Amigos exigentes, servidores infieles : la crisis de la Orden de Cluny en España (1270-1379): La crisis de la Orden de Cluny en España (1270-1379) [1 ed.] 8400098390, 9788400098391

Reyes que exigen grandes tributos, nobles que despojan violentamente de sus bienes a los monjes, priores que dilapidan l

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AMIGOS EXIGENTES,SERVIDORES INFIELES
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Amigos exigentes, servidores infieles : la crisis de la Orden de Cluny en España (1270-1379): La crisis de la Orden de Cluny en España (1270-1379) [1 ed.]
 8400098390, 9788400098391

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 omerciando con el enemigo: el tráfico mercantil entre 60. C Inglaterra y España (1700-1765). Nélida García Fernández. 61.  Rumbo al Sur. Francia y la España del desarrollo, 19581969. Esther María Sánchez Sánchez. 62.  Rafael María de Labra. Cuba, Puerto Rico, Las Filipinas, Europa y Marruecos, en la España del Sexenio Democrático y la Restauración (1871-1918). María Dolores Domingo Acebrón. 63.  Literatura de viajes y Canarias. Tenerife en los relatos de viajeros franceses del siglo xviii. Cristina González de Uriarte Marrón. 64.  Poder y movilidad social. Cortesanos, religiosos y oligarquías en la Península Ibérica (siglos xv-xix). Francisco Chacón Jiménez y Nuno G. Monteiro (eds.). Failure of catalanist opposition to Franco (1939-1950). 65.  Casilda Güell Ampuero. 66.  Cambios y alianzas. La política regia en la frontera del Ebro en el reinado de Alfonso VIII de Castilla (1158-1214). Ignacio Álvarez Borge. 67.  Los moriscos en La Mancha. Sociedad, economía y modos de vida de una minoría en la Castilla moderna. Francisco Javier Moreno Díaz-Campo. ¿Verdades cansadas? Imágenes y estereotipos acerca del 68.  mundo hispánico en Europa. Víctor Bergasa, Miguel Cabañas, Manuel Lucena Giraldo e Idoia Murga (eds.). Gobiernos y ministros españoles en la Edad Contempo69.  ránea. José Ramón Urquijo Goitia. 70.  El Instituto Cardenal Cisneros de Madrid (1845-1877). Carmen Rodríguez Guerrero. 71.  Poderosos y Privilegiados. Los caballeros de Santiago de Jaén (siglos xvi-xviii). José Miguel Delgado Barrado y María Amparo López Arandia. 72.  Sospechosos habituales. El cine norteamericano, Estados Unidos y la España franquista, 1939-1960. Pablo León Aguinaga. 73.  La Primera Guerra Mundial en el Estrecho de Gibraltar. Economía, política y relaciones internacionales. Carolina García Sanz. 74. Cum magnatibus regni mei. La nobleza y la monarquía leonesas durante los reinados de Fernando II y Alfonso IX (1157-1230). Inés Calderón Medina. 75.  Entre frailes y clérigos. Las claves de la cuestión clerical en Filipinas (1776-1872). Roberto Blanco Andrés. 76.  Dominación, fe y espectáculo. Las exposiciones misionales y coloniales en la era del imperialismo moderno (1851-1958). Luis Ángel Sánchez Gómez.

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CARLOS M. REGLERO DE LA FUENTE

Carlos M. Reglero de la Fuente

AMIGOS EXIGENTES, SERVIDORES INFIELES

LA CRISIS DE LA ORDEN DE CLUNY EN ESPAÑA (1270-1379)

LA CRISIS DE LA ORDEN DE CLUNY EN ESPAÑA (1270-1379)

52.  Las relaciones entre España y Filipinas. Siglos xvi-xx. María Dolores Elizalde Pérez-Grueso (ed.). 53.  El motín de Esquilache, América y Europa. José Andrés-Gallego. 54.  Los orígenes de las órdenes militares y la repoblación de los territorios de la Mancha (1150-1250). Francisco Ruiz Gómez. 635. Historia de una polémica y semblanza de una gene55.  ración. José María Jover. 56.  Moneda y Arbitrios. Consideraciones del siglo xvii. Elena María García Guerra. España y Estados Unidos en el siglo xx. Lorenzo Del57.  gado y María Dolores Elizalde (eds.). 58.  Gremios y artesanos en Madrid, 1550-1650. Juan Carlos Zofío Llorente. 59.  La política exterior de España: .  Tomo 1. Una política mediterránea, occidental y de paz (1899-1905). .  Tomo 2. Junto a las naciones occidentales (1905-1914). Cristóbal Robles Muñoz.

Reyes que exigen grandes tributos, nobles que despojan violentamente de sus bienes a los monjes, priores que dilapidan las rentas de sus monasterios, monjes incontinentes o tabernarios. Las noticias sobre los prioratos cluniacenses hispanos en estos años (1270-1379) son desoladoras, síntomas de la grave crisis económica y disciplinaria que atravesaron desde fines del siglo xiii. Detrás de esta multitud de pequeñas historias hay una redistribución del poder y las rentas, que perjudicó a los monasterios frente a reyes, nobles, obispos o papas. Ello no impidió que los monjes y, sobre todo, los priores mantuviesen un nivel de vida elevado, entre la relajación de la regla y las luchas por el control de los prioratos. A pesar de ello la Orden de Cluny consiguió sobrevivir en España, muy debilitada en sus efectivos y organización jerárquica.

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Colección BIBLIOTECA DE HISTORIA Últimos volúmenes publicados:

CSIC

Carlos M. Reglero de la Fuente es catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Valladolid. Ha trabajado sobre cuestiones como el poblamiento medieval, la organización social del espacio o la antroponimia de los reinos de León y Castilla. Su investigación actual se centra en la relación entre la Iglesia, la sociedad y el poder regio en León y Castilla en la Edad Media, en especial sobre los monasterios cluniacenses y el Infantado. Entre sus publicaciones se encuentran: Espacio y poder en la Castilla Medieval. Los Montes de Torozos (siglos x-xiv) (Valladolid, 1994); El monasterio de San Isidro de Dueñas en la Edad Media. Un priorato cluniacense hispano (911-1478). Estudio y colección documental (León, 2005); y Cluny en España. Los prioratos de la provincia y sus redes sociales (1073-ca. 1270) (León, 2008).

BIBLIOTECA DE HISTORIA

CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS

Ilustración de cubierta: Los monjes de Cluny cantando vísperas (Cantigas de Santa María, Biblioteca de El Escorial, ms. T.I.1, fol. 212r, © Patrimonio Nacional).

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BIBLIOTECA DE HISTORIA, 77

Director Carlos Julián Estepa Díez (CSIC) Secretario Francisco Fernández Izquierdo (CSIC) Comité Editorial Alfredo Alvar Ezquerra (CSIC) Lorenzo Delgado Gómez-Escalonilla (CSIC) Elena Hernández Sandoica (Universidad Complutense) Cristina Jular Pérez-Alfaro (CSIC) Pascual Martínez Sopena (Universidad de Valladolid) Magdalena de Pazzis Pi Corrales (Universidad Complutense) José Ramón Urquijo Goitia (CSIC) Consejo Asesor Marcella Aglietti (Universidad de Pisa) Carlos Ayala Martínez (Universidad Autónoma de Madrid) Caroline Boyd (Universidad de California, Irvine) María João Branco (Universidad Nova de Lisboa) Manuel Espadas Burgos (CSIC) José Ángel García de Cortázar y Ruiz de Aguirre (Universidad de Cantabria) María Victoria López-Cordón Cortezo (Universidad Complutense) María de los Ángeles Pérez Samper (Universidad de Barcelona) Ofelia Rey Castelao (Universidad de Santiago de Compostela) Octavio Ruiz Manjón-Cabeza (Universidad Complutense) José Ignacio Ruiz Rodríguez (Universidad de Alcalá) Manuel Sánchez Martínez (CSIC)

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LA CRISIS DE LA ORDEN DE CLUNY EN ESPAÑA (1270-1379)

CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS MADRID, 2014

Reservados todos los derechos por la legislación en materia de Propiedad Intelectual. Ni la totalidad ni parte de este libro, incluido el diseño de la cubierta, puede reproducirse, almacenarse o transmitirse en manera alguna por medio ya sea electrónico, químico, óptico, informático, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo por escrito de la editorial. Las noticias, los asertos y las opiniones contenidos en esta obra son de la exclusiva responsabilidad del autor o autores. La editorial, por su parte, solo se hace responsable del interés científico de sus publicaciones. Este libro ha sido financiado por el Grupo de Investigación Reconocido «León y Castilla en la Alta y Plena Edad Media», de la Universidad de Valladolid, y por el proyecto de investigación «Los espacios del poder regio, ca. 1050-1385. Procesos políticos y representaciones. Subproyecto 1: espacios, territorios y percepciones del reino. León y Castilla» (HAR2010-21725-C03-01, subprograma HIST), financiado por el antiguo Ministerio de Ciencia e Innovación. Catálogo general de publicaciones oficiales: http://publicacionesoficiales.boe.es Editorial CSIC: http://editorialcsic.es (correo: [email protected])

ministerio de economía y competitividad

© CSIC © Carlos M. Reglero de la Fuente Imagen de cubierta: Códice Rico de las Cantigas de Alfonso X el Sabio, miniatura de la Cantiga 156, Biblioteca de El Escorial, ms. T.I.1., fol. 212r (© Patrimonio Nacional) ISBN: 978-84-00-09839-1 e-ISBN: 978-84-00-09840-7 NIPO: 723-14-099-4 e-NIPO: 723-14-100-7 Depósito Legal: M-20320-2014 Maquetación, impresión y encuadernación: RB, Servicios Editoriales, S.A. Impreso en España. Printed in Spain En esta edición se ha utilizado papel ecológico sometido a un proceso de blanqueado TCF, cuya fibra procede de bosques gestionados de forma sostenible.

ÍNDICE

Siglas utilizadas .................................................................................. 11 Introducción ....................................................................................... 13 PARTE I. AMIGOS EXIGENTES: LOS MONASTERIOS CLUNIACENSES HISPANOS Y LOS PODEROSOS Introducción .......................................................................................

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Capítulo 1. El poder regio ................................................................. 1.1. La documentación real en los prioratos hispanos ............... 1.2. Rogar por los reyes ............................................................. 1.3. Monasterios y fiscalidad regia ............................................ 1.4. Justicia y jurisdicción regia.................................................

31 34 36 38 54

Capítulo 2. La nobleza ....................................................................... 71 2.1. La nobleza en las visitas y definiciones .............................. 73 2.2. Guerras y robos ................................................................... 76 2.3. Los ricoshombres y sus familias ......................................... 81 2.4. Los caballeros de la nobleza regional castellana ................ 91 2.5. La nobleza comarcal y local castellana .............................. 95 2.6. Oficiales de la Corte regia y de la administración territorial ............................................................................. 100 2.7. Los caballeros gallegos ....................................................... 102 2.8. Las mercedes enriqueñas y sus consecuencias ................... 108 Capítulo 3. Poder episcopal y prioratos cluniacenses ..................... 113 3.1. Introducción ........................................................................ 113 3.2. Protección y control ............................................................ 115

8

ÍNDICE

3.3. Problemas en torno a la fiscalidad episcopal ...................... 116 3.4. La jurisdicción episcopal .................................................... 119 3.5. Los arrendamientos ............................................................. 126 Capítulo 4. El poder pontificio .......................................................... 133 4.1. El arrendamiento de prioratos por capellanes pontificios ... 136 4.2. La tenencia de prioratos por los cardenales ........................ 139 4.3. La provisión de beneficios .................................................. 141 4.4. La pérdida de San Miguel de Zamora ................................ 147 4.5. La protección pontificia: concesión de indulgencias y jueces conservadores ....................................................... 148 PARTE II. SERVIDORES NO SIEMPRE FIELES: LOS MONJES Y SUS PRIORATOS Introducción ....................................................................................... 153 Capítulo 1. La red de prioratos y el número de monjes ................. 1.1. Las primeras listas de prioratos y monjes ........................... 1.2. Los prioratos conventuales ................................................. 1.3. Los prioratos menores ........................................................ 1.4. Los antiguos prioratos obedienciarios ................................ 1.5. Balance final: evolución del número de monjes y de prioratos ......................................................................... Capítulo 2. Priores y monjes ............................................................. 2.1. Una aproximación onomástica: In terra aliena .................. 2.2. Nombramiento y deposición de priores .............................. 2.3. Los oficiales del convento .................................................. 2.4. Los monjes .......................................................................... 2.5. El comportamiento de priores y monjes: relajación, secularización, laicización y criminalización .....................



157 157 161 165 169 176 181 181 184 193 201

205

Capítulo 3. La administración de los prioratos ............................... 215 3.1. Problemas de gestión: endeudamiento y enajenaciones ..... 215 3.2. Las cuentas de San Zoilo de Carrión de 1338 .................... 228 Capítulo 4. La liturgia en el monasterio .......................................... 4.1. El rezo de las misas y las horas .......................................... 4.2. Aniversarios y capellanías .................................................. 4.3. El marco de la celebración litúrgica: la iglesia y el monasterio ......................................................................

241 242 245 248

ÍNDICE

9

4.4. El ajuar litúrgico ................................................................. 250 4.5. Capellanes y clérigos seculares .......................................... 254 Capítulo 5. La provincia de España y Cluny ................................... 259 5.1. La provincia de España y la reforma de Benedicto XII (1336) . 259 5.2. Los representantes del abad: camareros, vicarios, procuradores ....................................................................... 263 5.3. La fiscalidad de la Orden .................................................... 271 5.4. La visita y los visitadores ................................................... 278 5.5. El Capítulo General ............................................................ 293 Recapitulación y conclusiones ........................................................... 305 Apéndice I. Prosopografía ................................................................. 325 1. Juan de Vargas, prior de Santa María de Nájera (1272-1282) 326 2. Guichart, prior de Carrión y camarero (1285-1288) ............ 327 3. Don Pedro Sánchez, prior de Nájera (1286-1295) .............. 329 4. Pedro Flachardi de Belna, prior de San Isidro de Dueñas (1291-1294) ....................................................... 331 5. Juan de Dosa, prior de Carrión y camarero de España (c. 1310-1336) ..................................................................... 333 6. Luis, prior de Nájera (1314-1336) ....................................... 342 7. Suero Pérez, prior de Pombeiro (1319-1331) ...................... 347 8. Martín Pérez, prior de Pombeiro y Salamanca (1330-1342) 350 9. Fernán Pérez, prior de Vimieiro (1333-1335) ...................... 352 10. Juan de Bastida, prior de Carrión (1336-1342) ................... 355 11. Enrique, prior de Nájera (1339-1349) ................................. 357 12. Juan Esquío, prior de Jubia (1355-1378) ............................. 360 13. Giraldo, prior de Nájera y camarero (1359-1361) ............... 361 14. Gonzalo Pérez de Nájera, prior de San Isidro de Dueñas (1367-1369) ........................................................ 363 Apéndice II. Lista de monjes cluniacenses en España (1270-1379) . 365 Fuentes y bibliografía ........................................................................ 381 1. Fuentes manuscritas ............................................................... 381 2. Fuentes impresas y bibliografía ............................................. 382 Índice onomástico .............................................................................. 393 Índice toponímico ............................................................................... 405

SIGLAS UTILIZADAS ACP Archivo de la Catedral de Palencia. AHN Archivo Histórico Nacional (Madrid). AMSD Archivo del Monasterio de Santo Domingo de Silos. AUPSA Archivo de la Universidad Pontificia de Salamanca. BNF Bibliothèque Nationale de France. NSZC Necrologio de San Zoilo de Carrión (Salamanca, Biblioteca del Colegio de San Estanislao de Salamanca, Fondo de San Zoilo de Carrión, n.º 4). SCG  Charvin, Dom Gaston. Statuts, chapitres généraux et visites de l’Ordre de Cluny, 6 vols., Paris, Boccard, 1965-1972. Reglero de la Fuente, Carlos Manuel. El monasterio de San IsiSID dro de Dueñas en la Edad Media. Un priorato cluniacense hispano (911-1478). Estudio y colección documental, León, Centro de Estudios e Investigación San Isidoro, 2005. SMN Cantera Montenegro, Margarita. Santa María la Real de Nájera, siglos xi-xiv, 3 vols., Madrid, Universidad Complutense, 1987. SRE Ruiz Asencio, José Manuel; Ruiz Albi, Irene; Herrero Jiménez, Mauricio (eds.). Colección documental del monasterio de San Román de Entrepeñas (940-1608), León, Centro de Estudios e Investigación San Isidoro, 2000, pp. 8-333. SVP Lucas Álvarez, Manuel; Lucas Domínguez, Pedro Pablo. El priorato benedictino de San Vicenzo de Pombeiro y su colección diplomática en la Edad Media, A Coruña, Castro, 1996. SZC Pérez Celada, Julio A. Documentación del monasterio de San Zoilo de Carrión (1047-1300), Palencia, J. M. Garrido, 1986. Id. Documentación del monasterio de San Zoilo de Carrión (13011400), Palencia, J. M. Garrido, 1987.

INTRODUCCIÓN* Las carreras van llenas de grandes proçesiones: muchos omnes ordenados que otorgan perdones, los clérigos seglares con muchos clerizones, en la proçesión iva el abad de Borbones. Órdenes de Çistel con las de Sant Benito, la Orden de Cruzniego con su abat bendito, quantas órdenes son non las puse en escripto «Venite exultemus», cantan en alto grito. Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, Libro de Buen Amor, § 1 235-1 236

Con estos versos describe el arcipreste de Hita cómo los clérigos e legos e flaires e monjas e dueñas e joglares salieron a reçebir a Don Amor.1 La inclusión de los monjes de la Orden de Cluny, con su abad al frente, entre quienes exaltan al amor es un ejemplo de la crítica contra los clérigos y monjes, tan difundida en la Baja Edad Media. Ello muestra que Cluny había perdido su primigenio espíritu reformador y ascético, y que en este terreno los cluniacenses eran equiparados a otros monjes y frailes. Por otra parte, el arcipreste de Hita individualiza a los cluniacenses entre los benedictinos, *   Este trabajo ha sido realizado en el marco del proyecto de investigación «Los espacios del poder regio, ca. 1050-1385. Procesos políticos y representaciones. Subproyecto 1: Espacios, territorios y percepciones del reino. León y Castilla», HAR2010-21725-C03-01 (subprograma HIST). También ha contado con sendas ayudas de la Universidad de Valladolid para la realización de estancias de investigación en París en el año 2009, durante la que pude consultar los fondos de la Bibliothèque Nationale de France, y en Oxford en 2012, para la consulta de los fondos de la Bodleian Library. Quiero agradecer aquí a los profesores Dominique Iogna-Prat y Chris Wickham su acogida y ayuda durante dichas estancias. 1   Arcipreste de Hita, Juan Ruiz. Libro de Buen Amor, ed. de Alberto Blecua, Madrid, Cátedra, 1992, p. 305 (§ 1225).

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distinguiéndolos tanto de los cistercienses como de los otros benedictinos negros, de la Orden de San Benito. La visión que ofrecen otras obras literarias de la época no es diferente. Dante hacía vestir a los hipócritas un manto como el de los monjes cluniacenses, aunque forrado de plomo, asignándoles un lugar en el Infierno de su Divina Comedia. Medio siglo más tarde, Boccaccio les dedicaba varios cuentos del Decamerón. El abad de Cluny era allí calificado del «prelado más rico en riquezas propias que tenga la Iglesia de Dios, del papa para abajo»,2 pero la soberbia y el vicio habían remplazado la antigua humildad y ascetismo. En un episodio intentaba no compartir su mesa con un comensal que tenía aspecto de pobre, y que había acudido allí atraído por la fama de la caridad cluniacense. En otro, su mal de estómago era curado con un ayuno forzado, en una clara crítica de la gula. Finalmente se presentaba al abad confiando uno de sus prioratos a un criminal notorio a ruegos del papa Bonifacio VIII.3 Habían pasado los tiempos de esplendor de Cluny, cuando esta abadía era calificada en la Historia Compostellana como «capital de toda la religión monástica»4 o su abad Pedro el Venerable consideraba que su monasterio era el más conocido en casi todo el mundo por su observancia de la regla, severidad de su disciplina y número de monjes.5 Los definidores del Capítulo General en 1385 o el abad Roberto de Chaudesolles ante el Concilio de Constanza (1417) se lamentaban del pésimo estado de la Orden, de la destrucción de los edificios, la falta de monjes y presbíteros, la desobediencia de los priores al abad y Capítulo, a fin de cuentas, de su ruina temporal y espiritual.6 El desprestigio y la falta de vitalidad de la Orden, su relegación por reyes y obispos, han hecho que el estudio de estos siglos no haya atraído tanto a los historiadores como el de su época de esplendor, la de los abades Odón, Mayolo, Odilón, Hugo y Pedro el Venerable. No obstante, no es un campo desconocido, y en las últimas décadas se le han dedicado notables trabajos. Me referiré a algunos de ellos, los de carácter más general y que prestan atención a los años 1270-1379 objeto de este libro, sin ánimo de ser exhaustivo. 2   Boccaccio, Giovanni. Decamerón, trad. de Pilar Gómez Bedate, Madrid, Siruela, 1990, I, 7, p. 47. 3   Neiske, Franz. «Cluny du xiiie à la fin du xve siècle», en N. Stratford (dir.), Cluny 9102010. Onze siècles de rayonnement, Paris, Éditions du Patrimoine, 2010, pp. 52-63, pp. 60, 62. 4   Falque Rey, Emma (eds.). Historia Compostellana, Turnhout, Brepols, 1988 (colección Corpus Christianorvm. Continuatio Mediaevalis, núm. LXX), lib. I, cap. XVI.5, p. 38. La traducción en Id., Historia Compostelana, introducción, traducción y notas de E. Falque, Madrid, Akal, 1994, p. 101. 5   Citado por Neiske, «Cluny du xiiie à la fin du xve siècle», p. 52. 6   Ibid., pp. 52, 60.

INTRODUCCIÓN

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Hace ya más de un siglo, Ursmer Berlière (1893) dedicaba un breve artículo a la Orden de Cluny en los siglos xiii-xv. Dicho autor partía de las actas del Capítulo General y visitas, por entonces inéditas en su mayor parte, centrando su atención en las provincias de Inglaterra y España. Tras analizar la implantación de los cluniacenses en ambos reinos, estudiaba los problemas atravesados por sus prioratos en la Baja Edad Media. En el caso inglés destacó la repercusión de los problemas políticos, del enfrentamiento anglofrancés en la Guerra de los Cien Años, que llevó a los monarcas ingleses a confiscar las rentas de prioratos en manos de extranjeros y a entregarlos a los naturales del reino. A lo largo del siglo xv los reyes tendieron, bien a apropiarse de los prioratos para destinarlos a fundar colegios, bien a colocar los monasterios cluniacenses ingleses bajo la autoridad de un vicario inglés, el prior de Lewes. El estudio del caso hispano era bien diferente, y se centraba en la decadencia material y espiritual de sus cenobios y monjes: las enajenaciones de bienes, disminución del número de religiosos, la mala administración, las usurpaciones... Para Berlière el pequeño tamaño de muchos prioratos hispanos les impidió resistir las adversidades de estos siglos.7 Las actas del Capítulo General y las visitas provinciales, unidas a la documentación editada por Bernard y Bruel,8 fueron las fuentes utilizadas por Guy de Valous para estudiar la situación temporal de los monasterios cluniacenses, sobre todo franceses, en los siglos xii-xiv (1935). Tras un largo trabajo concluía que la administración temporal fue defectuosa debido a la excesiva atención dedicada a la liturgia y las largas horas en el coro. Los monjes no dirigieron sus explotaciones agrícolas y tendieron a concederlas a censo perpetuo, prefiriendo el dinero como forma de simplificar la gestión. Por ello, sus rentas se vieron muy reducidas por la depreciación de la moneda. Paralelamente los prioratos soportaron una elevada fiscalidad por parte de la Orden, del papado y la monarquía. Para Valous las causas de la ruina de los prioratos fueron las calamidades generales (guerras, hambres, epidemias), su concesión a personas ajenas a la Orden mediante la encomienda, en especial durante el siglo xiv por influencia de los papas, y la enajenación de bienes por parte de los priores. A la larga ello llevó al fracaso del sistema, pues las preocupaciones económicas impidieron las tareas espirituales.9 Valous fue además autor de una obra clásica sobre el monacato cluniacense, en la que analizó la vida de los monjes, desde las funciones del abad y los oficiales del monasterio hasta la normativa sobre el vestido, la comida, 7   Berlière, Ursmer. «Les monastères de l’Ordre de Cluny du xiiie au xve siècle», Revue Bénédictine, X (1893), pp. 97-112. 8   Bernard, Auguste; Bruel, Alexandre (eds.). Recueil des chartes de l’abbaye de Cluny, 6 vols., Paris, 1876-1903 (reimp. Frankfurt, Minerva GMBH, 1974). 9   Valous, Guy de. Le temporel et la situation financière des établissements de l’Ordre de Cluny du xiie au xive siècle. Particulièrement dans les provinces françaises, Paris, A. Picard, 1935, en especial pp. 160-170.

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el descanso, los viajes, el trabajo manual e intelectual o la liturgia, así como la organización de la Orden de Cluny (1935).10 La obra abarcaba un espectro temporal muy amplio, desde el siglo x hasta el xv, reuniendo la información en función de criterios temáticos, relegando los aspectos cronológicos a un segundo plano. En las últimas décadas se ha profundizado en el estudio del Cluny de la Baja Edad Media y la Edad Moderna. Desde la perspectiva de la Orden y su organización destacan los trabajos de Melville (1990), Oberste (1996) y Cygler (2002), sobre la reorganización de Cluny en el siglo xiii, el papel del Capítulo General y de los visitadores en relación con otras órdenes, o los de Neiske sobre las relaciones entre Cluny y el papado en los aspectos relativos a la reforma de la Orden (1988).11 Otra línea de investigación se ha dirigido al estudio de los prioratos de las distintas provincias. Así los libros de Phillipe Racinet para el norte de Francia (1990, 1997) y de Denyse Riche para la «vieja región cluniacense», es decir, las provincias de Lyon, Provenza y diócesis de Besançon, incluida la propia abadía de Cluny (2000).12 La conmemoración del 1100 aniversario de la fundación de la abadía de Cluny en septiembre de 2010 dio lugar a la aparición de dos síntesis que ponían de relieve los avances en este campo. La dirigida por Neil Stratford, consagrada al arte cluniacense, dedicaba uno de sus capítulos introductorios a Cluny en los siglos xiii-xv, a cargo de Franz Neiske. Dicho autor prestaba especial atención a la organización de la Orden y las tentativas de reforma a través de los estatutos de los años 1200-1314. Subrayaba la creciente influencia del papado en este campo, pero también las contribuciones económicas exigidas a los prioratos y su entrega a los protegidos del papa desde la época de Bonifacio VIII. El elevado grado de control de la abadía por el pontifi10   Valous, Guy de. Le monachisme clunisien des origines au xve siècle. Vie intérieure des monastères et organisation de l’Ordre, 2.ª ed. ampliada, 2 vols., Paris, Picard, 1970. 11   Melville, Gert. «Cluny après ‘Cluny’. Le trezième siècle: un champ de recherches», Francia, 17/1 (1990), pp. 91-124. Oberste, Jörg. Visitation und Ordensorganisation. Formen sozialer Normierung, Kontrolle und Kommunikation bei Cisterziensern, Prämonstratensern und Cluniazensern (12.-frühes 14. Jahrhundert), Münster, Lit Verlag, 1996. Cygler, Florent. Das Generalkapitel im hohen Mittelalter. Cisterzienser, Prämonstratenser, Kartäuser und Cluniazenser, Münster, Lit Verlag, 2002. Neiske, Franz. «Reform oder Kodificierung? Päpstliche Statuten für Cluny im 13. Jahrhundert», Archivum Historiae Ponficiae, 26 (1988), pp. 71-118. También abordan este tema varios de los trabajos reunidos en Constable, Giles; Melville, Gert; Oberste, Jörg (eds.). Die Cluniazenser in ihrem politisch-sozialen Umfeld, Münster, Lit Verlag, 1998. 12   Racinet, Philippe. Les maisons de l’ordre de Cluny au Moyen Âge. Évolution d’un ancien ordre bénédictin au nord de Paris, Bruxelles, Bibliothèque de la Revue d’Historie Ecclésiastique, 1990. Id. Crises et renouveaux. Les monastères clunisiens à la fin du Moyen Âge (xiiie-xvie siècles). De la Flandre au Berry et comparaisons méridionales, Arras, Artois Presses Université, 1997. Riche, Denyse. L’Ordre de Cluny à la fin du Moyen Âge, ‘Le vieux pays clunisien’ xiie-xve siècles, Saint-Étienne (France), Publications de l’Université de SaintÉtienne, 2000.

INTRODUCCIÓN

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cado se manifestó en la designación de dos sobrinos de Clemente VI como abades de Cluny a mediados del siglo xiv, intervención que continuó en los años siguientes. Los últimos esplendores del siglo xiii, como la recepción del papa y el rey de Francia durante el Concilio de Lyon (1245), dejaron paso a una época de desastres en el siglo xiv, con prioratos destruidos por la guerra, monjes giróvagos, censos no pagados y control pontificio y regio de los monasterios.13 La segunda síntesis se centraba en las cuestiones históricas, ofreciendo un panorama de Cluny desde el siglo x hasta el xviii, temporalmente equilibrado. Su elaboración corrió a cargo de Denyse Riche para la época medieval y Odon Hurel para la moderna. Riche dedicó uno de los capítulos a los años 1200-1380, a los que denomina «los tiempos difíciles de la Orden cluniacense». Allí resumía la creación de la nueva organización institucional de Cluny, su conversión en Orden, con un Capítulo General que se reunía anualmente, una división en provincias, un sistema de visitas y un control del Capítulo por los definidores. Se trata de un proceso largo, que puede considerarse cerrado con la promulgación de los estatutos de Enrique I de Fautrières en 1314. Otro aspecto importante fue el creciente peso de las monarquías, en especial la francesa, que limitó los poderes señoriales y jurisdiccionales de la abadía de Cluny y sus prioratos. Simultáneamente los obispos aprovecharon que Cluny había dejado de ser el interlocutor privilegiado del papado para intentar imponer su tutela sobre los prioratos, exigir procuraciones indebidas u ocupar algunos monasterios. En el interior de la Orden, las abadías y grandes prioratos buscaban sustraerse del control de Cluny; algunas lograron que el papa sancionase su independencia, otras se vieron sometidas de nuevo. El estado de la abadía y sus prioratos durante la mayor parte del siglo xiii fue preocupante, pero no desesperado: las deudas de la abadía crecían y los prioratos se veían obligados a contribuir a su pago mediante servicios extraordinarios que agravaban su propia situación económica; la práctica religiosa se fue relajando y los visitadores denunciaban los actos de indisciplina de algunos priores; con todo, la situación en Francia antes de 1290 no era especialmente mala, aunque sí en las provincias «lejanas» como España.14 Riche definía el siglo xiv como una «crisis profunda». Si la realidad espiritual de la abadía de Cluny no era mala, la temporal empeoraba. Las deudas seguían creciendo, las exigencias de reyes y papas eran cada vez más frecuentes, los prioratos alegaban no poder pagar los censos y servicios que se les exigían. La presencia de los papas en Aviñón difundió la entrega de prioratos en encomienda a cardenales y otros clérigos de la Corte Pontificia, a la vez que se ordenaba al abad de Cluny que concediese otros a ciertos monjes,   Neiske, «Cluny du xiiie à la fin du xve siècle».   Hurel, Daniel-Odon; Riche, Denyse. Cluny. De l’abbaye à l’ordre clunisien (xe-xviiie siècle), Paris, Armand Colin, 2010, pp. 97-115. 13 14

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algunos que ni siquiera pertenecían a la Orden de Cluny. La situación de los prioratos empeoró, pero no de forma lineal, pues en los años 1334-1344 se observa una recuperación pasajera en algunas provincias, tal vez como resultado de las reformas emprendidas en su gestión. La Guerra de los Cien Años afectó duramente a los monasterios del norte y oeste de Francia, pero la paz de Calais (1360) lanzó a las Grandes Compañías sobre el sureste del reino. La peste diezmó los coros de los monjes, aunque aumentaron las donaciones. Riche consideraba que a largo plazo tuvo peores consecuencias el incremento de la fiscalidad real y pontificia.15 Los abades intentaron frenar la quiebra de la disciplina interna de la Orden, tanto por la desobediencia de los priores como por la inobservancia de la regla por algunos monjes, con la promulgación de nuevos estatutos en que se multiplicaban y agravaban las sanciones, los casos de excomunión. Los estatutos, más que organizar la Orden, como los del siglo xiii, intentaban que siguiese funcionando en medio de una crisis económica y disciplinar. Mientras, Cluny era relegado en la vida del reino y de la Iglesia.16 Riche concluía señalando que escribir la historia de Cluny en los siglos xiv y xv supone, en principio, relatar una letanía de dificultades y males. Si el siglo xiii fue todavía una época de cambios, que convirtieron a los cluniacenses en una Orden, desde fines del xiii las dificultades predominaron. La responsabilidad fue compartida: los abades no eran ajenos a la misma, pero el fortalecimiento del poder real y pontificio fue la causa fundamental.17 *** La historiografía sobre los prioratos cluniacenses en España durante estos años es escasa.18 Yepes, en su gran historia de la Orden de San Benito, apenas le dedicó atención, creando una especie de vacío entre la época de las fundaciones y grandes donaciones (hasta inicios del siglo xiii en el mejor de los casos) y la reforma de la Observancia de San Benito de Valladolid en los siglos xv-xvi. Se limitó a dar los nombres de algunos priores, no todos.19 En 1892 Robert publicó en el Boletín de la Real Academia de la Historia las visitas y definiciones del Capítulo General de Cluny referentes a los prioratos hispanos. Las mismas han dado lugar a sucesivos trabajos sobre la situación de tales prioratos en los siglos xiii-xv por parte de Robert, Berlière, Pérez de   Ibid., pp. 115-126.   Ibid., pp. 126-135. 17   Ibid., pp. 135-136. 18   Una visión general y más completa de la misma se encuentra en mi anterior libro: Reglero de la Fuente, Carlos Manuel. Cluny en España. Los prioratos de la provincia y sus redes sociales (1073-ca. 1270), León, Centro de Estudios e Investigación San Isidoro, 2008, pp. 59-100. 19   Yepes, Antonio de. Coronica general de la Orden de San Benito, 7 vols., Irache-Valladolid, Universidad de Yrache y Francisco Fernández de Córdoba, 1609-1621. 15 16

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Urbel y Pérez Celada, a los que me referiré en la introducción a la segunda parte de este libro.20 En todos ellos se destaca tanto el mal estado económico como espiritual de los monasterios. Pérez de Urbel, en su estudio de los monjes españoles en la Edad Media, tan deudor de Yepes en otros aspectos, dedicó dos capítulos a la situación de los monasterios benedictinos en la Baja Edad Media. En el primero se refirió a la mala situación económica que atravesaban, recogiendo noticias que iban del siglo xii al xv, aunque sin detenerse en los prioratos cluniacenses. El período se habría caracterizado por la escasez de fundaciones; la crisis del «feudalismo abacial» ante la creciente presión y exigencias del poder regio, que quebraron el señorío temporal de los abades, y ante las intromisiones de los obispos que vulneraron su jurisdicción espiritual; los atropellos de los poderosos que robaban los bienes de las iglesias y se apoderaban de ellos bajo el pretexto de la encomienda. Todo ello habría llevado a los monasterios a la pobreza, a pesar de sus grandes señoríos, como mostraban las cuentas de los monasterios de Castilla en 1338. La consecuencia fue el descenso del número de monjes y el abandono de las dependencias mientras crecían los racioneros, criados y familiares que vivían a costa de las rentas del monasterio, mezclando vínculos materiales y espirituales. Pérez de Urbel también consideraba que la creación de oficios y la división de los bienes entre la mesa del abad y del convento amenazaba el voto de pobreza y llevaba a muchos abades a vivir como grandes señores despreocupándose de sus monjes y del monasterio.21 El segundo capítulo, títulado «Monaquismo feudal», se centró en la vida espiritual de los monasterios y la creación de congregaciones, con un apartado consagrado al «Estado deplorable de los monasterio dependientes de Cluny». La mala situación era explicada porque «abades y monjes, envueltos en la red del feudalismo, eran víctimas de él y de las guerras continuas y las violencias que traía consigo», sin olvidar la falta de fervor en la vida de los monjes.22 En los años ochenta y principios de los noventa, los estudios sobre los dominios monásticos abordaron los dos principales monasterios cluniacenses hispanos: Santa María de Nájera y San Zoilo de Carrión. Su preocupación se centró en las cuestiones económicas, con el marco interpretativo de la 20   Robert, Ulysse. «État des monastères espagnols de l’Ordre de Cluny aux xiiie-xve siècles, d’après les actes de visites et des chapitres généraux», Boletín de la Real Academia de la Historia, 20 (1892), pp. 321-431, en especial 327-332. Berlière, «Les monastères de l’Ordre de Cluny», pp. 109-112. Pérez de Urbel, Justo. Los monjes españoles en la Edad Media, 2.ª ed., 2 vols., Madrid, Ancla, 1954, II, pp. 582-588. Pérez Celada, Julio A. «Algunas consideraciones sobre la conducta de los monjes cluniacenses ibéricos en la Baja Edad Media», en VIII Semana de Estudios Medievales, Nájera 1997. La vida cotidiana en la Edad Media, Logroño, Instituto de Estudios Riojanos, 1998, pp. 289-303. 21   Pérez de Urbel, Los monjes españoles, II, pp. 526-560. La cita en p. 529. 22   Ibid., p. 561-594; la cita en p. 568.

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crisis del siglo xiv y su contexto social (la violencia nobiliaria ante su crisis de rentas), tan característico en esos años. El estudio de Cantera Montenegro sobre Nájera dedicaba un capítulo a la «Crisis espiritual» del monasterio: comenzaría en torno a 1200 tras el largo pleito con el obispo de Calahorra, agravándose a inicios del siglo xiv; la recuperación se iniciaría desde 1336. En otro apartado, al analizar las etapas del dominio monástico, calificaba los años 1260-1400 de «Crisis abierta». En ambos epígrafes, las visitas y definiciones desempeñaban un papel central en la reconstrucción de la coyuntura y sus problemas, aunque también utilizaba la documentación del antiguo archivo monástico para tratar cuestiones como la búsqueda de la protección regia, las deudas acumuladas, la despoblación de lugares del dominio o las encomiendas.23 Los trabajos de Pérez Celada sobre San Zoilo de Carrión abordaban fundamentalmente el señorío monástico, con alguna referencia a la vida interna del cenobio. La edición de la documentación del siglo xiv iba acompañada de un estudio centrado en la crisis del dominio de San Zoilo, no exento de apuntes sobre la falta de disciplina o el mal comportamiento moral de los monjes. Las cuentas del monasterio en 1338 fueron analizadas para conocer tanto las propiedades del monasterio como su administración económica, su estructura de ingresos y gastos, mostrando el desequilibrio existente y el consecuente déficit.24 Su tesis doctoral profundizó en el tema, encuadrando el periodo 12701379 en un estudio general sobre el dominio en los siglos xi-xvi, con numerosas noticias sobre esos años, pero sin dedicarles un apartado específico. Le interesaba cómo se formó el dominio y cómo se organizó a lo largo de todos esos siglos. Las páginas sobre el «grupo monástico» no se detuvieron especialmente en los problemas descritos en las actas del Capítulo General. Al respecto, consideraba que desde fines del siglo xiii hubo un deterioro económico y disciplinario, que se extendió a los lazos internos de la comunidad y los vínculos con la Orden.25 El análisis de las visitas y definiciones del Capítulo General llevó tanto a Robert como a Pérez de Urbel y Pérez Celada a ofrecer una visión negativa sin paliativos de la situación de los prioratos cluniacenses hispanos. Fernández Conde, en una reciente síntesis sobre la religiosidad medieval en España, matizaba esta idea para el siglo xiii, afirmando que «la situación de los mismos ofrece claroscuros notables. En general, no parece que se encontraran en 23   Cantera Montenegro, Margarita. Santa María la Real de Nájera, siglos xi-xiv, 3 vols., Madrid, 1987, I, pp. 290-296 y 566-588. 24   Pérez Celada, Julio A. Documentación del monasterio de San Zoilo de Carrión (1301-1400), Palencia, J. M. Garrido, 1987, pp. 35-59. 25   Pérez Celada, Julio A. El monasterio de San Zoilo de Carrión. Formación, estructura y decurso histórico de un señorío castellano-leonés (siglos xi al xvi), Burgos, Universidad de Burgos, 1997, en especial pp. 250-261.

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una situación deplorable». Ciertamente la situación empeoró en el siglo xiv, pero la opinión de este autor sobre el xiii ya tiene en cuenta buena parte de los problemas y escándalos que abundaron en la siguiente centuria y que consideraba que los «visitadores denuncian con una insistencia casi monótona».26 *** Los monjes cluniacenses deben buena parte de su fama a su liturgia. Destacaba en especial la liturgia intercesora por los difuntos, en beneficio tanto de los miembros fallecidos de la propia comunidad como de sus familiares y amigos, de sus protectores y benefactores. Esta liturgia, cuyo valor salvífico los propios monjes se encargaron de publicitar, atrajo las donaciones de reyes y nobles en los siglos x-xii.27 Por otra parte, su liturgia incluía ritos como el clamor y la humillación de las reliquias de los santos, que buscaba forzar su actuación contra quienes dañaban al monasterio, contra sus malhechores.28 Desde el interior del claustro, los hombres del siglo podían clasificarse en benefactores y malhechores, al igual que en clérigos y laicos, poderosos y pobres, en otra dicotomía que conceptualizaba esa sociedad cristiana que habitaba fuera de los muros del monasterio. Sin embargo, la realidad era más compleja, y la línea que separaba a los benefactores de los malhechores, a los amigos de los enemigos, se difuminaba con facilidad. Este libro se articula en dos partes. En la primera se analiza la relación de los monasterios con otros poderes (y poderosos): la monarquía, la nobleza, los obispos y el pontificado. Todos ellos actuaban simultáneamente como protectores del monasterio y como explotadores de sus recursos económicos, en una simbiosis entre colaboración y competencia. Los monjes demandaban su ayuda a la vez que denunciaban sus abusos. La condición de benefactor o malhechor dependía de actuaciones concretas en el juego de poderes en que competía el monasterio. Por ello más que bienhechores o malhechores puede hablarse de «amigos exigentes», que ofrecen protección pero demandan servicio y sumisión. La segunda parte se centra en los prioratos y sus monjes, en especial en los priores. El gobierno del monasterio, las luchas por conseguirlo, el desarrollo de las ambiciones individuales frente a los intereses comunes, la gestión económica a que ello dio lugar o los comportamientos impropios 26   Fernández Conde, Francisco Javier. La religiosidad medieval en España. Plena Edad Media (siglos xi-xiii), Gijon, Trea, 2005, p. 164. 27   Sobre este aspecto, en español puede verse el trabajo de: Hillebrandt, María, «Cluny y la memoria de los reyes», en P. Martínez Sopena y A. Rodríguez (eds.), La construcción medieval de la memoria regia, Valencia, Publicacions de la Universitat, 2011, pp. 221-241. Véase también: Constable, Giles. «Commemoration and confraternity at Cluny during the abbacy of Peter the Venerable», en G. Constable, G. Melville y J. Oberste (eds.), Die Cluniazenser in ihrem politisch-sozialen Umfeld, Münster, 1998, pp. 253-278. 28   Geary, Patrick. «L’humiliation des saints», Annales. E.S.C., 34-1 (1979), pp. 27-42.

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denunciados —ciertos o falsos—, la incidencia de todo ello en la liturgia o en la organización de la Orden de Cluny, son conocidos fundamentalmente a través de las visitas y de las definiciones del Capítulo General de Cluny. Su análisis a la luz del resto de la documentación conservada ofrece una nueva perspectiva de la crisis de los prioratos cluniacenses hispanos. Como en la parábola del administrador infiel (Lc 16, 1-13), priores y oficiales utilizaban en su beneficio las riquezas que administraban, las de su monasterio, ganándose amigos con el dinero ajeno, lo que les permitía promocionarse. Amigos exigentes y servidores infieles drenaban los recursos del monasterio, arruinándolo para enriquecerse. Ciertamente hubo servidores fieles, más o menos capaces, de lo contrario los prioratos hubiesen sucumbido mucho antes. Incluso hubo amigos poco exigentes en lo temporal, que seguían deseando las oraciones de estos monjes. Desgraciadamente para los cluniacenses, la actuación de los «malhechores» no pudo ser contrarrestada por los «bienhechores». El libro incluye también un amplio apartado de recapitulación y conclusiones, en que se resumen los resultados de esta investigación. El lector puede optar por empezar por el mismo, para tener una visión global del problema, y profundizar luego en aquellas cuestiones que más le interesen. El apéndice prosopográfico ilustra uno de los métodos de análisis empleados en el trabajo, y reconstruye la información de una forma diferente. Ello permite ver cómo se articulan en personas concretas los diversos aspectos tratados temáticamente a lo largo de la obra. Este libro es una continuación de Cluny en España. Los prioratos de la provincia y sus redes sociales (1073-ca. 1270), publicado en 2008, en el que se analizaban las redes sociales creadas por los monjes cluniacenses durante esos siglos, sus relaciones con reyes, nobles, obispos y otros grupos sociales, así como los vínculos que unían a estos monasterios entre sí y a cada uno de ellos con la abadía de Cluny.29 El marco cronológico escogido puede resultar llamativo: los años 1270-1379. El punto de partida, en el que concluía el libro anterior, es el cambio de coyuntura económica, al menos para los monasterios castellanos, hacia 1270, algo antes que en Francia. El punto final es el año de la muerte de Enrique II, el primer rey de la dinastía Trastámara, al siguiente de la doble elección pontificia que dio lugar al Cisma de Aviñón. Las consecuencias sociales del ascenso de los Trastámara y las eclesiásticas del Cisma justifican interrumpir el estudio en tales fechas, al igual que hicieron Racinet o Riche en sus respectivos espacios. No cubre pues el conjunto de la crisis, que se prolonga hasta entrado el siglo xv, sino solo sus primeras fases.

  Reglero. Cluny en España.

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PARTE I AMIGOS EXIGENTES: LOS MONASTERIOS CLUNIACENSES HISPANOS Y LOS PODEROSOS

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En su cotidiano rezo del salterio, los cluniacenses cantarían varias veces a la semana el salmo 99 (98), alabando la justicia de Yahveh-rey: «Poderoso rey que el juicio ama, tú has fundado el derecho, juicio y justicia tú ejerces en Jacob» (v. 4). Este rey judeo-cristiano es un rey que ha de venir (Rex venturus), y los reyes de la tierra solo son auténticos reyes en cuanto son justos y pueden así llamarse sus vicarios, pues reinan en su nombre.1 Por ello, los monjes, en su lectura de la Biblia, todos los años podrían reflexionar sobre la maldición de Yahveh a los israelitas por haberse dotado de reyes en este mundo, explicándose tal vez así por qué Dios no hacía caso de sus oraciones en demanda de justicia: He aquí el fuero del rey que va a reinar sobre vosotros. Tomará vuestros hijos y los destinará a sus carros y a sus caballos, y tendrán que correr delante de su carro. Los empleará como jefes de mil y jefes de cincuenta; les hará labrar sus campos, segar su cosecha, fabricar sus armas de guerra y los arreos de sus carros. Tomará vuestras hijas para perfumistas, cocineras y panaderas. Tomará vuestros campos, vuestras viñas y vuestros mejores olivares y se los dará a sus servidores. Tomará el diezmo de vuestros cultivos y vuestras viñas para dárselo a sus eunucos y a sus servidores. Tomará a vuestros criados y criadas, y vuestros mejores bueyes y asnos y les hará trabajar para él. Sacará el diezmo de vuestros rebaños y vosotros mismos seréis sus esclavos. Ese día os lamentaréis a causa del rey que os habéis elegido, pero entonces Yahveh no os responderá (1 S, 8, vv. 11-18).

Protección y opresión, las dos caras del poder regio, pero igualmente de otros poderes. Benefactores y malhechores, las dos visiones de los poderosos desde el coro monástico. 1   Cardini, Franco. «Medioevo e potere: storia, politica e teologia», en F. Cardini y M. Saltarelli, Per me reges regnant. La regalitá sacra nell’Europa medievale, Siena, Cantagalli, 2002, pp. 174-183, vid. p. 176.

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El estudio de las relaciones de los prioratos cluniacenses hispanos con los poderes y los poderosos articula la primera parte de esta obra. Antes de iniciarlo es necesario realizar algunas precisiones. En muchas visiones monacales de la sociedad cristiana, los monjes se consideraban a sí mismos como los «pobres de Cristo», sujetos a la opresión de los poderosos. La sociedad cristiana de la Edad Media se consideraba articulada de diversas formas —libres y esclavos, guerreros y campesinos, clérigos y laicos, poderosos y pobres—, antes de que triunfase la división trifuncional en quienes rezaban, quienes combatían y quienes trabajaban. La clasificación entre poderosos (potentes) y pobres (pauperes), entre dominantes y dominados, se desarrolló especialmente en el mundo carolingio.2 En la misma, el concepto de pauper no dejaba de ser ambiguo, pues no se ligaba solo a la riqueza sino también a la posibilidad de ejercer el poder, entendido a menudo como la compulsión mediante la violencia, a la que clérigos y monjes habían renunciado, al menos en teoría. La idea de que tal poder era ajeno a los eclesiásticos se encuentra ya en la conocida teoría política de Gelasio I (492-496), que consideraba que había dos órdenes que regían el mundo: el de los clérigos, que poseía la autoridad (auctoritas), y el de los soberanos, que poseía el poder (potestas).3 Estas teorías del orden social y político, que en el siglo xiv habían quedado relegadas ante la división trifuncional de los tres órdenes, seguían, de una forma u otra, presentes en la mentalidad de los monjes. Sus invocaciones a la protección del rey frente a los nobles se basaban tanto en la importancia de su función de oratores, como en su condición de pobres, es decir, de carentes de la potestas, entendida como el ejercicio de las armas para defender los propios derechos. En tal sentido Alfonso XI calificaba a los monjes de Carrión y, en general, a los cluniacenses en su reino, de «miserables personas», cuando les concedió su protección frente a quienes usurpaban sus bienes.4 Esta visión no puede hacer olvidar que los monasterios, y quienes los regían, eran «señores», según han puesto de relieve los numerosos estudios sobre dominios monásticos de las últimas décadas del siglo xx. Las relaciones económico-sociales que establecieron con sus campesinos-vasallos justifican plenamente su inclusión en este grupo. Simultáneamente la historiografía ha destacado que, en el siglo xiv, los monasterios y sus dominios atravesaron una fuerte crisis económica debido a la elevación de la fiscalidad 2   Goetz, Hans-Werner. «Social and military institutions», en R. McKitterick (ed.), The New Cambridge Medieval History. II. c. 700-c. 900, Cambridge, Cambridge Universtity Press, 1995, pp. 451-480, vid. pp. 454-457. 3   Un breve resumen de la doctrina política gelasina en: Ullmann, Walter. Historia del pensamiento político en la Edad Media, Barcelona, Ariel, 1983, pp. 39-44. Su influencia entre los cluniacenses: Iogna-Prat, Dominique. Ordonner et exclure. Cluny et la société chrétienne face à la hérésie, au judaïsme et à l’islam (1000-1150), 2.ª ed., Paris, GF Flamarion, 2000, p. 21. 4   SZC II, doc. 197.

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real y a las malfetrías nobiliarias, a la opresión del poder regio y nobiliario.5 La aparente contradicción deriva de que se analizan dos planos diferentes: las relaciones entre señores y campesinos por una parte y las relaciones dentro del grupo de poderosos por otra. Esta segunda perspectiva es la que se adopta en este trabajo, la relación de los monjes con «otros» poderosos: reyes, nobles, obispos y papas. El poder regio, el poder nobiliario, el poder episcopal y el poder pontificio interactuaron con el poder monástico, en este caso concreto con los monjes cluniacenses, y también entre sí. Los monjes eran conscientes de la dificultad y complejidad de su relación con unos y otros. La división en capítulos aquí establecida no puede hacer olvidar las relaciones que existían entre el poder regio y el de algunos nobles u obispos, o entre el poder pontificio, el episcopal y el regio. Durante estos años el poder regio intentaba articular, con muchas dificultades y resistencias, a los otros poderes dentro del espacio de su reino. Ello impide establecer unas fronteras claras entre un poder y otro, como se verá más adelante. Por otra parte, es evidente que el concepto de poder nobiliario o episcopal, y en cierto modo el regio y pontificio, oculta una abstracción que reúne los poderes ejercidos por individuos concretos, enfrentados o aliados entre sí. Por ello, este análisis oscila entre las consideraciones generales y las actuaciones concretas, en un equilibrio inestable. Además hay que tener en cuenta que el período analizado (1270-1379) coincide en buena medida con la denominada «crisis del siglo xiv», al menos con su inicio. Los estudios sobre los dominios monásticos de la Corona de Castilla, realizados entre inicios de los años setenta e inicios de los noventa del siglo xx, contribuyeron de forma decisiva a forjar y difundir la idea de la crisis bajomedieval. La documentación de los archivos monásticos muestra la caída o cese de la adquisición de heredades, ya sea por donación o compra, así como la usurpación de sus dominios por «malhechores», que pueden identificarse con miembros de la nobleza. La caída de las rentas y la decadencia económica de los grandes monasterios benedictinos o premonstratenses resultaba evidente, y se ligaba a la crisis del mundo rural. Las escasas contabilidades conservadas muestran elevados déficits anuales, un endeudamiento acelerado o la multiplicación de arrendamientos de heredades a largo plazo.6 Las imágenes de guerras, hambres y pestes impresionaron a los contemporáneos tanto como a los historiadores de los siglos siguientes, que han visto en ellas la prueba de una época de crisis. Sin embargo, los estudios realizados en 5   Una síntesis de tales estudios en Reglero de la Fuente, Carlos Manuel. «Un género historiográfico: el estudio de dominios monásticos en la Corona de Castilla», en J. I. Iglesia Duarte (coord.), Monasterios, espacio y sociedad en la España cristiana medieval, Logroño, Instituto de Estudios Riojanos, 2010, pp. 33-75. 6   Reglero, «Un género historiográfico», pp. 68, 70, 74. Moreta Velayos, Salustiano. Rentas monásticas en Castilla: problemas de método, Salamanca, Universidad de Salamanca, 1974.

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las últimas décadas han puesto de manifiesto que la realidad fue más compleja. La crisis económica y social, la caída de la población, el descenso de las rentas señoriales, la escisión de los precios agrícolas y artesanales, la pérdida de rentabilidad de la gran explotación señorial, el abandono de tierras y los despoblados, las alteraciones monetarias o las revueltas campesinas y urbanas marcaban una época que se caracterizaba por la «crisis del feudalismo», pero tales fenómenos estuvieron acompañados (o seguidos) por una recuperación sobre nuevas bases.7 En los últimos años se ha insistido en otros factores de cambio, que ofrecen un semblante menos negativo, en especial el desarrollo del comercio, con la reorganización del espacio productivo a que dio lugar, y la difusión del uso de la moneda en amplios sectores de la población, desde la ciudad hasta el mundo rural.8 Los estudios sobre la «génesis del estado moderno» han destacado por su parte los cambios en las estructuras socio-políticas.9 El fortalecimiento del poder monárquico se manifestó en el crecimiento de la fiscalidad,10 cuyos efectos perturbadores sobre la economía se han subrayado, pero igual 7   Desde posiciones muy variadas: Abel, Wilhelm. Crises agraires en Europe (xiiie-xxe siècle), Paris, Flammarion, 1973. Perroy, Édouard. «À l’origine d’une économie contractée: les crisis du xive siècle», Annales E.S.C., IV-2 (1949), pp. 167-182. Postan, Michael. «Medieval Agrarian Society in its Prime: England», en The Cambridge Economic History of Europe. I. The Agrarian Life of the Middle Ages, Cambridge, Cambridge University Press, 1966, pp. 548-632. Bois, Guy. Crise du féodalisme. Économie rurale et démographie en Normandie orientale du début du xive siècle au milieu du xvie siècle, Paris, Fondation National des Sciences Politiques, 1976. Id. La gran depresión medieval, siglos xiv-xv: el precedente de una crisis sistémica, Madrid, Biblioteca Nueva, 2001. Aston, T. H.; Philpin, C.H.E. (eds.). El debate Brenner: Estructura de clases agraria y desarrollo económico en la Europa preindustrial, Barcelona, Crítica, 1988. Una revisión reciente para Castilla: Álvarez Borge, Ignacio. «Notas sobre la historiografía reciente acerca de la crisis bajomedieval en Castilla la Vieja», en M.ª I. del Val Valvidieso y P. Martínez Sopena, Castilla y el mundo feudal. Homenaje al profesor Julio Valdeón, Valladolid, Junta de Castilla y León-Universidad de Valladolid, 2009, III, pp. 27-40, donde se presta especial atención a la presión señorial y el reforzamiento de su poder.  8   VV. AA., Europa en los umbrales de la crisis: 1250-1350. XXI Semana de Estudios Medievales. Estella 1994, Pamplona, Institución Príncipe de Viana-Gobierno de Navarra, 1995. VV. AA., «La crisis del siglo xiv en los Reinos Hispánicos», dossier monográfico de Edad Media. Revista de Historia, 8 (2007). Casado Alonso, Hilario. «¿Existió la crisis del siglo xiv? Consideraciones a partir de los datos de la contabilidad de la Catedral de Burgos», en M.ª I. del Val Valvidieso y P. Martínez Sopena (eds.), Castilla y el mundo feudal. Homenaje al profesor Julio Valdeón, Valladolid, Junta de Castilla y León-Universidad de Valladolid, 2009, III, pp. 9-25.  9   VV. AA., Génesis medieval del Estado Moderno: Castilla y Navarra (1250-1370), Valladolid, Ámbito, 1987. Rucquoi, Adeline (coord.). Realidad e imágenes del poder. España a fines de la Edad Media, Valladolid, Ámbito, 1988. VV. AA., Poderes públicos en la Europa medieval. Principados, Reinos y Coronas. Pamplona, Institución Príncipe de Viana, 1997. 10   Ladero Quesada, Miguel Ángel. Fiscalidad y poder real en Castilla (1252-1369), Madrid, Editorial Complutense, 1993.

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mente en la extensión del ámbito efectivo de aplicación de la justicia regia, lo que supuso la reducción de la autonomía de los señores, entre ellos los monasterios, y las comunas urbanas. En torno a la fiscalidad y la justicia surgieron numerosas disputas entre el rey, sus oficiales, la aristocracia laica y eclesiástica o los habitantes de las ciudades.11 La delimitación de quiénes estaban sujetos a los gravámenes fiscales y exigencias reales de uno u otro tipo y quiénes exentos, así como el reparto de los ingresos logrados, están en el origen de muchas de las revueltas nobiliarias, entre otros conflictos. Por otra parte, el poder de los oficiales reales sobre los vasallos de los señores o sobre los cotos de los monasterios, la señorialización de numerosos lugares en beneficio de los parientes del rey y de algunos miembros de la nobleza, dieron lugar a enfrentamientos entre los oficiales regios, los nuevos señores, los antiguos señores y los habitantes de tales lugares. Las relaciones entre los prioratos cluniacenses hispanos y los distintos poderes peninsulares son solo una parte de este complejo contexto, secundaria en el plano político, dada la poca relevancia de estos monasterios y la escasa proyección política de sus priores. Con todo, su evolución resulta ilustrativa de la suerte de muchos monasterios benedictinos y premonstratenses.

11   Nieto Soria, José Manuel (dir.). La monarquía como conflicto en la Corona castellano-leonesa (c. 1230-1504), Madrid, Sílex, 2006.

CAPÍTULO 1 EL PODER REGIO

El monasterio de Cluny se había convertido en la segunda mitad del siglo en un monasterio del reino de Francia. No se trató de ningún cambio de fronteras, pues desde su fundación Cluny había estado en el reino heredero de la Francia occidental, el que acabó apropiándose del nombre del antiguo Reino de los Francos; ya el documento fundacional de la abadía está datado por el reinado de sus monarcas. Sin embargo, durante sus primeros tres siglos y medio de vida el poder del rey de Francia sobre el condado de Mâcon, al sur del ducado de Borgoña, fue débil o inexistente. Ello había privado a estos monjes de la protección regia, obligándoles a crear su propia red de amigos y aliados en el sur de Francia, desde Borgoña hasta Aquitania, pasando por Auvernia. Pero esa lejanía del poder regio les había permitido desarrollar su «libertad» al margen de las injerencias de tan poderosos señores. Esta situación cambió en el siglo xiii, cuando los monarcas Capetos extendieron su dominio sobre la Francia meridional y Cluny se integró plenamente en los territorios bajo su jurisdicción. Desde entonces gozó de su protección efectiva, pero quedó sujeto al poder de la Corona, como otros monasterios del reino.1 Los prioratos cluniacenses hispanos se convirtieron desde entonces en dependientes de una abadía sujeta al rey de Francia, mientras ellos estaban enclavados en los reinos de Castilla, Portugal o Navarra, este último temporalmente integrado en la Corona francesa entre 1274 y 1328. Sin duda ello condicionó la actitud de los reyes hispanos hacia estos monasterios, sobre los que pretendían desarrollar una política similar a la del rey de Francia xiii

1   Melville, Gert. «Cluny und das französische Königtum. Von ”Freiheit ohne Schutz“ zu Schutz ohne Freiheit», en G. Constable, G. Melville y J. Obesrte (eds.), Die Cluniazenser in ihrem politisch-sozialen Umfeld, Münster, Lit Verlag, 1998, pp. 405-468.

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con la abadía madre, alternando la protección y las exigencias, cuando no la intervención directa. Las relaciones entre la Iglesia castellana y el poder real entre mediados del siglo xiii y mediados del siglo xiv fueron analizadas por Nieto Soria desde la perspectiva del episcopado. Algunas de sus conclusiones son igualmente válidas aplicadas a los monasterios. En primer lugar este autor destacaba que la Monarquía, fundamentándose en una teoría política de raíces teológicas, desarrolló una política que combinaba la protección paternalista con la intervención. El episcopado, cuyo peso político era innegable, fue integrado en el gobierno del reino mediante el establecimiento de relaciones personales con algunos destacados prelados y la atribución de funciones político-administrativas a algunos de ellos. En el terreno económico protegieron sus fuentes de ingresos, con privilegios de confirmación o donación; simultáneamente, derivaron en su provecho parte de las rentas eclesiásticas a través de una fiscalidad específica cuya mejor manifestación fueron las tercias reales, pero que incluyó también las décimas o los servicios extraordinarios. En el ámbito jurisdiccional, el rey se presentó como garante de los señoríos episcopales, a la vez que ampliaba el campo de actuación de los oficiales reales y de los concejos, que chocaban con frecuencia con aquellos. Tales conflictos no se limitaron a la esfera de los señoríos episcopales, sino que se extendieron a la jurisdicción eclesiástica, que a menudo colisionaba con la real. El crecimiento del poder regio se manifestó finalmente en la intervención de los monarcas en las elecciones episcopales y en la provisión de beneficios eclesiásticos, aunque la misma se verificase a menudo a través de negociaciones con el papado.2 No se cuenta con un estudio comparable para las relaciones entre el poder monárquico y los monasterios en este período. No obstante los trabajos sobre los dominios monásticos han abordado con mayor o menor profundidad este tema. Los problemas a que se enfrentaron estos monasterios son similares a los que afrontaron los señoríos episcopales, pero la actuación regia ante los mismos varía. El monasterio de las Huelgas de Burgos y el Hospital del Rey fueron dos fundaciones reales que permanecieron ligadas a la monarquía a través de la tutela o encomienda ejercida por diversas mujeres de la familia real, que actuaban como abadesas o señoras del monasterio, encargándose de la defensa de su patrimonio. Los análisis realizados por Lizoaín Garrido y García González de los años 1261-1300 para las Huelgas, o el más amplio de Martínez García para el Hospital del Rey, muestran cómo las infantas recurrieron 2   Nieto Soria, José Manuel. Iglesia y poder real en Castilla. El episcopado 1250-1350, Madrid, Universidad Complutense de Madrid, 1988. Este trabajo se completa con otro que aborda la época Trastámara: Id. Iglesia y génesis del estado moderno en Castilla (1369-1480), Madrid, Editorial Complutense, 1993.

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constantemente al monarca para defender los intereses del monasterio y hospital. Ambos sufrieron usurpaciones de sus bienes, conflictos con los oficiales regios, con la nobleza o el concejo de Burgos, pero en general mantuvieron su dominio, aunque su poder no creciese como el de otros señores del entorno. Los problemas fundamentales que afrontaron fueron la disputa por los derechos de jurisdicción, en especial con el concejo de Burgos; el control de sus heredades y vasallos frente a su adquisición por nobles y habitantes de la ciudad; la fiscalidad concejil sobre las heredades realengas convertidas en abadengo; la actuación de los oficiales regios en sus señoríos; y el peso de la fiscalidad regia sobre el monasterio y sus vasallos. En esta dinámica, las infantas lograron que los reyes confirmasen las rentas concedidas en otro tiempo, los antiguos privilegios de inmunidad jurisdiccional y de exención fiscal, y que los actualizasen, en medio de cambios que fortalecían la jurisdicción del concejo sobre el ámbito urbano o de los señores laicos. Por el contrario, la debilidad del poder regio en algunos períodos llevó a Sancho IV a conceder heredades del Hospital a la alta nobleza y servidores del rey; luego, en época de Fernando IV y durante la minoría de Alfonso XI, padecieron la usurpación de sus bienes y la vulneración de sus privilegios por nobles, oligarquías urbanas y oficiales regios.3 Los estudios de otros monasterios muestran la importancia de las confirmaciones de privilegios por los reyes, la puntual concesión de nuevas exenciones fiscales, el continuo recurso a la justicia regia cuando sus propiedades se veían amenazadas, y el peso de la fiscalidad regia sobre el monasterio y sus vasallos (lo que mermaba sus rentas).4 En ocasiones los reyes recibían los monasterios bajo su encomienda, pero ello resultaba poco eficaz, pues los oficiales regios que debían aplicar tal protección fueron denunciados por sus abusos.5 González de Fauve, en su estudio sobre la abadía premonstratense de Santa María de Aguilar de Campoo, considera que los reyes optaron desde mediados del siglo xiii por potenciar la villa realenga de Aguilar, aun a costa del monasterio. La confirmación de los antiguos privilegios del cenobio, o la solicitud de protección frente a usurpaciones y malfetrías, convivían con un 3   Lizoaín Garrido, José Manuel; García González, Juán José. El monasterio de las Huelgas. Historia de un señorío cisterciense burgalés (siglos xii y xiii), Burgos, J. M. Garrido, 1988. Martínez García, Luis. El Hospital del Rey de Burgos. Un señorío medieval en la expansión y en la crisis (siglos xiii y xiv), Burgos, J. M. Garrido, 1986, pp. 336-404 y 472-476. 4   Alfonso Antón, María Isabel. La colonización cisterciense en la Meseta del Duero. El dominio de Moreruela (siglos xii-xiv), Zamora, Instituto de Estudios Florián de OcampoDiputación de Zamora, 1986, pp. 135-145, 236-238. Pérez Embid, Javier. El Cister en Castilla y León. Monacato y dominios rurales (siglos xii-xv), Salamanca, Junta de Castilla y León, 1986, pp. 536-537, 552-557. 5   García García, Élida. San Juan Bautista de Corias. Historia de un señorío monástico asturiano (siglos x-xv), Oviedo, Universidad de Oviedo, 1980, pp. 388-390. Pérez Embid, El Cister en Castilla y León, pp. 568-569.

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incremento de la fiscalidad regia sobre los vasallos del monasterio y sobre las propias rentas eclesiásticas. El balance general fue una clara merma del apoyo regio que, junto a otros factores internos y externos, debilitó considerablemente el dominio monástico.6 1.1.  La documentación real en los prioratos hispanos De los más de cuatrocientos documentos que se conservan de los prioratos hispanos entre los años 1270 y 1379, la mayoría de Nájera y Carrión, una tercera parte son documentos del rey y sus oficiales.7 Ello se debe a que fueron preservados con mayor cuidado en los archivos y a la fuerte impronta del poder real en estos años. Su distribución temporal dista de ser homogénea, pues dos tercios se expidieron en tan solo catorce años.8 La concentración de documentos en esos años responde en primer lugar a la confirmación de múltiples privilegios, o la obtención de nuevas cartas, con motivo de la convocatoria de Cortes.9 Las celebradas por Alfonso X en Burgos (octubre de 1272), en pleno conflicto con los ricoshombres del reino, fueron aprovechadas por el monasterio de Nájera para obtener al menos ocho confirmaciones; otra más se consiguió en julio de 1277, poco después de unas nuevas Cortes en Burgos. Durante el reinado de Fernando IV, San Zoilo de Carrión logró sendas cartas en las Cortes celebradas en Valladolid (1298, 1300, 1312), Burgos (1302) y Medina de Campo (1305). Lo mismo sucedió en las Cortes de Burgos de 1315, en la minoría de Alfonso XI, cuando Carrión y Nájera obtuvieron sendos privilegios. Esta práctica se rompió durante la mayoría de edad de este rey, cuando tan solo un privilegio de Nájera fue confirmado en las Cortes de Madrid de 1329.10 Las Cortes que abren los reinados de Pedro I y Enrique II volvieron a ser escenarios favorables  6   González de Fauve, María Estela. La orden premonstratense en España. El Monasterio de Santa María de Aguilar de Campoo (siglos xi-xv), 2 vols., Aguilar de Campoo (Palencia), Centro de Estudios del Románico, 1992, I, pp. 115-125, 138-150, 154-161.  7   Además de los de Nájera y Carrión, se encuentran en Burgos, Ciudad Rodrigo, Dueñas, San Román de Entrepeñas, Jubia, Pombeiro, Rates, Salamanca, San Boal, y en las casas u obediencias de Toro, Frómista, Azuelo, Puerto, Cirueña, Leza, Valcuerna, Santa Coloma...  8   Un análisis de las más de 120 cartas concedidas por los reyes de Castilla entre 1270 y 1379 muestra que se reparten en 45 de los 110 años, concentrándose en: 1272 (8), 1285-1286 (7), 1304-1305 (13), 1315-1316 (6), 1331-1332 (15), 1334-1335 (11), 1351-1352 (13), 1371 (6); en total suman 78 documentos. En varios períodos no se conserva ningún documento (1273-1276, 1278-1284, 1342-1350, 1353-1361) o solo uno (1293-1297, 1306-1310, 13191325).  9   Sobre la cronología de las Cortes en este siglo: O’Callaghan, Joseph F. Las Cortes de Castilla y León, 1188-1350, Valladolid, Ámbito, 1989, pp. 33-55. 10   SMN II, doc. 259. Es posible que otro de Entrepeñas se expidiese durante el ayuntamiento de nobles en Burgos de 1338.

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para tales privilegios y confirmaciones.11 En total casi la tercera parte de los documentos pueden relacionarse con la celebración de Cortes. Otra circunstancia que propiciaba la obtención de estos documentos era la estancia del rey en la villa en que estaba enclavado el correspondiente priorato. El caso más notable es el de San Zoilo, que entre 1288 y 1304 obtuvo seis en la villa de Carrión; otros tres en Toro, donde se encontraba su «casa» u obediencia de San Pelayo (1287, 1316), y uno en Villalpando, donde había otro priorato dependiente (1328). En Toro, en 1316, en fechas similares a los de San Zoilo, se expidieron dos privilegios para Santa María de Nájera. Hay que pensar en la actuación coordinada de los priores de ambos monasterios. La actuación del camarero cluniacense en España o del procurador del abad puede explicar la concentración de documentos reales en años como 1304. El camarero era el prior de San Zoilo; en enero-febrero de ese año Fernando IV estuvo en Carrión, otorgando tres confirmaciones a este monasterio. El 12 de marzo, estando el rey en Burgos, era Santa María de Nájera quien recibía cuatro cartas del rey. El 16 de ese mismo mes el beneficiario era Santa Ágata de Ciudad Rodrigo, y, finalmente, el 20 de junio, de nuevo en Burgos, se confirmaban otros tres privilegios a San Isidro de Dueñas. Un período muy fructífero fueron los años 1331-1335, con veinticinco documentos destinados a los prioratos de Nájera (14), Carrión (6), Dueñas (2) y Salamanca (2), a los que se suma la renovación del «censo» en julio de 1332. Otro elemento que permite comprender el ritmo de expedición de documentos es el itinerario regio. La mitad de los documentos reales de Santa María de Nájera se datan en Burgos, el lugar de residencia habitual de la Corte más próximo al monasterio. Allí se otorgaron asimismo cartas a Carrión (8), Dueñas (5), Ciudad Rodrigo (2), San Román de Entrepeñas y Santa Coloma de Burgos, y el documento de censo. En Valladolid, la residencia más frecuente de la Corte en el entorno de Carrión, se expidieron cerca de treinta documentos. Por contra tan solo la sexta parte están datados fuera del valle del Duero, y menos al sur de este río.12 La documentación «cluniacense» de los reyes de Navarra y Portugal es más escasa: dos privilegios de Enrique I de Navarra y uno de Don Dionís de Portugal.13 11   Fueron muchos los privilegios que se confirmaron en las Cortes de Valladolid de 13511352, al inicio del reinado de Pedro I, entre ellos a Nájera (5), Carrión (3), Dueñas (1) y Ciudad Rodrigo (1). Lo mismo sucede en las Cortes celebradas por Enrique II, en Burgos en 1367: a Nájera (2); en Toro en 1369: a Dueñas (2); y en Toro en 1371: a Nájera (2), Carrión (2), Entrepeñas (1) y San Boal (1). 12   Al norte se expidieron en Santo Domingo de la Calzada (2), Vitoria (2), Orduña (1) y Gijón (1). Al sur del Duero en Medina del Campo (1), Madrid (3), Toledo (2), Calatrava (1), Córdoba (1) y Sevilla (3). Fuera del reino, con el ejército en campaña en San Juan de la Peña (1) y Calatayud (1). 13   Enrique I en favor de los monasterios de San Jorge de Azuelo (1272) y Berbinzana (1274), ambos dependientes de Santa María de Nájera (SMN II, doc. 172 y 186). Tras la muerte

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1.2.  Rogar por los reyes Los privilegios y confirmaciones reales pueden declarar que el rey actuaba por hacer merced al prior y convento del monasterio beneficiado, y para que rogasen a Dios por la vida y salud del rey, la reina y los infantes, y por las almas de sus predecesores, a quienes en ocasiones se nombraba.14 Se trata de una cláusula cancilleresca común con los privilegios otorgados a otros monasterios, que no prueba ninguna devoción especial del rey por los prioratos cluniacenses, tan solo la función asignada a los monjes y clérigos en el imaginario social. Con todo, monasterios como Santa María de Nájera intentaron construir una relación especial con la monarquía basada en su intercesión por los difuntos. Fernando IV protegía en 1304 a los vasallos del sacristán de Nájera en Alesón, justificándolo porque sé que este lugar es muy santo y muy devoto, en referencia al monasterio.15 Al año siguiente confirmaba un privilegio de Santa María de Puerto, una iglesia colegial dependiente de Nájera, afirmando que era muy bueno y muy devoto y que Dios demostraba muchos bienes y milagros por Santa María.16 Un tercer documento es todavía más explícito, al eximir al monasterio de yantar (1312) se decía: Et yo porque sé que en la eglesia de Santa María de Nágara ay muchas reliquias et es muy devota, et yacen y muchos reyes et reynas, et ynfantes et ynfantas, et los de Vizcaya et los de Agonciello et otros muchos buenos ommes et dueñas.17 Santa María de Nájera había sido fundado por García Sánchez III, rey de Navarra, y su mujer Estefanía (1052), quienes eligieron el lugar para su sepultura, al igual que muchos de sus hijos, entre ellos el rey Sancho IV, el de Peñalén. Esta iglesia sirvió como sepultura de Blanca Garcés, hija del rey de Navarra, mujer de Sancho III de Castilla y madre de Alfonso VIII.18 Ello convertía el monasterio en un panteón regio. Había otros en el reino, dado que casi cada rey y reina se enterraban en una iglesia diferente, pero esto permitía a los monjes reclamar una vinculación especial a la monarquía. Por de este rey (1274), Navarra se incorporó de hecho a la Corona francesa hasta 1328 y pasó luego a la dinastía de Évreux, cuyos miembros tenían grandes intereses y posesiones en el reino de Francia, lo que explica que su reino estuviese a menudo en manos de regentes y gobernadores. Se conservan documentos de algunos de estos últimos como Guerin de Amplepuis (1282), Juan de Conflans, mariscal de Champaña (1348) o el infante Luis (1361) (SMN II, doc. 194; III, doc. 294, 298, 311). De Portugal solo hay un privilegio de Don Dionís a Rates (1323), que confirma el pago al monasterio de las décimas de los realengos entre el Duero y el Miño: Costa, Avelino Jesus da. «A Ordem de Cluny em Portugal», Cenáculo, 12 (1947-1948), pp. 185-220, doc. 11. 14   Fernando IV (SZC II, doc. 169). Alfonso XI (SZC II, doc. 186; SMN II, doc. 251, 277; AUPSA, Colegio de San Vicente, Carpeta de pergaminos, n.º 3). Pedro I (SMN III, doc. 303, 304; SID doc. 133). Enrique II (SMN III, doc. 320; SID doc. 141, 142). 15   SMN II, doc. 221. 16   SMN II, doc. 222. 17   SMN II, doc. 228. 18   SMN I, pp. 75-79. Reglero. Cluny en España, pp. 263-264.

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ello, Alfonso  XI pudo afirmar que el monasterio era fechura de los reyes onde nos venimos et ellos et nos lo heredamos (1334);19 algo que sin duda le recordaban los priores cada vez que solicitaban su ayuda, en especial con un monarca que afirmaba la titularidad regia de la encomienda de monasterios.20 El monasterio de Nájera celebraba una liturgia especial por los reyes. Hay pocas noticias al respecto, pero entre las obligaciones impuestas a los clérigos que servían la capilla de Santa Cruz (1336, 1369) se incluía la de acudir a los oficios de los reyes.21 Además, en el tesoro del monasterio se encontraban una bacina del rey don García y varias piezas de tela con las armas de los reyes de Castilla y León (una colcha con castillos y leones, un frontal de altar para la Cuaresma con castillos y leones, un paño con leones).22 La iluminación del altar de santa María en la iglesia del monasterio estaba sufragada por los vecinos de Alesón, a los que Alfonso VII había eximido de todo pecho real con esta condición. Así lo reconocía el concejo (1292), cuando se comprometía a dar cada Cuaresma veinticuatro libras de cera para arder ante el altar por el alma del emperador Alfonso VII, por los otros reyes difuntos y por los vivos, para que Dios amparase en este mundo sus cuerpos y en el otro sus almas.23 De forma similar Alfonso XI recordaba la obligación que an de tener de cada día tres çirios de çera para siempre jamás en la lampada que está ante el altar mayor de Sancta María de Nágera por las almas del emperador e de los reyes sobredichos e por la mi vida e por la mi salud.24 De hecho, la villa de Alesón había sido donada por Fortún Véilaz, y confirmada por Alfonso I el Batallador (1116), Urraca y Alfonso VII (1117). Si la conmemoración se hacía por Alfonso VII era porque este rey la confirmó para iluminación del altar, eximiéndola de pechos regios (1135).25 El resto de los prioratos no consiguieron crear un vínculo de este tipo con la monarquía castellana, sin que ello suponga que Nájera estuviese más protegido por el poder regio que el resto. En el caso de Portugal, un documento de Don Dionís (1323), que confirmaba una generosa donación del conde Enrique al monasterio de Rates, aseguraba que sus antepasados habían establecido dicho monasterio por capilla de los reyes, y le habían otorgado las décimas de los realengos entre el Duero y el Miño para que rogasen a Dios por las almas de los reyes, pasados y futuros.26 Con todo, la documentación   SMN II, doc. 266.   Pérez Embid. El Cister en Castilla y León, p. 552. 21   SMN III, doc. 278, 326. 22   SMN III, doc. 274. 23   SMN II, doc. 204. 24   SMN II, doc. 253. 25   Reglero. Cluny en España, pp. 171-173. SMN II, doc. 31, 32, 42, 43. Además, Alfonso VII era un rey de León y Castilla, mientras que Alfonso I lo era de Aragón, lo que explica que al segundo no se le nombre. 26   Costa. «Cluny em Portugal», doc. 11. 19 20

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conservada no muestra un aprecio especial de los monarcas portugueses por este priorato. En San Zoilo de Carrión, por otra parte, se celebraba un aniversario por la reina doña Urraca —«emperatriz de las Españas»— el 8 de marzo, día de su fallecimiento, en el que el prior de Frómista debía pagar una comida plenaria a los monjes y a doce pobres.27 Quizá por ello el prior de Carrión pudo alegar ante Alfonso XI que las usurpaciones de las heredades del monasterio no permitían a los monjes lograr su sustento nin se faze el diuinal oficio en el dicho monasterio nin la su Orden según que deben, por mí nin por los otros reies onde yo vengo, que heredamos el dicho monasterio en la dicha facienda (1328).28 1.3.  Monasterios y fiscalidad regia 1.3.1.  Del censo a la limosna. Una escasa participación en las rentas del rey Entre los estudios sobre la relación entre la monarquía hispana y Cluny en el siglo xiv destaca el trabajo de Senra a partir de un documento de Alfonso XI, en que se confirmaba a la abadía el pago de veinte marcos de plata anuales, lo que veía como «la restauración de un vínculo tradicional en la primera mitad del siglo xiv». El 13 de julio de 1332, el rey situaba dicha cantidad sobre las rentas de los diezmos del puerto de Castro Urdiales y mandaba que se pagasen al abad y convento anualmente en tres plazos. La carta se expedía a petición del procurador del abad, que mostró al rey los privilegios de sus antepasados en que se concedía la misma por deuoçion que obieron en la dicha orden, motivo por el cual el rey confirmaba esta limosna. La cantidad concedida muestra que se trata de la confirmación de la otorgada por Alfonso IX de León en 1218 con motivo de la visita del abad Geraldo de Flandes, y que entonces fue situada sobre los portazgos de Castrotorafe y Torres. Estaba destinada a sufragar la comida de un día del Capítulo General de la Orden, al igual que los trescientos maravedís concedidos por Fernando III de Castilla ese mismo año. Senra apunta que la redacción del texto subraya el carácter voluntario de la contribución, frente a la antigua pretensión cluniacense de que se trataba de un censo obligatorio, comprometido por Fernando I y Alfonso VI.29 Los veinte marcos de plata equivalían en 1332 a mil ochocientos maravedís.30 27   et depositio domne Vrrache yspaniarum imperatricis nostre societatis deuotissime (al margen): Officium fiat et iusticia detur. Et prior de Fromesta faciat plenariam refectionem senioribus et XII pauperibus (NSZC, fol. 9r). 28   SZC II, doc. 197. 29   Senra Gabriel y Galán, José Luis. «Alfonso XI y Cluny. La restauración de un vínculo tradicional en la primera mitad del siglo xiv», Hispania Sacra, 47 (1995), pp. 537-558, vid. en especial pp. 555-558, el documento en p. 558. Reglero, Cluny en España, pp. 147-152. 30   Aunque en la acuñación de coronados de 1334 pasarían a ser dos mil cuatrocientos (Ladero. Fiscalidad y poder, pp. 115-116).

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Este documento no es la única referencia al censo en estos años. Los Libros de Cuentas de Sancho IV conservan un cargo, fechado el 18 de septiembre de 1291, de mil ochocientos maravedís a los monjes de Cluny para pitanza.31 El destino de la renta muestra que se refiere a una de las dos donaciones realizadas en 1218 para alimento de un día del Capítulo General, pero en este caso no debe tratarse de la cantidad donada por Alfonso IX de León, sino de la de Fernando III de Castilla. El que la cifra sea seis veces superior se debe a que está contabilizada en «moneda de la guerra», en la que las antiguas rentas multiplicaban por seis su valor para compensar las devaluaciones monetarias de la época de Alfonso X.32 El documento de Alfonso XI sigue planteando numerosos enigmas a propósito de estas limosnas. ¿Por qué se confirma el documento? ¿Se seguía pagando la limosna de Fernando III? ¿Hasta cuándo se cobraron los veinte marcos de plata? Solo caben hipótesis. La confirmación puede responder a que hubiese dejado de pagarse durante la larga minoría regia (1312-1325) e incluso durante el reinado de Fernando IV, cuyos problemas hacendísticos y descenso de ingresos son bien conocidos; a que se prefiriese situar en otro lugar donde el cobro fuese más seguro o simplemente a problemas puntuales con los recaudadores de los impuestos reales. La falta de referencias al donativo de Fernando III puede deberse a que se cobraba sin problemas, al estar asentado en los libros de cuentas del rey; a que se incluyese entre las rentas del reino de Castilla, separadas de las del reino de León; o a que el propio rey considerase que ya no debía pagarse, y lo fusionase en una sola cantidad, dada la equivalencia de ambas limosnas por entonces. La tercera cuestión es igualmente insoluble, solo se sabe que no hay noticias posteriores, más aún, del hecho de que el documento se copiase en el archivo del monasterio de Sahagún se deduce que hubo pleitos en torno al mismo, pues el abad de Sahagún era uno de los jueces conservadores dados por el papa a los prioratos cluniacenses del reino de León. En algún momento dejó de pagarse y se presentó reclamación ante este juez conservador, pero no se sabe cuándo. Estas «limosnas» de Sancho IV o Alfonso XI transferían a la abadía de Cluny una pequeña parte de las rentas regias. Los prioratos hispanos parti31   Hernández, Francisco J. Las rentas del rey. Sociedad y fisco en el reino castellano del siglo xiii, 2 vols., Madrid, Fundación Ramón Areces, 1993, I, p. 489. 32   Calculado en marcos de plata, tanto en 1218 como en 1291, Cluny recibía unos treinta marcos aproximadamente. La sucesión de devaluaciones en los cuarenta años siguientes habría reducido esta renta a veinte marcos de plata, es decir, la misma cantidad concedida por Alfonso IX, con el riesgo de que ambas limosnas se confundiesen y fusionasen. En cualquier caso, si el donativo de Fernando III se hubiese continuado pagando en 1351, por entonces equivaldría a menos de diez marcos de plata, es decir, habría perdido dos tercios de su valor inicial. Las equivalencias en Ladero, Fiscalidad y poder, pp. 108-118, e Id. «Monedas y políticas monetarias en la Corona de Castilla (siglos xiii a xv)», en Moneda y monedas en la Europa medieval (siglos xii-xv), Pamplona, Institución Príncipe de Viana, 2000, p. 156.

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cipaban en las mismas, aunque con cantidades reducidas. Suele tratarse de concesiones realizadas en los primeros tiempos de Cluny en el reino. Destaca la décima del pan, vino y lino de los realengos portugueses entre el Duero y el Mondego, que el conde Enrique había donado a Rates, y cuyo cobro fue confirmado por Alfonso IV (c. 1268) y Don Dionís (1323), no sin problemas.33 Por su parte, San Zoilo de Carrión percibía un quinto de la renta del pan vendido en la villa de Carrión, tal vez heredero de sus antiguos derechos sobre sus ferias, así como las tercias reales en dos lugares; en ambos casos hubo conflictos con los recaudadores reales que, en momentos de desórdenes internos o incremento de la fiscalidad regia, se negaban a pagar.34 Tanto en San Zoilo como en Rates se percibía un porcentaje (un quinto, un décimo) de una renta en especie, lo que mantenía su valor en un momento de devaluación monetaria, pero simultáneamente aumentaba los problemas de recaudación. Otros monasterios, como Nájera, habían recibido donaciones similares,35 pero la falta de noticias a lo largo de los siglos xiii y xiv sugiere que se habían perdido. Un carácter diferente tenía la martiniega, percibida en dinero, una de las rentas tradicionales del rey. Fue en origen un pecho agrario, equivalente a la décima parte de la cosecha, pero terminó encabezándose, es decir, fijándose en una cantidad estable por lugar, lo que contribuyó a que se devaluase. Ladero señala que a fines del siglo xiii era todavía uno de los ingresos importantes 33   Los problemas para el cobro de las rentas reales concedidas antiguamente se encuentran también en Portugal. El conde Enrique y su mujer la infanta Teresa habían donado a La Charité-sur-Loire el monasterio de San Pedro de Rates con el décimo de las rentas del realengo entre el Duero y el Mondego (1100). En 1268 el arzobispo de Bourges enviaba al rey portugués una copia de dicha donación, para que cumpliese lo en ella contenido (Costa. «Cluny em Portugal», pp. 200, 204). Alfonso IV (1245-1279) debió de confirmarla entonces, tal y como declara su hijo Don Dionís en su carta al prior de Rates (1323), en que volvía a confirmar las décimas de pan, vino y lino de sus realengos, debido a que algunos de quienes los tenían no se las querían entregar (Ibid., doc. 11). En este caso sí que se trataba de una renta sustanciosa, aunque no hay datos exactos sobre su valor. 34   Fernando IV confirmó a San Zoilo (1302) la quinta parte de las mediduras del pan vendido en la villa de Carrión, según lo había percibido en tiempos de Alfonso X y Sancho IV (SZC II, doc. 166). La carta se expidió porque los recaudadores del portazgo de la villa no se lo entregaban, lo que muestra que las rentas reales tampoco ofrecían seguridad de cobro en tiempos de turbulencias políticas, como la minoría de Fernando IV, a pesar de estar situadas junto al propio monasterio. Además, Carrión recibía las tercias de Villafrechós y Villalumbroso como resultado de una permuta con Fernando II (1184), quien se apropió de los bienes de San Zoilo en el lugar cuando pobló Villafrechós, compensándolo con los diezmos de dos iglesias de la nueva villa (Reglero. Cluny en España, pp. 189-190). Por ello Alfonso X concedió que no se cobrasen las tercias reales sobre tales diezmos, lo que no evitó problemas con algún arrendador (SZC I, doc. 133, 135, 136). Esta renta puede proceder del portazgo de la feria que Alfonso VIII permitió celebrar en el burgo de San Zoilo en 1169, tal vez como compensación por su supresión, sin descartar otra concesión o cambio de derechos. 35   El diezmo del portazgo de Logroño y Nájera en la primera mitad del siglo xii (Reglero, Cluny en España, pp. 171-179).

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de la Hacienda Regia, pero que perdió gran parte de su valor a lo largo de los dos primeros tercios del siglo xiv.36 San Isidro de Dueñas cobraba parte de la martiniega de tres lugares en 1292 y de dos en 1352, aunque solo uno coincidía en ambos momentos, también cambiaron las cantidades.37 El cambio de lugares en que se cobra la martiniega, así como de la parte percibida, muestra la flexibilidad de las rentas regias, y la voluntad del monasterio de situarlas en sus señoríos, donde tuviese asegurado su cobro. Por otro lado, aunque en moneda de cuenta la cantidad recaudada en 1352 era mayor que en 1292, su valor en plata se había reducido. La fuerte devaluación del maravedí de cuenta en estos años, solo parcialmente paliada por revalorizaciones oficiales, muestra el riesgo de las rentas reales en moneda.38 1.3.2.  El desarrollo de la fiscalidad regia sobre los monasterios Entre los reinados de Alfonso X y Pedro I la fiscalidad regia experimentó un desarrollo considerable, con nuevos tributos ordinarios y extraordinarios.39 Dicha fiscalidad afectó a los monasterios de varias formas: en primer lugar, al estar sujetos al pago de algunos tributos directos e indirectos, ordinarios y extraordinarios, debidos al rey o a sus oficiales; en segundo lugar, al recaer otros sobre sus vasallos, lo que les empobrecía y reducía el volumen de rentas que el monasterio podía exigirles, con la constante amenaza de que un lugar se despoblase por el excesivo peso de tal fiscalidad, de modo que el monasterio perdería todas o casi todas su rentas allí. Los monjes intentaron paliar sus efectos solicitando la exención, ya fuese de forma temporal o permanente, parcial o completa. Para ello alegaban la pobreza que les impedía pagar o invocaban la piedad regia en favor de su función. Se analizan a continuación los principales tributos.   Ladero. Fiscalidad y poder, pp. 33-36.   En los Libros de Cuentas de Sancho IV (1292) San Isidro de Dueñas tenía asentadas la cuarta parte de las martiniegas de Tariego, Baños y Hontoria. Medio siglo después, otro documento regio, el Becerro de las Behetrías (1352), indica que este monasterio percibía la tercera parte de la martiniega de sus lugares de Baños y Santovenia. En 1292 la martiniega de Tariego era de 90 maravedís de moneda nueva, seis veces más en moneda de la guerra, la de Baños 30 maravedís y la de Hontoria 90 maravedís, lo que supone que San Isidro percibía un total de 52,5 maravedís de moneda nueva. En 1351 la martiniega de Baños, en la merindad de Cerrato, eran 99 maravedís, y la de Santovenia, en la merindad de Campos, 150 maravedís, pero los dos tercios los llevaba el rey (SID doc. 92 y 134). 38   Así los 52,5 maravedís de moneda nueva de 1292 equivaldrían a cerca 0,9 marcos de plata, mientras que los 83 maravedís de 1352 supondrían tan solo la mitad. Se ignora el origen de los derechos de San Isidro sobre tales martiniegas, si proceden de antiguos derechos señoriales o de permutas como la realizada entre Alfonso XI y Nájera: en 1326 Alfonso XI otorgó 36 maravedís en la de Ciriñuela, a cambio de los derechos que la sacristanía tenía en Davalillo (SMN II, doc. 249). 39   Ladero. Fiscalidad y poder, pp. 223-228. 36 37

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— El yantar del rey y la posada La obligación de alojar y dar alimento al señor era muy antigua, y tenía tanto un componente económico, como simbólico, al comportar el reconocimiento del señorío o autoridad del receptor por parte de quien lo entregaba. Los priores recibían yantares de sus vasallos; las iglesias los entregaban a los obispos; concejos, monasterios u obispos se los daban al rey. Desde el siglo xii era habitual que se redimiesen en metálico y no se pagasen más que una vez al año si el rey visitaba el lugar. En la segunda mitad del siglo xiii el yantar se había convertido en un tributo anual, que se exigía cuando el rey visitaba un lugar, pero también cuando iba a la guerra contra los musulmanes y en otras circunstancias, a pesar de las numerosas protestas de las Cortes. Su cuantía se fijó en seiscientos maravedís anuales de la moneda de la guerra (cien maravedís de la buena moneda) a fines de dicho siglo, lo que redujo su importancia en el transcurso del xiv. Por entonces al yantar pagado al rey se habían añadido los debidos al infante heredero, la reina y el merino mayor o adelantado, de menor cuantía (la mitad, tercera y cuarta parte respectivamente).40 El pago de yantares al rey durante estos años parece bastante generalizado entre los monasterios, ya con motivo de la visita del monarca, ya de las campañas militares que se sucedían casi año tras año. Nájera, Carrión, Salamanca, Pombeiro, Villaverde o Dueñas lo pagaron en uno u otro momento.41   Ibid., pp. 37-39.   El monasterio de Nájera entregó a Juan Bernalt, despensero mayor del rey, los seiscientos maravedís debidos, según consta en la rendición de cuentas presentada por este el 13 de noviembre de 1294 (López Dapena, Asunción. Cuentas y gastos (1292-1294) del rey D. Sancho IV el Bravo (1284-1295), Córdoba, Caja de Ahorros de Córdoba, 1984, p. 562). Las cuentas del monasterio de San Zoilo de Carrión de 1338 recogen una partida de seiscientos maravedís como importe del yantar del rey, gasto que correspondía satisfacer a la mesa del prior (SCZ II, doc. 215). El monasterio de Pombeiro arrendó en octubre de 1331 una de sus heredades para pagar los yantares que el rey había demandado al monasterio (SVP doc. 41). Se conserva una referencia a su pago por el priorato de Villaverde en 1342; en concreto un poder dado a quien debía recaudarlo en dicho monasterio y en los de Nogales, Moreruela y la Espina. El recaudador era Fernando Pérez, escribano del rey y criado de Fernando Sánchez de Valladolid, notario mayor de Castilla. La cantidad son seiscientos maravedís, tal y como estaba establecido (Cavero Domínguez, Gregoria. Colección documental del monasterio de San Esteban de Nogales (1149-1498), León, Centro de Estudios e Investigación San Isidoro, 2001, doc. 192). San Isidro de Dueñas lo pagó hasta 1369, cuando Enrique II lo eximió en las Cortes de Toro para compensar el daño causado durante el cerco de Dueñas, pues entonces uno de sus capitanes se había asentado en el monasterio, lo que provocó que se quemase el claustro y parte de la iglesia (SID doc. 142). Es posible que Ciudad Rodrigo también lograse la exención tempranamente: una noticia del siglo xviii dice que Fernando IV eximió al prior y a sus vasallos de Saelices el Chico del pago del yantar, por no haberlo pagado en tiempos de Alfonso X (AUPSA, Colegio de San Vicente, caja 137, doc. 23), sin que quede claro si la exención se refiere solo al lugar de Saelices, debiendo entender la mención del prior como la del señor de la aldea, o bien se extiende también al priorato en cuanto tal. 40 41

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Ello explica el interés de los priores por lograr la exención de este tributo, ya fuese de forma permanente o temporal. Así San Pelayo de Toro y San Román de Entrepeñas alegaron pertenecer a San Zoilo de Carrión, considerándose incluidos en el pago que este realizaba. Si no hay duda de que San Pelayo de Toro era una obediencia de San Zoilo, es más que dudoso que San Román lo fuese, al menos desde el punto de vista de la organización de la Orden de Cluny, donde siempre fue considerado un priorato independiente, aunque en estos años estuviese fuertemente ligado al de San Zoilo.42 Otro de los motivos esgrimidos por los priores fue la pobreza del monasterio. Así Fernando IV eximió a Santa María de Nájera, salvo cuando el rey estuviese en la villa, debido a que el monasterio era «muy pobre», por las reliquias que custodiaba y porque el monasterio servía de sepultura a muchos reyes y nobles (1312).43 Por su parte el prior de Salamanca añadió al argumento de la pobreza una carta del concejo en que se decía que no se recordaba que nunca hubiese pagado yantar al rey, ni que se lo hubiesen demandado (1330); aunque se reconoció su exención en 1331, las reclamaciones continuaron hasta 1334.44 Unida a la obligación de alimentar al rey (yantar) estaba la de alojarlo, que al igual que la anterior se extendía tanto a la persona del monarca como 42   En 1285 Sancho IV, atendiendo la petición del camarero de Carrión, mandó que no se recaudase el yantar de la casa de San Pelayo de Toro, dado que la misma es nombre del su prioradgo de Carrion, es decir, se consideraba que era un priorato dependiente de San Zoilo y que el yantar pagado por este último valía por el de sus dependencias. Tres años después se expedía el correspondiente privilegio, en pergamino y sellado, lo que muestra la importancia que el prior le concedía. En 1298 fue confirmado por los tutores de Fernando IV: la reina María de Molina y el infante Enrique, instrumento del que se sacó un traslado en 1327, ya fuese por algún problema con los recaudadores del obispado de Zamora ya con la intención de hacerlo confirmar (SZC I, doc. 145, 151, 163; II, doc. 195). En el Becerro de las Behetrías consta que el priorato de San Román de Entrepeñas no debía pagarlo, por cuanto se consideraba que era una dependencia de San Zoilo de Carrión, que ya lo pagaba (SZC II, doc. 257). 43   Exención confirmada en 1315 por el infante don Juan, como tutor del rey; en 1317 por el conjunto de los tutores: la reina María de Molina, y los infantes don Juan y don Pedro; en 1334 por Alfonso XI ya en su mayoría de edad y en 1351 por Pedro I, siempre con la salvedad de pagarlo cuando los reyes estuviesen en el lugar, con lo que se aseguraba el reconocimiento de su señorío (SMN II, doc. 228, 232, 238, 277, y III, doc. 303). 44   Alfonso XI había mandado recaudar un yantar en 1330, con motivo de sus campañas contra el reino de Granada (cuando ganó Teba), debiendo cobrarse en todo el reino según se hacía en los reinados de sus predecesores y en el suyo hasta entonces. Entonces, el prior de Salamanca compareció ante el rey con una carta del concejo en que se decía que dicho monasterio era muy pobre, y nunca había pagado el yantar. Por todo ello Alfonso XI mandó a los recaudadores de los yantares que no se lo cobrasen y devolviesen al monasterio lo que le hubiesen tomado (junio de 1331). Esto no solucionó los problemas; en 1334 el rey se dirigía de nuevo a su despensero mayor y a los recaudadores del obispado de Salamanca para que no se cobrase tal yantar de 1330 al priorato de San Vicente, pues el rey les había liberado del pago de los seiscientos maravedís dada su pobreza (AUPSA, Colegio de San Vicente, Carpeta de pergaminos, n.º 3. Archivo del Monasterio de Santo Domingo de Silos, Copia de privilegios, ms. 7, fol. 103v, noticia del xviii).

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a su comitiva. No se trata de un impuesto recaudado en dinero, aunque sí originaba cuantiosos gastos cuando se presentaba la ocasión, en especial en aquellos lugares donde la Corte residía más tiempo. No extraña por tanto que la única referencia proceda de un priorato sito en pleno centro de la ciudad de Burgos: Santa Coloma. En 1286 Sancho IV prohibía que nadie entrase en sus casas para posar contra la voluntad de la Orden, ya fuese caballero u otra persona, ante la queja de que sennalada mientre quando yo acaesco y en la villa, et quando non sso en la villa también, los míos como los otros, que les entran en las casas por fuerza para posar en ellas a ssu pesar de los que las tienen del. Esta exención de posada se consideraba como parte de la inmunidad concedida por Alfonso VI al tiempo de la donación del monasterio, si bien tal «confirmación» solo se consiguió cuando Santa Coloma fue entregada por los cluniacenses a un clérigo del rey.45 — Pedidos y servicios extraordinarios La recaudación del yantar estaba a menudo asociada a la actividad bélica, motivo que justificaba muchos tributos de carácter extraordinario, aunque de recaudación frecuente. Las cuentas de Sancho IV recogen algunos. En enero de 1290 se pedía un servicio a los eclesiásticos para la guerra con Aragón. Entre los prelados de la Tierra de León estaba el prior de San Román de Entrepeñas.46 Poco después, en una carta de febrero de 1294 se fijaron las cantidades que darían los abades del reino como «ayuda» para ir a la frontera, es decir, para la campaña de Algeciras: el camarero y convento de Carrión debían pagar cuatro mil maravedís, y el prior y convento de Villafranca, quinientos.47 Ladero recoge estas contribuciones extraordinarias de 1290 y 1294, a las que siguen otras en 1311, 1316 y 1326, de las que no hay noticias referentes a los prioratos cluniacenses. En 1338 el prior de Carrión hubo de enviar   Bernard-Bruel. Recueil des chartes de l’abbaye de Cluny, VI, doc. 5351.   Le correspondieron quinientos maravedís, una cantidad muy inferior a la solicitada a los cabildos catedralicios de León, Zamora o Salamanca (diez mil maravedís cada uno) o al prior de San Isidoro de León (cuatro mil maravedís), pero hay que destacar que se trata de un modesto priorato que por entonces solo tenía tres monjes: Ladero. Fiscalidad y poder, p. 213. 47   López Dapena. Cuentas y gastos de Sancho IV, pp. 350-351. La suma era ya considerable, de forma que San Zoilo tuvo que arrendar una heredad para conseguir cinco mil maravedís, para pagar el pedido que nuestro sennor el rey nos demandó por esta guerra que es contra los moros (Cavero Domínguez, Gregoria; Álvarez Álvarez, César; Martín Fuertes, José Antonio. Colección documental del archivo diocesano de Astorga, León, Centro de Estudios e Investigación San Isidoro, 2001, Cámara episcopal, doc. 95). La diferencia de cantidades entre la carta del rey y la contenida en el arrendamiento puede encubrir un préstamo para otros gastos o tributos (caso de los yantares), o los intereses del préstamo. San Zoilo pagaba tanto por sí como por sus prioratos dependientes, según consta en la exención de yantar y pedido a la casa de San Pelayo de Toro (1285, 1298) ya comentada (SZC I, doc. 145, 151, 163). 45 46

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dos caballos, valorados en mil maravedís, más que el yantar.48 Un nuevo servicio extraordinario se solicitó a los clérigos del reino en 1349-1350 con motivo del cerco de Gibraltar, recaudándose por obispados.49 Se conserva el reparto de este servicio realizado entre los miembros del cabildo, clérigos y monasterios de Palencia. Entre lo correspondiente a los monasterios, órdenes y granjas se asignaron cuatrocientos maravedís a San Isidro de Dueñas y cien a San Román de Entrepeñas, pues, aunque este último estaba situado en la diócesis de León, tenía propiedades en la de Palencia.50 Un nuevo pedido lo demandó Pedro I en 1359, correspondiendo a Santa María de Nájera quince mil maravedís, que el prior no pudo pagar, por lo que solicitó al rey una rebaja, fijándose finalmente en la mitad (1362-1363).51 La elevada cantidad exigida explica las dificultades y las negociaciones a que daban lugar tales servicios. Estos servicios o pedidos extraordinarios debían ser aprobados por los prelados del reino, y no necesitaban el permiso pontificio. En otras ocasiones los reyes consiguieron del papa el pago de la «décima», es decir, del diez por ciento de las rentas eclesiásticas o, más bien, una cantidad inferior fijada de antemano, pagada por diócesis y recaudada por los propios eclesiásticos. Gregorio X otorgó a Alfonso X seis décimas en 1275, que todavía seguían recaudándose diez años después. Clemente V concedió otras tres en 1309 para la guerra de Granada; Juan XXII otorgó otra en 1317. Alfonso XI las consiguió en 1329, 1342 y 1347, mientras que Pedro I obtuvo una por seis años en 1352-1353.52 Hay noticias referentes al pago de la décima de 1309 por Santa María de Nájera.53 Por otra parte, la recaudación de la décima de 1342 coincide con la queja del Capítulo General en 1344, cuando se dice que el rey de Castilla 48   SZC II, doc. 215. La demanda de dos caballos parece más relacionada con las contribuciones extraordinarias que con el pecho forero de las acémilas (Ladero. Fiscalidad y poder, pp. 46-47). 49   Ladero. Fiscalidad y poder, p. 211. 50   Archivo Catedral de Palencia. Armario XI, leg. I, n.º 2-B, fol. 42r. No figura San Zoilo, tal vez porque pagaba independientemente, como en 1294. 51   SMN III, doc. 312, 313, 314. 52   Ladero. Fiscalidad y poder, pp. 203-207. Nieto Soria. Iglesia y poder real en Castilla, pp. 123-128. Serrano, Luciano. «Alfonso XI y el papa Clemente VI durante el cerco de Algeciras», Escuela Española de Arqueología e Historia de Roma. Cuadernos de Trabajos, III (1914), pp. 1-36. 53   En las cuentas de las tres décimas de 1309, entre los gastos efectuados por los colectores eclesiásticos, se encuentra una citación al prior de Nájera para que pagase, realizada el 3 de julio de 1314, cuando la carta no fue recogida por los monjes porque no estaba el prior; por ello el 9 de septiembre fue el propio colector a Nájera a reclamar el pago, pero entonces le mostraron un instrumento en que constaba que ya lo habían pagado: Ruiz de Loizaga, Saturnino. Documentación medieval de la diócesis de Vitoria en el Archivo Vaticano (siglos xiv-xv), Zaragoza, s. n., 1997, doc. 1, pp. 64 y 67. El año lo deduzco de los días de la semana que se citan.

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llevaba la mayor parte de los frutos y rentas de todas las iglesias del reino, y en especial de los beneficios de la Orden de Cluny, para la guerra contra los sarracenos.54 — La fiscalidad indirecta: portazgos y regalías La información sobre la fiscalidad indirecta es más escasa. Se conoce por las exenciones concedidas a algunos prioratos, más que por su pago. En este caso la carencia de privilegios indicaría que debían pagarlos, pero dado que la documentación se ha conservado de manera muy desigual no se puede afirmar con rotundidad. Los únicos privilegios de exención de portazgo se refieren al priorato de San Zoilo y a su barrio anejo y datan de tiempos de Alfonso VIII. Fueron confirmados por sus sucesores, aunque Alfonso X exceptuó las ciudades de Toledo, Sevilla y Burgos, como por entonces era habitual.55 La amplia lista de exenciones de portazgo recopilada por Ladero Quesada no incluye ningún otro priorato cluniacense.56 Una de las regalías tradicionales de la Corona eran las salinas, cobrándose una tasa al retirar la sal de las mismas. Muchos monasterios habían conseguido la propiedad de pozos o eras de sal, así como exenciones del tributo. Ese era el caso de Nájera en las salinas de Añana, donde en tiempos de Alfonso VIII y Fernando III no pagaba por la sal que sacaba de sus eras y llevaba para el monasterio y sus casas. Sin embargo, Alfonso X introdujo alguna reforma en este tributo para incrementar sus ingresos, suscitando la protesta de los nobles del reino en 1272.57 Tras dicha reforma los arrendadores exigieron al monasterio el pago de la tasa correspondiente. El prior se quejó al rey, quien confirmó la exención de que gozaban (1270). Pronto surgieron nuevos problemas, pues los arrendadores pedían un albalá del rey para respetar la exención, es decir, la presentación de una carta específica cada vez que se quisiese sacar la sal sin tributar. Una nueva queja del prior permitió obtener un privilegio en que se facultaba al monasterio a sacar hasta doscientos modios de sal anualmente, que por entonces era lo que producían sus eras (1277). Estos privilegios fueron confirmados por Sancho IV (1286), Fernando IV (1308) y Alfonso XI (1322, 1332).58   SCG III, doc. 285.   Fue confirmado por Fernando III (1226) y Alfonso X (1254). Se eximía de su pago a todas las mercancías que los hombres del monasterio, sus granjas y heredades transportasen por todo el reino para su propio uso. En 1277 el rey lo hizo extensivo a los vasallos del monasterio que habitasen en el burgo de San Zoilo, y así fue confirmado en 1300 por Fernando IV (SZC I, doc. 90, 128, 143 y 164). 56   Ladero. Fiscalidad y poder, pp. 380-384. 57   Ibid., pp. 91-92. 58   SMN II, doc. 168, 190, 196, 197, 224, 242, 255. 54 55

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La preocupación por confirmar estos privilegios muestra su importancia económica para el monasterio, pues hacerlo comportaba un gasto notable: era necesario desplazarse hasta donde estuviese la Corte, negociar la confirmación (algo no exento de concesiones y «regalos» al rey y sus oficiales) y, finalmente, pagar los derechos de Cancillería.59 — Pagos a los adelantados y merinos La fiscalidad regia incluía tributos en favor de los oficiales del rey, como sus adelantados y merinos mayores: el yantar, de menor cuantía que el del rey pero exigible en circunstancias similares, o la obligación de darle una mula y un vaso de plata cuando iniciaba el ejercicio de su oficio.60 Se conservan noticias del pago del yantar del adelantado para Pombeiro (1331) y Carrión (1338).61 En cambio, el prior de San Román, tras reclamar ante el merino mayor de Castilla, realizar una pesquisa y acudir ante el rey, consiguió ser declarado libre de su pago (1338).62 Esta exención pudo tener el mismo motivo que la del yantar del rey: considerar que San Román dependía de San Zoilo de Carrión y que este pagaba por él. Más sorprendente resulta la conseguida por Pombeiro en 1352, después de haberlo pagado veinte años antes: en una pesquisa se «probó» que el adelantado nunca había cobrado allí el yantar.63   Ladero. Fiscalidad y poder, p. 90.   Ibid., p. 292. 61   En 1331 se exigen dos yantares al monasterio de Pombeiro para el adelantado de Galicia, don Pedro (SVP doc. 41). Las rentas de San Zoilo de Carrión de 1338 recogen el pago de ciento cincuenta maravedís por este concepto, es decir, la cuarta parte del yantar del rey, tal y como estaba establecido (SZC II, doc. 215). 62   En 1338 el rey declaraba libre al priorato de San Román. Fernando Pérez de Portocarrero, merino mayor en Castilla, se lo había reclamado, mandando al merino de la merindad de Saldaña, en la que se enclavaba el monasterio, que lo prendase por ello. El prior se presentó entonces ante el merino alegando que nunca había pagado yantar al adelantado, y este ordenó hacer una pesquisa al merino de Saldaña. De la misma se desprendió que era cierto lo alegado por el prior y monjes. Sin embargo, el mayordomo del adelantado continuó demandándoselo y prendándoles, por lo que recurrieron al rey, quien, vista la pesquisa, mandó que no lo pagasen y se les devolviese lo prendado (SRE doc. 96). La carta fue confirmada por Enrique II en 1371 (SRE doc. 103). 63   A pesar de que en 1331 un documento del monasterio justifica la realización de un arrendamiento por la necesidad de pagar el yantar al rey y al adelantado de Galicia (SVP doc. 41), dos décadas después se negó que tal yantar se pagase. El prior compareció ante el alcalde del rey en el adelantamiento de Galicia y se querelló contra el adelantado mayor por demandarlo al monasterio. El prior alegaba que ningún adelantado lo había cobrado antes, y por tanto el monasterio era libre y exento. El alcalde ordenó hacer una pesquisa, en la que varios moradores de la comarca aseguraron que nunca lo vieron pagar ni en dineros ni en viandas, aunque sí recordaban que el adelantado había morado alguna vez en el coto y feligresía del monasterio. Por ello el alcalde lo declaró exento (SVP doc. 45). Es posible que dicha exención se refiera solo al pago sin necesidad de visitar el lugar, y que, al igual que las exenciones del yantar regio, no incluya 59 60

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Las referencias al tributo de mula y vaso de plata son más antiguas. Sancho IV eximió a San Zoilo (1285),64 y Fernando IV a todos los monasterios de Castilla, alegando las dificultades económicas que sufrían (1312), lo que fue confirmado por Alfonso XI (1332) y Pedro I (1351) a petición del camarero y convento de San Zoilo de Carrión.65 El privilegio regio no era sin embargo respetado por el adelantado de Castilla, que seguía reclamando la mula y vaso a San Zoilo y San Román, y prendaba los bienes del monasterio y de sus vasallos en tiempos de Alfonso XI.66 1.3.3.  Fiscalidad regia y endeudamiento Es difícil valorar el peso de la fiscalidad regia sobre las rentas monásticas. El pago del yantar del rey no suponía una elevada carga para un priorato como San Zoilo de Carrión: los seiscientos maravedís por este concepto no alcanzaban el dos por ciento de las rentas teóricas del año 1338. Sin embargo, en prioratos más pequeños, como Villaverde, la carga resultaría mucho más pesada, ya que la cantidad era la misma al margen de los ingresos del monasterio. Precisamente el pago de los yantares del rey y del adelantado fue aducido por el prior de Pombeiro para justificar un arrendamiento vitalicio con cobro de la renta por anticipado.67 La cuantía de los servicios extraordinarios era mayor y creaba dificultades para su pago incluso a los prioratos más importantes.68 Así en 1294, el prior cuando el rey —adelantado en este caso— acudía personalmente al monasterio o su coto. En tal caso podría interpretarse que los pagos de 1331 se verificaron por la visita del adelantado. 64   SZC I, doc. 147. Es posible que esté relacionada con este tributo la protesta del prior de Villafranca contra el camarero de España, en la que le acusaba de haberle tomado un vaso de plata y una mula valorada en doscientos sesenta maravedís (1313), aunque no se precise si era para pagar al adelantado o para el propio camarero (SCG II, doc. 202). 65   Las confirmaciones se conservaban tanto en el archivo de Carrión como en el de Santa María de Nájera (SZC II, doc. 177, 207 y 238. SMN II, doc. 229, 263 y III, doc. 302). Cantera, por error, publica la confirmación de 1332 dos veces, con fechas 1332 y 1342 (SMN III, doc. 290), pero se trata del mismo privilegio. 66   Así Alfonso XI mandó que los vecinos de Arconada no fuesen prendados por las deudas de sus señores, los monasterios de San Zoilo de Carrión y San Román de Entrepeñas, y en concreto por la mula y el vaso (1335). Doce años después los vecinos del lugar se negaban a comprar ciertos bienes tomados en prenda al prior de Entrepeñas por no pagarlo (SZC II, doc. 212, 228). 67   En 1331 el prior de Pombeiro arrendó una heredad por una vida, cobrando por anticipado cinco mil maravedís para pagar tales yantares (en total sumarían entre novecientos y mil quinientos maravedís dependiendo de si el rey exigía uno o dos yantares) y otros préstamos ya contraídos (SVP doc. 41). 68   Se conservan noticias de prendas tomadas a San Zoilo de Carrión y San Román de Entrepeñas por el impago del yantar y pedido demandado a San Pelayo de Toro o por el tributo de mula y vaso. En este caso, más que problemas económicos, se trata de la defensa por estos

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de San Zoilo arrendó los bienes en Villafrechós al obispo de Astorga vitaliciamente, a cambio de cinco mil maravedís con los que pagar el pedido del rey para la guerra de la frontera.69 No hay datos para saber qué porcentaje de los ingresos del monasterio suponía dicho pedido, aunque, en función de las rentas de 1338 y de la devaluación del maravedí, podría alcanzar la quinta parte. El monasterio de Santa María de Nájera, por su parte, tuvo dificultades para pagar los quince mil maravedís que Pedro  I le demandó en 1359. El entonces prior, don Giraldo —cuya administración parece bastante cuestionable—, optó por empeñar al concejo de Logroño dos aldeas, con la condición de que pagase dicho pedido. Si el prior no las recuperaba en el plazo de un año, quedarían para el concejo para siempre. Sin embargo, el concejo no pagó dicha cantidad, lo que aprovechó el nuevo prior, Guido, para acudir al rey y solicitar una rebaja. La cantidad se redujo entonces a la mitad, a la vez que el rey mandaba al concejo de Logroño desembargar tales aldeas (1362). Cuando el prior pidió al concejo que se las entregase, este puso como condición que antes recuperase de don Zag —quien había recaudado allí dicho servicio para Samuel el Leví, tesorero de Pedro I—, la carta de obligación que le habían hecho por los quince mil maravedís, pues temían que de otra forma se los reclamaría. Fue entonces, ya en septiembre de 1363, cuando el monasterio recuperó sus señoríos.70 Guido también tuvo que hacer frente a otras deudas de su predecesor al merino de la tierra de Estella.71 1.3.4.  La fiscalidad real en los dominios monásticos Los prioratos cluniacenses intentaron que la fiscalidad regia no despoblase los lugares de su señorío y no redujese en exceso las rentas que les pagaban sus vasallos. El ideal era conseguir la exención total, pero los monarcas rara vez lo concedieron. Los monasterios contaban con algunas exenciones de este tipo de reyes anteriores, si bien en un contexto de fiscalidad creciente prioratos de su exención de tales tributos: las noticias de las prendas aparecen en cartas reales en que se mandaban devolver o se confirmaba una exención (SZC I, doc. 145; II, doc. 212, 228). 69   Cavero Domínguez; Álvarez Álvarez; Martín Fuertes. Colección del archivo diocesano de Astorga, Cámara episcopal, doc. 95. Hay que destacar que el pedido exigido a San Zoilo era de cuatro mil maravedís (cf. supra), por lo que el resto, o bien fue destinado a otro fin, o bien encubrían los intereses. El contrato tenía un mínimo de cinco años, aunque de hecho se prolongó hasta 1301, en que murió dicho prelado. Las cuentas de 1338 anotaron una deuda del prior por valor de mil maravedís por dos caballos que le pidió el rey. 70   SMN III, doc. 312, 313, 314. 71   Las deudas eran por importe de 133, 35 y 288,5 florines de oro, según constaba en sendas cartas otorgadas a lo largo de 1360 y 1361. Juan Ramírez de Arellano las reclamaba al monasterio (1365), pues el rey de Navarra se las había cedido en pago de sus servicios. Todo ello indica que tales deudas derivaban del impago de tributos al rey de Navarra (SMN III, doc. 316, 318).

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tuvieron que defender y renovar tales privilegios. Los prioratos de Ciudad Rodrigo y Nájera consiguieron la confirmación de la exención que tenían para sus lugares de Saelices el Chico,72 Torrecilla sobre Alesanco y Alesón.73 En todos los casos falta la confirmación de Sancho IV, cuando en Saelices hay indicios de ciertos pagos.74 Las dificultades para hacer respetar estos privilegios de exención se manifiestan en el caso de Alesón en tiempos de Alfonso XI, con repetidas quejas del monasterio contra los recaudadores por exigir los servicios, pedidos o fonsadera, y mandatos reales para que se respetase, aunque no constase expresamente en la condiciones de los respectivos arrendamientos.75 Por ello no es extraño que el monasterio tuviese que conseguir una segunda confirmación del monarca. Labor que tendría que ser completada con el asentamiento de tal exención en los diferentes cuadernos de arrendamiento de rentas del reino, pues de otra forma el conflicto resurgiría con cada nuevo arrendador. El barrio de San Zoilo no tuvo la misma suerte, y acabó perdiendo un privilegio de Fernando III que limitaba la cantidad pagada como tributos regios, a pesar de una confirmación por Alfonso X.76 El incremento de la fiscalidad y la depreciación de la moneda hubiesen convertido a este barrio en un poderoso competidor de la villa de Carrión, llevando a sus vecinos a trasladar su residencia unos cientos de metros para gozar de una exención fiscal casi plena.

72   Fernando II de León había eximido a los hombres y vasallos del monasterio de Santa Ágata en Saelices el Chico del pago de todo pecho, pedido, fonsado, fonsadera, facendera o foro al fisco regio o al concejo en 1186 (González González, Julio. Regesta de Fernando II, Madrid, Instituto Jerónimo Zurita, 1942, Selección diplomática, doc. 54), privilegio que fue confirmado por Fernando III (1234), Fernando IV (1304) y Alfonso XI (1326) (Yepes. Coronica general, VII, ap. escr. XXXVIII). No se conservan confirmaciones de Alfonso X y Sancho IV. 73   Enrique I la había concedido a Torrecilla 1216; hay que esperar hasta el reinado de Fernando IV (1311) para encontrar la primera confirmación, ratificada por Alfonso XI (1332) y Pedro I (1351) (SMN II, doc. 116, 227, 256; y III, doc. 304). Alfonso VII habían otorgado la exención de homicidio, fonsadera y todo pecho real a Alesón con la obligación de alumbrar el altar de Santa María en el monasterio de Nájera (1135). El privilegio fue confirmado por Alfonso X (1272), Fernando IV (1304) y Alfonso XI (1329 y 1332) (SMN II, doc. 43, 176, 217; III, doc. 289). 74   Un apunte en las cuentas de Sancho IV (1288) se refiere a los derechos que allí tenía el rey, cedidos al obispo de Ciudad Rodrigo, salvo los servicios otorgados en Palencia (Hernández. Las rentas, vol. I, p. 186). 75   En 1330 el monasterio se quejaba de que los recaudadores de la fonsadera la demandaban en dicho lugar, reclamando al merino mayor de Castilla y a Alfonso XI, quienes mandaron respetar la exención, y guardarla como se había hecho hasta la fecha (SMN II, doc. 252, 253, 254). De nuevo en 1332 y 1339 Alfonso XI mandaba a los recaudadores de servicios, pedidos, ayudas, fonsadera y moneda forera de la merindad de Nájera que la respetasen (SMN II, doc. 259 y III, doc. 282). 76   El priorato había logrado de Fernando III un privilegio en que se limitaba la tributación regia del barrio de San Zoilo a cien maravedís (1220). Fue confirmado por Alfonso X (1254) (SZC I, doc. 83, 127). No hay confirmaciones posteriores.

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Ello puede explicar que esta exención cayese en el olvido.77 Finalmente Enrique II liberó al prior de San Zoilo y a doce de sus hombres de todo pecho y pedido real (1367); aunque no se aluda al privilegio anterior, en la práctica ambos acabarían confundiéndose, y los doce excusados del prior sustituirían la anterior reducción general de tributos a los habitantes del barrio.78 Estos privilegios de exención total o parcial se concedían en beneficio del monasterio, ya para alumbrar el altar (Alesón), ya con la genérica obligación de rezar por los reyes. Otro tipo de privilegios de reducción de pechos se concedieron para evitar que se despoblase un lugar, lo que hubiese supuesto la pérdida para el monasterio de sus rentas y para el rey de sus pechos. No se trataba por tanto de una transferencia, directa o indirecta, de rentas al monasterio, sino de una tentativa de evitar su pérdida, que se alegaba perjudicaría tanto a los monjes como al rey. Los problemas fundamentales derivaban del encabezamiento de los distintos pechos, es decir, de la fijación de una cantidad a pagar por cada lugar en función de sus vecinos y riqueza en un año dado, pero que luego permanecía invariable durante décadas. Al reducirse la población de un lugar o su riqueza, por emigrar sus vecinos más acaudalados, la carga fiscal se dividía entre los que permanecían, incrementándose sustancialmente la soportada por cada uno de ellos. Dado que muchos lugares eran de tamaño reducido, unas pocas decenas de familias, cualquier variación tenía graves consecuencias. El incremento de la tributación por habitante estimulaba la emigración a lugares vecinos que, al incrementar su población, veían reducida su carga fiscal por cabeza, agravando el problema. Eso es lo que sucedía en el lugar de Lobera, señorío de San Zoilo de Carrión, por lo que durante la minoría de Alfonso XI se solicitó la realización de una pesquisa para averiguar el número de pecheros y reducir la cantidad pagada.79 En el barrio de San Martín de Frómista el problema se originó al dividirse la fonsadera, que en época de Alfonso X pagaba junto con otros dos lugares. La consecuencia era la misma, e igualmente la solución pasó por apelar al rey. Quien consiguió esta rebaja no fue el monasterio ni los vecinos del lugar, sino 77   No vuelve a haber noticias de ella hasta 1376, en que un prior sacó un traslado con intención de reivindicarla, pero sin éxito (SZC II, doc. 277). 78   SZC II, doc. 268. 79   Así, el camarero de Carrión logró que los tutores redujesen a seis el número de pecheros en que estaba encabezado el lugar de Lobera. El camarero había alegado que estaba yermo por la gran cabeza de pecho que tenía, por lo que se mandó realizar una pesquisa, averiguándose que solo había seis pecheros. Finalmente se ordenó a los recaudadores de los pechos, salvo de la martiniega y moneda forera, que no pidiesen más, a fin de que el lugar se poblase (SZC II, doc. 180). Estos privilegios de reducción del número de pecheros son frecuentes en estos años, como ha mostrado González Mínguez para el reinado de Fernando IV: González Mínguez, César. «Algunos datos sobre la población de Castilla durante el reinado de Fernando IV», en El pasado histórico de Castilla y León. Volumen 1: Edad Media, Burgos, Junta de Castilla y León, 1983, pp. 87-99.

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un miembro de la familia real que tenía el barrio del monasterio.80 El prior de Nájera también tuvo que recurrir a un destacado miembro de la Corte, don Juan Alfonso de Haro I, para lograr una exención temporal de tributos para Ribafrecha, arruinada en las guerras internas de la minoría de Alfonso XI.81 Esta mediación de miembros de la familia real y ricoshombres no se realizaba sin contrapartidas, como la cesión del lugar en arrendamiento a largo plazo. Con ello la aristocracia «solucionaba» el problema que ella misma había creado con sus saqueos durante las guerras civiles, un motivo expresamente alegado al solicitar la reducción de tributos en tiempos de Sancho IV y Alfonso XI.82 1.3.5.  El elevado peso de la fiscalidad regia sobre los monasterios El incremento de la fiscalidad regia en la segunda mitad del siglo xiii y a lo largo de todo el siglo xiv repercutió negativamente en los prioratos cluniacenses. Por una parte resulta evidente que, a diferencia de la aristocracia laica, algunos obispos y conventos de mendicantes, no se beneficiaron apenas de sus frutos, incluso tuvieron problemas para seguir cobrando las rentas concedidas en siglos anteriores. Sin embargo, sí que se vieron gravados por las exigencias reales. Si en el siglo xii y primera mitad del xiii se detectan contribuciones extraordinarias al rey de estos prioratos para conseguir una donación o recuperar un lugar,83 a partir de Alfonso X las exigencias se regularizan e incrementan. 80   Antiguamente pagaba la fonsadera conjuntamente con los lugares de Población y Arconada, pero luego se dividió entre ellos por tercios. Los del barrio de San Martín se consideraban perjudicados, y marchaban a vivir a otros lugares —aunque no se precisa a dónde, la villa de Frómista distaba solo unos metros—. Por ello Sancho IV redujo dicho pecho a mil maravedís en 1291 (SZC I, doc. 153), con todo, una cantidad considerable, pues representaba la cuarta parte del servicio extraordinario pedido al monasterio de San Zoilo, su señor, tres años después. El privilegio fue confirmado por Fernando IV (1305) y Alfonso XI (1331) a instancias de los hombres buenos del barrio (SZC II, doc. 170, 205). 81   En 1316, con la mediación de Juan Alfonso de Haro I, se consiguió exención total de tributos por diez años, salvo la moneda forera, para los vecinos de Ribafrecha que habían pasado a poblar el lugar de Oriemo, pues su antigua aldea había sido destruida en medio de las guerras civiles de la minoría regia (SMN II, doc. 236). De forma similar el concejo de Cueva Cardiel reconocía en 1318 que había sido el prior quien había ganado del rey un privilegio que les permitía cercar el lugar y les eximía de todo pecho durante seis años, en agradecimiento por lo cual se comprometía a respetar su señorío (SMN II, doc. 239). 82   Cueva Cardiel y Villalmóndar se vieron beneficiados en 1285 por la exención de portazgo, cuezas y otros tributos por el pasto de su ganado desde el mar —entre Castro Urdiales y Santander— hasta el río Duero; Sancho IV se lo concedió a ruegos del camarero de Nájera, porque tales lugares se habían yermado por las correrías y males de los ricoshombres (SMN II, doc. 195). En el archivo de Nájera se conservaba además una carta de Alfonso XI en la que mandaba hacer un igualamiento y confeccionar nuevos padrones en las merindades de Castilla (1326), debido a que muchos lugares se habían despoblado o arruinado por los conflictos de los años anteriores y no podían pagar sus pechos (1326) (SMN II, doc. 248). 83   Reglero. Cluny en España, pp. 180-182.

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En primer lugar se manifiesta una fiscalidad directa sobre el monasterio, a través de los yantares del rey y el adelantado, la mula y vaso del adelantado, pero sobre todo de los pedidos y servicios extraordinarios justificados por la guerra, en especial contra los musulmanes. Algunos fueron recaudados como décimas por concesión pontificia, otros como servicios concedidos por los prelados del reino. Su carácter irregular y cuantía llevó a los prioratos a conseguir el dinero mediante arrendamientos a largo plazo en los que toda o gran parte de la renta se cobraba por anticipado; una forma de endeudamiento que se justificaba por las exigencias del rey y a veces encubría dinero tomado para otros fines. En segundo lugar la fiscalidad regia redujo las rentas del dominio monástico. La manifestación más clara fueron las tercias reales, recogidas desde tiempos de Fernando III y que se fueron convirtiendo en un tributo ordinario. Al recaer sobre las tercias de fábrica, de las que se detraían dos tercios, redujeron lo ingresado por sus anteriores beneficiarios: los propietarios de las iglesias, entre los que se encontraban los prioratos cluniacenses. Si en algunos lugares, como Villafrechós y Villalumbroso, consiguieron retenerlas en virtud de una antigua permuta con el propio rey, en general no parece que fuese así, aunque sería preciso un estudio de fuentes más tardías para conocer en qué iglesias siguieron cobrándose y en qué cuantía. Los monasterios se vieron afectados indirectamente por el empobrecimiento causado en muchas de sus aldeas por una presión fiscal excesiva, ligada a menudo al sistema de recaudación por encabezamiento. El mismo provocó la despoblación parcial o total de algunos lugares de su dominio, con la consiguiente pérdida de rentas. En tercer lugar, la monarquía desarrolló una fiscalidad indirecta, de cuya repercusión apenas hay datos, más allá de algunas exenciones. Las exenciones temporales o perpetuas de impuestos concretos en favor de un lugar o monasterio fueron uno de los mecanismos utilizados por los reyes para hacer soportable y aceptable la carga fiscal. No suele tratarse de exenciones generales, ni siquiera para un grupo —la excepción es la del pago de mula y vaso a los adelantados por los monasterios castellanos—, sino de tributos diferentes a monasterios o lugares diferentes. Si Nájera, Salamanca, Ciudad Rodrigo o Dueñas consiguieron la del yantar del rey, Carrión logró mantener la de portazgo, Burgos la de posada, Nájera del gravamen sobre la sal para doscientos modios de sus eras de Añana; San Román y Toro se consideraron como dependencias de Carrión para no pagar yantares, pedido, mula ni vaso. Este sistema de exenciones evitaba que todos los monasterios se considerasen exentos de cierto pecho por el hecho de que otros lo hubiesen conseguido, a la vez que mantenía el carácter de privilegio de la exención. Si a ello se añade la dimensión temporal, se observa como tales exenciones se fueron consiguiendo poco a poco, mientras se iban creando nuevas cargas fiscales. La fiscalidad regia, en especial los servicios extraordinarios, contribuyeron al endeudamiento de los prioratos cluniacenses, aunque no fueron la única

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causa. Con todo, dicha fiscalidad favorecía el fortalecimiento del poder regio, del que se imploraba y esperaba protección para los monasterios, sus monjes y vasallos. Dicha protección debería haber asegurado a los monasterios unos ingresos suficientes con los que hacer frente a las demandas de la Corona. La efectividad de la protección regia está relacionada con el desarrollo de la justicia regia, otro de los pilares del poder de las monarquías bajomedievales. 1.4. 

Justicia y jurisdicción regia

1.4.1.   Pedir al rey justicia La justicia fue una de las atribuciones más relevantes de la monarquía medieval, tanto en el sentido del poder para impartir justicia como de la obligación de hacerlo. El rey justo era el rey legítimo. En varias ocasiones los definidores del Capítulo General de Cluny solicitaron al abad que escribiese al rey de España, es decir, al de Castilla, para que corrigiese los abusos que, a su entender, padecía la Orden. Se le pedía que impidiese a los nobles del reino ocupar los prioratos o sus dominios, pero también que obligase al monasterio de Cornellana a permanecer en la obediencia de Cluny.84 De forma similar se escribió al rey de Portugal contra una dignidad de la catedral de Braga o al gobernador del rey de Navarra para que forzase la sumisión del prior de Azuelo.85 La respuesta esperada era que el rey hiciese restituir tales bienes. Así, Alfonso X (1259) y su hijo Sancho IV (1286) mandaron devolver a la Orden de Cluny las heredades mal enajenadas, de forma genérica.86 En el mismo sentido Alfonso XI recogía la queja del prior de San Zoilo y camarero de Cluny en España, en la que denunciaba que hombres y mujeres tenían posesiones, tierras y vasallos del monasterio y de toda la Orden por fuerza y 84   En 1288 para que no permitiese que las casas cluniacenses de su reino fuesen ocupadas por cualquiera (SCG I, doc. 124). En 1294 para que evitase que el monasterio de Cornellana se sustrajese a la obediencia de Cluny (SCG II, doc. 145); en 1303 y 1306, para inducir a los nobles que habían ocupado algunos prioratos a que los dejasen libres y no se perdiesen los derechos de las casas (SCG II, doc. 172, 181); en 1336 para que obligase al caballero que detentaba el priorato de Valverde a restituirlo a la Orden (SCG II, doc. 236); en 1342 para que compeliese a los poderosos y nobles que ocupaban las rentas y lugares pertenecientes a Jubia a reintegrarlos (SCG III, doc. 278). 85   Se escribe al rey de Portugal en relación con la casa de Vimieiro, que tuvieron ocupada primero el chantre y luego el deán de Braga, en 1259 y 1264 (SCG I, doc. 50, 54). Por lo que respecta a Navarra, que desde 1274 se encontraba en manos de la familia real francesa de los Capetos, se manda escribir en 1297 al gobernador del rey, para que no permitiese que un prior de San Jorge de Azuelo que había sido depuesto por sus muchas faltas, se apoderase del priorato con poder de seglares (SCG II, doc. 153). 86   SID doc. 83, 89.

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sin derecho de modo que los monjes no tenían de qué mantenerse; otros les robaban y tomaban sus hombres y vasallos, sus cotos y términos, sin respetar sus libertades y privilegios. El rey ordenaba a las justicias del reino que les hiciesen devolver lo que les tenían tomado y que, si los tenedores de tales bienes querían alegar algo, fuesen emplazados ante el rey, pues el prior y monjes eran miserables personas (1328).87 Además de estas declaraciones genéricas, se esperaba una actuación más concreta que hiciese efectivo ese amparo o disposición. Por ello el Capítulo General animaba en 1345 a los priores de Pombeiro, Jubia y Zamora a que reclamasen sus bienes,88 aprovechando que en ese momento se administraba bien justicia en España, «mejor que en tiempos pasados», a todo el que la pedía.89 Para ello era necesario acudir a la justicia regia, tanto a la Corte, donde ya existían los oidores y se estaba gestando la Audiencia real (no puede descartarse que los visitadores se refiriesen precisamente a su creación cuando dicen que había «mejor justicia»),90 como a los oficiales de cada territorio o lugar del reino. Son escasas las referencias expresas al tribunal de la Corte o la curia del rey.91 Lo habitual era reclamar ante los oficiales del rey, o bien pedir a estos que ejecutasen lo dispuesto por el rey, expresión tras la cual se encontraría el tribunal de la Corte. Así Pedro I ordenó al merino mayor de Castilla que obligase a los vasallos que San Zoilo tenía en el barrio de San Martín de Frómis  SZC II, doc. 197.   El topónimo oficial de San Martín de Jubia es San Martiño de Xubia, en gallego. Utilizo en este libro su versión castellana, San Martín de Jubia, pues cuenta ya con un uso acreditado en los estudios sobre Cluny y el monacato: Valous. Le monachisme clunisien, II, pp. 264, 279; Bishko, Charles Julian, «The Cluniac Priories of Galicia and Portugal: their Acquisition and Administration, 1075-c. 1230», Studia Monastica, 7, 1965, p. 319; Segl, Peter. Königtum und Klosterreform in Spanien. Untersuchungen über die Cluniacenserklöster in Kastilien-León vom Beginn des 11. bis zur Mitte der 12. Jahrhunderts, Kallmünz, Michael Lassleben, 1974, pp. 151-155. Montero Díaz, Santiago. «La colección diplomática de San Martín de Jubia», Boletín de la Universidad de Santiago de Compostela, XXV (1935), pp. 3-158. Freire Camaniel, José, El monacato gallego en la Alta Edad Media, A Coruña, Fundación Pedro Barrie de la Maza, conde de Fenosa, 1988, p. 737. 89   Frase que se repite tres veces con ligeras variantes, lo que indica que así lo habían informado los visitadores al Capítulo: … maxime cum in Hispania vigeat in presenti melius justitia quam temporibus retroactis […] cum in Hispania ministretur et bene fiat justitia de presente […] cum de presenti in Hispania fiat justitia unicuique ipsam petenti... (SCG III, doc. 292). 90   Díaz Martín, Luis Vicente. «Sobre los orígenes de la Audiencia Real», Historia. Instituciones. Documentos, 21 (1994), pp. 125-308; 22 (1995), pp. 119-162. Torres Sanz, David. La administración central castellana en la Baja Edad Media, Valladolid, Universidad de Valladolid, 1982, pp. 154-168. 91   En 1337 el Capítulo General constataba que los priores de Dueñas y Nájera litigaban en la curia del rey para recuperar los bienes enajenados de sus prioratos, precisándose que en el segundo caso se litigaba con una señora muy poderosa (SCG III, doc. 265). Pueden estar relacionadas con estos pleitos las dos «ejecutorias» —así las califica un archivero del siglo xvii— de Alfonso XI (1334, 1335) amparando a San Isidro de Dueñas en la posesión de Santiago del Val, frente al caballero que tenía usurpado el lugar (SID doc. 115, 116). 87 88

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ta a pagar los gastos realizados para conseguir que dicho barrio saliese del poder de su hermanastro don Tello, según lo habían acordado con el prior, llegando a prendarles si fuese necesario (1351). El merino aparece como ejecutor de una decisión del rey o de su curia, tomada ante la reclamación del prior, como muestra una frase muy repetida en estos documentos: el prior del monesterio de San Zuyl de Carrión se me querelló e diz que [...].92 Al año siguiente el prior acudía de nuevo ante el rey para lograr que sus vasallos de ese barrio le reconociesen como señor.93 El proceso judicial era complejo y largo, y lograr una carta del rey no suponía necesariamente que tal decisión se ejecutase. Así se ve en la toma de posesión de la casa de Torraviento, en Navarra. Al concluir un arrendamiento a largo plazo, los arrendadores no devolvieron la posesión de todos los bienes. El prior de Nájera se querelló entonces ante don Juan de Conflans, mariscal de Champaña y gobernador de Navarra, quien ordenó a Sancho de Roncal, portero de la reina, que diese posesión del lugar al referido prior (9 de enero de 1349). El 21 de enero dicho portero acudió personalmente ante las puertas de las casas de Torraviento para dar posesión al prior, pero los que estaban dentro se opusieron a ello, y Sancho se limitó a dejar constancia escrita y remitirlo de nuevo al gobernador. El 4 de febrero el gobernador volvió a mandar al portero que diese posesión al prior, dado que la otra parte no había comparecido a su presencia en el tiempo debido (si lo hubiese hecho se habría iniciado el pleito ante la justicia real). El 11 de febrero les daba definitivamente posesión del lugar y al día siguiente de las heredades anejas.94 Este proceso resulta interesante por cuanto el monasterio necesitó dos mandatos sucesivos del gobernador del reino para lograr lo reclamado. El primero de ellos solo abrió un proceso, que podía ser contestado por la otra parte. Ello ha de servir para relativizar la efectividad de otras cartas similares, conservadas fuera del proceso en que se emitieron, ya que no se conocen las que pudieron concederse a la parte contraria, ni si llegaron a ejecutarse o fueron recurridas con éxito. 92   SZC II, doc. 239. De forma similar, los escribanos que acompañan al prior de Dueñas en la toma de posesión del lugar de Santiago del Val, frente a quienes lo tenían arrendado y no pagaban, intervinieron por mandado del rrey e del ynfante don Joan su tío e su tutor (1315) (SID doc. 111). Por su parte, cuando los recaudadores de la fonsadera en la merindad de Logroño pretendieron cobrarla a los vecinos de Alesón, que estaban exentos, el prior y sacristán de Nájera obtuvieron primero una carta del merino mayor de Castilla (1 de junio de 1330) y a continuación la del propio rey (25 de julio de 1330) en que se mandaba no pagarla y se confirmaba la exención (SMN II, doc. 252, 253). Nuevas querellas del sacristán y confirmaciones del rey en 1332 (SMN II, doc. 259) y 1339 (SMN III, doc. 282). 93   Pedro I mandó a los vecinos del barrio de San Martín de Frómista que reconociesen al prior de Carrión como señor y que le entregasen las rentas y los derechos que allí tenía en 1352 (SZC II, doc. 252). Enrique II dirigió una carta similar a los vasallos que San Isidro de Dueñas tenía en el lugar de Baños en 1367 (SID doc. 138). 94   SMN III, doc. 294-300.

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1.4.2.  Confirmación de privilegios: importancia de la inmunidad Una de las manifestaciones más habituales de la política de protección regia de los monasterios fue la confirmación de los antiguos privilegios. La misma se verificó tanto a solicitud de los priores (especialmente en reuniones de Cortes) como de una querella del monasterio afectado porque no se respetaba dicho privilegio, ya fuese por algún particular, ya por los propios oficiales del rey. Aunque no puede pensarse que se conservan todas las confirmaciones de privilegios, del estudio de conjuntos relativamente amplios (Nájera, Carrión), se desprende que los priores no confirmaban sistemáticamente con cada nuevo monarca todos los privilegios reales que tenían, ya por no considerarlo necesario, ya porque el coste que ello suponía (derechos de Cancillería, negociaciones) aconsejasen limitarse a los más necesarios. Entre los prioratos de los que se conserva documentación, destaca la ausencia de confirmaciones de privilegios en Pombeiro y Jubia, los dos monasterios gallegos. Al margen de la buena o mala gestión de sus priores, parece evidente el alejamiento de la monarquía de este territorio. Por contra, tanto Nájera como Carrión cuentan con una amplia lista de confirmaciones, que muestran su importancia como monasterios y un estrecho contacto con la monarquía, cuyo itinerario atravesaba con más frecuencia las comarcas que ocupaban u otras vecinas. La preocupación de los priores de Nájera por confirmar sus privilegios queda de manifiesto en algunos de ellos. Así la donación de Cueva Cardiel y Villalmóndar realizada por Alfonso VII con diversas exenciones fue confirmada por Alfonso  X (1272), Sancho  IV (1295), Fernando  IV en tutoría (1299) y Alfonso XI (1341), pero no por Pedro I ni Enrique II.95 En el otro extremo, la donación del pequeño lugar de Nestares, realizada por Alfonso VIII, solo fue confirmada por Alfonso XI (1332).96 Destaca el interés por confirmar los privilegios de inmunidad, sobre todo en el siglo xiv, ante la creciente presión de la fiscalidad y justicia regias.97 95   SMN II, doc. 177, 212, 218 y III, doc. 286. Dicha donación incluía los fueros del lugar, en que se detallaban algunas exenciones (fonsado, apellido, montazgo, mañería) y las rentas pagadas al señor, lo que puede explicar el interés del monasterio. 96   SMN II, doc. 262. 97   Fernando IV confirmaba en 1305 la restauración de Santa María de Puerto por García III (1042) y el acotamiento y asilo concedido por Alfonso VII (1137); ello fue ratificado por Alfonso XI (1334) y Enrique II (1371), siempre a petición del concejo y hombres buenos del lugar, no del monasterio, aunque este conservase el privilegio en su archivo (SMN II, doc. 222, 275, y III, doc. 330). Se realizaron a petición del prior y convento de Nájera las confirmaciones del privilegio de Enrique I (1216) —en que se eximía de todo pecho, fonsado, fonsadera, moneda, homicidio, mampuesta, caloña y todo gravamen de merino y sayón al lugar de Torrecilla sobre Alesanco, declarándolo libre e inmune— por parte de Fernando IV

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Las confirmaciones fueron aprovechadas en ocasiones para ampliar o consolidar derechos, cuando lo que el rey ratificaba no era un documento original, sino una falsificación, un documento rehecho o al menos interpolado. En octubre de 1272, el prior de Nájera aprovechó la debilidad de Alfonso X, acosado por la revuelta nobiliaria, para conseguir numerosas confirmaciones, entre ellas algunas de más que dudosa autenticidad. Así, el problemático privilegio de Alfonso VIII en que se confirmaba la donación de Nájera a Cluny y todas las posesiones del monasterio (1175) o la donación de Pazuengos y Santurdejo por Sancho IV de Navarra (1074), a la que se había añadido la delimitación de ambos lugares, entre otras cuestiones. Tras esta confirmación, las cartas de Alfonso X fueron ratificadas sin problemas por sus sucesores.98 La confirmación individual de privilegios fue parcialmente sustituida por otra de tipo general. En las Cortes de Valladolid de 1351 Pedro I confirmó a los monasterios de Carrión, Dueñas y Ciudad Rodrigo todos los fueros, cartas, privilegios, libertades y franquezas que recibieron y usaron en tiempos de sus predecesores.99 Privilegios similares concedió Enrique II a Dueñas (1369), Carrión, Nájera (1371) y Ciudad Rodrigo (1377), limitándolo a aquellas cartas dadas o confirmadas por Alfonso XI sin la tutoría, lo que, además de deslegitimar las de Pedro I —por otra parte muy parco en concesiones—, excluía las anteriores a 1325, más sustanciosas.100 (1311), Alfonso XI (1332) y Pedro I (1351) (SMN II, doc. 227, 256, y III, doc. 304). El prior de San Zoilo hizo confirmar una permuta realizada con Alfonso VIII (1181) —en la que recibió los lugares de Gañinas y Revenga, junto con las posesiones en Villaverde de Volpejera, todos declarados inmunes (exención de fonsado, fonsadera, posta, facendera, pedido regio, entrada de merino del rey y sayón)— por Alfonso X (1256), Fernando IV (1304) y Alfonso XI en su minoría (1316) (SZC I, doc. 134, II, doc. 168, 183). Por su parte Fernando IV confirmó (1304) una permuta realizada con Alfonso VII, en que San Zoilo recibió el lugar de Lobera con inmunidad, además de la exención de portazgo (SZC II, doc. 169). La aldea de Villamuera también había sido eximida de entrada de merino por Alfonso VII (1155), lo que confirmaron Alfonso X (1255), Alfonso XI (1331) y Pedro I (1352) (SZC I, doc. 36, 129; II, doc. 206, 245). La exención de entrada de merino y sayón al coto de Dueñas fue confirmada por Fernando IV (1304) (SID doc. 104), y en las casas de Santa Coloma de Burgos por Sancho IV (1286), en este último caso en un privilegio específico que lo extendía a la obligación de alojar posaderos (Bernard-Bruel. Recueil des chartes de l’abbaye de Cluny, VI, doc. 5351). 98   Sancho IV (1292), Alfonso XI (1332) y Pedro I (1351) en el primer caso (SMN II, doc. 181, 203, 261 y III, doc. 301), y por Alfonso XI (1332) en el segundo (SMN II, doc. 174, 258). Nájera no fue el único priorato que recurrió a estas tácticas, en junio de 1304 San Isidro de Dueñas conseguía de Fernando IV la confirmación de tres privilegios de Alfonso VIII. Uno de ellos, relativo al término del monasterio, el aprovechamiento molinero de sus ríos circundantes y el uso de piedra de las canteras de los montes cercanos, era falso (SID doc. 103, 104, 105). 99   SZC II, doc. 240. SID doc. 133. AUPSA, Colegio de San Vicente, caja 137, n.º 23. 100   SID doc. 141. SZC II, doc. 273. SMN III, doc. 329. AUPSA, Colegio San Vicente, pergaminos, doc. 5.

