sin algún tipo de interferencia «política» sobre la implacable lógica del mercado laboral que restrinja la «libertad» negociadora de las partes, los salarios caerían inevitable mente por debajo del coste de reproducción social del obrero. 3.3. SALARIO NOMINAL, SALARIO REAL Y SALARI O RELATIVO En tanto que expresión monetaria del valor de la fuerza de trabajo, el salario puede ser considerado desde tres ángulos distintos: como mera magnitud monetaria, en términos de su capacidad de compra o como fracción del valor nuevo generado por el trabajo.
l. El salario nominal (sn) -denominado también salario en moneda
corriente- es sencillamente el precio de la fuerza de trabajo expresado en una determinada magnitud monetaria, una suma de dinero a través de la cual el obrero adquiere los medios de consumo necesarios para asegurar su subsistencia. 2. El salario real (sr) -o salario en moneda constante- designa la can tidad de medios de consumo que el obrero puede comprar con su sala rio y representa el poder adquisitivo del salario38• Su magnitud depende 38 Aunque el salario real constituye el principal determinante del nivel de vida del tra bajador, en las economías reales no lo abarca completamente, pues debe contemplarse también la incidencia del salario social correspondiente a los servicios públicos no mercantiles, así como de las posibles transferencias que acometa el Estado.
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tanto del nivel del salario nominal como del precio de los bienes de con sumo, por lo que expresa el precio de la fuerza laboral en relación al pre cio de las mercancías a cambio de las cuales se intercambia. sr = sn / precio MC Como los medios de consumo son extremadamente variados, la evo lución del salario real solo se puede estimar a través de indicadores es tadísticos, dividiendo un índice de los salarios nominales por otro de los precios al consumidor (en representación del precio promedio de los bienes de consumo que componen la cesta normal de subsistencia obrera). Formulado en tasas de variación de las variables (lo que se in dica por medio de un asterisco) tendríamos: sr* = sn* - precio MC* De este modo, si en un año el salario nominal crece, por ejemplo, el 5%, y el precio de los medios de consumo lo hace un 4%, el salario real habrá aumentado un 1 %, es decir, se incrementa la capacidad de compra del trabajador en ese porcentaje; por el contrario, si el salario nominal crece un 2% mientras los precios suben un 3%, el salario real habrá des cendido un 1 %. 3. El salario relativo (SR), por último, es el salario considerado en su relación con la ganancia, como figura distributiva, y representa la parti cipación de los salarios (v) en el valor nuevo generado por el trabajo (v+p), lo cual puede estimarse a nivel de cada empresa, rama o de la economía en su conjunto, en este último caso como porcentaje de los salarios en la renta nacional (suponiendo una economía capitalista pura, sin trabajadores autónomos ni sector público no mercantil). SR = v/ (v+p) Teniendo en cuenta que el capital es una relación social de produc ción basada en la explotación del trabajo, el salario relativo constituye la forma más adecuada de expresar el valor de la fuerza de trabajo, pues re presenta la fracción de la jornada laboral durante la cual el obrero objetiva un valor equivalente al de los medios de consumo por medio de los cua les asegura su subsistencia social; el salario relativo es, por lo tanto, un indicador del grado de desigualdad social entre las clases39• 39 Marx,
TPV, II, p. 383 y ss.
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Para evaluar la influencia de los principales factores que determinan la evolución del salario relativo a nivel de una economía nacional, es necesario recurrir a una versión alternativa suya que se obtiene al divi dir el numerador (v) y el denominador (v+p) por el número de asala riados (A), donde v/A sería el salario real por trabajador y v+p /A la productividad: SR = v/(v+p) = (v/A) / (v+p/A) = salario real / productividad Expresado en tasas de variación: SR* = sr* - productividad* En esta expresión puede verse que el salario real (la masa de medios de consumo para la reproducción obrera) es un componente del salario relativo (del valor de la fuerza de trabajo, determinado tanto por la masa de bienes de consumo como su valor unitario) y que cada una de esas dos dimensiones del salario puede presentar una evolución divergente: el salario real puede crecer al mismo tiempo que desciende el salario re lativo si el crecimiento de la productividad es superior al del salario real40• Si, por ejemplo, el salario real crece en un año un 2% y la productividad lo hace en un 3%, la participación de los salarios en la renta nacional habrá descendido un 1 % aunque el consumo obrero haya aumentado en términos absolutos. Por último, el salario relativo se puede expresar también en relación a la tasa de plusvalor, como se muestra al dividir su numerador y deno minado por el capital variable, v: SR = v/ (v+p) = 1 / ( l+p ') 3.4.
ACUMULACIÓN Y AUMENTO DE LA DESIGUALDAD SOCIAL
3.4. 1 . EL EMPOBRECIMIENTO RELATNO DE LA CLASE OBRERA El análisis de Marx muestra que en la lógica de la acumulación capita lista existe una tendencia a la polarización social cuya base es la explo tación del trabajo por el capital. Esta tendencia sistémica al aumento de la desigualad social entre las clases supone la depauperación relativa de la clase obrera y se expresa tanto en términos de distribución de la renta 40 El salario relativo equivale al coste laboral unitario en términos reales que mide el coste laboral por unidad de producto, un indicador de uso frecuente en los estudios con vencionales de competitividad empresarial.
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(flujo anual de ingresos) como de la riqueza (stock de activos de distinto tipo en propiedad: medios de producción, bienes inmuebles, títulos fi nancieros, etc.)41 , y responde a dos procesos que actúan de forma simul tánea conforme se desarrolla la acumulación: uno relativo al aumento de la cantidad de obreros que son objeto de explotación por cada capital (y también a nivel agregado), y el otro al incremento del grado en que son explotados. i) La concentración del capital La reinversión de plusvalor para aumentar la escala del capital, ad quiriendo medios de producción y fuerza de trabajo adicionales, es la vía para obtener cantidades crecientes de plusvalor. Aunque la tasa de explotación del trabajo (p ) no aumente (porque no se eleve la produc tividad global, ni se obtengan plusvalores extraordinarios en una em presa), la desigualdad social entre las clases si lo hace por el simple efecto de la concentración y centralización del capital42• Como cada capital in dividual tiende a explotar a un número cada vez mayor de trabajadores, de los que extrae una mayor cantidad de plusvalor, la distancia del ca pital con respecto al trabajo crece en términos de ingresos. Para ilustrarlo con un ejemplo sencillo supongamos una situación inicial donde existen 1 O capitalistas que ganan en conjunto 2000€ y 1 00 obreros que reciben en total otros 2000€ en salarios43. La tasa de plus valor será, por lo tanto, del 100%. Dado que los capitalistas reciben en promedio 200€ y cada trabajador 20€, la relación entre ganancia y sala rio es 1O: 1 . Supongamos ahora que como consecuencia del desarrollo capitalista tiene lugar un proceso de concentración del capital con au mento de la escala de producción y de la masa de trabajadores emplea dos, que pasa a ser de 200. Como la tasa de plusvalor sigue siendo del 1 00% (por hipótesis suponemos que no hay cambios en la productivi'
41 Para la comprobación empírica cf. Guerrero, 2000a y 2006. Sobre la concentración de la riqueza cf. Murillo, 2007 y Wolf, 2006. El libro de T. Piketty El capital en el siglo XXI (FCE, 201 5 ) documenta ampliamente estas tendencias, aunque lo hace desde un marco neoclásico convencional que identifica el capital con la riqueza y asume en último término la teoría de la productividad marginal de los factores (a la que com plementa con consideraciones sobre el desigual poder de los agentes en el mercado). 42 Esta es la ley de la acumulación capitalista que Marx expone en el capítulo XXII del Libro I. 43 Nos inspiramos en Astarita, 2014.
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dad)1 los 1 0 capitalistas perciben de conjunto en la nueva situación 4000€ y los 200 obreros otros 4000€. Sin embargo1 cada capitalista re cibe ahora 400€ mientras que cada obrero sigue cobrando 20€. La rela ción entre ganancia y salario pasó a ser de 20: 1 aunque las condiciones técnicas de explotación del trabajo no se hayan modificado1 es decir1 sin que resulte más barato reproducir al obrero gracias a un incremento ge neral de la productividad. Simplemente cada capitalista explota en la nueva situación a una cantidad mayor de obreros de los que puede ex traer una suma más elevada de plusvalor. La desigualdad en el ingreso se acentúa como resultado de la mera concentración1 que es un proceso consustancial al desarrollo capitalista. Si a ello añadimos1 como ya sa bemos1 que el proceso de concentración siempre va acompañado del proceso de centralización1 del reparto del capital total entre un número cada vez menor de capitales individuales1 el incremento de la desigual dad se acentúa. Imaginemos1 siguiendo con el ejemplo anterior1 que de los 1 O capitalistas que había al inicio1 por procesos de fusión y absorción se pasa a S que se reparten los 4000€; el resultado es que cada capitalista se apropia ahora de 800€ mientras el trabajador sigue cobrando 20€; la relación entre ganancia y salario pasa entonces a 40: 1 . En definitiva1 lo que muestran estos ejemplos es que mientras las rentas salariales tienen como destino esencial el consumo del obrero para reproducirse según las condiciones sociales vigentes en cada momento1 en el lado opuesto1 las ganancias capitalistas1 en la medida en que exceden esas necesidades de subsistencia social1 se dedican principalmente a la inversión1 esto es1 son susceptibles de capitalizarse a una escala siempre creciente1 por lo que tienden a incrementar de manera continuada la renta y riqueza de sus titulares. Mientras el trabajador sale de cada ciclo productivo en las mismas condiciones sociales que cuando entró1 sin otra mercancía que vender que no sea su propia fuerza laboral1 el capitalista lo hace con un capital acrecentado1 fuente de mayores ingresos futuros. ii) El aumento de la tasa de explotación Hemos definido el valor de la fuerza de trabajo como un coste de re producción social de la clase obrera que depende de dos factores: i) la masa de medios de consumo que componen la cesta de consumo ne cesaria para la reproducción del asalariado1 de acuerdo con el nivel de vida normal de la sociedad\ y ii) el valor unitario de dichos bienes44• A +1
K, l, p. 209. 356
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medida que se eleva la fuerza productiva del trabajo la cesta de consumo obrero se abarata. Aunque en las sucesivas etapas del desarrollo capita lista esa canasta de subsistencia se amplia con la incorporación de nue vos bienes de consumo para hacer frente a las nuevas condiciones de vida y exigencias de reproducción, dado que el desarrollo de la produc tividad (y, en consecuencia, el abaratamiento de las mercancías) es con tinuo, el coste de reproducción de esa cesta será también descendente. Es decir, de un año a otro no suelen modificarse las necesidades de re producción del obrero medio, pero la productividad si se eleva anual mente por efecto de la mecanización que impulsa la acumulación. Así pues, en tanto la ampliación de las necesidades de subsistencia social de un momento a otro del tiempo (es decir, en el largo plazo) sea menor que el incremento de la productividad del trabajo acumulado en ese mismo intervalo, el coste de la cesta de subsistencia obrera descenderá. Por eso, aunque dicha cesta se amplíe en términos materiales (como cantidad de medios de consumo efectivamente consumidos) a lo largo del tiempo, debido al desarrollo de la productividad general se expresará en una fracción tendencialmente menor del valor nuevo rendido por el trabajo, de modo que el valor de la fuerza de trabajo disminuirá. La ten dencia estructural del sistema será, de esta forma, la progresiva desvalo rización de lafuerza de trabajo, la cual se expresa como descenso tendencial del salario relativo, o lo que es idéntico, como incremento de la tasa de explotación, p '. La desvalorización de la fuerza de trabajo es perfecta mente compatible, por lo tanto, con un incremento de la masa de los me dios de consumo por medio de los cuales ese valor se expresa45• Se trata, una vez más, de distinguir entre valor y riqueza, entre el aspecto social y el material de una categoría, en este caso el salario. Naturalmente, la caída del salario relativo rige únicamente en el largo plazo, como tendencia estructural, no es un proceso lineal que pueda constatarse para cada punto del tiempo, año tras año. Bajo determinadas circunstancias, cuando la correlación de fuerzas entre las clases sea lo suficientemente favorable a los trabajadores, los salarios reales pueden 45
«El valor de la fuerza de trabajo -escribe Marx- está dado por el valor de una can tidad determinada de medios de subsistencia. Lo que varía con la fuerza productiva del trabajo es el valor de esos medios de subsistencia, no su masa. La masa misma, si aumenta la fuerza productiva del trabajo, puede acrecentarse simultáneamente» (K, I, p. 635 ) .
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crecer por encima de la productividad durante un lapso más o menos prolongado del tiempo, lo que se traduce en un aumento del salario re lativo; esto es lo que sucedió, como ya apuntamos, durante algunos tra mos de los años 60, 70 y 80 del pasado siglo en muchos países capitalistas desarrollados, hasta que se impuso definitivamente la contrarrevolución neoliberal en los años 90. Sin embargo, lo importante es entender que en el largo plazo esta pauta distributiva, el incremento del salario rela tivo, no puede ser la dominante por tres razones fundamentales:
l. En primer lugar, porque la dinámica de la competencia obliga a cada capital individual a perseguir en todo momento la obtención de plusvalores extraordinarios y este hecho se traduce a nivel del capital glo bal en la reducción del trabajo necesario y la producción de plusvalor re lativo. Producción de plusvalor relativo y desvalorización de la fuerza de trabajo son dos caras del mismo proceso, y no puede darse el uno sin el otro. Si se acepta, como generalmente se hace, que el plusvalor relativo es un hecho en el capitalismo avanzado, deberá admitirse también su correlato en forma de un descenso progresivo del valor que representa la fuerza de trabajo en el valor nuevo creado. Recordemos que la lucha por sobreganancias a cuenta de mejoras de productividad constituye uno de los motores del sistema. En un marco de competencia general cada vez más exigente, las empresas que no consigan ganar sistemática mente más que sus trabajadores en el crecimiento de productividad (y no logren, en consecuencia, aumentar la tasa de plusvalor) quedarán en peores condiciones frente a las empresas rivales y tenderán a desapare cer46. Esta es una consecuencia de la lógica de funcionamiento del sis tema que no puede ser revertida por ninguna forma de redistribución del ingreso que pudieran acometer los poderes públicos; lo que la lógica de la valorización y la acumulación no puede tolerar en primera instan cia, en la llamada « distribución primaria» del ingreso, tampoco lo puede hacer en segunda, en la «distribución secundaria», pues el Es tado nunca puede violar de manera permanente las leyes económicas47• Es justamente por esta presión competitiva y la necesidad de producir plusvalor relativo por lo que los incrementos de productividad nunca se traducen mecánicamente en una reducción de la jornada laboral, sino 46 47
Shaikh, 1 990 y 2000. Guerrero, 1989 y 2000a. Para una demostración cf. Díaz, 2000b.
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únicamente en la disminución de la parte correspondiente al trabajo ne cesario, mientras aumenta el plustrabajo. La reducción efectiva de la jor nada laboral ha sido siempre una conquista del movimiento obrero, nunca un resultado automático del progreso técnico. 2. En segundo lugar, ya hemos explicado que la condición básica para la reproducción económica del sistema es que no se interrumpa nunca el suministro de fuerza laboral, lo cual exige que el obrero se en cuentre en todo momento obligado a vender su capacidad de trabajo por carecer de otras vías de sustento. Un nivel salarial situado perma nentemente por encima del coste de reproducción normal liberaría al obrero de dicha coacción económica. La reproducción de la sociedad capitalista exige, por tanto, antes de nada, reproducir la propia estructura de clases, perpetuando la radical separación de la mayoría social traba jadora de la propiedad sobre los medios de producción. 3. Por último, el nivel salarial debe dejar siempre un margen sufi ciente para la ganancia de acuerdo a las necesidades crecientes de la acu mulación. Pensemos que el tamaño de la unidad de capital competitiva es cada vez mayor, por lo que los requerimientos de plusvalor para seguir alimentando la acumulación son también cada vez mayores. Si la valo rización sufre algún contratiempo o no es suficiente para mantener el ritmo ascendente de la acumulación, esta se frena, por lo que aumenta el desempleo y bajan los salarios. El aumento de los salarios «se ve con finado, pues, dentro de límites que no solo dejan intactos los fundamen tos del sistema capitalista, sino que además aseguran la reproducción del mismo en escala cada vez mayor» 48• La acumulación representa en todo el proceso reproductivo la variable independiente y la distribución (la evolución salarial) la variable dependiente. De hecho, los salarios son la principal variable de ajuste de que dispone el capital ante cual quier contratiempo en la rentabilidad, como sucede en las crisis, o como muestra la estrategia neoliberal desde los años 80. Debido a que el descenso del salario relativo se deriva de la dinámica estructural del propio sistema, y no de contingencias políticas derivadas de la lucha de clases, tiene el carácter de ley tendencial. El salario relativo remite a la situación de las clases sociales entre sí y su evolución describe 48 K,
I/3, p. 770.
