Cacao: producción, consumo y comercio. del período prehispánico a la actualidad en América Latina 9783954878505

El cacao tuvo en tiempos prehispánicos diversos usos: fue usado como producto de intercambio, para pagar tributos, como

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Spanish; Castilian Pages 408 [407] Year 2016

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Table of contents :
Índice
Agradecimientos
Introducción
Almendras de cacao en tumbas, aldeas y huertos. Estudios arqueobotánicos de macrorrestos de THEOBROMA CACAO L. en el área maya
El papel del cacao en la antigua religión, rituales y cocina maya
El agrosistema cacao, vainilla y achiote en las tierras bajas mayas, siglos xvi al xxi
El cacao de Tabasco en la Nueva España: producción, comercio y mercados
El cultivo del cacao y los cambios económicos en el Soconusco, Chiapas, México, siglos xvi-xix
La circulación de cacao hacia la Ciudad de México en el siglo xviii: volúmenes, áreas abastecedoras y diferencias de precios
El cacao Guayaquil en la Nueva España Dinámica de exportación, mercado y consumo, 1774-1805
Trinidad y Nueva España. El comercio de cacao trinitario en la Ciudad de México, 1720-1724
Geografía y economía del cacao. Una mirada al Nuevo Reino de Granada en el siglo xviii
Consideraciones finales
Sobre los autores
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Cacao: producción, consumo y comercio. del período prehispánico a la actualidad en América Latina
 9783954878505

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Laura Caso Barrera (coord.) CACAO PRODUCCIÓN, CONSUMO Y COMERCIO DEL PERÍODO PREHISPÁNICO A LA ACTUALIDAD EN AMÉRICA LATINA

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Tiempo Emulado Historia de América y España 48 La cita de Cervantes que convierte a la historia en “madre de la verdad, émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo porvenir”, cita que Borges reproduce para ejemplificar la reescritura polémica de su “Pierre Menard, autor del Quijote”, nos sirve para dar nombre a esta colección de estudios históricos de uno y otro lado del Atlántico, en la seguridad de que son complementarias, que se precisan, se estimulan y se explican mutuamente las historias paralelas de América y España. Consejo editorial de la colección: Walther L. Bernecker (Universität Erlangen-Nürnberg) Arndt Brendecke (Ludwig-Maximilians-Universität, München) Jorge Cañizares Esguerra (The University of Texas at Austin) Jaime Contreras (Universidad de Alcalá de Henares) Pedro Guibovich Pérez (Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima) Elena Hernández Sandoica (Universidad Complutense de Madrid) Clara E. Lida (El Colegio de México) Rosa María Martínez de Codes (Universidad Complutense de Madrid) Pedro Pérez Herrero (Universidad de Alcalá de Henares) Jean Piel (Université Paris VII) Barbara Potthast (Universität zu Köln) Hilda Sabato (Universidad de Buenos Aires)

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Laura Caso Barrera (coord.)

CACAO PRODUCCIÓN, CONSUMO Y COMERCIO DEL PERÍODO PREHISPÁNICO A LA ACTUALIDAD EN AMÉRICA LATINA

Iberoamericana - Vervuert - 2016

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«Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográfi cos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)».

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Índice

Agradecimientos ..........................................................................................

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Introducción Laura Caso Barrera ..................................................................................

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Almendras de cacao en tumbas, aldeas y huertos. Estudios arqueobotánicos de macrorrestos de Theobroma cacao L. en el área maya Roberto García Moll/Mario M. Aliphat Fernández ..................... 27 El papel del cacao en la antigua religión, rituales y cocina mayas Cameron L. McNeil ....................................................................................

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El agrosistema cacao, vainilla y achiote en las tierras bajas mayas, siglos XVI-XXI Laura Caso Barrera/Mario M. Aliphat Fernández .......................

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El cacao de Tabasco en la Nueva España: producción, comercio y mercados Carlos E. Ruiz Abreu ................................................................................

181

El cultivo del cacao y los cambios económicos en el Soconusco, Chiapas, México, siglos XVI-XIX Janine Gasco .................................................................................................

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La circulación de cacao hacia la Ciudad de México en el siglo XVIII: volúmenes, áreas abastecedoras y diferencias de precios Enriqueta Quiroz .......................................................................................

257

El cacao Guayaquil en la Nueva España. Dinámica de exportación, mercado y consumo, 1774-1805 Manuel Miño Grijalva ..............................................................................

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Trinidad y Nueva España. El comercio de cacao trinitario en la Ciudad de México, 1720-1724 Gloria Lizania Velasco Mendizábal .................................................... 319 Geografía y economía del cacao. Una mirada al Nuevo Reino de Granada en el siglo XVIII Diana Bonnett Vélez ................................................................................. 347 Consideraciones finales Laura Caso Barrera ...................................................................................

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Sobre los autores ...........................................................................................

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Para Roberto García Moll, gran señor de Yaxchilán

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Agradecimientos

Agradezco al Colegio de Postgraduados, especialmente al Dr. Javier Ramírez Juárez, director del Campus Puebla, y al Dr. Juan de Dios Guerrero Rodríguez, subdirector de Investigación, por el apoyo que me brindaron para que esta obra pudiera salir a la luz. Gracias al apoyo financiero del Colegio de Postgraduados se llevó a cabo una primera revisión de estilo y se obtuvieron fondos de investigación para publicar esta obra. Asimismo, agradezco al CONACyT que a través de los proyectos consecutivos de investigación SEP-CONACYT 40088 y SEP-CONACYT 131026 nos ha brindado al Dr. Mario M. Aliphat Fernández y a mí, el financiamiento para realizar trabajo de campo y archivo del que ha derivado nuestra investigación. Mi agradecimiento al Dr. Aliphat Fernández, director del Proyecto SEP-CONACYT Investigación Básica, “Huertos y cacaotales en dos regiones indígenas de las tierras bajas mayas del sur”: 131026 H por otorgar parte de los fondos para financiar esta publicación. Deseo expresar mi reconocimiento a los autores que participan en el libro por su paciencia y por aportar nuevas ideas al mundo del cacao y del chocolate. Carlos Ruiz Abreu, nos permitió utilizar las fotos de Ignacio Osorio Pedrero que ilustran su trabajo, así como las “Consideraciones finales” de esta obra, por lo que le estoy muy agradecida. Mi aprecio para Simón Bernal por su interés en este libro, así como por su excelente y cuidadosa labor editorial. Deseo agradecer a los campesinos k’ekchi’es de la Alta Verapaz, Guatemala, que nos han permitido entrar a sus huertos, que han compartido sus conocimientos con nosotros y sus deliciosas bebidas de cacao. A Fernando Beza Beza por toda su ayuda durante el trabajo de campo.

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Introducción Laura Caso Barrera

En este libro se aborda la importancia del cultivo del cacao (Theobroma cacao L.) desde el Período Clásico mesoamericano y hasta su transformación en chocolate, bebida estimulante de gran importancia hasta finales del siglo xviii y principios del xix, cuando la introducción de nuevas bebidas, como el té y, sobre todo, el café, desplazó su consumo. En este volumen algunos especialistas analizan los sistemas productivos, las rutas comerciales y las formas de consumo de cacao durante los períodos prehispánico y colonial, e incluso se aborda el tema de los agrosistemas actuales. Durante los siglos xvii y xviii el cacao fue uno de los principales productos agrícolas y de mayor valor comercial del Nuevo Mundo, pero en este libro la mirada se centra principalmente en la importancia del consumo de chocolate en la capital de la Nueva España, donde este se democratizó y volvió accesible a la mayoría de las clases sociales gracias a la introducción del cacao Guayaquil, que dada su menor calidad era de bajo precio. Esto redundó en que el chocolate se convirtiera en un elemento fundamental de la canasta básica de diversas clases sociales en la capital novohispana, a la par que en España, durante el mismo período, el producto era consumido también por todas las clases sociales, y no solo en Madrid, sino en todas las provincias españolas. Durante el Período Clásico (300-900) en el área maya, el cacao y su consumo como chocolate se asociaron a las clases gobernantes y al poder, y se consumió tanto en importantes rituales de pasaje como en ceremonias de entronización, matrimonios, muerte y sacrificios. Durante el Período Posclásico (900-1519), si no es que mucho antes, las semillas de cacao se utilizaban como medio de intercambio en toda

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Mesoamérica. Existe un gran debate sobre la domesticación del árbol del cacao, aunque es ampliamente aceptado que el género Theobroma fue el que evolucionó en la cuenca alta del Amazonas de Sudamérica, donde se encuentra la mayor diversidad de especies. En Sudamérica, en gran diversidad de grupos étnicos precolombinos no existen indicios arqueológicos del uso de semillas de cacao para hacer chocolate; en estas poblaciones la bebida ritual por excelencia fue la chicha. Es probable que en Sudamérica utilizaran la manteca de cacao de las semillas, e incluso que aprovecharan el mucilago como fruta. Por su parte, en Mesoamérica las semillas sufrieron una transformación química lograda a partir de un proceso de fermentación, secado y tostado, a fin de convertirlas en chocolate. Estudios anteriores señalaron que solo existían dos grupos genéticos de cacao: la variedad criolla, que se encuentra en Mesoamérica, y la variedad forastera, que se hallaba al norte del Amazonas, y que todas las demás variedades derivaban de estas dos. Sin embargo, estudios recientes muestran que existen diez grupos distintivos de cacao y que junto con sus híbridos proveen el material genético utilizado por la industria moderna del cacao.1 El trabajo de Roberto García Moll y Mario M. Aliphat Fernández parte de la investigación arqueológica y de una revisión bibliográfica sobre los macrorrestos de Theobroma cacao L. encontrados en contextos arqueológicos en el área maya. La aproximación de estos investigadores es de gran importancia, ya que nos permite reconocer la recuperación de semillas en contextos arqueológicos, madera e, incluso, en el molde de un árbol de cacao carbonizado que se localizó en el sitio de Joya de Cerén, en El Salvador. Las almendras de cacao localizadas hasta el momento en sitios arqueológicos se encuentran en contextos funerarios, acompañando a importantes personajes y gobernantes mayas, lo que refuerza la idea de que el cacao era un producto de gran valor ritual y suntuario. Cabe mencionar la importancia de las semillas de cacao localizadas en la gran ciudad maya de Yaxchilán, en la tumba de una reina maya, la señora Puño-Pez o K’ab’al Xook, principal consorte del señor Escudo Jaguar o Itzamnaaj B’alam III. Hasta ahora no 1.

Juan C. Motamayor et al., “Cacao domestication I: the origin of the cacao cultivated by the Mayas”, en Heredity, vol. 89, núm. 5, 2002, pp. 380-386; Juan C. Motamayor et al., “Genetic Population Differentiation of the Amazonian Chocolate Tree (Theobroma cacao L)”, en PLoS One, núm. 3, vol. 10, 2008, pp. 311.

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se había dado a conocer la asociación de esta importante mujer con las semillas de cacao, que formaban parte de su ajuar funerario. El análisis de los macrorrestos de cacao en contextos arqueológicos en el área maya es fundamental para entender las prácticas agroforestales de los mayas, así como el manejo y transformación que hicieron de Theobroma. En su capítulo, Cameron McNeil, a partir de información arqueológica y del análisis de la iconografía del sitio maya de Copán, muestra que el cacao se asociaba con los árboles primigenios, el maíz, la fertilidad, el inframundo, el sacrificio y el renacimiento de los individuos de la élite. En Copán, como bien señala McNeil, el cacao fue utilizado como ofrenda, ya fuera que se utilizaran las semillas en su estado natural, en diversas bebidas, en polvo, como pinole y en salsas. Se localizó una gran vasija que en su interior contenía huesos de pavo y que dio positivo para teobromina, lo que no deja duda de que se trataba de algún tipo de salsa. Estos alimentos rituales elaborados para acompañar a los individuos fallecidos de la élite debieron ser especiales y tal vez distintos a los que se consumían en el orden cotidiano. El árbol de cacao tiene restricciones climáticas, de altura y de suelos, y por estas razones solo puede crecer en buenas condiciones en determinadas regiones, por lo que desde la época precolombina se consideraba un producto restringido y de gran valor, aún más en aquellas zonas en las que no se producía. El sur de Mesoamérica fue significativo en el desarrollo de agrosistemas de cultivo de cacao. En este libro, los trabajos de Carlos Ruiz Abreu, Janine Gasco, Laura Caso Barrera y Mario M. Aliphat Fernández abordan los sistemas de producción en tres zonas de gran importancia, como son Tabasco, Soconusco y una zona que no había sido considerada, que es la que ocuparon los lacandones históricos y los choles de Manché entre Yucatán, El Petén y la Alta Verapaz, en Guatemala. En estas regiones diversos grupos étnicos desarrollaron complejos agrosistemas para la producción de cacao y de otros productos de importancia alimenticia. Estos agrosistemas, así como las formas nativas de producción sufrieron alteraciones con la llegada de los españoles, que en muchos casos se apoderaron de las tierras más fértiles y aptas para el cultivo de cacao. Además, los europeos impusieron pesadas cargas tributarias a las poblaciones indígenas, que se vieron forzadas a

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abandonar sus cultivos de cacao, además de que, acosados por las enfermedades traídas también por los españoles, los indios empezaron a morir en forma prácticamente masiva. La escasez de mano de obra indígena elevó sustancialmente el precio de los excelentes cacaos criollos producidos en la zona sureste de la Nueva España y en Guatemala. El auge cacaotero del siglo xvi en estas zonas sufrió un duro revés cuando la Corona decidió fomentar el cultivo de cacao en regiones que consideró pobres, como Caracas y Maracaibo, en Venezuela, y Guayaquil en Ecuador. En el capítulo de Carlos Ruiz Abreu analiza el repunte de Tabasco en la producción y comercio de cacao durante el siglo xviii, con el desarrollo de haciendas cacaoteras en manos de españoles y criollos. Como señala este autor, Tabasco fue un lugar de enlace comercial entre Chiapas y Guatemala con Veracruz y el centro de México. El cacao tabasqueño se distribuía vía Veracruz, teniendo una creciente demanda en la capital de la Nueva España. Esta situación permitió a los hacendados tabasqueños en el siglo xviii expandir sus mercados enviando su cacao, vía Campeche, hacia La Habana, Nueva Orleans y algunos puertos europeos. Sin embargo, Tabasco no producía suficiente cacao para cubrir la demanda existente. En su trabajo, Janine Gasco analiza el cultivo de cacao y los cambios económicos en el Soconusco, desde el período prehispánico hasta tiempos actuales. La evidencia arqueológica y lingüística muestra que el cultivo de cacao y su transformación en chocolate tuvo su origen en el Período Formativo en el Soconusco, en la zona olmeca en la que se hablaban lenguas mixe-zoqueanas. En el Posclásico, el Soconusco fue una región productora de cacao de gran importancia, y por lo mismo fue un centro de intercambio comercial. Los mexicas conquistaron la región en el siglo xv y durante su dominio ocho lugares de Soconusco tributaban 5.000 toneladas de cacao al año. Con toda seguridad, este nivel de demanda de cacao impuso cambios y presiones en las prácticas agrícolas de los campesinos locales, a fin de lograr incrementar la producción. De hecho, durante el período colonial esta región fue considerada de importancia estratégica para la Corona, y la producción de cacao se hizo fundamental para su economía a lo largo de todo el período colonial. Los indígenas de esta zona se vieron forzados a tributar cacao a la Corona y pagaron dos veces más de lo que pagaban a los aztecas.

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Sin embargo se presentó el problema de la baja demográfica de la población indígena, que se tradujo en una disminución de la producción a finales del siglo xvi, lo cual encareció el producto. Una parte del cacao producido en el Soconusco era destinado a la casa real española, otra parte se comercializaba en la Ciudad de México y algo más llegaba a distintas partes de Europa. Janine Gasco señala que a diferencia de lo sucedido en Tabasco, la producción cacaotera del Soconusco continúo en manos de campesinos indígenas hasta principios del siglo xix, y el producto fue obtenido por los europeos mediante tributo y diversos medios coercitivos. Gracias a un informe elaborado por el subdelegado de la provincia sobre la producción de cacao de 1819 a 1820 sabemos de manera más detallada las características del cultivo del cacao en Soconusco. En este informe se cuenta que se sembraban en forma conjunta dos productos relacionados con el chocolate: la vainilla y el achiote. En este mismo informe se documenta la introducción en esta época del café, que comenzó como un cultivo forestal que se sembraba junto con el cacao y que, finalmente, lo fue desplazando. La autora también aborda el tema de los problemas que enfrenta hoy día el cultivo de cacao en la región, entre ellos, la drástica disminución de árboles, que han sido sustituidos por productos con mayor valor comercial, como la palma africana. Los cacaos criollos que dieron fama mundial al Soconusco son ahora difíciles de encontrar, ya que son mucho más delicados y susceptibles a enfermedades como la moniliasis. Laura Caso Barrera y Mario M. Aliphat Fernández, en su trabajo sobre los agrosistemas en las tierras bajas mayas, abordan el tema del cultivo en gran escala de tres productos que son considerados como una triada: el cacao, el achiote y la vainilla. Esta región, originalmente ocupada por los choles del Manché y los lacandones históricos no había sido reportada como una gran zona productora de cacao, y mucho menos se había descrito el agrosistema cacao-achiote-vainilla. Al igual que la triada maíz-frijol-calabaza, la triada que Caso y Fernández han denominado como “del chocolate”, fue de gran importancia, ya que estos productos se cultivaron de manera asociada, y todos fueron destinados a la elaboración de chocolate. Como se observa en el trabajo de Gasco, en el Soconusco, al parecer, también existía esta asociación de productos a principios del siglo xix.

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La producción intensiva de los choles del Manché y la producción semi-intensiva de los lacandones históricos estuvo en manos de campesinos indígenas. La producción de estos grupos mayas de habla cholana sufrió la presión del señorío itzá, que por medios violentos forzaba el intercambio con estas poblaciones. Tanto el señorío itzá como los choles del Manché y los lacandones históricos se mantuvieron fuera de la dominación hispánica hasta finales del siglo xvii. Los españoles intentaron por todos los medios reducir a estos grupos mayas, y sobre todo trataron de controlar su importante producción de cacao, achiote y vainilla. Cabe destacar que los choles del Manché fueron los que sufrieron mayor coerción por parte de la orden de frailes dominicos, que trató de evangelizarlos y reducirlos desde el siglo xvi. Las poblaciones k’ekchi’es, que ya estaban sujetas a la Corona, también ejercieron una fuerte presión sobre choles y lacandones a fin de intercambiar instrumentos de hierro por cacao y achiote, que les exigían los españoles mediante tributos y limosnas. Hasta finales del siglo xvii, la producción de cacao y achiote de los huertos choles se incorporaba al mercado colonial de Guatemala vía el intercambio, los tributos y el repartimiento; sin embargo, hasta el momento no se han podido cuantificar los montos. Esta producción salía por la Verapaz y el golfo Dulce (lago Izabal) para ser comercializada, aunque no sabemos con qué denominación, pero resulta evidente que debió ser incorporado como cacao de alta calidad, como el del Soconusco, Suchitepéquez o Izalco. Es de gran importancia analizar el impacto que tuvo dicha producción, así como los efectos posteriores a su caída, ya que a partir de 1689 las poblaciones choles del Manché fueron sometidas y trasladadas de manera forzada al valle de Urrán, en las tierras altas guatemaltecas. En 1695 los pueblos lacandones también fueron sometidos y después, removidos de sus tierras. Estos traslados forzosos provocaron el abandono de los agrosistemas de la triada del chocolate y la desaparición de los choles y lacandones. Esta situación nos hizo pensar en un primer momento que con la desaparición de estos pueblos mayas también se habría perdido el uso de este importante agrosistema. En 2005, mientras se realizaba un trabajo en comunidades k’ekchi’es, las cuales históricamente tuvieron estrechas relaciones con los choles del Manché y con los lacandones históricos, se pudieron estudiar los huertos actuales, en los que, sorpresivamente, se encontraron muchas comu-

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nidades que aún cultivan de manera asociada variedades de cacao y vainillas criollas y diversos tipos de achiote para el consumo de bebidas de chocolate. Los informantes señalaron también que estos cultivos tenían “dueños”, que eran los antepasados o ch’olcuink. Al igual que en el Soconusco, los campesinos k’ekch’ies de la Verapaz enfrentan problemas como las enfermedades que aquejan al cacao, la presión por cambiar sus cultivos tradicionales para sembrar otros comerciales y la dificultad de comercializar, en forma justa, sus productos, entre ellos, el cacao de excelente calidad. Los trabajos de Enriqueta Quiroz y de Manuel Miño se ocupan de analizar el consumo de cacao en la Ciudad de México, así como de desarrollar el tema de las áreas abastecedoras y de los precios en el siglo xviii y principios del xix. Enriqueta Quiroz analiza la importancia de la Ciudad de México como principal consumidora de cacao en Hispanoamérica. La autora señala que, debido a la ubicación geográfica de la ciudad, el cacao que la abastecía debía llegar por vías fluviales de zonas lejanas, como el sureste de la Nueva España y de otras partes aún más apartadas, como Guayaquil, Caracas y Maracaibo. La autora muestra que, en el siglo xviii, el cacao formó parte de la dieta básica de los habitantes de la ciudad, e identifica las diferencias que se establecían en el tipo de cacao que las distintas clases podían consumir, así como la cantidad de veces que lo consumían por día. Por ella sabemos que, de 1759 a 1776, ingresaron a la Ciudad de México entre 3.000 y 10.000 tercios, según datos tomados de los registros de aduana. Para 1780 y 1790 los montos de cacao registrados superan los 10.000 tercios, e incluso llegan a 13.000 en 1802. Sin embargo, no todo el cacao que ingresó a Nueva España, ya fuera por Veracruz o por Acapulco, tuvo como destino la Ciudad de México. El cacao venezolano que ingresó al virreinato, según cálculos establecidos por Eduardo Arcila Farías, sobrepasaría con creces la demanda capitalina, lo que lleva a la autora a pensar que mucho del producto que ingresó por Veracruz fue reenviado a España, e incluso mucho también pudo haber sido manufacturado y enviado en forma de tabletas de chocolate. Se puede señalar que hubo tres grandes circuitos de abastecimiento de cacao cuya dirección era la capital del virreinato. El primero procedía de Guayaquil, que llegaba por la vía del Pacífico y entraba por Acapulco o por la llamada Tierra Firme; es decir, que pasaba por Portobelo para llegar a Veracruz. El segundo provenía de Tabasco y Gua-

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temala, por conducto de los ríos Usumacinta y Grijalva, además de sus afluentes, y por las ciudades interiores de Tuxtla, Oaxaca y Puebla, hasta llegar a la capital. El tercero era el que llevaba el cacao de Nueva Granada vía Maracaibo, y el de Caracas por La Guaira, mismo que a su vez estaba conectado con el flujo de islas caribeñas, como Martinica, Trinidad o Cuba. Sabemos que las zonas de Tabasco y Guatemala producían suficiente cacao para abastecer su propia región, aunque faltan estudios puntuales que analicen los hábitos de consumo en Santiago de los Caballeros de Guatemala, en San Cristóbal de las Casas, Chiapas y en San Juan Bautista de la Villa Hermosa, Tabasco. Es evidente que el cacao también llegaba de estas zonas a la capital, pero su precio era notablemente elevado, pues sobre su producción recaía la demanda no solo del sur de la Nueva España, sino del centro y norte del virreinato, e incluso de la corte hispánica. Los cacaos de Tabasco, Soconusco, Suchitepéquez e Izalcos eran criollos finos, cuya producción era reducida y por lo tanto, costosa. Esos cacaos eran consumidos por las élites de la Ciudad de México y también se usaban para hacer mezclas con otros de menor calidad. Según lo establecen los trabajos de Carlos Ruiz Abreu y de Enriqueta Quiroz, el cacao tabasqueño se introdujo de manera estable y con algún incremento a la Ciudad de México durante el siglo xviii. El cacao proveniente del reino de Guatemala se comerció en la Ciudad de México hasta las primeras cuatro décadas del siglo xviii. De hecho, existen datos que sugieren que la aparición de la Compañía Guipuzcoana, fundada en 1728 por comerciantes vascos, eclipsó la producción de cacao en el reino de Guatemala, que entonces debió privilegiar el cultivo de añil. La Compañía Guipuzcoana se creó para poner fin al comercio ilícito que hacían los holandeses con el cacao de la provincia de Venezuela vía Curazao. Durante todo el siglo xviii, la demanda de cacao en Europa era muy importante, por lo que la Compañía debía hacerse con la mayor cantidad de cacao de la región para poder abastecer el mercado español, así como de otros productos rentables. El contrato contemplaba que la empresa fuera la única autorizada tanto para importar como para comercializar toda clase de mercancías europeas en la provincia de Venezuela, así como para fijar los precios y establecer las especificaciones de compra de los bienes producidos en la misma y de su comercialización en España. Luego de abastecer la provincia de

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Venezuela, la compañía podía comerciar con Cumaná, Margarita y Trinidad. También estaba facultada para llegar indistintamente a los puertos de La Guaira o Puerto Cabello, pero en España debía partir de Guipúzcoa y, de regreso, atracar en Cádiz. Para lograr sus fines, la compañía debía patrullar la costa de Tierra Firme, desde el Orinoco hasta el río Hacha, y perseguir a los contrabandistas, para de este modo asegurar el comercio exclusivo de la provincia de Venezuela, que antes beneficiaba a otros grupos, principalmente a comerciantes ingleses y holandeses. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, el tráfico ilícito y el contrabando continuaron siendo una constante, aunque debe destacarse que sí logró asegurar el abastecimiento de productos a España, regularizar y aumentar principalmente los embarques de cacao y tabaco, con lo que se redujeron los precios de estos productos en la península. La creación de esta compañía afectó en forma negativa a los productores del sur de la Nueva España y del reino de Guatemala, que se vieron obligados a competir con una producción favorecida, más abundante y por lo tanto más rentable. En su ensayo, Manuel Miño analiza el caso del cacao Guayaquil como un producto rentable para los comerciantes que lo exportaban y para quienes lo importaban, así como la importancia de su consumo en la Ciudad de México y su valor en los mercados regionales e internacionales. Su hipótesis es que el cacao Guayaquil fue tan significativo no solo por su abundante producción, que de por sí lo hacía accesible, sino que al ser un cacao de baja calidad, y por lo mismo muy amargo, pudo mezclarse con mayor cantidad de azúcar, lo que incrementaba la cantidad de la mezcla final de chocolate y de ahí derivaba su gran rentabilidad. Manuel Miño señala que el chocolate “labrado” o manufacturado representó una notable ganancia para el comerciante que lo elaboraba. El trabajo de Manuel Miño nos muestra que gracias al cacao Guayaquil las masas urbanas del siglo xviii pudieron acceder a un chocolate de poca calidad, pero de bajo costo, lo que les permitió incorporarlo como parte fundamental de su dieta. Posteriormente, en el siglo xix, los procesos industriales abaratarían y democratizarían aún más el consumo de chocolate. A lo largo de su recorrido, el cacao de Guayaquil creó un conjunto de redes y conexiones en todo el espacio colonial, desde su zona de

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producción, la costa de Guayaquil hasta su mercado de consumo, ubicado a lo largo del Pacífico, principalmente en Centroamérica y México. En estas plazas se encontraba su actuación directa e inmediata, quedando, por el lado de Veracruz y el mismo Panamá, el envío indirecto hacia el mercado español, aunque se trataba de cantidades menores a las que se realizaban en forma directa por El Callao y el cabo de Hornos, o hacia Manila. De esta manera, después de 1774, año en el que se legaliza el comercio Perú-Nueva España, su participación mercantil conoció una expansión sin precedentes, que iba desde el norte en Nueva España hasta España y posteriormente, a Europa, hasta el Oriente, con su arribo al mercado filipino. Todo el movimiento anterior, en su conjunto, significó también una amplia circulación monetaria por el reenvío de grandes cantidades de plata que enriquecieron a los grupos mercantiles que operaron el producto; dinero principalmente mexicano que llegaba por vía de la metrópoli y regresaba como pago de las exportaciones desde España, con lo cual la plata conocía un flujo y reflujo, por lo menos de manera parcial. Como bien señala Miño, el espacio novohispano resultó un escenario de gran importancia para el cacao, no solo como producto de consumo, sino como medio de intercambio en transacciones de pequeña monta. Pero sirvió también, en los primeros tiempos, como medio para pagar los tributos reales. Los granos de cacao fueron usados a lo largo del periodo colonial tanto por indios como por españoles como un substituto de las monedas de cobre. En términos económicos, el papel monetario del cacao es quizá el aspecto más importante de su contribución en Nueva España. En particular, el cacao de Guayaquil se convirtió en el elemento regulador no solo de los precios de este producto en el mercado interno, sino también del sistema monetario en general, al copar el segmento “menudo” de las transacciones mercantiles cotidianas. Los indígenas del siglo xvi veían cómo las constantes subidas de valor de otros tipos de cacao incrementaban la dificultad del pago del tributo, y en el siguiente siglo tampoco las fluctuaciones fueron ajenas, por lo menos hasta la intervención del cacao guayaquileño, que vino a poner orden en el mercado y en los precios. El comercio del cacao de Guayaquil hacia la Nueva España es el que hasta el momento ha sido más estudiado; sin embargo, en los trabajos de Diana Bonnett y Gloria Lizania Velasco se abordan los casos menos co-

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nocidos del cacao de Nueva Granada y el trinitario durante el siglo xviii. Como bien lo señala Diana Bonnett, existen dos ejes en el estudio del cacao sudamericano durante el siglo xviii, que serían el eje Caracas-Maracaibo y el eje Guayaquil. El primero se ubica en la zona occidental de la capitanía general de Venezuela y el otro, en la provincia del Guayas, que dependieron, desde su creación en 1717 y 1739, respectivamente, del Nuevo Reino de Granada. En el Nuevo Reino de Granada se incorporaron provincias de lo que actualmente correspondería a Colombia, Ecuador, Panamá, Venezuela, y regiones de Perú, Brasil, Costa Rica, Nicaragua y Guayana, que hasta ese momento habían estado bajo diferentes jurisdicciones, uniéndose bajo una misma autoridad colonial establecida en la ciudad de Santafé de Bogotá, confirmando así a la ciudad como otro de los principales centros administrativos de las colonias españolas en América, junto con Lima y la Ciudad de México. Sin embargo, a pesar de los intentos esporádicos para crear reformas encaminadas a mejorar la eficiencia y centralización de la autoridad, en ningún momento el control y cohesión de esta colonia llegó a ser el que en verdad deseaba España. Entre las consideraciones que manejó la Corona para su creación fue su importante ubicación estratégica entre los dos océanos, y el ser una de las puertas de entrada al occidente de la América del Sur, lo que le permitiría enfrentar mejor el contrabando y los ataques de piratas y filibusteros, con un punto más cercano al Caribe. Tanto el cacao trinitario como el de la Nueva Granada se ubicarían en el eje de producción y comercio Caracas-Maracaibo. Como bien lo señala Bonnett, los ejes de producción y comercio no pueden analizarse con base en la regionalización actual, por lo que es de gran importancia entender cómo estaban estructurados los centros administrativo-políticos en el siglo xviii. Los ejes Maracaibo-Caracas y Guayaquil fueron abundantes en producción y comercio de cacao. En la provincia del Guayas se concentraba el cacao que se producía y comercializaba en los territorios de Daule, Guayaquil rural, Baba, Babahoyo y Machala, mientras que en la provincia de Maracaibo se recibía el que provenía de Mérida, San Cristóbal, Puerto Zulia y La Grita, en la zona costera. Este último circuito se alimentó del cacao producido en la jurisdicción de Pamplona, en particular del que provenía del valle de San José de Cúcuta, y también del recolectado en la Villa del Rosario, Salazar de las Palmas y San Faustino. Ambas jurisdicciones conformaron

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un circuito regional y una red de comercio alrededor del cacao que se denominó “Caracas”. Además de los dos ejes mencionados, la autora analiza otros que también fueron pujantes en la economía del cacao del virreinato, como el del Nuevo Reino de Granada. El cultivo de cacao en esta jurisdicción tuvo gran auge debido a la intervención de los jesuitas, que lo cultivaron en diversas haciendas. La orden jesuita impulsó el cultivo comercial del cacao en el Nuevo Reino de Granada, y es posible que promoviera su consumo como chocolate. El cacao se producía en haciendas, estancias y en pequeñas y medianas propiedades. En todas se producía cacao junto con otros productos, como tabaco, caña y plátano. Las grandes haciendas y estancias contaban con esclavos para el cultivo de los cacaotales, así como con mano de obra libre. El cacao producido en esta zona era enviado a Veracruz y a Europa. La Compañía Guipuzcoana, que operó durante la primera mitad del siglo xviii, puede definirse como una empresa que “a expensas de los productores directos de cacao” creó un monopolio cuyo resultado fue el estrangulamiento de la economía de la región. La política monopólica de esta compañía en el área Maracaibo-Caracas se apoyaba en el crecimiento exponencial de las exportaciones de cacao. Sin embargo, su bonanza duraría poco tiempo debido a varias causas: soportar la responsabilidad de asumir los altos costos que implicaba la vigilancia militar de la zona del Caribe; las reformas de libre comercio, decretadas en 1776 que terminarían por afectarla y la competencia que impuso el cacao de Guayaquil, que era más abundante y por lo mismo más barato. Estas razones acabarían por poner fin a la compañía en 1784. La demanda de cacao en la Nueva España impulsó el comercio con los dos ejes principales que ya han sido mencionados, el de Maracaibo-Caracas y el de Guayaquil. El cacao trinitario se encontraría ubicado dentro del eje Maracaibo-Caracas. El trabajo de Gloria Lizania Velasco da cuenta de la introducción de cacao trinitario a la Ciudad de México en el periodo que va de 1720 a 1724. En 1717, Trinidad dependía, junto con Cumaná e isla Margarita, de la audiencia de Santo Domingo, mientras que Maracaibo y Guayana estaban bajo la jurisdicción del virreinato de Nueva Granada y, por consiguiente, de la audiencia de Santa Fe. En 1731, Trinidad dependía económicamente de Cumaná y en lo comercial estaba bajo la supervisión de Caracas, mientras que en los aspectos políticos seguía sujeta a la jurisdicción de

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Santafé de Bogotá. En 1739 Trinidad, Caracas, Maracaibo, Guyana, Cumaná e isla Margarita quedaron bajo la jurisdicción de la audiencia de Santa Fe, por lo que se dispuso que el gobernador y capitán general de la provincia de Venezuela fuera también el comandante general de todas, en lo concerniente al comercio. Sin embargo, en 1742, la provincia de Venezuela y las provincias antes mencionadas fueron separadas del virreinato de Nueva Granada y volvieron a la dependencia de la audiencia de Santa Fe. Como lo señala Gloria Velasco, el cultivo de cacao se introdujo en la isla a principios del siglo xvii, y su buena calidad lo equiparó en precio en la Nueva España al de Caracas. Los españoles introdujeron en Trinidad el cacao criollo de semilla blanca. La producción de cacao fue el motor comercial de la isla, pues no solo servía como unidad monetaria, sino que se utilizó también como forma de pago para obtener mercancías del exterior. A pesar de que su producción era relativamente baja, la isla logró comerciar con la Nueva España y con otras colonias americanas, e incluso con la metrópoli. El cacao trinitario salía de Guayana hacia el puerto de Veracruz; al parecer, su comercio en la Nueva España se inició en el siglo xvii y repuntó en el xviii. Gloria Velasco localizó los únicos registros de la introducción y comercio de este producto a la Ciudad de México. De 1725 a 1728 las plantaciones trinitarias se vieron afectadas por una enfermedad conocida como tizón (quizá Ceratocystis fimbriata), que acabó con sus cosechas, situación que creó una crisis entre los productores de la isla. Cuando se logró recuperar la industria, se llevó cacao del oriente de Venezuela, posiblemente amelonado de semillas púrpuras, muy distintas a las almendras blancas del cacao criollo. Al plantar las variedades de cacao venezolano entre los árboles criollos sobrevivientes, la polinización cruzada condujo a la formación de una población híbrida, con una amplia gama de caracteres y semillas cuyo color variaba del blanco al púrpura. Este híbrido es conocido como cacao Trinidad-Trinitario.2 Como se señala en el trabajo de Enriqueta Quiroz, no todo el cacao que ingresó en el siglo xvii a Nueva España, ya fuera por Veracruz o por Acapulco, tenía como destino la Ciudad de México. El cacao venezolano que ingresó al virreinato sobrepasaba con creces la demanda 2.

George A. R. Wood/R. A. Lass, Cacao. Chichester: John Wiley & Sons, 2001, pp. 32-34.

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capitalina, lo que hace pensar a esta autora que el que ingresó por Veracruz fue reenviado a España, e incluso debió salir ya manufacturado como tabletas de chocolate. El trabajo de Diana Bonnett nos muestra que hubo zonas productoras de cacao en la jurisdicción de Nueva Granada, que se comercializaron en la Nueva España y en Europa. Tal es el caso del cacao de Maracaibo-Caracas. A decir de Gloria Lizania Velasco, es posible que a lo largo del siglo xviii se haya introducido más cacao trinitario a la Nueva España y a la Ciudad de México, pero esto no se ve reflejado en los registros de la Fiel Ejecutoria. Esta idea, según la autora, se refuerza dado que de 1701 a 1797 llegaron a Trinidad 25 navíos procedentes de Nueva España y 55 barcos arribaron procedentes de la isla a Nueva España, y aunque no se especifica en ningún caso la carga que llevaban, cabe suponer que en parte fuera cacao. Los trabajos aquí reunidos nos dan cuenta de la importancia del cacao y su transformación en chocolate desde la época prehispánica hasta el siglo xviii, cuando se globalizó su consumo, creando una demanda de gran importancia que llevaría a transformar los sistemas de producción y a ampliar e incorporar zonas lejanas de las colonias americanas, en las que se establecieron plantaciones comerciales basadas en trabajo esclavo, que surtirían la demanda principalmente europea de cacao. El cacao conservó su importancia como moneda desde el período prehispánico hasta el siglo xviii, así como el ser una bebida destinada a los reyes y a las élites. Sin embargo, el cacao de Guayaquil permitió que el consumo de chocolate como bebida se generalizara en todas las clases sociales. Fue en el siglo xviii cuando realmente se dio una verdadera democratización del chocolate y cuando se convirtió en parte fundamental de la dieta de todos los grupos sociales, sobre todo en la Ciudad de México.

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Almendras de cacao en tumbas, aldeas y huertos. Estudios arqueobotánicos de macrorrestos de THEOBROMA CACAO L. en el área maya Roberto García Moll Dirección de Estudios Arqueológicos del INAH Proyecto Yaxchilán-INAH Mario M. Aliphat Fernández Laboratorio de Etnoecología y Regiones Indígenas Colegio de Postgraduados Campus Puebla

Introducción El papel que desempeñaba el cacao en las antiguas civilizaciones mesoamericanas ha sido analizado por varios académicos a lo largo de un gran periodo de tiempo. Por lo mismo, hoy día se tiene ya una visión bastante detallada sobre su producción, utilización e importancia durante el Período Preclásico y durante el Clásico, así como a finales del Posclásico, lo que nos muestra la larga duración de su producción y consumo.1 Mucha de la información para el periodo posterior a la conquista hispana, se basa principalmente en los informes y textos de los individuos que participaron en los procesos de conquista y coloniza1.

Rene F. Millon, When Money Grew on Trees: A Study of Cacao in Ancient Mesoamerica; Sophie Coe y Michael D. Coe, The True History of Chocolate; Cameron L. McNeil, Chocolate in Mesoamerica: A Cultural History of Cacao; Terry G. Powis et al., “Cacao use and the San Lorenzo Olmec”; Terry G. Powis et al., “Oldest Chocolate in the New World”; Terry G. Powis et al., “Spouted Vessels and Cacao Use among the Preclassic Maya”.

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ción, y que fueron enviados a la Corona española. También contamos con códices, mapas y lienzos indígenas producidos durante los primeros años de la colonia. De esta manera, se identificaron las áreas más importantes de producción de cacao,2 así como las regiones que pagaban tributos en xiquipiles o cargas de cacao (equivalentes a 8.000 almendras de cacao) a la Triple Alianza y después, a las autoridades de la Nueva España.3 Desde el punto de vista etnohistórico, existe información sobre los mecanismos que realizaron diversos grupos indígenas para obtener cacao, ya fuera a partir del comercio o de la tributación.4 Un ejemplo de lo anterior es la estrategia que, a lo largo de los siglos xvi y hasta finales del xvii, implementaron los mayas itzaes, a fin de obtener cacao, achiote y vainilla de los choles del Manché y de los lacandones. Primero recurrieron al intercambio y después utilizaron medios violentos hasta obtener el control estratégico de las Salinas de Nueve Cerros. Elementos fundamentales para este intercambio y para los procesos socio-políticos fueron las vías de comunicación pluviales, como los ríos Usumacinta, Lacanjá, Lacantún, Salinas-Chixoy, río de la Pasión, Cancuén, Sarstún, Polochic, Motagua y los ríos de Belice.5 Desde el punto de vista arqueológico, para el estudio del cacao se han establecido tres líneas importantes de investigación en la región maya: la primera es la interpretación de los jeroglíficos en vasos cilíndricos y otros tipos de cerámica para beber cacao (chocolate). La segunda línea de investigación ha logrado establecer y confirmar la existencia de bebidas y comidas elaboradas con cacao a partir de análisis químicos realizados en vasos y tiestos cerámicos, y la tercera se basa en estudios arqueo2. 3.

4.

5.

John L. Bergmann, “The distribution of cacao cultivation in precolumbian America”, p. 86. Ibíd., p. 90; Barbara Voorhies, La economía del antiguo Soconusco, Chiapas; Janine Gasco y Barbara Voorhies, “El máximo tributo. El papel del Soconusco como tributario de los aztecas”, pp. 61-113; Janine Gasco, “La economía colonial de la provincia de Soconusco”, pp. 335-353. Robert C. West, Norbert P. Psuty y Bruce G. Thom, The Tabasco Lowlands of Southern Mexico, p. 116; Murdo MacLeod, Spanish Central America: A Socioeconomic History 1520-1720. Mario M. Aliphat, Classic Maya Landscape; Mario M. Aliphat F. y Laura Caso Barrera “Arqueología y etnohistoria: Circuitos de intercambio en el río Usumacinta y sus afluentes”; Mario M. Aliphat y Laura Caso Barrera, “La construcción histórica de las tierras bajas mayas del sur por medio de mapas esquemáticos”, pp. 839-675.

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botánicos de restos, tales como carbón, madera, semillas, polen, entre otros, que se han obtenido en contextos arqueológicos. En 1974, el lingüista Floyd Lounsbury,6 siguiendo las pautas de la escuela de fonetismo establecida en la década de 1950 por Yuri Knórosov para descifrar los jeroglíficos mayas, fue el primero en interpretar el glifo para cacao en los códices mayas de Madrid y Dresde. Esta lectura fue más tarde identificada en los registros de textos pintados en vasos polícromos, localizados en contextos funerarios del Periodo Clásico maya, que permitió reconocer su función como recipientes para beber chocolate o bebidas hechas con cacao. Hoy día se tiene un amplio conocimiento sobre los diversos textos que hacen referencia al cacao y a los diversos tipos de bebidas de cacao, que están registrados en cientos de vasos de cerámica.7 Debemos resaltar la importancia del cacao en ritos de paso, como los rituales funerarios, ya fuera como bebidas ofrecidas al difunto en los vasos cerámicos ricamente decorados o a través de la ofrenda de las semillas en contenedores como platos o conchas. Un vaso con tapa de rosca8 encontrado durante la excavación arqueológica realizada en la tumba 19 del sitio de Río Azul, en el norte de Guatemala, ha desempeñado un papel importante en la identificación química de los restos contenidos en la vasija sellada. En el registro jeroglífico se describe que pudo haber contenido dos tipos de bebida de cacao.9 Los contenidos de la vasija fueron analizados mediante cromatografía química del tipo HPLC (High Performance Liquid Chromatography) para identificar la presencia de los compuestos. El resultado de la muestra dio positivo para teobromina y cafeína, dos sustancias presentes en el cacao.10 Hasta el momento se han llevado a cabo más de 118 análisis del tipo HPLC en cerámica de contextos arqueológicos, mismos que han dado positivo para teobromina, para cafeína o para ambos. Estos estudios permitieron conocer la presencia de dichos compuestos químicos en vasos utilizados para algún tipo de bebida con cacao en el sur de Mesoamérica 6.

Floyd G. Lounsbury, “On the Derivation and Reading of the ‘Ben Ich’ Prefix”, pp. 99-144. 7. David Stuart, “The Language of Chocolate”, p. 192. 8. Richard E. W. Adams, Río Azul: An Ancient Maya City; David Stuart, “The Río Azul Cacao Pot: Epigraphic Observations on the Function of a Maya Ceramic Vessel”, pp. 153-157. 9. David Stuart, “The Language of Chocolate”, p. 193. 10. W. Jeffrey Hurst, “The Determination of Cacao in Samples of Archaeological Interest”, p. 112.

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y, sorprendentemente, en varios vasos cilíndricos que se encontraron en Pueblo Bonito, en Nuevo México, en el suroeste de Estados Unidos, con tipos cerámicos reconocidos como pertenecientes al periodo 1000-1125 d.C.11 Desde el punto de vista temporal, los materiales cerámicos estudiados hasta ahora con este método van desde el Periodo Formativo, con materiales olmecas, hasta el Periodo Posclásico. En este trabajo hacemos un análisis de los materiales arqueobotánicos reportados en la bibliografía y analizamos los aspectos que consideramos relevantes para los estudios del cacao en la región maya, principalmente aquellos restos macrobotánicos encontrados en contextos arqueológicos. Partimos de la laboriosa investigación arqueológica y del estudio del contexto arqueológico en el área maya y hacemos un análisis detallado de todos los restos arqueobotánicos de semillas, maderas (carbón) y otra evidencia macrobotánica de Theobroma cacao L. que hasta el momento han sido reportados. Nuestra intención es brindar nuevas aportaciones a la investigación sobre la utilización del cacao, así como de la antigua distribución y cultivo en la región maya. Existe un gran número de sitios en el área maya que gracias a las excavaciones arqueológicas nos proveen de un número importante de materiales arqueobotánicos y de restos de macroflora relacionados con la especie Theobroma cacao L. Aquí presentamos una síntesis geográfica que comienza con los hallazgos en Belice, para analizar posteriormente los importantes descubrimientos registrados en El Salvador. Siguiendo esta línea de pensamiento, analizamos los materiales arqueobotánicos de las tierras bajas mayas del sur, analizando los materiales nunca antes reportados del sitio de Yaxchilán.

Cacao arqueológico en Belice Sur de Belice: cueva Bats’ub/25 Flight, distrito de Toledo Las Montañas Mayas son una cadena montañosa que se localiza en el distrito de Toledo, en la parte sur-occidental de Belice. Esta cordillera 11. Patricia Crown y W. Jeffrey Hurst, “Evidence of cacao use in the Prehispanic American Southwest”, pp. 2110-2113; Dorothy Washburn et al., “The Prehistoric Drug Trade: Widespread Consumption of Cacao in Ancestral Pueblo and Hohokam Communities in the American Southwest”, pp. 1634-1640.

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representa una macizo aislado, conformado por un grupo de plegamientos que forman una serie de valles y crestas. Algunos de los valles tienen suelos fértiles, pero en términos generales las Montañas Mayas presentan una geomorfología típicamente kárstica, con áreas de superficies denudadas de suelos hasta la roca madre, que presentan una fuerte disolución de las rocas calizas. En la parte más alta de la llamada Plateau Vaca no se tienen aguas superficiales, y toda la región presenta suelos someros o escasos, con fuertes restricciones para la agricultura.12 En este contexto geográfico se encuentra la cueva denominada Bats’ub/25 Flight, siguiendo la denominación del ejército inglés para rasgos topográficos de la región sur de Belice. La cueva Bats’ub se localiza arriba de la cota de los 700 msnm y alrededor de 30 kilómetros al norte del famoso sitio maya de Pusilhá, de la Época Clásica.13 En 1995 la cueva fue investigada arqueológicamente. El sitio tiene una pequeña entrada y está compuesto por una galería de alrededor de 12 metros de longitud. La cueva está dividida en dos cámaras. Al fondo de la cueva fue encontrada una tumba sellada con un muro de piedra, que fue removido al momento de su descubrimiento.14 En esta sección de la cueva, cerca de la superficie del piso se localizó un entierro compuesto por los restos de un hombre adulto, que había sido decapitado. El entierro es del tipo extendido en decúbito dorsal, proclive con la parte superior orientada hacia el este. El cráneo y la mandíbula no se encontraron en posición anatómica y fueron depositados en la región pélvica del cuerpo. En esta misma sección estaba depositado un cajete con cinco semillas de cacao, entre fragmentos de roca caliza en una matriz indefinida de materia orgánica.15 La parte media superior del esqueleto estaba poco conservada, pero la parte inferior, de la pelvis a los pies, aparece en mejor estado. El ajuar del entierro estaba compuesto, entre otros objetos, por un banquillo de madera, que fue identificada como del árbol de Dalbergia spp. Se encontraron también en la región del esternón varias cuentas de concha (Spondylus spp.) y 17 de piedra pulida, que formaban un collar de jadeíta y piedra negra 12. Venetia Briggs et al., “Conceptual Ecological Model of the Chiquibul / Maya Mountain Massif, Belize”. 13. Norman Hammond, Lubaantun: A Classic Maya Realm. 14. Keith M. Prufer y W. Jeffrey Hurst, “Chocolate in the Underworld Space of Death”, p. 273. 15. Ibíd.

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cristalina.16 También se encontró una orejera de hematita y un fragmento de olote (Zea mays L.), así como siete vasos, cajetes y platos de cerámica.17 El contexto arqueológico y otros elementos rituales, como la decapitación sufrida por el individuo, así como las ofrendas asociadas, hicieron suponer a los arqueólogos que se trataba del entierro de un ‘brujo’ o un especialista ritual.18 Uno de los descubrimientos más importantes del entierro fueron las cinco almendras de cacao, asociadas al esqueleto, mismas que se hallaban dentro de un plato situado boca abajo en la sección pélvica del entierro, cerca de los restos cercenados del cráneo y de la mandíbula. De las cinco semillas, dos fueron analizadas para encontrar elementos químicos que confirmaran su identificación. En una de ellas se encontró teobromina y la otra no dio positivo para este compuesto químico. Esto último quizá se deba al estado deteriorado de la semilla analizada.19 Es interesante hacer notar lo difícil que es obtener resultados químicos confiables, debido a la fragilidad inherente de los químicos como la teobromina o la cafeína en el registro arqueológico y a las complejas condiciones de conservación. La cerámica asociada al entierro consistía en un plato policromo y tres ollas tipo patojo decorado con pastillaje, que hacen suponer que se trata de un enterramiento del Preclásico Temprano (300 a 400 d.C.) con cerámica Tzakol 2-3.20 Noroeste de Belice: sitio de Kokeal El sitio de Kokeal se encuentra en la banda derecha del río Nuevo o New River, justo al sur de la zona inundable llamada Pulltrauser Swamp, aproximadamente alrededor de cuatro kilómetros al norte del asentamiento moderno de Orange Walk.21 El sitio fue excavado por Turner y Harrison en el año de 1979, en relación con la presencia de campos elevados o áreas agrícolas en zonas inundables mediante plataformas estilo chinampas. Parte de los resultados del proyecto fue ha16. 17. 18. 19. 20. 21.

Ibíd., pp. 276-293. Ibíd., pp. 278-279. Ibíd., p. 280. Ibíd., p. 282. Ibíd., pp. 279-280. Peter D. Harrison, “The Pulltrauser Settlement Survey and Mapping of Kokeal”, pp. 140-157.

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ber podido establecer que los campos elevados producían principalmente maíz, entre otros cultivos.22 Sin embargo, en ciertos puntos de las excavaciones se encontró evidencia arqueológica que da cuenta de la presencia de cacao. Durante la excavación, en la estructura número 7, en un montículo construido con tierra y arcillas, se obtuvieron fragmentos de madera carbonizada identificada como de Theobroma spp. de la sección del núcleo o relleno del montículo.23 La estructura 7 al parecer representa una misma fase constructiva y un esfuerzo simultáneo sobre alguna estructura previa. En una cala abierta en la estructura se encontraron diferentes acumulaciones de suelos y cascab que formaban el relleno. El registro de materiales cerámicos ayudó a fechar la estructura para el Clásico Tardío.24 Los fragmentos de madera carbonizada indican que alrededor del sitio de Kokeal y posiblemente en el área del New River hubo árboles de cacao y, por lo tanto, algún tipo de producción local durante el Clásico Tardío (600-900 d.C.).

Cacao arqueológico en El Salvador Sitio arqueológico de Joya de Cerén, La Libertad El sitio arqueológico de Joya de Cerén se localiza en el valle de Zapotitán, del distrito de La Libertad, en la región centro-oeste de El Salvador. Se ubica alrededor de los 450 msnm, cercano del volcán Loma Caldera. Su clima es tropical, con fuertes lluvias en verano y una bien definida estación de secas, que va de noviembre a abril. El sitio arqueológico está cubierto por depósitos de ceniza volcánica procedente del volcán Loma Caldera, que hizo erupción en el siglo vii y sepultó bajo cinco a siete metros de cenizas lo que al parecer fue una pequeña aldea. Las excavaciones del sitio25 han tenido como resultado importantes descubrimientos, debidos a que la repentina erupción del volcán se22. Billie L. Turner II y Peter D. Harrison, “Pulltrauser Swamp and Maya Raised Fields”. 23. Charles H. Miksicek, “Macrofloral remains of the Pulltrouser Area”, p. 258. 24. Nancy Ettlinger, “The excavations at Southern Kokeal”. 25. Payson D. Sheets (coord.), Before the Volcano Erupted: The Ancient Cerén Village in Central America.

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pultó, en un evento simultáneo, la totalidad del área ocupada por la aldea del siglo vii. Este hecho brinda la oportunidad única de poder acceder a importante información sobre la vida cotidiana de los antiguos habitantes de esa época. Las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo hasta el día de hoy han dejado al descubierto alrededor de 17 estructuras, construidas originalmente con varas y barro (bajareque). Una aportación importante del Proyecto Arqueológico Joya de Cerén ha sido el descubrimiento en las estructuras excavadas de macrorrestos arqueobotánicos en gran cantidad, así como los indicios de campos de cultivo con maíz (Zea mays L.), mandioca (Manihot esculenta Crantz) y maguey (Agave spp.).26 También se encontraron restos de un antiguo huerto familiar con especies arbóreas distribuidos alrededor de la estructura número 4. El referente cultural del sitio de Cerén ha sido definido como perteneciente a la cultura maya, por el número de elementos diagnósticos, tanto en su cerámica como en su lítica. Su cercanía en tiempo y espacio relaciona a Cerén con el sitio de la Campana de San Andrés, el mayor yacimiento arqueológico de la región, mismo que además tiene una clara afiliación maya. Se puede pensar que Cerén representa un asentamiento de tamaño medio en una ubicación de frontera en el límite oriental de la región de las tierras mayas del sur, en la planicie costera de El Salvador.27 Semillas, plantas y huertos de cacao en Joya de Cerén En varias de las estructuras excavadas del sitio de Cerén se encontraron vasijas de cerámica de varios tipos. En la estructura número 4 se hallaron 37 vasijas de varias capacidades, algunas con agarraderas. Estos recipientes fueron utilizados para almacenar gran variedad de alimentos y semillas.28 Tres vasijas contenían semillas de maíz, otras seis contenían chiles (Capsicum annum L.), en unas más se encontraron semillas y pedúnculos del mismo cultivo, otros dos recipientes contenían semillas y cáscaras de calabaza (Cucurbita moschata Duchesne ExPoir). Tres vasijas contenían frijol común (Phaseolus vulgaris L.), y en una vasija se encontraron semillas y fibras de algodón (Gossypium 26. Ibíd., p. 39. 27. Payson D. Sheets, Joya de Cerén, p. 51. 28. David L. Lentz et al., “Foodstuffs, Forests, Fields and Shelter: A Paleoethnobotanical Analysis of Vessel Contents from the Ceren Site, El Salvador”, p. 249.

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hirsutun L.). En la estructura 11 se hallaron contenedores del mismo tipo, uno con semillas de achiote (Bixa orellana L.). Un descubrimiento importante para nuestro análisis fueron cuatro recipientes que guardaban almendras de cacao (Theobroma cacao L.); se debe resaltar que no solo se encontraron macrorrestos arqueobotánicos de cacao, sino que también se obtuvieron impresiones (obtenidas de cemento de dentista) de un pedúnculo de cacao y de otras partes de la planta.29 En el entorno inmediato de la estructura 4 se excavaron los vestigios de un esbelto arbolillo de cacao (Theobroma cacao L.), y su cultivo se confirmó en otros puntos del sitio. Lo que demuestra que el cultivo de cacao y su utilización abundaban en la aldea de Cerén (ca. 600 d.C.). En el contexto de la estructura número 4 se obtuvieron moldes de impresiones de los restos de plantas que quedaron plasmadas en la matriz de la ceniza volcánica que los cubrió. Una vez que desapareció esta ceniza, la materia orgánica dejó una cavidad en el lugar que esta ocupaba. Estas impresiones se obtuvieron mediante el cuidadoso vaciado en ellas de cemento dental,30 a fin de obtener un molde positivo una vez que se retiró la matriz de ceniza volcánica. El proyecto Cerén cuenta con un gran número de moldes que se han utilizado para identificar varias especies vegetales, así como su distribución espacial (por sustitución de plantas por moldes positivos de yeso) en los antiguos campos de cultivo. Las especies que se identificaron incluyen las siguientes: maíz (Zea mays L.), incluyendo cañas, hojas, mazorcas, olotes y semillas del tipo Chapalote-Na-Tel;31 frijol (Phaseolus vulgaris); calabaza (Cucurbita sp.); troncos y frutos de guayaba (Psidium sp.);32 una semilla de ciruela o jocote (Spondias purpurea L.); raíces de macal (Xanthosoma spp.) y de yuca (Manihot esculenta Crantz), así como jícama (Pachyrhizus erosus (L.) Urb.), maguey (Agave spp.) y algunas plantas medicinales.33 En las cercanías de la estructura 4 se logró obtener una impresión de cemento dental del positivo de lo que se ha descrito como un tallo 29. Ibíd., pp. 250-51; David L. Lentz y C. R. Ramírez-Sosa, “Cerén plant resources: Abundance and diversity”. 30. Ibíd. 31. Lentz et al., p. 253. 32. Payson D. Sheets, Joya de Cerén, p. 70. 33. David L. Lentz y C. R. Ramírez-Sosa.

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de un arbolillo con pequeñas y delicadas inflorescencias. El molde obtenido presenta un cojinete floral con restos de inflorescencias, además de un pequeño capullo que brota directamente del tronco. La descripción de una especie cauliflora así como el tamaño y morfología de las inflorescencias apoyan con seguridad la identificación del árbol de cacao (Theobroma cacao L.). También se lograron realizar moldes de frutos de cacao, encontrándose además un número de semillas preservadas y residuos de almendras de cacao en una vasija de cerámica policroma.34 Dentro de la estructura 4 se recuperaron también restos de recipientes hechos de los frutos del árbol del morro (Crescentia alata Kunth). Estas jícaras estaban decoradas y se encontraban apiladas unas sobre otra en un área de actividad de la estructura mencionada. Seguramente, dichas jícaras se utilizaron para beber chocolate, como aún se hace en diversas comunidades indígenas en México y Guatemala. Es importante resaltar que los descubrimientos en el sitio de Joya de Cerén establecen la presencia alrededor del año 600 de los elementos principales que conforman el complejo de la bebida de chocolate: cacao y achiote, y las jícaras para beberlo.35 En el sitio posclásico de Cihuatán, no muy lejos de Joya de Cerén, las excavaciones realizadas por la Universidad de Calgary36 reportaron restos carbonizados de madera de Theobroma spp. Resulta interesante la presencia de cacao en esta zona en lo que representaría los límites naturales de su cultivo, ya que existe una menor precipitación con una prolongada estación de secas.

Cacao arqueológico en las tierras bajas mayas del sur Uaxactun, Petén, Guatemala, cacao en la tumba A40 Uaxactun se encuentra 40 kilómetros al norte del sitio de Tikal, en El Petén, Guatemala. La región se caracteriza como una gran cuenca kárstica, amplia y dilatada, con áreas elevadas que presentan fuertes ateas de disolución de calizas que forman mogotes kársticos. La vege34. Ibíd., Payson D. Sheets y Michelle Woodward, “Cultivating Biodiversity: Milpas, Gardens, and the Classic Period Landscape”. 35. Mario Aliphat F. y Laura Caso Barrera, “La triada del chocolate”. 36. Jane H. Kelley, Cihuatán, El Salvador: A Study of Intrasite Variability.

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tación regional son selvas medianas y altas; praderas tropicales y, en la actualidad, pastizales inducidos para la ganadería extensiva. Uaxactun y Tikal se encuentran al norte del llamado Distrito de los Lagos del Petén, a una altitud de entre 170 y 300 msnm y presentan un clima tropical con fuertes lluvias en verano. Esta región tiene suelos someros no aptos para el cultivo del cacao. Uaxactun y Tikal son dos de los sitios más conocidos en la arqueología del mundo maya. La ocupación de Uaxactun va desde el Preclásico Medio hasta su abandono en el Posclásico Temprano.37 Durante doce años, de 1926 a 1937, arqueólogos del Carnegie Institution of Washington realizaron investigaciones pioneras en el sitio. Sus investigaciones fueron cuidadosamente calibradas con los monumentos que contenían fechas calendáricas y de este modo se logró establecer una cronología cerámica para toda la región maya de las tierras bajas centrales.38 Los estudios de la arquitectura del sitio, incluyendo el de las complejas subestructuras, constituyeron la piedra angular para estudios posteriores.39 El Grupo A, que está constituido por una serie de templos y palacios, es uno de los conjuntos de edificios principales del sitio. En la excavación de la estructura A-V se establecieron varias fases constructivas. En el cuerpo de la estructura se excavaron dos entierros, el A40 se localizó bajo el piso del cuarto 93, en el sector norte de lo que parece haber sido un palacio. La tumba fue construida durante la última fase constructiva de la estructura. En ella se encontró un esqueleto en posición de decúbito lateral derecho, con las piernas flexionadas, en orientación al norte. El esqueleto presenta deformación craneana y modificaciones dentales, con incisiones de jade. El ajuar está compuesto por un vaso cilíndrico de cerámica negra, Tepeu 2; un plato trípode policromo Tepeu 2; un cajete policromo Tepeu 2; un plato policromo Tepeu 2; una orejera de jade y un colgante de jade, además de dos cuentas planas de jade. En el plato policromo se encontró una almendra de cacao y otra más estaba en la parte posterior del cuerpo. También se encontraron impresiones de petate y textiles de lo que fue un fardo funerario en el barro que se utilizó para repellar el fondo de la tumba. Las 37. L. A. Smith, Uaxactun, Guatemala: Excavations of 1931-1937. 38. Alfred V. Kidder, The Artifacts of Uaxactun, Guatemala. 39. L. A. Smith.

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dos almendras de cacao se encontraron en muy buen estado de conservación y fueron identificadas como semillas de Theobroma cacao L. por el doctor Paul Vestal, investigador del herbario de la Universidad de Harvard.40 Se puede decir que el cuerpo encontrado en el entierro A40 es de un personaje de alto rango, debido a la ubicación de la tumba, a los artefactos asociados con ella; a la deformación craneana y a las modificaciones dentales que presentaba. La temporalidad del tipo de cerámica asociada con el entierro es Tepeu 2, que lo ubica en el Clásico Tardío, alrededor del año 800. Las dos almendras de cacao fueron las primeras semillas de esta especie asociadas a un entierro de un personaje importante excavadas en un contexto arqueológico. Tikal Es una de las ciudades más importantes del mundo maya. Se encuentra al sur de Uaxactun, al noreste de la laguna del Petén Itzá, en El Petén central. Esta región, debido quizá a sus condiciones edáficas y al régimen climático no es apta para la producción intensiva de cacao. Hoy día los huertos indígenas y mestizos de la región central no producen cacao41 y durante el último momento de su autonomía, previo a la conquista española, los itzaes de Noh Petén se vieron obligados a obtener cacao de los pueblos mayas ubicados al suroeste, sur y sureste mediante intercambios comerciales o con el uso de la violencia, en competencia directa con el poder español.42 Tikal es la ciudad epónima del Clásico maya. Con toda seguridad obtenía sus provisiones de cacao a partir de relaciones comerciales, alianzas políticas o por tributación directa con las ciudades y asentamientos mayas de las regiones productoras. En la década de 1960, la Universidad de Pennsylvania realizó un gran programa de excavaciones en Tikal. Fue entonces cuando se excavaron e intervinieron muchos de los edificios de la zona central del sitio y también cuando se recuperó un gran número de estelas y otros monumentos, y se investigaron numerosas tumbas y ofrendas. De este pro40. Alfred V. Kidder, The Artifacts of Uaxactun, Guatemala, p. 71. 41. Scott Atran, “Itza Maya Tropical Agro-Foresty”, p. 70; Estuardo Lara Ponce, Laura Caso Barrera y Mario M. Aliphat F., “El sistema de milpa roza, tumba y quema”, p. 83. 42. Mario M. Aliphat F. y Laura Caso Barrera, “La triada del chocolate”.

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grama de investigación arqueológica se obtuvo también un importante número de especímenes arqueobotánicos, con controles temporales y con claros contextos arqueológicos. Al analizar los macrorrestos arqueobotánicos se han podido identificar 20 especies pertenecientes a 16 géneros.43 Aunque de estas colecciones no se obtuvo ninguna evidencia de Theobroma cacao L., cabe destacar que en la muestra N69 sí se pudo identificar una semilla de pataxte (Theobroma bicolor Bonpl.), la cual se encontró dentro de una vasija sellada de cerámica, en un depósito del Clásico Temprano.44 Hoy día este tipo de cacao es utilizado para hacer bebidas y, al parecer, también fue importante en el pasado.

Cacao arqueológico en el norte de las tierras altas de Guatemala El Portón, valle del río Salamá, Baja Verapaz El valle del río Salamá ha sido estudiado por varios proyectos arqueológicos por medio de los cuales, se ha podido establecer una clara ocupación humana desde el Periodo Formativo en la Baja Verapaz. En el piso del valle, entre los 900 y 1000 msnm, se encuentran alrededor de 22 sitios arqueológicos. En la parte central del valle está localizado el sitio de El Portón 39.45 Sharer y Sedat reportan el hallazgo de una semilla de cacao, junto a restos de carbón vegetal y fragmentos de cerámica en un contexto del Preclásico Medio asociado al complejo cerámico Tol, (500-200 a.C.).46 Es importante mencionar que el piso del valle de Salamá se encuentra fuera del rango altitudinal del cultivo de cacao, por lo que se puede inferir que el encontrado proviene de las tierras bajas, probablemente del norte de la Alta Verapaz o del extremo sur de El Petén.

43. Huttula Moholy-Nagy, The artifacts of Tikal: utilitarian artifacts and unworked material, p. 95; Patick T. Culbert T. Patrick, “The Ceramics of Tikal: Vessels from the Burials, Caches and Problematical Deposits”. 44. Ibíd., p. 97. 45. Robert J. Sharer y David W. Sedat, Archaeological Investigations in the Northen Maya Highlands, Guatemala, pp. 8-9. 46. Ibíd. p. 54 y figura 3.8 rasgo F3A.

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Copán, Honduras, Centroamérica Copán otra importante capital del mundo maya, tiene un gran número de asociaciones al cacao, ya fuera como bebida o en comidas consumidas por los antiguos pobladores de la ciudad.47 Sin embargo, el único dato que se tiene sobre restos macrobotánicos de Theobroma cacao L. es el de Charles Miksicek, que informa sobre la identificación de fragmentos de semillas de cacao.48 Las excavaciones estuvieron bajo la dirección de Claude F. Baudez y durante su ejecución se descubrieron, además de los fragmentos carbonizados de cacao ya mencionados, restos de guayaba (Psidium guajava L.) y de madera de copal (Protium copal (Schltdl. & Cham.) Engl), que bien podrían proceder de los huertos o cacaotales mayas.

Yaxchilán, río Usumacinta, Chiapas La ciudad de Yaxchilán se localiza en la parte nororiental de un amplio meandro del río Usumacinta que tiene forma de “omega”. La región se caracteriza por una topografía kárstica, que se expresa en este sector del Alto Usumacinta con una serie de áreas de disolución que ha formado un paisaje fuertemente colinado, debido a la presencia de mogotes kársticos, uvalas, lagunas y lagunetas. Yaxchilán, la antigua ciudad de Pa Chan o Cielo Partido, según uno de sus glifos emblema, es una de las principales capitales mayas de las tierras bajas del sur. El sitio se encuentra en la parte media del Alto Usumacinta, río arriba de Piedras Negras, la otra gran capital ubicada en este imponente río. La dinastía de sus gobernantes comprende un listado de reyes presente en cuatro dinteles, descrito por Mathews, que parte del fundador de la dinastía y que incluye a los grandes reyes del Periodo Clásico Tardío. Así sabemos que Escudo Jaguar el Grande, quien gobernó entre 726 y 742 d.C., y su sucesor, Pájaro Jaguar, que reinó entre 742 y 47

Cameron L. McNeil, W. Jeffrey Hurst y Robert J. Sharer, “The Use and Representation of Cacao during the Classic Period at Copan, Honduras”. Véase también el artículo de Cameron McNeil en este libro, pp. 65-128. 48. Claude F. Baudez (coord.), Introducción a la arqueología de Copán, Honduras, vol. I.

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770, representan los dos periodos que se distinguen por fuertes actividades constructivas. El florecimiento de la ciudad se expresa entonces con grandes proyectos arquitectónicos, con grandes edificios y majestuosos templos. Fue entonces cuando el sitio adquirió su fisonomía actual. Cabe destacar que en muchos de los monumentos del lugar se conmemora y señala el origen del linaje de Pájaro Jaguar. En esta época también ocurrió la mayor extensión territorial de Yaxchilán, lograda tanto por conquistas militares, como por alianzas matrimoniales con los grupos gobernantes de otros sitios.49 La gran plaza de Yaxchilán Se caracteriza por ser la única porción del espacio de Yaxchilán que es más o menos plana; está construida sobre la cota de los 120 msnm, cercana a la orilla del río. Los constructores de la parte monumental del sitio tomaron como punto de partida la primera terraza estable de la ribera del río, que no sufría de inundaciones. Esta primera terraza fue modificada, por una parte, con la remoción de materiales y con el relleno de aquellos lugares que presentaban huecos y socavones. De esta forma se alcanzó a construir un amplio espacio nivelado a lo largo de la ribera del Usumacinta, lo suficientemente elevado para evitar los episodios anuales de inundación del río. Los constructores de Yaxchilán edificaron estructuras en varias fases, alineadas a lo largo de las dos acotaciones naturales del terreno: por un lado las zonas elevadas del lomerío kárstico, que llega hasta la cota de los 210 msnm, en el grupo que conforman las estructuras 39, 40 y 41; y por el otro, la ribera del río, que llega hasta la cota de los 100 msnm, en el espejo del agua. El sector adosado a las colinas las transforma arquitectónicamente en una serie continua de alzados, fachadas, terrazas y escalinatas. Del lado opuesto, los edificios alineados a lo largo del margen del río son estructuras de menor talla, con la vista del imponente caudal del Usumacinta. Las dimensiones de la gran plaza son variadas, su límite al norte lo establece la estructura 18. La gran plaza es de forma rectangular e irregular; corre con un rumbo noroeste

49. Roberto García Moll, La arquitectura de Yaxchilán, pp. 339-357; Peter L. Mathews, La escultura de Yaxchilán, pp. 72-85; Simon Martin y Nikolai Grube, Chronicle of the Maya Kings and Queens.

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al suroeste, a lo largo de aproximadamente 240 metros. Tiene en sus partes más amplias alrededor de 90 metros de ancho y una superficie total aproximada de 2,16 hectáreas. Su límite al sur lo constituye la estructura 8. En este gran espacio abierto se despliegan, en conjunto, la mayoría de las fachadas de palacios y templos, así como las escalinatas y monumentos del sitio. La gran plaza de Yaxchilán es el eje mismo de la antigua ciudad. Las estructuras 23 y 24. Los edificios de la señora K’ab’al Xook En uno de los puntos más restringidos de la parte central de la gran plaza se yerguen, de manera perpendicular y cercanas una a la otra, las estructuras 23 y 24. Estos edificios se ubican en una terraza de moderada elevación en relación con la gran plaza y conforman, junto con otras construcciones, una serie continua de nueve estructuras adosadas a la colina, coherentes entre sí por sus dimensiones y arquitectura. Sirven como umbral a la majestuosa estructura 33, que se ubica en una terraza superior. Terrenos más arriba, en la cumbre dominante de la zona arqueológica, se encuentra el monumental conjunto compuesto por las estructuras 39, 40 y 41. La estructura 23 La estructura 23 es un edificio de dimensiones moderadas. La fachada principal, orientada al norte, presenta tres vanos que se levantan en un zócalo bajo. Tiene una planta rectangular de 17,25 metros de largo por 7,55 de ancho. Ocupa una superficie de 130 metros cuadrados, de los cuales 57,34 son de área abovedada.50 La fachada principal del edificio presenta tres cuerpos: el inferior, compuesto por sólidos paramentos verticales que termina en una cornisa masiva, la cual a su vez sostiene un segundo cuerpo que en la fachada exterior representa un tablero y en el interior forma muros abovedados característicos de la arquitectura maya. El tercer cuerpo, ya desaparecido, estaba representado por una crestería, que debió haber sido masiva, dado el gran volumen de escombros presentes en el edificio. Los tres vanos de la fachada norte dan paso a una primera crujía interior. Estos vanos, en la antigüedad, presentaron tres dinteles esculpidos con relieves y textos jeroglíficos 50. Roberto García Moll, La arquitectura de Yaxchilán, p. 179.

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de gran importancia, nos referimos a los dinteles 24, 25 y 26, mismos que analizaremos más adelante. El espacio interno está conformado por dos crujías paralelas, comunicadas entre sí por dos vanos internos. Las fachadas este y oeste a su vez presentan una entrada cada una. Estos vanos laterales brindan acceso directo del exterior a la crujía posterior. Se trata de dinteles monolíticos de los cuales solo el 23, ubicado en la fachada oeste, está esculpido con textos jeroglíficos. La crujía frontal está subdividida por contrafuertes en tres diferentes cámaras. Las crujías de los extremos este y oeste tienen banquetas o plataformas asociadas con nichos en los muros. La cámara central es de mayores dimensiones y con dos vanos que comunican con la crujía posterior. La segunda crujía está dividida de forma parcial en dos cámaras por un muro central y estas, a su vez, están subdivididas en otras dos cámaras más, con sus respectivas banquetas. Se tienen entonces en total siete cámaras, de las cuales las cinco menores cuentan con banquetas y nichos. Datación de la estructura 23 La estructura 23 tiene un lugar preponderante en los estudios mayas debido a la presencia de tres de los dinteles más reconocidos por su alta calidad escultórica, ubicados en los vanos de entrada al edificio. A principios del siglo xix, Alfred Maudslay removió los dinteles 23 y 24 fuera de Yaxchilán y los llevó a Inglaterra, donde actualmente se encuentran como parte de las colecciones del Museo Británico. Estos dos dinteles, junto con el dintel 26, en el Museo Nacional de Antropología desde 1964, cubrían los vanos de la entrada principal (norte) de la estructura 23. Peter Mathews y Linda Schele,51 siguiendo el trabajo seminal de Tatiana Proskouriakov,52 describieron los dinteles en su conjunto como el registro continuo de una serie de eventos acaecidos en diferentes fechas. En ellos se encuentran representados, como actores principales, el señor Escudo Jaguar (Itzamnaaj B’alam III), ahau o rey 51. Linda Schele y Peter Mathews, The Code of Kings: The Language of Seven Sacred Maya Temples and Tombs; Linda Schele y David Freidel, A Forest of Kings. The Untold Story of the Ancient Maya. 52. Tatiana Proskouriakoff, “Historical Implications of a Pattern of Dates at Piedras Negras, Guatemala”; “Historical Data in Inscripcions of Yaxchilan, Part 1, The Reign of Shield-Jaguar”; “Historical Data in Inscripcions of Yaxchilan, Part 2, The Reigns of Shield-Jaguar and His Successors”.

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de Yaxchilán, y la señora Puño-Pez (K’ab’al Xook), que se considera su principal consorte. Itzamnaaj B’alam III el Grande es uno de los principales reyes de Yaxchilán. Su ascensión al poder el (9.12.9.8.1 5) ‘Imix 4 Mak (20 de octubre de 681) marca el inicio de la era dorada de la ciudad. Escudo Jaguar inicia un ciclo de conquistas y de capturas de gobernantes de otros reinos mayas nunca antes visto en los registros del sitio. Con su gran poderío, este gobernante expandió la hegemonía regional de Yaxchilán a otros sitios y dinastías, y convirtió su ciudad en una de las principales capitales del Alto Usumacinta.53 La estructura 24 La estructura 24 se encuentra emplazada de manera perpendicular al oeste del edificio 23. Ambas estructuras conforman un mismo grupo, que delimita un zócalo común en la parte superior de una terraza. La estructura 24 es de planta rectangular, con su fachada orientada al este. El edificio tiene las dimensiones externas de 8,9 metros de largo por 4,7 metros de ancho, con una superficie total de 41,83 metros cuadrados. En su interior existe una crujía con un eje norte a sur y una superficie interior de 20,11 metros cuadrados, de área abovedada. En la fachada principal se encuentran tres vanos con dinteles esculpidos con textos. La crujía interior está subdividida por dos contrafuertes internos, con lo cual se forman tres espacios, cada uno con su propia entrada. En ellos también se encuentran banquetas de mampostería. Asimismo, en las fachadas laterales se abrían vanos más angostos, pero estos fueron tapiados en la antigüedad.54 El primer cuerpo del edificio todavía está presente, no es el caso de los dos cuerpos superiores, del techo abovedado y de la crestería. Los dinteles 27, 53 y 28 fueron encontrados en el escombro, frente a los vanos que van de sur a norte, siendo el dintel 59 el que ocupaba el vano central. Datación de las estructuras 23 y 24 por textos jeroglíficos Los edificios 23 y 24 son muy importantes debido a que en su conjunto conforman el grupo dedicado a la señora K’ab’al Xook por Itzam53. Roberto García Moll, La arquitectura de Yaxchilán, pp. 346-349; Mario Aliphat, “Arqueología y Paisaje del Alto Usumacinta”; Martin, Simon y Nikolai Grube, Chronicle of the Maya Kings and Queens, p. 123. 54. Roberto García Moll, La arquitectura de Yaxchilán, p. 183; Roberto García Moll, Yaxchilán: Antología de su descubrimiento y estudios, pp. 36-45.

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naaj B’alam III.55 En las investigaciones arqueológicas realizadas por el Proyecto Yaxchilán-INAH durante las décadas de 1970 y 1980 se escavaron las tumbas 2, 3 y 4, encontradas bajo los pisos de las crujías de los edificios mencionados. En la estructura 23 se encontraron las tumbas 2 y 3. La tumba 2 se localizó en el cuarto frontal oeste y la 3 se ubicaba en la crujía frontal, atrás del vano central. Se tiene evidencia contextual, bioantropológica y jeroglífica de que los restos de la señora K’ab’al Xook pertenecen a los encontrados en la tumba 3. La tumba 2 contiene los restos mortales de Itzamnaaj B’alam III.56 Las consortes de Itzanaaj B’alam III La estructura 23 fue dedicada a la señora Puño-Pez o K’ab’al Xook, la principal consorte de Itzamnaaj B’alam III, con tres importantes dinteles (24, 25 y 26). En el dintel 24 la señora participa en una ceremonia de fuego frente al ahau o rey Itzamnaaj B’alam III. La señora K’ab’al Xook realiza un rito de autosacrificio, donde pasa una cuerda con púas por su lengua y su sangre derramada gotea sobre papeles en un contenedor situado frente a ella. En el dintel 25, la señora K’ab’al Xook conjura la visión de una serpiente, de cuyas fauces emerge un guerrero, el fundador de la dinastía de Yaxchilán. En el dintel 26 se muestran los preparativos de Itzamnaaj B’alam III, que se apresta para la guerra. La señora K’ab’al Xook sostiene con la mano izquierda un yelmo en forma de cabeza de jaguar y con la derecha, un escudo flexible. En la parte frontal, este dintel tiene una fecha de dedicación del edificio 23, que ha sido discutida por varios investigadores con diferentes propuestas. Nosotros seguimos a Mathews, que establece la fecha 9.14.14.13.17 6 Kab’an 15 Yaxk’ín57 como la fecha inaugural de la estructura 23 en relación con una serie de fechas asociadas al edificio. Esta fecha corresponde al 26 de junio de 726, en el calendario gregoriano. Un elemento importante relacionado con la estructura 23 es establecer la fecha del fallecimiento de la señora K’ab’al Xook, pues sus restos se asocian con diversas ofrendas mortuorias, entre las que se encuentran tres semillas de cacao (fig. 3). Debemos hacer referencia a los dinteles que se encontraron en la estructura 24: los dinteles 27, 59 y 28. 55. Peter L. Mathews, La escultura de Yaxchilán, p. 161; Simon Martin y Nikolai Grube, Chronicle of the Maya Kings and Queens, p. 125. 56. Roberto García Moll, La arquitectura de Yaxchilán, pp. 183-185. 57. Peter L., Mathews, La escultura de Yaxchilán, p. 154.

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Figura 1: a) silueta inferior de Chan Bahlam con atuendo del dios joven del maíz, tablero de la Cruz Foliada, Palenque; b) silueta inferior del dios joven del maíz, vaso de Buenavista, Belice; c) personaje con túnica blanca y collar de Spondylus sp, vaso cilíndrico, tumba 116, Tikal; d) personaje con túnica blanca y collar de Spondylus (sp.), Bonampak, cuarto 1, registro superior, muro Sur; e) bultos conteniendo conchas de Spondylus. A la derecha bulto con el registro jeroglífico que describe su contenido como 5 pic de cacao (5 x 8.000 = 40.000 almendras de cacao), cuarto 1, registro superior, muro Oeste.

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Figura 2: a) croquis de la estructura 23, con la ubicación de la tumba III de Yaxchilán (croquis Roberto García Moll ); b) dintel 59 Yaxchilán; fecha de muerte de la Sra. Xooc J-K, (9.15.17.16.14) 3 Ix 17 Sip , el 30 de marzo de 749 d. C. (dibujo Mario M. Aliphat Fernández).

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Figura 3: a) concha de Spondylus sp. (objeto nº. 48), como parte de la ofrenda mortuoria sobre el cráneo de la señora K’ab’al Xook depositada en la tumba III de Yaxchilán; b) tres almendras de cacao Theobroma cacao L. (objeto nº. 114) cubiertas originalmente por concha (fotografías Roberto García Moll).

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Los tres contienen textos necrológicos de dos de las consortes de Itzamnaaj B’alam III, así como una referencia directa a la fecha de la muerte de su madre, la señora Escudo Pakal. Los jeroglíficos que inician el texto del dintel 27 (A1-D2) (9.13.13.12.5) 6 Chik’chan 8 Sak contienen la frase que indica la fecha en que expiró la señora Pakal, el 12 de septiembre de 705. Esta fecha sirve como marcador inicial de la serie de fechas que señalan los fallecimientos posteriores de dos consortes de su hijo, la señora K’ab’al Xook, en el dintel 59 (J1) y en el dintel 28 (R1) ambos con la fecha (9.15.17.16.14) 10 ‘Ix 17 Sotz’ o 23 de abril de 749. La segunda consorte mencionada en estos textos es la señora Ik-Craneo o Ix-Uh Chan, para quien se establece como fecha de muerte el (9.15.19.15.3) 10 Ak’bal 16 Wo, o 13 de marzo de 751. Sobre la tercera consorte de Itzamnaaj B’alam III, la señora Sak B’iyaan se tiene poca información en los registros jeroglíficos. Los textos del edificio 23 también hacen referencia a la muerte de Itzamnaaj B’alam III, la cual aconteció, según los textos del dintel 27 (E2-G2), el (9.15.10.17.14) 6 ‘Ix 12 Yaxk’in, fecha que corresponde con el 19 de junio de 742. Esta importante fecha está registrada también en altar 1 y en el frente de la estela 12 (A1-A5). La tumba de la señora K’ab’al Xook y su ofrenda de cacao Apoyados en el análisis de los restos óseos de la tumba III, podemos establecer que la misma perteneció a un adulto del género femenino, de entre 40 y 45 años de edad al momento de su muerte.58 El ajuar mortuorio es muy rico y variado, compuesto por un gran número de piezas de cerámica, lítica, concha y hueso. Los restos óseos presentaron un cierto grado de deterioro, así como la mayoría de los objetos de origen perecedero. Sin embargo, en los restos óseos del cráneo se localizó una concha de bivalvo de gran tamaño (Spondylus spp.) que cubría tres almendras de cacao, dos en muy buen estado y la tercera en menor grado de conservación. Las tres semillas son ovoides, de color beige con tonos rojizos. La testa se encuentra completa en dos de los especímenes; en el tercero, que se encuentra rota, se puede observar parte de la masa del interior que conforman los cotiledones fuerte58. Ibíd., pp. 269-270. María Elena Salas Cuesta, “Reporte del análisis de los restos de la tumba 3”. Trabajo de investigación en proceso de publicación. María Elena Salas es antropóloga física e investigadora de la Dirección de Antropología FísicaINAH.

