De América a Europa: denominaciones de alimentos americanos en lenguas europeas 9783954876778

Este libro estudia las voces amerindias prehispánicas, procedentes del ámbito de la alimentación, incorporadas a veintit

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Spanish; Castilian Pages 415 Year 2017

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Contenido
Presentación
Introducción
I. De América a Europa
De productos desconocidos a alimentos familiares
Los procesos de denominación de la nueva realidad americana
El camino de un texto, el camino de las palabras
II. Lenguas románicas
Indoamericanismos relativos a comidas y bebidas en el español europeo. Tres muestras léxicas
De la tierra al plato. Las voces tomàquet, blat de moro y patata en catalán
Lo que vino de América: coca (‘coca’), goiaba (‘guayaba’) y maís (‘maíz’). La recepción de esas voces en la lengua portuguesa
La aparición en la lengua francesa de algunos términos relativos a la alimentación procedentes de lenguas amerindias
Maíz, cacao y chocolate en italiano
De tierras de América a hablas de Cerdeña: pápa, tomatl, mahiz
Denominaciones de alimentos americanos en rumano
III. Lenguas germánicas
Voces de alimentos americanos en alemán
Denominaciones de alimentos americanos en holandés: chocolate, tomate, maíz y algunas más
El viaje de tres voces de lenguas indígenas americanas al inglés: guayaba, aguacate, papaya
Maíz, patata y tomate en los Países Nórdicos: Dinamarca, Islandia, Noruega y Suecia
IV. Lenguas eslavas
Cacao, tomate y patata en búlgaro
Tres nahuatlismos en checo y en eslovaco: čokoláda ‘chocolate’, kakao ‘cacao’ y čili ‘chile’
Chocolate, maíz, papa y tomate en Polonia
Denominaciones de alimentos americanos en la lengua rusa
V. Otras lenguas indoeuropeas
La llegada de la patata, el tomate y el chocolate a Grecia
Alimentos comunes desde Latinoamérica a Turquía
VI. Lenguas finoúgrias
Chocolate, cacao y aguacate en húngaro
La suerte de tres voces de América en finés: el caso de avokado, suklaa y mate(-tee)
Consideraciones finales
Apéndice
Sobre los autores
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De América a Europa: denominaciones de alimentos americanos en lenguas europeas
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Erla Erlendsdóttir Emma Martinell Ingmar Söhrman (eds.)

De América a Europa Denominaciones de alimentos americanos en lenguas europeas

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Erla Erlendsdóttir Emma Martinell Ingmar Söhrman (eds.)

Iberoamericana - Vervuert - 2017

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Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)

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Contenido

Presentación

Nuria Estrella Gregori Torada.............................................................................. 9

Introducción

Los editores................................................................................................................ 15

I. De América a Europa Emma Martinell Gifre De productos desconocidos a alimentos familiares........................................ 21 Antonio Torres Los procesos de denominación de la nueva realidad americana................ 35 Erla Erlendsdóttir El camino de un texto, el camino de las palabras......................................... 47 II. Lenguas románicas José María Enguita Utrilla  Indoamericanismos relativos a comidas y bebidas en el español europeo. Tres muestras léxicas............................................................................................ 71 Rafael Cala Carvajal De la tierra al plato. Las voces tomàquet, blat de moro y patata en catalán............................................................................................... 89 Elena Losada Soler e Ignacio Vázquez Diéguez Lo que vino de América: coca (‘coca’), goiaba (‘guayaba’) y maís (‘maíz’). La recepción de esas voces en la lengua portuguesa....................................... 99

Marie-Christine Gomez-Géraud La aparición en la lengua francesa de algunos términos relativos a la alimentación procedentes de lenguas amerindias.................................. 119

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Luciano Formisano Maíz, cacao y chocolate en italiano ..............................................................

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Myriam Mereu De tierras de América a hablas de Cerdeña: pápa, tomatl, mahiz..........

151

Joan Fontana i Tous e Ingmar Söhrman Denominaciones de alimentos americanos en rumano................................

173

III. Lenguas germánicas Waltraud Weidenbusch Voces de alimentos americanos en alemán......................................................

189

Robert de Jonge Denominaciones de alimentos americanos en holandés: chocolate, tomate, maíz y algunas más..............................................................................

205

Frances Luttikhuizen El viaje de tres voces de lenguas indígenas americanas al inglés: guayaba, aguacate, papaya...............................................................................

213



Erla Erlendsdóttir Maíz, patata y tomate en los Países Nórdicos: Dinamarca, Islandia, Noruega y Suecia ............................................................................... 229

 IV. Lenguas eslavas Boriana Kiuchukova-Petrinska Cacao, tomate y patata en búlgaro.................................................................

255

Ivo Buzek y Zuzana Ďaďová Tres nahuatlismos en checo y en eslovaco: čokoláda ‘chocolate’, kakao ‘cacao’ y čili ‘chile’..................................................................................... 263 Marzena Chrobak Chocolate, maíz, papa y tomate en Polonia................................................... 293 Elena Kóreneva Denominaciones de alimentos americanos en la lengua rusa..................... 307

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  V. Otras lenguas indoeuropeas Alicia Villar Lecumberri La llegada de la patata, el tomate y el chocolate a Grecia..................... 331 Nesrin Karavar Alimentos comunes desde Latinoamérica a Turquía ............................ 343 VI. Lenguas finoúgrias Nóra Rózsavári Chocolate, cacao y aguacate en húngaro........................................... 359 Anton Granvik La suerte de tres voces de América en finés: el caso de avokado, suklaa y mate(-tee)........................................................................... 373 Consideraciones finales......................................................................... 393 Apéndices  I. Esquema Corpus de voces amerindias prehispanas.............................................

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II. Mapa La voz cacao en Europa.................................................................... 405 Sobre los autores.................................................................................... 407

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Presentación Dra. Nuria Estrella Gregori Torada Directora del Instituto de Literatura y Lingüística “José A. Portuondo Valdor” Académica de mérito de la Academia de Ciencias de Cuba Académica de número de la Academia Cubana de la Lengua y miembro correspondiente de la Real Academia Española y de la Academia Norteamericana de la Lengua Española

La mayor cosa, después de la creación del mundo, sacando la encarnación y muerte del que lo creó, es el descubrimiento de las Indias.

Francisco López de Gómara (1552)

El 3 de agosto de 1492 partieron del puerto de Palos de la Frontera rumbo a Cipango (Japón) tres pequeñas naves con noventa hombres: una nao, La Santa María y dos carabelas, La Niña y La Pinta. Al mando de la expedición, en La Santa María, iba don Cristóbal Colón, uno de los personajes más estudiados, atractivos y polémicos de la historia de la humanidad. La polémica empieza desde su nombre: ¿Cristóbal Colón, Cristóforo Colombo, Christophorus Colombus? Su profesión: ¿cartógrafo, navegante, almirante? Su lugar de nacimiento: ¿Génova, Cataluña? Se desconoce también la fecha de su nacimiento. Algunos afirman que nació entre 1436 y 1456. En cambio sí se sabe con exactitud que falleció en Valladolid el 20 de mayo de 1506. En algunos documentos de la época se afirma que había surcado todos los mares, que navegó por Europa y África con expediciones italianas y portuguesas y que su gran sueño era ir a Cipango en busca de especias, navegando hacia occidente…

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Por las notas que tomó en su Diario el jueves 11 de octubre de 1492, considerado el primer documento de la historia de América, podemos conocer que: A las dos horas después de media noche pareció la tierra, de la cual estarían dos leguas. Amaynaron todas las velas, y quedaron con el treo, que es la vela grande, sin bonetas, y pusiéronse a la corda, temporizando hasta el día viernes que llegaron a una isleta de los Lucayas que se llamaba en lengua de indios Guanahaní. Luego vieron gente desnuda, y el Almirante salió a tierra en la barca armada y Martín Alonso Pinzón y Vicente Yañez, su hermano, que era capitán de La Niña. Sacó el Almirante la bandera real, y dijo que le diesen por fe y testimonio como él por ante todos tomaba, como de hecho tomó posesión de la dicha Isla, por el Rey y por la Reina sus señores1.

Pero no habían llegado a Cipango. El almirante Cristóbal Colón y sus noventa hombres habían descubierto América. Era el viernes 12 de octubre de 1492, setenta días de una larga travesía, más larga de lo previsto, con grandes vientos y oleajes que exacerbaron a la tripulación y provocaron sublevaciones que el almirante tuvo que contener para que nadie pereciera, y para poder llevar a cabo su misión. Entre las primeras palabras aborígenes americanas que se “incorporaron” a la lengua española están Cuba y canoa, que las escribe Colón en su Diario. Cuba aparece el martes 23 de octubre: “quisiera hoy partir para la Isla de Cuba, que creo que debe ser Cipango, según las señas que dan su gente de la grandeza de ella y riqueza”. El viernes 26 se refiere y detalla las muy grandes almadías que los indios llaman canoas, con las que comenzaría la larga navegación de la lengua castellana en América. El domingo 28, cuando llega a Cuba, describe la agradable impresión que recibe al ver la suavidad del clima, la belleza de los árboles, la abundancia de las flores y las muchas aves y pájaros que cantaban dulcemente, lo que le llena de admiración y júbilo, y escribe lo que podemos calificar como el primer “piropo” español en América: “Es aquella Isla la más hermosa que ojos hayan

1  Cristóbal Colón (1985): Diario de a bordo. Edición conmemorativa. Barcelona: Instituto Gallach, pp. 89-90. Tomado de Colón descubierto por Fredo Arias de la Canal, Casa de la Cultura de Potes. Frente de Afirmación Hispanista, AC, Cantabria, 2015.

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visto”. Cuba, cuyo nombre prevaleció, por suerte, sobre los otros dos con que fue bautizada por los conquistadores: Juana y Fernandina2. A su regreso a España, el 15 de marzo de 1493, llevó consigo a unos cuantos aborígenes, a los que, como sabemos llamaba equivocadamente “indios”, y un poco de oro. Colón estaba convencido de que había arribado a la parte más pobre de China y, como escribió en el Diario, estaba convencido de la inferioridad de estos: “con 50 hombres es posible someterlos a todos y obligarlos a hacer lo que uno quiera”. Colón fue recibido por los Reyes Católicos el 30 de abril de 1493 en la ciudad de Barcelona. Les informó de que había llegado a Asia, por lo que se le expidió el título de “Capitán General de las islas descubiertas y por descubrir”. Colón realizó tres viajes más a América y, aunque no fuera el primer explorador europeo que llegara a estas tierras, como tanto se le discute también, sí fue el primero que trazó la ruta de ida y vuelta desde España, atravesando el océano Atlántico, y relató cada una de las etapas de sus viajes, lo que permitió a otros navegantes hacerlo después. Lamentablemente, como se sabe, sus diarios de viaje y otros documentos se han perdido, lo que también constituye un gran misterio. Murió en 1506 convencido de que había hallado una nueva ruta hacia las Indias y no de que había descubierto un nuevo continente. Pocos meses antes del descubrimiento, el gramático sevillano Elio Antonio de Nebrija había concluido y publicado la Gramática castellana, la primera gramática de una lengua romance, que entregó a la reina Isabel la Católica con una dedicatoria en la que le explicaba la importancia que tenía el uso de una sola lengua para la intercomunicación entre todos los habitantes del reino, así como “para ayudar a vizcaínos, navarros, franceses, italianos y todos los otros que tienen trato y conversación en España, a aprender castellano”, añadiendo la frase lapidaria: “siempre la lengua fue compañera del Imperio”, lo que ha sido, en ocasiones, erróneamente, interpretado como un programa de asimilación lingüística, cuando en realidad lo que expresa es la importancia del establecimiento de las normas lingüísticas para facilitar el aprendizaje de la lengua tanto por parte de los castellanos como por la de los hablantes de otras lenguas. Nebrija no podía imaginarse lo que estaba a punto de ocurrir: 2  Véase José Juan Arron (2005): De donde crecen las palmas. La Habana: Centro de Investigación y desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello.

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la expansión atlántica del castellano a un Nuevo Mundo, donde el castellano se convertiría definitivamente en español y donde se mezclaría con otras decenas de lenguas y culturas diversas, hasta entonces desconocidas. Tuvo mucha razón nuestro Fernando Ortiz al afirmar que si para los europeos América fue un Nuevo Mundo, para los pueblos que habitaban América Europa fue un Mundo Novísimo. Sin lugar a dudas, más que un descubrimiento, fueron dos mundos que recíprocamente se descubrieron y entrechocaron bruscamente. Pero la cultura, como fenómeno social extremadamente dinámico y complejo, persiste y se propaga mucho después de la muerte de sus portadores, que previamente la han transmitido. Por ello la desaparición o eliminación física de una gran parte de los portadores de las culturas aborígenes, lo que sí implicó la desaparición de sus lenguas, no comportó necesariamente el exterminio de la herencia cultural que nos legaron. La asimilación étnica forzada se realizó de manera efectiva, pero su herencia cultural quedó presente todavía en la lengua, fundamentalmente en el léxico, como principal “almacén de cultura” de los pueblos, y también en las costumbres, en la alimentación, en los utensilios, etc. La importancia del descubrimiento de América es también lo que permitió el establecimiento de una ruta de navegación segura documentada entre Europa y América, por lo que navegantes de otros países comenzaron a realizar sus viajes, lo que produjo un profundo proceso de transculturación donde se fundieron lenguas, culturas y etnias de diversas partes del mundo. El libro que tienen ustedes en sus manos De América a Europa. Denominaciones de alimentos americanos en lenguas europeas es el resultado de un gran proyecto de investigación internacional, trascendental realizado bajo la coordinación de las doctoras Emma Martinell Gifre de la Universidad de Barcelona, Erla Erlendsdóttir de la Universidad de Islandia y del doctor Ingmar Söhrman, de la Universidad de Gotemburgo, con la participación de veintiún destacados investigadores y profesores de dieciséis países europeos quienes, a partir del año 2014, comenzaron la realización de un amplio y profundo estudio sobre el proceso de incorporación de diecinueve palabras aborígenes americanas en los diferentes niveles —léxico, ortográfico fonológico, morfológico, sintáctico y semántico— en veintitrés lenguas: español, catalán, portugués, francés, italiano, sardo, rumano, alemán, inglés,

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checo, eslovaco, polaco, búlgaro, ruso, húngaro, finés, holandés, danés, islandés, noruego, sueco, griego y turco, lo que constituye, sin duda alguna, un gran aporte al conocimiento lingüístico universal. Para esta macroinvestigación se partía de resultados obtenidos de investigaciones anteriores realizadas por las doctoras Martinell y Erlendsdóttir, y por otros investigadores, publicadas a partir del año 1996, y que están relacionadas con la “conciencia lingüística”, no ya de la lengua propia, sino de la diversidad de las lenguas ajenas, constatada por la experimentación directa, testimonial, o referida y apoyada en autoridades3. Los investigadores, para conocer y certificar la incorporación de las palabras amerindias a cada una de estas lenguas europeas, tuvieron que consultar gran cantidad no solo de documentos e información histórica y lingüística, sino también libros de botánica, tratados medicinales y de agricultura, obras literarias, libros de cocina, traducciones, etc., lo que les permitió demostrar en qué fecha y a través de qué lengua o lenguas se introdujo el vocablo en cada una de ellas, su adaptación, la creación de nuevas expresiones, la etimología popular y un largo etcétera. Llama la atención, por ejemplo, el largo camino seguido para el vocablo aguacate en inglés. Los colonos ingleses de Jamaica acuñaron la voz alligator pear, por la semejanza en el color y la rugosidad de la piel del aguacate con la del cocodrilo, y durante más de doscientos años así se lo llamó, aunque tuvo varios nombres más, hasta que en los años veinte del pasado siglo xx, el Departamento de Agricultura y la American Pomological Society de EE.UU. los abolió y estableció que desde ese momento en inglés la palabra aprobada era avocado. En las páginas de este hermoso y muy bien documentado libro encontrarán otro “Nuevo Mundo”, hasta ahora desconocido, gracias a la consagración y nivel científico de este equipo de investigadores que lo han hecho posible. 19 de abril de 2017. “Día del Aborigen Americano”.

3  Véanse Emma Martinell Gifre y Mar Cruz Piñol (eds.) (1996): La conciencia lingüística en Europa. Testimonios de situaciones de convivencia de lenguas (ss. xii-xviii). Barcelona: PPU y Martinell Gifre y Erla Erlendsdóttir (eds.) (2005): La conciencia lingüística europea. Nuevas aportaciones de impresiones de viajeros. Barcelona: PPU.