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el proceso de empobrecimiento relativo de la clase obrera, entendido como una participación decreciente de los salarios en la renta nacional (es decir, en el producto de su propio trabajo), lo que pone de manifiesto el carác ter antagónico de las relaciones de distribución capitalistas49• De acuerdo al mecanismo descrito en este apartado, podemos extraer dos resultados principales acerca de la evolución del valor de la fuerza de trabajo: i) a corto plazo, como ocurre con cualquier otra mercancía, funciona como una magnitud dada, que ha de ser compatible con las exi gencias de la acumulación y la obtención de un margen de beneficio su ficiente¡ y ii) a largo plazo, el valor de la fuerza de trabajo debe descender tendencialmente, esto es, la fuerza laboral se desvaloriza, con indepen dencia de la masa de bienes de consumo por medio de la cual se exprese, ya que debe permitir como condición estructural del proceso global de acumulación la obtención de plusvalor relativo. Al mostrar que la tendencia a la polarización social es inherente al desarrollo capitalista, Marx fija el centro de atención en una concepción relativa de la pobreza, de carácter histórico y social, establecida en fun ción del desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad. Ello no excluye, naturalmente, que puedan darse periodos más o menos pro longados en los que la pobreza aumente también en términos absolutos, para el conjunto de la clase obrera o únicamente para algunas de sus capas. Esto es lo que viene sucediendo en la etapa neoliberal, en el trans curso de la cual, y como consecuencia directa de los ataques del capital a las conquistas obreras, se ha impuesto una tendencia cada vez más acu sada al estancamiento del salario real medio y al empobrecimiento ab soluto de franjas crecientes de los asalariados50; un proceso que no ha hecho más que agravarse con la gigantesca transferencia de rentas del trabajo al capital a partir de las políticas de ajuste impuestas por los regí menes plutocráticos occidentales en respuesta a la gran recesión de prin cipios de siglo. En cualquier caso, la noción de pobreza absoluta cumple un papel muy secundario en el análisis del capitalismo como sistema. Marx nunca defendió que existiese una tendencia al aumento de la miseria de los trabajadores en términos absolutos, fundamentalmente porque sería in49
Guerrero, 2000a. El fenómeno de los llamados «trabajadores pobres» (trabajadores cuyos ingresos se sitúan por debajo del umbral de pobreza en un país) es una muestra de ello. 50
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compatible con la propia noción de valor de la fuerza de trabajo, que depende, tal y como venimos explicando, de las necesites sociales de re producción obrera. Si entre los años 2000 y 2020, por ejemplo, se man tiene en un determinado país el mismo nivel de malnutrición infantil, aunque en términos absolutos la situación no se haya modificado, es evidente que en términos relativos ha empeorado, ya que entre esos dos años las fuerzas productivas han continuado desarrollándose y la sociedad tiene ahora mayor capacidad de producir riqueza. La noción de pobreza relativa contiene un sentido crítico del orden social exis tente, al poner de manifiesto el abismo que se abre entre las posibili dades técnicas de la sociedad y las necesidades materiales no satisfechas de la población. 3.4.2. LA MEDIDA DE LA DEPAUPERACIÓN RELATIVA EN UNA ECONOMÍA REAL El salario relativo constituye, como acabamos de ver, un indicador de la pobreza relativa de la clase obrera. Pero para evaluar su evolución en las economías reales, que no son nunca capitalistas puras, es necesario tener en cuenta dos fenómenos fundamentales51: 1. Por un lado, es preciso registrar la progresiva capitalización de la economía que impulsa la concentración y centralización del capital, es decir, el peso creciente del sector capitalista en la renta nacional frente a la producción mercantil no capitalista, así como su impacto en la estruc tura de clases, con el aumento de la tasa de asalarización y la correspon diente caída del peso relativo del heterogéneo conjunto de capas y clases propietarias (en términos de la población activa: trabajadores indepen dientes y empleadores, a los que habría que añadir también las denomi nadas «ayudas familiares » ) . Tener esto en cuenta resulta clave en cualquier análisis empírico ya que durante algunos períodos el creci miento de la asalarización puede compensar la caída del salario relativo, la participación tendencialmente menor de cada trabajador en el pro ducto de su propio trabajo. Esto era justamente lo que sucedía en el ejem plo anterior del aumento de la desigualdad como consecuencia de la simple concentración del capital, que el peso de los salarios en el valor 51
Guerrero, 1989, 2000a y 2006.
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añadido se mantenía constante porque el número de obreros se había duplicado, lo cual comportaba en realidad una participación individual menor en el producto. Para analizar el empobrecimiento relativo de la clase obrera se requiere, por tanto, considerar el total del valor nuevo (capitalista y no capitalista), VN, y ajustarlo por la tasa de asalarización (o alternativamente por la de proletarización si a los asalariados añadi mos también los desempleados) . A esta versión alternativa del salario relativo que corrige el efecto de los cambios en la composición de la po blación ocupada por el crecimiento de la asalarización la llamamos co eficiente salarial: Coeficiente salarial = (v/VN) / (A/ O) = SR / TA Algo similar sucede al analizar la evolución de la desigualdad social para el conjunto de la economía mundial. Aquí debemos considerar la progresiva incorporación de amplias regiones con economías de subsis tencia de base campesina al mercado mundial y a la producción capita lista, con la formación de cientos de millones de nuevos proletarios en las últimas décadas. Aunque esta profunda transformación haya podido elevar el ingreso promedio mundial52, ya que los salarios que reciben los nuevos obreros, por bajos que sean, suponen generalmente unos ingresos monetarios superiores a los que obtenían en el campo, y la diferencia de ingresos a nivel mundial (entre regiones desarrolladas y atrasadas) haya podido reducirse por ese motivo, eso no significa en modo alguno que el capitalismo haga disminuir la desigualdad, como difunde la propa ganda liberal. El mecanismo capitalista genera desigualdad creciente en su interior de acuerdo a su funcionamiento normal53, aunque eleve el in greso medio con respecto a las economías no capitalistas de subsistencia (algo, por cierto, que Marx no dejaba de reconocer en todo momento como una obviedad, cuando destaca el rol progresivo del capitalismo en la historia frente a los modos de producción anteriores)54. 52 Un ascenso que en todo caso, conviene recordarlo, se debe en su mayor parte a la evolución de China, cuya economía ha presentado en todo ese tiempo rasgos muy particulares, no fácilmente equiparables a los de una economía capitalista al uso. 53 De hecho, la desigualdad crecerá tanto más cuanto de forma más pura actúe ese me canismo, tal y como pretende el programa liberal, liquidando los derechos laborales y sociales. 54 Astarita, 2014.
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2. Por otra parte, es necesario ajustar las estadísticas oficiales de la contabilidad nacional porque introducen un sesgo contable. De la renta nacional deben descontarse los salarios de los trabajadores no produc tivos pertenecientes a las administraciones públicas encargados de los servicios no mercantiles (ver capítulo 2). Estos salarios se financian con cargo al sector mercantil, por lo que si no se descuentan de la renta na cional se estará computando un valor por duplicado. Por otra parte, si existen fuentes apropiadas, también debe descontarse de la remunera ción de los asalariados de la Contabilidad Nacional la parte que corres ponde a la retribución de los ejecutivos y directivos de empresas, cuyo desorbitado crecimiento en las últimas décadas contrarresta y oculta parcialmente la verdadera dimensión de la caída del salario relativo.
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APÉNDICE FINAL EL COMUNISMO EN MARx
Todo el análisis precedente del funcionamiento económico capitalista ha servido indirectamente para poner de manifiesto que la sociedad burguesa está atravesada por una contradicción esencial: por un lado hemos podido comprobar que el capitalismo es la forma en que se in troduce en la historia el principio de racionalidad científico-técnica, la posibilidad de un desarrollo virtualmente ilimitado de las fuerzas pro ductivas, pero resulta que la aplicación de ese principio y el despliegue de esas fuerzas tiene lugar por medio de la operación de un mecanismo ciego, como es el mercado, no controlable por el hombre. La superación del capitalismo, con la integración de toda la producción en un plan único conscientemente asumido por el conjunto de la sociedad, po niendo de ese modo fin a la explotación del trabajo, aparece entonces como la vía para la realización completa de esa racionalización. A este proyecto de autogobierno de la sociedad y emancipación humana ba sado en la propiedad social de los medios de producción es a lo que Marx denomina comunismo. Para exponer la concepción del comunismo en Marx dividimos este Apéndice en tres partes. En la primera de ellas (apartado 1 ) se discute su significado histórico a partir de la contradicción señalada, y se mues tra que el proyecto comunista tiene que ver con la asunción consecuente del principio de racionalidad que la burguesía trae al mundo pero no está en condiciones de hacer cumplir; en el mismo apartado se diferen cian dos etapas de la sociedad comunista (denominadas en la tradición marxista «socialismo» y « comunismo») y, por otro lado, se exponen dos visiones del socialismo -el estatismo y el socialismo de mercado incompatibles con la concepción de Marx. En la segunda parte (apar tado 2) se analiza el periodo de transición del capitalismo al socialismo, 365
CóMO FUNCIONA LA ECONOMÍA CAPITALISTA
las características del poder obrero y las transformaciones revolucionarias de la sociedad que este ha de llevar a cabo. Finalmente (apartado 3) pro ponemos para el debate un modelo de economía socialista democráti camente planificada a la luz de las posibilidades que ofrece hoy el desarrollo técnico (en los campos de la informática y las telecomunica ciones) y que se basa en dos pilares fundamentales: i) un marco contable basado directamente en los tiempos de trabajo (sin dinero), tanto para determinar los costes de los bienes y servicios producidos como para re tribuir a los trabajadores¡ ii) un procedimiento de planificación que com bina la decisión democrática de los principales agregados económicos, para fijar objetivos estratégicos de desarrollo económico y social, con una distribución de la producción final de acuerdo a las preferencias de los consumidores, que actúa como mecanismo de control para corregir en tiempo real la marcha del plan.
l.
EL SIGNIFICADO HISTÓRICO DEL COMUNISMO
1 . 1 . LA CONTRADICCIÓN ESENCIAL DE LA SOCIEDAD CAPITALISTA A lo largo de los capítulos anteriores han sido expuestos los diferentes aspectos del funcionamiento del modo de producción capitalista, des velando su lógica reproductiva y deduciendo las principales leyes que la ordenan. Ese recorrido ha servido al mismo tiempo para poner de manifiesto que la sociedad burguesa está atravesada por una contradic ción esencial, y es que se trata de la sociedad que introduce en la historia el principio de racionalidad objetiva, pero lo hace por medio de la ope ración de un mecanismo ciego, como es el mercantil, no controlable por el hombre, por lo que la continuidad del modo de producción capitalista resulta incompatible con la plena realización de esa racionalización que él impulsa 1 . E l capitalismo es, e n efecto, l a vía por l a que s e establece histórica mente el principio de racionalidad, la exigencia de que todas las cosas sean sistemáticamente reducidas a parámetros objetivos, a cantidad o parte (entre infinitas posibles) de una determinada magnitud, abriendo de ese modo la posibilidad de intervención consciente del hombre sobre 1 El marco de referencia para todo el apartado es La Filosofía de «El capital» ( 1983) de Felipe Martínez Marzoa, particularmente su capítulo XL 366
EL COMUNISMO EN MARx
su propia existencia. En el plano material es el principio de «desarrollo virtualmente ilimitado de las fuerzas productivas» (entiéndase bien: la mejora tendencial de esas fuerzas), el principio que plantea someterlo todo a cálculo, permitiendo de esa forma el dominio de la naturaleza por el hombre, y que tiene como base la ciencia (la física-matemática) como forma de conocimiento verdadero de las cosas. En su vertiente política es el principio de «igualdad universal de los hombres» (por en cima de sus diferencias cualitativas: etnia, sangre, creencia . . . ) cuya forma de expresión considerada válida es el derecho, y en base a él, el postulado de soberanía popular, todo lo cual se concreta en el modelo jurídico-político de república democrática2• Sin embargo, pese a ser el capitalismo quien pone en operación el prin cipio de racionalidad objetiva, lo hace de manera solo parcial e inconse cuente, a través de un mecanismo económico no controlable socialmente. En el ámbito material, la racionalización completa exigiría que toda la pro ducción se integrara en un cálculo global o plan único (no yuxtaposición o superposición de planes parciales) conscientemente asumido por el conjunto de la sociedad, lo cual es contradictorio con la existencia del mercado, basado en la atomización del aparato productivo en empresas privadas que compiten, causa última de los desequilibrios económicos y de las crisis. Ciertamente el capital impulsa el desarrollo de las fuerzas productivas -promueve la tecnificación del proceso productivo y eleva la productividad general del trabajo-, pero lo hace de forma anárquica, a través de expansiones y crisis recurrentes, con un inmenso desperdicio de recursos materiales y humanos, y todo ello además sobre la base de la explotación del trabajo, de un modo, en definitiva, que impide el control social de esas fuerzas y la orientación del desarrollo económico hacia ob jetivos democráticamente establecidos, pues son las necesidades humanas las que se subordinan en todo momento a la lógica ciega de la valorización y la acumulación compulsiva. En el ámbito político, por su parte, el principio democrático se en cuentra doblemente bloqueado. Lo está materialmente (esto es, defacto ) por la imposibilidad del ejercicio igual del derecho que supone la divi sión de la sociedad en clases, debido al dominio del capital sobre el tra bajo, con la concentración de los recursos de la sociedad en una minoría de la población¡ por ejemplo, la libertad de expresión, aunque puede 2 Cf. capítulo 1, apartado 4.2.
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estar formalmente reconocida, solo lo es realmente para quienes dispo nen de medios suficientes para ejercerla; y así con cualquier otro derecho. Dado que la independencia material del individuo es condición de su li bertad3, en ausencia de aquella para esa mayoría de la población que ne cesita vender su fuerza de trabajo para poder subsistir, se imponen nuevas servidumbres de clase en sustitución de las feudales. De ese modo, el de recho y el Estado de todos los ciudadanos que proclama la teoría política moderna, resulta ser en la práctica el derecho y el Estado de una deter minada clase. Pero aparte de esta obstrucción material, el principio de mocrático también se encuentra formalmente violado en los marcos jurídico-políticos actuales por todo tipo de fraudes y restricciones a las libertades y derechos. Esto obedece a la posición defensiva de la burgue sía como nueva clase dominante frente al movimiento obrero; en el ex tremo, cuando la seguridad de la burguesía como clase no resulta compatible con el mantenimiento de ciertas libertades democráticas, procede a suspenderlas transitoriamente hasta que logre recomponer las bases de su dominio. Si en los regímenes capitalistas actuales (o al menos en los más con solidados) se permite como situación política normal un sucedáneo de parlamentarismo democrático con sufragio universal (convenientemente adulterado, por supuesto, por la ley electoral, la financiación de partidos, el oligopolio mediático, etc.) es sencillamente porque no es en las insti tuciones de representación política donde reside realmente el poder y se toman en último término las decisiones fundamentales que afectan a la sociedad. Es el capital a través de su control de la producción y del flujo de la inversión el que siempre tiene la llave para bloquear el proceso de reproducción económica de la sociedad si las decisiones políticas no se pliegan a sus intereses. No hay un solo ejemplo histórico de un gobierno que haya aplicado (o mejor, intentado aplicar) un programa no favorable a los intereses generales del capital (o sencillamente que no cuente con su aprobación) sin que este haya desatado en su contra una guerra eco nómica y política de desestabilización que acabe por derrocarlo. En la medida en que la sociedad entera se halla subordinada al capital, a sus necesidades de valorización y expansión sin límite -y esto es lo que in terioriza día a día el trabajador cuando comprueba que su suerte está 3 Esta es la base de la denominada tradición
« republicana» de pensamiento en la que se podría englobar a autores tan distintos como Kant, Locke, Smith o el propio Marx.
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completamente ligada a la de su patrón-, el juego parlamentario (con las adulteraciones pertinentes, por si acaso) se convierte en la forma más eficaz de legitimar ese dominio de clase4. Por ello, si desde la tradición política de Marx se denuncia la absoluta incompatibilidad entre capita lismo y democracia es, en definitiva, porque la distribución estructural mente desigual de los recursos de la sociedad -una desigualdad que se va ampliando progresivamente a partir de la explotación del trabajo por el capital-, sitúa el poder real en una determinada clase y no en el con junto de la ciudadanía a través de las instituciones de representación par lamentaria. Y es la doble obstrucción señalada, material yformal, sobre el principio democrático lo que convierte a los regímenes parlamentarios burgueses en meras plutocracias. 1.2. EL PROYECTO COMUNISTA: LA PLENA ASUNCIÓN DEL PRINCIPIO DE RACIONALIDAD MODERNA La contradicción, en su doble vertiente material y política, que acabamos de exponer -y a la que apunta el célebre «socialismo o barbarie» de la tradición marxista clásica- constituye la base de la crítica de Marx a la sociedad capitalista. Es fundamental entender que para evaluar el régi men de producción burgués Marx no toma, contra lo que habitual mente se piensa, el patrón de medida de ninguna instancia (histórica, ideológica, ética o de cualquier otro tipo) externa a la propia sociedad que se está analizando; no confronta el capitalismo con otra cosa que no sean sus propios principios, y lo hace para demostrar que es incom patible con ellos, con la racionalización económica, por un lado, y con el modelo político de democracia, por otro. En coherencia con este cri terio inmanente de valoración, el proyecto revolucionario comunista, tal y como Marx lo concibe, no surge de ninguna especulación intelec tual suya sino que tiene que ver enteramente con la posibilidad de ha cerse cargo de una manera consecuente de esos mismos ideales de racionalización que la burguesía trae al mundo pero no está en condi ciones de hacer cumplir. En el plano económico, la racionalización efectiva exige, como hemos señalado, la plena socialización de la producción, el control social de las 4 Liberalismo, keynesianismo o dictaduras militares-fascistas son tan solo diferentes formas de gestión de la economía capitalista, el Estado y del conflicto de clases en fun ción de las necesidades generales del capital en cada periodo. 369
CóMO FUNCIONA LA ECONOMÍA CAPITALISTA
fuerzas productivas, sustituyendo el funcionamiento espontáneo de la ley del valor -la «anarquía de la producción»- por la planificación ra cional de la actividad, lo cual implica necesariamente acabar con la ex plotación de la mayoría social trabajadora por una minoría propietaria de las condiciones de producción. Solo sobre la base material que pro porciona una economía socializada puede darse la intervención cons ciente del hombre sobre su existencia, liberarse de la supeditación a la lógica ciega del beneficio y la competencia, posibilitando, en definitiva, un genuino «dominio de la naturaleza» (no, obviamente, en un sentido que pudiese incluir su destrucción, lo cual no sería propiamente dominio sino la más completa sumisión del hombre a ella por la vía de su colapso ecológico, que es justamente lo que sucede bajo el capitalismo) . Por su parte, en el ámbito político se trata de hacer efectivo el modelo de república democrática basado en el derecho y el reconocimiento uni versal de las libertades. La socialización de la producción, al ser la vía para la superación de la sociedad de clases y de las servidumbres que ella acarrea, aparece como la base económica de la democracia. En rigor, desde el punto de vista de Marx, el comunismo no sería propiamente una opción política más (entre otras posibles) sino la condición socio material de toda opción política, el presupuesto económico del autogo bierno, de la libre deliberación ciudadana para organizar, en pie de igualdad unos individuos con otros, los recursos de la sociedad. Así pues, el proyecto comunista de Marx no plantea otra cosa que no sea asumir consecuentemente lo que el capitalismo proclama pero que por su propia naturaleza clasista no puede cumplir, la racionaliza ción científico-técnica de la producción y la república democrática, mostrando además que no es posible una cosa sin la otra, pues la inte gración de todo el aparato productivo en un plan racional único que es tablezca los objetivos generales del desarrollo económico y social solo es posible sobre la base de la participación democrática del conjunto de la sociedad, como acto de comunicación y deliberación general perma nente. Asumir la racionalidad moderna implica reconocer, en conse cuencia, que no hay otra ciencia (supuestamente «obrera») basada en principios y reglas que no sean los del conocimiento físico-matemático\ y en el plano político, que no puede haber otra democracia (adjetivada «obrera») distinta a la fundada en el derecho y la libertad individual, 5
Martínez Marzoa, 1 983, capítulo IX.
