DIABLO Y POSESION DIABOLICA


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DIABLO Y POSESION DIABOLICA

CARLOS ARBOLEDA MORA (dir).

UNIVERSIDAD PONTIFICIA BOLIVARIANA FACULTAD DE TEOLOGIA. MEDELLIN- COLOMBIA 2005

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PRESENTACION En los últimos años, ha renacido el interés por el diablo. Quizás por influjo de la posmodernidad, vuelven los fantasmas del pasado. La búsqueda de lo sobrenatural lleva a que se mire también a lo morboso, lo fantástico, lo irracional, lo patológico y lo desviante. En épocas de racionalismo calculante, también se hacen presentes el irracionalismo y la emotividad sea como resistencia al frío racionalismo o como búsqueda de otras alternativas para la humanidad . El diablo es uno de esos elementos que hoy hacen parte del cine, la música, el arte, la vida cotidiana, la religión... Sea como compañero de viaje, como enemigo, como objeto de adoración, como inspirador, el diablo está presente en el momento actual de la cultura. Son variadas las formas de su presencia: posesión diabólica, sectas satánicas, brujería, el carnaval. El Grupo de investigación Religión y cultura de la Universidad Pontificia Bolivariana ha venido acercándose a este fenómeno con el fin de tener una visión más objetiva y seria que permita un análisis de la cultura en este aspecto. Con este fin, filósofos, siquiatras, teólogos, historiadores... vienen trabajando para aportar elementos teóricos y críticos a la comprensión del nuevo satanismo de los siglos XX y XXI. Con la colaboración de Colciencias y de la UPB, se han realizado estas búsquedas. En este texto se presentan algunos resultados que, más que conclusiones, son aperturas a nuevas indagaciones y llamados a proponer nuevas interpretaciones. Es un fenómeno muy vasto pues implica las posesiones diabólicas, los grupos juveniles satanistas (o pseudosatanistas), la brujería, la música rock, los nuevos movimientos religiosos satánicos, etc. Y cada uno tiene sus propias características ideológicas, culturales y regionales. De ahí que haya que seguir mirando el fenómeno atreviéndose a formular conceptos hermenéuticos y aún, formas de enfocar su manejo socio-cultural. Carlos Arboleda Mora Director Grupo Religión y Cultura. UPB. 2005.

TABLA DE CONTENIDO

TEOLOGÍA, CIENCIA Y POSESIÓN DIABÓLICA CARLOS ARBOLEDA

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ORLANDO TAMAYO EL DEMONIO: SU NATURALEZA Y ESENCIA GONZALO SOTO POSADA 1. ASPECTOS BÍBLICOS Y PASTORALES DE LA LLAMADA “POSESIÓN DIABÓLICA”. GUILLERMO LEÓN ZULETA

ASPECTOS SOCIOCULTURALES DE LA POSESION LIGIA EUGENIA URIBE ORLANDO TAMAYO 2. “TRASTORNO DE TRANCE Y POSESIÓN VS POSESIÓN DIABÓLICA EN EL ÁREA METROPOLITANA DE MEDELLÍN”. CARLOS ARBOLEDA. EL PENSAMIENTO ACTUAL DE LA IGLESIA CATOLICA SOBRE EL EXORCISMO CARLOS ARBOLEDA 3. EL SATANISMO COMO EXPRESION DE LA PRECARIEDAD DE LA SOCIEDAD. Carlos Arboleda Mora.

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TEOLOGÍA, CIENCIA Y POSESIÓN DIABÓLICA



CARLOS ARBOLEDA ∗ ORLANDO TAMAYO

Se puede deducir que la posesión es tan antigua como el hombre, así lo muestra la pintura mural de la cueva de Lascaux donde se representa un chaman practicando un hechizo para la caza y lo importante de esta pintura para el caso es la “Posesión” del animal a través del uso de su cornamenta. Aunque queda entendido que el ritual es hacia la supervivencia, sí llama la atención la existencia en la mente primitiva de la posibilidad de posesión. Esto sucedía hacia el año 25.000 A. C1. La enfermedad se concebía con frecuencia como “Posesión demoníaca” o de los espíritus de los muertos, que atrapaban y ataban a las personas. De esta manera el demonio Utuku, era el responsable de la Epilepsia; el demonio Lamasu un ser alado, era el responsable de la muerte perinatal de la madre y el hijo (al chuparle a éste último la sangre). La ira de los dioses se tenía que aplacar con oraciones, agasajar con ofrendas y destruir una figura representativa. La siquiatría ha sido una de las últimas especialidades que se han incorporado al campo general de la medicina. Esto se ha logrado desde hace aproximadamente unos 170 años. Antes de ésto, las enfermedades mentales se encontraban en el terreno de la filosofía, y mucho antes, desde la época primitiva hasta la Edad Media, el enfermo mental era ignorado, o tratado por medio de castigos o exorcizado. Desde 

Sociólogo de la Universidad Gregoriana de Roma. Master en historia de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín. Actualmente es profesor de la Universidad Pontificia Bolivariana. Director del Grupo de Investigación “Religión y Cultura” de la misma Universidad. Director del Secretariado de Ecumenismo de la Arquidiócesis de Medellín. Ha publicado Adolescentes y Satanismo, Secum, Medellín 1999; El pluralismo religioso en Colombia, Secum, Medellín 1999; El politeísmo católico, UPB, Medellín 2001; además de numerosos artículos en diversas revistas. ∗ Médico cirujano de la Universidad de Antioquia. Especialista en Psiquiatría de la misma Universidad. Profesor de la Universidad Pontificia Bolivariana. Entre otros ha publicado: Cocaina. Project Initiative on cocaine. Key informan study. Colombia Bulletin of World Health Organization. Consolidated International Report l994; Generalidades sobre farmacodependencia.

Documento para programa de prevención en salud mental. Servicio Seccional de salud de Antioquia, Medellín l998. 1

MAUL, STEFAN; WESTENDORF, WOLFHART: Primeras teorías médicas: entre la magia y la razón. En “Crónica de la Medicina”, n. 1, Plaza Janes, Barcelona 1993, 16.

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que se tiene noticia de las primeras creencias de los hombres primitivos, ha sido común encontrar en las diversas culturas, la certeza de que las enfermedades mentales (y muchas otras enfermedades) eran enviadas por los dioses. Además toda clase de desgracias eran atribuidas a acciones del diablo. También era común en las culturas primitivas de que, para el tratamiento, era necesaria la liberación de poderes divinos, uso de artes mágicas y especialmente el poder atribuido a la pronunciación de determinadas palabras, fenómeno que parece ser común a todas las religiones del mundo, ya sea en forma de gritos, encantamientos, órdenes a los espíritus para que abandonen al pacientes, exorcismos o plegarias a través de fórmulas penitenciales por las que se solicita el perdón a la divinidad ofendida. A menudo, estas palabras van acompañadas de movimientos como imposición de manos, gestos y danzas rituales realizadas por el chamán. Así mismo, en plan preventivo, se han utilizado objetos mágicos, amuletos, talismanes que simbolizan el poder, y fetiches que representan a la deidad protectora. Todos estos recursos evidencian el concepto de la enfermedad atribuida a fuerzas externas, con explicaciones simples de causa y efecto, que implícitamente desconocen las posibilidades de causas internas de tipo bio-sicológico o externas de tipo social. Sin embargo, no podemos desconocer en algunas de estas formas primitivas del manejo de la enfermedad, el fundamento de algunos recursos terapéuticos actualmente utilizados por la siquiatría como la sicoterapia y la hipnosis. Entre el 2000 y 1001 A.C. se intentó a través de la demonología explicar la causa de las enfermedades y sus síntomas, modelo desarrollado y sistematizado en Mesopotamia pero difundido popularmente en todo el mundo. Entre el año 1500 – 1050 AC para la medicina oriental, la enfermedad se considera castigo enviado de antepasados o encantamiento de seres malvados. Un general rebelde Chang Hsiu sostiene, hacia el año 2200 A.C., que la enfermedad es un castigo legítimo, por el mal comportamiento del enfermo. Se originan también los ritos en masa y las conversiones. Sacerdotes especiales, designados por el símbolo WU, actuaban como exorcistas y llevaban a cabo ceremonias especialmente dirigidas a hacer propicios los ancestros. En la cultura del Valle del Indo, se hallan amuletos en las excavaciones lo que permite deducir que medios de curación y prevención mágica eran los más usuales. Con la colonización por los indoeuropeos arios, se impone el tipo de medicina basado en la demonología. Bajo este concepto, la demonología atribuye cualquier cambio del cuerpo sin causa exterior reconocible, a la intervención de seres sobrenaturales demonios o espíritus, de tal manera que la única manera para evitar estos procesos era mediante el cumplimiento de las reglas sociales y leyes religiosas. Cuando alguien estaba poseído por el demonio se le consideraba impuro además de contagioso. El espíritu protector se había retirado. En esta misma cultura se conocían diferentes maneras para hacer salir los demonios y ahuyentarlos alejándolos de la casa mediante rituales. Los conjuradores moldeaban en arcilla las figuras de los demonios y a ellas les hacían ofrendas de alimentos y otras cosas. Luego estas figuras eran juzgadas por el dios sol y el Shamash (dios de la Justicia), se destruían y enterraban sus restos. Para esta cultura existían el demonio Asakku, o también Pazuzu, que ocasionaba fiebre y enflaquecimiento, y el Ahhazu se manifestaba a través de enfermedades del hígado.

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En la cultura india, para los vedas en su Atharva-veda (700 A. C.), el origen de las enfermedades se consideraba igualmente un castigo divino provocado por espíritus malignos, Takman es el dios responsable de la fiebre. La manera de alejar estas enfermedades era mediante oraciones, conjuros y amuletos. En la Biblia hacia el año 1060 A. C., se menciona la peste de los filisteos como un castigo de Dios por haber saqueado el templo y el Arca de la Alianza: “Y la mano del Señor cayó en desgracia sobre la gente de Asdod y sus valles con la peste” Grecia y Roma La creencia popular era que las alteraciones mentales estaban originadas en causas sobrenaturales. Se consideraba que las personas que las sufrían estaban bajo la posesión de espíritus malignos personificados en las diosas Manía y Lisa2. Pero allí, en Grecia se tuvo una visión positiva de la posesión. - -Dionisio tomaba posesión de sus bacantes. - -Apolo poseía a las pitonisas de Delfos. Estas posesiones se daban para actividades religiosas extraordinarias. Era una invocación (eporcizein) del poder divino para anunciar la voluntad de los dioses. Pero también hubo un acercamiento científico al caso de los poseídos.En el siglo V A.C., Hipócrates de Cos (hacia el 460 A. C.) dijo que la locura era una simple enfermedad del cerebro dando origen a un tratamiento misericordioso de los afectados. Estas mismas enseñanzas fueron asumidas por sus hijos Dracón y Tesalos y su yerno Polibio. En su introducción a su tratado de la epilepsia, Hipócrates afirma :” Yo no creo que esta enfermedad llamada sagrada, sea más divina o sagrada que cualquiera otra enfermedad. Sin embargo, ha sido considerada así por aquellos que siendo humanos, la observan con ignorancia o sorpresa”3. Veamos una rápida panorámica: - Siglo I A.C.: Areteo continúa las enseñanzas de Hipócrates. - Siglo I D.C.: Sorano (Soranus) continúa las enseñanzas de Hipócrates y Areteo, Galeno por su parte insiste en el tratamiento humano de los “Insanos”. - Siglo II D.C.: Artemidoro de Daladis, se dedica a la interpretación de los sueños al igual que las visiones y los oráculos. - Siglo III D.C.: Celius Aurelianus dice que la locura es enfermedad cerebral y su tratamiento debe ser gentil y tierno. - Siglo VI D.C.: Alejandro de Tralles da las indicaciones para el tratamiento de la melancolía. 2

MORA, G. Tendencias históricas y teóricas en siquiatría. En FREEDMAN, A.M,; KAPLAN, H.I. Tratado de siquiatría, Salvat Editores, l982. 3 Ibid., 17.

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- Siglo VII D.C.: Paul de Aegina insiste en la necesidad de un tratamiento suave. Al declinar el imperio romano, reaparecieron la demonología y el exorcismo como posibilidades terapéuticas persistiendo hasta la llamada Era Moderna4. Durante esta época oscurantista sobresale Francis Bacon quien reconoce las funciones de la mente como importantes en el orden natural del universo. En la época moderna hacen su aparición Chiaruggi en Italia (1759-1820), Philippe Pinel en Francia (1745-1826), Daniel Tuke en Inglaterra (1827-1895) y Dorothea Dix en Estados Unidos (18021887), los cuales, en general, promovieron la eliminación de las cadenas y los castigos en el tratamiento de los enfermos mentales y mejoraron su cuidado, llegando a proponer hospitales mentales de puertas abiertas. Otras culturas En la literatura sagrada de los orientales se extendió la idea del influjo diabólico en las enfermedades mentales En las tabletas de la Mitologia de Asiria, se explica cómo expulsar los malos espíritus que causan la enfermedad. La teología persa fue más explícita (por su concepción dualista). De estas culturas se nutrió el pueblo de Israel. Así el caso de “melancolía” de Saúl, es interpretado como causado por un espíritu malo, lo que actualmente se diagnosticaría como un trastorno afectivo bipolar. Otras enfermedades mentales originadas por espíritus son descritas en el Talmud (epilepsia) y suicidios. En el mundo islámico, se creía en los “Djins” que fueron según la creencia, los primeros habitantes del planeta. Como eran hechos de fuego, eran peligrosos, inquietos apasionados y movedizos como la llama. También se convertían fácilmente en seres de diferente apariencia, dragones, monstruos y sí muy malos, en Shayatin (plural de Shaytan) es decir, en demonios. Estos se mostraban como los seres más violentos y agitados, podían tener descendencia (pues tenían los dos sexos). Están al servicio de Alá y son los más grandes enemigos del hombre. Los Djins son causantes de la inspiración, el trance y de ciertas posesiones. Los poetas tienen un djin a su servicio. Iglesia Católica En la iglesia católica la posesión fue siempre considerada como efecto del espíritu del mal. Por eso desde Lucas comienza a usarse el verbo Exorcisein (conjurar a salir) Y en los primeros Padres de la Iglesia, se referían al poder de expulsar los diablos como prueba del origen divino de la religión cristiana. Generalmente en la Iglesia, del siglo I a la Edad media, se consideraban como posesiones las enfermedades no explicables por la ciencia de su tiempo (epilepsia, perturbación mental, neurosis, sonambulismo...): 4

NOYES, A.P; KOLB, L.C. Siquiatría clínica moderna. La prensa médica mexicana, México l966.

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- Justino (+1659): Estas personas son “energúmenos” (es otro el que actúa en la persona posesa). - Clemente de Alejandría (+215): el demonio habla a través del poseso. - Minucio Felix (200): Para salir el demonio se debe decir su nombre. - Orígenes (185-254): elabora las categorías: Hay posesión total (sobre la razón, los sentidos y el comportamiento) y posesión parcial (sólo sobre el comportamiento). - Zenón de Verona (S IV) considera que los criterios para identificar el poseso son: deformación del rostro, girar de ojos y espumarajos, aullidos y llantos. - San Agustín (350-430) enseña la importancia de la introspección para el conocimiento del siquismo humano e hizo otros aportes importantes a la sicología5. - Casiano (360-430) dice que el aire está lleno de demonios. Se acentúa en esta época la opinión neoplatónica de los espíritus radicados en el aire elemental. El aire oscuro y caliginoso evoca la imagen de las tinieblas y de figuras espantosas. Casiano recomendaba recibir la eucaristía como remedio contra la posesión. En esto está de acuerdo con el Concilio de Orange (446) que recomienda la comunión a los posesos, pero en contra del Concilio de Elvira (306) que excluía a los energúmenos de la Eucaristía y del Sínodo de Ancyra (314) que los expulsaba de la Iglesia. Se perfilan así dos tendencias en el tratamiento de los posesos: una que sugería misericordia y ternura, y otra que recurría a los tratamientos duros y al exorcismo. Entre los que sugerían la misericordia están Nemesio de Emesa (s. IV), Código Lombardo (s. VII), Agobardo de Lyons (s. VIII), Regino abad de Prum (s. X). Entre los que estaban por la severidad tenemos a Michel Psellus (s. XII) que afirmaba que los demonios al tener cuerpos fríos, buscaban cuerpos calientes de hombres o de bestias para poseerlos. Guillermo de Auvernia (+1200) distingue entre enfermedades curables por el médico y la posesión curable por el exorcista. La máxima expresión de la enfermedad mental como consecuencia de la obra de los espíritus o de los demonios, se encuentra en la obra de Jakob Spranger y Heinrich Kräemer llamada el Martillo de las brujas o “Malleus maleficarum” (14871489). Estos dominicos alemanes habían sido encargados por Bula del Papa Inocencio VIII, de realizar las tareas necesarias para identificar, castigar y exterminar a las brujas6. Juan Luis Vives, considerado el fundador de la sicología moderna, nació en Valencia España (1492-1540), en su libro “De anima et vita”, refuta el contenido del Malleus Maleficarum y califica a las denominadas brujas como enfermas. 5

DE LA ROCHE, E.A. Lecciones de historia de la siquiatría, Edición Laboratorio Synthélabo, Colombia l999. 6 DE LA ROCHE, E.A. o. c., BUSTAMANTE, J.A.; SANTA CRUZ, A. Siquiatría transcultural, Editorial científico-técnica, La Habana l975.

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Posteriormente Johannes Weyer (1515-1588), en su obra “De prestigiis daemonum”, reafirma el criterio de enfermedad en las manifestaciones evidenciadas en las llamadas brujas. Paracelso (1493-1541), dentro de los muchos temas que le ocuparon, escribió la obra “Sobre las enfermedades que alteran la razón”. Para él, la enfermedad mental no es consecuencia de posesión demoníaca, sino que está producida por causas naturales y su tratamiento debe estar en manos del médico, opinión claramente avanzada para el espíritu de la época7. La Reforma Protestante La Reforma protestante aceptó básicamente las tesis sobre la brujería y la posesión diabólica. Lutero creía que sus enfermedades y sueños eran cosa del demonio. Las moscas que no lo dejaban leer y las ratas que perturbaban su sueño, eran demonios. La enfermedad mental era causada por el diablo y él mismo exorcizó a varios individuos. Una idea característica suya es interpretar el descenso de Cristo a los infiernos como una lucha cuerpo a cuerpo entre Cristo y Satán para conquistar a éste. Calvino también creía en las molestias directas de Satanás a los creyentes. Comienzo de una visión científica Prácticamente hasta el siglo XVI, la posesión diabólica fue asunto de la teología. En 1541, a partir de Paracelso, la medicina comienza a desconfiar de la posesión diabólica. En 1787, en Hodden Bridge, Lancaster, un médico aplicó choques eléctricos a unas muchachas con convulsiones. En l80l en el hospital Charite de Berlín se trató con opio a otras convulsionarias. Ya Pinel (1745-1826) había dicho que la posesión y el exorcismo eran simples patrañas8. En el siglo XIX, Charcot y Richer (Les demoniaques dans l`art. Paris, l887) compararon los síntomas de la posesión diabólica con los de la histeria 9. J. de Tonquedec10, afirma que la Iglesia nunca ha exigido que se crea en la existencia de posesiones diabólicas pues no es una verdad revelada. Charcot (1825-1893) distingue en la gran histeria cuatro fases (epileptoide, grandes movimientos, alucinatoria, delirio final) que coinciden con los síntomas de posesión como arrebatos, rigidez, excitación motriz, convulsiones, parálisis, anestesia, conducta intrigante, y que se presenta en personas lábiles, sicópatas, con estancamientos en estados infantiles. W, Th. Winkler (Die hysterische fenhlhaltung. Munich, l958) indica así mismo que los rasgos del histérico (sugestionabilidad, refugio en la enfermedad, búsqueda de compasión y cuidados, dependencia de los espectadores) son parecidos a los que presenta la sintomatología del poseso. 7

DE LA ROCHE, E.A. o. c. Cf. E.H. Ackernecht. Kurze Geschichte der Psyquiatrie, Stuttgart l957, 42ss. 9 Cf. RICHER, P. Etudes cliniques sur la grande hysterie ou hystero epilepse, París, l885. 10 TONQUEDEC DE J. Les maladies nerveuses ou mentales et les manifestations diaboliques, París, l938. 8

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Pierre Janet (1859-1947) fue un investigador infatigable de los fenómenos presentes en la llamada neurosis histérica disociativa. Bajo la protección de Charcot en la Salpetrière de París, estudió muchos pacientes que sufrían lo que él denominó “disociación”, para considerar ciertos estados de la conciencia que se expresaban clínicamente como personalidades alternantes, fugas, anestesias y otros fenómenos histéricos. Escribió “L`automatisme Psychologique” (1907) y “Etat mental des Hystèriques” (1896), en los cuales describió y clasificó estos síntomas en forma no igualada hasta el presente11. S. Freud (1856-1939)12 analizando un caso de posesión diabólica, indica que el diablo es el sustituto inconsciente de ciertos aspectos de la personalidad paterna que inspira, en el neurótico, sentimientos inconscientes de carácter ambivalente. Se puede amar y odiar a una persona y, en este caso, el padre sería la imagen tanto de Dios como del diablo. La iglesia católica sigue aceptando lo dicho por el Ritual Romano de 1614 acerca de los signos de la posesión diabólica: glosolalia, criptognosis, fuerza descomunal y aversión a lo religioso. En el nuevo ritual de exorcismos (22 de Noviembre de l998) se acepta la realidad de la posesión diabólica pero atendiendo primero a los dictámenes médicos y sicológicos. Las posturas teológicas entre los cristianos hoy son: Los teólogos evangélicos liberales toman distancia crítica. Los teólogos católicos aceptan la doctrina oficial de la iglesia pero con la mediación de la medicina y la sicología. Aunque algunos remiten todos los casos a la siquiatría y niegan la posibilidad de la posesión diabólica. Los teólogos de los grupos carismáticos y pentecostales (tanto católicos como protestantes) son acríticos. La siquiatría transcultural, por su parte, afirma que el presupuesto de la posesión diabólica es la creencia en el diablo propia de una cultura. Por eso no hay ateos posesos en cuanto no tengan una raíz cultural religiosa. Hay culturas en que la posesión es algo cultural y religioso (por ejemplo, santería, culto zar, chamanismo...). Y es una enfermedad histórica pues se presenta en tiempos y culturas concretas. Desde el punto de vista de la siquiatría clínica, los fenómenos histéricos y disociativos, habían perdido interés desde el comienzo del siglo XX y posteriormente a los estudios de Charcot, Janet y Freud. Pocos casos aparecen descritos en la literatura. Pero en los últimos años, ha vuelto el interés al aumentar los casos de posesión, trance y al renacer, en los medios religiosos, la demonología. En las clasificaciones de enfermedades siquiátricas aparecidas antes de las primeras décadas del presente siglo, las alteraciones sicógenas de la memoria y de la conciencia, se consideraban como parte de las denominadas histerias. Con la 11

NOYES, A.P; KOLB, L.C. Siquiatría clínica moderna. La prensa médica mexicana, México l966. FREUD, S. Una neurosis demoníaca en el siglo XVII (1923 ((1922)). Obras completas, v. XIX, Amorrortu Editores, Buenos Aires l996, 67-106. 12

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publicación de la primera edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Desórdenes Mentales (DSM-1) de la Asociación Siquiátrica Americana, poco después de la segunda guerra mundial, la distinción entre los conceptos de disociación y conversión, fue incorporada al sistema clasificador, pasando los síntomas relacionados con la amnesia y las alteraciones de inconsciencia, a formar parte de la reacción de Disociación. En la segunda edición (DSM-II, 1968), aparecen los síntomas disociativos y conversivos reunidos bajo la denominación de Neurosis Histérica, tipo de disociación y tipo de conversión. La disociativa se define como “alteraciones del estado de conciencia del paciente en su identidad, capaces de producir síntomas del tipo de la amnesia, el sonambulismo, las fugas y la personalidad múltiple”. Ya en la tercera edición revisada (DSM-III R), aparecida en l987, se modifica el término Neurosis y se utiliza la clasificación como Trastornos disociativos, dentro de los cuales, el numeral 300.15 se refiere a trastornos disociativos no especificados, en los cuales se incluyen Estados de Trance definiéndolos como alteraciones del estado de conciencia con respuesta disminuida o selectiva a los estímulos ambientales. Además, estados disociativos que pueden presentarse en individuos que han estado sometidos a períodos de prolongada e intensa persuasión coercitiva, por ejemplo, en miembros de algunas sectas. En 1994 aparece la primera publicación del DSM-IV, en la cual aparecen los trastornos disociativos clasificados así: Amnesia disociativa, Fuga disociativa, trastornos de identidad disociativos, Trastorno de despersonalización y Trastornos disociativos no especificados. En esta última categoría se incluye el trastorno disociativo de Trance. En la clasificación internacional de enfermedades (CIE-10), publicación de la Organización mundial de la Salud, editada en l992 y que es el sistema de codificación aceptado internacionalmente, se registra la entidad que nos interesa, en la siguiente forma: - F 40-49. Trastornos neuróticos, secundarios a situaciones estresantes y somatomorfos. - F 44. Trastornos disociativos - F 44.3. Trastornos de Trance y posesión. Estos se describen así: Son trastornos en los que hay una pérdida temporal del sentido de la identidad personal y de la plena conciencia del entorno. En algunos casos el enfermo actúa como poseído por otra persona, espíritu, deidad o “fuerza”. La atención y la conciencia del entorno pueden limitarse a sólo uno o dos aspectos inmediatos y a menudo se presenta un pequeño pero reiterado conjunto de movimientos, posturas y manifestaciones expresivas. Son involuntarias o no deseadas e interfieren en la actividad cotidiana porque tienen lugar al margen (o son una prolongación de) ceremonias religiosas o culturales aceptadas. Afortunadamente, los criterios de las dos clasificaciones descritas (DSM-IV y CIE-10), se han homologado casi en su totalidad y en la presente investigación, los

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aplicaremos en la investigación seleccionada, para determinar clínicamente la ubicación pertinente si reúnen los requisitos mencionados. Para analizar los resultados de la presente investigación, hemos utilizado los criterios de investigación para el diagnóstico disociativo de trance del DSM-IV: A.

Se cumplen los puntos (1) o (2) (1). Alteración temporal y significativa del nivel de conciencia. perdida de la identidad personal, sin que sea suplantada por cualquier otra identidad. (a). Disminución de la capacidad para reconocer y ser consciente del entorno, o atención selectiva y poco usual a ciertos estímulos ambientales. (b). Comportamientos estereotipados que se experimentan como fuera del control propio

(2). Estado de posesión: alteración aislada y episódica del nivel de conciencia caracterizada por la suplantación de la identidad por otra diferente. Esto se atribuye a los designios de un poder o espíritu, una divinidad o u otra persona. a). Comportamientos o movimientos estereotipados que el individuo experimenta como si se encontrara bajo el control del agente que encarna la posesión. (b). Amnesia total o parcial después del episodio. B. El estado de trance o posesión no se considera una práctica normal en el contexto cultural o religioso. C. El estado de trance o posesión provoca malestar clínicamente significativo o deterioro social. D. El estado de trance o posesión no aparece exclusivamente en el transcurso de un psicótico (se incluye el trastorno del estado de ánimo con síntomas psicóticos y el trastorno psicótico breve) o de un trastorno de identidad disociativo, y no se debe a los efectos fisiológicos directos de una sustancia o de una enfermedad médica. Debe hacerse un diagnóstico diferencial ya que pueden darse síntomas de otra enfermedad médica o resultar por consumo de sustancias, esquizofrenia, trastornos afectivos con síntomas sicóticos, trastorno sicótico breve, o epilepsia del lóbulo temporal13.

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ASOCIACIÓN AMERICANA DE SIQUIATRÍA. Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. DSM-IV, Masson, Barcelona S.A, 1995; ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD. Trastornos mentales y del comportamiento, CIE-10. Descripciones clínicas y pautas para el diagnóstico, Meditor, Madrid l992.

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EL DEMONIO: SU NATURALEZA Y ESENCIA

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GONZALO SOTO POSADA



1. Siguiendo una propuesta de Giovanni Papini, distinguimos Demonología de Diabología. La primera se ocupa de las artes de los magos y los encantadores, de las costumbres y crímenes de las brujas, de las hechiceras, de los encantadores y genios parecidos. Trata de evocaciones y sortilegios, íncubos y súcubos, sábados y misas negras, posesiones y pactos con el diablo, satanistas y sus criados. La segunda se dirige al escrutinio de la esencia y naturaleza de Satán e indaga por su alma, culpa, caída, relaciones con Dios y el hombre, su potencia y sus encarnaciones14. Nos ocuparemos de ambos, pero con énfasis haremos depender la Demonología de la Diabología. 2. El camino para ello lo hemos hallado en el excelente artículo sobre el demonio de François Vandenbroucke y otros, publicado en el Dictionnaire de Spiritualité15. Siguiendo su método, dilucidaremos el sentido del demonio en la Escritura, en la literatura eclesiástica hasta Orígenes, en la literatura monástica más antigua, en Occidente; ello nos permitirá sacar conclusiones y como dice Papini, hacer una especie de Summa Diabológica16. 1. El demonio en el Antiguo Testamento Paradójicamente, los escritos veterotestamentarios no pululan en afirmaciones sobre el demonio. Lo que los pueblos vecinos de Israel atribuyen a los demonios, el Antiguo Testamento lo relaciona directamente con Yhavé: enfermedades, castigos, muerte. Satán es un simple instrumento de Yahvé análogo a los ángeles. Incluso, más que un análogo angelical, es uno de los ángeles, que son enviados para ejecutar los designios divinos. Cuando en el prólogo del libro de Job (capítulos uno y dos) aparece con el nombre de “el Adversario”, “el Satán”, no se trata de un demonio sino 

Doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. Profesor en la Facultad de Filosofía de la Universidad Pontificia Bolivariana. Profesor de Cultura Medieval en la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas de la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín. Experto en filosofía antigua y medieval. Entre otros ha publicado: La Función de la semejanza en las Etimologías de San Isidoro de Sevilla, Gran América, Medellín 1980; Filosofía de los refranes populares, Universidad Pontificia Bolivariana, Medellín 1994; Los Refranes en el derecho y el derecho en los refranes, Universidad Pontificia Bolivariana, Medellín 1997; Los Refranes en la medicina y la medicina en los refranes, Universidad Pontificia Bolivariana, Medellín 1999; El perfil ético del egresado Bolivariano y su impacto en el medio, Universidad Pontificia Bolivariana, Medellín 1997, La sabiduría criolla, Verón Editores, Barcelona 1997; Diez aproximaciones al medioevo, Universidad Pontificia Bolivariana, Medellín 1998. 14

PAPINI, GIOVANNI. El diablo. En: Obras. T. VI. Aguilar, Madrid 1963, 33-35. T. III, c. 141 – 238. 16 PAPINI, GIOVANNI. o. c., 35. 15

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de uno de los ángeles de la corte de Yahvé, cuyo papel es el de acusador público que hace respetar en la tierra la justicia y los derechos divinos. Sólo que este papel viene cumplido con hostilidad hacia el hombre: De “acusador” se convierte en “tentador”. La envidia de los bienes de la creación divina es su gran cualidad. En Zacarías (capítulos 3, 1–5; 3, 2; 3, 6–10), el “acusador” se presenta como adversario de Dios y sus designios salvíficos. En 1 Reyes 22, 19–22, el “espíritu de la mentira” asume la función de Satán, pero siempre como un agente divino que oye su llamado y respeta sus órdenes. Si a estas caracterizaciones de I Reyes, Job y Zacarías ya mencionadas, le agregamos las de II Samuel 24, 1 y I Crónicas 21, 1, los trazos veterotestamentarios del demonio quedan determinados: Lo que las religiones de las culturas vecinas representan como un rival del dios supremo, Israel lo transforma en puro instrumento de Yahvé con una función concreta: Acusador público. Se salvaguarda así la trascendencia del Dios único contra todo posible dualismo. Su nombre de “Satán” equivale a un oficio divino. Tan contundente es esta “biografía” veterotestamentaria del diablo que cuando se evocan demonios de las creencias populares de Oriente: Siyyin, se ‘irrim’ iyyim, ‘ohim (La Septuaginta los verá como daimonía), el hagiógrafo los asimila a simples animales salvajes de la regiones desérticas. El mismo Lilith, genuino demonio asirio, no es sino un mochuelo o ave nocturna (Isaías 34, 14). Tobías menciona “el demonio malvado Asmodeo” (3, 8; 8, 3), “el que hace perecer”. Tiene relación con Aêsma, uno de los demonios del parsismo. Su función es ser enemigo de la unión conyugal. Sólo que la liberación de Sara y la curación del viejo Tobías por obra del ángel Rafael reducen a Asmodeo a una buena pintura antropomórfica. Azazel se menciona en el Levítico con motivo de rito de la Gran Expiación (Levítico 16, 8. 10. 26). Más que un demonio (como lo hace la versión siria y la literatura judía apócrifa: Henoch) es un macho cabrío o víctima propiciatoria cuya función es llevar al desierto los pecados de Israel. Mas, esta "biografía" tiene un momento decisivo: el relato de El Génesis, uno de los más antiguos. Es el símbolo de la Serpiente. Creatura de Dios, dotada de ciencia y habilidad, que le sirven para triunfar y arruinar la obra de Dios; tentador que invita amistosamente a transgredir la prohibición divina. El resultado lo conocemos: el hombre es castigado; ella es maldecida. Ya se sabe cómo viene interpretada la Serpiente desde el Antiguo Testamento: es el diablo (Eclesiástico 25, 24; Sabiduría 2, 24). Aparentemente ha triunfado. Su fin verdadero es la derrota. Este triunfo de la humanidad sobre la Serpiente- Satán es el objeto de la Revelación Neotestamentaria y la obra salvífica de Jesucristo. 2. El Nuevo Testamento La diabología neotestamentaria hace uso de la literatura judía no canónica, en especial de Henoch, para hacer su "biografía". El pecado de los ángeles, ya expulsados del cielo por haberse rebelado contra Dios, ya descendidos a la tierra para unirse a las hijas de los hombres, dejan probablemente su huella en Ap. 12 y Lc. 10, 18 (la primera tradición, la de la expulsión) y en Judas 6 (la segunda y su unión con las hijas de los hombres).