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mente plegados. Lo anterior le da a las tres semillas un aspecto propio en su superficie, que es característico del genero Theobroma. Su tamaño, color y forma ovoide son distintivos. Por lo anterior se puede concluir que las tres semillas pertenecen a la especie Theobroma cacao L.59 La concha de Spondylus se asocia iconográficamente con el cinturón que porta el dios joven del maíz, en el tablero de la Cruz Foliada de Palenque. Al lado izquierdo de este mismo tablero se observa la silueta del ahau o rey de Palenque, Chan Bahlam, con el atuendo y parafernalia asociada con el dios del maíz. En el extremo del cinturón que cae al frente como taparrabos se ve una concha de Spondylus (fig. 1a). Esta asociación de Spondylus y cacao se halla también en otros contextos, como el que se encuentra en el vaso para beber chocolate descubierto en las excavaciones arqueológicas del sitio de Buenavista, Belice. (fig. 1b). Existe una relación entre el dios del maíz y su parafernalia (que incluye la concha Spondylus, el jade y el cacao) con los conceptos de muerte y resurrección, así como con el poder de los gobernantes.60 La concha de Spondylus asociada al cuerpo de la señora K’ab’al Xook fue utilizada para cubrir la región del cráneo facial y, debajo de la pieza, se localizó la ofrenda de las tres almendras de cacao, lo que muestra el importante significado ritual que representa la asociación de almendras de cacao y conchas de Spondylus. Estos productos además tenían importancia suntuaria, por lo que eran objeto de tributación y comercio. En la tumba 116 de Tikal, que tiene los restos mortales de uno de los ahauob más importantes de dicha ciudad, se encontró un vaso cilíndrico de los utilizados para beber chocolate. El vaso presenta una decoración estucada policroma en la que se representó una procesión de señores con túnicas blancas, mientras ofrecían ricos regalos o tributo a un gran señor. Los señores están ricamente ataviados, con coloridos faldellines y taparrabos de algodón, joyas de jade y penachos. Llevan en sus hombros túnicas blancas con el borde de flecos de color, rematados con pequeñas cuentas. Las túnicas están sujetas a 59. José Cuatrecasas, “Cacao and its allies”, pp. 426-428; Ma. Alma Rangel-Fajardo et al., “Anatomía e histoquímica de la semilla del cacao (Theobroma cacao L.) criollo mexicano”, pp. 192-194. 60. David A. Freidel, Kathryn Reese-Taylor y David Mora-Marín, “The Origins of Maya Civilization: The Old Shell Game, Commodity, Treasure and Kingship”, pp. 68-86.

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un grueso cordón que se sostienen al cuello con tres conchas blancas con el centro de color naranja, su característica forma, color amarillo y encarnado en su centro las identifican como conchas de Spondylus sp. (fig. 1c). Estos individuos que usan las capas sujetas por medio de conchas Spondylus podrían ser los encargados de colectar el tributo y ofrecerlo a los gobernantes. En los murales de Bonampak se representan, entre otras cosas, batallas, rituales y eventos de la corte, así como la fastuosidad y riqueza de lo que fuera una ciudad maya de tamaño medio. En el cuarto 1 se representa una escena relacionada con lo que podría ser el pago de tributos o regalos de visitantes a la corte de Bonampak. Entre los objetos representados se encuentran conchas de Spondylus, manojos de plumas de quetzal, mantas de algodón y cargas de cacao, todos productos de gran importancia para los mayas. En la mencionada escena, en el cuerpo o muro interno de la bóveda, puede apreciarse una comitiva de personajes importantes, similar a la descrita en el vaso de la tumba 116 de Tikal (fig. 1d), en los actos asociados a lo que parece ser la presentación de un infante, quizá heredero del señor de Bonampak. La procesión se encuentra al costado de una terraza o plataforma en cuya orilla está situado un señor con un infante en los brazos, punto focal de la escena. Atrás de ellos, sentado en su trono, está un gran señor al centro, rodeado por tres señoras de la nobleza y un asistente de pie, ubicado en el extremo derecho de la escena. Frente al trono se encuentran depositados varios bultos o fardos, al parecer de tela de algodón, anudados en el extremo superior, en los que están depositadas varias conchas de Spondylus sp., reconocibles por su forma característica y color.61 Uno de los bultos, el del extremo derecho, tiene una anotación jeroglífica que registra el contenido de los bultos: 5 pik kakaw. Los bultos contienen cacao, en un número de 5 x 8.000 = 40.000 almendras (lo que equivale a una carga de alrededor de 40 kilogramos) (fig.1e). Lo anterior nos muestra de manera clara la relación que existe entre la concha de Spondylus y el cacao, productos ambos considerados suntuarios, de gran valor.62 Como lo señalamos líneas arriba, es probable 61. Virginia E. Miller y Stephen D. Houston, “Algunos comentarios sobre las inscripciones jeroglíficas en las pinturas de la Estructura I de Bonampak”. 62. David A. Freidel, Kathryn Reese-Taylor y David Mora-Marín, “The Origins of Maya Civilization: The Old Shell Game, Commodity, Treasure and Kingship”, p. 44.

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que los señores que aparecen ataviados con la capa blanca sujeta por la sarta de conchas Spondylus tuvieran funciones específicas, como supervisar la entrega de los tributos. La tumba III de Yaxchilán y sus contenidos (fig. 2a) pueden ser datados gracias a las fechas registradas en los dinteles 27, 59 y 28 de la estructura 24, contigua al edificio 23, donde se excavó la tumba con los restos de la señora K’ab’al Xook. En los dinteles antes mencionados se ha podido establecer la fecha del deceso de la señora K’ab’al Xook por medio de los números de distancia de la fecha de la muerte de Itzamnaaj B’alam III, ocurrida 7 años antes. A partir de estos números de distancia, se llega a la fecha 9.15. 17.15.14 3 ‘Ix 17 Sip, día del fallecimiento de la señora K’ab’al Xook, que corresponde al 23 de abril de 749 (fig. 2b). Por lo anterior, los restos humanos depositados en la tumba de Itzamnaaj B’alam III pueden ser datados a partir de los registros calendáricos de las fechas que se encuentran en los monumentos. La fechas de los dos entierros principales de la estructura 23 (tumbas II y III) son, respectivamente, el 19 de junio de 742 y el 23 de abril de 749, por lo que se puede establecer que las tres almendras de cacao encontradas en el entierro de la señora K’ab’al Xook fueron depositadas al principio de la primavera del año de 749, o sea, a mediados del siglo viii. Dichas almendras de cacao son por lo tanto las únicas muestras arqueológicas de tipo macrobotánico de Theobroma cacao L. datadas en forma directa mediante monumentos con fechas calendáricas mayas.

Análisis y conclusiones Existe un gran número de vasos y tiestos de cerámica que han sido analizados para conocer la presencia de residuos de teobromina y/o cafeína, principalmente en el área maya, aunque también se han hecho estos análisis en vasijas de otras culturas mesoamericanas y no mesoamericanas. En un registro llevado a cabo por el doctor Michael Blake, investigador de la Universidad de la Columbia Británica, en Canadá, se da a conocer que se han realizado más de 118 pruebas de este tipo, que han resultado positivas para una o ambas substancias. Es interesante hacer notar que todas estas muestras se obtuvieron mediante excavaciones arqueológicas, con estrictos controles científicos, lo cual

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nos ayuda a entender el contexto temporal y geográfico de dichos registros. En otra línea de investigación se encuentran los desciframientos de vasos y platos de cerámica maya policroma con escritura jeroglífica. En estos recipientes, la mayoría de ellos vasos cilíndricos con escenas de las cortes y/o de pasajes mitológicos, se lee en los textos del borde superior que fueron utilizados para beber cacao (chocolate). En muchos casos también se mencionan el nombre y los títulos del personaje propietario del vaso. En el caso de la mayoría de este tipo de vasos con textos glíficos,63 no se cuenta con información contextual, pues no provienen de excavaciones arqueológicas. La arqueobotánica es de gran importancia en los estudios botánicos en sus aspectos ambientales, de biogeografía, de evolución de plantas y de domesticación de especies. Los estudios de restos macrobotánicos de Theobroma cacao L., así como el registro arqueológico en la región maya, poco a poco han ido en aumento. En un primer plano es importante citar aquellos informes en los que se reporta el registro de restos de madera carbonizada, como es el caso del sitio de Kokeal, en el norte de Belice. El proyecto original se enfocó en la investigación de la agricultura maya en la antigüedad. En este proyecto se realizaron estudios regionales de topografía, edafología, flora y fauna, de datación con C14, para examinar la presencia de restos de antiguos campos elevados (estructuras en las zonas inundables parecidas a chinampas) en las regiones pantanosas del norte de Belice. Se estableció el uso agrícola para estas estructuras y su importancia para producir principalmente maíz en estas regiones inundables. Desde el punto de vista arqueobotánico se estableció una metodología formal cuyo fin era identificar, a nivel de género y especie, con un registro cuidadoso, los tipos de materiales arqueológicos obtenidos. En este sitio se excavaron varias estructuras, muchas de ellas construidas con un núcleo de arcillas y arenas. En términos de la construcción de la estructura mencionada, el núcleo fue formado con materiales que expresaban una fase que representaría un paisaje natural, en el que no existían construcciones previas. Los materiales integrados en los núcleos de este tipo de estructuras contienen restos de la vegetación previa a la modificación del 63. Justin Kerr, Maya Vase Data Base, en: .

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paisaje. La presencia de madera carbonizada de cacao pudiera representar la expansión del sitio sobre un área con huertas de cacao en tiempos tempranos. Materiales similares fueron excavados en el sitio de Cihuatán, en El Salvador, donde se encontraron también restos de madera carbonizada de Theobroma spp. en depósitos que dan cuenta de una modificación de la pendiente para construir terrazas habitacionales cercanas a las áreas de producción agrícola en uno de los barrios periféricos del sitio.64 El sitio arqueológico de Joya de Cerén, en El Salvador, es especialmente importante desde el punto de vista de la agricultura prehispánica, ya que ha brindado la oportunidad de realizar el estudio de cultivos de la milpa, así como de los huertos familiares, con su diversidad de especies arbóreas. Los restos macrobotánicos ubicados dentro de las estructuras estudiadas arqueológicamente han ofrecido la posibilidad de establecer el manejo de los productos agrícolas dentro de los hogares de la aldea. Aquí nos referimos a las formas de cosecha, almacenaje y transformación en alimento o modificación de recursos en implementos útiles. Los macrorrestos, impresiones y moldes de maíz, frijol, calabazas y tubérculos excavados y ubicados en las parcelas agrícolas conforman un conjunto de alto valor botánico, ya que han ayudado a identificar con certeza las especies que integraban el agroecosistema de la milpa de Joya de Cerén. El huerto excavado alrededor de la estructura 4 nos permite conocer con certeza que existía producción de cacao y de otros frutales como guayaba, junto a la casa. Las áreas de almacenaje de productos en las diferentes estructuras han ayudado a establecer que el cacao era almacenado con sumo cuidado en vasijas, lo mismo que otros productos, como las semillas de achiote. La presencia de jícaras apiladas en un área de preparación de alimentos hace referencia a la elaboración de chocolate como bebida disponible para los miembros de la unidad familiar, alrededor del año 600. Un elemento clave para comprender la presencia de cacao en las diferentes regiones del área maya es su utilización como parte de las ofrendas en los entierros humanos. En casos limitados, se han recuperado almendras de cacao en tumbas en contextos arqueológicos bien definidos. La tumba encontrada en la cueva Bats’ub/25 Flight, en un punto lejano del suroeste de Belice, es un claro caso del uso ritual de 64. Jane H. Kelley, Cihuatán, El Salvador: A Study of Intrasite Variability, p. 150.

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cacao en un entierro humano. En el contexto arqueológico del entierro se encuentran cinco almendras de cacao, dispuestas en un plato de cerámica, ubicado cerca del cráneo de un individuo de alto rango, al parecer ritualmente decapitado. Es interesante hacer notar que los estudios de residuos químicos en dos de las cinco almendras de cacao arrojaron resultados contradictorios. Una de ellas resultó negativa para teobromina, mientras que la segunda resultó positiva. Lo anterior tiene repercusiones interesantes para entender las limitantes del método de prospección química, así como para la interpretación del centenar de muestras de contenidos de vasos y cerámica para residuos químicos de este tipo. La tumba 40A de Uaxactun también cuenta con tres almendras de cacao entre los objetos que acompañaron el entierro de una persona del sexo masculino. Su contexto arqueológico indica una asociación directa con cerámica Tepeu 2 del Periodo Clásico Tardío (siglo ix). Es importante destacar que estas tres semillas fueron las primeras en ser identificadas como de la especie Theobroma cacao L. procedentes de una excavación arqueológica en un sitio maya. Es evidente que se trata de un entierro de un personaje de la élite, dada la presencia de cerámica, cuentas y orejeras de jade, incrustaciones dentales de jade, entre otras cosas. Los restos humanos se encuentran además en una tumba construida dentro de una estructura. Las tres almendras de cacao acompañaron al personaje en su entierro y nos permiten reconocer su importancia en el contexto arqueológico de una tumba del Periodo Clásico Tardío. También resulta importante destacar los descubrimientos de cacao en los sitios de Tikal y Copán, ya que ambas ciudades pertenecieron a dos de las dinastías reinantes más importantes del mundo maya. Estas ciudades controlaban grandes territorios y recursos; ambas se encuentran emplazadas en regiones que tienen una producción marginal de cacao y por lo tanto tuvieron que hacerse del producto de otras regiones. En Tikal se obtuvieron macrorrestos arqueobotánicos en los que se han identificado 20 especies, la muestra N69 se pudo identificar como de una semilla de pataxte (Theobroma bicolor Bonpl.). Este dato es relevante porque se trata de la única muestra macrobotánica identificada para esta especie de cacao en toda la región maya. Su contexto es la de una ofrenda en un templo dentro de un vaso sellado, lo cual determina su importancia ritual. Los informes de Copán sobre restos macrobotánicos de Theobroma cacao L. son muy breves, solo conta-

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mos con la referencia de Claude Baudez, que informa que Charles Miksicek identificó fragmentos de semillas de cacao, guayaba y copal en las excavaciones arqueológicas realizadas en el proyecto que él dirigió. La asociación de especies podría dar cuenta de la presencia de antiguos huertos mayas. Yaxchilán ofrece nueva información arqueobotánica en relación con el cacao durante el Periodo Clásico Tardío. Es, además, una de las grandes capitales del mundo maya y el centro de un sistema de intercambio de mercancías, gente e ideas, que viajaron tanto por la vía fluvial por medio de la navegación del río Usumacinta y sus afluentes, como por tierra, por los valles intermontanos de la región del Alto Usumacinta y sus sitios de portaje y puertos de entrada.65 La tumba de la señora K’ab’al Xook, consorte de Itzamnaaj B’alam III, uno de los más importantes reyes de Yaxchilán, está ubicada en un edificio (estructura 23), edificio famoso por sus bajorrelieves plasmados en los tres dinteles de sus vanos. Fue construido por Itzamnaaj B’alam III en honor de su principal consorte. La fecha inaugural de este edificio está registrada como (9.14.14.13.17) 6 Kab’an 15 Yaxk’in, o 26 de junio de 726 d.C. La estructura 23 sirvió más tarde para ubicar sus tumbas. La fecha de muerte de la señora K’ab’al Xook, el (9.15.17.15.14) 3 ‘Ix 17 Sip o 3 de abril de 749 d. C., así como todos sus contenidos, han sido sólidamente fechados. Tres almendras de cacao se encontraron sobre el cráneo de la señora K’ab’al Xook, cubiertas por una gran concha de Spondylus sp. junto con un rico ajuar de ofrendas depositadas en la tumba real. Esta ofrenda confirma el uso de almendras de cacao en ritos funerarios, asociados a personajes de la élite. La especie Theobroma cacao L. ocupa un lugar preponderante en los ritos de pasaje de una mujer sobresaliente, como fue la poderosa señora K’ab’al Xook. El estudio de la domesticación, producción, ubicación de regiones productoras y la utilización de cacao en Mesoamérica ha sido, desde sus inicios, centro de debate entre los especialistas de Mesoamérica y Sudamérica.66 Las limitantes que imponen los diferentes ni65. Mario M. Aliphat, Classic Maya Landscape; Mario M. Aliphat y Laura Caso Barrera “Arqueología y etnohistoria: Circuitos de intercambio en el río Usumacinta y sus afluentes”. 66. Nathaniel Bletter y Douglas C. Daly, “Cacao and its Relatives in South America: An Overview of Taxonomy, Ecology, Biogeography, Chemistry, and Ethnobotany”, pp. 31-68.

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veles de conservación de los materiales arqueológicos de origen vegetal en el Neotrópico han provocado que enfaticen los estudios microbotánicos y de residuos químicos. Sin embargo, este trabajo demuestra la importancia del estudio de restos macrobotánicos para poder establecer los procesos de la domesticación y los ciclos de producción, así como de uso y consumo del cacao, en particular en la región maya. En la actualidad el chocolate es tan importante como lo fue en el pasado: se trata de un elemento de alto valor cultural y económico, sobre todo en las poblaciones que hoy son herederas de su cultivo tradicional.

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(Theobroma cacao L.) criollo mexicano”, en Revista Fitotec. Mex. Vol. 35(3), 20 Sharer, Robert J. y David W. Sedat, Archaeological Investigations in the Northern Maya Highlands, Guatemala. Philadelphia, The University Museum/University of Pennsylvania, 1987, pp. 185-197. Schele, Linda y David Freidel, A Forest of Kings: The Untold Story of the Ancient Maya. New York, William Morrow, 1990. Schele, Linda y Peter Mathews, The Code of Kings: The Language of Seven Sacred Maya Temples and Tombs. Cambridge/New York, Cambridge University Press, 1998. Sheets, Payson D. (coord.), Before the Volcano Erupted: The Ancient Cerén Village in Central America. Austin, University of Texas Press, 2002. — Joya de Cerén. San Salvador, Universidad de El Salvador, Editorial Universitaria, 2013. Sheets, Payson y Michelle Woodward, “Cultivating Biodiversity: Milpas, Gardens, and the Classic Period Landscape”, en Payson Sheets (coord.), Before the Volcano Erupted: The Ancient Cerén Village in Central America. Austin, University of Texas Press, 2002, pp. 184-191. Smith, L. A., Uaxactun, Guatemala: Excavations of 1931-1937. Washington D. C., Carnegie Institution, 1950. (Washington D.C. Publication, 588). Stuart, David, “The Language of Chocolate: References to Cacao on Classic Maya Drinking Vessels”, en Cameron L. McNeil (coord.), Chocolate in Mesoamerica: A Cultural History of Cacao. Gainesville, University Press of Florida, 2006, pp. 184-201. — “The Río Azul Cacao Pot: Epigraphic Observations on the Function of a Maya Ceramic Vessel”, en Antiquity, vol. 62, 1988, pp. 153-157. Turner II, Billie L. y Peter D. Harrison, “Pulltrauser Swamp and Maya Raised Fields: A Summation”, en Billie L. Turner II y Peter D. Harrison (eds.), Pulltrauser Swamp. Austin, University of Texas, 1983, pp. 246-270. Voorhies, Barbara (ed.), La economía del antiguo Soconusco, Chiapas. México, UNAM, 1991. Washburn, Dorothy K.; William N. Washburn y Petia A. Shipkova, “The Prehistoric Drug Trade: Widespread Consumption of Cacao

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ALMENDRAS DE CACAO EN TUMBAS, ALDEAS Y HUERTOS

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in Ancestral Pueblo and Hohokam Communities in the American Southwest”, en Journal of Archaeological Science, vol. 38, núm. 7, 2011, pp. 1634-1640. West, Robert C.; Norbert P. Psuty y Bruce G. Thom, The Tabasco Lowlands of Southern Mexico. Baton Rouge, Louisiana State University Press, 1969. Young, Allen, The Chocolate Tree: A Natural History of Cacao. Gainesville, University Press of Florida, 2007.

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El papel del cacao en la antigua religión, rituales y cocina maya1 Cameron L. McNeil Lehman College and the Graduate Center City University of New York

Las semillas del árbol de cacao son uno de los productos vegetales que fueron más valorados culturalmente en Mesoamérica a lo largo del período prehispánico. Su importancia en esta área se extiende cuando menos desde el Período Formativo o Preclásico Temprano (2000-1200 a.C.). La huella química del cacao se ha encontrado en vajillas utilizadas durante celebraciones de este período. Para el Período Clásico (300-900 d.C.), el árbol y sus semillas se asociaban fuertemente con el gobierno y el poder, así como con el sacrificio, la fertilidad, lo femenino y ritos de pasaje, tales como nacimientos, ceremonias de nombramiento, matrimonios y muerte. Para el Período Posclásico (900-1519 d.C.), si no es que mucho antes, las semillas de cacao se utilizaron como medio de intercambio. La iconografía del cacao está asociada con el maíz, alimento principal en la vida mesoamericana, ya que con seguridad ambos productos se combinaron con frecuencia en platillos culinarios y en bebidas. En los últimos 25 años, ha aumentado la evidencia del uso del cacao por parte de los antiguos mayas, gracias a los avances en la lectura y traducción de las inscripciones jeroglíficas, el 1.

Agradezco a Laura Caso Barrera la invitación para colaborar en este volumen. También agradezco la ayuda y cooperación que he recibido a lo largo de los años del Instituto Hondureño de Antropología e Historia. Sin la cooperación de W. Jeffrey Hurst y Robert J. Sharer ninguna de las investigaciones en Copán habrían sido posible. Por último, agradezco a Eric Hilt, Shannon Wearing, Edy Barrios y Flora Ward por sus valiosos comentarios editoriales para la redacción de este capítulo, y a Alejandro Garay, quien hizo la traducción al español de este texto.

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desarrollo de métodos para analizar los residuos en vasijas y tiestos, así como los resultados de nuevas excavaciones con las que se ha descubierto abundante nueva iconografía. En este capítulo examinaré el uso del cacao entre los mayas (y sus vecinos) desde el Preclásico Tardío (200 a.C.-300 d.C.) hasta el Clásico (300-900 d.C.); pondré especial atención en el antiguo sitio de Copán, lugar en el que se han analizado vasijas de tumbas reales y de la élite, así como de un cache, lo cual ha permitido ampliar el panorama que se tenía sobre la diversidad de platos que degustaban las élites. Esta evidencia da cuenta no solo de la existencia de una variedad de formas en las vasijas en las que se han encontrado vestigios de dichos alimentos, sino también del hecho de que la adición de cacao a salsas de varios platillos elaborados con carne de diferentes animales, precede por mucho a la llegada de los españoles a las costas de Mesoamérica. La posibilidad de interpretar los platos rituales utilizados en Copán, elaborados con cacao, ha aumentado con el análisis de la iconografía de este árbol y de sus mazorcas.

THEOBROMA CACAO L.: su biología y domesticación El cacao viene del Theobroma cacao L., un pequeño árbol de sotobosque, naturalmente adaptado para el crecimiento en el bosque tropical. En promedio este árbol no crece más de ocho metros de altura, aunque algunas variedades silvestres superan el promedio. El árbol de cacao prefiere las cálidas tierras bajas de bosques tropicales húmedos, y crece particularmente bien a lo largo de riveras con sombra.2 El atractivo de sus semillas se debe, sin lugar a dudas, a sus propiedades estimulantes, en particular porque no existe una amplia disponibilidad de otro estimulante en Mesoamérica.3 La sensibilidad del árbol a determinadas condiciones de crecimiento hizo que durante el período precolombino aumentara su valor, ya que en muchas regiones solo podía adquirirse mediante el comercio o el intercambio.4 2. 3.

4.

Rene F. Millon, When Money Grew on Trees: A Study of Cacao in Ancient Mesoamerica. Nathaniel Bletter y Douglas C. Daly, “Cacao and its Relatives in South America: An Overview of Taxonomy, Ecology, Biogeography, Chemistry and Ethnobotany”. Rene Millon.

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Las semillas de cacao son cosechadas de mazorcas que crecen directamente del tronco y de las ramas principales del T. cacao, en una manera denominada caulifloria. Las mazorcas contienen de 20 a 40 semillas, que están rodeadas por una pulpa dulce y sabrosa. Cuando se encuentran de manera silvestre, las mazorcas de cacao son diseminadas, en forma natural, por monos, ardillas, roedores y murciélagos, que mastican las mazorcas para alimentarse de la pulpa dulce de la planta. Estos animales se tragan las semillas, para después defecarlas y diseminar de este modo la planta.5 Existe una abundante iconografía que vincula a los monos (y en algunos casos a las ardillas) con el cacao, misma que puede encontrarse a lo largo de Mesoamérica (fig. 1).6 Sin embargo, los humanos son quienes han diseminado el árbol de cacao a lo largo de distancias más grandes, desde Sudamérica hasta Norteamérica, y luego a otras regiones tropicales del mundo.7 El debate sobre la domesticación del árbol de cacao aún no termina, aunque es ampliamente aceptado que el género Theobroma fue el que evolucionó en la cuenca alta del Amazonas de Sudamérica, donde se encuentra la mayor diversidad de especies. Allen Young8 ha sugerido que la especie T. cacao podría ser relativamente joven, producida por los primeros habitantes humanos del bosque, quienes cruzaron miembros más antiguos del género Theobroma para crearla. Con el tiempo esta nueva especie encontró su camino hasta Mesoamérica. Algunos académicos han propuesto que el árbol de cacao podría haberse dispersado hasta el norte a partir de la distribución natural de sus semillas, gracias a una gran variedad de fauna. Sin embargo otros consideran que las cadenas montañosas constituyen un impedimento para la migración del árbol hacia el norte, dada la sensibilidad del cacao a las barreras que representan las condiciones secas de tierra baja y a las altitudes mayores de áreas con niveles más altos de humedad.9 Análisis 5. 6.

7. 8. 9.

Allen Young, The Chocolate Tree: A Natural History of Cacao. Manuel Aguilar-Moreno, “The Good and Evil of Chocolate in Colonial Mexico”; H. E. M. Braakhuis, “Artificers of the days: Functions of the howler monkey gods among the Mayas”; Cameron L. McNeil, “Introduction: The Biology, Antiquity, and Modern Uses of the Chocolate Tree”. Sophie Coe y Michael D. Coe, The True History of Chocolate; Patricia Crown y W. Jeffrey Hurst, “Evidence of cacao use in the Prehispanic American Southwest”. Allen Young. Richard Evans Schultes, “Amazonian Cultigens and Their Northward and Westward Migration in Pre-Columbian Times”.

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genéticos recientes, elaborados por Motamayor et al.,10 respaldan la teoría de que la introducción del cacao en Mesoamérica se debió a la actividad humana, quizá como un cultígeno temprano. Durante el periodo precolombino, en Sudamérica parece que el cacao fue consumido principalmente, si no es que de manera única, por su pulpa, descartándose sus semillas. Sin embargo, en Mesoamérica, así como en algunas partes de la Baja América Central, las semillas fueron molidas y se utilizaron como ingredientes de bebidas y salsas, mientras que en Sudamérica los pobladores prefirieron elegir determinados árboles de cacao para producir una fruta más sabrosa, en Mesoamérica optaron por seleccionar los árboles para producir semillas más sabrosas. Así las cosas, de manera tradicional, las variedades endémicas de cacao en Mesoamérica son conocidas como cacao “criollo”, mientras que aquellas endémicas de Sudamérica fueron conocidas como cacao “forastero”. Las semillas del criollo son apreciadas por su sabor sobre las del forastero, aunque algunas variedades de este último producen mazorcas dos años antes y tienen un mayor grado de fecundidad. Todas las partes del árbol de cacao contienen dos estimulantes: cafeína y teobromina. En las áreas en las que el árbol crece, estos compuestos son obtenidos más fácilmente si se consume la pulpa blanca y dulce que cubre las semillas. Tras el descubrimiento de la huella química del cacao en vasijas del Periodo Formativo de Puerto Escondido, Honduras, Henderson y Joyce11 propusieron que fue la pulpa y no la semilla la que originalmente fue consumida por los mesoamericanos precolombinos, y agregaron que las semillas sólo se volvieron importantes cuando la demanda de estimulantes aumentaba en lugares en los que el cacao no podía crecer. Para las poblaciones que habitaban en las regiones donde el T. cacao abundaba, su cultivo se convirtió en una actividad económicamente rentable, que involucraba el agotador y elaborado proceso de fer10. J. C. Motamayor et al., “Cacao domestication I: the Origin of the Cacao Cultivated by the Mayas”. 11. John S. Henderson y Rosemary A. Joyce, “Brewing Distinction: The Development of Cacao Beverages in Formative Mesoamerica”, pp. 140-153; John S. Henderson et al., “Chemical and Archaeological Evidence for the Earliest Cacao Beverages”.

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Figura 1. Mono con un collar colgado con mazorcas de cacao, del museo del sitio de Toniná, INAH, Chiapas, México. Dibujo de Eliud Guerra a partir de una fotografía de M. E. Miller y S. Martin, 2004, lámina 40.

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mentar, limpiar y secar las semillas para el comercio, ya que las mazorcas no pueden comerciarse en verde, pues de este modo se echan a perder.12 Esta hipótesis, aunque atractiva, aún no ha podido ser comprobada. Como se analizará más adelante, es probable que para el Período Clásico, los mayas ya consumieran bebidas de ambos tipos: aquellas con pulpa, predominantemente en zonas en las que los árboles eran de fácil acceso, y las hechas con las semillas, en las zonas en las que el cacao era consumido.

Usos del cacao entre los mayas y otros pueblos mesoamericanos En los registros arqueológicos, las semillas y árboles de cacao han dejado escasos indicios.13 Los restos del único árbol conocido arqueológicamente se encontraron preservados debajo de la ceniza volcánica en el sitio de Joya de Cerén, en El Salvador,14 mientras que las semillas han sido encontradas en una variedad de ofrendas, basureros, e incluso en contextos domésticos.15 Las semillas de cacao son más durables que otras, como las de Phaseolus vulgaris (el frijol común), que se encuentran carbonizadas en muchos basureros mayas; en cambio, el valor del cacao entre los mesoamericanos habría motivado a las personas a cuidar de estas semillas y preservarlas de la pila de la basura. Las referencias de Hernando Colón permiten tener una idea del cuidado que se le daba a las semillas de cacao. Cuando unos comerciantes mayas fueron capturados por la tripulación de su padre, todos sus bienes fueron llevados a bordo, incluyendo las semillas de cacao, que Colón llamó “almendras”. El hijo del Almirante relata: “Ellos parecían tener 12. John S. Henderson y Rosemary A. Joyce, “Brewing Distinction: The Development of Cacao Beverages in Formative Mesoamerica”. 13. Cameron L. McNeil. 14. Payson Sheets y Michelle Woodward, “Cultivating Biodiversity: Milpas, Gardens, and the Classic Period Landscape”, fig. 20.5. 15. Alfred V. Kidder, The Artifacts of Uaxactun, Guatemala; David L. Lentz, “Foodstuffs, Forests, Fields and Shelter: A Paleoethnobotanical Analysis of Vessel Contents From the Ceren Site, El Salvador”; Keith M. Prufer y W. Jeffrey Hurst, “Chocolate in the Underworld Space of Death: Cacao Seeds from an Early Classic Mortuary Cave”; B. L. Turner II et al., “Hábitat y agricultura en la región de Copán”.

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estas almendras en un gran aprecio, ya que […] cuando cualquiera de estas almendras caía, todo ellos se agachaban a recogerlas, como si un ojo se hubiera caído”.16 No solo las semillas eran tratadas con sumo cuidado y protección, también eran estimadas y protegidas las áreas en las que las semillas se daban, y estas solo podían conseguirse por el comercio. Es claro que pocos eran los hogares que tenían acceso a ellas durante todo el año. Debido a lo escaso del cacao preservado, hasta hace muy poco los arqueólogos estuvieron imposibilitados de adquirir un conocimiento más amplio sobre el uso precolombino de esta planta. Dos importantes avances en el estudio del uso antiguo del cacao ocurrieron en la década de 1980, ambos conectados con el descubrimiento de una vasija con cierre de rosca en la tumba 19 del sitio maya de Río Azul, en Guatemala (fig. 2).17 Esta vasija, fechada aproximadamente para 480 d.C., contenía un residuo oscuro que los investigadores sospecharon podía ser cacao, así como la secuencia primaria estándar (SPE)18 en su exterior. Una muestra del residuo fue enviada a W. Jeffrey Hurst, investigador del Hershey Food Technical Center, quien desarrolló un método para detectar la presencia de teobromina y de cafeína en muestras y restos de alimentos antiguos.19 Solo dos especies en América Central contienen ambos componentes: el T. cacao y el Theobroma bicolor Bonpl., y de estos el T. bicolor solo contiene pequeñas cantidades de cafeína en sus semillas maduras.20 Estos dos Theobromas fueron consumidos por los mayas y usados en sus ofrendas;21 y al menos para algunos grupos mayas modernos el T. bicolor también es considerado como cacao.22 16. Hernando Colón, Historia del almirante, p. 285. 17. W. Jeffrey Hurst et al., “Authentication of Cocoa in Maya Vessels Using High Performance Liquid Chromatography” y David Stuart, “The Río Azul Cacao Pot: Epigraphic Observations on the Function of a Maya Ceramic Vessel”. 18. La secuencia primara estándar por lo general describe el tipo, contenido y dueño de la vasija (David Stuart). 19. W. Jeffrey Hurst et al.; W. Jeffrey Hurst, “The Determination of Cacao in Samples of Archaeological Interest”. 20. A. Sotelo y R. G. Álvarez, “Chemical Composition of Wild Theobroma Species and Their Comparison to the Cacao Bean”, p. 1941. 21. Cameron L. McNeil (coord.), Chocolate in Mesoamerica: A Cultural History of Cacao; H. W. A. Moholy-Nagy, W. A. Haviland y Christopher Jones, The Artifacts of Tikal: Utilitarian Artifacts and Unworked Material. 22. Johanna Kufer y Cameron L. McNeil, “The Jaguar Tree (Theobroma bicolor)”.

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La inscripción jeroglífica en la vasija con cierre de rosca de Río Azul contenía dos glifos, que para David Stuart representaban cacao.23 Previamente, Lounsbury había identificado el glifo posclásico para cacao, que es una versión simplificada de su forma más temprana, en el Códice de Dresde.24 La investigación de Stuart reveló que los mayas hacen referencia al cacao desde principios del siglo v de nuestra era. Las vasijas más antiguas que portan el glifo para cacao se encontraron en una tumba real en Tikal, Guatemala.25 El hallazgo de Stuart determinó el inicio del desciframiento de las inscripciones en las superficies de vasijas del Clásico, que alguna vez contuvieron cacao en su interior. Antes de estos descubrimientos, las fuentes primarias acerca del cacao en el altiplano de México, utilizadas por los investigadores, eran españolas. La fuente más descriptiva era el Códice florentino, que fue recopilado y escrito de 1558 a 1575, bajo la supervisión del fraile franciscano Bernardino de Sahagún, quien registra lo siguiente en lo que se refiere al consumo de cacao por parte del líder mexica: Y en acabando de comer, luego se sacaban muchas maneras de cacaos, hechos muy delicadamente, como son estos, xoxouhqui cacaoacintli, cacao hecho de mazorca tierna de cacao, y es muy sabrosa de beber. Quauhnecuio cacaoatl, cacao hecho con miel de abejas. Xochio cacaoatl, cacao hecho con veynacaztli [una planta aromática]. Xoxouhqui tlilxochio, cacao hecho con tlilxochitl tierno [vainilla tierna]. Chichíltic cacaoatl, cacao hecho colorado. Vitztecul cacaoatl, cacao hecho bermejo. Suchipal cacaoatl, cacao hecho naranjado. Tlíltic cacaoatl, cacao hecho negro. Yztac cacaoatl, cacao hecho blanco.26

En el libro XI del Códice florentino, Sahagún27 describe una bebida de cacao que “mucho emborracha”, refiriéndose con seguridad a una

23. David Stuart, pp. 153-157, y del mismo autor: “The Beginnings of the Copan Dynasty: A Review of the Hieroglyphic and Historical Evidence”. 24. Floyd G. Lounsbury, “On the Derivation and Reading of the ‘Ben Ich’ Prefix”. 25. T. Patrick Culbert, The Ceramics of Tikal: Vessels from the Burials, Caches and Problematical Deposits. 26. Bernardino de Sahagún, Códice florentino, libro VIII, cap. 13, folio 25. 27. Ibíd., libro XI, cap. 6, folio 123.

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Figura 2. Vasija cerámica para cacao con cierre de rosca. Período Clásico Temprano. Tumba 19, Río Azul, Guatemala. Colección del Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Ciudad de Guatemala. Fotografía cortesía de Grant D. Hall.

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bebida hecha con la pulpa fermentada del cacao, que inclusive hoy día se sigue produciendo en la costa del Pacífico de Guatemala.28 En su reporte sobre los alimentos coloniales tempranos entre los mayas, Diego de Landa describe algo más sencillo: “Que hacen del maíz y cacao molido una manera de espuma muy sabrosa con que celebran sus fiestas y que sacan del cacao una grasa que parece mantequilla y que de esto y del maíz hacen otra bebida sabrosa y estimada”.29 El desciframiento de las inscripciones en vasijas de cacao y monumentos, realizado por Stuart,30 MacLeod y Reents-Budet;31 Houston et al.,32 y Beliaev et al.,33 con comentarios adicionales de Hull,34 ha revelado algunas de las bebidas que eran consumidas en vajillas de élite por los mayas, y ha mostrado que al menos algunas de estas son similares a las descritas en el Códice florentino. De interés particular son las referencias a bebidas fermentadas y a aquellas que refieren el uso de la pulpa, más claramente al utilizar términos como “fresca” o “frutal”. Una inscripción en el panel 3 de Piedras Negras, hace referencia a kal kakaw, que Houston et al.35 sugieren podría tratarse del “chocolate fermentado”. Por su parte, MacLeod y Reents-Budet36 descifraron una vasija con una inscripción que describía “cacao fresco de árbol”, un término que podría haberse utilizado para una bebida producida con la pulpa, como el cacao verde al que hace mención Sahagún.37 Durante la revisión que realizaron Beliaev et al. de inscripciones que contenían el glifo para cacao encontraron que la bebida más comúnmente descrita podría traducirse como “cacao frutal”. Propusieron que este concepto hace referencia a una bebida hecha de pulpa de cacao, o una elaborada con semillas de cacao y algún tipo de saborizante frutal. 28. Cameron L. McNeil, “Traditional Cacao Use in Modern Mesoamerica”. 29. Diego de Landa, Relación de las cosas de Yucatán, p. 41. 30. David Stuart, “The Beginnings of the Copan Dynasty: A Review of the Hieroglyphic and Historical Evidence”. 31. Barbara MacLeod y Dorie Reents-Budet, “The Art of Calligraphy: Image and Meaning”. 32. Stephen Houston, David Stuart y Karl Taube, The Memory of Bones: Body, Being, and Experience among the Classic Maya. 33. Baudez, Claude, Introducción a la arqueología de Copán, Honduras, vol. I. 34. Kerry Hull, “An Epigraphic Analysis of Classic-Period Maya Foodstuffs”. 35. Stephen Houston, David Stuart y Karl Taube, pp. 108-109. 36. Barbara MacLeod y Dorie Reents-Budet, pp. 118, 122. 37. Dimitri Beliaev, Albert Davletshin y Alexander Tokovinine, “Sweet Cacao and Sour Atole: Mixed Drinks on Classic Maya Ceramic Vases”, pp. 258-260.

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Otras inscripciones se refieren a “cacao dulce”, que podría haber contenido miel; “cacao cereza” y “atole de cacao”, que recuerda a la segunda bebida que describió Landa.38 A diferencia de las poblaciones modernas, que en algunas ocasiones consumen productos derivados de las semillas del cacao con aditivos limitados (aparte de los adulterantes) –como barras de chocolate oscuro o tazas de espeso chocolate caliente–, el cacao de los mayas precolombinos parece haber sido usado como un condimento que habría representado un porcentaje relativamente pequeño de la comida o bebida que se servía. Cuando Diego de Landa describe a los mayas de Yucatán anota que “tuestan el maíz, lo muelen y deslíen en agua, que es muy fresca bebida, echándole un poco de pimiento de Indias y de cacao”.39 El cacao aún se utiliza como condimento entre las poblaciones mayas modernas, que lo usan para dar sabor a sus atoles de maíz o arroz.40 La mayor parte de las comidas con cacao también contienen maíz, y ambos productos fueron una dupla importante en el antiguo ritual maya,41 por lo que Meskell y Joyce42 señalan que las semillas de las dos especies se procesan de igual forma: secas y con frecuencia molidas de manera muy fina en un metate. Como muchos pares rituales, en las tradiciones mayas estas dos semillas tienen una asociación complementaria: el maíz se asocia con el sol y con el cielo, mientras que al cacao se le asocia con la sombra y el inframundo. El maíz hace referencia al campo abierto y el cacao, al bosque tropical y de manera muy vaga el maíz se relaciona con los machos mientras que el cacao lo hace con las hembras.43 Aunado a esto, el maíz es una especie anual que requiere ser plantada año con año, mientras que el cacao es perenne, con árboles que pueden dar frutos durante déca38. 39. 40. 41.

Ibíd., pp. 260-266. Diego de Landa, p. 41. Cameron L. McNeil (coord.), pp. 341-366. Johanna Kufer y Michael Heinrich, “Food for the Rain Gods: Cacao in Ch’orti’ Ritual”; Simon Martin, “Cacao in Ancient Maya Religion: First Fruit from the Maize Tree and Other Tales from the Underworld”; Cameron L. McNeil (coord.), pp. 1-28. 42. Lynn M. Meskell y Rosemary A. Joyce, Embodied Lives: Figuring Ancient Maya and Egyptian Experience, 139-140. 43. Johanna Kufer y Michael Heinrich, pp. 384-407; Cameron L. McNeil, y de la misma autora: Maya Interactions with the Natural World: Landscape Transformation and Ritual Plant Use at Copan, Honduras.

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das.44 Por último, el maíz crece en diversidad de ambientes, mientras que el cacao solo prospera en tierras bajas, húmedas y sombreadas.

El cacao más temprano en Mesoamérica En un buen número de sitios del Período Formativo se ha encontrado cerámica que contiene componentes químicos que indican la presencia de cacao.45 Aunque ninguna de estas vasijas preserva residuos distintivos de T. cacao, se pueden tomar muestras de esta sustancia al hervir o enjuagar los tiestos, al lavar con suavidad el interior de las vasijas, al recolectar el agua, o al raspar secciones del interior de mismas. Powis et al. lograron identificar la más antigua huella química de cacao que existe, en una vasija cerámica que data del año 1900 a.C., en el sitio mokaya de Paso de la Amada, un importante cacicazgo ubicado en la costa del Pacífico de México.46 En otro estudio, Powis et al. hallaron evidencia de cacao en vasijas del sitio olmeca de San Lorenzo, fechadas para 1800 a.C.47 Hasta hace poco tiempo, las vasijas chorreadas del Formativo se asociaban particularmente con el cacao,48 pero nuevos y más recientes trabajos, tanto en la cerámica mokaya49 como en la olmeca,50 han revelado una variedad de tipos de vasijas que antiguamente contuvieron T. cacao. Los análisis químicos de los residuos en las vasijas han permitido vincular el cacao con festividades que involucraban el sacrificio humano, tan tardíamente como en la cultura olmeca.51 En San Lorenzo, un pozo de víctimas de sacrificio humano fue cubierto con una serie de vasijas quebradas de una festividad, de las cuales algunas dieron evidencia positiva de la presencia de cacao.52 Las tra44. Johanna Kufer y Michael Heinrich, p. 402. 45. John S. Henderson et al.; Terry G. Powis et al., “Cacao use and the San Lorenzo Olmec”; Terry G. Powis et al., “Oldest Chocolate in the New World”; Terry Powis et al., “Spouted Vessels and Cacao Use among the Preclassic Maya”. 46. Terry G. Powis et al., “Oldest Chocolate in the New World”. 47. Terry G, Powis et al., “Cacao use and the San Lorenzo Olmec”. 48. John S. Henderson et al.; Terry G. Powis et al. 49. Terry G. Powis et al., “Oldest Chocolate in the New World”. 50. Terry G. Powis et al., “Cacao use and the San Lorenzo Olmec”. 51. Ídem. 52. Ídem.

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diciones y prácticas en la Mesoamérica precolombina (sobre todo entre las culturas del altiplano central de México y a lo largo de la costa del Pacífico de Guatemala) asociaban fuertemente al cacao con el sacrificio y los rituales mortuorios.53

El cacao entre los mayas durante el Período Clásico Para el Período Clásico (300-900 d. C.), el cacao se había convertido en un producto que se vinculaba de manera estrecha con el ritual, la vida política y económica de reyes y reinas. Esto es particularmente evidente en el caso de los mayas, cuyo arte representa al cacao en no pocas ocasiones. En escenas cortesanas, pintadas tanto en murales como en vasos, se observan bultos de semillas ofrecidos en tributo54 y variedad de imágenes en cerámicas dan cuenta de vasos espumeantes de bebidas chocolatosas, ubicadas al costado del gobernante.55 El acceso a provisiones constantes de cacao se asociaba al concepto de lo que significaba pertenecer a la élite. Beliaev et al. evidenciaron que las secuencias primarias estándares en las vasijas describían por lo general bebidas de cacao y atoles de maíz. El cacao era una ofrenda estándar en los entierros de la élite.56 El descubrimiento de vasijas dedicadas en tumbas que no pertenecían a la élite real podría indicar que estos objetos eran vistos como trofeos en la participación de importantes rituales festivos, que eran supervisados por el gobernante del reino. Por último, cabe destacar que las semillas, mazorcas y árboles de cacao se encuentran representados escultóricamente en muchos sitios.57 No existe consenso sobre si el cacao habría sido accesible para el común de la población entre los mayas o no, ya que los documentos coloniales afirman que estaba limitado solo a las élites, pero cabe des53. Oswaldo Chinchilla Mazariegos, “Cacao Gods and Goddesses”; Cameron L. McNeil (coord.). 54. David Stuart, p. 190. 55. Dorie Reents-Budet, Painting the Maya Universe: Royal Ceramics of the Classic Period. 56. Cameron L. McNeil (coord.). 57. Oswaldo Chinchilla Mazariegos, Kakaw. El chocolate en la cultura de Guatemala; Simon Martin, “Cacao in Ancient Maya Religion: First Fruit from the Maize Tree and Other Tales from the Underworld”; Cameron L. McNeil (coord.).

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tacar que estos textos fueron escritos en relación con áreas en las que no existe producción de cacao. Sin embargo, debido al uso extendido de bebidas elaboradas a base de cacao, consumidas en rituales de paso entre las poblaciones mayas durante el período colonial, es probable que al menos para los eventos significativos, la gente del común sí consumiera estas bebidas.58 Además, ya que la pulpa puede consumirse, sin perjudicar la calidad de las semillas (que tenían el mayor valor económico),59 en estimulantes bebidas frutales (algunas posiblemente fermentadas) es muy probable que hayan podido ser consumidas ampliamente en áreas donde los árboles fueran abundantes. Dentro del área maya, el cacao parece haber tenido tradiciones de consumo regionales. A diferencia de las muestras analizadas procedentes del Formativo, que visualmente no son distintas dentro de la vasija y que por lo general son adquiridas del mismo núcleo cerámico, las vasijas del Clásico, en particular aquellas encontradas en contextos de la élite, como tumbas selladas y escondites, tienen el potencial de haber retenido capas definidas de residuos de comida disecada.60 Si se tiene el cuidado pertinente al momento de recolectar estos residuos, podrá aprenderse mucho acerca de las antiguas recetas de los mayas y sobre las diferencias entre las comidas de diversas entidades políticas.

El cacao en el antiguo Copán En los sitios arqueológicos el cacao puede presentarse en una variedad de formas, en Copán se ha recuperado en vasijas de contextos de la élite61 del Clásico Temprano (400-600 d.C.);62 en un basurero prehispánico de época no determinada;63 además de en representaciones iconográficas de cacao que sobreviven del Clásico Tardío (600-850 d.C., en Copán).64 El presente estudio explora lo que se puede aprender acerca 58. Cameron L. McNeil, pp. 361-364. 59. Para una descripción del proceso para producir una bebida frutal a partir de la pulpa, véase Cameron L. McNeil (coord.), pp. 345-346. 60. Ídem. 61. Ídem. 62. El comienzo del Clásico Temprano en Copán se encuentra vagamente marcado por la llegada de K’inich Yax K’uk Mo’. 63. B. L. Turner II et al., ob cit. 64. Cameron L. McNeil (coord.).

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del cacao en Copán, al investigar sus variadas manifestaciones físicas e iconográficas. Los residuos encontrados en las vasijas descritas en este capítulo provienen del Programa de Investigación de la Acrópolis Temprana (PIAT) puesto en marcha por el Museo de la Universidad de Pennsylvania, el cual fue dirigido por Robert J. Sharer. Este proyecto consistió en realizar túneles que llegaran a los niveles más bajos de la Acrópolis de Copán, a fin de aprender más acerca del desarrollo de este centro ceremonial durante el Clásico Temprano.65 Dos tumbas reales, la Hunal (entierro 95-2) y la Margarita (entierro 93-2), fueron encontradas en la base de la Acrópolis.66 Más arriba, pero aún dentro de los niveles del Clásico Temprano, se descubrió una tercera tumba real denominada “Sub-Jaguar” (entierro 92-2), además de un entierro de élite (entierro 92-3) y un cache (ofrenda 93-16) que se halló justo afuera de la tumba Margarita. Un cúmulo de evidencias, incluyendo artefactos y una inscripción jeroglífica, indican la posibilidad de que la tumba Hunal contuviera el cuerpo de K’inich Yax K’uk’ Mo’, primer gobernante maya de Copán.67 Este gobernante podría haber nacido como un príncipe de Caracol y, según consta en la inscripción del altar Q, fue elegido para ser gobernante de Copán en algún lugar fuera de la comunidad en el año 426, aunque finalmente asumió el dominio del reino en el 427.68 K’inich Yax K’uk’ Mo’ murió en el 437 y fue enterrado en la estructura Hunal, construida en el estilo arquitectónico talud-tablero característico de la gran ciudad del altiplano mexicano de Teotihuacán.69 Por su parte, la tumba Margarita descansa justo encima de la del rey, dentro de la subestructura Yehnal, que luego fue encapsulada dentro de la plataforma Margarita. Esta plataforma, en contraste con la tumba real más temprana, está construida en el estilo arquitectónico

65. Robert J. Sharer et al., “Early Classic Architecture beneath the Copán Acropolis: A Research Update”. 66. Ídem. 67. Robert J. Sharer, “External Interaction at Early Classic Copán” y, del mismo autor et al., “Early Classic Architecture beneath the Copán Acropolis: A Research Update”. 68. David Stuart, “The Language of Chocolate: References to Cacao on Classic Maya Drinking Vessels” y, del mismo autor: “The Origin of Copan’s Founder”, p. 1. 69. Robert T. Sharer et al., “Early Classic Architecture beneath the Copán Acropolis: A Research Update”.

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maya por excelencia, haciendo uso del talud de moldura.70 La tumba Margarita es más compleja que la más antigua tumba Hunal. Contiene una cámara inferior (cámara 1) en la que se halla el cuerpo de la señora real, acompañada de una abundante ofrenda, y dentro de la cámara superior (cámara 2) existen otros bienes adicionales. Unas escaleras y un vestíbulo construidos en el extremo norte de la tumba permitieron reentradas al sepulcro en el año 470, aproximadamente.71 Afuera de la tumba Margarita se encontraba una elaborada ofrenda (ofrenda 93-16) en un cache ubicado dentro de una caja de piedra, con una gran tapadera cuadrada encima de ella y dos vasijas adentro.72 La tercera tumba real, la Sub-Jaguar (entierro 92-2), podría ser el lugar de descanso del gobernante 8, Wil Ohl K’inich, quien gobernó del 532 al 551.73 El último entierro del Clásico Temprano que contenía artefactos es el 92-3, que incluía la presencia de un collar de concha con decoración de mosaico incrustado que representaba una serpiente emplumada.74 Sharer sugirió que los finos bienes de este entierro podrían indicar que se trata de un entierro real redepositado.75 Las culturas mesoamericanas, incluyendo la maya, construyeron sus centros rituales como reflejos ideales del mundo natural, con plataformas piramidales que rememoraran las montañas sagradas; las plazas, los mares primordiales, así como los templos y tumbas que representaban cuevas que actuaban como conductos para la comunicación con las deidades y los muertos.76 Las tumbas podrían haber sido revisitadas mucho después de los entierros iniciales, a fin de realizar en ellas ciertos rituales, cuyo fin era invocar el poder de los ancestros. Las tumbas y caches excavados por el PIAT contenían una amplia serie de ofrendas, incluyendo 36 vasijas. Algunas de ellas se encon70. Robert T. Sharer et al., “Early Classic Royal Power in Copán: The Origins and Development of the Acropolis (ca. A. D. 250-600)”. 71. Ídem, p. 176. 72. Karla L. Davis-Salazar y Ellen E. Bell, “Una comparación de los depósitos funerarios de dos mujeres élites en la acrópolis de Copán, Honduras”. 73. Robert J. Sharer y Loa P. Traxler, “Las tumbas reales más tempranas de Copán: muerte y renacimiento en un reino maya clásico”. 74. Robert J. Sharer, “External Interaction at Early Classic Copán”. 75. Ibíd., p. 310. 76. Nicholas P. Dunning et al., “Temple mountains, sacred lakes, and fertile fields: ancient Maya landscapes in northwestern Belize”; Linda Schele y Peter Mathews, The Code of Kings.

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traron boca abajo, quizá debido a eventos como terremotos e inundaciones, que afectaron las tumbas y los objetos dentro de ellas, al quedar selladas durante los siglos siguientes. Cuando se encontraban vasijas con material remanente dentro de ellas eran excavadas en una habitación cerrada, sin ventilación ni aire acondicionado, y utilizando herramientas limpiadas con toallas estériles y agua destilada.77 El objetivo de esta cuidadosa excavación era adquirir muestras para una serie de análisis químicos, así como para poder analizar el polen y los fitolitos. Con el permiso del Instituto Hondureño de Antropología e Historia, las muestras de residuos fueron llevadas a Estados Unidos. Submuestras de los residuos de cada vasija fueron enviadas también a W. Jeffrey Hurst para que realizara una cromatografía líquida en fase inversa de alto desempeño, a fin de determinar la presencia de teobromina y cafeína.78 Hurst analizó 31 muestras de residuos,79 de las cuales 9 contuvieron cafeína y 11, teobromina, lo cual indica que al menos 9 de 11 vasijas contuvieron T. cacao como un ingrediente comestible, y que las otras dos tuvieron T. cacao o T. bicolor en su interior (tabla 1). Los residuos que dieron positivo para Theobroma provinieron de una serie de vasijas de diversas formas: un cuenco grande con soportes mamiformes, una vasija efigie de venado, dos pequeñas vasijas cilíndricas, dos vasijas trípodes cilíndricas, tres cuencos de base anular, un plato y un cuenco de cache de paredes rectas.80 A pesar de la suposición de que el cacao en el período precolombino solo era un ingrediente para bebidas, tres de las vasijas no parecen haber contenido bebidas, y cuando menos una podría haber contenido una salsa de mole o proto-mole (tabla 1; figs. 3 a 6). Al contrario de las historias que narran los inmigrantes españoles y otros europeos,81 el uso del cacao en salsas no fue invención de las monjas ni de los italianos, la evidencia de Copán demuestra de manera 77. Para protocolos de muestreo, véase Cameron L. McNeil, Maya Interactions with the Natural World: Landscape Transformation and Ritual Plant Use at Copan, Honduras, pp. 272-276. 78. W. Jeffrey Hurst, “The Determination of Cacao in Samples of Archaeological Interest” y, del mismo autor et al., “Authentication of Cocoa in Maya Vessels Using High Performance Liquid Chromatography”. 79. Cameron L. McNeil (coord.). 80. Ídem. 81. Sophie D. Coe y Michael D. Coe, pp. 214-217.

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clara que el cacao era usado en una variedad de comidas más de mil años antes de la llegada de los españoles a las costas mesoamericanas.82 Tabla 1 CONTEXTO

VASIJA Y NÚMERO

DESCRIPCIÓN

DE MUESTRA

DE LA VASIJA

PRESENCIA DE THEOBROMINA

DE CAFEÍNA

PRESENCIA

1.

Tumba Hunal

Vasija 1, 1/6/381-138 2000M-138

Vasija efigie con forma de venado

Positiva

Positiva

2.

Tumba Hunal

Vasija 9, 1/6/381-1 Muestra de residuos: 1999M-198

Cilindro trípode con un patrón decorativo referido como “semillas de cacao”

Negativa

Positiva

3.

Tumba Hunal

Vasija 10, 1/6/381-13 2000M-258

Vaso pintado de línea fina

Negativa

Negativa

4.

Tumba Hunal

Vasija 16, 1/6/381-38 Muestra de residuos: 1999M208

Cilindro trípode con un patrón decorativo referido como “semillas de cacao”

Negativa

Negativa

5.

Tumba Hunal

Vasija 19, 1/6/381-42 Muestra de residuos: 2001M031

Cilindro trípode con tapadera

Negativa

Negativa

6.

Tumba Margarita, cámara 1

Vasija 2, 1/6/423-1 Muestra de residuos: 2001M-204

Cuenco ancho

Negativa

Negativa

7.

Tumba Margarita, cámara 1

Vasija 10, 1/6/420-7 Muestra de residuos: 2000M-411

Cuenco de base anular

Negativa

Negativa

82. Cameron L. McNeil (coord.).

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CONTEXTO

VASIJA Y NÚMERO

DESCRIPCIÓN

DE MUESTRA

DE LA VASIJA

PRESENCIA DE THEOBROMINA

DE CAFEÍNA

PRESENCIA

8.

Tumba Margarita, cámara 1

Vasija 11, 1/6/420-9 Muestra de residuos: 2001M-308

Cuenco de base anular

Negativa

Negativa

9.

Tumba Margarita, cámara 1

Vasija 12, 1/6/420-5 Muestra de residuos: 2000M-234

Cuenco de base anular

Negativa

Negativa

10.

Tumba Margarita, cámara 1

Vasija 14, 1/6/420-2 Muestra de residuos: 2001M-263

Cilindro trípode

Negativa

Negativa

11.

Tumba Margarita, cámara 1

Vasija 15, 1/6/420-6 Muestra de residuos: 2001M-281

Cuenco de base anular

Negativa

Negativa

12.

Tumba Margarita, cámara 1

Vasija 18, 1/6/481-1 Muestra de residuos: 2001M-223

Cuenco de base anular

Positiva

Negativa

13.

Tumba Margarita, cámara 2

Vasija 1, 1/6/208-1 Muestra de residuos: 1994M-75

Cilindro trípode

Positiva

Positiva

14.

Tumba Margarita, cámara 2

Vasija 5, 1/6/208-6 Muestra de residuos: 2001M-214

Cilindro trípode

Positiva

Positiva

15.

Tumba Margarita, cámara 2

Vasija 8, 1/6/215-2 Muestra de residuos: 2001M-295

Cuenco de base anular

Positiva

Positiva

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CONTEXTO

VASIJA Y NÚMERO

DESCRIPCIÓN

DE MUESTRA

DE LA VASIJA

PRESENCIA DE THEOBROMINA

DE CAFEÍNA

PRESENCIA

16.

Tumba Margarita, cámara 2

Vasija 9, 1/6/215-1 Muestra de residuos: 2001M-254

Cilindro trípode

Negativa

Negativa

17.

Ofrenda 93-16, afuera de la tumba Margarita

Vasija 2, 1/6/206-2 Muestra de residuos: 2004M058

Cuenco abierto grande con soportes mamiformes

Positiva

Negativa

18.

Tumba Sub-Jaguar

Vasija 1, 1/7/290-16 Muestra de residuos: 1993M193

Cilindro pequeño

Positiva

Positiva

19.

Tumba Sub-Jaguar

Vasija 2, 1/7/290-19 Muestra de residuos: 1992M111

Cilindro pequeño con tapadera

Negativa

Negativa

20.

Tumba Sub-Jaguar

Vasija 3, 1/7/290-99 Muestra de residuos: 1998M104

Cilindro pequeño

Positiva

Positiva

21.

Tumba Sub-Jaguar

Vasija 4, 1/7/290-15 Muestra de residuos: 1993M198

Cilindro trípode

Negativa

Negativa

22.

Tumba Sub-Jaguar

Vasija 6, 1/7/290-9 Muestra de residuos: 1992M109

Cilindro trípode pequeño con tapadera

Negativa

Negativa

23.

Tumba Sub-Jaguar

Vasija 13, 1/7/290-11 Muestra de residuos: 1992M105

Vasija escondite grande

Positiva

Positiva

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CONTEXTO

VASIJA Y NÚMERO

DESCRIPCIÓN

DE MUESTRA

DE LA VASIJA

PRESENCIA DE THEOBROMINA

DE CAFEÍNA

PRESENCIA

24.

Tumba Sub-Jaguar

Vasija 16, 1/7/290-21 Muestra de residuos: 1993M200

Cilindro trípode grande

Negativa

Negativa

25.

Tumba Sub-Jaguar

Vasija 17, 1/7/290-23 Muestra de residuos: 2001M323

Plato

Positiva

Positiva

26.

Tumba Sub-Jaguar

Vasija 20, 1/7/290-29 Muestra de residuos: 1993M188

Plato

Negativa

Negativa

27.

Tumba Sub-Jaguar

Vasija 21, 1/7/400-7 Muestra de residuos: 1994M088

Cuenco de base anular

Negativa

Negativa

28.

Tumba Sub-Jaguar

Vasija 23, 1/7/290-12 Muestra de residuos: 1992M084

Cuenco de base anular

Negativa

Negativa

29.

Tumba Sub-Jaguar

Vasija 28, 1/7/290-29 Muestra de residuos: 1992M100

Plato debajo de un cilindro trípode

Negativa

Negativa

30.

Ofrenda de Sub-Jaguar

Vasija 1, 1/7/402-1 Muestra de residuos: 1997M200

Cilindro

Negativa

Negativa

31.

Entierro 92-3

Vasija 2, 1/5/15-3 Muestra de residuos: 1993-129

Cuenco de base anular

Positiva

Positiva

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Figura 3. Vasija 1 de la tumba Hunal. Una vasija efigie con forma de venado importada a Copán de las tierras altas de Guatemala. Período Clásico Temprano, Copán, Honduras. Excavado por el Programa de Investigación de la Acrópolis Temprana del Museo de la Universidad de Pennsylvania. Colección del Instituto Hondureño de Antropología e Historia. Fotografía de Cameron L. McNeil.

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Figura 4a. Vasijas de cacao de la tumba Margarita. Período Clásico Temprano, Copán, Honduras. El cuenco naranja fino de base anular (vasija 18, 1/6/481-1) en la esquina inferior derecha se encontró en la cámara 1. Las otras tres vasijas vienen de la cámara 2. El pequeño cuenco de base anular (vasija 8, 1/6/215-2) en la izquierda inferior contenía las espinas de diminutos pescados.

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Figura 4b. Vasija 1 (1/6/208) con tapadera. Este vaso estucado trípode fue importado de Teotihuacán. Excavado por el Programa de Investigación de la Acrópolis Temprana del Museo de la Universidad de Pennsylvania. Colección del Instituto Hondureño de Antropología e Historia. Fotografías de Cameron L. McNeil.

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Figura 5. Vasija de la ofrenda 93-16, que contenía cacao (posiblemente Theobroma bicolor) y huesos de pavo. Período Clásico Temprano, Copán, Honduras. Excavado por el Programa de Investigación de la Acrópolis Temprana del Museo de la Universidad de Pennsylvania. Colección del Instituto Hondureño de Antropología e Historia. Fotografía de Cameron L. McNeil.

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Figura 6. Vasijas de la tumba Sub Jaguar, que contenían cacao. Período Clásico Temprano, Copán, Honduras. Excavadas por el Programa de Investigación de la Acrópolis Temprana del Museo del Universidad de Pennsylvania. Colección del Instituto Hondureño de Antropología e Historia. Fotografía de Cameron L. McNeil.

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Alimentos que contenían cacao en Copán Los análisis de residuos de vasijas en Copán revelaron la importancia del cacao como ofrenda ritual. Cada tumba o cache de la cual los residuos de los contenedores cerámicos fueron analizados contenía al menos una vasija con cacao. Es evidente que el cacao fue ofrendado en estos contextos en diferentes estados, incluyendo las semillas sin procesar, el pinol en polvo sin preparar, las bebidas frescas (hechas quizá con la pulpa o las semillas) y las salsas sobre carne de diversos animales, como pescado y pavo. Algunos estudiosos han asociado de manera contundente la forma de la vasija cilíndrica con bebidas de cacao, debido a las escenas cortesanas en vasos antiguos mayas que muestran vasijas con esa forma con una sustancia espumosa que sale por sus bordes.83 Dos pequeños vasos cilíndricos y dos vasijas trípodes cilíndricas (una forma que con frecuencia se ha asociado a Teotihuacán) de los contextos del PIAT dieron positivo para cacao (figs. 4 y 6), sin embargo, diez vasos cilíndricos dieron negativo (véase tabla 1). Esto podría deberse a procesos tafonómicos o bien a que las vasijas que dieron negativo quizás se utilizaron para otros tipos de bebidas. La traducción de la secuencia primaria estándar en las vasijas del Período Clásico ha confirmado que dichos vasos también contuvieron atoles de maíz e inclusive de camotes.84 El vino de palma también podría haber sido otra ofrenda para los muertos. En el pueblo moderno de Copán Ruinas, Honduras, un vino hecho de la palma Acrocomia aculeata Jacq. (coyol) era bebido de manera común hasta hace veinte años. Las excavaciones arqueológicas y el análisis ecológico muestran la importancia de este árbol para los habitantes prehispánicos del área.85 La vasija tipo cilindro trípode más fina (vasija 1) que fue recuperada de la plataforma para ofrendas superior (recámara 2) de la tumba Margarita retuvo su tapadera y conservó dentro de sí el residuo de 83. Dorie Reents-Budet, pp. 50-52, fig. 2.20 y p. 74, fig. 3.2. 84. Dimitri Beliaev, Albert Davletshin y Alexander Tokovinine, “Sweet Cacao and Sour Atole: Mixed Drinks on Classic Maya Ceramic Vases”, pp. 263-265. 85. David L. Lentz, “Maya Diets of the Rich and Poor: Paleoethnobotanical Evidence from Copán”; Cameron L. McNeil, David A. Burney y Lida P. Burney, “Evidence Disputing Deforestation as the Cause for the Collapse of the Ancient Maya Polity of Copan, Honduras”.

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una bebida de cacao desecada. Se trata de una capa de tres milímetros de grosor (fig. 4b). Es probable que originalmente fuera una mezcla espumosa. Esta vasija de fina línea pintada porta una imagen al frente que algunos académicos han sugerido representa a K’inich Yax K’uk’ Mo’, con las anteojeras de Tláloc, mirando hacia afuera desde su estructura funeraria, Hunal.86 El análisis de la pasta de esta vasija determinó que fue importada desde Teotihuacán,87 pero los académicos piensan que fue terminada de pintar en Copán. Taube asegura que en la vasija se representa el “lugar de descanso y ardiente resurrección del fundador”, a causa de la tapa de la vasija, que se muestra ardiendo (fig. 4b).88 Un detalle interesante es que los residuos de dicha vasija contenían una cantidad substancial de material quemado, que debió haber caído dentro de la misma durante algún ritual. Mientras que la vasija descrita previamente representa el contenedor de cacao por excelencia del Período Clásico, otras cerámicas de las tumbas desafían los estereotipos. Una vasija efigie de venado, con una cuchara de concha dentro, fue descubierta en el extremo sur de la tumba Hunal, descansando justo encima de la losa de entierro. La cuchara, que se encontraba incrustada con residuo, fue tallada en forma de mano en una concha de spondylus (fig. 7). La mezcla de cacao y cinabrio dentro de la vasija manchó la palma de la concha de un color chocolate café rojizo. Los análisis demostraron que esta vasija había sido importada desde las tierras altas de Guatemala;89 además de que su forma es muy similar a la de una vasija recuperada de la tumba A-III, en el sitio maya de Kaminaljuyú.90 La cuchara de concha también podría haberse usado como una pieza de joyería, ya que tiene agujeros para pasar una cuerda o cordel. Si su propósito fue en realidad servir el contenido de la vasija, entonces es probable que este material se haya encontrado en forma de polvo, ya que la cucha86. William L. Fash, Scribes, Warriors and Kings: The City of Copán and the Ancient Maya; Karl Taube, “Structure 10L-16 and Its Early Classic Antecedents: Fire and the Evocation and Resurrection of K’inch Yax K’uk’ Mo’”; Karl Taube, “The Symbolism of Jade in Classic Maya Religion”. 87. Dorie Reents-Budet et al., “Early Classic Ceramic Offerings at Copan: A Comparison of the Hunal, Margarita, and Sub-Jaguar Tombs”. 88. Karl Taube, pp. 278-279. 89. Dorie Reents-Budet et al. 90. Alfred V. Kidder, Jesse D. Jennings y Edwin M. Shook, Excavations at Kaminaljuyú, Guatemala, fig. 207c.

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Figura 7. Mano hecha de concha que se encontró incrustada entre residuos en el centro de la vasija 1 de la tumba Hunal. Su palma estaba manchada de un color café chocolate rojizo producto de una mezcla de cinabrio y cacao encontrado en la vasija. Período Clásico Temprano, Copán, Honduras. Excavado por el Programa de Investigación de la Acrópolis Temprana del Museo de la Universidad de Pennsylvania. Colección del Instituto Hondureño de Antropología e Historia. Fotografía de Cameron L. McNeil.

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ra es poco profunda y delicada, y por lo tanto poco útil para servir líquidos o poco práctica para servir semillas. Es posible que originalmente la vasija haya contenido una provisión de pinole en polvo, mezcla que con frecuencia es hecha de maíz y T. cacao o T. bicolor, que puede ser mezclada con agua para producir un atole. Los pinoles preparados aún son vendidos comúnmente en los mercados de Mesoamérica.91 Varias especias se le pueden agregar a la harina de pinole para darle un sabor adicional. La “vasija venado” podría haber tenido una tapa orgánica, desaparecida desde hace mucho, que protegía su contenido cuando fue colocada por primera vez en la sepultura del señor. La evidencia de las tumbas reales desestima las hipótesis que afirmaban que los mesoamericanos precolombinos no usaron el cacao en salsas.92 Dos vasijas de las 11 que dieron positivo para el análisis de teobromina contenían restos animales. En la recámara 2 se encontró un cuenco de base anular (vasija 8, 1/6/215-2) con los restos de los huesos de pescados pequeños (fig. 4a). La idea de un pescado cubierto con una salsa de chocolate podría parecer poco apetecible, pero hoy día las personas encuentran apetitoso el tocino cubierto con chocolate, y es probable que se trate de una situación similar. Dado que la huella química es la misma tanto para la pulpa como para las semillas, siempre es posible que el pescado haya estado cubierto con una salsa frutal hecha de la pulpa. Una segunda vasija con huesos animales, en este caso conteniendo restos de pavo (Meleagris gallopavo), fue encontrada en la ofrenda 93-16, el cache de piedras alineadas colocado justo afuera de la tumba Margarita (fig. 5).93 Esta gran vasija (vasija 2, 1/6/206-2) con soportes mamiformes tenía una segunda vasija invertida sobre ella a manera de tapadera. Los análisis de residuos alrededor de los huesos de pavo reportaron que contenía teobromina, pero no cafeína, por lo que bien podría tratarse de una salsa de T. bicolor y no de T. cacao.94 La vasija podría contener los restos más tempranos de lo que quizá fue una especie de mole, con

91. Cameron L. McNeil, “Traditional Cacao Use in Modern Mesoamerica”. 92. Cameron L. McNeil (coord.). 93. Karla L. Davis-Salazar y Ellen E. Bell, “Una comparación de los depósitos funerarios de dos mujeres élites en la acrópolis de Copán, Honduras”. 94. Cameron L. McNeil (coord.).

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las semillas de cacao o pataxte molido como parte de sus ingredientes.95 El T. bicolor tiene semillas de color beige con un sabor similar al de las almendras. Es probable que estas semillas hayan sido usadas con frecuencia en salsas durante el período precolombino, en la forma en que hoy se utilizan los cacahuates y las almendras. Una vasija naranja fino, de base anular, importada de Teotihuacán (vasija 18, 1/6/481-1) fue encontrada en la cámara 1 de la tumba Margarita,96 y dio positivo para teobromina pero negativo para cafeína (fig. 4a).97 La tumba Sub-Jaguar contenía cuatro vasijas con la firma química del T. cacao (fig. 6), dos de las cuales eran cilíndricas; otra era una gran vasija escondite y la cuarta, un plato para tamales. Las ilustraciones en antiguas vasijas mayas, en ocasiones muestran tamales con salsas de color café encima, o un punto que indicaba que contenían un relleno.98 Es probable que dichas salsas tuvieran como uno de sus ingredientes el cacao, o quizás había salsas que bañaban tamales que en su interior tuvieran cacao, de manera similar a como se consumen en la actualidad en Mesoamérica, en donde se utiliza pollo o pavo (fig. 8).99

Alimentos rituales elaborados con cacao La comida para contextos rituales con frecuencia era preparada con diferentes premisas que las de los alimentos destinados para el consumo doméstico. Para empezar, muchas de las vasijas utilizadas en los contextos rituales eran importadas desde grandes distancias,100 y por lo mismo se trataba de piezas valiosas. La comida que se colocaba en ellas también era preparada con un esmero y cuidado particular, y con toda 95. El gran cuenco con pavo recuerda a la sopa maya tradicional kak’ik, que aún se consume en la región k’ekchi’ de Guatemala, pero que por lo general no contiene T. cacao o T. bicolor. 96. Dorie Reents-Budet et al., “Early Classic Ceramic Offerings at Copan: A Comparison of the Hunal, Margarita, and Sub-Jaguar Tombs”. 97. Cameron L. McNeil (coord.). 98. Dorie Reents-Budet, Painting the Maya Universe: Royal Ceramics of the Classic Period, pp. 51-53, fig. 2.20 y p. 74, fig. 3.2. 99. Cameron L. McNeil (coord.). 100. Dorie Reents-Budet et al., “Early Classic Ceramic Offerings at Copan: A Comparison of the Hunal, Margarita, and Sub-Jaguar Tombs”.

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Figura 8. Los platos para tamales representados en las superficies pintadas de vasos mayas, en algunas ocasiones muestran tamales con salsas sobre ellos. Dibujado a partir de Dorie Reents-Budet, Reents-Budet, Painting the Maya Universe: Royal Ceramics of the Classic Period, pp. 51-53.

seguridad siguiendo un protocolo estricto y una serie de normas y reglas sobre quién podía prepararlas y qué ingredientes debían utilizarse.101 Las normas en relación con la producción ritual de alimentos impregnaba a quienes los preparaban con una sensación de estar creando un platillo que trascendería a los comestibles comunes, aunque buena parte de su contenido fuera el mismo que se consumía en la dieta ordinaria. En el caso de todas las comidas que contenían cacao encontradas en la Acrópolis de Copán, vale la pena destacar que tenían una cantidad de hematita y/o cinabrio. Algunos de estos minerales podrían haber llegado a las vasijas a partir de procesos deposicionales, mientras que otros pudieron entrar en ellas cuando dichos minerales fueron esparcidos a través de las tumbas sobre ofrendas y cuerpos. En algunos casos, como el de la vasija con pavo y teobromina ubicada en la ofrenda 93-16, es probable que los minerales hayan sido combinados directamente en los residuos de la vasija (fig. 5). La presencia de minerales en las vasijas da cuenta de que los mayas concibieron las ofrendas para los difuntos como algo separado de los alimentos consumidos por los vivos, ya que estás adiciones arenosas no habrían sido atractivas o apetitosas para estos. 101. Cameron L. McNeil, David A. Burney y Lida P. Burney, “Evidence disputing deforestation as the cause for the collapse of the ancient Maya polity of Copan, Honduras”.

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La revisita o reentrada a los espacios rituales, así como la colocación de nuevas ofrendas de alimentos no necesariamente implicaba remover o quitar las anteriores. En el caso de la recámara 2, tres vasijas fueron colocadas juntas, seguramente debido a que las vasijas más antiguas fueron empujadas hacia los costados en la medida en que las nuevas ofrendas alimenticias fueron introducidas. Uno de los tres cuencos que fueron colocados juntos fue la vasija 8, que contenía pequeños huesos articulados de pescado y cacao. No obstante, en al menos un caso, la comida y otras ofrendas fueron destruidas por efectos del fuego. Todos los contenidos de la ofrenda 93-16 fueron quemados y muchos de ellos carbonizados antes de que el cache fuera sellado, tal vez para asegurar que el humo o la “esencia” de las ofrendas alcanzara a las deidades a quienes iban dirigidas. Esta práctica permanece vigente entre algunos grupos mayas actuales.102

Cacao, religión y significado A diferencia de otros sitios mayas del Clásico Temprano, de Copán no se conocen vasijas con inscripciones relativas al cacao de este período, y las vasijas del Clásico Tardío con dichas inscripciones no son comunes. Sin embargo, para el Clásico Tardío, la iconografía relacionada con el cacao en forma de mazorcas y árboles se encuentra en templos, saklaktunes de piedra (grandes incensarios) y vasijas-escondite de barro.103 El cacao como un axis mundi En el arte maya, los árboles se usan para hacer referencia a los linajes reales y a los ancestros.104 Los “árboles mundo”, que son aquellos cuyas raíces crecen hasta el inframundo y cuyas ramas alcanzan hasta los cielos, a fin de unir diferentes niveles del mundo, por lo general son re102. Edward F. Fischer y Carol Hendrickson, Tecpán Guatemala: A Modern Maya Town in Global and Local Context. 103. Cameron L. McNeil, Maya Interactions with the Natural World: Landscape Transformation and Ritual Plant Use at Copan, Honduras; Cameron L. McNeil (coord.). 104. Linda Schele y Peter Mathews.

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presentados en Copán como ceibas, árboles de cacao o plantas de maíz.105 Los árboles mundo pueden actuar como sacbes (caminos blancos) para llevar a los muertos al renacimiento.106 La iconografía copaneca combina en algunas ocasiones las características de las tres especies que se mencionaron antes. Vasijas de escondite sencillas portando las espinas de la ceiba o mazorcas de cacao (fig. 9), o ambas, se encuentran en el sitio, y cuando menos una escultura combina la iconografía tanto del maíz como del cacao (comentada más abajo). Los árboles mundo son representados con frecuencia en la iconografía maya por una cruz, que también recuerda al axis mundi, o eje del mundo. Este significante para los árboles puede haberse originado de la tendencia natural de la ceiba (Ceiba pentandra L.) a producir sus grandes ramas en esa forma. Una tapa de incensario de Copán, que forma una cruz en su sección superior se encuentra vinculada a una base repleta de mazorcas de cacao (fig. 10). Los árboles también se pueden representar simbólicamente con figuras de acróbatas (las plantas de maíz pueden incluirse en la categoría de “árboles”).107 Se localizó afuera de la tumba del gobernante 12 una tapa de incensario en forma de acróbata que representa un árbol de cacao y lleva una pocha cortada por la mitad en la cabeza (fig. 11). Más impresionantes aún son tres secciones de grandes saklatunes con forma de cocodrilo boca abajo con mazorcas de cacao creciendo en sus costados y colas que podrían representar los brotes de jóvenes plantas de maíz (fig. 12).108 Vínculos entre el cacao y el maíz El cacao y el maíz en Copán se encuentran vinculados tanto en la arquitectura monumental como en los saklaktunes. El gran templo 22 tiene representaciones muy finas del gobernante 13, Waxaklajuun Ubaah K’awiil, quien representado como joven dios del maíz también tiene mosaicos de mazorcas de cacao abiertas en el exterior (fig. 13).109 Algunas veces los mayas también colocaban el glifo Pax en la base de 105. Cameron L. McNeil (coord.). Para los mayas y poblaciones de otras culturas mesoamericanas, el maíz (una gramínea) también se encuentra comúnmente representado como uno de los “árboles mundo”. 106. Linda Schele y Peter Mathews. 107. Karl Taube, “The Symbolism of Jade in Classic Maya Religion”. 108. Cameron L. McNeil (coord.). 109. Ídem.

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Figura 9. Depósito (o incensario) cerámico con la forma de un árbol de cacao con mazorcas decorando sus lados y la parte central de su tapadera. La parte de arriba de la misma está cubierta por un hongo. Excavado por el Proyecto Arqueológico Río Amarillo, Copan. Colección del Instituto Hondureño de Antropología e Historia. Fotografía de Cameron L. McNeil.

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Figura 10. Incensario de piedra con una forma que evoca un cuerpo femenino. La parte de arriba termina en una cruz, que indica un árbol mundo o axis mundi; a. vista frontal de la tapadera. b. vista lateral. Período Clásico Tardío, Copán, Honduras. Colección del Instituto Hondureño de Antropología e Historia. Fotografía y dibujo de Edgar Zelaya.

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Figura 11. Tapadera de incensario de una figura del dios descendente con mazorcas de cacao en su cabeza. Esta figura se encontró en la cámara de la tumba del 12º gobernante de Copán, K’ahk Uti’ Witz’ K’awiil, quebrada intencionalmente junto con otras tapaderas de incensarios dañadas que representaban a cada uno de los primeros once gobernantes de la ciudad (William L. Fash, Scribes, Warriors and Kings: The City of Copán and the Ancient Maya, pp. 106-112). Proyecto Mosaicos de Copán de la Universidad de Harvard, Proyecto Arqueológico Acrópolis de Copán, dirigido por William L. Fash. Colección del Instituto Hondureño de Antropología e Historia. Fotografía de Reynold C. Kerr.

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Figura 12. Vistas frontal y lateral de dos secciones separadas del incensario de piedra con forma de cocodrilos. Los restos de al menos tres incensarios como estos se han encontrado en Copán. Caimanes con la forma de árboles de cacao. Colección del Instituto Hondureño de Antropología e Historia. Fotografía de Edgardo Sanabria.

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Figura 13a. Corte longitudinal de una sección de una mazorca de cacao.

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Figura 13b. Escultura de un mosaico de piedra que se asemeja a una mazorca de cacao abierta, en el templo 22, Copán. Colección del Instituto Hondureño de Antropología e Historia. Fotografías de Cameron L. McNeil.