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pues el único principio coherente con el socialismo, con el programa de regulación consciente de la producción, no puede ser otro que el de so beranía popular (en oposición a la soberanía del capital) que encarna el modelo jurídico-político moderno de república democrática. El comu nismo en Marx representa, en su significado más profundo, un proyecto de emancipación humana: se trata de instaurar un marco económico ge neral que, por la vía del control social de la producción, asegure la inde pendencia material de los individuos, condición de su autonomía (extinguiendo cualquier tipo de servidumbre o forma de opresión: gé nero, clase, etnia . . . ) y, con ella, del autogobierno ciudadano. 1.3. LAS DOS FASES DE LA SOCIEDAD COMUNISTA: SOCIAfJSMO Y COMUNISMO Marx distingue dos etapas en el desarrollo de la sociedad comunista. La primera de ellas alude a la «la sociedad comunista, tal y como brota de la sociedad capitalista», un orden social que presenta todavía « en todos sus aspectos ( . . . ) el sello de la vieja sociedad de cuya entraña procede» . L a segunda etapa s e refiere a la sociedad comunista « que s e h a desarro llado sobre su propia base», libre ya de toda influencia capitalista6• Desde Lenin y los bolcheviques, la tradición marxista denomina habi tualmente a la primera etapa «socialismo» y a la segunda propiamente «comunismo» . En lo que sigue mantenemos esas denominaciones en la medida en que sirven para remarcar las diferencias esenciales entre una y otra fase. Es oportuno señalar, para hacer más comprensible su significado, que esta distinción entre dos fases de la sociedad comunista es de la misma naturaleza de la que el mismo autor establece entre la etapa de nacimiento y paulatina consolidación del modo de producción capita lista, por un lado, y la de su desarrollo como sistema acabado, por otro, cuando ha subsumido bajo su dominio todos los elementos heredados de las formas productivas precapitalistas y se reproduce ya de forma es pontánea, con arreglo a su propia lógica. Se trataría, en suma, de la dis tinción entre lo que es impulso consciente para la implantación de un sistema, para cuya tarea la burguesía se sirvió ampliamente del Estado y de la violencia (incluidas sus formas más bárbaras, como fue el colo-
6 K. Marx,
Crítica del Programa de Gotha, 1968, p. 19.
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nialismo) y el desarrollo de ese mismo sistema de acuerdo ya a su propio mecanismo reproductivo. En lo que respecta a la etapa socialista en la construcción de la nueva sociedad lo importante es comprender que necesariamente se erige1 como advierte el texto de Marx citado antes1 sobre premisas históricas que ella no crea. Tanto por el todavía insuficiente desarrollo de las fuer zas productivas como por la influencia económica y moral de la vieja sociedad, en esta primera fase regiría la máxima «de cada cual según su capacidad1 a cada cual según su trabajo»1 un principio distributivo ba sado todavía en la aportación individual de cada productor. Pese a la ex traordinaria liberación que supone acabar con la explotación1 estaríamos aún ante una pauta distributiva de base burguesa que trata como iguales a los desiguales: el derecho de los productores sobre la riqueza produ cida sería proporcional al trabajo realizado1 de modo que el derecho igual aplica una medida igual1 como es el trabajo1 a lo que es desigual1 las características y necesidades concretas de los distintos individuos (desde el punto de vista físico1 intelectual1 familiar1 etc.). Bajo este prin cipio distributivo socialista los productores continúan actuando guiados por el interés propio como propietarios privados de su fuerza de trabajo que buscan maximizar su ingreso personaF. Tras esta primera etapa socialista habría una segunda comunista1 que se alcanzaría cuando la nueva sociedad «Se ha desarrollado sobre su propia base»1 como sistema acabado del que desaparecen definitiva mente los elementos mercantiles1 las diferencias de clase y1 con ellas1 la necesidad del Estado como fuerza material de dominio de una clase sobre otra1 que será sustituido por la organización meramente técnico administrativa de la sociedad. Marx considera aquí que las nuevas for mas institucionales basadas en el autogobierno ciudadano crean las condiciones necesarias para la progresiva extinción del Estado. En este estadio superior de la sociedad comunista1 cuando el desarrollo de las fuerzas productivas permita reducir drásticamente la escasez material1 y la influencia ideológica y moral del capitalismo se haya extinguido, re girá por fin el principio «de cada cual según su capacidad1 a cada cual según sus necesidades »1 una fórmula distributiva que no significa que 7
La distribución de acuerdo con la contribución personal es el medio para la repro ducción de una relación de producción basada en la fuerza de trabajo como propiedad privada. Cf. M. Lebowitz, 2004.
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EL COMUNISMO EN MARX
desaparezca la necesidad de cálculo racional sino que este cambia de naturaleza conforme se desarrollan las nuevas relaciones sociales. En este momento el proceso económico se organiza ya como actividad ple namente libre y cooperativa. 1 .4. Dos VISIONES DE LA ECONOMÍA SOCIALISTA INCOMPATIBLES CON LA CONCEPCIÓN DE MARx
Para Marx el comunismo representa ante todo, como ya hemos dicho, un proyecto de liberación humana cuya característica esencial es el au togobierno de la sociedad. La vía para alcanzarlo es la propiedad colec tiva de los medios de producción, la cual ha de permitir el dominio consciente y democrático del proceso productivo global por el conjunto de la población, poniendo fin a la explotación del trabajo. Esta concep ción emancipadora del ideal comunista que tiene Marx resulta absolu tamente incompatible con otras dos visiones muy extendidas, desde el mismo siglo XIX hasta el presente, como son la « estatización» de los medios de producción, por un lado, y la «autogestión» descentralizada de empresas en un marco mercantil, el denominado « Socialismo de mercado», por otro. i) Estatización de los medios de producción La socialización de la producción, la integración de todo el aparato productivo en un plan único conscientemente asumido por el conjunto de la sociedad, no puede consistir en la mera transferencia de la propie dad sobre los recursos productivos al Estado. Para Marx el socialismo no puede reducirse de ningún modo a una cuestión meramente jurídica, relativa a la titularidad estatal de los principales medios de producción, donde la planificación actuaría como un simple procedimiento de ad ministración centralizada de los recursos, sino que se refiere, como ya hemos explicado) al dominio efectivo de los trabajadores sobre sus con diciones de existencia, lo cual implica el control sobre los medios de producción y, a través de él, la posibilidad de decidir colectivamente el destino del excedente social. No hay que confundir bajo ningún concepto estatización con socia lización de la producción, propiedad estatal con propiedad social de los medios de producción. La propiedad estatal no implica por sí misma una relación de producción socialista) cuya característica básica es el control consiente y democrático de los productores sobre sus condicio-
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nes materiales de vida, y no existe ningún automatismo económico que desde la estatización conduzca a la socialización. Ciertamente, para ser efectivo, el dominio de los trabajadores sobre los recursos productivos no puede ser sino colectivo, ejercido sobre el conjunto del aparato pro ductivo -única forma de que la sociedad no quede sometida a una lógica ciega basada en la competencia y el lucro-, y la planificación económica es el mecanismo particular por medio del cual ese control social se lleva a cabo. Pero esto último solo ocurre cuando existen condiciones polí tico-institucionales democráticas que aseguren la participación activa de los productores en la toma de decisiones, pues en caso contrario el plan podría llegar a convertirse en un nuevo mecanismo de explotación o, en el mejor de los casos, en fuente de privilegios para quienes ocupan posiciones dominantes en el aparato político-estatal. Lo decisivo en el análisis de una determinada formación social es siempre, a juicio de Marx, determinar quien tiene realmente el poder, la capacidad de tomar decisiones en relación al desarrollo social, si el conjunto de los miem bros de una comunidad, en pie de igualdad unos con otros, o solo una minoría privilegiada de la población. Conviene señalar también aquí que esta concepción del socialismo como fórmula jurídica es la que inspira el reformismo socialdemócrata que opone «mercado» a «Estado». En esta perspectiva, el Estado en la sociedad burguesa no sería un aparato de dominación del capital para garantizar las condiciones de explotación del trabajo, como sostiene el marxismo, sino que representaría una especie de contrapeso al «mer cado», y en su calidad de propietario y administrador de empresas, un embrión de economía socialista dentro del propio capitalismo. Pero la naturaleza de una sociedad viene determinada por las relaciones de pro ducción que son dominantes en ella. Son esas relaciones las que esta blecen qué clase social detenta el poder y nos indican la forma en que se apropia el excedente generado por los productoresj y en el caso del capitalismo todo ello ocurre, como hemos visto a largo del libro, por vía mercantil. El grado en que se pueden combinar mercado y Estado es una problemática exclusivamente burguesa, relativa a cómo gestionar los intereses generales del capital (entre «liberales» y «keynesianos» ) El Estado tiene siempre una naturaleza de clase y protege una determi nada relación social de producción, esto es, asegura las condiciones de dominio de una determinada clase social sobre otra. Si esa relación de .
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producción es la capitalista estamos ante una sociedad basada en la ex plotación del trabajo con independencia del grado en el que el Estado intervenga en la economía o del tipo de régimen político. La única dis yuntiva real es la que se da entre poder burgués y poder obrero, entre control privado o social del excedente, no entre mercado y Estado. ii) El «socialismo de mercado» La otra visión del socialismo incompatible con la concepción libera dora que tiene Marx es el llamado «socialismo de mercado», un sistema mercantil donde los medios de producción de cada empresa serían pro piedad de sus respectivos trabajadores. Esta concepción del socialismo se deriva de una confusión acerca de la verdadera naturaleza de la sociedad capitalista, que separa la existencia del «mercado» de la del «capital». La visión de Marx es, sin embargo, muy distinta. En los dos primeros ca pítulos de este libro nos hemos dedicado a mostrar, siguiendo los pasos de El Capital, que el mercado es una estructura referida al conjunto de todas las cosas. Presupone la propiedad privada de los medios de produc ción, o lo que es lo mismo, la fragmentación del aparato productivo en unidades empresariales privadas que compiten por maximizar sus bene ficios. En consecuencia, el capital, en tanto que valor que se valoriza, está estructuralmente implicado en la circulación universal de mercancías. Cir culación («mercado» ) y producción («capital» ) son dos caras de una misma y única estructura socioeconómica¡ o en otras palabras: la ley del valor solo opera a través del mercado, lo cual significa, según establecimos en su momento, que la estructura económica solo comparece en su forma de manifestación, en las relaciones de cambio de unas mercancías con otras. El mercado no es, por lo tanto, un simple mecanismo de coordina ción y asignación de recursos, un instrumento de carácter neutro compa tible con diferentes modos de producción, entre ellos también el comunismo. Precisamente lo que Marx demuestra en El Capital es que el intercambio universal de mercancías es la forma de manifestación de cierto tipo de estructura productiva basada en el capital -esto es, en la ló gica de la valorización- de la que forman parte la competencia y la acu mulación. Por este motivo Marx entendía que la producción de mercancías y la búsqueda del máximo beneficio eran las dos característi cas básicas del modo de producción capitalista8• 8 K, III, pp.
1 1 16- 1 1 1 7.
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De todo lo anterior se sigue lógicamente que no se puede superar el capitalismo -la lógica ciega del beneficio y la acumulación compulsiva para construir el socialismo -el control racional y democrático de las fuerzas productivas- sin acabar al mismo tiempo con el mercado y la «anarquía de la producción» que él implica. Transformar en un sentido socialista las relaciones de producción y de propiedad capitalistas no puede consistir meramente en acabar con la propiedad individual de los medios de producción, convirtiendo a los trabajadores asalariados en cooperativistas, pues ese cambio en el estatus jurídico de la empresa y de sus trabajadores deja intacta la lógica capitalista de la valorización en cada unidad productiva, por lo que sigue haciendo imposible la regula ción consciente y democrática de la economía. Una cooperativa es una empresa tan capitalista como cualquier otra en la medida en que basa su actividad en la búsqueda del beneficio privado a través de la produc ción de mercancías. El «socialismo de mercado», donde las unidades de producción siguen siendo privadas (bajo la forma jurídica de coope rativa), no es otra cosa que un « capitalismo sin capitalistas», una va riante de capitalismo que ha sustituido la figura del capitalista individual por la del capitalista colectivo en cada empresa, una situación donde cada cooperativista hace las veces de productor y de capitalista. Pero el capital no es una «cosa» sino un proceso, el de la valorización de una determi nada suma inicial de dinero en cada empresa (sea o no cooperativa) de acuerdo a la fórmula D-M-D ', antes de cualquier otra consideración sobre si existe o no compra-venta de fuerza de trabajo. El capital no es sinónimo de capitalista, ya que la figura del capitalista individual solo es la personificación de una relación social impersonal que da cuenta del movimiento de valorización. Y esto ocurre, tal y como Marx se encarga de demostrar, porque el trabajo social se halla fragmentado en unidades productivas independientes, o lo que es lo mismo, porque se produce para el intercambio, en definitiva, porque hay mercado. Por todo lo señalado es fácil comprender que el « Socialismo de mercado», de ser viable, conservaría las mismas propiedades estruc turales del capitalismo y, por tanto también, la mayoría de sus proble mas: i) preserva la misma lógica productiva basada en el lucro y la acumulación compulsiva a la que obliga la competencia, de donde se derivan las mismas leyes: concentración y centralización, desarrollo desigual, etc. ii) mantendría también la «anarquía de la producción»,
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la imposibilidad de control racional y democrático de las fuerzas pro ductivas, prevaleciendo el interés privado sobre el general, por lo que no impediría la inestabilidad económica, la tendencia al desequilibrio y las crisis recurrentes, con el consiguiente despilfarro de recursos (quiebras, sobreproducción, desempleo, subutilización de la capacidad instalada, etc.) 9; iii) otra consecuencia inevitable sería la desigualdad cre ciente en el ingreso: en la lucha competitiva las cooperativas correrían irremediablemente suertes dispares, de manera que acabaría habiendo cooperativas pobres y ricas, lo cual se traduciría en retribuciones muy dis tintas a sus miembros; pero ligar la retribución al éxito de cada empresa es un principio típicamente capitalista que socava los valores de soli daridad y promueve la competencia entre los propios trabajadores, pre ocupados exclusivamente de la suerte de « S U » empresa, cuando además el éxito comercial no depende únicamente del esfuerzo o efi ciencia laboral, pues siempre existen todo tipo de interdependencias productivas, innovaciones y obsolescencias no previstas, modas, eco nomías/ deseconomías de escala o externalidades (efectos sobre terce ros que el precio no contempla) . 2.
EL PERIODO DE TRANSICIÓN ENTRE EL CAPITALISMO Y EL SOCIALISMO
2. 1 . LA REVOLUCIÓN: CLASE, PARTIDO Y E STAD O La revolución significa en Marx el desmantelamiento de la ley del valor y la integración de toda la producción en un plan único asumido cons cientemente por el conjunto de la sociedad. En la puesta en marcha de ese proceso hay implicados tres aspectos políticos que debemos abor dar ahora. i) El sujeto de la revolución El único sector de la población en condiciones objetivas de asumir un programa de transformación comunista de la sociedad, llevando a cabo la socialización de la producción e implantando la república de mocrática como marco político efectivo, es la clase trabajadora. Por ser parte de la misma estructura económica capitalista, la clase obrera está atravesada por el principio de racionalidad moderna anteriormente ex puesto -la creciente preparación científico-técnica de la fuerza laboral 9 Recordemos que la desigualdad técnica consustancial a un marco mercantil conduce a la competencia como proceso destructivo (et: capítulo 3).
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es una manifestación de ello-, pero a diferencia de lo que sucede con la burguesía, no está impedida por la defensa de ningún privilegio para comprometerse consecuentemente con él. Antes al contrario, se en cuentra en condiciones de asumir ese ideal de racionalización sin reser vas por ser la clase explotada y representar la parte mayoritaria de la sociedad. Ninguna otra clase social (por ejemplo la pequeña burguesía, cada vez más comprimida por el desarrollo capitalista) o capa de la po blación (por muy oprimida que pueda llegar a estar: jóvenes, mujeres, estudiantes, excluidos, minorías étnicas, trabajadores precarios . . . o cualquier alianza entre ellas10) está en condiciones de asumir el proyecto revolucionario, ya que cada uno de esos otros sectores ocupa una posi ción o bien periférica o bien transversal con respecto a la relación social capitalista y, por consiguiente, en la estructura social (lo cual no es óbice para que muchos de esos sectores encuentren el modo más eficaz de defender sus intereses particulares acompañando activamente el pro ceso de transformación socialista, un proyecto liberador de conquista de la autonomía individual y autodeterminación de la sociedad que busca acabar con toda forma de opresión). Sustentar la política revolu cionaría en la clase no es, por todo lo señalado, una preferencia ideoló gica o ídentitaria, sino algo que determina la propia estructura, ya que la lucha de clases (a diferencia de cualquier otro tipo de conflicto social) es el conflicto específico por medio del cual se despliega la dinámica es tructural del modo de producción capitalista. Es el objetivo estratégico de acabar con la explotación y la anarquía económica quien determina cual puede ser el sujeto del cambio. ii) Necesidad del «partido revolucionario» Entre que la clase obrera se encuentre objetivamente en condiciones de asumir el proyecto comunista y el que efectivamente lo haga no media necesidad alguna sino tan solo un complejo proceso de toma de conciencia y de organización política. La revolución no es, por tanto, 10
Esta sería la posición del populismo posmarxista, que parte de una concepción de la sociedad como yuxtaposición de instancias, fragmentos o identidades heterogéneas, ninguna de las cuales ocuparía una posición central, esto es, no habría ningún principio articulador fundamental, por lo que la lucha de clases dejaría de ser el conflicto central a través del cual se expresa la dinámica y despliegue histórico del capitalismo. Se oculta así la explotación del trabajo, causa de la tendencia a la polarización social, y se asume como horizonte político la «democratización» del Estado (burgués).