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Su “biografía”, sin embargo, no se queda en estas representaciones surgidas de la “Biblia apócrifa”. Una rica semántica de variados hombres surge aquí y allá para designar la Serpiente de El Génesis: “El gran Dragón, la Serpiente Antigua, el llamado Diablo y Satanás, el seductor del mundo entero” (Apoc. 12, 9; Cf. Jn. 8, 44; I Jn. 3, 8; II Cor. 11, 3). Los relatos de los Sinópticos hablan indistintamente, por ejemplo en la parábola del sembrador, de Satán (Marcos), del Malvado (Mateo), del Diablo (Lucas); en otros lugares es el “enemigo” (parábola de la cizaña), “el tentador” (Mt. 4, 3), Beelzebul, príncipe de los demonios (Mc. 3, 22; Mt. 9, 34; 10, 25; 12, 24–27; Lc. 11, 15–19). Beelzebul era una divinidad cananea cuyo nombre significa “Baal el príncipe”. La forma “Beelzebud” (Siríaca y Vulgata) es un juego de palabras despectivo que transforma dicho título en “Baal de las moscas”. San Pablo usa Satán, Diablo, el Malvado (II Tes. 3, 3; Ef. 6, 16), Tentador (I Tes. 3, 5). Pero añade un nombre propio, Beliar, que era la habitual designación judía del Diablo (II Cor. 6, 15). En Ap. 12, 10 conserva la función de acusador de los elegidos en el tribunal de Dios, como en Job y Zacarías (ho katégoros). El mismo papel cumple en I Pedro 5, 8 (ho ãntídikos). Pero no para allí la semántica. Es el “príncipe de este mundo” (Jn. 12, 31; 14, 30; 16, 11), el “dios de este siglo” (II Cor. 4, 4). Con ello vienen opuestos el Reino de Dios y el Reino de Satán. El Reino Satánico que coincide con la era antes de la venida del Mesías (Hch. 26, 18; Gal. 1, 4), Jesús lo sustituye por el Reino de Dios (Mt 3, 2; Jn. 3, 3–5; Rom. 14, 17), que es el suyo propio (Mt. 13, 41; Jn. 18, 36; Col. 1, 13; Ef. 5, 5; I Jn. 3, 8). Aquí entramos en un tema de primera importancia: La relación Jesús–Demonio. El relato de las tentaciones es paradigmático. Su horizonte es claro: El Mesías debe escoger entre los caminos de Dios y los propuestos por el Tentador que, como en El Génesis, se presenta como el amigo y el consejero. Estas vías satánicas son las de los “magos” de los que habla Flavio Josefo en sus Antigüedades Judías (L. XX, c. 5; c. 8, 6). Jesús se va contra ellos y de frente a esos poderes sobrenaturales de mero prestigio personal propone un signo: “el signo de Jonás”, es decir, su propia muerte y resurrección asociadas al banquete pascual. Este es su reino. Desde este su reino hay que entender la curación de los enfermos y la liberación de los poseídos. Pedro lo dice claramente delante de la familia de Cornelio: “vosotros sabéis cómo Dios a Jesús de Nazaret le ungió con el Espíritu Santo y con poder, y cómo él pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él” (Hch. 10, 38). No sobra recordar que en la mentalidad judía la enfermedad corporal era el efecto y el signo de las potencias del mal, estableciéndose un nexo entre el mal físico y el mal espiritual. Estas curaciones son un signo del Reino como Salvación de la tiranía del diablo. Lo mismo vale para la liberación de los poseídos. Los Sinópticos narran cuatro: (Mc. 1, 23ss; 5, 1ss; 7, 24ss; 9, 17ss con sus respectivas concordancias). Es la prueba de la llegada del Reino. La misma muerte de Jesús es " para aniquilar al señor de la muerte, es decir, al diablo” (Hebr. 2, 14). Pablo interpreta esta muerte como una acción de los demonios, “príncipes de este mundo” (I Cor. 2, 8). Su triunfo, como el de la Serpiente, es aparente. Con su muerte, Cristo derrota al demonio, hora en que éste “es arrojado

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fuera” (Ap. 12, 9–13). Es el triunfo de Dios sobre Satán17. Triunfo que alcanzará su plenitud en la parusía (I Cor. 15, 24–28). Por eso, la vida del cristiano, como la de Cristo, viene pensada como una lucha contra Satán (Ef. 6, 12). Pedro lo pinta como un león rugiente buscando a quien devorar (I Pe. 5, 8). Es el tentador que, como en el Paraíso, intenta separar a los hombres de Dios (I Jn. 3, 8; I Cor. 7, 5; Hch. 5, 3–4; I Tes. 3, 5). Es el padre del pecado, no una mera personificación de las fuerzas del mal, de la concupiscencia carnal (Rom. 5, 12). El pecado proviene del diablo y del hombre que se deja seducir por él (Ef. 4, 27; Jn. 8, 41. 44); I Jn. 3, 8). El “mundo”, en este contexto, es el reino de Satán, tal como lo desarrollan los textos joánicos. De ahí la tragedia del cristiano: es una lucha a muerte entre la escogencia de Dios o Satán, de la Verdad o el Mal (II Cor. 6, 14 ss; I Jn. 5, 19–20). El Juicio Final lo decidirá definitivamente (Mt. 25, 34– 41). ¿Cómo opera Satán para tentar? Por la mentira (Jn. 8, 44; I Tim. 4, 1 ss), el camuflaje en ángel de luz (II Cor. 11, 14), las trampas (I Tim. 3, 7; 6, 9; II Tim. 2, 26), las insidias (Ef. 6, 11), los engaños (II Cor. 2, 11), la cizaña (Mt. 13, 25), las tinieblas (II Cor. 6, 14; Ef. 6, 12; I Tes. 5, 5; Rom. 13, 12; Jn. 3, 19; 8, 12; 12, 35–36). Ante estos ataques, el cristiano solo sucumbe, pero con la gracia de Cristo vencerá. Es el sentido soteriológico de la fe en Cristo (I Jn 2, 13). Sin embargo, el toque de gracia neotestamentario es el Apocalipsis. El capítulo 12 es una síntesis de la diabología bíblica. Allí hay tres pinturas que se implican mutuamente. La primera se desarrolla en la tierra. Es la lucha entre Satán y Cristo. Satán se presenta como un gran Dragón de siete cabezas y diez cuernos coronados por siete coronas, que intenta devorar un niño parido por una mujer misteriosa, envuelta en el sol y coronada de doce estrellas. El monstruo parece tener ya ganada su presa, pero ésta escapa, “arrebatado a Dios y a su trono” (12, 5). Es una alusión clara a la muerte, resurrección y ascensión de Cristo que el cuarto Evangelio designa con la expresión “glorificación” de Cristo. La segunda fase, paralela en el tiempo a la primera o incluso anterior, nos da la explicación: El Dragón es “la antigua serpiente, llamada Diablo y Satanás” (12, 9) y con el Acusador de Job y Zacarías (12, 10) es un rebelde y un vencido, pues Miguel lo vence y lo precipita en la tierra. El relato se inscribe en la tradición judía de La Vida de Adam y Eva, c.13–16: Cuando la creación de Adam, Miguel y sus ángeles rinden homenaje a Adam como imagen de 17

El Catecismo Holandés, Herder, Barcelona 1969, 110-111., interpreta las curaciones de Jesús como un símbolo de la lucha de Jesús contra el mal y el maligno. A Jesús le importa la curación del pecado. El Reino de Dios es lucha contra el mal. En cuanto a los “poseídos por el demonio” dice que poseído no es un hombre pecador. Es alguien que no es él mismo y da signos de locura y frenesí. Son enfermos. Jesús ve allí la acción del demonio. Satanás es para Jesús un poder personal. Sus liberaciones son, por lo mismo, curaciones del mal del maligno. El Catecismo de la Iglesia Católica al ocuparse de los signos del Reino de Dios: milagros, prodigios y signos, los interpreta como la derrota del reino de Satán. “Los exorcismos de Jesús liberan a los hombres del dominio de los demonios. Anticipan la gran victoria de Jesús sobre «el príncipe de este mundo»” (N. 547– 550).17

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Dios. No así Satán que se niega a honrar a un inferior, por lo cual es despojado de su gloria y desterrado a la tierra, lleno de odio, envidia y enemistad contra el hombre. En este contexto, el autor del Apocalipsis reinterpreta esta tradición judía y ve en Cristo la imagen perfecta de Dios, a la que Satán se niega a adorar. Viene la tercera fase. Vencido por Miguel y por Cristo, Satán persigue a la mujer, no la puede alcanzar y se dedica a hacerle la guerra al resto de su descendencia (12, 17). De nuevo es vencido, “arrojado en el abismo y encadenado por mil años” (20, 3)18 y finalmente “arrojado en el estanque de fuego y azufre, donde están también la Bestia y el Falso Profeta, y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos” (20, 10). Es clara la intención del autor. Si la mujer misteriosa es tanto la Iglesia como María, la nueva Eva que en el Calvario termina de dar a luz a Cristo y a sus cristianos, se deduce el papel de María en este conflicto entre Cristo y Satán. En definitiva, en el Nuevo Testamento, Cristo ha liberado a la humanidad, con su muerte y resurrección, del poder de los caballeros de Satán. El bautismo es, en este contexto, la ruptura con el Demonio y sus cadenas y la participación en la liberación obrada por Cristo, cuyo triunfo definitivo es la parusía. 3.. Demonología platónica y neoplatónica Los primeros pensadores cristianos, además de la Sagrada Escritura, tuvieron que afrontar una demonología filosófica elaborada por la paideia griega, en especial platónica y neoplatónica. Desde Platón hasta Plutarco, los griegos elaboraron una concepción del Daímon como una potencia benefactora a la cual se le ofrecen sacrificios y oraciones. Platón en El Banquete define el mundo demoníaco (daimónion) como intermediario entre el mundo de los dioses y el de los mortales, entre los cuales dicho mundo establece un lazo. De ahí su función. Los daimónes transmiten a los dioses las oraciones y los sacrificios de los hombres y a los hombres las órdenes y los bienes divinos (202 d). Pero es el siguiente pasaje de Platón el que marcó la pauta de su hermenéutica: “De ellos proceden la mántica y la ciencia de los sacerdotes, los sacrificios, las iniciaciones, los encantamientos, la adivinación, la magia“ (202 e - 203 a). Aparece así determinada su naturaleza: intermediarios entre el arriba y el abajo, partícipes a la vez de la mortalidad y la inmortalidad, mediadores entre los dioses y los hombres, fundamentos del culto y sus diversas formas, su esencia bondadosa, su relación con los oráculos, la magia y los encantamientos. Esta naturaleza, en especial, su carácter bondadoso, la precisa Platón mucho más en su Epínomis. Aquí analiza la jerarquía de los daimónes en relación con la de los elementos. Los ubica en el nivel del aire. De ahí su carácter intermediario. Tienen una maravillosa ternura con los hombres de bien. Es necesario rezarles para lograr mensajes favorables (984 e – 985 b). Jenócrates, su discípulo, completa esta “biografía” del demonio. Asimila los demonios a las almas y distingue entre buenos y 185

Es el célebre “milenarismo” que tanta tinta ha hecho correr. Recomendamos esta bibliografía: COHN, NORMAN. En pos del Milenio, Barral, Barcelona 1971; DUBY, GEORGES. El Año Mil, Gedisa, México 1989; FOCILLON, HENRY. El Año Mil, Alianza Editorial, Madrid 1952.

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malos demonios, más allá de su maestro. Lo que en el culto es inhumano, como los sacrificios sangrientos o lo que en los mitos es cruel e impuro, es obra de los demonios malos. Por lo mismo, a estos últimos hay que rendirles culto para aplacar su cólera. El neoplatonismo, con Plutarco, Máximo de Tiro, Apuleyo, Celso, Porfirio, Jámblico, completan el cuadro. Plutarco es fundamental. En su De Iside et Osidire y De Defectu oraculorum, aparecen sus tesis. Los demonios son almas en un estado intermediario. Pueden devenir dioses o mortales; moran en el aire, entre el cielo y la tierra. Participan de las pasiones humanas. Son buenos o malos. Los malos provocan las pestes y las guerras. Hay que aplacarlos por los sacrificios. Cuando los mitos hablan de crueldades e inmoralidades, su causa son estos malos espíritus, no los dioses. Los buenos demonios asisten a los hombres y los inspiran, en especial a través de los oráculos y los cultos de iniciación mistérica. Máximo de Tiro, por el contrario, vuelve al planteamiento platónico: los demonios son buenos, consejeros de los hombres, causa de los oráculos, los sueños y las inspiraciones, cuidan a los hombres por mandato divino, lazos de unión entre la debilidad humana y la bondad divina, curan enfermedades, aconsejan a los que dudan, anuncian las cosas ocultas, acompañan a los viajeros. De ahí su esencia a mitad de camino entre la inmortalidad de los dioses y el páthos humano, almas liberadas del cuerpo pero que los dioses mantienen acá en el mundo de las apariencias para asistir o castigar a los débiles humanos, cada uno de los cuales tiene su demonio propio. A todo este ambiente filosófico griego hay que agregar las tesis iraníes, ya gnósticas, ya maniqueas, sobre la dualidad del bien y del mal como constitutivo del mundo y del hombre, modo de resolver el problema del origen del mal en general y de la tentación en particular. Los Padres de la Iglesia, en términos generales, rechazan estas concepciones. Los sacrificios, oráculos, iniciaciones... son idolatría y perversión. Los ángeles buenos cristianos nada tienen que ver con estos ritos. Así, los ritos griegos sólo son expresión de su error religioso – filosófico, que se dirigen a los ángeles malos creyéndolos buenos. Tal es la astucia del demonio: confunde a los hombres y con ellos a sus culturas. Aparece así una tesis patrística clave: El paganismo es un culto al demonio. En ello, la Patrística continúa la línea neotestamentaria que asimila ritos paganos y culto a los ángeles malos (I Cor. 10, 20; Ap. 9, 20) y se sirve de un texto capital del Judaísmo palestino, ya citado antes: El Libro de Henoch. Aquí hallan los Padres varios elementos: el origen de los ángeles malos; son ángeles buenos que se enamoraron de las hijas de los hombres; son castigados y encerrados en el abismo hasta el juicio; de su unión con las mujeres nacen los gigantes; los demonios son las almas de estos gigantes que causan a los hombres todos los males y los separan de Dios; pecaron por lujuria y han enseñado a los hombres las practicas mágicas; se hacen adorar como dioses; hay un jefe de los demonios: Beliar, Satán o Mastema, que disputa con Dios las almas de los hombres. Las tesis son, entonces, encontradas y contrarias. Es lo que tienen que dilucidar los Padres de la Iglesia: lo griego y su relación con lo cristiano y viceversa.

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Los Apologistas

Un texto de Justino (muerto entre el 163 y el 167) en La Segunda Apología19, nos pone ya en el ámbito cristiano patrístico: “Dios confió el cuidado de hombres y criaturas que están bajo el cielo a los ángeles que puso a su cabeza. Pero los ángeles, violando esta orden, buscaron la unión con mujeres y engendraron unos niños que nosotros llamamos demonios. Luego, esclavizaron al género humano, ya por la magia, ya por el temor y los tormentos que les hacían sufrir, sea haciéndose ofrecer sacrificios, inciensos y libaciones, cosas de las que son ávidos, luego que se convirtieron en esclavos de las pasiones; sembraron entre los hombres la muerte, la guerra, el adulterio, la intemperancia y todos los males. Los poetas y los mitólogos no sabían que eran los ángeles y los demonios nacidos de ellos los que habían cometido todos los horrores que relataban: las faltas contra la naturaleza, los adulterios, los crímenes contra ciudades y naciones; estos poetas mitólogos atribuyeron a Dios mismo y a sus hijos, a sus pretendidos hermanos, Poseidón y Plutón y a sus críos, todo ello. Dieron a cada uno de ellos el nombre que cada uno de los ángeles escogió para él o sus hijos”. El argumento de Justino es radical: los dioses paganos son perversos y equivalen a los ángeles caídos cristianos. Ellos hicieron condenar a Sócrates20, ahora tratan de alejarnos de Cristo (XIV, 1, 348). Para engañarnos, parodian los dogmas y los ritos cristianos: Belerofontes, Perseo, Asclepio son imitaciones mentirosas de Cristo (LIV, 7-8, 410); los baños rituales imitan el bautismo (LXII, 1-2, 421); los misterios de Mitra a la Eucaristía (LXVI, 1-4, 428-429). En definitiva: todo lo griego es mentira demoníaca. Taciano (muerto entre 175-180), su discípulo, continúa la argumentación: el paganismo es demoníaco. Los demonios son ángeles caídos. Sólo que él no se liga a la tradición de El Libro de Henoch, de Justino, ya analizada (el relato de Gen. 6, 1-6 y los gigantes) sino a la otra tradición apocalíptica: Apocalipsis de Baruch LVI, 7; Vida de Adam XV, 1-2; Ascensión de Moisés21. Aquí el jefe de los demonios era el primero nacido y el más inteligente de los ángeles. En su orgullo quiso hacerse adorar de los hombres. Dios lo rechazó. Se convierte así en demonio y los que lo siguieron formaron su séquito22. La caída de los ángeles se relaciona con la creación del hombre. Esta relación hace que desde Taciano la demonología sea idolatría: Esta es en su esencia culto demoníaco. Los hombres se dejan engañar y los adoran. Los engaños son sus prestigios: Visiones, curaciones, magia (fórmulas escritas, hierbas, raíces, reliquias), la adivinación y la astrología que identificó las constelaciones y los planetas con las divinidades greco-romanas. Como éstas son demonios, los hombres se dejaron engañar pensando que el destino depende de los astros; de ahí que les rindan culto, olvidando al Dios único y verdadero23. 19

V, 2 – 6, PG 6, 452 – 453. Primera Apología, V, 3, PG 6, 336. 21 Cf. ORÍGENES, De Principiis III, 2,1. 22 Oratio adversus Graecos 7, PG 6, 821. 20

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Esta identidad planetas–demonios es clave en Teodoto, según el testimonio de Clemente Alejandrino. El destino es el resultado de la acción de los demonios que gobiernan por los astros. Los demonios son bandidos que obran por el zodíaco y los planetas. Influyen en el alma por medio del cuerpo. Cristo nos libera de esta fatalidad gracias a su Providencia. Es el sentido del bautismo pero en especial de la Gnosis, que es la perfecta liberación, ya que el bautismo no produce dicha liberación: Los demonios siguen atacando al alma a pesar del bautismo24. Entra en escena la complicada relación Gnosticismo y Cristianismo, que dió, da y seguirá dando tema para múltiples y variadas interpretaciones25. Atenágoras compone entre el 175 y el 180 su célebre Legatio pro christianis dirigida a los emperadores Marco Aurelio y Cómodo. Allí sostiene que los elementos y estatuas adoradas por los paganos no tienen ningún poder. Sin embargo, se producen actos atribuidos a estos ídolos. La razón es que su causa son los demonios. ¿Cómo aparecen éstos? Los ángeles fueron creados buenos para administrar por mandato divino el mundo material. El orgullo los perdió. Aparecen los demonios como ángeles caídos. Entre ellos está el “Príncipe de la materia” (el “Satán” de Justino, el “Primero Nacido” de Taciano), los ángeles que cayeron en el deseo de las hijas de los hombres y los demonios que son las almas de los gigantes, nacidos de la unión de los ángeles y de las hijas de los hombres. Así intenta conciliar Gen. 3, 1-4 y Gen. 6, 1-3. Caídos del cielo se hallan en el aire y la tierra suscitando ataques interiores y exteriores, que es lo que los griegos llaman eímarméne o destino, que nada tiene que ver con la Providencia cristiana. A estos demonios se les ofrecen sacrificios, verdadera idolatría, máximo cuando son confundidos con los dioses, que son solo hombres. De este modo une Atenágoras las tesis de Taciano (concepción demoníaca de la idolatría) y el evemerismo: Los dioses son antiguos soberanos o héroes divinizados en virtud de sus hazañas. Por eso, los mitos son una sublimación psicológica que viene de los demonios26. Clemente de Alejandría (ca. 150 - ca. 215) cierra la posición de los apologistas cristianos sobre los demonios. Estos daímones son ángeles caídos, sensuales, perversos, ávidos de sangre, crueles, encarnizados contra los hombre. Por lo mismo, su culto es idolatría y no lleva sino a la superstición27. 23

Estas tesis son rebatidas por los pensadores greco-romanos del siglo II, en especial por Máximo de Tiro y Aelius Aristides. El primero habla de apariciones como los Dioscuros; muestra la relación demonios- sueños- oráculos. El segundo reporta curaciones milagrosas en Asclepios. En cuanto a la magia, los papiros mágicos, los escritos pseudodemocritianos, el mago Orastes, y su fama, permiten deducir la importancia de la ecuación planetas – dioses – demonios para la mentalidad pagana de este siglo. Se produce así una interesante simbiosis de helenismo y elementos egipcios y caldeos. 24 Cf. Excerpta ex scriptis Theodoti, PG 9. 25 Cf. ORBE, ANTONIO. Introducción a la Teología de los siglos II y III, Sígueme, Salamanca 1988. 26 Cf. Legatio pro christianis, PG 6. 27 Cf. Protréptico, Paedagogus y Stromata, PG 8-9.

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Los griegos no se quedan callados al oír estas críticas de los apologistas del siglo II. Probablemente en el 178 Celso escribe su Discurso Verdadero. Es una apología del paganismo. Los ángeles buenos de los cristianos son los demonios y dioses subalternos griegos. Estos administran el mundo material, son benefactores de los hombres, hablan por sus oráculos y apariciones, protegen las ciudades. Por eso, hay que rendirles culto. Si no, dejarán de proteger al Imperio y la impiedad de los cristianos causará su ruina. Este culto debe ser ordenado y jerárquico. Los dioses inferiores como culto popular son el objetivo de la magia, los oráculos y los sacrificios. El dios supremo es el Dios de la religión filosófica al cual se le rinde el culto en espíritu, que no necesita del culto rendido a sus servidores, los daímones inferiores. Son, por lo tanto, uno y otros, verdaderos seres superiores y dispensadores de bienes. 5. Los dos Espíritus o el lío de la tentación Las exposiciones más antiguas de moral cristiana contenidas en la Didaché y el Pseudo Bernabé son construidas desde un esquema dualista: hay dos vías, la de la luz y la de las tinieblas. El esquema se repite en el Pastor de Hermas, el Paedagogus de Clemente de Alejandría y los escritos de Orígenes. El problema ya no es la idolatría del culto demoníaco sino la tentación. ¿Cuál es su origen: el hombre mismo, Dios, el demonio? ¿Qué relación hay entre el aspecto psicológico y el demoníaco de la tentación? Veamos las respuestas. Comencemos por el Manual de disciplina, uno de los manuscritos de Qumrân, que pone las bases de la temática que nos ocupa. Sus tesis claves son éstas: Hay dos Espíritus, uno bueno, el príncipe de las luces, y el otro malo, el ángel de las tinieblas, cada uno con un ejército a su mando; los dos fueron creados por Dios; sus vías son opuestas: del de las luces vienen las buenas inspiraciones y del de las tinieblas todas las malas inclinaciones; entre ellos y sus armadas hay lucha permanente, la cual se da en medio de los hombres, expuestos así a la tentación entre el bien y el mal. Así, la clave aquí es que hay dos principios para el bien y para el mal. Este viene de la sugestión del príncipe de las tinieblas y sus ángeles, cuya vía es el camino de la maldad. Sólo que todo ello es el orden hecho y querido por Dios. Los intérpretes ven en estas tesis una especie de determinismo propio de los esenios . Sigamos con los Apócrifos Judíos. La doctrina de los dos Espíritus se halla en estos escritos. Comencemos con El Testamento de los doce Patriarcas. Aquí los Espíritus son presentados como inclinaciones (diaboúlion): dos vías, dos modos de obrar, dos fines. La palabra diaboúlion es el equivalente de la hebrea Yeser28. Las inclinaciones malas se ligan a los espíritus del mal y las buenas a los del bien. Con el Cuarto Esdras el judaísmo alcanza su clímax en la reflexión sobre la tentación y el pecado. Sigue la perspectiva rabínica del Yeser como disposición mala, lejos de la mirada esenia de la sugestión diabólica. El lugar del Yeser es el corazón. Estaba en el corazón de Adam desde el principio. Es así la propensión al pecado. Adam le dió su consentimiento y con ello esta propensión se transmitió a su linaje, lo que hace del 28

Cf. Eccli. 15, 14.

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pecado algo inevitable. Pero viene la tragedia: Todo pecado merece castigo. ¿Estamos entonces condenados para siempre? El autor intenta varias soluciones. La primera es que la dominación del Yeser no quita la libertad. El hombre se puede convertir. La segunda es que Dios es misericordioso y nos da la gracia. El mal, pues, es esta relación trágica libertad-gracia. No viene de Dios como lo planteaba el Manual. La libertad es la posibilidad del mal, no las huestes demoníacas. Pasemos a los círculos helenísticos. Filón en su De praemiis et poenis (11, 63) sostiene la tradición rabínica de los dos Yeser como disposiciones contrarias incrustadas en el alma desde la creación, dejando de lado la tradición esenia de los dos Espíritus. Pero en las Quaestiones in Exodum (I, 23) conservadas en armenio, aparecen las tesis del Manual de Disciplina: El bien y el mal se deben a la acción de dos potencias contrarias; éstas entran en el alma desde que nacemos; repartición desigual de estos dos Espíritus entre justos y malvados; conflicto de los Espíritus en todo hombre. Sólo que a esta tradición esenia agrega una tesis dualista cosmológica del helenismo: el microcosmos (hombre) es una imagen del macrocosmos o universo. El mundo es una mezcla de dos poderes. La potencia benefactora se asimila al cielo. La perversa, a la tierra. Esta es la causa de las guerras, las pestes y los males. Plutarco, inspirado en Zoroastro y en Las Leyes (896 d) de Platón, dirá que todo acaece por dos principios opuestos. Desde Zoroastro hay dos dioses, uno del bien y otro del mal. El primero es Dios; el segundo es el demonio. Según Platón, continúa Plutarco, el mundo fue puesto en movimiento por dos almas: una crea el bien; la otra, el mal. Esta mezcla de bien y mal es propia del mundo sublunar y su variabilidad, no así del mundo supralunar, morada de los dioses y de los astros y su regularidad. La esfera terrestre y sus agitaciones es la residencia de los demonios. Los astros mismos, según otra tradición caldea heredada por Plutarco, nos son favorables o desfavorables. Es el aspecto astrológico de la doctrina de los Espíritus, que no puede separarse de la demonología plutarquiana. Los cristianos aceptan esta tradición platónica de la oposición entre el mundo celeste regido por los ángeles y el mundo terrestre donde operan los demonios. Pero el lazo de unión entre los ángeles malos y la materia o perigeo no surge de la naturaleza de las cosas como en los platónicos, sino de la caída del “ángel de la tierra”: el príncipe de la materia y su séquito fueron puestos por Dios para administrar la materia y sus formas. Se rebelan y del firmamento donde fueron colocados caen al aire y a la tierra. Así aparece en Atenágoras 29, en la Demostración de Ireneo donde la caída del “Kiliarco administrador” es efecto de sus celos frente al hombre (11-16; PO, t. 12,1913, p. 762-764), en el De resurrectione (I,37) de Metodio de Olimpo, en la Oratio Catechetica Magna de Gregorio de Nisa (6,5; PG 45, 29 bc). Las Homilías pseudo-clementinas del siglo II se ligan con la tradición del Manual de disciplina pero recreándola desde otra doctrina helenística, que no es la platónica de los dos mundos. De la tradición judía toman el tema de los dos Espíritus que luchan entre sí para apoderarse de los hombres, en los que batallan sus inclinaciones buenas y malas y las dos vías que se les ofrecen. A esta tradición 29

Legatio pro christianis 24-25; PG 6, 945b-949e.

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agregan la doctrina apocalíptica de los dos Eones, el tiempo presente y el tiempo futuro; como la tesis gnóstica de la oposición masculino-femenino. La doctrina helenística es la tradición filosófica platónico – estoica de los cuatro elementos. Dios los crea y de su mezcla surgen las voluntades buenas y malas. ¿Y el mal? En esta reflexión psudo-clementina se desarrolla una respuesta optimista: El mal es la lucha de contrarios cuyo final es la anulación del mal, mero accidente y no más. Es la demonología ebionista: Satán será derrotado y se convertirá en bueno. Para ello están las combinaciones y anulaciones de los contrarios30. En este mismo siglo hay un texto capital que sirve de base a la catequesis moral cristiana. Es el Duae Viae. Como su nombre lo indica, hay dos vías para el hombre regidas por dos ángeles: el de justicia y el de iniquidad, la luz y las tinieblas, los ángeles de Dios y los ángeles de Satán. De ahí las virtudes y los vicios, las recompensas y castigos eternos. El demonio nos lleva, pues, al vicio. Pero es el Pastor de Hermas el que marca un hito en la demonología y espiritualidad cristianas. Hay dos caminos: el de la justicia y el de la injusticia, presididos por dos ángeles o Espíritus. El hombre está ante, en y con ellos. Debe elegir. El primero es el de la santidad, la castidad, la temperancia, las obras justas. El segundo es el de la cólera, el odio, el derroche, el lujo, el orgullo, la ostentación, los excesos. Ambos espíritus son incompatibles. Pero el de la injusticia es de tal debilidad, a pesar de que viene del diablo, que la oración tiene el poder de expulsarlo, máximo cuando se tiene la protección del ángel bueno. La vida es esta lucha entre el bien y el mal. Ya esta tesis no la abandonará el Cristianismo. Se ve en la Vida de Antonio de Atanasio, en el Paidagogus de Clemente Alejandrino, en la espiritualidad de Orígenes, en los Ejercicios de San Ignacio. En el Pastor, los vicios son espíritus malos perversos y personales que se apoderan del alma. Esta es su casa. 6. Demonios y vicios Los Cenobitas de Qumrân, en el ya citado Testamento de los doce Patriarcas, además de la ya explicada doctrina de los dos Espíritus, plantean otra tesis que hará carrera en el Cristianismo: el Demonio está presidiendo todas las faltas: cólera, asesinatos, envidias, lujuria... El Testamento de Rubén pone en relación los siete pecados capitales con siete demonios, asignándole a cada demonio su casa en una parte del cuerpo. Así, poniendo un ejemplo, el espíritu de fornicación se asienta en la naturaleza y los sentidos. Orígenes cita explícitamente este texto (In Josue XV, 6). El Nuevo Testamento habla de los siete demonios en dos pasajes. El primero es Lc. 8, 2. Aquí Cristo expulsa siete daimónia de la pecadora de Magdala. El segundo es Mt. 12, 4–5. Se trata del espíritu impuro que sale de un hombre, vaga sin reposo por lugares áridos, retorna a su casa y toma consigo otros siete pnéumata para regresar donde el hombre y habitar allí. 30

Cf. PG 2.

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En el ebionismo la relación demonio–cuerpo es paradigmática: “los demonios arden de deseo por entrar en los cuerpos, porque, aunque espíritus, desean comer, beber, copular. Así se introducen en los cuerpos humanos para darse los órganos de los que carecen y conseguir sus fines”31. Una vez entrados se mezclan con el alma, les inspiran malos pensamientos que los hombres consideran como impulsos propios (logismoí). Este nombre (logismós), de origen estoico, designa en Orígenes y Evagrio los demonios de los vicios. En los ebionitas son las pasiones humanas consideradas como verdaderas posesiones diabólicas. Su expulsión se logra por el ayuno y la fe. Pero, sobre todo, por el bautismo, la invocación del nombre de Cristo y los exorcismos. La tesis del bautismo como exorcismo se halla también en el Pseudo– Bernabé, Orígenes y Cipriano. 7.

Diabología Estoica

Los estoicos tienen una peculiar concepción del alma que se relaciona con El Testamento de Rubén ya explicado, en especial lo que tiene que ver con el septenario. A la tesis platónica del noús y las dos pasiones principales, el tymós y la epithymía (las célebres almas irascible y concupiscible), el estoicismo opone una concepción monista del alma como un todo (hegemonikón), de donde proceden las fuerzas vitales. Estas son siete y son designadas por el término pnéumata. Esta psicología pasa fácilmente a la demonología esenia de El Testamento de Rubén debido a que el hegemonikón es considerado como un daímon o demonio personal y a que el término pnéumata puede designar tanto una fuerza vital como un espíritu personal. Oigamos el autor de El Testamento: “siete espíritus se le dieron al hombre para que por ellos haga todas sus obras” (2, 2). Los siete espíritus son los cinco sentidos, el sentido de la palabra y el instinto sexual (2, 3-9). La conexión con el estoicismo es clara. Nemesio en su obra Sobre la naturaleza del hombre (II, 96) hablando de las partes del alma según Zenón dice: “Zenón el estoico dice que el alma tiene ocho partes, dividiéndola en la parte dirigente, los cinco sentidos, la parte relacionada con el habla y la parte relacionada con la procreación”. La octava parte es el espíritu del sueño. La diferencia está en que el daímon estoico es de naturaleza buena, no perversa. La virtud y el vicio tienen que ver con la ataraxia o control de los pasiones, no con los daímones como en El Testamento. 8. Gnosticismo y demonios Si le creemos a Clemente de Alejandría, la diabología de Basílides era ésta: “Los discípulos de Basílides acostumbran designar las pasiones por la palabra prosartémata (apéndices). Dicen que estas pasiones tienen una subsistencia propia, como especies de espíritus (pnéumata), que se adhieren al alma racional inmediatamente después de una dificultad y de una confusión anterior, y que otras naturalezas, inferiores y extrañas a estos espíritus, se agregan a ellas, naturalezas de lobo, de mico, de león, de ciervo, cuyas propiedades al operar sobre la imaginación 31

Homilías Clementinas IX,10, PG 2, 248.

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asimilan las pasiones del alma a los animales. Así, el hombre, según Basílides, contiene en un solo cuerpo una armada de tantos espíritus diferentes” 32. Aquí hay elementos platónicos: las pasiones como un ejército de bestias33; elementos estoicos: la categoría prosartémata es de Marco Aurelio34, que la utiliza para referirse a las pasiones. No queda claro, sin embargo, el carácter diabólico de los pnéumata. Pero Clemente cita enseguida un texto de Valentín, donde no hay lugar a dudas: los pnéuma son daímones que son la causa de todas las porquerías del corazón humano, el cual se convierte así en su residencia (oiketérion)35. Clemente discute estos textos gnósticos. La tesis de las pasiones como prosartémata destruye la libertad. El Cristiano sabe que las potencias (energeíai) diabólicas y los espíritus impuros lanzan su semilla sobre el alma. Es alusión al texto de Mt. 13, 25: el demonio siembra (epispeírein) la cizaña. Además, lo que es expulsado no son los demonios sino el pecado. Hay demonios de los vicios que habitan el cuerpo, pero las pasiones no son espíritus personales pues entonces el hombre sería una legión de demonios36. Esta polémica no desaparecerá de la antigüedad cristiana. La tesis de la unión sustancial de demonios y alma será lugar común en los ebionitas, gnósticos y mesalianos. Los cristianos ortodoxos la critican, en especial Diadoco de Fótice y Genadio de Marsella. Mas, la tesis de los demonios como animales perturbadores tendrá acogida en textos capitales del Cristianismo como la Vida de Antonio de Atanasio que, en un paralelo sorprendente con los ofitas, identifica los siete demonios de los vicios con formas animales: león, toro, dragón, águila, oso, perro, burro. La iconografía cristiana será rica en estas representaciones. 9. El Hermetismo En el Corpus Hermético la relación demonios-vicios es fundamental. El Tratado XIII habla de los doce “verdugos” del hombre: ignorancia, tristeza, incontinencia, concupiscencia, injusticia, deseo, engaño, envidia, fraude, cólera, precipitación y perversidad. Estos “verdugos demoníacos” son expulsados por las potencias de Dios, que los arrojan fuera y los vencen. De este modo, para el hermetismo, hay tres claves: Los vicios son castigos divinos; los demonios no son los ángeles caídos de la tradición judaico - cristiana sino ejecutores de los castigos divinos; los vicios no son siete sino doce. En una alusión clara al zodíaco y con ello a la astrología como juego de simpatías arriba - abajo, propia de la magia de las culturas orientales. 10. Tertuliano y Orígenes

32

Stromata II, 20, 112-113; PG 8, 1056 bc.

