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COLECCIÓN BÍOSYETHOS
Marión Buendía, Luis A. Bohórquez, Iván de Jesús Lesport Esmeral, Efraín Rozo Rincón, Víctor Manuel Méndez Gutiérrez, Rosaelena Matyas Cainargo
COLECCIÓN BÍOS Y ETHOS EDICIONES EL BOSQUE
la. Edición, Enero 2003
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Tabla de Contenido
PRESENTACIÓN
9
El carácter interdisciplinario de la Bioética al servicio del deporte Efraín Rozo Rincón Pbro.
11
"El refrámuna bioética popular" Rosaelena Matyas Camargo, M. D.
77
La violencia y el dolor del niño colombiano Víctor Manuel Méndez Gutiérrez M. D.
95
Sobre la violencia Iván de Jesús Lesport Esmeral M. D.
145
Reflexión bioética en torno a la sacralidad del hombre muerto Luis A. Bohórquez. Teólogo
169
¿Para qué la Universidad? Marión Buendía M. D.
229
El desplazamiento en Colombia Rosaelena Matyas Camargo M. D.
253
PRESENTACIÓN "Detecto* del TfCzyiát&i e*i 'Sc&éttca
La Bioética como un cuerpo de nuevos saberes, es altamente interdisciplinaria, no superpuesta a ningún saber específico; admite modelos y patrones variados, sujetos al cambio permanente. Facilita el diálogo entre las diferentes ciencias y saberes como puente comunicante y cuestiona a sus quehaceres, y desde luego, a la tecnociencia. La sociedad o la comunidad se encuentra involucrada de múltiples formas en la empresa científica, puesto que por una parte la ciencia afecta su vida, su bienestar su cultura y sus valores. Con el auge hoy de las tecnologías de la información, la comunicación y la apertura del conocimiento, la actividad científica, como búsqueda de una representación coherente y conceptual de la realidad, tiene implicaciones no sólo sobre la misma ciencia sino también sobre la sociedad y la cultura. A su vez, desde distintas perspectivas, los aspectos sociales y culturales tienen influencias sobre la ciencia. Es así, como ha empezado la preocupación por las relaciones entre la ciencia, la tecnología y la sociedad y sus implicaciones sobre el entorno, las comunidades y las instituciones, puesto que así como evoluciona la cultura, lo hace su infraestructura, es decir coevolucionan por influencias continuas y mutuas como sucede en biología, con el comportamiento de los organismos vivos que es determinado por su estructura. Como cambia su estructura durante el desarrollo del organismo, y durante la evolución de su especie, también lo hace su comportamiento.
La gran variedad de sociedades humanas con diferentes grados de complejidad, desde simples hasta enormemente complejas como la actual, obliga a estudiar las ciencias en su contexto, no sólo como una forma autónoma de saber sino además con sus interrelaciones con otras actividades sociales. Por tanto, la reflexión sobre la ciencia debe tener un carácter cultural y social dada la pluralidad del saber científico que en muchos aspectos como en el de la biotecnología cuestiona las visiones éticas, culturales y religiosas tradicionales y mueve los criterios considerados como fundamentales para las personas y la sociedad. La bioética permite el acercamiento de una formación científica a los estudios humanísticos y sociales y propicia la comprensión y participación en el debate sobre las aplicaciones de la biotecnología. Y, al contrario, los científicos acceden a estudios humanísticos y sociales, recordando que toda actividad científica siempre se produce en un determinado contexto social y es determinada también por los intereses de los actores sociales. Lo que estructura y guía nuestros pensamientos son concepciones efectivamente sociales. La conciencia colectiva comprende ideas religiosas, las instituciones, los sistemas educativos y las cuestiones morales y presiona sobre los individuos en forma independiente de sus voluntades personales y se erige en la causa de otros hechos sociales. La bioética permite una mirada novedosa de las actividades y vivencias de la vida colectiva y las estructuras dentro de los cuales se produce el proceso de creación cultural para abordar desde diferentes ángulos, lo relativo al hombre y su mundo como una realidad única e inseparable. Las