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esculturas, fachadas esculpidas o en imágenes pintadas para indicar que esa figura representaba un árbol (fig. 14). Una tapadera de saklaktun encontrada en Copán muestra la figura de un acróbata con mazorcas de cacao surgiendo de sus lados. En su espalda lleva el glifo Pax, y por lo tanto, sin lugar a dudas, se le identifica como un árbol. Aunque hoy día la escultura no tiene cabeza, Simon Martin ha argumentado de manera muy convincente que representa al dios del maíz.110 Ciertos mitos mesoamericanos relatan que toda la fruta surge del cuerpo del dios del maíz, y Simon Martin propone que en el inframundo el cacao sería la primera fruta en nacer de esta deidad.111 Asociaciones con el inframundo y los ancestros En el arte del Período Clásico, los mayas asociaron el cacao con el inframundo, y por extensión con las cuevas y con el renacer de los ancestros. Como destaqué anteriormente, Kufer y Heinrich también han identificado en los rituales mayas modernos asociaciones entre el inframundo y el cacao, e incluso han propuesto que dicha conexión se debe a la preferencia del cacao por crecer en áreas sombreadas.112 Un incensario cerámico encontrado en Copán representa al dios jaguar del inframundo renacido como un árbol de cacao, lo que refuerza esta suposición (fig. 15). Para los mayas los árboles no solo serían importantes fuentes de recursos alimenticios, sino también ancestros renacidos representados como varios árboles o plantas de maíz.113 En Copán existen elaboradas versiones de las vasijas cerámicas que representan árboles de cacao, mismas que en ocasiones tienen rostros humanos que flotan en sus superficies, quizá en representación de los rostros de los ancestros (fig. 15). Algunas de las más famosas representaciones de ancestros renacidos como árboles se pueden encontrar en el sitio de Palenque, en 110. Simon Martin, “Cacao in Ancient Maya Religion: First Fruit from the Maize Tree and Other Tales from the Underworld”. 111. Ídem. 112. Johanna Kufer y Michael Heinrich, “Food for the Rain Gods: Cacao in Ch’orti’ Ritual”, pp. 402-403. 113. Robert S. Carlsen y Martin Prechtel, “Flowering of the Dead: An Interpretation of Highland Maya Culture”; Simon Martin; Cameron L. McNeil, Maya Interactions with the Natural World: Landscape Transformation and Ritual Plant Use at Copan, Honduras y Cameron L. McNeil (coord.); Linda Schele y Peter Mathews.

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Figura 14. Tapa de incensario de piedra con la forma de un dios descendente con mazorcas que crecen de su cuerpo. El glifo Pax en su espalda lo designa como un “árbol”. Colección del Instituto Hondureño de Antropología e Historia. Dibujo de Edgar Zelaya.

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Figura 15. Vasijas escondite con adornos de mazorcas de cacao alrededor de sus bordes. Vasija rectangular con una cara modelada (izquierda) encontrada en un escondite debajo del piso de la estructura 10L-41A. Fue excavada por el Middle American Research Institute, de la Universidad de Tulane, bajo la dirección de E. Wyllys Andrews V. Una vasija cilíndrica con tapadera con una cara modelada, enmarcada por formas que podrían representar conchas de spondylus (en medio). Una rama de un árbol de cacao se extiende sobre la cara. No había información disponible en relación al contexto de la vasija. Una vasija redonda con la forma del dios jaguar del Inframundo, o un ancestro en su atuendo (derecha). Esta vasija se recuperó en la década de 1930 durante las excavaciones de la Institución Carnegie de Washington. Período Clásico Tardío, Copán, Honduras. Colección del Instituto Hondureño de Antropología e Historia. Fotografías de Cameron L. McNeil.

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México, en esculturas que fueron talladas alrededor del siglo vii. En la tumba situada debajo del templo de las Inscripciones se encuentra un sarcófago que resguardaba los restos del rey Pakal el Grande, quien aparece representado en la tapa del mismo en un cuenco solar, renacido de las fauces de una cabeza esquelética que semeja la entrada al inframundo.114 Un árbol crece sobre su cuerpo, aludiendo a las riquezas de Pakal y su reinado.115 Los ancestros de Pakal están tallados en piedra sobre las paredes de su gran sarcófago, cada uno renacido de la tierra como una especie diferente de árbol. Su madre, la señora Sak K’uk’, aparece dos veces en el sarcófago, nacida de nuevo como un árbol de cacao (fig. 16).116 En los últimos cien años, el concepto de que las personas pueden renacer a través de un árbol o de una planta ha sido documentado en comunidades mayas modernas.117 Hoy día, en el baluarte maya tz’utujiil de Santiago Atitlán, se planta un árbol en cada tumba para “representar el renacimiento del individuo a la nueva vida”.118 Oakes escribió sobre una práctica similar efectuada durante la década de 1950 en Todos Santos Cuchumatán, en Guatemala. En ella se sembraban plantas de maíz encima de los nuevos entierros.119 Keith Prufer encontró la que podría ser evidencia de una práctica similar en la cueva Bats’ub, en Belice, en un entierro fechado para el siglo iv o v.120 El cuerpo decapitado de un hombre (que Prufer y Hurst proponen podría tratarse de un chamán) se encontró con un cuenco invertido colocado sobre su pelvis. Debajo del cuenco había preservadas cinco semillas de cacao.121 Es inusual recuperar semillas no carbonizadas en sitios arqueológicos dentro del área maya, pero no es algo que no haya ocurrido antes. El cuenco invertido con segu114. David Stuart y George Stuart, Palenque: Eternal City of the Maya, p. 175. 115. Ibíd., p. 176. 116. Linda Schele y Peter Mathews, p. 121. 117. Allen J. Christenson, Art and Society in a Highland Maya Community: The Altarpiece of Santiago Atitlán; Robert S. Carlsen y Martin Prechtel, “Flowering of the Dead: An Interpretation of Highland Maya Culture”; Maud Oakes, Beyond the Windy Place: Life in the Guatemalan Highlands. 118. Robert S. Carlsen y Martin Prechtel, “Flowering of the Dead: An Interpretation of Highland Maya Culture”; Allen J. Christenson, fig. 6.37. 119. Maud Oakes, Beyond the Windy Place: Life in the Guatemalan Highlands, p. 212. 120. Keith M. Prufer y W. Jeffrey Hurst, “Chocolate in the Underworld Space of Death: Cacao Seeds from an Early Classic Mortuary Cave”, pp. 273. 121. Ibíd., pp. 273, 276-278.

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Figura 16. La señora Sak K’uk’, quien gobernó Palenque cuando su hijo Pakal era menor de edad, se encuentra representada en las paredes de su sarcófago, renacida en la forma de un árbol de cacao. Dibujo de Eliud Guerra a partir de Linda Schele y Peter Mathews, The Code of Kings, p. 121.

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ridad fue pensado para simbolizar la colocación de las semillas debajo del suelo (o quizás en el inframundo). El número cinco podría estar asociado en particular con el cacao, ya que secciones transversales de sus mazorcas por lo general revelan arreglos de cinco semillas.122 Además, las ofrendas rituales con frecuencia se colocaban en patrones de cinco en quincunx. En esta disposición, los objetos son distribuidos en un cuadrado que representa las cuatro esquinas del mundo, con un quinto objeto que se coloca en el centro, el cual representa el axis mundi, que une el inframundo, el mundo de los vivos y los cielos. Las semillas en la zona pélvica del difunto seguramente estaban ahí para ayudarle en su renacer. Las mujeres y el cacao Entre los mayas el cacao aparentemente está más asociado con lo femenino que con lo masculino,123 pero en el arte y religión mayas esto no limita sus apariciones solo a esculturas de mujeres y figurillas femeninas.124 Las actividades, características y objetos asociados con féminas en muchos casos fueron ejercidas por hombres, quienes se apropiaban de las esencias femeninas en las prácticas rituales, incluyendo la perforación de sus penes para ofrecer sangre a las divinidades, práctica que de algún modo recuerda a la menstruación.125 Un ejemplo prominente de esta tradición es la representación del decimotercer gobernante de Copán, Waxaklajuun Ubaah K’awiil, usando un vestido en la estela H. Así, aunque visualmente a las mujeres se les niega una presencia en la escultura monumental en piedra de Copán, a lo femenino, no. El incensario de piedra comentado antes (fig. 10), que se encuentra coronado por una cruz, toma una forma de mujer con dos grandes mazorcas de cacao en lugar de pechos. Tiene una mazorca aún más grande en el lugar del estómago, como si se encontrara distendido por el embarazo, y porta una falda pesadamente recargada con mazorcas más pequeñas. Este incensario esculpido se nutre de las ideas acerca de la fertilidad fe122. Timothy W. Pugh, “Cacao, Gender, and the Northern Lacandon God House”, p. 372. 123. Cameron L. McNeil, “Traditional Cacao Use in Modern Mesoamerica”. 124. Cameron L. McNeil (coord.). 125. Timothy W. Pugh; Andrea J. Stone, “Sacrifice and Sexuality: Some Structural Relationships in Classic Maya Art”.

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menina, sin ser en realidad la representación de una mujer. Podría ser que muestre la importancia del cacao como fuente de riqueza para las élites del valle. Resulta muy interesante que este saklaktun quizá date del reinado del decimosexto gobernante de Copán, Yax Pasaj Chan Yopaat, cuya madre era de Palenque,126 el lugar donde la señora Sak K’uk’ fue representada renacida como un árbol de cacao. Los vínculos entre las mujeres y el cacao también se encuentran en la costa del Pacífico de Guatemala (figs. 17a y 17b). A lo largo de ella se encuentran figurillas, con mayor frecuencia femeninas, a las que mazorcas de cacao les crecen de sus cuerpos (fig. 17a). Este ejemplo también lleva una jarra para agua sobre su cabeza, que recuerda las imágenes de la diosa Chac Chel en el Códice de Dresde.127 En la figura 17b se observa una tapa de incensario en forma de mujer o diosa, cuyo cuerpo está cubierto por semillas de cacao de tamaño real, y que además sostiene frente a ella una vasija cuyo contenido son dos mazorcas de cacao. El sacrificio y el cacao Las asociaciones entre la sangre, el sacrificio y el cacao son más obvias en el registro arqueológico en áreas más allá de las tierras bajas mayas,128 particularmente entre los mexicas, quienes producían un brebaje ritual al mezclar cacao molido con el agua que usaban para limpiar los cuchillos que serían usados durante los sacrificios humanos.129 Aun las mezclas de cacao más simples podían nutrirse del simbolismo de la sangre cuando se les teñía con el rojo del achiote (Bixa orellana L.).130 La iconografía en Mesoamérica también asocia al cacao con la sangre. En algunas ocasiones mazorcas sangrantes de cacao fueron dibujadas tanto encima como dentro de templos en los códices mixtecos (fig. 18).131 En el sitio arqueológico de Santa Lucía Cotzumalguapa, en 126. Simon Martin y Nikolai Grube. 127. Cameron L. McNeil, David A. Burney y Lida P. Burney. 128. Cameron L. McNeil, “Introduction: The Biology, Antiquity, and Modern Uses of the Chocolate Tree”; Laura Caso Barrera y Mario Aliphat, “Cacao, vanilla and annatto”. 129. Sophie D. Coe y Michael D. Coe, p. 104. 130. Pedro de Alvarado, An Account of the Conquest of Guatemala in 1524; Fernández de Oviedo, Historia general. 131. Mary Elizabeth Smith, Picture Writing from Ancient Southern Mexico, p. 236.

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Figura 17a. Figurilla con la forma de una mujer con mazorcas de cacao creciendo de su cuerpo. Período Clásico Tardío, costa del Pacífico, Guatemala. Colección del Museo Popol Vuh, Universidad Francisco Marroquín, Ciudad de Guatemala.

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Figura 17b. Tapadera de incensario. Una figura femenina decorada con semillas de cacao de tamaño real sostiene un contenedor con dos mazorcas de cacao adentro. Período Clásico, costa del Pacífico, Guatemala. Colección del Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Ciudad de Guatemala. Dibujos de Eliud Guerra.

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la costa del Pacífico de Guatemala, una estela muestra una mazorca de cacao como metonimia de un corazón humano sacrificado (fig. 19). Thompson propuso que los corazones y las mazorcas de cacao se encontraban vinculados porque ambos eran “los depósitos de líquidos preciosos –sangre y cacao–”.132 Un silbato cerámico del Período Clásico que fue recuperado de la costa del Pacífico tiene la forma de un hombre con sus manos atadas en la espalda. Este individuo lleva un collar del que cuelgan dos mazorcas de cacao, lo cual hace que las figuras asemejen a otras de monos con mazorcas de cacao que cuelgan de sus cuellos (fig. 1).133 En el siglo xvi, un reporte redactado por García de Palacio da cuenta de que los pipiles colocaban cuerdas con semillas de cacao alrededor de los cuellos de los hombres destinados a ser sacrificados.134 El cacao y el sacrificio también están ligados en Copán: en el patio oeste, dos criaturas simiescas, antropomorfas, aparecen en lo que se ha llamado “la tribuna”,135 aunque esto podría ser una denominación errónea si tomamos en cuenta lo que Schele136 y Miller137 propusieron, en el sentido de que en realidad se trata de un lugar destinado para el sacrificio diseñado como un falso juego de pelota. Esta construcción del año 769 fue dedicada, durante el reinado de Yax Pasaj Chan Yopaat, al decimosexto gobernante. Ambas esculturas simiescas se han deteriorado con el tiempo; la mejor preservada de las dos, la que se encuentra a la izquierda, mantiene una guirnalda alrededor de su cuello (quizás una serpiente), con al menos una mazorca de cacao colgando de ella, aunque hay dos objetos ovoides erosionados en el collar que también podrían ser mazorcas (fig. 20). Miller sugirió que estas figuras, cuyas colas terminan en serpientes y que además muestran serpientes que emergen de sus bocas, podrían ser representaciones de “Pauahtunes, o soportes de la Tierra en el inframundo”.138 El patio oeste fue diseñado para recrear un cuerpo de agua primordial, que Schele y Freidel139 han interpretado como las tenebrosas 132. J. Eric S., Thompson, “Notes on the Use of Cacao in Middle America”, p. 100. 133. Oswaldo Chinchilla Mazariegos, p. 17. 134. Diego García de Palacio, Letter to the King of Spain [1575], p. 40. 135. Mary Ellen Miller, fig. 8. 136. Linda Schele, “The Reviewing Stand of Temple 11”. 137. Mary Ellen Miller. 138. Ibíd., p. 160. 139. Linda Schele y David Freidel, p. 323.

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Figura 18. Tres semillas de cacao descansan en el techo de un templo: la semilla de la derecha está sangrando. Imagen del Códice Bodley. Redibujado por Cameron L. McNeil a partir de Mary Elizabeth Smith, Picture Writing from Ancient Southern Mexico, p. 236.

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Figura 19. Una figura humana sacrifica una mazorca de cacao. Monumento 21, Santa Lucia Cotzumalguapa, costa del Pacífico, Guatemala. Período Clásico Tardío. Dibujo de Eliud Guerra a partir de J. Eric S. Thompson, An Archaeological Reconnaissance in the Cotzumalhaupa Region, Escuintla, Guatemala, figura 6d.

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Figura 20. Figura simiesca en “la tribuna” enfrente del templo 11, patio oeste, Copán, Honduras. Un collar está alrededor de su cuello, claramente con una mazorca de cacao que sobrevivió al deterioro y otras dos formas esculpidas que podrían representar mazorcas erosionadas. Colección del Instituto Hondureño de Antropología e Historia. Dibujo de Eliud Guerra.

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aguas del Xibalbá. Encima de “la tribuna” se aprecian caracoles gigantes, que marcan el inicio del mundo acuático. Las figuras simiescas se arrodillan hacia el espacio líquido y mantienen en alto sus sonajas, que tienen signos de Ik en el frente. Miller propone que la aparición del glifo Ik simboliza el sonido de las sonajas.140 Es imposible no ligar esta imagen con otras de monos con collares de cacao, como las anteriormente citadas (fig. 1), aunque si suponemos que la interpretación de Miller es correcta, en el contexto del patio oeste estas figuran sirven de marco y quizá acompañen el sacrificio humano, aunque ellas no representen víctimas sacrificiales. Una vez más, se encuentra el cacao asociado con el inframundo y, en este contexto, con las aguas primordiales. Debajo de “la tribuna”, en el piso de la plaza, hay tres esculturas talladas que representan el follaje de maíz, floreciendo a través del sacrificio de sangre, y por lo tanto otra vez el escenario de Copán, aunque de forma sutil en esta ocasión, relaciona al maíz con el cacao.

Conclusiones La arqueología ha revelado cantidades significativas de nueva información acerca del antiguo uso del cacao por parte de los mayas a partir de excavaciones y del desciframiento de inscripciones jeroglíficas, aunque aún existe mucho más en espera de ser descubierto. Con suerte, los directores de proyectos arqueológicos en Mesoamérica tomarán muestras cuidadosas de las vasijas que excaven para dar continuidad al proceso de determinar la variedad de alimentos consumidos por la gente en el pasado. Estudios etnográficos de los grupos mayas modernos también ayudarán a entender mejor el posible rol del cacao entre las poblaciones antiguas.141 La investigación en Paso de la Amada y San Lorenzo, en México, y en Puerto Escondido, en Honduras, ha demostrado que el cacao fue ampliamente consumido durante el Formativo Inicial y Temprano, y que está ligado a festividades y sacrificios humanos.142 En Río 140. Mary Ellen Miller, p. 160. 141. Cameron L. McNeil, “Traditional Cacao Use in Modern Mesoamerica”. 142. John S. Henderson et al., “Chemical and Archaeological Evidence for the Earliest Cacao Beverages”; Terry G. Powis et al., “Cacao Use and the San Lorenzo Ol-

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Azul y Copán, los estudios de residuos en tumbas y caches han fortalecido nuestro conocimiento sobre la antigua cocina maya, además de demostrar que el cacao fue un ingrediente importante en las ofrendas para reverenciar a los muertos. Por último, el desciframiento de las inscripciones que contienen el glifo para el cacao ha sumado información adicional acerca de los tipos de comidas que contenían cacao, y que eran preparadas por los habitantes de poblaciones mayas del Clásico, pero que aún necesitan encontrarse en residuos arqueológicos. No son pocos los mitos asociados a ciertos tipos de alimentos en época precolombina. Por lo general, algunas de las asociaciones del cacao se pueden determinar a partir del estudio de la iconografía, pero sin lugar a dudas las sutilezas del significado se pierden. Este capítulo se enfocó sobre todo en la iconografía de Copán, ya que en este sitio, al igual que en otros, el cacao estuvo asociado con árboles mundo, con el maíz, la fertilidad, el inframundo, el sacrificio y el renacimiento de las élites muertas. Para una población desprovista de otros estimulantes de amplia distribución, el cacao tuvo el poder de despertar no solo a los vivos, sino también a los muertos, que eran ayudados en su renacer a una nueva vida con ofrendas producidas con la pulpa o las semillas del cacao. Vasijas escondite del Clásico Tardío, en la forma de árboles de cacao, con los rostros de ancestros flotando en sus superficies (fig. 15), con seguridad dan cuenta de la evolución tardía de piezas como el cilindro trípode encontrado en la tumba Margarita, que muestra a K’inich Yax K’uk’ Mo’ en su templo funerario, y que además contenía cacao (fig. 4b). La riqueza iconográfica del cacao en el Clásico Tardío en Copán podría señalar su importancia creciente en la ciudad. De hecho, en la estela B, es probable que el gobernante Waxaklajuun Ubaah K’awiil tenga tallada una mazorca de cacao abierta en su diadema, como ocurre con las figuras de Chaak en las esquinas del templo 22;143 y en un saklaktun, hoy destruido, que asociaba explícitamente a Yax Pasaj Chan Yopaat con el cacao.144 mec”; del mismo autor et al., “Oldest Chocolate in the New World” y “Spouted Vessels and Cacao Use among the Preclassic Maya”. 143. Jennifer von Schwerin, comunicación personal. 144. David Stuart, comunicación personal.

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Los estudios que se realicen en el futuro en otras partes de Mesoamérica con seguridad revelarán asociaciones regionales con este importante árbol y con sus productos. El cacao era percibido como una fuente de riqueza, tanto en áreas en las que los árboles crecían bien, como en aquellas donde estaban ausentes. Para las élites de las primeras, el cacao habría sido una fuente de producción de riqueza, mientras que para los segundos poseerlo habría sido particularmente indicativo de estatus. En las tierras bajas del sur, el cacao era producido y obtenido con mayor facilidad que en las tierras altas de México, y es muy probable que inclusive la gente del común lo usara para importantes funciones rituales.

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El agrosistema cacao, vainilla y achiote en las tierras bajas mayas, siglos xvi al xxi1 Laura Caso Barrera y Mario M. Aliphat Fernández Laboratorio de Etnoecología y Regiones Indígenas del Colegio de Postgraduados, Campus Puebla

Introducción Al día de hoy, dentro de las regiones de producción e intensificación del cultivo de cacao, no se ha incluido la región localizada en la zona de los ríos de las tierras bajas mayas del sur, misma que durante los siglos xvi y xvii tuvo, además de una producción de cacao, otra significativa de achiote y vainilla. Estos tres productos, cacao (Theobroma cacao L.), achiote (Bixa Orellana L.) y vainilla (Vanilla spp.) constituyen, en conjunto, una triada cultural, en la que sobresale el primero de ellos, dado el intenso consumo de chocolate que hicieron los pueblos mesoamericanos. En este trabajo analizaremos el cultivo, intensificación, intercambio y distribución de los tres productos en las regiones que ocuparon los choles del Manché y los lacandones históricos. El Petén central, núcleo del señorío itzá, es, por sus condiciones edáficas y climáticas, una región de poca o nula productividad en lo que al cultivo de cacao se refiere. Sin embargo, dado que fue práctica común que los itzaes, durante sus reuniones de gobierno y de consejo, consumieran bebidas rituales de cacao saborizadas con achiote y vainilla, el fenómeno resulta interesante y digno de análisis, en particular 1.

Una versión previa de este trabajo se publicó en inglés en el Journal of Latin American Geography.

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si tomamos en cuenta que las élites gobernantes los consideraban elementos representativos de la consolidación de los poderes político y económico.2 Esta situación obligó a los itzaes a considerar indispensable integrar en sus esferas de control político y económico las regiones productoras de cacao, que se localizaban al sur de El Petén y que, para entonces, pertenecían a los lacandones y a los choles del Manché. Debe destacarse aquí que estas regiones tendrían que enfrentar también las acciones de conquista y control económico que emprendieron los españoles, cuando iniciaron su expansión. Las poblaciones de encomienda en la Verapaz, representan un sector de competencia por el control de la producción de cacao y achiote de choles y lacandones. La conquista hispana a finales del siglo xvii trajo aparejada la remoción forzada y violenta no solo de las poblaciones choles del Manché, sino también de las lacandonas, que finalmente llevaría a su extinción, situación que sin embargo no se tradujo en la pérdida del agrosistema de la triada del chocolate.

Las tierras bajas mayas del sur Cabe señalar que las tierras bajas mayas del sur comprenden la región de los lagos de El Petén central, Belice y las tierras ubicadas al sur, que cubren las amplias cuencas de la región del Usumacinta y sus afluentes, así como parte de los ríos Sarstún, Dulce, Motagua y Chamelecón. También es importante apuntar que esta región se ubica por debajo de la cota de los 800 metros sobre el nivel del mar, y que se caracteriza por tener un clima cálido y húmedo, así como una exuberante vegetación de bosque tropical (fig. 1).3 Los itzaes, hablantes de una variante dialectal del maya yucateco, fueron el último señorío maya independiente del dominio hispano. Se establecieron en la región de los lagos, en El Petén (Guatemala), donde dieron cuenta de una activa resistencia económica y política, que por todos los medios que tuvieron a mano procuró frenar la in2.

3.

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Figura 1.- Mapa de la región de las Tierras Bajas Mayas del Sur (TBMS). Grupos lingüísticos, hidrología y localidades mencionadas en el texto. Se incluyen las rutas de intercambio terrestre y fluvial más importantes entre los itzaes de Noh Petén con otras regiones.

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cursión hispana en su territorio. En un intento por conseguirlo, los itzaes restablecieron el antiguo sistema de intercambio que ya existía en El Petén central, y gracias a la implantación de este sistema pudieron ocupar el vacío que habían dejado los mayas chontales de Acalán, una vez que terminó el periodo de conquista por parte de los españoles. No existe duda de que el cacao, el achiote y la vainilla fueron elementos fundamentales de este sistema de intercambio, tan importantes o más como lo serían las plumas preciosas, los esclavos, las víctimas para sacrificio, la sal, el algodón o incluso las herramientas de hierro que los españoles introducían. Para obtener el control de la sal, los itzaes, con fuerza y violencia, lograron arrebatarle el control a los lacandones del sitio conocido como salinas de los Nueve Cerros, que es, incluso hoy día, la única fuente de sal de toda la región. Una vez con el control de tan importante producto, los itzaes forzaron a los choles del Manché y a los lacandones a intercambiar este indispensable recurso por cacao y achiote,4 y pudieron integrar y controlar la producción de cacao y achiote en una amplia región que abarcaba el sur de El Petén, la zona sureste de Yucatán y Belice, e incluso la región del golfo Dulce (fig. 2). Cabe hacer notar que este complejo sistema de producción e intercambio funcionó hasta 1697, año en el que finalmente los itzaes fueron conquistados por las huestes españolas al mando del capitán Martín de Ursúa y Arizmendi.5 Los lacandones históricos, hablantes de lengua chol (cholchi) o choltí,6 habitaban la región sur-suroeste de El Petén, y se caracterizaron por ser acérrimos enemigos de los itzaes. En sus orígenes, esta población vivía en el lago Miramar, en Chiapas, en un islote llamado Lacantún, y a lo largo del siglo xvi se dedicaron a asolar las poblaciones indígenas que ya habían sido conquistadas por los españoles. En 1555 los acaláes, que era un grupo vecino, mataron al fraile dominico Domingo de Vico, situación que provocó que las autoridades hispanas 4.

5. 6.

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Figura 2.-Diferentes áreas de producción de cacao en las tierras bajas mayas del sur.

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ordenaran ejecutar entradas militares, a fin de conquistar y pacificar no solo a los acaláes, sino también a los lacandones.7 Fueron varias las entradas punitivas que los españoles ejecutaron en la región lacandona, una de las cuales estuvo a cargo del capitán Juan de Morales Villavicencio, misma que se llevó a cabo en 1586. Estas incursiones obligaron a los lacandones a abandonar su ciudad y durante algún tiempo anduvieron errantes hasta que finalmente lograron fundar un nuevo asentamiento al que llamaron Sac Balam, ubicado cerca del río Lacantún. En este lugar sembraron sus milpas, huertos de cacao y achiote. A decir de Francisco Morán,8 los choles del Manché también hablaban la lengua chol (cholchi) o choltí, y se localizaban al sur y oriente de El Petén. Según este autor, fueron una población asolada por los itzaes, quienes buscaban despojarlos de su producción de cacao, achiote y vainilla (fig. 2). Cabe hacer notar que este grupo maya ha sido poco estudiado y aún menos entendido, ya que presenta características diferentes, en lo relativo a su organización social y política, en relación con las de sus vecinos lacandones e itzaes. Los choles del Manché se organizaban en pequeños asentamientos bajo el mando de uno o más caciques, y en apariencia no existía en este grupo un gobernante principal, lo cual ha llevado a ciertos autores a considerarlos como una población cuya organización social y política era “muy simple”.9 Esta imagen de los choles del Manché se fundamenta, en particular, en las crónicas que escribieron miembros de la orden dominica, en relación con el enorme esfuerzo que les implicó el intentar evangelizar y reducir a este grupo. En sus textos, los frailes dominicos describieron a los choles como flojos, inconstantes, carentes de una verdadera organización política, y aseguraban que no mostraban respeto ni obediencia a sus caciques.10 Sin embargo, un análisis profundo de las fuentes, muestra la enorme importancia que los choles del Manché tuvieron como productores es7.

Jan de Vos, La paz de Dios y del rey. La conquista de la selva lacandona (15251821), pp. 73-75. 8. Francisco Morán. 9. María Luisa Pérez González, “La organización socio-política del grupo CholManché en Guatemala en el siglo xvii. Estudio preliminar”, pp. 57-75. 10. Francisco Ximénez, Historia de la provincia de San Vicente de Chiapa y Guatemala de la Orden de Predicadores; AGI, vol. 5. Guatemala 25, fray Francisco Gallegos, Memorial que contiene las materias y progresos del Chol y Manche, presentado a su señoría don Francisco de Escobedo.

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pecializados de tres cultivos relevantes para los pueblos mesoamericanos: el cacao, el achiote y la vainilla. Si bien es cierto que los frailes dominicos por un lado se quejaron de que los choles eran flojos y pobres, debido a que cultivaban milpas pequeñas, por otro hicieron mención de su importante producción de cacao y achiote.11 La entrada en 1525 de Hernán Cortés a Las Hibueras (actual Honduras) siguió los caminos que utilizaron desde siempre los comerciantes itzaes durante sus recorridos rumbo al territorio de los choles del Manché, en específico a la ciudad de Nito, entonces centro de intercambio comercial de gran importancia, en el que incluso existían barrios poblados por gente de lugares distantes, como Acalán.12 Hernán Cortés logró llegar hasta la capital itzá, llamada Noh Petén, donde se entrevistó con Canek, su gobernante, quien lo instruyó e incluso le facilitó guías para que lo acompañaran, junto con sus huestes, y lograra llegar a la ciudad de Nito, en el golfo Dulce, por las rutas que utilizaban sus comerciantes. Canek informó a Cortés de que cerca de Nito “tenía él ciertos vasallos suyos que le servían de labrar ciertos cacaguatales, porque era aquella tierra muy buena de ellos”.13 Esto da cuenta de que los itzaes mantenían una estrecha relación con los choles del Manché, al grado que su gobernante tenía plantaciones de cacao dentro de su territorio. Es claro que también existían relaciones profundas entre itzaes, chontales de Acalán y choles del Manché (figs. 1 y 2). Por su parte, los chontales producían a gran escala cacao y eran buenos mercaderes de larga distancia que comerciaban con cacao, plumas preciosas, pieles de jaguar, esclavos y cucharas de carey, muy apreciadas para beber la espuma de chocolate.14 Durante el viaje que Cortés emprendió a Nito se topó con un comerciante chontal, lo que demuestra que los mercaderes usaban vías fluviales y terrestres, que eran controladas por los itzaes, en las que 11. AGI, Guatemala 67, 181, AGI, Guatemala 25, fray Francisco Gallegos. 12. La provincia de Acalán era chontal y se localizaba en Tabasco y sur de Campeche. En tiempos de Cortés estaba gobernada por Paxbolonacha. 13. Hernán Cortés, Cartas de relación, p. 243. 14. France Vinton Scholes y Ralph Loveland, The Maya Chontal Indians of AcalanTixchel. A Contribution to the History and Etnography of the Yucatán Peninsula, pp. 29-30.

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existían puertos, además de lugares de descanso y avío. El propio capitán hace una descripción de un puerto llamado Tenciz, en el que los mercaderes dejaban sus canoas para dirigirse hacia Noh Petén o hacia el territorio chol.15 El relato de Cortés es muy claro en señalar que no existían plantaciones de cacao en El Petén, y que solo las localizaron al sureste de dicha región, en lo que sería principalmente el territorio chol. La conquista española de Tabasco y Campeche puso punto final al control que los chontales tenían sobre su producción de cacao y de sus actividades comerciales de larga distancia, y serían los itzaes los que llenarían el vacío que dejaron los chontales, para convertirse en el centro rector de una nueva red de comercio (fig.1).16 Después de la primera crónica redactada por Cortés sobre las tierras bajas, contamos con descripciones detalladas hechas por los frailes dominicos, que entraron a esta región a partir de finales del siglo xvi, y estuvieron en ella a lo largo del siglo xvii, tiempo en el que realizaron sus labores de evangelización y procuraron reducir a las poblaciones choles.17 Fray Gabriel de Salazar redactó un informe, además de una minuciosa descripción geográfica de la zona, y en ambos documentos hizo referencia a los asentamientos de los choles del Manché y de los lacandones. Este fraile fue el primero en realizar un viaje desde el golfo Dulce (cercano a la bahía de Honduras), siguiendo hacia el norte por la costa de Belice hasta llegar a Yucatán. Luego continuó hacia el sur por Campeche y Tabasco, y de ahí pasó, vía terrestre, a Chiapas hasta llegar a la Verapaz y regresar de nuevo al golfo Dulce, para completar así un primer circuito de la zona maya (fig.1).18 Tiempo después, este fraile realizó un segundo recorrido a lo largo del territorio chol y lacandón, y describió a detalle poblaciones, cultivos de cacao y achiote, además de rutas de comercio y puntos de intercambio. En sus informes hizo referencia por primera vez a las dos rutas principales que usaban los choles para llegar a Noh Petén, capital de los itzaes. Los informes que Salazar envió a Alonso Guirao, provincial de su orden, parece que incluían un mapa, sin embargo, hasta el día de hoy este no ha podido ser localizado. 15. Hernán Cortés, pp. 245-246. 16. Grant D. Jones, Maya Resistance to Spanish Rule: Time and History on a Colonial Frontier; Laura Caso Barrera, p. 231. 17. Francisco Ximénez, vol. 5. 18. AGI, Guatemala 67.

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En la descripción que Salazar hace de las poblaciones choles del Manché, estas forman un arco, y si se toma como referencia la Verapaz, estos asentamientos se localizaban hacia el noreste e incluso llagaban hasta la costa sur de Belice y de allí, hasta el golfo Dulce. Las poblaciones choles asentadas en la costa sur de Belice eran Yaxal, Paliac, Campin y Tzoite. El pueblo de Xibun (Sibun) estaba al norte, en el río del mismo nombre, y fue el primer pueblo de habla yucateca (fig. 2).19 En el siglo xvi los pueblos de Tzoite, Campin y Mayapán fueron dados en encomienda a Hernando Sánchez de Aguilar, por lo que desde entonces quedaron bajo la jurisdicción de la provincia de Bacalar.20 Como el propio Salazar lo señala, estas poblaciones tenían grandes plantaciones de cacao y achiote: “hacia el este, que son los desagües de la costa de Bacalar, está otro pueblo grande llamado Yaxal, que es de cuatrocientos indios y de bellos cacaotales, porque caen hacia las tierras de Tzoite, donde se da mucho cacao”.21 Es importante apuntar aquí que estas poblaciones choles quedaron sujetas al dominio hispano en Bacalar, y tuvieron un estrecho contacto con las poblaciones choles que se localizaban más al sur. Incluso puede asegurarse que hombres del Manché iban a estas poblaciones a buscar mujeres y mantenían tratos comerciales continuos. Las poblaciones choles de Bacalar también regresaban al Manché, tal como sucedió en 1618, cuando el pueblo de Campin se rebeló por no querer obedecer al cura de Bacalar, por lo que toda la población huyó hacia esta región en busca de refugio (figs. 1 y 2).22 Por su parte, los choles del Manché también se asentaron en las afluentes del río Cancuén, donde se localizaban las poblaciones de San Miguel Manché, Chocahau, San Pablo Yaxha y Santo Domingo Yol. Estas poblaciones producían cacao, achiote y vainilla, y además fungían como centros de intercambio desde los cuales los comerciantes choles llevaban sus productos por vías terrestres y fluviales hasta los pueblos de encomienda de la Verapaz, como Cobán y Cahabón, y a otras poblaciones mayas, principalmente a la capital itzá. Fray Gabriel de Salazar describió también la región más occidental, en la que habitaban los lacandones, en su principal población llamada 19. AGI Guatemala 67, ff. 20v-21. 20. La provincia de Bacalar estaba conformada por el sur del actual Quintana Roo y el norte de lo que hoy es Belice. Véase Grant D. Jones, p. 83. 21. AGI, Guatemala 67, f. 20 v. 22. Ídem.

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Sac Balam. Según este fraile, los lacandones se asentaron “a la banda del río Tuhal” (río Salinas-Chixoy), mismo que se une al de la Pasión para convertirse en el Usumacinta (fig. 2). Al norte del río Tuhal, más allá de un sumidero, los lacandones tenían cacaotales y achiotales, productos que comerciaban con los chujes de San Mateo Ixtatán y con los itzaes en El Petén central. Existían dos rutas para llegar a Noh Petén, la capital itzá: una por el río Tzibistun (río Mopán), vía usada por las poblaciones de la costa sur de Belice y por los pueblos choles del Manché, que pescaban en sus canoas durante dos días, hasta que llegaban a un sitio llamado Chacchilan, donde dejaban sus embarcaciones para seguir su recorrido por tierra hasta llegar a la laguna del Petén, donde se localizaba la capital itzá.23 La otra vía era por el río de la Pasión, el cual llegaba hasta un embarcadero itzá, que a decir de Salazar estaba fortificado y se llamaba Ilibec, que quiere decir “donde se ve el camino” (fig. 1). Esta ruta era utilizada tanto por los choles del Manché como por los lacandones. Cuando en 1695 los españoles llegaron a Sac Balam, los lacandones negaron tener comunicación o tratos comerciales con los itzaes, pero pronto se percataron de que sí había entre estos pueblos relaciones de intercambio, ya que por el pueblo itzá de Saclemacal, había un camino muy transitado que servía de conducto de comunicación para los itzaes y lacandones con los choles del Manché. Por su parte, el capitán Marcelo Flores de Mogollón, señaló: “asimismo descubrí a mi parecer camino real de mucho trajín, que es por donde comercian y comunican los indios de los ríos de Los Dolores (lacandones) y los de los achiotales (choles) de donde vienen los de Cobán, Sacapulas y San Agustín (Lanquín), de donde se me huyeron para evidente prueba siete indios de San Agustín”.24 Además, existía un importante puerto de intercambio que en 1676 describió fray Francisco Gallegos como el lugar en donde se llevaba a cabo la “feria del achiote”. Se trataba del pueblo de Xocmo, ubicado a orillas del río Sacapulas,25 en el que había 40 casas y muchas canoas que servían para que los lacandones pasaran a la Verapaz y los de este lugar a tierras del Lacandón. En este sitio de intercambio se reunían los choles del Man23. AGI, Guatemala 67, f. 19 v. 24. AGI, Guatemala 151 bis, ff. 113 vol. 114. 25. En realidad se encontraban en el afluente llamado Icbolay, que se une al río Chixoy aguas abajo de las Salinas de los Nueve Cerros.

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ché y los lacandones para comerciar con cacao y achiote que iban a buscar los itzaes y gente de los pueblos de encomienda de la Verapaz, como Cobán, San Agustín Lanquín y Sacapulas.26 La ruta del río de la Pasión fue la que en 1698 utilizó el padre mercedario fray Diego de Rivas, después de que los lacandones fueron conquistados. Fray Diego de Rivas salió del pueblo de Nuestra Señora de los Dolores (originalmente llamado Sac Balam) acompañado por una escolta de doce hombres con la finalidad de encontrar el camino hacia la capital itzá, que para entonces ya había sido conquistada por el capitán Martín de Ursúa. Después de salir del pueblo de Dolores, Rivas y su grupo caminaron durante cuatro días hasta que lograron embarcarse en el río de los Dolores (río Lacantún). Navegaron dos días hasta que por fin llegaron a un lugar nombrado El Encuentro de Cristo. En este sitio se unen los ríos Lacantún y de La Pasión (fig. 1). De este lugar continuaron su navegación durante otros tres días más, hasta alcanzar un estero en el que bogaron durante otras dos jornadas, para finalmente llegar al puerto de entrada de los itzaes, lugar donde se dejaban las canoas para arribar por tierra a las orillas de la laguna de El Petén.27 La existencia de diversas rutas fluviales y terrestres que eran utilizadas principalmente por los comerciantes choles y lacandones para llegar a la capital itzá, confirma la importancia que tuvo Noh Petén como centro económico y político. Los choles del Manché y los lacandones utilizaban diferentes vías que les permitían comerciar con pueblos de huidos, como los ah xoyes, que eran indios fugitivos de Cobán, así como con otros pueblos, como los mopanes y los xocmoes, que eran hablantes de lengua itzá. También se ha señalado que los choles y los lacandones tenían rutas que usaban para comerciar con poblaciones como Cobán, Cahabón y San Mateo Ixtatán, en la Verapaz. Lo anterior permite suponer que en el siglo xvii existieron diversos circuitos comerciales. El de mayor importancia dirigía la producción de cacao, achiote y vainilla de choles y lacandones hacia la capital itzá, al parecer intercambiando estos productos por sal (fig. 1). Este comercio con los itzaes se daba de manera forzada y como resultado de los ataques que los itzaes ejecutaban sobre estas poblaciones.28 Por su parte, choles y lacandones trocaban, 26. AGI, Guatemala 25, fray Francisco Gallegos. 27. AGI, Guatemala 345. 28. Laura Caso Barrera, pp. 230-231.

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con los pueblos de encomienda de la Verapaz, cacao y achiote principalmente por herramientas de metal y por sal. Debe señalarse que los españoles e indios de encomienda de la Verapaz, también utilizaron métodos violentos con los que presionaron a los choles del Manché para apoderarse de sus productos.

La triada del chocolate: cacao, achiote y vainilla La existencia de cultivos semi-intensivos e intensivos de cacao, achiote y vainilla en las regiones ocupadas por los lacandones históricos y por los choles del Manché demuestra que estos productos eran consumidos en forma de chocolate. En las tierras bajas, la élite gobernante itzá fue la principal consumidora de este producto.29 El chocolate tiene un paralelismo simbólico con la sangre, y por lo mismo en la cosmogonía mesoamericana fue considerado un líquido precioso,30 y esta es la razón también de que el chocolate fuera una bebida restringida y de consumo casi exclusivo para la nobleza y las élites indígenas. El complejo simbólico que representa el chocolate y su relación con el poder y los linajes reales aparece, a manera de acertijo, en un texto en lenguaje de zuyua,31 en los llamados Libros de Chilam Balam: “Hijo mío, tráeme cuatro Chac Dzidzib, Pájaros-cardenales, aquellos que están a la entrada de la cueva y tráelos parados sobre mi precioso alimento. Que les vea enrojecidos sus copetes y que vengan erguidos sobre mi precioso alimento cuando llegues ante mí”. […] “Así ha de ser, ¡oh padre!” Esto que pide es el Ciui, Achiote-en pasta; los copetes de que habla es la espuma de chocolate, y su precioso desayuno es el cacao acabado de moler. Habla es de Zuyua.32

29. Laura Caso Barrera y Mario Aliphat Fernández, “The Itza Maya Control over Cacao: Politics, Commerce and War in the Sixteenth and Seventeenth Centuries”. 30. J. Eric S. Thompson, “Notes on the Use of Cacao in Middle America”, p. 101; Sophie D. Coe, Las primeras cocinas de América, p. 208, Sophie D. y Michael Coe, La verdadera historia del chocolate, p. 59. 31. El lenguaje de zuyua consistía en una serie de adivinanzas y acertijos que los gobernantes mayas de Yucatán estaban obligados a conocer y contestar para poder acceder al gobierno. 32. Alfredo Barrera Vásquez y Silvia Rendón, El libro de los libros del Chilam Balam, p. 134.

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Era precisamente el achiote el que proporcionaba al chocolate el color rojo que lo asociaba con la sangre, aunque además le agregó un sabor característico.33 Sabemos también que los lacandones asociaban el achiote con la sangre, pues, cuando en 1696 los españoles entraron a la población de Peta, los habitantes entregaron envueltos en paños sus “ídolos y demás cosas de su idolatría”, entre las que se encontraban lanzas de piedra untadas con achiote, que seguramente representaba la sangre.34 Las bebidas hechas con cacao se relacionan de manera estrecha con rituales y sacrificios. Basta recordar que los itzaes acostumbraban ofrecerles a las personas que iban a ser sacrificadas “pozole caliente y otra bebida de cacao”.35 Además de utilizar el achiote como condimento para el chocolate, sabemos que los mayas de las tierras bajas utilizaron vainilla para tal fin y como aromatizante de su bebida. Son diversas las culturas mesoamericanas que asociaron, de manera estrecha, las bebidas preparadas con cacao, achiote y vainilla. Entre los mexicas, por ejemplo, al chocolate se le agregaba miel, vainilla, plantas y flores odoríferas a fin de obtener bebidas de distintos colores y sabores.36 Además de encontrar una estrecha relación entre el cultivo y el cuidado del cacao, el achiote y la vainilla y su consumo en forma de chocolate, vemos que los tres productos requieren de procesos de transformación para poder adquirir características únicas. Fuentes y Guzmán señala que fue Hunahpu quien descubrió el “beneficio” del cacao, y según este autor se trata de un gobernante histórico quiché. Nosotros, en cambio, estamos convencidos de que se trata de una referencia directa al personaje mítico mencionado en el Popol Vuh.37 Lo cierto es que el cacao requiere de un proceso físico-químico que conlleva cuatro pasos fundamentales, que son los siguientes: fermentación, secado, tostado y cribado, cuya vigencia data de 3.000 años atrás.38 Y justo este proceso es lo que permite convertir las almendras de cacao en chocolate. 33. Sophie D. y Michael Coe, pp. 206-208. 34. AGCA, leg. 94, exp. 2033. Carta de fray Diego de Rivas. Peta, 27 de febrero de 1696. 35. Fray Andrés de Avendaño y Loyola, Relación de las dos entradas que hice a la conversión de los gentiles ytzáex, y cehaches, ff. 29v-30. 36. Jacqueline Durand-Forest, “El cacao entre los aztecas”, p. 164. 37. Francisco Fuentes y Guzmán, Recordación florida, p. 390. 38. Gustavo A. Enríquez, Curso sobre el cultivo del cacao, pp. 183-208; Sophie D. y Michael Coe, pp. 30-31.

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Por su parte, la vainilla requiere también un proceso de modificación fundamental, semejante al del cacao: el fruto de la orquídea, que originalmente es una vaina verde, debe ser curado y secado para que se convierta en una vaina delgada de color oscuro, la cual despide su fragancia característica.39 Por su parte, el achiote no requiere de un proceso de fermentación, pero sí de la extracción del colorante mediante el remojo y cocimiento de las semillas. En las Relaciones geográficas de Guatemala, se describe cómo los indígenas de la Verapaz obtenían el colorante y lo moldeaban en panes para su comercialización. En el texto se lee: Entre las milpas y entre las casas, hay unos árboles hojosos y siempre verdes, que dan por frutos unos como erizos de castaña, que tienen dentro unos granillos con un baño encima como de grana. Estos granos toman los indios en cantidad y cuécenlos mucho, hasta que sale aquel color y grasa de los granos en el agua, y de ello hacen unas tortillas, que es como especia que da color a sus bebidas, de lo cual son testigos las señoras de esta tierra.40

Los lacandones, y en particular los choles del Manché, tuvieron un amplio conocimiento de sus agrosistemas, gracias a lo cual pudieron cultivar cacao, achiote y vainilla de manera semi-intensiva e intensiva. Además, debieron tener una mano de obra abundante y especializada dedicada a los procesos de transformación necesarios de estos productos. Sabemos incluso que no solo sembraron y transformaron los cultivos asociados al consumo de chocolate, sino que mantuvieron una compleja red que les permitió intercambiar estos productos en un comercio continuo y de larga distancia.

Agrosistemas en las tierras bajas mayas Tanto en los tiempos prehispánicos como en los actuales, los diferentes pueblos mayas se han destacado por su eficiente y complejo sistema de tumba-roza y quema (TRQ) y por sus sistemas agroecológicos intensivos para el cultivo tradicional de milpas (agroecosistema 39. Henry Bruman, “The Culture History of Mexican Vanilla”, p. 361. 40. René Acuña (ed.), Relaciones geográficas del siglo XVI: Guatemala, p. 231.

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de policultivo de maíz-frijol-calabaza y tubérculos) en campos elevados, sistemas de terrazas, campos demarcados, vegas de los ríos, etcétera.41 En lo que respecta a las especies arbóreas, cabe destacar que los pueblos mayas de selvas tropicales destacaron en el cultivo de huertos familiares; en el cultivo de árboles en rehoyadas (trampas de suelo en paisajes kársticos); en tolches (límites arbóreos en demarcaciones de campos de cultivo que funcionan como caminos sombreados) y en plantaciones de especies arbóreas intensivas y semi-intensivas, así como en selvas manejadas o selvas artificiales, que replican de manera simplificada la estructura y composición de la selva tropical.42 En las tierras bajas mayas, bajo el sistema de TRQ, una parcela es desmontada para sembrar una milpa de maíz-frijol-calabaza y tubérculos; sin embargo, muchas especies arbóreas no son destruidas cuando se lleva a cabo el desmonte de la vegetación original, sino que ciertos árboles son protegidos y fomentados, e incluso se brinda a estas especies una ventaja ecológica en el proceso de sucesión, que se establece cuando se abandona la milpa después de dos o tres años de producción agrícola.43 Esto ejemplifica lo que es una sucesión ecológica dirigida, que implica una modificación intencional al curso de sucesión ecológica, el cual produce el enriquecimiento del bosque tropical con plantas y árboles útiles, y da como resultado una selva “hecha” por el hombre.44 Es evidente, entonces, que existe una relación fuerte 41. Efraím Hernández-Xolocotzi, Eduardo Bello S. y S. Levy T. (comps.), La milpa en Yucatán: un sistema de producción agrícola tradicional; B. L. Turner II, “Ancient Agricultural Land use in the Central Maya Lowlands”; P. Harrison y B. L. Turner II (eds.), Pre-Hispanic Maya Agriculture; Stephen R. Gliessman, R. García E. y M. Amador A., “The ecological basis for the application of traditional agricultural technology in management of tropical ecosystems”. 42. Alfredo Barrera Marín, Arturo Gómez Pompa y C. Vázquez Llánez, “El manejo de las selvas por los mayas y sus implicaciones silvícolas y agrícolas”; Arturo Gómez-Pompa, “On Maya Silviculture”; Arturo Gómez-Pompa, José Salvador Flores y Mario Aliphat Fernández, “The Sacred Cacao Groves of the Mayas”. 43. Philip Baer y William R. Merrifield, Los lacandones de México, pp. 177-209; James D. Nations y Ronald B. Nigh, “The Evolutionary Potential of Lacandon Maya Sustained-Yield Tropical Forest Agriculture”, p. 8; Leonardo Ernesto Ulises Contreras Cortés, Laura Caso Barrera, Mario Aliphat Fernández y Ramón Mariaca Méndez, “Manejo de los agroecosistemas en la comunidad lacandona de Nahá, Chiapas”. 44. Alfredo Barrera Marín, Arturo Gómez-Pompa y C. Vázquez Llánez; Arturo Gómez-Pompa, “On Maya Silviculture”; Gary J. Martín, Etnobotánica: manual de métodos.

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de sucesión en el manejo que los pueblos mayas le dan al bosque tropical, misma que inicia con el desmonte y termina con el restablecimiento del bosque original, siguiendo los siguientes pasos: bosque tropical primario > milpas > vegetación secundaria > huertos / plantaciones de spp. arbóreas > bosque tropical secundario. La TRQ de los lacandones actuales consiste en cortar el bosque tropical primario o secundario, para después quemar los rastrojos y sembrar especies seleccionadas en las milpas. Los lacandones modernos, que habitan la Selva Lacandona (Chiapas), plantan y cosechan una milpa durante periodos de dos a cinco años consecutivos, para después plantar distintas especies de árboles que tengan valor económico, lo cual les permite que se restablezca, de manera natural el bosque original. En el sistema agrícola de los lacandones actuales destaca la sustitución de las especies no económicas por especies económicas, a fin de tratar de aprovechar y preservar el equilibrio ecológico del ecosistema del bosque tropical. Las milpas lacandonas se caracterizan por la enorme variedad de especies cultivadas, pues además de sembrar maíz, fríjol y calabaza, cultivan diversos tipos de raíces y tubérculos, árboles frutales, cacao, achiote, algodón y tabaco, entre muchas especies más.45 En el sistema de tumba-roza y quema, tanto los huertos de policultivo como las milpas guardan un cierto paralelismo con los sistemas agrícolas que existieron en las tierras bajas mayas durante los siglos xvi y xvii, aunque con algunas variantes. Se han encontrado varias descripciones históricas de tres sistemas agrícolas, dos de los cuales se asemejan a las actuales milpas lacandonas y uno más, representado por los huertos de policultivo de los choles del Manché, que podría incluso considerarse como verdadero sistema de “plantaciones”.46 La sucesión ecológica está relacionada de manera íntima con el manejo de la exposición de ciertas especies a las condiciones de sol y sombra. En este sentido se puede señalar que las milpas de los lacandones históricos y los huertos especializados de los choles del Manché tenían un manejo sumamente sofisticado, que permitía el cultivo asociado de cacao, vainilla y achiote, junto con otras especies vegetales. 45. James D, Nations y Ronald B. Nigh, p. 10. Leonardo Ernesto Ulises Contreras Cortés, Laura Caso Barrera, Mario Aliphat Fernández y Ramón Mariaca Méndez. 46. Arturo Gómez-Pompa, “On Maya Silviculture”, p. 6.

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Debido a las exigencias lumínicas y edáficas de cada cultígeno es que no se había planteado la posibilidad de su cultivo conjunto. El cacao y la vainilla se siembran en condiciones de sombra, mientras que las milpas de maíz se cultivan a cielo abierto, dada su exigencia de luz solar. Por su parte, el achiote es una especie arbustiva, que se da bien en condiciones de sol y de poca sombra, o sea, en una situación intermedia entre los extremos antes descritos. Al nivel de los huertos familiares o solares, la combinación de especies arbóreas, arbustivas, herbáceas y arvenses, que exigen sol o sombra, implica, desde el punto de vista ecológico, una gran sofisticación en el manejo de la estructura, composición y función de la vegetación.47

Cacao (THEOBROMA CACAO ) El cultivo de cacao (Theobroma cacao) implica un alto grado de atención, habilidades y trabajo, así como un amplio y sensible conocimiento agrícola. Este pequeño árbol, que mide de cinco a siete metros de altura, es de hojas anchas y se ubica en los estratos arbóreos más bajos de las selvas tropicales americanas. Requiere sombra y condiciones climáticas con oscilaciones mínimas, características propias de la tierra caliente. El árbol de cacao crece de manera óptima en suelos francos, profundos y fértiles, ya que cuenta con una larga y fuerte raíz principal, que le sirve de anclaje profundo para resistir el estiaje, así como otros efectos climáticos y perturbaciones naturales. La polinización de Theobroma spp. es un asunto delicado, ya que tiene polinizadores específicos (Forcipomyia spp.). El árbol de cacao produce un gran número de flores, pero solo se poliniza y fructifica un pequeño número de piñas de cacao.48 En Sudamérica y Mesoamérica los árboles de cacao silvestre presentan una distribución variable debido a que la distribución natural del cacao depende de la función de hábitat, de la polinización y de la

47. Stephen R. Gliessman, Agroecology: Ecological Processes in Sustainable Agriculture; Eugene P. Odum, “Properties of Agroecosystems”. 48. G. A. R. Wood, Cacao, pp. 57-69; Allen M. Young, The Chocolate Tree: A Natural History of Cacao, pp. 107-154.

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dispersión de las semillas.49 La ecología del Theobroma spp. incluye un patrón de distribución de poblaciones que son el resultado de la presencia de subpoblaciones aisladas, adaptadas a hábitats altamente localizados y diferenciados, por lo que existen más de 2.500 variedades conocidas de Theobroma cacao.50 Las características sinecológicas del Theobroma cacao conllevan una marcada tendencia natural hacia una baja productividad de frutos.

Achiote (B IXA ORELLANA ) El achiote ha sido utilizado desde tiempos remotos como una especia que da sabor y color a los alimentos. Es un arbusto o arbolillo de tres a cinco metros de altura, de tronco oscuro, que se ramifica a corta distancia del suelo, formando una copa amplia con hojas simples, opuestas con bordes lisos, de color verde claro. Sus flores son hermafroditas y están dispuestas en ramilletes terminales de color blanco o rosado.51 El fruto es una cápsula erizada, en la mayoría de las variedades, de color rojo brillante. En esta cápsula se producen cerca de 20 pequeñas semillas, cuyo tegumento está cubierto por una sustancia viscosa de color rojo vivo, que es de la que obtiene el pigmento.52 El achiote crece mejor en regiones bajas, de 100 a 500 metros sobre el nivel del mar, con una oscilación de temperatura de 25 a 35 grados centígrados, con una marcada temporada seca y una precipitación anual de 1.000 a 1.200 milímetros. Se da bien en suelos pobres, planos u ondulados, pero bien drenados.53 Se puede sembrar por semilla o por estacas. Las plántulas deben crecer a la sombra y ser trasplantadas a un lugar a cielo abierto, ya que si se cultivan a la sombra padecen un sinnúmero de plagas y enfermedades. El achiote puede cosecharse después de tres o cuatro años, y dura en producción durante más de diez.54 Los frutos maduran a finales de año, con una producción anual. El 49. Arturo Gómez-Pompa, José Salvador Flores y Mario Aliphat Fernández, “The Sacred Cacao Groves of the Mayas”; G. A. R. Wood, Allen M. Young. 50. International Cocoa Genebank, Trinidad-Port of Spain; Allen M. Young. 51. E. A. Menninger, Fantastic Trees. 52. Ídem. 53. J. R. Magness, G. M. Markle y C. C. Compton, Food and Feed Crops of the United States. 54. E. A. Menninger.

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rendimiento en condiciones normales y con una distribución tradicional es de 500 a 600 kilogramos por hectárea de semillas, que rinden alrededor de 50 a 60 kilogramos de pasta de achiote.55

Vainilla (V ANILLA spp.) La vainilla produce el único fruto comestible de la familia de las orquídeas. Es una planta trepadora que establece una raíz en el suelo. Tiene un tallo que llega a alcanzar más de 20 metros de largo, y es suculento, con hojas alternas, sesiles, lanceoladas, gruesas, brillantes y lisas, de color verde.56 Trepa de manera zigzagueante por medio de raicillas adventicias que se adhieren a la corteza de un árbol de gran talla que cumple la función de nodriza o tutor, y que es el que le brinda a la planta sombra y soporte.57 La vainilla florece en forma de racimos de ocho a diez flores de color verde claro, un tanto blanquecino. La planta ofrece flores todo el año, pero tiene una temporada distintiva de floración que va de marzo a junio, que fructifican y maduran de enero a febrero del siguiente año. El fruto es una vaina de 12 a 25 centímetros de largo que se presenta en racimos.58 Las vainas son originalmente gruesas, de dos a tres centímetros de diámetro, y de color verde. Cuando son curadas y secadas se transforman en las vainas delgadas de color oscuro que despiden su fragancia característica y contienen cientos de diminutas semillas en su interior. La vainilla se propaga mediante semillas o por estacas (esquejes). Crece bien en suelos francos y arenosos, húmedos con sombra y bajo un dosel medianamente abierto. El cultivo de la vainilla tiene amplitud térmica restringida, y la oscilación de temperatura que requiere va de los 20 a los 30 grados centígrados. La vainilla no crece por arriba de la cota de los 800 metros sobre el nivel del mar. Requiere abundante lluvia, con temporadas bien distribuidas para ayudar a la floración y maduración de los frutos.

55. J. R. Magness, G. M. Markle y C. C. Compton. 56. Patricia Rain, Vanilla. The Cultural History of the World’s Favorite Flavor and Fragrance. 57. T. J. Sheehan y N. Farace, “Vanilla: the Most Versatile Orchid”, pp. 936-939. 58. Ídem.

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Un árbol de vainilla produce frutos después de tres años de haberse establecido, y continúa en producción durante 30 o 40 años, aunque la producción decae después de los primeros 10 años. En la región totonaca de Veracruz, la vainilla trepa hasta lo más alto de los árboles de sombra. Su polinización es entomológica en la naturaleza, aunque hoy día se lleva a cabo de manera artificial en casi todas las plantaciones del mundo, en particular en las islas del Pacífico y de Madagascar.59 El curado de las vainas es un proceso delicado de semifermentación. El secado es lento, y un buen manejo produce vainilla de la más alta calidad.60 Se pueden obtener de 1.000 a 1.500 kilogramos por hectárea de vainilla verde, en cultivos intensivos que rinden entre 200 y 300 kilogramos por hectárea de vainilla curada y seca.61

Las milpas itzaes Los suelos de El Petén central no son lo suficientemente profundos para el cultivo intensivo de huertos de cacao. Hernán Cortés, durante su viaje hacia Honduras, no señala la presencia de cacaotales en El Petén, solo cuando llegó a la provincia de Tahuytal, seguramente en territorio chol, menciona la presencia de este tipo de cultivos.62 Como se ha señalado antes, Canek, que era entonces el gobernante itzá, le mencionó a Cortés que sus tierras en El Petén no eran aptas para la producción de cacao, y que por eso sus plantaciones de dicho cultivo se encontraban cerca de Nito (fig. 2). Cabe destacar el hecho de que el gobernante itzá poseyera huertos de cacao, mismos que eran cultivados por “sus vasallos”, idea que refuerza lo establecido por Millon sobre la propiedad privada de los árboles, principalmente de cacao, que pertenecían de manera exclusiva a las élites.63 59. J. G. Fouche y L. Jouve, “Vanilla planifolia: history, botany and culture in Reunion island”. 60. M. J. W. Dignum, J. Kerler y R. Verpoorte, “Vanilla curing under laboratory conditions”. 61. Havkin Frenkel D. y R. Dorn, “Vanilla”, pp. 29-40. 62. Hernán Cortés, p. 245. 63. Rene F. Millon, “Trade, Tree Cultivation, and the Development of Private Property in Land”.

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Los españoles calificaron a los itzaes como gente “floja”, por tener milpas pequeñas; sin embargo, se ha comprobado que esta es una excelente estrategia para reducir el riesgo de pérdida de cosechas por pestes y enfermedades. Si se tienen varias parcelas pequeñas, ubicadas en distintos lugares, aumenta la estabilidad agrícola, ya que si una milpa se pierde por plagas o por condiciones climáticas adversas, existe la posibilidad de que una de las otras prospere.64 Los itzaes tenían varios tipos de parcelas agrícolas, es decir, milpas cultivadas por individuos o familias; sembradíos comunales que contaban con trojes grandes en las que almacenaban las cosechas y servían, además, para hacer frente a las necesidades de las comunidades y para el pago de tributos. También existían las milpas que pertenecían a los principales y a los gobernantes, como aquellas que se cultivaban para el gobernante Canek. De hecho, la gente de su parcialidad era conocida con el sobrenombre de canekes.65 En estos distintos tipos de parcelas, los itzaes cultivaban muy diversas especies, a manera de policultivo, lo cual permite obtener una gran diversidad de productos durante el ciclo anual. Según las fuentes documentales consultadas, los cultivos más frecuentes eran maíz, fríjol, ibes, calabazas, chayotes, algodón, tabaco, achiote, yucas, jícamas, camotes, macales, piñas, algunos árboles de cacao (aunque pocos), vainilla, añil y grana (fig. 3a). También sembraban especies introducidas por los españoles, a las que tuvieron acceso por su contacto con las poblaciones fugitivas y de encomienda, como caña de azúcar, plátanos, sandías y cítricos.66 En las milpas abandonadas o acahuales, los itzaes plantaban árboles útiles y cuidaban otras especies silvestres de importancia económica, como lo hacen hoy día los lacandones de Chiapas y los mayas de Yucatán.67 En estos huertos cultivados y protegidos se encontraban árboles de cacao, pataxte, copal, achiote, pimienta gorda, hule, pita, palo de Campeche, bálsamo, además de otras tales como la vainilla, la zar64. Frederick M. Wiseman, “Agricultural and Historical Ecology of the Maya Lowlands”, p. 98. 65. Laura Caso Barrera, p. 228. 66. Ídem., pp. 228-229. 67. Philip Baer y William R. Merrifield, Los lacandones de México; Arturo GómezPompa y James D. Nations y Ronald B. Nigh. Leonardo Ernesto Ulises Contreras Cortés, Laura Caso Barrera, Mario Aliphat Fernández y Ramón Mariaca Méndez, pp. 34-44.

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zaparrilla y otras plantas tintóreas de gran importancia para la elaboración de hilados y tejidos. También cultivaban plantas medicinales, como el árbol llamado leche de María o Santamaría.68 Los huertos con cacao, pataxte, achiote y vainilla producían solo lo suficiente para el consumo local, a una escala muy reducida, ya que la mayor parte de estos valiosos productos los obtenían los itzaes mediante el trueque o intercambio (fig. 3a). La élite itzá consumía grandes cantidades de bebidas hechas a base de cacao y saborizadas con achiote y vainilla. Este consumo los llevó a imponer un control regional sobre la producción e intercambio de estos recursos, que llegó a su fin en 1697 con la conquista hispana.69

Las milpas de los lacandones históricos En 1586 el capitán Juan de Morales Villavicencio redactó un informe detallado sobre la entrada que realizó para pacificar a los lacandones asentados en ese momento en Lacantún, cerca del lago Miramar, en Chiapas. Después de tomar su asentamiento principal, los lacandones huyeron y se refugiaron en sus milpas, mismas que se localizaban a ocho o diez leguas (44 o 55 kilómetros) de Lacantún hacia el este.70 La estrategia utilizada por Morales de Villavicencio fue perseguir sin tregua a los lacandones; localizar sus milpas y trojes y destruirlas a fin de que se vieran obligados a rendirse. El informe en cuestión contiene valiosa información sobre los tipos de parcelas y cultivos lacandones. Según este testimonio, los lacandones, al igual que los itzaes, tenían distintos tipos de parcelas de cultivo; en otras palabras: milpas de individuos y familias; milpas comunales y milpas que pertenecían a los gobernantes y principales. Las primeras milpas que el capitán Morales mandó destruir pertenecían a la parcialidad del gobernante Cabnal. Se trataba de 40 milpas grandes y pequeñas, que tenían ya listo el maíz para ser cosechado. En estas milpas los lacandones sembraban, además de maíz, camotes, otros tubérculos, frutas y árboles de cacao, todo lo

68. AGI, Escribanía 339B, Patronato 237, Guatemala 151 bis. 69. Laura Caso Barrera, y Jones, The Conquest of the Last Maya Kingdom. 70. AGCA, L. 333, exp. 7011.

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Figura 3.- Agroecosistemas históricos presentes en la región de estudio. a, agroecosistema itzá; b, agroecosistema lacandón; c, agroecosistema ch’ol del Manché.

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cual arrancaron los españoles y quemaron, junto con seis o siete trojes con maíz y otras muchas legumbres (fig. 3b).71 Los lacandones, lo mismo que los itzaes, tenían cultivos múltiples, y sembraban, además de maíz, frijol, chile, camotes, otros tubérculos y raíces, además de piñas, plátanos y frutas, pero a diferencia de los itzaes, tenían en estas milpas muchos árboles de cacao y achiote, ya que sus suelos sí eran aptos para estos cultivos, y de hecho tenían una producción semi-intensiva (fig. 2). En su informe, el capitán Morales menciona que en total destruyeron, talaron y quemaron 90 de estas milpas, más otras pequeñas que no fueron contabilizadas.72 A pesar del acoso y persecución que sufrieron los lacandones, estos lograron resistir los ataques hispanos, y finalmente consiguieron establecerse cerca de sus milpas, en el río Lacantún, donde fundaron un nuevo asentamiento al que llamaron Sac Balam. Sus tierras fueron descritas como “muy fértiles de cacao, algodón, miel, maíz y otras muchas legumbres y mucho pescado”.73 Después de diversos enfrentamientos con los españoles, los lacandones poco a poco se debilitaron y perdieron el control de las salinas de Los Nueve Cerros, que quedaron en manos de los itzaes. Por lo mismo, para obtener sal, se vieron obligados a comerciar con los itzaes, intercambiando su producción de cacao y achiote. Los lacandones también comerciaron con los chujes de San Mateo Ixtatán, cuyo pueblo se localizaba 12 leguas (66 kilómetros) al suroeste de Sac Balam. Con este pueblo intercambiaron cacao y achiote por sal y herramientas de hierro.74 Esto lo refiere el obispo Navas y Quevedo, en un informe que redactó en 1684. En él anotó: “[...] los indios lacandones tienen trato con los de San Mateo Ixtatán y traen a dicho pueblo cacao y achiote de su tierra a trueque de sal, reales y hierros para sus labranzas. El cacao yo lo he comprado muy grueso y bueno”.75 Los mercaderes lacandones tenían un trato regular y constante con los chujes, y visitaban de manera frecuente su pueblo para comerciar, e incluso fueron ocultados en sus casas cuando llegaban los españoles de improviso. Muy diferente situación vivieron los lacandones con los 71. 72. 73. 74. 75.

AGCA, L. 333, exp. 7011, f. 7v. AGCA, L. 333, exp. 7011, f. 13v. AGCA, L. 333, leg. 1546, exp. 31534, f. 3v. Laura Caso Barrera, p. 259. AGI, Guatemala 158.

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kanjobales de Santa Eulalia, con quienes tuvieron enfrentamientos constantes, pues según lo revelan algunos documentos históricos, una persona de dicho pueblo había entrado a robar en sus milpas. El pueblo de Santa Eulalia se localizaba a unas 16 o 20 leguas (88 o 110 kilómetros) de Sac Balam. El indio Luis Cotta, de Santa Eulalia, entró a las milpas lacandonas, en las que había “unos árboles frutales como cacao, plátanos, cañas y zapotes”, para robarles sus frutos.76 Como ya se anotó antes, para diversos grupos mesoamericanos, y en particular para los mayas, los árboles eran propiedad privada y muy especialmente los de cacao, que por lo general pertenecían a los gobernantes y principales, por lo que tomar frutos de estos árboles era considerado una grave afrenta, y esto queda probado con el caso del incidente protagonizado por Luis Cotta, a partir del cual los lacandones declararon la guerra al pueblo de Santa Eulalia, al cual asolaron en forma constante, incluso llevándose gente para sacrificarla.77 La importancia de las milpas y huertos lacandones se refleja también en el culto que se rendía a sus dioses para que ampararan sus milpas, cacaotales y animales. A los dioses lacandones se les ofrecía como ofrenda bebidas de cacao y cacao molido. En el Archivo General de Indias encontramos un documento en el que se lee: “[...] formaron en el patio de palos y hojas un bulto, quemándole mucho ocote y copal y dándole a comer y beber, rociando con bebida de cacao y maíz el bulto, y al pie encima de una piedra laja, mucho cacao molido y manteca de animales.78 No fue hasta 1695 cuando los españoles lograron finalmente conquistar a la “temible” nación lacandona, y lograron hacerlo gracias a que tomaron por sorpresa la ciudad de Sac Balam, que era su capital, misma que recibió el nombre hispano de Nuestra Señora de los Dolores. Por la fuerza los lacandones fueron removidos de sus tierras y trasladados a las tierras altas de Guatemala, donde la mayoría murió.79 La remoción forzada de la población lacandona dejó sus tierras en el abandono, lo que seguramente se tradujo en la caída regional de la producción de cacao y achiote.

76. 77. 78. 79.

Ídem. Ídem. AGI, Guatemala 153, f. 274v. Francisco Ximénez, vol. 5, pp. 446-447, y Jan De Vos, pp. 190-211.

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Los PAKABOOB o huertos de los choles del Manché El cultivo de cacaotales solo pudo establecerse con éxito en valles fértiles con suelos profundos, vecinos a la región de El Petén central, ubicados rumbo a los grandes ríos, como el Usumacinta, el de la PasiónSalinas; los de Belice y el sistema Polochic-lago Izabal, además del valle del río Sula, en Honduras. Así las cosas, bien puede asegurarse que esta amplia zona fue la que ocupaba la población chol del Manché, y fue su principal núcleo. Análisis históricos realizados hasta el momento sobre esta zona nos revelan que se trató de una región de producción intensiva de cacao (fig. 2). Sin embargo, esta región no había sido contemplada por los especialistas como una de las zonas cacaoteras de importancia en Mesoamérica.80 Tampoco se ha descrito el manejo intensivo que este grupo llevaba a cabo a partir de los huertos, llamados pakab, en lengua choltí. En estos huertos los choles del Manché cultivaron de manera intensiva cacaotales, vainilla y árboles de achiote (fig. 3c). La gran extensión de estos huertos y su marcada especialización los transforma en verdaderas “plantaciones”. Hacia el noreste encontramos este tipo de huertos desde la costa de Belice, donde habitaban pueblos choles que mantuvieron estrechas relaciones con las poblaciones mayas yucatecas, también asentadas en la zona.81 En el pueblo de encomienda de Tipú, que era un pueblo maya yucateco existieron plantaciones de cacao que han sido descritas como las que tenían los choles del Manché. En esta población un solo principal era dueño de 8.000 árboles de cacao. Al parecer, desde tiempos prehispánicos esta población producía cacao, achiote y vainilla, y vale destacar que a 12 leguas de Tipú (66 kilómetros) se localizaba otro pueblo llamado Lucú, también de mayas yucatecos, en el que, según el fraile franciscano Fuensalida, se producía “el mejor achiote de toda Nueva España, así como muy buen cacao grueso, que era colorado y de muy buen sabor, así como vainillas que llamaban cizbiques, muy buenas y olorosas para chocolate”.82 Lucú era considerado un pueblo 80. John F. Bergman, “The Distribution of Cacao Cultivation in Pre-Columbian America”; Sophie D. y Michael Coe, y Murdo J. MacLeod, Spanish Central America. A Socioeconomic History 1520-1720. 81. AGI, Guatemala 67. 82. Diego López de Cogolludo, Historia de Yucatán, t. II, p. 215.

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sumamente próspero, dada la gran cantidad de huertos de cacao que tenía en la ribera del río. En los pueblos mayas yucatecos, este tipo de huertos especializados seguramente fueron introducidos por las poblaciones choles vecinas. La distribución de los principales asentamientos choles del Manché iba del sur de Belice y la parte baja del río Polochic, hasta la región que rodeaba el lago Izabal. Sus tierras colindaban al norte y al oeste con las de los itzaes, mopanes, xocmoes y lacandones, así como con otras poblaciones al sur, como Cobán y Cahabón, en la Verapaz (fig. 1). Como ya señalamos, los choles sembraban milpas pequeñas y concentraban su productividad agrícola en los huertos de cacao y achiote (fig. 3c).83 Estos cultivos exigían un trabajo arduo y sumamente especializado, que iniciaba con la siembra en almácigos (llamados en choltí petconob o petpacab) para obtener las plántulas, y continuaban con un cuidado constante para evitar infestaciones o la presencia de depredadores. Los almácigos permiten, de manera altamente eficaz, mantener sana una plantación, ya que al producir plántulas sanas de árboles de reemplazo, o para establecer nuevos cacaotales alejados de las plantaciones o para sustituir cacaotales viejos, se rompe el ciclo de infección que causan los hongos y royas. Desde un punto de vista de fitomejoramiento, se sabe que los almácigos son también una herramienta básica para seleccionar y mejorar la genética de un cultivo. Los choles del Manché cultivaban dos clases de cacao: el normal, al que llamaban cacau (cacao), y un cacao grande de nombre uaal cab.84 Tenían, además, dos cosechas al año de achiote o quivi en lengua choltí. La primera, que llamaban zutzil quivi o achiote de invierno, y otra de nombre yaxkinil quivi, que era de verano. El cultivo y procesamiento de este saborizante y colorante también requería de un arduo trabajo, ya que se debía extraer el colorante y formar “panes”, que era la manera tradicional de comerciarlo. A la vainilla la llamaban chisbic, y su cultivo también era en extremo especializado, y requería mucho trabajo, pues las vainas debían ser secadas y curadas a fin de obtener un producto de calidad. Las fuentes no especifican a quién pertenecían estos huertos, pero como ya se ha señalado, debieron ser propiedad de principales y

83. AGI Guatemala 67, Guatemala 181. 84. Francisco Morán, Arte y vocabulario de la lengua cholti, microfilm.

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gobernantes. En choltí existe el término hitzinbil,85 que significa “árbol prohibido o vedado”, y el propio hecho de que exista este término da cuenta de que ciertos árboles eran de propiedad privada. Los sistemas ribereños no solo eran importantes para el cultivo de los huertos de cacao, también permitieron el desarrollo de importantes vías comerciales. Existían vías fluviales y también terrestres con pueblos choles que servían como puertos, lugares de descanso y centros de intercambio.86 Sabemos que algunos de los principales choles eran grandes mercaderes que se encargaban de realizar el intercambio o trueque no solo con los itzaes, sino también con los pueblos de encomienda de la Verapaz. Ya señalamos que desde antes de que los españoles llegaran a la zona existía una red comercial intrincada, en la que participaban los choles del Manché, los itzaes y los chontales de Acalán. Después de la conquista hispana, los choles aprovecharon la cercanía de los pueblos de encomienda k’ekchi’es, principalmente el de Cahabón, para intercambiar sal y herramientas de metal por cacao y achiote: Después acá han venido otras muchas veces, que yo tuve una vez en Cahabón veintidós [choles del Manché] el día de la fiesta del pueblo que es la Natividad de Nuestra Señora. Todas las veces que venían les predicábamos recibiesen el evangelio y siempre daban la misma respuesta. Yo les envié muchas veces mensajeros enviándoles sal (de que carecen en su tierra) y algunos chuchillos y machetes que estiman en mucho.87

En el siglo xvii el pueblo chol ubicado más cerca de Cahabón se encontraba a 20 o 30 leguas de distancia, a pesar de lo cual existía un comercio constante entre ambas poblaciones, mismo que obligó a autoridades civiles y eclesiásticas a intentar reducir las poblaciones choles. En 1600 el obispo Juan Fernández Rosillo señaló la existencia de una provincia grande de indios infieles, a los que llaman “los Manche”, mismos que procuró reducir con ayuda de Andrés Fernández Pareja, que era su hermano y alcalde mayor de la Verapaz. Sin embargo, lo

85. Ídem. 86. AGI, Guatemala 67. 87. AGI, Guatemala 181.

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único que lograron fue que los choles les enviaran “achiote y cacao, que es bebida de ellos”.88 Al igual que entre los mayas yucatecos, entre los choles del Manché encontramos distintos vocablos que hacen referencia a los comerciantes, uno de ellos es aical, que se traduce como “rico”, y que designaba a los comerciantes de la élite. Otros términos eran ah polon y ah con, que se aplicaban a los mercaderes comunes.89 Los parientes cercanos a los gobernantes parecen haber fungido como aicaloob, como seguramente fue el caso del hijo del gran señor Acusaha, a quien se hace referencia en la siguiente cita: [...] pero que entonces venían [los choles del Manché] a comprar sal y otras cosas necesarias por mandato de su gran señor, cuyo hijo estaba allí entre ellos y a quien mucho respetaban. Éste dijo que en nombre de todos, yo escribiese al gran señor, su padre, que se llama Acusaha [¿Ah Cusahal?], y le enviase mensajeros tratándole el caso, que él prometió decir a su padre el buen trato que al él y los demás indios se les había hecho.90

A pesar de los constantes señalamientos de los frailes sobre la simple organización política de los choles y el poco respeto que mostraban a sus autoridades, este documento revela una situación diferente, al señalar la existencia de un gran señor “al que mucho respetaban”. El documento aquí citado está fechado en 1600, y parece mostrar que la organización política de los choles del Manché se fue modificando a lo largo del siglo xvii. Suponemos que esto se debió a la constante presión y a los ataques que sufrían por parte del señorío itzá, además de estar bajo la permanente presión de los españoles y de la orden dominica, que a toda costa deseaba convertirlos.91 A la invitación realizada en 1600 por parte del alcalde mayor de la Verapaz para que estos indios se convirtieran a la fe católica y por lo mismo en vasallos de la Corona, los choles se excusaron diciendo que “estaban ocupados en coger sus milpas de cacao y maíz”.92 88. 89. 90. 91.

AGI, Guatemala 163. Francisco Morán. AGI, Guatemala 59. AGI, Guatemala 179; Martín Alonso Tovilla, Tovilla, Relación histórica descriptiva de las provincias de la Verapaz y de la del Manché, escrita por..., año de 1635, p. 265. 92. AGI, Guatemala 59.

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Los esfuerzos por parte de las autoridades civiles y eclesiásticas de Guatemala por reducir y convertir a los choles no cesaron durante todo el siglo xvii.93 Se trató de un proceso largo y continuo, debido a la resistencia constante que mostró este grupo, tal como lo señaló fray Agustín Cano con las siguientes palabras: “los indios bárbaros de aquellas montañas son muy fáciles, así para recibir la fe, como también para dejarla”.94 No se puede culpar a los choles del Manché por su “inconstancia” pues, una vez reducidos, eran presa fácil de los españoles y de las autoridades indígenas de los pueblos de encomienda de la Verapaz, que se dedicaban a extorsionarlos y explotarlos. Tal fue el caso sucedido en 1678 cuando Sebastián de Olivera, alcalde mayor de la Verapaz, decidió “arrebatar a los pobres recién convertidos [choles del Manché] su achiote, cacao y vainillas”.95 Esto lo llevó a cabo en cuanto se nombró a Bartolomé Coc como gobernador indio del pueblo de Cahabón y se convirtió en su allegado. Ambos impusieron un comercio forzado a los choles, a los que se obligó a recibir herramientas de metal y otras mercancías, a elevadísimos precios, a cambio de achiote, cacao y vainilla. Basta apuntar aquí que cada machete les era vendido a xiquipil de cacao, es decir, a 8.000 granos de cacao, cuando en la Ciudad de Guatemala un machete costaba cuatro reales.96 Por la misma fuente sabemos que el abuso llegó al punto de llevar a un solo pueblo chol hasta 70 machetes y otras muchas mercancías en una misma visita. Se debe tener en cuenta que un grano de cacao pesa alrededor de un gramo, y que un xiquipil de cacao pesaba alrededor de ocho kilogramos, lo que nos permite tener una idea de la producción de cacao de un pueblo chol. En el caso que estamos analizando, el costo de 70 machetes fue de 560 kilogramos de cacao. Desde la perspectiva de la explotación que sufrieron los choles del Manché por parte del alcalde mayor Olivera y de Bartolomé Coc, es importante destacar que en 1618 un xiquipil de cacao costaba en Tipú (Belice) alrededor de 10,5 reales,97 y que en Guatemala un machete de 93. 94. 95. 96. 97.

Francisco Ximénez, vol. 5. AGI, Guatemala 152, f. 26. TL CBB. TL SC C.A 6D 660 G (1) F. Grant D. Jones, Maya Resistance to Spanish Rule: Time and History on a Colonial Frontier, p. 112.

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hierro costaba cuatro reales. El costo de los machetes para los choles del Manché era entonces de un xiquipil de cacao o el equivalente de 10,5 reales, lo que significa un costo 2,5 veces mayor. Después del cacao, el segundo producto en importancia para el intercambio fue, sin lugar a dudas, el achiote. En 1626 un solo pueblo chol producía 2.000 libras de achiote, equivalentes a 920.186 kilogramos, que en ese entonces valían 1.700 pesos.98 Lo anterior muestra que los pakaboob o huertos choles tenían una producción intensiva, ya que no solo lograban satisfacer las necesidades del señorío itzá, que de no hacerlo eran sometidos a feroces ataques, sino que además tuvieron que hacer frente a las exigencias de las autoridades hispanas, que como ya hemos anotado aquí, les imponían pesados repartimientos, y las de los pueblos k’ekchi’es, que recurrían a ellos para poder tener acceso a estos productos que les exigían como parte de sus propias cargas tributarias y repartimientos. Como bien lo señaló fray Francisco Gallegos en 1676: Los indios católicos circunvecinos del Manché, tienen por sus Indias aquella montaña, de donde sacan crecidos intereses, ya por una parte de mucho cacao, ya por otro de más de treinta y seis mil libras de achiote que salen por La Verapaz y Castillo [del Golfo] teniendo estos indios en La Verapaz muy pocos o ningunos pies de achiote, y esto último es lo más cierto.99

Hasta finales del siglo xvii, la producción de cacao y achiote de los huertos choles que se incorporaba al mercado colonial de Guatemala por medio del intercambio y el repartimiento hasta el momento no ha podido ser cuantificada, y sería de sumo interés analizar con detenimiento la importancia que tuvo dicha producción y los efectos posteriores a su caída, ya que a partir de 1689, con ayuda de los indios de Cahabón, gran cantidad de pueblos choles del Manché fueron sometidos y trasladados de manera forzada al valle de Urrán, en las tierras altas.100 En 1699, el capitán Marcelo Flores, destacado en el presidio de El Petén, y quien había participado en la conquista de los itzaes, señaló que algunos indios choles y mopanes todavía habitaban en lo que ha98. AGI, Guatemala 181. 99. AGI, Guatemala 125, f. 3. Las cursivas son nuestras. 100. Francisco Ximénez, vol. 5, pp. 281 y 462-465.