33

República 989 a. Pensamientos XII, 3 – 4. 35 Stromata II, 20, 114; PG 8, 1057 bc. 36 Eclogae 46, 1; PG 9, 720. 34

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Hasta aquí nos hemos movido, además del Antiguo Testamento, en los dos primeros siglos de la era cristiana, tanto desde el cristianismo como desde la filosofía griega. En el siglo tercero, con Tertuliano y Orígenes, la diabología recibe una sistematización que cumplirá una función definitiva en la “biografía” del diablo. Tertuliano continúa la perspectiva de los Apologistas que ya hemos planteado. Orígenes continúa la línea moral y de vida espiritual que ya hallamos, sobre todo en el Pastor de Hermas. Comencemos por Tertuliano. Su punto de partida es radical: El paganismo está plagado de errores. La razón es obvia. Es producto de los demonios. Para los filósofos griegos éstos son buenos. Fatal equivocación. Son perversos. Es que los griegos no oyen el verdadero mensaje de los cristianos: Los demonios son ángeles caídos. La diferencia entre los ángeles caídos y los demonios, ambos perversos, es que los últimos son las almas de los gigantes nacidos de la unión de los ángeles y las hijas de los hombres. Ambos habitan en el aire que circunda la tierra. Su acción consiste en perder al hombre y llenarlo de pasiones e ilusiones. Llenan el aire con su soplo venenoso y causan enfermedades y plagas. Desean sacrificios para llenar su apetito criminal de humo y sangre. Todos sus prodigios son falsos: adivinaciones, curaciones, fenómenos meteorológicos, oráculos, sueños, fantasmas, necromancia, aruspicina, suertes... Contra ello, los cristianos tienen un arma poderosa: El exorcismo. La astrología es su maléfico saber y con ella la ciencia de los metales, de las hierbas, de los encantos y de las estrellas. Y sobre todo, la coquetería femenina. Como ellos cayeron por las mujeres, ahora, con piedras preciosas, collares, brazaletes, tinturas, telas, polvos, adornos..., las encaminan al pecado. Y con todo ello jalonan al hombre al pecado. Aparece así la asociación demonio - mujer–pecado. Pero no contento el diablo con lo anterior, ha convertido la creación en un espectáculo público: Plazas, foros, baños, teatros, juego, sacrificios, cultos... Es la “pompa” mundana, el desorden de Venus y Baco, la embriaguez y la glotonería. Así, las divinidades paganas no son sino los ángeles de los vicios, pura idolatría. Todo el Estado pagano es, por lo mismo, diabólico. Todo lo que hace excita las pasiones. Hay que destruirlo. Es la batalla que el cristiano tiene que dar. Por ella será perseguido. El martirio se convierte entonces en la expresión máxima de la lucha contra Satán. A ello se une el bautismo como renuncia a Satanás, a su pompa y a sus ángeles. Surge la gran categoría de Tertuliano: Pompa Diaboli: Las pompas del diablo son el demonio, el pecado, el mundo pagano con sus espectáculos y honores, dignidades, solemnidades, lujos, coqueterías... Y la idolatría, ese culto perverso a los dioses paganos. Jesucristo, con su muerte y resurrección, de la que se participa en el bautismo, ha derrotado estas Pompa, figurado ya todo en el paso del Mar Rojo. Pero el diablo sigue tentando a los bautizados: Lanza sus dados de concupiscencia, delicias mundanas, mentira... Esta es la tentación interior. Hay otra tentación: la exterior. Son las persecuciones contra los cristianos, obra del demonio. El martirio es el triunfo completo contra esta tentación. Las bestias enviadas contra los mártires no son sino instrumentos y símbolos diabólicos. Orígenes repite las ideas ya aparecidas del paganismo como culto a los demonios. La doctrina de los dos ángeles, de los demonios de los vicios, el martirio como victoria sobre Satán. Pero les da un matiz digno de resaltar. El origen de los demonios es la creación como seres espirituales. Estos seres espirituales fueron

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creados todos iguales. Vino su infidelidad al creador. Los demonios son el grado inferior de este acto de infidelidad y revuelta contra Dios. Le siguen las almas y los ángeles. Todos pecaron pero no de la misma manera. De ahí la jerarquía. Los ángeles, a pesar de su pecado, protegen a las almas. Los demonios las persiguen. Por eso, el hombre está entre los dos y su vida es la lucha entre la luz y las tinieblas. Estas tinieblas o ángeles malos causan hambres, pestes, enfermedades. La sociedad, hombre en grande, vive también el conflicto del bien y del mal. Por lo mismo, cada nación, fruto del pecado de Babel, tiene su ángel bueno y su ángel malo. Este, sin Cristo, siempre triunfa. De ahí las guerras entre las naciones suscitadas por el demonio. Este también suscita las ciencias ocultas y engañadoras: Astrología, adivinación, magia. Tanto es así que, por ejemplo, la adivinación se hace a través de los animales impuros que ya Moisés había declarado emparentados con los vicios y demonios. Con Cristo, todo lo anterior se derrumba. Los hombres y pueblos devienen uno solo: La iglesia bajo el señorío de Cristo. Los ángeles buenos saltan de alegría y sirven también a Cristo. No así los malos. Se encolerizan por perder su poder. Siguen tentando a hombres y pueblos. Es la lucha de Cristo y Satán. Tal es la esencia de la historia hasta la parusía. Es que a la tentación, Satán añade la posesión: Se apodera del alma, no la deja razonar y la vuelve energúmena. Por ello, hay que estar atentos al “discernimiento” de los espíritus (diákrisis, discretio): el bueno es libre de la posesión, gracias a su libertad; el malo esta poseído y pierde su libertad de juicio. En este contexto hay que situar el bautismo: Es el paso del poder del demonio al de Cristo y sus ángeles, es la renuncia a las ya citadas “pompas” del diablo. Más, este sigue atacando. Primero, a través de las persecuciones contra los bautizados. Segundo, tentando individualmente a estos. Aparece de nuevo el martirio como exorcismo contra Satán. Y la tentación como la obra de los demonios que actúan por las pomeroì dialogismoí: las disposiciones perversas del alma. Y a través de las ilusiones demoníacas: ver virtudes donde hay vicios. Tal es el poder del malvado. Pero el triunfo del alma y de Cristo es contundente: El mal será vencido en este dramático combate que es la historia individual y colectiva. 12. Monjes y demonios Estamos ya en el siglo IV. Los desiertos se llenan de anacoretas. El prototipo de su vida como una lucha contra Satán y sus huestes es La Vida de Antonio por Atanasio, escrita alrededor del 357 (PG 26, 837–977). La retirada al desierto se piensa como el camino por excelencia para la salvación y la perfección. En su soledad, como Cristo, el monje enfrenta al maligno en los pavorosos desiertos. Es que el desierto, con la llegada del Cristianismo, es el reino de Satán. Cristo lo ha expulsado de villas y lugares poblados. Se refugia en estos yermos, pero allí llegan los monjes a darle la pelea y vencerlo. El responde. Tiene sus estrategias. La primera son los malos pensamientos: Avaricia, lujuria, afectos familiares, placeres mundanos, sin sentido de la ascesis... La réplica del anacoreta es la oración, la penitencia y la guardia contra los malos pensamientos. La segunda táctica son las visiones y las alucinaciones (phantasíai), verdaderas pesadillas que atacan la epithymía

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(concupiscencia–deseo), la gastrimargía (gula), la porneía (el deseo sexual) con mujeres desnudas, el miedo ( a través de ludibria o juegos: el diablo se transforma en bestias, gigantes, tropa de soldados, ruidos, gladiadores, hacen temblar la celda, golpea al asceta, se burla de él, danza, silba...). La tercera es que aparecen como ángeles de la luz y dan excelentes consejos. La treta es engañar al monje y hacerlo caer en la tentación. Hasta lo invitan a orar y ayunar más. Así lo debilitan y el monje cae rendido y puede irse al “mundanal ruido” de nuevo. La cuarta son las predicciones. El monje cree que son profecías, pura astucia. Predecir la crecida del Nilo es algo natural, no profético. La respuesta del anacoreta es múltiple: oración, confianza en Dios, saber que Satán no puede actuar sin permiso de Dios, ascesis, no tener miedo, el signo de la cruz, el nombre de Cristo, la burla de sus tentaciones, soplar sobre ellos... Pero el medio principal del asceta es el “discernimiento de los espíritus”: Distinguir las apariciones demoníacas de las angélicas, en especial las astucias de la primera y cómo derrotarlas. Ello convierte al monje en un perfecto exorcista: expulsa a los demonios. Sabe de posesiones. Las identifica físicamente y toca las partes donde el diablo está escondido. A éste no le queda mas que huir. Así, estos ángeles caídos, con la ayuda de Cristo, se desvanecen como el humo. Su poder es su impotencia. El que le da territorialidad conceptual a esta demonología del desierto es Evagrio Póntico. La naturaleza de los demonios se piensa como naturaleza racional, lo mismo que los ángeles y los hombres. Su caída del estado angelical se debió a su exceso de cólera. Es tal el poder de la cólera que por ella muchos hombres se convierten en demonios. Cristo los derrotará en el “octavo día” (la parusía) y los hombres, por la gnosis o contemplación, se convertirán en perfección. Es la derrota total de los demonios, seres ontológicamente existentes, que actúan sobre nosotros. Su cuerpo está formado de aire, lo que les permite desplazarse y entrar en el cuerpo humano por la nariz, aunque nuestros sentidos no los vean. Sólo los ascetas sienten su olor putrefacto, su voz delicada y silbante como un rechinar de dientes. Cuando quieren hacerse ver por el común de los mortales se transforman en ángeles luminosos, hombres índicos que nos espían desde el aire, guerreros armados de espada, mujeres bellas y voluptuosas, bestias ruidosas y danzantes, ruidos , cantos, astros fulgurantes... Todo es ilusión. El asceta y el gnóstico sabe verlos y oírlos allí. Es su malicia la que los lleva a hacer todo ello para acercarse a los hombres, malicia que les viene del alma irascible o thymós. De ahí su odio y agresividad. Obran como soldados prestos a derrotar a los hombres y manchar su alma, imagen de Dios. La virtud y el discernimiento humano los derrotan así como la oración y la ciencia. Ante estas acciones humanas, su ciencia es ignorancia. Por ello, los demonios nunca contemplan la Trinidad, sí los hombres; ni entienden la Escritura ni conocen nuestro corazón (las pasiones del alma). Sólo las descifran por signos exteriores, de los que se valen para atacar, por ejemplo, al que es negligente en la virtud y el ayuno. Es su habilidad tenebrosa e interpretadora de esos signos. En ello, su “arte” no tiene rivales. De ahí su astucia. Es tal que aprenden todas las lenguas humanas, no como Pentecostés sino como Babel. Por este poder pueden confundir y apoderarse de los hombres. De ahí que haya demonios que se apoderan de las pasiones corpóreas y de las pasiones del alma, o, en su lenguaje, tomado de los griegos: del noús, del thymós y

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de la epithymía; de la praktiké, de la physiké y de la theoligiké, constituyendo estas últimas la theoría. Son ocho demonios y corresponden a los malos pensamientos o vicios: Gula, fornicación, avaricia, tristeza, cólera, pereza, vanagloria y orgullo, cada uno con su personalidad propia. Así, por ejemplo, el de fornicación es rapidísimo y va mas rápido que la mente. Sólo que el asceta los distingue y sabe enfrentarlos, a pesar de sus tretas, en especial los logismoí o malos pensamientos. Contra éstos, el anacoreta lanza los buenos pensamientos. Estos logismoí perversos se corresponden con los ocho demonios reseñados. La diferencia es que los logismoí son las armas de los demonios para la tentación, sus sugerencias impuras, malvadas y satánicas. Estas sugerencias- sugestiones actúan sobre el alma ya cegándola, ya cargándola de pasiones, imágenes y recuerdos, ya de sueños fantasiosos, incitándola a un movimiento “contra natura”. De ahí la relación pathé-logismós: las pasiones se convierten en malos pensamientos, gracias a los sentidos y a la carne. El asceta los domina con la aphátheia: ni pasiones, ni pensamientos malos. Con ello el dominio de alma y cuerpo es total, no obstante las sevicias del demonio para alejar al monje de la oración y la contemplación, incluso presentándose como “epifanía” de Dios. No lo logra. Dios permite tales sevicias porque su gracia es más poderosa que la potencia del demonio. Esta gracia divina hay que acompañarla de oración, ayuno, ascesis, vigilancia, control, discernimiento de los espíritus (los verdaderos y falsos demonios), interrogación sobre los pensamientos y su origen, conocimiento de los motivos de los actos diabólicos y sus métodos... Y sobre todo: Poner a pelear a los demonios entre sí para que se destruyan. Es que un clavo saca otro clavo. Es el arma predilecta para volver polvo a los demonios y sus tentaciones. Si todo ello fracasa, se tiene el análisis: distinguir el pensamiento, el objeto sensible, la pasión y el pecado. Ello permite disolver los malos pensamientos. Si el análisis fracasa se puede acudir al “método antirrético”: responder a los demonios duro y a la cabeza, desenmascararlos. Si ello fracasa hay que ir a la salmodia. El fin de todo es la “castidad total”. 13. La Historia monachorum in Aegipto, la Historia Lausiaca y las Collationes Estamos en el primer tercio del siglo V. La Historia Monachorum es de antes del 410, la Lausiaca es de Paladio hacia el 420 y las Collationes son de Casiano entre 420 y 430. Comencemos con la Historia Monachorum. Su objetivo es mostrar los asaltos y astucias de los demonios en contra de los monjes: fantasías, malos pensamientos, lujurias, presunción, visiones lascivas de mujeres, posesiones demoníacas corporales, sueños... Ponen en movimiento las pasiones, los affectus del alma y los tientan. De ahí que la repuesta sea el dominio de las pasiones, la apátheia del ya mencionado Evagrio. Paladio ve a los demonios como ángeles caídos y rebeldes, plenos de orgullo. Su mansión, por esta caída, es el aire. Envidiosos del hombre lo tientan. Hay demonios ígneos, lo cual explica la combustión que acompaña su manifestación. Estos se apoderan de los hombres y los transforman en fenómenos ígneos: Todo lo queman, incluidos los objetos circundantes. Pero, sea cual sea su “materia”, la manera de tentar es unívoca: astucias e ilusiones, engaños y travesuras. Sus apariciones son también inequívocas: En forma de soldado con látigo, o de un

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niño llevando un anciano que cae, o de huracán, o de onagro saltador huyendo y gritando... Estas apariciones recuerdan que los demonios son los antiguos dioses paganos. Como ellos son símbolos de la sensualidad, el orgullo, el placer... El remedio ya sea sabe cuál es: Combatirlos desde la ascesis y la perseverancia. El monje los ahuyenta y cura, gracias a su ascetismo, a los poseídos y enfermos. Terminemos con Casiano. Como Evagrio, Casiano sostiene que la ascesis o lucha contra los ocho vicios es un combate contra los spiritus de estos vicios. La naturaleza de estos spiritus es similar a la sustancia de nuestro cuerpo. Cuando hay posesión demoníaca, el espíritu impuro no toca para nada al alma, sólo al cuerpo, que es carne – materia espesa; lo debilitan y así oscurecen la inteligencia. Dios lo permite como prueba, lo que lleva a no despreciar a los poseídos ni negarles la comunión. Si es el cuerpo el poseído, los demonios conocen nuestros pensamientos por signos sensibles de nuestra conducta: emociones, actitudes, color de la cara... Allí hallan pruebas de la gula, la fornicación, la tristeza, la cólera... Y tientan al hombre con sugestiones iguales. Así hay que entender el poder visionario de los demonios, como su poder para hacernos caer en el vicio. De ahí su diversidad y polimórfica potencia para manejar la maldad: gritos, burlas, golpes, imitación de personajes, vanidad, mentiras, herejías, salvajismo... Sólo que Dios no los ha creado malos. Ellos cayeron y se hicieron malos, antes de la caída de Adán. Su pecado y caída se debió al orgullo. El pecado de celosía con Adán fue posterior. Por ello, habitan el aire como seres intermedios llenos de malicia, siempre atacando a la humanidad para hacerla caer. Así mismo, como hay ángeles que presiden naciones, hay naciones presididas por demonios, a los que se han sometido voluntariamente y declarado sus príncipes. Es la causa de las guerras. Cada hombre tiene dos ángeles: Uno bueno, el otro malo. Es que lo que sucede en el orden cósmico y comunitario sucede en el microcosmos del hombre. 14.

Los Apotegmas de los Padres

Estamos en la mitad del siglo V. En una vasta colección de dichos tomados de múltiples fuentes anteriores: Verba Seniorum del Pseudo–Rufino (PL 73), Apophthegmata Patrum. Moises (PG 65)... En ellos se acentúa el carácter travieso, bufón y terrible de los demonios. Pero el monje los conoce y los engaña: el engañador es engañado y su malicia despedazada. ¿Cómo? Por la oración, el ayuno, el coraje, la convicción, la humildad y la dulzura. Contra estas dos últimas, el diablo nada puede hacer. De ahí el optimismo jovial de estos Apotegmas. 15.

Del siglo IV al siglo VII

La naturaleza del demonio es claramente precisada en este período por los Padres de la Iglesia que lo protagonizan: es un ángel caído que en su caída conserva los privilegios de su naturaleza, intocada, en la que se ve siempre su grandeza original. Así, Gregorio acota:

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“Aunque Satán perdió la belleza, no le fue quitada la naturaleza angélica”; “por naturaleza fue creado bueno; luego, por sus propios actos, cayó en las tinieblas”37: San Agustín es más radical: “La naturaleza del diablo en cuanto naturaleza no es mala; fue la perversidad la que la hizo mala”38. El motivo de su caída fue el orgullo o la seducción de que fueron víctimas por la belleza de las mujeres y el consiguiente comercio carnal con ellas. O la envidia, ya hacia Dios, ya hacia las criaturas, especialmente al hombre39. Pero la polémica fue viva. Las tesis que primó fue la del orgullo, no la de la concupiscencia. Orgullo que es a la vez desobediencia. Es, pues, un motivo espiritual. De ahí su naturaleza incorpórea. No todos la admiten; es el caso de Agustín: no son espíritus puros ni cuerpos; son cuerpos etéreos. Genadio los piensa como cuerpos40. Habrá que aguardar a Tomás de Aquino para determinar su naturaleza incorpórea como la tesis ortodoxa. Es de destacar en este período la polémica contra el maniqueísmo, en especial por parte de Agustín. Los maniqueos piensan que el Príncipe de las tinieblas es la expresión mítica de una realidad física y psicológica, que se hace presente físicamente bajo las especies de la materia y psicológicamente bajo las del deseo. Agustín los combate mostrando que el acercamiento del diablo no es material sino espiritual, a través de pensamientos. De ahí la no sustancialidad del mal. La ya citada Vita Sancti Antonii conoció una difusión rápida. De ella surgen en este período y se volverán tesis clásicas, incluso para la representación artística del demonio, que éstos toman formas seductoras y tentadoras, signo de los vicios y que aparecen bajo los trazos de formas horribles y monstruosas: Dragones, bestias, monstruos, negros... Incluso Agustín habla de íncubos y súcubos en el De Civitate Dei (15, 23), formas masculinas y femeninas respectivamente para seducir a los humanos. Jerónimo lo llama león, orso y serpiente41. Pero es en Los Diálogos de San Gregorio, en especial Diálogos II42, donde estas representaciones monstruosas adquieren su estatuto racional. Occidente ya no las abonará. El arte románico, gótico, los pintores flamencos... son una buena muestra de esta tradición teológico–popular. El arma que tiene el hombre contra ello es el poder de Cristo. Es que como consecuencia del pecado original estamos, de algún modo, bajo el imperio del demonio. Agustín es radical en ésto: “Todos, por causa del pecado original, caímos en el poder del diablo”43. Por lo mismo, la vida cristiana es la lucha entre la Ciudad de Dios y la del demonio, tema clave de su De Civitate Dei. Es que, debido a la caída original, el mundo conoció una especie de abandono por parte de Dios, idea clásica 37

Moralia in Job 2,4; 4,1. PL 75, 557 b y 641a. De civitate Dei XIX, 13,2. 39 Cf. LACTANCIO. Divinae Institutiones 2, 9 –15, PL 6, 294 – 333; AMBROSIO, De Paradiso 2, 9 – 12, PL 14, 278 –279; In Ps. 37, 21, PL 14, 1919 b; SULPICIO SEVERO, Historia Sacra 1, 2 – 3, PL 20, 96 – 97; CIPRIANO, Génesis 3, 72 sv, PL 19, 348 – 349; FULGENCIO DE RUSPE, De Fide 31, PL 65, 147. 40 De Ecclesiasticis Dogmatibus 12, PL 58, 984. 41 In Amos 2, 5, PL 25, 1052c. 42 Vita Sancti Benedicti, c. 4 y 25. 43 De Trinitate 13, 12. 38

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de Lactancio44 y que repiten Bernardo de Claraval, Tomás de Aquino y el Concilio de Trento (Denzinger 788). Son las tesis anteriores las que fundamentan las fórmulas del Rituale Romanum. Sus exorcismos y bendiciones suponen una presencia activa del demonio en la creación deteriorada por la caída. En el ritual del bautismo, con sus exorcismos y bendiciones, siempre hay una fórmula de renunciación: “A Satán, a sus pompas y a sus obras”, lo cual nos conecta con tesis expuestas arriba, como las de Tertuliano. Para este período que analizamos, el texto clave es el De Symbolo ad Catechumenos de Agustín (PL 40, 627–628, 637–638, 651–653, 659–661). La misma tesis funda las oraciones de los agonizantes, en especial el Libera Domine animam servi tui y el Commendo te Omnipotenti Deo (“cedat tibi teterrimus Satanás”). En estas aplicaciones litúrgicas y oratorias hay unas tesis teológicas de fondo: la armonía del mundo fue destruida por el pecado; antes de Jesucristo la humanidad fue de Satán; los demonios pueden dañar a los hombres en alma y cuerpo; se apoderan del corazón humano y lo inflan de vicios; alejan al hombre de la oración, de la verdad, de la fe, de los mandamientos, en especial del sexto con sus tentaciones impuras; presentan el mal como bien (se aparecen como ángeles de luz, obran milagros. Es que “nadie es más astuto que el diablo para engañar”45: Mas, no hay nada que temer. El diablo sólo puede tentar “ad mensuram”. De ahí su potencia relativa. Es que Cristo está con nosotros. Con él, venceremos46. ¿Y cómo se produce la tentación? De tres modos: por sugestión, por delectación y por consenso47. Contra ella, además de la fe en Cristo, hay que luchar. Nada ayuda más que el ayuno y la oración48. 16.

Del siglo VII al siglo XIII hasta Santo Tomás

Del siglo VII al siglo XI la demonología es fundamentalmente popular, tal como la consignamos en páginas anteriores: temor del diablo, creencia en el infierno, gusto por lo sobrenatural y maravilloso. El De Miraculis de Pedro el Venerable lo testimonia: El diablo está atacando siempre y por todas partes; como íncubo viola las vírgenes y procrea niños malditos; como súcubo tienta a los hombres consagrados; causa estragos en los monasterios; gesticula desde los capiteles de las Iglesias; actúa en las representaciones teatrales; protagoniza frescos y miniaturas; la brujería– hechicería es la magia del momento y el diablo su actor principal; las brujas, la mujer malévola, la envenenadora, la maga... son los aliadas de los poderes infernales con sus filtros, estatuillas, alfileres...; Los hombres pueden devenir bestias y cometer 44

Divinae Institutiones 2, 15, PL 6, 330. AGUSTÍN, Sermo 91, 4, PL 38, 568. 46 Cf. AGUSTÍN, In Ps. 61, 20, PL 36, 743; Appendix, Sermo 37 de vetere Testamento 6, PL 39, 1820; S. LEÓN, Sermo 39, 3, PL 54, 265a. De ahí el poder del signo de la cruz contra los demonios. GREGORIO DE TOUS, De Gloria confessorum 63, PL 71, 873 – 874; De miraculis S. Martini 2, 18, 948 – 949; Vita Patrum 9, 1053. 47 GREGORIO MAGNO, Hom. 16 in Ev. 1, PL 76, 1135c. 48 S. PEDRO CRISÓLOGO. Sermo 12, PL 52, 223b; 226a; Sermo 67, 393 sv. 45

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crímenes inauditos: Son los licántropos o lobos o duendes; los sabbat se oyen por todos los lugares; las brujas vuelan como los aviones hoy49. Si Pedro el Venerable (+ 1156) constituye un buen ejemplo de la hagiografía – demonología popular, Anselmo (+ 1109) concibe la acción de los demonios sobre la vida humana por sugestión sobre la voluntad50. Bernardo de Claraval (+ 1153) se apega a lo dicho por los Padres: el demonio peca por orgullo y envidia; es un ángel caído que habita en nuestra atmósfera; su dominio es el infierno, la Regio dissimilitudinis donde se pierde la semejanza divina, la Libertas consilii y la Libertas complaciti; tentó e hizo pecar a nuestros primeros padres y tuvo poder sobre la humanidad limitado por la potestad divina; Dios puede servirse de su acción para la salvación de los creyentes, por lo que no hay que temerle pues la misericordia divina prima sobre sus engaños, acompañada de nuestra humildad y ayuno; el pecado original y el pecado personal nos convierten en sus esclavos, en especial por la concupiscencia carnal y las manchas pecaminosas... La reflexión teológica de los siglos XII y XIII marcará la demonología posterior hasta hoy: se determina su incorporeidad por las tesis de Pedro Lombardo y Tomás de Aquino; se acentúa el influjo del De coelesti hierarchia del pseudo– Dionisio; la doctrina del sacramento de la confirmación como arma cristiana para luchar contra el demonio se abre campo: “Post baptismum confirmamur ad pugnam”: “Después del bautismo, la confirmación nos afirma en la lucha”51. Pedro Lombardo, el maestro de las Sentencias, se ocupa de nuestro “biografiado” en II Sent. Dist. 3–8. Allí explica la incorporeidad del diablo; este fue creado bueno, justo pero no bienaventurado ante confirmationem (esta confirmación tuvo lugar después de la prueba y caída de algunos); hay un cierto tiempo entre su creación y su caída; la causa de ésta fue el orgullo: ser como Dios; su acción puede sobrepasar las fuerzas naturales; su no corporeidad explica los textos evangélicos sobre los demonios que “entran” y “salen” del cuerpo de un hombre; ellos se apoderan del cuerpo no “sustancialmente” sino “por efecto de su malicia”. Su insistencia y la de los teólogos del siglo XII y XIII en declarar que los demonios fueron creados originalmente buenos y no malos es una reacción contra los cátaros, reacción que desemboca en 1215 en la célebre afirmación del cuarto concilio de Letrán: “El diablo y los otros demonios fueron creados por Dios buenos en su naturaleza, pero se hicieron malos por sí mismos”52. Llegamos al Doctor Angélico. He aquí sus tesis: el diablo es incorpóreo; no fue creado malo ni inmediatamente feliz; la causa de su caída fue el orgullo; esta caída no mermó su penetración intelectual; puede revelar lo que conoce; su acción sobre los cuerpos materiales no es posible de ninguna manera virtute propia (por virtud propia), sino indirectamente, adminiculo propii agentis naturalis (apoyado por el propio agente natural); no se unen a los cuerpos naturaliter sino que los asumen; 49

Cf. De Miraculis PL 189, 851 – 954. Cf. De Similitudinibus 159. 51 Carta del pseudo-Melquíades incluido en el Decretum de Graciano compuesto hacia 1140. 52 Denzinger, 428. 50

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están presentes en los cuerpos porque “ubi operantur ibi sunt” (donde obran allí están). Todo ello lo expone el Aquinatense en su Comentario a las Sentencias de Pedro Lombardo (II, dist. 3–8) y en la Suma Teológica: de la malicia de los ángeles y su culpa (I, q. 63); de la pena de los demonios (I, q. 64); de la ordenación de los ángeles malos o demonios (I, q. 109); de la impugnación de los demonios (I, q. 114); de la causa del pecado del diablo (I–II, q. 80). De todo este aparato conceptual, además de lo dicho, destaca esta consideración sobre la prueba de los ángeles. El tiempo de esta fue triple: el primer instante fue el de la creación; el segundo, el del mérito o demérito; el tercero, el de la felicidad sobrenatural o desdicha eterna. Así mismo, lo relativo a la “impugnación de los demonios”. Es el problema de la tentación. No hay duda que el diablo nos tienta (a. 1). Lo hace por envidia (dañar el progreso humano) o por soberbia (usupar la prerrogativa divina de enviar a los ángeles para determinados deberes con miras a la salvación). Pero Dios se sirve de todo ello para bien y gloria de los elegidos (ad 3), para castigarnos (ad 1) y para que su gracia se nos dé (ad 2). La tentación misma (a. 2) tiene como fin la ciencia; solo que ésta se subordina a otro fin, bueno o malo. Es que el diablo siempre tienta para dañar y precipitar en el pecado. El hombre puede hacerse su ministro: La ciencia nos daña. El diablo no puede tocar la voluntad pero sí las facultades inferiores, sentidos e imaginación (ad 3). El artículo 3 insiste sobre el carácter indirecto de la causalidad diabólica sobre los pecados. La causa directa es el libre albedrío y la corrupción de la carne. Sólo que todo pecado nos hace hijos del diablo. El artículo 4 se plantea el problema de los milagros diabólicos, es decir, las artes mágicas. Estas no son estrictos milagros (sólo Dios los hace) sino acciones que van más allá de la facultad y ciencia humanas. Los demonios pueden hacerlas. Son meros prodigios o apariencias. Nunca un demonio puede transformar el cuerpo humano en bestia o resucitar un muerto. Si nos parece que lo hizo es que nuestra fantasía nos hizo ver cosas fantásticas. Se empieza a soñar. Se ve la ausencia de antropomorfismo en esta construcción: nada de bestias, ni gritos, ni azufre... Sólo que esas causalidades indirectas no vienen dilucidadas. Es lo que harán los siglos posteriores. 17. Del siglo XIV al siglo XVII: la fiebre satánica Lo que Tomás dejó sobre el tapete: las contingencias psicológicas indirectas de la impugnatio diabólica sobre el psiquismo humano y la voluntad, aquí recibe una buena explicación; es lo que vamos a llamar la “efervescencia satánica”. La Divina Comedia prepara el camino, aunque sus tesis coinciden con las del Aquinatense. Pero ya la demonología se nutre de imágenes muy vivas, desde el infierno y sus círculos, para saber de vicios y “posesiones”. Los autores espirituales de los siglos XIV y XV no van más allá de lo dicho por los Padres, Bernardo o Tomás. Pero vale la pena mencionarlos porque sus explicaciones son muy pictóricas y vivas. Enrique Suso (+ 1366) nos dejó un retrato de la suerte de los condenados en el infierno y de la actividad de los demonios: Demonios negros, baldes ardientes, vientres perforados, azufre, calor excesivo, animales airados, vapores de fuego, olores nauseabundos... He aquí el mundo de los

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demonios y sus secuaces. La tentación se presenta con los mismos caracteres; son verdaderas visiones satánicas. Catalina de Siena (+ 1380) vuelve a sostener que el orgullo es la rebeldía de los demonios; pero, caídos, sirven para la gloria divina, ya probando a los fieles y enriqueciéndolos de méritos, ya como ministros de la justicia divina en el purgatorio o en el infierno. Para tentar se presentan como ángeles de la luz. Mas, es tan pasajera esta luz y su falsa alegría que pronto el alma queda perturbada, se llena de tristeza, dolor y tinieblas. Si se sigue en estos falsos placeres, el alma irá a los tormentos y llamas eternas del infierno. Sólo que Jesucristo nos ayudará a derrotarlos. Un escrito anónimo inglés que data del 1350–1370, “Cloud of Unkowning”, La nube de lo desconocido, ejerció un notable influjo en el siglo XIV. El poder del demonio es omnipotente para engañarnos y hacernos caer en misticismos falsos y alucinados, gracias a sus efectos sobre la imaginación. Es tal este poder que “ponen el cerebro al revés”. Comienzan a verse falsas luces, oírse falsas melodías, el olfato y el paladar se llenan de exquisitas sensaciones, el fuego y el calor se apoderan del pecho, la espalda, los riñones y los miembros. Contra ello sólo obra la oración contemplativa. La Imitaación de Cristo, obra probable de Tomás de Kempis (+ 1471), es el texto místico por excelencia del siglo XV. El ascenso místico está plagado de tentaciones y ataques demoníacos. El remedio contra ellos salta inmediatamente: oración, humildad, confesión, confianza en Cristo. Ellas alejan al espíritu inmundo y seductor. En el mismo año de la muerte de Kempis fallece Dionisio de Chartres, teólogo y místico. Su obra clave es De discretione et examinatione spirituum. Como Tomás de Aquino sostiene que el demonio no actúa directamente sobre la voluntad; lo hace por mediaciones que le presentan un bien que la razón reconoce como tal. Sobre las otras facultades corporales y sensitivas obra directamente. Por lo que éstas manifiestan, conoce nuestros afectos interiores. Cada hombre está a la disposición de un demonio y de un ángel guardián. Dios lo permite para nuestro bien. Somos así guerreros del bien contra Satán. Este es habilísimo con sus ilusiones: ángel de la luz, portador del bien, revelaciones, apariciones, sueños... Contra ello se impone el ya clásico “discernimiento de los espíritus”: No dejarnos engañar con estas apariencias de bien y descubrir en ellas el peligro: vana complacencia, seguridad soberbia, orgullo, presunción, audacia, singularidad, sensualidad, negligencia, torpeza, odio, terquedad... A ello ayudan la humildad, la caridad, la dirección espiritual, los dones del Espíritu Santo. Pero la “efervescencia diabólica” por excelencia desde el siglo XIV es lo “maravilloso diabólico”: la magia, la brujería, los pactos con el demonio... Los tribunales de la Inquisición, con su represión, contribuyen a intensificarlos. La bula Summis Desiderantes de Inocencio VIII del 5 de diciembre de 1484 es significativa de esta represión de lo “maravilloso diabólico”, muy en contravía de lo dicho por Alejandro IV en 1257 prescribiendo a los inquisidores no ocuparse de brujería. A la bula sigue en 1487 la publicación del celebre Malleus Maleficarum o Martillo de las brujas de los dominicos Enrique Kramer y Santiago Sprenger, confidentes del Papa e inspiradores de su bula. Es el manual por excelencia para

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descubrir todos los pactos demoníacos y sus signos visibles. Consta de cuatro partes. La primera define la herejía y la brujería. La segunda se ocupa de conjuros y embrujamientos. La tercera especifica los métodos para golpear todas estas desviaciones: reglas para investigar, interrogar y atormentar para obtener las declaraciones. La cuarta establece los procedimientos para expulsar a los demonios de las personas poseídas. Con este “todo diabológico”, brujas y hechiceros se “extinguen y se “multiplican”. Hay una verdadera “psicosis – contagio” de brujería hasta el siglo XVII. A pesar de la famosa Cautio Criminalis (1631) del Jesuita Fr. Von Spee (1591 – 1635), en que denuncia la injusticia de numerosos procesos, todo está contaminado por la presencia de Satán y sus secuaces. Es tal esta presencia, que el arte (“artes moriendi”, danzas macabras, el Bosco, Durero, Breughel...), el derecho, la ciencia (estudiar científicamente las prácticas mágicas para descubrir los secretos de la naturaleza), la literatura, las concepciones antifeministas (la mujer es el intermediario por excelencia de Satán)... están impregnados de lo “maravilloso satánico”53. Este “maravilloso” se multiplica con los descubrimientos y evangelización en “tierras de misión”. No vamos a discutir si ello tuvo o no sentido. Está ahí y nos da de narices: el don de la cultura y de la fe cristianas no tienen por qué ser estorbados. Si la “oposición diabólica” de los “indios” y su paganismo se opone, la fe de los misioneros está ahí para derrotar al Enemigo, todavía escondido en su idolatría y prácticas mágicas. No son sólo los siglos XV–XVII. Hoy, las misiones todavía se piensan, en muchos casos, como una lucha contra la hechicería de los “a misionar”, no obstante el reconocimiento del diferir de las diferencias. Es que el “diablo cojuelo” sigue suelto. Tal es su poder. Es en este contexto donde aparecen Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz. Sin entrar en sus afirmaciones teológicas, son muy significativos sus análisis de la experiencia espiritual y la vida de la gracia desde lo psicológico. Teresa (+ 1582) describe el demonio con los trazos grotescos medievales. Para ella, ello no es real. Es mero símbolo. Lo que cuenta son las implicaciones psicológico – morales de sus “apariciones simbólicas”: es el enemigo de Dios y del alma, es lo que nos aleja de Dios: fatiga, angustia, mentira, laxitud, egoísmo... Es la sequedad que se siente cuando se ora acompañada de inquietud, falsa humildad, desesperanza. Pero es sobre todo en “la loca de la casa”, la imaginación y las facultades sensibles, donde el demonio se la juega toda. Contra ello, la potencia de la cruz y de un sacramental, el agua bendita, son las mejores armas. Juan de la Cruz (+ 1591) es como Teresa muy discreto para darle realidad a la imaginería medieval. Son símbolos nada más. El diablo es un espíritu obstinado en separarnos de Dios, de la fe, de la humildad. Todo lo hace desde las potencias inferiores: La sensibilidad y la memoria. Las armas se deducen de estos rasgos: fe, humildad y obediencia. 53

Véase un excelente ejemplo de todo ello en la reconstrucción histórica del proceso de Loudun hecha por HUXLEY, ALDOUX. Los demonios de Loudum, Círculo de lectores, Barcelona 1973.

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18. Del siglo XVIII a nuestros días La “efervencia diabólica” de los siglos anteriores se debilitó cuando las acciones inquisitoriales perdieron, si no su existencia, sí su razón de ser. Fue reemplazada por el satanismo: culto al demonio, adoración, misas negras con hostias consagradas, misales para su culto, sectas satánicas, lazos con la masonería, experiencias sádico – masoquistas, música... Paradójicamente, esta “nueva efervescencia diabólica” bajo la impronta del satanismo, si bien es radicalmente antiteísta, ofrece un testimonio al revés de las tesis cristianas: la presencia del mal y del bien en constante lucha. La filosofía proclamó “la muerte de Dios”. Desde aquí se comenzó a nadar en la pérdida del fundamento y en el vacío. Este vacío que en Nietzsche abrió las puertas a la voluntad de poder, al superhombre, al “amor fati”, en el satanismo provocó el desencadenamiento de las potencias demoníacas: apoteosis del hombre y sus poderes para convertirlo en Dios en la tierra. El hombre es el nuevo Lucifer que se rebela contra todo fundamento divino. Satán le sirve para ello. El surgimiento de paradigmas científicos nuevos hizo reflexionar seriamente sobre las posesiones diabólicas: observación verificada de los hechos, psicología de lo profundo, las pseudoposesiones, las psicosis demonopatológicas, la frontera entre la acción demoníaca ordinaria y la extraordinaria, la distinción de neurosis y psicosis de posesiones diabólicas... Todo ello ha hecho diferenciar muy claramente el valor de los hechos y el de la fe y desde aquí estudiar la actividad de las potencias del mal, es decir, “los aspectos del diablo a través de los diversos estados de posesión”, independientes del medio, el tiempo y la cultura. Este valor experimental ha llevado al profesor J. Vinchon a una hipótesis sobre los trazos comunes de las posesiones: a) Rasgos físicos: aspecto exterior típico, alteración de la voz, escritura automática. b) Rasgos psicológicos: impulsividad, agresividad, inhibición, sensación de frío, frigidez sexual. c) Rasgos intelectuales: conocimiento paranormal. d) Rasgos afectivos: están en la base de las neurosis y de las psicosis, “terreno de elección” de la posesión demoníaca. Son las obsesiones de soledad moral, de inferioridad y de culpabilidad. Por otra parte, el Rituale Romanum (XI, De exorcizandis obsessis a daemonio) admite como signos de la posesión el uso de lenguas desconocidas, la revelación de cosas ocultas y el despliegue de fuerzas extraordinarias. Estos signos permiten distinguir los poseídos de los enfermos nerviosos y de los obsesionados y no poseídos por el Príncipe de las tinieblas. A lo mejor, el realizador de El Exorcista fue un buen lector del Rituale, independiente de su “Hollywood” satánica, verdadera parafernalia de espectáculo consumista.