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«inevitable» . No puede serlo porque no constituye nada que venga ga rantizado por el funcionamiento espontáneo de la propia de la estruc tura -y menos aún por alguna supuesta ley general del acontecer histórico (por otra parte¡ inexistente en el Marx maduro)-J sino tan solo una posibilidad que ella encierra u. Para que la revolución tenga lugar} la clase obrera debe pasar de la lucha «espontánea» (la que sí se genera a partir del mismo funcionamiento de la estructura) por mejorar las con diciones de vida y de venta de su fuerza de trabajo (lucha de la que forma parte la reivindicación de ciertas libertades indispensables para poder organizarse) al nivel de la lucha política (ya consciente) por la toma del poder. Efectuar ese paso requiere que los trabajadores se or ganicen políticamente como partido} de forma independiente al resto de clases (que cuentan con sus propios partidos) J y se doten de un pro grama socialista y de una estrategia revolucionaria para la conquista del poder. Se trata de pasar del estado de clase « en sí» al de clase «para sí» . Que ese tránsito esté mediado necesariamente por la existencia del partido revolucionario es lo que significa la célebre fórmula leninista de que la «conciencia revolucionaria» haya de serle introducida a la clase obrera «desde fuera» de su actividad y lucha espontánea en el terreno laboral (y noJ desde luego¡ que algún «partido» concreto se autopro clame portador de las ideas y prácticas correctas) . Ahora bien¡ inevitablemente¡ esa toma de conciencia por las masas trabajadoras no es nunca uniforme (y mucho menos general) como consecuencia de la propia hegemonía (política¡ ideológica y cultural) burguesa¡ por lo que el partido solo puede ser en realidad una parte de vanguardia} por su nivel de conciencia y compromiso¡ de la propia clase. La posición de Marx¡ y más tarde de Lenin y los bolcheviques} es que la lucha de clases no se desarrolla en un vacío ideológico¡ lo que hace imprescindible la independencia política (organizativa} ideológica 1 2 y programática) de los trabajadores para hacer la revolución. No se trata¡ obviamente} de que el partido «sustituya» a la propia clase en el pro ceso revolucionario} sino de que la toma como juez de su línea política¡ 11 Martínez Marzoa, 1983, apartado Xl.4. 12
Empleamos aquí el término ideología en su sentido convencional, como sistema de ideas y representaciones sociopolíticas, no con el significado preciso y más profundo que le dimos en el capítulo 1 (apartado 4.2) como forma de manifestación necesaria de la estructural mercantil.
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de sus propuestas y de su estrategia; como tampoco significa que el par tido revolucionario haya de ser el partido en el poder, ya que el poder obrero, la dictadura del proletariado, no se refiere al poder de ningún partido concreto13• Esta visión clásica de la tradición marxista se opone tanto al « sustituismo» golpista («a la Blanqui» ) que propugna la toma del poder político por una minoría violenta al margen de la acción de las masas, como del «espontaneísmo» obrero, que considera que la mera experiencia de lucha puede generar una conciencia revolucionaria entre los trabajadores y asegurar el triunfo de la revolución, sin necesi dad de clarificar objetivos estratégicos y confrontar programas. iii) La conquista del poder Para realizar la transformación revolucionaria de la sociedad y ex propiar a la burguesía es preciso que la clase obrera tenga el poder en sus manos, de modo que el proyecto de construcción de la sociedad co munista comienza necesariamente por una particular acción política como es la conquista del poder estatal. Se trata de disputarle a la bur guesía la capacidad de coacción material sobre el conjunto de la socie dad que representa el Estado. Esa toma del poder habrá de tener un carácter revolucionario, violento, en el sentido de que exige romper con la institucionalidad burguesa (independientemente de la forma jurí dico-política que adopte, más o menos parlamentaria o dictatorial), li quidando su aparato de Estado -cortocircuitando la operación de sus distintos organismos: militar, judicial, burocrático, político, etc.- para sustituirlo por uno nuevo que garantice la participación activa de los trabajadores en la vida pública y acometa las tareas económicas y polí ticas de la transición al socialismo. La cuestión de qué clase tiene el poder, si la burguesía o el proletariado, no es algo que pueda decidirse nunca desde dentro del propio marco po lítico burgués14• La burguesía no puede ser desalojada del poder a través del juego parlamentario porque su condición de clase dominante es eco nómica, no política, y conserva en todo momento la capacidad de sabo tear cualquier decisión parlamentaria que no le sea favorable gracias a su control de la producción y del flujo de inversión. Aún en el caso de una mayoría parlamentaria favorable al socialismo, la suspensión del marco «democrático» y de las libertades sería el recurso de la burguesía (a través 13
Martínez Marzoa, 1976.
14 Martínez Mazoa, 1 976 y 1983. 380
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de su control de los distintos aparatos del Estado y del auxilio del capital internacional) para reconducir cualquier crisis de dominio. No cabe tran sición «pacífica» (por vía parlamentaria) y gradual (por reformas) al so cialismo, porque ninguna clase dominante en la historia renuncia a sus privilegios sin oponer una feroz resistencia y, en el plano estrictamente económico, porque la lógica expansiva del capital no admite enmiendas ni ser superada por etapas, acumulando pequeñas transformaciones que generen cambios cualitativos o la metamorfosis del sistema, por ejemplo restringiendo progresivamente su radio de acción y socavando las condi ciones de la explotación del trabajo. Esta definición de la estrategia revolucionaria se deriva de la concep ción marxista del Estado. Para Marx el Estado en la sociedad burguesa siempre es, con independencia de la forma jurídica que asuma, la fuerza material para la opresión de la clase trabajadora, garante en último tér mino de las condiciones generales de la explotación capitalista. Por el contrario, las corrientes reformistas del movimiento obrero se caracte rizan por negar el carácter de clase del Estado, al que no consideran ex presión del poder de la burguesía sino un organismo neutro -un espacio de disputa política, donde se pueden ir conquistando o perdiendo po siciones- situado por encima de las clases15. Por ello, en vez de destruirlo a través de un proceso revolucionario para construir otro poder radi calmente distinto, basado en la participación activa de los trabajadores, consideran que es posible tomar su control mediante una mayoría par lamentaria «obrera» o «popular» para ponerlo al servicio de la trans formación gradual socialista. Sin embargo, la estructura del Estado burgués, todo el edificio institucional que lo compone, está diseñado para evitar la participación directa y continua de las masas trabajadoras en los asuntos públicos. Todos los aparatos del Estado (militar, admi nistrativo, judicial, político, etc.) se encuentran sustraídos al control di recto de los ciudadanos, son órganos autónomos «profesionales» y en sus instancias superiores están íntimamente ligados por todo tipo de vínculos (ideológicos, políticos, familiares, culturales, sociales . . . ) a la clase capitalista. Para Marx, mientras los principales medios de produc ción sigan en manos privadas, el Estado seguirá siendo un aparato al servicio del capital y sus necesidades de reproducción ampliada. 15 Este era ya en tiempos de Marx el sentido de la consigna «Estado libre» incorporada al programa de la socialdemocracia alemana por los partidarios
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de Lasalle en Gotha.
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2.2. EL PODER OBRERO : «DICTADURA DEL PROLETARIADO» Y «REPÚBLICA DEMOCRÁTICA>>
El poder de la burguesía es espontáneo, no consciente, ya que se deriva del funcionamiento automático de la propia estructura económica16. La burguesía es clase dominante, capaz de determinar la política, por su misma naturaleza objetiva como clase, debido a su monopolio sobre los recursos productivos de la sociedad. Estructura económica y poder de la burguesía son, por tanto, una sola y misma cosa. El Estado solo es aquí el garante último de ese poder de clase, de las condiciones de fun cionamiento de la estructura económica: la propiedad privada y la ex plotación del trabajo. La clase obrera, por el contrario, ha de ejercer su poder de manera consciente, pues de lo que se trata con él es precisamente de desarticular la espontaneidad económica capitalista y sustituirla por la organización racional y democrática del proceso productivo global. Esto significa que la constitución de la clase obrera en clase dominante tiene lugar en el plano político, como materialización de un proyecto conscientemente asumido. Para destacar la naturaleza consciente del ejercicio del poder obrero frente a la espontaneidad del poder burgués1 con el dominio de los trabajadores sobre la burguesía que está siendo expropiada, Marx utilizó la expresión «dictadura del proletariado»1 donde el término «dictadura» no alude1 obviamente1 a ninguna fórmula jurídico-política o forma de gobierno autoritario. La « dictadura del proletariado» es para Marx el tipo de Estado que corresponde al periodo de transición entre la sociedad capitalista y la socialista, donde la clase obrera orga nizada como poder político procede a la transformación revolucionaria de la primera en la segunda17• Designa, por tanto, un nuevo tipo de Es tado al servicio de la transición socialista basado en la participación ac tiva y sin restricciones de las masas trabajadoras en las tareas de dirección económica y política de la sociedad18• 1 6 Martínez Marzoa, 1 983, XI.5, p. 1 63 y ss. 17 Marx, Crítica al Programa de Gotha, 1 968, p. 36.
18
Se trata de una categoría técnica irrenunciable en la concepción marxista del Estado y la revolución, pero no necesariamente fuera de la elaboración teórica, es decir, con fines de intervención política y de propaganda, ya que es conveniente evitar cualquier equívoco entre los trabajadores acerca del carácter liberador del proyecto comunista.
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Como vimos en el apartado anterior, aunque la burguesía proclame el derecho igual, la posibilidad de ejercerlo realmente depende de con diciones materiales, de la posesión de recursos económicos, que están monopolizados por el capital. En este sentido, el Estado, en cuanto ga rante del derecho igual para todos y autoridad de toda la sociedad con base en esa igualdad, es en realidad la autoridad del capital 19• La conse cuencia práctica, de carácter institucional, de este hecho es que en el ca pitalismo el Estado no puede identificarse sin más con el conjunto de la ciudadanía -es decir, el Estado no puede ser directamente la ciuda danía organizada como poder-, sino que ha de ser un aparato separado de la sociedad y sustraído a su control. En caso contrario, intereses aje nos a los de la burguesía se impondrían de forma natural en las institu ciones de representación parlamentaria. Pues bien, a diferencia del Estado burgués, que es un aparato situado por encima de la sociedad, el poder obrero tiene como característica esencial justamente la no separación del Estado de las masas trabajadoras, o más exactamente, la organización de esas masas en poder político. Ello debe afectar a todos los organismos que lo componen (militar, judicial, administrativo . . . ) y a las características de los cargos electos (revocabi lidad, retribución equiparable a la de un trabajador medio, ausencia de cualquier tipo de privilegio, etc.). Con la dictadura del proletariado se trata, por tanto, de crear las condiciones políticas e institucionales nece sarias para que los productores puedan controlar colectivamente, a escala del conjunto de la sociedad, la actividad económica y, a través de ella, determinar sus condiciones materiales de existencia. Conviene remarcar que ese control social no surge automáticamente de la propiedad estatal de los principales medios de producción, con la simple administración centralizada de los recursos, sino que depende del poder real de los pro ductores. Si el nuevo aparato de Estado surgido de la revolución se au tonomiza de las masas trabajadoras y las domina, actuando respecto a ellas de un modo autoritario, la propiedad estatal de los principales me dios de producción puede acabar convirtiéndose en un nuevo meca nismo de explotación por la minoría de población que ocupa los puestos directivos en la estructura del Estado. Todo lo indicado hasta aquí se refiere a la naturaleza del poder obrero, al tipo de Estado que Marx denomina « dictadura del proleta19 Martínez Marzoa,
1983, apartados X.2 a X.4.
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riada». Pero entonces ¿cuál es la forma jurídico-política que ha de co rresponder a la « dictadura del proletariado» ?, o dicho de otra forma, ¿bajo qué condiciones jurídico-políticas puede el poder obrero -la «dic tadura del proletariado»- asumir la tarea de construir el comunismo, el control social y racional de la economía? La respuesta de Marx es inequívocamente que esa forma política no puede ser otra que la «re pública democrática» basada en el derecho, la libertad y la soberanía popular, el mismo modelo político que la burguesía trae al mundo como ideal pero que es incapaz de hacer cumplir. La razón es evidente: la democracia es una condición necesaria para el ejercicio del poder obrero entregado a la tarea de planificar racional mente la economía, una tarea que constituye un acto de comunicación y deliberación social permanente. Si el poder obrero solo puede existir como proyecto conscientemente asumido -pues no responde a ninguna ley objetiva o espontaneidad económica-, la única forma compatible con el ejercicio de ese poder es, lógicamente, la democracia. Para la clase obrera la democracia no es ningún ideal que enarbolar sino el presu puesto jurídico-político del socialismo, de la planificación racional de la producción. Solo un marco de democracia plena, basado en las liber tades, el derecho-igual y el sufragio universal, es compatible con un pro yecto que aspira a la autodeterminación de la propia sociedad, superando la supeditación de los individuos (y de la sociedad entera) a poderes pri vados como los encarnados por el capital. Debe advertirse también aquí que, por su propia definición, los de rechos y las libertades democráticas no pueden tener límites, es decir, solo pueden ser establecidos coherentemente en términos de universa lidad, sin excluir de ellos a nadie (tampoco a los antiguos miembros de las clases dominantes, pero que en la nueva situación ya no cuentan con ninguna plataforma material privilegiada para difundir sus ideas)20• Por ejemplo, si un miembro X está privado de la libertad de expresarse, ocu rre entonces que se le está privando a todos los demás de la libertad de escuchar lo que ese X pudiese querer decir. Reconocer la libertad de co municación o de reunión para alguien solo puede tener sentido si todos y cada uno de los demás miembros de la comunidad tienen reconocido ese mismo derecho. El derecho designa un sistema referido a todas las personas, sin exclusiones, no una facultad que pudiera reservarse a unos 20
Martínez Marzoa, 1983, XI.5.
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individuos y no a otros. Por ello, mientras el poder de la burguesía puede ejercerse a través de una gran variedad de formas políticas -que van desde el parlamentarismo (más o menos adulterado) al fascismo-, de pendiendo de las necesidades y posibilidades del capital en cada mo mento, el poder obrero, en cambio, si lo es verdaderamente (y no un sucedáneo o el poder de una capa burocrática que gobierna en nombre de la clase obrera), solo puede ejercerse verdaderamente bajo un marco político de democracia plena, sin adjetivos. La tarea de la revolución co munista en el plano político será, sencillamente, como ya avanzamos, asumir consecuentemente, sin reservas, la forma política democrática. 2.3. LA ECONOMÍA DEL PERIODO DE TRANSICIÓN El periodo de transición entre el capitalismo y el socialismo al que co rresponde la «dictadura del proletariado» como forma de Estado -y la república democrática como fórmula jurídica- consiste en la sustitución progresiva del principio mercantil de regulación espontánea de la activi dad (basado en la competencia y el lucro) por el de planificación, con la integración de la producción en un plan único bajo control de los pro pios productores. El primer paso de esa transición tras la toma del poder por los trabajadores ha de ser, no obstante, la inmediata nacionalización de la gran propiedad capitalista y terrateniente para privar a la burguesía de sus bases de poder económico y asegurar así la estabilidad política del proceso de cambio. Se trata, como se podrá entender, de un periodo de intensa lucha de clases marcado por la contradicción entre el sector socialista que empieza a desarrollarse gradualmente y el sector privado de la economía que todavía subsiste y constituye la base material para recrear el poder de la burguesía con aspiraciones para recuperar su do minio político con la ayuda imperialista. Así pues, el periodo de transi ción es un camino de doble sentido, que puede dirigirse bien hacia el socialismo, bien hacia la restauración capitalista. Debido a la enormidad de la tarea, la duración de esta transición es indeterminada y dependerá fundamentalmente de la evolución de dos factores: i) las condiciones técnico-materiales, relativas al nivel de desarro llo de las fuerzas productivas alcanzado por la economía: grado de con centración y centralización del capital, peso de la pequeña y mediana propiedad, base científico-técnica, cualificación de la fuerza laboral, etc. y ii) las condiciones socio-políticas, relativas al desarrollo de la lucha de
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clases, principalmente el tipo de relación de la pequeña y mediana bur guesía con la clase obrera y el nuevo poder socialista. A partir de la propia experiencia de la revolución rusa) que hereda una economía atrasada semifeudal, de base eminentemente campesina y devastada por la guerra mundial y la posterior invasión imperialista) los dirigentes bolcheviques consideraron que la duración de esa transi ción sería prolongada, ya que se debían crear las condiciones económicas necesarias (industrialización) gran empresa, etc.) para la construcción del nuevo orden poscapitalista. En ese contexto de extrema precariedad económica y cerco imperialista tuvo lugar un enconado debate en el seno del partido bolchevique acerca de la estrategia a seguir para alcan zar el socialismo. Por un lado estaba la línea representada por Preobraz hensky, que planteaba la necesidad de acelerar la industrialización estatal a partir del excedente agrícola, y por otro la encabezada por Bujarin, que pretendía un desarrollo más armónico entre la industria (de base ya eminentemente estatal) y el campo (basado todavía en la pequeña y mediana propiedad) . En la actualidad, sin embargo) a medida que el desarrollo del capita lismo a nivel mundial liquida los restos de la producción de subsistencia y de la pequeña propiedad campesina, la duración de esa transición po dría acortarse sensiblemente. En los países capitalistas más avanzados, la pequeña propiedad no capitalista tiene hoy un peso ya muy reducido y representa un porcentaje minoritario de la población, por lo que la na cionalización de los principales sectores y grupos empresariales supon dría inmediatamente la constitución de un gran sector estatal de la economía, embrión de la futura economía socialista. En cualquier caso, una vez expropiada la gran propiedad capitalista tras la toma del poder, el camino hacia el socialismo a partir de ese pre ciso momento es el de la progresiva incorporación del resto de actividades al sector socialista, una incorporación cuyo ritmo dependerá de la evo lución de las dos condiciones señaladas antes: i) de la posibilidad téc nico-económica de integrar cada vez más áreas de actividad al plan, al aparato productivo socializado) un proceso que se realizará de forma gradual en función del nivel de desarrollo técnico alcanzado en cada sector y empresa) comenzando por los más avanzados; ii) en el plano político) de la necesidad de preservar la alianza obrera con las fuerzas pequeño-burguesas y, puntualmente, con elementos de la burguesía
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media, para no arrojarlas en brazos de la contrarrevolución; ello incluye dar respuesta a las aspiraciones de las capas aliadas al tiempo que se aísla y neutraliza a las enemigas de la revolución. Se trata de proporcionar una base social lo más amplia posible al proceso de construcción socia lista, garantía de su estabilidad política. La socialización de la pequeña y mediana empresa debe plantearse, así pues, de forma voluntaria y con la correspondiente indemnización (también a los pequeños accionistas de las grandes corporaciones na cionalizadas), mostrando en la práctica a los pequeños propietarios la superioridad técnica y ventajas de la empresa socialista (integrada en el plan), haciendo ver que saldrían ganando convirtiéndose en simples tra bajadores del sector socializado de la economía, o en su defecto habili tando fórmulas mixtas de integración en dicho sector. La propiedad cooperativa, subordinada al plan, puede ser la forma más accesible y comprensible para que los campesinos y pequeños propietarios en ge neral se incorporen gradualmente en la vía socialista. Contra la voluntad de los pequeños propietarios el poder obrero y la propia transición se vuelven mucho más vulnerables. Una formulación exacta de este criterio la proporciona Engels a propósito de la pequeña propiedad campesina en Francia y Alemania; en sus palabras: «cuando estemos en posesión del poder del Estado, no podremos pensar en expropiar violentamente a los pequeños campesinos (sea con indemnización o sin ella) como nos veremos obligados a hacerlo con los grandes terratenientes. Nuestra misión respecto a los pequeños campesinos consistirá ante todo en en cauzar su producción individual y su propiedad privada hacia un régi men cooperativo, no por la fuerza, sino por el ejemplo y brindando la ayuda social para este fin. Y aquí tendremos, ciertamente, medios so brados para presentar al pequeño campesino la perspectiva de ventajas que ya hoy tienen que parecerle evidentes»21• Ya que las relaciones y categorías mercantiles han de sobrevivir por un periodo indeterminado durante la construcción socialista, el verdadero problema de la transición no es tanto la amplitud que pueda llegar a al canzar en un determinado momento el sector mercantil, como la circuns tancia, enteramente política, de si dicho sector se encuentra controlado y estrictamente acotado en el marco del plan económico general. La iden tificación de plan con socialismo y de mercado con capitalismo solo es 21
Engels, «El problema campesino en Francia y Alemania», 1 894.