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1.4.3.  Prioratos cluniacenses y concejos de realengo Entre los privilegios confirmados a los monasterios de Nájera y Carrión se encuentra un pequeño grupo relativo a sus derechos en las villas reales en que estaban ubicados.101 El enfrentamiento entre los monasterios y los concejos de realengo por motivos jurisdiccionales y fiscales fue frecuente en estos años, como ejemplifica la relación entre el concejo de Burgos y el monasterio de las Huelgas.102 Aunque la documentación relativa a los prioratos cluniacenses sea más escasa, hay algunas huellas de estos conflictos. Destacan los surgidos en torno a la introducción y venta de vino en la villa. En estos años de guerras civiles y fiscalidad real creciente, los concejos buscaron nuevos recursos para sufragar la construcción o reparación de sus murallas y el pago de los tributos regios. Uno de ellos fue la fiscalidad indirecta sobre productos de consumo, como el vino. Simultáneamente, para asegurar que la población de las villas se incrementase, o al menos no disminuyese, se estimuló el cultivo del viñedo, que necesitaba mucha mano de obra, prohibiendo el consumo de vino de otros términos o la entrada del mismo durante cierto período del año, a fin de asegurar la venta de la producción propia.103 Ello perjudicaba a aquellos señores que tenían sus vides en otros términos pero cuyo mercado era tradicionalmente la villa, caso de los monasterios de Nájera y Carrión. Estos querían abastecerse con libertad de precio y calidad, pero además deseaban vender sus excedentes a buen precio. Santa María de Nájera consiguió en 1272 una carta de Alfonso X al concejo de Nájera para que este último permitiese al monasterio meter en la villa las uvas, vino y mosto de sus heredades, vender cuando quisieren e incluso meter vino comprado si el suyo no les bastase (se entiende que para el propio consumo). En 1304 Fernando IV ratificaba este mandato, ante la querella del monasterio porque el concejo no se lo respetaba y no dejaba meter en la villa el vino y uva de sus posesiones en tres lugares, ni les permitía almacenarlo fuera del monasterio. El rey precisaba que el monasterio podría construir bodegas en las casas que tenía en la villa, no solo en el monasterio, guardar y 101   Alfonso X (1272) confirmó un documento de Alfonso VII (1151) por el que se mandaba que todas las casas y posesiones que el monasterio de Nájera tenía en dicha villa y sus cercanías estuviesen exentas de toda voz regia, sin que nadie les inquietase por ello (SMN II, doc. 178). Ese mismo año confirmaba la dotación de la alberguería del cenobio, cuyas propiedades y derechos se encontraban fundamentalmente en dicha villa (SMN II, doc. 175); confirmado a su vez por Alfonso XI en 1328 (SMN II, doc. 251). Por su parte los tutores de Alfonso XI confirmaron los fueros otorgados por Alfonso VI y Urraca al barrio de San Zoilo (1316), sito junto a la villa de Carrión pero con jurisdicción separada (SZC II, doc. 186). 102   Lizoaín y García. El monasterio de las Huelgas, pp. 329-347. 103   Martínez Sopena, Pascual. «As condições da comercializaçaõ do vinho no vale do Douro e na Rioja entre os séculos xii e xv», Douro. Estudos & Documentos, I (2) (1996), pp. 71-83, vid. pp. 79-83.

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vender dicho vino. Ello concernía tanto a las propiedades del priorato como a las de los oficios: vestuario, enfermería y sacristanía. El sacristán se quejaba, en concreto, de distintas ordenanzas del concejo que prohibían a los vecinos de la villa aceptar uvas y vino de la sacristanía como pago de la cera y otras cosas que le habían vendido; así como almacenar en sus bodegas las uvas y vino del sacristán. El rey de nuevo ordenaba revocar tales ordenanzas.104 El monasterio de San Zoilo tuvo problemas similares con el concejo de Carrión, que amenazaban la jurisdicción del monasterio sobre su barrio de San Zoilo, pues el concejo había conseguido un privilegio de Sancho IV para que sus ordenanzas sobre el vino se respetasen en el barrio.105 Los privilegios reales restaban eficacia a las medidas tomadas por los concejos. La exención del barrio de San Zoilo no solo reducía el número de consumidores del de la villa, sino que permitía a cualquier vecino consumir vino de fuera con solo atravesar el puente del río Carrión. Por lo que respecta a Nájera, toda la producción del monasterio en sus muchos dominios riojanos se convertía en competidora de la producción local; ni siquiera en años malos el monasterio tendría que comprar vino a los vecinos de la villa. Por ello el concejo intentó limitar la efectividad del privilegio de Alfonso X interpretándolo literalmente: permitir al priorato (a quien se dirigía el privilegio) meter su uva y vino en la villa, pero no a los oficios del monasterio; permitir almacenar el vino en la bodega del monasterio pero no en otras casas de la villa; o impedir a los vecinos aceptar como pago la uva y vino del monasterio. Otro motivo de enfrentamiento entre los concejos de realengo y los monasterios derivaba de la donación o venta de heredades por parte de los vecinos de realengo a un monasterio, con lo que las mismas pasaban del realengo al abadengo y se reclamaban exentas del pago de tributos reales y concejiles, incrementando la carga del resto de las heredades y vecinos. Ya en las Cortes de Palencia de 1286 se habla de la realización de una pesquisa para averiguar qué tierras pasaron del realengo a la behetría o abadengo. Al año siguiente, el conde Lope Díaz de Haro III, privado de Sancho IV, consiguió la gestión de la Hacienda regia, que delegó en Abraham el Barchilón. Una de las medidas que tomó para incrementar las rentas fue reclamar las heredades realengas que habían   SMN II, doc. 180, 219, 220.   El concejo dictó ciertas medidas que prohibían la entrada de vino de otros lugares en la villa entre el 1 de noviembre y el 30 de abril, y consiguió un privilegio de Sancho IV para que los vecinos del barrio de San Zoilo lo cumpliesen. El camarero se quejó entonces al rey, alegando que los vecinos del barrio eran vasallos del monasterio y no dependían del concejo de la villa ni tributaban con él. El rey revocó su anterior privilegio en favor del concejo y mandó que los de San Zoilo pudiesen comprar y vender vino como hacían en tiempos de Fernando III y Alfonso X (1292) (SZC I, doc. 156). La insistencia del camarero de Carrión en que sus vasallos no pechaban con los del concejo de Carrión, sino que tenían cabeza apartada en los pechos, pone de relieve que la entrada de vino en la villa no era solo un conflicto de jurisdicciones, sino también un problema de fiscalidad concejil. 104 105

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pasado al abadengo o solariego. Ello dio lugar a una pesquisa que amenazaba los dominios de monasterios, catedrales y ricoshombres. Algunos fueron obligados a devolver tales heredades, otros a pagar una indemnización por su incorporación. En el caso de San Zoilo de Carrión y San Román de Entrepeñas, un privilegio de 17 de agosto de 1287 declaraba libres de todo pecho los heredamientos adquiridos desde tiempos de Fernando III.106 La exención respondería, según Gaibrois, a una reunión del rey y el conde con los ricoshombres y caballeros descontentos con la medida, que se habría suavizado. La caída en desgracia y muerte de don Lope en 1288 y las medidas tomadas en las Cortes de Haro ese año supusieron el fin de estas pesquisas, aunque no del problema.107 Una amenaza diferente, de consecuencias más graves, era el paso de lugares del señorío del monasterio a manos de los concejos. La fundación de las villas de Viana y Torralba del Río, en Navarra, afectó a sendos lugares del monasterio de Nájera. Graynango fue integrado en la tierra de Viana, lo que dio lugar a pleitos y enfrentamientos con el priorato en torno a si sus habitantes eran vasallos del monasterio o vecinos de la villa, que se prolongaron a lo largo de los siglos xiii y xiv.108 Mientras, parte de los habitantes de   SZC I, doc. 150. No se dice que tales monasterios tuviesen que pagar por ello.   Gaibrois de Ballesteros, Mercedes. Historia del reinado de Sancho IV de Castilla, Madrid, Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 3 vols., 1922-1928, I, pp. 143 y ss., en especial, pp. 160-161. Nieto Soria, José Manuel. Reyes de Castilla y León: Sancho IV (12841295), Palencia, Diputación Provincial de Palencia, 1994, pp. 86-96. Id. «Abadengo episcopal y realengo en tiempos de Alfonso XI de Castilla», En la España Medieval, 5 (1984), pp. 709736, vid. pp. 711-712. 108   Tras la concesión de fuero a Viana por Sancho VII el Fuerte (1219), se agrupó allí a los habitantes de las aldeas vecinas, entre ellas «Goraño» (Jusué, Carmen; Unzu, Mercedes. «Villas nuevas en Navarra (siglos xii-xiv)», en P. Martínez Sopena y M. Urteaga (eds.), Las villas nuevas medievales del suroeste europeo. De la fundación medieval al siglo xxi. Análisis histórico y lectura contemporánea, Boletín Arkeolán, 14 (2006), pp. 139-162, pp. 155-156. Martín Duque, Ángel. «El fenómenos urbano medieval en Navarra», en J. A. Solórzano Telechea; B. Arízaga Bolumburu (eds.), El fenómeno urbano medieval entre el Cantábrico y el Duero, Santander, Asociación de Jóvenes Historiadores de Cantabria, 2002, pp. 9-58, vid. pp. 35-36). Así lo recordaban los de Viana, y por ello consideraban que eran sus vecinos y no vasallos del prior, pagando con Viana la fonsadera, poniendo «costiero» que vigilaba el monte sin consultar con el prior. Por contra el prior consideraba que el lugar era del monasterio de San Jorge de Azuelo, al igual que su iglesia, siendo los vecinos vasallos suyos. Por ello acudió ante el gobernador de Navarra acusando a los de Graynango de negarle vasallaje, pechos y servicio, con ayuda de los de Viana. Realizada una pesquisa, el gobernador falló en favor del monasterio en 1282 (SMN II, doc. 194). De nuevo las pretensiones del concejo de la villa encontraron respaldo entre los vasallos del monasterio. Las tensiones con los habitantes de Viana continuaron, y en 1361 se acusaba a siete vecinos de haber herido y deshonrado al prior de Nájera, sus monjes y acompañantes en término de Torraviento, otra posesión del monasterio cerca de la villa. El monasterio recurrió esta vez al infante Luis (I de Evreux), que gobernaba el reino en nombre de su hermano Carlos II, quien ordenó realizar la oportuna pesquisa, sin que haya más noticias al respecto (SMN III, doc. 311). El trasfondo de este incidente es la rivalidad entre el concejo y el monasterio por la jurisdicción de los lugares del segundo en término del primero. 106 107

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Azuelo fueron trasladados para poblar Torralba, por lo que el prior tuvo que conseguir un privilegio que lo impidiese en adelante, salvo con autorización del monasterio.109 Se trata de un problema al que los monjes ya había tenido que hacer frente en León y Castilla en el siglo xii.110 Las guerras civiles, en especial en un espacio fronterizo como la Rioja, amenazado por las pretensiones de Navarra, abrieron un nuevo escenario que ponía en evidencia la debilidad de los monasterios tanto frente a los ricoshombres y caballeros como a los concejos. En 1334, en medio de una revuelta nobiliaria contra Alfonso XI, uno de los rebeldes, Juan Alfonso de Haro II, se apoderó de un lugar del monasterio en la merindad de Logroño: Leza. Como dejase allí algunas compañías para saquear el territorio circundante, el concejo de Logroño marchó sobre dicho lugar y lo tomó, entregándoselo para su custodia a Gonzalo Yuáñez de Baztán, vasallo del rey, quien hizo homenaje de guardarlo para el concejo. El prior de Nájera acudió entonces ante el concejo para reclamar el señorío del lugar, pero este le respondió que lo habían tomado de manos de Juan Alfonso de Haro, no de las del monasterio, y que no se lo devolvería hasta que el rey así lo ordenase. El prior acudió entonces ante Alfonso XI, quien mandó que se lo devolviesen, pero con la condición de que el monasterio pusiese guarda en el lugar, para que no volviese a manos de los enemigos del rey. Con dicha carta el prior se presentó de nuevo ante el concejo de Logroño y ante Gonzalo Yuáñez de Baztán; el concejo quitó a este último el homenaje prestado, pero requirió al prior para que pusiese guardia en el lugar, tal y como disponía el rey. El monasterio alegó que la aldea no generaba rentas suficientes para mantener allí una compañía armada, y se ofreció a derribar la cerca del lugar para que no supusiese ningún peligro. El concejo remitió el asunto al rey, y el prior optó por encargar al merino y vasallo del rey la guarda del lugar en nombre del monasterio. Tras ello se recuperó la posesión de la aldea.111 Más allá de los avatares de la guerra, la pérdida del señorío había sido una amenaza real, no solo por la actuación de Juan Alfonso de Haro II y del concejo de Logroño, sino por el respaldo que los mismos habían encontrado en los vecinos de Leza. Una pregunta del merino real al prior hace surgir la sos109   Los problemas de este priorato se extendieron a las villas del reino de Navarra. Cuando Teobaldo II fundó la villa de Torralba del Río, dotándola de fuero (1263), parte de los habitantes del contiguo lugar Azuelo, perteneciente al priorato de San Jorge de Azuelo, fueron trasladados a la nueva villa (Jusué y Unzu. «Villas nuevas en Navarra», p. 158. García Arancón, M.ª Raquel. Teobaldo II de Navarra, 1253-1270, Pamplona, Gobierno de Navarra, 1985, pp. 190, 289). Ello explica el privilegio concedido por el nuevo monarca, Enrique I (1272), en el que les otorgaba la libertad de poder morar en San Jorge, sin que ni el rey ni sus sucesores pudiesen obligarles a trasladarse a otro lugar por razón de puebla, salvo con voluntad de la Orden, es decir, de los monjes cluniacenses (SMN II, doc. 172). 110   Reglero. Cluny en España, pp. 416-421. 111   SMN II, doc. 265-273.

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pecha: ¿se fiaba de los vasallos que allí moraban, según antes se había fiado? Una petición de Gonzalo Yuáñez de Baztán la confirma: solicitó que el prior perdonase a los habitantes del lugar todo lo que habían hecho contra el prior y monasterio hasta ese momento; este lo otorgó. Tal actuación pudo haber sido tanto colaborar con Juan Alfonso de Haro II como, en especial, con el concejo de Logroño frente al señorío del prior.112 La tentación de pasar al realengo, aprovechando la ocasión, estaría presente entre los vasallos de Leza. Otro escenario adverso para los monasterios derivaba de la creciente fiscalidad regia y pontificia. Así Santa María de Nájera vendió la jurisdicción de dos aldeas al concejo de Nájera para pagar un servicio exigido por Pedro I (1359), aunque consiguiese recuperarlas poco después.113 1.4.4.  La jurisdicción regia como amenaza Más allá de los conflictos surgidos con los concejos de realengo, la jurisdicción regia representó puntualmente una amenaza para los dominios monásticos. La misma se manifestó ya en la actuación directa del rey ya en la de sus oficiales, en especial los merinos. Algunos monarcas dispusieron de lugares del monasterio como propios, entregándolos a terceros, lo que creaba un conflicto entre el priorato y el nuevo señor. No era algo nuevo, pues ya se documentan casos en el siglo xii.114 Así, Enrique II, recompensó a uno de sus partidarios, Lope Martínez de Calderón con la aldea de Pedroso, lugar del monasterio de Nájera (antes de 1371). Se trata de una más de las «mercedes enriqueñas». El rey asignó a este noble la aldea de Pedroso, considerando que carecía de titular tras la muerte de Alfonso López de Haro II, señor de Cameros, cuya familia la había tenido ocupada desde inicios del siglo xiv. El prior de Nájera reaccionó y llegó a un acuerdo con Lope Martínez, por el que el noble tendría durante su vida la aldea, que volvería al monasterio cuando muriese (1371). No obstante, diversas ventas y ocupaciones prolongaron la situación hasta 1394.115 Un   SMN II, doc. 270-271.   No pudiendo hacer frente al pedido regio de 1359, el prior Giraldo vendió las aldeas de Santa Coloma y Bezares al concejo de Nájera a cambio de que lo pagase. El nuevo prior consiguió recuperarlas tras asumir el pago del servicio (1363). El concejo devolvió los lugares sin mayor oposición, declarando que si se las había comprado al monasterio era por servir al mismo. Sin duda podría añadirse otra razón, evitar que tales aldeas fuesen compradas por algún noble, lo que hubiese representado una amenaza para el concejo (SMN III, doc. 312-314). 114   Las donaciones de Torrecilla en Cameros y Treguajantes a Diego Jiménez por Alfonso VIII, por ejemplo (Reglero. Cluny en España, pp. 278-280). 115   El acuerdo: SMN III, doc. 331. Otros documentos posteriores: SMN III, doc. 335, 379, 387, 388, 390, 410; García Turza, Francisco Javier. Documentación medieval del monasterio de Valvanera, siglos xiv-xv, Logroño, Instituto de Estudios Riojanos, 1990, doc. 17, 25, 26, 31. Véase también el estudio de Cantera: SMN I, pp. 272-276. 112 113

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siglo antes, Alfonso X había entregado la iglesia de Santa María de Valcuerna, en la villa de Logroño, al cabildo de San Martín de Albelda, ignorando los derechos de Santa María de Nájera, que al cabo de poco tiempo recuperó este importante priorato.116 Un tipo diferente de problema planteaba la actuación de los merinos reales. En este caso no se trata de la enajenación total de la jurisdicción sobre un lugar, sino del ejercicio por el oficial regio de derechos que correspondían al monasterio, o, al menos, que este consideraba suyos. Una pesquisa ordenada por Enrique I de Navarra delimitó los derechos del prior de Nájera y del rey y su merino en Berbinzana.117 Más graves fueron los problemas del monasterio de San Zoilo con el merino real de la villa de Frómista en torno al barrio de San Martín. La villa había sido dada por Alfonso XI a su hijo don Tello, quien en junio de 1352, en medio de una revuelta contra su hermanastro, optó por pasarse a Aragón. Pedro I le desposeyó de su señorío, nombrando merino real del mismo a Juan Fernández de Hinestrosa, su vasallo y alcalde de los hijosdalgo, quien a su vez delegó en Juan Fernández de Castro. Los habitantes del barrio de San Martín no quisieron obedecer al merino en un primer momento, pues la carta de nombramiento de Pedro I no los incluía explícitamente, pero el rey mandó que sí lo hicieran. El nuevo merino prohibió entonces al merino que el monasterio tenía en el barrio de San Martín que ejerciese su oficio e intentó apresarlo, realizando además prendas a los vecinos del barrio por diversos motivos —entre ellos el cobro de algunas rentas—; y ello a pesar de las quejas de los vecinos, que le reprochaban que no era el merino del barrio. El representante del prior de Carrión acudió entonces ante Juan Fernández de Castro para reclamar el derecho del monasterio a poner merino en el barrio, alegando que la carta de Pedro I en 116   Alfonso X se apropió de Valcuerna para compensar al cabildo de Albeda cuando le tomó la villa de Albelda con su castillo y otros cuatro lugares. No se conserva ninguna carta de permuta con el monasterio de Nájera al respecto, tan solo la documentación otorgada a Albelda. Tanto en 1270 como en 1272 el rey mandaba que dicha casa, sus derechos y pertenencias, fuesen disfrutados en adelante por el cabildo de Albelda, tal y como hasta el momento lo eran por el monasterio de Nájera, a la vez que mandaba a sus vasallos que le diesen todos los derechos, pechos, infurciones, fonsaderas, diezmos, censos y otras cosas que debía percibir Valcuerna. La repetición del privilegio indica la existencia de problemas para su pago, derivados probablemente de la oposición de Nájera, a la que se ignora cómo pretendía compensar el rey. La crisis de 1272-1274 debilitó el poder regio, debiendo forzar a Alfonso X a devolver a Nájera su priorato; por ello dio a Albelda una renta de trescientos maravedís sobre las martiniegas de Logroño y Calahorra en lugar de la casa de Valcuerna (1274), que en las décadas siguientes reaparece en manos de Nájera (SMN II, doc. 166, 170, 171, 185, 189). 117   El prior de Nájera se quejó de la actuación del merino y los bailes ante el rey Enrique I, quien mandó efectuar una pesquisa. Tras ello el monarca expidió un documento en que se declaraba lo que correspondía a cada uno, se delimitaban los términos de uno y otro, se repartían por mitad los homicidios y caloñas, se reservaba al monasterio la pesca en el río Arga y fijaba la forma de elegir al alcalde: el prior presentaría tres hombres al rey, quien elegiría entre ellos (SMN II, doc. 186).

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que se otorgaban a Juan Fernández de Hinestrosa derechos sobre el mismo había sido ganada callando la verdad, ya que don Tello no había tenido jurisdicción sobre el barrio. El merino remitió el asunto al rey, sin que haya más noticias.118 1.4.5.  La injerencia de los reyes en el gobierno de los prioratos El avance de la justicia regia podía colocar los prioratos bajo su autoridad. En la primera mitad del siglo xiv el rey de Portugal lo consiguió aprovechando las disputas entre los priores de Rates y el arzobispo de Braga, o entre los monjes que se disputaban el gobierno de Vimieiro. Don Juan, arzobispo electo de Braga había lanzado en 1313-1314 un interdicto sobre el monasterio de Rates, en medio de una disputa por su derecho de visita en el mismo. Entre otras cuestiones, acusó a los monjes de sacar fuera del reino los bienes de su priorato, en lugar de atender a los pobres y las necesidades de la iglesia, incumpliendo las ordenanzas hechas por los reyes que mandaban no sacar moneda del reino. Con ello el arzobispo convertía en un asunto de jurisdicción regia lo que inicialmente era una disputa de jurisdicción eclesiástica. Prohibir a Rates sacar moneda del reino suponía prohibirle pagar el censo y otros servicios extraordinarios a La Charité-surLoire, priorato del que dependía, y, con ello, negar su sujeción. El arzobispo recurrió al rey Don Dionís, quien ordenó examinar los privilegios pontificios del monasterio y mandó a su merino mayor de Entre Duero y Miño ir al monasterio y averiguar si los arzobispos de Braga tenían jurisdicción de visitar, corregir, confirmar y dar la cura de almas a los clérigos seculares de Rates. Realizada la pesquisa, el merino mayor mandó a todos los merinos de su territorio que mantuviesen al arzobispo en la jurisdicción que tenía (1315).119 Sin entrar en el fondo de la cuestión, la forma de resolver el conflicto otorgaba a la jurisdicción regia poder sobre una cuestión de naturaleza eclesiástica y, a fin de cuentas, sobre el propio monasterio. La visita de 1336 pone de manifiesto que la justicia regia seguía interviniendo en los asuntos de Vimieiro y Rates. En Vimieiro dos monjes se disputaban el priorato, y uno citó al otro ante el arzobispo de Braga y el rey de Portugal en Lisboa, alegando tener cartas del abad de Cluny, pero vulnerando de 118   SZC II, doc. 231, 241, 242, 244, 246, 247. Sobre el paso de don Tello a Aragón: Díaz Martín, Luis Vicente. Reyes de Castilla y León. Pedro I (1350-1369), Palencia, La Olmeda, 1995, p. 96. Los estudios de Pérez Celada muestran cómo el monasterio continuó sus disputas en torno a la jurisdicción del barrio con los nuevos señores de Frómista, ya bajo los Trastámaras [Pérez Celada, Julio A. «Los conflictos jurisdiccionales en el barrio de San Martín de Frómista en los siglos xiv y xv», Cuadernos Burgaleses de Historia Medieval, 3 (1995), pp. 155-185]. 119   Costa. «Cluny em Portugal», doc. 9, 10.

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hecho la jurisdicción cluniacense sobre el monasterio. Ese mismo año el rey había mandado prender al prior de Rates por administrar mal su monasterio.120 La situación en Castilla a mediados del siglo xiv no parece mejor. En 1344 se denunciaba ante el Capítulo General que algunos monjes de España vagaban por la Corte del rey de Castilla, solicitando cartas del rey contra sus priores, en grave perjuicio de la Orden. Los definidores mandaban que el camarero de España lo impidiese y castigase, prohibiéndoles acudir a las curias de ningún señor sin licencia de su prior o camarero.121 La situación no era nueva, pues ya en 1269 cuatro monjes de Nájera amenazaron con acudir al rey si el camarero intentaba desplazarlos a otro priorato.122 Eran pues los propios monjes quienes, en sus disputas internas, recurrían a la jurisdicción regia no a la del abad y Capítulo General, debilitando la autoridad y jerarquía de la Orden de Cluny. 1.4.6.  Entre la ocupación y la encomienda El arrendamiento de prioratos a miembros de la Corte y a oficiales regios se documenta en Navarra, Portugal y, especialmente en Castilla.123 El ascenso al poder de Sancho IV fue seguido de la entrega de varios prioratos a distintos clérigos de la Corte. En 1285 el rey escribió al Capítulo General pidiendo que la casa de San Martín de Jubia se concediese a don Gómez García, a quien se presentaba como un hombre honestísimo, amigo de la Orden y con un excelente lugar entre los clérigos del rey. El camarero informó que la mayoría de las heredades del priorato estaban enajenadas, y que no había otra forma de poner remedio a todo ello que aceptar la propuesta del monarca. Los definidores aconsejaron al abad que accediese a la petición, pero con numerosas condiciones que muestran su reticencia a tal tipo de cesiones.124 La iniciativa de esta concesión partió del propio rey de Castilla, lo que se explica por la personalidad del clérigo. Se trata de don Gómez García, abad 120   De hecho el priorato estaba arrendado al tesorero del rey, lo que hace sospechar que se trató de una disputa en torno a dicho arrendamiento —tal vez la oposición del prior a mantenerlo— lo que provocó la intervención regia (SCG III, doc. 259). 121   SCG III, doc. 285. 122   SCG I, doc. 69. 123   En 1259 el Capítulo General mandaba revocar el arrendamiento del priorato de San Adrián de Vadoluengo al archaldus del rey de Navarra (tal vez el alcalde de corte u otro), a quien se lo había concedido el abad Hugo VI (1236-1245) (SCG I, doc. 50). En 1336 el tesorero del rey de Portugal tenía arrendado Vimieiro (SCG III, doc. 259). 124   Dicho clérigo, a través de un procurador especialmente designado para ello, debía ofrecer seguridad de que revocaría las enajenaciones hechas, mantendría todos los derechos de la casa y la ayudaría contra sus adversarios, sostendría el número acostumbrado de monjes, pagaría el censo debido de antiguo, haría celebrar el servicio divino como se acostumbraba a hacer, actuando en todo como haría un prior o monje de la Orden (SCG I, doc. 118).

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de Valladolid, uno de los más destacados consejeros y servidores del rey, por entonces en el culmen de su carrera política. Si el arrendamiento llegó a verificarse, duró poco, dado que el beneficiario falleció en 1286.125 Ello no impidió que el Capítulo General denunciase en 1291 que Jubia estaba ocupado por la reina de España, María de Molina.126 Por esos años se decía tamibén que la reina tenía los prioratos de Villaverde y Budiño, aunque este último estuviese en realidad en manos de su canciller, el obispo de Tuy. Otro clérigo de la Corte tenía el de Burgos.127 El arrendamiento, más o menos forzado, de un priorato a un clérigo de la Corte, fue algo excepcional, aprovechando su mal estado o su pequeño tamaño. Más común fue la cesión de grandes heredades de los prioratos a diversos obispos del círculo regio o a miembros de la familia real. Así los obispos de Ciudad Rodrigo, Calahorra y Coria consiguieron importantes dominios de Santa Ágata de Ciudad Rodrigo, San Zoilo de Carrión o Nájera.128 Entre los miembros de la familia real destaca doña Juana Gómez, viuda del infante don Luis, a quien se concedió la encomienda del barrio de San Martín de Frómista, y que obtuvo del rey algunos privilegios para dicho barrio.129 Doña Juana 125   Había servido al rey cuando todavía era infante y se sublevó contra su padre. Desde la revuelta ocupó el puesto de notario mayor del Reino de León, y en los primeros años del reinado jugó un papel político muy relevante. Actuó como embajador ante el rey de Francia (1285-1286) y recaudador de tributos, y recibió numerosos privilegios para su colegiata de Valladolid. El abuso de la confianza del rey en algunos asuntos (como su aspiración a la sede de Compostela) y las conspiraciones en la Corte produjeron su caída en la primavera de 1286, muriendo poco después, el 29 de julio de 1286. (Nieto Soria. Iglesia y poder real en Castilla, pp. 41-42, 50-51. Id. Sancho IV, pp. 75-78. Gaibrois, Sancho IV. I, pp. 88-114). La petición de Sancho IV es anterior al envío de Gómez García como embajador a Francia, por lo que ha de interpretarse como un premio por los servicios prestados en años anteriores. 126   SCG II, doc. 135. En la visita de 1292 se incluye entre los detentados por laicos (SCG II, doc. 141). 127   De Villaverde se dice en la visita y definiciones de 1285 que estaba maliciosamente ocupado por la reina, sin que morase allí ningún monje (SCG I, doc. 117, 118), situación que continuaba en 1292. La visita de 1292 señala que los prioratos de Salamanca y Ciudad Rodrigo estaban ocupados por laicos, y que el de Budiño lo tenía la reina (SCG II, doc. 141), aunque de hecho estaba en manos de su canciller, Juan Fernández de Sotomayor, obispo de Tuy. Un privilegio real informa de que en 1286 el de Santa Coloma de Burgos era regido por Fernán Pérez, deán de Sevilla, otro de los clérigos del círculo regio (Bernard-Bruel. Recueil des chartes de l’abbaye de Cluny, VI, doc. 5351). 128   El obispo de Ciudad Rodrigo tenía la aldea de Saelices el Chico del priorato de Santa Ágata (Hernández. Las rentas, vol. I, p. 186). Otros clérigos de Sancho IV fueron el obispo de Calahorra y Astorga Martín, que arrendó sendas casas de los monasterios de Carrión y Nájera, y Alfonso, obispo de Coria, quien consiguió bienes de San Pelayo de Toro. A todos ellos me referiré al hablar del poder episcopal. 129   En 1291-1292 figura como encomendera del barrio de San Martín de Frómista doña Juana Gómez, viuda del infante don Luis, un hijo de Fernando III, e hija del ricohombre Gómez Ruiz Girón (Gaibrois. Sancho IV, I, pp. 173-174). También aparece como protectora del monasterio de Santa María de la Vega, para el que consiguió un privilegio de Sancho IV (Ibid.,

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ya había recibido del monasterio de Sahagún el priorato de San Salvador de Nogal (1284) por su vida.130 De forma similar, doña Teresa Alfonso, tía de la reina doña María de Molina, consiguió la casa de Villagarcía del referido abad de Sahagún; en este caso se precisa que el arrendamiento se hacía por ruego y mandato de Sancho IV y la reina María.131 Estas ocupaciones de prioratos y dominios (casas) en época de Sancho IV también afectaron al Hospital del Rey de Burgos.132 Se trata pues de un fenómeno generalizado tras la guerra civil que enfrentó a los partidarios de Sancho IV y Alfonso X, una situación que recuerda lo que sucedió un siglo después tras el conflicto entre Pedro I y Enrique II. Las turbulencias políticas de la minoría y primeros años de gobierno de Alfonso XI fueron el ambiente propicio en que se reprodujeron este tipo de cesiones de dominios monásticos impulsadas por el poder regio. Las cuentas de Carrión en 1338 muestran varios lugares en manos de la aristocracia de la Corte, por voluntad del rey o de su antiguo privado, el conde Álvar Núñez.133 Las noticias procedentes de los reinados de Fernando IV y Pedro I son menos explícitas, y las confirmaciones regias de arrendamientos o encomiendas de dominios cluniacenses en manos de nobles pueden responder a la actuación de la justicia regia.134 II, p. 278). Sancho IV rebajó la fonsadera del barrio de San Martín a petición de doña Juana en 1291 (SZC I, doc. 153) y confirmó el nombramiento de escribano en el barrio que esta realizó como encomendera en 1292 (SZC I, doc. 157). Este barrio era sede del priorato homónimo, dependiente de San Zoilo de Carrión, por lo que es posible que se trate de una cesión similar. 130   Lo obtuvo en 1284 según lo había tenido antes doña Beatriz. Juana entregó al monasterio treinta y cinco mil maravedís para terminar su iglesia y claustro; además se comprometió a conservar las heredades en buen estado y a mantener dos monjes y a los capellanes que estaban en la iglesia (Fernández Flórez, José Antonio. Colección diplomática del monasterio de Sahagún (857-1230) V (1200-1300), León, Centro de Estudios e Investigación San Isidoro, 1993, doc. 1832, 1843). 131   En 1289 Doña Teresa lo recibió a cambio de quince mil maravedís, con obligaciones similares a las de doña Juana (Ibid., V, doc. 1848). 132   Martínez García. El Hospital del Rey, pp. 338-343. 133   Munio Álvarez Osorio tenía Benafarces y Pedrosa, que se las había hecho dar el conde Álvar Núñez, antiguo privado de Alfonso XI; mientras, Villabaruz estaba desde 1323 en manos de Fernán Sánchez de Valladolid, un conocido servidor de Alfonso XI, quien no pagaba renta alguna (SZC II, doc. 215). Las rentas de Frómista las llevaba Pedro Fernández por voluntad del rey. Puede tratarse de Pedro Fernández Pecha, que fue tesorero de Alfonso XI a fines de su reinado, aunque no hay noticias suyas anteriores a 1348 (Moxó, Salvador de. «El auge de la burocracia castellana en la Corte de Alfonso XI: el camarero Fernán Rodríguez y su hijo el tesorero Pedro Fernández Pecha», en Homenaje a Don Agustín Millares Carlo, Las Palmas, Caja Insular de Ahorros de Canarias, 1975, vol. II, pp. 11-42). En el capítulo siguiente, dedicado a la nobleza, se analiza la relación del monasterio con estos nobles. 134   Fernando IV confirmó al caballero Álvar García el arrendamiento que tenía hecho de las heredades de Santa Coloma, Hontoria y Baños, pertenecientes al priorato de San Isidro de Dueñas, y que los monjes trataban de revocar en 1311 (SID doc. 109). Por su parte Pedro I confirmó a don Fernán Pérez Ponce la encomienda y patronato de San Martín de Jubia, o de una heredad del monasterio, según le había otorgado el abad a su abuelo en 1285 (AHN Clero, lib. 3165, fol. 64v).

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La entrega de prioratos a clérigos de la Corte en época de Sancho IV o la de sus heredades a miembros de la nobleza en los primeros tiempos de Alfonso XI se vio completada con la recepción de los monasterios en la encomienda regia. Se trataba de una medida destinada a proteger al monasterio frente a las violencias y usurpaciones de la nobleza, que asimismo se encuentra en algunos monasterios cistercienses, primero los de patronato real, luego otros que logran su protección.135 Existen precedentes entre los prioratos cluniacenses en tiempos de Alfonso VIII,136 pero ello no debe hacer olvidar que estas encomiendas manifiestan el avance del poder del rey sobre los monasterios. San Zoilo de Carrión fue acogido bajo su guarda y encomienda por la reina doña María, mujer de Alfonso XI (mayo de 1331), quien encargó de su protección a los merinos de la merindad de Carrión y de la villa.137 La reina era señora de la villa de Carrión desde poco antes,138 circunstancia aprovechada por los monjes para obtener su protección. Es difícil saber qué efectividad tuvo esta encomienda. Por una parte la larga lista de propiedades «empeñadas» que figura en las cuentas de 1338 parece indicar que no resolvió los problemas del monasterio.139 Por otra no puede olvidarse que, entre los años 1331-1335, los cluniacenses lograron veinticinco documentos regios en Castilla, lo que muestra un fácil acceso a la Corte y Cancillería. Tres décadas después era Enrique II quien acogía bajo su encomienda a García, prior de San Zoilo (1367).140 Por su parte, Santa María de Nájera logró la protección de Carlos II de Navarra.141   Pérez Embid, El Cister en Castilla y León, pp. 568-569.   Alfonso VIII liberó a San Isidro de Dueñas de toda «mampuesta», mandando que solo quedase bajo la del rey en 1175 (SID doc. 67). 137   La protección se extendía al monasterio, sus vasallos y hombres, cosas, bestias y ganados. La reina mandaba que anduviesen seguros por el reino, sin que nadie les pudiese tomar prendas, salvo por deuda conocida y librada (SZC II, doc. 203). 138   María, hija de Alfonso IV de Portugal, había casado con Alfonso XI en 1328 (Díaz Martín. Pedro I, pp. 32-33). Se debió de convertir en señora de la villa de Carrión en el primer semestre de 1331, pues en enero de 1331 los alcaldes de Carrión se dicen todavía por el rey, mientras que el escribano que realiza un traslado del privilegio de encomienda de mayo 1331 se titula ya por la reina (SCZ II, doc. 201, 203). 139   SZC II, doc. 215, pp. 85-86. 140   El rey tomaba bajo su guarda al propio prior, a quien nombraba su capellán, a sus hombres y bienes, tanto espirituales como temporales, lo que ha de interpretarse que incluía al monasterio de San Zoilo, y mandaba a los alcaldes y merinos de las ciudades y obispados de Palencia, León y Zamora, donde se encontraban la mayoría de los dominios de San Zoilo, que hiciesen guardar este privilegio (SZC II, doc. 268). Esta es la única referencia a García como prior de Carrión, y no puede descartarse que en estos años existiese una lucha por el priorato. 141   Así lo declara el infante Luis, regente del reino, en una carta de 1361, en que dice que los monjes y sus compañías estaban bajo la especial salvaguarda y protección del rey (SMN III, doc. 311). Dado que Nájera se encontraba fuera de las fronteras del reino de Navarra, el apoyo regio resultaba más necesario aún. En este caso, la integración de Navarra en la órbita del reino de Francia, con cuyos reyes Cluny mantenía una estrecha relación, facilitaría los contactos. 135 136

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El nombramiento de García, prior de San Zoilo, como capellán real (1367) resulta excepcional en el período analizado. Se produjo durante la guerra civil que enfrentaba a Enrique II con su hermanastro Pedro I, en concreto en el momento en que el Trastámara iniciaba su segunda invasión del reino, tras haber tenido que huir a consecuencia de su derrota en la batalla de Nájera (3 de abril de 1367). Se trata de la recompensa a un partidario que acudió a apoyarle cuando Enrique llegó a Palencia pero todavía no controlaba buena parte del valle del Duero, y menos aún del reino.142 Es evidente que los prioratos cluniacenses mantuvieron estrecho contacto con el poder regio, pero ello no supone que sus priores tuviesen, en general, una relación personal con los reyes. Entre las excepciones se encuentra la de García, pero hubo otros casos. Así Bernardo de Blanesto, prior de San Isidro de Dueñas, debió de colaborar con el infante don Juan, quien por entonces se reclamaba rey de León, acuñando moneda (1297-1300).143 Felipe VI de Francia solicitó de Juan XXII un nuevo priorato para Juan de Dosa, prior de San Zoilo de Carrión, lo que sugiere que tenía parientes en la Corte de dicho rey.144 Esta falta de contactos personales entre priores y reyes, unida a la ausencia de nuevas donaciones regias de dinero o heredades a los prioratos cluniacenses, muestra que los monarcas estuvieron muy alejados de Cluny en estos años, aunque el poder regio estuviese muy próximo a sus prioratos. La «limosna» concedida en 1332 fue solo una confirmación de un privilegio anterior, que no muestra ninguna devoción especial de los reyes de Castilla por la abadía cluniacense.

142   Valdeón Baruque, Julio. Enrique II de Castilla. La guerra civil y la consolidación del régimen (1366-1371), Valladolid, Universidad de Valladolid, 1966, pp. 171-179. 143   Bernardo fue depuesto en 1300 por su vida disoluta. Entre las acusaciones de que fue objeto por los visitadores se encuentra la de falsificar moneda (SCG II, doc. 161). El infante don Juan había mandado acuñar moneda en Dueñas y otros lugares hacia los años 1297-1298. Dueñas estuvo en manos de dicho infante hasta 1299, en que fue recuperada por los partidarios de Fernando IV, lo que explica la acusación realizada contra el referido prior, que habría colaborado en las acuñaciones realizadas por el infante-rey (SID pp. 254-255). 144   Felipe VI solicitó del papa que le concediese un priorato conventual cluniacense, dejando el suyo de Carrión. Así consta en una carta de 1329. Sin embargo, Juan permaneció en Carrión hasta 1336, cuando fue trasladado a Saint-Eutrope de Saintes, en la provincia de Poitou [Lettres communes de Jean XXII (1316-1334), ed. de G. Mollat, 16 vols., Paris, Boccard, 1921-1947, doc. 44 001. Lettres communes de Benoît XII (1334-1342), ed. de J. M. Vidal, 3 vols. Paris, A. Fontemoing, 1902-1911, doc. 3785]. Juan era de origen francés. Por su parte, un nuevo prior de San Zoilo, Pedro de Cariti, actuó como agente del papa Inocencio VI, quien le encargó en 1354 reclamar a Pedro I los doce mil florines que la Cámara Apostólica se había reservado del diezmo sexenal otorgado a dicho monarca [Zunzunegui Aramburu, José. Bulas y cartas secretas de Inocencio VI (1352-1362), Roma, Instituto Español de Historia Eclesiástica, 1970, doc. 102-103].

CAPÍTULO 2 LA NOBLEZA

Las relaciones entre los monasterios y la nobleza entre fines del siglo y fines del siglo xiv se caracterizaron por una elevada conflictividad. Los estudios sobre señoríos monásticos han recogido las quejas de los monjes contra los abusos nobiliarios, interpretándolos, en el contexto de la crisis del siglo xiv, como un intento de paliar el descenso de las rentas de sus propios dominios mediante la apropiación de aquellas pertenecientes a los monasterios.1 Un texto de las cuentas de 1338, referentes al monasterio de San Pedro de Arlanza resulta muy expresivo: xiii

E todos los empeñamientos sobredichos que el monasterio ha fecho se fizieron por la injusticia que ha andado en el reyno de gran tiempo acá, en manera que el monasterio no pudo aprovechar de las rentas que avíe, e los monjes no se podíen mantener en el monasterio non aviendo rentas de que se mantoviesen a menos de empeñar de los bienes del monasterio. E aún lo más que se empeñó fue por los males, daños e fuerzas e yantares que nos tomaron e nos fazen los señores fijosdalgo de la tierra.2

El estudio de Moreta sobre estas cuentas incide en la variada tipología de estos bienes empeñados, desde aquellos lugares arrebatados por la fuerza hasta los entregados como pago por un servicio o un heredamiento, desde los empeñados para amortizar un préstamo hasta los concedidos gratuitamente por un abad. Los beneficiarios de estas concesiones fueron miembros de la alta nobleza y servidores del rey, algunos eclesiásticos y abades, habi  Martínez García. El Hospital del Rey, pp. 472-473.   García González, Juan José. Vida económica de los monasterios benedictinos en el siglo xiv, Valladolid, Universidad de Valladolid, 1972, p. 227. 1

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tantes de las ciudades, a los que califica de burgueses, y de núcleos rurales.3 Esta última clasificación de los beneficiarios adolece de las limitaciones del conocimiento de la sociedad de la época, sin duda hoy en día muchos de tales «burgueses» se convertirían en caballeros de linajes urbanos, y muchos de esos habitantes del medio rural en miembros de la nobleza comarcal y local. La importancia de las malfetrías y usurpaciones desde mediados del siglo xiii ha sido puesta de relieve por González de Fauve en su estudio sobre el monasterio premonstratense de Santa María de Aguilar de Campoo. Las usurpaciones de heredades, abusos contra los hombres del monasterio, toma de prendas, o fuerzas a sus vasallos para que fuesen a poblar a los solares de los nobles, forman una larga lista. Algún noble se arrepintió en el momento de su muerte, compensando al monasterio en su testamento, pero no fue la norma. A todo ello se sumó la participación de los nobles en la lucha entre los monjes por el abadiato. En 1323 varios de estos, aliados con la familia Castañeda, tomaron el monasterio con ayuda de entre trescientos y quinientos hombres armados, expulsando al abad, robando el monasterio y destruyendo sus bienes por valor de sesenta mil maravedís.4 Esta autora se refiere a otro fenómeno común con otros monasterios: la difusión de los arrendamientos de dominios a miembros de la alta nobleza, que pueden prolongarse en vida de sus hijos, e ir precedidos de la entrega de dinero al monasterio.5 La proliferación de estos arrendamientos también aparece en San Juan Bautista de Corias, donde una pesquisa del obispo en 1380 señaló que dos tercios de los bienes del monasterio estaban enajenados en favor de caballeros, escuderos y dueñas, por rentas muy reducidas, en general por varias vidas.6 Pérez Embid, al estudiar los monasterios cistercienses de la meseta del Duero en la Baja Edad Media, destaca el papel de la encomienda. Sus orígenes los sitúa en las cesiones de dominios en prestimonio a algunos nobles con obligación de proteger al monasterio y sus bienes frente a sus iguales, concejos o recaudadores de impuestos. A inicios del siglo xiv ya se encuentran contratos con caballeros para proteger un lugar o los ganados del monasterio, en los que se exigía al noble que no cometiese violencias ni abusos. A lo largo del siglo se fue pasando hacia la encomienda del conjunto del monasterio, a cambio de un dominio en prestimonio o de un tributo sobre los habitantes de los lugares «protegidos». El sistema se extendió en la segunda mitad de siglo generando grandes problemas, pues los nobles se apropiaban de los vasallos, bienes o rentas del monasterio. El final de las encomiendas   Moreta. Rentas monásticas, pp. 138-146.   González de Fauve. Santa María de Aguilar de Campoo, I, pp. 138-144, 173-176. 5   Ibid., I, pp. 292-296. 6   García García. San Juan Bautista de Corias, p. 402. 3 4

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no fue resultado de las disposiciones contra ellas en las Cortes de 1379 y 1380, sino la pérdida de vasallos de abadengo a lo largo del siglo xv.7 En el caso de Moreruela, el estudio de Isabel Alfonso pone de relieve la doble cara de algunos de estos encomenderos. A inicios del siglo xiv el monasterio buscó la protección de Pedro Ponce II, ricohombre descendiente de la familia de los fundadores del cenobio. Le cedió bienes a cambio de dinero por anticipado para sus gastos y deudas. Otro miembro de esta familia, Fernán Pérez Ponce, se hizo enterrar en el monasterio junto con su mujer por los mismo años. Los Ponce eran así benefactores, arrendatarios y prestameros del monasterio, según la ocasión.8 La relación entre la nobleza y los monasterios fue pues compleja. Abundaron las denuncias de abusos y malfetrías, de usurpación de bienes. El robo alternó con arrendamientos a largo plazo que encubrían préstamos de dinero, ya que la renta se pagaba por anticipado. No faltaron algunas donaciones, aunque escasas en comparación con los siglos anteriores. 2.1.  La nobleza en las visitas y definiciones Las definiciones de la provincia de Hispania del Capítulo General de Cluny y las visitas incluyen numerosas referencias a nobles, caballeros, escuderos y poderosos, lo que muestra la importancia del estamento en la vida de los prioratos cluniacenses hispanos. El carácter de esta fuente hace que tales noticias se centren en los problemas que aquellos ocasionaban, ofreciendo una visión parcial de una relación compleja. En principio tales problemas no eran muy graves, como cuando se advertía al prior de Nájera de que procurase que el silencio en el claustro y oficio divino no se viesen perturbados cuando se recibían en el monasterio huéspedes y caballeros (1269).9 Desgraciadamente para los monjes, desde el reinado de Sancho IV, los abusos denunciados fueron mucho peores. La visita de 1335 al monasterio de Budiño puede ser un buen ejemplo. Gran parte de los bienes del monasterio estaban en manos de los poderosos de la tierra, de modo que el prior solo mantenía el coto monástico y ni siquiera se atrevía a reclamar los bienes usurpados, pues le habían amenazado de muerte. Los visitadores describían la situación de terror padecida diciendo que en dicha tierra no habitaban hombres, sino demonios. Todo se había complicado por la actuación de uno de los monjes, Fernán Pérez, quien había aceptado al hijo de un escudero para criarlo en el coto, contra la voluntad del prior, lo que originó al monasterio y sus vasallos muchos males y daños por parte de los enemigos de dicho   Pérez Embid. El Cister en Castilla y León, pp. 561-573.   Alfonso Antón. La colonización cisterciense, pp. 144, 246-247. 9   SCG I, doc. 69. 7 8

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escudero. Como este monje aspiraba al priorato, conspiraba con el obispo de Tuy para obtenerlo y había tratado con un infanzón, llamado Juan Alfonso, la muerte del propio prior, e incitado a otros hombres contra el monasterio. Fernán Pérez había sido antes prior de Vimieiro en disputa con otro monje. Para hacer efectivas sus pretensiones al priorato portugués lo había ocupado con el apoyo de un infanzón llamado Álvaro González, que entró en el monasterio con sus hombres armados, apoderándose de los alimentos allí almacenados.10 La ocupación de bienes del monasterio por parte de los nobles, la violencia ejercida sobre las heredades del monasterio, los propios monjes o sus vasallos, y la intervención en las disputas internas de la Orden, en apoyo de alguno de los monjes que reclamaba o aspiraba al priorato, son tres problemas que se repiten en otros muchos monasterios cluniacenses en estos años. A ellos habría que añadir un cuarto: la ocupación del propio monasterio por un laico, en general a consecuencia de un arrendamiento a largo plazo, que imponía la convivencia entre los monjes y el caballero o su administrador. Esa era la situación en 1335 de otro priorato gallego, el de Valverde. La visita denunciaba también que buena parte de los bienes de Jubia y Pombeiro estaban en manos de poderosos o escuderos vasallos del monasterio, y cómo el prior de este último había sido asesinado por dar la encomienda del priorato a un gran caballero, a cuyo hijo crio en el mismo. La crianza de hijos de nobles en los monasterios, al margen de sus consecuencias, muestra que existían estrechas relaciones entre la nobleza gallega y los prioratos cluniacenses, que estos estaban inmersos en el mundo de los señores laicos, con sus alianzas y violencias. Del mismo modo que Budiño sufría usurpaciones y violencias, seguía beneficiándose de donaciones de alguno de estos caballeros, aunque en mucha menor medida que en tiempos anteriores y que otros monasterios.11 La ocupación de los prioratos cluniacenses por nobles (caballeros o escuderos) es un problema que se denunció repetidamente durante los reinados de Sancho IV y Fernando IV. Entre 1288 y 1310, al menos nueve prioratos se vieron afectados, situación que en alguno se prolongó varias décadas.12   SCG III, doc. 259.   En 1325 el caballero Alfonso Yáñez Torrichano, que se mandó enterrar en Santa María de Melón, donó a Budiño un heredamiento que había sido de sus abuelos junto con la considerable cantidad de mil maravedís para ayuda de la obra de su iglesia (Portela Silva, Ermelindo. La región del obispado de Tuy en los siglos xii a xv: una sociedad en la expansión y en la crisis, Santiago de Compostela, El Eco Franciscano, 1976, apéndice, doc. 49). 12   En 1288 el burgués que tenía arrendado el de Salamanca se lo había transferido a un caballero, al parecer sin licencia de la Orden. El de Jubia lo había ocupado un caballero por su cuenta, y el de Villaverde un oficial del rey (SCG I, doc. 124). Estos tres seguían en 12921293 en manos de laicos, así como el de Ciudad Rodrigo y el de Zamora, que se precisa tenía un caballero (SCG II, doc. 141, 142). En 1303 eran Valverde, Burgos y Dueñas los que habían 10 11

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Después de esta fecha no hay nuevas noticias de tal tipo de enajenaciones hasta 1344, cuando se dijo que el de Zamora estaba empeñado a caballeros poderosos y el de Burgos a un laico, cuya condición no se precisa.13 Las denuncias de ocupaciones de prioratos en su conjunto son sustituidas desde inicios del siglo xiv por las de enajenaciones de sus bienes, es decir, de arrendamientos a largo plazo (por la vida de una o más personas) en favor de poderosos. Así se dice de forma genérica en 1305, subrayando el perjuicio que tales cesiones ocasionaban.14 Lo mismo se repite al año siguiente, concretándose en el priorato de Pombeiro, lo que lleva a los definidores a pedir al abad que escribiese a los reyes y barones de Hispania —que eran quienes los tenían ocupados— para que pusiesen remedio.15 La intervención de los laicos en las disputas por el control de los prioratos era otro grave problema. Ya en 1297 el depuesto prior de San Jorge de Azuelo se había hecho con dicho priorato con poder de seglares, a pesar de su destitución por su mala administración.16 Fernán Pérez había recurrido a ese procedimiento en Vimieiro y lo intentó de nuevo en Budiño.17 En 1342 Martín Pérez, prior de Salamanca, había ocupado el priorato de Pombeiro con poder de laicos, expulsando al prior y monjes del mismo.18 Tal intervención de los laicos se inscribe en el marco de disputas entre los monjes por ocupar los prioratos, por lo que no es extraño que los definidores prohibiesen a los monjes de España que fuesen a las cortes de los príncipes y señores temporales sin licencia de su prior o del camarero, y que buscasen allí cartas en perjuicio de los priores de la Orden.19 pasado a poder de nobles, al parecer a consecuencia de sendos arrendamientos (SCG II, doc. 172). Dueñas continuó en esta situación hasta después de 1317 (SCG II, doc. 185, 191, 212) y Valverde hasta 1336 (SCG II, doc. 191, 202; III, doc. 259, 263). En 1310 eran sendos escuderos quienes tenían Pombeiro y Villaverde (SCG II, doc. 191). 13   SCG III, doc. 285. La noticia se repite sobre Zamora en 1345 (SCG III, doc. 292) y en 1349 sobre Burgos (SCG III, doc. 305). 14   SCG II, doc. 179. 15   SCG II, doc. 181. La mencionada visita de 1335-1336 se refiere a la enajenación de muchos bienes de Pombeiro, Jubia y Budiño en favor de caballeros y escuderos, denuncia que se repite en años sucesivos (SCG III, doc. 259); igualmente para Budiño en 1337 (SCG III, doc. 265), Jubia en 1342 (SCG III, doc. 278), Pombeiro en 1345 (SCG III, doc. 292) y el el priorato de Zamora en 1345 (SCG III, doc. 292). Hay muchas denuncias de enajenaciones en otros prioratos, pero no se precisa que sea a nobles. 16   SCG II, doc. 153. 17   Fernán Pérez, que reclamaba Vimieiro tras ser depuesto, se apoderó del priorato violentamente con ayuda de un infanzón y sus gentes de armas, robándolo; fue trasladado a Budiño, donde se le acusó a su vez de conspirar con otro infanzón, tramando la muerte del prior (1335-1336) (SCG III, doc. 259). 18   SCG III, doc. 278. 19   SCG III, doc. 285. Otras referencias a los males causados por estos nobles, caballeros y escuderos son más genéricas. Del priorato de Nájera se decía que estaba oprimido por estos nobles en 1313 (SCG II, doc. 203), o que estaba endeudado por los muchos litigios con los

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2.2.  Guerras y robos La mayor parte de las noticias sobre la violencia nobiliaria directa se relacionan con las guerras civiles que asolaron el reino en este siglo. La gran revuelta nobiliaria contra Alfonso X en 1272-1274 abre una larga etapa de conflictos civiles, que se cierra con la victoria de Enrique II sobre su hermanastro Pedro I tras tres años de guerra (1366-1369). Entre ambas sublevaciones nobiliarias contra el monarca reinante se enmarcan la rebelión del infante Sancho contra su padre Alfonso X (1282-1284); la minoría de Fernando IV (1295-1304), en que sus parientes le disputaron el trono alegando su ilegitimidad de nacimiento, con apoyo de los reyes de Portugal y Aragón; la larga minoría de Alfonso XI (1312-1325), cuando el reino se dividió en bandos encabezados por los parientes del rey que luchaban por la tutoría; las revueltas de don Juan Manuel y don Juan Núñez de Lara III (1333-1338), unidas a guerras con Navarra y Portugal… Más que por las muertes directas, los monjes se vieron afectados por los robos y destrucciones que acompañaban estas guerras y rebeliones. La Crónica de Alfonso X ya señala que cuando los ricoshombres se desnaturaron del rey y partieron hacia Granada, a pesar de la tregua otorgada para salir del reino: robaron muchos ganados e todas las otras cosas que fallaron, e pusieron fuego en algunos lugares deçercados et quebrantaron las iglesias. Una bula de Gregorio X de 1275 se refiere a los robos y saqueos en las diócesis de Palencia, Calahorra y Toledo.20 Los dos principales prioratos cluniacenses, Santa María de Nájera y San Zoilo de Carrión, se encontraban en las dos primeras. Las definiciones del Capítulo General de 1310 ya se refieren a que los prioratos más occidentales de Galicia (Jubia y Budiño) y el portugués de Vimieiro no habían sido visitados por el peligro de ladrones y guerras,21 a pesar de que por entonces el esfuerzo bélico se concentraba en el cerco de Algeciras y Gibraltar, lo que había contribuido a pacificar buena parte del reino. Durante la minoría de Alfonso XI se multiplican las noticias de guerras y robos, que padecían de forma acusada los monasterios y sus lugares.22

poderosos en 1340 (SCG III, doc. 271). Por su parte el prior de Villaverde no se atrevía a residir en el monasterio por los malhechores y ladrones en 1335 (SCG III, doc. 259), términos bajo los que suele ocultarse la actuación de la nobleza rebelde (Moreta Velayos, Salustiano. Malhechores-feudales. Violencia, antagonismos y alianzas de clases en Castilla, siglos xiiixiv, Madrid, Cátedra, 1978, pp. 59-112). 20   Crónica de Alfonso X, ed. de M. González Jiménez, Murcia, Real Academia Alfonso X el Sabio, 1998, p. 94. No hay noticias concretas referidas a los efectos de estos saqueos en los monasterios cluniacenses y en sus propiedades, pero a lo largo del siglo xiv sí que aparecen una y otra vez. 21   SCG II, doc. 191. 22   Sobre el reinado de este monarca puede verse: Sánchez-Arcilla Bernal, José. Reyes de Castilla y León. Alfonso XI (1312-1350), Palencia, La Olmeda, 1995.

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Así el prior de San Víctor de Nevers, que visitó la provincia de Hispania en 1313, no se atrevió a llegar hasta Jubia por los ladrones, y tuvo que mandar a un monje a pie y mal vestido para que averiguase el estado del mismo.23 En la Rioja, los vasallos del monasterio de Nájera padecían los efectos de la guerra. El lugar de Ribafrecha fue quemado, sus huertas taladas y las viñas dañadas cuando don Juan Alfonso de Haro I, señor de Cameros, y la hermandad de la merindad de Logroño cercaron la casa fuerte que tenía allí don Juan Fernández de Baztán, quien causaba mucho mal en dicha tierra aliado a don Juan, hijo de don Juan Alfonso, y sus partidarios. Sus habitantes, vasallos del monasterio, se fueron a vivir a otros lugares, y el prior tuvo que concederles otro sitio cercano para poblar, Oriemo, eximiéndoles de pechos por diez años (1316).24 Poco antes, el prior había mandado al concejo de Leza, contiguo de Ribafrecha y vasallo del monasterio, que cercase de nuevo el lugar en un campo sobre la iglesia de San Miguel, desplazando algo el hábitat. Es probable que la medida se tomase a petición del concejo, pues el alcalde y otros diecisiete vecinos hubieron de reconocer que seguirían siendo vasallos del monasterio y que no permitirían que nadie hiciese allí casa fuerte ni torre sin licencia del prior (1314).25 Otro lugar del monasterio, Bezares, conseguía una rebaja fiscal —de veintidós a quince pecheros— alegando la pobreza provocada por los grandes males y fuerzas que les hacían ricoshombres, infanzones y caballeros (1315).26 La suerte del priorato de Carrión en esta minoría no fue mejor. Un arrendamiento realizado en abril de 1325 se justificaba, entre otros motivos por raçon de la tierra, que anda en grant gerra e en grant peligro de robos e de fuerças e de tomas; et porque nos roban e toman todo quanto que auemos, e a los nuestros vasallos, e se yerman los nuestros logarres e nos toman el pan e el vino e las otras rentas que avemos; et porque non osamos salir nin andar nin labrar nuestras heredades, segund solíamos façer, reçelando prisión de nuestro cuerpo e redempçión, que non podemos andar segurro sin grandes compannas e sin grant costa.27

Unos meses después, en agosto, se proclamó mayor de edad a Alfonso XI, que por entonces contaba solo con catorce años. Las luchas por el poder entre los nobles continuaron: en un primer momento Álvar Núñez Osorio se hizo con la privanza del rey, lo que al poco dio lugar a la rebelión de don Juan Manuel. El conde don Álvaro perdió su privanza y su vida en 1328, poco después, en agosto de ese año, el rey otorgó una carta de amparo   SCG II, doc. 202.   SMN II, doc. 235, 236. 25   SMN II, doc. 231. 26   SMN II, doc. 233. 27   SZC II, doc. 193, p. 49. 23 24

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al monasterio de San Zoilo, frente a aquellos poderosos que le habían robado y tomado sus hombres y vasallos, sus cotos y términos.28 Entre 1333 y 1338 se reprodujeron las coaliciones nobiliarias contra Alfonso XI, encabezadas por don Juan Manuel y don Juan Núñez de Lara III. Estos lograron la alianza de los reinos vecinos, lo que llevó a breves guerras con Navarra y Aragón (1334-1335) y con Portugal (1336-1337). Los efectos de esta revuelta nobiliaria y las guerras fronterizas se manifiestan en los prioratos a lo largo y ancho de todo el reino. En la Rioja, los lugares de Leza y Ribafrecha, vasallos de Santa María de Nájera, fueron tomados por uno de los rebeldes, don Juan Alfonso de Haro II, señor de Cameros, quien dejó en Leza algunos contingentes para robar y saquear el territorio circundante. Por dicho motivo el concejo de Logroño fue sobre Leza y lo tomó. El prior tuvo que recurrir al rey para recuperarlo, no sin concesiones (1334).29 Por su parte, el concejo de Santa Coloma, vasallo de Nájera, tuvo que cercar el lugar, lo que legalizó Alfonso XI (1338) por estar en la frontera.30 En Tierra de Campos los rebeldes quemaron la iglesia de Arconada, señorío de San Román de Entrepeñas y San Zoilo de Carrión.31 Los daños experimentados por los prioratos del reino de León non fueron menores. El prior y monje de Valverde no tenían qué comer, pues todo se lo habían robado «malos hombres y ladrones» (1335). El de Budiño no se atrevía a reclamar las numerosas heredades que tenían los poderosos del lugar, pues estos habían amenazado con matarlo. El prior de Villaverde ni siquiera residía en su priorato por temor a los malhechores y ladrones.32 Los propios visitadores no pudieron llegar al Capítulo General (abril de 1336) porque les robaron el dinero cuando ya habían iniciado el viaje.33 Al año siguiente los definidores se limitaban a constatar que los bienes de los prioratos gallegos habían sido consumidos por las guerras, sus edificios quemados y sus heredades enajenadas u ocupadas por poderosos. Finalmente, el priorato de Santa Ágata, situado extramuros de Ciudad Rodrigo, muy próximo a la frontera con Portugal, había sido destruido por dicho rey, aliado con Juan Núñez de Lara III.34 En 1336 Alfonso  XI consiguió que don Juan Núñez de Lara III se le sometiese y en 1338 fue don Juan Manuel quien vino a su merced. Ese mismo año se alcanzaron acuerdos de tregua o paz con Aragón y Portugal, que permitieron al monarca castellano centrar sus esfuerzos en la guerra contra   SZC II, doc. 197.   SMN I, doc. 265-272. 30   SMN II, doc. 281. 31   Así consta en una carta del rey al concejo del lugar (1335), cuyo archivo y privilegios se habían perdido en el incendio (SZC II, doc. 212). 32   SCG III, doc. 259. 33   SCG III, doc. 263. 34   SCG III, doc. 265. 28 29

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granadinos y benimerines. Ello no evitó que los visitadores de 1344 no pudiesen visitar la mayoría de los prioratos leoneses y gallegos, pues les robaron todos sus bienes en Pombeiro.35 La guerra entre Pedro I y Enrique II cierra el ciclo de conflictos del siglo aquí estudiado.36 La misma se desarrolló en tres fases entre 1366 y 1369, con tres invasiones del reino por parte de Enrique en marzo de 1366, de Pedro I un año después y de nuevo de Enrique en septiembre de 1367. Quienes competían por el trono penetraron en el reino por la Rioja, acompañados de grandes compañías de caballeros franceses e ingleses, tan famosas por su habilidad en la guerra como por sus saqueos. La fase final del conflicto se prolongó en multitud de enfrentamientos locales, como la disputa por la ciudad de Logroño, que resistió primero en manos de los partidarios de Pedro I, luego fue tomada por Carlos II de Navarra (1368) y recuperada por Enrique II (1371).37 En este contexto los lugares próximos a la frontera volvieron a sufrir las destrucciones y depredaciones. San Pedro de Oriemo, la aldea a donde se habían trasladado los habitantes de Ribafrecha en 1316, para evitar ser una fortaleza en disputa en medio de las guerras civiles, fue destruida. En agosto de 1369 su concejo se dirigía al prior de Santa María de Nájera solicitando que se permitiese poblar a sus vecinos de nuevo el lugar de Ribafrecha, y comprometiéndose a seguir siendo vasallos del monasterio. En su carta explicaban que el lugar estaba destruido y yermo debido a las grandes guerras y bullicios habidos en Castilla, de forma que habían perdido todos sus ganados y propiedades; como Oriemo estaba poblado en el llano, no se podía defender fácilmente, mientras que Ribafrecha era un emplazamiento mejor. El prior accedió a su petición, retomando los argumentos expuestos por los hombres buenos del lugar y detallando que parte de los vecinos habían muerto en medio de estas guerras, que cada vez que venía uno de los contendientes les tomaba lo que tenían, de modo que no les quedaban ganados con qué labrar la tierra, ni bien mueble alguno, las casas y la cerca estaban caídas, las viñas destruidas y el lugar yermo. Los vecinos habían empezado ya a hacer sus casas y cercar el lugar, de forma que la licencia del prior ha de entenderse más como una legalización de la situación que como un permiso previo a la reconstrucción de la antigua aldea.38 El prior de Nájera, Guido, era consciente de los males de la guerra. En abril de 1368 se había visto obligado por el concejo de Logroño a destruir   SCG III, doc. 285.   Sobre dicho enfrentamiento: Valdeón, Enrique II de Castilla; Id. Pedro I el Cruel y Enrique de Trastámara. ¿La primera guerra civil española?, Madrid, Aguilar, 2002. 37   Lacarra, José María. Historia política del Reino de Navarra desde sus orígenes hasta su incorporación a Castilla, 3 vols., Pamplona, Aranzadi, 1973, pp. 102, 111. 38   SMN III, doc. 324, 325. 35 36

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los palacios del priorato de Santa María de Valcuerna, sitos en las afueras de esa villa, debido a que Logroño había sido cercada y los sitiadores se habían asentado en los mismos, en daño de los vecinos de la villa. El concejo había amenazado con quemarlos, argumentando que la villa casi se perdió por culpa de tales palacios.39 La villa de Nájera y el propio monasterio también padecieron los saqueos. En 1360 Enrique (II), por entonces al servicio del rey de Aragón, invadió Castilla y saqueó Nájera, en especial su judería, antes de ser derrotado por las tropas de Pedro I en la llamada «primera batalla de Nájera».40 Durante el saqueo de la villa fue robada la casa de la capilla de Santa Cruz, sita en el monasterio.41 Estos precedentes llevaron en 1366 a Pedro  I a ordenar que los tesoros y ornamentos de los monasterios de Santa María de Nájera y San Millán de la Cogolla fuesen llevados a Burgos, donde una parte fue robada en 1367. Lo sustraído incluía el frontal grande del altar, todo cubierto de oro e imágenes, con catorce piedras preciosas finas, veintitrés granos de aljófar y otros tantos esmaltes muy grandes y buenos, seis cálices de plata, el frontal pequeño, los libros y vestiduras litúrgicas, que el monasterio valoró en un total de treinta mil doblas de oro castellano, sin duda exagerando.42 39   El prior entregó la piedra, teja, madera, y tablas de los palacios a dos vecinos de Logroño, quienes le dieron a cambio unas casas en la ciudad (SMN III, doc. 321). 40   Valdeón Baruque, Julio. Reyes de Castilla y León: Enrique II (1369-1379), Palencia, La Olmeda, 1996, p. 28. 41   En 1392 un clérigo de la capilla de Santa Cruz, declaraba que la villa y la casa de la capilla fueron robadas durante las guerras, cuando entró en Nájera el rey Enrique siendo todavía conde, de forma que se perdieron todos los privilegios y escrituras de tales capellanes (SMN III, doc. 403). 42   Pedro I encargó a García Pérez, alcalde de Burgos, que trajese los tesoros y ornamentos de dichos monasterios a Burgos. El alcalde así lo hizo, entregando los albalaes del rey a los monjes, quienes sacaron el tesoro de lo que tenían soterrado y se lo entregaron «voluntariamente». Pedro I mandó que se custodiase en casa del alcalde, quien debió de pasarse, junto con la ciudad, al bando de Enrique II. Cuando este fue derrotado por el Príncipe Negro y Pedro I en la batalla de Nájera (3 de abril de 1367), García tuvo que huir de la ciudad, encargando a su mujer que depositase el tesoro del monasterio en la iglesia de San Gil. Fue entonces cuando, según declaró, algunos hombres suyos y otros robaron parte del mismo, quitando entre otras cosas la hoja de oro y plata que cubría el frontal de altar, sacando dos libros y una arqueta de plata sobredorada de uno de los fardos, entre otras cosas. García solo pudo prender a uno de los ladrones, que fue liberado por orden de Enrique II a ruegos de un pariente. El monasterio alegaba que lo sustraído valía treinta mil doblas de oro castellano, pues incluía el gran frontal del altar mayor de la iglesia de Santa María, que decía de oro con guarnición de piedras preciosas, ocho cálices de plata, vestimentas con hilos de seda y oro. García rebajaba el valor del tesoro a seis mil doblas, añadiendo que en su mayor parte ya se lo había llevado el prior don Guido, salvo cuatro cálices de plata que pesaban algo más de cinco marcos de plata y un frontal pequeño debido a que estaban rotos y debía hacerlos reparar. El prior de Nájera aumentó la lista de bienes con aquellos que habían sido robados. Tras un largo pleito, el monasterio fue compensado con algunas heredades de García Pérez y su mujer, que no debían de cubrir íntegramente el valor de lo perdido (SMN III, doc. 347).

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La Rioja no fue la única comarca afectada por la guerra, ni Nájera el único priorato que sufrió sus devastaciones. A finales de 1367 Enrique  II inició una ofensiva contra los partidarios de Pedro I en el valle del Duero. El adelantado mayor de Castilla, Rodrigo Rodríguez de Torquemada, se había hecho fuerte en la villa y castillo de Dueñas, que Enrique sitió, forzando su entrega.43 Durante el asedio las tropas enriqueñas se aposentaron en San Isidro de Dueñas, ocasión en la que se quemó el claustro y parte de la iglesia.44 La destrucción de los edificios de los monasterios o el robo de su ajuar litúrgico, y la imposibilidad de percibir buena parte de las rentas de sus dominios por la destrucción de sus aldeas o los robos en los caminos por los que debían transportarse, dañaron la situación económica de los prioratos cluniacenses en mayor o menor medida, más aún por lo prolongado de estos conflictos, pues los períodos de paz fueron demasiado breves e incompletos para asegurar la recuperación. Fue pues en este contexto en el que se desarrollaron las relaciones con la nobleza, se realizaron arrendamientos a largo plazo o encomiendas, y se recibieron algunas donaciones. 2.3.  Los ricoshombres y sus familias 2.3.1.  Los Haro de Vizcaya El monasterio de Santa María de Nájera había mantenido desde el siglo una estrecha relación con la familia de ricoshombres hegemónica en la Rioja, los Haro. Ello permitió al priorato sostener un duro enfrentamiento con el obispo de Calahorra y tener acceso a la Corte castellana.45 Diego López de Haro II, su mujer y varios de sus hijos y nietos escogieron el claustro de Santa María como lugar de sepultura, creando uno de los panteones de los señores de Vizcaya, como recordaba Fernando IV (1312), al justificar un privilegio de exención.46 A lo largo de los años aquí estudiados los contactos con esta familia se mantuvieron, pero no fueron tan estrechos como antes, ni tan beneficiosos para el monasterio a la hora de proporcionar donativos y apoyo en la Corte. Entre los motivos se encuentra la turbulenta historia de los Haro, con sucesivas rebeliones contra Alfonso X, Sancho IV y Fernando IV, junto con la división de sus dominios en el siglo xiv entre la rama de los señores de Orduña y Balmaseda, y la de los señores de Vizcaya, y la unión de esta última a los Lara, cuyo centro de intereses se encontraba lejos xii

  Valdeón, Enrique II (1369-1379), p. 67.   SID doc. 142. Estas guerras serían la causa de que se cercase el lugar de Santiago del Val, para lo que el prior de Dueñas consiguió autorización del rey en 1373 (SID doc. 144). 45   Reglero. Cluny en España, pp. 269-278. 46   SMN II, doc. 228. 43 44

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de la Rioja. Por otra parte, otra rama de la familia se hizo con el señorío de Cameros, por concesión de Sancho IV a Juan Alfonso de Haro I, primo del señor de Vizcaya.47 La fundación de la capilla de la reina doña Mencía en 1275 cierra el ciclo de las grandes donaciones de la familia Haro a Santa María de Nájera. Mencía era hija del conde Lope Díaz de Haro II, y viuda de Sancho II de Portugal. A su muerte, sus testamentarios dotaron allí cuatro capellanías, y los hermanastros de la reina, Diego López de Salcedo y don Lope, obispo de Sigüenza, otras dos. Esta fundación muestra cierta desconfianza hacia el cumplimiento de sus compromisos litúrgicos por los monjes. En primer lugar, se incluyeron dos clérigos seglares entre los capellanes, lo que hubiera sido inconcebible uno o dos siglos antes, cuando Pedro el Venerable proclamaba la superioridad de los monjes sobre los seculares en la oración intercesora por los difuntos.48 En segundo lugar, la designación de tales capellanes no era competencia exclusiva del prior y convento de Nájera, sino que estaba supervisada por el propio Diego López de Salcedo durante su vida, y después por el guardián de los franciscanos de Belorado, subordinando así los cluniacenses a un mendicante. En tercer lugar, el monasterio debía asignar las rentas de una de sus posesiones, la casa de Santa Coloma, como garantía económica del cumplimiento de tales capellanías, es decir, del pago de los seiscientos maravedís asignados a los cuatro capellanes; dos poderosos prelados de la diócesis, el obispo de Calahorra y el abad de San Millán, estaban encargados de hacer cumplir este extremo. Todas estas precauciones deben situarse en el contexto de endeudamiento del monasterio, que hacía temer que los fondos de la capellanía se desviasen hacia otros fines.49 Poco antes, en julio de 1275, el prior de Nájera había llegado a un acuerdo con Lope Díaz de Haro III, el cabeza del linaje, repetidamente enfrentado con los reyes de Castilla.50 El mismo se produjo, entre el regreso de su exilio 47   Moxó, Salvador de. «De la nobleza vieja a la nobleza nueva. La transformación nobiliaria en la Baja Edad Media», Cuadernos de Historia. Anexos de la revista Hispania, 3 (1969), pp. 1-120, vid. pp. 46-59. Lucas de la Fuente, Julián. D. Diego López de Haro V: magnate de Castilla, señor de Vizcaya y fundador de Bilbao, Bilbao, Caja de Ahorros Vizcaína, 1986. 48   Iogna-Prat. Ordonner et exclure, pp. 74-80, 219-252, en especial p. 78; Constable, Giles. «Commemoration and confraternity at Cluny during the abbacy of Peter the Venerable», en G. Constable, G. Melville y J. Oberste (eds.), Die Cluniazenser in ihrem politischsozialen Umfeld, Münster, 1998, pp. 253-278, vid. pp. 261-278. 49   SMN II, doc. 189. Reglero. Cluny en España, p. 277. 50   Lope era hijo de Diego López de Haro III, hermano de la reina Mencía, fallecido en 1254. Sus relaciones con Alfonso X habían sido difíciles, llegando en varios momentos a la rebelión abierta. Ello le llevó a pasar al servicio del rey de Aragón con muchos de sus vasallos, al parecer hasta 1262. Participó en la gran revuelta nobiliaria de 1272, desnaturándose y exiliándose en Granada junto con los otros ricoshombres, volviendo a Castilla al año siguiente, una vez que el rey aceptó sus condiciones. La muerte de Simón Ruiz de Cameros y del infante don Fadrique por orden de Alfonso X en 1277 motivó una nueva salida del reino hacia

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en Granada (1272-1273) y su marcha a Navarra (1277). Incluía una vertiente económica: la cancelación de las deudas que el monasterio le debía a él, su padre y abuelos, es decir, desde hacía casi medio siglo, a cambio de la entrega en prestimonio vitalicio de las casas de Azo y Santa María de Estíbaliz por una renta simbólica. Ello se combinaba con una especie de encomienda: el compromiso de amparar y defender al monasterio y sus bienes, allí donde los tuviese.51 Todo ello reforzaba los vínculos entre los Haro y el monasterio. La protección de los Haro estaba llegando a su fin, tanto por el mayor interés que esta familia mostraba hacia las órdenes mendicantes, como porque su turbulenta vida política llevó primero a la confiscación del señorío (1288), luego a la disputa por el mismo entre varios parientes y, finalmente, a su fusión con los Lara, alejando de la Rioja el escenario principal de su actividad.52

Navarra, donde se hizo vasallo del rey de Francia y negoció con el de Aragón. En 1281 había regresado ya a Castilla, donde pronto se alineó con el infante don Sancho contra Alfonso X. Tras el acceso al trono de Sancho IV (1284), don Lope ascendió a los más altos puestos de la Corte, y se convirtió en el privado del nuevo monarca. La ruptura con el rey condujeron a su muerte en Alfaro (junio de 1288) en el curso de una entrevista con el propio Sancho IV (Lucas de la Fuente. D. Diego López de Haro V, pp. 54-80. Nieto Soria. Sancho IV, pp. 83-96. Gaibrois. Sancho IV, I, pp. 132-150, 176-204). 51   La renta consistía en cinco maravedís y un almud de trigo, por lo que tan solo servía para reconocer el señorío de Nájera. Además don Lope se comprometía a alumbrar las iglesias y mantener honestamente sendos monjes en ellas y un capellán en Azo. El acuerdo no resultaba tan malo para Nájera como la renta pagada puede hacer pensar; sin embargo, no dejaba de ser peligroso al ceder importantes dominios a largo plazo. Una de las cláusulas impedía a don Lope ceder los bienes recibidos a cualquier caballero, escudero, prestamero u otro hombre, o entregar tales bienes en soldada; tan solo se los podía dar a un hombre que gestionase dicho dominio en su nombre. El prior temía pues que don Lope considerase Azo y Estíbaliz como parte de sus dominios, y que tales cesiones generasen derechos de los vasallos de don Lope, que originarían largos y costosos pleitos para recuperarlos tras su muerte (SMN II, doc. 188). 52   La muerte de Lope en Alfaro y el fallecimiento de su hijo pocos meses después en Aragón fueron acompañados de la confiscación del señorío de Vizcaya por Sancho IV, que se lo entregó a su hijo el infante don Enrique. Los intentos de Diego López de Haro V, hermano de Lope Díaz de Haro III, por hacerse con Vizcaya fracasaron, siendo el antes mencionado Diego López de Salcedo, merino mayor de Álava, el encargado de detener a su sobrino, por entonces exiliado en Aragón. La muerte de Sancho IV (1294) fue aprovechada por Diego López de Haro V para regresar, aliarse con los Lara y lograr de la regente María de Molina el señorío de Vizcaya. Sin embargo, el mismo era también reivindicado por el infante don Juan, casado con María Díaz de Haro, hija de Lope Díaz de Haro III, dando lugar a una disputa que se prolongó hasta el acuerdo de 1307, en medio de las guerras civiles y rebeliones que sacudieron el reino. Por dicho acuerdo, don Diego mantenía el señorío durante su vida, pero a su muerte este se dividiría entre su hijo, que heredaría Orduña y Balmaseda, y María Díaz, que se convertiría en señora de Vizcaya, con capacidad de transmitirlo a sus hijos. Así se verificó en 1310, a la muerte de Diego durante el cerco de Algeciras (Lucas de la Fuente. D. Diego López de Haro V, pp. 81-155). El señorío de Vizcaya pasó a María Díaz de Haro y su marido, el infante don Juan, y de esta a su hijo don Juan el Tuerto, sucedido a su vez por María de Haro mujer de Juan Núñez de Lara III, alejando a esta rama de los Haro del monasterio de Nájera, a la par que sus intereses se centraban en otras partes del reino, marginando la Rioja.

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Diego López de Haro V, al igual que su predecesor, recibió de Nájera dos importantes dominios: las casas de Cueva Cardiel y Puerto (1298).53 No se conocen las condiciones de ambas cesiones, que conseguiría después de su vuelta a Castilla en 1294, ya fuese como garantía de un nuevo préstamo, como prestimonio por la protección del monasterio, o, simplemente, como una usurpación más o menos justificada en medio de la guerra civil que asolaba el reino durante la minoría de Fernando IV. Una explicación no excluye las otras. No hay noticias que relacionen a los Haro de Vizcaya con Santa María de Nájera a lo largo del siglo xiv. Tan solo una de las hijas de Diego López de Haro V, María Díaz de Haro, menciona al monasterio cluniacense en su testamento (1320), con una manda de dos mil maravedís para la obra de Santa María de Nájera, y otra de mil maravedís para pitanza de los monjes. El priorato cluniacense seguía ocupando una posición relevante en la memoria familiar, pero el centro de su devoción se dirigía a las órdenes mendicantes.54 2.3.2.  Los Haro de Cameros La ejecución del infante don Fadrique y de Simón Ruiz de Cameros por orden de Alfonso X (1277) extinguió la rama principal del linaje de los señores de Cameros. Tras diversos avatares el señorío acabó en manos de Juan Alfonso de Haro I, que descendía de los Cameros por línea femenina y aprovechó sus excelentes relaciones familiares en la Corte de Sancho IV.55 Ello 53   Se conservan dos documentos del año 1298, tras su regreso a Castilla y posesión del señorío, en medio de las disputas con el infante don Juan. En marzo de ese año prometía devolver a su muerte la casa de Cueva Cardiel, en Bureba, con sus pertenencias, según la había tomado, sin que sus hijos ni otros miembros de su linaje pudiesen embargarla. Pocos meses después, en julio, devolvía al prior la casa de Santa María de Puerto, uno de los dominios más importantes de Nájera, que agrupaba las posesiones en las Asturias de Santillana, en torno a Laredo, muy cerca de Vizcaya (SMN II, doc. 215, 216). Cueva Cardiel era un lugar próximo a la casa de Azo, a veces integrado en la misma, por lo que su tenencia por don Diego puede estar relacionada con el previo acuerdo con don Lope, de forma que hubiese sido considerado una parte de los dominios del señorío de Vizcaya. 54   Dicha cantidad es superior a las legadas al Hospital del Rey de Burgos, Santa María de Cañas u otros muchos que recibieron entre cien y mil maravedís, pero inferior a los cuatro mil maravedís destinados al hospital de Roncesvalles, a los seis mil maravedís para la Trinidad o a los cuarenta mil adeudados a la obra de San Francisco de Burgos, por manda de su padre don Diego (Lucas de la Fuente. D. Diego López de Haro V, p. 276, apéndice, doc. 26). El testamento ha sido estudiado por Estepa Díez, Carlos. «Dos testamentos femeninos en el siglo xiv: María de Haro y la reina María de Molina», en Poder y sociedad en la Baja Edad Media hispánica, Valladolid, Universidad de Valladolid, 2002, vol. I, pp. 375-391, pp. 377-384. 55   Alfonso X entregó el señorío de Cameros a su hijo menor, el infante don Jaime. Unos años después, Sancho IV lo repartió entre el infante don Pedro y Juan Alfonso de Haro I. Este último era hijo de Teresa Álvarez, hija a su vez de Álvar Díaz de Cameros, hermano de Ruy Díaz. Teresa había casado con Alfonso López de Haro I, hijo de Lope Díaz de Haro II y, por

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reforzó su capacidad de actuación en la vida política, muy importante durante los reinados de Sancho IV, Fernando IV y la minoría de Alfonso XI.56 Su relación con Santa María de Nájera era anterior a su acceso a dicho señorío, pues sostuvo una disputa en torno a Torrecilla en Cameros, continuadora de un largo conflicto entre los monjes y los señores de Cameros.57 Como digno heredero de dicha familia y tradición, don Juan Alfonso mantuvo constantes litigios con el monasterio por uno u otro lugar.58 Como compensación a sus reclamaciones o en recompensa por su apoyo en la Corte, tuvo del monasterio lugares como Santurdejo, Bezares o Ribafrecha.59 Sin duda aprovechó el alejamiento de los Haro de Vizcaya para extender su influencia en la Rioja y sobre Santa María de Nájera, a fin de cuentas él también era un Haro. tanto, hermano de la reina Mencía. De esta forma, el señorío de Cameros pasaba a una rama secundaria de los Haro, precisamente en el momento en que su cabeza de linaje, Lope Díaz de Haro III, primo del beneficiario del señorío, era privado del monarca. Juan Alfonso de Haro I había servido a Alfonso X, y para pasar al servicio de Sancho IV pidió la entrega del señorío de Cameros, del que se consideraba heredero por su madre. Su matrimonio con Constanza Alfonso, sobrina de la reina María de Molina, reforzaba su relación con el nuevo monarca (Moxó. «De la nobleza vieja», pp. 55-57). 56   Su nombre figura a menudo entre los confirmantes de los documentos de Sancho IV y Fernando IV. Durante la minoría de Fernando IV se alineó en el bando del infante don Enrique, junto con su sobrino Diego López de Haro V [González Mínguez, César. Fernando IV de Castilla (1295-1312). La guerra civil y el predominio de la nobleza, Valladolid, Universidad de Valladolid, 1976, p. 339]. Durante los primeros años de la minoría de Alfonso XI, Juan Alfonso de Haro I respaldó al infante don Pedro, junto con los Téllez de Meneses y otros ricoshombres (Estepa Díez, Carlos. Las behetrías castellanas, 2 vols., Valladolid, Junta de Castilla y León, 2003, I, p. 311, véanse también pp. 306-307, 310). 57   En 1269 reconocía que no tenía derecho a la mitad de la martiniega de Torrecilla en Cameros, lugar del monasterio pero enclavado en medio de las tierras de su familia. Dado que el prior le mostró un privilegio real por el que les libraba de todo pecho real, es evidente que la demanda de don Juan Alfonso se basaba en una cesión de una renta regia, la martiniega, no en derechos propiamente señoriales (SMN II, doc. 162). Sobre los conflictos previos entre Nájera y los señores de Cameros: Reglero. Cluny en España, pp. 278-280. 58   En 1272 estallaba un nuevo conflicto por el lugar de Urturi (Álava), que Juan Alfonso y su mujer Constanza tenían ocupado. El prior les mostró el privilegio que demostraba que pertenecía al monasterio, lo que llevó al matrimonio a entregar la aldea a Nájera, reconociendo que le pertenecía por heredad; en contrapartida, el monasterio les cedía por sus vidas Santurdejo (La Rioja) (SMN II, doc. 173). 59   Durante la minoría de Alfonso XI, Juan Alfonso de Haro I ocupa un lugar destacado entre los ricoshombres castellanos que confirman los documentos reales. El priorato de Nájera conserva dos documentos reales otorgados a petición del referido señor de Cameros: una rebaja del número de pecheros del lugar de Bezares (1315) y la exención de pechos por diez años a los vecinos de Oriemo (1316), que habían poblado dicho lugar tras ser destruida Ribafrecha en medio de las guerras civiles (SMN II, doc. 233, 236). El mismo don Juan Alfonso había pedido al prior que concediese a dichos hombres la facultad de poblar Oriemo, según consta en el permiso concedido por este (1316) (SMN II, doc. 235). Todo ello parece indicar que estas aldeas estaban en poder del señor de Cameros de una u otra forma. Resulta muy significativo que el privilegio de Bezares ni siquiera mencione al monasterio, como si el señor fuese don Juan Alfonso.

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Juan Alfonso de Haro I fue sucedido por su hijo homónimo, Juan Alfonso de Haro II, quien jugó un papel destacado durante el reinado de Alfonso XI, hasta su caída en desgracia y ejecución en 1334.60 Las primeras noticias que le relacionan con Nájera se remontan a la minoría de Alfonso XI. En la ejecución del testamento de uno de sus descendientes (1389), se cuenta cómo don Juan Alfonso de Haro I el mayor, apodado Juan Alfonso el Bueno Cabeza Leal, se había apoderado de Pedroso, señorío del monasterio, durante la minoría de Alfonso XI. A su muerte lo tuvieron su viuda, doña Teresa Almoraví, y su hijo don Alfonso López de Haro II. Cuando este último murió, el lugar pasó a su hijo don Juan Alfonso de Haro III, quien falleció en 1369 sin sucesión legítima.61 No está claro si la ocupación de Pedroso se produjo por la mera violencia o si previamente hubo alguna cesión en prestimonio vitalicio o arrendamiento a largo plazo. Pedroso no fue el único lugar ocupado por Juan Alfonso de Haro II. En 1334 se le acusaba de haber tomado los lugares de Leza y Ribafrecha, señorío del monasterio, contra su voluntad, dejando en el primero algunas tropas para saquear la comarca y derribando la cerca del segundo. El episodio hay que situarlo al inicio de la rebelión de don Juan Manuel y don Juan Núñez de Lara III contra Alfonso XI (1333-1334), en la que participó el señor de Cameros, lo que motivó su ejecución (1334).62 La desaparición de Juan Alfonso de Haro II fue aprovechada por Nájera para reclamar los bienes ocupados. Una definición del Capítulo General se 60   Su nombre figura ya, junto con el de su padre, entre los confirmantes de los privilegios de Fernando IV. En la coronación de Alfonso XI aparece entre los ricoshombres; tras su ejecución su señorío fue entregado a sus hermanos (Moxó. «De la nobleza vieja», p. 57. Estepa. Las behetrías, I, pp. 315-316). 61   Alfonso XI dio el señorío de Cameros a Alfonso López de Haro II, hijo del ajusticiado, a pesar de las reclamaciones de sus tíos. Moxó supone que Alfonso López de Haro II fue hijo de Álvar Díaz de Haro, hermano de Juan Alfonso de Haro II, pero se trata en realidad de un hijo del propio Juan Alfonso de Haro II, como se declara en un documento de Nájera (SMN III, doc. 387). Alfonso López de Haro II casó con Leonor de Saldaña, de quien tuvo a Juan Alfonso de Haro III, señor de Cameros en época de Pedro I. Durante la guerra civil, Enrique II concedió este señorío al noble navarro Juan Ramírez de Arellano (1366), lo que originaría algún problema cuando Juan Alfonso de Haro III se pasó a su bando. Moxó considera que su muerte sin descendencia legítima (1369) facilitaría la solución del problema, lograda cuando el noble navarro consiguió la renuncia de la hermana de Alfonso López de Haro II a sus derechos sobre el señorío (Moxó. «De la nobleza vieja», pp. 53 y 57-59). Fue por entonces cuando Enrique II dio a Lope Martínez Calderón todos los bienes que tenían los Haro en Pedroso (antes de 1371), sin reconocer que eran de Santa María de Nájera, originando nuevas disputas durante las dos décadas siguientes (SMN III, doc. 331, 387. García Turza. Documentación de Valvanera, doc. 17, 25, 26. SMN I, pp. 272-276). Pedroso ilustra cómo un lugar del monasterio en poder de los señores de Cameros se acaba confundiendo con su patrimonio. 62   Leza fue tomada por el concejo de Logroño, probablemente coincidiendo con la ofensiva regia en el norte, lo que llevó al prior a reclamar su propiedad y posesión (SMN II, doc. 265, 266, 270).

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refiere en 1337 a que el prior mantenía un gran litigio en la curia del rey contra una señora muy poderosa, de la que no se especifica el nombre. Es probable que se trate de Teresa Almoraví, viuda de Juan Alfonso y madre de Alfonso López de Haro II, quien tenía ocupado el lugar de Pedroso;63 en cualquier caso, no consiguió recuperar dicha aldea hasta 1389. En conclusión, las relaciones entre Nájera y los Haro se caracterizaron por la posesión de casas y lugares del monasterio por parte de estos ricoshombres. Si en un principio se trató de cesiones a cambio de protección o de la recuperación de otro lugar, en el siglo xiv parece que dominaron las meras usurpaciones violentas, no legalizadas por documento alguno. Con todo, no debe olvidarse que solo se conservan los archivos de una de las partes, el monasterio, no los documentos de los Haro, en los que podrían reflejarse sus derechos. 2.3.3.  Otros miembros de la alta nobleza Las relaciones entre otros monasterios y las familias de ricoshombres son esporádicas, aunque similares a las mostradas en el caso de Nájera. Los dominios de San Zoilo de Carrión fueron arrendados o cedidos en encomienda a distintos miembros de la alta nobleza de Tierra de Campos desde fines del siglo xiii. Doña Juana Gómez, hija de Gómez Ruiz Girón y viuda del infante don Luis, obtuvo en encomienda el barrio de San Martín de Frómista (1291-1292), aprovechando la importante presencia de su familia en la comarca y su parentesco con el monarca.64 Las cuentas del priorato de San Zoilo en 1338 denuncian la ocupación de varios de sus dominios por miembros de la nobleza, incluidas tres familias de ricoshombres.65 Así el barrio de Frómista estaba en manos de Juan Ruiz de Cisneros y su suegra doña Teresa. Los Cisneros eran una poderosa familia de la región, probablemente una rama de los Girón;66 sus derechos sobre 63   Puede tratarse también de doña María de Haro, mujer de Juan Núñez de Lara III, heredera del señorío de Vizcaya (SCG III, doc. 265). 64   Sobre Juana Gómez y el infante Luis: González González, Julio. Reinado y diplomas de Fernando III, 3 vols., Córdoba, Caja de Ahorros de Córdoba, 1980, I, p. 117. Sobre las posesiones de los Girón en la comarca: Barón Faraldo, Andrés. Grupos y dominios aristocráticos en la Tierra de Campos oriental. Siglos x-xiii, Palencia, Diputación, 2006, pp. 170201; a Gómez Rodríguez e hijos se refire en Ibid., pp. 197-199. Su difunto marido era hijo de Fernando III y de su segunda mujer, Juana de Ponthieu. Como encomendera, consiguió una rebaja de la fonsadera para dicho barrio y nombró un escribano para el mismo, ejerciendo así los derechos jurisdiccionales en nombre del monasterio. Dicha actuación fue confirmada por el propio Sancho IV, lo que más adelante fue utilizado por San Zoilo para defender su derecho a nombrar dicho escribano (SZC I, doc. 153, 154, 157). 65   SZC II, doc. 215. 66   Moxó señala que Juan Ruiz de Cisneros sirvió a Alfonso XI en la defensa frente a Navarra (1334) y en la batalla del Salado (1340), figurando como señor de muchos lugares

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Frómista provenían de su mujer, Mencía de Padilla, cuyos padres habían arrendado el barrio del monasterio años antes.67 Se dice que tenía ese barrio por fuerza, la misma expresión que se utiliza para calificar la posesión de la casa de Villafrechós por Álvar Díaz de Haro, hermano de Juan Alfonso de Haro II, señor de Cameros.68 Por su parte, Munio Álvarez Osorio ocupaba los dominios de San Zoilo en Benafarces y Pedrosa, dos aldeas del Campo de Toro ligadas a la familia Osorio al menos desde el siglo xii;69 al parecer, el monasterio se las había entregado a instancias del conde Álvar Núñez Osorio, privado de Alfonso XI a inicios de su mayoría de edad (1326-1328).70 La caída del conde no permitió recuperar tales dominios, que seguían en manos de su hermano diez años después. Las tres familias habían aprovechado la turbulencia política de la minoría y primeros años de gobierno de Alfonso XI para hacerse con dominios del monasterio. La pacificación del reino no supuso que desapareciesen las presiones desde la Corte de Alfonso XI. Don Tello, hijo de este rey y de Leonor de Guzmán, señor de Frómista, obtuvo la encomienda del barrio de San Martín.71 Más tarde, cuando el infante perdió el señorío y la encomienda tras rebelarse contra Pedro I, el prior alegó que don Tello le había embargado la jurisdicción del barrio, respaldado con el poder de Alfonso XI y Pedro I.72 Otra importante familia de las comarcas de Tierra de Campos, Carrión y Campo de Toro fue la de los Téllez de Meneses. A mediados del siglo xiv

en las behetrías de Monzón, Carrión y Saldaña en el Becerro de las Behetrías (Moxó. «De la nobleza vieja», pp. 162-165). 67   Cf. infra epígrafe I, 2.4.1. 68   Ibid., p. 57. La casa de Villafrechós era una importante heredad que debía rendir doscientas cargas de pan y doscientas cántaras de vino, pero que no rentaba nada a San Zoilo en 1338. 69   Reglero de la Fuente, Carlos Manuel. Los señoríos de los Montes de Torozos en la Edad Media. De la repoblación al Becerro de las Behetrías (siglos x-xiv), Valladolid, Universidad de Valladolid, 1993, pp. 107-112. 70   Alfonso XI otorgó a Álvar Nuñez Osorio el título de conde e importantes señoríos en Galicia y el Bierzo, pero acabó perdiendo la privanza y fue ejecutado por orden del rey en 1328. Entre sus hermanos destaca Juan Álvarez Osorio, adelantado mayor de León durante la privanza del conde (Moxó. «De la nobleza vieja», pp. 158-162. Sobre su privanza: Sánchez-Arcilla. Alfonso XI, pp. 130-145). La cesión de Benafarces y Pedrosa se hizo por la vida de Munio, de su mujer e hijos, sin que se haga constar contrapartida alguna por las doscientas cincuenta cargas de pan que rendían ambos lugares al monasterio, lo que no quiere decir que no la hubiese. 71   Una carta de doña Leonor en junio de 1348 muestra ya a don Tello ejerciendo el señorío sobre la villa y el barrio, pues era él quien nombraba alcalde, merino y sayón para dicho barrio. Una pesquisa realizada en mayo de 1352, tal vez relacionada con la confección del Becerro de las Behetrías, muestra que percibía tres cuartas partes de la martiniega del lugar por razón de la encomienda (SZC II, doc. 231, 241, 243). 72   SZC II, doc. 246.

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sobresale la figura de don Juan Alfonso, señor de Alburquerque y Medellín.73 En 1341 el prior de San Zoilo le arrendó la casa de San Pelayo de Toro por seis años, plazo que fue ampliado por otro prior. En este caso fue el propio don Juan Alfonso quien renunció al arrendamiento y a cualquier derecho por las reparaciones que había hecho en mayo de 1349.74 Al margen del interés de los cluniacenses por recuperar las posesiones enajenadas, su renuncia puede estar relacionada con la caída de la rentabilidad del dominio tras la llegada de la Peste Negra a Castilla en el verano de 1348.75 Las noticias sobre los otros prioratos son mucho más escasas, aun así aparece al menos un caso de relación con un ricohombre. Se trata de la encomienda del monasterio de Jubia, otorgada por su prior a Fernán Pérez Ponce en 1285. Fernán Pérez Ponce pertenecía a la familia de los Ponce de León y tuvo un destacado papel en la Corte de Sancho IV. La encomienda fue confirmada por Pedro I a su nieto homónimo, maestre de Alcántara.76 Ello supondría que habría permanecido en manos de esta familia durante tres generaciones, setenta años, aunque el mal estado del documento aconseje ser precavidos.77 73   Estuvo al servicio de Alfonso XI desde el cerco de Lerma (1336) y alcanzó la privanza de Pedro I a inicios de su reinado (Moxó. «De la nobleza vieja», pp. 70-71. Reglero. Los señoríos de los Montes de Torozos, pp. 122-123). 74   Tan solo retenía la cosecha de cereal de dicho año, salvo cien cargas que serían para el prior (SZC II, doc. 235). En 1338 la casa de San Pelayo rentaba al monasterio tres mil maravedís (SZC II, doc. 215); las cien cargas de pan mediado que el prior recibe en 1349 se hubiesen valorado en 1338 en setecientos cincuenta maravedís. Es evidente que la renta era superior a dicha cantidad, pues no se menciona el viñedo, y además lo que don Juan Alfonso recibe de la cosecha es en compensación por renunciar al arrendamiento. 75   Vaca Lorenzo, Ángel. «La Peste Negra en Castilla: aportación al estudio de algunas de sus consecuencias económicas y sociales», Studia Historica. Historia Medieval, 2 (1984), pp. 89-107. Id. «La Peste Negra en Castilla (nuevos testimonios)», Studia Historica. Historia Medieval, 8 (1990), pp. 159-173. Id. «La Peste Negra en Castilla: la primera et grande pestilencia que es llamada mortandad grande», Fundación, 4 (2001-2002), pp. 19-50. 76   El primer Fernán Pérez Ponce fue hermano del comendador de Santiago y del maestre de Calatrava. Participó en el ayuntamiento de Almagro en 1273, permaneciendo leal a Alfonso X y luego a su hijo Sancho IV, de quien fue mayordomo; luego fue ayo del infante don Fernando; murió en 1292. Fue sucedido por sus hijos Pedro Ponce II, mayordomo mayor de Fernando IV, muerto en 1311, y Fernán Pérez Ponce, señor de Marchena. Pedro Ponce II tuvo dos hijos: Fernán Pérez y Ruy Pérez Ponce, que confirman diplomas de Alfonso XI y mueren sin sucesión (Moxó. «De la nobleza vieja», p. 124). Fernán Pérez fue maestre de Alcántara en tiempos de Alfonso XI y Pedro I, desde 1346 hasta 1355 en que murió (Díaz Martín, Luis Vicente. Los oficiales de Pedro I de Castilla, 2.ª ed., Valladolid, Universidad, 1987, pp. 138, 139, 146, 147, 150, 152, 157). 77   Parece que el documento es un confirmación de esta encomienda por parte de Pedro I en favor del segundo Fernán Pérez, el maestre de Alcántara. Desgraciadamente el deterioro del pergamino no permite conocer el contenido del documento [AHN Códices 63B, n.º 11 (Ilegible). Un breve resumen en: AHN Clero, lib. 3165, fol. 64v. Sánchez Belda, Luis. Documentos reales de la Edad Media referentes a Galicia: catálogo de la sección de clero del Archivo Histórico Nacional, Madrid, Ministerio de Educación Nacional-Dirección General de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1953, doc. 1143].

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En resumen, ya fuese mediante encomiendas, arrendamientos vitalicios o por varias vidas, concesiones regias o usurpaciones (un término con el que a menudo los priores designan los arrendamientos, prestimonios o encomiendas realizadas por sus predecesores), los miembros de la alta nobleza consiguieron hacerse con importantes dominios de los prioratos cluniacenses, y los mantuvieron incluso tras su caída en desgracia en el entorno regio. Los documentos de cesión o arrendamiento no aluden al favor o recomendación regia, circunstancia que solo se menciona en la contabilidad de Carrión de 1338. Desde esta perspectiva, la iniciativa de tales cesiones parece proceder de los nobles, no de los monasterios, aunque las necesidades de dinero líquido de estos últimos pueden explicar algunas de estas enajenaciones. A inicios del período, el prior de Nájera recurría a un arrendamiento a Lope Díaz de Haro  III (1275) para solventar los préstamos realizados por el beneficiario, su padre y abuelos. Poco había cambiado un siglo después, cuando un nuevo prior najerense, Guido, recurrió al mismo procedimiento para pagar su deuda al ricohombre navarro Juan Ramírez de Arellano (1365). Su predecesor, Giraldo (1361), había tomado prestados de Juan Ramírez dos mil florines de oro, poniendo como garantía los bienes del monasterio. La deuda se incrementó con ciertas obligaciones fiscales y las reparaciones efectuadas en la heredad de Berbinzana, que el ricohombre tenía arrendada del monasterio. Por todo ello y por los beneficios que hacía al monasterio, el prior y monjes se habían comprometido a darle mil maravedís anuales durante diez años (lo que montaba cuatrocientos florines de oro). Guido, ante tal cúmulo de deudas, optó por entregar a Juan Ramírez todo el dominio de Berbinzana por veinte años y mil maravedís anuales en moneda castellana durante los siguiente trece años, en pago de lo que se le debía, con numerosas garantías.78 El contrato comportaba un arrendamiento, pero era sobre todo un plan de cancelación de deudas y obligaciones con un ricohombre. Suponía la enajenación de una importante posesión del monasterio en Navarra durante veinte años (Berbinzana) y, en cierto modo, de las rentas de otra durante trece años (Azuelo). Juan Ramírez de Arellano no asumía los riesgo propios del arrendador, pues si las heredades no rentaban lo previsto el monasterio debía 78   El prior Giraldo había firmado obligaciones por valor de 456,5 florines, al parecer ligadas al pago de ciertos tributos reales en Navarra, pues el rey se los había dado en paga a Juan Ramírez. Este había entregado además 300 libras de carlines prietos al monasterio, obteniendo a cambio buena parte de las heredades y rentas del priorato en Berbinzana por diez años. Juan Ramírez gastó otros 300 florines en reparar las referidas posesiones de Berbinzana. En el pago se estimaba que la casa rentaba 50 libras cada año; si por guerra o causas naturales se perdiese la cosecha, el monasterio estaría obligado a pagarle dicha renta. Como garantía del pago de los maravedís, obligaba su otra posesión importante en el reino de Navarra: la casa de San Jorge de Azuelo, pero como dicha casa no rentaba tal cantidad, el prior debería completar lo que Juan Ramírez obtuviese de la misma hasta los 1000 maravedís anuales (SMN III, doc. 316, 317, 318).

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compensarle, lo que podía conducir a contraer nuevas deudas y prolongar el arrendamiento. Por otra parte, la estrecha conexión establecida entre este ricohombre navarro y Nájera facilitaría su posterior instalación como señor en la Rioja. Juan Ramírez fue uno de los nobles navarros que apoyaron a Enrique II desde sus inicios; el Trastámara le recompensó en 1366 con el señorío de Cameros, en el que se consiguió afianzar tras el final del conflicto.79 2.4.  Los caballeros de la nobleza regional castellana Carlos Estepa divide a la nobleza castellana en dos grandes grupos: la alta nobleza de ricoshombres y la nobleza de caballeros. A su vez clasifica esta última en tres niveles en función de la extensión de sus dominios: nobleza regional, nobleza comarcal y nobleza local.80 La documentación de los monasterios castellanos de Nájera, Carrión, Dueñas y Entrepeñas, contiene referencias a varias de estas familias, a pesar de que la merindad de la Rioja, centro del poder del primero de estos prioratos, no figura recogida en el Becerro de las Behetrías. Entre las familias de caballeros de la nobleza regional se encuentran los Padilla, Rojas, Duque, Salcedo y Salazar. 2.4.1.  Arrendamientos en Campos: Padilla y Duque La familia Padilla está documentada al menos desde 1172. A inicios del siglo xiv Pedro López de Padilla estuvo al servicio del infante don Juan, por entonces señor de Dueñas, y ocupó destacados oficios regios en los últimos años del reinado de Fernando IV; ya en tiempos de Sancho IV percibía diversas cuantías anuales de la Corona.81 En este contexto, Pedro y su mujer doña Teresa Díaz tomaron a renta del monasterio de San Isidro de Dueñas la casa de Santiago del Val, por tres vidas y treinta años. Muerto Pedro López, le sucedieron en el arrendamiento su viuda y su hijo, Juan Fernández de Padilla. Fue entonces cuando el prior de Dueñas intentó recobrar el lugar alegando el impago de la renta. Aunque llegó a tomar posesión, Juan Fernández mantuvo el arrendamiento durante su vida. San Isidro lo recuperó en los   Moxó. «De la nobleza vieja», pp. 58-59.   Estepa. Las behetrías, I, pp. 271-438; II, pp. 7-179. 81   Fue adelantado mayor de León y de Galicia, justicia mayor, entre 1307 y 1312 (Estepa. Las behetrías, I, pp. 402-404). María Díaz de Haro, mujer del infante don Juan, accedió al señorío de Dueñas (1306), en el que fue sucedida por su hijo don Juan el Tuerto hasta su muerte (1326): Reglero. Los señoríos de los Montes de Torozos, p. 131. En las rentas de Sancho IV (1292) tiene asentados 8100 maravedís de la moneda de la guerra (1350 maravedís de moneda nueva) sobre los derechos de la villa de Castrojeriz y la martiniega de esa merindad (Hernández. Las rentas, I, p. 30). 79 80

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años 1334-1335, tras la correspondiente reclamación a los tribunales regios, probablemente tras la muerte de Juan Fernández.82 Juan Fernández de Padilla era además señor de Frómista, y en 1325 arrendó del monasterio de San Zoilo los derechos señoriales y el diezmo del barrio de San Martín de Frómista por diez años, pagando por anticipado treinta mil maravedís.83 El arrendamiento debía haber concluido en 1335, pero todavía en 1338 la casa de San Martín de Frómista figuraba en manos de la viuda e hija de Juan Fernández, doña Mencía de Padilla, mujer de Juan Ruiz de Cisneros, a quienes se acusaba de tener el lugar por fuerza.84 Una pesquisa realizada en 1352 indica que Juan Fernández de Padilla y su mujer doña Teresa habían tenido arrendado el barrio durante mucho tiempo, pasando luego a encomienda de don Tello.85 Así San Zoilo no logró recuperar lo que, en principio, había arrendado por solo diez años. Otra familia de la nobleza regional relacionada con el monasterio de San Zoilo de Carrión es la de los Duque. Fernando García Duque fue uno de los nobles armado caballero en la coronación de Alfonso XI (1331).86 Las cuentas 82   Una definición del Capítulo General (1336) dice que el prior había conseguido finalmente que volviese a manos del monasterio. Efectivamente, dos «ejecutorias» de Alfonso XI (1334 y 1335) confirmaban a San Isidro su propiedad frente a Juan Fernández, su mujer e hijos (SID, pp. 202-203; doc. 111, 115, 116, 117). Es posible que Juan Fernández hubiese fallecido ya —murió antes de 1338— y que por tanto se considerase que ya habían pasado las tres vidas pactadas (las de su padre, su madre y la suya propia, debiendo entenderse los treinta años no como un añadido sino como una alternativa a esas tres vidas). 83   Se exceptuaban del arrendamiento varios derechos eclesiásticos y las heredades del monasterio en el lugar. El prior justificaba el cobro por anticipado por la necesidad de pagar muchas deudas, atender las necesidades de los monjes dado que el año precedente no se había cogido cosecha por el mal tiempo y las guerras, sostener muchos pleitos y pagar al abad de Cluny sus derechos (SZC II, doc. 193). 84   Moxó. «De la nobleza vieja», pp. 163-164. 85   Las cuentas de 1338 incluyen entre las rentas empeñadas las cuatrocientas cargas de pan y mil quinientas cántaras de vino que rendía la iglesia de San Martín de Frómista, las cuales llevaban, se dice que por fuerza, Juan Ruiz o Rodríguez de Cisneros y su suegra doña Teresa (SZC II, doc. 215). En la pesquisa de 1352 se indica que Juan Fernández compró siete suelos en el barrio, que habían sido de Fernando Yuannes, y que en 1352 estaban yermos. Aunque no se sabe qué sucedió entre 1338 y 1348, el final del arrendamiento del barrio de San Martín por los Padilla pudo deberse al final de su señorío sobre el lugar de Frómista, que en 1352 pertenecía a don Tello, hijo de Alfonso XI, al igual que la encomienda del barrio (SZC II, doc. 243). 86   La base patrimonial de los Duque se encontraba en las merindades de Aguilar, Liébana-Pernía y Saldaña, estando presente en la de Monzón. Sus primeras menciones son de fines del siglo xii y se relacionan con familias de ricoshombres como los Girón y los Lara. En el Becerro de las Behetrías figuran como señores y diviseros los hijos de Fernando Díaz Duque y Fernando García Duque. Este último casó con María Rodríguez, una de las herederas de Ruy Gutiérrez Quesada. No se sabe con certeza quienes fueron sus padres, aunque Estepa cree que Fernando García sería hijo del referido Fernando Díaz Duque (Estepa. Las behetrías, I, pp. 408-411). La última noticia de Fernando Díaz es su presencia en la coronación de Alfonso XI (1331). De ser este el padre, me parece dudosa la identificación de Fernando García Duque con el homónimo citado como vasallo del infante don Juan en 1319, y en un documento

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de Carrión de 1338 incluyen entre las rentas empeñadas las de Revenga de Campos y San Andrés de Riosmenudos, que tenían Fernán García Duque y su madre.87 Este arrendamiento se asemeja en varios aspectos al realizado a Juan Fernández de Padilla del barrio de Frómista. En primer lugar por la coincidencia temporal: fue suscrito en los años 1323-1325, a fines de la minoría de Alfonso XI, cuando las guerras internas impedían al monasterio percibir sus rentas. En segundo lugar porque la renta se cobró por anticipado, siendo de hecho un préstamo, en el que el capital e interés se devolvían con las rentas de una heredad. En tercer lugar por la condición de los dos arrendadores, miembros de esta nobleza regional. No obstante hay una diferencia significativa: mientras el de Frómista tenía un plazo de diez años, el de Revenga y San Andrés era vitalicio. La razón es la menor cuantía de la producción del segundo, cuyo valor en dinero puede estimarse entre la novena y décima parte, cuando la cantidad entregada para Frómista era solo cinco veces superior a la de Revenga (treinta mil frente a seis mil maravedís).88 2.4.2.  Las donaciones a Nájera: Rojas, Salazar y Salcedo Santa María de Nájera, y en concreto su priorato dependiente de San Martín de Azo, muestra otra cara de las relaciones con esta nobleza, la de las donaciones. Enderquina Sánchez y su marido Diego Sánchez de Rojas entregaron todas sus posesiones en Molina de Azo y Fuentebureba (1340).89 La donación se hizo por las almas de sus padres y marido, por las de los de Santo Toribio de Liébana de 1316. La noticia de las cuentas de 1338 da a entender que el padre ya había muerto. 87   Se trata de un arrendamiento vitalicio realizado hacía quince años, es decir en 1323, en el que se había pagado la renta por anticipado, seis mil maravedís. Revenga de Campos rendía cincuenta cargas de pan y San Andrés de Riosmenudos, treinta cargas de centeno (SZC II, doc. 215). 88   No es posible estimar lo que rendía cada lugar cuando se arrendó. Tomando como referencia los precios de la carga de trigo y de cebada en 1338, el del coste del vino que se compró y suponiendo que las cargas de pan fuesen de pan mediado (trigo y cebada), se puede estimar que en 1338 la casa de Frómista rendía unos 4770 maravedís al año, mientras que las heredades de Revenga tan solo 375 maravedís; a ello habría que añadir las 25 cargas de centeno de Riosmenudos, cuyo valor no se da, pero que no superarían los cinco maravedís la carga, precio de la cebada, lo que da 125 maravedís, es decir, un total máximo de 500 maravedís. Por tanto el barrio de San Martín de Frómista rendiría entre nueve y diez veces lo que las heredades arrendadas a los Duque. 89   Enderquina (o Anrequina) y Diego (o Dia) son miembros de la amplia parentela de los Rojas. La mujer era hija de Sancho Fernández de Rojas, documentado a inicios del siglo xiv y con posesiones en las merindades de Silos y Castrojeriz. Sancho era hijo de Fernando Díaz de Rojas, hijo de Diego Alfonso de Rojas, hijo de Alfonso Díaz [Estepa. Las behetrías, I, pp. 392-393 y Álvarez Borge, Ignacio. «Los señoríos de los Rojas en 1352», en C. Estepa Díez y C. Jular Pérez-Alfaro (eds.), Los señoríos de Behetría, Madrid, CSIC, 2001, pp. 73-144, vid. p. 81]. Por su parte el marido, Dia Sánchez de Rojas, era hijo de Sancho Sánchez de Rojas, cuyas heredades se encontraban en la comarca de Bureba, al igual que las donadas a Nájera (Álvarez Borge. «Los señoríos de los Rojas», p. 90).

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donantes, e porque las dichas animas ayan e reciban e seamos aparcioneros en todos los sacrificios que se cantan e se cantarán en el monesterio de Santa María de Nágera, e en todos los otros bienes e limosnas que se fazen e se farán de aquí adelante para siempre jamás en el dicho monesterio e en toda la Orden de Cluniego, sin que se indique ninguna contraprestación temporal.90 Otra importante familia de la comarca, llamada a tener especial fama en el siglo xv, es la de los Salazar.91 En este caso hay noticias de una manda testamentaria de quinientos maravedís a la sacristanía de Santa María de Nájera para alumbrar una lámpara cada noche ante la imagen de san Benito. Como quienes debían cumplir este legado (doña Juana, mujer de Lope García de Salazar, y sus hijos Sancho García de las Ribas y María Sánchez) carecían de efectivo, optaron por entregar un parral a cambio (1311).92 Martín González de Mijancas y doña María Sánchez de Salcedo dieron una heredad para que la Virgen nos aya merced y nos vala en este mundo a los cuerpos y en el otro a las almas y para sufragar sus aniversarios (1323).93 Ello ha de situarse en el contexto del arrendamiento realizado por el monasterio de Nájera a los donantes y a su hijo —también llamado Martín González—, de la casa de San Martín de Azo.94 Lo donado son adquisiciones 90   La donación incluye un solar en el barrio de los fijosdalgo en Molina de Azo y parte de un solar y molino en Fuentebureba, todo ello exento de fonsado y fonsadera por ser bienes de hijosdalgo (SMN III, doc. 284, 285). 91   La familia Salazar procede de esa villa de la merindad de Castilla Vieja, y sus posesiones se concentran al sureste de dicha merindad, en Valdegovía y Álava, así como en Losa y Mena (Estepa. Las behetrías, II, pp. 54-55, 61, 87-88). 92   Los donantes se reservaron la opción de recuperar el parral si pagaban antes de Navidad (la donación se hizo en marzo). Hay noticias de Lope García posteriores a 1311, por lo que la donación no debe de ser resultado de su testamento, sino más bien de un primer marido de Juana, de quien habría tenido a los dos hijos que se mencionan, o bien de su padre, cuyo nombre no se proporciona en la donación. Las Bienandanzas y Fortunas de Lope García de Salazar, mencionan a un Lope García de Salazar casado con una doña Juana hija de Gonzalo Gómez de Butrón y María Alonso de Múgica, aunque ninguno de sus seis hijos coincide con los aquí nombrados (García de Salazar, Lope. Las Bienandanzas e Fortunas, ed. de A. Rodríguez Herrero, Bilbao, Diputación de Vizcaya, 1967, IV, pp. 120-121). La familia Salazar era muy extensa, y la posición social de sus miembros dentro de la nobleza muy variada, por lo que no es segura la adscripción de esta donación a la nobleza regional. 93   La heredad incluía un solar, varias ruedas de molinos y otras heredades en Azo y La Molina, que habían comprado, entre otros, de los antes mencionados Lope García, hijo de García López de Salazar, y doña Juana. De tales bienes el monasterio debería dedicar cuarenta fanegas de trigo para el aniversario de Martín González y otras veinte para el de María Sánchez (SMN II, doc. 247). Los Salcedo son considerados por Estepa como una familia de la nobleza regional, emparentada con los Salazar con la que a veces se confunde, pero no identifica al marido (Estepa. Las behetrías, II, p. 139). 94   No se conserva la carta de arrendamiento, sino una carta de arriendo de uno de los solares de dicha casa de Azo, realizado por los arrendatarios del monasterio en favor de un tercero, a cambio de una renta de cuarenta almudes de pan mediado y una cantidad de dinero no especificada, pagada como derecho de entrada en 1315 (SMN II, doc. 234).

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realizadas en torno a dicha casa de San Martín de Azo por los arrendatarios de la misma. Por tanto, podían ser consideradas por el monasterio como mejoras que le debían ser entregadas al terminar el contrato. La donación solucionaba el posible conflicto, a cambio de la realización de un aniversario por los arrendatarios-donantes. Ello explica que estos se preocupasen de fijar la cantidad que se gastaría en dicho aniversario, con el fin de evitar que cayese en el olvido al carecer de rentas, pues lo que daban pronto se confundiría con los otros bienes de la casa de Azo. Así se difuminan los límites entre la donación y la renta, sin que ello menosprecie la capacidad del monasterio de conseguir donaciones en pleno siglo xiv. 2.5.  La nobleza comarcal y local castellana Las relaciones entre los prioratos cluniacenses y la nobleza comarcal son similares a las mantenidas con la nobleza regional, sobre todo cuando se trata de miembros destacados de la misma, que ocuparon oficios regios o aprovecharon el servicio al rey o los ricoshombres para conseguir rentas y señoríos. Hay noticias de esta nobleza en la documentación estudiada desde la última década del siglo xiii, pero la mayoría son tardías, de mediados del siglo xiv (de fines del reinado de Alfonso XI a la época Trastámara). Como en el caso de los estamentos superiores de la nobleza aparecen arrendamientos y encomiendas mezcladas con donaciones y usurpaciones. 2.5.1.  San Isidro de Dueñas: Hermosilla y Cabeza de Vaca Álvar García de Hermosilla es un buen ejemplo de un arrendamiento a largo plazo y sus consecuencias. Este caballero tenía el centro de sus dominios en Bureba y era vasallo de Juan Núñez de Lara II el mozo, cuyo favor le proporcionó la percepción de algunas rentas reales.95 En la última década del siglo xiii, recibió de San Isidro de Dueñas las heredades y derechos en Hontoria, Santa Coloma y Baños, por su vida, la de su mujer y sus cinco hijos.96 La cesión se justificaba por ciertos cargos que tenían con 95   Así consta en los Libros de cuentas de Sancho IV (1292); en concreto, todos los pechos y derechos de Hermosilla por privilegio de 1291 (Hernández. Las rentas, I, p. 37). Su importancia queda patente en las Cortes de 1315, donde suscribe entre los caballeros. Sus dominios se encontraban en la cercanía del referido priorato de San Martín de Azo, dependiente de Nájera. 96   Un prior de Dueñas de nombre Pedro —testimoniado en 1294— entregó a Álvar García y su mujer doña Milia toda la jurisdicción y señorío que el monasterio tenía en el lugar de Hontoria, junto con su iglesia de San Miguel, la cercana casa de Santa Coloma y los heredamientos de Baños (SID, pp. 198-201; doc. 100).

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dicho caballero, y por una heredad y cierta cantidad de dinero que entregó. Es decir, se trata de nuevo del cobro de la renta por anticipado, mezclándose el agradecimiento a un poderoso con el préstamo y la donación, o más bien, el pago de un derecho de entrada. Las circunstancias del arrendamiento son muy significativas. Sancho IV acababa de donar el lugar de Hontoria a su vasallo Arias Díaz (1288), lo que originaría problemas con el monasterio de San Isidro, que era un señor de nivel inferior, propietario de solares y heredades en el término, de un importante dominio, pero no del señorío del lugar. Por otra parte, el prior recibió duras críticas del Capítulo General (1291-1294) por su gestión y mala vida, así como por su desobediencia a los visitadores y al camarero. Un tercer factor negativo fue la guerra que estalló a la muerte de Sancho IV entre los partidarios de su viuda e hijo (María de Molina y Fernando IV), y los del infante don Juan y don Alfonso de la Cerda. En este contexto la villa de Dueñas fue tomada por don Juan Núñez de Lara II (hacia 1295), el señor de Álvar García de Hermosilla. Los visitadores y definidores consideraron que el arrendamiento era perjudicial para el monasterio, lo que no es extraño en las condiciones en que se realizó, y mandaron revocarlo. Una tentativa consistió en arrendar el lugar a Alfonso Fadrique,97 para que este lo recuperase de poder de Álvar García (1301). Pero este último consiguió que el rey confirmase el arrendamiento, de modo que mantuvo tales heredades de Hontoria en sus manos hasta su muerte, pasando las mismas a sus hijos en 1314.98 Álvar García no solo no perdió los dominios arrendados, sino que en los primeros años del siglo xiv (antes de 1303) consiguió que uno de los visitadores, Jacobo de Portu, le arrendase la propia casa de San Isidro de Dueñas por veintiséis años. Debía procurar a los monjes lo necesario para su sustento, reparar los edificios y pagar a Cluny el censo y las tributaciones extraordinarias demandadas. El Capítulo General denunció en 1308 y 1310 que el caballero no respetaba las condiciones pactadas, y en 1317 que había expulsado del monasterio al propio prior.99 Cabe preguntarse por las razones que llevaron al visitador a arrendar la casa a este caballero, con el que le enfrentaba ya un pleito por otras posesiones. La respuesta puede encontrarse en la necesidad de dinero del monasterio de Cluny, que imponía múltiples servicios extraordinarios a sus prioratos para hacer frente a sus deudas. Como el de Dueñas no podía pagar tales servicios 97   Alfonso Fadrique era hijo del infante don Fadrique, el hermano de Alfonso X, y tenía asentados 12 000 maravedís de moneda de la guerra en las tercias de los arciprestazgos de Alcalá, Almoguera y Zorita, y otros 8098 en la judería de Segovia (Hernández. Las rentas, I, pp. 111, 164). 98   SID doc. 100, 101, 109, 110. 99   SCG II, doc. 172, 185, 191, 212.

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extraordinarios, y tal vez ni siquiera el censo ordinario, dado su pésimo estado económico en medio de la guerra civil, la solución para cobrar era realizar un arrendamiento a largo plazo. Teóricamente las necesidades del priorato quedaban cubiertas por la obligación del arrendatario de proveerlas, pero en la práctica esto no sucedía así. Cuando las rentas del dominio no alcanzaban lo que el arrendatario esperaba, o necesitaba, la solución era incumplir sus compromisos con Dueñas y Cluny, apoyándose en sus poderosos señores, los Lara, frente a esta abadía tan lejana. Si un prior le reclamaba lo debido, era expulsado por la fuerza del monasterio, como sucedió en 1317. La guerra civil favorecía a quienes podían hacer uso de la fuerza para defender su postura. A pesar de las reclamaciones ante los tribunales, San Isidro de Dueñas no debió de recuperar los bienes arrendados hasta que se cumplió el plazo del arrendamiento. A fines de 1345 permutó sus derechos señoriales en Hontoria con Fernán Ruiz Cabeza de Vaca, otro miembro de la nobleza comarcal en claro ascenso.100 La permuta se realizó cuando Fernán se había hecho con los derechos señoriales en Hontoria de los descendientes de Arias Díaz (mediante compra a Fernán Ruiz de Espinosa) y estaba en posesión de los bienes del monasterio que permutaba, ya fuese por un arrendamiento, ya por una encomienda. Entre las razones aducidas para el cambio se encontraba el peligro de que el lugar se despoblase por las peleas entre los señores del mismo —¿un riesgo o una amenaza?—, al que se añadía que lo dado a cambio (dos pares de casas con su bodega y cubas en la ciudad de Palencia y dos viñas en dicho término) rendía un tercio más que lo entregado.101 A fines del siglo xv los monjes benedictinos de Dueñas reclamaron contra tal permuta, alegando que los derechos señoriales de Hontoria rendían mucho más que las casas y viñas. Sin duda ello era cierto, pero a mediados del siglo xiv el monasterio no era capaz de hacer valer sus derechos en medio de las disputas con un caballero por el señorío. Los sucesivos arrendamientos, por la constante necesidad de dinero, habían debilitado su posición. A todo ello hay que añadir los intereses de la abadía de Cluny, que necesitaba obtener de sus prioratos el dinero con el que cubrir sus enormes deudas.102 100   Fernán Ruiz Cabeza de Vaca había sido vasallo de Juan Núñez de Lara III, con quien participó en la rebelión contra Alfonso XI (1332), estando ausente en la coronación del rey. En 1345 tanto él como su hijo Ruy Díaz Cabeza de Vaca se declaraban vasallos de Juan Martínez, que puede identificarse con Juan Martínez de Leiva, un aliado de los Lara con posesiones en Castilla Vieja. A inicios del reinado de Pedro I, Ruy Díaz aparece como vasallo de don Juan Alfonso de Alburquerque y lugarteniente de su hijo Martín Gil. Este cambio de señores muestra la capacidad de actuación que le conferían sus dominios y encomiendas (SID, p. 192, en general sobre esta permuta, pp. 190-195. Sobre la familia: Estepa. Las behetrías, II, pp. 10-11). 101   SID doc. 127, 128, 129. 102   En la lista de censos percibidos en la provincia de España en 1377 figuran doce sueldos por una casa en la ciudad de Palencia (domo Palentini ciuitatem), ausente en la lista de 1321. El resto de las domi de la lista se corresponden con prioratos, pero Cluny no poseía ningún priorato en Palencia (BNF, ms., FL 17 717, fol. 10v-11r, 23r). Ello lleva a pensar que las casas

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La influencia de los Cabeza de Vaca sobre San Isidro de Dueñas se manifiesta además en el Libro Becerro de las Behetrías (1352), donde consta que los lugares de Santa Coloma junto a Tariego y Santovenia habían sido dados en encomienda a Ruy Díaz Cabeza de Vaca, hijo de Fernán Ruiz.103 2.5.2.  Santa María de Nájera: Torres y Soto Junto a los arrendamientos y encomiendas, hubo donaciones por parte de estos nobles, unidas a concesiones de bienes en prestimonio. Fue el caso de la familia Torres, asentada en Bureba y que desempeñó importantes oficios en la administración territorial y eclesiástica.104 Juan López de Torres, hijo de Gonzalo Pérez de Torres, fundó un aniversario por su familia en el monasterio de Santa María de Nájera, a la vez que recibía unos bienes del monasterio por su vida (1355).105 Lo donado se destinaba al convento y monjes de Nájera, para sí y su vestuario, debiendo estos celebrar cada año los aniversarios del donante, de su mujer Isabel Sánchez, de los padres de ambos, de su tía y hermana, todos ellos el día de san Andrés. Además porque las dichas ánimas ayan e ayamos parte et sean et seamos partioneros en todos los bienes et sacrificios que se cantan et se cantarán en el monesterio de Santa María de Nágera, et en todos los otros bienes et limosnas que se fasen et se farán agora et de aquí adelante para sienpre jamás en el dicho monesterio et en toda la Orden de Cruniego, una cláusula muy típica de las donaciones a los prioratos cluniacenses hispanos.106 El mismo día de la donación, el convento arrendaba a Juan López y su mujer, por sus vidas, sus bienes en Trespaderne, obtenidas en la permuta de Hontoria no fueron asignadas a San Isidro de Dueñas, sino directamente a Cluny, como pago de algún servicio extraordinario pues no comportó la desaparición del censo ordinario. Es probable que la permuta fuese inspirada por la propia abadía de Cluny a través de su camarero o sus visitadores. 103   SID doc. 134. 104   Era originaria de la villa de Torres, cerca de Medina de Pomar, y sus heredades se extendían fundamentalmente por Bureba. Se documenta desde mediados del siglo xii. Gonzalo Pérez de Torres fue merino de Castilla Vieja a fines del siglo xiii y García de Torres fue obispo de Burgos entre 1327 y 1348. Iñigo Pérez de Torres, hermano del obispo de Burgos, aparece entre los caballeros de la coronación de Alfonso XI: Estepa. Las behetrías, II, pp. 57-59. Flórez, Henrique. España Sagrada. XXVI. Contiene el estado antiguo de las iglesias de Auca, de Valpuesta y de Burgos, Madrid, Oficina de Pedro Marín, 1771, pp. 349-353. 105   Es posible que su padre fuese hermano del caballero citado en la coronación de Alfonso XI, dada la coincidencia de apellidos y, por tanto, del obispo de Burgos. Ello explicaría que Toda González, tía de Juan López, hubiese sido priora del monasterio de Cañas, mientras que Juana González, hermana de Juan López, fuese abadesa de Santa María de Trasobares (Zaragoza). 106   Entregan las casas que tenía en Nájera, tres parrales y majuelos, un molino con su huerta, una tierra y otros bienes, todo ello exento de todo pecho, tributo, fonsado y fonsadera, pues eran bienes de hidalgos, según se declara. (SMN III, doc. 307).

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en la merindad de Castilla Vieja, junto a los dominios de los Torres. Ello por una renta simbólica, en agradecimiento de la donación recibida.107 La relación entre donación y arrendamiento se aclara en un tercer documento: la licencia del prior de Nájera a su convento para recibir la donación y realizar el arrendamiento. En ella se dice que la iniciativa había partido de Juan López, quien había acudido al monasterio a notificar al convento su intención de hacerle donación de los bienes que había comprado a su hermana Juana González en Nájera, con la condición de hacer el referido aniversario, pero solo si el convento le daba durante su vida y la de su mujer lo de Trespaderne.108 Por ello, la donación era a la vez el pago por adelantado de un arrendamiento, realizado mediante la entrega de unas heredades. La fundación del aniversario indica que el valor de lo entregado era superior a la renta que podría pagarse, pero no es posible establecer en qué cuantía. Otra familia de la nobleza comarcal de Bureba es la de los Soto, alguno de cuyos miembros desempeñó el oficio de merino menor en Bureba y Rioja o el de alcalde del rey a fines del xiii.109 Pedro Ruiz de Soto donó sus bienes en Fuentebureba, Molina de Azo y Pancorbo por las almas de sus padres y la suya propia, lo que sugiere una disposición testamentaria del padre (1356).110 Completó esta donación su viuda, Teresa Fernández Cabeza de Vaca, quien dio sus heredades en Fuentebureba por las almas de su marido y de su hijo, Juan Soto (1375).111 En ambos casos se pedía que ayamos parte y seamos porcioneros en todos los sacrificios que se cantan y se cantarán en el monesterio de Santa María de Nágera, et en todos los otros bienes y limosnas que se fazen y se farán d’aquí adelante para siempre jamás en el dicho monesterio y en toda la Orden de Cluniego. 2.5.3.  Donaciones y arrendamientos de la nobleza local: Valderrábano y Solórzano Resulta difícil identificar a los miembros de la nobleza local. Entre las familias calificadas como tales por Estepa se encuentran los Valderrábano y 107   Se entregó la iglesia, aldea y vasallos del monasterio en el lugar. La renta era de tan solo cinco maravedís anuales, pagaderos el día de Santa María de Septiembre, una festividad de la Virgen, patrona del monasterio de Nájera. Como la aldea ya estaba arrendada a un tercero, Juan López percibiría la renta hasta que se acabase el contrato (SMN III, doc. 308). 108   SMN III, doc. 306. 109   Se documenta desde inicios del siglo xiii, a menudo en pleitos con el monasterio de Oña. En el Becerro de las Behetrías se menciona a Pedro Ruiz de Soto y Sancho Fernández de Soto (Estepa. Las behetrías, II, pp. 23-25). La donación a Nájera declara que el primero era hijo del segundo, ya fallecido en ese momento (1356). 110   SMN III, doc. 309. 111   SMN III, doc. 337.

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los Solórzano.112 En 1328 Arias González de Valderrábano y su mujer María Bernal fundaron una capellanía en San Román de Entrepeñas, con el derecho a enterrarse fuera del coro de la iglesia. La dotaron con cien maravedís, y se comprometieron a donar toda su heredad cuando falleciesen. En agradecimiento, el prior les concedió por sus vidas las heredades en dos lugares.113 La unión de estos tres elementos: donación, prestimonio y sepultura, es frecuente en las relaciones de los prioratos con la nobleza en los siglos xii-xiii, y ha de verse como un elemento de continuidad, en absoluto fruto de la crisis.114 Los Solórzano toman su nombre de esta villa sita en la merindad de Castilla Vieja, que en el Becerro de las Behetrías figura como abadengo de Santa María de Nájera.115 El prior de Nájera arrendó a Ruy Martínez y Herrero, hijos de Pedro Gutiérrez de Solórzano, el monasterio de San Pedro de Solórzano, dependencia de Santa María de Puerto (1290). Si los arrendatarios salían de la tierra en «deservicio» del rey, claro indicio de su condición hidalga, el monasterio recuperaría la heredad.116 2.6.  Oficiales de la Corte regia y de la administración territorial Las noticias sobre algunos nobles que se relacionan con los prioratos cluniacenses remiten al desempeño de oficios en la Corte o en las merindades. Ello ofreció a estos nobles un apoyo y unos recursos, más allá de su patrimonio, que debieron resultar fundamentales para conseguir lugares y heredades de los monasterios en buenas condiciones. Las cuentas de San Zoilo de Carrión de 1338 se refieren a Fernán Sánchez de Valladolid. Forma parte de ese grupo de letrados en ascenso en la Corte de Alfonso XI, que estudió Moxó.117 En 1338 tenía de San Zoilo 112   Los Valderrábano se encuadran a mediados del siglo xiv en la nobleza local, pero uno de sus miembros consiguió ascender en época Trastámara, gracias a un buen matrimonio y su apoyo a Enrique II. Su solar se encuentra en la behetría de Valderrábano, y sus posesiones en la merindad de Saldaña, incluyendo varios lugares próximos al monasterio de San Román, donde este tenía heredades (Villalbeto de la Peña, Cornoncillo): Estepa. Las behetrías, I, p. 322; II, p. 78. 113   SRE doc. 90. 114   Cornoncillo y Las Heras (Reglero. Cluny en España, pp. 291-301). 115   En 1352 los Solórzano eran señores singulares en tres behetrías y naturales en otras diez (Estepa. Las behetrías, I, p. 366; II, pp. 86-87). 116   La renta anual se fija en cuarenta maravedís (SMN II, doc. 201). 117   Fernán Sánchez de Valladolid fue un miembro destacado del patriciado urbano de Valladolid, que consiguió formar un importante dominio gracias al desempeño de diversos cargos en la Corte de Alfonso XI, de quien fue su notario mayor en Castilla. Se le atribuyen las Crónicas de Alfonso X, Sancho IV, Fernando IV y Alfonso XI: Moxó, Salvador de. «La sociedad política castellana en la época de Alfonso XI», Cuadernos de Historia. Anexos de la revista Hispania, 6 (1975), pp. 282-283. Id. «La promoción política de los ‘letrados’ en

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la heredad de Villabaruz, valorada en cien cargas de pan, que el anterior prior le había entregado hacía quince años, sin que nunca hubiese dado nada.118 No consta el motivo de la cesión; es posible que hubiese una entrega de dinero que no se recoge, que respondiese a la necesidad de lograr un apoyo en la Corte o a la presión desde la misma, por parte de alguno de los tutores, para recompensar a uno de sus servidores. Menor relieve alcanzó Ruy Martínez, un escribano del rey.119 En 1335 tenía el lugar de Arconada, que era un señorío compartido por Carrión y Entrepeñas.120 Dicho lugar no figura entre las rentas enajenadas de San Zoilo en 1338, aunque sí que se dice que el conde Álvar Núñez Osorio había hecho rebajar en diez cargas de trigo la renta que el concejo del lugar debía al monasterio.121 Ello sugiere que había tenido este lugar antes que Ruy Martínez, quien tal vez le sucedió en el arrendamiento, o bien que el arrendamiento hecho a Ruy Martínez se hizo por orden del conde, al igual que la cesión de Benafarces y Pedrosa a su hermano Munio Álvarez Osorio. El monasterio de Santa María de Nájera mantuvo relaciones de diverso tipo con oficiales de la administración territorial. En 1339 permutó unas heredades con Juan Ruiz de Gauna, merino mayor del rey en Álava.122 Ello se la Corte de Alfonso XI», Hispania, 129 (1975), pp. 5-29. Id. «El patrimonio dominical de un consejero de Alfonso XI. Los señoríos de Fernán Sánchez de Valladolid», Revista de la Universidad Complutense de Madrid, XXII (1973), pp. 123-162. Id. «La elevación de los ‘letrados’ en la sociedad estamental del siglo xiv», en XII Semana de Estudios Medievales. Estella, Pamplona, Gobierno de Navarra-Institución Príncipe de Viana, 1976, pp. 183-215, vid. pp. 196-202. Puyol, Julio. «El presunto cronista Fernán Sánchez de Valladolid», Boletín de la Real Academia de la Historia, 77 (1920), pp. 507-533, vid. pp. 516-528. Díaz Martín, Luis Vicente. «Los últimos años de Fernán Sánchez de Valladolid», en Homenaje al prof. Juan Torres Fontes, Murcia, Universidad de Murcia, 1987, pp. 349-364. 118   SZC II, doc. 215. 119   Aparece suscribiendo numerosos diplomas regios entre los años 1325 y 1338 (González Crespo, Esther. Colección documental de Alfonso XI. Diplomas reales conservados en el Archivo Histórico Nacional. Sección Clero. Pergaminos, Madrid, Editorial Complutense, 1985, doc. 81, 85, 87, 88, 91, 92, 93, 95, 99, 105, 107a, 110, 111, 112, 113, 115, 118, 120, 122, 123, 127, 140, 141, 143a, 146, 174, 182, 185, 189, 190, 193, 195, 204, 217, 224, 226, 230, 235, 238, 253, 262, 270, 295, 302). Por ello Alfonso XI lo califica como «de nuestra cámara» en 1335 (SZC II, doc. 212). 120   Alfonso XI, en 1335, a petición suya renovó el privilegio que tenía el concejo de Arconada de que sus vecinos no fuesen prendados por deudas de los monasterios de San Román de Entrepeñas y San Zoilo de Carrión (SZC II, doc. 212). 121   Las cuentas de 1338 incluyen, entre las rentas de la mesa del prior la de Arconada, valorada en treinta y cinco cargas de pan y treinta maravedís; luego otros ciento cuarenta maravedís que corresponden a la sacristanía; finalmente se dice que el conde hizo dar al concejo de Arconada diez cargas de trigo: esto por toda su vida, que se lo fizo dar el conde quando era vivo (SZC II, doc. 215). 122   Moxó le cita entre la nobleza caballeresca de origen vasco al servicio de Alfonso XI, como merino de Álava al menos entre los años 1336 y 1339, señalando que le encomendó una misión diplomática ante Pedro IV de Aragón (Moxó. «La sociedad política castellana»,

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justificaba por suponer una mejora para el monasterio y por las muchas ayudas recibidas de Juan Ruiz, sin duda durante el desempeño de su oficio.123 Otro merino y vasallo del rey, al parecer en Rioja o Logroño, Rodrigo Alfonso, recibió en 1334 el lugar de Leza del mismo monasterio, para que lo tuviese y defendiese de los enemigos del rey. El prior se vio forzado a realizar esta entrega para asegurar su defensa en medio de las guerras civiles y conseguir que el concejo de Logroño, que lo había recuperado de los enemigos del rey, se lo devolviese.124 Rodrigo Alfonso estaba casado con una nieta del obispo Martín de Astorga, con cuya familia el priorato de Nájera mantuvo una larga relación.125 2.7.  Los caballeros gallegos La relación de los prioratos gallegos con los caballeros e hidalgos de la región fue incluso peor, dentro de la misma línea de arrendamientos a largo plazo con pago por anticipado, resistencia a devolver los bienes entregados cuando vencía el plazo, usurpaciones y, alguna pequeña donación. Las visitas y definiciones están plagadas de referencias a los abusos y violencias de la nobleza gallega. Los descendientes de los Traba, fundadores de Jubia, seguían interviniendo en la vida del monasterio a fines del siglo xiii, dos centurias después de haberlo donado a Cluny. Así pidieron a Sancho IV que asignase el priorato a don Gómez García, clérigo del rey y abad de Valladolid.126 Descendiente de p. 276.) Más tarde Enrique II recompensó su apoyo con los lugares de Antoñana, Urturi, Quintana, Retuerto y la hermandad de Arraya (1367-1369) [Díaz de Durana Ortíz de Urbina, José Ramón. Álava en la Baja Edad Media. Crisis, recuperación y transformaciones socioeconómicas (c. 1250-1525), Vitoria, Diputación foral de Álava, 1986, pp. 324-325]. 123   Juan Ruiz de Gauna entregó sus heredades en San Juan de Manjarrés a cambio de las del monasterio en Fontecha (SMN III, doc. 283). 124   El lugar había sido tomado primero por Juan Alfonso de Haro II y luego por el concejo de Logroño, que se negaba a devolverlo si no se aseguraba su defensa frente al noble rebelde. Como el monasterio carecía de recursos para asumir dicha defensa, tuvo que entregar el lugar a Rodrigo Alfonso con la sola carga de su defensa. No obstante le pidió que antes renunciase a todos los oficios que tenía del rey, con el fin de que no quedase duda de que el lugar lo tenía por el monasterio y no por el rey (SMN II, doc. 270). No se sabe qué sucedió con el lugar de Leza; si Rodrigo lo devolvió tras la ejecución del señor de Cameros unas semanas después, si lo retuvo hasta el final de la revuelta nobiliaria (1338) o durante toda su vida. 125   Véase sobre esta familia el epígrafe I, 3.5.2. Poco después Rodrigo Alfonso compró el señorío de Agoncillo, que había pertenecido a Juan Alfonso de Haro II, ejecutado en 1334 por rebelarse contra el rey. 126   SCG I, doc. 118. La ascendencia de este privado del rey no está clara, pero parece relacionado con la aristocracia gallega. Se dice originario de Toledo, pero parece estar emparentado con los Limia y Sotomayor, ricoshombres gallegos. Brandao dice que Gómez García, abad de Valladolid era hermano de María García, mujer de don Juan Fernández de Limia y de Alfonso García; los tres eran de apellido Sotomayor (cit.: Gaibrois. Sancho IV, I, p. 111).