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bían sido sus tierras, y que se daban cuenta de ello por lo bien cuidado de sus cacaotales y vainillares: [...] que envié al sargento Martín de Montoya a seguir algunas veredas trajinadas de indios que hay poblados en aquellas montañas, que a mi parecer son los que confinan con los del Golfo [Dulce] y son de varias naciones, como son de los mopanes y choles, de que hoy hay formado pueblo de más de cuatrocientos indios que son de la doctrina de los padres de Santo Domingo, poblados hoy de nuevo en el pueblo de Belén cerca de Rabinal. Y en todos estos parajes se comprueba hay indios así por los caminos y veredas trajinadas a su uso y costumbre, como se manifiesta en la cultura y aseo de sus cacaotales y vainillares y otros frutos.101

Para 1700, en el pueblo de Belén, en el valle de Urrán, solo quedaba un indio chol, pues la población completa había muerto presa de enfermedades, hambre y depresión.102 En publicaciones anteriores hemos dado cuenta de que la extinción de los choles del Manché y de los lacandones históricos supuso la pérdida irreparable del agrosistema cacao-achiote-vainilla, sin embargo, trabajo de campo realizado en la Alta Verapaz demostró la existencia actual de dicho agrosistema en poblaciones k’ekchi’es.

El agrosistema cacao-vainilla-achiote entre los k’ekchi’es. Las fuentes históricas describen un agrosistema que nosotros hemos nombrado como la triada del chocolate, ya que implica la asociación de los tres cultivos: cacao, achiote y vainilla, mismos que fueron utilizados por diversos grupos mayas para hacer chocolate. Esta información histórica respaldaba la idea de que tras la remoción forzosa y la consecuente extinción de los lacandones y choles del Manché también desapareció el conocimiento de este impresionante agrosistema. Sin embargo, la existencia de un agrosistema nunca antes reportado o analizado nos llevó a replantearnos si en verdad aún podían existir huertos actuales con las mismas características. Fue así que nos propu101 AGI, Guatemala 151 bis. Las cursivas son nuestras. 102. Francisco Ximénez, vol. 5.

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simos analizar las fuentes históricas del siglo xix y xx, y decidimos inspeccionar los huertos actuales de los mayas k’ekchi’es de la Alta Verapaz y del sur de El Petén, por la cercanía que este grupo tuvo con los choles del Manché y con los lacandones. El objetivo de este nuevo análisis era confirmar la presencia o no de la antigua triada de cacao-achiote-vainilla en las poblaciones actuales.103 Cabe señalar aquí que el vacío dejado por los choles y por los lacandones fue después ocupado por la expansión de poblaciones k’ekchi’es en la región. En el siglo xix aparecen descripciones sobre la Verapaz que dan cuenta de lo común que era en la región la presencia de “cacao silvestre”, así como la de una vainilla de vainas gruesas y delicado sabor.104 Julio Rosignon señala que el cacao silvestre era explotado en forma sistemática por los pueblos k’ekchi’es de la Verapaz, e incluso describe con detalle varios tipos de vainilla: Tres variedades de vainilla son las que se conocen por ahora, se encuentran en los parajes calientes y húmedos de este Departamento [de la Verapaz]; siendo de notar que se vende comúnmente en la plaza de Cobán una especie de vainilla muy gruesa y de figura triangular, que no es el vainillón conocido en el comercio. Su aroma es muy fino y los indios los usan a menudo.105

Por su parte, fray Alonso de Escobar realizó, en 1841, una descripción sobre el uso de cacao y achiote en la Verapaz en los siguientes términos: On the northwest are the mountains of Chisec, anciently inhabited by the Indians now established in the Acalá division of Cobán. In the same mountains the Indians of Cobán still grow their cotton and keep their plantation of achiote and cacao. On the banks of the river de la Pasión dwell many unconverted Indians, as at Petén and towards the mountains of Zaclech, wither the people of Cobán are fearful of going, least they should fall in with the Lacandones.

103. Laura Caso Barrera y Mario Aliphat, “Mejores son huertos de cacao y achiote que minas de oro y plata: huertos especializados de los choles del Manché y de los k’ekchi’es”. 104. Julio Rosignon, Porvenir de La Verapaz en La República de Guatemala. Memoria dedicada al Consulado de Comercio de Guatemala, p. 21; Caroline Salvin, Un paraíso. Diarios guatemaltecos 1873-1874, p. 299. 105. Julio Rosignon, p. 21.

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This river is the Nile of Guatemala, fertilizing with its waters the country through which it flows. It abounds in fish: the land near it is well suited for the cultivation of coffee; and its cacao is equal if not superior, to that of Soconusco, and in great abundance, though unaided by cultivation.106

Las descripciones de Rosginol y de Escobar manifiestan que aún en el siglo xix existía un persistente cultivo y uso del cacao, del achiote y de la vainilla en la Verapaz. Con base en información histórica, nosotros planteamos la posibilidad de que en efecto se hubiera dado una continuidad del agrosistema cacao-achiote-vainilla entre los k’ekchi’es del presente. Para sostener tal posibilidad, realizamos varias salidas de campo en aquellos lugares que por sus características climáticas, fisiográficas y de altitud pudieran haber sido apropiadas para estos cultivos. Tales fueron los casos, al norte, de las regiones de Cahabón, Lanquín y Chisec, y al noreste del departamento de a la Verapaz (fig. 4). La primera visita fue a los pueblos de Lanquín y Cahabón, y la realizamos en el año 2005. En ambos sitios previamente contactamos a varios agrónomos y técnicos agrícolas que trabajaban en la zona y les preguntamos la posibilidad de encontrar cultivos que presentaran la asociación de cacao-achiote-vainilla, en esta región reconocida de antemano por su producción de cacao. Todos coincidieron en que era imposible encontrar dicha asociación, a pesar de lo cual nosotros decidimos continuar la investigación, y resultado de esta decisión fue que en Lanquín localizamos un huerto en el que pudimos ver, entre otros cultivos, cacao (Theobroma cacao L.), achiote (Bixa orellana L.), malangas (Xanthosoma spp.), así como matas de plátano (Musa spp.), como cultivo de sombra. La huerta de Lanquín nos confirmó la presencia de achiote asociado al cacao, con un manejo de cobertura, en este caso de plátanos. Por primera vez pudimos constatar la asociación de cacao, que es un cultivo de sombra, con el achiote, que exige bastante radiación solar. Desde 2007, y como parte de una investigación aún en curso,107 decidimos trabajar en la zona de Chisec, en la Alta Verapaz. Ahí pudi106. Fray Alonso de Escobar, “Account of the Province of Vera Paz in Guatemala, and of the Indian Settlements or Pueblos Established Therein”, p. 93. 107. La información botánica que aquí se presenta es resultado preliminar de un proyecto etnoecológico que actualmente se encuentra en desarrollo (proyectos consecutivos de investigación SEP-CONACYT 40088 y SEP-CONACYT 131026).

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Figura 4.- Mapa de la región sur de El Petén y Alta Verapaz. Se muestra transecto altitudinal A-A’, localidades, hidrología y grupos lingüísticos. Así como el contraste altitudinal presente en la región.

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mos alcanzar el objetivo de constatar en campo la existencia hoy día de la antigua triada cacao-achiote-vainilla. Se ha encontrado que en varias comunidades k’ekchi’es se cultivan, de manera asociada, variedades de cacao criollo, vainillas criollas y diversos tipos de achiote. El cacao criollo es muy apreciado en el mercado mundial por su alta calidad en sabor y, sobre todo, por la nueva industria chocolatera gourmet. Sin embargo, hemos encontrado que en la zona de estudio se cultiva principalmente para el consumo familiar y un poco para el mercado local. El crecimiento de los cacaos criollos es más lento y es mucho más susceptible de ser atacado por plagas y hongos. Este tipo de cacao no ha sido incluido en los proyectos de desarrollo rural, por lo que no cuenta con apoyos gubernamentales, y esto hace que quede exento de la mayor parte de los cacaotales de la zona de Lanquín, que han sido ‘mejorados’ con injertos de variedades introducidas, como son los trinitarios, que reciben el apoyo de proyectos internacionales y materiales provenientes de Costa Rica. La región de Chisec está poblada en su mayoría por gente k’ekchi’. En la región norte, frontera con El Petén, se localiza la circunscripción denominada “Santuario del Jaguar”, y en ella existen alrededor de diez comunidades en las que hasta el momento se han localizado huertos y cacaotales en los que se cultivan varios tipos de cacaos criollos, además del llamado “cacao silvestre” (fig. 4). En el caserío de Santa Rosa se localizó un cacaotal k’ekchi’ ubicado en el traspatio de una casa de tablones y bajareque, con techo de palma o k’utul cabl, típica de la región. Este cacaotal se encuentra en un terreno en colina, que tiene una pendiente suave que desciende al sur, a lo largo de 45 metros. Junto a la casa hay varios árboles de cítricos, principalmente de chiin o naranja (Citrus sinensis (L.) Osbeck), y plantas de cardamomo (Elettaria cardamomum (L.) Maton), además de otras especies típicas de un huerto Estos proyectos como una de sus metas tienen el estudio comparativo de huertos especializados en varias comunidades mayas de México y Guatemala. Las identificaciones botánicas y la numeración de colectas están a cargo del M. en C. Manuel Zolá Báez, botánico del proyecto, en el Laboratorio de Etnoecología del Colegio de Postgraduados, Campus Puebla. Se han seguido los protocolos de colecta establecidos para las investigaciones etnobotánicas que propone Gary J. Martin en su libro Etnobotánica: manual de métodos; así como el Manual de herbario. Administración y manejo de colecciones, técnicas de recolección y preparación de ejemplares botánicos de Antonio Lot y Fernando Chiang, y los criterios que propone Javier Caballero en su artículo “Maya Home Gardens: Past, Present and Future”.

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k’ekchi’ de la Alta Verapaz. Un poco más abajo hay también árboles de cacao, que dan un aspecto de bosque cerrado, con árboles de varios tipos, que forman al menos tres estratos. En este huerto especializado o cacaotal se realizó un transecto (fig. 5) a fin de poder describirlo y entender la diversidad de especies y la distribución arbórea. Para tal fin se siguió la metodología de diagnóstico agrícola rápido que proponen Eckart Boege y James Bullock.108 La parte más baja del cacaotal está ocupada por un riachuelo intermitente. Los suelos son negros, ricos en materia orgánica, profundos y bien drenados en las partes altas, además de que presentan una textura que va de media a fina. En el transecto se encontraron tres registros importantes de Theobroma spp.: un árbol de cacao criollo Theobroma cacao L., conocido localmente como saki cacao; varios especímenes de cacao silvestre o q’uiche’cacau (cacao de la montaña), como lo nombran los k’ekchi’es de la localidad, identificado como Theobroma cacao, que resulta afín a la variedad lacandonense,109 y el poco estudiado pataxte o cacau balam (Theobroma bicolor Humb. & Bonpl.) (fig. 5). Los árboles de cacao silvestre tipo lacandonense presentan troncos altos y delgados y sus ramas exhiben un ángulo agudo en su intersección con las ramas principales, además de que los frutos presentan diez costillas. Estos arbolillos esbeltos sin lugar a duda son del mismo tipo que los que hemos encontrado en la Selva Lacandona de Chiapas (Bonampak y Yaxchilán) y en rejolladas de Yucatán.110 El árbol de cacao criollo (Theobroma cacao L.) es del tipo que la población k’ekchi’ de la región llama saki cacao, el cual presenta un fruto con una coloración verde muy pálido, y almendras color marfil o blancas. Se encuentra distribuido en varias localidades de la región. El tercer tipo de cacao presente es el pataxte o cacau balam (Theobroma bicolor Humb. & Bonpl.). Se trata de un árbol más alto que el del cacao común, frondoso y con frutos ovoides característicos, de cáscara leñosa y superficie reticular, que cuelgan de la parte distal de las ramas. En el transecto también se encontró un espécimen del árbol del jícaro o jom (Crescentia cujete L.), con su distintiva arquitectura arbó108. Eckart Boege, Protegiendo lo nuestro. Manual para la gestión ambiental comunitaria, uso y conservación de la biodiversidad de América Latina; James Bullock, “Plants”. 109. Arturo Gómez-Pompa, José Salvador Flores y Mario Aliphat Fernández. 110. Ibíd., p. 252.

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Figura 5 . Perfil de un solar k’ekchi’ localizado en región de Chisec, Alta Verapaz, Guatemala. Bo, achiote, Bixa Orellana L.; Cc, jícaro, Crescentia cujete L.; Co, cedro, Cedrela odorata L.; Cs, naranjo, Citrus sinensis (L) Osbeck; Gs, madre del cacao, Gliricidia sepium (Jacq.) Stead.; Tb, pataxte, Theobroma bicolor Humb. & Bonpl.; V, vainilla, Vanilla cribbiana. Soto Arenas.

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rea y frutos globosos, lisos y de cáscara leñosa, que sirven para hacer jícaras en las que se bebe chocolate o atole. Los árboles de sombra por lo general son de la leguminosa k’an te’, o madre del cacao (Gliricidia sepium (Jacq.) Stead.), y en un punto del transecto encontramos un árbol de gran porte de cedro rojo, llamado sutz’ulj (Cedrela odorata L.), que quizá sea un relicto del bosque tropical original. En las orillas o bordes del huerto, con exposición al sur, se hallan varios especímenes de arbolillos de cak xayau o achiote rojo (Bixa orellana L.), cercanos a los árboles de sombra, pero en una parte más luminosa. Es importante hacer notar en este huerto la presencia de che’sibic o vainilla, la cual crece en todos los árboles, tanto los de cacao como aquellos de sombra, en troncos gruesos o delgados (fig. 6). Esta vainilla es de un tipo local, con flores conspicuas, fragantes, de color amarillo y frutos grandes de forma triangular (oxxucut che’sibic), y ha sido identificada como Vanilla cribbiana.111 Nuestros informantes k’ekchi’es señalaron que esta vainilla la muelen en el metate junto con el cacao para de esta forma hacer la pasta de chocolate. También nos explicaron que acomodan las plantas de vainilla, aprovechando el zigzagueante patrón de la enredadera, a fin de permitir que las flores de cacao se desarrollen en el tronco del árbol y de este modo fructifiquen, y que a su vez la enredadera de vainilla gane altura y tenga una buena producción (fig. 6V). A nuestros cuestionamientos sobre el porqué siembran justamente estos tres cultivos y porqué juntos, los informantes k’ekchi’es nos señalaron que “sus padres los tenían así, cacao, achiote y vainilla para hacer sus bebidas”. Las bebidas a base de cacao, saborizadas con achiote, vainilla y orejuela (Cymbopetalum penduliforum (Dunal) Baili) han tenido y continúan teniendo un importante papel no solo en el contexto de los rituales k’ekchi’es, sino también de otros grupos mayas.112 Sabemos que durante el siglo xvii la bebida de cacao molido se llamaba en k’ekchi’

111. Miguel Ángel Soto Arenas, Filogeografía y recursos genéticos de las vainillas de México. Informe Final Proyecto J101; Miguel Ángel Soto Arenas y Robert L. Dressler, “A Revision of the Mexican and Central American Species of Vanilla Plumier ex Miller with a Characterization of their ITS Region of the Nuclear Ribosomal DNA”, pp 300-303. 112. Inge Hatse y Patrick de Ceuster, Prácticas agrosilvestres q’eqchi’es: más allá del maíz y frijol, pp. 39-43; Cameron L. MacNeil, “Traditional Cacao Use in Modern Mesoamerica”.

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bucbil, que quiere decir “untado”.113 Esta bebida quizá sea la que hoy día se conoce como “batido”, en la cual el cacao tostado se muele en metate junto con la vainilla, y hasta principios del siglo xx a esta bebida aún se le agregaba la flor de orejuela. A la pasta resultante se le añade agua tibia y se va batiendo con la mano hasta obtener la grasa del cacao.114 Es probable que a esta acción se deba el nombre de bucbil, pues en ella el agua se “unta” con la manteca de cacao. En relación con sus huertos, nuestros informantes k’ekchi’es nos manifestaron que cultivan cacaos criollos, a los que llaman cacau, y de los cuales tienen tres variedades: cak cacau (rojo), sak cacau (blanco) y rax cacau (verde). Las variedades que más les gustan son el rax (verde) y el cak (rojo). En lo que respecta a la vainilla, llamada por ellos che´sibic, estas comunidades también cultivan vainillas criollas de las que tienen tres tipos: una vainilla con vainas triangulares (oxxucut), otra con vainas pequeñas y cilíndricas, y una más con vainas más grandes y gruesas, que tiene mejor fragancia. Aparentemente, estas dos últimas son las que describió Julio Rosignon en el siglo xix. Sin embargo, en la actualidad, en lo que se refiere al sabor, los k’ekchi’es prefieren las vainas más pequeñas. El achiote, llamado xayau, tiene diversas variedades: está el achiote rojo (cak), del que existe uno con espinas y otro liso; el achiote blanco (sak) y el achiote verde (rax). Cabe destacar que estos dos últimos son los que por su sabor prefieren los k’ekchi’es. También aseguraron que hay una variedad amarilla (k’an). En las visitas realizadas a distintos huertos encontramos que la mayoría de los informantes siembran el cacao junto con la vainilla, mientras que los árboles de achiote son plantados junto a los cacaotales o muy cerca y alrededor de ellos (fig. 6). Los trabajos de campo realizados de 2005 a 2013 en comunidades k’ekchi’es de la Alta Verapaz demostraron la existencia y continuidad del agrosistema de la triada cacao-achiote-vainilla, que descubrimos a partir de fuentes históricas, pero además nos ayudaron a confirmar el planteamiento que en principio hicimos sobre que este cultivo está asociado a la forma de una triada cultural entre los mayas del sur de El Petén y la Alta Verapaz. Hoy día nos encontramos realizando los es113. AGCA, L. 6074, exp. 54906, f. 1v. 114. Wilson Popenoe, “Batido and other Guatemalan Beverages Prepared from Cacao”, pp. 405-406.

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Figura 6.- Solar k’ekchi’ con la triada del chocolate. A, achiote, Bixa Orellana L.; C, cacao, Theobroma cacao L.; V, vainilla, Vanilla cribbiana. Soto Arenas.

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tudios agroecológicos necesarios que nos ayuden a establecer la estructura y patrones de distribución espacial dentro de los huertos y grados de asociación de las diferentes especies, así como el manejo de los suelos, nutrientes y condiciones de luz.115 Por último, nuestros informantes nos señalaron que los cacaos y vainillas criollos que se encuentran en el monte tienen dueños, y que estos son los llamados ch’olcuink, a quienes los k’ekchi’es consideran sus antepasados, y desde su perspectiva del mundo, los ch’olcuink habitan los montes y bosques. Nosotros creemos que quizá puedan identificarse con las antiguas poblaciones choles y lacandonas que habitaron algunas zonas de la Alta Verapaz y sur de El Petén, como ya lo describimos en los apartados anteriores. Los k’ekchi’es están convencidos de que los principales cultivos de los ch’olcuink son el tabaco, el chicozapote, la piñuela, el cacao silvestre, el cacao, la vainilla y el achiote.116 Tienen la creencia de que los ch’olcuink intercambian sal por cacao, pues carecen de ella, lo que refuerza la importancia de los vínculos sociales y comerciales que existieron con las poblaciones insumisas del período colonial. Así, al parecer, los ch’olcuink tienen una condición liminar entre el mundo terrenal y el de las deidades que habitan el monte. En sus palabras: “Así como el guamil es intermedio entre milpa y bosque, entre sol y sombra, así lo es el ch’ol winq entre hombre y Cerro-Valle. El ch’ol winq es el antepasado. El verdadero maya, el que vive en la cueva. Él sabe hablar con los Tzuultaq’aes y como ellos, usa hacha de piedra y el jaguar es su perro”.117

Conclusiones Al día de hoy los especialistas solo han reconocido a la Chontalpa, el Soconusco, Suchitepéquez e Izalco como regiones de producción intensiva de cacao, desde la época prehispánica hasta bien entrado el período 115. Laura Caso Barrera y Mario Aliphat Fernández, “Cacao, Vanilla and Annato: Three Production and Exchange Systems in the Southern Maya Lowlands, xvixvii centuries”, pp. 41-47; “The Itza Maya Control over Cacao: Politics, Commerce and War in the Sixteenth and Seventeenth Centuries”, pp. 290-291. 116. Inge Hatse y Patrick de Ceuster, p. 130. 117. Ídem.

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colonial. Sin embargo, la investigación que hemos realizado sobre las relaciones del señorío itzá con los choles del Manché y los lacandones históricos nos permite redefinir y delimitar una nueva región productora, no solo de cacao, sino también de achiote y vainilla, de gran relevancia en las tierras mayas bajas del sur.118 Esta región por un tiempo fue una zona liminal entre el señorío independiente de los itzá y las poblaciones k’ekchi’es, bajo el dominio español en la Verapaz. Estudiar la zona desde la perspectiva de la historia ambiental de los diferentes agrosistemas regionales nos ha ayudado a distinguir por lo menos tres agrosistemas presentes en la región, con distintos grados de integración e intensificación del cultivo de cacao. Estos tres sistemas involucran y exigen un buen manejo de la estructura y diversidad ecológica, y representan una práctica que tiene como fin modificar los diferentes estadios de la sucesión ecológica del bosque tropical. El cacao requiere la presencia de árboles de sombra, mismos que en ocasiones pueden servir como tutores para la vainilla. Por su parte, el achiote necesita mayor luminosidad que los otros dos cultivos, y se encuentra en una posición intermedia entre las grandes necesidades de luz que requieren las especies cultivadas en una milpa, en particular el maíz. Las milpas y huertos itzaes constituyen un mosaico de manejo productivo de complejas interacciones entre el bosque tropical húmedo y las áreas bajo cultivo de la milpa y huertos familiares. Los cultivadores itzaes transformaron la estructura de los bosques de El Petén, al enriquecerlos con especies arbóreas de importancia económica, tales como el cacao, el pataxte, el copal, el achiote, la pimienta gorda, el hule, la pita, el palo de Campeche, el bálsamo, el ramón, las palmeras y árboles frutales, entre otras. Las fuertes restricciones impuestas por suelos someros de mediana y baja fertilidad en El Petén central, fijaron los límites agroecológicos a los procesos de intensificación del cacao y de otros productos asociados, tales como el achiote y la vainilla. Al parecer, estas limitantes ecológicas fueron fundamentales en la expansión de los itzaes hacia el sur, donde se encontraban dos regiones productoras de cacao: la de los lacandones y acaláes al suroeste, y la de los choles del Manché en las márgenes del río de La Pasión y sus fuentes en el Machaquilá y el Cancuén. Estos pue118. Laura Caso Barrera; Laura Caso Barrera y Mario Aliphat Fernández, “Organización política de los itzaes desde el posclásico hasta 1702”.

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blos, hablantes de chol (cholchi o choltí), tuvieron que enfrentar la constante y feroz presión ejercida sobre ellos por los itzaes, o en el mejor de los casos entraron en interacciones comerciales forzosas. Al momento de la conquista por parte de los españoles, los lacandones de la región de Sac Balam habían establecido ya un sistema de milpas en el que no solo cultivaban maíz, frijol, calabaza y tubérculos, sino también un número importante de especies arbóreas, entre las que destacan sus cultivos semi-intensivos de cacao y achiote. Por su parte, los choles del Manché, a quienes los españoles describieron como apáticos cultivadores de pequeñas milpas, que vivían en asentamientos menores, dispersos en la región, resultaron, después de realizar un análisis cuidadoso de las fuentes, productores especializados en tres cultivos relevantes en relación con el consumo de chocolate: el cacao, el achiote y la vainilla. Sus huertos bien pueden ser considerados como ejemplos de cultivo intensivo, y debido a su gran extensión y marcada especialización incluso se les puede definir como verdaderas plantaciones. La dispersión de los asentamientos choles del Manché a lo largo de su región, con seguridad representa una estrategia que brinda la mano de obra necesaria para estos exigentes sistemas de cultivo. Este ejemplo de producción intensiva y especializada incrementa también la demanda, a nivel local, de granos producidos en otro lugar, y que debían ser adquiridos por intercambio. Los choles del Manché, gracias a su capacidad para producir cacao, tuvieron que enfrentar la amenaza y coerción no solo de los itzaes y de los españoles, sino también el intercambio desventajoso con los pueblos k’ekchi’es, dominados ya para entonces por los españoles. En este artículo hemos querido dar cuenta de la larga duración de las relaciones entre las tierras mayas bajas del sur en las que habitaron los lacandones, acaláes y choles del Manché, con la Alta Verapaz y las poblaciones k’ekchi’es. Aún nos falta obtener más información sobre la comercialización del cacao y el achiote obtenidos por conducto de los choles del Manché y los lacandones; sabemos también que los dominicos y los alcaldes mayores de la Verapaz tenían un lucrativo negocio con estos productos, pero no tenemos aún la información sobre cómo se integraban al circuito comercial. Suponemos que tanto el cacao como el achiote pudieron salir por la Verapaz y después ser transportados, vía marítima, por el golfo Dulce (actual lago Izabal, que

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desemboca en el mar Caribe), donde podían ser embarcados hacia Veracruz, Cuba o España. Sin embargo, este negocio tan productivo duró solo hasta finales del siglo xvii, época en que los lacandones y choles fueron finalmente conquistados y removidos de sus tierras. Tenemos noticia de que una de las mayores dificultades que enfrentaron los españoles que comerciaban con estos productos fue sacarlos de las zonas de producción, pues prácticamente no existían caminos, y los que había estaban en malas condiciones y eran agrestes, por lo que incluso a lomo de animales de carga, transportar mercancías fuera de El Petén y la Verapaz resultaba prácticamente imposible. Los escarpados caminos, los grandes despeñaderos, las fuertes lluvias, los mosquitos, las enfermedades y la presencia de animales ponzoñosos hicieron que estas regiones se mantuvieran bastante al margen de la economía colonial. La reubicación forzada de los lacandones y choles del Manché a tierras altas trajo consigo la fatal consecuencia de la desaparición de estos grupos, y esta situación nos hizo suponer que con ellos se había perdido de manera irremediable el conocimiento sobre los sistemas de cultivo especializados de cacao, achiote y vainilla. Sin embargo, los viajes de campo realizados de 2005 a 2013 a la Alta Verapaz nos permitieron demostrar la existencia actual de la triada cacao-achiote-vainilla en huertos especializados k’ekchi’es. Comprobamos también que la asociación de los tres cultivos fue retomada por los k’ekchi’es y que actualmente se conserva in situ y se reproduce en sus huertos familiares, mismos que dan cuenta de que el cacao puede servir de tutor a la vainilla en la mayoría de los casos, aunque en algunas ocasiones también se utilizan árboles de sombra para este fin. El achiote lo encontramos plantado junto a los cacaotales, contiguo a otros árboles como el pataxte (T. bicolor) y el jícaro (C. cujete). La confirmación que obtuvimos a partir del trabajo de campo que realizamos en la Alta Verapaz, de que estos sistemas de cultivo provienen de los ancestros o ch’olcuink, corrobora también la estrecha relación que existió entre las poblaciones de los choles del Manché, los acaláes y los lacandones con los k’ekchi’es y que aún pervive en su imaginario. Esta situación es la que ha permitido la sobrevivencia y conservación del complejo agrosistema que representa la triada cacaoachiote-vainilla y su relación con el chocolate como bebida ritual.

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El cacao de Tabasco en la Nueva España: producción, comercio y mercados Carlos E. Ruiz Abreu Universidad Juárez Autónoma de Tabasco

Introducción La finalidad de este ensayo es analizar el proceso y evolución de la producción, consumo y comercio del cacao en Tabasco; profundizar en el conocimiento de los factores que determinaron durante la época colonial que la economía tabasqueña girara alrededor de la producción de cacao, tanto en la república de indios como en la de españoles, a partir de la conquista. Para hacerlo, comenzaré por esbozar las diferencias y semejanzas que existen entre las formas de explotación de la tierra en las encomiendas y haciendas; entre la fuerza de trabajo en ellas empleadas; entre el tributo en especie y en trabajo; entre el trabajo obligatorio y el remunerado, y de esta forma procuraré que el lector descubra por sí mismo que todas las formas y métodos aplicados en las distintas actividades productivas de la provincia tenían como foco de atención la semilla del cacao. La hacienda, como unidad productiva, surge en Tabasco durante las primeras décadas del siglo xvii. Los documentos del Archivo General de la Nación (en adelante AGN) nos permiten desentrañar el desenvolvimiento de la hacienda durante la época colonial. Tres factores son importantes para entender la detonación del desarrollo de la hacienda, y estos son: la propiedad territorial, el acaparamiento de tierras y el trabajo. En este texto descubriremos cómo la hacienda cacaotera en Tabasco era, para el siglo xviii, la unidad productiva más importante.

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El comercio de Tabasco durante la colonia fue una actividad que dinamizó en muchos aspectos la vida de sus habitantes. Esta provincia, por sus características geográficas, tenía una apertura más amplia hacia las zonas del Golfo de México, dados sus ríos, lagunas y pantanos, que hacia el resto de la Nueva España, del que de alguna manera se sentía aislada. Así las cosas, las noticias, de donde quiera que vinieran, llegaban por conducto del comercio. Gracias a las actividades comerciales entraban y salían de Santa María de la Victoria en un principio, y del puerto de Villahermosa después, productos de todas partes; y solo por este hecho resulta interesante analizar el comercio que Tabasco establecía con Veracruz, Campeche, Ciudad Real, Comitán, Tehuantepec y Cuba, mismo que estuvo dominado todo el tiempo por los españoles y criollos. En este artículo centraré mi análisis en la influencia que tuvo el comercio en el desarrollo de la provincia de Tabasco, en el sur-sureste de la Nueva España, así como en los vínculos que Tabasco desarrolló con el resto del virreinato. También explicaré cómo es que el mercado de cacao tabasqueño se adaptó a los cambios producidos por la administración colonial, y de qué manera estos cambios incidieron en la producción y comercialización de dicho grano, así como en el devenir de su comercio local y hacia el exterior. En otros términos, procuraré dar respuesta a una interrogante fundamental: ¿es verdad que el cacao impulsó y reactivó en realidad la economía y el comercio en esta región de tierras bajas, tropical-húmeda que se pensaba era una economía estática? Para responderla analizaré los vínculos comercial y económico que Tabasco estableció con el sur-sureste de la Nueva España, así como con otros sitios del Golfo de México.

La agricultura y el cacao Tanto en la época prehispánica como en la colonial el cacao fue, sin lugar a dudas, el principal producto cultivado (fig. 1). Se usó como moneda de cambio para facilitar el intercambio comercial; también fue elemento de tributo y se utilizó como alimento en bebidas de los pueblos indígenas y materia prima para la fabricación de chocolate.1 En el 1.

Anne Chapman, Puertos de intercambio en Mesoamérica prehispánica, p. 31.

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1. Bolas de pozol. Blanco hecho con maíz. Grisáceo elaborado con maíz y cacao. Bebida típica de Tabasco desde la época prehispánica hasta hoy. Foto de Ignacio Osorio Pedrero.

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mundo mesoamericano, dado su alto costo, el cacao ocupó un lugar preponderante en la alimentación de las élites. Solo las clases privilegiadas lo consumían; asimismo, en la época prehispánica, las mujeres aztecas, olmecas, mayas y las chontales de Tabasco preparaban con los granos del cacao chocolate o pozol, que era una bebida hecha a base de maíz y cacao molido, favorita de nobles y principales (fig.1). Por su abundancia, el cacao mantuvo a gran parte de las comunidades chontales ocupadas en las labores de cultivo de los plantíos. Y del cultivo, cosecha y consumo del cacao en la época prehispánica dejaron testimonio cronistas como Cortés, Bernal Díaz del Castillo, Sahagún y Torquemada. Todos, desde diferentes enfoques, hicieron notar la importancia estratégica del cultivo de este grano en los ámbitos económico, político y social de Tabasco. El árbol del cacao se gesta a la sombra, pero con calor excesivo, y es por esto que al lado del cacao se planta otro árbol, más alto, al que se le conoce como “madre del cacao2”, que es el que le brinda la sombra que requiere (fig. 2). El fruto del cacao aparece en el tronco, casi desde el suelo, y en las ramas. Es una especie de mazorca que contiene de veinte a treinta granos envueltos en una sustancia blanca y dulce, también comestible (fig. 3). Se hacían dos cosechas: una en junio y otra en diciembre. Los granos se ponían a secar al sol para luego hacerlos chocolate. Los mexicanos llamaban al cacao cacahuatl. Conforme al sistema numérico de los indígenas, la base para contar el cacao era el número 20. Así, 400 cacaos (20 x 20) equivalían a un zontli (en náhuatl 400), 20 zontles hacían un xiquipil (8.000 granos) y tres xiquipiles constituían una carga (24.000 granos), que pesaba 27 kilos. Estas medidas de peso se siguieron usando durante todo el período colonial. Aunque sabemos que el grano de cacao se utilizó como moneda, no sabemos aún cuál fue su valor. Sin embargo, poco a poco perdió importancia en ese sentido, pero en la época colonial conservó su valor como la principal riqueza del pueblo tabasqueño. Cuenta Torquemada que en el palacio de Netzahualcóyotl, rey de Texcoco, se consumían cada año casi tres millones de fanegas de cacao, lo que resulta una cantidad exagerada, si tomamos en cuenta que una fanega equivale a 50 2.

Los árboles de sombra por lo general son de la leguminosa (Gliricidia sepium (Jacq.) Stead.) conocida como madre del cacao.

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kilos de producto. Y aunque esta cifra con seguridad sobrepasa la realidad, sí refrenda la importancia que tenía el producto.3 En la relación que Bartolomé de Zárate, regidor de México, hace sobre la historia y gobierno de la Nueva España en 1544, asegura que en Tabasco “el cacao es una fruta a manera de almendra que traen por moneda y bébenlo hecho brebaje: molido y tostado, hecho harina, es de gran mantenimiento” (fig. 4).4 Con la llegada de los españoles al territorio mesoamericano, el mundo indígena sufrió una irrupción en todos los niveles de sus estructuras: económica, política, social y cultural. Los primeros españoles que tuvieron contacto con tierras tabasqueñas se dieron cuenta de la importancia que tenía el cacao para los indígenas. El valor de este grano hizo que algunos colonizadores del suelo tabasqueño se apropiaran de su comercio y otros, de las tierras para su cultivo, sin darle importancia a otros productos de primera necesidad que enriquecían la alimentación de la población. A pesar de esta situación, la producción de cacao disminuyó a partir del siglo xvi, pues la fuerza de trabajo resultó insuficiente para la cosecha y producción del grano. Sin embargo: […] después de la Conquista el grano de cacao continuó siendo utilizado como fácil medio de intercambio. La mayor parte de la producción de cacao siguió siendo manejada por los indios; los españoles continuaron en el papel de intermediarios y distribuidores. Los mismos colonizadores empezaron a aficionarse a la bebida india, el chocolatl, preparado con semilla del cacao y, rápidamente introdujeron esta nueva y exótica afición en Europa.5

El cacao se convirtió en el principal tributo que pagarían los indígenas a los españoles. Todos los efectos y frutos que compraban los indígenas a los comerciantes que llegaban a Tabasco eran pagados con una parte del cacao que producían; otra se utilizaba como tributo, y otro tanto se almacenaba para uso de la provincia. Al respecto, el visitador Francisco de Morales, en una carta que dirigió al rey, fechada el 3. 4. 5.

Fray Juan de Torquemada, Monarquía indiana, t. 1, p. 231. Francisco del Paso y Troncoso, Epistolario de la Nueva España 1505-1818, vol. IV, pp. 145-146. Eric Wolf, Pueblos y cultura de Mesoamérica, p. 216.

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2. Cacaotal en la región de la Chontalpa, Tabasco, se aprecia el árbol del cacao y madre. Foto de Ignacio Osorio Pedrero.

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3. Mazorcas de cacao de Tabasco en vasija de barro. Foto de Ignacio Osorio Pedrero.

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9 de abril de 1562, le informa que en la provincia de Tabasco y en el puerto de Santa María de la Victoria se extraen cada año, para la Ciudad de México, aproximadamente 3.000 cargas (81 toneladas) de cacao, que valen 60.000 pesos.6 Estas cifras las confirma Chevalier, basado en el informe redactado por un oidor de Guatemala, en el año 1576, cuando menciona las 3.000 cargas de cacao cosechadas en Tabasco.7 En relación con los tributos de cacao, las tasaciones de 1549 y 1606, así como la relación de 1579,8 mencionan las fluctuaciones del producto. En el transcurso de la época colonial no hubo una constante en la producción de cacao debido a las condiciones geográficas y económicas de la provincia, así como a las leyes reales adversas al desarrollo del producto. La Corona española no permitió a sus colonias la producción de efectos y frutos que pudieran competir con los peninsulares o los de otras colonias; por lo mismo la producción de vino y aceite de oliva, entre otros, estaba limitada, de hecho, solo se permitía producir lo necesario para el consumo interno, según fueran los intereses y beneficios. Eric Wolf explica esta situación de manera muy clara: […] llegaba a suceder que algunas colonias obtuvieron el derecho exclusivo de cosechar otros productos. Es así como en el transcurso del siglo xvi, la producción de cacao de la Nueva España fue interrumpida e iniciada en Venezuela para promover el desarrollo económico de Caracas, lo que sucedió a pesar de que Mesoamérica era la región que había dado origen al cacao. A partir de entonces la Nueva España tuvo que exportar plata, harina, tela de yute, cubiertos y artículos de cobre, para comprar cacao venezolano.9

Al parecer este fue uno de los motivos por los que no se promovió la producción del producto en Tabasco, el Soconusco y Oaxaca, provincias que tenían las características necesarias para su cultivo y 6. 7. 8.

9.

Francisco del Paso y Troncoso, vol. IX, p. 155. Francois de Chevalier, La formación de los grandes latifundios en México: tierra y sociedad en los siglos XVI y XVII, p. 104. Francisco del Paso y Troncoso, vols. VI y XV, pp. 107-117 y 36-38; Melchor de Alfaro Santacruz, Relaciones histórico-geográficas de la Provincia de Tabasco, pp. 24-30. Eric Wolf, p. 167.

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4. Mujer nativa de Tabasco, moliendo cacao en el metate para hacer chocolate. Foto de Ignacio Osorio Pedrero.

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que, de haberlo hecho, habrían podido abastecer a la Nueva España y llegar incluso más allá de sus fronteras. William Dampier, viajero inglés que visitó Tabasco en 1665, observó en las orillas de los ríos Usumacinta y Grijalva enormes plantaciones de cacao junto a los pueblos de indios.10 Estas observaciones dan cuenta de que, pese a cualquier prohibición, Tabasco, dentro de sus posibilidades, producía cacao. La provincia de Tabasco fue la principal productora de cacao en la Nueva España, pero no pudo cubrir la creciente demanda de este fruto, sobre todo cuando se dio la interrupción que sufrió el cultivo a causa del proteccionismo que la Corona otorgó a las regiones “pobres”. Además, se pensaba que al ser la Nueva España una productora de plata, no tenía por qué convertirse en una potencia productora de cacao. En consecuencia, se tuvo que importar de Caracas y Maracaibo, en Venezuela, y de Guayaquil, en Ecuador, donde la Corona española impulsó su cultivo. Estas fueron las causas por las que la producción de cacao en Tabasco entró en un receso, con altas y bajas, a partir de la conquista y hasta 1740, aproximadamente, pero lo cierto es que nunca se dejó de producir. En esta recesión a la que he hecho referencia influyeron también otros factores importantes: uno de ellos fue la piratería, que causó grandes estragos en la población y en la producción de cacao. Fue muy común en ese entonces escuchar que los indígenas abandonaban sus pueblos y sembradíos, principalmente los de la costa y región de la Chontalpa, para refugiarse en las provincias de Chiapas, Acayucán, Oaxaca y Guatemala. Desde esa época, la región de La Sierra se convirtió en la principal productora de cacao en Tabasco (véase mapa 1). Otros factores esenciales que derivaron en la recesión productiva del cacao fueron las pestes, como la viruela, y las plagas de langostas. Sus ataques resultaron los más perjudiciales para las cosechas del producto, ya que sus efectos lograron, en algunos casos, parar por completo las actividades productivas de toda la provincia. Tanto en el informe redactado por la comisión que José de Gálvez, visitador general de la Nueva España, envió a la zona en 1765 y 1766,11 10. Ciprián Aurelio Cabrera Bernat, Viajeros en Tabasco, p. 258. 11. Enrique Florescano e Isabel Gil Sánchez, Descripciones económicas regionales de Nueva España; provincias del centro, sureste y sur, 1766-1827, pp. 219-220.

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Mapa 1

como en el que escribieron los oficiales reales de Veracruz en 1778,12 se apunta que la provincia de Tabasco era la principal productora de cacao de la Nueva España, pero en ambos documentos se aclaraba que su producción era insuficiente para atender la elevada demanda del mismo, a pesar de que había iniciado ya un proceso de cultivo en masa del producto, que abarcaba a casi toda la provincia. Al respecto, Eduardo Arcila Farías asegura que “hasta 1778 la producción de cacao de Tabasco creció y las autoridades de la Nueva España estimularon a

12. AGN, Industria y Comercio, vol. 13, ff. 3-33; Informe de los oficiales reales de Veracruz, Pedro Antonio de Cosío, Sebastián de la Torre, José de Carrión y Bernardo de Campillo. Veracruz, 22 de julio de 1778.

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los agricultores de Tabasco, sin embargo, no se desarrollaron en la medida en que esperaban aquellos funcionarios; pero de todas maneras alcanzaron un volumen de consideración”.13 La importancia productiva del cacao de Tabasco adquirió nuevas y mayores proporciones durante la última mitad del siglo xviii. El mismo autor proporciona cifras sobre las cantidades de cacao producido en distintos lugares de América, que fue enviado a Veracruz de 1784 a 1821. Según él, Guayaquil ocupó el primer lugar, con un total de 344.552 fanegas de cacao; Maracaibo, el segundo, con 250.278; Tabasco, el tercero, con 153.482, y Caracas, el cuarto, con 80.012 fanegas. La importancia de la producción de cacao en Tabasco la observamos en el elevado monto de las cifras de envío, que obedecían a una continua productividad, así como por el lugar que ocupó en los años y en todo el período frente a las otras potencias cacaoteras. Este comportamiento en la producción de cacao de Tabasco durante los últimos 40 años antes de la independencia se debió, en particular, a las siguientes razones: • La constante reglamentación del comercio, que agilizó el tráfico marítimo. • La extensión del comercio libre para la Nueva España, autorizado en 1789.14 • La declaración de Villahermosa como puerto menor en 1792, que haría gozar a esta ciudad, a partir de entonces, de las franquicias concedidas a este tipo de puertos. • La erección del Consulado de Veracruz en 1795, que comercializó el cacao tabasqueño. Cabe citar aquí también que Antonio Alzate, en sus “Memorias sobre el cultivo de cacao”, publicadas en el Diario de México en 1812,15 menciona que en Oaxaca, las tierras propicias para su cultivo no producían lo que debían, por el descuido no solo de la población, sino también de las propias autoridades. En cambio, en Tabasco, que gozaba casi del mismo clima y tierra, este cultivo estaba bien arraigado. 13. Eduardo Arcila Farías, Comercio entre Venezuela y México en los siglos XVII y XVIII, pp. 82-83. 14. AGN, Reales cédulas originales, vol. 142, ff. 136-137: real cédula que decreta el comercio libre para Caracas y Nueva España, 28 de febrero de 1789. 15. Diario de México, t. XVII, núm. 2489, p. 107, 1812.

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Los precios del producto se conformaron según las reglas de la oferta y la demanda. Las alzas y bajas de los precios fueron en extremo irregulares en la evolución de la producción del cacao: de un mes a otro las fluctuaciones llegaban a ser alarmantes. El alza continua de los precios del producto coincidió con el considerable auge del comercio que Tabasco vivió de 1765 a 1810, mismo que a los grandes propietarios, agricultores y comerciantes les dio magníficos beneficios. A pesar de este repunte, las restricciones continuaron y no se logró obtener la producción que se hubiera querido o podido tener. Es interesante anotar aquí que se realizaron importantes análisis sobre el cultivo y producción del cacao tabasqueño y su influencia en la economía de la Nueva España, que seguía apoyando a la provincia de Tabasco, a fin de que pudiera convertirse en la productora número uno de cacao. José Donato de Austria, en su Memoria, redactada en 1804,16 hizo hincapié en el gran descuido que tuvo España con respecto al cultivo y producción de cacao en Tabasco. El enfoque de este autor se orientaba a que se debió favorecer el aumento de la población, la agricultura y la industria en América, aunque no debe negarse que las reformas borbónicas, en efecto, favorecieron la agricultura en Tabasco, en particular en lo que al cacao se refiere, el cual era consumido por gran parte de la sociedad novohispana, y cuya producción, como ya lo he planteado, aunque tuvo altas y bajas, siempre se mantuvo.

El principal tributo: el cacao Durante la colonia los encomenderos explotaron los sitios y estancias cacaoteras y ganaderas, que al mismo tiempo eran de autoconsumo, pues producían alimentos de primera necesidad, como maíz, frijol, camote, yuca, entre otros, además de frutas y legumbres. Los encomenderos obtenían recursos económicos a partir de los productos que recibían como tributo, en particular de cacao, y por el trabajo que desempeñaban los indígenas tabasqueños, quienes contribuyeron al 16. AGN, Archivo Histórico de hacienda, Consulados, vol. 1869, exp. 3, 15 ff. “Memoria del Instituto Consular de Veracruz para fomentar la agricultura y la industria de América”, leída en la junta celebrada el 11 de enero de 1804, por el secretario don José Donato de Austria.

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sostenimiento alimenticio de los españoles desde los primeros momentos de la conquista. Según se aprecia en la tasación de 1549, la provincia de Tabasco contaba con una población de 5.125 habitantes, repartida en 31 pueblos encomendados, cuatro que pertenecían a la Corona y 13 que eran propiedad de particulares, repartidos entre 17 encomenderos, a los que 1.025 indígenas les tributaban lo siguiente: 580 xiquipiles de cacao, 1.300 fanegas de maíz (65.000 kilogramos), 676 gallinas y otros productos de menor importancia.17 Es importante aclarar que en esta tasación faltan los datos de los pueblos de la Chontalpa, zona que tenía la mayor concentración de indígenas tributarios. Tabla 1 Cacao tributado. Tasación de 1549-155118 ENCOMENDEROS

INDIOS TRIBUTARIOS

CACAO (EN XIQUIPILES)

GALLINAS

MAÍZ (EN

PUEBLOS ENCOMENDADOS

FANEGAS)

Su Majestad

25

20

24

-

Francisco Montejo

120

60

72

200

Tacotalpa

Francisco Montejo, un hijo de Alonso de Tejeda y Diego de Soria

180

100

80

200

Tecomaxagua

Francisco Montejo

170

70

100

200

Ucelutla

Su Majestad

175

70

100

200

Tapixulapa

Su Majestad

120

80

100

200

Tamulte

Rodrigo de Grado

100

50

100

100

Teapan

Gonzalo Nieto

135

80

100

200

Zaguatán

Su Majestad TOTAL

Tabasco

-

100

-

-

-

1.025

630

676

1.300

8

17. Francisco del Paso y Troncoso, pp. 107-112. 18. Se respeta la ortografía de la época.

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EL CACAO DE TABASCO EN LA NUEVA ESPAÑA

A partir de la segunda mitad del siglo xvi comenzó a exigirse el tributo en especie, mismo que consistía en que cada indígena debía tributar un xiquipil (8.000 granos) de cacao, una fanega (50 kilogramos) de maíz y una o dos gallinas cada seis meses. A simple vista, los montos no eran pesados; el problema consistía en que los tasaban más de la cuenta y les pedían productos que no se daban en su región. Por ejemplo, en algunas zonas de la región de Tabasco, conocida como La Sierra, no se cosechaba cacao, a pesar de lo cual se les exigía a los indios como tributo. Esta situación hacía que tuvieran que bajar a la región de la Chontalpa para intercambiarlo particularmente por maíz. Ante esta injusticia, el rey ordenó que los indios solo pagaran sus tributos tasados con los frutos que se dieran en sus tierras, y no con los que tuvieran que ir a buscar a otras partes.19 Las Relaciones histórico-geográficas de la Provincia de Tabasco de Melchor de Alfaro Santacruz, escritas en 1579, nos proporcionan clara y abundante información sobre el estado que guardaba el tributo en Tabasco en aquella época. Escribe que había 2.434 indígenas tributarios que proporcionaban 1.751 xiquipiles de cacao, 1.176 fanegas de maíz, 1.731 gallinas y 1.000 pavos, cada seis meses aproximadamente.20 Tabla 2 Cacao tributado, en 1579 21 ENCOMENDEROS

INDIOS TRIBUTARIOS

CACAO (EN

GALLINAS

MAÍZ (EN FANEGAS)

PUEBLOS ENCOMENDADOS

XIQUIPILES)

Melchor de Alfaro Santacruz

14 27

7 27

7 27

3½ 13

Tabasquillo Guavicalco

Diego de Soria

40 10 38

40 10 38

40 10 38

20 5 19

Tamulte de la B. Oxiocaque Tecoluta

19. “Real cédula fechada en Monzón de Aragón el 29 de noviembre de 1563”, en Disposiciones complementarias de las leyes de Indias, vol. I, ley 104, p. 134. 20. Para ahondar en el tema de las relaciones de 1549, 1579 y 1606, véase Carlos Ruiz Abreu, Señores de la tierra y el agua..., pp. 56-57, 63 y 68-71. 21. Tomado de Relaciones histórico-geográficas de la Provincia de Tabasco de Melchor de Alfaro Santacruz, escritas en 1579. En este cuadro se respeta la ortografía de la época. La suma total no es correcta, pero así aparece en el documento original.

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ENCOMENDEROS

CARLOS E. RUIZ ABREU

INDIOS TRIBUTARIOS

CACAO (EN

GALLINAS

MAÍZ (EN FANEGAS)

PUEBLOS ENCOMENDADOS

XIQUIPILES)

Rodrigo de Paz

40 13 60 60

40 10 60 60

40 12 30 60

20 10 zontes 30 30

Gonzalo Nieto (hijo de)

325

325

125

62½

Aztapa, Xaguacapa y Xalapa.

Corona real

60 110 240 30 17 20

60 4zontes 48

30 100 120

30 100

Tacotalpa Tapijulapa Ocelotan Xicalango Atasta Jonuta

García de Ledesma

82 20 40

25 20 16

25 10 32

50 10 32

Tecomaxiaca Guatacalca Chilapa

Juan de Tejeda

82 31 20 30 40

25 31 10 15 20

25 21 20 30 40

50 19 20 30 40

Tecomaxiaca Mazateupa Iztapa Popane Ozumacinta

Alonso de Grado

70

36

70

70

Teapa

Juan de Rebolledo

18 13 12

18 4½ 6

9 13 15

9 13 30

Oquilzapotan Macuopana Tepezintila

Pedro de Perales

29

29

18

14½

Olguatitan

Francisco de Hidalgo

5 11 29 33

5 11 29 33

5 11 29 33

5 51½ 141½ 17

Apaztla Oceloteapa Ulapa Gueimango

Juan Díaz de Quadros

30

30

30

15

Nacaxuxuca

Hijo de Antonio de Tolosa

30

30

30

15

Nacaxuxuca

Baltasar Gaitán

40

40

32

15

Omitan

Ximón Diez de Ballesteros

48 13

48 6

24 13

24 12

Xalpa Tenosique

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Dan 44 pesos

Tamulte de la B. Puscatan. Tamulte de la S. Quaquilteupa.

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ENCOMENDEROS

INDIOS TRIBUTARIOS

CACAO (EN

GALLINAS

MAÍZ (EN FANEGAS)

PUEBLOS ENCOMENDADOS

XIQUIPILES)

Antonio de Maiorga

32 8 29

32 8 29

16 8 31

16 4 15

Juan de Villafranca

13 15 15 21 2

13 15 15 21 -

15 15 15 21 2

½ 7½ 12 10½ 2

Pedro Interian

8 30

8 30

8 16

4 6

5 9 9

5 9 9

5 9 9

2½ 4½½ 4½½

Diego Hernández de Segura

19 16

19 16

19 16

7 5

Hernando de Villegas

22

22

22

14

Tuptla

Mateo de Lurriaga

30 15

30 6

16 11

6 12

Xalupa Tazagual

Melchor de Eredia

33 17 44

33 17 22

-16 44

17 8 44

Gueimango Santiago Cimatan Tepetitan

Ana de Salas

33 14

33 4½½

33 13

17 13

Gueimango Macuopana

Feliciano Bravo

44 14

44 14

44 14

22 7

Anta Pechucalco

Ana de Zornosa

42 29

42 29

42 29

21 14½½

Amatitan Conduacan

Juan de Tolosa

36

18

36

36

2.434

1.751

1.731

1.176

Teodora Manuel

TOTAL

Zoiataco Chichicapa Culico Mecaguacan Aiapa Teotitan Copilco Gueitalpa Chaiala Boquiapa Xalupa Gueimanguillo Icnoapa. Copilco Zaqualco Topocingo Chilatenpa

Petenete 61

Se eclipsaba el siglo xvi y el tributo brillaba como nunca; no había poder que lo detuviera; devastaba la fuerza de trabajo del indígena y se apropiaba del producto que resultaba de dicha explotación. La tasación de 1606 nos proporciona datos sobre el tributo que pagaban los indígenas, que era como sigue: 88 cargas (27 kilos c/u) de cacao y 88 de maíz, gallinas y mantas, cada seis meses. En esta tasación, al igual que

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sucedió en la de 1549, faltan los pueblos de la Chontalpa, y si se compara con las Relaciones de Melchor de Alfaro Santacruz, de 1579, podremos percatarnos de que hay menos tributarios, pero no menos cantidad de productos tributados. Si los 27 pueblos daban 88 cargas cada seis meses, al año sumaban 176, es decir, casi cinco toneladas anuales. A cada pueblo correspondían 175 kilogramos por año. Entre los problemas más fuertes que enfrentaron los indígenas puede citarse como el principal el que no contaran en sus tierras con alguno de estos productos a tributar y como segundo, el que eran muy pocos individuos los que debían cubrir las cargas impuestas.22 Tabla 3 Cacao tributado, 1606 23 ENCOMENDEROS

MAÍZ (CARGA)

CACAO (CARGA)

PUEBLOS ENCOMENDADOS

Andrés Rodríguez





Santiago Cimatlan

Antón García





Matitan y Conduacan

Alonso de Rebolledo (la mitad de los pueblos)





Tamulte de la Barranca, Tamulte de la Sabana, Oxiacaques, Celotenpa, Ulapacipata y Guaymango

Alonso de Tejeda





Macetanpa

Francisco Muñoz de Loaysa

9

9

Teapa

Francisco de Torres

11

11

Tenocique, San Ildefonso y Guaymango

Francisco Ortiz (la mitad de los pueblos)

13

13

Tamulte de la Barranca, Cuilapotan, Macuxpana, Culico, Xoyataco y Chichicapa

García de Ledesma

2

2

Guatacalca

Juan Bravo

3

3

Anta

Juan de Perales

3

3

Guatitan

Mateo de Lurriaga

3

3

Xalupa

Martín Nieto

9

9

Astapa y Xalapa

22. AGN, Indios, vol. 11, exp. 294, ff. 239-240; Tributos, vol. 40, exp. 1. 23. Datos tomados de la Tasación de 1606. En este cuadro se respeta la ortografía de la época, así como el orden de encomenderos y de pueblos encomendados de la Tasación.

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ENCOMENDEROS

MAÍZ (CARGA)

CACAO (CARGA)

201

PUEBLOS ENCOMENDADOS

Xriptóbal Tello de Aguilar (la mitad de los tamultes)

11

11

Cucul Tenpa, Puscatan, Tamulte de la Barranca y Tamulte de la Sabana

Xriptóbal Interian

2

2

Xalupa

TOTAL

88

88

27

Con el correr de los años del siglo xvii, el papel de la encomienda como institución económica predominante se fue oscureciendo. La mayoría de los terrenos, tanto encomendados como baldíos, cambió en forma acelerada el título de tenencia de la tierra hacia particulares, y otros los absorbió la Corona para rentarlos, aunque de cualquier forma debía pagársele tributo. Desde que se inició la conquista del Nuevo Mundo y durante los primeros años de la colonización en particular, tanto los conquistadores como los funcionarios de la Corona realizaron, sin parar y sin freno, una labor que ejecutarían durante todo el tiempo de dominio español en México: la usurpación de la tierra de los vencidos. En el transcurso del siglo xvi, la tierra tabasqueña adquirió valor debido al desarrollo de la producción de cacao y a la ganadería, y ambos rubros resultaron factores determinantes para que los colonos españoles se asentaran en esta provincia. Después comenzarían a presentarse los problemas con la propiedad de los indios. En Tabasco, durante la colonia, solo de manera ocasional se respetó la propiedad de la nobleza indígena. Los españoles les permitieron conservar sus funciones de principales en los pueblos, pero esto dio a los conquistadores la ventaja de utilizarlos para repartir, congregar y evangelizar a los demás indios, y resultó un medio para usurparles sus tierras a los demás. La propiedad de los indígenas fue reforzada con algunas mercedes de tierra que les concedió la Corona. Podrían citarse muchos ejemplos de propiedades indígenas, pero para el propósito de este trabajo solo anotaré dos. El primero es el de la india Ana Hernández, natural de Jalapa, Tabasco, quien en 1619 informó al virrey, marqués de Montes Claros, que querían despojarla de las tierras y huertas de cacao que había heredado de sus padres. El virrey le pidió al alcalde mayor de esa provincia que la amparara. Igual ocurrió en 1666 con Pedro

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Damián, que tenía en Jalapa sementeras de cacao y maíz. En 1782 el virrey pidió al alcalde mayor de Tabasco que revisara que todas las tierras proporcionadas para las siembras en común estuvieran en correcto orden (fig. 5).24

La hacienda cacaotera Desde fines del siglo xvii y durante todo el xviii la hacienda en Tabasco se conformó de manera más lenta que en el resto de la Nueva España. Creció bajo el imperio de unos cuantos administradores de la Corona y de particulares, todos españoles y criollos. Estos fueron los antecedentes de las extensiones de tierra que enseñorearon el campo tabasqueño durante el siglo xix. La mayoría de las haciendas de esta provincia fueron pequeñas unidades productivas, de entre 200 y 400 hectáreas cada una. En ellas se mezclaba la ganadería, el cultivo del cacao, el corte de maderas preciosas, algunas plantaciones de granos y árboles frutales. Como unidad productiva, la hacienda en Tabasco, así como el grupo que la administraba, se erigió como una de las más atrasadas del México colonial e independiente. De esta manera, la hacienda creció al ritmo de la economía tabasqueña, perfectamente bien diferenciada del resto de las provincias. Desde sus inicios, en Tabasco, la hacienda, para poder conformarse, se fue apropiando poco a poco de la mayoría de las modalidades de tenencia de la tierra, entre otras, las tierras de caciques, de comunidades y las particulares de indígenas. Por lo mismo, en una hacienda tabasqueña de cacao o ganado encontramos también plantaciones de maíz, frijol y huertas con verduras y frutales, todo ello combinado con la caza, la pesca, la cría de ganado menor, de cerdos, gallinas y de guajolotes. Por lo general la hacienda en esta región tuvo un carácter más extensivo que intensivo, y creció como una economía mixta, principalmente de autoconsumo. Es importante tener en cuenta los riesgos naturales a que estuvo condicionado el mercado, en particular en Tabasco, donde las inundaciones, las pestes y las plagas traían consigo malas cosechas. Para con24. AGN, Indios, vol. 6, exp. 63, 359 y 656, ff. 14, 174 y 150; vol. 24, exp. 6, f. 9; Bienes de comunidad, vol. 7, exp. 124, f. 350.

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trarrestar estas calamidades los españoles asentaron y desarrollaron sus haciendas en las zonas en las que el clima era más benigno y se contaba con mejores comunicaciones, y en donde la población indígena fuera fácil de dominar. Por ello, la mayoría de las haciendas cacaoteras y ganaderas de la región se encuentran en la el centro y en La Sierra, lugares en los que, en el siglo xvi, había habido reducciones de pueblos de indios y se gozaba de mejor clima para el español y para la producción, en términos generales. Desde el punto de vista jurídico, en Tabasco, la mayor parte de la tierra estaba ocupada en forma irregular, lo cual constituyó uno de los problemas más fuertes para el análisis que aquí presento, pues tuve que realizar la diferenciación entre estancia, sitio y hacienda. Los documentos hacen referencia a las tres de manera indistinta. Lo mismo se hace referencia a estancias cacaoteras o ganaderas, que a sitios o haciendas, y en la mayoría de los casos se refieren a un mismo espacio de tierra; aun cuando no será sino hasta el siglo xviii cuando la hacienda, propiamente dicha, sentó sus reales en Tabasco. Los ejemplos de haciendas de cacao dan cuenta, paso a paso, de las fases de desarrollo que vivió esta unidad productiva durante el período colonial. También reflejarán que en el siglo xviii se da la supremacía de la hacienda sobre la encomienda. Por su parte, el siglo xvii se caracterizó por ser el período de tiempo en el que se reordena la tenencia de la tierra, a partir de mercedes y composiciones, que luego se conformaron en sitios y estancias, para más tarde contribuir, todas, a la formación de la hacienda. Un ejemplo de principios de siglo ilustra bien lo que he anotado. En 1612, Lázaro Benítez, del partido de la Chontalpa, informó al virrey que había comprado a Pedro Hernández una casa y un sitio de tierra con árboles de cacao en los límites de Ayapa. Benítez había sembrado más de 3.000 árboles y pedía que le dieran la escritura de esta “hacienda cacaotera”. Cinco años después, el virrey confirmó la escritura y recaudos a favor de López del Real sobre una merced por casa, huerta y composición de tierras de un cacahuatal.25 Lo anterior se reflejó también en el siglo xviii, dados los problemas naturales y humanos que enfrentó la provincia de Tabasco en la época colonial. A pesar de ello, en las siguientes relaciones de sitios, estancias 25. AGN, Tierras, t. 70, exp. 9, f. 9; Mercedes, vol. 31, s/e, fs. 282-283; Indios, vol. 30, s/e, ff. 246-247.

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5. Mazorcas de cacao llevadas en procesión el 15 de mayo de cada año (enramas de cacao) a la parroquia de Comalcalco, Tabasco, ofrecidas como ofrenda a San Isidro Labrador para que halla buenas cosechas. Foto de Ignacio Osorio Pedrero.

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y haciendas cacaoteras podemos percatarnos de que el proceso de conformación y consolidación, aunque lento, fue continuo.26 Tabla 4 Relación de sitios y haciendas cacaoteras en la provincia de Tabasco, siglo xviii FECHA DEL

UBICACIÓN

PROPIETARIO

DOCUMENTO

NOMBRE

EXTENSIÓN

DE LA

EN

HACIENDA

HECTÁREAS

OBSERVACIONES

1731

Teapa

Eugenio Burelo

Señora 301 Santa Anna

Después la vende a Francisco Polanco.

1731

Teapa

Miguel Perea

La Isla

La vendió a Viviana Landero, con escritura y 8.500 árboles de cacao.

1738

Teapa

Pedro González

Solo se menciona que la posee.

1738

Teapa

Diego González

Solo se menciona que la posee.

1738

Teapa

Francisco Chico

Solo se menciona que la posee.

1739

Teapa paraje Puyacatengo

Tiburcio Rodríguez de la Gala

Santa Lucía

Hacienda que peleaban su esposa e hijos.

1740

Teapa

Francisco Polanco

Señora Santa Anna, San Cayetano

Entre las dos posee más de 100.000 árboles de cacao con casas, entre otros inmuebles.

82

26. Los datos de esta relación fueron extraídos de AGN, Tierras, vol. 796, exp. 1; vol. 919, exp. 1; vol. 2885, exp. 1; vol. 836, exp. 2; vol. 586, exp. 6; vol. 999, exp. 4; vol. 983, exp. 1; vol. 779, exp. 2; vol. 1137, exp. 4; vol. 1095, exp. 5; vol. 1140, exp. 8: Civil, v. 334, exp. 11; vol. 641, exp. 1: Intestados, vol. 134; vol. 79, exp. 1: Bienes Nacionales, Leg. 59, exp. 1: Mercedes, vol. 75: Caminos y calzadas, vol. 6, exp. 2 y 3. Informe de Pedro Dufau Maldonado al virrey Marqués de Croix, citado en Carlos Ruiz Abreu, Comercio y milicias de Tabasco en la Colonia, pp. 289-292; González Calzada, Documentos para la historia de Tabasco: siglos XVI-XIX, vol. 3.

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FECHA DEL

UBICACIÓN

PROPIETARIO

DOCUMENTO

1747

Teapa

Andrés de Arce

1747

Teapa

1747

NOMBRE

EXTENSIÓN

DE LA

EN

HACIENDA

HECTÁREAS

OBSERVACIONES

731

Se le pide composición de sus tierras. Eran 17 caballerizas.

Andrés de Arce

258

Aparte de la anterior afirma que posee otra.

Teapa

Alonso Garrido de Valladares

6.536

Le aprobaron composición de tierras por 152 caballerizas. Hacienda de cacao y ganado.

1748

Tacotalpa

Manuel de la Puente

Nuestra Señora del Carmen

Valorada en 33.000 pesos, con casas y esclavos, etc.

1749

Teapa

María de Jesús viuda de Félix Pérez

La Concepción

Además posee un sitio de tierra de cacao.

1749

Teapa

Antonia de Vilchis viuda de Nicolás Cornelio

El Rosario

1751

Iztlahuaca

Antonio de León

Tepetitan

Pide composición para obtener título.

1751

Teapa

Francisco Acosta

Nuestra Señora del Carmen

El título es de 1735. Posee 19 negros y 27 mulatos; 1.980 plantas frutales y una milpa, todo para consumo de la hacienda.

1751

Teapa

Viviana Landeros viuda de Alonso Villarejo

San Ildelfonso

La vende a su hijo Juan Esteban Villarejo, con 22.000 árboles de cacao.

1751

Teapa

Viviana Landeros

Señor San José

Le vende a su yerno Nicolás Álvarez.

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Santa Rosa

207

441

Pide composición para obtener título.

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208

FECHA DEL

CARLOS E. RUIZ ABREU

UBICACIÓN

PROPIETARIO

DOCUMENTO

NOMBRE

EXTENSIÓN

DE LA

EN

HACIENDA

HECTÁREAS

OBSERVACIONES

1751

Teapa / paraje Puyacatengo

Francisco Acosta

Paso Real

1758

Teapa

Francisco de Barrio y Llaguno

Santa Anna

1758

Tacotalpa

Petra Sánchez

Santa Lucía viuda de José Rodríguez de la Gala

1762

Teapa

Viviana Landeros

San Cayetano

1763

Teapa

Juliana Ramos Santa Cruz de Casanova viuda de Juan Ángel López Gurría.

El virrey otorga 2½ caballerías de tierra.

1766

Jalpa

Antonio Correa Benavides

Posee dos haciendas que heredó de sus padres.

1766

Tacotalpa

Joaquín Santa María

Hacendado que posee un caudal de 60 a 70.000 pesos.

1766

Teapa

Eusebio de Torres

Posee dos haciendas de cacao que le dejan ganancias abundantes.

1766

Tacotalpa

Blas de Vera

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Tanto esta como la de Nuestra Señora del Carmen son grandes por el inventario. 301

La compró a Francisco Polanco con 15.000 árboles de cacao y 2.000 madres.* Hacienda de cacao que pelea con su hijo José, quien en 1764 quedó como único dueño.

107

193

Difunta, sus hijos pelean la hacienda con 12.500 árboles de cacao.

Hacienda con 6.710 árboles de cacao y 5.000 madres.

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EL CACAO DE TABASCO EN LA NUEVA ESPAÑA

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UBICACIÓN

PROPIETARIO

DOCUMENTO

NOMBRE

EXTENSIÓN

DE LA

EN

HACIENDA

HECTÁREAS

209

OBSERVACIONES

1766

Tacotalpa

Bernardo Rodríguez

Menciona ser criollo hacendado.

1766

Tacotalpa

Fernando Osorio

Español hacendado.

1766

Tacotalpa

Manuel de Arreola

Criollo hacendado.

1766

Tacotalpa

Juan Serrano

Criollo hacendado.

1766

Tacotalpa

Clemente Chalas

Criollo hacendado.

1766

Tacotalpa

Francisco Estrada

Criollo hacendado.

1766

Tacotalpa

José Cabral

Criollo hacendado.

1766

Tacotalpa

Diego Gerardo

Español hacendado.

1766

Tacotalpa

Francisco Arias Rojo

Criollo hacendado.

1766

Tacotalpa

Fernando Arguelles

Criollo hacendado.

1766

Teapa

José Díaz

Criollo hacendado.

1766

Teapa

Joaquín Polanco

Criollo hacendado.

1766

Teapa

José Calcáneo

Criollo hacendado.

1766

Teapa

Manuel Calcáneo

Criollo hacendado.

1766

Teapa

Ceferino de la Carrera

Criollo hacendado.

1766

Teapa

Justo de la Carrera

Criollo hacendado.

1766

Cunduacán

Victorio López

Criollo hacendado.

1766

Jalapa

Manuel Zapata

Criollo hacendado.

1766

Jalapa

Vicente Zurita

Criollo hacendado.

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210

FECHA DEL

CARLOS E. RUIZ ABREU

UBICACIÓN

PROPIETARIO

DOCUMENTO

NOMBRE

EXTENSIÓN

DE LA

EN

HACIENDA

HECTÁREAS

OBSERVACIONES

1766

Jalapa

Fernando Zurita

Criollo hacendado.

1766

Jalapa

Juan de Dios Garrido

Criollo hacendado.

1766

Jalapa

Antonio Zurita

Criollo hacendado.

1766

Jalapa

Leonardo Díaz del Castillo

Español hacendado.

1766

Jalapa

Juan Bautista de la Mora

Criollo hacendado.

1766

Jalapa

Francisco Dramas

Criollo hacendado.

1766

Jalapa

Francisco Javier Garrido

Criollo hacendado.

1772

Teapa

María de Jesús viuda de Felipe Pérez

Nuestra Señora de la Concepción

1773

Jalapa

Carlos de Sala

Santa Rosa

1776

Tacotalpa

Miguel García la compra a Blas de Vera

Puerta de Golpe

1779

Teapa

Antonia de Vilchis la compra a Juan Atanasio Gómez

Santa Anita

Hacienda de cacao con casas y milpa.

1779

Jonuta

Francisco Jiménez Guerrero

San Francisco

Solo menciona que posee una hacienda de cacao.

1781

Macuspana

José Esteves (difunto)

San José

La hacienda tiene 3.348 árboles de cacao.

1781

Teapa

José Antonio Pérez (difunto)

San Antonio

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181

Solo especifica que posee tierras de cacao. La vende a Pedro de León de San Juan Bautista de Villahermosa.

193

249

Tiene 6.730 árboles de cacao y 5.000 madres.

Gran hacienda con 56.774 árboles de cacao.

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EL CACAO DE TABASCO EN LA NUEVA ESPAÑA

FECHA DEL

UBICACIÓN

PROPIETARIO

DOCUMENTO

NOMBRE

EXTENSIÓN

DE LA

EN

HACIENDA

HECTÁREAS

256

211

OBSERVACIONES

1783

Jalapa

Antonio Correa Benavides

La Soledad de Santa Cruz

Tiene 14.616 árboles de cacao.

1783

Jalapa

Antonio Correa Benavides

Gracias a Dios

1783

Jalapa

Antonio Correa Benavides

San Juan

731

Posee en esta hacienda 27.518 árboles de cacao; ganado mayor y menor, un trapiche, etc.

1783

Jalapa

Antonio Correa Benavides

La Concepción

86

En la mitad de esta hacienda tiene sembrado 3.313 árboles de cacao y en otra, maíz y frijol.

Posee 39.434 árboles de cacao y 1.000 madres.*

*Árbol que se coloca al lado del de cacao para que le de sombra, se le conoce con el nombre de “madre del cacao”.

A esta relación de haciendas se suma el informe de José Llergo, administrador de la Real Administración de Alcabalas de Villahermosa, elaborado en 1795, en el que declara que dicha administración tiene bajo su control 376 propietarios de haciendas cacaoteras con giros alcabalatorios, como se muestra en la tabla 5.27 Todo ello nos indica que la hacienda cacaotera en Tabasco creció en cantidad, organización y estructura, y que llegó al siglo xix bien consolidada. Tabla 5 Propietarios de haciendas cacaoteras, 1795 PARTIDO

PROPIETARIOS

Villahermosa

2

Cunduacán

43

Jalpa

24

27. Carlos Ruiz Abreu, Tabasco en la época de los Borbones. Comercio y mercados 1777-1811, p. 270.

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CARLOS E. RUIZ ABREU

PARTIDO

PROPIETARIOS

Nacajuca

12

Astapa

23

Jalapa

85

Macuspana

46

Teapa

74

Tacotalpa

67

TOTAL

376

En los documentos de los que extrajimos esta relación de sitios y haciendas cacaoteras se detectó la supremacía de los criollos como propietarios, y en todas las demás áreas de la producción, excepto en el comercio. La hacienda de cacao desempeñó un doble rol dentro de la economía tabasqueña de la época: por un lado, tanto el cacao como la carne sirvieron como alimento a la población en general, y por otro, ambos productos ocuparon el primer lugar en la comercialización. El cacao en grano era convertido en chocolate y en esta forma tenía una gran aceptación en toda la Nueva España y fuera de ella. Por su parte, el ganado vacuno se transformaba y se utilizaban y comerciaban tres productos: la carne, el cuero y el sebo. Estas dos últimas unidades productivas estaban ligadas de manera íntima: los dueños tenían tanto cacao como ganado, y de este modo las cosechas y la producción se complementaban, y cuando una de las dos llegaba a flaquear la otra podía amortiguar la pérdida. La configuración de la hacienda agrícola y ganadera dentro de la distribución de la tierra tabasqueña del siglo xviii no fue distinta a la del resto de la Nueva España. Dentro de las tierras del amo, el punto central era la casa principal; le seguían la del mayordomo, la del vaquero y por último estaban las chozas de los peones. Dentro de la propiedad del amo había tierras que de manera temporal se concedían a los peones para que en ellas sembraran maíz, frijol, yuca, camote, frutas y legumbres. Por lo general este “préstamo” de tierras era gratuito, con la condición de que dieran al amo una participación de la cosecha (fig. 6). Un ejemplo de esta situación lo encontramos en Tacotalpa, en la hacienda cacaotera Puerta de Golpe, propiedad de Blas de Vera, en la que los peones sembraban maíz y naranjos en lotes de tierra designados en específico para tal fin. En Jalapa, los peones de la hacienda ca-

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6. San Isidro ataviado con collares hechos a base de semilla de cacao para que halla buenas cosechas. Dentro de la parroquia, Comalcalco, Tabasco. Foto de Ignacio Osorio Pedrero.

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caotera Gracias a Dios sembraban maíz y frijol, entre otros productos. En la hacienda de ganado mayor San Antonio, los peones poseían una milpa con 13 hectáreas sembradas y un gallinero.28 Cabe destacar que en ningún momento pretendo que el lector perciba que en Tabasco las condiciones económicas de la hacienda, en lo que se refiere a suntuosidad, fueron idénticas o similares a las del centro de la Nueva España, ya que el desarrollo económico de cada región fue diferente. Sin embargo, acorde con su propio desarrollo, en Tabasco existieron ricos hacendados que vivían con gran comodidad en sus propiedades. La existencia de un tipo sui géneris de hacienda en esta región, con características particulares en lo que se refiere a su desarrollo, se debió a las circunstancias particulares de la zona. Para comprenderlo mejor, citaré aquí dos ejemplos de haciendas cacaoteras. Un inventario hecho a la hacienda Nuestra Señora del Carmen, propiedad de Francisco Acosta, dedicada al cultivo del cacao, que se ubicaba en el paraje de Puyacatengo, en Teapa, indica que contaba con lo siguiente: una casa grande con techo de guano; una casa que servía de ermita; persianas con nácar de China por una cara, con plata por la otra, y la parte dura cubierta de oro; tres ornamentos más de oro y plata; un retablo con la imagen de Nuestra Señora del Carmen; un ornamento de latón; seis blandoncillos pequeños; dos campanillas; una silla de confesionario; una mesa fina para poner los ornamentos; 25 pedazos de madera de varias clases dentro de la ermita; una caballeriza; una casa que sirve de troje y una despensa de cacao de 18 varas de largo, entre otras muchas cosas.29 Otra hacienda de cacao que se hallaba floreciente a mediados del siglo xviii fue la llamaba Señora Santa Anna, propiedad de Agustina Garcés, esposa de Francisco de Barrio y Llaguno, la cual se ubicada en Teapa. Su dueña menciona que poseía lo siguiente: 301 hectáreas de tierra; 14.726 árboles de cacao; 115 cargas (13 toneladas) de cacao seco, a 10 pesos por carga; 20 esclavos negros, entre niños y adultos, de 100 a 300 pesos cada uno; 10 xiquipiles de maíz; una milpa; una casa de seto y guano; dos mesas de caoba. Tenía también 26 redes para cargar cacao; seis machetes; un cayuco y una canoa, entre otras cosas.30 28. AGN, Tierras, vol. 999, exp. 4, 21 ff.; vol. 1095, exp. 5, ff. 127-130; vol. 1138, exp. 1, 360 ff. 29. AGN, Tierras, vol. 796, exp. 1, 325 ff. 30. AGN, Tierras, vol. 2885, exp. 1, 58 ff.

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El capital del hacendado, dentro de su empresa cacaotera, lo constituía, por un lado, el número de árboles de cacao que tuviera, y por el otro, el de esclavos que poseyera, ya que ambos rubros representaban sumas importantes de dinero. En Tabasco el hacendado acostumbró a guardar plata sellada, doble y sencilla, en baúles, ya que no se tenían más posibilidades de invertirla, como no fuera en otras tierras y en más esclavos.

Integración regional y mercados del cacao Desde tiempos prehispánicos el territorio que hoy ocupa Tabasco fue el paso obligado de los comerciantes para enlazar Veracruz y la meseta central de México con los pueblos de Chiapas y El Petén. Hasta estas regiones mayas, zoques, nahuas y chiapanecas se extendía un frágil dominio comercial de los aztecas. Durante la colonia, los españoles e indígenas siguieron utilizando la mayoría de las antiguas rutas comerciales. Con base en documentos inéditos, podemos afirmar que existía un tráfico regular entre Honduras, Guatemala y Chiapas con Yucatán, Campeche, Tabasco, Veracruz y Cuba. Con la llegada de los españoles y las crisis internas que padecían los indígenas desde tiempo atrás, algunos puntos estratégicos, dedicados al comercio en la región, bajaron en importancia. Tal es el caso de Xicalango, y ante esto, se fundaron nuevos núcleos comerciales, como Santa María de la Victoria y Villahermosa, ambos ubicados dentro de Tabasco. El primero, cerca de la desembocadura del río Grijalva, y el segundo, a 40 leguas tierra adentro a orillas del mismo río. Los españoles utilizaron la mayoría de las rutas comerciales prehispánicas para conquistar, colonizar, evangelizar y desde luego comerciar. En este último aspecto, hubo una persistente integración regional comercial, a pesar de las altas y bajas que sufrió. A Tabasco entraban, y de él salían, productos de Campeche, Veracruz, Yucatán, Tehuantepec, Chiapas, La Habana y El Petén. Los ríos Usumacinta y Grijalva, que nacen en Guatemala y cruzan los territorios de Chiapas y Tabasco, fueron utilizados al máximo en sus partes navegables durante la colonia. En ese entonces Tabasco contaba, además, con una cantidad no menos importante de ríos con esteros y lagunas, y este conjunto de redes fluviales comunicaba las provincias mencionadas (véanse mapas 2 y 3).

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Mapa 2 Principales ríos de Tabasco

Nota: este mapa ha sido elaborado a partir de documentos y mapas localizados en el Archivo Nacional de la Nación, “Correspondencia de virreyes”, 1ª serie, vol. 60, fol. 321; “Renta de tabaco”, vol. 13; “Industria y comercio”, vol. 6, exp. 10, fols. 319-337.

En Tabasco confluían rutas marítimas y fluviales, lo cual hacía que tuviera varias salidas al Golfo de México, y de ese modo se conectaba con los puertos comerciales. Propios y extraños seguían la ruta del cacao. Prácticamente todas las rutas comerciales entre Tabasco y las provincias vecinas fueron reactivadas después de la conquista y utilizadas durante todo el período colonial. Las provincias del sureste de la Nueva España practicaban un comercio interregional con sus productos, y le daban un sentido internacional al comerciar productos europeos, asiáticos, americanos, entre otros. El mercado era amplio y en un sentido práctico no tenía limitaciones.31 Por diversos conductos el cacao tabasqueño llegaba a los centros de distribución, como eran Campeche y Veracruz, debido a la 31. En sentido estricto las limitaciones fueron muchas: las restricciones al desarrollo de algún producto por parte de la Corona, el burocratismo, las plagas, las enfermedades palúdicas, las inundaciones, las tempestades y los piratas. Para profundizar en el tema, véase Carlos Ruiz Abreu, Comercio y milicias de Tabasco en la

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Mapa 3 Circuito de comercio por Chiapas, Guatemala y Oaxaca durante la Colonia

Región de la Chontalpa y de la sierra a Chiapas, Guatemala y Oaxaca Villahermosa, 2. Xalapa, 3. Teapa, 4. Tacotalpa, 5. Ixtapangajoya, 6. Ixtacomitán 7. Tuxtla, 8. Chiapa, 9. Ixtapa, 10. Ciudad Real Región de la Chontalpa y del río Usumacinta a Chiapas, Guatemala y Oaxaca Villahermosa, 11. Jonuta, 12. Catazajá, 13. Tumbalá, 14. Yajalón, 15. Bachajón, 16. Ocosingo, 17. Pueblo Nuevo, 18. Palma Real, 19. Comitán, 20. Amatenango, 10. Ciudad Real, 8. Chiapa, 7. Tuxtla Región de la Chontalpa y de la sierra a Chiapas, Guatemala y Oaxaca Villahermosa, 21. Jalpa, 22. Nacajuca, 23. Cundiacán, 24. Huimanguillo, 25. San Miguel Copainalá, 26. Tecpatán, 27. Chicoasén, 28. Ocozocuautla, 7. Tuxtla, 29. Jiquipilas, 30. Cintalapa, 31. Dolores, 32. Tapana, 33. Zanatepec, 34. Metepec, 35. Chicapa, 36. Tehuantepec, 37. Oaxaca Región de la Chontalpa y del río Usumacinta a Chiapas y El Petén Villahermosa, 7. Tuxtla, 38. Tonalá, 39. Pijijiapan, 40. Mataxtepec, 41. Petagua, 42. Escuintla del Soconusco, 43. Tapachula, 44. Santiago de Guatemala NOTA: estos circuitos de comercio fueron reconstruidos basándonos en documentos citados en este trabajo.

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creciente demanda que existía de esta semilla en la Nueva España y fuera de ella. En otras palabras, de Tabasco salían, con o sin la venia administrativa virreinal, el cacao, productos derivados del ganado vacuno, maderas preciosas y todo efecto y fruto de paso. A cambio, la provincia recibía todo tipo de productos del interior y exterior de la Nueva España. Pocas veces se ha detectado el uso de moneda para una transacción comercial o de cualquier otra índole, ya que por lo general el sistema que se utilizó fue el del trueque y el crédito. Al respecto, Martín de Briona, tesorero en Tabasco en 1576 se disculpaba con el rey por el poco metálico que enviaba, “por no haber contratación de dinero sino sólo de cacao”, y ser los vecinos “pobres y pocos”. Así, tenía que sacar de la provincia el cacao correspondiente, para transformarlo en moneda y poder cumplir con los tributos y pagos, pues en Tabasco no había “dinero ni plata, sino sólo cacao”.32 El mercado en las poblaciones indígenas fue en constante aumento, aun cuando su economía se basaba en el cultivo de alimentos tradicionales, tales como el maíz, el frijol, la yuca y el chile, mismos que rara vez se comercializaron, porque estaban destinados al autoconsumo. No obstante, siempre que el encomendero y las autoridades reales exigían cacao como tributo a las regiones de La Sierra, los ríos y la Chontalpa (véase mapa 2) se creó un mercado interior de estos productos. Los indígenas de La Sierra y ríos bajaban por cacao; en el trueque los de la Chontalpa recibían maíz, frijol y arroz. Con el cacao de Tabasco y el Soconusco, la sal de Campeche y Yucatán, los cereales de Oaxaca, entre otros bienes de consumo, se conformó un mercado interregional, y así se concretó la distribución de productos y su intercambio. La provincia de Tabasco, seguida del Soconusco, no tenía competencia en la producción de cacao en la Nueva España, pero sí en el extranjero, con Caracas, Maracaibo y Guayaquil, que durante los últimos dos siglos de la colonia inundaron el mercado. Sin embargo, el cacao extranjero no satisfacía del todo la demanda, que siempre fue superior a la oferta, por ello, Tabasco tuvo siempre un mercado seguro para su principal producto. Colonia; Señores de la tierra y el agua. Propiedad, comercio y trabajo en el Tabasco colonial y Tabasco en la época de los Borbones. Comercio y mercados 1777-1811. 32. AGI, Audiencia de México, 100, carta del 4 de abril de 1574.