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De ahí el cuidado contemporáneo por distinguir entre lo ordinario y lo extraordinario, lo normal y lo anormal, lo real y lo imaginario... en la acción del diablo sobre los hombres, dada la analogía de la posesión con ciertas perturbaciones mentales. De ahí las distinciones entre el demonio teológico, personal... cuya “biografía” hemos escrito y el demonio psicológico que cada uno lleva por ser objeto–sujeto de enfermedad. De ahí la distinción entre lo demoníaco visible, palpable y sensacional y lo demoníaco invisible, misterioso, oculto, ligado a la teología del pecado y de la Redención, sobre el cual Cristo, con su Resurrección, ha vencido. Este diablo teológico no es objeto de fe, pues es Cristo su vencedor el que es objeto de fe. De ahí la expresión de Baudelaire, significativa del actual paradigma demoníaco: “La más bella astucia del demonio es persuadirnos que no existe”. De ahí el vacío producido por la racionalidad instrumental con sus promesas de felicidad y progreso y llenado por las apetencias satánicas. De ahí que nuestra época, al negar el diablo, más lo afirma, por lo menos como signo de la maldad humana: guerras, gulags, explotación, devastaciones, hambre, armas, drogas, muerte, globalización de la exclusión, masacres, genocidios, pestes, holocaustos... No hemos tenido que pensar “la muerte del hombre”. Ya la vivimos. Si no que hablen los “clanning” americanos: pegarse a líderes o gurús para exorcizar “a los de afuera” como los “malos”. De ahí que no se deban confundir todas estas fobias con acciones demoníacas. El miedo ya no tiene que extrapolarse hacia el diablo. De ahí que hoy al que no es como “nosotros” lo “satanizamos”: el diferir de las diferencias es el Babel demoníaco: el culpable siempre es el otro. De ahí el renacer de las “ciencias ocultas, esotéricas y mistéricas” más confiables que la ya desprestigiada racionalidad científico – técnica. De ahí que El Martillo de las brujas vuelva a resurgir al revés: Si no hay signos infalibles de posesión (la insensibilidad de la espalda cuando se es pinchado es uno de los síntomas de la histeria), sí los hay para que las brujas nos liguen: ponerle rostro a lo que nos aterra. De ahí que Freud diga sin titubeos: “Si el Dios bueno y justo es un sustituto del padre, ¿cómo extrañarnos que la actitud opuesta de odio y de recriminación sea formulada en la criatura de Satán?” (Una neurosis demoníaca en el siglo XVII ). De ahí que hoy el diablo sea un comodín para todo: Culpabilidades enfermizas, enmascaramientos, malestares, reproducciones de viejos mitos. Estamos, pues, en el A. M. S. G.: Ad Maiorem Satanae Gloriam, parodia del lema de los jesuitas. Los Aquelarres, a su modo, están al orden del día. 19.

Epílogo

Hemos recorrido la vida, obra y pensamiento del diablo ¿A qué conclusiones podemos llegar? Desde la teología y el magisterio de la Iglesia a las siguientes: 1) Los demonios fueron creados por Dios54. 54

Cuarto Concilio de Letrán, 1215, c. 1; Denzinger 428; Concilio Vaticano I, sess. III De Fide Catholica, c. 4 – 5, Denzinger 1804, 1805.

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2) Fueron creados buenos55. 3) No son creadores56. 4) Llevaron al hombre al pecado57. 5) Ejercen desde este momento (la caída original) un cierto dominio sobre la humanidad58. 6) Su castigo es eterno como el de los condenados59. Respecto a la naturaleza y al objeto de su pecado, el momento de su caída, su número, su jerarquía, su condición después de su caída, la naturaleza de su castigo, su acción sobre los hombres (tentación, obsesión, posesión), la discusión ha estado, sigue y estará abierta. Desde la semántica, el protagonista de nuestro estudio ha recibido muchos nombres: La Serpiente, el Astuto, el Exterminador, Belcebú, Belzebud, Belial, Leviatán, Behemot, Satán (el adversario, el acusador), Espíritu malo e impuro, Demonio (del griego daímon, los genios que inspiran a los hombres todas sus acciones, buenas o malas), Diablo (el que divide, el calumniador), Las Tinieblas (lugar donde reside el mal), Príncipe de este mundo, Lucifer o Ángel de luz, el Enemigo, el Malo, el Tentador, el Mentiroso, el Maligno... Los nombres ya indican su naturaleza y sus funciones. Todas se resumen en una: las fuerzas del mal en su realidad y presencia. Desde su acción sobre los hombres, la más candente es la posesión demoníaca. La lista elaborada en la Edad Media sobre las señales que deben estar presentes para determinar con certeza que la persona está poseída sigue vigente. Hélas aquí: a) Posibilidad de hablar o entender idiomas que la persona no conoce. Es la xenoglosia. b) Facultad de poder descubrir cosas secretas, de leer los pensamientos y adivinar acontecimientos futuros. c) Posibilidad de realizar esfuerzos físicos no normales para la persona. 55

Cuarto concilio de Letrán, Denzinger 428; Concilio de Braga de 561, c. 7, Denzinger 237. 56 Concilio de Braga, c. 8, 12, 13, Denzinger 238, 242, 243. 57 Cuarto Concilio de Letrán, c. 1, Denzinger 428. 58 Cf. Hebr. 2,14; Concilio de Trento, sess. V, C. 1, Denzinger 788. 59 Noveno canon antiorigenista de Justiniano, suscrito por el papa Vigilio y algunos obispos en 543, Denzinger, 211.

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d) Escupir todo los objetos ingeridos por mediación diabólica. e) Facciones repugnantes, hablar sacando la lengua, echar maldiciones, emitir voces imitando animales, espuma en la boca, labios azulados, mirada iracunda, cuerpo tembloroso. Pero el Rituale hace esta prudente acotación: “De modo que no se crea fácilmente... y se tenga un conocimiento adecuado de aquellos signos por los cuales el poseído se distingue de aquellos que se deben a la melancolía o a alguna otra enfermedad”. Desde los exorcismos, es evidente que los textos neotestamentarios hablan de ellos para la expulsión del demonio: Hch. 19, 11–16; Mt. 12, 22–28; Mt. 8, 16; Mc. 1, 23– 27; Mt. 17, 14–18; Mc. 5, 1–13; Mt. 10, 1 y 8; Hch. 16, 16–18. Pablo V fijó su procedimiento en el Rituale Romanum en once etapas: 1)

Rociar al poseído con agua bendita, para lo cual la estola morada del sacerdote debía tener una punta al torno a él, en tanto se entonaba la letanía.

2)

Recitación del salmo 54.

3)

Oración de súplica, seguida por la pregunta del nombre del demonio.

4)

Lectura de Jn. 1, Mc. 16, 9 y Lc. 10, 17.

5)

Oración preparatoria.

6)

Con su diestra colocada sobre la cabeza del poseído, el sacerdote pronuncia los primeros conjuros para expulsar a Satán.

7)

Oración, seguida de la señal de la cruz trazada sobre el poseído.

8)

Segundo conjuro para expulsar al “Viejo Reptil”.

9)

Oración.

10)

Tercero y último exorcismo.

11)

Cantos, salmos y oraciones.

Ya hemos citado varias veces este Rituale. A nuestro modo de ver y desde lo que hemos dicho en este estudio, el exorcismo debe mirarse como la oración fraterna de la Iglesia por el que sufre.

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Terminemos con unos versos de Dante, buena síntesis de nuestro protagonista: “Pues bien, hijo mío (Dante), no fue para mí el gustar del árbol la causa de tanta molestia, sino únicamente la vulneración de lo mandado”60.

:

60

Paradiso, XXVI, 114 – 118.

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ASPECTOS BÍBLICOS Y PASTORALES DE LA LLAMADA “POSESIÓN DIABÓLICA”. GUILLERMO LEÓN ZULETA S.



1. Etimología e historia de las palabras: demonio, diablo, satán Demonio, demoníaco Puesto que se trata de potencias espirituales intermedias representadas de un modo personificado, es necesario confrontar el sustantivo δ α ι µ ω ν con el sustantivo π ν ε υ µ α (espíritu) y dado que en el N.T. se trata siempre de fuerzas maléficas, también con la palabra δ ι α β ο λ ο σ (Satán). ∆ α ι µ ω ν ( derivado de δ α ι ο µ α ι , daíomai, dividir, distribuir; el dios de los muertos es el desmembrador de cadáveres. Según la creencia popular griega, el mundo está lleno de demonios, de seres que ocupan un lugar intermedio entre los dioses y los hombres y sobre los que se influye o a los que se aplaca mediante la magia, la brujería y el conjuro. Estos seres son: 1. Ante todo espíritus de los difuntos, especialmente insepultos (animismo), 2. También fantasmas o espectros, que pueden aparecer bajo diversas formas, sobre todo de noche. Entre un dios y un demonio no existe ninguna diferencia fundamental. La morada de los demonios es el aire situado en las proximidades de la tierra. Detrás de las desgracias y tribulaciones del destino humano está la acción de los demonios y ellos hacen estremecerse al cosmos a través de las catástrofes naturales. En especial son los causantes de la enfermedad o de la posesión de los hombres. La filosofía griega tampoco pudo liberarse totalmente de estas creencias: el mundo no es un sistema de fuerzas abstractas, sino que está lleno de demonios. Ciertos mitos escandalosos relacionados con los dioses eran explicados o combatidos a base del concepto de “demonio”; el problema de la teodicea también se enfoca por esta vía. Si en la Iliada el término daímon se aplica todavía algunas veces a los dioses, en la Odisea esto se evita ya a fin de no confundir a los dioses con los espíritus inferiores; en Hesíodo los hombres de la edad de oro se convertían después de la muerte en demonios, que inspeccionaban las acciones de los hombres y “distribuían” premios y castigos por encargo de Zeus. En Empédocles, daímon designa una esencia espiritual peculiar que acompaña al hombre desde el nacimiento. El mismo carácter tiene el daimónion de Sócrates, su “espíritu bueno” que nunca le aconsejaba, sino que 

Doctor en Teología por la Universidad Pontificia Bolivariana. Actual director del Instituto de bioética de la misma Universidad. Autor de numerosos artículos relacionados con la ética teológica y la bioética.

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se limitaba a disuadirle de algo61. Daímon llega a convertirse incluso en el ηγ ε µ ο ν ι κ ο ν de los estoicos. En los sistemas posteriores (neoplatonismo, Porfirio) se establecieron diversas jerarquías y escalas dentro de los demonios. Los demonios son mediadores entre los dioses y los hombres y a veces se ocupan también de vigilar a los hombres. Pueden ser considerados asimismo como uno de los “peldaños” que conducen desde la divinidad hasta la materia. Daimónion es un adjetivo sustantivado derivado de daímon y designa como éste “todo aquello que se halla más allá de las posibilidades humanas y que puede retrotraerse a la inspiración o sugestión de poderes superiores, tanto en lo que respecta al bien como en lo que se refiere al mal”62. Filón y Josefo se mantienen totalmente en la línea de la tradición griega. Para Filón, los ángeles y los demonios son seres de la misma naturaleza; los ángeles se mantienen alejados del mundo terrestre y son utilizados por Dios como mensajeros. Josefo aplica la denominación daimonía sobre todo a los espíritus malos. Vestigios de la creencia popular universal se encuentran también en el A.T. (1 Sam 28,13; Is. 8,9). La evocación de los difuntos estaba prohibida en Israel (Dt. 18,11; Lv. 19,31; 1 Sam. 28,3), al igual que los sacrificios a los espíritus malos (Lv. 17,7). Son figuras demoníacas los sedim (genios malignos, demonios: Dt. 32,17), seirim (sátiros: Is. 13,21), lilit (espectro: Is. 34,14), azazel (Azazel, demonio que lleva este nombre: cf. Lv. 16,8.10.26), etc. Se habla de los demonios en conexión con la idolatría de Israel; probablemente la denominación de “demonios” se aplica también a los dioses paganos de un modo despectivo (Dt. 32,17; 2 Cr. 11,15; Sal. 106,37). No obstante, en el A.T. predomina la tendencia a eliminar la creencia en los demonios, así por ejemplo, cuando en Gn. 1 los astros, que, como “demonios”, eran temidos y reverenciados en el entorno veterotestamentario, son llamados “lumbreras”; o cuando la desgracia y el mal (1 Sam. 16,14; 2 Sam. 24,1) son atribuidos a Dios. Los mediadores entre Dios y los hombres no son los demonios, sino los ángeles de Yhavé. El israelita no debe acudir a ningún otro poder fuera de Yhavé y, sobre todo, debe abstenerse de toda práctica mágica. La literatura rabínica abandona la gran moderación que mantiene la religiosidad veterotestamentaria sobre este punto y se propaga la creencia en los demonios, si bien el judío nunca se ha sentido tan amenazado por los demonios como los adeptos de las religiones de su entorno63. Los doctores de la ley también han admitido la creencia en los demonios. En una época antigua se creía que los demonios habían nacido de la unión de los ángeles caídos con mujeres (Gn. 6,1ss). Otros 61

PLATÓN. Diálogos. T. III. “Teetetes o de la ciencia”, Universales, Bogotá 1984. Ap. 31c, 8ss. 62 FOERSTER, W. Art. ∆ α ι µ ο ν . En G. FRIEDRICH. Theologisches Worterbuch zum Neuen Testament II, Munchen-Darmstadt 1935, 1ss. 63 Puede consultarse en el Diccionario de las Religiones (dirigido por Paul Poupard), Herder, Barcelona 1987. El significado de “Demonios” en: Egipto (415-416), en el Islam (416), en el Hinduismo (416), en Irán (416) y en la religión Sumeria y Acadia (416-417). Cf. Sacramentum Mundi. t. 2. “Demonios”, Herder, Barcelona 1982. Col. 143-149.

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pensaban que una parte de la generación de los hombres que construyeron la torre de Babel fueron transformados en demonios; o que los demonios surgieron del comercio de Adán y Eva con espíritus femeninos o masculinos respectivamente; o bien que los demonios son una creación singular de Dios. Los demonios son espíritus; sin embargo, poseen órganos corporales (alas), necesitan comer y beber, pueden reproducirse, pueden aparecer en figura humana o bajo una forma distinta. Su número es infinitamente grande, el mundo está lleno de ellos. En la cúspide de la jerarquía de los demonios se sitúa el príncipe de los demonios, Asmodeo (originariamente una figura del parsismo), a quien deben obedecer otros demonios de menor categoría. Los demonios tienen acceso al cielo, donde pueden venir en conocimiento de los designios de Dios. Ellos moran en la tierra y en el aire, sobre todo en los desiertos, ruinas y lugares impuros (cementerios). Aunque pertenecen al reino de Satán, Dios les autoriza para infligir castigos a los pecadores. Su poder comenzó en los días de Enós (Gn. 4,26) y durará hasta el advenimiento del Mesías. Su objetivo fundamental es indicar a los hombres al pecado; también pueden exterminar al hombre. Son los causantes de las enfermedades (aunque no de todas). Nos protegen de los demonios Dios y los santos ángeles, la palabra de Dios, el cumplimiento de los preceptos, los amuletos, los conjuros, etc. A diferencia de lo que ocurre en el ámbito griego, los demonios no son aquí seres intermediarios entre Dios y el hombre, ni tampoco espíritus de los difuntos; se establece una rigurosa distinción entre ángeles y demonios. En los Apócrifos la denominación más frecuente que se aplica al demonio es la de espíritu (impuro, inmundo, maligno). Los demonios pueden ser llamados “ángeles de Satanás”. Inducen a la hechicería, la idolatría, la guerra, la querella y el derramamiento de sangre (Cf. Sant. 3,15); también inducen a penetrar los misterios ocultos. Según 1 Hen. 8,1, los bienes de la civilización son un don de los demonios. En el N.T. el vocablo daímon sólo aparece en Mt. 8,31 (en plural); en todos los demás casos se usa daimónion (63 veces) o π ν ε υ µ α (espíritu). En él no se halla la creencia en los espíritus de los difuntos o en los espectros. Tampoco se encuentran especulaciones sobre los demonios. Angeles y demonios son considerados como seres opuestos entre sí. El temor al demonio retrocede como consecuencia de la fe en la victoria de Jesucristo. Puesto que la brujería supone trato con los demonios, es rechazada (Gál. 5,20; Ap. 9,20s; 18,23; 21,8; 22,15). El culto pagano lleva a tener parte con los demonios (1 Cor. 10,20s) y el paganismo en general es obra de los demonios (Ap. 9,20), que intensificarán su acción sobre todo al fin de los tiempos (1 Tim. 4,1; Ap. 16,13s). La acción de los demonios está siempre presente (Ef. 6,12) y ellos otorgan su sabiduría (Sant. 3,15); por eso es importante el saber discernir entre los espíritus (1 Jn. 4,1; 1 Cor. 12,10). Al igual que los Apócrifos, 2 Ped. 2,4 y Jds. 6 hablan de un encadenamiento de los demonios (que ya ha tenido lugar) y de un mantenerlos en reserva para el juicio. Los demonios están subordinados a Satán, son ángeles de Satán (Ef. 2,2; Mc. 3,20ss: el príncipe de los demonios). No son en absoluto inofensivos. Provocan sobre todo enfermedades; Lc. 13,11.16: la mujer enferma está bajo la atadura de Satán; pero no todas las enfermedades son atribuidas a los demonios. En los evangelios aparecen algunos casos de hombres poseídos por el

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demonio: hombres cuya personalidad ha quedado eliminada por los malos espíritus que hablan por boca de él (Mc. 5,5). Dado que en Jesús está presente el reino de Dios, conculca el poder de los demonios (Mt. 12,28) por medio de su palabra (ε κ β α λ λ ο : expulsar). Los demonios poseen un saber sobrehumano: reconocen a Jesús y conocen su destino (Mt. 8,29; Sant. 2,19). Daimonizomai, estar poseído del demonio: Mt. utiliza este vocablo 7 veces, Mc. 4 veces y Lc. y Jn. una vez cada uno. Con una mentalidad ingenua que responde a la época en que ha sido escrita, la Biblia atribuye determinados fenómenos y acontecimientos a la acción de fuerzas demoníacas. La representación de estos seres intermediarios ha surgido evidentemente de la experiencia de que el hombre, en su vida, puede explicarse muchos acontecimientos que le ocurren, pero siempre queda un resto inexplicable, irreductible, enigmático y que, por tanto, inspira temor. De acuerdo con la mentalidad de los siglos pretéritos, aquí entraban en acción diversas fuerzas personificadas, fuesen éstas divinas y benéficas o satánicas. Según eso se intentaba desterrarlas o dominarlas por medio de la magia, el conjuro u otras prácticas similares, poniéndolas así bajo el control de otras fuerzas superiores. La época moderna ha eliminado esta creencia en los demonios en la medida en que la ha considerado ridícula y la ha incluido en la esfera de la superstición. Pero no ha logrado desterrar el temor subterráneo ante determinados fenómenos y sucesos incomprensibles que antaño eran considerados como obra de los demonios, ni, por otra parte, ha podido eliminar del lenguaje los modismos que aluden a todo aquello que amenaza la vida humana en términos personificados: así se habla, por ejemplo, del “poder del alcohol”, de la “lucha contra el cáncer”, del “triunfo de una idea”, como si de un ser personal se tratase. El concepto de “demonio” es, evidentemente, una “cifra”, un símbolo de aquellos poderes ante los cuales el hombre, aun conociendo la amenaza que para él suponen, se muestra impotente, de tal manera que no puede ponerlos ni bajo el control de su conocimiento, ni bajo el de su voluntad, y que incluso le hacen realizar actos completamente contrarios a lo que piensa y quiere: el estar obsesionado por una idea, el tener una idea fija es un fenómeno del que puede ser perfectamente consciente aquel a quien le afecta, e incluso puede condenarlo en vista de las consecuencias nefastas que puede tener para él y para quienes le rodean; puede incluso llegar a conocer, tanto los factores desencadenantes del proceso como el mecanismo opresor puesto en marcha por aquel fenómeno; sin embargo, continúa permaneciendo indefenso ante él. Así pues, lo “demoníaco” no puede dominarse simplemente a partir de una toma de consciencia y de una explicación racional o, en todo caso, ello no basta. Las causas y manifestaciones físicas y psíquicas de la enfermedad han sido ampliamente “desmitizadas” hace mucho tiempo y ya no hay necesidad de explicarlas a partir de fuerzas demoníacas. ¿Pero queda aclarado sin más con ello el fenómeno de las influencias sobrehumanas, irreductibles y no manipulables, sobre la vida humana? ¿No nos encontramos más bien, de nuevo, con factores cambiantes, incontrolables, a los que damos nombres que en realidad son como un lenguaje cifrado que, más que aclarar la cuestión, la oscurecen? ¿Y no

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ocurre algo semejante en la esfera de las relaciones humanas, de la política, de la historia?. Y el hombre que ya se creía libre y autónomo y pensaba poder pasar por alto los motivos y las consecuencias de su obrar, ¿no se encuentra de nuevo como un esclavo, como un juguete a merced de ciertas fuerzas?. Por otra parte, las manifestaciones que los antiguos calificaban de “demoníacas” abarcan una serie de fenómenos sumamente complejos: en parte se trataba de una influencia que actuaba únicamente sobre un individuo privándole de su libertad e incluso destruyendo su personalidad, pero, la mayoría de las veces – o esencialmente – los demonios extendían en seguida su acción maléfica a los hombres que vivían en el entorno próximo, utilizando al “endemoniado” como trampolín, cuando no como colaborador espontáneo. A menudo esta “posesión” llegaba a abarcar grupos y pueblos enteros. Ahora bien, ¿es éste un fenómeno meramente pretérito? En el fanatismo y fascinación que engendran ciertas ideologías políticas, en la propagación del ansia desmesurada de vivir y de los instintos desenfrenados, en el poder destructor de las enfermedades malignas, ¿no contemplamos los mismos fenómenos que en épocas antiguas intentaban explicarse recurriendo a la existencia de los demonios y a los que el N.T. consideraba como obra del maligno, de Satán? No se trata de que la predicación cristiana alimente o defienda la creencia en los demonios considerados como seres personales. Pero tampoco puede dejarse llevar por la mentalidad moderna, que califica de ridícula y supersticiosa la creencia en el demonio de los hombres de épocas pasadas. Ya la angustia vital de los modernos y la tendencia a buscar seguridades debería impedirles considerar su actitud de burla como u signo de certidumbre y de libertad. Que también el hombre moderno puede caer bajo el dominio de poderes que se oponen a la voluntad de Dios es una afirmación que apenas debería ya discutirse. La ruina del hombre será tanto mayor cuanto más se identifique su propia voluntad con el objetivo de estas fuerzas, que está orientando contra él mismo. Aquí se le plantea a la predicación la tarea de dar explicación sobre la naturaleza de estas fuerzas en el plano antropológico, es decir, de despojarlas de su mascara y de su aureola, de desenmascararla. Pero esto lo puede hacer también el psicoanálisis o la psicoterapia. La predicación puede y debe ir más lejos: siguiendo el mandato de aquel que es el Señor de todas las fuerzas y potencias, de todas las situaciones y circunstancias, ha de hacer patente que Jesucristo libera al hombre del hechizo de estos poderes superiores. Y ella habrá de dar testimonio de que el hombre, cuando es sostenido por el vínculo de la fe y permanece bajo el poder preservador del espíritu, que asegura nuestra pertenencia a Dios, puede vivir en libertad. Pero esto sólo es posible cuando el hombre, en una actitud de obediencia, se abandona totalmente a la gracia de Dios. Diablo “Transcripción de una palabra griega que significa “calumniador, denigrador”, fue utilizada por los traductores griegos del Antiguo testamento para designar a Satán, el acusador de los hombres ante Dios, el tentador”64. 64

POUPARD, P. (Dir.). Diccionario de las Religiones, Herder: Barcelona 1987, 453.

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Como premisas es importante tener en cuenta que: a) El “diablo”, igual que los otros “demonios”, no puede concebirse a manera de un dualismo absoluto como un rival autónomo de Dios, pues él es concebido como criatura absolutamente finita, y su maldad está controlada por el poder, la libertad y la bondad del Dios santo; y, por tanto, también con relación al diablo tiene validez todo lo que la teología dice sobre el mal, la culpa y su permisión por Dios con una intención positiva, la negatividad del mal, la imposibilidad de un mal sustancial, el bien particular como fin de la libertad mal usada65; b) La doctrina sobre el diablo (y sobre los demonios en general) en la sagrada Escritura aparece más bien como presupuesto natural de la experiencia humana66. La revelación acerca del hombre y su situación de perdición o de salvación asume esa experiencia y la enmarca críticamente en la doctrina sobre la victoria de la gracia de Dios en Cristo y la liberación del hombre de todas las “potestades y virtudes”. Si está claro que la doctrina sobre los ángeles, los demonios y el diablo es ante todo una interpretación (y no una revelación directa) de la experiencia natural en torno a diversas potestades y virtudes sobrenaturales; eso hace comprensibles los datos de la historia de las religiones. Ya de aquí se deduce que la doctrina acerca del diablo propiamente tiene un contenido muy simple, el cual nada posee en común con la mitología en sentido propio. Ese contenido es el siguiente: la situación de perdición, presupuesta y superada por la redención, no está constituida por la mera libertad humana. Está también constituida por una libertad anterior y superior al hombre, pero creada y finita. La oposición a Dios, que en la situación de perdición se insinúa como algo previo al hombre, es a su vez múltiple, o sea, también el mal está dividido en sí mismo y constituye así la situación del hombre. Pero esta escisión interna del mal en sí mismo, lo cual es un momento tanto de su poder como de su impotencia, no suprime, sin embargo, la unidad del mundo, de su historia (incluso en el mal) de la situación de perdición en su dirección concorde contra Dios. El mal sigue siendo algo así como “un reino”, una dominación. Y esto es lo significado cuando se habla de un diablo supremo, de un diablo. De ahí se desprende que sólo en un sentido muy indeterminado puede hablarse de un “plan ordenado” en medio del desgarramiento del mal en el mundo o de un “jefe” de los demonios67. Los LXX traducen el vocablo hebreo “Satán” (contradictor) por δ ι α β ο λ ο σ . Esta palabra penetra después como término prestado en todos los idiomas europeos. Los nombres δ ι α β ο λ ο σ y Satán son primero términos de sentido muy amplio y distinto; pero después su significación se reduce, y confluye en un único sentido. Esto sucede por primera vez en la doctrina sobre los demonios del judaísmo tardío. El diablo es aquí el príncipe de los ángeles, que con su corte apostató de Dios y fue expulsado del cielo. 65

Cf. URRUTIA, U. El diablo. Su naturaleza, su poder y su intervención en el mundo, Porrua, México 1950. 66 Cf. HAAG, H., A. VAN DEN BORN Y S. DE AUSEJO. Diccionario de la Biblia. Herder, Barcelona 1981. 67 Cf. POUPARD, P. o. c.

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El N.T. presupone la doctrina general judía acerca de los demonios y del diablo. En el N.T. aparecen las siguientes denominaciones nuevas: “el maligno” (Mt. 13,19ss), “el enemigo” (Lc. 10,19), “el príncipe de este mundo” (Jn. 12,31ss), “el dios de este eón” (2 Cor. 4,4), “el asesino desde el principio” y “el padre de la mentira” (Jn. 8,44). La antítesis entre el diablo y Cristo es nueva. La hostilidad del diablo contra Dios alcanza su punto culminante en la pasión de Jesús (Lc. 22,3.31; Jn. 13,27; 1Cor 2,8), pero es allí precisamente donde él sufre su derrota definitiva (1Cor. 2,8; Jn. 12,31; Ap. 12,7ss); y las expulsiones de demonios por parte de Jesús eran el preludio de la victoriosa venida del reino de Dios en la persona de Cristo. Esta antítesis prosigue en la historia de la Iglesia, hasta que el diablo sea arrojado al infierno (Ap. 20,8.10)68. La mayor parte de las declaraciones del magisterio sobre el diablo están hechas en conexión con los enunciados doctrinales sobre los demonios y tienen el mismo contenido (creación buena, culpa propia, condenación eterna: Dz 427ss, 211, Ds 286, 325). Se atribuye al diablo un cierto poder sobre el hombre pecador y su muerte (Dz 428, 788, 793, 894); y se afirma su derrota por la redención de Cristo (Ds 291; Dz 711s, 894). Sin embargo, la doctrina de la Iglesia rechaza también una excesiva acentuación del influjo tentador del diablo sobre los pecados de los hombres (Dz 383; Ds 2192; Dz 1261-1273, 1923). A este respecto se presupone implícitamente que el diablo es una especie de jefe de los demonios. El Concilio Vaticano II se muestra muy reservado en sus afirmaciones sobre el diablo, pero no deja de decir algo sobre él. El Hijo de Dios nos ha liberado de la esclavitud del diablo69. “El maligno” ciertamente ha seducido al hombre para pecar, pero su poder ha quedado roto por la muerte y la resurrección de Cristo70. Satán Diaballo (compuesto de δ ι α , a través de, y Β α ι λ λ ο , arrojar) significa separar, acusar, reprochar, calumniar, denunciar, rechazar, presentar falsamente, engañar. En el N.T. sólo en Lc. 16,1 se usa hablando del administrador de la casa que, con sobrada razón es acusado o denunciado de haber malversado los bienes. De ahí el sustantivo diábolos, calumniador, adversario, diablo, que apenas se halla atestiguado fuera del N.T. y de los LXX. En los LXX diábolos sale 21 veces (de ellas 13 en Job 1-2) fuera de Est. 7,4; 8,1, siempre como traducción del hebreo Satán, y asimismo 3 veces se traduce simplemente por σ α τ α ν (1 Re. 11,14; 11,23A, 11,25B). En el A.T. “Satán” alude al “adversario”, al enemigo perverso: en 1 Sam. 29,4 se llama así al saboteador potencial en las propias filas; en I Re 11,23.25 al jefe de guerrillas y luego rey sirio Rezón. Así se denomina también al ángel que se aparece a Balán en el camino (Nm. 22,22.32). Sólo en el prólogo de Job aparece Satán como un 68

Cf. LEÓN DUFOUR, X. Diccionario del Nuevo Testamento, Cristiandad, Madrid 1977. CONCILIO VATICANO II. “Decreto sobre la Sagrada Liturgia”, n. 6; “Decreto sobre las Misiones”, n. 3 y 9. 70 Cf. MYSTERIUM SALUTIS. t. II. Cristiandad, Madrid 1969-1975 69

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ser celestial que acusa a los hombres buenos ante Dios; de una manera semejante en Zac. 3,1s. Como nombre propio, aparece sólo la palabra en 1 Cr. 21,1: Satán incita a David a realizar el censo del pueblo. En el A.T. Satán no es el “diablo” en el sentido que adquiere más tarde la palabra, esto es, no es ningún príncipe malo que va contra Dios; un ligero cambio en esta dirección muestran tal vez los LXX, al traducir, por ejemplo, los pasajes de Nm. y Sam. No por diábolos y así la palabra recibe un sentido ambivalente. Sólo en el judaísmo tardío es identificado frecuentemente el diablo con las malas inclinaciones y con el ángel de la muerte, y aquí tiene una carácter pronunciadamente malo. Como en el A.T., es él el acusador de los hombres ante Dios. La caída del ángel desempeña un gran papel (en dependencia de Gn. 6,1ss) sin tener, no obstante, un significado fundamental. Los espíritus impuros que seducen a los hijos de Noé son hijos de los “guardianes” (Jub. 19,28). La mayor parte de estos espíritus fueron aniquilados, sólo queda una décima parte de ellos y con ella puede Mastema ejecutar su voluntad respecto a los hombres (Jub. 10,8). Por lo demás, los demonios aparecen como independientes junto a Satán, el cual desempeña ante Dios el papel de acusador único. No se narra nada que recuerde su caída del cielo, pues, de ser así, no podría acusar. El trata ante todo de entorpecer la relación entre Dios e Israel, pero también de separar a los demás hombres de Dios. De un modo breve y conciso se describe la actividad de Satán: “Se enseña en una Baraitha: Satán baja y seduce, sube y acusa, asume plenos poderes y toma el alma”71. Sólo tradiciones tardías dicen que Satanás fue un ángel de rango elevado. Los rabinos atribuyen al hombre el libre albedrío, con el cual puede, mediante la observancia de la ley, defenderse contra sus malas inclinaciones o contra Satán-Sammael. En los escritos de Qumrán72 aparece Belial como nombre del espíritu malo (de Satanás). Dios creó dos espíritus, el espíritu de la luz y el espíritu (ángel) de las tinieblas (Belial), ambos ejercen actualmente su imperio. Belial es el ángel de la enemistad, vive en los corazones de sus partidarios, los “hijos de las tinieblas”, domina en el predicador de la apostasía. Los enemigos del hombre piadoso están llenos de “maquinaciones de Belial”. Los partidarios de Belial son denominados “su comunidad”. En estos escritos aparece, pues, Belial no ya como acusador, y, según esto, no tiene ningún acceso al cielo y a Dios.

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VINCENT, A. Les Manuscrits Hebreux du desert de Juda, Artheme Fayard, Paris, 1955, 175. 72 Cf. VINCENT, A. o. c.; Van Imschoot, P. Teología del Antiguo Testamento, Fax, Madrid 1969; BOTTERWECK, G. J. Y H. RINGGREN. Diccionario teológico del Antiguo Testamento, t. II., Cristiandad, Madrid 1978.

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En el N.T. diábolos sale 37 veces, Satanás 36 veces y bee (l) zeboúl 73 7 veces. En Mt. 25,41 se mencionan los ángeles del demonio. Asimismo, análogamente a Qumrán, el diábolos del relato de las tentaciones (Mt. 4,1ss) adopta la postura de un señor del mundo, con la entrega del cual quiere apartar él a Jesús de su camino. Según eso, se le denomina también “el jefe de este mundo” (Jn. 12,31; 14,30; 16,11). El lugar propio del demonio no es el infierno, sino que como en el A.T., tiene él acceso ante Dios para acusar a los hombres (Lc. 22,31; Jn. 12,31; 16,11). Por eso Jesús ora por la fe de sus discípulos y enseña a los suyos a orar para verse libres del malo (Mt, 6,13). Según Lc. 10,18 Jesús vio el derrocamiento de Satanás (como acusador en el cielo, Jn. 12,31). Ap. 12,5.7-12 asocia este derrocamiento de Satanás con la venida de Jesús. Con ello se rompe la visión dualística que tiene Qumrán del mundo: Jesús venció y desarmó al diablo, de forma que él le puede arrebatar su botín, esto es, Jesús puede curar a los posesos (Mt. 12,27-29). Pero aún después de haber sido derrocado del cielo, no se le ha quitado a Satanás su poder de actuar: no sólo respecto al individuo, sino también respecto a la Iglesia, el diábolos es aquel que trata de poner impedimento a la palabra salvadora de Dios (Mt. 13, 28.39). La idea del diablo (Satán) y la creencia en su existencia personal pertenecen, para el hombre “culto”, para el “que ha entrado en la mayoría de edad”, al mundo del mito, de la fábula o de la superstición primitiva. A que esa idea perdiera su efectividad contribuyó, sin duda, también la forma medieval de su presentación: un ser que provoca miedo, con cuernos, con rabo, con patas de caballo o de macho cabrío y con alas de murciélago. Tras de esa concepción se hallan ideas paganas sobre los demonios; sin embargo, también en el N.T. Belcebú es el príncipe de los demonios. Según eso, tales imágenes resuenan, consciente o inconscientemente, en el modo de hablar bíblico, sobre el demonio o diablo. Y, como en el marco de la concepción antigua del mundo, al diablo se le asignaba como lugar el infierno que está bajo tierra, desde donde surge vivo y en diversas formas como el adversario de Dios y de Cristo, resultaría que en el caso de que cayera esa concepción del mundo, tenía que caer (es de suponer) también aquella concepción del diablo. Dentro del horizonte de la historia de la teología, el rechazo moderno de la creencia en el diablo ha de remontarse probablemente a la Ilustración, a la neología74 y al idealismo. Es desde entonces cuando se evita en absoluto hablar de un mal personal: en la concepción metafísica no entra en cuestión el diablo o Satanás o el mal, sino lo malo o el mal, como un fenómeno que se da. A esto hay que añadir que, 73

Beezeboúl: en 2 Re 1,2s; 6,16 aparece como rey de Ecrón el ba´al zebub, el señor de las moscas. Lo más probable es que proceda de ba´al zibbul (de zebel, estiércol, excremento; zibbul, sacrificio a los ídolos), señor del sacrificio idolátrico, que de esta manera es equiparado al estiércol. Derivando la palabra del arameo, resultaría be´el debaba, señor de la enemistad, enemigo, o podría asimismo ser becel dibaba, señor de las moscas. 74 Tratado de los giros nuevos que aparecen en una lengua. Para la Ilustración la creencia en el diablo es simplemente el giro nuevo que adquiere el tratado sobre el Mal y lo Malo que traía en su elaboración las concepciones metafísicas que pierden su validez.