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los Traba era Rodrigo Gómez de Neda, quien en su testamento (1287) mandaba devolver al monasterio de Jubia los cotos de Anca y Villadonelle, con sus hombres y frutos, que él y su padre don Gómez habían tomado; y a los monjes de Villafranca de Valcárcel, es decir al priorato cluniacense de Santa María de Villafranca, una heredad en los palacios de Neda, que su padre les había tomado con violencia, y Rodrigo retenido.127 Su hija, Mayor Rodríguez, casó con Alfonso López de Lemos. Mayor legó en su testamento a San Martín de Jubia cien maravedís (1323), una cantidad importante, aunque no especialmente destacada en el conjunto.128 Alfonso López de Lemos tenía sus señoríos cerca de los prioratos de Pombeiro y Valverde, y buenas conexiones en la Corte.129 Este debe de ser el caballero Alfonso López que desde fines del siglo xiii tenía el priorato de Valverde.130 Aunque el Capítulo General le acusaba de tenerlo por violencia (1310), el caballero alegaba que unos visitadores le habían dado el priorato a cambio del pago de una annata, por lo que parece que se trata de un arrenMoxó. «De la nobleza vieja», pp. 90-93. Sobre los Traba: Pallares, M.ª del Carmen; Portela, Ermelindo. «Aristocracia y sistema de parentesco en la Galicia de los siglos centrales de la Edad Media. El grupo de los Traba», Hispania, 185 (1993), pp. 823-840. 127   En su testamento, redactado en Montpellier el 25 de junio de 1287, se denominaba caballero español (miles yspanus), y ordenaba restituir también las heredades y bienes tomados por fuerza por él o su padre a otros clérigos y laicos, entre ellos la catedral de Mondoñedo y el monasterio de Cis. Al margen de alguna manda para su hermano Gonzalo Gómez, dejaba como heredera de sus bienes a su hija Mayor Rodríguez, habida en Marina López. Villa-Amil Castro, J. «Rodrigo Gómez: cuadro histórico de las costumbres de la nobleza gallega en el siglo xiii», Grial, 33 (1971), pp. 273-302 [1.ª ed. en La Ilustración Gallega y Asturiana, 18791880], pp. 298-301. Su ascendencia en: López Sangil, José Luis. La nobleza altomedieval gallega. La familia Froilaz-Traba, Coruña, Toxosoutos, 2002, p. 183, y Pardo de Guevara y Valdés, Eduardo. «Los López de Lemos señores de Ferreira y de Sober. El linaje y sus parentelas en los siglos xiii al xvi», Cuadernos de Estudios Gallegos, 124 (2011), p. 123. 128   Hizo testamento el 29 de noviembre de 1323, legando varios casares al monasterio de San Salvador de Pedroso. También legó cien maravedís a San Francisco de Santiago, Bonaval o Santo Domingo de Lugo (Cal Pardo, Enrique. El monasterio de San Salvador de Pedroso en tierras de Trasancos. Colección documental, La Coruña, Diputación Provincial de La Coruña, 1984, doc. 20). Su parentesco y testamento: Pardo de Guevara y Valdés. «Los López de Lemos», pp. 122-124. 129   Sobre este noble y su familia ver: Pardo de Guevara y Valdés. «Los López de Lemos», pp. 122-125. Era hijo de Lope López de Lemos, y sus dominios estaban en la Ribeira Sacra, próximos a los prioratos cluniacenses de Valverde y Pombeiro. Se registran bienes suyos en la parroquia de Santa María de Ferreira de Pantón, donde en 1306 dio a foro un casal (Fernández de Viana y Vieites, José Ignacio. Colección diplomática del monasterio de Santa María de Ferreira de Pantón, Lugo, Diputación Provincial de Lugo, 1994, doc. 33). Su hermana, María López, en 1313 dejó en su testamento una heredad al monasterio de Asadur: Duro Peña, E. «El monasterio de Santa María de Asadur», Archivos Leoneses, 54 (1973), pp. 309-365, vid. p. 317. 130   Aunque la definición de 1310 dice que lo tenía desde hacía veinte años, la visita de 1292 y la definición de 1293 muestran que todavía estaba en manos de un prior llamado Geraldus, acusado de concubinario (SCG II, doc. 141, 142).

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damiento a cambio de una renta inicial o anual. Las gestiones del abad ante el rey para revocarlo resultarían inútiles, dadas las relaciones de este caballero con la Corte.131 Alfonso entregó la administración del monasterio y sus bienes a un clérigo seglar, que redujo las raciones y vestuario de los monjes, así como su número. Esta situación parece que se prolongó durante todo el primer tercio del siglo. En 1336 el estado temporal era desastroso: la mayor parte de los bienes habían sido dados por los priores a caballeros y escuderos, el claustro y la casa estaban sin techo y servían de establo a los animales.132 Las noticias posteriores a 1337 sugieren que había vuelto a ser administrado por priores, sin que ello mejorase nada.133 La relación entre Valverde y los López de Lemos continuó en los años siguientes, renovándose a cada generación. En 1371 el prior entregó a Diego López de Lemos, nieto de Alfonso, y a su hijo Lope Alfonso, la encomienda del monasterio, por sus vidas. Se precisaba que Diego tendría los mismos derechos que habían tenido los de su linaje que le habían precedido en el puesto, y el propio Diego tenía entonces; debía defender al monasterio, prior y racioneros de Valverde.134 Lo que en Cluny había sido visto como una usurpación y violencia nobiliaria, en Galicia se había convertido en un fuerte vínculo social y político entre un monasterio y un noble de la comarca. La visita de 1335 describe la pésima situación en que se encontraba el priorato de Pombeiro debido a la violencia nobiliaria. El anterior prior había 131   El Libro de cuentas de Sancho IV (1290) contiene varios asientos a su favor por valor de más de 6000 maravedís en los reinos de Galicia y León, como vasallo del infante don Fernando: en (Puebla de) Trives tenía 1269 maravedís; en el burgo de (Castro) Caldelas, 3300 maravedís; en la aljama de Castrotorafe, 1554 maravedís (Hernández. Las rentas, I, pp. 272275, 343, 360, 378). Las definiciones de 1303 dicen que la casa de Valverde estaba detentada por un noble y que la Orden no podía recuperarla, por lo que se pedía al abad que escribiese al rey de España para que dicho noble dejase libre el lugar. 132   En 1305 se añadía que este caballero había entregado la administración del priorato a un presbítero secular, quien tenía las llaves del pan y vino y recibía casi todas las rentas en nombre de dicho caballero; se le acusaba de no dar lo necesario al prior y monje que allí vivían; de nuevo se pedía al abad que intentase recuperar el monasterio. La queja de 1310 se centró en que solo había dos monjes, cuando podía haber siete, por lo que los definidores mandaban al camarero de España que obligase a Alfonso a aumentar el número de monjes; ello suponía reconocer la existencia de un arrendamiento con la obligación de sostener a los monjes del priorato. En la visita de 1313 se repite que el caballero no permitía al prior gobernar el priorato en lo temporal y que no proveía de suficiente vestuario al monje, por lo que este padecía gran pobreza. Tras veinte años de silencio, la visita de 1335 y las definiciones de 1336 repiten lo mismo: el priorato lo tenía un caballero, quien había encomendado la administración a un sacerdote (clavígero), el prior y monje no recibían lo suficiente. La falta de noticias entre 1313 y 1335 impide asegurar que se trate de Alfonso López, aunque la semejanza de las condiciones descritas en ambos momentos apunta a que fuese el mismo o su hijo (SCG II, doc. 172, 179, 191, 202; III, doc. 259, 263). 133   SCG III, doc. 265, 271, 278, 292. 134   AHN Diversos-Colecciones, leg. 208, n.º 3. Pardo de Guevara y Valdés. «Los López de Lemos», p. 126.

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sido asesinado, al parecer en medio de las guerras internas de la nobleza gallega.135 Se dice que había dado el monasterio en encomienda a un gran caballero, y que había criado allí al hijo del caballero, por lo que el monasterio fue destruido por sus enemigos; había enajenado buena parte de los bienes, entregándoselos a escuderos que eran vasallos del monasterio, de modo que estos tenían dos terceras parte del dominio, por una, dos o tres vidas, o bien por veinte o treinta años. El nuevo prior pleiteaba con tales escuderos en la curia real, lo que ponía en peligro su vida.136 La enajenación del patrimonio a los escuderos de la comarca se hizo mediante contratos de foro.137 Un buen ejemplo es el realizado en 1329 a Alfonso Rodríguez y Gómez Fernández, por mitad. El prior les entregó todas las heredades, rentas, foros y derechos que tenía en el coto de Beacán, salvo los derechos de los aniversarios, de la sacristanía y lo espiritual de la iglesia, reteniendo algunas heredades y añadiendo otras próximas. La renta anual era importante (ciento ochenta maravedís de la moneda del rey Fernando).138 Se debía pagar el día de San Vicente, advocación del monasterio. El foro se hacía por la vida de los tomadores, de sus mujeres e hijos, debiendo volver al monasterio a la muerte de los últimos. Entre otras obligaciones se incluían la de no poder aforar los bienes del coto y el deber de defender y tratar bien a los vasallos que allí tenía el monasterio, no haciéndoles fuerza ni desaforándolos. Finalmente ellos mismos debían ser vasallos del monasterio, en vida y en muerte. Un pleito suscitado en 1421 ilustra sobre la actitud de los arrendatarios y los problemas derivados de este tipo de foros. En primer lugar, a pesar de haber ya muerto tanto los tomadores del foro como sus hijos, sus descendientes seguían en poder del coto, sin que se hable de ninguna renovación del mismo. Es posible que la hubiese habido, pues la renta pagada se había incrementado, al menos nominalmente (un tercio más del dinero y doce libras de cera), pero ninguna de las partes presentó documento de ello. Otro 135   Desde 1334 el prior de Pombeiro era Martín Pérez, por lo que el asesinado que le precedió debe de ser Suero Pérez, quien figura en la documentación del monasterio entre 1319 y 1331 (SVP doc. 35, 36, 37, 38, 39, 40, 41, 99). 136   SCG III, doc. 259. 137   Se conservan siete cartas de foro realizadas por este prior, más una amplia noticia de otra en una sentencia de 1421. Alguno de estos foros se realizaron a campesinos, como prueba el hecho de que se exigiese al tomador la realización de trabajos agrícolas. Es el caso del foro de un casar en Beacán dado a Pedro Domíguez, su mujer e hijos (SVP doc. 36). Pero en otros, el volumen de los bienes arrendados y la cuantía del foro sugieren que se trataba de hidalgos. 138   Si bien un siglo después el prior alegaría que era menos de la mitad del justo precio, aunque ello parece que se debía a la depreciación de la moneda. El prior dice que cuando fue dado el coto rendía al monasterio cuarenta modios de pan, vino y castañas y cien maravedís, pero que en 1421 rendía doscientos maravedís y treinta modios de pan, vino y castañas. En otra parte de la demanda el prior estima los frutos del coto en dos mil maravedís de la moneda vieja (SVP doc. 99).

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problema surgió en torno al vasallaje, que los arrendatarios se negaban a hacer desde hacía tiempo, alegando que ellos eran grandes, honrados e hidalgos de gran linaje y solar conocido, por lo que no les era necesario ni pertinente. El monasterio les acusaba de haber aforado algunos casares y de haber donado bienes del coto a terceros; frente a ello los tomadores alegaban que, si algo habían aforado, sería con consentimiento del monasterio y, si algo habían donado, sería de lo suyo. Al margen de que fuese cierto o no, parece evidente que en estos aforamientos a largo plazo los bienes arrendados se tendían a confundir con los privativos de los arrendadores, al menos estos últimos lo pretendían. Otras quejas del prior se referían a las violencias ejercidas contra los vasallos del monasterio, a quienes no dejaban labrar parte de las viñas y tierras, llegando a despoblar uno de los lugares; por tanto no solo no les habían protegido y amparado, sino que habían cometido muchas fuerzas, robos, daños e injurias contra los mismos. Un carácter diferente tuvo el foro a Vasco Pérez de Temees a cambio de la entrega de cinco mil maravedís para pagar deudas del monasterio y una renta en especie (1331).139 El beneficiario era encomendero de Pombeiro en 1307; es posible que estuviese emparentado con María Rodríguez, la hija de don Rodrigo y doña Berenguela.140 Ello supondría que la relación de la familia con el monasterio se remontaba otra generación. El propósito del foro de 1331 era precisamente asegurar la transmisión de los bienes disfrutados a la siguiente generación, que en este caso era ilegítima: se extendía por la vida de Marina Yanes de Riba de Sil, «ama» del referido Vasco Pérez, y de 139   Vasco había recibido por su vida dos lugares y dos casares del monasterio en sendas feligresías. Ahora se fijaba una renta anual en especie, pero el foro se justificaba por el dinero recibido. Además el prior les daba todos los heredamientos que antes habían dado a Alfonso Rodríguez y Gómez Fernández —los tomadores del foro del coto de Beacán dos años antes— en el coto de Pombeiro, que recibirían a la muerte de los mismos. De nuevo se impone como condición que todos sean vasallos del monasterio (SVP doc. 41). 140   De Vasco Pérez de Temees se dice en 1307 que era encomendero del monasterio (SVP doc. 32). Un documento de Ferreira de Pantón le cita como propietario de un casar en Agrelo en 1320 (Fernández de Viana, Colección de Santa María de Ferreira, doc. 38). La cantidad pagada como entrada o el volumen de heredades, junto con esa sustitución de los otros arrendadores, de los que por el otro foro se conoce su condición hidalga, muestra que se trata de un arrendamiento a esos «escuderos» vasallos del monasterio de que habla el Capítulo General. Es posible que Vasco Pérez sea el sobrino de María Rodríguez, hija de don Rodrigo y doña Berenguela, que redactó testamento en 1304. El uso del distintivo «don/ doña» por sus padres ya indica una posición social relevante, aunque no necesariamente noble. En el testamento legaba un casar a su sobrino Vasco Pérez durante su vida; dicho casar debía pertenecer al monasterio, pues mandaba cincuenta maravedís al prior y monjes por el mismo, que debían abonarse antes de entrar en posesión del bien (SVP doc. 30). La cantidad era importante, lo que refuerza la idea de que se trata de alguien con recursos. No hay que descartar que el prior, Suero Pérez, y Vasco Pérez fuesen parientes, ya que de los tres hijos del segundo, dos llevan el apellido Suárez. En cualquier caso se trata de nombres muy corrientes en la Galicia de la época.

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sus tres hijos, que también debían serlo de Vasco. La contrapartida era que tales bienes serían compartidos con Moor Suárez hija de María Álvarez, a quien se define como «criada» del prior, es decir, su hija ilegítima, para sus hijos y nietos. Las relaciones familiares entre los priores y los caballeros de la comarca que reciben heredades del monasterio se aprecian mejor en Jubia. Juan Esquío fue prior de Jubia hacia los años 1355-1378.141 Entre sus actuaciones se encuentra el aforamiento de la mitad de una heredad a Gonzalo Esquío, su mujer e hijos, vecinos de Ferrol (1374); la otra mitad estaba en manos de Diego Esquío; una de las condiciones del foro era que, a la muerte del tomador, parte de los bienes pasasen a Vasco Esquío.142 Por otra parte, Alfonso Esquío era por entonces juez en el coto de San Martín de Jubia (1375).143 Otros muchos bienes del monasterio de Jubia estaban en manos de caballeros poderosos y nobles, según se declaraba en la visita de 1335 o las definiciones de 1337 y 1342, añadiendo que ello era por fuerza.144 Tal vez al tratarse de una ocupación violenta no se conserve registro documental de ello, pero es muy posible que algunos de los foros, cuyos tomadores no ha sido posible adscribir a la alta nobleza o no expresan su condición de caballeros, fuesen dados a estos caballeros o escuderos de la nobleza comarcal y local, en especial si los bienes entregados o la renta exigida era importante.145   Véase el Apéndice I: Prosopografía.   AHN Códices 63B, n.º 7. Los bienes aforados eran dos casales, la mitad de un agro y el casal que había donado al monasterio el caballero Juan Freire. De este último hay noticias en 1330, cuando junto con su mujer e hijo, renunció a las rentas de un lugar que tenían del monasterio de Jubia, reconociendo no tener derecho a las mismas (AHN Códices 63B, n.º 8; AHN Clero, lib. 3165, fol. 63v). A Gonzalo Esquío se refieren varios documentos conservados en el archivo monástico (AHN Códices 63B, n.º 14 y 17; AHN Clero, lib. 3165, fol. 65v y 67v). Sobre los Esquío: Montero Díaz, Santiago. «La colección diplomática de San Martín de Jubia», Boletín de la Universidad de Santiago de Compostela, XXV (1935), pp. 3-158, vid. p. 38, que cita a Saralegui. «Epigrafía ferrolana», Almanaque ferrolano, 1906, pp. 93-94. En el siglo xv, otro miembro de la familia, Rodrigo Esquío, hijo de Diego Esquío, se enterró en el monasterio, en un sepulcro monumental [Yzquierdo Perrín, Ramón. «San Vicente de Pombeiro y San Martín de Xubia: dos monasterios benedictinos pertenecientes a Cluny», Anuario Brigantino, 35 (2012), pp. 343-344]. La relación de los Esquío con la villa de Neda y con Santa Clara de Compostela y los Andrade en: García Lamas, Manuel Antonio. «La iglesia de San Nicolás de Neda en los siglos xiv-xv: aspectos históricos, constructivos y decorativos», Abrente, 42-43 (2010-2011), pp. 169-172; quien también aborda los sepulcros de esta familia en San Nicolás de Neda y San Martín de Jubia (Ibid., pp. 183-192). 143   AHN Códices 63B, n.º 18. 144   SCG III, doc. 259, 265, 278. 145   Así el foro de Fernando Pérez llamado Sandina, su mujer e hijos (1322), reunía las heredades del monasterio de Jubia en cuatro lugares, por una renta anual moderada (ocho maravedís y yantar), pero comportaba la donación de las heredades de Fernando Pérez y su mujer en dos lugares, reteniendo su usufructo; el foro se renovó en favor de Lope Fernández, llamado Sandina, y su hermano Fernando (1357) por diez maravedís y un yantar; no puede descartarse que se trate de campesinos, pero las heredades entregadas parecen bastante 141 142

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2.8.  Las mercedes enriqueñas y sus consecuencias El ascenso al trono de Enrique II de Castilla durante la guerra civil (1366-1369) que sostuvo con su hermano Pedro I, conllevó la concesión de numerosos señoríos a sus partidarios. Son las conocidas como «mercedes enriqueñas».146 La aparición de nuevos señores en la comarca y el ascenso social de otros repercutieron en las relaciones entre los prioratos cluniacenses y la nobleza. En primer lugar, el paso de una villa realenga al señorío suponía tener que tratar con el nuevo señor y sus oficiales en lugar de con el rey, como sucedió en Carrión, entregada al conde don Juan Sánchez Manuel, sin que se produjesen incidentes en los primeros años.147 Un nuevo señor podía convertirse en un nuevo benefactor, si se conseguían crear los vínculos suficientes, a veces aprovechando otros ya existentes, y se potenciaba el valor de la oración litúrgica cluniacense. Este fue el caso del conde don Sancho, hermano de Enrique II, que entre otros señoríos recibió los de los Haro.148 Así se convirtió en heredero del linaje que desde el siglo xii había protegido de forma especial al monasterio de Santa María de Nájera.149 El conde don Sancho optó por continuar con esta tradición, lo que, por otra parte, le permitía extender su influencia a la villa de Nájera y la importantes (AHN Códices 63B, n.º 15, AHN Clero, lib. 3165, fol. 65v-66v). La casa de Castrillón fue aforada a Sancho Rodríguez en 1369, incluyendo heredades del monasterio en cinco parroquias (AHN Clero, lib. 6585, fol. 246r-247r); en 1470 el monasterio se enfrentó con los foreros de estos casares, quienes decían tenerlos de sus antepasados en foro y feudo, mientras que el prior decía que el plazo del foro había expirado porque no habían pagado; las partes pusieron el litigio en manos de Alfonso Esquío y Ruy de Serantes, escuderos del señor Fernando Pérez de Andrade (AHN Clero, lib. 6585, fol. 239r-242r). 146   Suárez Fernández, Luis. Nobleza y monarquía. Puntos de vista sobre la historia castellana del siglo xv, Valladolid, Universidad de Valladolid, 1959, pp. 17-27. Valdeón. Enrique II de Castilla, pp. 117-126, 275-305. 147   Don Juan Sánchez Manuel, sobrino de don Juan Manuel, fue otro de los beneficiados por el título condal, junto con el adelantamiento de Murcia y el señorío de Carrión, entre otros lugares [Suárez. Nobleza y monarquía, p. 20. Mitre Fernández, Emilio. «La época de los Trastámara (1369-1474)», en J. González (dir.), Historia de Palencia, Palencia, Diputación Provincial, 1984, I, pp. 273-312, p. 304]. Con ello se rompía la tradicional adscripción a la Corona de esta villa, junto a la que estaba asentado el monasterio de San Zoilo, aunque tuviese jurisdicción apartada sobre su barrio. Por el momento no se registran conflictos de jurisdicción con el monasterio. Esto último no evitó el contacto con la justicia del nuevo señor. En 1372 el sacristán compareció ante Fernando González, alcalde en Carrión por el conde, para reclamar unas heredades de su oficio en Villaturde (SZC II, doc. 274). Dos documentos de esta colección, publicados con fecha 1375, en que aparece Rodrigaluarez, alcallde del rey en las meryndandes de Castilla e alcallde de la reyna en la villa de Carrión, corresponden en realidad al año 1337 (era 1375), en que sí que fueron sábado y domingo los días 2 y 3 de agosto; ello explica que la reina figure como señora de Carrión (SZC II, doc. 275, 276). 148   Recibió el título de conde de Alburquerque junto con los señoríos de los Téllez de Meneses y las villas de Haro y Ledesma (Suárez. Nobleza y monarquía, p. 19). 149   Reglero. Cluny en España, pp. 269-278.

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comarca de la Rioja a través del señorío del monasterio. En este contexto debe entenderse la donación realizada en 1373 a este priorato de una renta anual de tres mil maravedís, situados sobre la villa de Haro.150 La temprana muerte del conde, sin que se hubiese otorgado el privilegio de donación, dio lugar a una larga disputa con la heredera del señorío, que no se resolvió hasta 1386.151 En general, las mercedes enriqueñas no mejoraron la situación de los prioratos, sino que la agravaron, amenazando sus derechos señoriales y reactivando viejos conflictos. Enrique II donó Pedroso a Lope Martínez Calderón.152 La aldea pertenecía al monasterio de Nájera, pero los Haro de Cameros, la habían tenido ocupada durante décadas, por lo que se había confundido con sus señoríos patrimoniales. El prior de Nájera litigó entonces ante el rey, demostrando su propiedad. Ello condujo a un acuerdo por el que Lope podría retener la aldea durante su vida, quedando a su muerte para el monasterio (1371).153 El acuerdo no satisfizo a Lope, que vendió por una parte el señorío de Pedroso al adelantado Pedro Manrique y por otra las heredades de Juan Alfonso de Haro en el lugar a Sancho de Hermosa.154 El prior tuvo que llegar a un nuevo acuerdo, por el que arrendaba Pedroso de por vida al adelantado (1374).155 Ello originó nuevos litigios, que se prolongaron hasta 1394, con los descendientes y herederos de Juan Alfonso de Haro III, Pedro Manrique y Sancho de Hermosa, quienes se reclamaban señores del lugar.156 El arrendamiento a Pedro Manrique puso al monasterio en relación con una rama de otra importante familia de la nobleza favorable a los Trastáma150   Dos mil maravedís de la martiniega, seiscientos del yantar y cuatrocientos sobre los derechos del pan (SMN III, doc. 332). 151   El conde murió en 1374, sin haber otorgado el privilegio de la donación, tan solo un albalá, y sin haber precisado la memoria litúrgica que esperaba de los monjes. La carta se limitaba a decir que la donación era una limosna para el mantenimiento del monasterio. Ello no impidió que Enrique II confirmase la donación tras el fallecimiento de su hermano (1374), solicitando que rogasen a Dios por las almas del conde, de Alfonso XI su padre, y por la vida y estado del propio rey (SMN III, doc. 334). La elevada cuantía explica el interés del monasterio por mantenerla, así como la resistencia a su pago de la heredera del conde, doña Leonor de Alburquerque, o sus tutores. Las tensiones surgidas no se resolvieron hasta 1386, lo que no evitó alguna queja posterior (1396, 1424): SMN III, doc. 345, 354, 359, 360, 361, 362, 365, 372, 374, 375, 395, 413. AHN Clero carp. 1037, n.º 11. 152   Era miembro de una familia de la nobleza comarcal de las merindades de Asturias de Santillana y Aguilar, los Calderón. La familia se documenta desde la primera mitad del siglo xiii (Estepa. Las behetrías, II, pp. 50-53). 153   SMN III, doc. 331. 154   Lope Martínez Calderón vendió a Sancho de Hermosa los bienes, heredades y vasallos que Juan Alfonso de Haro III tenía en Pedroso, y que el rey le había concedido (1377), sin diferenciar tales bienes de lo que pertenecía al monasterio (García Turza. Documentación de Valvanera, doc. 17). 155   La renta se fijó en trescientos maravedís anuales, una cantidad moderada que solo suponía una parte de los ingresos del señorío (SMN III, doc. 335). 156   SMN I, pp. 272-276.

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ras.157 La cesión se realizaba en agradecimiento de la ayuda prestada por don Pedro al monasterio, y de la que se esperaba recibir de este poderoso señor. Por otra parte, se vinculó el arrendamiento al establecimiento de un lazo espiritual entre las partes: Pedro Manrique fue recibido como familiar del monasterio, otorgándole parte en todas las oraciones y limosnas que hiciesen los monjes y la Orden de Cluny. Ello legalizaba la entrega de la aldea, pues los estatutos de la Orden prohibían hacerlo a extraños, pero no a los «familiares».158 La confusión entre los bienes patrimoniales de un señor y aquellos que tenía en arrendamiento a largo plazo de un monasterio está en el origen de los problemas surgidos en torno a la jurisdicción del barrio de San Martín de Frómista. La villa de Frómista había pertenecido a don Tello, otro hermano de Enrique II, que tenía el barrio en encomienda o arrendamiento.159 Tras su muerte, Enrique II se la donó a uno de sus servidores, Fernando Sánchez de Tovar, almirante mayor de la Mar (1372). Este consideró que la donación incluía el barrio, alegando que no tenía jurisdicción apartada. Los vecinos del barrio y el monasterio rechazaron las pretensiones del nuevo señor, quien optó por demandar de ellos mayores cargas incluso que a los de la villa. El prior se quejó ante el rey, quien en 1379 mandó que Fernando devolviese lo que había tomado y respetase el señorío del monasterio, si bien le reconocía la encomienda del lugar: ca pues ellos son de la dicha Orden e están so vuestra encomienda, antes los deuiedes guardar e defender que non fazerles estas cosas atales.160 De poco le valió al monasterio, pues el nuevo señor solo le reconoció una renta de ciento cincuenta maravedís sobre la martiniega.161 157   Una de las pocas supervivientes de la nobleza vieja definida por Salvador de Moxó (Moxó. «De la nobleza vieja», pp. 145-152). Pedro era hijo de Garci Fernández Manrique y desempeñaba el oficio de adelantado mayor en Castilla. Pedro Manrique, que ya tenía numerosas posesiones en Castilla, recibió de Enrique II el señorío de Treviño (1366) y se le encargó de la alcaidía de Logroño y la guarda de la frontera con Navarra (1373) (Salazar y Castro, Luis de. Historia genealógica de la Casa de Lara I, Madrid, Imprenta Real, 1696, libro V, fol. 403-412). 158   Ello no evitó los problemas a su muerte en 1381. Sus bienes pasaron a su hermano Diego Martínez Manrique, sucesor en el adelantamiento de Castilla, quien se lo donó a una prima, aunque luego diese orden a sus testamentarios de devolverlo a Santa María de Nájera (SMN III, doc. 379). 159   Falleció en 1370. En su testamento mandó vender la villa para pagar su herencia, mientras en su codicilo se la legaba a sus hijos [Díaz Martín, Luis Vicente. «Don Tello, señor de Aguilar y de Vizcaya (1337-1370)», Publicaciones de la Institución Tello Téllez de Meneses, 47 (1982), pp. 267-335, vid. pp. 316-317, 331, 332]. 160   SZC II, doc. 283. Entre las exacciones se encontraban haber llevado a los vecinos 3000 doblas y 125 000 maravedís, 350 cargas de pan, 2000 cántaras de vino y el diezmo; haber tomado de la iglesia de San Martín una cruz y un cáliz de plata valorados en 1500 maravedís. 161   Cuando Fernando Sánchez de Tovar fue requerido por los monjes de Carrión para cumplir el albalá, este alegó que el barrio de Frómista nunca había tenido jurisdicción separada, ni concejo ni iglesia, que los pechos reales se pagaban conjuntamente, y que los derechos de justicia, martiniega y yantar pertenecían al señor de la villa (SZC II, doc. 284). Las mandas dejadas en su testamento a la iglesia de San Martín no cubrían los daños ocasionados (SZC II, doc. 292).

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En cualquier caso no hay que olvidar que las exacciones de Fernán Sánchez de Tovar fueron solo otro paso en el largo conflicto del monasterio con los sucesivos señores de Frómista, iniciado medio siglo antes con un arrendamiento, y que concluiría con la enajenación de la jurisdicción del barrio a cambio de un censo anual (1427).162 Las mercedes enriqueñas no suponían un escenario completamente nuevo. Más bien generalizaban los problemas y enfrentamientos surgidos a lo largo del siglo anterior. Las disputas por Pedroso o Frómista se remontaban ya varias décadas atrás cuando Enrique II concedió estos lugares a nuevos señores. El cambio de señor convertía en inútiles los acuerdos alcanzados hasta el momento y obligaba a negociar de nuevo. Con todo, los priores reaccionaron ante las dificultades. Hay que destacar el caso de Nájera, que consiguió establecer relaciones cordiales con algunos de los beneficiados por estas mercedes en la Rioja, como el conde don Sancho o el adelantado Pedro Manrique, sin olvidar las que ya mantenía con Juan Ramírez de Arellano, el ricohombre navarro que en 1366 recibió el señorío de Cameros.163 Se trata de relaciones con un fuerte carácter personal, que desaparecen con la muerte del noble y deben restablecerse con sus herederos. Con todo, ello contrasta con la situación de San Zoilo de Carrión, donde no hay noticias de las mismas, tan solo de conflictos con esta «nobleza nueva».

  Pérez Celada. «Conflictos jurisdiccionales», pp. 166-173, en especial pp. 168-169.   Al que unió en 1369 diversos lugares de la Rioja (Navarrete, Viguera, Albelda...): Suárez. Nobleza y monarquía, p. 23. 162 163

CAPÍTULO 3 PODER EPISCOPAL Y PRIORATOS CLUNIACENSES

3.1.  Introducción El largo conflicto que enfrentó a los monasterios benedictinos y las órdenes militares con los obispos en torno a las iglesias parroquiales, el ejercicio de la autoridad episcopal en las mismas y el cobro de distintos derechos episcopales —de la procuración a una parte de los diezmos—, se resolvió a inicios del siglo xiii, en el IV Concilio de Letrán, a favor de los segundos. Los monasterios conservaron algunos derechos sobre las iglesias (presentación de clérigos al obispo, cobro de parte de los diezmos) y mantuvieron la comunidad monástica al margen de la autoridad diocesana, la exención. En los reinos de Castilla, León y Portugal, los acuerdos alcanzados en época del camarero Juan (1219-1228) y tras el I Concilio de Lyon (1245), aplicaron la doctrina canónica general y pusieron fin a los largos, y a veces violentos, enfrentamientos del siglo anterior.1 La resolución de estos conflictos no evitó nuevas querellas entre obispos y monjes a lo largo de los siglos xiii y xiv, motivadas por el intento de los primeros de extender su autoridad o por fijar límites al ejercicio de sus derechos reconocidos. Los estatutos de la Orden de Cluny consideraban que la exención de la jurisdicción episcopal se extendía desde la abadía de Cluny a todos los monasterios sujetos a la autoridad de su abad, quien ejercía los derechos propios del obispo y metropolitano sobre los monjes. Ello se apoyaba en antiguos privilegios papales, pero no impidió que los obispos intentasen visitar los monasterios y corregir a los monjes. En algunos casos lo consiguieron a partir de los años 1230, sin embargo, la organización de Cluny como orden 1

  Reglero. Cluny en España, pp. 393-394.

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religiosa creó un mecanismo de visita y corrección al margen del obispo, generando mecanismos internos de control y comunicación que suplantaban la autoridad de este.2 Oberste ha estudiado estos conflictos en los siglos xii-xiv, mostrando como la defensa de la exención cluniacense frente a las pretensiones episcopales dio lugar a tres estrategias de confrontación. En primer lugar la apelación a la Santa Sede, mediante la creación de un procurador para cada provincia, encargado de defender a sus monasterios de los «abusos» episcopales. En segundo lugar, los monasterios cluniacenses pudieron optar por acatar la autoridad del diocesano como forma de sustraerse a la del abad de Cluny o por buscar el amparo de Cluny frente al obispo, utilizando en su favor los privilegios de exención y protección concedidos por los papas a la abadía. En tercer lugar los obispos recurrieron a los pleitos para establecer sus derechos sobre los monasterios. Oberste considera que si la reclamación era económica (procuraciones, diezmos) había espacio para la negociación; más problemáticas fueron la cuestiones que implicaban el ejercicio de la autoridad episcopal sobre los monjes, pues si se reconocían en un caso concreto, creaban un peligroso precedente para el resto de los monasterios.3 Los privilegios papales conseguidos por Cluny a lo largo del siglo xiii buscaban limitar el poder y las exigencias episcopales. Gregorio IX (1237) excluyó todos los visitadores ajenos a la Orden, incluidos los obispos, creando una estructura similar a la del Cister.4 Inocencio IV denunció que muchos obispos obligaban a los monjes a acudir al sínodo diocesano, celebraban en los monasterios sin haber sido invitados, consagraban abades en prioratos de Cluny, construían capillas en sus parroquias o utilizaban la excomunión y el interdicto contra los monjes, todo ello en detrimento de los privilegios papales (1245).5 El Capítulo General repetía en 1300 estas mismas acusaciones contra los prelados, añadiendo que imponían procuraciones a sus prioratos, llamaban a sus monjes y conversos ante sus tribunales e intentaban apoderarse de las propiedades de la Orden.6 Era frecuente que los obispos interviniesen en los pleitos que enfrentaban a los monjes con los clérigos de las iglesias parroquiales y los capellanes que las servían, con disputas sobre la retribución de los primeros por los monjes o las respectivas obligaciones litúrgicas.7 2   Oberste, Jörg. «Contra prelatos qui gravant loca et personis ordinis. Bischöfe und Cluniazenser im Zeitalter von Krisen und Reformen (12./13. Jahrhundert)», en Constable, Melville, Oberste (eds.), Die Cluniazenser in ihrem politisch-sozialen Umfeld, Münster, Lit Verlag, 1998, pp. 349-392, vid. pp. 367-372. 3   Ibid., pp. 374-379. 4   Ibid., p. 380. 5   Ibid., p. 380. 6   Ibid., p. 381. Véase también Riche. L’Ordre de Cluny, pp. 336-338, 588-589. 7   Riche. L’Ordre de Cluny, pp. 338-342, 586-587.

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Al problema de la exención se añadió desde mediados del siglo xiii la cesión de dominios o casas a los obispos y a otras personas ajenas a la Orden. El abad Guillermo III (1244-1257) recurrió a este sistema ante los problemas económicos de la abadía. En los años siguientes el Capítulo General intentó revocar tales enajenaciones, pero se siguieron realizando nuevos arrendamientos, sin que el apoyo de una bula de Nicolás IV (1289) consiguiese la recuperación de los bienes. En el Capítulo General se suceden las quejas contra esta situación, escribiéndose cartas a papas, reyes y obispos en busca de apoyo. Los esfuerzos por recuperar las casas enajenadas alternaban con nuevas concesiones, a cambio de dinero o para evitar la pérdida total del priorato ante su mal estado y la usurpación de sus bienes. En general se exigía a quienes tomaban una casa que reconociesen la soberanía de la Orden, recibiesen adecuadamente a los visitadores, mantuviesen cierto número de monjes y reparasen el lugar. En la práctica, los obispos solían nombrar un procurador para gestionar el monasterio, que no obedecía a la Orden ni permitía las visitas, y que acababa llevando la casa a su ruina espiritual y material, convirtiendo la comunidad monástica en una comunidad económico-doméstica.8 Los arrendamientos a obispos eran especialmente peligrosos, pues no solo afectaban al señorío dominical, sino también a los derechos eclesiásticos del monasterio: el prelado ejercía el derecho de presentación durante y después de la cesión, o construía nuevas iglesias en la parroquia, vulnerando así los privilegios cluniacenses.9 La situación no fue igual en todos los prioratos. El estudio de Denyse Riche sobre las provincias de Lyon, Besançon y Provenza muestra las diferencias entre una y otra, así como la generalización de estos problemas.10 Por su parte, los numerosos ejemplos hispanos incluidos en el trabajo de Oberste, a pesar de la relativa escasa importancia de la provincia de Hispania en el conjunto de la Orden, son un buen indicio de la gravedad de la situación en estas tierras, así como de la temprana manifestación de muchos de estos fenómenos. 3.2.  Protección y control Las relaciones entre los obispos y Cluny habían estado marcadas en los siglos x-xii por la alternancia de protección y disputas, de donaciones en busca de la fraternidad cluniacense y luchas por imponer la autoridad episcopal en los prioratos cluniacenses. Todavía en 1275 se establecía una capellanía en el priorato de Santa María de Nájera por el alma del obispo de Sigüenza don Lope (1269-1271). El capellán, un monje del monasterio, cantaría dia  Oberste. «Contra prelatos», pp. 382-390.   Riche. L’Ordre de Cluny, pp. 338, 591. 10   Ibid., pp. 274-314, 393-456.  8  9

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riamente la misa y las horas canónicas ante el altar de san Nicolás, sito en la capilla de la reina Mencía, recibiendo por su labor cincuenta maravedís anuales para pitanza. La advocación del altar, consagrado al obispo de Myra, patrono de los escolares de las catedrales, subrayaba la condición episcopal de don Lope. La capilla respondía a los lazos familiares del obispo, miembro de la familia Haro.11 La elección de Nájera como lugar de sepultura y la fundación de la capellanía no pueden interpretarse como un renacimiento de la devoción de los obispos castellanos hacia Cluny, o como una revalorización de su capacidad intercesora entre estos prelados, sino que responden a su condición de miembro del linaje Haro. De hecho, la fundación se contiene en el mismo documento que la de las capellanías de la reina doña Mencía y Diego López de Salcedo.12 La intervención de los obispos en los asuntos de los prioratos hispanos, las exigencias económicas a sus iglesias y capellanes, su respaldo a los clérigos que servían tales iglesias frente a los priores, la ocupación de los prioratos o de sus posesiones motivaron las quejas del Capítulo General a lo largo de estos años. En 1264 los definidores pidieron al abad que escribiese al procurador de la Orden ante la curia romana sobre la malicia de los obispos de España, para que se actuase contra ellos.13 Es la primera mención de los obispos hispanos en las actas del Capítulo General, pero no fue la última. En las páginas siguientes se analizan los problemas surgidos en torno a la fiscalidad episcopal, el ejercicio de la jurisdicción eclesiástica sobre las iglesias dependientes de los prioratos y la iglesia prioral misma, el arrendamiento de heredades o prioratos enteros a los obispos u otros miembros del clero catedralicio, así como su intervención en las relaciones entre el monasterio y las comunidades locales. 3.3.  Problemas en torno a la fiscalidad episcopal Un documento de la diócesis de Calahorra datable a mediados del siglo recoge brevemente los derechos debidos al obispo en su diócesis. En general es una lista de las procuraciones que cobraba en cada uno de los arciprestazgos, indicando qué iglesia, lugar o grupo de lugares las pagaban. La

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11   La reina Mencía era su hermanastra, como hija de Lope Díaz de Haro II, quien estaba enterrado en el claustro del monasterio, el llamado «claustro de los caballeros», junto con sus padres Diego López de Haro II y Toda Pérez de Azagra y otros miembros de la familia (Reglero. Cluny en España, pp. 273-278). 12   Una de las cláusulas de estas últimas establecía que el obispo de Calahorra y el abad de San Millán de la Cogolla serían los encargados de obligar a los monjes a cumplir estas capellanías en caso de negligencia. Ello muestra la desconfianza hacia los camareros, visitadores, priores y monjes cluniacenses en general, y el otorgamiento al obispo de una cierta autoridad sobre los monjes, pues de hecho debía inquirir si la capellanía se cumplía y obligar a hacerlo en caso contrario, dos funciones típicas de las visitas episcopales (SMN II, doc. 189). 13   SCG I, doc. 54.

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parquedad y monotonía del documento se rompe para describir en detalle las obligaciones del monasterio de Santa María de Nájera. Debía abonar sendas procuraciones por las iglesias de sus prioratos dependientes de Santa Coloma, San Jorge de Azuelo, Viloria de Rio de Leza y la parroquia sita en el propio monasterio de Santa María de Nájera, en todos los casos con veinte cabalgaduras, siempre que el obispo visitase personalmente tales monasterios e iglesias, subrayando que las procuraciones se percibían por los monasterios y por las iglesias que de ellos dependían. Se añadía que cuando el obispo acudiese por primera vez al monasterio de Nájera, o volviese de la Corte de Roma o del rey, debía ser recibido por el prior y convento con procesión. El documento continuaba especificando que el obispo recibía la tercia pontificia en todas las iglesias que pertenecían al monasterio en su diócesis, salvo en la monástica de San Andrés de Cirueña y en la capilla del propio monasterio de Nájera. En esta última el obispo no tenía jurisdicción, salvo para ordenar clérigos y consagrar los altares, en el resto sí. Tras esta descripción detallada, se precisa que todo ello se contenía en una sentencia conservada en el tesoro de la catedral, sellada con seis sellos de cera.14 El documento se limita a resumir en romance, con pequeñas variantes, la sentencia arbitral en latín, pronunciada en 1223 por el obispo don Mauricio de Burgos, que puso fin al largo pleito que había enfrentado durante más de un siglo al monasterio con el obispo.15 No había habido novedades importantes en este aspecto en los más de cien años transcurridos desde el arbitraje. Sin embargo, su inclusión por extenso en un documento en general muy sumario, de carácter administrativo, eminentemente práctico, prueba la importancia que se atribuía a todas estas cuestiones a mediados del siglo xiv. El peso económico de estas procuraciones para los monasterios de gran tamaño, como Nájera o Carrión, no era abrumador, aunque desde luego no fuese meramente simbólico. Las cuentas de San Zoilo de Carrión de 1338 incluyen un gasto de cuatrocientos maravedís en las dos procuraciones que se pagaban al obispo de Palencia por el propio San Zoilo y por San Martín de Frómista.16 14   Sáinz Ripa, Eliseo. Colección diplomática de las colegiatas de Albelda y Logroño, I: 924-1399, Logroño, Instituto de Estudios Riojanos, 1981, doc. 179. 15   SMN II, doc. 144. Hay algunas pequeñas variantes en la traducción: en el original no se habla del regreso del obispo de la Corte del rey, sino de una expedición del rey, es decir, de una campaña militar. Al hablar de Cirueña y la capilla de Nájera se precisa que no tiene derecho a tercia, procuración ni a otra cosa. La sentencia termina refiriéndose a la jurisdicción ordinaria del obispo sobre todos los clérigos de tales iglesias, lo que el resumen recoge como jurisdicción sobre las iglesias. Tampoco se resume lo referente a la procuración que el obispo tenía en la iglesia de Valcuerna, en Logroño. 16   Esta cantidad era inferior a la pagada como yantar del rey (la renta que más se le asemeja), seiscientos maravedís, pero superior a la debida al adelantado de Castilla (ciento cincuenta maravedís): SZC II, doc. 215.

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Los obispos estaban interesados en la percepción de la procuración tanto por su importancia económica como por su significado jurisdiccional, al suponer el reconocimiento de su autoridad por parte de la iglesia o clérigo que la pagaba. No es por ello extraño que diese lugar a nuevos pleitos o que, al menos, se mencionase en cualquier conflicto sobre la jurisdicción episcopal en la iglesia monástica. Así, los clérigos de Rates fueron interrogados sobre la misma en la pesquisa realizada a instancias del arzobispo de Braga sobre sus derechos en el monasterio (1315). Estos declararon que el arzobispo debía recibir una collecta —una procuración— cada año por razón de la visita de los clérigos seglares y del capellán de Rates, así como la tercia de los mortuorios por la visita que realizaba a los laicos de la villa.17 Es interesante que los testigos no debatieran la cantidad a pagar, lo que indica que en dicho momento la cuestión económica era secundaria, pero sí se detuvieran a explicar que el motivo del cobro era la autoridad del obispo sobre clérigos seculares y laicos, excluyendo implícitamente a los monjes. La jurisdicción sobre la parroquia, sus clérigos seculares y fieles, no se extendía al monasterio y sus monjes, aunque ambas comunidades compartiesen el mismo espacio. Las implicaciones jurisdiccionales de los pagos realizados al obispo por los prioratos explican la preocupación del Capítulo General al respecto. En 1342 los definidores reprendían con severidad al prior de Vimieiro por pagar un subsidium al arzobispo de Braga, lo que calificaban de insólito y muy perjudicial.18 La visita de 1335 se refería por su parte al pleito que sostenía el prior de Budiño contra el obispo de Tuy porque este último reclamaba al monasterio el pago de una procuración; lo que le originaba grandes trabajos y gastos.19 Sin minusvalorar el peso económico de estas contribuciones, era el temor a la sujeción del priorato al poder del obispo, a la pérdida de la exención reclamada por Cluny y sus monjes, lo que motivaba estas querellas. Es necesario diferenciar estas contribuciones recaudadas por los obispos en su provecho de aquellas en que actuaban como intermediarios entre los clérigos de su diócesis y el rey, como sucedió en el reparto de un servicio, realizado en Palencia en 1350.20 En este caso los obispos intervenían como   Costa. «Cluny em Portugal», doc. 10.   SCG III, doc. 278. 19   SCG III, doc. 259. 20   El «Cuaderno de Préstamos» del obispado de Palencia, datado el 21 de octubre de 1350, recoge el reparto de un servicio debido al rey entre los clérigos de la diócesis. Allí se asignan ciertas cantidades a los clérigos de las diferentes iglesias, entre ellos a los capellanes de dos antiguos prioratos cluniacenses: Santiago del Val (10 maravedís) y San Martín de Frómista (35 maravedís). Parte del servicio debía ser pagado por los monasterios que estaban asentados en la diócesis o tenían bienes en la misma. Entre los primeros se encontraba San Isidro de Dueñas (400 maravedís), entre los segundos San Román de Entrepeñas (100 maravedís), cuya sede estaba en el obispado de León (Archivo Catedral de Palencia. Armario XI, leg. I, n.º 2-B, fol. 33r, 42r). 17 18

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intermediarios en el proceso de recaudación, distribuyendo la cantidad exigida y recaudándola en beneficio del rey. Lo mismo había sucedido con las décimas concedidas a Fernando IV para la guerra de Granada, que los obispos habían recogido en parte, siendo el arcediano de Játiva el encargado de culminar la labor por orden papal.21 3.4.  La jurisdicción episcopal 3.4.1.  Ordenación de clérigos Los acuerdos y sentencias de la primera mitad del siglo xiii habían establecido que los priores tenían el derecho de presentar los clérigos de ciertas iglesias parroquiales mientras que se reservaba al obispo la colación del beneficio, es decir, el prior proponía un candidato, cuya competencia y moralidad era examinada por el obispo, a quien le correspondía la entrega del oficio eclesiástico propiamente dicho, conforme al conocido como derecho de patronato. No se conservan discusiones en torno a este punto entre monjes y obispos en la época aquí estudiada, aunque sí algunos documentos que muestran el interés de la cuestión para una y otra parte. Entre la documentación episcopal destaca la conocida como «Estadística Palentina», un documento de carácter administrativo donde se recogieron los nombres de las parroquias de la diócesis sujetas al control del obispo, con algunos detalles sobre el número de clérigos que debían servirlas, la propiedad de tales iglesias y el reparto de los diezmos en las mismas. No se trata de una información homogénea, pero en ocasiones se precisa quien tenía el derecho de presentación: al limosnero de San Zoilo le correspondía la de la iglesia de San Juan de Cestillos, y al prior mayor las de San Facundo de Arconada y Santa María de Cardeñosa.22 Siempre se dice que la colación e institución del referido clérigo correspondían al obispo, impulsor de la redacción de este documento. Un caso especial es Santiago del Val, un antiguo priorato dependiente de San Isidro de Dueñas.23 Sin entrar en el problema de si la iglesia dependía entonces de Carrión o Dueñas,24 destaca el detalle con que esta fuente   Ruiz de Loizaga. Documentación medieval de Vitoria, doc. 1.   SZC II, doc. 221, 222, 226. 23   «Santiago del Val es toda de la horden de sant Zoyl de Carrión, e los diezmos. E el prior de sant Zuyl ha de poner vn clérigo que la sirua, e a quien el obispo acomiende la cura, pa[ra] que dé los sacramentos al pueblo. E el prior ale de dar su prouisión suficiente, e ha de proueer la eglesia de luminaria, e de ornamentos, e de todas las otras cosas que le fezieren menester. E para esto complir, que non aya mengua, el obispo deue costrennir al dicho prior que lo cumpla todo así en la manera que dicho es» (SZC II, doc. 224). 24   SID, p. 224. 21 22

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episcopal describe los derechos del obispo y las obligaciones del prior en referencia tanto a la iglesia como al capellán que la servía. El prior estaba obligado a mantener el culto y servicio de los fieles, poniendo un clérigo y proporcionando lo necesario para su sostenimiento y la liturgia. El obispo tenía el derecho de encomendarle la cura de almas —lo que se destaca dada la condición de capellán de este clérigo— y de obligar al prior a cumplir sus obligaciones. El interés de los obispos por afirmar su derecho de colación e institución tiene su paralelo en el de los priores por mantener el suyo de presentación de clérigos. Los archivos monásticos conservaban documentos en los que el arcediano —en representación del obispo—, hacía colación de un beneficio en una iglesia a un clérigo, que se decía presentado por el prior del monasterio.25 Se conserva además una carta de presentación, la que dirigió el prior de Carrión al obispo de Zamora don Pedro (1349), en favor de Domingo Fernández de Carrión, para la tercera parte de la iglesia de Santa María de Benafarces, sin cura de almas.26 Al margen de su relación con posibles pleitos, tales documentos se conservaron porque permitían al monasterio demostrar sus derechos tanto en lo referente a la presentación del clérigo, como en general sobre la iglesia y sus propiedades. El derecho de presentación correspondía al prior, aunque en algunas iglesias dependía de alguno de los oficiales del monasterio. Cuando un priorato vacaba, el camarero provincial era quien asumía la presentación de los beneficios correspondientes al mismo, según consta en una carta de poder otorgada por el abad de Cluny a su vicario y camarero (1364).27 En uno u 25   Es el caso de Alfonso Iohannes, a quien el prior de Jubia entregó el beneficio perpetuo de la mitad de la iglesia de Santa Eulalia d’Aviño en 1316 (AHN Códices, 1047B, fol 3v, lin. 22-26), o del clérigo a quien el arcediano de Saldaña hizo colación de las iglesias de Villaoliva y Villalbeto en 1318 a presentación del prior del San Román (SRE, doc. 89). El obispo de Mondoñedo mandó dar posesión al presbítero Fernando Juan del primer curato que vacase en su diócesis cuya presentación correspondiese al monasterio de Jubia, pues dicho presbítero había obtenido una bula apostólica en ese sentido (1353); en esta ocasión el obispo actuaba obedeciendo una disposición pontificia, en otras lo hizo en ejercicio de su jurisdicción [Cal Pardo, Enrique. Catálogo de documentos medievales escritos en pergamino del archivo de la catedral de Mondoñedo (871-1492), Lugo, Diputación Provincial de Lugo, 1990, doc. 104]. 26   Dicho beneficio vacaba por la muerte de su anterior poseedor, y el prior juraba que no había hecho otra presentación del mismo. Domingo, calificado de «nuestro clérigo» por el prior, había sido ordenado por el obispo de Palencia —donde se encontraba el monasterio—, no por el de Zamora —donde estaba la iglesia—. Cuando presentó su carta ante el obispo de Zamora, se originó un pleito con otro clérigo que decía poseer el mismo beneficio perpetuo. El obispo encomendó la querella a uno de sus clérigos —el abad de las raciones—, sin que se conozca el resultado (SZC II, doc. 233, 234). Entre las razones esgrimidas contra el clérigo presentado por el prior se encuentra su apariencia laica en el vestido, la cabellera sin tonsura y la barba. Domingo respondió que estaba dispuesto a vestirse como un clérigo, afeitarse la barba y hacerse la corona (1349). 27   SMN III, doc. 315.

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otro caso no parece que surgieran conflictos con los obispos por esta cuestión, pues el único conocido enfrentó a dos clérigos entre sí (Benafarces), sustanciándose ante los tribunales episcopales, en un claro ejercicio de la jurisdicción episcopal. 3.4.2.  Intervención en los conflictos entre los prioratos y los clérigos Otra manifestación de la jurisdicción episcopal, la menos conflictiva, fue la resolución de las disputas entre los monjes y los clérigos seculares ante los tribunales episcopales. Así, cuando en 1288 el sacristán de San Zoilo de Carrión se enfrentó con los clérigos de las iglesias de la villa de Carrión por los diezmos de ciertas tierras, el asunto fue resuelto por un canónigo de Palencia, en su condición de juez especial diputado para ello por el vicario del obispo.28 La resolución fue similar a otros casos en que se enfrentaban dos parroquias sujetas al obispo, pero lo importante es que los monjes reconocían esa instancia episcopal de la justicia eclesiástica. Otro conflicto decimal enfrentó al prior de Nájera con los clérigos de Logroño, a propósito de los diezmos de la iglesia de Santa María de Valcuerna, antiguo priorato najerense (1286). El pleito fue resuelto mediante jueces árbitros, siendo uno de los elegidos el vicario del obispo (tesorero de la catedral de Calahorra), a quien le hubiese correspondido resolverlo en el tribunal episcopal.29 La retribución de los clérigos que servían las iglesias dependientes de los prioratos originó otro tipo de conflicto. Diego Martín había aceptado servir la parroquia de San Pelayo de Toro a cambio de ochenta maravedís, tres carretas de trigo y cuatro aranzadas de viña. El prior de Carrión, a quien pertenecía esta iglesia, le había hecho jurar que no reclamaría más como asignación. Sin embargo, en 1332 sus parroquianos solicitaron al arzobispo de Santiago, que visitaba la iglesia como parte de su metrópoli —algo que no deja de ser excepcional—, que aumentase la retribución del clérigo, pues este servía bien la iglesia. El arzobispo mandó que se le atribuyese otro de los bienes del priorato de Toro: las rentas de un sesmo de una aceña en el río Duero. El 28   Lo que se debatía era si unos huertos estaban dentro del territorio de las parroquias de la villa o del barrio de San Zoilo, lo que suponía que sus diezmos fuesen percibidos por los clérigos o por los monjes, o bien que fuesen repartidos entre la parroquia a la que pertenecían las tierras y aquella a la que pertenecían los parroquianos: Coria, Jesús; Francia, Santiago. Colección de documentos para la historia de Palencia. II. Reinado de Sancho IV (12841295), Palencia, Aretusa, 2004, doc. 15. 29   Aunque el vicario no actuase en cuanto tal, parece evidente que su elección como árbitro no es ajena a su oficio. El otro árbitro fue un clérigo de la colegiata de Albelda. No se cuestionaba el derecho del monasterio a percibir un tercio de los diezmos, tan solo si el mismo se extendía solo al trigo y la cebada o al conjunto de los cereales y vino (SMN II, doc. 198).

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clérigo evitaba ir contra su juramento al ser los parroquianos quienes realizaban la petición en su favor, pero ello no impidió que al año siguiente (marzo de 1333) tuviese que pedir al obispo de Zamora que le dispensase del juramento prestado, pues no podía mantenerse honradamente.30 La petición se hizo en una coyuntura de malas cosechas, que culminó en el gran hambre de 1333. No es extraño que las peticiones se formulen en febrero de 1332 y marzo de 1333, al inicio de los meses de soldadura cuando los precios crecían y convertirían en insuficiente la retribución en dinero recibida por el clérigo.31 Al margen de ello, las intervenciones del arzobispo de Santiago y del obispo de Zamora resultaban claramente favorables al clérigo frente al monasterio, limitando la capacidad de negociación del segundo en sus relaciones con los clérigos seculares. Esta disposición sobre el mantenimiento del clérigo recuerda lo establecido en la «Estadística Palentina» a propósito de Santiago del Val, cuando se dice que el prior debía dar al clérigo provisión suficiente, y el obispo obligarle a ello, es decir, implícitamente se reservaba al obispo determinar lo que era suficiente o no.32 3.4.3.  El ejercicio de la jurisdicción episcopal en los prioratos Los conflictos entre monjes y clérigos seculares podían suponer la intervención del obispo en el ejercicio de sus funciones jurisdiccionales, como ya se ha señalado. Esta intervención no se limitó a las iglesias parroquiales dependientes del monasterio, sino que afectó al propio monasterio, pues en el mismo residían clérigos seculares que recibían una ración del priorato. En el siglo xii y primera mitad del xiii, estos racioneros aceptaban sujetarse a la autoridad del prior mientras permanecían en el monasterio.33 En el siglo xiv los clérigos racioneros o prebendarios cuestionaban esta autoridad si no recibían su ración, acudiendo al obispo para exigirla. Así sucedió en San Román de Entrepeñas (1313) cuando el prior, que no moraba allí, dejó de proveer a los monjes y racioneros, por lo que los clérigos del lugar (los racioneros) solicitaron al obispo diocesano (el de León), que tomase posesión del referido priorato alegando que estaba abandonado.34 La situación era tremendamente peligrosa para Cluny, que podía perder uno de sus prioratos; sin embargo, parece que las medidas tomadas lo evitaron. Otro motivo de enfrentamiento   SZC II, doc. 208-209.   Reglero de la Fuente, Carlos Manuel. «Les disettes dans le royaume de Castille (entre 1250 et 1348)», en M. Bourin, J. Drendel, F. Menant, Les disettes dans la conjoncture 1300 en Méditerranée occidentale, Roma, École française de Rome, pp. 309-342. 32   SZC II, doc. 224. 33   Reglero. Cluny en España, pp. 438-446. 34   SCG II, doc. 202. 30 31

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fue la falta de respeto a los interdictos, pues los cluniacenses continuaban celebrando en sus iglesias públicamente, alegando su exención.35 La actitud de los obispos gallegos y portugueses con los prioratos cluniacenses fue mucho más agresiva en este terreno, y el Capítulo General o los visitadores tuvieron que mandar repetidamente a sus priores que defendiesen los privilegios de la Orden.36 La visita de 1335-1336 revela cómo los obispos aprovechaban los enfrentamientos internos de los monjes cluniacenses, la disputa por un priorato, para intervenir en estos monasterios. Se cuenta cómo el obispo de Tuy mantenía un pleito con el prior de Budiño, el priorato más meridional de Galicia, a propósito del pago de la procuración, que reclamaba el primero de ellos. En ese contexto un monje del monasterio, Fernán Pérez, instó al obispo a apresar al prior y a ponerle en su lugar.37 Ello suponía la sujeción del priorato a la autoridad del obispo en dos cuestiones: aceptar que los monjes estaban sujetos en sus personas a la justicia del obispo y que el obispo podía designar e instituir priores.38 Las acusaciones contra Fernán Pérez se extendían a su etapa en el priorato portugués de Vimieiro, del que había sido prior. Se cuenta que Fernán, tras ser depuesto, recibió dos nuevos racioneros en el monasterio. Como el nuevo prior no quiso pagarles la ración, le denunciaron ante el arzobispo de Braga, quien apresó al sucesor de Fernán. Los visitadores tuvieron que acudir ante el arzobispo, realizando nueve jornadas de camino, para negociar su liberación. 35   En 1375 Gregorio XI confirmaba a los clérigos beneficiados de las iglesias de la villa de Frómista una constitución dada tiempo atrás por el cardenal legado Guillermo, obispo de Sabina, en la que mandaba cesar el oficio divino en ciertos casos. El papa ordenaba al obispo de Burgos que hiciese cumplir dicha constitución al prior y convento de San Zoilo de Carrión, en lo referente a la iglesia de San Martín. Los monjes no querían respetar el interdicto y continuaban con las celebraciones litúrgicas públicamente, alegando que estaban exentos de la jurisdicción ordinaria: Lettres communes de Grégoire XI (1370-1378), ed. de A. M. Hayez, J. Mathieu, M. F. Yvan, 3 vols., Paris-Roma, Boccard-École française de Rome, 1992-1993, doc. 40 391. Peral Villafruela, Santiago. «Frómista y San Martín en la Edad Media: una relación conflictiva», en VV. AA., San Martín de Frómista ¿paradigma o historicismo? Actas de las jornadas celebradas en Frómista los días 17 y 18 de septiembre de 2004, Valladolid, Fundación del patrimonio histórico de Castilla y León, 2005, pp. 11-35, vid. p. 32. 36   En 1276 el Capítulo General ordenaba que ni el prior de Jubia ni los demás respondiesen ante los obispos, sino que se defendiesen de sus demandas con los privilegios de la Orden, es decir, que defendiesen la exención concedida a los cluniacenses por el pontificado (SCG I, doc. 89). En 1337 los definidores denunciaban, refiriéndose a los prioratos gallegos de Pombeiro, Valverde, Budiño y Jubia, que los monjes y priores eran prendidos por los obispos y obligados a responder antes ellos, al parecer fundamentalmente por problemas económicos (SCG III, doc. 265), lo que vulneraba los privilegios de la Orden. Lamentablemente, la única medida que tomaron, y tal vez que podían tomar, fue solicitar que el abad y el camarero de España pusiesen en ello remedio como mejor pudiesen. 37   SCG III, doc. 259. 38   Por todo ello no es extraño que los definidores ordenasen castigar al culpable, por inducir al obispo en contra del prior y animarle a ocupar el priorato (SCG III, doc. 263).

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El arzobispo consintió en hacerlo pero con la condición de que se lo llevasen preso a Cluny. Cuando los visitadores y el prior regresaron a Vimieiro, Fernán citó al referido prior ante el arzobispo y el rey de Portugal para resolver el pleito sobre el priorato, alegando haber apelado su destitución ante el abad.39 La actuación de Fernán en Vimieiro suponía aceptar la jurisdicción tanto del arzobispo como del rey en una cuestión tan importante para la Orden como el nombramiento de priores. El arzobispo aprovechó la situación, extendiendo su actuación a otros campos: la defensa de los racioneros frente al monasterio que incumpliese lo prometido; la prisión del prior, acusado de múltiples delitos, etc. Los visitadores no se plantearon si tales delitos eran ciertos o no, pues lo importante entonces era defender la exención de los prioratos cluniacenses. Las disputas entre el prior de Vimieiro y el arzobispo de Braga no eran algo nuevo.40 Sin duda se apoyaba en el acuerdo alcanzado en 1227, cuyas concesiones al arzobispo, como señala Oberste, vulneraban los privilegios de exención de la Orden.41 La situación del otro priorato portugués, Rates, dependiente de La Charité-sur-Loire, no era mejor. Al igual que Vimieiro estaba emplazado en la diócesis de Braga, con cuyo arzobispo se enfrentó repetidamente. Ya en tiempos de Martinho Geraldes (1265-1271) estalló un conflicto porque los monjes no respetaban el interdicto puesto por el prelado en su diócesis y continuaban celebrando con las puertas abiertas.42 Un nuevo conflicto surgió en 1314, cuando Joâo Martins de Soalhâes (1313-1325) lanzó un interdicto sobre la iglesia de Rates. La razón última del mismo era que el arzobispo reclamaba tener derecho a visitar y corregir a los monjes de Rates, no solo a los clérigos   SCG III, doc. 259, 263.   Ya la visita de 1292 se refería a la contienda entre ambos, debido a que el arzobispo quería sujetar dicha casa, sustrayéndola a la jurisdicción de la Orden de Cluny (SCG II, doc. 141). 41   Oberste. «Contra prelatos», pp. 373-374. En el acuerdo se reconocía al obispo y arcediano la percepción de sendas procuraciones anuales por razón de visita, el pago de un censo y la tercera parte de los mortuorios. Al margen de estos derechos económicos, que podían interpretarse como derechos sobre la parroquia y no sobre los monjes —el cobro de parte de los mortuorios puede responder a la visita de los parroquianos como en el caso de Rates—, se reconocía al obispo la capacidad de denunciar al prior por su mala conducta o administración, se establecía que el prior debía acudir al sínodo episcopal y respetar los interdictos episcopales. 42   El arzobispo puso un interdicto en la ciudad y diócesis de Braga, que no fue respetado por Rates. El prior y monjes celebraron allí los oficios divinos con las puertas abiertas y en alta voz, lo que el arzobispo consideró que rompía la disciplina eclesiástica. El arzobispo no cuestionaba que los monjes pudiesen celebrar la misa y oficios, pero en privado. Los monjes considerarían por su parte que, al no estar sujetos a la jurisdicción episcopal, no les afectaban los interdictos del mismo, o bien, que podían acoger en sus celebraciones a sus familiares y feligreses. El papa Clemente IV nombró jueces delegados para resolver la situación (1267), sin que se haya conservado su sentencia: Costa. «Cluny em Portugal», doc. 6. Vasconcelos, Maria da Assunção Jácome de; Araújo, António de Sousa. Bulário Bracarense. Sumários de Diplomas Pontifícios dos Séculos xi a xix, Braga, Arquivo Distrital de Braga-Universidade do Minho, 1986, doc. 153. 39 40

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que servían la iglesia. Mientras, los monjes alegaban los privilegios papales de exención. El asunto acabó ante el rey, quien ordenó hacer una pesquisa.43 Las respuestas dejan claro que el arzobispo visitaba la parroquia de Rates no el monasterio. Los clérigos recibían la cura animarum del obispo, y estaban sujetos a su autoridad, pero la presentación correspondía al prior. El arzobispo visitaba a los clérigos seculares y a los laicos de la parroquia, pero los monjes no consentían que visitase a la comunidad monástica y se defendían con sus privilegios pontificios. El arzobispo recibía una procuración anual por razón de la visita de los clérigos seculares y del capellán, así como la tercia de los mortuorios por la visita de los laicos de la villa —al igual que en Vimieiro—, es decir, por la parroquia, sus clérigos y fieles, pero no se declaraba que tuviese algún derecho sobre el monasterio y sus monjes. El prelado alegaba que si los monjes quitaban sus raciones a los clérigos o cometían cualquier agravio contra ellos, era el obispo quien se las devolvía y obligaba al prior a respetar sus sentencias; más aún, que podía corregir en sus visitas al prior y monjes. Sin embargo, los testigos no confirmaron estos asertos y declararon que los monjes se defendían por sus privilegios en lo que afectaba a sus personas.44 El arzobispo pretendía extender la jurisdicción que tenía sobre la iglesia de Rates en cuanto parroquia, a la comunidad de monjes que la utilizaba como iglesia monástica. No parece que lo hubiese conseguido antes de 1315, ni que se le reconociese ese año. Ello no puso fin a sus tentativas. En 1335 contó a los visitadores que el rey de Portugal le había mandado capturar al prior de Rates, acusado de mala administración.45 Aunque fuese en cumplimiento de una orden del rey, el obispo se atribuía poderes jurisdiccionales sobre el monasterio, no respetaba su exención. Los casos tratados muestran cómo la exención de los prioratos cluniacenses era cuestionada por algunos obispos, como los de Galicia y, sobre todo, por el arzobispo de Braga. Se trata de los monasterios más alejados de Cluny, cuya situación espiritual y temporal era peor a juzgar por las visitas y actas de los Capítulos Generales. 43   En principio se habla de que el prior no pagaba a un racionero, lo que asemeja este caso a los antes tratados para Vimieiro. El arzobispo negaba que esta fuese la causa. Alegaba que el motivo eran los excesos cometidos por el prior y monjes, que él conoció cuando visitó la iglesia. Les acusaba de sacar el dinero del reino en lugar de gastarlo en ayudar a los pobres y de tener concubinas, sin que se hubiesen corregido. Por su parte los monjes se negaban a aceptar el interdicto, alegando que no debían ser corregidos por el arzobispo pues contaban con privilegios apostólicos. El arzobispo se quejó entonces al rey, defendiendo que él y sus predecesores siempre habían ejercido el referido derecho de visitar y corregir a los monjes y clérigos seculares de Rates, y de entregar la cura animarum a estos últimos. Finalmente el rey mandó realizar una pesquisa a su merino, en la que declararon varios clérigos seculares (un capellán y tres racioneros de Rates). Costa. «Cluny em Portugal», doc. 9, 10. 44   Ibid., doc. 10. 45   SCG III, doc. 259, 263.

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3.5.  Los arrendamientos Las pretensiones de los obispos sobre los prioratos se manifiestan también en su arrendamiento. Como ha puesto de manifiesto Oberste, se trata de un fenómeno común a toda la Orden de Cluny desde la época del abad Guillermo III (1245-1257).46 En la provincia de Hispania afecta a algunos de los prioratos de pequeño y mediano tamaño en las dos últimas décadas del siglo xiii y las dos primeras del xiv. Santa Coloma de Burgos, Ciudad Rodrigo y Budiño fueron arrendados a clérigos del entorno de Sancho IV de Castilla. El arrendamiento de prioratos a los obispos se inscribe en un fenómeno más general que es el arrendamiento de grandes heredades, cuyo centro gestor suele ser una iglesia, a miembros de la nobleza y el alto clero. Lo referente a la nobleza se ha tratado en el capítulo correspondiente, aquí se abordará en primer lugar el arrendamiento de prioratos a obispos y miembros del clero catedralicio, y a continuación el de otros bienes o casas, si bien no siempre es posible establecer el límite entre unos y otros. De nuevo hay que destacar los arrendamientos a clérigos del entorno de Sancho IV. 3.5.1.  El arrendamiento de prioratos a obispos Santa Coloma de Burgos estuvo arrendado a Fernán Pérez, notario mayor de Castilla, deán de Sevilla y Palencia, y obispo electo de Sigüenza y Sevilla.47 Sancho IV confirmó entonces un privilegio a este priorato (1286), poniendo de manifiesto la influencia de Fernán en la Corte.48 Es probable que el obispo de Ciudad Rodrigo Antón tuviese también la posesión del priorato de Ciudad Rodrigo.49 Otro antiguo priorato del occidente peninsular, Santa   Oberste. «Contra prelatos», pp. 382, 390.   Fernán Pérez, deán de Sevilla desde 1267, más tarde deán de Palencia y canónigo de Toledo, fue un colaborador de Fernando III y Alfonso X. A la muerte del rey sabio pasó al servicio de Sancho IV, quien le nombró notario mayor de Castilla. El apoyo regio le valió ser elegido primero obispo de Sigüenza (julio 1284-enero 1287) y luego de Sevilla (marzo 1287-febrero 1289), aunque, acusado de simonía, no llegó a tomar posesión de ninguna de dichas sedes. A fines de 1289 cayó en desgracia y abandonó la Corte real, muriendo antes de febrero de 1294 (Nieto Soria. Iglesia y poder real en Castilla, p. 42. Muñoz Torrado, Antonio. La iglesia de Sevilla en el siglo xiii. Estudio histórico, Sevilla, Izquierdo y comp., 1914, pp. 142-144. Gaibrois. Sancho IV, I, p. 149, II, p. 34). 48   Sancho IV le confirmó algunos antiguos privilegios: que no entrase en sus casas alcalde, merino ni sayón por ninguna razón, ni siquiera persiguiendo a un malhechor, salvo con permiso de quienes en ellas morasen, y que no tuviesen que recibir posadero (Bernard-Bruel. Recueil des chartes de l’abbaye de Cluny, VI, doc. 5351). 49   Antonio o Antón (1285-1300) era tesorero de Salamanca cuando fue elegido obispo en disputa con otros dos candidatos, lo que motivó que entre 1291 y 1295 la sede figurase como vacante. Según el Libro de Cuentas de Sancho IV, tenía arrendada del abad de Cluny la aldea de 46 47

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Justa de Coímbra, estaba arrendado por entonces al obispo y al cabildo de Coímbra.50 El caso mejor documentado es el de Budiño, y también el que más problemas causó a la Orden. En la visita de 1292 se decía que la reina tenía el priorato de Budiño pero que el obispo de Tuy, canciller de la reina, quería hacer composición con el abad al respecto. De hecho era el obispo quien estaba en posesión de dicha casa, pues la reparaba.51 Era entonces obispo de Tuy Juan Fernández de Sotomayor (1286-1323).52 La visita de 1313 muestra los problemas surgidos tras la cesión del priorato de Budiño a este obispo. Se le acusaba de no cumplir lo acordado en la composición realizada con la Orden y pagar en mala moneda.53 La muerte del prelado en 1323 pondría fin al arrendamiento, pero no a los problemas con la sede de Tuy. Las tres décadas pasadas en manos del obispo alentaron las pretensiones de sus sucesores sobre el monasterio. En 1335 un monje del monasterio buscaba el apoyo del obispo para que lo instituyese como prior.54 Luego Budiño fue cedido a un cardenal, tal vez como consecuencia de un pleito ante la Corte pontificia, Saelices el Chico, perteneciente al priorato de Ciudad Rodrigo en 1288 (Hernández. Las rentas, vol. I, p. 186). La visita de 1292 indica que este priorato estaba ocupado por laicos, aunque lo más probable es que lo tuviese este obispo u otro por su mano. Sancho IV dio a don Antón los derechos reales en Saelices el Chico (1288), salvo los servicios otorgados por las Cortes en Palencia. Ello muestra que contaba con el apoyo del rey, lo que puede explicar que finalmente se impusiese en la sede, pero Gaibrois no da más noticias de esta relación (Gaibrois. Sancho IV, II, p. 129). 50   La noticia procede de un documento de 1370, en el que el obispo don Vasco acordaba con el prior de Rates que en adelante le pagaría anualmente veinte libras en lugar de un marco de plata. Ello indica que el arrendamiento era anterior, sin que pueda precisarse la fecha. En este caso, la cesión se había hecho en beneficio de la sede episcopal como tal, no de su obispo, teniendo un carácter perpetuo, lo que explica que Santa Justa se convirtiese en una colegiata secular (Costa. «Cluny em Portugal», doc. 12, p. 202). Es la fase final de un proceso que en los otros monasterios analizados estaba todavía en sus inicios. 51   SCG II, doc. 141. 52   Fue hijo de Álvar Pérez de Sotomayor, miembro de una destacada familia de la nobleza gallega. Fue notario mayor de Andalucía (1287), canciller de la reina María de Molina (1295) tras la muerte de Sancho IV y finalmente notario mayor del Reino de León (1301). Jugó un papel destacado en la vida política de la época, entre los prelados que respaldaban a esta reina. Partidario de la alianza con Francia en época de Sancho IV, actuó como mediador ante el rey de Portugal en 1297 (Nieto Soria. Iglesia y poder real en Castilla, pp. 37, 46, 52, 88, 90, 108, 156. Flórez, Henrique. España Sagrada. Theatro geographico-histórico de la Iglesia de España. XXII. De la iglesia de Tuy, Madrid, Antonio Marín, 1767, pp. 154-162). 53   Debía mantener tres monjes, de los que uno fuese prior y recibiese doble ración, hacer la iglesia y pagar al abad seiscientos maravedís de censo anual de la buena moneda (SCG II, doc. 202). Sin embargo, pagaba la cantidad en mala moneda, lo que en el contexto de devaluación del maravedí castellano suponía una reducción muy considerable. Por todo ello los definidores pidieron al abad que escribiese al obispo para que cumpliese lo acordado (1314) (SCG II, doc. 203). El Capítulo General volvía a quejarse en 1317 de que la casa estaba en mal estado y el obispo no cumplía lo pactado con la Orden, por lo que pidió de nuevo al abad que le escribiese al respecto (SCG II, doc. 212.) 54   SCG III, doc. 259, 263.

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(1340);55 en su nombre actuaron dos dignidades de la sede de Tuy. Estos ocuparon violentamente el monasterio, se apoderaron de su tesoro, de los alimentos allí almacenados y de los materiales reunidos para reedificar la iglesia.56 Esta actuación ha de encuadrarse en la larga lucha entre la sede de Tuy y Cluny por el priorato de Budiño, hasta su anexión a la mesa capitular de Tuy en 1435.57 3.5.2.  Los arrendamiento de heredades. El obispo Martin y su familia Los obispos aprovecharon las necesidades económicas de los cluniacenses y su influencia en la Corte real para arrendar prioratos y otros grandes dominios de los monasterios. En este último caso no existía el peligro de que el priorato acabase bajo la dependencia del diocesano, y los daños se limitaban al terreno económico, aspecto que tampoco debe menospreciarse. Entre los beneficiarios de estos arrendamientos se encuentran de nuevo obispos del entorno de Sancho IV y María de Molina, como Alfonso de Coria y Martín de Astorga. Alfonso, un obispo al servicio de María de Molina, desarrolló una intensa actividad en la Corte y en la política castellana desde tiempos de Sancho IV hasta la minoría de Alfonso XI.58 El prior de Carrión le hipotecó un heredamiento de la casa de Toro a cambio de diez mil maravedís, justificándolo por la necesidad de pagar las deudas contraídas por sus predecesores (1313).59   SCG III, doc. 271.   Las dignidades fueron Pedro Fernández, arcediano de Miñor, y Domingo Domínguez, arcediano de Labruja (SCG III, doc. 285). 57   Galindo Romeo, Pascual. Tuy en la Baja Edad Media, siglos xii-xv (suplemento al tomo XXII de la España Sagrada del P. Flórez), Zaragoza, El Noticiero, 1923, p. 83. 58   Fue obispo electo de Coria desde 1282; en 1283 era canciller de María de Molina (Memorial histórico español: colección de documentos, opúsculos y antigüedades que publica la Real Academia de la Historia. Tomo II, Madrid, Real Academia de la Historia, 1851, pp. 103-104). Luego se convirtió en canciller de la reina, oficio que ocupó hasta mediados del año 1286, participando en la hueste real (1285). Su abandono del cargo no redujo su actividad política e influencia. Fue elegido para la sede de Sigüenza, más importante y rica que la de Coria, pero Nicolás IV anuló dicha elección. En 1290, junto con el abad de Valladolid, participó en una embajada a Navarra para delimitar la frontera entre Corella y Alfaro, y en 1294 estuvo presente junto al rey en la polémica elección de fray Munio de Zamora como obispo de Palencia, más tarde anulada por el papa (Gaibrois. Sancho IV, I, pp. 44, 59, 129; II, pp. 37, 69, 278). Durante los reinados de Fernando IV y la minoría de Alfonso XI siguió teniendo una activa participación en la vida política, acudiendo a las diversas Cortes celebradas, reuniones de obispos en defensa de sus libertades y negociaciones con los tutores (González Mínguez. Fernando IV de Castilla, pp. 133, 205. Martín Martín, José Luis. Documentación Medieval de la iglesia Catedral de Coria, Salamanca, Universidad de Salamanca, 1989, doc. 24-72). Esta actividad política le llevó igualmente a descuidar sus obligaciones eclesiásticas, como se pone de manifiesto en las constituciones otorgadas a su iglesia por el arzobispo de Santiago en enero de 1315, en las que se le acusa de absentismo y negligencia, además de la comisión de notorios excesos (Martín Martín. Documentación de Coria, doc. 73). 59   SCG II, doc. 202. 55 56

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Alfonso tenía interés por la zona de Toro, villa sujeta al señorío de la reina doña María de Molina, donde el obispo ya había adquirido otros bienes.60 Otro clérigo del entorno de Sancho IV fue don Martín García o maestre Martino, deán de Astorga (1276-1282), obispo de Calahorra (1282-1286) y luego de Astorga (1287-1301). Se había hecho clérigo tras enviudar y tuvo al menos tres hijos varones, dos de los cuales siguieron la carrera eclesiástica (Juan fue arcediano de Ribas de Sil, en la sede de Astorga, y Martín arcediano de Nájera, en la de Calahorra), y una hija, Teresa, que casó con Rodrigo Álvarez Osorio. Fue un destacado consejero de Sancho IV desde su época como infante, en cuya cancillería trabajó y para quien desempeñó labores diplomáticas (en 1279 ante el rey de Aragón); luego participó en embajadas ante el rey de Francia, siendo notario del rey en Andalucía y León. Aprovechó su posición para lograr una notable fortuna y supo conservar su influencia en la Corte durante años.61 Siendo obispo de Astorga y notario mayor del rey, en 1294, recibió del monasterio de San Zoilo de Carrión la casa de Villafrechós por su vida.62 El documento se presenta como una donación que el prior hace al obispo en agradecimiento por la ayuda prestada al monasterio y la Orden. Esta ayuda se había concretado en la entrega de cinco mil maravedís para pagar el pedido del rey, lo que de hecho convertía la donación en un arrendamiento con el cobro anticipado de la renta. Por ello, si el obispo moría antes de cinco años, podría dejar a un tercero su disfrute hasta pasado dicho plazo, es decir, se garantizaba una renta anual mínima de mil maravedís. No fue necesario aplicar esta cláusula, pues Martín murió en 1301, pasados siete años de la suscripción del documento. Hay que subrayar que este obispo desempeñaba un puesto destacado en la Hacienda de Sancho IV como sobrecogedor de los impuestos regios en estos mismos años.63 El obispo estaba pues prestando al monasterio el mismo dinero que se encargaba de recaudar. La relación entre la familia de don Martín y los cluniacenses se había iniciado mucho antes, en tiempos de su abuelo. En 1259 don García Macua 60   La Orden de San Juan se quejó al rey en 1301 de que el obispo le había embargado la puebla y encomienda que tenía en Toro, comprándola tras salir a subasta (Martín Martín. Documentación de Coria, doc. 50). El arrendamiento de bienes del monasterio de Carrión en el mismo entorno muestra su deseo de disponer de patrimonio allí. El señorío de María de Molina sobre Toro (Dios, Salustiano de. «Poder político, Derecho e Instituciones», en Historia de Zamora. Tomo I. De los orígenes al final de Medievo, Zamora, Diputación Provincial, 1995, p. 668). 61   Quintana Prieto, Augusto. El obispado de Astorga en el siglo xiii, Astorga, Archivo Diocesano de Astorga, 2001, pp. 495-708. Gaibrois, Sancho IV, I, pp. 151-154, 168-172. Fita, Fidel. «Don Martín González, obispo de Astorga», Boletín de la Real Academia de la Historia, 28 (1896), pp. 487-492. Sáinz Ripa, Eliseo. «Los obispos de Calahorra en la Edad Media (siglos viii-xv)», J. I. de la Iglesia Duarte (dir.), en I Semana de Estudios Medievales, Nájera 6-11 de agosto de 1990, 2001, pp. 37-66. 62   Cavero Domínguez; Álvarez Álvarez; Martín Fuertes. Colección del archivo diocesano de Astorga, Cámara episcopal, doc. 95. 63   Ladero. Fiscalidad y poder, p. 241.

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donó a San Jorge de Azuelo, priorato dependiente de Santa María de Nájera, una casa que había comprado en Viana (Navarra) con sus heredades, en agradecimiento por haber sido creado de la almosna de Sant George (San Jorge de Azuelo).64 Debe de ser hijo suyo Juan García de Viana, quien en 1273, junto con su mujer doña Oria, arrendó del monasterio de Santa María de Nájera la casa de Torraviento, en el reino de Navarra, cerca de la villa de Viana, junto con diversos bienes próximos a la misma, entre ellos una casa en Viana que el padre de Juan García había donado a los cluniacenses.65 El arrendamiento se hizo por la vida de los dos esposos y por la de su hijo mayor, Martín García, el futuro obispo.66 Las condiciones incluían realizar diversas mejoras en la casa, que se detallan, y mantener el culto en la iglesia.67 Nada en esta carta indica que don Martín fuese clérigo u obispo. Sin embargo, en 1348, quienes tenían dicha casa de Torraviento se refieren al mismo como su abuelo, el obispo don Martino.68 El contrato debería haberse extinguido en 1301, a la muerte de prelado de Astorga, pero fue renovado en favor de don Martín García de Viana, arcediano de Nájera y más tarde obispo de Cartagena,69   SMN II, doc. 159.   La hipótesis de que Juan García de Viana fue hijo de don García de Macua se apoya en que no se menciona otra casa del monasterio en Viana, además de en la coincidencia del apellido del primero con el nombre del segundo, según el sistema del nomen paternum. 66   Hergueta, Narciso. «Apuntes para la biografía de d. Martín García o González, secretario de d. Sancho el Bravo y obispo de Calahorra y Astorga», Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, VII/11 (1903), pp. 328-338, vid. pp. 328-329. 67   En vida de Juan y su mujer, proveerían de lo necesario a un freire de la Orden que viviría allí; a su muerte, Martín García debía mantener un monje cluniacense, que cantase en la iglesia, suministrándole todo lo que en el propio monasterio de Nájera se acostumbraba dar a un monje de comida, bebida, vestido y calzado. Finalmente recibirían y alimentarían a los priores o monjes de Nájera que pasasen por allí, así como a los visitadores de Cluny, tanto cuando viniesen a España como cuando regresasen a Francia. La renta era de quince libras de torneses prietos anuales, a pagar en San Martín de Noviembre. Otras condiciones se refieren a quién sufragaría los pleitos que acaeciesen, al descuento en caso de pérdida de la cosecha y al ganado, cereal y bienes muebles que debían dejar en la casa al final del arrendamiento (SMN II, doc. 183). 68   SMN III, doc. 295. Cantera transcribe Mauricio, pero en la copia del Cartulario conservada en AHN Códices 106B, fol. 240v, se lee claramente Martino, nombre que corresponde con el de la nota marginal y con el del obispo de Calahorra y Astorga. 69   Hay noticias de Martín García de Viana, arcediano de Nájera, desde 1295 (Rodríguez R. de Lama, Ildefonso. Colección Diplomática Medieval de la Rioja, IV, Documentos del siglo xiii, Logroño, Instituto de Estudios Riojanos, 1990, doc. 516, 519, 522). Su carrera eclesiástica en la sede de Calahorra se habría visto favorecida por la influencia de su padre, antiguo obispo de la misma, que había dotado su aniversario en dicho cabildo y en la concatedral de Santo Domingo de la Calzada [López de Silanes, Ciriaco; Sainz Ripa, Eliseo. Colección diplomática calceatense. Archivo Catedral (años 1125-1397), Logroño, Instituto de Estudios Riojanos, 1985, doc. 52. Rodriguez R. de Lama, Colección Diplomática de la Rioja, IV, doc. 442, 443]. Gozó de la protección pontificia, pues Bonifacio VIII le concedió en septiembre de 1301 una canonjía y arcedianato en Córdoba, vacante por la promoción de su titular a obispo de Calahorra; en diciembre de 1301 le promovió a la sede de Cartagena [Domínguez Sánchez, Santiago. Documentos de Bonifacio VIII (1294-1303) referentes a España, León, Universidad de León, 64 65

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y de su hermano don Miguel García.70 El plazo fue por la vida de los hijos del obispo de Astorga, a saber, Miguel García, Juan García y Martín García, a cuya muerte la casa volvería a Santa María de Nájera.71 Tras el fallecimiento del segundo Martín en 1311, el arrendamiento quedó en manos de Miguel García, el único hermano que permanecía en el estado laico. Debe referirse a él un documento de 1341, en que el prior Enrique de Nájera le eximía de la obligación de mantener un monje en la casa de Torraviento a cambio de seis libras, además de las quince de renta.72 Muertos Martín y Miguel García, el prior reclamó al gobernador de Navarra la devolución de la casa de Torraviento (1348). Se resistieron a ello los herederos de Miguel: su viuda María López, sus hijas Teresa García y Mayor Sánchez —representada por su marido el escudero Gonzalo García—, y Juan García de Viana, canónigo y vicario de Santa María de Calahorra,73 nietos del obispo don Martín. Tras muchas reclamaciones, los monjes recuperaron la heredad en 1349, al cabo de setenta y seis años de arrendamientos a la misma familia.74 La proyección de esta familia no se limitó al ámbito eclesiástico, sino que también lo hizo en el nobiliario, tanto en León como en la Rioja. Teresa 2006, doc. 822, 855]. Fue obispo de la misma hasta su fallecimiento en 1311 y participó en alguna expedición contra el reino de Granada en tiempos de Fernando IV (1309), lo que le valió una donación de este monarca (González Mínguez, Fernando IV de Castilla, pp. 285-286). 70   Un Miguel García de Viana aparece como testigo de la donación que Pedro, abad de San Salvador de Leyre, hace de su monasterio a Santa María de Nájera en 1278, en medio de las disputas por el control de este monasterio entre cluniacenses y cistercienses (SMN II, doc. 192). 71   La realización de un nuevo contrato se deduce de un documento de 1348 (SMN III, doc. 294). Los hijos de Miguel García dicen ser nietos del obispo Martín (SMN III, doc. 295). 72   La carta está dirigida a Martín García de Torraviento, vecino de Viana, pero se conserva en una copia del siglo xviii, por lo que es posible un error de lectura, dado que Martín ya había muerto. No se menciona su condición eclesiástica y es fácil que la abreviatura del nombre Miguel fuese confundida con la de Martín, mucho más frecuente (SMN III, doc. 287). 73   Juan García de Viana aparece desde 1312 en la documentación calagurritana como beneficiado, y desde 1328 como canónigo de dicha iglesia [Sáinz Ripa, Eliseo; Hernáez Iruzubieta, Venancio (eds.). Documentación Calagurritana del siglo xiv. Archivo Catedral, 2 vols., Logroño, Instituto de Estudios Riojanos, 1995, I, doc. 51, 152, 159, 245]. No puede tratarse del hijo del obispo don Martín, pues aquel era arcediano de Ribas de Sil; por lo que lo más probable es que sea otro hijo de Miguel García, nieto del obispo de Calahorra y sobrino del de Cartagena, lo que explica su carrera eclesiástica. El obispo de Calahorra Martín García, su hijo homónimo arcediano de Nájera y su nieto Juan García, canónigo de Calahorra, no fueron los únicos clérigos de dicha sede que tuvieron arrendadas heredades del monasterio de Nájera. Al margen ya de esta familia, una noticia de 1312 se refiere a cómo Diego López, arcediano de Calahorra, tenía arrendada de la mesa conventual varias heredades, entre ellas la de Cerezo, renta que no pagó porque el prior del monasterio le debía cuatro mil maravedís (SMN II, doc. 230). Diego López de Castañares figura como arcediano de Calahorra en 1302 y 1306 (Sáinz Ripa; Hernáez Iruzubieta, Documentación Calagurritana del siglo xiv, I, doc. 13, 36). 74   SMN III, doc. 294-300.

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Martínez, hija de Martín obispo de Astorga, casó con Rodrigo Álvarez Osorio, miembro de una destacada familia de la nobleza leonesa.75 Otra de las mujeres de la familia, Teresa García, hija de Miguel García, casó con Rodrigo Alfonso de Logroño, lugarteniente de ballestero mayor de Alfonso XI. Rodrigo Alfonso y su mujer compraron en 1337 los lugares de Agoncillo y Velilla a Sancho Sánchez de Rojas, con los que fundaron mayorazgo en 1345 en favor de su hijo Rodrigo.76 En su testamento Rodrigo perdonaba a su cuñado Juan García de Sabando los maravedís que le había dado sobre su casa de Torraviento, en Viana,77 es decir, la que tenía arrendada de Santa María de Nájera. Rodrigo Alfonso, merino y vasallo del rey, fue quien en 1334 recibió del prior de Nájera el lugar de Leza para su defensa, en medio de la sublevación de Juan Alfonso de Haro II.78 Las relaciones mantenidas con la familia de su mujer explican la elección de este noble por el prior. El caso de la familia del obispo Martín muestra la complejidad de las relaciones de los prioratos cluniacenses con los obispos, cómo las mismas exceden su función eclesiástica y se entremezclan con la nobleza. Sin duda su condición de obispos fue importante, pero era solo una parte de una red de poderes que iban desde el ámbito más local (su implantación en la villa de Viana) hasta la Corte regia y pontificia, pasando por distintos niveles de la nobleza, desde los Osorio hasta el caballero Rodrigo Alfonso de Logroño.

75   Era hijo de Álvar Rodríguez Osorio y fue vasallo del infante don Fernando (12901294) en tiempos de Sancho IV y del infante don Juan en tiempos de Fernando IV (Gaibrois, Sancho IV, I, p. 153). El nombre de su padre coincide con el del padre del conde Álvar Núñez, de Juan Álvarez Osorio, adelantado mayor de León, y de Munio Álvarez Osorio, de quienes se tiene noticia a inicios de la mayoría de edad de Alfonso XI, dos décadas después. Munio Álvarez recibió de San Zoilo de Carrión los dominios de Benafarces y Pedrosa, sitos cerca de esa casa de Villafrechós que arrendó el obispo Martín (véase epígrafe I, 2.3.3). 76   AHN Sección Nobleza, Agoncillo, CP.347, D.5; C.1, D.65. AHN Sección Nobleza, Frías, C.115, D.5. Álvarez Borge. «Los señoríos de los Rojas», p. 93. 77   Hergueta, «Apuntes para la biografía», p. 98. 78   Véanse epígrafes I, 2.6 y I, 1.4.3.

CAPÍTULO 4 EL PODER PONTIFICIO

Desde su fundación el monasterio de Cluny estuvo estrechamente ligado al papado. Su advocación a los santos apóstoles Pedro y Pablo y la deposición de reliquias de los mismos en el altar mayor de su iglesia a fines del siglo x son dos manifestaciones de esta relación tan especial. La abadía recibió desde el siglo x privilegios papales, en principio poco efectivos, pero que con el tiempo dieron lugar a su exención del poder episcopal. Durante el siglo xi los cluniacenses apoyaron y se apoyaron en los papas para desarrollar sus respectivas reformas. La posición alcanzada por Cluny en el seno de la nueva organización eclesiástica fue el resultado de esta política de ayuda mutua. Las bulas de Urbano II consagraban la exención de los monjes cluniacenses del poder de los obispos, a la vez que sujetaban los monasterios donados, reformados o ligados a Cluny a la autoridad de su abad. La concordia entre los abades de Cluny y los papas se rompió en algunos momentos del siglo xii. La actitud dubitativa de Ponce tras la elección de Calixto II, el apoyo del abad Hugo III de Frazans a Víctor IV frente a Alejandro III, el nacimiento de nuevas corrientes de espiritualidad monástica, de las Órdenes del Cister o Premontré, llevaron a un distanciamiento. La relajación de la disciplina monástica, los enfrentamientos con los obispos por los derechos sobre las parroquias, las disputas con las abadías dependientes que reclamaban su independencia, entre otras cuestiones, condujeron a los papas a adoptar una actitud más crítica hacia Cluny, a un apoyo cada vez más matizado, tendiendo a rebajar sus privilegios.1 El reforzamiento del poder pontificio, el desarrollo de su maquinaria burocrática y el crecimiento del número de servidores de papas y cardenales a 1

  Riche. L’Ordre de Cluny, pp. 351-359.

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lo largo de los siglos xiii y xiv cambiaron la relación con Cluny. La abadía siguió recibiendo privilegios de confirmación de sus posesiones y derechos en esta época, o bulas de protección frente a los abusos episcopales. Sin embargo, ello no impidió que los papas reconociesen la separación de Cluny de algunas de las abadías anteriormente sujetas a la Orden, ni que mantuviesen una actitud ambigua en cuanto a la aplicación o no de la exención del poder episcopal a sus prioratos y decanías. Los problemas internos de Cluny y el creciente poder de los papas llevaron a estos últimos a intervenir en los asuntos de la Orden de Cluny. Ya en 1213 Inocencio III expuso la necesidad de reformar la observancia, pero fue Gregorio IX quien promulgó una bula de reforma de los cluniacenses, en la que intentaba organizar la Orden como la cisterciense (1233), para gran descontento de los primeros; la medida se enmarcaba en su intento de reformar a los monjes negros. Una nueva bula de Nicolás IV (1289) confirmaba buena parte de las disposiciones anteriores, con algunos cambios. Bonifacio VIII introdujo otros menores. Benedicto XII (1336) intentó de nuevo reformar los monasterios benedictinos de monjes negros: restaurar la disciplina, desarrollar los estudios, crear una organización provincial que incluyese tanto a los cluniacenses como a los no cluniacenses. La tentativa no prosperó aunque influyó en Cluny.2 Además de la reforma de las costumbres, las medidas pontificias buscaban equilibrar el poder del abad y de los monjes en Cluny, el del abad y el de los priores de sus dependencias, y mejorar la gestión económica evitando las enajenaciones de bienes y el endeudamiento. Estas reformas impulsadas por el papado se alternan con las realizadas por los abades y el Capítulo General, que se plasmaron en los estatutos promulgados en estos años: los de Hugo V (1200 y 1205-1206), Ivo II (1276), Bertrand de Colombier (1301) y Enrique I de Fautrières (1314).3 Además de impulsar la reforma de la Orden, limitando así su libertad, los papas intervinieron en otros asuntos. Para paliar el endeudamiento de la abadía, autorizaron la recaudación de servicios extraordinarios que debían satisfacer los prioratos. A los cinco pagados con esta finalidad entre 1233 y 1290 se sumaron otros nueve destinados a la cruzada o las guerras del rey de Francia con Aragón e Inglaterra.4 Los servicios demandados se multiplicaron desde fines del siglo xiii, tanto en beneficio del rey como del papa. El dinero reclamado por el papado debía ser adelantado por la abadía, que recurría a préstamos de mercaderes italianos, posteriormente repercutidos sobre el conjunto de prioratos de la Orden. Aunque algunos de tales servicios se destinasen a pagar las crecientes deudas de la abadía, a largo plazo la 2   Melville. «Cluny après Cluny», pp. 110-114. Riche. L’Ordre de Cluny, pp. 359-369, 533-537, 546. 3   Riche. L’Ordre de Cluny, pp. 230-240. 4   Ibid., pp. 272, 289.

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fiscalidad pontificia agravó el endeudamiento e incrementó los recelos de los prioratos hacia la abadía madre por la creciente carga fiscal.5 Otra fuente de gastos fue la designación de procuradores en la Corte pontificia, encargados de defender los intereses de la Orden y de sus monasterios y sostener los pleitos que allí se dirimían por los más diversos motivos.6 La injerencia pontificia en la designación de priores, otros oficios y beneficios dependientes de la Orden fue otra de las características del período. En la primera mitad del siglo xiii los papas se limitaron a intervenir en la normativa sobre el nombramiento de priores, dentro de sus tentativas de reforma de la Orden, reconocían la autoridad del abad sobre los priores a la vez que intentaban limitar su arbitrariedad en su remoción. Alejandro IV (12541261) mandó castigar a los monjes que buscaban cartas para hacerse nombrar priores y Urbano IV prohibió que los prioratos se concediesen por cartas apostólicas (1262).7 Sin embargo, Clemente IV se reservó el nombramiento de todos los oficios vacantes en sede apostólica (1265), potestad ampliada por Bonifacio VIII, Clemente V y Juan XXII. Desde la instalación del papado en Aviñón, y en especial con Juan XXII, se multiplicaron las concesiones de prioratos o expectativas sobre los mismos a monjes de la Orden de Cluny o benedictinos en general. Esto tuvo efectos muy negativos para la Orden, quebrando la autoridad del abad y Capítulo General. Junto con el nombramientos de priores, se concedieron oficios monásticos o simples beneficios en una parroquia dependiente de un monasterio. Benedicto XII limitó esta práctica, dentro de sus intentos de reforma, pero sus sucesores la retomaron, en especial desde Urbano V. Ello llevó al incremento de las súplicas dirigidas por reyes, cardenales, condes, caballeros o simples monjes, demandando un priorato concreto o uno con ciertas rentas.8 El Capítulo General se refería en 1331 a cómo muchos monjes de la Orden solicitaban del papa oficios y beneficios, lo que motivaba discordias porque había dudas sobre quien tenía derecho a los mismos. Los pretendientes acudían al poder de los seglares, devastando los bienes de los prioratos, o conseguían que se pronunciasen sentencias de excomunión contra aquellos laicos que no les obedecían, causando gran escándalo. Todo ello destruía los bienes y rentas del monasterio. Por ello los definidores regularon quién tendría el priorato durante el litigio, sin cuestionar la autoridad apostólica.9 La intervención pontificia en estos campos afectó a los prioratos hispanos de una forma directa. Su manifestación más importante fue la provisión   Ibid., pp. 537-540, 544-545, 547-549.   Valous. Le monachisme clunisien, II, pp. 155-159. 7   Riche. L’Ordre de Cluny, p. 361. 8   Ibid., pp. 549-558. Riche, Denyse. «Urbain V et la collation de bénefices: l’exemple de Cluny», en Papauté, monachisme et théories politiques. I. Le pouvoir et l’institution ecclésiale. Melanges M. Pacaut, Lyon, Presses universitaires de Lyon, 1994, pp. 357-369. 9   SCG II, doc. 248. 5 6

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de priores y, secundariamente, de otros beneficios. Estas provisiones fueron precedidas por los arrendamientos de prioratos a clérigos relacionados con la Corte pontificia y por la encomienda de los mismos a diversos cardenales. Otros aspectos de esta intervención fueron las comisiones encargadas a algunos priores, las demandas económicas, el nombramiento de jueces conservadores o la separación de un priorato de la Orden. Es necesario aclarar que en el siglo xiv la documentación pontificia confunde frecuentemente, de forma intencionada o no, los distintos monasterios de monjes negros, los de la Orden de Cluny con los de la Orden de San Benito. Ello permitía ignorar los privilegios de que disfrutaban los cluniacenses o transferir monjes y priores de unos a otros. En 1355 Inocencio VI denominaba como monasterios de la Orden de Cluny a los de San Zoilo de Carrión, San Salvador de Oña, Santo Domingo de Silos, San Millán de la Cogolla, San Pedro de Cardeña y San Juan de Burgos,10 cuando solo el primero lo era. Por contra, San Miguel de Zamora y San Vicente de Salamanca figuran en 1300 como de la Orden de San Benito.11 4.1.  El arrendamiento de prioratos por capellanes pontificios La influencia del poder pontificio en la tenencia de los prioratos cluniacenses hispanos se manifiesta desde mediados del siglo xiii. Se trata del arrendamiento de dos pequeños prioratos —San Jorge de Azuelo en Navarra y Santa María de Vimieiro en Portugal— a capellanes del papa, bien relacionados en la Corte pontificia y, simultáneamente, personajes influyentes en el clero catedralicio, con vínculos con la nobleza de la zona y con diversos monarcas. En 1253 la casa de San Jorge de Azuelo, dependiente de Nájera, estaba en manos de maestre Vivián, arcediano de Guadalajara y capellán apostólico, que se titulaba «señor de la casa de San Jorge».12 El maestro Vivián puede identificarse con quien años después sería obispo de Calahorra (1263-1274). Desde 1234 había actuado en la curia romana en defensa de los intereses de la Corona e Iglesia de Castilla.13 En 1245 tenía las iglesias de San Pedro   Zunzunegui. Bulas y cartas secretas de Inocencio VI, doc. 144, 145.   Domínguez Sánchez. Documentos de Bonifacio VIII. doc. 724, 765. 12   SMN II, doc. 157. Esta denominación era la empleada por los monjes de Nájera que disfrutaban de una de las casas del monasterio como obediencia, si bien nada indica que Vivián fuese un monje cluniacense. 13   Vivián estuvo en la curia romana en 1234, enviado por Fernando III, y en 1263 como representante de la Iglesia castellana (Linehan, Peter. The Spanish Church and the Papacy in the thirteenth century, Cambridge, Cambridge University Press, 1971, p. 288. Domínguez Sánchez, Santiago. Los procuradores de los reinos hispanos ante la curia romana en el siglo xiii, León, Universidad de León, 2007, pp. 218, 221). En 1245 aparecía como procurador del arzobispo de Toledo en la causa que este seguía en Roma contra Braga por la primacía 10 11

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de Estella, San Jorge y Berbinzana, que Inocencio IV le permitió retener al alcanzar la tesorería de la catedral de Toledo.14 Dado que Berbinzana era una de las posesiones de Nájera en el reino de Navarra, al igual que San Jorge de Azuelo, hay que pensar que el papa se refería ya a este priorato. El priorato de Vimieiro, en Portugal, fue cedido a varios clérigos ligados a la Corte pontificia y la sede catedralicia de Braga, donde se encontraba. El 5 de abril de 1254 el maestro Tomás Gonçalves, tesorero de la iglesia de Braga desde al menos 1250 y capellán del papa desde 1252, recibía de Inocencio IV el priorato de la iglesia de Santa María de Vimieiro.15 Tras ello, Tomás llegó a un acuerdo con el abad Guillermo III de Cluny, por el que debía entregar, en reconocimiento del dominio sobre dicho monasterio, un censo anual de dos marcas de plata por la fiesta de San Juan Bautista. Prometía ser fiel a dicho abad y sus sucesores, recibir adecuadamente a sus enviados y aumentar los bienes y derechos del priorato. En este arrendamiento Tomás se titulaba rector del priorato, no prior, pues tal era la condición que se le reconocía en Cluny. La carta no se data en ningún lugar de Portugal, España o Francia, sino en Asís, como corresponde a un clérigo de la Corte pontificia (1254).16 El papa confirmó dicha concesión. En los años siguientes siguió acumulando beneficios por gracia pontificia, a la vez que representado a Alfonso III de Portugal ante el papado.17 El priorato pasó luego al chantre de Braga, dado que el Capítulo General se quejó en 1259 de que lo tenía ocupado contra voluntad de la Orden, no respondía ante los visitadores, ni mantenía el culto divino con monjes, según debía.18 Entre 1245 y 1277 fue chantre de Braga el maestro João, al parecer (Rodríguez R. de Lama. Colección Diplomática de la Rioja, IV, doc. 155). Siendo arcediano de Guadalajara, en la sede toledana, participó en una embajada de Alfonso X al rey de Francia, acompañando al arzobispo de Toledo, el infante don Sancho, con el fin de concertar una alianza matrimonial con aquel reino (Nieto Soria. Iglesia y poder real en Castilla, p. 49). Se trata de un eclesiástico que gozaba de la confianza de Alfonso X, como demuestra que en 1272 formase parte de los obispos designados por el rey para negociar con los prelados que apoyaban al infante don Felipe y los nobles rebeldes (Ibid., p. 77). 14   Rodríguez R. de Lama. Colección Diplomática de la Rioja, IV, doc. 154. 15   Rodrigues, Ana Maria S. A. et al. Os capitulares bracarenses (1245-1374): notícias biográficas, Lisboa, Centro de Estudos de História Religiosa, Universidade Católica Portuguesa, 2005, p. 135. 16   Bernard-Bruel. Recueil des chartes de l’abbaye de Cluny, VI, doc. 4965. Fechada el 31 de mayo de 1254. 17  En 1254 (10 de julio) tenía al menos dos iglesias, a las que sumó otras dos en 1268 por concesión de Clemente IV, junto con prebendas en las iglesias de Tuy, Coímbra y Oporto. Buena parte de su vida estuvo al servicio del rey de Portugal Alfonso III, a quien representó ante el pontificado, aunque en 1275-1277 también actuó como vicario de la iglesia de Braga. Falleció en noviembre de 1280, pero ya antes había renunciado al arrendamiento de Vimieiro, tal vez en algún cambio dentro de su proceso de acumulación de beneficios (Rodrigues. Os capitulares bracarenses, pp. 135-138). Como tesorero de Braga y capellán del papa aparece en 1278 (Domínguez Sánchez. Los procuradores de los reinos hispanos, p. 259). 18   SCG I, doc. 50.

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natural de esa diócesis y emparentado con un antiguo deán de la sede y varios canónigos.19 Más que de una usurpación violenta de Vimieiro, se trataría de un traspaso del arrendamiento sin permiso de Cluny y sin que el chantre cumpliese las condiciones pactadas. Las actas del Capítulo General de 1264 informan de que la casa estaba en manos del deán de Braga, de nuevo contra la voluntad de la Orden.20 Desde 1247 era deán de Braga Fernão Anes de Portocarreiro, miembro de un destacado linaje portugués, y capellán del papa desde 1257.21 Entre sus beneficios se contaba el priorato de Vimieiro, pues en 1274 Fernando, deán de Braga y capellán del papa, reconocía que tenía la casa de Vimieiro por su vida por concesión del abad Ivo I de Cluny (1257-1275). Se comprometía a suministrar lo necesario para su mantenimiento a un monje cluniacense que morase en tal casa, entregar al prior de Budiño el censo anual debido a Cluny (una marca de plata), mantener y defender todos los bienes de la casa y sus edificios, recibir a los visitadores y nuncios del abad una vez al año y no enajenar nada sin licencia del abad. A su muerte devolvería la casa, sin que el deán que le sucediese pudiese reclamarla.22 Fernando falleció al año siguiente en el sur de Francia, en el transcurso de un viaje a Roma.23 No hay más noticias del arrendamiento de este priorato. A juzgar por la visita de 1292, la casa había vuelto a manos de los monjes cluniacenses, pero las décadas pasadas bajo control de las dignidades de Braga habían avivado las pretensiones episcopales, lo que explicaría la contienda mantenida con el arzobispo, que quería sujetar Vimieiro a su sede y sustraerlo de la jurisdicción de la Orden de Cluny.24

19   Inocencio IV le había concedido el 18 de julio de 1253 dispensa para obtener una dignidad y beneficio en el reino de Portugal. En los años siguientes aparece como testigo en varios documentos del cabildo y como comprador de varias heredades cerca de Braga (Rodrigues. Os capitulares bracarenses, pp. 73-75). 20   SCG I, doc. 54. 21   Era primo hermano del arzobispo de Braga João Viegas de Portocarreiro. Mantuvo buenas relaciones con los reyes de Castilla Fernando III y Alfonso X, pero fueron difíciles con el rey portugués Alfonso III, quien confiscó sus bienes en dos ocasiones y lo exilió. Como los anteriores acumuló beneficios: media docena de parroquias y el priorato de Santa María de Guimarães. Sus contactos con la Corte pontificia se documentan ya en 1247, como capellán de un cardenal, y desde 1257 como capellán del papa (Rodrigues. Os capitulares bracarenses, pp. 52-58). 22   La carta fue sellada por el obispo Pedro de Túsculum, otra prueba de que se trata de un clérigo del entorno pontificio; Pedro Julián, más conocido como Pedro Hispano, había sido arzobispo de Braga, y en 1276 fue elegido papa con el nombre de Juan XXI [Marrier, Martinus; Quercetanus, Andreas (eds.). Bibliotheca Cluniacensis in qva ss. patrvm abb. clvn. vitæ, miracula, scripta, statuta, priuilegia chronologiaque duplex, Paris, sumptibus R. Fouët, 1614 (reimp. Mâcon, sumptibus typisque fratrum Protat, 1915), col. 1531-1532]. 23   Rodrigues. Os capitulares bracarenses, p. 52. 24   SCG II, doc. 141.

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4.2.  La tenencia de prioratos por los cardenales Los estudios de Denyse Riche sobre los prioratos de las provincias más próximas a Cluny han puesto de manifiesto cómo desde mediados del siglo xiii fueron numerosas las encomiendas o arrendamientos de monasterios a eclesiásticos, en especial obispos. La instalación del papado en Aviñón hizo que desde el siglo xiv un buena parte de los beneficiarios de estas concesiones fuesen los cardenales. En 1290-1291 el obispo de Ostia poseía ya tres prioratos en Provenza. En esta misma provincia aparecen varios cardenales al frente de prioratos desde 1321 y su número se multiplica desde 1339. La autora recoge una treintena de menciones de encomiendas de prioratos en manos de cardenales entre los años 1321 y 1379, clara muestra de la importancia de este fenómeno.25 Los problemas derivados de esta encomienda fueron numerosos. Los poseedores se negaban a pagar las décimas a Cluny, muchas veces descuidaban la administración —aunque hay algunos casos de buena gestión—, enajenaban heredades, reducían el número de monjes...26 Todas las noticias sobre prioratos cluniacenses hispanos tenidos en encomienda por cardenales se encuentran en las definiciones del Capítulo General. Las más antiguas se refieren a Santa María de Nájera y Villaverde, que en 1310 estaban en manos de un cardenal, sin precisar quién.27 Villaverde lo tenía, de manos del cardenal, un escudero que se negaba a pagar los censos y servicios debidos a Cluny. En Nájera la situación era desastrosa, tanto en lo temporal como en lo espiritual. Gran parte de los edificios estaban ruinosos y las viñas incultas, faltaban alimentos y estaba endeudado en quinientas libras turonesas. A ello se añadía que el número de monjes se había reducido a tan solo siete, cuando medio siglo antes era de treinta y en 1292 de dieciséis. Es probable que fuese esta encomienda la que quebró la vida monástica en el priorato, pues en 1314 los definidores denunciaban que los monjes vivían como canónigos, cada uno recibiendo una ración desproporcionada y manteniendo una gran «familia».28 Nada permite conocer quién fue ese cardenal que tenía en encomienda los dos prioratos hispanos. Por entonces el único cardenal de origen español era el maestro Pedro Hispano, que había sido obispo de Burgos y murió en 1310.29 En cualquier caso no es necesario que se trate de un cardenal del   Riche. L’Ordre de Cluny, pp. 279, 296, 404, 429, 435, 448.   Ibid., pp. 429-431, 483 27   SCG II, doc. 191. 28   SCG II, doc. 203, No hay noticias de la existencia de un prior en Nájera entre 1306 y 1312 (SCG II, doc. 181. SMN II, doc. 228). La mala situación económica del monasterio se refleja en el privilegio de exención de yantar concedido por Fernando IV en 1312, en el que se dice que el monasterio era muy pobre. 29   Pedro Rodríguez, clérigo de la Cámara Apostólica, referendario apostólico de Bonifacio VIII desde 1294, abad de Husillos, canónigo de Chartres, obispo de Burgos desde el 13 de 25 26

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reino, pues en los años siguientes se encuentran tanto cardenales españoles como franceses. Tras un paréntesis de casi tres décadas, en 1337 y 1340 se dice que el priorato de Budiño lo tenía el cardenal de España, es decir, Pedro Gómez de Barroso. Su estado era desastroso pues sus bienes estaban ocupados por los poderosos y nobles, y no moraba allí ningún monje. El Capítulo se conformaba con pedir al abad que escribiese al referido cardenal para que pusiese remedio.30 Antes de la muerte de este cardenal (1348) su encomienda fue traspasada a otro, don Guillermo, en cuyas manos estaba en 1344.31 Ese año dos arcedianos de la iglesia de Tuy se habían apoderado con gente armada del priorato, alegando la autoridad del referido cardenal. Los ocupantes se llevaron los privilegios del monasterio, los alimentos allí almacenados y todo lo que pudieron tomar, dejando al prior y monje que allí vivían sin nada de que mantenerse. Este cardenal Guillermo ha de ser Guilleaume de la Jugie, sobrino del papa Clemente VI, que murió en 1374.32 Su larga vida explica que el Capítulo General afirmase en 1392 que el priorato de Budiño estaba destruido por las guerras y porque había estado largo tiempo en manos de un cardenal.33 Otra casa que en 1344 había pasado a manos de un cardenal era la de Santa Coloma de Burgos. En este caso se cuenta que el monje profeso que la tenía, Juan de Tanc, temiendo que el abad se la quitase, había renunciado a la misma en manos del cardenal de Turre (Bernard de la Tour). Cuando los visitadores quisieron castigar al monje, este les insultó y apeló a la sede apostólica.34 Poco más puede añadirse al respecto. Los datos reunidos se refieren a cuatro prioratos (Nájera, Villaverde, Budiño y Burgos) que estuvieron en manos de cardenales a lo largo del siglo xiv. Algunos, como Nájera, tan solo durante unos años, aunque no por ello las consecuencias fueron menos junio de 1300, promovido al cardenalato el 15 de diciembre de 1302 con el título de obispo de Sabina y fallecido el 20 de diciembre de 1310 [Mansilla Reoyo, Demetrio. «El Cardenal Petrus Hispanus, obispo de Burgos (1300-1303)», Hispania Sacra, 9 (1956), pp. 243-278, p. 247. Domínguez Sánchez. Documentos de Bonifacio VIII, doc. 85, 740, 957, entre otros]. 30   SCG III, doc. 265, 271. El único cardenal español era entonces Pedro Gómez de Barroso, obispo de Cartagena, promovido a cardenal el 18 de diciembre de 1327 con el título de Santa Práxedes, que pasó en 1341 a ser cardenal obispo de Sabina. Murió el 14 de julio de 1348. 31   SCG III, doc. 285. 32   Era hijo de una hermana del papa y de Jacques de la Jugie, originario de Limoges. Fue promovido el 20 de septiembre de 1342 y murió el 4 de mayo de 1374 (Guillemain, Bernard. La Cour Pontificale d’Avignon, 1309-1376. Étude d’une société, Paris, Boccard, 1966, pp. 160-161, 188, 193, 196, 212, 214). 33   SCG IV, doc. 364. 34   SCG III, doc. 285. Bernard de la Tour fue creado cardenal por Clemente VI en 1342 y falleció el 7 de agosto de 1361 (Guillemain. La Cour Pontificale, pp. 196, 209, 214).

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desastrosas tanto en lo temporal como lo espiritual. Otros, como Budiño, durante décadas, pasando de manos de un cardenal a otro. Los beneficiarios fueron tanto cardenales hispanos como franceses, todos miembros de la Corte aviñonesa. Si en general la concesión respondía a la iniciativa pontificia o a la presión de los cardenales sobre los abades de Cluny, al menos en un caso fue un monje quien renunció en manos de un cardenal como mecanismo para sustraerse a la autoridad del abad de Cluny, del camarero y los visitadores. 4.3.  La provisión de beneficios El papa Juan XXII concedió a Juan de Dosa, una gracia expectativa sobre un priorato conventual de la Orden de Cluny u otro oficio o beneficio, con obligación de dejar el que entonces regía (1329). La concesión se hacía a instancias del rey Felipe VI de Francia.35 Es la primera carta de este tipo que se conoce para España, aunque en Francia eran comunes desde años atrás. Juan de Dosa fue prior de San Zoilo y camarero de Cluny en España desde antes de 1315, pero en los años 1328-1330 parece que perdió su cargo temporalmente.36 Esta situación puede explicar la petición, formulada a través del rey de Francia, para cambiar de priorato. Sin embargo, fue restablecido en Carrión y hasta 1336 no pasó al priorato cluniacense de St-Eutrope de Saintes, en la diócesis de Saintes (provincia de Poitou).37 El traslado definitivo de Juan de Dosa permitió al papa disponer del importante priorato de Carrión, para el que designó a Juan de Bastida, hasta ese momento prior de Villafranca.38 No hay noticias de si su sucesor en el monasterio berciano fue nombrado por el papa o por el abad de Cluny. La provisión de Juan de Bastida supuso un grave quebranto económico para San Zoilo de Carrión. A pesar de que el prior arrendó una heredad por siete 35   Con fecha 24 de enero de 1329 (Lettres communes de Jean XXII, doc. 44 001). La petición del rey de Francia a que se refiere debía haber sido realizada poco antes, pues Felipe VI había alcanzado el trono a mediados de 1328. 36   SZC II, doc. 181. Es probable que ya fuese prior desde varios años antes, en torno a 1310, como se verá al estudiar su figura. Había abandonado el cargo temporalmente a mediados de 1328, cuando Fernán Pérez aparece como prior, procurador y camarero de la Orden en España. Se le menciona como prior en febrero de 1328 (SZC II, doc. 196). Fernán Pérez aparece como tal en agosto de ese año (SZC doc. 197). En la documentación de Carrión se le vuelve a mencionar en enero de 1331 (SZC doc. 201, 203). En los años 1330-1336 volvió a estar al frente de esta casa. En una carta datada en 1330, varios priores hispanos y oficiales de Carrión defendían su actuación frente a las acusaciones formuladas contra él por los visitadores (Archives Départamentales de Saône-et-Loire, Mâcon, Supplément Cluny 11, document H). 37   Lettres communes de Benoît XII, De indultis, privilegiis et dispensationibus, doc. 3785. Valous. Le monachisme clunisien, II, p. 232. 38   Con fecha 25 de noviembre de 1336 (Lettres communes de Benoît XII, De indultis, privilegiis et dispensationibus, doc. 3785).

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años, cobrando catorce mil maravedís por adelantado, y vendió una cruz de oro valorada en diez mil libras, los colectores del papa lanzaron el interdicto sobre el monasterio porque no les pagaban los frutos del tiempo de la vacante.39 Además el oficio de camarero en España se separó del de prior de Carrión, rompiendo una tradición casi ininterrumpida durante cerca de dos siglos. No conozco nuevas provisiones o expectativas papales sobre Carrión hasta 1362. Es posible que el pontificado de Benedicto  XII (1335-1342) rompiese esta tendencia, aunque algunos indicios indican lo contrario. No se sabe cómo fueron nombrados Guillén de Mespleda, Andrés de Tise o Pedro de Cariti, sucesores de Juan de la Bastida al frente de San Zoilo. Sin embargo, este último recibió varias comisiones de Inocencio VI, encargándole el cobro de ciertos derechos pontificios en Castilla, lo que muestra que era un hombre de su entorno.40 La documentación de San Zoilo de Carrión no recoge noticias de la presencia de Pedro, quien era representado por su hermano, Hugo de Cariti, prior de San Juan de Burgos, que se titulaba vicario general por don Pedro de Cariti, prior de san Zoilo de Carrión (1352).41 San Juan de Burgos era un monasterio benedictino, priorato de otra gran abadía francesa, La Chase-Dieu. Ello no impidió que Hugo recibiese el priorato cluniacense de Ste-Foi de Longueville, diócesis de Ruan (provincia de Francia), que sumó al de Burgos y al oficio de la enfermería en otro monasterio benedictino (Santiago de Montauban), hasta su muerte en 1362.42 Es posible que ambos hermanos estuviesen emparentados con el maestro Bertrando de Cariti, arcediano en la iglesia de Ruan, nuncio, comisario y colector apostólico en los años previos al nombramiento de Pedro de Cariti.43   SCG III, doc. 271.   En junio de 1354 el papa le ordenaba que, junto con el obispo de León y el abad de Sahagún, reclamase al arzobispo de Toledo los doce mil florines que la Cámara Apostólica se había reservado del diezmo sexenal otorgado al rey de Castilla (Zunzunegui. Bulas y cartas secretas de Inocencio VI, doc. 102, 103). En septiembre de ese año, le comisionaba para recibir los espolios del arzobispo de Toledo, si moría de la enfermedad que padecía (Ibid., doc. 123), y le encargaba de cobrar al referido arzobispo los ocho mil florines en que se habían tasado los daños que ocasionó en los bienes de la iglesia de Palencia, cuando había sido obispo de la misma (Ibid., doc. 124). Un año después, el papa se refería al acuerdo que el arzobispo había alcanzado con el obispo de Palencia sobre los referidos daños por mediación de Pedro de Cariti, prior de Carrión, que había reducido la deuda a cuatro mil florines (Ibid., doc. 172, 206). De todo ello se deduce que Pedro de Cariti actuaba como recaudador de algunas rentas pontificias en Castilla. 41   SZC II, doc. 246-248. 42   Lettres communes d’Urbain V (1362-1370), ed. de A. M. Hayez, 12 vols., Paris, Boccard, 1954-1989, De regularibus, doc. 5807, 8206. Valous. Le monachisme clunisien, II, p. 197. 43   Benoît XII, Lettres closes, patentes et curiales se rapportant à la France, Paris, Boccard, 1920, doc. 703; Lettres communes de Benoît XII, doc. 9228. Clément VI (1342-1352). Lettres closes, patentes et curiales se rapportant à la France, ed. de E. Déprez, J. Glénisson, G. Mollat. 2 vols., Paris-Roma, Boccard-École française de Rome, 1901-1961, doc. 182, 39 40

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En 1362 Urbano V encadenaba varias provisiones: Guillermo de Laborea, prior de San Isidro de Dueñas, recibía San Juan de Burgos por muerte de Hugo de Cariti; Juan Germán, prior de San Salvador de Villaverde, recibía San Zoilo de Carrión, donde sustituía a Astorgio de Cayraco, que a su vez había recibido el priorato de Monasteriis, en la antigua diócesis de Riez (Provenza), de la Orden de San Benito.44 Seis meses después, el papa realizaba una nueva colación del priorato de Carrión, a petición del abad de Cluny, en favor de Guillermo de Salis, socius in ordine de la abadía madre. La razón esgrimida era la reforma de la provincia de España, motivo por el que se enviaba a Carrión a este destacado miembro de la Orden. Se decía que Carrión era la casa principal y más notable de la provincia de España, a pesar de que estaba desolada y nadie quería hacerse cargo de ella, estando amenazada por la intención del rey de España (Pedro I de Castilla) de incorporarla a su dominio.45 A pesar de esta primera tentativa fallida, Juan Germán consiguió hacer valer su expectativa sobre Carrión, ya que figura como prior en los años 1376-1378.46 Con todo, Juan Germán abandonó el priorato de Villaverde antes de 1371, pues ese año Gregorio XI mandaba hacer colación o reserva del mismo en favor de Alfonso Pérez, presbítero y monje profeso de la Orden de Cluny, declarando que vacaba por muerte de Alfonso Domínguez.47 Estas concesiones afectaron también al otro gran priorato hispano, Nájera. El nombramiento de Giraldo por concesión pontificia se deduce del pago que tuvo que realizar a la Cámara Apostólica, para lo que tomó prestada una elevada suma (1361).48 Giraldo fue prior de Nájera al menos entre 1359 y 1361, titulándose camarero y vicario por el abad Androin de La Roche.49 Por otra parte, el traslado del prior de Dueñas Guillermo de Laborea o Labarta a San Juan de Burgos (1362), permitió al papa disponer de un nuevo priorato

1491, 3807, 5152… También por entonces un Guillermo de Cariti fue canónigo en Ruan († 1362) y Bernardo Cariti en París (1366): Lettres communes Urbain V, De prebendis vacaturis, doc. 7076; De indultis, privilegiis et dispensationibus, doc. 19 563. 44   Con fecha 8 de noviembre de 1362. La concesión precisa que la expectativa ya había sido otorgada por Inocencio VI (1352-1362). Astorgio había sucedido a Pedro Cariti en Carrión y cuatro años después se encontraba al servicio del papa en Bolonia (Lettres communes Urbain V, De regularibus, doc. 8205, 8206; De beneficiis vacantibus, doc. 1580; Suppliques, doc. 1053). 45   Con fecha 23 de mayo de 1363 (Litterae Papales. Ut per litteras apostolicas... Les lettres pontificales/ Papal Letters, Turnhout, Brepols, 2002, recurso electrónico en línea (http://www.brepolis.net/) y CD, Urbain V, Suppliques, doc. 474). 46   SZC II, doc. 277, 280. No obstante, entre 1363 y 1376 solo se nombra como prior de Carrión a García (1367), por lo que Juan Germán pudo conseguir el priorato con anterioridad. Su caso se analizará más adelante. 47   Lettres communes Grégoire XI, doc. 10 337. 48   La noticia se contiene en un arrendamiento de 1365 (SMN III, doc. 316). 49   SMN III, doc. 310.

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cluniacense. Gregorio XI se lo concedió a Guidoni de Latussol (1373), que era camarero del monasterio de Carennac, en la diócesis de Cahors, un priorato cluniacense de la provincia de Gascuña.50 Otro prior cluniacense que recibió un monasterio benedictino no cluniacense fue Juan Esquío, que lo era de Jubia y a quien Gregorio XI concedió San Salvador de Cis (o Cines) (1375). Simultáneamente este papa entregaba el priorato de Jubia a Alfonso Rodríguez, que era monje profeso en el monasterio de San Pedro de Soandres, de la Orden de San Benito, no cluniacense, en la diócesis de Santiago de Compostela.51 Estas concesiones en favor de monjes benedictinos no cluniacenses, así como la promoción de monjes cluniacenses a monasterios de otras órdenes, fueron quebrando la identidad de la Orden, así como la fidelidad al abad y la obediencia jerárquica, en pro del papado. Al margen de los priores, hubo otros monjes que se beneficiaron de las gracias pontificias. Así, Bonifacio VIII proveyó a Bernardo Scarrerii, monje de San Vicente de Salamanca, del priorato de la abadía de Santa María de Montserrat, diócesis de Vic, tras la muerte del anterior prior de Montserrat en viaje a la curia romana. De Bernardo se dice que era familiar de Roberto, duque de Calabria, y que la provisión se hacía atendiendo a la súplica de Carlos II de Anjou, padre de Roberto.52 Su presencia como monje en San Vicente puede estar relacionada con que cursase estudios en la Universidad de Salamanca, lo que explicaría la lejanía de su lugar de origen para un beneficio modesto (era monje, no prior), sin descartar que se limitase a cobrar la ración correspondiente sin residir en el monasterio. En cualquier caso, parece lógico pensar que su relación con San Vicente de Salamanca derivase de una concesión pontificia; de hecho a este priorato se le califica de miembro de la Orden de San Benito, como Montserrat, sin especificar su condición cluniacense. Todos estos cambios muestran cómo los papas controlaron, desde los años treinta del siglo xiv, el nombramiento de priores en uno de los grandes prioratos cluniacenses hispanos, el de Carrión, y cómo desde el mismo fueron extendiendo su intervención a otros como Dueñas, Budiño, Villaverde o Villafranca.53 Es posible que el abad de Cluny recuperase temporalmente su 50   Con fecha 16 de diciembre de 1373; además tenía en encomienda el priorato de Mainsat, en la diócesis de Limoges, en la provincia cluniacense de Auvernia (Lettres communes Grégoire XI, De beneficiis vacantibus, doc. 25 644. Valous. Le monachisme clunisien, II, pp. 209, 184). 51   Lettres communes Grégoire XI, doc. 41 297, 36 657. 52   Con fecha 20 de diciembre de 1300 (Domínguez Sánchez. Documentos de Bonifacio VIII, doc. 765, 766). 53   En Budiño es dudoso el caso del erudito benedictino francés Pierre Bersuire (ca. 12901362), que en 1332 era monje de un monasterio benedictino de San Salvador en la diócesis de Tuy, tal vez San Salvador de Budiño, aunque de hecho residiese en Aviñón. Pierre Bersuire, también conocido como Petrus Berchorius, fue autor del Ovidio moralizado y de varias

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capacidad de proveer estos prioratos, pero la política papal tendió a incrementar el número de monasterios en los que intervenía. Los monjes cluniacenses eran integrados dentro del conjunto de monjes negros benedictinos, pudiendo ser transferidos de un monasterio de esta Orden a otro que no lo fuese, y viceversa, aunque los papas intentaron mantener un cierto equilibrio en este campo.54 La provisión de prioratos y beneficios parroquiales de la Orden de Cluny en España se inició pues bajo el abadiato de Pedro II de Chastelus (13221342), una figura próxima a la Corte del rey de Francia, de cuya protección gozó, y bien relacionada con el papado. En cualquier caso su desarrollo y apogeo coincide con el de los abades de Cluny más próximos al pontificado: Itier I de Mirande (1342-1347), que abandonó Cluny por la Corte de Aviñón; Hugo VIII de Beaufort (1347-1350) y Hugo IX Fabry (1350-1351), sobrinos del papa Clemente  VI; Androin de La Roche (1351-1361), que actuó como lugarteniente y embajador del papa en los asuntos de Italia e Inglaterra; y Simón de la Brosse (1361-1368), impuesto por Inocencio VI a instancias del rey Carlos V de Francia.55 No es por ello extraño que los abades no se opusieran a esta política, que restaba poder al oficio que ocupaban, pero se inscribía en el marco de los servicios debidos al papa, no solo en cuanto abades de Cluny, sino por su trayectoria y aspiraciones personales. La provisión de prioratos por el papa tuvo graves consecuencias disciplinarias, al privar a Cluny de uno de los instrumentos esenciales para controlar los prioratos hispanos: el nombramiento de priores. A ello se añadieron traducciones del latín al francés, entre ellas las Décadas de Tito Livio, que luego sirvieron de base para la traducción del canciller Pero López de Ayala al castellano. Disfrutó de varios beneficios en monasterios, pero residía en Aviñón [Pannier, Léopold. «Notice biographique sur le bénédictin Pierre Bersuire, premier traducteur français de Tite Live», Bibliothèque de l’ècole de chartes, 33 (1872), pp. 325-364, vid. pp. 333-335]. El 3 de agosto de 1332 Juan XXII le concedió el priorato de Fossa, dependiente del monasterio de Saint-Florent de Saumur, de la Orden de San Benito, debiendo dejar el de San Salvador, de la Orden de San Benito, en la diócesis de Tuy, del que entonces era monje. La concesión papal recuerda que el beneficiado había sido antes franciscano, pasando luego a la Orden de San Benito con licencia de su superior [Thomas, Antoine. «Extraits des archives du Vatican pour servir à l’histoire littéraire du moyen-âge (suite et fin)», Mélanges d’archéologie et d’histoire, t. 4 (1884), pp. 9-52, pp. 23-24]. Ese mismo año el Capítulo General acusaba al prior de Budiño —junto con otros cinco priores de España— de no acudir al capítulo ni excusarse, así como de no pagar el censo debido (SCG III, doc. 250). El priorato de Budiño había estado en manos del obispo de Tuy entre 1292 y 1323. Los problemas continuaron después de 1332, debido a la pretensión de Fernán Pérez de apoderarse del mismo con ayuda del obispo de Tuy y de algunos nobles de la comarca (SCG III, doc. 259). No se menciona en este caso ninguna provisión papal, aunque dicho monje parece un personaje influyente, que el año anterior había acudido al Capítulo de la Orden y que ya había disputado el priorato de Vimieiro. 54   Riche. «Urbain V et la collation de bénefices». 55   Valous, Guy de. «Cluny (Abbaye et Ordre de)», en Dictionnaire d’histoire et de géographie ecclésiastiques, t. XIII, Paris, Letouzey et Ané, 1956, col. 35-174, vid. col. 98-103.

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los perjuicios económicos derivados de la mala administración por priores que no podían ser removidos debido a sus contactos en la Corte pontificia y que debían pagar fuertes sumas de dinero a la Cámara Apostólica por su promoción. Ya se han mencionado las consecuencias para Carrión del nombramiento de Juan de la Bastida, algo similar sucedió con Nájera con el prior don Giraldo (1361). Para pagar lo que debía a la Cámara del papa y para otros negocios tomó prestados dos mil florines de oro, obligando los bienes del monasterio.56 Hay que pensar que las consecuencias fueron similares en los otros casos antes estudiados, lo que contribuiría al endeudamiento de los prioratos. El cobro de la anata (una estimación sobre las rentas del beneficio concedido durante un año), el derecho de espolio (la entrega de los bienes del prior difunto) o los servicios comunes, eran exigencias habituales de la fiscalidad pontificia, que afectaron a los prioratos cluniacenses en otros reinos,57 y sin duda lo harían a los de Castilla, como muestran los dos casos expuestos. Además, los papas concedieron beneficios en iglesias parroquiales pertenecientes a estos monasterios.58 Por otro lado, Pedro de Cariti no fue el único prior a quien el papa encargó una misión en Castilla, aunque sí el que desempeñó las labores más importantes. Hay noticias de varias comisiones a priores cluniacenses desde 1324 para dar posesión a un clérigo secular de un beneficio en una catedral, o para permitir a un canónigo percibir su ración sin residir en la misma.59 Un indicio más de que estos priores se alejaban de su vida monástica y vivían en el «siglo».   La noticia se contiene en un arrendamiento de 1365 (SMN III, doc. 316).   Riche. L’Ordre de Cluny, pp. 471-488. 58   Así queda de manifiesto en una disposición del obispo de Mondoñedo (1353) para que se diese posesión al presbítero Fernando Juan del primer curato que vacase en la diócesis cuya presentación correspondiese al monasterio de San Martín de Jubia; ello en virtud de una bula apostólica expedida al efecto (Cal. Catálogo catedral de Mondoñedo, doc. 104). Es probable que este presbítero sea el monje homónimo de Jubia que se documenta en estos años (13531368) (AHN Códices 1047B, fol. 3v, lin. 10-21; fol. 2r, lin. 40-46). 59   En 1324 y 1330 fue comisionado para ello el prior de Nájera en relación con un canonicato en Santo Domingo de la Calzada y otro en San Andrés de Armentia, en la diócesis de Calahorra [Ruiz de Loizaga, Saturnino; Díaz Bodegas, Pablo; Sáinz Ripa, Eliseo (eds.), Documentación vaticana sobre la diócesis de Calahorra y La Calzada-Logroño (463-1342), La Rioja, Instituto de Estudios Riojanos, 1995, doc. 169. Lettres communes de Jean XXII, doc. 49 276]. En 1326 lo fue el prior de San Isidro de Dueñas en relación con un canónigo de Burgos (Lettres communes de Jean XXII, doc. 26 694). En 1365, 1368 y 1372 el prior de Carrión para sendas canonjías en la catedral de Palencia (Lettres communes Urbain V, doc. 13 586, 21 172. Lettres communes Grégoire XI, doc. 18 995). Es posible identificar a uno de estos priores, Luis, que lo fue de Nájera entre 1318 y 1337. No hay noticias de ningún prior de Dueñas en torno a 1324, mientras en el caso de Carrión, como ya queda dicho, en 1363 había sido promovido para el oficio Guillermo de Salis, un destacado miembro de la abadía madre, mientras que en 1367 figura al frente del priorato García, un capellán de Enrique II (SZC II, doc. 268). 56 57

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4.4.  La pérdida de San Miguel de Zamora La amenaza más grave contra la integridad de la provincia de España derivada de una actuación papal fue la concesión del priorato de San Miguel de Zamora a la Orden de San Juan de Jerusalén por Bonifacio VIII. El priorato de San Miguel, sito en la ciudad de Zamora, dependía del de Marcigny, por lo que las noticias referentes al mismo en las definiciones del Capítulo General son muy escasas. Desde fechas muy tempranas la situación parece complicada.60 La visita de 1292 muestra una visión relativamente positiva, pues dice que los dos monjes que allí residían hacían el oficio divino de forma adecuada, y que el priorato estaba bien administrado, si bien la casa la tenía un caballero.61 Unos años después, el maestre y freires de la Orden del Hospital expusieron a Bonifacio VIII que dicho monasterio, perteneciente a la Orden de San Benito —no se dice que sea cluniacense—, había sido entregado tiempo atrás a un ciudadano de Zamora en arrendamiento, a cambio de cierta cantidad anual de dinero. A consecuencia de ello la casa había sido abandonada por los monjes, quedando disipada, sin vida monacal y sin que ningún clérigo ni monje oficiase en la misma. Los caballeros hospitalarios suplicaron al papa que se la entregase, pues disponía de pastos útiles para los caballos de la Orden, que podrían criar y enviar a Tierra Santa. Bonifacio VIII accedió a su petición.62 Esta concesión tuvo que originar un pleito entre cluniacenses y hospitalarios, del que no se conservan noticias. El Capítulo General, al tratar de Marcigny en 1324, se refiere a que los frutos y rentas de la casa San Miguel de Zamora estaban «alienados».63 Ello no supone necesariamente que estuviesen perdidos, tan solo que habían sido entregados a terceros a largo plazo. En esa misma situación se encontraba en 1344 y 1345: había sido entregada a caballeros poderosos que no pagaban los servicios extraordinarios a la Orden ni obedecían sus ordenaciones; los monjes no residían allí ni se observaba la regla; la casa y el claustro estaban casi destruidos.64 A pesar de todo seguía siendo considerado un priorato cluniacense, no había pasado a manos de los hospitalarios. En ello, más que un éxito del prior de Marcigny, se intuye el poder e influencia en la ciudad de esos caballeros zamoranos que tenían arrendado el priorato. 60   En 1268 el prior de Zamora debía a Marcigny trecientos maravedís, valorados en ciento cincuenta libras vienesas, no se especifica si por mala voluntad del referido prior o por el mal estado de la casa (SCG I, doc. 68). 61   SCG II, doc. 141. 62   El 11 de abril de 1300 comisionó al obispo de Zamora y al arcediano de Salamanca para que lo ejecutasen (Domínguez Sánchez. Documentos de Bonifacio VIII, doc. 724, 725). 63   SCG II, doc. 228. 64   SCG III, doc. 285, 292.

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4.5.  La protección pontificia: concesión de indulgencias y jueces conservadores El poder pontificio no fue siempre ejercido en detrimento de la Orden de Cluny y sus prioratos, como podría deducirse de lo anteriormente expuesto. Al igual que el poder regio tiene un aspecto bifronte, opresor y protector simultáneamente. La protección se manifiesta en la concesión puntual de indulgencias y, sobre todo, en el nombramiento de jueces conservadores para que defendiesen los derechos y heredades de los prioratos frente a otros clérigos y laicos. Un ejemplo de lo primero es la concesión por Nicolás IV a Santa María de Nájera de un año y cuarenta días de indulgencias para los fieles que visitasen la iglesia en ciertas festividades (1290).65 Mayor trascendencia tuvo el nombramiento de jueces conservadores. Los jueces conservadores designados fueron abades en todas las ocasiones, en general de la Orden de San Benito (Sahagún, Oña, Samos, Eslonza), si bien Bonifacio VIII optó por dos cistercienses (Valparaíso, Carracedo). Sus monasterios estaban en diócesis donde había prioratos cluniacenses: León, Burgos, Lugo, Zamora, Astorga y Braga. Sin embargo, más que la pertenencia a la misma diócesis es posible que primara la cercanía a los grandes prioratos hispanos. Sahagún o Eslonza (diócesis de León) estaban cerca de Carrión (Palencia) y Oña (Burgos) de Nájera (Calahorra). Inocencio IV designó en 1245 jueces conservadores para los monasterios de Cluny en los diversos reinos, con el fin de que defendiesen a los monasterios de las exacciones indebidas de los obispos. Para el reino de León el papa escogió al abad del monasterio de Sahagún.66 Bonifacio VIII nombró nuevos jueces conservadores de las personas y bienes de los monasterios cluniacenses en 1303. Entre ellos se encontraban el abad de Santa María de Valparaíso en la diócesis de Zamora y el de Santa María de Carracedo en la diócesis de Astorga.67 Por su parte, Juan XXII nombró (1319) a los abades de San Salvador de Oña en la diócesis de Burgos, San Pedro de Eslonza en la de León y San Julián de Samos en la de Lugo.68 También se conservan las bulas conservatorias de Clemente VI (1344), en este caso designando a los abades de Sahagún (diócesis de León), San Salvador de Oña (diócesis de Burgos) y San Pedro Lomar (diócesis de Braga).69 65   Todos aquellos que lo hiciesen, penitentes y confesados, en las festividades de santa María Virgen y san Pedro Apóstol, advocaciones de la iglesia, lograrían un año y cuarenta días de reducción de sus penitencias (Ruiz de Loizaga; Díaz Bodegas; Sáinz Ripa. Documentación vaticana de Calahorra, doc. 106). 66   Fernández Flórez. Colección de Sahagún, V, doc. 1694. Bullarium sacri ordinis Cluniacensi, Lyon, 1680, pp. 114-115. 67   Domínguez Sánchez. Documentos de Bonifacio VIII, doc. 967, 968. 68   Lettres communes de Jean XXII, doc. 9816. La noticia en: SZC II, doc. 190. 69   AUPSA, Colegio San Vicente, caja 137, n.º 25. Sobre el monasterio de Lomar véase Marques, José. A Arquidiocese de Braga no séc. xv, Lisboa, Imprensa Nacional-Casa da Moeda, 1988, p. 660.

