Disputas de altamar: Sir Francis Drake en la polémica española-inglesa sobre las Indias 9783968691626

A raíz de sus ataques a las costas de España y a sus posesiones ultramarinas, el corsario inglés Sir Francis Drake (c. 1

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Spanish; Castilian Pages 260 [275] Year 2021

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Disputas de altamar: Sir Francis Drake en la polémica española-inglesa sobre las Indias
 9783968691626

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María Gracia Ríos Taboada

DISPUTAS DE ALTAMAR SIR FRANCIS DRAKE EN LA POLÉMICA ESPAÑOLA-INGLESA SOBRE LAS INDIAS

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Tiempo Emulado Historia de América y España 80 La cita de Cervantes que convierte a la historia en “madre de la verdad, émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo porvenir”, cita que Borges reproduce para ejemplificar la reescritura polémica de su “Pierre Menard, autor del Quijote”, nos sirve para dar nombre a esta colección de estudios históricos de uno y otro lado del Atlántico, en la seguridad de que son complementarias, que se precisan, se estimulan y se explican mutuamente las historias paralelas de América y España. Consejo editorial de la colección: Walther L. Bernecker (Universität Erlangen-Nürnberg) Arndt Brendecke (Ludwig-Maximilians-Universität, München) Jorge Cañizares Esguerra (The University of Texas at Austin) Jaime Contreras (Universidad de Alcalá de Henares) Pedro Guibovich Pérez (Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima) Elena Hernández Sandoica (Universidad Complutense de Madrid) Clara E. Lida (El Colegio de México, México D. F.) Rosa María Martínez de Codes (Universidad Complutense de Madrid) Pedro Pérez Herrero (Universidad de Alcalá de Henares) Jean Piel (Université Paris VII) Barbara Potthast (Universität zu Köln) Hilda Sabato (Universidad de Buenos Aires)

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María Gracia Ríos Taboada

DISPUTAS DE ALTAMAR SIR FRANCIS DRAKE EN LA POLÉMICA ESPAÑOLA-INGLESA SOBRE LAS INDIAS

Iberoamericana - Vervuert - 2021

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Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47). Derechos reservados © Iberoamericana, 2021 Amor de Dios, 1 – E-28014 Madrid Tel.: +34 91 429 35 22 Fax: +34 91 429 53 97 © Vervuert, 2021 Elisabethenstr. 3-9 – D-60594 Frankfurt am Main Tel.: +49 69 597 46 17 Fax: +49 69 597 87 43 [email protected] www.iberoamericana-vervuert.es ISBN 978-84-9192-210-0 (Iberoamericana) ISBN 978-3-96869-161-9 (Vervuert) ISBN 978-3-96869-162-6 (eBook) Depósito Legal: M-26128-2021 Impreso en España Diseño de cubierta: Rubén Salgueiros Diseño de interiores: ERAI Producción Gráfica Este libro está impreso íntegramente en papel ecológico sin cloro.

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I Premio de Ensayo Hispánico Klaus D. Vervuert

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l día 15 de noviembre de 2019, el jurado presidido por Esperanza LópezParada (Universidad Complutense de Madrid), como coordinadora del premio, e integrado por Evangelina Soltero (Universidad Complutense de Madrid); Pura Fernán­dez (Centro de Ciencias Humanas y Sociales del Consejo Superior de Investigacio­nes Científicas, Madrid); Peter Birle (Instituto Ibero-Americano de Berlín); Susanne Zepp (Asociación Alemana de Hispanistas, AAH/DHV); Gloria Chicote (Asociación Internacional de Hispanistas, AIH); y Ernesto Pérez Zúñiga (Instituto Cervantes), otorgó un accésit del I Premio de Ensayo Hispánico Klaus D. Vervuert a Disputas de altamar. Sir Francis Drake en la polémica española-inglesa sobre las Indias, de María Gracia Ríos Taboada. Participaron en las deliberaciones, asimismo, con voz, pero sin voto, Ruth Vervuert y Beatrice Vervuert, directoras de la Editorial Iberoamericana Vervuert, y Anne Wigger, de la misma editorial, como secretaria de actas.

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Índice

Índice de ilustraciones................................................................................ 11 Agradecimientos.......................................................................................... 13 Introducción................................................................................................ 15 Capítulo 1. Sir Francis Drake y el conflicto entre España e Inglaterra (siglos xvi y xvii)................................................................................... 33 1. Sir Francis Drake y las “polémicas de la posesión”....................... 35 2. Drake y la Leyenda Negra de la historia de España...................... 43 3. La creación de Drake, héroe protestante......................................... 48 Capítulo 2. Espejo de conquistadores. Sir Francis Drake entre sus contemporáneos ingleses...................................................................... 57 1. Drake, héroe de la clase mercantil................................................... 61 2. Sir Francis Drake y la incipiente ideología de una colonización inglesa................................................................................................. 76 3. Drake en las representaciones de la guerra anglo-española........... 86 4. El Drake de Richard Hakluyt.......................................................... 91 4.1. De Plymouth al estrecho de Magallanes.................................. 94 4.2. El estrecho de Magallanes..........................................................

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4.3. La conquista de Nova Albión................................................... 108 Capítulo 3. El amerindio en el centro de la polémica por la piratería inglesa..................................................................................................... 121 1. Las disputas por el dominio del estrecho........................................ 124 2. Enemigos encubiertos: los conflictos al interior del virreinato..... 141

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3. Pedro Sarmiento de Gamboa, censor de Juan de Castellanos....... 149 4. “Los grandes infortunios del estrecho”: tragedia y desencanto en Armas antárticas de Juan de Miramontes Zuázola.................... 160 Capítulo 4. “Por armas, obediencia y gusto”: conquista y conversión en La Dragontea de Lope de Vega....................................................... 171 1. La Dragontea: una épica del antihéroe............................................ 175 2. La lucha contra la piratería y la guerra justa................................... 184 3. El episodio de Richarte Áquines y la política del mecenazgo....... 190 4. Los cimarrones de Santiago de Príncipe.......................................... 204 5. “Si no los vencí, pude imitarlos”: Draque como el falso conquistador...................................................................................... 219 6. Devoción mariana y antiprotestantismo......................................... 223 Conclusiones............................................................................................... 231 Bibliografía.................................................................................................. 237 Índice onomástico....................................................................................... 257

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Índice de ilustraciones

1. Grabado de Theodor de Bry que apareció en la traducción flamenca de fines del xvi de la Brevísima relación de Las Casas......... 54 2. Portada de la traducción realizada por Thomas Nicholls de la Historia del descubrimiento y conquista de la provincia del Perú de Agustín de Zárate............................................................................... 70 3. Mapa Drake-Mellon............................................................................... 102 4. Mapa del cartógrafo holandés Jodocus Hondius que describe la circunnavegación de Francis Drake (1577-1580) y la de Thomas Cavendish (1586-1588)........................................................................... 103 5. Grabado que muestra a un nativo de Nova Albión colocando una corona de plumas en la cabeza de sir Francis Drake............................ 114 6. Grabado que muestra a sir Francis Drake vestido con una armadura mientras supervisa la carga de una embarcación................. 118 7. Mapamundi de Nicola van Sype............................................................ 134 8. Mapamundi de Edward Wright............................................................. 135 9. Mapamundi de Abraham Ortelius........................................................ 137 10. Portada de la primera edición de La Dragontea (1598)..................... 185 11. Descripción de la Audiencia de Panamá............................................. 211 12. Portada de la Historia general del Perú (1617) del Inca Garcilaso de la Vega................................................................................................ 227

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Agradecimientos

Quiero agradecer, en primer lugar, a la Universidad de Yale. En sus aulas y bibliotecas, se gestó esta investigación que, en su primera versión, fue la tesis que presenté para obtener el grado de doctora en Literatura Hispánica. Especial mención merece mi asesora, Rolena Adorno, quien no solo dedicó mucho tiempo y paciencia a la lectura de la tesis, sino que también ha sido una fuente de apoyo invaluable en lo académico y lo personal. Además de lo aprendido en sus seminarios y en nuestras conversaciones, tengo siempre en ella el modelo de mentora e investigadora a seguir. Agradezco asimismo a quienes fueron lectores de la tesis: Stuart Schwartz, Paul Firbas y Noel Valis. Sus recomendaciones me ayudaron muchísimo a que este libro tomara su última forma. Muchas gracias también a mi colega y compañera de aulas, Stephanie Rohner, quien me escucha y aconseja desde hace ya más de quince años. Espero haber retribuido el cariño de la misma manera. Gran parte de esta investigación se escribió en la sala de lectura de la biblioteca Beinecke, como parte de la beca que recibí de esta institución en el 2014. Gracias a la asistencia del personal de la biblioteca, pude aprovechar al máximo esos cuatro meses y revisar material imprescindible para estas páginas. De igual manera, ocurrió lo propio en la British Library de Londres, donde, gracias al apoyo de la Hakluyt Society, culminé el proceso de revisión de fuentes primarias. Mi interés por la literatura colonial latinoamericana se remonta a mis estudios de pregrado en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Por ello, no puedo dejar de mencionar a José Antonio Rodrí-

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guez Garrido, en cuyas clases descubrí y aprendí a disfrutar de las letras coloniales. Hoy mi colega y colaborador en proyectos actuales y venideros, nuestras largas conversaciones son siempre fuente de inspiración, en lo personal y académico. Juntos retomamos un proyecto que dejamos en pausa en la época en que fui su estudiante: el Grupo de Investigación y Edición de Textos Coloniales Hispanoamericanos (GRIETCOH-PUCP). En las actividades y proyectos del Grupo, he aprendido y sigo aprendiendo mucho de sus miembros. Asimismo, quiero extender mi gratitud a mis otros colegas de la carrera de Literatura en la Pontificia Universidad Católica del Perú: Alexandra Hibbett, Francesca Denegri, Cecilia Esparza, Carmela Zanelli, Giovanna Pollarolo y Víctor Vich. Compartir con ellos hace que el trabajo sea siempre placentero. Agradezco también a mis estudiantes, quienes, probablemente sin saberlo, me invitan constantemente a replantearme ideas y a concebir mejores formas de transmitirlas. Gracias a quienes me acompañaron en el Seminario de Literatura colonial hispanoamericana que enseñé en el 2021 y que tuvo como eje la piratería: Mariana Cruz, María José Guzmán, Ayrton Cayetano, Edwin Figueroa, Verónica Huamán, Diego Cendra, Tania Calderón y Silvia Castillo. La piratería me ha llevado a conocer colegas muy importantes para el desarrollo de este proyecto. Cecilia Velázquez ha sido una gran aliada en este contexto. Junto a ella, he organizado varios paneles, que ya son casi una tradición. Clayton McCarl tuvo siempre la gentileza de guiarnos y colaborar con nosotras desde que éramos estudiantes. Hoy los tres formamos parte del grupo de estudio “Piratería de la Edad Moderna Temprana”, una iniciativa que busca fomentar el estudio interdisciplinario sobre la piratería. Este libro es una muestra de ello. Entre mis colegas “piratas”, no puedo dejar de mencionar a Emiro Martínez-Osorio, Paul Firbas y José Antonio Mazzotti por todos sus consejos y su constante disposición a ayudar. También quiero agradecer a José Cárdenas-Bunsen, quien compartió conmigo las menciones de Drake en los escritos de los seguidores de Las Casas. El lector verá que es este un gran aporte para el presente libro. Finalmente, quiero agradecer a mi familia y amigos. A mi madre, porque, aunque ausente, siempre está presente. A Matteo, porque sin su ayuda nada de esto hubiera sido posible. Y a Emilio e Ignacio, porque impulsan lo mejor en mí.

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Introducción

Sir Francis Drake (c. 1540-1596) es una de esas figuras históricas que no requiere mayor presentación. Inmortalizado como un héroe por el mundo anglófono y como el gran enemigo, el terrorífico “Draque”, por el mundo de habla hispana, Drake es quizás uno de los pocos personajes que incluso hoy, más de cuatro siglos después, sigue causando polémica. En el transcurso de esta investigación, me he topado con uno que otro apologista del corsario y varios de sus más recalcitrantes detractores. He recibido mensajes en los que se me aseguraba contar con la prueba de la presencia de Drake en Norteamérica, como evidencia de una temprana colonización inglesa, a la misma vez que recibía otros en los que se me acusaba de exagerar las dimensiones de estos “descubrimientos”. Mi interés por Drake surgió de una inclinación por explorar el tema de la piratería en la temprana edad moderna, pero, conforme avanzaba en la investigación, me di cuenta de que Drake representa la piratería y todas las dimensiones del fenómeno. Un estudio sobre él es, irremediablemente, uno sobre la piratería en la América colonial. Reconocí también que, si bien Drake fue determinante para la escalada de tensiones entre Inglaterra y España a fines del siglo xvi, esta no hubiera sido posible sin su presencia en América. Drake aparece en las historias fundacionales de diversas naciones que incluyen, pero no se limitan, a Inglaterra, España, Chile, Perú, Puerto Rico, Colombia y Estados Unidos, y sin embargo pocas veces ha sido comprendido desde esta dimensión global. Disputas de altamar busca restituir el lugar de Francis Drake y la piratería en los discursos sobre la colonización de América.

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Nacido en Tavistock, Devon, al suroccidente de Inglaterra, y de origen humilde, el destino del pirata Drake estuvo determinado por su relación con la familia Hawkins. En casa de los Hawkins, parientes suyos, Drake recibió la formación que lo convirtió en un hombre de altamar. A sus veinticinco años, se embarcó, al mando de su primo John Hawkins, en su primera expedición a América. Si bien el viaje no tuvo un impacto significativo en su carrera como pirata, el episodio de San Juan de Ulúa sí lo tuvo para el futuro de sus relaciones con España. San Juan de Ulúa era un puerto en las costas mexicanas donde fondeaba la flota más importante del comercio español. El puerto contaba con una fortaleza específicamente diseñada para evitar los ataques de los corsarios ingleses y franceses. En 1568, John Hawkins y Francis Drake lograron entrar al puerto. Al día siguiente, Martín Enríquez, recientemente nombrado virrey de Nueva España, los capturó a pesar de que habían establecido previamente un acuerdo de paz. Para los ingleses, este episodio representó una traición por parte de la monarquía hispánica. No tuvo, como señala Kenneth Andrews (Drake’s Voyages 29), inmediata repercusión en los acontecimientos de la época, pero sí lo tuvo a largo plazo a efectos de lo que Drake pensaba de los españoles. Durante su extensa carrera, Drake estuvo al mando de varios asaltos a la península ibérica y a los territorios de la monarquía hispana en el Pacífico y el Caribe. El 9 de julio de 1572, una nave comandada por él desembarcó en el puerto de Nombre de Dios, en Panamá, con cuatro lanchas en las que se encontraban cerca de cuarenta hombres. Los ingleses entraron a la ciudad de noche y se apoderaron de ella sin resistencia. A fines de ese mes, casi veinte ingleses, con la ayuda de aproximadamente cuarenta esclavos fugitivos, los cimarrones, partieron para Panamá. En el camino, asaltaron la Venta de Chagres, que se encontraba a seis leguas del punto de origen, en el badén del río del mismo nombre. Este lugar funcionaba como un almacén de comerciantes particulares, en el que se depositaban las mercancías que provenían de España antes de su traslado en recuas de mulas hacia Panamá. Drake había establecido alianza con dos grupos de cimarrones, lo que permitió que recibiera más apoyo en los territorios cercanos a Panamá (Tardieu 127). Finalmente, llegaron a la Venta de Cruces, donde se detenían las recuas de mulas que llevaban el tesoro real. Drake y sus hombres lograron asaltar a quienes transportaban el dinero y

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INTRODUCCIÓN

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huyeron en lanchas con destino al mar del Norte. En agosto de 1573, los ingleses al mando de Drake llegaron al puerto de Plymouth, en Inglaterra. Como señala Kenneth Andrews (Drake’s Voyages 37), el único progreso significativo para la carrera marítima de Drake en este viaje fue el establecimiento de la alianza con los cimarrones. Para los españoles, la alianza significaba un problema de enormes dimensiones, en cuyo origen se encontraba la trata de esclavos africanos en América. Por años, como lo demuestra Pierre Tardieu, los españoles habían intentado contener la serie de resistencias de los cimarrones, pero la tarea había resultado por lo demás imposible. Con esta alianza, los españoles temían el regreso de Drake con una armada mucho más organizada y dispuesta a llevarse todos sus bienes. Efectivamente, ese era el objetivo de Drake en sus siguientes viajes y siempre esperó la ayuda de los cimarrones, ya que incluso se llevó a uno de ellos consigo a su regreso del viaje de 1572.1 Pero, sin duda, el episodio más importante de la carrera de Drake y el que más impacto tuvo en las relaciones entre España e Inglaterra fue el viaje de circunnavegación. Entre 1577 y 1580, Drake emprendió el famoso viaje (“Famous Voyage”, como se conoció en Inglaterra a partir del siglo xvii), convirtiéndose en la segunda expedición en dar la vuelta al mundo después de la de Magallanes-Elcano. La expedición permitió que los ingleses construyeran un discurso sobre una posible colonización en América, pues Drake llegó de vuelta a Inglaterra con noticias de haber tomado posesión de territorios en nombre de la reina Isabel. En medio de ese viaje, además, Drake capturó el galeón español Nuestra Señora de la Concepción, también conocido como “Cacafuego”, que llevaba consigo toda la remesa anual de oro y plata desde Perú a Panamá. Al llegar a Inglaterra, a pesar de que la monarquía española demandó que Drake fuera castigado y que los bienes fueran devueltos a través del embajador de España en Inglaterra, Bernardino 1. En el testimonio que el piloto Nuño da Silva presentó ante el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición, el portugués señala que Drake “traya mas un negro ladino en español y en ingles que saco de su tierra y auia siete o ocho otros que le auia preso en una fragata en la mar del norte junto a nombre de dios del qual se entendio que un hermano deste corsario estaua con los negros cimarrones alçados en panama” (Archivo General de la Nación de México: Inquisición, Tomo 85, Expediente 13).

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de Mendoza, la reina Isabel nombró caballero a Drake y destituyó a Mendoza de su puesto. Como si fuera poco, en 1585, Drake emprendió un nuevo ataque a los territorios de la América española y logró saquear el puerto de Santo Domingo y capturar la ciudad de Cartagena de Indias. Los ataques de Drake a las costas americanas originaron una serie de escritos que exploraban las dificultades y riesgos que traía consigo la presencia de corsarios ingleses en la América española. Desde ese momento, el pirata empezó a ocupar un lugar prominente en los escritos españoles sobre América. La participación de Drake en la guerra marítima entre España e Inglaterra, que comenzó en 1585 y que solo finalizó en 1604, permitió que “Francisco Draque” se convirtiese en uno de los principales antagonistas del reinado de Felipe II. En 1587, luego de la muerte de la reina de Escocia, María Estuardo, y cuando la Armada de Felipe II se preparaba para atacar Inglaterra, la flota de Drake destruyó la maquinaria de guerra que se encontraba en el puerto de Cádiz y los españoles tuvieron que posponer su ofensiva por un año. Cuando Inglaterra empezó a planificar su defensa, lord Charles Howard fue nombrado jefe supremo de las fuerzas militares inglesas. Drake no recibió un título formal y, como señala su biógrafo Harry Kelsey (340), no hay evidencia alguna de que haya tenido un rol importante en las batallas contra los españoles. Sin embargo, hasta el día de hoy, se suele pensar que su participación fue mucho más importante de lo que en realidad fue y, en parte, ello se debe a la serie de panfletos españoles que engrandecieron su figura. Lo cierto es que una consecuencia inmediata de la derrota de la Armada Invencible de 1588 fue que esta proporcionó vía libre para la piratería inglesa en el Atlántico. Después de la derrota española, la reina Isabel envió a Drake a interceptar las flotas del tesoro que provenían de las Indias, en un evento que la historiografía conoce como la “Contra Armada Inglesa”. A cambio de recibir apoyo para su insurrección, don Antonio, pretendiente del trono portugués, contribuiría económicamente con la empresa. Según Kelsey (347), la reina Isabel no se mostraba conforme con la incorporación de don Antonio al plan, pues sus objetivos eran otros. La reina ordenó que la prioridad fuera la captura de las flotas españolas y solicitó que Drake se dirigiera primero a Santander y luego, a Lisboa. Drake y sus tropas, por el contrario, fueron directamente a La Coruña; luego, a Peniche y finalmente, a Lisboa. La expedición fue

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un desastre con grandes pérdidas de hombres y armamento. La reina Isabel, como apunta Kelsey (361), señaló públicamente que la catástrofe se debió a que Drake no cumplió sus obligaciones como capitán. Los últimos años de la vida de Drake estuvieron marcados por este suceso. En su último viaje a América, donde quiso revivir las glorias pasadas de sus alianzas con los cimarrones de Panamá, Drake enfermó de disentería y murió frente a las costas de Portobelo en 1596. La leyenda de Drake solo se hizo posible al siglo siguiente de su muerte, gracias a la publicación de una serie de escritos que buscaban realzar sus hazañas en contextos diversos de hostilidad entre españoles e ingleses. La presente investigación evidencia la singular presencia de Francis Drake en una variante de lo que Rolena Adorno (Polemics 4) ha llamado las “polémicas de la posesión”; es decir, “the writings that debated the right of Spanish conquest in the Americas and the treatment of their native inhabitants”. Drake ingresa al debate sobre las “polémicas de posesión” en altamar. Como sugiere Adorno (Polemics 4), para el caso de las obras de la temprana etapa colonial, los escritos materia del presente análisis se caracterizan por su naturaleza retórica y polémica, y porque buscan influenciar al lector con su propia versión de los hechos históricos. Como se verá, estas obras se sitúan como parte de un solo corpus textual debido a la red de conexiones que existen entre ellas. Estas conexiones, además, no se circunscriben a fronteras geográficas o lingüísticas, sino que demuestran que los escritos que surgieron en respuesta a la conquista española de América se replicaron en otras naciones y tradiciones literarias. Más específicamente, sigo el planteamiento de Jorge Cañizares-Esguerra en su estudio Puritan Conquistadors. Iberianizing the Atlantic, 1550-1700. Al examinar conjuntamente los textos de la temprana etapa colonial hispánica y los de la era isabelina en Inglaterra, Cañizares ha demostrado la importancia de ilustrar más las coincidencias que las diferencias. La colonización puritana de Nueva Inglaterra, como sugiere Cañizares, fue una prolongación de los modelos ibéricos de colonización. El estudio de Cañizares demuestra las semejanzas entre el discurso épico español católico y el discurso épico europeo protestante. Finalmente, Cañizares (Puritan Conquistadors 55-56) asegura que, a pesar de que los escritores ingleses criticaban e incluso despreciaban al conquistador español y a la conquista española en general, los reconocían también como parte de su modelo de imitación. Como

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demostraré a lo largo de esta investigación, tanto los españoles como los ingleses explotaron las mismas herramientas retóricas y referencias literarias. De igual manera, considero la intervención de Eliga H. Gould en el campo de la historiografía atlántica y su aplicación del término “entangled histories” como una de las líneas de orientación que seguiré a lo largo de estas páginas. Como señala Gould (“Entangled Atlantic” 766), “rather than insisting on the comparability of their subjects or the need for equal treatment, entangled histories are concerned with mutual influencing, reciprocal or assymetric perceptions, and the intertwined processes of constituing one another”. Esta investigación busca aplicar el concepto de “entanglements” al plano discursivo, es decir, a las cadenas de lecturas, relecturas, asimilación discursiva, traducción y respuestas que se llevaron a cabo en los siglos xvi y xvii, en respuesta a los ataques de Drake. Es por lo tanto un análisis que va más allá del aspecto comparativo para analizar el flujo de información y sus resonancias en Inglaterra, España y América. La figura de Francis Drake es en sí misma un ejemplo muy claro de cuán vinculados (“entangled”) se encontraban el mundo anglo y el ibérico en la temprana edad moderna. Por un lado, el comercio, la piratería y el contrabando, como ya lo ha señalado Cañizares-Esguerra (“Introduction” 4), funcionan como ejes desde los cuales se generaron estas conexiones a la misma vez que visibilizaron cuán porosas eran esas supuestas fronteras entre las dos naciones. Por el otro, estamos hablando de una época en la que el impacto de España en Inglaterra se dio en muchos niveles, pero sobre todo en el ámbito cultural, como explico en el segundo capítulo de esta investigación. La presencia del monarca español Felipe II en Inglaterra, quien fuera, además, rey de Inglaterra e Irlanda entre 1554 y 1558 a raíz de su matrimonio con María Tudor, tuvo un efecto directo en estas conexiones. Finalmente, el “Draque” y las dimensiones de sus ataques en América, pero también en la misma España, nos hablan de una constante necesidad por saber desde Inglaterra cómo operaban sus enemigos españoles, y viceversa. Para comprender este fenómeno textual, estudio la representación de Drake en obras españolas de los siglos xvi y xvii, así como su influencia inmediata en obras contemporáneas inglesas. Al analizar ambos corpus textuales simultáneamente, me concentro en el modo en que los escritores españoles reconstruyeron la historia del descu-

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brimiento y conquista de América de acuerdo a los argumentos que circulaban entre sus enemigos europeos. Evalúo cómo los ingleses ingresaron al debate sobre las “polémicas de posesión”, cuestionando el derecho de España para conquistar esas tierras y defendiendo su soberanía sobre esos territorios. Así, el objetivo central del presente estudio es ver cómo, desde múltiples y antagónicos frentes, las narraciones sobre Drake constituyen uno de los corpus más influyentes y abarcadores en los escritos sobre América de los siglos xvi y xvii. En el transcurso de este estudio, desarrollaré otros tres argumentos. El primero de ellos es que las narraciones sobre Drake reconstruyen la conquista y colonización española de América desde un enfoque propagandístico. En el caso español, la poesía épica resultó un género ideal para este propósito: con una estructura que linda entre la historia y la poesía, se trataba de un recurso literario flexible y de mucho prestigio. En estos poemas, se intentaba vincular la historia de las metrópolis europeas con la de sus respectivas periferias. Como señala Elizabeth Davis (10) para referirse a la poesía épica en la modernidad temprana, los españoles “used it to forge a sense of unity and to script cultural identities during the period of expansion and conquest”. Como los escritores españoles y los ingleses utilizaron las mismas fuentes documentales sobre los ataques de Drake, las narraciones inglesas aparecen como respuesta y suplemento de las españolas. A pesar de la hostilidad entre ambos imperios, los escritores ingleses siguieron de cerca las estrategias retóricas que los españoles utilizaron para justificar su presencia en América y las emplearon para construir su propia historia de la colonización. Consecuencia de ello es que Francis Drake sea representado entre los ingleses como una versión “corregida” del conquistador español. La segunda premisa es que estas relaciones textuales se produjeron como resultado de un fenómeno discursivo muy particular: el contencioso intercambio de información entre Inglaterra y España. Como resultado de los ataques piráticos a los territorios españoles en América, los ingleses tomaron posesión de inteligencia sobre el gobierno español de los mismos. Según Lisa Voigt (263), el proyecto de expansión inglesa partió de la captura de sujetos, textos y discursos españoles y portugueses. Este fenómeno surgió a la misma vez que la

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literatura española alcanzó su ápice de popularidad en Inglaterra y el resto de Europa. Los ingleses fueron ávidos lectores de los españoles y realizaron traducciones importantes de obras españolas clave al inglés, entre ellas varias sobre la conquista de América. Como demostraré, estas traducciones del siglo xvi que precedieron a la expansión inglesa transoceánica moldearon sus expectativas de lo que encontrarían en América. Un tercer argumento es que la piratería inglesa promovió la construcción de una incipiente perspectiva virreinal hispanoamericana. La presencia de Drake en América reanimaba, algunas décadas después de la controversia Las Casas-Sepúlveda de 1550-1551, el debate sobre la legitimidad de la conquista española de América. Los ingleses argumentaban que la piratería respondía al bloqueo comercial que los españoles habían impuesto en las Indias; un bloqueo que se formuló sobre la base de lo estipulado en las bulas alejandrinas y que por lo tanto los ingleses consideraban carente de justificación. En respuesta, los españoles intentaron demostrar la existencia de un vínculo entre España y sus posesiones ultramarinas desde lo político, lo religioso y lo moral. Al hacerlo, sin embargo, dejaron entrever los límites de esta unión, lo que culminó con la censura —y en algunos casos supresión— de este material textual. Como demostraré, la principal preocupación de las autoridades españolas en relación a la piratería inglesa era que sus enemigos identificaran, por un lado, la fragilidad de la defensa en las costas americanas y, por el otro, la facilidad con la que podían llevar a cabo alianzas con los nativos americanos. Tradicionalmente, los investigadores de la modernidad temprana han entendido los ataques piráticos a las posesiones ultramarinas de España como un fenómeno que surgió en el marco de las guerras europeas y que tuvo poca repercusión en la retórica imperial. Estudios más recientes, sin embargo, han incorporado sujetos y discursos coloniales al centro del análisis, lo que ha llevado a repensar el impacto de la piratería en la formación y el establecimiento de un imperio con posesiones transatlánticas. Entre estos estudios no puedo dejar de mencionar el libro de Kris Lane, Pillaging the Empire. Global Piracy on the High Seas, 1500-1750 (primera edición 1998, segunda edición 2016). El libro de Lane es el primero en analizar de manera general el fenómeno de la piratería en América durante la temprana edad mo-

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derna (c. 1450-1750)2. Su acercamiento permite entender la relevancia de Drake en América a lo largo de los tres siglos de dominación española y el impacto que pudo haber causado su presencia en esas tierras. Entre historiadores, sir Francis Drake ha sido objeto de muchos estudios. Ocupa un lugar destacado en cada investigación sobre historia marítima inglesa o sobre historia isabelina en general. No se puede decir lo mismo, sin embargo, cuando se trata de su lugar en la historia y crítica literarias. Algunos investigadores ingleses han estudiado el rol de Drake en la literatura española e inglesa, pero su nombre es poco común entre críticos de literatura hispana. De todos los corsarios ingleses que atacaron territorios en América, Drake fue el que mejor englobó las visiones conflictivas de la piratería entre españoles e ingleses. No obstante, en las investigaciones sobre la rivalidad entre ambos imperios, así como en las de la diseminación de la Leyenda Negra de la historia de España en Europa, la importancia de la representación de Drake en los escritos españoles ha sido desatendida. En 1973, Paul McQuien realizó una tesis doctoral sobre Francis Drake en la literatura inglesa y española de los siglos xvi y xvii. El estudio de McQuien incluye un análisis de las relaciones de viaje españolas e inglesas, y literatura española e inglesa de forma más general. Si bien su estudio comparativo marca la importancia de estudiar estas dos literaturas nacionales simultáneamente, McQuien no examina las circunstancias que permitieron que un corpus textual influenciara sobre el otro. Adicionalmente, mientras que su estudio sobre Inglaterra se concentra en el tratamiento épico de la figura del navegante, este minimiza la importancia de la poesía épica y las características de este género en el lado español. En los últimos años, algunas referencias al lugar de Drake en la literatura hispánica han aparecido como parte de los estudios sobre Drake, las relaciones culturales entre España e Inglaterra o sobre pira2. Como el mismo Lane señala en el prefacio de la segunda edición (xii), la narrativa central del libro se nutre del trabajo minucioso de historiadores como Kenneth Andrews, Paul Hoffman, Cornelis Goslinga, David Cordingly, Peter Earle, David Marley, Clarence Haring, Peter Bradley, Peter Gerhard, Tonio Andrade, Charles Boxer, Giancarlo Casale, Chen Wei-Chung, J. H. Parry, John B. Wolf, Carla Rahn Phillips, Marcus Rediker, Robert Ritchie, Mendel Peterson y Philip Gosse.

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tería en general3. En 1996, David Beers Quinn, el conocido historiador de la temprana colonización inglesa en América, presentó un ensayo sobre Drake titulado “Sir Francis Drake as Seen by His Contemporaries”. El estudio de Quinn reconoce que las narraciones sobre Drake en español no fueron del todo hostiles y que, por el contrario, algunas atribuyeron más virtudes al pirata que las inglesas. Además, Quinn analiza cómo Drake fue elevado a un estatus de enemigo que no tuvo ningún otro inglés en su momento. El estudio de Quinn demuestra cómo la percepción de Drake entre sus contemporáneos varió continuamente y cómo Drake fue ocasionalmente alabado entre españoles y criticado entre los ingleses. De la misma forma, la biografía que John Cummins hizo de Drake, Francis Drake: the Lives of a Hero, publicada en 1995, identifica cómo Drake era odiado y admirado a la misma vez por los españoles. Cummins dedica un capítulo de su libro a las reacciones que Drake suscitó entre sus contemporáneos. Allí analiza cómo alcanzó el estatus de héroe en la Inglaterra del siglo xvii. El estudio de Cummins presenta un análisis literario más detallado del simbolismo que acompañó al mito de Drake durante los siglos xvi y xvii que los estudios que lo preceden. Dos estudios más merecen mencionarse: el libro de Nina GerassiNavarro, Pirate Novels. Fictions of Nation Building in Spanish America (1999), y el artículo de Elizabeth R. Wright, “From Drake to Draque: A Spanish Hero with an English Accent”, publicado en el 2008. El libro de Gerassi-Navarro examina los poemas épicos sobre Drake en el contexto de las políticas antiprotestantes y como precedentes de las novelas decimonónicas, en las cuales la piratería apareció como parte de una propaganda nacionalista. Gerassi-Navarro se concentra en los poemas escritos por aquellos que experimentaron los ataques de 3.

Me refiero, por ejemplo, a Elizabeth R. Wright, “El enemigo en un espejo de príncipes: Lope de Vega y la creación del Francis Drake español” (2001); José Antonio Mazzotti, “The Dragon and the Seashell: British Corsairs, Epic Poetry and Creole Nation in Viceregal Peru” (2001); Paul Firbas, Introducción a Armas antárticas de Juan de Miramontes Zuázola (2006); Raúl Marrero-Fente, Epic, Empire, and Community in the Atlantic World (2008); Yolanda Martínez-San Miguel, “La gran colonia: Piracy and Coloniality of Diasporas in the Spanish and French Caribbean in the Seventeenth Century” (2014); Clayton McCarl, “Carlos Enriques Clerque as Crypto-Jewish Confidence Man in Francisco de Seyxas y Lovera’s Piratas y contrabandistas (1693)” (2015) y Emiro Martínez-Osorio, Authority, Piracy, and Captivity in Colonial Spanish American Writing (2016).

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Drake o se encontraban en América cuando estos sucedieron. Por lo tanto, no considera La Dragontea como parte de su corpus. Aunque esto parece relevante para el propósito de su investigación, un análisis minucioso de La Dragontea revelaría (véase mi capítulo 4) la presencia de un diálogo continuo entre la épica peninsular y la americana. Por ejemplo, como señala Paul Firbas (“Introducción” 29), la representación de los cimarrones, esclavos negros fugitivos, en Armas antárticas de Juan de Miramontes Zuázola (c. 1608-1609) parece responder a la representación de los mismos en el poema de Lope. No obstante, el estudio de Gerassi-Navarro es un referente importante para conocer las herramientas retóricas que se utilizaron en la representación de los enemigos de España durante la era colonial. Elizabeth R. Wright ha estudiado extensivamente La Dragontea de Lope de Vega. Su investigación se concentra en la estrategia de patronazgo que Lope lleva a cabo mientras escribe su poema. Al evaluar La Dragontea, Wright ha desarrollado algunas lecturas de la figura de Drake. En su artículo sobre Drake y su percepción entre los españoles, Wright señala que el pirata inglés representa el paradigma del “sujeto atlántico”. De acuerdo a la investigadora (“From Drake to Draque” 29), los españoles percibieron a Drake como alguien que podía triunfar en el mundo atlántico multiétnico. El estudio de Wright presenta algunas de las reacciones españolas a la figura de Drake y subraya también las respuestas conflictivas que suscitó el pirata inglés entre sus enemigos. Todas estas investigaciones dejan ver una tendencia desde los estudios hispánicos y los ingleses a ignorarse mutuamente. Como resultado, no se ha analizado en profundidad el impacto del contacto entre las dos naciones en ambas tradiciones textuales. El estudio de Cañizares-Esguerra, como mencioné, ha sido uno de los primeros y más acertados intentos por revertir esta situación.4 En esta misma lí-

4.

Cabe destacar también algunos otros estudios que siguen esta tendencia comparativa desde la crítica literaria hispánica. Me refiero, por ejemplo, al libro de Ralph Bauer, The Cultural Geography of Colonial American Literatures. Empire, Travel, Modernity (2003); al conjunto de ensayos que editó Anne J. Cruz, Material and Symbolic Circulation between Spain and England, 1554-1604 (2008); al libro de ensayos que publicaron Ralph Bauer y José Antonio Mazzotti, Creole Subjects in the Colonial Americas. Empires, Texts, Identities (2009); y al libro de Barbara Fuchs, The Poetics of Piracy. Emulating Spain in English Literature (2013).

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nea, entiendo esta tradición textual como el resultado de un proceso transnacional y translingüístico.5 En el análisis de estas narraciones, España e Inglaterra no aparecen como naciones desconectadas o disímiles, sino que, por el contrario, comparten un mismo enfoque. Estudiaré, por ejemplo, cómo, al referirse a los españoles, los escritores de la era isabelina enfatizaban las crueldades que estos cometían con los amerindios. Este sentimiento antiespañol se amparó en la primera traducción al inglés de la Brevísima relación de la destrucción de las Indias (1552) de Fray Bartolomé de Las Casas, The Spanish Colonie; or, Brief Chronicle of the Acts and Gestes of the Spaniards in the West Indies (1583). A la vez, los escritos polémicos en contra de los españoles fueron incorporados en los escritos españoles y utilizados para representar a los ingleses. En La Dragontea (Valencia, 1598) de Lope, los ingleses cometen los mismos atropellos contra las poblaciones americanas que los conquistadores en el texto de Las Casas. Por ejemplo, la voz poética llama a los ingleses “lobos”, utilizando de esta forma los mismos epítetos que Las Casas usó para referirse a los conquistadores españoles. La presente investigación, sin embargo, va más allá de un análisis estrictamente comparativo. Busco extender la perspectiva de la crítica literaria hacia las discusiones sobre el concepto de lo “atlántico” que se originaron recientemente en el campo de la historiografía. En este sentido, en esta investigación se entiende el Atlántico como una zona de transmisión, circulación e intercambio, considerando la definición que presenta David Armitage para referirse a la historia “circum-atlántica”. Según Armitage (16), en ella se incorpora “everything around the Atlantic basin, and it is mobile and connective, tracing circulations about the Atlantic world”. Siendo la piratería un proceso que implica movimiento, los escritos que se produjeron como consecuencia de los ataques de Drake dejan al descubierto las redes de contacto y la cir-

5. Sigo aquí la lectura que Ralph Bauer hace del proceso de conquista y descubrimiento de América en el primer capítulo de su libro The Cultural Geography of Colonial American Literatures. Según Bauer (8), el mundo de la temprana edad moderna era eminentemente políglota y es, por lo tanto, problemático entender esta tradición textual desde una perspectiva monolingüística. Bauer pone como uno de los ejemplos de esta multiplicidad de lenguas al mismo Francis Drake, “who was described by a contemporary Spaniard as being ‘very Spanish in his ways and well acquainted with Castile and its affairs’”.

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culación de individuos e ideas entre el Viejo y el Nuevo Mundo, así como entre España e Inglaterra. Reconozco este circuito de información como parte de lo que se ha llamado una “primera globalización”, o, mejor dicho, un proceso de “mundialización ibérica”, término acuñado por el historiador Serge Gruzinski para reflexionar en torno a las formas en que se produjo y diseminaron el dominio imperial y las redes de negociación locales que surgieron como consecuencia del mismo.6 La delimitación de este corpus responde al lugar desde el cual estas obras se escribieron: Inglaterra, América y España, respectivamente. Considero que, si bien el flujo de información y las modalidades desde las cuales la lectura de un escrito interfiere en la creación de otro determinan el análisis, resulta necesario ubicar las narraciones desde el lugar en el que se produjeron y en relación a las circunstancias específicas de su contexto histórico. Los límites temporales elegidos para este estudio no son arbitrarios. Me concentro en estudiar las obras que se escribieron en el momento o inmediatamente después de los ataques de Drake en la América española, tomando como punto final el poema Armas antárticas de Juan de Miramontes Zuázola, compuesto a principios del siglo xvii. A partir de ese momento, con el fin de la guerra entre España e Inglaterra, se da inicio a una etapa en la cual la piratería fue abiertamente rechazada en ambos reinos. No obstante, a medida que la rivalidad resurgía a mediados de siglo, se retomó la retórica isabelina y Francis Drake pasó a convertirse en el representante del triunfo inglés frente a los enemigos extranjeros. Si bien muchas de las obras que estudio no son “literarias”, es decir, ficcionales, esta investigación pertenece al campo de los estudios literarios porque el análisis prioriza y parte de este tipo de obras. Así, por ejemplo, he buscado reconstruir la representación de Drake, héroe protestante durante el siglo xvii en Inglaterra, trazando una ruta que se remonta a obras españolas y a la representación en ellas del conquistador español Hernán Cortés. Al hacerlo, he recurrido a diversos materiales, entre los cuales se encuentran informes estatales, relaciones de expediciones, mapas, etc. para poder demostrar que los escritores 6.

Gruzinski presenta el concepto de “mundialización ibérica” en su libro Las cuatro partes del mundo. Historia de una mundialización. Con este término, el historiador busca entender la dominación colonial desde un trasfondo planetario y no desde una esfera estrictamente local.

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ingleses vieron cumplir en Drake sus propias fantasías de un futuro asentamiento en América. Creo, además, que este estudio contribuye al campo de los estudios literarios al incorporar en el análisis más de una tradición. Como ya he señalado, las investigaciones que se han acercado a la figura de Drake desde la crítica literaria lo han hecho estrictamente desde la tradición española o la inglesa; y en aquellos casos en los que se ha hecho un análisis comparativo que incluye ambas tradiciones, no se han examinado las circunstancias que hicieron posible la influencia de un corpus textual sobre el otro. Mi investigación responde a este vacío y reproduce las constelaciones de lectura que incluyeron tanto obras españolas como inglesas. He partido de la investigación filológica, es decir, de la lectura atenta de los textos y la reconstrucción detallada de las redes culturales de la época. Mi propósito fue regresar a las fuentes y reconstruir una genealogía que incluya diversas cadenas de lecturas. En el ejercicio he logrado identificar, por ejemplo, las circunstancias que permitieron interpretaciones erradas de la obra de Bartolomé de Las Casas en inglés. Al cotejar la traducción al inglés del tratado “Entre los remedios” de Las Casas con el original en español observé que el traductor inglés tradujo “indios” como “Indies”, interpretando la frase de Las Casas “no deverse dar los indios a los españoles en encomienda ni en feudo ni en vasallaje” como “That the Indies ought not to be given to the Spaniardes in Commendam, fee farme, or vasselage”. Lo que en Las Casas supone una preocupación por el tratamiento que reciben los nativos americanos —que aparecen como el objeto directo de la oración—, en la traducción al inglés se busca rebatir el supuesto derecho de los españoles para poseer territorios en América. Como explicaré más adelante, esta particular interpretación de una frase de Las Casas en una temprana etapa de su carrera humanística permitió que la Brevísima formara parte de la campaña propagandística que buscaba desprestigiar a los españoles en los Países Bajos. Esta investigación contribuye, además, al campo de los estudios coloniales, específicamente a la redefinición del campo que se dio en la década de 1980 y que conllevó a una ampliación del corpus, una reorientación en las preguntas y en el enfoque del análisis.7 Bajo la 7.

En su introducción a la edición conmemorativa del estudio de Irving Leonard Los libros del conquistador, Adorno (“Introducción” xiii) toma como ejemplo la obra

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categoría de “discurso colonial”, como lo planteó Rolena Adorno, se procedió a leer los textos en la Hispanoamérica de los siglos xvi a xviii desde las circunstancias en que se produjeron y tomando en cuenta sus propósitos. Considero que en este estudio se produce un diálogo entre la filología y la historia al cotejar las distintas versiones de un hecho histórico, y examinar las diversas posiciones que estos textos presentan frente a los mecanismos de instalación y conservación del poder imperial. La presente investigación se divide en cuatro capítulos. El primero de ellos, “Sir Francis Drake y el conflicto entre España e Inglaterra (siglos xvi y xvii)”, es un capítulo que sirve de preámbulo, pues en él discuto algunos de los temas que se repetirán y discutirán a lo largo de esta investigación. El objetivo es contextualizar estas narraciones en el marco de un conflicto político muy particular. Evaluaré, en primer lugar, los discursos sobre la soberanía de Indias desde el uso de ciertos argumentos históricos y geográficos a ambos lados de la polémica. En segundo lugar, analizaré la repercusión de la traducción de la obra de Bartolomé de Las Casas en la representación de Drake. Por último, estudiaré la creación de Drake, héroe protestante del siglo xvii en Inglaterra, una imagen que, como explico también en el transcurso de estas páginas, proviene de una representación hiperbólica de las hazañas de Drake en el discurso español. El segundo capítulo, “Espejo de conquistadores. Sir Francis Drake entre sus contemporáneos ingleses”, es un estudio de las representaciones de Drake en Inglaterra a fines del siglo xvi. El objetivo de este análisis es atender a las motivaciones de los diversos sectores que estuvieron involucrados en dichas representaciones para demostrar que todos estos discursos presentan una lectura, respuesta e incorporación de obras sobre la conquista española de América. En un período de intensa rivalidad entre ambos reinos, la necesidad de obtener información sobre la seguridad de las costas de España y de sus posesiones ultramarinas fomentó el interés por el estudio del español en Inglaterra y conllevó la aparición de una serie de traducciones de obras sobre la de Bernal Díaz del Castillo para explicar este cambio de paradigma: “Lo que Bernal Díaz tiene que ofrecer es mucho más amplio que una primera visión panorámica de la gran Tenochtitlán; su perspectiva abraza, histórica e imaginativamente, el primer medio siglo de la presencia española en México y Guatemala, así como los monumentales negocios del consejo real y la corte en España”.

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experiencia española en América con la intención de inspirar la formación de un imperio con posesiones transatlánticas entre los ingleses. Drake, cuyos ataques piráticos a las costas americanas representaron una afrenta hacia el dominio político y mercantil de España, pasó de ser un enemigo del imperio español a ser uno de los representantes de este proyecto. Entre sus contemporáneos se destacaron sus habilidades para liderar exploraciones, para abrir nuevas rutas de comercio y para descubrir nuevos territorios. Estas representaciones tuvieron entre sus modelos los retratos de exploradores y conquistadores ibéricos. Como demostraré, en la primera narración sobre el viaje de circunnavegación de Drake de 1577-1580, publicada en la edición del compendio de relaciones de viajes de Richard Hakluyt en 1589, convergen los intereses de los distintos sectores y se evidencia la impronta de la lectura y asimilación de estas traducciones. Estudio las reacciones que suscitó el viaje de circunnavegación entre quienes se encontraban en América cuando este ocurrió en el tercer capítulo de la presente investigación, “El amerindio en el centro de la polémica por la piratería inglesa”. Con la sorpresiva aparición de Francis Drake en las costas del virreinato peruano y la posterior captura del galeón español Nuestra Señora de la Concepción, los ataques piráticos en América pasaron de ser una dificultad para el imperio español a convertirse en una emergencia. Analizo, en primer lugar, la manera en la que las autoridades españolas y sus allegados en el virreinato respondieron a la entrada de Drake por el Pacífico. Ya sea por intermedio de Sarmiento de Gamboa o por la labor de inteligencia en Inglaterra, los españoles pudieron identificar que los ingleses buscaban fundar colonias en el territorio americano y hacer alianzas con los nativos americanos. Estudio, por lo tanto, los escritos que se escribieron en respuesta para demostrar que en todos ellos permea un tono de desencanto en lo referente al proceso de evangelización de los amerindios. Finalizo con el análisis del poema épico de Juan de Miramontes Zuázola Armas antárticas. Compuesto a principios del siglo xvii, en el poema se cifran los temores y la desazón que caracterizó a la avanzada de soldados españoles que se instalaron en América para defender sus costas de los ataques de piratas extranjeros. Finalmente, el cuarto capítulo, “‘Por armas, obediencia y gusto’: conquista y conversión en La Dragontea de Lope de Vega”, está dedicado a un estudio detallado del poema épico de Lope de Vega. En este

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capítulo se analizará La Dragontea como una defensa de la conquista espiritual de la América española, en respuesta a las obras inglesas que le restaban legitimidad a la misma. En el poema “Francisco Draque” representa la inversión de la figura del buen conquistador e, irónicamente, su figura se asemeja a la del conquistador español en la obra de Bartolomé de Las Casas, la Brevísima relación de la destrucción de las Indias (1552). De esta manera, Lope traslada las críticas de los ingleses hacia el proceso de colonización española en América a su representación de la piratería inglesa. A su vez, como veremos, al presentar el vasallaje y conversión de los cimarrones de Panamá, Lope refuerza la importancia de la conquista de América en el porvenir de los esclavos y, por consiguiente, de los indígenas americanos. Lope reconoce los postulados de Juan Ginés de Sepúlveda en su Demócrates segundo, o de las justas causas de la guerra contra los indios (ca. 1545), quien justificaba hacer la guerra a los indígenas argumentando que estos eran esclavos por naturaleza. Por otro lado, los araucanos son representados en el poema como si se encontraran ya “domados”, lo que relaciona el poema de Lope con el Arauco domado (Lima, 1596) de Pedro de Oña y con los textos que se escribieron como parte de la labor propagandística a favor del que fuera gobernador de Chile y luego virrey del Perú, García Hurtado de Mendoza. Sin un héroe épico español fácilmente distinguible y un antihéroe de enormes proporciones, La Dragontea aparece como una alabanza a la labor de la primera horda de conquistadores españoles en América.

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Capítulo 1 Sir Francis Drake y el conflicto entre España e Inglaterra (siglos xvi y xvii)

En la historia sobre el viaje de Cristóbal Colón a América, hay un episodio que involucra a Inglaterra y que suele omitirse del recuento de los hechos. Cuando Colón solicitó el patrocinio de su proyecto para descubrir nuevos territorios, no solo recurrió al rey portugués, sino que también buscó el apoyo del monarca inglés, en ese entonces Enrique VII, además de acudir a los Reyes Católicos. En La vida del almirante don Cristóbal Colón, que escribe su hijo Fernando Colón y que se publica en 1538, este relata los pormenores de la embajada de Bartolomé Colón, hermano del Almirante, en Inglaterra y su reunión con el monarca. La embajada se pospuso porque el hermano de Colón fue secuestrado por piratas en el camino hacia Inglaterra. Una vez que arribó a tierras inglesas, le comunicó el plan al rey Enrique y le presentó un mapamundi con los detalles del recorrido. El rey aceptó financiar la iniciativa, “pero, porque Dios la guardaba para Castilla, ya el Almirante en aquel tiempo había ido y tornado con la victoria de su empresa” (Colón 86). El año era 1493 y Colón se encontraba de regreso en España, próximo a embarcarse en el segundo viaje a América. La frustrada empresa de Bartolomé Colón marca el inicio de una serie de incidentes en los que la conquista española de América ocupó un lugar central en la rivalidad entre España e Inglaterra durante la temprana edad moderna.

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El escritor isabelino Richard Hakluyt incluye, en su monumental colección de viajes, publicada por primera vez en 1589, y corregida y aumentada entre 1598 y 1600, The Principal Navigations,1 un fragmento de la obra de Fernando Colón sobre la solicitud de patrocinio de la empresa colombina al rey Enrique VII, y acompaña el texto con una traducción al inglés del mismo. En el prólogo de 1589, Hakluyt (4r) evoca este episodio y describe la aceptación de Enrique VII como inútil (“fruitlesse”), sin ninguna consecuencia positiva para Inglaterra. Como Hakluyt, otros escritores ingleses recuerdan este suceso con el objetivo de desacreditar el carácter providencial de la conquista española de América y argumentar que se trató más bien de un conveniente accidente para Castilla. Sir Walter Raleigh, por ejemplo, en su relación sobre el descubrimiento de Guayana, The Discoverie of the Large, Rich, and Beautifull Empire of Guiana,2 señala que el proyecto colombino fue presentado al rey inglés antes que a los Reyes Católicos, y procede a presentar las razones por las cuales Inglaterra tiene los mismos e incluso más derechos sobre América que España. Como señala Raleigh (The Discoverie 635), la conquista de América había hecho que el monarca español pasase de ser un pobre rey a convertirse en muy pocos años en “the greatest monarch of this part

1. Estas dos ediciones de la obra suelen distinguirse por el uso de una doble ‘l’ en la palabra “principal” del título de la publicación de 1589 y por la omisión de la misma en los tres volúmenes de los que se compone la edición de 1598-1600. La segunda edición presenta también muchas diferencias en cuanto a su contenido, sobre todo en relación a la edición y ampliación de los textos que se incluían en 1589 y que tenían que ver con América. El tercer volumen, publicado en 1600, se dedica exclusivamente a los viajes y descubrimientos de los ingleses en las Indias Occidentales. Se incluye mucha información estratégica sobre España y sus reinos ultramarinos en traducción al inglés. 2. Sir Walter Raleigh (1552-1618) fue uno de los mayores promotores de la colonización de Norteamérica durante la era isabelina. Después de la muerte de su medio hermano Humphrey Gilbert, en 1583, Raleigh aseguró una patente para continuar con el proyecto de colonizar territorios en el Nuevo Mundo. Reclutó a ambos Richard Hakluyt para componer obras que respalden sus iniciativas de colonización. En 1585, envió una expedición, al mando de Richard Grenville, para establecer una colonia en la isla de Roanoke, cuyo resultado fue desastroso. Durante la siguiente década, Raleigh, cautivado por la fábula de una ciudad de oro en Sudamérica (El Dorado), partió de Plymouth en una expedición para encontrar la fuente de riqueza inglesa en el Nuevo Mundo. El resultado de este viaje fue esta relación, que se publicó por primera vez en 1596. Más tarde se incluyó en la tercera parte de la colección de viajes de Richard Hakluyt, que se publicó en el año 1600.

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of the world”. Los ingleses buscaban deslegitimar la conquista con el propósito de contrarrestar la preeminencia económica y política de España en Europa. La figura de sir Francis Drake engloba todas las dimensiones de esta contienda. Su carrera como pirata en los límites de la ilegitimidad se oficializó una vez que las mercancías que obtuvo en los territorios de la América española se compartieron con la monarquía. Como señala David B. Quinn (Sir Francis Drake 3), la Inglaterra isabelina era muy ambigua en cuanto a la piratería, pues si el saqueo tenía éxito y la recompensa era importante, no se cuestionaban las circunstancias de su procedencia. Cuando las expediciones de Drake estuvieron ya amparadas por la Corona inglesa, los asaltos y robos dejaron de ser los únicos objetivos de las mismas, cediendo un lugar a la posibilidad de explorar y conquistar territorios que igualaran o superaran en riquezas a los que los españoles habían conseguido. Asimismo, al siglo siguiente de su muerte, cuando su figura adquiere la condición de leyenda y los conflictos entre España e Inglaterra continúan vigentes, Drake representa un modelo de conquistador que revierte tanto los errores de la conquista española como los de la inglesa en sus inicios. 1. Sir Francis Drake y las “polémicas de la posesión” Francis Drake inició el viaje de circunnavegación una década después de que se celebrara en Madrid la Junta Magna. El 27 de julio de 1568 se llevó a cabo esta conferencia a puerta cerrada, compuesta por autoridades, funcionarios, juristas y cinco teólogos, cuyo objetivo era la reforma del gobierno español en Indias. Según Pérez-Amador (186), el presidente del Consejo de Castilla, Diego de Espinosa, promovió la reunión para examinar las conclusiones presentadas en los tratados De thesauris y Doce dudas de Bartolomé de Las Casas, dos años después de la muerte del obispo de Chiapas. Por su parte, como señala Demetrio Ramos (8), esta junta extraordinaria se realizó por dos motivos: resolver las tensiones en América que habían motivado varios alzamientos y revueltas indígenas; y evitar la intromisión del papado en los asuntos de Indias. Mientras que en México y en Perú las disputas administrativas complicaban la estabilidad de ambos virreinatos, el embajador español en Roma, por iniciativa del pontífice Pío V, se

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of the world”. Los ingleses buscaban deslegitimar la conquista con el propósito de contrarrestar la preeminencia económica y política de España en Europa. La figura de sir Francis Drake engloba todas las dimensiones de esta contienda. Su carrera como pirata en los límites de la ilegitimidad se oficializó una vez que las mercancías que obtuvo en los territorios de la América española se compartieron con la monarquía. Como señala David B. Quinn (Sir Francis Drake 3), la Inglaterra isabelina era muy ambigua en cuanto a la piratería, pues si el saqueo tenía éxito y la recompensa era importante, no se cuestionaban las circunstancias de su procedencia. Cuando las expediciones de Drake estuvieron ya amparadas por la Corona inglesa, los asaltos y robos dejaron de ser los únicos objetivos de las mismas, cediendo un lugar a la posibilidad de explorar y conquistar territorios que igualaran o superaran en riquezas a los que los españoles habían conseguido. Asimismo, al siglo siguiente de su muerte, cuando su figura adquiere la condición de leyenda y los conflictos entre España e Inglaterra continúan vigentes, Drake representa un modelo de conquistador que revierte tanto los errores de la conquista española como los de la inglesa en sus inicios. 1. Sir Francis Drake y las “polémicas de la posesión” Francis Drake inició el viaje de circunnavegación una década después de que se celebrara en Madrid la Junta Magna. El 27 de julio de 1568 se llevó a cabo esta conferencia a puerta cerrada, compuesta por autoridades, funcionarios, juristas y cinco teólogos, cuyo objetivo era la reforma del gobierno español en Indias. Según Pérez-Amador (186), el presidente del Consejo de Castilla, Diego de Espinosa, promovió la reunión para examinar las conclusiones presentadas en los tratados De thesauris y Doce dudas de Bartolomé de Las Casas, dos años después de la muerte del obispo de Chiapas. Por su parte, como señala Demetrio Ramos (8), esta junta extraordinaria se realizó por dos motivos: resolver las tensiones en América que habían motivado varios alzamientos y revueltas indígenas; y evitar la intromisión del papado en los asuntos de Indias. Mientras que en México y en Perú las disputas administrativas complicaban la estabilidad de ambos virreinatos, el embajador español en Roma, por iniciativa del pontífice Pío V, se

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había reunido con el rey Felipe II para presentarle un proyecto de establecer un nuncio en las Indias (Ramos 6)3. Así, el principal objetivo de la Junta Magna fue el de modificar la tarea evangelizadora en América. El que luego fuera virrey del Perú, Francisco de Toledo, participó en dicha junta y llegó a Lima con la esperanza de hacer cumplir este objetivo. Una de sus primeras funciones fue impedir la circulación de la obra de Bartolomé de Las Casas en el virreinato, dado que, como señala en una carta al rey, “desde la junta aca no es poco el daño que se a seguido” (cit. en Levillier 4: 442). Para Toledo, la obra de Las Casas había contribuido a esparcir la idea de que la conquista española de América se llevó a cabo sin considerar la causa evangelizadora. Entre los asuntos que se resolvieron en la Junta Magna estuvo el de instaurar tribunales de la Inquisición en los virreinatos. La presencia de hugonotes franceses en Brasil y luego en la Florida conllevó que se discutiera cómo evitar la expansión de otras creencias en América, un motivo que se hará cada vez más urgente con la llegada de piratas ingleses. Por ello, los tribunales de la Inquisición tuvieron como fin primordial la lucha contra la “herejía” y censurar cualquier discurso que pusiera en duda la soberanía castellana sobre Indias. Por su parte, como señala Ramos (50), otro tema pendiente fue el de los encomenderos. Resultó imperativo discutir cómo reducir el poder de los mismos y el número de tierras que se daban en perpetuidad para evitar la formación de un señorío que se rigiera de forma autónoma. Como veremos en el tercer capítulo de este libro, al analizar los discursos de quienes estuvieron en América cuando ocurrieron los ataques de piratas ingleses, los objetivos y resultados de la Junta Magna influenciaron directamente en estas obras. Según Lewis Hanke (148) en su célebre ensayo The Spanish Struggle for Justice in the Conquest of America, la duda sobre el derecho de España para conquistar América, a raíz de la concesión papal, surgió primero, desde inicios del siglo xvi, entre sus enemigos europeos. Las naciones extranjeras cuestionaban la lectura que la Monarquía Hispá3. Al respecto, añade Pérez-Amador (187-188), que la intención de establecer una congregación cardenalicia ocupada exclusivamente en la conversión de los amerindios podía significar que España perdiera el título justo de la soberanía sobre las Indias, al interpretar las bulas alejandrinas como una donación condicionada al deber de la evangelización.

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nica había hecho de las bulas alejandrinas, señalando que las mismas no se debían interpretar como donación y lícito título de España sobre las Indias Occidentales. Entre los principales detractores de las bulas como garantes de soberanía, se encontraba el escritor inglés Richard Hakluyt. Este presenta sus argumentos para desestimar los documentos pontificios en el Discourse of Western Planting (1584). Para Hakluyt, el papa Alejandro VI no tenía autoridad jurídica para donar territorios que no poseía. Por su parte, el escritor inglés señala que existía un favoritismo hacia España porque se le daba prioridad al catolicismo entre otras religiones, cuando en realidad la tarea evangelizadora le correspondía a cualquier príncipe cristiano. Las ideas de Hakluyt se presentan en línea con lo que muchos otros pensadores ingleses o europeos señalaban en el momento. Sin embargo, John Dee, una figura crucial en el entorno de la reina Isabel I y con mucha influencia en política exterior inglesa, sí aceptó las bulas como legítimas. A partir de una lectura atenta de las mismas, Dee las interpretó como un contrato que los españoles y portugueses habían infringido e interpretado con exceso de libertad (MacMillan 69). Como afirma Ken MacMillan (51), la obra de John Dee resulta trascendental para entender el contexto en el que surgen las primeras tentativas de una colonización inglesa en América.4 Dee preparó mapas e instrucciones para muchos exploradores ingleses, incluyendo Martin Frobisher, Walter Raleigh y Francis Drake. En 1577, escribió un tratado, “Of Famous and Rich Discoveries”, para promocionar el segundo viaje de Frobisher y el viaje de circunnavegación de Drake. Adicionalmente, en octubre de 1580, inmediatamente después del regreso de Drake a Inglaterra, Dee se reunió con la reina Isabel para establecer los derechos de Inglaterra sobre los territorios descubiertos en el viaje de circunnavegación. Como consecuencia de estas reunio4. John Dee es recordado más por sus estudios de alquimia, astrología y filosofía hermética, que por ser uno de los principales promotores de la expansión imperial inglesa. En el año 2004, Ken MacMillan y Jennifer Abeles publicaron la primera transcripción y traducción del tratado de Dee The Limits of the British Empire, un conjunto de documentos escritos originalmente en latín que buscaban demostrar la existencia de un vasto y antiguo imperio británico. Compilado en 1593 bajo la supervisión del propio Dee, The Limits recopila documentos que este escribe entre 1577 y 1578. Cada uno de ellos, como asegura MacMillan en la introducción (5), se presentaron a la reina Isabel y sus principales asesores en un periodo de intensa actividad ultramarina.

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nes, la reina decidió aceptar el tesoro que Drake robó a los españoles y otorgó el rango de caballero. Así, las ideas de Dee fueron de vital importancia para entender las acciones de Drake en el marco de la legalidad y en el de un próximo proyecto de colonización inglesa. Por su parte, el hecho de que varios de los documentos que se encuentran en los repositorios de la British Library de Londres, a los que accedí en el mes de agosto del 2016, y que pertenecieron a John Dee en su momento tengan relación directa con el viaje de circunnavegación evidencia la cercana relación de Dee con la planificación y el desarrollo de las exploraciones de Drake a ambos extremos del continente americano. Dos de estos documentos de la Biblioteca Británica merecen mencionarse: el manuscrito Cotton, Otho E. VIII y el manuscrito Lansdowne 122, documento 4. El primero de ellos es una compilación de varios papeles, algunos de los cuales pertenecían o habían sido redactados por Dee. Entre ellos se encuentra un borrador del plan original del viaje de circunnavegación, documento que estudió la investigadora E. G. R. Taylor en la década de 1930. El esquema inicial del viaje de circunnavegación, como asegura Taylor (Tudor Geography 118), era el reconocimiento de la costa del territorio que se sitúa entre el estrecho de Magallanes y el paralelo 30 sur (hoy Coquimbo, Chile), una sección del continente que los españoles, según los ingleses, no podían reclamar como suya. Por su parte, se buscaba también confirmar la existencia del estrecho de Anián, el “Northwest Passage”, una ruta que conectaba el Atlántico y el Pacífico, bordeando Norteamérica. Los descubrimientos de Drake en el estrecho y al sur de él, así como el de Nova Albión (hoy California u Oregón) demuestran la cercanía del recorrido con los objetivos iniciales de la empresa.5 5. Otro manuscrito también ubicado en la British Library (Lansdowne 115/68), la relación que John Winter, el capitán que se encontraba con Drake en el viaje de circunnavegación, dio cuando regresó a Inglaterra en 1579 demuestra que los objetivos iniciales del viaje fueron progresivamente cambiando. Según Winter, los planes finales incluían un viaje desde la boca del estrecho hacia las islas Molucas para examinar toda la costa de Terra Australis. Al parecer, Drake incumplió este propósito desviándose hacia el norte para poder interceptar las flotas españolas y cometer actos de piratería. En el segundo y el tercer capítulo de esta investigación, presentaré los motivos por los cuales los ingleses se mostraron interesados en conocer los territorios aledaños al estrecho de Magallanes luego del regreso de Drake a Inglaterra.