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Las rutas comerciales del cacao Hasta ahora todos los documentos de la época que he revisado confirman que durante el siglo xviii la producción de cacao en las haciendas tabasqueñas vivió en constante ascenso, al grado que no se limitó o restringió la producción más que cuando los fenómenos naturales o las crisis económicas lo exigieron. El comercio libre para la Nueva España fue reglamentado a partir de 1778, y su buen funcionamiento estuvo desde entonces condicionado por completo por las guerras entre España e Inglaterra (1779-1783, 1796-1802 y 1804-1807). Las reglamentaciones bien pueden verse como un obstáculo debido a la dificultad que implicaba concretar las disposiciones en la práctica. Por ejemplo, las reglas establecidas impedían el tráfico comercial entre la metrópoli y la Nueva España, lo cual perjudicaba el auge del comercio tabasqueño, pues limitaba el comercio a otros países de palo de tinte, añil y grana, los cuales exportaban Campeche, La Habana y Veracruz. Por su parte, el cacao no tuvo la misma suerte, ya que era enviado de Tabasco a los puertos mencionados. Además, era el producto que gozaba de mayor aceptación en la propia Nueva España, por lo que su mercado estaba en territorio novohispano. Así las cosas, como reacción a las reglamentaciones, se vivió un auge inusitado del contrabando y se consolidó el comercio con países neutrales. A finales del siglo xviii, bajo el manto de la Revolución Industrial, los productores de cacao procuraron modificar el antiguo orden colonial y enfocaron sus esfuerzos en erradicar la dependencia que tenían del monopolio comercial de la Ciudad de México y principalmente de Veracruz. Tenían claro que la región tabasqueña se había constituido históricamente en torno al mercado local del cacao. La demanda de la semilla en los mercados novohispano y europeo impulsó que se articulara el comercio y se crearan circuitos comerciales en dicha región. El cacao tabasqueño, principalmente enviado a Campeche, era redistribuido en Yucatán, La Habana, Veracruz, Nueva Orleans y varios puertos europeos. Se trataba de un producto que, a diferencia de la mayoría, y junto con la plata, una vez que se comercializaba se traducía no solo en bienes de consumo, sino en ingresos que equilibraban la balanza comercial de Tabasco entre sus importaciones y exportaciones. Un ejemplo

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interesante de esto es el de Veracruz, que enviaba el cacao tabasqueño al centro y norte de la Nueva España, y esto lo podemos establecer con base en las guías que existen en el AGN, en las que se señalan algunos destinos específicos del cacao tabasqueño, como Sayula, Zacatecas, Aguascalientes, México, Tampico, Ajalpa, Celaya, Querétaro, Guadalajara, Tulancingo, San Luis Potosí, Córdoba, Tepeaca, Tepic, Puebla, Charcas, Huamantla, León, Orizaba, Quechula, Teposcolula, Real del Catorce, Tehuacán, Jalapa y Guanajuato.33 En la segunda mitad del siglo xviii, la importancia del mercado de cacao en Tabasco adquirió, de manera constante, nuevas y mayores proporciones derivadas de una serie de factores que es interesante apuntar e interrelacionar. La provincia de Tabasco fue la principal productora (que no abastecedora) de cacao en la Nueva España, sin embargo, no fue capaz de cubrir la creciente demanda de este fruto, debido, principalmente, a la interrupción que sufrió su producción a causa del proteccionismo que la Corona otorgó a otras regiones a fin de impulsar su desarrollo económico. Tal fue el caso de Venezuela.34 Además, se pensaba que la Nueva España, al ser productora de plata, no tenía por qué convertirse en una potencia productora del grano, y a consecuencia de este razonamiento, se tuvo que importar cacao de Caracas y Maracaibo, en Venezuela, y de Guayaquil en Ecuador, lugares en los que la Corona española impulsó su cultivo. Por todo esto, la producción de cacao en Tabasco, desde la conquista y hasta las primeras décadas del siglo xviii, experimentó recurrentes recesos, con altas y bajas no solo en la producción, sino también en el mercado. Ya en el siglo xviii dentro de la provincia comenzaron a consolidarse algunos grupos de productores y comerciantes que buscaron abastecer un mercado cada vez más exigente y menos dependiente no solo de otros puntos de la Nueva España, sino de naciones americanas (Cuba, Venezuela, Colombia, Ecuador) y europeas (Holanda, España, Inglaterra).

33. AGN, Archivo Histórico de Hacienda, Avería, cajas 2155, 2164 y 1264; 18031807. Facturas de la Real Aduana de Veracruz. 34. Eric Wolf, pp. 161-167.

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EL CACAO DE TABASCO EN LA NUEVA ESPAÑA

Tabla 6 Salida de cacao tabasqueño a Veracruz, 1784-1811 AÑO

CACAO

AÑO

CACAO

AÑO

CACAO

1784

267

1794

5.879

1804

13.432

1785

1.072

1795

5.444

1805

554

1786

3.538

1796

5.548

1806

3.534

1787

2.842

1797

4.213

1807

2.145

1788

8.383

1798

7.244

1808

1.849

1789

1.547

1799

7.615

1809

4.596

1790

3.155

1800

3.477

1810

11.250

1791

3.201

1801

625

1811

347

1792

5.297

1802

4.892

1793

4.808

1803

12.551

TOTAL

113.112

La importancia del mercado de cacao y de otros productos dentro y fuera de Tabasco se puede observar en la magnitud de las cifras comercializadas, que obedecían a una continua productividad. El comportamiento del mercado y de la producción de cacao de Tabasco durante los últimos 40 años previos a la independencia se debió, sobre todo, a un proceso de revitalización económica de la región, mismo que pudo darse gracias a la consolidación de una economía rural basada en la hacienda y otras unidades productivas orientadas al comercio; al crecimiento y diversificación de la producción agrícola y ganadera; al impulso que le dieron a la economía grupos adinerados convencidos de asentarse en estas tierras, así como a la llegada de capitales foráneos. Todos estos factores se sumaron a la continua reglamentación del comercio, que agilizó el tráfico marítimo; a la extensión del comercio libre35 para la Nueva España en 1789; a la declaración de Villahermosa como puerto menor en 1793, que la haría gozar a partir de entonces de las franquicias concedidas a este tipo de puertos, lo cual significó una ventaja para comercializar el cacao; a la ampliación de los circuitos mercantiles y de los mercados en general, así como a la 35. AGN, Reales cédulas originales, vol. 142, ff. 136-137: real cédula que decreta el comercio libre para Caracas y Nueva España, febrero 28, 1789.

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erección del Consulado de Veracruz en 1795, que comercializó la semilla tabasqueña.36 Los precios del cacao fluctuaron según se padecían plagas, pestes y guerras. Las alzas y bajas fueron en extremo irregulares debido a un mercado que también era de suyo irregular. En el caso del cacao, por ejemplo, de un mes a otro las fluctuaciones llegaban a ser alarmantes. De 1765 a 1810 el alza continua de los precios del cacao coincidió con el auge considerable del comercio en Tabasco, dejándole a los grandes propietarios y agricultores poca ganancia comparada con los magníficos beneficios que recibió la Corona por concepto de impuestos y los dedicados al mercado y a la práctica comercial, dentro y fuera de la provincia. A pesar del repunte, los administradores de la Corona y los comerciantes de la provincia no pudieron obtener la producción ni tampoco alcanzar los mercados que habrían querido. Se hicieron importantes análisis sobre el cultivo, producción y comercialización del cacao tabasqueño y su influencia en la economía de la Nueva España, que seguía apoyando a la provincia de Tabasco para que se convirtiera en la número uno como productora de cacao y ampliara sus mercados. Así lo establece José Donato de Austria en la Memoria del Instituto Consular de Veracruz para fomentar la agricultura y la industria de América, que redactó y leyó en 1804.37 En ella hace hincapié en el gran descuido que tuvo España con respecto al cultivo y producción del cacao en Tabasco, por haber orientado su enfoque a favorecer el aumento de la población, la agricultura y la industria en América.

Reflexiones finales Los indígenas, negros, españoles y demás castas fincaron sus expectativas de sobrevivencia en la agricultura, la ganadería y el comercio; todos sus esfuerzos estaban determinados en función de estas tres activi36. AGN, Reales cédulas originales, vol. 154, exp. 180, f. 231; Consulados, c. 254, exp. 1, f. 24. 37. AGN, Archivo Histórico de Hacienda, Consulados, vol. 1869, exp. 3, 15 ff. Memoria del Instituto Consular de Veracruz para fomentar la agricultura y la industria de América. Leída por el secretario don José Donato de Austria durante la junta celebrada el 11 de enero de 1804.

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dades, y tenían como base la producción de cacao, desde los primeros encomenderos hasta los hacendados, desde los pequeños propietarios hasta los trabajadores en general. En Tabasco por siempre se siguió cultivando el cacao, que nunca dejó de ser pilar de la economía. Sin embargo, bien se puede afirmar que la propiedad de la tierra, el trabajo, la agricultura, el comercio y la sociedad en Tabasco evolucionaron con características propias. La base social y económica de esta provincia se conformó en sus pequeñas propiedades, como ranchos y haciendas de cacao, y no en las grandes fincas o haciendas, y la producción de todas se orientó al mercado. En Tabasco la hacienda cacaotera y ganadera se caracterizó por ser intensiva, funcionar bajo un régimen mixto y estar ligada íntimamente al comercio. Y debido a estas características peculiares surgió la necesidad de que los indígenas, españoles, pardos, negros y castas que de ellos nacieron vivieran en sus unidades productivas, la mayoría de las veces retenidos por deudas. La estructura social de la hacienda, ligada a su configuración como unidad productiva y dedicada a la producción y comercialización del cacao, dio como resultado las relaciones entre pueblos y haciendas y viceversa. De esta manera se formaron haciendas en función de uno o varios pueblos ya establecidos. Para la región de Tabasco el cultivo del cacao fue el sector más dinámico de su economía, que dio impulso a la ganadería y al comercio en general. Sin mayor avance tecnológico, prácticamente todo el campo tabasqueño se convirtió en productor de cacao. La población económicamente activa, asentada en villas, pueblos, ranchos y haciendas, de una manera u otra se vinculó a la siembra, cuidado y cosecha de la semilla, o al almacenamiento, distribución y comercialización de la misma. En sí, buena parte de los habitantes de la provincia contribuyeron a que la región de Tabasco se convirtiera en una sólida economía rural respaldada por un consistente comercio interno y externo. De esta manera, al espacio histórico de Tabasco en la época colonial lo identificó la semilla del cacao; su producción y comercialización lograron que se formara la región, ayudada por los circuitos comerciales y un mercado dinámico de la semilla y otros productos al interior y exterior de la provincia. Este ejercicio me permitió concluir que dicha región fue articulada en concreto por el cacao y por el mercado externo novohispano y europeo. Es por ello que la circulación de cacao al

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interior y hacia el exterior de la región de Tabasco benefició a todos los sectores económicos de la provincia; con el cacao se pagaron las importaciones y la balanza comercial fue de superávit.

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El cultivo del cacao y los cambios económicos en el Soconusco, Chiapas, México, siglos xvi-xix Janine Gasco California State University, Domínguez Hill

La región del Soconusco, Chiapas, México (fig. 1), es ideal para el cultivo del cacao (Theobroma cacao L.) debido al clima cálido y húmedo de la zona, que hace que sus suelos sean fértiles y bien drenados. En los periodos prehispánico y colonial, el Soconusco fue una de las principales zonas productoras de cacao de Mesoamérica. El cacao de esta región, desde hace mucho tiempo, ha tenido la reputación de ser de la más alta calidad.1 Sin embargo, a partir del siglo xix, su papel en la economía de la región comenzó a decaer. Finalmente, el cultivo de otros productos agrícolas, como el café, el algodón, el caucho, los plátanos y más recientemente los mangos y la palma africana, han superado el cultivo de cacao.2 Hoy día, incluso, el cultivo de cacao en el Soconusco está amenazado por las fuerzas económicas globales, así como por la reciente llegada de la moniliasis (Moniliophthora roreri), enfermedad que ha devastado la producción local no solo en el Soconusco, sino también en otras partes de México.3 1.

2.

3.

J. F. Bergmann, “The Distribution of Cacao Cultivation in pre-Columbian America”; Sophie D. Coe y Michael D. Coe, The True History of Chocolate; Janine Gasco, “La economía colonial”; Janine Gasco y Barbara Voorhies, “El máximo tributo. El papel del Soconusco como tributario de los aztecas”; Rene Millon, When Money Grew on Trees: A Study of Cacao in Ancient Mesoamerica; Gareth Lowe, Thomas A. Lee y Eduardo Martínez Espinosa (eds.), Izapa: An Introduction to the Ruins and Monuments. José Sánchez Vázquez y Ramón Jarquín Gálvez (eds.), La frontera sur: reflexiones sobre el Soconusco, Chiapas, y sus problemas ambientales, poblacionales y productivos; Daniel Villafuerte Solís, Desarrollo económico y diferenciación productiva en el Soconusco. W. Phillips-Mora et al., “First report of Moniliophthora roreri Causing Frosty Pod Rot (moniliasis disease) of cocoa in México”, p. 584; M. Torres de la Cruz et al.,

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Figura 1. Ubicación del Soconusco y lugares mencionados

En este capítulo daré cuenta de la historia del cultivo de cacao en el Soconusco en el periodo que va del siglo xvi al xix, y examinaré de manera particular los factores que han determinado esa historia. Comenzaré con un resumen sobre lo que se sabe del cacao en el Soconusco prehispánico; luego analizaré los cambios en la producción y en el comercio del cacao en la época colonial; realizaré un examen de las transformaciones en México después de la independencia, para concluir con una breve reflexión sobre la situación contemporánea y plantearé algunas especulaciones sobre el futuro para este tipo de cultivo en la región del Soconusco.

“Temporal Progress and Integrated Management of Frosty Pod Rot Moniliophthora roreri) of Cocoa in Tabasco, Mexico”.

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Época prehispánica Los mecanismos precisos que resultaron en la introducción del cacao en Mesoamérica desde la región amazónica de América del Sur donde se originó siguen siendo poco conocidos, así como tampoco sabemos cuándo apareció por primera vez el cacao en Mesoamérica.4 Sin embargo, se han identificado residuos de cacao en una vasija del sitio de Paso de la Amada en el Soconusco, así como en los sitios de El Manatí y San Lorenzo, en la zona olmeca, que datan del Período Formativo Temprano, 1900-1800 a.C., que resultan las fechas más antiguas registradas para el consumo de cacao en Mesoamérica.5 La evidencia arqueológica para el cultivo y uso de cacao complementa la evidencia lingüística. Se cree que el término ‘cacao’ tiene su origen dentro de la familia de las lenguas mixe-zoqueanas, y que después fue prestado a otras lenguas mesoamericanas.6 Incluso se ha llegado a suponer que el cacao fue cultivado por primera vez por agricultores que hablaban estos idiomas, y de hecho existe un amplio consenso en el sentido de que las lenguas que se hablaban en el Periodo Formativo en el Soconusco y la zona olmeca eran mixe-zoqueanas.7 El florecimiento del sitio de Izapa, del Período Formativo Tardío del Soconusco podría haber estado relacionado con el cultivo del cacao.8 Incluso es probable que la producción de cacao haya desempeñado un papel importante en la economía del Soconusco durante la mayor parte de la época prehispánica. Para el Período Posclásico Tardío, ya se tiene registro de un sistema de expansión comercial en toda Mesoamérica y de que la demanda 4.

5. 6.

7. 8.

Juan C. Motamayor et al., “Geographic and Genetic Population Differentiation of the Amazonian Chocolate Tree (Theobroma cacao L.)”; Evert Thomas et al., “Present Spatial Diversity Patterns of Theobroma cacao L. in the Neotropics Reflect Genetic Differentiation in Pleistocene Refugia Followed by Human-Influenced Dispersal”. Terry G. Powis et al., “Cacao Use and the San Lorenzo Olmec”. Lyle Campbell y Terrence Kaufman, “A Linguistic Look at the Olmecs”; Terrence Kaufman y John Justeson, “The History of the Word for Cacao in Ancient Mesoamerica”; véase también Karen Dakin y Soren Wichmann, “Cacao and Chocolate: A Uto-Aztecan perspective”. Lyle Campbell, The Linguistics of Southeastern Chiapas, Mexico. Gareth Lowe, Thomas A. Lee y Eduardo Martínez Espinosa (eds.).

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de bienes de lujo, tales como el cacao, la sal fina, la obsidiana, objetos de metal y textiles finos habían aumentado de manera exponencial.9 El cacao había llegado a estar disponible, de manera amplia, en muchos lugares, incluyendo los mercados de las tierras altas, en los que se vendían tanto sus semillas como bebidas elaboradas con él.10 Llegó a comercializarse hasta puntos septentrionales tan alejados como en el cañón del Chaco, en Nuevo México, y en otros sitios del actual sudoeste de Estados Unidos, en los que se han encontrado residuos de él en vasijas del Período Posclásico.11 En el Posclásico Tardío las semillas de cacao también fueron muy utilizadas como moneda.12 Estos cambios económicos en la Mesoamérica del Posclásico obligaron a que la producción de cacao aumentara en lugares como el Soconusco. Los datos arqueológicos de sitios de esta región indican que para el Posclásico Tardío, los residentes locales tenía un acceso sin precedentes a las mercancías de comercio a larga distancia, situación que sin lugar a dudas se vincula con la expansión de la producción del cacao y con el aumento del comercio en el que los comerciantes de larga distancia cambiaron mercancías importadas por cacao proveniente del Soconusco.13 Evidencia adicional para determinar la importancia del cacao en el Posclásico Tardío en el Soconusco la constituye un manuscrito pictórico, la Matrícula de tributos, en el que se documenta el tributo que se rendía a la Triple Alianza.14 En la Matrícula se incluye una página que representan las obligaciones rendidas por ocho ciudades del Soconusco (Xoconochco) que habían sido conquistados en el siglo xv. Se trata de un documento precursor de la parte del Códice Mendoza que trata sobre el tributo. Cada año, los residentes de las ciudades conquistadas del Soconusco pagaron el equivalente a por lo menos 5.000 toneladas

9. Michael E. Smith y Frances F. Berdan, “Postclassic Mesoamerica”. 10. Fray Bernardino de Sahagún, Florentine Codex. 11. Patricia Crown y W. Jeffrey Hurst, “Evidence of Cacao Use in the Prehispanic American Southwest”; Dorothy K. Washburn, William N. Washburn y Petia A. Shipkova, “The Prehistoric Drug Trade: Widespread Consumption of Cacao in Ancestral Pueblo and Hohokam Communities in the American Southwest”. 12. Rene Millon. 13. Janine Gasco, “Soconusco”; Janine Gasco y Barbara Voorhies. 14. Víctor M. Castillo Farreras, “Matrícula de Tributos. Comentarios, paleografía y versión”.

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métricas de cacao (200 cargas)15 a la Triple Alianza, así como otros productos forestales, tales como jícaras (quizá de Lagenaria sicernari), aves, (plumas de cinco especies, así como pieles) y pieles de jaguar.16 No quedó de lado el tributo en jade, oro y ámbar, que habría sido adquirido de las vecinas regiones a partir del comercio. Sin embargo, la magnitud del tributo en cacao del Soconusco sugiere que para los aztecas adquirir este producto era un objetivo fundamental que impulsó la conquista de la región. En resumen, para la época prehispánica, la evidencia sugiere que el cacao fue cultivado en el Soconusco desde el Formativo Temprano hasta el Posclásico Tardío, y que para entonces era ya el producto más importante de la región. Comerciantes a larga distancia fueron atraídos al Soconusco para obtener cacao a cambio de otros bienes de alto valor, como la obsidiana, la cerámica y el metal. Arqueológicamente, el impacto del comercio del cacao se observa en el aumento en la adquisición de mercancías importadas que gozaron las familias del Soconusco. Otros cambios son más difíciles de discernir, pero se infiere que hubo afectaciones en los calendarios de producción agrícola, a fin de que los campesinos locales pudieran aumentar la producción de cacao. Con la imposición de la dominación colonial española y con el establecimiento de un nuevo sistema económico, los agricultores locales se vieron obligados a adoptar nuevas condiciones, pero la demanda del cacao de Soconusco aumentó.

Período colonial La provincia colonial del Soconusco, como la mayoría de las zonas bajo régimen español, inicialmente se sostuvo bajo la encomienda. Hernán Cortés y Jorge de Alvarado fueron los encomenderos en la década de 1520, a quienes se unió Pedro de Alvarado por un período 15. El tributo del cacao podría haber sido de 400 cargas, dependiendo de si la cantidad mostrada en la página del mismo se pagaba una o dos veces por año. La página del Soconusco se organiza de una manera extraña, en la cual la se divide en dos partes iguales con un signo de mes sobre cada mitad de la página. Entendemos que esto significa que el tributo mostrado en la mitad izquierda de la página fue pagado durante un mes y el tributo que se muestra en la mitad derecha de la página fue pagado durante otro. 16. Janine Gasco y Barbara Voorhies.

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menor, de 1538 a 1541.17 Se dispone de pocos datos sobre la administración de la región durante ese periodo, pero el interés de la Corona en el Soconusco sugiere que la zona fue considerada estratégicamente importante, además de ser una fuente potencial de riqueza. Con excepción de los pocos años que estuvo bajo encomienda, el Soconusco fue administrado directamente por la Corona, primero por medio de corregidores y alcaldes mayores, y más tarde por gobernadores. Una amplia variedad de fuentes indican con claridad que el cacao fue fundamental para la economía del Soconusco durante todo el período colonial. Los primeros tributos de la provincia a la Corona, que datan de 1530, consistían totalmente en oro.18 Posteriormente, los tributarios indígenas del Soconusco rindieron sus pagos en cacao (y, a veces, con gallinas y maíz). De 1557 a 1575, el tributo anual de cacao era de 400 cargas, exactamente el doble de la cantidad que la región había pagado a la Triple Alianza, lo cual sugiere que en el caso del Soconusco, los españoles utilizaron las listas de tributos aztecas para calcular los pagos del tributo colonial.19 Durante muchos años el tributo fue a la alza y siguió siendo pagado en cacao hasta 1750, aunque debe asentarse que las tasas disminuyeron a partir de 1600 (fig. 2).20 La base para calcular el tributo de cacao cambió con el tiempo. A finales del siglo xvi, el tributo de cacao se basó en el número de árboles que tenía cada tributario,21 pero más tarde se estableció una tarifa por tributario.

17. Janine Gasco, “La economía colonial en la provincial de Soconusco”; Peter Gerhard, The Southeast Frontier of New Spain, pp. 166-167; AGI Justicia 189, Probanza de Jorge de Alvarado. 18. AGI Contaduría 657. Janine Gasco, ibíd., p. 342. 19. AGI Contaduría 967; y véase nota 16. Quizá los españoles de la época, al igual que los investigadores de hoy, no estaban seguros de cómo interpretar los documentos pictóricos de tributo azteca. 20. Datos para fig. 2: 1500. Víctor M. Castillo Farreras, p. 281; 1560-AGI Contaduría 967; 1577-AGI Contaduría 968; 1596-Contaduría 971; 1661-AGCA A3.1674779960; 1728-AGCA A3.162963996. 21. Janine Gasco, “Población y economía en Soconusco durante el siglo xvi: el ejemplo del pueblo de Guilocingo, 1582”.

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Figura 2. Tributo en cacao del Soconusco

El pago en cacao aumentó de manera notable durante el dominio español. En la segunda mitad del siglo xvi, el tributo a la Corona fue quizá dos veces más alto que el que se pagaba a los aztecas y, además, la población había disminuido hasta en un 90%.22 En un informe elaborado en 1570 por John Chilton, visitante inglés al Soconusco, se afirma que la región había exportado 4.000 cargas de cacao durante ese año.23 En aquel momento, el Soconusco estaba pagando 400 cargas de cacao en tributo, lo que significaría que los tributarios pagaban el 10% de sus cosechas. A principios del siglo xvii, el obispo de Guatemala se quejó de que los productores de cacao tenían que pagar más tributo que otros tributarios que pagaban en productos como el maíz.24 La mayoría del cacao cultivado en el Soconusco durante el período colonial estaba destinado a mercados lejanos, como la Ciudad de México y, eventualmente, Europa. Los españoles reconocieron rápida22. Janine Gasco, “Una visión de conjunto de la historia demográfica y económica del Soconusco colonial”. 23. Francis Chevalier, Land and Society in Colonial Mexico: The Great Hacienda, p. 72. 24. AGI AG 156, 27 enero, 2003, carta del obispo Ramírez.

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mente el valor comercial del cacao, aun cuando en un inicio su consumo se limitó a la población indígena. A mediados del siglo xvii, el chocolate se había convertido en una bebida de alto valor, que estaba de moda en toda Europa.25 Sin embargo, a pesar de la creciente demanda de cacao, su producción en el Soconusco disminuyó durante el curso de la época colonial; esto principalmente fue causado por la disminución de la población indígena, que para entonces se había reducido de unos 90.000 individuos antes de 1520, a aproximadamente 2.200 a principios del siglo siguiente.26 Un tema recurrente en los documentos coloniales del Soconusco es el de las peticiones a las autoridades para solicitar que se promulgaran políticas que fomentaran la inmigración, debido a que las plantaciones de cacao languidecían a pesar del potencial agrícola de la zona.27 Durante la mayor parte del período colonial fueron pocos los españoles que residieron en la provincia del Soconusco, ya que preferían vivir en climas más templados. Las descripciones coloniales de la región con frecuencia hacen referencia a sus condiciones insalubres debidas al calor y a la presencia de insectos y animales salvajes. A esto se sumaba la dificultad de movimiento por la densa vegetación, por lo quebrado del terreno y por la imposibilidad de cruzar los ríos torrentosos, en particular durante la temporada de lluvias. Así las cosas, la mayoría de los españoles que habitaban en el Soconusco eran funcionarios coloniales, miembros del clero o comerciantes, y los conflictos entre los miembros de estos tres grupos eran habituales, y por lo general giraban alrededor del tema del comercio del cacao.28 Cabe destacar que el cultivo de este producto seguía fundamentalmente en manos de familias indígenas, situación que está consignada en una serie de documentos en los que los españoles son acusados de participar en actividades injustas o incluso ilegales para despojar de su 25. Sophie D. Coe y Michael D. Coe; Murdo J. MacLeod, Spanish Central America: A Socioeconomic History, 1520-1720. 26. Janine Gasco, “Una visión de conjunto de la historia demográfica y económica del Soconusco colonial”. 27. Luis Ponce de León, “Relación de la Provincia de Soconusco”. 28. Jan de Vos, Vivir en Frontera: la experiencia de los indios de Chiapas; Historia de los pueblos indígenas de México; Janine Gasco, “La economía colonial en la provincial de Soconusco”; Murdo J. MacLeod; fray Antonio de Remesal, Historia general de las Indias occidentales, pp. 442-443; Luis Ponce de León.

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cacao a los indígenas.29 En 1871, en un informe entregado a las autoridades, el jefe político del Soconusco señaló que “desde tiempos inmemorables, sólo la clase indígena del departamento se dedica a esta siembra [de cacao], y lo cultiva mal […]”.30 Otros documentos proporcionan evidencia más directa en lo que se refiere a los modelos de la propiedad del cacao. En 1582, quince de las dieciocho familias indígenas del pueblo de Guilosingo eran dueñas de árboles de cacao y tenían de 200 a 3.200 de ellos.31 Un poco más de una década más tarde, un observador español señaló que la población indígena del Soconusco era rica y próspera en comparación con las poblaciones indígenas de las encomiendas. En sus palabras: “[…] cojese mucho cacao en mucha cantydad, porque los yndios desta provincia tienen muchas myllpas y cada año las van aumentando […] todos tienen sus myllpas, como para traer ansy el cacao […] y no tienen ningún trabajo sino yr a sus myllpas a cavallo […]”.32 En 1611,33 de los 36 españoles que vivían en la provincia, solo seis tenían “milpas de cacao”. Posteriormente existen referencias ocasionales sobre los españoles que poseen cacaotales, pero otra evidencia documenta la amplia participación de las familias indígenas en el cultivo de este producto. De 1718 a 1735, padrones de 13 partidos del Soconusco consignan si cada familia tributaria tenía un huerto de cacao (por desgracia no se da cuenta del número de árboles en estos huertos).34 De las casi 300 casas registradas, el 83% tenía tal huerto. Las evidencias más detalladas sobre el cultivo de cacao en el Soconusco provienen de los últimos años del período colonial. En 1819 y 1820 el subdelegado de la provincia, don Antonio García Girón, realizó una encuesta agrícola sobre su demarcación en la que grabó el número de árboles de cacao, árboles de achiote, plantas de vainilla y ar29. Janine Gasco, “La economía colonial en la provincia del Soconusco”, p. 349. 30. María de los Ángeles Ortiz Hernández, “Formación histórico-política de la región del Soconusco, Chiapas. La oligarquía de Tapachula, 1842-1890”, p. 10. 31. Janine Gasco, “Población y economía en Soconusco durante el siglo xvi: el ejemplo del pueblo de Guilocingo, 1582”, pp. 249-265. 32. Emeterio Pineda, “Descripción de la Provincia de Guatemala, año 1594”, 440 ff. 33. AGI Audiencia de México, 20 de noviembre, 1611. Informe de Gómez Casillas de Velasco 34. AGCA A3.16 358 4613; A3.16 358 4625; A3.16 358 4626; A3.16 359 4627; A3.16 359 4628; A3.16 359 4629; A3.16 359 4631; A3.16 359 4632; A3.16 359 4648; A3.16 359 4643; A3.16 359 4647; A3.16 367 4758.

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bustos de café de los residentes del Soconusco,35 y gracias a ella pudo darse cuenta de que la producción agrícola estaba, casi de manera exclusiva, en manos de la población indígena o de los “naturales” de la región.36 Ya en otras ocasiones he utilizado este documento para explicar las relaciones socioeconómicas dentro y entre las comunidades.37 En resumen, lo que muestran estos datos es que en casi todos los pueblos del Soconusco, la mayoría de las familias indígenas cultivaron cacao, y el tamaño de sus huertas era muy similar entre ellas. En cambio, en los alrededores de Tapachula, la capital regional, el porcentaje de familias indígenas que poseían un huerto de cacao era más bajo, y entre aquellas que lo tenían existían grandes diferencias en lo que se refiere a los tamaños de los mismos. Había familias con huertos muy pequeños y otras con huertos muy grandes; la diferencia varía entre 20 y 5.272 árboles. El patrón refleja las nuevas condiciones demográficas y económicas al cierre del período colonial. Como parte de las reformas borbónicas, una de las políticas implementadas a finales del siglo xviii planteaba que individuos y comunidades proporcionaran pruebas escritas del título para sus tierras, y muchas comunidades indígenas no podían cumplir con este mandato, y como resultado de esto los españoles recién migrados a la región del Soconusco pudieron adquirir tierras que antes pertenecieron a los “pueblos de indios”. El número de ranchos y haciendas de ganado con dueños españoles aumentó rápidamente en ese momento, sobre todo en Tapachula. Vale la pena destacar tres asuntos adicionales que se mencionan en la información hallada en los documentos de 1819 y 1820. En primer lugar, García Girón afirma que está llevando a cabo un inventario de “haciendas” del Soconusco, término que en este documento se utiliza para identificar con claridad los que son huertos, mantenidos casi en forma exclusiva por campesinos indígenas. El segundo asunto es destacar la triada de cacao, achiote y vainilla, una constelación de plantas utilizadas 35. AGCA A1.17 313 2188 36. Las excepciones eran Ayutla, que estaba poblada por mulatos, y Escuintla, donde una parte de la producción agrícola estaba en manos de personas que fueron clasificados como laborios, una categoría que incluye a los indios que abandonaron sus pueblos de origen (que no eran “indios de pueblo”) y a personas no indígenas. 37. Janine Gasco, “Cacao and Economic Inequality in Colonial Soconusco, Chiapas, México”.

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en la producción de bebidas a base de cacao y bien documentada para el sur de El Petén, en Guatemala.38 En tercer lugar, creo que se debe enfatizar que se trata de la referencia más temprana sobre el cultivo de café en el Soconusco, y muestra a cabalidad que el café era sembrado en esta región por campesinos indígenas, y que comenzó como un cultivo forestal que se plantaba junto con el cacao, el achiote y la vainilla. Por otras fuentes sabemos que los últimos años del siglo xviii y los primeros del xix representaron un tiempo de cambios importantes, que surgieron a partir de las reformas borbónicas implementadas para aumentar el poder de España y las ganancias de sus colonias. Al final de la época colonial, en los alrededores de Tapachula, nuevas actividades económicas comenzaron a sustituir las tradicionales. El creciente número de ranchos ganaderos contribuyó a la deforestación para dar paso a pasto, y por consiguiente al ganado que pastaba libremente, y destruía los cultivos y árboles de cacao. En 1811 varios campesinos indígenas que vivían en Tapachula y sus alrededores presentaron quejas en ese sentido. Estos agricultores afirmaron que sus campos y huertas de cacao habían sido dañados por el ganado de haciendas españolas, un cargo que fueron capaces de demostrar y por el que eventualmente recibieron compensación monetaria por los daños sufridos.39 Al analizar el final del período colonial uno se queda con la impresión de que aunque la industria del cacao del Soconusco tenía muchos retos que enfrentar (como lo había hecho durante los últimos 300 años), su cultivo continuó desempeñando un papel importante en la economía regional, y gran parte de la población indígena continuó confiando en él su subsistencia. Sin embargo, algunos cambios ocurrieron en el transcurso de tres siglos. Los tributarios indígenas ya no pagaban su tributo en cacao; a partir de 1750, lo hacían en dinero. Por otro lado, la mayoría del cacao que llegaba al mercado internacional se producía en Guayaquil y Venezuela, muy a pesar de que el cacao del Soconusco y Tabasco era considerado superior en lo que se refiere a calidad que los cacaos sudamericanos. Durante el período colonial el cacao del Soconusco consistentemente logró precios más altos que el de otros lugares, y para corroborar 38. Laura Caso Barrera y Mario Aliphat F., “The Itza Maya Control over Cacao” y, de los mismos autores: “Cacao, Vanilla and Annatto: Three Production and Exchange systems in the Southern Maya Lowlands, 16th-17th centuries”. 39. AGCA A13242393.

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PUEBLO

Mapastepec

Acapetahua

Acacoyagua

Tizapa

Escuintla

Pueblo Nuevo

Huistla

Tuzantan

Mazatan

Huehuetan

Metapa

Ayutla

Tuxtla Chico

Tapachula

CACAO

ACHIOTE

VAINILLA

ALGODÓN

PITA

PESCA

SAL

AZÚCAR/PANELA

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Cuadro 2

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Maluco Naranja

Caco

Cuajinicuil

Caimito

Cacahuate

Cacao

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Café

Repollo Verdolaga

Pitahaya Pataxte

Chirimoya

Guineo

Guanábana

Chimini

Granada

Guayaba

Guapinol

Frijol

Huacamote

Hule

Maíz

Tabaco

Tamarindo Tuna Zapote colorado Zapote negro

Lima

Limón

Mamey

Mango

Melocotón

Sandía Sidra

Jicaco

Jocote

Papaya

Papausa

Pomarrosa

Piña

Platano

Chipilín

Yuca

Remolocha

Rábanas

Lechuga

Jícama

Ejote

Culantro

Col

Chole verde

Nance

Caspirol

Chico zapote

Caña

Cebollas

Camote

Calabaza

Berro

Apio

LEGUMBRES

Chile seco

Melón

Machetón

Mora

Coco

Arroz

Marañon

Aguacate

FRUTAS

Algodón

PRODUCTOS AGRÍCOLAS

Queso

Mantequilla

Leche

Piloncillo

Aguardiante de caña

OTROS PRODUCTOS

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Cuadro 3

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esto, en las últimas décadas de la época colonial, existen datos sobre los precios en el puerto de Veracruz (véase cuadro 1).40 Hasta el final del período colonial, el cacao del Soconusco fue preferido para la Casa Real de España,41 pero unas décadas más adelante, concretamente a finales del siglo xix, la producción de cacao en la región había caído a tan solo dos toneladas, una cantidad que ni siquiera alcanzaba lo que pagaba en tributo durante el siglo xvi. ¿Cómo se explica esta dramática caída? Cuadro 1 FECHA

CACAO DEL SOCONUSCO

CACAO DE TABASCO

CACAO DE VENEZUELA

CACAO DE GUAYAQUIL

1766

40

28

1804

72

36

25

1807

80

70

54

24

1818

50

42

40

30

Período posindependencia El período inmediatamente posterior a la independencia en el Soconusco fue inestable, si no caótico, debido a la oposición política de sus vecinos, que enfrentaba a la nueva nación de México por un lado y a la Federación Centroamericana por el otro. De 1824 a 1842 el Soconusco fue una nación neutral y soberana, y según un observador, “experimenta todos los males de un país que se haya abandonado, y entregado a las rivalidades y odios, que con tanta frecuencia se nutren y desarrollan en los lugares cortos; sin leyes fijas, sin plan, sin sistema y con un régimen puramente municipal muy imperfecto [...]”.42 En 1842 el Soconusco se anexó a México y se convirtió en parte del estado de Chiapas, pero siguió padeciendo cierta inestabilidad debido a 40. Datos para el cuadro 1: Miguel Lerdo de Tejada, Comercio exterior de México desde la Conquista hasta hoy. 41. AGI-AG 850. 42. Manuel Larrainzar, Noticia histórica de Soconusco y su incorporación a la Republica mexicana, p. 79.

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las disputas fronterizas con Guatemala y al hecho de que esa nación no reconoció la anexión. En 1843 Manuel Larrainzar describió el paisaje de Soconusco en términos elogiosos: “[…] aquí todo es vida, frondosidad, hermosura; la naturaleza se presenta vestida con todas sus galas, la vegetación es vigorosa, los ríos llevan sus aguas en varias direcciones sombreados por los árboles que crecen en sus márgenes, y que tan agradables y pintorescas las hacen a la vista […]”.43 Y agregaba que el cacao seguía siendo uno de los productos principales del Soconusco y “el principal y más estimado en América y Europa”.44 Un informe de 1845, escrito por Emeterio Pineda, presidente de la Comisión Estadística de Chiapas, nos proporciona una visión general de la situación en el Soconusco en aquel momento. Pineda relató que la mayoría de los pueblos y ciudades del departamento seguían produciendo cacao (cuadro 2).45 Los esfuerzos para promover la expansión agrícola en el Soconusco en los años posteriores a la independencia fueron difíciles por varios factores, entre las que se incluyen los conflictos fronterizos con Guatemala, que no se solucionaron sino hasta 1882. El acuerdo fronterizo resultó en dos cambios: México cedió la parte más meridional del Soconusco a Guatemala (desde el río Suchiate hasta el río Naranjo) y Guatemala renunció a la región alrededor de Motozintla. La escasez de mano de obra también obstaculizó la recuperación económica, así como las intrigas políticas locales, que exacerbaron los problemas de la región. Sebastián Escobar, jefe político del departamento, gobernó con mano dura, y al parecer se resistió a llevar a cabo avances y mejoras con tal de mantener su posición de autoridad. La alianza entre Escobar y Justo Rufino Barrios, el futuro presidente y dictador de Guatemala, también contribuyó a la inestabilidad regional, porque Barrios no reconoció el acuerdo fronterizo. En resumen, durante más de 50 años después de concretada la independencia, la situación en Soconusco afectó en forma negativa el desarrollo agrícola comercial.46 43. 44. 45. 46.

Ibíd., p. 3. Ídem. Emeterio Pineda, Descripción geográfica del Departamento de Chiapas y Soconusco. María de los Ángeles Ortiz Hernández; Daniela Spenser, “Los inicios del cultivo de café en Soconusco y la inmigración extranjera”.

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En medio de este caos, en 1872, el influyente Matías Romero, quien había sido secretario del Tesoro en el gobierno de Benito Juárez, estableció una plantación de café cerca de Tapachula. Romero comenzó a promover el cultivo del café en el Soconusco, convencido de que la región tenía un potencial enorme e ideal dadas sus condiciones climáticas y de suelo, a lo que se sumaba que la tierra y mano de obra eran baratos, y estaba prevista la proximidad de un puerto del Pacífico: San Benito, hoy Puerto Madero, que permitiría facilitar el transporte.47 Una década después, ya en el régimen de Porfirio Díaz, se comenzó a promover la producción de café en el Soconusco otorgando concesiones de tierras a las empresas que incentivaran la colonización por parte de extranjeros y haciendo planes para desarrollar el puerto de San Benito y construir una línea de ferrocarril entre este y Tapachula. Los primeros colonos fueron principalmente estadounidenses contratados por la empresa Chiapas Mexican Colonization Company de San Francisco. A finales de la década de 1880, ciudadanos ingleses e inmigrantes españoles comenzaron a trasladarse a la región, pero serían los alemanes los que provocarían el mayor impacto a la industria del café en el Soconusco. Muchas de esas familias alemanas habían emigrado primero a Guatemala para establecer plantaciones de café, pero a finales del siglo xix fueron atraídas a la región del Soconusco debido a sus favorables condiciones: tierras baratas y fértiles. De este modo, de 1880 a 1890 los precios del café se duplicaron.48 El crecimiento de la industria del café en el Soconusco ocurrió casi de manera simultánea a la dramática caída de la del cacao. Sin embargo, debe destacarse que a pesar de que el café sustituía físicamente al cacao y a otros productos forestales, las fincas de café no desplazaron físicamente a los residentes del Soconusco o sus campos agrícolas. Las nuevas fincas se establecieron por lo general en bosques vírgenes y en elevaciones superiores a los 400 metros; muy por encima de las elevaciones de 20 a 100 metros en las que se encontraba la mayoría de las

47. Matías Romero, Cultivo del café en la costa meridional de Chiapas. 48. Friederike Baumann, pp. 8-63; Thomas Benjamin, A Rich Land A Poor People: Politics and Society in Modern Chiapas; Carlos Helbig, El Soconusco y su zona cafetalera en Chiapas; Catherine Nolan-Ferrell, “El desarrollo de una región sin identidad nacional: la zona del Soconusco, Chiapas, 1880-1920”; Daniela Spenser.

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comunidades del Soconusco.49 Es probable que estas tierras forestales hayan sido consideradas tierras colectivas, cuyos recursos estaban a disposición de los miembros de las comunidades, pero es poco probable que hayan sido cultivadas o que los residentes de los pueblos del Soconusco hayan vivido en los alrededores de las fincas de café recién establecidas. El café no sustituyó al cacao en términos físicos, pero la industria del café sin lugar a dudas afectó de forma negativa a la del cacao. A finales del siglo xix, las nuevas plantaciones de café enfrentaban los mismos problemas que la región del Soconusco había enfrentado desde el comienzo del período colonial, la escasez de mano de obra: la necesaria para las fincas de café superó la oferta local. A finales del siglo xix, la población del Soconusco seguía siendo baja y no había logrado recuperarse a los niveles prehispánicos. A principios de la década de 1890, se optó por traer 300 nativos de las islas Gilbert, de la Polinesia, al Soconusco para que trabajaran en las fincas de café, pero en un corto período de tiempo todos, menos uno, murieron de viruela.50 Los dueños de las fincas de café rápidamente comenzaron a contratar mano de obra de las regiones vecinas, como Mariscal, en Guatemala, y los Altos de Chiapas.51 La producción de cacao había estado en decadencia en el Soconusco desde el siglo xvi, pero los eventos ocurridos a finales del siglo xix la afectaron aún más negativamente en dos sentidos importantes: en primer lugar, la mano de obra para las huertas de cacao, ya escasa desde hacía más de tres siglos, ahora fue desviada a las plantaciones de café. Con seguridad esto provocó un deterioro aún mayor en los huertos de cacao. En segundo lugar, las élites políticas y económicas de la región ahora preferían invertir en la producción de café y las políticas económicas regionales fueron diseñadas para asegurar el éxito de esta industria. Una breve comparación entre las industrias del cacao en el Soconusco y Tabasco proporciona información adicional que ayuda a explicar la disminución de su cultivo en el Soconusco y su crecimiento en Tabasco durante aquella época. Otra región clave en lo que a pro49. Friederike Baumann; Carlos Helbig, Helen Seargeant, San Antonio Nexapa. 50. Daniela Spenser. 51. Friederike Baumann; Jan Rus, “El café y la recolonización de los Altos de Chiapas, 1892-1910”; Daniela Spencer.

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ducción de cacao se refiere, y que por lo mismo debo mencionar aquí, es Pichucalco, que en el periodo colonial formaba parte del gobierno de Tabasco, pero que para la década de 1860 se había integrado ya al estado de Chiapas. Debo anotar que durante algún tiempo, el cacao de este lugar se vendió al mismo precio que el de Tabasco,52 y hoy día, la ciudad de Pichucalco es cabecera del municipio del mismo nombre. Las cifras para la producción de cacao en el estado de Chiapas desde la década de 1860 incluyen el producido en Pichucalco, pero a fin de realizar una comparación entre las tendencias de cultivo de cacao en Tabasco y Soconusco puedo afirmar que el de Pichucalco comparte muchas similitudes con el de Tabasco. Ahora bien, una diferencia clave entre el Soconusco y Tabasco es su topografía. Tabasco, tiene condiciones ideales para el cultivo de cacao, un clima cálido y húmedo, suelos ricos y tierra por debajo de los 600 metros del nivel del mar, pero no presenta las condiciones para el cultivo de café. Por otra parte, el Soconusco tiene las condiciones ideales para el cultivo tanto del cacao como del café, al tener una altitud de entre 400 a 600 metros sobre el nivel del mar. Otros cultivos como el del banano han sido introducidos en la región, pero ningún cultivo agrícola domina en Tabasco como el café domina en Soconusco. Partes del municipio de Pichucalco se encuentran en elevaciones altas, pero las grandes fincas de café no se han establecido allí. La industria del cacao en Tabasco, al igual que su contraparte en el Soconusco, sufrió por el caos y la incertidumbre de los años siguientes a la independencia de México. Sin embargo, a partir de la segunda mitad del siglo xix, la producción en Tabasco (y Pichucalco) superó la del Soconusco por márgenes grandes. Clarence-Smith relata que de 1892 a 1897 el promedio anual de cacao en Tabasco fue de 966 toneladas, mientras que en Chiapas alcanzó 321 toneladas. En 1894 la producción en Chiapas superó este promedio, llegando a las 1.107 toneladas, de las que 1.105 procedían de Pichucalco y solo 2 del Soconusco. En 1907 Tabasco produjo 2.156 toneladas mientras que Chiapas llegó solo a las 881, de las cuales 838 fueron de Pichucalco y 5 del Soconusco (con pequeñas cantidades de otras partes del estado) para ese año.53 52. William Gervase Clarence-Smith, “El cacao en Chiapas durante el ‘largo siglo xix’”; Peter Gerhard, p. 33. 53. William Gervase Clarence-Smith, p. 247.

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Uno de los factores que ha contribuido a la persistencia y el crecimiento en la industria del cacao de Tabasco (y Pichucalco) es su cercanía con el Golfo de México, que facilitó el transporte no solo a la Ciudad de México, sino también a los puertos de Villahermosa y Veracruz, y luego, a los europeos. Las primeras fábricas de chocolate en México se fundaron en el siglo xix en la Ciudad de México, y poco tiempo después en Xalapa, Veracruz, Tabasco y en otros lugares. Aproximadamente al mismo tiempo, las innovaciones tecnológicas en Europa estaban empezando a cambiar de forma drástica la producción de chocolate. La invención de máquinas que pudieron separar eficazmente la manteca del cacao se tradujo en la producción en masa de chocolate barato. A medida que crecía la industria de chocolate internacional, la facilidad con la que el cacao de Tabasco (y Pichucalco) podría ser transportada a la Ciudad de México y Veracruz —desde donde salía a Europa— contribuyó al éxito comercial de Tabasco (y Pichucalco) y alentó a los agricultores de cacao para que expandieran la producción. El café que de manera particular produjeron los alemanes en el Soconusco estaba destinado, casi en forma exclusiva a los mercados europeos, sin embargo, el transporte de café a los puertos atlánticos en Guatemala o en Veracruz no presentaba las mismas dificultades para los propietarios de las fincas cafetaleras como aparentemente lo hizo para los pequeños productores de cacao. En 1892 Ramón Rabasa, gobernador de Chiapas, coordinó una revisión de los recursos del estado. En su resumen sobre el Soconusco, notó que el cacao había sido el producto agrícola primario en la región antes de que el café tomara su lugar. Además, “la superioridad de su clase es universalmente conocida y constituye hasta ahora un buen negocio”. Hizo una distinción clara entre las distintas zonas geográficas dentro del Soconusco y destacó que en las partes bajas era donde había “tierras buenas para potreros, para el cultivo de caña de azúcar, de cacao, de hule, de tabaco y de cocos”, y las tierras de la sierra eran inmejorables para el café.54 A pesar de su descripción sobre el cacao del Soconusco, en la relación más larga de Rabasa sobre el cultivo de cacao en Chiapas, decidió describir el proceso efectuado en Pichucalco porque en el Soconusco “se haya descuidado su cultivo por atender al del café”.55 54. Ramón Rabasa, p. 58. 55. Ídem, p. 83.

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El éxito de la industria cafetalera a finales del siglo xix en el Soconusco y su importancia continua para la economía regional ha llamado, con justa razón, la atención de la gran mayoría de los investigadores de la historia del Soconusco para este período de tiempo. Sin embargo, como se señaló antes, las fincas de café por lo general se establecieron en elevaciones superiores a los 400 metros sobre el nivel del mar, y casi la totalidad de la población existente en la región vivía en comunidades por debajo de los 100 metros. El impacto de las transformaciones provocadas por los cambios económicos asociados al crecimiento de la industria del café en la población local aún no es del todo entendido.56 El uso de mano de obra de las regiones vecinas está bien documentado,57 pero se conoce muy poco acerca del grado en el que los residentes locales trabajaron en las fincas de café. La evidencia sugiere que los pequeños agricultores, ubicados en elevaciones más bajas, continuaron dependiendo en gran medida de la agricultura de subsistencia y produciendo productos forestales tradicionales (silvestres o cultivados). Sin embargo, muchos de ellos pueden haber buscado trabajo en las fincas, al menos de manera temporal. Noviembre y diciembre constituyen la temporada más alta de demanda de mano de obra en las fincas de café, por lo que los campesinos locales podrían pasar los meses ideales para la agricultura de subsistencia (marzo a septiembre) en sus propios terrenos. Para entender mejor cómo la vida pudo haber cambiado para la población rural que vivía por debajo de la zona de café, he examinado previamente datos del censo de 1910, consultado en el Archivo Histórico de Chiapas.58 En estos documentos se incluyen las listas de frutas y verduras, así como los productos animales y vegetales procesados (véase cuadro 3). La diversidad representada por estos productos agrícolas sugiere que los pequeños agricultores del Soconusco persiguieron una estrategia agrícola diversa, al cultivar sus milpas y huertos para cubrir sus propias necesidades de subsistencia. Con la caída del comercio del cacao, al parecer los agricultores pasaron menos tiempo cultivando cacao y más dedicados a otras actividades. El cacao no desapareció totalmente, pero la producción fue principalmente para consumo local o para el comercio con las regiones vecinas, particularmen56. Janine Gasco, “El paisaje del Soconusco desde el Posclásico tardío hasta el siglo xx”. 57. Jan Rus. 58. Janine Gasco; AHC, Fondo Secretaría General de Gobierno, Estadística, vols. IXXII.

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te con la ciudad de Oaxaca, donde todavía mucho del cacao producido en el Soconusco se vende actualmente.59 La Revolución Mexicana propició otro período de turbulencias económicas. Una vez más se hacen evidentes las notables diferencias entre Tabasco y el Soconusco. Aunque el cultivo de cacao disminuyó en Tabasco, en 1933 el gobierno de ese estado había comenzado a promover la producción de cacao a partir de la organización de las cooperativas que podrían prestar apoyo financiero a los productores y vender grandes cantidades del mismo a los productores de chocolate, eludiendo de esta manera a los intermediarios. El presidente Lázaro Cárdenas intervino de forma directa como mediador entre los productores de cacao tabasqueños y los chocolateros a fin de asegurarse de que se pagaran precios justos. Por otra parte, innovadores y emprendedores tabasqueños comenzaron a experimentar con nuevas variedades de cacao para crear sus propias modificaciones genéticas y, en algunos casos, rescatando huertos abandonados en los que la variedad criolla nativa de cacao había crecido.60 Cabe destacar que la variedad de cacao criollo es reconocida por su sabor superior y es preferida por los fabricantes de chocolate de alta calidad de Europa y Estados Unidos, y como resultado de esto, los productores de cacao de Tabasco, en particular aquellos que han mantenido los árboles de la variedad criolla llaman hoy la atención del mundo.61 En la época posterior a la independencia varios factores contribuyeron a la caída de la industria del cacao del Soconusco. El crecimiento de la industria del café y los consiguientes cambios en las políticas económicas para promover la producción y exportación de café fueron algunas de las principales causas. En contraste con la situación en Tabasco y Pichucalco, durante este período las autoridades poco hicieron en el Soconusco para promover la producción de cacao, aunque los productores continuaron el cultivo del producto en pequeña escala. En 1950 la producción de cacao en el Soconusco fue de 340 toneladas, mientras que la de Pichucalco fue de 2.179 toneladas y la de Tabasco, de 2.170 toneladas.62 59. Stephen E. Tulley, A Culture of Chocolate: Commercial Cacao Processing in Oaxaca. Tesis de doctorado, University of Iowa, 2007. 60. Martha Chapa, Chocolate, regalo del Edén, pp. 83-87. 61. Patricia Gadsby, “Endangered Chocolate”; Mort Rosenblum, Chocolate: A Bittersweet Saga of Dark and Light. 62. Carlos Helbig, p. 17.

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Tendencias contemporáneas y posibilidades para el futuro Hace más de una década comencé a ampliar mi enfoque de investigación para traspasar el aspecto histórico de la industria del cacao del Soconusco e incluir tendencias contemporáneas.63 Este cambio en parte se debió a que observé que muchos de los agricultores del Soconusco están reduciendo sus árboles de cacao para sustituirlos por mangos o tierras de pasto para ganado. Lo irónico fue que cuando hice mi observación, las ventas mundiales de chocolate se estaban elevando, y por lo mismo me era difícil entender por qué los agricultores del Soconusco, cuyos antepasados habían cultivado el mejor cacao del mundo, eran incapaces de aprovechar la creciente popularidad del chocolate de alta calidad. Para responder mi interrogante realizamos entrevistas a esos agricultores y a partir de los resultados de las mismas pudimos observar que ellos saben bien que la región que habitan es ideal para el cultivo de cacao e incluso están conscientes de que el cacao del Soconusco ha sido considerado de alta calidad. Aunque como ya anoté los agricultores están sustituyendo sus árboles de cacao, la mayoría de ellos han procurado mantener algunos para su propio consumo. En charlas posteriores me explicaron que a ellos les fue imposible vender bien su cacao, y que los intermediarios no pagan precios justos, y que la ayuda que perciben del gobierno es en realidad poca. También me expresaron su reticencia a renunciar al cultivo de cacao y me preguntaron si no habría algún modo de que vendieran su cacao en forma directa a los chocolateros, para que estos les pagaran precios justos. Investigamos entre los habitantes del Soconusco qué sabían sobre las variedades de cacao que actualmente se cultivan en la región y nos comentaron que en las décadas de 1970 y 1980 el gobierno federal promovió programas para promover el reemplazo de la variedad de cacao criollo nativo con variedades forasteras (calabacillo, amelonado, Costa Rica) e híbridas (trinitarios, mejorados).64 Los cacaos foráneos o foras63. Janine Gasco, “Soconusco Cacao Farmers Past and Present”, y de la misma autora: “‘Le da alegría tener flores’: Homegardens and Biodiversity in the Soconusco, Chiapas, Mexico”. 64. Orlando López-Báez, Alfonso Sandoval Gallardo y Jorge Soto Rosiles, Sistemas de producción de cacao (Theobroma cacao L.) en la región del Soconusco, Chiapas, México.

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teros, así como los híbridos, proporcionan mayor rendimiento en tanto que los criollos tienen mayores cantidades de grasa y un sabor superior. Se estima que los cacaos criollos representan menos del 5% de los árboles de cacao en todo el mundo, pero son lo que utilizan los productores de los mejores chocolates.65 Hoy día, en el Soconusco, es difícil encontrar criollos, aunque muchas personas aseguran que han guardado unos árboles criollos para su uso personal, porque su sabor y calidad son mucho mejores. Durante el verano de 2002 pudimos confirmar que un árbol identificado por su dueño como criollo en verdad lo era. Pero hubo muchos casos en que los árboles que sus dueños identificaron como criollos no resultaron serlo. Algunos agricultores finalmente fueron capaces de establecer relaciones con un chocolatero en Estados Unidos que compró cacao de manera directa en una comunidad local, y una ONG ubicada en Tapachula ha ayudado a ciertas comunidades a vender su cacao a chocolateros europeos. Sin embargo, justo cuando comenzaban a registrarse indicadores de que las perspectivas de los agricultores comenzaban a mejorar, se presentó la moniliasis (Moniliophthora roreri), que es un hongo que ataca los frutos del cacao. La moniliasis ha tenido un impacto dramático en los rendimientos de cacao del Soconusco, ya que obligó a los agricultores a talar sus árboles.66 La llegada de esta plaga a la región coincidió con una nueva campaña que emprendieron los gobiernos federal y estatal para promover, en forma agresiva, el cultivo a gran escala de palma africana (Elaeis guinnensis) en los trópicos húmedos del sur de México, particularmente en el Soconusco, así como en el norte de Chiapas, la Selva Lacandona, incluyendo las áreas de la planicie costera superior, en donde pequeños productores antes habían tenido cultivos alimentarios en sus tierras, entre los que estaba el cacao.67 Aún no es claro si en 2012 se cumplió la meta de plantar 40.000 hectáreas de palma africana 65. Martha Chapa; Carlos Gadby; Maricel E. Prescilla, The New Taste of Chocolate: A Cultural and Natural History of Cacao with Recipes. 66. W. Phillips-Mora, et al.; M. Torres de la Cruz et al. La moniliasis se originó en Sudamérica y se propagó hacia el norte durante décadas. 67. Miguel Ángel García Aguirre, “Agrofuel Plantations in Chiapas and Their SocioEnvironmental Impact”; Héctor B. Fletes Ocón et al., “Pequeños productores, reestructuración y expansión de la palma africana en Chiapas”.

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en el Soconusco, pero lo cierto es que a partir de 2011 Chiapas aportó el 80% del aceite de palma africana que se produce en México.68 Como parte del programa “Reconversión Productiva Sustentable”69 México se ha sumado a otros países de América Latina que promueven monocultivos de agrocombustibles a gran escala. Los detractores de esta tendencia están preocupados por lo desastrosa que pueda resultar esta medida no solo para los pequeños y medianos agricultores, sino para la biodiversidad, el medio ambiente y los consumidores, ya que la medida provoca “desplazar a decenas de miles de agricultores, disminuir la seguridad alimentaria en muchos países, acelera la deforestación y profundiza la huella ecológica del modelo de agricultura industrial”.70 Parece que el futuro para el cultivo de cacao en el Soconusco es bastante sombrío. Los factores económicos sumados a otros que están fuera del control de los pequeños productores están contribuyendo a la desaparición de una tradición agroforestales que se remonta a casi 4.000 años, y que proporcionó al mundo el cacao más deseado para producir el mejor chocolate.

Bibliografía Siglas AGCA Archivo General de Centroamérica, Guatemala. AGI Archivo General de las Indias, Sevilla. AGI-AG Archivo General de las Indias, Audiencia de Guatemala.

Altieri, Miguel, “The Ecological Impacts of Large-Scale Agrofuel Monoculture Production Systems in the Americas”, en Bulletin of Science, Technology & Society, vol. 29, núm. 3, junio de 2009, pp. 236-244, . Báez Landa, Mariano, “Soconusco: región, plantaciones y soberanía”, en La formación histórica de la frontera sur. México, Centro de In68. INEGI, “Perspectiva estadística Chiapas. Diciembre, 2012”. 69. SAGARPA, “Reconversión productiva sustentable”. 70. Altieri , “The Ecological Impacts of Large-Scale Agrofuel Monoculture”, p. 236.

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La circulación de cacao hacia la Ciudad de México en el siglo xviii: volúmenes, áreas abastecedoras y diferencias de precios Enriqueta Quiroz Instituto José María Luis Mora, México DF

En este trabajo analizaré la circulación de cacao hacia la Ciudad de México durante el siglo xviii, a fin de que pueda comprenderse la influencia de la demanda de este producto en el espacio hispanoamericano y su competencia en los mercados atlánticos. En la capital novohispana el cacao no era un producto de consumo suntuario, como quizá lo pudo ser en Europa durante el mismo periodo. En la Nueva España al cacao no se le trataba como golosina: preparado como chocolate era considerado una “bebida fortificante” no solo para quienes estaban enfermos, sino también para los que gozaban de buena salud. Por lo mismo, en los hospitales formaba parte de la dieta, junto con los demás recursos de curación hipocrática. El cacao fue incorporado al atole, y en esta forma se les daba a beber a los enfermos a fin de que pudieran recuperar las fuerzas y la inmunidad fisiológica, y lo mismo sucedía en las dietas que se repartían en hospicios, colegios y conventos.1 Debido a la gran concentración demográfica de la Ciudad de México, la demanda de cacao fue fuerte, tanto como lo fue en España y en Europa. Por lo mismo, para abastecer la metrópoli novohispana el producto era traído desde diversas regiones, situación que llevó a la Corona a replantear la política comercial que aplicaba a los puertos americanos, en los términos que explicaré más adelante. 1.

Para conocer las propiedades del chocolate, véase Antonio León Pinelo, Questión moral si el chocolate quebranta el ayuno eclesiástico.

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El tema del abasto de cacao es tan complejo que considero fundamental identificar primero las diversas áreas que lo producían con el fin específico de abastecer a la capital novohispana, mismas que se encontraban diseminadas en el disperso y amplio espectro centro y sudamericano. En este artículo daré cuenta de las dimensiones del intercambio de este producto entre las distintas regiones productoras; cuantificaré los volúmenes de cacao que ingresaron a la Ciudad de México e identificaré los ritmos y flujos que determinaron ese ingreso, todo lo cual nos permitirá ahondar en la comprensión de la integración o falta de la misma de los mercados internos americanos.2 En este artículo sostengo que la capital novohispana se surtió del cacao que era producido fuera de su contexto inmediato, sobre el que ejercía una influencia específica en los terrenos agrícolas, que cultivaban hortalizas y granos. Esto quiere decir que el radio de demanda capitalina de cacao se extendió más allá de 370 kilómetros, distancia estimada por el geógrafo Von Thünen para ciertas regiones que a su juicio conformaban mercados aislados.3 Por su parte, la Ciudad de México parece haber estado integrada por diversos circuitos, con espacios productivos de cacao, tal y como ha quedado demostrado en otros estudios, que han dejado en claro que durante el siglo xviii la circulación de ganado hacia la capital llegó a alcanzar distancias superiores a los 600 kilómetros, y en ningún caso su abasto estuvo circunscrito a su espacio inmediato.4 Es evidente que para que esto pudiera ocurrir, debían romperse las barreras naturales que imponían la geografía y la falta de desarrollo, como la falta de caminos adecuados y de medios de transporte modernos.

2.

3. 4.

Para entender mejor estos aspectos, vale detenernos en el debate que sostuvieron C. Sempat Assadourian y Ruggiero Romano. El primero planteó una dinámica de integración entre los mercados hispanoamericanos, a partir de la circulación minera y el intercambio de mercancías al interior del espacio colonial, y el segundo, en cambio, se inclinó por desconocer la integración de los mercados a nivel continental y más bien prefiere reconocerlos como un “conjunto de mercados agregados”, que difícilmente estaban interconectados. Véase C. Sempat Assadourian, “Integración y desintegración regional en el espacio colonial. Un enfoque histórico”, pp. 141-164 y Ruggiero Romano, Mecanismo y elementos del sistema económico colonial americano, siglos XVI-XVIII. Heinrich von Thünen, Von Thünen’s Isolated State. Enriqueta Quiroz, Entre el lujo y la subsistencia. Mercado, abastecimiento y precios de la carne en la Ciudad de México, 1750-1812, pp. 296-297.

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Citaré ejemplos concretos a fin de demostrar que al igual que sucedió con el ganado, la llegada del cacao a la capital novohispana fue posible pese a tales limitantes. Estableceré que fue trasladado desde grandes distancias vía acuática, ya fuera por mares o ríos, y de esta forma se superó la lejanía y se sobrepusieron las barreras naturales. En otras palabras, dejaré en claro que fue llevado desde zonas en las que no era un producto caro, dado que la demanda local no alcanzaba las dimensiones de la exigencia del producto de la Ciudad de México, misma que para 1790 contaba ya con una población cercana a los 112.000 habitantes, y eso la convertía, por mucho, en la ciudad con mayor concentración de población urbana de Hispanoamérica. Sin embargo, a pesar de las dimensiones de la capital novohispana, su demanda de cacao tuvo que competir con la exigencia que de este producto hacían España y los países europeos en general, lo que obligaba a las autoridades a hacer que el producto cruzara el Atlántico para llegar a esos destinos; en particular el que era producido en Caracas y Maracaibo, y en menor medida el de Tabasco y Centroamérica. Analizaré también el marco regulatorio bajo el cual operó el mercado interno, que involucraba, por supuesto, a la Ciudad de México con Hispanoamérica. Cabe destacar que la producción cacaotera americana se veía sujeta y afectada por una política imperial oscilante entre normatividades específicas concebidas para la distribución de este producto. Con base en fuentes documentales históricas analizaré cómo la normatividad vigente en efecto controló, pero también toleró situaciones que se daban al margen de la ley, a fin de que el flujo de cacao hacia la Ciudad de México fuera sistemático a lo largo de todo el siglo.

Los volúmenes de cacao ingresados a Ciudad de México El cuadro 1 y la gráfica 1 que a continuación muestro se elaboraron con base en los registros de manifestaciones de cacao realizados en la capital en 1718 y 1735, y con los datos que se asientan en los registros de los libros de la Aduana capitalina para los años 1759, 1770, 1772, 1776, 1794, 1795, 1796. A esta información sumé los datos que proporciona la Gazeta de México para las décadas de 1780 y hasta 1800.

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Cuadro 1 Tercios ingresados a la Ciudad de México

Fuente: AHDF, Fondo Ayuntamiento, sección: Real Audiencia: Fiel Ejecutoria, Cacao, vol. 3787, exps.1, 2, 3, 4, 5, 6. AGN, Fondo Alcabalas, Libros de la Real Aduana de la Ciudad de México, cajas sin catalogar, Gazetas de México.

Gráfica 1

Fuente: mismas del cuadro número 1.

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Sin embargo, debo apuntar que las cifras que presento en el cuadro 1 deben ser tomadas con cautela por el lector, ya que se sabe, por las manifestaciones encargadas a la Fiel Ejecutoría, que durante las primeras décadas del siglo xviii era común que se realizara un subregistro de la mercancía que los comerciantes de la capital declaraban, esto con la intensión de no cumplir a cabalidad la ordenanza que los obligaba a precisar cuánto cacao ingresaban. Se sabe, por ejemplo, que a partir de 1639, cualquier persona que ingresara cacao a la Ciudad de México debía manifestarlo ante el Tribunal de la Real Audiencia, lugar en el que se asentaba también la cantidad recibida, su procedencia y el precio al que lo venderían en la capital, o indicar si el producto se recibía como parte de una encomienda, o para consumo propio. La orden estipulaba que la declaración o manifestación debía realizarse dentro de las primeras 24 horas de que el producto hubiera sido recibido, y se asentaba una pena de 500 pesos aplicable a quien no cumpliera tal especificación. Estas medidas se dictaron para salvaguardar el precio del cacao no solo de los regatones sino también de quienes intentaran acaparar el grano en los puertos y monopolizar su distribución.5 En 1718 se ratificó esta orden, y para 1724 la multa por no acatarla se incrementó a 1.000 pesos por cada infracción. Sin embargo, es evidente que la instrucción no fue cumplida, ya que en 1729 persistía la insistencia de que se sancionaría a los infractores.6 El subregistro, sin lugar a dudas, es una de las razones que hacen tan fluctuantes las cantidades anuales de cacao registradas en el cuadro 1, y tal vez también explica los bajos montos de las declaraciones en 1719 y 1720. Llaman la atención también las cifras del 1721, que resultan notablemente altas con respecto a las de toda la serie; y nos hacen suponer que en dicho año se realizaron declaraciones que se apegaban más a la realidad, situación que no ocurrió en los dos años anteriores.7 5. 6. 7.

AHDF, Fondo Ayuntamiento, sección: Real Audiencia: Fiel Ejecutoria, Cacao, vol. 3787, exp. 1, ff. 1-2v. Ibíd., exp. 2, ff. 1-3f. Véase también Eduardo Arcila Farías, Comercio entre México y Venezuela. Siglos XVII y XVIII, p. 39. Con frecuencia, en la propia fuente se encuentran hojas anexas de declaraciones de recepciones de cacao realizadas en determinados años, pero que en realidad se recibieron en años anteriores, lo que nos lleva a pensar que las omisiones ocurrieron en forma reiterada.

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Para 1734 no se cuenta con ningún registro, a pesar de lo cual sabemos que no hubo interrupción del tráfico de cacao.8 Otro problema que también puede explicar las constantes fluctuaciones de nuestra tabla, tiene que ver con el propio flujo de cacao, proveniente de las zonas exportadoras, que sufrían interrupciones en la producción debidas a epidemias, pérdida de cosechas y a las propias circunstancias bélicas que afectaban las comunicaciones en el contexto imperial. Si se toman en cuenta estas circunstancias, que hicieron variable el ingreso de cacao a la Nueva España y a su vez a la Ciudad de México, se puede señalar que durante las tres primeras décadas del siglo, el ingreso declarado de cacao a la ciudad fluctuó entre los 2.000 y los 8.000 tercios. Cierto es que los registros para los años 1719, 1721 y 1734 fueron excepcionales, dados los problemas ya anotados en la propia fuente, pero cabe señalar que Eduardo Arcila Farías también detectó para el año 1721 un particular incremento de cacao venezolano que ingresó a la Nueva España, del que se señaló su arribo en 30.418 fanegas, equivalentes a 33.441 tercios, mismos que entraron por Veracruz, además de un excepcional flujo proveniente de Guayaquil vía Acapulco, que se dio a raíz de ciertas licencias particulares otorgadas en ese año, lo que puede constatarse en las cifras que muestro en los cuadros 1 y 2.9 En las décadas iniciales del siglo, el consumo de cacao era significativo, como lo demuestran como ejemplo del año 1722 el registro de 8.358 tercios, que equivalían a 836.254.23 libras, o bajo criterios actuales, a unos 384.676 kilogramos. Hoy día se calcula que una persona puede consumir alrededor de 36 gramos diarios de chocolate puro,10 lo que indicaría que utilizando esa misma porción para el año 1722, la ciudad contó con más de diez millones de esas raciones, o unas 83.000 mensuales. Para esta etapa del siglo no se cuenta con estadísticas de población, que nos ayuden a estimar los consumos per cápita, pero gracias a los viajeros y cronistas de la época sabemos que el chocolate, bebida que 8. 9.

Véase Eduardo Arcila Farías, p. 75. Ver referencias sobre los navíos que llevó de su cuenta Juan Bautista de Azunza, “pues consta que el último produjo a mi Real hacienda cerca de 100.000 pesos de beneficio”. Ibíd., p. 268. 10. Manuel Miño, “Cacao y mercado: rentabilidad y consumo del cacao Guayaquil en Nueva España, 1774-1805. Una comparación con Madrid”, p. 301.

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Fuente: AHDF, Fondo Ayuntamiento, sección: Real Audiencia: Fiel Ejecutoria, Cacao, vol. 3787, exps.1, 2, 3, 4, 5, 6; AGN, Fondo Alcabalas, Libros de la Real Aduana de la Ciudad de México, cajas sin catalogar.

Cuadro 2

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se preparaba con pasta de cacao molido, se consumía de manera general en Nueva España, y que al parecer no había distinción social que limitara la posibilidad de beberlo, porque no había “negro ni peón que no [lo] tome cada día”,11 e incluso los grupos pudientes lo consumían varias veces al día, “por la mañana, otra antes de comer, entre nueve y diez, otra una hora o dos después de comer, y otra sobre las cuatro o cinco de la tarde”.12 Cabe hacer notar, sin embargo, que sí existían diferencias en el modo de preparar la bebida, según la clase social que la preparara. Sabemos que los pobres lo mezclaban con maíz para darle mayor rendimiento, y le agregaban achiote, chile y algo de anís.13 La misma costumbre la ratifican los miembros del cabildo de Ciudad de México, que consideraban “el cacao como una bebida muy común y necesaria” para la población capitalina, y su escasez generaba un grave perjuicio al público.14 Así las cosas, se puede asegurar que hacia mediados de siglo, las cantidades de cacao que ingresaron a la capital no dejaron de ser significativas; muy por el contrario, tanto los máximos como los mínimos del primer tercio del siglo son rebasados. Estos montos fluctúan en 1759 y 1776 entre los 3.000 y los 10.000 tercios, de acuerdo a los registros de los libros de aduana de la Ciudad de México (véase cuadro 1). Las diferencias que existen entre los máximos y los mínimos de tercios de cacao, que están documentadas, coinciden con una recuperación de la población capitalina, que comenzó a darse una vez que se superó la crítica epidemia de matlazahuatl que la capital novohispana vivió de 1737 a 1739, y las diferencias entre las cifras aparecen, por un lado, en los censos de 1742 y 1753, y por el otro en el censo de 1790.15 Estos recuentos de población realizados en la época han sido cuestio11. 12. 13. 14.

Giovani Gemelli, Viaje a la Nueva España, p. 140. Thomas Gage, Nuevo reconocimiento de las Indias occidentales, p. 267. Ibíd., p. 265. Véase testimonio del conde de Orizaba en el cabildo que se celebró en 27 de junio de 1729, en AHDF, Fiel Ejecutoría, t. I, ff. 1f-3f. 15. El censo de 1742 ordenado por el virrey conde de Fuenclara y compilado por Villaseñor entre 1746 y 1748, indicó que en la ciudad existían unas 50.000 familias de ascendencia española, entre “europeos y patricios”, otras 40.000 familias de mestizos, mulatos y negros y un total de 8.000 indios. Del padrón de 1753, aunque incompleto, se ha deducido que la población capitalina no sobrepasaba los 70.000

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nados tanto por sus contemporáneos como por los estudios demográficos recientes, a pesar de lo cual son la base más aceptada para demostrar el crecimiento acelerado que experimentó la ciudad, al menos a partir de la segunda mitad del siglo. Y también explicaría que las décadas de 1780 y 1790 aparecen registradas con años en los que los montos de cacao superan los 10.000 tercios anuales que ingresaron a la capital en 1802, ya que se llegó a la cifra de 13.000 en ese mismo año (véase cuadro 1). Sin embargo, pese al crecimiento demográfico, la ración de 36 gramos diarios de cacao puro por persona, que se calculó para el presente, habrían sido posibles de ser consumidos en todo el transcurso del siglo xviii. En otras palabras, los montos globales ingresados a la capital se habrían ajustado a una demanda per cápita similar a lo largo de ese siglo, sin que se pudiera argumentar una caída en el consumo hacia fines de esa centuria. Al respecto Manuel Miño ha indicado que en términos del tráfico mercantil, el intercambio de cacao de Guayaquil que ingresó por Acapulco no sufrió ningún tipo de interrupción, incluso durante la época de la Independencia.16 Con base en las cifras generales que presento en el cuadro 1, puedo deducir que no todo el cacao que ingresó a Nueva España, ya fuera por Veracruz o por Acapulco, tenía como destino la Ciudad de México. El cacao venezolano que ingresó al virreinato, según cálculos establecidos por Eduardo Arcila Farías, sobrepasaría con creces la demanda capitalina (véanse cuadro 3 y gráfica 2), lo que nos hace pensar que mucho del grano que ingresó por Veracruz fue reenviado a España, e incluso mucho de este debió salir no solo en almendras de cacao, sino también como tabletas de chocolate.17

habitantes en ese año. Finalmente el censo de Revillagigedo, discutido por su inexactitud, señalaría la existencia de 112.929 personas en 1790. 16. Manuel Miño, p. 5. 17. Consúltese la Gazeta de México, vol. II, núm.78, 1734, p. 623; vol. II, núm. 90, 1735, p. 721, vol. II, núm.103, 1736, p.822, vol. II, núm.114, 1737, p. 912. Véase también Manuel Miño, p. 10. El autor señala que “ni Cádiz ni Acapulco fueron puertos de destino final: mucho se reexportó hacia la península por Veracruz y de este puerto hacia varios países de Europa”.

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Grafica 2

Fuente: mismas del cuadro número 2.

Por su parte, Manuel Miño ha indicado que a partir de 1789, del 70 al 90% del cacao guayaquileño fue ingresado a Ciudad de México,18 lo que puedo ratificar a partir de la revisión de los registros de la aduana de la ciudad para los años 1794, 1795, 1796 (véase cuadro 2). No obstante, hasta el momento no se ha conocido a detalle la participación de las distintas zonas abastecedoras de cacao hacia la Ciudad de México,19 ni tampoco se tienen datos sobre los máximos y los míni18. Manuel Miño, pp. 302-303. 19. Existen varios estudios que hacen referencia al tráfico de cacao a la Nueva España, en particular los provenientes de Guayaquil y Venezuela. No obstante, no se han detenido de manera particular en la demanda de Ciudad de México. Véase, por ejemplo, Eduardo Arcila Farías; Manuel Miño; Jesús Jaimes Hernández, “El fruto prohibido. El cacao de Guayaquil y el mercado novohispano, siglos xvi-xviii”; Guillermina del Valle, “Comercialización del cacao de Guayaquil por los mercaderes del Consulado de México en la segunda mitad del siglo xviii” y “Cacao de Guayaquil y apertura comercial. La promoción del comercio de cacao y azúcar a través del Consulado de México”.

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Fuente: AGN, Fondo Alcabalas, Libros de la Real Aduana de la Ciudad de México, cajas sin catalogar, Gazetas de México; Eduardo Arcila Farías, Comercio entre México y Venezuela. Siglos XVII y XVIII, p. 313.

Cuadro 3

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mos demandados durante el siglo; ni sobre la sustitución de los flujos de una zona por otra, cuando alguna interrumpía sus envíos a la capital, y esto es lo que analizaré a continuación.

Las áreas abastecedoras y sus remisiones a la Ciudad de México En términos generales, se puede señalar que hubo tres grandes circuitos de abastecimiento de cacao cuya dirección era la capital del virreinato; el primero procedía de Guayaquil, que llegaba por la vía del Pacífico y entraba por Acapulco o por la llamada Tierra Firme, es decir, pasando por Portobelo para llegar a Veracruz. El segundo provenía de Tabasco y Guatemala, por conducto de los ríos Usumacinta y Grijalva, además de sus afluentes, y por las ciudades interiores de Tuxtla, Oaxaca y Puebla, hasta llegar a la capital. El tercero era el que llevaba el cacao de Nueva Granada vía Maracaibo, y el de Caracas por La Guaira, mismo que a su vez estaba conectado con el flujo de islas caribeñas, como Martinica, Trinidad o Cuba (véase mapa).

Sabemos que las zonas de Tabasco y Guatemala producían suficiente cacao para abastecer su propia región, entendiéndose las necesidades de una sociedad regional con un alto sustrato indígena, en la que este grano era parte de su cultura alimentaria. Es evidente que el pro-

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ducto también llegaba de estas zonas a la capital, pero su precio era notablemente elevado, pues sobre su producción recaía la demanda no solo del sur de la Nueva España, sino del centro y norte del virreinato, e incluso de la corte hispánica.20 Si analizamos las “manifestaciones” que se hacían ante la Fiel Ejecutoria, podemos indicar que a principios del siglo xviii, los registros de cacao proveniente de Tabasco fueron sistemáticos, y hasta donde la documentación lo permite, es posible establecer que las cantidades de arribo a la ciudad fluctuaron entre los 10 y más de 700 tercios anuales, aunque las cifras ingresadas en 1721, 1730 y 1735 resultaron particularmente interesantes, como puede verse en el cuadro 2, ya que en esos años se registraron cerca de 500 y 700 tercios. Este incremento puede explicarse por la complementariedad en el abasto entre las regiones, e incluso por la sustitución de una región por otra, a fin de poder cubrir la demanda capitalina en determinado momento. De este modo fue como se lograba que el cacao saliera de la zona en la que más excedentes había. En 1721 con toda seguridad las conexiones entre Tabasco y la llamada Tierra Firme, de donde fluía además el cacao del Soconusco, Guatemala, e incluso el de Guayaquil, favorecieron sus excedentes y permitieron un notable flujo hacia la capital, con 748 tercios registrados ese año. Se sabe que en aquellas costas centroamericanas la navegación de cabotaje estaba permitida, por lo que sus interconexiones debieron ser frecuentes, pese a que las costas eran vigiladas de manera estricta para evitar que por ellas se realizaran contrabandos.21 Si se analiza este caso de manera independiente, observaremos que las remisiones de cacao de Guatemala hacia la capital, en la década de 1720, fluctuaron entre los 50 y los 500 tercios anuales, superando, no en frecuencia, pero sí en sus promedios anuales, a las de Tabasco durante este periodo (véase cuadro 2).

20. Carlos Enrique Ruiz Abreu, Tabasco en la época de los Borbones. Comercio y mercados, 1777-1811, p. 90. Véase también Gustavo Palma Murga, “El reino de Guatemala y sus vinculaciones económico-comerciales externas durante la época colonial”, p. 46. 21. Guadalupe Pinzón, Acciones y reacciones en los puertos del Mar del Sur. Desarrollo portuario del Pacífico novohispano a partir de sus políticas defensivas, 1713-1789, p. 221.

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Vale destacar aquí que en un informe sobre la situación económica del reino de Guatemala, el Consulado de Comercio indicó que en 180 leguas de costa del sur, desde Conchagua a San Antonio, durante las primeras décadas del siglo xviii, había exclusivamente haciendas de cacao capaces de abastecer a la mitad de Europa.22 Basta anotar que de enero a marzo de cada año, y hasta 1740, desde la ciudad de Santiago de los Caballeros de Guatemala, en más de una decena de recuas de mulas, se transportaron diversas mercancías locales, en particular cacao, rumbo a Veracruz. Se tiene noticia de que se hicieron escalas en las ciudades de Oaxaca y Puebla,23 y por lo tanto, según mis propias cifras (véase cuadro 2), no es extraño que un porcentaje de ese mismo cacao haya sido destinado a la Ciudad de México. Sin embargo, estos intercambios se vieron frenados cuando en el reino de Guatemala se comenzó a privilegiar el cultivo y comercio de añil sobre el de cacao, lo que en nuestra serie se ve reflejado por la interrupción de registros de esa zona a partir de 1735. Hay datos que sugieren que la aparición de la compañía Guipuzcoana, fundada en 1728 por comerciantes vascos, eclipsó la producción de cacao en el reino de Guatemala, mismo que era desbordante a mediados del siglo xvii y hasta las primeras décadas del siglo xviii. A principios de ese siglo, la producción de cacao había bajado en forma sustancial a 15.000 cargas anuales, que contrastaban con las 25.000 producidas a finales del siglo xvii, pese a lo cual las recaudaciones de cacao por concepto de tributos de los indios representaban 78.5% de los ingresos de la Real Hacienda.24 Si bien la Compañía Guipuzcoana entorpeció los envíos de cacao a España desde el reino de Guatemala, también es cierto que el cacao guayaquileño representó una fuerte competencia para el que se producía en esa zona, sobre todo porque los circuitos locales del reino de Guatemala eran utilizados para introducir cacao guayaquileño a México, como si fuera del reino, pero sin dejar utilidades al erario y comercio guatemaltecos. Se calculaba que de Santiago de Guatemala a la Nueva España pasaban más de 6.000 fanegas procedentes de Guayaquil.25

22. 23. 24. 25.