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cierta como tendencia, o lo que es lo mismo, como hecho estructural, fuera del periodo de transición que aquí estamos considerando. En de terminadas circunstancias el poder obrero puede verse obligado a retro cesos tácticos en el campo económico, tolerando o incluso promoviendo puntual y transitoriamente formas de producción privada, como fue el caso del reparto de tierras entre los campesinos pobres en la Rusia revo lucionaria, una medida que no formaba parte del programa bolchevique (que propugnaba la socialización de la tierra para su mejor tecnificación), pero que resultaba absolutamente indispensable desde el punto de vista político para garantizare el apoyo del campo a la revolución. En todo caso, la existencia de relaciones mercantiles y su tendencia expansiva constitu yen una amenaza permanente de restauración capitalista a lo largo de todo el periodo de construcción socialista que el poder obrero deberá vigilar atentamente y gestionar con visión estratégica y no meramente táctica. 3.
U N MODELO D E ECONOMÍA SOCIALISTA DEMOCRÁTICAMENTE PLANI FICADA
3. 1 . EL SIGNIFICADO DE LA PLANIFICACIÓN ECONÓMICA SOCIALISTA La planificación socialista de la economía se refiere a la capacidad de imponer objetivos generales al desarrollo económico y social -incluido el tipo de relación que se pretenda mantener con el medio natural- a través del control racional del proceso productivo global por el conjunto de la sociedad. Se trata de un horizonte de plena libertad en el que, en palabras del propio Marx, « el hombre socializado, los productores aso ciados, regulen racionalmente ese metabolismo suyo con la naturaleza poniéndolo bajo su control colectivo, en vez de ser dominados por él como por un poder ciego», como sucede bajo el capitalismo22• En tér minos organizativos esta racionalización de la actividad económica a escala de toda la sociedad exige que los fines de las diferentes unidades de producción estén subordinados a un fin general democráticamente establecido. A esta coordinación de la actividad de las diversas empresas para la consecución de un objetivo final es a lo que propiamente se de nomina planificación de la economía23• Desde un punto de vista mera22
K, III, p. 1044. Para una introducción al concepto y práctica de la planificación puede verse Lange, 1992, capítulo V; Lange (ed.), 1 965; o Bettelheim, 197la, y 197lb.
23
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mente técnico, la noción de plan incluye, por tanto, dos elementos de finitorios: i) la formulación de un determinadofin que se propone con seguir, desglosado en objetivos específicos de desarrollo; y ii) las disposiciones o medios adoptados con vistas a alcanzarlo. Pero en su sentido socialista, la planificación económica exige además la existencia de una estructura institucional que asegure la participación activa de los productores en la elaboración y ejecución del plan. Así definida, la planificación no constituye una «técnica» que po dría «emplearse» (en uno u otro grado) en diferentes contextos sociales (incluido el capitalismo), sino una forma de organización económica de la sociedad basada en la propiedad colectiva de los principales me dios de producción; del mismo modo que tampoco el mercado es una «técnica» que podría «aplicarse» en el socialismo. Plan y mercado no son simples «instrumentos» neutros de asignación susceptibles de ser «utilizados» en diferentes marcos sociales sino la expresión misma de estructuras sociales distintas, formas de organización económica y social antagónicas. En una economía socializada el principio que guía la actividad de las empresas y justifica su existencia ya no es la rentabilidad -más exacta mente, ya no hay propiamente empresas rentables y no rentables (lo cual no significa, obviamente, que un objetivo empresarial y una preo cupación primordial de las autoridades planificadoras no sea precisa mente el de elevar constantemente la eficiencia)-, sino su pertinencia técnica para la consecución de un fin general expresado democrática mente en el plan. La subordinación de la actividad de la empresa socia lista al objetivo fijado en el plan puede, no obstante, ser directa o indirecta24• Esto sucede porque en el marco del plan general pueden existir planes de rango inferior de distinto tipo (territoriales, sectoriales, etc.) a los que se vincule la actividad de las diferentes empresas. Los fines que se fijan en los planes de nivel inferior constituyen medios para realizar el fin establecido en el plan general de la economía. Esta inte gración de los fines empresariales en un fin común supone una pecu liaridad de la economía socialista, en oposición a la existencia de fines independientes y en paralelo de las empresas en el capitalismo. Para comprender mejor el significado profundo de la planificación económica y apreciar sus diferencias esenciales con la organización mer24
Lange, 1 992, pp. 158-160.
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cantil de la producción puede resultar de utilidad trazar una analogía entre el funcionamiento de un sistema económico (más allá de la forma social que adopte, entendido como un dispositivo de procesamiento de la información) y el de un centro de control de un aparato de calefac ción25. Supongamos que el objetivo de ese centro de control es mante ner un lugar de trabajo a una determinada temperatura mientras está ocupado por los trabajadores. El mecanismo procede contrastando la diferencia entre la temperatura real y la deseada para de esa forma con trolar el flujo de combustible hacia la caldera y poder regular la tempe ratura. Consideremos en primer lugar un controlador rudimentario que simplemente actúa encendiendo o apagando la caldera en función de si la temperatura registrada en cada momento está por debajo o por en cima de la deseada. Se trata de un tipo de mecanismo que funciona por prueba y error, es decir, que carece de previsión y no tiene en cuenta di rectamente las condiciones del recinto (solo atiende a ellas de manera indirecta, en la medida en que esas condiciones afectan a la temperatura, esto es, a posteriori) . Pero un aparato de calefacción con un sistema de control más inteligente lo que hace es incorporar parámetros del lugar para ajustar la temperatura: tiene en cuenta la potencia de la caldera, la fuga de calor por puertas y ventanas, las horas de luz solar, los materiales con los que está construido el edificio, los horarios de trabajo y presen cia de gente, etc. Este aparato más sofisticado prevé todos los cambios que puedan producirse y anticipa la respuesta modificando la tempera tura de forma gradual, sin aceleraciones ni paradas bruscas, para evitar tanto el sobrecalentamiento como no alcanzar la temperatura deseada, evitando de ese modo el despilfarro de combustible. Para cumplir con el objetivo programado ahora el control traza un plan de actuación que está sujeto a la información que se tiene del sistema. Pues bien, el mercado es un sistema de procesamiento de información ciego, errático y muy rudimentario que se asemeja al viejo termostato descrito. Cada empresa recibe señales del mercado, una información que es siempre imperfecta (por la opacidad inherente a la propiedad pri vada), y las interpreta subjetivamente, tomando decisiones de forma au tónoma con arreglo a su propio interés (y no desde el punto de vista de las posibilidades técnicas existentes o de las necesidades sociales) en un marco de incertidumbre permanente. Igual que el rudimentario termos25 Tomamos la analogía de
Cockshott y Cottrell, 1993, capítulo 4.
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tato, funciona por prueba y error, carece de previsión y, a diferencia de él, no responde a ningún objetivo general. Como vimos al analizar el proceso de reproducción ampliada en el capítulo 4, nada asegura la com patibilidad entre la infinidad de decisiones de inversión que las empre sas toman a cada instante. La retroalimentación de la información a través de la demanda no garantiza la estabilidad del sistema ni evita las permanentes fluctuaciones de la actividad y las crisis, con el consi guiente derroche de recursos materiales y humanos. Las preferencias de los consumidores no pueden actuar como verdadera variable de con trol externo del sistema por dos motivos fundamentales: primero, por que están condicionadas por las decisiones previas de inversión de los capitalistas, de tal forma que si producir algo no es rentable o no hay con ello expectativas de ganancias suficientes, sencillamente no se pro duce, o se restringe la inversión aunque las necesidades sociales queden sin cubrir (en este capítulo deberíamos consignar también las «necesi dades» inducidas por la publicidad) ; y en segundo lugar, porque dada la extrema desigualdad en la distribución de la renta, la función de de manda agregada no expresa de ningún modo las preferencias reales de los individuos en cada momento, pues las decisiones de consumo en el capitalismo responden únicamente al principio plutocrático de «Un euro, un voto»26• Frente al carácter anárquico y ciego del mecanismo mercantil, la pla nificación socialista se asemeja al aparato de calefacción inteligente que contempla la evolución de las principales variables del sistema y tiene la capacidad de fijar objetivos generales democráticamente establecidos al desarrollo económico y social. Esta posibilidad solo puede concre tarse sobre la base de una producción altamente socializada, no sujeta a intereses privados. Ningún modelo económico que mantenga la es tructura mercantil, con la autonomía de las unidades de producción (es decir, cualquier forma de propiedad privada, incluida la cooperativa) y su lógica ciega del beneficio (como sucede en la propuesta de « socia lismo de mercado»), es compatible con esa capacidad de decidir libre y colectivamente las características generales del desarrollo social. En las economías capitalistas, aunque los gobiernos pueden introducir una cierta orientación (la llamada «planificación indicativa» de las econo mías keynesianas de posguerra, destacadamente los casos francés y ja26
Guerrero, 2007.
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ponés), la última palabra la tienen siempre los capitalistas con sus de cisiones de invertir de acuerdo a sus expectativas de ganancia, al mar gen de las recomendaciones que puedan hacer los políticos, por lo que el alcance de estas directrices es siempre muy limitado y en ningún caso pueden modificar las leyes fundamentales de la producción y re producción capitalista ni, por supuesto, afectar a la naturaleza explo tadora del capital. El objetivo que nos proponemos en este apartado es mostrar que una economía planificada en un sentido socialista es superior a la capi talista en un doble plano: i) en el democrático: pues permite el control social y racional de las fuerzas productivas, acabando con la explotación del trabajo por medio de la apropiación colectiva del excedente, lo que posibilita establecer metas generales libremente elegidas por el conjunto de la población para el desarrollo socioeconómico y asegurar el soste nimiento ecológico del planeta; y ii) en el económico: por su mayor ca pacidad para desarrollar las fuerzas productivas, al asignar los recursos de un modo más eficiente y flexible que el mercado, sin derroches ma teriales ni desempleo, gracias a la coordinación técnico-administrativa de las empresas y a que se conocen en cada instante los recursos exactos con que cuenta la sociedad, pudiéndolos canalizar hacia los usos que se estimen más convenientes en cada momento, disponiendo de margen de maniobra para condicionar escenarios futuros (algo absolutamente imposible en las economías basadas en la propiedad privada)27• De acuerdo con todo lo señalado, la posibilidad de llevar a cabo la planificación socialista de la economía depende de dos condiciones fun damentales: i) la existencia de un marco institucional que garantice la par ticipación democrática de la población en los distintos niveles y ámbitos de decisión (empresa, rama, territorio . . . ); ii) la existencia de una base técnica suficiente que permita procesar la información necesaria para estimar los costes laborales de los productos y asignar con eficiencia los recursos en ausencia de coordinación mercantil. En todo lo que sigue la referencia básica es la obra de Paul Cockhott y Allin Cottrell, quienes, a nuestro entender, vienen realizando la con27 Una buena introducción al debate actual sobre las posibilidades económicas del so cialismo es el monográfico de Science & Society coordinado por Al Campbell (20 12), donde diversos autores comprometidos con el ideal socialista responden a cinco pre guntas sobre la planificación planteadas por la revista. 392
EL COMUNISMO EN MARx
tribución más ambiciosa y sugerente de las últimas décadas a la actua lización del proyecto de planificación socialista, destacando las formi dables posibilidades que se abren gracias a los continuos avances en los campos de la informática, las telecomunicaciones y la inteligencia arti ficial, y situando los argumentos en favor del socialismo nuevamente a la ofensiva. 3.2.
PRINCIPIOS GENERALES DE LA PLANIFICACIÓN ECONÓMICA SO CIALISTA
3.2. 1.
LAS IDEAS DE
MARX:
FUENTES TEXTUALES
Marx nunca elaboró una concepción detallada y sistemática de la socie dad comunista por la cual luchaba. Consideraba que no tenía sentido proponer diseños institucionales acabados para la nueva sociedad ni ex poner procedimientos concretos de asignación por dos motivos funda mentales: en primer lugar, porque el comunismo ha de ser una creación colectiva en permanente movimiento, expresión en todo momento de la libre autodeterminación ciudadana; y, en segundo lugar, porque las características concretas que adopte la planificación socialista de la eco nomía -los mecanismos y procedimientos particulares en que se sos tenga- dependerán necesariamente de las condiciones materiales y técnicas existentes en cada momento. Frente a las prefiguraciones aca badas de los socialistas utópicos, Marx se limita a señalar en base a su análisis del funcionamiento del capitalismo, y en contraposición a la ló gica reproductiva que lo caracteriza, ideas y principios muy generales que deberían regir en una futura sociedad comunista. Aunque compartimos este criterio de Marx, lo cierto es que la ne cesidad de realizar un balance crítico de las experiencias «socialistas » del pasado siglo, y hacerlo, además, a la luz de las posibilidades técnicas actuales, obliga a considerar con cierto detalle algunos de los principios fundamentales de la organización socialista de la economía28. Este ejer28
Un balance crítico que nada tiene que ver, conviene dejarlo claro, con los tópicos y manipulaciones que maneja la propaganda anticomunista al uso, muy del gusto tam bién de cierta izquierda. Coincidimos en esto con David Laibman (2006 y 201 1), quien entiende que la experiencia soviética contiene contribuciones y lecciones va liosas (y no solo negativas) para los debates actuales sobre la actualización del proyecto socialista.
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CóMO FUNCIONA LA ECONOMÍA CAPITALISTA
cicio es tanto más oportuno por cuanto se necesita contrarrestar la in fluencia de los argumentos burgueses contra el socialismo y la planifi cación, que hoy en día son hegemónicos incluso entre sectores de la izquierda que se reclaman marxistas. No se trata, por lo tanto, de avanzar aquí diseños institucionales acabados ni de desarrollar métodos de pla nificación concretos sino de ofrecer una base teórica sólida y coherente que muestre la viabilidad de una economía socialista, una tarea inelu dible, por otra parte, si se quiere contribuir a reforzar el compromiso moral y político militante con el cambio social. Por esta razón, a continuación se exponen los que, según considero, serían los principales fundamentos para sostener cualquier propuesta o ensayo de socialismo viable y eficiente en el plano estrictamente eco nómico, dejando de lado, además de todo lo relativo a su estructura ins titucional (tipos de órganos de participación democrática, aspectos jurídicos, etc.), otros tópicos económicos como son la asignación des centralizada de la inversión, la innovación o los incentivos (que solo in ventariamos en el apartado 3.2.3), de los que habría de ocuparse muy en serio una economía socialista para explotar eficazmente todas sus potencialidades. Tomamos como punto de referencia textual para fundamentar nues tro modelo dos de los pasajes más relevantes de Marx, uno de El capital (Libro I) y el otro de la Crítica del Programa de Gotha, en los que plantea en términos muy generales y esquemáticos cuáles serían los criterios básicos de la organización socialista de la economía: Cita 1 . El Capital, Libro I, capítulo 1 : Imaginémonos finalmente, para variar, una asociación de hombres libres que trabajen con medios de producción colectivos y empleen, conscien
una fuerza de trabajo social. ( . . . ) El producto todo de la asociación es un producto social. temente, sus muchas fuerzas de trabajo individuales como
Una parte de este presta servicios de nuevo como medios de producción. No deja de ser social. Pero los miembros de la asociación consumen otra parte en calidad de medios de subsistencia. Es necesario, pues, entre los mismos. El
distribuirla
tipo de esa distribución variará con el tipo particular
del propio organismo social de producción y según el correspondiente nivel histórico de desarrollo de los productores. A los meros efectos de mantener el paralelo con la producción de mercancías, supongamos que
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EL COMUNISMO EN MARX la participación de cada productor en los medios de subsistencia esté de terminada por su
tiempo de trabajo. Por consiguiente, el tiempo de trabajo
desempeñaría un papel doble. Su distribución, socialmente planificada, re gulará la proporción adecuada entre las varias funciones laborales y las di versas necesidades. Por otra parte, el tiempo de trabajo servirá a la vez como medida de la participación individual del productor en el trabajo común, y también, por ende, de la parte individualmente consumible del producto común. Las relaciones sociales de los hombres con sus trabajos
y con los productos de estos siguen siendo aquí diáfanamente sencillas, tanto en lo que respecta a la producción como en lo que atañe a la distri bución (p. Cita 2.