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Introducción Erla Erlendsdóttir Emma Martinell Ingmar Söhrman

Cacao, chocolate, tomate y maíz, entre muchos otros, son productos que en Europa forman parte de la vida cotidiana actual. Sabemos de su valor nutritivo, de su variedad de formas, pero no somos conscientes de que no siempre dispusimos de ellos. Se producían y se consumían, y no necesariamente con las formas actuales que nos son familiares, en zonas de América a las que accedieron los europeos, los españoles, a finales del siglo xv. Y se trasplantaron de continente. A partir del año 2014 los coordinadores decidimos abordar un estudio extenso del proceso de incorporación de voces amerindias prehispanas en lenguas europeas. El objetivo principal de esta investigación cuyo resultado ve la luz en este texto, es comprobar cómo, paralelamente al viaje, adopción, aclimatación, cultivo y consumo de un conjunto de productos de naturaleza vegetal, sus denominaciones han recorrido el mundo y entrado en diversas lenguas de Europa, de cuyo acervo léxico ya forman parte. Somos conscientes de que nombres y productos se expandieron por otras zonas geográficas del mundo, pero en esta ocasión el continente europeo marcaría el límite de estudio. Se ha seleccionado un número de lenguas de Europa receptoras de las anteriores voces. Se ha atendido a siete lenguas románicas, a siete lenguas germánicas, a cinco lenguas eslavas, a dos lenguas del grupo ugrofinés, a la lengua griega y a la lengua turca. Los colaboradores proceden de España, Italia, Francia, Alemania, Holanda, Inglaterra, Suecia, Islandia, Chequia, Eslovaquia, Rusia, Polonia, Hungría, Bulgaria, Finlandia y Turquía. Gran parte de ellos son profesores universitarios y muchos

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Introducción

son especialistas en su lengua y buenos conocedores del español. Varios son expertos en literatura de viaje y editores de conocidos textos. Los colaboradores han elegido entre tres y cinco voces de entre las que forman el corpus de partida. El corpus consta de diecinueve voces, pertenecientes al campo semántico (nocional y referencial) de la alimentación. Son nombres de productos vegetales que se introdujeron desde sus zonas de origen, el espacio americano. Se trata de préstamos de lenguas americanas prehispanas —taíno, caribe, náhuatl, quechua o aimara (aguacate, batata, cacao, chile, enchilada, chirimoya, chocolate, coca, cocaína, guacamole, guayaba, jalapeño, maíz, mate, papa, papaya, quinoa, tequila, tomate)— para los que, en principio, el español se constituyó en lengua intermediaria, hasta su adopción en cada una de las veintitrés lenguas tomadas en consideración. Dado que se redactaron textos cronísticos en otras lenguas (portugués, italiano, en primer lugar; francés, inglés o alemán, más tarde), y que hubo una práctica de la traducción muy temprana, era posible que otras lenguas hubieran servido de lenguas intermediarias. Las aportaciones de los colaboradores darían la fecha de la primera documentación de las voces estudiadas —dato atestiguado en diccionarios o en textos de naturaleza heterogénea—, así como el proceso de integración de las voces en los diferentes niveles (ortográfico, fonológico, morfológico, sintáctico y semántico). La llegada a Europa del producto americano no siempre supone la adopción de la palabra indígena, a través de la forma española. Maíz, patata y tomate serían los mejores ejemplos. Son formas que se verán sustituidas, al principio, por una denominación alternativa: formas compuestas, con presencia de aplicaciones metafóricas (pomme de terre, pomodoro). En cambio, otras voces (cacao, chocolate) se han difundido con pervivencia de su forma de un modo casi total, con escasos cambios ortográficos o fonológicos. La información que proporcionan los colaboradores incluye citas de textos en los que aparece la palabra elegida, así como la eventual referencia a la implantación del producto, a la generalización o no de su cultivo, y a su consumo. En otro terreno, se mencionan los valores metafóricos que el término haya podido adquirir, o las construcciones fraseológicas de las que el término forme parte.

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Los coordinadores somos conscientes de que no hay precedentes para este tipo de investigación. Por esa razón la hemos abordado, con el convencimiento de que la globalización de la alimentación favorece, cada vez más, que en todo el mundo se saboreen productos, y platos, y se adopten sistemas de elaboración de otras partes. De ello se deriva, indefectiblemente, la adopción constante de préstamos. El libro se estructura en cinco partes. En la primera parte, parte introductoria, aparecen los capítulos redactados por dos de los coordinadores y un colaborador. El primero se centrará en el fenómeno de la alimentación humana, y del cambio que supuso en la alimentación europea la llegada de productos americanos, hasta entonces desconocidos y nunca antes producidos ni consumidos. Sigue un capítulo en el que se analizará el proceso de denominación al que se enfrentó el europeo: identificar nuevas realidades designadas con nuevos nombres en diversas lenguas, describirlas acudiendo a la comparación con lo conocido, y pasar a nombrarlas con las denominaciones oídas, prestadas de otras lenguas. Y se cierra con un capítulo en el que se plantea tanto la tipología textual que se fraguó con la llegada de los europeos a América (cartas, crónicas, relaciones, historias naturales, geografías, tratados de medicina) como el proceso de transmisión de este corpus textual y su conocimiento progresivo en Europa a través de las traducciones. Además, alude a la información léxica que quedó recogida desde el inicio en las obras lexicográficas. A continuación se encuentran los capítulos redactados por los colaboradores que explican la adopción y adaptación de las voces elegidas en la lengua de que se ocupan. En la segunda parte se encuentran los capítulos sobre las lenguas románicas: el español, el catalán, el portugués, el italiano, el sardo, el francés y el rumano. Sigue la parte sobre las denominaciones seleccionadas en las lenguas germánicas: el alemán, el holandés, el inglés y las lenguas nórdicas (danés, sueco, noruego e islandés). En la cuarta parte pasamos a las lenguas eslavas: búlgaro, checo, eslovaco, polaco y ruso. La quinta parte incluye dos capítulos sobre dos lenguas indoeuropeas: el uno explica las denominaciones de alimentos americanos en el griego y el otro da cuenta de varias denominaciones de origen americano en el turco. En la sexta, y última parte, se ofrecen también dos capítulos sobre el húngaro, por un lado, y el finés, por el otro (las lenguas finoúgrias).

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Introducción

En las Consideraciones finales hemos resumido lo esencial de la suma de aportaciones de todos los que han participado en el proyecto. En el Apéndice I aparece un cuadro con las voces que forman el corpus y en las respectivas lenguas incluidas en el proyecto. En el Apéndice II hay un mapa con la distribución de la voz cacao y de sus variantes en las lenguas aquí incluidas. Deseamos expresar nuestro agradecimiento a muchas personas que nos han ayudado en algún momento del proceso de elaboración de este texto. Por otra parte, a las instituciones y a las personas que, de un modo u otro, han contribuido a la difusión de nuestro proyecto a lo largo de los últimos tres años: Casa Amèrica Catalunya en Barcelona y, en especial, a Cristina Osorno. A Ana Isabel García Tesoro, por acoger la presentación de la investigación del equipo en un congreso sobre lenguas en contacto celebrado en la Universidad de Tokio. Y a la Facultad de Humanidades de la Universidad de Islandia por su apoyo. Además, damos las gracias a Alessandra Guigoni, de Cerdeña, Marcelo De Barros Ramalho, de São Paulo, Mercè Torra Bou, de Atenas, Jens Lüdtke, de Heidelberg; a Juan Francisco García Bascuñana, Lourdes Jayo, Ventura Salazar y Ana María Fernández Planas. A Vesela Petrova, de Sofía y a Bozena Zaboklicka Zakwaska. Por descontado, sobre todo, el libro responde a la generosa y profesional respuesta a nuestra convocatoria de todos los colaboradores, tanto a los que han estado desde el principio como a los que se han incorporado en cualquier punto del camino.

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I De América a Europa

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De productos desconocidos a alimentos familiares Emma Martinell Gifre Universidad de Barcelona

La llegada del hombre europeo a América propició el contacto con una realidad ajena a la que le era propia y conocida, y diferente a la que había encontrado en sus desplazamientos terrestres y marítimos hacia Oriente. De esa realidad no había referencias textuales ni entre los autores clásicos ni entre los autores medievales. Con todo, gracias a la experiencia de los navegantes portugueses a lo largo de la costa del continente africano —con el paso por el cabo de Buena Esperanza de Bartolomé Dias en 1488, y el posterior acceso al océano Índico—, se había dado un paso gigantesco, al que aluden Braudel, Duby y otros (1985: 126). Las galeras superaron la navegación de cabotaje, alejándose de la costa, aprovechando, a la vez que sufriendo, la fuerza y la dirección de los vientos. También en Europa se llevaba cincuenta años imprimiendo mapas y textos, que hablaban de lo que se iba encontrando y conociendo. Estos hechos, de índole tan diversa, explican, en opinión de Elliot (1984: 68), que Europa entrara en una órbita de vastas dimensiones. Aquí me compete referirme tan solo a una parcela de las consecuencias de este encuentro (Long 2003), consecuencias en primer grado alimentarias pero, a la vez, biológicas y culturales (Crosby 1972): el conocimiento de animales y vegetales que modificaron las posibilidades de alimentación, de entrada, para los pobladores del continente americano, ya fueran los naturales ya fueran los españoles, como, más tarde, los mestizos y los criollos, y los esclavos negros africanos. De una parte, el europeo incorporó a su mundo de procedencia el conocimiento de nuevos productos naturales: raíces, tubérculos, plantas, árboles

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Emma Martinell Gifre

y frutos. Mandó de regreso “muestras”, semillas, que se mostraron, y que se cultivaron en ese nuevo entorno. De la otra parte, el europeo, en sucesivos viajes, fue aportando, por ejemplo, el trigo, la caña de azúcar o la vid. No nos referimos a los animales, pues en el proyecto nos centramos en denominaciones exclusivamente de naturaleza vegetal. Sin embargo, es pertinente mencionar que, al llevar a América caballos, vacas, cerdos, cabras y ovejas, no solo se obtuvo riqueza y variedad en la comida, sino que se facilitó la transformación de las técnicas de cultivo. Los campos se labraron gracias a los arados tirados por animales; y el cultivo de la caña de azúcar, aprendido y practicado en las islas portuguesas y españolas del Atlántico, se dio en los ingenios, gracias a la fuerza del agua propulsada por las norias accionadas por animales domesticados. De forma que cambió la comida en sus ingredientes, como se transformó la cocina en los modos de preparación. Hubo nuevas prácticas alimentarias, en los indígenas y en los españoles. En una palabra, en la posterior población del continente americano se dio la hibridación, y resultó una comida mestiza y acriollada. Paralelamente, a lo largo de los siglos de vida colonial, se configuraron creencias y actitudes. El gusto se tradujo, por un lado, en resistencia, recelo, aversión o rechazo; por el otro lado, en aceptación, preferencia, afición o dependencia (nos referimos, por ejemplo, al chocolate espeso y caliente servido en jícara aromatizado con vainilla u otras especias). Todo ello posiblemente fue más visible en el ámbito animal1 que en el ámbito vegetal, pero pervivió con tanto arraigo que se transfirió a Europa. Se temía el consumo de la patata y del tomate, por ejemplo, por unos supuestos efectos nocivos. Hasta el siglo xviii no se ampliaron los límites de su uso, y se ensayaron las variedades que los enriquecían. Para el proceso de difusión de los productos americanos rigieron motivaciones de índole climática: la patata se difundió con mayor rapidez en el norte de Europa, en tanto que otros cultivos prosperaban en el sur2. 1  Dediqué una monografía al trato que se le daba a la iguana en los textos cronísticos. Era de aspecto espeluznante, pero de comportamiento inofensivo. Comer su carne repugnaba, pero corría la voz de que curaba de males inconfesables… (Martinell 1994: 1223-1236). 2  El maíz y el pan con él elaborado se dieron, de preferencia, en el norte de Portugal y, en España, en Galicia y Asturias; en zona italiana, en Lombardía y en el Piamonte.

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También intervino la competencia que se creó con los productos asiáticos, integrados (y necesarios) a la comida de Occidente. Las especias que les llegaban a los comerciantes marselleses, genoveses o venecianos lo hacían por las rutas del mar Rojo y desde siglos venían desempeñando un papel crucial en la conservación y transformación del sabor de otros productos, sobre todo animales. Claro está que entraron en liza con el ají (el chile) y la rica variedad de pimientos americanos3. La situación política en Europa, en el siglo xvi, sobre todo por lo que respecta a España —en cuya lengua, en principio, se prestaron las voces indígenas por las que nos interesamos a las demás lenguas del continente—, fue decisiva para la vitalidad de los canales de difusión de los productos. Hay que tener presente el periodo español en los Países Bajos, de siglo y medio de duración (con altibajos y menor intensidad en las Provincias Unidas desde 1609); las posesiones en Italia (Foresta 1988; Marcato 2010; Accademia della Crusca 1994; Accademia Italiana della Cucina 1991; Casanova y Bellingeri 1988): el Milanesado (1535-1713), los reinos de Nápoles y Sicilia (1535-1713); también en Cerdeña (primero perteneció al reino de Aragón, fue después española4), y solo en el siglo xviii pasó a depender de la Italia peninsular; y también la unión dinástica en Portugal, bajo la Casa de Austria, de 1580 a 1640. En lo que atañe a las rutas comerciales establecidas, el Imperio otomano controlaba las orillas orientales norte y sur del Mediterráneo, conquistó el reino de Hungría, que comprendía las actuales Eslovaquia y Croacia, dominaba los Balcanes y llegó a sitiar la ciudad de Viena en 1529. Al mismo tiempo, los otomanos que señoreaban el norte de África, controlaban la península arábiga, el mar Rojo, y los territorios del Golfo Pérsico. Por esa razón estuvieron en condiciones ventajosas para difundir las plantas americanas (maíz, etc.) en el siglo xvi por el norte de África y por los Balcanes, y lo mismo hicieron en el siglo siguiente, el xvii, con el tabaco y el café. En esencia, se vivían las consecuencias de un delicadísimo y dilatadísimo en3 

El polvo de la pimienta roja está en el páprika de Hungría, y en la Europa oriental.

El sardo muestra una notable influencia léxica del catalán y del español. Esta es la razón de haber incluido en este volumen la investigación de M. Mereu, que indaga sobre la entrada de voces indígenas americanas, y la diferencia entre estas denominaciones y las que se adoptaron en la península itálica. 4 

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frentamiento entre el Sacro Imperio Romano de los Habsburgo (católico) y el Imperio otomano (musulmán). Era un choque religioso, ideológico y con reflejos culturales en el ámbito que nos ocupa. Se forjó una animadversión hacia el poder otomano, que no hacían sino aumentar los hechos derivados de la lucha por la hegemonía comercial, que se traducía en abordajes, en apresamientos y en situaciones de cautiverio y de esclavitud. Esa es una posible explicación de la proliferación de apelativos del tipo: de Turquía, turquesco, turco, de moro, moro; de Turquie, maure; turkischer, marroco, moriscu, o turkey (denominación en inglés de la variedad americana, el dinde francés o el gall dindi en catalán) que se mencionan en diversos textos de los que conforman este libro, casi siempre en respuesta más de una actitud (reflejo de estereotipos consolidados en el transcurso de los años) que de la referencia a una errónea procedencia geográfica del producto. Los cultivos sencillos de productos ricos en nutrientes, hasta ese momento, habían tenido su máximo exponente en el arroz, llegado a Europa de Oriente. Un factor que determinó la utilidad de la introducción de estos cultivos y explica el porqué del consumo progresivo de los productos americanos más proteicos era el rigor con el que Europa había experimentado pandemias (peste negra, viruela, sarampión) y hambrunas. Las patatas, esos tubérculos de tipos diversos, cuyo cultivo americano arraigaba en zonas climáticas y de suelo diferente (patata andina, patata mexicana), eran algo así, aunque por razones ya mencionadas, se optó primero por aprovechar la piel para la alimentación de los animales, y se incorporó al consumo humano de preferencia en la zona central y septentrional del continente. La patata viajó pronto al norte, donde se daban con dificultad las legumbres, las verduras y las frutas. Aparte de por los textos sobre botánica y agricultura, lo sabemos por el viaje de sus denominaciones y la entrada en las lenguas. En tanto era ya un alimento básico en unas zonas, precisamente más alejadas de su origen, necesitó más tiempo, quizá porque, como decimos, en el sur competía con unos alimentos básicos propios de la tierra, no extraños. Lo mismo ocurrió con el maíz. Fue desdeñado primero frente al trigo, y cultivado después, hasta hoy en día, en cantidades descomunales5. El maíz se 5  EE.UU., con una extensión de 9.371.174 km² cuadrados, tenía prevista para 2016 una producción de 383.000.000 de toneladas métricas de maíz. Le sigue China, algo mayor en

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cultivaba, no solo en la América a la que llegaron los europeos, sino también en el nordeste del continente americano. Jacques Cartier, en tres viajes sucesivos al Canadá (sobre todo, la zona que rodea el curso del río San Lorenzo), realizados en 1534, 1535-1536, y 1541, alude con frecuencia al blé sauvage que indios hurones e iroqueses siembran y consumen. También menciona el gros mil, “que comen a modo de pan”, “que es el pan del que viven”, y explica con detalle cómo lo muelen, cómo forman tortas planas y las cuecen sobre piedras calentadas. Alude a la semejanza con el mismo cereal en el Brasil (Cartier 1992; Julien 1992: 146, 179, 195, 197, 199, 214, 239, 269). La valoración del maíz que se halla en los textos cronísticos, siempre suponía la creencia de que constituía el recurso, junto a la yuca, de los pueblos indios contra la falta de otro cereal y, en muchos casos, de otro alimento. Sin embargo, esta opinión contravenía, al menos en la extensa zona maya, el simbolismo de ese cereal, el carácter sagrado: del maíz se formó el mejor hombre6. El pan de maíz, el pan elaborado con otros cereales, supuso una alternativa, como el pan de centeno, de espelta, etc. al pan blanco de trigo en Europa, que fue casi desconocido de modo permanente por los miembros de las clases sociales más bajas, y estuvo ausente en todos los periodos bélicos. Ese pan blanco, por otro lado, era el que era portador de valor simbólico en el catolicismo, lo que explicaría la reacción de muchos cronistas cuando optan por decir en sus textos: “no tenían pan”, o “no conocían el pan” (Gomez-Géraud 2015: 1-9).

territorio, con 216.000.000 y, a mucha distancia, Brasil, con una extensión de 8.514.877 km² y una producción de 82.000.000. Como contraste, Rusia, de una extensión casi doble a la de EE.UU. produce más o menos el 5% de lo que produce EE.UU. Las cifras se han redondeado. Véase: Maíz Producción Mundial 2016/2017. 6  Francisco Ximenez (1715): Popol Vuh. Los primeros cuatro hombres reales son creados a partir del maíz. Son: Balam Quitzé, Balam Akab, Mahucutah e Iqui Balam. El abate Charles Étienne Brasseur de Bourbourg sustrajo el escrito original de Ximenez, lo llevó a Europa, y lo tradujo al francés. En 1861 publicó un volumen bajo el título Popol Vuh, le livre sacré et les mythes de l’antiquité américaine. Fue él, pues, quien acuñó el nombre Popol Vuh. El mito de la creación maya-quiché. Para el cristianismo, el hombre se formó de barro/arcilla, y vuelve a la tierra tras su muerte. Puede consultarse Armillas (2015: 65-82). Tengamos también presente el recuerdo de la novela Hombres de maíz (1949) de Miguel Ángel Asturias (Guatemala, 1899-1974).