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Por su parte, el manuscrito Lansdowne 122, que se encuentra registrado como “Mr. Dee’s Booke”, contiene una traducción al inglés de la declaración que San Juan de Antón, piloto del Nuestra Señora de la Concepción, dio ante la Audiencia de Panamá en marzo de 1579. El documento original, como ha demostrado E. G. R. Taylor (“More Light on Drake” 145), llegó a manos inglesas a más tardar en abril de 1580, lo que se deduce del propio manuscrito: tiene la misma marca de agua y la misma caligrafía que otro documento de Dee con esa fecha. La traducción del testimonio de San Juan de Antón contiene información importante sobre el viaje de circunnavegación, particularmente en lo referente al conocimiento geográfico que los ingleses habían podido recabar del mismo. Antón permaneció con los ingleses por un periodo de seis días, luego de la captura de su embarcación y allí mantuvo conversaciones con Drake y otros miembros de la tripulación inglesa. Le preguntó, por ejemplo, al piloto portugués Nuño da Silva, quien había sido capturado por Drake en Cabo Verde para lograr el reconocimiento de la zona, si el estrecho de Magallanes era un paso entre islas o tierra firme, a lo que el piloto contestó que se encontraba entre tierra firme. Por su parte, también pudo saber que Drake llevaba cartas de marear para navegar por la costa de Chile, pero que las mismas contenían información inexacta. Finalmente, Antón le pregunta a Drake cuál iba a ser su ruta de regreso, a lo que el pirata contestó que existían tres opciones: el cabo de Buena Esperanza vía China, Chile y el estrecho, y una tercera que prefería mantener en secreto. Que Dee haya contado con una traducción de este documento sugiere que él también formó parte del circuito de traducciones que involucraba a mercaderes ingleses radicados en España y a miembros de la corte inglesa, del que hablaré en el segundo capítulo de esta investigación. Por su parte, como señala E. G. R. Taylor (“More Light on Drake” 147), el documento demuestra también “that John Dee, the greatest English practitioner of the occult, had his part on the voyage behind the scenes, as he had in every voyage whose goal was the East”. Comprobada la cercana relación entre Dee y los objetivos del viaje de Drake, quisiera retornar a los argumentos que este presenta para justificar la formación de un imperio británico con posesiones transatlánticas. Dee, como ya ha demostrado MacMillan, utiliza el

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concepto romano de ius gentium, “derecho de gentes” o “derecho de naciones”, como elemento motriz de su defensa. Según el escritor inglés —siguiendo la línea de pensamiento del filósofo español fray Francisco de Vitoria (1483-1546) en su Relectio de Indis (1539)— los ingleses contaban con la justificación para comerciar con los nativos de América, así como para explotar los territorios aún no descubiertos por otros príncipes cristianos, dado que el ius gentium reconocía los derechos de todas las naciones, amerindios incluidos. Paradójicamente, Pedro Sarmiento de Gamboa, miembro del séquito del virrey Toledo, utiliza también los argumentos de Vitoria para certificar la soberanía castellana sobre las Indias. Según estipula Vitoria, solo la violación del ius gentium permitía hacer la guerra a los nativos americanos. Se entendía que la protección del inocente frente a la tiranía era motivo suficiente para intervenir y superponer un gobierno sobre otro. A través de su Historia índica, Sarmiento intentará demostrar la tiranía de los incas para adscribirse a este argumento, como explicaré detalladamente en el tercer capítulo. La lectura de Vitoria y el uso particular de su obra a ambos lados de la polémica demuestran que, a raíz de los ataques piráticos de Drake, se adoptaron nuevos argumentos (más allá de los que derivaban de las bulas papales) para sostener la presencia de España en América según los postulados de la época. Después del viaje de circunnavegación, el entonces embajador de España en Inglaterra, Bernardino de Mendoza, solicitó el retorno de los bienes usurpados por Drake. La respuesta de la Corona inglesa a Mendoza apareció publicada el siglo siguiente en los Annales Rerum Gestarum Anglicarum, et Hibernicarum, regnante Elizabetha, del historiador William Camden. El anónimo autor señala lo siguiente: The Spaniards have brought these evils on themselves by their injustice toward the English, whom, contra ius gentium, they have excluded from commerce with the West Indies. The queen does not acknowledge that her subjects… may be excluded from the Indies on the claim that these have been donated to the king of Spain by the pope, whose authority to invest the Spanish king with the New World… she does not recognize… The Spaniards have no claim to property there except that they have established a few settlements and named rivers and capes. This… imaginary right of property ought not to prevent other princes from carry-

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ing on commerce in those regions or establishing colonies there in places not inhabited by the Spaniards. Such action would in no way violate the law of nations, since prescription without possession is not valid (cit. en MacMillan 76).

Esta cita demuestra muchos de los argumentos presentes en la obra de Dee. Por un lado, sugiere que los españoles incumplían el “derecho de naciones” al impedir que los ingleses comerciaran en América y, por el otro, sostiene que la posesión legal de un territorio solo puede obtenerse a partir de la ocupación física del mismo. Según Dee, siguiendo de cerca el marco jurídico del emperador romano Justiniano I, los españoles no podían reclamar territorios que no conocían como suyos (The Limits 11). Los supuestos descubrimientos de Drake al sur y norte del continente americano brindaban validez a los argumentos de los ingleses para ejercer soberanía sobre territorios nunca antes explorados. Para Dee, como mencioné, no se debía desestimar el contenido de las bulas, sino que, por el contrario, se requería una lectura de las mismas que pudiera acondicionarse a los intereses ingleses. Dee declaraba que la reina Isabel podía atraer para su dominio aquellas tierras que fueron descubiertas por los ingleses y que aún no habían sido ocupadas por otros príncipes cristianos, por ser ella, al igual que el papa, cabeza de una Iglesia, la anglicana (MacMillan 52). Las patentes reales que la reina expedía para la exploración de nuevos territorios tenían el mismo valor, sugería Dee, que las bulas papales. El argumento funcionaba para aquellos territorios recientemente descubiertos o por descubrir, pero restringía el acceso a los previamente descubiertos por españoles y portugueses. Tanto el estrecho de Magallanes como el norte de Norteamérica eran zonas que no estaban delimitadas, pero que se mantenían en controversia. Para reclamar la soberanía sobre estos territorios, Dee y otros ingleses recurrieron a una serie de argumentos históricos. Además de la mención de la frustrada embajada de Colón en Inglaterra, tanto Hakluyt como George Peckham en su A True Reporte of the Late Discoveries (1583) mencionan las cartas de Enrique VII a John Cabot y sus tres hijos para la toma de posesión de territorios desconocidos en nombre de Inglaterra. En la epístola dedicatoria a Divers Voyages Touching on the Discoverie of America (1582), Hakluyt seña-

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la que el viaje de los Cabot a Norteamérica en 1497 conllevó al descubrimiento de los territorios comprendidos entre la Florida y 67 grados hacia el norte de esta. Hakluyt añade que este viaje de exploración asegura “the title which we have to that part of America”. Peckham reconoce también en estas cartas la prueba del dominio de Inglaterra sobre tales territorios. Por su parte, como también lo hace Hakluyt en la dedicatoria de 1582, Richard Hawkins en sus Observations de 1622 y John Dee, Peckham asegura la posesión de estas regiones con la mención de un príncipe de Gales de nombre Madoc (Madocke ap Owen Gwyneth) que, según crónicas galesas antiguas, viajó desde las costas inglesas a territorios desconocidos en 1170. Peckham, Hakluyt y Hawkins mencionan que estas tierras no pueden ser otras que las de América, pues las islas, bestias y aves de esta zona tenían nombres que provenían del galés, como es el caso de la palabra “pingüino”. Con ello afirman que la presencia de ingleses en América se remonta trescientos años antes de la llegada de Colón. Sin embargo, el argumento de la antigua posesión de los territorios americanos no fue exclusivamente utilizado por los ingleses. En el tercer capítulo del segundo libro de la primera parte de la Historia general y natural de las Indias (1535), el cronista español Gonzalo Fernández de Oviedo presenta pruebas de que las Indias eran en realidad las islas que los antiguos llamaban Hespérides, islas que fueron gobernadas por Héspero, décimo segundo rey de España en el año 1652 a.C. Es decir, más de tres mil años antes de la llegada de Colón, según Oviedo, los reyes de España poseían ya estos territorios (Adorno, Very Short Introduction 24-25). La similitud de estrategias retóricas entre españoles e ingleses demuestra que, a nivel discursivo, los ingleses emulaban a los españoles en un intento por fundar y justificar sus propias aspiraciones imperiales. Así, por ejemplo, Peckman afirma que el discurso de Moctezuma en el cual el líder azteca les explica a los señores comarcanos que la profecía del retorno de sus gobernantes se habría cumplido con la llegada de los invasores extranjeros sirve también para sustentar el argumento de la antigua posesión inglesa de estos territorios. Según Peckham, por esos “señores naturales” Moctezuma se refería en realidad a los ingleses, siendo Madocke y sus hombres los antiguos gobernantes, pues “no other Nation can truelie by any Chronicles they can finde, make prescription of time for themselves, before the time of this Prince Madocke”

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(D4v). Peckham rescata la oración de Moctezuma de la traducción al inglés que Thomas Nicholls hizo de la obra de Gómara —como señala en una anotación al margen—, quien, a su vez, utiliza la oración que Cortés puso en boca de Moctezuma en su Segunda carta de relación (1522).6 El argumento se utilizó, como se verá en el segundo capítulo, para representar el encuentro de Drake con los nativos de América del Norte, donde Drake aparece como Cortés y el rey de los nativos, como Moctezuma. La Junta Magna de 1568 motivó el uso de una nueva retórica para reafirmar la soberanía castellana sobre Indias. A raíz de este evento, resultó necesario asegurar la causa evangelizadora de la conquista, identificar y restringir cualquier amenaza para su desarrollo. Al mismo tiempo que los españoles intentaban remediar la crisis indiana, los ingleses aspiraban a asegurar los territorios ultramarinos y la futura participación en mercados rentables de largo alcance a través de contiendas y saqueos en América. Así, la respuesta inglesa para deslegitimar la conquista española fue sobre todo ofensiva. Sin embargo, la batalla se dio también en el plano discursivo. Los ingleses promovieron una batalla ideológica que suponía, en primer lugar, un desmantelamiento de los argumentos previamente expuestos por los españoles para reclamar la soberanía, pero que terminó por emular e incorporar esos mismos argumentos a su discurso. 2. Drake y la Leyenda Negra de la historia de España La historia aparece en varios de los escritos ingleses que narran las hazañas de Drake. Cuando su armada se encontraba en Santo Domingo en el viaje a América de 1585-1586, los soldados presenciaron lo que reconocieron como “the unsatiable ambition of the Spanish king and his nation” (Bigges 19). En el segundo piso de la casa del gobernador, 6. Con fecha de 20 de octubre de 1520, la Segunda carta de relación de Hernán Cortés relata los eventos que ocurrieron desde agosto de 1519 a julio de 1520, es decir, desde el viaje a la costa del golfo de México hasta la llegada a MéxicoTenochtitlán. El objetivo de la misiva, como señala Adorno (Very Short Introduction 43) era convencer al recientemente nombrado emperador Carlos V de que, pese a que Cortés transgredió las órdenes del gobernador de Cuba, Diego Velázquez, su conquista estuvo amparada por la providencia divina y las profecías aztecas.

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(D4v). Peckham rescata la oración de Moctezuma de la traducción al inglés que Thomas Nicholls hizo de la obra de Gómara —como señala en una anotación al margen—, quien, a su vez, utiliza la oración que Cortés puso en boca de Moctezuma en su Segunda carta de relación (1522).6 El argumento se utilizó, como se verá en el segundo capítulo, para representar el encuentro de Drake con los nativos de América del Norte, donde Drake aparece como Cortés y el rey de los nativos, como Moctezuma. La Junta Magna de 1568 motivó el uso de una nueva retórica para reafirmar la soberanía castellana sobre Indias. A raíz de este evento, resultó necesario asegurar la causa evangelizadora de la conquista, identificar y restringir cualquier amenaza para su desarrollo. Al mismo tiempo que los españoles intentaban remediar la crisis indiana, los ingleses aspiraban a asegurar los territorios ultramarinos y la futura participación en mercados rentables de largo alcance a través de contiendas y saqueos en América. Así, la respuesta inglesa para deslegitimar la conquista española fue sobre todo ofensiva. Sin embargo, la batalla se dio también en el plano discursivo. Los ingleses promovieron una batalla ideológica que suponía, en primer lugar, un desmantelamiento de los argumentos previamente expuestos por los españoles para reclamar la soberanía, pero que terminó por emular e incorporar esos mismos argumentos a su discurso. 2. Drake y la Leyenda Negra de la historia de España La historia aparece en varios de los escritos ingleses que narran las hazañas de Drake. Cuando su armada se encontraba en Santo Domingo en el viaje a América de 1585-1586, los soldados presenciaron lo que reconocieron como “the unsatiable ambition of the Spanish king and his nation” (Bigges 19). En el segundo piso de la casa del gobernador, 6. Con fecha de 20 de octubre de 1520, la Segunda carta de relación de Hernán Cortés relata los eventos que ocurrieron desde agosto de 1519 a julio de 1520, es decir, desde el viaje a la costa del golfo de México hasta la llegada a MéxicoTenochtitlán. El objetivo de la misiva, como señala Adorno (Very Short Introduction 43) era convencer al recientemente nombrado emperador Carlos V de que, pese a que Cortés transgredió las órdenes del gobernador de Cuba, Diego Velázquez, su conquista estuvo amparada por la providencia divina y las profecías aztecas.

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al interior de una galería, los ingleses vieron un escudo en el que, en la parte superior, se encontraban pintadas y descritas las armas del rey español y, en la parte inferior, se representaba un globo terráqueo con un anuncio que decía “Non sufficit orbis”, es decir, “el mundo no es suficiente”. Los ingleses solicitaron a los españoles que se encontraban en el pueblo que les explicaran a qué se referían con esas palabras y los españoles, avergonzados, no supieron qué responder. Uno de los ingleses expresó que, if the Queene of England would resolutely prosecute the warres against the kinge of Spaine, he should be forced to lay aside that proude and unreasonable reaching vaine of his, for he should finde more then inough to do, to keepe that which he had alreadie, as by the present example of their lost towne they might for a beggining perceave well inough (cit. en Bigges 20).

Unos meses más tarde, en el año 1585, cuando la armada ya había partido del puerto de Plymouth, la guerra entre España e Inglaterra iniciaba su curso. La escena del emblema del “Non sufficit orbis” representaba todos los pormenores de la hostilidad entre los dos reinos. Por un lado, dirigía la atención de los lectores hacia la avaricia y ambición de los españoles, quienes se mostraban insatisfechos con lo que tenían y aun así monopolizaban el comercio de sus territorios. Por el otro, enfatizaba el hecho de que, si bien los españoles tenían posesiones en América, las mismas no contaban con la seguridad necesaria para su defensa de los ataques de los corsarios ingleses. La escena también remite al papel que Drake cumplió en la escalada de la discordia entre Inglaterra y España. El viaje de Drake a América en 1585, financiado en parte por la Corona inglesa, tuvo como propósito saquear las posesiones españolas en el Caribe. Según Kelsey (279), como resultado del viaje, las ciudades americanas quedaron destruidas y sus habitantes, empobrecidos. El rey español tuvo que desviar mucho de los fondos para financiar la guerra en los Países Bajos hacia la fortificación de las posesiones ultramarinas. Así, las acciones de Drake empezaban a generar dificultades en territorio europeo y sus saqueos cumplían el objetivo de distraer al rey español de sus prioridades en Europa. La guerra entre España e Inglaterra tuvo entre sus motivos el apoyo de la reina Isabel a los rebeldes protestantes en los Países Ba-

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jos.7 Formar alianzas con quienes rechazaban el dominio católico y español era claramente una estrategia para evitar que España liderara el poder económico y político en Europa. Un discurso de sir Walter Raleigh sobre la guerra con España y la posición de Inglaterra sobre el control de los Países Bajos, A Discourse Touching a War with Spain and of the Protecting of the Netherlands, escrito a inicios del siglo xvii y dirigido al nuevo monarca Jacobo I con el objetivo de impedir un acuerdo de paz entre ambos reinos, demuestra lo importante que resultaba para Inglaterra tomar control de estos territorios. Raleigh (“A Discourse” 2) menciona la cercanía del territorio (navegar desde sus costas hasta las de Inglaterra solo tomaba veinticuatro horas) y el hecho de que sus habitantes eran industriosos. Añade que, a raíz de las extensas guerras con los españoles y su experiencia en el mundo del comercio, los holandeses se habían convertido en los últimos años en “the most orderly, and best disciplined men of war by sea in all Europe”. Por su parte, Raleigh (“A Discourse” 9) considera los riesgos que significaría el permitir que los españoles controlaran los Países Bajos. Si Inglaterra quebraba sus relaciones con España, esto solo significaba que perdería el acceso a la ruta de comercio de Occidente; sin embargo, si España además conseguía tomar el control de los Países Bajos, eso concluiría con la restricción total de las rutas de Occidente y Oriente. 7. Desde la década de 1560, como señala John H. Elliott (232) en Imperial Spain, empezó a expandirse el descontento entre los habitantes de las posesiones españolas en los Países Bajos. En 1564, el rey Felipe II tuvo que remover de su cargo en Flandes al cardenal Antoine Perrenot de Granvelle en respuesta a la presión de la nobleza holandesa; por su parte, la herejía empezó a expandirse entre los habitantes de los Países Bajos y, en agosto de 1566, los calvinistas saquearon las iglesias. A razón de estos enfrentamientos, el rey decidió responder con una política de represión. El duque de Alba fue enviado a los Países Bajos con un ejército para suprimir la rebelión, pues se había decidido finalmente que la guerra en estos territorios debía ser considerada una insurrección. Los rebeldes recibieron el apoyo de la reina Isabel y de los bucaneros ingleses. En la década de los setenta, la reina entregó sumas de dinero a los rebeldes para apoyar su lucha. En 1578, el duque de Parma, Alejandro Farnesio, logró suprimir la rebelión holandesa en los territorios del sur y se firmó la Unión de Arrás. A fines de la misma década, sin embargo, los Países Bajos estaban divididos en dos: las provincias del sur apoyaban al rey español, mientras que las provincias del norte eran protestantes. En este punto, la reina Isabel decidió interferir directamente para evitar el colapso holandés. En diciembre de 1584, Robert Dudley, conde de Leicester, fue enviado con un ejército de siete mil hombres para apoyar la insurrección.

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En el marco del conflicto por el dominio de los Países Bajos, apareció la primera traducción al inglés de la obra del padre dominico Bartolomé de Las Casas, la Brevísima relación de la destruición de las Indias. El traductor se presenta bajo las siglas M. M. S. en el título de la misma y bajo el nombre de James Alligrodo en la dedicatoria. The Spanish Colonie, or Briefe Chronicle of the Acts and Gestes of the Spaniards in the West Indies se publicó en Londres en 1583 con el objetivo de llamar la atención a los habitantes de los Países Bajos sobre las violentas prácticas de los españoles hacia los habitantes en el Nuevo Mundo.8 El epígrafe que encabeza el prólogo al lector así lo sintetiza: “Happie is hee whome other mens harmes doe make to beware”. En el prólogo, el traductor señala que su trabajo no ha estado guiado por el odio hacia los españoles, pues su autor es de esa nación y escribe aún con más vehemencia que él. Señala que en realidad la traducción tiene un doble objetivo: hacer que, por un lado, los españoles “refrain from their wickednes and vice” y, por el otro, consideren al enemigo que están sembrando. El traductor, por su parte, se pregunta sobre el derecho que los españoles tienen sobre los indígenas. Desacredita las bulas papales: “for it is doubtful whether his power doe stretch to the distributing of worldy kingdomes” (A2r) y menciona la muerte de más de veinte millones de indios que fueron creados “after the image of the living God” (A2r). Finalmente, llama a los habitantes de los Países Bajos a que se unan “coragiously, not in wordes only, but in deedes also, to repell so arrogant and intolerabble enemie” (A2r). Es decir, la traducción busca llamar a los rebeldes holandeses a que se liberen por fuerza de armas del dominio español. 8.

En su estudio introductorio a la edición de la Brevísima, André Saint-Lu presenta una relación de las traducciones de la obra de Las Casas en el último cuarto del siglo xvi y durante todo el xvii. La primera traducción de la obra, en 1578, fue flamenca, Seer cort Verhael vande destructie van d’Indien, y se publicó en Amberes. La segunda fue también una traducción flamenca que se publicó en Bruselas al año siguiente. Luego apareció, también en Amberes, la primera traducción al francés, hecha por el flamenco Jacques de Miggrode, Tirannies et Cruautez des Espagnols, perpétrées es Indes occidentales qu’on dit le Nouveau Monde, en 1579. La inglesa fue la quinta traducción de la Brevísima. Toda esta serie de traducciones se enfocaban en las acciones del rey español en los Países Bajos: al igual que la dedicatoria de la traducción al inglés, la francesa de 1579 presenta la siguiente advertencia: “Pour servir d’ exemple et d’ advertissement aux XVII Provinces du pays bas” (Saint-Lu 47).

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Además de la traducción de la Brevísima, The Spanish Cruelties, título que aparece al interior de la traducción y que, como menciona Colin Steele (13), era el nombre con el que popularmente se conoció en Inglaterra, la obra incluye traducciones parciales de otros documentos que Las Casas publicó también en 1552. Contiene una traducción íntegra del apéndice adjunto a la Brevísima que lleva como título “Lo que sigue es un pedazo de carta y relacion que escrivio cierto hombre: de los mismos que andavan en estas estaciones: refiriendo las obras que hazia i contenia hazer el capitan por la tierra que andava” (Las Casas, Brevísima 200-201). Seguidamente incluye, bajo el título “To the Reader”, una traducción parcial del tratado Entre los remedios, en el que se comentaba el octavo remedio de los veinte que Las Casas presentó ante la corte de Carlos V y que conducía a la siguiente afirmación: “no deverse dar los indios a los españoles en encomienda ni en feudo ni en vasallaje”. El traductor llama la atención sobre esta afirmación al presentar el texto en itálicas y traduciéndolo de la siguiente manera: “That the Indies ought not to be given to the Spaniardes in Commendam, fee farme, or vasselage” (105). El reemplazo de “Indies” por “indios” es tan solo un ejemplo de las circunstancias en que se produjo esta traducción: lejos de ser una reproducción del carácter humanista de la obra del padre dominico, la traducción se pregunta por el derecho que España tenía sobre sus posesiones americanas. Saint-Lu (47) lo presenta en los siguientes términos: “el escrito lascasiano, pieza esencial de su tiempo de la panoplia del defensor de los indios, se utiliza ahora como arma ofensiva por un país europeo, y protestante, abiertamente rebelado contra la opresiva dominación española”. La primera traducción de Las Casas al inglés se presenta, así, como uno de los primeros pasos hacia una serie de lecturas erradas sobre el carácter de la obra de Las Casas que persistirán hasta el presente. Por su parte, el reemplazo de “Indies” por “indios” presupone a su vez una deformación del contenido del tratado. Como señala Adorno (Polemics 75), en Entre los remedios Las Casas descarta la idea de un gobierno paternal para proponer la de un dominio civil: el gobierno del rey sobre sus vasallos. “His goal was to remove the Indians from the control of private citizens in order to place them under the direct jurisdiction of the crown, with the proviso that this be carried out only with the free consent of the Indians”. La interpretación del traductor inglés apela, por el contrario, a una presencia no hispana en el

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Nuevo Mundo. A diferencia de las traducciones de mercaderes ingleses que buscaban brindar información estratégica sobre el gobierno de la América española, la traducción de Las Casas tenía como propósito afianzar el sentimiento antiespañol en Europa. Como señala Adorno (Polemics 78), “the international denigration of Spanish history known as the ‘Black Legend’ to which the publication of Brevísima relación contributed, was concerned with Philip’s actions in the Low Countries of Europe, more than with the comportment of Castile’s soldiers in America as such”. Efectivamente, como hemos visto, la traducción se utilizó para llamar a los holandeses a rebelarse ante los españoles y no para sustentar el antihispanismo que surgía por el control español del comercio americano. En mi opinión, la figura de sir Francis Drake sirvió como un catalizador que permitió, ya en el siglo xvii, utilizar la traducción de la obra de Las Casas para presentar las crueldades de los españoles en las guerras de conquista en América. 3. La creación de Drake, héroe protestante Francis Drake adquiere condición de héroe nacional solo al siglo siguiente de su muerte. La publicación del libro de Philip Nichols, el pastor que acompañó a Drake en sus viajes a América, Sir Francis Drake Revived, en 1626, junto con la publicación de The World Encompassed dos años después demuestran, para el público inglés, la necesidad de rememorar las hazañas de Drake en la América española.9 Ambos textos se compusieron en vida de Drake e incluso Sir Francis Drake Revived, como se menciona en la portada, fue revisado y corregido por él. Estos textos apologéticos aparecen en el contexto de una 9.

Sir Francis Drake Revived apareció treinta años después de la muerte de Drake. Bajo la edición del predicador Philip Nichols, quien recopila los testimonios de quienes participaron en el viaje a Panamá de Drake de 1572, el libro fue supervisado por el mismo Drake y preparado para su publicación por su sobrino, Francis Drake. Como se menciona en la portada (“Calling upon this Dull or Effeminate Age to folowe his Noble Steps for Golde & Siluer”), las hazañas de Drake se rememoran con el propósito de llamar a aquellos hombres “desganados y afeminados” a buscar riquezas. The World Encompassed, por su parte, retrata el viaje de circunnavegación con los mismos propósitos y fue también un proyecto de su sobrino.

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Nuevo Mundo. A diferencia de las traducciones de mercaderes ingleses que buscaban brindar información estratégica sobre el gobierno de la América española, la traducción de Las Casas tenía como propósito afianzar el sentimiento antiespañol en Europa. Como señala Adorno (Polemics 78), “the international denigration of Spanish history known as the ‘Black Legend’ to which the publication of Brevísima relación contributed, was concerned with Philip’s actions in the Low Countries of Europe, more than with the comportment of Castile’s soldiers in America as such”. Efectivamente, como hemos visto, la traducción se utilizó para llamar a los holandeses a rebelarse ante los españoles y no para sustentar el antihispanismo que surgía por el control español del comercio americano. En mi opinión, la figura de sir Francis Drake sirvió como un catalizador que permitió, ya en el siglo xvii, utilizar la traducción de la obra de Las Casas para presentar las crueldades de los españoles en las guerras de conquista en América. 3. La creación de Drake, héroe protestante Francis Drake adquiere condición de héroe nacional solo al siglo siguiente de su muerte. La publicación del libro de Philip Nichols, el pastor que acompañó a Drake en sus viajes a América, Sir Francis Drake Revived, en 1626, junto con la publicación de The World Encompassed dos años después demuestran, para el público inglés, la necesidad de rememorar las hazañas de Drake en la América española.9 Ambos textos se compusieron en vida de Drake e incluso Sir Francis Drake Revived, como se menciona en la portada, fue revisado y corregido por él. Estos textos apologéticos aparecen en el contexto de una 9.

Sir Francis Drake Revived apareció treinta años después de la muerte de Drake. Bajo la edición del predicador Philip Nichols, quien recopila los testimonios de quienes participaron en el viaje a Panamá de Drake de 1572, el libro fue supervisado por el mismo Drake y preparado para su publicación por su sobrino, Francis Drake. Como se menciona en la portada (“Calling upon this Dull or Effeminate Age to folowe his Noble Steps for Golde & Siluer”), las hazañas de Drake se rememoran con el propósito de llamar a aquellos hombres “desganados y afeminados” a buscar riquezas. The World Encompassed, por su parte, retrata el viaje de circunnavegación con los mismos propósitos y fue también un proyecto de su sobrino.

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guerra entre los dos reinos. En el mes de marzo de 1624, Jacobo I de Inglaterra declaró la guerra a España. Su sucesor, Carlos I, quien subió al trono un año después, emprendió hostilidades contra Felipe IV y gestionó el ataque naval contra los territorios de España en América. El contexto, por lo tanto, resultaba ideal para glorificar a Drake. Especial atención merece la representación de los cimarrones como aliados imperiales en el texto de Nichols, así como el buen trato de Drake hacia los nativos americanos en The World Encompassed. En los escritos sobre Drake del siglo xvii se enfatizan las crueldades de los españoles para con los indígenas americanos con el propósito de situar al pirata inglés como un conquistador prudente, que reforma los errores de los españoles y del catolicismo. La publicación en 1625 de Hakluytus posthumus or Purchas his Pilgrimes, compilación de narrativas de viajes del ministro anglicano Samuel Purchas, promovió la difusión en Inglaterra de nuevas obras españolas sobre la conquista y colonización de América. Purchas fue el primero en traducir, de forma parcial, la obra del Inca Garcilaso de la Vega, los Comentarios reales (1609, 1617) al inglés (Adorno, “El estreno” 3). Según Ralph Bauer (92), Purchas no estaba interesado únicamente en promocionar el proyecto imperial inglés tal y como había sido concebido entre sus predecesores isabelinos, sino que, además, buscaba redefinirlo ideológicamente. Ya no se trataba de emular o contrarrestar el modelo ibérico imperial, se buscaba suplantarlo. Así, la obra de Purchas sienta las bases sobre la necesidad de apartarse del modelo de conquista español, sin que ello necesariamente signifique apartarse también de su modelo discursivo. Nuevamente, las narraciones sobre Drake que se publican después de la obra de Purchas responden o utilizan los escritos hispanos como sus fuentes, considerando, en esta oportunidad, la mirada autóctona americana con el fin de reforzar el carácter ilegítimo de la conquista española de América. Además de la inserción de la obra de Garcilaso, a la que llama “a iewell, such as no other Peru merchant hath set to sale” (4: 1489 [parte 2, libro 7, capítulo 14]), Purchas presenta otros textos sobre la conquista española de América entre los que figuran la Relación (1542) de Álvar Núñez Cabeza de Vaca y la Historia de la conquista de México (1552) de Francisco López de Gómara. Para despedirse de la sección que corresponde a España, como Purchas la llama, la “Spanish farewell”, reproduce algunos fragmentos de la traducción de la

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Brevísima relación de Las Casas de 1583. En el prólogo al lector que antecede esta sección, Purchas señala que la inclusión de Las Casas no responde a un sentimiento antiespañol, sino que sirve para subrayar las crueldades que los católicos cometen en nombre de su religión (4: 1567 [parte 2, libro 8, capítulo 3]). A pesar de esta aclaración, la inserción de la Brevísima al final de este apartado resultó oportuna para quienes luego utilizaron los escritos de Purchas como fuente de un discurso antiespañol (Steele 49). Por su parte, algunas décadas más tarde, se publicó en Inglaterra una nueva traducción de la obra de Las Casas. Bajo el título de The Tears of the Indians, la traducción de John Phillips apareció en 1656, durante el régimen del Commonwealth. La traducción estuvo acompañada de los famosos grabados de Theodor de Bry que se reprodujeron en la traducción flamenca de la Brevísima a fines del siglo xvi.10 En su dedicatoria a Oliver Cromwell, Phillips hace un llamado a futuras acciones en contra de España en el Nuevo Mundo: “to publish this Relation of the Spanish Cruelties; whereby all good men may see and applaud the Justness of Your Proceedings: Being confident that God, who hath put this Great Designe into Your Hands, will also be pleased to give it a signal Blessing” (A7-A8). Por “great designe” el traductor hace referencia al “Western Design”, o “Diseño de la Parte Oeste”, del protectorado de Cromwell. Este programa consistía en establecer una base de operaciones inglesa en el Caribe para obstaculizar la ruta comercial en los territorios de la América española y debilitar la influencia del catolicismo en las Américas. En este contexto, se publicaron varias otras obras sobre las hazañas de Drake. Por primera vez, en 1653, aparece una compilación de los viajes de Drake a América a través de las narrativas oficiales de las mismas. El texto lleva como título Sir Francis Drake Revived y está compuesto de la narrativa de Philips del mismo nombre; The World Encompassed, publicado por primera vez en 1628; A Summarie and True Discourse of Sir Francis Drake’s West Indian Voyage, originalmente publicado en 1587; y una relación sobre el último viaje de Drake a América en 1595. El contexto era otra vez el de una guerra anglo10. Como señala Adorno (Polemics 78-79), uno de los manuscritos de la traducción al francés de Miggrode incluía acuarelas que representaban gráficamente los actos descritos por Las Casas. Fueron estas acuarelas las que sirvieron como base para los grabados en cobre de De Bry.

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hispánica, que surgió con motivo de la implementación del “Western Design”. En estos años, sir William Davenant, un autor que antecede y a la vez pertenece a la nómina de dramaturgos del teatro de la Restauración inglesa, compuso dos obras dramáticas de tema americano: The Cruelty of the Spaniards in Peru (1658) y su secuela, The History of Sir Francis Drake (1659). A pesar de que durante el periodo de guerras civiles en Inglaterra los teatros permanecieron cerrados por dieciocho años (1642-1660), Davenant representó sus dos obras sobre América en este mismo periodo. En una carta a John Thurloe, secretario de Estado de Oliver Cromwell, de 1656, Davenant argumentó las posibilidades dramáticas y propagandísticas del tema americano en el escenario londinense: “If morale representation may be allowed … the first arguments may consist of the Spaniards’ barbarous conquest in the West Indies and of their severall cruelties there exercised upon the subjects of this nation: of which some use may be made” (cit. en Firth 321). Al parecer, Davenant logró desafiar la prohibición porque el motivo central de sus obras congeniaba con el espíritu de la política exterior de Cromwell. Las obras de Davenant demuestran una minuciosa lectura de las traducciones de los textos españoles sobre la conquista de América de su momento. La primera de ellas, The Cruelty of the Spaniards in Peru, conjuga una lectura de la obra de Las Casas con la del Inca Garcilaso. Como he mencionado, la lectura de Garcilaso proviene de la traducción de Purchas y le sirve a Davenant para presentar la llegada de los españoles al Perú como la interrupción de un gobierno legítimo —es decir, el incanato— para así desacreditar la empresa “civilizadora y evangelizadora” de estos en América. The Cruelty of the Spaniards in Peru se concentra en detallar la serie de crueldades y torturas de las que fueron víctimas los nativos americanos a raíz de la llegada de los españoles al Perú. En el argumento de la obra (“The Argument of the Whole Designe, Consisting of Six Entries”), se detalla que las torturas que ejecutaron los españoles no solo se limitaron a los indígenas, sino también a cristianos de otras naciones: “(excepting those of their own Nation) who landing in those parts, came unhappily into their power” (Davenant, The Cruelty A3). Desde este momento, entonces, se puede identificar que el propósito de Davenant no era simplemente el de dar a conocer las malas prácticas de los conquistadores y enfatizar su crueldad con

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los indígenas americanos, sino presentar a los ingleses como quienes podían liberar a los nativos del yugo español: “And towards the conclusion, it infers the Voyages of the English thither, and the amity of the Natives towards them, under whose Ensignes (encourag’d by a Prophecy of their chief Priest) they hope to be made Victorious, and to be freed from the Yoke of the Spaniard” (Davenant, The Cruelty A3). La presencia de los ingleses en la obra conlleva una actualización del modelo colonialista británico, en donde se enfatiza la necesidad de intervenir los territorios de la América española y extender el protestantismo. La llegada de los españoles en la segunda escena de la obra genera sorpresa en los indígenas, que interpretan con ello la resolución de las profecías de los hombres con barbas: “an antient Prophecy amongst them, which did signifie, That a Bearded People (those of Peru having ever held it uncomely to wear Beards) should spring out of the sea and conquer them” (Davenant, The Cruelty 7). Purchas incluye las profecías de Huayna Cápac en su traducción de la obra de Garcilaso y hace énfasis en el aspecto de la “bearded nation” que llegará y dará fin a la república y religión incaica. Lo que Davenant omite, pero que está presente tanto en Garcilaso como en Purchas, es el hecho de que la profecía, anunciada por Huayna Cápac antes de morir, señalaba que los indígenas debían someterse a los españoles porque se trataba de una nación superior en leyes y armas. Purchas (4: 1482 [parte 2, libro 7, capítulo 13]) lo traduce así: “I suspect that they shall be of those whom we know to have gone alongst the coast of our Sea: they shall be a valiant Nation which every way shall exceede you”. Es decir, Davenant (The Cruelty 8) decide dejar de lado esta condición de la profecía para realzar la crueldad de los españoles, a los que el sacerdote reconoce como “cruell men, Idolaters of Gold”. La llegada de los españoles suscita un cambio de perspectiva en los indígenas que, de encontrarse sorprendidos y atemorizados frente a los extranjeros, comprenden su ambición y se indignan ante su crueldad. En este sentido, se representa un proceso hermenéutico que concluye con el rechazo de la presencia de los españoles en América. A partir de la quinta escena de la obra, Davenant se aleja de Garcilaso para incluir a los ingleses y resaltar el exceso de las crueldades de los españoles, y se acerca de esta forma más a una lectura de la obra de Las Casas, a través de la traducción de Phillips. En la quinta es-

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cena se representa una prisión en la que dos conquistadores españoles están torturando a los indígenas y a los exploradores ingleses. La descripción gráfica de esta escena remite a los grabados de Theodor De Bry en la traducción de Las Casas: “Two Spaniards are likewise discover’d, sitting in their cloakes and appearing more solemn in Ruffs, with Rapiers and Daggers by their sides; the one turning a Spit, whilst the other is basting an Indian Prince, which is roasted at an artificiall fire” (Davenant, The Cruelty 19; lámina 1). El proceso de conocimiento de los indígenas sigue su curso y, para el final de la obra, estos consideran que los españoles los han engañado: la experiencia les ha demostrado sus “oscuras divinidades”. En la sexta escena, un grupo de ingleses armados ingresa al escenario en lo que Davenant reconoce impropio para la narración histórica, pero apropiado para el discurso poético, arguyendo un tipo de verosimilitud en base a una profecía incaica: These imaginary English Forces may seem improper, because the English had made no discovery of Peru in the time of the Spaniards’ first invasion there; but yet in Poeticall Representations of this nature, it may pass as a Vision discern’d by the Priest of the Sun before the matter was extant, in order to his Prophecy” (Davenant, The Cruelty 23-24).

Significativamente, la secuela de esta obra es la historia de sir Francis Drake en su viaje a las Indias Occidentales de 1572. Basada en la narración de Philip Nichols, esta pieza teatral postula una cercana relación de Drake con los cimarrones11 y su capacidad de liberarlos del yugo español. Por su parte, Drake presenta valores caballerescos que lo sitúa, aún con mayor énfasis, como una versión revisada del conquistador español.

11. Como señala Paul Firbas (“Introducción” 91), el cimarronaje fue un fenómeno social exclusivo de la experiencia colonial americana. Hacia la segunda mitad del siglo xvi, la palabra se utiliza para designar casi de forma exclusiva a los esclavos africanos fugitivos. Como se verá en esta investigación, los cimarrones fueron una pieza clave para el éxito de las expediciones de Drake a América, debido a las alianzas que este mantuvo con ellos desde su viaje a Panamá en 1572. En el cuarto capítulo, analizaré la representación de los cimarrones en La Dragontea de Lope de Vega. En el poema, los cimarrones aparecen ya reducidos y actuando a favor del ejército español.

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Lámina 1: Grabado de Theodor de Bry que apareció en la traducción flamenca de fines del xvi de la Brevísima de Las Casas. Esta misma imagen aparece reproducida en la traducción inglesa de mediados del xvii y corresponde a la escena descrita en la obra de Davenant. Fuente: John Carter Brown Archive of Early American Images.

The History of Sir Francis Drake enfatiza, como ha señalado Janet Clare (263), la superioridad del honor inglés frente al español. En esta pieza, los indígenas son reemplazados por los cimarrones, en un intento por incorporar a todos los grupos oprimidos por los españoles en el proyecto británico de su salvación. La figura de Francis Drake en la obra de Davenant sugiere una recuperación del modelo isabelino: “Davenant’s hybrid drama on the most famous Elizabethan seafarer of his age represents a late intervention in that neo-Elizabethan movement” (Clare 266-267). Sin embargo, el Drake de Davenant desprecia el oro y se interesa sobre todo por su fama como libertador de los oprimidos: “For this attempt is not for gold, but fame;/ which is not got when the reco get,/ but by subduing those who rescue it” (32). Como señala David S. Shields (108), la representación de Drake en

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esta obra se puede resumir en “fame, the service of justice, the importance of self-control, and martial valor”. Al igual que en The Cruelty of the Spaniards in Peru, en The History of Sir Francis Drake, el carácter profético está también presente. En la cuarta entrada de la obra, Pedro, un esclavo de los españoles que trabaja para el rey de los cimarrones y que debe dirigir a Drake hacia Panamá, señala que, a través de una profecía, puede ver el destino favorable de los ingleses en tierras americanas. El coro responde “This Prophesie will rise/ To Higher Enterprise. / The English Lion’s Walk shall reach as far/ As prosp’rous Valour dares adventure War” (Davenant, The History 21). La profecía otra vez cumple con subrayar el lugar de los ingleses en la colonización de América. El Drake de Davenant se representa ya no como un pirata en busca de un botín, sino como un fiel representante del orden británico que decide enfrentarse a sus enemigos españoles y reformar su modelo de evangelización. Richard Frohock (43) señala que la obra presenta una reformulación del modelo isabelino que “underscores the shift that has occurred from Raleigh’s presentation of the possibilities to Davenant’s presentation of the virtues of conquest”. De esta forma, el Drake de Davenant rechaza, por un lado, a los españoles y su proyecto imperial, y, por el otro, al proyecto imperial británico durante el periodo isabelino, que carecía de una justificación religiosa. Así, el revisionismo literario de la historia inglesa se postula y se cumple gracias a la lectura de las obras españolas.

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Capítulo 2 Espejo de conquistadores. Sir Francis Drake entre sus contemporáneos ingleses

En muchos documentos españoles de la época, se menciona la siguiente historia: a su llegada a Cartagena, como parte de la expedición de 1585, Drake intercepta un aviso del rey de España, Felipe II, al gobernador de la ciudad, en donde se da alerta de la posible llegada de un corsario inglés de nombre Francisco Drac. El apelativo de “corsario” causó en Drake mucha indignación, al punto que confiscó la carta y señaló que el rey español lo agraviaba a él y a su reina al utilizar esa palabra. La historia no aparece registrada en los documentos ingleses que se escribieron en respuesta a la expedición. De hecho, en la mayoría de las narrativas inglesas contemporáneas a Drake, poco se dice o se cuestiona su condición de pirata o corsario. Difícilmente hoy en día alguien pueda negar que Drake era un pirata y, sin embargo, al leer a sus connacionales, su representación oscila entre la de un pirata, un héroe y hasta, como demostraré en este capítulo, la de un conquistador. El historiador Jorge Cañizares-Esguerra ha señalado que tanto los ingleses protestantes como los españoles católicos utilizaron el mismo discurso religioso para explicar y justificar la conquista y colonización de las Américas. Cañizares-Esguerra (31) agrega que fueron los españoles los que introdujeron estas ideas y los que asentaron el

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modelo discursivo que los ingleses procedieron a imitar e incluso superar. Este intercambio ocurrió, en mi opinión, como resultado de la creciente popularidad del castellano en Inglaterra durante la era isabelina. El investigador Gustav Ungerer presentó en su estudio “The Printing of Spanish Books in Elizabethan England” las razones que pudieron motivar el incremento en la publicación de libros en castellano en las últimas décadas del siglo xvi. Según Ungerer (177-178), la publicación de textos castellanos se debió, en primer lugar, al exilio de españoles heterodoxos que huyeron de su país natal y se refugiaron en Inglaterra.1 En segundo lugar, a un interés por la cultura hispana entre intelectuales isabelinos que se remontaba al reinado de Catalina de Aragón. Su presencia en la corte inglesa favoreció la lectura y traducción de obras literarias españolas. Con el incremento de la rivalidad entre ambos reinos durante la soberanía de Isabel Tudor, el estudio e interés por el castellano adquirió un tinte político. Mientras los ingleses buscaban familiarizarse con el enemigo y recabar información estratégica, reconocieron en el discurso literario hispano un modelo de imitación. Las traducciones de las obras sobre la conquista española de América desempeñaron un papel determinante en este incremento del interés por el castellano en Inglaterra. La mayoría de ellas se incluyó en las recopilaciones de narrativas de viajes que produjeron tanto Richard Hakluyt en el siglo xvi como Samuel Purchas, en el xvii. Hakluyt, quien se encontraba más interesado por la apertura de la ruta de comercio inglés y por la promoción de una colonización en América, destaca los pormenores de las conquistas españolas y las características de los recursos naturales en sus traducciones. Purchas, por su parte, se encuentra más próximo a las consideraciones religiosas de la conquista, por ser ministro anglicano. Interesado en la acepción del viajero como peregrino, Purchas presenta traducciones de textos españoles que guardan relación con los ritos y costumbres de los nativos americanos, como es el caso de la obra del jesuita José de Acosta o del Inca Garcilaso de la Vega. Fue justamente este interés en el descubrimiento 1.

Entre estos exiliados se encontraba Antonio del Corro, un monje jerónimo cuyas Reglas gramaticales para aprender la lengua española y francesa de 1586 conllevaron a la creación del primer diccionario español-inglés por uno de sus pupilos en la Universidad de Oxford, John Thorie. The Spanish Grammer (1590) es una traducción y adaptación del texto de Corro con el diccionario como complemento.

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y la conquista española de América el que contribuyó a ver en Drake a una suerte de conquistador. En el presente capítulo me concentraré en el desarrollo de la representación de Drake entre sus contemporáneos ingleses. Mi objetivo es examinar cómo las narrativas inglesas sobre Drake en el siglo xvi responden —pero sobre todo incorporan— a sus antecedentes ibéricos (véase tabla en p. 116).2 Consecuentemente, la representación de Drake a fines del xvi evoluciona hacia la de un explorador y conquistador inglés. Como afirma Cañizares-Esguerra (28), “in Elizabeth England, the figure of the privateer, a pillaging soldier of fortune who, like the Spanish conquistador, sought treasure and entry into the ranks of the grandees, became the equivalent of the Spanish conquistador battling Satan”. En la mutación de su representación como pirata y enemigo del imperio español hacia la de conquistador, participaron diversos sectores de la sociedad inglesa. En primer lugar, los mercaderes que, insatisfechos con el monopolio que España mantenía en Europa y en sus posesiones ultramarinas,3 vieron en los textos de la conquista española de América una clave para reconocer el territorio americano, y su valor económico y comercial. Estos mercaderes emprendieron la tarea de traducir a cronistas de Indias y, al hacerlo, difundieron información estratégica sobre los territorios americanos a la misma vez que propagaron las grandes hazañas de los conquistadores españoles, su valor y prudencia como oficiales de un ejército. Aunque fueron muy pocos los escritos literarios de carácter estrictamente apologético que se conservan, lo que estos demuestran es que la figura del pirata inglés se convirtió en modelo de los mercaderes como un grupo social emergente, como sugiere Marco Nievergelt (60). En estas representa2.

Por ser estos autores ingleses menos conocidos al lector, presento allí una lista, en forma de tabla, de los autores y obras que comentaré en este capítulo, con el año de su publicación y los acontecimientos históricos a los que hace referencia. 3. El comercio entre Inglaterra y España, como señala Donald Beecher (322), se encontraba bajo considerable presión durante estos años. Una serie de incidentes llevó a que las relaciones entre ambos reinos se resquebrajaran en materia comercial: la llegada del duque de Alba, Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, a Flandes en 1567 con el propósito de suprimir la oposición protestante en los Países Bajos; el ataque a la flota de sir John Hawkins en San Juan de Ulúa en 1568; y la captura de flotas españolas destinadas a pagar a las tropas que se encontraban en Flandes por parte de piratas ingleses. Como consecuencia de estos acontecimientos, en 1568, el rey Felipe II impuso un embargo comercial a los ingleses que se prolongó por cinco años.

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ciones, se exalta la ambición, el sentido de curiosidad y la capacidad de ascender socialmente a través de las acciones. Estas características, por su parte, se relacionan también con las de los conquistadores españoles y, así, Drake, como Hernán Cortés y Francisco Pizarro, representa al hombre común convertido en noble. En segundo lugar, participaron los promotores de una colonización inglesa en América que, al observar las consecuencias económicas y políticas que la conquista había significado para España, buscaron superar su modelo. Drake fue incorporado en ambos proyectos debido a su vasto conocimiento de los territorios americanos, así como a su diligencia como explorador en una época en la que muy pocos ingleses se atrevían a explorar nuevos territorios en el extranjero. Finalmente, y a pesar de que entre los miembros de la corte isabelina hubo cierta reticencia en cuanto a las acciones de Drake, los mismos ayudaron a engrandecer, a través de la publicación de panfletos en contra de los españoles como consecuencia de la derrota de la Armada Invencible, el estatus de Drake como un gran enemigo del imperio español. Estos múltiples y disímiles objetivos confluyeron en la creación del relato del viaje de circunnavegación que se publicó por primera vez en la edición de The Principall Navigations de 1589 y que sirvió como el texto motriz para la creación de la leyenda de Drake como héroe protestante en el siglo xvii. La narración comprende todos estos intereses y se advierte en ella una cercana relación con sus antecedentes ibéricos, los mismos que constituyeron, como he mencionado, el punto de origen en esta cadena de lecturas. A la luz de las relaciones intertextuales entre Inglaterra y España durante la era isabelina, considero que las narrativas sobre Drake escritas en vida de él presentan una imitación y asimilación del modelo discursivo ibérico. Como señala Richard Helgerson (181) en su estudio Forms of Nationhood. The Elizabethan Writing of England, tanto el ideal mercantil del comercio universal como el ideal aristocrático de la conquista universal estuvieron condicionados por los logros de España: “England necessarily defined itself and the character of its overseas expansion in terms of its relation to Spain” (Helgerson 182). Las representaciones de Drake en las obras inglesas aparecen en los momentos de mayor hostilidad entre ambos reinos. Estos conflictos, como señala Colin Steele (21), estimularon la creación de traducciones de los textos españoles sobre la conquista de América en Inglaterra,

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pues las mismas dependían de un intenso sentimiento antiespañol que despertara el interés del público lector.4 Coincidentemente, las obras en inglés sobre Drake que se publican durante su vida y al siglo siguiente de su muerte emergen al mismo tiempo o después de la difusión de estas traducciones y en cada una de estas representaciones se añaden aspectos presentes en las mismas. Con la publicación de las traducciones de textos españoles se incrementó el conocimiento que se tenía sobre las costumbres y ritos de los nativos americanos, los recursos naturales que se podían obtener en estos territorios, y las dificultades a las que los españoles se enfrentaron en el encuentro con estas civilizaciones. La difusión de nuevos detalles sobre estos aspectos contribuyó a que Drake, en su condición de personaje literario, adquiriera nuevas y diversas características desde fines del siglo xvi hasta mediados del xvii. 1. Drake, héroe de la clase mercantil En 1576, se llevó a cabo la primera expedición para encontrar el Paso del Noroeste (“Northwest Passage”), la ruta marítima que bordea Norteamérica y que conecta el océano Atlántico con el Pacífico, después de la que los Cabot realizaron un siglo antes. La expedición estuvo al mando de sir Martin Frobisher, un marinero inglés que, como Drake, fue también pirata en una etapa temprana de su carrera. El retorno de Frobisher a Inglaterra produjo mucho entusiasmo entre los ingleses, quienes vieron en este viaje la promesa de que Inglaterra se encontraba muy próxima a emular y superar el ejemplo español (McDermott, “Frobisher, Sir Martin” s. p.). El entusiasmo, sin embargo, fue momentáneo, pues las siguientes expediciones de Frobisher no lograron cubrir las expectativas de quienes habían financiado la empresa y la carrera del marinero cayó en desgracia. El primer intento fallido 4. Al estudiar las conexiones literarias entre Inglaterra y España en The Poetics of Piracy, Barbara Fuchs señala que los textos ingleses que forman parte de su estudio presentan una historicidad parcial (“partial historicity”). Fuchs (6) argumenta que estas lecturas demuestran cierta independencia de la ideología desde la que surgen: “a historical context of anti-Spanish sentiment does not negate the appeal of Spanish sources”. A diferencia de Fuchs y a propósito de lo que señala Steele, considero que el sentimiento antiespañol es justamente lo que permite el interés por la lengua española y por la literatura hispana.

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pues las mismas dependían de un intenso sentimiento antiespañol que despertara el interés del público lector.4 Coincidentemente, las obras en inglés sobre Drake que se publican durante su vida y al siglo siguiente de su muerte emergen al mismo tiempo o después de la difusión de estas traducciones y en cada una de estas representaciones se añaden aspectos presentes en las mismas. Con la publicación de las traducciones de textos españoles se incrementó el conocimiento que se tenía sobre las costumbres y ritos de los nativos americanos, los recursos naturales que se podían obtener en estos territorios, y las dificultades a las que los españoles se enfrentaron en el encuentro con estas civilizaciones. La difusión de nuevos detalles sobre estos aspectos contribuyó a que Drake, en su condición de personaje literario, adquiriera nuevas y diversas características desde fines del siglo xvi hasta mediados del xvii. 1. Drake, héroe de la clase mercantil En 1576, se llevó a cabo la primera expedición para encontrar el Paso del Noroeste (“Northwest Passage”), la ruta marítima que bordea Norteamérica y que conecta el océano Atlántico con el Pacífico, después de la que los Cabot realizaron un siglo antes. La expedición estuvo al mando de sir Martin Frobisher, un marinero inglés que, como Drake, fue también pirata en una etapa temprana de su carrera. El retorno de Frobisher a Inglaterra produjo mucho entusiasmo entre los ingleses, quienes vieron en este viaje la promesa de que Inglaterra se encontraba muy próxima a emular y superar el ejemplo español (McDermott, “Frobisher, Sir Martin” s. p.). El entusiasmo, sin embargo, fue momentáneo, pues las siguientes expediciones de Frobisher no lograron cubrir las expectativas de quienes habían financiado la empresa y la carrera del marinero cayó en desgracia. El primer intento fallido 4. Al estudiar las conexiones literarias entre Inglaterra y España en The Poetics of Piracy, Barbara Fuchs señala que los textos ingleses que forman parte de su estudio presentan una historicidad parcial (“partial historicity”). Fuchs (6) argumenta que estas lecturas demuestran cierta independencia de la ideología desde la que surgen: “a historical context of anti-Spanish sentiment does not negate the appeal of Spanish sources”. A diferencia de Fuchs y a propósito de lo que señala Steele, considero que el sentimiento antiespañol es justamente lo que permite el interés por la lengua española y por la literatura hispana.

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de colonización inglesa en América no solo afianzaba la supremacía política de los españoles, sino también la literaria: los ingleses prescindían de narrativas de viajes que incentivaran la exploración de nuevos territorios. Como señala Donald Beecher (321), la traducción era el único medio de acceso a las noticias sobre las remotas naciones que podía ser útil para los mercaderes y los organizadores de las expediciones. Es en este contexto que la comunidad mercantil inglesa asentada en España decidió dirigir su atención hacia los textos que narraban la experiencia de los españoles en América y descubrir las condiciones que hicieron posible que esta experiencia se convirtiera en algo provechoso. John Frampton era miembro de una compañía de mercaderes con base en Bristol que comerciaba en Andalucía y que, en 1559, fue encarcelado por orden de la Inquisición española. Ya de regreso a Inglaterra, Frampton realizó seis traducciones de obras españolas en un periodo de cuatro años (1577-1581). Su segunda publicación, A Briefe Description of the Portes, Creekes, Bayes and Hauens, of the West India, impresa en 1578, fue una traducción de la obra de Martín Fernández de Enciso Summa de Geografia que trata de todas las partidas e provincias del mundo, publicada en Sevilla en 1519. Fernández de Enciso era un cartógrafo y geógrafo español que partió hacia La Española en 1509. Escribió su Summa de Geografia, dedicada al emperador Carlos V, a partir de sus exploraciones en América. La obra se volvió a publicar en España en 1530 y 1544; sin embargo, en 1558, su publicación fue prohibida por el rey español para evitar dar a conocer información privilegiada sobre los descubrimientos en el Nuevo Mundo a sus enemigos, como menciona el mismo Frampton en su dedicatoria: “and after called it aboute twentie yeares past, for that it revealed secretes that the Spanish nation was loth to have knowen to the worlde” (A2v). La traducción de Frampton, como afirma Beecher (329), en manos de los bucaneros ingleses puede ser interpretada fácilmente como un manual para corsarios. Frampton dedica su traducción a sir Humphrey Gilbert, quien en junio de 1578 había recibido la patente que le permitía, por un periodo de seis años, descubrir, conquistar y ocupar territorios desconocidos que no estuvieran en posesión de un rey cristiano (Rapple s. p.). Una década antes, Gilbert se había presentado ante la reina Isabel y su consejo real para sustentar las razones por las cuales era necesario encontrar el Paso

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del Noroeste (“Northwest Passage”). Como resultado de este encuentro, Gilbert redactó una primera versión de su Discourse of a Discoverie for a New Passage to Cataia, que aparecería publicado en la primera edición de Hakluyt. Como señala Rory Rapple (s. p.), el tratado, además de remarcar las formas en las que el descubrimiento potencial de esta ruta podría afectar los intereses de los españoles, proponía la instauración de colonias en el Nuevo Mundo para aliviar la pereza y pobreza en Inglaterra. En 1577, Gilbert se dirigió otra vez a la corte e insistió sobre la necesidad de establecer colonias inglesas en las Indias Occidentales, solo que esta vez añadió el propósito de saquear, como afirma Rapple (s. p.), las embarcaciones que trasladaban el tesoro español. La dedicatoria a Gilbert en A Briefe Description of the Portes, Creekes, Bayes, and Hauens, of the Weast India subraya la necesidad de conseguir conocimiento sobre América que proviniera de España, como señalé anteriormente. Frampton menciona a su interlocutor que el tratado de Enciso provee testimonio sobre “the longitudes and altitudes of many ilandes, and of the portes of the tracte of the firme lande of America”, información que resulta urgente traducir al inglés antes de que Gilbert emprenda su viaje a América. En cuanto a las razones por las que le dedica esta traducción a Gilbert, Frampton rememora el hecho de que este fue “the firste man of our nation that gave light to our people for the finding out of the northwest straight”, además de ser quien llevará a cabo un “noble voyage and discoverie”. El traductor procede a destacar que su obra podría resultar insignificante para alguien como Gilbert quien “doe understande the tongues”, pero que la misma tendría mucho valor entre personas no letradas y de menor rango: “yet this may for our meere English Seamen, Pilotes, Marriners &c, not acquaynted with forrayne tongues”. Finalmente, Frampton destaca que el objetivo de esta traducción es mantener a los marineros ingleses alejados de la pereza y otros vicios, y brindarles un ejemplo de cómo se deben registrar las características del lugar explorado y sus habitantes naturales. Como Frampton, Thomas Nicholls era también un mercader inglés que tradujo textos sobre la conquista española de América. Al igual que Frampton, además, Nicholls fue encarcelado en España por cargos de herejía por mandato de la Inquisición. Nicholls fue secretario de la Compañía de Moscovia (Muscovy Company), una agrupación de mercaderes que se fundó en Inglaterra en 1555 y que obtuvo el monopolio

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comercial entre Inglaterra y Rusia. Uno de los principales intereses de la compañía era el descubrimiento del Paso del Noreste (“Northeast Passage”), el tramo que unía los océanos Atlántico y Pacífico, atravesando el Ártico por la costa de Rusia. Probablemente fue a través de esta compañía que Nicholls mantuvo contacto con sir Francis Walsingham, en ese entonces secretario principal de la reina Isabel, pues para el verano de 1568, como señalan Simon Adams, Alan Bryson y Mitchell Leimon (s. p.), Walsingham estaba profundamente involucrado en las actividades de la compañía y fue nombrado asistente de la misma al año siguiente.5 Según R. C. D. Baldwin (s. p.), en un registro del diario de Walsingham, con fecha del 12 de octubre de 1574, se menciona una carta que le envió Thomas Nicholls desde prisión en representación suya y de otros dos mercaderes de Bristol, entre los que se encontraba Frampton. Nicholls le propuso a Walsingham, a cambio de su intervención para ayudarlo a salir de prisión, un proyecto de traducción de obras españolas clave que pudieran brindar mayor información sobre la geografía, flora y fauna americana. Como consecuencia de ello, en 1578, Nicholls publica su primera traducción, The Pleasant Historie of the Conquest of the West India, una versión de La conquista de México (1552) de Francisco López de Gómara. Como en la historia de Gómara, la versión de Nicholls brinda especial atención a la figura de Cortés, a quien desde el título reconoce como un “worthy prince”. La traducción de La conquista de México estuvo dedicada a Walsingham. Al igual que Frampton, Nicholls reconoce que este texto puede utilizarse como ejemplo para los nuevos descubrimientos que realicen los ingleses, sin embargo, añade que la obra es de especial interés para el gobierno de estos nuevos territorios: “whiche is a Mirrour and

5. Sir Francis Walsingham (c. 1532-1590) fue secretario principal de la reina Isabel desde 1573 hasta el año de su muerte. En la corte, fue un importante promotor de los proyectos de exploración y colonización inglesa. En la biografía que prepararon para el Oxford Dictionary of National Biography, Simon Adams, Alan Bryson y Mitchell Leimon señalan que el interés de Walsingham por la exploración debió haber sido consecuencia de su temprana conexión con la Compañía de Moscovia. Walsingham financió los tres viajes de Frobisher con la finalidad de encontrar una ruta hacia el Pacífico libre de presencia española. Financió el viaje de circunnavegación de Drake con el mismo propósito (Kelsey 82). Fue también un reconocido mecenas durante la era isabelina: más de cuarenta libros le fueron dedicados, obras que trataban temas religiosos, filosóficos y de exploración, lo que indica su papel como patrocinador.

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an excellent president, for all such as shall take in hande to governe newe discoveries: for here they shall behold, how glorie, renowne, and perfite felicitie, is not gotten but with great paines, travaile, perill and daunger of life” (A2r). Procede a presentar las razones por las que un capitán logra mantener en disciplina a todo un ejército y con ello alcanzar la victoria. De esta manera, la traducción de Nicholls agrega, a la necesidad del conocimiento geográfico que proponía Frampton en la suya, la importancia de la capacidad del capitán para ser un líder militar de gran talento. Prosigue Nicholls con el reconocimiento de que Inglaterra debe tener dominio de los territorios al norte de América, pues es a la reina Isabel y a sus vasallos a los que “God hath appoynted, not onely to be supreme Princesse over them, but also to be a meane that the name of Christ may be known unto this Heathenish and Savage generation”. Imita de esta forma el carácter providencial de la conquista española de América tal y como lo presenta Gómara. El traductor continúa su dedicatoria con la narración de un encuentro que sostuvo con un español de apellido Zárate, quien participó en la conquista del Perú. Se trata de Agustín de Zárate, contador de mercedes para el virreinato del Perú y Tierra Firme que viajó a América en 1544 en la expedición del primer virrey, Blasco Núñez de Balboa. Zárate publicó en Amberes, en 1555, su Historia del descubrimiento y conquista de la provincia del Perú, obra que Nicholls tradujo por primera vez al inglés en 1581.6 Nicholls señala que Zárate se encontraba viajando a la corte de Castilla para entrevistarse con el rey “to have license and authoritie to discover and conquere a certayne part of the Empire of Pirru” (A2v). Según Nicholls, Zárate menciona además que, a raíz de su servicio como soldado en la guerra de conquista, había adquirido riquezas y era propietario de unas tierras en el Perú. Cuando el inglés le pregunta si se encontraba conforme con todas las riquezas adquiridas, Zárate le contesta que las riquezas no eran para su propio placer y beneficio, sino para socorrer, como buen cristiano, a los menos privilegiados. El encuentro con Zárate conlleva una protesta por parte de Nicholls, quien reclama la indolencia de los ingleses para descubrir nuevos territorios:

6. Como señala Quinn (“Renaissance Influences” 75), Amberes fue el centro de diseminación del conocimiento sobre los nuevos territorios americanos para el norte de Europa.

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But yet I know there are some, unto whome I may compare the Bore that lyeth wallowyng in his Stye, who will not lette to saye, what neede we any other worlds, honor or Kingdomes? Let us be contended with what we have: who may easily be answered, Sir Glutton, your paunch is full, and little care you for the glory of God, honor of your Prince, neither the neede and necessitie of your poore neyboures. (A3v-A4r).

Nicholls reafirma de esta forma el argumento iniciado por Humphrey Gilbert, para quien el descubrimiento y conquista de territorios en el Nuevo Mundo traería consigo la posibilidad de aliviar la pobreza y desidia inglesa, y de animar al pueblo inglés a mayores empresas. Nicholls menciona, además, la labor de Walsingham en la corte inglesa para promover expediciones de exploración en América. Señala que Walsingham ha tenido que sufrir “great paynes in Courte” con el propósito de “advance and further the voyage”. Por su parte, introduce a quienes resultan beneficiados con la ayuda de Walsingham, como los “gentleman, marriners, and other artificers”. En cuanto a su traducción, Nicholls señala que ha abandonado el adorno, las frases placenteras y la retórica, pues esas características están reservadas para verdaderos escritores y no para mercaderes iletrados como él. Dice que sigue de cerca la versión de Gómara con el objetivo de acercarse al sentido original de su historia. Finalmente, el mercader inglés propone una siguiente obra: asegura la traducción de un texto que describa las características geográficas de las Indias Orientales, en ese entonces pertenecientes al reino portugués. Con esta promesa, Nicholls recoge el sentido general de su empresa, que es conocer el estado de desarrollo de las rutas de comercio que habían sido vetadas para los ingleses. Un poema de Stephen Gosson7, “Stephan Gosson in Praise of the Translator”, en inglés, compuesto de seis estrofas de seis versos cada una, y otro en latín, “In Thomae Nicholai occidentale Indiam Stephan Gosson”, preceden The Pleasant Historie en alabanza a Nicholls. En el poema en inglés, Gosson vincula la figura del poeta con la del conquistador a través de las metáforas del viaje y del viajero. En la primera estrofa se menciona que en ocasiones el poeta transcurre por el camino equivocado y se dedica a cantar “the force of firie love”, es decir, se dedica a temas amorosos y no a los de carácter bélico. Sin embargo, 7.

Stephen Gosson (1554-1625) fue un reconocido escritor de sátiras antiteatrales en la Inglaterra isabelina.

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cuando reconoce el sonido de la guerra, rememora los caminos por los que añora transitar: “remembers how through pikes he lovde to runne/ when he the price of endlesse glory wonne”. La voz poética introduce inmediatamente la imagen del viajero para referirse a Hernán Cortés, quien sobrepasa los peligros del camino y navega con el fin de buscar el oro que se esconde bajo tierra. El verso siguiente restituye la imagen del poeta que, al observar a Cortés, imagina lo que ha abandonado: “When he perceives Don Cortez here so peart,/ May well be mindfull of his owne desert”. Utiliza de esta forma el doble significado del verbo “desert”, que se refiere tanto al abandono como a un lugar inhabitado.8 El retrato de Hernán Cortés sirve para que los ingleses se cuestionen sobre sus próximas conquistas en Norteamérica. En la estrofa siguiente, la voz poética agradece el trabajo del traductor, quien ha traído a la mente los hechos de guerra, aquellos que “learned wits in forreine lands do finde”, insistiendo en que los españoles contaban ya con una amplia literatura sobre los viajes de descubrimiento y colonización. El poema finaliza con la siguiente estrofa: Loe here the traveller, whose painfull quill, So lively paints the Spanish Indies out, That English Gentlemen may view at will, The manly prowesse of that gallant rout. And when the Spaniard vaunceth of his gold, Their owne renowne in him they behold.