96).
Crítica del Programa de Gotha.
( . . ) el productor individual obtiene de la sociedad -después de hechas .
las obligadas deducciones- exactamente lo que ha dado. Lo que el produc tor ha dado a la sociedad es su cuota individual de trabajo. Así, por ejemplo, la jornada social de trabajo se compone de la suma de las hora de trabajo individual¡ el tiempo individual de trabajo de cada productor por separado es la parte de la jornada social de trabajo que él aporta, su participación en ella. La sociedad le entrega un bono consignando que ha rendido tal o cual cantidad de trabajo (después de descontar lo que ha trabajado para el fondo común), y con este bono saca de los depósitos sociales de medios de con sumo la parte equivalente a la cantidad de trabajo que rindió. La misma cantidad de trabajo que ha dado a la sociedad bajo una forma, la recibe de esta bajo otra forma distinta (p.
19).
Los principios generales contenidos en estos dos pasajes -que están en sintonía con otras referencias dispersas a lo largo de toda su obra ma dura (publicada o no)- proporcionan una idea inequívoca de la con cepción que tenía su autor acerca de la futura sociedad comunista y delimitan su punto de vista frente a otras posibles formulaciones. Con referencia última en estos principios generales proponemos para el de bate un modelo de economía socialista democráticamente planificada que se asiente sobre dos pilares fundamentales: i) Una contabilidad económica basada directamente en el tiempo de trabajo como unidad de cuenta, esto es, sin dinero, con el doble objetivo de asegurar el cálculo económico racional y evitar la explotación de los
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CóMO FUNCIONA LA ECONOMÍA CAPITALISTA
trabajadores; de este principio formaría parte: i. l) el cálculo del coste laboral de los bienes y servicios; i.2) la remuneración a los productores en bonos de trabajo según las horas aportadas en su jornada laboral. ii) Un mecanismo de planificación con un doble procedimiento de control: ii. 1) decisión democrática por el conjunto de la población de los objetivos generales de desarrollo y principales macromagnitudes de la economía; ii.2) revisión del plan (es decir, retroalimentación de la in formación) mediante la distribución de los medios de consumo según las preferencias de los consumidores, expresadas en sus decisiones de compra mediante bonos de trabajo. Lo que planteamos, bajo la inspiración de las ideas de Marx, es un modelo de economía planificada orientada a la producción final (de medios de consumo) donde las decisiones del plan están sujetas de forma permanente a corrección en tiempo real (es decir, transmitidas al instante por la cadena de interdependencias industriales) en función de las decisiones de consumo de los individuos. Es importante señalar desde aquí que tanto por la deformación burocrática como por la insu ficiencia técnica disponible en su momento, ninguna experiencia his tórica de «planificación» se ha organizado en la forma que Marx sugería en los dos pasajes citados y que aquí se reivindica como funda mento de una economía socialista. 3.2.2. Los DOS PRINCIPIOS BÁSICOS 3.2.2. 1 . EL CÁLCULO ECONÓMICO SOCIALISTA Cualquier sistema social complejo, con una división del trabajo desarro llada, necesita computar lo que le cuesta producir y reproducir sus con diciones materiales de existencia en términos del recurso clave del que disponen los individuos, el trabajo. En la economía capitalista, debido a la fragmentación del trabajo social en unidades productivas indepen dientes, esa contabilidad tiene lugar, como ya explicamos en los capí tulos 1 y 3, de forma indirecta y espontánea (es decir, no consciente) a través del dinero y la formación de precios en el mercado. En una eco nomía socialista, en cambio, dada la coordinación técnico-administra tiva de las empresas que implica un aparato productivo socializado, la contabilidad de los tiempos de trabajo se vuelve directa (esto es, cons-
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ciente)1 incluida en una misma unidad de cálculo global1 como si toda la economía fuese una única «empresa». Esta forma de cálculo laboral socialista incluye dos aspectos que permiten la racionalidad económica e impiden al mismo tiempo la explotación: i) tomar el trabajo como medida de costes; y ii) un sistema de pago en bonos de trabajo en sus titución del sistema salarios capitalista. Examinamos cada uno de ellos por separado. i) La medida de los costes en tiempo de trabajo La crítica de la economía burguesa al socialismo se reduce en última instancia a negar que pueda existir otra posibilidad de cálculo econó mico racional que no sea el realizado espontáneamente por el mercado a través del dinero y la formación de precios. Más concretamente1 esta crítica sostiene que en ausencia de un mercado de factores de produc ción (medios de producción y fuerza de trabajo) y sin dinero (como unidad de cuenta)1 resulta imposible calcular costes y comparar la efi ciencia de los distintos procesos productivos, por lo que la racionalidad económica desaparece, haciendo del socialismo un sistema inherente mente ineficiente. La tesis de la «imposibilidad del cálculo económico socialista» pre senta dos vertientes que1 en cierta medida, se han desarrollado en para lelo : i) inicialmente1 desde la teoría del equilibrio general (Pareto, Barone), aunque se admite la posibilidad formal del cálculo socialista1 se consideraba que en la práctica sería imposible llevarlo a cabo dadas las enormes dificultades que tendría la autoridad planificadora para re cabar la información necesaria y resolver el complejo sistema de ecua ciones que implica; ii) la otra vertiente, iniciada en los años 20 del pasado siglo, basada en la teoría subjetiva del valor y ligada a la llamada «escuela austriaca» (Mises, Hayek), señalaba la imposibilidad de esti mar costes y, en consecuencia, de determinar las combinaciones pro ductivas más eficientes en ausencia de una verdadera unidad de cuenta alternativa al dinero (descartaban el trabajo por su heterogeneidad) . La crítica neoclásica tendría1 por lo tanto, un carácter eminentemente «téc nico», centrada en señalar el insuficiente desarrollo científico-técnico existente para resolver los problemas de cálculo en una economía com pleja socializada, mientras la crítica austriaca tendría un carácter más « económico», destacando que solo el mercado (cuya base es la pro-
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CóMO FUNCIONA LA ECONOMÍA CAPITALISTA
piedad privada de los medios de producción) genera la información ne cesaria para el cálculo económico racional. A pesar de todos estos pronósticos sombríos, el formidable creci miento de la economía soviética desde los años 30 -que transformó en pocas décadas un país semifeudal devastado por las dos guerras mun diales ( la primera de ellas seguida de una guerra civil con invasión im perialista) en la segunda potencia industrial del planeta, liderando la carrera espacial en los años SO- motivó un repliegue de la crítica bur guesa hacia el terreno de los problemas de información que, supuesta mente, serían inherentes a una economía sin mercado y que lastrarían fatalmente su eficiencia. Todo se reducía a proclamar el carácter tácito y disperso (entre los diferentes agentes) , es decir no objetivable, de la información y el conocimiento necesarios para realizar el cálculo eco nómico29. En cualquier caso, hasta el inicio de la contrarrevolución neo liberal de los 801 la tesis de la imposibilidad del cálculo económico socialista había quedado recluida en los círculos académicos y políticos más derechistas. Pero a raíz de la restauración capitalista en la URSS entre finales de los años 80 y primeros 90 recobró todo el protagonismo hasta el punto de hacerse hegemónica como versión oficial de la bur guesía mundial -a través de sus representantes políticos y altavoces me diáticos y académicos- para explicar el fin del « socialismo» en los países del bloque soviético30.
29 En la base de esta concepción opera una idealización de la figura del pequeño em presario, cuando ya no juega ningún papel clave en los países de capitalismo más avan zado como agente de la innovación técnica y empresarial, pues la función estrictamente empresarial del capitalista recae, sobre todo en las grandes empresas, en cuerpos de empleados asalariados y en la colaboración con el sector público. 30 Es un mito construido con fines propagandísticos la idea del « colapso económico» de la URSS, sin pretender negar con ello los graves problemas económicos que padecía y la ralentización del crecimiento en los años 70. El caso es que el verdadero hundi miento tuvo lugar cuando su núcleo dirigente se propuso, por voluntad política propia, cortocircuitar a finales de los 80 el mecanismo económico de reproducción soviético con la introducción abierta de relaciones mercantiles y apostando por que las empresas retuvieran la mayor parte de sus ganancias monetarias (un principio de funciona miento netamente capitalista) , lo que provocó el caos y la estrepitosa caída de la eco nomía entre los años 1990 y 199 1. Son especialmente recomendables sobre el tema, aunque no compartimos todas sus ideas, los trabajos de Kotz y Weir ( 1 997) y Keer�n y Kenny ( 2008).
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Tomando como base las ideas de Marx anteriormente expuestas, y a diferencia de lo practicado en la URSS, mi propuesta es que el cálculo de costes en una economía socialista debe hacerse directamente en tér minos de cantidades de trabajo (directo e indirecto). Para que ese cál culo sea exhaustivo se requiere de un sistema avanzado de tecnologías de la información y computación y el uso de una tabla insumo-producto que registre cómo los productos de unas ramas entran como insumo de otras. Sobre esta base, la solución al cálculo de costes se convierte en un problema de álgebra matricial. Tal y como ya explicamos en el capí tulo 1, el contenido laboral de un producto es la suma del trabajo directo (TD) y del trabajo indirecto (TI) empleados. Dado que el trabajo indi recto corresponde a los medios de producción empleados (capital fijo y circulante), este puede descomponerse a su vez en nuevo trabajo di recto e indirecto, y así sucesivamente. Esto significa que el trabajo total de una mercancía es la suma de las cantidades sucesivas de trabajo di recto realizado en los distintos periodos. TTSN = TD + TI = TD + (TD1+ TI1) = TD + TD1+ (TD2+ TF) . . = TD + TD1+ TD2+ . . . TD" .
=
En términos de álgebra matricial y dentro del marco analítico input output, el coste de los bienes o servicios se puede expresar en la forma de coeficientes de trabajo verticalmente integrados (Leontief-Pasinetti)31• La formalización de la expresión anterior sería: v' = ªo' + ªo' A+ ao'A2 + ... = a0' (I + A + A2 + ... ) = ªo' (I - A)-1 v' = a0' + v'A donde, siguiendo la notación habitual en estos cálculos, a0' es el vec tor de coeficientes de trabajo directo, I es la matriz identidad, A es la matriz de coeficientes técnicos (incluida la depreciación del capital fijo) 31 Un coeficiente es una cantidad definida en términos unitarios, en este caso repre senta la cantidad de trabajo directo por unidad de producto o mercancía. Para un de sarrollo de esta metodología ver Guerrero (2000b). 399
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y v ' es el vector de costes laborales totales. La inversa de Leontief (I - A)-1 es el medio para transformar cantidades de trabajo directo en cantidades totales (directas más indirectas), obteniéndose así los coeficientes de tra bajo verticalmente integrados que representan cada producto32• Este tipo de cálculo exhaustivo no era ciertamente posible con la ca pacidad informática y el nivel de las telecomunicaciones en tiempos de la URSS, pero hoy ya no existe impedimento técnico para planificar una economía compleja. Antes al contrario, los avances en telecomunica ciones, informática o inteligencia artificial abren posibilidades insospe chadas pocas décadas atrás. Con los ordenadores actuales de mayor potencia y utilizando algoritmos que simplifiquen los cálculos, la pla nificación detallada de la economía es perfectamente realizable33• Como el nivel de desarrollo técnico en la URSS no permitía realizar exhaustivamente ese cálculo directo en tiempos de trabajo (ni en balan ces materiales, que era como allí se «planificaba» ), se abrían paso de manera natural las relaciones mercantiles entre las empresas. A medida en que la economía soviética se desarrollaba y se tornaba cada vez más compleja, la capacidad del «centro» planificador para coordinar admi nistrativamente las diferentes actividades y procesar la información ne cesaria era cada vez menor, lo que se tradujo en el desarrollo espontáneo de prácticas mercantiles. Naturalmente, las autoridades reconocían este déficit y por eso otorgaban una creciente autonomía (contable, finan ciera, etc.) a las unidades empresariales. Este fue el sentido de las «re formas» de mercado emprendidas desde los años 60 en la URSS y resto de países «socialistas». Allí donde no llega la planificación se abre paso el «mercado» a través de distintas prácticas: existencia de «dinero», autonomía empresarial creciente, relaciones de intercambio entre em presas, etc.¡ ocurre, en definitiva, que si la información para la coordi nación económica no está disponible para las autoridades, se genera espontáneamente, saltándose el corsé institucional, por vía mercantil. 32
Para tener en cuenta en el cálculo de costes que unos sectores son más intensivos en medios de producción que otros -lo que bajo el capitalismo se expresa en la for mación de los «precios de producción», en el hecho de que los trabajos de las dife rentes ramas rinden valor y plusvalor en desigual medida (cf. capítulo 3, apartado 1 ) la autoridad de planificación podría ponderar los trabajos directos de cada sector por algún índice de mecanización (por ejemplo, un ratio Tl/TD ) . 33 Cockshott y Cottrell, 1 993, 2008; también Cockshott y Zachariah, 2012.
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Este hecho proporcionó en las economías de tipo soviético una base ob jetiva para el desarrollo de una tendencia firme hacia la restauración ca pitalista1 con el desarrollo de intereses privados que vinculaban la gerencia empresarial a la burocracia estatal. Toda esta situación de insu ficiencia técnica, unida al bloqueo político e institucional de la partici pación activa de los trabajadores1 explica que los medios de producción en verdad solo estuviesen nacionalizados pero no socializados en el sen tido de efectivamente dominados y dirigidos por la sociedad a través de los organismos de planificación y del poder obrero. ii) El pago mediante bonos de trabajo El otro principio de cálculo propuesto por Marx para organizar una economía socialista es el de la remuneración de los trabajadores me diante certificados o bonos de trabajo. Dado que el coste de los bienes y servicios se marca con el trabajo requerido para obtenerlos1 el ingreso de los productores ha de ser establecido también directamente en tiempo de trabajo a través de un sistema de bonos. Pensemos que el tiempo de trabajo total objetivado en los bienes y servicios finales de una economía es1 por definición, la suma de las diferentes jornadas de trabajo individuales realizadas en el mismo periodo. Este producto neto es el que1 en principio1 a falta de determinar democráticamente lo que corresponde al fondo común, será distribuido individualmente por medio de estos bonos laborales. Trabajo directo = Producto Neto = Bonos de trabajo De acuerdo al principio propuesto, cada productor recibe de la so ciedad (a través de la autoridad estatal) un certificado donde se indican las horas de trabajo que ha aportado (después de deducir, como hemos dicho, la parte destinada al fondo común para financiar la inversión y los servicios suministrados «gratuitamente» ) con las que podrá retirar medios de consumo del fondo social que han costado un trabajo equi valente. Así pues1 cada productor recibe de la sociedad exactamente lo mismo que aporta a ella. Decidiendo la cantidad de horas que quiere realizar un productor se está eligiendo el nivel de consumo deseado. En la medida en que aumente la productividad laboral en el conjunto de la economía, se eleva también la capacidad de consumo por hora de tra-
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bajo realizado. Aplicando este principio de distribución socialista, el nivel de vida del trabajador medio aumentaría de manera inmediata con respecto a una situación donde existan ingresos de propiedad (dividen dos, intereses, etc.), es decir, ingresos no ganados mediante el trabajo, concentrados en una minoría de la población. Este pago en vales laborales implica la distribución de los bienes de consumo según las preferencias de los consumidores34. Cada trabajador dispondría de una tarjeta laboral (similar a las tarjetas de crédito actuales) donde se registrarían tanto los cobros como sus gastos en bonos labora les35. Conforme los trabadores adquieren medios de consumo estos bonos van siendo cancelados. Es preciso dejar claro que estos certificados laborales no son dinero: no circulan y solo se pueden adquirir mediante el trabajo, es decir, una vez realizada la correspondiente aportación indi vidual al producto social. Sobre este principio quedaría suspendida la explotación; se establece la obligación de trabajar al abolir los ingresos no ganados, introduce un criterio igualitario de retribución y hace trans parentes las relaciones económicas entre las personas. Una ventaja aña dida es que permite eliminar el derroche de trabajo ocasionado por los bajos salarios, incentivando la adopción de técnicas más avanzadas que lo ahorren. Aunque hemos supuesto que el trabajo es homogéneo y, en conse cuencia, que cada hora trabajada se remunera con el mismo certificado laboral, lo cierto es que los trabajadores difieren entre sí en al menos dos aspectos fundamentales como son su formación y sus cualidades personales (dedicación, habilidad, etc.), por lo que se plantea necesa riamente la cuestión de si estas diferencias deberían ser reconocidas con un pago diferencial. Naturalmente, siempre son posibles soluciones muy distintas, sobre las que compete decidir democráticamente al conjunto de los implicados (este sería un típico ejemplo de genuino debate polí tico en un país socialista) . Aquí me limito a recoger la propuesta de Cockshott y Cottrell por compartirla en sus líneas generales36:
l . En lo que respecta a las diferencias de formación, no encuentro
justificado que los trabajos que han requerido mayor formación estén 34
Cf. próximo apartado. Guerrero, 2007. 36 Cockshott y Cottrell, 1993.