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Volvamos a la alimentación de los europeos. El maíz era rentable, y se ha demostrado en todo el mundo: se aprovecha la envoltura de la mazorca, el grano, o la piel del grano, la harina o la llamada margarina, y el uso de la harina de fécula del maíz como espesante, la maicena. Abusar del consumo del maíz o, sobre todo, hacerlo de modo exclusivo —lo que ocurría (y ocurre) con la población pobre en todos los continentes, pero no en Asia—, contribuyó a la aparición de la enfermedad de la pelagra, descubierta en Oviedo en 1735, por Gaspar Casal, y descrita por el científico italiano Francesco Frapolli —que le dio ese nombre— debida a la deficiencia en vitamina B. La alimentación pudo ser más variada, enriquecerse nutritivamente, y los medios de curación se nutrieron de la observación, el conocimiento y la comprobación de la utilidad de los remedios aplicados por los indios, mediante sus plantas7. Mediante la aplicación como emplasto, la ingesta o la infusión de plantas alucinógenas (por ejemplo, la mescalina, obtenida de un cactus) se atenuaban padecimientos y dolores. Esa sabiduría tradicional se plasmó en los herbarios europeos, como en el de Jean Ruelle (14741537), De Natura Stirpium Liber Tres (París, 1536)8, o el de Leonhart Fuchs (1501-1566), De historia Stirpium Commentarii insignes (1542)9. Del quino, de su corteza (originaria del Virreinato del Perú) se extraía la quina/ quinina, alcaloide vegetal, útil para superar la malaria. Su nombre científico, cinchona, hace referencia a la condesa de Chinchón que fue atendida de unas fiebres en Lima, tras lo cual los jesuitas trasladaron ese saber a Roma. De la damajuana se conocían los fines afrodisiacos. Con la zarzaparrilla se remediaban las enfermedades reumáticas. Son unos pocos ejemplos para calibrar la biodiversidad americana que facilitó al mundo antiguo un mejor entendimiento del mundo. 7  Para la alteración del sueño se conocía en México la utilidad de la cochizxíhuitl, llamada por los españoles planta del sueño. En el trabajo de Ayala (2005; nota 19) se dice que Martín de la Cruz documenta este remedio en el Libellus de medicinalibus indorum herbis (Códice De la Cruz Badiano, 1652). 8  En el Liber 2 trata del Triticum, del Zea semen… También menciona el Turcicum frumentum (324, línea 11). 9  Su traductor al español fue Juan de Jarava, Historia de las yerbas y plantas (Amberes, 1557). Puede consultarse la edición de Mª Jesús Mancho (Fuchs 2005).

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En México Moctezuma construyó jardines de una belleza, tamaño y variedad que sorprendieron e impresionaron a los cronistas (Morales Folguera 2004)10. Felipe II nombró capellán de la Casa de Campo a Gregorio de los Ríos, quien en 1592 publicó Agricultura de jardines (Ríos 1951; Frago Gracia 2003), que contenía plantas de origen americano. Tales jardines, que acogían plantas de varios tipos, entre ellos las medicinales, a veces jardines-huerto, se incorporaron a los palacios de los nobles italianos (en Pisa, Padua o Florencia). Fueron, como el Jardin Royal de París (1593), muestra de la riqueza y del alcance del poder real. Acabaron constituyendo los jardines botánicos. En cualquier caso, fueron decisivos para ampliar y facilitar el estudio botánico de las especies americanas. En muchas ocasiones no han sido los comerciantes los responsables últimos de la difusión y el consumo de un producto americano, sino miembros de la nobleza, o incluso monarcas. El koldoma (del dolma turco), el plato sueco, siempre es con col, rellena con carne y arroz. Se llevó a Suecia por el entorno del rey Carlos XII, que estuvo en Turquía entre 1709 y 1714. También llevaron el sherbet ‘sorbete’ (Isin 2013: 8-9). Desde la Toscana, Francesco I de Medici escribió a Mafeo Veniero que le preparara la “ricetta delle sorbette” (David 2012). Hay otros casos: el rey polaco Juan III Sobieski (1629-1696) llevó la patata desde Viena (donde estaba con motivo de las guerras con el turco) como regalo a su esposa, María Casimira de la Grange d’Alguien, francesa de origen, y propició que la planta floreciera en jardines de la nobleza. Era una curiosidad por lo nuevo permitida a la nobleza, que se rodeaba de botánicos, expertos en huertas y jardines, etc. El apotecario Hugh Morgan (c. 1530-1613), al servicio de la reina Isabel I de Inglaterra (Bradford 1939), le preparó la vainilla (Ecot 2005), como sazonador, y la incorporó a los dulces y pasteles, lo que la reina adoró. El embajador francés en Portugal, Jean Nicot de Villemain le hizo llegar a Catalina de Medicis (1519-1589), casada con Enrique II de Francia, hojas de tabaco, que un comerciante flamenco le había hecho conocer. Él las plantó 10  El investigador informa de que se distinguía entre el jardín lúdico, el jardín botánico (con hierbas curativas) y el huerto (cultivo de frutas y hortalizas). Dice que Moctezuma cuidaba de que los médicos aplicaran las plantas para remedio de sus nobles (2004: 359).

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en su jardín y en 1560 mandó a la reina el polvo de tabaco, con el fin de curarle de sus migrañas. El reconocimiento no solo lo conoció en vida; más adelante Linneo llamará a la planta Nicotiana tabacum. El ministro de Exteriores del Imperio ruso, Ioannis Kapodistrias, nacido en Corfú en 1776, conoció el cultivo del tubérculo de la patata en Rusia, y se esforzó por difundir su cultivo y consumo en el Nuevo Estado Griego11. Son conocidos diversos casos de mujeres que casaron con príncipes, luego reyes (Martinell 2001)12. En los cortejos que acompañaban a las futuras reinas hasta su país de adopción viajaban el confesor, algún músico, muchas damas, así como casi siempre un cocinero y un despensero. Sus gustos en la comida influyeron en los ambientes cortesanos, y de ahí, en cierta medida, pasaron a influir en el consumo de los miembros de otras clases, o hasta su generalización. Contamos con los sucesivos trabajos de María del Carmen Simón Palmer, entre los que destaco La cocina de palacio (1561-1931)13 que ha trabajado con documentación inédita del Archivo del Palacio Real de Madrid. Bona Sforza (1494-1557) se casó con Segismundo el Viejo de Polonia en 1518. Se llevó a la corte de Cracovia a sus cocineros, jardineros y horticultores. Hizo cultivar plantas vegetales hasta entonces desconocidas. La costumbre de tomar té parece que la introdujo, desde Portugal —donde el té habría penetrado desde las posesiones asiáticas de Goa y Macao— Catalina Enriqueta de Braganza, que casó con Carlos II de Inglaterra, y fue reina entre 1662 y 1685. El chocolate entró en Francia de la mano de la infanta de España, Ana de Austria (1601-1666), hija de Felipe III que casó en 1615 con Luis XIII. Se dice que era adicta a la taza de chocolate, y que llegó con baúles llenos de cacao, y acompañada de una experta en su preparación. En 1659 se le concedió a David Chaillou el privilegio real durante treinta años de fabricar y vender el chocolate, y abrió tienda. Más tarde la reina María Teresa (16381683), que se casó con Luis XIV, hijo de la anterior Ana de Austria, llevó a Francia chocolate y naranjas desde España. El monarca manifestó interés por Véase el capítulo de Alicia Villar Lecumberri en este mismo texto. He estudiado en Matrimonios reales en España: el contacto de lenguas y de pueblos (2001) las lenguas usadas en los matrimonios de los reyes, primero de la Corona de Castilla y luego de España. 13  Madrid: Castalia, 1997. 11  12 

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verduras y frutas, y encargó a Jean-Baptiste de La Quintinie (1626-1688) la creación de un jardín real. Se sabe que observaba la costumbre de saborear la galette des rois, un roscón de Reyes, de tradición antiquísima, que llevaba en su interior la fève (haba) de la suerte. Cocinero famoso de Luis XIV fue el suizo Fritz Karl Watel (1631-1671)14. El consumo de una taza de chocolate había llegado a ser un placer de nobles, de religiosos que procedía de la costumbre similar en las colonias americanas. Reproducimos un fragmento de Orígenes de la lengua española, de 1737, de Gregorio Mayans y Síscar (1737: 96-99): 108. La sola distancia del lugar tampoco impide que las Naciones de varias Lenguas, aunque mui alejadas unas de otras, se comuniquen muchas Voces, i aun los Idiomas, como se traten mucho […] I también unos, i otros hemos recibido de ellas muchas Voces, con que significamos las cosas que nos han venido de ellas, como algodón, quina, vicuña […]. 114. Las cosas suelen conservar los Nombres que tienen en los Países donde se inventan, o se hacen mejor, por distantes que estén; pues de unas Naciones pasan a otras. Así llamamos Cacao a un género de fruta venido de Indias, Chocolate a la bebida que se hace con el cacao, y Gícara al vaso en que le bebemos; todas Voces indianas.

El consumo de una taza de chocolate caliente había llegado a ser un hábito en los salones de Versalles. Mucho más tarde, de María Antonieta, nacida en Viena en 1755, de la que las fuentes documentales dicen que apenas comía, sabemos algo más: saboreaba su café de la mañana y una especie de pan al que ya estaba acostumbrada desde su infancia en Viena, en forma de media luna, en recuerdo de la victoria sobre los turcos (el croissant, el cruasán). El chocolate pudo esconder venenos mortíferos, como se explica en una narración incluida en Candide ou l’optimisme (1759), de Voltaire (Arouet 2007). Y Marie de Rabutin-Chantal, marquesa de Sévigné, que escribió copiosamente a su hija Françoise-Margarite desde febrero de 167115, aludió al 14  Personaje evocado en la película Vatel, dirigida por Roland Jossé (2000), uno de los hitos del cine “gastronómico”. 15  Lettre 121 (11.2.1671): 157; lettre 156 (15-4-1671): 220; lettre 213 (12-10-1671): 371, siempre en el volumen I.

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chocolate en diversas cartas (Sévigné 1973): el 11 de febrero de 1671 anima a su hija a que tome chocolate, que la reanimará, pero recuerda que su hija no tiene chocolatera. El 15 de abril de 1671 reconoce que se había dejado llevar por la moda, pero que ahora los que le hablaban bien del chocolate, hablan de sus efectos perniciosos. En otra carta, fechada el 28 de octubre de 1671, le dice a su hija que ha retomado el hábito de tomarlo, y después de la cena, para digerir bien la comida. Terminaremos este repaso de casos del peso de una mujer en introducción y cambios con una referencia al Segundo Imperio mexicano: Maximiliano de Habsburgo y su esposa Carlota de Sajonia Coburgo llegaron a Veracruz en mayo de 1864 (no importa ahora por qué razones de estrategia política exterior; de hecho Maximiliano fue fusilado en 1867, y ella murió, parece que enloquecida —acaso debido a la ingesta de la seta teyhuinti— en Bruselas en 1927). Carlota le contaba en su correspondencia a Eugenia de Montijo (nacida en Granada en 1826 y casada con Napoleón III) que combinaban en sus banquetes la cocina francesa y la cocina vienesa, aderezándolo todo con productos nativos (comían tortitas de maíz y frijoles; y bebían pulque). Pero lo mejor es reproducir la voz de Carlota en palabras de Fernando del Paso (México, 1935), en su novela de 1987, Noticias del imperio: Yo soy Mamá Carlota. Ellos, los mexicanos, dijeron que a la tía de Europa […] la iban a llamar Mamá Carlota. Ellos los mexicanos me hicieron su madre, y yo los hice mis hijos. Yo soy Mamá Carlota, madre de todos los indios y de todos los mestizos […] Yo no soy ni francesa, ni belga, ni italiana: soy mexicana porque me cambiaron la sangre en México. Porque ahí la tiñeron con palo de Campeche —también llamado palo de tinte, Yucatán—. Porque en México la perfumaron con vainilla. Y yo soy la madre de todos ellos porque yo, Maximiliano, soy su historia y estoy loca […]. Fueron sus frutas: fueron las guanábanas que me regalaba el Coronel Feliciano Rodríguez y las piñas, los duraznos de Ixmiquilpan los que me envenenaron mi alma con su dulzura […]. A Napoleón y Eugenia, diles que voy a comer tunas (higos chumbos) con la Marquesa Calderón de la Barca, aunque me espine la lengua y las manos. Y a tu hermano Francisco José dile que me voy a Acapulco a comer mangos con el Barón de Humboldt, aunque me muera de empacho (citado en Trejo Mendoza 2015).

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La marquesa Calderón de la Barca calificó de postres que cuelgan de los árboles a los mameyes, los mangos, los chicozapotes y las Annona nuricata o cabecitas de negro, las deliciosas guanábanas16. La población de una parte del mundo, la que vive agrupada en grandes núcleos urbanos, no vive ya pendiente de las cosechas, ni conoce los ciclos de la naturaleza. Hoy en día, las frutas tropicales tienen zonas de cultivo especiales, bajo plásticos, o en reductos de microclima. Hay medios de irrigar, de mantener la humedad, de proteger del sol y del calor y, sobre todo, de trasladar los productos a grandes distancias y poder conservarlos. Incluso de venderlos a un precio más bajo que el producto local (por ejemplo, los kiwis neozelandeses frente a los kiwis de Málaga); en las ciudades, parte de su población, con conocimientos culturales, dinero y curiosidad, saborean papayas, chirimoyas y también alquejenjes, lichis, kumquat o quinotos, lo mismo que algas japonesas, el tofu, la soja o la quinoa. Un texto que me ha ayudado a comprender la antigüedad de esta globalización de productos ha sido el trabajo de Andrew Peterson (2011). Todos los poderes marítimos (árabes, portugueses, españoles, franceses, ingleses y holandeses) se esforzaron por mantener la presencia activa de sus embarcaciones en Oriente, en toda Asia del Sur. Y los que estuvieron en condiciones de hacerlo cruzaron los océanos siempre en busca de tierras incógnitas. La globalización estaba en marcha…

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Los procesos de denominación de la nueva realidad americana Antonio Torres Universidad de Barcelona

1.  Adaptación y adopción Tras el descubrimiento de América, la lengua fue prácticamente el único instrumento, al lado de las representaciones visuales, con el que se dio a conocer un nuevo mundo físico, social y cultural, y en ese enorme esfuerzo de intermediación el español se ensanchó, se hizo mestizo y cambió para siempre. Al escollo fundamental de los inicios, el de lo que es inenarrable, el de la inefabilidad frente a un escenario que causó profunda impresión en los españoles, se respondió a través de dos estrategias que presentan numerosas intersecciones: el de la criollización o adaptación del instrumento lingüístico que llevaban consigo los conquistadores al medio americano, y el de la adopción o incorporación —adaptada al sistema del español— de voces indígenas, que al principio se glosan y, conforme se van integrando, ya aparecen sin ninguna explicación. Andión (2004: 28) resume el devenir de los dos procesos del modo siguiente: Cuando el conocimiento sobre las cosas de América es precario, el mundo europeo se proyecta sobre el americano y prima la adaptación del castellano. Cuando ya se conoce mejor la realidad americana el proceso de adopción es el predominante, por lo que es el mundo americano el que se proyecta sobre el cosmos europeo.

Las bases de este nuevo horizonte para la lengua se configuraron en las Antillas durante la etapa de orígenes del español americano, y desde allí se

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extendieron al continente numerosos neologismos formales y conceptuales, así como diversos indigenismos que aprendieron los españoles. Después se añadieron progresivamente otras adaptaciones del léxico patrimonial, y otras voces indígenas, conforme iba surgiendo nuevas necesidades de designación (Enguita 2010; Torres 2016: 67-83). Cabe apuntar aquí que Mayorga (2009), desde un enfoque cognitivo, analiza cómo Gonzalo Fernández de Oviedo, el “primer cronista de Indias”, se aproxima ya de forma bastante precisa a la flora y la fauna del Nuevo Mundo. Mayorga estudia sus representaciones del prototipo de la piña (término patrimonial) como fruta y de la iguana (término indígena) como animal, y señala que las similitudes entre el referente americano y los elementos de comparación con España permiten situar las dos realidades dentro de una misma categoría. 1.1  La adaptación del español a la nueva realidad Primero se echa mano de la descripción y de la comparación de los nuevos referentes, generalmente propios del mundo social y, sobre todo, natural, con los de Europa, mediante presentaciones en las que se alude prolijamente a la forma, al material, al color y al tamaño (Martinell 1997: 190). Y se establecen relaciones de semejanza más o menos estrecha, que llevan a la proliferación de distintas voces para un mismo referente, o al uso de un mismo vocablo con significados diversos. La recreación analógica se manifiesta especialmente productiva. ‘Pepino’, por ejemplo, se aplica a distintas especies autóctonas de América y, a la vez, a la fruta “real”, la trasplantada al Nuevo Mundo. Con ello se genera una enorme confusión, como se pone de manifiesto en el siguiente fragmento de Vázquez de Espinosa ([1630] 1992: 866), donde ‘pepino’ figura tanto entre las frutas de España como entre las americanas: [En el distrito de la ciudad de la Plata, o Chuquisaca] de las frutas de España hay membrillos, granados, melocotones, albaricoques, ciruelas, duraznos, higos, uvas en abundancia, peras, melones, pepinos, aunque los naturales son mejores, calabazas de todas suertes, berengenas, cardos, naranjas, cidras, toronjas, limas, limones, ciuties y poncies; de las de la tierra hay tres géneros de guayabas, pacaes, fruta dulce y fácil de digerir, pepinos, plátanos, palta […].

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Este proceder generalizado no escapa a la reflexión y a la crítica de muchos cronistas. José de Acosta ([1590] 1987: 259-260), sin ir más lejos, mostraba su conciencia del fenómeno al explicar que a muchas de estas cosas de Indias, los primeros españoles les pusieron nombres de España, tomados de otras cosas a que tienen alguna semejanza, como piñas, y pepinos y ciruelas, siendo en la verdad frutas diversísimas, y que es mucho más sin comparación en lo que difieren de las que en Castilla se llaman por esos nombres.