relaciones entre ciencia, tecnología y sociedad, el progreso científico, el contraste entre paradigmas rivales y la influencia sobre las comunidades y entorno son tareas propias de la reflexión bioética. Con la publicación de este volumen de Bios y Ethos exploramos algunos aspectos sociales, religiosos, culturales y educativos que creemos aportan elementos para nuevas visiones de la sociedad con una mirada desde una ética por la vida, teniendo en cuenta que la ciencia modifica, transforma y mejora el entorno, o la realidad, pero a su vez sus métodos, técnicas y resultados experimentan cambios según se esté en uno y otro contexto social. Bogotá Diciembre de 2002
E L CARÁCTER INTERDISCIPLINARIO D E L A BIOÉTICA A L S E R V I C I O D E L D E P O R T E
PREÁMBULO acia la terminación de nuestro proyecto de Especialización en Bioé t i c a s la Universidad El Bosque, comenzamos a preguntarnos, entre los compañeros dicho curso, sobre el posible tema de nuestro trabajo académico final, el "Ensayo". Fue el mérito de mis compañeros, conocedores de mi trayectoria educativa, el reclamarme que yo escribiera sobre un tema relativo al papel de la Bioética en Deporte. La sugerencia de mis compañeros significó para mí un reto y una misión que no ha sido muy fácil de afrontar. Me pareció oportuno contar aquí lo que han sido mis vivencias en el deporte y el estudio de la bioética, como motivaciones para sustentar las reflexiones que hago a continuación, en función de aprovechar el importante aporte que el método bioético puede prestar a la práctica deportiva. Para el final de 1950 yo estaba terminando mi primer año de Teología en la Universidad Javeriana, de Bogotá, como aspirante al Sacerdocio, dentro del grupo de fundadores de lo que hoy es la Asociación Arquidiocesana de Sacerdotes del Instituto de Jesús Adolescente, en Bogotá. Capellán de la U.D.C.A. Universidad de Ciencias Aplicadas y Ambientales.
Poco antes había comprado una bicicleta para ir por la mañana a la Universidad y por la tarde a trabajar en el Despacho Parroquial del Hospital de San Juan de Dios, donde presidía el Padre Angel María Olarte, antes nuestro Profesor de Religión en el Colegio Nacional de San Bartolomé, y con quien nos habíamos comprometido a formar sacerdotes dedicados a la Asesoría Espiritual de la Juventud. Algún día, durante ese año, leí en la prensa que un muchacho, en su bicicleta de turismo, ganó una competencia. Recorrí el mismo trayecto y, para mi sorpresa, yo gasté menos tiempo! Esto me motivó a inscribirme en una competencia ciclística. El escenario de mi primera contienda fue la «Doble a Madrid», en la que sobresalí al ganar en la categoría de máquinas de turismo. Por eso el Presidente de la Liga de Ciclismo de Cundinamarca me invitó a ser su discípulo en el deporte del pedal. Para ese entonces fui uno de los primeros «intelectuales» metidos en el ciclismo. Los otros eran muchachos empleados, mensajeros, etc. A los tres meses fui campeón departamental. Un ciclista desconocido hasta entonces, a quien su profesor de religión abrazó entusiasmado en la meta de llegada. Por eso dijeron: «ganó uno de los curas», un cura! Desde entonces, sin saber que yo estudiaba para el sacerdocio, me comenzaron a llamar «el Cura». Así, mi remoquete deportivo siguió siendo: «Cura Rozo». En Diciembre del mismo año fui Campeón Nacional en Santa Marta y en Enero del 50 primer Campeón Internacional de Ciclismo de Colombia, en persecución por equipos, en los Juegos Centroamericanos y del Caribe, en Guatemala. Esa fue la primera medalla de oro para Colombia en campeonatos internacionales de ciclismo! A la vuelta de mi fabuloso campeonato ingresé al Seminario, internado requerido para la formación sacerdotal. Se me acabó, así, la posibilidad del ciclismo de competencia. Pero ya había tenido yo la grata experiencia de lo que es un triunfo deportivo. Bien pronto, para Diciembre de 1953 ya era yo sacerdote! Comencé mi vida sacerdotal como Capellán del Colegio Nacional Camilo Torres y Director Espiritual de nuestro propio Seminario, el Instituto TihamerToth. Este
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