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En esta última bula, el papa recordaba la antigua sujeción de Cluny a la Santa Sede, y argumentaba que muchas casas, iglesias, granjas, molinos, diezmos, casales, tierras, viñas y otras heredades, rentas, jurisdicciones y derechos pertenecientes al monasterio de Cluny y otros a él sujetos, eran detentados por personas eclesiásticas o seculares. El papa, en respuesta a las súplicas del abad, priores y deanes había nombrado estos jueces conservadores, que debían defender a los susodichos cuando fuesen requeridos para ello, recurriendo al brazo secular si fuese necesario. La bula conservatoria de Clemente VI fue invocada todavía en 1489 por el abad de Sahagún ante una querella del prior de Salamanca.70 En 1325, el prior de Carrión y el caballero Juan Fernández de Padilla colocaron el arrendamiento de la casa de Frómista bajo la jurisdicción de los jueces conservadores dados de nuestro sennor el papa para defender e conseruar las personas e los bienes de la Orden de Cluniego, facultándoles a obligar a las partes a cumplir el acuerdo con sentencias de excomunión sobre ellos y sus vasallos, o entredichos en sus lugares.71 De poco le valió a Carrión, que acabó perdiendo el señorío del barrio; sin embargo, la actuación de los jueces conservadores no carecía de eficacia. En 1365 el prior de Jubia, Juan de Esquío, alcanzó un acuerdo en el pleito que mantenía con una vecina de Neda tras emplazarla ante el abad de Monforte de Lemos, juez subdelegado conservador nombrado por el papa para los pleitos del monasterio de Jubia; la afectada compareció ante el referido abad y tras ello se llegó a un acuerdo. La disputa derivaba del impago y plazo de un foro en el coto del monasterio.72 De forma similar, el prior Guido de Nájera logró un acuerdo con el arcipreste de Logroño a propósito de una viña en disputa tras amenazarle con demandarlo ante los jueces conservadores del monasterio (1369).73 70   AUPSA, Colegio San Vicente, caja 137, n.º 25. No hay certeza de que fuese en el siglo cuando llegó al archivo de Sahagún el privilegio de Alfonso XI reconociendo a Cluny una renta anual de veinte marcos de plata situada en los diezmos del puerto de Castro Urdiales (Senra. «Alfonso XI y Cluny», p. 558). Se conservan dos noticias de este documento en un inventario de privilegios del archivo de Sahagún en el códice 225B del Archivo Histórico Nacional, elaborado en el siglo xvii [Álvarez Palenzuela, Vicente Ángel. Colección diplomática del monasterio de Sahagún, VII (1300-1500), León, Centro de Estudios e Investigación San Isidoro, 1997, doc. 2132]. Su presencia en Sahagún ha de responder a que en algún momento los cluniacenses reclamaron dicha renta ante el abad de Sahagún en su calidad de juez conservador de las rentas de la Orden de Cluny en España. Es probable que la renta dejase de pagarse en el siglo xiv, en tiempos de Pedro I o Enrique II, y que la reclamación se realizase poco después. 71   SZC II, doc. 193. 72   AHN Códices 63 B, n.º 39. Diez años antes había recurrido al prior de San Salvador de Pedroso don Gómez, como juez conservador, tal vez subdelegado, para realizar un apeo [AHN Códices 1047B, fol. 1v, lin. 25-47, incompleto; citado en: Dopico Blanco, Fernando. «Historia xenealóxica dos Lago de Obaño e Barallobre nos séculos xv e xvi», Cátedra. Revista eumesa de estudios, 14 (2007), p. 209]. 73   SMN III, doc. 323. Este mismo prior fue designado, junto con los abades de Irache y Silos, juez conservador del monasterio de San Millán de la Cogolla (1365) (Lettres communes Urbain V, doc. 14 056).

xiv

PARTE II SERVIDORES NO SIEMPRE FIELES: LOS MONJES Y SUS PRIORATOS

Introducción Doce son los abusos del claustro que es necesario reformar: la negligencia de los prelados, la desobediencia de los discípulos, la testarudez de los viejos, la ociosidad de los jóvenes, las comidas exquisitas, los hábitos preciosos, los monjes cortesanos, los que se dedican al foro y a la abogacía, el barullo del claustro, las disensiones en el capítulo, la disolución aun en el coro y la irreverencia junto al altar. Hugo de Fouilloi, De claustro animae1

Knowles vio la Baja Edad Media como una época de regresión para los antiguos monasterios benedictinos. Los problemas económicos generales redujeron las rentas producidas por sus dominios y llevaron a un sistema de explotación basado en el arrendamiento, convirtiendo a los monjes en «rentistas». Las numerosas guerras, tanto entre los reinos como civiles, dañaron sus bienes y facilitaron las usurpaciones. En el interior del claustro se produjeron importantes cambios, que se manifestaban en un menor fervor en la observancia de la regla. El tiempo dedicado a la oración empezó a reducirse; la abstinencia de carne dio paso a la regulación de su consumo en el siglo xiv; se rompió la comunidad de vida entre los monjes y su abad, quien empezó a residir en edificios separados contando con sus propios servidores; pronto le imitaron otros oficiales del monasterio dotados con suficientes ingresos; a los monjes se les empezó a asignar una cantidad para sus gastos, desapareciendo así esa ausencia total de propiedad privada que demandaba la Regla de san Benito. Como señala Knowles, «no 1   Citado por Pérez Hugo de San Víctor.

de

Urbel, Los monjes españoles, II, p. 563, atribuyendo la obra a

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se pudo evitar que la vida claustral consagrada, que había sido una vocación profunda, se convirtiera en una simple carrera que abrazaban las personas atraídas por una existencia reglamentada y pacífica, estudiosa y devota».2 Todo ello se vio agravado por la difusión de la encomienda por los papas de Aviñón, que así compensaban a los cardenales y dignatarios que habían perdido sus rentas en Italia. El abad o prior era sustituido por un titular absentista que percibía las rentas y entregaba una parte a la comunidad para su mantenimiento. Si unos comendatarios se preocuparon al menos por defender los intereses de su monasterio, otros muchos se limitaron a obtener el mayor volumen de rentas posible, arruinando las casas, privando a los monjes de su sustento y convirtiendo el cenobio en una mera granja rural o una pequeña casa señorial.3 La visión que Pérez de Urbel ofrecía para los monasterios benedictinos españoles de la Baja Edad Media era similar a la de Knowles para el conjunto de la Europa latina. Las donaciones cesaron y los abades tuvieron que esforzarse por conservar las antiguas posesiones, haciendo confirmar sus privilegios por los reyes. El poder jurisdiccional de los abades se vio quebrantado por el avance del poder regio. Las usurpaciones nobiliarias de sus dominios se sucedieron y las encomiendas se multiplicaron. Las rentas disminuyeron y el número de monjes se redujo, abandonándose los prioratos dependientes, que se convirtieron en granjas o parroquias. El monasterio estaba obligado a sostener además a una multitud de racioneros, criados y familiares. La división de las propiedades entre los oficios monásticos se impuso desde el siglo xii, lo que llevó a la relajación del voto de pobreza de muchos monjes que percibían rentas por un oficio. A menudo se llegaba a tales divisiones de bienes como consecuencia de las tensiones internas entre el abad y los monjes, quejosos porque no se les proveía de lo necesario.4 En el interior de los monasterios la relajación en la observancia de la Regla se extendió. Los proyectos de reforma de Inocencio III y Benedicto XII intentaron aplicar el sistema de control ideado por los cistercienses al conjunto de los monasterios benedictinos, pero en Castilla no llegaron a regularizarse las congregaciones de monasterios benedictinos. La larga liturgia de inspiración cluniacense retrocedió en el siglo xv, con reformas como las de Cardeña. Alguien tan poco sospechoso de anticlericalismo como fray Justo Pérez de Urbel afirmaba: «Hay cumplimiento, sin fervor. Los religiosos son hombres que se han asegurado una renta y se figuran merecerla salmodiando 2   Knowles, David. Nueva Historia de la Iglesia. II. La Iglesia en la Edad Media, 2.ª ed., Madrid, Cristiandad, 1983, p. 440. Id. El monacato cristiano, Madrid, Guadarrama, 1969, pp. 117-120. 3   Knowles, La Iglesia en la Edad Media, pp. 438-442. Id. El monacato cristiano, pp. 120-121. 4   Pérez de Urbel, Los monjes españoles, II, pp. 526-560.

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sin cesar»,5 aunque la decadencia no fuese general. Esta percepción de la realidad monástica estaba muy influida por dos fuentes: las cuentas de la provincia de Toledo de 1338 y las actas del Capítulo General de Cluny referentes a España. Estas últimas llevaron al benedictino castellano a afirmar: «De todos los monasterios españoles, los que habían caído en la mayor postración eran los prioratos de Cluny».6 Las visitas y definiciones del Capítulo General de Cluny referentes a España habían sido publicadas por Robert en 1892 dentro del Boletín de la Real Academia de la Historia, lo que aseguró una gran difusión al texto.7 La edición de la fuente iba precedida de un breve estudio en que, al margen de sus caracteres formales, se daba una visión general de su contenido. Tras describir el ceremonial de recepción de los visitadores en 1460, se ofrecía el contraste de los malos recibimientos y el rechazo a su autoridad, así como los peligros que tuvieron que afrontar por las guerras existentes. Robert se centraba en la descripción del estado temporal de los monasterios, que calificaba, en general, de deplorable. Las deudas, enajenaciones y empeño de ajuar litúrgico se veían por doquier. Las causas eran las guerras, la apropiación de los prioratos por los grandes, la mala administración de los priores (que las medidas tomadas por visitadores y definidores eran incapaces de corregir), la presencia de prebendarios que gravaban las rentas del monasterio o las exigencias fiscales de los reyes de Castilla. A ello se añadía el problema de la incontinencia, del que decía haber una treintena de casos denunciados en dos siglos para un contingente de unos ciento cincuenta monjes de media. Cerraba su exposición hablando del mal estado de los edificios, los defectos en el cumplimiento del oficio divino y, con una breve alusión, los casos de indisciplina.8 Al año siguiente, Berlière aprovechaba la edición y comentarios de Robert para trazar un primer panorama de la provincia de España en los siglos xiii-xv. Consideraba que la decadencia se había iniciado en el siglo xii, y que la escasa brillantez de la presencia cluniacense en España se debió al alejamiento de la abadía madre y al predominio de prioratos de pequeño tamaño sin vida monástica en los que se inmiscuyeron los seglares en busca de rentas. Siguiendo a Robert, consideraba deplorable el estado de los monasterios de la provincia: venta de muebles, enajenaciones, empobrecimiento, disminución del número de monjes, negligencia en el cumplimiento de sus deberes religiosos. A ello se unía que desde el siglo xiii los monasterios aparecían en manos de la alta nobleza y el alto clero, a pesar de las protestas de la Orden ante el rey de Castilla.9   Ibid., II, p. 578.   Ibid., II, p. 582; en general, para este párrafo: Ibid., pp. 561-594. 7   Robert. «État des monastères espagnols». 8   Id., pp. 327-332; la introducción ocupa las pp. 321-334. 9   Berlière, «Les monastères de l’Ordre de Cluny», pp. 109-112. 5 6

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Pérez de Urbel recogió las noticias aportadas por Robert, en algunos casos de forma casi literal, pero prestó más atención a las cuestiones relativas a la disciplina monástica. Constató la disminución del número de monjes que llevó a que antiguos monasterios muy importantes se encontrasen casi abandonados a fines del siglo xiv. Desarrolló los problemas de indisciplina, que Robert comentaba de pasada: los monjes vagabundos e incontinentes, el abandono del hábito monástico, los monjes excomulgados por variados delitos, los robos que algunos de ellos protagonizaron, los que bebían y jugaban. «La miseria material había sido causa de la relajación, y la relajación aumentaba la miseria.»10 Pérez Celada volvió a analizar el contenido de estas actas y visitas, estudiando la situación económica de los monasterios a la luz de las investigaciones sobre los dominios monásticos y la sociedad feudal. Señaló por una parte los resultados calamitosos producidos por la encomienda de monasterios y por la sumisión de los mismos a la autoridad de reyes, obispos y cardenales. Además consideró que los monjes respondieron ante la crisis recurriendo a enajenaciones voluntarias y endeudamiento, lo que agravó una mala administración ya deteriorada por la división de los bienes en mesas. También subrayó que las relaciones con la abadía de Cluny se fueron distendiendo, sin que los castigos impuestos consiguiesen frenar esta tendencia. Por otra parte, las relaciones en el interior de la comunidad se deterioraron, los oficios religiosos —seña de identidad de los cluniacenses— se relajaron, el número de monjes descendió y la disciplina se quebró, en especial por la incontinencia sexual, tanto pública como encubierta.11 Los estudios realizados por Robert, Berlière, Pérez de Urbel y Pérez Celada buscaban ofrecer un panorama general del conjunto de los prioratos cluniacenses a lo largo de los siglos. Los dos últimos autores complementaban la visión de las visitas y definiciones con otros documentos, en especial las cuentas de 1338. Había algunas matizaciones temporales, en especial en Pérez Celada, pero no se buscaba trazar una evolución, sino ofrecer un contraste con la situación de los siglos xi-xii. La intención de los capítulos que integran este apartado es realizar un estudio detallado, no general, con atención a la evolución de la situación a la largo de este siglo, que constituye la época central del período descrito en las actas (1259-1460). Por otra parte, se procura completar y contrastar la información proporcionada por definiciones y visitas con los documentos de la práctica conservados para cada monasterio. Ello permite mostrar un panorama mucho más matizado en el tiempo y en el espacio, dentro de una evolución que varía de un monasterio a otro y no siempre es lineal.

10   Pérez de Urbel, Los monjes españoles, II, p. 588; sus comentarios sobre las actas en pp. 582-588. 11   Pérez Celada. «Algunas consideraciones sobre la conducta».

CAPÍTULO 1 LA RED DE PRIORATOS Y EL NÚMERO DE MONJES

Las visitas y actas del Capítulo General proporcionan numerosos datos sobre el número de monjes existente en los prioratos hispanos en estos años, aunque desgraciadamente faltan series homogéneas. La conclusión que se deduce de estas fuentes es que se redujo tanto el número de monjes como de prioratos. A continuación se analizará esta situación en detalle, para determinar la evolución del número de monjes en cada monasterio y conocer cuándo estuvieron ocupados los prioratos obedienciarios. Las conclusiones alcanzadas se recogen en el último epígrafe de este capítulo. 1.1.  Las primeras listas de prioratos y monjes La elaboración de listas de monasterios pertenecientes a la Orden de Cluny, en las que se especifica el número de monjes de cada casa, cuenta con una larga tradición. Las primeras fueron realizadas a instancias de la propia Orden por motivos fiscales. Un manuscrito de la segunda mitad del siglo xiv (ca. 1377), incluye varias listas de monasterios ordenadas por provincias con los censos pagados por cada uno. La provincia de España figura en cuatro de ellas. Dos están fechadas en los años 1321 y 1377 respectivamente, mientras que las otras dos carecen de indicación cronológica.1 Las listas se denominan de los «censos debidos en la camarería de España, que han de pagarse durante la celebración del Capítulo General y percibirse sobre dichas casas, y abonarse por sus administradores». La lista de censos de 1321 incluye quince 1

  BNF, FL, 17 717, fol. 10v-11r (1377), 23r (1321), 69r (sin fecha), 74r (sin fecha).

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casas del espacio estudiado, sin un orden claro.2 La de 1377 presenta algunas variaciones en el orden y, al final, añade una casa en la ciudad de Palencia y Casserres (en «Aragón»).3 Las dos listas no fechadas son iguales. Estas listas no incluyen los prioratos dependientes de Marcigny (Zamora) ni de La Charité-sur-Loire (Rates), pero tampoco Valverde.4 Más sorprendente aún es la mención de esa casa en la ciudad de Palencia, de la que no hay ninguna noticia en las visitas y definiciones del Capítulo General. Es posible que no fuese un priorato, sino unas casas en dicha ciudad, que por alguna razón habían sido entregadas al abad de Cluny.5 El manuscrito antes citado contiene también una «lista de abadías y prioratos de la Orden de Cluny con el número de monjes en época antigua». En la provincia o camarería de España se anotan solo seis prioratos,6 y los datos 2   Encabezan la nómina San Isidro (de Dueñas) y Carrión, tal vez por haber sido donados a Cluny en una fecha más temprana (1073 y 1076), por estar en la misma diócesis (Palencia) o por pagar el censo más elevado (20 libras). A continuación se sigue un orden más o menos geográfico, primero hacia el oeste: diócesis de León (San Román), de Astorga (Villaverde, Villafranca), y luego hacia el este: diócesis de Calahorra (Nájera) y de Pamplona (San Adrián de Vadoluengo). Les siguen tres prioratos gallegos (Pombeiro, Budiño y Jubia), sin que se incluya el de Valverde. Las cinco últimas casas habían dependido en algún momento de otra —Salamanca y Ciudad Rodrigo de Carrión en 1213, Santa Coloma y San Boal de Dueñas en el siglo xii, Vimieiro de Budiño en 1274—. La casa que cierra la lista, San Boal, tiene fijado su censo en maravedís, con su equivalente en florines, mientras que en el resto se cuantifica en libras y sueldos; ello muestra su carácter más tardío, algo lógico, pues San Boal fue una obediencia de Dueñas durante los siglos xii y xiii (Reglero. Cluny en España, pp. 480-481. SZC I, doc. 80. Marrier, Bibliotheca, col. 1531-1532). 3   Villafranca se coloca dos puestos más abajo, justo antes de los prioratos gallegos, reagrupando en parte la provincia de Galicia, que Benedicto XII había revitalizado en 1336. De hecho los prioratos gallegos quedaban divididos entre la provincia de Compostela-Sevilla y la de Braga (Bullarium diplomatum et privilegiorum sanctorum romanorum pontificum Taurinensis editio, tomus IV. A Gregorio X (an. mcclxxi) ad Martinum V (an. mccccxxxi), Torino, Seb. Franco, H. Fory et H. Dalmazzo editoribus, 1859, p. 351). 4   Resulta extraña la ausencia de Valverde, más aún cuando Munio Romániz había establecido un censo de diez sueldos de Jaca en el momento de su donación a Cluny (1125) (Reglero. Cluny en España, p. 636), tal vez se deba a su proximidad a Pombeiro, a que se llegase a considerar una dependencia del mismo. 5   En concreto las adquiridas por el prior de San Isidro de Dueñas a cambio de Hontoria en 1345-1346 (SID doc. 128, 129). Los doce sueldos serían la renta de estas casas. Llama la atención que la suma pagada se establezca en sueldos, no en marcas ni libras ni maravedís, y la cantidad sea muy inferior a cualquiera de los otros prioratos (las casas de menor tamaño pagan sesenta sueldos, es decir, cinco veces más que Palencia). Estas casas habrían sido unidas a la mesa del abad. Ello explicaría que no se mencionen en las visitas y que su incorporación a la lista de censos se realizase entre 1321 y 1377 (véase epígrafe II, 5.3.3). Tampoco puede descartarse que el prior de San Isidro de Dueñas residiese temporalmente en dichas casas, al igual que el de Nájera lo hizo en las de Logroño. 6   Nájera y Carrión, con veinticinco monjes cada uno; San Isidro de Dueñas, con doce monjes; Budiño, con ocho; Casserres con catorce y Santa María de Villafranca de Valcárcel, que se interlinea sin declarar el número de monjes (BNF, FL 17 717, fol. 81v).

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sobre el número de monjes no se corresponden con el momento de su copia (1377), sino en todo caso con el siglo xiii, aunque es probable que ni siquiera sean contemporáneos unos de otros. Las citadas listas tienen un carácter fundamentalmente fiscal. Por contra, un manuscrito, datable hacia 1512, incluye una «Lista de monasterios de la Orden antes de la gran mortandad, con el número de monjes que había en ellos», que se presenta más bien como la rememoración de la grandeza pasada.7 Y ello en un momento en que Cluny había perdido su control sobre los prioratos hispanos tras las reformas impulsadas por los Reyes Católicos. Una lista similar, que parte de las mismas fuentes es el «Catálogo de abadías, prioratos y decanías sujetos a la abadía o monasterio cluniacense directa o indirectamente, por provincias y el número de monjes que había antiguamente, así como las misas que se solían celebrar antes de la gran mortandad en algunos de ellos, y en qué días se debía dar limosna», publicado en la Bibliotheca Cluniacensis en 1614. Los datos incluidos en esta lista son muy parecidos a los de la anterior, pero hay varios monasterios que se encuentran en una sí y en otra no, el orden no es el mismo, y el número de monjes coincide unas veces sí y otras no.8 Hay que pensar que ambas partieron de fuentes comunes, pero seleccionaron los datos de forma diferente. En el cuadro 1 se comparan los datos de ambas listas, siguiendo el orden de la más conocida, la de la Bibliotheca Cluniacensis. Ambas listas mencionan a veces sus fuentes: las definiciones de 1313, las de 1344 o las de 1277 (1237 en la versión de la Bibliotheca Cluniacensis). De ellas tan solo se conservan las de 1344, en que efectivamente se dice que Burgos pertenecía a la mesa del abad.9 Sin duda se utilizaron otras listas, que no se explicitan, en que constaba el número de monjes que debía haber en cada priorato o los que hubo en otro tiempo. Hay que destacar que la Bibliotheca incluye el número de capellanes comensales, es decir, de presbíteros racioneros, en los prioratos de Villaverde, Villafranca, Valverde, Budiño y Jubia, que eran los de Galicia y la contigua   BNF, FL, 13 873, fol. 189v-190r, 176v.   En la lista de 1512 se repiten dos lugares: Vimieiro y San Boal. Además no se menciona el priorato de Zamora (dependiente de Marcigny), ni las abadías de Cornellana y San Cristóbal de Leyre. Por contra, aparecen tres lugares ausentes en la otra lista, dos prioratos dependientes de Carrión (Aguilar) y Nájera (Viloria), que se suman a otros dos que sí que se incluyen (Toro y Frómista), y la abadía de San Martín de Pinario, en Santiago de Compostela, que se añadió interlineada. Esta última era una abadía benedictina de monjes negros, pero nunca estuvo unida a Cluny: Lucas Álvarez, Manuel. El monasterio de San Martiño de Pinario de Santiago de Compostela en la Edad Media, Sada (A Coruña), Ediciós do Castro, 2003. Andrade Cernadas, José Miguel. El monacato benedictino y la sociedad de la Galicia medieval (siglos x al xiii), Sada (A Coruña), Ediciós do Castro, 1997, pp. 35-36, 96-107, 188, 208-210. 9   SCG III, doc. 285. 7 8

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Cuadro 1. Listas de prioratos de Cluny en España Priorato

Bibliotheca Cluniacensis*1

Manuscrito de 1512

Nájera

30 monjes

Carrión

24 monjes y el prior

30 monjes según las definiciones de 1313 25 monjes

4 monjes y el prior

4 monjes y el prior.

San Boal

12 monjes incluido el prior. Fueron antiguamente 30 2 monjes y el prior

Ciudad Rodrigo

1 monje y el prior

Dueñas Salamanca

Entrepeñas Villaverde Burgos Villafranca Valverde Pombeiro Budiño Jubia Vimieiro Rates

Zamora

Cornellana

2 monjes y el prior

2 monjes y el prior. Según las definiciones de 1237 eran 4, es decir, el prior, un monje y dos capellanes comensales. No hay monje, solo el prior, que ha de morar en Carrión. 8 monjes y 3 capellanes comensales Un monje, el prior, dos capellanes comensales 8 monjes. Según las definiciones de 1313 deben ser 12. 8 monjes, el prior y 1 capellán comensal 6 monjes, el prior y un capellán comensal 1 monje y el prior 15 monjes

2 monjes y el prior Abadía

12 monjes, en otro tiempo fueron 30 1 monje 1 monje y el prior 1 monje

4 monjes según las definiciones de 1277 De la mesa del abad según las definiciones de 1344. 14 monjes incluido el prior Se menciona pero sin expresar el número de monjes 12 monjes según las definiciones de 1313 10 monjes 10 monjes 1 monje / 2 monjes 15 monjes

San Adrián (Vadoluengo)

6 monjes

6 monjes

Toro

Casa del prior de Carrión

Se menciona

San Cristóbal de Leyre Frómista

Viloria San Juan de Aguilar

San Martín en Santiago de Compostela *

16 monjas y la abadesa

Unida a priorato de Carrión

Depende de Carrión Casa 2 monjes Abadía

Marrier. Bibliotheca, col. 1746-1747. No incluye los monasterios catalanes.

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diócesis de Astorga, con la excepción de Pombeiro, lo que puede revelar una fuente común, tal vez esas definiciones no conservadas de 1237 o 1277 a que se refiere en Villaverde. Algunas diferencias entre ambas fuentes pueden derivar de que al número de monjes se sume el prior y los capellanes comensales, mientras que otras tendrían su origen en que se utilizan fuentes de años diferentes.10 Otro problema es que se mezclan fuentes normativas que fijaban el número de monjes que debía haber, con visitas que declaraban el número real de monjes en cada momento.11 1.2.  Los prioratos conventuales La Orden de Cluny tenía dos grandes prioratos, que reunían buena parte de los monjes de la provincia: San Zoilo de Carrión y Santa María de Nájera. San Zoilo de Carrión contaba con treinta y dos monjes en 1245,12 número que se había reducido al prior y veintitrés monjes en 1292.13 Los efectivos se estabilizaron en el primer tercio del siglo xiv,14 hasta la llegada de la Peste Negra, cuando murieron diez monjes, incluyendo infantes, en menos de dos meses (1348).15 Las definiciones del Capítulo General de 1349, celebrado el 3 de mayo, se limitaron a constatar que no había el número de monjes adecuado, ya que se habían reducido a la tercera parte en tiempos del predecesor 10   El caso de Villaverde es expresivo de los problemas que plantean estas cifras. La Bibliotheca Cluniacensis toma primero una fuente en la que se establecía que hubiese prior y dos monjes, citando a continuación las definiciones de 1237 en las que el número establecido era de cuatro, pero precisando que tales cuatro eran el prior, un monje y dos capellanes. La lista de 1512 debió de utilizar las mismas definiciones, si bien las atribuye a 1277 (lo que me parece más probable), pero convierte los cuatro en monjes, sin distinguir a los capellanes y al prior. Por otra parte, esta es la misma división que figura en el priorato de Valverde, lo que puede deberse a una confusión entre los mismos. 11   Las referencias al número de monjes que debe haber en un priorato derivan de las averiguaciones realizadas desde fines del siglo xiii para limitar el número de monjes en los prioratos franceses, con graves problemas para mantener a los que tenían, dado su elevado número. Ello llevó a establecer un número fijo, y prohibir a los priores que aceptasen nuevos monjes sin permiso del abad, medida que se recoge en los estatutos de Bertrand de Colombier (1301). Simultáneamente, los camareros debían trasladar los monjes de los prioratos excedentarios a los deficitarios (Riche. L’Ordre de Cluny, pp. 395, 512-513, 515). 12   SCG I, doc. 39. 13   SCG II, doc. 141. 14   Las cuentas de 1338 hablan de que había prior y veinticinco monjes, de los cuales cinco residían en los prioratos o casas dependientes (SZC II, doc. 215). 15   Así consta en una noticia del siglo xvi copiada en el Necrologio del monasterio: murió primero Pedro de Frómista; le siguió Dia Gil de Valladolid, un niño o infante, el 21 de agosto; luego Alfonso Pérez de Carrión el 24 de ese mes; el 30 murieron Pedro Ramón, monje presbítero, y Pedruelo, otro infante; dos nuevas muertes se produjeron el 21 de septiembre, ambos monjes presbíteros, sin que se especifique el resto (NSZC fol. 11v).

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del prior actual, sin mencionar para nada que la peste había sido una de las principales causas de tal disminución; los definidores constataron que en las casas dependientes de San Zoilo no había el número habitual de monjes, sin dar cifras.16 No hay más datos hasta 1387 y 1392, cuando había entre quince y dieciocho monjes,17 lo que puede entenderse como una recuperación desde los niveles de mediados de siglo. Santa María de Nájera sigue una evolución similar, pero con una reducción más temprana de efectivos. No hay noticias sobre el número de monjes que había a mediados del siglo xiii, aunque años más tarde se dice que debería haber treinta monjes, es decir, un número similar al de Carrión,18 sin embargo en 1285 había dieciocho.19 La caída más fuerte tuvo lugar a inicios del siglo xiv, pues en 1310 se contabilizaron solo siete.20 Ello se debía a que el priorato había sido encomendado a un cardenal, quien lo administró muy mal, al parecer reduciendo el número de monjes y otorgando a cada uno raciones muy elevadas, de forma que solo se podía mantener un número pequeño.21 Las noticias de los años siguientes hablan de recuperación, a pesar del endeudamiento, hasta el punto de que el prior de Nájera fue camarero de la Orden en España a mediados del siglo xiv. Desgraciadamente no hay noticias relativas al número de monjes hasta 1387, cuando había diez.22 La reducción del número de efectivos experimentada por ambos prioratos fue bastante considerable, a pesar de lo cual lograron mantener un contingente suficiente para el culto, dado que partían de cifras más elevadas que el resto. Una suerte diferente, y variada, experimentaron los otros prioratos conventuales, que en el siglo xii e inicios del xiii pudieron contar con doce monjes, el número apostólico: Santa María de Villafranca, San Martín de Jubia, San Isidro de Dueñas y San Vicente de Pombeiro.23 En general, estos prioratos experimentaron una primera reducción en el siglo xiii, que supuso que a fines del mismo contasen con en torno a siete u ocho monjes. Esta cifra se redujo en el siglo xiv, no de forma progresiva, sino bruscamente en un momento de crisis del monasterio, distinto en cada caso, aunque parece que sobre todo en el primer cuarto de siglo. Con posterioridad se recuperó ligeramente a veces, pero en general tendió a estabilizarse en el segundo cuarto de siglo y a disminuir en el tercero.   SCG III, doc. 305.   SCG IV, doc. 359, 364. 18   SCG II, doc. 191. 19   Se dice que menos que en tiempos pasados (SCG I, doc. 117). Unos pocos años después el número se redujo al prior y dieciséis monjes (1292) (SCG II, doc. 141). 20   SCG II, doc. 191. 21   SCG II, doc. 203. La noticia es de 1314. 22   SCG IV, doc. 359. 23   Reglero. Cluny en España, p. 477. 16 17

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Santa María de Villafranca parece que fue el que mejor resistió. En 1285 había seis monjes, pero en pocos años (1292) su número creció hasta diez, además del prior.24 No hay noticias, ni casi documentación, a lo largo de la mayor parte del siglo xiv. A fines del mismo había cinco o seis monjes con el prior, señalando entonces los definidores que debería haber veinte (1396).25 Las noticias sobre San Martín de Jubia en las actas del Capítulo General son muy escasas y han de completarse con algunos documentos del propio monasterio. En torno a 1300 habría entre cinco y siete monjes, tal vez algunos de ellos simples conversos.26 En el tercer cuarto de siglo su número oscila entre uno y tres, si bien en 1377 el prior moraba solo en el monasterio.27 San Isidro de Dueñas contaba a fines del siglo xiii con el prior y ocho (1284) o nueve monjes (1292), si bien en esta última fecha cuatro no dormían en el dormitorio común.28 La administración temporal a fines del siglo xiii e inicios del xiv fue desastrosa, tanto por la actuación del prior Pedro Flachardi de Belna como por el arrendamiento del monasterio a un caballero durante varias décadas.29 Por ello no es extraño que en 1336 hubiese solo un prior y tres monjes.30 En 1369 contaba al menos con un prior;31 pero en 1377 no   SCG I, doc. 117; II, doc. 141.   SCG IV, doc. 364, 371. 26   En 1291 se dice que allí había siete monjes acusados de incontinencia, pero ello no supone necesariamente que sea el número total de los existentes (SCG II, doc. 135). Es un número muy próximo al recogido en las listas de la Bibliotheca Cluniacensis: seis y el prior (Marrier. Bibliotheca, col. 1747). En 1316 testifican cinco o seis monjes, varios de ellos denominados «frey», por lo que puede tratarse de conversos (AHN Códices 63B, n.º 12). En 1330 se menciona un prior claustral (AHN Códices 63B, n.º 8). 27   En las definiciones de 1349 consta que el prior había fallecido recientemente, tal vez a consecuencia de la peste (SCG III, doc. 305). En 1353 había al menos dos monjes (AHN Códices 1047B, fol. 3v, lin. 10-17 y 17-21); al año siguiente el prior otorga un documento junto con un monje, de nombre diferente a los del año precedente (AHN Códices 63B, n.º 13). En 1358 testifican tres monjes (AHN Códices 63B, n.º 9) y en 1368 al menos dos (AHN Códices 1047B, fol. 2r, lin. 40-46). Sendos documentos de 1369 y 1372 son otorgados por el prior y un monje (AHN Clero, lib. 6585, fol. 246r-247r; AHN Códices 63B, n.º 48). Las definiciones de 1377 mandaban que el camarero pusiese allí otro monje (SCG IV, doc. 348). Sin embargo, sendos foros datados en enero de 1377 y diciembre de 1378 son otorgados por el prior junto con los demás monjes residentes, aunque no se explicitan sus nombres, ¿una mera fórmula? (AHN Códices 63B, n.º 19, 22). 28   SCG I, doc. 117; II, doc. 141. 29   SID pp. 197-203. 30   SCG III, doc. 259; III, doc. 263. A inicios de 1346, el prior y dos monjes juraban que una importante permuta que habían realizado era provechosa para el monasterio (SID doc. 129), por lo que es probable que no hubiese más monjes en el monasterio. Sin embargo, en 1349 se habla de que había prior, suprior y otros monjes (en plural), lo que indica que volvían a ser al menos tres y, probablemente más, aunque fuesen acusados de giróvagos y concubinarios (SCG III, doc. 305). 31   SID doc. 140. 24 25

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moraba ni siquiera este.32 Más tarde se recuperó y volvió a los niveles de mediados de siglo. Las definiciones de inicios del siglo xiv declaraban que en San Vicente de Pombeiro debería haber ocho o doce monjes,33 pero en la práctica el número era más reducido, oscilando entre cuatro y ocho entre 1285 y 1313.34 Aunque en 1335 se dijese que el priorato estaba en buen estado temporal y espiritual, el número de monjes que acompañaban al prior era de tres, además de un converso, lo que indica que no solo no había aumentado sino que más bien se reducía.35 En 1342, en medio de una disputa por el priorato, uno de los rivales expulsó al otro y a los monjes que lo acompañaban,36 por lo que en 1345 solo quedaba un monje, aunque el prior se mostraba dispuesto a admitir otros si el camarero se los proporcionaba.37 A fines de siglo (1392) se habla de prior y dos monjes, lo que muestra que se mantuvo con efectivos muy reducidos.38 Otro antiguo priorato conventual era San Pedro de Rates, dependiente de La Charité-sur-Loire, motivo por el que se negaba a recibir a los visitadores de Cluny. La lista incluida en la Bibliotheca Cluniacensis dice que allí solía haber quince monjes, pero no precisa cuándo.39 Hay noticias de algunos priores en la segunda mitad del siglo xiii y primer cuarto del xiv, pero no de cuántos monjes los acompañaban. En 1314, el arzobispo de Braga todavía se refiere al prior y monjes (en plural) del monasterio.40 Sin embargo, la visita de 1377 señala que no moraba ningún monje, probablemente ni el propio prior.41 Un caso diferente es el de la abadía de Cornellana, en Asturias. La escasa documentación conservada dificulta conocer cuál fue su relación con Cluny a lo largo de los siglos xii y xiii. Los escasos indicios que vinculan Cornellana a Cluny en el primer tercio del xiii desaparecen desde mediados de siglo.42   SCG IV, doc. 348.   SCG II, doc. 202, 191. 34   En 1285 había solo cuatro monjes, debido al elevado número de clérigos prebendarios (SCG I, doc. 117). La situación se corrigió en los años siguientes, pues en 1292 el prior estaba acompañado por ocho monjes (SCG II, doc. 141), y en sendos documentos de los años 1304 y 1307 confirman siete y seis monjes respectivamente (SVP doc. 29, 32). Se trata de una mejoría temporal, pues las deudas contraídas por los priores llevaron a multiplicar el número de prebendas y a arrendar el priorato a un escudero, lo que supuso la reducción de los efectivos a tan solo cuatro (1310, 1313) (SCG II, doc. 191, 202). 35   SCG III, doc. 259. 36   SCG III, doc. 278. 37   SCG III, doc. 292. 38   SCG IV, doc. 364. 39   Marrier. Bibliotheca, col. 1720, 1747. 40   Costa. «Cluny em Portugal», doc. 14. 41   SCG IV, doc. 348. 42   Me remito a lo escrito en: Reglero. Cluny en España, pp. 491-492. El estudio más completo sobre este monasterio no recoge noticias que asocien esta abadía con Cluny después de las quejas del Capítulo General en 1291, ni mucho antes: Calleja Puerta, Miguel. El monasterio de San Salvador de Cornellana en la Edad Media, Oviedo, 2002, pp. 87-133. 32 33

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No hay ninguna mención de esta abadía en las visitas y definiciones del Capítulo General (conservadas desde 1259) hasta el año 1291. Ese año se declaraba que Cornellana se había sustraido a la sujeción de la ecclesia cluniacensis, por lo que el abad había sido excomulgado. Los definidores pedían al abad que proveyese remedio; petición que reiteraron en 1294, solicitando que escribiese al rey de España al respecto.43 No vuelve a haber noticias y en el siglo xiv la abadía se consideraba miembro de la Orden de San Benito y sujeta al obispo de Oviedo, lo que confirma su separación de Cluny.44 La fecha de la separación no creo que fuese 1291, dada la ausencia de referencias anteriores en visitas y definiciones. La denuncia de 1291 pudo deberse más bien al cambio de camarero en la provincia de España, que tuvo lugar poco antes.45 El nuevo camarero reclamaría los antiguos derechos de Cluny en esta abadía, no ejercidos desde hacía años, lo que llevaría a la negativa del abad, su excomunión y la ruptura formal. Desde la perspectiva de Cluny fue otra más de las «rebeliones» de sus abadías, tan numerosas en el siglo xiii, en este caso con éxito gracias a la lejanía de Cluny y, sin duda, al apoyo del obispo de Oviedo.46 1.3.  Los prioratos menores Un tercer grupo de monasterios, los prioratos menores, se caracterizó por tener un número reducido de monjes en el siglo xii y primera mitad del xiii. La situación de los prioratos menores en el xiv fue muy variable, con momentos de abandono, más frecuentes a mediados del siglo xiv. Dado lo reducido de sus efectivos, estos cambian con frecuencia; a inicios del período el prior podía estar acompañado de dos o incluso tres monjes, pero a menudo el prior terminó siendo el único monje del monasterio, si es que residía allí. Las funciones litúrgicas de los monjes pasaron a ser desempeñadas por clérigos seculares que percibían una ración o prebenda, muy numerosos en los prioratos gallegos. San Román de Entrepeñas había incrementado, a mediados del siglo xiii, de dos a tres el número de monjes que acompañaban al prior, cifra que se mantuvo hasta 1286,47 pero volvió a reducirse a dos en la última década del siglo xiii y primera del xiv.48 En los años siguientes las noticias muestran que   SCG II, doc. 135, 141, 142, 145.   Calleja Puerta. El monasterio de San Salvador de Cornellana, pp. 101, 131-133. 45   Guichart dejó de serlo en 1289 o 1290: véase el Apéndice I: Prosopografía. 46   Cygler, Florent. «L’Ordre de Cluny et les ‘rebelliones’ au xiiie siècle», Francia, 19/1 (1992), pp. 61-93. 47   Reglero. Cluny en España, pp. 532-533. Para los años 1252-1286: SRE doc. 71, 75, 76, 77, 79, 80, 82, 84, 85, 86. SCG I, doc. 117. 48   SCG II, doc. 141. SRE doc. 88. 43 44

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el priorato estaba en mal estado por la mala administración de los priores, que no proveían a los monjes de lo suficiente.49 A inicios de 1336 moraba un monje con un clérigo,50 y en 1340 solo el prior, sin ningún monje, una situación irregular (no estaba permitido que los monjes viviesen solos), por lo que se mandaba al camarero que pusiese allí dos monjes.51 En los años siguientes se sabe que el prior vivía al menos con un monje.52 San Vicente de Salamanca contaba en 1305 con un prior y dos monjes, al igual que en 1245.53 En 1335 se habían reducido a un prior y un monje, y al poco quedó solo el prior.54 La decadencia de San Salvador de Villaverde fue más rápida. En 1276 quedaban solo dos monjes, cuando antiguamente hubo cuatro.55 Una década después no moraba ninguno.56 En 1336 había un prior y un monje niño, pero el prior no residía por temor a los ladrones.57 Si en 1372 testificaban el prior y dos monjes, en 1377 el prior moraba solo.58 Las noticias sobre Santa Ágata de Ciudad Rodrigo durante la segunda mitad del siglo xiii y el primer tercio del xiv solo se refieren a los priores, si bien en 1322 se menciona un antiguo monje de ese priorato.59 A inicios de 1336 el prior moraba   SCG II, doc. 202, 203, 212.   No se precisa si dicho monje era el prior del que los definidores hablan a continuación (SCG III, doc. 259). 51   SCG III, doc. 271. 52   En 1356 figura en un documento un monje junto al prior (SRE doc. 100), situación que parece se mantenía en 1377, cuando los definidores no consideraron necesario poner allí más monjes, al contrario que en otros prioratos (SCG IV doc. 348); en 1387 el prior tenía allí un monje y un converso (SCG IV doc. 359). 53   No puede descartarse que en dicho período hubiese habido alguna oscilación, pues la Bibliotheca Cluniacensis habla de cuatro monjes (SCG II, doc. 179; I, doc. 40) y en 1331 el prior alegaba ante el rey que su monasterio era muy pobre y no podía mantener a los tres monjes que estaban en él (AUPSA, Colegio de San Vicente, Carpeta de pergaminos, n.º 3). 54   SCG III, doc. 259. En 1340 se mandaban poner dos monjes, lo que sugiere que ninguno acompañaba al prior (SCG III, doc. 271). Una noticia de 1349 se refiere a la mala vida llevada por un monje de este priorato (AUPSA, Colegio de San Vicente, Carpeta de pergaminos, doc. 3). En 1377 vivía solo el prior, aunque los definidores se contentaban entonces con que el camarero pusiese al menos uno (SCG IV, doc. 348). 55   SCG I, doc. 89. 56   Se debía a que la reina María de Molina había ocupado la casa (SCG I, doc. 117, 118). A inicios del siglo xiv había pasado a manos de un escudero, que lo tenía por un cardenal, sin que haya noticias de que estuviese ocupada (SCG II, doc. 191). 57   SCG III, doc. 259, 263. 58   El prior y dos monjes aparecen en 1372 en el testamento de un vecino de Santibáñez de Vidriales —lugar contiguo al monasterio—, pero que está datado en Benavente, por lo que es posible que morasen en la villa en lugar de en el monasterio. Es significativo que el criado del prior sea Álvaro de Carrión, topónimo que coincide con el del principal priorato cluniacense, de donde puede que todos ellos procediesen (Fernández Ruiz, Raquel del Carmen. Colección diplomática del monasterio de Santo Domingo de Benavente, 1228-1390, Benavente, Centro de Estudios Benaventanos «Ledo del Pozo», 2000, doc. 61). En 1377 se mandaba de nuevo que el camarero diese al prior un monje como acompañante (SCG IV, doc. 348). 59   SCG II, doc. 223. 49 50

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solo, sin ningún monje,60 y en 1345 y 1349 no residían ni el prior ni su socio monje.61 En 1377 al menos estaba el prior, pero sin acompañante.62 San Pedro de Valverde sufrió un acelerado descenso de sus efectivos en la segunda mitad del siglo xiii. El prior estaba acompañado por tres monjes en 1259, por dos en 1285, y por uno a partir de 1292.63 Esta situación se mantuvo durante el primer tercio del siglo xiv.64 Si en 1340 no había ni prior ni monje, dos años después el prior había expulsado al único monje que lo acompañaba para poner un racionero en su lugar.65 El priorato había estado arrendado a un caballero durante la última década del siglo xiii y el primer tercio del xiv, pero esta circunstancia no parece ser la explicación última de la reducción del número de monjes. El Capítulo General se queja una y otra vez del creciente número de racioneros o prebendarios que tenía el monasterio, y de que los monjes eran sustituidos por estos presbíteros seculares.66 San Salvador de Budiño debió de gozar de una época de prosperidad antes de mediados del siglo xiii, pues el listado de la Bibliotheca Cluniacensis le atribuye un prior y ocho monjes.67 La realidad era otra en estos años: entre 1276 y 1336 hubo un prior y dos o tres monjes,68 pero entre 1337 y 1340 el priorato fue ocupado por el cardenal de España, y no quedó ninguno.69 Los cluniacenses volvieron a instalarse al poco, de modo que en 1344 había un prior y un monje,70 si bien cuando el prior murió en 1348-1349, tal vez a consecuencia de la peste, cesó el culto en el lugar.71 En 1377 no moraba allí ningún monje.72 La información sobre el priorato portugués de Santa María de Vimieiro es todavía más escasa. A fines del siglo xiii todavía había prior y dos monjes 60   Por ello se ordenó al camarero que pusiese uno que fuese sacerdote (SCG III, doc. 259, 263). 61   SCG III, doc. 292, 305. 62   SCG IV, doc. 348. 63   SCG I, doc. 50, 117; II, doc. 141. 64   Así queda de manifiesto en 1305 (SCG II, doc. 179), 1310 (SCG II, doc. 191), 1314 (SCG II, doc. 202) y 1336 (SCG III, doc. 259, 263). En 1319 un documento del monasterio menciona a un monje, además del prior (AHN Clero carp. 1157, n.º 9). 65   SCG III, doc. 271, 278. A fines de siglo la situación era la misma, había prior pero ningún otro monje, tan solo presbíteros seculares (SCG IV, doc. 364). 66   SCG I, doc. 50, 53, 89, 117; II, doc. 141; III, doc. 278. 67   Marrier. Bibliotheca, col. 1747. 68   En 1276 faltaba el prior aunque había tres monjes, que en 1292 se redujeron a dos (SCG II, doc. 89, 141). Fue entonces cuando el priorato se arrendó al obispo de Tuy, con la condición de mantener prior y dos monjes, lo que en 1313 no se cumplía (SCG II, doc. 202). En 1336 se dice que con el prior vivían tres monjes (SCG III, doc. 259, 263). 69   SCG III, doc. 265, 271. 70   Dos arcedianos de la sede tudense les disputaban la posesión del monasterio en nombre de otro cardenal (SCG III, doc. 278). En 1345 se ordenó al camarero poner dos monjes más (SCG III, doc. 292). 71   SCG III, doc. 305. 72   SCG IV, doc. 348.

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(1292),73 a pesar de que durante buena parte de la segunda mitad del siglo xiii el monasterio había estado en manos de distintas dignidades de la catedral de Braga. En los años siguientes hay algunas noticias de la actuación del prior, e incluso en 1312 se habla de un monje que residió en ese monasterio antes de pasar al de Villafranca.74 En los años 1336-1340 parece que el prior vivía solo, situación que se prolongó durante el resto del período.75 Además de los prioratos dependientes directamente de Cluny, estaba San Miguel de Zamora, que pertenecía a Marcigny. Por ello muchos años no hay noticias suyas en el Capítulo General. La visita de 1292 dice que allí había dos monjes, aunque la casa estaba arrendada a un caballero.76 En 1300 los caballeros del Hospital consiguieron que el papa les cediese el lugar, alegando entre otros motivos, que desde hacía tiempo no vivían monjes en el monasterio.77 A mediados del xiv, no moraba ninguno, aunque nominalmente hubiese dos, acusados de giróvagos en 1344, y un prior que no hacía residencia (1345).78 A fines del siglo xiv moraba el prior con un monje (1392) o solo (1396).79 En el reino de Navarra se encontraba el priorato de San Adrián de Vadoluengo, del que no hay noticias en las actas del Capítulo General entre 1259 y 1387. En 1259 se dice que había sido concedido a un oficial del rey de Navarra por el abad Hugo VI (1235-1244), cesión que se mandaba revocar.80 Tras ello se abre un largo silencio hasta fines del siglo xiv. En 1387 se menciona al decano de San Adrián y en 1392 se visita el monasterio, que tenía categoría de decanato adscrito a la mesa del abad de Cluny y estaba en manos del sacristán de Carrión, aunque ningún monje residía.81 Las noticias recogidas por la Bibliotheca Cluniacensis señalan que el monasterio estaba adscrito a la mesa del abad, y que en otro tiempo hubo allí seis monjes, pero sin precisar cuándo.82 Es posible que los monjes de este monasterio a   SCG II, doc. 141.   SCG II, doc. 198. 75   En 1336 se habla del prior, pero no de ningún monje que le acompañe, y en 1340 se dice que faltan dos monjes (SCG III, doc. 259, 263, 271). Durante la década siguiente, las actas del Capítulo contienen nuevas referencias al prior, unas positivas y otras negativas, pero nada se dice sobre si le acompañaba algún monje. Hay que esperar a 1377 para saber que no moraba allí ninguno, al parecer ni siquiera el prior, al igual que sucedía en Dueñas, Budiño o Rates (SCG IV, doc. 348). 76   SCG II, doc. 141. 77   Domínguez Sánchez. Documentos de Bonifacio VIII, doc. 724. 78   SCG III, doc. 278, 292. 79   SCG IV, doc. 364, 371. 80   SCG I, doc. 50. 81   SCG IV, doc. 359, 364. 82   Marrier. Bibliotheca, col. 1747. Un manuscrito del siglo xiv, en que se recogen los censos debidos por los prioratos cluniacenses a la abadía, menciona San Adrián de Vadoluengo. La lista más antigua es de 1321, lo que supone que entonces el priorato funcionaba todavía como unidad contable. Sin embargo, al copiar dicha lista en 1377-1378 se añadió que San Adrián había sido unido al priorato de Nájera por el Capítulo General en el año 48 (1348): 73 74

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fines del siglo xiii fuesen aquellos procedentes de San Salvador de Leyre, que en 1265 habían aceptado la obediencia cluniacense. Aunque en algunos momentos (1270-1274, 1296-1300) consiguieron hacerse con la abadía de Leyre, los cistercienses la recuperaron.83 El fracaso de tales tentativas y la falta de recursos llevarían a su unión a Nájera y su incorporación a la mesa del abad a mediados del siglo xiv. 1.4.  Los antiguos prioratos obedienciarios La suerte de los antiguos prioratos obedienciarios, dependientes de Nájera, Dueñas o Carrión, fue muy diversa. Algunos fueron separados y llevaron una vida independiente; otros se convirtieron en simples centros de explotación en los que no residía ningún monje; alguno mantuvo una vida monástica más o menos continua o bien su explotación siguió siendo dirigida por un monje. Se recogen en este epígrafe las diversas noticias referentes a estos prioratos, no solo al número de sus monjes, con el fin de conocer cuándo funcionaron como tales o si fueron simples centros de una explotación señorial. 1.4.1.  Antiguas dependencias de San Isidro de Dueñas La lista de prioratos que pagaban un censo a Cluny en 1321 incluye, además de los arriba mencionados, San Boal y Santa Coloma de Burgos.84 Ambas casas habían dependido de San Isidro de Dueñas, pero en el siglo xiv funcionaron de forma autónoma y aparecen en las actas del Capítulo General.85 San Boal del Pinar estuvo en manos del prior de Nájera, que había sido primero prior de San Boal y, al parecer, no lo abandonó (1305-1306); allí residió un monje pariente de dicho prior, pero nada se dice de la situación en dicho momento.86 En 1336 se informa de que solía haber un prior y dos BNF, FL 17 717, fol. 23r. De las actas de 1348 solo se conserva un pequeño fragmento que no hace referencia a esta cuestión (SCG III, doc. 301). Una nueva lista de censos, datada en 1377, se limita a señalar que San Adrián estaba unido a la casa de Nájera (BNF, FL 17 717, fol. 10v). 83   Fortún piensa que esta comunidad residiría en San Adrián de Vadoluengo, por su cercanía a Leyre. Ello explicaría los seis monjes de que habla la Bibliotheca Cluniacensis [Fortún, Luis Javier. Leire, un señorío monástico en Navarra (siglos ix-xix), Pamplona, Institución Príncipe de Viana-Gobierno de Navarra, 1993, pp. 156-157. Reglero, Cluny en España, pp. 492-493]. 84   BNF, FL 17 717, fol. 23r. 85   SID pp. 181-183, 259-261. 86   SCG II, doc. 179, 181. En 1310 se menciona un prior (SCG II, doc. 191).

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monjes, aunque entonces solo estaba el prior.87 La situación se corrigió en los años siguientes, pues en 1345 se menciona la presencia de un monje y en 1349 de dos, aunque uno fuese un antiguo franciscano recibido ilegalmente.88 Las noticias sobre Santa Coloma de Burgos en torno a 1300 se refieren a su ocupación por terceros o la rebeldía de sus priores.89 La situación no mejoró, en 1344 estaba adscrita a la mesa del abad de Cluny, cuyo procurador la había dado en encomienda; el monje que tenía la casa se la había entregado a un cardenal para que el abad no se la quitase. Parece que la casa se transformó en el centro de un dominio, donde había un prior, que no siempre residía, especialmente desde mediados del siglo xiv. La Bibliotheca Cluniacensis recoge esta situación, al decir que allí no había monje, tan solo un prior que debía residir en San Zoilo de Carrión.90 El tercer monasterio que dependió de San Isidro de Dueñas en el siglo xii fue Santiago del Val. No puede considerarse un priorato activo en estos años, aunque temporalmente pudiese residir allí un monje, como el que dejó en 1315 el prior de San Isidro para recaudar rentas y diezmos.91 Por entonces se había convertido ya en el centro de un dominio, con una iglesia servida por capellanes.92 1.4.2.  Dependencias de San Zoilo de Carrión Las noticias de los siglos xii y xiii sitúan bajo la dependencia de San Zoilo los prioratos de San Martín de Frómista, San Pelayo de Toro y Villibáñez. También hubo monjes en San Juan de Aguilar de Campos (1247), pero no hay referencias a San Lorenzo de Villalpando, monasterio donado   SCG III, doc. 259, 263.   SCG III, doc. 292, 305. En 1377 seguía habiendo prior y, probablemente, un monje, dado que no se ordena ponerlo como en otros casos (SCG IV, doc. 348). 89   En 1286 estaba arrendada a Fernán Pérez, quien declaraba tener dicha casa de la «Orden de San Zoyl de Carrión» (Bernard-Bruel. Recueil des chartes de l’abbaye de Cluny, VI, doc. 5351). En 1303 el Capítulo General denunciaba que estaba ocupada por un noble (SCG II, doc. 172). En 1308 el prior no pagaba el censo al abad ni proveía a los visitadores, lo que suponía negarse a reconocer la autoridad de la Orden (SCG II, doc.185). 90   SCG III, doc. 285. Marrier. Bibliotheca, col. 1747. En 1349 estaba en manos de un laico y en 1377 el prior no residía, sino que lo hacía en San Jorge de Azuelo, lo que era costumbre (por entonces Nájera había sustituido a Carrión como sede del camarero y Azuelo era un priorato dependiente de Nájera) (SCG III, doc. 305; IV, doc. 348). 91   SID pp. 181-182, 259; doc. 111. Ello tras tomar posesión de esta casa ante el impago del arrendador, que al poco tiempo recuperó el lugar. 92   La casa de Santiago del Val se menciona en la visita de 1336 y en las actas del Capítulo en 1340, pero en ambas ocasiones como una aldea o dominio dependiente de San Isidro, sin que nada haga suponer que allí residiese ningún monje (SCG III, doc. 259, 271). Tampoco figura en las listas de censos del siglo xiv ni en las de la Bibliotheca Cluniacensis. En una lista de parroquias de la diócesis de Palencia (1345) aparece como una iglesia servida por un clérigo presentado por el prior de San Zoilo de Carrión (SID doc. 126). 87 88

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por Fernando III (1226). Todos ellos siguieron dependiendo de San Zoilo, aunque la información sea muy desigual. Las cuentas de 1338 informan de que en el priorato de Carrión había veinticinco monjes, pero solo residían veinte de ellos.93 Hay que pensar que los otros cinco estaban repartidos por los prioratos y decanías dependientes, incluyendo Santa Coloma de Burgos, como ya se ha indicado. Por su parte las definiciones de 1349 critican que en las casas dependientes del priorato de San Zoilo el número de monjes no era suficiente.94 Ello demuestra que, a pesar de no tener noticias directas, en algunas de tales casas había monjes cluniacenses residiendo de forma continuada. Pero ¿en cuáles? Se menciona un prior en Villalpando en 1333, pero no hay alusiones a monjes en Villibáñez y Aguilar.95 La casa de San Martín de Frómista se menciona en las actas del Capítulo General de 1276 como vacante, mandándose al prior de Carrión que pusiese allí un prior.96 En los años siguientes aparecen allí dos monjes, probablemente un prior y su socio.97 Es probable que esta situación continuase hasta 1325, cuando en documentos relacionados con esta casa testifican dos monjes de Carrión.98 Ese año la casa y su barrio fueron arrendados. Las noticias   SZC II, doc. 215.   SCG III, doc. 305. 95   En las cuentas de 1338 se menciona lo que producía la casa de Villalpando, por entonces adscrita a la mesa del prior. El Necrologio de San Zoilo de Carrión recoge una noticia referente al prior Esteban de San Lorenzo de Villalpando, del que se dice que era monje de San Zoilo, y que en 1333 donó la novena parte de la iglesia de San Esteban de Villamayor, en la que fue sepultado: Ano de M CCC XXX III dio Esteuan monje de San Zoyl e prior de San Lorenzio de Uillalpando e San Teuan de Uillamayor noveno en san Esteuan e yace alli sepultado (NSZC, fol. 5r). Dicha noticia fue escrita a fines del siglo xv, junto con las referentes a otros priores de Villalpando. De San Juan de Aguilar solo se dice que la mitad de sus rentas estaban empeñadas a los vecinos de Villalón en 1338 (SZC II, doc. 215). 96   SCG I, doc. 89. 97   En 1291, en un importante documento de los señores de Frómista, entre los testigos del barrio de San Martín aparecen dos monjes: don Gonzalo el monje y don Juan su compañero. Aunque no se precisa que residan permanentemente en dicha iglesia, el hecho de que uno de ellos sea denominado «su compañero» parece indicar que se trata del prior y su socio monje (SZC I, doc. 152). El prior de Frómista figura en el Necrologio de San Zoilo de Carrión, como encargado de pagar dos de los aniversarios realizados. La inscripción de tales notas parece que se realizó en el último tercio del siglo xiii, lo que se corresponde con las noticias antes señaladas (NSZC, fol. 3r, 9r. Reglero de la Fuente, Carlos Manuel. «Transformation de la mémoire écrite: du nécrologe de Cluny au nécrologe-obituaire de Carrión», en Productions, remplois, mises en registre: la pratique sociale de l’écrit à travers la documentation médiévale bourguignonne, en prensa). 98   En 1316 el prior de Carrión arrendó un solar en el barrio de San Martín de Frómista al capellán de esa iglesia; entre los testigos figuran el limosnero del monasterio y dos monjes (Roberto y Gui), pero no se precisa que moren allí (SZC II, doc. 187). La casa y barrio de San Martín fueron arrendados en 1325 a un caballero de la comarca por diez años. Se inició con ello una larga serie de arrendamientos y encomiendas que culminaron en el siglo xv con la enajenación de este dominio (Pérez Celada. «Conflictos jurisdiccionales»). En un traslado 93 94

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posteriores se refieren solo al dominio y barrio de San Martín de Frómista, sin que nada indique que allí residiesen monjes.99 Los largos arrendamientos y las disputas con los arrendadores debieron conducir a la desaparición de esta obediencia en el siglo xiv, pero es fácil que al menos uno de esos monjes de Carrión que no residían en el monasterio lo hiciese en este importante dominio, al menos parte del tiempo. La Bibliotheca Cluniacensis se limita a señalar que la casa (domus) de San Pelayo de Toro era de la mesa del prior de Carrión.100 Pérez Celada indica que siguió funcionando como un priorato en el siglo xiv, contando con una comunidad numerosa.101 La noticia procede de una pesquisa realizada en 1403, cuando tres testigos habían oído decir que en la iglesia de San Pelayo había morado un prior francés con cinco o seis monjes; un cuarto testigo conoció a un prior llamado Juan Germán, francés. Las referencias dadas por los testigos permiten fechar esta comunidad en torno a los años 1355-1360.102 El de dicho arrendamiento, realizado poco después por un escribano de Carrión, figuran como testigos tres monjes: el prior de Ciudad Rodrigo (Gui), y dos monjes de San Zoilo (Roberto y Alfonso Pérez) (SZC II, doc. 194). La coincidencia de dos de estos nombres con los del documento de 1316 puede indicar algún tipo de relación con el priorato de San Martín, pero también puede responder a que fuesen hombres de confianza del camarero de Carrión.  99   Las cuentas de 1338 mencionan tres capellanes que servían la iglesia, pero ningún monje (SZC II, doc. 215). Dos pesquisas sobre el señorío del barrio (1352) no aluden a ningún monje (SZC II, doc. 243, 248). Tan solo hay una referencia a un monje de Carrión llamado Domingo Pérez de Frómista (1341) (SZC II, doc. 235), topónimo que puede responder tanto a su lugar de nacimiento como a una relación con dicha casa. 100   Marrier. Bibliotheca, col. 1747. La noticia puede proceder de la visita de 1313, donde se dice que el prior de Carrión había arrendado una heredad de esta casa (SCG II, doc. 202). Las cuentas de 1338 revelan que sus rentas estaban adscritas a la mesa del prior, lo que indica que no funcionaría como un priorato obedienciario, pero ello no impide que allí hubiese monjes (SZC II, doc. 215). 101   Pérez Celada, Julio A. «La “casa” de San Pelayo de Toro y sus dependencias entre los siglos xi y xv. Una aproximación al señorío cluniacense en la provincia de Zamora», en Primer Congreso de Historia de Zamora. III. Medieval y Moderna, Zamora 1991, pp. 223231, vid. p. 225. 102   AHN Clero Leg. 5329. Los tres primeros testigos dicen recordar de veinticinco, treinta y cinco y cuarenta años. El cuarto testigo declaró haber conocido como arcedianos a Pedro Tenorio, Diego Arias y a obispo de Burgos, y que Juan Germán era prior de la iglesia de San Pelayo en tiempos del arcediano Diego Arias. Hay noticia de que en 1354 fue arcediano de Toro don Pedro Tenorio, el futuro arzobispo de Toledo [Nieto Soria, José Manuel. Un crimen en la corte. Caída y ascenso de Gutierre Álvarez de Toledo, señor de Alba (1376-1446), Madrid, Sílex, 2006, p. 33], y en 1355, Diego Arias de Maldonado [Rodríguez Flores, M.ª Inmaculada. El perdón real en Castilla (siglos xiii-xviii), Salamanca, Universidad de Salamanca, 1971, p. 56], a quien Pedro I hizo matar en 1360 (González García, Manuel. Salamanca en la Baja Edad Media, Salamanca, Universidad de Salamanca, 1982, p. 27). Por otra parte, Urbano V nombró (8 de noviembre de 1362) a Juan Germán prior de San Zoilo de Carrión, con obligación de dejar su priorato de San Salvador de Villaverde (Lettres communes Urbain V, doc. 8205). Aunque Juan Germán no lograse el priorato de San Zoilo hasta cerca de 1376 (SZC II, doc. 277), parece que en 1362 ya no era prior de San Pelayo de Toro, sino de Villaverde; es posible que simultaneara ambos oficios, dada su cercanía relativa.

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resto de los documentos referentes a esta casa no recogen ninguna mención a sus monjes, más aún, todas las actuaciones son realizadas por el prior de Carrión directamente.103 No es posible saber si ese importante grupo de monjes de San Pelayo de Toro residieron allí durante todo el siglo xiv o se trató de algo coyuntural, ligado al fuerte descenso de la comunidad monástica en Carrión a que se refieren las definiciones de 1349.104 Todas estas noticias son difíciles de interpretar. Está claro que parte de los monjes de San Zoilo (cinco en 1338, al menos siete hacia 1355-1360) vivían en alguna de estas dependencias del monasterio. Puntualmente podían formar una comunidad importante, como la de San Pelayo de Toro en tiempos de Juan Germán, pero en general solo habría un monje encargado de recaudar las rentas, a veces acompañado de otro socio. Las casas de Frómista, Toro y Villalpando son las que tuvieron con seguridad monjes en algún momento, aunque no se puede asegurar que ello fuese de forma continuada, todo dependía de la voluntad del prior de Carrión. 1.4.3.  Prioratos obedienciarios de Santa María de Nájera La situación de los monasterios dependientes de Santa María de Nájera es poco clara. Se habla de la presencia de monjes en algunos momentos, pero no se sabe si ello fue ocasional o continuado, ni hasta cuándo duró. Las noticias son más abundantes en los últimos años del siglo xiii, pero luego hay indicios que apuntan a que algunos siguieron ocupados, aunque fuese de forma discontinua, por monjes del monasterio que administraban sus dominios, oficiaban en sus iglesias y se mantenían con sus rentas. Hay que destacar que en estos años, a las conocidas de la época anterior, se sumaron nuevas iglesias que sirvieron de morada a monjes cluniacenses. Fue el caso de Santa María de Estíbaliz, Torraviento o Santa María de Beraza. Ello no quiere decir que antes no hubiese residido allí nunca un monje, tan solo que no hay noticias de ello. Por contra, no hay información de otros antiguos prioratos dependientes, como Viloria, Cirueña, Sojuela o Somalo. De los existentes, el más importante fue San Jorge de Azuelo, tal vez el único que merezca el nombre de priorato, siendo mejor calificar al resto de decanías o casas. En un documento de Nájera de 1273, testifican entre los monjes del monasterio don Pedro López prior de Azo, y don Martín Fernández Damaquia prior de San Jorge de Azuelo y abad de Santa María de Estíbaliz. En otro de 1279 figura don Sancho Gárcez, señor de Santa Coloma (probablemente en referencia al pueblo de la Rioja, aunque puede tratarse del priorato de 103   Tan solo en 1341 un arrendamiento lo realizaron conjuntamente el prior y un monje llamado Domingo Pérez de Frómista (SZC II, doc. 235). 104   SCG III, doc. 305.

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Burgos).105 Estos monjes son los únicos cuyos nombres se adscriben con seguridad a sendos prioratos obedienciarios de Nájera. Afortunadamente hay algunas otras noticias que ilustran la presencia de monjes cluniacenses en las iglesias y lugares dependientes de este priorato. El monasterio de San Martín de Azo —sito junto a La Molina del Portillo del Busto (Burgos)— fue entregado en 1275, dos años después de la mención de su último prior, a Lope Díaz de Haro III. Entre las condiciones del arrendamiento se encontraba que debía mantener en Azo un monje y un capellán. Este monje «cantaría» —es decir, diría sus horas y misas— en la iglesia de San Martín de Azo.106 En el siglo xiv no se menciona ningún monje de Azo, pero algunos de los de Nájera aparecen tomando posesión de heredades donadas a esa casa. Es probable que Azo fuese administrado por sucesivos monjes de Nájera durante estos años; algunos residirían allí, sirviendo la iglesia, especialmente a inicios del período estudiado; otros pudieron compartir la gestión de esta casa con la de otras (tal vez Santa Coloma) o con oficios del monasterio (el cantor en 1356).107 La cesión de Azo a Lope Díaz de Haro III incluía también Santa María de Estíbaliz. El ricohombre estaba obligado a mantener un monje en esa iglesia, que debía cantar en ella. Hay que recordar que, dos años antes, esta iglesia estaba encomendada al prior de San Jorge de Azuelo. San Jorge de Azuelo, en Navarra, cerca de Logroño, era calificado en 1282 como granja de Santa María de Nájera por el gobernador de ese reino. En el documento se habla del prior y monjes de San Jorge de Azuelo como señores del lugar de Graynango, cerca de Viana.108 Las definiciones de 1297 dicen que su prior había contraído numerosas deudas, por lo que había sido removido de su oficio por el prior de Nájera; sin embargo, se apoderó del monasterio con ayuda de seglares, por lo que el Capítulo General mandó que fuese encarcelado en San Zoilo de Carrión, requiriendo para ello la ayuda del rey de Navarra.109 No vuelve a haber noticias hasta 1365, cuando las

  SMN II, doc. 183, 193.   Al capellán le daría lo que estaba acordado entre el monasterio y dicho clérigo. Al monje, de comer y beber honestamente, así como su vestuario, lo mismo que recibían los otros monjes que estaban en Nájera (SMN II, doc. 188). 107   En 1315 testifica un capellán de San Martín de Azo, pero no se menciona a ningún monje (SMN II, doc. 234). En 1340 el monasterio recibía una donación en La Molina de Azo y Fuentebureba y tomó posesión un monje llamado Juan Pérez de Pradiella (SMN III, doc. 284). La toma de posesión de otros bienes donados en estos mismos lugares (1356) la realizó Fernando Sánchez, cantor y monje de Nájera (SMN III, doc. 309). En otro documento relativo a Fuentebureba (1279) figura como testigo el monje Sancho Gárcez, señor de Santa Coloma. 108   SMN II, doc. 194. Sobre este priorato ver: Cantera Montenegro, Margarita, «El dominio navarro de Santa María de Nájera durante la Edad Media (1052-1513)», Príncipe de Viana, Anejo 8, Primer Congreso General de Historia de Navarra 3, 1988, pp. 342-346. 109   SCG II, doc. 153. 105 106

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rentas de esta casa se pusieron como garantía del pago de un préstamo.110 Finalmente, en las definiciones de 1377 se constataba que el prior de Santa Coloma no residía en su priorato, sino en el de San Jorge (de Azuelo), según era costumbre.111 Ello parece indicar que el monasterio había estado ocupado durante las últimas décadas, sin que ello permita llenar el vacío de la primera mitad del siglo xiv. También en Navarra se encontraba la casa de Torraviento, muy cerca de Viana. La misma fue arrendada en 1273 a Juan García de Viana, su mujer e hijo. Entre las condiciones figuraba la de mantener en la casa a un freire de la Orden durante la vida de Juan y su mujer; a su muerte, su hijo debería mantener allí un monje de la Orden para que cantase misa. Debían proveerlos de comida y bebida, vestido y calzado, así como acostumbrado es en el monesterio de Nágera.112 En 1341 el prior de Nájera alcanzó un acuerdo con quien entonces tenía arrendada la casa: pagaría seis libras más a cambio de que el prior le eximiese de la obligación de mantener el monje, de forma que si no pagaba esa cantidad el prior podría poner un monje en la casa de Torraviento.113 Santa María de Puerto, en Santoña (Cantabria) era una iglesia servida por un cabildo de clérigos, cabeza de numerosas iglesias de la comarca. Entre mediados del siglo xii y mediados del xiii aparece dirigida por un abad o senior que podía ser un clérigo del lugar o un monje de Nájera.114 Esta situación se mantenía a fines del siglo xiii.115 En la Rioja se encontraba la iglesia de Santa María de Beraza (Verazo o Baraza), donde moraba el monje Pascual Jiménez en 1314-1322.116 Había sido donada a Nájera por el infante Ramiro (1081), junto con otros lugares en   SMN III, doc. 316.   SCG IV, doc. 348. 112   SMN II, doc. 183. Sobre Torraviento véase: Cantera Montenegro, «El dominio navarro», pp. 348-349. 113   SMN III, doc. 287. Dado que la cantidad pagada como renta era de quince libras, el mantenimiento del monje suponía al menos un cuarenta por ciento más de gasto para el arrendador. Al margen de ello, es evidente que el prior había optado por dejar esta casa sin monje a cambio de un incremento en la renta percibida. 114   Reglero. Cluny en España, pp. 487-488. 115   Cuando el prior de Nájera arrendó el monasterio de San Pedro de Solórzano (1290), dependiente de Santa María de Puerto, incluyó entre las obligaciones del arrendador el pago de una procuración al abad de Santa María de Puerto si este era monje y acudía a dicha iglesia (SMN II, doc. 201). En 1294, en varios documentos referentes a esta iglesia otorgados por el prior de Nájera, testifica don Martín de Logroño, monje de Nájera. En general testifica antes que los clérigos del cabildo de Santa María del Puerto o entre ellos (SMN II, doc. 205, 206, 207, 208, 209). En 1295 Pedro Fernández, monje de Nájera, escribe dos cartas de este monasterio (SMN II, doc. 213, 214). 116   Testificó en los documentos en que los concejos de Leza (1314) y Oriemo-Ribafrecha (1322) se reconocían vasallos del monasterio de Nájera (SMN II, doc. 231, 243); en el segundo se le califica de monje de Nájera. Ambos lugares se encuentran en el valle del río de Leza, en la comarca de Cameros. 110 111

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el valle del Leza.117 Hay algunas noticias referentes a la iglesia en los siglos xiii-xv.118 Su localización en las cercanías del antiguo priorato de San Nicolás de Viloria sugiere que Beraza había ocupado temporalmente su lugar a inicios del siglo xiv, como centro gestor de las heredades del valle de Leza.119 La casa de Santa María de Valcuerna, en Logroño, fue otro de los prioratos obedienciarios de Nájera. En 1270 el monasterio estuvo a punto de perderlo, pues Alfonso X se lo tomó para entregárselo al cabildo de San Martín de Albelda en compensación por la villa y castillo de Albelda. Los monjes debieron resistirse, y en 1274 el rey desistió.120 En la documentación conservada no hay referencias a la presencia de monjes en la iglesia, tan solo a los clérigos que la servían y a sus parroquianos.121 No obstante el monasterio poseía allí unos palacios, donde los priores otorgaron algunos documentos en el tercer cuarto del siglo xiv, cuando da la impresión de que el antiguo priorato se había convertido en residencia temporal de los priores de Nájera.122 1.5.  Balance final: evolución del número de monjes y de prioratos Es difícil conocer el número de monjes existente en el conjunto de la provincia en un año preciso. Ni siquiera las visitas más completas proporcionan   Torrecilla, Oriemo, Leza, Ribafrecha, Viloria, Trevijano, Treguajantes (SMN II, doc. 23).   El prior de Nájera reclamó en 1222 al obispo de Calahorra varias iglesias que tenía ocupadas: Valcuerna en Logroño, Viloria de Río Leza, Santa Coloma, Torrecilla en Cameros y Santa María de «Varazo» (SMN II, doc. 140). En 1262, recibió de la abadía de San Prudencio de Monte Laturce una viña y dos tierras cerca de esta iglesia, en compensación por ciertos bienes que la abadía había adquirido de vasallos del priorato cluniacense (García Turza, Francisco Javier. Documentación medieval del monasterio de San Prudencio de Monte Laturce (siglos x-xv), Logroño, Instituto de Estudios Riojanos, 1992, doc. 79). Un apeo de 1449 menciona esta iglesia entre los bienes de Leza, Ribafrecha, Trevijano y Viloria (AHN Clero leg. 2974: 15 de septiembre de 1449). A inicios del siglo xvi esta iglesia aparece asociada de nuevo a las de San Nicolás de Viloria y Santa María de Plano, y al lugar de Ribafrecha (AHN Códices 109B, fol. 191r-198r). 119   Reglero. Cluny en España, p. 485. 120   SMN II, doc. 166, 170, 171, 185. Los monjes arrendaron la casa o sus rentas, no sin problemas para cobrar y mantener sus derechos (SMN II, doc. 198, 241). 121   SMN II, doc. 198, 240, 293. 122   Así don Pedro, estando en los palacios de Santa María de Valcuerna, dio licencia a su convento para recibir una donación (1355) (SMN III, doc. 306). Por su parte, el prior Giraldo permutó unas heredades en término de Logroño con el arcipreste del lugar, siendo datada la carta en Logroño (1361) (SMN III, doc. 310). En 1368, en medio de la guerra civil y el ataque del rey de Navarra, el concejo de Logroño mandó destruir tales palacios, pues los sitiadores los utilizaban para asediar la villa. El prior Guido consiguió entonces vender la madera, teja, piedra y otros materiales de los mismos a dos hermanos de Logroño, que le dieron a cambio unas casas intramuros, con cargo de celebrar un aniversario por ellos. Entre las razones para la permuta se encontraba la conveniencia de tener casas en Logroño donde percibir los derechos del monasterio (SMN III, doc. 321). 117

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datos para todos los prioratos. Por ello es necesario realizar una estimación en función de la evolución de cada monasterio, no siempre lineal. Las cifras que se avanzan a continuación (de monjes y priores conjuntamente) son aproximadas, pero la visión general se acerca bastante a la realidad. A mediados del siglo xiii los prioratos de los reinos de Castilla, Navarra y Portugal contaban con algo menos de ciento cincuenta monjes, incluidos los priores. Los prioratos de Carrión y Nájera concentraban buena parte de ellos (45%), en torno a la quinta parte de estos morarían en sus respectivos prioratos obedienciarios; los otros cinco prioratos conventuales —Dueñas, Villafranca, Pombeiro, Jubia y Rates— reunirían la tercera parte de los efectivos, mientras que once prioratos menores se repartirían la quinta parte. No incluyo en esta cifra la abadía de San Salvador de Cornellana, que a inicios del período estudiado se sustrajo a la obediencia de Cluny. A lo largo de la segunda mitad del siglo xiii se produjo un lento descenso del número de monjes, a pesar de algunas incorporaciones extraordinarias como los de San Salvador de Leyre que aceptaron la obediencia cluniacense y, probablemente, se establecieron en San Adrián de Vadoluengo. A fines de siglo, cuando se realizó la visita de 1292, no se alcanzarían los ciento veinte monjes, lo que supone un descenso de cerca del veinte por ciento. Esta reducción afectó especialmente a los dos grandes prioratos, que perdieron la tercera parte de sus monjes, probablemente porque fueron redistribuidos en favor de otros de menor tamaño, los antiguos prioratos conventuales y los prioratos menores. Ello explica la reducción del número de prioratos obedienciarios o decanías a fines del siglo xiii. Los otros grandes perjudicados fueron los prioratos menores, que perdieron la cuarta parte de sus efectivos. Los cinco antiguos prioratos conventuales se mantenían en 1292, pero gracias a una transferencia de monjes desde otros monasterios entre 1285 y 1292 (Pombeiro y Villafranca aumentan en cuatro monjes entre ambas fechas, Dueñas en uno). La última década del siglo xiii y el primer cuarto del xiv debieron de ser especialmente duros para algunos prioratos. Nájera perdió más de la mitad de sus monjes entre 1292 y 1310, al igual que Pombeiro. La visita realizada entre diciembre de 1335 y enero de 1336, aunque incompleta, permite estimar que el número de monjes no alcanzaba ya los ochenta. En estos años fueron los cinco prioratos conventuales los que sufrieron el mayor descenso, al perder más de la mitad de sus efectivos, mientras el resto los veía reducidos ligeramente. Dueñas, Pombeiro, Jubia o Rates se habían convertido entonces en pequeños prioratos con no más de prior y tres monjes, los mismos, por ejemplo, que Budiño. Lo que les diferenciaba de los antiguos prioratos menores es que estos últimos contaban entonces solo con un prior y un monje, excepcionalmente dos. Este descenso no se detuvo, sino que se aceleró en los años siguientes, por efecto de la creciente fiscalidad regia, las malas cosechas y la Peste Negra. A partir de las definiciones de 1349 se puede estimar un contingente de

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unos sesenta monjes. El monasterio más afectado por la reducción fue San Zoilo de Carrión, donde murieron diez monjes a consecuencia de la epidemia, si bien no todos eran profesos, al ser calificados al menos dos de infantes. La reducción en estos años afectó casi por igual a los prioratos de gran, mediano o pequeño tamaño. Es probable que ninguno alcanzase entonces esa cifra ideal de doce monjes, y es seguro que en varios de ellos solo moraba el prior (Valverde) o incluso que se encontrasen temporalmente abandonados por la muerte de este (Jubia). El ritmo de descenso se moderó en el tercer cuarto del siglo xiv. Así, a fines del período estudiado habría cerca de cincuenta monjes cluniacenses, de los cuales casi la tercera parte eran priores. Nájera y Carrión lograron mantener e incluso incrementar sus efectivos, aunque es probable que la comunidad de San Zoilo se dividiese temporalmente entre Carrión y Toro. Villafranca conservó media docena de monjes. La situación que describe la visita de 1377 para el resto de los monasterios es desoladora: en Budiño, Rates, Vimieiro, Burgos y Dueñas no moraba ningún monje; en Jubia, Ciudad Rodrigo, Salamanca y Villaverde tan solo el prior. La situación de Valverde o Zamora sería similar. Ello supone que más de dos terceras partes de los monjes estaban adscritos a San Zoilo de Carrión, Santa María de Nájera o Santa María de Villafranca. El resto se repartía por once prioratos, donde al margen de los priores solo habría otros cinco monjes. Establecer la evolución del número de prioratos es difícil. La provincia se organizaba en torno a tres monasterios de emplazamiento urbano o periurbano: Carrión, Nájera y, con importancia creciente dada la reducción de tamaño del resto, Villafranca. Todos habían sido sede del camarero en algún momento de la segunda mitad del siglo xii o primera del xiii. Hubo otros cuatro monasterios, importantes a inicios del período estudiado pero que en el siglo xiv se convirtieron en prioratos menores: San Isidro de Dueñas, San Vicente de Pombeiro, San Martín de Jubia y San Pedro de Rates. Incluso llegaron a carecer de prior residente en algún momento, hacia fines del período. La red se completaba con otros once prioratos de pequeño tamaño, que a lo largo del siglo xiv sufrieron algunas fases de abandono, estuvieron en manos de priores absentistas o bien acabaron incorporados a la mesa del abad o a otro priorato. El de San Adrián de Vadoluengo, tras un breve esplendor en la segunda mitad del siglo xiii por la estancia de los monjes de Leyre, terminó siendo unido al de Nájera (1348) y a la mesa del abad; lo mismo sucedió con Santa Coloma de Burgos. Vimieiro giró algunos momentos en la órbita de Budiño, y San Román de Entrepeñas en la de Carrión, aunque mantuvieron su autonomía. San Miguel de Zamora estuvo a punto de perderse en beneficio de la Orden de San Juan, pero finalmente se mantuvo, con graves carencias. A ellos hay que sumar los de Salamanca, Ciudad Rodrigo, Villaverde, Valverde, Budiño y San Boal. Este último, al igual que Santa Coloma, había sido priorato obedienciario de Dueñas. Así, hacia 1370, de estos once monasterios,

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dos habían sido incorporados a la mesa del abad (San Adrián de Vadoluengo, Burgos) y otros dos carecían de prior residente (Budiño, Vimieiro), por lo que realmente solo había siete. Ello da un total de dieciocho prioratos hacia 1270 y tan solo trece que funcionasen de forma efectiva un siglo después. A estos prioratos hay que añadir las casas, iglesias o monasterios que dependían de Carrión y Nájera —Dueñas había perdido los suyos—, en las que residían monjes. Se pueden calificar de prioratos obedienciarios, aunque sus características les aproximan más a las decanías en la mayoría de los casos. Durante las últimas décadas del siglo xiii hay noticias de la presencia de monjes de Carrión en San Martín de Frómista, y de Nájera en Azo, Azuelo, Santa Coloma, Estíbaliz, Torraviento y Santa María de Puerto. Son otros siete centros que habría que sumar a los anteriores (la cifra se elevaría a veinticinco), si bien no estuvieron ocupados de forma continua. La primera mitad del siglo xiv es muy parca en noticias sobre estas decanías. Es posible que residiesen monjes en San Pelayo de Toro y San Martín de Frómista en algunos momentos, y hay una noticia cierta sobre San Lorenzo de Villalpando. Todos ellos dependían de Carrión, cinco de cuyos monjes residían fuera del monasterio en 1338. Las informaciones sobre Nájera son más escasas. Hubo monjes en Santa María de Beraza, Torraviento y probablemente Azuelo. La fuerte reducción de efectivos llevó a sus priores a concentrar los monjes restantes, lo que explica el acuerdo alcanzado en 1341 entre el prior Enrique y el arrendador de la casa de Torraviento, por el que se conmutaba su obligación de mantener allí un monje. En el tercer cuarto del siglo xiv existió una importante comunidad en San Pelayo de Toro, con prior y seis monjes hacia los años 1355-1360. No creo que ello fuese la norma de todo el período, dada la escasez de noticias en otros documentos referentes a este priorato. Entre los dependientes de Nájera, es probable que se mantuviese al menos un prior en San Jorge de Azuelo, su obediencia más importante, mientras que San Adrián de Vadoluengo estaba administrado por un decano. Hay que destacar que algunos de los priores de Nájera residieron en Santa María de Valcuerna hacia los años 1355-1361, es decir, de forma simultánea a San Pelayo de Toro. Tal vez los conventos de ambos prioratos se dividieron en esos años, por razones que no se conocen. A lo largo de todo el período se documenta la presencia de monjes en un total de doce decanías, aunque es posible que fueran más. Las noticias son más numerosas en el siglo xiii que en el xiv, lo que se explica por la reducción del número de monjes, que lleva a su concentración en la casa madre. Con todo, se trata de una situación muy inestable, en la que la presencia de un monje puede sustituirse por la de un freire o clérigo, o bien por un arrendador laico. Hay que destacar que en varias de estas decanías no hay noticias sobre la presencia de monjes antes de 1270, es el caso de Villalpando, Estíbaliz, Torraviento y tal vez Santa María de Beraza. Ello no supone que no los hubiera habido.

Monasterios cluniacenses en España (1336)

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CAPÍTULO 2 PRIORES Y MONJES

2.1.  Una aproximación onomástica: In terra aliena El estudio realizado por Racinet sobre los monasterios cluniacenses de las comarcas del norte de Francia señalaba cómo la mayor parte de los monjes, cuyo origen se podía establecer, procedían de las regiones donde estaban implantados tales monasterios o contiguas. Si bien, la tercera parte de los priores franceses eran originarios de lugares sitos a más de doscientos kilómetros de su monasterio. Esto último se debía en parte a las propias carreras eclesiásticas de estos monjes, que iban desempeñando oficios en varios monasterios, tanto de la Orden como en otras abadías benedictinas. Tal vez por ello su número aumentó en la segunda mitad del siglo xiv, cuando la intervención pontificia en los nombramientos creció.1 Esta realidad contrasta con la de los prioratos hispanos de los siglos xi-xii, donde la presencia de monjes, y en especial priores, llegados de más allá de los Pirineos era frecuente.2 En 1330 los monjes de Carrión, junto con un grupo de priores de la provincia, defendían la labor realizada por el prior Juan de Dosa al frente del monasterio de San Zoilo y de la provincia de Hispania. Narraban las difíciles circunstancias en que se había desarrollado su labor, lo que consideraban aún más meritorio por haber tenido lugar en tierra extraña, in terra aliena.3 1   Racinet. Crises et renouveaux, pp. 88-93, 235. Id. Les maisons de l’Ordre de Cluny, pp. 22-24, 93, 97, 145-146. 2   Reglero. Cluny en España, pp. 501-507, 534-537. 3   Archives Départamentales de Saône-et-Loire, Mâcon, Supplément Cluny 11, document H.

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Cuando estudié los priores de los años 1073-1270, puse de relieve la importante presencia de francos entre los mismos, conclusión que se deducía de su onomástica. No obstante, a lo largo del siglo xiii los hispanos habían ido ganando terreno, de forma que entre los años 1250-1270, la presencia de monjes franceses era ya rara, con la excepción del prior de Carrión, oficio que coincidía con el de camarero en España.4 El estudio del origen geográfico de los priores entre 1270 y 1379 se sigue basando fundamentalmente en su onomástica. Hay algunas referencias directas al origen foráneo de algunos priores, pero son escasas. Con todo, las conclusiones sobre este período son más seguras, pues el uso de la onomástica franca es marginal entre los habitantes de la Corona de Castilla en estos años, salvo en algunas familias de origen foráneo;5 además, muchos de estos priores utilizaron en su antroponimia un topónimo que designaba su origen, como Mesplede, Cayrac, Ronchevol, Belna, Larbarthe, Montlandon, Bernay o Dosa, lugares todavía identificables en la Francia actual. Algunas noticias de las definiciones, que mencionan monjes franceses a los que se concede o priva de un priorato en España, confirman esta procedencia.6 La documentación proporciona los nombres de unos ochenta y cinco priores de dieciocho prioratos. No es posible establecer el número exacto, pues algunos monjes aparecen como priores de varios monasterios sucesivamente, sin que se pueda saber siempre si dos priores homónimos de dos monasterios hispanos documentados con pocos años de diferencia son la misma persona o no. En cualquier caso, aunque haya algún caso dudoso, casi la mitad de estos priores (unos cuarenta y uno) fueron de origen francés.7   Reglero. Cluny en España, pp. 504-507.   Martínez Sopena, Pascual. «Los francos en la España de los siglos xii y xiii. El testimonio de las listas de vecinos», en M. Bourin y P. Martínez Sopena (eds.), Anthroponymie et migrations dans la chrétienté médiévale, Madrid, Casa de Velázquez, 2010, pp. 177-194. 6   En 1293 se ordenaba que Geraldo, prior depuesto de Valverde, nunca volviese a la provincia de España, lo que supone que se encontraba fuera de ella; en 1301 se decía que Stephanus de Amberta, que había sido monje en Alleyrac (Auvernia) y en la provincia de Vasconia, había logrado un priorato en España, ocultando la verdad (se le acusaba de robos y falsificación del sello del prior) (SCG II, doc. 166, p. 172). En 1312, se mandaba que Rollandus de Mellia recibiese una casa en la provincia de Auvernia, tras haber sido privado por error de la de San Román de Entrepeñas; en 1316 era Juan de Ronchevol quien se quejaba ante el Capítulo por haber sido desposeído de la casa de Ciudad Rodrigo, por entonces debía encontrarse en algún priorato de la provincia de Vasconia, pues su queja se recoge entre las definiciones de la misma (SCG II, doc. 142, 198, 208)... Del mismo modo, una pesquisa realizada en 1403 se refiere a un prior de San Pelayo de Toro hacia 1355-1360, llamado Juan Germán, como un prior francés (AHN Clero Leg. 5329). Las referencias a los documentos en que se citan a priores y monjes concretos se recogen en el listado ordenado alfabéticamente (Apéndice II). 7   Es significativo que en torno a la octava parte de estos priores franceses figuren en la documentación pontificia, o que las actas del Capítulo General aporten numerosas referencias. En la documentación pontificia se menciona a Juan de Dosa o La Dosa, Juan de Bastida, Guidoni de Latussol, Guillermo de Laborea, Johanni Germani, Astorgio de Cayraco, Guillermo 4 5

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Cronológicamente se pueden diferenciar varias fases, en función de la mayor o menor presencia de priores franceses. Entre los priores mencionados por primera vez como tales antes de 1287 sigue habiendo un claro predominio de los priores hispanos (con excepción de Jofre), al igual que sucedía desde 1250. Esta tendencia a la hispanización del oficio de prior se invierte a partir de 1288. Entre este año y 1312, dos tercios de los priores vuelven a ser franceses. A nombres claramente francos como Giraldo, Gui, Guichart, Guillén o Ivo se añaden topónimos que revelan claramente un origen foráneo: Bernardo de Blanesto, Pedro Flachardi de Belna, Ivo de Mont, Hugo de Manpre, Stephanus de Amberta, Simón de Chavennes, Guillén de Busuel, Rollandus de Mellia o Juan de Ronchevol. Un nuevo período, entre los años 1313 y 1335, la época del camarero Juan de Dosa (o La Dosa) se caracteriza por la abundancia de los priores hispanos, que superan de nuevo a los franceses, aunque estos siguen siendo muy numerosos.8 Las gracias pontificias de los años 1336-1363 permitieron a los monjes franceses hacerse con buena parte de los prioratos hispanos: lo fueron dieciséis de los veinte priores que accedieron a su puesto en estos años (80%). Ya me he referido a la intervención papal en la provisión de estos beneficios, y a la estrecha alianza entre el abad de Cluny y el pontificado, que hizo que los propios abades fuesen miembros de la curia e incluso sobrinos del papa.9 El cambio de tendencia se produjo entre 1364 y 1368, no porque el papa dejase de conceder los prioratos cluniacenses hispanos, sino porque empezó a hacerlo en favor de naturales del reino. Tan solo uno de los nueve nuevos priores conocidos entre los años 1364-1379 fue francés. Hay que destacar que con posterioridad a 1379 únicamente se conocen los nombres de tres priores franceses.10 Parece que el ascenso de la dinastía Trastámara al trono favoreció a los monjes hispanos en este campo.11 Las cifras antes indicadas se refieren a los nuevos priores. Si se contabilizasen los que hubo en cada período, al margen de cuando fueron nombrados, los contrastes se suavizarían. El número de priores franceses rondaría la de Salis y Pedro Cariti. En las actas de los Capítulos Generales a Bernardo de Blanesto, Giraldo, Guillermo, Guillermo de Ponte Vallium, Hugo, Jordán, Juan de Ronchevol, Juan Sobrini, Mateo, Pedro Flachardi de Belna, Pedro Sobrini o Simón de Chavennes. Ello no impide que además la documentación de Carrión, Nájera y Dueñas recoja información sobre los mismos.  8   Hay tres casos dudosos, lo que hace que el porcentaje de hispanos puede oscilar entre el 51 y el 67%, en cualquier caso mayoritario.  9   Véase el epígrafe I, 4.3. 10   Sendos Guido en Carrión (SZC II, doc. 289) y Nájera en 1382 (SMN III, doc. 358) —¿o tal vez el mismo?—, y Beltrán de San Basille en Carrión en 1403 [Palacio Sánchez-Izquierdo, M.ª Luisa. Colección diplomática del monasterio de San Zoil de Carrión (siglos xi al xv), 2 vols., Madrid, Universidad Complutense, 1988, II, doc. 153, 154. AHN, Clero, leg. 5342]. 11   Sobre la intervención de los monarcas Trastámaras en el sistema beneficial del reino, en concreto en el de las catedrales véase: Nieto Soria. Iglesia y génesis del estado moderno, pp. 343-380.

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mitad de los existentes a partir de 1285, alcanzando su punto álgido entre 1330 y 1366, con en torno al sesenta por ciento, para reducirse fuertemente entre 1366 y 1379, hasta menos del treinta. Un análisis de los datos por prioratos muestra que los que tuvieron mayor número de priores franceses fueron Carrión (10 de 12), Dueñas (7-8 de 10) y Nájera (9 de 14). En los prioratos gallegos de Jubia, Valverde y Pombeiro su presencia fue muy reducida: un caso en cada monasterio sobre un total de dieciocho priores documentados. No aparecen en los prioratos obedienciarios de Nájera, aunque sí en uno de los de Carrión (Juan Germán en San Pelayo de Toro). En cambio, en los prioratos menores son frecuentes en el siglo xiv.12 El elevado porcentaje de priores de origen francés se pone de relieve al compararlo con las cifras del resto de los monjes. Se conocen los nombres de unos ciento treinta, de los que casi la quinta parte son franceses, sin que haya diferencias significativas entre monjes y oficiales. Se trata de una presencia importante pero no mayoritaria y, sobre todo, muy inferior a la que tienen entre los priores. Entre los oficiales —unos cincuenta— aparecen monjes franceses como supriores o priores claustrales, limosneros, enfermeros, sacristanes, e incluso un refitolero. No hay diferencias significativas entre unos y otros oficios. Entre los monjes sin oficio conocido —en torno a ochenta—, los monjes franceses aparecen tanto en los grandes prioratos (Carrión, Nájera), como en los pequeños (San Boal, Vimieiro, Ciudad Rodrigo, Salamanca, Dueñas); en los prioratos gallegos su presencia es dudosa. Cronológicamente la evolución es algo distinta de la de los priores. Prescindiendo de las diferencias entre monjes y oficiales, dado su reducido número, se observa un crecimiento desde porcentajes reducidos a inicios del período hasta aproximarse a la mitad en los años de la minoría de Alfonso XI (1311-1324); tras un fuerte descenso vuelven a crecer hasta la tercera parte a mediados de siglo, para desaparecer por completo después de 1353.13 La reducción del número de monjes en los prioratos franceses a consecuencia de la epidemia de peste (1348-1350) puede explicar este cambio. 2.2.  Nombramiento y deposición de priores El abad de Cluny mantuvo su potestad de nombrar a los priores de los monasterios dependientes, si bien la misma se vio limitada por las recomen12   Ciudad Rodrigo (Juan de Ronchevol, Gui), Salamanca (Simón de Chavennes, Guido), San Boal (Jordán, Hugo, Pedro Sobrini), Villafranca (Juan de Bastida), Villaverde (Juan Germán), Vimieiro (Guillermo). 13   Los porcentajes, que no pueden tomarse más que como orientativos, son: 1270-1291 (8%); 1294-1310 (18%); 1311-1323 (45%); 1325-1342 (12%); 1344-1352 (33%); 1353-1379 (0%). Se toma en consideración la primera fecha en que son mencionados.

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daciones de definidores, reyes, nobles, familiares, y, especialmente, por las cartas de expectativa concedidas por los papas instalados en Aviñón. Los definidores del Capítulo General ordenaron en 1276 instituir priores en San Isidro de Dueñas, Valverde, Jubia y Budiño, monasterios que debían de estar vacantes. El abad era el encargado de hacerlo, como se explicita en el caso de Budiño. También vacaba la casa de Frómista, pero al ser una dependencia de San Zoilo de Carrión, ordenaron al prior de Carrión que fuese él quien lo pusiese allí.14 Efectivamente, en aquellos prioratos dependientes de otro priorato o abadía cluniacense era el superior inmediato el encargado de designar el prior, no el abad de Cluny. Así, como San Miguel de Zamora dependía de Marcigny, era su prior quien debía ponerlo;15 y lo mismo sucedía con Rates, sujeto a La Charité-sur-Loire. Las actas del Capítulo General recogen, con relativa frecuencia desde 1285, el mandato de los definidores para que un prior fuese removido de su priorato o bien su deposición, ante acusaciones de incontinencia o mala administración, en cualquier caso era al abad a quien correspondía proveer un nuevo prior.16 En otras muchas ocasiones, a pesar de la gravedad de las acusaciones contra uno de los priores, los definidores se limitaban a suspenderlo en la administración de su priorato, en espera de lo que ordenase el abad al respecto. Ello aparece sobre todo a mediados del siglo xiv, tal vez como consecuencia de que los prioratos habían sido provistos tras una expectativa concedida por los papas o bien dados los problemas generados por las luchas entre los priores depuestos y sus sucesores.17 La progresiva incapacidad de los definidores para actuar se muestra cuando tan solo encomendaban el asunto al abad, sin ni siquiera suspender al prior, tal vez conscientes de que la medida no era eficaz. Si bien la fórmula utilizada —que el abad ponga remedio oportuno— es la misma que para los prioratos vacantes por la muerte del prior.18 Aunque formalmente el abad nombraba a los priores, en la práctica no conocía a todos ellos, o al menos solo tenía noticias de su vida a través de referencias, ciertas o falsas. En los casos en que los definidores descubrían que   SCG I, doc. 89.   Así lo mandan los definidores en 1344 (SCG III, doc. 285). 16   Así se recoge para Valverde y Pombeiro en 1285 (SCG I, doc. 118); en 1291 para Dueñas (SCG II, doc. 135); Valverde en 1293 (SCG II, doc. 142); en 1316 había sido removido el de Ciudad Rodrigo (SCG II, doc. 208); en 1345 el de Valverde (SCG III, doc. 292)... 17   En 1340 se suspendía de la administración de su priorato a los priores de Carrión y de Dueñas (SCG III, doc. 271). Hay noticia de que el primero había sido nombrado a instancias del papa. 18   En 1349 se pedía al abad que pusiese remedio en Ciudad Rodrigo, Dueñas y San Boal, cuyos priores eran incontinentes y malos administradores, y en Budiño y Jubia, cuyos priores habían muerto recientemente, entre otros casos similares (SCG III, doc. 305). En 1297 se pedía al abad que ordenase sobre Nájera lo que considerase oportuno, pues del entonces prior no podía esperarse remedio para el priorato, dado su pésimo estado (SCG II, doc. 153). 14 15

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el nombramiento realizado iba contra los estatutos de la Orden, ya fuese a través de las informaciones de los visitadores, ya de otra manera, se ordenaba su deposición y castigo. En 1291 se procedía así contra Rodrigo Rodríguez, prior de Ciudad Rodrigo, a quien se acusaba de haber obtenido su oficio con falsas informaciones y contra los estatutos papales, pues no pertenecía a la Orden de Cluny, sino que había sido largo tiempo franciscano antes de hacerse monje.19 En dos ocasiones, a inicios del siglo xiv, se acusó al camarero de simonía en la provisión de sendos prioratos gallegos, Jubia y Valverde.20 Así, el visitador de 1313 fue informado de que el camarero había arrendado la casa de Jubia al entonces prior por mil quinientos maravedís; luego este camarero había obtenido la carta del abad de Cluny en que le nombraba prior sin mencionar que era hijo de un monje.21 Los definidores consideraron que el caso era difícil, y que no había sido bien investigado, por lo que mandaron a los visitadores del año siguiente que se informasen adecuadamente sobre las acusaciones de simonía e incontinencia.22 Estos casos desvelan como, aunque el nombramiento formal procedía del abad, era el camarero de España quien enviaba los informes, es decir, que el abad debía designar a monjes que no conocía. Valverde era un priorato menor, pero Jubia sí que era, o había sido, conventual. Otro factor que limitaba la capacidad del abad de designar priores era la intervención del pontificado. Se ha abordado la misma al tratar de las relaciones con el poder pontificio. El papa no nombraba a los priores, sino que mandaba al abad de Cluny que lo hiciese, concediendo a uno de los monjes una expectativa sobre un priorato concreto o sobre uno genérico que rentase cierta cantidad al año. Las expectativas papales afectaron a los prioratos de Carrión (desde 1336), Villaverde (1371), Dueñas (1373), Jubia (1375), Nájera (hacia 1359) y tal vez Budiño.23 Dado que cuando un prior era promovido a instancias del papa, este se reservaba el oficio que quedaba libre, hay que pensar que Villafranca también se vería afectado. La concesión de la expectativa papal no suponía el acceso inmediato al priorato. El abad de Cluny mantenía un pequeño margen de maniobra cuando no se especificaba el monasterio para el que se concedía la expectativa o cuando eran varios los monjes que competían por el mismo. Por ello el lapso 19   SCG II, doc. 135. En 1310 se acusaba a Jordanus, que había sido prior de San Boal, de haberse instituido allí prior por fraude y cartas falsas, sin que se precisase si falsificó cartas del abad o del camarero, o bien, los informes para recibir dicho priorato (SCG II, doc. 191). 20   Domingo de Gallinas, prior de Valverde, en 1309 reconoció haber recibido el priorato de Valverde por simonía, es decir, haber pagado al camarero de España a cambio de que se lo entregase, lo que este último negaba (SCG II, doc. 188). 21   SCG II, doc. 202. 22   SCG II, doc. 203. 23   Véase el capítulo IV.3.

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de tiempo transcurrido hasta tomar posesión del beneficio variaba de unos meses a varios años.24 Un caso revelador es el de Juan Germán. Fue prior de San Pelayo de Toro antes de 1360. En 1362 lo era de Villaverde, cuando Urbano V mandó concederle el priorato de Carrión en sustitución de Astorgio de Cayraco. Inocencio VI (1352-1362) ya le había reservado dicho priorato. El abad de Cluny solicitó entonces al papa que se concediese Carrión a Guillermo de Salis, alegando que ello era necesario para la reforma del monasterio y la provincia. Tan solo seis meses después del mandato en favor de Juan Germán, Urbano V realizó otro en favor de Guillermo. Ello no impidió que Juan Germán llegase a prior de Carrión antes de 1376.25 La guerra civil entre Pedro I y Enrique II también influyó en los nombramientos. Sorprende que en 1367 aparezca García como prior de Carrión, un nombre hispano en medio de tantos priores franceses. A ello se une que Enrique II le nombrase su capellán y concediese un privilegio.26 No hay que descartar que hubiese una lucha por el priorato entre un monje hispano (García) y otro francés (Juan Germán), aunque la escasez de documentos en estos años impida confirmarlo. Una situación similar se dio en San Isidro de Dueñas. Entre dos priores designados por los papas, Guillermo de Laborea (1362) y Guidoni de Latussol (1373), figura Gonzalo Pérez de Nájera (1367-1369) en los años de la guerra.27 En 1367 Enrique II mandó al concejo de Baños que obedeciese como señor a Gonzalo, prior de Dueñas.28 Cabe preguntarse si el concejo de Baños no reconocía como señor al monasterio de San Isidro de Dueñas, debiendo entonces considerar el acontecimiento como un conflicto antiseñorial, o más bien no reconocía 24   En el caso más antiguo conocido, Juan de Dosa recibió la gracia expectativa el 24 de enero de 1329, pero no abandonó el priorato de Carrión hasta 1336. Sin embargo, su sucesor, Juan de Bastida, designado por el papa el 25 de noviembre de 1336, era ya prior de Carrión cuando se elaboraron las cuentas de 1338, y parece que ya lo había sido el año anterior. El Capítulo General se refiere en 1340 a un tiempo de vacante, cuyas rentas reclamaban los colectores pontificios. Su nombre no se registra en la documentación del monasterio hasta 1341. El tiempo de vacante puede ser indicio de algún conflicto en la provisión del priorato (SZC II, doc. 215, 235. SCG III, doc. 271). 25   En cualquier caso, Juan Germán obtuvo un priorato antes de 1371, pues ese año Gregorio XI disponía del de Villaverde por muerte de un prior llamado Alfonso Domínguez (Lettres communes Grégoire XI, doc. 10 337). 26   SZC II, doc. 268. 27   En 1362 Urbano V mandó conceder a Guillermo de Laborea, prior de San Isidro de Dueñas el monasterio de San Juan de Burgos, benedictino pero dependiente de La ChaseDieu, no de Cluny (Lettres communes Urbain V, doc. 8206). Sin embargo, hasta fines de 1373 Gregorio XI no dispuso del priorato de Dueñas en favor de Guidoni de Latussol, tras el acceso de Guillermo de Labarta al de San Juan de Burgos (Lettres communes Grégoire XI, doc. 25 644, De beneficiis vacantibus). Entre ambas fechas figura Gonzalo Pérez de Nájera como prior de Dueñas. Había sido en 1365 limosnero de Nájera. 28   SID doc. 138.

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como prior de Dueñas a Gonzalo, sino a otro monje, con lo que sería el reflejo de una lucha por el priorato.29 Solo después de finalizada la guerra civil parece que volvieron a ser efectivas las expectativas papales, y alguno de estos prioratos volvió a manos de monjes franceses, aunque de forma puntual y por poco tiempo, tal vez solo cumpliendo las cartas de expectativa anteriormente ganadas. Las disputas por los prioratos que se intuyen tras estas provisiones, no son algo derivado de la guerra civil, ni siquiera de las concesiones papales. Desde fines del siglo xiii hay noticias de conflictos, ya por la desobediencia de un prior depuesto, ya por el enfrentamiento de varios candidatos.30 El recurso al poder de los laicos para tomar posesión de un priorato fue frecuente, en especial entre priores de origen hispano: se acudía a los tribunales del rey o se buscaba el apoyo armado de un noble de la comarca, utilizando los bienes del priorato para pagar esta ayuda.31 El castigo no fue solo su destitución, sino que en ocasiones se ordenó su captura y encarcelamiento, aunque siempre al cabo de varios años de desobediencia.32 Cuando un monje era desposeído de un priorato podía apelar al Capítulo General, aduciendo que 29   Gonzalo, como prior de Dueñas, recibió dos privilegios de Enrique II, otorgados en las Cortes de Toro (1369) (SID doc. 141, 142). También figura en otro documento de ese año (SID doc. 140). 30   Un ejemplo del primero de los casos se ve en Azuelo (1297), cuando el prior que había sido depuesto debido a su mala administración recurrió al poder de los laicos para mantenerse o recuperar el priorato, lo que obligó a apelar al gobernador de Navarra (SCG II, doc. 153). 31   Fernán Pérez fue depuesto del priorato de Vimieiro (1333), pero continuó ejerciendo su oficio, nombrando dos nuevos racioneros. Cuando llegó el nuevo prior, Fernán recurrió al rey de Portugal y al arzobispo de Braga, citando al nuevo prior ante aquellos. Aprovechó que el arzobispo apresó al nuevo prior por no satisfacer sus raciones a los dos nuevos prebendarios tomados por Fernán, para apoderarse del priorato y vender todo lo que pudo del mismo, desde los alimentos hasta la ropa de cama o un cáliz de plata. En otra ocasión volvió a apoderarse del monasterio con ayuda de un infanzón, tomando entonces más alimentos. Fernán fue trasladado al priorato de Budiño, el más próximo a Vimieiro, donde continuó con sus pretensiones. Aprovechando las disputas entre el obispo y el prior se alió con el primero contra el segundo, prometiendo ayudarle a apresarlo a cambio de que le nombrase prior; y buscó la ayuda de la nobleza de la comarca: acogió al hijo de un escudero para criarlo y tramó la muerte del prior con un infanzón llamado Juan Alfonso (SCG III, doc. 259, 263). Ya en 1297 el prior de Azuelo había recurrido al poder de los laicos para mantener su priorato. 32   El prior de Salamanca, Martín Pérez, expulsó al prior y monjes que había en Pombeiro y tuvo ocupado por dos años el monasterio, consumiendo sus bienes y llevándose sus privilegios. Aunque la noticia se encuentra en las definiciones del Capítulo General de 1342, Martín Pérez figura ya como prior de Salamanca en 1331, y de Pombeiro en 1334-1335 (SCG III, doc. 278. SVP doc. 42, 43, 44. AUPSA, Colegio de San Vicente, Carpeta de pergaminos, n.º 3). Las definiciones de 1345 informan de la suerte de este prior, acusado de enajenar y vender muchos de los bienes del priorato de Salamanca: el abad ordenó que lo encarcelasen en el monasterio de Nájera (SCG III, doc. 292). Los definidores de 1312 mandaron capturar al monje Pedro, que se comportaba como prior de Budiño, al parecer sin el nombramiento oportuno, y al que se acusaba de haber empeñado parte del tesoro del monasterio (SCG II, doc. 198).

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las acusaciones eran falsas o que tenían más derecho que otro al priorato. Los definidores podían mandar investigar la situación, devolverle su priorato o entregarle otro en compensación.33 Otra de las vías para conservar el priorato fue recurrir a los poderes eclesiásticos ajenos a la Orden. Fernán Pérez acudió a los obispos de Braga y Tuy para conseguir Vimieiro o Budiño. Por su parte Juan de Tanc optó por un cardenal (1344). Aunque los definidores mandaron apresarlo, cinco años después la Orden no había podido recuperar el control del priorato.34 En este ambiente de luchas por los prioratos entre los monjes se han de entender las acusaciones de conspiración, simonía, incontinencia, dilapidación y asesinato que aparecen en las definiciones del Capítulo General y visitas. El suprior de Nájera escribió al abad acusando al prior, y selló la carta con el sello del convento sin consentimiento de este. El abad mandó a los visitadores que averiguasen la verdad, y estos remitieron su informe en que desmentían lo dicho, salvo algunas enajenaciones que el prior había realizado obligado por la necesidad y grandes deudas, y el que no se guardase el silencio adecuadamente (1285).35 De las denuncias, ciertas o falsas, enviadas por carta al abad y Capítulo General, o bien relatadas a los visitadores, se pudo pasar a la eliminación física del rival en la primera mitad del siglo xiv.36 El contexto de enfrentamientos se refleja muy bien en una definición general de 1331, en la que se regulaba quién debía tener un priorato durante los litigios. El origen de los males derivaba de que muchos monjes solicitaban del papa prioratos, decanías y oficios. Como eran varios los que obtenían la gracia expectativa, surgían disputas entre ellos sobre a quien 33   Rollandus de Mellia, prior de San Román de Entrepeñas, apeló cuando se vio privado de su oficio después de que el abad se lo entregase a otro, ignorando que este lo tenía. Por ello los definidores ordenaron que se le proveyese otro priorato en la provincia de Auvernia (1312) (SCG II, doc. 198). Poco después era Juan de Ronchevol, prior de Ciudad Rodrigo, quien fue privado del suyo por falsas acusaciones. Los definidores de 1316 mandaron que los visitadores del año siguiente averiguasen la verdad sobre este asunto, medida que se repitió en 1317, lo que muestra su limitada eficacia (SCG II, doc. 208, 212). 34   Temiendo que el abad le desposeyese del priorato de Santa Coloma de Burgos, renunció a dicha casa en manos de un cardenal; ello no supuso que perdiera su control, pues seguiría administrándola en nombre del cardenal a cambio de una renta. A partir de ese momento se negó a obedecer las cartas del abad y del camarero, apelando su caso a la sede apostólica, confiado en el apoyo del cardenal (SCG III, doc. 285, 305). Sobre Fernán Pérez ver la nota 31. 35   SCG I, doc. 117. En 1291 tres monjes de Carrión acusaban al camarero de Hispania (no se precisa de qué), lo que los definidores calificaron de una conspiración (SCG II, doc. 135). 36   En 1322 el monje Hugo de Perrues era acusado de haber maquinado el envenenamiento del prior de Ciudad Rodrigo, cuando moraba allí; la imputación se formulaba tiempo después de los acontecimientos, pues más tarde Hugo había sido monje en Dueñas (SCG II, doc. 223). Una denuncia similar se hizo contra un monje de Jubia, Fernando Juan, acusado de la muerte del prior de Jubia Juan Domínguez (1342) (SCG III, doc. 278). El tercer caso es el ya referido de Fernán Pérez. Los definidores ordenaron a los visitadores que indagasen estas denuncias, sin que se conozca qué sucedió finalmente.

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asistía mejor derecho en cada nuevo nombramiento. Lejos de confiar en el criterio del abad o de los definidores, a quienes ya habían ignorado al solicitar la gracia pontificia, recurrían al poder de los seglares para apoderarse de los prioratos por la fuerza, devastando sus bienes en medio de las luchas; con el apoyo pontificio, lanzaban la excomunión contra los vasallos que no les obedecían, lo que causaba gran escándalo en los mismos, pues siempre acababan excomulgados por alguno de los pretendientes. El resultado era la destrucción de los bienes y rentas del priorato, que los definidores intentaban evitar.37 Las referencias al poder seglar son tremendamente ambiguas. En algunos casos se refieren a la nobleza de la comarca, que apoya por la fuerza la ocupación de un priorato. En otros puede tratarse de la justicia secular, regia o no, a la que el prior acude en defensa de sus «derechos». En la práctica, los monjes que aspiraban o defendían un priorato mezclaban la fuerza y la justicia seglar, como hizo Fernán Pérez, que recurrió al rey de Portugal contra su sucesor; por su parte, Juan de Dosa, camarero de España, consiguió que el rey de Francia Felipe VI suplicase al papa que le concediese otro priorato. Los recursos ante el tribunal regio en medio de estas disputas se intuyen tras la queja de los definidores de 1344 de que algunos monjes de España acudían a las curias de los príncipes, en especial del rey de Castilla, solicitando cartas contra los priores de la Orden.38 Lo hasta aquí expuesto muestra que en la elección de los priores intervenían muchos poderes, además del abad, a quien correspondía el nombramiento. Estaban por una parte los definidores, que mandaban destituir a algunos priores en virtud de los informes de los visitadores. El camarero de España, que informaba sobre algunos monjes a los que proponía como priores. Los papas, que otorgaban gracias expectativas de carácter general o para un priorato concreto. Los reyes, que suplicaban en favor de los monjes, lo mismo que hacían en favor de otros muchos clérigos seculares de su reino para que se les concediese una canonjía o beneficio en una iglesia catedral o colegial. Los cardenales, que formaban sus clientelas de clérigos, se apoderaban de algunos prioratos o lograban una gracia para sus protegidos. Los tribunales reales, que dirimían las disputas entre los priores contendientes a propósito de la posesión de un dominio. Los nobles de la comarca, que prestaban su apoyo armado a alguno de los contendientes. Y, sobre todo, los propios monjes, que buscaban apoyos de unos y de otros, dentro y fuera de la Orden, comprándolos con dinero o prometiendo lo que se les pidiese. La consecuencia de todo ello fue la ruina económica de algunas casas, atrapadas en medio de estas disputas y violencias. No menos importante fue la ruptura de la jerarquía de la Orden, la obediencia al prior, al camarero,   SCG III, doc. 248.   SCG III, doc. 285.

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a los visitadores, a los definidores del Capítulo General y al abad podía ser sustituida por la fidelidad al rey, a los cardenales o al papa. Había alternativas para medrar, y su empleo por los monjes supuso la merma de la autoridad del abad de Cluny y, en general, de la Orden de Cluny sobre sus prioratos. 2.2.1.  Origen de los priores: cambio de monasterio Las provisiones papales de prioratos comportaron en dos ocasiones el traslado del prior de un monasterio cluniacense hispano a otro de esta misma provincia pero de mayor importancia. Así Juan de Bastida pasó de Villafranca a San Zoilo de Carrión (1336), mientras que Juan Germán lo hacía de Villaverde a Carrión (1362). Este último está documentado previamente al frente de San Pelayo de Toro, una casa dependiente de Carrión. No fueron estos los únicos casos, aunque sí aquellos en que hay mayor certeza. La coincidencia onomástica y cronológica ofrece otras posibilidades.39 La homonimia lleva a pensar que varios monjes de Carrión o Nájera, los prioratos más importantes, fueron promovidos a priores de monasterios de menor entidad. Ello coincide con los momentos en que sus respectivos priores ocupaban la camarería de España, lo que si bien no les facultaba para nombrar priores, sí que les permitía recomendar candidatos al abad. Así monjes de Carrión fueron luego priores de San Román de Entrepeñas, Valverde, Salamanca, Pombeiro, Ciudad Rodrigo e incluso Nájera.40 En la segunda mitad de siglo sendos monjes de Nájera consiguieron Dueñas y Pombeiro.41 39   El camarero de Carrión en 1308, Guilén, es homónimo del prior de Dueñas en 1301; el prior de Nájera Guido (1362-1375) lo es de un prior de Salamanca (1358); solo se documentan dos Bartolomé, uno como monje de Pombeiro en 1290 y otro como prior de Entrepeñas en 1307. 40   Alfonso Pérez, monje de Carrión (post 1325) puede ser el mismo que en 1333 aparece como prior y procurador de San Román de Entrepeñas, en 1336 como monje y personero del prior de Entrepeñas y que en el Necrologio de Carrión figura entre los fallecidos a consecuencia de la Peste Negra en 1348. Domingo de Gallinas, prior de Valverde (1309), había sido monje en San Zoilo poco antes (1291-1294). El prior de Salamanca Martín Pérez (1331-1342), que ocupó al menos en dos ocasiones el monasterio de Pombeiro (1334-1335, 1341-1342) puede ser el antiguo limosnero de Carrión (1330). Suero Pérez, prior de Pombeiro (1319-1331) es homónimo de un sacristán de Carrión anterior (1302). Gui, prior de Ciudad Rodrigo (1326), del monje y sacristán de Carrión de los años anteriores (1316-1319). Luis, prior de Nájera (1318-1336), había sido limosnero de Carrión (1316), ello explica por qué en uno de sus primeros documentos al frente de Nájera testificaron un monje y un vecino de San Zoilo de Carrión. 41   Gonzalo Pérez de Nájera, prior de San Isidro de Dueñas (1367-1369) debe de ser el limosnero homónimo de Nájera (1365), y el prior de Pombeiro Domingo Pérez (1377) ha de ser el antiguo sacristán de Nájera (1369-1374), lo que explica que hubiese visto pagar al camarero los censos de los prioratos (BNF, FL 17 717, fol. 62v).

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Menos frecuente fue la designación de un monje de un monasterio como prior del mismo. No obstante pueden intuirse algunos casos.42 2.2.2.  Los procuradores del monasterio y del prior Los procuradores aparecen con frecuencia en las actas del Capítulo General, debido a que realizaban temporalmente las mismas funciones que el prior. En España esta función se documenta por primera vez en 1238.43 Entre fines del xiii y del xiv su presencia es más frecuente, no solo porque la información sea más abundante, sino también por el prolongado absentismo de los priores. Las definiciones de 1312 se refieren a dos tipos de procuradores. En primer lugar, el procurador de un prior que actúa en su nombre durante su ausencia. Es el caso del de Ciudad Rodrigo, que aseguró a los visitadores que el mal estado de los edificios del monasterio y de los bienes no era culpa del entonces prior. Por otra parte están los procuradores que administran un priorato tras la marcha de su ocupante. Así, durante el tiempo en que el priorato de Carrión había estado vacante, fueron allí procuradores don Simón de Chavennes, que era prior de Salamanca, y don Rolando, prior de Courpière. Su caso se conoce porque el nuevo prior les pidió cuentas de su administración.44 El desempeño de este segundo tipo de procuración era compatible con el mantenimiento de otro priorato, sin ser considerada una acumulación de oficios. Las noticias contenidas en las definiciones y visitas son escasas, y se refieren a algunos abusos cometidos durante su gestión.45 Fuera de las actas, otros documentos muestran actuaciones de estos procuradores en nombre del monasterio o del prior: arrendamientos, entrega de una iglesia a un clérigo para servirla o representación ante los tribunales.46 Para evitar la 42   El prior de Nájera Pedro Sánchez (1286-1295) había sido prior claustral de ese monasterio (1279). El prior Lope Sánchez de San Román de Entrepeñas (1315) tiene un monje homónimo en ese mismo priorato treinta y cinco años antes: Lope (1280). Sí que puede afirmarse con certeza que Juan Esquío, prior de Jubia (1355-1378), es el monje que se menciona junto a su predecesor en un documento de 1354. 43   Reglero. Cluny en España, p. 508. 44   SCG II, doc. 198. 45   En 1292 se dice que el procurador de Dueñas apenas moraba en el monasterio, al igual que el prior (SCG II, doc. 141). Otro procurador de Dueñas fue Hugo, a quien en la visita de 1336 se acusó de haber vendido el tesoro del monasterio y enajenado sus heredades y privilegios (SCG III, doc. 259). Es posible que las noticias sobre los abusos cometidos por el prior de Nájera cuando tuvo los prioratos de Pombeiro y San Boal (1306) deban interpretarse como una actuación en calidad de procurador de los mismos, aunque de hecho acumulase varios prioratos (SCG II, doc. 181). 46   En 1296 el «monje y procurador de la orden de San Vicente de Cluniego de Salamanca» arrendaba un solar para construir unas casas en la ciudad, sin mencionar al prior (Archivo del Monasterio de Santo Domingo de Silos, Copia de privilegios, ms. 7, fol. 102v-103).

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confusión entre el administrador del priorato y el mero apoderado judicial en un pleito, don Hugo de Cariti optó por el título de «vicario» de don Pedro de Cariti, prior de San Zoilo de Carrión, cuando actuó en un pleito del monasterio.47 2.3.  Los oficiales del convento La documentación de los prioratos contiene los nombres de diversos oficios monásticos. Cuando los oficiales del monasterio aparecen como otorgantes en nombre del convento o como testigos, se observa una cierta jerarquización. El primer puesto se reserva al prior claustral o suprior. En segundo lugar se menciona al sacristán, seguido del limosnero y del enfermero. Los priores de las obediencias o decanías pueden aparecer intercalados con estos oficiales, sobre todo a fines del siglo xiii. Tras ellos, algunas listas incluyen otros oficiales, a veces entre los nombres de monjes sin oficio: señor del vestuario, clavero, pitancero, sacristán menor, refitolero.48 El Necrologio de Carrión menciona además al señor de la cocina y al cillerero mayor, y la documentación de Nájera al mayordomo. Ello muestra la pérdida de importancia del cillerero y otros oficios relacionados, cuyas funciones quedarían subordinadas o serían asumidas por el prior o prior claustral, según los casos. ­— El suprior o prior claustral La palabra suprior aparece repetidamente en las actas y en una carta dirigida por varios priores y monjes de la provincia al Capítulo General, pero está ausente de la documentación que se conservó en los archivos monásticos. Se trata de un problema terminológico, pues suprior era sinónimo de prior claustral, designación que las visitas, estatutos y definiciones reservaban para el de la abadía de Cluny. El término suprior se documenta Alfonso Pérez se titulaba en cambio «prior y procurador» del monasterio de San Román de Entrepeñas, cuando entregó a un clérigo la iglesia de San Juan de Santibáñez para que la sirviese (1333) (SRE doc. 92). Tres años después actuaba como monje del monasterio de San Román y «personero» de Esteban de La Garda, prior del mismo (SRE doc. 95). Alfonso es probablemente el monje homónimo de San Zoilo de Carrión que poco antes confirmaba otro documento (SZC II, doc. 194). En 1344 Juan Pérez, monje de Nájera, ponía una demanda como procurador del prior (SMN III, doc. 292). 47   SZC II, doc. 246, 247, 248. Hugo era prior de San Juan de Burgos, un monasterio benedictino pero no cluniacense, y, dado su apellido, sería hermano o pariente del prior de Carrión, lo que justificaría el oficio desempeñado. 48   SMN II, doc. 183, 201, 241; III, doc. 317. Archives Départamentales de Saône-etLoire, Mâcon, Supplément Cluny 11, document H. Cavero Domínguez; Álvarez Álvarez; Martín Fuertes. Colección del archivo diocesano de Astorga, Cámara episcopal, doc. 95.

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en España desde la segunda mitad del siglo xii, aunque rara vez, mientras prior claustral aparece con frecuencia.49 Se mencionan en Carrión (1294, 1302, 1315, 1330, 1336), Nájera (1273, 1279, 1285, 1290, 1320, 1344, 1348, 1363, 1365, 1369), Dueñas (1276, 1349), Villafranca (1312) y Jubia (1330)50. Un primer elemento a destacar es la escasez de onomástica franca en este grupo, pues solo la tienen tres de los catorce documentados.51 En alguna ocasión se conoce su trayectoria dentro del monasterio o monasterios de la Orden. Así Pedro Sánchez, prior claustral de Nájera (1279) fue luego prior mayor de ese mismo monasterio (1286-1295). Fue el único que alcanzó ese oficio, otros quizá lo intentaran sin éxito, como Martín García en Nájera, o Miguel de Toro en Carrión.52 Es habitual que se constate su presencia dentro del monasterio desde antes de ejercer como priores claustrales, y es raro que procedan de otro monasterio. Su actuación fue relevante y variada, fundamentalmente en representación del convento y, del monasterio, como hombre de confianza del prior en 49   Reglero. Cluny en España, pp. 507-512. Las visitas de la provincia de España no mencionan al prior claustral en el período estudiado, mientras que sí que aparecen el sacristán y el limosnero, oficios de importancia menor. Ello aconseja el estudio conjunto de supriores y priores claustrales. En el caso de los supriores, las actas del Capítulo General no suelen dar su nombre, refiriéndose simplemente a su actuación. Por el contrario, la documentación relativa a los priores claustrales se limita, en más de la mitad de las ocasiones, a dar su nombre en una lista de testigos. 50   Priores claustrales y supriores de San Zoilo de Carrión: Miguel de Toro, prior claustral: 1294, 1302; Guillén, prior claustral: 1315; Altaldus, suprior: 1330; Juan Alfonso, prior de claustro, 1376. Priores claustrales de San Martín de Jubia: Juan Domínguez: 1330. Priores claustrales y supriores de Santa María de Nájera: Sancho Gárcez, prior claustral: 1273; Pedro Sánchez, prior claustral: 1279; Martín García, suprior: 1285; Martín Fernández, prior claustral: 1290; Martín Sánchez, prior claustral: 1320; Pedro, prior claustral: 1344; Juan Pérez de Pradiella, prior claustral: 1348; Pedro Martínez, prior claustral: 1363, 1365; Alfonso González, prior claustral: 1369. Suprior de Santa María de Villafranca: Esteban Hasniers: 1312. 51   Guillén (1315) y Altaldus en Carrión (1330); Esteban Hasniers en Villafranca (1312). 52   Martín García, suprior y sacristán de Nájera antes de 1285, reaparece como un simple monje en 1289, luego como enfermero (1290) y de nuevo como sacristán (1292). Esta caída y nuevo ascenso puede deberse a que fue él quien denunció al prior Pedro Sánchez, poco después de su elección, escribiendo unas cartas al Capítulo General con el sello del convento; el caso fue investigado y desestimado, lo que motivaría su relegación en el monasterio durante un tiempo (SCG I, doc. 117). Miguel de Toro, prior claustral de Carrión (1294-1302) fue uno de los monjes que antes de 1289 acusaron al camarero y prior de Carrión ante el Capítulo General, regresando luego de Cluny sin licencia (SCG II, doc. 135). Esteban Hasniers, suprior de Villafranca (1312) había estado antes en Vimieiro, donde se le acusó de robar unos paños; es posible que se trate de Esteban, monje de Carrión en 1294, pero la homonimia no es concluyente, ya que se documentan entre tres y cinco Esteban monjes en este período. Otros dos priores claustrales de Nájera, Martín Sánchez (1320) y Juan Pérez de Pradiella (1348), aparecen en la década anterior como simples monjes del mismo monasterio.

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su ausencia.53 Por ello tenían acceso al dinero del monasterio, al sello del convento o al archivo monástico;54 realizaban permutas...55 — El sacristán y el cantor Una parte significativa de la documentación conservada de los monasterios de Carrión y Nájera corresponde a sus respectivas sacristanías, por lo que el oficio de sacristán es mejor conocido que otros. También hay noticia de un sacristán de Pombeiro.56 En Carrión se distingue a veces al sacristán mayor del sacristán menor. El primero es el monje que rige el oficio y administra sus posesiones, mientras que el segundo tiene funciones auxiliares, encargándose del servicio de la iglesia.57 53   En 1330 el suprior de Carrión figura entre quienes dirigieron al Capítulo General una carta en defensa del camarero Juan de Dosa, encabezando la lista de los oficiales del monasterio, en ausencia del prior (Archives Départamentales de Saône-et-Loire, Mâcon, Supplément Cluny 11, document H). En 1336 el suprior de Carrión apeló al abad por ciertas imposiciones que los visitadores habían hecho al monasterio (SCG III, doc. 263). Las noticias sobre la actuación de los supriores de Nájera en los años siguientes son más numerosas, actuando en representación del convento, o como hombre de confianza y procurador del prior. Pedro fue uno de los árbitros en una disputa entre el prior y un laico a propósito de un molino (1344) (SMN III, doc. 291, 292). Juan Pérez de Pradiella fue designado por el prior su procurador para tomar posesión y arrendar la casa de Torraviento (1348) (SMN III, doc. 296). Pedro Martínez figura al frente del convento en una carta en que se nombraba procurador del mismo para un asunto de gran importancia (1365) (SMN III, doc. 317). Alfonso González otorgó el consentimiento a los habitantes de San Pedro de Oriemo para que poblasen Ribafrecha, figurando su nombre tras el prior y delante del mayordomo, en representación del monasterio y su convento (1369) (SMN III, doc. 325). 54   En 1276, habiendo fallecido el prior de Dueñas, los visitadores intentaron pedir cuentas al suprior, que se decía tenía el dinero del prior difunto, pero huyó, por lo que se ordenó su captura y la institución tanto de prior como de suprior (SCG I, doc. 29). El suprior de Nájera tenía el sello del convento, sellando sin su consentimiento unas cartas que él mismo había escrito al Capítulo General contra el prior. También debía de tener acceso al archivo monástico, pues se le acusó de apropiarse de ciertos privilegios importantes (1285) (SCG I, doc. 117). 55   Miguel de Toro, prior claustral de Carrión, al frente de su convento, autorizó una permuta de tierras realizada por el sacristán en ausencia de prior (1302) (SZC II, doc. 165). Su sucesor, don Guillén, de nuevo al frente del convento, permutó una tierra con autorización del camarero (1315) (SZC II, doc. 181); los lugares en que se realiza la permuta aparecen asignados a la sacristanía en las cuentas de 1338, no a la mesa del convento (SZC II, doc. 215). 56   Sacristanes de San Zoilo de Carrión: Juan Ponce: 1288; Pedro Lorenzo: 1294; Suero Pérez: 1302; Gui: 1319; Juan Pérez: 1330, 1331; Pedro: 1351, 1365, 1372, 1376. Sacristanes de Santa María de Nájera: Jacobo: 1273, 1286, 1290; Martín García: 1285, 1292; García Pérez: 1304, 1309, 1311; Pedro Yáñez (Peribáñez): 1320, 1323, 1326, 1332, (1334); Juan Pérez: 1344; Pedro: 1365; Domingo Pérez: 1369. Sacristán de Pombeiro: Vivian Pérez: 1304. 57   En 1294 el sacristán menor figura entre los monjes en undécimo lugar de una lista de catorce, mostrando su escaso relieve (Cavero Domínguez; Álvarez Álvarez; Martín Fuertes. Colección del archivo diocesano de Astorga, Cámara episcopal, doc. 95). En 1338 se retribuía con cincuenta maravedís al sacristán menor, porque sirue la iglesia e guarda el tesoro, sin que se precise si era un monje o un seglar (SZC II, doc. 215).

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Un caso problemático es el de Esteban Hasniers, que fue mansionarius en Vimieiro antes de 1312. El término no es frecuente, pero puede designar a quien se encargaba de la vigilancia y atención de la iglesia, de encender y apagar las lámparas y velas, funciones propias del sacristán.58 El sacristán (mayor) gestionaba los bienes de su oficio u obediencia,59 defendiendo sus heredades y rentas en los pleitos,60 demandando la confirmación de los privilegios reales concernientes a sus posesiones,61 permutando bienes,62 o recibiendo en nombre del convento las heredades con que se dotaban las lámparas de la iglesia.63 La administración de las heredades y rentas de la sacristanía tenía como finalidad obtener los ingresos necesarios para el sostenimiento del culto en el monasterio, en especial, la compra de aceite y cera para la iluminación de la iglesia. En San Zoilo de Carrión la adquisición de ambos productos en 1338 consumía nada menos que la totalidad del diezmo del barrio de San Zoilo.64 En Nájera su principal fuente de ingresos era el lugar de Alesón, al que 58   SCG II, doc. 198. Se sabe que los visitadores le acusaron de haberse apropiado de unos paños de los altares, siendo su custodia competencia del sacristán. Es por tanto probable que se trate de un sacristán, ya fuese mayor o menor. 59   En 1351 recibió unas casas con su préstamo en Villaturde que eran de la sacristanía, se las entregó quien las tenía a cambio de noventa maravedís que dijo haber gastado en su reparación (SZC II, doc. 237). 60   Juan Ponce, sacristán de Carrión, pleiteó por los diezmos de barrio de San Zoilo en 1287-1288 (Coria; Francia. Colección Palencia. Sancho IV, doc. 15); la disputa fue con los clérigos de Carrión sobre ciertos huertos en el límite entre ambas parroquias, adjudicándose a la de San Zoilo. No obstante, si tales huertos eran labrados por hombres de Carrión, los clérigos de la villa recibirían la mitad del diezmo, siendo la otra mitad para la parroquia en que estaban las huertas. Esta forma de reparto se documenta también en otros lugares de la diócesis de Palencia y se prescribe en el sínodo de 1346 para cuando se dividía el diezmo (Reglero de la Fuente, Carlos Manuel. «La iglesia de Palencia. La Edad Media», en Historia de las diócesis españolas. 19. Iglesias de Palencia, Valladolid y Segovia, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 2004, pp. 5-59, vid. p. 48). Hay que destacar que los musulmanes estaban también obligados al pago de tales diezmos. Don Gui, sacristán de Carrión, pleiteó contra Mayor Sánchez en 1319 (SZC II, doc. 189). Pedro pleiteó en 1365 con el comendador del Hospital de la Herrada, sobre los diezmos de la huerta de dicho hospital; un arbitraje los asignó a uno u otro en función de quien labrase la huerta (SZC doc. 266). En 1372 lo hizo sobre una heredad en Villaturde (SZC doc. 274). Jacobo, sacristán de Nájera, actúa junto con el prior en un pleito sobre los diezmos de Valcuerna en 1286 (SMN II, doc. 198). 61   Los sacristanes de Nájera consiguieron la confirmación de la exención de tributos regios de la villa de Alesón, por estar sus ingresos destinados a la iluminación de la iglesia, así como que sus vecinos no fuesen prendados por deudas del monasterio (SMN II, doc. 217, 221, 252, 253, 259; III, doc. 282, 289, 319, 320). 62   SZC II, doc. 165. SMN II, doc. 249. 63   Se trata de la donación de sendos nobles para alumbrar una lámpara cada noche ante el altar o imagen de san Benito (SMN II, doc. 226) o para ayuda de la luminaria genéricamente (SMN II, doc. 225). 64   SZC II, doc. 215.

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Alfonso VII había eximido del pago de pechos regios para que con sus rentas se iluminase el altar de santa María; su concejo debía entregar tres cirios de cera cada día y veinticuatro libras cada Cuaresma, entre otras rentas.65 Además, el sacristán compraba a los vecinos de Nájera cera y otras cosas, que pagaba con vino y uvas (1304).66 El sacristán estaba encargado de reparar las vestiduras y ajuar litúrgico del convento. Se trata de un gasto muy flexible, pero nada despreciable, como muestran las cuentas de Carrión en 1338. Además ese año se registraron gastos en reparar las campanas, la iglesia y las casas de la sacristanía, lo que en conjunto costó más que la compra de aceite para las lámparas.67 Por las mismas fechas el monasterio de Nájera realizaba un inventario de los bienes del tesoro del monasterio. Al final de una larga lista se incluyeron los objetos que había dejado a su muerte el sacristán Peribáñez, especificándose que eran de sus bienes propios: varias imágenes, tablas, arquillas y coronas; además había confeccionado dos capas de paño, dos vestimentas y dos cintas de seda, fundido una campana a su costa, y levantado el campanario de San Pelayo y la cámara de la sacristanía.68 Los sacristanes podían actuar en representación del convento o entre sus oficiales, pero no se trataba ya de funciones específicas de su oficio sino de la manifestación de su influencia dentro del monasterio o de su proximidad al prior.69 En algunos casos hay constancia de que desempeñaron su oficio durante un período de tiempo prolongado, hasta su muerte. Así Pedro Yáñez o Peribáñez, sacristán de Nájera, aparece por primera vez como testigo en 1320 y falleció en 1334.70 De todos modos no se trataba de un oficio necesariamente vitalicio, pues en Nájera se alternan en el mismo Jacobo (1273, 1286, 1290) y Martín García (1285, 1292).71 Menor relieve que el sacristán tuvo el cantor, oficio que solo se conoce en Santa María de Nájera, a mediados del siglo xiv. Sus funciones eran esencial65   La exención de pechos regios obligaba al concejo de Alesón a dar al sacristán veinticuatro libras de cera para cada Cuaresma (1292), además de otros pechos que solían pagar (SMN II, doc. 204). En 1330 se dice que debían entregar tres cirios de cera para alumbrar cada día la lámpara que estaba ante el altar de santa María, por las almas del Emperador y los reyes pasados y reinantes (SMN II, doc. 253). 66   SMN II, doc. 220. 67   Se señala un gasto de cien maravedís para vestiduras, ciento cincuenta para las campanas, otro tanto para reparar la iglesia y veinte para las casas (SZC II, doc. 215). 68   SMN II, doc. 274. 69   Archives Départamentales de Saône-et-Loire, Mâcon, Supplément Cluny 11, document H. SMN III, doc. 291, 317. SZC I, doc. 141 (corresponde al año 1376). 70   También en Nájera se conoce el caso de García Pérez, que lo fue al menos entre 1304 y 1311, y en Carrión el de Pedro, documentado entre 1351 y 1376. 71   Martín García compatibilizó ese oficio con el de suprior (1285). Es posible que Suero Pérez, sacristán de Carrión (1302) sea el mismo que luego aparece como prior de Pombeiro (1319-1331).

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mente litúrgicas: dirigir el canto en el coro,72 por lo que no tenía bienes asignados para su administración. A pesar de ello, aparecen en la documentación actuando como representantes del prior y monasterio, ya reclamando la posesión de una heredad, ya recibiendo una donación en nombre del convento.73 ­— El limosnero El oficio de la limosnería había alcanzado un relieve considerable en los prioratos cluniacenses por la importancia que se daba al ejercicio de la limosna dentro de la intercesión salvífica por los difuntos. Se le había asignado un volumen importante de rentas, y el monje que las administraba gozaba de un puesto destacado dentro del convento. Aunque no se ha conservado la documentación de este oficio, como sucede con el de la sacristanía, es frecuente que el limosnero aparezca como otorgante o testigo en los documentos del convento, o bien representando al convento o al prior.74 Hay noticias sobre limosneros en los dos prioratos más importantes, San Zoilo de Carrión y Santa María de Nájera, ambos sitos en el Camino de Santiago.75 En San Isidro de Dueñas el oficio había existido, ya que en 1292 se decía que no había sacristán ni limosnero, y que el prior administraba tales oficios insatisfactoriamente.76 Se conoce el nombre de once limosneros, entre los que se encuentran tres con onomástica francesa: Luis, Roben y Gui. Algunos fueron promovidos a priores, como Luis, limosnero de Carrión en 1316 y luego prior de Santa María de Nájera durante cerca de dos décadas, o bien a priores claustrales.77   Valous. Le monachisme clunisien, I, pp. 157, 160.   Cantores de Santa María de Nájera: Juan Pérez: 1348; Fernando Sánchez: 1356 (SMN III, doc. 295, 309). 74   SMN II, doc. 273; III, doc. 295, 317, 318. SID doc. 129. SZC II, doc. 266. 75   Limosneros de San Zoilo de Carrión: Pedro Alfonso: 1294; Luis: 1316; Juan de la Ribera: 1318; Roben: 1321; Martín Pérez: 1330; Toribio González: 1365, 1376, 1377. Limosneros de Santa María de Nájera: Pedro Fernández: 1273; Juan Pérez: 1334; Gui: 1346, 1348; Gonzalo Pérez: 1365; Pedro: 1369, 1373. 76   SCG II, doc. 141. 77   Gonzalo Pérez, limosnero de Nájera en 1365, también se convirtió en prior, en este caso de San Isidro de Dueñas. Es posible que Martín Pérez, limosnero de Carrión en 1330, sea el mismo que luego fue prior de Salamanca y Pombeiro. Los tres personajes son analizados con más detalle en el apartado prosopográfico dedicado a los priores. Finalmente, Toribio González, limosnero de Carrión en 1365, continuó desempeñando este oficio al menos hasta 1377, pasando luego al de prior claustral (1385). Según declaró en una pesquisa realizada en Cluny en 1377, se había encargado de recaudar algunos años los censos de los prioratos por el camarero (SZC I, doc. 141 [publicado erróneamente con fecha 1276]; II, doc. 266, 296. BNF, FL 17 717, fol. 62v). Las noticias sobre los otros limosneros son más inciertas: sus nombres coinciden con los de otros oficiales del monasterio por esos años, por lo que parece que cambiaron de un oficio a otro. Es posible que Pedro Fernández, limosnero de Nájera en 1273, sea el mismo que en 1295 escribe varios documentos de Santa María de Puerto, declarándose monje de Nájera, pero el nombre es demasiado frecuente para asegurarlo. Otro nombre muy común es el de Juan Pérez, que fue limosnero de Nájera, en 1334. Unos años antes se llamaba 72 73

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El catálogo de monasterios incluido en la Bibliotheca Cluniacensis se refiere al reparto de limosnas en los prioratos de Nájera y Carrión. En Nájera se repartía limosna a todos los que lo pedían cualquier día, mientras que en Carrión se hacía todos los días a todos los peregrinos transeúntes que lo solicitaban.78 Esta noticia carece de fecha, y, al igual que el número de misas que se celebraban, expresa más una norma que una realidad, al menos lo dicho para Carrión no coincide con los datos que se tienen. Las cuentas de 1338 anotan que se distribuían 51,5 cargas de trigo y 43 de cebada a los pobres que vienen desde el día de San Lucas fasta San Joan, cada semana, dos cargas y media. Este reparto entre el 18 de octubre y el 24 de junio es muy significativo, pues excluye la época de verano, cuando la recolección permitía encontrar trabajo con más facilidad y los precios del cereal estaban más bajos.79 Ello indica una orientación local o comarcal de la limosna, más que hacia los peregrinos, que hay que pensar pasarían por el monasterio en los meses de fines de primavera, verano y comienzos del otoño, con el buen tiempo. Esta restricción temporal de la limosna debía ser reciente, pues los definidores de estos años criticaron al limosnero de Carrión por repartir muy poca (1336, 1337);80 ello se debía a que la principal fuente de ingresos del oficio estaba empeñada.81 — El enfermero El oficio de enfermero se documenta solo en Carrión y Nájera.82 Al margen de la importancia de su función, lo cierto es que tenía pocos recursos asignados para cumplirla. Las cuentas de San Zoilo de Carrión (1338) reducen las rentas y gastos a 337 maravedís, una cantidad muy pequeña, así el clavero de este monasterio (1322), y más tarde el sacristán (1344) y el cantor (1348). Puede que se trate de un solo personaje o de varios, pues en el mismo convento se documenta a Juan Pérez de Pradiella, como monje en 1340 y como prior claustral en 1348; el topónimo utilizado le distingue del sacristán y cantor de esos años. 78   Nájera: Eleemosyna fit omnibus petentibus qualibet die. Carrión: Eleemosyna fit omni die transeuntibus peregrinis petentibus (Marrier. Bibliotheca, col. 1746). 79   Esta precisión se escribe en el aparto referido al gasto de trigo, pero si la cantidad se refiriese solo al trigo, ello solo hubiese permitido repartir pan durante ventiuna semanas, es decir, desde inicios de febrero a fines de junio. Sin embargo, si se incluye también la cebada, habría para treinta y ocho semanas, lo que permitiría alcanzar la primera quincena de octubre, y, por tanto, la festividad de San Lucas, que se celebraba el 18 de octubre. La otra fiesta de San Lucas, su translación el 9 de mayo, no concuerda con la cantidad distribuida. 80   SCG III, doc. 263, 265. 81   Hacia 1321 el limosnero Roben había empeñado por veinte años la heredad de Cestillos, cobrando la renta por anticipado, probablemente a instancias del prior Juan de Dosa, lo que había reducido sustancialmente las rentas del oficio (SZC II, doc. 215). 82   Enfermeros de San Zoilo de Carrión: Hugo: 1294; Pedro: 1325; Pedro de Guarda: 1330; Toribio Fernández, 1379. Enfermeros de Santa María de Nájera: Martín de Torrecilla: 1273; Martín García: 1290; Pascual Pérez: 1365.