Sea como sea, constituye un recurso incontenible al principio. Así, los zopilotes o los cacalotes son cuervos; los caimanes, lagartos o cocodrilos; las iguanas, sierpes; los pecarís, puercos; los guajalotes, pavos; los ocelotes y otras especies indígenas, leones, tigres, onzas, gatos cervales o gatos monteses; los coyotes, lobos, zorros o raposos; el ahuehuete, ciprés o cedro; el chicozapote, peruétano o níspero; el ají, pimiento; el tamal, tortilla. Bartolomé de Las Casas —y sin que sea un caso aislado— alude al cacique como rey, a la yuca como raíz, a los conucos como labranzas y al maíz como trigo o panizo. A menudo, como se ha indicado, los referentes que se ponen en relación presentan una analogía solo parcial, como el color o el tamaño, que se explicita con medios lingüísticos (Andión 2004: 28; Bastardín 2013). En numerosos casos, los españoles, en lugar de recurrir a una palabra patrimonial ya existente y utilizarla sin más con un contenido ampliado (o en vez de tomar un vocablo indígena), crearon una nueva forma de base hispánica mediante mecanismos derivativos y compositivos. La productividad derivativa, acompañada a menudo de asociación metafórica, se refleja en voces como dentudo, ‘pez fluvial’, frailejón, ‘planta del tamaño y figura de un fraile’, llorador, ‘árbol que destila un líquido claro’, así como en un ingente grupo de diminutivos lexicalizados, entre los que se encuentran armadillo, ‘cachicamo, quirquincho, tatú’, cabrilla, ‘pequeño pez que salta en el agua’, calzoncito, ‘pájaro semejante al loro’, cucharilla, ‘planta parecida a la cascarilla’, escobilla, ‘planta medicinal’, espinilla, ‘pequeño pez fluvial coronado de espinas’, frutilla, ‘especie de fresón’, granadilla, ‘fruta con la médula dulce y líquida’, manita, ‘flor con forma de mano que cría un árbol del valle de Toluca’, manzanillo, ‘árbol americano que produce un fruto parecido a la manzana, pero venenoso’, o zorrillo, ‘mofeta, mamífero parecido al zorro, que

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lanza un líquido fétido como defensa’. Se generan, además, muchos compuestos, tanto ortográficos (cañafístola, chupamirtos, gallipavo, guardarraya, matapalo, pejerrey, quiebrahacha, etc.) como sintagmáticos (culebra cazadora, hierba moridera, oso hormiguero, pájaro de la piedra, vaca corcovada; algunos de los nuevos compuestos contienen especificaciones geográficas con las que se quiere eliminar la ambigüedad causada por la designación mediante una misma voz de realidades distintas en España y en América: carnero de la tierra/del Perú, trigo de las Indias, etc.). Determinadas denominaciones de animales y plantas parten de antropónimos. Este recurso tampoco es nuevo, pero sí algunos de sus resultados en América. Catalinica ‘papagayo pequeño’ se relaciona con Catalina; periquito, ‘ave’ (voz que llegó a España), y perico ligero, ‘perezoso’, ‘pereza’, —compuesto en el que, además, confluye otro procedimiento denominativo, que es el de la antífrasis, porque se trata de un mamífero de movimientos lentos— vienen de Perico, diminutivo de Pero por Pedro; y luis pérez figura en el diccionario de Ayala (del siglo xviii, pero publicado en 1995, Torres 2001) como nombre de una pequeña planta americana que se cría en diferentes sitios y hace fecundas a las mujeres estériles. 1.2  La adopción de léxico indígena Conforme avanza el conocimiento del Nuevo Mundo, el léxico patrimonial va cediendo paso al indígena, que se incorpora rápidamente en aras de la precisión, tanto en textos producidos en América como en España. En su inmensa mayoría se trata de sustantivos. Sin embargo, para minimizar los posibles obstáculos, la incorporación del indigenismo se acompañó al principio de descripciones y explicaciones, que fueron perdiendo a medida que se afianzaban en el idioma y, en el caso de los más extendidos, a la larga incluso sirvieron para definir las nuevas voces que se iban introduciendo. Además, siguieron un proceso de adaptación fónica y morfológica, en distintos grados, al español: muchas de las voces arahuacas apenas experimentaron cambios; no ocurrió lo mismo con las del náhuatl, por ejemplo, que tuvieron que esquivar notables diferencias consonánticas, como se observa en el paso de tzopílotl a zopilote, con un resultado simplificado y acorde con el sistema fonológico del español.

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A menudo le cuesta mucho al cronista comprender lo que ve y, aunque incorpore la palabra indígena, transmite dubitativamente su extrañeza frente a lo que no encaja en su cosmovisión heredada, lo que se traduce en comentarios de tierna ingenuidad. Es lo que le ocurre a José de Acosta cuando trata de describir el manatí. Él ya usa la voz indígena antillana, y no la adaptación patrimonial, que fue vaca marina, pero la vaca es un apoyo final en su comparación: En las islas que llaman de Barlovento […] se halla el que llaman manatí, extraño género de pescado, si pescado se puede llamar animal que para vivos a sus hijos, y tiene tetas y leche con que los cría, y pace yerba en el campo, pero en efecto habita de ordinario en el agua, y por eso le comen por pescado, aunque yo cuando en Santo Domingo lo comí un viernes, cuasi tenía escrúpulos, no tanto por lo dicho, como porque en el color y sabor no parecían sino tajadas de ternera, y en parte de pernil, las postas de este pescado; es grande como una vaca (Acosta [1590] 1987: 187).

Andión (2004: 57-59), en su estudio sobre los indigenismos en la Historia de las Indias de Bartolomé de Las Casas, proporciona una clasificación detallada de los procedimientos generales de adopción de voces nativas, que también se comprueban, al menos en parte, en los demás cronistas de América: 1) la descripción (como hace Las Casas pormenorizadamente con las macanas); 2) la definición (como la que ofrece el dominico de dúho); 3) la explicación, engarzada a menudo con la definición (el cronista explica los guacamayos echando mano de la comparación con referentes europeos); 4) la duplicación del vocabulario, en que se ofrece la equivalencia entre un término indígena y otro patrimonial a través de las conjunciones y, o (“señores y caciques”, “reyezuelos ó caciques”). En ocasiones la equivalencia se da entre un indigenismo ya conocido y otro nuevo al que sirve de glosa, o entre un indigenismo y una voz patrimonial americanizada; 5) la traducción (en Las Casas: “Este bohío quiere decir en su lengua casa”); 6) la etimología (con frecuencia aplicada a nombres propios); 7) la asimilación, que supone la incorporación plena al español del indigenismo, utilizado ya sin glosa o aplicándole mecanismos de flexión y derivación (cacica, maizal). El taíno, variedad arahuaca de las Antillas, constituyó el primer abrevadero de voces amerindias del español, junto con el caribe; luego llegarían otros

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aportes fundamentales, como los del náhuatl, el maya, el quechua, el aimara o el guaraní. Muchas de esas voces, con la ayuda que supuso la difusión de los propios productos americanos, se propagaron por el Viejo Mundo. También contribuyeron al conocimiento de indigenismos en Europa la documentación notarial enviada desde América, los propios colonizadores españoles, que, al regresar, importaban algunas palabras originarias del otro lado del Atlántico, y, fundamentalmente, las crónicas de Indias, que conocieron numerosas traducciones en Europa (Andión 2004: 29). En mayor o menor medida, y con mayor o menor acierto, todos los historiadores de América brindan información lingüística. Martinell (1997: 192) resalta el valor lexicográfico de los textos indianos: Por una parte, proporcionan una información propia de diccionario bilingüe, al dar la correspondencia entre términos castellanos y términos nativos, o entre términos nativos pertenecientes a lenguas diferentes. Por otra parte, proporcionan la definición de multitud de términos designadores de seres del nuevo mundo. Por lo general se trata de elementos de carácter nominal a los que se define sustancialmente.

Hallamos indigenismos referentes al clima, la geografía, la fauna y la flora, las relaciones sociales, la vivienda, la alimentación, la vestimenta, los cantos y bailes, la minería, el mar o los entes sobrenaturales.

2.  Los procesos de denominación de lo nuevo en Antonio Vázquez de Espinosa Después de la breve perspectiva de conjunto que se ha ofrecido, nos detendremos en la ejemplificación de los distintos procedimientos de denominación de lo nuevo a partir del Compendio y descripción de las Indias Occidentales (1630) de Antonio Vázquez de Espinosa, que estudiamos detenidamente en Torres (2004). En primer lugar, se observa cómo se ponen en relación dos términos, habitualmente uno indígena y otro patrimonial, pero también dos patrimoniales o dos indígenas, a través de una disyunción. Detrás de este esquema se manifiesta una intención aclaratoria. Así ocurre con la equivalencia mediante la conjunción o de dos términos patrimoniales,

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uno de los cuales puede presentar ya una especificidad americana: “machetes o cuchillones grandes” (307), “calles o cuadras” (454), “pozos o aljibes” (885), “perros silvestres o cimarrones” (876), “pueblos o reducciones” (887). Asimismo, los dos términos conectados pueden tener origen indígena: “puquio o xaguei” (657). Sin embargo, mucho más frecuente resulta el uso de una disyunción, sin importar el orden, entre una palabra indígena y otra patrimonial. Como expresa Martinell (1992: 91), “reunir la voz india con la española parece indicar el deseo de iluminar lo extraño”. Se alude a la organización social y a la cultura indígena a través de préstamos como aillu, del quechua (“ayllos o linages”, 743); cacique, de origen taíno, que puede ser ‘rey’ (“rey o cacique”, 82), ‘general’ (“cacique o general”, 140), (gobernador) (“el gobernador o cacique principal”, 360) o (señor) (“cacique o señor”, 897); y coya, del quechua (“la reina o coya”, 752). También se alude a “guacas o sepulcros” (85), “doctrinas o curatos” (816) y “criado o yanacona” (821-822). Aunque el Compendio incluye algunos conceptos abstractos (“mingan o alquilan”, 824, “entradas y malocas”, 1000), abundan más en él las referencias a realidades tangibles. El ámbito de la flora aparece ampliamente representado: “calabazas o xicaras” (346), “mates o calabazas” (649), “calabaza o sapallo” (649), “agies o pimientos” (655), “jobos o ciruelas” (568); “grandes arboledas o Guarangales” (655), “icho o paja” (970), “huertas o milpas” (270), “chacras o sementeras” (718). Mucho menos frecuentemente se utiliza este recurso con nombres de animales: “lagartos o caimanes” (368), “caimanes o cocodrilos del Nilo” (435). En ciertas ocasiones, las equivalencias se establecen no ya entre dos, sino entre tres términos, uno indígena y dos patrimoniales: “tambos, mesones, o ventas” (360), “Xaguei o paraje o valle” (550). Existen otros procedimientos habituales para la identificación de la voz nativa, como el uso del verbo llamar, que enlaza el término patrimonial con el indígena: “yerba, que llaman sacate” (245), “pimiento que allá llaman ají” (692), “la bebida de los indios, que llaman chicha” (817), “camarón menudo que llaman piquiras” (893). Esta estructura se puede combinar con la disyunción entre una voz española y otra indígena, que hemos abordado antes, como en “pozos o xagueyes, que así les llaman en esta tierra” (158), o con la equivalencia que se ofrece entre dos voces patrimoniales enlazadas por la conjunción y, así como la que se da entre dos términos indígenas unidos

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a través de la conjunción o: “grandes llanadas y vegas que llaman sabanas o pampas” (796). No siempre la identificación es tan directa, sino que puede presentarse el hiperónimo precedido por la forma unos (“unos cestos que llaman mapires”, 134; “unos hornillos que llaman budales”, 138), e, incluso, por el sustantivo género, lo que acentúa la imprecisión (“un género de ganado de cerda a modo de jabalíes, algo menores, llamado Uáquira”, 126). También se recurre a la fórmula que es o que son para acercar de modo inmediato y eficaz el significado del término indígena: “masato, que es su bebida” (140), “tiangues que son mercados” (305), “tilmas que son sus capas” (306), “jocotes que son las ciruelas” (357), “ojotas que son unas suelas” (677), “cuyes que son los conejos de allá” (871). La equivalencia puede reforzarse con la expresión lo mismo que: “bujío, que es lo mismo que casa” (572), “jagueyes, que es lo mismo que pozos” (642), “[indios] mingados, que es lo mismo que alquilados” (815). A la equivalencia entre una voz nativa y una española muy general que la incluye puede sumarse una comparación que concrete lo definido: “iguanas, que es un animal o sabandija como un lagarto, aunque mucho más feroz y feo” (141); véanse los trabajos de Martinell (1994) y de Erlendsdóttir (2011) para un amplio recorrido por los avatares de este indigenismo. Pero lo habitual es que no figure el término incluyente: “capulíes, que son como guindas de España” (322), “papas que son como criadillas de tierra” (710), “Canchas que son como mesones que sirven de almacenes” (834), “capibaras, que son como puercos de agua” (905). El verbo ser no aparece seguido únicamente de como, sino también de construcciones análogas: a manera de (“xiquirna es una raíz a manera de nabos muy gruesos”, 866), a modo de (“hay diferencias de guayabas, silvestres y cultivadas, que son a modo de peras”, 100), parecido a (“una mata o arbolillo misterioso, llamado Maguey, que es parecido a la Savila”, 224), de la hechura de (“el sapote negro es de la hechura de una naranja grande”, 263), de forma de (“la iguana es de forma de un lagarto mayor y más fiero”, 481), especie de (“totira [¿totora?], y es especie de juncia”, 814). A veces se introducen referencias al tamaño o al color (“los árboles que crían la coca son muy delicados y regalados, del tamaño y casi la hoja como arrayjan”, 795; “viscachas del color y tamaño y hechura de un conejo; sólo se diferencian en que éstos tienen grande cola”, 871), y aun a la utilidad (“el árbol uruche sirve como en España el corcho por ser muy ligero”, 864).

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Cuando se trata de explicar un topónimo, se utiliza sin más la forma que quiere decir o que significa: “[en el Obispado del Cuzco está] el valle de Amancay que quiere decir valle de azucenas, por las muchas que hay en él parecidas a las de España, aunque no en el olor” (736), “[en la ciudad del Cuzco], el [barrio] que se seguía hacia el Oriente en segundo lugar, era el barrio llamado Cantutpata, que significa andén de flores, por las que había en él” (740). Pueden aparecer juntos varios de los procedimientos o modos de denominación que se acaban de referir, como se ilustra en las muestras siguientes: “macanas, que son sus asadores a modo de palas pequeñas” (212), “una yerba que llaman Icho que es como esparto” (709), “un árbol parecido a durazno que echa una fruta del tamaño de ciruelas que llaman Tarumaes, que los echan en adobo y sirven como aceitunas de muy buen gusto” (852). Como ya se ha indicado, estos recursos no van ligados exclusivamente al vocabulario indígena; también permiten explicar, por ejemplo, el léxico especializado de la minería: “esta[s] vetas del metal van de ordinario entre dos peñas, que son como guardas de él, que llaman caja” (822).

3.  La competencia entre voces patrimoniales e indígenas a lo largo del tiempo En el terreno de las relaciones que se han establecido entre términos patrimoniales e indígenas, no podemos pasar por alto, en primer lugar, que en los textos cronísticos a veces aparecen “falsos indigenismos”, como alcatraz o enea (henea), voces de origen árabe que, sin embargo, Agustín de Zárate consideraba originarias de América (Rivarola 2001: 227-228). Además, existen numerosas voces cuya procedencia, nativa americana o europea, se ha discutido (baquiano “conocedor de los caminos, diestro para la guía”, coco o mamón “árbol y su fruto”, por ejemplo), o denominaciones mixtas, como culebra mapanare ‘nauyaca, serpiente de hasta 1,80 m de longitud’. Por otro lado, se comprueba que en muchos casos en los que competían un indigenismo y una voz hispánica, esta se abandonó a favor del primero: higo del mastuerzo cedió completamente su lugar a papaya (que en algunos territorios se convirtió, más adelante, en una voz tabú y, para aludir al fruto, se pasó a emplear frutabomba en partes de Cuba o lechosa en varios países como la

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República Dominicana. Véase, al respecto, el Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua Española); manzana reculó frente a guayaba; en vez de pera se usaron las denominaciones aguacate o palta; pimienta de las Indias se sustituyó por ají; picudo dio paso a tucán; gallina de la tierra fue sustituido por guajolote (o pavo); oveja de la tierra cedió ante llama, pero tras una larga andadura, como recuerda Rivarola (2001: 229). A esto hay que decir que llama, si bien tiene documentación antigua, es un indigenismo que penetró lentamente en el uso, dominado largamente por oveja de la tierra en los textos del siglo xvi y del xvii. Un ejemplo ilustrativo de la fuerza de esta perífrasis es el que muestra la huella que ella deja en el uso del indigenismo: en efecto, en un documento escrito por indios ladinos en 1646 no se habla sólo de llama sino de llama de la tierra. En otras ocasiones asistimos al afianzamiento del nombre patrimonial que designa una realidad del Nuevo Mundo (lo que no implica que se olviden necesariamente las variantes indígenas): armadillo, quebracho, lobo marino, oso hormiguero. Pero también hallamos numerosos referentes que reciben denominaciones sinonímicas, de origen patrimonial e indígena, muy extendidas y en convivencia, a veces en el mismo lugar, a veces con difusión en zonas distintas: gallinazo y zopilote, níspero y chicozapote, piña y ananás, pájaro mosca –pájaro mosquito–, chupamirto, picaflor y colibrí.

4.  Notas finales De alguna forma, los españoles reescribieron y recrearon el Nuevo Mundo, lo reinterpretaron y lo hicieron suyo. Mediante esta interposición, la acomodación de voces hispánicas patrimoniales, con enorme vacilación e imprecisión al principio, acabó erigiéndose en constituyente fundamental del español americano —una variedad de lengua trasvasada—, a la vez que los préstamos de lenguas indígenas, que se canalizaron desde muy pronto en el español, pasaron a formar parte esencial del nuevo rumbo que había tomado la lengua al otro lado del Atlántico, y muchos de ellos se asentaron del todo en el español europeo y pasaron a otras lenguas. La aprensión con que José de Acosta veía el chocolate (“algunos que no están hechos a él, les haze asco: porque tiene una espuma arriba, y un borbollón como de hezes, que cierto es menester mucho

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crédito para passar con ello”, recogido en Quilis 1998-1999: 1000), frente a las pasiones que suele generar hoy, no solo en América sino también en España, representa la medida de cómo se han ido acercando los dos mundos.

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El camino de un texto, el camino de las palabras1 Erla Erlendsdóttir Universidad de Islandia

1. Introducción A su retorno de América a finales del siglo xv y en los primeros decenios del siglo xvi, los europeos contaron su peripecia por tierras ignotas, y algún que otro viajero dejó constancia escrita de su encuentro con ese mundo nuevo. Se trata de escritos que dan cuenta de lo visto y lo vivido, así como textos que narran lo oído por boca de los protagonistas del descubrimiento y de la conquista. En estas relaciones se describe a los nativos, sus costumbres, religiones y ritos, además de detallar su entorno: las propiedades de las tierras y los productos del suelo. En muchos de los textos y los documentos escritos aparecen referencias a los alimentos de los diferentes pueblos del Nuevo Mundo, junto a las observaciones de los recién llegados acerca de las distintas maneras de preparar tanto la comida como la bebida. En ese sentido, para poder dar a conocer esta nueva realidad, los autores-testigos tenían a veces que recurrir al uso de los vocablos indígenas para nombrar lo nuevo, puesto que su propia lengua carecía de designaciones para los referentes en cuestión. De ahí que los autores empleen en sus narraciones e historias una amplia gama de voces amerindias, algunas de las cuales llegaron a realizar un largo viaje, tal como atestiguan los diversos capítulos de este libro. 1  El estudio en el que se basa este capítulo ha sido posible gracias al apoyo del Fondo Rannsóknasjóður Háskóla Íslands, de la Universidad de Islandia.