Esta vez la imagen del viajero se relaciona nuevamente con la del poeta, quien ha descrito tan vivamente la América española. El verso siguiente asegura que es a través de la obra de este “viajero” como los caballeros ingleses podrán al fin ver en todo su esplendor “the manly prowesse of the gallant route”. En este verso, la voz poética hace referencia al valor y la nobleza de la figura del conquistador. Sin embargo, el verso también parece aludir al trabajo del poeta, en cuyo caso los mismos adjetivos se aplican a la obra literaria. Finalmente, el poema concluye con la mención de que la fama y el honor de los españoles se

8.

Para obtener la acepción de las palabras inglesas en la época, utilizo como referencia el diccionario de Samuel Johnson, A Dictionary of the English Language, que se publicó en 1755 y que incluye los diversos significados de las palabras junto a los nombres de los escritores en cuyas obras aparecen.

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deben a la labor del viajero, es decir, a la labor tanto de los conquistadores como de quienes escriben sobre sus hazañas. Al estudiar el estreno del género de literatura de viajes en Inglaterra, Helgerson (151) ha señalado lo siguiente: “In England the emergence of the two kinds, the chorography and voyage, was nearly simultaneous and the generation most responsible for their production was the same”. Gosson subraya no solo la importancia de Nicholls como traductor para dar a conocer las conquistas de los españoles en América e imitarlas, sino también para imitar sus obras discursivas. En ausencia tanto de hazañas como de escritores, las traducciones aseguraban un terreno desde el cual definir y planear una próxima empresa colonizadora inglesa. Así, cuando se da inicio a los escritos ingleses sobre sus propios viajes de exploración, el terreno retórico ya había sido previamente instituido por los escritos de los españoles. En septiembre de 1580, Francis Drake y su tripulación arribaron, después del viaje de circunnavegación, al puerto de Plymouth, en Inglaterra. Regresaban del viaje que cambiaría para siempre la carrera del pirata y el destino de las relaciones diplomáticas entre Inglaterra y España. Como señala Harry Kelsey (171), el hombre que inició el viaje como pirata “a tiempo parcial” y como próspero marinero y mercader inglés “a tiempo completo”, había regresado a Inglaterra convertido ya en un héroe: “Drake the pirate was no longer a simple patriot, working to serve his queen. Now he seemed to be almost a missionary, working for God”. El viaje de circunnavegación marca también el inicio de una nueva etapa desde el plano retórico. Las hazañas de Drake promovieron, como veremos, la confianza de los ingleses en cuanto a sus posibilidades de asentarse en territorios de América y las obras inglesas que surgen a partir de la década de los ochenta dan fe de ello. Al año siguiente del regreso de Drake, Nicholls publica una nueva traducción. Esta vez se trata de la traslación de la Historia del descubrimiento y conquista de la provincia del Perú (1555), que presenta los pormenores de la conquista del Perú de la mano de uno de sus testigos más cercanos: Agustín de Zárate. La traducción, cuyo título completo es The Discovery and Conquest of the Province of Peru, and the Navigation in the South Sea, along the Coast. And also the Ritche Mines of Potosi, se publicó en 1581. Se anuncia el carácter de esta historia “strange and delectable” y se señala “the notable things which there happened for government”. El título de la traducción confirma

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los intereses de Nicholls por emprender esta labor: la crónica de Zárate brinda información sobre las guerras de conquista en el Perú, sobre las rutas de navegación en el mar del Sur, sobre las riquezas que se encontraron en estos territorios y sobre las dificultades que se presentaron para el gobierno de los mismos.9 A diferencia de la traducción de la obra de Gómara, en esta, Nicholls demuestra un interés más especializado, pues decide traducir solo los primeros cuatro libros de la crónica, que originalmente se publicó en siete. Por su parte, añade una traducción parcial del cuarto capítulo del sexto libro, en el que se presenta el descubrimiento de las minas de Potosí. Como se puede observar tanto en el título de la traducción como en la imagen de la portada, los tesoros del Perú adquieren particular relevancia en la obra (lámina 2). The Discovery and Conquest of the Province of Peru está dedicada a Thomas Wilson, quien, al igual que Walsingham, era secretario principal de la reina Isabel. Por su parte, como Walsingham, Wilson apoyaba con insistencia una política de intervención en contra de España en la rebelión de los Países Bajos (Doran y Woolfson s. p.). Es decir, Nicholls dirige sus traducciones de La conquista de México y la Historia del descubrimiento y conquista del Perú a aquellos secretarios que ejercían una política antihispana en la corte inglesa. En la dedicatoria, Nicholls señala que los ingleses ya pueden comparar sus hazañas y las de sus capitanes con los de la nación española y la portuguesa, pues, al igual que ellos, han alcanzado la maestría en la navegación y exploración: I may at this day, God be praised, boldie write that, where the Spanish and Portingall Nacions dare glorie of their discoveries & navigacions, with great commendations of their captaines, Colon, Vasco dela Gama, Magalanez, Hernando Cortez: Don Francisco Pisarro, & Don Diego de Almagro. Now may our most gracious Queen, most iustly compare withall the Princes of the world, both for discovery and navigacion (A3v).

9.

La crónica de Zárate se inicia con el descubrimiento y conquista del Perú y finaliza con la muerte de Gonzalo Pizarro y la restauración del poder monárquico con la llegada de Pedro de la Gasca. De su experiencia en Perú, Zárate recolectó una serie de apuntes y otros documentos sobre la guerra civil entre los conquistadores. A su regreso a España, en 1545, como señala Teodoro Hampe (150), “aprovechando sus vinculaciones con el príncipe español, el cronista (Zárate) le dio (al rey Felipe II) a leer su manuscrito durante la travesía de una semana desde La Coruña hasta Southampton, en julio de 1554”. Al futuro rey Felipe II le agradó el relato y solicitó a Zárate la inmediata publicación de la obra.

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Lámina 2: Portada de la traducción realizada por Thomas Nicholls de Historia del descubrimiento y conquista de la provincia del Perú (1555) de Agustín de Zárate. El grabado de las minas de Potosí proviene de la versión original de Zárate, aunque no se mostraba en la portada de la misma. Fuente: Early English Books Online (EEBO).

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Nicholls procede a presentar al inglés que hizo posible la equiparación con los viajes de descubrimientos de los españoles y portugueses: Francis Drake. Señala que Drake, “our valyant and noble minded captaine”, ha navegado por más de tres años para “attained to the knowledge of the East, and West course, which none at any time had ever atchived” (A4r). Agrega que su fama se debe al hecho de que ha llevado a cabo un viaje lleno de dificultades, dominado por un clima inclemente y continuos riesgos. El honor de Drake, según Nicholls, no se obtiene con placeres y tranquilidad (“pleasures & quiet mindes”), porque solo los ignorantes pueden juzgar que la fama perpetua y la felicidad eterna se obtienen con comodidad. Al igual que en su traducción de La conquista de México de López de Gómara, Nicholls enfatiza y subraya su posición en contra de la “pereza” inglesa. Al regreso de su viaje de circunnavegación, Drake representa a quien finalmente revierte esta situación. Drake se convierte en representante de los mercaderes, pues su viaje significaba una afrenta hacia el monopolio comercial en América impuesto por España y Portugal. Por otro lado, Drake es el primero en emular el ejemplo español de ser explorador, que está siendo difundido a través de estas traducciones. Nicholls utiliza los mismos adjetivos para describir a Drake en esta traducción que utilizó en su dedicatoria de la traducción de Gómara para describir a Cortés: señala, por ejemplo, que Drake es un “valyant and noble minded captaine” (A4r), cualidades que resalta también en el carácter de Cortés. Tanto Cortés como Drake resultan ser el ejemplo y precedente de cómo los ingleses deben conquistar los territorios descubiertos. Drake fue nombrado caballero por la reina Isabel en 1581, el mismo año de la publicación de la traducción de Zárate. La condecoración alimentaba aún más la posición de quienes, como Nicholls, veían en Drake a un hombre común convertido en héroe. Helgerson ha destacado la importancia de dos grupos sociales en la expansión de la Inglaterra isabelina: los mercaderes y los caballeros. La apertura, organización y financiamiento de los viajes de exploración recayó en estos dos grupos. Los primeros estuvieron motivados por un deseo estrictamente de lucro, mientras que a los segundos los gobernaba un impulso por la gloria (Helgerson 171). En A True Report of the Late Discoveries, and Possession Taken in the Right of the Crowne of England of the Newfound Lands, by that Valiant and Worthy Gentleman, Sir

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Humfrey Gilbert Knight, sir George Peckham (E3v) alude a estas mismas diferencias sociales y señala que, con respecto a la exploración de nuevos territorios, los caballeros buscaban un lugar para fortificar, mientras que los mercaderes buscaban artículos para comercializar. Celebrado entre quienes apoyaban el asentamiento de los ingleses en América y entre quienes veían en los viajes de Drake una forma de desestabilizar el monopolio comercial de España, la figura de Drake se presentaba como la de un reformador de las jerarquías sociales isabelinas. En estas representaciones, Drake aparece simultáneamente como mercader y como conquistador debido a que las mismas reproducen de forma paralela los intereses de estos dos grupos sociales. Estas representaciones, por su parte, surgen a imitación de los conquistadores españoles quienes, como Drake, fueron “hijos de sus propias obras”.10 Entre quienes vieron a Drake como un héroe nacional, no se hicieron esperar las quejas sobre la poca repercusión que sus viajes tuvieron en la historiografía inglesa. El autor y marinero Henry Robarts publicó en 1585 un poema dirigido a Drake y a sus soldados como despedida a la campaña que Drake realizó ese mismo año en América. A most Friendly Farewell Given by a Welwiller to the Right Worshipful Sir Frauncis Drake Knight se divide en tres partes: una epístola dedicatoria en prosa dirigida a Drake, en donde se recuerda el viaje de circunnavegación, un poema panegírico de ciento nueve versos, y un último poema con las mismas características donde el autor se despide de los soldados que acompañaron a Drake. En su dedicatoria a este, Robarts menciona que, en vista de que los ilustrados escritores ingleses no habían escrito sobre sus hazañas como se debía, él “being the unworthyest, yet the most willing” (s. p.) escribiría una alabanza al general y a sus acompañantes antes de partir. Añade Robarts que Drake habría servido a Inglaterra como ningún otro inglés lo había hecho antes y que aun así los “schollers and the learned” habrían preferido

10. En Imperial Spain, John H. Elliott (65) describió así a los conquistadores: “The conquistadores came to the New World in pursuit of riches, honor and glory. It was greed, cupidity, the thirst for power and fame that drove forward a Pizarro or a Cortés. But their ambition deserves to be set into the context of their own background. They came from poor families and a poor land, members of a society acclimatized to the winning of wealth by the waging of war. Rank and social distinction were achieved in this society by the possession of land and of riches, both of them the fruits of valor in battle”.

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registrar las hazañas de otros hombres “that hath not undertaken the one halfe of your troubles”. Robarts compara esta omisión de Drake como figura histórica en Inglaterra con las obras españolas sobre la conquista de América, cuyos protagonistas fueron retratados entre varios escritores: “as the conquest of the West Indyes can witnesse, wherein many of theyr names is explained in other writers also” (s. p.). Para Robarts, las hazañas de Drake se comparan con las de Alejandro Magno, cuya valentía permitió que venciera al rey Darío, así como Drake podría vencer a sus enemigos españoles. Finaliza su dedicatoria señalando que su poema tiene como objetivo llamar a otros a escribir sobre Drake en un estilo más apropiado, es decir, desde el discurso histórico. El poema continúa con el tono de protesta de la dedicatoria, insistiendo nuevamente en que ningún escritor había emprendido la tarea de escribir sobre sus viajes. Robarts señala que él debe hacerlo por el bien de su nación y porque hasta el momento nadie había destacado los peligros a los que Drake y su armada se enfrentaron, los lugares recorridos y la buena disposición de los naturales para entablar relaciones con él. Al referirse específicamente a sus hazañas, lo compara con Ulises por su prudencia al gobernar y con Aquiles por resistir ante sus enemigos e infundirles temor. El poema concluye con un aliento a los marineros y soldados que viajaban con Drake, destacando las razones por las cuales este era un buen general: por su experiencia en tierras extranjeras, por la manera en que ha adquirido riquezas y por su buena disposición al compartir sus recompensas con los demás miembros de la armada. Al igual que Robarts, el escritor inglés Thomas Greepe publicó un poema alabando a Drake en su viaje a América de 1585. A diferencia de Robarts, sin embargo, Greepe escribe el poema cuando Drake ya se encontraba de regreso en Inglaterra y después de su ataque al puerto español de Cádiz en 1587. The True and Perfecte News of the Worthy and Valiant Exploits, Performed and Done by that Valiant Knight Syr Francis Drake se publicó en 1587 y estuvo dedicado a George Clifford, tercer conde de Cumberland. Greepe señala en la dedicatoria que su poema es en realidad un panfleto, cuyo objetivo es dar a conocer a “the vulgar sorte of people” los pormenores del último viaje de Drake a América. Asegura que, en consideración con su público y con su propia condición, escribe en un estilo llano, siendo él un hombre cuyo

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conocimiento se limita a “culturing of lande” y no a “descriptions of conquests of countries” (A2r). En el prólogo a The True and Perfecte News, Greepe también presenta una queja por el silencio ante las acciones de Drake en Inglaterra. Menciona que es a través de los escritos de los más famosos historiadores como se conocen las hazañas de los héroes nacionales: Homero y Eurípides en el caso de los griegos, Tito Livio con los romanos y Quinto Curcio con Alejandro Magno. No obstante, y a pesar de que las hazañas de Drake no se comparan con las de ningún otro inglés en la historia, no existe historiador alguno que haya escrito sobre sus hazañas y sobre “his navigation and long travell” y el “great terror and feare of the enemie” (A3v). Como el poema de Greepe se escribe en un contexto bélico, este sirve también como amenaza a sus enemigos, los españoles, para demostrarles la capacidad de la armada inglesa con el ataque de Cádiz como precedente. A diferencia de los textos anteriores, el poema de Greepe exalta la figura de Drake como la de un héroe de la cristiandad. En las primeras estrofas, lo compara con Gedeón, guerrero del Antiguo Israel que se enfrentó a los idólatras, señalando que “Syr Francis Drake by dreadfull sworde/ did foyle hys foes in forraine lande, / which did contemne Christes holy word/ and many captives did sette free/ which earst were long in misery” (A4v). Al liberar a los cimarrones de Panamá del yugo español, según la voz poética, Drake se enfrentó a sus enemigos, los españoles, quienes menospreciaban (“contemne”) la palabra de Cristo. Luego de su primera victoria en las islas de Cabo Verde, según la voz poética, Drake ordena a sus hombres rezar y dar gracias a Dios por la victoria, un acto que repiten en el camino hacia las posesiones españolas: “Taking leaue of their Generall,/ After the court’sey of merry England:/ On Gods most holy name they call, / To strength them with his mightie hande” (B2r). Cuando llegan a Santo Domingo, las mujeres suplican misericordia, pero sus santos no pueden escuchar sus ruegos (“but Saint Domingo could not heare”). La victoria de Drake en Cartagena de Indias se consigue por intervención divina, pues Dios impide que los naturales disparen sus flechas envenenadas a los ingleses. En su alabanza final, el narrador suplica el futuro resguardo de su héroe (“the Lord preserve the noble Drake”) y elogia la condición de sus conquistas que se llevan a cabo con valentía y vehemencia. Compara las hazañas de Drake con las de Ulises, pero

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señala que Drake alcanzó en un solo año las victorias que Ulises logró en no menos de diez. El poema termina narrando su regreso a Inglaterra, “the pleasants land in Christientie”, donde Drake es recibido con gran honor, fama y renombre. Acompaña al poema una carta del propio Francis Drake al predicador John Foxe, autor de Actes and Monuments, comúnmente conocido como Foxe’s Book of Martyrs (1563), un libro de mártires que se concentra en el sufrimiento y la persecución de los ingleses protestantes.11 Como afirma Kelsey (303), esta carta ha sido usualmente estudiada por contener “Drake’s most heartful religious sentiments”. La carta es más una relación de los acontecimientos de Cádiz, y el contenido de la misma no es estrictamente religioso, pero Drake insiste en ella en su ferviente devoción cristiana. Describe ante su destinatario los pormenores de su ataque a Cádiz, pues quiere hacerlo partícipe de los sucesos en respuesta a que Foxe “have faithfully remembred us in your good prayers” (C3v). Le menciona que, como consecuencia del ataque de Cádiz, el rey español se encuentra preparando la invasión de Inglaterra y que por lo mismo solicita “to continue faithfull in remembraunce of us in your prayers, that our purpose may take that good effect, as God may be glorified, his Church, our Queene and Country preserved, and these enemies of the trueth utterly banquished” (C4r). Firma Drake como “faythfull Sonne in Christ Jesus” y acompaña la rúbrica con la siguiente oración: “Our enemies are many, but our protector commaundeth the whole world, let vs all pray continually, and our Lorde Iesus wyll heare vs in good time mercifully” (C4v). La carta se adscribe al contenido del poema porque ambos presentan las agresiones militares de Drake a raíz de su autorretrato como héroe cristiano. El poema de Greepe sugiere que, en vísperas de la invasión de España a Inglaterra, se intentó fundamentar en los discursos ingleses que los ataques piráticos de Drake en América fueron una forma de restringir la expansión del catolicismo en el mundo, y que la guerra anglo-española era de carácter religioso. El investigador Marco Nievergelt añade a esta nómina de obras que se escribieron en alabanza a Drake, un texto que se publicó 11. Como discutiré en el capítulo tres de esta investigación, parece ser el libro de Foxe el que Drake llevaba consigo en el viaje de circunnavegación, tal y como lo señala el piloto portugués Nuño da Silva en su declaración ante el Tribunal del Santo Oficio en México.

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como consecuencia del viaje de circunnavegación y en el año de su condecoración como caballero, es decir, en 1581. Se trata de The Voyage of the Wandering Knight (1581), una traducción de una obra en francés escrita por Jean de Cartigny y traducida al inglés por William Goodyear, cuya dedicatoria estuvo dirigida a Drake y firmada por Robert Norman, marino e hidrógrafo inglés. El prefacio de Norman demuestra varios de los elementos presentes en los discursos apologéticos, pues representa a Drake como un héroe épico nacional dotado de un aura de figura religiosa (Nievergelt 56). Norman, por su parte, le da centralidad a la consagración de Drake como caballero en base a sus méritos y presenta, a través de su héroe, una redefinición de la nobleza: “But as you went out, so you are come home, familiar with your friend, courteous to your acquaintaunce, remembering all, forgetting none, still of one minde, will and affection, the prosperous event of your daungerous voyage nothwithstanding” (A2v). Norman asegura así que Drake, a pesar de las victorias y consagraciones, sigue siendo el mismo hombre que partió hacia América sin linaje alguno. Como señala Nievergelt (60), Drake se convierte en héroe de la clase mercantil y sus alabanzas se concentran en sus hazañas, su valentía y su capacidad para liderar, cumpliendo con las características que Nicholls demandaba que Drake imitara de Hernán Cortés. 2. Sir Francis Drake y la incipiente ideología de una colonización inglesa El proyecto de traducciones de obras españolas de John Frampton y Thomas Nicholls se gestó en realidad más de veinte años antes con la publicación de la traducción de las De orbe novo decades de Pedro Mártir de Anglería, que realizó Richard Eden en 1555. Eden había sido pupilo de sir Thomas Smith en Queen’s College y fue él, como señala Andrew Hadfield (s. p.), quien le transmitió su entusiasmo por los proyectos de expansión inglesa en ultramar. En 1552, Eden fue nombrado secretario de William Cecil, primer barón de Burghley y principal asesor de la reina durante la mayor parte de su regencia, y fue durante este periodo cuando Eden se consagró a la tarea de traducir obras españolas sobre cosmografía y exploración.

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como consecuencia del viaje de circunnavegación y en el año de su condecoración como caballero, es decir, en 1581. Se trata de The Voyage of the Wandering Knight (1581), una traducción de una obra en francés escrita por Jean de Cartigny y traducida al inglés por William Goodyear, cuya dedicatoria estuvo dirigida a Drake y firmada por Robert Norman, marino e hidrógrafo inglés. El prefacio de Norman demuestra varios de los elementos presentes en los discursos apologéticos, pues representa a Drake como un héroe épico nacional dotado de un aura de figura religiosa (Nievergelt 56). Norman, por su parte, le da centralidad a la consagración de Drake como caballero en base a sus méritos y presenta, a través de su héroe, una redefinición de la nobleza: “But as you went out, so you are come home, familiar with your friend, courteous to your acquaintaunce, remembering all, forgetting none, still of one minde, will and affection, the prosperous event of your daungerous voyage nothwithstanding” (A2v). Norman asegura así que Drake, a pesar de las victorias y consagraciones, sigue siendo el mismo hombre que partió hacia América sin linaje alguno. Como señala Nievergelt (60), Drake se convierte en héroe de la clase mercantil y sus alabanzas se concentran en sus hazañas, su valentía y su capacidad para liderar, cumpliendo con las características que Nicholls demandaba que Drake imitara de Hernán Cortés. 2. Sir Francis Drake y la incipiente ideología de una colonización inglesa El proyecto de traducciones de obras españolas de John Frampton y Thomas Nicholls se gestó en realidad más de veinte años antes con la publicación de la traducción de las De orbe novo decades de Pedro Mártir de Anglería, que realizó Richard Eden en 1555. Eden había sido pupilo de sir Thomas Smith en Queen’s College y fue él, como señala Andrew Hadfield (s. p.), quien le transmitió su entusiasmo por los proyectos de expansión inglesa en ultramar. En 1552, Eden fue nombrado secretario de William Cecil, primer barón de Burghley y principal asesor de la reina durante la mayor parte de su regencia, y fue durante este periodo cuando Eden se consagró a la tarea de traducir obras españolas sobre cosmografía y exploración.

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A pesar de lo que el título sugiere, The Decades of the Newe Worlde or West India Conteynyng the Navigations and Conquestes of the Spanyardes no incluye únicamente la traducción de la obra de Pedro Mártir. Eden solo traduce las primeras tres décadas e inserta luego una traducción del Sumario de la natural historia de las Indias (1526) de Gonzalo Fernández de Oviedo, así como una selección de relaciones sobre el primer viaje de circunnavegación del portugués Fernando de Magallanes. En su prólogo al lector, Eden presenta un aparatoso elogio de la labor exploradora y conquistadora de los españoles en América. Llama a los ingleses a “unite with and copy their European imperial forebears” (Hadtfiel s. p.), pues los españoles, además de haber aumentado sus conocimientos en navegación y exploración, y de haber llevado a cabo la conquista militar de poblaciones indígenas se habían entregado a la escritura de sus hazañas. Eden no solo alaba estas acciones, sino que presenta los beneficios de estas conquistas en los indígenas americanos: “But the Spaniardes as the mynisters of grace and libertie, browght unto these newe gentyles the victorie of Chrystes death wherby they beinge subdued with the worldely sworde, are nowe made free from the bondage of Sathans tyrannie” (The Decades of the New Worlde s. p.). En las siguientes décadas, el entusiasmo de Eden por los logros, según Anglería, de los españoles en la extensión del cristianismo no tuvo muchos partidarios. Sin embargo, tanto los viajes y conquistas como las relaciones españolas sobre descubrimientos y colonizaciones sí inspiraron una serie de escritores y compiladores adeptos cuyo primer representante fue Richard Hakluyt (c. 1522-1616). En 1582, Richard Hakluyt publicó sus Divers Voyages Touching the Discovery of America y fundó con esta obra el género de la literatura de viajes de navegación en Inglaterra. Hakluyt asevera en el título que fueron los ingleses los primeros en realizar estos descubrimientos, seguidos por los franceses y los britanos, con la intención de presentar a los ingleses como predecesores de los españoles en el Nuevo Mundo. La obra es una relación de los viajes de los ingleses a América y contiene una serie de observaciones para futuras empresas de exploración. Por su parte, incluye dos mapas que, como se menciona en la portada, servirán para “the plainer understanding of the whole matter”. Al interior del texto se presentan, en primer lugar, dos columnas: en una se registran los nombres de quienes han escrito sobre geografía; en la

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otra, los de aquellos que han emprendido viajes de descubrimiento. En la relación de escritores, se encuentra, por ejemplo, Pedro Mártir de Anglería, Gonzalo Fernández de Oviedo y don Antonio de Mendoza, primer virrey de Nueva España.12 En cuanto a los viajeros, Hakluyt incluye a sir John Mandeville, Cristóbal Colón, Sebastián Cabot, Martin Frobisher y, en el año 1578, a Francis Drake. Antecediendo la epístola dedicatoria, se presenta una noticia sobre una nueva ruta para llegar a América. “A verie late and great probabilitie of a passage, by the Northwest part of America in 58 degrees of Northerly latitude” tiene como objetivo demostrar la existencia del Paso del Noroeste, uno de los puntos centrales de la obra. Divers Voyages está dedicada a sir Phillip Sidney, autor y cortesano inglés que fue un importante mecenas de escritores ingleses en la época. Hakluyt inicia la dedicatoria comparando las grandes conquistas y posesiones de los españoles y portugueses en América con la absoluta ausencia inglesa en dicho continente: “that wee of Englande could never have the grace to set fast footing in such fertile and temperate places, as are left as yet unpossessed of them” (Ar). Sin embargo, a esta introducción en que prima el desencanto, Hakluyt le añade una nota de esperanza: But againe when I consider that there is a time for all men, and see the Portingales time to be out of date, & that the nakednesse of the Spaniards, and their long hidden secretes are nowe at lenght espied, whereby they went about to delude the worlde, I conceive great hope that the time approcheth and nowe is, that we of England may share and part stakes (if wee will our selves) both with the Spaniarde and the Portingale in part of America, and other regions as yet undiscovered (Ar).

Hakluyt destaca en este fragmento la vulnerabilidad de los españoles (“nakednesse”), debido a la poca seguridad de sus costas americanas. Rescata asimismo la importancia del acceso a la información privilegiada de los españoles a través del espionaje y dice que dicha información ha contribuido a engañar al mundo entero (“to delude the worlde”). Las afirmaciones de Hakluyt presentan una relación muy 12. En relación a este último, Hakluyt parece referirse al Códice Mendoza, realizado en Nueva España por encargo del propio Mendoza para presentárselo al emperador Carlos V. El documento fue confiscado por piratas franceses y fue luego adquirido por Hakluyt. Samuel Purchas tradujo el códice al inglés y lo publicó por primera vez en su monumental compendio de 1625 (véase Adorno, “El estreno”).

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cercana con las exploraciones de Drake en territorios americanos. Por un lado, porque la reciente captura en 1579 de la nao española Nuestra Señora de la Concepción, realizada por Drake en el viaje de circunnavegación, demostraba la precariedad de la protección de las posesiones ultramarinas hispanas y, por el otro, porque en el trayecto del mismo viaje Drake reconoció que muchos de los datos que procedían de los mapas y derroteros españoles estaban equivocados y por consiguiente los enmendó. De esta forma Hakluyt sustenta un futuro asentamiento inglés en América con la piratería como precedente. Hakluyt señala entre los motivos por los cuales se debe tomar posesión de territorios norteamericanos el reducir la cantidad de pobladores en Inglaterra, particularmente la población que se encuentra en las cárceles. Agrega que la presencia de ingleses en estos territorios permitirá la reducción de los gentiles al cristianismo. En relación a las pruebas que determinan la existencia del Paso del Noroeste, identifica una serie de mapas y textos que así lo confirman. Entre ellos, menciona la obra de Francisco López de Gómara en donde se presenta la historia de Gil González Dávila, “which is saide to have sought a passage by the Northwest” (A2r), lo que demuestra la minuciosa lectura que Hakluyt hace de las fuentes españolas. Añade que, tanto la experiencia de Frobisher a un extremo del territorio de Norteamérica como la de Drake al extremo opuesto, aseveran la existencia de dicha ruta. Como conclusión, Hakluyt señala haber escuchado “of merchants of credite that have lived long in Spaine” (A2v) que el rey español acababa de presentar una ley en la que prohibía a sus vasallos la toma de posesión de territorios que se encontraran a 45° de latitud norte en América. Según Hakluyt, esta ley significaba que otras naciones sí podían hacerlo. Al referirse a estos “merchants of credite”, podemos ver cómo circulaba la información entre quienes promovieron la colonización inglesa en Norteamérica y los mercaderes que, como Frampton y Nicholls, tradujeron las obras españolas pertinentes. Hakluyt discurre también sobre la legitimidad de la conquista española en América al señalar que los ingleses impartirán la palabra de Dios, distinguiéndose de los españoles, quienes “pretending glorious words that they made their discoveries chiefly to convert infidelles to our most holy faith (as they say) indeed and truth sought not them, but their goods and riches” (A2v). Con la mención de las crueldades y violencia de las conquistas españolas, Hakluyt demuestra que las ideas que se presen-

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taban en la traducción de la obra de Las Casas de 1583 empezaban a penetrar en Inglaterra. A pesar, sin embargo, de que Hakluyt presenta una controversia entre España e Inglaterra, la emulación de la empresa española también tiene cabida en su obra. Hakluyt elogia la labor de la Casa de Contratación de Sevilla, estimando importante establecer tal institución en Inglaterra. La Casa de Contratación era una institución fundada por iniciativa de la propia monarquía cuya labor, además de fiscalizar la mercancía que iba y provenía de las Indias, era la de registrar y centralizar toda la información sobre los descubrimientos. Como señala Antonio Sánchez Martínez (725-726), la Casa de Contratación mantuvo una estrecha relación política y científica con el Consejo Real y Supremo de Indias, órgano encargado de la administración de las Indias y del asesoramiento al rey en materia indiana. Afirma Sánchez Martínez (726) que se trata de una institución “responsable de la regulación de la vertiente científica de la Casa”. En el tratado de Hakluyt, el escritor inglés dice admirar el hecho de que los españoles designen especialistas en navegación para dictar cátedra a todos aquellos que quieran ir a las Indias para probar fortuna. Subraya, además, la labor conjunta de estos pensadores (entre los que reconoce al matemático Pedro de Medina y al cosmógrafo Alonso de Chaves) y sus asistentes, “which are to examine matters touching experience” (A3r), en la producción de conocimiento sobre las expediciones a las Indias Occidentales y la explotación de sus recursos mineros y comerciales. Como conclusión, Hakluyt elabora un plan para reproducir los éxitos de la administración económica de la Casa de Contratación en Inglaterra. Hakluyt señala haber mantenido conversaciones con Francis Drake para que este se encargara de financiar dicha empresa administrativa. Drake aceptó la propuesta y Hakluyt le presentó un candidato, pero como el instructor demandó un pago que Drake no estaba dispuesto a costear, el asunto quedó truncado. El proyecto de Hakluyt forma parte de una serie de planes para repetir y expandir el viaje de circunnavegación en los que estuvieron involucrados miembros de la corte. Según Kelsey (232), sir Francis Walsingham propuso la creación de una corporación para explotar los descubrimientos de Drake al norte de la línea equinoccial. El propósito de dicha empresa sería crear el equivalente inglés de la Casa de Contratación de Sevilla. Para este propósito, la obra de Hakluyt, Divers Voyages Touching the

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Discovery of America, servía para promover la financiación de dicha compañía. Crear su propia Casa de Contratación supondría una reforma en la manera en que previamente los ingleses habían organizado su empresa comercial y conquistadora. La promoción de estos descubrimientos surgía principalmente por iniciativa de los mercaderes y de asociaciones como la Compañía de Moscovia, es decir, por inversiones privadas. A ellos se sumaban miembros de la corte inglesa que o bien habían invertido fondos personales en la misma compañía, como en el caso de Walsingham, o bien veían en esta asociación una forma de extender su capital. El retorno de Drake a Inglaterra después del viaje de circunnavegación conllevaba la extensión de información que hasta el momento se tenía sobre América en Europa. El interés inglés por las cualidades de la Casa de Contratación de Sevilla se relacionaba con el deseo de concentrar y monopolizar todos los nuevos conocimientos ingleses en un solo organismo estatal. Así, los ingleses promueven la creación de medios por los cuales se dé a conocer los recientes viajes de exploración para reunir las distintas inclinaciones de los interesados en potenciar nuevos viajes. Solo un año después de la publicación de Hakluyt, apareció el tratado de sir George Peckham. Peckham fue uno de los que financió el primer viaje de Gilbert con la finalidad de fundar una colonia inglesa en América, en 1578. El viaje no tuvo éxito, dado que la embarcación de Gilbert fue arrastrada por una tormenta antes de llegar a su destino. Sin embargo, Peckham siguió esperanzado en la campaña y asistió a Gilbert en los preparativos de su segunda expedición, siguiendo de cerca los consejos de Richard Hakluyt (McDermott, “Peckham, Sir George” s. p.). Peckham, que era católico, promovió la inversión del viaje de Gilbert entre un grupo de católicos que vivían en Inglaterra, asegurándoles un territorio en América, asignado por Gilbert, en el que podrían luego instalarse.13 En este viaje, Gilbert aseguró la prime13. Como señala James McDermott en la biografía de George Peckham que preparó para el Oxford Dictionary of National Biography, su religión nunca fue un impedimento para la promoción de sus proyectos. El nombre de Peckham aparece, junto a los de Humphrey Gilbert y Richard Grenville, en una petición a la reina para explorar y colonizar territorios en América. Después de la muerte de Gilbert, el asegurar inversiones para proseguir los proyectos de Peckham se hizo más complicado, pero aun así, como afirma McDermott, sir Francis Walsingham lo

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ra posesión inglesa en América, la isla de Terranova (Newfoundland); sin embargo, él y su nave desaparecieron al sur de las Azores en el camino de regreso a casa. La muerte de Gilbert y la intervención de la Corona española para evitar el proyecto de los inversionistas católicos —pues este “implicitly violated Spain’s claims of exploitation of the New World” (McDermott, “Peckham, Sir George” s. p.)— conllevó la disolución del acuerdo. Con el objetivo de retomar el proyecto, Peckham escribió esta relación presentando los argumentos por los cuales se justificaba una colonización inglesa en las Indias Occidentales, con una dedicatoria a Walsingham. La relación presenta los detalles de esta incipiente ideología de colonización en Inglaterra, en la cual otra vez se hace evidente la importancia del antecedente ibérico y se subraya el valor de las traducciones de obras españolas como fuentes de inspiración y fomento de las rivalidades internacionales. En la dedicatoria a Walsingham, Peckham apela al patronazgo de este y señala que continuar con los viajes de exploración será “pleasing to God and profitable to your Countrey”. Los preliminares continúan con una serie de versos comendatorios, escritos por diez autores cercanos a la corte inglesa o veteranos de exploraciones marítimas. El primero de ellos es un poema de sir William Pelham, quien fuera jefe de Justicia en Irlanda, en el que se expresa la necesidad de emular el ejemplo español. La voz poética señala que los vecinos extranjeros han logrado obtener riquezas de estos territorios (“inritcht by this abounding land”), mientras que en Inglaterra sus connacionales no lo han hecho por perezosos (“like sluggardes we remaine”). Señala que aún quedan muchas riquezas por explotar en esas tierras: “Inough is left, our cofers yet to fill”. El poema prosigue con un llamado a que los ingleses reclamen parte de las que han sido dadas a españoles y portugueses con títulos y derechos dudosos: “since title iust, and right is wholie thine”. Concluye con la esperanza de que los ingleses corran la misma suerte que los españoles, pues Dios dará su bendición para apoyó con una carta de recomendación. Como introducción al tratado de Peckham, se presentan una serie de poemas de quienes se interesaban en los recientes descubrimientos de Gilbert, donde se sustentaba la necesidad de conquistar estos nuevos territorios. La relación de Peckham, que Hakluyt también hizo publicar, demuestra que los que promovían la expansión inglesa en América en sus inicios no estaban necesariamente motivados por la divulgación del protestantismo entre los naturales.

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este propósito. El poema de Pelham intenta promover el empeño conquistador de los ingleses en sus inicios: la incautación de las riquezas americanas. Mientras que la mayoría de los poemas comendatorios con los que se introduce este tratado apelan a los beneficios que traerían consigo la exploración y ocupación de estos territorios para Inglaterra, el compuesto por el propio Francis Drake se concentra en los beneficios que esta empresa brindaría para sus principales actores. Siendo uno de los pocos textos que se conservan del cual Drake es autor, llama la atención la centralidad que ocupa la figura del explorador en el mismo. Este poema, que encabeza la obra de Peckham, demuestra un interés por la recompensa de quienes llevan a cabo las conquistas y no tanto por el valor político (y menos aún religioso) de las mismas. Who seekes, by worthie deedes to gaine renowme for hire: Whose hart, whose hand, whose purse is prest: to purchase his desire If anie such therebee, that thirsteth after Fame: Lo, heere a meane, to winne himselfe an everlasting name. Who seekes, by gaine and wealth t’advaunce his house and blood: Whose care is great, whose toile no lesse, whose hope, is all for good If anie one there bee, that covettes such a trade: Lo, heere the plot for common weath, and private gaine is made. Hee, that for vertues sake, will venture farre and neere: Whose zeale is strong, whose practize trueth, whose faith is void of feere, If any such there bee, inflamed with holie care. Heere may bee finde, a readie meane, his purpose to declare: So that, for each degree, this Treatise dooth unfolde: The path to fame, the proof of zeale, and way to purchase golde.

En su análisis de este poema, Shields (103-104) ha señalado que las palabras de Drake manifiestan, entre otros mensajes, que no existe una distinción entre ambición material y vocación religiosa. Agrega que, en el poema, “the hero discovers purpose in liberating persons from tyrannies of religious absolutism and governmental coercion” (103) y que la energía de este héroe proviene de un “spiritual gift of zeal given by God to a Protestant champion against Spanish Catholic dominion in the West” (103). Sin embargo, más allá del verso en el que se menciona que la empresa del héroe debe estar “inflamed with holie care”, es decir, provista de un interés espiritual y religioso, no hay en el poema una mención del carácter o beneficio religioso de la conquista.

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La lectura de Shields parece provenir de una intención por asociar el poema con la figura del Drake héroe protestante del siglo siguiente. No obstante, las acciones del héroe que Drake presenta en este poema, lejos de estar impulsadas por un llamado espiritual, se asocian a la búsqueda del renombre, el honor y la fama. En el poema, la voz poética señala que el renombre y la popularidad es algo que se puede adquirir a través de hazañas admirables; que aquel que está desprovisto de dinero (“whose purse is prest”), sediento de fama (“thirsteth after Fame”), que quiere ganar para sí mismo notoriedad eterna (“to winne himself an everlasting name”) y ascender socialmente (“t’advaunce his house and blood”) puede aprovechar este tratado para guiar su camino. Menciona a su vez que se trata de un camino de dificultades que requiere pasión, entusiasmo y una fe desprovista de temor (“whose zeale is strong, whose practize trueth, whose faith is void of feere”). El poema finaliza señalando que el tratado de Peckham desvela el camino a la fama, la prueba del fervor y la manera de adquirir riquezas (“the path to Fame, the proof of zeale, and way to purchase golde”). Al igual que en los prólogos a las traducciones de Nicholls, Drake pone en primer plano la aventura individualista. En el primer capítulo del tratado de Peckham se presenta el argumento de todo el libro. En este se describe la toma de posesión que emprendieron Gilbert y sus soldados en Terranova. Después de presentar un relato sobre las circunstancias de este viaje, Peckham procede a enumerar a quienes llevaron a cabo empresas similares. Al hablar de Colón, señala el menosprecio que este recibió en la corte por su manera de vestir y sus humildes costumbres sin considerar el “inward man”. Sobre el éxito de su viaje, Peckham señala que, In the ende, what successe his voyage had, who list to read the Decades. The Historie of the West Indies, the conquest of Hernando Cortese about Mexico, and those of Francisco Pizare in Peru about Casamalcha and Cusco, may knowe more perticulerly. All which their discoveries, traveils, and conquests, are extant to be had in the English tongne (B4v).

En este fragmento, Peckham reconoce el valor de las traducciones de los textos sobre la conquista española de América, aquellos que servirán para sentar el ejemplo e impulsar a sus compatriotas a salir del sueño (“drowsie dreame”) de su inacción. Así, Peckham utiliza las

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mismas palabras que usaba Nicholls para enfatizar la importancia de sus trabajos de traducción. Por su parte, al igual que Drake, se concentra en identificar al individuo que, como Colón, Cortés y Pizarro, puede lograr expandir las glorias del imperio. Peckham insiste en competir y superar las hazañas de los españoles en otra parte de su texto. El séptimo y último capítulo del tratado presenta los pocos impedimentos a los que se tuvieron que enfrentar los conquistadores españoles con el objetivo de demostrar que la toma y plantación de territorios al norte de América no tiene por qué ser una tarea difícil. Hace referencia a las expediciones de Vasco Núñez de Balboa, Hernán Cortés y Francisco Pizarro, y a la facilidad con la que las mismas se llevaron a cabo. Al hablar de la captura, prisión y rescate de Atahualpa, señala que “never was there before that day soldiers so riche in so small a time, and with so little danger” (G2v). Constata que una información más detallada sobre la conquista del Perú está disponible en la “Generall Historye of the West Indies” que, según menciona en la anotación al margen, cuenta con una traducción al francés y con algunos fragmentos en traducción al inglés. Se refiere a la Historia general de las Indias (1552) de Francisco López de Gómara, cuya traducción al francés, Histoire generalle des Indes occidentales & terres neuues, se publicó en París en 1569. En cuanto a la traducción al inglés se refiere a la de Nicholls. De esta forma, Peckham enfatiza la necesidad de acercarse a las obras españolas, así sea a través de sus traducciones. El fragmento con el que finaliza el tratado así lo demuestra, Shall we then doubt he will be lesse ready, most mightily and miraculously to assist our Nation in this quarrel, which is cheefely and principally undertaken for the enlargement of the christian fayth abroade, and the banishment of ydlenes at home, then he was to Columbus, Vasques Nunes, Hernando Cortese and Fraunces Pyzare in the west: and Vasques de Game, Peter Alvares, & Alonso de Albuquerque in the East (H1v).

Así como Dios amparó las empresas de los conquistadores españoles y portugueses, lo hará también con los futuros descubrimientos de los ingleses. En suma, a pesar de la mención de los beneficios para Inglaterra que significaría la conquista de estos territorios, la propuesta de Peckham refuerza la importancia del explorador de la misma forma en que se presentaba en el poema de Drake.

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Drake ocupa un lugar privilegiado en estos primeros textos que se preguntan sobre la posibilidad de una conquista y ocupación inglesa en América. El viaje de circunnavegación conllevó la construcción de una narrativa por medio de la cual Drake le seguía los pasos a los conquistadores españoles. Movidos por la información de los tesoros americanos que provenía de los textos españoles, por la inseguridad de las costas americanas como pudo comprobar el mismo Drake, y por el peligro que significaba la anexión de España y Portugal, los ingleses empezaron a hacer campaña por la usurpación de las posesiones ultramarinas españolas. Sin embargo, la posibilidad de una guerra con España y las restricciones que se presentaron en la corte inglesa modificaron esta narrativa hacia la de la ocupación de territorios que no pertenecían a España y que se situaban en el extremo norte del continente americano. Lejos de rechazar el caso español, esta nueva propuesta se ideaba sobre la base de una retórica que tenía su inspiración en las obras españolas. Con la promoción de su figura entre cortesanos que expandieron su condición de enemigo del imperio hispánico, la representación literaria de Drake derivó en la del relato de Hakluyt. 3. Drake en las representaciones de la guerra anglo-española El historiador William Camden (1551-1623), quien estuvo a cargo de la elaboración de la historia del reino de Isabel, los Annales, obra que se publicó en su primera parte (hasta el año 1597 del reinado isabelino) en 1615 y en su segunda en 1625, señala la popular recepción de Drake entre la gente común y, por oposición, el recelo que generó entre los cortesanos: Drake, being now returned [del viaje de circunnavegación], nothing troubles him more then that some of the chief men at Court refused to accept the Gold which he offered them, as gotten by piracy. Nevertheless the common sort of people admired and highly commended him, as judging it no less honorable to have enlarged the bounds of the English name and glory then of their Empire (Camden, 255).

Mientras que los mercaderes elogiaban a Drake, los miembros de la corte no mostraban el mismo entusiasmo. Los inconvenientes entre Drake y los miembros de la corte inglesa se acentuaron con su

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Drake ocupa un lugar privilegiado en estos primeros textos que se preguntan sobre la posibilidad de una conquista y ocupación inglesa en América. El viaje de circunnavegación conllevó la construcción de una narrativa por medio de la cual Drake le seguía los pasos a los conquistadores españoles. Movidos por la información de los tesoros americanos que provenía de los textos españoles, por la inseguridad de las costas americanas como pudo comprobar el mismo Drake, y por el peligro que significaba la anexión de España y Portugal, los ingleses empezaron a hacer campaña por la usurpación de las posesiones ultramarinas españolas. Sin embargo, la posibilidad de una guerra con España y las restricciones que se presentaron en la corte inglesa modificaron esta narrativa hacia la de la ocupación de territorios que no pertenecían a España y que se situaban en el extremo norte del continente americano. Lejos de rechazar el caso español, esta nueva propuesta se ideaba sobre la base de una retórica que tenía su inspiración en las obras españolas. Con la promoción de su figura entre cortesanos que expandieron su condición de enemigo del imperio hispánico, la representación literaria de Drake derivó en la del relato de Hakluyt. 3. Drake en las representaciones de la guerra anglo-española El historiador William Camden (1551-1623), quien estuvo a cargo de la elaboración de la historia del reino de Isabel, los Annales, obra que se publicó en su primera parte (hasta el año 1597 del reinado isabelino) en 1615 y en su segunda en 1625, señala la popular recepción de Drake entre la gente común y, por oposición, el recelo que generó entre los cortesanos: Drake, being now returned [del viaje de circunnavegación], nothing troubles him more then that some of the chief men at Court refused to accept the Gold which he offered them, as gotten by piracy. Nevertheless the common sort of people admired and highly commended him, as judging it no less honorable to have enlarged the bounds of the English name and glory then of their Empire (Camden, 255).

Mientras que los mercaderes elogiaban a Drake, los miembros de la corte no mostraban el mismo entusiasmo. Los inconvenientes entre Drake y los miembros de la corte inglesa se acentuaron con su

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participación en la expedición a Portugal. Camden señala que, como resultado del incidente de Lisboa, Drake “was much blaimed and reproached” (431) e incluso Lope de Vega en La Dragontea recuerda el desprecio de Drake en la corte: “en odio de la Reina retirado, /tenía en ocio su mayor fortuna, / menguando invidias su creciente luna” (164). Las “invidias” a las que hace referencia se mencionan en otra parte del poema para aludir nuevamente a los conflictos de Drake con miembros de la corte. A pesar de las objeciones que las acciones de Drake pudieron originar en la corte, esto no significó que los cortesanos no contribuyeran a la promoción de su figura, ya sea directamente, como lo hizo Walsingham al financiar y promover sus expediciones, o indirectamente, a través del estudio y difusión de la lengua española como herramienta de conocimiento. La publicación de una serie de panfletos ingleses que buscaban desacreditar las noticias que venían de España, así como la aparición del primer diccionario inglés-español manifiestan la importancia que el español había adquirido en la corte inglesa y las posibilidades que eso suscitaba con respecto a la lectura de las obras sobre la conquista española de América. Las bibliotecas privadas de John Dee y de William Cecil revelan que las obras de los historiadores españoles sobre el Nuevo Mundo eran especialmente populares entre los cortesanos. Ungerer (220-228) incluye una descripción de estas bibliotecas en las que se registran los escritos de Francisco López de Gómara, Agustín de Zárate, Pedro de Cieza de León, Bartolomé de Las Casas, Francisco de Xerez y el poema épico de Gabriel Lobo Lasso de la Vega, Primera parte de Cortés valeroso, y Mexicana, publicado en Madrid en 1588. A Packe of Spanish Lyes es un texto propagandístico que se difunde en Londres por orden de Christopher Barker, jefe de la imprenta real, luego de la derrota de la Armada Invencible en 1588. Como señala su portada, se trata de una traducción de noticias publicadas en Sevilla sobre la guerra con Inglaterra que están siendo observadas, desplegadas y examinadas para su condena (“ripped up, unfolded, and by just examination condemned”), pues las mismas contienen datos falsos, corruptos y aborrecibles (“false, corrupt, and detestable wares”). A pesar de que se menciona que estas noticias son dignas de ser condenadas y quemadas, el autor anónimo del texto decide responder cada una de ellas y acompaña su respuesta con la traducción de las mismas.

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El panfleto se compone de ocho textos, entre cartas y relaciones, en los que se menciona la supuesta captura de Francis Drake y otros nobles ingleses por soldados españoles. Los comentarios desde Inglaterra subrayan el carácter de falsedad de las noticias españolas y atribuyen dichos errores a la obra del demonio. Por su parte, se corrige un error que parece dominar las noticias españolas sobre el combate: se asume que Francis Drake fue el almirante a cargo de la armada inglesa. Una de las cartas presentes en el texto del que fuera embajador de España en Inglaterra, Bernardino de Mendoza, así lo identifica. Según Kelsey (207), Mendoza fue el responsable de informar a las autoridades españolas sobre las expediciones americanas de Drake cuando se encontraba en Inglaterra.14 Sus constantes referencias a Drake en su correspondencia con el rey Felipe II ayudaron a establecer la imagen del pirata como un gran enemigo del imperio español. Las respuestas inglesas también recalcan el daño que la guerra entre Inglaterra y España significaba para la cristiandad. Según los comentarios que aparecen en el texto, el dinero que España había invertido en hacerle la guerra a un país cristiano podría haber sido utilizado en la lucha contra los infieles. Se señala además que los ingleses podrían haber unido fuerzas con los españoles para “dilate the fines of Christendome & forbeare spending of Christian blood against Christians” (11). El motivo, que remite a las causas de la guerra contra los indios, según pensadores como Francisco de Vitoria y Juan Ginés de Sepúlveda, aparece en un texto de la misma índole publicado también en Londres. An Answer to the Untruthes, Published and Printed in Spaine, in Glorie of Their Supposed Victorie Atchieved Against our English Navie (1589) es otro texto propagandístico que, como su título señala, se escribe en respuesta a las noticias sobre el combate naval (la derrota 14. Bernardino de Mendoza fue embajador de España en Inglaterra entre 1578 y 1584. Mendoza tuvo un rol importante en el flujo de información desde Inglaterra hacia España sobre las expediciones de Drake en América. Muchas de las cartas que envió al rey Felipe II denunciaban los robos de Drake y demostraban un agudo conocimiento de ellos. Después del viaje de circunnavegación y del nombramiento de Drake como caballero, Mendoza presentó una detallada lista de los daños y perjuicios que el pirata había causado en los reinos ultramarinos. En el año 1584, en la antesala de la guerra anglo-española, Mendoza fue expulsado de Inglaterra cuando se demostró que existían planes para asesinar a la reina Isabel, en los que estaban involucrados los españoles y la comunidad católica en Inglaterra.

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de la Armada Española) recientemente publicadas en España. Se trata de una traducción al inglés de un texto originalmente escrito en español y publicado también en Londres en 1589, Respuesta y desengano contra las falsedades publicadas e impresas en España en bituperio de la armada inglesa, por un autor anónimo que utiliza las siglas “D. F. R. de M.”. Sobre este autor solo se obtienen más datos en la portada de la versión en inglés: “a Spanish gentleman; who came hither out of the Lowe Countries from the service of the Prince of Parma, with his wife and familie, since the overthrowe of the Spanish Armada, forsaking both his countrie and Romish religion”.15 En esta portada se dice que el texto fue fielmente traducido por James Lea. Como ha señalado Ungerer (180), la licencia para la impresión del texto en español fue redactada por sir Francis Walsingham, quien, junto a William Cecil, estuvo al mando del servicio de inteligencia inglés que contó con un equipo de informantes en España y en sus reinos ultramarinos. La Respuesta y desengano rechaza nuevamente el rumor español de que Francis Drake era el almirante a cargo de la marina inglesa que derrotó a la Armada Española. El panfleto, en su traducción al inglés, estuvo dedicado al verdadero héroe de la jornada, lord Charles Horward, y en esta dedicatoria se menciona que la confusión entre los españoles se debió a que para ellos Drake era “an enemie cheefely noted for his private prejudice, offered them in Spaine, and in the Indies” (A2). Por su parte, el panfleto anónimo también responde a la noticia de la supuesta muerte o prisión de Drake que circulaba en España. Según el autor de la versión en español, si el que escribió esa noticia supiera lo que Drake “ha hecho en las Indias y en España”, “rumiándolo conocerá alguna parte de su mucho Valor” (3). En respuesta a un romance que circuló por España que hablaba de un triunfo español frente a una armada inglesa comandada por “aquel pestifero ingles/ Francisco Draque llamado” (Respuesta y desengano 30), el autor del panfleto responde con otro romance: Como Don Francisco Draque columna de templo sancto, 15. Al comentar este texto, J. N. Hillgarth (386) ha dudado sobre la existencia del autor español, llamándolo “imaginary Spanish author” y añadiendo que criticar a los españoles a través de un opositor del gobierno inglés era una práctica retórica muy común en la época que servía para duplicar el efecto de lo que se decía.

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y defensor de la fee, y del gran Reyno Britano. De quien tiembla el universo, tan solamente en nombrallo, temen las Indias que an sido, castigadas de su mano, témenle Galicia y Caliz, Sancto Domingo y Santiago, Sant Augustin Cartagena, y el fiero Mar Ozéano (Respuesta y desengano 31).

Las alabanzas a Drake continúan en otra parte del texto, en donde se le compara con los guerreros antiguos (Héctor y Alejandro Magno), y se elogia su manera de gobernar: “Draque govierna, conserva, y pelea, y sabe prevenirse” (Respuesta y desengaño 19). Pese a las dificultades que Drake sufría entre los cortesanos, sobre todo en el caso particular de William Cecil,16 estos panfletos, que se produjeron en la corte inglesa como respuesta a un discurso hiperbólico sobre las hazañas de Drake entre los españoles, ayudaron a consolidar los atributos previamente expuestos por los apologistas del corsario inglés. Como resultado de la derrota de la Armada Invencible, como he señalado, el gobierno inglés elaboró una red de indagación de las noticias que se publicaban en España, que involucró a un grupo de infiltrados y traductores conocedores de la lengua para la circulación de propaganda antihispánica en Inglaterra. El interés por la lengua española contaba ya con una base académica, pues tanto en la Universidad de Oxford como en la de Cambridge existía un gran número de académicos, estadistas, traductores y tutores muy versados en la lengua (Crummé 15). Robert Dudley, primer conde de Leicester, uno de los más cercanos consejeros de la reina, promovió una tendencia académica en la Universidad de Oxford que culminó con la publicación de varios libros en español durante el reinado isabelino (Crummé 16. John H. Parry (4) señala que William Cecil, barón de Burghley, fue uno de los más fervientes opositores de las acciones de Drake en la corte isabelina. Su posición fue siempre la de evitar una guerra con España, por lo que los ataques de Drake en las Indias no contaron con su aprobación. Un artículo de Conyer Reads, “Walsingham and Burghley in Queen Elizabeth’s Privy Council”, demuestra que, en cuanto al enfrentamiento bélico entre España e Inglaterra, Walsingham estuvo siempre a favor y Burghley en contra, lo que inevitablemente llevó a una división entre los consejeros de la reina, donde Walsingham terminó por tener mayor influencia.

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8). Leicester patrocinó la entrada de Antonio del Corro a los círculos académicos universitarios y fue a través de este amparo como Corro publicó, en la imprenta universitaria, sus Reglas gramaticales (1586). Además de ser un documento crucial para la difusión del estudio de la lengua en el ámbito universitario inglés, las Reglas gramaticales fueron también el primer libro en español que se imprimió en Inglaterra. Aunque las motivaciones de Burghley y Leicester eran distintas e incluso opuestas, la labor de ambos consejeros contribuyó al aprendizaje del español y el consiguiente interés por la cultura hispánica en Inglaterra. Cummé (25) asevera que “the combined effect of the works of both the secretaries under Burghley and the scholars under Leicester created an English understanding of Spain at the turn of the 17th century”. Como señala Ungerer (180), a todas estas circunstancias se sumó el interés en Inglaterra por la navegación y por la exploración de nuevos territorios, pues sus simpatizantes contribuyeron también a la expansión del idioma a través de la lectura y traducción de las obras españolas sobre el Nuevo Mundo. Regresemos ahora a las traducciones de John Frampton y Thomas Nicholls. No solo fueron importantes, como he mencionado, para estimular el interés inglés en futuras empresas inglesas de ultramar, sino que también demostraban la centralidad de la clase mercantil en la expansión del conocimiento sobre España y en el interés por su cultura escrita. Al comentar el inicio en 1585 de la guerra anglo-española, Camden (397) señala que los ingleses se enfrentaron a los españoles “corageously” porque “they so fully understood by the Merchants Papers the rich value of the Indian Merchandizes, and the manner of trading in that Eastern World”. La labor de la clase mercantil, quienes “had long since realized that a proficiency in Spanish was of vital importance for the development of their trade” (Ungerer 182), fue sumamente importante para la difusión del castellano en Inglaterra. La representación literaria de Drake como modelo y líder de esta clase social también estuvo influenciada por el interés en las obras españolas en Inglaterra. 4. El Drake de Richard Hakluyt Recién en 1589, con la publicación de la primera edición del compendio de viajes de Hakluyt, apareció el primer relato sobre el viaje de

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8). Leicester patrocinó la entrada de Antonio del Corro a los círculos académicos universitarios y fue a través de este amparo como Corro publicó, en la imprenta universitaria, sus Reglas gramaticales (1586). Además de ser un documento crucial para la difusión del estudio de la lengua en el ámbito universitario inglés, las Reglas gramaticales fueron también el primer libro en español que se imprimió en Inglaterra. Aunque las motivaciones de Burghley y Leicester eran distintas e incluso opuestas, la labor de ambos consejeros contribuyó al aprendizaje del español y el consiguiente interés por la cultura hispánica en Inglaterra. Cummé (25) asevera que “the combined effect of the works of both the secretaries under Burghley and the scholars under Leicester created an English understanding of Spain at the turn of the 17th century”. Como señala Ungerer (180), a todas estas circunstancias se sumó el interés en Inglaterra por la navegación y por la exploración de nuevos territorios, pues sus simpatizantes contribuyeron también a la expansión del idioma a través de la lectura y traducción de las obras españolas sobre el Nuevo Mundo. Regresemos ahora a las traducciones de John Frampton y Thomas Nicholls. No solo fueron importantes, como he mencionado, para estimular el interés inglés en futuras empresas inglesas de ultramar, sino que también demostraban la centralidad de la clase mercantil en la expansión del conocimiento sobre España y en el interés por su cultura escrita. Al comentar el inicio en 1585 de la guerra anglo-española, Camden (397) señala que los ingleses se enfrentaron a los españoles “corageously” porque “they so fully understood by the Merchants Papers the rich value of the Indian Merchandizes, and the manner of trading in that Eastern World”. La labor de la clase mercantil, quienes “had long since realized that a proficiency in Spanish was of vital importance for the development of their trade” (Ungerer 182), fue sumamente importante para la difusión del castellano en Inglaterra. La representación literaria de Drake como modelo y líder de esta clase social también estuvo influenciada por el interés en las obras españolas en Inglaterra. 4. El Drake de Richard Hakluyt Recién en 1589, con la publicación de la primera edición del compendio de viajes de Hakluyt, apareció el primer relato sobre el viaje de

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circunnavegación de 1577-1580: “The Famous Voyage of Sir Francis Drake into the South Sea, and there hence about the Whole Globe of the Earth, Begun in the Yeere of our Lord, 1577”. Las circunstancias de su publicación son bastante oscuras. En el prólogo al lector, Hakluyt se excusa por no presentar en su volumen información sobre las hazañas de Drake: I must confess to have taken more then ordinarie paines, meaning to have inserted it in this worke: but being of late (contrary to my expectation) seriously delt withall, not to anticipate or prevent another mans paines and charge in drawing all the serveices of that worthie knight into one volume, I have yeelded unto those my freindes which pressed me in the matter, referring the further knowledge of his proceedinges, to those intended discourses (4).

A pesar del pretexto y la mención de que Hakluyt había cedido (“yeelded”) información sobre las hazañas de Drake para la publicación de las mismas en un solo volumen, una relación del viaje de circunnavegación apareció finalmente publicada en su compilación.17 Hakluyt la incluyó luego de la impresión del libro, pero antes de la circulación del mismo (Quinn, “Early Accounts” 34). Se trata de una relación de doce hojas que se insertó en el volumen sin numeración, entre las páginas 643 y 644. La relación se volvió a publicar en el tercer volumen de 1600 de la segunda edición de la compilación de Hakluyt con mínimos cambios.18 Como señala Quinn (“Early Accounts” 35), un punto importante a considerar al estudiar este texto es el hecho de que Hakluyt compiló y editó este volumen cuando trabajaba para Walsingham. No solo el volumen estuvo dedicado a él, sino que el censor, John James, fue 17. En 1589 se publicó en Londres la traducción de un manual para marineros y soldados, Certaine Briefe, and Speciall Instructions for Gentlemen, Merchants, Students, Soldiers, Marriners, & c. Employed in Services Abroade, cuya dedicatoria estuvo a cargo del reverendo Philip Jones, asistente de Hakluyt, y destinada a Francis Drake. En ella se menciona que Hakluyt contaba ya con una narrativa sobre las hazañas de Drake: “M. Richard Hackluit, a man of incredible devotion towarde your selfe, and of speciall carefulnesse for the good of Our Nation: as the world inioying the benefit of some of his travels can give testimonie, & is possible to give better, if that rare & excellent worke which he now plyeth, once come to publicke view” (A3v). 18. En lo que sigue, utilizaré esta edición por encontrarse debidamente paginada.

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designado por él y fue también Walsingham el que certificó el libro ante la imprenta para su publicación (Quinn, “Early Accounts” 35). Según Quinn (“Early Accounts” 35), Walsingham se encontraba en la posición de decirle a Hakluyt qué incluir y qué no en el relato, y fue probablemente el secretario de la reina quien motivó la inicial censura del material por razones políticas. Como he venido demostrando, Walsingham fue uno de los más grandes impulsadores de los viajes de exploración a América en la corte inglesa. Fue uno de los patrocinadores del viaje de circunnavegación y un importante mecenas de los textos sobre navegación y descubrimiento. La traducción que Nicholls hizo de la obra de López de Gómara estuvo dedicada a Walsingham, como también lo estuvo el tratado de George Peckham y, como acabo de señalar, la primera edición de Hakluyt. Por su parte, junto a Drake, Walsingham propuso la creación de una institución que cumpliera para los ingleses las labores de la Casa de Contratación de Sevilla. Lideró el servicio de inteligencia inglés, con lo cual su conocimiento sobre España y sus posesiones ultramarinas había aumentado considerablemente en los últimos años. En mi opinión, la influencia de Walsingham en la producción y circulación de la relación sobre la circunnavegación en la compilación de Hakluyt conllevó el influjo de la retórica de las relaciones de los viajes de exploración y conquista españoles en el mismo. Sobre las circunstancias de la producción de “The Famous Voyage” y las fuentes testimoniales que se utilizaron para su composición existen diversas hipótesis. El texto no presenta información sobre su autor ni sobre la fecha de su composición, lo que ha llevado a que los historiadores presenten distintas conjeturas al respecto. La mayoría de estos investigadores señala que la historia de Hakluyt se relaciona con los testimonios (que se conservan en versiones manuscritas) de otros miembros de la expedición como John Cooke o Francis Fletcher. Sobre la autoría, existe cierto consenso en que el autor es el mismo Hakluyt. Quinn (“Early Accounts” 34), por ejemplo, señala que “Hakluyt has taught himself to transform written material from crude data to coherent and personal narrative”. Añade que Hakluyt pudo compilar la información con ayuda de su asistente, el reverendo Philip Jones. En el presente análisis, ofreceré una lectura sobre la presencia de ciertos aspectos procedentes de textos españoles previamente traducidos en Inglaterra que se encuentran en la relación de Hak-

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luyt. Mi objetivo es develar cómo ciertas ideas o concepciones sobre la conquista y el papel de los conquistadores en los escritos que se produjeron como consecuencia de la presencia española en América se incorporaron, impugnaron o incluso sirvieron para formular el primer discurso de Drake como conquistador. 4.1. De Plymouth al estrecho de Magallanes La relación presenta, desde sus inicios, una concepción providencialista del viaje y la fortuna inglesa. Al salir del puerto de Plymouth, la armada de Drake logra sobrepasar una tormenta por intervención divina: “but it pleased God to preserve us from that extremitie” (Hakluyt, Principal Navigations 3: 730). Como el recuento de un viaje a territorios desconocidos lo exige, se presentan detalladas descripciones de la geografía, la flora y fauna, y los habitantes de los territorios con los que los ingleses mantienen contacto. La expedición tenía entre sus propósitos extender las rutas del comercio inglés, por lo que los productos que se encuentran en estos territorios y que no son “commonly knowen with us in Englande” (Hakluyt, Principal Navigations 3: 731) merecen una exposición minuciosa de sus características. Cuando el narrador describe el coco, señala, por ejemplo, su tamaño (“as big every severall fruite as a mans head”), la forma de la corteza (“very full of strings or sinowes”), el cascarón y la sustancia que se encuentra al interior. Al hablar de su sabor, dice que esta sustancia blanca “no lesse good and sweete then almonds” contiene un licor que, además de ser delicado y dulce, es “comfortable and cordiall”. En suma, el narrador hace de la descripción del coco una experiencia de los sentidos, imitando el método de descripción que aplica Gonzalo Fernández de Oviedo en sus escritos de historia natural. Ciertamente, al describir el fruto de la planta del coco, en el capítulo 65 de su Sumario de la natural historia de las Indias (1526), Fernández de Oviedo señala que “tiene el bulto mayor mucho que una gran cabeza de un hombre” (35r), compara su sabor con el de las almendras y enfatiza los efectos de su licor en quien lo ingiere, pues “ninguna cosa ni parte queda en el hombre que deje de sentir consolación y maravilloso contentamiento” (35v). Las mismas características se subrayan en la descripción de la fruta que hace el italiano

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Antonio Pigafetta, el marinero que acompañó al portugués Fernando de Magallanes en el primer viaje alrededor del mundo, y cuyo diario de la exploración se publicó en traducción al francés en 1525. Tanto el reporte de Pigafetta como el Sumario de Oviedo habían llegado al público inglés a través de la traducción que realizó y publicó Richard Eden en 1555, y de la reedición y ampliación de la misma que Richard Willes publicara en 1567. Las semejanzas entre la traducción al inglés de la relación de Pigafetta y la narración de Hakluyt sobre el viaje de Drake se hacen evidentes en muchas otras partes del texto, sobre todo en lo que corresponde al trayecto desde Plymouth hasta la entrada al estrecho que Magallanes descubrió en el primer viaje de circunnavegación entre 1519 y 1522. Kelsey (132) ha señalado que el diario de Francis Fletcher, probable fuente para la redacción del texto en Hakluyt, contiene episodios que han sido substraídos directamente del diario de Pigafetta. Por su parte, en la declaración de Nuño da Silva ante el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición en Nueva España en 1579, este señaló que Drake llevaba “tres libros suyos de navegacion uno en françes otro en yngles y el otro hera el descubrimiento de Magallanes no se save en que lengua” (Archivo General de la Nación de México, Inquisición 85, 13: 86v).19 Pigafetta delineaba el trayecto que los de su expedición recorrieron con el objetivo de encontrar una entrada hacia las islas Molucas por Occidente. Esta expedición, financiada por la Corona española, tenía como objetivo continuar el comercio entre España y Asia, sin perjudicar las relaciones diplomáticas con Portugal. Así, Magallanes y su viaje se convertían en el modelo retórico a seguir en la relación de Hakluyt en aquellas partes del texto en las que se buscaba identificar el viaje de Drake como una exploración comercial. El 22 de enero de 1578, como señala “The Famous Voyage”, Drake y su armada llegan a las islas de Cabo Verde y echan anclas cinco días después en la isla de Mayo. Al llegar allí, quisieron intercambiar sus productos con los habitantes de la isla, pero ellos “would in no case traffique with us, being thereof forbidden by the kings Edict” 19. En su declaración ante el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición en Lima, John Drake (llamado en español Juan Draque), sobrino de Francis Drake, señaló que en el viaje de circunnavegación supieron la latitud de los lugares que recorrieron y el nombre de los mismos por lo que constaba en la carta de marear de Magallanes.