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que ni siquiera fue desglosada.83 En general figuran solo como testigos de los documentos y, en dos ocasiones, como otorgantes de los mismos entre los oficiales del convento.84 Entre todos ellos destaca Martín García, enfermero de Nájera en 1290, que anteriormente había sido sacristán y suprior, y que dos años después volvió a ocupar la sacristanía. El Necrologio de Carrión incluye algunas obligaciones del enfermero en la conmemoración de los difuntos: una comida al convento y a doce pobres en ciertos aniversarios.85 Las mismas fueron escritas en este códice en torno a 1300, a menudo recogiendo compromisos anteriores. — Los oficiales de la cocina y del vestuario El cillerero, el socillerero, el pitancero y el refitolero estaban encargados de una forma u otra de suministrar alimentos al convento. Sin embargo, fueron perdiendo importancia en la segunda mitad del siglo xiii y en el xiv. Se conoce muy poco sobre ellos, en general su nombre como testigos.86 El Necrologio de San Zoilo de Carrión recoge todavía la antigua terminología de cillerero mayor y señor de la cocina (socillerero).87 El señor de la cocina fue sustituido en sus funciones por el pitancero, encargado de las comidas extraordinarias del convento, dotadas en algún aniversario. En el Necrologio de Carrión las notas más antiguas se refieren al dominus de quoquine, mientras que las posteriores (fines del siglo xiii-primera mitad del xiv) mencionan al monje que tuviese las pitanzas o pitancero.88 Además hay 83   SZC II, doc. 215. En 1379 aparece dando a censo unas casas en el barrio de San Zoilo (SZC II, doc. 281-282). 84   Archives Départamentales de Saône-et-Loire, Mâcon, Supplément Cluny 11, document H. SMN III, doc. 317. 85   Así el 5 de febrero debía sufragar una refección plenaria de seis maravedís al convento y dar de comer a doce pobres por el aniversario del camarero Pedro, que debía pagarse con las rentas de los molinos del puente. El 27 de febrero, una refección plenaria al convento y doce pobres por el alma de Fernando Núñez y su mujer Leonor. Finalmente el 25 de abril se añadió una nueva refección plenaria al convento y doce pobres por el alma de doña Petrona, mujer de Pedro de Genzac, dotada con una heredad en Villanueva del Río (NSCZ, fol. 3v, 10r, 20r). 86   Santa María de Nájera: Gómez, señor del vestuario: 1273; Nicolás, clavero: 1290; Domingo Ibáñez, pitancero: 1290; Juan Pérez, clavero: 1322; Martín Pérez, mayordomo: 1369. San Zoilo de Carrión: Humberto, refitolero, 1294. 87   El cillerero mayor estaba obligado a pagar una refección plenaria a los monjes de las infurciones del lugar de San Mamés, donado por la condesa doña Sancha para aniversario de su hijo García Vélez (22 de julio) (NSZC, fol. 22r). El dominus de quoquina debía hacer tres refecciones al convento y doce pobres, una el 9 de febrero por el conde don Gómez, fundador del monasterio; otra el 14 de febrero por el monje Guillermo; y la tercera de las conocidas por un laico llamado Hugo el 6 de abril (NSZC, fol. 4r, 4v, 13r). En el primer caso se señala que estaba situada sobre las rentas del molino de San Martín, en el segundo de un huerto y en el tercero no se concreta. Se trata de donaciones asignadas a dicho oficio con la obligación de pagar el correspondiente aniversario. 88   Se registran cuatro aniversarios que debía cumplir, alimentando al convento y doce pobres, como era habitual, con las rentas de diversas heredades (huertos, casas): el 23 de julio

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noticia de un refitolero (1294), un oficio que en Cluny era un auxiliar del cillerero en la segunda mitad del siglo xiii, donde estaba encargado de la atención del refectorio.89 En Santa María de Nájera las funciones del cillerero eran desempeñadas por el clavero (1290, 1322) o mayordomo (1369);90 también se menciona al pitancero.91 El Capítulo General (1291) denunció las carencias en la cocina y vestuario de Nájera, debido a las enajenaciones de las heredades de los oficios de vestuario y pitanza (ad officia vestiarii et pictantie), lo que muestra que el oficio de la cocina era el mismo que el de la pitanza.92 En el caso de San Zoilo de Carrión, las cuentas de 1338 se refieren al officio del conuento del comer e del vestir, lo que indica que ambas funciones estaban reunidas en lo que era la mesa conventual; la misma estaría bajo el control del prior claustral; ello explica la relegación de estos oficios administrativos a un segundo plano.93 En Nájera aparece, por último, un señor del vestuario (1273). Como sucedía en las décadas anteriores se evitaba la designación de camarero, que originariamente correspondía a esta función, para no confundirlo con el de la provincia.94 Es posible que, tras la disposición del Capítulo General en 1292, mandando al prior que administrase los oficios de cocina y vestuario y proveyese a los monjes de lo necesario, el oficio desapareciese.95 En los monasterios más pequeños el prior era el encargado de suministrar el vestido y calzado a los monjes. 2.4.  Los monjes Las noticias sobre los monjes que no fueron priores ni oficiales son muy escasas. En general solo se conocen sus nombres a través de listas de testigos o, más rara vez, de otorgantes de un documento. Su personalidad se diluía en por el monje Gonzalo, el 24 de agosto por Pedro Magri, el 9 de abril por Domingo de Arconada, y el 20 de abril por Martín Gutiérrez (NSZC, fol. 21v, 27r, 14r, 18r). 89   Valous. Le monachisme clunisien, I, pp. 138-139. En Carrión se trata de un oficio poco importante, pues quien lo desempeñaba aparece al final de una lista de catorce monjes del monasterio (Cavero Domínguez; Álvarez Álvarez; Martín Fuertes. Colección del archivo diocesano de Astorga, Cámara episcopal, doc. 95). No es fácil conocer sus funciones, pero es posible que no se distinguiesen bien de las del pitancero. 90   Mencionados en listas de testigos o entre los oficiales del convento, en dos ocasiones en relación con el lugar de Ribafrecha (SMN II, doc. 201, 243; III, doc. 325). 91   Como testigo (1290), por delante del enfermero (SMN II, doc. 201). 92   Los definidores ordenaron que el prior administrase tales oficios y proveyese adecuadamente al convento de vestuario y pitanza (SCG II, doc. 135). 93   SZC II, doc. 215. 94   Reglero. Cluny en España, pp. 523-525. 95   SCG II, doc. 135.

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el convento, salvo cuando se denunciaba su comportamiento inadecuado en las visitas o ante el Capítulo General, a menudo de forma genérica, sin dar su nombre. Este aspecto se trata en el apartado siguiente, por lo que en este me limitaré otras cuestiones, como su entrada en el monasterio y su desplazamiento de uno a otro. La entrada de niños en el monasterio había sido limitada por los estatutos de 1205, en el artículo De pueris non recipiendis, en que se consideraba que su edad impedía a los otros monjes su vida religiosa; por ello se prohibía otorgar el hábito regular antes de los veinte años, con la excepción de los niños de la escuela, necesarios para el canto en el coro.96 Tal vez fuesen estos los monjes niños o infantes que se documentan en algunos prioratos hispanos.97 La admisión de los monjes debía producirse en edad juvenil o adulta, sin que hayan llegado detalles al respecto. Los estatutos de 1314 establecían las condiciones que tenían que cumplir los admitidos, a fin de ser aptos para el oficio divino y no ser gravosos para el resto de los monjes. Se prohibía a los priores recibir como monjes o fratri a menores de doce años, cojos, mancos, tuertos, jorobados o deformados, hijos ilegítimos, a quienes no supiesen leer y cantar suficientemente.98 Hay pocas noticias sobre estos aspectos y normalmente proceden de las visitas y definiciones. Un monje de Villaverde era iletrado y difería la tonsura y toma del hábito monacal, por lo que se ordenó que se le quitase la condición de monje y se le diese hábito de converso (1276).99 El prior de Jubia era hijo ilegítimo, a pesar de lo cual el camarero le había recomendado para el priorato, callando esta condición (1315).100 En Salamanca había un monje onartanarius, es decir, con algún defecto que le impedía cantar las horas ya fuese por falta de formación, tartamudez... (1336).101 Así pues el cumplimiento de los estatutos no era estricto. La transferencia de monjes de uno a otro monasterio es una de las peculiaridades de los prioratos cluniacenses; a menudo se utilizaba como una medida disciplinaria contra los monjes incontinentes o rebeldes.102 Otra finalidad fue dotar a los monasterios pequeños con el suficiente número de

  SCG I, doc. 5 (art. 6), pp. 42-43.   La visita de 1336 se refiere a un monje niño en Villaverde (SCG III, doc. 259). En San Zoilo de Carrión, la noticia sobre la muerte de varios monjes por la peste de 1348 incluye a dos infantes (NSZC, fol. 11v).   98   SCG I, doc. 11 (art. 74), pp. 122-123.  99   SCG I, doc. 89. 100   SCG II, doc. 202. 101   Ello, unido a que el prior que estaba enfermo, hacía que no se dijesen las horas (SCG III, doc. 259). 102   En Nájera, Pombeiro y Jubia en 1269 (SCG I, doc. 69). En Budiño y Jubia en 1291 (SCG II, doc. 135). En Villafranca en 1312 (SCG II, doc. 198).   96  97

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monjes para mantener la vida conventual y la liturgia.103 La medida comportaba necesariamente el traslado desde las casas con más monjes (Carrión, Nájera) al resto, con los consiguientes efectos negativos para las primeras. El traslado de monjes de un monasterio a otro estaba reservado al camarero, prohibiéndose a los priores que lo hiciesen sin su licencia.104 La onomástica francesa de un grupo significativo de monjes, en especial priores y oficiales, muestra que algunos llegaron del otro lado de los Pirineos. Ello estaba motivado por su escasez en España, mientras que la abadía de Cluny y muchos prioratos franceses eran excedentarios y no podían mantener a los que tenían.105 El Capítulo General ya había constatado en 1269 esta carencia en toda la provincia de España;106 y desde entonces su número no dejó de disminuir. Algunos podían llegar acompañando a los priores, como Guillermo de Bernay, «consanguíneo» del prior de Nájera (1306).107 Otros, insatisfechos por estar en tierra ajena sin alcanzar un oficio, terminaban volviendo sin permiso en medio de escándalos.108 El traslado de monjes franceses a España fue utilizado también como una medida disciplinar, al menos por el abad Bertrand de Colombier (12951308), según muestran las definiciones de 1306 y 1308 relativas a la abadía de St-Symphorien de Thiers, en la provincia de Auvernia.109 El paso de 103   A mediados del siglo xiv los definidores mandaron a los camareros que pusiesen monjes sacerdotes en varios pequeños monasterios donde no había o su número era insuficiente. En 1336 para Ciudad Rodrigo, San Boal y Villaverde (SCG III, doc. 263). En 1340 para Vimieiro, Valverde, Entrepeñas y Salamanca (SCG III, doc. 271). En 1345 para Pombeiro y Budiño (SCG III, doc. 292). En 1349 para Carrión y sus dependencias (SCG III, doc. 305). La onomástica revela los nombres de algunos monjes cambiados de monasterio, aunque no se especifique el motivo. Pedro Carnero figura como monje de Pombeiro en 1290 y de Carrión en 1294. Sansoneto de Pissiaco había sido monje de Ciudad Rodrigo antes de serlo de Dueñas. No puede descartarse que el Pedro Fernández que aparece en Nájera en 1295 sea el mismo que al año siguiente está en Pombeiro, pero en este caso el nombre es muy corriente. 104   El Capítulo General prohibió en 1291 que los priores enviasen monjes de un priorato a otro sin licencia del camarero (SCG II, doc. 135). Ello no impidió al prior de Valverde expulsar al único monje que allí había para poner un racionero más, o al de Salamanca, tras ocupar el priorato de Pombeiro, deshacerse del anterior prior y monjes (1342) (SCG III, doc. 278). 105   Riche. L’Ordre de Cluny pp. 263-264. Valous. Le monachisme clunisien I, pp. 209, 211-212. 106   in Hispania et Wasconia deficiunt multi monachi (SCG I, doc. 69). 107   SCG II, doc. 181. Las definiciones de la provincia de Alemania del año 1316 se refieren a un monje en el priorato de Vaucluse llamado Guillermo de Bornay (SCG II, doc. 208, p. 394), aunque no es seguro que se trate del mismo. 108   En 1322 Sansoneto de Pissiaco y Hugo de Perrues, monjes de Dueñas, regresaron a Francia sin licencia del camarero tras robar el tesoro de su monasterio (SCG II, doc. 223). 109   Recogen la noticia de tres monjes, Stephanus Rufi, Juan de Saliniaco y Lidanus, a quienes el abad había mandado trasladar a la camarería de España, debido a sus faltas. Ninguno de ellos quiso ir, sino que entraban y salían del monasterio, llevando una vida escandalosa, siendo acusados de incontinencia, robos, ir vestidos de seglares y llevar armas, romper violentamente las puertas de la casa de una mujer y otros vicios. Los definidores mandaron

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hispanos a Francia parece menos frecuente.110 Con todo, algunos monjes hispanos fueron enviados temporalmente a Cluny por diversos motivos. Fue el caso de esos seis u ocho que los definidores mandaron al camarero que enviase para que aprendiesen las verdaderas costumbres de la iglesia cluniacense, medio desconocidas en España (1290).111 Otros acudían al Capítulo General cuando tenían algún problema con el prior, como los de Carrión a que se alude en 1291. Si bien algunos lo evitaban, temiendo el castigo por su mala administración, caso del antiguo prior de Pombeiro al que los visitadores habían convocado ese año y no quiso ir.112 Hubo traslados forzosos motivados por el apresamiento de los monjes de peor conducta (incontinentes, ladrones) o proceder contrario a la Orden (usurpadores de prioratos), que eran encerrados en los monasterios de Carrión o Nájera, sede del camarero.113 A veces el monje preso era enviado a Cluny para recibir allí su castigo.114 La presencia de conversos en los prioratos hispanos rara vez se documenta.115 Lo habitual es que se mencione la presencia de fratres o frayres, como sucede en San Román de Entrepeñas hasta 1307, o de frades en Pombeiro.116 Más ambiguo es el término freyre, que puede aplicarse a monjes, utilizado en

que fuesen llevados presos a Cluny, por lo que probablemente nunca llegaron a España, pero el caso muestra que a veces se producía el traslado de monjes por causa disciplinaria (SCG II, doc. 181, 185, pp. 254, 269). 110   No obstante en 1266 se habla de un Petrus Hispanus entre los de la provincia de Provenza, lo que puede indicar este origen (SCG I, doc. 66). 111   SCG II, doc. 132. 112   SCG II, doc. 135. 113   Así en 1297 se mandó que el destituido prior de Azuelo fuese puesto en Carrión para recibir la pena correspondiente (SCG II, doc. 153). Del mismo modo en 1345 se ordenó capturar y tener en la cárcel a un monje de San Boal que se dedicaba a robar por los caminos (SCG III, doc. 292). 114   Como se dispuso para Domingo Andrés, acusado de incontinencia y de haber traicionado a la Orden en 1291 (SCG II, doc. 135). El arzobispo de Braga pidió a los visitadores que se llevasen preso a Cluny al prior de Vimieiro por los delitos de que le acusaba (SCG III, doc. 259). 115   Sobre los conversos en Cluny en el siglo xii: Constable, Giles. «Famuli and conversi at Cluny. A note on statute 24 of Peter the Venerable», Revue Benedictine, LXXXIII (1973), pp. 326-350. Las fuentes procedentes de Cluny les prestan escasa atención. Las definiciones de 1276 mandaron que se quitase el hábito de monje y se diese el de converso a uno de Villaverde, que era iletrado y difería la tonsura; en 1336 la visita del monasterio de Pombeiro constataba la presencia de un converso junto con el prior y tres monjes (SCG I, doc. 89; III, doc. 259). La carta de poder del abad Simón a Guido, camarero en España, le otorgaba autoridad para castigar y absolver tanto a priores y monjes como a los conversos de la Orden de Cluny (SMN III, doc. 315). Los documentos de la práctica tan solo utilizan el término converso una vez, para referirse a un testigo de Santa María de Nájera (1363) (SMN III, doc. 327). 116   Aparecen entre los testigos de Entrepeñas (SRE doc. 86, 88); su presencia en la etapa anterior en: Reglero. Cluny en España, pp. 553-558. En Pombeiro ya de forma genérica diferenciados de los monjes y clérigos (1290), ya refiriéndose a uno en concreto (1352) (SVP doc. 25, 45).

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Villafranca (1350) o Nájera (1273, 1341).117 En Nájera está claro que no se trata de un monje de coro, sino de un clérigo encargado de servir una iglesia del monasterio (Torraviento, San Asensio), pero que es considerado miembro de la Orden de Cluny. En cualquier caso la presencia de conversos está atestiguada tanto a fines del siglo xiii como a mediados del xiv. 2.5.  El comportamiento de priores y monjes: relajación, secularización, laicización y criminalización Las visitas y definiciones del Capítulo General muestran una degradación del comportamiento de los monjes cluniacenses en España, que puede clasificarse en cuatro categorías de límites difusos. Por relajación entiendo el incumplimiento de alguno de los preceptos de la regla y de las costumbres cluniacenses y la pérdida de la identidad como Orden diferenciada de otros monjes benedictinos negros y de otras órdenes religiosas en general. Esta relajación condujo a la secularización, entendida como la forma de vida del clero secular, al margen de una regla; el consumo habitual de carne, la vida fuera del monasterio, la percepción de raciones o la tenencia de bienes propios caracterizaban este comportamiento. La laicización no ha de interpretarse como descristianización, sino como adquisición de comportamientos propios de los laicos, la manifestación más clara de ello fue la incontinencia y la vida con la concubina e hijos, pero también el juego o algunos comportamientos violentos. En último término se llegaría a la comisión de auténticos delitos, como robos y asesinatos. No se trata de que todos los monjes, ni siquiera del mismo monasterio, fuesen adquiriendo progresivamente estos comportamientos, cayendo de uno a otro. Algunos seguirían guardando la regla de una forma más o menos estricta, a pesar de lo difícil que sería hacerlo en este ambiente; pero estos no han dejado huella en la documentación, que se limita a denunciar los abusos cometidos. Lo que se observa es que las visitas y definiciones denuncian cada vez comportamientos peores y más numerosos, sin duda con diferencias significativas de unos monasterios a otros, de unas regiones a otras. Las visitas realizadas en 1245 ya habían puesto de manifiesto la relajación de las costumbres en los prioratos cluniacenses: se alegaba una licencia 117   Gómez Bajo, M.ª del Carmen. Fondo documental del priorato de Santa María de Cluny de Villafranca del Bierzo, siglos xiv-xv, Ponferrada, Instituto de Estudios Bercianos, 1994, doc. 5. SMN II, doc. 183; III, doc. 288. En Villafranca nada permite asegurar que se trate de un monje o de un converso, pues el término frey o freyre puede aplicarse en ocasiones a los simples monjes. Así en un privilegio de Enrique II a San Zoilo de Carrión (SZC II, doc. 273). En Jubia varios documentos utilizan frey complementando el nombre de los monjes del monasterio (AHN Códices 63 B, n.º 9, 12; AHN Clero, lib. 6585, fol. 246r-247r).

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de un abad de Cluny para comer carne, algunos monjes tenían propiedades, no se guardaba adecuadamente el silencio, se tenía que recordar la obligatoriedad de la confesión semanal, la limitación de la salida del monasterio, el momento en que se debía salir o entrar en el dormitorio. No eran cuestiones graves, pero sí mostraban que la regla y costumbres no se cumplían adecuadamente, al menos, no en todos los monasterios y por todos los monjes. Las visitas de los años siguientes revelan una situación más preocupante en los monasterios gallegos, donde se denunciaban varios casos de incontinencia; en Nájera también había problemas, pues un suprior era acusado de incontinencia y varios monjes de rebelarse contra el prior.118 Estos incumplimientos, lejos de resolverse, se fueron agravando. La relajación de las costumbres siguió presente, con más fuerza en los prioratos más occidentales. Los definidores prohibieron que los monjes de Jubia usasen vestidos abiertos por delante y por detrás, como acostumbraban, u otros irregulares (1276), advertencia que se extendió a todos los prioratos hispanos.119 En 1326 tuvieron que recordar que los monjes no debían usar vestidos de lino, mandando a los priores y al camarero de España que obligasen a los renuentes a cumplirlo.120 No son muchas las noticias sobre tales aspectos, pues la gravedad de otras cuestiones llevó a considerarlos como problemas secundarios. Tan solo la visita de 1285 se refiere a que en Nájera no se guardaba adecuadamente el silencio, lo que se consideraba un problema leve, pues una carta del suprior había denunciado delitos peores.121 Vista desde Cluny, la provincia de España a fines del siglo xiii se consideraba colapsada tanto en lo temporal como en lo espiritual. Las costumbres de la ecclesia cluniacensis, es decir, fundamentalmente su liturgia, un elemento clave en la identidad de la Orden, no se guardaban por ignorancia. Para corregirlo se mandó al camarero de España que escogiese a seis u ocho monjes, aquellos que viere que peor las conocían, para enviarlos a morar a Cluny un tiempo, de forma que allí fuesen instruidos en la observancia regular y, al regresar a sus monasterios, pudiesen enseñar al resto de los monjes de la provincia. La medida no era exclusiva para España, sino que se hacía extensiva a Alemania y Lombardía, las otras provincias lejanas, donde se detectaba el mismo problema (1290).122 Se aplicase o no, los definidores siguieron constatando el mal estado temporal y espiritual de la provincia de España (1292).123 El olvido de las costumbres cluniacenses amenazaba con diluir la identidad de los prioratos de la Orden en el conjunto de los benedictinos. La entra  Reglero. Cluny en España, pp. 541-543.   SCG I, doc. 89. 120   SCG III, doc. 236. 121   SCG I, doc. 117. 122   SCG II, doc. 132. 123   SCG II, doc. 137. 118 119

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da de frailes o monjes de otras órdenes tenía el mismo efecto, en especial si recibían un priorato. Rodrigo Rodríguez, que en 1291 tenía el de Ciudad Rodrigo, había sido antes largo tiempo franciscano, y no era monje cluniacense, habiendo obtenido su priorato mintiendo.124 Otro franciscano aparece como monje de San Boal (1349), habiendo sido recibido por el prior sin licencia del abad de Cluny; acusado de incontinencia, los definidores ordenaron al camarero que lo expulsase.125 La recepción de religiosos de otras órdenes sin licencia del abad estaba prohibida por los estatutos de 1301.126 Las gracias concedidas por los papas contribuyeron a la circulación de monjes entre monasterios benedictinos de monjes negros cluniacenses y no cluniacenses: Bernardo Scarrerii, monje de Salamanca, fue nombrado prior de Santa María de Montserrat (1300);127 Astorgio de Cayraco, prior de Carrión, recibió en 1362 un priorato de la Orden de San Benito;128 Guillermo de Laborea, prior de Dueñas, el de San Juan de Burgos, que pertenecía a La Chase-Dieu;129 Juan Esquío, prior de Jubia, consiguió la abadía gallega de San Salvador de Cis (1375).130 La relajación de la observancia de la regla y de las costumbres cluniacenses conducía en primer lugar a la secularización de los monjes, a vivir como clérigos seculares. El caso mejor conocido de este comportamiento se dio en Nájera, aprovechando probablemente los años en que el monasterio estuvo bajo la encomienda de un cardenal. Los monjes empezaron a vivir como canónigos seculares, recibiendo cada uno para su mantenimiento una ración, es decir, una cantidad de alimentos y de dinero del monasterio con la que adquirir comida y vestidos. La ración era lo suficientemente grande como para mantener una gran «familia», entendiendo por tal a sus servidores, que eran sostenidos con los bienes del monasterio, en detrimento de este. Los definidores ordenaron al camarero que terminase con este abuso, obligase a los monjes a vivir como los otros de la Orden y enviase a Cluny a los que desobedeciesen para recibir un castigo (1314).131 Otra manifestación de esta secularización fue el abandono de la vida común, en especial del dormitorio, y que la estancia fuera del monasterio se   SCG II, doc. 135.   SCG III, doc. 305. 126   SCG I, doc. 9 (art. 57), p. 77. 127   Domínguez Sánchez. Documentos de Bonifacio VIII, doc. 765. Es posible que Pierre Bersuire, monje o prior de un monasterio benedictino dedicado a San Salvador en la diócesis de Tuy, lo fuese del de Budiño; antes había sido fraile franciscano; en cualquier caso no parece que llegase a residir en España (Thomas, «Extraits des archives du Vatican», pp. 23-24). 128   Lettres communes Urbain V, doc. 8205. 129   Ibid., doc. 8206. 130   non obstante quod in ipso monasterio alterius coloris et forme habitus quam in ipsius monasteri. Cluniacen (Litterae Papales. Ut per litteras apostolica: Lettres communes, Grégoire XI, doc. 41 297). 131   SCG II, doc. 203. 124 125

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convirtiese en algo frecuente. La visita de 1292 denunciaba que cinco de los nueve monjes de Dueñas dormían fuera del dormitorio.132 A mediados del siglo xiv se multiplican las noticias de monjes giróvagos, que se habían ido a otro monasterio, a la corte regia a solicitar privilegios o dejado la observancia de la regla.133 En este último caso se trata ya de un problema diferente, el abandono de la vida monacal, que responde a situaciones personales muy complejas.134 La desobediencia de los monjes a lo dispuesto por los definidores era otra manifestación de esta secularización, muy peligrosa para el mantenimiento de la Orden. Algunos priores y monjes no acudían al Capítulo General cuando eran convocados o se iban del mismo sin licencia.135 Otros optaron por rechazar toda autoridad de la Orden, colocándose directamente bajo la del papa, pero reteniendo su priorato.136 El comportamiento de algunos monjes como meros clérigos les llevó a caer en los vicios del clero secular y en buena medida a vivir como los laicos. La manifestación más difundida de esta laicización fue la ruptura del voto de castidad, la incontinencia denunciada una y otra vez, que iba desde el comportamiento más o menos disimulado hasta la convivencia con mujeres e hijos en el propio monasterio. La incontinencia era una de las razones que permitían la destitución de un prior, de ahí que los casos se examinasen con detenimiento. Los estatutos de 1200 habían mandado no cambiar los priores   SCG II, doc. 141.   En la de 1336 se dice que Alfonso Rodríguez, monje de Villafranca, había abandonado el priorato y se había ido a morar al de Cebreiro, que no era cluniacense (SCG III, doc. 259). En 1344 los dos monjes de Zamora eran vagabundos y no guardaban la observancia regular. Los definidores de ese año consideraban muy perjudicial para la Orden que algunos monjes de España deambulasen por las cortes de reyes y príncipes, pues además de transgredir la regla solicitaban cartas del rey de Castilla en perjuicio de sus priores. Por ello se ordenó que el camarero se lo prohibiese so pena de excomunión, si bien podrían acudir a tales cortes con licencia de su prior o del camarero (SCG III, doc. 285). La situación no cambió en los años siguientes, en Ciudad Rodrigo no moraban ni el prior ni su socio (1345), en Dueñas se acusaba a los monjes de ser «giróvagos» (1349), recurriendo a la terminología de san Benito (SCG III, doc. 292, 305). 134   Un estudio de los monjes huidos de los monasterios: Logan, F. Donald. Runaway religious in medieval England, c. 1240-1540, Cambridge, Cambridge University Press, 1996. 135   Un antiguo prior de Pombeiro, acusado de enajenar las rentas de su priorato, no quiso acudir al Capítulo General, a pesar de haber sido citado por los visitadores. Unos monjes de Carrión que habían acusado al prior de su monasterio sí que acudieron a Cluny, pero luego regresaron sin licencia, por lo que se les volvió a citar. Tampoco fue ese mismo año al Capítulo el prior de Ciudad Rodrigo, un antiguo franciscano (1291) (SCG II, doc. 135). Esta desobediencia se repite en numerosos priores a lo largo de todo el período. 136   La actuación de Juan de Tanc, monje profeso que había recibido Santa Coloma de Burgos, un priorato anejo a la mesa del prior, resulta especialmente preocupante. El monje había arrendado las rentas del priorato a un laico, en perjuicio de los intereses del abad; temiendo que este se lo quitase, renunció al mismo en manos de un cardenal; cuando los visitadores quisieron castigarle, les insultó y no quiso obedecer las cartas del abad, del prior claustral ni del camarero, apelando ante el papa como cualquier clérigo (1344) (SCG III, doc. 285). 132 133

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conventuales, para evitar los perjuicios que derivaban de ello, salvo por causa justa, es decir, si malgastaban los bienes de la casa, eran desobedientes o rebeldes, incontinentes o era provechoso promoverlos a otro monasterio.137 Los definidores debían distinguir los comportamientos inadecuados de las falsas denuncias, formuladas por aquellos interesados en cambiar de prior o en hacerse con un priorato. Las acusaciones de incontinencia contra los priores se suceden en las visitas y definiciones, siendo más tempranas en los prioratos gallegos. Se registran especialmente en torno a 1300 y a mediados del siglo xiv.138 Los definidores podían mandar que fuesen removidos de sus prioratos, en aplicación de los estatutos,139 remitir el caso al abad,140 solicitar un juramento exculpatorio del interesado al considerar que no había pruebas suficientes,141 o mandar al camarero que averiguase la verdad en compañía de otro prior.142 En unos pocos casos los visitadores añadían que el prior tenía concubina o que llevaba una vida disoluta públicamente.143 Por su parte, el arzobispo de Braga decía haber averiguado durante una visita que el prior y monjes de Rates tenían concubinas públicamente, en grave daño de sus almas y escándalo del pueblo (1314).144 Los priores no eran los únicos acusados de incontinencia, también los monjes figuran en tales listas, en mayor o menor número según los prioratos.145 La medida tomada contra ellos, mandar que fuesen trasladados a otro monasterio, más que acabar con el mal lo extendía, dado el escaso número de monasterios y monjes en la provincia.146 A mediados del siglo xiv, en plena epidemia de peste, el problema creció: en Dueñas se acusaba al suprior 137   SCG I, doc. 5 (art. 40), p. 47. La misma disposición se recoge en los estatutos de 1205: SCG I, doc. 6 (art. 9), p. 56. 138   En Pombeiro (1285, 1291), Valverde (1285, 1292), Dueñas (1291, 1300, 1349), Nájera (1291, 1294), Jubia (1313) y San Boal (1349). 139   En Valverde y Pombeiro en 1285 (SCG I, doc. 118); en Dueñas en 1291 (SCG II, doc. 135)... 140   En Pombeiro en 1291 (SCG II, doc. 135). 141   En Nájera en 1291 (SCG II, doc. 135). 142   En Nájera en 1294 (SCG II, doc. 145). En Jubia en 1314 (SCG II, doc. 203). 143   Se dice que Geraldo, prior de Valverde, tenía meretriz públicamente (SCG II, doc. 141, 142). Y que Bernardo de Blanesto, prior de Dueñas era incontinente y llevaba una vida disoluta públicamente (SCG II, doc. 161). El visitador de 1313 había recabado testimonios que acusaban al prior de Jubia de tener en el priorato una «damisela», con la que tenía dos hijos, y que vivía con ellos sin ninguna vergüenza, como si fuesen su mujer e hijos legítimos (SCG II, doc. 202). 144   Costa. «Cluny em Portugal», doc. 9. 145   En los prioratos gallegos de Budiño y Jubia había dos y siete respectivamente (1291) (SCG II, doc. 135). 146   En 1312 se acusaba a otro monje en Villafranca, proveniente de Vimieiro, y sobre todo a los monjes de Jubia, de los que se decía que tenían mujeres propias, como los laicos (SCG II, doc. 198).

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y otros monjes de ser concubinarios públicos, y de tener hijos e hijas en el monasterio; lo mismo se hacía con un monje de San Boal y otro de Salamanca (1349).147 Pudo ser una consecuencia del impacto emocional de la terrible epidemia, pero dado que solo hacía unos meses de su inicio y algunos monjes ya tenían hijos, es evidente que el problema era anterior y que, en todo caso, la epidemia hizo aflorar o extendió lo que hasta entonces se realizaba con más discreción. No es posible concretar el número de casos de incontinencia que se dieron. La treintena de casos contados por Robert son un mero indicio de la presencia del problema.148 Ni todos los casos se registraron, ni todos los casos registrados eran ciertos (denunciar al prior por incontinente era una forma de eliminar a un rival en la lucha por el priorato), además varias de las denuncias se refieren al mismo monje. La incontinencia era una preocupación desde el punto de vista espiritual y temporal, como muestra el caso de Pombeiro. En 1304 el prior arrendó un lugar del monasterio al monje Gonzalo Pérez; a su muerte el arrendamiento pasaría a sus dos «criados», Martín y Fernando, que lo tendrían durante su vida, pagando el foro al monasterio y siendo vasallos del mismo. Si estos morían antes que Gonzalo dejando hijos, la heredad pasaría a estos últimos en las mismas condiciones, y si no los dejaban, pasaría a los dos familiares más próximos del monje.149 Es casi seguro que tales «criados» eran hijos del referido monje Gonzalo Pérez, quien mantenía su presencia en el monasterio y seguía recibiendo allí su ración de alimentos y vestido. No es nada extraño que un monje se encargue de la gestión de una heredad del monasterio, pero sí que lo haga mediante un contrato de foro transmisible a sus parientes. Tres décadas después era el propio prior, Suero Pérez, quien aforaba varios lugares y casares a su «criada», Moor Suárez, y a sus descendientes, por mitad junto con los hijos de un importante noble de la comarca (1331).150 En ambos casos, el prior o monje habían aprovechado los bienes que administraba para dotar a sus herederos durante una o más generaciones. Otras conductas propias de los laicos eran la visita de las tabernas por las noches, el juego de dados u otros unidos a las apuestas. Se mencionan tres casos: Alfonso Rodríguez, monje de Villafranca, que andaba jugando de día y de noche por las tabernas, sin que la excomunión hubiese bastado para hacerle obedecer (1336);151 Alfonso Pérez, monje de Salamanca, que estaba   SCG III, doc. 305.   Robert, «État des monastères espagnols», p. 330. 149   SVP doc. 29. 150   SVP doc. 41. Temporalmente el caso de Suero Pérez se sitúa entre las referencias de inicios y mediados de siglo, mostrando que el problema no había desaparecido, aunque no se mencionase. 151   SCG III, doc. 259, 263. 147 148

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en compañía de mujeres y jugaba a los dados, y un prior de Vimieiro, que jugaba a los dados, disipando los bienes del monasterio (1349).152 El monje de Budiño, Fernán Pérez, fue acusado de disipar los bienes del priorato, con personas deshonestas, aprovechando la marcha del prior al Capítulo General.153 Esta acusación se unía a otras muchas que pesaban sobre él por su mala administración del priorato de Vimieiro en los años anteriores. En concreto, el que era entonces su prior le acusaba de tramar con el obispo su captura y con un infanzón su muerte, con el fin de hacerse con el priorato.154 No fue el único rumor de haber participado en la muerte del prior bajo cuyo mandato se vivía. El camarero y otros priores hispanos denunciaron al Capítulo General que el monje Hugo de Perrues había maquinado el envenenamiento del difunto prior de Ciudad Rodrigo cuando moraba allí. Sin embargo, solo lo hicieron cuando dicho monje y Sansoneto de Pissiaco se habían llevado parte del tesoro y reliquias de San Isidro de Dueñas, tras romper las puertas de la iglesia violentamente una noche y golpear al prior que quería evitarlo.155 Estas denuncias se sitúan ya en un ambiente de criminalización de la vida de un reducido número de monjes. Fernando Juan, monje de Jubia, fue acusado públicamente de la muerte del prior Juan Domínguez (1342).156 Los priores de Ciudad Rodrigo y Vimieiro mataron a un hombre en la villa de Carrión, golpeándolo con la mano y un cuchillo (1349).157 Aquí no se trata ya de un rumor, sino de algo acreditado por haberse producido junto a uno de los grandes prioratos de la provincia. Del mismo modo el prior de Villafranca acusaba a Alfonso Rodríguez, ese monje jugador y tabernario, de causar derramamiento de sangre dentro de la iglesia (1336).158 De la violencia ocasional uno pasó a su ejercicio profesional. Juan de Louze, monje de San Boal, fue acusado de llevar una vida pésima y deshonesta, robando por los caminos a los transeúntes en compañía de muchos malhechores y saqueadores, arrebatándoles sus bienes como un ladrón, con violencia, secuestrándolos y pidiendo un rescate por su liberación. Los definidores, ante las quejas del prior, mandaron al camarero averiguar la verdad y, si era cierto, hacerlo capturar, encerrarlo en la cárcel y no liberarlo sin

  SCG III, doc. 305.   SCG III, doc. 263. 154   SCG III, doc. 259. 155   SCG II, doc. 223. 156   Los definidores mandaron entonces que los visitadores lo averiguasen, para que si era hallado culpable fuese envidado al Capítulo a recibir su pena (SCG III, doc. 278). 157   SCG III, doc. 305. 158   El prior había tenido que pagar veinticinco libras por la profanación cometida (SCG III, doc. 259). 152 153

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permiso del abad (1345).159 Este comportamiento, por llamativo que pueda resultar, puede inscribirse en el de algunos grupos de caballeros, en medio de sus luchas de bandos, en las que también participaban eclesiásticos.160 Al lado de la conducta de este monje, las acusaciones de apropiarse de los bienes del monasterio y venderlos, parecerían cuestiones menores. A menudo las mismas deben ligarse más a los problemas de gestión y administración que a actividades criminales. Así, Guillermo de Bernay, monje de San Boal, se había llevado un breviario de ese monasterio, que los definidores mandaron que restituyese. Guillermo era pariente del prior de Nájera que había sido prior o administrador San Boal en los años anteriores (1306).161 Por esos años Esteban Hasniers, mansionario de Vimieiro, se había apropiado de veintidós paños de altar bendecidos, vendiéndolos (1312); la denuncia fue realizada por los monjes tras su marcha al monasterio de Villafranca.162 Es difícil saber si tales «robos» eran resultado de la mala vida de estos monjes, que así la financiaban, o respondían a órdenes de sus respectivos priores en medio del endeudamiento existente. La actuación de los definidores ante todos estos excesos fue en general prudente, con un claro respeto de la «presunción de inocencia». Se mandaba investigar de nuevo la denuncia, se citaba al implicado a Cluny. Esta prudencia intentaba evitar el castigo al inocente, denunciado por quien aspiraba a ocupar su cargo o pretendía librarse de él. Pero esta prudencia impidió una actuación rápida y contundente, que hubiese sido necesaria en más de un caso. Así el prior de Nájera Pedro Sánchez ya fue denunciado por otro monje del monasterio, Martín García, al poco de acceder al priorato, pero el informe del camarero le eximió. En 1291 este prior debió de jurar ante el camarero que no era incontinente. Ello no evitó nuevas acusaciones de incontinencia en la visita de 1292. Finalmente, los definidores pidieron al abad que lo destituyese, no por esa falta, sino por su pésima gestión. Un contemporáneo suyo, el prior de San Isidro de Dueñas, Pedro Flachardi de Belna, fue acusado de incontinencia y dilapidación ya en 1291, pero recurrió a falsificar cartas del camarero, rehusó acudir al Capítulo y resistió en su oficio al menos hasta 1294.163 A fines del siglo xiii e inicios del siglo xiv la situación disciplinaria de los monasterios hispanos parece tan mala como la temporal. Luego las noticias se rarifican, parece como si hubiese mejorado en época del camarero Juan de Dosa (ca. 1311-1336), aunque es posible que sea solo un espejismo, fruto del   SCG III, doc. 292.   Caso de Salamanca en época de los Reyes Católicos: López Benito, Clara Isabel. Bandos nobiliarios en Salamanca, Salamanca, Centro de Estudios Salmantinos, 1983, pp. 120-121. 161   SCG II, doc. 181. 162   SCG II, doc. 198. 163   Véanse los análisis prosopográficos de estos dos priores. 159 160

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control que dicho camarero ejercía de la información enviada a Cluny. Varias de las visitas de estos años no fueron completas (1311, 1313, 1328), no llegaron a realizarse por las guerras civiles (1316, 1322, 1329) o los visitadores no enviaron relación de las mismas al Capítulo General (1321, 1335). La sospecha levantada por algunos informes se expresa con claridad en 1347: los visitadores habían relatado muchas cosas buenas del estado de la provincia de España, por lo que los definidores mandaron que los del año siguiente averiguasen la verdad con más diligencia.164

  SCG III, doc. 299.

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CAPÍTULO 3 LA ADMINISTRACIÓN DE LOS PRIORATOS 3.1.  Problemas de gestión: endeudamiento y enajenaciones Una de las grandes preocupaciones de los visitadores y de los definidores en el Capítulo General fue la administración temporal de los prioratos. Sus informaciones y disposiciones se centraron en la actividad del prior. No se trata de cuentas anuales del estado económico del monasterio, sino de noticias aisladas sobre la gestión de priores concretos, presentes o pasados. Puntualmente se señalaba si el monasterio tenía deudas y en qué cantidad, o si el prior había realizado arrendamientos a largo plazo. A menudo se limitaban a decir si el prior administraba bien o mal el priorato, sin que una buena gestión implicase que la situación económica del mismo fuese buena, tan solo que no se contraían nuevas deudas sino que se reducían, que no se realizaban nuevos arrendamientos sino que se pleiteaba por recuperar lo cedido. 3.1.1.  Las deudas Las deudas no eran nada nuevo a fines del siglo xiii,1 pero todavía no se habían generalizado. La visita de 1292 ofrece un panorama contrastado; mientras se dice expresamente que Vimieiro, Valverde o San Román no tenían deudas, se señala que Nájera sí, que las de Carrión ascendían a tres mil maravedís, y las de Villafranca y Pombeiro a quinientos cada una.2 Dueñas ya debía doscientos en 1276.3   Reglero. Cluny en España, pp. 633-636.   SCG II, doc. 141. El endeudamiento de Villafranca ya había sido denunciado en la visita de 1285 (SCG I, doc. 117). En Pombeiro la deuda alcanzaba al menos dos mil quinientos maravedís cuarenta años después (1331) (SVP doc. 41). 3   San Isidro de Dueñas ya figura como endeudado en 1259 (SCG II, doc. 50), explicitándose que en 1276 se debían doscientos maravedís (SCG II, doc. 89). En los años siguientes 1 2

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El endeudamiento se fue extendiendo a un mayor número de prioratos a lo largo del siglo xiv. Si en el siglo xiii podía ser algo coyuntural y algunos priores declararon que sus monasterios no estaban endeudados, más adelante se convirtió en un elemento estructural en la contabilidad, primero de los prioratos mayores, luego de los menores.4 Ello no supone que hubiese un crecimiento lineal del mismo. Parece que la labor de algunos priores (Luis y Enrique en Nájera) contribuyó a reducirlo o, al menos, a que no creciese al mismo ritmo. Sin embargo, una mala gestión, aunque breve en el tiempo (Giraldo en Nájera), o la sucesión de servicios extraordinarios de reyes, papas o abades, acumulaba una carga que perduraba décadas. El impago de las obligaciones contraídas llevaba a los acreedores a embargar los bienes de los vasallos de los monasterios; ello agravaba la falta de recursos, pues los vecinos de sus lugares se iban a morar a otros por este motivo. En este contexto de elevado endeudamiento se inscriben los privilegios reales para que los vasallos del monasterio en cierto lugar no fuesen prendados por las deudas de los priores y convento, pues el lugar se despoblaba por tal motivo.5 La manera de conseguir el dinero necesario para pagar las antiguas deudas o las nuevas exigencias, dada la crónica falta de liquidez, consistió en empeñar el ajuar y vestiduras litúrgicas,6 arrendar heredades a medio y largo plazo cobrando la renta por anticipado, o lograr donaciones en dinero o alimentos a cambio de una ración vitalicia. Son otras formas de endeudamiento, en los dos últimos casos difíciles de contabilizar, lo que explica la falta de claridad de las cuentas monásticas. El caso mejor conocido es el del priorato de Santa María de Nájera, que ya estaba fuertemente endeudado en la segunda mitad del siglo xiii, teniendo (1337, 1340) vuelve a haber referencias a las deudas, pero de forma genérica (SCG III, doc. 265, 271). 4   Hay noticias genéricas sobre endeudamiento y bienes empeñados para Salamanca (1310, 1345), San Boal (1310), Vimieiro (1312, 1313), Budiño (1312), Villaverde (1335), Valverde (1342, 1345), Jubia (1345) y Zamora (1345) (SCG II, doc. 191, 198, 202; III, doc. 259, 278, 292). Tan solo en el caso de Vimieiro se precisa la cantidad en 1313: trescientas libras portuguesas. 5   Fernando IV se lo concedió a los vecinos de Alesón (1304), lugar adscrito a la sacristanía del monasterio de Nájera (SMN II, doc. 221). Los vecinos de Arconada lograron un privilegio para no ser prendados por las deudas del camarero, convento y monjes de San Zoilo de Carrión, sino tan solo por deudas y avales propios (1335) (SZC II, doc. 211). De forma genérica, el prior consiguió que la reina doña María mandase que ni los monjes ni sus vasallos fuesen prendados salvo por deuda conocida (1331) (SZC II, doc. 203). 6   En San Isidro de Dueñas (1336) se cuenta que los priores anteriores habían empeñado hasta las biblias y ciertos privilegios que tenía el monasterio (SCG III, doc. 259, 263). En Budiño el prior había empeñado cuatro tablas de evangeliarios valoradas en cinco marcas de plata y varias vestiduras litúrgicas por sesenta libras portuguesas (1312); el de Salamanca hizo lo propio con una campana, un cáliz de plata y muchos ornamentos (1345); y el de Villafranca con diversos ornamentos (1377).

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sus priores que empeñar heredades del monasterio o cederlas a largo plazo para pagar a sus acreedores.7 Aunque los definidores mandaron al prior que pagase las deudas, la situación no mejoró, de modo que en 1297 se constató que la casa estaba tan endeudada que no se podía esperar que el entonces prior lo solucionase, dado que casi todos sus bienes estaban empeñados.8 La entrega del priorato en encomienda a un cardenal empeoró el balance, de modo que en 1310 la deuda ascendía a quinientas libras turonesas.9 Los acreedores no pagaban los arrendamientos que tenían, para cobrarse lo que se les debía.10 El prior aseguraba al visitador de 1313 que estaba desesperado porque no tenía de donde pagar tantas deudas, dado que buena parte de las propiedades del monasterio estaban en manos de caballeros.11 Los definidores, tras constatar la situación, se limitaron a un voluntarista deseo de que el prior trabajase eficazmente en reducir las deudas.12 La situación debió de mejorar en época del prior Luis (1318-1336), aunque al final de su mandato todavía debía catorce mil maravedís (unos quinientos florines), según su sucesor Enrique, quien lo atribuyó a los pleitos mantenidos con los poderosos.13 La labor de ambos priores se vino abajo en tiempos de Giraldo (1360-1361). Este había obtenido su beneficio por una gracia papal, lo que le obligó a un elevado pago a la Cámara Apostólica, que solía estimarse en las rentas del primer año. Para satisfacer dicha cantidad pidió prestados dos mil florines de oro a un ricohombre navarro, Juan Ramírez de Arellano, obligando los bienes del monasterio. Al arcipreste de Logroño

 7   Ya consta como muy endeudado en las definiciones de 1259 (SCG I, doc. 50). Entre las razones que llevaron al prior Juan de Vargas a arrendar las casas de Azo y Estíbaliz a Lope Díaz de Haro III en 1275 se encontraba el pago de las deudas que el monasterio tenía con el ricohombre, algunas heredadas de su padre y sus abuelos (SMN II; doc. 188). La visita de 1285 se refiere a cómo el prior tuvo que empeñar algunos bienes obligado por las grandes deudas que tenía que pagar (SCG I, doc. 117). Poco después declaró a los visitadores que la casa estaba empeñada, pero sin querer decir la cantidad, alegando que creía poder pagar; por ello los definidores pidieron al abad que le escribiese ordenando que pagase (1292) (SCG II, doc. 141, 142). En 1294 se denuncia que se había endeudado con un judío y multiplicado las enajenaciones (SCG II, doc. 145).  8   El estado de su dependencia de San Jorge de Azuelo era similar, debido a las infinitas enajenaciones y deudas contraídas por su prior (SCG II, doc. 153).  9   SCG II, doc. 191. 10   Entre quienes habían prestado dinero a los priores se encontraba Diego López, arcediano de Calahorra, que dejó de pagar los cuatro mil maravedís que debía al convento por la heredad de Cerezo para resarcirse. Por ello el prior tuvo que transferir de su mesa a la del convento medio molino, a fin de compensarle (1312) (SMN II, doc. 230). 11   SCG II, doc. 202. 12   SCG II, doc. 203. 13   Los definidores volvieron a recomendarle que trabajase en reducir las deudas (1340) (SCG III, doc. 271). Es probable que lo hiciese, pues no vuelve a haber noticias al respecto en las definiciones de la década siguiente.

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le debía otros quinientos maravedís.14 No pagó los tributos reales ni en Castilla ni en Navarra: en Castilla empeñó al concejo de Logroño dos aldeas del monasterio para que este pagase el pedido del rey del año 1359 (15 000 maravedís); en Navarra suscribió cartas de obligación con el merino de Estella (456,5 florines de oro). Arrendó por diez años la casa de Berbinzana, cobrando la renta por anticipado (300 libras de carlines), y se obligó a pagar a Juan Ramírez mil maravedís anuales por ciertos beneficios que hizo al monasterio y al prior.15 El prior Guido, sucesor de Giraldo, tuvo que renegociar la deuda con el ricohombre y con el arcipreste, lo que supuso prolongar los arrendamientos.16 Las noticias sobre el endeudamiento del otro gran priorato cluniacense, San Zoilo de Carrión son algo más tardías, pero no menos continuas. La visita de 1292 constataba ya una deuda de tres mil maravedís; si bien, dado que el visitador había sido el prior de Carrión, los definidores no se fiaron de su informe, más aún cuando recibieron una carta del concejo de Carrión en que se contaban diversas enajenaciones y obligaciones de bienes de esa casa.17 Las noticias de deudas y arrendamientos con cobro por anticipado se sucedieron en las décadas siguientes.18 En 1325 el prior, al arrendar el barrio de San Martín de Frómista por diez años cobrando por anticipado, lo justificaba por la necesidad de pagar lo mucho que debía a los judíos de Carrión, pues estaban empeñados los bienes del monasterio, incluidos varios objetos preciosos depositados en la judería, y por otras deudas, todas ellas contraídas por los pleitos que tenía para defender las libertades y franquezas del monasterio y de la Orden.19 En 1340 las definiciones denunciaban que el nuevo prior no pagaba a los colectores pontificios lo que les debía —había accedido a su beneficio por una gracia pontificia—, que había empeñado una 14   Gracias a ello logró una ventajosa permuta de tierras con el monasterio (SMN III, doc. 323). 15   SMN doc. 312, 316-318. 16   Tras demandar al arcipreste le forzó a deshacer el cambio, al menos en parte, y a anular la deuda en 1369 (SMN III, doc. 323). Al ricohombre navarro le amplió el plazo del arrendamiento de diez a veinte años, fijando las condiciones del mismo, estimando el rendimiento anual de la casa en cincuenta libras de carlines (la renta anual fijada por Giraldo era de solo treinta, aunque por anticipado), además se comprometió a pagarle mil maravedís anuales durante los siguientes trece años, situados sobre las rentas de la casa de San Jorge de Azuelo, en Navarra (SMN III, doc. 316-318). 17   SCG II, doc. 141, 142. 18   En 1310 la casa estaba obligada en trescientas libras de pequeños turoneses (SCG II, doc. 191). En la visita de 1313 el prior, Juan de Dosa, alegó que había tenido que hacer un arrendamiento con cobro por anticipado para pagar las deudas de sus predecesores (SCG II, doc. 202). 19   SZC II, doc. 193. El endeudamiento del priorato fue uno de los asuntos que cuestionaron la labor del camarero en la visita de 1329, y que motivó la carta en defensa del mismo en enero de 1330 (Archives Départamentales de Saône-et-Loire, Mâcon, Supplément Cluny 11, document H). Las cuentas de 1338 refieren una sola deuda, pero muchas heredades empeñadas. La deuda consistía en mil maravedís por dos caballos (SZC II, doc. 215).

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cruz de oro valorada en diez mil libras, arrendado una heredad por siete años, cobrando la renta por anticipado, y otros muchos bienes de la casa.20 Entre los prioratos menores destaca San Román de Entrepeñas. En 1292 se decía que no estaba endeudada, pero en 1306 el prior había obligado sus rentas hasta en cien libras.21 Al año siguiente recibía a un matrimonio por racionero del monasterio, en agradecimiento por el ganado que le había dado a tiempo que lo auíamos mucho mester.22 La situación no mejoró, de modo que en 1313 el visitador consideraba que tenía tantas deudas que pronto sería irrecuperable.23 En 1334 no pudo hacer frente a sus obligaciones hacia un racionero, que optó por enajenar una heredad que tenía del monasterio, que tuvo que ser rescatada dos años después a costa de otra.24 El patrimonio monástico se vio así afectado. 3.1.2. Las alienaciones Las definiciones y visitas se refieren en múltiples ocasiones a las alienaciones de bienes. Por alienación o enajenación no se entiende solo la pérdida de la propiedad de un bien, sino de su posesión a medio o largo plazo o su cesión indebida. Los estatutos de 1205 incluían un precepto sobre esta cuestión, bajo el título De alienatione domorum, en que se prohibía vender, entregar tierras por una renta menor de la debida o ceder de cualquier otra forma indebida casas, posesiones o tesoros de la iglesia, amenazando al que lo hiciera con la privación de cualquier administración durante tres años y otros actos de pública penitencia.25 Los estatutos de 1301 encargaron a los visitadores de averiguar las enajenaciones dañosas y deudas.26 Los de 1314 desarrollaron este cuestionario, con preguntas sobre si se habían hecho arrendamientos a perpetuidad o vitalicios, si se habían concedido raciones monacales a seglares, las deudas y obligaciones contraídas; además quienes lo hiciesen sin licencia especial para ello serían excomulgados.27   SCG III, doc. 271.   SCG II, doc. 181. 22   SRE doc. 88. 23   SCG II, doc. 202. Idea que se repite en 1317 (SCG II, doc. 212). No vuelve a haber noticias hasta la visita de 1336, cuando se alaba la gestión del entonces prior por reducir las deudas y obligaciones de la casa (SCG III, doc. 259, 263). 24   El clérigo racionero del monasterio cedió a un caballero las heredades que tenía del monasterio por su vida, a cambio de que le alimentase y vistiese lo que prueba que el monasterio no lo hacía aunque estaba obligado a ello (SRE doc. 93). Dichos bienes fueron recuperados en 1336 mediante una permuta, en la que el monasterio tuvo que ceder un solar (SRE doc. 95). 25   SCG I, doc. 6 (art. 17), p. 58. 26   SCG I, doc. 9 (art. 101), pp. 86-87. 27   SCG I, doc. 11 (arts. 45 y 62), pp. 111-112, 117-118. 20 21

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La preocupación por la enajenación de las heredades de los prioratos hispanos queda de manifiesto en las medidas tomadas por los priores de España en el Capítulo Provincial, bajo mandato de los visitadores (1269): nadie debía dar a censo las rentas y frutos de las casas por más de un año.28 En 1291 los definidores mandaban que no fuese por más de un trienio, sin acuerdo y consejo del camarero de la provincia.29 Se volvió a prohibir en 1297, tras constatar que era costumbre de los priores de España el hacerlo, en esta ocasión so pena de excomunión,30 y de nuevo en 1305, salvo por gran necesidad y con consejo y asentimiento del camarero.31 Las disposiciones de tipo general, ya fuesen en los estatutos, ya en las definiciones para España, están acompañadas de numerosas denuncias de prioratos que tenían los bienes enajenados. En ocasiones se culpa de ello al prior del momento, pero es más frecuente que se diga que ello es debido a los predecesores en el oficio. De una u otra forma se mandaba al prior que recuperase lo enajenado y, en los casos más graves, se solicitaba al abad que remplazase al prior por otro. La enajenación general de las heredades del priorato de Salamanca fue argüida como razón por los visitadores para encomendar dicha casa a un vecino de la ciudad, que se había comprometido a revocar lo enajenado. Ese mismo año el camarero recomendaba al Capítulo General que se concediese la casa de Jubia a un clérigo del rey dado que la mayoría de las posesiones estaban enajenadas, con la condición de que se comprometiese a revocar todo ello (1285).32 Las noticias sobre tales enajenaciones y obligaciones se extienden a la mayoría de los prioratos, ya sean grandes o pequeños, en un año u otro a lo largo de las definiciones y visitas.33 28   Ese mismo año se constataba que el prior de Dueñas y el propio camarero habían entregado algunas heredades vitaliciamente, contra los estatutos (SCG I, doc. 69). 29   Se ordenaba al prior de Nájera, y en general a los priores de España, que no entregasen las casas, granjas, decanías, diezmos, derechos y posesiones de sus casas a perpetuidad, ni vitaliciamente. Al camarero le mandaban no conceder permiso sin una causa razonable y honesta. Finalmente se ordenaba revocar lo que ya se había dado a censo (SCG II, doc. 135). 30   Se constató que solían dar sus casas, rentas, tierras, derechos y otros bienes a censo por vida de dos o tres hombres, incluso perpetuamente, de modo que en muchos lugares los bienes se perdían o destruían; se prohibió acensuar bienes por una vida o a perpetuidad sin licencia del abad (SCG II, doc. 153). 31   Se dice que los priores hacían tales entregas de posesiones y dominios por la vida de una o más personas a seglares y poderosos, con gran detrimento del priorato (SCG II, doc. 179). 32   SCG I, doc. 117, 118. 33   Nájera (1285, 1291, 1294, 1297, 1305, 1306, 1313), Carrión (1293, 1313, 1336, 1340, 1344), Dueñas (1285, 1292, 1297, 1300, 1336, 1337, 1340, 1344), Pombeiro (1291, 1305, 1306, 1336, 1340, 1345), Jubia (1276, 1336, 1345), Villafranca (1285, 1336, 1337), Salamanca (1276, 1285, 1305, 1310, 1345, 1348), San Román de Entrepeñas (1306, 1317, 1336, 1337, 1347), Valverde (1335, 1337, 1342, 1345), Villaverde (1342, 1347), Budiño (1348), Zamora (1344, 1345), San Boal (1305, 1310, 1336, 1347) y San Jorge de Azuelo (1297).

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El término alienación comprende operaciones que, a pesar de sus semejanzas formales, tenían un significado y unas implicaciones muy diferentes. En primer lugar se calificarían como tales los arrendamientos forales a los campesinos, dado que solían realizarse por un plazo largo: por la vida del arrendador, por la vida del tomador, su mujer e hijos, e incluso a perpetuidad.34 Se trataba de una concesión acorde con la costumbre de las respectivas comarcas, que, en algunos casos, comportaba la percepción de un derecho de entrada, ya fuese la donación de una tierra, ya la entrega de dinero.35 Una realidad diferente era el arrendamiento a largo plazo de una heredad a un poderoso o privilegiado, ya fuese un caballero o un obispo. En 1336 los visitadores informaban de que muchos de los bienes del monasterio de Jubia estaban enajenados y dados a algunos caballeros poderosos, añadiendo que los priores tenían que dar por fuerza tales bienes a los susodichos porque en dicha tierra no había justicia.36 La fuerza de los poderosos no era la única razón de tales arrendamientos, a menudo los priores les entregaban bienes como forma de conseguir una cantidad de dinero elevada, acuciados por las deudas del monasterio.37 Estos arrendamientos a largo plazo eran rechazados por los visitadores, los definidores y los sucesores del prior que los hacía, ya se cobrase la renta por anticipado o no. Lo habitual es que se mandase al prior deshacer el arrendamiento o pleitear contra quien lo tenía, lo que originaba nuevos gastos en pleitos, pues el arrendador se defendía ante la justicia local o real apoyándose en el contrato firmado; la situación se podía complicar con nuevos arrendamientos a un tercero para que recuperase el bien de quien lo tenía.38 Los definidores alegaban que los priores no tenían poder para realizar tal arrendamiento, pero era un hecho que se había arrendado y que la renta se 34   En 1319 el prior de San Pedro de Valverde daba a Rodrigo Alfonso de Freyxo, a su mujer y a una persona tras su muerte, la que el tomador designase, un casal, con la condición de construir allí sus casas y habitarlas, pagar una renta en especie de cereal y nueces, y un yantar anual al prior (Rodríguez Fernández, Carlos. La colección diplomática de San Vicente del Pino, Granada, Universidad de Granada, 1990 [microficha], doc. 21). Cesiones similares aparecen en Jubia (AHN Códices 63B, n.º 4, 10), Pombeiro (SVP doc. 24, 27) o en las heredades que Nájera tenía en las Asturias de Santillana (SMN II, doc. 211). Este mismo tipo de concesión se utiliza para dar un solar a poblar o para que se mejorase mediante la plantación de vides o manzanos (SMN II, doc. 205, 206, 207). 35   Esto último es lo que denunciaron los visitadores en 1342, en referencia a los ocho casales que el prior de Valverde había entregado de por vida (SCG III, doc. 278). 36   Algo similar sucedía en Budiño, donde el prior no osaba reclamar tales bienes porque quienes los tenían habían amenazado con matarle (SCG III, doc. 259). 37   Así lo explicó el camarero de Carrión a los visitadores (1313) tras haber entregado ciertos lugares a un obispo (SCG II, doc. 202), idea que repitió en 1325 en el contrato de arrendamiento del barrio de San Martín de Frómista a un caballero por diez años, cuando se cobraron por anticipado los treinta mil maravedís de renta (SZC II, doc. 193). 38   Véase lo sucedido con los arrendamientos de Dueñas a Juan Fernández de Padilla o Álvar García de Hermosilla (SID pp. 198-203). Igualmente Valcuerna (SMN II, doc. 241).

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pagaba o había pagado. Es probable que en muchos casos se gastase más en intentar recuperar los bienes enajenados que lo que estos rendían finalmente. La razón era la experiencia de que, una vez finalizado el contrato, el arrendador no devolvía el bien voluntariamente,39 lo que conllevaba nuevas reclamaciones e incluso la pérdida de la heredad.40 No menos preocupante resultaba el arrendamiento a familiares en condiciones ventajosas, como los realizados por Pombeiro a los criados del monje Gonzalo Pérez (1304) o a la criada del prior Suero Pérez (1331).41 El término criado o criada suele designar a los hijos ilegítimos. 3.1.3.  La recepción de racioneros: servicio y endeudamiento Los estatutos de la Orden de Cluny prohibieron repetidamente la concesión de pensiones o prebendas. Ya en 1200 se mandaba que no se concediesen prebendas vitalicias a cambio de dinero u otro servicio, pues dañaba el priorato; tan solo, si era necesario o útil, podría hacerse con consejo del abad o del camarero.42 Un siglo después, en los estatutos de 1301 se amenazaba con privar de su oficio a quien enajenase los bienes del monasterio o concediese una pensión o prebenda vitalicia o temporal sin licencia especial del abad.43 La medida se repetía en 1314, so pena de excomunión, encargando a los visitadores averiguar si había prebendas en los prioratos o se había concedido alguna.44 Los visitadores de España en 1269 recordaron esta prohibición a los priores, que así lo aprobaron en el Capítulo Provincial,45 39   Así sucede en la casa de Torraviento, del monasterio de Nájera (SMN III, doc. 294300), o en el barrio de San Martín de Frómista (SZC II, doc. 193, 215). 40   Pérez Celada. «Conflictos jurisdiccionales». 41   El monasterio de Pombeiro ofrece dos buenos ejemplos. El prior Pedro aforó un lugar del monasterio a uno de sus monjes, Gonzalo Pérez (1304), para que lo trabajase con sus hombres pagando una renta anual de cuarenta sueldos y parte de la cosecha. A la muerte de Gonzalo, el foro pasaría a sus criados Martín y Fernando; y si estos hubiesen muerto pasaría a los hijos de estos, o a las dos personas más próximas a Gonzalo Pérez (SVP doc. 29). Años después, el prior Suero Pérez arrendó dos lugares y dos casares a Marina Yanes de Riba de Sil y Moor Suárez, y a sus hijos y descendientes (1331). Moor Suárez era criada del prior (SVP doc. 41). La suposición de que se trata de hijos ilegítimos se ve reforzada porque los criados de Gonzalo Pérez eran sustituidos por los parientes más cercanos del monje, y porque el apellido de Moor Suárez es el genitivo de Suero, el nombre propio del prior. Por tanto los foros eran empleados para dotar a los hijos de estos monjes. Por su parte, el prior Juan de Esquío de Jubia aforó a Gonzalo de Esquío dos casales y medio, y una viña (1374) (AHN Códices 63B, doc. 7). En este caso no consta el parentesco, pero el apellido es propio de una familia de la nobleza de la comarca de Ferrol. 42   SCG I, doc. 5 (cap. 55), pp. 49-50. 43   SCG I, doc. 9 (cap. 45), p. 76. 44   SCG I, doc. 11 (cap. 45, 56, 62-63). pp. 111-112, 115-116, 117-118. 45   No debían recibir ningún racionero (prebendario) pues generaban muchas incomodidades y gastos (SCG I, doc. 69).

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y los definidores lo repitieron en 1305, si bien podrían hacerse con licencia del abad.46 En la provincia de España, a lo largo de los siglos xii y xiii la concesión de raciones a clérigos y nobles había sido una forma de anudar vínculos de amistad y ayuda mutua, de recompensar fidelidades y mejorar el servicio litúrgico del monasterio, de ligar socialmente al monasterio con la comarca en que estaba asentado, ya que buena parte de sus monjes no procedían de la misma. Muchos prebendarios eran simultáneamente fratres de la comunidad o clérigos de sus iglesias.47 Esta situación cambió desde fines del siglo xiii. Las definiciones y visitas se refieren repetidamente a la presencia de tales racioneros en los prioratos hispanos, especialmente en Galicia y Portugal, así como al incremento de su número por los sucesivos priores. Un buen ejemplo es el de Valverde: en 1276 ya se decía que eran una multitud muy gravosa para el lugar, por lo que se mandaba reducir su número; la visita de 1285 contabilizaba solo dos monjes y muchos prebendarios; la de 1292 concretaba que eran doce frente a un solo monje; la de 1336 informaba de que el prior había puesto tres o cuatro más; las definiciones de 1342 consideraban legal que hubiese doce, pero denunciaban que el prior hubiese expulsado al único monje y puesto un decimotercero.48 Hay noticia de estos clérigos prebendarios en Villafranca, Pombeiro, Vimieiro y San Román de Entrepeñas a lo largo de todo el período.49 También 46   Se argumenta que ello comportaba gran gasto para los monasterios, situando esta actuación en el mismo plano que el arrendar dominios por una o más vidas (SCG II, doc. 179). 47   Reglero. Cluny en España, pp. 438-446, 551-558. 48   SCG I, doc. 89, 117. SCG II, doc. 141. SCG III, doc. 259, 278. En 1371, 1375 o 1376, tres clérigos y racioneros aparecen asesorando al prior en el capítulo, pero no se sabe si había más (AHN Diversos-Colecciones, leg. 208, n.º 3; Rodríguez Fernández. San Vicente del Pino, doc. 29-30). 49   En la visita de 1285 se mencionan en los prioratos de Villafranca y Pombeiro (SCG I, doc. 117). En 1306 se mandaban revocar las tres nuevas prebendas otorgadas por el prior de Pombeiro contra los estatutos de la Orden, además de castigar al prior; en 1310 se ordenaba lo mismo al prior de Villafranca, que había puesto otros dos (SCG II, doc. 181, 191). El problema se repetía en 1377, cuando los visitadores denunciaron que el prior había puesto dos racioneros más, que se sumaban a los tres ya existentes, aunque no se precisa que fuesen clérigos. Los definidores le prohibieron poner más sin licencia del abad de Cluny, norma que hicieron extensiva al resto de los priores, y mandaron al camarero de España que informase al respecto y revocase tales prebendas (SCG IV, doc. 348). El priorato portugués de Vimieiro estaba gravado por una gran multitud de prebendarios (1303), por lo que se prohibía poner otros nuevos sin licencia del abad, mandando además que no fuesen tenidos como tales si se hacían en contra de lo establecido (SCG II, doc. 172). Los clérigos racioneros aparecen entre los testigos de los documentos monásticos en Pombeiro y San Román de Entrepeñas: Juan Fernández y Lorenzo Fernández, clérigos racioneros de la casa de Uz en 1296 (SVP doc. 27), Juan Requeixo, racionero de la iglesia de Pombeiro en 1334 (SVP doc. 43). Los clérigos Martín Abad, Domingo Abad y Martín Domínguez, racioneros de San Román de Entrepeñas en 1286 (SRE doc. 86). Juan Abad, Alfonso Martínez, Martín Domínguez, y Fernán Martínez, capellanes y racioneros de San Román en 1307 (SRE doc. 88).

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se alude a seis racioneros en la iglesia de Berbinzana, dependiente de Santa María de Nájera (1365).50 Las quejas de los definidores se centraban en los nuevos racioneros, que gravaban las rentas del priorato, impidiendo sustentar a los monjes. La denuncia de la situación solía acompañarse de una disposición para que se revocasen tales prebendas; la misma era más fácil de dictar que de cumplir. Cuando los priores dejaban de pagar las raciones, estos clérigos, que solían servir la iglesia del monasterio, les denunciaban ante el correspondiente obispo, quien aprovechaba la oportunidad para inmiscuirse en la vida del monasterio e intentar sujetarlo a su autoridad, una de sus antiguas reclamaciones.51 Los documentos de San Román de Entrepeñas ilustran los derechos y obligaciones de estos racioneros a mediados del siglo xiv. Martín Abad, racionero del monasterio, debía recibir durante toda su vida una ración abundante de pan, vino, carne y pescado, según que lo más conplidamientre e meior parado lo ouo en el dicho monesterio e lo dieron e darán a qualquier meior rraçionero (1333). Así lo recordaba el prior cuando encargó a Martín la iglesia de San Juan de Santibáñez para que la sirviese, entregándole con ella el pie de altar, tercia de pan y diezmos, aventuras y algunas tierras. Se decía que nadie quería servir dicha iglesia por esa retribución, de ahí que se mantuviese la ración y los diezmos que este mismo racionero ya cobraba en otro lugar, Barrio.52 La concesión de estas prebendas se justificaba por la necesidad de servir el monasterio y sus iglesias dependientes, aunque dado el elevado número de racioneros de algún monasterio, ello podía ser una excusa. Otras razones que explican estas concesiones son de tipo económico. Así se manifiesta clara  SMN III, doc. 318.   En 1333 el prior depuesto de Vimieiro hizo dos nuevos racioneros; el nuevo prior se negó a darles su prebenda, por lo que los afectados le denunciaron ante el arzobispo de Braga, quien apresó al prior (SCG III, doc. 259, 263). Algo similar hicieron los racioneros de San Román de Entrepeñas cuando el prior, que no moraba en el monasterio, no les entregó sus raciones, pues llamaron al obispo para que tomase posesión del monasterio, alegando que estaba abandonado (1313) (SCG II, doc. 202). Cuando el arzobispo de Braga realizó una pesquisa a propósito de sus derechos en el monasterio de Rates (1315), interrogó al capellán y varios racioneros sobre si el obispo corregía a los monjes cuando estos privaban a los clérigos de sus raciones o cometían algún agravio contra ellos; la respuesta fue evasiva, pero muestra tanto la presencia de racioneros en el priorato (al menos cinco), como la injerencia episcopal en tales casos (Costa. «Cluny em Portugal», doc. 10). 52   SRE doc. 92. La promesa no fue cumplida y Martín buscó la protección de un noble de la comarca, a quien entregó todo lo que tenía del monasterio a cambio de alimento y vestido (SRE doc. 93). El racionero falleció poco después, y el prior del monasterio tuvo que pactar con dicho noble la devolución de los bienes que Martín tenía en su vida, procediendo a una permuta, difícil de valorar (1336) (SRE doc. 95). Los problemas derivados del impago de la ración a Martín no impidieron que este prior concediese poco después otra a un clérigo, a cambio de servir las iglesias del monasterio, de Barrio y Santibáñez. Se la dio de pan, vino y carne para toda su vida, en el monasterio, igual a la que comiere el prior o monje (1348) (SRE doc. 99). 50 51

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mente en San Román de Entrepeñas cuando la ración se concede a un laico. El prior don Bartolomé recibió como racioneros a un matrimonio (1307), en agradecimiento por la entrega de cierto ganado. La ración se entregaría en el monasterio o donde los receptores quisiesen, bien y cumplidamente, según se daba a los otros racioneros del monasterio. Se añadían diversas garantías para los racioneros, y el prior se comprometía a no acudir a juez eclesiástico o seglar para quitársela.53 La unión entre donación y ración pagadera fuera del monasterio suponía la constitución de una renta vitalicia o seguro a cambio de la entrega de un bien. Los priores de San Román habían recurrido a esta fórmula en tiempos pasados y volvieron hacerlo en los años siguientes, combinando la entrega de comida y vestido con la concesión del derecho de sepultarse en el monasterio, lo que le diferencia de un mero préstamo.54 La presencia de estos racioneros no era algo exclusivo de San Román y los prioratos galaico-portugueses. Las cuentas de 1338 informan de que en el monasterio de San Zoilo había nada menos que treinta racioneros, diez más que monjes, que suponían un considerable gasto anual en trigo.55 No se sabe si eran clérigos, si habían donado un bien o prestado dinero al monasterio o, incluso, si habían sido puestos allí por el propio rey, que hubiese mandado darles una ración, como Fernando IV en el Hospital del Rey de Burgos.56 Por otra parte, los priores también obligaron a sus monasterios al pago de rentas anuales vitalicias en dinero o especie, similares a las raciones pero de una cuantía diferente y pactada.57 La concesión de prebendas, motivada por necesidades litúrgicas o económicas, so pretexto de recompensar servicios y donaciones, acabó convir  El documento era confirmado por otros cuatro racioneros laicos (SRE doc. 88).   Reglero. Cluny en España, pp. 467-468. En 1364 Juan Domínguez donaba a San Román sus bienes en Velilla, con la condición de que el prior le proveyese de comida, bebida, vestido y calzado conveniente durante toda su vida (una saya y una capa sayal cada dos años), además de enterrarlo en el monasterio cuando muriese. Un contrato similar con Pero Martínez de Hinojal y su mujer María Díez dio origen a un pleito entre los hijos de los racioneros y el monasterio, resuelto mediante un arbitraje, por el que el prior tuvo que pagar quince cargas de pan mediado (1372), lo que supone que no había pagado lo que debía en vida de los mismos (SRE doc. 101, 104, 105). 55   En total 115,2 cargas de trigo, valoradas en 1152 maravedís, es decir, más de lo que se gastó ese año en reparar el monasterio (1000 maravedís) o tanto como el yantar del rey (600 maravedís), el del Adelantado (150 maravedís) y las dos procuraciones al obispo (400 maravedís) juntas (SZC II, doc. 215). 56   Martínez García. El Hospital del Rey, p. 347. 57   Así Ruy Pérez de Albarracín recibiría cien maravedís anuales del monasterio de Nájera, situados en la martiniega de Cirueña, a cambio de renunciar a sus derechos sobre la casa de Valcuerna (1320) (SMN II, doc. 241). Juan Ramírez de Arellano recibió en 1361 de este mismo monasterio mil maravedís anuales durante diez años en agradecimiento por los beneficios que le había hecho (SMN III, doc. 318). Por su parte, el prior de Pombeiro recibió por familiar a Urraca Arias, priora de San Juan de Cova, y le concedió cinco modios de castañas anuales durante su vida, sin precisar el motivo (SVP doc. 31). 53 54

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tiéndose en una forma de financiación de los prioratos, y, dada la carga que comportaba, una forma de endeudamiento, que limitaba el número de monjes que era posible sostener y las rentas disponibles. 3.1.4.  La incidencia de las carestías Es habitual considerar que las malas cosechas no perjudicaban, o al menos no mucho, a los grandes dominios, pues la reducción de la producción se veía compensada por el aumento del precio del cereal, que incrementaba el margen de beneficio.58 Tal vez por ello, las visitas y definiciones de los prioratos cluniacenses hispanos presten poca atención a este tema, al contrario que a otros como la guerra y la violencia nobiliaria, lo que podría indicar que las carestías no preocupaban. Sin embargo, no era raro que se señalase que un priorato carecía de alimentos suficientes para el año,59 lo que sin duda obligaba a comprarlos, a menudo endeudándose para ello. En esta coyuntura, las carestías influirían muy negativamente sobre la economía monástica. Las fuentes castellanas se refieren a tres períodos de grandes carestías y hambres en Castilla durante la primera mitad del siglo xiv (1299-1301, 1331-1334 y 1344-1348).60 La primera llevó al autor de la Crónica de Fernando IV, a afirmar que los omes moriénse por las plazas e por las calles de fambre, e fue tan grande la mortandad de la gente, que bien cuidaran que muriera el cuarto de toda la gente de la tierra; e tan grande era la fambre que comían los omes pan de grama; e nunca en tiempo del mundo vio ombre tan gran fambre ni tan gran mortandad.61

Tal vez esté relacionado con esta época de hambre, u otra posterior más local, el préstamo o donación que don Juan de Barrio de Fondón de Villa y su mujer hicieron a San Román de Entrepeñas, y que incluía tres bueyes, dos vacas y cien cabezas de ganado menudo, en tiempo de mucha necesidad para el monasterio, según dijo el prior en abril de 1307.62 Años más tarde, el monasterio de San Zoilo de Carrión alegaba, como razón para hacer un arrendamiento a largo plazo, que el año 1324 no había recogido cosecha de pan ni vino, debido a la tempestad del elada e de la piedra e niebla e langosta que acaeçió en este anno en la tierra.63 Muchos contratos agrarios incluyen la pérdida de la cosecha por la helada, el pedris  Abel. Crises agraires, pp. 23-28.   Valverde en 1292 (SCG II, doc. 141); Carrión en 1340 (SCG III, doc. 271). 60   Reglero. «Les disettes dans le royaume de Castille». 61   Crónicas de los Reyes de Castilla (Desde d. Alfonso el sabio hasta los Católicos d. Fernando y doña Isabel), ed. de C. Rosell, 3 vols., Madrid, Atlas, 1953, I, p. 119. 62   SRE doc. 88. 63   SZC II, doc. 193. 58 59

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co, la langosta o el añublo como motivos que eximen del pago de la renta agraria, lo que hace que la explicación dada por los monjes, al reunir todas esas causas, suene un tanto formularia. Un segundo período general de hambre (1331-1334) afectó tanto al norte de Portugal como a Galicia y Castilla. Los documentos de la época se refieren a los «años malos», y el Chronicon Conimbricensis dice que el encarecimiento de los cereales y la escasez de alimento provocaron la muerte por hambre de muchos hombres.64 La visita realizada a inicios de 1336 al priorato portugués de Vimieiro se refiere a la misma: el antiguo prior, Fernán Pérez, se había apoderado del monasterio por la fuerza tras ser destituido, tomando allí dos cubas de buen vino, ocho modios de mijo y pan, cerdos, gallinas y otras cosas. El daño se estimaba en quinientos maravedís portugueses, ya que el saqueo tuvo lugar durante el tiempo de la carestía.65 Se trata de la única vez que las visitas y definiciones se refieren directamente a hambres o carestías, y lo hacen desde una perspectiva muy concreta, eminentemente señorial: la escasez y el alza de precios; si bien, la misma no debe ocultar las dificultades que por tal motivo padecieron los prioratos cluniacenses. El ejemplo más explícito procede de nuevo de San Román de Entrepeñas. En mayo de 1334 Martín Domínguez, clérigo de la iglesia de San Juan en Santibáñez, muy cerca del monasterio, entregaba sus bienes a Rodrigo García de Valdefontecha y su mujer, con la condición que me des a comer e a veuer e a vestir e al calçar e me mantengades por toda la mi vida e dess que ffinare que me cunplades el mi enterramiento e el mi ffinamiento. Lo sorprendente de esta donación es que Martín tenía tales bienes del monasterio de San Román, del que era racionero. Ello supone que el monasterio no podía alimentar a su racionero, según estaba obligado a hacer, y que ni siquiera las rentas de las dos iglesias, San Juan de Santibáñez y Barrio, que Martín servía en nombre del monasterio, bastaban para ello ese año, al final de un largo ciclo de malas cosechas, en los duros meses de soldadura.66 En esos mismos años (13321333) Diego Martín, clérigo de San Pelayo de Toro, pleiteaba con San Zoilo para aumentar sus ingresos, que igualmente le resultaría insuficientes.67 Cabe preguntarse si el hambre de los años 1331-1334 influyó en el endeudamiento y enajenaciones denunciadas en la visita de 1335, si parte de las deudas se debían a la adquisición de alimentos en dicho período. Dicha carestía pudo ser una de las razones, pero no la única, como muestra el análisis de las cuentas de Carrión del año 1338. 64   Flórez, Henrique. España Sagrada. Theatro geographico-histórico de la Iglesia de España. XXIII. Continuación de las memorias de la santa iglesia de Tuy, Madrid, Antonio Marín, 1767, p. 343. 65   ... et istud fuit in tempore caristie (SCG III, doc. 259). 66   SRE doc. 92, 93. 67   Véase epígrafe I, 3.4.2.

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3.2.  Las cuentas de San Zoilo de Carrión de 1338 En 1972 Juan José García González publicaba las cuentas tomadas a nueve monasterios benedictinos de monjes negros de la provincia de Toledo en el año 1338. Este Cuaderno de Cuentas se inscribe en el marco de las reformas impulsadas por Benedicto XII para restaurar la observancia de la regla y el estado económico de tales cenobios, plasmadas en la bula Summa magistri. Estas cuentas fueron estudiadas por el editor y por Salustiano Moreta, que ya había analizado las de Cardeña en su tesis doctoral.68 Posteriormente Pérez Celada volvió a publicar y estudiar las del monasterio de San Zoilo de Carrión.69 Dichos trabajos se centraron en el conocimiento del dominio monástico, su composición y rentas. Así, la comparación con el Becerro de las Behetrías puso de relieve la ausencia de algunos lugares y derechos. Se abordaron problemas metodológicos, desde el plano más teórico al más práctico (unidades de medida, moneda, precios). Se estudió la estructura del gasto y se puso de manifiesto el endeudamiento de estos monasterios y su elevado déficit anual, que se vinculó a la crisis bajomedieval, en especial a la violencia señorial y la usurpación de bienes monásticos, pero también al sostenimiento de numerosos servidores improductivos. A través de estas cuentas se abordaron temas que iban desde la geografía del dominio monástico a la alimentación de los monjes o la composición de la familia monástica y algunos aspectos de la liturgia. 3.2.1.  Carácter de la fuente Las cuentas fueron tomadas por los abades de Silos y Cardeña el 20 de marzo de 1338. Como pusieron de relieve quienes las estudiaron, no se trata de la contabilidad de un año concreto sino de un intento de conocer los ingresos y gastos medios. La variedad interanual hizo que el resultado fuese una mezcla entre gastos medios y realidades del año anterior, sin fechas concretas. El método de trabajo consistía en reducir las rentas y consumos en especie a dinero, lo que hacía que el autoconsumo de cereal y vino fuese contabilizado en dinero, como si se hubiese vendido y comprado, tanto en el apartado de ingresos como de gastos. Del mismo modo las transferencias 68   García González. Vida económica de los monasterios. Moreta Velayos, Salustiano. El monasterio de San Pedro de Cardeña. Historia de un dominios monástico castellano (9021338), Salamanca, Universidad de Salamanca, 1971, pp. 213-241. Id. Rentas monásticas. Ya Férotin había publicado las correspondientes a Santo Domingo de Silos (Férotin, Marius. Recueil des chartes de l’abbaye de Silos, Paris, Imprimerie nationale, 1897, doc. 363). 69   SZC II, p. XLI-LVI, y doc. 215.

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entre las distintas mesas del monasterio se contabilizaban en una como gasto y en otra como ingreso.70 De forma similar, se consideraba como gasto una rebaja de la renta pagada por un concejo.71 Ello aumentaba ficticiamente las rentas del monasterio. Otra peculiaridad contable es la consideración de que los años estaban compuestos por doce meses de cuatro semanas —lo que hacía que el año tuviese solo cuarenta y ocho semanas, cuatro menos de lo real— a la hora de computar los gastos en pan y vino. Sin embargo, para el dinero se contabilizaban 366 días al año. Es posible que algunos gastos se hayan duplicado.72 No hay que descartar algún error en la copia conservada, que puede explicar por qué faltan 425 maravedís en los ingresos en dinero del Oficio del Comer y Vestir, tal vez porque falte un epígrafe. A los errores de transmisión y peculiaridades contables señaladas hay que añadir la posible ocultación de algunas rentas o ingresos. Al margen de las fundiarias y señoriales, resulta llamativo que no se contabilice un solo maravedí en concepto de limosnas. Por otra parte, los gastos declarados son los estructurales (alimentación y vestido, gastos de explotación), pero hay otros coyunturales (impago de alguna renta, reparación del monasterio). Es posible que detrás de todo ello haya una voluntad manifiesta de presentar un déficit mayor del real, para evitar las contribuciones pontificias, aunque faltan otros gastos que serían frecuentes, como los derivados de los pleitos que mantenía el monasterio. La contabilidad de 1338 se realizó a instancias del papado, con el fin de repartir un servicio entre los monasterios de cada una de las provincias.73 Por ello, mientras los abades o priores de los respectivos monasterios buscaban reducir sus rentas y aumentar sus deudas, los visitadores (abades de otros dos monasterios afectados por el servicio) procurarían lo contrario, para evitar que dicho servicio repercutiese sobre sus monasterios. Las cifras, recogidas en el cuadro adjunto, son pues una aproximación a la contabilidad real.

70   Ello supone que se ingresan y gastan dos veces (una en cada oficio). Así en el gasto del oficio de Comer y Vestir se apuntan treinta maravedís del pan que se dan al sacristán, mientras en los ingresos de la Sacristanía aparecen cuatro cargas de pan mediado que le daba el convento, que valoradas a diez maravedís la de trigo y cinco la de cebada, equivalían a esos treinta maravedís. 71   De la renta de treinta y cinco cargas debida por el concejo de Arconada, solo se percibían veinticinco cargas, por lo que se consideraron diez como gasto, cuando se trataba de una renta menor, o, en todo caso, parcialmente empeñada. 72   Como las veinte cargas de pan mediado que se daban a los clérigos que servían la iglesia de Frómista, que figuran contabilizadas como veinte cargas en el trigo y otras diez en la cebada, debiendo haber sido diez y diez. Algo similar sucede con lo que se entregaba a los dos horneros. 73   Véase epígrafe II, 5.1.

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Cuadro 2. Ingresos de San Zoilo en las cuentas de 1338 Mesa u oficio

Mesa %

Total %

4762 6245 12 120

20,6 27,0 52,4

37,1

11 007 23 127

47,6 100,0

33,7 70,8

Mesa del convento En especie En dinero

250 4991

4,8 95,2

Total

5241

100,0

16,0

820 537 1150

32,7 21,4 45,9

3,5

1357 2507

54,1 100,0

Sacristanía En especie En dinero

4,1 7,7

472 988

32,3 67,7

Total

1460

100,0

Mesa del prior En especie En dinero Alienadas Total efectivo Total teórico

Limosnería En especie En dinero Alienadas Total efectivo Total teórico

Enfermería Total

Maravedís

4,5

337

1,0

En especie En dinero Total efectivo

6304 13 098 19 402

19,3 40,1 59,4

Rentas alienadas

13 270

40,6

Total teórico

32 672

100,0

Las cuentas de San Zoilo se organizan en cinco apartados, siguiendo la habitual división de los bienes monásticos entre los benedictinos: las mesas del prior y del convento —esta última reúne la comida y vestido— y las de los oficios de la sacristanía, limosnería y enfermería. No se incluyen cuentas por separado para los prioratos dependientes, como sucede en otros monasterios, sino que los ingresos de Toro, Villalpando, Frómista o Aguilar aparecen dentro de la mesa del prior. Esta organización responde a la forma de repartir el servicio que el papa había dispuesto.

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En teoría, los ingresos del monasterio superaban los 32 500 maravedís, dos tercios de los cuales correspondían a la mesa del prior, seguida por la mesa del convento, la limosnería, la sacristanía y la enfermería. Sin embargo, el cuarenta por ciento de las rentas no se cobraban por estar empeñadas o usurpadas, correspondiendo sobre todo a la mesa del prior, y secundariamente a la limosnería. Por ello, aunque los gastos contabilizados apenas superaban los 27 000 maravedís, había un déficit de casi 7 700.74 3.2.2.  Ingresos y gastos de la mesa del prior La mesa del prior destaca en primer lugar por el elevado porcentaje de rentas empeñadas: algo más de la mitad del total de rentas teóricas. Este porcentaje se incrementaría si se sumasen los pagos a los racioneros, que podían encubrir una forma de préstamo.75 Detraída esta partida, que más que un gasto de la familia monástica debería considerarse un pago de deudas o una imposición del rey, la renta disponible era poco más de un tercio del teórico total. Una segunda característica de las rentas de esta mesa, al igual que del conjunto del monasterio, era su elevado grado de monetarización. Más de la mitad de las rentas llegaban en dinero, lo que solo sucedía en otro de los monasterios de la pesquisa, el de Arlanza, aunque en menor proporción.76 La renta en especie había quedado reducida prácticamente a las necesidades de autoconsumo: la alimentación de los monjes, las entregas a los racioneros y capellanes, y algunos pagos a servidores y criados, así como la alimentación de los animales de transporte. Descontados estos gastos, el excedente comercializable era muy pequeño.77 La escasez de rentas en especie llegaba hasta 74   Los ingresos eran de 32 672, aunque ello varía según se contabilicen algunas partidas. Ello supondría unos 1310 florines, según la equivalencia proporcionada en las propias cuentas, a 28 maravedís por florín. En 1340 la dobla de oro equivalía a 35 maravedís (Ladero Quesada. «Monedas y políticas monetarias», p. 153), lo que supone que las rentas del monasterio eran de 933 doblas de oro castellanas. Los gastos alcanzaban 27 088 maravedís, el equivalente a 967 florines o 774 doblas de oro. Como los ingresos efectivos eran de 19 402 maravedís, el déficit ascendía a 7686 maravedís, lo que equivale a 275 florines o 220 doblas. 75   Se menciona solo al hablar del trigo, pero es probable que también incluyese el vino, a juzgar por los contratos con los racioneros que se conservan en el monasterio de San Román de Entrepeñas. Suponiendo que recibiesen una ración igual de pan y vino que los monjes, les corresponderían 115 cargas de trigo y 1410 cántaras de vino, lo que se valoraba en 2560 maravedís aproximadamente. 76   Moreta. Rentas monásticas, p. 117. Las cifras de Moreta se refieren al conjunto de los ingresos del monasterio, las aquí dadas solo a la mesa del prior. 77   Se reducía a unas 35 cargas de trigo y 110 de cebada —las cifras son aproximadas porque las cuentas son confusas en este aspecto—, valoradas en unos 900 maravedís, frente a los 6245 maravedís que se declara percibir en dinero efectivo. No queda claro si las rentas en dinero procedentes de las casas de Toro y Villalpando, o de los lugares de Gañinas y Lobera,

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tal punto que el monasterio tenía que comprar más de la mitad del vino que consumía. Esta estructura de los ingresos respondía a la política llevada a cabo por el camarero Juan de Dosa en los años anteriores, cediendo a largo plazo todas aquellas heredades que no eran necesarias para el autoabastecimiento de cereal, y convirtiendo en moneda las rentas de las casas más lejanas, que no habían sido empeñadas. La consecuencia fue la renuncia a la comercialización de excedentes, a pesar de la cercanía de un importante mercado: la villa de Carrión. Con ello no se beneficiaría del alza de precios en las épocas de carestía, sino que se vería obligado a comprar a alto precio, dado lo ajustado de la producción para el autoconsumo y pagos en especie a los racioneros. Esta renuncia a vender su producción se manifestaba también en la desaparición de la explotación directa de las heredades de la mesa del prior, lo que explica que no se registrasen gastos por este concepto. Entre los gastos destacan los destinados a la «casa» o «familia» (aunque no se emplean estos términos), que incluía tanto su propio sustento y vestido como el de dos capellanes, diez hombres, cinco rapazes y seis cabalgaduras (bestias).78 Se trata de un gasto en buena medida destinado a mantener el estatus del prior, que vivía separado del convento. Le seguían en importancia los gastos derivados de la integración de San Zoilo de Carrión en dos organizaciones religiosas: la Orden de Cluny y la provincia benedictina de Toledo. Ello comportaba tanto gastos de viaje para acudir al Capítulo General o Provincial, como el pago de diversas contribuciones.79 El prior estaba obligado a proveer de pan, vino, sal y leña a los veinte monjes que residían en el monasterio. El trigo procedía de las rentas en especie; el vino de las mismas bastaba para los monjes, pero no para los racioneros, por lo que el prior había tenido que comprar unas mil quinientas

estaban arrendadas (como sugiere que las cantidades recaudadas fuesen de 3000, 2000 y 1000 maravedís respectivamente) o bien se vendía allí la cosecha, dada la lejanía de Carrión y el coste del transporte (en este caso habría que entender tal cantidad como una estimación del rendimiento medio). 78   El gasto de tales servidores se computa en dinero a razón de 10 maravedís al día para todos ellos, más 1500 maravedís para vestuario. En cuanto a los animales se estima en 126 cargas de cebada. En total ello supone 5790 maravedís, sin incluir aquí la parte de la sal, leña, gastos de los horneros, etc. 79   El viaje al Capítulo General de Cluny (1500 maravedís); al cabildo de la provincia de Toledo (200 maravedís). Se pagaron 2000 maravedís «al abad de Cluniego, de reconozimiento», y 56 maravedís al cabildo provincial. En el siglo xiv San Zoilo de Carrión debía como censo a Cluny 20 libras (BNF, FL 17717, fol. 23r). Dado que tres libras hacían una marca de plata, y que en 1338 el marco de plata equivalía a 120 maravedís de cuenta (Ladero, «Monedas y políticas monetarias», p. 156), lo que Carrión debía de censo eran 800 maravedís, no 2000. Por tanto, la cantidad registrada equivalía al censo de dos años y medio. Se explica en parte porque el prior solo tenía obligación de acudir al Capítulo General cada dos años.

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cántaras, al igual que la sal y la leña. A estos gastos había que añadir lo que se pagaba a los horneros del monasterio. Además, el prior debía pagar al convento comidas extraordinarias en varias fiestas litúrgicas y la confección de cuatro cordobanes. Otros gastos derivaban de los yantares debidos al poder regio y las procuraciones al obispo de Palencia por dos iglesias.80 Finalmente se recoge una partida para la reparación del monasterio, un gasto extraordinario motivado por el mal estado en que se encontraban Cuadro 3. Gastos de San Zoilo de Carrión: cuentas de 1338 Mesa u oficio

Mesa del prior El prior, sus servidores y cabalgaduras Asistencia a capítulos generales y pago de censos Alimentación ( y vestido) del convento Alimentación de los racioneros Pagos al rey, adelantado y obispo Reparaciones en el monasterio Otros gastos Total Mesa del convento Comida Vestido Gastos de explotación Gastos litúrgicos Total

Limosnería Reparto de pan a los pobres Servidores y cabalgadura Reparación del hospital Gastos de explotación Pagos al convento Total

Sacristanía Alumbrar la iglesia Gastos del sacristán y sus servidores Reparar la iglesia y campanas Reparar vestiduras y ajuar litúrgico Gastos de explotación Otros gastos Total Enfermería

Total

Maravedís

Mesa %

5790 3756 3654 2563 1150 1000 150 18 063

32,1 20,8 20,2 14,2 6,4 5,5 0,8 100,0

21,4 13,9 13,5 9,4 4,2 3,7 0,6 66,7

2426 2459 368 90 5343

45,4 46,0 6,9 1,7 100,0

9,0 9,1 1,4 0,3 19,7

733 455 200 80 83 1551

47,3 29,3 12,9 5,2 5,4 100,0

2,7 1,7 0,7 0,3 0,3 5,7

710 550 300 100 70 64 1794

39,6 30,7 16,7 5,6 3,9 3,6 100,0

2,6 2,0 1,1 0,4 0,3 0,2 6,6

337

27 088

Total %

  600 maravedís al rey y 150 maravedís al adelantado. 400 maravedís al obispo.

80

1,2

100,0

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los edificios y claustro, según se había denunciado en el Capítulo General (1337). Ha de entenderse que lo aquí consignado fueron solo las obras más urgentes, que habría que sumar a las cantidades que se incluyen en otros oficios para reparar la iglesia, dos capillas o el hospital.81 El déficit de la mesa prioral superaba los siete mil maravedís anuales, aunque parte de los gastos eran extraordinarios (la mitad del censo pagado a Cluny; el yantar del rey cuyo cobro se exigía a los monasterios cuando había campañas militares, lo que en estos años fue muy frecuente; la reparación del monasterio, etc.). El prior Juan de Bastida tenía buenas razones para falsear las cuentas, dado que había alcanzado su priorato en virtud de una gracia del papa y debía pagar a los colectores pontificios por ello.82 Por tanto puede pensarse que el déficit sería más reducido otros años. Sin embargo, no se consigna ninguna partida para pleitos, un capítulo que generaba gastos importantes, ni se contabilizan los mil maravedís que debía el prior por dos caballos que había tenido que entregar al rey. Hubiese ocultación o no, en los dos años siguientes el prior arrendó de nuevo la casa de Frómista por siete años, cobrando por anticipado catorce mil maravedís, es decir, el déficit de dos años. Empeñó una cruz de oro de gran valor, sin que se precise lo que obtuvo por ella.83 La razón se encuentra en ese déficit y en la necesidad de afrontar un gasto extraordinario: las contribuciones debidas al pontífice por su promoción como prior. 3.2.3.  Las rentas empeñadas de la mesa del prior Uno de los aspectos más llamativos de la contabilidad de la mesa prioral son las rentas empeñadas. Se trata de las correspondientes a diez lugares que, por distintos motivos, se hallaban en manos de laicos que no pagaban renta alguna. Su rendimiento teórico se estimaba en más de doce mil maravedís, es decir, más que suficiente para cubrir el déficit. Los informes, proporcionados por el prior Juan de Bastida, culpaban casi siempre a su predecesor, el prior y camarero Juan de Dosa, de tales enajenaciones. Cinco lugares habían sido arrendados a largo plazo cobrando la renta por anticipado;84 unas heredades lo fueron por el abad de Cluny, y otro 81   SCG III, doc. 265. Entonces se estimaba su reparación en 200 libras (unos 8000 maravedís). Las cuentas asignan 1000 maravedís de la mesa del prior a tales reparaciones, y otros 370 de otros oficios. 82   El Capítulo General de 1340 se refiere a que estos últimos habían puesto el entredicho sobre el lugar porque el prior no se avenía con ellos sobre los frutos del tiempo de la vacante. 83   SCG III, doc. 271. 84   Así Revenga de Campos había sido dada hacia 1323 a Fernando García Duque por su vida, a cambio de seis mil maravedís que se cobraron por adelantado; San Andrés de Ríosmenudos estaba en las mismas manos, por lo que es probable que formase parte del acuerdo.

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lugar habría sido entregado sin compensación.85 Además, cuatro lugares eran detentados por fuerza por distintos nobles.86 Sin duda se trata de los mismos que el prior Fernán Pérez denunció ante Alfonso XI poco después de la caída del conde don Álvaro, su privado. El rey concedió entonces su amparo al monasterio y mandó a sus oficiales que le devolviesen los bienes usurpados (1328).87 Sin embargo, una década después, estos nobles habían conseguido mantener su posesión, lo que sugiere que tenían algún tipo de contrato y que habían entregado o hecho algo a cambio, por muy abusivo que hubiese sido el trato. Juan de Bastida obtuvo en 1338-1339 una nueva renta de Frómista, aunque fuese a costa de legitimar y prolongar su ocupación. En 1340 expiraba el contrato realizado con los vecinos de Villalón sobre Aguilar, y es posible que lo de Fuentes de Valdepero se recuperase en esos mismos años. Ello hubiese permitido incrementar las rentas anuales de la mesa del prior, si no hubiese sido porque Juan de Bastida obligó muchos de estos y otros bienes de la misma, según declararon los definidores en 1340. Otros lugares, como Revenga de Campos, San Andrés de Ríosmenudos, Benafarces, Pedrosa o Villabaruz, debieron permanecer durante décadas en manos de sus poseedores, dado que vivieron hasta el reinado de Pedro I.88 La mitad de las rentas de Aguilar de Campos habían sido cedidas por el referido camarero al concejo de Villalón, en este caso por ocho años, de los que habían pasado seis, a cambio de ocho mil maravedís por anticipado. Algo similar sucedió con los heredamientos de Fuentes de Valdepero, entregados a María Fernández a cambio de dos caballos, sin que conste cuándo se hizo la cesión ni por cuanto tiempo (el valor de la renta generada en relación con lo recibido a cambio sugiere que el plazo sería breve). 85   Juan de Bastida responsabilizaba a Juan de Dosa de haber entregado a Fernán Sánchez de Valladolid el lugar de Villabaruz por toda su vida, sin recibir nada a cambio. Además, las heredades de Villamez se encontraban cedidas de forma vitalicia desde 1323, en este caso el responsable era el abad de Cluny, se entiende que a través de alguno de sus procuradores, que dicho año debió de cobrarse un servicio de esa manera. 86   Es el caso del barrio de San Martín de Frómista, lugar que había sido arrendado en 1325 por diez años por el camarero Juan de Dosa por treinta mil maravedís; transcurrido dicho plazo en 1336, los herederos del arrendador retenían el mismo. Después de realizadas estas cuentas, Juan de la Bastida renegoció el arrendamiento, y lo entregó por otros siete años y catorce mil maravedís (SZC II, doc. 193. SCG III, doc. 271). La renta anual disminuyó así de tres mil a dos mil maravedís, a pesar de reducirse también el plazo de diez a siete años. Ello resulta más llamativo porque en las cuentas se valoraban tales ingresos en cuatro mil setecientos maravedís. Es posible que ello se debiese a que se excluyese una parte de las rentas cedidas en 1325, como los diezmos, pero lo más probable es que el arrendador aprovechase su posición de fuerza para conseguir mejores condiciones. Además, las cuentas dicen que Álvar Díaz de Haro tenía Villafrechós «por fuerza», la misma expresión utilizada en el caso de Frómista, y que tal vez oculte la misma realidad. En cuanto a Benafarces y Pedrosa, las tenía Munio Álvarez Osorio, hermano del conde Álvar Núñez; este se las había hecho dar por toda su vida, de su mujer e hijos. 87   SZC II, doc. 197. 88   Véase el capítulo dedicado a la nobleza.

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Del conjunto de rentas empeñadas, dos terceras partes habían sido dadas cobrando por anticipado la renta, es decir, como pago de un préstamo, tanto del capital como de sus intereses. Pero mientras un concejo pagó el ochenta y nueve por ciento del valor estimado, un caballero entregó solo el sesenta y cuatro por ciento en un primer arrendamiento y el cuarenta y tres por ciento en el segundo.89 Los arrendamientos no seguían solo las leyes del mercado, sino que respondían a las relaciones de poder en la comarca. La estrategia de Juan de Dosa consistió en ir encadenando estos arrendamientos para sufragar el déficit acumulado y los gastos extraordinarios, con la intención de reducir la deuda a medio y largo plazo. Los peligros de esta política los muestra el caso del barrio de Frómista, cuyos arrendadores se negaron a devolverlo, lo que supuso primero la pérdida de las rentas de los años en que lo tuvieron retenido, y luego una nueva cesión a cambio de menos dinero. Buena parte de tales arrendamientos o cesiones se habían realizado entre 1323 y 1328, en unos años conflictivos para el reino por la violencia nobiliaria e inseguridad dominante. Con posterioridad solo se registraron dos y en condiciones relativamente buenas.90 Todo ello parece indicar que Juan de Dosa había reducido sus necesidades de financiación a fines de su mandato, o tal vez que recurría a una nueva forma de endeudamiento: los racioneros, cuyo número (treinta) resulta muy elevado, superior al de los monjes (veinte). Es probable que el déficit del monasterio se incrementase bruscamente con Juan de Bastida, obligado a pagar al papa una cantidad que se desconoce y por conceptos no precisados, salvo las rentas de la vacante. Los gastos extraordinarios (reparación del monasterio, demandas regias, tal vez un servicio extraordinario a Cluny) agravaron esta situación, pero no la explican completamente. El análisis de los gastos muestra que el mantenimiento de sus servidores y los costes de sus viajes suponían más del cuarenta por ciento del total. Las cuentas de la mesa del prior son difíciles de valorar, pues si resulta claro que había un déficit elevado, también lo es que el prior mantenía un nivel de vida que ignoraba esta realidad, muy alejado del ideal ascético monástico. A pesar del elevado grado de endeudamiento a finales del mandato de Juan de Dosa, como indican las heredades empeñadas y el número de racioneros, su sucesor, Juan de Bastida, consiguió nuevos ingresos, volviendo a arrendar las heredades enajenadas u otras, y empeñando el tesoro del monasterio. Ello muestra que el monasterio seguía siendo rico, aunque en89   Así la mitad de la heredad de Aguilar de Campos arrendada al concejo de Villalón en 1332, rendía teóricamente 150 cargas de pan anuales, que se valoraban en 1125 maravedís; en ocho años ello suponía 9000 maravedís, habiéndose pagado por ella 8000 maravedís. El caballero que arrendó Frómista, renta valorada en 4700 maravedís, en 1325 por diez años pagó un equivalente de 3000 maravedís anuales, y hacia 1339, por siete años más, a razón de 2000 anuales, siempre por anticipado. 90   La de 1332 a los vecinos de Villalón, y la de Fuentes de Valdepero, probablemente a corto plazo, para pagar un servicio regio (dos caballos).

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deudado, y que quienes lo gestionaban podían obtener recursos para sí y para sus superiores, ya fuesen los abades de Cluny, los papas o los reyes. 3.2.4.  La mesa del convento y los oficios (sacristanía, limosnería y enfermería) El llamado officio del conuento de San Zoyl del comer e del vestir, que puede denominarse como mesa del convento, agrupaba la Cocina y el Vestuario de las cuentas de 1213.91 Tanto por su volumen de ingresos como de gastos era el oficio más destacado tras la mesa del prior.92 El déficit registrado se debe probablemente a que falta una partida de ingresos en dinero; al margen de ello el balance estaría equilibrado. Los gastos se repartían casi por igual entre la comida y vestido de los monjes. El pan y vino eran suministrados por la mesa del prior, por lo que la cantidad aquí recogida correspondería al gasto en pescado y carne, además de la pitanza de dos fiestas. Los gastos de vestido incluían desde un genérico vestuario (asignándose ochenta maravedís para cada monje), hasta los hábitos, calzas, cordobanes y una capa para el prior de claustra, así como pequeñas cantidades para los sastres que cosían dicha ropa. A ello se añadían unos gastos de gestión moderados.93 La mesa del convento tenía algunas obligaciones litúrgicas, como reparar dos capillas o alumbrar dos lámparas, y un pago al sacristán. El oficio de la sacristanía presenta, de nuevo, un déficit elevado en términos relativos, la quinta parte de los ingresos, aunque es posible que los más de trescientos maravedís fuesen cubiertos, al menos en parte, por las oblaciones y mortuorios de los fieles de la iglesia y parroquia de San Zoilo, cuyas rentas pertenecían a esta sacristanía, pero no se consignan.94 La estructura del gasto permite comprender este déficit. La mayoría de los gastos estaban relacionados con las funciones propias de la sacristanía: alumbrar el templo, reparar la iglesia y las campanas, las vestiduras y ajuar litúrgico, pagar al sacristán menor, suministrar las hostias. Al igual que en la mesa del   SZC II, p. XLII.   Sus ingresos procedían fundamentalmente de las casas y huertos del barrio de San Zoilo (47%) y de cuatro grupos de molinos del monasterio (28%), también le estaban asignadas heredades de menor importancia en siete aldeas y los fueros de dos. Como en la mesa del prior, los ingresos se percibían mayoritariamente en dinero (95%). 93   Los gastos de explotación y gestión representaban el seis por ciento del total, destacando los originados por la quiebra y reparación de presas, necesarias para el riego y molienda (ciento cincuenta maravedís), y lo pagado a los mayordomos (cien maravedís). 94   Entre sus ingresos destacan los diezmos del barrio de San Zoilo, estimados en cerca de 700 maravedís (46%). A ellos se añadían las rentas de heredades (tierras, viñas, casas, huertas) y fueros en siete lugares, entre los que destacan Villaturde (215 maravedís), Arconada (140 maravedís) y San Felices (130 maravedís). Es probable que las rentas de Arconada correspondan al noveno del diezmo de la iglesia de San Facundo de dicha localidad, que, según la «Estadística Palentina», pertenecía a la sacristanía de Carrión (SZC II, doc. 222). 91 92

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convento había pequeñas partidas para gastos de explotación, o comidas de aniversario.95 Con todo, más de la cuarta parte se destinaba al sacristán y sus servidores, justificada como vestuario para el sacristán e 3 omes, recabdar sus rentas e para sus dolencias. Se trata pues del dinero que el sacristán utilizaba para sus gastos y los de sus servidores, excluido el sacristán menor. Así, aunque el oficio tuviese un importante déficit, el sacristán mantenía unos considerables gastos personales y de estatus. El oficio de la limosnería presentaba un déficit significativo. Sus ingresos estaban considerablemente mermados por la enajenación de un importante dominio, empeñado desde hacía diecisiete años (1321), faltando tres para recuperarlo. Como en el caso de las rentas de la mesa del prior se había cobrado por adelantado el total de la renta: doce mil maravedís y una mula. El limosnero que realizó dicho arrendamiento debió de ser un hombre próximo al prior y camarero Juan de Dosa, pues en 1322 escribió una carta al Capítulo General junto con el mismo.96 Por tanto este arrendamiento ha de inscribirse entre los realizados por dicho camarero en esos mismos años para satisfacer las necesidades del monasterio. En este caso los ingresos se percibían mayoritariamente en especie, en cereal.97 Los mismos se destinaban en su mayoría a dar limosna a los pobres que vienen desde el día de San Lucas fasta el día de San Joan, cada semana dos cargas [y] media. El trigo se gastaba todo, mientras que parte de la cebada se reservaba para alimentar la cabalgadura del limosnero. La cantidad dada en limosna era considerada insuficiente por el Capítulo General (1336, 1337).98 Las definiciones muestran que el monasterio había optado por reducir el gasto en limosnas, desviando sus rentas al pago de las deudas. El limosnero se limitaba a repartir el trigo y parte de la cebada que ingresaba, al margen de cual fuese la cantidad. Además había un hospital, destinado a 95   Se gastaban cuarenta y cuatro maravedís para una comida especial al convento y en adquirir cuatro cordobanes para el mismo; si bien, como el convento daba al sacristán treinta maravedís en cuatro cargas de pan mediado, el coste real para la sacristanía era mínimo. 96   SCG II, doc. 223. 97   Las rentas en especie procedían de heredades en cinco lugares, más una parte de los diezmos de dos iglesias asignadas al oficio, en Fuentes de Nava y Cestillos. Dos huertas y unas casas, arrendadas en dinero, completan los ingresos. 98   El limosnero se excusó entonces diciendo que ello se debía a que su predecesor había enajenado buena parte de las rentas, como consta en las cuentas de 1338. No obstante, los definidores ordenaron que el camarero le obligase a hacer la limosna acostumbrada, según las rentas de su oficio (SCG III, doc. 263). La medida no tendría mucho efecto, pues el camarero era todavía Juan de Dosa, a quien cabe atribuir la responsabilidad de tal enajenación. Las definiciones del año siguiente vuelven a repetir que no se hacía la limosna acostumbrada, ordenando al prior, ahora Juan de Bastida, que obligase al limosnero a que lo hiciese (SCG III, doc. 265). Tal vez después de 1341, una vez finalizado el arrendamiento, mejorase la situación, si es que la renta no volvió a ser obligada con otro arrendamiento a largo plazo, dadas las necesidades monetarias de los priores.

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alojar a los pobres y peregrinos. Las cuentas registran un gasto para rehacerlo (doscientos maravedís), pues se había caído. Dicha medida se encuadra dentro de los gastos de reparación de los edificios monásticos que también figuran en la mesa del prior, del convento y del sacristán, motivados por el mal estado del complejo. El limosnero sostenía además a tres hombres que le servían, pagando su alimento y vestido, lo que representaba la mitad de sus gastos en dinero. Es difícil interpretar esta partida, pues si tales hombres atendían el hospital, ha de considerarse como una parte del gasto de la función, mientras que si se dedicaban al servicio personal del limosnero, debería considerarse un gasto de estatus. Lo mismo sucede con la cebada gastada en alimentar «la bestia del limosnero». Es probable que tanto el animal como los servidores combinasen una y otra labor. El limosnero tenía la obligación de alimentar al convento en ciertas festividades o aniversarios, y afrontaba algunos gastos de explotación. Un último oficio era el de la enfermería, que apenas tenía rentas asignadas y que se decían gastar todas en dicho oficio y en los enfermos, expresión bastante ambigua. 3.2.5.  Balance final del gasto Las cuentas de 1338 son las de un monasterio endeudado. Aunque solo se recogía una deuda de mil maravedís por unos caballos, el peso del endeudamiento sobre la economía monástica era muy superior, aunque difícil de calcular. Debe incluirse aquí la renta teórica de las heredades enajenadas por haberse cobrado anticipadamente, pero también de aquellas otras que se dicen usurpadas, pues tras ellas se sospechan contratos de cesión o arrendamiento similares. Si se sumase lo entregado a los racioneros, casi la mitad de los teóricos ingresos del monasterio se emplearían en ello. No hay una causa única del endeudamiento. El análisis de las cuentas muestra el peso de las usurpaciones, de las rentas exigidas por reyes y abades, así como un elevado gasto de la comunidad monástica, en especial del prior y los oficiales. La preocupación del prior, el sacristán o el limosnero por el «mantenimiento de su estatus», suponía el pago de vestidos, criados y cabalgaduras, que en total absorbían la quinta parte de los ingresos teóricos del monasterio (la cuarta de los gastos registrados). La presencia de estos hombres o criados del prior, del sacristán o del convento se documenta en otros monasterios como Nájera, Pombeiro, Entrepeñas o Jubia, lo que demuestra que era una costumbre generalizada.99 99   En Carrión los hombres del prior se mencionan en un privilegio de protección y exención otorgado por Enrique II (1367) (SZC II, doc. 268). En Nájera, entre los testigos figuran

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Los monjes tampoco eran ajenos a estos elevados gastos, aunque de otra forma, a través de la alimentación y el vestido. La mesa del prior destinaba unas 77 cargas de trigo y unas 941 cántaras de vino anuales a los monjes; además del pago de las pitanzas en varias fiestas, la sal, y el salario de los horneros que cocían el pan. A ello se sumaba el gasto de la mesa del convento en comida (en especial pescado y carne) y las pitanzas para fiestas de esta mesa, la sacristanía y la limosnería. Ello suponía un gasto anual aproximado de 225 maravedís por cada uno de los veinte monjes. Esta cantidad contrasta con los 33 maravedís que el limosnero destinaba a alimentar a cada uno de sus tres criados (aunque puede que el cereal proviniese del cillero común), pero es similar a la de los racioneros del monasterio de San Juan de Burgos, los monjes de Arlanza o Silos.100 Además el vestido resultaba muy costoso. La partida principal procedía de la mesa del convento, pero hay que añadir los cordobanes sufragados por otras mesas, o el alfajeme y lavandera pagados por el prior. En total unos 130 maravedís por monje y año.101 Así, el coste de la alimentación y el vestido de los monjes alcanzaba la quinta parte de los ingresos teóricos del monasterio. Los pagos al rey, al Adelantado, al abad de Cluny y al Capítulo Provincial, unidos a los gastos en los viajes, representaron la sexta parte de los ingresos. La atención cluniacense a la liturgia y la caridad, tan famosa en otro tiempo, no alcanzaba la décima del total.102 El resultado final era un déficit anual de la cuarta parte de los ingresos teóricos del monasterio, que se cubría con nuevos arrendamientos con cobro por anticipado, lo que aumentaba el endeudamiento. Una estrategia que no pudo prolongarse mucho tiempo, y que explica la reducción del número de monjes a mediados de siglo.

criados del prior en 1336, 1348 y 1369 (SMN III, doc. 278, 296, 326); del sacristán en 1330 y 1344 (SMN II, doc. 254; III, doc. 292); del convento en 1322 (SMN II, doc. 243) y del monasterio en 1361 (SMN III, doc. 310). En Pombeiro se habla de los hombres del prior entre los testigos en 1331 (SVP doc. 41), pero también los foros se refieren al pago de las rentas mediante un hombre del prior o convento en 1281, 1310 y 1329 (SVP doc. 24, 34, 39). En Entrepeñas se habla de un criado del prior en 1371 (AHN Clero, carp. 1709, n.º 1) y también se utiliza la expresión hombre del prior en 1333 (SRE doc. 91), al igual que en Jubia en 1322 y 1365 (AHN Códices 63B, n.º 15, 39). En Valverde un hombre del prior figura como testigo de un documento de 1371 (AHN Diversos-Colecciones, leg. 208, n.º 3). 100   García González. Vida económica de los monasterios, p. 97. 101   La cantidad sigue estando por encima de la que gastaba el limosnero para sí y tres servidores (62,5 maravedís por cabeza) o el prior para sí, sus capellanes, hombres y niños (83,3 maravedís). El gasto variaba considerablemente en función del puesto que se ocupaba en la jerarquía social, como muestra el caso de Oña (Moreta. Rentas monásticas, p. 133. García González. Vida económica de los monasterios, pp. 97-99). 102   Reparaciones en el monasterio (4%), mantenimiento de la liturgia (3%) y atención a los pobres (2%).

CAPÍTULO 4 LA LITURGIA EN EL MONASTERIO

Una liturgia prolongada y cuidada constituía una de las principales señas de identidad de la Orden de Cluny. Desde Odón se había desarrollado el rezo de las horas y la celebración de las misas cotidianas, con un variado ceremonial, gran magnificencia en las vestiduras y en un entorno monumental. El rezo de las horas, aun manteniéndose en la tradición benedictina, ocupaba una parte muy amplia de la jornada del monje: se multiplicaron las lecturas de la Biblia y de los Padres de la Iglesia, se compusieron otras específicas para las festividades de ciertos santos, se cambiaron las antífonas, se aumentó el número de santos cantados en cada hora y la forma en que eran cantados se embelleció y alargó. Si la Regla de san Benito preveía recitar los 150 salmos a la semana, en tiempos de Odón los cluniacenses cantaban ya 138 al día, y su número fue aumentando en los siglos siguientes. La misa era otro elemento fundamental de la jornada del monje; a la misa mayor que se decía después de tercia se añadieron una misa matutina por los difuntos y una misa del alba, además de las llamadas misas privadas, que celebraban los monjes presbíteros. Esta liturgia cotidiana se reforzaba los domingos y, sobre todo, en las numerosas fiestas conmemoradas de forma especial a lo largo del año, cuyo número fue creciendo.1 La preocupación por la liturgia no disminuyó en la Baja Edad Media. Los estatutos de Enrique I (1314) dedicaron sus diecisiete primeros artículos —de los ciento diez que los componen— a la liturgia (de divinis et spiritualibus). En ellos se establecía que en aquellas casas donde hubiese al menos cuatro monjes, incluido el prior, se cantasen las horas cum nota; en las que

1

  Valous. Le monachisme clunisien, I, pp. 327-365.

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hubiese tres o menos, se cantarían cum nota los maitines, misas y vísperas, el resto se rezarían dentro de la iglesia. En los pequeños prioratos se pedía que al menos se rezasen las horas de la Virgen, los sufragios de los santos, quince salmos —treinta en ciertos momentos del año—, los salmos propios de los días festivos, los siete con letanía del oficio de difuntos, los salmos postrati... Los monjes presbíteros debían celebrar al menos una vez a la semana y en las fiestas. En los prioratos con solo tres monjes se consideraba que al menos se celebraría una misa diaria; en los que solo hubiese dos monjes, serían dos o tres misas a la semana. Se mandaba rezar la Salve Regina después de completas, que la fiesta por san Pedro y san Pablo fuese de doce lecciones; se regulaba la conmemoración de san Benito; se recordaba la oración intercesora por la salud de los vivos y el descanso de los difuntos. Toda aquella oración se acompañaba de un ajuar apropiado: se debían tener los corporales, cálices, albas, y todo lo necesario para el altar, los libros y luminarias acostumbrados.2 4.1.  El rezo de las misas y las horas La preocupación por el cumplimiento de todas estas prescripciones litúrgicas figura repetidamente en las visitas y definiciones. De ellas deben de proceder las noticias incluidas en el catálogo de monasterios de la Bibliotheca Cluniacensis, donde se dice que en Nájera se celebraban diariamente tres misas cum nota además de las misas voluntarias o particulares, y que en Carrión había solo dos misas diarias cum nota, aunque muchas veces eran tres: en las grandes fiestas, en las vigilias y oficios de difuntos.3 La visita de 1285 señalaba que el oficio divino en Pombeiro y Nájera se hacía bien, pero en Villafranca solo el oficio diurno.4 La de 1292 explicitaba que en Pombeiro había tres misas diarias, y que en Valverde, a pesar de su pequeño tamaño, eran dos, la matutina y la mayor; en Villafranca, Carrión, Nájera, Entrepeñas y Zamora los visitadores se limitaban a decir que el oficio divino se hacía bien; no era este el caso de Dueñas, donde se denunciaba que no se celebraba la misa matutina diaria; en Vimieiro se calificaba el oficio divino de competente según el número de monjes y los usos de la tierra, lo que implicaba que se separaba de lo prescrito en las costumbres de Cluny.5 Ello no sería algo exclusivo del priorato portugués, pues en 1290 los definidores habían mandado que los camareros de España, Alemania y Lombardía enviasen seis u ocho monjes a Cluny para que fuesen instruidos en la observancia   SCG I, doc. 11 (art. 1-17) pp. 99-102. Riche. L’Ordre de Cluny, p. 521.   Marrier. Bibliotheca, col. 1746. 4   SCG I, doc. 117. 5   SCG II, doc. 141. 2 3

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regular, dado que las costumbres de tales provincias no eran las mismas que en Cluny.6 Las noticias del siglo xiv son más críticas con la realidad hispana.7 La visita de 1336 contrasta claramente con la de 1292: en Valverde solo cantaba misa un clérigo que tenía allí la cura de almas; en Ciudad Rodrigo no se celebraba el oficio divino porque no había monjes ni ajuar litúrgico, tan solo un clérigo decía allí la misa tres veces por semana; en Salamanca no se rezaban las horas porque el prior estaba enfermo y el monje que le acompañaba no estaba capacitado para ello; en San Boal, Dueñas, Villaverde y Entrepeñas se consideraba que el oficio divino se celebraba más como se podía que como se debía, pues faltaban monjes y ajuar litúrgico, recurriéndose a clérigos seculares. Los definidores calificaron todo ello como minus sufficienter, si bien en Budiño se consideraba que el prior, tres monjes y dos sacerdotes seculares lo hacían competentemente.8 La escasez de monjes era una de las razones de estos problemas, de ahí que se mandase al camarero poner monjes en los monasterios en que faltaban (1340, 1345).9 Las definiciones de 1349 muestran la mala situación de algunos prioratos, responsabilizando a los priores: el de Vimieiro no celebraba y el de Ciudad Rodrigo, que no era presbítero a pesar de ser prior desde hacía años, era negligente en este terreno; en Budiño la reciente muerte del prior había interrumpido el culto.10 Se conoce poco sobre las especificidades de la liturgia en estos monasterios. Las cuentas de San Zoilo de Carrión (1338) recogen algunas cantidades especiales destinadas a conmemorar ciertas fiestas del año. El prior pagaba las comidas del convento en cinco fiestas del año que no se especifican (ciento veinticinco maravedís). Lo más probable es que fuesen las que se celebraban con más solemnidad en Cluny: Pascua, Navidad, Pentecostés, San Pedro y San Pablo y la Asunción de la Virgen.11 La mesa del prior, la del convento y el limosnero sufragaban la fiesta de la Concepción de Santa María, el 8 de diciembre (treinta y dos maravedís). Además el sacristán, el convento y el limosnero entregaban cincuenta y cinco maravedís en total para «cantar la O», es decir, las siete antífonas que precedían la Navidad entre el 17 y el 23   SCG II, doc. 132.   La ocupación por nobles de los prioratos de Valverde y Burgos tuvo como resultado que el servicio divino no se realizase convenientemente, como era costumbre (1303) (SCG II, doc. 172). En Zamora el arrendamiento de la casa a un burgués supuso la pérdida de la vida monacal en la misma y que cesasen los oficios divinos, motivo aprovechado por los hospitalarios para apoderarse del priorato (Domínguez Sánchez. Documentos de Bonifacio VIII, doc. 724).  8   SCG III, doc. 259, 263.  9   Se justificaba en la necesidad de celebrar adecuadamente el oficio divino (SCG III, doc. 271, 292). 10   SCG III, doc. 305. 11   Valous. Le monachisme clunisien, I, p. 360.  6  7

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de diciembre.12 Esta celebración de las Oes contaba con gran implantación en la diócesis de Palencia a inicios del siglo xiv, como muestra un estatuto de la catedral del año 1342-1343, en que se regulaban las distribuciones de vino y cera entre los asistentes.13 Hay que destacar que una partida de estas cuentas consistía en cuarenta maravedís destinados a las hebdomandas de los de missa. Dado que el hebdomadario o semanero era el encargado de cantar la misa durante una semana en las catedrales o monasterios,14 hay que pensar que este dinero era una pequeña retribución a los monjes que decían misa cada semana, un síntoma más de la secularización de las costumbres de los monjes. El valor intercesor de todas estas oraciones fue publicitado por algunos priores para conseguir donaciones, como muestra el documento por el que Enrique, prior de Nájera, nombraba un fraile para servir la iglesia de San Asensio (1341), con la obligación de solicitar limosna por la comarca, prometiendo recibir a quienes la diesen: [...] por porcioneros en quantos bienes se farán en el dicho monesterio y en toda la Orden de Cluniego, et nonbradamiente en maitines y en primas y en tercias y en sestas y en nonas y en viésperas y en cunpletas y en gevinios y en almosnas y en disciplinas y en todos los otros bienes que se fazen y se farán en los dichos logares santos; et otrosí les damos parte en todos los perdones que a la dicha yglesia de Cluniego y a los sus miembros y de Santa María de Nágera fueron dados de los papas padres santos, que sería muy mucha cosa de numerar.15

Las celebraciones litúrgicas de los cluniacenses no estaban sujetas a los interdictos lanzados por los obispos sobre un lugar, diócesis o reino, lo que permitía seguir celebrando allí los sacramentos para los monjes y sus familiares laicos. Ello siguió dando lugar a conflictos con los respectivos obispos, pues consideraban que tales celebraciones debían celebrarse con las puertas cerradas, sin que pudiese acudir el pueblo.16   SZC II, doc. 215.   Reglero de la Fuente, Carlos Manuel. «La Iglesia Catedral de Palencia en el siglo xiv (1313-1397): crisis y reformas», Edad Media. Revista de Historia, 7 (2005-2006), pp. 121-158, vid. p. 151. 14   Du Cange define «Hebdomadarii» como Dicti in ecclesiis cathedralibus sicut et in monasteriis quibus majus sacrum canere, moniumque horarum officium inchoare incumbebat, y «Hegomadaria», como munus hebdomadarii (Du Cange (Carolo du Fresne, domino). Glossarium mediae et infimae latinitatis, 6 vols., 1883-1887 (reed. Graz, Akademische Druck-U. Verlagsanstalt, 1954), IV, p. 179). 15   SMN III, doc. 288. De forma similar el prior de Pombeiro, al acoger a la priora de San Juan de Cova como su familiar, lo hacía en todas nosas oras et en misas et madodinos et besperas que se diseren en nosa Orden (SVP doc. 31). 16   Los monjes de Rates no respetaban esta norma, celebrando con las puertas abiertas y en alta voz, tal vez como una forma de reafirmar que no estaban sujetos a la jurisdicción del arzobispo de Braga. Ello suscitó la protesta del arzobispo ante el papa (1267) y el rey (1314) (Costa. «Cluny em Portugal», doc. 6, 9. Vasconcelos; Araújo. Bulário Bracarense, doc. 153). 12 13

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4.2.  Aniversarios y capellanías Una parte importante de la liturgia cluniacense estaba destinada a interceder por la salvación de las almas de los difuntos. En origen se trataba de una oración común por el conjunto de los monjes, familiares, benefactores de la ecclesia cluniacensis y cristianos en general.17 Con el tiempo las misas y oraciones por difuntos concretos, que habían dotado su aniversario con ciertos bienes, se hicieron más frecuentes. A pesar de la pujanza de las órdenes mendicantes, de los escándalos que podían sacudir a un monasterio y de la relajación en la observancia de la regla, los prioratos cluniacenses siguieron recibiendo donativos de los caballeros de la comarca para fundar sus aniversarios. La relación con unos monjes concretos, de la que poco conocemos, la tradición familiar, la devoción por un lugar o una imagen, o los acuerdos alcanzados en el momento de un arrendamiento, contrapesaron todo lo anterior. Las donaciones más importantes comportaban la creación de una capellanía, dotada con generosidad para sostener al clérigo encargado de decir misa diariamente por el difunto allí enterrado. Destacan las seis fundadas en la capilla de la reina Mencía, sita en el claustro del monasterio de Nájera, para tres miembros de la familia Haro. Las debían servir cuatro monjes y dos clérigos, cuya retribución anual se establecía, y a quienes se obligaba a cantar misa y decir las horas canónicas en la capilla de la reina.18 Más modesta fue la donación de un matrimonio de la nobleza local en San Román de Entrepeñas, cuyos monjes se comprometieron a sostener un capellán que cantase por ellos.19 17   Constable. «Commemoration and confraternity», pp. 253-254, 261-265. Iogna-Prat. Ordonner et exclure, pp. 219-252. 18   Se fundaron cuatro capellanías por la reina doña Mencía, otra por Diego López de Salcedo y otra por don Lope, obispo de Sigüenza, todos miembros de la familia de los Haro (1275). Las de la reina se dotaron con ocho mil maravedís y con otros dos mil quinientos las de sus hermanastros. Las capellanías debían ser servidas en el primer caso por dos monjes de coro y dos clérigos seculares. Los clérigos recibirían por su trabajo doscientos maravedís cada uno, mientras que a cada monje se le asignaban cien para pitanza. Las otras dos capellanías serían servidas por otros dos monjes, que recibirían cincuenta maravedís para pitanza. En el caso de los hermanos se especificaba que las misas se cantarían ante los altares de Santiago y de san Nicolás, sitos en la capilla de la reina. El resto de las rentas quedarían para el monasterio (SMN II, doc. 189). 19   Arias González de Valderrábano y su mujer María Bernal se comprometieron a enterrarse en la iglesia de San Román, en una sepultura fuera del coro, entregando al monasterio cien maravedís en vida y toda su heredad a su muerte, con la condición de que los monjes sostuviesen un capellán y les entregasen ciertos bienes durante su vida (1328) (SRE doc. 90). Juan Pérez, vecino de Villafranca del Bierzo, mandó enterrarse en la capilla de San Vicente, en el monasterio de Santa María de Villafranca (1345), pero no consta que fundase una capellanía (Gómez Bajo. Santa María de Villafranca, doc. 4). Tal vez hiciese lo mismo Pedro Domínguez Morán, del que solo se conservan las cláusulas favorables al monasterio de San Francisco de esa villa (Ibid., doc. 6).

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Los donantes con menos recursos se conformaban con dotar un aniversario. Dos ejemplos de Santa María de Nájera muestran como a mediados del siglo xiv el aniversario ya no estaba ligado a la fecha del fallecimiento, sino a una festividad penitencial (el primer viernes de Cuaresma) o de un santo (san Andrés). Ello permitía celebrar el mismo día por varios miembros de la familia, perdiendo así en parte su primigenio carácter individual. La donación solía ir unida a la sepultura en el claustro del monasterio y a la recepción de los donantes en la comunidad de oraciones cluniacense, como familiares del monasterio. Así lo pidió Juan López de Torres (1355): que seamos partioneros en todos los bienes et sacrificios que se cantan et se cantarán en el monesterio de Santa María de Nágera et en todos los otros bienes et limosnas que se fasen et se farán agora et de aquí adelante para sienpre jamás en el dicho monesterio et en toda la Orden de Cruniego, una expresión que cuadra muy bien dentro de la tradición cluniacense. La iluminación de una lámpara o la entrega de una oblación durante el primer año podían completar la conmemoración establecida, diseñada a gusto de cada donante.20 El monasterio de San Zoilo no conserva ningún documento de fundación de aniversarios, pero su Necrologio permite conocer algunos elementos de esta liturgia intercesora en el período indicado. Se conserva en un manuscrito del segundo cuarto del siglo xiii con adiciones hasta inicios del siglo xvi.21 Originalmente se trataba de un necrologio, es decir, una lista de los nombres de los 20   Juan López de Torres (1355), realizó una donación por remedio de su alma, las de sus padres, su hermana la abadesa Juana González y su tía la priora Toda González; se pedía que les hiciesen sus aniversarios perpetuos el día de san Andrés (30 de noviembre) (SMN III, doc. 307). Un carácter similar tiene el aniversario fundado por Miguel Sánchez de Ribafrecha y su familia (1368), dotado con unas casas en Logroño. El prior de Nájera se obligaba a hacer un aniversario por su alma, las de su mujer, su hermano y todos aquellos por los que tenían cargo de rogar. Se celebraría el primer viernes de Cuaresma, escogiendo en este caso un tiempo propicio para la penitencia. Los donantes fueron recibidos como familiares y compañeros del abad y convento de Cluny, y racioneros en todos los bienes espirituales que se hiciesen en dicho monasterio y los de su Orden hasta el fin del mundo (SMN III, doc. 321). Martín Fernández de Valderrama fundó otro aniversario perpetuo en Santa María de Nájera por su alma y la de su mujer, donando diversas heredades en Molina de Azo y Valderrama (1373). La fundación iba unida a su enterramiento en el claustro del monasterio; por ello mandaba su lecho de ropa al prior o al Hospital de Santa María. Pedía además que rogasen por las almas de sus padres y mandaba llevar oblación y candela durante un año a los altares de santa María o san Pedro del monasterio, y echar media libra de aceite en las lámparas del Crucifijo y santa María la Nueva (SMN III, doc. 333). 21   Su estudio ya ha sido abordado en otros trabajos: Neiske, Franz; Reglero de la Fuente, Carlos Manuel. «Das neu entdeckte Necrolog von San Zoilo de Carrión de los Condes. Ein Beitrag zum Totengedenken der Abtei Cluny», Frühmittelalterliche Studien, 41 (2007), pp. 141-184; Reglero de la Fuente, Carlos Manuel. «El Necrologio-obituario de San Zoilo de Carrión», en Alma Littera. Estudios dedicados al profesor José Manuel Ruiz Asencio, Valladolid, Ediciones Universidad de Valladolid, 2014, pp. 523-531. Id. «Transformation de la mémoire écrite».

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miembros difuntos de la comunidad, junto con algunos familiares y bienhechores, ordenados por el día de su fallecimiento para orar por todos ellos. En el verso del folio estaban escritos los nombres de los monjes y monjas del conjunto de la ecclesia cluniacensis, no solo los de Carrión o España, separados en dos párrafos diferentes, siendo mucho más numeroso el de monjes que podía contener más de medio centenar de nombres cada día. En el recto del folio siguiente figuraban los familiares del monasterio, divididos en tres grupos: los monjes de otros monasterios, los hombres no monjes y las mujeres. En el tercer cuarto del siglo xiii se transformó en un obituario, es decir, su papel principal pasó a ser recordar a los responsables de la comunidad cuáles eran los aniversarios fundados por ciertos difuntos y qué limosnas debían distribuirse por su alma, en general en forma de comida, tanto a los miembros de la propia comunidad como a un determinado número de pobres, precisando incluso el origen de la renta con que se sufragaban los gastos.22 El estudio de la evolución del manuscrito entre mediados del siglo xiii y fines del siglo xiv permite observar distintos cambios que marcan su paso de necrologio a obituario. En primer lugar, probablemente en el tercer cuarto del siglo xiii, se añadieron una serie de notas en los márgenes para indicar el tipo de memoria que se debía realizar por uno o más difuntos de ese día. Los monjes, familiares y benefactores del priorato, que estaban diferenciados de los del resto de los monasterios de la Orden por una cruz superpuesta a su nombre, se conmemoraban celebrando un oficio y repartiendo cierta cantidad de vino o comida (Officium fiat et iusticia detur). En algunos casos, casi todos familiares, se fueron añadiendo notas más amplias, en las que constaba la obligación de realizar un oficio por el difunto, el tipo de comida que se daba a los monjes y el número de pobres que se debía alimentar por su alma (en general doce, como los apóstoles), la heredad con que se sufragaba dicho gasto y quien la administraba (el camarero, el prior de Frómista o el de Entrepeñas, el pitancero, el enfermero, el sacristán, el cillerero mayor o el señor de la cocina),23 así como el nombre de quien había realizado dicha donación. En varias ocasiones se cambió el nombre del administrador del bien, actuali22   Huyghebaert, N., O.S.B. Les documents nécrologiques, Turnhout, Brepols, 1972 (Typologie des sources du Moyen Âge occidental, 4), p. 35. Lemaître, Jean Loup (éd.). Répertoire des documents nécrologiques français, Paris, Imprimerie nationale, 1980, p. 25. 23   Es muy común en los monasterios cluniacenses que un oficial tenga que sufragar el coste de la celebración de un aniversario con cargo a una heredad que administra. Ello puede deberse a que dicha heredad fuese donada con un doble objetivo: sufragar el aniversario del donante y atender ciertas necesidades de los monjes (vestido, alimentación...). En otras ocasiones un prior del monasterio asigna una heredad a un oficio con la referida carga de un aniversario. Ello era posible porque las rentas generadas por la heredad eran mayores que el coste del aniversario, de forma que el resto se dedicaba a los gastos propios del oficio. Esto explica, por ejemplo, que en las cuentas de 1338 entre los gastos del limosnero de Carrión figure vna pitança para el conuento con 12 pobres que ha de dar a comer (SZC II, doc. 215), igual a las aquí comentadas.

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zándolo. Hay veinticuatro notas de este tipo, pero dado que solo se conserva la quinta parte del manuscrito, puede estimarse que su número rondaría las ciento veinte, es decir, una media de una por cada tres días. La individualización de la memoria litúrgica se manifiesta también en la adición del apellido a los nombres de veinticuatro familiares del monasterio, interlineando este encima del texto primitivo, o bien, en el caso de los monjes, del oficio desempeñado. Las nuevas inscripciones de monjes y familiares incluían ya en la misma línea el apellido u oficio, o ambos, con el mismo propósito. Este proceso de individualización fue acompañado de otro de selección de los inscritos. Los nombres de los monjes de otros monasterios cluniacenses, incluidos los hispanos, desaparecieron, incluso los de los propios abades de Cluny. Con el tiempo, tal vez ya en el siglo xiv, da la impresión de que ni siquiera todos los monjes de San Zoilo fueron inscritos, sino tan solo aquellos que de una u otra forma dotaban su aniversario. Aparecen así registrados, entre otros, los camareros Guido, Guillermo y Juan, el prior claustral Miguel, o Luis, prior de Nájera, que antes había sido limosnero de Carrión. La lista de familiares fue creciendo lentamente, sin que se respetase la distinción entre los tres párrafos de monjes, hombres y mujeres. En algunos casos la misma mano añadió los nombres de una mujer y un hombre en la misma línea, tal vez porque el aniversario había sido fundado por todos ellos conjuntamente, como se hizo en los ya citados documentos de Santa María de Nájera.24 4.3.  El marco de la celebración litúrgica: la iglesia y el monasterio La esplendidez de la liturgia cluniacense requería un marco monumental para su celebración: la iglesia. Visitadores y definidores se preocuparon de constatar el estado de los edificios del monasterio, en que habitaba la comunidad monacal, y de la iglesia, en que la misma celebraba el oficio divino. Las noticias son escasas, ya porque no se considerase preocupante su estado, ya porque hubiese asuntos más importantes que tratar. Los edificios podían resistir muchos años sin reparaciones, pero cuando se degradaban era costoso rehabilitarlos. Los años finales del siglo xiii y el siglo xiv no fueron época de grandes obras, sino, en todo caso, de reparaciones. Por otra parte, la reconstrucción de muchos edificios en los siglos xv y xvi ha borrado las huellas anteriores. El único resto de esta época es la capilla de la reina Mencía, en el claustro de Santa María de Nájera (1277), que se conserva parcialmente.25 24   El 7 de marzo se añaden al final del párrafo destinado a los hombres no monjes los nombres de Pedro Fernández y Teresa. El 18 de julio, al final del párrafo destinado a las mujeres, los de Pedro, María, Mioro y García, dos hombres y dos mujeres alternados. 25   SMN II, doc. 189. Sobre los edificios del monasterio de Nájera véase Monterrubio del Pozo, Rosa. Santa María la Real de Nájera. La piedra labrada como un exquisito bordado, Trobajo del Camino (León), Edilesa, 2001, pp. 56-58.

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Desde inicios de la etapa estudiada se sucedieron disposiciones mandando reparar los edificios monásticos, aunque en general no se precisaba cuáles.26 A inicios del siglo xiv se consideraban ruinosos muchos edificios de los prioratos de Nájera, Dueñas, Villafranca (1310) o Ciudad Rodrigo (1312), hasta tal punto que la iglesia, claustro y refectorio de Villafranca se habían caído totalmente.27 A mediados de siglo la situación había empeorado en muchos casos: en Valverde la casa y el claustro estaban descubiertos, y los animales domésticos dormían en el claustro, llenándolo de estiércol como si fuese un establo, aunque la iglesia seguía en pie (1335); la casa y claustro de Carrión estaban en mal estado, estimándose el coste de su reparación en doscientas libras turonesas (1337); los edificios de Valverde, Pombeiro y Budiño se habían quemado en las guerras y el priorato de Santa Ágata de Ciudad Rodrigo fue destruido por el rey de Portugal en su ofensiva contra Castilla (1337), de modo que la iglesia, el claustro y la casa amenazaban ruina (1349); en Dueñas la mayoría de las casas se habían derrumbado (1340, 1344); en Zamora el claustro y edificios estaban arruinados y destruidos (1344, 1345); los edificios de Salamanca, muy dañados (1348).28 En general, salvo en Villafranca, Carrión, Budiño y Ciudad Rodrigo, los problemas se limitaban al claustro y edificaciones anejas, salvándose la iglesia. La guerra civil castellana sumó otra iglesia a la lista de arruinadas: durante el cerco del castillo de Dueñas por las tropas de Enrique II (1367) se quemó el claustro y parte de la iglesia de San Isidro.29 No se sabe hasta qué punto se siguieron las órdenes para reparar todo ello. La contabilidad de Carrión de 1338, al año siguiente de la denuncia del mal estado de sus edificios, recoge diversas partidas con este fin.30 Las obras continuaron en la década siguiente, pero las inundaciones del río Carrión amenazaban con arruinar la iglesia y el claustro.31 En Budiño era necesario reconstruir la iglesia, pero las obras se dilataron en el tiempo.32 La situación llegó a tal punto que en 1344 el prior y monje debían celebrar sus misas en una ermita 26   Dueñas (1269), Frómista (1276), Budiño (1292), Carrión (1308) (SCG I, doc. 69, 89; II, doc. 141, 185). 27   SCG II, doc. 191, 198. 28   SCG III, doc. 259, 263, 265, 271, 285, 292, 301, 305. 29   En compensación, el rey eximió al monasterio del pago del yantar, pero ello no suponía ningún ingreso específico destinado a la reedificación (SID doc. 142). 30   Mil maravedís de la mesa del prior y ciento cincuenta maravedís de la sacristanía para rehacer la iglesia, veinte maravedís de la mesa del convento para reparar las capillas de Santa María y San Miguel, doscientos maravedís de la limosnería para rehacer el hospital caído (SZC II, doc. 215). 31   De la amenaza de ruina se culpaba al anterior prior (1349), tal vez por haber intentado traer agua del río hacia el priorato (SCG III, doc. 305). 32   La visita de 1313 denunciaba que el obispo de Tuy, arrendador del priorato, no cumplía con su obligación de hacer la iglesia. En 1325 un caballero le donaba un heredamiento y mil maravedís para lavor dessa iglesia (Portela. La región del obispado de Tuy, p. 397).

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cercana, pues la iglesia no estaba en condiciones. El prior había preparado la madera (vigas, traviesas) necesaria para su edificación —no se especifica si solo de la techumbre o de toda ella—, pero el arcediano de Tuy lo quemó todo en el curso de una disputa por la posesión del priorato (1344).33 4.4.  El ajuar litúrgico La solemnidad y esplendor del oficio divino debían tanto a su marco monumental, la iglesia, como a las vestiduras y ajuar litúrgico empleados. Cada objeto tenía una función claramente establecida en el ceremonial cluniacense, que regulaba desde el toque de las campanas a la forma de lavar los vasos sagrados, pasando por la iluminación de la iglesia y altares.34 Por ello los estatutos, visitas y definiciones se preocupaban por asegurar que todo este ajuar estuviese disponible. El sacristán era el responsable de la custodia, confección y mantenimiento de las vestiduras, ajuar litúrgico, campanas y aceite, pues todo ello estaba relacionado con el culto. El inventario del tesoro de Santa María de Nájera realizado en 1334 muestra la gran cantidad, variedad y riqueza de estas vestiduras y paños litúrgicos.35 Algunas eran de seda, pero sobre todo destacaban por su riqueza decorativa, que incluía el uso de perlas, hilos de oro o pequeños adornos de plata sobredorada. Estaban labradas con imágenes humanas o de animales (uno de ellos de origen indio), motivos geométricos (ondas, ruedas) o heráldicos (castillos y leones de los reyes, lobos blancos de los Haro, ruedas y águilas, leones); uno de los paños estaba pintado con una figura de Jesucristo entre otros motivos. En ocasiones se destinaban específicamente a un altar, imagen o reliquia.36 33   SCG III, doc. 285. Las recomendaciones para que el prior reparase los edificios (1348) (SCG III, doc. 301), tenían pocas posibilidades de cumplirse con la llegada de la Peste Negra y la caída de rentas. 34   Valous. Le monachisme clunisien, I, pp. 338-362. De forma genérica véase Martín Ansón, M.ª Luisa. «El ajuar litúrgico de las iglesias románicas: objetos para el culto», en Mobiliario y ajuar litúrgico en las iglesias románicas, Aguilar de Campoo, Fundación Santa María la Real, 2011, pp. 203-248. 35   SMN II, doc. 274. La comunidad monástica, que en la segunda mitad del siglo xiii había contado con unos veinticinco monjes, disponía de veintiséis albas con sus amitos, once dalmáticas, treinta y seis capas, veintiocho casullas, veinticinco estolas, veinte manípulos, cuarenta y cinco tocas, diez túnicas y una mitra de seda. Algunas de tales vestiduras tenían un uso litúrgico específico, como una casulla para el día de la Trinidad. A todo ello se añadían diversos paños de uso litúrgico o decorativo: catorce aceruelos, seis cintas, cinco colchas, diez cortinas y cortinales, catorce frontales, un manto, dos mantas (alfombras) para poner a los pies de quien cantaba misa, más de catorce paños diversos, diecisiete sábanas para los altares, cuatro tapetes, dieciocho velos, entre otros. 36   Había aceruelos para el altar mayor, cortinas para la cuaresma (una para cubrir el crucifijo) o para san Benito, un frontal para poner delante de santa María en cuaresma, un manto de seda para santa María (la imagen), varios paños de seda para cubrir los cuerpos santos (las

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Además de las vestiduras, el tesoro contenía numerosos objetos de oro y plata, con piedras preciosas o perlas. La pieza fundamental era un frontal chapado en oro que se colocaba delante del altar de santa María, con una imagen de Jesucristo en su centro y otras imágenes en torno suyo (una con el bautismo de Cristo en el Jordán); estaba decorado con catorce piedras nobles, veintitrés o veinticuatro esmaltes y otras tantas perlas.37 Había una cruz de oro decorada con piedras preciosas y un cáliz con su patena que se decía eran de oro, aunque no había certeza de ello. Otras ocho piezas se califican de sobredoradas, una docena eran de plata maciza, mientras que otros objetos estaban simplemente forrados con ella. Numerosos objetos de marfil (uno con la imagen de la muerte de Jesucristo labrada), varias piezas de Limoges y otras con piedras o perlas completaban el tesoro.38 La variedad de objetos era considerable, desde los cálices a la bacina del rey don García.39 Entre las tablas (pinturas) se describe la decoración de tres de ellas: una con unos versos de san Prudencio; otra con un crucifijo, la Virgen y san Juan; la tercera con la muerte de Cristo. En 1379 se habla además de otro frontal de plata con imágenes de la Sagrada Cena o de una imagen de Santa Ana, la Virgen y el niño cubierta de plata (que había donado el sacristán Peribáñez) y de dos cruces de cristal. Pero al margen de lo decorativo, formaban parte de este tesoro objetos con una finalidad muy práctica, como la manzana de latón que usaba el presbítero semanero para calentarse las manos, o las piedras para encender el fuego nuevo, sin olvidar los peines de marfil. El tesoro custodiaba también reliquias de san Vicente, san Prudencio, san Vital, san Gustan, la leche de la Virgen y del lignum Domini, todas en reliquias), una red de lino para poner delante de la imagen de la Virgen y otra para detrás del crucifijo, las sábanas de lino para los altares (catorce para el altar mayor y tres para los otros altares), numerosos velos para poner delante de la imagen de la Virgen. Véase el estudio de Cantera en SMN I, pp. 418-419. 37   Dicho frontal fue despojado de su hoja de oro y plata en 1367, cuando se encontraba en Burgos bajo la custodia del alcalde García Pérez, lo que dio origen a un largo pleito, que no se resolvió hasta 1379 (SMN III, doc. 347). 38   Un cáliz pequeño se calificaba de sobredorado, al igual que dos coronas y dos flores de plata para la Virgen y su hijo, decoradas con piedras y perlas. También estaban sobredoradas una cruz de plata, una cruz de marfil en una de sus partes, una cruz pequeña y un incensario. De plata eran un Agnus Dei, siete cálices con sus patenas, una cruz pequeña, dos incensarios, una lámpara, una manzana que ponían a la Virgen. Una arqueta pequeña estaba forrada de plata. En marfil estaban fabricadas dos arcas y dos arquitas, dos crucifijos (uno de ellos deshecho), siete peines, y tres tablas de dar la paz, una de ellas con la imagen de la muerte de Jesucristo labrada en ella. Destacan además un arca grande, otra pequeña y cuatro cruces de Limoges. Algunos de estos objetos eran de madera pintada o estaban decorados con piedras y perlas. 39   Un ara, seis arcas, nueve arcas pequeñas, dos bacinetes y una bacina (llamada del rey don García), nueve cálices con sus patenas, dos candeleros de cristal, seis coronas, trece cruces y crucifijos, un frontal, tres incensarios, una lámpara, dos manzanas, cuatro moscaderos, una paloma de cobre, un Agnus Dei, siete peines, siete tablas y dos testes.