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según la historia de las religiones, lo que se dice entre los cristianos del demonio está sujeto a influjos extrabíblicos, paganos y precristianos. Y no puede olvidarse las reflexiones de la llamada “sicología profunda”. En la figura del diablo reconoce ella una personificación o una proyección, ya sea individual ya colectiva de los contenidos anímicos: de aquello que actúa en las tendencias negativas dentro del alma humana, y que el hombre mismo experimenta brotando de sí como “malo”, como algo que debe ser rechazado y combatido; de aquello que es rechazado por la sociedad o por la colectividad en las tendencias, pensamientos o deseos, porque se opone a sus sistemas de valores. Carl Gustav Jung ha escrito: “Mefistófeles es el aspecto diabólico de toda función psíquica, que se libera de la jerarquía del hombre hasta llegar a la independencia y al dominio absoluto...”75. Con esto alude al hecho de que en la alquimia, el diablo es designado como “espíritu imitador”, como principio malo y como rival del Hijo de Dios. Él es el espíritu de las tinieblas, que se halla en el cuerpo de los hombres y que impulsa al alma a realizar todas las inclinaciones pecadoras76. Acerca de los anacoretas del cristianismo primitivo, puede afirmar el psicólogo: “el diablo es naturalmente la voz del propio inconsciente del anacoreta, que se revela contra la poderosa opresión de la naturaleza individual”77. Para la doctrina católica, las cosas están ahí teóricamente más claras que para los protestantes. Según ella, la existencia de los poderes malos extra-humanos y su acción en el mundo pertenecen a la verdad revelada. De acuerdo con eso, aparece incluso hoy posible la posesión diabólica y – aunque raras veces – se da de hecho en algunas ocasiones. Sin embargo, cada vez se oye hablar más a menudo de teólogos católicos que afirman que el diablo es una figura mítica o simbólica, la personificación del mal en el mundo y en el hombre, pero que a ella no le corresponde ninguna realidad o existencia personal. Pero aunque el testimonio de la Biblia cuenta con la existencia del diablo, la predicación cristiana no tiene por qué especular con el origen y la esencia o el ser de Satanás, la misma Biblia no lo hace. El diablo no constituye un tema independiente de la predicación cristiana. Las predicaciones sobre el diablo y sobre el infierno, cuando no fomentan la necesidad de emociones de personas pseudopiadosas y la excitación de sus nervios, sólo sirven para difundir la inseguridad, la angustia y el miedo. Dichas predicaciones, en lugar de quitarlas, ponen cargas en las espaldas de los hombres. En cambio, una Iglesia que predique la victoria de Cristo, invita a los hombres a tomar parte en esta victoria. Ha de llamar a los hombres a que se decidan, al llamarles a la fe, al amor y a la obediencia. Evidentemente, a eso ha de corresponder el que el hombre tenga que renunciar a “todas las obras de las tinieblas”, el que él luche con las armas – espirituales – de la luz, y con las plegarias. Por eso pide él en el padrenuestro ser liberado del mal; pues sabe que el malo o el mal es una realidad que no puede ser zanjada de un plumazo. 75

JUNG, C. Psicología y Alquimia, Plaza y Janes, Barcelona 1940, 108. Ibid., 504. 77 JUNG, C. Tipo Psicológicos, Plaza y Janes, Barcelona 1937, 78. 76

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Pero la Iglesia, en su predicación, no puede prestarse a que el hombre renuncie a su decisión, a su libertad y a su responsabilidad, dejándola a merced de cualquier tipo de “poderes y fuerzas”, llámense estos diablos o demonios entendidos como seres personales a la manera medieval, o lleven el nombre de cualquier “ismo” en boga en nuestros días, ya se trate de ideologías, de falsas doctrinas sobre la salvación, de propaganda, de eslóganes, de reclamos. Evidentemente, con la simple “abolición del demonio” y su absorción por parte de la ratio humana o con el rechazo de la manera bíblica de hablar del demonio no se ha ganado nada. Lo que sí es decisivo es que nosotros nos pongamos bajo el señorío de Cristo, bajo su victoria y su verdad. 2. ¿Puede haber posesiones diabólicas? Empecemos por decir que este tema está hoy de última moda por diversas causas: a) Por la desviación de varios grupos católicos y protestantes que han visto en este tema una forma muy fácil de conseguir adeptos dado el carácter alarmista, milenarista, y hasta ocultista que presenta. b) Hay un despertar de todos aquellos temas que en la modernidad se habían abandonado y que como si fueran signos del fin de siglo, se toman para impresionar a las masas carentes de información y formación en la Biblia y en los progresos de las ciencias experimentales de hoy. c) La manía del ocultismo, los progresos de la parapsicología, el interés por la brujería, el espiritismo y los así llamados "platillos voladores", la moda de la astrología, la fascinación por las religiones y el misticismo oriental; la creencia en las predicciones por la lectura de las cartas y de las líneas de la mano, la magia en todas sus variedades, y, sobre todo, las experiencias psíquicas proporcionadas por la cultura de la droga, han ayudado a revivir aquella otra situación mucho más misteriosa y espectacular como es el demonismo o satanismo78. d) Hay una serie de causas psico-sociales que llevan a sobreponer la creencia en Satanás a la creencia en Dios. En la película el "Exorcista" encontramos una expresión clave, dicha por la madre de la víctima: "no creo en Dios, pero creo en Satanás". Notemos que hay más emoción ante un supuesto poseído por el diablo, que ante un santo o un poseído por Dios. Añadamos tres cosas más: 78

Cf. Por ejemplo, Revista “Celestine Kapsner, O.S.B”. ¡Retírate Satanás!, Fundación Jesús de la Misericordia, Quito 1948 (el libro es reimpreso hace cuatro años (1997), pero figura con esta fecha (1948).

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a) No es lo mismo diablo o Satanás que demonio, como ya se ha visto, sin embargo se puede explicar más extensamente. b) No hay posesiones del diablo o de Satanás, porque éste aparece claramente como una persona en los diferentes textos, pero veremos que sólo puede actuar desde fuera, nunca desde dentro; tampoco puede haber posesiones del demonio, porque también veremos que no es entendido propiamente como una persona, sino como la "animación" o personificación de una entidad neutra. Además, antropológicamente, no puede estar el hombre informado por otro espíritu distinto a su alma creada por Dios. c) El mejor resumen lo podemos entender expresado así: siguiendo los cuatro evangelios observamos que Jesús expulsó Demonios, no diablos; en cambio, Jesús fue tentado por el Diablo, no por el demonio. Además, veremos que para la forma de entender la palabra demonio, los Judíos creían que Juan Bautista y Jesús estaban endemoniados. 3. Temas que hay que tener en cuenta a) Una sana y adecuada interpretación bíblica: Pío XII en la encíclica "Divino Afflante Spiritu" de 1943 pide estudiar con cuidado el sentido literal del texto, o sea, lo que el autor sagrado quiso decir, ya que ellos no empleaban siempre las mismas formas y maneras de decir que nosotros hoy. La Constitución "Dei Verbum" del Concilio Vaticano II, en el No. 12, insiste en lo mismo, pues "el autor sagrado usa géneros literarios para expresarse según aquel tiempo y cultura". No se puede pedir al autor sagrado que se expresara en los términos de nuestra cultura y de nuestra época. Por ejemplo, cuando la Biblia habla de la sangre tiene que hacerlo según lo que entendían en ese momento sobre la sangre. b) Conocer los avances exegéticos, porque hay puntos nuevos en el significado de muchos términos, entre ellos los referentes al Demonio, Diablo, Satanás, etc. Aunque hay que aceptar que para el común de las personas es difícil entender que entre los exégetas o biblistas, como en otros campos de las ciencias, no hay unidad de opiniones. Hay exégetas serios como H. Haag en el libro "El diablo: su existencia como problema"79 que afirma que diablo y demonio son diferentes. Y otros, igualmente serios como Josef Schmid en el libro "El Evangelio según San Marcos"80 que identifica como una misma persona el demonio y Satanás. S.V. McCasland en el libro "By the Finger Of God"81 afirma que la antigua concepción de la posesión demoníaca y la moderna concepción de la enfermedad 79

HAAG, H. El diablo: su existencia como problema, Herder, Barcelona 1978. SCHMID, J. El Evangelio según San Marcos, Herder, Barcelona 1973. 81 MCCASLAND, S.V."By the Finger Of God”, Paulist Press, New York 1951. 80

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mental, es lo mismo. Hoy se le puede llamar "Neurosis, psicosis", etc., y su curación sigue siendo lo mismo: la sugestión. Así, el endemoniado de Gerasa es lo que la psicología llamaría hoy un maníaco-depresivo. c) Conocer los avances de las ciencias experimentales como la siquiatría, la psicología, la parapsicología y otras que tienen relación con nuestros temas religiosos. Con técnicas psicológicas y parapsicológicas se pueden lograr una serie de efectos que antes, por no existir estas ciencias, se creían que eran efectos sobrenaturales. d) Saber que necesitamos formar una fe tan seria que resista la crítica de las ciencias y de los fenómenos y experiencias sociales. e) Comprender a la Iglesia que va siguiendo los caminos del hombre en cada época. No le podemos exigir a la Iglesia de varios siglos atrás que definiera las verdades de acuerdo a las ciencias del siglo XX. La Iglesia de hace siglos no podía conocer lo que hoy conocemos, porque todavía no se había descubierto. La Iglesia en cada época tiene que dar orientación religiosa a todo. Dentro de unos siglos se sabrá que las orientaciones religiosas de este momento quedan atrasadas, pero en este siglo, no puede renunciar a esta misión por el hecho de saber que dentro de unos años las cosas cambiarán. Esta es la razón por la cual, durante mucho tiempo atrás, en la Iglesia se identificó demonio con diablo o Satanás: ni se conocían todo lo que hoy se conoce de exégesis, ni todo lo que hoy se conoce de otras ciencias. 4. Significado de las palabras "demonio" y "diablo" La Biblia fue escrita originariamente en Hebreo y en Griego y en la época de Jesús, el pueblo hablaba un dialecto del Arameo. En griego aparecen claramente diferentes las palabras griegas "demonio y diablo = Satanás en Hebreo o Arameo, y Belial en los documentos de Qunram. Fue en el tiempo de los Monjes del desierto, posterior al siglo IV, cuando se identificaron demonio y diablo o Satanás. Posteriormente se usan como si fueran sinónimas. De allí la confusión para muchos. Pero en la lengua original su significado y uso es distinto. a) δ α ι µ ο ν ι ο ν (daimonion) que es diminutivo de δ α ι µ ο ν (Daimon). Aparece 11 veces en Mateo, 14 en Marcos, 23 en Lucas y 6 en Juan. En forma no diminutiva (daimon) sólo aparece 1 vez en Mt. 8,31. La expresión "Daimonizomenoi" = atormentado por un demonio, aparece 13 veces en los evangelios, y con el significado de poseído por un espíritu malo o inmundo, 24 veces. La expresión "demonio" se usaba para indicar poderes invisibles o desconocidos, y se aplicaba a todo aquello que sobrecoge al hombre, lo que le extraña o le parece raro. En los Evangelios aparece en neutro como algo impersonal, como un poder o una fuerza misteriosa. Denota todo aquello que yace más allá de la capacidad humana; algo que sobreviene al hombre pero que no ve por qué le viene; sobre lo cual no tiene poder directo y que puede ser para bien o para mal.

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En cambio las palabras "diábolos" en griego, o "Satanás" en hebreo o arameo, sí aparece en la Biblia como un ser personal, como un sustantivo masculino. En la explicación que sigue entenderemos que el término “Demonio” se aplica a lo que hoy llamaríamos "enfermedades internas", pero no es una persona. El Diablo o Satanás o el Maligno sí es una persona, pero no actúa por dentro de los hombres, sino desde fuera. Es completamente cierto que las palabras Griegas "daimonion" y "daimon" no tienen ninguna relación ni etimológica, ni de uso con las palabras "Satanás" o diablo". •

El uso de estas palabras evolucionó: Parece surgir de la raíz δα ι ο µ α ι (Daiomai) = repartir, dividir, distribuir; pues era creencia popular que tales entes distribuían cosas buenas y malas a los hombres.

• El significado más antiguo de Daimonion existente entre los paganos y

conocido por la cultura judía (que se nota aún en Hech. 17,18) fue el de una divinidad menor o extranjera. De aquí pasó a significar "seres intermediarios" y "poderes mágicos e impersonales", o un "genio tutelar", como una especie de espíritu guardián que se concedía a cada persona al nacer.



También significó una voz interior que habla al hombre guiándole y aconsejándole. Platón, por ejemplo, dice de Sócrates que estaba inspirado por un daimonion. Era como la musa de los poetas.

b) Enfermedades de las que no se percibe su causa natural: cuando el N.T. emplea la palabra demonio, está expresando la opinión popular de aquel tiempo. Usa esta palabra que no es sustantivo sino un ser impersonal o una entidad que produce males. La traducción más correcta sería: "Afligidos por fuerzas misteriosas dañinas" o "afligidos por poderes perniciosos". Algunos exegetas afirman que la expresión demonio se aplica a lo que hoy llamaríamos "enfermedades interiores"82 o que no se ven, por oposición a las externas que sí se ven. No se entienden como un ser personal sino como un poder neutro y misterioso. Llamamos enfermedades internas aquellas que no muestran causas perceptibles y que hoy sabemos que están causadas por trastornos generales del cerebro. Son las enfermedades que hoy llamamos psicológicas o psíquicas, pero que en aquel tiempo no se conocían ni estas palabras ni su origen que son los desórdenes cerebrales orgánicos. 1. La mudez o afasia: Mt. 12,22-23. Mt. 9,32-34. Lc. 11,14. La lengua y la boca se ven normales, ¿por qué no habla? Y lo mismo la Sordera: el oído se veía 82

BOTTERWECK, G. J. – RINGGREN, H. Diccionario Teológico del Antiguo Testamento, “Ben. Hijo”. t. I Cristiandad, Madrid 1978, Col. 692.

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igual al de cualquiera: ¿Si el oído se ve bueno por qué no oye?, y en ese tiempo no existían los aparatos que existen hoy para examinar lo interno (Mc. 9,25). Al no poder indicar la causa, se le atribuían a seres llamados demonios. En Mc. 9,25 se le llama "Espíritu sordo y mudo". 2. La epilepsia: Mt. 17, 14-20. Mc. 9,14-29. Lc. 9,37-43. En aquel tiempo era imposible que pudieran conocer la causa de aquellos cambios súbitos y extraños en un cuerpo que al examinarlo se veía igual al de los demás. Hoy los exégetas están de acuerdo en afirmar que esa descripción es igual a la epilepsia. Pero en aquel tiempo, y hasta hace muy poco, al no ver por qué un hombre sano en todo empezaba a revolcarse, lo atribuían a espíritus inmundos o demonios. Aun en Mt. 17,15, cuando diagnostica la enfermedad como "lunático", la atribuye también a influjo del demonio (no de la luna). 3. Demencia o locura: Mt. 8,28- 34. Mc. 5,1- 20. Lc. 8,33-37. Mc. 1, 21-28. Lc. 4,31-37. Pertenecen a lo que hoy se cataloga como enfermedades mentales, orgánicas o funcionales, pero que en aquel tiempo era imposible que lo supieran; Al examinar a una persona que vive sucia, con conductas agresivas en una cueva o en un cementerio, veían que su cuerpo era igual al de cualquier otro: no se le veía la causa externa de esa conducta; entonces se atribuyen a causas supranaturales. Lo llaman “espíritu inmundo”. Algunos, para probar que demonio y diablo son lo mismo se valen del texto de Mc. 5, 1ss. en el cual, al curar al endemoniado de Gerasa, dice que los demonios le pidieron que no los arrojara fuera de la región sino que les permitiera meterse en una piara de cerdos. Sería interpretarlo como si se tratara de nuestro actual género literario de periodismo y no de acuerdo a la "cultura animista" de aquel tiempo, que explicaremos más adelante. 4. Manifestaciones de conductas poco comunes o afirmaciones insólitas, que suenan a ellos como muy extrañas e increíbles, también se atribuían a fuerzas misteriosas, con las que pretendían explicar lo inexplicable. Por ejemplo: Juan Bautista, lo que hacía y decía era fuera de lo normal: practicaba un ayuno raro, absteniéndose de beber vino, entonces dicen que tiene por dentro "un demonio" (Mt. 11,18. Lc. 7,34). O Jesús que aseguró a los judíos que quien guardara su palabra no vería la muerte por toda la eternidad. Como esto aparece tan increíble dicen: "Ahora sí que sabemos que tienes un demonio" (Jn 8,51). Los escribas afirmaban que Jesús estaba poseído por Beelzebul y que expulsaba los demonios con el poder del príncipe de los demonios (Mc. 3,30.) El v. 30 afirma: "está poseído de un espíritu inmundo". Jn. 10,20 muestra a Jesús diciendo que es Hijo de Dios y que tiene la vida en propiedad; eso lo juzgaban tan extraño y anormal que para los judíos era estar poseído de un demonio, porque actuaba o hablaba anormalmente y todo su cuerpo estaba sano. Vemos, entonces, que en los autores sagrados la expresión "endemoniado" no expresaba lo que más tarde se entendió como dominado por el diablo, sino que para

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ellos equivalía a enfermedades que no se explican por lo que se ve y actitudes o palabras que no se explican por lo normal de un ser. C) Cuando la causa natural de una enfermedad es perceptible por los sentidos físicos, o sea que es palpable (la podemos llamar "enfermedades externas"), nunca se atribuyen a demonio o espíritus inmundos. Cuando todo lo podían ver, no había necesidad de recurrir a fuerzas misteriosas. Así, por ejemplo, no se hace ninguna mención de demonios en los siguientes casos: 1. Curación de leprosos: Mt. 8,1-4. Mc. 1,40-45. Lc. 5,12-16. 17,11-19. Sabemos que en aquel tiempo, la lepra no era sólo la de hoy, sino una variada gama de enfermedades de la piel.. La enfermedad se ve: la causa es la piel. 2. Curación de ciegos: Mt. 9,27-31; Mc. 8,22-26. Mt. 20,29-34. Mc. 10, 46-52. Lc. 18,35-43. Jn. 9,1-7. La causa era expresa: los ojos; se veía que no podían ver. 3. Curación de paralíticos, deformados e inválidos. Mt. 9,1-8. Mc. 2,1-12. Lc. 5, 17-26. Jn. 5,1-9. Los textos muestran a estos enfermos postrados o llevados en camillas. Tenían causas visibles: los paralíticos en sus pies, el de la mano seca en su carne (Mt. 12,9-14). El de hidropesía en el agua acumulada o en la hinchazón (Lc. 14, 1-6). 4. Resurrección de muertos: La hija de Jairo: Mt. 9,18-26. El hijo de la viuda de Naín: Lc. 7, 11-17. Lázaro: Jn. 11, 1-44. Estaban a la vista los signos de la muerte. 5. Casos de fiebre: Mt. 8,14-15. Mc. 1,29-32. Jn. 4,43-54. La calentura podía sentirse al tocar. Tengamos en cuenta esto: en estas enfermedades se usan las mismas palabras que para los espíritus: la fiebre o la lepra "se marchó"; o la fiebre "la dejó", como si se personificara la enfermedad. Los enfermos son curados porque "se marcha" la causa perceptible. 6. La hemorragia: Mt. 9,20-22. Mc. 5,25-34. Lc. 8,43-48. Marcos expresa con estas curiosas palabras la curación: "Al instante la fuente de su sangre se secó". d) Ο ∆ ι α β ο λ ο σ − Ο Σ α τ α ν α σ (Ó Diabolos- Ò Satanás). Al contrario de daimonion, que aparece en neutro como una cosa, éste aparece en singular, en masculino y con el artículo determinado, indicando que es un ser personal y sobrehumano. * Independientemente de las definiciones de Concilios y Pontífices, vamos a tomar la sola Escritura, porque así lo presentan otras religiones: 1. En el A.T. aparece sin nombre propio en Gen. 3 como la serpiente que tienta para el primer pecado. Aparece como un ser hostil a Dios y enemigo del

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hombre y que después la literatura de la Sabiduría y el N.T. identifican como el diablo. 2. Job 1,6: Satán: una palabra tomada del lenguaje jurídico (como el acusador o fiscal), se va perfilando cada vez en el conocimiento del pueblo de Dios como un ser fundamentalmente malo. Zac. 3,1-3: aparece como un ángel malo, un acusador enemigo del hombre. En 1 Cro. 21,1 aparece como en incitador al mal, la potencia del mal que asumirá luego el N.T. Lc. 10,18. Ap. 12,9: identifica la serpiente con El Diablo o Satanás. Lo mismo en Ap. 20,2. 3. Este ser personal aparece como el adversario del Reino y de los hijos del Reino. Pero su influencia no es directamente física, sino moral. Ataca desde fuera: arrebata el mensaje de Dios a los hombres: Mc. 4,15. Instigó a Judas la traición: Lc. 22,3. Jn, 13,27. Dificulta la obra del Apóstol: 1Tes. 2,18. Provoca la aparición de las falsas creencias: 1Tm. 5,15. Se disfraza de ángel de la luz: 2 Cor. 11.14. Presiona hacia malos actos: Ap. 2,10. Presiona con engaños: Heb. 5,3. El diablo ha pecado desde el principio: 1 Jn. 3,8. Los hombres perversos son sus hijos: Hech. 13,10. 1 Jn. 3,10. Jn 6,70. Jn 8,48. Con el nombre de Satanás aparece 17 veces en los Evangelios y 34 en todo el N. T. Con el nombre de Diablo aparece 15 veces en los Evangelios y 33 en todo el N. T. Significa el adversario, el difamador, el acusador o el calumniador. También se le llama "el maligno": Mt. 13,19. El enemigo: Mt. 13,39. El soberano de este mundo: Jn. 12,31. 1Cor. 2,6-8. El tentador: Mt. 4,3. El adversario: 1Ped. 5,8. El seductor: Ap. 12,9. 4. El diablo, Satanás o el Maligno, será vencido por Dios: Rm. 16,20 y Jesús vio como era arrojado del cielo: Lc. 10,18. 5.- En todo el N.T. el Diablo se relaciona con el pecado, las enfermedades y la muerte, pero ni en un solo caso se le relaciona con las posesiones. Aunque algunos insisten en que Lc. 22,3 dice que "Satanás entró en Judas", sin embargo recordemos esa forma de hablar en la que todo se presenta como en una escena como cuando dice que "la fiebre se fue" o que "la fiebre salió". Su influencia es siempre moral, psicológica, pero no física. Influye desde fuera por las tentaciones, nunca desde dentro. No puede haber por tanto posesiones diabólicas, porque el diablo ataca es desde fuera, moralmente, ni posesiones demoníacas, porque el demonio no es una persona. El diablo, o Satanás o el maligno, existe como un ser personal, enemigo de Dios y de los que le pertenecen a Dios; El demonio no es una persona, sino el nombre que se le daba a lo que hoy conocemos como enfermedades mentales. En la Biblia tenemos datos precisos sobre el diablo o Satanás; en las culturas antiguas de Oriente tenemos también datos culturales sobre lo que es el demonio y cómo fue evolucionando su concepción. Pero hay algo que parece como un extremo de desviación y que no sabemos de dónde viene: creer que el alma de un hombre o de una mujer después de morir se puede convertir en un diablo y poseer el cuerpo de otra

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persona viva. El sacerdote italiano Corrado Balducci en su libro "La posesión diabólica”83 muestra todos los pasos tétricos de un exorcismo para expulsar un diablo o un demonio (para él es lo mismo) con todas las más terribles características y cuando el autor dice quién es ese diablo afirma que es un señor que había muerto antes por esos lugares. Y en otro caso afirma que el diablo es un señor amigo de otro que el sacerdote conocía. En mayo de 1998 un sacerdote de Tuluá fue a una casa con todos los ritos propios de un exorcismo y pronunció ante las cámaras todas las palabras correspondientes a la expulsión de Satanás debido a que en esa casa había fenómenos de ruidos y movimientos extraños. El diablo que estaba sacando era el alma de un viejito que había vivido hacía 20 años en esa casa. No hay ninguna razón ni bíblica, ni de cultura pagana, ni científica, ni filosófica, ni de doctrina de fe, que dé pie a creer que un alma de un hombre o una mujer pueda convertirse en un diablo y poseer a otro. Existe lo que se llama "Canalización" en el espiritismo, que consiste en que un "espíritu desencarnado" use como canal para comunicarse con los vivos a un Médium. Pero el espiritismo está muy drásticamente prohibido en la Biblia (con pena de muerte y exclusión del pueblo de Dios) y no es permitido por la Iglesia. 5. ¿Por qué, entonces, los exorcismos? También aquí necesitamos tener presentes varios aspectos: a) Que la revelación tiene que venir envuelta en la cultura de un pueblo determinado y en una época determinada. La cultura que hacía de envoltorio a la revelación era una cultura animista: o sea que todo lo consideraba como si fueran seres animados; así, por ejemplo, dice que la fiebre de la suegra de Pedro "se marchó" como si la fiebre fuera un ser que camina. Hay que tener en cuenta que la Biblia no se puede interpretar literalmente como está en castellano porque no fue escrita en este idioma ni en esta cultura. A veces nos queda difícil entender ciertos pasajes porque no estamos acostumbrados a ver que a una idea se le "pinte" como una persona. Por ejemplo, para nosotros el amor es una idea abstracta, en cambio para ellos el amor o la sabiduría son como si fueran una persona. Un ejemplo muy claro lo tenemos en Prov. 8,22 - 31 y Ecco 24, 1 – 9. El texto de Proverbios es leído en la Misa del día de la Santísima Trinidad en el ciclo C de la liturgia oficial de la Iglesia y encabeza diciendo: "Esto dice de sí misma la sabiduría divina", y luego viene la sabiduría de Dios presentada como si fuera una persona creada desde toda la eternidad y para durar eternamente. Ecco. 24,9: "antes de los siglos, desde el principio me creó y por los siglos subsistiré". Si fuéramos a interpretar literalmente la Biblia como si no procediera de una cultura animista tendríamos que decir que en Dios hay cuatro personas: el padre, el hijo, el Espíritu Santo y la Sabiduría. Porque en la Biblia aparece la sabiduría como una verdadera persona. Lo mismo que en Mc. 5,1ss aparecen los demonios como si fueran seres animados (dibujos animados) que salen del hombre y se meten en los cerdos. Se alega que el texto dice claramente que salen y se meten en los cerdos, luego es porque son personas o espíritu reales; también en 83

Corrado, B. La posesión diabólica, Paulinas, Santafé de Bogotá 1994.

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Proverbios y Eclesiástico se dice, y más claramente todavía, que la sabiduría es una persona de Dios. También consideraban todos esos males que no se ven, como entidades neutrales que dominaban una persona y había que hacerlas marchar. Pues en tal situación, tenían que entender así la forma de librarse de enfermedades que interpretaban como causadas por esas "cosas" que llamaban demonios. En la Biblia hay una forma de hablar muy común que se llama "Midrash": se toma un hecho histórico y con él se construye una novela o un drama. Lo histórico es el hecho en sí, los detalles o formas narrativas que rodean el hecho no se toman al pie de la letra porque son como el ropaje de que se vale el autor sagrado. Por ejemplo: el hecho histórico es que había una crisis religiosa porque se veía que a los buenos les iba mal y a los malos les iba bien. Para explicar eso que ocurre en la historia de una fecha precisa, se reviste la narración con todo lo que trae el libro de Job. No podemos buscar el lugar de la ciudad en que vivía Elifaz o cualquiera de los amigos, porque son el revestimiento narrativo de lo que estaba ocurriendo. Lo mismo encontramos en Mc. 5,1ss: el hecho histórico es que Jesús libera a un hombre de lo que se llamaba "demonios"; los demás detalles corresponden al revestimiento animista de la narración. b) En los Evangelios no hay exorcismos hechos por Jesús o los apóstoles, sino que el único que aparece exorcizado es Jesús. Veamos: Exorcizar es el acto y las palabras para liberar del demonio que se usaba en aquel tiempo y cultura. Por los relatos del historiador Josefo y del Talmud sabemos que era algo común a todos los pueblos de la antigüedad. En general se usan amuletos, fórmulas mágicas y la invocación del nombre o nombres de alguna divinidad. Se creía que al mencionar tal nombre el demonio o causa no visible, la enfermedad, se sentía derrotado. Nada parecido a esto se encuentra en los evangelios. Los Evangelios relatan que Jesús realizó toda clase de milagros y que confirió tal poder a los apóstoles. Algunos de estos milagros se refieren a la expulsión de demonios. Pero si sabemos interpretar lo que el autor sagrado quiso decir nos damos cuenta que se refiere a aquellas enfermedades que llamamos "internas" o psicológicas. El método que usó Jesús para curar a los "poseídos por demonios" es exactamente el mismo que empleó para todas las otras enfermedades: su palabra, su mandato. En Mt. 18,16 leemos: "Al anochecer le llevaron a muchos endemoniados y expulsó a los espíritus con su palabra y curó a todos los enfermos". El mismo empleo de la palabra se utiliza para otras enfermedades: Mc. 2,11-12. O imponiendo las manos: Lc. 4,40. O solamente con su presencia: Lc. 6,19. En otros casos curó a distancia como la hija de la cananea (Mt. 15,21-28, Mc. 7,24-30) o el hijo de un funcionario real (Jn 4,43-54) o el criado del oficial (Mt. 8,5-13. Lc. 7, 1-10), que no estaban poseídos. * Exorcizar viene del Griego "ε ξ ο ρ Η ι σ ε ι ν " y "ε ξ ο ρ Η ι σ ο " que significa "conjurar". Este verbo no fue usado ni por Jesús, ni por los apóstoles; aparece dos veces en los Evangelios y en ambas se usa contra

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Jesús. El endemoniado de Gerasa le dijo: "yo te conjuro (ο ρ κ ι σ ο σ ε ) orkiso se - por Dios, que no me atormentes”. Aparece el demonio exorcizando a Jesús y en nombre de Dios!. La segunda vez está en boca del sumo sacerdote que le dice: "te conjuro (ε ξ ο ρ κ ι σ ο σ ε ) - exorkiso se- por el Dios vivo que nos digas si tú eres el Mesías, el hijo de Dios" (Mt. 26,63). Por eso no se puede decir que Jesús haya realizado exorcismos. b) El único caso de exorcismo propiamente dicho en el N. T. está en Hech. 19,11-17: los hijos de un tal Esceva, sumo sacerdote Judío, que trataron de imitar las curaciones de San Pablo diciendo a la gente: "os conjuro (ο ρ κ ι σ ο ) en nombre de Jesús a quien Pablo predica...". El resultado fue que el poseso se lanzó sobre ellos, los dominó y los obligó a huir de aquella casa desnudos y heridos. c) El N.T. rechaza todo lo que sea actuación de magia o de referencia a espíritus. Hech. 8, 9-13. Hech. 13,6-12. d) Sólo en Mc. 7,31-37. 8,22-26. Jn. 9,6, se encuentra algo que podría tener cierto parecido a actos rituales. Pero, sorprendentemente, en todos estos casos los evangelios no afirman que sean poseídos. Jesús tocó los oídos, la lengua o los ojos de los enfermos. e) Se ha hecho énfasis en las palabras utilizadas por los evangelios: "Y le ordenó Jesús severamente (o resueltamente): enmudece y sal de él" (Mc. 1,25). Pero el mismo sentido de autoridad tajante la usa Jesús cuando se dirige a los vientos y al mar (Mt. 8,26), a las olas (Lc. 8,24), a Pedro (Mc. 8,32), o a la fiebre de la suegra de Pedro (Lc. 4,39). La palabra "enmudece", "calla" también la usa para los vientos y el mar o el lago de Galilea (Mc. 4,34). La expresión frecuente de que "los demonios salían" es también usada para otros casos que no tienen nada que ver con demonios: "la dejó la fiebre" (Mc. 1,31). "Se le marchó la calentura" (Jn. 4,52). "Al instante se le fue la lepra" (Mc. 1,42. Lc. 5,13). Esto se debe a que en esta cultura las enfermedades se personificaban. f) Pedro resume la actividad de Jesús en Hech. 10,38 diciendo: "pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo...", utiliza la palabra "diabolos" y no "daimonion". ¿Por qué tanto problema con el diablo o los demonios? Debe ser por cualquier otro interés, porque para un católico sólo se necesita creer en Dios. Nuestra fe sólo se refiere a Dios. Sólo necesitamos nuestra unión con Dios; la existencia de otros seres creados nunca puede ser objeto de nuestra fe. ¿Por qué, entonces la Iglesia usó el exorcismo y en el ritual romano hay un sacramental para realizarlo? Debemos recordar que la Iglesia es servidora del mundo. Tiene que servirle al mundo con lo que el mundo tiene y con los elementos con que se dispone en cada época, en cada lugar y en cada cultura. Cuando nuestra época y nuestra cultura tienen aviones e internet, el Papa y la Iglesia le sirven al mundo utilizando aviones para llegar con el

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mensaje a todas las ciudades y utilizando el ciberespacio. En otra época, cuando existían unos males y no había evolucionado la ciencia para explicar el por qué de esos males, la Iglesia tenía que servirle al mundo presentando algo que ayudara. Antes de existir la psicología, la psiquiatría y la parapsicología nadie sabía lo que eran ciertas conductas y enfermedades "internas", dicha ayuda fue un sacramental con el rito del exorcismo. Nadie puede negar que hay ceremonias religiosas que también actúan sobre el psiquismo. Pero una vez que la ciencia y la cultura encontraron la explicación y la cura, la Iglesia le sirve al mundo por medio de la psicología, la psiquiatría y la parapsicología. Por eso desde el 1o. de Enero de 1973 la Iglesia suprimió la ordenación de exorcistas. Hoy se presentan todavía situaciones difíciles porque aún existen muchas personas, tanto entre los fieles como entre el clero, que viven en situación precientífica y es lento el camino de aceptación universal de la ciencia. Aún entre los investigadores y teólogos se dan diferencias en el avance y en los conocimientos. Además de reconocer que hay situaciones de otros intereses que son muy difíciles de manejar y buscan mantener la situación precientífica. Aún así, el Código de Derecho Canónico no permite que cualquier persona o cualquier sacerdote realice exorcismos ni en cualquier momento. El Canon que lo regula es el 1151 (en el Código anterior, el 1172) y precisa los siguientes aspectos: a) En ambos códigos no se usa la palabra "posesión" diabólica, sino "obsesión" diabólica. b) Sólo lo puede realizar un presbítero, pero requiere licencia expresa del obispo, esta licencia no es dada para cuando se quiera, sino para cada caso particular. c) Afirma el Código que la licencia sólo la puede conceder el obispo a un sacerdote que reúna las condiciones de ser piadoso, docto o sea capacitado en la ciencia, prudente y de vida íntegra. d) La prudencia y la ciencia exigen que, aun teniendo licencia del obispo, dice el Código, se proceda primero a una investigación cuidadosa para estar seguro de qué se trata. Si no se investiga se corre el peligro de desacreditar a la Iglesia y al ministerio del Sacerdote, al atribuir al diablo lo que puede explicarse por causas naturales84. Y, veremos enseguida, que la ciencia nos permite ahora explicar por causas naturales, aunque extraordinarias, todos y cada uno los fenómenos que antes se atribuían a estas obsesiones, incluyendo las que trae el antiguo ritual romano. Lo que sí es posible, es teológico, es científico y está atestiguado en el N. T., es que el Espíritu Santo, tercera persona de Dios, habita dentro nosotros. Esa es la auténtica misión de un cristiano hoy: ayudarle a todos los bautizados a vivir la experiencia de ser poseídos por Dios. El hombre es cuerpo y alma espiritual. El único ser espiritual distinto al alma que puede estar dentro de nuestro cuerpo, y eso porque es Dios - si no fuera Dios no podría-, es el Espíritu Santo: 2 Tm. 1,14. 1 Cor. 3,16. 1 84

Compleméntese con la Revista: El fenómeno del Satanismo en la sociedad contemporánea,. Fundación Jesús de la Misericordia, Quito, s.f.

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Cor. 6,19. Rm. 5,5. Mt. 10,19. "Al que me ama, mi Padre lo amará, yo lo amaré y vendremos a él y viviremos dentro de él" (Jn 14,23). Cuando una persona le cree a la Biblia y se siente poseída por el Espíritu Santo, lo que se produce es muy diferente y bueno. Dice Gal. 5,22 que lo que produce el Espíritu Santo es: "amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y templanza". 6. La parapsicología explica fenómenos maravillosos85 Son muchas las situaciones de la vida en las cuales había que recurrir a explicaciones sobrenaturales, porque todavía la ciencia o la experiencia no había descubierto sus verdaderas causas. Por ejemplo: antes de saberse a qué se debían los rayos, la gente creía que provenían de los dioses y hacían ritos para que se calmaran. La primera vez que en América vieron un hombre montado en un caballo, creyeron que era un sólo ser que se partía en dos. Muchos fenómenos raros que produce el hombre con su mente o con sus energías corporales, hasta hace poco no se sabía de dónde venían y por eso se atribuían a espíritus. Los que lo atribuyeron a mitos o espíritus no hicieron mal, sino que ellos respondían a lo que había en su época. Nosotros ahora sí obraríamos mal si a pesar de tanta ciencia que explica siguiéramos plantados en varios siglos atrás. Hay una serie de fenómenos que están fuera de lo normal: por eso se llaman "paranormales"; están fuera de lo ordinario en cuanto que no los produce cualquiera ni en cualquier momento; por eso se llaman "extraordinarios"; no son hechos comunes o que se hagan producir fácilmente: por eso se llaman "maravillosos". Pero no son sobrenaturales. Un hecho es sobrenatural cuando en todo está por encima de lo natural. Los fenómenos paranormales son naturales, en cuanto los produce el hombre con lo que naturalmente hay en su mente. Es extraordinario, pero natural. La sugestión es capaz de hacer reaccionar las neuronas de nuestro cerebro y producir unos efectos que hoy la ciencia llama: "psicosomáticos", o sea, que el cuerpo hace por influjo del psiquismo. Las facultades del cerebro pueden producir otros fenómenos que llamamos "extraordinarios" aunque normales, o "extraordinarios y paranormales". Fenómenos como fuerzas descomunales, mover objetos a distancia, tener conocimientos especiales, hablar lenguas extrañas, etc., son cosas que ya tienen estudiadas y experimentadas la psicología o la parapsicología. Veamos algunos: + Un fenómeno extranormal donde hay liberación de energía física corporal llamado "telergía". De aquí derivan los siguientes casos: + Fotogénesis o producción de luz: se puede producir en objetos metálicos por efectos de unos elementos del óxido con ciertos rayos de la luna (son las luces de los espantos); también se produce por la energía que rodea todo cuerpo viviente (llamada 85

Para todo este aparte se remite a QUEVEDO, O. G. ¿Los muertos interfieren en el mundo?, 3 T. Lumen, Buenos Aires 1993-1995; KLOPPENBURG, B. La reencarnación. Paulinas 1997; VÉLEZ, J. Hechos Extraños a la luz de la ciencia y de la fe, Santafé de Bogotá, Celam 1997.