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González Ochoa señala que el interés por lo desconocido y la exigencia de información implicó la “acumulación enorme de textos y documentos escritos con una pluralidad de temáticas, conocimientos y calidades literarias” (2004: 436). Cabe apuntar que se trata de textos y documentos muchos de ellos escritos en América, aunque usualmente publicados en España, debido a que había pocas imprentas en el Nuevo Mundo y a la estricta censura vigente en el ámbito hispánico en aquella época (González Ochoa 2004: 436). La prosa narrativa de tema americano, conjunto de escritos que suelen reflejar el descubrimiento, la conquista y la colonización, se adscribe a diversos géneros, desde cartas e informes, diarios, memoriales y relaciones de viajes, hasta crónicas e historias, así como cosmografías (Sixel 1966; Mignolo 1982; Stoll 1998, 2010). A lo detallado se pueden agregar las colecciones de relatos de viajes confeccionadas a partir de los primeros decenios del siglo xvi. Mención aparte son las obras literarias de distintos autores del Siglo de Oro que, de un modo u otro, incluyen en su obra temas relacionados con el nuevo continente.

2.  Proceso de transmisión: textos y traducciones Desde España, las noticias sobre el descubrimiento de un nuevo mundo se propagaron a otros países europeos, por lo general en letra impresa. La labor desempeñada por traductores, copistas e impresores tuvo por efecto que pronto aparecieran y circularan traducciones de cartas escritas por Colón y Cortés, o traslaciones de textos de Gómara y Acosta, así como extractos de relatos y narraciones de tema americano en Italia, Alemania, Francia y los Países Bajos, países en los que se encontraban los grandes centros de producción de libros en aquella época: Roma, Venecia, Milán, Basilea, Augsburgo, Núremberg, Estrasburgo, Fráncfort, París y Amberes. Ahora bien, del periodo que media entre finales del siglo xv y mediados del siglo xvi se conoce la existencia de 515 textos sobre América (Sixel 1966: 46). De estos, 489 se publicaron en Europa; 259 están escritos en latín y 230 en la lengua del país donde se publicaron. Un análisis detenido de las cifras muestra que la mayoría de estos textos se imprime y publica en el ámbito de la lengua alemana: en total 146, y de estos, 45 en alemán. Sigue Italia con 125 publicaciones,

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de las que 72 aparecen en italiano. En España se publicaron en total 89 textos y, de estos, 71 se escribieron en español. En el país vecino, Francia, se publican 65 textos, de los que 24 están en lengua francesa. Cuanto más al norte lleguemos, más se reduce el número de publicaciones, pues en Holanda los libros publicados en este periodo son 31, de los cuales 7 están escritos en holandés, y en Inglaterra surgen 5 libros de tema americano, y 4 de ellos en inglés (Sixel 1966: 46-48)2. Interesa resaltar, en conclusión, que más de la tercera parte de los textos aparecieron en el ámbito de la lengua alemana, en Holanda y en Inglaterra; y de estos, más de la tercera parte se publicó en las respectivas lenguas vernáculas (Sixel 1966: 46-48). Las traducciones de textos de tema americano pueden señalar, por un lado, el trayecto que siguieron, desde España y hacia el norte y el este, las noticias sobre tierras recién descubiertas y sus habitantes y, por el otro, pueden brindarnos información sobre la posible ruta o los pasos de las diferentes voces amerindias incorporadas a las lenguas europeas. Esos textos traducidos terminaban constituyendo, pues, rutas de difusión por Europa de noticias, novedades, historia... y también rutas de diseminación de palabras, claro está. Ocupémonos a continuación de los textos de tema americano más traducidos en Europa en el siglo xvi y el xvii.

3.  Los textos de tema americano En el presente capítulo se pretende dar cuenta de varios textos y documentos de tema americano publicados en España a finales del siglo xv y a lo largo del xvi, y aportar algunos datos sobre las traducciones de estos textos en el ámbito europeo en el periodo que abarcan los siglos xvi a xviii. 3.1  Cartas e informes Las cartas anunciando el descubrimiento de territorios nuevos allende el mar se escriben hacia finales del siglo xv y a comienzos del siglo xvi. No 2  Sixel parte de los datos e información disponibles en el transcurso de su investigación y hasta el momento de escribir el artículo que aquí referimos. Los datos y las cifras pueden haber cambiado con el descubrimiento de nuevos documentos y textos.

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tardaron en traducirse e imprimirse en el ámbito europeo, pues, pasados pocos años, las cartas se encontraban ya en latín, italiano, francés, alemán y holandés; en algunas de estas lenguas dichos textos se vuelven a publicar con una frecuencia notable. Los epistolarios más famosos de la época de los descubrimientos españoles son los de Cristóbal Colón, Américo Vespucio, Pedro Mártir de Anglería y Hernán Cortés. Conviene empezar con los escritos colombinos. Como es sabido, la primera carta de Colón (1451?-1506), en la que da a conocer su llegada a algunas islas desconocidas y el encuentro con los nativos, fue destinada a un amigo y protector suyo, Luis de Santángel, y está fechada a mediados de febrero de 1493. Es, de hecho, en esta carta donde hallamos las primeras voces tomadas de los nativos caribeños incluidas en un texto español: canoa y caribe (Fernández de Navarrete 1986 [1825]: 213-217; Morales Padrón 1990: 71-82; Arango 1991; Varela y Gil 1992; Serna 2005: 117-124). La Carta del descubrimiento de Colón se divulgó muy pronto en Europa y de tal modo que antes de 1500 podía leerse ya en latín, italiano y alemán. La carta, impresa en Barcelona en abril de 1493, fue traducida al latín por Leander Cosco ese mismo mes e impresa en Roma; y ese mismo año se imprimió la versión latina también en Basilea, Amberes y París. El 15 de junio de 1493, en Roma se publicó de igual modo la versificación al italiano de esa primera carta de Colón, que se publicó además dos veces en Florencia (Sanz 1958: 12). La carta de Colón traducida al alemán aparece publicada bajo el título Eyn schön hübsch lesen von etlichen inßlen dei do in kurtzen zyten funden synd ... en Estrasburgo en 1497 (Henschel 2005: 283; Sanz 1958: XII:1); de la versión alemana se ha conservado media docena de ejemplares, según Sanz (1958: XII:14). Los escritos del primer cronista de las Indias, Pedro Mártir de Anglería (1459-1526), figuran entre los más importantes a la hora de explicar la gran empresa, a pesar de que nunca pisara tierra americana. Hay que mencionar, en primer lugar, su correspondencia, cartas escritas en latín y destinadas a amigos y conocidos en Italia que dan a conocer el descubrimiento de Colón y de los españoles; se fechan en un periodo que abarca desde 1493 hasta 1525 (Mártir de Anglería 1990). El conjunto de las epístolas de Mártir de Anglería se imprimió por primera vez en 1530 en Alcalá de Henares (Alba 1990: 10). Y, en segundo lugar, su libro, Décadas de Orbe Novo, escrito en

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latín y en forma de epístolas. En esta obra, Mártir de Angelría ofrece información sobre los cuatro viajes de Colón y de otros aventureros que zarparon en busca de fortuna en el Nuevo Mundo; además, da cuenta del descubrimiento de México y del Perú, todo escrito “de oídas” (Serna 2005: 57). Cabe señalar que en su texto aparecen varios indigenismos americanos latinizados, por ejemplo, ají, batata, cazabe, guayaba, maíz y yuca, así como cacao (Moreno de Alba 1996), elemento novedoso de cuya utilidad habla en la “Década quinta”, redactada en 1523 (Alba 1989: XXXII). Comenta que por un lado sirve de moneda, y por el otro para hacer una bebida: “triturándola se guarda para hacer esa bebida y echando en agua una porción de aquel polvo y revolviéndola un poco, resulta una bebida digna de rey” (Mártir de Anglería 1989: 325). Así pues, las noticias sobre el descubrimiento, la conquista y la colonización se divulgaron por todo el continente europeo gracias a los escritos de Mártir de Anglería. Su “Década primera”, escrita en latín, fue traducida al italiano por Angelo Trivigiano a principios del siglo xvi y se publicó bajo el título Libretto de tutte la navegatione del Re de Spagna de le isole et terreni nuovamente trovati (Wroth 1930). Esta versión italiana se incluyó en la recopilación de relatos de viajes de Fracanzano da Montalboddo3, de 1507, con el título de Paesi novamente retrovati. Et Novo Mondo da Alberico Vesputio, texto que, a su vez, se retradujo al latín4, alemán5 y bajo alemán6 en 1508 (Sadji 1983) y al francés7 en 1515 (Henschel 2005: 274-298; Alden y Landis 1980), y cuyos ecos encontramos en un texto danés y en dos manuscritos islandeses del siglo xvii (Erlendsdóttir 2011). Este mismo texto se encuentra incluido en la colección de relatos de viajes Novus Orbis regionum 3  El texto se volvió a publicar en Milán en 1508, 1512 y 1519; y en Venecia en 1517 y 1521. 4  Itinerarium Portugallensium e Lusitania in Indiam & inde in occidentem & demum ad aquilonem (traducido del italiano). 5  Newe unbekanthe landte Und ein newe weldte in kurtz verganger zeythe erfunden (traducido del italiano). 6  Nye unbekanthe Lande unde ein nye Werldt in korter vergangener tyd gefunden (traducido del italiano). 7  S’ensuyt le Nouveau Monde & navigations: faicter par Emeric de Vespuce…des pays & isles nouvellement trouvez (traducido del italiano). Se volvió a publicar en 1516 y 1521.

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ac insularum veteribus incognitarum, confeccionada por Simon Grynaeus y Johann Huttich y publicada en Basilea en 15328. En 1534, la colección sale a la luz en alemán en Estrasburgo con el título Novus Orbis Regionum. Die new welt, der landschaften unnd Insulen, so bis hie her allen Altweltbeschrybern unbekant (Grynäus 1534), y en 1563 se publica la traducción holandesa9 en Amberes (Henschel 2005: 284, 301). Consignamos, en definitiva, que de las Décadas de Mártir de Anglería se conocen traducciones, ediciones completas o parciales, en inglés (1555, 1577), alemán (1534), italiano (1534, 1556) y francés (1532) (Henschel 2005; Alden y Landis 1980). Viremos ahora hacia el ámbito mexicano. En las Cartas de relación, escritas en el periodo que media entre 1519 y 1526, el descubridor y conquistador Hernán Cortés (1485-1547) informa al rey de España de su avance en la conquista del imperio azteca, entre otros asuntos (Cortés 1993). Las cartas son cinco en total; la primera, de 1519, y la última, de 1526, no se publicaron hasta el siglo xix; las otras tres aparecieron en Sevilla y en Toledo en los años 1522 a 1525. En el texto de Cortés se encuentran, según Enguita Utrilla, 21 voces amerindias (Enguita Utrilla 2004: 90), algunas de las cuales se refieren al campo semántico de los alimentos. Los antillanismos hallados en los escritos de Cortés son, por ejemplo, maíz y yuca, y de origen náhuatl es cacao, “que es cierto brebaje que ellos beben”, explica el conquistador (CORDE; Cortés 1993: 196). Los tres escritos centrales de Cortés fueron publicados reiteradamente en Europa, pues a mediados del siglo xvi ya existía un resumen de por lo menos una carta o la traducción de una o más cartas en las lenguas latina, italiana, alemana, francesa y flamenca (Hencshel 2005: 283-301; Delgado Gómez 2006: 73-89). Así, aparece en el ámbito alemán un extracto de la segunda carta de Cortés aproximadamente en 152210 (Henschel 2005), y en 1550 se publica en Augsburgo la segunda carta de Cortés Von dem Neuen Hispanien so im Meer gegen Nidergang … Erstlich in hispanischer Sprach … nachmals … in lateinische Tiene segunda y tercera ediciones en 1537 y 1555, respectivamente. Novus Orbis regionum. Die nieuww weerelt der landtschappen ende eylanden (traducido del alemán). 10  Neue zeitung, von dem lande, das die Sponer funden haben ym 1521, iare genant Yucatan (posiblemente traducido del español). 8  9 

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sprach transferiert entlich aber in hochteütsche sprach … En francés se publica Des marches ysles et pays trouvees et conquise par les capitaines … en Amberes en 1522, y ese mismo año aparece en Milán Nove de le isole & terra ferma novamente trovate in India, extracto de la segunda carta de Cortés traducido del español. Dos años después aparece en Venecia La preclara narratione … della Nuova Hispagna. Y finalmente hay que mencionar que en Amberes en 1523 se publica en flamenco De contreyen vanden eylanden ende lantdouwen, texto traducido del francés que, a su vez, era una versión abreviada del texto español publicado en 1522, como ya hemos comentado. Los escritos de Cortés también se encuentran en latín, pues en 1524 se publican en Núremberg la segunda carta de relación de 1522, y la tercera; las dos se tradujeron del español. En 1532, salen de nuevo la segunda y la tercera en Colonia y, en 1555, se publican la tercera y la cuarta en Basilea (Henschel 2005: 285-299; Delgado Gómez 1993: 73-89; Alden y Landis 1980: 26-37). Por la frecuente reimpresión del texto de Cortés se podría decir que se convirtió en lo que hoy llamaríamos un best seller. 3.2  Relaciones y diarios El diario más conocido relacionado con el Nuevo Mundo es sin lugar a dudas el de Colón, escrito durante su primer viaje a finales del siglo xv, del cual, gracias al padre de Las Casas, se han conservado unas partes. De los tres viajes posteriores de Colón existen algunos documentos. En el primer diario, que relata las largas singladuras, la vida de a bordo y la llegada a las islas del Caribe, así como el encuentro con los aborígenes, se hallan varios vocablos procedentes de las lenguas vernáculas. Cabe mencionar, entre otros, cazabe y ají. Y en el tercer diario consta el tainismo maíz (Colón 1996; Varela y Gil 1992). El Diario de a bordo se publicó por primera vez en el siglo xix, lo cual conlleva que como texto no llegó nunca a traducirse a otras lenguas europeas hasta el siglo xx. 3.3  Crónicas e historias El territorio al que arribaron los del sur de Europa en 1492 pertenece al ámbito caribe. Sobre la llegada y su andadura en este mundo desconocido relatan varios cronistas de los que daremos cuenta a continuación.

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Entre las crónicas e historias de las Indias más importantes se encuentra el Sumario de la Natural Historia de las Indias del cronista general de Indias Gonzalo Fernández de Oviedo (1478-1557), texto publicado en 1526. En esta obra, el autor explica las dos maneras de pan que hacen los indios: “La una es maíz, que es grano, la otra cazabe, que es raíz” (Fernández de Oviedo 1996: 92). En otros capítulos nos habla de la chicha, la guayaba y el guanábano, así como de otras curiosidades de la gente natural de las islas. Ariza (2011: 12) refiere al estudio de Morínigo (1963) cuando informa de que en el Sumario el autor “emplea más de sesenta palabras indígenas”. En la Historia general y natural de las Indias, su obra más ambiciosa y definitiva, que apareció entre los años 1535 y 1557, figuran, según señala Enguita Utrilla, 384 bases léxicas indígenas (2004: 47), muchas de las cuales pertenecen al campo semántico de la botánica y de la alimentación. En este texto constan, por ejemplo, las voces batata y papaya. Esta obra magna de Fernández de Oviedo se encuentra traducida a varias lenguas europeas; así, aparece en francés11 en 1555 y de nuevo en 1556, y se halla en inglés12 en edición también de 1555. Del mismo modo ha sido incluida en las mayores colecciones de relatos de viajes, por ejemplo en la de Giovanni Battista Ramusio, Navigationi et viaggi. Cabe indicar que el Sumario se halla en una colección de relatos de viajes italiana publicada en Venecia en 1534 titulado Summario de la generale historia de l’Indie Occidentali... (Henschel 2005: 287-294). El ámbito antillano sirve a los descubridores como punto de partida en su búsqueda de nuevos y desconocidos territorios. De este ámbito geográfico pasan a tierra firme en el segundo decenio del siglo xvi y llegan a Nueva España, hoy México. Fue Hernán Cortés quien descubrió y conquistó el Imperio azteca en los años que median entre 1519 y 1526. De su aventura han dado cuenta varios cronistas, entre otros Francisco López de Gómara (1511?-1559), autor que jamás estuvo en las Indias. Su obra13, cuya segunda parte se titula La conquista 11  L’histoire naturelle et generalle des Indes, isles, et terre ferme de la grand mer Oceane (traducido del español). 12  The decades of the new world or West India de Richard Eden incluye textos de Fernández de Oviedo y de López de Gómara. 13  La primera parte se titula Historia de las Indias.