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sus consiguientes relicarios.40 Finalmente, estaban guardados cinco libros de especial valor. Uno de ellos era un salterio con letras de oro; había otros dos salterios, un misal y un libro sobre las elecciones de los príncipes. Puede que su encuadernación incluyese materiales preciosos. El valor de todas estas vestiduras y paños se puso de manifiesto en 1366, cuando Pedro I mandó llevar el tesoro del monasterio a Burgos.41 Al año siguiente parte del mismo fue robado, lo que dio lugar a un largo pleito. En 1379 el prior de Nájera lo valoraba en cerca de treinta mil doblas de oro castellano, mientras que el alcalde García Pérez, encargado de su custodia, lo rebajaba a menos de seis mil doblas. Los jueces condenaron a García Pérez a pagar al monasterio tres cálices de plata de marco y medio de peso cada uno, o novecientos maravedís en que se estimaban; además tuvo que entregar una amplia heredad que incluía más de un centenar de tierras y viñas, y varias casas en Burgos, Ciadoncha y Orbaneja para rehacer el frontal de oro. Todo ello solo por una pequeña parte del tesoro del monasterio.42 El elevado valor de todos estos objetos explica que los priores recurriesen a su venta o empeño para obtener dinero ante las exigencias de reyes, abades o papas, o la acumulación de deudas.43 La visita de 1336 es especialmente prolija al denunciar la ausencia o pobreza del ajuar litúrgico, siempre culpando a los anteriores priores de haber vendido o empeñado cálices y cruces de plata, biblias y diversos ornamentos.44 Los definidores 40   Se inventaría el «brazo de san Vicente», aunque sus reliquias se guardasen en un arca pequeña; otro arca grande contenía los restos de san Prudencio y otros santos; otra, los de san Vital; otra, la cabeza de san Gustan; una arqueta, la leche de la Virgen; dos cruces, parte del lignum Domini. 41   Además de diversos objetos de oro y plata, se llevaron las vestimentas de seda y oro, entre las que destacaban una capa y una casulla decoradas con hilos de oro y plata con figuras de lobos y aspas, la capa con perlas y granos de oro, y una dalmática de seda con hilos de oro, pero que además incluía veintisiete capas, veintiuna estolas, diecinueve manípulos, veinte casullas, doce dalmáticas y once paños, es decir, buena parte de las vestiduras del monasterio (SMN III, doc. 347). 42   SMN III, doc. 347. Lo mismo es aplicable a otros prioratos. Las cuentas de San Zoilo de Carrión (1338) valoraron en sesenta maravedís la capa del prior claustral (SZC II, doc. 215). 43   En 1312 el prior de Budiño había empeñado cuatro tablas de evangeliarios valoradas en cinco marcas de plata, y una casulla con su estola y manípulo por sesenta libras portuguesas (SCG II, doc. 198). También se acusa a un «mansionario» de Vimieiro de sustraer, antes de 1312, veintidós manteles de altar bendecidos (SCG II, doc. 192), y a un prior de Dueñas de vender otras vestiduras (1336) (SCG III, doc. 259, 263). 44   En Vimieiro el antiguo prior, Fernán Pérez, se apoderó de un cáliz que pesaba dos marcos de plata; en Ciudad Rodrigo no había cálices ni otro ornamento eclesiástico; en San Boal solo había dos cálices de estaño y una cruz que había comprado el prior actual, pero el prior Pedro Sobrini había vendido la cruz grande de plata y el cáliz; en San Isidro otro prior había vendido cálices, cruces y todos los ornamentos, además de empeñar las biblias; tan solo en Villaverde se destaca que el prior había hecho una cruz cubierta de plata y un cáliz de plata, además de recuperar los libros empeñados por sus predecesores (SCG III, doc. 259).

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consideraban que tales empeños y ventas no solo suponían un perjuicio económico para el monasterio, sino que además dañaban el oficio divino, por ello ordenaban que los priores consiguiesen lo necesario o el camarero lo proveyese.45 Un problema diferente era la apropiación de estos objetos por los propios monjes. Así, en 1306, los definidores ordenaron a Guillermo de Bernay, que devolviese un breviario que se había llevado de San Boal.46 En 1322 dos monjes de Dueñas, Sansoneto de Pissiaco y Hugo de Perrues, fueron acusados de haberse llevado parte del tesoro y reliquias del monasterio, tras entrar en la iglesia una noche, rompiendo sus puertas y golpeando al prior que trataba de impedírselo, marchando después a Francia.47 Todos estos objetos se custodiaban en el «tesoro» del monasterio. El de Dueñas se encontraba dentro de la iglesia (1322); en Budiño se habla del tesoro y las arcas del tesoro, donde estaban depositados los privilegios, documentos y bulas del monasterio (1312, 1344).48 En Nájera se dice que los monjes sacaron el tesoro de lo que tenían soterrado, a instancia de Pedro I,49 lo que sugiere que se encontraba en una estancia subterránea, tal vez excavada en la montaña. Otros elementos importantes en el culto eran las campanas y la iluminación. Los definidores reprendieron en varias ocasiones a priores y sacristanes por vender o empeñar una campana, aunque estuviese rota.50 La reparación o fundición de las campanas era costosa, por lo que se alababa a quien la realizaba.51 Por otra parte, la adquisición de aceite para las lámparas y cera para las velas suponía un gasto muy considerable, dado que algunas debían 45   El camarero debía dar a los priores de Ciudad Rodrigo y San Boal los ornamentos eclesiásticos necesarios, incluyendo un cáliz de plata para el segundo, dado que solo los tenía de estaño; también se mandaba al prior de Dueñas que consiguiese el ajuar litúrgico necesario para el culto divino (SCG III, doc. 263). Las actas del Capítulo General de los años siguientes muestran que la práctica de empeñar estos bienes continuó: Juan de Bastida, prior de Carrión, empeñó una cruz de oro valorada en diez mil libras (1340) y Martín Pérez, prior de Salamanca, hizo lo mismo con un cáliz de plata y otros ornamentos (1345) (SCG III, doc. 271, 292). 46   Lo hizo aprovechando la administración de esa casa por su pariente, el prior de Nájera (SCG II, doc. 181). 47   SCG II, doc. 223. 48   SCG II, doc. 223, 198; III, doc. 285. 49   SMN III, doc. 347. 50   La venta del cobre de una campana supuso una fuerte reprimenda al sacristán de Carrión por parte de los definidores (1306), quienes le ordenaron restituirlo so pena de perder su beneficio (SCG II, doc. 181). En Salamanca, se culpó al prior don Simón de haber vendido la campana del monasterio (1310) (SCG II, doc. 191); un sucesor suyo, Martin Pérez, empeñó una buena campana (1345) (SCG III, doc. 292). 51   En 1338 el sacristán de Carrión gastó 150 maravedís en reparar las campanas (SZC II, doc. 215). Por su parte, el sacristán de Nájera Peribáñez levantó el campanario de San Pelayo e hizo fundir dos veces su campana (SMN II, doc. 274).

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estar encendidas permanentemente: los diezmos del barrio de San Zoilo en el priorato de Carrión; las rentas de la villa de Alesón en el caso de Nájera.52 4.5.  Capellanes y clérigos seculares La presencia de clérigos seculares en los prioratos cluniacenses hispanos se documenta ya en los siglos xii y xiii.53 Podían estar encargados de alguna de las capellanías dotadas en el monasterio por un noble, o bien de atender la parroquia que tenía su sede en la iglesia del priorato, lo que permitía al monasterio seguir cobrando los diezmos sin que ninguno de los monjes estuviese sujeto a la autoridad del obispo por la cura animarum de los feligreses. A mediados del siglo xiv, estos clérigos seculares cumplían en algunos prioratos la función de los monjes presbíteros que faltaban.54 Un documento del monasterio de San Román de Entrepeñas (1348) ilustra esta relación. El prior concedió una ración en el monasterio a Juan Abad, clérigo de Tarilonte, con la obligación de que siruades las oras en el dicho monesterio por premia cada día e que digades tres días cada ssemana missa en el dicho monesterio, et los otros quatro días que ssiruades e digades missa en Barrio e en Sant Yuanes.55 Así el clérigo simultaneaba el servicio de dos iglesias del monasterio con la participación en la liturgia de este.56 La presencia de clérigos racioneros en este monasterio se remontaba al menos a mediados del siglo xii, y siguió habiéndolos a fines del xiii e inicios del xiv, denominándose en 1307 capellanes y racioneros.57 52   Doscientos sesenta maravedís para aceite y cuatrocientos cincuenta para cera según las cuentas de Carrión de 1338 (SZC II, doc. 215). Alesón no pagaba pechos reales para poder sufragarlo (ver el II.2.5). Al margen del coste, algunos documentos precisan un uso específico de este aceite o cera. Así el convento de San Zoilo gastaba treinta maravedís anuales en dos lámparas que ardían noche y día, probablemente en las capillas de santa María y san Miguel, que estaban a su cargo (SZC II, doc. 215). Entre las obligaciones del concejo de Alesón figuraba la entrega de veinticuatro libras de cera cada cuaresma, para alumbrar el altar de santa María; ello se sumaba a los tres cirios de cera diarios que debían arder en una lámpara ante el altar de santa María de Nájera por las almas del emperador Alfonso VII y los reyes de Castilla (SMN II, doc. 204, 253). Se trata solo de una parte del gasto en iluminación de ambas iglesias. 53   Reglero. Cluny en España, p. 449. 54   La visita de 1336 revela que en Valverde solo cantaba misa un clérigo secular que tenía la cura animarum de la iglesia-parroquia; en Budiño había dos seculares junto al prior y tres monjes; en Ciudad Rodrigo, San Boal, Villaverde y Entrepeñas estaban solos el prior y un clérigo, precisándose que en el primero de ellos el clérigo celebraba misa tres veces por semana (SCG III, doc. 259, 263). 55   SRE doc. 99. 56   No debía de ser el primer caso, años atrás el monasterio había encargado las iglesias de San Juan y Barrio a Martín Abad, que era racionero, aunque no se precisaba si tenía obligaciones en el propio monasterio (1333) (SRE doc. 92). San Román era uno de los monasterios donde la visita de 1336 dice que había un clérigo junto al prior. 57   SRE doc. 86, 88. Reglero. Cluny en España, pp. 438-446.

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Estos capellanes del monasterio se documentan en otros prioratos, como Dueñas, Rates o Pombeiro.58 Otros capellanes se encargaban de servir las iglesias de los antiguos prioratos obedienciarios,59 o la del hospital de San Lázaro, dependiente de San Zoilo de Carrión (1321).60 Algunos estaban a cargo de las capellanías fundadas en el monasterio, como los «clérigos de la capilla de la reina» en Nájera, o al servicio personal de los priores de Nájera y Carrión.61 En general los clérigos al servicio del monasterio pueden aparecer como testigos en los documentos del convento,62 pero en algunos prioratos menores además formaban parte del capítulo del lugar, caso de Valverde (1319).63 En Santa María de Nájera la atención a los fieles estaba a cargo de los clérigos de la capilla de Santa Cruz, que funcionaba como una parroquia en la villa de Nájera dentro de los muros del monasterio e iglesia.64 El reparto de las rentas decimales y oblaciones entre estos clérigos y los monjes, y la propia dinámica de la celebración litúrgica en un espacio compartido, originaron numerosos problemas a lo largo del siglo xiv. Parece que en 1301 el prior había asignado dos tercios de los diezmos de cebada y avena a los clérigos y capellanes de la capilla de Santa Cruz, junto a parte de los otros 58   En Dueñas se menciona un capellán del monasterio en 1345-1346, Martín abad (SID doc. 125, 126). En Pombeiro aparecen sucesivamente don Alfonso (1281, 1290), Alfonso Rodríguez (1329), Domingo Martins (1334) y Andrés Pérez (1352) como capellanes del monasterio (SVP doc. 24, 25, 39, 43, 45). En Rates, Domingo Pérez, capellán del monasterio, fue uno de los testigos de la pesquisa llevada a cabo por el arzobispo de Braga sobre sus derechos en dicho priorato, en la que declaró que había sido confirmado como clérigo del lugar por el arzobispo Martín a presentación del prior de Rates y sus monjes; junto a Domingo aparecen cuatro clérigos racioneros de la iglesia (1315) (Costa. «Cluny em Portugal», doc. 10). 59   Es el caso de los tres encargados de San Martín de Frómista o los dos de Santiago del Val (SZC II, doc. 187, 215, 248, 277; Archivo Catedral de Palencia. Armario XI, leg. I, doc. 2-B). También estaba servida por capellanes la iglesia de Santa María de Cardeñosa (SZC II, doc. 226). Del mismo modo se menciona a los de San Martín de Azo (1275, 1315) (SMN II, doc. 188, 234) y Santa María de Valcuerna (1347, 1352, 1369) (SMN III, doc. 293. Sainz Ripa. Colección de Albelda y Logroño, I, doc. 182, 214). 60   SZC II, doc. 191. 61   La dotación de la capilla de la reina Mencía conllevó el establecimiento de dos clérigos seculares como capellanes de la misma, además de los monjes (1275). En 1323 Pedro Sánchez se titulaba «clérigo de la capilla de la reina» (SMN II, doc. 189, 245, 246). Alfonso Martínez, clérigo de Vitoria y capellán del prior de Nájera (1361) (SMN III, doc. 310). En las cuentas de Carrión de 1338 figuran dos al servicio del prior (SZC II, doc. 215). 62   En Pombeiro figuran como testigos de sus documentos, caso de Pero Eanes d’Outeiro prelado de Santa María de Beacán (1304, 1319), un coto contiguo al monasterio, o de Pero Yáñez clérigo (1329) (SVP doc. 29, 35, 39). 63   Rodríguez Fernández. San Vicente del Pino, doc. 21, 29, 30. 64   SMN I, pp. 210-216. En otros documentos del monasterio testifican varios «clérigos de la capilla»: Gonzalo Yuañez en 1326 (SMN II, doc. 250), Fernando Pérez en 1355 (SMN III, doc. 307). Como capellanes de la capilla aparecen don Martín abad de Ventosa y Juan Martínez en 1290 (SMN II, doc. 201).

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diezmos.65 En el siglo xiv la capilla recibía un tercio de los diezmos, pero con la obligación de pagar al prior tres marcos de plata; además el capellán debía entregar al sacristán la mitad de la ofrenda y otros derechos acostumbrados; el monasterio se reservaba los diezmos de sus heredades y los objetos de plata y paños preciosos (de seda o raso) que los parroquianos diesen como ofrenda mortuoria.66 Algunos aspectos litúrgicos se regularon minuciosamente: si estaba en Nájera, el capellán debía acudir a las procesiones, vísperas, oficios por los reyes y rogativas, y compeler a ello a los otros clérigos de la capilla; cuando el convento cantase las horas, no podían cantar otras en alta voz, en todo caso en silencio, para que no interfiriesen con las de los monjes, dado que compartían iglesia. Otras disposiciones tendían a salvaguardar la autoridad del prior del monasterio sobre los capellanes y clérigos: promesa de lealtad, fidelidad y obediencia al prior y la Orden de Cluny; visita anual del prior a la capilla; guardar y hacer guardar las sentencias del prior (interdicto, excomunión, sustracción de beneficio); recibir en la capilla solo a los clérigos que el prior ordenase. Al proveer a un nuevo capellán, el prior subrayaba que la concesión del beneficio se hacía considerando que el clérigo había hecho muchas «buenas obras» al monasterio previamente. Se trataba de una promoción entre los clérigos que ya servían al monasterio.67 Ello no impidió las tensiones entre monjes y capellanes, y que estos intentasen sustraerse a la autoridad del prior, alegando depender del obispo.68 Además de los clérigos y capellanes que servían las iglesias priorales, sus capellanías y otras iglesias dependientes del monasterio, los monjes establecieron relaciones con otros clérigos de su entorno. Hay que destacar la confraternidad acordada en 1376 entre los monjes de San Zoilo y los doce capellanes de la villa de Carrión. En virtud de la misma los capellanes 65   Lerena Guinea, Tomás. «El conflicto jurisdiccional entre el obispado de Calahorra y los clérigos de Santa Cruz con los monjes cluniacenses de Santa María en Nájera (siglos xiv-xv)», en J. I. de la Iglesia Duarte (coord.), Conflictos sociales, políticos e intelectuales en la España de los siglos xiv y xv: XIV Semana de Estudios Medievales, Nájera, del 4 al 8 de agosto de 2003, Logroño, Instituto de Estudios Riojanos, 2004, pp. 497-518, vid. p. 499. 66   Así se estableció cuando el monasterio proveyó la capellanía de Santa Cruz en Jordán Elías, clérigo de Logroño (1336) y en Martín Ortiz, clérigo de Santa Coloma (1369) (SMN II, doc. 278, y III, doc. 326). 67   Es probable que el clérigo de Logroño (1336) hubiese servido la iglesia de Santa María de Valcuerna, un antiguo priorato dependiente de Nájera en dicha ciudad, como lo había sido Santa Coloma, de donde era el segundo de los clérigos escogidos (1369). Véase la nota precedente. 68   En 1374 dos de estos clérigos reconocieron ante el obispo de Calahorra que eran clérigos del prior y sus súbditos, que debían obedecer al abad de Cluny y al prior, como sus antecesores en la capilla. El reconocimiento, realizado en la capilla de la reina Mencía, se hizo a instancias del prior, porque los clérigos decían unas veces que dependían del obispo y otras del prior (SMN III, doc. 336).

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debían acudir al monasterio a celebrar anualmente las fiestas de san Zoilo y de san Félix, con sus respectivas vigilias, ocasión en que el prior debía darles caridat de vino cada vegilla de las sobredichas. También acudirían al monasterio cuando muriese un monje, a la vigilia y misa de enterramiento, debiendo decir vigilia de tres lecciones y misa con diácono y subdiácono; los capellanes recibirían igualmente vino en la vigilia. En correspondencia los monjes acudirían a la vigilia y enterramiento de cualquier capellán que falleciese, siendo ellos quienes recibirían el vino en tal ocasión. La hermandad se completaba haciéndose mutuamente partícipes de los beneficios espirituales logrados con sus oraciones, sacrificios (litúrgicos) y limosnas. Según era acostumbrado, los cluniacenses ofrecían no solo los de su propio monasterio, sino los de toda la Orden.69 Esta hermandad, más allá de los beneficios espirituales, buscaba establecer una buena relación entre dos grupos de clérigos potencialmente competidores: los de la villa de Carrión y los monjes del barrio de San Zoilo, que disputaban en cuestiones como los diezmos de los vecinos de la villa.70 Además regulaba las obligaciones mutuas, convirtiendo en norma lo que podía ser una costumbre individual o colectiva.

69   SZC I, doc. 141. El documento se publicó con fecha 1276, pero tanto el prior, Juan Germán, como los oficiales nombrados (el sacristán don Pedro, el limosnero Toribio González y el prior claustral Juan Alfonso) se documentan un siglo después, lo que obliga a retrasar su data a 1376. 70   Véase epígrafe I, 3.4.2.

CAPÍTULO 5 LA PROVINCIA DE ESPAÑA Y CLUNY

5.1.  La provincia de España y la reforma de Benedicto XII (1336) Los prioratos aquí estudiados formaban la provincia de España junto con los catalanes de Arles-sur-Tech, Casserres y sus dependencias. Son pocas las noticias referentes a los prioratos catalanes en las visitas y definiciones de Cluny. Se conserva una visita del monasterio de Casserres en 1277, pero no hay noticias de la visita a otros prioratos hispanos ese mismo año.1 En 1303, al margen de los visitadores designados para España se nombraron otros específicos para Casserres.2 Tan solo en 1310 las definiciones relativas al priorato catalán se incluyen al final de las del resto de los prioratos hispanos.3 Por todo ello se mantiene la impresión de que, aunque Casserres formase parte de la provincia de España, su aislamiento del resto hacía que funcionase autónomamente, al margen de los camareros de España y de sus visitadores. Otro elemento interesante en lo relativo a la organización provincial es el renacimiento temporal de la provincia de Galicia, que ya había funcionado a fines del siglo xii.4 Los visitadores de Villafranca y Budiño, designados por el Capítulo General en 1335, declararon que «en primer lugar y principalmente» visitaron Galicia, que incluía los monasterios de Valverde, Pombeiro, Jubia,   SCG I, doc. 93.   SCG II, doc. 172. Sobre el monasterio de Casserres véase la monografía de Pladevall i Font, Antoni. Sant Pere de Casserres o la presència de Cluny a Catalunya, Osona, Fundació Caixa Manlleu, 2004, en especial para esta época, pp. 108-110 y 190-200. 3   SCG II, doc. 191. 4   Reglero. Cluny en España, pp. 616-618. Bishko. «The Cluniac Priories of Galicia and Portugal», pp. 338-356. 1 2

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Budiño, Vimieiro, Rates y Villafranca. El resto de los prioratos se recogen a continuación en otro epígrafe, como «Visita de Castilla». Aunque ello haga pensar en que existían dos provincias, el conjunto se define como Visitatio Ispanie.5 Además las definiciones del Capítulo General en 1336 no distinguen dos provincias ni camarerías. La referencia de 1335 no pasaría de ser una anécdota si no fuese porque en 1340 el Capítulo General mencionó por dos veces al camarero de Galicia, en referencia a los prioratos de Vimieiro y Valverde, y, más adelante, al camarero de España, en referencia a Salamanca y Entrepeñas.6 No vuelve a haber noticias de este camarero de Galicia. Los visitadores de estos años fueron nombrados para la provincia de España conjuntamente, no para Galicia y Castilla-España por separado. Con todo, entre 1337 y 1342, se designó un visitador que era prior en Galicia (Pombeiro, Rates, Budiño) y otro de Castilla (San Boal, Ciudad Rodrigo, Villaverde, San Román de Entrepeñas). Algo diferente sucedió entre 1370 y 1373, cuando se designaron visitadores distintos para el reino de Castilla por una parte y para Galicia y Portugal por otra.7 No es fácil explicar estos cambios y es probable que no haya una explicación única. La mención de dos camareros diferentes para Galicia y España en 1340 pudo ser una consecuencia de la reforma monástica promovida por Benedicto XII (1334-1342). Es bien conocido como el 20 de junio de 1336 promulgó la bula Summa Magistri, conocida como Benedictina, con la intención de reformar los monasterios de monjes benedictinos no cistercienses o «monjes negros», como los denomina el papa. La misma se inscribe en la tradición de las disposiciones reformadoras adoptadas desde el IV Concilio de Letrán (1215), en las que se intentaba mantener la observancia de la regla, con concesiones cada vez más numerosas, y organizar los monasterios en congregaciones siguiendo el modelo cisterciense.8 El primer epígrafe de la bula ordenaba celebrar capítulos provinciales trienales.9 A los mismos deberían acudir los abades, priores y prelados de cada uno de los monasterios o catedrales de monjes negros, sin excusa, pudiendo ser sustituidos por causa justa. A diferencia de lo dispuesto en Letrán,   SCG III, doc. 259.   SCG III, doc. 271. 7   SCG IV, doc. 342, 343, 344. 8   Masoliver, Alejandro. Historia del Monacato cristiano. II. De san Gregorio Magno al siglo xviii, Madrid, Encuentro, 1994 [1.ª ed. Abadía de Montserrat, 1980], pp. 114-117. Knowles. La Iglesia en la Edad Media, pp. 438-439. 9   Quod autem praemittitur de provinciali capitulo de triennio in triennium celebrando, ad cuiuslibet haesitationis scrupulum amputandum, ad sanum referri volumus intellectum: scilicet, ut cum uno anno provinciale capitulum fuerit celebratum, alio proximo futuro anno ab illo valeat abstineri, et fiat omnino anno tertio subsequienti (Bullarium romanorum pontificum IV, p. 350). Aunque el texto hable de trienios, la aclaración que se hace a continuación deja claro que el capítulo se ha de celebrar al tercer año en el cómputo romano, es decir, un año sí y otro no, bienalmente en el sentido actual. 5 6

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se incluían los monasterios de las órdenes exentas, como los cluniacenses. El capítulo tendría lugar en un monasterio de monjes negros de esa provincia, y en el mismo se abordarían todas las cuestiones relativas a la observancia de la regla y la reforma, según lo contenido en la bula. Además se decidiría donde se celebraría el siguiente capítulo provincial, y se nombrarían dos abades que visitarían las iglesias y monasterios de esta observancia antes del siguiente capítulo. Precisamente el segundo epígrafe de la bula regulaba la actuación de los visitadores, que remitía a los estatutos de Honorio III. Debían ser monjes idóneos y solícitos; no permanecer más de dos días en cada monasterio, salvo por necesidad evidente; no resultar gravosos al monasterio, sino conformarse con lo necesario y honesto, no recibiendo dinero por esta visita.10 La Península Ibérica se dividió en cuatro provincias, uniendo las provincias eclesiásticas de Santiago de Compostela y Sevilla en una, las de Tarragona y Zaragoza con Mallorca en otra, y sumando a ellas las de Toledo y Braga, cada una por separado. El 13 de diciembre de 1336 Benedicto  XII encargaba a los abades de Santo Domingo de Silos y Cardeña la organización de la provincia benedictina de Toledo. Les encomendaba la celebración de su primer capítulo provincial en un monasterio de dicha «religión», debiendo para ello convocar a los abades y priores. Iniciado el capítulo con una misa, elegirían a las personas idóneas para presidirlo. Publicarían la bula papal y tratarían de su cumplimiento. Cada abad o prior debería procurarse una copia de la bula, para conservar en cada monasterio. Se nombraría a los encargados de realizar la visita a los monasterios de la provincia y se repartirían los gastos en función de los ingresos de cada monasterio y oficio, fijándose una cantidad máxima exigible. Parte de tales gastos estaban destinados al estudio en que se instruirían los monjes, según disponía la bula Summa Magistri. También debían distribuir entre los abades, cabildos, priores y oficiales ciertas sumas que habían sido asignadas a cada provincia.11 El primer Capítulo Provincial de Toledo se celebró en el monasterio de San Juan de Burgos hacia el 11 de febrero de 1338, cuando se solicitaron los preceptivos traslados de la bula Summa Magistri para los monasterios de Sahagún, Oña, Silos, Cardeña, Arlanza y Obarenes.12 A continuación los abades de Silos y Cardeña hicieron la visita de los monasterios de la provincia y confeccionaron el Libro de las quentas de los monasterios de los monges que son en la provincia e cerca de la provincia de Toledo. En primer lugar visitaron San Juan de Burgos (8 de marzo), siguiéndole Obarenes (12 de marzo), Oña (15 de marzo), Santa María de Hornillos, San Zoilo de Carrión (20 de marzo), Sahagún (24 de marzo), Silos (21 de abril), Arlanza (24 de abril) y Cardeña (26   Bullarium romanorum pontificum IV, pp. 347-387, los capítulos I y II en las pp. 348-351.   Férotin. Recueil des chartes, doc. 362. 12   Ibid., p. 376. 10 11

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de abril).13 La finalidad de tales cuentas sería repartir los gastos de la provincia y la tasación papal, que no se hacía por monasterios, sino por oficios, de ahí que se diferenciasen en cada monasterio los ingresos de cada mesa y oficio. Uno de los monasterios que se integraron en esta provincia fue el de San Zoilo de Carrión. Su inclusión en el Libro de Cuentas de 1338 es la única manifestación conservada de ello. Hay que destacar que dos de los gastos de la mesa del prior consignados en dichas cuentas están en relación con ello: los mil quinientos maravedís que despendió el prior quando fue el cauillo principal, que se diferencian del gasto realizado para la ida del cabillo que faze el abad de Cluny; y los cincuenta y seis maravedís en que se tasan los dos florines que pagó en su parte sin los oficiales, es decir como contribución a los gastos de este cabildo o de la provincia, en los que se asignaban partidas diferentes a la mesa del prior y a cada uno de los oficios.14 El prior de Carrión, Juan de Bastida, fue el único que asistió a este «cabildo provincial», o al menos el único cuyas rentas fueron tasadas en 1338 por los abades. No figuran los de Dueñas, San Boal, Santa Coloma de Burgos o San Román de Entrepeñas, que estaban incluidos en esta provincia. Es posible que solo se convocase a los monasterios más importantes, pero puede que la explicación de la asistencia de Juan de Bastida se encuentre en sus circunstancias personales, pues había obtenido su priorato por una gracia pontificia. En cualquier caso no hay ninguna información más sobre esta provincia ni sobre los monasterios cluniacenses y la misma. Es posible que la reaparición de un camarero de Galicia diferenciado del camarero de España responda a un intento de adaptarse a la división provincial propugnada por Benedicto XII, aunque dentro de la tradición cluniacense. Los prioratos de Galicia se corresponderían con los de la provincia de Braga, mientras que los de Castilla formarían parte de las provincias de Toledo, Compostela-Sevilla y, en el caso de Nájera y sus dependencias, de Tarragona. El escaso número de prioratos cluniacenses hispanos hacía inviable la división en cuatro provincias. Por otra parte, la integración de los prioratos hispanos con los otros monasterios benedictinos habría acelerado la pérdida de su identidad cluniacense. La recuperación de la provincia de Galicia podía ser una solución intermedia. Las definiciones del Capítulo General de Cluny relativas a España no contienen otras referencias a la repercusión de la reforma de Benedicto XII. El monasterio de Carrión fue visitado por los cluniacenses tanto en 1337 como en 1340.15 El año 1342 es el último en que   Férotin, Marius. Histoire de l’abbaye de Silos, Paris, Ernest Leroux, 1897, p. 121.   SZC II, doc. 215, p. 84. 15   Se conservan definiciones de 1336 y 1337, pero no de los dos años siguientes. Las de 1340 aluden al camarero de Galicia, que desaparece en las siguientes. Juan de Bastida dejó de ser prior de Carrión después de 1341. La vinculación de San Zoilo a la provincia toledana se disolvió con la propia provincia tras el fallecimiento de su impulsor Benedicto XII (abril de 1342), tal vez antes. 13 14

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uno de los visitadores fue prior de Galicia y otro de Castilla. La recuperación de la camarería de Galicia fue efímera. Una cuestión diferente es el nombramiento de priores separados para Galicia y Portugal entre 1370 y 1373. En los tres años de los que hay noticias se nombró a los priores de Villafranca y Pombeiro para Galicia y Portugal, y a los de San Boal y Villaverde para el reino de Castilla. Las definiciones de 1373 señalaron que los priores de España no habían acudido al Capítulo General por las guerras, y en 1374 que la visita de España y la de GaliciaPortugal no se había realizado.16 La razón puede encontrarse en la situación política castellana: la guerra civil no terminó con la muerte de Pedro I en Montiel, pues tras ella el rey de Portugal reclamó los derechos de su pariente difunto y se proclamó rey de Castilla, contando con apoyos en la zona de frontera y en Galicia.17 La guerra entre Castilla y Portugal explicaría que en 1370 se nombrasen visitadores separados para ambos reinos, considerando que sería la única forma de que la visita se realizase.18 5.2.  Los representantes del abad: camareros, vicarios, procuradores 5.2.1.  Poderes y funciones del camarero Las atribuciones de los camareros habían sido fijadas en los estatutos de 1200 y 1205, donde se les encomendaba la vigilancia de los monasterios de su provincia, tanto en lo temporal como en lo espiritual. Controlaban el endeudamiento y los arrendamientos, bajo la supervisión del abad. En principio se les encomendaba la visita de los monasterios, pero luego fueron sustituidos por visitadores nombrados por el Capítulo General.19 Los estatutos de 1301 reducían algunas de sus funciones y mostraban cierta prevención ante sus abusos. Así se limitaba su capacidad de visitar, castigar y corregir; se mandaba que fuesen priores conventuales, que no recibiesen monjes y si lo hiciesen que no valiese; y se ordenaba instituir procuradores para defender los pleitos de dicha provincia ante la Corte real o pontificia.20 El examen de las definiciones de los años 1269 a 1349 relativas a España muestra cuáles eran las funciones atribuidas al camarero, qué podía hacer o

  SCG IV, doc. 344, 345.   Valdeón. Enrique II de Castilla, pp. 203-270. 18   Los nombramientos de los años siguientes, que repiten los mismos nombres a pesar de que entre tanto alguno de los priores había cambiado, pueden reflejar la falta de contacto con la provincia. De hecho hay que esperar hasta 1377 para que vuelvan a aparecer definiciones de la provincia de España en las actas del Capítulo General (SCG IV, doc. 348). 19   SCG I, doc. 5 (art. 56), p. 50; doc. 6 (art. 22), p. 59. Reglero. Cluny en España, p. 605. 20   SCG I, doc. 9 (art. 93), p. 83, (art. 100) pp. 85-86. 16 17

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qué se esperaba que hiciese.21 En primer lugar los definidores le encargaban mantener la disciplina en el conjunto de la provincia. Se le encomendaba que hiciese cumplir a los monjes de la misma las normas sobre el vestido (1276, 1326), que les prohibiese recibir raciones en lugar de la comida común (1314), que obligase a celebrar el servicio divino (1336), o a residir en el monasterio personalmente (1310).22 Por ello podía castigar o corregir a los priores y monjes incontinentes o rebeldes, así como a aquellos priores que enajenaban los bienes del monasterio o daban prebendas indebidamente.23 El castigo de los monjes incontinentes se acompañó de su traslado a otro monasterio en seis ocasiones; en un caso se habla de la excomunión del prior por contumaz (1300).24 Los definidores le comisionaron para citar a varios priores o monjes ante el Capítulo General de Cluny para recibir allí la pena correspondiente (tres veces),25 o bien para apresarlos y conducirlos a Cluny (cuatro veces).26 Debía autorizar las enajenaciones realizadas por los priores, y no consentir sin causa razonable y honesta los arrendamientos a largo plazo (1291).27 Los priores necesitaban su consejo para realizarlos o para tomar nuevos racioneros (1305).28 La desconfianza hacia el camarero llevó en algún momento a prohibirle que permitiese tales arrendamientos u obligaciones sin licencia del abad (1297).29 Los priores necesitaban su licencia para endeudarse en más cantidad de la permitida en las cartas que se les habían dado (1269).30 Esta supervisión de la gestión de los priores conllevaba procurar que los priores revocasen los bienes enajenados o reparasen el monasterio, aconsejando o compeliendo a ello,31 intentando recuperar los prioratos enajenados o al menos conseguir que se respetasen las condiciones del arrendamiento.32 En otras ocasiones se solicitó que informase, o informó, sobre quién era el culpable del mal estado de un priorato, si eran ciertas las acusaciones 21   Las setenta y cinco menciones del camarero en treinta y un años diferentes (sin incluir su nombramiento como visitador) son bien expresivas. Algunas se referían a su actuación como prior de San Zoilo de Carrión, pero la mayoría eran peticiones para que actuase en otros prioratos o en el conjunto de la provincia: SCG I, doc. 69 (año 1269); II, doc. 202 (año 1313); III, doc. 263 (año 1336). 22   SCG I, doc. 89 (año 1276); doc. 191 (año 1310), 203 (año 1314); III, doc. 236 (año 1326), 263 (año 1336). 23   SCG I, doc. 69 (año 1269); doc. 135 (año 1291), 181 (año 1306), 191 (año 1310), 198 (año 1312); III, doc. 305 (año 1349). 24   SCG II, doc. 161 (año 1300). 25   SCG II, doc. 135 (año 1291), doc. 145 (año 1294). 26   SCG II, doc. 135 (año 1291), 185 (año 1308); III, doc. 278 (año 1342), doc. 285 (año 1344). 27   SCG II, doc. 135 (año 1291). 28   SCG II, doc. 179 (año 1305). 29   SCG II, doc. 153 (año 1297). 30   SCG I, doc. 69 (año 1269). 31   SCG II, doc. 153 (año 1297), 179 (año 1305), 191 (año 1310); II, doc. 265 (año 1337). 32   SCG I, doc. 124 (año 1288); II, doc. 145 (año 1294), 172 (año 1303), 191 (año 1310).

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realizadas contra un monje o prior, si el priorato de Rates, dependiente de La Charité-sur-Loire, era visitado por los monjes designados por el Capítulo General de Cluny o no.33 Este informe fue acompañado en dos ocasiones del castigo del monje culpable.34 También se solicitó su consejo, o lo dio, a propósito de cómo remediar el mal estado temporal de un priorato.35 Solo el camarero podía cambiar a los monjes de priorato (1291). Por ello se le encomendó el traslado de los monjes incontinentes (siete veces)36 o se le mandó poner nuevos monjes en un monasterio donde no había el número establecido o eran necesarios para el culto divino (nueve veces).37 Le correspondía otorgar la licencia a los monjes que salían de la provincia de España, como consta por la denuncia realizada en 1322 contra quienes lo incumplieron.38 Se le encargó prohibir a los monjes que acudiesen a las Cortes y tribunales de reyes y príncipes solicitando cartas contra sus priores u otras cosas (1344).39 Finalmente se encomendó al camarero el envío de seis u ocho monjes a Cluny para aprender allí las costumbres de la Orden (1290).40 El camarero realizó la visita algunos años,41 por designación del Capítulo General, pero además se le encargaba de aquellos prioratos donde, por alguna razón, los visitadores no la habían hecho. El camarero debía subsanar esta falta e informar al Capítulo General o a los visitadores del año siguiente al respecto.42 Rara vez se mencionó su intervención en el nombramiento de priores o el gobierno de prioratos vacantes. Sin embargo, se le acusó de simonía en la provisión de un priorato (1309)43 y de haber conseguido que el abad nombrase a un prior ocultando que era hijo de un monje (1313).44 En otra ocasión se le mandó administrar interinamente un priorato y enviar al prior a Cluny para su castigo (1308).45 Tampoco se sabe si intervenía en la admisión de nuevos monjes, aunque en una ocasión se le ordenó expulsar y no admitir a uno que era franciscano (1291).46   SCG II, doc. 135 (año 1291), 145 (año 1294), 223 (año 1322); III, doc. 263 (año 1336).   SCG III, doc. 263 (año 1336), doc. 292 (año 1345). 35   SCG I, doc. 118 (año 1285); II, doc. 212 (año 1317). 36   SCG I, doc. 69 (año 1269); doc. 135 (año 1291), 198 (año 1312); III, doc. 305 (año 1349). 37   SCG III, doc. 263 (año 1336), 271 (año 1340), 292 (año 1345). 38   SCG II, doc. 223 (año 1322). 39   SCG III, doc. 285 (año 1344). 40   SCG II, doc. 132 (año 1290). 41   Se conservan las de 1285 (SCG I, doc. 117) y 1292 (SCG II, doc. 141). También la hizo en 1311 (SCG II, doc. 195). 42   SCG II, doc. 191 (año 1310); III, doc. 285 (año 1344). 43   SCG II, doc. 188 (año 1309). 44   SCG II, doc. 202 (año 1313), 203 (año 1314). 45   SCG II, doc. 185 (año 1308). 46   SCG II, doc. 135 (año 1291). 33 34

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Las noticias sobre su papel como recaudador de los censos y subsidios debidos a la Orden son muy escasas. Una pesquisa realizada en Cluny en 1377 se refiere a cómo los priores de España pagaban al camarero diputado por el abad en la provincia los censos debidos en señal de sujeción.47 Es probable que estén relacionadas con dicha tarea las referencias a las enajenaciones realizadas en los prioratos de Villafranca, Vimieiro y Jubia, además de en Carrión (1313).48 Por otra parte se le encomendaba asegurar que los priores pagasen a los visitadores sus gastos.49 Estos amplios poderes levantaron la oposición de algunos priores y monjes, que no obedecían sus mandatos o cartas, y le acusaban del mal estado de la provincia o de cometer simonía.50 Otro prior falsificó sus cartas para justificarse ante el Capítulo, dando lugar a una larga investigación en que se cuestionaba su actuación.51 Todas estas funciones se realizaron a menudo a instancias de los definidores, no necesariamente como una atribución propia del camarero, de ahí que lo recogido en las definiciones fuese más amplio que lo que aparecía en los estatutos. El camarero actuaba con frecuencia por delegación del Capítulo General y del abad. Si se comparan estos poderes con los conferidos a Guido, prior de Santa María de Nájera, por el abad Simón de La Brosse (1361-1368) el 4 de febrero de 1364 se aprecian algunas diferencias. La razón es que el abad nombró a Guido su vicario, camarero y receptor general de la Orden de Cluny en la provincia de España, no solo camarero de la misma. Los poderes otorgados por el abad a Guido en esta carta pueden agruparse en tres grandes competencias. En primer lugar la jurisdiccional y disciplinaria, que le facultaba para visitar los prioratos, investigar, corregir a sus monjes conforme a la Regla de san Benito, promulgar sentencias y castigar o absolver a los culpables, ya fuesen priores, decanos, monjes o conversos de la Orden. En segundo lugar se le daba poder para otorgar los beneficios vacantes que correspondiesen al abad, y presentarlos al obispo; para apartar de los prioratos a aquellos que hubiesen ocupado una casa sin derecho y poner otros monjes idóneos en su lugar, confiándole su administración; y para entrar y gobernar los prioratos de la Orden cuando estuviesen vacantes. Finalmente se le encargaba de la recaudación de los censos, posesiones y subsidios concedidos al abad por el Capítulo General, pudiendo reclamarlos mediante censuras eclesiásticas.52 La documentación de los archivos monásticos hispanos conservaba pocas noticias de la actuación de estos «camareros de todo lo que tiene la Orden   BNF, FL 17 717, fol. 62v.   SCG II, doc. 202 (año 1313). 49   SCG III, doc. 236 (año 1326). 50   SCG II, doc. 188 (año 1309), 195 (año 1311), 203 (año 1314), 212 (año 1317); III, doc. 285 (año 1344). 51   SCG II, doc. 142 (año 1293), 145 (año 1294). 52   SMN III, doc. 315. 47 48

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de Cluniego en España» fuera de sus prioratos. En algunos casos el camarero solicitó un privilegio para el conjunto de monasterios de la Orden, no solo para su priorato.53 La concesión de licencia para enajenar bienes solo aparece otorgada en una ocasión, cuando el prior de Dueñas permutó el lugar de Hontoria por unas casas y viñas en Palencia (1345-1346).54 Enrique, prior de Nájera y camarero de lo que la Horden de Cluniego [ha] en Castilla, envió a su limosnero, don Gui, como su «comisario» para que tomase juramento al prior y monjes de Dueñas de que el cambio resultaba ventajoso para el priorato. Si en otros casos se hizo así, no se consideró necesario incluir la licencia en el escrito o no se conserva el documento en que se concedía. Puede que este caso sea excepcional, pues las casas de Palencia permutadas acabaron en manos del abad de Cluny. Con todo, algunos laicos y clérigos fueron conscientes de los problemas de arrendar o permutar bienes de Cluny sin la licencia del camarero o del abad. Es el caso de Juan Ramírez de Arellano, que entre las condiciones del contrato suscrito con el prior de Nájera y camarero sobre Berbinzana incluyó que el prior y convento hiciesen confirmar la carta por el abad de Cluny antes de la Navidad siguiente (1365).55 La condición de camarero podía ser además aprovechada para beneficiar al monasterio del que se era prior. Guido consiguió una permuta y donación de Martín y Miguel Sánchez de Ribafrecha prometiéndoles, como camarero y vicario del abad de Cluny, que les haría recibir como familiares y compañeros del abad, convento y Orden de Cluny, y racioneros en todos los bienes espirituales hechos o que se hicieron en dicho monasterio y Orden (1368).56 5.2.2.  Los camareros de España Se conoce el nombre de once camareros de la provincia de España a lo largo de este siglo. No se trata de una serie completa, sino de noticias dispersas a lo largo de estos años. Si quienes desempeñaron este oficio lo hubiesen ejercido durante todo el tiempo en que fueron priores de San Zoilo de Carrión o Santa María de Nájera, la serie estaría casi completa, pero ello solo es una hipótesis, que no se cumple en al menos un caso: el camarero Enrique fue 53   Así en 1328 Fernán Pérez solicitó la protección de Alfonso XI frente a los poderosos que tenían ocupadas posesiones, tierras y vasallos de la Orden sin licencia del abad de Cluny, de modo que los monjes y capellanes no podían mantenerse (SZC II, doc. 197). De forma similar Pedro I confirmaba en las Cortes de Valladolid (1351) todos los fueros, cartas, privilegios, libertades y franquezas que tenía el monasterio de San Zoilo de Carrión y la Orden de Cluny en sus reinos, a petición del prior de Carrión (SZC II, doc. 240). 54   SID doc. 129. 55   SMN III, doc. 317, 318. El arcipreste de Logroño pedía en 1369 dicha confirmación para el acuerdo logrado sobre una viña, después de que una permuta previa hubiese sido revocada (SMN III, doc. 323). 56   SMN III, doc. 321.

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prior de Nájera al menos hasta noviembre de 1348, tal vez febrero de 1349, pero en junio de 1348 ya se dice que el prior de Carrión era el camarero.57 Los datos reunidos pueden verse en la tabla siguiente, que recoge también las referencias genéricas al camarero de Nájera o camarero de Carrión, es decir, a que el prior de dichos monasterios era el camarero, aunque no se diese su nombre.58 La actuación de seis de estos camareros —Juan de Vargas, Guichart, Juan de Dosa, Fernán Pérez, Enrique y Giraldo—, en cuanto tales y como priores, se analiza con detalle en el apartado prosopográfico. Cuadro 4. Los camareros de Cluny en España Mención como camarero (años)

1277, 1279 1287 1288

1291, 1292 1294 1298 1304

Nombre y priorato Juan de Vargas, prior Nájera prior de Carrión

Guicharte, prior de Carrión Juan, prior de Carrión Gui, prior de Carrión prior de Carrión

Años en que fue prior o fuente

ca. 1272- ca. 1282 (SZC I, doc. 150) ca. 1285-1288 1294

(SZC I, doc. 163)

prior de Carrión

(SZC II, doc. 167)

prior de Carrión

(SCG II, doc. 202)

1328

Fernán Pérez, prior de Carrión

1328

1339, 1340, 1342, 1345, 1346

Enrique, prior de Nájera

1339-1348

1308

1313

1315, 1316, 1321, 1322, 1325, 1328

Guillén, prior de Carrión Juan de Dosa, prior de Carrión

1330, 1331, 1332, 1336 Juan de Dosa, prior de Carrión

1308

ca. 1310-1336

ca. 1310-1336

1348

prior de Carrión

(SZC II, doc. 231)

1351, 1352

prior de Carrión

(SZC II, doc. 238, 251, 253, 258, 262, 263)

1349

1361

Andrés de Tise, prior de Carrión 1349

Giraldo, prior de Nájera

1364, 1365, 1368, 1369 Guido, prior de Nájera

1359-1361 1362-1375

  SMN III, doc. 296, 300. SZC II, doc. 231.   Las referencias a los priores cuyo nombre se da se encuentran en la lista de monjes. Se exceptúa de la lista una referencia al camarero de Nájera en 1285, contenida en una carta del rey (SMN II, doc. 195), pues de la lectura de la visita realizada a fines de 1284 o inicios de 1285 se deduce que el prior de Nájera ya no era camarero (SCG I, doc. 117). 57 58

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La designación de Juan de Vargas como camarero de España rompió con la práctica mantenida durante el siglo precedente de dos maneras. En primer lugar este oficio había coincidido con el de prior de Carrión; en segundo lugar había sido desempeñado por un monje de origen francés, no hispano.59 Por algún motivo atrajo la atención del abad Ivo I (1257-1275) o Ivo II (1275-1289) y obtuvo su nombramiento. La camarería de España volvió a ser ocupada por un prior de Carrión de origen francés, Guichart, tras la muerte o relevo de Juan de Vargas. Los datos conservados indican que los priores de Carrión siguieron siendo los camareros en España durante el medio siglo siguiente, entre 1285 y 1336, aunque no se conozcan los nombres de todos ellos, en especial en torno a 1300. La mayoría fueron franceses, con la excepción de Fernán Pérez, que solo figura como prior y camarero en un documento de 1328, en medio del mandato de Juan de Dosa. El nombramiento de Juan de Bastida como prior de Carrión en virtud de una gracia pontificia rompió esta pauta, y la camarería pasó a Nájera, cuyo prior Enrique figura en el oficio a fines de 1339.60 Enrique fue camarero durante casi una década, pero antes de terminar su mandato como prior de Nájera fue sustituido al frente de la camarería por un nuevo prior de Carrión, Andrés de Tise (1348-1349). No es seguro que su sucesor, Pedro de Cariti, otro clérigo del círculo papal, fuese camarero. Faltan noticias para la mayor parte de la década de los cincuenta. En 1361 el oficio había vuelto a los priores de Nájera, primero en manos de Giraldo y luego de Guido. Otro elemento destacado de los últimos camareros en España, es que empezaron a denominarse «camarero por el abad de Cluny», expresando el nombre de este. La actuación de Enrique en Dueñas se hizo en virtud de una carta de comisión que el mismo tenía de don Hutero (1345), abad de Cluny; Andrés de Tise lo fue por don Hugo (1349);61 Giraldo por Androin (1361);62 y Guido por Simón (1365, 1368).63 59   No se sabe si ello respondió a la situación interna de Carrión, de la que apenas se conoce nada en estos años, o a la personalidad de Juan de Vargas, quien había sido visitador en 1272 (SCG I, doc. 77, 81). 60   No parece que Juan de Bastida ocupase el cargo de camarero en los años 1337-1338, pues las cuentas de 1338 nunca se refieren a él como tal; además su labor al frente de Carrión fue muy cuestionada, como muestran las definiciones de esos años. Dado que Juan no podía ser cambiado como prior de Carrión por el abad de Cluny al haber recibido el nombramiento por gracia pontificia, la solución fue trasladar la sede de la camarería al otro gran priorato hispano: Nájera, recuperado parcialmente de la crisis económica y disciplinaria de inicios del siglo xiv. 61   SZC II, doc. 235. 62   SMN III, doc. 310. 63   SMN III, doc. 318, 321. Itier de Mirande fue abad de Cluny entre 1342-1347; Hugo VIII de Beaufort, entre 1347 y 1350; Androin de la Roche entre 1351 y 1361; Simón de La Brosse entre 1361 y 1368.

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5.2.3.  Vicarios y procuradores del abad Los poderes otorgados por el abad Simón a Guido (1364) sobrepasaban los de un simple camarero, lo que se debía a su condición de vicario del abad. Guido no fue el primer vicario del abad de Cluny en España. Anteriormente Jacobo de Portu había actuado como visitador y vicario en España. Como tal arrendó por veintiséis años el priorato de San Isidro de Dueñas al caballero Álvar García, quien debía pagar el censo al abad y proveer a los monjes del monasterio.64 La presencia de este vicario del abad fue algo temporal, unida a su visita a la provincia de España. No vuelve a haber noticias de un vicario hasta el nombramiento de Guido en febrero de 1364. Es posible que esté relacionada con la designación previa, en mayo de 1363, de Guillermo de Salis, socius in ordine de Cluny, como prior de Carrión, con la misión de reformar la provincia de España.65 La estancia de Guillermo en España fue breve, pues en 1367 ya figuraba un nuevo prior en Carrión, y tal vez tras ella se eligiese a Guido para cumplir muchas de sus funciones. Más adelante (1376) don Guillermo Fabrigoli, limosnero del monasterio de San Andrés, en la diócesis de Aviñón, actuó como vicario del abad Jacques de Cozan, recaudando los censos.66 Además de los vicarios del abad, en el siglo xiv se documenta la presencia en Castilla de procuradores del abad y convento de Cluny. Los estatutos de 1301 y 1314 habían mandado al camarero instituir en cada provincia, con consejo de los principales de la Orden, procuradores idóneos para las causas relativas a la Orden que debían llevarse ante la curia de Roma o del rey, repartiéndose sus gastos entre todos los monasterios.67 Sin embargo, no parece que se trate de los mismos, pues más que de los intereses de la provincia, los procuradores documentados en España se encargaron de los asuntos del abad y convento de Cluny. El primero en aparecer fue Fernán Pérez, prior de San Zoilo, que se titulaba procurador y camarero de Cluny en España. Este se quejó ante Alfonso XI de que algunos poderosos tenían ocupados bienes de la Orden sin licencia 64   A su actuación se refieren las definiciones de 1303 y 1308 (SCG II, doc. 172, 185), sin precisar cuándo lo fue. Una noticia en el Índice del archivo de Dueñas dice que en 1301 el prior de Dueñas, junto con los visitadores de Cluny y el vicario general, había arrendado ciertos bienes a Alfonso Fadrique, para que los sacase de manos de Álvar García, que los tenía del prior Pedro (SID doc. 101). Lo más probable es que el Capítulo se refiera a esta actuación de Jacobo de Portu, u otra posterior similar en que se llegase a un acuerdo con el referido Álvar. 65   Litterae Papales. Ut per litteras apostolicas: Urbain V, Suppliques, doc. 474. 66   BNF FL 17 717, fol. 62r. Un privilegio de Sancho IV al monasterio de Carrión en junio de 1285, dirigido al camarero y convento de San Zoilo, dice hacerse a ruego del abad de Maxac (¿Moissac o Mozac?). La presencia de este abad, uno de los dependientes de Cluny, puede deberse a algún tipo de legación de parte del abad de Cluny. No hay más noticias ni precisiones al respecto que permitan pasar del terreno de la hipótesis (SZC I, doc. 147). 67   SCG I, doc. 9 (art. 93), p. 83; doc. 11 (art. 61) p. 117.

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del abad de Cluny (1328).68 Poco después, en 1332, el prior de Budiño, don Juan, procurador del abad y convento de Cluny, consiguió que Alfonso XI le confirmase los veinte marcos de plata anuales de limosna para la abadía borgoñona, y se los situase en los diezmos del puerto de Castro Urdiales.69 Por su parte, los definidores de 1342 mandaron al camarero o al procurador del abad que apresasen al prior de Salamanca.70 Dos años después se decía que el abad de Cluny había dado en encomienda el monasterio de Santa Coloma de Burgos por manos de su procurador.71 Dicho priorato pertenecía por entonces a la mesa del abad, lo que explica esta actuación. Las noticias sobre los procuradores del abad y convento de Cluny se concentran entre los años 1328 y 1344, en medio de las referentes a los vicarios. Se refieren a asuntos relacionados con los bienes o rentas que la abadía tenía en España, bienes que aparecen diferenciados de los asignados a los monasterios hispanos (el censo o limosna, un priorato dependiente de la mesa del abad). 5.3.  La fiscalidad de la Orden Los monasterios cluniacenses debían pagar un censo anual a la abadía de Cluny en reconocimiento de la sujeción debida. Desde el siglo xiii se añadieron nuevas contribuciones, por concesión del Capítulo General o del papado, destinadas a sufragar los gastos de la Orden y a aliviar el endeudamiento de la abadía de Cluny, en parte provocado por las exigencias pontificias y regias. Entre estas nuevas contribuciones se encuentran las décimas y vigésimas, así como el derecho de despojo, regulado en los estatutos de 1301, o las annatas.72 5.3.1.  El censo Las cantidades satisfechas en concepto de censo se conocen gracias a un informe realizado en 1377 para el Capítulo General, en el que se recogieron varias listas: una fechada en 1321, otra en 1377 y dos sin año, así como testimonios sobre su cobro y otras informaciones al respecto.73 Las cifras relativas a los prioratos hispanos son las mismas en las cuatro listas, si bien la de 1321 incluye dos casas menos que las otras.74   SZC II, doc. 197.   Senra. «Alfonso XI y Cluny», p. 558. 70   Para que lo llevasen a Cluny, por haber ocupado el priorato de Pombeiro destruyéndolo (SCG III, doc. 278). 71   SCG III, doc. 285. 72   Valous. Le monachisme clunisien, II, pp. 116-123. 73   BNF, FL. 17717. 74   Las listas de los monasterios hispanos se recogen en BNF, FL. 17717, fol. 10v-11r, 23r (años 1321), 69r y 74r (año 1377). 68 69

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Los prioratos cuyos censos se recogen en 1321 eran los dependientes directamente de Cluny, por lo que no están incluidos ni Rates ni Zamora, dado que dependían de La Charité-sur-Loire y Marcigny respectivamente. Tampoco figura el priorato de Casserres que, sin embargo, sí que aparece en las otras tres listas. Hay que destacar la ausencia de Valverde, sin que consten las razones, así como la presencia individualizada de San Adrián de Vadoluengo, Burgos y San Boal. La lista de 1377 y las dos no fechadas incluyen además una casa de Palencia, que se analizará en otro apartado, al no ser un priorato. Las cantidades pagadas se cuantifican en libras, marcas de plata, maravedís o florines.75 Los prioratos de Dueñas, Carrión, Nájera y Budiño —además de Casserres— pagaban veinte libras cada uno. Los de San Román de Entrepeñas, Villaverde, Jubia, Salamanca, Vimieiro, Burgos y Ciudad Rodrigo, sendas marcas de plata, lo que equivalía a tres libras según la cuenta anterior.76 Los de Villafranca y Pombeiro entregaban dos marcas de plata (seis libras). San Adrián de Vadoluengo debía pagar cinco marcas, anotándose que había sido unido al priorato de Nájera por el Capítulo General en el año 48, es decir, 1348. Finalmente a San Boal se le asignaban doscientos maravedís, valorados en ocho florines de Florencia. La diferente unidad de cuenta utilizada puede responder a que la cantidad se estableciese en distintos momentos. Es probable que los pagos en marcas de plata sean los más antiguos, tal vez con la excepción de San Adrián de Vadoluengo. Las cantidades fijadas en libras habrían sido establecidas posteriormente. Llama la atención que los prioratos que debían pagar en libras coincidan con los incluidos en una «lista de abadías y prioratos de la Orden de Cluny con el número de monjes en época antigua», incluida en el mismo manuscrito.77 Allí se asignaban veinticinco monjes a los prioratos de Nájera y Carrión, doce a Dueñas, ocho a Budiño y catorce a Casserres; posteriormente se interlineó Villafranca sin precisar el número de monjes. Esta lista 75   El maravedí se utiliza en una sola ocasión, dando su equivalente en florines de Florencia, con un valor de 25 maravedís por florín. La marca de plata se dice que vale 60 sueldos (aunque en dos ocasiones se hace equivaler a 60 libras, considero que por error) o tres libras. Ello daría la siguiente equivalencia: 1 marca de plata = 3 libras = 60 sueldos. Dicha equivalencia no se corresponde con los valores dados para la libra tournois por Levasseur, Émile. Les prix. Aperçu de l’histoire économique de la valeur et du revenu de la terre en France, du commencement du xiii e siècle à la fin du xviii e, Paris, Chamerot et Renouard, 1893, p. 57. Este autor otorga al marco de plata un valor medio de 2 libras y 14 sueldos para los años 12261290; de 3 libras y 8 sueldos para los años 1291-1300; de 4 libras para los años 1301-1320; de 4 libras y 8 sueldos para los años 1321-1350; de 7 libras y 8 sueldos para 1351-1360 y de 6 libras para 1361-1389. Ello modificaría su apreciación en maravedís. 76   El marco de plata equivalía a 15 maravedís en 1268, a 120 maravedís en 1334 y a 190 maravedís en 1351 (es decir, 63,3 reales en ese año): Ladero. «Monedas y políticas monetarias», p. 156. 77   BNF, FL 17 717, fol. 81v.

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carece de fecha, aunque el número de monjes asignado podría corresponder al tercer cuarto del siglo xiii, si es que fue real en algún momento concreto. Un tercer momento en la fijación de estas cantidades estaría representado por el censo de San Boal, tasado en maravedís, que podría corresponder a su consideración como priorato independiente de Dueñas desde fines del siglo xiii o inicios del xiv.78 Por último, la asignación de cinco marcas a San Adrián de Vadoluengo puede estar ligada a su unión a la mesa del abad y a Santa María de Nájera a mediados del siglo xiv. Las cantidades pagadas por cada monasterio no tienen una relación directa con su importancia, el número de monjes o sus rentas. Ciertamente Nájera y Carrión, los dos prioratos más grandes, pagaban veinte libras, la cantidad más elevada; sin embargo, también la pagaban Dueñas y Budiño, que en el siglo xiv contaban con muchos menos monjes y bienes. Su peso económico debía ser más próximo al de Villafranca, Pombeiro o Jubia, tasados con dos marcas o una en el último caso. Los doscientos maravedís pagados por San Boal eran una cantidad próxima a las dos marcas pagadas por Pombeiro o Villafranca, a pesar de ser un priorato de tamaño reducido, similar al de Burgos o Ciudad Rodrigo, que pagaban la mitad. Resulta desproporcionada la cantidad de cinco marcas exigida a San Adrián de Vadoluengo, es decir, tres cuartas partes de lo pedido a Nájera. Todo ello indica que la cantidad dependía de antiguas tradiciones, pero hubo innovaciones que pudieron aumentar el censo a los prioratos de mayor tamaño a mediados del siglo xiii (sería el caso de los tasados en libras), a aquellos que se separaron de su antigua casa madre en fecha tardía (San Boal) o a los que fueron unidos a la mesa del abad (San Adrián de Vadoluengo). En conjunto la aportación de los prioratos de la provincia de España a las finanzas de la Orden era muy reducida, menos del dos por ciento en 1321, según las cuentas realizadas por Virey —necesitadas de una revisión—, que muestran que la provincia de Francia era la que aportaba tres cuartas partes de los ingresos de la abadía, seguida muy por detrás por las de Poitou, Lyon e Inglaterra.79 La de España ocupaba una posición intermedia baja, junto con 78   A San Boal se le asignan doscientos maravedís, valorados en ocho florines, es decir, a veinticinco maravedís el florín. Esta estimación ha de ser anterior a 1338, cuando el florín se valoraba ya en veintiocho maravedís, según las cuentas de Carrión. 79   Entre el cinco y siete por ciento cada una: Virey, J. «Note sur un manuscrit du xive siècle sur parchemin provenant de l’abbaye de Cluny», en Millénaire de Cluny, Congrés d’histoire et d’archéologie tenu à Cluny les 10-12 septembre 1910, Paris, P. Lethielleux, 1910, I, pp. 264290, vid. pp. 268-269. Virey, a partir de un manuscrito conservado en la Académie de Mâcon, adjudica a la provincia de España 201 libras, 6 sueldos y 8 dineros, mientras que del manuscrito Bibliothéque Nationale de France se desprende el pago de 128 libras y 200 maravedís. No he podido consultar el manuscrito de Mâcon, pero en ambos casos, el número de casas es de 15, y las monedas utilizadas las mismas, por lo que parece la misma lista. La diferencia resulta de la equivalencia dada a la marca de plata en San Román y Villaverde, que ambos manuscritos hacen equivaler a 60 libras en lugar de 60 sueldos, lo que he corregido al hacer mi suma.

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Vasconia o Auvernia, pero claramente por delante de Alemania, Provenza o Lombardía, que no alcanzaban el uno por ciento. Ello no es solo un indicio de la menor riqueza de sus monasterios, sino también del menor control de la abadía de Cluny sobre los mismos. Los problemas para el cobro de los censos fueron numerosos y los atrasos se acumularon; los visitadores y definidores se refirieron una y otra vez a tales impagos. Hubo priores que se negaron abiertamente a pagar el censo o simplemente no lo hicieron;80 otros, como el de Nájera en 1313, alegaron que no tenían con qué.81 Este fue uno de los motivos esgrimidos para arrendar algunos prioratos.82 El arrendamiento de un priorato fue una ocasión aprovechada por los abades y sus representantes para aumentar los ingresos de Cluny.83 Sin embargo, los arrendamientos de prioratos no pusieron fin a los impagos, sino que los agravaron, pues los caballeros u obispos que los tenían no querían pagar los censos o lo hacían mal, considerando que bastaba con la renta o cantidad ya entregada.84 El camarero de España era el encargado de recoger estos censos, como consta en el nombramiento realizado por el abad de Cluny en 1364 o en la declaración del prior de Pombeiro en 1377, quien había visto pagar a los priores tales censos al camarero diputado por el abad en la provincia.85 El camarero podía delegar en algún monje de la provincia.86 Con todo, el limosnero del monasterio de San Andrés, en la diócesis de Aviñón, declaró que el 80   Como el de Burgos en 1308 (SCG II, doc. 185) o los de San Román de Entrepeñas y Jubia en 1313 (SCG II, doc. 202). En 1332 fueron sentenciados los de Jubia, Entrepeñas, Vimieiro, Budiño, Dueñas y Villafranca por no acudir al Capítulo General y no pagar los «marcos» como debían (SCG III, doc. 250). 81   SCG II, doc. 202. 82   Así, San Vicente lo fue a un burgués de Salamanca que se comprometió a pagar el censo de los cuatro años pasados, que ascendía a seis marcas de plata, lo que supone una marca y media anual (SCG I, doc. 117), media más de lo recogido en el manuscrito del siglo xiv. Algo similar sucedía en Jubia, pues el clérigo que deseaba arrendar dicha casa prometía pagar la pensión debida de antiguo íntegramente (SCG I, doc. 118). 83   El censo de Vimieiro estaba tasado en una marca de plata en 1321, pero cuando se arrendó la casa al tesorero de Braga (1254), este se comprometió a pagar como censo anual por la fiesta de San Juan Bautista dos marcas esterlinas (Bernard-Bruel, Recueil des chartes de l’abbaye de Cluny, VI, doc. 4965). Si bien dos décadas después, el deán de Braga se comprometía simplemente al pago de una marca de plata, que entregaría al prior de Budiño, como censo anual (Marrier, Bibliotheca, col. 1531-1532). 84   El caballero que había arrendado Dueñas no quería pagar el censo en 1308 y 1310 (SCG II, doc. 185, 191). El obispo de Tuy, tras arrendar Budiño, pagaba el censo debido de seiscientos maravedís, pero en mala moneda, lo que reducía la cantidad percibida (1313) debido a la devaluación (SCG II, doc. 202). El escudero que tenía Villaverde de un cardenal tampoco pagaba los censos en 1310 (SCG II, doc. 191). 85   SMN III, doc. 315. BNF FL 17 717, fol. 62v. 86   Don Toribio González, limosnero de San Zoilo de Carrión, declaró ese mismo año que había llevado y recibido para el abad de Cluny tales sumas desde hacía diecisiete años, es decir, desde 1360 (BNF FL 17 717, fol. 62v).

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año 1376 había sido él quien, como vicario del abad, recaudó tales censos, si bien no lo habían pagado siete priores, lo que muestra la escasa eficacia de quien no residía en la provincia.87 Los prioratos que no dependían directamente de Cluny sino de otro priorato, como Zamora, debían pagar el censo a su respectiva casa madre. Ello facilitó el impago: en 1268 el prior de Zamora debía a Marcigny trescientos maravedís, valorados en ciento cincuenta libras de Vienne, lo que probablemente correspondía al censo de varios años; situación que se repitió en 1295 y 1327.88 5.3.2.  Décimas, vigésimas y otros tributos extraordinarios Los papas concedieron a Cluny desde el siglo xiii el derecho a cobrar la décima o vigésima parte de las rentas de sus monasterios dependientes con el fin de aliviar sus finanzas y contribuir a sostener los gastos de la Orden.89 Los problemas para cobrarlas fueron numerosos, a pesar de la presión pontificia y la actuación de los camareros. Hay noticias sobre la negativa a pagar la vigésima por los arrendadores de las casas de Dueñas y Villaverde (1310),90 quienes sin duda consideraban que tal imposición extraordinaria no formaba parte de sus obligaciones, dado que ya pagaban la renta y censos, cuando lo hacían. Se trata sin duda de las cinco vigésimas concedidas entre 1308 y 1309, que debieron levantar la oposición tanto de los arrendadores como de los priores. El visitador de 1313 87   No pagaron los priores de Budiño, Jubia, Salamanca, Vimieiro, Ciudad Rodrigo, San Boal y Carrión, ni la casa de Palencia (BNF FL 17 717, fol. 62r. Declaración de don Guillermo de Fabrigoli). 88   SCG I, doc. 68. En la visita del priorato de Marcigny de 1295 se dice que hacía tres años que no se pagaban los censos debidos en Inglaterra y España, siendo Zamora la única casa que en España dependía de ese priorato (SCG II, doc. 147, p. 82). De nuevo en 1327 el prior de Marcigny se quejaba de que no percibía las rentas de España e Inglaterra, lo que, junto con otras enajenaciones, justificaría su mal estado económico (SCG III, doc. 238, p. 47). 89   Así en 1290 le concedió una vigésima que se recaudaría en el plazo de seis años; en 1297 una nueva décima que se sumaba a las anatas concedidas en 1296. Por su parte, en 1303 el Capítulo General mandó recaudar una vigésima en dos veces durante los dos años siguientes, otra más en 1308 y cuatro en 1309 (Valous. Le monachisme clunisien, II, pp. 120-121). En 1329 hubo una nueva contribución para los procuradores de la Corte de Roma y del Rey, pagada según el procedimiento de tasación decimal, asignando a cada priorato una cantidad en función de sus ingresos, agrupándolos en tres tramos. En 1336 Benedicto XII concedió nuevos subsidios para la reforma de la Orden, de nuevo calculados según una tasación decimal, diferente de la anterior. El Capítulo impuso una nueva tasación decimal en 1339 para subvenir los gastos de enviar procuradores a la curia por el asunto de la reforma. En 1348 se demandó una quincuagésima; en 1359 una vigésima; dos más en 1370 para los gastos de la Cámara Apostólica (Riche. L’Ordre de Cluny, pp. 496-498). 90   SCG II, doc. 191.

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se refería a cómo el prior de Jubia no le había dado cuenta de los censos, vigésimas ni otros derechos del abad; el prior de Nájera alegaba no tener de donde pagar; el de Villafranca se quejaba de que el camarero había obtenido de su antecesor dos mil maravedís, arruinando la casa, mientras que el de Vimieiro decía que le había endeudado en trescientas libras portuguesas. Estas noticias pueden estar relacionadas con el cobro de estas vigésimas, al igual que de mil quinientos maravedís al prior de Jubia, cantidad con la que este último consideraba que había arrendado el priorato.91 Las dificultades para pagar estos y otros derechos del abad fueron alegadas por el prior de San Zoilo para hacer un arrendamiento a largo plazo (1325).92 El impago de décimas y vigésimas reaparece en 1344, en referencia a Zamora,93 tras las imposiciones de 1336 y 1339. El cobro de la anata, los ingresos del primer año del beneficio, fue concedido a los abades de Cluny en 1296 por el papa Bonifacio VIII por seis años.94 Solo se conserva una referencia a su pago, y no es segura.95 Por otra parte, los estatutos de 1301 habían adjudicado al abad los bienes muebles de los priores y monjes difuntos, lo que se suele conocer como ius spolii.96 En España no hay noticias sobre su cobro antes de 1387, lo que no supone que no se percibiesen.97 5.3.3.  Los bienes de la mesa del abad La lista de los censos de la provincia de España que cobraba Cluny en 1377 incluía una casa en la ciudad de Palencia, ausente en el registro de 1321, sujeta al pago de doce sueldos.98 La cantidad era mucho más reducida que las otras demandas, pues solo supone la quinta parte de una marca de plata. Por otra parte, aunque el término domus se utiliza para designar a los prioratos, no hay ninguna noticia de la existencia de un priorato cluniacense en la ciudad de Palencia. Lo más probable es que aquí domus signifique simplemente dominio o centro de explotación señorial.   SCG II, doc. 202.   SZC II, doc. 193. 93   SCG III, doc. 285. 94   Valous. Le monachisme clunisien, II, p. 121. Riche. L’Ordre de Cluny, p. 496. 95   El caballero que había arrendado Valverde se negaba a pagar nada en 1305, completa annata (SCG II, doc. 179). Sin descartar que se trate de este tributo, pagado por los priores, tal vez se refiera simplemente al pago de la renta anual fijada en el contrato, y la negativa a pagar censos, vigésimas, etc. 96   SCG I, doc. 9 (art. 1, 123), pp. 70, 91-92. Valous. Le monachisme clunisien, II, pp. 119-120. 97   SCG IV, doc. 359. 98   BNF FL 17717, fol. 11r. 91 92

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El único bien que un priorato cluniacense tuvo en la ciudad de Palencia, al menos documentado, fue la casa y viñas que el prior de San Isidro de Dueñas obtuvo en una permuta a cambio del lugar de Hontoria (1345-1346).99 La permuta fue autorizada por el camarero de España, que envío un comisario para asegurarse de que el trueque resultaba beneficioso para el monasterio. Este era el procedimiento establecido por el Capítulo General, pero es la única vez que figura documentado. Por todo ello lo más probable es que la casa de Palencia que figura en el manuscrito cluniacense sea precisamente esta. La fecha de adquisición explicaría que no figure en la lista de 1321 y sí en la de 1377. Las referidas listas incluyen una nota a propósito de San Adrián de Vadoluengo. Se dice que esa casa fue unida a Santa María de Nájera por el Capítulo General en 1348. Esta unión suponía que el monasterio se responsabilizaba de pagar las cinco marcas de plata que debía San Adrián a Cluny, una cantidad muy elevada con respecto a su importancia. La unión parece más un arrendamiento perpetuo de este priorato al de Nájera que una reorganización de los dominios para potenciar al monasterio riojano. El catálogo de monasterios cluniacenses recogido por Marrier señala que San Adrián era una decanía perteneciente a la mesa del abad.100 Las definiciones del Capítulo General se refieren en 1344 al priorato de Santa Coloma de Burgos como perteneciente a la mesa del abad de Cluny. Precisamente un procurador del abad había dado en encomienda dicha casa a un tal Nicolao Petri, quien a su vez había puesto allí a un monje llamado Juan de Tanc. Los visitadores y definidores cuestionaron la actuación de este último por arrendar las heredades de la casa a un laico y por entregarla a un cardenal para que el abad de Cluny no se la quitase. Temían que se perdiese la casa si no era recuperada por la mesa del abad con rapidez.101 Otra noticia interesante a este respecto se encuentra en las cuentas de San Zoilo de Carrión de 1338. Entre las heredades de la mesa del prior que estaban empeñadas se encontraba la de Villamez, que el abad de Cluny había dado de por vida a un alcalde de Carrión, hacía ya quince años.102 Todas estas noticias muestran cómo el abad de Cluny, entre 1323 y 1348, por motivos que no se explican, fue apropiándose de distintas heredades de los prioratos hispanos, e incluso de dos pequeños prioratos (Burgos, San Adrián de Vadoluengo), aplicando sus rentas directamente a su mesa. En algunos casos puede tratarse de una forma de satisfacer los atrasos de censos, décimas y vigésimas, o de sustituirlos (el arrendamiento de Villamez, la   SID doc. 128-129.   Marrier. Bibliotheca, col. 1747. Así consta en las definiciones de 1392 (SCG IV, doc. 364). 101   SCG III, doc. 285. 102   La heredad solía rentar cuarenta y dos cargas de trigo (SZC II, doc. 215).  99 100

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casa de Palencia). En otros, cuando se une un priorato a la mesa del abad, se trataría de aumentar las rentas de la mesa abacial para sufragar el elevado déficit de Cluny, a costa de transformar un pequeño priorato en decanía, donde quedaba un monje como administrador del abad. 5.4.  La visita y los visitadores La visita se convirtió a lo largo del siglo xiii en uno de los principales instrumentos de control de los prioratos. No obstante siguió despertando tensiones dentro de la Orden de Cluny, por cuanto los papas postulaban a los cistercienses como modelo y no tenían en cuenta la peculiaridad de Cluny, que otorgaba a su abad un papel dominante. Los años finales del siglo xiii y en especial los primeros del siglo xiv fueron fundamentales para la regulación del mecanismo de la visita, como ha puesto de relieve Oberste.103 Los estatutos de 1301 y 1314 recogen una larga lista de cuestiones que los visitadores debían averiguar, tanto sobre el estado temporal del monasterio (desde sus edificios hasta la administración, con especial atención a deudas y enajenaciones) y espiritual (desde la liturgia al respeto de la regla y costumbres cluniacenses).104 Los estatutos de 1301 mandaban en primer lugar averiguar si había alguna persona acusada de algún crimen y cuál era la relación entre los monjes.105 Por su parte, los de 1314 insistían en que se averiguase si los abades, priores y administradores ejercían bien su función.106 Tanto los de 1301 como los de 1314 reconocían que el abad no podía visitar personalmente las provincias remotas, en especial las de Inglaterra, España, Lombardía y Alemania, por lo que sancionaban el poder de los visitadores para reformar y corregir lo necesario en tales lugares, amenazando a los desobedientes con la excomunión.107   Oberste. Visitation und Ordensorganisation, pp. 296-309.   SCG I, doc. 9 (art. 101), pp. 86-87; doc. 11 (art. 43-45), pp. 110-112. 105   De officio vero visitatorum hujusmodi ordinamus per modum inferius annotatum, videlicet quod dicti visitatores diligenter et sollicite se habeant in visitationis officio exercendo, et sine personarum acceptione, contra omnes majores, mediocres et minores inquirant. Petentes ante omnia an sit in locis que visitant persone aliquo crimine diffamate, de quibus sit murmur, scandalum seu diffamatio in locis ubi morantur, et an rancor vel odium inter eos evidenter existat, vel inter aliquos ex eisdem [SCG I, doc. 9 (art. 101), p. 86]. 106   Item, ordinamus et precipimus ut visitatores de bona administratione et fama abbatum, priorum et administratorum, monachorumque nostri Ordinis, sicut de mala administratione, infamia, defectibus et criminibus diligentius inquirendo, seipsos plenius informantes, promptiori affectu bonitatem administrationis et fame dictarum personarum in sua visitatione referant, ut in odore bone administrationis et fame ipsarum personarum, potius quam in earum infamia delectemur [SCG I, doc. 11 (art. 47), p. 112]. 107   Et quia ad camerarias seu provincias Anglie, Hyspanie, Lumbardie, Alemanie, et alias consimiles remotas a Cluniaco et distantes, Abbates Cluniacenses nequeunt sepe pro 103 104

LA PROVINCIA DE ESPAÑA Y CLUNY

279

Valous señala que de cada visita había tres redacciones. Una detallada de la que se dejaba copia en el monasterio, un resumen para el Capítulo General y el sumario hecho por el Capítulo General con las decisiones tomadas.108 La única visita detallada que se conserva de España en estos años se refiere al priorato de Casserres (1277).109 Sí que se cuenta con cuatro resúmenes realizados para el Capítulo General, correspondientes a los años 1285, 1292, 1313 y 1336.110 El tercer tipo de sumario del que habla Valous son las llamadas definiciones particulares, que se refieren a lo averiguado en la visita, pero sobre todo recogen las medidas tomadas por los definidores para subsanar los defectos denunciados en la misma. Se conservan definiciones relativas a España desde 1259, con más frecuencia que las visitas, pero no de todos los años. 5.4.1.  Los visitadores Cada año el Capítulo General designaba dos monjes de la Orden por provincia que debían realizar la visita del año siguiente. Debían ser monjes profesos que jurasen cumplir adecuadamente su cometido,111 siendo por lo general priores. Hay noticia de los nombrados para España desde 1260, aunque algunos años no se designaron o bien no se han conservado las actas. Se tiene información de dos terceras partes de los años analizados, lo que ofrece un panorama muy significativo. Pueden distinguirse dos grandes etapas, con los años 1296-1297 como eje. La primera etapa, entre 1260 y 1296 se caracteriza por la presencia de numerosos priores de otras provincias y monjes de la abadía de Cluny entre los visitadores. Entre los cincuenta y dos visitadores que fueron nombrados o actuaron como tales, aparecen treinta y tres de otras provincias, un porcentaje visitando personaliter accedere, ut deceret et locis hujusmodi expediret, propter quod decet et expedit, ut per dictos Abbates ad dicta loca quandocumque visitatores generales mittantur pro domibus Ordinis in illis partibus visitandis; ordinamus et precipimus districtius et districte ut omnes et singuli de dicto Ordine Cluniacensi in dictis partibus existentes, nobis mediate aut immediate subjecti, hujusmodi visitatoribus in visitationis officio pareant et intendant, eorumque reformationem et correptionem recipiant patienter. Qui vero talibus inobediens extiterit, si est beneficiatus, beneficium amittat; si non, excommunicationi subjaceat ipso facto [SCG I, doc. 9 (art. 105), p. 88]. De forma similar en los estatutos de 1314: SCG I, doc. 11 (art. 52), p. 114. 108   Valous. Le monachisme clunisien, II, pp. 105-106. 109   SCG I, doc. 93. 110   SCG I, doc. 117; II, doc. 141, 202; III, doc. 259. 111   En 1327 los definidores renuncian a realizar definiciones porque los visitadores designados el año anterior no habían hecho la visita, sino que la hicieron dos monjes no jurados, uno de los cuales ni siquiera era profeso (SCG III, doc. 238, p. 57).

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Cuadro 5. Visitadores de la provincia de España Año

1260* 1261 1264 1265* 1266* 1268* 1269 1272* 1273 1274* 1275 1276 1280 1282 1283 1284 1285 1286 1287 1288 1290 1291 1292 1293 1294 1295 1296 1297 1300 1301 1303 1305 1308 1311 1313 1314

Nº♠

51 53 60 64 66 70# 70 77 81# 81 84 89# 89 101 110 111 117/118# 118 121 122 124 132 135 137 141# 142 145 149# 149 150# 150 153 161 166 172 179 185 195 200/202# 203

Carennac (Vasconia) Martinus, dominus in ordine Camarero de Hispania Martinus, dominus in ordine Camarero de Vasconia Camarero de Vasconia Camarero de Hispania

Visitadores

Carennac (Vasconia) Camarero Domnus Eustorgius St-Orens de Auch (Vasconia) Camarero de Hispania Nadres (¿Nájera?) Nájera Rigny (Lyon) Camarero Saint-Révérien (Francia) Sancto Christoforo Carennac (Vasconia) Dueñas Joannes, dominus de ordine magister Reymundus de Baynia Marsat (Auvernia) Camarero Villafranca Carrión Camarero Morlaas (Vasconia) arcediano de Cluny no se nombran visitadores Carrión Nájera Carrión Budiño Camarero Camarero Camarero S. Víctor de Nevers (Francia) (dejado en blanco por el copista)

Camarero de Vasconia S. Víctor de Nevers (Francia)

Mezin (Vasconia) Mezin (Vasconia) Villaverde Budiño Nájera (¿Camarero de Vasconia?) Deán de Sauxillanges (Auvernia) St-Léger de Tarbes (Vasconia) Salamanca Sancto Christoforo♣ Chandieu (Lyon) Morlaas (Vasconia) Sancto Joanne de Vassellis♦ Morlaas (Vasconia) Rozier (Auvernia) Bort (Auvernia) Rochefort (Auvernia) Dueñas Pombeiro Entrepeñas quem secum assumpserit Rozier (Auvernia)

Dueñas Pombeiro Rates Rates Ciudad Rodrigo Rates Nazaa (¿Nájera?)

LA PROVINCIA DE ESPAÑA Y CLUNY

Cuadro 5. Visitadores de la provincia de España (continuación) Año

1315

1316

1317

1321

1322

1324

1325

1326

1327

1328

1329

1331

1332

1334

1335 1336 1337

Nº♠

205

208

212

220

Camarero

Salamanca

Dueñas

Entrepeñas

Dueñas

Nájera

232

Carrión

236

238

239

Camarero Hispania

Ciudad Rodrigo

Villafranca

Que los nombre el abad

Villaverde

263

Salamanca

Entrepeñas

256 258/259# 265

Zamora Budiño

Pombeiro

Villaverde

1343

281

Carrión

1345

292

Carrión

1349

305

Carrión

323

Nájera

271

278

285

299

1352

318

1357

325

1358

1359

1360

1361

1365

330

334

Morlaas (Vasconia) Villafranca San Boal San Boal

Pombeiro Pombeiro

Budiño

Entrepeñas

Nájera

Budiño

Nájera

Carrión

Villafranca

No figura esta provincia

No figura esta provincia

Carrión

Dueñas

Villafranca Villaverde Villaverde

cum uno socio per eum eligendo

Rates

Carrión

Rates

337

Nájera

Valverde

339

Carrión

341

Carrión

336

338

1368

340

1369

Ciudad Rodrigo

Budiño

335

1366

1367

Valverde

Nájera

275

1356

Santa Coloma

250

1341

1347

Castelsarrasin (Vasconia)

Peyrusse-Grande (Vasconia)

Pombeiro

Rates

1344

Ciudad Rodrigo

Morlaas (Vasconia)

269

1342

Vimieiro

241

248

1339

1340

Nájera

Villaverde

223

228

Visitadores

Carrión

Rates

Carrión

Rates

Carrión

Rates

Rates Rates

281

282

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Cuadro 5. Visitadores de la provincia de España (continuación) Año 1370

1371

Nº♠ 342

San Boal

1373

343

344

San Boal

1370

342

Villafranca

1371

343

San Boal

344

Villafranca

1374

345

Carrión

1375

1377

1378

1379

346

347

348

349

350

Visitadores Villaverde

Villaverde Galicia y Portugal

Villafranca

1373

1376

Castilla

Villaverde Pombeiro

Pombeiro España

Carrión

Uporis (¿Pombeiro?) Villaverde Villaverde

Carrión

Villaverde

Nájera

Zamora

Nájera

Nájera

Zamora

Zamora

♠ El número corresponde a la edición de Charvin. Salvo que se indique lo contrario, se trata de priores. Entre paréntesis figura la provincia en que se sitúa el priorato en caso de no ser la de España. Se ha seguido aquí la clasificación dada por Valous. Le monachisme clunisien, II, pp. 179-270.

* Junto con la provincia de Vasconia. # Visita ya realizada. En principio se trata de los visitadores designados el año anterior, aunque no siempre coincidan. He asignado estos visitadores al año en que deberían haber sido nombrados y realizado la visita, aunque la noticia provenga del año siguiente. Charvin identifica este lugar con San Cristóbal de Leyre, en Navarra (SCG I, p. 416); sin embargo, no es posible, pues se trata de un monasterio de monjas que tuvo una relación puntual con Cluny a fines del siglo xiv, no en estos momentos. Puede que se trate de SaintChristophe-en-Halate, un priorato de la provincia de Francia dependiente de La Charité-surLoire (Valous. Le monachisme clunisien, II, p. 204) o de otro bajo esta advocación. ♣

♦ Robert. «État des monastères espagnols», p. 346 apunta que puede tratarse de St-Jeande-Valensolles, en la provincia de Provenza, hipótesis que sigue Charvin (SCG I, p. 440). Es probable que haya un error en la transcripción del nombre, por lo que no es posible asegurar nada. A ello se une el problema de identificar el otro prior designado, de Santo Christoforo, como se indica en la nota anterior. En este último caso Charvin se inclina por St-Christophe de Castillon-du-Gard (Nîmes), también en la provincia de Provenza.

LA PROVINCIA DE ESPAÑA Y CLUNY

283

muy elevado en comparación con otras provincias cluniacenses, como ha puesto de relieve Oberste.112 En seis o siete ocasiones ello está condicionado porque se nombraron los mismos visitadores para las provincias de Vasconia y España (1260, 1265, 1266, 1269, 1272, tal vez 1273, 1274), pero la práctica continuó cuando se nombraron por separado. En total, en catorce años solo figuran priores o monjes de otras provincias, en seis lo fue al menos uno de los dos visitadores, y solo en ocho no hubo ninguno. Estos visitadores ultrapirenaicos procedían sobre todo de la provincia de Vasconia (catorce), seguidos de la de Auvernia (seis) y el propio monasterio de Cluny (cinco o seis), puntualmente aparecen de otras provincias como Lyon (dos), Francia (dos) y tal vez Provenza (dos o tres). Vasconia era la única provincia contigua a la de España, mientras que Auvernia era la siguiente en proximidad. Los priores designados de la provincia de Francia procedían de monasterios de su zona más meridional, la más próxima a Cluny y a España. Hay que llamar la atención sobre el hecho de que los visitadores procedentes de Vasconia fuesen especialmente numerosos hasta 1275 —cuando ambas provincias se visitaron a menudo conjuntamente—, mientras que los de Auvernia lo fueron entre 1288 y 1295. Los dos visitadores de la camarería de Lyon fueron nombrados el mismo año (1283). Una segunda característica de este período es el destacado papel jugado por los camareros de España. Se les encargó la visita en seis ocasiones. Habría que sumar a ellas otras cinco veces en que se designó al prior de Nájera o al de Carrión.113 Los otros siete visitadores fueron priores de monasterios hispanos de diversa importancia.114 Algunos de estos priores eran de hecho monjes franceses que habían sido nombrados priores de un monasterio hispano, como Pedro Flachardi de Belna, que lo era de Dueñas en 1292, y lo mismo sucedía con los priores de San Zoilo de Carrión, por lo que el porcentaje de monjes hispanos que actuaron como visitadores fue bastante reducido. Los estatutos mandaban que los visitadores fuesen dos; sin embargo, en seis ocasiones se designó solo a uno: el camarero o el arcediano de Cluny.115 Ello podía producir alguna irregularidad, como que en el año 1285 la visita fuese realizada solo por el camarero. Otro problema derivaba del nombramiento de priores de otras provincias, que varios años no realizaron la visita (1287, 1290, 1296) o lo hicieron de forma imperfecta (1286). El nombra  Oberste. Visitation und Ordensorganisation, pp. 310-323, en especial pp. 316-317.   Al camarero en 1264, 1269, 1273, 1276, 1285, 1292. Al prior de Nájera en 1272, 1273, 1280, 1282; al de Carrión en 1294. En el caso de Juan de Vargas, prior de Nájera, las fechas del inicio y fin de su mandato no son seguras, así como tampoco si fue camarero todos los años. Sí lo era el prior de Carrión en 1294. 114   Dueñas (1288, 1292), Villaverde (1269), Budiño (1272), Salamanca (1280), Pombeiro (1292), Entrepeñas (1293) y Villafranca (1293). 115   Al camarero en 1264, 1269, 1276, 1285, 1294, mandando este último año que tomase alguien que le acompañase, y al arcediano de Cluny en 1296. 112 113

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miento de un prior de la provincia no aseguraba que se realizase, pues en 1295 los definidores acusaron al camarero de no haber realizado la visita, ni haberse excusado debidamente. La solución adoptada en 1296 fue enviar al arcediano de Cluny a España, quien no pudo regresar a tiempo al Capítulo General, pero envió una carta al prior claustral de Cluny relatando el estado de los monasterios de la provincia. Ese año ni siquiera se nombraron visitadores para España. Los problemas antes señalados tal vez motivaron un cambio de política, que llevó a designar en adelante a priores de la provincia, que podían realizar su función más fácilmente y con menor gasto. A partir de 1297 la presencia de monjes de otras provincias se limita a cuatro años (1313, 1325, 1329, 1334). En 1313 y 1329 coincide con denuncias de la labor realizada por el camarero,116 por lo que ha de interpretarse como un intento por controlar su gestión y obtener noticias verídicas. Esta desconfianza hacia los informes de los visitadores se muestra de nuevo en 1347, cuando los definidores constataban que los de ese año habían contado muchas cosas buenas, por lo que mandaban a los del próximo que averiguasen la verdad con diligencia.117 El nombramiento de priores de la provincia no terminó con el problema de las visitas no realizadas, en especial durante los años de las guerras civiles.118 El predominio incontestable de los priores de la provincia caracteriza la etapa posterior a 1297. Con todo, pueden diferenciarse hasta siete fases con algunas peculiaridades propias. La primera se extiende entre 1297 y 1315 y se caracteriza por el destacado papel jugado por los camareros. En seis de los diez años en que hay noticias fueron designados como visitadores.119 Otra peculiaridad de estos años fue la designación de un visitador propio para Casserres en 1303. Los cambios con respecto al siglo xiii no fueron tan grandes como a primera vista puede parecer, pues los camareros eran priores de origen francés, al igual que los priores de Nájera y, probablemente uno de los de Dueñas. Ello supone que más de la mitad de los visitadores eran de origen francés, aunque solo uno fuese prior de otra provincia. Incluso este 116   SCG II, doc. 195. Archives Départamentales de Saône-et-Loire, Mâcon, Supplément Cluny 11, document H. 117   SCG III, doc. 299 (año 1347). 118   Así no se realizaron o no se enviaron los informes de las de los años 1298, 1316, 1321, 1322, 1325, 1327, 1328 y 1335. A ellos hay que sumar el año 1329, cuando los definidores del año precedente habían encargado al abad que los designase, lo que supuso que finalmente no se hiciese. Tampoco fueron designados visitadores en 1357 y 1358; eran años de turbulencias políticas, tras la prisión de Juan II de Francia en la batalla de Poitiers, la excomunión de Pedro I de Castilla por el cardenal legado y el entredicho sobre el reino (Díaz Martín. Pedro I, p. 192). 119   Le siguen en importancia los priores de Nájera y Rates, con tres nombramientos cada uno. Otros cuatro priores de la provincia aparecen una vez (Dueñas, Pombeiro, Budiño, Ciudad Rodrigo) y cierra la lista el prior de San Víctor de Nevers, que realizó la visita de 1313 en solitario.

LA PROVINCIA DE ESPAÑA Y CLUNY

285

último declaró en el relato de su visita que los monjes de Villafranca eran sus amigos y conocidos,120 probablemente porque habría sido monje allí o en otro priorato hispano algún tiempo. Una segunda fase (1316-1336) se caracteriza por una elevada dispersión del oficio de visitador entre los priores de los monasterios de la provincia, de forma que ninguno lo fue más de dos veces en los trece años de que hay noticia.121 Hubo en cuatro ocasiones priores de la provincia de Vasconia.122 También destaca la designación en 1331 de Juan, prior de Budiño, por entonces procurador del abad y prior de Cluny. La multiplicación del número de visitadores y, por tanto, del de informadores, pudo ser una táctica de los definidores con el fin de conocer mejor la realidad de la provincia; este mismo propósito tendría la designación en 1329 de dos priores ajenos a la misma. Sin embargo, no se conservan definiciones particulares relativas a los prioratos de España entre 1318 y 1335, lo que demuestra que la información no llegó a Cluny fuese quien fuese el visitador. Es posible que hubiese tales definiciones en alguno de los años en que faltan las actas del Capítulo General, pero el panorama es desolador. La detallada visita de 1335 rompió ese silencio. Una tercera fase comprende los años de la reforma de Benedicto XII, desde el primer nombramiento tras la promulgación de su bula de reforma hasta su muerte (1337-1342). Esta fase se individualiza por la designación cada año de un prior de Galicia (Pombeiro, Rates, Budiño) y otro de Castilla (San Boal, Ciudad Rodrigo, Villaverde, Entrepeñas). La presencia del prior de Pombeiro en tres ocasiones contrasta con la ausencia de los tres grandes prioratos: Carrión, Nájera y Villafranca. De la cuarta fase (1343-1356) solo hay noticias para siete años. Los priores de Carrión y Nájera retomaron su protagonismo, pues uno u otro aparecen en seis de ellos, alternándose.123 En 1356 se dejó a la discreción del prior de Nájera la elección de un «socio» que le acompañase. Como en ocasiones anteriores la presencia de priores de origen francés es importante, pues lo fueron al menos la mitad de los designados, casi todos de los que se conoce el nombre con mayor o menor seguridad.   SCG II, doc. 202.   Los de Carrión, Nájera, Dueñas, Budiño, Ciudad Rodrigo, Villaverde, Salamanca, Entrepeñas y Villafranca aparecen designados en dos ocasiones. Mientras que los de Pombeiro, Vimieiro, Burgos, Valverde, Zamora aparecen en una. Nada menos que catorce prioratos diferentes. Tan solo faltan Jubia, San Boal y Rates. 122   Fueron los de Sainte-Foi de Morlaas —dos veces—, Castelsarrasin y Peyrusse-Grande. No fueron estos los únicos priores de origen francés, pues entre los que regían por entonces prioratos hispanos se encontraban el camarero Juan de Dosa, el prior de Nájera Luis, el de Ciudad Rodrigo Gui, el de Entrepeñas Esteban de La Garda o el de Villafranca Juan de Bastida. 123   Al menos en la mitad de esas ocasiones desempeñaban el oficio de camarero. Les acompañaron los priores de Villafranca y Villaverde en dos ocasiones, y de Dueñas y Budiño en una. 120 121

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Tras dos años (1357-1358) en que no se nombraron visitadores, se puede individualizar una quinta fase entre 1359 y 1369. Se caracteriza porque en siete ocasiones fueron designados los priores de Carrión y Rates conjuntamente, correspondiendo la otra a los de Nájera y Valverde. Por tanto resurgió la práctica de elegir un visitador entre los priores de Galicia y otro entre los de Castilla. Hay que destacar el nombramiento en 1365 de Guido, prior de Nájera, camarero y vicario del abad,124 lo que reforzaba sus poderes en la provincia. Sin embargo, la repetición año tras año de los mismos prioratos levanta dudas sobre la efectividad de tales nombramientos, más aún cuando no se conservan ni visitas ni definiciones relativas a España entre 1350 y 1376. Es probable que los encargados de visitar y corregir los monasterios en estos años fuesen monjes como el camarero Guido o el prior de Carrión Guillermo de Salis (1363). En una sexta fase (1370-1373), se designaron visitadores por separado para el reino de Castilla (San Boal y Villaverde) y para los reinos de Portugal y Galicia (Villafranca y Pombeiro). Al margen de las razones políticas que pudieron aconsejarlo, dado el conflicto bélico entre Castilla y Portugal y el petrismo de Galicia, la propia dinámica interna de la Orden en la fase anterior conducía a este desdoblamiento entre las dos grandes partes de la provincia de España. Si antes se nombraba un prior de cada espacio, ahora se consumaba la división designando dos para cada uno. Con todo, la decisión no resultaría muy satisfactoria, pues se olvidó después de 1373. Ese año la visita no se realizó, pero tampoco acudieron al Capítulo General los priores de España, como tampoco en 1374, debido a las guerras.125 Cierran el período los años 1374-1379 en que ambos visitadores proceden de «Castilla», repitiéndose los mismos durante tres años, combinando un priorato conventual y otro de pequeño tamaño.126 Estas diferentes fases muestran la existencia de una lógica en la designación de visitadores. Esta no obedece solo a razones de índole personal o a la asistencia de unos u otros al Capítulo General. Hubo una política de nombramientos, que fue cambiando con el tiempo, intentando adaptarse a las peculiaridades de la provincia. Es posible que tales políticas no tuviesen demasiado éxito, que no consiguiesen controlar totalmente la provincia, ni evitar la decadencia de sus monasterios a largo plazo, pero de su existencia y cambios se deduce que al menos se intentó, que no se renunció a conseguirlo.   SMN III, doc. 315.   SCG IV, doc. 344 (p. 88), 345 (p. 90). 126   Carrión y Villaverde primero, Nájera y Zamora a continuación. El prior de Villaverde ya lo había sido para Castilla entre 1371 y 1373 (Alfonso Pérez); en 1376 lo era de Carrión Juan Germán y en 1377 de Nájera, Pedro García, el primero de origen francés, el segundo hispano. 124 125

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5.4.2.  La realización de la visita y sus gastos Una vez nombrados los visitadores, la visita debía realizarse antes de la celebración del siguiente Capítulo General. En 1393 se decidió que tenía que concluir antes del 1 de noviembre del año previo, pero no había normas anteriores.127 Las definiciones y la mayoría de los resúmenes de las visitas no contienen apenas información sobre su momento de realización. Las escasas noticias indican que no existía una norma, o que está fue cambiando.128 En 1313 se dice que el visitador estuvo tres días en Villafranca, o que esperó al prior de Jubia durante seis semanas en Carrión.129 Por su parte los visitadores de 1336 cuentan que tuvieron que ir al encuentro del arzobispo de Braga, que estaba a nueve jornadas de la ciudad, para liberar al prior de Vimieiro, lo que prolongaría su visita cerca de tres semanas.130 Por tanto, al tiempo necesario para desplazarse de un monasterio a otro y hacer la visita en cada monasterio podían sumarse otras circunstancias excepcionales que lo extendían durante más de uno o dos meses, con el consiguiente esfuerzo y coste económico. No existía un itinerario fijo, ni siquiera hay seguridad de que el orden de enumeración de los prioratos en los resúmenes y definiciones fuese el seguido.131 El resumen de la visita de 1336 parece seguir un orden geográfico que se corresponde con el deambular de los priores de Villafranca y Budiño que la realizaron. Ambos se reunieron en un priorato a medio camino entre sus respectivos monasterios: Valverde, desde donde siguieron a Pombeiro, luego al norte hacia Jubia, desde aquí al sur hacia Budiño, Vimieiro y Rates, ya en Portugal. Tras ello regresaron a Galicia, saliendo de ella por el Bierzo, donde visitaron Villafranca. Marcharon al sur hasta Ciudad Rodrigo, regresando luego hacia el noreste por Salamanca, San Boal y Dueñas. Lo lógico hubiese sido seguir desde aquí hacia Carrión y Nájera, pero no visitaron estos   Valous. Le monachisme clunisien, II, p. 98.   La efectuada para el Capítulo General de 1293 tiene fecha de 1292, lo que indica que tuvo lugar el año anterior, como se ordenó un siglo después (SCG II, doc. 141). Del mismo modo, una nota al dorso de la destinada al Capítulo de 1314 dice que se hizo en 1313 (SCG II, doc. 202). Sin embargo, la realizada para el Capítulo de 1336 se inició el 24 de diciembre de 1335, siendo concluida ya en el año siguiente (SCG III, doc. 259). En 1344 consta que el priorato de Budiño fue visitado el 20 de marzo (SCG III, doc. 285). 129   SCG II, doc. 202. 130   SCG III, doc. 259. 131   En general aparecen en primer lugar los monasterios gallegos y luego los castellanos, lo que sugiere que era costumbre, o al menos se consideraba más práctico, iniciarla por los lugares más alejados de Cluny, regresando luego hacia Cluny o hacia Carrión y Nájera, sedes de la camarería. La cercanía de Valverde y Pombeiro explica que aparezcan uno tras otro, si bien en 1292 entre ambos se intercala la noticia sobre Rates. Lo mismo sucede con Budiño y Vimieiro. Villafranca, a las puertas de Galicia, suele figurar antes o después de ValverdePombeiro, pero en 1336, como la visita se inició por estos, se pasó por él a la vuelta, antes de entrar en Castilla. Carrión y Nájera suelen colocarse hacia el final. 127 128

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monasterios, sino que, probablemente con base en el primero de ellos, fueron hasta Villaverde y Entrepeñas. Los itinerarios podían verse alterados por múltiples factores. Las guerras y los robos en los caminos impidieron en varias ocasiones la visita de algunos prioratos, sobre todo gallegos.132 Finalmente la muerte o enfermedad de los visitadores podía anularla o interrumpirla.133 Un monasterio cuya visita planteó siempre problemas fue el de Rates, por depender de La Charité-sur-Loire, no directamente de Cluny. Al menos en dos ocasiones su prior rechazó la visita alegando que no estaba sujeto directamente, aunque recibiese cortésmente a los visitadores por la obligación benedictina de la hospitalidad (1292, 1336).134 Ello no impidió que se recabase información sobre el mismo y se remitiese al Capítulo. Por ello los definidores de 1336 mandaron al camarero de España averiguar si existía costumbre de visitar este priorato, y al prior de La Charité-sur-Loire que averiguase si era cierta la mala administración del prior.135 La pretensión de visitar el monasterio no carecía de fundamento, pues en los años 1301, 1303, 1308, 1339, 1359-1361 y 1366-1369, el prior de Rates fue uno de los designados como visitador para la provincia de España. El priorato de Zamora, dependiente de Marcigny, no planteó tales problemas, pero las noticias referentes al mismo en las visitas o definiciones de la provincia de España son pocas (1292, 1344, 1345).136 Un caso diferente es el de Casserres, pues aunque nadie dudase de que correspondiera a Cluny su supervisión, su lejanía del resto de los prioratos hizo que rara vez fuese visitado junto con los otros. Se conserva una visita independiente (1277)137 y en otra ocasión se nombraron visitadores diferentes para este monasterio (1303),138 pero solo en las definiciones de 1310 se recogieron noticias con respecto al mismo junto con las de los demás prioratos hispanos.139 El problema de los gastos originados por los visitadores aparece en varias ocasiones, en general porque los priores se negaban a proveerles de lo necesario, a alojarlos o no les pagaban lo que demandaban como gastos. Los estatutos de 1276 ya habían mandado que los visitadores no recibiesen 132   En 1310 no fueron visitados por esta causa Budiño, Vimieiro y Jubia. En 1313 el visitador no fue a Jubia por temor a los ladrones, aunque envió un monje disfrazado para informarse; la misma causa fue argüida para justificar otros prioratos no visitados. En 1344 no se hizo la de Villafranca, Valverde, Pombeiro, Jubia, Salamanca, San Boal y Ciudad Rodrigo porque los visitadores fueron robados en Pombeiro (SCG II, doc. 191, 202; III, doc. 285). 133   En 1327 no se hizo la visita porque uno de los priores designados murió y el otro enfermó (SCG III, doc. 238, p. 57). 134   SCG II, doc. 141; III, doc. 259. 135   SCG III, doc. 263. 136   SCG II, doc. 141; III, doc. 285, 292. 137   SCG I, doc. 93. Un comentario de la misma en Pladevall i Font. Sant Pere de Casserres, pp. 108-110. 138   SCG II, doc. 172. 139   SCG II, doc. 191.

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oro, plata o dinero de los priores, sino tan solo los gastos moderados, con el fin de evitar tanto los sobornos como las extorsiones.140 Ello no impidió quejas posteriores de una y otra parte.141 Por ello no es extraño que en 1326 los definidores mandasen que los priores de España pagasen los gastos de los visitadores, de lugar en lugar, liberalmente y sin contradicción, debiendo el camarero obligar a los renuentes. 5.4.3.  La labor de los visitadores La primera tarea de los visitadores consistía en averiguar el estado temporal y espiritual de cada uno de los monasterios y comunicárselo al Capítulo General para que los definidores de ese año tomasen las medidas correspondientes. Por ello en las actas del Capítulo es frecuente encontrar expresiones como «según la relación de los visitadores», «cuentan los visitadores»142 o «vista la relación de los visitadores».143 En ocasiones este relato responde a una averiguación concreta realizada a instancias del abad o de los definidores del año precedente, tras una denuncia enviada por algún monje o después de considerar que las noticias de la visita del año anterior resultaban insuficientes.144 Así sucedió en 1285, cuando los visitadores acudieron personalmente a Nájera en cumplimiento de una carta que les había escrito el abad —en papel, cerrada y sellada con su sello— para hacer pesquisa sobre la actuación del prior, denunciado presuntamente por el convento en una carta con su sello. Por ello reunieron al convento, y tras haber prestado juramento todos los monjes, averiguaron que tales cartas habían sido enviadas por el suprior, sin permiso del convento, y que no era cierto lo que se denunciaba.145 Además de informar, los estatutos encargaban a los visitadores de castigar, corregir y enmendar aquello que pudiesen, remitiendo el resto de las cuestiones al abad o los definidores.146 Así consta en las definiciones de 1328   SCG I, doc. 7 (art. 11), p. 63.   En 1308 los visitadores denunciaban que el prior de Burgos no les había provisto de lo necesario, y que se negaba a pagar el censo al abad. En 1313 la queja iba contra el prior de Villafranca, que había rehusado alojarle y proveerle de lo necesario, teniendo que conseguirlo de los monjes del lugar. En 1336 el suprior de Carrión apeló al Capítulo por ciertas imposiciones de los visitadores. Finalmente en 1349 fueron estos últimos quienes denunciaron que no habían podido alojarse en el monasterio, sino que tuvieron que hacerlo en la ciudad al visitar el priorato de Santa Ágata de Ciudad Rodrigo, en este caso por deficiencias en los edificios (SCG II, doc. 185, 202, 236; III, doc. 263, 305). 142   SCG I, doc. 69, 84, 101; II, doc. 135, 145, 161, 181, 212; III, doc. 263, 271, 285, 292, 301, 305... 143   SCG III, doc. 271, 305. 144   SCG I, doc. 89; II, doc. 179, 188, 203, 208, 212; III, doc. 271, 278. 145   SCG I, doc. 117. 146   ... necnon et de omnibus et singulis que ad honestatem et utilitatem locorum et personarum faciunt, prout melius fuerit faciendum sollerter inquirant, corrigant, emendent 140 141

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en que se pedía al abad que nombrase visitadores idóneos para España, para que inquiriesen sobre el estado de las casas y personas de la camarería, castigasen, canónica y regularmente, a los «alienadores» de posesiones, así como a los que hubiesen cometido otras faltas, y finalmente que intentasen reformar y mejorar las casas.147 Los mandatos de los visitadores se contenían en la redacción extensa de la visita, depositada en el monasterio, rara vez en el informe al Capítulo y menos aún en las definiciones.148 Más frecuentes fueron los mandatos de los definidores para que los visitadores castigasen a cierto prior por su conducta, obligasen a los monjes a vivir según la disciplina monástica o a no acudir a la Corte regia sin permiso de su prior o del camarero.149 La desobediencia de los priores a los visitadores se manifestó también en su negativa a rendir cuentas de su gestión o su incomparecencia.150 Los visitadores podían excomulgar a un prior por no acatar la disciplina de la Orden (1291),151 pero habitualmente procedían a citarlo ante el Capítulo General, para que allí fuese juzgado o diese las oportunas explicaciones; algunos priores no acudían alegando estar enfermos o ni siquiera se excusaban.152 En ocasiones los visitadores contaron con poderes para arrendar los prioratos que se encontraban en mala situación económica y no pagaban sus censos a Cluny. Se conocen tres casos entre 1285 y 1305; pero no vuelve a haber noticias de este tipo de actuaciones, por lo que es posible que se prohibieran.153 Tampoco es seguro que tales arrendamientos los hiciesen como simples visitadores, pues uno de ellos era además vicario del abad. En ocasiones parece que durante la visita se celebró el Capítulo Provincial en el que se reunían los priores de la provincia con los visitadores.154 Las definiciones de 1269 son bastante claras al respecto, al refrendar las et puniantur, prout melius ea viderint punienda, corrigenda et emendanda. Ea vero que viderint referenda referant per Abbatem Cluniacensem, aut per diffinitores Ordinis corrigenda [SCG I, doc. 9 (art. 101), p. 87]. 147   SCG III, doc. 239, p. 77. 148   No obstante hay algunos indicios de esta actuación, como cuando se dice en 1269 que el prior de Dueñas no había reparado los edificios de su casa tal y como le habían ordenado los visitadores (SCG I, doc. 69), o al acusar en 1344 al prior de Burgos de insultar a los visitadores cuando estos quisieron castigarle (SCG III, doc. 285). 149   SCG II, doc. 181, 203; III, doc. 278, 285. 150   SCG I, doc. 89; II, doc. 141, 142. 151   SCG II, doc. 135. 152   SCG II, doc. 135, 142, 185, 203. 153   Ya en 1285 el de Salamanca fue encomendado a un burgués de la ciudad que prometió pagar el censo y recuperar lo enajenado. En 1305 un caballero alegaba que unos visitadores le habían arrendado el de Pombeiro, mientras que en 1308 se reconocía que el de Dueñas había sido arrendado a un caballero por el visitador y vicario Jacobo de Portu años atrás (SCG I, doc. 117; II, doc. 179, 185). 154   Valous. Le monachisme clunisien, II, pp. 54-56. Cygler, Das Generalkapitel, p. 379. Reglero, Cluny en España, pp. 630-631.

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medidas aprobadas en el mismo por visitadores y priores.155 En 1291 se dice que los visitadores habían excomulgado al abad de Cornellana por su desobediencia en el Capítulo de Carrión, sede de la camarería, lo que parece una referencia a una reunión de los priores de la provincia, no solo de los monjes del monasterio.156 Otro indicio es la presencia simultánea de los priores de Vimieiro y Ciudad Rodrigo en la villa de Carrión, donde habían matado a un hombre.157 Finalmente, la carta que los priores de Nájera, Dueñas, Ciudad Rodrigo, Salamanca, Villaverde, Entrepeñas y Vimieiro dirigieron al abad de Cluny en defensa del camarero de la provincia, datada en San Zoilo de Carrión en enero de 1330, parece surgida de una de estas reuniones de los priores de la provincia.158 5.4.4.  El informe de la visita: su contenido Los textos de los cuatro informes o resúmenes para el Capítulo General de las visitas de 1285, 1292, 1313 y 1336 permiten conocer las cuestiones que más atraían la atención de los visitadores, y los cambios a la largo del tiempo. Una primera diferencia es su tamaño. Mientras los de 1285 y 1292 tienen una extensión muy similar, el de 1313 es ligeramente más extenso (un cuarto más) y el de 1336 es tres veces y media mayor que los dos primeros. Aunque el número de prioratos visitados en 1336 es mayor que en las tres ocasiones anteriores —nueve en 1285, doce en 1292 (más una breve referencia a otros cuatro), nueve en 1313 y trece en 1336—, ello apenas influye en el resultado final. La razón última es que la concisión inicial dio paso a relatos pormenorizados de la actuación de priores y monjes, así como de los propios visitadores. El informe de 1285 se centró en el número de monjes y prebendarios en cada priorato, si se celebraba adecuadamente el oficio divino, si existían alimentos suficientes para el año, si había deudas o enajenaciones de bienes, y en las denuncias de incontinencia contra algunos priores. En algunas ocasiones, varios de esos apartados fueron resumidos con una referencia genérica al buen o mal estado del priorato en lo espiritual y temporal. De este esquema se salen, en mayor o menor medida, tres de los nueve prioratos. Muy brevemente el de Villaverde para recordar al Capítulo que ya se había escrito sobre el problema el año anterior. De forma más extensa en el caso de Salamanca, para justificar la encomienda del monasterio a un burgués para que pagase el censo y recuperase los bienes enajenados. Más aún en Nájera, donde se   SCG I, doc. 69.   SCG II, doc. 135. 157   SCG III, doc. 305. 158   Archives Départamentales de Saône-et-Loire, Mâcon, Supplément Cluny 11, document H. 155 156

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detallan las gestiones realizadas a instancias del abad sobre ciertas denuncias contra el prior. Ello explica que dos quintas partes del informe se dedicasen a Nájera, y casi la quinta a Salamanca. El informe de la visita de 1292 es muy similar en cuanto a los temas tratados, si bien a los mismos se añadió el problema de la tenencia de prioratos por algunos laicos o clérigos ajenos a la Orden. En múltiples ocasiones se aludía a problemas específicos de un priorato: el pleito con el obispo en Vimieiro, la propuesta de arrendamiento de Budiño, la negativa de Rates a ser visitado, la incontinencia y usura del prior de Valverde, y, sobre todo, la incomparecencia del prior de Dueñas y su mal gobierno temporal y espiritual. Aunque se visitaron doce prioratos y se informó de otros cuatro, una cuarta parte del texto se dedicó a Dueñas, y otra cuarta parte se reparte casi por igual entre Vimieiro y Valverde. Así, de nuevo, la escueta información general se amplía en aquellos casos considerados más necesarios. Los estatutos de 1301 recogieron una amplia lista de cuestiones a tratar, desarrollada en los de 1314, pero también mandaron inquirir por aquellos monjes difamados públicamente por alguna falta grave o por la gestión de los priores. Ello explica los cambios registrados en el informe de 1313 con respecto a los anteriores. La descripción del estado en que se encontraba el monasterio va cediendo importancia ante la actuación de sus monjes, en especial de sus priores. Las exigencias del camarero en distintos prioratos, el absentismo del prior de Entrepeñas y la amenaza de perder este monasterio, el incumplimiento de las condiciones de arrendamiento de Budiño por parte del obispo de Tuy, la opresión de los monjes de Valverde por el caballero que tenía arrendado el priorato, y el presunto nombramiento simoniaco y la incontinencia del prior de Jubia centraron el informe. De nuevo la atención se dirigió especialmente a unos prioratos: Jubia (la cuarta parte del informe), Villafranca (la quinta parte), Entrepeñas y Vimieiro (en torno a la décima parte cada uno), mientras que los otros fueron tratados sucintamente. El informe de la visita de 1336, mucho más extenso, contiene tanto las cuestiones generales —el número de monjes, desarrollo de la liturgia, existencia de alimentos para el año, deudas, enajenaciones y usurpaciones de lo temporal, a las que se añadía repetidamente la referencia a los efectos de la violencia nobiliaria sobre los monasterios—, como las particulares sobre la actuación de algunos monjes y priores. La atención prestada al monje de Budiño Fernán Pérez se explica por su enfrentamiento con su prior, que era uno de los visitadores. Nada menos que la cuarta parte del texto se dedica a narrar su actuación en los prioratos de Budiño y Vimieiro, mucho más que a cualquiera de los monasterios individualmente. Junto con estos dos prioratos, destaca la atención prestada al de Dueñas, donde se criticaban las enajenaciones de un antiguo prior y un antiguo procurador. En Villafranca el texto se centraba en las andanzas del monje Alfonso Rodríguez; en San Boal y Entrepeñas en las de sus antiguos priores.

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La confección de larguísimas listas de cuestiones en los estatutos de 1301 y 1314 no parece haber tenido un reflejo especial en los informes de visitas conservados. Las cuestiones generales en que se centraron siguieron siendo las mismas que a fines del siglo xiii. Sin embargo, sí que influyeron en esa preocupación por los individuos y sus actuaciones. Se multiplicaron las noticias sobre la gestión de los priores, si era mala o buena, es decir, si enajenaban los bienes y se endeudaban, o si los recuperaban y reducían las deudas. Dichas noticias no se limitaron a los priores del momento, sino muy a menudo a los anteriores, a quienes los presentes culpaban del mal estado temporal de sus prioratos. Culpar a los predecesores de deudas y enajenaciones, sin explicar por qué actuaron así, era una forma de justificar los defectos de la propia gestión. 5.5.  El Capítulo General El Capítulo General de Cluny tiene sus orígenes en época de Pedro el Venerable, aunque su periodicidad y funcionamiento no se reguló hasta el siglo xiii, con los estatutos del abad Hugo V (1200). Gregorio IX impuso su celebración conforme a los usos cistercienses, con presencia de abades de esta Orden (1231), lo que fue muy mal recibido en Cluny. Nicolás IV reformó tales estatutos despojándolos de referencias al Cister, pero manteniendo su obligatoriedad (1289).159 El origen, regulación y mecánica del Capítulo General de Cluny ha sido estudiado recientemente por Cygler, quien ha señalado las diferencias con los de las otras órdenes, en especial por el poder que el abad de Cluny conservaba dentro de la estructura de la Orden, lo que hacía que el Capítulo fuese una instancia complementaria de su autoridad. Cygler lo ve fundamentalmente como un sistema de control de la Orden.160 5.5.1.  Asistencia Todos los abades y priores de las casas sujetas directamente a Cluny debían acudir al Capítulo General cada año, así como aquellos monjes que fuesen citados.161 Sin embargo, en atención a la distancia, ya Hugo V estableció que los priores de las provincias remotas (Inglaterra, España y Lombardía), acudiesen solo cada dos años (1205), medida que fue ratificada en la bula de

  Valous. Le monachisme clunisien, II, pp. 70-76.   Cygler. Das Generalkapitel, pp. 315-470. 161   Valous. Le monachisme clunisien, II, pp. 76-77. 159 160

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Nicolás IV (1289) y en los estatutos de 1301 y 1314.162 Quienes no acudiesen debían excusarse adecuadamente, so pena de ser excomulgados.163 No se conservan cartas de excusa de los priores hispanos de este período, pero durante la visita de 1336 los de Villaverde y Ciudad Rodrigo alegaron estar enfermos para no acudir; los visitadores dieron fe de que así era.164 La ausencia de seis priores de España, sin la excusa pertinente en 1332, mereció una sentencia condenatoria por parte de los definidores, más aún por cuanto no habían pagado el censo; medida que se repitió en 1339 y 1371 contra quienes faltaron.165 Sin embargo, en 1373 y 1374, se tuvo por excusados a los priores de la provincia de España, junto con los de Inglaterra o Lombardía, debido a las guerras.166 La ausencia de seis priores en 1332 coincide con un período de malas cosechas en Castilla (1331-1334),167 que reduciría las disponibilidades económicas de los prioratos. Al margen del pago del censo, el viaje suponía un gasto considerable como muestra el caso de Carrión, cuyo prior declaró en 1338 haber gastado mil quinientos maravedís en acudir al referido Capítulo General, casi tanto como los dos mil entregados como censo al abad.168 Ello explica por qué el prior de Vimieiro decía que podía levantar la deuda de trescientas libras portuguesas en que el camarero había obligado a su monasterio si le excusaban de asistir al Capítulo durante dos años.169 Por otra parte, las ausencias del año 1339 pueden estar relacionadas con las reformas emprendidas por Benedicto XII, que suponían la creación de varias provincias hispanas de monasterios benedictinos de monjes negros, en una de las cuales se integró el de Carrión, uno de los priores ausentes. Además de los priores, los monjes podían ser citados a Cluny para responder de las faltas denunciadas por los visitadores o bien de las acusaciones que ellos hacían contra los priores. Las definiciones de 1291 ofrecen un ejemplo de cada caso. Un monje de Jubia, Domingo Andrés, no había venido a pesar de haber sido citado por los visitadores, por lo que se ordenó que fuese capturado y enviado preso para responder de los delitos de incontinencia y traición a la Or  SCG I, doc. 6 (art. 26), pp. 59-60; doc. 9 (art. 26), pp. 73-74; doc. 11 (art. 38), pp. 108-109.   Cygler. Das Generalkapitel, pp. 366-378. 164   Indicaron que el prior de Ciudad Rodrigo no podía cabalgar por tener pústulas y fístulas en las piernas (SCG III, doc. 259). Más raras son las noticias de la asistencia, pues se consideraba la norma, tan solo en 1336 el prior de Budiño aludió a su marcha al Capítulo para situar cronológicamente los desmanes de uno de sus monjes (SCG III, doc. 259). 165   En 1332 se sancionó a los priores de Jubia, Entrepeñas, Vimieiro, Budiño, Dueñas y Villafranca (SCG III, doc. 250). En 1339 se sancionó a los de Carrión, Pombeiro y Ciudad Rodrigo por la misma causa (SCG III, doc. 269, p. 288). En 1371, fue el prior de Carrión quien recibió la correspondiente pena (SCG IV, doc. 343, p. 81). 166   SCG IV, doc. 344, 345, pp. 88, 90. 167   Reglero. «Les disettes dans le royaume de Castille». 168   SZC II, doc. 215. 169   SCG II, doc. 202. 162 163

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den. Por otra parte, se citó en el plazo de dos meses a tres monjes de Carrión, que habían denunciado al camarero ante el anterior abad de Cluny (Ivo II de Chassant, 1275-1289), acudiendo a Cluny pero regresando a España sin licencia.170 5.5.2.  Las definiciones La celebración del Capítulo General estaba minuciosamente regulada. Era presidido por el abad o el gran prior, pero el protagonismo lo tenían los definidores, es decir, aquellos abades o priores designados el año anterior por el Capítulo General para examinar el estado de cada uno de los prioratos y para tomar las medidas de corrección que considerasen oportunas.171 Hay que destacar que es muy rara la designación de un prior hispano como definidor. Cygler ha estudiado los nombrados entre 1261 y 1314, mostrando que solo aparece una vez el prior de Carrión entre 389, por detrás incluso de otras provincias «remotas» como Inglaterra (ocho) y Lombardía (siete).172 En los años siguientes figuran alguna vez más, en especial entre 1317 y 1339 (nueve veces en veintitrés años) (cuadro 6). En total hay doce menciones de priores españoles como definidores, aunque se refieren solo a cinco o seis monjes, en general con un papel muy Cuadro 6. Priores hispanos que fueron definidores de Cluny Año 1312

1317

1322

1327

Documento (SCG)

Definidor (priorato)

198

Carrión

Juan de Dosa

223

Carrión

Juan de Dosa

212

238

Carrión Nájera

1329

241

Carrión

1332

250

Carrión

1335

258

Villafranca

1334

1336

1339

1347

1370

256

263

269

299

342

Carrión Nájera

Nájera

Nájera

Nájera

  SCG II, doc. 135.   Valous. Le monachisme clunisien, II, pp. 81-89. 172   Cygler. Das Generalkapitel, pp. 393, 396, 401. 170 171

Definidor (nombre) Juan de Dosa Luis

Fernán Pérez o Juan de Dosa Juan de Dosa

Juan de Dosa

Juan de Bastida Luis

Enrique

Enrique Guido

296

AMIGOS EXIGENTES, SERVIDORES INFIELES

destacado. Juan de Dosa fue prior de Carrión y camarero de España durante más de veinte años (c. 1312-1336), siendo definidor en cuatro o cinco ocasiones.173 El otro gran priorato hispano era Nájera, de donde procedía el prior Luis, que ocupó su puesto durante una veintena de años (c. 1316-1336), y fue definidor en dos ocasiones. Su sucesor, Enrique (c. 1339-1349), camarero de Cluny en España, fue definidor en dos ocasiones. Un tercer prior de Nájera que fue definidor, Guido (1362-1375), era camarero, vicario y procurador del abad Simón de la Brosse. El tercer priorato por importancia dentro de la provincia fue Villafranca, del que era prior Juan de Bastida en 1335, año en que además de actuar como definidor fue nombrado visitador de la provincia; al año siguiente Benedicto XII le mandaba proveer el priorato de Carrión.174 El perfil de los definidores procedentes de prioratos hispanos fue pues el de un prior de un monasterios conventual (Carrión, Nájera o Villafranca), en general camarero de la provincia (en diez de las doce ocasiones) y de origen francés (salvo en el caso dudoso de 1329). Se conservan las actas del Capítulo General desde 1259, con alguna excepción. Todas ellas se elaboraron siguiendo el mismo patrón. Se iniciaban con la denominación genérica de «Definiciones del Capítulo General del año del señor...», añadiendo a continuación el nombre de los definidores. En segundo lugar se colocaban las «definiciones de las provincias», en que se informaba brevemente de los defectos detectados en la visita realizada a cada priorato, agrupados por provincias, y de las medidas tomadas para corregirlos (definiciones). A continuación se tomaban medidas de carácter general (diffinitiones causarum), que podían referirse a un caso concreto; las mismas iban seguidas de la promulgación de «Estatutos» o «Definiciones generales». Cerraba el acta la lista de visitadores nombrados para cada provincia para el siguiente año. Cygler ha señalado como la redacción de estas actas recurría en numerosas ocasiones a un formulario estandarizado, que facilitaba su comprensión, tanto para expresar los mandatos de los definidores como la información recibida de los visitadores.175 Las definiciones de la provincia estaban basadas en los informes de las visitas presentados, pero no se juzgaba solo sobre lo escrito, sino que los definidores completaban tales noticias interrogando a los visitadores, priores y monjes implicados o con otras cartas recibidas del camarero, monjes o laicos de la provincia. Así la visita de 1285 se limitaba a decir que Jubia estaba en mal estado temporal y espiritual; sin embargo, las definiciones se extendían sobre la situación de este monasterio porque se había recibido una carta del rey de 173   La duda proviene de que a mediados de 1328 se menciona como prior de Carrión y camarero de España a Fernán Pérez, aunque a inicios de ese año lo era todavía Juan de Dosa y a comienzos de 1330 se le sigue mencionando como tal, no habiendo datos para 1329. 174   Las noticias de todos estos priores se recogen en el Apéndice I: Prosopografía. 175   Cygler. Das Generalkapitel, pp. 409-411.

LA PROVINCIA DE ESPAÑA Y CLUNY

297

Castilla proponiendo que la casa fuese arrendada a un clérigo suyo y otra carta del camarero recomendando aceptar dicha propuesta.176 De forma similar en 1293 se recibió una carta del concejo de Carrión denunciando las enajenaciones y deudas del priorato de San Zoilo, pero como la visita de ese año la había realizado el camarero, declarando que la casa estaba en buen estado salvo por una deuda de tres mil maravedís, los definidores consideraron que no tenían suficiente información y mandaron averiguarlo a los siguientes visitadores.177 El interrogatorio a los priores sobre lo contenido en el informe de la visita se puede ver en el caso de Nájera. En 1292 los visitadores habían informado de que la casa estaba endeudada, pero que el prior no había querido precisar la cantidad. En las definiciones se añadía que el prior creía poder pagarlo, lo que no consta en el susodicho informe y debió de ser expresado ante el Capítulo General.178 De forma similar la visita de 1313 se limitó a decir que Nájera tenía muchas deudas y sus propiedades estaban en manos de caballeros, de forma que el prior no tenía con qué pagar al abad sus derechos. Las definiciones añadieron que los monjes del lugar vivían como canónigos, recibiendo raciones y manteniendo allí una gran «familia», información que proporcionaría el prior o el camarero.179 Este procedimiento explica que la ausencia del prior o monje implicado dilatase la decisión sobre el caso en cuestión, citándolo para comparecer en Cluny.180 De lo anteriormente expuesto se deduce que no existía una relación exacta entre el informe de la visita y las definiciones. La comparación de las conservadas muestra en primer lugar que estas últimas eran más breves, con una extensión media de dos tercios de un informe de los visitadores, aunque ello varió considerablemente de un año a otro.181 En segundo lugar los prioratos contenidos en una y otra no eran los mismos. Si el priorato se consideraba en buen estado, si las medidas ya tomadas por el visitador eran suficientes, o si el prior había dado las oportunas explicaciones exculpatorias en el Capítulo General, no se incluía ninguna definición específica sobre el mismo.182 Por otra parte se podía requerir información de aquellos prioratos que no constaban en el informe, como sucedió en 1336 con los de Nájera y Carrión. Una tercera diferencia es la atención prestada a cada uno de los prioratos y asuntos de los que se informaba. Lo que el visitador podía considerar de interés no lo era necesariamente para los definidores. Así, en 1314, el visitador   SCG I, doc. 117, 118.   SCG II, doc. 141, 142. 178   SCG II, doc. 141, 142. 179   SCG II, doc. 202, 203. 180   SCG II, doc. 142. 181   En 1285 supone el 61%; en 1293, el 86%; en 1314, el 40%; en 1336, el 71%. 182   Este fue el caso de Entrepeñas, Nájera, Salamanca o Villafranca en 1285; Budiño, Entrepeñas, Pombeiro, Rates, Villafranca, Vimieiro y Zamora en 1292-1293; Carrión, Pombeiro, Valverde, Villafranca y Vimieiro en 1313-1314; Salamanca en 1336. 176 177

298

AMIGOS EXIGENTES, SERVIDORES INFIELES

había dedicado la quinta parte de su informe al estado de Villafranca, en especial a cómo no fue recibido allí adecuadamente; los definidores ni siquiera lo mencionaron.183 Con todo hay coincidencias, como sucede con Dueñas o Valverde en 1292 o Jubia en 1314, por citar aquellos casos que requirieron gran atención de unos y otros. 5.5.3.  Las definiciones de la provincia de España Los aspectos formales de las definiciones han sido minuciosamente estudiados por Cygler para el conjunto de la Orden. Este autor subraya cómo a menudo los definidores delegaban en el abad, los camareros o los priores la resolución de los problemas detectados, limitándose a declarar el objetivo a conseguir o ni siquiera eso. Era frecuente que recurriesen a instancias exteriores a la Orden, a poderes laicos como los reyes o nobles, o bien al papa y los obispos, para solicitar su apoyo y ayuda frente a terceros. Algunas definiciones se repetían de un año a otro, dado que no se habían cumplido o no se había solucionado el problema. A menudo se encargaba al abad, camarero, visitadores o a determinados priores que investigasen una denuncia o citasen a cierto monje; dilatando la determinación sobre un asunto hasta el año siguiente. Los definidores también daban normas de tipo general para una provincia o para toda la Orden, mandando respetar un estatuto o aclarándolo.184 La temática abordada en las definiciones relativas a España ha sido tratada a lo largo de los diversos capítulos de este trabajo, dado que las actas del Capítulo General son una de las fuentes principales para el conocimiento de los prioratos cluniacenses en esta época. Aquí se analizarán aspectos más formales, su reparto cronológico y geográfico, es decir, en qué años se pronunciaron y a qué prioratos se referían. Ello revela aquellos prioratos que atrajeron mayor atención a lo largo de los diferentes períodos. Se conservan actas del Capítulo General de Cluny para ochenta y seis de los ciento diez años comprendidos entre 1270 y 1379. En cuarenta y cuatro de ellos, más de la mitad, hay referencias a la provincia de España, dejando al margen el nombramiento de visitadores.185 Tales referencias pueden ser de tipo general, sobre el conjunto de la provincia —en veintiocho años—, o relativas a prioratos concretos —en treinta años—. Con el fin de analizar me183   Los visitadores de 1336 dedicaron el 26% de su informe al caso del monje Fernán Pérez, pero a los definidores les bastó un 15% de un texto más breve para describir su actuación y disponer el castigo. No era nada nuevo, en 1285 Nájera centraba el informe de los visitadores (40%), pero los definidores no consideraron necesario referirse a ella y dedicaron dos tercios de su escrito a Jubia, de la que apenas habían dicho nada (3%); lo mismo sucedió con este monasterio en 1314. 184   Sobre tales cuestiones véase: Cygler. Das Generalkapitel, pp. 412-436. 185   Robert. «État des monastères espagnols», p. 324.

LA PROVINCIA DE ESPAÑA Y CLUNY

299

jor las variaciones temporales se puede dividir esta época en cinco períodos: desde 1270 a 1289 (promulgación de la bula de reforma de Nicolás IV), de 1290 a 1314 (promulgación de los estatutos del abad Enrique I), de 1315 a 1335 (la época central del camarero Juan de Dosa), de 1336 a 1349 (hasta la Peste Negra) y de 1350 a 1379. Los períodos con más información son el segundo y cuarto, que multiplican por seis u ocho la de los períodos primero o tercero —del quinto período solo se conservan definiciones relativas a los prioratos hispanos en 1377, al margen de dos referencias genéricas en 1373 y 1374—. Estas diferencias se deben en parte a la pérdida de las actas de años como 1330 y 1364, en que se realizaron importantes esfuerzos por conocer la situación de la provincia y reformarla.186 A pesar de ello, el control de los definidores sobre la provincia no fue igual a lo largo de toda la época, ya por circunstancias políticas —los conflictos internos en España—, ya por la propia organización de la Orden —el papel del camarero Juan de Dosa por ejemplo—. Los contrastes entre los diferentes períodos pueden observarse a través de múltiples indicadores: el número de años de los que se conservan definiciones para España; el número de años en que tales definiciones se refieren al menos a un priorato; el número de prioratos sobre los que hay información; el volumen total de la información de cada período (contado en número de caracteres) y la media por año o por priorato. Tales cifras se expresan en el cuadro 7. Las definiciones de tipo general pueden ir desde un mandato para el conjunto de los prioratos hasta la constatación de que no se había realizado la visita, pasando por una definición que afectaba a las provincias remotas, incluyendo la de España. Como se puede observar fueron claramente más numerosas en la segunda fase. Las definiciones sobre un priorato concreto se concentran en las dos fases de las que más información se tiene. Su tamaño medio creció a partir de 1290, pero las variaciones no son grandes, la brevedad era una necesidad dado el elevado número de prioratos cluniacenses a regular.187 Esta aproximación general a las definiciones puede completarse con otra por prioratos. Ello permite individualizar aquellos que requirieron una ma186   Así, en 1329 se nombraron dos visitadores extrapeninsulares para conocer la labor del camarero Juan de Dosa y la situación de su provincia; un documento de enero de 1330 informa de que la visita se había realizado con fuertes críticas al susodicho Juan (Archives Départamentales de Saône-et-Loire, Mâcon, Supplément Cluny 11, document H), pero faltan las actas de ese año. Por otra parte en 1363 el abad de Cluny designó un nuevo prior de San Zoilo de Carrión, enviado para la reforma de la Orden de Cluny en la provincia de España (Litterae Papales. Ut per litteras apostolicas: Urbain V, Suppliques, doc. 474); su labor debió de reflejarse en las definiciones del año siguiente, que no se conservan. 187   Sin embargo, en cifras absolutas, hay definiciones muy escuetas, de poco más de cincuenta caracteres, y otras muy extensas, llegando a superar los dos mil cuatrocientos; si bien, tan solo diez de las ciento setenta y tres superan los mil caracteres (la mayoría en el último período).

300

AMIGOS EXIGENTES, SERVIDORES INFIELES

Cuadro 7. Las definiciones particulares de los prioratos hispanos Periodo

Años del periodo

Años con actas conservadas

Años con definiciones relativas a la provincia de España

Años con definiciones relativas a los prioratos de España Prioratos con al menos una definición Total de caracteres

Media de caracteres por año con definición Caracteres en definiciones de tipo general

Caracteres en definiciones relativas a prioratos

Total de referencias a prioratos

Media de caracteres por definición relativa a un priorato

12701289

12901314

13151335

13361349

13501379

Total

20

25

21

14

30

110

13

21

16

12

21

83

7

19

6

9

3

44

4

14

2

9

1

30

8

17

5

17

14

19

5458

32 276

4451

36 843

2806

81 834

780

1699

742

4094

935

1814

678

6142

1836

1835

788

11 279

4780

26 134

2615

35 008

2018

70 555

299

422

436

393

144

396

16

62

6

89

14

187

yor atención. Dos indicadores permiten valorarlo: el número de años que contienen definiciones sobre un priorato concreto y la extensión que se les dedica.188 Los resultados pueden verse en los cuadros 8 y 9, ordenados de mayor a menor. De ambas tablas se desprende que los definidores prestaron especial atención al priorato de San Isidro de Dueñas, una clara muestra de las dificultades que atravesó a lo largo de estos años, así como de su cercanía a la sede de la camarería, Carrión. A continuación se encuentran los dos grandes monasterios hispanos (San Zoilo de Carrión y Santa María de Nájera), y luego los cuatro prioratos gallegos (Jubia, Budiño, Pombeiro y Valverde), donde los escándalos de incontinencia, las enajenaciones de heredades o las usurpaciones y violencias nobiliarias contribuyeron a su temprana decadencia. En 188   Las cifras totales no coinciden con la suma de las de los prioratos porque algunas frases se refieren a varios monasterios simultáneamente.

Cornellana

Azuelo

Rates

Zamora

Entrepeñas

Burgos

Villafranca

Vimieiro

Villaverde

Salamanca

Ciudad Rodrigo

Valverde

San Boal

Pombeiro

Jubia

Budiño

Nájera

Carrión

Dueñas 4282 5261 951 1491 2190 1742 1585 947 885 865 904 470 721 423 0 0 640

102 0 79 1844 123 0 391 0 675 843 0 0 0 0 0 0 0 442

4605

724

0

1290-1314

1270-1289

0

0

0

0

258

0

0

0

0

0

430

0

0

0

0

300

450

0

1422

1315-1335

0

0

932

1779

1553

1692

1388

1877

1339

1752

1965

2324

2689

2266

2894

4832

928

4629

3950

1336-1349

0

74

297

0

112

50

666

299

103

203

291

0

88

0

217

286

0

182

291

1377

Cuadro 8. Extensión de las definiciones por priorato y periodo (en número de caracteres)

442

714

1229

1779

2346

2463

2524

3080

3150

3515

3633

4300

4519

4579

6446

6468

6639

9195

10 992

Total

LA PROVINCIA DE ESPAÑA Y CLUNY

301

3

0

0

Rates

TOTAL

Azuelo

Zamora

16

0

0

0

0

Burgos

Cornellana

0

0

Villafranca

Vimieiro

0

San Boal

Entrepeñas

0

2

Ciudad Rodrigo

Valverde

3

1

Villaverde

Pombeiro

1

3

Salamanca

Budiño

0

Jubia

Nájera

1

2

1270-1289

Carrión

Dueñas

62

1

0

0

2

2

1

2

3

2

3

4

4

4

3

3

4

9

7

8

1290-1314

6

0

0

0

0

0

0

0

0

1

1

0

0

0

0

1

0

1

0

2

1315-1335

89

0

1

2

0

2

6

6

5

6

5

5

6

5

6

7

7

5

7

8

1336-1349

Cuadro 9. Número de definiciones por priorato y periodo

14

1

1

0

0

1

1

1

1

1

1

0

0

1

1

1

1

0

1

1

1377

187

2

2

2

2

5

8

9

9

10

10

11

11

13

13

13

15

15

16

21

Total

302 AMIGOS EXIGENTES, SERVIDORES INFIELES

LA PROVINCIA DE ESPAÑA Y CLUNY

303

los últimos lugares de la tabla se encuentran los prioratos que se mencionan por primera vez en fechas más tardías.189 Entre los que menor atención requirieron están la abadía de Cornellana, pues se sustrajo a la obediencia de Cluny antes de 1300; el priorato de San Jorge de Azuelo por ser una dependencia de Santa María de Nájera; y los de Rates y Zamora, por depender de La Charité-sur-Loire y Marcigny respectivamente. Al margen de ellos, destaca la poca atención prestada a Villafranca, a pesar de ser el tercer priorato hispano en importancia, por detrás de Carrión y Nájera; ello puede ser indicio de una buena situación relativa o simplemente de que se consideraba acertada la gestión de sus priores a pesar de los problemas existentes, desgraciadamente la falta de documentación sobre este monasterio impide confirmar esta impresión. La atención prestada a los prioratos no fue la misma a lo largo de los diferentes períodos. Hasta 1289 destaca el interés suscitado por Jubia, seguido por Villaverde, Dueñas y Salamanca, a menudo debido a su arrendamiento u ocupación por laicos. Entre 1290 y 1314 destaca Nájera, por los problemas originados por su entrega en encomienda a un cardenal a inicios del siglo xiv; le siguen Carrión, Dueñas y Pombeiro.190 En el tercer período las definiciones son tan escasas que resultan poco significativas. El cuarto (1336-1349) se caracteriza por una información mucho más sistemática, hasta el punto de que catorce prioratos tienen entre cinco y ocho definiciones para tan solo nueve años. Budiño, Carrión y, de nuevo, Dueñas son los que suscitaron más preocupación, mientras que Nájera es el que menos, a pesar de sus cinco definiciones, en claro contraste con la segunda fase; Villafranca y Villaverde también figuran en los últimos puestos. Las definiciones de 1377, únicas del quinto período, prestan más atención a Villafranca, en concreto a sus racioneros.

189   Rates y Zamora no aparecen hasta 1336 y 1344 respectivamente, si bien hay referencias al segundo en las visitas a Marcigny desde 1268 (SCG I, doc. 68). Otro grupo no aparece hasta la primera década del siglo xiv: Burgos (1303), San Boal (1305) y Entrepeñas (1306). Vimieiro aparece por primera vez en esta época en 1303 y Villafranca en 1310, pero ya figuran en las definiciones de 1259 (SCG I, doc. 50). San Boal había sido un priorato dependiente de San Isidro de Dueñas hasta avanzado el siglo xiii, mientras que Burgos y Entrepeñas eran casas de un tamaño reducido ligadas de una u otra forma a San Zoilo de Carrión. Entrepeñas figura en las visitas de 1285 y 1292, pero su estado debió de ser considerado lo suficientemente bueno para no merecer una definición (SCG I doc. 117; II, doc. 141). 190   San Boal figura en quinto lugar, pero ello es debido a la actuación del prior de Nájera en el mismo.