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"el aura"), que bajo una fuerte presión psíquica, producida por técnicas aprendidas o por ciertos ejercicios de espiritualidad, se puede captar, como ocurría en o con algunos santos. + Tiptología o golpes llamados "raps". Son golpes sin causa aparente que sirvió a las hermanas Fox, fundadoras del espiritismo, pero que ahora se ha probado que proceden del ser humano cuando exterioriza su energía provocando inconscientemente ruidos, que dependen de ciertos condicionamientos que tiene ya en su cerebro. + Telecinesia: o fenómenos de mover objetos a distancia en forma consciente o inconsciente. + Ectoplasmia: que consiste en "plasmar" o dar forma fuera del cuerpo a una idea o experiencia psíquica. Aunque es donde más engaños se presentan, también existe como capacidad paranormal que se utiliza mucho en “mediums” para hacer aparecer o dar forma a manos que tocan algo, objetos gaseosos que se pasean por la estancia, o cuando por un schok nervioso fuerte, uno mismo plasma una imagen y ve "el espanto". Puede producirse una nube o fuerza capaz de quebrar la rama de un árbol. No es producida por el espíritu del invocado sino por la mente del médium que tiene la facultad de plasmar la idea (Ectoplasmia). O Ecto-colo-plasmia que consiste en que esa energía condensada y maleable (plasma), se exterioriza (ecto) para formar un miembro o parte de un ser (colo). Este fenómeno se produce inconscientemente y no forma el miembro a la perfección. Por eso se ven deformes. Si lo que se plasma es una idea que se hace fija en la mente se llama "Ideoplastia: la idea que Ud. tiene del diablo esa es la que Ud. ve, pero el de otro país que concibe el diablo como un ser blanco y con otras formas, lo "plasma "distinto. + Materialización: que consiste en materializar la idea, darle forma material a la idea, hace parte de lo que se llama Ideoplasmia, lo que da la apariencia de una aparición. + El aporte o hiloclastia: es el fenómeno más difícil de entender como natural, porque es uno de los más paranormales. Consiste en penetrar o someter la materia. Se traspasa la materia y se logra que la misma persona salga sin abrir la puerta y tire cosas a su casa que luego interpreta como "del duende", o que desaparezcan objetos por dominio de la materia. + Hiperestesia directa: es una capacidad superior para sentir lo que ordinariamente otros no sienten como el olfato del perro y la visión del águila. Muchos "cartománticos" y mediums la poseen. Esta capacidad de sentir puede mezclar la capacidad fisiológica de sentir con la capacidad psíquica también de sentir y produce lo que se llama el "cumberlandismo" (de Cumberland, que fue su inventor), de sentir por el tacto lo que piensa otra persona.

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+ Pantomnesia o memoria total. Todos los actos psíquicos, normales o paranormales, conscientes o inconscientes son archivados en la memoria inconsciente. Este fenómeno consiste en la capacidad de sacarlos de allí cuando se está en trance. Los saco yo, cuando soy yo el que está en trance, o me los puede sacar otra persona frente a la cual estoy, cuando ella está en trance; si comparamos con el lenguaje de computadoras, equivale a me leen el disco duro. Se recuerdan cosas que uno no sabía que las conocía, pero que de alguna manera estaban archivados en la "memoria total" de la persona. Una persona en trance, por la hipnosis o el exorcismo, puede sacar de mi inconsciente datos que yo tenía archivados allí de lugares, de personas, de experiencias vividas, etc., pero que eran tan inconscientes que yo mismo no sabía que los tenía. Así el hipnotizado dice conocer un sitio donde él nunca ha estado ni del cual ha oído, pero yo sí, aunque como no le presté mucha atención quedó muy sutil en el inconsciente. O por eso el "endemoniado" me corrige el latín que yo estudié. No me corrige el alemán, porque ese idioma no lo conozco yo ni él. + Xenoglosia, es la capacidad de hablar lenguas desconocidas o no estudiadas, sea por hiperestesia o por pantomnesia. + Existen otros fenómenos del conocimiento mediante los cuales se conocen sensaciones, o se llega a pensamientos que normalmente no se podría acceder, como la telepatía o la sugestión telepática que produce extraordinarios fenómenos de conocimiento a distancia o con anterioridad o precognición, por transmisión, entre sanos o moribundos. O la clarividencia, por la que puede conocer personas u objetos distantes. La telepatía se refiere a objetos o situaciones psíquicas, la clarividencia se refiere a objetos físicos. + La Metagnomia táctil, que es la facultad de comunicarse con otra persona mediante el tacto con un objeto (cabello, ropa, etc.) de dicha persona, porque la materia queda impregnada psíquicamente, como lo demostraron Denton y Bechanan. Aquí se sitúa también la Psicometría o capacidad de conocer por medio de un objeto. El Objeto equivale como a una pregunta planteada al sujeto: ¿qué sabes tú del dueño de este objeto? La respuesta se da por medio de la Telepatía que puede actuar bien sea hacia el pasado, y se llama "Retrocognición", o bien sea hacia el mismo momento presente, y se llama "Simulcognición". Se emplea mucho en la investigación de crímenes. Estos son sólo algunos de los fenómenos que, aunque extraordinarios, puede producir la naturaleza humana. O sea que no son sobrenaturales ni milagrosos. Son raros para quien no esté familiarizado con la ciencia de la parapsicología y sus laboratorios de experimentación. Pero el hecho de ignorar algo no es excusa para negarlo. Lo normal no es negar lo que se ignora, sino investigarlo. Se deben evitar dos extremos: creer que todo es milagro o negarlo todo. El punto medio es saber que existe el Milagro, pero como lo acepta la Iglesia: ella es al máximo cuidadosa de no incurrir en engaño y por eso agota todos los recursos hasta llegar a la conclusión de que ninguna ciencia tiene nada que decir. Sólo cuando prueba que está por encima de lo natural, lo declara sobrenatural.

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Para que una cosa sea Sobrenatural, sea en lo positivo (Actuación de Dios) o en lo negativo (actuación del Diablo), se deben descartar todos los procesos humanos extraordinarios o paranormales. Si descartados persisten, es cuando se acepta que está por encima de lo natural. * Si hoy muchos insisten en exorcismos se puede deber a: a) Desviaciones provenientes de "sincretismos" que se infiltraron en la Iglesia por manos de personajes influyentes en la Iglesia. b) Por la ignorancia de las ciencias: aunque ya las ciencias existen son muchos los que nunca volvieron a estudiar, pero sí se han dejado presionar por las desviaciones. Saber que no hay ni uno solo de los fenómenos que antes se atribuían a una posesión que no se pueda experimentar en un laboratorio o bajo unas condiciones de parapsicología, debería mover a no involucrar la fe allí, pero muchas veces es más fuerte la presión de dichos sincretismos o la dificultad de ver las ciencias. c) No es doctrina oficial de la Iglesia, porque ésta, tanto en el derecho canónico antiguo como en el nuevo, es muy restrictiva en esto y desde 1967 empezó a cuestionar el exorcismo hasta que en 1973 suprimió la orden del exorcistado. d) El padre J. de Tonquédec. S. J., exorcista oficial de la diócesis de París durante 20 años, afirma que él nunca encontró un caso que fuera plenamente convincente como posesión. Cuando le dicen que ese es un ministerio peligroso, él responde que sólo lo es por el impacto que la ceremonia (muy tétrica y extremadamente repetitiva) causa en el cerebro (ya traumatizado desde antes) del exorcizado. Y dice: "llama al diablo y lo verás, o mejor no a él, sino a un retrato hectoplasmado por las ideas de la persona enferma respecto a él y aumentadas por el impacto de semejante rito".

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ASPECTOS SOCIOCULTURALES DE LA POSESION ∗

LIGIA EUGENIA URIBE ∗ ORLANDO TAMAYO En los ambientes prerracionalistas, en general, se juzgaba que las enfermedades mentales tenían como causa una posesión por un demonio, espíritu, fuerza o divinidad. Y el medio adecuado para curarlas era el exorcismo. Con el advenimiento de la visión científica de la realidad, todo esto cayó por tierra y comenzaron las explicaciones sicológicas o siquiátricas excluyendo la posibilidad de intervención de fuerzas divinas y reduciendo la enfermedad a fenómeno material explicable por disfunciones orgánicas, fisiológicas, químicas o por traumas y experiencias particulares en la historia de la persona. Sin embargo, en los últimos años la ciencia médica, se ha dado cuenta de que hay factores sociales, culturales y religiosos que allí intervienen y que conviene tenerlos en cuenta. Miremos más detalladamente este proceso.



Médica de la Universidad de Antioquía y Psquiatra de la misma universidad. Entre sus publicaciones se encuentran: Una experiencia en prevención de la Farmacodependencia y Alcoholismo en una unidad militar. En “Revista de las Fuerzas Armadas”, Bogotá, D.E., Colombia, v. XLlV, n. 133 (1989); Urgencias en Siquiatría. Programa Atención Primaria en Salud Mental. Orientación y promoción de la salud mental para la comunidad. Servicio Seccional de Salud de Antioquía, Medellín, Folleto n. 1 (1988); Atención Primaria en Salud Mental. En “Revista Hospital Mental de Antioquía”, Octubre-Noviembre-Diciembre, Medellín (1989). Factores Emocionales que inciden en el embarazo. Programa Atención Primaria en Salud Mental. Prevención Primaria en Salud Mental Materno Infantil. Folleto n. 1. Servicio Seccional de Salud de Antioquía, Medellín 1989; Agresión y violencia desde la psiquiatría. En “Revista Cuestiones Teológicas y Filosóficas”, U.P.B., Medellín v. 25, n. 1 (1999). Pertenece a la Sociedad Colombiana de Siquiatría; Asociación Colombiana de Siquiatría Biológica; Sociedad Antioqueña de Siquiatría; Sociedad Chilena de Siquiatría de la Infancia y la Adolescencia. ∗ La información sobre el autor se encuentra en el primer artículo.

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Epoca precientífica.

Hasta el auge de la Ilustración, todo tenía explicaciones sobrenaturales. En el caso de las enfermedades mentales, su causa era atribuida a una posesión por un espíritu o ser sobrenatural. Esta era una creencia que formaba parte del imaginario social. Todos, ilustrados y rudos, de clases altas o bajas, creían en la existencia del demonio y su influjo en las personas, a las que podían atormentar. Para los hombres europeos del siglo XVI el universo estaba ordenado alrededor de la tierra, el espacio celeste era imaginado como poblado de extraños seres: Cuando el Eterno construyó la gran casa del mundo, Pobló de peces los abismos de la onda, De hombres la tierra, y el aire de Demonios y los Cielos de ángeles, y a este fin, no hubo más lugares Olas en el Universo, y según sus naturalezas fueron todos colmados de criaturas propias... 86. No era un problema de malicia o de uso perverso del poder, sino la mentalidad de todos los hombres de la premodernidad. Dios existe y el diablo también. Y ambos obran en el mundo a través de las “causas segundas”, es decir, la naturaleza y los hechos de la historia. Y el diablo podía afectar a las personas y perderlas definitivamente, por eso el temor a la condenación eterna que se podía evitar con la penitencia y las obras de caridad.. La existencia del diablo y su influencia, no eran, pues, cuentos para atemorizar, sino creencia fundada en lo más profundo de la cosmovisión de la época. Pero así como el diablo era parte de la concepción del mundo, era también, en buena lógica, medio de control de la moralidad y de los comportamientos. El recurso al diablo y al infierno hacían parte de las armas de los predicadores para alejar a los hombres del pecado. También acá la predicación oficial y la popular se encontraban. La inexistencia de una ciencia médica o psiquiátrica llevaba a entender muchos fenómenos patológicos a la influencia de Satanás o al castigo de Dios. Así las enfermedades mentales de nuestra época, eran juzgadas entonces como obra de posesión diabólica o brujería. Estar poseídos por demonios o por espíritus malos era la forma normal de explicar desórdenes físicos o mentales 87. Muchos de los quemados por la Inquisición, hoy no pasarían de ser simples enfermos mentales, o al menos con una sociopatología extendida como en el caso de las brujas de Salem. La posesión era el único concepto disponible para un abanico amplio de desórdenes neuropsiquiátricos como estados disociativos, sicosis y epilepsia. Y el 86

RAMÍREZ ORTIZ, M. Una mentalidad demoníaca del siglo XVII. Affectio Societatis. En “Revista Electrónica del Departamento de Siquiatría”, Universidad de Antioquia, Medellín, n. 1 (1998). 87 HOYERSTEN, JG. Possessed. Some historical, psyquiatric and curent moments of demonic possession. En “Tidsskrift for den norske laegeforening”, Oslo , v. 116, n. 30 (1996) 3602-3606; http:// research.bmn.com/medline/search/record? uid=97146272.

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único tratamiento que brindaba la historia era el exorcismo que tenía una larga tradición en todas las culturas. La Iglesia católica en Occidente manejaba y controlaba el diagnóstico (posesión), los terapeutas (exorcistas) y el método (exorcismo). Pero no sólo la cultura occidental, sino todas las culturas premodernas aceptaban el fenómeno de la posesión y el exorcismo como método terapéutico. Aún hoy vemos la presencia amplia del fenómeno de la posesión en diversas culturas, aún en aquellas que se consideran modernas, como nos lo muestran las siguientes investigaciones: PAÍS Africa oriental central. Israel

India

Inglaterra

EE.UU

Israel

INVESTIGACIÓN POSESIÓN Enfermedad mental Posesión por el Zar y relacionada con la creencia en la posesión por el espíritu del Zar. 1994

FUENTE Arieli,A y Aychem, S. Mental disease related to belief in being possessed bay the Zar spirit. Medline 950118225 Resistencia al exorcismo Posesión por espíritu Hale, A.S y tratada con clopenthixol. Pinninti, N.R. 1994 Exorcism-resistant ghost possession treated with clopenthixol. Medline 9508670 Caso Ossett. 1976 Posesión demoníaca Trethovan, W.H. Exorcism: a psyquiatric viewpoint Medline 77008907. Posesión diabólica en 10 Posesión diabólica Ferracuti, S: pacientes. 1996 Sacco, R. Lazzari, R. Dissociative trance disorder: clinical and Rorschach findings in ten persons reporting demon possession and treated by exorcisms. Medline 96224720 Posesión Dybbuk. 1989 Posesión por espíritu Bilu Y; Beit

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de los muertos

Irán

Posesión por espíritus en Posesión por Irán. 1988 espíritus o vientos

Suiza

Posesión demoníaca Suiza. 1994

en Posesión por malos espíritus

Alemania

Análisis de consecuencias de exorcismo. 1976

las Posesión un demonios

Madagascar

Exorcistas 1994

Singapore

Estudio de trance posesión. 1986

Thailandia

Factores de riesgo en la Posesión posesión. 1993 espíritus

y

por

siquiatras. Posesión, locura y exorcismo

y Síndrome de trance y posesión

por

Hallahmi, B. Dybbuk possession as a hysterical symptom: psychodynamic and sociocultural factors. Medline. 90109536 Safa, K. Reading Saedi´s description. Medline 88185105 Pfeifeer, S. Belief in demons and exorcism in psyquiatric patients in Switserland. Medline 95101545 Schulz, E. Possessedness and exorcism in the year 1976. Medline 79161472 Sharp, LA. Exorcists, psyquiatrists and the problems of possession in northwest Madagascar. Soc Sci Med. 1994 Feb. 38: 4 p. 525542 Kua EH; Sim LP; Chee KT. A crosscultural study of the possession trance in Singapore. Medline 6129021 Trangkasombat, U.y otros. Risk

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Factors for spirit possession among school girls in southern Thailand. Medline 98340744 Podríamos añadir más investigaciones pero éstas bastan para mostrar que hay un renacimiento de la posesión diabólica en medio de la sociedad moderna, una especie de nuevo medioevo donde los demonios actúan, poseen las personas y se manifiestan. Más adelante miraremos este renacimiento. -

La ciencia y la ilustración.

Con la aparición de la ciencia y del método científico (positivo, cuantitativo, material…), los fenómenos espirituales o metafísicos ceden el puesto a la búsqueda pragmática de lo que es y por qué es. En el campo que nos ocupa, las explicaciones biológicas e históricas, tratan de aclarar que las posesiones no son otra cosa que enfermedades claramente explicables por una causa material de tipo orgánico, biológico, químico o experiencial. Y lógicamente, el tratamiento ya no es el exorcismo sino una terapia química, psicoanalítica o relacional. El diablo se declara muerto, pues la nueva ciencia ha encontrado la causa de las enfermedades mentales y ya el demonio no tiene papel que desempeñar. La época moderna ha dejado en el san alejo de la historia, las figuras sobrenaturales que podían explicar todo, incluso Dios pasa a ser una proyección del padre, la conciencia social del grupo o una imagen fantasiosa que daba tranquilidad. El diablo pierde su puesto que es ocupado por los traumas, los desequilibrios bioquímicos o simplemente las acciones perversas de los hombres. La posesión y el exorcismo simplemente no existen o no funcionan más. ¿Es así de fácil la cuestión? Sí y no. Sí en cuanto que no hay por qué atribuir a entidades sobrenaturales lo que puede explicar la ciencia. No, en cuanto hay dimensiones en el hombre que sobrepasan lo meramente científico positivo. Y la religión es una dimensión que tiene unas funciones que no son fácilmente reemplazables por la ciencia, aunque haya que tener precaución en la definición de estas funciones para no atribuir a la religión lo que puede o podrá explicar la investigación científica. Por eso, es mejor ir con cuidado, pues la religión es una dimensión más allá de lo verificable y, además, puede jugar, y juega, un papel importante en el caso de los pacientes psiquiátricos. El tener una fe religiosa puede jugar un rol decisivo en la mejoría del enfermo88. La ciencia ha hecho un gran aporte a la explicación y al tratamiento de las enfermedades mentales. Pero hoy, continúa o renace la interpretación sobrenatural de las enfermedades mentales. Aquí debemos hacer una distinción. Una cosa es reconocer el papel importante de la religión en la vida de los individuos, sanos o enfermos, y otra es seguir dando explicaciones religiosas de fenómenos que tienen 88

KIROV, G; KEMP, R. KIROV, K; DAVID, A. Religious faith after Psychotic Illness. En “Psychopathology”, Basilea, v. 31, n. 5 (l998) 234-245.

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una explicación racional. Hoy, algunos grupos culturales y religiosos regresan a la explicación premoderna de los trastornos mentales. Hay algunos bolsones rurales con explicaciones precientíficas. Pero, lo más importante es la presencia de grupos fundamentalistas que buscan seguridad en la reafirmación tradicional de las creencias religiosas, especialmente en cuanto a la existencia del diablo y a su influencia nefasta. Y de manera específica está el retorno de la religión de curación a través de los grupos pentecostales, neopentecostales y carismáticos. Estos insisten en la curación, el exorcismo y la prosperidad. Estos grupos, en general, tienen las siguientes características: • Recuperación de los elementos de la religiosidad popular católica, abandonados por el catolicismo oficial, y reinterpretados como una forma de lenguaje religioso válido para no caer en la excesiva racionalización de las creencias. De hecho, estos grupos emplean gestos y signos que forman, o formaron parte, de la religiosidad popular: agua, aceite, sal, vino, flores, frutos de la tierra. • Rechazo de la excesiva jerarquización católica que hizo que la gracia sólo se administrara por los agentes oficiales. Por eso, todo el que es tocado por el Espíritu puede hablar, interpretar, orar. Lo religioso no es patrimonio del clero sino de toda la congregación. (Aunque algunos estudios muestran que al final, los pentecostales tienen una organización patriarcal que replica la organización jerárquica feudal y vertical). Pero hay posibilidad de que cualquier persona con cierto carisma, ejerza la dirección de la comunidad, cosa que no se da en las iglesias tradicionales. • Aceptación de la obra maravillosa de Dios en el mundo, no a través de medios naturales, sino de medios sobrenaturales. Ante la exclusión de los pobres, Dios obra maravillas: “Padre que estás en los cielos, danos poder en la tierra”. Se podría decir que la satisfacción de las necesidades humanas se busca por medios sobrenaturales; ante la modernidad frustrada, se recurre a la providencia divina. • De acuerdo con lo anterior, se cree que Satanás es la barrera que hay entre el hombre y el mundo. La expulsión de Satanás reconcilia al hombre con su mundo, aún en los aspectos materiales (teología de la prosperidad). La expulsión de Satanás se realiza a través del exorcismo imprecativo, pues se considera que el hombre enfermo, lo es por causa de una posesión del maligno. Pero también se pueden exorcizar objetos o lugares (apartamento, sal, aceite…) para que queden libres de su maligna influencia. Generalmente toda situación de enfermedad, pobreza, desempleo… se interpretan como influencia del mal y hay que proceder a exorcizar. Aquí se puede notar como la cultura popular da un código de lectura, interpretación y construcción del mundo humano, entendido éste como una lucha contra los poderes de Satanás.

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• La mayoría de los pentecostales, al menos en su origen histórico en cada lugar, pertenecen a clases bajas, rurales o urbanas, excluidos de los bienes de la modernidad y por eso, vuelven a los medios interpretativos de la premodernidad. En este sentido, la interpretación de la enfermedad o de la pobreza como posesión, indica un rechazo a la modernidad y una afirmación de la cultura excluida. Hay una actitud negativa hacia la medicina, la siquiatría y la religión oficiales, pues no entienden, o nunca han entendido, la situación del pueblo. Afirmaciones como “usted no sabe eso” o “los curas no creen en eso”, dirigidas a los profesionales, muestran esa actitud independentista de lo oficial y normado. Sin embargo, hay que tener en cuenta que las iglesias tradicionales (católica, anglicana, ortodoxa…) continúan manteniendo la doctrina de la posesión demoníaca. Una muestra es el nuevo Ritual de exorcismos de la Iglesia Católica expedido en l998 y que reafirma la acción del maligno en las personas a través de la posibilidad de la posesión. Ante este renacimiento de la demonología, se puede preguntar: ¿Qué hay allí? Podemos ver que hay una base fundamental para la intelección del fenómeno. Hay una cultura compartida. La cultura está compuesta de muchísimos elementos: lenguaje, etnicidad, religión, tradiciones, creencias, valores, relaciones interpersonales, modos de producción y organización social. Pero también los conceptos de significado de los objetos y sucesos, y la identidad, personal y colectiva89. La siquiatría contemporánea se ha visto enriquecida con el reconocimiento del valor de la cultura y su influencia en la definición de la realidad. El énfasis en lo corporal, lo no racional, la creencia, ha oscurecido legítimamente el énfasis positivista dado al concepto de ciencia. La ciencia fue vista como sinónimo de una realidad ahistórica, como una piedra de prueba de la falsedad de las creencias90. Pero ahora se reconoce que la ciencia es una empresa cultural que debe reconocer las otras formas de hacer cultura y sus aspectos positivos, aunque no necesariamente debe aceptar sus conclusiones. El diálogo entre la cultura y la ciencia se hace realidad para entender mejor las situaciones humanas. Volviendo, pues, a nuestro tema, la cultura compartida por un grupo es la base de la interpretación y la definición de la realidad. En el caso nuestro, todo un grupo humano cree en la existencia del diablo, en su acción maléfica en el mundo y en el hombre, en la posibilidad de una posesión diabólica. Hay todo un grupo social que cree, teme y espera. El grupo concreto de la posesión está formado por el exorcista (que cree que está haciendo una acción divina y caritativa), el exorcizado (que cree que está poseído y necesita la ayuda del exorcismo), y el grupo de ayudantes y 89

ALARCÓN, R. Culture and psyquiatric diagnosis: impact on DSM-IV and ICD-10. En “The psyquiatric clinics of North America”, Pensilvania, v. 18, n. 3 (1995) 449. 90 LEWIS-FERNÁNDEZ, R. y KLEINMAN, A. Cultural Psyquiatry. Theoretical, clinical and research Issues. En “The Psyquiatric Clinics of North America”, v. 18, n. 3 (1995) 433-434.

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asistentes (que creen que están colaborando en la obra de Dios y en la extensión de la fe). Como también podríamos citar al grupo primario (familia y vecindario) que confirma la creencia, la induce y la reproduce. Todos aceptan que la fe realizará la obra de Dios pues Dios obra claramente en el mundo y eso se ve en el milagro de la liberación91. El prerrequisito para la “existencia” de entidades que interfieren en la vida, nos dice Mark Bancroft, es la creencia en posesión espiritual92. Si una persona no cree en la posesión espiritual, por ejemplo, un ateo, nunca será poseído. Donde la creencia en la posesión es fuerte, las entidades estarán muy ocupadas poseyendo individuos o causando traumas en la sociedad. Las creencias del exorcista, además, dan forma a la posesión y a la manera de manifestarse el supuesto espíritu poseedor. Es el sistema de creencias el factor determinante en las conclusiones acerca de la realidad y consecuencias de la posesión93. No menos importante es la mirada sobre las funciones de la posesión. Además de los elementos críticos y de resistencia a la sociedad misma que está desajustada, la posesión sirve para sobrellevar los problemas de la vida cotidiana que sobrepasan al sujeto. Hay quienes no pueden o saben asumir con madurez las dificultades de la existencia y encuentran un descanso en la posesión, pues pueden culpar a otros de sus

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Popularmente se cree en el juicio realizado por el exorcista, quienes piensan que son cuatro las causas por las cuales una persona puede ser poseída por el diablo o tener trastornos de índole demoníaca: 1. Puede ser un permiso de Dios para dar a la persona una ocasión de arrepentimiento o de purificación como ha sucedido históricamente con Angela de Foligno, Gemma Galgani, Giovanni Calabria, Cura de Ars, padre Pío. 2. Puede ser un maleficio sufrido, o una maldición, o un mal de ojo. 3. Se expone también a la posesión diabólica quien cree en magos, nueva era, cartománticos, espiritismo, tabla Ouija, o quien asiste a grupos satánicos y espiritistas. 4. Quien insiste en permanecer en el pecado especialmente uso de drogas, licor y perversiones sexuales. Cualquiera de estas causas puede provocar la posesión. Y los síntomas tenidos en cuenta por el exorcista popular son: repugnancia por la oración y por los objetos benditos, reacciones violentas y furiosas con blasfemias y agresiones, rechazo a la oración hecha sobre la persona supuestamente poseída. 92 BANCROFT, M. The History and Psychology of Spirit Possession and Exorcism. Copyright 1998; http://www.enspire.com/writings_on_consciousness/spirit_po.../htm. 93 AUERBACH, L. Reincarnation, Channeling and Possession: A Parapsychologist¨s Handbook, Warner, New York 1993, 231.

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miserias o carencias. Es una forma subjetiva de no asumir la responsabilidad de la existencia, lanzando sobre otro yo u otra entidad, la responsabilidad de la vida. Y es también una forma social de no tomar la responsabilidad por las condiciones de la sociedad que alimentan crimen, violencia y otras formas de mal. El exorcismo es una invitación a la irresponsabilidad.94 Realmente, ante una situación de stress social o personal, la posesión sirve de alivio, pero también de negación de la responsabilidad ante la vida y el grupo. Sobre esta sólida base, podemos entender los procesos posteriores: 1. Un desorden psico-social (trastorno mental) interpretado y diagnosticado según la cultura popular reinante en el grupo. La creencia de que el demonio obra en el sujeto-paciente es compartida por el grupo. Según esta creencia, el diablo y el mal son entidades reales, y a esta creencia se llega por la interpretación literal de la Biblia (aceptada como inenarrable y palabra divina), por la enseñanza tradicional de las diferentes iglesias o religiones, y por la aceptación y asimilación generacional de dichas enseñanzas. 2. Un desorden psico-social tratado terapéuticamente con el método tradicional y cultural como es el exorcismo. No se acepta ni se cree en las oportunidades de la ciencia médica, pues el problema es espiritual. Se procede al exorcismo tradicional alejándose grandemente del exorcismo oficial de la iglesia respectiva. Así se tienen unos rituales que son inclasificables pero que incluyen: inducción al trance, palabras y órdenes deprecativas e imprecativas, golpes y gritos, sacudidas y masajes, lectura de los libros sagrados, presentación de objetos religiosos, oraciones oficiales y no oficiales, colaboración de los ayudantes y los presentes… todo esto en un ritual caótico y a veces improvisado. Pero en todo este maremagnum, se pueden reconocer algunos elementos constantes: acogida gratificante al enfermo, sentido de solidaridad y comprensión, sentido de comunidad, actitud de escucha y solidaridad. Todo esto lleva a denominar el exorcismo popular como “Psiquiatría para pobres”, no con un sentido peyorativo, sino como la forma que tienen los excluidos de alcanzar el reconocimiento de lo que son como personas en una sociedad excluyente, y de hecho, salen del exorcismo con una sensación placentera de seguridad y de sanación. Hay allí otros elementos que son valiosos para la reflexión. Hay una crítica, tal vez irrefleja, a la sociedad reinante, injusta, excluyente y jerarquizada. Pero también una expresión de los males sociales como violencia, soledad, depresión…En otras palabras, una sociedad con una modernidad frustrada que enferma a sus miembros, es la sociedad que allí se refleja. La siquiatría y la medicina han captado el mensaje y van involucrando en su trabajo esos elementos: 94

BANCROFT, M. o. c.

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• El diagnóstico se hace contando con la cultura. Contar con los datos etnográficos y culturales permite documentar los temas, el campo de lo interpersonal, y comprender el vasto espacio de la enfermedad y sus causas. Los métodos antropológicos que contemplan los aspectos culturales ayudan a caracterizar la experiencia de la persona enferma y su entorno social y familiar “desde dentro”, en lugar de mirar sólo desde el observador clínico “ilustrado”. 95 Desde la aparición del DSM-III, se ha venido involucrando el aspecto cultural en el diagnóstico, pasando de la concepción “egoísta y aislada” de la concepción moderna a la concepción “sociocéntrica” ya presente en el DSM-IV, en la sutil integración entre el yo y el medio social, y así poder contribuir al diagnóstico pisquiátrico sin herir la cultura y, tal vez, contando con ella para la terapia 96. En este último sentido, la terapia puede coadyuvarse con las creencias religiosas. Así lo reconoce Lukoff: La estrecha mirada sobre los factores biológicos, combinados con los sesgos históricos contra las experiencias religiosas y espirituales, ha impedido una comprensión sensitivamente cultural y un tratamiento de estos problemas. Religiosidad y espiritualidad están unidas al bienestar sicológico, envuelven hechos de amor y relación, y proveen una fuente de sentido y propósito en la vida, todas éstas nociones culturalmente definidas97. Se abandona el empíreo de la ciencia pura y aséptica, y se acepta la contaminación con la cultura del sujeto y su entorno socio-cultural. En l99l, se añade al DSM-IV, el aspecto cultural en consideraciones, formulaciones, criterios de exclusión e inclusión culturales y la adicción de nuevas categorías como los trastornos de trance y posesión. 98 Y se va abriendo el campo a que la atención de primer grado, la puedan realizar agentes no directamente profesionales en el campo de la siquiatría o la medicina, sino consejeros, sacerdotes, pastores y, aún la propia familia o comunidad del sujeto-paciente. Finalmente, la consideración de la cultura ayuda a comprender el lenguaje de la gente que, a través de expresiones muy propias y regionales, expresa síntomas de desórdenes disociativos y somatoformes, como cuando hablan de “ataque de nervios”, “susto”, “espanto”, “duende” o “mal de ojo”. Reconocer el contenido detrás de estas expresiones puede ser de gran ayuda para el profesional sicólogo o siquiatra99. En este reconocimiento se ha de evitar la lectura literal de la historia de los 95

LEWIS-FERNÁNDEZ, R.; KLEINMAN, A. o. c., 440. ALARCON, R. o. c., 453. 97 LUKOFF, D; LU, F; TURNER, R. Toward a more culturally sensitive DSM-IV. Psychoreligious and psychospiritual problems. En “Journal of Nervous Mental Diseases”, Baltimore, n. 180 (1992) 673-681. 98 ALARCÓN, R. o. c., 454-455. 99 ESCOBAR, J. Transcultural aspects of dissociative and somatoform disorders. En “The psyquiatric clinics of North America”. o. c., 564-565. 96

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posesos, pues si el terapeuta se identifica con esa historia, fortalece la creencia; el terapeuta debe ir haciendo la crítica exegética de la biografía para descubrir las causas del trastorno de la persona. La interpretación literal representa una amenaza para el terapeuta pues le puede ocurrir lo del Padre Surin que creyó estar luchando con cuatro de los más potentes diablos del infierno, y terminó poseído por los “demonios de Loudun” que estaba exorcizando100. La llamada posesión diabólica puede ser, entonces, entendida a partir de la cultura popular de los grupos sociales, hacer el diagnóstico científico contando con ellos y proponer una terapia en la que lo psiquiátrico pueda dialogar con lo religiosocultural, sin perder la eficacia de la ciencia y sin enfrentarse a los significados de la cultura.

“TRASTORNO DE TRANCE Y POSESIÓN VS POSESIÓN DIABÓLICA EN EL ÁREA METROPOLITANA DE MEDELLÍN”101. CARLOS ARBOLEDA.

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SARGANT, W. The Mind possessed: A Physiology of Possession, Mysticism and Faith Healing, Penguin Books Inc, New York l973, 51-52. 101 La investigación fue realizada por los siguientes integrantes del grupo Religión y Cultura: Guillermo Zuleta, Ligia Eugenia Uribe, Orlando Tamayo, Pablo Gómez y Carlos Arboleda.

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Identificación Técnica - Título del proyecto: “Trastorno de trance y posesión vs posesión diabólica en el área metropolitana de Medellín”. - Entidad: Universidad Pontificia Bolivariana - Grupo: Religion y cultura - Investigadores: NOMBRE Carlos Arboleda Mora Ligia Eugenia Uribe Orlando Tamayo Pablo Gómez G. Guillermo Zuleta Salas

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PROFESIÓN Sociólogo, Historiador Psiquiatra Psiquiatra Médico Teólogo, bioéticista

FUNCIÓN Director del proyecto Coinvestigadora Coinvestigador Coinvestigador Coinvestigador

Cobertura geopolítica: Regional Fecha: 31 de Mayo de 2001.

2. La investigación 2.1. Problema En los últimos años, con motivo del renacimiento de manifestaciones religiosas, múltiples y variadas, y especialmente en algunos movimientos religiosos y en algunos segmentos culturales, ha habido un retorno de la religión-curación. Y dentro de ésta ha aparecido el fenómeno de la llamada posesión, sea por deidades, espíritus u otro tipo de seres. Esta posesión es entendida, dentro de esos círculos, como una obra del maligno que se manifiesta en posesión, infestación o molestia. Y algunos grupos religiosos buscan soluciones de tipo religioso como la sanación, la liberación, el exorcismo... para dominar esas fuerzas denominadas malignas. El mundo moderno facilita al hombre la exploración de nuevas y extrañas experiencias, algunas de ellas sin aparente explicación científica, pues se trata de la invasión del cuerpo en el espacio espiritual o viceversa. Y particularmente en Colombia, dadas sus peculiares situaciones socioeconómicas y culturales. La siquiatría considera este fenómeno como un trastorno sicopatológico, denominado “Trastorno disociativo de Trance”, el cual debe presentar para su diagnóstico un estado de trance o un estado de posesión. En el estado de trance la

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característica esencial es un estado de trance involuntario, que basándose en los cánones culturales el individuo no acepta y no considera una práctica normal relacionada con las creencias culturales o religiosas de su entorno. Esta situación provoca malestar clínicamente significativo que puede llevar a un deterioro de su funcionamiento social y laboral. El estado de posesión se caracteriza por la suplantación de la identidad habitual por una diferente, hecho atribuido a los designios de un espíritu, un poder o una deidad. No se considera como trastorno cuando el individuo entra en estado de trance o posesión por su propia voluntad dentro de una creencia cultural o religiosa. Por otra parte, la Iglesia Católica de manera oficial, el 22 de Noviembre de l998, ha publicado el nuevo ritual de exorcismos en el que no niega la posibilidad de posesión diabólica, pero sí sugiere que primero se deba recurrir al peritazgo médico y sicológico antes de realizar cualquier tipo de exorcismo, que debe ser hecho con las correspondientes cautelas. Así las cosas, pretendimos con esta investigación, analizar algunos casos de supuesta posesión para mirar si en ellos se daba alguna sintomatología psiquiátrica que excluyera la posibilidad de posesión, o si hay casos en los que se pueda decir que corresponde a la religión decir la última palabra. Dadas las situaciones socioeconómicas y culturales del país y del mundo, muchos de estos casos son expresión de un estado patológico y no de una intervención de fuerzas sobrenaturales. Esta investigación ayuda a clarificar los espacios de la siquiatría y la religión, y a no proceder con ligereza en el tratamiento (y clasificación) de dichas anomalías. Desde el punto de vista teológico es vital para no hacer de la religión simplemente una siquiatría para pobres, lo que la colocaría en una situación de elemento sobrante dentro de la construcción de la cultura y sustitutivo de la realidad. 2.2. Objetivos 2. 2.1. General Describir la fenomenología del trance y la posesión de manera metódica en la ciudad de Medellín en el año l999-2000, y proponer a ciencias como la medicina, la sicología y la teología, elementos básicos de comprensión, que faciliten una intervención científica y/o religiosa cuando se presenten estos fenómenos2. 2.2. Específicos - Describir fenomenológicamente episodios de trance y posesión en los individuos que asisten a exorcismos en templos católicos. - Encontrar la prevalencia (cultural, religiosa o psiquiátrica) del trastorno de trance en personas sometidas a exorcismos.