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de México, se publicó por primera vez en Zaragoza en 1552. En los escritos de López de Gómara topamos con voces amerindias, tales como chile, maíz y cacao, voces que con seguridad había escuchado de los viajeros a su vuelta en España o copiado de los escritos de otros cronistas (López de Gómara 2000; Pardo Tomás 1993: 121). La historia general de López de Gómara (1511-1564) aparece en italiano en 1556 bajo el título La historia generale delle Indie Occidentali; un año más tarde, en 1557, lo hace La seconda parte delle Historie dell‘India…nuovamente tradotte di epagnolo. La historia generale… vuelve a publicarse en 1560 y sale dos veces ese mismo año en Venecia. Se conocen otras reediciones de 1564, 1565, 1566, 1573, 1576, 1599 (Henschel 2005: 295-297; Rojas 2000: 3435). En francés, vio la luz en 1568 y otra vez en 1569, 1577, 1578, 1580, 1584 y 1587; y en 1588 se publica un texto reducido de la segunda parte de la obra. De nuevo se edita en 1597, 1605 y 1606 (Rojas 2000: 34). Del español se traduce al inglés, versión publicada en Londres en 157814 y de nuevo en 1596; después existe una impresión de 1883 y la última edición es de 1964 (Rojas 2000: 35). Lo referido permite resaltar el éxito del que gozó la obra de López de Gómara en su tiempo. Testigo de la conquista de la Nueva España, y autor de uno de los textos más significativos de su relato historiográfico, fue Bernal Díaz del Castillo (1485-1547), pues ejerció de soldado en la conquista de México. Como protesta contra lo escrito en la crónica de López de Gómara sobre la conquista del territorio, pareciéndole que en aquella obra se le quitaba mérito a los soldados y a otros participantes en la conquista, decidió escribir lo que llegó a llamar la Historia verdadera de la conquista de México, en la que relata sobre todo lo ocurrido entre 1517 y 1521; contó lo que vio (Alvar 1990). La obra de Bernal Díaz del Castillo no se publicó, sin embargo, hasta el siglo xvii, en 1632. Interesante es ver que en los escritos de este soldado aparecen en efecto varios vocablos amerindios como, por ejemplo, los antillanismos batata, cazabe, guayaba y maíz, y los préstamos del náhuatl cacao y tomate (Alvar 1990: 34-35; 37). La historia de Díaz del Castillo no conoce traducciones a otras lenguas europeas hasta 1800, fecha 14  The pleasant historie of the conquest of the Weast India, now called New Spayne (traducido del español).

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en la que aparece la publicación inglesa titulada The True History of the Conquest of Mexico. En 1848, la obra sale en Hamburgo con el título alemán Die Entdeckung und Eroberung von Mexiko, nach des Bernal Diaz del Castillo gleichzeitiger Erzählung bearbeitet von der Uebersetzerin des Vasari. Y en 1877 ve la luz en París una edición bajo el título Histoire véridique de la conquête de la Nouvelle-Espagne (Ockerbloom, sin fecha). A principios del siglo xx encontramos la obra traducida a la lengua danesa, Mexikos Erobring ved Hernando Cortés (Díaz del Castillo 1906-1909), y en 1965 se publica la traducción sueca: Mexicos erövring (Svenskt översättarlexikon). Obra de tema parecido es la crónica de Antonio de Solís y Rivadeneyra (1610-1686) titulada Historia de la conquista de Méjico, población y progresos de la América septentrional, conocida por el nombre de Nueva España, que se publicó por primera vez en Madrid en 1684. Relata, tal como revela el título, la conquista de México llevada a cabo por Hernán Cortés y sus soldados. Esta Historia parece haber gozado de popularidad no solo en España sino también fuera del país, pues se tradujo a varias lenguas a poco de ser publicada. Así, la encontramos en francés, Histoire de la Conquête du Mexique, en 1691, y en italiano en 1699 cuando se publica en Florencia con el título Istoria della conquista de Messico. Aparece en Londres en 1724 bajo el título History of the Conquest of Mexico by the Spaniards; y en alemán, la Geschichte der Eroberung von Mexico se edita en Copenhague y Leipzig en 1750-1751. Interesa indicar que parece ser la única crónica de tema americano traducida en su totalidad al danés en la época en cuestión. La traducción a esta lengua nórdica fue realizada por la noruega Birgitte Lange (1714-1753) y publicada en Copenhague en 1747. En danés, se titula Historien om conqvetten af Mexico eller om Intagelsen af de Nordlige America bekiendt under Navnet af Nye Spanien. Del texto danés existe una traducción y una adaptación en islandés incluidas en dos manuscritos que datan del siglo xix, el uno del año 1806 y el otro de mediados del siglo (Erlendsdóttir 2011). En los años 1521-1523, los primeros europeos exploraron la costa del Pacífico sin llegar, no obstante, al soñado Mar del Sur. Serán Francisco Pizarro y Diego de Almagro los primeros en acometer la empresa de buscar, según los rumores, unas tierras fabulosas llamadas Piru o Biru (González Ochoa 2004: 124), lo cual, tras varios intentos, logra Pizarro finalmente en 1530, fecha en la que llega con sus compañeros, tras larga y difícil navegación,

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al territorio de los incas. Los principales cronistas del Perú, que relatan la conquista del Imperio incaico, son Pedro Cieza de León, Pedro Pizarro (1514-1583?) y Agustín de Zárate. Cieza de León (1520?-1554) es considerado uno de los más importantes historiadores del Perú. Su obra, la Crónica del Perú, es un relato de lo visto y escuchado acerca de las costumbres y tradiciones de los incas, así como sobre la historia y la conquista del imperio. La crónica se publicó por primera vez en Sevilla en 1553. En esta obra de Cieza de León hallamos varios vocablos tomados de los nativos de estos reinos. Destaca la voz papa que, según el autor, es la denominación para uno de los mantenimientos naturales fuera del maíz. Explica que lo que los indios “llaman papas [...] es a manera de turmas de tierra, el cual después de cocido queda tan tierno por dentro como castaña cocida” (Cieza de León 2000: 182). Otros vocablos amerindios incluidos en la obra del cronista son maíz, chicha, guayaba y coca (Romero Gualda 1983). De acuerdo con lo señalado por Ballesteros, la crónica de Cieza de León tuvo mucho éxito, por lo que aparecieron numerosas ediciones no solamente en España sino también en otros países europeos. Así, en 1554 constan tres ediciones en Amberes, y una versión italiana ve la luz en 1555, 1557 y 1560 (Ballesteros 2000: 45-46). Otro cronista cuya obra tuvo mucha difusión en Europa es Agustín de Zárate (1514?-1589?), quien escribió la Historia del descubrimiento y conquista de las provincias del Perú, libro publicado en Amberes en 1555 y reeditado en Sevilla en 1577. Se trata de la obra de un testigo presencial de las guerras civiles del Perú en la época de la conquista y colonización de los reinos incaicos. En las páginas de este libro figuran algún que otro indoamericanismo; cabe mencionar los antillanismos maíz, canoa y cacique. Según Hampe Martínez, el libro fue repetidamente editado en castellano, italiano, holandés, inglés y francés (1991: 129). Así, la versión italiana se publica en 1563, en inglés15 en 1581, y en holandés se publica por primera vez en 1563 con el título De wonderlijcke ende warchtighe historie van coninckrijck van Peru, y de nuevo en 1564, 1573, 1596 y 1598. En todos los casos se traduce del español, 15  Zárate, Augustín de (1581): The Strange and Delectable History of the Discoverie and Conquest of the Provinces of Peru. Translated from Spanish into English by Thomas Nicholas. London: Richard Jones.

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según Henschel (2005). La historia de Zárate se publica por primera vez en francés en Amsterdam en 170016, en París, en 1716, y en ese mismo siglo y el siguiente se vuelve a editar unas diez veces (véase worldcat.org). Atención especial merece la obra de José de Acosta (1540-1600), Historia natural y moral de las Indias, publicada en Sevilla en 1590. Tal como promete el título, en la obra “se tratan de las cosas notables del cielo / elementos/ metales / plantas y animales dellas y los ritos y ceremonias / leyes y gobierno de los indios” (Acosta 2006). Para describir lo expresado en el título, el padre Acosta se sirve de voces indígenas de los distintos territorios del Nuevo Mundo; de ahí que su texto abunde en voces amerindias de las zonas antillana, mexicana y andina. Entre estas encontramos papa, yuca, cazabe, coca, cacao, chocolate, chile, ají, maíz, guava, tomate, chicha y otras muchas que pertenecen al campo léxico de los alimentos (Quilis 1998-1999). Para la denominación del maíz en varias lenguas europeas es interesante evocar lo que escribe Acosta en su libro sobre el pan de Indias, pues en un capítulo explica que: “ningún género de trigo se halla que tuviesen [...]. En lugar de esto usaban de otros géneros de granos y de raíces; entre todos tiene el principal lugar y con razón el grano de maís, que en Castilla llaman trigo de las Indias, y en Italia, grano de Turquía” (Acosta 2004: 190). En esta cita aparecen las tres maneras de denominar el maíz en varias lenguas europeas, tal como se explica en algunos de los capítulos que conforman este libro. La obra de José de Acosta no tarda en traducirse a otras lenguas europeas. Así en 1596 aparece en Venecia la traducción italiana: Historia naturale, e morale delle Indie; se publica en París en 1598 bajo el título Histoire naturelle et morale des Indes, y vuelve a publicarse en la misma ciudad en 1606 y 1661; en Colonia se publica Geographische und historische Beschreibung der überauss grossen Landschafft America. Otra edición aparece en Ursel en 1605, y en 1617 en Fráncfort; y en holandés sale a la luz en Haarlem17 en 1598 con el título Historie naturael ende morael. En Londres se edita en 1604, y la edición latina se incluye en la colección de Theodor de Bry publicada en Fráncfort y Oppenheim en los años 1590 a 1634 (Henschel 2005; O’Gorman 2006: LXXVI). 16  17 

Histoire de la découverte et de la conquête du Perou, Amsterdam: J. Louis de Lorme. O’Gorman da Enchuysen como lugar de publicación (2006: LXXVI).

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3.4  Colecciones de relatos de viajes A comienzos del siglo xvi se publica en Italia la primera recopilación de relatos de viajes en la que se incluyen narraciones de tema americano. Se trata de la antes mencionada colección de Fracanzano da Montalboddo, Paesi novamente retrovati, impresa en Vicenza en 1507. La colección contiene relatos sobre la navegación de los portugueses (de Alvise Ca da Mosto), y la primera década de Pedro Mártir de Anglería, que, sin la autorización del cronista, se había traducido al italiano y publicado en Venecia en 1504. En la colección se hallan también los escritos de Américo Vespucio, Mundus Novus. Esta compilación de relatos tuvo bastante éxito, de modo que un año más tarde, en 1508, se hicieron dos ediciones en Milán, y ese mismo año el texto se tradujo al alemán y al bajo alemán. La colección tuvo además ediciones en francés, holandés y latín (Henschel 2005). Interesa mencionar que Girolamo Benzoni incluye la colección en la suya propia editada en 1566, y lo mismo hace Theodor de Bry cuando la recoge para su obra magna Grandes viajes, publicada a finales del siglo xvi y comienzos del xvii18. Las grandes colecciones contenían relatos de diversos autores, cronistas e historiadores, tanto portugueses como españoles, italianos, franceses y alemanes. Las más destacadas son la de Simon Grynaeus y Johann Huttich, publicada en latín en 1532 bajo el título Novus Orbis regionum ac insularum veteribus incognitarum, que aparece ese mismo año en París y de nuevo en Basilea. La versión latina original se reedita en Basilea en 1537 y 1555, y en Rotterdam en 1616. La colección se traduce al alemán, versión que se publica en Estrasburgo en 1534. Unos treinta años más tarde, se publica en Amberes la traducción holandesa. En las primeras ediciones latinas se da cuenta del viaje de Colón y se incluye asimismo un extracto de la cuarta década de Pedro Mártir de Anglería. La quinta edición sale en 1555 revisada y aumentada, y en ella encontramos incluidas la segunda y tercera relación de Hernán Cortés, así como la “Décima década” de Mártir de Anglería (Böhme 1962: 40). En 1550 se publica en Venecia el primer tomo de la colección Navigationi et viaggi, de Giovanni Battista Ramusio, geógrafo y escritor de relaciones 18  La serie Americae forma parte de la colección de De Bry conocida como Viajes a las Indias Occidentales o Grands Voyages (Bueno Jiménez 2010: 93).

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de viajes. La colección consta de tres tomos e incluye relatos de viajes traducidos del francés, español, portugués, griego y latín. El tercer tomo, con primera publicación en 1556, y una reedición aumentada en 1606, está dedicado al continente americano y contiene, entre otros relatos, un extracto de las décadas de Pedro Mártir de Anglería, el Sumario y la Historia natural y general de las Indias de Fernández de Oviedo, la segunda, tercera y cuarta relación de Hernán Cortés, un relato sobre el descubrimiento y la conquista del Perú escrita por Francisco Xérez, así como otros relatos sobre viajes al Nuevo Mundo19. La colección de Ramusio gozó de bastante éxito en su época y sirvió de ejemplo para otros coleccionistas y editores, por ejemplo Richard Hakluyt y Theodor de Bry. No solo vio numerosas reediciones, sino que se tradujo parcialmente al francés en 1556 (Böhme 1962: 72-92). Hacia finales del siglo xvi, el flamenco Theodor de Bry empezó a coleccionar y publicar relatos de viajes y de navegaciones. Su obra magna se titula Collectiones peregrinatiorum in Indiam orientalem et Indiam occidentalem, colección editada tanto en latín como en alemán en los años que median entre 1590 y 1634. La colección consta de trece partes20 y contiene relatos de viajes a las Indias orientales y occidentales. Entre las crónicas e historias de tema americano que figuran en la colección de Theodor de Bry se encuentra Historia del mondo nuovo de Girolamo Benzoni (1572); descripción de los territorios recién descubiertos procedente de la Historia natural y moral de las Indias de José de Acosta; las relaciones de Américo Vespucio, y también se incluyen partes de la Historia general... del cronista Antonio de Herrera (Böhme 1962: 120-125). Entre las grandes colecciones de relatos de viajes del siglo xvi también se encuentra la confeccionada por el geógrafo británico Richard Hakluyt. La obra más importante del británico se titula Principal Navigations..., cuya tercera parte, publicada en 1600, da cuenta de las navegaciones y viajes al Nuevo Mundo. En esta colección, igual que en las anteriores, 19  Cabe mencionar que entre los textos incluidos en esta colección figura un extracto de la relación del italiano Antonio Pigafetta (1480-1534) que, junto con Juan Sebastián Elcano y Hernando de Magallanes, hizo la primera vuelta al mundo en 1519-1522. 20  La alemana de catorce partes. La primera parte apareció también en francés e inglés (Bueno Jiménez 2014: 44).

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se incluyen relatos de viajes procedentes de los cronistas e historiadores hispánicos. Conviene mencionar en ese sentido una colección precedente: The History of Travayle in the West and East Indies..., preparada y publicada por Richard Eden en 1577, que contiene varias de las décadas de Mártir de Anglería, los escritos de Fernández de Oviedo y López de Gómara en inglés (Böhme 1962: 146-157). En el siglo xviii se siguen confeccionando y publicando colecciones similares a las descritas anteriormente. No obstante, estas se nutren de las grandes obras escritas en el siglo precedente. 3.5  Otros escritos En la época que aquí nos ocupa circulaban en Europa libros sobre la historia natural y tratados vinculados a la medicina en los que se encuentra, entre otro material, una descripción de diversas plantas traídas del Nuevo Mundo junto con la denominación amerindia. La obra más conocida de este tipo es, sin lugar a dudas, el libro del médico y naturalista Nicolás Bautista Monardes (1493?-1588), titulado Historia medicinal de las cosas que se traen de nuestras Indias Occidentales y publicado en tres partes entre los años 1565 y 1574 (González Ochoa 2004: 435-436; Viesca Treviño 2008). De la obra o partes de ella encontramos traducciones en varias lenguas europeas, así como en latín. La adaptación latina de las dos primeras partes de la obra, elaborada por el flamenco Charles de l’Escluse (Carlos Clusio), sale al público en Amberes en 1574. La segunda edición aparece en 1579, y ediciones posteriores, en 1582, 1593, 1605. La obra se traduce al italiano y se publica en Venecia en 1575 y de nuevo en 1582. La edición inglesa, titulada Joyfull newes out of the new-found worlde, traducción de John Frampton, apareció dos veces en 1577, hubo una edición en 1580 y otra en 1596. Finalmente, hay que reseñar que en Róterdam, hacia 1600, se publicó en holandés la parte del texto de Monardes dedicada al tabaco, y en Leipzig vieron la luz otros dos escritos menores, traducidos al alemán por Jeremias Gesner (Viesca Treviño 2008: 19-20). Es de obligada mención el hecho de que muchos estudiosos y científicos europeos incluyeron en sus propios tratados y textos científicos información extraída de la obra de Monardes y, la mayoría de las veces, incluían el nombre específico de las plantas americanas tratadas.

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En las obras literarias del Siglo de Oro español se fueron incorporando cada vez más vocablos procedentes de las poblaciones del nuevo continente. A lo largo de los siglos xvii y xviii, algunas de estas obras fueron traducidas a otras lenguas europeas. Un ejemplo ilustre es la novela Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes, obra traducida a varias lenguas ya en el siglo xvi (Sieber y Requardt sin fecha). Así, encontramos traducción de la primera parte en inglés en 1612, en francés en 1614, y en 1648 se publica una parte de la obra en alemán. Consta en otros idiomas europeos a partir del siglo xviii: la primera edición rusa apareció en 1769 (Vercher García 2010), existe en polaco desde 1786, y en danés se publica en 17761777. Desde 1866 existe una traducción checa, y una en sueco en 1892 (Santana Sanjurjo 1998). En la novela de Cervantes se halla, por ejemplo, la voz cacao. Otras obras traducidas en Europa en esta época son novelas picarescas, obras de Lope de Vega y algunas otras con apariciones discretas de vocabulario americano novedoso. Para terminar, conviene señalar que en la época que aquí interesa se confeccionaron glosarios, calepinos, vocabularios y diccionarios bilingües y plurilingües, obras lexicográficas en algunas de las cuales se incluyen voces amerindias. Un cotejo en NTLLE nos permite ver que cacao, tomate y maíz se encuentran ya en algunos diccionarios bilingües y trilingües confeccionados y publicados en los siglos xvii y xviii. Sirvan los siguientes ejemplos para ilustrar lo dicho: cacao, chocolate y patata se hallan en el Tesoro de las tres lenguas francesa, italiana y española. Thresor des trois langues françoise, italienne et espagnolle elaborado por Girolamo Vittori, publicado en Ginebra en 1609; cacao, chocolate y patata, también batata, aparecen en el Vocabulario españolitaliano de Lorenzo Franciosini Florentín publicado en Roma en 1620; en el Vocabularium Hispanicum Latinum et Anglicum… que John Minsheu publicó en Londres, en 1617, se encuentran las voces maíz, chocolate y patata; y topamos con cacao, chocolate, patata y papas, papaya y maíz en el diccionario A New Spanish and English Dictionary elaborado por John Stevens y publicado en Londres en 1706. En el diccionario de Nicholas Mez de Braidenbach, Diccionario muy copioso de la lengua española y alemana hasta agora nunca visto…, que apareció en Viena en 1670, encontramos chocolate. Y en 1609, Oudin explica la voz patata en su Tesoro de las dos lenguas francesa y española. Thresor des deux langues françoise et espagnolle (NTLLE).