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mejor pagados como compensación por los años de estudio (durante los cuales no se percibe ningún ingreso), que no suponen ningún sacri fico real en una economía socialista donde las necesidades de todos están cubiertas. Sin embargo, la escasez temporal de determinadas des trezas laborales (y, más en general, la necesidad de reasignar el trabajo entre sectores) puede ser enfrentada de la misma forma que en el capi talismo, mediante incentivos retributivos, pagando mientras dure la es casez una cantidad de bonos por encima de la normal (que serían financiados mediante impuestos, es decir, con cargo al fondo comunal); una compensación similar podría habilitarse para incentivar los trabajos menos atractivos o peligrosos. 2. En lo relativo a las diferencias cualitativas del trabajo (habilidad, aptitud, cooperación, esfuerzo . . . ) , sería conveniente establecer un sis tema de retribución diferenciada según el nivel de exigencia o intensidad laboral (por objetivos, ritmo, etc.) que cada productor decida ejercer, pudiendo cambiar o promocionar en todo momento de unos niveles a otros. Estas diferencias retributivas evitarían socavar la moral del colec tivo laboral en una empresa al reconocer las diferencias de esfuerzo de sus miembros. En resumen, el principio de pago en bonos de trabajo solo reconoce tres fuentes de desigualdad en el ingreso y lo hace en la medida en que tienen un carácter estrictamente voluntario: 1 ) que unas personas elijan trabajar más horas que otras; 2) que elijan hacerlo a un ritmo más in tenso; y 3) para incentivar los trabajos menos demandados (porque re quieran gran esfuerzo físico, por ejemplo) . Sobre esta base se elimina todo tipo de desigualad basada en la clase, género, etnia, calificación, etc.1 así como la posibilidad de obtener ingresos no ganados mediante el trabajo. 3.2.2.2. EL PROCEDIMIENTO DE PLANIFICACIÓN Una economía socialista planificada es una economía regulada cons cientemente en función de las necesidades sociales. Procede determi nando de manera democrática los objetivos generales del desarrollo económico y social y corrigiendo en tiempo real las decisiones del plan mediante las preferencias de consumo individual. Periódicamente han de ser propuestos y sometidos a deliberación y votación democrática 403
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planes alternativos. La planificación económica no aspira a conocer por anticipado cuáles son las necesidades de la población, y mucho menos las preferencias individuales. Tambien en la economía mercantil las em presas (los capitalistas) deciden por anticipado qué producir¡ y también en el socialismo hay sanción a posteriori cuando se somete la produc ción final a las decisiones de consumo de la población. Lo que diferencia al socialismo del capitalismo no es que en el primero rija la determina ción ex ante de la producción y en el segundo la ex post, sino la forma social que adoptan esos mecanismos en cada caso. La planificación sim plemente es una forma de organización de la producción que permite satisfacer las necesidades y gustos de la población de forma democrática y más eficazmente que el mercado. En el marco del procedimiento general de planificación debemos distinguir dos mecanismos distintos: i) la participación democrática, a distintos niveles de competencia, en la elaboración y ejecución del plan¡ y ii) la distribución de los medios de consumo según las preferencias de los consumidores, que actúa como mecanismo de control y correc ción del plan en tiempo real. i) La elaboración del plan Para elaborar el plan económico general se requieren dos condicio nes básicas, una técnica, referida a la posibilidad de procesar la informa ción necesaria para coordinar y asignar eficientemente los recursos, y otra democrática, relativa a la participación de la población en su diseño y supervisión. i. l ) El procesamiento informatizado de insumos y productos La elaboración de un plan económico coherente y detallado se ase meja a una hoja de cálculo gigante o una supermatriz de las tablas insumo producto37. Estas tablas registran las relaciones (flujos) intersectoriales del sistema, indicando cómo los productos de las diversas ramas son usa dos como insumos en esas mismas ramas. Las filas de la matriz repre37
Cockshott y Cottrell (2005) . Conviene recordar que las tablas insumo-producto, de uso habitual en la contabilidad nacional actual, fueron originalmente ideadas por W Leontief en el marco de su participación durante los años 20 en las tareas de pla nificación en la Unión Soviética y se inspiraban en los esquemas de reproducción de Marx, que presentan una formalización de la interdependencia sectorial como un sis tema de ecuaciones.
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sentan las distintas actividades o ramas de la economía, y en ellas se in dica a donde va a parar su producción ( outputs), mientras las columnas representan los productos ( inputs) de otras ramas que se usan en cada actividad. Cada industria aparece, por tanto, dos veces: en calidad de suministradora de recursos (ocupando una fila) y como consumidora de recursos para llevar a cabo su actividad ( ocupando una columna) . De este modo, si la primera fila representa la producción de electricidad y la segunda la producción de petróleo, el término a 1 2 de la tabla (fila 1, columna 2) sería la cantidad de petróleo empleada para producir elec tricidad, y el término a2 1 (fila 2, columna 1 ) sería la cantidad de electri cidad que se usa para producir petróleo. La última columna de la matriz recoge el monto total producido ( «oferta» ) por cada proceso: tantos Tw-hora de electricidad, tantos millones de barriles de petróleo, tantas toneladas de pan, etc. La última fila de la tabla muestra la cantidad total de cada producto utilizada ( «demanda» ) como insumo en todos los procesos de producción38. A su vez, la producción total o bruta de una rama se divide según sea su destino en producción intermedia (dirigida al proceso productivo global: matriz de relaciones interindustriales) y final ( cuyo destino son usos finales: consumo individual, colectivo y la inversión para ampliar la base productiva existente ) . Teniendo en cuenta todas estas distinciones, el problema central que enfrenta la planificación es el de asegurar que la producción total de cada producto iguale al menos su uso total previsto. La información disponible para llevar a cabo esa tarea son: i) las propiedades técnicas de los dis tintos procesos productivosj en términos de las técnicas insumo-pro ducto son los coeficientes técnicos para llevar a cabo la producción, que expresan la utilización que una rama hace de productos de otra por uni dad de producción: la cantidad de madera necesaria para fabricar una mesa, la cantidad de electricidad para obtener un coche, etc.j ii ) la otra información disponible son los recursos existentes en la economía: can tidad y variedad de medios de producción así como la cantidad y cuali ficación de la fuerza laboral. A partir de aquí, se trata de hacer la asignación de recursos a las di ferentes actividades respetando la restricción anterior. La tarea es la de equilibrar el plan, un asunto que matemáticamente alude a solución de un sistema de ecuaciones simultáneas. El problema es que en una eco38 Cockshott y Cottrell, 2005, p. 1 8 1 . 405
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nomía avanzada se elaboran decenas de millones de bienes y servicios distintos, por lo que se tendría que resolver un complejo sistema de mi llones de ecuaciones simultáneas (una por cada tipo de producto) . Como ya dijimos, en las condiciones tecnológicas de la URSS, procesar toda esa información no estaba al alcance de las autoridades de planifi cación. Los balances materiales del plan (no se computaban costes en tiempo de trabajo como estamos proponiendo) que realizaba el GOS PLAN (la ofician central de planificación soviética) se limitaban, a me diados de los años 80, a unos 2.000 bienes considerados clave para el desarrollo de programas estratégicos, como la industrial aeroespacial. Si añadimos los balances que manejaban los distintos ministerios, la cifra total ascendía a alrededor de 200.000 artículos, algo insuficiente teniendo en cuenta los cerca de 24 millones de artículos que producía la economía soviética en esa época39• A medida que se desarrollaba el aparato productivo, las deficiencias del sistema de planificación soviético para manejar volúmenes crecien tes de información se tradujeron, como ya he explicado, en la prolifera ción de relaciones mercantiles más o menos encubiertas. Para cualquier estadio de complejidad de la estructura productiva se requiere un de terminado nivel mínimo de capacidad técnica planificadora. Si los or ganismos de planificación carecen de la capacidad para procesar toda la información necesaria para la coordinación económica, esa coordi nación insuficiente busca inevitablemente un cauce mercantil, como sucedió en la URSS tolerando u otorgando una autonomía creciente (contable, financiera y comercial) a las empresas40• Sin embargo, con el actual nivel de desarrollo informático y de las telecomunicaciones sí es posible balancear una economía compleja y calcular los costes laborales de todos los bienes y servicios. Cockshott y Cottrell han propuesto en diferentes trabajos un algoritmo (procedi miento de respuesta a un problema a través de sucesivos pasos) para so lucionar el problema de la escala en la planificación41• En su modelo, 39 Cockshott y Cottrell (2008, p. 171 ) , citando como fuente un estudio de O. Yun Im provement oj Soviet Economy Planing, Moscú, 1 988. 4° Cockshott y Cottrell, 2006, p. 148. 41 Cockshott y Cottrell, 1993, 2006 y 2008. Laibman (201 1) desarrolla un modelo de coordinación que sigue un procedimiento iterativo con participación activa de las em presas.
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cada empresa es la encargada de recopilar la información y de transmitir en tiempo real las variaciones de inventarios y costes al organismo cen tral. Es un sistema centralizado y descentralizado a la vez, similar a in ternet. Se basa en un procedimiento iterativo, de aproximaciones sucesivas (donde el resultado de cada ronda se utiliza como base para la siguiente) 1 a partir de tres tipos de información: los objetivos de pro ducción final, los coeficientes técnicos exigidos y algunos supuestos de producto bruto permite dar respuesta a los cambios en la demanda final de bienes y servicios. Los coeficientes técnicos de los diferentes proce sos traducen cambios en la demanda final en modificaciones de los re querimientos totales de recursos de la economía. Este es precisamente uno de los aspectos donde una economía pla nificada se muestra claramente superior a la mercantil. En una economía socializada, la información es mucho más completa, está inmediata mente disponible y fluye automáticamente a lo largo de todo el aparato productivo, nada que ver con la falta de información, lentitud para pro cesarla, incertidumbre y opacidad consustanciales al mercado. Pense mos que toda economía puede entenderse, más allá de su forma de organización social, como un sistema de toma de decisiones y procesa miento de información. La comunicación es el cuello de botella de todo el proceso: en principio, cuanto mayor sea el recorrido que tenga que hacer la información y más agentes distintos estén involucrados, más lento se volverá todo el proceso. En la economía capitalista el envío de información de una empresa a otra es por vía mercantil, modificando las cantidades producidas y, secundariamente, el nivel de precios, lo que hace especialmente rudimentaria y lenta la comunicación, pudiéndose retrasar todo el proceso de ajuste meses o incluso años (piénsese en la construcción de viviendas) . Por otra parte, la coordinación entre los componentes del sistema es ciega, pues cada unidad productiva evalúa sobre la base de información imperfecta (obsoleta, escasa o directamente errónea), y en base exclusivamente a objetivos de lucro, no a ningún plan general. Las burbujas y contagios (euforias inversoras seguidas abrupta mente de pánicos y sacudidas) son procesos recurrentes, consustanciales a la anarquía de la producción mercantil, como vimos en el capítulo 4. Pero además, el precio en las economías de mercado condensa toda la información susceptible de ser comunicada entre agentes42• El resultado 42
Cockshott y Cottrell, 2006 y 2008.
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es que casi toda la información relevante para organizar la producción global se pierde: no se conoce la estructura técnica de las empresas en las distintas ramas, ni las inversiones en curso (las empresas toman sus decisiones en paralelo y de manera compulsiva, forzadas por la compe tencia) 1 la utilización de la capacidad instalada, la cualificación de la fuerza laboral, las externalidades, etc. En una economía socialista1 por contra, no hay impedimento objetivo para disponer de toda esa infor mación de manera desagregada y en tiempo real. i.2) Niveles de planificación En el proceso de planificación económica pueden establecerse al menos tres niveles fundamentales que involucran a actores también dis tintos:
l. Planificación macroeconómica. Se encarga de fijar los parámetros generales que regulan el desarrollo económico, tanto en lo referido a la velocidad o ritmo del crecimiento (determinado por la tasa de inversión) como a la dirección. En este nivel se toman las decisiones relativas a cómo repartir el producto final anual entre consumo e inversión (es decir, entre lo dedicado a la «generación presente» y el aumento de la capa cidad productiva para las «generaciones futuras» ) 1 lo cual determina el rito del crecimiento económico; cómo dividir a su vez el consumo entre consumo individual (bienes y servicios finales), colectivo (insta laciones públicas) y servicios sociales (sanidad, educación, etc.) ; asi mismo, debe decidir cuál es la jornada laboral normal, es decir, la contribución individual al producto social. Tres identidades contables son fundamentales para llevar a cabo esta tarea: ( 1 ) El producto bruto representa el contenido total de trabajo de los bienes y servicios elaborados en una economía a lo largo de un año. Ex presa la cantidad de horas de trabajo realizadas en un año, que es la suma, como ya sabemos, del trabajo directo llevado a cabo en el periodo contable presente y del trabajo indirecto transferido desde los bienes producidos en periodos contables previos, que incluye los consumos in termedios (materiales, energía, materias primas, etc.) y la depreciación anual de maquinaria, equipos y plantas (el consumo de capital fijo de la contabilidad macroeconomía convencional).
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Producto bruto = Trabajo total = TD + TI (2) El producto neto es la parte de la producción que sobrepasa el consumo intermedio y la depreciación de los medios de producción du raderos1 y expresa el trabajo directo realizado. Producto neto = producto bruto - consumos intermedios y depre ciación = TD ( 3) Los trabajadores reciben como ingreso bonos laborales de acuerdo con el trabajo realizado. TD = Bonos de trabajo Producto neto =
Ahora bien1 el consumo individual de los trabajadores no puede ago tar el producto neto por dos razones. Primero1 porque existen otros dos tipos de consumo o usos finales como son el consumo social (educa ción1 sanidad1 etc.) y la inversión (acumulación neta de medios de pro ducción) para incrementar la capacidad productiva de la economía. Producto neto = consumo individual + consumo colectivo + inversión En segundo lugar1 porque debe financiarse el consumo individual de los sectores pasivos de la población (jubilados1 discapacitados1 etc.) . Para cubrir el consumo colectivo y la inversión1 por un lado1 así como el mantenimiento de los sectores pasivos1 por otro1 los trabajadores pagan impuestos a partir de sus ingresos en bonos laborales43• En prin cipio1 dada la gran igualdad en la distribución del ingreso en fichas la borales (solo eludida para incentivar los trabajos menos deseados o las preferencias individuales de esfuerzo laboral en intensidad y número de horas) 1 un impuesto progresivo no tiene sentido y es más apropiada una tasa única en forma de un determinado número de bonos laborales por persona y año (democráticamente decidido). Recordemos que los bonos laborales no son dinero1 solo se utilizan por los ciudadanos para la adquisición de medios de consumo. El Estado solo emite fichas labo rales por un monto equivalente al trabajo realizado. Como la producción está socializada, no necesita pagar por los productos que adquieren las unidades productivas entre sí (consumo intermedio e inversión) . Aquí el tiempo de trabajo solo funciona como unidad de cuenta, no como medio de pago. 43
Suponemos, para simplificar, que los consumidores no ahorran.
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2. Planificación estratégica. Tiene como tarea el diseño de la estructura general de la economía en aquellos aspectos que no entran en la plani ficación macroeconómica. Incluiría todo lo relativo a la estructura sec torial de la economía, las técnicas a priorizar, decidir qué parte de la distribución de bienes y servicios finales se socializa y cuál se deja al consumo individual, la elaboración de proyectos estratégicos de inver sión, la I +D1 etc. Muchas de estas decisiones son también materia de de cisión democrática (al nivel que corresponda), como pueda ser el caso de los equipamientos comunitarios, los sistemas de transporte y comu nicación, etc. Otras son inicialmente resultado de centros especializados de planificación (comités conjuntos de científicos, usuarios-consumido res y trabajadores), que diseñan plantes alternativos (que especifiquen ventajas e inconvenientes de cada uno de ellos) que en último término han de ser sometidos a discusión y decisión colectiva (por ejemplo, pla nes de investigación científica para reestructurar la economía y desarro llar nuevas tecnologías). 3. Planificación detallada. Se ocupa de fijar el tipo de bienes y servi cios que deben producirse y en qué cantidad para cumplir con el plan estratégico general. Si este fija el objetivo de aumentar un 5% la pro ducción automotriz, la planificación detallada tendrá que decidir cómo repartirla por tipo de vehículo y modelo. Para poder cumplir con esos objetivos se debe especificar el tipo y número de insumos necesarios en cada caso. La instancia encargada de decidir todos estos aspectos es una red de comités que debe operar al menos a dos niveles: i) entre empresas, de carácter técnico, que deberá acordar las características exactas de los insumos suministrados; si el plan exige que la empresa A suministre el bien X a la empresa B1 entre ambas empresas se entabla una comunicación horizontal acerca del diseño exacto del insumo sin que la autoridad central haya de intervenir; ii) en relación a la produc ción de medios de consumo habría que organizar comités tripartidos compuestos por técnicos (ingenieros y economistas), empresas (ge rencia y trabajadores) y consumidores-usuarios, que decidan sobre nuevos productos, la mejora de los existentes, todo ello teniendo en cuenta las necesidades de la población, las posibilidades técnicas y las restricciones económicas (recursos totales existentes en la sociedad y para cada proyecto) .