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- Hacer un análisis interdisciplinario de los hallazgos del estudio (ciencias sociales y siquiatría) - Dar recomendaciones que permitan una aproximación integral a dicho fenómeno - Iniciar y continuar una línea de investigación sobre aspectos que involucran elementos teológicos y psiquiátricos. - Formular un protocolo multidisciplinar de intervención frente a la fenomenología del trance y la posesión. - Formular criterios de exclusión de sintomatología patológica para los llamados casos de posesión. 2. 3. Metodología - Se procedió a situar un grupo de personas supuestamente “poseídas”, 31 individuos, de los que asisten a exorcismos en iglesias católicas. - Se les hizo una entrevista con instrumento que permitiera descubrir y diagnosticar un trastorno de trance y posesión, desde un marco médico, cultural y teológico. La entrevista estuvo realizada por un médico, un siquiatra y un teólogo. Esta entrevista conllevó tres pasos o niveles: l. Examen médico general. 2. Examen psiquiátrico general y examen teológico. 3. Aplicación de la sección G de la Entrevista diagnóstica internacional compuesta (CIDI) para excluir sicosis. - Si presentaban síntomas patológicos, se podría excluir el hecho de la posesión, pero se analizarían los aspectos psiquiátricos, sociales y religiosos que allí influyen.. - Si no presentaban tales síntomas, se pudo hacer una evaluación de tipo teológico, con los criterios fijados por el Manual de Exorcismo de la Iglesia Católica de Noviembre de l998. Para este proyecto se trabajó con las siguientes hipótesis: - H. Un número significativo de personas presentan síntomas de enfermedad mental y no tienen posesión por algún espíritu. - H. Un número significativo de personas presentan síntomas de sociopatologías y no posesión por espíritu. - H. Es posible que no se presenten personas realmente poseídas por un espíritu sobrenatural. 2. 4. Análisis de datos

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2. 4.1. Aspectos sociológicos generales

Para esta investigación se tomó una muestra de 31 sujetos de los que iban al exorcista en un templo católico. El criterio para la selección era que mostraran fenomenología de trance según los criterios diagnósticos del DSM IV, pues muchas personas van a que les realicen oraciones de liberación pero no entran en trance. La mayoría fueron mujeres (29) y sólo dos hombres. Su promedio de edad es 33.9 años. El sujeto más joven es de 13 años y el más maduro de 56. El rango de edad más común es el de 31 a 40 años con l5 sujetos. De 16 a 30 hay 8 personas. Están residenciados en la ciudad de Medellín o en su Area Metropolitana. Nacieron en Medellín, o en municipios del Departamento de Antioquia, exceptuando una persona nacida en Bogotá. Conocen o recuerdan pocos datos acerca de cuándo gatearon, caminaron o controlaron sus esfínteres; la mayoría no saben o no recuerdan. En su infancia generalmente, por lo que dicen, variaban entre sociables, tímidos, introvertidos o solitarios. En cuanto a su estado civil, 12 son casados, 15 solteros, 3 en unión libre y uno viudo. Normalmente viven con sus familias y familiares (hijos, tíos, hermanos). 23 tienen hijos y 8 no. En cuanto a su estrato socioeconómico dos son de estrato uno, 13 de estrato 2, 12 de estrato tres y cuatro de estrato 4. Cuatro de estas personas son analfabetas (grado de escolaridad cero), cinco tienen primaria incompleta, 6 bachillerato completo, 8 con bachillerato incompleto, 3 con estudios universitarios incompletos, 2 tecnólogos y 3 con carrera profesional. De estas personas 12 tienen trabajo, y 19 son desempleados. Quienes son profesionales trabajaban en su área, pero los demás tenían trabajos como oficios domésticos, dependientes, ventas o ayudante de confecciones. Un dato interesante es que 8 personas dicen que son fruto de un embarazo no deseado y 12 presentan ausencia de la figura paterna, y 5 ausencia de la figura materna. Dieciocho no tuvieron educación sexual y los restantes una educación sexual tradicional impartida generalmente por la madre y el colegio. El inicio de las relaciones sexuales ha sido generalmente entre los 13 y los 24 años. Sólo dos no han tenido relaciones sexuales nunca y una tuvo su primera relación a los 34 años. Todas estas relaciones han sido heterosexuales. No hay casos de homosexualismo. Las enfermedades sufridas con anterioridad han sido las comunes: varicela, amigdalitis... Hay un caso especial que ha sufrido cirrosis y neumonía por abuso de bazuca, alcohol y marihuana; otro de CA de matriz y un caso de esquizofrenia en un varón. Cuatro han tenido accidentes graves durante la vida. Ocho pacientes han usado drogas como marihuana, bazuca, coca, pastillas y hongos. Ocho han fumado cigarrillo. Once consumen licor. En 14 casos, presentan familiares con problemas de drogadicción.

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Catorce, y éste es un dato interesante, tienen familiares que presentan un cuadro semejante al que presenta el paciente en el momento de la entrevista, es decir, creen que necesitan oración de liberación o exorcismo. Estos familiares son en 9 casos los propios hermanos, en cuatro casos personas diversas de la misma familia y en un caso, hermanos y primos..Hay ocho pacientes que dicen que en su barrio de residencia hay personas con los mismos problemas (familiares, amigos, conocidos). Estas personas han ido a la sesión de exorcismo aconsejados por sacerdotes (6), familiares (7), exorcistas (5), amigos (11). Sólo hay dos que no responden. El motivo para pedir oración de exorcismo es: Sentir o ver hombres, mujeres, animales, el indio vudú, el diablo, antepasados, algo que entra, hombre grande negro, otro (17). Estar mal ( 2). Buscar sanación y estar junto a Dios (3). Estar raro, desesperado o con problemas (3). Sentir mareos o ira, o temor (2). Enfermedad (1). Sin respuesta (3). 20 de éstos tuvieron tratamiento anterior: Exorcismo (10). Yerbas y medicina (2). Exorcismo y medicina (1). Exorcismo, psiquiatría y medicina (1). Medicina (2). Siquiatría (1). Brujos (1). Medicina y siquiatría (2). Este tratamiento fue realizado por: Exorcistas laicos (4). Sacerdotes (4). Brujo o indio (2). Yerbateros (2). Médico y yerbatero (1). Psiquiatra y yerbatero (1). Exorcista y médico (1). Médico (1). Psiquiatra (1). Médico, psiquiatra y exorcista (1). Médico y psiquiatra (1). Sacerdote y exorcista (1).

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Después de estos tratamientos, los pacientes se sintieron: Mejor (14) Igual (5) Peor (1) La mayoría de las personas, como vemos, tienen un nivel socioeconómico bajo exceptuando a quienes son profesionales. El nivel cultural es también bajo, aunque técnicamente puedan tener unas destrezas especiales. Podríamos decir que una mentalidad demasiado popular en materia cultural y religiosa es lo predominante. Las historias de vida nos muestran, en general, una existencia con dificultades de todo tipo como carencias económicas, afectivas, educativas y poca capacidad de enfrentar los problemas. De ahí la necesidad de seguridad, apoyo o, como en los casos disociativos, recurrencia a causas externas (brujería, enyerbamientos, posesión...). Miremos el testimonio de algunos pacientes:

Paciente 1 Hace 5 años tengo un problema con el esposo. No quiere estar en la casa. No se amaña en la casa. Es vicioso: bebe con mujeres. Tiene 3 sueldos: jubilado, contratos y compañía constructora. Tenía un hijo drogadicto pero ya se recuperó. Tengo que trabajar para sostener la casa. Yo amo a mi esposo pero siento ira cuando viene. Yo quiero matarlo. Cuando lo veo siento ira, chuzos en la vagina, no como, no duermo. No siento apetito. Me dan mareos. Fui a la curia y me dijeron que llamara al P. Carlos. Nunca me han hecho exorcismo. Voy a misas de sanación y me siento mal. Hace cinco meses me dan mareos y caigo al suelo. Fuimos tres hijas y cuatro hombres. Mi papa y los hermanos trataron de violarnos cuando estábamos más pequeñas. Yo tenía 7 años. Mi papá ya murió de tomar aguardiente, Mi mamá está conmigo. Mi papá una vez me iba a tirar al río. Iba a la casa sólo a pegarnos. Me dio un machetazo en la cabeza. El papá nos dio mala vida, tenía dos fincas y se las bebió. Mi papá tenía unos libros con dibujos con cachos y con cola. No he hecho sino trabajar, llena de miedo, pues mi papá le tiraba a mi mamá. Fui al exorcista porque me dan mareos e ira (quiero matar a mi esposo) Paciente 2 Yo era virgen, tenía l8 años y mi novio casi me violó pues me hizo todo horrible como un animal. Eché sangre... me fui para la casa, cogí el revólver y le disparé pero no le di... y después me metí un tiro yo.

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Mi papá era agresivo con mi mamá. Tenía otras mujeres. Había muchos problemas. Mi papá llevaba señores a la casa que me mostraban los genitales. A veces, mi papá quería tocarme Por eso duré tanto virgen, pues todos los novios son detrás de eso. Tengo una tía que sí es loca y ha estado en el manicomio. Sale desnuda a la calle y toma trago. Le pega a la gente. Dicen que le hicieron un maleficio. Y eso le da por tiempos. Va a cumplir cuarenta años. Toma droga permanentemente. Paciente 4 Todo me comenzó lo que hace que empecé con el novio. El tiene un hijo y la que era su mujer me detesta. En el trabajo me enfermo en el turno de 6 am. a 2 pm. En los otros turnos no me enfermo. La mamá del novio sufre maníaco-depresión. La mamá de la amiga de la mamá del hijo es bruja. El novio en la noche siente deseos de estar con una mujer y hace como si estuviera con ella… y la mujer no está por ningún lado…Es buena gente pero no sale adelante…él es vendedor…pero ella le dijo que si seguía conmigo lo vería mal, volviendo arrastrándose. Paciente 5 Me casé. Era yo muy buena gente. Mi esposo era muy bravo. Volvía bravo. Al fin yo no le paraba bolas. Se me hacían difíciles los embarazos, con dolores muy raros. Cuando mi esposo iba donde la mamá, volvía más bravo. Cuando tenía relaciones sexuales, el estómago se me inflaba y tenía dolor. La relación era dolorosa. Me conseguí un amigo pero eso se canceló. Pero me di cuenta de que con otro hombre, todo era normal. Luego se me hacían bultos en el estómago. Los sacerdotes no me pararon bolas. Por eso recurrí a un señor y a una señora, pero nada. Me asustaban el niño. Percibía una presencia muy impresionante. Un diácono fue a la casa y le hizo oración. Mientras tanto yo me quería morir pero el niño estaba tranquilo. El diácono trabajaba con el libro de Monseñor Uribe Jaramillo. Luego me hizo oración, me arañaron la cara. Y así tuve 3 sesiones pero me fue mal en ellas. Me fui agravando: sentí aromas a café. Me sentí mal, Me llevaron a Caldas donde un señor. Me mejoré. Luego me di cuenta de estos exorcistas y empecé a venir. A partir de esto, mis relaciones con el esposo mejoraron. La persona que había atado mi matrimonio era mi suegra. Salieron novias que había tenido mi esposo, la mamá y otras mamás…en total 13 personas salieron...Pero hay 3 personas empedernidas que no han querido salir: la señora de abajo, la suegra e Irma (mamá de una compañerita de la hija). Hay cosas en el barrio que no son explicables: personas que se van de repente del barrio.

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Paciente 6 Vivía con dolor abdominal fuerte. Diagnóstico de Porfiria. Perdía motricidad, taquicardias. Fue a siquiatra, neurólogo…perdí mucho económicamente. Mis papás eran espiritistas…sufrí ritos espiritistas. Yo era sin Dios y sin ley Tenía muchos problemas. Hicieron conmigo muchas cosas. Vengo en un proceso de cambio espiritual. Me caía fácil. Siento cosas que no son mías. Quedo inconsciente cuando rezo. Cuando leo la Palabra, me tiembla la mano Me dolía el abdomen pero ya no. Era por lo que tenía y aquí me lo sacaron con la oración. En el momento de la oración, en alguna ocasión, me salieron gusanos del cuello. Sufrí ataques de mujeres homosexuales pero sin suceder nada. A los l7 años me violaron tres de los vecinos pero me lo callé por temor. Tuve violaciones y relaciones muy repetitivas. Llegué al aborto por una relación….estaba sola, sin trabajo, no tenía a nadie Tuve 4 hermanos todos de uniones distintas. Tuve intentos de suicidio Paciente 7 Cuando pequeño si me orinaba en la cama, me bañaban y me pegaban. Sufrí poliomielitis que me iba a dar, esquizofrenia que me dio y dolores normales. Paciente 8 Cuando la abuela murió, muerta la abracé y la besé. Y me quedó grabado el frío de la muerte. Y ese mismo frío lo sentí el día del grupo de oración. Era que yo no quería que mi abuela se fuera. Pero yo acepté la muerte de ella. Paciente 9 Como soy la mayor, desde los 7 años me responsabilicé de la casa, prácticamente no tuve niñez. Somos 7 hermanos. Cuando entraba a la iglesia, me desmayaba especialmente en Semana Santa (cuando tenía 20 o 21 años) Paciente 10 Yo llegué en embarazo a esa casa, a vivir en una casa alquilada. Yo llegué sola. Nos fuimos haciendo amigas, ella me cuidó el embarazo y cuidaba a mi niño como si fuera de ella. Mi hijo le decía mamá. Ella nos protegía. El muchacho se apegó a ella. Luego me traje a mi hijo, pero yo se lo llevaba cada ocho días. Luego la señora se enfermó y yo la cuidaba a ella. Luego murió.

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El hijo mío ahora siente mucho frío. Y le hacen exorcismo. A mí también me hacen exorcismo, la señora habla a través de mí, reclamándolo a él pues considera que es el hijo de ella. Yo me quedé con el esposo de ella como mi papá y papá del hijo. Paciente 11 Me crié en la calle, en la delincuencia, expendía droga. Consumía bazuca. Me dio cirrosis por el licor, me fumaba 60 o 70 bazucos diarios (me rompió los pulmones). Voy a una iglesia evangélica. Eso me ha ayudado pues yo no era nadie en este mundo. Siento persecución y atadura. Me hicieron un maleficio. Siempre pienso en el sexo. Era muy sexual, tuve muchas mujeres. Fui jíbaro, era lo peor que había en el barrio. Entré al Evangelio pues estaba necesitado de Dios. Vendía un kilo de bazuca semanal. Mi Padre me rescató. Paciente 12 Fui guerrillo. Ahora el indio vudú me posee. Mi papá era muy grosero y nos trataba mal. Consumí marihuana desde los 8 años hasta los 33. Paciente 13 La suegra me hace mal. El brujo me dijo que hay una señora que pone cosas en mi casa. Veo fantasmas. Una fuerza que me agarra dormida y no me deja vomitar… Otro día fue una sombra negra, negra que se me abalanzó...se fue y no ha vuelto. Mi esposo es alcohólico. El trabaja en Bancolombia en Sistemas. estuvo en Alcohólicos Anónimos y ahora recayó. El me pega y me tira al piso. El esposo tuvo otra mujer, puede ser ella la que me haga mal. Los síntomas los tengo desde el 8 Diciembre de l997 en que ví que la suegra me dio una toma. Mi papá no me quiso ni mi mamá. Paciente 14 El espíritu no me deja trabajar Voy a misa y me desmayo. Me dijeron que era una brujería y me enviaron aquí. Yo persigo a un hombre que yo persigo por obligación. Yo no lo quiero, el me metía el espíritu de él con un rito satánico. El me dio sangre de gato, me tiene la foto enterrada en el cementerio con 12 alfileres, Yo tengo que salir corriendo para donde él. Me da mucha rabia con él pero me soba el pelo y las orejas y así se me pasa la

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rabia y me quedo con él. Voy cada quince días. Me da vicio, bazuco con marihuana, eso me enloquece. Paciente 15 Dice tener síntomas desde los 7 años. Al principio (hace 4 años) con solo ver al padre se caía. Violada pequeña (15 años). Accidentes recurrentes. Se siente enyerbada. Pequeña tomaba agua y veía brotar sangre. Cuando me demoro para venirme enfermo mucho: estómago inflado, dolor, saliva espumosa, vomito sangre. En síntesis: Hay presencia de traumas: embarazos no deseados, esposo o familiares con problemas de drogadicción o violencia intrafamiliar, violaciones, consumo de drogas, muerte de familiares. En cuanto a fenómenos extraordinarios, que la Iglesia Católica juzga necesarios para poder hablar de posesión diabólica, tenemos: La glosolalia no se presentó en 30 sujetos. Sólo un sujeto, mujer, cantaba y hablaba en “otra lengua”, hindú según decía ella. El sansonismo tampoco se presentó en ningún caso. Sólo hubo unos casos de tratar de morder a otra persona, de empujar a la gente o al exorcista, o correr sillas. Las personas asistentes sujetaban a la persona para que no se fuera a hacer daño. La criptognosis no se dio en ninguno de los casos. En cuanto a la aversión a lo sagrado se presentaron 8 casos como destruir imágenes (2), rechazar el Cristo o el agua bendita (4), otro que decía que el agua bendita lo quemaba y uno que dijo “que destruiría algo si lo dejaran”. No se dan los factores teológicos para poder hablar de posesión diabólica. Por eso, hay que buscar en estos pacientes, la explicación por el lado de lo cultural, lo socioeconómico y lo psiquiátrico. Además, no son fenómenos de trance relacionados con prácticas culturales o religiosas propias de la fe cristiana católica. Es de notar que, en ninguno de los casos, apareció el diablo como poseedor, ni los sujetos lo describieron, ni se interpretó la posesión como posesión diabólica por parte de los exorcistas. La posesión diabólica, como la muestra la película “El exorcista”, no figura en ningún caso. Más bien, se referían a maleficios, espíritus de muertos, visiones de “cabezas volando”, sombras negras. “un espíritu negro que me quería violar”, el espíritu de la abuela, envidias... generalmente relacionados con creencias populares religiosas acerca de la posibilidad de presenciar o tener estos fenómenos. 2.4.2. Evaluación médico-psiquiátrica Uno de los objetivos del presente estudio fue evaluar con un enfoque médico psiquiátrico, la muestra seleccionada de la población compuesta por personas que asisten a grupos de oración y sanación-liberación. Tomamos un grupo que se reúne en

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un templo católico, dirigido por laicos- hombres y mujeres-, que simultáneamente ejercen labores como sanadores o liberadores, “exorcistas”102. Los investigadores asistieron inicialmente como observadores de las actividades del grupo, posteriormente seleccionaron a la población que cumpliera los criterios de inclusión de la investigación y que voluntariamente quisieran participar en ella. A continuación, la persona respondía una primera parte que consistía en una entrevista semiestructurada, la cual consideraba datos de identificación, procedencia, estrato socioeconómico, estado civil, composición familiar, motivos por los cuales estaba en el grupo, antecedentes personales desde la primera infancia, escolaridad, sexualidad, enfermedades sufridas con anterioridad, accidentes, consumo de sustancias sicoactivas, historia familiar desde su composición, lugar que el paciente ocupa, antecedentes patológicos, enfermedades y consumo de sustancias sicoactivas en familiares, eventos importantes, otros miembros que presentan características similares al trastorno que presenta el entrevistado, tratamientos anteriores y quien le remite al grupo. Además a todos los participantes se les hizo un examen médico general. La segunda parte de la entrevista fue un cuestionario con criterios teológicos para posesión diabólica, que, como vimos, no mostró la presencia de entidades demoníacas en ninguno de los entrevistados. La tercera parte del trabajo fue una sesión específica para descartar sicosis (Sección G de la Entrevista Diagnóstica Internacional Compuesta – CIDI-)103. Cada una de las partes fue ejecutada por expertos en el Area: siquiatras, médico general, teólogo y sociólogo. Se contó además con la asesoría de un neurólogo clínico neurosicólogo, quien asistió como observador. 3. Resultados En los 31 casos analizados se aplicaron los criterios diagnósticos de las clasificaciones internacionales diagnósticas CIE 10 y DSM-IV. Se encontró que cumplían criterios para: 102

Hay que tener en cuenta que estos grupos no hacen exorcismo en forma oficial, aprobados por la iglesia católica, sino que actúan motu proprio. 103 ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD. Entrevista Diagnóstica Internacional Compuesta. CIDI. Versión medular 2.1. Ginebra, Suiza 1997. La entrevista diagnóstica internacional compuesta es el producto de un proyecto conjunto entre la World Health Organization (WHO) y la antigua United States Alcohol, Drug Abuse and Mental Health Administration. Es una entrevista diagnóstica, comprehensiva y altamente estructurada, para la clasificación de trastornos mentales que provee diagnósticos longitudinales o actuales de acuerdo a las definiciones aceptadas por el CIE-10 y el DSM IIIR. El CIDI puede ser administrado por entrevistadores entrenados. Revisiones del CIDI han sido realizadas para actualizarla de acuerdo a los nuevos esquemas de clasificación y para mejorar la confiabilidad y la validez del instrumento. La versión medular 2.1. tiene en cuenta al CIE-10 y el DSM-IV. Durante la entrevista, el sujeto responde preguntas acerca de los síntomas de los desórdenes siquiátricos. Respuestas positivas al síntoma, son seguidas por preguntas que averiguan si el síntoma es un posible síntoma siquiátrico. (por ejemplo, si es clínicamente significativo, y no es debido a medicación, drogas, alcohol, o es fruto de una herida o enfermedad física).

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- Trastorno Disociativo de Trance y Posesión, 22 casos. (71%). - Trastorno Disociativo de trance con estado de posesión solamente, 2 casos.(6.45%). Se descartaron 7 pacientes: - Dos por estar en episodio sicótico. - Dos por dependencia a drogas sicoactivas. - Dos por otros trastornos emocionales inespecíficos. - Uno por tener un síndrome mental orgánico confirmado por resonancia magnética y tests neurosicológicos. En los 24 casos diagnosticados como Trastorno Disociativo de Trance y Posesión, como síntomas más frecuentes se encontraron: - Alteraciones de conciencia (disminución parcial y, a veces, total), 22 casos. - Pérdida de la identidad personal, 22 casos. - Movimientos descontrolados con gran aumento de fuerza generalizados, 22. - Elementos delirantes, 21 (ideación paranoide, ideas de influencia, ideas de referencia, impresión de presencia, robo o inserción de pensamiento, experiencias de pasividad como que le roban la mente o pensamientos). - Elementos alucinatorios: - Visuales, 12 (sombras, bultos, muertos debajo de la cama, el esposo doble-uno sentado y otro arrodillado-, espíritus, gatos negros, una culebra negra y otra de cuadros, personas- unas envejecidas y otras no-; personas de blanco y negro, hombres y mujeres que no conozco). - Olfatorias, 16. (Olor a muerto, flores, azufre, a algo de la India, olor dulzón, perfume, formol, amoníaco, tumba). - Gustativas, 3 casos. (a sangre, amargo, inespecífico). - Auditivas, 9. (Voces del demonio que dice “es mía y la tengo que matar”, hablan entre ellas y no entiendo qué dicen, me llaman, que tengo que morir, “tírese a un carro”). - Cinestésicas, 6 casos. (Chuzos, “me arañaban cadenas que me halan hacia abajo”, cucarrones que me caminan por la cabeza). - Cromáticas : veo espíritus verdes. En los casos de posesión, la sustitución de la identidad generalmente se atribuía a otras personas (indios, enemigos, brujas, conocidos, familiares); en pocos casos a espíritus (de los muertos o espíritus malos, espíritus de amigos muertos o familiares); en algunos casos la posesión era múltiple. La pérdida de memoría en la mayoría de los casos fue parcial (22 casos). Las náuseas y la expulsión de secreciones orales y gástricas se presentaron en la mayoría de los casos, y cambios en el tono de la voz eran frecuentes. La duración de los episodios fue variable, de 5 a l5 minutos, dependiendo de la sugestionabilidad, casi siempre muy alta, de los individuos que voluntariamente se

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sometían al procedimiento, y de la actividad del “exorcista”, el cual, en forma muy evidente, estimulaba la aparición o el decrecimiento de los trastornos sicofisiológicos que se presentan durante la sesión de liberación. Al terminar, los sujetos experimentaban un breve período de malestar (mareos, visión borrosa, cefalea), luego del cual recuperan completamente su actividad mental y emocional previa, expresando sentirse mejor. La influencia de creencias originadas culturalmente como maleficios, hechicerías, yerbas, fue considerable en todo el grupo sin marcar diferencias socioeconómicas y educativas. Todas estas creencias eran reforzadas por el exorcista. Por fuera de las sesiones de liberación, muy frecuente era la queja de “nervios”, caracterizada por múltiples quejas somáticas como sensación de embotamiento, inestabilidad, cefales (o “dolor de cerebro” si se localizaba en la región temporal), irritabilidad, malestar general y disminución de la capacidad laboral. Además se presentaban quejas gastrointestinales, alteraciones en el sueño, labilidad emocional, prurito, mareos y disminución de las capacidades intelectuales (memoria, atención, concentración). Se presentaban ideas de referencia y de tipo persecutorio en relación a familiares, vecinos, compañeros de trabajo y enemigos, las cuales se manifestaban como envidias, habladurías, temor a sufrir daño físico o síquico, o infidelidades de la pareja, en 21 casos (87.5%). Simultáneamente con los diagnósticos descritos, se presentaron en estas personas otros síntomas que cumplen criterios para otros diagnósticos, según DSMIV, como comorbilidad. Se encontraron así: - Trastornos de ansiedad: 4 casos. (16.6%). - Trastornos depresivos: seis casos. (25%). - Trastorno mixto ansioso-depresivo, tres casos. (12.5%). - Trastorno afectivo bipolar, dos casos. - Dependencia sustancias sicoactivas, cuatro casos. - Trastorno disociativo conversivo, un caso. - Retardo mental asociado a cuadro sicótico, un caso. - Síntomas compatibles con síndrome mental orgánico, cuatro casos. - Síndrome mental orgánico confirmado clínicamente por baterías neurosicológicas y resonancia magnética, 1 caso. - Algunos casos presentan varios diagnósticos concomitantemente. Se evidencia que toda la población estudiada había sufrido durante la niñez, o en su vida actual, maltrato, violencia verbal y física, experiencias traumáticas. En cuanto a la vida familiar, en la gran mayoría de los casos, se encontró que provenían de hogares desestructurados por separación de los padres o por ausencia del padre, con presencia de violencia intrafamiliar y/o conyugal. En doce casos (50%), se encontró que otros familiares presentaban o habían presentado anteriormente síntomas similares a los del paciente evaluado. Un caso particular, es el de una familia que presenta cuatro casos en tres generaciones. Todo lo anterior, se encontraba en el origen de los diagnósticos establecidos o con relación

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a ellos, e indudablemente orientan a un manejo psiquiátrico o sicológico de estos individuos, los cuales, sin embargo, presentaban todos la tendencia a explicar mágicamente, o por factores sobrenaturales, los conflictos interpersonales y familiares, así como sus trastornos y enfermedades. Algunos de los casos habían estado en tratamiento o habían sido evaluados por médicos sin obtener mejoría, y otros sin haber llegado a un diagnóstico. Fueron remitidos al grupo por sacerdotes, por conocidos o familiares o por otras personas. En esta población se descartó síndrome de stress postraumático. No se encontraron antecedentes de traumas craneoencefálicos, epilepsia, ni otras enfermedades sistémicas concomitantes. Sólo un caso presentó hipertensión arterial leve. El examen médico realizado por un médico general, estuvo dentro de límites normales, a excepción del paciente hipertenso. 4. Discusión La importancia psiquiátrica radica en la posibilidad de que, a causa de las creencias culturales, puedan ser inducidos síntomas disociativos y sicosomáticos episódicos y crónicos, los cuales enmascarados por estas mismas creencias, tienden a ser tratados ineficientemente, originando complicaciones serias en la salud mental individual y familiar. Debe reconocerse que algunas actividades realizadas dentro del proceso de sanación como son el grupo de oración y el reforzamiento de valores espirituales, pueden servir de apoyo sicológico y mejorar síntomas ansiosos y depresivos leves. Sin embargo, los síntomas de moderada y severa intensidad deberían ser ayudados a reconocer a los directores y líderes de estos grupos por medio de alguna capacitación y así permitirles remitir a estas personas a la ayuda sicológica, médica o psiquiátrica que pudieran requerir. Es necesario, a su vez, que los profesionales de salud y de salud mental, conozcan la fuerte influencia de las creencias culturales y de los rituales populares, para poder comprender y aceptar las experiencias de los pacientes que requieren su ayuda. En este campo, la apertura de las clasificaciones internacionales de enfermedades, especialmente del DSM-IV, se empieza a hacer evidente con la nueva categoría que se ha propuesto: “Otras condiciones que pueden ser de atención o enfoque clínico- Problemas religiosos o espirituales”, lo cual facilita el reconocimiento de la cultura como factor de importancia en la génesis y el tratamiento de estas entidades. 5. Conclusión 1. En los 31 casos evaluados, se encontraron signos y síntomas de tipo orgánico y emocional que justifican intervención médica y/o psiquiátrica. No se encontraron síntomas que cayeran fuera del campo médico, psiquiátrico o del ambiente sociocultural y religioso del medio. El 100% tienen problemas médicos y/o psiquiátricos con mucha comorbilidad.

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2. Veinticuatro de los sujetos ( 77.4% ) reúnen criterios de investigación según el DSM-IV, para establecer el diagnóstico de Trastorno disociativo de trance, 3. En estos casos se estableció además otro diagnóstico de comorbilidad psiquiátrica en 13 casos ( 54.1%9). Hay mucha comorbilidad y esto hay que tenerlo en cuenta. Problemas en la infancia, pérdida del trabajo, violencia intrafamiliar, violaciones.... lo que sugiere una sociedad precaria y violenta que influye en el trastorno. 4. La limitación del pequeño tamaño de la población y de la muestra estudiadas, no permite lograr conclusiones aplicables a otros grupos poblacionales. 5. Estar en grupos donde se practica el exorcismo, refuerza los síntomas psiquiátricos. El exorcismo puede ayudar en casos leves, pero en casos graves agudiza la enfermedad. 6. De este estudio, sobre 31 sujetos, no se desprende que la entidad “diablo” no exista. Simplemente en estos 31 sujetos no hay posibilidad de decir que estaban poseídos por el diablo u otra entidad espiritual sobrenatural. 6. Recomendaciones

1-

Realizar otros estudios para ampliar población y muestra, utilizando la misma metodología y agregando examen neurológico y pruebas neurosicológicas. En este mismo sentido, se recomienda profundizar en el estudio de los mismos casos y escoger un “grupo paralelo”, o de control, que, reuniendo las mismas condiciones de ambiente social, creencia, medio sociocultural, permita una comparación que arroje conclusiones más definitorias. Sería interesante también formular una investigación que pueda aprovechar otros instrumentos diagnósticos contemporáneos, incluyendo la aplicación completa del CIDI.104 Esta investigación formula más interrogantes que respuestas, y abre más posibilidades de análisis. Queda, además, planteado el estudio genético y cultural del caso que presenta cuatro personas afectadas en tres generaciones de la misma familia con síntomas muy especiales (escoliosis, mujeres “poseídas”, hombres con problemas sociales...). 2Hacer un estudio sicosocial de los sanadores o "exorcistas". Se vislumbra que las condiciones personales, sociales y religiosas de los exorcistas, condicionan, en gran manera, el surgimiento del estado de trance, el diagnóstico de posesión por parte del grupo participante, la definición del problema del sujeto, y la 104

En esta investigación, por medio del CIDI, sólo se descartaron sicosis agudas y esquizofrenia, aplicando la sección G.

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aparente curación posterior al exorcismo. En nuestras observaciones, sin embargo, vimos que no hay curación real, sino temporal, de manera que el exorcismo es como un calmante transitorio de los síntomas, y los sujetos realizan un peregrinaje continuo de exorcista en exorcista. Por vía de futura hipótesis, nos parece que elementos psiquiátricos están presentes en la estructura mental de los mismos exorcistas. 3Establecer en la comunidad programas preventivos, informativos y educativos en salud y religión sobre estos temas. En salud, en cuanto una preparación seria a los exorcistas para que, en estos casos, remitan las personas a profesionales que los puedan atender como médicos, sicólogos o siquiatras. También dar entrenamiento a los sacerdotes católicos y pastores protestantes, que ejercen, una especie de atención de salud de primer grado a personas con dificultades emocionales. Y en el campo religioso, para mostrar a las personas que una posesión diabólica no es un hecho tan cotidiano y común como para diagnosticarla a toda persona con algún desajuste. En este sentido, la disciplina de la Iglesia Católica y la exégesis científica de la Biblia deben ser conocidas por los creyentes de las diversas confesiones.

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EL PENSAMIENTO ACTUAL DE LA IGLESIA CATOLICA SOBRE EL EXORCISMO CARLOS ARBOLEDA



El 24 de Septiembre de l985, la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, expidió una "Instrucción sobre el exorcismo", en la que prevenía sobre ciertos excesos en la práctica de expulsar al demonio. En esta instrucción se definía claramente que sólo debe ejercitar el exorcismo un sacerdote con licencia expresa del Ordinario del lugar. Es menester distinguir que, en la Iglesia, hay dos tipos de exorcismo. El exorcismo imprecatorio, que es una orden directa al diablo para que se vaya. Este se llama exorcismo mayor y lo trae el Ritual de l614 y el de León XIII. Este exorcismo (solemne, público, mayor u oficial) debe ser realizado por un sacerdote debidamente autorizado. El conlleva la imprecación como mandato dado en nombre de Jesús y de la Iglesia para que el diablo abandone una persona o un lugar. Hay también exorcismo deprecativo, que es una oración dirigida a Dios, la Virgen María, San Miguel y otros, para que ellos ordenen al diablo salir de donde está. Este es un exorcismo simple pues no hay orden directa al diablo de salir. En este campo se sitúan los "exorcismos" del nuevo ritual de bautismo, la ultima petición del padrenuestro, la invocación para ser liberados del mal... La Instrucción, además, dice que no es lícito a los fieles realizar el rito de exorcismo ni oraciones dirigidas directamente a expulsar el demonio. en este sentido, nadie, incluso sacerdotes, sin autorización, pueden realizar exorcismos imprecatorios. 105

El 22 de Noviembre de l998, la Iglesia Católica promulgó el nuevo Ritual de Exorcismos que reemplazaba al antiguo de 1614106. Los Prenotandos (Praenotanda) de este Ritual traen toda la disciplina actual sobre el rito del Exorcismo. En su introducción, se expone la doctrina católica sobre la existencia del diablo. Dios creó todos los seres visibles e invisibles, materiales y espirituales. No hay pues, otro dios autor del mal. El diablo y los otros demonios fueron creados buenos, pero por su libertad, se apartaron de Dios y optaron definitivamente por el mal. Se retoma en su integridad, lo dicho por el Concilio de Braga (año 561): 

La información sobre el autor se encuentra en el primer artículo. CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE. Instrucción sobre el Exorcismo, 24 Septiembre de l985. www.vatican.va . 106 CONGREGACION PARA EL CULTO DIVINO Y LA DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS . De exorcismis et supplicationibus quibusdam, Typis Vaticanis, Roma 1999. 105

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“Si alguno dice que el diablo no fue primero un ángel bueno hecho por Dios, y que su naturaleza no fue obra de Dios, sino que dice que emergió de las tinieblas y que no tiene autor alguno de sí, sino que él mismo es el principio y la sustancia del mal, como dijeron Maniqueo y Prisciliano, sea anatema”107. Como también anatematiza a los que creen que el diablo por su propia voluntad produce los rayos, las tormentas y las sequías108. Así mismo acepta el texto del IV Concilio Lateranense109 y la doctrina de Inocencio III de que el diablo se hizo malo, no por naturaleza, sino por albedrío110. Aceptada la doctrina sobre el origen del diablo, la Iglesia concuerda con la posibilidad de la posesión diabólica, pues Satanás está contra la obra de Cristo y contra la obra de la evangelización. Una de las señales de éxito de la obra cristiana es la expulsión de los demonios111 Por eso, la Iglesia desde los tiempos de los apóstoles, ejerce el poder de expulsar los demonios, y precisamente cuando la Iglesia pide públicamente y con autoridad que una persona u objeto sea protegido de la influencia del Maligno, está realizando el exorcismo112. Cuando la Iglesia públicamente y con autoridad, en nombre de Jesucristo, pide que alguna persona o cosa, sea protegida del influjo del Maligno y sustraída a su dominación, eso se denomina exorcismo113. Así la iglesia, desde antiguo, tiene en el sacramento del bautismo, oraciones de exorcismo para que los catecúmenos sean liberados del pecado y de la influencia del diablo. En el bautismo hay oraciones de exorcismo, para que las personas sean fortalecidas en el camino de la vida114. Y hay casos más especiales de vejación u obsesión por parte del diablo sobre alguna persona del pueblo de Dios. Esta forma de potestad del diablo sobre el hombre difiere de aquella que por el pecado original se deriva en el ser humano. Cuando esto ocurre, la Iglesia implora que el fiel vejado y obseso sea liberado de su vejación y obsesión. Esta ayuda es lo que se llama exorcismo solemne, grande o mayor, que es una celebración litúrgica, que busca expulsar los demonios, o liberar del influjo demoníaco con la autoridad espiritual que Jesucristo concedió a su iglesia. En este exorcismo, la Iglesia, no actúa en nombre suyo sino en el nombre de Jesucristo115. Luego, la Iglesia entra a definir las condiciones para la realización del exorcismo: -

El ministro.