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(Hakluyt, Principal Navigations 3: 730). Desde este punto hasta la entrada al estrecho, se puede identificar en Hakluyt una descripción muy similar de los lugares, flora, fauna y habitantes de la zona de la que presenta Pigafetta. Así, por ejemplo, al encontrarse entre el Brasil y el Río de la Plata, donde, según el relato de Pigafetta, se produce el famoso encuentro entre los miembros de la expedición de Magallanes y los primeros “gigantes patagónicos”, los marineros de Drake “perceived the footing of people in the clay-ground, shewing that they were men of great stature” (Hakluyt, Principal Navigations 3: 732). La relación de Pigafetta presenta al detalle el encuentro con los gigantes, una descripción física de los mismos y las buenas relaciones que entablaron con los marineros. El primer encuentro se lleva a cabo, según Pigafetta, inmediatamente después de salir del Brasil y navegar al sur a 33 grados y medio de latitud, lo que corresponde con la descripción que ofrece Hakluyt, dado que los marineros de Drake se encontraban entre los 33 (Brasil) y 36 (Río de la Plata) grados de latitud sur. Richard Eden incluye en su traducción del relato de Pigafetta la epístola dedicatoria que precede a la relación de Maximiliano Transilvano sobre el viaje de Magallanes, De Moluccis Insulis, publicada en 1523. En esta, se señala que “nor yet the Spaniardes in this theyr last navigations, in they which they compassed about the whole earth, dyd never in any of theyr viages wryte of such monsters” (Anglería, The Decades of the New Worlde 216v). Añade que las descripciones de monstruos proceden de las que escribieron los antiguos y que las mismas “are false and fabulous” (Anglería, The Decades of the New Worlde 216v). A pesar de la aclaración de Maximiliano Transilvano, el tema de los gigantes fue recurrente en las narraciones sobre los viajes de exploración a América. En el noveno libro de la primera década de Pedro Mártir de Anglería, este narra el viaje de exploración de Vicente Yáñez y Arias Pinzón, quienes, al desembarcar en un paraje, en el trayecto entre Cabo Verde y Paria, vieron una tribu “que son más altos que los germanos y panonios” y que “no falta quien jure que el tamaño de las huellas de sus pies, medido en la arena, es casi el doble que el de las de un hombre nuestro de estatura regular” (Anglería, Décadas del Nuevo Mundo 1: 185-186). Por su parte, el portugués López Vaz, cuya relación publica Hakluyt, señala que en la Patagonia hay “very mightie men of bodie of ten or eleven foot high” (Hakluyt, Principal

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Navigations 3: 789). Al revelar las huellas de hombres de gran estatura, no solo se demuestra la relación intertextual entre el texto de Hakluyt y la traducción del de Pigafetta, sino que también se evidencia la insistencia de su autor por inscribir el relato en el mismo círculo textual de los discursos sobre exploración. En cuanto a la descripción de las personas, se puede rastrear también el precedente de los primeros encuentros entre españoles y nativos, tal y como se presentan en los textos del descubrimiento y la conquista española de América. Se menciona su apariencia física “people naked, saving only about their waste the skinne of some beast”, su condición guerrera “they were agill people and quicke to deliver, and seemed not to be ignorant in the feates of warres” y sus sacrificios “they made upon de coast great fires for a sacrifice (as we learned) to the devills, about which they use coniurations, making heapes of sande and other ceremonies” (Hakluyt, Principal Navigations 3: 732). De esta forma, el relato de Drake se inscribe a su vez en la vena etnográfica de los escritos que se produjeron como consecuencia de estos primeros encuentros. En el puerto de San Julián, en la Patagonia, nuevamente se entrecruzan la relación sobre el viaje de Magallanes con la del de Drake. En el mismo paraje en el que Pigafetta señala que “certayne of the under captaynes conspiryng the death of theyr generall, were hanged and quartered” (Anglería, The Decades of the New Worlde 220r), la relación que publica Hakluyt presenta la muerte de Thomas Doughtie en manos de Drake. Como señala el narrador, la muerte de Doughtie se debió a “contention or mutinie, or some other disorder, whereby (without redresses) the successe of the voyage might greatly have been hazarded” (Hakluyt, Principal Navigations 3: 733). La sorprendente afinidad entre ambos episodios llevó a que López Vaz señalara en su relación lo siguiente: “This port I take to be accursed for that Magellan likewise put some to death there for the like offence” (Hakluyt, Principal Navigations 3: 791). Por su parte, al igual que Magallanes en la relación de Pigafetta, Drake obliga a todos sus hombres a comulgar y confesar sus pecados después de la ejecución de Doughtie. Una vez que arriban a la entrada del estrecho, vemos que la descripción de las condiciones climáticas y del ancho y largo del estrecho son semejantes a las de Pigafetta, sin embargo, a la salida del mismo, el tono de la narración y el referente retórico son otros.

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4.2. El estrecho de Magallanes De todo el recorrido que significó el viaje de Drake de 1577-1580, especial atención recibe en el relato de Hakluyt la llegada de Drake y sus hombres a Nova Albión. Sobre este punto, Quinn (“Early Accounts” 42) señala que “the stay in New Albion is given disproportionate emphasis because of Hakluyt’s view that North America was the proper field for English imperial enterprises and colonization”. Sin embargo y como lo demuestra un panfleto de Hakluyt sobre la necesidad de tomar posesión del estrecho de Magallanes, el énfasis en Nova Albión supone, en mi opinión, más un giro retórico que una estrategia inicial. Mi argumento es que, en los años en que la circunnavegación se mantuvo en silencio, los ingleses vieron emerger una serie de documentos españoles y portugueses que narraban los acontecimientos del recorrido desde las islas de Cabo Verde hasta Guatulco, así como informes en los que se presentaban las dificultades a las que se enfrentaban los españoles en el Arauco. Esto conllevó que un discurso sobre la posesión inglesa de los territorios al sur del estrecho quedara desestimado y que se prestara mayor atención a los araucanos como futuros aliados imperiales de los ingleses. En 1579, Hakluyt obtuvo información detallada del estrecho y de las condiciones geográficas de los territorios de la tripulación que había viajado con Drake y que había regresado a Inglaterra un año antes que él. Como consecuencia, el escritor inglés escribió un panfleto destinado a las autoridades de la corte inglesa sobre la importancia de tomar posesión del estrecho de Magallanes. “A Discourse of the Commodity of the Taking of the Straight of Magellanus” presenta los peligros que significaría para Inglaterra que Portugal pasara a ser parte del dominio del rey Felipe II.20 Por su parte, se habla del estrecho de

20. Al mismo tiempo que Drake regresaba del viaje de circunnavegación en 1580, Portugal pasaba a formar parte de la Monarquía Hispana. La anexión significaba un gran logro para la Corona española. Como apunta John H. Elliott (270), “The union of Portugal with the Spanish Crown gave Philip a new Atlantic seaboard, a fleet to help protect it, and a second empire which stretched from Africa to Brazil, and from Calicut to the Moluccas. It was the acquisition of these possessions, together with the new influx of precious metals that made possible the imperialism of the second half of the reign”.

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Magallanes como un punto geográfico estratégico para el monopolio comercial que España había impuesto en las Indias. En el panfleto, Hakluyt señala que, si las Indias Occidentales y las Indias Orientales cayeran bajo el control del rey español, este no tendría “neither desire to have anie commoditie of England, nor yet anie commoditie of his owne in England” (“A Discourse” 139). Propone tres formas de contrarrestar el poder de España: primero, que se fortifique, se habite y se tome posesión del estrecho de Magallanes; segundo, que se tome posesión de la isla de San Vicente en Brasil y del territorio aledaño a esta; y tercero, que el Paso del Noreste se descubra de inmediato y que se empiece a comercializar por esta ruta. Hakluyt finaliza este apartado subrayando la necesidad de que el estrecho de Magallanes pase a ser posesión inglesa: “The Str of Magellane is the gate of entry into the treasure of both the East and the West Indies. And whosoever is Lord of this Straight may account himselfe Lord also of the West Indies, soe it may be used” (“A Discourse” 140). Agrega que la armada inglesa puede fácilmente llevar a cabo esta tarea, pues todo el tramo de América en el mar del Sur no se encontraba fortificado. Al estudiar “A Discourse of the Commodity” (1579), Kenneth R. Andrews (“On the Way to Peru” 62) ha señalado que las ideas que Hakluyt presenta en este panfleto provienen de una línea de pensamiento que se estaba desarrollando por algunos años en Inglaterra: un pequeño, pero poderoso grupo de personas quería llevar a cabo la exploración, comercio, posesión y conquista de la zona más meridional de Sudamérica, el territorio que comprende el sur de Brasil, el Río de la Plata, la Patagonia y Chile. Andrews señala además que fue este el objetivo inmediato del viaje de Drake en 1577 (“The Aims of Drake’s Expedition” 729). A pesar de la vasta documentación que existe sobre este viaje de circunnavegación, como señala Kelsey (89), la historia que se reconstruye a partir de la misma no es del todo clara, especialmente en lo que corresponde a los descubrimientos y tomas de posesión de territorios. Esto se debe principalmente al hecho de que, en los años posteriores al viaje, la Corona inglesa, como medida de seguridad, adoptó una política de ocultar datos específicos del mismo y, como consecuencia, la información que se llegó a publicar no contenía datos que solo se conocerían el siglo siguiente. La relación del viaje que se publicó en la compilación de Hakluyt es la primera en develar los detalles de la expedición tal y como la Corona inglesa disponía que se hiciera público.

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Para el siglo xvii, las narraciones inglesas del viaje de circunnavegación de Drake mencionaban dos descubrimientos: uno en el extremo sur del continente sudamericano y otro en el remoto noreste americano. Según estos textos, Drake habría reconocido que Tierra del Fuego era un archipiélago —lo que significaba la existencia de otra entrada al Pacífico— y había tomado posesión, en nombre de la reina Isabel, de una isla en el estrecho de Magallanes y de otra que se encontraba en la “Southermost part of the Iland” (Hawkins 95), es decir, al extremo meridional de Tierra del Fuego. En The World Encompassed (1626), la primera relación detallada del viaje de circunnavegación, se obtiene una reproducción textual de los descubrimientos de Drake al sur del continente sudamericano. Según este texto, Drake tomó posesión de una isla en el estrecho a la que llamó “Elizabeth” y su embarcación fue luego arrastrada hasta los 57 grados de latitud sur, donde se descubrió un nuevo paso entre los dos océanos, lo que actualmente se conoce como Pasaje de Drake. No obstante, para cuando esta precisión se publica, otras expediciones ya habían confirmado la existencia de este paso marítimo.21 Por su parte, como Hakluyt menciona en la relación del viaje, Drake había descubierto una tierra al norte de California en 1579, de la que tomó posesión y a la que nombró Nova Albión. En su estudio biográfico de Drake, Kelsey, tras analizar tanto documentos ingleses como españoles de la época, concluye que los hallazgos de Drake, tal y como se presentan en las obras e informes del siglo xvii, tienen mayor contenido ficticio que histórico. En referencia al territorio sudamericano, para la década de 1560, cosmógrafos españoles ya habrían descubierto que Tierra del Fuego era un archipiélago (Kelsey 127). Con la información que provenía de los mapas españoles y los derroteros que circulaban por toda Europa, Drake pudo inferir que existía un paso que conectaba el Atlántico con el Pacífico al sur del continente americano e imaginar su propia geografía (Kelsey 127). Como consecuencia del viaje de circunnavegación de Drake, aparecieron nuevos mapas que ilustraban este descubrimiento, mapas que estuvieron basados en el hoy perdido planisferio que

21. Se trata de la expedición holandesa de Schouten y Lamaire en 1616 y de la española al mando de los hermanos Nodal en 1619 (Firbas, “Fracaso, derrota y épica” 144).

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Drake le entregó a la reina inglesa y que Samuel Purchas describió en Purchas his Pilgrimes (1625).22 Wallis (“The Cartography” 141) señala que estos mapas, producidos a lo largo de la década de 1580, daban la impresión de que el extremo norte de Norteamérica quedaba libre para los diseños imperiales ingleses. Los mapas, por su parte, son bastante imprecisos en su reproducción de las islas al sur del estrecho de Magallanes; un ejemplo es el mapa que se conoce como Drake-Mellon (lámina 3). Como demuestra Wallis, a medida que el descubrimiento de Drake de las islas al sur de América perdía sustento, los cartógrafos modificaron sus diseños. Prueba de ello es que el mapamundi de Jodocus Hondius de 1595 (lámina 4) presenta como leyenda la aclaración de que tanto el corsario inglés Thomas Cavendish como los españoles habían rechazado la existencia del archipiélago, desacreditando con ello el descubrimiento de Francis Drake (Wallis, “The Cartography” 146). Al respecto, Kelsey (129) concluye que una de las muchas historias que circularon entre funcionarios ingleses con el objetivo de molestar y confundir a los españoles fue que Drake había llegado al extremo sur del continente. Sobre el descubrimiento al norte de América, y las diversas y contradictorias latitudes que circularon en la época para describir la posición de Nova Albión, Kelsey (192) argumenta que las historias inglesas que aseveraban que Drake navegó 38° de latitud norte, buscaban también molestar a los españoles y demostrarles a sus autoridades que un navegante inglés había logrado ir más lejos que sus compatriotas españoles. Hay varios estudios que buscan desestimar o reconocer la veracidad de los descubrimientos de Drake y no es mi intención tomar una posición al respecto. No obstante, conside-

22. En su descripción del mapa, Purchas menciona lo siguiente: “The South of the Magelane Straits is not a continent, but many ilands, and the very same which they have stiled in their Straits …. The Name Elizabeth is expressed in golden Letters, with a golden Crowne, Garter and Armes affixed: The words ascribed thereunto are these, cum omnes ferè hanc partem Australem Continentem esse putent, pro certo sciant Insulas esse Navigantibus pervias, earumque australissimam Elizabetham à D. Francisco Draco Inventore dictam esse” (Purchas, Purchas his Pilgrimes 3: 461[parte 2, libro 3, capítulo 2]). La inscripción en latín señala lo siguiente: “aunque casi todos creen que esta parte pertenece al continente sur, se sabe con certeza que estas islas han sido recorridas por navegantes, de la cual la isla más al sur se llama Elizabeth y fue descubierta por Francis Drake”.

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Lámina 3: A True Description of the Naval Expedition of Francis Drake, Englishman & Knight, Who With Five Ships Departed from the Western Part of England on 13 December 1577, Circumnavigated the Globe and Returned on 26 September 1580 with One Ship Remaining, the Others Having been Destroyed by Waves or fire [Londres (?), ca. 1587]. Tinta y acuarela sobre pergamino. Fuente: Yale Center for British Art (Paul Mellon Collection).

ro importante resaltar que, como apunta Kelsey, la información que provenía de España no solo fue utilizada por Drake para emprender su expedición de 1577, como hemos visto en las similitudes entre las relaciones de Hakluyt y de Pigafetta, sino que también los escritos españoles sirvieron para modificar los discursos ingleses sobre sus descubrimientos. En “The Famous Voyage”, Hakluyt no menciona la toma de posesión de una isla al sur del estrecho, pero sí destaca el hecho de que la embarcación de Drake llegó a los 57 grados de latitud sur. La relación del piloto portugués Nuño da Silva, cuya traducción Hakluyt incluyó en The Principal Navigations de 1600, confirma esta información. Nuño da Silva fue capturado por Drake en Cabo Verde y como prisionero acompañó a la nave inglesa durante todo su recorrido por las costas de las posesiones portuguesas y españolas en América. Drake lo liberó en Guatulco, México y así Nuño da Silva no supo cuál fue la ruta de regreso que Drake eligió hacia Inglaterra. A su llegada a Guatulco, el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición y las autoridades civiles en

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México entrevistaron a Da Silva para averiguar la ruta y el propósito de la expedición de Drake. Hakluyt publicó la traducción de la declaración que el portugués dio ante el virrey de Nueva España, documento que llegó a él a través de una traducción holandesa del original en portugués que el historiador y mercader Jan Huygen van Linschoten publicó en su libro Itinerario (1594), que a su vez fue una traducción de una copia del texto que pertenecía al virrey portugués en la India (Kelsey 88).23 Es significativo que la relación de Nuño da Silva certifica el hecho de que Drake llegó al extremo sur del continente, pero no registra ningún descubrimiento de archipiélagos ni toma de posesión de islas.

Lámina 4: Vera totius expeditionis nauticæ. Mapa del cartógrafo holandés Jodocus Hondius que describe la circunnavegación de Francis Drake (1577-1580) y la de Thomas Cavendish (1586-1588) [Amsterdam (?), ca. 1595]. Grabado pintado a mano. Fuente: Library of Congress Geography and Map Division. 23. El documento original, “Relacion del viaje del corsario inglés que dio un piloto Nuño da Silva ante su Excelencia a 20 de mayo de 1579 y esta no la dio en tan desmenuçada sino que como se le yba preguntando respondia”, se encuentra actualmente en el Archivo General de Indias (Patronato 266 R.17). Lo acompañan unas copias de la relación y una carta del virrey de Nueva España al del Perú en donde se notifica el envío de la relación al Perú.

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Otro documento que aparece publicado en el volumen de Hakluyt es el reporte de López Vaz “A Discourse of the West Indies and South Sea Written by Lopez Vaz a Portugall, Conteining Divers Memorable Matters Not To Be Found in Any Other Writers, and Continued Unto the Yere 1587”. Se trata de una extensa relación que cubre acontecimientos históricos en las posesiones ultramarinas de España y Portugal entre los años 1572 y 1586. López Vaz fue capturado en el Río de la Plata en 1587 por George Clifford, conde de Cumberland, quien le entregó el informe de López Vaz a Hakluyt. Un fragmento del mismo apareció en la compilación de Hakluyt de 1589 y describe la expedición de Drake (1572) a Nombre de Dios, en Panamá. Una versión completa circuló a través de la segunda edición de Hakluyt (1600).24 La relación, que contiene una narración del viaje de circunnavegación —narración que López Vaz obtiene, según señala, de un escrito del mismo Nuño da Silva (“I had in writing of the Portugal pilot himselfe”)—, contenía mucha información privilegiada sobre los dominios españoles en América y sobre los problemas que los corsarios ingleses suponían para las autoridades españolas virreinales. López Vaz no presenta la toma de posesión de Drake de la isla al sur del estrecho y agrega datos sobre la fortificación militar de este que el general Pedro Sarmiento de Gamboa llevó a cabo bajo las órdenes del virrey del Perú, Francisco Álvarez de Toledo. López Vaz señala que la nave de Sarmiento de Gamboa “was farthest to the Sothwards of all that ever I heard of: for Francis Drake being driven by tempest no farther then 57 degrees could not know so much as this other” (Hakluyt, Principal Navigations 3: 793).25 Con la información ofrecida por López Vaz y por los reportes españoles sobre las recientes expediciones al estrecho de Magallanes, se procedió 24. El tono de la edición de Hakluyt de 1589 con cambió drásticamente en comparación con el de la segunda edición, de 1598-1600. Como señalan Quinn y Skelton (“Introduction” xii), la vena nacionalista de la edición de 1589 hizo que en ella Hakluyt “does not print from Spanish or Portuguese histories anything derogatory to the English”. Hakluyt contaba ya con la relación de López Vaz, pero no la publicó en su totalidad en 1589 por las alusiones negativas a los ingleses, pero sí lo hace en 1600. 25. En 1586, Sarmiento de Gamboa fue tomado prisionero por ingleses y trasladado a Inglaterra. Su estadía en la isla pudo también interferir en la narración del descubrimiento de Drake al extremo sur del continente americano, pues Sarmiento contaba con información más detallada sobre la geografía del estrecho. En el capítulo tres discutiré el rol de Sarmiento de Gamboa en el contencioso intercambio de información entre Inglaterra, España y América sobre Drake.

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a mantener en secreto información más concreta sobre el presunto descubrimiento al sur del continente. Antes del viaje de circunnavegación de Drake, los ingleses formularon sus impresiones sobre las riquezas de las posesiones españolas en América en base a los reportes que provenían de España y Portugal (Andrews, “Drake and South America” 53): It was the success and wealth of those holdings which, more than anything else, inspired English interest in the New World. In earlier decades the central regions of America had been the main attraction, but English trade met increasing difficulties there during the sixties. Petty plunder continued during the seventies, but as the prospects of conquest, settlement, or steady trade grew dim, attention shifted elsewhere (Andrews, “Drake and South America” 53).

Para mediados del siglo xvi, Pedro Cieza de León publicó la Parte primera de la chronica del Peru (Sevilla, 1553) y Agustín de Zárate su ya mencionada Historia del descubrimiento y conquista del Perú (Amberes, 1555). Cieza dio testimonio de la geografía de los territorios en el virreinato peruano, de las latitudes de los territorios, y de los ritos y costumbres de sus habitantes; su obra funcionaba como un compendio informativo para quienes querían explorar las costas del virreinato del Perú. La crónica de Zárate, por su parte, daba información sobre las riquezas de las minas de Potosí, y sobre las disputas entre los conquistadores por el control de dichos territorios. Zárate también describió las costas y territorios interiores de Chile y sus habitantes; señala en particular su ferocidad en la guerra, la derrota de las huestes del gobernador Pedro de Valdivia y su asesinato. La imposibilidad de la conquista española de Chile gracias al espíritu indomable de los araucanos hacía posible que los ingleses vieran en estos a un futuro aliado imperial y que consideraran que el sur del virreinato peruano no contaba con presencia española.26 En estas circunstancias, la traducción al inglés de 26. En el palacio de Lambeth, en Londres, Inglaterra, se conversa un manuscrito de una traducción parcial al inglés del poema épico La Araucana (1569, 1578, 1589) de Alonso de Ercilla. Esta versión en prosa se atribuye a George Carew, político y militar inglés del reinado de Isabel, que fue nombrado presidente de Münster en 1600. En un artículo en prensa, que se publicará en la Revista Canadiense de Estudios Hispánicos, analizo esta traducción en el marco del conflicto entre españoles

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Nicholls de la crónica de Zárate, The Discoverie and Conquest of the Provinces of Peru, resultaba oportuna, e incluso indispensable, para los enemigos de los españoles que abogaban por el proyecto de conquista de los territorios meridionales de Sudamérica. La traducción se publica cuando Drake regresa de Inglaterra, probablemente en respuesta a la organización de una próxima expedición: “He no doubt had in mind another South American expedition which might cover the promoters’ expenses as handsomely as the first had done and by similar means” (Andrews, “Drake and South America” 57). Nicholls es el primero en celebrar a Drake por su labor como explorador. En la dedicatoria de su obra proclama que el viaje de Drake simbolizaba la maestría de los ingleses “both for discovery and navigacion”. López Vaz también describe el reino de Chile y sus habitantes: “I say that it might well bee called an earthly paradise, save that it locketh one onely commodity, and that is peace” (Hakluyt, Principal Navigations 3: 796). Señala que ni siquiera los incas, “the kings of Peru”, pudieron conquistar a los araucanos. Afirma que, después de varias derrotas, los españoles hasta el momento no pudieron dominarlos ni mantener la paz en esos territorios. La relación de López Vaz se convirtió en lectura indispensable para quienes luego emprendieron el mismo recorrido que Drake. El pirata Richard Hawkins, quien en 1595 viajó a América pasando por el estrecho de Magallanes, describió en sus memorias una historia muy peculiar sobre la muerte de Valdivia a manos de los araucanos. Cuando estos asesinaron a Valdivia, lo obligaron a ingerir oro derretido, gritando: “Gold was thy desire, glut thee with it” (Hawkins 96). López Vaz narra esta leyenda y repite la frase exacta en boca de los araucanos, lo que sugiere que Hawkins había leído el relato de López Vaz en Hakluyt. e ingleses por el control de los territorios al extremo sur del virreinato peruano. Como demuestro, el poema de Ercilla se utilizó en Inglaterra para obtener información sobre esos territorios y delimitar (o desestimar) geográficamente las fronteras del imperio hispánico en América. Asimismo, a partir del siglo xvii, como lo demuestra la primera traducción de La Araucana al holandés en 1619, el poema de Ercilla sirvió, al igual que la traducción de Las Casas de 1583, para vincular los éxitos de los españoles en el Nuevo Mundo con la política internacional. En la dedicatoria a este texto, como ha registrado el bibliógrafo José Toribio Medina en el segundo volumen de su edición de La araucana (503), se señala que el objetivo de la traducción es “tomar posesión de las tierras hasta ahora no ocupadas, sobre las cuales los españoles no han ejercido su poder ni dominación”.

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A la salida del estrecho, Drake siguió su trayecto por la costa de Chile. “The Famous Voyage” indica que, a diferencia de la información que provenía de los derroteros en posesión de Drake, la corriente marítima en la costa de Chile iba hacia el noreste “whereby it appeareth that this part of Chili was not bene truely hitherto discovered or at the least not truely reported .... either of purpose to deceive, or of ignorant coniecture” (Hakluyt, Principal Navigations 3: 734). Con la mención de que el territorio al sur de Chile aún no había sido descubierto, Hakluyt deja entrever la posibilidad de una futura empresa conquistadora inglesa. Drake echó ancla en la isla Mocha, cuyos habitantes “the cruell and extreme dealings of the Spaniards have forced for their owne safetie and libertie to flee from the maine, and to fortifie themselves in this Island” (Hakluyt, Principal Navigations 3: 734). Intercambiaron algunos productos con los nativos, pero cuando al día siguiente los ingleses se disponían a hacer agua, “the people taking them for Spaniards (to whom they use to shew no favour if they take them) layde violent hands on them, and as we thinke, slew them” (Hakluyt, Principal Navigations 3: 734). Si se compara la versión de Hakluyt con la de Nuño da Silva y López Vaz sobre este episodio, se puede observar que Hakluyt no reproduce episodios anteriormente contados por ellos como, por ejemplo, el asalto araucano a los ingleses con piedras y flechas, y el hecho de que el mismo Drake resultó herido con una flecha en el rostro y otra en la cabeza. Antes del viaje de circunnavegación, Drake no contaba con información como la que brindaba López Vaz sobre la belicosidad de los araucanos. Como señala Kelsey (338), “had Drake known the reputation of the place, he might have sailed on”. Hawkins, mientras tanto, señala que mantuvo contacto con los indígenas de la isla, pero que los trató “with great vigilancie and care, for they are all people of Chily, are mortall enemies to the Spaniards, and held us to be of them” (97). Al igual que en “The Famous Voyage” de Hakluyt, Hawkins entiende el espíritu guerrero de los araucanos como consecuencia del maltrato y la crueldad de los españoles. En sus Observations, Hawkins (107) reconoce el valor y el coraje de los nativos de Chile, y enfatiza que han mantenido una guerra contra los españoles por más de cuarenta años. A su llegada a las costas chilenas, Hawkins (99) expresa el deseo de establecer con ellos una amistad:

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Having refreshed ourselves well in this Iland, for that little time wee stayed, which was some 3 dayes wee set sayle with great ioy, and with a fayre winde sayled alongst the coast, and some eight leagues to the northwards, we anchored againe in a goodly bay, and sent our boates ashore, with desire to speake with some of the Indians of Arauca, and to see, if they would bee content to entertaine amitie, or to chop and change with vs.

Los relatos españoles sobre la imposibilidad de la conquista de Chile permitieron que el discurso inglés sobre el descubrimiento al sur del estrecho se acondicionara hacia las posibilidades de una intervención en estos territorios. Así, los textos españoles sobre los descubrimientos, exploraciones y conquistas en América influyeron directamente en las empresas y proyectos ingleses en cuanto a la formulación de sus esperanzas. Veremos que cuando la figura de Drake evoluciona hacia la de un conquistador, en el último trayecto del recorrido del viaje de circunnavegación, los textos españoles funcionan más como la estructura desde la cual los escritores ingleses edifican su relato. 4.3. La conquista de Nova Albión Quinn (“Early Accounts” 43) ha señalado que la narración de Hakluyt de la circunnavegación de Drake “concentrates on the voyage rather than the man”. Ciertamente, Hakluyt ilustra más las hazañas y las victorias de Drake que sus motivaciones personales. La supuesta “imparcialidad” del relato hakluytiano se hace evidente en el narrador en tercera persona plural que se refiere a Drake como “our Generall”. Como afirma Quinn, esto se debe a que las biografías de sus héroes no eran una prioridad en el proyecto de Hakluyt y que, por el contrario, como se alude en el título del volumen, lo eran los “navigations, voiages and discoveries” (“Early Accounts” 44). Hay, no obstante, ciertos momentos en los que la narración de Hakluyt se aparta de este propósito y presenta una versión que demuestra algunos aspectos de la personalidad de Drake, específicamente en la defensa de sus actividades piráticas y en la forma en que impide que se lleven a cabo sacrificios indígenas. A mi parecer, estos retratos de la figura de Drake provienen también de su evaluación de los historiadores españoles de Indias; en particular, Francisco López de Gómara en su representación de Hernán Cortés. Como señala Rolena Adorno (Polemics 133) al hablar de

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la representación de Cortés en Gómara, “Gómara presented a euphoric vision of a nearly bloodless conquest and subsequent conversion of hundreds of thousands of natives; he attributed all to a nearly singlehanded effort on the part of Cortés”. En una descripción menos eufórica, pero no por ello menos elogiosa, el relato de Hakluyt sostiene que es el fervor cristiano de Drake y compañía lo que puede llevar a que los nativos suspendan sus sacrificios. Las actividades piráticas en el viaje de circunnavegación que, según López Vaz fueron “an especiall cause of all the dangerous warres that are likely to ensue between Spaine and England” (Hakluyt, Principal Navigations 3: 793), se presentan como episodios menores en el relato. O bien sirven para enfatizar la cobardía de los españoles y por contraste la valentía de Drake y sus tripulantes y soldados, o bien para describir las riquezas de los territorios. El tono es incluso jocoso. Es de este texto de donde proviene, por ejemplo, la anécdota que narra que, después de la captura de la embarcación Nuestra Señora de la Concepción (que popularmente se conocía como “Cacafuego”), un joven que servía al piloto español les dijo a los ingleses que deberían cambiarle el nombre a la embarcación por “Cacaplata”. Cuando la armada inglesa llega a Guatulco y dejan libre a Nuño da Silva, Drake tiene que decidir el camino de regreso a Inglaterra. Antes de hacerlo, sin embargo, se presenta un descargo de sus ataques: Our Generall at this place and time, thinking himselfe both in respect of his private iniuries received from the Spaniards, as also of their contempts and indignities offered to our countrey and Prince in generall sufficiently satisfied, and revenged: and supposing that her Maiestie at his returne would rest contended with this service, purposed to continue no longer upon the Spanish coasts, but began to consider and to consult of the best way for his Countrey (Hakluyt, Principal Navigations, 3: 736).

El relato asevera que la justificación para la piratería inglesa era la venganza contra las crueldades de los españoles. Esta línea argumentativa aparece en una relación sobre la expedición de 1585, A Summarie and True Discourse of Sir Francis Drakes West Indian Voyage, que se publicó en latín en 1588 y en inglés en 1589, y que estuvo basada en el diario de uno de los marineros de la expedición de Drake, Walter Bigges. Bigges menciona que las injurias cometidas por los españoles en San Juan de Ulúa en 1568, donde, a pesar de haber establecido

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previamente un acuerdo de paz, capturaron la flota de John Hawkins y Drake eran una muestra de la crueldad de los españoles que debía ser sancionada. Aquí queremos recordar que el relato de Hakluyt no discute la legitimidad de las acciones de Drake, sino que, al contrario, las entiende como respuestas a presuntas afrentas españolas. En este punto, las relaciones de Nuño da Silva y López Vaz, que habían servido para contrastar la versión inglesa de los acontecimientos, concluyen su descripción de los hechos. En vista de que no existía otro documento que narre lo que ocurrió en el transcurso desde Guatulco hasta Plymouth, la descripción de los mismos quedaba libre para la imaginación de Hakluyt. Drake decide finalmente regresar a Inglaterra a través de las islas Molucas y navegar hacia el norte, donde el viento era más favorable. Los ingleses llegan hasta el paralelo 38 (hoy California) y anclan en una bahía. Cuando desembarcan, los habitantes del lugar se acercan y le dan a Drake un regalo. El primer encuentro se presenta de la siguiente manera: When they came unto us, they greatly wondred at the things that wee brought, but our Generall (according to his naturall and accustomed humanitie) courteously intreated them, and liberally bestowed on them necessary things to cover their nakednesse, whereupon they supposed us to be gods, and would not be perswadded to the contrary: the presents which they sent to our Generall, were feathers, and calles of net-worke (Hakluyt, Principal Navigations 3: 737).

El relato que, según Quinn, se distinguía por la “imparcialidad” del retrato de Drake presenta esta vez una caracterización que imita la de Gómara (y el propio Hernán Cortés). Donde antes se presentaban descripciones minuciosas de la mercancía o del comportamiento de los habitantes, aquí Hakluyt se dedica a un retrato de Drake que enfatiza su buen trato hacia los nativos y el asombro y respeto con el que los nativos reaccionaron ante su llegada. La idea de que los indígenas pensaban que los ingleses eran dioses procede de los reportes de los primeros encuentros entre españoles y nativos americanos, en específico, aunque elípticamente, de la “Carta del descubrimiento” de Cristóbal Colón (Adorno, “Negotiation of Fear” 183). La diferencia es que Hakluyt insiste en que los ingleses eran vistos como dioses y no, como se menciona en estos reportes, que “venían del cielo”. En su edición crítica y estudio de la relación de Álvar

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Núñez Cabeza de Vaca, Adorno y Pautz realizan un recorrido sobre la tradición de los hombres “venidos del cielo” en los textos sobre el descubrimiento y conquista española de América. A principios de la década de 1540, la frase “vienen del cielo” tenía una carga semántica que se dividía de acuerdo a cómo los europeos percibían las creencias de los nativos. Una línea interpretativa era la religiosa y providencialista; la otra, se inclinaba hacia la observación etnográfica (Adorno y Pautz 2: 357). Al presentar los primeros encuentros entre Colón y los taínos, Pedro Mártir, como señalan Adorno y Pautz (2: 356), continúa la línea interpretativa que desarrollara fray Ramón Pané, fraile jerónimo que, por mandato de Colón, pasó dos años entre los taínos de La Española. Mártir escribe que los nativos pensaban que los españoles eran gente que había caído del cielo: “gentem esse missam e coelo autumant” (“De orbe novo” 3v [dec. 1, lib. 1]). Al utilizar el verbo mittere en latín, cuyo significado en español es “dejar caer”, Martire “preferred Pané’s etnographic approach to Columbus’s exaltations and reported the natives’supposed first impression of the strangers not as ‘people come from heaven’ but rather as ‘people who had fallen out of the sky’” (Adorno y Pautz 2: 356). La traducción al inglés de Richard Eden presenta las impresiones de los nativos de esta manera: “they thought to have discended from heaven” (Anglería, The Decades of the New Worlde 2v) y con ello deja abierta la posibilidad a ambas interpretaciones. La narración de Hakluyt de la expedición de Drake se adhiere claramente a la línea providencialista con la mención de que los ingleses eran vistos como dioses. Siguiendo el modelo descriptivo de Cristóbal Colón en la carta a Luis de Santángel, el narrador de “The Famous Voyage” describe las casas y las mujeres, y su forma de vestirse y comportarse. Pasa a describir los sacrificios y señala que las mujeres “tormented themselves lamentably, tearing their flesh from their cheekes, whereby be perceived that they were about a sacrifice” (Hakluyt, Principal Navigations 3: 737). En respuesta, Drake y su compañía, rezan y leen la Biblia “at which exercise they were attentive, & seemed greatly to be affected with it” (Hakluyt, Principal Navigations 3: 737). Nuevamente la posible imitación de los ritos cristianos procede de las narraciones españolas. Martire, traducido por Richard Eden, señala que “when owre men went to praier, and kneles on their knees after the maner of the Christians, they did the like also” (Anglería, The

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Decades of the New Worlde 2v). Tales imitaciones de las acciones cristianas de los ingleses por los nativos americanos se repiten en otras partes y Hakluyt termina afirmando que la presencia de los ingleses es lo único que impedirá que los indígenas continúen con sus sacrificios.27 En su análisis de Hakluyt, Claire Jowitt asevera que el compilador inglés buscaba “reformar” las fantasías coloniales ibéricas: el Drake de Hakluyt impide, niega y modifica el culto de los nativos americanos, alejándose de esta forma del modelo ibérico que, según Jowitt (60), sí aceptaba estos cultos. Jowitt, quien sigue al investigador Christopher Hodgkins en este punto,28 asevera que Drake actúa como un evangelista protestante que busca predicar la palabra de Dios entre los nativos americanos e impedir sus prácticas idólatras. A diferencia de Jowitt, considero que, por el contrario, las descripciones de los sacrificios y el impedimento de los mismos por parte de los ingleses derivan de las representaciones de los conquistadores españoles de las historias de Indias. La conquista de México de López de Gómara, por ejemplo, subraya la labor de Cortés en la extirpación de las idolatrías indígenas y en su conversión al cristianismo. En su

27. En su declaración ante el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición en Lima, John Drake narra el encuentro de la siguiente manera: “y se fue a las Californias y descubrió tierra en cuarenta y ocho grados, y allí saltó en tierra e hicieron ranchos, y estuvieron mes y medio aderezando el navío y los mantenimientos que tenían eran mejillones y lobos, y en este tiempo vinieron allí muchas veces indios, y viendo los ingleses lloraban y se sacaban sangre con las uñas de la cara con que les hacían reverencia y adoraban: y por señas el capitán Francisco les dijo que no hiciesen aquello porque ellos no eran Dios, y siempre estuvieron de par sin les hacer daño. aunque no les dieron comida, y es gente de la color de estos indios, bien dispuestos, y traen sus arcos y flechas, y andan desnudos, y es tierra templada más fría que caliente, muy buena tierra a la vista, y aquí aderezó el navío suyo grande, y dejó el de Nicaragua que había tomado, y se fue, quedando los indios tristes a lo que parecía” (cit. en Fernández de Navarrete 26: 239). 28. Jowitt (59) afirma que el texto de Hakluyt describe relaciones armónicas entre marineros y nativos, y que demuestra que los ingleses se rehusaban a aceptar el culto indígena a diferencia —insiste— de los conquistadores españoles. Siguiendo la lectura de Hodgkins en su libro Reforming Empire, Jowitt añade que “Drake’s decision not to follow the model of early Spanish explorers, including Magellan, Cortes, and de Soto, who accepted the worship of indigenous inhabitants, ‘seizes the moral highground’ since it is likely that Drake’s fierce Protestantism assured that he would see an evil appropriateness in ‘popish idolators’ becoming willing idols themselves”.

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dedicatoria a Martín Cortés, Gómara celebra a Cortés pidiendo que “permanezca pues el nombre, y memoria, de quien conquistó tanta tierra, convirtió tantas personas, derribó tantos dioses, escusó tanto sacrificio y comida de ombres” (1v). Si bien es cierto que las primeras obras sobre la anticipada colonización inglesa en América se presentaba el argumento de la futura conversión de los gentiles, “very often this appeared as a competitive necessity, since the Spaniards were attempting it, rather than as a moral imperative” (Quinn, “Explorers and Colonies” 108). Este elemento misionero inglés surge más por imitación del modelo ibérico que por su reformulación. Hakluyt hace alusiones al modelo de Cortés en otras partes del episodio de Nova Albión. El rey de estas tierras envía con dos de sus embajadores a Drake un mensaje para anunciarle un futuro encuentro. Cuando ocurre el encuentro, el narrador describe la suntuosidad del vestuario del rey y de sus acompañantes, que llevan unas coronas decoradas con plumas. Los nativos se acercan luego a las carpas donde se encuentran con los ingleses y bailan y cantan para ellos. Al final del espectáculo, el rey se acerca a Drake y le dice “that hee would take their province and kingdome into his hand, and become their King, making signes that they would resigne unto him their right and title to the whole land, and become his subjects” (Hakluyt, Principal Navigations 3: 738). La escena remite directamente al encuentro de Moctezuma y Cortés, y la subsiguiente oración de Moctezuma, donde este cede el derecho sobre sus tierras ante Cortés en un discurso que, como señala Rolena Adorno (Very Short Introduction 43), simula la fingida donación de Constantino, el decreto por el cual el emperador romano transfirió su autoridad sobre Roma y Occidente al papa (lámina 5). Cortés emplea además el concepto castellano del señor natural en conjunto con el mito azteca del retorno de Quetzalcóatl. Además, al observar las similitudes entre las nuevas tierras conquistadas con España, Cortés señala ante su interlocutor lo siguiente: “Por todo lo que yo he visto y comprehendido cerca de la similitud que toda esta tierra tiene en España (...) me paresció que el más conveniente nombre para dicha tierra era llamarse la Nueva España” (308). Así, el relato de Hakluyt de Nova Albión finaliza con la resonancia de Cortés. Antes de partir, se menciona que Drake llama a estas tierras Nova Albión por dos motivos: el primero, por sus blancas laderas y colinas y, el se-

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gundo, porque exista en el nombre alguna afinidad con Inglaterra. Sobre este episodio, en su Conquista de las islas Malucas, Bartolomé Leonardo de Argensola (104) señala que Drake descubrió seis islas en Norteamérica y que nombró algunas de ellas, “imitando a los héroes fabulosos, y aun a los católicos y verdaderos, en ponerles conforme a particular devoción. Dio a la una el de San Bartolomé: a la otra San Jayme, y a la que le pareció mayor, y más fértil, de la Nova Albión,

Lámina 5: Un nativo de Nova Albión coloca una corona de plumas en la cabeza de sir Francis Drake. Arnoldus Montanus, De Nieuwe en onbekende Weereld, Amsterdam, 1671: 97r. Fuente: John Carter Brown Archive of Early American Images.

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antiguo nombre de Inglaterra”. Drake toma finalmente posesión del lugar y deja una inscripción con el nombre de la reina, consagrando de esta forma su retrato como líder de la expansión ultramarina de Inglaterra. Las investigaciones sobre las representaciones de Drake durante la era isabelina se han concentrado en argumentar, por un lado, las razones de la escasez de textos laudatorios en vida de Drake y, por el otro, las condiciones que hicieron posible que el corsario se convirtiera en héroe al siglo siguiente de su muerte. Pocos son los estudios que han intentado resolver estas interrogantes en virtud de la percepción de Drake entre los españoles o de la rivalidad entre ambos reinos. Fue justamente la trascendencia que Drake alcanzó entre los españoles la que motivó, en mi opinión, que los ingleses vieran en él a un fiel representante de esa rivalidad y que trasladaran en él los elogios que los españoles habrían utilizado para describir a los suyos. La rivalidad política entre los dos poderes aumenta el deseo de los historiadores ingleses de pintar sus héroes con el mismo pincel que sus contrapartes españolas, superándolos en valor militar, civilidad y religión (la anglicana). Los ingleses que tradujeron la Brevísima relación de Las Casas lo hicieron para plantear una justificación moral y religiosa a la expansión territorial inglesa en América. La rivalidad internacional promovió la divulgación de la lengua española, y de las obras sobre la expansión española en América. Los mercaderes que, como John Frampton y Thomas Nicholls, renovaron la tarea traductora originada por Richard Eden a mediados del siglo xvi movilizaron a otros compatriotas de su gremio a emprender expediciones de exploración, comercio y asentamiento. Al recolectar, editar y traducir la información que provenía de España, estos mercaderes-traductores incitaron el interés por la exploración de nuevos territorios entre los ingleses y por la emulación y superación de sus antecedentes ibéricos. Otros sectores de la sociedad inglesa se unieron rápidamente a este proyecto y confluyeron en un elemento en común: sir Francis Drake. Así, Drake se posicionó como quien englobaba los objetivos de todos los interesados en hacer del éxito de la conquista española de América, una experiencia inglesa. Los primeros escritos ingleses sobre el viaje de circunnavegación de Drake reflejaban la singular dependencia retórica de este proyecto con sus referentes españoles.

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15771580 1578 Traducción al inglés de la obra de Martín Fernández de Enciso Summa de geografía que trata de todas las partidas e provincias del mundo (1519). Fue realizada por John Frampton y se tituló A Briefe Description of the Portes, Creekes, Bayes and Hauens, of the West India. 1578 Traducción al inglés de la obra de Francisco López de Gómara La conquista de México (1552). Fue realizada por Thomas Nicholls y se tituló The Pleasant Historie of the Conquest of the West India. Incluye en los preliminares dos poemas de Stephen Gosson: uno en inglés de seis estrofas y otro en latín de una sola estrofa de doce versos. 1581 Traducción al inglés de la obra de Agustín de Zárate Historia del descubrimiento y conquista de la provincia del Perú (1555). La traducción fue realizada también por Thomas Nicholls y se tituló The Discoverie and Conquest of the Provinces of Peru. 1581 The Voyage of the Wandering Knight. 1582 Divers Voyages Touching…, Richard Hakluyt. 1583 Traducción al inglés de la obra de fray Bartolomé de Las Casas Brevísima relación de la destrucción de las Indias (1552). Se tituló The Spanish Colonie or Briefe Chronicle of the Acts and Gestes of the Spaniards in the West Indies. 1583 A Trve Reporte, of the Late Discoueries, George Peckham. Incluye en los preliminares un poema del mismo Drake. 1585 A Most Friendly Farewell, Henry Robarts 1586 Reglas gramaticales, Antonio del Corro. 1587 The True and Perfecte News, Thomas Greepe 1588 A Packe of Spanish Lyes.

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ACONTECIMIENTO HISTÓRICO Primer viaje de Drake a América, acompañando a John Hawkins (episodio de San Juan de Ulúa). Segunda expedición de Drake a América. Tercera expedición de Drake a América. Ataque a Nombre de Dios, Panamá, y alianza con los cimarrones. Viaje de circunnavegación.

Drake es nombrado caballero por la reina Isabel Tudor.

Viaje de Drake al Caribe. Ataque a Cádiz. Derrota de la Armada Invencible.

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ACONTECIMIENTO HISTÓRICO Respuesta y desengaño; Answer to the Untruthes. Ataque a Lisboa (Contra Armada; desprestigio de Drake). A Summarie and True Discourse, Bigges y otros. Primera edición de The Principal Navigations de Richard Hakluyt. Incluye por primera vez la relación del viaje de circunnavegación de Drake, sin compaginación. Último viaje de Drake a América. A Libell of Spanish Lyes. Muerte de Drake. Tercer volumen de la segunda edición de The Principal Navigations de Richard Hakluyt. Incluye nuevamente el relato del viaje de circunnavegación de Drake.

Tabla 1. Relación de principales obras inglesas sobre Francis Drake que se publicaron en el siglo xvi. A la derecha, relación de acontecimientos históricos que involucraron al pirata inglés y que formaron parte del conflicto entre España e Inglaterra.

Lámina 6, página siguiente: Grabado que muestra a sir Francis Drake vestido con una armadura mientas supervisa la carga de una embarcación. Lleva un mosquete y está parado junto a barrilles, balas de cañón y un casco con plumas. Incluye un poema en alemán y una rosa naútica. Fuente: Franciscus Draeck Nobilissimus eques Angliae is est qui totot terrarum orbe. Alemania, ca. 1588. John Carter Brown Archive of Early American Images.

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Capítulo 3 El amerindio en el centro de la polémica por la piratería inglesa

En 1579, luego de su paso por el estrecho de Magallanes, Drake sorprendió a los habitantes de la capital del virreinato peruano cuando se aproximó al puerto del Callao, en Lima. Si bien no logró desembarcar o asediar la ciudad, su mera presencia, aunque breve, contribuyó a un clima de alarma que persistió en la capital por varias décadas. En la “Relación de lo sucedido en la Armada Real de su Majestad en este viaje del Estrecho de Magallanes”, el capitán, cosmógrafo e historiador Pedro Sarmiento de Gamboa describe el paso de la embarcación inglesa con las siguientes palabras: En paz estaba el Pirú cuando por nuestros pecados pasaron ingleses piratas por el Estrecho de la Madre de Dios, antes llamado de Magallanes, al Mar del Sur, y por su caudillo un Francisco Drac, natural de Plemua, hombre de ínfima condición, aunque marinero prudente y atrevido cosario, el cual, con solo un navío llamado Águila Dorada, costeó la tierra de Chile, Perú, Nicaragua, Guatemala y Nueva España, etcétera, donde hizo presa y robo famoso (cit. en Sarmiento, Viajes al Estrecho 1: 193).

Como ocurrió en Inglaterra, el viaje de circunnavegación promovió un cambio retórico en el discurso español sobre el descubrimiento

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y la conquista española de América. El paso de Drake por Lima trasladaba el contexto de las guerras religiosas europeas al Nuevo Mundo y convertía un problema local en uno de condición imperial. Para fines de la década del setenta, Drake ya había recorrido y asaltado algunas de las posesiones españolas en el Atlántico. En 1572, por ejemplo, atacó el istmo de Panamá y consiguió interceptar unas recuas de mulas que transportaban oro y plata con destino a España. La hazaña solo fue posible gracias a la ayuda que el pirata recibió de los cimarrones de Nombre de Dios. Aunque las autoridades españolas a ambos lados del Atlántico se mostraron preocupadas por el éxito de la embestida y por la alianza entre Drake y los esclavos fugitivos, la entrada del pirata inglés por el Pacífico confirmaba sus peores temores. En primer lugar, significaba una enorme desventaja en lo que concernía al conocimiento geográfico que hasta el momento se tenía de los territorios al extremo sur del continente americano. En segundo lugar, denotaba un interés de parte de los ingleses por descubrir no solo nuevas rutas de comercio o interceptar las flotas del tesoro español, sino también por explorar territorios para un futuro asentamiento. Por último, la llegada de los piratas ingleses a esa parte del mundo ponía en jaque el proceso de evangelización que se encontraba en curso y que ocurría al mismo tiempo que se intentaban contener rebeliones indígenas al interior del virreinato peruano. Como lo habían hecho con los cimarrones, los corsarios ingleses podían fácilmente establecer alianzas con los nativos americanos y, particularmente, con los que habían mostrado considerable resistencia y que se situaban en los confines del virreinato: los nativos de Chile. En el presente capítulo, me enfocaré en las reacciones que suscitó el viaje de circunnavegación entre quienes se encontraban en América cuando este ocurrió. Analizaré, en primer lugar, las características de la respuesta militar y el giro retórico que suscitó la entrada de Drake por el estrecho en el discurso de las autoridades hispánicas. En este contexto, la labor de Sarmiento de Gamboa en la empresa militar magallánica, así como su afán por dejar un registro escrito de la misma, se encuentran en el centro de este análisis. Sarmiento enfatiza la condición evangelizadora de la empresa del estrecho y deja por sentada la legitimidad del gobierno español en las Indias cuando se dispone a descubrir estos nuevos territorios. Me concentraré, por su parte, en la respuesta española ante la posibilidad de que los ingleses funden colo-

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nias en el territorio americano, considerando paralelamente el circuito de información que sobre este tema existía entre Inglaterra, España y América. En segundo lugar, observaré las circunstancias políticas en el virreinato peruano que hicieron posible identificar una supuesta alianza entre ingleses y amerindios luego de la entrada de Drake por el Pacífico. La embarcación inglesa llega al Callao dos años antes de que culmine el gobierno del quinto virrey del Perú, Francisco Álvarez de Toledo. Como se verá, las características del gobierno de Toledo (1569-1581) influyeron en los mecanismos de defensa que se instituyeron para evitar futuros ataques piráticos. Específicamente, su determinación por afirmar la soberanía española en Indias a través de la censura de cualquier discurso que se le opusiere o que legitimase el gobierno de los incas conllevó entender el fenómeno de la piratería desde un cariz religioso. Así, las confesiones de los ingleses o de los prisioneros de Drake en el viaje de circunnavegación ante el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición —implementado en el virreinato durante el gobierno de Toledo— ocupan un lugar central en esta sección del análisis. Se analizarán también las diversas posiciones que existieron al interior del virreinato con respecto a quiénes debían ocuparse de la defensa de estos territorios. En tercer lugar, examinaré la influencia del pensamiento de Sarmiento en la circulación de los discursos literarios sobre Drake que se produjeron en América. En 1586, cuando Sarmiento, luego del viaje para la fortificación y colonización del estrecho, se disponía regresar a España para solicitar refuerzos el capitán fue capturado por tres bajeles ingleses, propiedad de sir Walter Raleigh, y trasladado como prisionero a Inglaterra. Allí, Sarmiento comprobó que los ingleses contaban con mucha información estratégica sobre las posesiones españolas en América y que su conocimiento aumentaba con la interceptación del material que el propio Sarmiento llevaba consigo al momento de su prisión. Solo unos años después, Sarmiento estaría a cargo de la censura de la tercera parte de las Elegías de varones ilustres de Indias del beneficiado de Tunja, Juan de Castellanos. Después del escrutinio del poema, el censor arrancó las páginas que correspondían a la relación del ataque de Drake a Cartagena en 1586 y que llevaban como título Discurso del capitán Francisco Draque. El examen que Sarmiento realizó del poema de Castellanos demuestra cómo la piratería impulsó la

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censura, así como la impronta de la historiografía toledana en la defensa retórica de las acciones de España frente a los enemigos europeos.1 En el último acápite de este capítulo analizaré el poema épico de Juan de Miramontes Zuázola Armas antárticas, cuya composición finalizó, como ha demostrado Paul Firbas (“Introducción” 16), entre 1608 y 1609. El poema introduce el viaje de circunnavegación de Francis Drake en el tercer canto, luego de narrar el fin de las guerras de conquista. Como sugiere Firbas (“Introducción” 86), la aparición del pirata inglés en la capital limeña “posee un sentido de pérdida de la cerrazón y aislamiento geográfico del Perú colonial, y se estructura como una caída del estado de paz después de la conquista y guerras civiles”. Miramontes introduce los viajes de Drake, John Oxenham y Thomas Cavendish como si se tratasen de un proyecto en común, y alaba la labor de los soldados españoles en América al finalizar el poema con la victoria española en la batalla de la isla de Puná en 1587 contra las huestes de Cavendish. A pesar del elogio a personajes como el militar español Pedro Arana que componen las “armas antárticas” de la epopeya, en el poema de Miramontes permea un tono de desencanto que se hace visible, por ejemplo, en las críticas a las guerras por la conquista del Perú, específicamente en referencia a la ausencia de una causa evangelizadora en las mismas. Junto a la narración de la fallida colonización del estrecho de Magallanes, el poema de Miramontes deja entrever la desilusión que caracterizó al presente en el que se escribe la epopeya (la primera década del siglo xvii), muy distante ya de un “glorioso” pasado español. El análisis de este conjunto de textos finaliza, por lo tanto, con el inicio de un ciclo discursivo en el que la legitimidad del gobierno hispano en América se expresa a partir de una experiencia peninsular trasplantada a tierras americanas (Firbas, “Introducción” 106). 1. Las disputas por el dominio del estrecho Como consecuencia inmediata de la entrada de Drake por el Pacífico, el entonces virrey del Perú, Francisco Álvarez de Toledo, envió

1.

Este acápite del capítulo se basa en un artículo homónimo publicado en el 2017 en la Revista Hispánica Moderna 70.2 (161-177).

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censura, así como la impronta de la historiografía toledana en la defensa retórica de las acciones de España frente a los enemigos europeos.1 En el último acápite de este capítulo analizaré el poema épico de Juan de Miramontes Zuázola Armas antárticas, cuya composición finalizó, como ha demostrado Paul Firbas (“Introducción” 16), entre 1608 y 1609. El poema introduce el viaje de circunnavegación de Francis Drake en el tercer canto, luego de narrar el fin de las guerras de conquista. Como sugiere Firbas (“Introducción” 86), la aparición del pirata inglés en la capital limeña “posee un sentido de pérdida de la cerrazón y aislamiento geográfico del Perú colonial, y se estructura como una caída del estado de paz después de la conquista y guerras civiles”. Miramontes introduce los viajes de Drake, John Oxenham y Thomas Cavendish como si se tratasen de un proyecto en común, y alaba la labor de los soldados españoles en América al finalizar el poema con la victoria española en la batalla de la isla de Puná en 1587 contra las huestes de Cavendish. A pesar del elogio a personajes como el militar español Pedro Arana que componen las “armas antárticas” de la epopeya, en el poema de Miramontes permea un tono de desencanto que se hace visible, por ejemplo, en las críticas a las guerras por la conquista del Perú, específicamente en referencia a la ausencia de una causa evangelizadora en las mismas. Junto a la narración de la fallida colonización del estrecho de Magallanes, el poema de Miramontes deja entrever la desilusión que caracterizó al presente en el que se escribe la epopeya (la primera década del siglo xvii), muy distante ya de un “glorioso” pasado español. El análisis de este conjunto de textos finaliza, por lo tanto, con el inicio de un ciclo discursivo en el que la legitimidad del gobierno hispano en América se expresa a partir de una experiencia peninsular trasplantada a tierras americanas (Firbas, “Introducción” 106). 1. Las disputas por el dominio del estrecho Como consecuencia inmediata de la entrada de Drake por el Pacífico, el entonces virrey del Perú, Francisco Álvarez de Toledo, envió

1.

Este acápite del capítulo se basa en un artículo homónimo publicado en el 2017 en la Revista Hispánica Moderna 70.2 (161-177).

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una expedición al estrecho al mando de Sarmiento con el propósito de cerrarle el paso a los corsarios en su camino de regreso a Inglaterra. La expedición no logró su cometido: Drake había regresado a Plymouth rumbo al oeste, llegando a las islas Malucas y rodeando el cabo de Buena Esperanza. Sin embargo, el informe que Sarmiento escribió como resultado de la expedición, “Relación y derrotero del viaje y descubrimiento del estrecho de la Madre de Dios, antes llamado de Magallanes”, fue presentado ante la corte y conllevó que el rey Felipe II instaurara la Armada del Mar del Sur y solicitara la asistencia de Sarmiento en el proceso de fortificación y colonización del estrecho de Magallanes. Recién en 1768 se publicó la “Relación y derrotero” de Sarmiento.2 La edición estuvo a cargo de Bernardo de Iriarte, diplomático y político de la monarquía española, y miembro de la Real Academia Española de la Lengua. En el prólogo de esta edición, Iriarte (v) llama al texto “oculto tesoro” y alaba la utilidad del mismo para realzar las glorias de los navegantes y descubridores de la nación española. El libro se publicó pocos años después de culminada la Guerra de los Siete Años, en un contexto político de inestables relaciones diplomáticas entre Inglaterra y España. Por ello, no llama la atención la serie de críticas que presenta Iriarte de los descubrimientos geográficos que los ingleses acreditan haber hecho al sur del continente americano. El editor responde específicamente a una narrativa del viaje de circunnavegación que hiciera el comandante inglés John Byron, un texto que incluía una descripción detallada del estrecho de Magallanes y de los gigantes patagónicos: A Voyage Round the World, in His Majesty’s Ship the Dolphin, Commanded by the Honorauble Commodore Byron (Londres, 1768). A Voyage Round the World incluía una puntual noticia (“accurate account”) de siete islas recientemente descubiertas por los ingleses al sur del estrecho. Iriarte (xxix) asegura, en primer lugar, que las mismas “son algunas de las muchas que nuestros navegantes han reconocido varias veces y con mucha anticipación en aquellas partes”. Agrega, por su parte, que la publicación de la relación de Sarmiento es también una respuesta a aquellos que recriminaban una falta de observación en los

2. Un resumen de la “Relación y derrotero” de Sarmiento se había publicado en los libros tres y cuatro de la Conquista de las islas Malucas de Bartolomé Leonardo de Argensola en 1609.

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textos de navegantes españoles, y una voluntad por ocultar los detalles de estos descubrimientos por parte del gobierno español. Sobre este último punto, Iriarte señala que son los ingleses los que incurren en estas omisiones, pues en el texto del viaje de Byron se suprimieron los grados de latitud y longitud de las islas descubiertas, aduciendo que se omitían “para impedir que los enemigos de nuestra patria se aprovechen de nuestros descubrimientos” (cit. en Sarmiento, Viage al Estrecho xxviii). Así, casi dos siglos después de que Sarmiento argumentara ante el rey la necesidad de descubrir y conquistar el estrecho de Magallanes, la controversia textual por el dominio del territorio al extremo sur del continente americano seguía vigente. Según Paul Firbas (“Introducción” 136), “la utopía del control de este espacio no se entiende hoy sin recordar que la cartografía de la época mostraba que el estrecho de Magallanes era el único paso marítimo meridional entre los dos grandes océanos”. Como ha señalado Helen Wallis (“English Enterprise” 195), el monopolio portugués de las rutas comerciales con dirección a Asia por el cabo de Buena Esperanza convertían al estrecho de Magallanes en el único pasaje abierto hacia el Oriente. De acuerdo a lo expuesto en el segundo capítulo de esta investigación, Richard Hakluyt publicó el primer texto sobre el viaje de circunnavegación de Drake tomando en consideración algunos aspectos presentes en textos españoles sobre el gobierno de Indias, así como información que obtuvo la corte inglesa como consecuencia de la estancia de Pedro Sarmiento de Gamboa en Inglaterra. En las siguientes páginas, presentaré el otro lado de la polémica y los textos que se produjeron en España y en América como resultado de la entrada de Drake por el estrecho. La instrucción que el virrey Toledo dirige a Sarmiento de Gamboa antes de la primera expedición al estrecho refleja muchas de las preocupaciones que trajo consigo la llegada del pirata inglés a América. Toledo enfatiza la necesidad de que Sarmiento describa minuciosamente lo que encontrara al llegar: además de la descripción de la tierra y los productos que hallara en ella, Sarmiento debía registrar con minuciosidad las características de las poblaciones nativas, su religión y gobierno. Para Sarmiento la tarea no fue difícil ni mucho menos ajena. Sarmiento fue uno de los que acompañó a Toledo en la visita general del Perú que realizara el virrey entre 1570 y 1575, además de ser el historiador a cargo de construir una visión particular —y profundamente políti-

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ca— del gobierno de los incas.3 Escrita por encargo del virrey en la década de 1570, pero publicada a inicios del siglo xx, la Historia índica buscaba demostrar que los incas habían gobernado en tiranía, que los caciques eran igualmente ilegítimos y que los derechos de la Corona española eran, por consiguiente, irrebatibles.4 En la carta al rey Felipe II que acompaña la Historia índica, Sarmiento señala a su interlocutor que la relación de las tiránicas leyes y costumbres confirman “el verdadero y santo título que Vuestra Magestad tiene especialmente a este reino y reinos del Pirú” (Historia de los Incas 32). Agrega Sarmiento que, al impedir el sacrificio de hombres y el canibalismo, los españoles contaban con el derecho de hacer guerra contra los incas tiranos, de la misma forma en que lo habría estipulado fray Francisco de Vitoria.5 En esta misma línea, Sarmiento declara que “las informaciones del obispo de Chiapa”, es decir, los escritos de Bartolomé de Las Casas, fueron motivados por las diferencias entre este y los conquistadores 3. Como señala Jeremy Mumford (33), la “visita general” era un mecanismo del gobierno español instituido en el Perú por órdenes del conquistador Francisco Pizarro. Requería que un inspector (el visitador) viajara por el virreinato y recopilara información relevante para las autoridades del gobierno central en Lima. La visita general que realizara Toledo fue una de las más famosas de la colonia, no solo porque los resultados de la misma cambiarían para siempre la estructura legal del virreinato, sino también por la participación directa del virrey. Toledo salió de Lima a pocos meses de su llegada al virreinato y junto con él viajaron todos los miembros de la corte virreinal, incluido Sarmiento. Como resultado de la visita, Toledo concibió un cuerpo de leyes que comprendía la organización de las comunidades andinas y españolas en el virreinato, la participación de la Corona en minería y economía andina, así como la administración del tributo y el trabajo forzado. En junio de 1571, a su llegada a Cuzco, Toledo llevó a cabo un interrogatorio que buscaba demostrar la ilegitimidad del gobierno incaico. Sarmiento, quien había estado a cargo de conducir las entrevistas a los pocos miembros de la aristocracia incaica que seguían vivos, fue quien luego edificó una historia del gobierno de los incas que sintetizara la información que había recabado en estas entrevistas. 4. En 1572, el virrey Toledo envió el manuscrito de Sarmiento al rey Felipe II acompañado de cuatro “paños” o tapicerías donde se representaban los bustos de los incas y la historia de lo que ocurrió durante sus respectivos reinados. El manuscrito fue a parar a la biblioteca de Abraham Gronovius, que fue vendida en 1785 y adquirida por la biblioteca de la Universidad de Gotinga. En 1906, el entonces bibliotecario de la universidad, Richard Pietschmann, publicó una edición crítica del texto. Sir Clements Markham publicó al año siguiente una traducción al inglés con la Hakluyt Society. 5. El quinto título del Relectio de Indis de Francisco de Vitoria señalaba que, en los casos en que se practicara sacrificios humanos y antropofagia, la conquista extranjera no solo era legítima, sino también una obligación moral (Adorno, Polemics 111).