Gustavo Palma Murga, p. 46. Ibíd., p. 50. Christopher Belaubre. Gustavo Palma Murga, p. 47.

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En la década de 1730, el mercado de la Ciudad de México también recibió de manera directa cacao de Guayaquil, mismo que tuvo los montos más importantes, después de los caraqueños. Su frecuencia fue constante y sus años más destacados: 1722, con 3.578 tercios, y 1724, con 2.698 tercios (véase cuadro 2). En este punto debo subrayar que el llamado “periodo de prohibición comercial entre el virreinato de la Nueva España y el del Perú”, que se supone corresponde a la primera mitad del siglo xviii, estuvo más bien regido por reiterados privilegios individuales de conducción de la almendra por Acapulco, e incluso existió un intento de estanco real. Los comerciantes peruanos sabían que dicho circuito acuático era el más redituable, porque los envíos a Panamá y el traslado hasta Veracruz encarecían los costos respecto al cacao caraqueño, con el que entraban a competir en la zona del Golfo. En este contexto es entendible que en 1712 los comerciantes de Guayaquil hayan solicitado una licencia para vender dicho producto vía Acapulco. El proyecto fue discutido en el Consejo de Indias, y en ese mismo sentido, en 1720 se proyectó que el virrey del Perú comprase cada año la cantidad de cosecha de Guayaquil que estimara conveniente, por cuenta de la Real Hacienda, y que este grano fuera conducido a la Nueva España por medio de dos navíos de guerra, pertenecientes a la Armada de la mar del Sur.26 Guadalupe Pinzón nos aclara que en ese año de 1720 José Veytía, superintendente del Juzgado de Arribas y Embarcaciones del Perú, ubicado en las costas del mar del Sur de Nueva España, propuso al monarca español que se abriera este comercio, mismo que de cualquier manera se realizaba, pero no dejaba ganancias al erario. Sugirió que el tráfico fuera exclusivamente de cacao, y que no se hicieran escalas hasta que se llegara a Acapulco, donde lo pondrían en manos de particulares, y todo se haría en favor de la Real Hacienda. Este sistema eliminaría las evasiones fiscales y se estimaba que no perjudicaría a las naves que transitaban entre Guayaquil, Panamá y el Callao, así como tampoco al comercio de Maracaibo, Cumaná y Caracas, esto último debido al alto consumo que en Nueva España había del grano.27 Sin embargo, en 1722 se les respondió que la prohibición de traficar con el cacao de Guayaquil debía mantenerse, mismo que seguiría siendo enviado a 26. Eduardo Arcila Farías, pp. 266-268. 27. Guadalupe Pinzón, p. 217.

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Tierra Firme. A pesar de esto, continuaron otorgándose permisos individuales. Tal es el caso de Juan Bautista de Azunza, a quien en 1721 se le otorgó una licencia particular para trasladar cacao de Guayaquil vía Acapulco. Otro caso similar es el que ocurrió en 1724, cuando gobernaba ese reino el arzobispo don Diego Morzillo.28 Las solicitudes individuales para realizar comercio de cacao entre Guayaquil y Acapulco continuaron remitiéndose a las autoridades reales, y por lo general los permisos fueron autorizados, en particular cuando el tráfico procedente de Caracas o de Maracaibo se veía afectado. No olvidemos que en estas primeras décadas del siglo xviii se dieron en esa zona importantes ataques de filibusteros, como Lannois y Morgan, ni dejemos de lado las hostilidades que se sufrían por parte de los indios motilones, que comenzaron en 1713, en las márgenes de la laguna de Maracaibo. A estas situaciones se sumaban también las prolongadas sequías y los incendios que solían acompañarlas.29 También es cierto que la competencia por conseguir el mercado de la Ciudad de México debió ser intensa, sobre todo cuando los nexos económicos directos con la península se habían interrumpido a raíz de la Guerra de Sucesión, y solo después de concluido aquel conflicto, en específico a partir de 1721. Según lo reporta Eduardo Arcila Farías, los caraqueños comenzaron a fortificar su corriente mercantil hacia la metrópoli, donde les convenía aún más vender su cacao. A partir de entonces es que también se pueden entender las anteriores concesiones que otorgaron las autoridades novohispanas, cuyo objetivo era que entrara al virreinato cacao guayaquileño por Acapulco. Por otro lado, debo dejar en claro que el cacao caraqueño difícilmente podía estar al alcance de todos los bolsillos capitalinos, y en ese sentido el de Guayaquil siempre resultó una buena alternativa de consumo para los grupos más pobres de la Ciudad de México, ya que su precio en ese siglo fluctuó entre 1 y un 1¾ reales la libra, tal como explicaré más adelante. Así las cosas, en la década de 1720 podemos observar que si bien el cacao caraqueño era el que se recibía con mayor abundancia en la capital novohispana, solo representó el 50% del total del grano ingresado en algunos años de esa década, y hasta mediados de la siguiente (véase cuadro 2). 28. Eduardo Arcila Farías, pp. 266-268. 29. Ibíd., p. 50.

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El comportamiento de las cifras registradas en el cuadro 2 explica el enroque que se estaba produciendo entre los mercados peninsulares y el de Ciudad de México, ya que a partir de 1728, con la creación de la compañía Guipuzcoana, los caraqueños pudieron reforzar sus nexos con la metrópoli, pues la Corona había autorizado su creación con el afán de asegurar que se surtiera cacao de manera regular a la península. Por su parte, hacia la década de 1730 los flujos de cacao de Guayaquil hacia la Ciudad de México se alteraron, tal como lo indico en el cuadro 1, del que prácticamente desaparece, y en su lugar repunta el cacao de Tabasco, al menos así aparece en los documentos de registro, porque no se puede olvidar que muchas veces la misma ruta del cacao tabasqueño era utilizada por el de Guayaquil. A este respecto puede señalarse que justo es esta época en la que se refuerza la normatividad contra el tráfico ilícito, y un claro ejemplo de esto es que en 1732 se ordenó que se tomaran medidas más severas en contra de las naves peruanas que traficaban en costas novohispanas.30 Hacia mediados del siglo xviii, cuando la capital novohispana se encontraba en franca recuperación demográfica, después de haber superado el azote del matlazahuatl, ni el cacao caraqueño, ni el de Guayaquil cubrirían por si solos la demanda de Ciudad de México. Si bien es cierto que se dispone de muy poca información para mediados del siglo xviii, como se puede observar en el cuadro 2, es evidente que se buscaron alternativas a fin de poder abastecer de buen cacao a la ciudad, y por lo mismo es que encontramos remisiones esporádicas, pero significativas, de cacao procedente de la provincia del Soconusco, que era administrada por la audiencia de Guatemala, y que al menos desde 1754, este cacao también era remitido de manera anual a España para el consumo de los reyes, porque en esa época se decía que este cacao era el mejor que se conocía.31 Cierto es también que una producción muy exclusiva se encontraba en manos de los indígenas, que poseían sus

30. Guadalupe Pinzón, p. 216. 31. AGN, Reales cédulas, vol.74, exp. 75, ff. 197f-198f, Real cédula de 1754, ordenaba que por año se enviaran 50 zurrones de cacao del Soconusco a España para consumo de los reyes. Así lo reconoció el presbítero Fernando Antonio Dávila en las Cortes de Cádiz. Véase Christopher Belaubre, “Lectura crítica de la Memoria sobre el fomento de las cosechas del cacao del canónigo Antonio García Redondo”, nota 40.

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propios huertos. Con este fruto pagaron sus tributos, por lo menos hasta mediados del siglo xviii.32 Hacia mediados de siglo son escasos los registros que se tienen y pueden consultarse, y de manera esencial se dispone, como fuente para los años 1759, 1770, 1772, 1776, de los datos de los libros de Aduana de la Ciudad de México, en los que se percibe un notable incremento del cacao tabasqueño con respecto a las primeras décadas del siglo. Sus cantidades ascienden hacia los 2.000 tercios (véase cuadro 2), cifra que sobrepasa, casi en un 50%, los ingresos de cacao de Maracaibo. No obstante, debo hacer notar que los registros de Guatemala desaparecen a la par, quizás porque se concentraron en los envíos de Tabasco, pero cierto es que también los de Maracaibo se incrementan, aunque no llegan a superar al anterior. En 1759 se remitió almendra de La Habana y en 1772 y 1776 de la Magdalena (véase cuadro 2), y toda esta situación puede estar relacionada con el incremento demográfico que experimentó la ciudad en esos años, y porque, tal como se explicó antes, el cacao caraqueño estaba siendo enviado a la metrópoli, y la Corona no podía descuidar el abasto novohispano. En ese sentido, la política que implementaron los Borbones en la región de Tabasco bien puede vincularse con el hecho de que a partir de 1765 intentaron impulsar la producción de cacao en la zona. Al respecto Carlos Enrique Ruiz Abreu ha destacado que de 1765 a 1810 la región vivió un auge comercial, que le permitió llevar cacao a diversos destinos, como Aguascalientes, Ajalpa, Celaya, Córdoba, Charcas, Guadalajara, Guanajuato, Huamantla, León, Orizaba, Puebla, Querétaro, Quechula, Real del Catorce, San Luis Potosí, Sayula, Tampico, Tehuacán, Tepeaca, Tepic, Teposcolula, Tulancingo, Jalapa y Zacatecas, y no solo a la Ciudad de México. El autor ha recopilado guías de diversas aduanas que certifican estos envíos.33 En otras palabras, la producción de cacao de Tabasco, a partir de mediados del siglo xviii, fue altamente demandada, al grado que llegó a ser la principal provincia productora del virreinato, sin embargo, y a pesar de esto, no logró cubrir la demanda interna. 32. Véase Janine Gasco, “La economía colonial en la Provincia de Soconusco”, pp. 338-339. 33. Carlos Enrique Ruiz Abreu, “Las rutas del cacao en el Golfo de México”, p. 90.

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Si tomamos en cuenta el crecimiento demográfico de la capital novohispana, no nos causará extrañeza que a partir de la década de 1760 se haya generado, de nueva cuenta, un repunte de las autorizaciones para ingresar cacao procedente de Guayaquil, vía Acapulco, más aún cuando debido a la guerra de los Siete Años, el comercio entre Caracas y Veracruz se vio obstaculizado cuando no detenido por los ingleses. Así, por ejemplo, en 1761 se autorizó a la nave Nuestra Señora de Belem ir a Acapulco desde Guayaquil, y se indicaba que estos viajes se realizarían durante todo el periodo de guerra.34 No obstante, en 1765, aún continuaban llegando naves peruanas a Acapulco cargadas con cacao, y en 1768 el Consejo de Indias se vio obligado a debatir sobre la inutilidad de las prohibiciones establecidas, ya que estaban confirmados los intercambios de cacao guayaquileño con Puebla, Pátzcuaro y Valladolid en Michoacán, con productos internos de Nueva España.35 No debe perderse de vista que la Compañía Guipuzcoana destinaba gran parte del cacao caraqueño para España, y que la demanda de la capital novohispana iba en aumento, lo cual explica que las autoridades se hayan visto obligadas a revisar las prohibiciones que existían entre los virreinatos, y de hecho, en 1774 se vieron en la necesidad de restablecer el tráfico marítimo entre ambos virreinatos, y también en ese año se permitió el tráfico entre Nueva España, Nueva Granada y Perú. A partir de este momento, el cacao guayaquileño comenzará a irrumpir en la Nueva España, y más lo haría a partir de 1776, año en el que se concederá a sus comerciantes reducir a la mitad los derechos que su producto pagaba a la salida de sus puertos y a la entrada de cualquiera de ambas Américas.36 Y será a partir de entonces cuando el grano en Acapulco solo se pagará al 2,5% de almojarifazgo, más un 1% de Armada, y quedó exento de pagar alcabala. Esta situación generó un debilitamiento veloz del comercio caraqueño con el virreinato novohispano, principalmente porque a Guayaquil le fue concedida entera franquicia para conducir sus cacaos baratos a Acapulco, lo que se interpretó como un duro golpe para el 34. Guadalupe Pinzón, p. 220. 35. Ibíd., p. 223. 36. Guillermina del Valle, “Comercialización del cacao de Guayaquil por los mercaderes del Consulado de México en la segunda mitad del siglo xviii”, p. 194.

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comercio venezolano.37 Esta situación se ratifica en las cifras que arroja nuestro cuadro 2, pues de 7.344 tercios ingresados en 1772, se bajó a 1.114 tercios en 1776. En definitiva, esto significó que todo el grano caraqueño quedara destinado a cubrir la demanda de la metrópoli, porque no podía competir con el de Guayaquil, desde entonces privilegiado por la Corona para abastecer a la Nueva España, y en definitiva la Ciudad de México. Por otra parte, en Veracruz todo el cacao debía pagar un 5% de almojarifazgo, un 1% de avería, el 1% de Armada y el 3% de alcabala.38 Por lo mismo, para equilibrar la situación que sufrían los comerciantes de Caracas, las autoridades establecieron un límite de 8 a 10.000 fanegas anuales a la entrada de cacao de Guayaquil por Acapulco, a fin de favorecer las entradas de cacao desde Caracas y Maracaibo, ya que habían mermado en forma considerable, su entrada por Veracruz.39 Por último, cabe destacar que en ese mismo año de 1778 se amplió el comercio marítimo al conjunto de las tierras americanas, con excepción de Venezuela y Nueva España.40 De esta forma la Corona mantuvo su política de equilibrios y compensaciones entre sus provincias. A partir de ese momento, se observa que el cacao guayaquileño iniciará una fase de expansión en el mercado novohispano.41 Según los datos que muestra el cuadro 2, se percibe que hacia la década de 1780 la procedencia de los flujos de cacao hacia la Ciudad de México corresponde, en un alto porcentaje, a Guayaquil. Es verdad que la historiografía ha señalado este cambio, pero también lo es que solo ha explicado esta situación como un resultado de una nueva política de la Corona para impulsar el comercio entre los virreinatos, pero no ha establecido que también lo hizo con un afán tradicional de garantizar el abasto a sus súbditos, pero siempre procurando mantener no solo el control de los mercados, sino un equilibrio entre los mismos. Por la misma razón, se esperó hasta 1789 para autorizar el flujo marítimo entre Caracas y Nueva España.42

37. 38. 39. 40. 41. 42.

Eduardo Arcilla Farías. Guillermina del Valle, p. 194. Ibíd., p. 197. Guadalupe Pinzón, p. 221. Particularmente sobre este tema, véase Manuel Miño, pp. 5 y 10-14. Guadalupe Pinzón, p. 221.

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Ventajas competitivas entre las zonas abastecedoras reflejadas en los precios de los distintos tipos de cacao El siglo xviii novohispano fue una época en la que los precios se encarecían de manera sustancial debido a los costos de transporte, y por lo mismo el factor distancia determinaba el arribo o no de las mercancías hacia un determinado mercado. Pese a esto, tal como lo he señalado hasta el momento, la mayoría de los registros de cacao que ingresó a la capital señalan que este provenía del sur novohispano, e incluso que rebasaba los límites del virreinato, para extenderse hasta las fronteras del virreinato peruano, de la Nueva Granada y de la capitanía general de Venezuela. Y aquí cabe la siguiente pregunta: ¿cómo puede explicarse este arribo de cacao, proveniente de lugares tan distantes a la Ciudad de México? Lo evidente es que los comerciantes siempre buscaron los precios más convenientes, antes de trasladar los productos hacia un determinado mercado. Es decir, que el abasto no solo se cubría con los simples vínculos inmediatos del comercio local o interregional, sino que existía una mecánica que regía al verdadero mercado interno, y esta mecánica abarcaba los distintos virreinatos y permitía que se produjeran ajustes naturales de precios, de acuerdo a las distancias y a los niveles de las demandas de sus propios mercados. Es claro que no se está haciendo referencia a un mercado libre, pero sí a un mercado que era regulado con el afán de que respondiera no solo a la demanda novohispana, sino también a la atlántica, vía Sevilla y Cádiz, por las disposiciones y normas que prohibían o autorizaban el comercio, en particular el marítimo, para el que por breves periodos se otorgaban permisos extraordinarios. Esta situación se puede traducir en precios de venta diferenciados entre una zona y otra, lo que marcaba ventajas notables para algunas de ellas. No obstante, estas no fueron otorgadas por la Corona de manera arbitraria, más bien respondieron a una racionalidad de precios más competitivos entre regiones con menor o mayor demanda de cacao. Tradicionalmente se ha dicho que la Corona, con el afán de sacar el mayor provecho de sus posesiones americanas, promovió una especialización de cada una de ellas y explotó sus ventajas comparativas,43 pero esto es aún cuestionable, aunque no se descarta, ya que pese a que 43. Eric Wolf, Pueblos y culturas de Mesoamérica, p. 167.

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la Nueva España había sido la zona originaria del cacao, su producción decayó de manera notable por allá del siglo xvii, y se vio obligada a traerlo de zonas periféricas al virreinato. El desplome de la producción ha sido explicado a partir de tres circunstancias: la caída demográfica originada en el siglo xvi, misma que se prolongó hasta inicios del siglo xvii; el arrastre de mano de obra a las zonas mineras del virreinato, y la posterior expansión del mercado en el siglo xviii, momento en que la Nueva España se vio obligada a traer cacao de afuera.44 En el siglo xviii las zonas productoras de cacao en Nueva España se centraron principalmente en torno a la región de Tabasco y Guatemala, mismas que continuaron proveyendo a la capital durante este siglo, tal como lo he establecido antes. Es verdad que los espacios americanos crecieron bajo dinámicas impulsadas también por los productores y comerciantes, pero las propuestas y políticas a seguir eran estudiadas y discutidas con celo en el Consejo de Indias, institución que finalmente era la responsable de regular el buen funcionamiento de los reinos americanos. No obstante, se sabe que el cacao de Guayaquil era muy barato desde que comenzó a expandirse su producción en el siglo xvii, esto debido a las condiciones naturales de la zona. Sin embargo, a pesar de que la Corona permitió a los comerciantes de Caracas y Maracaibo, casi de manera exclusiva, comerciar cacao con la Nueva España, no fue así con la provincia de Guayaquil, muy a pesar de las notables ventajas competitivas que tenía el cacao del Guayas, más aún si se toman en cuenta los bajos costos de transporte marítimo, vía el Pacífico, hasta entrar por el puerto de Acapulco para ser traslado después a la Ciudad de México. Por esta vía se acortaban de manera notable las distancias entre la zona productora y la Ciudad de México. Eran alrededor de 360 los kilómetros que separaban al puerto de la capital; es decir, una distancia menor a la que existía entre Veracruz y la capital, además de que se contaba con fletes notablemente más baratos, de 8 reales por carga de cacao, desde la costa del Pacífico hasta la Ciudad de México.45 En contrapartida estaban los costosos fletes desde Veracruz, que en gran medida dependían de la condición de los caminos y de la estación 44. Jesús Jaimes Hernández, p. 55. 45. Manuel Miño, p. 293.

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del año. Los 420 kilómetros que mediaban entre un punto y otro bien podían significar, tan solo en la temporada de secas, unos 35 días de recorrido. En 1806 se decía que cruzar las tierras bajas del Golfo y ascender por la Sierra Madre absorbía dos tercios del costo del transporte entre la Ciudad de México y Veracruz.46 Pese a estas condiciones, la historiografía, por tradición, nos ha recordado que los comerciantes de Caracas y Maracaibo presionaron a la metrópoli para que mantuviera la exclusividad del tráfico con la Nueva España, vía Veracruz, y lograr la prohibición de comerciar cacao por la vía transpacífica. Pero suele olvidarse que para la Corona también era más importante la zona del Golfo, desde los puntos de vista estratégico y económico, pues no solo era la entrada al virreinato más rico del imperio en el siglo xviii, sino que del Golfo fluían los cargamentos de plata hacia la península, y por lo mismo implementó todo un sistema de mecanismos defensivos en las costas del Golfo, desde la Florida hasta precisamente Venezuela, para poder cubrir el gran arco de islas caribeñas, entre las que fluían barcazas plenas de plata remitidas principalmente al virreinato novohispano.47 En este mismo espacio fluía el cacao en dirección a la Nueva España, y por esta razón se aprovechaban en forma simultánea los resguardos militares que se habían instalado para frenar, en particular, el avance de los ingleses en esas aguas y en menor medida de los franceses y holandeses. En ese sentido, comerciar con la provincia de Guayaquil vía el Pacífico, le significaba al gobierno peninsular descuidar su frente caribeño, por lo menos hasta que no contara con similares fuertes y sistemas de resguardo en el llamado mar del Sur.48

46. Peter Rees, Transportes y comercio entre México y Veracruz, 1519-1910, pp. 85-86. Rees calcula que entre México y Veracruz el costo de un flete de abarrotes en 1806 podía ascender a cinco o seis pesos por carga. Al respecto, Clara Elena Suárez indica, para el tabaco, un costo aproximado de 12 pesos por carga. Clara Elena Suárez Arguello, Camino real y carrera larga. La arriería en la Nueva España durante el siglo XVIII, p. 183. 47. Sobre el tema de la defensa del imperio español, la circulación de situados y la fortificación de los puertos principales hispanoamericanos, véase Álvaro Jara, El imperio español en América. Una historia económica. 48. Sobre el tema del desarrollo portuario del Pacífico a partir de las políticas defensivas principalmente en la Nueva España, véase Guadalupe Pinzón.

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Dadas las circunstancias, la metrópoli prefirió que aquel reino sudamericano continuara comerciando por tierra firme su producción cacaotera, lo que evidentemente le significó perder las ventajas del flete marítimo. Asimismo, circunscribir su producción cacaotera nada más al virreinato del Perú no era tan atractivo, porque en aquella zona la infusión de hierba mate y también la coca eran culturalmente los estimulantes preferidos entre el grueso de la población, y no así el chocolate.49 Por otra parte, la expansión al mercado mundial del cacao vía Cádiz generó que el cacao venezolano no solo fuera demandado en Nueva España, sino también en España y en Curazao, como otro redistribuidor del grano hacia Europa. Al respecto Ruggiero Romano señaló que de 1700 a 1756, el 42% de las exportaciones de cacao venezolano se destinaron a Nueva España, un 27% se dirigió a España y el 30,2%, a Curazao.50 Con base en los hechos hasta aquí descritos, es decir, el elevado costo de los fletes vía Veracruz, el privilegio de los mercaderes venezolanos de comerciar su cacao con dicho puerto, sumado a la creciente demanda europea vía Cádiz, no resulta extraño que los precios de la semilla caraqueña y la de Maracaibo se encontraran entre los más altos ofrecidos en el mercado de la Ciudad de México. Según los datos que podemos analizar en el cuadro 4, los precios al menudeo se alzaron en las primeras décadas del siglo xviii, incluso hasta 4 reales por libra del procedente de Caracas, aunque pudo descender hasta 2 reales la libra, dependiendo de las magnitudes de la oferta de otras zonas involucradas en dicho circuito, tal como se explicó en el apartado anterior. Y vale destacar que algo similar ocurrió con el cacao de Maracaibo, aunque su precio promedio máximo llegó hasta 5 reales la libra dentro del mercado capitalino (véase cuadro 4). Por su parte, el cacao de Guatemala es el que presentó mayor estabilidad en sus precios durante las primeras décadas del siglo xviii, aunque su precio promedio fue igual o más alto que el de Maracaibo o el de Caracas, ya que se mantuvo en el rango de 3 reales la libra (véase cuadro 4). No disponemos de precios de cacao proveniente del Soco49. Respecto a la circulación de la hierba mate en el espacio sudamericano, véase el clásico trabajo de Juan Carlos Garavaglia, Mercado interno y economía colonial: tres siglos de historia de la yerba mate. 50. Ruggiero Romano, p. 283.

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Cuadro 4

Fuente: AHDF, Fondo Ayuntamiento, sección: Real Audiencia: Fiel Ejecutoria, Cacao, vol. 3787, exps.1, 2, 3, 4, 5, 6.

nusco, pero se puede suponer que su rango era similar al de Guatemala, dado que el llamado “cacao de Guatemala”, muchas veces fue mezclado desde su origen con el del Soconusco, mismo que eventualmente se subastaba en la capital guatemalteca y se vendía al mejor postor.51 Con base en las mismas consideraciones de distancia y de demanda, puedo señalar, en primer lugar, que su traslado hasta la Ciudad de México implicó muchas veces recorrer distancias que superaban los 2.000 kilómetros, sin perder de vista que éstos implicaban intrincados caminos de quebradas y selva. Un testigo de la época indica que: “México dejó de consumir nuestros cacaos: los de Guayaquil y Caracas ocuparon su lugar por tan baratos, cuanto inferiores al nuestro, que ya no pudo costear su exportación ni entrar en competencia [ya que] aquellos iban por mar, los nuestros por tierra y atravesando 400 leguas de camino en mucha parte fragosísimos”.52

51. Janine Gasco, p. 243. 52. Véanse los comentarios de Antonio García Redondo, en Christopher Belaubre.

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Pese a esta situación, bien puede percibirse, si se analizan con detenimiento los datos que he presentado en el apartado anterior, así como los mostrados en el cuadro 2, que sus remisiones hacia la Ciudad de México fueron sistemáticas, por lo menos hasta la década de 1740, aunque su demanda, en especial la de cacao proveniente del Soconusco, también se concentraba dentro de la región guatemalteca, donde se calcula quedaba el 50% de la producción, y otro tanto salía hacia el mercado europeo y asiático. No obstante, es claro que la producción de la provincia de Soconusco no se incrementó de manera particular o notoria durante el siglo xviii debido a que su sistema productivo no se encontraba sujeto a las instituciones económicas españolas, tales como la encomienda, ni tampoco padecía la explotación de la tierra mediante haciendas o plantaciones, lo que significaba que las unidades económicas más importantes eran las de las comunidades indígenas, caracterizadas por el sistema de huertos. Esta producción era con la que los indígenas pagaban los tributos, que eran calculados con base en el número de habitantes de las poblaciones; de ahí que si la población disminuía, también bajaba el monto de los tributos, lo que redundaba en una menor producción para intercambio comercial. Cabe recordar que en el Soconusco la población declinó en forma notable en los inicios del siglo xviii, aunque después se logró recuperar, pero de cualquier manera, en los primeros años del siglo xviii el pago medio de tributo era de aproximadamente 40% del que había sido a fines de del siglo xvi, y su precio fluctuó entre los 20 y los 40 pesos por carga a nivel regional.53 Por su parte, el cacao que arribó desde Tabasco a la Ciudad de México fue más fluctuante que el que procedía de Guatemala, ya que registró rangos de entre 2¾ y 4 reales la libra durante las tres primeras décadas del siglo xviii (véase cuadro 4), mismos que al parecer se conservaron hacia la década de 1790, lo que lo igualaba con los altos precios del cacao de Maracaibo.54 No cabe duda que el cacao de Guayaquil se fue haciendo cada vez más competitivo que el resto, porque ninguno pudo superar la ventaja de ser trasladado por mar y luego por tierra a una distancia inferior que la empleada por las demás remisiones, más aún cuando la Corona, en 1776, privilegió a los comerciantes de Guayaquil, al librarlos del 53. Janine Gasco, pp. 342-351. 54. Manuel Miño, p. 16.

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pago de alcabala por su cacao y al rebajarles el almojarifazgo cuando ingresaba su producto a Acapulco. Esta situación se tradujo en la consagración de este cacao como el más barato que ingresó a la Ciudad de México, y posibilitó que ese mercado se inundara del mismo. Según los datos que aporta el cuadro 4, en las primeras décadas del siglo xviii, el cacao de Guayaquil mantuvo un nivel cercano a los 2 reales, con algunas excepciones, sin embargo, no se distinguió por el ser el más económico, como bien queda demostrado en la gráfica 4. La misma tendencia ha sido analizada por Manuel Miño hasta fines del siglo xviii, y este autor señala incluso que en 1793 llegó a valer 1¾ reales la libra.55 Gráfica 4

Fuente: mismas del cuadro número 4.

Conclusión La investigación que aquí presento por un lado da cuenta del flujo de cacao hacia la capital novohispana, efectuado durante el siglo xviii, pero muestra también una cuantificación de los volúmenes de este 55. ídem.

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producto que ingresaron a esa ciudad, misma que no había sido realizada por la historiografía hasta el momento. Cabe destacar que los volúmenes de cacao que analizo en este estudio, así como sus procedencias, son un referente útil para poder estimar el peso de la demanda de este fruto dentro del virreinato novohispano, pero también, y de manera muy particular, resulta interesante la descripción de los circuitos y flujos anuales de este producto, pues ambos nos permiten comprender de mejor manera, cómo se integró la Ciudad de México al resto de los mercados locales, e incluso a aquellos de los ámbitos de Centro y Sudamérica. El hecho de que se describan también las interconexiones permite a los interesados en el tema visualizar la compenetración de los mercados hispanoamericanos en función de la demanda de grandes centros urbanos, que también participaron en el arrastre de la plata americana, y entre ellos se encuentra, sin lugar a dudas, la capital novohispana.

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El cacao Guayaquil en la Nueva España Dinámica de exportación, mercado y consumo, 1774-1805 Manuel Miño Grijalva Centro de Estudios Históricos-El Colegio de México

Introducción En la actualidad existe una importante historiografía acerca del papel del cacao en la historia cultural, en particular para el mundo mesoamericano, pero también en lo relativo a su papel económico general, así como para el caso concreto del cacao Guayaquil en la época colonial.1 Dos facetas importantes distinguieron el tráfico de dicho cacao: en la primera se distingue su rentabilidad para el comerciante importador y exportador; sus manifestaciones en el mercado de la Ciudad de México y sus alcances en relación con el mercado regional e internacional. Las hipótesis que subyacen en este ensayo parten de que el éxito del cacao Guayaquil tiene una razón económica que va más allá de la “baratura” por su baja calidad, y que esta tiene que ver con el hecho de que el sabor amargo exigía una mayor intervención o mezcla de azúcar, lo que incrementaba sustancialmente la cantidad de chocolate, producto final de la mezcla. Como consecuencia final de todo el proceso de manufactura, el chocolate “labrado” representaba una notable 1.

Uno de los últimos títulos es el de McNeil (ed.), Chocolate in Mesoamerica, y para el caso de Guayaquil siguen siendo de gran utilidad los trabajos clásicos de Arcila Farías, Comercio entre Venezuela y México en los siglos XVI y XVIII; de León Borja/ Szászdi Nagy, “El comercio del cacao de Guayaquil”; de Hammerly, El comercio del cacao de Guayaquil y de María Luisa Laviana Cuetos, Guayaquil en el siglo XVIII.

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ganancia para el comerciante y expendedor final, lo cual nos conduce al centro de la ganancia en la esfera de la comercialización: la distinción entre la circulación y el consumo del producto en “almendra”, es decir, no elaborado, y el consumo del chocolate en tabletas, es decir, elaborado y manufacturado, que aguantaba el tiempo, sin riesgo de corromperse y con una circulación más eficiente. En segundo lugar, más allá de los aspectos políticos de las reformas, lo que es necesario entender es que la liberación y expansión del comercio del cacao a partir de 1774 se produjo cuando la población urbana presentaba unos índices de crecimiento, particularmente en la Ciudad de México. Por otra parte, el cacao tuvo como característica fundamental el carácter urbano de su consumo, posiblemente con excepción de Oaxaca. Si aceptamos que la crisis de subsistencia de 17851786 desencadenó una fuerte ola migratoria a la ciudad, el crecimiento de la oferta de cacao determinó una especie de sustitución o compensación de productos ante la carestía de los mismos. Los precios del cacao Guayaquil (por lo menos los nominales) se mantuvieron estables hasta 1812, lo que significó un abastecimiento seguro para el consumidor local, cosa que no sucedió con el maíz. Además, el cacao Guayaquil tuvo otra gran virtud para los pobres de la ciudad, porque su compuesto alimenticio determinaba el uso de menos maíz que el que la ración diaria demandaría. Así, si bien es cierto que la mayoría de la población se ubicó en el campo, fueron las ciudades del interior –y los pueblos– los motores del crecimiento de la demanda. A lo largo de su recorrido el cacao creó un conjunto de redes y conexiones en todo el espacio colonial, desde su zona de producción, la costa de Guayaquil o la costa de Quito, como se decía entonces, hasta su mercado de consumo, ubicado a lo largo del Pacífico, principalmente en Centroamérica y México. En estas plazas se encontraba su realización directa e inmediata, quedando, por el lado de Veracruz y el mismo Panamá, el envío indirecto hacia el mercado español, aunque se trataba de cantidades menores al que se realizaba directamente por el Callao y el Cabo de Hornos, o hacia Manila. De esta manera, después de 1774, año en el que se legaliza el comercio Perú-Nueva España, su participación mercantil conoció una expansión sin precedentes, que iba desde el norte en Nueva España hasta la vieja España –y posteriormente Europa–, hasta el oriente, con su arribo al mercado filipino.

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Todo el movimiento anterior, en su conjunto, significó también una amplia circulación monetaria por el reenvío de grandes cantidades de plata que enriquecieron a los grupos mercantiles que operaron el producto; dinero principalmente mexicano que llegaba por vía de la metrópoli y regresaba como pago de las exportaciones desde España, con lo cual la plata conocía un flujo y reflujo, por lo menos de manera parcial. La presencia del cacao provocaría también la expansión de un modo de consumir y alimentar a una sociedad que se debatía entre el café, el cacao y el té. Es claro que los siglos xviii y xix fueron los del cacao, tiempo durante el cual el café empezó a hacerse un lugar en el mercado mundial. Cuando se mira hacia el espacio novohispano, es comúnmente sabida su importancia como producto de consumo y como medio de intercambio en transacciones de pequeña monta. Sirvió también, en los primeros tiempos, como medio para pagar los tributos reales. Los granos de cacao fueron usados a lo largo del periodo colonial por indios y españoles como un substituto de las monedas de cobre. En términos económicos, el papel monetario del cacao es quizá el aspecto más importante de su contribución en Nueva España. El cacao Guayaquil, en particular, se convirtió en el elemento regulador no solo de los precios de este producto en el mercado interno, sino también del sistema monetario en general, al copar el segmento “menudo” de las transacciones mercantiles cotidianas. Los indígenas del siglo xvi veían cómo las constantes subidas de valor de otros tipos de cacao incrementaban la dificultad del pago del tributo, y en el siglo siguiente tampoco las fluctuaciones fueron raras, por lo menos hasta la intervención del cacao guayaquileño, que vino a poner orden en el mercado y en los precios. Por ahora la historiografía no ha podido sino medir la evolución de los precios de trigo, maíz y carne, pero no ha logrado construir una canasta básica para la época, ni mucho menos se ha acercado a establecer pautas sobre los niveles de vida. Por lo mismo, el sentido de este ensayo es tratar de medir los niveles de ganancia del sector mercantil que traficó con cacao y realizar estimaciones del consumo per cápita de la población de la Ciudad de México comparándola con su similar de Madrid, lo cual nos ofrece pautas importantes. Por otra parte, es necesario recordar el hecho de que el cacao participó en un amplio circuito mercantil impulsado por una creciente inte-

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gración del mercado mundial según dos ejes impulsores: la política de apertura de la Corona y, sin duda, una ampliación de la demanda –dado el crecimiento demográfico prevaleciente– en el nuevo y viejo continentes, aunque estemos hablando de un producto ligado más a los mercados de entrada localizados de México y España. En este caso, el éxito de las reformas borbónicas para la economía de la costa guayaquileña fue indudable, pero además el crecimiento hay que asociarlo al impulso que tenían los sectores externos mexicano y europeo que absorbían la mayor parte de las cosechas. Cuando analizamos el problema del intercambio entre economías diferenciadas y localizadas en polos distantes, hay que ver ambas caras del movimiento. Pero es claro que uno de los efectos de las reformas borbónicas y la libertad de comercio fue la reactivación de un espacio productor de alta potencialidad y de otros consumidores –México y Madrid– en expansión. Esto pone en evidencia que, por lo menos en estos sectores y espacios, las reformas borbónicas fueron un éxito, y sin duda influyeron en el aumento de la oferta de cacao en un mercado en clara expansión, como el mexicano. Esta ampliación en parte se debió al crecimiento demográfico que experimentaba en forma particular la Ciudad de México durante la segunda parte del siglo xviii, bajo condiciones que el propio proceso cultural había configurado, al fortalecer pautas de consumo ancestrales, pero también a la pobreza creciente que incrementó los niveles de consumo del cacao guayaquileño. Ya fuera legal o producto del contrabando, una de las primeras cosas que el tráfico del cacao puso en evidencia fue que la prohibición de la metrópoli hacia 1630 no detuvo la expansión de la costa del Guayas, aunque frenó su crecimiento. ¿Qué habría sucedido si Guayaquil hubiese participado desde temprano en un comercio abierto y sin restricciones? No lo sabemos; sin embargo, el trasfondo político de la disputa Caracas-Guayaquil estuvo marcado y pesó más de lo que a primera vista parece. Fue claro que cuando en 1774 se levantó la prohibición, el mercado mexicano se inundó de cacao Guayaquil, lo que ocurrió también con la expansión del mercado español peninsular. No se logra entender la dinámica exportadora de los espacios americanos coloniales siguiendo solo el circuito de la plata, aunque sin lugar a dudas este fue el vehículo articulador de sus economías, ya que de España y México regresaba plata al comerciante y productor guayaquileño a cambio de su cacao. Me interesa mostrar también que el

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cacao Guayaquil tuvo un efecto integrador de varios espacios de la economía colonial, desde Lima hasta Cádiz, puerta de entrada al mercado europeo, pasando por Guayaquil-Acapulco, en México, para alcanzar la meseta mesoamericana, hasta Filipinas, en el extremo oriental del imperio. Esta dinámica de excepcional magnitud espacial tuvo como eje un intrincado sistema de redes sociales y de parentesco, no muy amplio, pero sí poderoso. En el caso guayaquileño y novohispano, este sistema tuvo a los Yraeta e Icaza como su mejor expresión, a la cabeza de extensas redes sociales y comerciales bien identificadas. A este grupo se unieron en el tráfico comercial los Bejarano, los Baquerizo y Roca para constituir la cabeza de un grupo comercial poderoso. No hay duda de que al final del período que analizamos, es decir, en la década de 1810, Guayaquil no era el mismo que en 1770. Había llegado a adquirir una fuerte presencia en el mercado internacional y, al interior del espacio de Quito, el sector exportador costeño manejó esta expansión como base de una hegemonía que terminaría con la creación de la república del Ecuador. En términos del tráfico mercantil, parece claro que el intercambio no se interrumpió durante la época de la independencia, aunque no tuvo las dimensiones del periodo anterior.

Montos y ritmos de la exportación Durante la fase ilegal del tráfico cacaotero puede observarse que para fines del siglo xvii solo se encuentran vagas noticias sobre el comercio del cacao Guayaquil. Cuando en su Viaje a la Nueva España Gemelli Carreri hace referencia a la feria de Acapulco, anota “que se hace por las naos de China y por los navíos del Perú (que suelen venir cargados de cacao)”.2 Para este período el registro que muestro a continuación proporciona una idea de la continuidad del tráfico –no solo cacaotero–, más que de su intensidad.

2.

Gemelli Carreri, Viaje a la Nueva España, vol. II.

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Embarcaciones peruleras comisadas en las costas occidentales de México (1703-1722) AÑO

EMBARCACIÓN

1676

N. S. del Populo

-

Cacao y vino

s/d (Muro)

1683

N. S del Populo

-

Azogue, vino y aceitunas

s/d (Muro)

1686

Limpia Concepción

Antonio de Lovera

3.188 cargas de cacao

s/d (Muro)

1703

N. S. de Guadalupe

Bautista de Funes

1.015 cargas de cacao

13 446

1708

“El Carmencito”

Antonio Vidante

1.199 cargas de cacao

7.709

1708

San Francisco Javier

Franco Salazar

1.000 cargas de cacao

3.388

1709

Jesús María

Domingo Arribalzaga

4.000 cargas de cacao

16.950

1709

Pura y Limpia Concepción

González de la Mota

Cacao / esclavos / pertrechos

33.951

1709

N. S. del Carmen

Diego Orejuela

Esclavos / cacao

25.768

1710

N. S. Concepción

González de la Mata

Cacao

52.444

1710

San Juan Bautista

Andrés Vázquez

Vino / aguardiente

17.398

1710

El Félix / La Urca

-

Cacao y plata

s/d**

1712

N. S. de Loreto

Melchor Giraldo

556.127 zurrones de cacao

31.510

1712

N. S. de los Reyes

Pedro Guerrero

Vinos, aguardiente

10.134

1712

N. S. de la Soledad

Joseph Romero

Vino / aguardiente / otros géneros

16.622

1712

N. S. Mercedes

Miguel de Aragón

Vino/ aguardiente

11.269

1714

N. S. Concepción

1716

N. S. de Guadalupe

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CAPITÁN

Francisco Cañete

GÉNEROS

VALOR (EN PESOS)

Cacao

s/d*

Cacao

10.420

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EL CACAO GUAYAQUIL EN LA NUEVA ESPAÑA

AÑO

EMBARCACIÓN

CAPITÁN

GÉNEROS

VALOR (EN PESOS)

1718

N. S. del Rosario

Ramírez de Arellano

881 cargas de cacao

4.492

1719

N. S. del Rosario

Matías de Rosales

1.056 cargas de cacao

7.745

1719

S. Joseph Santa Rosa

Rodríguez Herbón

590 cargas de cacao

3.250

1720

Santa Gertrudis

Juan José Rubio

1.900 cargas de cacao

14.300

1721

N. S de Guadalupe

Ramiro Anti Barroso

Cacao

4.836

1721

Santa Rita

Francisco Casado

709 cargas de cacao

2.787

1722

N. S. Encarnación

Bautista Asursa

15.000 cargas de cacao

100.000*

Fuente: Mario Alberto Bonialian, El Pacífico hispanoamericano: política comercial metropolitana y tráfico entre Filipinas, México y Perú (16801784), pp. 311-313.

No hay duda del dominio de Caracas en el ramo del cacao: más de la mitad de las embarcaciones transportaron su producto. Apenas ocho, o sea, el 11%, transportaron cacao de Guayaquil. Es interesante mostrar que a fines del siglo xvii entraron más embarcaciones que hacia la mitad del siglo siguiente, por lo menos en los cinco años de los que tenemos noticias. Cuadro 1 Número de navíos que llegaron a Nueva España con cacao Guayaquil (1691-1695) AÑOS

NAVÍOS

1691

1

1692

4

1693

1

1694

6

1695

2

TOTAL

14

Fuente: véase nota 3.

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En el siglo siguiente, hasta antes de la legalización, no hay un registro sistemático y continuado sobre el número de barcos que intervinieron en el tráfico del cacao. Las exportaciones de Guayaquil, justo un año antes de la autorización de 1774, estaban prácticamente orientadas al Callao y a España. Por lo mismo, el comportamiento del número de embarcaciones que ingresaron a puertos del Pacífico novohispano se reveló en la carga transportada. Si nos atenemos a los informes oficiales, las cantidades de cacao en el mercado de la Ciudad de México eran de poca monta: en 1721 apenas entraron 140 tercios; en 1725, unos 1.076 y 224 en 1735. El mayor registro se produjo en 1725, año en que la Corona remató una gran cantidad de cacao que llegó vía Acapulco y entró a la ciudad “legalizado”. Lo importante de estas introducciones es que el precio asignado, de todas formas, era mucho más bajo que el de los cacaos de Caracas o Maracaibo. En 1721 el precio del de Caracas llegó a 3½ reales por 2¼ que costaba el de Guayaquil. El ingreso extra de 1725 bajó aún más el precio a dos reales. El diferencial de precios fue siempre el riesgo que Caracas supo mantener con la política restrictiva de la Corona. Por ello el control de la oferta siempre fue su fuerte y así se mantuvo décadas posteriores. Sin duda, son muy pequeñas las cifras registradas, quizá porque hubo ocultación de los números reales, dado lo ilegal del tráfico. Sabemos que en los años 1712 y 1714 el valor del cacao ingresado fue de 46.000 pesos, y en 1714 de poco más de 30.000, cifras altas debidas seguramente a los decomisos realizados por el comisario Veytia y Linares. Para la mitad del siglo siguiente la situación no había cambiado, los registros muestran más bien una disminución. El ingreso de la década de 1740 indica un promedio cercano a las 5.000 cargas; sin embargo, las oficinas reales para los años de 1748 a 1752 (cuadro 2) constatan una entrada que en cinco años apenas llegó a 3.104 cargas, lo cual habla de un notable subregistro. Cuadro 2 Barcos que transportaron cacao a Nueva España (1748-1752) AÑOS

CARACAS

MARACAIBO

TABASCO

GUAYAQUIL

TOTAL

1748

8

1

2

2

13

1749

7

1

4

3

15

1750

8

2

5

1

16

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AÑOS 1751

CARACAS

MARACAIBO

6

2

TABASCO

GUAYAQUIL

4

TOTAL

1

13

1752

10

3

2

1

16

TOTAL

39

9

17

8

73

53.42

12.32

23.28

10.98

100

%

Fuente: Manuel Miño Grijalva, “El cacao Guayaquil en Nueva España”, p. 11.

Sin duda alguna, el cacao Caracas era el que abastecía el 76,37% del mercado novohispano, y muy atrás quedaban los tipos Maracaibo, Tabasco y Guayaquil. Este último apenas registraba poco más del 2%. España, por conducto del Callao, era su destino principal. El cuadro 3 nos proporciona una idea de la orientación del sector exportador guayaquileño en vísperas de la apertura comercial. Cuadro 3 Puertos y monto de las exportaciones de Guayaquil en 1773 PUERTOS

PESOS

ALMOJARIFAZGO

%

Chocó

1.384

35

0,32

Chirambirá

4.004

100

0,91

Iscuandé

2.512

63

0,57

Tumaco

1.373

34

0,31

80

2

0,02

Callao-Lima

429.044

10.726

97,87

TOTAL

438.399

10.960

100,00

Guanchaco

Las cifras han sido redondeadas. Fuente: Nadia Flores Samandé de Núñez, “Exportaciones desde Guayaquil en 1773”, p. 33.

Se observa que el tráfico hacia los demás puertos de Nueva Granada –porque hay que recordar que Guayaquil para ese año formaba parte de este virreinato– era exiguo, pues apenas representaba poco más del 2% del total registrado. Sin embargo, estos datos sirven para dimensionar el cambio que sufriría durante la fase del comercio legal.

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Ahora bien, la libertad de comercio de 1774 fue el inicio de la expansión de las siembras y de la exportación de cacao en la región costera del río Guayas. El tráfico marítimo, que se manifestaba en tres o cuatro viajes anuales en la década de los ochenta, saltó a cinco y a ocho viajes anuales durante el período de 1790 a 1808. El tráfico se incrementó notablemente, pues si bien de 1702 a 1773 se tienen registradas 34 llegadas de navío con cacao, solo de 1777 a 1809 se registraron 116; es decir, que en 32 años entró casi cuatro veces más cacao que en más de 70 años de la fase ilegal. Sin duda, durante el período de la independencia las entradas fueron escasas y erráticas. A principios del siglo xix la frecuencia de tres años muestra dos años estables, 1806 y 1807, con siete embarcaciones cada uno, para saltar a 24 en el siguiente. Es evidente que el número de “arribadas” es superior al del siglo siguiente, pero solo en 1808 se puede observar un incremento sustancialmente mayor, ya que es del 100%, pero en los años anteriores, 1806 y 1807, la proporción se mantiene prácticamente igual a la observada a mediados del xviii. Es posible que 1808 haya sido un año excepcional, si juzgamos el número de barcos y el valor del cacao que se envió a Cádiz y Acapulco. Sin embargo, para la década siguiente Acapulco fue desplazado por San Blas. No conocemos los detalles del desplazamiento, aunque es posible suponer que la emergencia de Guadalajara como centro regional de distribución y consumo de cacao hacia las provincias del norte pudo haber incidido en este movimiento. Sin embargo, desde mediados del siglo xviii Guadalajara ya había surgido como pivote de la incursión española a las Californias, y en 1796 fue habilitado como puerto de comercio, destino de los artículos y efectos comerciados desde Lima y prohibidos en Acapulco, y luego de las mercancías originarias de las Antillas que transitaban por Panamá, por seguridad, para incursionar en el centro de México. Los comerciantes de Guadalajara aspiraban así a obtener mejores precios sin depender de la Ciudad de México. En cuatro años, los que van de 1811 a 1814, arribaron nueve embarcaciones procedentes de Guayaquil, siete de Panamá, tres de Lima, una de Lima con escala en Guayaquil, dos de Lima con escalas en Guayaquil y Acapulco, y una de Sonsonate y León. Sin embargo, cabe subrayar que el número de embarcaciones no dice mucho, pues es necesario conocer su tonelaje y su carga. De cualquier forma, Guayaquil era el puerto de origen de

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mayor movimiento en la ruta del Pacífico en su intercambio con Nueva España. No hay duda en lo que se refiere a que la apertura del comercio con Acapulco trajo una expansión de las plantaciones cacaoteras, y fue justamente en esta época cuando se produjo la depresión del precio de cacao, de 1786 a 1788. Lo cierto es que los documentos mexicanos muestran que la Corona restringió la entrada a solo 10.000 cargas como máximo, hecho que como es obvio dejó una sobreproducción en el puerto que produjo una caída de precios. Esta situación se normalizó después de 1789, año en el que se decretó la absoluta libertad comercial, luego de un largo pleito entre las autoridades y los consignatarios de México, Lima y Guayaquil. En el conjunto de las exportaciones cacaoteras, Cádiz fue el puerto que concentró el mayor ingreso del fruto, con casi 250.000 pesos de exportación, seguido por Acapulco, con poco más de 100.000, y muy lejos de los demás puertos receptores. Sin embargo, es necesario indicar que ni Cádiz ni Acapulco fueron puertos de destino final: mucho se reexportó hacia la península vía Veracruz, y de este puerto hacia varios países de Europa en porcentajes que mostraré más adelante. Su contraparte, el cacao de Caracas, tuvo su cenit en el pico de 1774, cuando logró contribuir con 39.424 fanegas al mercado novohispano, después de lo cual dominaría el de Guayaquil. Para los años posteriores (cuadro 4), conocemos de manera más segura el monto de lo que importó el tráfico general cacaotero, gracias a las noticias que aportó el Mercurio Peruano. Cuadro 4 Tráfico de cacao por puertos (1791-1793) PUERTOS

1791

%

1792

%

1793

%

AÑO MEDIO

Lima-España

26.672

38,54

33.103

46,67

45.500

67,10

35.115

Acapulco

36.407

52,61

33.389

47,07

15.895

23,65

28.563

5.708

8,25

3.394

4,78

4.373

6,55

4.491

346

0,50

293

0,41

988

1,40

228

13

0,02

--

2

0,01

5

Panamá, La Habana, España Paita y Valles Chocó

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PUERTOS

1791

%

1792

%

1793

%

AÑO MEDIO

Realejo

--

608

0,86

Chile

--

119

0,17

Intermedios

--

--

TOTAL

69.206

100

70.932

100

794

1,19

701

101

0,15

101

66.753

100

69.323

--

119

Fuente: Mercurio Peruano, t. XII, 1795, p. 167; Michael Hammerly, El comercio del cacao de Guayaquil durante el periodo colonial: un estudio cuantitativo, p. 36.

Los años anteriores no habían sido muy diferentes, pues en 1789 se registró la salida de 62.167 cargas y en 1790, de 50.956. Hasta 1792 el mayor porcentaje tuvo como destino Acapulco, y por alguna razón que desconocemos en 1793 cambió el rumbo hacia Lima-Cádiz. Puede haber sido una cuestión coyuntural, pero la tendencia, determinada por la ampliación del mercado europeo, continuó. Sin duda, Cádiz era la entrada hacia el mercado europeo, en particular el francés y el italiano, pero destaca también la presencia de Boston –y también hay menciones sobre la entrada a Galveston–. Panamá siempre remitirá también a una ruta hacia Cuba o, en general, hacia posesiones antillanas. De cualquier forma, es claro que en 1792 y 1793 no hubo “recesión” en la extracción de cacao vía Acapulco, como lo asegura Carmen Parrón Salas en su libro De las reformas borbónicas a la república: el Consulado y el comercio marítimo de Lima, 1778-1821, pues en ambos años arribaron nada menos que 49.284 cargas o 3.992.004 libras. Son notables los picos de 1781, 1790, 1798, 1802 y 1809, como lo son también las caídas de 1788, 1795, 1805 y 1810. El primer segmento de la evolución se entiende mejor como consecuencia de la liberalización del comercio intercolonial, pero la evolución posterior seguramente tuvo que ver con la ausencia o presencia de los frecuentes conflictos internacionales que España tuvo que enfrentar en ese lapso. Sin duda, es clara la caída de mediados de la década de 1810, pero también lo es el hecho de que el conflicto no interrumpió el intercambio. Como apunté antes, el circuito que trazaba el cacao no se restringía al mercado mexicano; también tuvo un camino hacia fuera del espacio económico interno, rumbo a España. El circuito hacia el exterior que seguía el cacao tomaba varios rumbos, pero el principal fue hacia la península, aunque siempre en muy pocas cantidades, si se les compara

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con las que se quedaban para consumo interno. En este tráfico destacan, sin embargo, los excepcionales reenvíos de 1804 y 1809, de 460.585 y 139.678, respectivamente, años en los que la metrópoli pasaba por malos momentos en su política internacional. Después de 1810, la reducción de los envíos fue notable, y en 1819 prácticamente desaparecieron, por lo menos los registrados oficialmente. Más allá de este circuito, hubo otro que no hemos podido aclarar: el reenvío de cacao a puertos extranjeros, seguramente de países orientales o estadounidenses, y apenas equivalentes a 80 tercios en 1808 y a 184 en 1824.

De cacao a chocolate. Estimación cuantitativa sobre su manufactura y consumo La ganancia real no se ubicaba solo en el tráfico del fruto, sino también en su manufactura, en su transformación de cacao a chocolate. Para calcular esta ganancia disponemos de un testimonio que parece muy convincente, el de Antonio de San José de Muro, de 1789, realizado sobre 12.000 cargas de cacao. Estas cargas representarían 936.000 libras (rebajadas las tres de merma), de las cuales, computadas tareas de seis libras, se obtenían 156.000 tareas. Se organizaba así un amplio tejido de trabajo manufacturero, pues se hablaba de que el trabajo de “labrar” chocolate era tarea de mujeres, y que incluso hubo establecimientos con numerosas jornaleras que realizaban un trabajo entonces considerado como duro y cansado.3 Cada mujer realizaba una tarea de 6 libras diarias y por su trabajo se le pagaban 4 reales, incluido el almuerzo. Si consideramos 280 días útiles anuales, las 12.000 cargas daban ocupación a 557 mujeres, que ganaban 78 pesos. Ahora bien, las 12.000 cargas de cacao, vendida la libra a 1½ reales, tenían un valor de 175.500 pesos, que para su labrado consumirían 127.920 arrobas de azúcar que, a 2 pesos, importarían 255.840. Para no perder las proporciones, el mercado a lo largo de la costa se calculaba –en el supuesto de la liberación “indeterminada”– en 70.000 cargas, las cuales rendirían 1.024.833 pesos. Estas 70.000 cargas, para su conver3.

Antonio San José de Muro, “Sobre el comercio libre de las Américas” (nota 8), p. 175.

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sión en chocolate labrado, necesitarían 746.200 arrobas de azúcar, valuadas en 1.592.400 pesos. Unidas las partidas de cacao y azúcar, la probable suma ascendería, en términos de su valor, a 2.617.233 pesos.4 En total, las 12.000 cargas de cacao rendirían 156.000 tareas, y cada tarea 18 libras de chocolate labrado. También se ha dicho que cada libra valía 2 reales y que a cada medio de tablillas se añadía 2 onzas de azúcar. Así las cosas, cada libra labrada requería media de azúcar. Si reducimos las 156.000 tareas (incluso el cacao, azúcar y bizcocho) a libras, obtendremos, según el cálculo de San José de Muro, 2.648.000 (la cifra correcta es 2.808.000), a las que se añadiría la cantidad expresada de 2 onzas de azúcar, así que el consumo de esta rondaría las 52.960 arrobas. Unidas con las 74.960 arrobas incorporadas en el cacao el consumo total ascendería a 127.920 arrobas.5 Como el cacao guayaquileño por su baratura era el “que acomoda más a los pobres y por su amargura admitía más azúcar”, era frecuente que a cada tarea de cacao se le incorporaran 12 libras de azúcar y 1 de bizcocho. Dejando de hablar del consumo de este, resultan de aquella 74.960 arrobas.6 Así, cada 6 libras de cacao, más 2 de azúcar y 1 de bizcocho, rendían 18 libras de chocolate labrado, por concederle a cada tarea una merma. De cada libra por lo general se obtenían 2 reales, y si el cacao era caro se disminuía el peso de las tablillas.7 Se calculaba el producto total de esta manufactura en 5.291.000 pesos.8 En este ejemplo, de 6.000 cargas que tuvieron un costo de 80.270 pesos habrían rendido 2.645.500 pesos de chocolate labrado. Pero si el maíz, el pulque y el trigo –sin duda también la carne– fueron importantes en la dieta del poblador novohispano, no podemos descartar el cacao, producto de origen americano, que tuvo un consumo extendido durante el periodo colonial, y que invadió el mercado español. Los viajeros no dudaban en otorgarle un lugar importante entre las plantas de las Indias por la utilidad que producía a los dueños, porque era el ingrediente de una bebida que llegó a ser casi general en todo el mundo, y de sumo gusto, en especial para los españoles. Decía Alejandro de Humboldt: “en las colonias españolas no se considera el 4. 5. 6. 7. 8.

Ibíd., pp. 177–178. Ídem. Ibíd., p. 176. Ídem. Ibíd., p. 177.

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chocolate como un objeto de lujo, sino como un género de primera necesidad”.9 El caso de la Ciudad de México es aparte, fue un mercado que se amplió de manera acelerada durante la segunda mitad del siglo xviii. Ricos y pobres, indígenas, mestizos y españoles usaron del cacao siguiendo sus gustos antiguos o incorporando nuevas formas de prepararlo. A finales del siglo xvii, Gemelli Carreri decía que “el cacao y la vainilla son, como es bien sabido, los principales ingredientes del chocolate”.10 Esta costumbre no cambió a lo largo del tiempo. Francisco de Ajofrín, casi un siglo después, decía que “el uso del chocolate en toda la América es frecuentísimo”.11 Debo explicar que lo que se consideraba como el buen gusto de la época era tomar el chocolate lo más puro posible, es decir, con la mayor cantidad de cacao, lo que solo podía lograrse empleando cacaos dulces, como los de Caracas, Maracaibo o Soconusco, que eran de mayor precio; pero tanto por esta circunstancia como por las condiciones naturales, no se producían con la abundancia que lo hacía el de Guayaquil, cuyo sabor amargo no podía vencerse sino mezclándolo con una gran dosis de azúcar, lo que abarataba el costo de la bebida. Echarle azúcar al chocolate parecía tan deleznable como para los buenos bebedores echarle agua al vino. Esto era “desvirtuar” el chocolate, pues se tenía por mejor mientras más “puro” era.12 Pero la gente pobre, el común del pueblo, el lépero, vivían de las mezclas: “como los pobres están habituados al ‘champurrado’ (que se compone de chocolate y harina), para que sea agradable es preciso aumentarle azúcar”. Antonio San José de Muro decía, además, que “a todo se ocurre oportunamente en las chocolaterías, a cada medio de tablillas añaden como dos onzas de azúcar, que por mí mismo he visto despachar”.13 Estas cualidades, particularmente la del precio al “común”, colaboraron para que el cacao de Guayaquil invadiera los mercados de Nueva España en forma tal que no admitía competencia, dada su baratura 9. 10. 11. 12. 13.

Alejandro de Humboldt, Ensayo político sobre el Reino de la Nueva España, nota 15, p. 292. Gemelli Carreri, pp. 215-219. Francisco de Ajofrín, Diario del viaje que hizo a la América en el siglo XVIII el p. fray […] vol. I, p. 79. Eduardo Arcila Farías, Comercio entre Venezuela y México en los siglos XVI y XVIII, nota 1, p. 46. Ídem.

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y abundancia. Del 13 de agosto de 1779 al 15 de enero de 1782 entraron a la Ciudad de México apenas 12.268 fanegas de cacao de Caracas, en tanto que el de Guayaquil se había convertido en un fruto de uso común, y su mercado sobrepasaba las 90.000 fanegas. De hecho, la Real Audiencia de México afirmaba en 1779 que “sin exageración podía asegurarse que se contrista la Nueva España siempre que falta el cacao de Guayaquil, que es el de los pobres”.14 El crecimiento demográfico de la Ciudad de México trajo consigo la ampliación de la demanda de cacao. La incapacidad de Caracas para abastecer a Nueva España motivó el crecimiento guayaquileño, y en su apoyo demostraron con documentos oficiales que la cantidad de cacao de Caracas que ingresó en el lapso de 1779 a 1782 se consideraba como “una previsión muy corta”, que solo podía alcanzar para abastecer al público por muy reducido tiempo. En cambio, solo en los últimos dos años habían entrado 7.672.600 libras de cacao de Guayaquil, o sea, 69.751 fanegas, y agregaba que a pesar de esto, uno y otro se mantenían con estimación en sus precios. Sin duda, el consumo era socialmente segmentado. Las 8.000 o 10.000 fanegas a las que se restringió la importación después de la apertura comercial de 1774 habrían sido insuficientes para abastecer de producto la mayor parte de ese tiempo, pues las remesas de Caracas se habrían consumido en poco menos de cinco meses; por lo tanto, Nueva España no podía prescindir del cacao de Guayaquil.15 La oferta total del mercado del cacao que venía de Guayaquil, Caracas, Guatemala y Maracaibo y otros giró en torno de las 30.000 fanegas anuales (de 50 kilogramos). Algunos años antes, el virrey Revillagigedo era más explícito y concreto en lo que al comercio con el Perú se refiere. Era consciente de que este comercio se limitaba sobre todo al cacao Guayaquil, con una importación anual de 25.000 a 30.000 cargas, cuyo costo ascendía a unos 300.000 pesos, que se pagaba con plata mexicana.16 Según la Gazeta, en 1794 ingresaron 37.255 fanegas; en 1795 fueron 31.043 y en 1796 se registraron unas 41.957 de todos los tipos, mismas que entraron principalmente por Acapulco, Veracruz y 14. Ibíd., p. 276. Eran 92.825 según mis propios cálculos. 15. Ibíd., p. 295. 16 Conde de Revillagigedo, Instrucción reservada que […] dio a su sucesor en el mando, marqués de Branciforte sobre el gobierno de este continente en tiempo en que fue virrey 1791, p.106.

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San Blas.17 El total de cacao que ingresó a la Ciudad de México fue de 36.751 fanegas en promedio anual, que se habrían convertido en alrededor de 4.042.683 libras, posiblemente menos, por las mermas habitualmente reconocidas. Si calculamos que para estos años el 80% del cacao se quedaba en la ciudad de México, estaríamos hablando de que la urbe consumía 3.234.146 libras (51.746.346 onzas). Si asumimos que por entonces había unos 170.000 habitantes, podría aventurarse la afirmación de que estos consumían 304 onzas al año, o 5,8 a la semana, cantidad en apariencia reducida, pero a estas onzas habría que añadirse otras tantas de harina de maíz o de bizcocho. Sin duda, no todo el mundo consumía chocolate de manera cotidiana. De todas formas, es una porción posible, si reducimos estas onzas a gramos, lo que nos daría un consumo semanal de 168 gramos, con lo cual obtendríamos porciones de 24 gramos diarios de chocolate puro, factible si sabemos que las porciones actuales son de 36 gramos de chocolate, sin mezcla de harina.18 Estos cálculos son, claro, solo una especulación, pero sin lugar a dudas estadísticamente posibles. Es evidente que las porciones de consumo subirían a 253 gramos o 36 gramos diarios si se calculara con base en 112.000 personas, que son las que arrojó el censo de Revillagigedo (cifras oficiales) para 1790. En términos cualitativos, se calculaba que un hogar, una familia pobre de cinco personas –un padre y cuatro hijos–, podía, de manera suficiente, poner la “mesa más espléndida”,19 como dice el cronista, con 1 real de chocolate y harina de maíz. Sin duda, en la época, el chocolate era alimento de “primera necesidad”. Se guardaba la vieja costumbre de siglos atrás de mezclar el cacao con harina de maíz. En realidad, lo que lo hacía apetecible para los comerciantes era que producía mucha mayor ganancia que los chocolates dulces de Caracas o el Soconusco, que no “aguantaban” más azúcar. Así, la profundidad del alcance social del cacao Guayaquil se reveló, como hemos visto, en su capacidad de penetración en los hogares pobres, dado su bajo costo. En términos fiscales, siendo una “industria de indios”, como decía Páez, el oficial de Hacienda, la autoridad se cuidó mucho de no recar17. Gazeta de México, vol. VIII, núm. 33, 22 de marzo de 1797, p. 273. Las cifras difieren de las consignadas por Eduardo Arcila Farías. 18. El cálculo es el siguiente: 1 lib. = 16 onz.; 1 onz. = 28,75 gramos, divididas entre 52 semanas. La porción ha sido calculada de acuerdo a los estándares actuales. 19. Antonio San José de Muro, nota 8, p. 173.

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gar los impuestos sobre el cacao, pues se sabía que en el caso de la carne el consumo indígena fue visiblemente alterado por los recargos y estos prefirieron “especies viles” que suplieron su dieta. Cuando en el caso de la carne de vaca y de carnero se recargó la contribución, ellos adoptaron, “para eximirse de ella, los pastos, las gallaretas, las legumbres y frutas groseras y otros alimentos aunque insalubres”. Este cambio en el consumo, posiblemente efímero, puede ubicarse en la década de 1780, anterior al tiempo de la subida de precios. Era perceptible entonces que los costos obligaban a la “indigencia” y cambiaban “el método de vida de la plebe”.20 Pero el uso extendido de cacao que se asegura se hacía en la capital no lo era tanto en provincias. Por ejemplo, de Acapulco se remitieron a Guadalajara 3.500 libras de cacao Guayaquil por 1.097 pesos y 4 tomines en 1781. En julio de 1794, el capitán Máximo D. Zeleta introdujo 54.250 libras. El cacao también llegaba por Tepic (San Blas).21 Por su parte, en 1805, en Querétaro se consumieron 27.397 libras, y al año siguiente, 1806, unas 55.224 libras más, y por esta última cantidad se pagaron 10.843 pesos, lo que significa un consumo mucho menor que el de la Ciudad de México. Cuanto más al norte, el consumo era menor. En Sierra de Pinos, Zacatecas, era de 10.000 libras y en Sonora se estimaba su consumo anual en apenas 3.321.22 En estas partes, el consumo de chocolate seguramente era un lujo y no tenía la influencia que en el centro y sur de Nueva España, lo cual estaba determinado por usos y costumbres distintas a las de la población indígena. Eran cantidades, por ejemplo, muy inferiores a la estimada para Oaxaca, donde en 1810 se consumían de 30.000 a 35.000 arrobas, equivalentes a 875.000 libras al año.23 Parece claro que el gran centro consumidor fue la Ciudad de México y el sur indígena. Sin embargo, de la última década del siglo xviii a la primera del xix, el consumo se iba extendiendo hacia el resto del espacio. El cuadro 5 distingue el cacao en “adeudo”, es decir, en consig20. “Informe de la Real Aduana sobre el ingreso de cacao por Acapulco”, en AGNM, Industria y comercio, vol.13, exp.1, f. 201v. 21. Biblioteca Pública del Estado de Jalisco, Archivo de la Real Audiencia, Real Fisco, legs. 216, ff. 24r y 388, s/f. 22. AGNM, Aduanas, vol. 258, exps. 1 y 2. Enrique Florescano e Isabel Gil (comps.), pp. 146 y 100. 23. AGNM, Alcabalas, vol. 618, exp. 14, ff. 29 y ss.

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nación prepagada –que no coincide con las cifras totales de introducción que pensamos que iban al mercado libre– y que llegaba a los comerciantes mayoristas, del que iba en escala a otras localidades. Además, pone en evidencia la ampliación del mercado regional. Cuadro 5 Cacao Guayaquil en “adeudo” y a “escala” (1789-1805) en fanegas24 AÑO

MÉXICO

%

ESCALA

%

1789

3.104

93,32

222

6,67

1793

8.071

81,54

1.826

18,46

1794

4.941

70,31

2.086

29,69

24. Hemos equiparado las “piezas” que consigna la Gazeta con la fanega de 110 libras, y a 1 tercio le hemos atribuido 43 libras. Enrique Florescano e Isabel Gil, p. 266, dan al tercio la equivalencia de 1 quintal “aproximadamente”, pero también es exagerado en el caso del cacao y corto en relación al algodón o harina. Nuestra estimación parte del hecho de que en 1798 se distribuyeron por el reino 8.254 tercios –que seguramente es una medida usada para ventas al por menor que la carga y la fanega, que se asignaban a las ventas al por mayor– según los datos del Consulado que recoge Yoko Nakamura en su tesis Importación y mercado interno en Nueva España, 1767-1810, pero nuestras cifras, tomadas de la Gazeta, asignan a ese año 3.292 como entradas al reino en calidad de “escala”. Estas 3.292 multiplicadas por 110 libras de cada “pieza” significarían un total de 362.120 libras, que divididas entre 43 libras –que tiene cada tercio– darían un total de 8.421 tercios, cifra similar a la del Consulado para 1798, tercios que reducidos a cargas de 81 libras, vendrían a dar un total de 4.472 cargas, es decir, el 9,5% del total, y cuyo consumo al interior del reino es probable, de una importación general, para 1798 de 46.800 cargas. Veáse para 1802, AGNM, Consulado, vol. 50. Cancelada para la harina y algodón da la equivalencia 1 tercio = 7 arrobas, pero creemos que es exagerado para el cacao. Juan López Cancelada, “Ruina de la Nueva España si se declara el comercio libre con los extranjeros”, en Enrique Florescano y Fernando Castillo, Controversia sobre la libertad de comercio en Nueva España, 1776-1818, nota 8, pp. 108 y 148. Ahora bien, ¿cómo se obtiene la cifra de 43 libras por tercio? Dividiendo el número de tercios entre el número de arrobas que da el Consulado. Sin embargo, hay que admitir que cuando se trataba de tercio-fanega, el tercio alcanzaba las 7 arrobas, pero si este fuera el caso en el año de 1798, se habrían consumido en el interior 7.965 cargas, o el 17% de las 46.800, prácticamente el doble de las 4.472 estimadas antes, lo que tampoco es improbable. El problema es que el Consulado maneja para 1802 tanto la relación tercios-arrobas como tercios-fanegas, y seguramente ambas fueron usadas con esas equivalencias: tercio-arroba = 43 libras; tercio-fanega = 175 libras o 7 arrobas.

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AÑO

MÉXICO

%

ESCALA

%

1795

12.202

81,29

2.808

18,71

1796

5.276

82,34

1.131

17,66

1797

8.330

66,29

4.235

33,71

1798

9.179

73,60

3.292

26,39

1799

7.391

77,19

2.184

22,81

1800

6.179

67,73

3.830

32,27

1802

3.882

40,54

4.119

1803

9.205

63,04

5.395

1804

10.501

43,35

13.731

1805

5.498

56,66

5.498*

* Cifra estimada. Fuente: Gazeta de México, vol. VI, núm. 3, p. 20; vol. VII, núm. 2, p. 14; vol., VIII, núm. 8, p. 62; vol. VIII, núm. 33, p. 274; vol. IX, núm. 2, p. 14; vol. IX, núm. 24, p. 187; vol. X, núm. 11, p. 85; vol. X, núm. 32, p. 252; vol. XII, núm. 5, p. 37; vol. XII, núm. 28, p. 245; vol. XIII, núm. 10, p. 80; vol. XI, núm. 5, p. 39.

El comportamiento mercantil era claro: a medida que transcurrían los años, la ampliación del mercado novohispano se acentuaba del 18% en 1793 al 33% en 1797, para llegar a un máximo del 56% en 1804, tendencia que debió seguir para 1805, año en el que entró la mayor cantidad de cacao Guayaquil por Acapulco, pero que la Gazeta de México no lo recoge desglosado. En términos globales, si igualamos el faltante en cacao en escala de 1805 por una cantidad similar a la que iba en “adeudo”, la proporción es de 64,38% de consumo para la Ciudad de México y el nada despreciable porcentaje de 35,61% para el resto del reino. Para dar una idea más concreta de la extensión del mercado, el cuadro 5 ilustra bien las proporciones para un año clave: 1798. Sin duda, Veracruz aparece como el mayor consumidor, con un 33,15% del cacao que circuló por el reino, aunque este porcentaje bien puede estar abultado por el arribo de cacao que no era su destino final este puerto. Oaxaca y Puebla, muy atrás, con 18,46% y 14,38%, respectivamente, seguidos por Guanajuato y Querétaro. Más allá de estas noticias, hay indicadores claros del consumo interno, aunque no seriados. Por ejemplo, en 1789 el cargamento que llegó a San Blas conducía 2.787

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cargas (225.752 libras) con destino a Guadalajara, Zacatecas, Guanajuato, Oaxaca y Tehuantepec.25 Cuadro 5 Consumo de cacao Guayaquil en Nueva España, 1798 DISTRITOS

TERCIOS

LIBRAS*

%

Veracruz

2.737

117.691

33,15

Puebla

1.187

51.041

14,38

Oaxaca

1.524

65.532

18,46

579

24.897

7,01

Querétaro Valladolid

324

13.932

3,92

Cuernavaca

257

11.051

3,11

Durango

241

10.363

2,91

Guanajuato

967

41.581

11,71

Toluca

197

8.471

2,38

Catorce

189

8.127

2,28

24

1.032

0,32

28

1.204

0,37

8.254

354.922

100

Zacatecas Taxco TOTAL

* Cifras estimadas: 1 tercio = 43 libras. Fuente: cuadro construido con base en los datos de Yoko Nakamura, mapa núm. 38.

A este cuadro habría que añadir Guadalajara, cuya demanda regional de cacao, estimada para 1802, se ubicaba en las 17.770 libras o 219 cargas de cacao de todo tipo.26 El consumo regional evidentemente estuvo sujeto a condiciones históricas. Se afirmaba que “en esta provincia más bien por costumbre que por excelencia, el consumo mayor casi exclusivo es el del cacao Tabasco, o sea el colorado” y el de Guayaquil “es de poco gusto, a pesar de su abatido precio de uno y un octavo a uno y medio real libra”.27 Hubo entonces una división regional del consumo muy definida. Por ejemplo, es claro que las zonas 25. AGNM, Provincias internas, vol. 214, exp.1, ff. 1-12. 26. Véase Antonio Ibarra, La organización regional del mercado interno novohispano. La economía de Guadalajara 1770-1804, p. 197, cuadro 4.4. 27. AGNM, Provincias Internas, vol. 214, exp.1, f. 12.

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productoras consumieron su propio producto y configuraron un mercado y zona de influencia muy perceptible, como fue el caso de los cacaos de Tabasco y del Soconusco, que por gusto o calidad mantuvieron una presencia en el mercado interno novohispano, en particular en Aguascalientes, Celaya, Guanajuato, León, San Luis Potosí, Sayula, Tampico, Tepic y Zacatecas, además del mencionado mercado de Guadalajara.28 Ahora bien, comparemos el consumo de la Ciudad de México con el de Madrid. Alejandro de Humboldt es la primera referencia obligada. Él opinaba que el consumo de cacao en México era menor que en España, en donde, según el sabio, se consumía mucho más que las 90.000 fanegas calculadas en su tiempo y le asignaba de 1799 a 1803 un consumo de 228.000 fanegas,29 que se reducían anualmente a 200.640 arrobas o 5.016.000 libras. Otra fuente “exacta” afirmaba que se consumían 57.000 fanegas que, reducidas a libras (1 fanega = 110 libras), daban un total de 6.270.000, es decir, 250.800 arrobas,30 más que México, pero mucho menos que las cifras calculadas en el Mercurio Peruano, que consigna un consumo para España de 500.000 arrobas, de las cuales solo Madrid consumía entre 54.000 y 100.000 arrobas (2.000.000 de libras) en chocolate.31 De todas formas, registraba un consumo tres veces mayor que el de la Ciudad de México, pues José María Quirós,32 tomando como base el ingreso de cacao de 1808, asumía que si se excluyen 509.075 que salían fuera, quedaban para consumo de la ciudad 28. Carlos Ruiz Abreu, “Las rutas del cacao en el Golfo de México”, p. 41. 29. Caracas y Maracaibo 145.000, Cumaná 18.000, Nueva Barcelona 5.000 y Guayaquil 60.000 fanegas. Para nuestras cifras se calculó entre cinco, que es el número de años, y se multiplicó cada fanega por 110 libras y se redujo a 25 por arroba. Véase también José de Canga Argüelles, Diccionario de hacienda, pp. 230-231, siendo sus cifras similares a las de Alejandro de Humboldt, de 18.000 fanegas para Nueva Barcelona, nota 15, p. 291. 30. Cifra “exacta” del conde de Casa Valencia, consejero del Departamento de Indias, dada a Pedro Varela, ministro de Real Hacienda, el 13 de junio de 1797, citada en Alexander Walker, Colombia. Relación geográfica, topográfica, agrícola, comercial y política de este país, vol. II, p. 65. 31. “Disertación Histórico y político sobre el comercio del Perú”, en Mercurio Peruano, vol. I. Lima, 1791, pp. 279-290, aquí: p. 285. Los 2.000.000 se han obtenido calculado sobre un promedio de 80.000 arrobas. 32. José María Quirós, “Memoria de Estatuto. Idea de la riqueza que daban a la masa circulante de Nueva España sus naturales producciones en los años de tranquilidad y su abatimiento en las presentes conmociones” (1817), en Enrique Florescano e Isabel Gil, vol. I, pp. 231-264.

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6.642.225 libras de todo tipo de cacao que venían a rendir unos 830.278 pesos en chocolate labrado.33 Las cifras en cacao sin labrar entre las de Humboldt y las de Quirós sin duda son aproximadas y su diferencia solo puede indicar que 1808 fue un año bueno –por no decir que el mejor– en lo que a tráfico comercial se refiere. Pero comparemos con mayor detenimiento el consumo de la Ciudad de México con el de Madrid a partir del cacao de Caracas. Si partimos de los años 1799 a 1803, quinquenio para el que disponemos de mayor evidencia, según Canga Argüelles,34 durante estos años entraron a España, en cifras redondas, 228.000 fanegas: del tipo Caracas y Maracaibo el 63,5% y el restante 36,5% de Guayaquil, 26,3% de Cumaná y de Nueva Barcelona 15,7 %. Del de Caracas se consumió al interior de España el 84,62%, mientras que el restante 15,38% se reexportaba a Italia, Francia y Alemania.35 Así, la gran diferencia entre el consumo novohispano y el español era que mientras que el cacao había permeado prácticamente todas las regiones de España, en Nueva España, de manera inversa, era la capital la que concentraba la mayor parte del consumo. El total de fanegas equivalen a 25.080.000 libras (5.018.280 por año). De estas el 84,62% (21.222.696 libras para el quinquenio, es decir, un promedio anual de 4.244.539) estaba destinado al consumo de España en su conjunto. ¿Cuántas le correspondían a Madrid? Posiblemente 1.198.832 libras (48.000 arrobas) que consigna el “Estado general de frutos [...]” consumidos en Madrid en 1789,36 que es apenas el 28,24% del consumo total. ¿Qué porcentaje le correspondió en este gran total al cacao Guayaquil? El 26,3%, o sea, en números redondos, unas 316.000 libras. Otra estimación originada en las Balanzas de comercio ubica un ingreso mayor para 1792, del orden de 11.033.851 libras o 441.354 arrobas, que ingresaron a España de cacao de todo tipo,37 es decir, prácticamente el doble de las cifras estimadas por Canga Argüelles para el quinquenio 1799-1803. 33. José María Quirós, p. 248. 34. José Canga Argüelles, nota 41, pp. 230-231. 35. Las cifras de importación de cacao de Guayaquil parecen rondar las 60.000 señaladas por Alexander Walker, nota 42, p. 66, y las poco más de 77.000 de Canga Argüelles, nota 41, pp. 230-231. 36. Vicente Palacio Atard, La alimentación de Madrid en el siglo XVIII, p. 40. 37. Leandro Prados de la Escosura, “Comercio exterior y cambio económico en España 1792-1848”, p. 238; William Gervase Clarence-Smith, Cocoa and Chocolate, 1765-1914.

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De estas, 9.336.844 libras habrían permanecido para consumo interno. Si tomamos la cifra del censo de Madrid de 1787, que proporciona la existencia de 156.672 personas, resultaría un consumo semanal interno de 1,3 libras a la semana, es decir, 373.473 para consumo interno y el restante para reexportación. La proporción consumida en Madrid era, en término medio, de 80.000 arrobas, con lo cual las restantes 293.473 quedarían para el resto de España. Estas 80.000 arrobas madrileñas, divididas entre 156.000 habitantes de la urbe, significarían un consumo per cápita de 12,8 libras anuales, o 246 gramos semanales, o 35 diarios, estimación muy aceptable, que desecharía, por muy baja, la de 1789. Evidentemente, de 1789 a 1792 pudo haber un incremento en los niveles de consumo, porque es justo después del primer año cuando se hace más notable la presencia del cacao guayaquileño. En todo caso, por las cifras anteriores no parece acertado plantear que el chocolate solo apareció antes de la segunda mitad del siglo xix en “el umbral” de la renta familiar, y solo después de entonces “comenzó a ser una bebida de amplia aceptación entre los grupos pudientes”.38 Pero tanto en México como en Madrid el consumo per cápita diario bordeaba los 35 y 36 gramos diarios.

Conclusión Es claro que no existe duda en lo relativo al uso extendido del cacao y su importancia en la dieta general. Por ello, Nueva España buscó nuevas zonas de abastecimiento a las naturales de Tabasco y el Soconusco. Así, en el siglo xvi, hasta el final del periodo, Guatemala, Guayaquil, Caracas y Maracaibo se constituyeron en las áreas de abastecimiento más importantes, aunque su participación siempre estuvo determinada por los giros de la política colonial. De manera legal o ilegal siempre estuvieron presentes estos espacios en el mercado novohispano, que se mantuvo en expansión. No hay evidencias documentales sobre el comercio de cacao después de la prohibición, pero sí existen indicios de que el cacao Guayaquil, al pasar a lo largo de Centroamérica, era utilizado para mezclar y adulterar el cacao de Guatemala, de mayor cali-

38. José Ubaldo Bernardos Sanz, “El consumo en España1750-1850”, p. 284.

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dad, para luego ingresar en el mercado novohispano como cacao de Guatemala o del Soconusco.39 La ecuación oferta externa y demanda interna determinó que el cacao guayaquileño presentara una estabilidad de precios aparentemente anómala para la época, lo cual podría haber compensado la caída del poder adquisitivo de los salarios. Sin duda, el diferencial de precios fue el factor que determinó su éxito en el mercado mexicano, pero hubo otro factor de tipo cultural y social que fue la base para que el precio se subordinara en el paso del consumo, dado que el cacao era un producto de “primera necesidad”. Desde finales del siglo xvi el cacao era la bebida local más cotizada, lo cual no había ocurrido ni en las zonas productoras de Guayaquil ni en los virreinatos de Nueva Granada y el Perú, y esto debido, como sabemos, a la preexistencia de un factor cultural y a su consumo anterior a la conquista. En términos de su propia constitución, el cacao de Guayaquil ofrecía un gusto más amargo que el dulce del Soconusco, Caracas, Maracaibo y Tabasco; en lo económico era más barato, debido a su menor calidad. De allí que estuviera al alcance de la mayoría de los pobres o “de mediana esfera”, como se decía entonces, para quienes el mejor cacao resultaba inalcanzable. Aparentemente el mercado estaba bien diferenciado: los sectores ricos o de más “facultades” accedían al cacao caro, y los de menos recursos al de Guayaquil. Sin embargo, los cómputos de las entradas indican que este último arrasó prácticamente con el mercado, por lo cual puede presumirse que el mercado, principalmente el de la Ciudad de México, reaccionó con una extensión y rapidez aún desconocida, quizá ligada con el crecimiento demográfico acelerado que vivió la ciudad durante la segunda mitad del siglo xviii. Pero esta ampliación del mercado fue tan clara que ni aun en cantidades normales podía el cacao de Caracas satisfacer el mercado mexicano. La notable disminución de este tipo de cacao quizá tuvo que ver con una reorientación hacia el mercado español, en el que tuvo un mayor éxito que el guayaquileño, posiblemente porque el azúcar era de más difícil acceso que en México. Si bien en Nueva España el cacao fue el producto principal del sector exportador de Guayaquil y el Perú, los demás productos, desde los di39. Murdo MacLeod, Spanish Central America. A Socioeconomic History, 1520-1720, p. 244.