107

Denzinger, 237. Denzinger, 238. 109 CONCILIO LATERANO IV, c.1, De fide catholica. Denzinger.-Schöm. 800. 110 Denzinger.-Schöm. 427. 111 De exorcismis... o. c.,. Prenotanda N° 6. P. 8. 112 Ibid., n. 7, 9. 113 Ibid., n. 9. 114 Ibid., n. 8. 115 Ibid., n. 12, 10-11. 108

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Sólo puede exorcizar un sacerdote, dotado de piedad, ciencia, prudencia e integridad de vida, y con preparación específica para este ministerio. No puede exorcizar un laico o una persona dedicada a la vida religiosa que no sea sacerdote. A este sacerdote exorcista se le pide actuar con confianza y humildad, con circunspección, caridad y prudencia. Y, además, con cierto escepticismo pues no creerá que hay posesión diabólica cuando alguno le diga que está poseído por el demonio, porque se siente enfermo, desolado, vejado, o porque se imagina que está poseído. Este escepticismo debe llevar al sacerdote exorcista a recurrir primero a los peritazgos médicos y siquiátricos116. Este escepticismo debe ampliarse también cuando las personas se creen poseídas porque en su cultura hay una mentalidad de posesión (maleficios, sortilegios, maldiciones…), o cuando la persona es inducida u obligada al exorcismo: “recte distinguat casus impetus diaboli ab illa credulitate qua quidam, etiam fideles, putant se esse obiectum maleficii, malae sortis vel maledictionis. Quae sint ab aliis allata super ipsos vel propinquos vel bona eorum”117. -

La autorización

Para la Iglesia, el ministerio de exorcizar endemoniados se concede con licencia particular, nunca general o global. Toda autorización debe ser personal y firmada por el Ordinario, que normalmente, es el obispo diocesano. El código de derecho canónico, en su número 1172.1, así lo estipula. Además, dicha autorización, particular y expresa, sólo se dará a sacerdotes que cumplan los requisitos arriba enunciados. -

Las salvaguardas.

Todo sacerdote autorizado a exorcizar debe proceder con suficiente cautela y tener en cuenta el siguiente proceso: • Certeza moral de que la persona está poseída. Esta certeza moral proviene, en primer lugar, de la exclusión de personas sugestionables o sugestionadas culturalmente, de personas con enfermedades naturales tratables por la ciencia médica, y de personas crédulas. A todos estos, no se les exorcizará pero sí se les brindará ayuda espiritual y oración. • Se debe, además, consultar a tres tipos de personas. A personas maduras y expertas en cuestiones espirituales. A médicos que excluyan cualquier enfermedad natural. A siquiatras que, poseyendo sensibilidad para la vida espiritual, excluyan elementos patológicos tratables por la ciencia. • Todo lo anterior, suponiendo que la persona sea creyente católica. Si la persona es de otra confesión o sin fe, hay que volver al obispo, quien

116 117

Ibid., n. 13-14, 11. Ibid., n. 13-14, 11.

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procederá a pedir el parecer de expertos, antes de tomar una decisión sobre el exorcismo118. • El exorcismo deberá hacerse con ciertas condiciones: presencia de un grupo pequeño de creyentes, ausencia de medios de comunicación social, exclusión de elementos mágicos o supersticiosos, exigencia de discreción y sigilo sobre lo acontecido. Los criterios para juzgar si hay o no posesión diabólica

-

La Iglesia presenta unos criterios que permiten juzgar razonablemente que pueda haber posesión: • Consejo de personas expertas en cuestiones espirituales • Peritazgo médico que excluya enfermedades naturales. • Peritazgo siquiátrico que excluya patología mental. (... consultis in quantum fieri potest, expertis in rebus spiritualibus, et, quatenus opus sit, in scientia medicinae et psyquiatriae, qui sensum habeant rerum spiritualium)119. • Ausencia de historia patológica mental en el sujeto o en su familia. • Presencia de signos siquiátricos y parasicológicos simultáneamente. Y que se presenten estos signos de posesión diabólica: • Glosolalia: decir muchas palabras en lengua desconocida o entender al que habla así. (ignoto sermone pluribus verbis loqui, vel loquentem intelligere). • Criptognosis: descubrir la existencia de objetos distantes y escondidos. (distantia et occulta patefacere). • Sansonismo: mostrar una fuerza superior a la que es propia de su edad y condición natural. (vires supra aetatis seu conditionis naturam ostendere). Pero hay que tener en cuenta otros signos de carácter moral y espiritual como son una fuerte aversión (aversionem vehementem a...) a Dios, al Santísimo Nombre de Jesús, a la Virgen María y los santos, a la iglesia, a la palabra de Dios, a los objetos y ritos sagrados y a las imágenes sagradas. -

El rito

El rito oficial prescrito por la iglesia tiene el siguiente orden: • Aspersión con el agua bendita. • Rezo de las letanías. • Recitación de los salmos. • Proclamación del evangelio. • Imposición de las manos sobre el vejado. 118 119

I Ibid., n. 18, 12 Ibid., 12.

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• Rezo del Credo y el Padrenuestro. • Presentación de la cruz y señal de la cruz sobre la persona. • Recitación de las fórmulas deprecativas e imprecativas (imperativas) para conjurar al diablo a salir. • Canto de acción de gracias, oración y bendición. Este proceso se podrá repetir inmediata o posteriormente, hasta que el vejado sea liberado totalmente. Este rito debe ir acompañado de oración y ayuno para implorar el auxilio divino. El mismo endemoniado debe prepararse con oración, mortificación, confesión y eucaristía. La oración de su entorno social también debe tenerse presente. El lugar donde se hace el exorcismo debe ser recogido, tener imágenes de Jesucristo y de la Virgen María. Después del exorcismo, el liberado debe recogerse en oración y dar gracias a Dios. El 14 de Septiembre de 2000, la Congregación para la Doctrina de la Fe, publicó la “Instrucción sobre las oraciones para obtener de Dios la curación”, que si bien no se refiere únicamente al exorcismo, sí tiene mucha relación. En los grupos carismáticos, con frecuencia, se identifican exorcismo y oración de curación. Por eso, la Instrucción, da algunos elementos doctrinales y disciplinares para ejercitar estas oraciones. En lo que se refiere al exorcismo, de nuevo recuerda algunas cautelas que es menester conservar: • El ministerio del exorcistado debe ejercerse en dependencia del Obispo diocesano, y de acuerdo con el canon 1172, la Carta de la Congregación para la doctrina de la Fe del 29 de Septiembre de l985 y el Rituale Romanum. • Las oraciones de exorcismo, contenidas en el Rituale Romanum, deben permanecer distintas de las oraciones usadas en las celebraciones de curación. • Se prohibe absolutamente, introducir las oraciones de exorcismo en la celebración de la Misa, de los Sacramentos o de la Liturgia de las Horas. • Si se presentase alguna curación, sus testimonios deben enviarse discretamente a la autoridad eclesiástica competente. • La intervención del Obispo es necesaria cuando se presentes abusos, escándalos o desobediencias a las normas litúrgicas y disciplinares. Aunque la Iglesia Católica cree en la posibilidad de la posesión diabólica, sin embargo, es cauta en la autorización de celebración de exorcismos, para no creer que todo caso traumático, es un caso de verdadera posesión. En este sentido, algunos grupos carismáticos católicos y, aún sacerdotes, han introducido desobediencias disciplinares, al realizar exorcismos como la cosa más corriente, natural y cotidiana. Podríamos llamar “exorcismos domésticos” a aquellos que realizan grupos y personas sin atención a las normas disciplinares y contando sólo con los elementos religiosos populares usados a conveniencia de los exorcistas. Los grupos pentecostales, en su lucha contra Satanás, también recurren a los exorcismos, pero ellos no están sometidos a la disciplina de la Iglesia católica.

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EL SATANISMO COMO EXPRESION DE LA PRECARIEDAD DE LA SOCIEDAD. Carlos Arboleda Mora. En los últimos años, el fenómeno del satanismo ha reaparecido en formas llamativas, especialmente para uso de los medios de comunicación. Estos han encontrado en el satanismo un buen motivo para aumentar sus lectores y oyentes. Pero no sólo los medios, sino también los exorcistas, los publicistas y propagandistas, los cantantes de rock… y toda una pléyade de personajes que han campeado a la sombra de Satán. Pretendemos en este estudio, mostrar una versión más objetiva del fenómeno, tratando de salir de lo simplemente morboso, publicitario y con fines económicos. Pasar de la visión superficial de la llamada “cultura del amor al mal”, para tratar de ir a lo que subyace detrás y que es la esencia y fuente del satanismo. Del satanismo contemporáneo hablaremos solamente de dos aspectos : la posesión diabólica y las sectas satánicas. 1. LA POSESION DIABOLICA La primera, la posesión diabólica, muy en boga en los siglos a caballo entre la edad media y el renacimiento (y especialmente en el siglo XVII), había pasado a lugares muy secundarios en la época de la modernidad, especialmente tras los primeros estudios de la sicología y la siquiatría. En los últimos años del siglo XX, gracias al pentecostalismo protestante primero, y luego al movimiento carismático, en sus formas más extremas y acríticas120, se ha venido creando toda una mentalidad de la acción cotidiana y extraordinaria de Satanás. Así surgieron las fuertes iglesias pentecostales de Africa, América del Norte y Suramérica, expresándose en verdaderas mega-iglesias, de rápido crecimiento y que se han convertido en verdaderas multinacionales. 121

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Es de notar que algunos estudiosos colocan al pentecostalismo como un movimiento de protesta a la anomia social y a la esclerotización de las instituciones religiosas. Cfr, Cartazo Rolim, F, Pentecostais no Brasil. Uma Interpretaçao do Protestantismo Brasileiro, Río de Janeiro, Voces; Bastian, J.P., Breve historia del Protestantismo en América Latina, México, CUPSA, 1986 121 Beltrán Cely, William Mauricio., Fragmentación y recomposición del campo religioso en Bogotá. Un acercamiento a la descripción del pluralismo religioso en la ciudad. Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2004. Este autor hace un buen estudio de las megaiglesias en la ciudad de Bogotá con énfasis en los grupos pentecostales. .

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Una de las características del pentecostalismo es la insistencia en buscar explicaciones sobrenaturales a hechos naturales. Así interpreta los problemas de la humanidad como signos del reino de Satanás. Nuestra lucha es contra espíritus de arriba y no contra potestades de este mundo, indican. Medio para luchar contra el mal presente en las personas, es la interpretación de los signos negativos del sujeto como posesión, molestia, infestación por parte de espíritus, y la solución recurrir a exorcismos y oraciones de liberación, para sanarlo. El concepto de “guerra espiritual” es fundamental en la mayoría de los grupos pentecostales. “La "guerra espiritual estratégica" es la aplicación de una serie de «técnicas» orientadas a "atar" a las potestades satánicas, según su jerarquía, para que la evangelización tenga los frutos o resultados esperados.” 122 Prácticamente, para los pentecostales, la guerra se da entre los hombres espirituales y los satanistas, pues éstos son los mediadores de Satanás. Y Satanás es el causante de las depresiones, la angustia, el sufrimiento, la homosexualidad, la guerra, el odio, la rabia, la soledad, la pobreza, etc. Todo tiene una causa sobrenatural y la solución es el exorcismo y la liberación, armas principales de la guerra espiritual. Qué decir de estas posesiones? Un estudio realizado en la Universidad Pontificia Bolivariana por el grupo Religión y cultura sobre 31 personas con supuesta posesión diabólica, llegó a las siguientes conclusiones: En los 31 casos evaluados (100%), se encontraron signos y síntomas de tipo orgánico y emocional que justifican intervención médica y/o siquiátrica. Veinticuatro de los sujetos ( 77.4% ) reunen criterios de investigación según el DSM-IV, para establecer el diagnóstico de Trastorno disociativo de trance. En estos casos se estableció además otro diagnóstico de comorbilidad siquiátrica en 13 casos ( 54.1% ) De ahí, el grupo presentó las siguientes pistas de futuros trabajos en este campo: -

Aumento en el Area Metropolitana de Medellín de los casos de posesión, exorcismo y trance. Aparecen ligados a la situación carente de la sociedad, a las dificultades que presenta al individuo una sociedad golpeada duramente por la recesión, la inseguridad y los problemas de transición de una sociedad premoderna a una moderna.

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Campos, Bernardo. La guerra espiritual un desafío a la misiología actual. Red de teólogo(a)s e Investigadore(a)s Sociales del Pentecostalismo en América Latina y El Caribe. (RTISPALC) . http://www.geocities.com/atipalc/guerra.html.

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Frente a esa situación carente, la presencia de los fenómenos religiosos conocidos como pentecostalismo y renovación carismática, son una respuesta que pretende dar sentido y solución a los problemas de carencia y marginación, haciendo una explicación religiosa de algo que es simplemente natural y explicable por las ciencias.

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La persistencia de una sociedad que culturalmente es todavía metafísica y religiosamente influida por el paradigma cristiano, hace que la figura del mal personificada en demonios, espíritus u otros seres esté presente en forma significativa y permite que el recurso a la posesión sea plausible. Si toda la sociedad, o al menos un sector mayoritario, acepta la posibilidad de posesión ésta se realiza y se convierte en capital simbólico al que se puede recurrir para dar sentido a la vida en sus momentos difíciles.

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En los casos estudiados, se presentó sintomatología psiquiátrica y sicológica, además de influencia sociocultural.

Como muestra, presentamos algunos testimonios de vida: “Fuimos tres hijas y cuatro hombres. Mi papá y mis hermanos trataron de violarnos cuando estábamos más pequeñas. Yo tenía siete años. Mi papá ya murió de tomar aguardiente. Mi mamá está conmigo. Mi papá una vez me iba a tirar al río. Iba a la casa sólo a pegarnos. Me dio un machetazo en la cabeza. El papá nos dio mala vida. Tenía dos fincas y se las bebió. Mi papá tenía unos libros con dibujos con cachos y con cola”. Otra mujer dice: “Siento cosas que no son mías. Quedo inconciente cuando rezo… Me dolía el abdomen pero ya no. Era por lo que tenía y aquí me lo sacaron con la oración. En el momento de la oración, en alguna ocasión, me salieron gusanos del cuello. Sufrí ataques de mujeres homosexuales pero sin suceder nada. A los diecisiete años me violaron tres de los vecinos pero me lo callé por temor. Tuve violaciones y relaciones muy repetitivas. Llegué al aborto por una relación… estaba sola, sin trabajo, no tenía a nadie. Tuve cuatro hermanos todos de uniones distintas. Tuve intentos de suicidio”. Un exguerrillero cuenta: “Fui guerrillo. Maté a un indígena. Ahora el indio vudú me posee. Mi papá era muy grosero y nos trataba mal. Consumí marihuana desde los ocho años hasta los treinta y tres.”

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En ninguno de los 31 casos se presentó posesión diabólica, según los criterios teológicos oficiales de la Iglesia católica.123 Es de anotar que la Iglesia católica no niega, y está dentro de su doctrina histórica, la posibilidad de la posesión diabólica. Desde el Concilio de Braga en el año 561, pasando por el IV Concilio Lateranense, Inocencio III, hasta llegar al último Manual de exorcismos, se ha venido recordando la existencia del diablo como criatura que estorba el plan de Dios. 124 Así mismo, desde los tiempos apostólicos se señala como una de las señales de la divinidad de la iglesia, la expulsión de demonios. 125 El último manual de exorcismos trae toda esta doctrina sobre la existencia del diablo y la forma de hacer los exorcismos.126 Pero la iglesia con toda prudencia, coloca ciertas cautelas como las siguientes: - La persona debe pasar primero por peritazgos médicos, siquiátricos y religiosos. Este último para descubrir los signos que la teología coloca para juzgar a una persona como poseída y que son: glosolalia, criptognosis, sansonismo y adversión vehemente a las cosas sagradas. 127 - El exorcista siempre debe ser sacerdote, autorizado por su obispo y de buenas cualidades síquicas y religiosas. - Se debe seguir el ritual oficial y celebrar el exorcismo en forma privada y sin presencia de medios de comunicación, en ambiente de oración y con asistencia de pocas personas. Normalmente, se ve que los exorcismos practicados en forma indiscriminada, no cumplen con los requisitos ni médicos ni pastorales. En conclusión, podemos afirmar que, sin negar la posibilidad de la posesión, los casos estudiados hasta ahora, sólo muestran personas con problemas sociales, sicológicos o siquiátricos interpretados, culturalmente, como posesión. En la gran mayoría de los casos son sujetos con Trastorno disociativo de trance o posesión. En términos más sociales, se puede decir que una sociedad enferma produce personas enfermas. Una sociedad con graves problemas de conflicto, pobreza, violencia intrafamiliar, drogadicción, inseguridad vital… necesariamente produce en los individuos mecanismos mentales de defensa. Parece que disociar la mente es una forma de escapar a la locura total en este país. 123

Arboleda Mora, Carlos. (dir), Trastorno de trance y posesión vs posesión diabólica en el Area Metropolitana de Medellín, en Revista Cuestiones Teológicas, Vol 28, 22001. N.70, pp. 87-105. 124 Arboleda Mora, Carlos. El pensamiento actual de la iglesia sobre el exorcismo, en Cuestiones Teológicas, Vol 28, 2- 2001. N.70, pp. 19-24. 125 Ibidem., p. 21. 126 Congregación para el culto divino y la disciplina de los sacramentos. De exorcismis et supplicationibus quibusdam, Roma, Typis Vaticanis, 1999. 127 Ibidem., p. 23.

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Los grupos pentecostales, al hacer una interpretación cultural-religiosa de estos casos, hacen que la persona no asista al médico o siquiatra, sino que recurran al exorcismo. Es de notar que el exorcismo realizado tiene un efecto de placebo. Así las personas aparentemente descansan y se curan, pero a los ocho o quince días tienen que volver al exorcista, generando una dependencia del rito y del ejecutor del exorcismo. 2. SECTAS SATANICAS. El segundo tema que se enfoca es el del satanismo activo o “sectas satánicas”. Este es un fenómeno moderno que, de alguna manera, tiene sus fundamentos filosóficos en Nietzsche, y Aleister Crowley. El primero con sus conceptos acerca del superhombre, la autonomía y autogobierno del sujeto, su rechazo o relectura de la moral tradicional de las iglesias, leídos en clave de absoluta autonomía, rechazo de toda institución, individualismo y cierto resentimiento frente a la sociedad actual. El segundo, Crowley, como el mago que escribió El Libro de la Ley (The Book of Law), en 1904, el cual anunciaba además una nueva era y una nueva religión en la que él mismo sería el profeta. En su doctrina cada hombre y cada mujer es una estrella cuyo fin supremo debe ser el traspasar el abismo. Se consagraba a las drogas, a las orgías sagradas y a veces firmaba La Bestia, pretendiendo ser el Diablo. En el año 1966, Anton Zsandor La Vey establece la iglesia de Satán. Su finalidad no es exactamente adorar al diablo, pues no cree en su existencia, sino adorar lo que Satán significa: el placer, el cuerpo, la absoluta libertad (hacer lo que quieras es la máxima ley). Este se considera el gran padre del satanismo. Luego aparecen multitud de grupos como la Iglesia de Seth, I Bambini di Satana… y se da una oleada de crecimiento del satanismo en el mundo, aprovechada por unos para predicar la invasión de Satanás y fomentar la cruzada antisatanista, y por otros para lucrarse del negocio del mal. Para comprender mejor este satanismo activo lo clasificaremos en tres categorías, aunque los sociólogos presentan diversas tipologías128: - Satanismo de adolescentes. - Satanismo ácido. - Satanismo racionalista. El satanismo de adolescentes es propio de personas pre o adolescentes, que forman grupos satánicos, aunque no conocen nada de satanismo. Lo hacen llevados por curiosidad y movidos por una búsqueda de identidad y de autoafirmación frente a los adultos. Generalmente lo hacen en búsqueda de afectividad y de socialización. Sus 128

Introvigne, Máximo en Studi scientifici resentí sul satanismo, Genova, Quadrivium, 1989, habla de ocho tipos de satanismo: tradicionales, salvajes, sicóticos, sexo-orgiásticos, anticristianos, baphometistas, carismáticos y racionalistas.

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costumbres son reunirse los viernes por la noche, tomar licor, escuchar música rock, y con algún iniciado en el Satanismo, van profundizando el conocimiento de la filosofía del movimiento. A veces, si hay un adulto en el grupo es quien los inicia en actos inmorales, adulto generalmente con dificultades sicológicas o éticas. El satanismo ácido reune a personas que ya realizan actos más graves como consumo de drogas, realización de actos sexuales y orgías, y posiblemente actos delictivos. Generalmente son jóvenes, en alguna manera desviantes, que escogen ese comportamiento como manera de agregarse y de expresar poder ante sus coetáneos o ante el grupo social. Generalmente no conocen la teoría del movimiento satanista, sino que utilizan el nombre para crear temor o miedo entre las demás personas. El satanismo racionalista es propio de personas cultivadas intelectualmente, que generalmente han leído obras de Nietzsche y Crowley. Su satanismo es fruto de una opción personal y de una filosofía de vida. Son personas comunes y corrientes, no realizan necesariamente rituales y no entran en conflicto con el grupo social en que se mueven. Simplemente no están de acuerdo con los convencionalismos culturales, religiosos o legales de la sociedad actual. Este sería el auténtico satanismo con motivaciones filosóficas. Ante esta realidad, se presentan dos interpretaciones. Una, antisatánica, que cree que el satanismo es como una mafia que está organizando un complot contra las buenas costumbres, contra la iglesia y contra las religiones. Se crea el rumor-pánico que produce noticias como éstas: el 31 de Octubre se van a robar los niños para matarlos en misas negras; en este barrio van a secuestrar las mujeres embarazadas para sacarles el niño del vientre; los satanistas van a matar a todos los curas… Dentro de esta visión, todo niño que se extravíe, lo es por obra de los satanistas. Hay así una especie de multinacional del mal que quiere acabar con todo lo cristiano. Al servicio de la conjura contra la cristiandad universal, se pone la música rock, los juegos de fantasía, los mensaje subliminales y hasta empresas como Procter and Gamble patrocinarían el complot. En otras palabras, sería el flagelo apocalíptico del Anticristo hecho realidad. De verdad que es una exageración, llevada a cabo dentro de los grupos fundamentalistas cristianos, pues sí hay actos cometidos por grupos satánicos, pero no en la proporción que ellos calculan. En la fiscalía hay denuncias de este tipo, y se han hallado personas realizando actos delictivos e inmorales pero sin llegar al extremo de ser la gran conspiración contra la cristiandad y la cultura occidentales. Se recuerda que en 1998, Colombia se estremeció por el asesinato de varios niños. Inicialmente la investigación se enfocó hacia la prostitución infantil, el satanismo, el tráfico de órganos y pedofilia. Luego se descubrió que Luis Alfredo Garavito Cubillos era el responsable de 172 crímenes cometidos contra menores en 11 departamentos del país, entre 1992 y 1998. Pero ya los medios de comunicación habían sugerido que todo era obra de grupos satánicos.

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La otra interpretación lleva a una actitud más crítica y más real. El satanismo no es la obra maestra de la multinacional del mal, sino la expresión de los problemas de la sociedad. La falta de afecto en la familia y la destrucción de la misma, la marginalidad y la exclusión sociales, y el vacío espiritual de una sociedad competitiva, consumista e individualista, son el caldo de cultivo del satanismo. Los adolescentes que crecen sin la presencia de los papás, los jóvenes que no han tenido oportunidades en la vida, y la falta de una genuina experiencia religiosa en un medio voraz, crean las bases para la aparición de la ideología satánica como medio compensador de carencias o expresión de la carencia. En los años 1970, se creó, dentro de las ciencias sociales, el término de pánico moral o rumor pánico para explicar cómo algunos problemas sociales son hiperconstruídos para generar miedo. Y se colocan como verdaderos complots contra la sociedad organizada. Así ocurre con el satanismo. Se presenta como una confabulación internacional contra la sociedad. Philip Jenkins, un investigador de los pánicos morales, dice que la situación de pánico y complot es una explicación irracional de una amenaza, y es el resultado de temores no bien analizados que convierten a un grupo particular en objeto de prejuicios y en chivo expiatorio. 129 Los niños en peligro son, por ejemplo, el tema del pánico ante el satanismo. Se habla de sádicos que recorren las calles en Halloween con paquetes llenos de confites envenenados o manzanas con cuchillas de afeitar por dentro. Mary de Young, otra estudiosa del fenómeno, explica que los niños expresan una metáfora del futuro que todos esperamos y por eso tememos por ellos. Toda amenaza contra ellos se considera como un gran peligro. Pero esto se hace, sin caer en cuenta de que quienes de lamentan, pueden ser personas que no cuidan a sus niños, que los dejan solos, que los tratan mal. Al considerar a un grupo como el causante del peligro, se rebaja la ansiedad individual y se escapa de la propia culpabilidad. La amenaza se ve en otros grupos y no en el propio modo de cuidar los niños.130 Hay una construcción social del satanismo en la que tienen mucho que ver los grupos cristianos fundamentalistas, los organismos anticultos y los medios de comunicación. Estos se apoyan en los temores sociales que se crean, perjudicialmente, contra ciertos colectivos que, se cree, van a destruír la sociedad (satanistas, judíos, sidosos, islámicos…). 131 129

Jenkins, Philip, Pedophiles and Priests. Anatomy of a Contemporary Crisis, Oxford University Press, New York - Oxford 1996, p. 170 130 Young, Mary de. Sociological Views on the Controversial Issue of Satanic Ritual Abuse: Three Faces of the Devil. http://users.cybercity.dk/~ccc44406/smwane/de_young.htm. 131 Estudiosos de esta construcción social son: Richardson, J.T. The social construction of satanism: understanding an international social problem. Australian Journal of Social Issues v.32 no.1 Feb 1997: 61-85. Lippert, Randy, “The Construction of Satanism as a Social Problem in Canada”, Canadian Journal of Sociology, 1990, 15: 417-439. James T. Richardson, Joel Best, and David G. Bromley (ed). The Satanism scare. New York, Aldine de Gruyter, 1991. Victor, Jeffrey. Satanic Panic: The Creation of a Contemporary Legend, Illinois, Open Court Publishing Company, 1993

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Los estudiosos sociales del satanismo han llegado a los siguientes hallazgos en este campo: 1. El comportamiento y las actitudes satanistas las toma el sujeto que tiene una predisposición a ellas. Hay unos marcadores desencadenantes como serían la falta de afecto, la marginalidad y la crisis familiar. No necesariamente éstos sujetos son enfermos mentales, sino que tienen unas carencias que impulsan a pertenecer al grupo satánico. Esta sería la condición de quienes apenas se inician en el satanismo. El adolescente adecuado para estos grupos de satanistas curiosos es el muchacho inteligente, creativo, curioso, de clase media, con baja estima de sí mismo, con relaciones difíciles con padres y compañeros, falto de afecto, crítico de la religión de sus padres. Los síntomas de ingreso al grupo son: obsesión con el rock y los juegos de fantasía, deseo de estar solo, secretismo, uso de signos y pinturas bizarros.132 2. Dentro del satanismo ácido, sí puede haber sicópatas, neuróticos o sicóticos, que encuentran allí el medio para alcanzar sus deseos o calmar sus obsesiones: degradar a la víctima como objeto de satisfacción libidinosa, calmar la perversión a través de ritos o ceremoniales, expresar enfermedades mentales…Algunos de éstos, pueden recurrir a exorcismos en templos católicos o protestantes. 3. También hay sociópatas que tienen incapacidad de relacionarse socialmente, no aceptan los valores comunes socialmente aceptados, no tienen conciencia ética, y necesitan excitación y emoción para responder a sus frustraciones. Como se sienten que han fallado en su vida, necesitan hacer signos de omnipotencia. 4. Por tanto, el problema no es el satanismo, sino lo que hay detrás del satanismo. Qué es lo que impulsa a los jóvenes a pertenecer a un grupo o a realizar actos satánicos? La pregunta no es cuál es el peligro del satanismo, sino que hemos de esta sociedad que los jóvenes tienen que buscar soluciones o respuestas en esos grupos. Una de las notas distintivas de esta sociedad, es la evasión de la propia responsabilidad, y eso es lo que hacemos cuando decimos que la culpa no es de padres, profesores, sacerdotes, pastores, políticos, gobernantes… sino de Satanás. Un estudio bastante sugestivo es el de Kathleen Lowney133 con un grupo de satanistas a quienes directamente entrevistó y conoció durante un año (lo que no ocurre generalmente entre los 132

Del Re, Michele. Satanismo e New Age. http://www.airesis.net/LeStagionidellaFollia/stagioni%202/del%20re %20satanismo.htm 133 Lowney, Kathleen S. “Teenage Satanism as oppositional youth subculture”, Journal of contemporary Ethnography, Enero 1995, vol. 23- 4, pp. 453-484.

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estudiosos del satanismo). Allí descubrió que su estilo de vida es una crítica a la cultura dominante, a los valores y normas de la sociedad. Como no tienen el poder material de cambiar el sistema social o escolar, su oposición es sólo simbólica y desafiante. Llega a la conclusion de que las explicaciones siquiátricas y hasta folclóricas son inadecuadas. Los adolescentes analizados no eran enfermos mentales ni estaban involucrados en delitos mayors. Las violaciones de la ley eran consumo de alcohol, vandalismo menor (pintar grafittis) y manejar vehículos en estado de embriaguez, lo que muchos otros adolescentes hacen. Y lo que deseaban era cuestionar los valores básicos de su municipio: atleticismo, tipo de cristianismo puritano, y las actitudes de logro, belleza y poder. Puede ser que estemos buscando un chivo expiatorio: demonizamos un grupo para salvarnos de nuestra propia responsabilidad social y personal. “Se construye un grupo de malos a los que se puede acusar de todos los entuertos. La persecución es obligatoria, pues no hay zona gris, toda lectura de la realidad social se hace dicotómica y sin tonos medios: los responsables son las brujas, los herejes, los comunistas, los negros, los judíos, las sectas… La cruzada antisatanista no será otra cosa que la manifestación de esta construcción social de la desviación imaginaria”. 134

5. Algo similar ocurre con la música rock, satanizada como rock satánico. El rock es una forma cultural como tantas otras con mensajes que pudiéramos clasificar unos positivos y otros negativos. Es posible que, como dice Fabio Pasqualetti, estudioso del rock actual, cuando la vida es un infierno, eso se puede expresar en la música infernal de los jóvenes. “ Desafortunadamente, es necesario reconocer que Occidente ha usado y abusado del nombre de Dios. También en la última guerra (la de Irak), Dios no ha salido indemne y ambos contendientes han querido colocarlo de la propia parte. A todo esto se añade una difusa ignorancia de la historia occidental: muchos jóvenes heredan… graves prejuicios con relación a la iglesia y a la religión cristiana, sin disponer de elementos de juicio. Añadimos la dolorosa constatación que también aquellos que deberían representar la institución eclesial, no siempre lo han hecho bien…Estas experiencias poco felices alejan los jóvenes de la religión.”135 134

Victor, Jeffrey S. "The Dangers of Moral Panics. What Skeptics (and Everyone Else) Need to Know". Skeptic 3(1995), n°3, 44-51. Quellet, Bertrand. La croisade contre les satanistes. Estudio aparecido en el dossier Satan, en Théologiques 5/1 (1997) pp.59-88. (Facultad de Teología de la Universidad de Montreal). 135 Pasqualetti, Fabio, “Il lato semioscuro dell´heavy: il rock satanico”. http://www.cnos.org/cspg/npg2003/03-08-67.html

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El mundo que se les ha dado a los jóvenes hace que ellos construyan una música dura que expresa las durezas de la vida. Cuando la vida es un infierno, la filosofía es también infernal. 6. En cuanto a los mensajes subliminales, comenzamos recordando la experiencia, poco científica, realizada en l957 por James Vicary, cuando introdujo mensajes pequeñísimos (Drink Coca-cola)cada cinco segundos en un film. Esta experiencia hizo carrera y hoy hay muchas personas que aseguran la eficacia de dichos mensajes. En este campo hay estudios científicos serios que relativizan el efecto de esos mensajes. Podemos citar los siguientes: Subliminal Perception de Philip M. Merikle del Departamento dei Psicología de la Universidad de Waterloo (USA)136; Subliminal Tapes: How to Get the Message Across de Brady Phelps y Mary Exum del Departamento de psicologia de la Utah State University, Logan, Utah (USA)137; Scientific Consensus and Expert Testimony: Lessons from the Judas Priest Trial de Timothy E. Moore del Departamento de Psicologia del Glendon College, York University – Toronto, Ontario (USA)138. Básicamente, los resultados de estos análisis son: no hay pruebas científicas de la eficacia de estos mensajes, el hecho de existir el mensaje no indica que sea eficaz, no todos los jóvenes se suicidan… Más bien, son personas ya predispuestas las que encuentran allí la razón para suicidarse, como ocurrió en el famoso caso de la demanda contra una canción de Judas Priest en 1990. CONCLUSIONES -

El satanismo se sitúa en la Nueva Era. Hay un reflorecimiento de lo mágico para poder lograr poder, riqueza. Se trata de hacer un superhombre a través de la magia potenciadora. De lograr rápido lo que un orden social no permite alcanzar pues se siente como una sociedad hostil que no da belleza, riqueza y felicidad. Y hay que atacar lo que simboliza lo sagrado de esa sociedad: la religión y sus representantes, el código ético tanto civil como religioso, la inocencia simbolizada en la infancia y la virginidad.

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Los padres no pueden estar con los jóvenes la misma cantidad de tiempo que antes. Aparece un vacio de afecto y compañía que puede ser llenada por el grupo satánico. El problema no es del satanismo, sino de los padres. Es fácil evadir la propia responsabilidad, echando la culpa a grupos satánicos. “Vivimos en una sociedad donde el individuo cada vez se encuentra más aislado. Es frecuente encontrar familias donde los dos progenitores trabajan fuera de casa y donde la

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http://www.arts.uwaterloo.ca/~pmerikle/papers/SubliminalPerception. html . http://www.csicop.org/si/9204/subliminal-tapes.html. 138 http://www.csi cop.org/si/9611/judas_priest.html 137

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familia extensa (abuelos, tíos, primos, etc) están poco presentes. Esta situación favorece que la educación de los hijos recaiga casi exclusivamente en el colegio o en otro tipo de cuidadores que no tienen un excesivo vínculo emocional con el niño. Los padres, cuando están con su hijo, tienden a compensar su ausencia accediendo a todos los deseos del niño, lo cual hace que les cueste mucho poner límites y normas. Esta ausencia de límites puede favorecer la aparición de trastornos de conducta en los jóvenes. Un fenómeno que aumenta en el caso de las familias desestructuradas. Es evidente que la situación es más complicada en estas familias”139

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Los excluídos pueden reaccionar a su situación de diversas formas (rebelión, espiritualismo, conformismo…), pero también con el recurso a las drogas, la anomia y el resentimiento. Así encuentran en el comportamiento satánico el cauce a sus desahogos y la legitimación “filosófica” de su acción. Las patologías de la sociedad se muestran bajo el síndrome de satanismo, pero la solución no está en curar el síndrome, sino la enfermedad que él manifiesta. 140

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Otras personas no encuentran en el discurso religioso, cultural y filosófico tradicional, un sentido adecuado para sus vidas y ejercitan su libertad en el esfuerzo de la completa autonomía moral y doctrinaria. Ante lo poco auténtico y coherente de los mediadores de los grandes relatos, escogen el satanismo racionalista como forma de vida.

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Una pregunta es esencial, cuál es más satánico, el que usa símbolos satánicos y se reune en grupos llamados satánicos, o el que produce una guerra sin razones, el que masacra diez o quince campesinos, el que roba el salario de sus obreros, el que se roba los bienes del estado, el que es infiel a su misión?

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Finalmente, parece que se exonera a los grupos satánicos o a los jóvenes de toda responsabilidad. No es esa la realidad. La gran mayoría de quienes ingresan a esos grupos lo hacen con conocimiento, voluntad y libertad, aunque luego pierdan algunas de esas potencialidades. Pero el medio alimenticio, se ha creado con los sistemas socio-económicos que establecidos (desiguales, competitivos, antihumanos, más preocupados por lo institucional que por las respuestas a lo humano, violentos y guerreros) , con los modelos de familia en crisis, con grandes relatos (religiosos, culturales, ideológicos…) que no han sido capaces de llenar los vacíos de sentido y de dar testimonio de que lo duro y difícil sí es la forma de construír una vida humana verdadera y auténtica. Pero siempre seguirá una

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Alda, José A. ¿Por qué aumentan los trastornos mentales en los países occidentales? Forum Libertas.com. Diario digital. 27/07/2004. www.forumlibertas.com 140 Cfr. Robbins, Susan. The social and cultural contexts of satanic ritual abuse allegations. En Institute for Psychological Therapies Journal. Vol 10, 1999.

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pregunta: la pregunta por el misterio del mal. Misterio que acompaña ontológicamente la existencia humana en el punto de la libertad. El misterio de la libertad va unido al misterio de la iniquidad. Un plano trascendente que se le escapa a las explicaciones racionales. No se puede, sin embargo, renunciar a la libertad aceptando la acción directa de Satanás en el hombre, o invocando el poder omnímodo del diablo sobre los dictados de la voluntad y el conocimiento.

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