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de su obispado, más no por lo que “en las averiguaciones y probanzas jurídicas se ha visto y sacado en limpio” (Historia de los Incas 29). Sarmiento se declaraba de esta manera un entusiasta defensor de quienes respaldaban el derecho de la conquista española de América. El contexto en el que se produjo la Historia índica de Sarmiento merece una exposición. A mediados del siglo xvi, los encomenderos del Perú se dirigieron a Felipe II con una propuesta: comprarle los derechos perpetuos de las tierras y los servicios de los nativos del Perú. En respuesta a ello, Las Casas intentó convencer al rey para que no aceptara el ofrecimiento. En 1562, un grupo de curacas lo nombró a él y al también dominico Domingo de Santo Tomás como sus representantes ante la corte para exigir la restitución de tierras y propiedades que los españoles les habían arrebatado. Dos años después, Las Casas presentaba ante el rey una propuesta para la restauración total de la soberanía andina (Adorno, Polemics 83-88). Las Casas falleció en 1566 y con él desaparecieron también los ánimos por hacer de la defensa de la soberanía andina un tema central en la agenda monárquica. Sin embargo, en 1568 se celebró la Junta Magna, un evento que tuvo entre sus objetivos —como he discutido en el primer capítulo de este libro— diseñar un plan eficaz de evangelización indígena para evitar la intromisión del papado en los asuntos de Indias. Toledo estuvo presente en la misma y fue a raíz de su participación en ella que empezó a considerar a Las Casas como uno de los grandes peligros para la estabilidad del imperio español (Mumford 101), retomando así una controversia que se creía prescrita. En este escenario, en 1569, Toledo se instalaba en Lima como virrey del Perú. Con el objetivo de contrarrestar las demandas de los curacas, Toledo le encarga a Sarmiento la redacción de la Historia índica, un texto que demostrara que, según los propios testimonios de los nativos del Perú, los incas gobernaron “por fuerzas de armas, y (…) sin consentimiento ni elección de los naturales” (Historia de los Incas 32). Asimismo, el virrey ordenó que se impidiera la circulación de los escritos de Las Casas de 1552-1553 en el virreinato (Adorno, Polemics 52). El texto de Sarmiento, por su parte, respondía a otros escritos que contenían comentarios positivos sobre los incas. Particularmente, como señala Mumford (104), Toledo rechazó la representación del gobierno incaico que presentara Diego Fernández de Palencia en la Primera y segunda parte de la historia del Perú (Sevilla, 1571). Además, la historia de Sarmiento repetía los argumentos previamente expuestos en un texto

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que se conoce como el “Anónimo de Yucay, presuntamente escrito por fray García de Toledo, primo del virrey, para demostrar la tiranía inca y refutar las ideas de Las Casas sobre el gobierno español en Indias.6 Por otro lado, el texto de Sarmiento sirvió también como una herramienta de legitimación del gobierno de Toledo y de las polémicas medidas que este tomó como virrey.7 En la Historia índica, Sarmiento ponía en entredicho el poder de los curacas y, con ello, justificaba las reformas que el virrey estaba llevando a cabo para la desestabilización de la cultura andina. Como presenta Hemming (433), Sarmiento tuvo una participación activa en estas medidas, pues fue él quien, en 1572, durante la ocupación de Vilcabamba, que culminó con el apresamiento y muerte de Túpac Amaru I, plantó el estandarte real y formalmente declaró la toma de posesión de esas tierras a favor de España.8 La presencia de piratas ingleses en las costas americanas reanimaba, pocos años después, el debate sobre la legitimidad de la presencia española en América más allá de las fronteras del imperio hispano. La retórica de Sarmiento en lo referente a la defensa de las posesiones ultramarinas españolas frente al enemigo extranjero, como se sugiere en 6.

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No se sabe exactamente quién fue el autor del texto, pero Lewis Hanke cree que se trató del licenciado Juan Polo de Ondegardo y Zárate, quien también acompañó a Toledo en su visita general; mientras que Mumford, siguiendo a Isacio Pérez Fernández, dice que se trata del primo del virrey. El discurso lleva como fecha el 16 de marzo de 1571. En referencia, por ejemplo, al sistema de reducciones de indios implementado por el virrey Toledo, Sarmiento señala lo siguiente: “Y ha sido lo que en este caso ha hecho vuestro visorrey tal que los indios se tienen por regenerados en todo y le llaman a boca llena su favorescedor y procurador, y a Vuestra Magestad, que se lo embió, llaman padre” (Historia de los Incas 31). Sarmiento, por su parte, menciona que la llegada de Toledo al virreinato del Perú representa un cambio importante frente al gobierno de sus antecesores. Toledo, según Sarmiento (Historia de los Incas 30), “no quiso gozar de los regalos y ocio de Lima”, como lo hicieran los antiguos gobernadores, y trabajó con diligencia “como conviene en el servicio de Dios y descargo de Vuestra real conciencia”. En el siguiente capítulo, presentaré las características de la política de las reducciones, así como la posición que virreyes posteriores a Toledo tuvieron frente a las mismas. Vilcabamba fue el bastión donde permanecieron los herederos de Huayna Cápac después de las guerras de conquista en el Perú. En el estudio introductorio a la traducción inglesa de la Historia de Sarmiento, Brian Bauer y Jean-Jacques Decoster (2) señalan que el manuscrito de Sarmiento llegó a España luego de que Túpac Amaru I fuera decapitado, una medida que fue reprobada por el rey y que conllevó una serie de críticas sobre las características de la administración de Toledo. En este contexto, según Bauer y Decoster, el texto de Sarmiento fue subestimado y, consecuentemente, olvidado.

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las cartas y relaciones dirigidas al rey, se presenta en línea con la Historia índica, el primer testimonio de un escritor prolífico en cuyas obras, como ha señalado Paul Firbas (“Fracaso, derrota y épica” 138), se puede observar que “vivía todavía en el heroísmo de la expansión española, y no duda en emparejar su empresa con la de Cortés y Pizarro”. En su primera expedición al estrecho de Magallanes, Sarmiento siguió muy de cerca las preocupaciones de Toledo al recorrer territorios desconocidos y los pasos a seguir para asegurar la posesión de los mismos. En referencia a la información que el capitán debía recolectar sobre las poblaciones nativas que hallara, la instrucción del virrey señala que Sarmiento debe tener contacto con los nativos y averiguar sus costumbres, su manera de vivir, la religión que practican y los ídolos que adoran, así como, si hai entre ellos alguna doctrina, o género de letras; como se rigen y gobiernan; si tienen reyes; si estos son por elección o por derecho de sangre; si se gobiernan por repúblicas, por linages; qué rentas, tributos dan y pagan, é de qué manera y á qué personas é qué cosas son las que ellos mas precian (cit. en Sarmiento, Viage al Estrecho 16).

Toledo deja en claro así que la posesión de un territorio debía estar precedida de un examen cuidadoso de las características del gobierno de las poblaciones allí presentes para poder argumentar, como lo hiciera en el caso del gobierno incaico, que la soberanía española respondía a un intento por salvar a los nativos de las costumbres tiránicas de sus gobernantes. Así, sumado al argumento de las tiranías, se presentaba el de la empresa evangelizadora: Sarmiento debía llegar al estrecho y asegurar la posesión de esas tierras como parte integral del imperio católico español. La relación del primer viaje al estrecho desarrolla mucho de los puntos tratados en la instrucción del virrey. Sarmiento presenta toda la información que pudo recopilar sobre la entrada de Drake por el estrecho de las poblaciones nativas, uno de los requisitos que exigió Toledo en su instrucción. Comunicándose por señas con ellos, Sarmiento afirma que los nativos vieron llegar dos navíos con “gentes con barbas, vestidos y armados como nosotros” (Viage al Estrecho 192). En esta narrativa, Sarmiento actúa como un cronista de Indias, elaborando muchos de los motivos y tópicos de los textos cronísticos del periodo (Zuleta 23). Ya en esta primera expedición descubridora se ven muchos de los elementos que reaparecerán en las siguientes relaciones de Sarmiento, sobre

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todo en lo que respecta al servicio absoluto al rey y a la reivindicación de la conquista española de América. Así, por ejemplo, en el documento que acompaña a la toma de posesión del río de San Juan, que se realizó el 12 de febrero de 1580, Sarmiento invoca la bula papal de Alejandro VI para señalar que el estrecho de Magallanes se encuentra dentro de los límites de lo que le corresponde al rey de España, rebautizando el paso marítimo como el estrecho de la Madre de Dios (Zuleta 47). Luego de que le informara al rey sobre la importancia de fortificar el estrecho, Felipe II propuso la creación de una expedición para lograrlo. En 1581, partía de Cádiz esta expedición, compuesta por 2.500 hombres y comandada por el capitán Diego Flores de Valdés. Sarmiento iba con el puesto de “capitán general del estrecho de Magallanes y gobernador de lo que en él se poblare”. La expedición fue un completo fracaso. Flores de Valdés abandonó la armada a su suerte y regresó a España, mientras que Sarmiento, luego de fundar dos poblaciones en el estrecho, fue arrastrado por una tormenta dejando a casi 400 pobladores indefensos en el territorio antártico. La expedición resultó en una serie de cartas y relaciones que Sarmiento envió al rey para justificar su empresa y desacreditar las acciones de Flores de Valdés y de los demás capitanes. De todos estos textos, el que se conoce como la Sumaria relación es el texto en el que Sarmiento presenta mayores detalles sobre la empresa magallánica y sobre el contencioso intercambio de información entre Inglaterra y España. Se trata de un extenso documento firmado en El Escorial en septiembre de 1590, que resume la experiencia de Sarmiento desde su salida de Cádiz en 1581 hasta el presente en el que está escrito (1590), incluyendo su prisión en Inglaterra y su posterior encarcelamiento a manos de los franceses hugonotes.9 Al igual que el texto que acompañó su primera expedición al estrecho, la Sumaria relación destaca la necesidad de inscribir el estrecho dentro de los límites territoriales del imperio español. Específicamen9. La edición crítica de Joaquín Zuleta, publicada por Iberoamericana Vervuert, se encuentra acompañada de un estudio introductorio donde Zuleta presenta referencias biográficas, así como una introducción al contexto histórico en que el texto se inscribe. Se trata de la primera edición crítica después de la transcripción que hiciera Ángel Rosemblat en 1950. Para fines de esta investigación, utilizaré la edición de Zuleta. El manuscrito original se encuentra en el Archivo General de Indias, Patronato 33, N. 3, R. 68. El expediente contiene otras relaciones y cartas de Sarmiento, así como las cédulas reales que se escribieron a propósito de la conformación de la expedición al estrecho.

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te, Sarmiento recalca la importancia de tomar posesión del paso marítimo para así evitar la entrada y futuro asentamiento de los ingleses al sur de América, “lo que sería grandísimo deservicio de Dios Nuestro Señor y de Su Majestad, e ignominia nuestra y de nuestra nación” (Sumaria relación 163). La serie de navegaciones por el estrecho que realizaron corsarios ingleses luego del viaje de Drake —Edward Fenton (1582), Thomas Cavendish (1587), John Davis (1592) y Richard Hawkins (1594), entre otros— constata que las preocupaciones de Sarmiento tenían un sustento real. Al mismo tiempo, por ejemplo, que Sarmiento se dirigía por segunda vez al estrecho, el general inglés Edward Fenton viajaba a América con el objetivo de reconocer nuevas rutas de comercio con destino al Oriente.10 En una relación que Sarmiento envía al rey desde Río de Janeiro, presenta los detalles del encuentro entre unos franciscanos y Fenton, en donde este último indaga sobre la armada de Flores de Valdés y Sarmiento discurre sobre las intenciones de los ingleses. Según la narración, Fenton les pregunta a los franciscanos sobre las condiciones y características de la armada del estrecho: cuántos soldados iban en ella, cuántas naves y artillería llevaban, quiénes eran los gobernadores de Chile y el estrecho, y cuánto tiempo pensaban permanecer en esas tierras. Fenton agrega que el rey español no debía enviar gente al estrecho, pues eran los ingleses los que “habían descubierto aquel paso, y que ellos sabían mejor que Pedro Sarmiento el Estrecho, cuanto más que su camino era derecho al Río de la Plata y de allí a la Especería, a la Isla de Térnate, donde la otra vez dejaron dos fatores ingleses” (cit. en Viajes al Estrecho de Magallanes 2: 260). En respuesta a ello, Sarmiento señala que, cuando en Inglaterra llegaron noticias de que los españoles planeaban una jornada al estrecho, los ingleses intentaron esparcir rumores sobre lo difícil que resultaba recorrer este paso marítimo: “lo que decían eran ardides de corsarios para animar a los suyos 10. Edward Fenton viajó a América en 1582. En esta expedición, viajaba también John Drake, sobrino de Francis Drake, que luego fue prisionero en el Tribunal de la Santa Inquisición en Lima. Las naves se dirigieron primero a Guinea y en diciembre de 1582 llegaron a la isla de Santa Catalina, en Brasil. Allí recibieron noticia de la armada de Diego Flores de Valdés y de los planes para la fortificación del estrecho. El 19 de enero de 1583 echaron ancla en San Vicente, Brasil, donde combatieron con tres de los barcos de la armada de Diego Flores. Los ingleses echaron uno de estos barcos a pique, pero tuvieron significativas pérdidas: entre seis u ocho muertos y más de veinte heridos.

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a que los siguiesen y para desanimar y enflaquecer los españoles” (cit. en Viajes al Estrecho de Magallanes 2: 262).11 Como discutí en el capítulo anterior, en los años posteriores al viaje de circunnavegación, la Corona inglesa optó por mantener todos los pormenores de la jornada en secreto. La entrada por el estrecho resultaba importante para los futuros planes ingleses de comercio y posesión en el Nuevo Mundo porque, como ya he señalado, se pensaba que era el único paso marítimo que conectaba los dos océanos. Por lo tanto, la información sobre la presencia de Drake al sur del continente debía o bien mantenerse en secreto o bien distribuirse en forma parcial para confundir a los españoles. La misma política era desde hacía algún tiempo parte de la agenda monárquica española, pues las autoridades temían que cierta información sobre la geografía americana llegara a manos de sus enemigos europeos. En esta línea, los ataques piráticos en América se entendían como una doble afrenta para la estabilidad del imperio, dado que una característica fundamental de los mismos era la obtención de información confidencial de este tipo. Drake, por ejemplo, capturó un buen número de derroteros durante el viaje de circunnavegación y fue en buena medida gracias a ellos que pudo ingresar por el Pacífico. Sobre el control del conocimiento geográfico en España, Alison Sandman (32) ha señalado que el gran dilema para las autoridades hispánicas era que, a la misma vez que se debía restringir la información para proteger las embarcaciones y asentamientos españoles en América, se debía también difundir la misma para que los navegantes supieran por dónde y a dónde ir. Los mapas y derroteros eran también una herramienta para legitimar y reclamar soberanía sobre los territorios americanos y ello solo podía ser posible si estos se hacían públicos. La disyuntiva era básicamente la misma en Inglaterra luego del viaje de circunnavegación, con la excepción de que el conocimiento geo11. En el 2016, Carla Rahn Phillips publicó la relación de Pedro de Rada, escriba oficial de la Armada del Mar del Sur, en traducción al inglés. La relación de Rada nos permite obtener una versión más neutral de la que ofrecen Sarmiento o Flores de Valdés con respecto a los acontecimientos de la expedición. Rada menciona el encuentro de Fenton con un capitán español capturado por él en São Vicente, Brasil. Como apunta Rada, Fenton le preguntó al español si “the Indians of Chile knew how to extract gold without the Spaniards, and if by giving barter they would become Friends and extract gold for them; and what settlements and cities and men of war there were in Chile and how many” (169).

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Lámina 7: La herdike enterprinse faict par le Signeur Draeck D’Avoir cirquit toute la Terre. Nicola van Sype (1589-1641). [Amberes: s. n., 1581]. Fuente: Hans and Hanni Kraus Sir Francis Drake Collection (Library of Congress).

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gráfico en España estaba monopolizado y custodiado por la Casa de Contratación de Sevilla. En su estudio A Search for Sovereignty: Law and Geography in European Empires, 1400-1900, Lauren Benton señala que la cartografía se convirtió en una herramienta política para presentar reclamos imperiales y definir controversias intraimperiales. El mapa Drake-Mellon, como vimos, así como el de Nicola van Sype (lámina 6), presentan los descubrimientos de Drake al sur y norte del continente americano después del viaje de circunnavegación. Ambos mapas presentan, aunque con imprecisión, que al sur del estrecho se hallaba un conjunto de islas y no un continente, contrariamente a lo que en la época se presumía. Esta información dejaba abierta la posibilidad de un nuevo paso marítimo entre los dos océanos. En la misma línea, en 1599, el matemático inglés Edward Wright incluyó un mapa (lámina 7) en su Certaine Errors of Navigation, en el que corregía el mapa de Mercator con información novedosa sobre el sur de América. En la leyenda que acompaña al mapa, Wright atribuye el descubrimiento de las islas a Drake, menciona a su vez que esta información fue corroborada por Pedro Sarmiento de Gamboa durante su estancia en Inglaterra y Thomas Cavendish, el segundo inglés en circunnavegar el mundo. En este sentido, las disputas por el dominio del estrecho se llevaron a cabo, en primer lugar, en el terreno del conocimiento geográfico y la cartografía.

Lámina 8: Imagen de la leyenda que acompaña el mapamundi de Edward Wright y donde explícitamente se menciona el aporte de Sarmiento de Gamboa para el conocimiento de la zona. Fuente: Richard Hakluyt, Principal Navigations (1600).

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El mapa del cosmógrafo Abraham Ortelius de 1570 que lleva como título “Typus Orbis Terrarum”, incluido en el primer atlas moderno, Theatrum Orbis Terrarum, era el planisferio que circulaba por Europa en la época del viaje de Drake (lámina 8). Como se puede observar en el mismo, Tierra del Fuego forma parte del territorio que se conoce como “Terra Australis Nondum Cognita” que, como señala Zuleta (50), era una noción geográfica proveniente de la Antigüedad y que solo se disputó en la cartografía que se produjo como resultado del viaje de circunnavegación. Como mencioné en el capítulo anterior, en los años siguientes al regreso de Cavendish a Inglaterra, los mapas pasaron de representar Tierra del Fuego como un conjunto de islas a reproducirla nuevamente como parte del continente desconocido, desestimando el descubrimiento de Drake en el extremo del continente. En este sentido, la información geográfica que se publicó en Inglaterra después del viaje de Drake fue constantemente reformulada de acuerdo a lo que la Corona inglesa intentaba ocultar o difundir, así como a la información que recababan de los españoles. Prueba de ello es que, mientras que en la declaración que John Drake da ante las autoridades españolas del Río de la Plata en 1584, el sobrino de Drake no menciona que llegaron al extremo sur del continente; en su causa inquisitorial de 1587, John Drake señala que la embarcación fue arrastrada por una tormenta hasta los 56º de latitud sur, donde hallaron una isla para descansar. Añade, al narrar la entrada por el estrecho, que “había diversos pareceres sobre si la tierra que está de aquella parte del Estrecho que llaman incógnita era isla o tierra firme” (cit. en Fernández de Navarrete 231).12 Producto de esta serie de controversias entre ingleses y españoles con respecto a las características geofísicas del estrecho que contribuían a precisar el conocimiento cosmográfico de la zona antártica, Sarmiento enfatiza en repetidas oportunidades las imprecisiones de los ingleses en relación a la geografía de la región. Así, un motivo recurrente en la Sumaria relación será el de desestimar el conocimiento geográfico de los ingleses sobre esta parte del continente sudamericano. 12. Sobre la posibilidad de que Drake fuera en realidad el que descubrió el paso marítimo que hoy lleva su nombre, E. G. R. Taylor (“Early Empire Building” 302303) señaló que “that Drake on this voyage disproved the existence of a southern continent, or discovered the strait that bears his name, finds no justification from contemporary evidence, if closely examined”.

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Lámina 9: Typvs Orbis Terrarum.Abraham Ortelius (15271598). [Amberes: s. n., 1581]. Fuente: Barry Lawrence Ruderman Antique Maps Inc.

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Sarmiento, por ejemplo, intenta desacreditar, en su Sumaria relación, las noticias que transmitía el embajador español en Inglaterra, Bernardino de Mendoza, sobre el viaje de Drake. En respuesta a una carta de Mendoza, en donde se mencionaba que Drake había regresado a Inglaterra por una de las bocas del estrecho, específicamente una que desembocaba en el puerto de San Julián, Sarmiento señala que no solo la información era incorrecta porque Drake no regresó por el estrecho, sino también porque demostraba un conocimiento inexacto de la geografía de la zona. Añade Sarmiento (192) que “no es de maravillar que cosarios ladrones siempre procuran desvariar porque no les tomen tino en lo fecho por goardarse en lo venidero de lo que contra ellos se podría prevenir”. Esta condición de la polémica responde a la necesidad de definir la soberanía imperial en términos territoriales, lo que, como señala Benton (23), requería una serie de pruebas que incluían mapas, descripciones, ceremonias de posesión y actos administrativos que respaldaran los derechos de descubrimiento y posesión de los territorios. Según Ken MacMillan (108), como señalé en el primer capítulo de la presente investigación, los ingleses demandaban que las bulas papales no proveían suficiente justificación legal para la adquisición territorial en el Nuevo Mundo, dado que para reclamar soberanía no solo bastaba con un componente jurídico, sino que era necesario también uno físico. En este sentido, al argumento sobre la posesión del estrecho de Magallanes desde la cartografía o desde el dominio de conocimientos geográficos, debía integrarse el de la posesión tangible del mismo. A ello se debía la insistencia de Sarmiento en el proceso de fortificación del paso marítimo, pues los ingleses habían demostrado interés en fundar una colonia en allí. Así lo demuestra tanto la correspondencia entre las autoridades españolas en América como la de miembros de la corte inglesa. Una carta que el deán de Cartagena escribe a la Audiencia de Panamá luego del ataque a Santa Domingo que Drake y sus huestes realizaran en 1586 señala, por ejemplo, que una expedición inglesa se dirigía nuevamente al estrecho, llevando consigo “cal, rexa, ladrillo, y sospéchase que será para fortificarse en el Estrecho” (cit. en Castellanos, Discurso 297). E. G. Taylor (“Early Empire” 303-304) demostró que, como consecuencia inmediata del viaje de circunnavegación, se propuso en la corte inglesa la creación de una compañía para explotar los territorios al sur de la línea equinoccial y un plan simultáneo para

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apoderarse del estrecho de Magallanes y plantar una colonia en sus orillas. Asimismo, como constata Zuleta (53), uno de los informantes de la reina Isabel, William Brooke, informaba a la Corona inglesa lo siguiente: “a rumour has been spread in Spain that 25 English ships were arrived at the straits of Magellan, having made there a fort, and procured the people of that country to rebel”. La referencia de Brooke refleja la doble preocupación de la Corona española con respecto a la presencia de los ingleses en el estrecho: el control del paso marítimo con el establecimiento de una colonia y las posibles alianzas entre los ingleses y los pobladores en el estrecho o, peor aún, entre los ingleses y los nativos de la zona del Arauco. Esta última preocupación aparece reflejada en varias de las cartas y documentos que escribieron las autoridades españolas luego del viaje de circunnavegación. Así, por ejemplo, el licenciado Juan López de Cépeda le escribe al rey en 1584, después de la prisión de John Oxenham y de los otros miembros de la expedición inglesa, que los ingleses demostraban “ansia y afición (…) de poblar estas tierras con las muestras de riqueza que llevó la suya aquel corsario que salió desta mar sin tomarse venganza de él” (cit. en Discurso 356). Añade que, para evitar futuras expediciones de corsarios ingleses, la Corona debía preocuparse por fortificar los puertos de la costa del mar del Sur, tarea que le correspondía directamente al gobernador de Chile. La figura del gobernador de Chile adquiría un nuevo matiz con la entrada de Drake por el Pacífico. A la labor por pacificar el territorio, que se encontraba en constante amenaza por la guerra contra los nativos de la zona, se le añadía la de defender la costa de los ataques extranjeros. En una carta del Real Consejo de Indias al rey Felipe II sobre el envío de una armada al estrecho, se resalta la importancia de resguardar la zona al sur de Chile con el despacho de un nuevo gobernador. En dicha carta, firmada el 3 de noviembre de 1580, el Consejo de Indias anuncia al rey que el reino de Chile podía ser fácilmente capturado por los enemigos extranjeros gracias a la guerra con los nativos, y a la falta de un gobierno español en la zona. A esta preocupación responde el hecho de que Alonso de Sotomayor13, quien fuera nombrado 13. Según Caro de Torres (44v-49r), Alonso de Sotomayor y Valmediano (1546-1610), soldado español de origen extremeño, inició su carrera militar con tan solo quince años de edad. En 1581, fue nombrado gobernador de Chile para apaciguar las rebeliones araucanas. Pasó a América con un ejército de 600 hombres en compañía

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gobernador del reino de Chile, viajara junto a Diego Flores de Valdés y Sarmiento de Gamboa en la armada de 1581: Y de lo que se entiende de todo esto es que de Inglaterra y de Francia se han y hacen y irán haciendo siempre armadas para pasar a las Indias, y particularmente por el Estrecho a lo de Chile, y a todo lo demás de aquellas costas que de allí se puede correr con facilidad, y que se podría haber hecho o hacerse alguna fuerza en el mismo Estrecho, donde se fortificasen y pudiesen defender aquel paso, y con poco trabajo podrían apoderarse de todo lo de Chile, donde se entiende que tienen puestos los ojos, porque aquella tierra está de guerra con los naturales y falta de gente y de cabeza que gobierne, y procurando (como lo ha hecho) de tener sus inteligencias con los mismos naturales se juntarán con ellos contra los españoles, y aun de los mismos españoles se podría tener sospecha que se juntaran muchos con ellos, porque viven vida ancha y viciosa y no sujetos a las leyes de Dios, y esto es lo que quiere y busca la gente perdida y sensual, y de aquí este fuego que se ha comenzado a encender por allí podría ir corriendo por todos aquellos estados, de que se seguirán los daños grandes que se dejan bien entender (cit. en Viajes al Estrecho 2: 281).

Esta carta del Consejo de Indias manifiesta, asimismo, las sospechas que generaban los propios españoles en la lucha contra corsarios ingleses. Efectivamente, como veremos en el siguiente acápite, no fueron únicamente los indígenas y su posible alianza con los piratas los que representaban una afrenta hacia la estabilidad del imperio español. Se presumía también que los españoles instalados en América o la nuede la armada que se estableció para fortificar el paso al virreinato del Perú y que estuvo al mando del capitán Diego Flores de Valdés. A su llegada a Chile, en 1583, decidió controlar las rebeliones araucanas construyendo fuertes que protegieran entre sí a las ciudades chilenas. Al ver que estas acciones no debilitaban del todo a los araucanos, su hermano, Luis de Sotomayor, viajó a España para solicitar refuerzos. Cuando regresó a América, sin embargo, el recientemente nombrado virrey García Hurtado de Mendoza y Manrique solicitó que ese refuerzo se utilizara para acompañar los tesoros que anualmente salían de Panamá hacia España y evitar que fueran presa de los ataques de los corsarios ingleses. Hurtado de Mendoza suplió el socorro de Sotomayor con el envío de 200 soldados a Chile. Los pocos refuerzos con los que contaba Sotomayor hicieron que fuera imposible enfrentar las sublevaciones y, por ello, viajó a Lima en 1592 para entrevistarse con el virrey. A su llegada, no obstante, se le notificó que el rey había nombrado a Martín García de Loyola como nuevo gobernador de Chile. Regresó a Chile para dar cuenta de su cargo y cuando se disponía a regresar a España, fue enviado a Panamá, por orden del virrey Hurtado de Mendoza, para defender la ciudad de las amenazas que suscitaba la llegada de la armada de Francis Drake a esos territorios.

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va generación de soldados españoles que se mostraban inconformes con la política de la corte real favorecieron la entrada de los piratas ingleses en tierras americanas. 2. Enemigos encubiertos: los conflictos al interior del virreinato Después de la supresión de la rebelión de Túpac Amaru II, ocurrida entre 1780 y 1781, una cédula real con fecha del 21 de abril de 1782 se dirigía al virrey del Perú con la siguiente ordenanza: “Igualmente quiere el rey que con la misma reserva procure V.E. recoger sagazmente la Historia del Inca Garcilaso, donde han aprendido esos naturales cosas perjudiciales” (cit. en Marzal 242). Se trataba de la reedición que hiciera el bibliógrafo y miembro fundador de la Real Academia Española, Andrés González de Barcia (1673-1743), de la Primera parte de los Comentarios reales del Inca Garcilaso de la Vega, publicada en Madrid en 1723. En su estudio, Incas ilustrados: reconstrucciones imperiales en la segunda mitad del siglo xviii, Fernanda Macchi esgrime las razones que podrían haber motivado la incautación de este material. Como presenta Macchi (62), en primer lugar, para fines del siglo xviii, el texto de Garcilaso había despertado el interés de lectores europeos y había permitido, a su vez, una nueva lectura de la Leyenda Negra de la historia de España en Europa. En la Primera parte, Garcilaso dejaba sentada la legitimidad del incario y con ello permitía cuestionar la validez de la conquista y del gobierno español en Indias (Macchi 63). En el prólogo que acompañaba la edición de Barcia de 1723, titulado “Prólogo a esta segunda edición, de don Gabriel Cárdenas”, Barcia defiende la conquista y sus procedimientos, invocando la figura de la guerra justa contra la ferocidad de los nativos americanos (Macchi 76-77); y responde a versiones extranjeras que, según el bibliógrafo, carecían de rigurosidad histórica y buscaban desestimar el rol de la Corona española en América. Entre los argumentos que Barcia replica, se encuentra una profecía incaica que describe sir Walter Raleigh y que este publica en su relación del descubrimiento de Guayana. Barcia llega a ella a través de la traducción que hiciera Theodor de Bry al latín e incluyera en la octava parte de su compendio de viajes, Americae (1528-1598). La versión

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va generación de soldados españoles que se mostraban inconformes con la política de la corte real favorecieron la entrada de los piratas ingleses en tierras americanas. 2. Enemigos encubiertos: los conflictos al interior del virreinato Después de la supresión de la rebelión de Túpac Amaru II, ocurrida entre 1780 y 1781, una cédula real con fecha del 21 de abril de 1782 se dirigía al virrey del Perú con la siguiente ordenanza: “Igualmente quiere el rey que con la misma reserva procure V.E. recoger sagazmente la Historia del Inca Garcilaso, donde han aprendido esos naturales cosas perjudiciales” (cit. en Marzal 242). Se trataba de la reedición que hiciera el bibliógrafo y miembro fundador de la Real Academia Española, Andrés González de Barcia (1673-1743), de la Primera parte de los Comentarios reales del Inca Garcilaso de la Vega, publicada en Madrid en 1723. En su estudio, Incas ilustrados: reconstrucciones imperiales en la segunda mitad del siglo xviii, Fernanda Macchi esgrime las razones que podrían haber motivado la incautación de este material. Como presenta Macchi (62), en primer lugar, para fines del siglo xviii, el texto de Garcilaso había despertado el interés de lectores europeos y había permitido, a su vez, una nueva lectura de la Leyenda Negra de la historia de España en Europa. En la Primera parte, Garcilaso dejaba sentada la legitimidad del incario y con ello permitía cuestionar la validez de la conquista y del gobierno español en Indias (Macchi 63). En el prólogo que acompañaba la edición de Barcia de 1723, titulado “Prólogo a esta segunda edición, de don Gabriel Cárdenas”, Barcia defiende la conquista y sus procedimientos, invocando la figura de la guerra justa contra la ferocidad de los nativos americanos (Macchi 76-77); y responde a versiones extranjeras que, según el bibliógrafo, carecían de rigurosidad histórica y buscaban desestimar el rol de la Corona española en América. Entre los argumentos que Barcia replica, se encuentra una profecía incaica que describe sir Walter Raleigh y que este publica en su relación del descubrimiento de Guayana. Barcia llega a ella a través de la traducción que hiciera Theodor de Bry al latín e incluyera en la octava parte de su compendio de viajes, Americae (1528-1598). La versión

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original de la profecía, que se encontraba en el penúltimo párrafo de la relación de Raleigh, señalaba lo siguiente: And I farther remember that Berreo [Antonio de Berrío, gobernador de la Isla Margarita] confessed to me and others (which I protest before the Maiestie of God to be true) that there was found among prophecies in Peru (as such time as the Empire was reduced to the Spanish obedience) in their chiefest temples, amongst divers others which foreshewed the losse of the said Empire, that from Ingalatierra those Ingas should be againe in time to come restored, and delivered from the servitude of the said conquerours (“The Discoverie” 662).

Según John H. Rowe (63), en su célebre ensayo “El movimiento nacional Inca del siglo xviii”, la inclusión de esta profecía motivó el decomiso de las ediciones de la obra del Inca Garcilaso, pues la misma coincidía con la situación política de la época, donde Inglaterra seguía siendo el enemigo capital de España. Así, tanto el contenido específico de la obra del Inca como la profecía de Raleigh incluida en el prólogo de Barcia fueron vistos por la Corona hispánica como elementos que podían alimentar una nueva rebelión en el virreinato peruano. Casi ciento cincuenta años antes de este episodio, el criollo fray Antonio de la Calancha le contestó a Raleigh y rechazó su declaración de la profecía incaica. En su Chronica moralizada del Orden de San Agustín en el Perú (Barcelona, 1638), Calancha (115-116) afirmaba que, Es para reir lo que dice Gualtero Raleg, i alega testigos españoles, que se alló en el Templo del Sol en el Cuzco, un pronostico que decia que los reyes de Inglaterra avian de restituir en su Reyno a estos indios, sacandoles de servidumbre, i bolviendolos a su inperio, debio de soñarlo o pronostico su deseo, debio de usar de la figura Anagrama, que partiendo silabas i trocando razones, aze diferentes sentidos el vocablo, Ingalatierra dividida la palabra dira Inga i luego dira la tierra, i de aqui debio de formar el pronostico, diciendo, la tierra del Inga sera de Ingalatierra, con esta irrision se aze burla de Gualtero.

Como hiciera Barcia, Calancha presenta esta réplica en el mismo lugar en el que deja por sentado el legítimo derecho de los españoles para gobernar América. Luego de narrar el fin del imperio incaico con la llegada de los españoles al Nuevo Mundo, el padre agustino (115) señala que el término del incario se dio por voluntad divina, porque

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Dios “quiso quitar a la idolatria el dominio destas tierras i darselo a la Iglesia Catolica, cuyo debiera ser el mundo”. Al igual que en el caso de Barcia, Calancha presenta de forma paralela a la respuesta de las “injurias” extranjeras, la caída del imperio incaico y la confirmación de la soberanía española en Indias.14 Por los mismos años en que Raleigh publicaba la profecía inca de la restauración de la soberanía andina por medio de los ingleses, el Tribunal del Santo Oficio de Lima registraba el testimonio de Juan de Santillana de Guevara, conocido bajo el apelativo de capitán “Trápala”. Santillana era un soldado español nacido en Ávila, que había participado en la batalla de Lepanto y que coincidió en la cárcel inquisitorial de Lima con los piratas ingleses que acompañaron a Richard Hawkins en su excursión por el estrecho de Magallanes de 1594. A raíz de esto, el capitán Trápala pudo conocer los discursos ingleses que discurrían en torno a posibles alianzas entre ingleses e indígenas americanos. Según registra la “Sumaria relación” de su proceso, Santillana (cit. en Escandell 86) afirmaba que, los yngleses antiguamente avian conquistado esta tierra y que ynga, que es apellido de los reyes yndios que fueron destas provincias queria dezir yngles, y que los yngas eran yngleses, y que no consentia el Rey nuestro señor yndio alguno passase a España para que no dixesse allí esto y fuese notorio a todos.

Cuando Toledo asume el cargo de virrey del Perú, el panorama, en materia de conversión espiritual entre los nativos americanos, era bastante desolador. Los representantes de la Iglesia católica en el virreinato peruano se encontraban promulgando una agresiva campaña para erradicar cualquier tipo de oposición espiritual (Hemming 397). La campaña surgió en respuesta a los varios intentos de revueltas indígenas que habían alcanzado su ápice con la fallida rebelión de Jauja en 1565, un levantamiento que las tropas españolas lograron controlar.15 14. Barcia, como señala Macchi (74), leyó a Calancha y siguió atentamente su descripción de los padecimientos de dos frailes agustinos en manos de Titu Cusi y sus consejeros. La inserción del episodio de la obra de Calancha en el prólogo de Barcia, según Macchi (74-78), resulta significativa porque le permite a Barcia construir el argumento de que la conquista española de América fue una legítima defensa frente a los ataques de los nativos. 15. Como señala Hemming (307), estas revueltas no fueron golpes únicamente militares. En estos años, los misioneros españoles encontraron a lo largo de todo el territorio peruano un alarmante resurgimiento de la religión nativa.

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Por lo tanto, la “herejía luterana”, como en su momento se llamó a los ingleses protestantes, representaba una afrenta a cualquier intento por revertir esta situación. Por su parte, el argumento de una supuesta alianza entre amerindios e ingleses sirvió también como herramienta retórica para demostrar la necesidad de reprimir la religión y cultura indígenas. Se trató entonces de un mecanismo que fortalecía discursivamente la violenta política religiosa del virrey Toledo. El texto del Anónimo de Yucay presenta claros visos sobre este último objetivo. Como mencioné, el panfleto respondía a la campaña propagandística instaurada por el virrey Toledo para asegurar la legitimidad de la soberanía española en Indias como respuesta al descrédito del título y dominio de los incas y caciques en esos territorios. Específicamente, el texto se enfrenta a las ideas de Las Casas, a quien culpa de quebrar el prestigio del imperio español en América y en Europa. El autor anónimo (135) asegura, por ejemplo, que la obra de Las Casas ha contribuido a que los herejes luteranos y franceses llamen al rey de España “tirano” y cometan ataques piráticos aduciendo que “somos ladrones de las Indias, y que pueden quitarnos la ropa que llevamos robada”. Agrega el autor (135) que, cuando los piratas ingresaban tierra dentro, hacían “fuertes dentro de las tierras, principio de sembrar su malvada y desatinada secta en estos miserables, que, a una voz la tomarían por ser ella tan suçia y tan bestial, y ellos tener mucho deste humor”. Para Toledo, como ha señalado Pierre Duviols (159), los incas de Vilcabamba no solo representaban un obstáculo para la expansión del cristianismo, sino que también se habían convertido en el eje desde el cual se esparcía la insurrección indígena. En una carta del 19 de octubre de 1572 al cardenal Sigüenza, el virrey señala que en Vilcabamba se había “fortificado el autoridad de la ydolatria” (cit. en Levillier 4: 499) y que la única forma de evitar futuros levantamientos era eliminar de raíz a los herederos del incario. Según Duviols (159), Toledo llegó a argumentar que existía una alianza entre los indios chiriguanos del sureste de Charcas, a los que se enfrentó en su regreso a Lima de la visita general, y los incas de Vilcabamba con el objetivo de enfatizar la idea de que Vilcabamba era un foco de resistencia indígena. Así, no fue difícil equiparar la situación con los indígenas que se encontraban más al sur: los mapuches de Chile. Cuando Drake ingresa por el estrecho, se genera un discurso en el que los nativos de la zona del Arauco, que se habían mostrado

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indomables ante los españoles, harían alianzas con los ingleses. En su artículo, “Repercusión de la piratería inglesa en el pensamiento peruano del siglo xvi”, Bartolomé Escandell Bonet transcribe parte de un memorial del navegante español Fernández de Quirós al rey en donde señala que el objetivo del pirata inglés Thomas Cavendish en su viaje a América era “juntarse con los indios araucanos y pregonar desde allí libertad de conciencia, libertad a todos los indios y negros de la América, acogimiento a los retraídos y perdidos y, a todos cuanto la quisiesen, seguridad de vidas, honras y haciendas, buena compañía y esperanzas, y por remate soltar presos” (cit. en Escandell 84). En esta línea, la expedición al estrecho buscaba también identificar posibles alianzas entre los ingleses y los nativos al sur del virreinato. Según sus propias impresiones como historiador del pasado incaico, Sarmiento constata, por ejemplo, que la zona meridional del continente sudamericano era especialmente vulnerable al ataque de piratas ingleses y que una alianza entre estos y los indígenas ponía en jaque el proceso de evangelización que difícilmente se llevaba a cabo: recelo que, si Dios no los ha confundido (como a enemigos suyos que son), han hecho su jornada, llegando al Estrecho, y hecho fuerça, ninguna confiança se puede tener de los naturales indios de Chile, ni aun de los de adelante en las costas del mar del Sur, porque todavía se acuerdan de sus ydolatrías y diabólicos abusos, y se les haze trabajoso y toman de no muy buena gana la doctrina christiana y la buena y santa policía que los ministros de Dios les dan; y assí, en hallando occasion y quien les dé larga licencia para vivir en sus vicios, y más si los veen con fuerça de gente y armas de que se favorescan, se abraçarán con ellos por la vida larga que esta gente infernal les dará y porque son anviciosíssimos de novedades, y tengo esto por cierto, porque sin duda se platicava ya entre los yndios del Perú (cit. en Castellanos, Discurso 347).

Así como los españoles habían identificado similitudes entre los nativos al sur del continente y los cimarrones de Panamá, los ingleses también resaltaron estas semejanzas. La alianza entre cimarrones e ingleses de 1572 significó la inserción de los primeros en los textos que presentaban la rivalidad entre ambos imperios. Como señala Paul Firbas (“Introducción” 93), “a partir de los contactos de los piratas ingleses con los cimarrones en Tierra Firme, durante el siglo xvi se fue generando en Inglaterra un discurso sobre el cimarrón como aliado imperial”. Las relaciones inglesas caracterizaban a los cimarrones,

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su búsqueda de libertad y el deseo de tomar venganza en contra los españoles por sus abusos (Prager 99). En Sir Francis Drake Revived (Londres, 1626), Philip Nichols narra el descubrimiento y asalto a Nombre de Dios en 1572 por Drake y la alianza con los cimarrones. Al describirlos por primera vez, Nichols (8) enfatiza el poder de los cimarrones, ya una nación grande con dos “reyes” que tenían dominio sobre distintas jurisdicciones, The Symeroons (a black people, which about 80 years past, fledd from the Spaniards their Masters, by reason of their cruelty, and are since growne to a nation, under two kings of their owne: the one inhabited to the west, th’other to the east of the way from Nombre de Dios to Panama) which had neere surprised it about six weekes before.

Nichols afirma que Drake se acerca a los cimarrones y les ofrece protección de los españoles y su liberación (“gaine their liberty if they would”). En sus memorias (164), Richard Hawkins igualmente describe a los cimarrones como negros fugitivos que habían escapado del maltrato de los españoles (“bad intreatie which their Masters had given them”). Estas descripciones evocan las palabras de Hakluyt en el retrato que hiciera de los nativos de Chile en el primer encuentro con los ingleses durante la circunnavegación de Drake. Hakluyt había escrito que los ingleses encontraron indígenas chilenos a quienes “the cruell and extreme dealings of the Spanish have forced for their owne safetie and libertie to flee from the maine, and to fortifie themselves in this Island” (Hakluyt, Principal Navigations 3: 734). Por su parte, Richard Hawkins (The Observations 116) describe en sus memorias la estrecha relación de amistad entre los de Chile y los ingleses, de la misma forma en que presentara la alianza con los cimarrones: “The Indians (which we tooke in her) would by no means depart from us, but desired to go with us for England; saying that the Indian and English were brothers, and in all places where wee came, they shewed themselves much affectionated unto us”. Los ingleses condensaban en un mismo discurso su alianza con los cimarrones y la posibilidad de futuras alianzas inglesas con los indígenas del Perú y Chile. Pero los amerindios no eran los únicos que despertaban sospecha entre las autoridades virreinales peruanas. En 1575, el pirata inglés John Oxenham, quien había acompañado a Drake en el asalto a Pa-

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namá de 1572, regresó al istmo para acometer un nuevo ataque. Después de una larga batalla con el ejército español, varios miembros de las huestes inglesas fueron capturados y sentenciados a muerte. Otros tres, Oxenham, John Butler y Thomas Sherwell —identificados como “Juan Oxnem”, “Juan Butlar” y “Tomás Xervel”— fueron enviados a Lima para comparecer ante el Tribunal de la Inquisición. En su libro New Light on Drake, una recopilación de documentos españoles e ingleses relativos al viaje de circunnavegación, Zelia Nuttall presenta el proceso inquisitorial de estos tres ingleses que fue llevado a cabo por órdenes del virrey Toledo a pocos días de la aparición de Drake en el puerto del Callao.16 Los tres interrogatorios comienzan con preguntas sobre los motivos de su viaje y sobre los planes para un futuro asentamiento inglés en los territorios al sur de América. Oxenham responde que, a pesar de que él no había viajado con el respaldo o auspicio de la Corona inglesa, sí sabía de un proyecto para la toma de posesión de territorios aledaños al estrecho de Magallanes. Añade que el mismo Drake buscaba licencia de la reina para ser quien se encargara del mismo. John Butler confiesa que los ingleses “tienen la descripción de la navegación de Magallanes y de todas estas yndias y las miran y platican” (cit. en Nuttall, “Documents” 28). Estos testimonios sugieren que, inmediatamente después de la aparición de Drake, la principal preocupación de Toledo era saber si realmente los ingleses tenían planes para apoderarse de los territorios pertenecientes a la Corona española. El proceso inquisitorial del piloto portugués Nuño da Silva ante el Tribunal de la Inquisición en Nueva España discurre en la misma línea. No obstante, se observa también una incesante preocupación por la posible expansión de la “secta luterana” en América. El proceso contra Da Silva, que duró más de un año, interroga a muchos testigos, incluyendo a los españoles que fueron capturados por Drake durante el viaje de circunnavegación. Así, por ejemplo, fue entrevistado Juan Pascual, marinero de la nave Espíritu Sancto, que capitaneaba el español Francisco de Zárate desde Acapulco en dirección al Callao. Drake capturó a Zárate y a miembros de su tripulación, y los llevó a su fraga16. He estudiado, en los repositorios de la British Library en Londres (Add Ms 44894: 1908-1915), las transcripciones de documentos sobre Drake del Archivo General de Indias de Sevilla y el Archivo de Simancas que Nuttall utilizó para la preparación de su libro.

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ta, donde permanecieron tres días. Pascual describe en su declaración los ritos religiosos de los protestantes, que incluían la lectura que hacía Drake de un libro en lengua inglesa, así como la repetición de algunos versos que provenían de “libros a manera de evangelio en las manos” (cit. en Nuttall, “Documents” 290), que llevaban consigo los demás tripulantes ingleses. Pascual confiesa que Nuño da Silva participaba de la celebración y que este, a pesar de ser católico, comía carne durante la Cuaresma al igual que los ingleses. El alcalde del puerto de Guatulco, en la costa de México, donde fue liberado Nuño da Silva, confiesa que el libro que Drake llevaba consigo hacía las veces de una Biblia y “tenia yluminadas muchas figuras de los luteranos que an sido quemados en hespaña” (cit. en Nuttall, “Documents” 304). Una carta de los inquisidores de México al arzobispo de Guatemala, luego de dar por finalizado el auto de fe, solicita investigar a cualquiera que haya tenido contacto con los ingleses para saber si participaron en los sermones, rezos, letanías, comuniones y otras ceremonias que pertenecían al anglicanismo. Nuño da Silva fue finalmente liberado y enviado a España, pero su proceso da cuenta de la preocupación de los españoles por la expansión del protestantismo en América. Demuestra también la inclinación por saber la predisposición de los españoles instalados en América por ayudar y relacionarse con piratas ingleses, así como por adherirse a sus creencias anglicanas. En la confesión que dio el pirata inglés Richard Hawkins inmediatamente después de su captura, se le preguntó si sabía o tenía noticia de algún español que viviera en Inglaterra “en la ley de los protestantes de aquel reino, u de otra cualquiera nueva religión que no sea la Católica Romana” (cit. en Fernández de Navarrete 415). Averiguar si los mismos españoles se aliaban con piratas ingleses era también un tema polémico. Muchas de las cartas y relaciones españolas que se enviaron desde América a propósito de los ataques de Drake aseveraban que los piratas recibieron ayuda de los vecinos españoles de esas tierras y que esto contribuía significativamente a sus éxitos. Según Nina Gerassi-Navarro (40), los ataques de piratas ingleses a las costas de América constituyeron una oportunidad ideal para que cronistas y poetas alabaran y defendieran las acciones de los españoles en contra de sus enemigos de otras naciones. Sin embargo, no se trataba de una voz de defensa uniforme. Ya he presentado, por ejemplo, cómo el virrey Toledo y Sarmiento defendieron la causa española fren-

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te a los ataques de Drake. En sus cartas y relaciones al rey, Sarmiento enfatizó que el imperio español necesitaba vasallos que defendieran la legitimidad de las conquistas americanas. Llamó enemigos a los que no reconocían los beneficios que las conquistas habían traído consigo en el porvenir espiritual de los amerindios. Así lo dice, por ejemplo, cuando se refiere a Las Casas y también cuando se enfrenta al capitán Diego Flores de Valdés en la expedición real que fue enviada para defender y fortificar el estrecho de Magallanes. Firbas (“Fracaso, derrota y épica” 137) ha examinado las diferencias entre Sarmiento y Flores de Valdés, que “representaban dos momentos de la España imperial”: mientras Sarmiento añoraba el glorioso pasado de las conquistas, Flores de Valdés “representaba la burocracia, el desencanto y decadencia de la corona a fines de siglo”. Las quejas que Sarmiento le presenta al rey en su Sumaria relación sobre Flores de Valdés destacan que el capitán no cumplía los mandatos de la corona y actuaba en contra de la prosperidad y expansión de la España imperial. Sarmiento (141) asevera que Flores de Valdés desestimaba el título del rey Felipe II como “rey de las Indias”: y todo no bastó a persuadir a Diego Flores a la justa rason hasta que Pedro Sarmiento le mostro la bula y motu proprio y cierta sciencia de la beatitud del Papa Alejandro Sesto que fue la primera concesión y asignación de las Indias a los muy altos y bienaventurados reyes católicos de gloriosa y eterna memoria bisagüelos de vuestra majestad, primeros descubridores de Indias y predicadores del sacro evangelio a los naturales dellas y a sus subcesores como es vuestra majestad (141).

3. Pedro Sarmiento de Gamboa, censor de Juan de Castellanos Las diferencias entre las políticas coloniales de Toledo y los encomenderos del Perú fue uno de los motivos que promovió la censura que Sarmiento realizara del poema de Juan de Castellanos, considerando que este era encomendero en el Nuevo Reino de Granada. Mumford (92) señala, por ejemplo, que la política de las reducciones se oponía directamente a los intereses de los encomenderos. Por órdenes del virrey, los encomenderos del Perú tuvieron que pagar multas por no haber proveído instrucción religiosa a los indígenas a su cargo (Mumford 93). Con el dinero recolectado, Toledo pagó el salario de

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te a los ataques de Drake. En sus cartas y relaciones al rey, Sarmiento enfatizó que el imperio español necesitaba vasallos que defendieran la legitimidad de las conquistas americanas. Llamó enemigos a los que no reconocían los beneficios que las conquistas habían traído consigo en el porvenir espiritual de los amerindios. Así lo dice, por ejemplo, cuando se refiere a Las Casas y también cuando se enfrenta al capitán Diego Flores de Valdés en la expedición real que fue enviada para defender y fortificar el estrecho de Magallanes. Firbas (“Fracaso, derrota y épica” 137) ha examinado las diferencias entre Sarmiento y Flores de Valdés, que “representaban dos momentos de la España imperial”: mientras Sarmiento añoraba el glorioso pasado de las conquistas, Flores de Valdés “representaba la burocracia, el desencanto y decadencia de la corona a fines de siglo”. Las quejas que Sarmiento le presenta al rey en su Sumaria relación sobre Flores de Valdés destacan que el capitán no cumplía los mandatos de la corona y actuaba en contra de la prosperidad y expansión de la España imperial. Sarmiento (141) asevera que Flores de Valdés desestimaba el título del rey Felipe II como “rey de las Indias”: y todo no bastó a persuadir a Diego Flores a la justa rason hasta que Pedro Sarmiento le mostro la bula y motu proprio y cierta sciencia de la beatitud del Papa Alejandro Sesto que fue la primera concesión y asignación de las Indias a los muy altos y bienaventurados reyes católicos de gloriosa y eterna memoria bisagüelos de vuestra majestad, primeros descubridores de Indias y predicadores del sacro evangelio a los naturales dellas y a sus subcesores como es vuestra majestad (141).

3. Pedro Sarmiento de Gamboa, censor de Juan de Castellanos Las diferencias entre las políticas coloniales de Toledo y los encomenderos del Perú fue uno de los motivos que promovió la censura que Sarmiento realizara del poema de Juan de Castellanos, considerando que este era encomendero en el Nuevo Reino de Granada. Mumford (92) señala, por ejemplo, que la política de las reducciones se oponía directamente a los intereses de los encomenderos. Por órdenes del virrey, los encomenderos del Perú tuvieron que pagar multas por no haber proveído instrucción religiosa a los indígenas a su cargo (Mumford 93). Con el dinero recolectado, Toledo pagó el salario de

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los inspectores que luego estarían a cargo de instaurar las reducciones. Si bien Castellanos no fue uno de los encomenderos directamente perjudicados por las políticas de Toledo, lo cierto es que se trataba de dos grupos de poder en pugna en la sociedad virreinal peruana. De todos los escritos españoles e ingleses sobre Drake, el caso más sugerente y a la vez menos estudiado es el de la censura que realizó Sarmiento de Gamboa del “Discurso del capitán Francisco Draque” (c. 1586-1587) de Juan de Castellanos.17 El “Discurso” se concentra en los ataques de Drake a Cartagena en 1586, pero también incluye otros episodios de la vida y carrera de Drake, como el viaje de circunnavegación. Se incluyó en la tercera parte de las Elegías de varones ilustres de Indias de Castellanos, pero Sarmiento intentó no dejar rastro alguno de él: arrancó las ciento diez hojas del manuscrito de las Elegías y testó las últimas dos octavas que servían como introducción a la sección. Al margen de estas estrofas, Sarmiento anotó: “desde esta estancia se debe quitar”, seguido de su firma; acción que repite en la hoja que corresponde a las últimas tres octavas del “Discurso”, donde anota: “hasta aquí es el discurso de Drac, que se ha de quitar”18. La condena del poema de Castellanos por Sarmiento resulta significativa por tres motivos: primero, porque pone en diálogo la obra de dos de los autores más representativos de las letras coloniales españolas; segundo, porque se trata de un caso paradigmático en el cual tanto 17. Sarmiento fue quien estuvo a cargo de la censura del poema de Castellanos según mi comparación de la firma del censor con otros documentos firmados por él. Una carta de Sarmiento al rey, firmada en Río de Janeiro el 30 de octubre de 1582 y que se encuentra actualmente en el Archivo General de Indias de Sevilla (Patronato 33, N.3, R.17), presenta una rúbrica idéntica a la que aparece en la censura de la obra de Castellanos. Las anotaciones a la tercera parte de las Elegías de Castellanos y la mención de su Historia índica en una de estas apostillas confirman que Pedro Sarmiento de Gamboa fue quien estuvo a cargo de la censura. 18. La primera parte de las Elegías se publicó en Madrid en 1589; la segunda y tercera partes se publicaron en 1850, en la Biblioteca de Autores Españoles de Rivadeneyra. Quienes estuvieron a cargo de esta publicación dieron por perdido el Discurso. No obstante, en 1919, la Biblioteca del Instituto de Valencia adquirió una copia del mismo, que perteneció en su momento al anticuario inglés Sir Thomas Phillipps. Esta versión del Discurso incluye una carta de Juan de Castellanos a Melchor Pérez de Arteaga, fechada en Tunja el primero de abril de 1587, donde el autor solicita a su interlocutor la lectura y comentario del texto para que, extraído de su lugar en las Elegías, “a solas pasasse a Hespaña”. El Discurso se dio a conocer por primera vez en 1921, junto a un estudio introductorio de Ángel González Palencia.

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el autor como el censor se encontraban en América cuando ocurrieron los hechos que en el texto son materia de evaluación; y, tercero, porque revela que la censura de textos de materia americana buscaba mitigar también las controversias sobre las acciones de los españoles en Indias. Conocido más por su labor como cronista que por su rol militar en la conquista del Nuevo Reino de Granada, Castellanos produjo uno de los testimonios laudatorios más extensos sobre la actuación de los españoles en América en la temprana etapa colonial americana. Las Elegías de varones ilustres de Indias son un conjunto de poemas que narran la conquista y colonización española en el Caribe y en los territorios que hoy corresponden a Colombia y Venezuela, y la biografía de los capitanes que lo llevaron a cabo, a quienes identifica como “varones ilustres”. El interés del texto radica en que el poema alaba y a la vez critica el gobierno español en Indias con el objetivo de resaltar la labor de la primera facción de colonizadores, de la que Castellanos formaba parte (Martínez-Osorio, “En este nuestro rezental aprisco” 6), La huella literaria de Sarmiento también evidencia la difícil relación de la monarquía con sus vasallos en América. En su Historia índica plantea el legítimo derecho que España tenía para conquistar América, y en sus cartas y relaciones prima el desencanto ante la actuación de la nueva horda de colonizadores y ante la cada vez más intrincada comunicación entre el rey y sus subordinados. Estos proyectos retóricos se complejizan aún más a la luz del contencioso intercambio de información entre Inglaterra y España, un intercambio que convertía un problema específicamente americano en uno de condición global. Al comparar los escritos de Sarmiento y el poema de Castellanos busco brindar nuevas luces sobre este proceso de censura. Cuando se disponía a regresar a España para solicitar refuerzos, como ya mencioné, Sarmiento fue capturado por piratas ingleses en la isla Terceira. En la Sumaria relación, le señala al rey que, una vez capturado por los ingleses, echó a la mar muchos papeles de secretos de navegaciones y descubrimientos advertimientos y noticias. Relaciones, procesos y probanzas tocantes a la jornada del Estrecho, especialmente un libro grande de descripciones en pintura y arte de geografía de las tierras de nuevo descubiertas y reconocidas, y derroteros por escripto, porque no viniese a

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manos del enemigo, que, viniendo en su poder, pudiesen dañar a nuestras navegaciones (259).19

Sarmiento fue llevado prisionero a Inglaterra, donde mantuvo conversaciones con Raleigh, la reina Isabel y otros miembros de la corte inglesa.20 Una carta al rey de Bernardino de Mendoza, embajador de España en Inglaterra, advierte que, a pesar de la información que Sarmiento alcanzó destruir en el momento de su captura, los ingleses tuvieron en su posesión “cantidad de papeles y descripciones de puertos en pergaminos de Inglaterra, y son las cartas de marear que llevaba del Estrecho de Magallanes” (cit. en Sarmiento, Viajes al Estrecho 2: 358). Asimismo, en la Sumaria relación, Sarmiento le menciona al rey que los corsarios habían capturado muchos de estos documentos, como pudo comprobar durante su prisión en tierras inglesas. El mapa de Edward Wright (lámina 7), que se publicó en Hakluyt, confirma que los ingleses conocían de cerca este material. De su encarcelamiento en Inglaterra, Sarmiento infirió la facilidad con la que los ingleses obtenían información privilegiada sobre la seguridad de las costas americanas. Incluso pudo conocer los planes ingleses para la toma de posesión del estrecho de Magallanes. Cuando Sarmiento detalla en su Sumaria relación su prisión en Inglaterra, subraya el hecho de que el corsario Thomas Cavendish partió hacia el estrecho una vez que se enteró de su prisión en Francia y que, como consecuencia de ello, las poblaciones españolas que se encontraban en el estrecho quedaban desamparadas. Asimismo, en su monumental The History of the World, sir Walter Raleigh menciona una conversación que mantuvo con Sarmiento, mientras este se encontraba prisionero en Inglaterra. Raleigh le pregunta a Sarmiento sobre la existencia de una isla en el estrecho de Magallanes —la misma que Drake habría 19. La versión inglesa de este episodio apareció publicada en la compilación narrativa de viajes de Richard Hakluyt, The Principal Navigations, Voyages, Traffiques and Discoveries of the English Nation (1599-1600). En esta se menciona también que Sarmiento se deshizo de mucho material secreto sobre el estrecho: “which they fearing, did presently cast their ordinance and small shot with many letters, and the draft of the Straights of Magellan into the sea, and thereupon immediatly we tooke her, wherein wee also tooke a gentleman of Spaine, named Pedro Sarmiento” (Hakluyt, The Principal Navigations 2: 120 [parte 2]). 20. En su resumen, Leonardo de Argensola señala que Sarmiento mantuvo conversaciones también con Drake (citado en Sarmiento, Viage al Estrecho: lxx).

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descubierto en su viaje de circunnavegación— y este le contesta que la isla debería llamarse “the Painters wives land”, porque “whilest the fellow drew that Map, his wife sitting by, desired him to put in one .... for her; that she, in imagination, might haue an Island of her owne” (The History of the World 1: 574 [parte 1, libro 2, capítulo 23]). Raleigh incluye esta conversación para señalar que los mapas pueden confundir a sus destinatarios más que la noticia del descubrimiento. Sarmiento desacredita dicho descubrimiento de Drake y asevera que el mapa que Drake confeccionó para sustentar sus descubrimientos solo buscaba satisfacer los deseos imperialistas de la reina inglesa. Luego de sus conversaciones con la reina Isabel, Sarmiento fue liberado y enviado a España con una embajada para el rey Felipe II. En el trayecto de regreso, sin embargo, fue capturado por los franceses hugonotes, y no fue rescatado hasta 1590. Una vez libre, ya en España, emprendió la censura del poema de Castellanos. Como la guerra angloespañola tuvo entre sus causas los ataques de corsarios ingleses a las costas americanas, cualquier información sobre esos ataques debía ser sometida a un cuidadoso examen por los censores del rey antes de su publicación. Como señala Ralph Bauer (171), el pirata extranjero era una amenaza no solo para el intercambio material entre España y sus virreinatos americanos, sino también para la producción y diseminación imperial, y el control del conocimiento sobre el Nuevo Mundo. Las razones por las que Sarmiento decidió prescindir del “Discurso” solo pueden formularse a manera de hipótesis. Propongo que, al analizar la labor de Sarmiento como historiador de Indias, así como su examen de toda la tercera parte de las Elegías, y al tomar en cuenta las cartas y documentos al rey donde Sarmiento expresa su preocupación sobre la piratería inglesa, podemos sugerir una explicación más precisa. A pesar de la frecuencia con la que se prohibió la difusión de obras de materia americana por el solo hecho de escribir sobre las Indias, considero que este no fue el único motivo que causó la censura del poema de Castellanos. Donde Sarmiento juzga que Castellanos peca de impreciso, no pierde la oportunidad de destacar estas “imprecisiones” y corregirlas con su propia versión de los hechos. Los comentarios de Sarmiento como censor aparecen en muchas partes del manuscrito y se pueden clasificar en dos grupos. Por un lado, hay momentos en los que Sarmiento interviene directamente en el poema,

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suprime algunos versos y, en un caso en particular, los reemplaza por versos de su propia autoría. En estas correcciones, Sarmiento no especifica la naturaleza de la censura. En otras partes del texto, sí deja claro el motivo de la supresión. Así, por ejemplo, en el segundo canto de la elegía a Sebastián de Benalcázar, donde se narra el enfrentamiento entre el conquistador español y los capitanes de Atahualpa en Quito, Castellanos asevera que, uno de los capitanes incaicos, Quizquiz, no era tirano y Sarmiento lo enmienda, identificándolo como un error. En anotación al margen, el censor apunta que tanto Quizquiz como Atahualpa eran tiranos y que tenía conocimiento de ello “porque yo averigüé por justicia esta verdad y toda la monarquía de indios Ingas y conquistas de españoles en tiempo del virrey don Francisco de Toledo” (Sarmiento en Castellanos, Elegías 452). De igual manera, Sarmiento desaprueba otra parte de este canto con su propia versión de los hechos, anotando al margen de los versos de Castellanos lo siguiente: “no hubo tal cosa, que yo estaba allí” (Sarmiento en Castellanos, Elegías 455). Por su parte, tanto Agustín de Zárate, censor de la primera parte de las Elegías, como Alonso de Ercilla, censor de la segunda, afirman la veracidad de los hechos contados por Castellanos. Ercilla subraya la trascendencia de su juicio como censor de este texto de tema americano a su paso por esas tierras. En la censura de Zárate, que forma parte de los preliminares de la primera parte de las Elegías, este destaca la relevancia del poema al tratar sobre los primeros años de la presencia española en América, un tema que, dice Zárate, había sido omitido por aquellos cronistas españoles que escribieron sobre el Nuevo Mundo. Zárate asevera que, a pesar de estar escrito en verso, el poema de Castellanos es una obra histórica y que su autor había dedicado muchos años de su vida “en sacar por rastro las verdades de negocios tan antiguos y recónditos y sin luz” (Zárate en Castellanos, Elegías 2).21 Al equiparar la obra de Castellanos con las obras cuyo tema fue el descubrimiento y la conquista del Perú y de la Nueva España —aquí incluye su propia crónica—, Zárate afirma contundentemente la trascendencia de las Elegías como documento histórico.

21. Zárate señala que “aunque las obras de poesía y oratoria no tienen gracia, ni deben ser admitidas sin mucha elocuencia, la historia (…) deleita y agrada” (Zárate en Castellanos, Elegías 2).

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El mismo Castellanos enfatiza la singularidad de su obra como histórica. El “Discurso del capitán Francisco Draque” contiene una carta de Castellanos a Melchor Pérez de Arteaga en la que aboga por la importancia de su obra y solicita a su interlocutor su intervención como mecenas. En esta carta, Castellanos advierte que el “Discurso” fue “desmembrado” de su lugar —es decir, de la tercera parte de las Elegías— para enviarlo a España por separado. Señala que su decisión de escribir sobre el ataque de Drake a Cartagena se debió a que, en el preciso instante en que aquello ocurrió, él se encontraba escribiendo la historia de Cartagena y no podía dejar de incluir este episodio “por ser caso notable”. Añade que (“Discurso” xiv-xv), para su redacción, procuré las mas çiertas y verdaderas relaciones que de la costa se embiaban a este Nuevo Reyno, consultando ansi mismo muchas personas que presentes se hallaron… Y assi, tomando lo menos sospechoso y mas autorizado, trabajé texer este Discurso cuan de raíz me fue posible, con información de hombres graves que dizen conocer a este pirata.