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Como ya señalamos, el procedimiento de planificación toma como punto de partida un vector de productos finales y debe estimar la pro ducción bruta requerida para satisfacerla. Esta es la vía para economizar recursos, haciendo un uso lo más eficiente posible de bienes interme dios, sin despilfarros. El mecanismo de planificación propuesto va, por tanto, de la producción final a la bruta: Producción final � producción bruta Se trata de maximizar la producción final, que es la que se pone a disposición de consumidores, gobierno e inversión para mejorar las con diciones de vida de la población. Se sigue un procedimiento iterativo que retrocede de una lista de productos finales a otra de producción bruta. Producción bruta = producción intermedia + producción final Dada la dificultad de la tarea, en tiempos de la URSS el procedi miento fue habitualmente el inverso, el de aumentar la producción bruta para unos pocos objetivos que se consideraban prioritarios. El problema al que ha de hacer frente la planificación es, por lo tanto, el de determi nar los insumos necesarios en cada proceso para satisfacer la demanda (en permanente cambio) de productos finales. Dada la interrelación sec torial, donde unas ramas suministran recursos a otras, la cuestión es co nocer la cantidad de producción bruta necesaria de cada producto para obtener la cantidad deseada de productos finales. ii) La distribución de los bienes de consumo A diferencia de lo que sucede en las economías capitalistas, donde la soberanía es del productor (la clase capitalista) y reina la lógica ciega de «la producción por la producción», una economía socialista plani ficada se orienta directamente a la satisfacción de las preferencias de los consumidores. Como ya hemos explicado, bajo el capitalismo las nece sidades sociales solo se tienen en cuenta colateralmente, en la medida en que la producción sirva al lucro, y los únicos deseos que se satisfacen son los respaldados con un poder de compra suficiente, lo que condi ciona la estructura sectorial de la industria, dada la extrema desigualdad en la distribución del ingreso (por ejemplo, se producen yates o se cons truyen mansiones cuando parte de la población tiene necesidades bási cas sin cubrir). Por este motivo, la función de demanda agregada en el
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capitalismo no refleja realmente las preferencias de los individuos: los «votos» monetarios para expresarlas están desigualmente repartidos1 por lo que los ricos están sobrerrepresentados en sus decisiones de com pra mientras los demás están subrepresentados o directamente sin po sibilidad de expresarse en el caso de los más pobres. El capitalismo presenta de ese modo un sesgo permanente en la valoración de las pre ferencias reales de los individuos que impide el cálculo racional para la asignación de recursos. En una economía socialista1 los consumidores gastan sus bonos la borales en los establecimientos comerciales de acuerdo con sus prefe rencias. Estas decisiones de consumo proporcionan un indicador para verificar el cumplimiento del plan y modificar en tiempo real los obje tivos de la producción final de bienes y servicios. La forma en que fun cionaría la distribución de los medios de consumo sigue los siguientes pasos: 1 ) el plan provee un determinado vector de bienes y servicios de consumo final a partir de las deliberaciones en los distintos niveles de las instancias planificadoras; 2) los consumidores eligen de acuerdo a sus preferencias y con cargo a la tarjeta personal de bonos laborales; 3) cada artículo está marcado con dos «precios» en horas de trabajo: un precio de coste1 que refleja la cantidad total de trabajo que se requiere para producirlo1 y un precio efectivo establecido para equilibrar la oferta con la demanda (y «vaciar el mercado» ) i el cual indica lo que se está dispuesto a pagar por un bien; 4) el balanceo de la economía socializada sigue el siguiente procedimiento: i) en el corto plazo1 si la oferta no coin cide con la demanda1 se hace variar los precios efectivos respecto a su pre cio de coste1 aumentando los de alta demanda y disminuyendo los de baja demanda1 o más precisamente, se sube el precio de los artículos cuyos inventarios se reducen a un ritmo superior al normal y se bajan en caso contrario; ii) a medio plazo1 si las diferencias entre oferta y de manda persisten (lo que se expresaría en una relación precio/ coste dis tinta a 1 ) 1 se modifican las cantidades producidas1 aumentando la producción de bienes cuya relación valor/precio es superior a la pro medio y disminuyéndola en caso contrario. Cada artículo retirado de las estanterías comerciales (o servicio consumido) se transmite al ins tante (por medio de un código) a la empresa distribuidora1 quien por su parte1 una vez disminuyen sus inventarios1 demanda nuevos pedidos a la fábrica correspondiente1 y esta hace lo propio con sus proveedores.
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Toda la información se trasmite a lo largo de la cadena de dependencias intersectoriales y empresariales del aparato socializado en tiempo real y sin cortocircuitos, algo imposible en el mercado. Dado que la demanda total de bienes y servicios para el consumo in dividual será igual a su precio de coste -ya que los bonos de trabajo dis tribuidos equivalen, por definición, a las horas de trabajo representadas en ese producto final-, no hay lugar para el fenómeno inflacionario: los precios efectivos superiores a los precios de coste de determinados pro ductos se compensan necesariamente con los precios de cambio inferio res a los precios de coste del resto de productos. Una vez tomadas las decisiones macroeconómicas y estratégicas por procedimientos democráticos, la estructura de todo el aparato produc tivo socializado se orienta a satisfacer las preferencias de los consumi dores. Reina la verdadera soberanía del consumidor: igualdad de voto a través de los bonos de trabajo, nadie obtiene ingresos no ganados y no existe consumo inducido por la manipulación publicitaria. No rige el principio plutocrático del mercado que distorsiona las preferencias de los consumidores y condiciona la configuración del aparato produc tivo. Como nadie podría comprar ya un yate (por mucho que ahorre a lo largo de su vida), dejarían de fabricarse (salvo que se indique lo con trario en el plan para determinados servicios, por ejemplo de turismo) y los recursos liberados se destinan a satisfacer las verdaderas preferen cias individuales y sociales de la población44. El procedimiento descrito no tiene nada que ver con un mercado. Recordemos una vez más que el mercado es un sistema que presupone la atomización productiva, la existencia de trabajos privados que se va lidan socialmente por medio del intercambio de sus productos. En el mecanismo propuesto no hay nada parecido: no existe (como norma) producción privada (sujeta a la lógica del beneficio y la competencia), pues el aparato productivo global está socializado, de forma que los me dios de producción quedan excluidos de la compra-venta y las empresas no tienen la última palabra sobre la inversión. Así pues, la distribución de bienes de consumo mediante los bonos de trabajo no constituye un mercado en el sentido teórico relevante que defiendo en este libro.
44 Guerrero, 2007.
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3.2.3.
ÜTROS PROBLEMAS DE LA PLANIFICACIÓN
i) Supervivencia de un sector de pequeña producción privada Existen dos circunstancias por las cuales un sector de producción privada a pequeña escala -compuesto tanto por productores autónomos como por cooperativas45- convenientemente acotado por el plan (y re gulado mediante algún sistema de licencias o arriendos), puede subsistir por tiempo indeterminado en una economía socialista: i) una es el déficit en el desarrollo de las fuerzas productivas para integrar eficazmente todas las actividades en el plan¡ y ii) la otra es el hecho de que en una economía avanzada una pequeña parte de la demanda de medios de consumo tiene un componente altamente personalizado (ocio, moda, servicios perso nales, ciertas actividades culturales46, artesanías, etc.) y la producción privada independiente o cooperativa puede ser la forma más apropiada para satisfacerla. ii) Asignación de la inversión En el capitalismo las decisiones de inversión se toman teniendo en cuenta los beneficios registrados o esperados y las tasas de interés. Esto desincentiva muchas inversiones que desde el punto de vista estricta mente técnico sería eficiente realizar. En lo que respecta a las tasas de interés, por más que remitan en último término a fundamentos estruc turales, siempre están sujetas a contingencias de todo tipo (incluida la especulación) que las desligan parcialmente de las posibilidades reales de la economía, por lo que las decisiones actuales lastran el desarrollo productivo. En una economía socialista el volumen total de inversión se decide democráticamente (esto es, centralmente) en forma de tasa general de inversión, para luego ser desagregado territorial y sectorial mente. Dentro de esta restricción general que impone el plan, la asigna ción a cada empresa dependerá en parte de sus decisiones individuales canalizadas a través de un sistema de «crédito socialista», que las em45 Ocasionalmente se podría incluir la contratación privada de trabajo, pero como no hay desempleo y las condiciones materiales de subsistencia están garantizadas para toda la población, no se crearían en ningún momento vínculos de subordinación entre las personas y nadie estaría obligado a negociar a la baja sus condiciones de contratación. 46 En materia de cultura, la política revolucionaria no dicta contenido alguno, sino que se limita a garantizar las condiciones materiales para la libre difusión de ideas y crea ción del conjunto de la población. 414
EL COMUNISMO EN MARx
presas deberán devolver con cargo a sus mejoras de productividad (re ducción de costes por unidad de producto) 47. iii) Innovación La innovación en las economías capitalistas enfrenta dos obstáculos fundamentales: depende de los beneficios que registren las empresas y de su capacidad para imponer restricciones a su difusión por medio de derechos de propiedad (patentes) o por la oligopolización de los prin cipales sectores. Lógicamente, ninguna de estas trabas sigue operando en el socialismo. Por otra parte, la innovación en el capitalismo no res ponde a la mitología del empresario innovador de Schumpeter, y no guarda relación alguna con el grado de «liberalismo» económico exis tentej de hecho, los grandes avances son llevados a cabo en agencias pú blicas, como institutos tecnológicos y universidades, o en departamentos de grandes conglomerados industriales. Este aspecto planificado de la innovación es precisamente el que una economía socialista puede de sarrollar sin el corsé de la propiedad privada. iv) Incentivos Aunque he propuesto el pago igualitario libremente decidido, com plementariamente pueden implementarse incentivos a nivel de empresa por ahorro de recursos y aumento de la eficiencia. Debe defenderse fir memente el principio de igualdad, pero durante algún tiempo segura mente será necesario no prescindir de mecanismos de estímulo material. El criterio sería mantener el grueso de la retribución fija, según el prin cipio igualitario, y disponer de una parte menor variable en función de mejoras en la productividad, calidad de los productos, demanda del tra bajo, etc. a nivel de empresa.
47 Guerrero (2007) y Campbell (2006) exponen mecanismos concretos de asignación de la inversión a nivel de empresa.
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ÍNDICE ANALÍTICO*
Abstinencia: 135, 340. Abstracción (del trabajo) : 50-52, 55-56, 60, 83, 1 64- 166, 1 73- 1 77, 1 79, 1 8 1 . Acumulación de capital: 1 321 33, 1 36, 238, 281. Acumulación originaria: 1 0 1, 1 38, 139n, 227. Ahorro: 77, 1 34n, 288-289, 347. Amortización: 79, 219, 258, 3 1 3. Anarquía (de la producción) : 1 99, 282, 3 1 6, 370, 376, 378, 407. Atesoramiento (medio de) : 64, 73, 76, 290. Bancos: 71, 73-74, 76-77, 1 29, 282, 290, 302n, 303-307, 3 103 1 1, 314, 32 1. Burguesía: 16, 23, 101, 1 45- 148, 220, 227, 230, 280, 299, 3 1 6, 349n, 352, 365, 368-369, 371, 378, 380-386. Cálculo económico (debate en el socialismo) : 395-398.
Capital financiero: 299, 3 1 1-3 1 2, 3 1 4-3 1 6, 3 1 8. Centralización del capital: 1 36138, 145, 205-207, 238, 295, 299, 348, 355-356, 361, 385. Ciclo del capital: 98, 1 03, 1 05, 1 22- 124, 140. Circulación del capital: 92, 1 22, 1 24, 128, 132, 23 l n, 245, 303, 3 1 2. Circulación (mercantil) simple: 27, 64n, 92-93, 1 24, 1 54- 1 55, 290-291, 303. Competencia: 25, 109- l lOn, 120121, 133, 1 36, 1 5 1-152, 154, 1 59, 167, 169-173, 176, 1 82-183, 187, 190, 192, 195-196, 200-205, 213n, 2 17, 222, 224, 227-228, 230, 233234, 25 1, 256, 262-268, 273, 294296, 332, 358, 376, 408. Composición en valor del capital (cvc): 1 1 6- 1 1 8, 1 67n, 25 1 -255, 257, 259, 260-261, 275, 282, 295, 328.
* Al tratarse de un índice analítico y no meramente terminológico, tan solo se indican los pasajes donde el término en cuestión se explica o juega un papel argumentativo.
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CóMO FUNCIONA LA ECONOMÍA CAPITALISTA
Composición orgánica del capi tal (cae) : 1 1 7- 1 1 8, 167- 1691 1 7 1 1 73, 1 77, 1 79, 1 80- 1 82, 1 87, 252n-254, 257, 3 1 0, 328. Composición técnica del capital (etc) : 1 1 7- 1 18, 137, 25 1, 254. Comunismo : 366, 370-371, 373, 384, 393. Concentración del capital : 1 36, 348, 355, 361. Crédito: 70, 1 33, 1 37, 1 5 1, 229, 244, 258, 295, 302-307, 309-3 1 3, 3 1 5, 320-321. Depauperación: 326, 354, 361. Desarrollo desigual: 209, 226227, 229, 376. Desempleo: 69, 1 05, 1 35, 225, 239, 244-245, 260, 268, 276, 292295, 297, 309, 3 1 7, 321, 350-35 1, 359, 377, 392, 4 14n. Desequilibrio : 1 94, 2 1 2, 234, 238-239, 244, 248-249, 251, 26 1262, 264-265. 267, 270, 273, 276, 280, 294, 296-297, 301, 314, 320, 367, 377. Desvalorización (de la fuerza de trabajo) : 1 1 9, 1 2 1, 357-358. Desvalorización (del capital) : 249, 257-258, 276, 292, 294-296, 307. Dinero crediticio: 71, 73, 128, 304307. Equivalente general: 36, 44n, 56, 59-6 1, 64-65, 67, 73, 76, 86, 207, 209, 290, 306. Estado: 20, 26, 39, 71, 101, 120, 1 29, 143, 149, 1 89n, 207-208, 227, 230, 250, 275, 279-280, 289,
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284-287, 289, 298, 299, 308, 352n, 358, 368-369n, 371 -375, 377-383, 385, 387, 409. Excedente: 16, 19, 2 1-23, 25-26, 3� 85n, 194, 1 07- 10� 1 1 1 - 1 14, 140, 144, 1 55, 226-228, 230-232, 292, 326-328, 33 1, 345n, 373375, 392. Explotación (del trabajo) : 16-19, 2 1 -23, 25, 28-30, 85n, 9 1, 98, 1 06- 1 08, 1 10- 1 1 3, 1 1 6, 135-136, 140- 142, 147, 1 53, 1 55, 161, 1 64, 1 70, 178, 202, 2 1 3, 228, 230, 247n, 284, 289n, 295, 297, 302303, 3 14, 316-3 1 8, 330, 334-336, 339, 341, 343, 352-357, 367, 369-370, 372-375, 378, 381 -383, 392, 395, 397, 402. Factores de producción (teoría de) : 332-335, 341 -342. Fetichismo : 19, 86-88, 325, 331, 333. Feudalismo (o feudal) : 1 3, 1 9, 22, 38, 84, 86, 1 10, 1 12- 1 13, 144, 231, 334, 368. Gasto público : 272, 275, 279, 285-288. Imperialismo: 226-227, 230, 298299, 3 16. Intercambio desigual: 96, 1 88, 192, 2 1 1 -214, 228. Keynesianismo (o keynesiano) : 30, 285-286n, 287n, 299, 3 1 3, 3 1 6-3 1 8, 369n, 374. Ley de Say: 288, 289n. Neoliberalismo (o neoliberal) : 1 2 l n, 227, 244, 287n, 299, 3 1 11
ÍNDICE ANALÍTICO
3 13-3 14, 3 1 6-321, 329, 358-360, 398. Obrero colectivo: 49n, 79n, 1 03, 1 14, 1 16, 1 28, 158n. Paridad de poder de compra: 2 1 5-2 1 6, 2 1 8-219. Pequeña burguesía: 144- 145, 147- 149n, 349n, 378. Planificación (económica) : 366, 370, 373-374, 384-385, 388-389, 391-394, 396, 400-401, 403-406, 408, 410-41 1, 414. Plustrabajo: 9 1, 1 06- 1071 1 1 1, 1 1 3-1 141 1 16, 1 191 141, 1441 185, 259-2601 2781 3081 3271 348, 35 9. Plusproducto: 1 071 1 1 2, 23 1, 2921 33 1 . Plusvalor absoluto: 1 19, 12 l n. Plusvalor relativo: 1 19, 1 2 1, 253, 326, 328, 358, 360. Plusvalor extraordinario: 1 1 5, 120- 121, 162, 1851 1 87. Precio de producción: 1 69- 170, 172, 1 76- 1 8 1, 188, 208, 233. Problema de la transformación (de valores en precios de produc ción) : 1 58-159, 1 66- 1 67, 1 7 1 1 73, 1 75. Productividad de valor: 1 59, 166, 1 77, 179, 192. Producto neto (o producto final) : 79, 1041 107, 23 1-232, 239, 253, 276, 326, 331-333, 340-341, 348, 40 1, 409, 413. Renta de la tierra: -Absoluta: 177, 1 87-1 88. -Diferencial: 1 841 1861 1 88.
Reproducción ampliada: 1 321331 233-235, 2441 2501 38l, 39 l . Reproducción simple: 132- 1 33, 1351 233-234. Rotación del capital : 1 241 1 26, 252n1 3 1 0. Sector mercantil no capitalista: 1 3 11 1451 286. Sobreacumulación: 275, 2922941 298, 309-3 1 0. Sobreproducción: 1 9 1, 195- 1 96, 237-2381 249, 262-265, 2671 274279, 2891 29 1-293, 2951 3 1 01 377. Socialismo: 1 55, 299, 365, 369, 371, 373-377, 380-381, 384-387, 389, 393-394, 397-398, 4041 415. Tasa (o tipo) de interés: 45, 1 89, 2201 229, 301-302, 305, 3 1 5. Teoría cuantitativa (del dinero) : 69-70, 721 75, 2 1 91 224, 226, 288, 3051 309. Tipo de cambio : 2 1 4-2 1 6, 2 1 81 220-221, 243, 248, 252-253, 26 1, 302. Trabajo potenciado: 121, 162, 163n. Trabajo productivo: 127-130, 1321 2781 286. Validación social (del trabajo) : 30, 491 55n1 621 7 11 78, 841 1 581 164, 1 66-1671 1 751 1921 2001 209, 222, 290, 3 1 0-33 1. Valor individual : 55n1 1 60- 1 63, 165-166, 1 85, 190- 193, 20 1, 208, 25 1, 263.
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Tod o l o a nteri o r perm ite c o n c l u i r q u e n o exi ste ver dadero co nfl icto u o po s i c i ó n e ntre ca pita l fi n a n c i e ro
y ca p ita l i n d u stria l ( o prod u ctivo ) , s i n o u n a c om u n i d a d d e i nte reses e n l a exp l ota c i ó n d e l tra baj o . La s p a rt i c i pa c i o n e s c r u z a d a s e ntre ba n c o s , fo n d o s d e i nvers i ó n , a segu ra d o ra s y e m p re s a s i n d u stri a l e s y de servi c i o s de tod o t i po (tec n o l ógica s , e n e rgética s , d e d i stri bu c i ó n comerc i a l , etc . ) e s l o m á s h a b itua l e n e l ca pita l i s mo actu a l . Ade m á s , e l c réd ito s i rve p a ra fi n a n c i a r l a a c u m u l a c i ó n y perm ite a u m e nta r l a ta sa de ga n a n c i a del ca p ita l i n d u stri a l o p rod u ctivo .
Cómo funciona la economía capitalista , p p . 3 14-3 1 5
ISBN 978-84-1 6020-21-8
1 1111
9 7884 1 6 0202 1 8 www.escclarymayo.com
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