RECAPITULACIÓN Y CONCLUSIONES

Los estudios sobre la abadía y Orden de Cluny en la Baja Edad Media constatan su relegamiento por parte del poder pontificio y regio. Cluny no era ya el interlocutor privilegiado de los papas, ni el objeto predilecto de la devoción de los monarcas.1 La época del abad Hugo el Grande quedaba muy lejana, como un recuerdo glorioso que llenaba de orgullo a los cluniacenses pero que no resolvía sus problemas cotidianos. La protección que en otro tiempo había permitido prosperar a Cluny se convirtió ahora en opresión. Reyes y papas demandaban más y más dinero para satisfacer sus necesidades, conocedores de que la riqueza acumulada por Cluny y sus monasterios podía proporcionárselo, aunque supusiese la ruina progresiva de la Orden. A ello se unió la entrega de prioratos en encomienda a los cardenales y la provisión de los mismos en favor de monjes, la mayoría de la Orden, pero no todos, en detrimento del poder del abad, elemento nuclear de la organización cluniacense. La perspectiva de análisis de los estudios sobre los dominios monásticos castellanos, incluidos los cluniacenses, es diferente. Se considera que la causa fundamental de la crisis de los dominios fue la actuación de la nobleza, que usurpaba las heredades y rentas de los monasterios, que robaba sus bienes en medio de las guerras civiles que sacudían el reino. El estudio realizado en las páginas precedentes sobre la relación de los prioratos cluniacenses hispanos con los poderosos del reino y la cristiandad muestra la complejidad de la situación. Ciertamente los monasterios atravesaban una grave crisis, que había debilitado su posición en el reino en comparación con la disfrutada en los siglos xi o xii. Los monjes se habían visto forzados a renunciar a buena parte de los diezmos en los años que siguieron

1

  Hurel y Riche. Cluny. De l’abbaye à l’ordre, pp. 130-135.

306

AMIGOS EXIGENTES, SERVIDORES INFIELES

al IV Concilio de Letrán (1215). Ello tras haber mantenido largos y costosos pleitos que les habían endeudado. La renuncia evitó nuevos gastos, pero les privó de muchos recursos económicos, necesarios para conseguir apoyos entre los poderosos. En el período aquí estudiado (1270-1379), los ingresos se redujeron más aún por el arrendamiento a largo plazo de importantes dominios en favor de ricoshombres, caballeros y obispos, a menudo cobrando la renta por anticipado. Ello aumentó su endeudamiento y limitó aún más su capacidad de actuación. Con todo, los monasterios seguían siendo ricos, lo que les permitió seguir endeudándose hasta avanzado el siglo xiv. Si conseguían préstamos era porque tenían con qué pagar. Esta capacidad de generar rentas era conocida por reyes, papas y abades, que no dudaban en exigir nuevos servicios de los monasterios. Los monasterios eran ricos pero estaban muy endeudados; muchos de ellos, no todos, terminaron arruinados o casi. *** La intensidad de la relación entre los monasterios y la Corona se pone de manifiesto en que cerca de la tercera parte de los documentos conservados proceden de la cancillería regia o de sus oficiales. Los privilegios reales suelen incluir la solicitud de que los monjes rueguen por la salud y el alma del rey y su familia, pero en general ello es una fórmula cancilleresca, que no indica una devoción especial. Tan solo el monasterio de Santa María de Nájera consiguió hacer valer su condición de panteón regio para invocar una especial protección en algunos momentos. La confirmación a la abadía de Cluny en 1332 de una limosna de veinte marcos de plata anuales, último recuerdo del famoso censo de Fernando I y Alfonso VI, tan solo reintegraba a la Orden parte de lo que se arrebataba a sus prioratos. Cluny ya no era el beneficiario de la piedad regia. La relación con el poder regio resulta contradictoria. Los cluniacenses demandaban constantemente la intervención de la justicia regia frente a las malfetrías de los nobles. Con frecuencia el abad de Cluny tenía que escribir al rey de Castilla solicitando la protección de sus prioratos en España; en ocasiones el monarca concedía un privilegio genérico de amparo ante la usurpación de los bienes y rentas de tales monasterios, pero en general era necesario acudir a los tribunales de la curia regia y de los oficiales territoriales para lograr la reintegración de tales dominios. El proceso era lento y costoso, y las decisiones judiciales contradictorias, apoyando tanto a los monjes como a sus oponentes en un mismo caso. A la vez que se invocaba la jurisdicción regia para recuperar los bienes enajenados, se intentaba que la misma respetase la jurisdicción del monasterio sobre diversos lugares. La repetida confirmación de los privilegios que contenían la concesión de inmunidad o exenciones fiscales de una aldea es la prueba de ello; a falta de privilegios originales, conseguir que el rey confir-

RECAPITULACIÓN Y CONCLUSIONES

307

mase una falsificación tenía los mismos efectos. Tales confirmaciones podían ser el resultado de un conflicto con el propio rey —que concedía un lugar del monasterio a un tercero—, con un oficial regio que no respetaba el señorío o la inmunidad, o bien con un concejo de realengo que intenta imponer su jurisdicción o fiscalidad sobre un lugar del monasterio, o reglamentar la actividad comercial —en especial el comercio de uva y vino— en la villa sede del priorato. Otro motivo de conflicto con los concejos era el paso de heredades del realengo al abadengo, que continuaba produciéndose a pesar de la disminución de donaciones y repercutía en la carga fiscal soportada por los vecinos pecheros. El recurso a la justicia regia conllevaba su aceptación y su fortalecimiento. Pero este fortalecimiento suponía la limitación del poder señorial en su conjunto, y muy especialmente el de los señoríos eclesiásticos. El fortalecimiento del poder regio en la Baja Edad Media se hizo a costa de los señoríos preexistentes, aunque de forma diferencial. En general, la nobleza consiguió nuevas concesiones en este campo (la señorialización de las villas reales), aunque solo una parte de los nobles se beneficiase. Sin embargo, los monasterios no se vieron favorecidos en este campo. El avance del poder regio sobre sus señoríos limitó la jurisdicción de los priores e impuso nuevas cargas fiscales a sus vasallos, que minaron su capacidad de pagar rentas a los monasterios, cuando no condujeron a la despoblación de sus aldeas. Con mayor o menor intensidad los señoríos de la nobleza soportaron esta carga, pero mientras los nobles —o mejor, algunos de ellos— consiguieron participar en las rentas del rey, los prioratos cluniacenses no l hicieron, o solo en muy pequeña medida, casi simbólica. El desarrollo de una fiscalidad directa sobre los monasterios —más que sobre los monjes propiamente dichos— fue otra manifestación del crecimiento del poder regio. Desde el siglo xiii las tercias reales habían reducido los ingresos decimales, al recaer sobre las tercias de fábrica que los cluniacenses disfrutaban como propietarios de las iglesias. Al margen de las mismas, se trata de una fiscalidad fundamentalmente extraordinaria, motivada por las guerras contra los musulmanes y otros reinos peninsulares, como yantares, servicios extraordinarios o décimas concedidas por el papa. Sin embargo, la continuidad de las guerras hizo que tales exigencias fuesen habituales, sin llegar a ser continuas y previsibles. Los prioratos recurrieron a diversos tipos de endeudamiento para pagar estos impuestos: arrendamientos a largo plazo con cobro anticipado de la renta, préstamos usurarios, empeño de sus dominios y aldeas... Esta carga fiscal, con ser gravosa, no llegaba a arruinar al monasterio, pues existía la posibilidad de negociarla: lograr la exención de un tributo concreto, reducir la cantidad pagada por otro en un momento dado. Los priores debían acudir periódicamente al rey para mostrar la «pobreza» de su monasterio y lograr tal concesión. Es cierto que muchos prioratos lograron exenciones, pero a menudo eran temporales y nunca tuvieron

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un carácter general: a unos se les eximía de unos tributos y a otros de otros, pero siempre tenían que pagar por algún concepto. La extensión de la jurisdicción regia no solo amenazaba el dominio monástico, sino también el funcionamiento interno de la Orden. Las disputas por un priorato entre varios monjes podían acabar ante el tribunal del rey, saltándose los mecanismos internos de la Orden. Algunos monjes solicitaban al rey que «suplicase» les concediesen un priorato. En otros casos el rey, en especial Sancho IV, pidió que una heredad o un priorato fuese entregado en arrendamiento a largo plazo o encomienda a un clérigo de la Corte o a un noble a su servicio o de su familia. El camarero y los definidores accedieron intentando fijar unas condiciones favorables, que luego no se respetaban. Por otra parte, la encomienda regia de estos monasterios, deseada porque los protegía frente a los abusos nobiliarios, conllevaba una creciente influencia del rey o reina sobre los mismos. Ello redujo el control del abad de Cluny o del prior del monasterio, y, aunque consiguiesen recuperarlos, sus rentas disminuyeron y los derechos eclesiásticos de los monjes se cuestionaron, como pone de manifiesto el caso de Budiño. A pesar de esta repetida apelación a la justicia y piedad regia, los contactos personales entre los priores y los miembros de la familia real fueron escasos en estos años; el alejamiento de la Corte fue la norma. *** La relación con el poder episcopal fue mejor que en la segunda mitad del siglo xii y primera del xiii. Los grandes conflictos en torno a la fiscalidad y jurisdicción episcopal se habían resuelto. Los acuerdos alcanzados tras los concilios de Letrán IV y Lyon I establecieron un statu quo que, en general, se respetó a lo largo de este período: reconocimiento de los derechos episcopales sobre las parroquias y sus clérigos, y del derecho de patronato a los monasterios. Las tensiones se concentraron en los prioratos de Rates y Vimieiro, en la diócesis de Braga, y en el de Budiño, en la de Tuy. Los obispos se presentaban como defensores de los derechos de los clérigos frente a los monjes, patronos de sus iglesias, pero tampoco en este aspecto hubo grandes conflictos, salvo en Rates y Vimieiro, de nuevo los dos prioratos portugueses. Los arzobispos de Braga fueron especialmente reivindicativos, intentando cobrar procuraciones a los monjes y visitar sus monasterios, interviniendo en las disputas por el cargo de prior y defendiendo a los clérigos prebendados. Ello se debe, por una parte, a las amplias atribuciones que el acuerdo con el camarero en 1227 les había reconocido, pero también a que durante buena parte de la segunda mitad del siglo xiii había estado en manos de varias dignidades de la catedral de Braga a través de sucesivos arrendamientos. El obispo de Tuy, Juan Fernández de Sotomayor, tuvo arrendado el priorato de Budiño entre 1292 y 1323, lo que explica que sus sucesores reclamasen procuraciones y otros derechos sobre este monasterio.

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Juan Fernández fue canciller de la reina María de Molina, de ahí que el rey intercediese para que se le concediese ese priorato. El obispo de Ciudad Rodrigo y el electo de Sevilla en tiempos de Sancho IV consiguieron sendos prioratos, aunque por menos tiempo. Más frecuente fue que los obispos del entorno de este rey, su mujer e hijo, consiguiesen que los cluniacenses les arrendasen importantes heredades a largo plazo. Destaca el caso de Martín García, obispo de Calahorra y Astorga. Primero arrendó, junto con sus padres, un importante dominio de Nájera, que transmitió a sus hijos y nietos; luego, siendo obispo de Astorga, consiguió la casa de Villafrechós de San Zoilo de Carrión por cinco mil maravedís pagados por anticipado. Los mismos estaban destinados a satisfacer el pedido regio, que el propio Martín se encargaba por entonces de recaudar para Sancho IV. Con todo, la necesidad de dinero de los monjes no fue el motivo fundamental de tales cesiones, sino la presión del poder pontificio y regio. El arrendamiento de heredades y prioratos por los obispos en estos años es un rasgo común con otras provincias de la Orden, pero hay que destacar que no todos los obispos se beneficiaron de ellas, tan solo aquellos próximos al rey, en especial a Sancho IV y María de Molina, cuyo poder y recursos propiciaron estas concesiones. Más que en la imposición del poder episcopal, deberíamos pensar en otra manifestación del poder regio y pontificio, que articula en torno suyo a una parte del episcopado y clero catedralicio. Los prelados ajenos a estas nuevas redes de poder no se vieron beneficiados. *** La relación entre monjes y nobles siguió siendo compleja, pero si en los siglos anteriores predominaba su cara benefactora, en este dominó la malhechora. Desde el reinado de Sancho IV se sucedieron las denuncias del Capítulo General de Cluny contra los abusos nobiliarios: en época de Sancho IV y Fernando IV por la ocupación de los propios monasterios por un caballero o escudero, más tarde por la de los bienes del monasterio; por la violencia sobre sus heredades, vasallos y personas —incluyendo el asesinato de algún prior—; por la intervención en las disputas por los prioratos en favor de un monje contra otro —lo que conllevaba robos y asaltos armados al propio monasterio—. Las guerras civiles que sacudieron Castilla en este siglo supusieron la toma de lugares de estos prioratos por nobles de uno u otro bando, su destrucción o la usurpación de su dominio. La Rioja padeció especialmente la minoría de Alfonso XI, las revueltas de los señores de Cameros y las sucesivas invasiones de Enrique II y Pedro I. En esta última ocasión fue quemado el claustro e iglesia de San Isidro de Dueñas, y Santa María de Nájera perdió parte de su tesoro, que Pedro I había hecho llevar a Burgos. Ciudad Rodrigo no salió mejor librado debido a las guerras con Portugal, mientras en Galicia los robos se sucedían, lo que llevó a un visitador a declarar que en esa tierra no vivían hombres sino demonios.

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Los robos y las destrucciones en medio de las numerosas sublevaciones nobiliarias y guerras civiles no solo suponían la pérdida puntual de las rentas, sino que dificultaban o imposibilitaban su percepción regular y reducían los ingresos. Así se crearon las condiciones para los arrendamientos a largo plazo, que se justificaban por la imposibilidad de recuperar los dominios perdidos o de cobrar las rentas. El noble que recibía el dominio, además de pagar la renta, debía esforzarse por mantener los bienes y derechos del monasterio, reconstruir lo destruido y recuperar aquellos usurpados. El mal estado del dominio y estas tareas adicionales explican que las rentas establecidas fuesen menores que las que se conseguían anteriormente. Otro motivo de esta disminución de los ingresos fue que era habitual cobrar toda la renta por anticipado, con lo que los arrendamientos se convertían en préstamos en que el capital e intereses se recuperaban con los frutos de las heredades cedidas. La violencia de los nobles creó las condiciones para la difusión de la encomienda. De las cesiones de bienes en prestimonio a cambio de una renta y de una alianza de «amistad» con un caballero, se pasó a la entrega de lugares en encomienda, con la obligación de defenderlos, a cambio de la cesión gratuita de un bien o renta. También se documenta la encomienda del conjunto de un monasterio en favor de un ricohombre o de miembros de la familia real. El inconveniente de algunas de estas encomiendas era que su entrega a un noble de la región suponía posicionarse a su lado frente a sus enemigos, lo mismo que criar al hijo de un noble en el coto del monasterio, y así el monasterio se convertía en objeto de nuevos ataques. Suero Pérez, prior de Pombeiro, fue asesinado por ello. Las usurpaciones de grandes dominios denunciadas por el Capítulo General no responden solo a la violencia señorial. En general, había documentos que legitimaban la ocupación nobiliaria, ya fuese una encomienda, ya un arrendamiento o cesión a largo plazo. Los priores buscaron la protección de ricoshombres y caballeros en medio de las guerras civiles y los litigios judiciales, pagándola con estas concesiones, pero también necesitaban su dinero para pagar tributos regios, pontificios o de la propia Orden, además de antiguas deudas, para lo que recurrieron a arrendar bienes a largo plazo cobrando por anticipado. El pago de la totalidad de la renta al inicio del arrendamiento se asemejaba a una venta. En algunos casos, el monasterio seguía percibiendo una renta simbólica durante los años del contrato en reconocimiento de su señorío; el arrendador podía pretender seguir pagando esta renta simbólica a cambio de mantener la posesión. Tales prácticas estaban prohibidas por los estatutos, por lo que los definidores ordenaban a los priores pleitear por recuperar tales bienes, lo que difícilmente se conseguía. En cualquier caso, los prioratos debieron pleitear ante el adelantado o la curia regia, con el notable gasto que ello suponía. Los pleitos en la Corte comportaban gastos de abogados y viajes; a ello se sumaba la compra del favor de los personajes influyentes. La cesión gratuita de

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dominios a Fernán Sánchez de Valladolid o al hermano del conde don Álvaro pudieron estar motivadas por esta necesidad de pagar apoyos para los litigios sostenidos en la curia regia. Ello generaba una espiral de enajenaciones. Los beneficiarios de estos arrendamientos y encomiendas fueron tanto ricoshombres (en especial los Haro de Vizcaya y los Haro de Cameros en relación con Santa María de Nájera) como caballeros y escuderos de la nobleza castellana y gallega. Un problema no resuelto es el origen del dinero con el que se pagaba la renta por anticipado. La idea de que la nobleza usurpaba los bienes debido a la caída de sus rentas no explica que muchas usurpaciones derivasen de arrendamientos con pago por anticipado, lo que implicaba que tales nobles disponían en ese momento de gran liquidez en moneda. Es probable que este dinero provenga del servicio al poder regio. Varios de los caballeros que arrendaron bienes desempeñaron algún oficio de la administración territorial o bien estaban al servicio de un ricohombre, lo que solía recompensarse con la asignación de rentas regias. Al margen de los ricoshombres, los caballeros Pedro López de Padilla, Alvar García de Hermosilla y Alfonso López de Lemos tenían asentadas rentas en las cuentas de Sancho IV. Tal vez ello les proporcionase el dinero para pagar los arrendamientos que hicieron a fines del siglo xiii o inicios del xiv, sin descartar que recurriesen al préstamo. Habría que preguntarse si los nobles beneficiados por los arrendamientos no fueron precisamente aquellos que habían conseguido participar en los recursos generados por el poder regio. Con ello se daría una nueva paradoja: los monasterios tenían que arrendar algunas heredades para pagar los servicios al rey, quien a su vez redistribuía este dinero entre la nobleza y clérigos a su servicio, dinero con el que podían pagar por anticipado la renta del arrendamiento. El problema de estos arrendamientos a largo plazo era que una vez vencido el plazo, los arrendadores se resistían a devolver la heredad, e intentaban prolongar la cesión a cambio de una renta menor. Todo ello daba lugar a situaciones contradictorias, como cuando en 1325 el prior de Carrión arrendó el barrio de San Martín de Frómista a Juan Fernández de Padilla, mientras por esos mismos años el prior de Dueñas pleiteaba con este caballero para conseguir revocar el arrendamiento de Santiago del Val. Uno de los motivos de los conflictos surgidos en torno a estos arrendamientos a largo plazo era que, en ocasiones, los mismos se hacían más en beneficio de los intereses del prior que del propio monasterio. Fue el caso de los priores de Carrión o Nájera, que arrendaron bienes a mediados del siglo xiv para pagar los derechos al papa por la concesión del monasterio, o de los priores de Pombeiro y Jubia, que entregaron dominios a sus familiares. En otras ocasiones se cedían para lograr alianzas en medio de las guerras internas de la nobleza comarcal. Cuando el sucesor reclamaba tales bienes ante los tribunales, el arrendador exhibía su contrato, a la vez que recurría a las amenazas y la violencia para defender su posesión.

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En este contexto puede sorprender que se siguiesen produciendo donaciones nobiliarias, aunque estas fuesen escasas. Sin embargo, los cluniacenses no habían perdido su fama intercesora, el prestigio de su liturgia y buenas obras permanecía en algunos sectores de la nobleza, a pesar de la competencia de los frailes mendicantes. Monasterios como el de Nájera albergaban panteones familiares de la nobleza, lo que era un valor añadido para atraer nuevos enterramientos junto a los antepasados. Pero la nobleza del siglo xiv negociaba sus donaciones, buscaba contrapartidas, desde el alumbramiento de una lámpara en la iglesia o el mantenimiento de un capellán, a la fundación de determinado número de aniversarios individuales o familiares, sujetos a una reglamentación minuciosa. En algunos casos la donación se condicionaba a la cesión de un dominio en prestimonio vitalicio, lo que conecta con el problema de los arrendamientos y difumina las fronteras entre donación y pago de renta por anticipado. *** La actuación de los monasterios cluniacenses hispanos no estaba solo condicionada por los poderes de los reinos en que estaban enclavados. Fuera de los mismos tenían su sede el papa y el abad de Cluny, dos poderosos que influían decisivamente sobre ellos. Ambos presentaban numerosas semejanzas con el poder regio, a pesar de su lejanía. En primer lugar porque los monasterios estaban sujetos a la jurisdicción del abad de Cluny y de su Capítulo General, pero también del papa; se solicitaba el amparo de la justicia pontificia, al igual que se hacía con la regia. En segundo lugar, porque esta jurisdicción conllevaba una fiscalidad creciente. En tercer lugar, porque ambos poderes influyeron en los arrendamientos de dominios y el nombramiento de priores. El nombramiento de jueces conservadores fue la mejor muestra de la protección dispensada por los papas. Desde mediados del siglo xiii los abades de Sahagún, Valparaíso, Oña, Eslonza, Samos, Carracedo o San Pedro de Lomar recibieron dicha comisión en algún momento. Tales jueces no dejaban de ser eficaces en muchos pequeños pleitos por arrendamientos con clérigos y campesinos. Otra manifestación de esta protección fue la concesión de indulgencias, como la realizada en favor de Santa María de Nájera. La otra cara de esta jurisdicción papal estuvo representada por la concesión del priorato de San Miguel de Zamora a los Hospitalarios que, aunque no fructificó, puso de manifiesto la capacidad de disposición del poder pontificio. Dos siglos después ello propició el fin de la Orden en España. La fiscalidad pontificia es otro asunto complejo. Se sabe que generó un fuerte endeudamiento de la abadía de Cluny. En el caso de los prioratos hispanos, esta fiscalidad tuvo, en general, consecuencias indirectas: el endeudamiento de la abadía llevó al papa a conceder al abad la facultad de recaudar servicios extraordinarios a sus prioratos, lo que gravaba duramente sus eco-

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nomías. Desde mediados del siglo xiv la provisión de prioratos por gracia papal tuvo peores consecuencias: las cantidades que por diversos conceptos tuvieron que satisfacer priores como Juan de Bastida, que lo fue de Carrión (1336-1341), o Giraldo, que lo fue de Nájera (1359-1361), aumentaron espectacularmente el endeudamiento de estos monasterios. La influencia pontificia en el arrendamiento de prioratos se pone de manifiesto en los realizados a dignidades de la catedral de Braga, simultáneamente capellanes apostólicos, quienes durante la segunda mitad del siglo xiii se sucedieron al frente de Vimieiro. Peores efectos tuvo la cesión en encomienda de prioratos a diversos cardenales. La del de Nájera a inicios del siglo xiv estuvo a punto de arruinarlo, aunque la buena gestión de los priores de la primera mitad del siglo consiguió su recuperación. Villaverde, Burgos y Budiño corrieron la misma suerte en diversos momentos. En este último fue especialmente prolongada y es posible que fuese debida a los pleitos que sostenían el obispo de Tuy y los monjes cluniacenses en torno al mismo. La concesión de los prioratos cluniacenses como beneficios por los papas desde Juan XXII es la otra manifestación de este poder pontificio, la que, en mi opinión, contribuyó decisivamente a la ruina de la Orden en España. Además de los malos efectos económicos sobre los dominios (endeudamiento derivado de la necesidad de pagar a los colectores pontificios), estas concesiones sustrajeron los prioratos al control del abad de Cluny. El nombramiento y remoción de priores era la clave del control de estos prioratos lejanos, más incluso que las visitas. Las definiciones no tenían valor si no podían aplicarse, si los priores no podían ser removidos de sus oficios porque contaban con la protección de la curia papal. Por otro lado, los monjes que deseaban obtener un priorato sabían que debían acudir a la corte pontificia, no a Cluny. Finalmente, las disputas entre aquellos que habían obtenido la gracia expectativa para el mismo priorato, o para uno en general, causaban la ruina de los monasterios. El recurso al poder de los laicos o a la influencia de los cardenales para hacer efectiva la expectativa del beneficio quebraba el principio jerárquico de la Orden. San Zoilo de Carrión, la principal casa de la provincia, fue la primera víctima de estas concesiones. Dueñas, Villaverde, Jubia, Villafranca, Nájera y Budiño se vieron afectados en las décadas siguientes. El abad de Cluny podía negociar puntualmente con el papa, como muestra el caso de Guillermo de Salis, nombrado para la reforma de los monasterios en España en 1362 en lugar del primer candidato papal. A la quiebra jerárquica se unían los perjuicios económicos para los prioratos afectados, pues los nuevos priores debían pagar elevadas sumas al papa por el beneficio recibido en concepto de anata u otro tributo, lo que les llevaba a empeñar los bienes del monasterio o arrendarlos a largo plazo cobrando la renta por anticipado. ***

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Los prioratos cluniacenses de España estaban sujetos a la autoridad de Cluny, es decir, en primer lugar de su abad y, desde inicios del siglo xiii, también del Capítulo General de Cluny, a través de sus definidores y de los visitadores que se designaban anualmente. España era una de las provincias «remotas», que ninguno de los abades de este período visitó, por lo que su autoridad tenía que ser ejercida a través de otros monjes: camareros, vicarios, procuradores o visitadores. La actuación del poder regio y del poder pontificio a lo largo de estos años la debilitó considerablemente, pero no llegó a desaparecer, aunque sí que se quebrase puntualmente. La tentativa de reforma de los monasterios de monjes negros por Benedicto XII (1336) estuvo a punto de quebrar la sujeción al Capítulo General de Cluny en favor del respectivo Capítulo Provincial que mandaba crear. El prior de San Zoilo de Carrión se integró en la nueva provincia, tal vez por haber recibido su priorato por gracia papal. Sin embargo, tal provincia no llegó a consolidarse, difuminándose tras la muerte de su impulsor. Es probable que los cluniacenses intentasen adaptarse a los mandatos de la bula, lo que hizo resurgir de forma efímera la antigua provincia de Galicia. Las manifestaciones de la autoridad de Cluny fueron variadas. La más evidente era el pago del censo anual. Las cantidades satisfechas en este concepto no eran excesivas y eran previsibles por su regularidad. Peor efecto tuvieron las décimas, vigésimas y otras rentas extraordinarias, que se fueron multiplicando, y que a fines del siglo xiii e inicios del xiv se repetían casi anualmente. Una de las funciones del camarero era precisamente el cobro de tales «derechos del abad», y hay indicios de que lo hacía a pesar de las protestas de los priores. En ocasiones el abad enviaba un vicario para conseguir sus derechos, con poderes para arrendar aquellos prioratos que por su mal estado no podían pagar; a los arrendadores se les exigía la entrega del censo y la vigésima, además de mantener a los monjes o recuperar los bienes enajenados. Las dificultades económicas de Cluny y, tal vez, las de sus prioratos hispanos para pagar, explican la unión de algunas casas y heredades a la «mesa del abad» en la primera mitad del siglo xiv, una nueva forma de obtener ingresos. El control de la gestión de los priores y del comportamiento de los monjes por el Capítulo General, apoyado en los informes de los visitadores anuales y en la obligatoriedad de que los priores acudiesen al mismo cada dos años, es otra de las manifestaciones de la autoridad de Cluny. Las dificultades fueron muchas; más de una vez se denunció el estado de ruina temporal y espiritual de los prioratos hispanos, pero ello no hizo desistir de las tentativas de reformarlos, de corregir a sus monjes, de controlar la provincia. Los visitadores fueron designados casi todos los años, aunque no siempre realizaron la visita o remitieron los informes solicitados. Los sucesivos cambios de estrategia en su nombramiento (priores de otras provincias, primacía del camarero de España, cambio anual de los informantes, designación de un prior de Galicia y otro de Castilla) muestran este deseo y voluntad.

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La efectividad de estas actuaciones estaba limitada por la información disponible y por la capacidad de ejecutar las decisiones. En este sentido resultaba fundamental el papel del camarero. El caso de Juan de Dosa es el más llamativo: la información que suministraba al abad le permitió promover a varios monjes de su priorato, Carrión, al frente de otros monasterios hispanos; simultáneamente la ausencia o escasez de definiciones sobre los prioratos de su provincia durante buena parte de su mandato dejó en sus manos el control de la provincia; es probable que su contundencia y efectividad en la recaudación de los censos y servicios extraordinarios contribuyesen a otorgarle la confianza del abad. *** El nombramiento de priores seguía siendo una competencia del abad de Cluny. Las decisiones tomadas por el Capítulo General —que le instaba a nombrar o destituir a un prior, o a resolver un caso confuso—, los informes y recomendaciones del camarero en favor de uno u otro monje de la provincia, y, sobre todo, las gracias concedidas por los papas desde el siglo xiv condicionaron sus posibilidades de elección, sin eliminarlas. Los definidores del Capítulo General recomendaban, no ordenaban; a menudo delegaban la solución de un conflicto en el propio abad. El camarero informaba, tal vez ocultando la verdad o mintiendo, pero no podía designar a un prior de un monasterio que dependiese directamente de Cluny; ello no impedía que, si gozaba de la confianza del abad, consiguiese colocar a monjes de su confianza, salidos del convento que regía (Carrión o Nájera), al frente de los otros prioratos conventuales o menores. Las gracias pontificias dejaban un pequeño margen de maniobra al abad, como se vio en 1362-1363 con el nombramiento del prior de Carrión, cuando consiguió que el papa revocase o aplazase una concesión ya realizada, en favor de otro monje propuesto por el abad, justificándolo por la reforma del monasterio y de la provincia; sin embargo, el monje que había recibido dicha expectativa papal acabó siendo prior de Carrión unos años después, tras pasar por otros prioratos hispanos de menor importancia (Toro, Villaverde). Este sistema de nombramiento de priores explica la elevada presencia de monjes de origen francés entre los mismos. Si durante la primera mitad del siglo xiii hubo un proceso de hispanización de los priores, a partir de 1288 el mismo se invirtió, y la presencia de monjes franceses alcanzó su máximo entre 1288 y 1312 y entre 1336 y 1363. Ello afectó especialmente a los grandes prioratos de Carrión y Nájera, junto con Dueñas, mientras que su presencia fue menor en Galicia. El porcentaje de priores franceses fue claramente superior al de monjes franceses no priores, ya que tan solo la quinta parte de los mismos tenían ese origen, con todo una presencia significativa. ***

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Ni el abad de Cluny ni el Capítulo General pudieron evitar, sin embargo, las disputas por los prioratos entre varios monjes con nombramientos o gracias abaciales o papales, las querellas entre el prior depuesto y el designado para sustituirlo. En medio de estas luchas se recurrió a la falsificación de cartas, se apeló a los tribunales de reyes y obispos, se buscó el apoyo de los caballeros de la comarca o de los cardenales de la curia pontificia. Todas estas actuaciones, aunque condenadas por los definidores, debilitaron la autoridad de la Orden sobre cada monasterio y sus bases económicas, pues los rivales financiaban sus pleitos con lo que tomaban del priorato, legal o ilegalmente. Esta lucha por los prioratos dañaba la disciplina en el interior de la comunidad monástica. Los monjes denunciaban al prior ante el Capítulo General. Los visitadores recogían acusaciones, ciertas o falsas, de dilapidación de los bienes del monasterio, simonía o incontinencia, las escasas causas que permitían su deposición. De algunos monjes se sospechaba que estaban implicados en la muerte del prior de su monasterio, o eran acusados por este de conspirar contra su gobierno y su vida. El comportamiento de los monjes preocupó a los definidores del siglo xiv tanto como el estado de los monasterios. La relajación de la observancia de la regla que se aprecia desde mediados del siglo xiii (consumo de carne, uso de vestidos inadecuados, desconocimiento de las «costumbres» cluniacenses) dio paso a una pérdida de su identidad como comunidad cluniacense. Muchos monjes ignoraban las costumbres litúrgicas de Cluny, por lo que en 1290 se dispuso que el camarero enviase seis u ocho de ellos a la abadía madre para que las aprendiesen y se las enseñasen a sus compañeros. Los priores admitían como monjes a frailes mendicantes, o, peor aún, se entregaba un priorato a monjes benedictinos no cluniacenses debido a una gracia pontificia. En Nájera, aprovechando la encomienda de un cardenal, los monjes vivían como canónigos a inicios del xiv y mantenían grandes familias a su cargo. Esto último es una muestra de la secularización que se produce desde fines del siglo xiii, pero sobre todo en el xiv: algunos monjes abandonaron el dormitorio común, se convirtieron en giróvagos, percibieron emolumentos por diversos conceptos, no obedecían al abad ni al prior... Ello era más grave en el caso de los priores, que no vivían con sus monjes, desobedecían al camarero, visitadores, definidores y al propio abad, comportándose como clérigos seculares autónomos. Algunos cayeron en una conducta laica, manifestada especialmente en la ruptura del voto de castidad, pero también en la frecuentación de tabernas o el juego de dados, en el que disipaban los bienes del monasterio. En 1313 se acusaba al prior de Jubia de vivir en el priorato con una damisela con la que tenía dos hijos, sin ninguna vergüenza. Estas noticias no se encuentran solo en las visitas y definiciones, sino que algunos documentos mencionan el aforamiento de heredades de Pombeiro a criados de un monje o un prior, es decir, a sus hijos ilegítimos.

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En ciertos casos, más llamativos que numerosos, se llegó a comportamientos auténticamente criminales, con robos, violencias y homicidios: dos monjes de Dueñas robaron el tesoro del monasterio en 1322, tras golpear al prior; los priores de Ciudad Rodrigo y Vimieiro en 1349 habían matado a un hombre en Carrión acuchillándolo; un monje de San Boal se dedicaba a robar por los caminos en compañía de otros malhechores (1345). Estos males afectaban más a unos prioratos que a otros. Los de Galicia y Portugal lo fueron de forma más temprana e intensa por la incontinencia y otros problemas disciplinarios, pero a mediados del siglo xiv pocos monasterios se libraban de estos problemas. La práctica de trasladar a los monjes que cometían tales excesos de un priorato a otro, lejos de eliminar el mal, acabó difundiéndolo, tal vez por el reducido número de casas y de monjes existentes en la provincia. Más aún, los monjes de otras provincias, como Vasconia, podían ser trasladados a la de España por motivos disciplinarios. *** La mala administración era otra de las grandes preocupaciones de los definidores. Fueron numerosas las denuncias de deudas elevadas y enajenaciones, pero a menudo se trataba de priores que atribuían a sus predecesores el mal estado de su monasterio, como una forma de justificar su propia gestión. No parece que los sistemas de control fuesen muy eficaces, que las visitas consiguiesen detectar y controlar los problemas cuando se estaban produciendo, limitándose a menudo a constatar situaciones del pasado. Las noticias de endeudamiento se remontan a inicios del siglo xiii, aunque se hicieron más frecuentes en el xiv. El caso de Nájera muestra un agravamiento a inicios del xiv, debido a la encomienda del priorato por un cardenal, que estuvo a punto de arruinarlo completamente. La gestión de los priores Luis y Enrique en las décadas siguientes mejoró notablemente la situación, pero en poco más de dos años la gestión de Giraldo, que había recibido el priorato por gracia apostólica y debía pagar la anata, lo puso de nuevo al borde del colapso, debiendo su sucesor renegociar las deudas contraídas y recuperar los bienes empeñados. Así muchos años de buena administración podían venirse abajo en poco tiempo. La riqueza inmueble de los prioratos posibilitaba que se les prestase dinero, lo que acababa arruinándolos. La consecuencia inmediata del endeudamiento era la alienación de bienes. Dicha expresión no se aplicaba solo a la venta de los mismos, sino a cualquier cesión a medio y largo plazo (desde un quinquenio a varias vidas), en general cobrando la renta por anticipado, o al empeño de parte del tesoro del monasterio (cruces, cálices, biblias) o de sus privilegios. Otra forma de endeudamiento fue la concesión de raciones a clérigos y laicos a cambio de servir una iglesia o las horas en el monasterio, o como compensación por una donación. Estos racioneros no eran nada nuevo, pero si en siglos anteriores la figura había sido utilizada para atraer donaciones y anudar vínculos de

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amistad y ayuda mutua, en esta época respondía a la necesidad de conseguir dinero, pagando con una ración vitalicia de comida y vestido en el monasterio, o bien a la recompensa a servidores de la persona del prior no del monasterio. En los prioratos gallegos el número de clérigos prebendarios creció tanto que no se podía casi alimentar a los monjes, incluso un prior expulsó al único monje que quedaba para poner en su lugar a uno de estos clérigos. *** Los priores justificaban sus alienaciones por las deudas heredadas, por la necesidad de pagar los servicios al rey y al abad de Cluny, por la imposibilidad de cobrar las rentas debido a las malas cosechas y la violencia nobiliaria. Son las causas que se consideraban aceptables. Nada se decía de los gastos en criados y servidores o en los viajes, del coste de la buena alimentación de los monjes (pan blanco, vino, pescado y carne), de las heredades cedidas a los parientes y amigos. La contabilidad de San Zoilo de Carrión de 1338, con todos sus problemas, muestra que el elevado endeudamiento del monasterio suponía una pesada carga sobre sus ingresos (en torno a la tercera parte de los mismos); que había usurpaciones (aunque muchas menos de las denunciadas), un elevado gasto suntuario, derivado no solo de la liturgia (iluminación, vestiduras) sino también del mantenimiento de un estatus social. En la práctica apenas se disponía de la mitad de las rentas teóricas del monasterio. Por otra parte, se había abandonado casi completamente la explotación directa, e incluso el cobro de rentas en especie, en favor de las rentas en dinero, lo que pudo ser consecuencia del endeudamiento. Ello convertía a los monjes en compradores en lugar de vendedores, impidiendo que aprovechasen las ventajas del importante mercado de la villa de Carrión. Los priores en primer lugar, seguidos de los oficiales que administraban las rentas de una obediencia y los monjes, disfrutaban de un nivel de vida elevado, aunque puntualmente pudiesen sufrir las carencias derivadas de los abusos nobiliarios o la necesidad del prior de pagar al papa, al rey o al abad. La dotación de aniversarios por el prior, el sacristán u otros miembros de la comunidad, el ejercicio del derecho de espolio por el abad, muestra que poseyeron bienes propios de valor considerable. Otros monjes parece que percibían pequeñas cantidades por oficiar las misas semanales o atender una capellanía. *** La reducción de los ingresos de los monasterios, el endeudamiento y el aumento del consumo de cada individuo condujeron a la reducción del número de monjes. Las visitas y definiciones informaban sobre el número de monjes que había en distintos prioratos a lo largo del período, pero no hay ningún año en que haya noticias de todos los monasterios, por lo que las cifras que pueden darse son una estimación. La provincia contaba con unos

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ciento cincuenta a mediados del siglo xiii, a fines de la centuria no alcanzaban los ciento veinte, en 1336 eran unos ochenta, en 1349 unos sesenta, y al final del período estudiado, cerca de cincuenta. Ello supone que se perdieron dos tercios de los efectivos en esta centuria. La reducción no fue lineal en el tiempo ni en los monasterios. Se abandonaron muchos de los pequeños prioratos dependientes de Carrión, Nájera o Dueñas, que se convirtieron en simples iglesias o granjas, y se redujo el tamaño de los conventos. A fines del período estudiado muchos estaban regidos solo por un prior, en algún caso acompañado de uno o dos monjes; tan solo Carrión y Nájera, tal vez Villafranca, mantenían una comunidad significativa, aunque bastante menor que en tiempos pasados. La disminución experimentada en la segunda mitad del siglo xiii afectó a los dos grandes prioratos (Nájera y Carrión), que perdieron la tercera parte de sus efectivos (pasaron de unos treinta a unos veinte monjes cada uno), lo que supuso que buena parte de sus prioratos dependientes se abandonasen. En ello influyó el envío de monjes de los dos grandes prioratos a los prioratos conventuales, que por entonces contaban con unos ocho o diez monjes. Los prioratos menores perdieron la cuarta parte de los efectivos. Nájera sufrió un fuerte descenso a inicios del xiv, pero en el primer tercio de este siglo fueron sobre todo los prioratos conventuales como Dueñas, Jubia, Pombeiro, Budiño o Rates los que más perdieron, quedando reducidos a un prior y tres monjes, al mismo nivel que los prioratos menores, que por entonces contaban con un prior y uno o dos monjes. La peste afectó duramente a Carrión, donde murieron diez monjes, algunos niños, así como a Jubia, abandonado temporalmente. Hacia 1370 dos terceras partes de los monjes residían en Nájera, Carrión y Villafranca; en otras once casas solo había un prior, que a veces ni siquiera residía, y, en el mejor de los casos, uno o dos monjes (cinco casas). Los antiguos prioratos dependientes de Carrión, Nájera o Dueñas se habían convertido en simples iglesias o granjas, aunque a veces pudiese morar un monje en ellos durante algún tiempo. Así, de los dieciocho prioratos existentes hacia 1270, solo quedaban trece un siglo después; otras siete casas estuvieron ocupadas de forma puntual, alternándose monjes, conversos y clérigos a su frente. *** La disminución del número de monjes repercutió en el esplendor de la liturgia, una de las señas de identidad de los cluniacenses. Si a inicios del período no había grandes problemas, a mediados del siglo xiv los defectos se habían multiplicado: no se cantaban todas las horas o no se celebraban las misas debidas, incluso en algún monasterio se había llegado a interrumpir el culto; el ajuar litúrgico no era lo suficientemente rico; había que recurrir a clérigos seculares por falta de suficientes monjes presbíteros, etc. Con todo, los prioratos conventuales mantenían su liturgia esplendorosa, con tres misas

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diarias y las horas cantadas. Los monjes seguían publicitando la eficacia de su oración intercesora y de sus buenas obras; seguían fundándose capellanías, aunque pocas, y dotándose aniversarios, en un proceso de individualización de la liturgia intercesora que Pedro el Venerable había tratado de combatir dos siglos antes. Los visitadores se preocupaban por el mantenimiento de las iglesias como marco para el culto, lo que no evitó la destrucción total o parcial de alguna, como Budiño o Dueñas. El ajuar y vestiduras litúrgicas seguían siendo ricos, como muestra el inventario del tesoro de Santa María de Nájera en 1334 o la denuncia de su robo cuatro décadas después: había vestiduras decoradas con hilos de oro y plata o perlas, labradas con emblemas heráldicos; paños litúrgicos de seda, adornados con diversos motivos; un frontal de altar chapado en oro y plata con piedras preciosas y perlas, además de esmaltes; cruces y cálices de oro o plata, a veces sobredorada; cruces de marfil o cristal, coronas, arcas, libros de lujosas tapas. En 1379 el prior de Nájera lo valoraba en treinta mil doblas, aunque otros lo rebajaban considerablemente. En Carrión se decía en 1340 que había una cruz de oro valorada en diez mil libras. El sacristán era el monje encargado de cuidar dicho tesoro y mantener la liturgia, para ello disponía de notables ingresos, gastados en buena parte en la iluminación del monasterio: el diezmo del barrio de San Zoilo de Carrión se gastaba en la compra de cera y aceite para la iglesia, mientras que en Nájera las rentas del lugar de Alesón se empleaban en alumbrar el altar mayor y se dedicaban diversas viñas para comprar cera a los vecinos de Nájera. Este potencial económico del oficio de la sacristanía explica que el sacristán ocupase el segundo puesto dentro del convento, tras el prior claustral o suprior. Este último tenía a su cargo la mesa del convento, que había asumido los antiguos oficios de cocina y vestuario, lo que supuso la desaparición del cillerero, señor de la cocina, pitancero y señor del vestuario, o su pérdida de importancia. El tercer lugar en la jerarquía lo ocupaba el limosnero. En los grandes prioratos como Carrión y Nájera debía repartir limosna diariamente a quienes la pidiesen, en especial los peregrinos a Santiago. La realidad era algo diferente en Carrión en 1338; como la mayor parte de las rentas del oficio habían sido empeñadas por el prior hacía años, el limosnero se limitaba a repartir pan entre fines de octubre y junio, más a los pobres de la comarca cuando el trabajo escaseaba y los precios subían que a los peregrinos. Otros oficiales, como el enfermero, el cantor, el cillerero, el socillerero, el pitancero o el refitolero, tenían escasa importancia y menos rentas. El desempeño de uno de tales oficios en el monasterio del camarero provincial podía ser el paso previo a ocupar un priorato. Otros monjes podían ser trasladados de un monasterio a otro por razones disciplinarias (en especial por incontinencia) o para suplir la falta de monjes en los prioratos más pequeños, sobre todo si eran sacerdotes. ***

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En conclusión, los prioratos cluniacenses hispanos experimentaron una profunda crisis desde fines del siglo xiii. Dicha crisis fue tanto económica como disciplinaria. Sus rentas efectivas se redujeron considerablemente y su endeudamiento creció. Ello no implica que la producción de sus dominios se redujese, al menos desde fechas tan tempranas. No se puede afirmar con los datos con que se cuenta. Las noticias, ciertamente escasas, se refieren a una redistribución de la renta entre los poderosos, no a una caída de la renta señorial en su conjunto. Los monasterios vieron como se reducía la renta que obtenían de su señorío porque una parte cada vez mayor de la misma iba a parar a manos de los nobles, que los tenían del monasterio en renta o prestimonio, o a la Corona, a través de una fiscalidad creciente. La crisis de los monasterios cluniacenses, y benedictinos en general, no puede convertirse automáticamente en una crisis del mundo rural, en una crisis económica general, en la crisis del siglo xiv. Esta reducción de ingresos de los monasterios se vio agravada porque no participaron de las ventajas que ofrecía el mercado. El endeudamiento y la presión fiscal de reyes y papas llevaron a los monjes a arrendar sus dominios a largo plazo, cobrando la renta en dinero por anticipado. No pudieron aprovechar el desarrollo económico de las villas en las que estaban situados para vender allí su producción. La creciente circulación monetaria permitió su endeudamiento, en lugar de favorecer la comercialización de sus productos, como muestra el caso de San Zoilo de Carrión. Así, a lo largo del siglo aquí estudiado se produjo una redistribución del poder y los recursos dentro del reino. La misma fortaleció el poder regio, entendido como algo que ya trascendía la persona del rey. Ello se hizo en detrimento de las atribuciones jurisdiccionales y los ingresos de muchos poderes locales y habitantes del reino. Algunos nobles y eclesiásticos consiguieron participar de este poder regio e incrementar así sus rentas y atribuciones. Los monasterios cluniacenses no se encuentran entre ellos, por lo que perdieron peso en la sociedad política y en la economía. El poder pontificio se fortaleció, a costa entre otros de la abadía de Cluny y sus prioratos. Los cardenales o los capellanes apostólicos se beneficiaron, como también algunos monjes, que lograron un priorato o beneficio por su mandato. Además, aquellos nobles y eclesiásticos que recibieron dinero de la Hacienda regia pudieron prestárselo a los monjes y arrendar sus dominios, como un primer paso para controlar tanto los dominios como los propios monasterios a través de encomiendas y cesiones a largo plazo. En el seno de los monasterios se produjo también una redistribución de las rentas que favoreció a los monjes en cuanto individuos en detrimento de la comunidad monástica como tal. Por ello los edificios se deterioraron, la limosna disminuyó, la liturgia perdió parte de su esplendor, las deudas se acumularon. Mientras, los oficiales mantenían numerosos servidores y cabalgaduras, no se escatimaba en comprar vino, pescado o carne para dar a

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los monjes una buena ración de alimentos, ni en la adquisición de vestidos; algunos priores y oficiales hacían carrera de un beneficio a otro mejor, apoyándose en el camarero de la provincia, el abad de Cluny, el poder regio o pontificio. Lógicamente ello conllevaba favorecer a estos poderes para que obtuviesen del monasterio los recursos necesarios para su actuación y fortalecimiento. Ello no supone que todos los priores y monjes tuviesen la misma actitud, pero las deudas contraídas en poco tiempo por un prior dilapidador tardaban décadas en pagarse. Los priores que ganaron la amistad del abad de Cluny, del rey, del papa o los cardenales fueron los que acabaron ascendiendo en la jerarquía eclesiástica, dejando a sus sucesores la tarea de pagar las deudas del monasterio al que debían haber servido. La crisis de los prioratos cluniacenses era también disciplinaria. En 1290 los definidores declaraban que la Orden de Cluny en España estaba colapsada, tanto en lo temporal como en lo espiritual. Las noticias de visitas y definiciones han contribuido a transmitir esa idea de indisciplina y decadencia moral, que llevó a Pérez de Urbel a colocar a los cluniacenses hispanos al fondo de las órdenes religiosas del momento. Esta afirmación debe ser muy matizada. Hubo continuos problemas de indisciplina por parte de los priores de los monasterios; raro fue el año en que no se denunció ante el Capítulo General algún asunto de este tipo. A ello se unía la disputa por los prioratos entre monjes de uno y otro lado de los Pirineos. Algunos utilizaban todos los recursos a su alcance para hacerse con su botín: denunciar al prior por incontinencia y mala administración; buscar el favor del camarero de la provincia, el rey o el papa; acudir a los tribunales del rey o el obispo; aliarse con los caballeros de la comarca para que les prestasen ayuda armada... Con todo, no ha de verse una lucha continua en cada priorato, más bien un continuo batallar aquí y allá, que poco a poco fue agotando los recursos de la Orden. El Capítulo General y otra parte de los monjes con oficios destacados (camareros y priores en especial) intentaron mantener a los prioratos hispanos dentro de la Orden de Cluny, tanto en el sentido jerárquico como de sus costumbres. Sus logros fueron parciales: ochenta años después de esa declaración tan pesimista al menos tres prioratos mantenían la vida conventual (Nájera, Carrión y Villafranca), aunque sus priores fuesen nombrados por los papas más que por el abad de Cluny. La Orden no había desaparecido en España, todavía resistiría más de un siglo, pero se encontraba muy debilitada. Las denuncias de priores o monjes incontinentes, tabernarios, jugadores, ladrones y homicidas, que se conservan en visitas y definiciones, han contribuido a forjar una imagen muy negativa de los cluniacenses hispanos. En este caso hay que separar los comportamientos episódicos de los habituales. Las conductas criminales (robos, muertes, violencias) fueron excepcionales, aunque su gravedad y el sistema de control de la Orden hiciesen que se registrasen minuciosamente. La relajación en la observancia y una cierta

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tendencia a la secularización (consumo de carne, propiedad privada de algunos bienes, retribuciones en dinero, abandono del dormitorio común) fueron actitudes muy comunes, difundidas también en otros monasterios benedictinos de la época. La difusión de la incontinencia es más problemática. Parece que la situación fue peor en los prioratos gallegos y en los prioratos menores, que a mediados del siglo xiv eran la mayoría, aunque con pocos monjes. En este contexto de crisis puede sorprender que monasterios como Nájera o Carrión siguiesen recibiendo donaciones y negociando la inscripción de benefactores en su Necrologio. Los monjes cluniacenses conservaban parte de su antiguo prestigio como intercesores por las almas; sus oraciones y su liturgia seguían siendo valoradas, a pesar de la fama de los mendicantes o de los escándalos que surgían aquí y allá. Del mismo modo que se había reducido el número de monjes o el de prioratos conventuales, lo habían hecho la disciplina, el ascetismo y las donaciones. La frontera entre los monasterios de la Orden de Cluny y los de la Orden de San Benito había empezado a difuminarse. A pesar de todo seguía habiendo monjes, monasterios y oraciones cluniacenses en España. La Orden de Cluny en España no estaba totalmente colapsada, pero la provincia era solo un pálido reflejo, en todos los aspectos, de su época de gloria.

APÉNDICE I: PROSOPOGRAFÍA

El estudio de la situación interna de los monasterios cluniacenses hispanos realizado ha prestado gran atención a la reconstrucción prosopográfica. Las visitas y actas del Capítulo General de Cluny no abordan solo la situación general de los prioratos, sino que se detienen muy especialmente en la actuación de priores y monjes concretos. A veces se proporciona su nombre, otras no. Al cruzar estos datos con los contenidos en la documentación de los antiguos archivos monásticos, lo que se podía mostrar como un problema genérico de mala administración o incontinencia se convierte en la actuación de un prior o un monje con nombre, cuya trayectoria puede seguirse a lo largo de varios años. En las páginas siguientes se recoge el estudio prosopográfico de catorce monjes, todos ellos priores, sobre los que se dispone de información relevante, más allá de una mera suscripción o mención por el Capítulo General. Tales individuos se han seleccionado no solo por el volumen de información disponible, sino también de acuerdo a criterios cronológicos, buscando que estuviesen representadas las diferentes fases (fines del siglo xiii, primera mitad del xiv, tercer cuarto del xiv) y monasterios (Carrión, Nájera, Dueñas, Jubia, Pombeiro, Salamanca, Vimieiro). No se trata de un reparto homogéneo, pero resulta ilustrativo. Se presentan, ordenadas cronológicamente, las biografías de Juan de Vargas, prior de Santa María de Nájera y camarero (1272-1282); Guichart, prior de Carrión y camarero (1285-1288); don Pedro Sánchez, prior de Nájera (1286-1295); Pedro Flachardi de Belna, prior de San Isidro de Dueñas (1291-1294); Juan de Dosa, prior de Carrión y camarero de España (c. 13101336); Luis, prior de Nájera (1314-1336); Suero Pérez, prior de Pombeiro (1319-1331); Martín Pérez, prior de Pombeiro y Salamanca (1330-1342); Fernán Pérez, prior de Vimieiro (1333-1335); Juan de Bastida, prior de Carrión (1336-1341); Enrique, prior de Nájera y camarero (1339-1349); Juan

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Esquío, prior de Jubia (1355-1378); Giraldo, prior de Nájera y camarero (1359-1361); y Gonzalo Pérez de Nájera, prior de San Isidro de Dueñas (1367-1369). Alguna de ellas es bastante amplia, como la del influyente prior de Carrión y camarero Juan de Dosa, e ilustra bien toda una época de la vida de la provincia, junto con sus contemporáneos de Pombeiro, Salamanca y Vimieiro, salvando así la escasez de noticias en las actas del Capítulo General en tales años. 1.  Juan de Vargas, prior de Santa María de Nájera (1272-1282) Juan de Vargas accedió al priorato de Nájera en 1272. En marzo de ese año todavía era prior don Jofre, pero en julio ya lo era don Juan.1 La celebración del Capítulo General de la Orden entre ambas fechas explica el cambio. Su mandato comenzó con gran actividad. En julio recuperó la villa de Urturi de manos de Juan Alfonso de Haro I a cambio de cederle Santurdejo por su vida. En octubre logró de Alfonso  X la confirmación de siete privilegios, aprovechando la rebelión de los nobles contra el rey y la reunión de Cortes en Burgos.2 En esa ocasión consiguió que el rey ordenase al concejo de Nájera que permitiese al monasterio introducir y vender su uva y vino en la villa.3 Más tarde logró un nuevo privilegio y confirmación del Rey Sabio, referente a Salinas de Añana (1277),4 y que Enrique I de Navarra fijase cuáles eran los derechos del monasterio en Berbinzana, diferenciándolos de los del rey (1274).5 Su gestión se caracteriza por el arrendamiento a largo plazo de varias casas dependientes del monasterio a destacados personajes del reino. La de Torraviento, en Navarra, fue entregada por tres vidas a Juan García de Viana (1273), padre del futuro obispo don Martín de Calahorra y Astorga, con la condición de sostener un monje en la misma.6 La de San Martín de Azo, junto con Santa María de Estíbaliz, se arrendó a Lope Díaz de Haro II, por su vida, igualmente con la condición de mantener un monje en cada una de esas iglesias (1275) y perdonar lo que el monasterio le debía a él, su padre y abuelos.7 De este último arrendamiento se exceptuaba la casa de San Lorenzo de Fuentebureba, pues entonces debía de estar en manos de Pedro González de Pancorbo, con quien llegó a un acuerdo sobre una casa que debía construir   SMN II, doc. 169, 173.   SMN II, doc. 174, 175, 176, 177, 178, 179, 181. 3   SMN II, doc. 180. 4   SMN II, doc. 190. 5   SMN II, doc. 186. 6   SMN II, doc. 183. 7   SMN II, doc. 188. 1 2

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en el lugar (1279).8 La buena relación con la familia Haro, protectora del monasterio, se manifestó especialmente en la fundación de la capilla de la reina Mencía, donde se establecieron cuatro capellanías por la reina y otras dos por sus hermanos el obispo de Sigüenza (1275) y Diego López de Salcedo, generosamente dotadas, lo que aseguraba el mantenimiento de cuatro monjes.9 Juan de Vargas también se vio implicado en la disputa por el monasterio de San Salvador de Leyre. Las buenas relaciones con Enrique I de Navarra habían permitido a los cluniacenses hacerse con la abadía, tras la donación que de la misma habían hecho a Cluny un grupo de sus monjes (1265). Sin embargo, a inicios de 1274 hubieron de devolvérsela a los cistercienses, en ejecución de una sentencia de Gregorio X. En 1278 el arzobispo de Tarragona anulaba todos los acuerdos alcanzados entre los monjes negros de Leyre y el convento y prior de Nájera y el camarero de Carrión, por los que les habían traspasado la abadía y algunas pertenencias a cambio de dinero.10 La donación del monasterio de Leyre, que en noviembre de 1278 realizaban el abad Pedro y sus monjes, no tuvo resultados prácticos;11 en todo caso, la ampliación del priorato de San Adrián de Vadoluengo con estos monjes. Juan de Vargas desempeñó el oficio de camarero de la Orden de Cluny en España, rompiendo con la tradición que ligaba tal oficio a los priores de Carrión. Se le denomina así en un privilegio real de julio de 1277, y en un documento particular de febrero de 1279.12 Lo debía de ser ya desde el año 1272 o 1273, cuando primero el prior de Nájera (1272) y luego el camarero de España (1273), fueron encargados de realizar la visita de la provincia;13 en 1276 se designó al camarero de España, y en 1280 y 1282 al prior de Nájera.14 En este último año, el gobernador de Navarra reconocía al prior de Nájera que los habitantes de Graynango, una aldea próxima a Viana, eran vasallos del monasterio, en concreto de su priorato de San Jorge de Azuelo.15 2.  Guichart, prior de Carrión y camarero (1285-1288) Las noticias sobre los priores de San Zoilo de Carrión a fines del siglo son mucho menos numerosas que sobre los priores de Nájera. Entre los conocidos, el caso de Guichart resulta el más interesante. Su nombre revela un origen francés, pero poco más se sabe de él. xiii

  SMN II, doc. 193.   SMN II, doc. 189. 10   Fortún. Leire, un señorío, pp. 156-177. Reglero. Cluny en España, pp. 492-493. 11   SMN II, doc. 191, 192. 12   SMN II, doc. 190, 193. 13   SCG I, doc. 81. 14   SCG I, doc. 89, 101, 110. 15   SMN II, doc. 194.  8  9

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Se le menciona expresamente en un solo documento: un privilegio concedido por Sancho IV a este prior y «camarero de todas las cosas que ha la Orden de Cluny en España», datado el 29 de mayo de 1288 en Carrión.16 Es probable que su mandato se iniciase en 1285, cuando vuelven a coincidir la figura del prior de Carrión y el camarero, tras haber estado dicho oficio en manos del prior de Nájera, Juan de Vargas. La visita de 1285, que solía realizarse en el primer mes del año, se dice que fue hecha por el camarero, que no era ya el prior de Nájera. Este camarero constató la ocupación de Villaverde por la reina María de Molina, y encomendó Salamanca a un burgués de la ciudad, del que se decía que era gran amigo de la Orden de Cluny; ello dado su mal estado y con la condición de pagar el censo de los años pasados.17 También recomendó la entrega de Jubia a Gómez García, abad de Valladolid, que se decía amigo especial de la Orden.18 Como prior de San Zoilo, consiguió que Sancho IV eximiese a San Pelayo de Toro del pago de yantar y pedido, alegando que era dependencia de su monasterio, el cual ya lo pagaba (1285). El privilegio regio se dirigió al camarero de San Zoilo de Carrión, mezclando ambos títulos, como era habitual en las décadas precedentes.19 Además, logró la exención para San Zoilo del pago de mula y vaso de plata al merino mayor (1285)20 y que el rey declarase libres de pechos todos los heredamientos realengos que su monasterio y el de Entrepeñas habían adquirido desde época de Fernando III, sin que conste si pagó algo por ello (1287).21 Las definiciones de 1286 dicen que el camarero de España declaró que la visita de ese año estaba mal hecha, por lo que no se tomaron medidas concretas. En las de 1288 se pedía al abad que escribiese al camarero de España para que impidiese que los prioratos de Castilla fuesen ocupados por laicos y clérigos ajenos a la Orden, como era el caso de Jubia, Salamanca o Villaverde, y se esforzase por recuperarlos.22 Por entonces, tres monjes de San Zoilo de Carrión habían formulado graves acusaciones contra el camarero. Con tal motivo fueron citados a comparecer ante el abad Ivo II de Chassant (fallecido en noviembre de 1289), lo que hicieron, pero regresaron a España sin licencia, motivo que llevó a los definidores de 1291 a citarlos de nuevo. Ese año Guichart ya no era camarero ni prior de San Zoilo, sin que conste si la acusación de esos monjes influyó

  SZC I, doc. 151.   SCG I, doc. 117. 18   SCG I, doc. 118. 19   SZC I, doc. 145. 20   SZC I, doc. 147. 21   SZC I, doc. 150. 22   SCG I, doc. 124. 16 17

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en ello.23 Los monjes denunciantes fueron Miguel de Toro, Juan Ponce y Domingo de Gallinas. Eran personajes destacados dentro del monasterio, pues Miguel de Toro aparece como prior claustral de Carrión en los años siguientes (1294-1302), Juan Ponce era el sacristán (1288) y Domingo de Gallinas figura como monje de Carrión (1294) y más tarde prior de Valverde (1309). 3.  Don Pedro Sánchez, prior de Nájera (1286-1295) Don Pedro Sánchez fue prior de Santa María de Nájera al menos entre 1286 y 1295. Su nombre figura por primera vez en 1279, cuando testifica en un documento de su predecesor, el prior Juan de Vargas, como prior claustral de Nájera.24 Ese mismo documento contiene la última mención expresa de Juan de Vargas, sin embargo, la primera de Pedro Sánchez como prior mayor se retrasa hasta el 11 de junio de 1286.25 Los escasos documentos conservados se refieren genéricamente al prior de Nájera, sin mencionar su nombre.26 Todavía una carta de Sancho IV (8 de abril de 1285) está dirigida al camarero de Nájera.27 Juan de Vargas había sido camarero de la provincia de España, pero Pedro Sánchez no lo fue. Sin embargo, la visita realizada a inicios de ese mismo año deja claro que el prior de Nájera y el camarero de España eran entonces dos personas diferentes.28 La visita de 1285 da cuenta de un conflicto en el monasterio de Santa María de Nájera. El abad había recibido una carta, sellada con el sello del convento, en que se denunciaba la actuación del prior. El abad mandó investigar la denuncia al visitador de ese año, que era el camarero de España. Reunido el convento en capítulo plenario, los monjes declararon bajo juramento que ellos no habían escrito tal carta. Con respecto a las acusaciones dirigidas contra el prior en la misma, se dijo que no eran ciertas, salvo que el prior había tenido que realizar algunas enajenaciones obligado por las grandes deudas que debía el monasterio, y que no se guardaba el silencio. Al parecer, había sido el suprior y sacristán de Nájera, Martín García, quien había hecho las cartas, utilizando sin permiso el sello del convento, que estaba encargado de custodiar.29 Esta grave acusación contra Martín García explica que en 1286 se mencione un nuevo sacristán;30 ello no impidió que poco después 23   SCG II, doc. 135. Se dice que los monjes fueron citados ante el abad difunto, lo que permite la identificación y da una cronología. 24   SMN II, doc. 193. 25   SMN II, doc. 198. 26   Nombramiento del prior de Nájera como visitador en España en los años 1280 y 1282 (SCG I, doc. 101, 110). Reclamación ante el gobernador de Navarra en 1282 (SMN II, doc. 194). 27   SMN II, doc. 195. 28   SCG I, doc. 117. 29   SCG I, doc. 117. 30   SMN II, doc. 198.

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Martín reapareciese entre los monjes del monasterio, confirmando un documento otorgado por el prior Pedro Sánchez (1289),31 que al año siguiente fuese ya enfermero (1290),32 y que en 1292 volviese a ocupar la sacristanía.33 Este conflicto entre el prior y el suprior y sacristán, revela las tensiones existentes dentro del monasterio, tal vez aumentadas con motivo del acceso de un nuevo prior. En cualquier caso, las definiciones de los años siguientes siguen manifestando estos problemas internos. En 1291 los monjes se quejaban de que no se les suministraba ni el alimento ni el vestuario adecuados, por lo que los definidores mandaron al prior que revocase los bienes enajenados en los oficios de vestuario y pitanza, administrase los bienes que dichos oficios tenían asignados y proveyese al monasterio de lo necesario. Además se ordenaba al prior que no diese las casas, granjas, decanías, diezmos y otras posesiones a censo perpetuo, o arrendamiento vitalicio, sino como mucho por un trienio, salvo con causa razonable y con consentimiento del camarero de la provincia. Finalmente los definidores mandaban al prior que jurase, unidas las manos ante el camarero, que no era incontinente, es decir, que guardaba el voto de castidad, pues había sido acusado de no hacerlo, pero no había podido demostrarse totalmente.34 La visita de 1292 vuelve a señalar que la casa estaba endeudada, pero que el prior no había querido revelar en cuánto. Las definiciones de 1293 dicen que el prior no quiso explicar las deudas, pero que creía poder pagarlas.35 Al año siguiente se repitieron las acusaciones: se había endeudado con un judío, había arrendado ciertos lugares vitaliciamente —contra lo expresamente ordenado años atrás—, seguía siendo acusado de incontinencia. Los definidores ordenaron realizar una pesquisa al camarero y a otro prior de la provincia.36 A pesar de todo, hubo que esperar hasta 1297 para que los definidores del Capítulo General pidiesen al abad que pusiese remedio, pues no se podía esperar del prior que arreglase la situación existente: el priorato estaba muy endeudado y casi todas sus heredades arrendadas a laicos a largo plazo, y ello por culpa del prior.37 La documentación del priorato de Nájera es poco expresiva al respecto. Es cierto que contiene numerosos contratos de censo perpetuo o vitalicio en estos años, pero se trata de cesiones de solares para poblar o de pequeñas parcelas, propiedad de Santa María de Puerto, para plantar viñedo o manzanos. Tales contratos son habituales entre señores y campesinos, y no son síntoma de una mala administración, sino una forma de aumentar la productividad de   SMN II, doc. 200.   SMN II, doc. 201. 33   SMN II, doc. 204. 34   SCG II, doc. 135. 35   SCG II, doc. 141, 142. 36   SCG II, doc. 145. 37   SCG II, doc. 153. 31 32

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las heredades concedidas y, con ella, la renta.38 Formalmente pueden considerarse cesiones contrarias a lo ordenado, pero no ponían en peligro los ingresos del monasterio. La actitud de Pedro Sánchez no fue tan indolente como las definiciones dejan ver, pues reclamó judicialmente una de las rentas del monasterio, su parte de los diezmos de Logroño (1286);39 poco después consiguió de Nicolás IV la concesión de indulgencias para quienes visitasen la iglesia de Santa María el día de su fiesta o la del apóstol san Pedro (1290);40 hizo que el concejo de Alesón reconociese la obligación de alumbrar el altar de la Virgen (1292);41 logró la confirmación de importantes privilegios reales (1286, 1292).42 En 1295 los vecinos de Cueva Cardiel consiguieron que el rey confirmase la donación de tal lugar a Santa María de Nájera, temiendo que les pasasen contra tal privilegio.43 En principio puede sorprender que sean los hombres del lugar quienes lo hayan solicitado y no el monasterio. La explicación se encuentra unos años después, en un documento del prior Ivo de Mont, sucesor de Pedro Sánchez, por el que Diego López de Haro V se comprometía a devolver la casa de Cueva Cardiel a su muerte (1298).44 Unos meses después don Diego liberaba la casa de Santa María de Puerto, que tenía del monasterio.45 El arrendamiento o encomienda de ambas casas debía haberse producido en tiempos del prior Pedro, y fue su sucesor quien las recuperó o consiguió un compromiso para su devolución. Es a este tipo de enajenaciones a las que se referiría el Capítulo General cuando criticaba su labor: las de heredades de gran entidad en favor de poderosos señores. Estas sí que amenazaban la integridad del patrimonio monástico y sus rentas. 4.  Pedro Flachardi de Belna, prior de San Isidro de Dueñas (1291-1294) La información sobre el prior Pedro Flachardi de Belna procede casi en su totalidad de las definiciones del Capítulo General de Cluny de la última década del siglo xiii. Su nombre completo figura en la visita de 1292, y como Pedro aparece en una noticia de un documento de 1301. Sin embargo, se le pueden atribuir las informaciones sobre el prior de Dueñas en estos años. El topónimo Belna corresponde al actual Beaune, en Borgoña, cerca de Dijon.

  SMN II, doc. 200, 201, 202, 205, 206, 207, 209, 211, 213, 214.   SMN II, doc. 198. 40   Ruiz de Loizaga; Díaz Bodegas; Sáinz Ripa. Documentación vaticana de Calahorra, doc. 106. 41   SMN II, doc. 204. 42   SMN II, doc. 196, 197, 203. 43   SMN II, doc. 212. 44   SMN II, doc. 215. 45   SMN II, doc. 216. 38 39

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Los definidores del año 1291 depusieron al prior de San Isidro de Dueñas, cuyo nombre no se daba, acusado de dilapidar los bienes del monasterio, de no guardar el voto de castidad, de rebelarse y desobedecer, subvirtiendo el orden en España. Había sido requerido para que aceptase la obediencia de la Orden y la corrección de los visitadores, pero no había querido hacerlo, por lo que los visitadores lo excomulgaron.46 La medida tomada por los definidores era contundente, pero las noticias de los años siguientes demuestran que no se cambió de prior. Al parecer, Pedro envió unas cartas al Capítulo General con el nombre del prior de Carrión y camarero, quien así lo denunció ante los definidores en 1293. No se explicita el contenido de tales cartas, que excusarían la actuación del prior.47 En cualquier caso puede que las mismas fuesen la razón que impidió o dilató la destitución de este prior. La visita realizada en 1292 revela que el prior no recibió a los visitadores ni se excusó, es decir, lo mismo de que se acusaba al prior el año anterior. Ni el prior ni su procurador moraban en el monasterio. El prior se había apoderado de las rentas de la sacristanía y de la limosnería, pero no cumplía con los fines a que tales rentas estaban destinadas. Se le acusaba de haber cobrado por anticipado novecientos maravedís del arrendamiento por tres años de la granja de Santa Olalla de Neza, y mil maravedís del de la casa de Calabazanos por doce años, un plazo que excedía el permitido por los estatutos. Los visitadores concluían su informe diciendo que no habían podido averiguar el estado de la casa por la ausencia del prior.48 Las definiciones de 1293 sobre Dueñas no se ocuparon directamente de la desastrosa situación del priorato, ni de la destitución del prior, sino de un asunto más grave para la organización interna de la Orden: las cartas atribuidas a Juan, camarero de España y prior de Carrión, que este aseguraba no haber escrito. El camarero denunció que tales cartas habían sido remitidas por el prior de Dueñas, no por él, jurando que no las había escrito. El asunto no se solucionó, pues el prior de Dueñas, a pesar de haber sido citado personalmente por carta del abad de Cluny, no acudió al Capítulo ni se excusó suficientemente.49 Hay que recordar que los priores hispanos no tenían la obligación de acudir anualmente al Capítulo General, sino cada dos años, dada la distancia con su priorato. La decisión de los definidores fue convocar al prior de Dueñas y al de Carrión para la fiesta de San Miguel de Septiembre, con el fin de aclarar el asunto. La medida puede ser vista como prudente, ante la necesidad de determinar la veracidad de las cartas y su contenido, pero también muestra las limitadas posibilidades de   SCG II, doc. 135.   SCG II, doc. 142. 48   SCG II, doc. 141. 49   SCG II, doc. 142. 46 47

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actuación de los definidores contra este prior, al que habían depuesto dos años antes. Pedro no acudió a la cita de San Miguel de Septiembre, y tampoco lo hizo al Capítulo General el año siguiente (9 de mayo de 1294), ni se excusó. Por ello los definidores pidieron que el abad lo excomulgara y que dejase las casas que tenía en manos del abad.50 No se conoce cómo se resolvió este asunto, y hasta 1300 no se menciona el nombre de su sucesor, Bernardo de Blanesto.51 Las definiciones de 1297 se limitaron a constatar que los bienes de San Isidro estaban casi todos enajenados y a pedir al camarero que obligase al prior, si fuese necesario, a revocar tales enajenaciones (arrendamientos a largo plazo, empeños).52 Es posible que se refieran ya a Bernardo, cuya mala administración fue denunciada en 1300. La única noticia conservada sobre Pedro en el antiguo archivo del monasterio se refiere precisamente a una de estas enajenaciones: el arrendamiento de las casas de Santa Coloma y Hontoria, con todo su señorío, al caballero Álvar García de Hermosilla, por su vida, la de su mujer y las de sus cinco hijos e hijas. A cambio dicho caballero entregó una heredad al monasterio y cierta cantidad de dinero, que el resumen conservado no especifica.53 5.  Juan de Dosa, prior de Carrión y camarero de España (c. 1310-1336) El documento más antiguo que menciona a Juan de Dosa, La Dosa o Lo Dosa,54 como prior de San Zoilo de Carrión es de 17 de noviembre de 1315.55 Su presencia debe de ser anterior, según se deduce de una carta datada en enero de 1330, en la que se dice que regía el priorato desde hacía veintidós años o más.56 La última referencia directa a su antecesor, don Guillén, data del 5 de julio de 1308.57 Las definiciones de 1312 se refieren a la llegada de un nuevo prior de Carrión.58 Por todo ello parece lógico pensar en que el cambio se produjo entre finales de 1308 e inicios de 1312, más cerca de la primera que de la segunda fecha si atendemos a lo contenido en la carta de 1330.   SCG II, doc. 145.   SCG II, doc. 161. 52   SCG II, doc. 153. 53   SID doc. 100, 101. 54   El topónimo Dosa o Lodosa puede corresponder al lugar de La Douze, en Dordoña, Aquitania. 55   SZC II, doc. 181. 56   Archives Départamentales de Saône-et-Loire, Mâcon, Supplément Cluny 11, document H. 57   SZC II, doc. 173. 58   SCG II, doc. 198. 50 51

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Las definiciones de 1310 se limitaban a señalar que el priorato de San Zoilo estaba endeudado en trescientas libras turonesas pequeñas, mandando al prior que intentase reducir la deuda; por lo demás lo consideraban en buen estado.59 Es posible que por entonces ya fuese prior Juan de Dosa, pues era frecuente que los nuevos priores informasen de las deudas de sus predecesores. Además, el camarero fue designado por el Capítulo para realizar la visita del año siguiente, lo que no realizó correctamente, de forma que no se pudo averiguar el estado de las casas. Por ello el abad encargó un informe al prior de Vimieiro, cuya opinión sobre el camarero fue muy crítica. Aseguró que toda la provincia estaba en pésimo estado por culpa del camarero, de forma que sufriría un daño irreparable si no se ponía remedio rápidamente. Así se lo habían detallado varios monjes de Carrión, algunos de los cuales habían sido removidos de lo que administraban (se entiende que un oficio dentro del monasterio o un priorato obedienciario); también había desplazado monjes de Carrión a otros lugares. Los definidores ordenaron que el abad averiguase la verdad sobre el camarero, a través de personas dignas de fe en España, debiendo el camarero permanecer donde el abad ordenase hasta que se completase la visita. Entre tanto, los antiguos administradores y monjes que habían sido removidos de Carrión recuperarían su estado y lugar propios. Al camarero se le permitía defenderse a través de un procurador.60 Las definiciones de 1312 (16 de abril) ya hablan explícitamente de un cambio de prior. Cuentan que los procuradores que habían administrado San Zoilo de Carrión tras el regreso a Cluny del predecesor del entonces prior, no habían rendido cuentas de su gestión. Por ello les ordenaban hacerlo al actual prior en el plazo de quince días, respondiendo a sus peticiones.61 Esto puede interpretarse como que el cambio había tenido lugar poco antes, a consecuencia de las quejas formuladas contra el anterior camarero ante el Capítulo General en 1311. Sin embargo, las definiciones se refieren a menudo a la gestión realizada por priores o procuradores años atrás, por lo que el cambio bien pudo haberse realizado en 1309 o 1310. En cualquier caso, es evidente que el camarero al que se refieren las disposiciones de 1311 chocó con una importante resistencia dentro de su propio monasterio, al sustituir a los oficiales y priores de las casas dependientes por otros monjes, privándolos así de su administración y los ingresos que ella les reportaba. Ello explicaría las quejas transmitidas al Capítulo General, sin que ello prejuzgue que la medida tomada por el camarero fuese adecuada o no. A partir de 1312 las noticias sobre el prior y camarero de Carrión se refieren con seguridad a Juan de Dosa. Tuvo un gran prestigio en la Orden en sus primeros años, pues en 1317 fue uno de los priores encargados de realizar   SCG II, doc. 191.   SCG II, doc. 195. 61   SCG II, doc. 198. 59 60

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la visita de la abadía de Cluny, algo excepcional en el caso de los priores hispanos.62 Además fue definidor en el Capítulo General en los años 1312, 1317, 1322, 1332, 1334 y, tal vez, 1329.63 También fue designado visitador de la provincia algunos años, no muchos (1315, 1324 y 1325).64 En 1322, junto con el prior de Nájera, remitía una carta al Capítulo sobre la actuación de dos monjes de Dueñas.65 Al margen de ello, son pocas las noticias que se recogen en las definiciones sobre su administración de San Zoilo de Carrión: tan solo una en 1336, a la que hay que añadir otra en la visita de 1313; entre ambas hay un largo silencio. La visita de 1313 recoge numerosas críticas a su actuación como camarero en los diversos prioratos. Los priores se quejaron de sus exacciones económicas: el de Vimieiro dijo que este camarero había endeudado su priorato en trescientas libras portuguesas; el de Villafranca le acusó de haber obtenido del anterior prior más de dos mil maravedís, un vaso de plata y una mula valorada en doscientos sesenta maravedís, además de otros doscientos maravedís por la venta a un caballero de una renta de treinta y seis cargas de trigo durante tres años; el de Jubia decía que le había arrendado ese priorato por mil quinientos maravedís.66 Las acusaciones fueron examinadas por el Capítulo en 1314, sin que finalmente se sustituyese al camarero. Por ello hay que entender que tales exigencias de dinero fueron hechas para pagar los servicios demandados por el poder regio o por la abadía de Cluny. Entre los años 1308 y 1313 se exigieron anualmente vigésimas a los prioratos, cuya recaudación correspondía al camarero.67 Por otra parte, la mula y vaso de plata tomadas al prior de Villafranca recuerdan el tributo debido al adelantado. Ello no impide que la queja de los priores de que arruinaba sus casas fuese cierta, otra cuestión era quién era el responsable último de ello, ya que Juan parece actuar solo como un eficaz recaudador. Así se explicaría su buena consideración en Cluny. Los definidores de 1336 consideraron que el estado espiritual y temporal del priorato de San Zoilo era suficiente, un término ambiguo, más conformista que satisfactorio. Las cuentas de 1338 ofrecían una visión mucho peor,68 al igual que la visita de 1313, en la que se acusaba al camarero de haber arrendado una heredad dependiente del priorato obedienciario de San Pelayo de Toro al obispo de Coria, cobrando los diez mil maravedís de la renta por anticipado, alegando que ello era para pagar las deudas de sus predecesores.69 El recurso a este tipo de arrendamientos fue continuo a lo largo de su mandato.   SCG II, doc. 213.   SCG II, doc. 198, 212, 223 ; III, doc. 241, 250, 256. 64   SCG II, doc. 205, 228; III, doc. 232. 65   SCG II, doc. 223. 66   SCG II, doc. 202. 67   Riche. L’Ordre de Cluny, p. 496. 68   SZC II, doc. 215; II, pp. XLI-LVI. 69   SCG II, doc. 202. 62 63

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En cualquier caso, tanto la visita de 1313 como las definiciones de 1336 se centraban en la actuación del limosnero: ningún monje podía hospedarse en el monasterio (1313), la limosna no se realizaba adecuadamente alegando que las rentas del oficio estaban empeñadas (1336). Al camarero solo se le ordenaba que obligase al limosnero a cumplir con su oficio. No se conserva el arrendamiento realizado al obispo de Coria, ni muchos otros de los que efectuó, tan solo el del barrio de San Martín de Frómista puede ilustrar las condiciones de las otras cesiones realizadas. En abril de 1325, en medio de los meses de soldadura, Juan arrendaba a un caballero de la comarca, Juan Fernández de Padilla, los derechos señoriales del barrio de San Martín, que San Zoilo tenía junto a la villa de Frómista, señorío del referido Juan Fernández. El arrendamiento puede ser calificado como una alienación, según el lenguaje empleado en las visitas y definiciones, pues se efectuaba por un plazo relativamente largo (diez años), que estaba prohibido,70 y se cobraba toda la renta por anticipado: treinta mil maravedís. De hecho era una forma de préstamo en que el capital e intereses se pagaban con el bien arrendado. De la renta tan solo se exceptuaban la casa que allí tenía el monasterio, la iglesia de San Martín y los derechos y rentas eclesiásticas, si bien el diezmo de pan y vino, el más sustancioso, se incluía en el arriendo. El contrato intentaba garantizar que, al término del mismo, el monasterio recuperaría el señorío con todos sus vasallos, que debían ser mantenidos en sus fueros para que no emigrasen. Además se exigía al señor de Frómista que obligase a los vecinos a entregar las rentas eclesiásticas (ofrendas, pie de altar, mandas testamentarias, derechos de sepultura, diezmos menudos) y las sernas que debían a San Zoilo. En caso de conflicto, el arrendador se sometía a la jurisdicción eclesiástica, en concreto a los jueces conservadores dados por el papa a la Orden de Cluny en España. Todas estas garantías reflejan los peligros que para el monasterio suponía el arrendamiento: pérdida de rentas a corto plazo y de la propiedad a medio plazo.71 No fue este el único arrendamiento realizado por Juan. En 1313 ya había entregado al obispo de Coria una heredad dependiente de San Pelayo de Toro, como se ha señalado antes. Un privilegio real de 1335 indicaba que el lugar de Arconada, señorío de San Zoilo de Carrión y San Román de Entrepeñas, lo tenía vitaliciamente Ruy Martínez, de la Cámara del rey.72 Las Cuentas de 1338 añaden más noticias: el lugar de Revenga de Campos había sido dado hacía quince años (hacia 1323) por el camarero Juan a Fernán García Duque y su madre por sus vidas, cobrando por anticipado seis mil maravedís; la heredad de Aguilar de Campos había sido empeñado a unos vecinos   SCG I, doc. 6 (art. 17), p. 58.   SZC II, doc. 193. 72   SZC II, doc. 212. 70 71

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de Villalón hacía seis años (1332) por ocho años, cobrando por anticipado la renta de ocho mil maravedís; la heredad de Fuentes de Valdepero había sido entregada a María Fernández a cambio de dos caballos que había dado al camarero, valorados en mil maravedís, que había pedido el rey al monasterio. Bajo su mandato se habían entregado a distintos miembros de la curia regia o sus parientes otros lugares y heredades, sin que se hubiese cobrado nada por ellos: lo de Villabaruz fue dado vitaliciamente a Fernán Sánchez de Valladolid; lo de Benafarces y Pedrosa a Munio Álvarez Osorio, hermano del conde Álvar Núñez, a su mujer e hijos, en este caso se dice que obligados por dicho conde, privado del rey entre los años 1326 y 1328. El barrio de San Martín de Frómista, cuyo arrendamiento había concluido en 1335, seguía ocupado por la mujer y yerno del arrendador. Finalmente, hacía quince años (1323) que el abad de Cluny había entregado la heredad de Villamez a Rodrigo Álvarez, alcalde de Carrión.73 Buena parte de tales arrendamientos o enajenaciones fueron realizados durante la minoría de Alfonso XI o antes de 1330. Ello explica la actuación de los visitadores designados en 1329, ambos priores de otras provincias (de los monasterios de Morlaas y Peyrusse, en Vasconia),74 quienes acusaron a Juan de Dosa de haber obligado numerosas heredades. Los monjes que en enero de 1330 escribieron al Capítulo General en su defensa alegaron que si había hecho tales enajenaciones fue forzado por las muchas deudas del monasterio, por los préstamos usurarios contraídos y para rescatar el tesoro de la iglesia que estaba empeñado. Por tanto, siempre lo habría hecho por necesidad y con el consejo y acuerdo de la mayor parte del convento de Carrión.75 El consenso del convento de Carrión no es algo meramente retórico. En el arrendamiento del barrio de San Martín de Frómista (1325), Juan de Dosa se comprometía a lograr el consentimiento del contrato por parte del convento antes del 22 de julio (el contrato se realizaba el 30 de abril). No terminan aquí las similitudes entre arrendamiento y carta exculpatoria, pues en ambas la justificación de la enajenación es similar. En 1325 se declaraba que era necesario pagar muchas deudas contraídas con judíos, que habían provocado que muchos bienes del monasterio estuviesen empeñados en la judería de Carrión. La cancelación de tales deudas usurarias y la recuperación de parte del tesoro del monasterio, de su ajuar litúrgico, es una de las razones esgrimidas en la carta de 1330 para los arriendos. Otro de los motivos esgrimidos fue la situación política del reino. La etapa de Juan de Dosa al frente del monasterio coincide con un período muy turbulento para Castilla: la minoría de Alfonso XI (1312-1325) y las rebe  SZC II, doc. 215.   Valous. Le monachisme clunisien, II, pp. 213-214. 75   Archives Départamentales de Saône-et-Loire, Mâcon, Supplément Cluny 11, document H. 73 74

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liones nobiliarias de la primera fase de su mayoría de edad (1325-1338), que afectaron de forma intensa a las comarcas terracampinas en que estaba el monasterio.76 La carta de 1330 describe este período como años en que no hubo paz, ni justicia, sino siempre guerra y discordia, grandes tributos y peligros.77 El arrendamiento de 1325 se justifica porque la tierra andaba en gran guerra, por el peligro de robos y fuerzas, porque se robaba a los monjes todo lo que tenían, les usurpaban sus vasallos y rentas, el pan y el vino de sus cosechas, hasta tal punto que no se atrevían a labrar sus heredades, y ni siquiera a salir del monasterio sin ir acompañados de una gran escolta armada, con gran gasto.78 Otras razones aducidas en el arrendamiento fueron la mala cosecha del año precedente, en que no se recogió pan ni uva por causa de la helada, pedrisco, langosta y hongos (las razones que tradicionalmente eximían del pago de las rentas agrícolas); la necesidad de satisfacer al abad de Cluny sus derechos; y para pagar los pleitos que se sostenían en defensa de las heredades y libertades del monasterio y de la Orden. La carta de 1330 se refiere al pago de «tributos intolerables»: los satisfechos al rey, no al Capítulo General (a quien se dirige la carta). Se trata pues de dos discursos paralelos, que reflejan por un lado la situación existente, y, por otro, la justificación de la actuación del prior. Otras cesiones están relacionadas con el servicio de las iglesias dependientes del monasterio. En 1316 entregaba un solar al capellán de San Martín de Frómista, con la obligación de poblarlo y edificar allí su morada, debiendo pagar todos los fueros y derechos debidos por el mismo al monasterio.79 En 1321 permitía a los leprosos del hospital de San Lázaro de Carrión tener un altar en dicha casa, pero reservando su servicio al cura de la capellanía de San Zoilo e impidiendo que tuviese ningún atributo parroquial (campana, pila bautismal, cobro de diezmos, recibir ofrendas para sí).80 Por otra parte la iglesia de San Pelayo de Toro fue entregada, para que la sirviese como parroquia, al presbítero Diego Martín, que recibiría cada año tres cargas de trigo, ochenta maravedís y cuatro aranzadas de viña. Diego juró no recurrir este acuerdo ante ninguna instancia eclesiástica. Sin embargo, en 1332 sus parroquianos se quejaron al arzobispo de Santiago de que dicha retribución era escasa para sus méritos, y este, como metropolitano, mandó que además se le concediesen las rentas de parte de una aceña. Al año siguiente el obispo levantaba el juramento a Diego, y un año después se sacaba traslado de todo   Sánchez-Arcilla. Alfonso XI.   cum tribulationibus plurimiis, periculis..., guerras,... tributis intollerabilibus, cum nulla pax, nulla iusticia, ymmo totalia guerra et discordia longissimas temporibus (Archives Départamentales de Saône-et-Loire, Mâcon, Supplément Cluny 11, document H). 78   SZC II, doc. 193. 79   SZC II, doc. 187. 80   SZC II, doc. 191. 76 77

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ello. El tiempo transcurrido de uno a otro documento muestra la resistencia del monasterio a aumentar la retribución de su capellán en estos años de hambres.81 La defensa del dominio del monasterio, de sus libertades y las de la Orden de Cluny, se refleja en la obtención de distintos privilegios reales. Entre mayo de 1315 y abril de 1316 consiguió tres de los tutores de Alfonso XI, el más antiguo otorgado por el infante don Juan, y los dos siguientes por los tres conjuntamente (la reina María de Molina y los infantes don Pedro y don Juan). El primero era una limitación del número de pecheros de un lugar del monasterio, ante su despoblación; los otros, dos confirmaciones de sendos privilegios de Alfonso VII y Alfonso VIII (este ya confirmado por Fernando IV).82 Tras un largo período sin nuevos privilegios, Juan de Lodosa retomó la práctica en 1331. En enero de ese año sacaba el traslado de un privilegio para llevarlo a confirmar, lo que logró un mes después.83 En mayo la reina doña María, mujer de Alfonso XI, acogía bajo su encomienda al monasterio de San Zoilo.84 Doña María se convirtió ese año en señora de la villa de Carrión, lo que permitiría estrechar relaciones con el monasterio. En noviembre el rey confirmó un privilegio a los vecinos de San Martín de Frómista, lugar del monasterio.85 Aunque el mismo se expedía a petición de los hombres buenos del lugar, las gestiones las realizarían a través del prior de Carrión. En diciembre un nuevo privilegio confirmaba la inmunidad otorgada por Alfonso VII a otro lugar del monasterio, y un año después se lograba carta de confirmación de la exención del pago de mula y vaso a los adelantados, concedida por Fernando IV a los monasterios castellanos.86 Dos nuevos privilegios, los últimos del gobierno de Juan de Dosa, fueron otorgados a inicios de 1335. En febrero Alfonso XI mandaba que los vecinos del barrio de San Zoilo no fuesen prendados por las deudas contraídas por el camarero, convento y monjes del monasterio, tan solo por las suyas propias. En abril se otorgaba un privilegio similar a los vecinos de Arconada, otro lugar del monasterio, en este caso a petición de Ruy Martínez, hombre de la Cámara del rey, que tenía este lugar del monasterio.87 Los privilegios buscaban evitar que se despoblasen tales lugares, pues los vecinos se marchaban a otros ante los daños padecidos. Por otro lado, informan del elevado grado de endeudamiento del monasterio de San Zoilo, que se refleja en las cuentas de 1338.   SZC II, doc. 208, 209, 210.   SZC II, doc. 180, 183, 186. 83   SZC II, doc. 201, 202. 84   SZC II, doc. 203. 85   SZC II, doc. 205. 86   SZC II, doc. 206, 207. 87   SZC II, doc. 211, 212. 81 82

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Juan de Dosa no solo mantuvo buenas relaciones con la monarquía castellana, sino especialmente con la francesa. Felipe VI de Francia, el primer monarca de la nueva dinastía Valois, suplicó en su nombre al papa Juan XXII que le concediese un priorato conventual u otro oficio. El papa otorgó la gracia expectativa al prior, con la obligación de abandonar el priorato de San Zoilo (24 de enero de 1329).88 No obstante Juan permaneció en España todavía varios años. Una carta de Benedicto XII (25 de noviembre de 1336) informa de que ya había tenido lugar su traslado a Saint-Eutrope de Saintes (Xanctonem), en la diócesis de Saintes (provincia cluniacense de Poitou).89 El apoyo del rey de Francia muestra que Juan de Dosa o sus familiares tenían influencia en la Corte del nuevo monarca. No obstante, el tiempo transcurrido hasta que abandonó España prueba la resistencia del abad de Cluny a ejecutar el mandato papal. La gracia expectativa concedida a Juan de Dosa pudo ser uno de los desencadenantes de la visita de 1329-1330, pero sus raíces son anteriores. No se conserva ningún documento referente al prior entre febrero de 1328 y enero de 1331, con la excepción de la carta pontificia.90 Sin embargo, el 8 de agosto de 1328 una carta de amparo de Alfonso XI se dirigía a Fernán Pérez, prior de San Zoilo, procurador y camarero de Cluny en España.91 Los definidores de 1328 habían pedido al abad que enviase visitadores a la camarería de España para que informasen adecuadamente sobre el estado de las casas y personas de la misma, las enajenaciones de bienes y la administración de los prioratos, pues los visitadores de ese año no lo habían hecho adecuadamente.92 Dadas las fechas de celebración del Capítulo General, después de la Pascua, la sustitución de Juan de Dosa por Fernán Pérez se tuvo que producir a consecuencia del mismo. Ello puede explicar que Juan de Dosa suplicase a través del rey de Francia un nuevo priorato, ante el temor a perder el que tenía. Los definidores de 1329 repitieron su queja sobre la falta de información referente a la provincia de España, alegando que la visita no había sido bien hecha, y designaron dos priores ajenos a la provincia para que la efectuasen, rompiendo con lo que había sido habitual en los quince años anteriores, cuando se nombraba a priores de la provincia de España.93 La visita de 1329 debió realizarse a finales de ese año, y el informe fue muy negativo, denunciando las múltiples enajenaciones hechas por Juan de Dosa. Dado que era norma dejar en el monasterio una copia de la visita para que se corrigiera lo   Lettres communes de Jean XXII, doc. 44 001.   Lettres communes de Benoît XII, doc. 3785. Es otro priorato sobre el Camino de Santiago, relativamente próximo a La Douze, en Dordoña, posible lugar de origen de este prior. 90   SZC II, doc. 196, 201. 91   SZC II, doc. 197. 92   SCG III, doc. 239. 93   SCG III, doc. 241. 88 89

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necesario, los monjes de San Zoilo y otros priores tuvieron noticia de ello. En enero de 1330 siete priores de la provincia —los de Nájera, Dueñas, Ciudad Rodrigo, Salamanca, Villaverde, Entrepeñas y Vimieiro— y los oficiales del monasterio de Carrión —el suprior, sacristán, limosnero y enfermero—, junto con el convento del lugar, dirigieron una carta al abad de Cluny y a los definidores del Capítulo General. En la misma realizaban una fervorosa defensa de la labor de Juan de Dosa al frente del priorato y la provincia, negando las acusaciones realizadas por los visitadores, a quienes acusaban de ignorar la situación vivida en España en los años pasados, y de recoger en su informe mentiras contra este hombre justo y bueno.94 De una forma u otra la carta fue efectiva, pues a inicios del año siguiente reaparece Juan como prior de San Zoilo y camarero. El camarero Juan controló la provincia de España durante más de dos décadas, en ocasiones se diría que casi sustituyendo al abad y Capítulo General. Al estudiar el nombramiento de priores en estos años se puso de relieve cómo varios de ellos (Luis de Nájera, Suero Pérez de Pombeiro, Martín Pérez de Salamanca) habían sido anteriormente monjes de Carrión, y cómo las informaciones del camarero resultaron decisivas en más de una ocasión para la designación de un prior, según se declaró en la visita de 1313 sobre el nombramiento del prior de Jubia. Por otra parte la casi total ausencia de definiciones relativas a la provincia de España entre 1317 y 1335 dejaba en sus manos la adopción de las medidas oportunas para controlar a sus priores y monjes. Resulta difícil valorar la labor de Juan de Dosa al frente de San Zoilo de Carrión y de la provincia de España. Las definiciones de 1336, su último año al frente del monasterio, consideran que el lugar estaba en estado temporal y espiritual suficiente, y tan solo mandaban al prior que obligase al limosnero a hacer la limosna acostumbrada. Pero las de 1337 hablan de que la casa y claustro estaban destruidos, estimando la reparación en doscientas libras turonesas.95 Por su parte, las cuentas de 1338 revelan que casi la mitad de las rentas de la mesa del prior estaban empeñadas (11 072 maravedís sobre un total de 23 087 maravedís), y el informe culpa repetidamente al prior anterior, Juan, de tales enajenaciones.96 Los datos son ciertos, pero parece que la gestión del sucesor fue mucho peor, a juzgar por las acusaciones contenidas en las definiciones de 1340.97 Por ello cabe preguntarse hasta qué punto el nuevo prior estaba descargando la responsabilidad de todo sobre el anterior. Juan de Dosa optó por los arrendamientos a medio y largo plazo, con el cobro de la renta por anticipado, como alternativa a los préstamos en metá94   Archives Départamentales de Saône-et-Loire, Mâcon, Supplément Cluny 11, document H. 95   SCG III, doc. 263, 265. 96   SZC II, doc. 215. 97   SCG III, doc. 271.

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lico con pago de intereses. Con ello consiguió rescatar el tesoro del monasterio, empeñado en buena medida a inicios de su mandato, pero redujo considerablemente los ingresos anuales y comprometió la propiedad de muchos lugares y heredades. Por otro lado, el cobro de las rentas en tales lugares se veía amenazado o imposibilitado por la inestabilidad política del momento. En conclusión se le puede juzgar como un gestor que arruinó el monasterio con sus enajenaciones, o que trabajó para salvar lo que se podía salvar en medio de las guerras civiles y los robos que asolaban Castilla en estos años difíciles. Su paso al priorato de Saint-Eutrope de Saintes, sito sobre el Camino de Santiago, en la provincia cluniacense de Poitou, se debió de producir en 1336. Las visitas y definiciones de dicha casa en los años siguientes permiten seguir la pista de este prior, aunque con cierta precaución, pues no se da su nombre. El monasterio contaba con veinte monjes además del prior, algo menos que el de Carrión, pero tanto en 1337 como en 1343 los visitadores consideraron que estaba en buen estado temporal y espiritual. De tales visitas se deduce también que el prior no gobernaba la casa directamente, sino que la misma era regida por el suprior o un prepósito y procurador del prior.98 A pesar de ello las definiciones de 1337 y 1339 consideraron que el prior regía la casa adecuadamente, siendo alabado por ello.99 Incluso en 1342 el prior de Saint-Eutrope fue designado definidor del Capítulo General.100 La documentación publicada de este monasterio francés no recoge noticias de esta época; tampoco figura su nombre —ni el de ningún otro en esos años— en una lista de priores elaborada en el siglo xvii.101 En 1343 ya se encontraba al frente de Saint-Eutrope un nuevo prior, Johannes Maleu, que antes lo había sido de San Esteban de Nevers y de Longpont, ambos dependientes de Cluny.102 6.  Luis, prior de Nájera (1314-1336) Luis fue contemporáneo de Juan de Dosa y estuvo al frente del otro gran priorato hispano, Nájera. Su nombre indica claramente su origen ultrapirenaico, aunque nada se sabe sobre su procedencia. Fue prior de Nájera entre   SCG III, doc. 264, 280.   SCG III, doc. 265, 269. 100   SCG III, doc. 278. 101   Audiat, L. «Saint Eutrope et son prieuré», Archives historiques de la Saintonge et de l’Aunis, 2 (1875), pp. 249-448; 3 (1876), pp. 17-296. El autor señala cómo la mayor parte de sus archivos fueron quemados en 1793 (t. 2, p. 250). La lista de priores y algunas noticias sobre los mismos data de 1675 (t. 2, doc. LIII, pp. 401-407). 102   Lettres communes de Jean XXII, doc. 51 199, 51 200. Clément VI. Lettres secrètes et curiales relatives à la France, doc. 344.   98  99

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1318 y 1336, tal vez 1337; es posible que ya lo hubiese sido en 1314 durante un breve período de tiempo. La situación del priorato de Nájera a inicios del siglo xiv era desastrosa tanto en lo temporal como lo espiritual. En 1310 la casa estaba en manos de un cardenal, que había reducido el número de monjes a siete y descuidaba la administración temporal. La visita de 1313 cuenta que el prior estaba desesperado, pues no tenía con qué pagar los derechos del abad ni las numerosas deudas de la casa, cuyos bienes estaban en manos de caballeros. El Capítulo General consideraba en 1314 que la casa estaba en pésimo estado, aunque ello no fuese culpa del prior. Además de las deudas y enajenaciones, se denunciaba que los monjes vivían como canónigos seculares, recibiendo grandes raciones y manteniendo numerosos familiares y servidores. Por ello pedía al camarero y visitadores que restableciesen la observancia, como en otros monasterios de la Orden.103 En este contexto, el 8 de octubre de 1314 aparece Luis por primera vez como prior de Nájera. Se trata de un documento de reconocimiento de señorío que el concejo de Leza hacía al monasterio y su prior, con motivo del traslado del emplazamiento del pueblo, motivado por las guerras.104 Dos años después se menciona otro prior, don Guillen de Monladún,105 y desde el 23 de junio de 1318 vuelve a figurar Luis, ya de forma continua.106 En octubre de 1316, coincidiendo con la mención de Guillén de Monladún al frente de Nájera (25 de marzo de 1316), Luis figura como limosnero de San Zoilo de Carrión en un documento del prior y camarero Juan de Dosa.107 Su vinculación a la comunidad monástica de Carrión queda de manifiesto en el Necrologio de San Zoilo, en el que aparece inscrito el día 22 de julio.108 El desempeño del oficio de limosnero le sitúa entre los hombres de confianza del camarero, lo que explica su promoción al importante priorato de Nájera. Su acceso definitivo a Nájera se produjo después del Capítulo General de 1317, en el que se constataba el mal estado de la casa, agravado porque el prior no residía en la misma. Los señores de la comarca ocupaban sus bienes y los monjes desobedecían al camarero.109 Fue en este difícil contexto en el   SCG II, doc. 191, 202, 203.   SMN II, n 231. 105   SMN II, doc. 235. 106   SMN II, doc. 239. El documento de 1314 se conserva en una copia del siglo xviii de un traslado realizado en 1334 por orden de este prior (SMN II, doc. 231, 264). Dado que la fecha se expresa en números romanos, es posible que haya habido una confusión en la lectura, transformando la era hispánica 1356 (año 1318) en 1352 (año 1314), es decir, LVI en LII. En dicho caso no habría existido una primera etapa de Luis al frente de Nájera. 107   SZC II, doc. 187. 108   Ludouycus Nagare prior (NSZC, fol. 21v). 109   SCG II, doc. 212. 103 104

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que se hizo cargo del monasterio con la misión de restaurarlo. Su labor debió de ser acertada, pues no vuelve a haber quejas en las visitas y definiciones —de hecho, ni siquiera se menciona—. Cuando reaparece en 1336 y 1337 es para alabar la buena dirección del prior tanto en lo temporal como lo espiritual, por lo que se le felicitaba.110 La gestión de Luis al frente de Nájera se iniciaba, o reiniciaba, el 23 de junio de 1318 con un nuevo reconocimiento de señorío por parte de los vasallos del monasterio, en este caso de Cueva Cardiel, con motivo de la construcción de la cerca del lugar. Luis llevaba ya un tiempo al frente del priorato, pues había conseguido del rey la licencia para cercarlo y la exención de tributos durante seis años. Por ello se comprometían a no enajenar sus heredades allí a ningún señor ni poderoso, sino tan solo a otros labradores comarcanos. El documento fue confirmado por don Juan de la Ribera, limosnero de San Zoilo de Carrión, es decir, el sucesor de Luis en el oficio, y por un vecino del barrio de San Zoilo, lo que manifiesta la vinculación del nuevo prior a su antiguo monasterio.111 Un documento similar otorgó el concejo de Oriemo en 1322, después de que sus vecinos se hubiesen trasladado desde su antiguo asentamiento en la aldea de Ribafrecha, destruida por las guerras.112 En buena medida este documento es una ratificación de lo ya acordado entre el concejo y el prior Guillén de Monladún (1316).113 La nueva carta responde sin duda a la iniciativa del prior para asegurar su control de la nueva aldea. En 1323 fue el concejo de Santa Coloma quien reconoció el señorío de Nájera, cuando el prior les otorgó permiso para cercar de nuevo el lugar. Se especificaban algunas de las atribuciones del prior: poner merino y alcaldes, tener las llaves de las puertas, poner velas y guardas en el lugar.114 La preocupación de Luis por la defensa del dominio del monasterio, patente en los reconocimientos de señorío de los concejos de Leza y Cueva Cardiel, y el deseo de recuperar las heredades enajenadas —una de las recomendaciones más frecuentes de los definidores a los priores hispanos— se manifiestan también en el acuerdo alcanzado en 1320 con Ruy Pérez de Albarracín, vecino de Arnedo. Este había representado a Nájera en la recuperación de la casa de Valcuerna, en Logroño, llevando el pleito a su costa. Con ello había conseguido hacerse con el arrendamiento de este dominio de quienes lo tenían, y, ante las reclamaciones del prior Luis, se lo devolvió al monasterio para evitar nuevos pleitos. Ruy Pérez reconocía además su estrecha relación con el monasterio (naturaleza) y lo mucho que le debía al   SCG III, doc. 263, 265.   SMN II, doc. 239. 112   SMN II, doc. 243. 113   SMN II, doc. 235. 114   SMN II, doc. 245. 110 111

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prior Luis. La cuestión económica se solucionó asignando a Ruy Pérez una renta anual de cien maravedís, que se pagarían con la martiniega del lugar de Cirueña.115 Otra importante actuación en defensa del dominio se produjo en 1334, cuando el lugar de Leza fue ocupado primero por don Juan Alfonso de Haro II y luego por el concejo de Logroño, en medio de la rebelión nobiliaria encabezada por don Juan Núñez de Lara III. Tras la toma de Leza por el concejo de Logroño, el prior Luis hizo sacar el 4 de febrero de 1334 un traslado de la carta de reconocimiento de señorío de los vecinos del lugar (1314). Primero reclamó al concejo su devolución, pero este alegó que lo habían tomado de don Juan Alfonso de Haro, no del monasterio, y remitieron el asunto al rey. Tras ello consiguió una carta de Alfonso XI, fechada el 18 de abril, mandando a su vasallo Gonzalo Yuáñez de Baztán, que tenía el lugar por el concejo de Logroño, que se lo devolviese al prior de Nájera; otra carta del rey, datada dos días después, mandaba lo mismo al concejo de Logroño. Con las cartas regias, el 11 de mayo don Luis requirió al concejo de Logroño, que convocó a Gonzalo Yuáñez de Baztán. Este exigió del prior garantías de que guardaría el lugar para el rey. Como el prior no tenía recursos para hacerlo, hubo de entregarlo a Rodrigo Alfonso, merino y vasallo del rey, quien renunció a su oficio para tener el lugar del monasterio. Luego el prior tuvo que jurar que perdonaría a los vecinos de Leza —se entiende que por haberle desobedecido como señor y por otros daños que le hubiesen ocasionado. Solo así, el 16 de mayo, recuperó la aldea, tomó posesión de ella y dejó como su representante al limosnero del monasterio y al clérigo de Santa Coloma.116 La labor del prior Luis en la conservación y recuperación de los señoríos del monasterio no siempre se vio coronada por el éxito. Fue el caso del lugar de Pedroso, ocupado por Juan Alfonso de Haro I durante la minoría de Alfonso XI (1312-1325) y que Nájera no recuperó hasta 1389.117 Cuando Juan Alfonso de Haro  II fue ejecutado por orden del rey en 1334, tras haberse rebelado, Luis reclamó la posesión de la aldea perdida. El Capítulo General cuenta en 1337 que el prior de Nájera mantenía un gran litigio en la curia del rey contra una señora muy poderosa, y que solicitaba que el abad de Cluny escribiese cartas a ciertas personas para apoyar su propósito.118 Dicha señora poderosa debe de ser doña Teresa Almoraví, viuda de Juan Alfonso de Haro II. Según un documento de 1389, doña Teresa y su hijo habían conseguido retener la aldea de Pedroso a la muerte de su marido y padre.119   SMN II, doc. 241.   SMN II, doc. 264-273. 117   SMN III, doc. 387. 118   SCG III, doc. 265. 119   SMN III, doc. 387. 115 116

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Las definiciones de 1340 revelan que Nájera estaba empeñada en catorce mil maravedís debido a los numerosos litigios con los poderosos.120 Estos pleitos no son solo los mantenidos por Pedroso. Las cartas de Alfonso XI mandando devolver Leza al monasterio, debieron obtenerse tras acudir a la curia regia, con los gastos que ello ocasionaba. La recuperación de Valcuerna en 1320 comportó un notable coste económico, como ya queda dicho. De igual manera, la obtención de otros privilegios reales, ya fuesen confirmaciones de otros anteriores o no, suponía el pago de los derechos de cancillería, además de gestiones para conseguirlos. La confirmación de los antiguos privilegios del monasterio fue otra de las preocupaciones de don Luis a lo largo de su mandato. Tal vez logró la confirmación de la exención de yantar (14 de septiembre de 1317), pero con seguridad solo se le pueden atribuir los de los años 1318-1336. El más antiguo de ese período es la confirmación de la licencia para sacar doscientos modios de sal de las Salinas de Añana sin pagar los derechos regios (1322).121 El resto corresponden a la mayoría de Alfonso XI,122 en especial al año 1332, cuando se confirmaron siete privilegios y se consiguió un mandato para que se guardase la exención de pechos de los vecinos de Alesón.123 Dos nuevas confirmaciones se lograron en 1334.124 Otras medidas tomadas durante su mandato, sin estar exentas de implicaciones económicas, tuvieron una dimensión eclesiástica y litúrgica. Así, el 30 de mayo de 1334 realizó un minucioso inventario del tesoro del monasterio, tal vez con motivo de la muerte del sacristán Peribáñez. Se relacionaron numerosas vestiduras litúrgicas, arcas de reliquias, algunos libros ricamente decorados, cruces y crucifijos y diverso ajuar litúrgico.125 En 1336, junto con el convento, designaba al nuevo capellán de la parroquia de la Cruz, sita en el propio monasterio y destinada a atender a los vecinos de Nájera. El elegido por el prior, junto con el convento, fue Jordán Elías, un presbítero de Logroño, al que se recompensaba por las buenas obras que ya anteriormente había hecho al monasterio. El documento de provisión incluía una detallada enumeración de las obligaciones del capellán, unas de tipo económico (la entrega de parte de los diezmos al monasterio, de las ofrendas de difuntos), otras litúrgicas (acudir con los clérigos de la capilla a las procesiones, vísperas, oficios de los reyes, rogativas; no cantar sus horas cuando lo hiciese el convento) o eclesiásticas (sobre la recepción de otros clérigos en la capilla, la visita del prior).126   SCG III, doc. 271.   SMN II, doc. 242. 122   Confirmación de la dotación de la alberguería en diciembre de 1328 (SMN II, doc. 251). 123   SMN II, doc. 255, 256, 257, 258, 259, 261, 262, 263. 124   SMN II, doc. 275; III, doc. 277. 125   SMN II, doc. 274. 126   SMN II, doc. 278. 120 121

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La preocupación por dejar testimonio escrito de estas cuestiones recuerda su actitud en relación con los concejos vasallos. Luis era consciente de la importancia de la escritura para defender los derechos del monasterio. Así se presenta como un buen gestor. Ello puede explicar las comisiones pontificias recibidas en estos años, para ejecutar la provisión de canonjías en la catedral de Calahorra-La Calzada (1324) y en la iglesia colegial de San Andrés de Armentia, en esa diócesis (1330).127 La última mención expresa de Luis es del mes de marzo de 1336; poco después actuaba como definidor en el Capítulo General (21 de abril). Su fallecimiento se produjo un 22 de julio (Necrologio de Carrión), pero no se sabe si de ese año o de otro posterior. Don Enrique, su sucesor en el priorato de Nájera, no se menciona hasta diciembre de 1339.128 Es probable que la referencia al prior de Nájera en las definiciones de 1337 se refiera todavía a Luis, mientras que la de 1340, en que se hablaba de las deudas del priorato, corresponde con seguridad a su sucesor.129 Al margen de su labor al frente del monasterio, Luis actuó como visitador de la provincia de España en 1322 y 1332, y como definidor del Capítulo General en 1327 y 1336.130 Esto último muestra el peso o prestigio alcanzado dentro de la Orden. 7.  Suero Pérez, prior de Pombeiro (1319-1331) Este prior de Pombeiro, contemporáneo de Juan de Dosa en Carrión y Luis en Nájera, se documenta al frente del monasterio entre los años 1319 y 1331. Con anterioridad se tiene noticia del prior don Pedro, cuya última referencia es de 1310; su sucesor, don Martín Pérez, figura ya al frente del priorato en octubre de 1334.131 Su acceso al oficio se produciría entre 1310 y 1319, mientras que el final de su ejercicio se sitúa entre 1331 y 1334. Las noticias recogidas en las definiciones y visitas de estos años son muy escasas. En 1310, todavía en época de don Pedro, se dice que el priorato estaba ocupado por un escudero, y que el número de monjes se había reducido a cuatro.132 La visita de 1313 denuncia que el priorato había sido mal administrado por los predecesores del prior entonces existente, en cuyo tiempo se había reducido el número de monjes de ocho a cuatro.133 Es probable que 127   Ruiz de Loizaga; Díaz Bodegas; Sáinz Ripa. Documentación vaticana de Calahorra, doc. 169. Lettres communes de Jean XXII, doc. 19 276, 49 276. 128   SMN III, doc. 283. 129   SCG III, doc. 265, 271. 130   SCG II, doc. 223 ; III, doc. 238, 250 y 263. 131   SVP doc. 34-42. 132   SCG II, doc. 191. 133   SCG II, doc. 202.

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se esté aludiendo a una sustitución reciente al frente del priorato, pero no hay certeza, y, en tal caso, de que el nuevo prior fuese Suero Pérez. No hay más noticias sobre este monasterio en esta fuente hasta la visita de 1336. Nada se sabe con certeza sobre la procedencia de Suero Pérez. Su onomástica revela un origen hispano, pero ningún antro-topónimo permite precisar este aspecto. La documentación de Carrión menciona una permuta de tierras realizada por el sacristán Suero Pérez (1302).134 No hay más noticias suyas, y la siguiente mención de un sacristán de Carrión es ya de 1319, cuando el oficio era desempeñado por Gui.135 Es posible que se trate del mismo monje, al que el camarero Juan de Dosa habría promovido a Pombeiro desde Carrión. La documentación conservada en Pombeiro se limita a los foros otorgados por este prior. En 1319 concedía un pedazo de monte y heredad al clérigo que servía la iglesia de Santa María de Beacán, debiendo pagar dos cuarteros de centeno al monasterio. El foro pasaría tras su muerte a su «criado» Alfonso Pérez, y luego a los hijos de este, que pagarían una renta de tres cuarteros. El término criado ha de entenderse aquí como hijo no legítimo, con lo que el foro es una forma que el clérigo tenía de dotar a sus descendientes, aprovechando su buena relación con el prior y monasterio al que servía.136 Los otros siete foros pueden dividirse en dos grandes grupos. Los realizados a campesinos —algunos de ellos con notables recursos— a cambio de una parte de la cosecha o una cantidad moderada de moneda, en general con la obligación de morar en el casal concedido, y los realizados a los nobles de la comarca a cambio de una renta en dinero más importante. En el primer grupo se incluirían los de un casar en Beacán (1321), una leira (1329), una heredad en la feligresía de Santa Mariña de Rosende (1330)137 o el lugar de San Fagundo, en la parroquia de Pombeiro (1323). La renta de este último consistía en cuarenta sueldos y la tercera parte de la pesca en cierto sector del río, pero también comportaba la obligación de servir al prior y monjes cuando acudiesen a dicho paraje a folgar.138 Las características de otro foro hacen pensar en un miembro de la pequeña nobleza o un campesino rico (1325).139   SZC II, doc. 165.   SZC II, doc. 189. 136   SVP doc. 35. 137   SVP doc. 36, 39, 40. 138   Et quando o prior et os frades quisieren yr folgar a ese lugar sobredito, fazerdeles seruiço et amor d’aquello que ouuerdes (SVP doc. 37). 139   El foro otorgado en 1325 del casar de Carreiracova supone el pago de una renta muy superior: ciento ochenta sueldos y dos gallinas, además de la entrega de una tierra al prior en el momento de realizar el contrato, situando sobre la misma el pago de un aniversario por las almas de los tomadores del foro (dos sueldos anuales). Entre las obligaciones se encontraba también el pago de luctuosa al monasterio (SVP doc. 38). 134 135

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Un carácter diferente presenta el foro del coto de Beacán realizado en 1329. Suero Pérez se lo dio a Alfonso Rodríguez y Gómez Fernández, por mitad, para ellos y sus descendientes, a cambio de una renta de ciento ochenta maravedís, con la condición de ser vasallos del monasterio. El arrendamiento incluía todas las heredades y señorío del monasterio en dicho coto, con la excepción de la iglesia en lo espiritual, los aniversarios y la sacristanía. En 1421 el prior de Pombeiro reclamó el lugar a los herederos de los tomadores del foro, alegando que Suero Pérez se lo había dado en feudo, para que fuesen vasallos del monasterio, amigos verdaderos y leales, lo que no habían cumplido, pues dañaron el monasterio y no le habían hecho vasallaje como a su señor; por todo ello habrían perdido el foro. Los demandados alegaron ser grandes, honrados e hidalgos de gran linaje y solar conocido, por lo que no era pertinente que hiciesen tal vasallaje.140 Otro foro se hizo en 1331 en favor del «ama» de un antiguo encomendero del monasterio, Vasco Pérez de Temees, y sus hijos, así como de la hija de la «criada» del prior. Incluía diversos lugares y casares a cambio de doce modios de cereal y vino por mitad en vida de la criada del prior, renta que se doblaba si moría la hija de la criada del prior sin descendencia. El foro, se justificaba por la entrega de cinco mil maravedís que el monasterio necesitaba para pagar ciertos tributos al rey y adelantados, y para otras deudas que tenía el monasterio.141 El proceder en este campo recuerda el de Juan de Dosa, el arrendamiento de una heredad como forma de obtener un préstamo. Sin embargo, hay una clara diferencia: el arrendamiento era perpetuo y se hacía a quien parece ser una hija del prior. Cabe preguntarse si el dinero no fue aportado, en buena medida, por el propio prior. En resumen, una enajenación de bienes del monasterio al servicio de los intereses particulares del prior. A pesar de todo ello, el Capítulo General designó en 1331 al prior de Pombeiro como uno de los visitadores de la provincia ese año.142 No es extraño que la visita no revelase sus enajenaciones. Hay que esperar a la efectuada en 1336, tras más de veinte años de silencio, para que se denuncien las actuaciones de Suero Pérez, ya fallecido. Había enajenado dos terceras partes de los bienes del monasterio en favor de los escuderos de la comarca, que eran vasallos del monasterio. Las tenían a largo plazo, por dos o tres vidas, veinte o treinta años. Más aún, se dice que el prior anterior había sido asesinado, al parecer en medio de las luchas de la nobleza de la comarca. Se había posicionado claramente en apoyo de un gran caballero, al que dio la encomienda del monasterio y numerosas heredades del mismo. Había criado allí al hijo de   SVP doc. 99.   porque estauamos pennorados e affiucados et ... que nos muyto fazian mester (SVP doc. 41). 142   SCG III, doc. 248. 140 141

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dicho caballero, lo que motivó que sus rivales destruyesen el monasterio.143 Aunque no se da el nombre del prior, lo dicho sobre sus enajenaciones coincide con los foros realizados por Suero Pérez. Suero Pérez es un buen ejemplo de la gestión del priorato en pro de los intereses personales del prior, no del monasterio. La falta de control de sus actividades durante dos décadas parece indicar que contaba con la protección del camarero en España, además de con numerosos contactos entre la nobleza de la comarca, en cuyos enfrentamientos se vio inmerso. 8.  Martín Pérez, prior de Pombeiro y Salamanca (1330-1342) Martín Pérez aparece en la documentación como limosnero de San Zoilo de Carrión, en la carta que los oficiales y monjes del monasterio dirigen al abad y Capítulo de Cluny en defensa del camarero Juan de Dosa (enero de 1330).144 En junio de 1331 figura ya como prior de San Vicente de Salamanca, y consigue de Alfonso XI la exención del pago de yantar alegando la pobreza de la casa y la devoción de los vecinos a dicha iglesia;145 el privilegio no le menciona por su nombre, pero sí lo hace el escribano que saca la copia a petición suya. Tres años más tarde el rey confirmó la exención y mandó guardarla.146 La visita de 1336 señalaba el mal estado del priorato de Salamanca en lo espiritual, por la falta de monjes —solo había uno incapaz para el canto— y la enfermedad del prior que impedían celebrar el oficio divino, pero consideraba que estaba en buen estado temporal. Por este motivo el prior fue alabado en 1337 por el Capítulo General.147 Al cabo de casi una década, se denunciaba la situación inversa, acusando de ello a Martín Pérez. Según los definidores este antiguo prior había empeñado casi todos los bienes del lugar, una campana, un cáliz de plata y otros ornamentos eclesiásticos. Por tal motivo el abad de Cluny le había mandado encarcelar en Nájera, para que así sirviese de ejemplo a los demás.148 La mala situación de los edificios del monasterio y las enajenaciones realizadas fueron tratadas por el Capí  SCG III, doc. 259.   Archives Départamentales de Saône-et-Loire, Mâcon, Supplément Cluny 11, document H. 145   Obtiene el privilegio, del que luego saca una copia: AUPSA, Colegio de San Vicente, Carpeta de pergaminos, n.º 3. 146   Archivo del Monasterio de Santo Domingo de Silos, Copia de privilegios, ms. 7, fol. 103v. 147   SCG III, doc. 259, 265. El monje es calificado de onartanarius, término tal vez relacionado con el francés actual anarthrie, derivado del griego, que designa a todo problema motor relacionado con la articulación de sonidos. 148   SCG III, doc. 292. 143 144

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tulo General en 1348, culpando al predecesor del entonces prior, es decir, a Martín Pérez.149 Las definiciones de 1342, refiriéndose a Pombeiro, informan de que este priorato gallego estaba ocupado desde hacía dos años por el prior de Salamanca, Martín Pérez, apoyado en el poder secular. Martín había expulsado al prior y monjes del lugar, y se había llevado los privilegios y documentos del monasterio, consumiendo además sus bienes. Por todo ello el abad mandó al camarero de España o al procurador del abad, que apresasen a Martín y lo llevasen a Cluny para castigarlo.150 Martín Pérez aparece como prior de Pombeiro en 1334, y debía ser el sucesor de Suero Pérez, el prior asesinado. En octubre se dictaba una sentencia arbitral en la disputa del prior con Marina Anes sobre la heredad que había sido de Domingo Pérez. Al año siguiente arrendaba la mayor parte de las heredades del coto de Pombeiro a un escudero del monasterio, Vasco Rodríguez, por su vida, la de su mujer y otra persona. La renta parece reducida (diez modios, por mitad vino y castañas secas).151 Las noticias ofrecidas por la visita de 1336, dicen que el priorato estaba en buen estado temporal y espiritual, aunque solo había tres monjes y un converso acompañando al prior. Se añadía que el prior (Martín Pérez) trabajaba mucho por recuperar los bienes del monasterio, lo que le llevó a demandar a los escuderos que los tenían ante la curia regia, motivo que le ponía en gran peligro.152 Las definiciones recogían esta buena gestión (1336) y mandaban continuarla.153 En 1342 se informaba de la ocupación de Martín Pérez y su despojo de documentos y alimentos, y en 1345 de que había empeñado los bienes del priorato a hombres poderosos.154 Detrás de todas estas noticias parece encontrarse el enfrentamiento por Pombeiro entre Martín Pérez, que retenía el de Salamanca, y otros monjes. Durante sus etapas al frente de Pombeiro (1334-1335, 1341-1342), arrendó bienes a miembros de la nobleza, como muestran el documento de 1335 y las definiciones de 1345. Sin embargo, la visita de 1336 y las definiciones de los años treinta alaban su gestión temporal, lo que contrasta con las de los años cuarenta, que la critican duramente. Es posible que lograse ocultar la realidad en los primeros años gracias al dinero obtenido por los arrendamientos, pero finalmente estas enajenaciones fueron descubiertas, lo que unido a su ocupación de Pombeiro, condujeron a su prisión en Nájera.

  SCG III, doc. 301.   SCG III, doc. 278. 151   SVP doc. 42, 43, 44. 152   SCG III, doc. 259. 153   SCG III, doc. 263. 154   SCG III, doc. 278, 292. 149 150

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9.  Fernán Pérez, prior de Vimieiro (1333-1335) La visita de 1336 se extiende en el relato de las andanzas de Fernán Pérez, por entonces monje de Budiño y anteriormente prior de Vimieiro. La pérdida de la documentación de estos prioratos impide conocer más sobre él, aunque es posible que se trate del mismo monje homónimo que en los años anteriores se menciona en Nájera, Carrión o Entrepeñas. El nombre Fernán indica que se trata de un hispano, pero al ser su uso frecuente es difícil saber cuándo se habla del mismo personaje y cuándo de dos diferentes. Un primer Fernando Pérez fue monje de Pombeiro entre los años 1290 y 1310. Su nombre figura como testigo u otorgante.155 No ocupó ningún oficio, y del hecho de que cada vez aparezca más adelante dentro de la lista de monjes solo se deduce su mayor edad. Lo más probable es que falleciese en su monasterio. Otro monje homónimo aparece en Santa María de Nájera en el año 1320, también como testigo de un documento, junto con dos oficiales del monasterio: el sacristán y el prior de claustra.156 Dado que el documento se refiere a una de las casas o decanías, la de Valpuesta en Logroño, puede que Ferrán Pérez fuese el monje encargado de servir dicha iglesia y administrar sus rentas. Es posible que se trate del mismo que unos años después figura en la documentación de Carrión. El 8 de agosto de 1328 Alfonso XI otorgaba una carta de amparo para el monasterio de San Zoilo de Carrión y para todos los bienes de la Orden de Cluny en España. El documento se expedía en Villalpando, sede de un priorato dependiente de Carrión. Iba dirigido a Ferrán Peres, prior de San Zoilo, procurador y camarero de Cluny en España.157 El mandato de Fernán Pérez se inserta entre la primera y la segunda fase del de Juan de Dosa. En febrero de ese año todavía actuaba Juan como prior y camarero, y en enero del año siguiente le nombra como tal un documento papal.158 No hay ningún otro documento que mencione a Fernán en este oficio, lo que resulta sorprendente para un hispano que desempeña un puesto tan relevante. Debió de ser nombrado por el Capítulo General en 1328, sin que se sepa cuánto duró. Tal vez sea el mismo monje que poco después fue prior de San Román de Entrepeñas, un monasterio próximo a Carrión, y que a menudo gira en su órbita en los siglos xiv y xv, casi como un priorato dependiente. Se refiere a él la visita de 1336, diciendo que el entonces prior y su predecesor se habían encontrado con un priorato arruinado y empeñado, debido a que los priores que les precedieron, llamados Mateo y Fernán Pérez, lo habían enajenado   SVP doc. 25, 27, 32, 34.   SMN II, doc. 241. 157   SZC II, doc. 197. 158   Véase la prosopografía de este personaje. 155 156

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todo.159 El prior en el momento de la visita ha de identificarse con Esteban de La Garda, mencionado como tal en un documento del 2 de abril de 1336, cuando Alfonso Pérez actúa como su «personero» o representante.160 Este último monje figura el 24 de marzo de 1333 como prior y procurador del monasterio por el abad de Cluny.161 Suponiendo que la visita mencione a los priores en orden, Fernán Pérez habría desempeñado su oficio antes que Alfonso Pérez, es decir, antes de 1333. Ello cuadra cronológicamente con la desaparición del priorato de Carrión del monje camarero homónimo, y puede pensarse que se le concediese este priorato como una forma de compensarle por la pérdida de su oficio cuando este se devolvió a Juan de Dosa. En 1332 el Capítulo General excomulgó a los priores que no habían acudido ni se habían excusado adecuadamente, entre ellos se nombra a los de Entrepeñas y Vimieiro.162 Es posible que Fernán Pérez fuere uno de ellos. La visita realizada en los últimos días de 1335 y primeros de 1336 de los prioratos de Budiño, junto a Tuy, y Vimieiro, en Portugal, cerca de Braga, relata con detalle la actuación de este monje en uno y otro monasterio, aunque no se refiere a su vida anterior. El amplio espacio que se le dedica se explica porque uno de los visitadores era el propio prior de Budiño, con quien Fernán Pérez mantenía un enfrentamiento feroz. Aunque su relato está avalado por el otro visitador, el prior de Villafranca, no deja de ser parcial.163 El relato fue completado por los propios visitadores ante el Capítulo General, por lo que las definiciones no coinciden exactamente con lo que dice la visita.164 Fernán había sido prior de Vimieiro, aunque no se precisa el año, tan solo que su mandato terminó en tiempo de la carestía. Ello permite situarlo en el año 1333, cuando el Chronicon Conimbricense relata que fue un año de fuerte alza de precios del cereal y muchos fallecimientos por hambre.165 De   SCG II, doc. 259.   SRE doc. 95. 161   SRE doc. 92. 162   SCG II, doc. 250. 163   SCG III, doc. 259. 164   SCG III, doc. 263. 165   Na era de MCCCLXXI anno fuy taô mao anno por todo Portugal, que andou ò alquere do trigo à XXI seitis, è o alquere de milho à XIII seitis, e o centeio a desaseis, per la medida de Coimbraa; item en esse anno andou el almude do vinho bermelho a XXIIII seitis, e do blanco a XXX seitis, para la medida de Coimbraa. È bien assi foy menguado o anno de todos los outros frutos, porque se a gente havia de mateer. E neste anno morreron muitas gentes de fame, quanta nunca os homes virom morrer por esta razon, nem viron nin nem ouviron dizer o omes antigoos dante si que tal cosa vissem ni ouvissem. È tantos fueron os passados, que fueron soterrados em os adros das egrejas, que con cabian en elles; e a nes os soterraban fora dos adros; è deitavanos nas covas quatro à quatro, è seis à seis, assi como os achavan mortos por nas ruas e por fora. E esto foi asi todo do compezo do anno ata à outro renuevo do anno seguinte. E bien foi este anno tam mao è muy peor por toda Castella è por toda Gallicia (Flórez. España Sagrada, XXIII, p. 343). Sobre la cronología de esta hambre véase: Reglero. «Les disettes dans le royaume de Castille». 159 160

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lo que no se da ninguna precisión es sobre cuánto tiempo fue prior. Según el relato de la visita Fernán fue depuesto, pero los definidores aseguraban que había renunciado. Los visitadores cuentan que cuando el nuevo prior, Guillermo, llegó a Vimieiro, Fernán le recibió con una gran multitud de hombres armados dentro del monasterio, diciéndole que no le entregaría el priorato en virtud de las cartas que traía del abad ni por otra cosa, sino que más bien le daría unos buenos lanzazos. Argumentó que tenía apelada la decisión ante el abad de Cluny, y le dijo a Guillermo que fuese a Lisboa ante el arzobispo de Braga y el rey de Portugal con las cartas del abad. Mientras tanto Fernán vendió todos los alimentos que tenía en el monasterio, así como la ropa y otros utensilios domésticos, cinco vacas, un buey y un cáliz de plata que pesaba dos marcas (en torno a medio kilo). Además admitió a dos nuevos racioneros en el monasterio, es decir, se comprometió a darles alimento de forma vitalicia, sin permiso del nuevo prior. Fernán debió de seguir un tiempo en Vimieiro como monje. Mientras, los racioneros recibidos por Fernán denunciaron al nuevo prior ante el arzobispo por no darles su ración, lo que llevó al prelado a ordenar la captura de Guillermo. Durante su prisión, Fernán fue al monasterio acompañado de un infanzón llamado Álvaro González, y lo entró con sus gentes, apoderándose de las llaves de los almacenes y expulsando al administrador del prior. Luego tomaron dos cubas de buen vino, siete u ocho modios de mijo y pan, los cerdos, gallinas y otras cosas que había en el monasterio, lo que entonces valía mil quinientos maravedís, pues era el tiempo de la carestía. Fernán pasó entonces como monje al monasterio de Budiño, donde se convirtió en la pesadilla del prior, aliándose con el obispo y nobles de la comarca contra el mismo. El prior y visitador le acusaban de haber tratado con el obispo de Tuy de la prisión del prior, con la condición de que le pusiese en su lugar. En estos momentos el prior mantenía un pleito con el obispo, que reclamaba una procuración en el monasterio. Además Fernán acogió al hijo de un escudero en el coto del monasterio, para criarlo, lo que hizo que los enemigos del escudero causasen muchos males al prior y sus vasallos. El prior de Budiño acusaba a Fernán de tratar su muerte con un infanzón llamado Juan Alfonso, y de incitar a otros hombres malvados contra el monasterio y el prior. Finalmente, cuando el prior acudió al Capítulo General en 1334, Fernán Pérez malgastó los bienes del monasterio con personas deshonestas. Los definidores de 1336 consideraron que lo relatado sobre Fernán Pérez no estaba suficientemente acreditado. Por ello, y dada la gravedad de los hechos denunciados, mandaron al camarero que lo investigase, y si lo encontraba culpable lo prendiese y castigase. No hay más noticias de este monje y de ninguno homónimo en los años siguientes. Con todo, hay que señalar que en 1337 el priorato de Budiño estaba en manos del cardenal de España.166   SCG III, doc. 265.

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Cabe preguntarse si ello era el resultado de los pleitos en torno al mismo entre Fernán y el prior, o si Fernán no era ya un hombre del referido cardenal, luchando por imponer su expectativa sobre tal monasterio. El caso de Fernán Pérez ilustra el comportamiento de un monje, pero también la lucha por un priorato entre los monjes de la Orden. Durante la misma no valían solo las cartas del abad; era necesario el apoyo del poder regio, de la jurisdicción episcopal y de los nobles de la comarca. Fernán buscó el de todos ellos para conservar su priorato o lograr otro a costa de desplazar al prior existente. Para ello respaldó las reclamaciones de los poderes ajenos a la Orden sobre los monasterios de la misma y empleó los bienes del priorato para comprar el apoyo de los nobles. Su actuación debilitó la posición del prior, y en general de la Orden, en su enfrentamiento con el obispo, además de la economía del monasterio. 10.  Juan de Bastida, prior de Carrión (1336-1342) El 25 de noviembre de 1336 Benedicto XII mandaba proveer a Joanni de Bastida, monje cluniacense y prior de Villafranca, del priorato de Carrión, ejecutando la gracia concedida por Juan XXII (1316-1334) y con la obligación de dejar su priorato. Ello tras haber quedado vacante Carrión por el traslado de Juan de Dosa.167 De su etapa al frente de Villafranca apenas hay noticias. En 1335 actuó como definidor del Capítulo General de Cluny, clara muestra de que se trataba de una figura influyente en la Orden, y fue nombrado visitador de la provincia de España, junto con el prior de Budiño.168 Se conserva el texto de la visita, que relata minuciosamente la situación de los distintos prioratos. A propósito de Villafranca se dice que estaba bien regido en lo espiritual y temporal, si bien los predecesores del prior habían dado muchas heredades del monasterio a los habitantes de la villa y otras personas. Juan de Bastida había recuperado viñas, huertos, molinos y otros bienes y regía bien, aunque tenía problemas con uno de los monjes.169 Los definidores se limitaban a felicitarle y animarle a recuperar otros bienes enajenados.170 El carácter positivo del informe no debe sorprender, dada la coincidencia entre visitador y prior. La situación del priorato de Carrión cuando Juan de Bastida se hizo cargo del mismo no era buena en lo temporal. En las definiciones de 1337 consta que los edificios y claustro del monasterio estaban en mal estado, lo que

  Lettres communes de Benoît XII, doc. 3785.   SCG III, doc. 258. 169   SCG III, doc. 259. 170   SCG III, doc. 263. 167 168

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se valoraba en doscientas libras turonesas.171 Las cuentas de 1338 incluyen precisamente una partida de mil maravedís para reparación del monasterio; además se refieren a como numerosos dominios de San Zoilo habían sido arrendados a largo plazo por el prior anterior, cobrando la renta por anticipado (Frómista, Revenga de Campos, Aguilar de Campos, Fuentes de Valdepero, probablemente San Andrés de Ríosmenudos), o habían sido dados u ocupados por nobles y poderosos que no pagaban renta alguna (Villamez, Villafrechós, Villabaruz, Benafarces y Pedrosa). De este modo, algo más de la mitad de las rentas de la mesa del prior estaban empeñadas ese año.172 La definiciones de 1344, cuando Juan ya había dejado de ser prior de Carrión, repiten esta idea pero culpando a Juan de Bastida: los derechos y rentas del priorato estaban enajenados por culpa del predecesor del entonces prior, hasta el punto de que el prior y los monjes no tenían de qué sustentarse.173 Las quejas de Juan de Bastida sobre el mal estado temporal del priorato, de lo que directa o indirectamente responsabilizaba a su predecesor, hay que ponerlas en relación con lo contado en las definiciones de 1340. Ya en 1339 el prior de Carrión había sido excomulgado por el Capítulo General, al no acudir al mismo ni excusarse.174 Al año siguiente (1340) se dijo que el priorato de San Zoilo estaba mal regido en lo temporal y espiritual. El prior no había pagado a los colectores papales las rentas debidas por el tiempo que el priorato estuvo vacante, por lo que estos habían lanzado un interdicto sobre el lugar. El prior había obligado muchos bienes del monasterio, entre ellos la casa y barrio de Frómista por siete años, cobrando catorce mil maravedís por anticipado, además de empeñar una cruz de oro valorada en diez mil libras. Ni siquiera estaba presente en el priorato cuando se realizó la visita. Los definidores le ordenaron comparecer personalmente en Cluny en cierto plazo, solicitando al abad que si era hallado culpable de lo que se le acusaba fuese suspendido en la administración del priorato.175 Juan no cumplió lo exigido por los definidores. Por ello en 1342 le depusieron, declarándolo privado de su priorato y pidiendo al prior que proveyese con rapidez dicha casa. Los visitadores de ese año y de 1341 le habían vuelto a acusar de realizar muchas enajenaciones, no conformes con las constituciones papales, empeñando los bienes y lugares del monasterio a caballeros y poderosos a largo plazo o vitaliciamente, en perjuicio del monasterio.176 La administración de Juan de Bastida fue pues mucho más desastrosa para el monasterio que la de su predecesor. Ello se debió en parte a la nece  SCG III, doc. 265.   SZC II, doc. 215. 173   SCG III, doc. 285. 174   SCG III, doc. 269, p. 288. 175   SCG III, doc. 271. 176   SCG III, doc. 278, pp. 332-333 (la noticia se encuentra entre las definiciones generales, por lo que no está recogida en la edición de Robert). 171 172

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sidad de pagar a los colectores pontificios lo que le exigían (se habla de los frutos del período en que el priorato estuvo vacante, no hay que descartar la anata), dado que había accedido a su oficio por una gracia pontificia. La necesidad de dinero le llevó a empeñar el tesoro del monasterio, que tanto había costado rescatar a Juan de Dosa, y, por otra parte, a continuar con los arrendamientos con pago por anticipado como forma de financiación. La última noticia que de él se tiene se refiere precisamente al de la casa de San Pelayo de Toro, una de las pocas que en las cuentas de 1338 no estaba enajenada, en favor de don Juan Alfonso de Alburquerque. El arrendamiento se realizó en 1341 (el 18 de marzo) por seis años.177 Este plazo, al igual que los siete años de Frómista, no se corresponde con lo denunciado en las definiciones, al contrario son arrendamientos más cortos que los de su predecesor. La mala situación económica y las deudas contraídas no suponen que Juan de Bastida llevase una política de austeridad en el gasto. No se especifica en qué se gastó el dinero, dado que no había pagado a los colectores pontificios. Por otra parte las cuentas de 1338 se refieren a que mantenía a dos capellanes, diez hombres y cinco niños, cuyo sueldo en dinero ascendía a 3660 maravedís, a los que había que añadir 1500 maravedís para su vestuario, es decir, más del doble de lo que pagaba al abad de Cluny (2000 maravedís), o casi nueve veces el yantar del rey (600 maravedís.). El prior mantenía seis «bestias», probablemente mulas para sus viajes, en las que gastaba 126 cargas de cebada (valoradas en otros 630 maravedís).178 Lo anteriormente expuesto permite contextualizar esas cuentas de 1338. Si Juan de Bastida no puso inconvenientes a la inspección ordenada por Benedicto XII y realizada por dos abades benedictinos pero no cluniacenses, los de Silos y Cardeña, fue porque él mismo había accedido a su priorato por gracia pontificia. Por otra parte, el mal estado económico de la casa que se muestra en las cuentas —sin entrar ahora a considerar hasta qué punto era cierto— era su principal argumento para no satisfacer las demandas de los colectores pontificios.179 11.  Enrique, prior de Nájera (1339-1349) Enrique sucedió al prior Luis y continuó su labor de reconstrucción de las finanzas del monasterio, tras la desastrosa situación existente a inicios del siglo xiv. Ello no supone que su mandato estuviese exento de problemas, ni que consiguiese hacer desaparecer las deudas y enajenaciones. Se le mencio  SZC II, doc. 235.   SZC II, doc. 235. 179   Véanse los análisis de dichas cuentas en Moreta. Rentas monásticas, pp. 138-146, y SZC II, pp. XLI-LVI. 177 178

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na por primera vez en diciembre de 1339, como prior de Nájera y camarero de lo que la Orden de Cluny tenía en España.180 Es probable que no ocupase el puesto desde mucho tiempo antes, pues en las definiciones de 1340 se declararon las deudas del monasterio, lo que era habitual al inicio de un priorato, con el fin de eludir posteriores responsabilidades sobre las mismas. 181 La actuación de Enrique se movió en varios frentes. En primer lugar reactivó las relaciones con la nobleza regional y comarcal, realizando permutas que consideraba beneficiosas para el monasterio —con Juan Ruiz de Gauna— y consiguiendo donaciones —de Anrequina Sánchez mujer de Dia Sánchez de Rojas—.182 En esta donación resurgen las antiguas fórmulas cluniacenses en las que se ofrecía al benefactor parte en todas las oraciones, limosnas y buenas obras tanto de Santa María de Nájera como de todos los monasterios de la Orden de Cluny. En segundo lugar buscó el apoyo del poder regio, solicitando la confirmación de documentos,183 la ratificación de las exenciones fiscales a la villa de Alesón frente a la actuación de los recaudadores reales184 o la actuación del gobernador de Navarra para recuperar una heredad cuyo arrendamiento había expirado.185 Ello no supone que el rey favoreciese a este monasterio o a este prior; lo que hizo Enrique fue acudir a la justicia regia para hacer valer sus privilegios. Ello no estaba exento de costes económicos, como se recoge en las definiciones de 1340, en que se culpaba a estos y otros litigios del endeudamiento. Otra línea de actuación supuso la reorganización de la comunidad de monjes. El acuerdo alcanzado en 1341 con el arrendador del lugar de Torraviento resulta muy ilustrativo. El arrendador estaba obligado a mantener un monje en dicha casa, pero Enrique le conmutó tal obligación por el pago de seis libras de sanchetes, lo que incrementaba la renta en un cuarenta por ciento.186 Ello suponía que el monasterio asumía el coste de mantenimiento del monje, probablemente superior a dicha cantidad; dada la escasez de monjes   SMN III, doc. 283.   Se dice que este priorato estaba endeudado en catorce mil maravedís y que ello se debía a los numerosos litigios que se mantenían con los poderosos. La información había sido suministrada por el prior, a quien se recomendaba la reducción de deudas (SCG III, doc. 271). 182   SMN III, doc. 283, 284. 183   En 1341 de la donación de Cueva Cardiel y Villalmóndar (SMN III, doc. 286). La confirmación de la villa de Alesón publicada con fecha de 1342 es de 1332 (SMN III, doc. 289): véase la nota sobre el sacristán Pedro Yáñez en la lista de monjes. La confirmación de la exención del tributo de mula y vaso, publicada por Cantera con fecha 20 de diciembre de 1342 está dirigida al camarero y convento de Carrión, aunque destinada a toda la Orden de Cluny (SMN III, doc. 290), ha de fecharse en 1332, como prueba la copia conservada en el archivo de Carrión (SZC II, doc. 207). Las copias confunden setenta y sesenta en la era. 184   SMN III, doc. 282. 185   SMN III, doc. 294-300. 186   SMN III, doc. 287. 180 181

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en Nájera en la primera mitad del siglo xiv, es posible que no hubiese ninguno en la casa de Torraviento. Desde el punto de vista de la vida conventual resultaba mejor concentrar a los monjes en el propio monasterio, con el fin de mantener la disciplina. La provisión de la iglesia de San Asensio en favor de un frayre de la Orden (1341) puede interpretarse en el mismo sentido. El documento de provisión fijaba las obligaciones del referido frayre, alumbrar y limpiar la iglesia, repararla y mejorarla, ser leal, pedir limosnas y ayudas para la iglesia en los lugares y villas de la comarca. La administración recaía así en un miembro de la comunidad, aunque no fuese monje, en un frater. La documentación de Nájera se refiere a Enrique como prior, y tan solo en el primer documento de 1339 lo denomina también camarero. Sin embargo, un documento de San Isidro de Dueñas demuestra que siguió ejerciendo las funciones de camarero durante todo ese tiempo. A fines de 1345 e inicios de 1346 el prior de Nájera realizaba una permuta con consentimiento de don Enrique, a quien se denominaba prior de Nájera y «camarero de lo que la Orden de Cluniego ha en Castilla». Enrique no estaba presente en la permuta, sino que actuaba en su nombre don Gui, limosnero de Nájera y «comisario» del referido camarero. Don Gui tomó juramento al prior y monjes de Dueñas de que la permuta era beneficiosa para el monasterio.187 Es probable que el papel de Enrique no se limitase a autorizar la permuta, sino que fuese su inductor, ya que la heredad obtenida —una casa en Palencia— acabó en manos del propio abad de Cluny.188 A su actuación como camarero se refieren algunas de las definiciones de estos años: en 1340 se le mandaba poner monjes en Salamanca y San Román de Entrepeñas, donde faltaban, e informarse sobre ciertas denuncias realizadas en los prioratos de Carrión y Dueñas; en 1342, apresar al prior de Salamanca, que había ocupado el priorato de Pombeiro y administraba ambos mal.189 Las noticias referidas al priorato de Nájera en las definiciones de estos años son muy escasas, como suele suceder cuando el prior es simultáneamente camarero. En 1344 se decía que el priorato estaba en buen estado temporal y espiritual y en 1347 se alababa la labor del prior.190 No se conoce cuándo terminó su mandato, los cinco privilegios confirmados en las Cortes de Valladolid por Pedro I (septiembre de 1351 a febrero de 1352) van dirigidos simplemente al prior y convento de Nájera, sin especificar el nombre del primero.191   SID doc. 128-129.   Véase epígrafe II, 5.3.3. 189   SCG III, doc. 271, 278. 190   SCG III, doc. 285, 299. 191   SMN III, doc. 301-305. El doc. 301, publicado con fecha 15 de febrero de 1351, ha de retrasarse a 1352, pues las Cortes de Valladolid no se iniciaron hasta finales de agosto de 1351. 187 188

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12.  Juan Esquío, prior de Jubia (1355-1378) Juan Esquío es uno de los primeros ejemplos del tipo de prior que dominó los prioratos cluniacenses en el siglo xv. En primer lugar, era un monje del propio monasterio.192 En segundo lugar, estaba bien emparentado en la comarca, formando parte de una familia de la pequeña nobleza de Ferrol. El archivo de Jubia guardaba varios documentos sobre sus parientes. En 1346 el alcalde mayor de la villa de Ferrol declaró exento de cargas concejiles un casal que tenía Gonzalo Esquío.193 Este mismo Gonzalo compró en 1364 una tierra a un vecino del coto de Jubia,194 y en 1374 tomaba a foro del monasterio de Jubia dos casales íntegros y la mitad de otro (la otra mitad la poseía Diego Esquío, otro pariente), junto con una viña y frutal. El foro se realizó por la vida de Gonzalo, sus hijos e hijas, si bien la mitad de uno de los casales pasaría a otro miembro de la familia, Vasco Esquío. En agradecimiento Gonzalo legaba tras su muerte un soto al monasterio.195 También aparecía como testigo en un foro del monasterio (1374) y en una pesquisa realizada para el monasterio (1375).196 La pesquisa fue dirigida por Alfonso Esquío, que se titulaba juez en el coto de San Martín, y debía de ser otro miembro de la familia. Alfonso figura como testigo de documentos del monasterio desde 1358.197 Otros miembros de la familia recogidos entre los testigos son Pero Esquío198 y Vasco Esquío.199 A inicios del siglo xv Rodrigo Esquío era uno de los mayordomos de los encomenderos del coto de Jubia.200 Juan Esquío aparece como prior de Jubia desde los años 1355-1357.201 Se conservan una decena cartas de foro datadas entre los años 1357 y 1378, entre ellas la realizada en favor de Gonzalo Esquío,202 junto a las mismas hay alguna pesquisa sobre los bienes que pertenecían a un casal, acuerdos con los foreros o alguna donación.203 192   En un documento de 1354 otorgó un foro, acompañando a su predecesor (AHN Códices 63B, n.º 13). 193   AHN Códices 63B, n.º 14. 194   AHN Códices 63B, n.º 17. 195   AHN Códices 63B, n.º 7. 196   AHN Códices 63B, n.º 52, 18. 197   AHN Códices 63B, n.º 9, AHN Códices 1047B, fol 3r, lin. 35-43, fol. 2r, lin. 40-46. 198   AHN Códices 1047B, fol. 2r, lin. 40-46. 199   AHN Códices 63B, n.º 52. 200   AHN Códices 1047B, 236bis, f. 37v, lin. 13-25. Sobre esta familia véase también Montero Díaz. «Colección de Jubia», p. 38. 201   AHN Códices 1047B, fol. 1v, lin. 25-47 (incompleto); citado en: Dopico Blanco. «Historia xenealóxica dos Lago de Obaño», p. 209. AHN Códices 63B, n.º 15. 202   AHN Códices 63B, n.º 15, 9, 39, 6, 48, 52, 7, 19, 22, AHN Clero, lib. 6585, fol. 246r-247r. 203   AHN Códices 63B, n.º 18

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El 21 de febrero de 1375 Juan Esquío consiguió del papa Gregorio XI una gracia expectativa al monasterio de San Salvador de Cis, de la Orden de San Benito, aunque no cluniacense, precisándose que ello no debía ser obstáculo.204 El monasterio se encontraba en la diócesis de Santiago de Compostela, a una treintena de kilómetros de su priorato. Juan tardó unos años en hacer efectiva su expectativa al nuevo monasterio, dado que no dejó Jubia a su sucesor, Alfonso Rodríguez (designado por el papa como tal en 1375)205 hasta al menos 1379. El último documento de Jubia que menciona a Juan Esquío lo hace ya en su condición de abad de Cis: el nuevo prior Alfonso Rodríguez le aforó un casal con diversas heredades, que a la muerte de Juan pasarían a quien este designase (1394).206 La trayectoria de Juan Esquío parece discurrir casi al margen de Cluny. Tan solo las definiciones de 1377 se refieren a su mandato, para decir que regía bien el monasterio aunque no había ningún monje que le acompañase, por lo que se pidió al camarero que pusiese allí alguno para mejorar el servicio divino.207 Juan se comportaba como un administrador de su priorato. Sus lazos familiares con la nobleza de la comarca le permitían defender los bienes del monasterio, pero también utilizarlos en beneficio de sus familiares, a quienes concedió casales en foro o nombró jueces del coto. 13.  Giraldo, prior de Nájera y camarero (1359-1361) Este prior, cuyo nombre revela un origen francés, rigió Nájera hasta 1361. Su predecesor, Pedro, se documenta hasta marzo de 1356, y de su sucesor, Guido, hay noticias desde mayo de 1362.208 Solo se conserva un documento de Giraldo, datado en marzo de 1361. En el mismo se titulaba prior de Santa María de Nájera, camarero y vicario de Androin de La Roche, abad de Cluny (1351-1361). El documento es una permuta de una tierra de pan llevar por una viña con el arcipreste de Logroño, donde se declara que ello era muy provechoso para el monasterio, lo que ha de verse como una fórmula pues de lo contrario no hubiese sido legal el cambio.209 En principio Giraldo parecería una figura anodina, pero otras informaciones revelan las carencias de su gestión al frente del monasterio. En 1369 el nuevo prior de Nájera reclamó al arcipreste la tierra entregada por Giraldo, diciendo que la permuta había sido perjudicial para el monasterio. Se llegó a   Lettres communes Grégoire XI, doc. 41 297   Lettres communes Grégoire XI, doc. 36 657. 206   AHN Códices 1047B, n.º 236, fol. 37r, lin 7-41. 207   SCG IV, doc. 348. 208   SMN III, doc. 309. 209   SMN III, doc. 310. 204 205

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AMIGOS EXIGENTES, SERVIDORES INFIELES

un acuerdo por el que el arcipreste recuperaba la viña que había dado, que en esos momentos estaba descuidada y casi perdida, mientras que la tierra, que el arcipreste había plantado de viña, se partía por mitad con el monasterio, como si hubiese sido un contrato de complantación, muy habitual en la comarca. Además el arcipreste mandaba anular la deuda de quinientos maravedís que el prior Giraldo había tomado sobre sí y sobre los bienes del monasterio.210 De este modo la permuta se explica a consecuencia de un préstamo, por lo que no resultaba tan beneficiosa para el monasterio como se declaraba en el documento. Ello revela una faceta más conflictiva de Giraldo, también de manifiesto en otros documentos. Así, en junio de 1361 el regente del reino de Navarra, el infante don Luis, mencionaba un enfrentamiento en término de Torraviento entre los vecinos de Viana y el prior de Nájera, sus monjes y compañas, en el que estos últimos habrían sido heridos y deshonrados.211 Es posible que ello esté relacionado con la disputa por la casa de Torraviento, que entre 1273 y 1349 había estado arrendada a una poderosa familia de Viana.212 En mayo de 1362 Giraldo ya había sido sucedido por Guido, quien dedicó buena parte de sus esfuerzos a reparar los daños originados por aquel en el dominio monástico. Giraldo había empeñado las aldeas de Santa Coloma y Bezares al concejo de Logroño, para que este pagase al rey los quince mil maravedís del pedido del año 1359, con la condición de que si el monasterio no pagaba en el plazo de un año, tales aldeas pasarían al concejo definitivamente.213 Otro documento de Guido informa de que Giraldo había tomado prestado de Juan Ramírez de Arellano, ricohombre navarro, dos mil florines, para pagar lo que debía a la Cámara del papa y para otros negocios suyos y del convento de Nájera. Había obligado los bienes del monasterio para su pago, dando de todo ello carta sellada con su sello y el del convento, así como del rey de Navarra, datada el 2 de abril de 1361. Ese mismo día, había arrendado al propio Juan Ramírez de Arellano la iglesia y casa de Berbinzana, en Navarra, con sus palacios, huertos, la mitad de los diezmos y novenas, así como diversas rentas de la justicia, por diez años, cobrando por adelantado la renta de treinta libras de carlines, que declaró haber gastado en provecho del monasterio. El monasterio le dio, en agradecimiento del beneficio que le hacía, una renta anual de mil maravedís (cuarenta florines de oro) durante diez años. Giraldo se había comprometido además a pagar a Juan de Sant Geirbot, merino de las tierras de Estella, diversas cantidades (35, 133 y 288,5 florines de oro) en diversos plazos, otorgando cartas de obligación para ello entre el 29 de noviembre   SMN III, doc. 323.   SMN III, doc. 311. 212   Véase el estudio sobre este arrendamiento en el epígrafe I, 3.5.2. 213   SMN III, doc. 312, 313, 314. 210 211

APÉNDICE I: PROSOPOGRAFÍA

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de 1360 y el 27 de julio de 1361, probablemente para satisfacer los tributos regios.214 El paso de Giraldo por el monasterio de Nájera parece que fue breve. Sin duda obtuvo el priorato por una gracia pontificia, lo que le obligó a recaudar rápidamente dinero para pagar a la Cámara Apostólica sus derechos. Para ello recurrió al préstamo, a los arrendamientos a largo plazo con el cobro de la renta por anticipado y al establecimiento de una renta anual en favor de ese ricohombre que le prestó el dinero, además de diferir en el tiempo el pago de otras obligaciones del monasterio, como los tributos reales en Navarra o en Castilla. Ello condujo al monasterio a un grave endeudamiento, que su sucesor hubo de renegociar durante los años siguientes. 14.  Gonzalo Pérez de Nájera, prior de San Isidro de Dueñas (1367-1369) Urbano V trasladó en 1362 al prior de San Isidro de Dueñas, Guillermo de Laborea, a San Juan de Burgos.215 Su sucesor Gregorio XI confirió Dueñas a Guidoni de Latussol en 1373, considerándolo vacante por el traslado anterior.216 Entre ambas fechas se conoce el nombre de un prior de San Isidro de Dueñas, de origen hispano, al contrario que los dos beneficiarios de las gracias papales. Se trata de Gonzalo Pérez de Nájera. El topónimo que acompaña su nombre permite identificarlo con el limosnero de Santa María de Nájera homónimo, documentado como tal en 1365. Ese año el prior claustral y convento de su monasterio le designaron su procurador, en especial para arrendar a Juan Ramírez de Arellano el lugar de Berbinzana y establecer las condiciones de pago de los más de dos mil florines que el monasterio debía a ese ricohombre navarro. El contrato fue formalizado en mayo por Gonzalo como procurador del convento y por Guido como prior de Nájera, camarero y vicario general de la Orden de Cluny en España.217 Se trataba sin duda de un destacado monje de su convento, que gozaba de la confianza del prior Guido, cuya condición de camarero propiciaría el acceso de Gonzalo al priorato de Dueñas. El archivo de San Isidro de Dueñas no conservaba ninguna noticia de su antecesor ni de su sucesor, ambos franceses, pero si de Gonzalo. Enrique II mandó que el concejo de Baños le reconociese como señor (1367); le confirmó todos sus privilegios en las Cortes de Toro (noviembre de 1369); eximió a su monasterio del pago de yantar, para así compensarle por la quema del claustro y parte de la iglesia cuando el ejército de Enrique se asentó en el   SMN III, doc. 316, 317, 318.   Lettres communes Urbain V, doc. 8206. 216   Lettres communes Grégoire XI, doc. 25 644. 217   SMN III, doc. 317, 318. 214 215

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monasterio durante el cerco de Dueñas (1369); y permitió cercar su lugar de Santiago de Val (1373).218 También se conserva la sentencia del pleito que promovió contra el concejo de Autillo por la sexta parte de los diezmos de dicho lugar. El monasterio vio reconocido entonces su derecho, pero con la obligación de entregar al concejo cinco cántaras de vino anuales por la fiesta de san Esteban de diciembre.219

  SID doc. 138, 141, 142, 144.   SID doc. 140.