El método para “texer” el “Discurso” que menciona Castellanos se asemeja al que Sarmiento dice seguir como historiador de Indias. Al igual que Castellanos, Sarmiento señala, en el prólogo de la Historia índica, que su historia se apoya en los testimonios de aquellos sobrevivientes del imperio incaico y añade que, después de examinar “con grandísima diligencia y curiosidad” a sus testigos, utiliza solo las declaraciones de los señores incaicos de mayor autoridad. Ambos escritores, por lo tanto, dejan en claro el contenido verídico de sus obras. Asimismo, Castellanos presenta los detalles de la toma de Cartagena siguiendo muy de cerca los testimonios de quienes presenciaron los sucesos, como lo demuestra el cotejo entre los hechos narrados en el poema y los documentos que las autoridades en Cartagena redactaron para solicitar refuerzos y prevenir a las autoridades de las ciudades aledañas. No obstante, la narración de los hechos en lo que corresponde al viaje de circunnavegación y a la consiguiente expedición que dirigió Sarmiento de Gamboa para capturar al corsario inglés presenta importantes diferencias con lo que Sarmiento relata en sus escritos. En el primer canto del “Discurso del capitán Francisco Draque”, Castellanos describe las consecuencias del paso de Drake por las costas del virreinato peruano: inmediatamente después de la llegada de Drake a las costas americanas, el virrey Toledo organizó una expedi-

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ción. Castellanos identifica a Luis de Toledo, primo del virrey, como general de la expedición, y no, como fue en realidad, al mismísimo Sarmiento. La siguiente octava presenta el destino y las circunstancias de la expedición dispuesta por el virrey: Miran puestos, ancones y bahías con gana de topallo donde quiera, en lo qual se gastaron hartos días no sin grave pesar de la bandera, por ser las diligencias tan baldías como si nunca tal jamás huviera. El un navío tuvo tiempo hecho y dizen que salió por el Estrecho (Castellanos, “Discurso” 50).

En los versos siguientes se señala nuevamente que el pirata inglés habría regresado a Inglaterra a través del estrecho de Magallanes. Para Sarmiento, como hemos visto, esta información resultaba errada porque contradecía lo averiguado por él en cuanto a la geografía de la zona antártica. Aun así, si el problema del texto de Castellanos hubiera sido el de una falta de precisión histórica, ¿por qué Sarmiento decidió no solo enmendar esos errores con sus propios conocimientos históricos —de la forma en que lo hace en otras partes de las Elegías— sino extirpar por completo este material? La poesía épica se presenta como una herramienta de expresión de las preocupaciones específicas del mundo de los colonizadores. Individuos como Castellanos representan a una generación que inicialmente contribuyó al proyecto imperial español a través de las guerras de conquista, pero que luego concibió que la implementación de leyes para limitar su poder político y económico representaba una afrenta por parte de la monarquía (Martínez-Osorio, “En este nuestro rezental aprisco” 6). Al igual que Sarmiento en su Historia índica, Castellanos consideraba que la retórica de Las Casas ponía en riesgo el poder político real en los virreinatos. Tanto es así que, como señala Martínez-Osorio (“En este nuestro rezental aprisco” 11), el constante y productivo diálogo con Las Casas funciona como uno de los principios organizadores de los escritos de Castellanos. A diferencia de Sarmiento, sin embargo, Castellanos ve, en los defectos en la administración de los virreinatos, la verdadera razón del éxito de Drake en la América española.

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En el “Discurso del capitán Francisco Draque” es la ineficiencia de las autoridades para prevenir ataques de corsarios y la incompetencia de los burócratas enviados por la Corona lo que facilita que Drake ataque y saquee Cartagena sin mayor resistencia. Castellanos defiende los valores de los primeros conquistadores y establece una distinción entre estos y la nueva “horda” de colonizadores, quienes representan “the emasculating effects of commerce and bureaucracy” (Martínez Osorio, “En este nuestro rezental aprisco” 5). Dependiente de las políticas administrativas del virrey Toledo, Sarmiento, por oposición a Castellanos, no considera que sean las deficiencias de los gobernadores en las Indias la principal causa de los éxitos de los corsarios ingleses, sino que entiende que dichos acontecimientos los causan el demonio y las fuerzas del mal. Así, si bien existen muchos puntos en común en la retórica sobre los ataques de corsarios ingleses que presentan Castellanos y Sarmiento, las diferencias radican en el “lugar de enunciación”, la corte virreinal de Toledo y la capital del Nuevo Reino de Granada, y en el proyecto textual que por consiguiente cada escritor intenta defender. El poema de Castellanos registraba hechos históricos con mucha precisión, sin embargo, presentaba también información que, de llegar a las manos de los ingleses, podía ser crucial para los próximos ataques piráticos. En el primer canto, por ejemplo, Castellanos identifica la facilidad con la que los indígenas podían establecer alianzas con los ingleses. El narrador cita unas cartas de los caciques del Perú a los corsarios ingleses en donde los primeros les prometían favores a los segundos. Entre las razones por las que los caciques querían apoyar a estas “otras gentes” señala la voz poética que estaba el que consideraban a los ingleses de mejor carácter y más valientes que los españoles: “No tienen, dizen, hambre tan canina, ni castigan los indios con açotes, no quieren oir missa ni doctrina, ni se confiesan con los sacerdotes; van donde su deseo los inclina, aborreçen frailescos capirotes; si tales hombres lo subjetan todo, dexarnos vivir a nuestro modo” (Castellanos, “Discurso” 52). En sus cartas y relaciones al rey, Sarmiento constata lo peligroso que resultaba que los ingleses reconocieran lo propensos que podían ser los nativos americanos al carácter y religión de los protestantes. Señala, por ejemplo, en una carta al rey sobre asuntos de Indias, que los indígenas loaban a los ingleses y querían unirse a ellos porque “no tenían yglesias, ni doctrina, ni padres que los dotrinasen” (cit. en Castellanos,

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“Discurso” 351), haciendo eco de las palabras de los caciques del Perú en el “Discurso” de Castellanos. Temiendo Sarmiento la facilidad con la que los ingleses podían robar secretos estatales sobre el gobierno de Indias, su censura del poema de Castellanos podía responder a un intento por mantener fuera del alcance de sus enemigos esta información. En este sentido, es de especial importancia su advertencia de que los ingleses atraían a “los indios del Perú”. Como mencioné, la entrada de Drake por el estrecho generaba preocupación entre los españoles debido a la posibilidad de que los araucanos se unieran con los protestantes en su guerra contra ellos. Considerando las dificultades a las que los españoles se habían enfrentado al tratar de reducirlos, que los ingleses supieran la impresión que causaban en los araucanos ponía en serio riesgo el proyecto español de fortificación y posesión del estrecho de Magallanes. En el prólogo a la Historia índica (32), Sarmiento, siguiendo la línea de pensamiento de Ginés de Sepúlveda y Francisco de Vitoria, presenta una serie de argumentos a favor del gobierno español en Indias. Remite a las bulas alejandrinas y al derecho que, “por autoridad de Dios todopoderoso”, tenían los Reyes Católicos sobre cualquier territorio descubierto y por descubrir en América. Añade que cualquiera que intentara desacreditar el contenido de estas bulas actuaba sin conocer que los españoles habían llegado a estas tierras a salvar a los indígenas de un gobierno ilegítimo e impedir “sacrificar los hombres inocentes y comer carne humana”. Según Sarmiento, en un principio fueron los “poderosos príncipes” extranjeros los que, movilizados por el demonio y sus envidias, intentaron entrometerse en la conquista española de América. Luego, dice Sarmiento, movidos también por fuerzas demoniacas, fueron “los propios soldados que le combatían”, es decir, los predicadores, los que comenzaron a refutar el derecho y título de los españoles sobre tierras americanas. En el “Discurso del capitán Francisco Draque”, Castellanos presenta, en palabras del mismo Draque, una singular defensa de la piratería inglesa. El discurso del inglés aparece en el primer canto luego de que el narrador recrimine la actitud de los españoles cuando llegan los corsarios ingleses al puerto del Callao. El Draque organiza el saqueo de estas tierras y el yo poético no solo no se pronuncia en contra del saqueo, sino que advierte que “llevar pillaje quien más puede/ el derecho de guerra lo concede” (“Discurso” 41). Así, el saqueo se entiende

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como el botín en una guerra entre las dos naciones, con Drake como capitán de la armada inglesa, y no como el ataque de un pirata. El Draque luego se opone al monopolio comercial español para finalmente declarar que, Pues que tenéis tan buen entendimiento haze[d]me desta duda satisfecho: ¿Adán mandó por algún testamento a solos Hespañoles el provecho? La cláusula mostrad y ordenamiento; haré rrenunciación de mi derecho, porque si lo contrario desto fuere, avrá de llevar más quien más pudiere (“Discurso” 42).

Al presentar el ataque de Drake a las costas americanas en los años anteriores a la guerra entre las dos naciones como si se hubiera dado en plena contienda, Castellanos problematiza el concepto de piratería y le sustrae el carácter de ilegitimidad. Al mencionar el “testamento de Adán”, Castellanos presenta, aun cuando sea en la voz del Draque, un rechazo a la autoridad de las bulas papales en cuanto a la soberanía del rey español en América. La frase, además, era popular en su momento. El rey Francisco I de Francia había cuestionado el derecho de España para conquistar América, argumentando la inexistencia de un testamento de Adán que lo excluyera del proceso (Hanke 148). Sumado al hecho de que, como ha destacado Martínez-Osorio (“En este nuestro rezental aprisco” 19), “nowhere in this section, or in any other section of the poem, does Castellanos actually refute Drake’s line of reasoning”, la desaprobación de Sarmiento del “Discurso del capitán Francisco Draque” pudo deberse, además de a las consideraciones ya expuestas, al daño que este texto habría de causar al prestigio de España en Europa. Al estudiar la labor de Sarmiento como censor del “Discurso” de Castellanos, vemos que la expurgación del texto respondió a las intensas disputas vigentes. Con la llegada de piratas ingleses a las costas americanas, el debate sobre la soberanía española de Indias pasó de ser un asunto de interés exclusivo para las autoridades españolas a ser uno de interés europeo. Sarmiento resultó central en esta transición. Su prisión en Inglaterra permitió que los ingleses obtuvieran conocimientos sobre la defensa militar española del virreinato y sobre la política

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evangelizadora durante la administración del virrey Toledo. Una vez de vuelta a España tras su encarcelamiento en Francia y teniendo a su cargo el examen de la tercera parte de las Elegías de Castellanos, Sarmiento sacó por completo el “Discurso” del manuscrito, prohibiendo su publicación. No solo borró el “Discurso” por tratar un asunto como el de la piratería, sino también por intervenir en el debate desde la perspectiva de una clase guerrera que se había enfrentado, y se seguía enfrentando, a las autoridades virreinales en el ejercicio de su mando. 4. “Los grandes infortunios del estrecho”: tragedia y desencanto en Armas antárticas de Juan de Miramontes Zuázola El poema Armas antárticas de Juan de Miramontes Zuázola (compuesto entre 1608 y 1609, y publicado recién en el siglo xx) testimonia la singularidad de la poesía épica en la política del imperialismo español. En él, confluyen las características de la épica culta peninsular trasladados al espacio americano. Las “armas antárticas” luchan por restablecer un orden perturbado por la “idolatría” indígena en el virreinato y por la “herejía” inglesa en las costas del mismo. Es tal vez este último punto uno de los elementos más innovadores del poema: al representar la amenaza continua de los piratas ingleses en las costas del virreinato peruano a fines del siglo xvi y principios del xvii, Armas antárticas desplaza la rivalidad interimperial europea al continente americano, y busca fortalecer el vínculo entre España y sus posesiones ultramarinas en base a la misión evangelizadora. Sin embargo, como ha señalado Firbas (“Introducción” 78), el poema de Miramontes termina siendo más político que espiritual. Como representante de una nueva generación de soldados españoles instalada en el virreinato a fines del siglo xvi, Miramontes, como lo hicieran Sarmiento y Castellanos, interviene en los debates sobre las “polémicas de la posesión”, distanciándose de las generaciones anteriores a la suya y demostrando su autoridad para resguardar las costas americanas de los ataques extranjeros. No obstante, el poema termina develando la desazón que la piratería dejó en el virreinato peruano. Firbas acompaña su edición crítica con un análisis pormenorizado del poema. Además de situarlo en el ambiente político en que se

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evangelizadora durante la administración del virrey Toledo. Una vez de vuelta a España tras su encarcelamiento en Francia y teniendo a su cargo el examen de la tercera parte de las Elegías de Castellanos, Sarmiento sacó por completo el “Discurso” del manuscrito, prohibiendo su publicación. No solo borró el “Discurso” por tratar un asunto como el de la piratería, sino también por intervenir en el debate desde la perspectiva de una clase guerrera que se había enfrentado, y se seguía enfrentando, a las autoridades virreinales en el ejercicio de su mando. 4. “Los grandes infortunios del estrecho”: tragedia y desencanto en Armas antárticas de Juan de Miramontes Zuázola El poema Armas antárticas de Juan de Miramontes Zuázola (compuesto entre 1608 y 1609, y publicado recién en el siglo xx) testimonia la singularidad de la poesía épica en la política del imperialismo español. En él, confluyen las características de la épica culta peninsular trasladados al espacio americano. Las “armas antárticas” luchan por restablecer un orden perturbado por la “idolatría” indígena en el virreinato y por la “herejía” inglesa en las costas del mismo. Es tal vez este último punto uno de los elementos más innovadores del poema: al representar la amenaza continua de los piratas ingleses en las costas del virreinato peruano a fines del siglo xvi y principios del xvii, Armas antárticas desplaza la rivalidad interimperial europea al continente americano, y busca fortalecer el vínculo entre España y sus posesiones ultramarinas en base a la misión evangelizadora. Sin embargo, como ha señalado Firbas (“Introducción” 78), el poema de Miramontes termina siendo más político que espiritual. Como representante de una nueva generación de soldados españoles instalada en el virreinato a fines del siglo xvi, Miramontes, como lo hicieran Sarmiento y Castellanos, interviene en los debates sobre las “polémicas de la posesión”, distanciándose de las generaciones anteriores a la suya y demostrando su autoridad para resguardar las costas americanas de los ataques extranjeros. No obstante, el poema termina develando la desazón que la piratería dejó en el virreinato peruano. Firbas acompaña su edición crítica con un análisis pormenorizado del poema. Además de situarlo en el ambiente político en que se

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produjo y en relación con la poesía épica americanista en general, comenta lo que entiende por el “mundo antártico”, es decir, dicho “mundo” se define por la entrada de Francis Drake en el territorio y en el poema. Firbas (“Introducción” 82) informa que “el amplio mapa que el poema dibuja no consigue incorporar las tierras incógnitas: el espacio antártico mantiene sus fisuras, atravesado por los nuevos imperios de finales del siglo xvi”. El poema presenta el viaje de Drake y el de Oxenham como si se tratase de una sola expedición inglesa para revelar la desprotección de los dos confines del virreinato peruano en el mismo eje temporal: entre 1578 y 1579, tanto las fronteras españolas de Panamá como la del estrecho de Magallanes se encuentran desamparadas frente a los ataques de enemigos extranjeros. En el caso de Panamá, sin embargo, Oxenham (llamado en el poema Oxnán) cae rendido al final del décimo canto frente a las tropas españolas que lidera Pedro Arana. Con el final de esta historia, el poema se traslada a otro universo espacial y temporal, despidiéndose para siempre de los cimarrones y de Panamá. La frontera del norte queda clausurada. No ocurre lo mismo con la frontera al extremo sur del virreinato. El tercer canto del poema inicia con el pedido de Draque a la reina Isabel para viajar a América. Desde la primera estrofa, Drake representa un gran peligro para la estabilidad del orden colonial español. Miramontes (219) se pregunta, por ejemplo, “¿quién perturbó al Pirú de paz el trato, / quién guerras incitó y Marte sangriento?”. En seguida, lo presenta con una serie de alabanzas a Drake que, como señala Firbas (“Introducción” 85), corresponde a la necesidad de demostrar que se trata de un enemigo digno. El “Draque” de Armas antárticas anuncia que, si se le diera permiso para viajar al mar del Sur, la reina Isabel podría aprovechar las riquezas del Perú. Además de regresar con sus “más riquísimos despojos”, el corsario asegura que descubrirá estos territorios para Inglaterra, Yo, si tu permisión y favor llevo, descubriré su tierra, aunque remota; yo soy el que me ofrezco, yo me atrevo de al rico Mar del Sur abrir derrota y por camino estraño, mas no nuevo, a vista del Perú, porné tu flota; después de allí, hasta aquí, seré el segundo

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que bogue el globo y ámbito del mundo (Miramontes, Armas antárticas 221-222).

En el Tesoro de la lengua castellana, Covarrubias (208v) define “descubrir tierra” como “inquirir lo que puede aver en un negocio”. Así, el propósito del viaje de Drake en Armas antárticas es doble: busca despojar a los españoles de sus riquezas, pues estas no deberían ser solo para España (como se menciona en la octava 205); y busca descubrir estos territorios, “abriendo” derrota, es decir, recorriendo territorios que no son nuevos, pero que no habían sido explorados antes. En este sentido, el poema representa el viaje de circunnavegación de Drake como uno que les facilitará a los ingleses el conocimiento geográfico de los territorios al sur del virreinato peruano español. Seguidamente, el personaje de Draque expresa el deseo de seguir la ruta de Magallanes y se jacta de conocer muy bien el camino al Perú porque “en cartas cosmografias tengo espreso/ todo el viaje, el derrotero escrito” (Miramontes 223). Continúa con una extensa descripción del viaje de Magallanes, incluyendo principalmente lo que el navegante no pudo ver por seguir su derrota en dirección noroeste (Firbas, “Introducción” 84). Llama a los nativos de Chile “valientes indios indomables” (226), y a los poetas Oña y Ercilla como quienes celebraron los hechos memorables de los araucanos. El Draque es “audaz”, “valiente”, “diestro” porque, a diferencia de los españoles que nunca pensaron verse atacados por piratas “como si la garganta del Estrecho/ se hubiera tierra continuada hecho” (212), decide ingresar al mar del Sur por el temido estrecho. Ricardo Padrón ha analizado la representación del estrecho de Magallanes en La Araucana de Ercilla para concluir que, en el poema, simboliza el frustrado deseo de la España de los Austria de dominar a la América austral: Por falta de pilotos, o encubierta causa, quizá importante y no sabida, esta secreta senda descubierta quedó para nosotros escondida; ora sea yerro de la altura cierta, ora que alguna isleta, removida del tempestuoso mar y viento airado encallando en la boca, la ha cerrado (Ercilla 80).

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Al igual que en Armas antárticas, en La Araucana el estrecho se presenta como un lugar cerrado, imposible de transitar. Según Padrón (193), en La Araucana “the Strait of Magellan is the natural given, so the change invoked by the poem does not consist in the disastrous opening of the ‘fretum (waters/strait),’ but in its closure”. Añade que el cataclismo al que se refiere en los últimos tres versos de esta octava sugieren, por analogía, la rebelión de los araucanos y el comienzo de la guerra española contra ellos. Considero que este mismo efecto se replica en la representación del estrecho en Armas antárticas, donde representa, por un lado, la imposibilidad de contener el imperio español dentro de sus deseadas fronteras y, por el otro, el fracaso del proyecto de evangelización de los amerindios. En el sexto canto de Armas antárticas, se narra el viaje de circunnavegación de Drake y en paralelo el viaje de Oxenham a Panamá. Cuando el personaje Draque llega al estrecho de Magallanes, su embarcación es arrastrada por una tormenta hacia territorios infrahumanos. El pirata se libra del “fuerte terremoto” y Miramontes celebra su “ánimo valiente” y sus cualidades como “capitán prudente”. Finalmente, los ingleses llegan a Chile, donde “el belicoso estruendo de sus armas se derrama” (Miramontes 299). Aquí, el relato se interrumpe y la historia se traslada a Ballano, el otro extremo de la región antártica. En el octavo canto, se retoma el viaje de circunnavegación. La acción se sitúa nuevamente en Chile, donde Draque podrá ver “al soberbio Arauco”, pero el encuentro entre ingleses y araucanos no figura en la narración. Cuando se acerca a la capital virreinal de Lima, se evoca nuevamente la entrada de Drake por el estrecho, Teníase hasta allí por infalible, con haber paso abierto al lusitano Magallanes, qu’entrar era imposible naves al Mar del Sur del Occeano; mas deste inadvertido error terrible sacó el sagaz pirata lutherano con la presente súbita venida tan sin remedio y tarde conocida (Miramontes 340).

Otra vez se menciona la cerrazón como un rasgo característico del estrecho antes de la llegada de Drake, pero se resalta que se trata de un “inadvertido error terrible”. Draque ha dejado el “paso abierto”

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al virreinato peruano, y con ello proteger sus costas parece una tarea imposible. A diferencia, entonces, de la descripción del estrecho en La Araucana, en el poema de Miramontes la apertura del estrecho o la revelación de que en realidad nunca estuvo cerrado moviliza la narración hacia el terreno de lo incierto. El octavo canto prosigue alabando a Drake, incluso por “su carácter afable”. Como consecuencia de su presencia en las costas de Lima, el poema recuenta la respuesta inmediata del virrey Toledo y finaliza con la llegada de Drake a Inglaterra. Lo que en su momento parecían acciones paralelas (la de Draque y la de Oxnán) presentan destinos contrarios, como se puede apreciar en las últimas dos octavas de este canto, Navegue, surja en Londres y presente el robado tesoro ante Isabela, incite y persüada a la angla gente que siga las lecciones de su escuela, que en tanto, por el húmido tridente los nuestros en su busca dan la vela, errando la derrota y no el castigo de su menos dichoso íntimo amigo. ¿De qué provecho te es, Oxnán famoso, tomar de nuevo a edificar tu plaza, terraplenar el muro, abrir el foso, en uso militar y marcial traza, si el fiero español, brazo belicoso, tus fuertes prevenciones amenaza?, para cuyos destrozos y rüinas siento que se avecina a las marinas (Miramontes 366-367).

Mientras que Oxnán tendrá que enfrentarse al “fiero español”, Draque llega a Inglaterra y promueve que otros piratas ingleses sigan su ejemplo. Con estos versos finaliza la descripción que hace Miramontes del viaje de circunnavegación. El siguiente canto narrará la derrota de Oxenham y en el último, se cerrará el círculo que componen los ataques de piratas ingleses a las costas de América: Pedro Arana vence a la armada del pirata inglés Thomas Cavendish (llamado “Escandi” en el poema) en la batalla de Puná. En realidad, Cavendish, quien hizo el recorrido de Drake por

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el estrecho de Magallanes, logró huir de la batalla y siguió asaltando varios puertos hasta llegar a Inglaterra. Su derrota en Armas antárticas sirve para sentar la autoridad de los soldados españoles baquianos (como es el caso de Arana y del propio Miramontes) en la defensa de estos territorios. Sin embargo, la historia de Draque permanece inconclusa, así como la posibilidad de que los españoles puedan colonizar y fortificar el estrecho de Magallanes. En cuanto al tema de la religión, Armas antárticas se inicia con la declaración de que se ha extirpado por completo del virreinato peruano la idolatría. El último verso de la primera octava pinta a los “oráculos gentílicos” que en otro tiempo habían causado espanto y que permanecían “agora mudas”, en silencio. Hay dos escenas que narran canibalismo o sacrificios indígenas, pero ambos se encuentran fuera del lugar o el eje temporal en el que se sitúa la voz poética: el primero ocurre en la región de Darién y el segundo en las afueras del Vilcabamba precolombino. En el canto 17, se presenta una escultura que representa el origen de los incas con la conocida leyenda de los hermanos Ayar. Miramontes enfatiza que los incas iniciaron una monarquía en “ultraje/ de los caciques que en la tierra había”. Como señala Firbas (Armas antárticas 556), “este aspecto conecta el poema de Miramontes con la historiografía toledana, especialmente con Sarmiento de Gamboa, preocupado en deslegitimar el ‘señorío’ de los incas”. Como ya hemos visto, Sarmiento argumentaba que los incas eran tiranos y que, como consecuencia de ello, su gobierno fue ilegítimo. Por su parte, Sarmiento se refirió a los presupuestos de Vitoria para afirmar que, en caso de canibalismo, era legítimo hacerles guerra a las poblaciones amerindias que lo practicaban. Así, el poema de Miramontes sigue muy de cerca las premisas políticas e historiográficas de Sarmiento, es decir, las del virrey Toledo. Sin embargo, esta apología de las políticas gubernamentales de Toledo y la soberanía española en Indias se contrasta en Armas antárticas con el discurso de Felipe, intérprete de Atahualpa, sobre las crueldades de las guerras de conquista, en el primer canto del poema. Mientras que Miramontes se posiciona entre los que defienden el derecho de España para conquistar esas tierras y dominar a sus habitantes, no puede dejar de mencionar las atrocidades cometidas por la primera generación de conquistadores que llegaron a América, de la que él pretende distanciarse. El personaje de Felipe

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interviene luego de la muerte de Atahualpa a manos de las huestes de Francisco Pizarro y acusa explícitamente a Pizarro de regicidio. Prosigue repasando los argumentos sobre las causas de la guerra justa desde la perspectiva de quienes cuestionaban la legitimidad de la conquista, ¿Con tus contrarios fue confederado? ¿Hízote algún notable vituperio? ¿Hubo por fuerza de armas ocupado tierras sujetas el romano imperio? ¿Negado la obediencia? ¿Ha quebrantado de tu sagrada religión misterio? ¿Inquietó su política costumbre, o a los cristianos puso en servidumbre? (Miramontes 179).

El discurso de Felipe afirma la legitimidad del gobierno incaico y asegura que las guerras de conquista en el Perú no se ajustan a las características de la guerra justa. Seguidamente señala que los españoles han actuado con ambición y codicia, y han dejado de lado el espíritu evangelizador de la conquista. Es este último punto el que me lleva a advertir que, a pesar de que el poema presenta la idolatría indígena como un fenómeno del pasado, la presencia de piratas ingleses sirve para desestabilizar tal evangelización tanto como el control español del territorio en la zona al sur del virreinato. En el canto 13 de Armas antárticas Miramontes dramatiza las profecías de Rumiñave, episodio que corresponde a la digresión del mito prehispánico que narra el capitán Pedro Arana. Rumiñave presenta una extensa interpretación de la historia colonial peruana. Cuando menciona la llegada de los piratas ingleses a las costas del virreinato, subraya los “hechos admirables” de aquellos soldados españoles que estuvieron a cargo de la defensa. Después de repasar el gobierno de los virreyes del Perú hasta la llegada de Luis de Velasco, quien lo fuera entre 1596 y 1604, Rumiñave dedica algunas octavas a lo que llama los “trágicos sucesos” del Arauco, es decir, a la guerra entre los españoles y los araucanos de Chile. Narra la erupción del volcán en Arequipa, que sirve como “presagio de un suceso lastimoso” (485), y relata los ataques de piratas holandeses a inicios del siglo xvii. Estos ataques de piratas holandeses se equiparan a los de los ingleses: ingresan también por el estrecho de Magallanes para expandir sus redes comerciales.

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Después de relatar las batallas entre holandeses y españoles, Rumiñave da por finalizado su relato, sollozando: Aquí el prudente viejo Rumiñave, tres veces con espíritu sonoro, se esforzó a prosiguir lo que más sabe desta y otras figuras de terso oro; mas el dolor intenso, pena grave, misérrimo lamento, acerbo lloro qu’el Perú lastimándose levanta le anudaron la voz a la garganta (Miramontes 489).

En los versos siguientes, Rumiñave deja de lado el lamento para alabar el gobierno de quien fuera el undécimo virrey del Perú, Juan de Mendoza y Luna, marqués de Montesclaro, a quien Miramontes dedica el poema. Nuestro Rumiñave declara que tanto los araucanos como los piratas ingleses se rendirán ante la presencia del marqués, Ya el armígero bárbaro araucano en el valiente pecho imprime, ya el pirata cismático albïano el atrevido navegar reprime viendo que don Juan la hercúlea mano la fuerte y victoriosa espada esgrime, siendo ya del Perú bastante amparo la refulgente luz del Monte Claro (Miramontes 490).

Pero lo que parece indicar el futuro fracaso de araucanos y piratas ingleses contrasta con el tono que permea el canto 18, donde se narra el viaje de Sarmiento de Gamboa al estrecho de Magallanes. Al estudiar este episodio, Firbas (“Fracaso, derrota y épica” 143) ha señalado con respecto al estrecho que “no hay otro territorio en las Armas antárticas en donde los cristianos estén más cerca del abismo y del mal”. El estrecho, como ya he mencionado, simboliza ese territorio abierto, difícil de conocer geográficamente y de poseer militarmente. Por su parte, en él se traduce el fracaso de la empresa evangelizadora en el virreinato peruano, que se anunciaba desde el primer canto en el discurso de Felipe. El canto 18 se inicia con la aparición de Drake y sus tropas en el puerto del Callao, y la réplica del virrey Toledo. Miramontes aseve-

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ra que el estrecho pertenece a Lucifer y que por ello la empresa de Sarmiento se entiende como una de materia épica. Sarmiento viaja a España para presentarle al rey su informe y abogar por la fortificación del estrecho. Como resultado, el rey envía una armada con dirección al paso marítimo con orientaciones muy específicas: “que se plantase/ de Christo el estandarte”, “que gente española le poblase”, “porque el paso también fortificase” (Miramontes 575). Es decir, la empresa del estrecho en la que participaron Sarmiento y Diego Flores de Valdés tenía como propósito, según lo interpreta el poema, recuperar la zona con el asentamiento de pobladores españoles; evangelizar a los nativos de; y, finalmente, fortificar el paso para que ningún otro enemigo extranjero ingresara al virreinato. Las tres propuestas, como se presenta en el poema, no tuvieron un buen resultado y la empresa en sí fue un completo fracaso. Inmediatamente, el narrador señala la rebelión de los araucanos y la respuesta militar del que luego fuera virrey del Perú, don García Hurtado de Mendoza. Presenta a los araucanos, por lo tanto, como si se encontraran ya “domados”, lo que contrasta con las otras menciones sobre la guerra en Chile en el poema. De nuevo se plantea la lucha española contra la piratería y su guerra contra los araucanos como acciones complementarias. Sumado al hecho de que la evangelización de los indios patagónicos se representa como imposible, en el canto sobre Sarmiento en el estrecho se cifran la serie de “fisuras” que impedían la total soberanía española en Indias: las rebeliones indígenas en el virreinato peruano, las dificultades de evangelizar a los nativos americanos y la persistente amenaza de los “herejes luteranos” en las costas del virreinato. En una correspondencia que el Consejo Real de Indias envía al rey Felipe II sobre la armada que se enviaba a América para la fortificación del estrecho, el Consejo recomienda enviar gente para las Indias “[no] en forma de soldados, sino de pobladores” (cit. en Sarmiento, Viajes al Estrecho 2: 283). Arguyendo que la evangelización de los nativos de la zona el principal motivo de la empresa, es mejor enviar pobladores que, hacer fuerzas con soldados y gente de guerra entre indios que nuevamente se pretende que vengan al conocimiento de Dios y a obediencia de Vuestra Majestad sería poner quien los destruyese, robándoles y haciéndoles

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otras fuerzas y daños de los que soldados suelen hacer, que aun en España, donde hay tanta justicia, hacen de insolencias y excesos que cada día se ven (cit. en Sarmiento, Viajes al Estrecho 2: 283).

Esta cita refleja el sentir sobre los efectos de la piratería inglesa de muchos de los escritores que hemos visto. Refleja la posición de Sarmiento frente a Diego Flores de Valdés, a quien culpa del fracaso de la empresa de fortalecer el estrecho. Se relaciona también con la censura que Sarmiento hace del poema de Castellanos. Se asocia asimismo al sentir de Miramontes que, a pesar de escribir desde la posición de un soldado, busca distanciarse de los conquistadores y encomenderos que no cumplieron con el deber de expandir la religión católica entre las poblaciones amerindias. Es así como todos estos textos ingresan al debate sobre las “polémicas de posesión”. En 1596, se publica en Madrid la Historia de la fundación y discurso de la provincia de Santiago de México, de la orden de predicadores, por las vidas de sus varones insignes y casos notables de Nueua España, de Agustín Dávila Padilla.22 En ella, Dávila Padilla defiende las posturas de Las Casas frente al proceder de los encomenderos en Nueva España. Señala que la serie de ataques de los ingleses a estos territorios se relacionan con las profecías de Las Casas, quien argumentaba, en su famosa protestación, que Dios habría de castigar los pecados de los españoles con la total destrucción de España: Con esta flota de hereges ingleses y enemigos de la fe católica, quiso Dios castigar a sus hijos pródigos, porque no se bolvían a la casa de su padre, conociendo su culpa, sino que la agrauauan con otras, continuendo el vil oficio de apacentar sus deseos en la satisfacción de los sentidos (Dávila Padilla 411 [lib. 1, cap. 104]).

El motivo de la evangelización recorre todos estos escritos, pero condenado siempre a la incertidumbre o la derrota. La presencia de piratas ingleses en las costas americanas acrecentó el temor que causaba la fragilidad del vínculo entre España y sus posesiones ultramarinas entre las autoridades españolas. Para quienes se encontraban en América, se trataba de una oportunidad ideal para construir una identidad con una tradición local. El motivo de la evangelización se en22. Agradezco a José Cárdenas Bunsen por alcanzarme este texto.

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cuentra también en el corazón del poema épico La Dragontea de Lope de Vega, publicado en Valencia en 1598, que narra el enfrentamiento entre españoles e ingleses en el último viaje de Drake a América y su muerte en Panamá. Como veremos en el siguiente capítulo, Lope, por oposición a Castellanos o Miramontes, concibe la conversión de los indígenas americanos como una empresa ya lograda, y elogia la labor de los primeros conquistadores y las autoridades virreinales en el proceso.

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Capítulo 4 “Por armas, obediencia y gusto”: conquista y conversión en La Dragontea de Lope de Vega

La presencia de piratas ingleses en los territorios americanos modificó también la manera en que se percibía América en la mente de los escritores españoles que se encontraban en la península ibérica. La rivalidad entre españoles e ingleses suscitó una necesidad por incorporar a América en el orbe católico en el que España se concebía. Esto significó necesariamente, como hemos visto, realzar la legitimidad de la conquista española de América, motivo que ocupaba un lugar central en la polémica. La Dragontea se presenta como una respuesta victoriosa ante los ingleses. Lope enfatiza las cualidades de la poesía épica para narrar las hazañas de los españoles y erigir un relato imperial. Recrea un discurso historiográfico en el cual la conquista de América se entiende como complemento y necesaria resolución de un pasado español, y se aleja de esta forma de las preceptivas poéticas más prestigiosas de finales del siglo xvi y principios del xvii que abogaban por una distancia histórica. La Dragontea representa un intento por redefinir el género épico y por dar un orden al mundo americano desde la poesía. Escrito en 1597 en respuesta al futuro ascenso al trono de Felipe III, Lope compuso este poema épico en diez cantos para celebrar la

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victoria de los españoles frente a la armada que encabezaba Francis Drake en la batalla que se llevó a cabo en Panamá, en 1595. Desde el primer canto, en el poema se entiende el enfrentamiento militar como si se tratase de una guerra religiosa. Para reconocer a Drake, el “Draque”, como se le llama en el poema, a la altura de un enemigo digno, La Dragontea se inicia con la narración de la serie de hazañas que lo convirtieron en el gran adversario del imperio hispánico. A la par de narrar el enfrentamiento bélico en Panamá a lo largo del poema, en el tercer canto, Lope incluye una digresión para situar la expedición de Richard Hawkins al mar del Sur en 1595 como parte de una misma línea argumentativa, que culminó con la captura y posterior prisión del corsario inglés. Hacia el final del poema, se narra la muerte del Draque por disentería y la batalla final entre españoles e ingleses. Cumple Lope con cerrar la simbología bíblica que permea en la obra con la aparición de la figura alegórica de la Religión Cristiana y sus tres compañeras: España, Italia e Indias. En el presente capítulo, analizaré, en primer lugar, las particularidades de la épica renacentista española en La Dragontea, con especial atención a las características de la épica de tema americano. Las constantes paradojas que la epopeya y su recepción corresponden a las propias circunstancias de un género mixto, que linda entre la historia y la poesía. Considero que es, a partir de estas paradojas, como se genera una lectura plurisignificativa del poema, donde habitualmente se ha visto un tono estrictamente monocorde de exaltación. Por su parte, este espacio ambiguo es el que finalmente permite construir una relación entre La Dragontea y los textos americanos e ingleses sobre Francis Drake, dado que la condición de Drake como un enemigo épico en el poema conlleva, por ejemplo, una imagen casi heroica del mismo. Mi segundo objetivo es evaluar cómo Lope representa la defensa americana frente a los ataques de los piratas ingleses como una guerra justa. En La Dragontea, la avanzada de una armada americana se presenta como una lucha religiosa, pues se trata de la recuperación de territorios y bienes usurpados por los “infieles”, en este caso, los ingleses. Al presentar esta guerra contra la piratería inglesa en comparación con las luchas contra los musulmanes para recuperar el dominio de la península ibérica en el Medioevo y la lucha contra la “barbarie americana”, Lope representa este fenómeno como si se tratase de una tercera conquista española. El poeta demuestra la necesidad de enfren-

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tarse a los ingleses en América, utilizando las posiciones sobre la guerra justa que comúnmente se debatían en la época, las de Bartolomé de Las Casas en su Historia de las Indias versus las de Juan Ginés de Sepúlveda en su Demócrates segundo. En tercer lugar, me interesa observar cómo el poema presenta la visión particular de un autor que escribe sobre América sin la experiencia del testigo de vista y que, por lo tanto, recurre a un minucioso trabajo de archivo. Lope edifica así su autoridad histórica siguiendo muy de cerca los documentos históricos que le sirvieron como fuentes. La procedencia de estas fuentes, sin embargo, evidencia las prácticas de mecenazgo literario en el poema. La arbitraria elección del héroe se sitúa en esta línea, así como también lo hará la representación del octavo virrey del Perú, entre 1589 y 1596, García Hurtado de Mendoza y Manrique. Las cercanas relaciones de Lope con Hurtado de Mendoza se hacen evidentes al hacer un seguimiento de los documentos que sirvieron para la redacción del episodio de la captura del pirata Richard Hawkins, en los cantos segundo y tercero de La Dragontea, un episodio que ocupa la más larga digresión del poema. No obstante, como demostraré, La Dragontea se presenta en su totalidad como un poema próximo a las características del gobierno virreinal de Hurtado de Mendoza, siguiendo principalmente su insistencia en cuanto a la necesidad de ser proveídas con una armada americana que pueda hacer frente a los ataques de los corsarios ingleses, así como su postura en lo referente a la adecuada aproximación misionera para la conversión de los nativos. A raíz de ello, analizaré, en cuarto lugar, cómo Lope erige un discurso sobre la conversión por el cual se entiende que la aculturación, es decir, la imitación de las costumbres y los valores de los españoles por parte de los indígenas americanos posibilita la unión entre España y sus reinos ultramarinos. Esta postura se hace eco de la obra misionera de la Compañía de Jesús en el virreinato del Perú. Siguiendo los postulados del padre José de Acosta, cuya Historia natural y moral de las Indias (1590) se publica en el momento en que Hurtado de Mendoza era virrey, La Dragontea se adscribe a las premisas de la legítima función de la autoridad civil para la conversión de los indígenas y la de los beneficios que traía consigo el contacto de los nativos americanos con una cultura europea potencialmente civilizadora. En esta línea, el episodio de los cimarrones de Santiago de Príncipe ocupa un lugar central no solo como parte de la estructura ideológica del poema (es decir, la riva-

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lidad entre españoles e ingleses), sino también desde la estructura alegórica del mismo. El vasallaje de los cimarrones en La Dragontea responde a las constantes referencias sobre las injusticias del colonialismo español entre escritores ingleses, y manifiesta la intención de Lope por demostrar la supremacía de la religión católica frente al protestantismo. La proximidad con la obra del padre José de Acosta es también visible en la representación de los ingleses y sus prácticas satánicas. Mi quinto y último objetivo es observar cómo, de la misma forma en que Acosta había interpretado la intervención del demonio en la idolatría indígena porque estas prácticas remedaban las cristianas y engañaban a los infieles, Lope presenta a los ingleses desde la “falsedad” de su doctrina. Por su parte, La Dragontea representa a los ingleses con las mismas herramientas retóricas que ellos utilizaban para describir a los españoles. Lope atribuye a los ingleses la codicia al llegar a los territorios americanos y las crueldades que cometen entre los nativos; pero añade que sus errores son resultado de estar guiados por una religión que él interpreta como falsa y corrupta. Asimismo, Lope enfatiza la importancia de la Virgen María, los santos y las reliquias cristianas como parte del antiprotestantismo en la obra. Con ello responde al rechazo del protestantismo frente a este tipo de veneración, y recrea una postura que nuevamente es semejante a la teoría misionera jesuita. En el poema, estas imágenes cobran importancia porque son a través de ellas que se puede adoptar la sumisión de los servidores del imperio español. En la introducción a su edición del poema Armas antárticas (c. 1608-1609) de Juan de Miramontes Zuázola, Paul Firbas (“Introducción” 77) realiza un recorrido sobre las circunstancias que promovieron la creación de la épica de materia americana. Entre ellas señala que la derrota de la Armada Invencible en 1588 fue un “momento decisivo en el traslado imaginario de las armas españolas —y sus poéticas— hacia otras geografías, entre reales e imaginarias”.1 Firbas añade que, 1. La derrota de la Armada Invencible adquiere particular pertinencia en este poema no solo por la figura de Francis Drake como el enemigo, sino también por la supuesta participación de Lope en la “Jornada de Inglaterra” de 1588, un motivo que ha sido frecuentemente estudiado entre los especialistas de la obra del Fénix y entre sus biógrafos, pero que no se ha podido esclarecer con referencias históricas. La Dragontea contiene una de las pocas referencias sobre la participación de Lope en la Armada: en el canto 9, señala que “soldados de la nave en que yo iba/ a Inglaterra aquí me lo han contado/ que, en ocho años de prisión esquiva/ que en la corte de Londres han pasado, / oyeron estas cosas que refiero” (489).

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si bien en cuanto a la forma métrica y la estructura en cantos, el modelo era el de la épica italiana, los temas conjugaban diversas fuentes y tradiciones como las Sagradas Escrituras, la historia militar reciente y la conquista del Nuevo Mundo. En La Dragontea, Lope amalgama todas estas circunstancias: el poema es una respuesta victoriosa ante la pérdida de la Armada Invencible; es también una exaltación del poder virreinal y una defensa de la conquista española de América; y en él confluyen las Sagradas Escrituras, la materia clásica y la historia militar española desde el Medioevo. 1. La Dragontea: una épica del antihéroe A pesar de los intentos por presentar una unidad entre España y América, y por demostrar una resolución del conflicto sobre la evangelización de los nativos americanos, La Dragontea exhibe un discurso fragmentado, con una serie de contradicciones relativas a la materia representada, así como a la distancia desde la que se edifica la voz autorial y la práctica del mecenazgo literario. Al estudiar La Araucana de Alonso de Ercilla, Elizabeth Davis (20) señala que el poema de tema chileno tiene una marcada tendencia hacia el conflicto, y se aleja de los temas simples, con una unidad fija. Davis establece una serie de antítesis en el poema de Ercilla entre los que se encuentra la poética del servicio al monarca, y el discurso sobre la nobleza heredada de sangre enfrentado al del reconocimiento de las virtudes personales del sujeto. Considero que estas mismas contradicciones están presenten en el poema de Lope. En La Dragontea las tensiones coyunturales en las que se inserta el poema, como el hecho de responder a un encargo y de alabar la nobleza de las autoridades virreinales, así como la búsqueda personal de un reconocimiento de la labor de Lope como poeta e historiador conllevan a una serie de discordancias desde las que se genera un poema que no es del todo uniforme. En La Dragontea, Lope glorifica específicamente la diligencia de los gobernantes virreinales al enfrentarse a las fuerzas inglesas. Subraya ante todo la actuación de Diego Suárez de Amaya, entonces alcalde de Nombre de Dios (en Panamá), al combatir las huestes de Drake. Así, Lope se alejaba de la versión común del episodio, donde se le concedía el mérito de la victoria a Alonso de Sotomayor, quien luego

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si bien en cuanto a la forma métrica y la estructura en cantos, el modelo era el de la épica italiana, los temas conjugaban diversas fuentes y tradiciones como las Sagradas Escrituras, la historia militar reciente y la conquista del Nuevo Mundo. En La Dragontea, Lope amalgama todas estas circunstancias: el poema es una respuesta victoriosa ante la pérdida de la Armada Invencible; es también una exaltación del poder virreinal y una defensa de la conquista española de América; y en él confluyen las Sagradas Escrituras, la materia clásica y la historia militar española desde el Medioevo. 1. La Dragontea: una épica del antihéroe A pesar de los intentos por presentar una unidad entre España y América, y por demostrar una resolución del conflicto sobre la evangelización de los nativos americanos, La Dragontea exhibe un discurso fragmentado, con una serie de contradicciones relativas a la materia representada, así como a la distancia desde la que se edifica la voz autorial y la práctica del mecenazgo literario. Al estudiar La Araucana de Alonso de Ercilla, Elizabeth Davis (20) señala que el poema de tema chileno tiene una marcada tendencia hacia el conflicto, y se aleja de los temas simples, con una unidad fija. Davis establece una serie de antítesis en el poema de Ercilla entre los que se encuentra la poética del servicio al monarca, y el discurso sobre la nobleza heredada de sangre enfrentado al del reconocimiento de las virtudes personales del sujeto. Considero que estas mismas contradicciones están presenten en el poema de Lope. En La Dragontea las tensiones coyunturales en las que se inserta el poema, como el hecho de responder a un encargo y de alabar la nobleza de las autoridades virreinales, así como la búsqueda personal de un reconocimiento de la labor de Lope como poeta e historiador conllevan a una serie de discordancias desde las que se genera un poema que no es del todo uniforme. En La Dragontea, Lope glorifica específicamente la diligencia de los gobernantes virreinales al enfrentarse a las fuerzas inglesas. Subraya ante todo la actuación de Diego Suárez de Amaya, entonces alcalde de Nombre de Dios (en Panamá), al combatir las huestes de Drake. Así, Lope se alejaba de la versión común del episodio, donde se le concedía el mérito de la victoria a Alonso de Sotomayor, quien luego

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fuera nombrado presidente de la Real Audiencia de Panamá. En el prólogo (“A los lectores”) a la Relación de los servicios de don Alonso de Sotomayor (1620), compuesta por Francisco Caro de Torres, se hace mención a La Dragontea de la siguiente manera: Y porque desta jornada escriuio Lope de Vega vn libro que intitulò la Dragontea, que anda entre sus obras, mouido por la primera informacion, el qual atribuyò la gloria del sucesso a quien no le tocaua, quitandola a quien de derecho se le deue, como al Capitan general, y dio este titulo a quien no le pertenecia.

Por encargo de Sotomayor, Caro de Torres viajó a la corte en 1596 para relatarle al rey los sucesos que llevaron a la derrota de Drake. Se entrevistó con Felipe II y sus ministros, a quienes les comunicó la trascendencia del protagonismo de Sotomayor. Dos décadas más tarde (Caro de Torres s. p.) puso por escrito esta relación con la esperanza de que el entonces rey Felipe III cumpliera con “la obligacion de hazer merced a los que sirvieron en ella”. Sotomayor había muerto diez años antes y Caro de Torres reclamaba sus mercedes como su albacea (88v). En los años que transcurrieron entre los hechos que se relatan en la relación y su publicación, el poema de Lope se publicó en cuatro ocasiones: la primera edición de Valencia en 1598 y una en Madrid con La hermosura de Angélica en 1602, con dos reimpresiones en 1604 y 1605. Así, Caro de Torres aprovechaba la oportunidad para presentar su versión de los hechos como testigo de los mismos y contrarrestar la versión del Fénix, quien solo, a su parecer, tenía conocimiento de una “primera información”. La elección del héroe en La Dragontea hizo de esta una obra polémica. Además de Caro de Torres, Antonio de Herrera, entonces cronista mayor de Indias, rechazó el contenido del poema de Lope por su falta de rigurosidad histórica. Herrera publicó su versión de los hechos en la Tercera parte de la historia general del mundo de 1612 y, al igual que Caro de Torres, le cedía el mérito de la victoria a Sotomayor.2 2.

En el octavo canto de La Dragontea (460), Lope señala que los soldados obedecen “como a su general al fuerte Amaya” por encontrarse dentro de su “jurisdicción”, como menciona en el verso siguiente. Caro de Torres (80v) asevera que el error de Lope consiste en llamar a Suárez de Amaya capitán, cuando capitán solo puede haber sido uno: “cosa que jamas se ha visto en armadas y exercitos auer dos Capitanes generales en vn distrito”. Por su parte, Herrera (586) afirma que la lle-

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Asimismo, Herrera intentó prohibir la difusión de La Dragontea después de su publicación. En una carta a Felipe III en 1599, Herrera advierte que Lope “cuenta aquel suceso muy contrario a la verdad, con manifiesto agravio de las personas que allí sirvieron”. Seguidamente dice que Lope no recibió licencia para la impresión en Madrid en 1598 y que por eso tuvo que solicitar una en Valencia. Le recomienda al rey negar la licencia en Madrid que Lope nuevamente solicitaba (cit. en Sánchez Jiménez, “Muy contrario” 569-570). En su artículo “Muy contrario a la verdad: los documentos del Archivo General de Indias sobre La Dragontea y la polémica entre Lope y Antonio de Herrera”, Sánchez Jiménez reproduce también un documento previamente descubierto y publicado en 1940 por José Torre Revello.3 Se trata de una consulta del Consejo de Indias del 13 de marzo de 1599, que manda recoger los ejemplares de La Dragontea e impedir su circulación. El documento subraya que Herrera ya había advertido sobre el poema de Lope y sus errores históricos: la principal causa que debió de mover para crearse el oficio de Coronista Mayor de las Indias que reside en esta corte debió de ser para que, escribiendo la historia de ellas, fuese con mucha puntualidad, conforme a los papeles y relaciones ciertas que se han recogido y tuviesen de las Indias (cit. en Sánchez Jiménez “Muy contrario” 575).

gada de Sotomayor promovió “muchas disputas sobre si lo recibian por Capitan general porque parecia que siendo tan principal cauallero, y tan gran soldado, y que auia tenido muy grandes oficios, no podia estar con su dignidad en aquella tierra con menos grado, allende de que lleuaua orden del Marques de Cañete para ello, a quien el Audiencia dezia que no era sugeta”. Al final, “conformados con la razón y con la necesidad” los miembros de la Audiencia de Panamá admitieron a Sotomayor como su capitán general (Herrera 586). Según un documento de la Audiencia de Panamá en el Archivo General de Indias (Panamá 237 L. 12 F. 139V140V), Suárez de Amaya fue designado en el cargo de “alcalde mayor y capitán general de Nombre de Dios” el 11 de marzo de 1591, y llevaba cinco años en el cargo cuando se nombró a Sotomayor como capitán general. 3. Además de los documentos correspondientes a la polémica entre Lope y Herrera, Sánchez Jiménez describe dos cartas de Suárez de Amaya a Felipe II, que favorecen su causa frente a la de Sotomayor. Suárez de Amaya señala que los documentos le fueron devueltos y solicita por ello una segunda revisión. Según Sánchez Jiménez (“Muy contrario” 572), estos escritos fueron luego entregados a Lope para su uso en la redacción de los acontecimientos históricos en La Dragontea.

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Es decir, según Herrera, el problema con La Dragontea no se reducía únicamente al hecho de atribuirle la derrota de Drake a Suárez de Amaya y no a Sotomayor, sino también a su decisión de escribir sobre las Indias sin la precisión que merecía. El pedido de Herrera y del Consejo de Indias no llegó a concretarse, pues La Dragontea siguió circulando después de 1602. Por su parte y como señaló Irving A. Leonard (282), un registro del envío de libros a América de 1601 revela que 94 ejemplares de la edición de Valencia fueron trasladados a los virreinatos. Sin embargo, el poema no recibió buenas críticas entre sus contemporáneos4 y es hoy en día uno de los textos menos analizados entre los estudiosos de la obra de Lope. La Dragontea se ha leído como una obra de enorme intolerancia, en donde el tono partidario resulta exagerado y el esquema épico, improbable (Pierce 298). Como señala Elizabeth Davis (5), los poemas épicos españoles de fines del siglo xvi sugerían una definición flexible del género. Estos demuestran una conceptualización espontánea y la vez concreta de la poesía épica. Las cercanas relaciones de Lope con las esferas del poder político, así como el lugar desde el cual se posiciona con respecto a la materia representada, como señala Firbas (“Introducción” 77), conllevan a una elección entre una épica de estilo verosímil y una de estilo verista —según las categorías que reconoció Menéndez Pidal—,5 que se presenta internamente modificada de acuerdo a los diversos objetivos del poema. Para alcanzar autoridad histórica, Lope construye los hechos de La Dragontea siguiendo fuentes documentales. A la vez, se Un famoso soneto de Luis de Góngora “A cierto señor que le envió La Dragontea de Lope de Vega” así lo demuestra. El escritor cordobés señala que Lope no tiene las habilidades necesarias para dedicarse a escribir poesía épica (“para ruido de tan gran trueno/ es relámpago chico: no me ciega”) y que debe limitarse a escribir “tiernos, dulces, músicos papeles”. 5. Explica Menéndez Pidal en su estudio La épica medieval española (198) que la épica verista y la épica verosímil fueron las dos tendencias que dominaron la poesía heroica renacentista. Por épica verista, Menéndez Pidal se refiere a los poemas en los se presenta una íntima relación entre poesía e historia. En cuanto a la épica verosímil, caracteriza aquellos poemas que dejaban de lado la “historia verdadera” y seguían los modelos italianos. Según Paul Firbas (76-77), a fines del siglo xvi y principios del xvii, la poesía épica adopta un criterio más verosímil que verista por el influjo de la épica renacentista italiana (específicamente el poema de Tasso), un criterio que coincide con la crisis del imperio de los Habsburgo y, por lo tanto, con la tendencia de escribir poemas de corte más patriótico y religioso. 4.

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aleja de su contenido, lo que finalmente motivó la crítica y censura del poema. En su estudio, Pilgrimage to Patronage. Lope de Vega and the Court of Philip III, 1598-1621, Elizabeth R. Wright (27) señala que Lope obtuvo documentos secretos del Consejo de Indias y los usó para desarrollar su postura polémica a favor de Suárez de Amaya en la polémica sobre la derrota de Drake. Tanto Wright como Sánchez Jiménez (“Lope, historiador” 150) revelan que Lope tuvo acceso a documentos e informaciones secretas sobre el alcalde de Nombre de Dios.6 El prólogo de la obra escrito por Francisco de Borja y Aragón (1582-1658), futuro príncipe de Esquilache,7 da cuenta del marcado acento histórico del poema. Según Borja (124), Lope reconstruyó la derrota de Drake basándose en los documentos de la Real Audiencia de Panamá: “Todo lo cual resulta en honra de nuestra nación, como se podrá ver en estos diez cantos, sacados de la relación que la Real Audiencia de Panamá hizo y autorizó con fidedignos testigos”. Borja (122) además insiste en el carácter histórico del poema al definir la obra como una “relación de la jornada que Francisco Draque hizo con la armada inglesa a la ciudad de Nombre de Dios”. Por su parte, en la dedicatoria del poema, Lope (120) señaló que su intención fue precisar la narración de los hechos históricos: Dos cosas me han obligado a escribir este libro, y las mismas a dirigirle a Vuestra Alteza: la primera que no cubriese el olvido tan importante victoria, y la segunda que descubriese el desengaño lo que ignoraba el vulgo, que tuvo a Francisco Draque en tal predicamento, siendo la verdad que no tomó grano de oro que no le costase mucha sangre.

6. La investigación de Sánchez Jiménez surgió del cotejo entre el poema y sus posibles fuentes históricas. Este pormenorizado estudio añade una nueva e importante lectura a lo que ya se había dicho sobre La Dragontea, particularmente en lo que se refiere a las circunstancias de su producción. En 1938, A. K. Jameson reconoció cinco de los textos en los que se basó Lope para su poema épico. Jameson (113) señaló que aquellos datos históricos que no se hallaban en este grupo de textos eran “purely poetical embellishments”. Sánchez Jiménez demuestra que esto no fue así y que, por el contrario, Lope realizó un cuidadoso trabajo de archivo. Sánchez Jiménez publicó sus hallazgos en el ensayo introductorio de su edición del poema en 2007 y en su artículo “Lope, historiador de Indias: las fuentes documentales de ‘La Dragontea’ (1598)” en 2008. 7. Francisco de Borja y Aragón, quinto príncipe de Esquilache (1582-1658), fue nombrado el virrey del Perú en 1614 y se mantuvo en el cargo hasta 1621.

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Lope (120) le recuerda al monarca “lo que debe a quien le ofrece su vida”, insistiendo de esta forma en la necesidad de compensar a aquellos que lucharon contra los ingleses en esta jornada. Lope subraya el rol de Suárez de Amaya y García Hurtado de Mendoza, y reconoce a Beltrán de Castro y de la Cueva,8 cuñado de Hurtado de Mendoza, y principal responsable de la captura del pirata inglés Richard Hawkins en las costas del virreinato peruano. Por su parte, así como el monarca debe reconocer los servicios de sus súbditos militares, Lope insiste en que los poetas también merecen una satisfacción. En el cuarto canto, por ejemplo, señala las limitaciones de las que son susceptibles los poetas al no recibir mecenazgo. Se subraya entonces que los poetas, desprovistos de tal protección, no pueden dedicarse a empresas patrióticas y así son “cisnes que mueren por falta de Mecenas”: No es falta de escritores, patria mía, Que el Tajo, el Betis claro en sus arenas, el Pisuerga, el Genil y el Turia cría cisnes que mueren por falta de Mecenas. Con esto se adormecen cada día en la contemplación de las Sirenas (311).

La mención del mecenazgo en La Dragontea nos habla de una intención del autor por acentuar la necesidad de que los poetas se dediquen a exaltar fines nobles o patrióticos. Las circunstancias de la producción de este poema también manifiestan esa intención: entre 1597 y 1598, el rey Felipe II prohibió la representación de las comedias9 y, durante estos mismos años, Lope publica la Arcadia (1598), La Dragontea (1598) y el Isidro (1599), obras que Sánchez Jiménez (“Introducción” 15-16) denomina “la tríada virgiliana de fin de siglo”. Al elegir

8. Beltrán de Castro, caballero de la Orden de Alcántara, fue un destacado militar español. Hermano de Teresa de Castro, esposa de don García Hurtado de Mendoza, e hijo del V conde de Lemos, Castro fue reconocido por la captura del pirata inglés Richard Hawkins en 1594. 9. A finales de la década de 1590, Felipe II ordenó el cierre de los teatros madrileños como parte del luto por la muerte de su hija, doña Catalina, duquesa de Saboya, que falleció en 1597. En mayo de 1598 Felipe II publicó un decreto en el que se prohibía la representación de las comedias por considerarlas moralmente inapropiadas.

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la épica para demostrar su dominio en temas elevados y de raigambre histórica, Lope, sin embargo, se alejó del modelo clásico y de las preceptivas poéticas de sus contemporáneos, como la de Torquato Tasso o la de Alonso López Pinciano, que recomendaban una distancia temporal frente a los acontecimientos históricos relatados en el poema.10 El Fénix propone, por el contrario, un género “mixto”, más cercano a la Farsalia de Lucano, un escritor considerado por el autor del prólogo de la obra de Lope, Francisco de Borja, “tan atado a la verdad de lo que contó que más es historiador en verso que poeta” (La Dragontea 123). Si bien en La Dragontea Lope busca presentar características satánicas en el enemigo inglés, el solo título del poema engrandece la figura del pirata como el mayor adversario del imperio. Como señala Wright (“From Draque” 36), el enfoque en el pirata inglés se incrementa con la desafortunada representación de Diego Suárez de Amaya como su contrapeso. El hecho de que el poema alabe tanto el gobierno del octavo virrey del Perú como las hazañas de Suárez de Amaya en la batalla de Panamá conlleva una disgregación y consecuente reducción de la figura heroica española. No hay un héroe español en el poema que se equipare a las dimensiones de Drake como enemigo. Tampoco se puede hablar propiamente de una victoria contra el pirata, pues su muerte se debió a una enfermedad y no a su derrota frente a los españoles. Aunque el príncipe Felipe (luego Felipe III) aparece como el interlocutor del poema y por lo tanto puede brindar cierta unidad al mismo, situar al heredero al trono como el verdadero héroe del poema convierte a Drake en su antagonista y pone a ambos al mismo nivel. Por su parte, la representación por momentos heroica del pirata inglés en el poema corresponde a una convención propia de la épica culta: la del enemigo digno. Así, al situarse en un universo textual como el de la épica, Lope problematiza la representación de Drake y construye un poema que se erige desde la figura no de un héroe, sino de un antihéroe. En el primer canto, la figura alegórica de Codicia le presenta a Draque una relación de sus victorias en la América española. Para disminuir 10. Me refiero al Discorsi dell’ arte poetica (1595) de Torquato Tasso y a la Philosophia Antigua Poetica (1596) de Alonso López Pinciano. El Pinciano (469) señalaba como atributos de la épica: “que sea la fábula fundamentada en historia, y que la historia sea de algún príncipe digno secular, y no sea larga por vía alguna que ni sea moderna, ni antigua, y que sea admirable: así que siendo la tela en la historia admirable, y en la fábula verisímil, se haga tal que de todas sea codiciada, y a todos deleitosa y amable”.

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el carácter heroico de las empresas de Draque en América, Lope presenta el recurso, como veremos, del falso mensaje mediado por el engaño. Sin embargo, no deja de llamar la atención la serie de sucesos que Lope decide retratar en su retrospectiva de la carrera del inglés. Por ejemplo, Codicia le dice a Draque que él ha sido “el primero que ha honrado tu linaje/ de quien tan pobre y sin favor naciste” (176), con lo cual enfatiza los logros personales del inglés por oposición a la nobleza de sangre. Asimismo, señala que la circunnavegación fue un “heroico hecho”, “célebre en el mundo” (184) y declara también que Draque fue compasivo con sus enemigos, “que siempre en el rigor piadoso fuiste” (188). Al respecto, Wright (“From Draque” 35) señala que Drake aparece representado en el poema de Lope con las características del ideal caballeresco. La ambigua representación de Drake en La Dragontea adquiere mayor complejidad cuando se analiza a la luz de la poética del mecenazgo en el poema. Como ha notado Sánchez Jiménez (“Raza, identidad y rebelión” 126), la digresión sobre los cimarrones presenta “uno de los temas que más preocupó a Lope a lo largo de su carrera, y uno de los más prominentes en La Dragontea: la relación entre nacimiento y virtud, y entre virtud y recompensa”. En el discurso del mensajero inglés, se sustenta la igualdad entre los esclavos fugitivos y los españoles, deslegitimando la empresa esclavista en América. A pesar de que el argumento del inglés es posteriormente refutado por Luis de Mazambique, lo cierto es que la voz poética ya había presentado “una reflexión filosófica sobre la relación entre nacimiento, raza y méritos” (Sánchez Jiménez, “Raza, identidad y rebelión” 127) en el episodio en que se presenta a Andrés Amador, un mulato que traiciona a los españoles y guía a los ingleses en Panamá: Un mulato —perdóneme, si quieren, algunos que hay de su color honrados, que, en fin, los que lo son, como lo adquieren, por su virtud merecen ser loados, que los que salen tales no difieren de hidalgos bien nacidos y enseñados más que en haberles dado el sol más fuerte en el común camino de la muerte— (340-341).

Esta reflexión, por oposición a la representación de la valentía y el ánimo de los cimarrones, enfatiza la importancia del tema en el poema.

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Incluso Pedro, el maestre de campo de los cimarrones, se caracteriza por “sus blasones/ los que muchas hazañas confirmaron” (395). Como sugiere Sánchez Jiménez (“Raza, identidad y rebelión” 128-129), el episodio de los cimarrones se relaciona con la mención del mecenazgo en la obra, pues en repetidas ocasiones Lope alude a la importancia de que el monarca restituya mercedes a quienes han servido a favor del reino y a los poetas que quieren cantar sus glorias. Por su parte, Elizabeth R. Wright (“El enemigo” 120) ha señalado que la paradójica representación de Drake en el poema responde también al atento seguimiento de las fuentes historiográficas por Lope, pues las mismas “solían enfatizar su ascenso social [el de Drake] a través de los hechos propios”. Así, mientras que Lope erige un discurso en el que los cimarrones son llamados virtuosos por sus hazañas, deja también abierta la posibilidad de la alabanza a Drake por las mismas razones. Agrega Wright (“El enemigo” 126) que La Dragontea sirve como un espejo de príncipes para comunicarle al príncipe Felipe que la prudencia, virtud que Lope subraya en el accionar de Suárez de Amaya, es la virtud emblemática del imperialismo español. Wright sostiene que lo que Lope buscaba demostrarle al futuro monarca es que tanto Suárez de Amaya como los cimarrones representan el tipo de vasallaje que se requiere para la estabilidad del imperio y de sus posesiones transatlánticas. Añadiría que esta condición inestable del héroe épico en el poema hace posible rememorar las acciones heroicas de los conquistadores españoles. En primer lugar, porque ellos, al igual que los cimarrones y que el mismo Drake, representan al hombre común convertido en noble. En segundo lugar, porque La Dragontea es, ante todo, una defensa de la conquista española de América y una declaración de que los españoles habían logrado cumplir con lo que justificaba su presencia en el Nuevo Mundo: la evangelización y posterior conversión de los indígenas. Quizás por ello la mayor y más compleja paradoja en el poema es la posición de la voz autorial respecto de las atrocidades de la guerra. A la vez que aboga por los beneficios recibidos en tierras americanas por las acciones de los españoles, el poema alude, por ejemplo, a la crueldad de las guerras contra el cimarronaje. Como en el caso de las alabanzas a Drake, Lope pone este discurso sobre las crueldades y los excesos de los conquistadores en boca de los ingleses; pero al hacerlo, pone en evidencias los argumentos de quienes criticaban o condenaban la colonización española en el Nuevo Mundo.