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4.  Notas finales En este capítulo se ha pretendido plantear tanto la tipología textual que se produjo con la llegada de los europeos a América y la escritura testimonial como el proceso de transmisión de los textos de tema americano y su conocimiento progresivo en el Viejo Continente a través de las traducciones. Se ha procurado trazar la trayectoria seguida por los primeros escritos de tema americano desde el sur europeo hacia el norte y el este del continente. No cabe duda de que por vía escrita entraron en las lenguas europeas varios vocablos procedentes de las lenguas amerindias. Algunas de estas denominaciones han llegado a formar parte del acervo de las distintas lenguas receptoras; otras han sido desplazadas por términos autóctonos o por términos prestados de otras lenguas. Actualmente, el proceso de incorporación de voces de distinta procedencia es más rápido gracias a las nuevas tecnologías, una revolución comparable al invento de la imprenta en el siglo xv, que permiten que las noticias sobre cualquier suceso y producto lleguen a los receptores al instante. De entre los internacionalismos léxicos actuales, precisamente de los propios del ámbito gastronómico, siguen destacando voces procedentes de las Américas. Pues, desde el siglo pasado, no solo se han importado nuevos productos y alimentos de América a Europa sino que también han entrado las correspondientes denominaciones. Cabe en ese sentido mencionar el guacamole, salsa hecha de aguacate; la quinoa, pseudocereal de origen andino, y el jalapeño que, igual que el chile, es imprescindible en la gastronomía moderna.

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Indoamericanismos relativos a comidas y bebidas en el español europeo. Tres muestras léxicas José María Enguita Utrilla Universidad de Zaragoza

1. Introducción El contacto entre los españoles y las poblaciones autóctonas del Nuevo Mundo quedó tempranamente reflejado en el léxico de la literatura cronística. Como es bien sabido, el Vocabulario español-latino, publicado poco tiempo después del descubrimiento del Nuevo Mundo (1495), tiene entre otros muchos méritos el de haber incorporado como primera entrada léxica en lengua española el indigenismo canoa, empleado por Cristóbal Colón el 26 de octubre de 1492 en el Diario del primer viaje, atribuido a Bartolomé de Las Casas (Gútemberg 1984: 31). Si Covarrubias reunió 23 términos indígenas, tal vez los que poseían mayor vitalidad en el español peninsular, lo hizo limitándose a documentarlos en los cronistas que estaban más cómodamente a su alcance, aunque sin intentar una búsqueda sistemática en dichas fuentes (Lope Blanch 1977: 314-315). Por otra parte, la institución rectora de la lengua, fundada en 1713, fijaría igualmente su atención en estos materiales léxicos: “El chileno Alonso de Ovalle —señaló Malaret (1947: 150)—, el peruano Garcilaso, y Herrera, Acosta, Oviedo, Ercilla, Solís y otros historiadores fueron la fuente original de donde tomó la Academia los americanismos que alcanzaron por primera vez carta legítima de naturaleza” (más datos sobre este tema, en Alvar Ezquerra 1987).

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El interés que despertó en España, y también en Europa, el descubrimiento de América —“la mayor cosa después de la creación del mundo, sacando la encarnación y muerte del que lo crió”, en palabras del cronista Francisco López de Gómara (Morínigo 1964: II, 226)— dio lugar a numerosas ediciones de los títulos más representativos, igual que su traducción a las principales lenguas de cultura. Interés que también se manifiesta en la literatura española de los Siglos de Oro a través de autores como Fernando de Herrera (1534-1597), Miguel de Cervantes (1547-1615), Lope de Vega (1562-1635), Luis de Góngora (1561-1627), Francisco de Quevedo (15801645) o Tirso de Molina (1570-1648), quienes ya introducen en sus obras más conocidas algunos americanismos léxicos a través de personajes indianos o de temas relacionados con el Nuevo Mundo (Gútemberg 1984: 25-43; Enguita 1991: I, 199-212). Además, junto a los textos cronísticos, los legajos administrativos y las cartas a familiares llegaban pasajeros —también nativos— con experiencia viva de lo que era el Nuevo Mundo, experiencia que se completaba con el transporte de metales preciosos, artesanía, animales, plantas, frutas o semillas que hacían realidad las descripciones que, a través de la palabra escrita, incitaban la curiosidad a este lado del Atlántico. Productos exóticos que, en muchas ocasiones, requerían para su designación vocablos exóticos. Entre esos productos, no faltaban los relacionados con la alimentación de las poblaciones indígenas, a la que fueron adaptándose los colonizadores. En España, su incorporación a la dieta alimenticia hubo de recorrer un largo camino, unas veces por las dificultades derivadas de la climatología, otras a causa de prejuicios sociales. Paulatinamente, en las costumbres culinarias de España fueron adoptándose productos del Nuevo Mundo y, de este modo, fueron haciéndose familiares en el español europeo los términos amerindios que los designaban (Enguita 1996: II, 1253-1266): de hecho, en 1981, las encuestas léxicas del habla de Madrid —preparadas por Torres Martínez— proporcionan hasta veinte términos indígenas referidos a la alimentación. De ellos, diez eran conocidos por más del 50% de los 16 informantes entrevistados: cacahuete, cacao, guayaba ‘frutos’, patata ‘tubérculo’, yuca ‘raíz’, maíz ‘cereal’, tomate ‘hortaliza’, chocolate ‘bebida’, quina y quinina ‘sustancias obtenidas de la corteza del quino’, términos que —en los casos de patata y tomate— ya habían desarrollado acepciones secundarias de uso

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coloquial: ‘cosa de poca calidad o de mal funcionamiento’ y ‘agujero hecho en una prenda de punto’ respectivamente. Otras dos voces mostraban una vitalidad media: mamey, chirimoya ‘frutas’. Todavía se anotaban en el cuestionario, con una o dos respuestas, otros ocho indigenismos, algunos de los cuales parecen haber adquirido, desde 1981, mayor protagonismo en nuestra alimentación: jaiba ‘crustáceo’, papaya y aguacate ‘frutas’, chile ‘hortaliza’, mole ‘salsa de chile’, boldo, mate ‘infusiones’ y tapioca ‘fécula de la mandioca’. Sobre otras palabras como batata ‘tubérculo’, tequila, pisco ‘bebida’ o barbacoa ‘alimentos preparados en una barbacoa’ el citado cuestionario no ofrece datos al no haberse incluido en él las preguntas que corresponden a las realidades que designan. Habrá que recordar, por otro lado, los estrechos vínculos que, desde los inicios de la empresa colonizadora, unieron a Andalucía y a las Islas Canarias con el Nuevo Mundo; no es extraño, por ello, que en sus variedades diatópicas se descubran indigenismos que poco o nada se emplean en el resto de la península: así, en el Vocabulario andaluz de Alcalá Venceslada (1933) se registran atuna ‘higuera chumba’, maní ‘pipa tostada del cacahuete’, papa ‘patata’, pimiento chile ‘guindilla’ o, con traslación semántica, tomatillo ‘variedad de aceituna’. Y según descubre Vaquero (1985) en varios mapas del ALEICan, en las hablas canarias tienen vitalidad, además del maní y la papa, chayota ‘calabaza pequeña’, aguacatero y papayero ‘árboles frutales’. En las últimas décadas, bajo el signo de la globalización, los españoles hemos ido adquiriendo un conocimiento más amplio que en etapas anteriores de las voces amerindias relativas a comidas y bebidas y de su significado: las estrechas relaciones comerciales, los intercambios académicos, el turismo hacia el otro lado del Atlántico, y sobre todo, la llegada a España de un amplio número de hablantes hispanoamericanos han favorecido la presencia de alimentos antes apercibidos sobre todo a través de la creación literaria —tan rica— de los escritores de la otra orilla. El viandante curioso puede observar, en muchas ciudades españolas, la apertura de negocios de venta de alimentos o de restauración y, si se acerca a los escaparates de las tiendas o a las cartas de los restaurantes, puede descubrir productos alimenticios importados de América para satisfacer —en principio, aunque no de modo exclusivo— los hábitos culinarios de esos nuevos españoles: por ejemplo, frutas como el maracuyá, la curuba, el ananás ‘piña’ o la guanábana; también, claro está, platos

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preparados como los choclos con queso ‘mazorca de maíz tierno con queso’, la humita ‘comida elaborada con maíz, cebolla, tomate y ají colorado, que se sirve a modo de empanada o pastel’, la arepa ‘pan de forma circular, hecho con maís’, la enchilada ‘tortilla de maíz enrollada rellena de carne y cubierta de salsa de jitomate con chile’, el tamal ‘especie de empanada de masa de harina de maíz cocida al vapor o en el horno’, platanitos con guacamole ‘con salsa espesa elaborada con aguacate, cebolla, tomate y chile’, yuca frita ‘a manera de patatas fritas’, ajiaco ‘especie de olla podrida que se hace de legumbres y carne en pedazos pequeños, y se sazona con ají’. La lista, sin duda, podría alargarse. No resulta arriesgado suponer que, en un futuro no lejano, el consumo de algunos de estos alimentos vaya aumentando entre la población española hasta consolidarse y, de modo paralelo, crezca la vitalidad de las voces de América con que se designan. En las páginas siguientes comentaré el proceso histórico de incorporación al español europeo en tres indoamericanismos relativos a la alimentación: mate, de consumo minoritario todavía; maíz, cuyo cultivo está ampliamente desarrollado en España, aunque tradicionalmente solo de manera limitada ha formado parte de nuestra dieta alimenticia; y patata (papa), hoy producto básico en nuestra cocina.

2.  Mate Es la infusión que se toma sorbiendo a través de un pequeño tubo acondicionado para ese fin llamado bombilla; por lo común, se toma sola y ocasionalmente acompañada con yerbas medicinales o aromáticas. El DLE y el DA localizan esta acepción en Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile, Paraguay, Argentina y Uruguay, si bien restringen la difusión geográfica de la voz a los cinco o a los tres últimos países citados cuando se refieren a otras acepciones (‘recipiente donde se toma la infusión de yerba mate, hecho de una calabaza pequeña o de otra materia’), a compuestos (mate amargo o mate cimarrón, mate cocido, mate de leche, mate dulce, mate lavado, mate verde, etc., distintos modos de preparar el mate) y derivados (mateada ‘ingestión de mate’, mateador ‘persona aficionada a tomar mate’ y, con trasposición semántica, ‘hombre que conoce bien la selva y dirige o guía expediciones en busca de árboles para

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comerciar con ellos’, matear ‘tomar infusión de yerba mate’, matero ‘persona aficionada a tomar mate’). En Bolivia, Paraguay y Perú la palabra mate también se emplea como sinónimo de ‘infusión’ elaborada con otros productos (mate de cedrón, mate de menta, mate de coca, incluso mate de café). En este campo léxico cabe incluir, además, yerba ‘hojas deshidratadas y trituradas que se utilizan para preparar el mate’ —abreviación del también compuesto yerba mate ‘árbol de 14 m de altura, copa densa y ramosa con hojas lanceoladas de color verde oscuro’ (Ilex paraguaiensis)—, conocida asimismo en épocas pasadas como yerba del Paraguay, por ser este el territorio que la producía en exclusiva hasta mediados del siglo xviii (Ulloa 1748; CORDE). La bebida —según informaba el periódico argentino La Nación el 21 de mayo de 2015— es muy popular en el Río de la Plata, partes de Brasil, Bolivia y Chile. Desde 2013 en Argentina fue declarada “infusión nacional” por ley, aunque los “reyes del mate” —destacaba el diario— son los uruguayos, que consumen el doble que los argentinos, percepción que difiere de la proporcionada por Azara (1790; CORDE): “El alimento común de las gentes [de las provincias del Paraguay] son el mate, que toman á toda hora, aunque no en tanta cantidad como en Buenos Aires”. Esa popularidad se ve reflejada en las advertencias sobre su consumo en determinados espacios públicos del área rioplatense; así, en la Biblioteca Rodolfo Walsh, del Instituto de Formación Docente Continua de Villa Mercedes (Provincia de San Luis, Argentina), puede leerse la siguiente hoja informativa: “Por favor recordá que está prohibido: tomar mate, hablar en voz alta y comer adentro de la Biblioteca”. O también en los avisos de la Compañía Uruguaya de Transportes Colectivos (CUTCSA): “Sr. cliente: por su seguridad en el ómnibus, tomar mate está prohibido. La bombilla le puede producir heridas en la boca. El agua caliente lo puede quemar a usted o a otro pasajero”. La voz es de origen quechua (mati) y originariamente designó una variedad de ‘calabaza’, que vaciada, se aplicó a diversas utilidades, entre ellas como recipiente (‘vasija rústica, semiesférica, que se hace con la cáscara de algún fruto o de alguna calabaza, cortado por la mitad y vaciado’), acepción localizada por el DLE y el DA en Colombia, Perú, Bolivia y Paraguay. Ya se refieren a ella, entre otros cronistas, Cobo, Lope de Atienza (1570), Lizárraga (1605), el Inca Garcilaso de la Vega (1609) y fray Pedro Simón (1627), según señalan Friederici (FR 1960: 401-402) y Alvar Ezquerra (AE 1997: 253).

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El recipiente fue empleado en la preparación de diversas bebidas e infusiones, según confirman algunos textos cronísticos recogidos en el CORDE: (1) Jurar falso no lo tienen en más de cuanto se les da una taza de vino, ó un mate de chicha (Lizárraga 1605). (2) y que le mató con ponçona que le dio en vn mate de oro (Murúa 1613).

Hubo de producirse, en consecuencia, un proceso metonímico que ya queda reflejado en DAut (1734): (3) Una media calabaza en que los Indios toman el água caliente con la hierba que llaman del Paraguay, al modo que se toma el the: y por la figura de Metonymia llaman assí a la misma bebida. Lat. Vas indicum. Potio etim indica ex herba Paracuaya.

La costumbre de tomar yerba mate venía de tiempo atrás, como refiere Luis Ini en La Nación (20 de mayo de 2009) a través de noticias recopiladas por Ruiz Díaz de Guzmán en 1612: “También estuvo entre los primeros en observar que los guaraníes llevaban en unas pequeñas bolsas de cuero, llamadas guayacas, hojas de yerba mate triturada y tostada”, que tanto podían beber en infusión como mascar durante sus tareas cotidianas o en largas marchas. El gobernador de Buenos Aires Hernando Arias de Saavedra hizo publicar un bando, el 20 de mayo de 1616, en el que prohibía la yerba mate en cualquier uso por ser vicio abominable y sucio “tomar algunas veces al día la yerba con gran cantidad de agua caliente”. Lo cierto es que el consumo fue en aumento, como señalan los tratadistas del siglo xviii consultados a través del CORDE. Así, Antonio de Alcedo (4), Pedro Lozano (5) y Félix de Azara (6), escritores estos últimos en los que se descubre un cambio de actitud, frente a Arias de Saavedra, cuando tratan sobre las “naturales del Paraguay”: (4) Se toma con exceso, pues no hay casa rica ni pobre donde no esté siempre el mate sobre la mesa, y no es menos de admirar el lujo que gastan las señoras en los utensilios del mate, que toma este nombre del calabacito en que se hace (Alcedo 1786-1789). (5) Los indios que la usan con más moderación que los españoles, é indiferentemente en agua caliente ó fria, los frutos que principalmente, dicen, sacan de esta yerba, son que les alienta al trabajo, y da tanto vigor que no les deja sentir

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la falta de alimento, y se ve frecuentemente que remará un indio todo un dia, sin tomar otro alimento que beber de tres en tres horas un mate ó dos de yerba, en lo cual, como en el olor y sabor, es muy semejante á la celebrada yerba que toman tanto los indios del Perú, llamada coca (Lozano 1745; CORDE) . (6) El alimento común de las gentes son el mate, que toman á toda hora, aunque no en tanta cantidad como en Buenos Aires (Azara 1790; CORDE).

Es precisamente este naturalista aragonés quien se detiene con mucho detalle en la descripción de la planta, su cultivo y su consumo: es el árbol “más útil a la provincia [Paraguay]”, que produce la yerba, también llamada yerba del Paraguay ‘hojas de ese árbol que, una vez secas y trituradas, se consumen como infusión’. Tras describir dicha especie vegetal y delimitar geográficamente las zonas donde crece, Azara ofrece un rico vocabulario —en buena parte creado con palabras españolas adaptadas a ese aspecto de la realidad americana— en torno a dicho campo léxico, en el que no faltan los yerbales, ‘plantaciones de yerba del Paraguay’, los yerbateros, ‘personas que se dedican a la recogida y preparación de la yerba del Paraguay para su consumo’, operaciones a las que se refiere mediante el sustantivo beneficio, beneficio de la yerba y el verbo beneficiar, del que deriva beneficiadores de la yerba, sinónimo de yerbateros. Todavía menciona la ‘yerba pasada por el arnero, de modo que no tenga palitos’, a la que nombra con el guaranismo caá-mirí (‘hierba pequeña’), distinguiendo, sin saber explicar las razones, entre una yerba fuerte (apreciada especialmente en Chile y Perú, hacia donde también se exportaba) y otra yerba floxa (estimada sobre todo en Buenos Aires). Y no faltan en este vocabulario dos términos esenciales en relación con el consumo de este producto: mate, que también define como ‘recipiente hecho de una calabaza’, si bien especifica que “se llena de agua añadiendo después un puñado de hierba del Paraguay”; y bombilla ‘tubo por el que se chupa la infusión, con el extremo inferior abultado y agujereado a manera de filtro’. Botánicos, historiadores y viajeros que recorrieron el área rioplatense durante el siglo xviii dieron amplia información sobre la planta y sobre las propiedades de la infusión de ella obtenida, advirtiendo de algunos efectos negativos que podía producir su ingestión incontrolada. El debate continúa en la actualidad, ahora ya con criterios científicos como los esgrimidos por la Organización Mundial de la Salud, la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer o el Instituto Nacional de la Yerba Mate (Argentina),

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según resume La Nación (21 de mayo de 2015). La ingestión de esta bebida se ha extendido actualmente fuera de sus fronteras originarias, incluso a Líbano y Siria, país este último que es el principal importador de yerba mate. En España, muchas herboristerías y tiendas de dietética la ofrecen a sus clientes, pues su consumo —aunque sigue siendo minoritario— se ha incrementado con la llegada de ciudadanos del Cono Sur de Hispanoamérica, algunos de los cuales han contribuido a hacerlo visible en esta orilla del Atlántico: es ya perceptible, en los parques urbanos, la costumbre de matear. Además algunos de esos ciudadanos, por su singular relevancia social, apoyan notoriamente la difusión de la cultura del mate en España y en Europa: puede mencionarse al respecto la noticia —con fotografía incluida— que ofreció El País (18 de marzo de 2013) acerca de la visita de la presidenta argentina a Francisco, tras ser elegido papa: “Y después, en el momento de los regalos: —Esto es un termo, el agua y la yerbera. Mire qué linda esta yerbera de calabacita. Y la azucarera —decía Fernández— ¡Qué bonita! Después nos tomaremos unos mates”. Otro apunte, también con fotografía, recogido en el diario deportivo catalán Sport el 3 de marzo de 2016: “Leo Messi y Luis Suárez son amigos. No hay duda de ello. Además de compartir complicidad sobre el terreno de juego van a cenar juntos, llevan a sus hijos al mismo colegio y ahora… incluso comparten mate en los desplazamientos”.