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versos tipos de sombreros, plumeros para sacudir el polvo, cera, calaguala, hasta otros que arribaron a las costas de Acapulco, mantuvieron a lo largo de la segunda mitad del siglo xviii una precaria permanencia. No “eran suficientes para componer una lancha”. En el mercado mexicano el cacao guayaquileño tuvo que competir con los del Soconusco y Tabasco, pero sobre todo con el de Caracas y Maracaibo, pero se impuso fácilmente, dadas las condiciones antes descritas. La ampliación del mercado tiene una razón económica que va más allá de la “baratura” por su baja calidad, y que tiene que ver con el hecho de que el sabor amargo determinaba una mayor intervención o mezcla de azúcar, lo que incrementaba sustancialmente el chocolate, lo que repercutía en una notable ganancia para el comerciante y expendedor final. Así, llegamos a un punto importante de la comercialización: la distinción entre la circulación y el consumo del producto en “almendra”, es decir, no elaborado, y el consumo del chocolate en tabletas o “labrado” que podía guardarse por más tiempo sin echarse a perder. En general el problema del cacao era el transporte y sobre todo su conservación, pues era muy susceptible a mermas notables y a un deterioro rápido, ya que se dañaba fácilmente, por lo cual debía venderse rápidamente. El consignatario mexicano debía asegurarse el expendio sin contratiempos para desembolsar el transporte desde el pago del flete hasta el pago de bodegaje, envasar o “enterciar”, conducción hasta la capital –o Guadalajara– y el correspondiente pago de derechos. Era un producto de rápida realización, al contrario de lo que podía ocurrir con las manufacturas. Posiblemente esta circunstancia determinó que el mercado al interior de Nueva España fuera mucho menor que el de la capital, y en general quedó circunscrito al área central y sur del virreinato, lo cual evidentemente habla también de un “gusto” con características étnicas y mestizas muy localizadas, además de las ligadas con la circulación. Los costos del transporte fueron sin duda un factor que frenó la ampliación del mercado regional, y a pesar de su alta calidad el cacao de Tabasco y el Soconusco pocas veces pasaba su zona de producción e influencia, quedando en general en lo que era el obispado de Oaxaca. Sin embargo, como ya lo mostré en este ensayo, la ampliación del mercado tenía una razón demográfica y otra económica que iba más allá de la baja calidad del cacao guayaquileño. El crecimiento de la po-

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blación urbana, acentuada por la migración del campo y la subida de precios del maíz explica la ampliación de la demanda de este producto. En segundo lugar, está el hecho de que el sabor amargo exigía una mayor intervención o mezcla de azúcar, lo que incrementaba sustancialmente la cantidad producida de chocolate, producto final de la mezcla, lo cual representaba una notable ganancia para el comerciante y para el expendedor final. Así llegamos a un punto importante de la comercialización: la distinción entre la circulación y el consumo del producto no elaborado y el consumo del chocolate en tabletas. En términos de la dieta, para el consumidor novohispano el cacao fue parte de ese conjunto de alguna manera determinante de la alimentación del poblador común, junto con el maíz, el trigo y, por supuesto, la carne. Pocas y aisladas noticias aparecen sobre su distribución por el reino y los centros de consumo más importantes, aunque es evidente que la Ciudad de México fue el centro consumidor por excelencia. Tampoco hay duda de que la gente dispuso de una variedad insólita de alimentos de cualquier precio. No es claro que la gente se muriera de hambre y que las oscilaciones de los precios implicaran una carestía permanente. Hubo una alta capacidad de sustitución de productos alimenticios y fue extendido el uso de aquellos que la propia naturaleza proveía, a bajo costo, al consumidor novohispano. Finalmente, la comparación con Madrid arrojó el hecho de que el consumo de cacao en España se extendía por todas sus regiones, y que Madrid solo consumía el 20%. Por el contrario, en el caso novohispano la Ciudad de México consumía un 80% del producto, y apenas el 20% se repartía en el resto del reino; pero en términos del consumo per cápita, prácticamente en ambos espacios se consumió una cantidad diaria similar.

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Trinidad y Nueva España. El comercio de cacao trinitario en la Ciudad de México, 1720-1724 Gloria Lizania Velasco Mendizábal1 Instituto José María Luis Mora, México DF

Introducción El cacao fue una semilla conocida y utilizada desde la época prehispánica; olmecas, mayas y mexicas fueron algunas de las culturas mesoamericanas que la usaron y consumieron como bebida “en toda la tierra”. También se utilizó para pagar tributos y como unidad monetaria.2 A la llegada de los españoles a Mesoamérica (quienes desconocían la existencia del cacao), su uso y consumo se extendió y generalizó entre toda la población de la recién fundada Nueva España; básicamente como uno de los ingredientes indispensables para la elaboración del chocolate, bebida que con el paso del tiempo alcanzó una importante demanda en el consumo de la población, por lo menos de la Ciudad de México, situación que trajo como consecuencia el crecimiento del mercado cacaotero al despuntar el siglo xviii. 1.

2.

Quiero agradecer de manera muy especial a Enriqueta Quiroz, quien compartió tan bondadosamente conmigo los registros de la Fiel Ejecutoria, por impulsarme y apoyarme para llevar a cabo esta investigación, y sobre todo por su voto de confianza. Al Seminario de Comercio y Navegación que Carmen Yuste dirige en el Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, en donde vio sus primeras luces este tema derivado de mi investigación del comercio de cacao caraqueño en Nueva España. A Pedro Esquivel Hernández por la lectura y observaciones que hizo a mi trabajo, y la ayuda para la elaboración de los mapas que ilustran este artículo. Por último, quiero agradecer al Instituto de Investigaciones José María Luis Mora, mi casa, por todo el apoyo que me brinda. Fray Toribio de Motolinía, Historia de los indios de la Nueva España, pp. 153-154.

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Los españoles fueron los encargados de llevar el chocolate a España, y de ahí salió hacia otras partes de Europa, donde también cobró popularidad rápidamente. A principios de la vida colonial, la producción de Nueva España abasteció no solo la demanda interna de su población, sino que incluso se llegaron a hacer algunos envíos a la península. Sin embargo, a finales del siglo xvi la producción resultó insuficiente para abastecer el consumo, que iba en ascenso, por lo que hubo la necesidad de comprar cacao proveniente de otros lugares. Fue así como el virreinato novohispano comenzó a establecer comercio de cacao con algunas provincias hispanoamericanas como Guatemala, Guayaquil, Caracas, Maracaibo y Trinidad. El comercio entre Nueva España y estas provincias no se inició al mismo tiempo, ni fue tan dinámico y constante, ni ocurrió durante todo el periodo colonial. Tal es el caso de la provincia de Trinidad. Se han realizado numerosos estudios sobre el uso y comercio del cacao desde distintos enfoques historiográficos, que van desde la perspectiva económica hasta la cultural.3 En lo que se refiere al comercio intercolonial de cacao que Nueva España sostuvo con otras provincias, quizás el tráfico con Guayaquil sea del que hasta ahora existan más estudios.4 Es probable que lo paradójico de este comercio haya sido justamente lo que ha atraído la atención de los investigadores: que la provincia de Caracas sea la que más cacao introdujo al territorio novohispano de manera legal, a lo largo del periodo colonial. Al respecto, el estudio más amplio que hasta el momento se tiene es la obra de Eduardo Arcila Farías, Comercio entre Venezuela y México en los si3.

4.

Manuel Casado Arborniés, “Cacao y poder en Venezuela. Algunos comerciantes, hacendados y propietarios canarios en los valles de Aragua, 1760-1780”; Sophie y Michael Coe, La verdadera historia del chocolate; Robert J. Ferry, “El precio del cacao, sus exportaciones y la rebelión en la Caracas del siglo xviii. La prosperidad, la caída y el monopolio vasco”; Antonio de León Pinelo, Question Moral si el chocolate quebranta el ayuno eclesiástico. Artes de México, núm. 103, Chocolate, cultivo y cultura del México antiguo; Artes de México, núm. 105, Chocolate II. Mística y mestizaje; Enrique Vela (ed.), “El cacao… un fruto asombroso… y el chocolate: el sabor mexicano del mundo”; Manuel Miño Grijalva, “El cacao Guayaquil en Nueva España. Siglo xviii”; Guillermina del Valle Pavón, “Cacao de Guayaquil y apertura comercial. La promoción del comercio cacao y azúcar a través del Consulado de México”; Jesús Hernández Jaimes, “El comercio de algodón en las cordilleras y costas de la mar del Sur de Nueva España en el siglo xviii”.

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glos XVII y XVIII (1950), trabajo pionero en lo que hace referencia al comercio intercolonial de cacao entre ambos lugares. En esta obra el autor aborda, entre otros temas, los inicios de este tráfico comercial, el flujo anual del cacao caraqueño hacia Nueva España y la metrópoli a partir del siglo xvi y hasta el siglo xviii. Muestra cifras de tal magnitud que por sí mismas dan cuenta de la importancia que este fruto tuvo no solo en lo que a la producción de Caracas se refiere, sino en lo relativo al mercado novohispano en particular. También expone los argumentos que sostuvo la Corona española para privilegiar a esta provincia sobre las demás zonas productoras hispanoamericanas para abastecer de cacao al virreinato novohispano, así como las consecuencias que trajo para este comercio la entrada de la Compañía Guipuzcoana. En su trabajo, Eduardo Arcila Farías hace algunos señalamientos que abren la posibilidad de nuevas investigaciones. Tal es el caso de la presencia del cacao proveniente de la isla de Trinidad, en Nueva España.5 Arcila explica que el monto introducido por esta provincia fue insignificante en comparación con el que llegó de Caracas y Maracaibo.6 Esta precisión cobró interés cuando de manera incidental se localizaron algunos documentos en el Archivo General de la Nación de México que hacen referencia a la presencia de cacao trinitario en Nueva España en las primeras décadas del siglo xviii. Esa información, junto con la posterior localización de registros de su introducción a la Ciudad de México,7 sentaron las bases de una investigación que pretende dar cuenta de las razones por las que la presencia de este cacao en el virreinato no fue mayor, además de analizar si esto se relaciona con el monto de su producción, con su calidad o si solo es consecuencia de las políticas intercoloniales de comercio de cacao que la Corona española estableció. En un principio, el objetivo de esta investigación fue analizar la presencia del cacao trinitario en Nueva España durante la primera mitad del siglo xviii, poniendo particular énfasis en que la creciente de5. 6. 7.

Actualmente es conocida como Trinidad y Tobago. Eduardo Arcila Farías, Comercio entre Venezuela y México en los siglos XVII y XVIII, p. 83. AHCM, Fiel Ejecutoria, Real Audiencia, Cacao, t. 1, 1725-1729. Cabe señalar que en realidad el período de las declaraciones de introducción de cacao a la Ciudad de México de este libro va de 1718-1735.

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manda de cacao en este virreinato durante este periodo fue lo que provocó que la Corona española permitiera a otras provincias colocar su cacao en el mercado novohispano, sin afectar los intereses caraqueños. Sin embargo, dado lo basto del período, decidí acotar la investigación a los años de 1720 a 1724, por ser los que cuentan con registros documentales sobre la introducción de cacao proveniente de Trinidad a la Ciudad de México. Encontrar las razones y los motivos de esto fue el reto de esta investigación. El texto que aquí muestro es un primer acercamiento al tema del comercio de cacao trinitario en la Ciudad de México. Se espera profundizar más en el tema y dar respuesta a los cuestionamientos que al día de hoy quedaron sin resolver. La principal fuente en la que se basa este estudio son los registros de introducción de cacao a la Ciudad de México de la Fiel Ejecutoria,8 mismos que se encuentran en el Archivo Histórico de la Ciudad de México. A partir de ellos fue posible rastrear la presencia de este tipo de cacao en la capital del virreinato. Otro tipo de documentos que también aportó información importante fueron las cartas que algunos almaceneros de esta ciudad escribieron a sus comisionistas en el puerto de Veracruz. La información que este material proporciona permitió realizar un cruce de datos con los que aportaban los registros de la Fiel Ejecutoria. Estas cartas se encuentran en el Archivo General de la Nación de México, en el ramo Indiferente Virreinal. Otras fuentes que dan cuenta de la producción de cacao en la isla de Trinidad para mediados y finales del siglo xviii fueron localizadas en el Portal de Pares del Archivo General de Indias. El trabajo que aquí presento está divido en cuatro apartados: en el primero abordo de manera breve la posición hispánica de Trinidad en el Caribe y dentro del imperio español. En el segundo hago mención de cómo durante el siglo xviii esta isla estuvo sujeta a diferentes jurisdicciones tanto en lo económico, como en lo político y religioso, hasta que en 1777 fue incorporada a la recién creada capitanía general de Venezuela. En el tercer apartado expongo, también de manera sucinta y general, la producción de cacao en Trinidad durante esta centuria. Por último, en el cuarto apartado analizo el comercio de cacao entre Trinidad y Nueva España, en el período comprendido de 1720 a 1724. 8.

Ídem.

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Trinidad y su posición hispánica en el Caribe Desde el siglo xvi el Caribe representó para el imperio español un espacio que le permitiría defender sus posesiones continentales. En otras palabras, desempeñó un papel como “espacio defensivo”, más que como una zona con verdadero potencial económico. De todas sus posesiones en esta área, Trinidad fue el punto más oriental dentro de la defensiva “Gran caribeña”. Era la isla que se encontraba más a barlovento de todas sus provincias.9 La ocupación territorial del Caribe por parte de España, Francia e Inglaterra provocó que en esta zona no hubiera una unidad política, pues la concepción geopolítica que tuvieron Francia e Inglaterra sobre este espacio fue muy distinta a la de España. Mientras para las primeras sus posesiones guardaron un valor económico en sí mismo, para España no fue así. La concepción de la Corona española sobre el espacio geográfico marcó de manera indiscutible el desarrollo de la política-económica que implementó en sus provincias hispanoamericanas, misma que se sustentó en la capacidad de cada una de producir oro y plata.10 El mercantilismo español tuvo como objetivo lograr un balance y equilibrio comercial entre sus posesiones en América, y el que estas tenían con ella, con el argumento de que debía alcanzarse el “bien común” para todos los vasallos. Una de las medidas que implementó en las provincias hispanoamericanas fue la de favorecer la producción de frutos y manufacturas en cada una, en particular en las que así lo requerían para lograr un bienestar aceptable, pero al mismo tiempo no representaran una competencia con las zonas productoras de la península. Cada provincia podía exportar a la metrópoli los frutos de su tierra o las manufacturas que produjeran a cambio de ultramarinos. Los productos que se produjeron en las provincias caribeñas españolas encontraron buena acogida dentro del mercado europeo, y al mismo tiempo el Caribe consumió los productos que venían de Europa y los que las otras provincias hispanoamericanas produjeron. 9.

Johanna von Grafenstein, (coord.), El Caribe en los interés imperiales 1750-1815, p. 47. 10. Johanna von Grafenstein, (coord.), El Caribe: región, frontera y relaciones internacionales, t. I, p. 7.

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Nueva España estableció importantes relaciones comerciales y gozó de una posición privilegiada de submetrópoli dentro del impero español en América.11 Sin embargo, hubo provincias, como es el caso de la isla de la Trinidad, que carecieron de los principales motores que movieron el mercantilismo español: el oro y la plata. Esta circunstancia, que se sumó a una baja o casi nula producción agrícola, no solo la puso en desventaja con el resto de las posesiones hispanoamericanas, sino que también la llevó a ser considerada como una de las más pobres.12

Trinidad y su adscripción jurídica durante el siglo xviii Esta isla está situada al noroeste de las costas venezolanas, a 25 kilómetros del delta del Orinoco y se encuentra separada del litoral por dos canales llamados las Bocas del Dragón y de la Serpiente, que son pasos marítimos del golfo de Paria (véase mapa 1). Al noroeste de ella se encuentra la isla de Tobago, con la que hoy día Trinidad forma el Estado de Trinidad y Tobago. La isla fue descubierta por Cristóbal Colón en su tercer viaje a América, el 31 de julio de 1498, y al parecer fue él quien le dio ese nombre.13 Los geógrafos españoles compararon su forma con la de un cuerno de buey. En 1584 Antonio de la Hoz y Berrio fundó la primera capital, misma que llevó por nombre el de San José de Oruña.14 Sin embargo, no fue hasta 1591 cuando la Corona española confirmó la creación de la 11. Carlos Marichal, La bancarrota del virreinato: Nueva España y las finanzas del imperio español, 1780-1810, p. 24. 12. Clarence H. Haring, Comercio y navegación entre España y las Indias en la época de los Habsburgos, p. 110. 13. Colón la llamó así por los tres montes o morros que se tenían a primera vista. En 1502 Alonso de Ojeda tomó la isla de Trinidad como posesión de la Corona española. Para 1569 se capituló y Juan Ponce de León solicitó autorización para conquistarla. Fundó la ciudad de Circuncisión, cerca del Caroni. Véase A. Jesse Noel, Trinidad, provincia de Venezuela. Historia de la administración española de Trinidad, p. 3; Antonio Arellano Moreno, Relaciones geográficas de Venezuela, pp. 13 y 107; Rosario Sevilla Soler, Inmigración y cambio socio-económico en Trinidad (1783- 1797), p. 10. 14. San José de la Trinidad y Trinidad de la Guayana son algunos otros nombres con los que también puede aparecer referida la capital San José de Oruña.

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provincia de Trinidad-Guayana. Algunos historiadores opinan que este es el origen “del sentimiento de separación entre Trinidad y el resto de Tierra Firme”.15 Durante el tiempo que fue posesión española (hasta 1798) dependió, junto con otras provincias circunvecinas, de jurisdicciones políticas y económicas distintas. En 1717, por ejemplo, dependía, junto con Cumaná y la isla Margarita, de la audiencia de Santo Domingo, mientras que las provincias de Caracas (antes también bajo la jurisdicción de la audiencia de Santo Domingo), Maracaibo y Guayana estuvieron bajo la jurisdicción del recién creado virreinato de la Nueva Granada, y por consiguiente de la audiencia de Santa Fe.16 En 1731 Trinidad dependía en lo económico de Cumaná, la cual en aquel momento fue considerada el “polo propio” de las provincias de Oriente.17 En el aspecto comercial estaba bajo la supervisión de Caracas, pero en lo político siguió sujeta, como desde 1591, a la jurisdicción de Bogotá.18 Para 1739 Trinidad, Caracas, Maracaibo, Guayana, Cumaná e isla Margarita quedaron bajo la jurisdicción de la restablecida audiencia de Santa Fe, por lo que se dispuso que el gobernador y capitán general de la provincia de Venezuela fuera también el comandante general de estas provincias, en lo concerniente a la lucha contra el comercio ilícito.19 Sin embargo, tras varias argumentaciones presentadas al rey por Gabriel de Zuloaga, gobernador y capitán general de Venezuela, sobre los inconvenientes de que esta provincia estuviera sujeta al virreinato de la Nueva Granada, y sobre el tener bajo su cargo a estas provincias,20 15. A. Jesse Noel, p. 13. 16. Pedro José de Olavarriga, Instrucción general y particular del estado presente de la provincia de Venezuela en los años de 1720 y 1721, p. 208. Tan solo seis años duró este virreinato, pues en 1723, por Real Cédula se extinguió, ante lo cual el gobernador y capitán general de Venezuela solicitó al rey Felipe V que Caracas volviera a formar parte de la audiencia de Santo Domingo, lo cual fue concedido el 13 de mayo de 1726 por Real Cédula. 17. Alfonso F. González González, El oriente venezolano a mediados del siglo XVIII, a través de la visita del gobernador de Diguja, p. 12. 18. A. Jesse Noel, p. XXI. 19. Héctor García Chuecos, La Capitanía General de Venezuela. Apuntes para una exposición del Derecho político colonial venezolano, p. 18; A. Jesse Noel, p. 30. 20. A estas representaciones del gobernador también se unieron la de los directores de la Compañía Guipuzcoana, quienes argumentaron que eran más los perjuicios que los beneficios que reportaba tanto al erario real como a esta compañía el que

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Felipe V resolvió, por real cédula emitida el 12 de febrero de 1742, relevar al gobierno y capitanía general de la provincia de Venezuela de toda dependencia del virreinato de la Nueva Granada, y dejar a las provincias de Maracaibo, Guayana, Cumaná, isla Margarita y Trinidad bajo el mando de Santa Fe.21 En 1757, con la llegada a Trinidad del gobernador Pedro de la Moneda, Puerto España, que es la región occidental de la isla, se convirtió en el lugar de residencia de las autoridades isleñas, pero no sería hasta el gobierno de Joseph María Chacón, último gobernador de la provincia antes de que pasara a manos inglesas, cuando la capital, que hasta entonces se encontraba ubicada en San José de Oruña, se trasladara a Puerto España. La razón de este movimiento de poderes fue que este lugar se convirtió en la principal ciudad de la isla gracias al desarrollo comercial que alcanzó, mismo que con seguridad estuvo relacionado con la presencia de las autoridades, que en ese sitio ubicaron su residencia. A muy grandes rasgos he mencionado cómo durante la primera mitad del siglo xviii Trinidad, al igual que otras provincias de la zona, vivió una serie de reacomodos para lograr su conformación jurídicopolítica, pero debo destacar que fue con el rey Carlos III y con las reales cédulas que promulgó el 8 de diciembre 1776 y el 8 de septiembre de 1777 cuando se ordenó que dichas provincias e islas quedaran unidas. Gracias a estas resoluciones todas estas provincias quedaron bajo la dependencia fiscal de la Intendencia de Caracas. En lo relativo a las facultades de gobierno y militares se ciñeron a la capitanía general de Caracas, y en lo judicial, a la audiencia de Santo Domingo. No obstante esto, en la práctica esta unificación se llevó a cabo hasta que se creó la audiencia de Caracas, en 1786, la cual tuvo jurisdicción en la provincia del mismo nombre y en las de Cumaná, Guayana, Maracaibo, isla Margarita y Trinidad.22

la provincia de Caracas estuviera unida al virreinato de la Nueva Granada. 21. A. Jesse Noel, p. XXII. 22. Actualmente el cacao que se produce en la isla es considerado un cacao fino, entre los mejores que se producen en el mundo por su excelente sabor, mismo que, según se dice, se debe a su origen híbrido, entre la especie de cacao híbrido y criollo. Rosario Sevilla Soler, p. 109.

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Trinidad y su producción de cacao Descrita por algunos como la más hermosa de las islas de Barlovento, Trinidad gozó durante el período colonial español de un clima cálido y húmedo por sus abundantes lluvias, y con tierra fértil para el cultivo de diferentes frutos, como el azúcar, el añil y el cacao, mismo que se encontró de manera silvestre en la isla, pero se cree que para 1616 los españoles introdujeron la especie denominada “criollo”, quizá procedente de Nueva España.23 El poblamiento de la isla fue muy tardío, pues mientras en el siglo xvii las provincias continentales contaban con asentamientos urbanos, en Trinidad predominaba una población nativa, que en su mayoría no había sido evangelizada, situación que persistió incluso hasta principios de la década de 1700. La isla estaba escasamente poblada por españoles y la mayor parte de la población eran indígenas procedentes del delta del Orinoco, que habían huido hacia Trinidad por resistirse a la conversión por parte de los misioneros capuchinos, y para evadir el proceso de colonización. Cuando la isla fue descubierta, la población estaba conformada por varios grupos de indígenas, entre ellos los caribes y los arahuacos. Las hostilidades entre indígenas y misioneros tuvieron quizás uno de sus encuentros más sangrientos en 1699, cuando algunos religiosos misioneros, colonos y el propio gobernador de la isla murieron a manos de los indígenas.24 A consecuencia de este hecho, los nativos fueron perseguidos y muertos por las autoridades españolas, y las mujeres y niños que sobrevivieron fueron convertidos en esclavos y repartidos entre los pocos europeos que habitaban Trinidad. 23. A. Jesse Noel, p. 20. En un documento titulado Noticias del estado destinos Puertos de la América según las esperimentadas y adqueridas por diferentes Personas que sean allado en los parages de que se hara expresión se menciona que este suceso se dio en 1700 y que además de los misioneros, el gobernador y algunos vecinos también murieron a manos de los indígenas. AHN, Diversas Colecciones, 33, núm. 43. PARES, AGI, Recurso en línea. Hacia mediados del siglo xvi la isla de la Trinidad estaba poblada por dos grupos de indios: los caribes, que eran descritos como propios de la isla, y los arahuacos, que venían de Tierra Firme. Antonio Arellano Moreno, p.108. 24. Para 1721 la fanega de cacao de Trinidad se vendía en el puerto de Veracruz a 32 pesos, mismo precio que tenía el de Caracas. AGNM, Indiferente Virreinal, caj. 3587, exp. 26, ff.1f-3v.

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Durante el periodo colonial español, la principal actividad económica de la isla fue la agricultura. A principios del siglo xvii, el tabaco fue el producto que más se cultivó, lo que permitió entablar comercio con otras zonas de América. Sin embargo, a mediados de este siglo el tráfico de este producto se vio seriamente afectado ante la llegada del tabaco producido en Cuba. Esta situación dio paso al cultivo de cacao, que se convirtió en el producto principal y pilar de su economía. La calidad de este cacao hizo que se vendiera a buen precio en el exterior, incluso en Nueva España; en algunas ocasiones llegó a equiparse en cuestiones de precio de venta con el cacao caraqueño.25 Para algunos autores, la economía que desarrolló la isla de Trinidad fue de subsistencia, y duró con esta característica hasta finales del siglo xviii, época en la que comenzó a ser repoblada, tras la promulgación de la cédula de población que emitió la Corona española.26 Gracias al cultivo de cacao, cuya producción era baja en comparación con la de otros sitios del dominio español, y pese a que la mano de obra para trabajar la tierra era escasa, pudo desarrollarse y propiciar un comercio de proporciones pequeñas con otras provincias, que le permitió a los habitantes de la isla abastecerse de productos necesarios, que llegaban de otros sitios. Y cabe destacar que al igual que sucedió en Mesoamérica, el cacao en Trinidad fue usado como unidad monetaria, pero también como forma de pago para obtener mercancías del exterior.27 Al respecto, Jesse Noel refiere que Trinidad se abasteció de los productos que llegaron de la península vía un circuito interregional que se estableció entre Cumaná, la isla Margarita y Guayana, lugares a los que llegaban estas mercancías.28 Por su parte, Sevilla Soler asegura que no existió comercio directo entre Trinidad y la metrópoli, y revela que el comercio de Trinidad se estableció vía Cumaná, La Guaira o Portobelo hacia el puerto de Veracruz, y de ahí, a la península. Sin embargo, debo destacar que esto no siempre fue así, ya que como ambos autores apuntan también, es cierto que hubo ocasiones en las que llegaron navíos españoles a Trinidad, situación que con toda seguridad permitió a la población isleña abastecerse de manera directa de las mercancías que 25. AGNM, Indiferente Virreinal, caj. 5469, exp. 58. Reglamento para la población y comercio de la isla de Trinidad de Barlovento. 26. Ídem. 27. A. Jesse Noel, p. 22. 28. Ibíd., p. 114.

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estas embarcaciones traían, e incluso es muy probable que estos mismos navíos hayan cargado sus bodegas con cacao de Trinidad.29 Tampoco hay que dejar de considerar el hecho de que de todas las provincias con las que Trinidad estableció un circuito interregional fue con Cumaná con la que tuvo una relación más estrecha, por ser considerada, como ya lo anoté antes, el “polo propio” de las provincias de Oriente.30 A esto hay que agregar el hecho de que en 1731 Trinidad dependió en lo económico de ella, y que Cumaná fue una de las rutas por las cuales su cacao llegó al puerto de Veracruz.31 Durante los primeros años de la segunda década del siglo xviii, la isla de Trinidad vivió una buena etapa en lo que se refiere a su producción de cacao. Se trata de un período que coincide con la identificación de los únicos registros relativos a la introducción y comercio de esta semilla en la Ciudad de México, que hasta la fecha se han podido localizar, aunque al parecer dicho comercio se inició ya desde el siglo xvii,32 y también durante la etapa en la que la isla estuvo bajo la jurisdicción de la audiencia de Santo Domingo.33 Sin embargo, la bonanza de producción no duró mucho tiempo, pues en 1725 una epidemia en las plantaciones de cacao causó que se perdieran las cosechas, situación que se prolongó hasta 1728 y provocó que parte de sus habitantes abandonaran la isla. Los plantadores y comerciantes que optaron por quedarse no pudieron pagar sus diezmos, y esto repercutió en forma sensible en los montos de recaudación de la Tesorería, mismos que para 1731 fueron de 231 pesos.34 Agustín de Arredondo, gobernador de la isla, escribió en 1727 que la falta de cacao tendría consecuencias aún más desafortunadas para esta provincia, pues provocaría que las pocas embarcaciones que acostum29. En 1716 un navío español que se encontraba anclado a las afueras de Puerto España fue capturado por el corsario inglés Edward Tench. Los asedios de piratas a la isla fueron muy frecuentes, en 1584, al poco tiempo de haber sido fundada la capital de San José de Oruña, sir Walter Raleigh la atacó para tomar parte de ella como posesión en nombre de la Corona inglesa, aunque la abandonó poco tiempo después. A. Jesse Noel, p. 23; Rosario Sevilla Soler, pp. 12, 138. 30. Alfonso F. González González, p. 12. 31. Rosario Sevilla Soler, p. 156. 32. Antonio de Robles, Diario de sucesos notables (1665-1703), vol. I, p. 250. El 5 de octubre de 1678 se informa de la llegada de una fragata procedente de Trinidad con 2.000 cargas de cacao. 33. Ídem. 34. A. Jesse Noel, p. 24.

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braban a llegar para abastecerse de esta semilla, procedentes de Veracruz, Cumaná y la isla Margarita, dejarían de hacerlo.35 Es muy probable que esta situación haya sido una de las causas por las que el comercio de cacao entre Trinidad y Nueva España se haya interrumpido, justo cuando parecía estar ganando frecuencia, como lo mostraré más adelante. En 1749, tras casi 20 años de que la isla viviera el fracaso de sus cosechas de cacao, el precio del mismo aumentó de 6 a 9 pesos de plata por carga, y cada carga equivalió a 440 libras.36 Como ya lo anoté antes, la isla de Trinidad tuvo un escaso desarrollo poblacional, lo que sin lugar a dudas se reflejó en su pobre desarrollo económico. A casi 300 años de haber sido descubierta por Cristóbal Colón, en 1783, la Corona española promulgó un reglamento de población y comercio para la isla. Sin embargo, y a pesar de que el reglamento ofreció atractivas oportunidades para quienes estuvieran interesados en vivir allá, la mayoría de los nuevos pobladores no fueron españoles, sino franceses,37 hecho que no fue el más significativo para el nuevo desarrollo que se pretendía dar a la isla, sino el que se vivió en 1798, año en el que pasó a ser posesión inglesa, con lo cual llegó a su fin el dominio español, que había durado casi 300 años. Cabe destacar, que en 1795, José María Chacón,38 último gobernador de la isla, redactó una relación en la que expuso las estimaciones de lo que él creía podía producir Trinidad en lo relativo a azúcar y cacao, con base en la extensión y calidad de la tierra, a la cual describió como “la más fértil para la agricultura de cacao, azúcar, café, algodón y añil”. Según este personaje, en las 170 leguas cuadradas de superficie que tenía la isla, 120 “resultaban cultivables en frutos para el comercio exterior”. Al cultivo de cacao le destinó una cuarta parte del total de la tierra, es decir, 33.000 fanegas para su cosecha, con una equivalencia para cada fanega de 4.800 varas, que producirían 1.440.000 fanegas de cacao, que a 18 pesos por fanega se traducirían en una ganancia total 25.920.000 pesos. 35. Balandra: embarcación de un palo, con cangreja y foque. José Ignacio Echegaray (ed.), Cartografía novohispana: una selección de manuscritos y grabados que, al respecto, se conservan en el museo naval de Madrid, p. XLI; Rosario Sevilla Soler, p. 138. 36. AHN, Códice, L.729-35. PARES, AGI, recurso en línea. 37. AGNM, Indiferente Virreinal, caj. 5469, exp. 58. Reglamento para la población y comercio de la isla de Trinidad de Barlovento. 38. Fue el último gobernador de Trinidad. Durante su mandato la capital de la isla se trasladó de San José de Oruña a Puerto España.

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A simple vista se observa que los cálculos del gobernador eran muy elevados y poco realistas, pues la inversión que la Corona habría tenido que hacer en la compra de esclavos que ejecutaran tal empresa habría sido muy grande y costosa. De hecho, el propio gobernador calculó que se necesitarían 346.500 esclavos para trabajar en estos cultivos,39 de los cuales, dijo, solo se precisaba esclavo y medio para cultivar una fanega de cacao, en comparación con los tres que se requerían por cada fanega de caña de azúcar.40 Es probable que la comparación que hace el gobernador entre la mano de obra que requería el cultivo de cacao y el de azúcar tuviera la intención de que las autoridades peninsulares mostraran mayor interés en cosechar cacao y prestaran más atención a la isla. Quizá incluso haya pretendido hacerles ver la conveniencia y beneficio económico que implicarían invertir en esas tierras fértiles. Sin embargo, sus intentos no dieron resultado en ningún sentido, y una de las razones de este desinterés es que la Corona española estaba totalmente concentrada en el inminente conflicto que se avecinaba con Inglaterra (1796-1808), mismo que en 1795 llevó a España a pactar una alianza con Francia, cuya forma fue el Tratado de San Ildefonso, con el que ambas naciones se comprometieron a mantener una política militar contra Inglaterra. La concepción geopolítica que España le dio a la isla de Trinidad, y de ahí su enorme desinterés por ella, fue la oportunidad que aprovechó Inglaterra para arrebatársela. Mientras los ingleses buscaron el predominio de los mares a fin de controlar las rutas comerciales entre el Atlántico y América, la Corona española vio en los mares solo un medio para alcanzar el domino terrestre, pues la tierra fue el espacio más importante para su expansión. Trinidad tuvo muchas posibilidades de desarrollar una economía más próspera y fructífera que la de solo subsistencia con la que sobrevivió durante casi los tres siglos en los que fue una colonia menor española. De haber desarrollado una economía más fuerte, habría podido integrarse de manera dinámica a los circuitos de comercio intercolonial que establecieron otras provincias hispanoamericanas.

39. Antonio Arellano Moreno, p. 107. AGI, EDO, 66, núm. 29. PARES, recurso en línea. 40. AGI, EDO, 66, núm. 29. PARES, recurso en línea.

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Es innegable que los frutos que esta isla pudo cultivar también fueron producidos por otras provincias españolas en América a las que la Corona les otorgó el privilegio de su comercio. Y este desequilibrio político con el que España gobernó, llevado al extremo de caer en el proteccionismo de algunas de sus provincias en detrimento de otras, fue lo que provocó que la isla de Trinidad no alcanzara un desarrollo para el cual tenía gran potencial. Pese a que el supuesto ideal de la Corona fue procurar “el bien común” para todos sus vasallos, esto solo se aplicó en teoría, pues en la práctica sucedió todo lo contrario. Un ejemplo claro de esto es el privilegio que le otorgó a la provincia de Caracas para abastecer de cacao el mercado novohispano.

El cacao trinitario en la Ciudad de México 1720-1724 Hasta antes de la llegada de los españoles a Mesoamérica el consumo del cacao estuvo reservado para unos cuantos, en particular para los grupos nobles de la sociedad prehispánica. Con la fundación del virreinato español el consumo de los granos de cacao se extendió entre toda la población como el ingrediente indispensable para la elaboración de chocolate, bebida que por su sabor fue degustada por los paladares de todos los integrantes de la sociedad novohispana, desde los esclavos hasta los virreyes. Poco a poco el cacao se integró a la lista de frutos más consumidos por los habitantes de la Ciudad de México, y desde el siglo xvii se reconoció su importancia como alimento necesario en esta ciudad.41 En un principio la demanda de granos de cacao de Nueva España fue abastecida con su producción interna. Sin embargo, a finales del siglo xvi, esta producción resultó insuficiente, y surgió la necesidad de comprar el cacao producido en otras provincias de Hispanoamérica,42 como Sonsonate en Guatemala, Guayaquil en Ecuador43 y Caracas en 41. AHCM, Fiel Ejecutoria, Real Audiencia, Cacao, t. 1, ff. 1f- 2v, 1725-1735. 42. Algunas posibles explicaciones al respecto la podemos encontrar en Jesús Hernández Jaimes, pp. 224-256. 43. El frecuentemente arribo de embarcaciones procedentes del Perú y de bajeles franceses que introducían y comerciaban en forma fraudulenta el cacao de Guayaquil hizo que la Corona prohibiera el comercio de este grano entre Nueva Espa-

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Venezuela, convirtiéndose esta última en la principal abastecedora del mercado novohispano.44 Hasta el momento no se tiene la certeza de cuándo se inició el comercio de cacao entre Nueva España y Trinidad. El registro más antiguo que hasta ahora se ha localizado data de 1678, cuando entró al puerto de Veracruz una fragata con 2.000 cargas de este producto.45 El siguiente dato que se tiene es del año 1719, y se trata de la llegada a este mismo puerto de una balandra procedente de Puerto Rico.46 Entre uno y otro registro hay un espacio de 40 años en el que no existe dato alguno sobre algún arribo, lo que por supuesto no significa que durante este tiempo no haya llegado más cacao de Trinidad a Nueva España. El último registro puede estar relacionado con el incremento que al parecer se dio en la producción de la isla, y como consecuencia de la introducción, en 1716 y 1718, de esclavos negros procedentes de Barbados que trabajaron en las plantaciones cacaoteras.47 Otros datos con los que se cuenta son las declaraciones de su introducción a la Fiel Ejecutoria de la Ciudad de México. Esta docu-

44.

45.

46.

47.

ña y Perú, dados los graves perjuicios que esto provocaba a su Real Hacienda, así como por el detrimento a sus “vasallos naturales de la provincia de Caracas, por la falta de comercio y consumo de sus frutos”. AGNM, Reales Cédulas, vol. 37, exp. 29, ff. 83f-84v. 17 de agosto de 1710. Hasta el momento no se cuenta con la fecha exacta de los inicios del comercio de cacao entre Caracas y Nueva España. Eduardo Arcila Farías toma el año de 1622 por ser el registro más antiguo que se tiene en los libros de la Tesorería de Caracas, en los que se menciona la salida de un navío cargado con 60 fanegas de cacao hacia Nueva España. Eduardo Arcila Farías, pp. 51, 52 y 64. Antonio de Robles, t. I, p. 250. En el diario no se especifica a qué lugar arribó esta embarcación. Fragata: buque de guerra, de tres palos con vergas en todos ellos, de un solo puente y menor parte que el navío. José Ignacio Echegaray, (ed.), p. XLII. Este último dato se localizó en una carta enviada por el comerciante Tomás de Lortia a Francisco de Urtusuastegui, fechada el 16 de enero de 1719. En ella se menciona que se esperaba la llegada al puerto de Veracruz de una balandra procedente de Puerto Rico con cacao de Trinidad. En esta misma misiva se menciona que con “las guerras que se representarían en Jamaica”, ya no quedaba esperanza de recuperar nada de la fragata que se había perdido y que venía con cacao desde Caracas al puerto de Veracruz. AGNM, Indiferente Virreinal, caj. 6042, exp.6, ff. 1f-1v. Es muy probable que de haber podido introducir mano de obra esclava se habría ayudado a subsanar la falta de obreros para trabajar la tierra, sin embargo esto no fue posible, pues implicaba una importante inversión que los colonos cosecheros de Trinidad no podían sufragar debido a la falta de recursos, consecuencia del precario desarrollo económico de la isla.

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mentación muestra que a partir de 1720 y hasta 1724 se declararon 1.935 tercios de cacao procedente de Trinidad.48 Sin embargo, es posible que haya ingresado más producto, mismo que no fue declarado, situación que fue muy frecuente,49 pues desde 1639 la Fiel Ejecutoria estableció que todo el cacao que ingresara a la Ciudad México debía ser declarado dentro de las 24 horas siguientes a su introducción, ya fuera para venta o como parte de encomienda, y en caso de no hacerlo se cobraría una multa de 500 pesos.50 El 1 de octubre de 1721, el comisionista Tomás de Lortia escribió desde el puerto de Veracruz al comerciante Francisco de Achiga51 (que se encontraba en la Ciudad de México), que al día siguiente, 2 de octubre, le enviaría todo el cacao de la isla de Trinidad que pudiera.52 Después de realizar un cruce de información con este dato y los registros de la Fiel Ejecutoria se localizó que para el 12 de noviembre de ese año Pedro Antonio de Mendiola declaró que Tomás de Lortia enviaba desde el puerto de Veracruz 75 tercios de cacao procedente de Trinidad para que fueran vendidos en la Ciudad de México a 3½ reales el tercio, o como el tiempo lo ofreciere.53 Es muy probable que este cacao declarado haya sido el que Lortia prometió enviar a Achiga, sobre todo si se considera que el viaje desde el puerto de Veracruz a la Ciudad de México podía tardar hasta un mes, según lo permitieran las condiciones del clima, las de los caminos e incluso si el arriero debía hacer escalas para descargar mercancía en algún lugar antes de llegar a la capital del virreinato. El 2 de junio de 1722 La Gaceta de México anunció la llegada de dos balandras cargadas de cacao, una procedente de Tabasco y la otra de Trinidad, mismas que habían sido perseguidas por una balandra pi48. AHCM, Fiel Ejecutoria, Real Audiencia, Cacao, t. 1, 1725-1735, intercaladas en el libro. 49. Ídem. Esta disposición fue retomada en 1718, pero entonces se aumentó la multa a 1.000 pesos. En 1729 de nueva cuenta se promulgó, a raíz de que al procurador general le llegaron noticias en el sentido de que algunos comerciantes tenían porciones de cacao que no habían manifestado. 50. AHCM, Fiel Ejecutoria, Real Audiencia, Cacao, t. 1, 1725-1735. 51. Carmen Yuste, Emporios transpacíficos: comerciantes mexicanos en Manila, 17101815, p. 463. En 1741 Francisco de Achiga aparece matriculado como comerciante adscrito al Consulado de México. 52. AHCM, Fiel Ejecutoria, Real Audiencia, Cacao, t. 1, 1725-1735. 53. Ídem.

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rata.54 Por casualidad para este es para el que en la Fiel Ejecutoria se tienen más registros de introducción del cacao de Trinidad, donde se documenta un total de 1.061 tercios (véase cuadro 1).55 Cuadro 1 Años y montos de cacao trinitario introducido y declarado en la Ciudad de México AÑO 1720

MONTO 79 tercios

1721

685 tercios

1722

1.061 tercios

1723

50 tercios

1724

60 tercios

Fuente: AHCM, Fiel Ejecutoria, Real Audiencia, Cacao, t. 1, 1725-1729.

El 29 de diciembre de 1724 es la última fecha en la que se registra la entrada de cacao procedente de Trinidad en el libro de registros de introducción de cacao de la Fiel Ejecutoria de la Ciudad de México. Después de 1722 el Diario de sucesos notables, escrito por Antonio de Robles, y La Gaceta de México tampoco hacen mención de la llegada a Nueva España de ningún otro navío procedente de Trinidad o de otro lugar con cacao trinitario.56 Sin embargo, los estudios realizados por Rosario Sevilla sobre esta isla permiten establecer que llegaron más navíos con cacao procedente de Trinidad a Nueva España, pues como anoté antes, esta isla realizó envíos de cacao hacia la península, y el puerto de Veracruz fue el punto de arribo antes de que el producto partiera hacia su destino final. Así las cosas, cabe la posibilidad de que algunos tercios de cacao se hayan quedado en Nueva España y hayan sido llevados a su interior, o incluso a la Ciudad de México, sin que en esta última haya sido declarada su entrada en la Fiel Ejecutoria. 54. La Gaceta de México, vol. I, pp. 56-57. 55. AHCM, Fiel Ejecutoria, Real Audiencia, t. 1, años 1725-1735. 56. Este es el único libro de registros de introducción de cacao a la Ciudad de México que hasta el momento se ha podido localizar. AHCM, Fiel Ejecutoria, Real Audiencia, t. 1, años 1725-1735.

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Esta hipótesis se refuerza aún más si se tiene en cuenta que en el período que va de 1701 a 1797 llegaron a Trinidad 25 navíos procedentes de Nueva España, es decir, un navío cada tres años y siete meses en promedio, frente a los 55 que llegaron de Trinidad a Nueva España durante el mismo período; es decir, un navío cada dos años aproximadamente.57 Rosario Sevilla no especifica en su trabajo qué traían estas embarcaciones que llegaron al puerto de Veracruz, pero con toda seguridad en alguna de ellas llegó cacao.58 Sin embargo, esto no debe hacernos perder de vista que en ningún momento el comercio de cacao entre Trinidad y Nueva España fue dinámico, como el que esta tuvo con otras provincias hispanoamericanas. Y que por lo mismo el aumento en los tercios declarados en la Ciudad de México en 1722, en comparación con el resto de las declaraciones hechas en el período de estudio, pueden significar dos cosas: por un lado que ese año se hayan manifestado todas las introducciones de este cacao, o por otro, que el interés de algunos comerciantes mayoristas o almaceneros de la Ciudad de México haya aumentado, sobre todo si tomamos en cuenta que la calidad de este cacao llegó a compararse en aquel entonces con el de Caracas. En este sentido Eduardo Arcila Farías plantea que el gusto de la época entre la alta sociedad de la capital del virreinato fue tomar el chocolate dulce, pero sin tanta mezcla de azúcar, lo que solo podía lograrse con el cacao del Soconusco, el de Caracas y el de Trinidad, que por su naturaleza son menos amargos que el de Guayaquil. En lo que se refiere a las rutas de viaje que siguieron los navíos cargados con cacao de la isla de Trinidad a Nueva España es importante anotar que fueron varias: podía salir desde esta isla al puerto Veracruz 57. Rosario Sevilla Soler, pp. 162, 168. Años en los que se registra la llegada de navíos con cacao, del que no se especifica su procedencia: 1684, 1686, 1691, 1692. Antonio de Robles, vol. II, pp. 75, 121, 220, 267. 58. Se localizó que para 1791 llegó un navío desde Trinidad al puerto de Veracruz con negros y cacao para que fueran vendidos ahí. Esta situación en primera instancia pareciera extraña, pues la isla, como ya lo mencioné, no contaba con una población de esclavos suficientes para trabajar la tierra, y mucho menos estaba en condiciones de comerciar con ellos. Sin embargo, la situación que aquí se plantea, quizá haya podido darse como consecuencia de la falta de recursos económicos que los colonos de Trinidad padecían en forma regular, y que los obligaba a comprar esclavos a las compañías que los llevaban para después revenderlos en algún otro sitio del continente. AGNM, Inquisición, vol. 1306, exp. 5, ff. 265-295, 1791. AGNM, Marina, vol. 36, exp. 5, ff. 167-212, 1791.

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haciendo escala en la isla de Puerto Rico;59 también podía partir del puerto de La Guaira, desde donde salieron los navíos caraqueños cargados con cacao de esta provincia hacia Veracruz, y por Cumaná y Portobelo. Aún está pendiente de establecer si en el caso de estas rutas los navíos partieron desde Trinidad para dejar su cacao en estos lugares o si de estas provincias salieron los navíos hacia esta isla para recoger el cacao (véase mapa 2). En las declaraciones de la Fiel Ejecutoria se da cuenta de que en 1721 y 1722 la introducción de este cacao se dio en diferentes meses (véase cuadro 2). Por ejemplo, en 1721 hubo manifestaciones desde julio hasta diciembre, lo que me permite establecer que llegó más de un navío en este año. Cuadro 2 Años y meses de registro de la entrada de cacao trinitario a la Ciudad de México AÑO

MES

1721

julio a diciembre

1722

febrero, agosto, septiembre, noviembre y diciembre

1723

julio y septiembre

1724

enero y diciembre

Fuente: AHCM, Fiel Ejecutoria, Real Audiencia, Cacao t. 1, 1725-1729.

En lo que se refiere a los pormenores de las negociaciones para la compra-venta del cacao trinitario una vez que llegaba al puerto de Veracruz, debe anotarse que se desconocen, pues aún no se cuenta con datos que permitan establecer si a su arribo a este puerto se celebraba una especie de feria, como la que tuvo lugar a la llegada del cacao de Caracas, en la que almaceneros y comerciantes mayoristas, principalmente de la Ciudad de México, o sus intermediarios, realizaban las transacciones comerciales necesarias para comprar las almendras. Con 59. En la carta que Tomás de Lortia envió a Francisco de Urtusuastegui y que ya he citado antes, le especificaba que se esperaba la llegada de una balandra procedente de Puerto Rico con cacao de Trinidad. AGNM, Indiferente Virreinal, caj. 6042, exp.6, f. 1f-1v.

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toda seguridad las ordenanzas, regulaciones y vigilancia para llevar a cabo las transacciones fueron similares a las que se aplicaron al cacao caraqueño. De hecho, es probable que en más de una ocasión coincidiera la llegada al puerto de Veracruz de cacao caraqueño con el de Trinidad, como sucedió en 1721.60 En cuanto a los precios que se aplicaron al cacao de Trinidad, por el momento solo puedo reportar el que se asignaba al que se pretendía vender una vez que se declaraba su introducción a la Ciudad de México, pues este es el único dato que se ha podido localizar en los registros de la Fiel Ejecutoria, pero vale aclarar que en algunas ocasiones esta información proporciona el precio al que se compró el cacao en el puerto de Veracruz, y no el de venta. Por desgracia este no es el caso de las declaraciones que se hicieron para el caso del cacao de Trinidad. Como ya lo anoté antes, hubo veces que en el puerto de Veracruz el costo de la fanega de cacao de Trinidad costó lo mismo que la fanega de cacao caraqueño61 (véase cuadro 3).62 Cuadro 3 Precios por año a los que se declaró podía ser vendido el cacao trinitario en la Ciudad de México AÑO

PRECIO

1718

4 reales 1/8.

1720

No se declara el costo.

1721

3 reales cuartilla en libra en tercio, 3½ reales en tercio, 4 reales menos 1 cuartilla la libra en tercio “o como el tiempo lo ofreciere”.

1722

3 reales la libra, a 2½ reales la libra o a 3 reales y cuartilla.

1723

2 reales y 3 cuartillas la libra, 2 reales y octavo la libra o “como el tiempo ofreciere”.

1724

2 reales y cuartilla la libra.

Fuente: AHCM, Fiel Ejecutoria, Real Audiencia, Cacao, t. 1, 1725-1729. 60. AGNM, Indiferente Virreinal, caj. 3587, exp. 26, ff.1f-3v. 61. Ídem. 62. Para comparar los precios del cacao procedente de distintas provincias hispanoamericanas en los mismos años, puede consultarse el trabajo de Enriqueta Quiroz en este mismo libro, pp. 257-286.

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La manera como se llevó el cacao desde el puerto de Veracruz hasta la Ciudad de México fue la misma que se utilizó en esa época para transportar todas las mercancías: mediante el uso de recuas de mulas conducidas por arrieros. Sin embargo, la forma como se guardó para su transportación sí fue distinta, y tuvo que ver con su procedencia. Así, por ejemplo, el de Trinidad podía envolverse en petate sencillo y engüangochado,63 llamado así por la tierra con la que se recubría, que se llamaba guangoche. De igual manera se envolvieron el de Caracas, el de Maracaibo y el de Guayaquil. Sin embargo, el de Tabasco se guardó en “abrigo de dos petates dobles”;64 el de San Antonio Suchitepéquez, Guatemala, podía ir encorado, liado, enjuto o en petacas.65 Antes de concluir este apartado es preciso señalar que las relaciones entre ambos lugares se estrecharon hacia la segunda mitad del siglo xviii, no por cuestiones comerciales, sino por los situados que Nueva España le envío a partir de 1786, mismos que fueron decretados por real cédula el 25 de mayo del mismo año. El objetivo de esta ayuda fue poner a Trinidad “en estado de seguridad y defensa correspondiente a su conservación”.66 La cantidad ascendió a 200.000 pesos anuales, mismos que fueron enviados primero a La Habana, junto con el situado que también esta isla recibía de Nueva España, y de donde después se enviaría a Trinidad.

Conclusiones Pese a la posición geográfica estratégica que tuvo la isla de la Trinidad por estar situada a unos cuantos kilómetros de la costa oriental de Venezuela, y pese a ser considerada por muchos como “la puerta de en63. Petate: estera que hacen y usan los indios: de aquí procede la frase liar el petate, porque cuando los indios emigraban recogían su petate y lo cargaban sobre sí. Petaca: especie de arca hecha de pellejos fuertes o de madera cubierta con ellos, siendo esta la unidad de carga. Como dato curioso está el hecho de que en la jurisdicción del Tocuyo, provincia de Venezuela, dentro de los productos que se elaboraban estaban las petacas de caña “para empetacar tabaco”. Manuel Rodríguez Navas, Diccionario completo de la lengua española, pp. 1361, 1140; Héctor García Chuecos, p. 282. 64. AGNM Archivo Histórico de Hacienda, caj. 442, exp. 25, s./f. 65. AGNM, Indiferente Virreinal, caj. 1930, exp. 7, 1728. 66. Eduardo Arcila Farías, p. 214.

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trada a Tierra Firme” o “la llave del tráfico entre España y el Caribe”, durante el periodo de dominación española no logró desarrollar una producción sólida de cacao, con la que hubiera podido basar y sustentar su desarrollo económico, a pesar de que contaba con suelos fértiles para este cultivo y el de otros productos. La fertilidad de sus tierras es algo en lo que coinciden diferentes crónicas y relaciones que se escribieron sobre la isla desde el siglo xviii. La explicación a esta falta de desarrollo fueron las políticas imperiales que impuso la Corona española, a fin de regular la producción y distribución de los frutos y productos que sus colonias americanas produjeron, principalmente de aquellos como el cacao, que se cultivó en diferentes lugares, y con cuya producción se satisfacía la demanda del mercado europeo, peninsular y colonial. En ese sentido, la desventaja y competitividad para Trinidad frente a la producción de otras colonias fue mucha, pues distintos productos con los que pudo haber comerciado, además del cacao, como el tabaco y el azúcar, se produjeron también en otras provincias, que gozaron de un bien afianzado abastecimiento y comercio de sus frutos. En el caso del tabaco estaban la isla de Cuba y Barinas, en Venezuela. El factor principal para que la Corona española no impulsara el poblamiento y desarrollo de Trinidad, a lo largo de casi toda su dominación sobre la isla, fue consecuencia de su política imperial sobre el Caribe, y por la concepción geopolítica que tuvo sobre esta isla, a la que vio más como una posesión estratégica, a pesar de lo cual la descuidó, en vez de apreciarla como una provincia con posibilidades de crecimiento y desarrollo, que le hubiera podido aportar buenas ganancias. Sin embargo, desde el siglo xvii, España estuvo tan preocupada por defenderse de los ataques de los ingleses, franceses y holandeses, que para cuando se percató de la importancia de Trinidad, Inglaterra ya se la había arrebatado. Al parecer, el “efímero” comercio de cacao que estableció Trinidad con Nueva España, que es probable que se haya iniciado antes del siglo xviii, no dependió de la calidad del cacao que produjo, ni de la lejanía entre ambas colonias, sino de las regulaciones imperiales españolas por mantener un equilibrio de producción y comercio entre sus provincias en América. Sin duda alguna, los deseos de la Corona española de procurar “el bien común” para todos sus vasallos, y el desequilibrio político de su

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balanza de gobierno, le permitió un mejor desarrollo y crecimiento a algunas de sus colonias, haciéndole perder de vista otras alternativas de desarrollo para las que quedaron en franca desventaja, como fue el caso de la isla de la Trinidad. Estudiar con más profundidad las relaciones entre Trinidad y Nueva España a lo largo del siglo xviii permitirá tener claridad sobre el porqué para la segunda mitad de esta centuria sus relaciones se hicieron más cercanas, y en ese sentido conocer de qué manera o cómo influyó el hecho de que en 1777 Trinidad pasara a formar parte de la capitanía general de Venezuela. Reconstruir esta relación constituirá una pieza más que ayudará a integrar el rompecabezas de la dinámica imperial española en Hispanoamérica, y brindará luz sobre la relación Trinidad-Nueva Españametrópoli. Mapa 1 Ubicación de la isla de Trinidad

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Mapa 2 Rutas del cacao trinitario a Nueva España. Siglo xviii

Bibliografía Siglas AGNM Archivo General de la Nación México. AHCM Archivo Histórico de la Ciudad de México. AGI Archivo General de Indias.

Arcila Farías, Eduardo, Comercio entre Venezuela y México en los siglos XVII y XVIII. México, El Colegio de México, 1950.

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Geografía y economía del cacao. Una mirada al Nuevo Reino de Granada en el siglo xviii1 Diana Bonnett Vélez2 Departamento de Historia de la Universidad de los Andes, Bogotá

“El cacao es un árbol del alto de un naranjo. Su hoja se parece algo a la del membrillo, sino que es más grande. Su fruto lo dan en raíces, que están como las del olivo, fuera de la tierra y en el tronco”.

Fray Juan de Santa Gertrudis3

En este artículo nos preguntamos por la geografía y la economía del cacao neogranadino. Primero nos acercaremos a las diferentes áreas en que se produjo, reconociendo la importancia que cobraron los dos focos más señalados en la historiografía: Guayaquil y el eje Caracas-Maracaibo. Se buscará equilibrar el estudio sobre estos dos puntos con otros menos conocidos del virreinato neogranadino, incluyendo las rutas por las que transitó el cacao para surtir a su población y a otros territorios americanos. En una segunda parte tendremos en cuenta las imposiciones, las trabas en el período del libre comercio y algunas exenciones a los impuestos del cacao (véase mapa 1).

1.

2.

3.

Aunque la historiografía se refiere con frecuencia a este virreinato como el de Nueva Granada, e incluso en la documentación se nombra como virreinato de Santafé, se ha adoptado la denominación de virreinato del Nuevo Reino de Granada, de acuerdo con el nombre registrado en la cédula de fundación expedida por el rey Felipe V. Agradezco especialmente al historiador Martín Ernesto Álvarez Tobos, quien me ayudó en la búsqueda archivística y por sus acertados comentarios, y al Grupo de Historia Colonial del Departamento de Historia, que leyó y comentó este trabajo. Fray Juan de Santa Gertrudis, Maravillas de la naturaleza, p. 113.

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Mapa 1

Fuente: Marta Clemencia Herrera Ángel, “Las divisiones político-administrativas del virreinato de la Nueva Granada a finales del período colonial”, en Historia Crítica, vol. 22, 2001, p. 83, y Daniel Gutiérrez Ardila, Un nuevo reino: geografía política, pactismo y diplomacia durante el interregno en Nueva Granada, 1808-1816, p. 21.

El artículo surge de la pregunta: ¿cuáles fueron las dinámicas de la producción y comercio del cacao en el virreinato neogranadino? Para responderla acudiré a la historiografía, a los testimonios de la época y a las fuentes de archivo. Con base en ellas observamos que el cacao, durante el siglo xviii fue calificado como “el primer producto de ex-

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portación agrario”,4 y como uno de los bienes sobre los que recayó el 10% de las exportaciones en la Nueva Granada, junto con la quina, el algodón y los cueros. El 90% restante se conformó con las exportaciones de oro.5 Hay mucha diferencia entre el valor y la ganancia de ambos productos, pero esto no es óbice para examinar de manera integral la importancia que cobraron tanto su cultivo como su comercialización interna e intercontinental, mismas que fueron jalonadas por la trascendencia que cobró su consumo en otros centros coloniales y en Europa. El protagonismo del cacao en el período colonial tardío en el virreinato ha sido reconocido no solo por las fuentes del período, sino también por la historiografía reciente. En los escritos coloniales, por ejemplo, fray Juan de Santa Gertrudis (1724-1799) describió en su recorrido entre Mompox y Honda las variaciones de las matas de cacao, los tipos de plantíos, las características del cacao silvestre y, como dato curioso, señaló que “las diferencias entre criollos y españoles se acababan ante una buena taza de cacao, acompañado de una rebanada de pan y queso fresco”.6 A su vez, Antonio Julián, jesuita ilustrado (17221790), en su discurso XV de La Perla de América, hace mención del cacao, en su inventario de la provincia de Santa Marta, como fuente de crecimiento económico.7 En este texto el sacerdote alude a la ubicación de los cultivos en las estribaciones de la sierra y a las posibles zonas de producción, y también cita los tipos de cacao más cotizados en el comercio en el Caribe. Además, Antonio Julián abordó el tema de la

4. 5. 6.

7.

Hermes Tovar Pinzón, “El cacao en la sociedad colonial: llegó a ser el primer producto agrario de exportación”. Jaime Jaramillo Uribe, “La economía del Virreinato (1740-1810)”, p. 49. Decía así fray Juan de Santa Gertrudis: “[…] ricos y pobres todos allí [Cartagena] hasta los negros, por la mañana, todos toman cacao con pan quien lo tiene, y si no un plátano. Tras el cacao almuerzan huevos, frijoles y macho ají […] por la tarde se vuelve a tomar cacao y la gente rica lo toma también después de comer y cenar”. Fray Juan de Santa Gertrudis, p. 68. Véase el estudio detallado de Marcela Patricia Escandón Vega sobre las representaciones sociales y su impacto simbólico en el orden colonial y la percepción de las autoridades coloniales en la provincia de Santa Marta en el último siglo colonial. “Orden divino y gobierno racional. Representaciones sobre la Provincia de Santa Marta en el siglo xviii” y, de la misma autora: “Dios y el soberano preocupados por La Perla. Representaciones sobre la provincia de Santa Marta en el siglo xviii”.

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espacialidad del cacao en el Nuevo Reino, cuestión fundamental a la que haré referencia más adelante.8 Las fuentes primarias y la bibliografía relacionadas en el texto que aquí presento dan cuenta de los estudios realizados acerca del cacao. Y para el estudio del territorio neogranadino especial mención merece la obra de Jorge Meléndez, trabajo de análisis pionero que se ocupa de la zona fronteriza entre las actuales Colombia y Venezuela.9 Por otro lado, también resultará interesante citar aquí un breve pero interesante artículo de Hermes Tovar, publicado en una revista de alta difusión,10 y una publicación más amplia sobre la economía del virreinato, en la que se ofrecen certeras observaciones de Jaime Jaramillo Uribe.11 Sobre la reconocida obra de Germán Colmenares haré mención particular a la parte que dedica a las haciendas de los jesuitas, en la que se da cuenta de la relevancia que tuvo el cultivo del cacao.12 Especial atención merecen los trabajos de dos investigadores que tienen una orientación próxima a este escrito, me refiero a los artículos de Manuel Miño Grijalva sobre el cacao de Guayaquil13 y al más reciente trabajo de Amado Guerrero, que fue divulgado al tiempo que yo redactaba este trabajo.14 Este último texto aborda el tema del comercio, los mercados, los precios y las rutas de transporte del cacao en la región nororiental de la actual Colombia, y pone particular atención a los centros productores, tales como San José de Cúcuta, San Faustino y Salazar de las Palmas, que se conectaron en forma directa con lo que llamaremos el eje Caracas-Maracaibo, en el recorrido del producto hacia México y Europa (véase mapa 1).

8. 9. 10. 11. 12. 13.

14.

Antonio Julián, La Perla de América, provincia de Santa Marta: reconocida, observada y expuesta en discursos históricos por el sacerdote don Antonio Julián. Jorge Meléndez Sánchez, Cacao y Río: Historia del Valle de Cúcuta, de San Faustino de los Ríos, de Salazar de las Palmas y de la frontera colombo-venezolana. Hermes Tovar Pinzón. Jaime Jaramillo Uribe, pp. 49-85. Germán Colmenares, Haciendas de los jesuitas en el Nuevo Reino de Granada, siglo XVIII. Manuel Miño Grijalva, “El cacao Guayaquil en Nueva España, 1774-1805. Una comparación con Madrid” y, del mismo autor, “Cacao y mercado: rentabilidad y consumo del cacao Guayaquil en Nueva España, 1774-1805. Una comparación con Madrid”. Armando Antonio Guerrero Rincón, “El comercio del cacao en el nororiente del Nuevo Reino de Granada. Siglo xviii”.

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Exploré también los fondos de archivos relativos a Aduanas, Alcabalas y Temporalidades, todos ubicados en el Archivo General de la Nación de Bogotá, a fin de lograr obtener una radiografía del cacao en nuestro territorio. También encontré información interesante en los Fondos de Policía, Abastos, Curas y Obispos.

La geografía neogranadina y la denominación de origen del cacao “Aquí sólo me limito a asegurar que a excepción del cacao, el cual se cultiva muy bien en Cúcuta y Guayaquil en donde es muy abundante, todos los demás (frutos del Reino) permanecen en un estado lastimoso”.

Pedro Fermín de Vargas15 Los ejes Caracas-Maracaibo y Guayaquil en el espacio virreinal Para el caso del área andina, la historiografía sobre el cacao se ha concentrado fundamentalmente en el estudio de dos espacios que con justa razón tuvieron un lugar predominante en el siglo xviii: Maracaibo y Guayaquil. Ambos ejes significaron nodos en el acopio y proceso de distribución hacia otros espacios coloniales y ultramarinos de la “pepa de oro”, como con frecuencia se ha denominado al cacao. Maracaibo se ubica en la zona occidental de la capitanía general de Venezuela y Guayaquil está en el sur, en la provincia del Guayas, y ambos formaron parte del amplio virreinato del Perú durante los siglos xvi y xvii. Posteriormente, en 1717 primero, y luego en 1739, tras la creación del virreinato del Nuevo Reino de Granada, dependieron de esta unidad administrativa. A finales del siglo xviii ambos lugares afianzaron su larga historia respecto al cultivo y comercialización del cacao, tanto por las nuevas políticas económicas como por los mecanismos para estimular las nuevas formas de acumulación de capital. Esa larga historia respondía a la cada vez mayor aceptación de esta bebida en diferentes círculos sociales de Europa.16 15. Pedro Fermín de Vargas, Pensamientos políticos siglos XVII y XVIII, p. 25. 16. Al respecto puede consultarse Wolfgang Schivelbusch, Historia de los estimulantes. El paraíso, el sentido del gusto y la razón, pp. 109-121, y Sophie D. y Michael D. Coe, The True History of Chocolate, pp. 203-234.

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Lo que se percibe en los escritos recientes que abordan el tema del proceso de comercialización del cacao es que su historia se circunscribe —y reduce— a las unidades territoriales formadas tras el proceso emancipador. Es decir, que como el de muchos otros aspectos sociales y económicos del período colonial, se revisa bajo la lente de lo que hoy son las fronteras nacionales. Esto se debe a que se olvidan las dimensiones espaciales y los circuitos económicos que se tejieron antes de la formación de las naciones a inicios del siglo xix. Así las cosas, el estudio de la circulación del cacao en el territorio de la Venezuela actual, y en particular a partir de la creación de la Compañía Guipuzcoana, en 1728, pareciera ser un proceso independiente de los que se dieron en otras áreas del propio virreinato del Nuevo Reino de Granada.17 Algo semejante sucede con lo ocurrido en la provincia del Guayas. La historiografía hace referencia a esa provincia como parte de la historia del Ecuador, y la estudia bajo el prisma de las fronteras actuales, con lo que se descuida la dimensión virreinal. Los ejes Maracaibo-Caracas y Guayaquil fueron abundantes en producción y comercio de cacao. En la provincia del Guayas se concentraba el cacao producido y comercializado en los territorios de Daule, Guayaquil rural, Baba, Babahoyo y Machala,18 mientras que en la provincia de Maracaibo se recibía el que provenía de Mérida, San Cristóbal, Puerto Zulia y La Grita, en la zona costera.19 Este último circuito se alimentó del cacao producido en la jurisdicción de Pamplona, en particular del que provenía del valle de San José de Cúcuta, y también del recolectado en la Villa del Rosario, Salazar de las Palmas y San Faustino (véase mapa 1). Ambas jurisdicciones conformaron un circuito regional y una red de comercio alrededor del cacao que se llamó tipo “Caracas”.20 17. La Compañía Guipuzcoana ha sido ampliamente estudiada por varios autores. Amado Guerrero señala los aspectos fundamentales por los que fue creada, mismos que se resumen a continuación: 1. Igualdad de impuestos sobre el cacao en el puerto de Cádiz; 2. Introducción de mercancías requeridas en las colonias; vigilar, perseguir y capturar” la zona del litoral “venezolano” hasta la provincia de Maracaibo de posibles incursiones de contrabandistas. Véase Amado Guerrero, “El comercio del cacao en el nororiente del Nuevo Reino de Granada. Siglo xviii”, p. 143. 18. Michael T. Hamerly, Historia social y económica de la antigua provincia de Guayaquil, 1763-1842, p. 35. 19. AGNC, sección Colonia, Fondo Alcabalas, t. 20, núm.8, ff. 361-528. 20. Jaime Jaramillo Uribe, pp. 58-60. Con base en los datos que ofrece este autor bien puede concluirse que en el Nuevo Reino, Cúcuta y Pamplona eran los mayores productores de cacao, mismo que era suficiente para cubrir la demanda interno

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Para explorar la otra geografía del cacao en el Nuevo Reino de Granada, es decir, aquella más desconocida y diferente a la que se estableció en estos dos espacios, se pueden seguir varias rutas. En el caso del texto que aquí presento revisaré lo que se asienta en las crónicas y relatos de la época; los informes del pago de la alcabala, para relacionar el impuesto con la producción en un determinado territorio; las guías y tornaguías de la aduana en las que se señalan los lugares de origen de las mercancías; y de este modo se observará el consumo generalizado de chocolate en todas las regiones y sectores de la sociedad colonial neogranadina, tal como lo refiere Hermes Tovar en su artículo “El cacao en la sociedad colonial: llegó a ser el primer producto agrario de exportación”.21 La otra geografía del cacao en el Nuevo Reino de Granada A los ejes Caracas-Maracaibo y Guayaquil se añaden otros que si bien no fueron tan pujantes sí tuvieron significación en la economía del cacao del virreinato del Nuevo Reino de Granada, y bien podrían clasificarse de la siguiente manera: • Los cacaotales de las llanuras del Caribe. Estos cacaotales se encontraban asentados en las llanuras del Caribe y formaron parte de las gobernaciones de Santa Marta y Cartagena. Se trata de sembradíos localizaron en regiones surcadas por ríos o riachuelos, o próximas a las orillas del río Magdalena, que resulta eje fundamental y fuente matriz para articular distintas economías hasta inicios del siglo xx, y alrededor del cual se produjo cacao en poblados como Chiriguaná,22 y cerca de los puertos de Mompox23 y Tamalameque.24 Vale decir que sobre esta área circuló gran parte de la producción y consumo del territorio neogranadino (véase mapa 2).

21. 22.

23. 24.

hacia Cartagena y para exportar producto por Maracaibo. Las provincias de Neiva y Mariquita también producían cacao en menor medida, y su producción se iba para el consumo interno, en particular hacia Antioquia y Santafé. Hermes Tovar Pinzón. El jesuita Antonio Julián hace un recuento de un viaje que realizó cerca de Valledupar, y en él hace referencia a dos haciendas, una ubicada en Chiriguaná y otra, cerca al Camino Real. Antonio Julián, La Perla de América, provincia de Santa Marta: reconocida, observada y expuesta en discursos históricos por el sacerdote Don Antonio Julián, p. 109. AGNC, Sección Colonia, Fondo Alcabalas, t. 9, núm. 18, ff. 686-692. Ibíd., t. 13, núm 11, ff. 107-112.

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Mapa 2

Fuente: Marta Clemencia Herrera Ángel, p. 83 y Daniel Gutiérrez Ardila, p. 21.

• El cacao en la provincia de Antioquia. En la documentación se identifica también otro eje productor, ubicado en la provincia de Antioquia, particularmente en los alrededores de la ciudad del mismo nombre, conocida hoy como Santafé de Antioquia, cerca del puerto de Nare.25 • Los cacaotales de las zonas templadas alrededor de Santafé. Más al centro de la audiencia, en las goteras de Santafé, su capital, las zo25. Ibíd., t. 3, núm. 28, ff. 1024-1032.

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nas de Tocaima, Muzo, el puerto de San Bartolomé de Honda y su vecino Mariquita poseyeron también amplios cultivos de cacao.26 • La producción en la zona del alto Magdalena. Sobre el mismo trazo del río Magdalena y sus alrededores se produjo cacao en la jurisdicción de Timaná, provincia de Neiva, en la zona del cauce alto del río Magdalena, cerca de su nacimiento; hasta allí se extendió otro circuito del producto que surtía a Santafé.27 • Los cacaotales situados en las áreas periféricas del virreinato. El cultivo del cacao se hizo extensivo a zonas alejadas del virreinato. Fray Juan de Santa Gertrudis se refiere a la presencia del cacao silvestre en zonas de misiones. Hay noticias de su producción en el Putumayo y la Guajira, dos “áreas marginales” del virreinato, al igual que los cultivos de cacao de las reducciones de indios al mando de la Compañía de Jesús (véase cuadro 1). Cuadro 1 Producción de cacao en las haciendas de la Compañía de Jesús HACIENDAS

UBICACIÓN

NÚMERO DE

MANO DE

ÁRBOLES

OBRA

Buenavista

*Honda

(sin información)

(sin información)

El Espinal

*Mariquita

(sin información)

93 esclavos

Fierro Arriba/Fierro Abajo

Honda

3.413 árboles

26 esclavos

San Javier de la Vega

Mariquita

32.594 árboles

102 esclavos

El Trapiche

Pamplona

43.144 árboles

127 esclavos

San Javier

***Pamplona

(sin información)

esclavos

Fuentes: Germán Colmenares, Haciendas de los Jesuitas en el Nuevo Reino de Granada, Siglo XVIII, pp. XVII-XIX, 67, 72, 98 y 99. * AGNC, sección Colonia, Fondo Temporalidades, t. 2, núm. 15, ff. 953-972. ** Fuente para los cacaotales: Hermes Tovar Pinzón, “El cacao en la sociedad colonial: llegó a ser el primer producto agrario de exportación”, pp. 5 y 6. *** AGNC, sección Colonia, Fondo Temporalidades, t. 2, núm. 3, ff. 325-333. 26. Ibíd., tt. 2-21. El río Magdalena también se encuentra presente en el caso del cacao, con sus puertos de Mompox y Honda, y como eje fluvial el río Timaná. Ayudaron a la comunicación y distribución interna del producto. 27. AGNC, sección Colonia, Fondo Alcabalas, t. 21, núm. 19, ff. 386-412.

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Intercalados con los ejes anteriores figura el mosaico de haciendas de los jesuitas que se encontraban esparcidas a lo largo y ancho del virreinato. Estos espacios formaban parte significativa de esta geografía del cacao, y tuvieron un impacto en la producción y comercialización de la llamada “pepa de oro” (véase mapa 2). Hasta aquí, y dado que el cultivo del cacao no requiere de mayores cuidados, y solo demanda clima caliente y zonas húmedas, puedo inferir que gran parte del suelo del Nuevo Reino de Granada estuvo habilitado para cumplir con esas condiciones.28 Sin embargo, en lo que respecta a su reputación por el cultivo y consumo del cacao, algunas zonas fueron más estimadas que otras. Por ejemplo, Hermes Tovar asegura que las haciendas cacaoteras más importantes se encontraban en Mompox, en Honda y en los valles de Cúcuta, y añade la existencia de un informe escrito en 1760, que consultó en el British Museum, en el que “se considera que los cacahuales más notables en la Nueva Granada eran los de Pamplona, aunque se producía también en las jurisdicciones de Honda, Mariquita, Tocayma y Muzo”.29 Los registros de las alcabalas corroboran estas afirmaciones al citar que los cacaos sembrados en las orillas del Magdalena y del río de La Miel eran algunos de los de mejor calidad en el Nuevo Reino. Sin embargo, como veremos más adelante, estas siembras fueron de diversas magnitudes.

Origen del cacao y sus distintas calidades La historia del cacao, grosso modo, hace referencia a su origen americano y a su difícil asimilación a las costumbres alimentarias del viejo continente. Las crónicas y libros de viaje nos revelan cómo fue que se su consumo llegó a ser consuetudinario en el Nuevo Reino, y también hacen referencia a la producción y a su intercambio regional. Por estos documentos sabemos que en el siglo xviii, debido a su mejor acogida 28. Fray Juan de Santa Gertrudis, pp. 113 y ss. narra que “Hay también cacao silvestre: esto es por si se dan en el monte árboles de cacao sin sembrarlo, y éste, como los demás que da el monte, es de quien las va a coger. De este punto hablaré largo llegando al río Putumayo. Lo que se siembra no es el vástago, sino los granos de cacao. Se hace almacigo de ellos, y a su tiempo se trasplanta y a los cuatro años ya da fruto. Es árbol que solo prevalece en clima caliente y requiere mucha humedad. Todo el año da fruto pero su cosecha grande es en abril y mayo”. 29. Hermes Tovar Pinzón, Grandes empresas agrícolas y ganaderas, p. 45.

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en Europa y a la amplia demanda del producto, se desarrollaron los cacaotales a mayor escala. La calidad del grano se asoció de inmediato al lugar de origen y a las particularidades del gusto de sus consumidores foráneos. Algunas áreas ganaron prestigio debido al sabor del cacao, ya fuera más dulce, más amargo, más fuerte o más suave, según la diversidad de los suelos. Se vivían tiempos de Ilustración, en los que el afán de ordenar, seleccionar y diferenciar tanto objetos como hombres estaba en boga, por lo que no extraña que se hayan clasificado los tipos de cacao, y se haya desarrollado un mayor refinamiento en la elaboración y transformación del fruto, hasta llegar a convertir el grano en pasta y a partir de ahí transformarlo en chocolate, mismo que se consumía mezclado con diferentes productos, ya fueran lácteos, azúcares, condimentos, especias o simplemente con agua, de acuerdo a los diferentes gustos. Esta bebida fue adquiriendo un lugar valioso en los sitios de consumo de moda en Europa y demandaba ciertos parámetros particulares para alcanzar el buen gusto, tanto en las clases adineradas de Europa, como entre los diversos consumidores de las regiones americanas. En el siglo xix, la moda del chocolate fue rebasada por el consumo del café. La mayoría de los escritos afirman que los cacaos más apetecidos provenían de Guatemala (Soconusco), Alto Perú (Mojos, en Lima), México (Tabasco) y Venezuela (Maracaibo y Mérida).30 Sobre la menor o mayor calidad del cacao de Guayaquil (Ecuador) existe cierta discrepancia y debate.31 Algunos autores afirman que su alto consumo se debió, más bien, a los bajos costos del producto, resultado de las condiciones laborales de la zona, y a la cantidad del grano, que era tal que salía con dirección al comercio en Veracruz y España. Otros especialistas aseguran que su valor estaba en relación directa con su calidad y muy amargo sabor. En la extensa y diferenciada lista de las denominaciones del cacao, es claro que el eje regional Caracas-Maracaibo poseía un tipo de ca30. Hermes Tovar Pinzón, “El cacao en la sociedad colonial: llegó a ser el primer producto agrario de exportación”, pp. 3-7. Para algunos autores, el cacao de Guayaquil tenía la reputación de ser de más baja calidad. 31. Michael T. Hamerly, Historia social y económica de la antigua provincia de Guayaquil, 1763-1842, p. 35. Guayaquil se elevó a la categoría de gobernación en 1763. Antes había sido un corregimiento. Hasta 1803 formó parte del virreinato de la Nueva Granada y a partir de entonces se anexó al de Perú.

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cao muy codiciado, al que se le nombraba en los documentos, en forma genérica, como tipo “Caracas”, y así nos referiremos al comercializado en el sector. Fuera de este particular tipo de cacao, el que se originaba en los distintos puntos del Nuevo Reino no se encontraba tampoco entre aquellos distinguidos como los de mejor calidad. Sin embargo, al parecer, el que se recogía en el nororiente del territorio neogranadino, concretamente en San José de Cúcuta y en Pamplona, contaba con tan buenas propiedades, que después de ser conducido vía el río Zulia hasta Caracas, se embarcaba en forma indiferenciada, sin que pudiera percibirse la mezcla que se hacía con él y el que se producía allí.32 El jesuita Antonio Julián dio cuenta en su obra de los diversos tipos de cacao que había en el mercado. Anotó que los que más se comercializan en el Caribe eran los de calidad Caracas, Carraquilla, Magdalena, Portugal, Marañón y Guayaquil.33 En su condición de escritor criollo, desterrado y defensor de lo americano, aludía al cacao que se cosechaba en la provincia de Santa Marta como muy bueno, abundante en sus plantaciones y de sabor suave. Además, mencionaba las posibilidades que ofrecían las márgenes del río Magdalena, cerca de Tamalameque y de los territorios ubicados al sur de la provincia, como Valledupar y Ocaña, que poseían buena calidad del terreno y buen clima, y destacaba que al estar al lado de ríos y quebradas, estos territorios resultaban benéficos para estimular las grandes extensiones de cultivo del cacao. Concluía que “todo el Nuevo Reino sabe qué cacaotales hay plantadas, y qué haciendas de cacao hay a orillas del río”.34 En la región Caribe mencionaba el fomento en la producción y su comercio en lugares como Cartagena, Mompox, Santafé y Honda, en donde se encontraban muchas plantaciones de cacao. En los siguientes renglones exploraré tales aspectos.

32. Antonio Julián, pp. 111-112. Para este jesuita, el cacao neogranadino era mezclado con el cacao producido en Caracas, y al llegar a España se creía que el cacao era producido en la capitanía. Julián defiende la calidad del cacao de Cúcuta y Pamplona, a pesar de la fuerte presencia del cacao caraqueño. 33. Ibíd., pp. 111. 34. Ibíd., p. 108.

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La propiedad y los árboles de cacao Al igual que lo establece Robinson Salazar en su trabajo sobre la jurisdicción de la Villa de San Gil, colindante con la jurisdicción de Pamplona, en gran parte del territorio neogranadino se combinaron cinco formas de tenencia de la tierra: haciendas, estancias, pequeñas y medianas propiedades, y por último tierras comunales de los pueblos de indios o resguardos.35 En el caso neogranadino, el cacao se sembró en algunas haciendas, pero sobre todo en pequeñas propiedades, y debido a la magnitud de los cultivos no existieron unidades agrarias exclusivas para su producción.36 Tanto en las haciendas como en las pequeñas y medianas plantaciones, el cacao se sembró junto con otros productos, tales como el plátano, el tabaco y la caña. La diversidad en los cultivos desempeñaba un papel importante a la hora de apostarle a los intercambios comerciales, pues evitaba las quiebras, al tiempo que facilitaba la solvencia económica de los hacendados. Por ejemplo, en 1714, en la escritura de venta de la hacienda Caraota, ubicada en la jurisdicción de San Gil, el cacao era uno de los distintos productos que junto con los artículos utilitarios de la hacienda se ponían en venta: “[…] tres yuntas de bueyes con todos los cañaverales que hubieren y un platanar que está en una vega con árboles de cacao…”.37 La diversa actividad agraria fungió un papel importante, y la seguridad económica descansó sobre las haciendas en la crianza del ganado. Por lo tanto, el cacao, como actividad económica, desempeñó un papel más bien secundario, siempre en función directa del número de árboles plantados. Al respecto, Jaramillo Uribe señala que “la mayor inversión en las haciendas está representada por el ganado en las haciendas ganaderas y mixtas; en las de caña por el trapiche, las matas y los esclavos, y en las de cacao por el número de árboles plantados”.38 El cuidado de los cacaotales estuvo en manos de trabajadores libres o esclavos, y ese fue el otro activo que constituyó el bien más valioso de las haciendas. La mano de obra esclava, así como la libre, fueron co35. Robinson Salazar Carreño, Tierra y mercados. campesinos, estancieros y hacendados en la jurisdicción de la Villa de San Gil, siglo XVIII, p. 126. 36. Fray Juan de Santa Gertrudis, caps. I y III. 37. Robinson Salazar Carreño, p. 207. 38. Jaime Jaramillo Uribe, p. 63.