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2. La lucha contra la piratería y la guerra justa El emblema que aparece en la portada de La Dragontea define el entramado simbólico del poema (lámina 8). En él, se presenta un águila pisando un dragón y la frase que acompaña el grabado procede del Salmo 90, versículo 13 de la Vulgata: “Super aspidem et basiliscum ambulabis, /et conculcabis leonem et draconem” [“Caminarás sobre el áspid y el basilisco/ y pisotearás al león y al dragón”]. Además, el enunciado que se encuentra debajo de la imagen dice: “Tandem Aquila Vincit” [“El águila vence al fin”]. El águila era el animal heráldico de los Austrias y el león, el de Inglaterra. Así, el emblema marca el triunfo de España frente a Inglaterra, Drake y la herejía.11 La lucha entre los españoles y los ingleses se asume en lenguaje bíblico, donde se entiende que el dragón es la representación del demonio y el águila, el triunfo de la causa divina.12 La similitud del nombre del enemigo (Draque) con el dragón no podía ser más afortunada.13 Lope (142) refuerza esta relación en la tabla que precede al poema, “Lo que se ha de advertir para la inteligencia de este libro”, donde señala: “Todas las veces que se hallare este nombre Dragón, y lo que por él se dice, se ha de entender la persona de Francisco Draque”. La relación de Draque con el dragón de las Sagradas Escrituras aparece en la invocación a Felipe en el canto primero: 11. El águila y el dragón a menudo se representaban como enemigos naturales. En el Tesoro de la lengua castellana o española (1611) de Sebastián de Covarrubias (16v) se señala que “(el águila) tiene particular enemistad con el dragón, o sierpe, porque se sube a comer al nido sus huevos, o sus pollos: y así cogiéndola en escampado, la arrebata en las uñas, y la sube por el aire, y la va despedazando: pero la sierpe, o la culebra se le enrosca, y rodea, de manera que suele algunas veces cogerle las alas y la deja volar, y vienen ambos a tierra”. 12. En referencia al dragón, Covarrubias (222r) señala que “por este nombre de dragón es significado el demonio en las sagradas letras, y particularmente en muchos lugares del Apocalipsis”. Por su parte, en sus Emblemas morales de 1610, Covarrubias presenta a la figura del dragón como imagen de la codicia y de lo pernicioso. El emblema 43 detalla la jerarquía de los animales ofídicos, donde el dragón adquiere el lugar supremo en la representación de la corrupción del ser humano. Lope construirá su representación con estas dos acepciones en mente. 13. Pedro de Oña (614) en su Arauco domado, fuente confesa de La Dragontea, utiliza también la figura del dragón para referirse al pirata inglés Richard Hawkins: “El venturoso lance y rica presa/ que hizo aquel dragón, parando el vuelo,/ es un despojo grande que este suelo/ dará, por su descuido, a gente inglesa”.

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Vos, heroico Filipo, que el Tercero os cupo en suerte del mayor Segundo, a quien obliga tanto un caballero que os pudo asegurar un Nuevo Mundo, si ver queréis en el rigor postrero aquel Dragón de la escritura inmundo que ansí alteró la margen española y cuanto el sol poniéndose arrebola (146).

Lámina 10: Portada de la primera edición de La Dragontea (Valencia, 1598). Fuente: Banco de imágenes de la British Library (imagesonline.bl.uk).

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En esta octava real, Lope se dirige al príncipe como si fuera rey, a pesar de que La Dragontea se publicó el mismo año de la muerte de su padre. Sin embargo, el ascenso al trono de Felipe III brindaba la posibilidad de augurar tiempos mejores para España, por lo que su invocación en esta primera parte del poema le da un sentido providencial al poema. El “caballero” al que se refiere en el tercer verso es Suárez de Amaya, a quien Lope ya definió como héroe del poema en la primera estrofa del mismo: gracias a Suárez de Amaya la Corona ha podido “asegurar un nuevo Mundo”, subrayando la trascendencia de este en la instauración del orden virreinal. Finalmente, señala que el poema tratará sobre la muerte del “Dragón de la escritura inmundo”. De esta forma, Lope sustenta el episodio histórico que va a retratar a continuación como una lucha entre el bien y el mal. En la siguiente estrofa, Lope (146-147) declara ante Felipe que “anticipo/ vuestra dichosa edad a la Dorada, / con el pincel de Apeles y Lisipo/ en otra tabla, de laurel cortada”. Lope sustenta así que su poema tiene la labor de anunciar las futuras glorias de España bajo el reinado de Felipe III. Con ello, nuevamente enfatiza el sentido providencial de La Dragontea. El triunfo de los españoles frente a los ingleses supone el comienzo de una nueva era, el retorno de una “edad dorada”.14 Este motivo se utiliza para sustentar el carácter universal del nuevo rey y hacer prevalecer una visión imperial de su gobierno. La entrada en el escenario de la figura alegórica de la Religión cristiana acompañada de tres damas, quienes representan a España, Italia y América, subraya dicho “universalismo”. La Dragontea se inscribe así en el principio de universalismo cristiano, definido por la Iglesia católica romana, y por lo tanto los ingleses constituyen una temible amenaza para su consolidación.

14. En la Primera parte del Quijote (1605), el protagonista presenta un discurso sobre la edad dorada y señala la falta de codicia, de engaño y de malicia, y el triunfo de la justicia como sus características (97-99). En su estudio, The Return of Astraea. An Astral Imperial Myth in Calderón, Frederick de Armas analiza la presencia del mito de la edad dorada y el retorno de la diosa de la justicia, Astrea, en el Siglo de Oro español. De Armas señala que se trata de un mito que proviene de la literatura clásica, con reminiscencias de la cuarta égloga de las Bucólicas y la Eneida, de Virgilio. El motivo se utilizó, por ejemplo, en el canto 15 del Orlando el Furioso de Ariosto para representar el futuro glorioso del imperio de Carlos V. El carácter profético de este tópico permaneció en los poemas épicos españoles como en el caso de La Dragontea, pues servía para restablecer el concepto de la monarquía universal cristiana, de un dominus mundi español.

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Esta estrategia retórica se complementa en el octavo canto del poema con el discurso que Suárez de Amaya como capitán dirige a sus soldados para relatarles la importancia y el motivo de su lucha. En este se hace una apología a la conquista de América, donde se señalan las dificultades a las que tuvieron que enfrentarse los primeros conquistadores al llegar a esas tierras: No costó la conquista de esta tierra de balde a sus primeros moradores, que sufrieron por ella, en paz y en guerra, del inclemente cielo mil rigores. La riqueza bellísima que encierra no la gocen extraños labradores, que no se han de llevar sus cortijos lo que le cuesta a España tantos hijos (446-447).

Suárez de Amaya enumera a estos “hijos”, entre los que nombra a Colón, Cortés y Fernán Núñez (aunque comete un error en el nombre propio porque se refiere a Álvar Núñez Cabeza de Vaca). Al hablar de Cabeza de Vaca señala que este estaba “perdido/diez años entre monstruos inhumanos/ más fieros que abarimos y bracmanos” (447). Recuerda también las guerras españolas contra los araucanos (“el rebelado bárbaro chileno”) para manifestar las dificultades a las que tuvieron que enfrentarse los españoles en virtud de hacer prevalecer la religión católica en América. La visión que presenta Lope sobre el papel de los españoles en la conquista americana está asociada al sufrimiento, lo que permite relacionar el comportamiento de los conquistadores con el martirio de los santos de la Iglesia. Es decir, enfatiza la crueldad y gravedad de las ofensas cometidas contra los indígenas americanos para demostrar que se trataba de una conquista legítima en defensa del catolicismo. Además, sustenta los episodios de la conquista de América en la misma línea en la que presenta las victorias milagrosas de los españoles contra los ejércitos moros, entre otras: la batalla de Jerez en 1231 o la de las Navas de Tolosa en 1212. Edifica así una continuación entre las luchas contra “infieles” por recuperar los territorios que fueron dominados por los musulmanes en la península ibérica con las de la conquista de América.15 15. Aquí, Lope parece hacerse eco de la célebre declaración de Francisco López de Gómara en la carta al emperador Carlos V que introduce su Historia general de

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Por su parte, la batalla de Panamá en contra de los enemigos ingleses que se disponen a emprender los soldados de Amaya corresponde a una tercera avanzada cristiana en contra de los infieles, una “tercera” conquista española. Para poder definir a los ingleses como los nuevos enemigos del catolicismo, sin embargo, constata el derecho y la legitimidad del mando de España sobre sus posesiones americanas: el rey Felipe “por armas, obediencia y gusto/ es ligítimo dueño de dos mundos” (171). Estos versos subrayan, por un lado, la licitud de la conquista de América y enfatizan, por el otro, que el vasallaje de los americanos se realiza con el agrado de servir al monarca español. El poema establece una correspondencia entre los piratas ingleses y los musulmanes corsarios berberiscos que atacaban con frecuencia las costas de España e Italia. En el primer canto, la figura alegórica de la Religión cristiana se queja de los ataques que recibe en América de manos de Lutero, pues dice además sufrir ataques en el Mediterráneo por los siervos de Mahoma: “Del moro Italia, y su cabeza, Roma, / España de corsarios que la minan, / América de aqueste Dragón fiero/ se quejan al remedio verdadero” (161). En el último canto, el mismo personaje solicita a Dios (el Padre omnipotente) su intervención para remediar la situación en el Mediterráneo, pues gracias a esta se ha podido defender los territorios americanos de la piratería, como lo demuestra la derrota y muerte del Draque. La lucha contra la piratería americana se presenta como una guerra justa, dado que cumple con las causas tradicionales que la autorizan.16 En su Historia de las Indias, finalizada en 1561, pero publicada recién en el siglo xx, Bartolomé de Las Casas (1: 196 [libro 1, capítulo 25]) señala que la primera causa de la guerra justa es luchar contra aquellos que inquietan la cristiandad: “y estos son los turcos y moros de Berbería y del Oriente, como cada día vemos y padecemos; contra estos no hay duda sino que tenemos guerra justa”. Lope postula que la piratería en América es equivalente las Indias (1552): “Muy soberano Señor: La mayor cosa después de la creación del mundo, sacando la encarnación y muerte del que lo creó, es el descubrimiento de Indias; y así las llaman Nuevo Mundo”. 16. Estas eran, desde las Siete Partidas alfonsinas, la defensa de una nación cristiana frente a aquellos infieles que invaden y atacan sus territorios; la defensa frente a quienes buscan impedir o destruir la cristiandad y la prerrogativa de castigar a aquellos que cometían esas ofensas (Adorno, Polemics 66).

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a la piratería en el Mediterráneo, justificando la “legítima defensión y natural” por parte de los españoles de sus territorios. En cuanto a la segunda causa, Las Casas (1: 196 [libro 1, capítulo 25]) argumenta que la guerra es legítima cuando se lucha contra aquellos que “persiguen, o estorban o impiden” la religión cristiana. El papel de los cimarrones en La Dragontea corresponde a esta segunda causa, porque su alianza con las huestes inglesas en los primeros viajes de Drake a América, a la que se hace mención en el primer canto, significó un peligro para la propagación del catolicismo. Como vimos en el capítulo anterior, la piratería inglesa fue comúnmente interpretada como una amenaza contra el proceso de evangelización indígena por las agresiones inglesas y las posibles adhesiones de los nativos americanos al ideario inglés. La alianza de los cimarrones de Panamá con los ingleses ya había confirmado que el contacto con ellos podía desestabilizar la conversión al catolicismo y representaba un inconveniente para la consolidación del orden virreinal español. Con respecto a la tercera causa de la guerra justa, Las Casas (Historia de las Indias 1: 196 [libro 1, capítulo 25]) señala que se debía hacer guerra a aquellos que habían hecho daño a la república cristiana y se negaban a restituir sus bienes. El Drake de Lope es culpable porque los ingleses se niegan a devolver el botín. En el poema se enfatiza que la codicia impulsa a Draque a emprender su última expedición pirática y Lope crea varias escenas que dramatizan el saqueo de iglesias y de ambición desmedida por parte de los ingleses. La Dragontea se concentra en el fenómeno de la piratería para articular el universo épico, en donde la defensa de la Iglesia católica romana es la causa del enfrentamiento, y en donde la unidad entre España y sus virreinatos aparece ya presupuesta. No debe sorprendernos las pocas o veladas representaciones de los indígenas en un poema cuya historia se desarrolla en estos territorios. Barbara Fuchs (Mimesis and Empire 147) ha señalado que, en el poema, los nativos americanos están completamente ausentes del escenario, dejándole al lector la sensación de que lo único que originalmente se conquistó fue un territorio convenientemente baldío. Sin embargo, la cristianización de los indígenas se encuentra en el corazón del poema, pues el motivo de la conversión en La Dragontea se erige desde las polémicas en torno a su conquista y evangelización. La conversión es, además, fundamental para establecer el presupuesto de un control

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absoluto de España sobre América, tal y como el poema lo plantea. El poema también representa las dificultades que traía consigo la presencia de la herejía para el adoctrinamiento de los indígenas. El episodio de la captura del pirata inglés Richard Hawkins en las costas del virreinato peruano nos brinda algunas luces sobre el lugar que ocupa en esta controversia La Dragontea. 3. El episodio de Richarte Áquines y la política del mecenazgo El papel del corsario inglés Richard Hawkins (Richarte Áquines) demuestra la minuciosa lectura de fuentes históricas y literarias que Lope llevó a cabo para la creación de La Dragontea. La procedencia de estas fuentes da cuenta a su vez de las prácticas de mecenazgo literario en el poema. Después de realizar un detallado cotejo del poema con varios de los documentos históricos que se conservan sobre el episodio, Sánchez Jiménez (“Introducción” 51-55) señala cuáles fueron las fuentes a las que Lope acudió. Como bien afirma (“Introducción” 55), el uso de estos documentos manifiesta que Lope consultó los archivos personales del que fuera virrey del Perú en el momento de la captura de Hawkins, García Hurtado de Mendoza y Manrique. Tal y como señala Víctor Dixon (86-87), La Dragontea también pertenece al grupo de obras comisionadas por la familia Hurtado de Mendoza para la campaña propagandística a favor de don García.17 A esta lista se suma la tragicomedia el Arauco domado (1625), que Lope dedicó al hijo de don García, Juan Andrés Hurtado de Mendoza, y en la que alabó las hazañas de aquel en tierras araucanas cuando era gobernador de Chile. La tragicomedia lleva el título del poema épico de Pedro de Oña, del cual Lope extrae el material para su producción. 17. Dixon (80) sugiere que, a pesar de que el rey Felipe II expresó gratitud y simpatía hacia García Hurtado de Mendoza y su labor en tierras americanas, las cartas que el marqués de Cañete envió a su regreso a España, donde solicitaba reconocimiento y recompensa por su servicio, nunca recibieron respuesta. Por su parte, la propaganda también tuvo entre sus motivaciones enfrentarse al éxito que había alcanzado el poema de Ercilla, La Araucana, donde la labor de Hurtado de Mendoza en Chile había sido prácticamente ignorada, cuando no criticada. En el prólogo de su poema, Pedro de Oña (25) señala, por ejemplo, que escribe la misma materia que Ercilla para “traer a la memoria lo que él dejó al olvido”.

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absoluto de España sobre América, tal y como el poema lo plantea. El poema también representa las dificultades que traía consigo la presencia de la herejía para el adoctrinamiento de los indígenas. El episodio de la captura del pirata inglés Richard Hawkins en las costas del virreinato peruano nos brinda algunas luces sobre el lugar que ocupa en esta controversia La Dragontea. 3. El episodio de Richarte Áquines y la política del mecenazgo El papel del corsario inglés Richard Hawkins (Richarte Áquines) demuestra la minuciosa lectura de fuentes históricas y literarias que Lope llevó a cabo para la creación de La Dragontea. La procedencia de estas fuentes da cuenta a su vez de las prácticas de mecenazgo literario en el poema. Después de realizar un detallado cotejo del poema con varios de los documentos históricos que se conservan sobre el episodio, Sánchez Jiménez (“Introducción” 51-55) señala cuáles fueron las fuentes a las que Lope acudió. Como bien afirma (“Introducción” 55), el uso de estos documentos manifiesta que Lope consultó los archivos personales del que fuera virrey del Perú en el momento de la captura de Hawkins, García Hurtado de Mendoza y Manrique. Tal y como señala Víctor Dixon (86-87), La Dragontea también pertenece al grupo de obras comisionadas por la familia Hurtado de Mendoza para la campaña propagandística a favor de don García.17 A esta lista se suma la tragicomedia el Arauco domado (1625), que Lope dedicó al hijo de don García, Juan Andrés Hurtado de Mendoza, y en la que alabó las hazañas de aquel en tierras araucanas cuando era gobernador de Chile. La tragicomedia lleva el título del poema épico de Pedro de Oña, del cual Lope extrae el material para su producción. 17. Dixon (80) sugiere que, a pesar de que el rey Felipe II expresó gratitud y simpatía hacia García Hurtado de Mendoza y su labor en tierras americanas, las cartas que el marqués de Cañete envió a su regreso a España, donde solicitaba reconocimiento y recompensa por su servicio, nunca recibieron respuesta. Por su parte, la propaganda también tuvo entre sus motivaciones enfrentarse al éxito que había alcanzado el poema de Ercilla, La Araucana, donde la labor de Hurtado de Mendoza en Chile había sido prácticamente ignorada, cuando no criticada. En el prólogo de su poema, Pedro de Oña (25) señala, por ejemplo, que escribe la misma materia que Ercilla para “traer a la memoria lo que él dejó al olvido”.

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El poema es, además, fuente confesa18 para el tratamiento de Richard Hawkins en La Dragontea. Lope extrae gran parte de la información histórica de este suceso de los cantos dieciocho y diecinueve del poema de Oña. Incluso complementa el poema con su presentación de los hechos, pues la obra de Oña queda inconclusa y finaliza en la batalla entre Castro y Hawkins, mas no en la posterior captura del pirata inglés. El Arauco domado de Oña, además, estuvo también dedicado al hijo de García Hurtado de Mendoza y fue el primer texto que conformó la campaña a favor del virrey. La sola mención de Oña y su poema en La Dragontea sugiere que fue García Hurtado de Mendoza o algún allegado a él quien le proporcionó los documentos a Lope. Inmediatamente después de la publicación del poema de Oña en Lima en 1596, el autor y Antonio Ricardo, natural de Turín, primer impresor de libros en la capital del virreinato, tuvieron que presentar su testimonio ante don Pedro Muñiz, deán de la catedral de Lima y provisor y vicario general del Arzobispado. Ambos testimonios formaron parte del proceso emprendido contra el poeta por haber impreso el Arauco domado sin aprobación arzobispal. Como señala José Antonio Mazzotti (“Paradojas de la épica criolla” 236), el Arauco domado contenía “algunas acusaciones al clero y a determinados personajes quiteños en relación con la rebelión de las alcabalas” y generó la reacción de los perjudicados. En su testimonio, el impresor Antonio Ricardo declaró que él “imprimió ochocientos cuerpos de libros del Arauco domado, de los cuales ha entregado al autor Pedro de Oña, setenta y un cuerpos y más setenta cuerpos que dio al Marqués Visorrey” (cit. en Medina, Biblioteca Hispano-Chilena 1: 48). Una carta que García Hurtado de Mendoza escribió al rey el 18 de mayo de 1596 desde Panamá para dar noticia de su partida confirma que este viajó a España después de la publicación del poema de Oña (Levillier 13: 353-358).19 Esto sugiere que el virrey partió para España con algunas copias del poema y que fue gracias a él que el Fénix pudo leerlo. 18. La octava 22 del tercer canto, en la que hace referencia a su lectura del poema de Oña, señala lo siguiente: “La cual cómo pasó nadie se atreva/ contar mejor en verso castellano, /aunque parezca en Chile cosa nueva, /que Pedro de Oña, aquel famoso indiano” (Lope, La Dragontea 253-254). 19. El proceso de censura tiene como fecha de solicitud el 3 de mayo de 1596, lo que confirma que el poema se publicó antes del mes de mayo y de la partida del virrey.

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Por su parte, en el poema de Lope, la relación del fracaso de la jornada de Hawkins al mar del Sur concluye con una exaltación a García Hurtado de Mendoza, donde se menciona, por ejemplo, su rol en la guerra del Arauco: Los indios asombró de tal manera que los más indomables araucanos hijo del mismo Sol pensaban que era, temblando de sus rayos soberanos. Rindiéndose de paz a su bandera, con los demás rebeldes comarcanos, cosa entre aquellos bárbaros no vista desde la obstinación de su conquista (262).

Como ha destacado Sánchez Jiménez, los episodios que se resaltan también forman parte de los Hechos de don García Hurtado de Mendoza (1613) de Cristóbal Suárez de Figueroa, otra de las obras que conforman la campaña de publicidad a favor del octavo virrey del Perú. La obra de Suárez de Figueroa destaca la captura de Richard Hawkins por el virrey como un ejemplo de la defensa y restauración del dominio español. El hecho de que La Dragontea comparta muchos de los pormenores del episodio de Hawkins con esta biografía, publicada quince años después, demuestra que ambos autores revisaron las mismas fuentes históricas para su redacción. Sánchez Jiménez constata que aquellos detalles que no provienen del poema de Oña aparecen en la obra de Suárez de Figueroa o en la “Relación de lo sucedido desde diez y siete de mayo”. Efectivamente, al revisar minuciosamente esta relación, vemos que esta estuvo entre las lecturas del Fénix. Esta relación, como señala Medina (Un incunable III-V), se imprimió por solicitud del virrey y su autor fue Pedro Balaguer de Salcedo, quien desempeñaba el cargo de correo mayor del Perú. Como se puede observar en el catálogo de Medina (La imprenta en Lima 1: 38-39), la obra fue el sexto impreso que se produjo en el virreinato y el primero en ocuparse de asuntos políticos y civiles en vez de religiosos. En una correspondencia al rey con fecha del 7 de noviembre de 1594 (Levillier 13: 196-197), Hurtado de Mendoza le comunica los detalles y las circunstancias que llevaron a la captura de Hawkins y

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dice acompañar su carta con la relación que compuso Balaguer. Por su parte, en carta del 20 de enero de 1595 (Levillier 13: 200-210), Hurtado de Mendoza presenta algunos detalles que aparecerán en el poema de Lope, pero que no están presentes en la relación de Balaguer, ni en el poema de Oña o la biografía de Suárez de Figueroa. Por ejemplo, tanto Lope en La Dragontea como Hurtado de Mendoza en su carta señalan que el primer encuentro de Beltrán de Castro con el pirata inglés se da en la fortaleza de Cañete, mientras que Oña y Suárez de Figueroa consignan Chincha como el paraje desde el cual los españoles avistan a los ingleses. Esta concordancia entre los detalles del poema y los que presenta Hurtado de Mendoza al rey demuestra que Lope pudo haberse entrevistado con el virrey o que tenía a la mano estos documentos. La historia de la imprenta en Lima presenta algunas luces sobre la importancia de la promulgación de la noticia de la captura de Hawkins. Mediante cédula real del 7 de agosto de 1584, el rey Felipe II brindaba autorización para la publicación en Lima de catecismos y doctrinas para la conversión de los indios. También en 1584, la Real Audiencia de Lima nombra a Antonio Ricardo como el único impresor con licencia para imprimir en esos reinos (Medina, La imprenta en Lima 1: XXIX). La relación de Balaguer se separa de esta única intención, así como también lo hiciera el siguiente texto que se imprimió: una carta de Richard Hawkins dirigida a su padre, el también pirata John Hawkins, traducida del inglés al castellano (Medina, La imprenta en Lima 1: 39). Solo dos años después, además, Antonio Ricardo imprimió el Arauco domado, el primer poema impreso en Lima. Todas estas obras incluyen la noticia de la captura del pirata inglés Hawkins y resaltan la figura del entonces virrey, García Hurtado de Mendoza. En La Dragontea, la digresión de Richard Hawkins comienza con los motivos que llevaron al inglés a emprender su jornada al mar del Sur. En la octava 47 del segundo canto, Lope introduce este episodio y le señala a su interlocutor, el futuro Felipe III, que ya retornará a la jornada del Draque. Es decir, el episodio de Áquines se presenta como un antecedente —e incluso pronóstico— del fracaso de la jornada del principal enemigo del poema: Francisco Draque. El episodio se inicia cuando Richarte Áquines le confiesa a su esposa su deseo de viajar a América para vengar el agravio sufrido por su padre, Juan Áquines (John Hawkins), en San Juan de Ulúa durante el primer viaje

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a la América española que hizo con Drake.20 A pesar de la serie de advertencias que la mujer de Áquines proclama, Richarte emprende su jornada al mar del Sur, un viaje que empieza en el tercer canto del poema. Richard Hawkins inició el viaje en 1593 y, luego de pasar por el estrecho de Magallanes, llegó a la costa chilena, donde fue visto por españoles que notificaron su presencia al entonces virrey del Perú. Este organizó una armada con Beltrán de Castro, su cuñado, como capitán y, finalmente, el pirata inglés fue capturado en la bahía de Atacames, reino de Quito, en 1594. La llegada a la costa chilena en el poema de Lope (240) se relaciona con el Arauco: la armada de Áquines “en Chile surgen, dando a Chile espanto,/ Chile, de Ercilla celebrado tanto”. Adicionalmente, unos versos después, señala que “sale de Arauco, entonces bien domadas/ de Tucapel y Rengo las cervices” (241). Tucapel y Rengo, héroes araucanos, fueron personajes tanto del Arauco domado como de La Araucana. El virrey es notificado de la llegada de Áquines a tierras araucanas: Viendo el Virrey la tierra, que a su invito pecho famoso tanto había costado, como lo sabe Arauco y su distrito, con sangre propia y bárbara comprado, castiga de Ricardo el gran delito, y con presteza y militar cuidado apresta en ocho días seis navíos de gente llena, de temor vacíos (242).

Las obras que conforman la campaña propagandística a favor de Hurtado de Mendoza subrayan, principalmente, su labor como gobernador de Chile, así como su capacidad para enfrentar a los “bárbaros” araucanos y someterlos al yugo español. Lo cierto es que, como lo demuestra la correspondencia que Hurtado de Mendoza mantuvo con el rey durante su gobierno, la rebelión de los araucanos seguía siendo materia de preocupación incluso en la li20. Al parecer, una de las motivaciones de Richard Hawkins sí fue vengar la afrenta española en San Juan de Ulúa. En sus observaciones señala que “In Saint John de Ulua, in the New Spain, when the Spaniards dishonoured their nation with that foule act of periury and breach of faith given to my father, sir John Hawkins” (51).

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teratura.21 Por su parte, cuando Hurtado de Mendoza era virrey, el rey había nombrado como gobernador de Chile a Alonso de Sotomayor, quien estuvo en el cargo desde 1583 hasta 1592. Las protestas de Hurtado de Mendoza al respecto indican que se opuso a su nombramiento. Hurtado de Mendoza también se opuso al nombramiento de Martín García de Loyola, gobernador de Chile en el periodo de la expedición y posterior captura de Hawkins: “ni es soldado ni quiere serlo, tiene poco ánimo y es en gran manera mísero” (Levillier 13: 24).22 Hurtado de Mendoza señala en repetidas ocasiones los beneficios de su tipo de gobierno frente al de sus sucesores, un gobierno que consistía en la “pacificación” de los habitantes de las tierras y la posterior fundación de ciudades al estilo europeo. La presencia de Áquines en las costas del virreinato al inicio del tercer canto y la mención de un Arauco “domado” por el virrey infiere una preocupación constante por parte de los españoles de que los ingleses establecieran alianzas con los indígenas o negros rebeldes; alianzas que podían poner en jaque sus propios proyectos de colonización. La captura de Áquines se presenta así como una victoria de gran alcance frente a los ingleses y los problemas que podría causar su presencia en la América española tanto en la sociedad virreinal como en el poema de Lope. En su investigación Don García Hurtado de Mendoza en la historia americana, Fernando Campos Harriet (140) señala que efectivamente una de las máximas del gobierno virreinal de Hurtado de Mendoza era reorganizar la armada y la defensa del virreinato. Sus solicitudes al 21. Pedro de Oña (26) afirma que “Acordé dalle título de Arauco domado, porque, aunque sea verdad que agora, por culpas nuestras no lo esté, lo estuvo en su gobierno, pues trajo pacífico a todo el Estado y demás tierra generalmente en tres años que la tuvo a su cargo”. 22. En carta del 15 de mayo de 1593 (Levillier 13: 24), Hurtado de Mendoza señala que, en lo referente a los últimos gobernadores de Chile, “quedo admirado de ver la maña que todos los gobernadores de aquella tierra se han dado a perderla después que salí della y las dificultades que aora me representan que no puedo dar crédito porque los españoles son muchos más que entonces”. A pesar de sus protestas contra Alonso de Sotomayor, fue Hurtado de Mendoza quien solicitó que aquel viajara a Panamá para garantizar la defensa de estos territorios ante la amenaza de Drake y John Hawkins. El virrey incluso solicita al rey que se le den mercedes a Sotomayor por su labor en defensa del virreinato y lo recomienda como presidente de la Audiencia de Panamá en carta del 20 de enero de 1595 (Levillier 13: 355-357).

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monarca se inscribían en esta necesidad de habilitar una escuadra que estuviera en condiciones de ahuyentar a los corsarios ingleses de estos territorios. La solución que Felipe II plantea al virrey fue crear un impuesto (alcabala) sobre las compraventas para suplir las necesidades que se presentaban en materia de defensa (Campos Harriet 142). El virrey ejecutó una orden real, lo que tuvo como resultado una rebelión en Quito. Lope menciona en La Dragontea este episodio al alabar al virrey y al caracterizar gobierno en el virreinato: “Fue la renta real engrandeciendo/y el nombre de su rey con tal cuidado/ como lo sabe Quito, cuya historia/ dio grandeza a Filipo, al Marqués gloria” (263).23 Sánchez Jiménez describe algunos documentos que se encuentran actualmente en el Archivo General de Indias de Sevilla y que brindan mayores luces sobre las prácticas de mecenazgo en La Dragontea. Cita unas cartas de Diego Suárez de Amaya al rey Felipe II insistiéndole en que se reconozca su labor en la defensa de Panamá frente a los enemigos extranjeros y solicitando el puesto de presidente de la Audiencia de Panamá. Según Suárez de Amaya (cit. en Sánchez Jiménez, “Muy contrario” 571), sus solicitudes, entre las que se encontraban cartas de recomendación a su favor, incluyendo una del virrey Hurtado de Mendoza, no habían sido atendidas. En efecto, como sabemos, Alonso de Sotomayor fue premiado con el tan ansiado puesto y, por el contrario, Suárez de Amaya recibió el cargo de gobernador de la Nueva Andalucía, en Cumaná, un lugar apartado, reconocido por su desfavorable ubicación (Caro de Torres 80v). A partir de estos datos, Sánchez Jiménez sostiene que pudo ser el virrey el nexo entre Lope y Suárez de Amaya.24 Como señala Dixon (86-87), es muy probable que Lope haya recibido ya el favor del virrey y su familia, considerando además que 23. La Dragontea resalta este episodio porque la recaudación de la alcabala tenía como propósito reorganizar la Armada del Mar del Sur. La Armada del Mar del Sur fue formada como consecuencia de la entrada de Francis Drake en el Pacífico a través del estrecho de Magallanes en 1579. Como señala Paul Firbas (“Introducción” 25), la misión de la Armada del Mar del Sur, según la instrucción de la corona española, era “la protección de los convoyes del tesoro del Rey y particulares, y la defensa del litoral de los ataques de los corsarios”. 24. Sin embargo, queda aún por definir por qué Hurtado de Mendoza apoyaría a Suárez de Amaya frente a Sotomayor, cuando fue él quien lo recomendó para el cargo de presidente de la Audiencia y quien, además, dispuso que Sotomayor viajara a Panamá para su defensa.

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solo unos meses antes Lope había aceptado el cargo de secretario del marqués de Sarria, don Pedro Fernández de Castro Andrade y Portugal, sobrino de la esposa de García Hurtado de Mendoza. Dixon (88) agrega que fue durante este periodo en que Lope recibió el encargo de escribir la comedia basada en el poema de Oña, que llevaría el mismo título, y quizás un pequeño poema épico sobre la captura de Hawkins que luego el Fénix incluiría en el segundo y tercer canto de La Dragontea. Considero, sin embargo, que la presencia del virrey en el poema de Lope no solo se limita al episodio de Hawkins, sino que provee el tono general de la epopeya. La lectura de las cartas del virrey al monarca, así como los estudios que se concentran en las características del gobierno de Hurtado de Mendoza me llevan a concluir que Lope escribe La Dragontea y edifica su representación de América con la administración de Hurtado de Mendoza en mente. Las similitudes entre el gobierno del octavo virrey del Perú y el entramado simbólico e ideológico de La Dragontea evidencian que el virrey fue para Lope la fuente principal de información sobre el virreinato y, por lo tanto, sobre América. Como he demostrado, Lope utiliza documentos que solo el virrey pudo alcanzarle para el episodio de la captura de Hawkins, sin embargo, en el resto de la obra también se percibe una intención por destacar las características y, sobre todo, el beneficio para la Corona española del gobierno del octavo virrey del Perú. Según Campos Harriet (167), García Hurtado de Mendoza “tuvo una amplia visión de que lo que ocurriría en América, si España no se adelantaba a incorporar a estos territorios indianos a los europeos, dándoles un mismo trato político y jurídico”. Esta necesidad de incorporar los territorios americanos al referente europeo aparece ya en el primer canto de La Dragontea, pues Lope inscribe el fenómeno de los piratas ingleses en América como parte de las afrentas que se vivían en el continente europeo. A lo largo del poema también se ve una intención por destacar la importancia de la conversión de los naturales para el establecimiento del orden imperial español. Las diversas escenas que dramatizan conversiones o el fervor y vasallaje de los nativos americanos (incluyendo, por supuesto, los cimarrones) se inscriben dentro de las polémicas de la rivalidad política por la dominación en América entre españoles e ingleses. Considerando que la conversión religiosa de Hawkins es el primero de una serie de actos de conversión en la obra, me interesa

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destacar cómo se sostiene la importancia de las autoridades seculares en el proceso. Mi objetivo es observar cómo La Dragontea desarrolla una lectura a la aproximación misionera jesuita, específicamente en lo que corresponde a la creación de las reducciones, que es, a su vez, cercana a la política religiosa de García Hurtado de Mendoza. En la octava 24 del tercer canto, Lope señala (255) explícitamente que se aleja del modelo de Oña, quien narra con mucho detalle la batalla entre Castro y Hawkins, porque “con la diferencia de mi intento/ conviene que siga mi argumento”. Concentra su atención en la captura de la nave inglesa como botín de guerra, las fiestas en Lima para celebrar la victoria española y las alabanzas al virrey. Áquines solicita a Beltrán de Castro que le narre las hazañas de Hurtado de Mendoza. Al referirse a él, señala que “por consuelo me queda, y no pequeño, / volverme a Dios por medio de tal dueño” (259). La subsiguiente escena de la conversión de Hawkins al catolicismo en la estrofa 42 (“la simiente evangélica recibe, / y en el gremio católico se inscribe”) forma parte de la labor propagandística a favor del virrey porque, como veremos, fue un hecho que motivó diferencias entre él y las autoridades eclesiásticas limeñas. Los problemas entre el octavo virrey del Perú y el entonces arzobispo, Toribio de Mogrovejo, han sido materia de numerosas investigaciones históricas. Las constantes quejas del virrey a la labor emprendida por el arzobispo motivaron muchas de las cartas que este escribió al rey Felipe II.25 Por su parte, el proceso de censura que el arzobispado emprendió contra el Arauco domado demuestra las diferencias entre quienes favorecían al virrey y el círculo del arzobispado que se le oponía. La enemistad entre el arzobispo y el virrey surgió por los problemas de delimitación de roles que ambos tenían que cumplir en lo referente a lo eclesiástico, sobre todo en lo que correspondía a la designación de los curas de las parroquias. Estos conflictos se agravaron cuando Hurtado de Mendoza ordenó que los indios de 25. Por ejemplo, una correspondencia del primero de mayo de 1590, de Hurtado de Mendoza, señala que “Ni yo he visto al arzobispo de esta ciudad, ni está jamás en ella y da por escusa que anda visitando su arzobispado, lo cual se tiene por de mucho inconveniente porque él y sus criados andan de ordinario entre los indios comiéndoles la miseria que tienen, y aún no sé si hacen otras cosas peores de más de los inconvenientes que se siguen de que el arzobispo falte a iglesia y también se mete en todas las cosas del patronazgo” (Levillier 12: 154).

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San Lázaro fueran reubicados en la reducción de Santiago del Cercado, que dirigían los jesuitas, mientras el arzobispo se encontraba fuera de Lima.26 Por su parte, la captura de Hawkins suscitó un inconveniente entre estos dos órganos de poder porque, mientras que el marqués de Cañete abogaba por el buen trato y el traslado del pirata inglés a España, el arzobispo y el inquisidor de Lima, Antonio Ordóñez Flores, promovían un proceso inquisitorial en su contra e incluso respaldaban su ejecución como hereje. La única razón que podía eximir a Hawkins de la misma era su conversión legítima al catolicismo, como ocurrió con muchos otros piratas que fueron absueltos por declarar su “retorno” a la religión católica. Lope finaliza este episodio con la conversión de Hawkins, un motivo que, no solo sirve para enfatizar los aciertos del gobierno de Hurtado de Mendoza, sino que también inscribe La Dragontea en el debate que surge sobre el rol de las autoridades civiles en las campañas de evangelización.27 El 17 de diciembre de 1595 se celebró en Lima el auto de fe que el Tribunal del Santo Oficio de Lima emprendió contra Richard Hawkins y los demás ingleses que fueron capturados en la batalla que sostuvieron contra la armada liderada por Beltrán de Castro. En carta de Ordóñez Flores al Consejo, del 6 de abril de 1596, este señala que se trataba de “el más grande y de más extraordinarias causas que en esta Inquisición se ha hecho” (cit. en Medina, Inquisición en Chile 1: 381). Finalmente, la conversión de Hawkins hizo posible que la causa se 26. Los indios de San Lázaro, un barrio ubicado entre las laderas del río Rímac y las faldas del cerro San Cristóbal en el Cercado de Lima, gozaban de relativa libertad y no se organizaban alrededor de una doctrina específica. Sumado a los conflictos que ocasionaban los constantes desbordes del río Rímac, las autoridades virreinales buscaron reubicarlos en otra reducción de indios, lo que solo se ejecutó cuando el virrey García Hurtado de Mendoza se encontraba en el poder. El 30 de agosto de 1590, mientras el arzobispo se encontraba fuera de Lima, Hurtado de Mendoza mandó ejecutar la mudanza de los indios de San Lázaro a la reducción del Cercado, administrada por la Compañía de Jesús, orden con la que Hurtado de Mendoza tenía muy buenas relaciones (Llaury 34-37). 27. De hecho, el mismo Hurtado de Mendoza señala en una de sus cartas al monarca (Levillier 12: 78) la importancia de que los ingleses se conviertan al catolicismo. El virrey afirma que el establecimiento de una armada en el mar del Sur responde también a la necesidad de que “los errores de aquellos herejes se acaben y vengan al conocimiento de nuestra santa fe católica”.

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diera por terminada, pero el pirata permaneció en Lima para cumplir su penitencia.28 A su salida del Perú, Hurtado de Mendoza se mostraba consternado porque aún no se había resuelto el destino de Hawkins entre las autoridades eclesiásticas y, para el momento de la redacción de La Dragontea, todavía seguía siendo materia pendiente de dictamen. En la carta del 20 de enero de 1595 (Levillier 13: 200-210) en que Hurtado de Mendoza detalla los pormenores de la captura, señala que “es de grandísimo inconveniente que queden herejes en esta tierra y dícenme que su padre de este general Richard Hawkins no tiene otro hijo sino él y que es en Inglaterra hombre de importancia y proveedor general de las armadas de la Reina”. En el cuarto canto de La Dragontea, aparece nuevamente la esposa de Áquines, quien se lamenta después de recibir las noticias de la muerte de Richarte. Aunque Hawkins no fue ejecutado por la Inquisición en Lima, Hurtado de Mendoza probablemente pensaba que ese habría sido su destino. Dirigiéndose a su hija, la esposa de Áquines declara que “¡Cuán pobre viviréis huérfana y sola! / sino es que en los Mendoza de Castilla/ la nobleza de España se acrisola/ pues el león perdona al que se humilla” (299). Con esta intervención, la esposa de Áquines resalta el perdón concedido por el virrey a la vez que sustenta la nobleza de este personaje como una de sus más grandes cualidades.29 Al analizar la conversión de Áquines y las siguientes representaciones de conversión o vasallaje en La Dragontea se percibe un elemento

28. Como señala José Toribio Medina (Inquisición en Chile 1: 381), cuando Luis de Velasco y Castilla, noveno virrey del Perú, solicitó el traslado de Hawkins a Inglaterra, el inquisidor respondió que el pirata inglés todavía no había cumplido su penitencia. 29. En la carta que Richard Hawkins escribió a su padre y que se publicó traducida al español en Lima en 1594, Hawkins subraya la prudencia y el valor de García Hurtado de Mendoza y de su cuñado, Beltrán de Castro. El pirata le señala a su padre que debe recompensar el buen tratamiento que ha recibido de parte de estos señores, quienes “solían ser antes de la guerra en España gratificados y empresentados por la reina y grandes de su corte cada año con muchas diferencias de halcones, galgos y lebreles de Islanda y semejantes cosas propias para tan grandes príncipes” (Hawkins, “Traslado” 5). La insistencia de Hurtado de Mendoza en el traslado de Hawkins posiblemente tenía como propósito reclamar las mercedes que Hawkins había prometido en esta correspondencia. Por lo tanto, resultaba necesario que el marqués subrayara, en su versión de la captura en La Dragontea, que Hawkins había recibido un buen trato y que había sido absuelto de sus pecados, gracias a la intervención de Hurtado de Mendoza.

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en común: en todas ellas, el ejemplo de virtuosismo de los españoles y no solo su religión es lo que conlleva a la conversión y sumisión de los nuevos súbditos del imperio español. Se subraya en todos estos episodios la importancia de la hispanización en la conversión al catolicismo. Áquines, como hemos visto, se convierte después de escuchar la relación de las hazañas y virtudes del virrey, relatadas por Beltrán de Castro. Áquines solicita a Beltrán de Castro que le refiera la gloria y el honor del virrey en la siguiente estrofa: Suplícoos me digáis, don Beltrán caro, noble honor de Galicia, Castro y Lemos, del Marqués, mi señor ilustre y claro, la condición en que esperar debemos; que a la virtud de su glorioso amparo por tan viciosos y ásperos extremos no he venido sin causa, pues recelo que de mi perdición se duele el Cielo (260).

Se resalta así que la “causa” a la que Áquines finalmente aspira es convertirse al catolicismo y que se encuentra bajo el “glorioso amparo” de Hurtado de Mendoza. Una estrofa previa, además, señala que retornará a Dios “por medio de tal dueño”. La conversión de Hawkins afirma el rol de las autoridades seculares como modelos de conducta y como agentes legítimos en el proceso de evangelización. En su estudio Religion in the Andes, Sabine MacCormack (252) señala que la instrucción indígena misionera en las últimas décadas del siglo xvi y principios del xvii estuvo acompañada de construcción pública y tradición artística. Se buscaba que los indígenas vivieran en pequeñas aldeas al estilo español, que se conocían como “reducciones”, para que empezaran a asimilar las costumbres hispánicas. Esta política, que se inició esporádicamente en 1550, continuó durante el gobierno del virrey Francisco Álvarez de Toledo.30 Su objetivo, según MacCormack (Religion in the Andes 253), era que los indígenas se trasladaran lejos de sus momias ancestrales y huacas, porque estas 30. En su artículo “The Heart Has Its Reasons: Predicaments of Missionary Christianity in Early Colonial Peru”, MacCormack (453) señala que las reducciones fueron contempladas por las autoridades virreinales como necesarias porque eran una forma de integrar a los indígenas en un gobierno no andino y con una estructura no andina de tenencia de tierra y cobro de tributos.

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continuaban atrayendo devoción, incluso para aquellos que ya habían sido bautizados. En 1569, el entonces virrey del Perú, Francisco Álvarez de Toledo ordenó que los indígenas de los Andes abandonaran sus hogares y se trasladaran a estas nuevas poblaciones que se fundaron a imitación del modelo español. El resultado fue profundamente violento, pues los indígenas perdieron sus casas y su modo de vida, así como el libre acceso a sus tierras. Por su parte, como señala Jeremy Mumford (3), la política de las reducciones fue bastante útil para las autoridades virreinales porque les permitió tener un conocimiento etnográfico más profundo de las sociedades andinas. Toledo consideraba que la campaña de reducciones fue una de las políticas más favorables de su gobierno, incluso cuando recibió serias críticas tanto de los curacas como de los encomenderos españoles (Mumford 85). Durante el virreinato de Hurtado de Mendoza, la política de las reducciones estuvo ligada a los métodos de evangelización de la Compañía de Jesús. Por su parte, el traslado hacia estos asentamientos admitía el apoyo y la intervención de las autoridades civiles. En De procuranda indorum salute, una guía misionera que el padre José de Acosta escribe en Perú durante 1576 y 1577, pero que se publica recién en 1588, el jesuita aboga por la injerencia del ámbito civil para la propagación del evangelio entre los indios. Al respecto, Acosta advierte que “no podría la fe tierna y recién plantada de tantas naciones durar y desarrollarse si no fuera protegida contra las injurias de los enemigos de Cristo por el patrocinio, la fe y el poder de los príncipes cristianos” (391).31 Acosta consideraba que España era una nación más avanzada y que, por lo tanto, los españoles servirían de guía para que los indígenas alcanzasen un nivel más alto de cultura y civilización (Klaiber 24). Como afirma Mary McGlone (68), el padre jesuita admitía finalmente que la autoridad civil tenía un legítimo rol que cumplir en la conversión de los nativos, dejando la puerta abierta para el consentimiento de coerción como parte del proceso de evangelización. En esta línea, Alexandre Coello de la Rosa (126-127) asegura que las autoridades españolas, como fue el caso de Hurtado de Mendoza, justificaban la violencia

31. “Neque enim posset aliter fides in tot populis recens et tenera permanere ac crescere, nisi christianorum principum patrocinio, fide, potentia adversus inimicorum Christi defenderetur iniurias”.

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del traslado de los indios hacia las reducciones con la eficiencia de los métodos de evangelización que caracterizaba a la Compañía de Jesús. Una carta del 27 de diciembre de 1590 (Levillier 12: 175-177) que el virrey García Hurtado de Mendoza escribió a Felipe II señala que los indios de San Lázaro vivían “sin doctrina ni pulicia” y que al clérigo que estaba a cargo de su doctrina “lo habían echado de la Compañía de Jesús por no ser de la vida y ejemplo que profesa su religión”, por lo que resultaba necesaria su mudanza. Hurtado de Mendoza aboga por el traslado de los indios a la reducción que dirigían los jesuitas por “el amor con que los enseñan y mucha cuenta que tienen con su conservación y buen tratamiento” y porque a través de su doctrina llegarían “al verdadero conocimiento de la ley evangélica”.32 El arzobispo Mogrovejo representaba una afrenta hacia el papel de la autoridad civil porque, como afirma Coello de la Rosa (141), apelaba a una reforma en el virreinato que conllevara un trato justo y la conversión no violenta de los pueblos nativos. Mogrovejo se distinguía por tratar bondadosamente a los indios y por condenar a los poderes de la sociedad virreinal (Coello de la Rosa 141). En la carta que el arzobispo Mogrovejo le escribe al rey Felipe II para relatarle su versión de los hechos (cit. en Egaña 678-691), menciona que la reducción de los indios de San Lázaro ejecutada por el virrey y los padres de la Compañía de Jesús se hizo “con mucho sentimiento y dolor y lágrimas y perdimiento de haziendas de los indios y daño y detrimiento de la provisión de la ciudad, clero y pueblos religiosos”. Asimismo, señala la importancia del padre jesuita Hernando de Mendoza, hermano del virrey, en este proceso. Declara que el virrey tenía una afinidad por los de la Compañía de Jesús y que, por el contrario, las opiniones o sugerencias del arzobispo nunca fueron tomadas en cuenta. Mogrovejo se mostraba en contra de la política de la reducción de los indios de San Lázaro e incluso destacaba que dicho traslado solo había contribuido a que los indios no recibieran una buena doctrina y que dejaran de ir a escuchar el sermón a la catedral. 32. En el memorial que escribe el padre José de Acosta, “Annua de la Provincia del Pirú del año de 1578 para la Provincia de Toledo”, el jesuita afirma que la reducción de Santiago del Cercado resultaba de mucho provecho para la instrucción indígena. Ese año se estaba edificando una iglesia y un colegio de hijos de caciques. Acosta señala, además, que en el pueblo de Santiago se estaba enseñando la lengua castellana, “que no es pequeña comodidad”.

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4. Los cimarrones de Santiago de Príncipe La Dragontea ofrece una postura a favor de la política de las reducciones, especialmente en el episodio de los cimarrones que pertenecen a la reducción de Santiago de Príncipe, como veremos más adelante. La política de las reducciones, como ya he mencionado, se ejecuta desde dos premisas: la intromisión de las autoridades civiles para la forzada e incluso violenta conversión de los nativos, y la importancia de la cultura hispánica como modelo de imitación. Esta visión a favor de las reducciones en el poema corresponde a la cercanía de Lope con Hurtado de Mendoza y, por lo tanto, a los jesuitas, un motivo que también podría explicar las acusaciones al clero en La Dragontea. De hecho, las críticas al cuerpo eclesiástico están a su vez presentes en la obra de Pedro de Oña y en las cartas del virrey al rey: se sostiene, en repetidas ocasiones, que los curas de parroquia eran excesivamente codiciosos y que los inquisidores debían medir su severidad en los procesos contra los infieles. Hurtado de Mendoza (Levillier 12: 163) añade que el inquisidor tiene más potestad que el virrey en la administración de la justicia en el virreinato, un asunto que debía ser, según su parecer, revertido. En el cuarto canto de La Dragontea (336) aparece “el cura y comisario que tenía/ allí la Inquisición” en un episodio en el que destaca la impiedad de los ingleses cuando saquean las iglesias en busca de riquezas. Este mismo sacerdote (y vale la pena recalcar que se trata de un comisario de la Inquisición) emprende un discurso, en el canto siguiente, en el que invoca la presencia de la Virgen María para la lucha contra de la herejía. A pesar de esta defensa a la imagen de la Virgen que, como veremos, representa una posición a favor del dogma de la Inmaculada Concepción, en la presentación de este cura se menciona su codicia, pues esconde dos barras de plata bajo la pila bautismal de la iglesia con el propósito de “guardar su beneficio” (336). Por otro lado, en el quinto canto de la epopeya se presenta un sacristán de Nombre de Dios que abandona cobardemente su casa y a su mujer apenas llegan los ingleses. La voz poética lo llama “astrólogo piadoso” (382), quien “hacía como liebre oculta cama” (383). No sorprende que estas dos figuras sean las únicas en La Dragontea que simbolizan al poder religioso y que se utilice un tono crítico en su representación, pues ello sirve para destacar la autoridad del

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poder secular en el virreinato y, particularmente, en materia eclesiástica. En cuanto a la cultura española como modelo de imitación, La Dragontea presenta las virtudes de los americanos en relación con su proceder como españoles. Sabine MacCormack (Calderon’s La aurora 462-463) estudia la importancia del cambio social para la conversión al cristianismo en La aurora en Copacabana (1672) de Pedro Calderón de la Barca. En esta obra —la única sobre América que se conserva de Calderón— se representa cómo los incas aceptan (o deben de aceptar) no solo el cristianismo, sino también la cultura foránea que la acompañaba. Como afirma MacCormack (463), este tema motivó muchísima legislación eclesiástica y labor misionera durante el periodo en el que Calderón escribió. El interés por la aculturación social de los indígenas, sin embargo, está ya presenta en el poema épico de Lope, que se escribe más de seis décadas antes. La Dragontea corresponde a un periodo en el que surgen estos primeros intentos por definir la labor misionera en las Indias y donde la obra de los jesuitas ocupó un lugar central. En la estrofa 47 del quinto canto, aparece una mujer “con el valor de España por espejo” (368), que logra desafiar a los ingleses mientras se disponen a saquear Nombre de Dios. La mujer, a la que la voz poética llama “mísera española” (369), se reconoce a sí misma como “indiana” en una estrofa en donde se funde la historia medieval con la contemporánea: Que si es precio hado que esta tierra y la demás que a su comarca alinda pague tributo injusto a Ingalaterra, bien es que crezca quien le pague y rinda. Dio el Cielo a España de África la guerra por el pecado o fuerza de Florinda; si muzárabes fueron sus cristianos, dracárabes seremos los indianos (373).33

33. Bárbara Fuchs (Mimesis and Empire 146) ha estudiado el último verso de esta estrofa para señalar la extraña quimera que se produce como resultado del neologismo inventado por Lope, “dracárabe”. Como afirma Fuchs, al mantener la porción “arábica” de la palabra “mozárabe”, Lope construye una nueva acepción en la que los sujetos colonizados americanos aparecen como una unión entre la piratería inglesa y la cultura morisca.

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Se destaca una similitud entre las afrentas de los moros con la de los ingleses, justamente para señalar la condición que comparten como infieles, y el martirio del que fueron víctimas tanto cristianos españoles como nativos americanos. Este personaje, el único indiano en el poema, se distingue de los demás por su virtuosismo y por su calidad de mártir. Me interesa subrayar, sin embargo, que estas virtudes corresponden específicamente a su “hispanización”. Lo mismo se puede decir de un personaje que aparece en el penúltimo canto del poema. Un inglés, de nombre Guillermo, se acerca a Suárez de Amaya de rodillas para solicitar acogimiento. El inglés, que se presenta a sí mismo como católico, señala que se había convertido al protestantismo, pero que todavía contaba “con algunas centellas de cristiano” (493) y que la “piadosa mano” de Suárez de Amaya podría ayudarlo a recuperar su condición. El inglés menciona a su hermano “compañero santo que aquel Jesús que tantas veces nombra” (494), es decir, un religioso de la Compañía de Jesús, como la razón por la cual estudió en un colegio jesuita y de quien se separó por caer en el error y la sombra. Subraya la importancia del castellano para la formación católica, pues dice haber aprendido en ese colegio “de Antonio el Arte, y el de amar a Cristo” (494). A través de este personaje, Lope sustenta la importancia de la lengua castellana para fomentar la conversión al catolicismo y rechazar el protestantismo. El inglés Guillermo señala que su hermano fue acusado por el rey Enrique VIII por ser católico. Guillermo describe al rey inglés como “más ciego que Tiresia” (494) con el objetivo de enfatizar esa distinción entre luz y verdad del catolicismo, y sombra y falsedad del protestantismo. El hermano se presenta como otro mártir de la Iglesia; pues sufre las persecuciones de los enemigos del catolicismo, tal y como aquellos a los que hizo mención Suárez de Amaya en su discurso como capitán. Guillermo, que había llegado a Panamá como soldado de Draque, reconoció un crucifijo escondido en el hueco de un árbol y su contacto con este objeto le permitió retornar a su primera condición de católico. Finalmente, Suárez de Amaya estrecha la mano del inglés y le dice “que el Rey hispano/ estimaría su cristiano intento” (503), enfatizando la labor de la Monarquía Hispánica como soporte y columna de la Iglesia católica. Por su parte, esta devoción por las imágenes católicas y las reliquias santas en el poema también devela una cercanía al gobierno

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de Hurtado de Mendoza. En su Crónica moralizada del Orden de San Agustín en el Perú (Barcelona, 1631), el agustino Antonio de la Calancha relata las celebraciones en la capital del virreinato peruano cuando arribó la noticia de la muerte de Francis Drake. Calancha (284 [libro 1, capítulo 45]) asegura que, cuando Hurtado de Mendoza se enteró que los ingleses de la armada de Richard Hawkins habían destruido un crucifijo y tirado los pedazos al mar, solicitó a todos los religiosos que se encomendaran al crucifijo de Burgos, y que se hiciera misa todos los viernes para pedir el castigo de los herejes. Una vez capturado Richard Hawkins, el virrey fue a darle gracias al crucifijo y se realizó una serie de festejos en su honor. Cuando el virrey se enteró de la muerte de Drake, como asegura Calancha, regresó a darle las gracias otra vez al crucifijo de Burgos por dar por terminadas estas afrentas contra la cristiandad. Al describir la labor de Hurtado de Mendoza en el virreinato peruano, Calancha (284 [libro 1, capítulo 45]) dice que fue este virrey desta santa imagen i de su cruz i passion muy devoto, porque jamas avia de despachar armadas, navios particulares o avia de azer otra cosa qualquiera de inportancia que no uviese de ser en viernes, i asta el dia que deste reyno salio para el de España quiso que fuese viernes, i asi nuestro Señor parece que le ayudava en todas las ocasiones en que ponia mano, por aver tomado tan santa devocion.

Como veremos más adelante, la devoción a las imágenes católicas y a la Virgen María forman parte del antiprotestantismo en La Dragontea que, en vista de lo que menciona Calancha, también parece derivar de la cercanía de Lope a las actitudes de Hurtado de Mendoza cuando este fue virrey del Perú. La escena de la conversión del inglés Guillermo engloba varias de las premisas sobre la conversión en La Dragontea. En primer lugar, al igual que en el caso de Áquines, el retorno al catolicismo se genera como resultado del contacto con el poder secular, en este caso, a través de la figura de Suárez de Amaya. En segundo lugar, el episodio subraya específicamente la labor de los jesuitas en el proceso de evangelización, pues es a través de las enseñanzas en el colegio que ellos dirigen como la impronta del catolicismo puede permanecer en el inglés aun después de su paso por el protestantismo. Destaca luego la importancia de la enseñanza del castellano en el colegio, lo que se asocia nuevamente a la

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hispanización de esta forma de adoctrinamiento. Finalmente subraya el empleo del crucifijo como el elemento que posibilita el despertar de una conciencia católica, dándole un valor a las imágenes y las reliquias sagradas en el proceso de conversión. Muchas de estas premisas aparecen ya sustentadas en el episodio de los cimarrones, donde también se acentúa la aculturación como el elemento que hace posible la unión entre los españoles y sus súbditos. En la tabla de términos que aparece como texto preliminar al poema, Lope señala sobre los cimarrones de Santiago del Príncipe que los negros africanos esclavizados “se llamaron cimarrones porque, huidos de sus amos, estuvieron escondidos en el monte haciendo guerra a los españoles, hasta que, reducidos de paz, poblaron dos pueblos, el de Santiago de Príncipe y otro cerca de Panamá, quedando ellos libres” (137). En su viaje a América de 1572, Drake hizo amistad con los cimarrones de Santiago de Príncipe, quienes le indicaron por donde se movilizaban las mulas que transportaban la plata a Nombre de Dios. Esta alianza se convirtió en un motivo de preocupación para la Corona española y, como consecuencia de esto, el rey Felipe II ordenó a los presidentes y oidores de la Audiencia de Panamá, por cédula real del 21 de junio de 1574, que se redujera a los cimarrones de esta zona. Como Lope señala en el poema, efectivamente Drake intentó retomar la alianza con los cimarrones en su último viaje a América. La situación había cambiado significativamente porque, según Caro de Torres (72r), los cimarrones se encontraban “en policía y tenían gobernador español y doctrina”. En los cantos 6 y 7 de La Dragontea, los cimarrones de Santiago de Príncipe se enfrentan valerosamente a las huestes de Draque, un enfrentamiento que ciertamente ocurrió y que motivó en gran medida el fracaso de la última expedición del inglés. En el 2007, Antonio Sánchez Jiménez publicó un estudio (“Raza, identidad y rebelión en los confines del Imperio español”) sobre la importancia de esta digresión en el poema en virtud del uso que Lope hace de las fuentes históricas y de las prácticas de mecenazgo literario en La Dragontea. Paradójicamente, el episodio de los cimarrones no ha sido plenamente analizado entre quienes han estudiado dicha obra o las representaciones de Francis Drake en la literatura hispánica. El artículo de Sánchez Jiménez es el primero en destacar la centralidad de este episodio. Barbara Fuchs (Mimesis and Empire 149), por

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ejemplo, menciona a los cimarrones en su estudio sobre la obra de Lope solo para decir que estos se mantuvieron “improbably faithful to Spain”. Para presentar esta posición, Fuchs recurre al estudio de John Cummins (232), quien señala que, en el último viaje de Drake los cimarrones “had now been bloodily reduced by Spanish campaigns to wipe out the threat of a long-term alliance between them and the English”. Los documentos del Archivo de Indias, como demuestro en el presente análisis, señalan por el contrario que la reducción de los cimarrones de Santiago de Príncipe fue propiciada por los mismos cimarrones. En el primer canto del poema, cuando Codicia le señala al Draque la serie de hazañas que el inglés realizó en territorios americanos, este personaje destaca la participación de los cimarrones de Nombre de Dios y Panamá en las mismas. Al presentarlos, Codicia señala que, Viendo los negros de las dos ciudades —Nombre de Dios y Panamá— atrevidos, del monte a las confusas soledades huidos, rebelados, y escondidos, fiado en su ignorancia y libertades de esclavos, a sus dueños forajidos, llamados en las Indias “cimarrones”, bárbaros en las obras y razones (179).

Con la ayuda de los cimarrones, los ingleses lograron atrapar la recua de mulas que transportaba la plata procedente de Perú. En La Dragontea, la voz poética señala que al Draque “ni el nombre de Filipo le alborota, / ni del respeto de las armas trata:/ desquicia, saca, carga, roba, corre, / y huyendo llega al mar que le socorre” (180). Codicia constata en seguida que fue la fortuna del inglés lo que permitió que este saliera “sin desgracia alguna”. La alianza de Drake con los cimarrones en su expedición de 1572 fue fundamental no solo para que los ingleses obtuvieran los tesoros del virreinato, sino también para que comprendieran la importancia del istmo de Panamá, conocido en ese entonces como Tierra Firme, como punto estratégico para la adquisición de las remesas que procedían e ingresaban al virreinato peruano (lámina 9). Por allí, como señala Jean-Pierre Tardieu (19), circulaban las mercan-

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cías que provenían de España para abastecer al virreinato desde el puerto de Nombre de Dios hacia el de Panamá (con destino al mar del Sur) y, en sentido contrario, los metales que se obtenían en el virreinato peruano y que se enviaban a España (con destino al mar del Norte).34 Los cimarrones de Tierra Firme conocían muy bien el trayecto de las recuas de mulas que transportaban las mercancías y se movilizaban fácilmente en la geografía montañosa de la zona porque asaltaban frecuentemente estas recuas para mantenerse como esclavos fugitivos. Tardieu (22) señala que el relieve accidentado de esta franja de tierra era lo que permitía la resistencia de los cimarrones porque las cordilleras de San Blas y las de la serranía del Darién, en la costa del norte, tanto como la serranía de Majé, en la costa sur, ofrecían un refugio seguro para que los esclavos no fueran capturados. El clima húmedo de la zona del norte, donde se situaba Nombre de Dios, hacía de este un lugar al que los españoles siempre describían como una molestia. En La Dragontea, Lope (375) dice sobre Nombre de Dios que “es por extremo aquella tierra enferma, / por los ríos y el mar que le arrima, / o por estar de casas altas yerma, / o por querello el riguroso clima” (375). Sumado al hecho de que la zona se empezó a convertir en el destino predilecto de los piratas y por lo tanto de sus saqueos, fue un lugar que los españoles fueron progresivamente abandonando, lo que permitió en última instancia que los ingleses pudieran movilizarse con tranquilidad también hacia el mar del Sur. La alianza con los cimarrones significaba una preocupación no solo desde el punto de vista económico, sino también desde el religioso. Una carta del cabildo secular de Panamá al rey Felipe II con fecha del 15 de abril de 1577, que se encuentra actualmente en el Archivo General de Indias (Panamá 41 N.16) y de la cual Tardieu (141) reproduce un fragmento, señala que las autoridades en Panamá se mostraban preocupadas por los excesos cometidos por los ingleses en contra de la Iglesia romana. En la carta se solicita la ayuda del rey para culminar con esa alianza que iba a traer como resultado que la “secta luterana” 34. En una carta del 3 de junio de 1573 (cit. en Tardieu 116), el virrey Francisco de Toledo se dirige al rey para señalarle la gravedad de la situación de la alianza entre cimarrones y piratas, pues Tierra Firme era “la puerta de entrada de todo lo de aca y la salida de toda la plata para alla”.

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Lámina 11: “Descripción de la Audiencia de Panamá”, en la Historia general de los castellanos en las islas de Tierra Firme del mar océano (1625) de Antonio de Herrera y Tordesillas. Fuente: Beinecke Rare Book and Manuscript Library, Yale University.

se implantara con facilidad en esas tierras, pues, solo de ese primer contacto con los ingleses, los cimarrones ya eran tan “luteranos” como ellos, como lo demostraban sus acciones y sus obras. Asimismo, la alianza con los cimarrones ocasionó entre los españoles una preocupación porque esto conllevara también una unión entre ingleses e indígenas, una amistad que hacía peligrar, según el discurso español, el camino hacia la evangelización de los indios, como ya hemos visto en el capítulo anterior.35 En el “Annua de la Provincia del Pirú del año 1578”, el padre jesuita José de Acosta señala que dos sacerdotes de la Compañía fueron enviados desde Perú para prestar sus servicios espirituales en las

35. Jean-Pierre Tardieu incluye un documento, que también se encuentra en el Archivo General de Indias (Patronato 265, R. 33, 1), donde el oidor Alonso Criado de Castilla se dirige al Consejo de Indias para decir cómo los cimarrones condenaban a la Iglesia católica después de la enseñanza de los ingleses. Como señala Tardieu (143), el documento demuestra que las autoridades hacían hincapié en el peligro que constituía esta colusión de creencias e intereses. El oidor subraya que había un indio entre estos cimarrones, lo que acrecentaba los temores de contaminación de los naturales por la “perversa secta”.