218 219

APÉNDICE II: LISTA DE MONJES CLUNIACENSES EN ESPAÑA (1270-1379)

Alfonso

Alfonso, sacristán menor, Carrión, 1294.1 Alfonso Díaz, monje, Jubia, 1316.2 Alfonso Dominici, prior, Villaverde, 1371.3 Alfonso Fernández, monje, Jubia, 1372.4 Alfonso González, prior claustral, Nájera, 1369.5 Alfonso Martínez, monje, Dueñas, 1346.6 Alonso Martínez, monje, Jubia, 1374.7 Alfonso Pérez, monje, Carrión, post 1325.8 Alfonso Pérez, prior y procurador, Entrepeñas, 1333,9 monje y personero del prior, Entrepeñas, 1336.10 Alfonso Pérez de Carrión, monje, Carrión, 1348.11 Alfonso Petro, monje, Salamanca, 1349.12

 1   Cavero Domínguez; Álvarez Álvarez; Martín Fuertes. Colección archivo diocesano de Astorga, Cámara episcopal, doc. 95.  2   AHN Códices 63B, n.º 12.  3   Lettres communes Grégoire XI, doc. 10 337.  4   AHN Códices 63B, n.º 48.  5   SMN III, doc. 325.  6   SID doc. 129.  7   AHN Códices 63B, n.º 52.  8   post 1325 (SZC II, doc. 194), s. a. (NSZC fol. 20v).  9   SRE doc. 92. 10   SRE doc. 95. 11   NSZC fol. 11v. 12   SCG III, doc. 305.

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AMIGOS EXIGENTES, SERVIDORES INFIELES

Alfonso Pérez, prior, Budiño, 1368.13 Alfonso Petri, prior, Villaverde, 1371-1372.14 Alfonso Rodríguez, monje, Villafranca, 1335.15 Altaldus

Altaldus, suprior, Carrión, 1330.16 Álvaro

Alvar Rodríguez, monje, Carrión, 1337.17 Andrés

Andrés de Tise, prior y camarero, Carrión, 1349.18 Arias

Aries, monje, Villaverde, 1372.19 Astorgio

Astorgio de Cayraco, prior, Carrión, 1362.20 Bartolomé

Bertollameu, monje, Pombeiro, 1290.21 Bartolomé, prior, Entrepeñas, 1307.22 Benito

Beneyto Pérez, prior, Entrepeñas, 1364-1372.23   SMN III, doc. 321.   1371 (Lettres communes Grégoire XI, doc. 10 337), 1372 (Fernández Ruiz. Santo Domingo de Benavente, doc. 61). 15   SCG III, doc. 259, 263. 16   Archives Départamentales de Saône-et-Loire, Mâcon, Supplément Cluny 11, document H. 17   SZC II, doc. 275. Los documentos número 275 y 276 están publicados con año 1375, pero en realidad se trata de la era 1375, año 1337, cuando el 2 de agosto fue sábado y el 3 domingo, lo que no sucedió en 1375. Además, en 1375 la reina no era señora de Carrión, y sí en 1337. 18   SZC II, doc. 233, 235. 19   Fernández Ruiz. Santo Domingo de Benavente, doc. 61. 20   Lettres communes Urbain V, doc. 8205. 21   SVP doc. 25. 22   SRE doc. 88. 23   1364 (SRE doc. 101), 1371 (SRE doc. 102), 1372 (SRE doc. 104, 105). 13 14

APÉNDICE II: LISTA DE MONJES CLUNIACENSES EN ESPAÑA (1270-1379)

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Bernardo

Bernardo, monje, Carrión-Frómista, 1352.24 Bernardo de Blanesto, prior, Dueñas, 1300.25 Bernardo Scarrerii, monje, Salamanca, 1300.26 Chicharte

Chicharte, prior, Dueñas, 1345-1346.27 Diego

Diego Alfonso, prior, Valverde, 1371.28 Diego Ferrandes de Corçova, prior, Valverde, 1375-1376.29 Diego Gilo, monje infante, Carrión, 1348.30 Diego Pérez, monje, Nájera, 1289.31 Domingo

Domingo, prior, Jubia, 1305.32 Domingo Alfonso, monje, Entrepeñas, 1286.33 Domingo Andrés, monje, Jubia, 1291.34 Domingo de Gallinas, monje, Carrión, 1291-1294; prior, Valverde, 1309.35 Domingo Ferrandes, monje, Valverde, 1319.36 Domingo Fernández, monje, Carrión, 1325.37 Domingo Pérez, prior, Entrepeñas, 1286.38 Domingo Pérez, sacristán, Nájera, 1369; monje, Nájera, 1374;39 prior, Pombeiro, 1377.40   SZC II, doc. 248.   SCG II, doc. 161. 26   Domínguez Sánchez. Documentos de Bonifacio VIII, doc. 765, 766. 27   1345 (SID doc. 128), 1346 (SID doc. 129). 28   AHN Diversos-Colecciones (Colecciones diplomáticas), leg. 208, n.º 3. 29   Rodríguez Fernández. San Vicente del Pino, doc. 29, 30. 30   NSZC fol. 11v. 31   SMN II, doc. 200. 32   AHN Códices 63B, n.º 4. 33   SRE doc. 86. 34   SCG II, doc. 135. 35   1291 (SCG II, doc. 135), 1294 (Cavero Domínguez; Álvarez Álvarez; Martín Fuertes. Colección archivo diocesano de Astorga, Cámara episcopal, doc. 95), 1309 (SCG II, doc. 188). 36   AHN Clero carp. 1157, n.º 9. 37   SZC II, doc. 193. 38   SRE doc. 86. 39   SMN III, doc. 323, 335. 40   BNF, FL 17 717, fol. 62v. 24 25

368

AMIGOS EXIGENTES, SERVIDORES INFIELES

Domingo Pérez de Frómista, monje, Carrión, 1341.41 Domingo Rosso, monje, Jubia, 1369.42 Domingo Yuañez, monje, Nájera, 1289; pitanciero, Nájera, 1290.43 Enrique

Henric, prior, Nájera, y camarero, España, 1339-1348.44 Esteban / Stephanus

Esteban, prior, Nájera, 1270.45 Esteban, monje, Carrión, 1294.46 Esteuan, prior, Villalpando, 1333.47 Stephanus de Amberta, prior, en una casa de España, 1301.48 Esteuan de La Garda, prior, Entrepeñas, 1336-1356.49 Stephanus Hasniers, mansionarius, Vimieiro, antes de 1312; soprior, Villafranca, 1312.50 Fernando

Fernando, prior, Ciudad Rodrigo, 1304.51 Fernando García, monje, Jubia, 1353-1368.52 Fernando Juanis, monje, Jubia, 1342-1353.53 Fernando Pérez, monje, Pombeiro, 1290-1310.54 Ferrán Pérez, monje, Nájera, 1320.55

  SZC II, doc. 235.   AHN Clero, lib. 6585, fol. 246r-247r. 43   1289 (SMN II, doc. 200), 1290 (SMN II, doc. 201). 44   1339 (SMN III, doc. 283), 1340 (SMN III, doc. 284), 1341 (SMN III, doc. 287, 288), 1344 (SMN III, 291), 1345 (SID doc. 128), 1346 (SID doc. 129), 1348 (SMN III, doc. 294, 296) 45   SMN II, doc. 164. 46   Cavero Domínguez; Álvarez Álvarez; Martín Fuertes. Colección archivo diocesano de Astorga, Cámara episcopal, doc. 95. 47   NSZC fol. 5r. 48   SCG II, doc. 166, p. 172. 49   1336 (SRE doc. 95), 1348 (SRE doc. 99), 1356 (SRE doc. 100), antes de 1372 (SRE doc. 104). 50   SCG II, doc. 198. 51   Yepes. Coronica, VII, ap. escr. XXXVIII. 52   1353 (AHN Códices 1047B, fol. 3v, lin. 10-21), 1368 (AHN Códices 1047B, fol. 2r, lin. 40-46). 53   1342 (SCG III, doc. 278), 1353 (AHN Códices 1047B, fol. 3v, lin. 10-21). 54   1290 (SVP doc. 25), 1296 (SVP doc. 27), 1307 (SVP doc. 32), 1310 (SVP doc. 34). 55   SMN II, doc. 241. 41 42

APÉNDICE II: LISTA DE MONJES CLUNIACENSES EN ESPAÑA (1270-1379)

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Fernando Pérez, prior, Carrión; procurador y camarero, España, 1328.56 Fernando Petri, prior, Entrepeñas, antes de 1335.57 Ferdinandus Petri, prior, Vimieiro, antes de 1335; monje, Budiño, 1335.58 Fernando Sánchez, monje, Nájera, 1355; cantor, Nájera, 1356.59 García

García, monje, Jubia, 1358.60 García, prior, Carrión, 1367.61 García González, monje, Carrión (Toro), 1378.62 García Ferrández, monje, Carrión, 1379.63 García Pérez, sacristán, Nájera, 1304-1311.64 Gil

Gil, prior, Jubia, 1330.65 Giraldo

Giraldo, prior, Pombeiro, 1290.66 Giraldo, prior, Valverde, 1292-1293.67 Giraldo, monje, Pombeiro, 1304.68 Giraldo, prior, Nájera, y camarero y vicario general del abad, España, 1361.69 Gómez

Gómez, señor del vestuario, Nájera, 1273.70 Gonzalo

Gonzalo, monje, Frómista, 1291.71   SZC II, doc. 197.   SCG III, doc. 259. 58   SCG III, doc. 259, 263. 59   1355 (SMN III, doc. 306), 1356 (SMN III, doc. 309). 60   AHN Códices 63B, n.º 9. 61   SZC II, doc. 268. 62   SZC II, doc. 280. 63   SZC II, doc. 284. 64   1304 (SMN II, doc. 220, 221), 1309 (SMN II, doc. 225), 1311 (SMN II, doc. 226). 65   AHN Códices 63B, n.º 8. 66   SVP doc. 25. 67   1292 (SCG II, doc. 141), 1293 (SCG II, doc. 142). 68   SVP doc. 29. 69   1361 (SMN III, doc. 310), antes de 1362-1369 (SMN III, doc. 312, 316, 317, 323). 70   SMN II, doc. 183. 71   SZC I, doc. 152. 56 57

370

AMIGOS EXIGENTES, SERVIDORES INFIELES

Gonçaluo Fernandes, monje, Pombeiro, 1296.72 Gonçaluo Lopes, prior, Pombeiro, 1352-1372.73 Gonzaluo Peres, monje, Pombeiro, 1296-1307.74 Gonzalo Pérez, limosnero, Nájera, 1365.75 Gonzalo Pérez de Nájera, prior, Dueñas, 1367-1369.76 Gui

Gui, prior Carrión y camarero, España, 1294.77 Guy, monje, Carrión, 1316.78 Gui, sacristán, Carrión, 1319.79 Gui, prior, Ciudad Rodrigo, 1326.80 Gui, monje, Dueñas, 1346.81 Guy, limosnero, Nájera, 1346-1348;82 monje, Nájera, 1349.83 Guichart

Guichart, prior y camarero, Carrión, 1288.84 Guido

Guido, prior, Salamanca, 1358.85 Guido, prior, Nájera, 1362-136386 y camarero y vicario, España, 13641375.87 Guidoni de Latussol, prior, Dueñas, 1373.88

  SVP doc. 27.   1352 (SVP doc. 45), 1360 (SVP doc. 46), 1370 (SVP doc. 47), 1372 (SVP doc. 48). 74   1296 (SVP doc. 27), 1304 (SVP doc. 29), 1307 (SVP doc. 32). 75   SMN III, doc. 317, 318. 76   1367 (SID doc. 138), 1369 (SID doc. 139). 77   1294 (Cavero Domínguez; Álvarez Álvarez; Martín Fuertes. Colección archivo diocesano de Astorga, Cámara episcopal, doc. 95), sin año (NSZC fol. 20v). 78   SZC II, doc. 187. 79   SZC II, doc. 189. 80   1326 (Yepes. Coronica, VII, ap. escr. XXXVIII), post 1325 (SZC II, doc. 194). 81   SID doc. 129. 82   1346 (SID doc. 129), 1348 (SMN III, doc. 295). 83   SMN III, doc. 297. 84   SZC I, doc. 151. 85   Archivo del Monasterio de Santo Domingo de Silos, Copia de privilegios, ms. 7, fol. 111. 86   1362 (SMN III, doc. 312), 1363 (SMN III, doc. 313, 314, 327). 87   1364 (SMN III, doc. 315), 1365 (SMN III, doc. 316, 317, 318), 1368 (SMN III, doc. 321), 1369 (SMN III, doc. 323, 325, 326), 1370 (SMN III, doc. 328), 1371 (SMN III, doc. 331), 1374 (SMN III, doc. 336), 1375 (SMN III, doc. 337). 88   Lettres communes Grégoire XI, doc. 25 644. 72 73

APÉNDICE II: LISTA DE MONJES CLUNIACENSES EN ESPAÑA (1270-1379)

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Guillen / Guillermo

Guillem, prior, Dueñas, 1301.89 Guillem, camarero, Carrión, 1308.90 Guillén, prior claustral, Carrión, 1315.91 Guillermo, prior, Vimieiro, 1335.92 Guillermo de Bernay, monje, San Boal, 1306.93 Guillén de Busuel, prior, Nájera, 1312.94 Guillermo de Laborea, prior, Dueñas, 1362, 1373.95 Guyllen de Mespleda, prior, Carrión, circa 1347.96 Guillén de Monladún, prior, Nájera, 1316.97 Guillermo de Ponte Vallium, prior, Dueñas, antes de 1342.98 Guillermo de Salis, prior, Carrión, 1363.99 Guillermo de Teplenda, monje, Burgos, 1349.100 Guiralt

Guiralt, monje, Nájera, 1323.101 Hugo / Hugoni

Yugo, enfermero, Carrión, 1294.102 Hugo, procurador, Dueñas, antes de 1335.103 Hugo, prior, San Boal, antes de 1335.104 Hugo de Manpre, prior, Nájera, circa 1301.105 Hugo de Perrues, monje, Dueñas, 1322.106   SID doc. 101.   1308 (SZC II, doc. 173), sin año (NSZC fol. 4v, 6r).  91   SZC II, doc. 181.  92   SCG III, doc. 259.  93   SCG II, doc. 181.   94   SMN II, doc. 230.   95   1362 (Lettres communes Urbain V, doc. 8206), 1373 (Lettres communes Grégoire XI, doc. 25 644).   96   SZC II, doc. 235.  97   SMN II, doc. 235.   98   SCG III, doc. 278.  99   Litterae Papales. Ut per litteras apostolicas: Urbain V, Suppliques, doc. 474. 100   SCG III, doc. 305. 101   SMN II, doc. 245. 102   Cavero Domínguez; Álvarez Álvarez; Martín Fuertes. Colección archivo diocesano de Astorga, Cámara episcopal, doc. 95. 103   SCG III, doc. 259. 104   SCG III, doc. 259. 105   SMN III, doc. 294. La fecha la tomo del año en que Martín, arcediano de Nájera, fue promovido a obispo de Cartagena. 106   SCG II, doc. 223.   89  90

372

AMIGOS EXIGENTES, SERVIDORES INFIELES

Humberto

Hunberte, refitorero, Carrión, 1294.107 Ivo

Yvo de Mont, prior, Nájera, 1298-1301.108 Jacobo

Jaco / Iacobo, sacristán, Nájera, 1273-1290.109 Jacobo de Portu, visitador y vicario general, España, antes de 1303.110 Jofre

Iofre, prior, Nájera, 1272.111 Jordán

Jordán, prior, San Boal, 1310.112 Juan

Juan, monje, Frómista, 1291.113 Joanni, camarero, Hispania, antes de 1294.114 Juan, prior, Rates, 1295.115 Juan, procurador, Salamanca, 1296.116 Iohan, monje, Jubia, 1316.117 Juan, prior, Rates, 1323.118 Juan, prior, Budiño, y procurador del abad, 1332.119 Juan, monje, Jubia, 1358.120 107   Cavero Domínguez; Álvarez Álvarez; Martín Fuertes. Colección archivo diocesano de Astorga, Cámara episcopal, doc. 95. 108   1298 (SMN II, doc. 216) 1301 (Lerena. «El conflicto jurisdiccional», p. 499). 109   1273 (SMN II, doc. 183), 1286 (SMN II, doc. 198), 1290 (SMN II, doc. 201). 110   Antes de 1303 (SCG II, doc. 172), antes de 1308 (SCG II, doc. 185). 111   SMN II, doc. 169. 112   SCG II, doc. 191. 113   SZC I, doc. 152. 114   SCG II, doc. 145. 115   Ferreira, Monsenhor, prior de Villa do Conde. Origens do christianismo na peninsula hispanica. A villa de Rates, sua igreja e seu mosteiro, Povoa de Varzim, s.a, ap. doc. 6, pp. 97-98. 116   Archivo del Monasterio de Santo Domingo de Silos, Copia de privilegios, ms. 7, fol. 102v-103. 117   AHN Códices 63B, n.º 12. 118   Costa. «Cluny em Portugal», doc. 11. 119   Senra. «Alfonso XI y Cluny», p. 558. 120   AHN Códices 63B, n.º 9.

APÉNDICE II: LISTA DE MONJES CLUNIACENSES EN ESPAÑA (1270-1379)

373

Iohan Alfonso, prior de claustra, Carrión, 1376.121 Joanni de Bastida, prior, Villafranca, 1336; prior, Carrión, 1336-1341.122 Juan de la Ribera, limosnero, Carrión, 1318.123 Iohan de Dosa, prior, Carrión; camarero, España, 1316-1336.124 Joannes de Louze, monje, San Boal, 1345.125 Juan de Ratis, prior, Jubia, 1271.126 Juan de Ronchevol, prior, Ciudad Rodrigo, antes de 1316.127 Juan de Tanc, monje, Burgos, 1344.128 Juan de Vargas/ Bargas, prior, Nájera, 1273-1279, y camarero, España, 12771279.129 Juan de Villavaruz, monje, Carrión, 1294.130 Juan Díaz/ Domínguez, prior, Jubia, 1316.131 Juan Domínguez, prior claustral, Jubia, 1330.132 Johan Eanes, prior, Valverde, 1319.133 Iohan Esquío, monje, Jubia, 1354; prior, Jubia, 1355-1378.134 Iohan Ferrandez, prior, Jubia, 1354.135

  SZC II, doc. 277; SZC I, doc. 141, con fecha errada 1276.   1336 (Lettres communes de Benoît XII, doc. 3785), 1341 (SZC II, doc. 235). 123   SMN II, doc. 239. 124   1315 (SZC II, doc. 181), 1316 (SZC II, doc. 186, 187), 1321 (SZC II, doc. 191), 1325 (SZC II, doc. 193), 1328 (SZC II, doc. 196), 1329 (Lettres communes de Jean XXII, doc. 44 001), 1330 (Archives Départamentales de Saône-et-Loire, Mâcon, Supplément Cluny 11, document H), 1331 (SZC II, doc. 201, 203), 1336 (Lettres communes de Benoît XII, doc. 3785), antes de 1338 (SZC II, doc. 215), sin año (NSZC fol. 25v). 125   SCG III, doc. 292. 126   AHN Códices 63B, n.º 10. 127   SCG II, doc. 208, 212. 128   SCG III, doc. 285. 129   1273 (SMN II, doc. 183), 1274 (SMN II, doc. 184, 186), 1275 (SMN II, doc. 188, 189), 1277 (SMN II, doc. 190), 1278 (SMN II, doc. 192), 1279 (SMN II, doc. 193). 130   Cavero Domínguez; Álvarez Álvarez; Martín Fuertes. Colección archivo diocesano de Astorga, Cámara episcopal, doc. 95. 131   1316 (AHN Códices 1047B, fol 3v, lin. 22-26; AHN Códices 63B, n.º 12), 1322 (AHN Códices 63B, n.º 15). 132   1330 (AHN Códices 63B, n.º 8), antes de 1342 (SCG III, doc. 278). 133   AHN Clero, carp. 1157, n.º 9. 134   1354 (AHN Códices 63B, n.º 13), 1355 (AHN Códices 1047B, fol. 1v, lin. 25-47, incompleto; citado en un documento del siglo xvii: Dopico Blanco. «Historia xenealóxica dos Lago de Obaño», p. 209), 1357 (AHN Códices 63B, n.º 15), 1358 (AHN Clero, lib. 3165, f. 67r-v; AHN Códices 63B, n.º 9, 104), 1365 (AHN Códices 63B, n.º 39), 1369 (AHN Clero, lib. 6585, fol. 246r-247r), 1370 (AHN Clero Cód. 63B, n.º 6, doc. 48), 1374 (AHN Códices 63B, n.º 7, 52), 1375 (AHN Códices 63B, n.º 18; Lettres communes Grégoire XI, doc. 41 297, 36 657), 1377 (AHN Códices 63B, n.º 19), 1378 (AHN Códices 63B, n.º 22), s. a. (AHN Códices 1047B, fol. 1v). 135   1354 (AHN Códices 63B, n.º 13). 121 122

374

AMIGOS EXIGENTES, SERVIDORES INFIELES

Johanni Germani, prior, Toro, circa 1355-1360;136 prior, Villaverde, 1362; prior, Carrión, 1376-1378.137 Juan Guillem, monje, Carrión, 1294.138 Iohannes Lupi, prior, Burgos, s. a.139 Juan Martínez, monje, Salamanca, 1296.140 Johan Martinez, monje, Villaverde, 1372.141 Iohan Matheo, monje, Nájera, 1314.142 Iohan Pérez, monje, Pombeiro, 1296.143 Joan Pérez, prior, Dueñas, 1315-1316.144 Johan Pérez, clavero, Nájera, 1322.145 Iohannes Petri, sacristán, Carrión, 1330-1331.146 Johan Pérez, limosnero, Nájera, 1334.147 Juan Pérez, sacristán mayor y procurador del prior, Nájera, 1344.148 Juan Pérez, cantor, Nájera, 1348.149 Juan Pérez de Pradela, monje, Nájera, 1340; prior claustral, Nájera, 1348.150 Iohan Perez de Villauaruz, monje, Carrión, 1308.151 Joan Ponze, sacristán, Carrión, 1288; monje, Carrión, 1291.152 Juan Sobrini, prior, Dueñas, antes de 1335.153 Iohan Solleiro, monje, Pombeiro, 1307.154 Juan Toribio, monje, Nájera, 1334.155

  AHN Clero leg. 5329 (año 1403).   1362 (Lettres communes Urbain V, doc. 8205), 1376 (SZC II, doc. 277; SZC I, doc. 141, con fecha errada 1276), 1377 (SZC II, doc. 279), 1378 (SZC II, doc. 280). 138   Cavero Domínguez; Álvarez Álvarez; Martín Fuertes. Colección archivo diocesano de Astorga, Cámara episcopal, doc. 95. 139   NSZC fol. 25v. 140   Archivo del Monasterio de Santo Domingo de Silos, Copia de privilegios, ms. 7, fol. 102v-103. 141   Fernández Ruiz. Santo Domingo de Benavente, doc. 61. 142   SMN II, doc. 231. 143   SVP doc. 27. 144   1315 (SID doc. 111), 1316 (SZC II, doc. 184). 145   SMN II, doc. 243. 146   1330 (Archives Départamentales de Saône-et-Loire, Mâcon, Supplément Cluny 11, document H), 1331 (SZC II, doc. 201). 147   SMN II, doc. 271, 272. 148   SMN III, doc. 291, 292. 149   SMN III, doc. 295. 150   1340 (SMN III, doc. 284), 1348 (SMN III, doc. 296). 151   SZC II, doc. 173. 152   1288 (Coria; Francia. Colección Palencia. Sancho IV, doc. 15), 1291 (SCG II, doc. 135). 153   SCG III, doc. 259. 154   SVP doc. 32. 155   SMN II, doc. 264. 136 137

APÉNDICE II: LISTA DE MONJES CLUNIACENSES EN ESPAÑA (1270-1379)

375

Lope

Lope, monje, Entrepeñas, 1280.156 Lope Sánchez, prior, Entrepeñas, 1315.157 Luis

Loys, prior, Nájera, 1314; limosnero, Carrión, 1316; prior, Nájera, 13181336.158 Martín

Martín, monje, Jubia, 1316.159 Martín, monje, Jubia, 1358.160 Martín de Logroño, monje, Nájera-Puerto, 1294.161 Martín de Torrecilla, señor de la enfermería, Nájera, 1273.162 Martín Fernández, prior claustral, Nájera, 1290.163 Martín Fernández Damaquia, prior, Azuelo; abad, Estíbaliz, 1273.164 Martín García, soprior y sacristán, Nájera, 1285;165 monje, Nájera, 1289;166 señor de la enfermería, Nájera, 1290;167 sacristán, Nájera, 1292.168 Martinus Petri, limosnero, Carrión, 1330.169 Martín Pérez, prior, Salamanca, 1331-1342;170 prior, Pombeiro, 1334-1335, 1341-1342.171 Martín Pérez, mayordomo, Nájera, 1369.172   SRE doc. 84, 85.   SZC II, doc. 181. 158   1314 (SMN II, doc. 231), 1316 (SZC II, doc. 187), 1318 (SMN II, doc. 239), 1320 (SMN II, doc. 241), 1322 (SMN II, doc. 243), 1323 (SMN II, doc. 245), 1328 (SMN II, doc. 251), 1334 (SMN II, doc. 264, 266, 267, 268, 269, 270, 271, 272, 273, 276), 1336 (SMN III, doc. 278), antes de 1369 (SMN III, doc. 325), sin año (NSZC fol. 21v). 159   AHN Códices 63B, n.º 1. 160   AHN Códices 63B, n.º 9. 161   SMN II, doc. 205, 206, 207, 208, 209. 162   SMN II, doc. 183. 163   SMN II, doc. 201. 164   SMN II, doc. 183. 165   SCG I, doc. 117. 166   SMN II, doc. 200. 167   SMN II, doc. 201. 168   SMN II, doc. 204. 169   Archives Départamentales de Saône-et-Loire, Mâcon, Supplément Cluny 11, document H. 170   1331 (AUPSA, Colegio de San Vicente, Carpeta de pergaminos, n.º 3), 1342 (SCG III, doc. 278), antes de 1345 (SCG III, doc. 292). 171   1334 (SVP doc. 42, 43), 1335 (SVP doc. 44), 1341-1342 (SCG III, doc. 278), antes de 1345 (SCG III, doc. 292). 172   SMN III, doc. 325. 156 157

376

AMIGOS EXIGENTES, SERVIDORES INFIELES

Martín Sánchez, monje, Nájera, 1311;173 prior claustral, Nájera, 1320.174 Martín Vidal, monje, Pombeiro, 1304.175 Mateo

Mateo, prior, Entrepeñas, antes de 1335.176 Miguel

Miguel de Toro, monje, Carrión, 1291; prior claustral, Carrión, 1294-1302.177 Nicolás

Nicolás, clavero, Nájera, 1290.178 Nuño

Nuño Gonzalez, monje, Villafranca, 1350.179 Pascual

Pascual Pérez, enfermero, Nájera, 1365.180 Pascual Xemenez, monje, Nájera-Santa María de Verazo, 1314-1322.181 Pedro

Pedro, prior, Pombeiro, 1281.182 Pero, monje, Entrepeñas, 1286-1307.183 Pero, prior, Pombeiro, 1296-1310.184 Pero, monje, Pombeiro, 1304.185   SMN II, doc. 226.   SMN II, doc. 241. 175   SVP doc. 29. 176   SCG III, doc. 259. 177   1291 (SCG II, doc. 135), 1294 (Cavero Domínguez; Álvarez Álvarez; Martín Fuertes. Colección archivo diocesano de Astorga, Cámara episcopal, doc. 95), 1302 (SZC II, doc. 165), sin año (NSZC fol. 18v). 178   SMN II, doc. 201. 179   Gómez Bajo. Santa María de Villafranca, doc. 5. 180   SMN III, doc. 317. 181   1314, morador en Verazo (SMN II, doc. 231), 1322, monje de Nájera (SMN II, doc. 243). 182   1281 (SVP doc. 24), antes de 1291 (SCG II, doc. 135). 183   1286 (SRE doc. 86), 1307 (SRE doc. 88). 184   1296 (SVP doc. 27), 1304 (SVP doc. 28, 29), 1306 (SVP doc. 31), 1307 (SVP doc. 32), 1310 (SVP doc. 33, 34). 185   SVP doc. 29. 173 174

APÉNDICE II: LISTA DE MONJES CLUNIACENSES EN ESPAÑA (1270-1379)

377

Petrus, prior, Budiño, 1312.186 Pero, enfermero, Carrión, 1325.187 Pedro, prior claustral, Nájera, 1344.188 Pedruelo, monje infante, Carrión, 1348.189 Pedro, sacristán mayor, Carrión, 1351-1376.190 Pedro, prior, Nájera, 1355-1356.191 Pedro, sacristán, Nájera, 1365;192 limosnero, Nájera, 1369-1373.193 Pero Alfonso, limosnero, Carrión, 1294.194 Pero Alfonso, monje, Carrión, 1337.195 Pero Carneyro, monje, Pombeiro, 1290;196 monje, Carrión, 1294.197 Pedro de Cariti, prior, Carrión, 1352-1354.198 Pedro de Cordon, monje, Pombeiro, 1307.199 Petrus de Guarda, enfermero, Carrión, 1330.200 Pero de Fromesta, monje, Carrión, 1348.201 Pedro de Toro, prior, Entrepeñas, 1279-1280.202 Pedro Fernández, limosnero, Nájera, 1273.203 Pedro Fernández, monje, Nájera, 1295.204 Pero Fernández, monje, Pombeiro, 1296.205

  SCG II, doc. 198.   SZC II, doc. 193. 188   SMN III, doc. 291, 292. 189   NSZC fol. 11v. 190   1351 (SZC II, doc. 237), 1365 (SZC II, doc. 266), 1372 (SZC II, doc. 274), 1376 (SZC II, doc. 277, como monje; SZC I, doc. 141, como sacristán, con fecha errada 1276). 191   1355 (SMN III, doc. 306, 308), 1356 (SMN III, 309). 192   SMN III, doc. 317. 193   SMN III, doc. 326, 333. 194   Cavero Domínguez; Álvarez Álvarez; y Martín Fuertes. Colección archivo diocesano de Astorga, Cámara episcopal, doc. 95. 195   SZC II, doc. 275, 276. Los documentos están publicados con año 1375, pero en realidad se trata de la era 1375, año 1337, cuando el 2 de agosto fue sábado y el 3 domingo, lo que no sucedió en 1375. Además, en 1375 la reina no era señora de Carrión, y sí en 1337. 196   SVP doc. 25. 197   Cavero Domínguez; Álvarez Álvarez; Martín Fuertes. Colección archivo diocesano de Astorga, Cámara episcopal, doc. 95. 198   1352 (SZC II, doc. 246, 248), 1354 (Zunzunegui. Bulas y cartas secretas de Inocencio VI, doc. 102, 103, 123, 124), antes de 1355 (Ibid., doc. 172, 206). 199   SVP doc. 32. 200   Archives Départamentales de Saône-et-Loire, Mâcon, Supplément Cluny 11, document H. 201   NSZC fol. 11v. 202   1279 (SRE doc. 83), 1280 (SRE doc. 84, 85). 203   SMN II, doc. 183. 204   SMN II, doc. 213, 214. 205   SVP doc. 27. 186 187

378

AMIGOS EXIGENTES, SERVIDORES INFIELES

Pedro Flachardi de Belna, prior, Dueñas, 1294.206 Pedro García, prior, Nájera, 1377.207 Pedro López, prior, Azo, 1273.208 Pero Lorenzo, sacristán mayor, Carrión, 1294.209 Pero Martínez, monje, Carrión, 1294.210 Pedro Martínez, prior claustral, Nájera, 1363-1365.211 Pedro Martíns de Moura, monje, Pombeiro, 1307.212 Pero Pérez, monje, Pombeiro, 1290-1304.213 Pero Remón, monje, Carrión, 1348.214 Pedro Sánchez, prior claustral, Nájera, 1279;215 prior, Nájera, 1286-1295.216 Pedro Sobrini, prior, San Boal, antes de 1335.217 Pero Eanes, monje, Pombeiro, 1304.218 Pero Yanes de Moura, monje, Pombeiro, 1310.219 Pedro Yañez o Peribáñez, sacristán, Nájera, 1320-1332.220 Pelayo

Pelayo, monje, Entrepeñas, 1280.221

  1294 (SCG II, doc. 145), antes de 1301 (SID doc. 101).   SMN III, doc. 338. 208   SMN II, doc. 183. 209   Cavero Domínguez; Álvarez Álvarez; Martín Fuertes. Colección archivo diocesano de Astorga, Cámara episcopal, doc. 95. 210   Ibid., doc. 95. 211   1363 (SMN III, doc. 314, 327), 1365 (SMN III, doc. 317). 212   SVP doc. 32. 213   1290 (SVP doc. 25), 1296 (SVP doc. 27), 1304 (SVP doc. 29). 214   NSZC fol. 11v. 215   SMN II, doc. 193. 216   1286 (SMN II, doc. 198), 1289 (SMN II, doc. 200), 1290 (SMN II, 201), 1291 (SMN II, doc. 202), 1292 (SMN II, 204), 1294 (SMN II, doc. 205, 206, 207, 208, 209), 1295 (SMN II, doc. 211, 213, 214). 217   SCG III, doc. 259. 218   SVP doc. 29. 219   SVP doc. 34. 220   1320 (SMN II, doc. 241), 1323 (SMN II, doc. 245), 1326 (SMN II, doc. 249), 1332 (SMN II, doc. 289), 1334 (SMN II, doc. 274). El documento de 1332 está publicado con fecha 1342; además del nombre del sacristán, fallecido en 1334 o poco antes, los de los escribanos regios y el lugar de expedición indican que se cometió el mismo error de copia que en el documento publicado a continuación (SMN III, doc. 290), que se conoce por una copia de San Zoilo de Carrión (SZC II, doc. 207). Para los escribanos y lugares de expedición véase la colección de Alfonso XI publicada por González Crespo. Colección de Alfonso XI. Cantera lee Per Sanchez en el documento de 1326, siguiendo el cartulario del siglo xviii; en el pergamino, el apellido aparece entrecortado por un pliegue; no obstante, creo más correcta la lectura Per Yaz, que correspondería a Per Yannez, el mismo sacristán que en años anteriores y posteriores. 221   SRE doc. 85, 86. 206 207

APÉNDICE II: LISTA DE MONJES CLUNIACENSES EN ESPAÑA (1270-1379)

379

Roben

Roben, limosnero, Carrión, circa 1321.222 Roberto

Ruberte, monje, Carrión, 1316.223 Rodrigo

Roy Giraldez, monje, Pombeiro, 1307.224 Rodericus Roderici, prior, Ciudad Rodrigo, 1291.225 Rolando

Rolando, prior, Courpière, y procurador, Carrión, antes de 1312.226 Rollandus de Mellia, prior, Entrepeñas, antes de 1312.227 Román

Román, monje, Entrepeñas, 1286-1307.228 Sancho

Sancho Garcez, prior claustral, Nájera, 1273;229 senior, Santa Coloma (Rioja), 1279.230 Sansoneto

Sansoneto de Pissiaco, monje, Ciudad Rodrigo, antes de 1322; monje, Dueñas, 1322.231 Santos

Santos, monje, Entrepeñas, 1280.232

  SZC II, doc. 215.   1316 (SZC II, doc. 187), post. 1325 (SZC II, doc. 194). 224   SVP doc. 32. 225   SCG II, doc. 135. 226   SCG II, doc. 198. 227   SCG II, doc. 198. 228   1286 (SRE doc. 87), 1307 (SRE doc. 88). 229   SMN II, doc. 183. 230   SMN II, doc. 193. 231   SCG II, doc. 223. 232   SRE doc. 85. 222 223

380

AMIGOS EXIGENTES, SERVIDORES INFIELES

Simón

Simón de Chavennes, prior, Salamanca, antes de 1310-1312; procurador, Carrión, antes de 1312.233 Simón Pérez, monje, Entrepeñas, 1356.234 Suero

Suer Pérez, sacristán mayor, Carrión, 1302.235 Suer Peres, prior, Pombeiro, 1319-1331.236 Tomás

Tomás, monje, Carrión, 1294.237 Toribio

Toribio González, limosnero, Carrión, 1365-1377;238 monje, 1379.239 Toribio Ferrández, enfermero y lugarteniente del prior claustral, Carrión, 1379.240 Vivian

Uiuian Perez, monje, Pombeiro, 1296; sacristán, Pombeiro, 1304.241

  antes de 1310 (SCG II, doc. 191), antes de 1312 (SCG II, doc. 198).   1356 (SRE doc. 100), antes de 1372 (SRE doc. 104). 235   SZC II, doc. 165. 236   1319 (SVP doc. 35), 1321 (SVP doc. 36), 1323 (SVP doc. 37), 1325 (SVP doc. 38), 1329 (SVP doc. 39), 1330 (SVP doc. 40), 1331 (SVP doc. 41). 237   Cavero Domínguez; Álvarez Álvarez; Martín Fuertes. Colección archivo diocesano de Astorga, Cámara episcopal, doc. 95. 238   1365 (SZC II, doc. 266), 1376 (SZC I, doc. 141, con fecha errada 1276), 1377 (BNF, FL 17 717, fol. 62v). 239   SZC II, doc. 284. 240   SZC II, doc. 281, 282. 241   1296 (SVP doc. 27), 1304 (SVP doc. 29). 233 234

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ÍNDICE ONOMÁSTICO*

Abraham el Barchilón, 60 Agonciello, familia, 36 Alejandro III, papa (1159-1181), 133 Alejandro IV, papa (1254-1261), 135 Alfonso I el Batallador, rey de Aragón (11041134), 37 Alfonso III, rey de Portugal (1248-1279), 137, 138 Alfonso IV, rey de Portugal (1325-1357), 40, 69 Alfonso VI, rey de León (1066-1109), 38, 44, 59, 306 Alfonso VII, rey de León y emperador (11261157), 37, 50, 57-59, 197, 254, 339 Alfonso VIII, rey de Castilla (1158-1214), 36, 40, 46, 57, 58, 63, 69, 339 Alfonso IX, rey de León (1188-1230), 38, 39 Alfonso X, rey de Castilla (1252-1284), 34, 39-42, 45, 46, 50-52, 54, 57-60, 64, 68, 76, 81-85, 89, 96, 100, 126, 137, 138, 176, 326 Alfonso XI, rey de Castilla (1312-1350), 26, 33, 34, 36-39, 41, 43, 45, 46, 48, 50-52, 54, 55, 57-59, 62, 64, 68, 69, 76-78, 8589, 92, 93, 95, 97, 98, 100, 101, 109, 128, 132, 149, 184, 235, 267, 270, 271, 309, 337, 339, 340, 345, 346, 350, 352 Alfonso, capellán en Pombeiro, 255 Alfonso, obispo de Coria (1284-1315), 67, 128, 129 Alfonso de la Cerda, hijo del infante Fernando de la Cerda, 96 *

  No se incluye el Apéndice II.

Alfonso Díaz (de Rojas), 93 Alfonso Domínguez, prior de San Salvador de Villaverde, 143, 187 Alfonso Esquío, escudero de Fernando Pérez de Andrade, 108 Alfonso Esquío, juez en el coto de Jubia, 107, 360 Alfonso Fadrique, hijo del infante Fadrique, 96, 270 Alfonso García, hermano de Gómez García abad de Valladolid, 102 Alfonso González, prior claustral de Nájera, 194, 195 Alfonso Iohannes, clérigo, 120 Alfonso López de Haro I, 84 Alfonso López de Haro II, 63, 86, 87 Alfonso López de Lemos, 103, 104, 311 Alfonso Martínez, capellán del prior de Nájera, 255 Alfonso Martínez, clérigo y racionero de San Román de Entrepeñas, 223 Alfonso Pérez de Carrión, monje de San Zoilo de Carrión, prior y procurador de San Román de Entrepeñas, 161, 172, 191, 193, 353 Alfonso Pérez, criado de Pero Eanes d’Outeiro, 348 Alfonso Pérez, monje de Salamanca, 210 Alfonso Pérez, prior de San Salvador de Villaverde, 143, 286 Alfonso Rodríguez, 105, 106, 349

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ÍNDICE ONOMÁSTICO

Alfonso Rodríguez, capellán en Pombeiro, 255 Alfonso Rodríguez, monje de Villafranca, 208, 210, 211, 292 Alfonso Rodríguez, prior de San Martín de Jubia, 144, 361 Alfonso Yáñez Torrichano, caballero, 74 Altaldus, suprior de Carrión, 194 Álvar, v. Álvaro Álvaro de Carrión, criado del prior de San Salvador de Villaverde, 166 Álvaro Díaz de Cameros, 84 Álvaro Díaz de Haro, hijo de Juan Alfonso de Haro I, 86, 88, 235 Álvaro García de Hermosilla, 68, 95, 96, 221, 270, 311, 333 Álvaro González, infanzón portugués, 74, 354 Álvaro Núñez Osorio, conde, 68, 77, 88, 101, 132, 235, 311, 337 Álvaro Pérez de Sotomayor, 127 Álvaro Rodríguez Osorio, 132 Andrade, familia, 107 Andrés de Tise, prior de San Zoilo de Carrión, 142, 268, 269 Andrés Pérez, capellán en Pombeiro, 255 Androin de la Roche, abad de Cluny (13511361), 143, 145, 269, 361 Anrequina Sánchez, v. Enderquina Sánchez Antón, obispo de Ciudad Rodrigo (12851300), 126, 127 Arias Díaz, señor de Hontoria de Cerrato, 96, 97 Arias González de Valderrábano, 100, 245 Astorgio de Cayraco, prior de San Zoilo de Carrión, 143, 182, 187, 207 Bartolomé, monje de Pombeiro, 191 Bartolomé, prior de San Román de Entrepeñas, 225 Beatriz, doña, 68 Beltrán de San Basille, prior de San Zoilo de Carrión, 183 Benedicto XII, papa (1334-1342), 134, 135, 142, 154, 158, 228, 259-262, 275, 285, 294, 296, 314, 340, 355, 357 Benito, santo, 242 – altar o imagen, 94, 196, 250 – Orden, 13, 14, 18, 136, 143-145, 147, 148, 165, 207, 323, 361 – regla, 153, 208, 241, 266 Berenguela, doña, mujer de don Rodrigo y madre de María Rodríguez, 106 Bernard de la Tour, cardenal, 140

Bernardo de Blanesto, prior de San Isidro de Dueñas, 70, 183, 209, 333 Bernardo de Cariti, canónigo de París, 143 Bernardo Scarrerri, monje de San Vicente de Salamanca, prior de Montserrat, 144, 207 Bertrand de Colombier, abad de Cluny (1295-1308), 134, 161, 203 Bertrando de Cariti, arcediano de Rouen, 142 Blanca Garcés, mujer de Sancho III de Castilla, 36 Boccaccio, 14 Bonifacio VIII, papa (1294-1303), 14, 16, 130, 134, 135, 139, 144, 147, 148, 276 Cabeza de Vaca, familia, 95, 97, 98 Calderón, familia, 63, 86, 109 Calixto II, papa (1119-1124), 133 Capetos, dinastía, 31, 54 Carlos II de Anjou, rey de Nápoles y Sicilia (1285-1309), 144 Carlos II, rey de Navarra (1349-1387), 61, 69, 79 Carlos V, rey de Francia (1356/1364-1380), 145 Castañeda, familia, 72 Cisneros, familia, 87 Clemente IV, papa (1265-1268), 124, 135, 137 Clemente V, papa (1305-1314), 45, 135 Clemente VI, papa (1342-1352), 17, 140, 145, 148, 149 Constanza Alfonso, mujer de Juan Alfonso de Haro I, 85 Dante, 14 Dia, v. Diego Diego Alfonso de Rojas, hijo de Alfonso Díaz, 93 Diego Arias de Maldonado, arcediano de Toro, 172 Diego Esquío, 107, 360 Diego Gil de Valladolid, monje infante de San Zoilo de Carrión, 161 Diego Jiménez de Cameros, 63 Diego López de Castañares, arcediano de Calahorra, 131, 217 Diego López de Haro II, 81, 116 Diego López de Haro III, 82 Diego López de Haro V, 83, 84, 331 Diego López de Lemos, 104 Diego López de Salcedo, merino mayor de Álava, 82, 83, 116, 245, 327

ÍNDICE ONOMÁSTICO

Diego Martín, presbítero de San Pelayo de Toro, 121, 227, 338 Diego Martínez Manrique, 110 Diego Sánchez de Rojas, hijo de Sancho Sánchez de Rojas, 93, 358 Dionís, rey de Portugal (1279-1325), 35-37, 40, 65 Domingo Abad, clérigo y racionero de San Román de Entrepeñas, 223 Domingo Andrés, monje de Jubia, 204, 294 Domingo de Arconada, 201 Domingo Domínguez, arcediano de Labruja en la diócesis de Tuy, 128 Domingo Fernández de Carrión, clérigo, 120 Domingo de Gallinas, monje de San Zoilo de Carrión y prior de San Pedro de Valverde, 186, 191, 329 Domingo Ibáñez, pitancero de Nájera, 200 Domingo Martins, capellán en Pombeiro, 255 Domingo Pérez, capellán en Rates, 255 Domingo Pérez, prior de Pombeiro, 191, 351 Domingo Pérez, sacristán de Nájera, 195 Domingo Pérez de Frómista, monje de San Zoilo de Carrión, 172, 173 Duque, familia, 91-93 Enderquina Sánchez (o Anrequina), mujer de Diego Sánchez de Rojas, 93, 358 Enrique I, rey de Castilla (1214-1217), 50, 57 Enrique II, rey de Castilla (1366-1379), 22, 34-36, 42, 47, 51, 56-58, 63, 68-70, 76, 79-81, 86, 91, 100, 102, 108-111, 146, 149, 187, 188, 205, 239, 249, 309, 363 Enrique I, rey de Navarra (1270-1274), 35, 62, 64, 326, 327 Enrique I de Fautrières, abad de Cluny (1308-1319), 17, 134, 241, 299 Enrique, infante hijo de Fernando III, 43, 83, 85 Enrique, prior de Santa María de Nájera y camarero, 131, 179, 216, 217, 244, 267269, 295, 296, 317, 325, 347, 357-359 Enrique de Lorena, conde de Portugal, 37, 40 Esquío, familia, 107, 360 Esteban, monje de Carrión, 194 Esteban, prior de San Lorenzo de Villalpando, 171 Esteban de Amberta, monje en Alleyrac, 182, 183 Esteban de La Garda, prior de San Román de Entrepeñas, 193, 285, 353 Esteban Hasniers, suprior de Villafranca, 194, 196, 212

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Esteban Rufi, monje, 203 Estefanía, reina, mujer de García Sánchez III de Navarra, 36 Eustorgius, domnus, 280 Evreux, dinastía, 36, 61 Fadrique, infante, hijo de Fernando III, 82, 84, 96 Felipe VI, rey de Francia (1328-1350), 70, 141, 190, 340 Felipe, infante, hijo de Fernando III, 137 Félix, santo, 257 Fernão, v. Fernando Fernán, v. Fernando Fernando I, rey de León (1035/1038-1065), 38, 306 Fernando II, rey de León (1157-1188), 40, 50 Fernando III, rey de Castilla (1217-1252), 38, 39, 46, 50, 53, 60, 61, 67, 87, 126, 136, 138, 171, 328 Fernando IV, rey de Castilla (1295-1312), 33-36, 39, 40, 42, 43, 46, 48, 50-52, 5759, 68, 70, 74, 76, 81, 84-86, 89, 91, 96, 100, 104, 105, 119, 128, 131, 132, 139, 216, 225, 309, 339 Fernando, criado de Gonzalo Pérez, monje de Pombeiro, 210, 222 Fernando, hermano de Lope Fernández Sandina, 107 Fernando Anes de Portocarreiro, deán de Braga, 138 Fernando Díaz de Rojas, hijo de Diego Alfonso de Rojas, 93 Fernando Díaz Duque, 92 Fernando García Duque, 92, 93, 234, 336 Fernando González, alcalde en Carrión, 108 Fernando Juan, monje de Jubia, 189, 211 Fernando Juan, presbítero, 120, 146 Fernando Martínez, clérigo y racionero de San Román de Entrepeñas, 223 Fernando Núñez, 200 Fernando Pérez, clérigo de la capilla de Nájera, 255 Fernando Pérez, deán de Sevilla y Palencia, electo de Sigüenza y Sevilla, 67, 126, 170 Fernando Pérez, escribano del rey Alfonso XI, 42 Fernando Pérez, llamado Sandina, 107 Fernando Pérez, monje de Nájera, 352 Fernando Pérez, monje de Pombeiro, 352 Fernando Pérez, prior de San Román de Entrepeñas, 352, 353

396

ÍNDICE ONOMÁSTICO

Fernando Pérez, prior de San Zoilo de Carrión y camarero, 141, 235, 267-270, 295, 296, 340, 352 Fernando Pérez, prior Vimieiro y monje de Budiño, 73-75, 123, 124, 145, 188-190, 211, 227, 252, 292, 298, 325, 352-355 Fernando Pérez de Andrade, 108 Fernando Pérez Ponce, mayordomo de Sancho IV, 73, 89 Fernando Pérez Ponce, señor de Marchena, 89 Fernando Pérez Ponce, hijo de Pedro Ponce II, maestre de Alcántara, 68, 89 Fernando Pérez de Portocarrero, merino mayor en Castilla, 47 Fernando Ruiz Cabeza de Vaca, 97, 98 Fernando Ruiz de Espinosa, 97 Fernando Sánchez, cantor de Nájera, 174, 198 Fernando Sánchez de Tovar, almirante mayor de la Mar, 110, 111 Fernando Sánchez de Valladolid, notario mayor de Castilla, 42, 68, 100, 235, 311, 337 Fernando Yuannes, 92 Ferrán Peres, v. Fernando Pérez Fortún Veilaz, 37 García, 248 García, prior de San Zoilo de Carrión, 69, 70, 143, 146, 187 García Fernández Manrique, 110 García López de Salazar, 94 García de Macua, 129, 130 García Pérez, alcalde de Burgos, 80, 251, 252 García Pérez, sacristán de Nájera, 195, 197 García III Sánchez, rey de Navarra (10351054), 36, 37, 57, 251 García de Torres, obispo de Burgos (13271348), 98 García Vélez, 200 Gelasio I, papa (492-496), 26 Geraldo de Flandes, abad de Cluny (12151220), 38 Geraldo, prior de Valverde, 182, 209 Giraldo, prior de Nájera y camarero, 49, 63, 90, 143, 146, 176, 183, 216-218, 268, 269, 313, 317, 326, 361-363 Girón, familia, 87, 92 Gómez, prior de San Salvador de Pedroso, 149 Gómez, señor del vesturario en Nájera, 200 Gómez (Díaz), conde, 200 Gómez Fernández, 105, 106, 349 Gómez García, abad de Valladolid, 66, 67, 102, 328

Gómez (González de Molina), padre de Rodrigo Gómez de Neda, 103 Gómez Ruiz Girón, 67, 87 Gonzalo, monje de Carrión, 171, 201 Gonzalo Esquío, vecino de Ferrol, 107, 222, 360 Gonzalo García, escudero, 131 Gonzalo Gómez, hermano de Rodrigo Gómez de Neda, 103 Gonzalo Gómez de Butrón, 94 Gonzalo Pérez de Nájera, limosnero de Nájera, prior de San Isidro de Dueñas, 187, 188, 191, 198, 326, 363, 364 Gonzalo Pérez, monje de Pombeiro, 210, 222 Gonzalo Pérez de Torres, 98 Gonzalo Yuáñez, clérigo de la capilla de Nájera, 255 Gonzalo Yuáñez de Baztán, 62, 63, 345 Gregorio IX, papa (1227-1241), 114, 134, 293 Gregorio X, papa (1271-1276), 45, 76, 327 Gregorio XI, papa (1370-1378), 123, 143, 144, 187, 361, 363 Guerin de Amplepluis, 36 Gui, limosnero de Nájera, 198, 267, 359 Gui, monje de Carrión, 171 Gui, prior de Santa Ágata de Ciudad Rodrigo, 172, 184, 191, 285 Gui, sacristán de Carrión, 195, 196, 348 Guichart, prior de Carrión y camarero, 165, 183, 268, 269, 325, 327-329 Guido, prior de Carrión, 183, 268 Guido, prior de Salamanca, 184 Guido, prior de Santa María de Nájera y camarero, 49, 79, 90, 149, 176, 183, 191, 204, 218, 248, 266-270, 286, 295, 296, 361-363 Guidoni de Latussol, prior de San Isidro de Dueñas, 144, 182, 187, 363 Guilleaume de la Jugie, cardenal, sobrino de Clemente VI, 140 Guillén, camarero de San Zoilo de Carrión, 191, 268, 333 Guillén, prior claustral de Carrión, 194, 195 Guillén de Busuel, 183 Guillén de Mespleda, prior de San Zoilo de Carrión, 142 Guillén de Monladún, prior de Nájera, 343, 344 Guillermo III de Pontoise, abad de Cluny (1244-1257), 115, 126, 137 Guillermo, camarero, 248

ÍNDICE ONOMÁSTICO

Guillermo, cardenal, v. Guilleaume de la Jugie Guillermo, monje de San Zoilo de Carrión, 200 Guillermo, obispo de Sabina y cardenal legado, 123 Guillermo, prior de Vimieiro, 184, 354 Guillermo de Bernay, monje, 203, 212, 253 Guillermo de Bornay, monje, 203 Guillermo de Cariti, canónigo de Rouen, 143 Guillermo Fabrigoli, limosnero de San Andrés, diócesis de Aviñón, 270, 275 Guillermo de Laborea o Labarta, prior de San Isidro de Dueñas, 143, 182, 187, 207, 363 Guillermo de Ponte Vallium, 183 Guillermo de Salis, prior de San Zoilo de Carrión, 143, 146, 182-183, 187, 270, 286, 313 Gustan, santo, 251, 252 Haro de Cameros, familia, 84-87, 109, 311 Haro de Vizcaya, familia, 36, 81-85, 108, 116, 245, 250, 311, 327 Hermosilla, familia, 95, 96 Herrero, hijo de Pedro Gutiérrez de Solórzano, 100 Honorio III, papa (1216-1227) 261 Hugo I de Semur, el Grande, abad de Cluny (1049-1109), 14, 305 Hugo III de Frazans, abad de Cluny (11581161), 133 Hugo V de Anjou, abad de Cluny (11991207), 134, 293 Hugo VI de Sales, abad de Cluny (12351244), 66, 168 Hugo VIII de Beaufort, abad de Cluny (13471350), 145, 269 Hugo IX de Fabry, abad de Cluny (13501351), 145 Hugo, enfermero de Carrión, 199 Hugo, laico, 200 Hugo, monje, 183 Hugo, prior de San Boal, 184 Hugo, procurador de San Isidro de Dueñas, 192 Hugo de Cariti, prior de San Juan de Burgos, vicario de Pedro de Cariti, 142, 143, 193 Hugo de Fouilloi, 153 Hugo de Manpre, 183 Hugo de Perrues, 189, 203, 211, 253 Hugo de San Víctor, 153 Humberto, refitolero de Carrión, 200 Hutero, v. Itier

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Inocencio III, papa (1198-1216), 134, 154 Inocencio IV, papa (1243-1254), 114, 137, 138, 148 Inocencio VI, papa (1352-1362), 70, 136, 142, 143, 145, 187 Iñigo Pérez de Torres, hermano de García de Torres, obispo de Burgos, 98 Isabel Sánchez, mujer de Juan López de Torres, 98 Itier I de Mirande, abad de Cluny (13421347), 145, 269 Ivo I de Vergy, abad de Cluny (1257-1275), 138, 269 Ivo II de Chassant, abad de Cluny (12751289), 134, 269, 295, 328 Ivo de Mont, 183, 331 Jacobo, sacristán de Nájera, 195-197 Jacobo de Portu, vicario en España, 96, 270, 290 Jacques de Cozan, abad de Cluny (13741383), 270 Jacques de la Jugie, 140 Jaime, infante, hijo de Alfonso X, 84 Joannes, v. Juan João, v. Juan Jofre, prior de Nájera, 183, 326 Johannes, v. Juan Jordán, prior de San Boal, 183, 184, 186 Jordán Elías, clérigo de Logroño y capellán de Santa Cruz de Nájera, 256, 346 Juan XXI, papa (1276-1277), 138 Juan XXII, papa (1316-1334), 45, 70, 135, 141, 145, 148, 313, 340, 355 Juan II, rey de Francia (1350-1364), 284 Juan, el Tuerto, hijo del infante Juan Alfonso, 77, 83, 91 Juan, camarero de Carrión, 248, 268, 332 Juan, camarero de Cluny en España (12191228), 113 Juan, dominus de ordine, 280 Juan, infante y «rey de León», hijo de Alfonso X, 43, 77, 70, 83, 84, 91, 92, 96, 132, 339 Juan, maestro, chantre de Braga, 137 Juan, monje de San Zoilo de Carrión o Frómista, 171 Juan, procurador del abad de Cluny, prior de Budiño, 271, 285 Juan Abad, clérigo de Tarilonte, 254 Juan Abad, clérigo y racionero de San Román de Entrepeñas, 223 Juan Alfonso de Alburquerque, 89, 97, 357

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ÍNDICE ONOMÁSTICO

Juan Alfonso de Haro I, el Bueno Cabeza Leal, 52, 77, 82, 84-86, 326, 345 Juan Alfonso de Haro II, 62, 63, 78, 86-88, 102, 109, 132, 345 Juan Alfonso de Haro III, 86, 109 Juan Alfonso, infanzón, 74, 188, 354 Juan Alfonso, prior clautral de Carrión, 194, 257 Juan Álvarez Osorio, adelantado mayor de León, 88, 132 Juan de Barrio de Fondón de Villa, 226 Juan de Bastida, prior de Villafranca y Carrión (1336-1341), 141, 142, 146, 182, 184, 187, 191, 234-236, 238, 253, 262, 269, 285, 295, 296, 313, 325, 355-357 Juan Bernalt, despensero mayor de Sancho IV, 42 Juan de Conflans, mariscal de Champaña, 36, 56 Juan Domínguez, 225 Juan Domínguez, prior claustral de Jubia, 194 Juan Domínguez, prior de Jubia, 189, 211 Juan de Dosa, prior de Carrión y camarero de España, 70, 141, 181-183, 187, 190, 195, 199, 212, 218, 232, 234-236, 238, 268, 269, 287, 295, 296, 299, 315, 325, 326, 333-343, 347-350, 352, 353, 355, 357 Juan Esquío, monje y prior de San Martín de Jubia, 107, 144, 149, 192, 207, 222, 326, 360, 361 Juan Fernández, clerigo racionero de la casa de Uz, 223 Juan Fernández de Baztán, 77 Juan Fernández de Castro, 64 Juan Fernández de Hinestrosa, 64, 65 Juan Fernández de Limia, 102 Juan Fernández de Padilla, 91-93, 149, 221, 311, 336 Juan Fernández de Sotomayor, obispo de Tuy (1286-1323), 67, 127, 308, 309 Juan Freire, caballero, 107 Juan García, hijo del obispo Martín García, arcediano de Ribas de Sil, 129, 131 Juan García, nieto del obispo Martín García, canónigo de Calahorra, 131 Juan García de Sabando, cuñado de Rodrigo Alfonso, 132 Juan García de Viana, padre del obispo Martín García, 130, 175, 326 Juan Germán, prior de San Salvador de Villaverde, San Pelayo de Toro y Carrión, 143, 172, 173, 182, 184, 187, 191, 257, 286

Juan de Lodosa, v. Juan de Dosa Juan López de Torres, hijo de Gonzalo Pérez de Torres, 98, 99, 246 Juan de Louze, monje de San Boal, 211 Juan Maleu, prior de Saint-Eutrope de Saintes, 342 Juan Manuel, don, 76-78, 86, 108 Juan Martins de Soalhâes, arzobispo de Braga (1313-1325), 65, 124 Juan Martínez, capellán de Nájera, 255 Juan Martínez de Leiva, 97 Juan Núñez de Lara II el mozo, 95, 96 Juan Núñez de Lara III, 76, 78, 83, 86, 87, 97, 345 Juan Pérez, cantor de Nájera, 198 Juan Pérez, clavero de Nájera, 200 Juan Pérez, limosnero de Nájera, 198 Juan Pérez, monje de Nájera, 193 Juan Pérez, sacristán de Carrión, 195 Juan Pérez, sacristán de Nájera, 195 Juan Pérez, vecino de Villafranca del Bierzo, 245 Juan Pérez de Pradiella, prior claustral de Nájera, 174, 194, 195, 199 Juan Ponce, sacristán de Carrión, 195, 196, 329 Juan Ramírez de Arellano, 49, 86, 90, 91, 111, 217, 218, 225, 267, 362, 363 Juan Requeixo, racionero de Pombeiro, 223 Juan de la Ribera, limosnero de Carrión, 198, 344 Juan de Ronchevol, prior de Santa Ágata de Ciudad Rodrigo, 182-184, 189 Juan Ruiz, arcipreste de Hita, 13 Juan Ruiz (o Rodríguez) Cisneros, 87, 92 Juan Ruiz de Gauna, merino mayor en Álava, 101, 102, 358 Juan de Saliniaco, monje, 203 Juan Sánchez Manuel, señor de Carrión, 108 Juan de Sant Geirbot, merino de las tierras de Estella, 362 Juan Sobrini, 183 Juan Soto, hijo de Pedro Ruiz de Soto, 99 Juan de Tanc, monje, 140, 189, 208, 277 Juan de Vargas, prior de Santa María de Nájera y camarero, 217, 268, 269, 283, 325-329 Juan Viegas de Portocarreiro, arzobispo de Braga (1245-1255), 138 Juana, doña, mujer de Lope García de Salazar, 94 Juana Gómez, doña, 67, 68, 87

ÍNDICE ONOMÁSTICO

Juana González de Nájera, hermana de Juan López de Torres, abadesa de Santa María de Trasobares, 98, 99, 246 Juana de Ponthieu, mujer de Fernando III, 87 Lara, familia, 81, 83, 92, 97 Leonor, mujer de Fernando Núñez, 200 Leonor de Alburquerque, 109 Leonor de Guzmán, 88 Leonor de Saldaña, mujer de Alfonso López de Haro II, 86 Lidanus, monje, 203 Limia, familia, 102 Lope, monje de San Román de Entrepeñas, 192 Lope, obispo de Sigüenza (1269-1271), 82, 115, 116, 245 Lope Alfonso, hijo de Diego López de Lemos, 104 Lope Díaz de Haro II, conde, 82, 84, 116, 326 Lope Díaz de Haro III, conde, 60, 61, 82-85, 90, 174, 217 Lope Fernández, llamado Sandina, 107 Lope García de Salazar, 94 Lope García de Salazar (autor de Bienandanzas y Fortunas), 94 Lope López de Lemos, 103 Lope Martínez de Calderón, 63, 86, 109 Lope Sánchez, prior de San Román de Entrepeñas, 192 López de Lemos, familia, 104 Lorenzo Fernández, clérigo racionero de la casa de Uz, 223 Luis, infante, hijo de Fernando III, 67, 87 Luis, limosnero de Carrión y prior de Nájera, 146, 191, 198, 216, 217, 248, 285, 295, 296, 317, 325, 341-347, 357 Luis de Evreux, infante de Navarra, 36, 61, 69, 362 María, reina, mujer de Alfonso XI, 69, 216, 339 María, 248 María Alonso de Múgica, 94 María Álvarez, criada del prior Suero Pérez, 107 María Bernal, mujer de Arias González de Valderrábano, 100, 245 María Díaz de Haro, hija de Diego López de Haro V, 83, 84, 91 María Díez, mujer de Pedro Martínez de Hinojal, 225 María Fernández, 235, 337

399

María García, mujer de Juan Fernández de Limia, 102 María de Haro, hija de don Juan el Tuerto y María Díaz de Haro, 83, 87 María López, hermana de Alfonso López de Lemos, 103 María López, mujer de Miguel García de Viana, 131 María de Molina, reina, 43, 67, 68, 83, 85, 96, 127-129, 166, 309, 328, 339 María Rodríguez, hija de don Rodrigo y doña Berenguela, 106 María Rodríguez, mujer de Fernando García Duque, 92 María Sánchez, hija de doña Juana, 94 María Sánchez de Salcedo, 94 Marina Anes, 351 Marina López, mujer de Rodrigo Gómez de Neda, 103 Marina Yanes de Riba de Sil, ama de Vasco Pérez de Temees, 106, 222 Martín, abad de Ventosa y capellán de Nájera, 255 Martín, arzobispo de Braga, v. Martín Geraldes Martín, criado de Gonzalo Pérez, monje de Pombeiro, 210, 222 Martín, dominus in ordine, 280 Martín Abad, capellán de San Isidro de Dueñas, 255 Martín Abad, clérigo y racionero de San Román de Entrepeñas, 223, 224, 254 Martín Domínguez, clérigo y racionero de San Román de Entrepeñas, 223, 227 Martín Fernández, prior claustral de Nájera, 194 Martín Fernández Damaquia, prior de San Jorge de Azuelo, 173 Martín Fernández de Valderrama, 246 Martín García, obispo de Calahorra (12821286) y Astorga (1287-1301), 67, 102, 128-132, 309, 326 Martín García, enfermero, sacristán y suprior de Nájera, 194, 195, 197, 199, 200, 212, 329, 330 Martín García de Torraviento, vecino de Viana, v. Miguel García de Viana Martín García de Viana, hijo de Martín García, arcediano de Nájera, obispo de Cartagena (1301-1311), 129, 130, 131 Martín Geraldes, arzobispo de Braga (12651271), 124, 255 Martín Gil, hijo de don Juan Alfonso de Alburquerque, 97

400

ÍNDICE ONOMÁSTICO

Martín González de Mijancas, 94 Martín González, hijo de Martín González de Mijancas, 94 Martín Gutiérrez, 201 Martín de Logroño, monje de Santa María de Nájera, 175 Martín Ortiz, clérigo de Santa Coloma y capellán de Santa Cruz de Nájera, 256 Martín Pérez, limosnero de Carrión, 198 Martín Pérez, mayordomo de Nájera, 200 Martín Pérez, prior de Salamanca y Pombeiro, 75, 105, 188, 191, 253, 325, 341, 347, 350, 351 Martín Sánchez, prior claustral de Nájera, 194 Martín Sánchez de Ribafrecha, 267 Martín de Torrecilla, enfermero de Nájera, 199 Martinho, v. Martín Mateo, prior de San Román de Entrepeñas, 183, 352 Mauricio, obispo de Burgos (1213-1238), 117, 130 Mayolo, abad de Cluny (948/963-994), 14 Mayor Rodríguez, mujer de Alfonso López de Lemos, 103 Mayor Sánchez, 196 Mayor Sánchez, mujer de Gonzalo García escudero, 131 Mencía, reina, mujer de Sancho II de Portugal, 82, 85, 116, 245, 248, 255, 256, 327 Mencía de Padilla, mujer de Juan Ruiz de Cisneros, 88, 92 Miguel García (de Viana), hijo de Martín García, 131, 132 Miguel Sánchez de Ribafrecha, 246, 267 Miguel de Toro, prior claustral de Carrión, 194, 195, 248, 329 Milia, doña, mujer de Álvar García de Hermosilla, 95 Mioro, 248 Moor Suárez, hija de María Álvarez, criada de Suero Pérez, prior de Pombeiro, 107, 210, 222 Munio Álvarez Osorio, hermano del conde Álvar Núñez, 68, 88, 101, 132, 235, 337 Munio Romániz, 158 Munio de Zamora, fray, obispo de Palencia (1294-1296), 128 Nicolao Petri, 277 Nicolás IV, papa (1288-1292), 115, 128, 134, 148, 293, 294, 299, 331 Nicolás, clavero de Nájera, 200

Nicolás, santo, obispo de Myra, 116, 245 Odilón, abad de Cluny (992/994-1048), 14 Odón, abad de Cluny (926/927-942), 14, 241 Oria, doña, mujer de Juan García de Viana, 130 Osorio, familia, 88, 132 Padilla, familia, 91, 92 Pascual Jiménez, monje de Santa María de Nájera, 175 Pascual Pérez, enfermero de Nájera, 199 Pedro I, rey de Castilla (1350-1369), 34-36, 41, 43, 45, 48-50, 55-58, 63, 64, 68, 70, 76, 79-81, 86, 88, 89, 97, 108, 143, 149, 172, 187, 235, 252, 253, 263, 267, 284, 309, 359 Pedro IV, rey de Aragón (1335-1387), 101 Pedro, 248 Pedro I, el Venerable, abad de Cluny (11221156), 14, 82, 293, 320 Pedro II de Chastelus, abad de Cluny (13221342), 145 Pedro, abad de San Salvador de Leire, 131, 327 Pedro, adelantado de Galicia (1331), 47 Pedro, camarero de Carrión, 200 Pedro, enfermero de Carrión, 199 Pedro, infante, hijo de Sancho IV, 43, 84, 85, 339 Pedro, limosnero de Nájera, 198 Pedro, obispo de Tusculum (1273-1276), v. Juan XXI, papa Pedro, obispo de Zamora (1341-1352), 120 Pedro, prior claustral de Nájera, 194, 195 Pedro, prior de Budiño, 188 Pedro, prior de Pombeiro, 222, 347 Pedro, prior de Santa María de Nájera, 176, 361 Pedro, sacristán de Carrión, 195-197, 257 Pedro, sacristán de Nájera, 195 Pedro Alfonso, limosnero de Carrión, 198 Pedro de Cariti, prior de San Zoilo de Carrión, 70, 142, 143, 146, 183, 193, 269 Pedro Carnero, monje, 203 Pedro Domínguez, 105 Pedro Domínguez Morán, 245 Pedro Eanes d’Outeiro, clérigo de Santa María de Beacán, 255 Pedro Esquío, 360 Pedro Fernández, 248 Pedro Fernández, arcediano de Miñor, diócesis de Tuy, 128

ÍNDICE ONOMÁSTICO

Pedro Fernández, limosnero de Nájera, 198 Pedro Fernández, monje de San Vicente de Pombeiro, 203 Pedro Fernández, monje de Santa María de Nájera, 175, 203 Pedro Fernández de Pecha, tesorero de Alfonso XI, 68 Pedro Flachardi de Belna, prior de San Isidro de Dueñas, 95, 163, 183, 212, 270, 283, 325, 331-333 Pedro de Frómista, monje de San Zoilo de Carrión, 161 Pedro García, prior de Santa María de Nájera, 286 Pedro de Genzac, 200 Pedro Gómez de Barroso, obispo de Cartagena (1326-1327) y cardenal (13271348), 140 Pedro González de Pancorbo, 326 Pedro de Guarda, enfermero de Carrión, 199 Pedro Gutiérrez de Solórzano, 100 Pedro Hispano, v. Juan XXI, papa Pedro Hispano, obispo de Burgos (13001302) y cardenal (1302-1310), 139 Pedro Hispanus, monje, 204 Pedro Julián, arzobispo de Braga, v. Juan XXI, papa Pedro López, prior de Azo, 173 Pedro López de Ayala, canciller de Castilla, 145 Pedro López de Padilla, adelantado mayor de León y Galicia, 91, 311 Pedro Lorenzo, sacristán de Carrión, 195 Pedro Magri, 201 Pedro Manrique, adelantado, 109, 110, 111 Pedro Martínez, prior claustral de Nájera, 194, 195 Pedro Martínez de Hinojal, 225 Pedro Ponce II, mayordomo mayor de Fernando IV, 73, 89 Pedro Ramón, monje presbítero de San Zoilo de Carrión, 161 Pedro Rodríguez, v. Pedro Hispano. Pedro Ruiz de Soto, 99 Pedro Sánchez, clérigo de la capilla de la reina, 255 Pedro Sánchez, prior claustral y prior de Nájera, 192, 194, 212, 325, 329-331 Pedro Sobrini, prior de San Boal, 183, 184, 252 Pedro Tenorio, arcediano de Toro, arzobispo de Toledo (1377-1399), 172 Pedro y Pablo, apóstoles, 133, 148, 242, 243, 246, 331

401

Pedro Yáñez, clérigo en Pombeiro, 255 Pedro Yáñez (Peribáñez), sacristán de Nájera, 195, 197, 253, 346, 358 Pedruelo, monje infante de San Zoilo de Carrión, 161 Peribáñez, v. Pedro Yáñez Pero, v. Pedro Petrona, mujer de Pedro de Genzac, 200 Petrus, v. Pedro Petrus Berchorius, v. Pierre Bersuire Pierre Bersuire, monje de San Salvador en la diócesis de Tuy, 144, 207 Ponce, abad de Cluny (1109-1122), 133 Ponce, familia, 73 Ponce de León, familia, 89 Príncipe Negro, 80 Prudencio, santo, 251, 252 Ramiro, infante, hijo de García III de Navarra, 175 Reyes Católicos, Fernando II de Aragón (1479-1516) e Isabel I de Castilla (14741504), 159, 212 Reymundus de Baynia, magister, 280 Roben, limosnero de Carrión, 198, 199 Roberto, duque de Calabria, 144 Roberto, monje de San Zoilo de Carrión, 171, 172 Roberto II de Chaudesolles, abad de Cluny (1416-1423), 14 Rodrigálvarez, alcalde del rey en las merindades de Castilla, 108 Rodrigo, hijo de Rodrigo Alfonso de Logroño, 132 Rodrigo, padre de María Rodríguez, 106 Rodrigo Alfonso de Freyxo, 221 Rodrigo Alfonso de Logroño, merino y vasallo del rey, 102, 132, 345 Rodrigo Álvarez, alcalde de Carrión, 337 Rodrigo Álvarez Osorio, 129, 132 Rodrigo Esquío, hijo de Diego Esquío, 107, 360 Rodrigo García de Valdefontecha, 227 Rodrigo Gómez de Neda, 103 Rodrigo Rodríguez, prior de Ciudad Rodrigo, 186, 207 Rodrigo Rodríguez de Torquemada, adelantado mayor de Castilla, 81 Rojas, familia, 91, 93 Rolando, prior de Courpière, 192 Rollandus de Mellia, prior de San Román de Entrepeñas, 182, 183, 189

402

ÍNDICE ONOMÁSTICO

Ruy, v. Ruy y Rodrigo Ruy Díaz Cabeza de Vaca, hijo de Fernán Ruiz Cabeza de Vaca, 97, 98 Ruy Díaz de Cameros, 84 Ruy Gutiérrez Quesada, 92 Ruy Martínez, escribano de la Cámara del rey, 101, 336, 339 Ruy Martínez, hijo de Pedro Gutiérrez de Solórzano, 100 Ruy Pérez de Albarracín, vecino de Arnedo, 225, 344, 345 Ruy Pérez Ponce, hijo de Pedro Ponce II, 89 Ruy de Serantes, escudero de Fernando Pérez de Andrade, 108 Salazar, familia, 91, 93, 94 Salcedo, familia, 91, 93, 94 Samuel el Leví, tesorero de Pedro I, 49 Sancha, condesa, madre de García Vélez, 200 Sancho III, rey de Castilla (1157-1158), 36 Sancho IV, rey de Castilla (1284-1295), 33, 39-41, 43, 44, 46, 48, 50, 52, 54, 57, 58, 60, 66-69, 73, 74, 76, 81-85, 87, 89, 91, 95, 96, 100, 102, 104, 126-129, 132, 270, 308, 309, 311, 328, 329 Sancho IV el de Peñalén, rey de Navarra (1054-1076), 36, 58 Sancho VII el Fuerte, rey de Navarra (11941234), 61 Sancho II, rey de Portugal (1223-1247), 82 Sancho, conde, hermano de Enrique II de Castilla, 108, 111 Sancho, infante, arzobispo de Toledo, hijo de Fernando III (1251-1261), 137 Sancho Fernández de Rojas, hijo de Fernando Díaz de Rojas, 93 Sancho Fernández de Soto, 99 Sancho Gárcez, prior claustral de Nájera y señor de Santa Coloma, 173, 174, 194 Sancho García de las Ribas, hijo de doña Juana, 94 Sancho de Hermosa, 109 Sancho Rodríguez, 108 Sancho de Roncal, portero de la reina de Navarra, 56 Sancho Sánchez de Rojas, 93, 132 Sansoneto de Pissiaco, monje, 203, 211, 253 Simón de la Brosse, abad de Cluny (13611368), 145, 204, 266, 269, 270, 296 Simón de Chavennes, prior de Salamanca, 183, 184, 192, 253 Simón Ruiz de los Cameros, 82, 84

Solórzano, familia, 99, 100 Soto, familia, 98, 99 Sotomayor, familia, 102 Stephanus, v. Esteban Suero Pérez, prior de Pombeiro, 105, 106, 191, 197, 210, 222, 310, 325, 341, 347-351 Suero Pérez, sacristán de Carrión, 191, 195, 197, 348 Téllez de Meneses, familia, 85, 88, 108 Tello, hijo de Alfonso XI, 56, 64, 65, 88, 92, 110 Teobaldo II, rey de Navarra (1253-1270), 62 Teresa, 248 Teresa, infanta, hija de Alfonso VI y mujer del conde Enrique, 40 Teresa, mujer de Juan Fernandez de Padilla y suegra de Juan Ruiz de Cisneros, 87, 92 Teresa Alfonso, 68 Teresa Almoraví, mujer de Juan Alfonso de Haro II, 86, 87, 345 Teresa Álvarez, hija de Álvar Díaz de Cameros, 84 Teresa Díaz, mujer de Pedro López de Padilla, 91 Teresa Fernández Cabeza de Vaca, mujer de Pedro Ruiz de Soto, 99 Teresa García, hija de Miguel García de Viana, mujer de Rodrigo Alfonso de Logroño, 131, 132 Teresa Martínez, hija de Martín García, mujer de Rodrigo Álvarez Osorio, 129, 131, 132, Tito Livio, 145 Toda González, priora de Santa María de Cañas, 98, 246 Toda Pérez de Azagra, mujer de Diego López de Haro II, 116 Tomás Gonçalves, maestro, tesorero de Braga, 137 Toribio Fernández, enfermero de Carrión, 199 Toribio González, limosnero de San Zoilo de Carrión, 198, 257, 274 Torres, familia, 98, 99 Traba, familia, 102, 103 Trastámara, dinastía, 22, 32, 65, 70, 91, 95, 100, 109, 183 Turre, cardenal, v. Bernard de la Tour Urbano II, papa (1088-1099), 133 Urbano IV, papa (1261-1264), 135

ÍNDICE ONOMÁSTICO

Urbano V, papa (1362-1370), 135, 143, 172, 187, 363 Urraca, reina de León (1109-1126), 37, 38, 59 Urraca Arias, priora de San Juan de Cova, 225 Valderrábano, familia, 99, 100 Valois, dinastía, 340 Vasco, obispo de Coímbra (1364-1371), 127 Vasco, sobrino de María Rodríguez, 106 Vasco Esquío, 107, 360

403

Vasco Pérez de Temees, 106, 107, 349 Vasco Rodríguez, escudero, 351 Vicente, santo, 251, 252 Víctor IV, antipapa (1159-1164), 133 Vital, san, 251, 252 Vivián, maestre, arcediano de Guadalajara, obispo de Calahorra (1263-1274), 136 Vivián Pérez, sacristán de Pombeiro, 195 Vizcaya, familia, v. Haro de Vizcaya Zag, don, recaudador por Samuel el Leví, 49 Zoilo, san, 257

ÍNDICE TOPONÍMICO*

Agoncillo (Ri.), 102, 132 Agrelo, 106 Aguilar de Campoo (Pa.), 33 – merindad, 92, 109 – monasterio de Santa María, 33, 72 Aguilar de Campos (Va.), 235, 236, 336, 356 – priorato de San Juan (dependencia de San Zoilo de Carrión), 159, 160, 170, 171, 230 Álava, 83, 94, 101 Albelda de Iregua (Ri.), 64, 111, 176 – colegiata de San Martín, 64, 121, 176 Alburquerque (Ba.), 89, 108 Alcalá (M.), arciprestazgo, 96 Alcántara (Cc.), Maestre, 89 Alemania, provincia cluniacense, 203, 206, 242, 274, 278 Alesón (Ri.), 36, 37, 50, 51, 56, 196, 197, 216, 254, 320, 331, 346, 358 Alfaro (Ri.), 83, 128 Algeciras (Cd.), 44, 76, 83 Alleyrac (Francia, Auvergne, Alto Loira, Le Puy-en-Velay, Le Monastier-sur-Gazeille), priorato cluniacense, 182 Almagro (CR.), 89 Almoguera (Gu.), arciprestazgo, 96 Anca (San Pedro de Anca, Neda, Co.), 103

Andalucía, notario mayor, 127, 129 Anglia, provincia, v. Inglaterra, provincia cluniacense Antoñana (Al.), 102 Añana, v. Salinas de Añana Aquitania (Francia), 31, 333 Aragón, provincia cluniacense, 158 – reino, 44, 64, 65, 78, 83 – rey, 37, 76, 80, 82, 83, 129, 134 Arconada (Pa.), 48, 52, 78, 101, 216, 229, 237, 336, 339 – iglesia de San Facundo, 119 Arga, río (Na.), 64 Arlanza, San Pedro de (monasterio en Hortigüela, Bu.), 71, 231, 240, 261 Arles-sur-Tech (Francia, Languedoc-Rosellón, Pirineos Orientales, Céret), priorato cluniacense, 259 Armentia (Al.), San Andrés, 146, 347 Arnedo (Ri.), 344 Arraya (Arraya-Maestu, Al.), hermandad, 102 Asadur (Maceda, Ou.), monasterio de Santa María, 103 Asís (Italia), 137 Astorga (Le.), deán, 129 – diócesis, 129, 148, 158, 161 – obispo, 49, 129, 130, 131, 309

*   Abreviaturas utilizadas: Al. Álava, As. Asturias, Ba. Badajoz, Bc. Barcelona, Bu. Burgos, Ca. Cantabria, Cc. Cáceres, Cd. Cádiz, Co. A Coruña, CR. Ciudad Real, Gu. Guadalajara, Hu. Huesca, IB. Islas Baleares, Le. León, Lu. Lugo, M. Madrid, Ml. Málaga, Mu. Murcia, Na. Navarra, Ou. Ourense, Pa. Palencia, Po. Pontevedra, Ri. La Rioja, Sa. Salamanca, Se. Segovia, V. Valencia, Va. Valladolid, Vi. Vizcaya, Za. Zamora, Zr. Zaragoza.

406

ÍNDICE TOPONÍMICO

Asturias de Santillana, merindad, 84, 109, 221 Auch (Francia, Midi-Pyrénées, Gers, Auch), priorato cluniacense de St-Orens, 280 Autillo de Campos (Pa.), 364 Auvernia (Francia), provincia cluniacense, 31, 144, 182, 189, 203, 274, 280, 283 Aviñón (Francia, Provence-Alpes-Côte d’Azur, Vaucluse, Avignon), 17, 22, 135, 139, 144, 145, 154, 185, 270, 274 Azo (desp. en La Molina del Portillo de Busto, Bu.), priorato de San Martín (dependencia de Santa María de Nájera), 83, 84, 93, 94, 95, 174, 179, 217, 255, 326 Azuelo (Na.), 62 – priorato de San Jorge (dependencia de Santa María de Nájera), 34, 35, 54, 61, 62, 75, 90, 117, 130, 136, 137, 170, 173175, 179, 188, 204, 217, 218, 220, 301303, 327 Balmaseda (Vi.), 81, 83 Baños de Cerrato (Pa.), 41, 56, 68, 95, 187, 363 Baraza, v. Beraza Barrio de Santibáñez (desp. en Santibáñez de la Peña, Pa.), 224, 227, 254 Beacán, Santa María (A Peroxa, Ou.), 105, 106, 255, 348, 349 Beaune (Francia. Borgogne, Côte d’Or), 182, 331 Belna, v. Beaune Belorado (Bu.), convento de San Francisco, 82 Benafarces (Va.), 68, 88, 101, 121, 132, 235, 337, 356 – iglesia de Santa María, 120 Benavente (Za.), 166 Beraza (desp. Ribafrecha, Ri.), priorato de Santa María (dependencia de Santa María de Nájera), 173, 175, 176, 179 Berbinzana (Na.), 64, 90, 267, 363 – monasterio, 35, 137, 218, 224, 326, 362 Bernay (Francia, Haute-Normandie, Eure), 182 Besançon (Francia, Franche-Comté, Doubs, Besançon), diócesis, 16, 115 Bezares (Ri.), 63, 77, 85, 362 Bierzo (Le.), comarca, 88, 287 Bolonia (Italia), 143 Bonaval, Santo Domingo (Santiago de Compostela, Co.) 103 Borbones, abad, 13 Borgoña (Francia), ducado, 31, 331

Bort (Francia, Limousin, Corrèze, Ussel, Bort-les-Orgues), priorato cluniacense, 280 Bourges (Francia, Centre, Cher, Bourges), arzobispo, 40 Braga (Portugal), arzobispo, 65, 118, 123125, 164, 188, 189, 204, 209, 224, 244, 255, 287, 308, 354 – iglesia y diócesis, 54, 124, 136-138, 148, 168, 274, 308, 313, 353 – provincia eclesiástica, 158, 261, 262 Budiño (Porriño, Po.), priorato cluniacense de San Salvador, 67, 73-76, 78, 118, 123, 126-128, 138, 140, 141, 144, 145, 158-160, 167, 168, 177-179, 185, 186, 188, 189, 202, 203, 207, 209, 211, 216, 220, 221, 243, 249, 252-254, 259, 260, 271-275, 280, 281, 283-285, 287, 288, 292, 294, 297, 300-303, 308, 313, 319, 320, 352-355 Bureba (Bu.), comarca, 84, 93, 95, 98, 99 Burgos (Bu.), 33-35, 44, 46, 59, 80, 251, 252, 309, 326 – canónigo, 146 – convento de San Francisco, 84 – diócesis, 148 – Hospital del Rey, 32, 68, 84, 225 – iglesia de San Gil, 80 – monasterio de Santa María la Real de las Huelgas, 32, 59 – obispo, 98, 123, 172 – priorato cluniacense de Santa Coloma, 34, 53, 58, 59, 67, 74, 75, 126, 140, 158160, 169-171, 173, 174, 178, 179, 189, 193, 208, 243, 262, 271-274, 277, 281, 285, 289, 290, 301-303, 313 – priorato de San Juan, 136, 142, 143, 187, 207, 240, 261, 363 Cahors (Francia, Midi-Pyrénées, Lot, Cahors), diócesis, 144 Calabazanos (Pa.), 332 Calahorra (Ri.), 64 – diócesis, 76, 116, 146, 148, 158 – iglesia, 121, 129, 130, 347 – obispo, 20, 67, 81, 82, 116, 130, 131, 176, 256 Calais (Francia, Nord-Pas-de-Calais, Pas-deCalais, Calais), paz, 18 Calatayud (Zr.), 35 Calatrava, Maestre, 89 Calatrava la Vieja (Carrión de Calatrava, CR.), 35

ÍNDICE TOPONÍMICO

Cameros (Ri.), comarca, 63, 77, 78, 82, 8486, 88, 91, 102, 111, 175, 309 Campo de Toro, v. Toro, Campo de Campos, merindad, 41 – Tierra de (Pa., Va., Za.), 78, 87, 88, 91 Cañas (Ri.), monasterio de Santa María, 84, 98 Cardeña, monasterio de San Pedro (Castrillo del Val, Bu.), 136, 154, 228, 261, 357 Cardeñosa de Volpejera (Pa.), iglesia de Santa María, 119, 255 Carennac (Francia, Midi-Pyrénées, Lot, Gourdon, Vayrac), monasterio, 144, 280 Carracedo (Carracedelo, Le.), monasterio de Santa María, 148, 312 Carreiracova (casar en Paderne, San Román de Moreda, Pantón, Lu.), 348 Carrión de los Condes (Pa.), 35, 40, 50, 59, 60, 69, 88, 108, 121, 211, 218, 232, 256, 257, 277, 291, 297, 317, 318, 337, 339 – camarero de San Zoilo, 43, 44, 51, 60, 172, 191, 221, 268, 327, 334, 358 – Hospital de la Herrada, 196 – Hospital de San Lázaro, 255, 338 – merindad, 69, 88 – priorato cluniacense de San Zoilo, 19, 20, 26, 34, 35, 38, 40, 42-49, 51-61, 64, 67-70, 76-78, 87-93, 100, 101, 108, 110, 111, 117, 119-121, 123, 128, 129, 132, 136, 141-144, 146, 148, 149, 158162, 168-174, 177-179, 181-187, 189, 191-205, 207, 208, 215, 216, 218, 220, 225-228, 230, 232, 233, 237, 239, 242, 243, 246-249, 252-256, 261, 262, 264, 266-270, 272-277, 280-283, 285-287, 289, 291, 294-297, 299-303, 309, 311, 313-315, 318-323, 325-329, 332-336, 338-344, 347, 348, 352, 353, 355, 356, 358, 359 – río, 60, 249 Cartagena (Mu.), 130, 131, 140 Casserres (Bc.), priorato cluniacense de Sant Pere, 158, 259, 272, 279, 284, 288 Castelsarrasin (Francia, Midi-Pyrénées,Tarn et Garonne), prior, 281, 285 Castilla, adelantado, 48, 81, 110, 117 – merino mayor, 47, 50, 55, 56 – notario mayor, 42, 100, 126 – reino y Corona, 19, 27, 28, 31, 34, 37, 39, 45, 48, 52, 54, 62, 66, 79, 80, 82-84, 89, 108, 110, 113, 136, 142, 146, 154, 155, 177, 182, 190, 208, 218, 226, 227, 249,

407

254, 260, 262, 263, 267, 270, 282, 285287, 294, 297, 306, 309, 314, 328, 337, 342, 353, 359, 363 Castilla Vieja, merindad, 94, 97-99, 100 Castrillón (Co.), 108 Castro Caldelas (Ou.), burgo, 104 Castro Urdiales (Ca.), 38, 52, 149, 271 Castrojeriz (Bu.), 91 – merindad, 93 Castrotorafe (desp. San Cebrián de Castro, Za.), 38, 104 Cayrac (Francia, Midi-Pyrénées,Tarn et Garonne, Montauban, Caussade), 182 Cebreiro, O (Piedrafita del Cebrero, Lu.), priorato, 208 Cerezo de Río Tirón (Bu.), 131, 217 Cerrato, merindad, 41 Cestillos (Carrión de los Condes, Pa.), 199 – iglesia de San Juan, 119, 238 Champaña (Francia), mariscal, 36, 56 Chandieu (Francia, Rhône-Alpes, Rhône, Lyon, Saint-Symphorien-d’Ozon, SaintPierre-de-Chandieu), priorato cluniacense, 280 Chartres (Francia, Centre, Eure-et-Loir, Chartres), canónigo, 139 Ciadoncha (Bu.), 252 Ciriñuela (Ri.), 41 Cirueña (Ri.), 225, 345 – priorato de San Andrés (dependencia de Santa María de Nájera), 34, 117, 173 Cis, monasterio de San Salvador (San Nicolao de Cis, Oza-Cesuras, Co.), 103, 144, 207, 361 Cister, Orden (Çistel), 13, 114, 133, 293 Ciudad Rodrigo (Sa.), obispo, 50, 67, 309 – priorato cluniacense de Santa Ágata, 35, 42, 50, 53, 58, 67, 78, 126, 127, 158, 160, 166, 172, 178, 182, 184, 185, 189, 191, 192, 203, 207, 208, 211, 243, 249, 252-254, 260, 272, 273, 280, 281, 284, 285, 287-289, 291, 294, 301, 302, 309, 317, 341 Cluny (Francia, Bourgogne, Saône-et-Loire, Mâcon, Cluny), abad, 14, 17, 65, 92, 114, 120, 126, 133, 141, 143-145, 158, 168, 170, 183-187, 191, 206, 207, 223, 234, 235, 237, 240, 248, 256, 262, 267, 269-271, 274, 276-278, 290, 291, 293, 295, 299, 306, 308, 312, 313, 315, 318, 322, 332, 337, 338, 340, 341, 350, 353, 354, 357, 359

408

ÍNDICE TOPONÍMICO

– abadía, 13, 14, 16-19, 22, 31, 38-40, 54, 55, 58, 69, 70, 96-98, 102, 104, 113, 114, 116, 118, 122, 124, 125, 128, 130, 133, 134, 137-139, 141, 145, 148, 149, 155, 156, 158-160, 164, 165, 169, 177, 187, 193, 194, 198, 201, 203, 204, 206-208, 212, 213, 232, 234, 236, 242, 243, 246, 259, 264-268, 270-272, 274-280, 282285, 287, 288, 290, 293-297, 303, 305, 306, 312-316, 321, 327, 334, 335, 340, 342, 351, 352, 356, 361 – Capítulo General, 18, 22, 54, 73, 155, 232, 262, 264, 265, 293, 298, 309, 314, 325, 331, 350, 355 – Orden (Cruzniego, Cluniego), 13, 15, 16, 18, 22, 43, 46, 54, 66, 94, 98, 99, 110, 113, 124, 126, 134-136, 138, 141, 143, 145, 148, 149, 157, 158, 161, 186, 191, 204, 205, 222, 232, 241, 244, 246, 256, 266, 267, 272, 278, 279, 299, 305, 322, 323, 327, 328, 336, 339, 352, 358, 363 Coímbra (Portugal), 127, 137, 353 – priorato cluniacense de Santa Justa, 127 Compostela, v. Santiago de Compostela Constanza (Alemania), concilio, 14 Córdoba, 35, 130 Corella (Na.), 128 Coria (Cc.), obispo, 67, 128, 335, 336 Corias (Cangas de Narcea, As.), monasterio de San Juan Bautista, 72 Cornellana (As.), abadía de San Salvador, 54, 159, 160, 164, 165, 177, 291, 301-303 Cornoncillo (Congosto de Valdavia, Pa.), 100 Courpière (Francia, Auvergne, Puy-de-Dôme, Thiers), priorato, 192 Cueva Cardiel (Bu.), 52, 57, 84, 331, 344, 358 Davalillo (desp. San Asensio, Ri.), 41 Dijon (Francia, Bourgongne, Côte-d’Or, Dijon), 331 Dordoña (Francia, Aquitanie, Dordogne), 333, 340 Dosa, v. La Douze Dueñas (Pa.), 42, 70, 81, 91, 96, 249, 364 – priorato cluniacense de San Isidro, 34, 35, 41, 42, 45, 53, 55, 56, 58, 68-70, 74, 75, 81, 91, 92, 95-98, 118, 119, 143, 144, 146, 158, 160, 162, 163, 168, 170, 171, 177-179, 183-189, 191, 192, 194, 195, 198, 203, 208, 209, 211, 212, 215, 216, 220, 221, 242, 243, 249, 252, 253, 255, 262, 267, 269, 270, 272-275, 277, 280,

283-285, 287, 290-292, 294, 298, 300303, 309, 311, 313, 315, 317, 319, 320, 325, 331, 332, 335, 341, 359, 363 Duero, río, 35, 40, 52, 70, 72, 81, 121 Entre Duero y Miño (Portugal), comarca, 36, 37, 65 Entrepeñas (Santibáñez de la Peña, Pa.), priorato cluniacense de San Román, 34, 35, 43-45, 47, 48, 53, 61, 78, 91, 100, 101, 118, 120, 122, 158, 160, 165, 178, 182, 189, 191, 193, 203, 204, 215, 219, 220, 223-227, 231, 239, 240, 242, 243, 245, 247, 254, 260, 262, 272-274, 280, 281, 283, 285, 288, 291, 292, 294, 297, 301-303, 328, 336, 341, 352, 353, 359 Eslonza (Santa Olaja de Eslonza, Le.), monasterio de San Pedro, 148, 312 España, 18, 20, 55, 116, 137, 140, 149, 160, 167, 192, 270, 271, 284, 295, 299, 312, 313, 322, 323, 328, 334, 336, 340, 341, 351, 354 – camarero, 35, 48, 54, 66, 104, 123, 141, 142, 162, 182, 186, 189-191, 206, 223, 242, 259, 260, 262, 267-270, 274, 283, 288, 296, 314, 327-329, 350, 351, 358, 363 – provincia cluniacense, 15, 17, 66, 73, 75, 77, 97, 115, 126, 130, 141, 143, 145, 147, 155, 157, 158, 165, 181, 182, 190, 194, 203-208, 213, 220, 222, 223, 247, 259, 260, 262, 263, 265-267, 269, 270, 273, 275, 278-286, 288, 290, 293, 294, 298-300, 306, 313, 314, 317, 329, 332, 340, 341, 347, 355 – reyes, 38, 54, 67, 75, 104, 143, 165 Espina, monasterio de Santa María de La (Castromonte, Va.), 42 Estella (Na.), iglesia de San Pedro, 137 – merino, 49, 218, 362 Estíbaliz, iglesia de Santa María (Argandoña, Vitoria, Al.), 83, 173, 174, 179, 217, 326 Ferreira de Pantón, monasterio de Santa María (Pantón, Lu.), 103, 106 Ferrol (Co.), 107, 222, 360 Florencia (Italia), 272 Fontecha (Pa.), 102 Fossa (Francia, Provence-Alpes-Côte d’Azur, Bouches-du-Rhône, Istres-Sud, Fos-surMer) priorato de St-Gervais-et-St-Protais, 145

ÍNDICE TOPONÍMICO

Francia, 16, 17, 18, 22, 31, 36, 67, 69, 83, 127, 129, 130, 134, 137, 138, 141, 145, 181, 182, 203, 204, 253, 340 – provincia cluniacense, 142, 273, 280, 282, 283 Frómista (Pa.), 52, 64, 65, 88, 92, 110, 111, 123, 171, 336 – barrio de San Martín, 51, 52, 55, 56, 64, 67, 68, 87, 88, 92, 93, 110, 171, 172, 218, 221, 222, 235, 236, 311, 336, 337, 356, 357 – priorato cluniacense de San Martín, 34, 38, 68, 92, 93, 117, 118, 149, 159, 160, 170, 171, 173, 179, 185, 229, 230, 234-236, 247, 249, 255, 338, 339, 356 Fuentebureba (Bu.), 93, 94, 99, 174, 326 Fuentes de Nava (Pa.), 238 Fuentes de Valdepero (Pa.), 235, 236, 337, 356 Galicia, 76, 88, 104, 106, 123, 125, 159, 223, 227, 260, 263, 282, 285-287, 309, 314, 315, 317, 353 – adelantado, 47, 91 – provincia cluniacense, 158, 259, 260, 262, 263, 314 Gañinas de la Vega (Pa.), 58, 231 Gibraltar (Cd.), 45, 76 Gijón (As.), 35 Goraño, v. Graynango Granada, guerra, 45, 119 – reino, 43, 76, 82, 83, 131 Graynango (desp. cerca de Viana, Navarra), 61, 174, 327 Guadalajara (Gu.), arcediano, 136, 137 Guimarães (Portugal), priorato de Santa María, 138 Haro (Ri.), 61, 108, 109 Heras de la Peña, Las (Pa.), 100 Hermosilla (Bu.), 95 Hispania, v. España Hontoria de Cerrato (Pa.), 41, 68, 95-98, 158, 267, 277, 333 Hornillos, monasterio de Santa María, 261 Husillos (Pa.), abad, 139 Inglaterra, provincia cluniacense, 15, 273, 275, 278, 293-295 – reino, 134, 145 Irache, monasterio de Santa María la Real (Ayegui, Na.), 149

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Italia, 145, 154 – provincia cluniacense, v. Lombardía Jaca (Hu.), 158 Játiva (Xátiva, V.), arcediano, 119 Jordán, río, 251 Jubia, priorato cluniacense de San Martín (San Martiño de Xubia, O Souto, Narón, A Coruña), 34, 54, 55, 57, 66-68, 74-77, 89, 102, 103, 107, 120, 123, 144, 146, 149, 158-160, 162, 163, 177, 178, 184186, 189, 194, 202, 205, 206, 209, 216, 220, 221, 239, 259, 266, 272-276, 285, 287, 288, 292, 294, 296, 298, 300-303, 311, 313, 316, 319, 325, 328, 335, 341, 360, 361 La Charité-sur-Loire (Francia, Borgogne, Nièvre, Corne-Cours-sur-Loire), priorato cluniacense, 40, 65, 124, 158, 164, 185, 265, 272, 282, 288, 303 La Chase-Dieu (Francia, Auvergne, HauteLoire, Brioude) monasterio, 142, 187, 207 La Douze, o La Dosa (Francia, Aquitanie, Dordogne, Périgueux, Saint-Pierre-deChignac), 333, 340 La Molina de Azo, v. Molina del Portillo de Busto, La Labarta, v. Labarthe Labarthe (Francia, Midi-Pyrénées, Tarn-etGaronne o Gers), 143, 187 Labruja (Portugal, Ponte de Lima, Viana do Castelo), arcedianato en la diócesis de Tuy, 128 Laredo (Ca.), 84 Ledesma (Sa.), 108 León (Le.), diócesis, 45, 118, 148, 158 – iglesia, 44, 69 – monasterio de San Isidoro, 44 – notario mayor, 67, 127, 129 – obispo, 122, 142 – reino y reyes, 37, 39, 62, 70, 78, 91, 104, 113, 131, 148 – Tierra de, 44 Lerma (Bu.), 89 Letrán (Italia, Roma), IV Concilio, 113, 260, 306, 308 Lewes (Reino Unido, East Sussex), monasterio de St. Pancras, 15 Leyre (Yesa, Na.), abadía de San Cristóbal, 159, 160, 282

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ÍNDICE TOPONÍMICO

– monasterio de San Salvador, 131, 169, 177, 178, 327 Leza de Río Leza (Ri.), 62, 63, 77, 78, 86, 102, 132, 175, 176, 343-346 – priorato de Santa María de Plano (dependencia de Santa María de Nájera), 34, 176 – valle, 175, 176 Liébana-Pernía, merindad, 92 Limoges (Francia, Limousin, Haute-Vienne), 140, 144, 251 Lisboa (Portugal), 65, 354 Lobera (Pa.), 51, 58, 231 Lodosa, v. La Douse Logroño (Ri.), 40, 49, 62-64, 78-80, 86, 102, 110, 117, 121, 158, 174, 176, 218, 246, 256, 331, 344-346, 352 – arcipreste, 149, 217, 267, 361 – merindad, 56, 62, 77, 102 Lomar (Portugal, Braga), monasterio de San Pedro, 148, 312 Lombardía, provincia cluniacense de Italia, 206, 242, 274, 278, 293-295 Longpont, priorato cluniacense de NotreDame (Francia, Île-de-France, Essonne, Palaiseau, Montlhèry, Longpont-surOrge), 342 Longueville, priorato cluniacense de Ste-Foi (Francia, Haute-Normandie, Seine-Maritime, Dieppe, Longueville-sur-Scie), 142 Losa, Valle de (Bu.) comarca, 94 Lugo (Lu.), convento de Santo Domingo, 103 – diócesis, 148 Lyon (Francia, Rhône-Alpes, Rhône, Lyon), I Concilio, 17, 113, 308 – provincia cluniacense, 16, 115, 273, 280, 283 Mâcon (Francia, Borgogne, Saône-et-Loire, Mâcon), condado, 31, 273 Madrid, 34, 35 Mainsat, priorato (Francia, Limousin, Creuse, Aubusson, Bellegarde-en-Marche), 144 Mallorca (I.B.), diócesis, 261 Marchena (Se.), 89 Marcigny, priorato cluniacense (Francia, Borgogne, Saône-et-Loire, Charolles), 147, 158, 159, 168, 185, 272, 275, 288, 303 Marsat, priorato cluniacense (Francia, Auvergne, Puy-de-Dôme, Riom), 280

Maxac, abad, v. Moissac o Mozac Medellín (Ba.), 89 Medina de Pomar (Bu.), 98 Medina del Campo (Va.), 34, 35 Melón (Ou.), monasterio de Santa María, 74 Mena, v. Valle de Mena Mesplede (Francia, Aquitaine, Pyrénées-Atlantiques, Pau, Arthez-de-Béarn), 142, 182 Mezin, priorato cluniacense (Francia, Aquitaine, Lot-et-Garonne, Nérac, Mézin), 280 Miño, río (Galicia), 36, 37, 65 Miñor (río y valle, Po.), arcedianato en la diócesis de Tuy, 128 Moissac, monasterio de Saint-Pierre (Francia, Midi-Pyrénées, Tarn-et-Garonne, Castelsarrasin), 270 Molina del Portillo de Busto, La (Bu.) (Molina de Azo), 93, 94, 99, 174, 246 Monasteriis, priorato cluniacense (Francia, Provence-Alpes-Côte d’Azur, Alpesde-Haute-Provence, Digne-les Bains, Riez), 143 Mondego, río (Portugal), 40 Mondoñedo (Lu.), 103, 120, 146 Monforte de Lemos (Lu.), abad, 149 Montauban, monasterio de Santiago (Francia, Midi-Pyrénées, Tarn-et-Garonne, Montauban), 142 Monte Laturce, monasterio de San Prudencio (Clavijo, Ri.), 176 Montiel (C.R.), 263 Montlandon (Francia, Centre, Eure-et-Loir, Nogent-le-Routrou, La Loupe), 182 Montpellier (Francia, Languedoc-Roussillon, Hérault, Montpellier), 103 Montserrat, abadía de Santa María (Monistrol, Bc.), 144, 207 Monzón (Pa), merindad, 88, 92 Moreruela, monasterio de Santa María (Granja de Moreruela, Za.), 42, 73 Morlaas, monasterio de Sainte-Foi (Francia, Aquitanie, Pyrénées-Atlantiques, Pau, Morlaàs), 280, 281, 285, 337 Mozac, monasterio (Francia, Auvergne, Puyde-Dôme, Riom, Riom-Ouest), 270 Murcia, adelantamiento, 108 Nájera (Ri.), 40, 59, 63, 70, 80, 99, 108, 197, 255, 320, 326, 346 – arcedianato, 129-131

ÍNDICE TOPONÍMICO

– capilla de Santa Cruz, 37, 80, 117, 255, 256, 346 – hospital de Santa María, 246 – merindad, 50 – priorato cluniacense de Santa María, 19, 20, 34-37, 40-43, 45, 46, 48-50, 52, 53, 55-64, 66, 67, 69, 75-87, 90, 91, 93-95, 98-100, 102, 108-111, 115-117, 121, 130-132, 136, 137, 139, 140, 143, 146, 148, 158-162, 168-170, 173-179, 183-189, 191-207, 209, 212, 215, 216, 220-222, 224, 225, 239, 242, 244-246, 248-250, 252-256, 262, 266, 267-269, 272-274, 276, 277, 280-287, 289, 291, 292, 295-298, 300-303, 306, 309, 311313, 316, 317, 319, 320, 322, 323, 325331, 335, 341-347, 350-352, 358, 359, 361-363 Navarra, 31, 35, 36, 49, 54, 56, 61, 62, 66, 69, 76, 78, 83, 87, 90, 110, 128, 130, 131, 136, 137, 168, 174-177, 188, 218, 282, 326, 327, 329, 358, 362, 363 Navarrete (Ri.), 111 Neda (Co.), 103, 107, 149 Nestares (Ri.), 57 Nevers (Francia, Borgogne, Nièvre, Nevers), priorato cluniacense de San Esteban, 342 – priorato cluniacense de San Víctor, 77, 280, 284 Nogal, priorato de San Salvador (Nogal de las Huertas, Pa.), 68 Nogales, monasterio de San Esteban (San Esteban de Nogales, Le.), 42 Obarenes (Miranda de Ebro, Bu.), monasterio de Santa María, 261 Oña (Bu.), monasterio de San Salvador, 99, 136, 148, 240, 261, 312 Oporto (Portugal), iglesia, 137 Orbaneja del Castillo (Bu.), 252 Orduña (o Urduña, Vi.), 35, 81, 83 Oriemo (desp. en Ribafrecha, Ri.), 52, 77, 79, 85, 175, 176, 195, 344 Ostia (Italia), obispo, 139 Oviedo (As.), obispo, 164, 165 Palencia, 50, 60, 70, 97, 127, 158, 267, 272, 275-278, 359 – diócesis, 45, 69, 76, 118, 148, 158, 170, 196, 244 – iglesia, 126, 142, 146 – obispo, 117, 120, 121, 128, 142, 233

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Pamplona (Na.), diócesis, 158 Pancorbo (Bu.), 99, 326 París (Francia), iglesia, 143 Pazuengos (Ri.), 58 Pedrosa del Rey (Va.), 68, 88, 101, 132, 235, 337, 356 Pedroso (Ri.), 63, 86, 87, 109, 111, 345, 346 Pedroso, monasterio de San Salvador (O Carballo, Narón, Co.), 103, 149 Peyrusse-Grande (Francia, Midi-Pyrénées, Gers, Mirande, Montesquiou), St-Mamet, 281, 285, 337 Pirineos, Montes, 181, 203, 322 Población de Campos (Pa.), 52 Poitiers (Francia, Poitou-Charentes, Vienne, Poitiers), 284 Poitou (Francia), provincia cluniacense, 70, 141, 273, 340, 342 Pombeiro (Pantón, Lu.), parroquia y coto, 106, 348, 351 – priorato cluniacense de San Vicente (O Priorato), 34, 42, 47, 48, 55, 74, 75, 79, 103-106, 123, 158, 160-162, 164, 177, 178, 184, 185, 188, 191, 192, 195, 198, 202-204, 208-210, 215, 220-223, 225, 239, 240, 242, 244, 249, 255, 259, 260, 263, 271-274, 280-288, 290, 294, 297, 300-303, 310, 311, 316, 319, 325, 326, 347-352, 359 Portugal, reino, 31, 36, 37, 40, 66, 76, 78, 82, 113, 136-138, 177, 223, 227, 260, 263, 282, 286, 287, 309, 317, 353 – rey, 35, 54, 65, 66, 76, 124, 125, 127, 188, 190, 249, 263, 354 Prémontré (Francia, Picardía, Aisne, Laon, Anizy-le-Château), 133 Provenza (Francia), provincia cluniacense, 16, 115, 139, 143, 204, 274, 282, 283 Puebla de Trives (Ou.), 104 Puerto, iglesia colegial de Santa María (Santoña, Ca.), 34, 36, 57, 84, 100, 175, 179, 198, 330, 331 Quintana (Bernedo, Al.), 102 Rates, priorato cluniacense de San Pedro (Póvoa de Varzim, Portugal), 34, 36, 37, 40, 65, 66, 118, 124, 125, 127, 158, 160, 164, 168, 177, 178, 185, 209, 224, 244, 255, 260, 265, 272, 280, 281, 284-288, 292, 297, 301-303, 308, 319 Retuerto (desp. en Bernedo, Al.), 102

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ÍNDICE TOPONÍMICO

Revenga de Campos (Pa.), 58, 93, 234, 235, 336, 356 Ribafrecha (Ri.), 52, 77, 78, 79, 85, 86, 175, 176, 195, 201, 246, 267, 344 Ribas de Sil (Lu.), arcedianato, 129, 131 Ribeira Sacra (Lu. y Ou.), comarca, 103 Riez (Francia, Provence-Alpes-Côte d’Azur, Alpes-de-Haute-Provence, Digne-les Bains, Riez), diócesis, 143 Rigny (Francia, Franche-Comté, Haute-Saône, Vesoul, Autrey-lès-Gray), priorato cluniacense, 280 Rioja, comarca, 62, 77-79, 81-83, 85, 91, 99, 102, 109, 111, 131, 173, 175, 309 Ríosmenudos de la Peña, monasterio de San Andrés (Respenda de la Peña, Pa.), 93, 234, 235, 356 Rochefort (Francia, Auvergne, Puy-de-Dôme, Clermont-Ferrand, Rochefort-Montagne), priorato cluniacense, 280 Roma (Italia), 117, 136, 138, 270, 275 Roncesvalles (Na.), hospital, 84 Ronchevol (Francia, Rhône-Alpes, Loire, Roanne, Belmont-de-la-Loire, La Gresle), 182-184, 189 Rozier (Francia, Auvergne, Puy-de-Dôme, Clermont-Ferrand), priorato cluniacense, 280 Ruan (Francia, Haute-Normandie, SeineMaritime, Rouen), arcediano, 142, 143 Sabina (Italia, Rieti, Torri in Sabina), obispo, 123, 140 Saelices el Chico (Sa.), 42, 50, 67, 127 Sahagún (Le.), monasterio, 39, 68, 142, 148, 149, 261, 312 Saint-Christophe de Castillon-du-Gard (Francia, Languedoc-Roussillon, Gard, Nîmes, Remoulins), priorato cluniacense, 282 Saint-Christophe-en-Halatte (Francia, Oise, Pont-Sainte-Maxence, Fleurines), priorato cluniacense, 282 Saint-Eutrope de Saintes, v. Saintes, priorato de St-Eutrope Saint-Jean-de-Valensole (Francia, ProvenceAlpes-Côte d’Azur, Alpes-de-HauteProvence, Digne-les-Bains, Valensole), priorato cluniacense, 282 Saint-Révérien (Francia, Bourgogne, Nièvre, Clamecy, Brinon-sur-Beuvron), priorato cluniacense, 280 Saint-Symphorien de Thiers, v. Thiers, StSymphorien

Sainte-Foi de Longueville, v. Longueville, priorato de Ste-Foi Sainte-Foi de Morlaas, v. Morlaas, Ste-Foi Saintes (Francia, Poitou-Charentes, Charente-Maritime, Saintes), diócesis, 141, 340 – priorato cluniacense de Saint-Eutrope, 70, 141, 340, 342 Salado, río (Cd.), 87 Salamanca (Sa.), 247 – iglesia y obispado, 44, 126, 147 – priorato cluniacense de San Vicente, 34, 35, 42, 43, 53, 67, 74, 136, 144, 149, 158, 160, 166, 178, 184, 188, 191, 192, 198, 202, 203, 207, 210, 212, 216, 220, 243, 249, 253, 260, 271, 272, 275, 280, 281, 283, 285, 287, 288, 290-292, 297, 301303, 325, 326, 328, 341, 350, 351, 359 – Universidad, 144 Saldaña (Pa.), arcediano, 120 – merindad, 47, 88, 92, 100 Salinas de Añana (Añana, Al.), 46, 53, 326, 346 Samos (Lu.), monasterio de San Julián, 148, 312 San Adrián de Vadoluengo (Sangüesa, Na.), priorato cluniacense, 66, 158, 160, 168, 169, 177-179, 272, 273, 277, 327 San Andrés de Armentia, v. Armentia, San Andrés San Andrés de Cirueña, v. Cirueña, San Andrés San Andrés de Ríosmenudos, v. Ríosmenudos de la Peña, San Andrés San Andrés, monasterio en la diócesis de Aviñón, O.S.B., 270, 274 San Asensio (Ri.), 205, 244, 359 San Boal del Pinar (Samboal, Se.), priorato cluniacense, 34, 35, 158-160, 169, 178, 184-186, 192, 203, 204, 207, 209-212, 216, 220, 243, 252-254, 260, 262, 263, 272, 273, 275, 281, 282, 285-288, 292, 301-303, 317 San Cristóbal de Leyre, v. Leyre, San Cristóbal San Esteban de Nevers, v. Nevers, San Esteban San Fagundo (Moura, Nogueira de Ramuín, Ou.), 348 San Felices (desp. Becerril de Campos, Pa.), 237 San Isidoro de León, v. León, San Isidoro San Isidro de Dueñas, v. Dueñas, San Isidro

ÍNDICE TOPONÍMICO

San Jorge de Azuelo, v. Azuelo, San Jorge San Juan Bautista de Corias, v. Corias, San Juan Bautista San Juan de Aguilar de Campos, v. Aguilar de Campos, San Juan San Juan de Burgos, v. Burgos, San Juan San Juan de Cova (San Xoán, A Cova, Carballedo, Lu.), 225, 244 San Juan de la Peña (Santa Cruz de Serós, Hu.), monasterio, 35 San Juan de Manjarrés (desp. en Manjarrés, Ri.), 102 San Julián de Samos, v. Samos, San Julián San Lázaro de Carrión, v. Carrión, hospital de San Lázaro San Lorenzo de Villalpando, v. Villalpando, San Lorenzo San Mamés de Campos (Pa.), 200 San Martín, coto, v. Jubia San Martín de Albelda, v. Albelda, San Martín San Martín de Azo, v. Azo, San Martín San Martín de Frómista, v. Frómista, San Martín San Martín de Frómista, barrio, v. Frómista, barrio de San Martín San Martín de Jubia, v. Jubia, San Martín San Martín de Pinario, monasterio (Santiago de Compostela, Co.), 159, 160 San Martiño de Xubia, v. Jubia, San Martín San Miguel de Zamora, v. Zamora, San Miguel San Millán de la Cogolla (Ri.), monasterio, 80, 82, 116, 136, 149 San Nicolás de Viloria, v. Viloria, San Nicolás San Pedro de Arlanza, v. Arlanza, San Pedro San Pedro de Cardeña, v. Cardeña, San Pedro San Pedro de Eslonza, v. Eslonza, San Pedro San Pedro de Lomar, v. Lomar, San Pedro San Pedro de Oriemo, v. Oriemo San Pedro de Rates, v. Rates, San Pedro San Pedro de Soandres, v. Soandres, San Pedro San Pedro de Solórzano, v. Solórzano, San Pedro San Pedro de Valverde, v. Valverde, San Pedro San Pelayo de Toro, v. Toro, San Pelayo San Prudencio de Monte Laturce, v. Monte Laturce, San Prudencio San Román de Entrepeñas, v. Entrepeñas, San Román

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San Salvador, monasterio en la diócesis de Tuy, 144, 145, 207 San Salvador de Budiño, v. Budiño, San Salvador San Salvador de Cis, v. Cis, San Salvador San Salvador de Cornellana, v. Cornellana, San Salvador San Salvador de Leyre, v. Leyre, San Salvador San Salvador de Nogal, v. Nogal, San Salvador San Salvador de Oña, v. Oña, San Salvador San Salvador de Pedroso, v. Pedroso, San Salvador San Salvador de Villaverde, v. Villaverde, San Salvador San Vicente de Pombeiro, v. Pombeiro, San Vicente San Vicente de Salamanca, v. Salamanca, San Vicente San Víctor de Nevers, v. Nevers, San Víctor San Zoilo de Carrión, v. Carrión, San Zoilo San Zoilo (Carrión de los Condes, Pa.), burgo o barrio, 40, 46, 50, 59, 60, 121, 196, 200, 237, 254, 257, 320, 339, 344 Santa Ágata de Ciudad Rodrigo, v. Ciudad Rodrigo, Santa Ágata Santa Coloma (desp. Tariego, Pa.), 68, 95, 98, 333 Santa Coloma (Ri.), 63, 78, 176, 344, 345, 362 – priorato (dependencia de Santa María de Nájera), 34, 82, 117, 173-175, 179, 256 Santa Coloma de Burgos, v. Burgos, Santa Coloma Santa Cruz, v. Nájera, capilla de Santa Cruz Santa Eulalia d’Aviño (Valdoviño, Co.), iglesia, 120 Santa Justa de Coímbra, v. Coímbra, Santa Justa Santa María de Aguilar de Campoo, v. Aguilar de Campoo, Santa María Santa María de Beacán, v. Beacán, Santa María Santa María de Beraza, v. Beraza, Santa María Santa María de Cañas, v. Cañas, Santa María Santa María de Carracedo, v. Carracedo, Santa María Santa María de Estíbaliz, v. Estíbaliz, Santa María Santa María de Ferreira de Pantón, v. Ferreira de Pantón, Santa María

414

ÍNDICE TOPONÍMICO

Santa María de Guimarães, v. Guimarães, Santa María Santa María de Hornillos, v. Hornillos, Santa María Santa María de Melón, v. Melón, Santa María Santa María de Montserrat, v. Montserrat, Santa María Santa María de Nájera, v. Nájera, Santa María Santa María de Plano de Leza, v. Leza, Santa María de Plano Santa María de Puerto, v. Puerto, Santa María Santa María de Trasobares, v. Trasobares, Santa María Santa María de Valcuerna, v. Valcuerna, Santa María Santa María de Valparaíso, v. Valparaíso, Santa María Santa María de la Vega de Saldaña (Renedo de la Vega, Pa.), monasterio, 67 Santa María de Villafranca de Valcárcel, v. Villafranca, Santa María de Cluniaco Santa María de Villafranca, v. Villafranca, Santa María de Cluniaco Santa María de Vimieiro, v. Vimieiro, Santa María de Santa Mariña de Rosende (O Saviñao, Lu.), 348 Santa Olalla de Neza (desp. Villamuriel de Cerrato, Pa.), 332 Santander (Ca.), 52 Santiago, Camino de, 198, 320, 338, 340, 342 Santiago de Compostela (Co.), arzobispo, 67, 121, 122, 128 – convento de San Francisco, 103 – convento de Santa Clara, 107 – diócesis, 144, 361 – provincia eclesiástica, 158, 261, 262 Santiago de Montauban, v. Montauban, Santiago Santiago del Val (Santoyo, Pa.), 55, 56, 81, 91, 118, 119, 122, 170, 255, 311, 364 Santibáñez de la Peña (Pa.), iglesia de San Juan, 193, 224, 227, 254 Santibáñez de Vidriales (Za.), 166 Sancto Christophoro (Francia), priorato cluniacense, 280 Sancto Joanne de Vassellis (Francia), priorato cluniacense, 280 Santo Domingo de la Calzada (Ri.), 35 – iglesia, 130, 146

Santo Domingo de Silos (Bu.), monasterio, 136, 149, 228, 240, 261, 357 – merindad, 93 Santo Toribio de Liébana (Camaleño, Ca.), 93 Santoña (Cantabria), 175 Santovenia (desp. Revilla de Campos, Pa.), 41, 98 Santurdejo (Ri.), 58, 85, 326 Saumur (Francia, Pays de la Loire, Maineet-Loire, Saumur), monasterio de StFlorent, 145 Sauxillanges (Francia, Auvergne, Puy-deDôme, Issoire, Sauxillanges), 280 Segovia, 96 Sevilla, 35, 46 – iglesia, 67, 126, 309 – provincia eclesiástica, 158, 261, 262 Sigüenza (Gu.), iglesia, 82, 115, 126, 128, 245, 327 Silos, v. Santo Domingo de Silos Soandres, San Pedro de (A Laracha, Co.), monasterio, 144 Sojuela (Ri.), 173 Solórzano (Ca.), iglesia de San Pedro, 100, 175 Somalo (desp. Uruñuela, Ri.), 173 Tarbes (Francia, Midi-Pyrénées, HautesPyrénées, Tarbes) priorato cluniacense de St-Léger, 280 Tariego de Cerrato (Pa.), 41, 98 Tarilonte de la Peña (Santibáñez de la Peña, Pa.), 254 Tarragona, arzobispo, 327 – provincia eclesiástica, 261, 262 Teba (Ml.), 43 Thiers (Francia, Auvergne, Puy-de-Dôme, Thiers), abadía de St-Symphorien, 203 Tierra de Campos, v. Campos, Tierra de Tierra Santa, 147 Toledo, 35, 46, 102 – arzobispo, 136, 142, 172 – diócesis, 76 – iglesia, 126, 137 – provincia eclesiástica, 155, 228, 232, 261, 262 Toro (Za.), 35, 42, 129, 172, 188, 363 – priorato cluniacense de San Pelayo, 35, 4244, 48, 67, 89, 121, 129, 170, 172, 173, 179, 182, 184, 187, 188, 191, 227, 328, 335, 336, 338, 357, 363 Toro, Campo de, comarca, 88

ÍNDICE TOPONÍMICO

Torralba del Río (Na.), 61, 62 Torraviento (desp. Viana, Navarra), casa (dependencia de Santa María de Nájera), 56, 61, 130-132, 173, 175, 179, 195, 205, 222, 326, 358, 359, 362 Torrecilla en Cameros (Ri.), 63, 85, 176 Torrecilla sobre Alesanco (Ri.), 50, 57 Torres (Medina de Pomar, Bu.), 98 Torres, portazgo en el Reino de León, 38, Trasobares (Zr.), monasterio de Santa María, 98 Treguajantes (desp. Soto en Cameros, Ri.), 63, 176 Trespaderne (Bu.), 98, 99 Trevijano (Soto en Cameros, Ri.), 176 Tusculum (Frascati, Italia), 138 Tuy (Po.), iglesia, 128, 137, 140, 144, 145, 207, 250, 308, 353 – obispo, 67, 74, 118, 123, 127, 145, 167, 189, 249, 274, 292, 308, 313, 354 Urturi (Bernedo, Al.), 85, 102, 326 Uz, 224 Vadoluengo, v. San Adrián de Vadoluengo Valcuerna (Logroño, Ri.), priorato cluniacense de Santa María, 34, 64, 80, 117, 121, 176, 179, 196, 221, 225, 255, 256, 344, 346 Valdegovía (Al.), 94 Valderrábano (Pa.), 100 Valderrama (Bu.), 246 Valladolid (Va.), 34, 35, 58, 100, 267, 359 – abad y colegiata de Santa María, 67, 102, 128, 328 – Observancia de San Benito, 18 Valle de Mena (Bu.), 94 Valparaíso (Peleas de Arriba, Za.), monasterio de Santa María, 148, 312 Valverde (Monforte de Lemos, Lu.), priorato cluniacense de San Pedro, 54, 74, 75, 78, 103, 104, 123, 158-161, 167, 178, 182, 184-186, 191, 203, 209, 215, 216, 220, 221, 223, 226, 240, 242, 243, 249, 254, 255, 259, 260, 272, 276, 281, 285288, 292, 297, 298, 300-302, 329 Varazo, v. Beraza Vasconia (Wasconia), provincia cluniacense, 177, 203, 274, 280-283, 285, 317, 337 Vaucluse, St-Pierre (Francia, FrancheComté, Doubs, Montbéliard, Maiche) priorato cluniacense, 203 Velilla de Río Carrión (Pa.), 132, 225

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Ventosa de Pisuerga (Pa.), 255 Verazo, v. Beraza Viana (Na.), 61, 130, 131, 132, 174, 175, 327, 362 Vic (o Vich, Bc.), diócesis, 144 Vienne (Francia, Rhône-Alpes, Isère, Vienne), 275 Viguera (Ri.), 111 Villabaruz de Campos (Va.), 68, 101, 235, 337, 356 Villadonelle (San Andrés de Viladonelle, Neda, Co.), 103 Villafranca de Valcárcel, v. Villafranca del Bierzo Villafranca del Bierzo (Le.), 245 – convento de San Francisco, 245 – priorato cluniacense de Santa María de Cluniaco, 44, 48, 103, 141, 144, 158160, 162, 163, 168, 177, 178, 184, 186, 191, 194, 202, 205, 208-212, 215, 216, 220, 223, 242, 245, 249, 259, 260, 263, 266, 272-274, 276, 280, 281, 283, 285289, 292, 294-298, 301-303, 313, 319, 322, 335, 353, 355 Villafrechós (Va.), 40, 49, 53, 88, 129, 132, 235, 309, 356 Villagarcía de Campos (Va.), priorato, 68 Villalbeto de la Peña (Santibáñez de la Peña, Pa.), 100, 120 Villalmóndar (Valle de Oca, Bu.), 52, 57, 358 Villalón de Campos (Va.), 171, 235, 236, 337 Villalpando (Za.), 35 – priorato de San Lorenzo (dependencia de San Zoilo de Carrión), 170, 171, 173, 179, 230, 231, 352 Villalumbroso (Valle del Retortillo, Pa.), 40, 53 Villamayor de Campos (Za.), iglesia de San Esteban, 171 Villamez (desp. Carrión de los Condes, Za.), 235, 277, 337, 356 Villamuera de la Cueza (Pa.), 58 Villanueva del Río (Villoldo, Pa.), 200 Villaoliva de la Peña (Santibáñez de la Peña, Pa.), 120 Villaturde (Pa.), 108, 196, 237 Villaverde de Volpejera (desp. Villamuera de la Cueza, Pa.), 58 Villaverde (San Pedro de la Viña, Za.), priorato cluniacense de San Salvador, 42, 48, 67, 74-76, 78, 139, 143, 144, 158-161, 166, 172, 178, 184, 186, 187, 191, 202-

416

ÍNDICE TOPONÍMICO

204, 216, 220, 243, 252, 254, 260, 263, 272-275, 280-283, 285, 286, 288, 291, 294, 301-303, 313, 315, 328, 341, 342 Villibáñez (desp. Villacidaler, Pa.), priorato (dependencia de San Zoilo de Carrión), 170, 171 Viloria de Río Leza (Murillo de Río Leza, Ri.), 117, 176 Viloria, priorato de San Nicolás (dependencia de Santa María de Nájera), 159, 160, 173, 176 Vimieiro (Portugal, Braga), priorato cluniacense de Santa María, 54, 65, 66, 74-76, 118, 123-125, 136-138, 145, 158-160, 167, 178, 179, 184, 188, 189, 194, 196, 203, 204, 209, 211, 212, 215, 216, 223, 224, 227, 242, 243, 252, 260, 266, 272, 274-276, 281, 285, 287, 288, 291, 292,

294, 297, 301-303, 308, 313, 317, 325, 326, 334, 335, 341, 352-254 Vitoria (Al.), 35, 255 Vizcaya, señorío, 81-84, 87 Xubia, v. Jubia Zamora (Za.), 147 – diócesis, 43, 69, 148 – iglesia, 44 – obispo, 120, 122, 147 – priorato cluniacense de San Miguel, 55, 74, 75, 136, 147, 158-160, 168, 178, 185, 208, 216, 220, 242, 243, 249, 272, 275, 276, 281, 282, 285, 286, 288, 297, 301303, 312 Zaragoza (Zr.), provincia eclesiástica, 261 Zorita (Cc.), arciprestazgo, 96

Editada bajo la supervisión de Editorial CSIC, esta obra se terminó de imprimir en Madrid en julio de 2014

 omerciando con el enemigo: el tráfico mercantil entre 60. C Inglaterra y España (1700-1765). Nélida García Fernández. 61.  Rumbo al Sur. Francia y la España del desarrollo, 19581969. Esther María Sánchez Sánchez. 62.  Rafael María de Labra. Cuba, Puerto Rico, Las Filipinas, Europa y Marruecos, en la España del Sexenio Democrático y la Restauración (1871-1918). María Dolores Domingo Acebrón. 63.  Literatura de viajes y Canarias. Tenerife en los relatos de viajeros franceses del siglo xviii. Cristina González de Uriarte Marrón. 64.  Poder y movilidad social. Cortesanos, religiosos y oligarquías en la Península Ibérica (siglos xv-xix). Francisco Chacón Jiménez y Nuno G. Monteiro (eds.). 65.  Failure of catalanist opposition to Franco (1939-1950). Casilda Güell Ampuero. 66.  Cambios y alianzas. La política regia en la frontera del Ebro en el reinado de Alfonso VIII de Castilla (1158-1214). Ignacio Álvarez Borge. 67.  Los moriscos en La Mancha. Sociedad, economía y modos de vida de una minoría en la Castilla moderna. Francisco Javier Moreno Díaz-Campo. 68.  ¿Verdades cansadas? Imágenes y estereotipos acerca del mundo hispánico en Europa. Víctor Bergasa, Miguel Cabañas, Manuel Lucena Giraldo e Idoia Murga (eds.). 69.  Gobiernos y ministros españoles en la Edad Contemporánea. José Ramón Urquijo Goitia. 70.  El Instituto Cardenal Cisneros de Madrid (1845-1877). Carmen Rodríguez Guerrero. 71.  Poderosos y Privilegiados. Los caballeros de Santiago de Jaén (siglos xvi-xviii). José Miguel Delgado Barrado y María Amparo López Arandia. 72.  Sospechosos habituales. El cine norteamericano, Estados Unidos y la España franquista, 1939-1960. Pablo León Aguinaga. 73.  La Primera Guerra Mundial en el Estrecho de Gibraltar. Economía, política y relaciones internacionales. Carolina García Sanz. 74. Cum magnatibus regni mei. La nobleza y la monarquía leonesas durante los reinados de Fernando II y Alfonso IX (1157-1230). Inés Calderón Medina. 75.  Entre frailes y clérigos. Las claves de la cuestión clerical en Filipinas (1776-1872). Roberto Blanco Andrés. 76.  Dominación, fe y espectáculo. Las exposiciones misionales y coloniales en la era del imperialismo moderno (1851-1958). Luis Ángel Sánchez Gómez.

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Carlos M. Reglero de la Fuente

AMIGOS EXIGENTES, SERVIDORES INFIELES

LA CRISIS DE LA ORDEN DE CLUNY EN ESPAÑA (1270-1379)

LA CRISIS DE LA ORDEN DE CLUNY EN ESPAÑA (1270-1379)

52.  Las relaciones entre España y Filipinas. Siglos xvi-xx. María Dolores Elizalde Pérez-Grueso (ed.). 53.  El motín de Esquilache, América y Europa. José Andrés-Gallego. 54.  Los orígenes de las órdenes militares y la repoblación de los territorios de la Mancha (1150-1250). Francisco Ruiz Gómez. 55.  635. Historia de una polémica y semblanza de una generación. José María Jover. 56.  Moneda y Arbitrios. Consideraciones del siglo xvii. Elena María García Guerra. 57.  España y Estados Unidos en el siglo xx. Lorenzo Delgado y María Dolores Elizalde (eds.). 58.  Gremios y artesanos en Madrid, 1550-1650. Juan Carlos Zofío Llorente. 59.  La política exterior de España: .  Tomo 1. Una política mediterránea, occidental y de paz (1899-1905). .  Tomo 2. Junto a las naciones occidentales (1905-1914). Cristóbal Robles Muñoz.

Reyes que exigen grandes tributos, nobles que despojan violentamente de sus bienes a los monjes, priores que dilapidan las rentas de sus monasterios, monjes incontinentes o tabernarios. Las noticias sobre los prioratos cluniacenses hispanos en estos años (1270-1379) son desoladoras, síntomas de la grave crisis económica y disciplinaria que atravesaron desde fines del siglo xiii. Detrás de esta multitud de pequeñas historias hay una redistribución del poder y las rentas, que perjudicó a los monasterios frente a reyes, nobles, obispos o papas. Ello no impidió que los monjes y, sobre todo, los priores mantuviesen un nivel de vida elevado, entre la relajación de la regla y las luchas por el control de los prioratos. A pesar de ello la Orden de Cluny consiguió sobrevivir en España, muy debilitada en sus efectivos y organización jerárquica.

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Carlos M. Reglero de la Fuente es catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Valladolid. Ha trabajado sobre cuestiones como el poblamiento medieval, la organización social del espacio o la antroponimia de los reinos de León y Castilla. Su investigación actual se centra en la relación entre la Iglesia, la sociedad y el poder regio en León y Castilla en la Edad Media, en especial sobre los monasterios cluniacenses y el Infantado. Entre sus publicaciones se encuentran: Espacio y poder en la Castilla Medieval. Los Montes de Torozos (siglos x-xiv) (Valladolid, 1994); El monasterio de San Isidro de Dueñas en la Edad Media. Un priorato cluniacense hispano (911-1478). Estudio y colección documental (León, 2005); y Cluny en España. Los prioratos de la provincia y sus redes sociales (1073-ca. 1270) (León, 2008).

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Ilustración de cubierta: Los monjes de Cluny cantando vísperas (Cantigas de Santa María, Biblioteca de El Escorial, ms. T.I.1, fol. 212r, © Patrimonio Nacional).