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munes en los cacaotales de las haciendas, mientras que en las parcelas y en los sembrados medianos fueron los labradores y peones los que se encargaron de su cultivo.39 De una hacienda a otra el número de árboles de cacao difería ampliamente. Así lo confirman los datos que poseemos sobre el número de matas en las haciendas jesuitas. Como puede observarse en el cuadro 1, a la hora de testar o vender, la producción en las haciendas de la Compañía de Jesús, como en las demás, se medía en árboles plantados,40 que constituían uno de los activos más importantes. La producción de cacao de manera individual, en chacras y pequeñas extensiones campesinas, se produjo en los cinco ejes espaciales referidos y desempeñó un papel importante en lo relativo a la estabilidad económica de sus propietarios.41 Hermes Tovar Pinzón, Jaime Jaramillo Uribe y Germán Colmenares coinciden en afirmar que estos cultivos, junto con otros productos de tierra caliente, complementaban las parcelas de los pequeños propietarios.42 El número de árboles plantados en las haciendas por la Compañía de Jesús, como puede verse en el cuadro 1, fue muy fluctuante, y nos permite clasificar la producción del cacao en diferentes escalas. Como este cacao tenía como destino los colegios o las otras haciendas de la propia Compañía, y también fortalecía el comercio caribeño y ultramarino, por lo general se trató de una producción significativa.43 Sin embargo, entre las mismas haciendas jesuitas se observa que la cantidad de árboles sembrados variaba de manera sustancial. Mientras en la hacienda El Trapiche, ubicada en Pamplona, se tenían sembrados 43.144 árboles, en Honda, en las márgenes del río Magdalena, en la hacienda Fierro Arriba / Fierro Abajo se tenían sembrados 3.413 árboles. También se observa una relación directa entre el número de árboles plantados y la cantidad de esclavos que se tenía. 39. AGNC, sección Colonia, Fondo Temporalidades, t. 18, núm. 2, ff. 905-959; y misma sección, t. 13, núm. 16, ff. 390-422. 40. Sus valores se han tomado de la información proporcionada por los distintos autores que las han estudiado. 41. Casi todos ellos alrededor del alto, medio y bajo Magdalena, en el valle de Cúcuta y en el área de Guayaquil. 42. Hermes Tovar Pinzón, “El cacao en la sociedad colonial: llegó a ser el primer producto agrario de exportación”, p. 5. 43. La literatura no lo precisa muy bien, pero pareciera ser que una carga de cacao correspondía a 24.000 semillas de cacao.

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Si la producción se contaba en número de árboles o de matas plantadas, la venta y comercialización se determinaba a partir del número de cargas. El precio de la carga fluctuó a lo largo del siglo. Y a esta y otras cuestiones relacionadas con la economía del cacao haré referencia en el siguiente acápite.

La economía del cacao: impuestos y comercialización Se puede afirmar que 1762 fue un año paradigmático en lo que a transformaciones económicas del imperio español se refiere, mismas que se ejecutaron tanto en la península como en sus reinos de ultramar. Estas transformaciones fueron consecuencia de la Guerra de los Siete Años, y quedaron asentadas en dos escritos: el de Pedro Rodríguez de Campomanes, publicado en 1762, cuyo título es Reflexiones sobre el comercio español a Indias, y el de Bernardo Ward, titulado Proyecto económico en que se proponen varias providencias, dirigidas á promover los intereses de España, con los medios y fondos necesarios para su planificación, publicado en 1779.44 A continuación me centraré en analizar la creación de la Compañía Guipuzcoana y su papel en la comercialización del cacao, así como en las transformaciones experimentadas a partir de las disposiciones de la Corona, emitidas durante la segunda mitad del siglo xviii, sus efectos en las aduanas; el cambio en el valor de las alcabalas, las restricciones en las cuotas de cacao, así como en los valores y precios. Aduanas Al examinar la trayectoria de la documentación de Aduanas de 1720 a 1762 se hacen visibles las implicaciones de la creación de la Compañía Guipuzcoana en el comercio del cacao de Caracas.45 Poco antes de su creación ya se habían reglamentado los derechos de alcabalas y los demás

44. Para ahondar más en el tema de ambos textos, se puede consultar la tesis de Alejandro Díaz, titulada: Pensamiento ilustrado sobre el comercio colonial. Un análisis comparativo del discurso español y neogranadino. (1762-1810). 45. AGNC, sección Colonia, Fondo Aduanas, t. 24, núm. 10, ff. 746-813.

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impuestos al cacao exportado de América hacia Cádiz.46 En esta primera mitad del siglo se observan algunos juicios por fraude a esta renta,47 así como una fuerte centralidad en las actividades de la compañía. Amado Guerrero define las funciones de esta compañía durante la primera mitad del siglo como una especie de empresa que “a expensas de los productores directos de cacao” creó un monopolio cuyo resultado fue el estrangulamiento de la economía de la región. Según nos informa este autor, en 1730 la fanega de cacao valía 20 pesos y para 1749 este precio se había reducido a 9 pesos. También nos señala que para entonces “los costos de producción y de acarreo del producto estaban sobre los 11,5 pesos”.48 La política monopólica de la Compañía Guipuzcoana en el área Maracaibo-Caracas se soportaba en el crecimiento exponencial de las exportaciones de cacao.49 Sin embargo, su bonanza duraría poco tiempo debido a varias causas, la primera que citaré es que la compañía tendría que soportar la responsabilidad de asumir los altos costos que implicaba la vigilancia militar de la zona del Caribe; la segunda es que las reformas de libre comercio, decretadas en 1776, terminarían por afectarla, y la tercera es que a estas situaciones, de por sí difíciles, se sumaría la competencia que impuso el cacao de Guayaquil, que era más abundante y por lo mismo más barato, todo lo cual terminaría por minar su existencia.50 Para ejemplificar esta situación, basta decir que en 1745 los costos de producción del cacao proveniente del puerto de Caracas eran de alrededor de 11,5 pesos y, en paralelo, el producto guayaquileño se conseguía a un 1,5 pesos la fanega.51 Cerca ya de la mitad del siglo y hasta finales de la década de 1750 las solicitudes de los productores que buscaban obtener una exención de los variados impuestos que recaían sobre la comercialización de los productos de la tierra aumentaron en 46. Ibíd., t. 20, núm. 12, ff. 616-621. Vale destacar que en estos documentos se lee que “El reglamento del 20 de septiembre de 1720 expresa muy bien los derechos que se deben exigir del cacao, en flotas, galeones y navíos de registro que condujeren el producto de América a Cádiz, y también se expresa lo que se ha de observar con los de registro, que fuere de Cádiz a otros puertos que de allí se remitieran”. 47. Ibíd., t. 20, núm. 8, ff. 361-528. 48. Amado Antonio Guerrero Rincón, “El comercio del cacao en el nororiente del Nuevo Reino de Granada. Siglo xviii”, p. 143. 49. Ibíd., p. 140. 50. Ibíd., p. 139. 51. Michel T. Hamerly, pp. 124 y ss.

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forma abrupta. Los dueños de minas pedían que no se les cobraran aranceles sobre víveres, entre los que se encontraba el cacao, ya que argumentaban que se requería para la alimentación de sus cuadrillas de esclavos. Estas peticiones fueron oídas, como consta en el caso de Antioquia, donde se logró obtener la exención de impuestos en los productos que llegaban a las minas.52 Los comerciantes también solicitaban la reducción de las alcabalas, y las comunidades religiosas y los sacerdotes exigieron la devolución de impuestos que les fueron cobrados por las ventas del producto sembrado en sus haciendas, de acuerdo con las prebendas obtenidas.53 Este tipo de situaciones, que se dieron durante los primeros 50 años del siglo xviii tenuemente, dibujan la reacción en contra de los gravámenes a los llamados “productos de la tierra”, mismas que se radicalizaron a partir de 1761, año en el que proliferaron los reclamos que exigían el libre comercio.54 Como lo mostraré más adelante, será a partir de ese año cuando se acentuaron las súplicas de los eclesiásticos —actores protagónicos en ese momento— en lo que tenía que ver con la producción del cacao.55 Durante el siglo xviii la institución de la aduana del virreinato del Nuevo Reino de Granada tuvo un carácter extremadamente burocrático; su labor consistía, antes que nada, en expedir guías y licencias, solicitar registros, informes e investigaciones, revisar cantidades, pesas, precios y valores. En otras palabras, su función era en grado extremo vigilante, lo que no implicaba necesariamente eficiencia de cara a favorecer los intereses metropolitanos, pues como sabemos había un alto nivel de comercio ilícito. Su instalación en los puertos fluviales y marítimos por donde transitaba la mayoría del cacao resalta —a nivel interno— la importancia de Honda, Mompox y Ocaña,56 y como enlace con el exterior, los puertos de Guayaquil, Maracaibo y la Guaira, por los que se canalizaba el flujo de la “pepa de oro” hacia el exterior. Los puertos de Vera52. 53. 54. 55. 56.

AGNC, sección Colonia, Fondo Aduanas, núm. 33, ff. 829-843. Ibíd., t. 3, núm. 28, ff. 1024-1032. Ibíd., t. 6, núm. 72, ff. 934-937; t. 12, núm. 3, ff. 26-43, y t. 12, núm. 1, ff. 1-12. Ibíd., t. 3, núm., 6, ff. 91-184. Ocaña funge como “puerto” y camino obligado entre Pamplona, el centro del virreinato y la costa del Caribe a lo largo del río Magdalena. Por el río Zulia se conducía el cacao hasta las costas del lago de Maracaibo, en la capitanía de Venezuela.

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cruz, Panamá, Acapulco, Sonsonate y sus enlaces en las Islas Canarias fungieron como centros de llegada o de redistribución del producto.57 En este contexto se fue definiendo la economía del cacao, y sobre el comercio interno y externo gravitaron diferentes tipos de impuestos. El poder de las aduanas fue desafiado por los comerciantes del cacao, que mantuvieron rutas alternas, declararon montos inferiores a los acordados y solicitaron políticas de exención de impuestos. En este forcejeo lograron obtener algunas rebajas. Al examinar alrededor de 50 expedientes del Fondo Aduanas, me encontré con variados elementos útiles para explorar la historia del cacao, de los cuales haré referencia a continuación. Alcabalas y demás aranceles Los vendedores de cacao en las regiones de Pamplona y Santafé, tal como lo muestro en el cuadro 1, pagaron de 1724 y hasta 1780 el mismo valor sobre el impuesto de la alcabala: 2 pesos por carga de cacao. No obstante, existieron medidas administrativas que intentaron incrementar este valor.58 Por ejemplo, en 1759, los comerciantes de Santafé, por conducto de don Juan Jiménez, su representante, se quejaron de que no pagaban el 2% como estaba estipulado, sino “mucha mayor cantidad”.59 Esto se debió a que sobre la venta de los “efectos de la tierra” se cobraba un 4%, al unir en una misma, dos contribuciones: el 2% por razón de alcabala y el2 % por el de la “unión de armas”, tal como el 9 de abril de 1629 había sido ordenado por el señor conde de Chinchón, virrey del Perú.60 En Santafé, a las autoridades les había parecido más tolerable mantener unidas las dos rentas y doblar el de57. Al respecto, véase AGNC, sección Colonia, Fondo Aduanas, t. 7, núm. 4, ff. 139426; t. 24, núm. 16, ff. 680-698, y t. 7, núm. 13, ff. 456-573. 58. AGNC, sección Colonia, Fondo Aduanas, t. 10, núm. 8, ff. 155-278. En 1724, don José de Castilla Lisperguer expresa que los valores dados a los géneros que se trafican por el puerto de la Villa de Honda son del 3%. Y establece que la carga de cacao que debe pagar en dicho puerto es de 7,5 reales (f. 265 R), y se establece que ese pago debe hacer en Honda. 59. AGNC, sección Colonia, Fondo Alcabalas, t. 10, núm. 12, f. 727, y r y v. “[…] el derecho de alcabala de los efectos de la tierra se contribuye por los interesados según el arreglamiento antiguo cuya satisfacción excede considerablemente al dos por ciento”. 60. Ídem. Según una cédula expedida por el rey se había ordenado que “la unión de las armas católicas se impusiesen en el Perú, Chile y Nuevo Reino de Granada 350 mil ducados, cada año remisibles a España por cuenta aparte”.

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recho de alcabalas que cobrar ambos impuestos por separado, y así, por más de un siglo se mantuvo la costumbre del pago del 4%, como si correspondiera solo a la alcabala. Pero, además, los vendedores y comerciantes de cacao pagaban otras contribuciones: los quintos, el vigésimo de sisa, el almojarifazgo, los aplicados a la fábrica de cuarteles, el sostenimiento de la Armada para evitar el contrabando, y muchas otras gabelas que terminaban por encarecer de manera notable el valor del cacao.61 En la jurisdicción de Pamplona los comerciantes pagaban medio real por cada millar que quisieran comerciar con Veracruz, tal como lo estipulaba la Real Cédula expedida el 8 febrero de 1692. Esta disposición, la primera conocida sobre el cacao en el área de Maracaibo, se había expedido con el ánimo de financiar las guerra en Europa y para la conservación de la barra y de la tropa de ese puerto: “a los cultivadores y comerciantes de este fruto que desde Pamplona, Salazar de las Palmas o el Valle de Cúcuta, lo sacasen por Maracaibo para sacarlo a cualquier puerto, en especial a Veracruz”.62 Aunque se dio una orden para indultar a los habitantes del virreinato de este impuesto que había generado alguna confusión, solo se había conseguido liberar de esta carga tributaria a los hacendados de Barquisimeto y Tocuyo. Comerciantes de áreas cercanas, incluidas Pamplona y Cúcuta, buscaron obtener los mismos beneficios para no pagar los impuestos del medio real, e incluso el de la alcabala, sobre los cacaos que cosechaban y embarcaban, pero hasta ese momento no lo habían logrado. Para el resto de los territorios las gabelas se habían mantenido según las disposiciones expedidas en abril de 1745 y en marzo de 1747, desde Cartagena, por el antiguo virrey Eslava. Estos mandatos prevenían a los oficiales reales para que, sin diferencia, recaudaran el medio real del nuevo impuesto por cada millar de cacao. A esta medida se sumaban otras disposiciones emitidas en 1731 por las cuales los traficantes de cacao debían pagar 4 pesos por cada carga que navegase por los ríos río Zulia y San Faustino, solo así obtenían el derecho a la libre navegación. 61. Ibíd., t. 20, núm. 12, ff. 616-621. “[…] siendo de los dominios míos de la América, se cobre tan solamente en cada libra a la entrada en Cádiz, y su aduana, donde solo es permitido su desembarco, treinta y tres maravedíes, los diez maravedíes por el almojarifazgo de indias, con declaración, de que mediante ser esta cantidad la que corresponde con corta diferencia a los dos pesos escudos señalados a cada quintal”. 62. Ibíd., t. 6, núm. 68, ff. 906-919.

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Cuadro 2 Pago por alcabala y valor por cargas, 1785 Libro común y general de cargo y data de Pamplona FECHA

VENDEDOR

PAGO

CARGAS

VALOR DE

ALCABALA

DE CACAO

LAS CARGAS

16 de enero

Manuel Fuenmayor

4 pesos, 4 reales

8 cargas

225

5 de febrero

Tomás de Vargas

25 pesos, 6 reales

38 cargas y media

1.291

16 de julio

Sixto Barreto

6 pesos

12 cargas y media

300

21 de octubre

Tomás Villamizar

27 pesos, 7 reales

46 cargas

1.044

17 de noviembre

Pedro Agustín de Peralta

4 pesos, 4 reales

10 cargas

225

6 de diciembre

Silvestre Rojas

8 pesos, 4 reales, 3 cuartillos

5 cargas de cacao, 2 cargas de panela

150

Fuente: AGNC, sección Colonia, Fondo Alcabalas, t. 5, ff. 11-32. Libro común y general de cargo y data de Pamplona.

En 1776 se hicieron patentes de tres maneras distintas las reformas económicas, cuando se ejecutó la real provisión de Carlos III sobre el libre comercio. Por una parte se logró la rebaja de los derechos de extracción de cacao de Guayaquil,63 y por otra se estableció el comercio directo entre los puertos peninsulares de San Sebastián y Cádiz y las provincias de Cumaná y la Guayana, la isla Margarita y Trinidad64 y, por último, se intensificaron los controles sobre el comercio clandestino de cacao entre Veracruz y Maracaibo.65 Por su parte, 1785 fue un año en el que se ejecutaron cambios que se dieron a consecuencia de las nuevas políticas borbónicas. Por ejemplo, la alcabala en Pamplona se redujo a medio peso por carga, en tanto que el promedio del valor de la venta por carga de cacao se mantuvo 63. AGNC, sección Colonia, Fondo Aduanas, t. 1, núm. 36, ff. 510-515; y t 1, núm. 48, ff. 912-924. 64. Ibíd., t. 6, núm. 74, ff. 944-951. 65. Ibíd., t.1, núm. 23, ff. 360-373.

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cerca de los 26,7 pesos (oscilando entre los 22 y los 33 pesos), dependiendo de la calidad y valor del transporte.66 Analicemos algunas reacciones de los hacendados y comerciantes: cuando en 1789 Joaquín Primo de Rivera, gobernador y comandante general de Maracaibo, transmitió al virrey un “pedimento” que le habían hecho los hacendados del valle de Cúcuta a fin de cambiar la ruta de salida del cacao, estaba seguro de que, lo que en realidad buscaban, era eludir el pago de los muchos gravámenes que afectaban sus ingresos. Los hacendados querían llevar el producto no por el eje CaracasMaracaibo, como era lo regular, sino vía “el puerto de Teteo por el río Uribante, por medio de las llanuras del Apure, para llegar por el río Orinoco hasta el puerto de Guayana y de ahí, embarcarlos a Veracruz y España”. Esta inusual solicitud, un tanto enrevesada y aparentemente sin sentido, escondía la necesidad de eludir los impuestos que en Maracaibo y el área de la capitanía se cobraban sobre el cacao.67 El gobernador Primo de Rivera interpretó la petición como una forma de eludir el pago de aduana de 4 reales por carga, así como el de medio real por cada millar de cacao, dinero destinado a solventar la guarnición y defensa del puerto de Maracaibo, por lo que de manera categórica les negó el permiso, y les exigió cumplir con el pago del impuesto.68 Mientras los hacendados y comerciantes buscaban la exoneración de impuestos por parte del Estado, o eludirlos por vías alternas, los curas que participaron de la producción y comercio del cacao lograron —como institución— prebendas del gobierno, desde la década de 1750, ya que fueron exonerados de pagar la alcabala.69 Los siguientes párrafos los destinaremos a este aspecto. Exoneración de gravámenes La exoneración de gravámenes del cacao expresan la excepcionalidad y las prebendas concedidas a la Iglesia.70 Estas exenciones se hicieron mediante certificaciones en las que se hacía constar que al vender una determinada 66. Sobre el cultivo del cacao, véase . 67. AGNC, sección Colonia, Fondo Aduanas, t. 6, núm. 68, ff. 906-919. 68. Ibíd., t. 6, núm. 68, ff. 911-913. 69. Ibíd., t. 7, núm. 13, ff. 456-573. 70. Ibíd., t. 3, núm. 6, ff. 91-184.

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cantidad de cacao del que se producía en sus haciendas y tierras, quedaban redimidos del pago de la alcabala, debido a que, según los clérigos, los dineros los ocupaban en capellanías para lograr estos cultivos y cosechas, y por lo tanto no eran fuente de ingresos para sus comunidades. Aunque el camino para acabar con estos beneficios fue lento, el proyecto del Estado colonial pretendía hacer desaparecer todas las excepciones, y para lograrlo tuvo que intervenir de manera estrecha, a fin de evitar el fraude, ante la creciente especulación y corrupción de las que se valieron los comerciantes, al usar la exención dada a los eclesiásticos en su propio beneficio, ya que hacían pasar su venta como si fuera producida en las propiedades de los representantes de la Iglesia. Esto sucedía, por supuesto, con la anuencia tanto de las comunidades religiosas como de los curas seculares. En 1780 Francisco Gutiérrez de Piñeres, visitador real, enfrentó tales abusos al emitir el 6 de marzo una declaratoria que acababa de tajo con las garantías que hasta entonces gozaban los eclesiásticos. Con esta declaratoria suprimió de forma radical los privilegios, con el argumento de “que los frutos que vinieran de patrimonios eclesiásticos, capellanías, monasterios, iglesias, obras pías que se extraigan de los puertos a otras provincias para su venta, satisfagan los mismos derechos que pagan los seglares”.71 Esta medida refleja el espíritu secular que pretendieron imponer los Borbones, mediante el cual buscaban disminuir las prerrogativas económicas de los miembros de la Iglesia. El cacao y el número de cargas El pago de la alcabala es un indicador que nos permite observar la producción y la comercialización del cacao. Comencemos por un estudio de caso. A la muerte de José Villamizar, propietario de una hacienda de la jurisdicción de Pamplona, se reclamaron 7.074 pesos por no haber pagado el impuesto de alcabalas de los años 1782 y 1783. Posteriormente se exigió el de los siguientes años hasta 1789. En el cuadro 3, que presento a continuación, se aprecian por un lado las cargas de cacao que se comercializan en la hacienda año por año y su valor, y por otro la ganancia neta después de restar los gastos causados. Las significativas cifras acerca de las cargas de cacao sacadas de la hacienda de Villamizar en 71. Ibíd., t. 6, núm. 68, ff. 906-919.

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esos años reportaban un buen excedente. Por su parte, las seis cosechas de los años siguientes —1784, 1785 y 1786— sumaron en total 429 cargas, que produjeron 7.469 pesos, de los que rebajados 2.905 pesos y 3 reales de los costos de mano de obra, insumos y herramientas, quedó como ganancia neta 4.563 pesos y 5 reales (f. 818 V). Cuadro 3 Montos de producción de cacao, 1782-1783 Hacienda de José de Villamizar, jurisdicción de Pamplona AÑO

PRODUCCIÓN

VALOR

GASTOS

VALOR

CAUSADOS

NETO

2.799 pesos, 4 reales

565 pesos 2 reales y 17 mv.

2.134 pesos 1 real 17 mv.

84 cargas de cacao

2.115 pesos

853 pesos  7½ reales

1.261 pesos, 17 mv.

206½ cargas de cacao

3.652 pesos, 4 reales

1.419 pesos 1½ reales y 17 mv.

3.395 pesos 1 real y 34 mv.

Cosechas de San Juan y Navidad del año 1782

122½ cargas de cacao

Cosechas de San Juan y Navidad del año 1783 TOTALES

Fuente: AGNC, sección Colonia, Fondo Alcabalas, t. 6, núm. 15, ff. 800-895.

Cuadro 4 Montos de producción de cacao de 1784 a 1786 Hacienda de José Villamizar, jurisdicción de Pamplona AÑO

PRODUCCIÓN

VALOR

GASTOS

GANANCIA

CAUSADOS

NETA

Cosechas de San Juan y Navidad de los años 1784, 1985 y 1986

429 cargas.

7.469 pesos.

2.905 pesos 3 reales.

4.563 pesos 5 reales.

Promedio anual

143 cargas.

2.489,6 pesos al año.

969 pesos al año.

1.521 pesos al año.

Cosechas de San Juan y Navidad de los años 1784, 1985 y 1986

429 cargas.

7.469 pesos.

2.905 pesos 3 reales.

4.563 pesos 5 reales.

Fuente: AGNC, sección Colonia, Fondo Alcabalas, t. 6, núm. 15, ff. 800-895.

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En promedio en cada una de las seis cosechas, dos al año —la de San Juan y la de Navidad— se recogieron 71,5 cargas, es decir, 143 al año, lo que supuso alguna baja con respecto a los dos años anteriores, pero se podría afirmar que se mantuvo una buena producción.72 Durante los años examinados, el valor neto de la carga no cambió y se mantuvo en los 17,7 pesos al año. Frente al conjunto de la documentación, las unidades agrarias de José Villamizar y de la Compañía de Jesús —a las que haré referencia más adelante— constituyen la excepción. La regla más bien la componen el conjunto de pequeñas unidades agrarias, como bien puede observarse en la tabla 1, que presento a continuación. En ella se aprecia que en Pamplona, que era la jurisdicción más importante en lo que a producción de cacao se refiere, los propietarios o arrendatarios de parcelas vendían sus cinco, ocho o diez cargas a los “tratantes”, a hacendados o comerciantes, a fin de que fueran ellos los que se encargaran de realizar el intercambio a nivel intercolonial o ultramarino, y es por eso que ellos fueron quienes ocuparon un lugar preponderante en el comercio local y a larga distancia. Por ejemplo, de las 242½ cargas que pagaron alcabala en Pamplona en el año de 1785, tres comerciantes habían declarado 91 cargas (19, 20 y 52 cargas) y los otros 30 pagaron la alcabala en un promedio de 5 cargas por cabeza (véase cuadro 5). Sin lugar a duda, estos últimos eran dueños o arrendatarios de pequeñas propiedades. Cuadro 5 Pago de alcabala y valor de cargas, 1785 Libro común y general de cargo y data de Pamplona FECHA

VENDEDOR

PAGO

CARGAS DE CACAO

ALCABALA

22 de febrero

Juan Camargo

2 pesos

1 carga de cacao

22 de febrero

Francisco Núñez

4 pesos

1 carga de alpargates, 1 de cacao y 2 de azúcar

25 de febrero

Miguel Bernal

4 pesos

2 cargas de cacao

72. Ibíd., t. 6, núm. 15, ff. 800-895.

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FECHA

VENDEDOR

PAGO

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CARGAS DE CACAO

ALCABALA

5 de marzo

Fernando Rodríguez

19 pesos, 4 reales

8 cargas de azúcar, 1 de cacao, 1 de lienzo ordinario y una de cordobanes con 9½ arrobas

13 de marzo 24 de marzo

Juan González Sáenz

8 pesos

4 cargas de cacao

José Feliciano del Casal

41 pesos, 6 reales

19 cargas de cacao, 5 cargas de arroz

26 de marzo

Gregorio Manzanque

10 pesos, 6 reales

5 cargas de cacao, 1 carga de azúcar

16 de mayo

Antonio Flores

2 pesos

1 carga de cacao

1 de junio

Antonio Canigas

10 pesos

9 cargas de cacao

17 de junio

Lorenzo García

10 pesos

5 cargas de cacao

11 de julio

Juan Corredor

20 pesos

10 cargas de cacao

20 de julio

Gaspar Bautista

16 pesos

8 cargas de cacao

31 de julio

Antonio Gregorio Vahamonde

20 pesos

10 cargas de cacao

5 de agosto

Antonio Gallardo

20 pesos

10 cargas de cacao

11 de agosto

Pedro Ignacio Bautista

26 pesos

9 cargas de lienzos ordinarios, 4 cargas de cacao

30 de agosto

José de Andrade

20 pesos

10 cargas de cacao

12 de septiembre

Pedro Quintero

5 pesos

2 y media cargas de cacao

24 de septiembre

Agustín de Cárdenas

4 pesos

2 cargas de cacao, 1 carga de azúcar

27 de septiembre

Lorenzo García

18 pesos

9 cargas de cacao

30 de septiembre

Fernando Rodríguez, a nombre de Rafael de Acevedo

40 pesos

20 cargas de cacao

30 de septiembre

Ignacio de Salazar

8 pesos

4 cargas de cacao

3 de octubre

Felipe de Montanes

4 pesos

2 cargas de cacao

12 de octubre

Francisco de León

2 pesos, 6 reales

3 piezas de lienzo ordinario, una carga de cacao

12 de octubre

José de Paz

12 pesos

6 cargas de cacao

15 de octubre

Miguel de Alarcón

8 pesos

4 cargas de cacao

16 de octubre

Ignacio de Salazar

26 pesos

13 cargas de cacao

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FECHA

VENDEDOR

PAGO

CARGAS DE CACAO

ALCABALA

17 de octubre

Juan Agustín de Ricaurte

7 pesos, 1 real y medio, que pagó de la alcabala al 2% de 359 pesos, 5 3/4 reales

7 cargas de cacao, 54 varas de paño de Quito

26 de octubre

Juan Antonio Gallegos

24 pesos

12 cargas de cacao

2 de noviembre

Francisco Núñez

5 pesos

1 carga de cacao, 2 cargas de alpargatas y 1 carga de hilo

3 de noviembre

Antonio Gallardo

12 pesos

6 cargas de cacao

13 de noviembre

Agustín Francesco Camero

104 pesos

52 cargas de cacao

18 de noviembre

Narciso Barreto

6 pesos

3 cargas de cacao

22 de noviembre

Juan Antonio Gallegos

31 pesos

12 cargas de cacao, 6 cargas de azúcar, 1 carga de lienzo y 1 de alpargates

28 de noviembre

Narciso Barreto

8 pesos

4 cargas de cacao

559 pesos, 5¼ reales

242½ cargas

TOTAL

Fuente: AGNC, sección Colonia, Fondo Alcabalas, t. 5, ff. 11-32. Libro común y general de cargo y data de Pamplona.

En lo que se refiere a la provincia del Guayas, el trato de las autoridades con los comerciantes y hacendados fue en extremo distinto. El aumento en la producción, comercialización del cacao y por ende del consumo del chocolate fue la razón que Carlos III esgrimió para hacer efectivas dos medidas: rebajar a la mitad los derechos de extracción de cacao en el puerto de Guayaquil y suspender el impuesto de la alcabala. En los últimos 30 años, es decir, de 1745 a 1775, se pasó de cosechar entre 20 o 25.000 cargas anuales a 40 o 50.0000, y las representaciones enviadas por los cultivadores de cacao en 1775 al cabildo de la ciudad de Guayaquil contribuyeron a reforzar la disposición de Carlos III. Los cultivadores señalaban los problemas que se derivaban del pago de la alcabala impuesta al cacao, y entre ellos citaron el secuestro

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de sus bienes por incumplimiento.73 Y cabe destacar que un acontecimiento precipitó la disposición real, mismo que ocurrió en octubre de 1775, cuando se dio el “monstruoso” remate del cargo de las alcabalas, fijado en 13.000 pesos anuales, cifra tan exageradamente alta que afectó la estabilidad económica de los cultivadores de cacao. De esta medida solo se vieron beneficiados el rematador, los arrendadores y los intermediarios del producto. La suspensión de impuestos en 1776 merecería la alabanza general, y el 24 de noviembre de dicho año se llevó a cabo una celebración litúrgica en acción de gracias y en honor a la figura del rey.74 Lo que sucedía en Guayaquil nos muestra con claridad que el comportamiento del Estado no era el mismo frente al impuesto de la alcabala en las distintas regiones. A diferencia de lo ocurrido en Guayaquil, 10 años después, en 1785, en Pamplona encontramos que si bien no había desaparecido el impuesto de la alcabala, se había reducido en forma significativa al pasar a ser la cuarta parte de su valor original. En ese año las evidencias nos demuestran que los negociantes vendieron sus cargas y pagaron una menor alcabala. Tal es el caso de don Manuel Fuenmayor, quien pagó 4 pesos y 4 reales por la venta de 8 cargas de cacao; medio peso y medio real por carga. Se puede afirmar que en la Nueva Granada, antes de 1781, cuando se da la firma de las Capitulaciones del Movimiento Comunero, no había habido cambios en el valor de la alcabala. Dichas Capitulaciones pregonaban que “la Alcabala, desde ahora para siempre jamás, haya de seguir su recaudación de todos los frutos, géneros, ganados y especies, el dos por ciento de todo lo que se vendiese, trajese o cambiase”.75 La reducción del impuesto a medio peso por carga puede ser interpretada como uno de los efectos del Movimiento Comunero, y no perdamos de vista que Pamplona era un territorio limítrofe con el Socorro, lugar donde comenzaron los disturbios que las autoridades quisieron evitar.

73. Ibíd., t. 1, núm. 36, ff. 510-515. 74. Ibíd., t. 36, núm. 1776, ff. 510-515. Guayaquil, real provisión de Carlos III, sobre rebaja de los derechos de extracción de cacao de dicho puerto. 75. Manuel Briceño, Los comuneros, pp. 73-83.

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Una prosperidad corta: el freno al comercio y el regreso al intercambio clandestino Distintas circunstancias frenaron el despegue del proceso de comercialización ultramarina del cacao y llevaron a incrementar el comercio ilícito y a propiciar la ruina de muchos comerciantes de las distintas regiones del virreinato. Estas circunstancias se hicieron sentir con fuerza en la década del 1780 del siglo xviii, en la jurisdicción de Pamplona y en las parroquias sujetas de San José de Cúcuta y de Nuestra Señora del Rosario. Parte de los inconvenientes coincidieron con el retiro de la Compañía Guipuzcoana, que se dio en 1784. Pero lo más grave sucedió al año siguiente, cuando el procurador de la jurisdicción de Pamplona informó que se había puesto un “coto”, es decir, un monto máximo de carga, que afectaba las salidas desde el puerto de Maracaibo hacia Veracruz. Esta restricción fijaba un tope al comercio de cacao, ya que a partir de ella solo podrían enviarse 5.000 fanegas de cacao al año, en lugar de las 8.000 que anualmente se remitían.76 Esa disposición trajo enormes perjuicios a los cultivadores de cacao, ya que en cuanto se dio a conocer la noticia, la semilla perdió más de la tercera parte de su valor y aumentó el comercio clandestino.77 El cabildo no fue informado en primera instancia de las nuevas ordenanzas de Caracas, y los comerciantes de la carrera de Veracruz fueron quienes le notificaron las medidas. La disposición de la intendencia de Caracas dejó mal parados a todos los involucrados en los cacahuales del núcleo asentado en la jurisdicción de Pamplona. En tanto que las declaraciones de varios testigos coincidían en afirmar la gran pérdida de los cacaos producidos en lugares como Pamplona, Salazar y San Faustino, ya que el sobrante del producido en la jurisdicción de Maracaibo y en las ciudades de La Grita, Mérida, Trujillo, Gibraltar y Barinas alcanzaba para completar el coto,78 y negaba a los cultivadores de la jurisdicción de Pamplona la posibilidad de exportar su producción. Comerciantes, labradores y hacendados del Nuevo Reino se vieron profundamente afectados por diversas razones. La primera y más evi-

76. AGNC, sección Colonia, Fondo Aduanas, t. 6, núm. 73, ff. 938-943. 77. Ibíd., t. 1, núm. 23, f. 362. 78. Ibíd., t. 1, núm. 23, f. 361 y ff. 366-369.

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dente es que a la luz de los documentos se hace evidente la sujeción de la jurisdicción de Pamplona a los designios no solo del señor intendente de Caracas, sino también del gobernador de Maracaibo, quienes al parecer gozaban de total autonomía frente al poder del virrey. Otra razón fue que dado el control sobre el puerto de Maracaibo y sobre el comercio no se podía competir en igualdad de condiciones. A estas circunstancias debe sumarse el aumento de los costos de transporte del grano que provenía de las partes más distantes, situación que afectó la venta del producto, y todas se agravaron en cuanto se dio a conocer la medida el 4 de junio de 1785. Entonces se perdieron o se trataron de resguardar innumerables bultos de cacao que habían sido devueltos del puerto. En tanto, en la jurisdicción de Pamplona se canceló un importante ingreso de ganado que provenía de Barinas, que ya era común en esa jurisdicción, y también se limitó el circulante de plata acuñada que llegaba por Veracruz. Todo esto repercutió en la monetización y en la actividad del circulante en todo el Nuevo Reino de Granada. Las dificultades que provocó la medida fueron definidas por el fiscal de la audiencia como contraproducentes para mantener en firme las leyes de libre comercio. Las decisiones que adoptaron las autoridades por una parte fueron burocráticas y por otra imposibles de ejecutarse. Al intendente de Caracas se le envió una copia de la representación del cabildo de Pamplona, a fin de que dispusiese de medidas que aliviaran el estado de los habitantes del valle de San José de Cúcuta,79 y se incentivó el cambio de ruta del cacao para remitir, a través de Ocaña, el producto hasta Cartagena y desde allí trasladarlo al exterior. Este cambio de ruta resultaba costoso, e implicaba la utilización de bestias en un amplio recorrido; además, el camino era intransitable gran parte del año debido a las lluvias y por las constantes arremetidas de los indios motilones, a los que aún no se había logrado someter.80 En 1789 continuaban las restricciones, pues el gobernador de Maracaibo, Joaquín Primo de Rivera, envió ese año al virrey otra solicitud de los hacendados del valle de Cúcuta en el mismo sentido que la anterior.81 Volvía aquí a tener sentido la petición de cambiar de ruta 79. Ibíd., t. 1, núm. 23, ff. 372 v-373 r. 80. Jorge Meléndez Sánchez. 81 AGNC, sección Colonia, Fondo Aduanas, t. 6, núm. 68, ff. 916-919.

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por las llanuras del Apure y llevar el cacao hasta la desembocadura del Orinoco. En la región del Guayas sucedió algo similar. Según Michael T. Hamerly, en noviembre de 1774 se habían reducido los derechos aduaneros sobre el cacao del 8 al 5%, y en 1776, desde Santafé, el virrey impulsó el comercio desde Guayaquil hasta Acapulco, puerto al que entre 1774 y 1777 llegaron 44.654 cargas de cacao. Allí, también en 1778, se había impuesto una cuota de 8.000 o 10.000 fanegas, al igual que en el eje Caracas-Maracaibo, pero a diferencia de lo sucedido en Pamplona, en Acapulco la orden no tuvo vigencia.82 Hamerly hace referencia a la documentación de la segunda mitad del siglo xviii y narra el sufrimiento de los pobladores de la provincia de Guayaquil debido a intensos brotes de fiebres tercianas (paludismo, fiebre amarilla y malaria).83 Por su parte, Jorge Meléndez alude a estas enfermedades como los grandes “problemas” de la década de 1780, en la región de Pamplona. Según Meléndez, en el período estudiado se sufrió primero una plaga y al mismo tiempo se vivió la incertidumbre que provocó el Movimiento Comunero.84 Ambos inconvenientes afectaron lo que había podido ser un período de bonanza del cacao, pero al mismo tiempo expusieron los límites de las leyes de libre comercio.

Consideraciones finales En las páginas anteriores se han analizado algunos aspectos que tienen que ver con la geografía y la economía del cacao en el Nuevo Reino de Granada. En esta investigación he querido mostrar la injerencia de esta economía en distintas áreas del virreinato, incluyendo las más conocidas. Por un lado, el eje Maracaibo-Caracas y por el otro, Guayaquil. Al mismo tiempo he pretendido reconocer en el territorio otras regiones en las que también se cultivó y comercializó el cacao en pequeñas, medianas y grandes propiedades, pero que aún carecen de un estudio mayor. 82. Michael T. Hamerly, p. 124. 83. Ibíd., p. 138. 84. Jorge Meléndez Sánchez.

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En las páginas anteriores he analizado los intentos que se ejecutaron a fin de cambiar las rígidas estructuras monopólicas en las que se basó el comercio de las tierras americanas, que no estuvieron exentos de impedimentos y limitaciones. Romper las formas consuetudinarias de administración de la economía y mantener informados a los empleados oficiales de las nuevas reglas fue difícil, cuando no imposible, dadas las distancias, la poca capacitación de los agentes del Estado y las condiciones topográficas del virreinato. Era muy poco probable, por ejemplo, que un empleado de la aduana, establecido en una zona periférica del territorio, tuviera conocimiento de los cambios que se instauraban en el centro. Además, en las distintas zonas de la misma unidad geográfica las dinámicas fueron variables. Se pudo observar que la Corona no procedió de igual manera en los diferentes sectores en los que se cultivó cacao. La documentación nos indica que trató de manera distinta, y en apariencia con más condescendencia, a los comerciantes y productores de la región del Guayas que a los de Maracaibo; ya que a los primeros se les ofrecieron ciertos beneficios tributarios que no se lograron obtener en el área de Caracas. En la documentación se vislumbra mayor presencia de las autoridades locales en esta última zona que en Guayaquil, pero el balance en ambas regiones sobre la participación del virrey en este proceso es negativo, ya que al parecer no participaba en las negociaciones. La forma como los propietarios y comerciantes respondieron a las exigencias del Estado también fue variable. En el área de Guayaquil, por ejemplo, se podría anotar que los dueños y comerciantes de cacao mostraron mayor resistencia ante los altos impuestos. Allí los actores involucrados en la trata del cacao mantuvieron una mayor distancia y de manera consciente incumplieron los dictámenes de las autoridades. Por su parte, si se compara el área más cercana al litoral del eje Caracas-Maracaibo, se puede concluir que quienes debían transportar el cacao del interior, en particular el proveniente de la jurisdicción de Pamplona, sufrieron mayores rigores y sus desplazamientos resultaron más costosos, no obstante el dinámico comportamiento de su actividad económica. Muy anclado en ese punto en la documentación se observa que los intendentes y gobernadores del área de Caracas tuvieron una gran autonomía con respecto a la persona del virrey. Estos intendentes crea-

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ron un régimen independiente, excluyente y un tanto represivo, que afectó a los comercializadores del valle de San José de Cúcuta, San Faustino de los Ríos, y en general de toda la jurisdicción de Pamplona. En cambio, los cosecheros y comerciantes próximos a la zona costera se vieron favorecidos por las disposiciones de los intendentes, que a la vez limitaron la participación de espacios más alejados del territorio. La agenda alrededor de los estudios sobre la economía del cacao en el Nuevo Reino de Granada ofrece mucho campo aún por estudiar. En este trabajo he presentado, de manera somera, algunos de los temas que podrían ser parte de investigaciones más amplias. Las fuentes remiten a aspectos muy interesantes que bien valdría la pena estudiar; por ejemplo, a nivel de las reformas comerciales, puede abordarse el tema de cómo es que se sintieron estas reformas, en relación con el cacao, en ambas partes del imperio, y qué efectos tuvieron estos procesos en el fortalecimiento y afianzamiento del gusto por la bebida del chocolate. Con respecto a la organización de la producción, sería de sumo interés investigar quiénes fueron los dueños de estas propiedades, qué relaciones entablaron los dueños y los comerciantes del cacao, y cómo cambiaron las condiciones del trabajo agrario ante las limitaciones y los cotos que se impusieron al comercio en el puerto de Maracaibo. Por último, también es digno de estudio el tema de cómo se afrontó el momento en el que disminuyó el consumo del cacao entre las sociedades europeas. Así las cosas, es evidente que la investigación sobre el cacao puede remitirnos a un amplio proyecto que aún está pendiente de ser ejecutado.

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Consideraciones finales Laura Caso Barrera

El cultivo de cacao se remonta en Mesoamérica al Período Preclásico (1750 a.C-1000 a.C.) y es casi seguro que la cultura olmeca fue la que lo domesticó y creó el complejo proceso para transformarlo en chocolate. Al parecer, las relaciones simbólicas y rituales del cacao con el sacrificio, la sangre, el poder y las élites tienen sus raíces en dicha cultura.1 En Mesoamérica el análisis arqueo-botánico de semillas de cacaos arqueológicos, análisis palinológico y de madera de T. cacao prehispánicos pueden ayudar a esclarecer el origen y domesticación de esta planta.2 Hasta el momento, en Sudamérica no se han localizado restos arqueológicos de cacao o vasijas que contengan teobromina y que demuestren el consumo precolombino de bebidas hechas con este producto en dicha región. Tampoco la planta y sus semillas parecen tener la importancia simbólica y ritual que sí tienen en diversas culturas mesoamericanas desde el Preclásico. Para entender la diversidad genética de las variedades de T. cacao necesitamos conocer la importancia de culturas fuera del ámbito mesoamericano que tenían cacao y que lo consumían en bebidas en El Salvador, Nicaragua y Costa Rica. Estas civilizaciones y su producción de cacao no han sido analizadas de manera suficiente como para poder entender las relaciones entre cacaos criollos y cacaos sudamericanos antes de la llegada de los españoles. Por lo mismo es importante 1.

2.

Sophie D. Coe y Michael D. Coe, La verdadera historia del chocolate, pp. 46-52; Terrence Kaufman y John Justeson, “The History of the Word for Cacao and Related Terms in Ancient Meso-America”; Terry G. Powis et al., “Cacao use and the San Lorenzo Olmec”. Véanse los trabajos de Roberto García Moll y Mario Aliphat Fernández y el ensayo de Cameron L. McNeil en esta obra, pp. 65-128.

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LAURA CASO BARRERA

localizar fuentes coloniales que den cuenta del papel que desempeñaron los españoles en la expansión del cacao y su consumo en forma de chocolate durante el período colonial. Se necesita más información sobre plantas mesoamericanas que se llevaron a las islas del Caribe y Sudamérica, entre las cuales estarían los cacaos criollos mesoamericanos (fig. 1). En Trinidad, como se ha señalado en este volumen, se dio un proceso de hibridación entre el cacao criollo y una variedad del oriente de Venezuela que produjo el cacao trinitario. Con toda seguridad hubo otros casos además del de Trinidad que aún no han sido documentados y que ayudarían a entender los procesos de hibridación entre cacaos criollos mesoamericanos y las variedades de cacao sudamericano. También se debe tener en cuenta la importancia no solo del cultivo de cacao, sino su consumo en forma de bebidas. Por ejemplo, en el caso de la Talamanca (costa atlántica costarricense), donde habitaban quince pueblos diferentes, mismos que muchas veces guerreaban entre ellos y establecían los acuerdos de paz intercambiando comida y “chocolate”.3 Las bebidas de cacao en Mesoamérica fueron utilizadas en reuniones en las que se pactaban matrimonios y arreglos políticos y se solventaban rencillas, por lo que es interesante notar un uso similar entre poblaciones fuera del ámbito mesoamericano. También conocemos la importancia del cacao y su uso como bebida en la frontera norte de Mesoamérica, gracias al descubrimiento en el sitio arqueológico de Pueblo Bonito, en el Cañón de Chaco, Nuevo México, de fragmentos de recipientes o vasos cilíndricos que datan de 1000-1125 d.C. y tenían rastros de teobromina, lo que ha hecho pensar a los especialistas que los habitantes de esta zona debieron obtener cacao proveniente de poblaciones mesoamericanas, así como el conocimiento para transformarlo en una bebida.4 Asimismo, la forma de los vasos y su importancia ritual debieron retomarse de cánones mesoamericanos. Los recipientes o vasos para beber cacao tuvieron gran importancia ritual entre diversos grupos mesoamericanos, convirtiéndose en símbolos de

3. 4.

Archivo Histórico de la Provincia Franciscana de San Pedro y San Pablo de Michoacán (FSCQ) I/4/, núm.12, s/f, f. 25. Patricia L. Crown y W. Jeffrey Hurst, “Evidence of Cacao Use in the Prehispanic American Southwest”.

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la élite y su poder.5 Lo anterior nos muestra el impacto del cacao transformado en bebida no solo en el área mesoamericana, sino también en las poblaciones fronterizas, con las que obviamente tuvieron lazos comerciales y culturales. Al parecer, el cacao fue incorporado por los españoles como una bebida destinada para las élites desde una época temprana. En 1538, tanto el marqués del Valle, Hernán Cortés, como el virrey Antonio de Mendoza, patrocinaron festividades y banquetes en las que celebraron la reconciliación del rey de Francia Francisco I con el emperador Carlos V. Ambos hicieron esplendidos banquetes que demostraban el poder de los patrocinadores a partir de un desmesurado número de viandas servidas en vajillas de oro y plata. Las bebidas tampoco pudieron faltar, ya que se sirvieron los mejores vinos que se pudieron encontrar y “cacao con su espuma” (fig. 2). También se hace referencia a las señoras que asistieron al banquete del virrey Mendoza, y a las que les sirvieron “muchas copas doradas unas con aloja, unas con vino y otras con agua, otras con cacao y con clarete”.6 La aloja y el clarete eran bebidas que se degustaban como colofón de las comidas festivas, junto con los dulces. La aloja era agua con miel ligeramente fermentada y especiada con canela, jengibre y clavo, mientras que el clarete era vino blanco con azúcar o miel, también especiado.7 En este sentido se debe suponer que la bebida de cacao que sirvieron en estos banquetes tenía cualidades similares a las antes descritas, es decir, una bebida fresca para tomar al finalizar el banquete, endulzada y con especias. El cacao, y después el chocolate, tuvieron especial impacto en las mujeres españolas, quienes se aficionaron a beberlo a todas horas. Cuarenta o cincuenta años después de esta primera crónica sobre el consumo de cacao en los banquetes de españoles en la Nueva España se encuentra la primera referencia escrita sobre los términos “chocolate y molinillo” en las obras de Francisco Hernández, protomédico de las Indias (1570). Al parecer, la palabra ya era ampliamente utilizada, e 5.

6. 7.

Laura Caso Barrera y Mario Aliphat, “Los vasos como símbolos de poder entre los itzaes”; Javier Urcid, “Mythical Past and Historied Present: Another Interpretation of a Polychrome Vessel from Nochixtlan, Oaxaca”. Bernal Díaz del Castillo, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, pp. 673-674. L. Jacinto García Gómez, Carlos V a la mesa. Cocina y alimentación en la España renacentista, pp. 66-68.

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1. Cacaotal en la región de la Chontalpa, Tabasco. Foto de Ignacio Osorio Pedrero.

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2.- Chocolate batido en olla de barro listo para servirse en las jícaras. Región de la Chontalpa en Tabasco. Foto de Ignacio Osorio Pedrero.

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incluso Hernández se refiere al chocolate como “viciosa bebida”, pues las personas la bebían por la mañana, al mediodía, por la tarde y antes de dormir. La bebida “que llamamos chocolate […] se haze desta manera ponese a calentar un cazillo de agua hasta que este hirviendo, y luego tomase de las tablillas de chocolate lo que quisieren hazer y enfundiendolo en un baso de barro y hechanle una parte de agua caliente y con una manecilla de palo que llaman molinillo lo menean muy bien” (fig. 3).8 En el diccionario de Alonso de Molina, de 1571, se describen diversas bebidas de cacao y maíz. Tal es el caso de la bebida hecha de cacao y maíz a la que se le denominaba cacauatl; otra era la bebida de cacao solo, a la que se le llama atlanelollo cacauatl, y una más era una bebida de maíz agrio, que se denomina xocoatl.9 Por su parte, Torquemada señala que los indígenas bebían el cacao frío mientras “que los españoles se han dado a beberlo caliente que llaman chocolate”.10 En el Diccionario maya de Motul, de 1577, atribuido a Antonio de Ciudad Real, aparece el término chacau haa y el significado que recibe en castellano es “chocolate”, aunque en realidad se puede traducir como “agua caliente”.11 Es posible que la bebida a la que se aficionaron los españoles la hubieran conocido en la zona sureste de la Nueva España, donde los indígenas mayas la consumían entre otras muchas hechas con cacao. Los españoles designaron como chocolate a la pasta y a la bebida que resultaba de diluirla en agua hirviendo y que se podía tomar sola o con atole. En 1591 el doctor Juan de Cárdenas señaló las propiedades del cacao y “de la bebida usada en las Indias llamada comúnmente chocolate”, la cual, sabiéndola usar, era excelente para la salud y un buen alimento. Para Cárdenas, el chocolate además del cacao llevaba especias, unas del Viejo Mundo, como la canela, la pimienta, el anís y el ajonjolí. También se le podían agregar especias de origen americano, como orejuela, mecaxuchitl, tlilxochil o vainilla y achiote, todas las cuales consideraba muy saludables. La receta de Cárdenas para hacer un buen chocolate requería “buscar los mejores y más frescos ingredientes, y por cien granos de cacao poner media onza de especias, ya 8.

Fray Francisco Ximénez, Qvatro libros de la natvraleza y virtvdes de las plantas y animales que estan receuidos en el vso de medicina de la Nueva España..., p. 33. 9. Alonso de Molina, Vocabulario en lengua mexicana y castellana, p. 19. 10. Fray Juan de Torquemada, Monarquía indiana, p. 428. 11. Antonio de Ciudad Real, Diccionario maya de Motul, f. 134.

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3.- Recipiente y molinillo de madera usado en Tabasco para mezclar el chocolate con agua o leche. Foto de Ignacio Osorio Pedrero.

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fuera de Castilla o de las Indias, todo lo cual se tostaba y molía hasta formar una pasta con la que posteriormente se hacían tablillas, mismas que se desleían en agua hirviendo”. Esta bebida se endulzaba más comúnmente con azúcar y se continuó la costumbre de sacar la espuma, aunque Cárdenas no recomendaba beberla, por considerarla una materia “airosa” y por lo tanto indigesta (fig. 4).12 En el siglo xvii se generaliza el término chocolate para designar la pasta, tablillas y la propia bebida, la cual contenía comúnmente cacao, azúcar y canela. A finales del mismo siglo, el padre franciscano Antonio Margil de Jesús, cuando se refiere a los indígenas de la Talamanca que gustaban de regalarse comida y chocolate como señal de paz, apuntaba, “que no era guisado como el nuestro, que no tenía azúcar, ni canela”,13 lo que nos muestra que ya para ese momento se había establecido la receta del chocolate que se extendería a otras partes de América y de Europa. En España, el chocolate se bebía con agua hasta mediados del siglo xviii, y en esta misma época beberlo con leche se consideraba un “género extraordinario”.14 Se puede decir que la sociedad novohispana se volvió adicta a beber chocolate, en particular entre las mujeres, que se quejaban “de una flaqueza de estómago tan grande, que no podrían acabar de oír una misa rezada y mucho menos la misa mayor y el sermón, sin tomar una jícara de chocolate bien caliente y algunas tacillas de conserva o almíbar, para fortalecerse”.15 La costumbre de beber chocolate durante los servicios religiosos fue una constante entre las mujeres de las clases altas, que los jerarcas eclesiásticos trataron de erradicar con pocos resultados. La relación de las mujeres con el chocolate les permitió usar esta bebida como un medio para administrar venenos, pociones amorosas, hechizos, o para manifestar su afecto por el sexo opuesto.16 Pero la verdad es que como se ve en los trabajos que componen esta obra, el consumo de chocolate era generalizado entre toda la población, lo que variaba era la calidad y la cantidad de ingredientes, así como el número de veces 12. Juan de Cárdenas, Problemas y secretos maravillosos de las Indias, pp. 105-118. 13. Archivo Histórico de la Provincia Franciscana de San Pedro y San Pablo de Michoacán (FSCQ) I/4/, núm. 12, s/f, f. 25. 14. Juan de la Mata, Arte de repostería, p. 145. 15. Thomas Gage, Viajes en la Nueva España, p. 113. 16. Ibíd., pp. 114-115. Martha Few, Women Who Live Evil Lives. Gender, Religion and the Politics of Power in Colonial Guatemala, pp. 54-55.

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que se podía consumir esta bebida. Como señala Thomas Gage “la gente vulgar como los indios y los negros suelen echarle solamente cacao, achiote, maíz y algo de pimiento y anís”.17 Fue precisamente este consumo desmedido, principalmente en la Ciudad de México y después en España y otras partes de Europa, lo que llevó a los españoles a explotar los cacaos sudamericanos de menor calidad, pero que tenían mayor producción, y en el caso del de Guayaquil, aceptaban mucho más azúcar, haciendo del comercio del chocolate un negocio muy rentable. Cronistas del siglo xvii, como fray Francisco Ximénez, señalaban que “el mejor [cacao] que se conoce absolutamente es el que se da en la villa de Sonsonate y luego el de Xoconusco y después el de Guazacapan. El de Caracas es malo y de mal sabor. Y peor el de Guayaquil”.18 Podemos suponer que los cacaos sudamericanos no eran de la misma calidad y sabor que los mesoamericanos, pues no habían sido cultivados, ni mejorados para su consumo en bebidas durante la época prehispánica, como fue el caso de los de Mesoamérica.19 Fray Antonio Vázquez de Espinosa relata cómo a principios del siglo xvii empezó a incentivarse el cultivo de cacao en las provincias de Caracas y Guayaquil: […] se han sembrado desde el año de 1615, grandes guertas y arboledas de Cacaguatales, en los quales se da y coge el cacao en grande abundancia, traxeron el cacao de las sierras y montañas de la tierra adentro, donde avia grandes montes y arboledas de cacaos silvestres, donde se criaban, subian, y se descollauan sobre los demas arboles buscando el Sol; dellos se hizieron grandes almasigos, de que plantaron y pusieron las guertas y haziendas destas arboledas y frutales, con que han enriquecido la tierra y vezinos della; no son tan delicados estos árboles de criar como los de la NuevaEspaña y Honduras. […] por las riberas tienen los vezinos de Guayaquil muchas arboledas, o chacras, de árboles de cacao cargados de masorcas de cacao, y otras frutas muy buenas, naranjas en abundancia, y limas, estos árboles del cacao no se crian con la delicadeza y enfado que los de la Nueva 17. Ibíd. p. 121. 18. Francisco Ximénez, Historia Natural del Reino de Guatemala, pp. 249-250. El subrayado es mío. 19. Para entender la importancia de los agrosistemas especializados en la triada del chocolate en el área maya, véase el trabajo de Laura Caso Barrera y Mario M. Aliphat Fernández en esta obra pp. 129-179.

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4.- Chocolate batido en recipiente y molinillo de madera en Tabasco. Mover el molinillo tiene su técnica. Foto de Ignacio Osorio Pedrero.

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España, y Honduras, despues que los an sembrado an enriquecido a muchos y engrosado los diesmos, y rentas.20

Se debe señalar la importancia de la orden jesuita como promotora del cultivo de las variedades de cacao sudamericano y su explotación como producto comercial para su consumo como chocolate. Los jesuitas tuvieron haciendas de cacao en el Nuevo Reino de Granada en el siglo xviii y promovieron su cultivo en las misiones indígenas bajo su control en el Amazonas.21 La importancia de la explotación de cacao en la región de las misiones controladas por la Compañía en el siglo xviii influyó en algunas lenguas amazónicas, que perdieron la nomenclatura para denominar las distintas variedades de Theobroma y tomaron prestada la palabra ‘cacao’, introducida por los jesuitas. Las poblaciones indígenas amazónicas de las misiones jesuíticas sirvieron como mano de obra en la producción de cacao durante el siglo xviii, considerado como un producto de gran importancia comercial y por lo tanto de gran prestigio. Sin embargo, estas poblaciones amazónicas solo consumían el cacao como fruta, sin considerarlo un producto valioso o culturalmente importante, lo que refuerza la idea de que no procesaban las almendras para hacer bebidas. El conocimiento para la transformación de las almendras de cacao, es decir, la fermentación, secado y tostado, fue llevado por los jesuitas. Al igual que ahora, la democratización de la bebida del chocolate implicó que se adulterara la misma, usando cacaos de mala calidad que requerían se les adicionaran grandes cantidades de azúcar y féculas para ser consumidos con gusto. Falta profundizar en los patrones de consumo de otros centros urbanos, como Puebla, Oaxaca, Santiago de Guatemala, Mérida y Campeche, entre otros, que nos permitan entender el funcionamiento de los lugares de producción, así como de los mercados locales e interregionales. Sabemos que comerciantes de la Nueva España y de Puebla iban al Soconusco para conseguir cacao, mismo que intercambiaban por harinas y mercaderías novohispanas y europeas, y que la ciudad de Oaxaca era conocida por hacer el “mejor chocolate de las Indias”, con seguridad utilizando cacaos de Tabasco y el Soconusco (fig. 5).22 20. Antonio Vázquez de Espinosa, Compendio y descripción de las Indias Occidentales, pp. 90 y 347. 21. Véase el trabajo de Diana Bonnett Vélez en este volumen, pp. 347-381. 22. Ibíd., p. 167. Véanse los trabajos de Carlos E. Ruiz Abreu y Janine Gasco en esta obra, pp. 181-225 y 227-256.

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La bebida de chocolate en las colonias americanas y después en Europa, que convertiría a muchos en verdaderos chocoadictos, se hacía utilizando cacao, azúcar y especias. La introducción de los cacaos sudamericanos permitió que se empezaran a hacer mezclas de distintas calidades de cacaos, según el gusto y las posibilidades económicas de los distintos consumidores. Un buen chocolate se hacía con el mejor cacao, es decir, el de Tabasco, el de Soconusco o Caracas. Esto también llevó a la adulteración, pues mucha gente comenzó a ponerle a la pasta de chocolate cacao en mal estado maíz o trigo a fin de aumentar la mezcla, e incluso llegaron a agregarle tierra y polvo de ladrillo. Un recetario novohispano del siglo xviii nos describe el “Modo de hacer chocolate para vender, que salga bueno y tenga cuenta para vender”: De a dos: Dos libras de cacao Maracaibo, dos de Guayaquil, una de Tabasco, seis libras de azúcar, dos cajas de marquesote, y cuatro huevos. Se corta a 16 en libra. Y tres onzas de canela. De a tres: Dos libras y media de [cacao] de Guayaquil, libra y media de Maracaibo, media libra de Tabasco, onza y media de canela, siete libras de azúcar, una caja de marquesote, cuatro huevos, medio cuartillo de bizcocho duro. Se cortan a 18. De a cuatro: Tres libras de Guayaquil, media de Maracaibo, nueve libras de azúcar, media libra de bizcocho, cuatro huevos. Se corta a 19. De a seis, lo mismo y se corta a 23.23

Como se observa en estas recetas, las cantidades de cacao de mejor calidad se aumenta o disminuye según la calidad y el precio: a mayor cantidad de Guayaquil más azúcar y bizcocho, que aumentan la pasta de chocolate y por tanto se hacen más tablillas a un menor precio. En el siglo xvii se establecieron tiendas en las que se vendía cacao y azúcar al menudeo, y muchos de estos comerciantes eran criptojudíos que da23. Anónimo, Recetario novohispano. México, siglo XVIII, p. 89.

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ban cacao y azúcar en avance o fiado a ciertas personas para que las convirtieran en chocolate en tablillas, que después podían venderse en la tienda. El cacao que se daba en avance costaba a un peso la libra, que era un tercio más caro de lo que se vendía al mayoreo, pero con seguridad era un negocio rentable para el tendero y para quien aceptaba el cacao en adelanto y lo transformaba en chocolate.24 Manuel Miño, en su trabajo, señala que a finales del siglo xviii existían obrajes en los que las mujeres labraban el chocolate, cada una haciendo una tarea de seis libras diarias, recibiendo cuatro reales por su trabajo, incluido el almuerzo. En España desde 1680 el labrado del chocolate estaba regulado en la Pragmática de Tasas, que establecía que cada oficial de chocolatero recibiría 12 reales y una azumbre de vino, por labrar 16 libras de cacao en limpio, con el azúcar y adherentes que le corresponden.25 Un hombre podía producir alrededor de 30 libras diarias de chocolate, casi el doble de lo que se le pedía por los honorarios antes citados. Al parecer, en España, la manufactura del chocolate era un oficio más bien masculino. Como se analiza en el trabajo de Manuel Miño, la ganancia real no estaba en el comercio de la semilla de cacao, sino en su transformación en chocolate. En ese sentido, el cacao guayaquileño permitió el acceso al chocolate a todas las clases sociales, pues siendo el más barato y el más amargo, era al que podía agregársele más azúcar y más bizcocho. Por cada 6 libras de cacao se ponían dos de azúcar y una de bizcocho, que rendían 18 libras de chocolate labrado. Por cada libra se obtenían dos reales, y si el cacao era caro se disminuía el peso de las tablillas. El producto total de esta industria se calculaba en 5.291.000 pesos. Para dar una mejor idea de lo rentable que resultaba la fabricación del chocolate se puede poner como ejemplo que 6.000 cargas de cacao, con un costo de 80.270 pesos, habrían redituado 2.645.500 de chocolate manufacturado.26 Durante el siglo xviii Nueva España fue el principal comprador de cacao, pues su consumo, como hemos visto, se volvió parte de la canasta básica para todas las clases sociales, sobre todo en la Ciudad de México. Además, se utilizó como instrumento de cambio en las tran24. Robert Ferry, “Trading Cacao: A View from Veracruz, 1629-1645”. 25. Diccionario de Autoridades, vol. II, p. 344. 26. Véase el trabajo de Manuel Miño Grijalva en esta obra, pp. 287-317.

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5.- Mazorcas de cacao llevadas en procesión el 15 de mayo de cada año (enramas de cacao) a la parroquia de Comalcalco, Tabasco, ofrecidas como ofrenda a San Isidro Labrador para que provea de buenas cosechas. Foto de Ignacio Osorio Pedrero.

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sacciones al menudeo. Un pequeño grupo de comerciantes de la Ciudad de México se benefició con el comercio del cacao Guayaquil, situación que favoreció la apertura de los puertos del Pacifico en 1774 y el librecambio en Nueva España en 1789. Este grupo de comerciantes se apoderó del comercio a gran escala del cacao Guayaquil desde principio del siglo xvii y hasta las primeras décadas del siglo xix, pues tenía control sobre la plata.27 A este grupo de poder le interesaba que el cacao se utilizara en vez de moneda fraccionaria de cobre, por lo que hicieron todo lo posible por impedir la acuñación de la moneda. El uso del cacao como moneda fraccionaria en Nueva España hasta principios del siglo xix causó problemas sobre todo a las clases más desprotegidas, que al final tenían que consumir las almendras sucias, quebradas o carcomidas, pues de otra manera sufrían una grave pérdida. Además, la fluctuación en el precio del cacao afectaba a su valor de cambio como moneda fraccionaría. En 1810 empezó un declive del comercio de cacao hacia España y otras partes de Europa. Los procesos independentistas culminados en 1821 en América afectaron a los comerciantes que habían acaparado el comercio del cacao en la Ciudad de México. En el período posterior a la independencia, la situación se tornó inestable y la producción y el comercio en muchos estados sufrió algunos problemas. En 1846, el diputado por el estado de Tabasco, Manuel Zapata, escribió una nota que apareció publicada en el periódico Monitor Republicano, titulada “Protección económica al cacao”, en la que pedía al gobierno se favoreciera a los productores mexicanos de Tabasco, Chiapas y Veracruz. Le solicitaba al gobierno se rebajaran los impuestos que encarecían mucho el cacao, en comparación con el cacao que se importaba de Maracaibo o Caracas, que pagaba los mismos impuestos que los nacionales y que, además, estaba exento de los impuestos municipales. Zapata también pedía que se aumentaran los derechos de importación del cacao de Maracaibo, pero no requirió aumentar los derechos del de Guayaquil, “porque conozco que es el que consume la gente pobre y sobre ella recaería cualquier nuevo gravamen, porque 27. Guillermina del Valle Pavón, “Comercialización del cacao de Guayaquil por los mercaderes del Consulado de México en la segunda mitad del siglo xviii”; “Nuestra antigua moneda. El cacao”. Véanse también los trabajos de Manuel Miño Grijalva, Enriqueta Quiroz y Gloria Lizania Velasco Mendizábal en esta obra, pp. 287-317, 257-286 y 319-345.

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realmente no perjudica notablemente al cacao nacional con el que no puede competir por la conocida inferioridad de aquel”.28 A mediados del siglo xix los patrones de consumo comenzaron a modificarse por la introducción del café. Sin embargo, se puede señalar que el chocolate siguió siendo la bebida universal de los mexicanos y un artículo de consumo básico.29 Al mismo tiempo que el cultivo de cacao declinaba, el cultivo de café comenzó a expandirse en lugares como Veracruz y Chiapas. Por su parte, los europeos llevaron plantas de cacao a sus colonias en Gabón, Ghana, Nigeria y Costa de Marfil, por lo que hoy día África es el mayor productor de cacao del mundo. Con esto llegaría a su fin el nutrido comercio de cacao entre España y sus antiguas colonias americanas. En la actualidad el cacao criollo mesoamericano está siendo revalorado por la industria chocolatera gourmet, por lo que esperamos que este cultivo ancestral, con impresionante valor cultural, recupere un lugar importante en el gusto y en las mesas mexicanas y que reconquiste el sitio como “bebida adictiva” que ocupó en tiempos coloniales (fig. 6).

Bibliografía Anónimo, “Nuestra antigua moneda. El cacao”, en El Agricultor, núm. 2, 1908, p. 94. –– Recetario novohispano. México, siglo XVIII. México, Conaculta, 2000. Cárdenas, Juan de, Problemas y secretos maravillosos de las Indias. México, Pedro Ocharte, 1591. Mata, Juan de la, Arte de repostería. Madrid, Antonio Marín, 1747. Caso Barrera, Laura y Mario Aliphat, “Los vasos como símbolos de poder entre los itzaes”, en Guilhem Olivier (coord.), Símbolos de poder en Mesoamérica. México: Universidad Autónoma de México, 2008, pp. 67-94. Ciudad Real, Antonio de, Diccionario maya de Motul. The John Carter Brown Library, Brown University, Providence, Codex Ind 8 v. 2, disponible en . 28. Manuel Zapata, “Protección económica al cacao”. 29. Martín González de la Vara, Elsa Salas y Martha Chapa, Chocolate. Regalo del Edén, pp. 80-84

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6.- San Isidro ataviado con collares hechos a base de semilla de cacao para que provea de buenas cosechas. Fuera de la parroquia, Comalcalco, Tabasco. Foto de Ignacio Osorio Pedrero.

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Coe, Sophie D. y Michael D. Coe, La verdadera historia del chocolate. México, Fondo de Cultura Económica, 1999. Crown, Patricia L. y W. Jeffrey Hurst, “Evidence of Cacao Use in the Prehispanic American Southwest”, en Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America, vol. 106, num. 7, pp. 2110-2113. Díaz del Castillo, Bernal, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España. México, Editores Mexicanos Unidos, 2000. Diccionario de Autoridades, vol. II, ed. facsimilar. Madrid, Gredos, 1990. Ferry, Robert, “Trading Cacao: A View from Veracruz, 1629-1645”, en Nuevo Mundo. Mundos Nuevos, núm. 6, 2006, disponible en . Few, Martha, Women Who Live Evil Lives. Gender, Religion and the Politics of Power in Colonial Guatemala. Austin, University of Texas Press, 2002. Gage, Thomas, Viajes en la Nueva España. La Habana, Casa de las Américas, 1980. García Gómez, L. Jacinto, Carlos V a la mesa. Cocina y alimentación en la España renacentista. Madrid, Ediciones Remen, 2000. González de la Vara, Martín; Elsa Salas y Martha Chapa, Chocolate. Regalo del Edén. Villahermosa, Gobierno del Estado de Tabasco, 2003. Kaufman, Terrence y John Justeson, “The History of the Word for Cacao and Related Terms in Ancient Meso-America”, en Cameron L. McNeil (ed.), Chocolate in Mesoamerica: A Cultural History of Cacao. Gainesville, University Press of Florida, 2006, pp. 117-139. Molina, Alonso de, Vocabulario en lengua mexicana y castellana. México, Casa de Antonio de Spinosa, 1571. Powis, Terry G. et al., “Cacao Use and the San Lorenzo Olmec”, en Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America, vol. 108, núm. 21, pp. 8595-8600. Torquemada, fray Juan de, Monarquía indiana, vol. IV, lib. XIV. México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1977. Urcid, Javier, “Mythical Past and Historied Present: Another Interpretation of a Polychrome Vessel from Nochixtlan, Oaxaca”, Signs and Society, vol. 2, núm. 1, 2014, pp. 154-159. Ximénez, fray Francisco, Qvatro libros de la natvraleza y virtvdes de las plantas y animales que estan receuidos en el vso de medicina de

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la Nueva España..., del doctor Francisco Hernández en lengua latina. México, Casa de la viuda de Diego López Dávalos, 1615. Valle Pavón, Guillermina del, “Comercialización del cacao de Guayaquil por los mercaderes del Consulado de México en la segunda mitad del siglo xviii”, en Mexican Studies/Estudios Mexicanos, vol. 26, núm. 2, 2010, pp. 181-206. Vázquez de Espinosa, Antonio, Compendio y descripción de las Indias Occidentales. Washington, D. C., Smithsonian Institute, 1948. Ximénez, Francisco, Historia Natural del Reino de Guatemala. Guatemala: Editorial José de Pineda Ibarra, 1967. Zapata, Manuel, “Protección económica al cacao”, en Boletín Bibliográfico, núm. 495. México, Secretaría de Hacienda y Crédito Público, 1974.

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Sobre los autores

Mario M. Aliphat Fernández. Ph.D. en Antropología con especialidad en Ecología Humana por University of Calgary, licenciatura en Antropología (B. A.) por McGill University Montreal. Ha sido profesor-investigador y director del posgrado en Ecología y Manejo de Recursos Bióticos del INIREB en Xalapa, Veracruz, dirigido los Laboratorios Científicos del INAH y ha sido profesor de Ecología Humana y Etnoecología en el Departamento de Química y Biología de la Universidad de las Américas en Puebla. Desde 1998 es profesor-investigador en Etnoecología y Regiones Indígenas en el Programa EDAR del Colegio de Postgraduados, Campus Puebla. Ha sido miembro electo y actualmente es miembro externo del Consejo Nacional de Arqueología del INAH. Desde 1995 es miembro del Sistema Nacional de Investigadores del CONACYT. Ha dirigido varios proyectos nacionales e internacionales en aspectos de ecología y ciencias antropológicas en Chiapas, Tabasco y Guatemala. Ha publicado extensivamente en temas de su especialidad entre cuyos títulos se encuentran “La construcción histórica de las Tierras Bajas Mayas del Sur por medio de mapas esquemáticos” (Historia Mexicana, 63; 2013), “La triada del chocolate: cacao, vainilla y achiote” (Chocolate II. Mística y mestizaje; 2011), “Mejores son huertos de cacao y achiote que minas de oro y plata: Huertos especializados de los choles del Manché y de los k’ekchi’es” (Latin American Antiquity; 2012) y “The Sacred Cacao Groves of the Maya” (Latin American Antiquity; 1990), entre otros. Diana Bonnett Vélez. Doctora en Historia por El Colegio de México. Maestra en Historia Andina por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales –FLACSO– Sede Ecuador. Docente en la

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SOBRE LOS AUTORES

Universidad de los Andes. Su experiencia archivística se ha desarrollado en el Archivo de Relaciones Exteriores Genaro Estrada-México, Archivo General de Quito, Archivo General de Bogotá y Archivo General de Indias. Sus principales publicaciones han sido: “Tierra y Comunidad: un problema irresuelto. El caso del Altiplano Cundiboyacense 1750-1800” (2002), en Trabajo y condiciones de vida de la población indígena en la Nueva Granada colonial. Siglos XVI al XVIII; con Enriqueta Quiroz (coord.), Condiciones de vida y de trabajo en la América colonial: legislación, prácticas laborales y sistemas salariales. Bogotá, Uniandes (2009); “Los conflictos en un arzobispado: de Juan de los Barrios a Luis Zapata de Cárdenas (1553- 1590)”, en Entre el poder, el cambio y el orden social en la Nueva Granada Colonial. Estudios de caso (2013); editora académica de la obra “Germán Colmenares: una obra para la historia” (2015). Laura Caso Barrera. Doctorado en Historia por El Colegio de México, maestría en Historia por El Colegio de México, maestría en Antropología Socio-Cultural por University of Calgary, licenciatura en Etnohistoria por la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Actualmente es profesora Investigadora en el Colegio de Postgraduados, Campus Puebla. Ha publicado en prestigiadas editoriales nacionales y extranjeras. Entre sus artículos se encuentran “Cacao, Vanilla and Annato: Three Production and Exchange Systems in the Southern Maya Lowlands, 16th-17th centuries” (Journal of Latin American Geography; 2006) y “Mejores son huertos de cacao y achiote que minas de oro y plata: Huertos especializados de los choles del Manché y de los k’ekchi’es” (Latin American Antiquity; 2012). Publicó los libros Caminos en la selva. Migración, comercio y resistencia. Mayas yucatecos e itzaes, siglos XVII-XIX (2002) y El Chilam Balam de Ixil. Edición facsimilar y estudio de un libro maya inédito (2011). Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores y miembro correspondiente de la Academia de Geografía e Historia de Guatemala. Dirigió el Proyecto de Investigación Sectorial SEP-CONACyT (40088-H) “Relaciones entre mayas de Yucatán, El Petén y la Verapaz, siglos xvii a xix”. Roberto García Moll. Arqueólogo por la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Maestro en Ciencias Antropológicas por la

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Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México. Director general del Instituto Nacional de Antropología e Historia, así como director del Museo Nacional de Antropología, México. Presidente del Consejo de Arqueología. Director del Proyecto Arqueológico Yaxchilán, Chiapas. Investigador del Instituto Nacional de Antropología en la Dirección de Estudios Arqueológicos. Profesor de la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Entre sus varias publicaciones se encuentran: La Arquitectura de Yaxchilán (2003), “Shield Jaguar and the building 23” (Courtly Art of Ancient Maya; 2004), El discurso de la Piedra, ciudades del México antiguo (2004), Chichén Itzá. Patrimonio de la Humanidad (2009). Janine Gasco. Doctora en Antropología, University of California Santa Barbara y profesora de Antropología, California State University Dominguez Hills. Especialista en la historia del Soconusco, Chiapas, Mexico, desde el Período Posclásico hasta el presente, enfocada en cambios del paisaje. Entre sus publicaciones se encuentran los libros: Prehistoric Settlement on the South Pacific Coast of Chiapas, Mexico (con Barbara Voorhies y Paul Cackler; 2011) y Postclassic Soconusco Society: The Late Prehistory of the Coast of Chiapas, Mexico (con Barbara Voorhies; 2004), The Legacy of Mesoamerica: History and Culture of a Native American Civilization (coeditado con Robert M. Carmack y Gary H. Gossen; 2007). Entre sus artículos se pueden citar: “El Paisaje del Soconusco desde el Posclásico Tardío hasta el siglo xx” (Arqueología Reciente de Chiapas: Contribuciones del Encuentro Celebrado en el 60° Aniversario de la Fundación Arqueológica Nuevo Mundo; 2012) y “Soconusco Cacao Farmers Past and Present” (The Origins of Chocolate: Cacao in the Americas; 2006). Cameron L. McNeil. Doctora en Antropología por el Graduate Center, The City University of New York (CUNY). Profesora en Lehman College y Graduate Center, CUNY. Es arqueóloga y palinóloga, especialista en el estudio del uso ritual antiguo de las plantas entre los mayas, y las interacciones entre los humanos y el medioambiente en la era precolombina. Es editora de Chocolate in Mesoamerica: A Cultural History of Cacao (2006) y coeditora de The Ch’orti’ Maya Area: Past and Present. Entre sus ensayos se encuentra “Evi-

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dence Disputing Deforestation as the Cause for the Collapse of the Ancient Maya polity of Copan, Honduras”, coescrito con David Burney y Lida Pigott-Burney (2010). En la actualidad es directora del Proyecto Arqueológico Río Amarillo, Copán (PARAC), el cual investiga el impacto medioambiental de las poblaciones humanas durante el Clásico Tardío en la sección oriental del valle de Copán, Honduras. Manuel Miño Grijalva. Es doctor en Historia por El Colegio de México, donde desempeña las labores de profesor e investigador. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores desde 1989, en 1995 fue designado miembro de la New York Academy of Sciences. Ha recibido el Premio del Comité Mexicano de Ciencias Históricas al mejor artículo en Historiografía (2002) y la Mención Honorífica por la misma institución en 2004. Especialista en estudios sobre la manufactura y el artesanado en México y América Latina durante el siglo xviii y la estructura social urbana, ha publicado, entre otras obras, La población de la ciudad de México en 1790, El cacao Guayaquil en nueva España, 1774-1812 (política imperial, mercado y consumo (2013), Estructura social, alimentación y vivienda (con Sonia Pérez Toledo, 2004). Codirige el vol. VI de la Historia General de América Latina. La construcción de las naciones latinoamericanas, 1820-1870 (2003) y coordina Núcleos urbanos mexicanos. Siglos XIX y XX. Mercado, Perfiles sociodemográficos y conflictos de autoridad (2006) y la Historia General ilustrada del Estado de México (2011). Enriqueta Quiroz. Doctora y maestra en historia por El Colegio de México y licenciada en Humanidades con Mención en Historia por la Universidad de Chile. Profesora-investigadora titular de tiempo completo en el Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora y miembro del Sistema Nacional de Investigadores de México. Ha ocupado los cargos de directora editorial de la revista América Latina en la Historia Económica, coordinadora académica de la maestría en Historia Moderna y Contemporánea, y coordinadora de Investigación de Historia: Estudios Políticos, Económicos, Sociales y Culturales. Es autora de diversos artículos y capítulos de libros publicados en México, Colombia, Chile y Estados Unidos. Entre sus libros se destacan Entre el lujo y la subsistencia. Mercado,

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abastecimiento y precios de la carne en la ciudad de México, 17501812 (2005) y El consumo como problema histórico. Propuestas y debates entre Europa e Hispanoamérica (2006). Junto a Diana Bonnett es coordinadora de Condiciones de vida y de trabajo en la América Colonial: Legislación, prácticas laborales y sistemas salariales (2009). En 2016 publicó Economía, Obras públicas y trabajadores urbanos: Ciudad de México (1687-1807). Carlos E. Ruiz Abreu. Doctor en Historia por la Universidad Nacional Autónoma de México. Ha colaborado como investigador y coordinador de proyectos de investigación en los institutos de Cultura de Tabasco, Chiapas y Campeche, en la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas y en la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco. Miembro del SNI entre 1995 y 2008. Ha publicado más de una veintena de libros entre los que destacan: Comercio y milicias de Tabasco en la Colonia (1989), Señores de la tierra y el agua: propiedad, comercio y trabajo en el Tabasco colonial (1994), Emilio Rabasa Estebanell: los combates por la vida (2000), Tabasco en la época de los Borbones. Comercio y mercados 1777-1811 (2001), Relación documental para la historia de la provincia de Tabasco 1539-1885 (2012) y, en coautoría, Las fronteras del agua. Historia de los límites territoriales de Tabasco (2015). Como coordinador ha publicado, entre otras títulos: Historia del Congreso de Chiapas: 1824-1994 (1994), Historia política contemporánea de Tabasco 1958-2008 (2009), Historia del Palacio de Gobierno de Tabasco 1884-2010 (2010). Los temas de investigación en los que está interesado son: historia económica, política y social de la época colonial, siglo xix y xx en Tabasco y el sur-sureste de México. Así como en la preservación, organización y difusión de archivo Gloria Lizania Velasco Mendizábal. Licenciada en Historia por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México y candidata a la maestría en Historia por la misma universidad. Técnico asociado A en el Instituto de Investigaciones Doctor José María Luis Mora. Miembro del Seminario Genealogía Mexicana en el Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM y del Seminario Interdisciplinario de Alimentación en el Instituto Mora. Sus investigaciones se centran en el estudio del comercio, co-

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merciantes y familias de comerciantes en la Ciudad de México, siglos xvii-xviii. Autora de los artículos: “Un riojano entre vascos y montañeses: Manuel Rodríguez Sáenz de Pedroso, primer conde de San Bartolomé de Xala” (en Revista de Estudios de Historia Novohispana; 2011) y “Familia, poder y negocios: el conde de San Bartolomé de Xala” (en Genealogía, heráldica y documentación; 2014).

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LAURA CASO BARRERA (COORD.)

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l cacao (Theobroma cacao L.) tuvo, desde tiempos prehispánicos, diversos usos, ya fuera que sus semillas sirvieran como producto de intercambio, para realizar pagos de tributos, como moneda en transacciones comerciales o utilizado en ofrendas rituales. También fue un producto codiciado y utilizado en el comercio a larga distancia por diversos grupos mesoamericanos desde épocas tempranas, en particular en las culturas mayas. La importancia de las semillas radicaba en su eventual transformación en una importante bebida ritual, el chocolate, que se consumía en celebraciones, banquetes, bodas, ceremonias o reuniones de gobierno.

Cacao. Producción, consumo y comercio Del período prehispánico a la actualidad en América Latina

Con la llegada de los españoles la situación no varió: las semillas siguieron teniendo un valor de cambio y fueron empleadas para pagar tributos, repartimientos y cargas religiosas. El cacao se convirtió en un producto fundamental de comercio para las colonias españolas en América y en un artículo básico de consumo entre las clases altas. Este libro analiza la importancia del cacao desde el período prehispánico hasta la actualidad, estudiando las formas de producción, circuitos comerciales y maneras de consumo en México, Guatemala, Nueva Granada (Colombia), Guayaquil (Ecuador) y Trinidad. LAURA CASO BARRERA es doctora en Historia por El Colegio de México, maestría en Antropología por University of Calgary, licenciada en Etnohistoria por la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Es profesora-investigadora del Colegio de PosgraduadosCampus Puebla, miembro del Sistema Nacional de Investigadores y de la Academia de Geografía e Historia de Guatemala.

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