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montañas de Bayano contra los luteranos que fueron capturados en Tierra Firme. Acosta (v) menciona que los jesuitas fueron a dar confesión a los ingleses y que, por las pláticas con el sacerdote, se logró que “se redujesen a nuestra santa fée católica”. La presencia de estos jesuitas y sus prácticas en la ciudad de Panamá motivó mucha afición entre los naturales y las autoridades virreinales, y les solicitaron que se quedaran en Tierra Firme. Los jesuitas aceptaron, construyeron un oratorio “y prosiguen con mucho consuelo y edificación del pueblo sus ministerios”. Asimismo, en este mismo informe, Acosta solicita las oraciones de los de la Compañía para que “Dios Nuestro Señor libre esta nueva heredad suya de los indios, de tan maldita cizaña como los herejes, enemigos de nuestra santa fe católica, pretenden sembrar en esta tierra”. Acosta estaba muy preocupado por la contaminación de la herejía entre los amerindios y el apremio que esto causaba en su labor misionera. La cédula real de 1574 presentaba una solución al problema del cimarronaje en la zona de Tierra Firme. Según el documento, solo dos recursos existían para hacer frente a la resistencia de los esclavos fugitivos: hacerles guerra o traerlos a la paz. En cuanto a hacerles guerra, el rey recomienda el apoyo y dirección de Diego Flores de Valdés. El monarca da órdenes sobre cómo se podía reducir a la paz a los cimarrones. La guerra, como lo demostraban los documentos de la Audiencia de Panamá, solo había traído consigo una pérdida económica importante y ningún resultado positivo. El traerlos a la paz, como señala la cédula real (cit. en Tardieu 174), significaba “que vengan al conocimiento de nuestra sancta fee catolica y a nuestra subjeçion y obedençia”. Esta reducción implicaba la libertad de estos esclavos, pues conforme establecía el documento, aquellos cimarrones que llegaran a entregarse a las autoridades antes del tiempo estipulado, podían ser libres y se les perdonarían todos los delitos de los cuales antes hubieran sido acusados. Las noticias de un nuevo viaje de Drake a los territorios americanos aceleraron el proceso de reducción de los cimarrones por los españoles. Tan pronto como las autoridades panameñas tuvieron noticia de la entrada de Drake por el mar del Sur en 1577, decidieron traer a los cimarrones a la paz y no hacerles guerra, ofreciéndoles su libertad y su amistad para así poder evitar nuevas alianzas con los piratas ingleses. A este primer llamado respondieron los cimarrones de

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la zona de Portobelo, a seis leguas de la ciudad de Nombre de Dios. Un documento del 30 de junio de 1579 da cuenta de los pormenores de la reducción de este grupo de cimarrones, cuyo líder respondía al nombre de Luis de Mazambique, el mismo que aparece en el quinto canto de La Dragontea. Este informe de la Audiencia de Panamá (cit. en Jopling 372-373) describe cómo Luis de Mazambique se presentó ante el presidente y los oidores de la Audiencia de Panamá en respuesta a la cédula real de 1574 “a reducirse a el servicio de Dios Nuestro Señor y de su majestad y gozar de la gracia y merced de libertad y perdón de sus delitos que se les ofrecía”. Implora a las autoridades que lo tomen a él y a sus acompañantes como “leales vasallos de su majestad” con quien tendrían “perpetua sujeción de obediencia”. En respuesta a su testimonio, la Audiencia señala que le darán todas las gracias y libertades que se les da a quienes sean vasallos de su majestad y los ubicarán en los “montes de Chilibre que es entre Cruces y Venta de Chagre con sus ríos que están seis leguas y media o siete de esta ciudad, para que se vengan a reducir y poblar en el dicho asiento”. El pueblo que se había dispuesto para la residencia de los cimarrones debía contar, como explícitamente se había detallado en la cédula real, con sacerdotes para su adoctrinamiento. Finalmente, el 20 de septiembre de 1579 se firmó el acuerdo entre las autoridades civiles y Luis de Mazambique para el traslado de los de Portobelo a la villa de Santiago de Príncipe. Se trataba de un pueblo, como figura en una relación del Patronato Real (cit. en Jopling 375377), que tenía “jurisdicción contenciosa y voluntaria civil y criminal mero imperio a la forma y manera y con las cualidades y prorrogativas (...) tienen las demás ciudades y villas españolas”. Según las autoridades, este tipo de reducción trajo consigo muchos beneficios, sobre todo porque los caminos por donde se transportaba la plata ahora se encontraban seguros y porque los de Santiago de Príncipe podían servir de ejemplo para llamar a otros cimarrones a convertirse. El establecimiento de esta reducción también permitía que los esclavos —ahora libres— defendieran los territorios de Tierra Firme de los ataques de los corsarios. La voluntaria sumisión de los cimarrones y su apoyo en la defensa de Tierra Firme frente a las huestes de Drake representaban una oportunidad española única para celebrar las glorias del reino. Como

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la captura de Richard Hawkins o la muerte de Drake en Portobelo, el vasallaje de los cimarrones en La Dragontea resulta fundamental para entender el proyecto épico lopesco y su relación con los textos ingleses que circulaban en la época. Además, el episodio constituye una prueba irrefutable de que la reducción y aculturación de los nativos promovía la unión entre España y sus reinos ultramarinos. Sánchez Jiménez (“Raza, identidad y rebelión” 114) revertió esta omisión y demostró que la digresión de los cimarrones se conecta con el tema central de la obra: el de la credibilidad histórica y el mecenazgo. Sin embargo, Sánchez Jiménez pasa por alto varias cosas: la presencia de Luis de Mazambique como personaje histórico en el poema, las referencias al establecimiento de la reducción de Santiago de Príncipe entre los documentos de la Audiencia de Panamá (a los que he hecho mención y a los que evidentemente Lope recurre para la redacción de este episodio) y la importancia que este episodio adquiere en virtud del discurso inglés que entiende a Drake como liberador de esclavos. En su edición de La Dragontea, Sánchez Jiménez (394) señala que “no hemos encontrado ninguna referencia a Luiz de Mazambique (o Mozambique), que podría ser producto de la imaginación de Lope, dado el trato cómico que en ocasiones recibe del narrador”. No solo se trata de un personaje histórico, sino que también aparece en el poema de Juan Miramontes Zuázola, Armas antárticas, como uno de los esclavos fugitivos representados, al igual que Bayano, otro rey cimarrón de la zona de Panamá. En la estrofa 15 del sexto canto aparecen los cimarrones de Santiago de Príncipe. Los ingleses se encuentran haciendo provisión de agua en el río cuando la voz poética presenta a estos esclavos de la siguiente manera: Es Santiago del Príncipe de aquellos etíopes llamados cimarrones, que en el primero canto dije de ellos su origen, libertad y condiciones. Estos, que hasta cuarenta son, y entre ellos Yalonga, un negro, en obras y razones como si natural fuera de Europa daban asaltos a la inglesa tropa (La Dragontea 393).

Como en las demás representaciones en la obra de la conversión religiosa, se destaca la condición de Yalonga “como si natural fuera de Europa”. Una cédula real (cit. en Jopling 475) del 6 de agosto de 1597,

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dirigida a Alonso de Sotomayor como presidente de la Audiencia, menciona un esclavo de nombre Pedro Yalonga, quien había servido contra la armada de Drake en 1596 y “mató un inglés que se dijo era sargento mayor de la dicha armada, y estorbó que no tomasen agua del Río del Factor y del Corrillo” para que se le diera libertad.36 Esta cédula se encuentra entre las fuentes que utilizó Lope para la redacción de este episodio, pues es Yalonga, “hombre de quien un hecho heroico estimo”, quien mata al sobrino de Draque, Rodulfo, a quien se describe como “sargento mayor”, cuando se disponía a sacar agua del río. El episodio del ataque de los cimarrones a los soldados de Drake está presente también en la relación de Caro de Torres y en la Tercera parte de la historia general del mundo de Antonio de Herrera. Caro de Torres (72r) destaca la ferocidad y valentía de los cimarrones, así como su lealtad y fe: “assi los horros como los esclauos siruieron con lealtad mostrando corage contra los enemigos por ser hereges y ellos aficionados a la ley Euangelica mas que los indios y ser para mas trabajo”. Por su parte, Herrera (597) señala lo siguiente: y los negros zimarrones del lugar de Santiago del Principe, acudieron bien contra los enemigos, y mataron muchos dellos peleando detras de arboles y matas como platicos del monte, contra la esperança que Francisco Draque lleuaua de que auia de hallar mucha ayuda en ello por lo qual se huuieron de retirar los ingleses a la ciudad, porque era grande el daño que recebian de los negros sin poderlos alcançar.

Tanto Caro de Torres como Herrera constatan la importancia de este suceso entre los eventos que conformaron la defensa de los territorios españoles frente a la avanzada inglesa en Tierra Firme, en 1596. En el episodio de los cimarrones, Lope incluye un recurso particular de la poesía épica: el mensajero. Como en la Gerusalemme liberata (1581) de Torquato Tasso, en La Dragontea la palabra intervenida se asocia a la exégesis bíblica. Como veremos más adelante, en la epopeya lopesca se representa una incapacidad de los ingleses para reconocer el 36. Sánchez Jiménez encontró este documento durante sus investigaciones en el Archivo General de Indias de Sevilla y lo incluyó en su artículo sobre los cimarrones del 2007. Al analizar el contenido de esta cédula, Sánchez Jiménez señala (126) que “al escribir su obra, Lope no se limitó a consultar las diversas fuentes manuscritas que circulaban en la época, sino que también debió de tener acceso a manuscritos del Consejo de Indias”.

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engaño con la intención de constatar las fallas de su labor hermenéutica. En el poema de Tasso, Goffredo se manifiesta como un hábil intérprete de los mensajes que se le presentan, un competente exégeta que reconoce la palabra divina, y rechaza el engaño y la falsedad. La figura del mensajero en la digresión lopesca de los cimarrones de Santiago de Príncipe tiene como objetivo enfatizar la absoluta conversión de los cimarrones al catolicismo, quienes rechazan el “falso” discurso del mensajero inglés. El Draque envía un embajador de paz a los cimarrones cuando estos empiezan a atacar a los ingleses con la finalidad de reanudar su antigua alianza. Mientras que el inglés se encuentra “pensando una larga oración”, los cimarrones se reúnen en consejo “imaginando al servicio del Rey y de don Diego” (La Dragontea 397). El mensajero inglés inicia su discurso afirmando que los cimarrones han roto el juramento con Draque y su reina, pues los han recibido con una batalla después de que su alianza significaba el “remedio, libertad, y vida” (La Dragontea 398) para ellos. Así, Lope demuestra una lectura de los textos ingleses en los que se señalaba, como mencioné, que el motivo de la alianza era la libertad de los esclavos de guerra españoles. El mensajero afirma además que Draque les había ofrecido “su hacienda, su valor, su espada” (398) y habría peleado una guerra para liberarlos de la opresión de los españoles: El General es bueno para amigo: tendréis en él un protector piadoso, de cuya autoridad tema el castigo el español, vuestro tirano odioso. Pues, ya sabéis lo que es para enemigo, temido de su brazo belicoso. ¿Qué nación no tuviera a gran ventura alabarse que de él está segura? (399).

El mensajero establece que los españoles representan la tiranía y que logran ejercer poder sobre los cimarrones a través de su “brazo belicoso”. En seguida, el inglés presenta un argumento proveniente de la Brevísima relación de la destrucción de las Indias de Las Casas, advirtiendo que las fuerzas de los españoles los oprimen “con tan bárbaro trato y presupuesto” (400). El Diccionario de Autoridades (1737) define “presupuesto” como “el motivo, causa o pretexto con que se ejecuta alguna cosa”. Por lo tanto, estos versos remiten no solo a la crueldad de los españoles contra los cimarrones, sino también al bárbaro “pretexto”

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de esa crueldad, que en este caso corresponde a las justificaciones de la esclavitud africana en la América española. Inmediatamente, el inglés menciona el olvido en que los tiene el rey de España que “ni sabe si habitáis esta montaña/ en mayores cuidados divertido” (400) y el daño de los españoles que ofenden la “nobleza y libertad” de los cimarrones e ignoran su “libre e igual naturaleza”. La siguiente estrofa enfatiza el argumento lascasista, llamando a los españoles crueles y subrayando la inocencia de los cimarrones. Añade, además, la injusticia de la esclavitud, a la que define como “vida miserable y trabajosa” (400). Estos versos no solo constatan una lectura de la Brevísima relación de Las Casas, sino que acentúan su preeminencia en la rivalidad entre españoles e ingleses. La siguiente estrofa continúa el argumento de la igualdad de los cimarrones. El inglés señala la temprana conversión al cristianismo de los africanos, pues recibieron el evangelio de San Mateo que predicó “en vuestra India y Trabobana misma” (401). Agrega que lo único que los diferencia de los españoles es que ellos todavía siguen siendo gentiles. Sin embargo, al leer el evangelio en la predicación de San Mateo, como se ha señalado en los versos anteriores, Lope subraya, en el discurso del inglés, la predisposición de los cimarrones para escuchar la palabra de Dios. El inglés finaliza su discurso con otra alusión al comercio de esclavos entre África y las Indias, exhortando a los cimarrones: “dejad los españoles desvaríos/ huyendo los engaños portugueses/ que lastran con vosotros los navíos” (401). Como conclusión, los invita a retomar la amistad con Draque, que está dispuesto a perdonarlos a pesar de su traición. Si el discurso del inglés se centra en la crueldad de los españoles y el trato igualitario que deben recibir los cimarrones, con reminiscencias a la obra de Las Casas, el de los cimarrones, en su respuesta, evidencia más bien una cercanía con los postulados del Demócrates segundo, o de las justas causas de la guerra contra los indios (ca. 1545) de Juan Ginés de Sepúlveda.37 La respuesta la da Luis de Mazambique, quien, 37. Entre 1550 y 1551, se llevó a cabo un debate en Valladolid, convocado por el emperador Carlos V, con el propósito de establecer la legitimidad de las guerras de conquista en América. En el debate se enfrentaron fray Bartolomé de Las Casas, que en 1542 había presentado la necesidad de reformar la ley colonial, y el filósofo y humanista Juan Ginés de Sepúlveda. Mientras que Sepúlveda argumentó que no solo era legítimo, sino además necesario hacerles guerra a los indios antes de predicarles el evangelio, Las Casas arguyó que esa posición era contraria a los postulados de la fe cristiana. Para un análisis detallado del debate y del lugar que ocupó en la obra de Las Casas, véase Adorno, Polemics of Possession (61-98).

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“como orador discreto”, responde a favor del vasallaje al monarca español. En su alabanza al rey señala que El cautivarnos es en buena guerra que unos con otros en Guinea tenemos, donde los naturales de la tierra al mercader extraño nos vendemos. Si engaño imagináis que nos destierra, nunca a menor de edad le llamaremos, que es rico engaño, y no fingido celo, mejorarnos de tierra y darnos Cielo. Pobres, sin Dios, sin leyes y desnudos vivimos en desiertos arenales como animales rústicos y rudos, y a su silvatiquez en todo iguales. En fin, aquí, dejando de ser mudos, conocemos las almas racionales: si es nuestra vida esclavitud o empeño, es el mejor del mundo nuestro dueño (403).

Mazambique aclara que la esclavitud tiene como beneficio “mejorarnos de tierra y darnos cielo”. Reconoce que su condición ha sido corregida porque el monarca español, como su dueño, les ha brindado las herramientas necesarias para ser seres civilizados y racionales, a través de su gobierno y del adoctrinamiento en la fe católica. En su Demócrates segundo, Sepúlveda justifica el hacerles guerra a los indígenas por su condición de “siervos a natura”, es decir, esclavos por naturaleza. Según Sepúlveda (19), los indígenas debían ser dominados porque su “condición natural es tal que deben obedecer a otros”. Señala a su vez (Sepúlveda 20-21) que el derecho natural comprende “el imperio y dominio de la perfección sobre la imperfección, de la fortaleza sobre la debilidad, de la virtud excelsa sobre el vicio”. En su discurso, Mazambique entiende su condición en ese sentido, pues para el cimarrón su esclavitud solo había sido un beneficio. Para responder a las críticas de los ingleses sobre la conquista española de América, que se sustentaba en la traducción de la obra de Las Casas, Lope construye el discurso de Mazambique con los argumentos de quien se opuso a la posición del fraile dominico. La representación de los cimarrones en La Dragontea corresponde también al resultado de un proceso de aculturación por intermedio del

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cual los cimarrones actúan “como monteros de Espinosa” (395), es decir, miembros de la guardia real española, cuyas acciones demuestran un patriotismo desmesurado. Su asimilación a la cultura hispánica y religión católica, desde su asentamiento en Santiago de Príncipe, posibilita que los cimarrones defiendan al monarca católico al punto que están dispuestos a morir por él (“por mis dos Filipos morir quiero”) (405). En el siguiente canto, los cimarrones reaparecen y prenden fuego a su “doméstica paja” (439), en un acto que en la obra se compara con el de los heroicos ciudadanos de Numancia, quienes prefirieron suicidarse y prender fuego a la ciudad antes de ser esclavos de los romanos. Lope no solo conecta la defensa de los cimarrones con una historia del pasado glorioso español, sino que transfiere la condición de esclavitud de los cimarrones antes de su reducción a su actual relación con los ingleses. 5. “Si no los vencí, pude imitarlos”: Draque como el falso conquistador De igual manera que en el episodio de los cimarrones, a lo largo de La Dragontea Lope presenta un juego retórico por el cual la crítica a las injusticias de la colonización española por parte de los ingleses se traslada a la representación del comportamiento de los mismos en sus ataques piráticos a América. Como en la base de esta crítica se encuentra la traducción de la Brevísima relación de Las Casas, Lope representa a los ingleses como seres impíos e inhumanos a los que solo les interesa las riquezas americanas y no el beneficio de los nativos. Utiliza las mismas comparaciones que Las Casas emplea en la Brevísima relación para denunciar los agravios cometidos contra ellos por los conquistadores españoles. Llama en dos ocasiones a los ingleses “lobos” de la misma forma en que Las Casas describe la excesiva crueldad de los conquistadores españoles. Asimismo, se refiere a la armada de Drake como “los de la Infamia, y no la Fama” (465), distinguiéndolos de los “nueve de la Fama”, personajes históricos que pregonaban el ideal de la caballería. Las acciones de los ingleses en La Dragontea, entre robos, violaciones y saqueos, recuerdan así a las descripciones del violento conquistador español en la Brevísima relación.

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cual los cimarrones actúan “como monteros de Espinosa” (395), es decir, miembros de la guardia real española, cuyas acciones demuestran un patriotismo desmesurado. Su asimilación a la cultura hispánica y religión católica, desde su asentamiento en Santiago de Príncipe, posibilita que los cimarrones defiendan al monarca católico al punto que están dispuestos a morir por él (“por mis dos Filipos morir quiero”) (405). En el siguiente canto, los cimarrones reaparecen y prenden fuego a su “doméstica paja” (439), en un acto que en la obra se compara con el de los heroicos ciudadanos de Numancia, quienes prefirieron suicidarse y prender fuego a la ciudad antes de ser esclavos de los romanos. Lope no solo conecta la defensa de los cimarrones con una historia del pasado glorioso español, sino que transfiere la condición de esclavitud de los cimarrones antes de su reducción a su actual relación con los ingleses. 5. “Si no los vencí, pude imitarlos”: Draque como el falso conquistador De igual manera que en el episodio de los cimarrones, a lo largo de La Dragontea Lope presenta un juego retórico por el cual la crítica a las injusticias de la colonización española por parte de los ingleses se traslada a la representación del comportamiento de los mismos en sus ataques piráticos a América. Como en la base de esta crítica se encuentra la traducción de la Brevísima relación de Las Casas, Lope representa a los ingleses como seres impíos e inhumanos a los que solo les interesa las riquezas americanas y no el beneficio de los nativos. Utiliza las mismas comparaciones que Las Casas emplea en la Brevísima relación para denunciar los agravios cometidos contra ellos por los conquistadores españoles. Llama en dos ocasiones a los ingleses “lobos” de la misma forma en que Las Casas describe la excesiva crueldad de los conquistadores españoles. Asimismo, se refiere a la armada de Drake como “los de la Infamia, y no la Fama” (465), distinguiéndolos de los “nueve de la Fama”, personajes históricos que pregonaban el ideal de la caballería. Las acciones de los ingleses en La Dragontea, entre robos, violaciones y saqueos, recuerdan así a las descripciones del violento conquistador español en la Brevísima relación.

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En La Dragontea se manifiesta el deseo del Draque por imitar al conquistador español. En el segundo canto, Draque se presenta ante la reina Isabel para convencerla de financiar su última expedición a América. En el discurso se llama a sí mismo un imitador: ¿Soy por ventura aquel inglés famoso que, con sola una nave, en doce lunas toqué del mundo el círculo espacioso, a pesar del Estrecho y sus fortunas, y en el Sur apartado y caluroso coloqué tus británicas colunas, admiración de Alcides y de Carlos, que, si no los vencí, pude imitarlos? (210).

En los primeros versos de esta octava se hace referencia al viaje de circunnavegación. Señala luego que cruzó ese “estrecho” en referencia al de Magallanes y que colocó las “británicas colunas” para imitar a “Alcides y Carlos”, es decir, a las hazañas de Hércules y Carlos V en el estrecho de Gibraltar. Las columnas de Hércules fueron un elemento mitológico que señalaban los límites del mundo conocido y que se asociaban al lema latino “Non terrae plus ultra”. El emperador Carlos V incluyó las columnas y modificó el lema, transformándolo en “Plus Ultra”, como parte de su escudo de armas y símbolo de la conquista americana. En la siguiente octava, Draque señala que ningún inglés ha logrado conquistar territorios americanos ni poner “las armas de tu rosa coronada/ en el indio cruel desnudo y rico” (211). Con este verso, Draque declara que conquistar estas tierras era para conseguir las riquezas americanas. Refuerza esta idea versos más adelante cuando le dice a Isabel: “Así permites que Sevilla vea/ en su Contratación el oro y plata/ del mundo que Filipo señorea” (212). Draque se presenta así como la inversión de la figura del buen conquistador a la misma vez que recuerda, irónicamente, el argumento de Las Casas sobre la codicia de los conquistadores españoles en la Brevísima relación. Sin embargo, al hacer esto, traslada los defectos de la conquista española de América hacia los ingleses, idea que se refuerza con el vasallaje y conversión de los cimarrones. El poema se enfrenta al protestantismo argumentando los errores de su creencia, como ya mencioné anteriormente. En su definición de

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“heregia”, Sebastián de Covarrubias (51v) señalaba que “oy dia este nombre es odioso, y infame, y significa falsa, y dañada dotrina que enseña y cree lo contrario de aquello que cree, y enseña la Fe de nuestro Redemptor Iesu Christo, y su Iglesia”. Lope destaca la condición de contrariedad que presenta la descripción de Covarrubias. El espacio de antagonismo se rige bajo el principio de imitación y falsedad. Esto le permite a Lope asociar el protestantismo con lo demoniaco, pues Luzbel y Drake actúan como grandes imitadores de Dios y, particularmente, del catolicismo romano. Por ello, el poema se construye en base a opuestos, donde Draque y la reina Isabel hacen alianza con las fuerzas del mal, como veremos más adelante. El tono providencial que adquiere el poema es contrastado por la noción de la “falsa profecía” en lo que respecta a los ingleses. En el primer canto, Draque tiene un sueño donde aparece la figura alegórica de la Codicia, quien habla con el inglés para “animarle con falsas profecías” (170). La voz poética señala que con fábulas, con sombras, con engaños le refirió sus hurtos y blasones, sus provechos también y nuestros daños, buscados por tan ásperas regiones. Encubriéndole, al fin, los desengaños la capa de retóricas razones, dio, con alborotar su pensamiento, esta imagen al sueño y voz al viento (173).

Lope introduce así el discurso de Codicia, en el que se presenta con detalle la relación de las victorias de Draque antes de su última expedición a América. Codicia lo motiva a emprender el viaje —subrayando su buena fortuna— y finalmente lo convence con sus engaños de que este será su nuevo triunfo. El sueño o la profecía era un motivo literario con una larga tradición épica. Lope lo utiliza para formular su ataque al protestantismo, caracterizándolo por su falsedad. En su comparación con los sueños de los grandes profetas que presentará en el siguiente canto, señala que el sueño de Drake corresponde a su temperamento. Menciona a los grandes visionarios del Antiguo Testamento (Abraham, Jacob, José y David), que interpretaron, a través de sus visiones, presagios divinos. Luego presenta lo que reconoce como el sueño “animal”: “Pero el sueño animal procede y nace/ de la soli-

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citud del pensamiento, / que a cada cual su instinto satisface” (207). Estrofas más adelante, menciona “que son los sueños de la vida inciertos” (209). En su imposibilidad de reconocer lo falso de lo verdadero, se concibe el desacierto de Draque y de los de su religión. Lope explora nuevamente el concepto de la “falsa profecía” en una de las escenas más representativas del antiprotestantismo en la obra: la muerte del predicador protestante. La escena ha sido ampliamente discutida en el erudito estudio de Simon A. Vosters, Lope de Vega y la tradición occidental. Según Vosters (126), la tradición bíblica de los falsos profetas se redefine en el sarcástico epitafio que Lope les dedica, atribuyéndoles la mayoría de los vicios capitales que, por extensión, se imputan a todos los ingleses. La escena forma parte del sexto canto, después de que los cimarrones han rechazado los “engaños” de los ingleses y que Rodulfo Draque ha sido asesinado por ellos. La introducción de la escena señala que “fue a ver de aquella secta un grande amigo/ que por predicador trajo consigo” (414). Seguidamente, menciona el concepto de la “falsa profecía” y subraya que el predicador pronostica el triunfo de los ingleses, tal como en el primer canto lo hiciera Codicia. El “dogmatizador”, como lo llama luego, muere y “partiose a ver a su inventor, Lutero/ mintiendo más que nunca en la partida” (415). Hay, como podemos ver, un énfasis en que los protestantes mienten, porque su credo consiste en contrariar la causa católica que se presenta como la verdadera. La relación de Draque con el demonio se enfatiza en el noveno canto, cuando Lope señala los rumores del vulgo sobre el pacto de Draque con el demonio. En esta mención, la voz poética llama a Draque “el Dragón del monte Calidonio” y al demonio “el (dragón) que cayó para su eterna ausencia”, haciendo énfasis en la relación que ambos tienen con lo ofídico. La muerte de Draque en el último canto del poema también presenta la cercanía de las fuerzas infernales con el pirata inglés, pues las “sombras espantosas” lo rodean en el lecho de su muerte. Su muerte, además, no recibe las exequias porque “allí los protestantes y hugonotes/ no tuvieron sufragio que rezasen” (530). Con ello aclara que la salvación de Draque no será posible porque su religión de por sí se lo impide. Finalmente, la muerte de Draque deja en suspenso el futuro de Inglaterra y el de su reina, Isabel I. A ella Lope le augura un final peor porque “más escuros círculos profesa”.

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El demonio como imitador remite a la obra del padre José de Acosta, Historia natural y moral de las Indias (1590), quien utiliza este concepto para describir la idolatría de los indígenas. En la descripción que Acosta hace de los ritos indígenas señala que el demonio ha intervenido para que los indígenas remeden, por ejemplo, los sacramentos de la Iglesia: Que el Demonio, Príncipe de soberbia, procuró en el trato y sujeción de esta gente, remedar lo que el altísimo y verdadero Dios obró con su pueblo, porque como está tratado arriba, es extraño el hipo que Satanás tiene de asemejarse a Dios, cuya familiaridad y trato con los hombres pretendió este enemigo mortal falsamente usurpar (243).

En el momento que el poema retrata, los ingleses representaban la amenaza más urgente para los españoles (por lo menos en los territorios colonizados) y por eso la asociación de Draque con el demonio responde a una práctica retórica completamente admisible para un lector español. 6. Devoción mariana y antiprotestantismo En la representación de la Virgen María en La Dragontea coinciden todos los aspectos del antiprotestantismo lopesco. María representa a la mujer fuerte que lucha contra el demonio en el Génesis y la que derrota al dragón del Apocalipsis. Vosters (92) señala que el simbolismo de las serpientes en la obra remonta al Génesis (3.15) y al Apocalipsis (12.9 y 20.2). La cita del Génesis a la que hace mención es aquella en la que Dios se dirige al demonio diciéndole: “Yo pondré enemistades entre tú y la mujer, y tu semilla y la suya, y ella te quebrará la cabeza”.38 Las otras dos citas que menciona Vosters, las del Apocalipsis, relacionan a la serpiente del Génesis con el dragón, y por eso Lope las utilizó en su representación demoniaca de Drake. La primera: “Y el gran dragón es expulsado, esa antigua serpiente, que recibe el nombre del demonio y Satanás, el impostor del mundo ente38. “Inimicitas ponam inter te et mulierem, et semem tuum et semem illius: ipsa conteret caput tuum, et tu insidia et tu insidiaberis calcaneo eius” (Génesis 3.15).

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El demonio como imitador remite a la obra del padre José de Acosta, Historia natural y moral de las Indias (1590), quien utiliza este concepto para describir la idolatría de los indígenas. En la descripción que Acosta hace de los ritos indígenas señala que el demonio ha intervenido para que los indígenas remeden, por ejemplo, los sacramentos de la Iglesia: Que el Demonio, Príncipe de soberbia, procuró en el trato y sujeción de esta gente, remedar lo que el altísimo y verdadero Dios obró con su pueblo, porque como está tratado arriba, es extraño el hipo que Satanás tiene de asemejarse a Dios, cuya familiaridad y trato con los hombres pretendió este enemigo mortal falsamente usurpar (243).

En el momento que el poema retrata, los ingleses representaban la amenaza más urgente para los españoles (por lo menos en los territorios colonizados) y por eso la asociación de Draque con el demonio responde a una práctica retórica completamente admisible para un lector español. 6. Devoción mariana y antiprotestantismo En la representación de la Virgen María en La Dragontea coinciden todos los aspectos del antiprotestantismo lopesco. María representa a la mujer fuerte que lucha contra el demonio en el Génesis y la que derrota al dragón del Apocalipsis. Vosters (92) señala que el simbolismo de las serpientes en la obra remonta al Génesis (3.15) y al Apocalipsis (12.9 y 20.2). La cita del Génesis a la que hace mención es aquella en la que Dios se dirige al demonio diciéndole: “Yo pondré enemistades entre tú y la mujer, y tu semilla y la suya, y ella te quebrará la cabeza”.38 Las otras dos citas que menciona Vosters, las del Apocalipsis, relacionan a la serpiente del Génesis con el dragón, y por eso Lope las utilizó en su representación demoniaca de Drake. La primera: “Y el gran dragón es expulsado, esa antigua serpiente, que recibe el nombre del demonio y Satanás, el impostor del mundo ente38. “Inimicitas ponam inter te et mulierem, et semem tuum et semem illius: ipsa conteret caput tuum, et tu insidia et tu insidiaberis calcaneo eius” (Génesis 3.15).

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ro. Es expulsado de la tierra y sus ángeles con él”.39 La segunda dice, “capturó al dragón, la antigua serpiente, que es el demonio y Satán, y lo ató por miles de años”.40 Estas referencias bíblicas configuran el sentido general de la obra, pues el demonio al que se enfrentará la Virgen, la mujer del Génesis, es el dragón del Apocalipsis, Francisco Draque. Como señala Vosters (93), la cita del Génesis fue interpretada entre los Padres de la Iglesia como una profecía mesiánica que recibió el nombre de protoevangelio o la Buena Nueva primera. También fue utilizada entre los defensores del dogma de la Inmaculada Concepción. Nancy Mayberry (213) ha estudiado cómo se llevó a cabo esta defensa en la Edad Media y el Renacimiento; señala que, además de las letanías marianas, durante el siglo xv las imágenes iconográficas relacionaban el culto de la Inmaculada Concepción con la mujer del Apocalipsis que se enfrenta al dragón (que lleva una corona de doce estrellas) y con la mujer del Génesis. Es decir, Lope recurre a imágenes iconográficas asociadas a la Virgen Inmaculada para construir todo su universo simbólico. Por eso, la defensa del dogma resulta fundamental en La Dragontea. María erige el valor providencial de la conquista y colonización de América que sirve también para manifestar la falsedad de la doctrina anglicana. Lope introduce, además, la defensa del dogma de la Inmaculada Concepción,41 que está a su vez relacionado con las men39. “Et projectus est draco ille magnus, serpens antiquus, qui vocatur diabolus, et Satanas, qui seducit universum orbem: et projectus est in terram, et angeli ejus cum illo missi sunt” (Apocalipsis 12.9). 40. “et adprehendit draconem serpentem antiquum qui est diabolus et Satanas et ligavit eum per annos milles” (Apocalipsis 20.2). 41. El dogma de la Inmaculada Concepción, es decir, la doctrina de que la Virgen María fue concebida sin pecado, solo llegó a confirmarse en 1854 y después de muchos siglos de debate. Como señala Mayberry (216) la mayor controversia se llevó a cabo en España. Después del Concilio de Trento, los españoles lucharon con vehemencia para que el dogma fuera reconocido por la Iglesia católica. En la etapa postridentina surgieron más seguidores e impulsadores del dogma, en respuesta a Martín Lutero, quien abiertamente se oponía a la doctrina. Según Mayberry (223), durante el siglo xvii, en España, la doctrina de la Inmaculada Concepción estaba firmemente arraigada en la tradición popular y apoyada por poetas, dramaturgos, artistas y todas las órdenes religiosas, con excepción de los dominicos. Los jesuitas, que habían aceptado la devoción a la Virgen como uno de sus principales objetivos en 1564, fueron fervientes defensores de este dogma y recurrieron para su propagación a la labor de escritores y artistas.

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ciones del Génesis y el Apocalipsis desde las que construye su apología mariana. La alusión de la Inmaculada sirve para rechazar el credo protestante que niega los motivos marianos ausentes en las Sagradas Escrituras. Por eso, su presencia se relaciona también con el culto a los santos y a las reliquias cristianas. Además, la presencia del dogma en La Dragontea evidencia otra vez las cercanas relaciones de Lope con la Compañía de Jesús, que emprendió la mayor campaña concepcionista en España en los años que se publicó el poema y en las primeras décadas del siglo xvii. Por último, María es la imagen contraria a la representación de la reina Isabel, quien se representa en la obra como una cruel Medea y como opuesta a las representaciones de las mujeres virtuosas en la obra. En suma, Lope reconstruye un discurso providencial histórico en donde la Virgen aparece como defensora del catolicismo español. El quinto canto de La Dragontea está colmado de referencias a la Virgen. Después de la entrada de Draque en Nombre de Dios y el consecuente saqueo de las iglesias, el cura procede a dar un discurso en defensa de la cruz y de la Virgen. Cuando presenta a María incluye un resumen de sus apelativos: “ciprés, fuente, laurel, plátano, huerto, oliva, cedro, lirio, rosa y palma” (359). De estos diez apelativos, ocho forman parte de las laudes o letanías marianas. Las letanías marianas fueron compuestas durante la Edad Media y son metáforas del Antiguo Testamento que funcionan como símbolos de la castidad de la Virgen. Son un conjunto de prefiguraciones que se encuentran en las descripciones de la amada en El Cantar de los Cantares42 —“hermosa como la luna”, “escogida como el sol” (capítulo 6); “torre de David”, “huerto cerrado”, “estanque cerrado” y “fuente cerrada” (capítulo 4); “açuçena entre las espinas” (capítulo 2)—; en el Eclesiastés —“rosa de Jericó”, “cedro del Líbano”, “jardín de rosas”, “árbol de olivo” y “espejo sin mancha”—; y, con respecto a las representaciones de su prefiguración en el Antiguo Testamento, se encuentran en el Génesis —“puerta del cielo”— y en el Libro de los Salmos —“ciudad de Dios”—. Durante el siglo xv empezaron a formar parte de la devoción de la Inmaculada, y se incorporaron a la literatura y el arte. 42. Utilizo como referencia la traducción de Fray Luis de León que se compuso en 1561 y se publicó en el siglo xviii.

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Un ejemplo de esto es una de las portadas que acompañó la segunda parte de los Comentarios reales del Inca Garcilaso de la Vega, publicada póstumamente en 1617 bajo el título de Historia general del Perú (lámina 10).43 Lope, como señala Vosters (155), vivía intensamente el fervor de España y defendía el dogma de la Concepción Inmaculada como lo demuestran varias de sus obras dramáticas. Escribió más de treinta composiciones sobre la Inmaculada e incluso una, La limpieza no manchada, fue compuesta por encargo de la Universidad de Salamanca cuando en 1618 se adoptó el dogma en el juramento universitario (Mayberry 222). En La madre de la mejor Lope representa el nacimiento de María y sigue de cerca los debates que propiciaron la defensa del dogma. La obra se publicó en Parte 17 de las comedias de Lope, en 1621. En el tercer acto de esta obra aparece el Dragón infernal y sus ministros. El Dragón anuncia el nacimiento de la mujer que ha llegado para “quebrar su frente”. Seguidamente, entran en escena Adán, Abel, Abraham, David y Jacob para pronosticar la llegada de María. Estos personajes del Antiguo Testamento aparecen mencionados en La Dragontea para contrastar la falsa profecía de Draque, como expliqué anteriormente. Lope vuelve a presentar las imágenes que rodean a la Virgen Inmaculada en la siguiente acotación: Ábrense dos puertas y vese dentro la Virgen, de niña de dos años, puesta de pies sobre una luna, y una sierpe a los pies, y alrededor una palma, un ciprés, una oliva, un rosal, un espejo, una fuente, una torre y un sol encima (v. 562).

Las similitudes entre el tercer acto de La madre de la mejor y La Dragontea son abundantes. Vosters (155) señala que las diez figuras que evoca el Fénix en su representación de María en La Dragontea forman parte también de las profecías reales. Estas constituyen un conjunto de profecías que de una manera secreta prefiguran el Nuevo Testamento. Una de las profecías reales es la de la esposa del Cantar de Salomón como anticipación de la Virgen María. Lope también la retoma en el poema épico, pues en su descripción de la Virgen señala “y la que Salomón celebra y canta” (354). En este sentido, la asocia43. La obra, por su parte, estuvo dedicada a la Virgen María, a quien Garcilaso llama “Belona de la Iglesia militante”.

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Lámina 12: Portada de la Historia general del Perú (1617) del Inca Garcilaso de la Vega. Fuente: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, Biblioteca Americana.

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ción de María con estos símbolos sostiene el carácter providencial del catolicismo español. Es también una respuesta a la “falsa profecía” del protestantismo, que Lope evidencia en el proceder de Draque. Por su parte, otra de las estrategias que implementa el Fénix para contrarrestar el credo anglicano es el de dar centralidad a los santos y las reliquias en la devoción católica. Según MacCormack (“From the Sun” 50), la cristiandad hispánica en el siglo xvi, ya sea en el contexto peninsular o en el de la labor misionera en Perú, estuvo unida de manera inextricable a las imágenes religiosas. Las imágenes sirvieron como vehículos de enseñanza cristiana, y fueron también medios para la aculturación de una perspectiva europea y no indígena. La presentación de la Virgen es precedida por un discurso a favor de la cruz y las imágenes santas. Los ingleses saquean las iglesias y el cura logra salvar algunos objetos sacros. Seguidamente el sacerdote lleva a cabo una letanía dedicada a la cruz. A la vez “la gente popular” preserva la imagen de San Sebastián y Lope resalta así la importancia del culto a los santos para el orden virreinal. Además, en el noveno canto, el inglés de nombre Guillermo se convierte al catolicismo gracias al poder de un crucifijo que halla entre los objetos que los ingleses roban de los templos. Esta conversión guarda relación con la mención de Yosías en el canto 5 (365), pues Yosías, rey de Judá entre 639 y 608 a.C., descubrió un libro sagrado que lo llevó a implementar una campaña de erradicación de idolatrías. Lope lo menciona al retratar el saqueo de las iglesias para realzar la posibilidad de conversión entre los ingleses. Por lo tanto, estas imágenes abren las puertas a la escenificación de conversiones, que vimos anteriormente. La presencia de la Virgen María en La Dragontea también se presta a ser modelo para la mujer virtuosa. En el canto 5, la oración a favor de María que pronuncia el cura compara a la Virgen con las mujeres del Antiguo Testamento. Estas mujeres han sido interpretadas como prefiguraciones marianas y, además, como menciona Vosters (176179), formulan el acróstico de María: la Virgen Santa (María), Abisag, Raquel, Judit y Abigail. Son también representaciones de la mujer virtuosa, pues los adjetivos que las acompañan subrayan sus cualidades como tales: santa, hermosa, valiente y piadosa. En el quinto canto, después del sacrilegio, la mujer “hermosa/ con el valor de España por espejo” (368) se enfrenta sola a los ingleses, pues su esposo y padre están enfermos. Así, desde el comienzo se describe su fortaleza, precisa-

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mente como la mujer fuerte del Libro del Apocalipsis. Lleva a sus dos hijos en el pecho mientras señala que ellos son sus verdaderas joyas y se muestra así como una madre compasiva. En sus rezos se dirige a la Virgen y se presenta como una mártir cristiana que confronta la codicia de los ingleses y defiende a la nación española. La mujer además señala el papel de la Virgen como elemento unificador: “Por la Reina del Cielo, que bendita/ han de llamar por fuerzas las naciones/ desde el negro abrasado al blanco escita, / y de la equinoccial a los Trïones” (373). El culto a la Virgen involucra a todos los habitantes del mundo, dado que el territorio se erige desde el pueblo de los escitas en el norte hasta los de los negros en el sur; y desde la línea equinoccial (Ecuador) hasta los Trïones (las gélidas latitudes del norte). María, por lo tanto, provee un vínculo entre sus seguidores y es por ello una figura que constituye la armonía entre España y sus reinos ultramarinos. Así, Lope recurre a la Virgen al argumentar la resolución de los conflictos y contradicciones de la relación entre España y América. En el contexto en el que se publicó La Dragontea, como hemos visto a lo largo de esta investigación, existía un enérgico y contencioso tráfico de información sobre el gobierno español en las Indias, por intermedio del cual muchos de los documentos que Lope utiliza para escribir su epopeya fueron a parar a manos de los ingleses, sus enemigos. El poema de Lope demuestra una posición sobre temas como la conquista de la América española y la conversión de los nativos americanos al catolicismo, que responde a las tensiones entre Inglaterra y España; conflictos que surgen por la necesidad que ambos reinos tenían de reafirmar su preeminencia política en Europa y por las disputas que suscitaba el dominio mercantil de España en tierras americanas. Así, a la precisión histórica que reclamaba Herrera en su censura del poema se suma el hecho de que, al responderles a los ingleses, Lope añadía un discurso que ponía en entredicho la legitimidad de la soberanía española en Indias. Por ello, como en el caso de la censura que Sarmiento de Gamboa hace del poema de Castellanos, La Dragontea transgredía las barreras sobre lo que se podía incluir según los textos de materia americana. Al año siguiente de la publicación de La Dragontea, se publicaba en Madrid un poema épico poco conocido y menos aún estudiado en las investigaciones sobre épica hispánica imperial: El peregrino indiano de Antonio de Saavedra y Guzmán. En los preliminares de

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esta epopeya, que trata sobre la conquista de Nueva España, participa Lope con el siguiente soneto: Un gran Cortes, y un gran cortesano Autores son de esta famosa historia, Si Cortes con la espada alcança gloria, Vos con la pluma, ingenio soberano. Si el vence al indio, debe a vuestra mano Que no vença el olvido su memoria, Y assi fue de los dos esta victoria, Que si es Cesar Cortes, vos soys Lucano. Corteses soys los dos, que al Christianismo Days vos su frente de laurel cercada, Y el vuestra musa Bellica Española: Y aun mas Cortes sois vos si hazeis lo mismo Que Cortes, con el corte de la espada, Siéndolo tanto con la pluma solo.

Lope rememora en estos versos la labor de Lucano —como lo hiciera Francisco de Borja en el prólogo a La Dragontea— para hablar de “esta famosa historia” y recuerda, a su vez, la importancia de escribir de las victorias de Hernán Cortés para que no perezcan en el olvido. La Dragontea, como hemos visto, fue el intento de Lope por hacer de la conquista y colonización de América la materia con la cual alcanzar “ingenio soberano”.

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Conclusiones

En el St Mary Overie Dock, a solo unos pasos del río Támesis en Londres, se encuentra una reproducción a tamaño real del Golden Hinde, la embarcación con la que Drake dio la vuelta al mundo. La historia de su construcción es fascinante. El Golden Hinde II fue ideado por dos empresarios estadounidenses que deseaban conmemorar el aniversario número 400 del supuesto día en que Drake arribó a la costa oeste de Norteamérica en 1579, es decir, el día de su llegada a Nova Albión. Para construirla, un arquitecto naval de California estuvo más de tres años investigando todos los pormenores del viaje a través de documentos originales. Después de dos años de trabajar en la construcción de esta réplica, utilizando el mismo material con que se fabricó la embarcación de Drake, el Golden Hinde II partió en 1974 desde Plymouth con destino a San Francisco, a donde arribó casi dos años después. Ya en California la embarcación formó parte de las celebraciones por el aniversario, que incluían servicios religiosos, desfiles, exhibiciones y un congreso académico. Las actas de este congreso se publicaron bajo el título Sir Francis Drake and the Famous Voyage, 1577-1580. El autor del prefacio, Norman J. W. Thrower (xiii), presidente de la comisión encargada de organizar el evento, se refiere a las consecuencias del viaje de circunnavegación de la siguiente manera: “by these actions, and through his diplomacy in Southeast Asia later in the voyage, Drake laid the foundation of a British Commonwealth overseas which was ratified when he was knighted after his return to

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England”. En agosto del 2016, visité el Golden Hinde II. El recorrido turístico, dirigido a niños y adultos, combina leyendas sobre Drake, sobre el viaje de circunnavegación y sobre la historia marítima en la era de los Tudor. Lo que resulta sorprendente, sin embargo, es presenciar cómo aún hoy, a 440 años de su partida del puerto de Plymouth, Drake sigue presente en el imaginario inglés como aquel que sentó las bases de lo que luego será el imperio británico y como el gran pirata inglés que fue. Mientras que ingleses y norteamericanos aún celebran las hazañas de Drake e incluso cada cierto tiempo aparece una nueva polémica sobre los pormenores del viaje,1 algunos españoles se muestran todavía indignados frente a la popularidad del pirata. En la introducción al segundo volumen de La Dragontea, que contenía documentos de las colecciones del Museo Naval de Madrid, Victoriano Fernández (28) señalaba lo siguiente: “movía a Drake un ánimo codiciadero de los bienes ajenos, sin que esta pasión estuviera compensada por un espíritu proselitista como el de los conquistadores españoles”. Por su parte, como asegura David B. Quinn (Sir Francis Drake as Seen by his Contemporaries 28), cuando el historiador solicitó unos manuscritos sobre Drake al mismo Museo Naval, el curador de la colección “gave me such a steely glare that my wife said afterwards that if he had his sword in place he would have had difficulty in restraining himself from drawing it on me”. Asimismo, en el Caribe y en las ciudades costeras de Sudamérica y Centroamérica, Drake es aún recordado también, pues la arquitectura y la historia de estos territorios llevan el trazo de su presencia. Ciertamente, a más de cuatro 1.

Entre ellas se encuentra, por ejemplo, la falsificación de la placa de latón que Drake supuestamente plantó en el norte de California en 1579. La placa se dio a conocer al público en 1936 y se creyó que era original por un periodo de cuarenta años, a pesar de que, en un principio, se plantearon muchas dudas sobre su procedencia. En la década de 1970, finalmente se descubrió que se trataba de una creación moderna, después de realizar una serie de pruebas físicas y químicas. Actualmente, se encuentra en la biblioteca Bancroft de la Universidad de California, Berkeley. Otro tema problemático es el del lugar al que Drake arribó y que bautizó como Nova Albión. La mayoría de historiadores cree que se trata de algún lugar en la costa septentrional de California, como se plantea en la narrativa de Hakluyt. Sin embargo, otros han sugerido, a través de pruebas cartográficas y tras revisar otros manuscritos, que Drake desembarcó mucho más al norte, en lo que hoy es Oregón. Por su parte, el investigador canadiense R. Samuel Bawlf afirma que se trató más bien de la isla de Vancouver.

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siglos de su existencia, sir Francis Drake aún es evocado a una escala global. El objetivo de la presente investigación fue analizar el impacto de Drake entre sus contemporáneos desde la simultaneidad de discursos presentes en su representación. He buscado reconocer las cadenas de lecturas y relecturas que llevaron a Drake a convertirse, como señalaba Thrower, en el fundador del “British Commonwealth overseas”; considerando no solo las narrativas inglesas que así lo presentan, sino también las relaciones españolas que les dieron origen. Mediante esta investigación creo haber logrado extender los límites desde los que se ha estudiado la figura de Drake, incorporando en el análisis las voces de los distintos actores que formaron parte del proceso. Al entender la piratería inglesa en las costas de América más allá de fronteras geográficas y lingüísticas, la presente investigación ha conseguido ampliar el conocimiento sobre el tema y sobre los efectos de la piratería en las discusiones en torno a la legitimidad de la conquista española de América. En el camino, han surgido respuestas a otras interrogantes. La primera de ellas tiene que ver con el enfoque historiográfico. Como señalé en la introducción, las narrativas sobre Drake reconstruían la historiografía de la conquista y colonización de América. Esta estrategia discursiva derivó, a mi parecer, de los cimientos legales desde los que se fundó el imperio español. Para legitimar su presencia en América, los españoles recurrieron a las bulas papales que les cedían dominio sobre los nuevos territorios descubiertos. Sin embargo, a raíz de que los ingleses y otros enemigos europeos desestimaron este argumento, el siguiente paso fue el de rememorar las hazañas de los conquistadores españoles y su papel en las guerras de conquista. Esto implicaba someter un juicio de valor sobre la conquista de acuerdo a los postulados que existían en su momento en relación a las causas de la guerra justa. Los ingleses, por su parte, negaron los argumentos de los españoles a la vez que los utilizaron para construir su propia historiografía. Así, por ejemplo, construyeron un discurso sobre la antigua posesión de esos territorios según crónicas galesas antiguas e interpretaron las profecías de Moctezuma a su favor, demostrando que por “señores naturales” Moctezuma no se refería a los españoles, sino más bien a los ingleses. Estas reinterpretaciones son las que finalmente permitieron que Drake sea reconocido como un conquistador inglés.

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La segunda conclusión se relaciona con el contencioso intercambio de información que se originó como consecuencia de los ataques piráticos a territorios españoles. En los momentos de mayor hostilidad entre ambas naciones, mayor fue el número de traducciones al inglés de textos en español en Inglaterra. Esto permitió que los mismos influenciaran el material que se publicaría en Inglaterra y que tenía que ver con una futura colonización inglesa en América. En el plano discursivo, esta investigación demuestra que los ingleses emularon el modelo de colonización ibérica. Por su parte, desde una perspectiva metodológica, este estudio responde a lo que se ha llamado en la historiografía contemporánea “entangled histories”, desde la crítica literaria. No se trata, por lo tanto, de un trabajo comparativo, sino más bien de un estudio que ha buscado trazar el recorrido de los textos sobre Drake y su impacto en la creación de un discurso inglés sobre la soberanía. Una tercera conclusión tiene que ver con las formas en que se intentó resolver el problema de la evangelización indígena a raíz de la presencia de piratas ingleses en las costas americanas. Como demostré en el tercer capítulo, la entrada de Drake por el Pacífico coincidió con el virreinato de Francisco Álvarez de Toledo y con el proyecto historiográfico que buscaba demostrar la tiranía de los incas. Además, fue Toledo quien dio inicio a la política de las reducciones de indios, cuyo propósito explícito era impedir la expansión de la religión y la cultura prehispánica, y proveer la mano de obra para la minería y otras empresas explotadoras de tierras y pueblos americanos por los españoles. Las reducciones generaban, por su parte, una disputa en relación al rol de las autoridades civiles y las eclesiásticas en la conversión de los nativos americanos. En el cuarto capítulo, con La Dragontea, hemos visto cómo la cercanía de Lope con el gobierno de García Hurtado de Mendoza promovió que en el poema se alabara la función de las autoridades civiles frente a las eclesiásticas en el proceso de cristianización. Por su parte, la defensa armada de los territorios americanos conllevó una polémica sobre quién debería estar a cargo de la misma, una polémica que involucró a una primera generación de encomenderos y conquistadores, y a una generación de soldados que buscaba distanciarse de la de sus predecesores. Es a partir de esta serie de controversias desde las que he analizado las narrativas españolas sobre Drake y sus respectivos procesos de censura textual.

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CONCLUSIONES

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La historia literaria de Francis Drake no concluye en el siglo xvi. Por el contrario, como he observado en el primer capítulo de esta investigación, la historia se extiende a lo largo del xvii, donde todavía se observa el impacto de textos españoles en la representación del pirata inglés. En el siglo xviii, Drake regresa a la épica colonial, como ocurre en los poemas Vida de Santa Rosa de Santa María (1712) de Luis Antonio de Oviedo y Herrera, conde de la Granja, y Lima fundada (1732) de Pedro Peralta y Barnuevo. En ambos casos la presencia de Drake sirve para realzar la labor de los criollos en la defensa de los territorios. Hay, sin embargo, algo que se mantiene constante en la representación de Drake a lo largo de los siglos: su presencia en los debates sobre las “polémicas de la posesión” de las tierras y pueblos americanos.

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Índice onomástico

A Acosta, José de 58, 173, 174, 202, 203, 211, 212, 223 Alejandro Magno 73, 74, 90 Álvarez de Toledo y Pimentel, Fernando (duque de Alba) 45, 59 Antón, San Juan de 39 Arana, Pedro 124, 161, 164, 165, 166 Arauco 98, 139, 144, 163, 166, 192, 194, 195 B Balaguer de Salcedo, Pedro 192, 193 Barker, Christopher 87 Bayano 212, 214 Benalcázar, Sebastián de 154 Bigges, Walter 43, 44, 110, 117 Borja y Aragón, Francisco de (virrey de Perú entre 1614 y 1621) 179, 181, 230 Brasil 36, 96, 99, 132, 133 Brooke, William 139 Butler, John 147 Byron, John 125, 126 C Cabeza de Vaca, Álvar Núñez 49, 111, 187 Cabo de Buena Esperanza 39, 125, 126 Cabo Verde 39, 74, 95, 96, 98, 102 Cabot, John 41, 42, 61 Cabot, Sebastián 78

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Cádiz 18, 73, 74, 75, 116, 131 Calancha, Antonio de la 142, 143, 207 California 38, 100, 110, 112, 231, 232 Callao 121, 123, 147, 158, 167 Camden, William 40, 86, 87, 91 Cañete 177, 190, 193, 199 Carlos I de España y V emperador del Sacro Imperio Romano Germánico 43, 62, 78, 187, 217, 220 Carlos I de Inglaterra 49 Caro de Torres, Francisco 139, 176, 196, 208, 215 Cartagena de Indias 18, 57, 74, 123, 150, 155, 157 Castellanos, Juan de 123, 138, 145, 149, 150, 151, 153, 154, 155, 156, 157, 158, 159, 160, 169, 170, 229 Castro y de la Cueva, Beltrán de 180, 191, 193, 194, 198, 199, 200, 201 Catalina de Aragón 58, 180 Cavendish, Thomas 101, 103, 124, 132, 135, 136, 145, 152, 164 Cecil, William 76, 87, 89, 90 Chaves, Alonso de 80 Chile 15, 31, 38, 39, 99, 105, 106, 107, 108, 121, 122, 132, 133, 139, 140, 144, 145, 146, 162, 163, 166, 168, 190, 191, 194, 195 China 39 Cieza de León, Pedro 87, 105 Clifford, George 73, 104 Colón, Cristóbal 33, 41, 42, 78, 84, 85, 110, 111, 187 Colón, Fernando 33, 34 Cooke, John 93

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Corro, Antonio del 58, 91, 116 Cortés, Hernán 27, 43, 60, 64, 67, 71, 72, 76, 85, 109, 110, 112, 113, 130, 187, 230 Cromwell, Oliver 50, 51 D Da Silva, Nuño 17, 39, 75, 95, 102, 103, 104, 107, 109, 110, 147, 148 Davenant, Sir William 51, 52, 53, 54, 55 Dávila Padilla, Agustín 169 Davis, John 132 De Bry, Theodor 50, 53, 54, 141 Dee, John 37, 38, 39, 41, 42, 87 Doughtie, Thomas 97 Drake, John 95, 112, 132, 136 Drake, sir Francis episodio de San Juan de Ulúa 16, 59, 110, 193 viaje a Panamá de 1572 y alianza con los cimarrones 16, 17, 48, 53, 54, 55, 74, 104, 122, 145, 146, 147, 161, 173, 174, 182, 183, 189, 197, 204, 205, 206, 207, 208, 209, 210, 211, 212, 213, 214, 215, 216, 217, 218, 219, 220, 222 viaje de circunnavegación 17, 30, 35, 37, 38, 39, 40, 48, 60, 64, 68, 71, 72, 75, 76, 77, 79, 80, 81, 86, 88, 91, 92, 93, 94, 95, 96, 97, 98, 99, 100, 101, 102, 103, 104, 105, 106, 107, 108, 109, 110, 111, 112, 113, 114, 115, 121, 122, 123, 124, 125, 126, 133, 134, 135, 136, 137, 138, 139, 146, 147, 150, 155, 162, 163, 164, 182, 220, 231, 232 viaje de 1585 a las Indias Occidentales 18, 43, 44, 50, 57, 73, 74, 109, 110, 150, 155 participación en la Contra Armada Inglesa 18, 87, 88, 89, 90 último viaje a América y muerte en Portobelo 19, 50, cáp. 4 Dudley, Robert 45, 90 E Eden, Richard 76, 77, 95, 96, 111, 112, 115

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Enríquez, Martín (virrey de Nueva España entre 1568 y 1580) 16 Ercilla y Zúñiga, Alonso de 105, 106, 154, 162, 175, 190, 194 Estrecho de Anián (“Northwest Passage”) 38, 61, 63 Estrecho de Magallanes 38, 39, 41, 94, 95, 96, 97, 98, 99, 100, 101, 102, 104, 105, 106, 107, 108, 121, 122, 123, 124, 125, 126, 130, 131, 132, 133, 135, 136, 138, 139, 140, 143, 144, 145, 147, 149, 151, 152, 156, 158, 160, 161, 162, 163, 164, 165, 166, 167, 168, 169, 194, 196, 220 F Felipe II de España 18, 20, 36, 45, 57, 59, 69, 88, 98, 125, 127, 128, 131, 139, 149, 153, 168, 176, 177, 180, 190, 193, 196, 198, 203, 208, 210 Felipe III de España 171, 176, 177, 181, 186, 193 Felipe IV de España 49 Fenton, Edward 132, 133 Fernández de Castro Andrade y Portugal, Pedro (marqués de Sarria) 197 Fernández de Enciso, Martín 62, 116 Fernández de Oviedo, Gonzalo 42, 77, 78, 94 Fernández de Palencia, Diego 128 Fletcher, Francis 93, 95 Flores de Valdés, Diego 131, 132, 133, 140, 149, 168, 169, 212 Foxe, John 75 Frampton, John 62, 63, 64, 65, 76, 79, 91, 115, 116 Frobisher, sir Martin 37, 61, 64, 78, 79 G García de Loyola, Martín 140, 195 Garcilaso de la Vega, Inca 49, 51, 52, 58, 141, 142, 226 Gilbert, sir Humphrey 34, 62, 63, 66, 81, 82, 84 Góngora, Luis de 178 González de Barcia, Andrés 141

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ÍNDICE ONOMÁSTICO

Gosson, Stephen 66, 68, 116 Greepe, Thomas 73, 74, 75, 116 Grenville, Richard 34, 81 Guatulco 98, 102, 103, 109, 110, 148 H Hakluyt, Richard 30, 34, 37, 41, 42, 58, 60, 63, 77, 78, 79, 80, 81, 82, 86, 91, 92, 93, 94, 95, 96, 97, 98, 99, 100, 101, 102, 103, 104, 105, 106, 107, 108, 109, 110, 111, 112, 113, 114, 115, 126, 146, 152, 232 Hawkins, John 16, 59, 110, 116, 193, 194, 195, 197 Hawkins, Richard 42, 100, 106, 107, 108, 132, 143, 146, 148, 172, 173, 180, 184, 190, 191, 192, 193, 194, 198, 199, 200, 201, 207, 214 Herrera, Antonio de 176, 177, 178, 215, 229, 235 Howard, Lord Charles 18 Hurtado de Mendoza, García (virrey del Perú entre 1589 y 1596) 31, 140, 141, 168, 173, 180, 181, 190, 191, 192, 193, 194, 195, 196, 197, 198, 199, 200, 201, 202, 203, 204, 207, 234 I Iriarte, Bernardo de 125, 126 Isabel I de Inglaterra 17, 18, 19, 37, 41, 44, 45, 62, 64, 65, 69, 71, 86, 88, 100, 106, 139, 152, 153, 161, 220, 221, 222, 225 isla de Puná 124, 164 isla de Terranova (Newfoundland) 82, 84 islas Molucas 38, 95, 110 J Jacobo I de Inglaterra 45, 49 James, John 92 Jones, Philip 92, 93 L La Coruña 18, 69 La Española 62, 111

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La Florida 36, 42 Las Casas, Bartolomé de 22, 26, 28, 29, 31, 35, 36, 46, 47, 48, 50, 51, 52, 53, 54, 80, 87, 106, 115, 127, 128, 129, 144, 149, 156, 169, 173, 188, 189, 216, 217, 218, 219, 220 Lasso de la Vega, Gabriel Lobo 87 Leonardo de Argensola, Bartolomé 114, 125, 152 Lima 31, 36, 95, 112, 121, 122, 127, 128, 129, 132, 140, 143, 144, 147, 163, 164, 191, 193, 198, 199, 200, Lisboa 18, 87, 117 Lope de Vega y Carpio, Félix 25, 26, 30, 31, 53, 87, 170, cáp. 4 López de Cépeda, Juan 139 López de Gómara, Francisco 49, 64, 71, 79, 85, 87, 93, 109, 112, 116, 187 López Pinciano, Alonso 181 López Vaz 96, 97, 104, 105, 106, 107, 109, 110 M Madoc (Madocke Ap Owen Gwyneth) 42 Madrid 35, 87, 141, 150, 169, 176, 177, 229, 232 Magallanes, Fernando de 17, 77, 95, 96, 97, 147, 162, 163 Mandeville, sir John 78 María I de Escocia (María Estuardo) 18 Mártir de Anglería, Pedro 76, 77, 78, 96, 111 Mazambique, Luis de 182, 213, 214, 217, 218 Medina, Pedro de 80 Mendoza y Luna, Juan de (virrey de Nueva España entre 1603 y 1607, y virrey de Perú entre 1607 y 1615) 167 Mendoza, Antonio de (virrey de Nueva España entre 1535 y 1550 y virrey del Perú entre 1551 y 1552) 78 Mendoza, Bernardino de 17, 18, 40, 88, 138, 152 México 17, 29, 35, 43, 75, 95, 102, 103, 148

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Miramontes Zuázola, Juan de 24, 25, 27, 30, 124, 160, 161, 162, 163, 164, 165, 166, 167, 168, 169, 170, 174, 214 Moctezuma 42, 43, 113, 233 Mogrovejo, Toribio de 198, 203 N Nicholls, Thomas 43, 63, 64, 65, 66, 68, 69, 71, 76, 79, 84, 85, 91, 93, 106, 115, 116 Nichols, Philip 48, 49, 53, 146 Nombre de Dios 16, 17, 104, 116, 122, 146, 175, 177, 179, 204, 205, 208, 209, 210, 213, 225 Norman, Robert 76 Nova Albión 38, 98, 100, 101, 108, 113, 114, 231, 232 Nuevo Reino de Granada 149, 151, 157 Núñez de Balboa, Vasco 85 O Oña, Pedro de 31, 162, 184, 190, 191, 192, 193, 195, 197, 198, 204 Ordóñez Flores, Antonio 199 Ortelius, Abraham 136, 137 Oviedo y Herrera, Luis Antonio de 235 Oxenham, John 124, 139, 146, 147, 161, 163, 164 P Países Bajos 28, 44, 45, 46, 59, 69 Panamá 16, 17, 19, 31, 39, 48, 53, 55, 74, 104, 122, 138, 140, 145, 146, 161, 163, 170, 172, 175, 176, 177, 179, 181, 182, 188, 189, 191, 195, 196, 206, 208, 209, 210, 211, 212, 213, 214 Pané, Ramón 111 Paso del Noreste (“Northeast Passage”) 64, 99 Patagonia 96, 97, 99 Peckham, George 41, 42, 43, 72, 81, 82, 83, 84, 85, 93, 116 Pelham, Sir William 82, 83

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Peralta y Barnuevo, Pedro 235 Pérez de Arteaga, Melchor 150, 155 Phillips, John 50, 52 Pigafetta, Antonio 95, 96, 97, 102 Pinzón, Arias 96 Pizarro, Francisco 60, 85, 127, 130, 166 Plymouth 17, 34, 44, 68, 94, 95, 110, 125, 231, 232 Portugal 71, 86, 87, 95, 98, 104, 105, 197 Portugal, don Antonio de (prior de Crato) 18 Potosí 69, 105 Puerto de San Julián 97, 138 Purchas, Samuel 49, 50, 51, 52, 58, 78, 101 Q Quito 154, 194, 196 Quizquiz 154 R Rada, Pedro de 133 Raleigh, sir Walter 34, 37, 45, 123, 141, 142, 143, 152, 153 Ricardo, Antonio 191, 193, 194 Río de Janeiro 132, 150 Río de la Plata 96, 99, 104, 132, 136 Robarts, Henry 72, 73, 116 S Saavedra y Guzmán, Antonio de 229 Santander 18 Santo Domingo 18, 43, 74 Santo Tomás, Domingo de 128 Sarmiento de Gamboa, Pedro 30, 40, 104, 121, 122, 123, 125, 126, 127, 128, 129, 130, 131, 132, 133, 135, 136, 138, 140, 145, 148, 149, 150, 151, 152, 153, 154, 155, 156, 157, 158, 159, 160, 165, 167, 168, 169, 229 Sepúlveda, Juan Ginés de 31, 88, 158, 173, 217, 218 Sherwell, Thomas 147 Sidney, Sir Phillip 78 Sotomayor, Alonso de 139, 175, 176, 177, 178, 195, 196, 215

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ÍNDICE ONOMÁSTICO

Suárez de Amaya, Diego 175, 176, 177, 178, 179, 180, 181, 183, 186, 187, 196, 206, 207 T Tasso, Torquato 178, 181, 215, 216 Terra Australis 38, 136 Tierra del Fuego 100, 136 Toledo, Francisco de (virrey del Perú entre 1569-1581) 36, 40, 104, 123, 124, 126, 127, 128, 129, 130, 143, 144, 147, 148, 149, 150, 154, 155, 156, 157, 160, 164, 165, 167, 201, 202, 210, 234 Toledo, Luis de 156 Transilvano, Maximiliano 96 Túpac Amaru I 129 Túpac Amaru II 141 V Valdivia, Pedro de 105, 106 Valencia 26, 150, 170, 176, 177, 178 Van Linschoten, Jan Huygen 103 Van Sype, Nicola 134, 135 Velasco y Castilla, Luis de (virrey de Perú entre 1596 y 1604) 166, 200

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Vilcabamba 129, 144, 165 Virgen María 174, 204, 207, 223, 224, 225, 226, 228, 229 Vitoria, Francisco de 40, 88, 127, 158, 165 W Walsingham, sir Francis 64, 66, 69, 80, 81, 82, 87, 89, 90, 92, 93 Wilson, Thomas 69 Wright, Edward 135, 152 X Xerez, Francisco de 87 Y Yalonga, Pedro 214, 215 Yáñez, Vicente 96 Z Zárate, Agustín de 65, 68, 69, 71, 87, 105, 106, 116, 129, 154

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