3.  Maíz Es una planta de la familia de las gramíneas que produce mazorcas con granos gruesos y amarillos muy nutritivos (Zea Mays L.). La voz ya se documenta con ese significante en la Relación del tercer viaje de Colón y es ampliamente utilizada en la literatura indiana, como ponen de manifiesto, entre otros, los textos de Hernán Cortés (7), Fernández de Oviedo (8), Bernal Díaz del Castillo (9), Juan de Castellanos (10) y el padre José Acosta (11). He aquí unos cuantos ejemplos: (7) La tierra es muy buena y muy abondosa de comida, así de maíz como de fruta (Cortés, 1519-1526; EN, 87). (8) Ni tampoco estas gentes haçen vino de ubas, aunque las tienen salvajes y muchas; pero háçenlo del mahíz y de la yuca (Fernández de Oviedo 1325: EN, 104).

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(9) Trujeron indias para que hiciesen pan de su maíz (Díaz del Castillo 1568; AE, 239). (10) De yucas y maíz es su comida, / de lo cual ansimismo hacen vinos (Castellanos 1589; AE, 239). (11) Hay diferencia en el maíz, como también en los trigos; uno es grueso y sustancioso; otro chico y sequillo que llaman morocho; las hojas del maíz y la caña verde es escogida comida para cabalgaduras, y aun seca también sirve de paja. El mismo grano es de más sustento para los caballo y mulas que la cebada (Acosta 1590; AE, 239).

Temprana es asimismo la incorporación del derivado maizal ‘terreno sembrado de maíz’ a los textos cronísticos, pues ya consta en las Relaciones de Cortés (1519-1526; EN, 87): “Se metieron por los maizales, de que toda la tierra estaba casi llena”. El término procede del taíno mahís, con aspiración que todavía pervive en el español del Caribe, donde seguramente lo aprendieron los españoles. La documentación indiana pone de manifiesto su difusión por todas las zonas en las que se asentaron los colonizadores, como señala Alcedo a finales del siglo xviii, enumerando además sus variadas utilidades: (12) De él se hace harina, de que hay un increíble consumo en toda América, porque es el pan común de los indios y de toda la gente; se usa asimismo para muchos guisados y para alimentar las caballerías, cerdos, animales y aves domésticas.

La difusión del tainismo —según señala Alvar (1990: 82)— debilitó o eliminó los términos sinónimos con los que se nombraban la planta y el fruto en otros territorios del Nuevo Mundo (así, erepa del cumanagoto, abatí del guaraní, centli del náhuatl, zara del quechua, huá del mapuche, etc.); no ocurrió lo mismo con el derivado maizal, pues no pudo reemplazar al nahuatlismo milpa ni al quechuismo chacra. La base taína mahís ha dado lugar al otro lado del Atlántico —según la información que ofrece el DA— a numerosos derivados (además de maizal ‘campo sembrado de maíz’ y ‘gran cantidad de maíz’ en México, Nicaragua, República Dominicana y Paraguay; maicear, ‘dar de comer a los animales’ en México, Guatemala, Honduras y Nicaragua, maicera, ‘terreno dedicado a plantar maíz’ en Cuba y Bolivia; ‘maizal pequeño’

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en Colombia; maicero, ‘que prefiere el maíz como alimento’, maicería, ‘establecimiento en donde se vende o se guarda el maíz’ en México y Bolivia) y también a algunos compuestos (maíz cariaco, ‘maíz de mazorca pequeña y grano frágil’ en Venezuela, maíz morocho, ‘variedad de maíz de grano grande y duro’ en Colombia, Ecuador, Perú y Chile). Se han creado asimismo nuevas acepciones semánticas (maiceado, ‘saludable, robusto, bien alimentado’ en Guatemala y Venezuela; tirar maicitos, ‘intentar convencer o enamorar a alguien con halagos’ en Argentina; tirar maicillo, ‘sobornar a alguien’ en Honduras), dándose el caso de que algún término patrimonial relacionado con la alimentación haya adquirido nuevo significado cuando en su elaboración se utilizan básicamente derivados del maíz. Así ocurre, por ejemplo, con tortilla, término con el que se designa ‘la torta aplanada hecha con harina de maíz, que se toma rellena o para acompañar algunas comidas’, alimento muy apreciado en México y en otras muchas zonas hispanoamericanas que ya elaboraban las poblaciones indígenas a la llegada de los españoles al Nuevo Mundo; y lo mismo cabe decir respecto a las palomitas de maíz, ‘granos de maíz que se abren calentando al fuego en forma de flor’, también nombradas en Hispanoamérica por medio de variados sinónimos. La presencia del maíz en España se registra tempranamente en los textos cronísticos: Fernández de Oviedo escribía hacia 1535 que su cultivo ya se había iniciado en varias zonas pensinsulares, en concreto en Madrid, Ávila y, especialmente en la región andaluza: “Verdad es que el mahíz, que es el pan de estas partes, yo lo he visto en mi tierra en Madrid, muy bueno en un heredamiento de comendador” (EN, 33); datos que pueden completarse con referencias a Cataluña, Galicia, Canarias, Andalucía, Asturias y Guipúzcoa reunidas por Armillas (2015: 77-78) en sus minuciosos comentarios sobre la recepción del maíz en este lado del Atlántico, introduciéndose también rápidamente en el suroeste francés, el norte de Italia e incluso la península balcánica. Cierto es que en España se cultivaban otros cereales parecidos, lo que originó, ya en tiempos coloniales, un vivo debate sobre la autoctonía americana de la planta productora del maíz. Fernández de Oviedo (13) no ponía en duda su dependencia con las especies europeas, y esa opinión parece reflejar el Diccionario de Autoridades en 1734 (14); Alcedo (15), sin embargo, se manifestaba en sentido opuesto:

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(13) Como soy amigo de la leción de Plinio, diré aquí lo que dice del mijo de la India, y pienso yo que es lo mismo que en estas nuestras Indias llamamos maíz (Fernández de Oviedo 1535; AE, 238). (14) Cierta especie de panízo, que produce unos tallos altos, de ellos echa unas mazorcas llenas de granos amarillos o roxos (DAut.). (15) Algunos creen que es originario de Asia, y que los españoles lo llevaron a América, y por eso también lo llaman trigo de Turquía, pero no es así, pues está justificado ser indígena del nuevo mundo (Alcedo 1786-1789: 326).

Al mismo tiempo que el cultivo del maíz americano se expandía en España sustituyendo a los cereales tradicionales, se hacía común el tainismo con que los colonizadores españoles lo designaban en el Nuevo Mundo. No obstante, también subsistieron los nombres de esos cereales tradicionales, aunque aplicados al maíz americano. Es decir, se mantuvo el léxico europeo para denominar una realidad desconocida antes del descubrimiento del Nuevo Mundo. Se trata, en suma —como explica García Mouton (1991: 121)—, de “desplazamientos semánticos entre nombres de cereales parecidos”, diáfanamente plasmados en los mapas geolingüísticos examinados por esta investigadora: así, el maíz de América también recibe el nombre de millo en Galicia y el occidente peninsular hasta Canarias; en Aragón y puntos próximos persiste panizo, que utiliza Colón en la primera referencia a esta especie botánica en el Diario del descubrimiento (Alvar, 1976: II, 66), adeza es la denominación del sur de Teruel, del sur de Cuenca, de Valencia y de Ibiza; blat de moro o moresc se testimonia en Cataluña y blat de les Indies en Baleares; arto y artúa en el área de la lengua vasca; borona en Asturias. En España, la familia léxica de esta voz es —según las entradas léxicas que recoge el DLE— mucho más reducida que en Hispanoamérica, de modo que además de maíz y los derivados maizal y maicena, solo cabe mencionar las rosetas de maíz o palomitas de maíz, de las que ya hay noticia en los textos cronísticos y —con difusión más reciente—, las tortillas de maíz. De modo paralelo, el consumo humano del maíz resulta aquí bastante limitado si se compara con la popularidad de este alimento al otro lado del Atlántico, si bien las dietas libres de gluten están contribuyendo a que aumente su ingesta. El NTLLE recoge en 1914 la primera mención académica de roseta, ‘grano de maíz que se abre calentando al fuego en forma de flor’, acepción que el DLE sigue conservando en nuestros días; la Academia registra palomitas en 1927

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con localización en Hispanoamérica hasta 1956. Palomitas, voz general en España en la actualidad, se conoce asimismo en Chile, Colombia, Costa Rica y El Salvador; a uno y otro lado del Atlántico también se utilizan otros equivalentes léxicos, entre ellos rositas en Argentina y Cuba, cabritas en Chile, pochoclos y pororós en el Río de la Plata, crispetas en Colombia, alborotos ‘golosinas elaboradas con palomitas de maíz’ en El Salvador. Si nos situamos en España, puede oírse rosetas en Andalucía y en Valencia, tostones en Alicante, Murcia y Almería o pajaretas en Aragón. Cabe hacer, finalmente, un breve comentario sobre el anglicismo popcorn (‘estallido de maíz’), empleado en Honduras, Panamá, El Salvador, Puerto Rico, Bolivia, Chile y Uruguay y no desconocido en España: la costumbre de tomar palomitas de maíz (popcorn) en los cines se inició en los Estados Unidos —según informa Wikipedia— hacia 1912, aumentando su consumo desde la Gran Depresión (1929), y en la actualidad esta costumbre se ha extendido a muchas salas de cine en todo el mundo, por lo que no debe sorprender que el término popcorn haya prosperado en otros territorios. Por otra parte, las tortillas (o tortillas de maíz) van adquiriendo presencia en España, en principio para atender las preferencias gastronómicas de los residentes hispanoamericanos en este lado del Atlántico, pero también atraen a los ciudadanos españoles. El titular que ofrecía el periódico El País el 3 de febrero de 2012 es revelador en este sentido: “Empezó haciendo 40 tortillas de maíz al día y ahora fabrica cinco toneladas al mes”. Esa es, en síntesis, la historia de una empresaria mexicana instalada en Madrid que, en sus declaraciones al redactor de la noticia, comentaba: “Además de la máquina hay que atender a la gente que se acerca todos los días a comprar tortillas. Muchos son españoles”. Con una precisión lingüística: “Ya no piden tortitas; saben que aquí hacemos tortillas como las de México”.

4.  Patata y papa Patata es el término con el que se designa, en la mayor parte de España, el tubérculo redondeado, carnoso, muy feculento, producido por una planta solanácea (Solanum tuberosum L.) oriunda de América, en la actualidad uno de los alimentos más útiles para el género humano. En consonancia con su etimología quechua (papa), se nombra así en el conjunto de Hispanoamérica,

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y también en Canarias, Andalucía y en algún punto de Murcia y Extremadura. Los textos cronísticos ofrecen abundante información sobre este alimento desde 1540, al que se hace referencia —con localización en el valle colombiano de Cauca— en la Relación de los sucesos de Pedrarias Dávila de Pascual de Andagoya, publicada por Martín de Navarrete a finales del siglo xviii (16). Desde entonces, los testimonios de papa no escasean (17-23): (16) Los mantenimientos de aquellas provincias son maíz y unas raíces que llaman allí papas, que son como una castaña de hechura de una nuez” (Andagoya 1540; FR, 312). (17) Allí se ovieron algunas vassijas de oro e plata e más de çinco mill mugeres, e quarenta mill ovejas que traían cargadas de mahíz e de unas rayçes que llaman papas, que son a manera de turmas de tierra (Fernández de Oviedo 1546; AE, 295). (18) El cual mandó que con los indios amigos que en su campo traía saliesen soldados por su orden y les cortasen las simenteras, arrancándoles el maíz, papas, frisoles, derribándoles los trigos y cebadas (Góngora Marmolejo 1575; EN, 143). (19) otro género de raíces, que llaman papas, que son a modo de turmas de tierra y echan arriba una poquilla hoja […]. Cómense […] las papas así frescas cocidas o asadas (Acosta 1590; AE, 293). (20) Estos llegaron al Valle que llaman de las Turmas, porque allí fueron las primeras que hallaron de las muchas que se crían en este Reino que en el Pirú llaman papa (fray Pedro Simón 1627; AE, 294).

Ciertamente en Fernández de Oviedo y en otros cronistas se registra tempranamente la variante patata, con la que parecen referirse a la batata: “Hay muchas fructas —escribió el cronista madrileño en relación con Bogotá, Maracaibo y Pernambuco—, y todas las que comúnmente hay en todas las otras partes destas Indias, así como piñas, ajes, patatas, guayabas, caymitos, guanánabas e pitahayas” (1546; EN, 48). Confirman dicha apreciación algunos reconocidos estudiosos (entre ellos, Henríquez Ureña 1938: 41-45; Carcer 1954: 73-77) a partir de numerosas citas documentales: batata y patata fueron para los primitivos cronistas un mismo producto, equivalencia que se prolongó — según confirma el NTLLE— al menos hasta 1817, fecha en que la Real Academia Española aceptó la voz patata como denominación del tubérculo más generalmente conocido en Hispanoamérica mediante el quechuismo papa.

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La hortaliza fue muy poco cultivada en este lado del Atlántico hasta el siglo xviii, y papa fue el nombre general que se le dio hasta entonces; tubérculo rastrero —y, en consecuencia, bajo en la jerarquía alimentaria europea— solo se popularizó por causa de la necesidad bajo el impulso de la Ilustración, consiguiendo desde entonces un éxito total, “aunque nunca, ni siquiera ahora —según señala Piedrafita Pérez (2015: 57)—, ha logrado escalar posiciones en la valoración social o gastronómica”. Alcedo (1786-1789: 343 s. v. papas) comentaba estas circunstancias con las siguientes palabras: (21) Patatas; raíz común en toda América y alimento general de los indios, de los negros y aún de las gentes de distinción, pues casi no hay manjar en que no le pongan porque en todos está muy bien […]; en Irlanda han cundido tanto, que es la comida de los pobres, y en España también abundan en Asturias, en La Mancha y en otras partes.

Con la mayor difusión de su cultivo y consumo, papa evolucionó en patata en la mayor parte de España por cruce entre papa y el antillanismo batata (cf. Buesa y Enguita 1992: 106). En la actualidad la familia léxica de papa ha desarrollado —según se observa en el DA— numerosos derivados y compuestos en Hispanoamérica, entre ellos: papal ‘terreno en que se cultivan las papas’, papero ‘persona que cultiva papas’, ‘persona aficionada a comer papas’, papalina ‘papa cortada en rebanadas muy finas o en tiras, fritas y con sal’ en Guatemala y Honduras, papita (íd.) en Nicaragua, Panamá, Perú, Bolivia, Argentina y Uruguay, papa al hilo ‘papa cortada en tiras delgadas muy finas y fritas’ en Perú, papa criolla ‘papa cuya pulpa es de color amarillo intenso y de consistencia blanda y harinosa’ en Colombia, papa pica ‘papa deshidratada al sol y al aire que, remojada y cocida se utiliza como acompañamiento de diversos platos’ en Bolivia. Las acepciones secundarias son, asimismo, abundantes: por ejemplo, papa ‘puesto político que ofrece beneficios económicos a quien lo ejerce’ en Panamá, ‘agujero en una media o calcetín’ en Honduras, Chile, Argentina y Uruguay , ‘mentira’ en México y Chile, buena papa ‘persona bondadosa, gentil’ en Colombia, papa pelada ‘cosa fácil de hacer, obtener o resolver’ en Guatemala y Venezuela, papa caliente ‘patata caliente’, dorar la papa ‘adular a alguien’ en Honduras. En el caso de patata, se descubren —de acuerdo con el DLE— en el vocabulario del español europeo desarrollos paralelos a los americanos, aunque

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menos numerosos desde el punto de vista cuantitativo: junto a patata se emplean patatal o patatar y patatero ‘persona que comercia con patatas’, ‘persona que se alimenta de patatas con frecuencia’. De manera autónoma, o en expresiones hechas, patata ha desarrollado algunos sentidos figurados: además de patata ‘cosa de poca calidad o de mal funcionamiento’ y patata o papa caliente ‘problema grave e incómodo y de difícil solución que alguien, inhibiéndose en su responsabilidad, traslada a otro’, pueden citarse los siguientes ejemplos: ni patata ‘nada’, comerse con patatas algo ‘verse obligado a quedarse con ello por no poder darle salida’, rollo patatero ‘rollo, cosa o persona aburrida’. Es hecho cierto, por otra parte, que la cocina tradicional española se ha enriquecido notablemente al incorporar la patata entre sus productos básicos, y algunas especialidades gozan de una proyección internacional, en la que los residentes españoles en otros países y el turismo extranjero son pilares fundamentales: así, la tortilla de patata o tortilla española ‘tortilla en la que se cuajan los huevos con patatas previamente fritas’ (frente a la tortilla francesa ‘tortilla hecha solo con un huevo’), las patatas bravas (o papas bravas, o patatas a la brava) ‘patatas cortadas en dados fritas y acompañadas de una salsa picante’ o, incluso las papas arrugadas (papas arrugás) ‘papas cocidas con vapor de agua salada’ que, desde las islas Canarias, han conquistado la península; y del mismo modo, otros guisos regionales se conocen también — quizás en menor medida— fuera de sus fronteras originarias: así, las patatas a la riojana, las patatas a la importancia de Palencia y León o las papas aliñadas (papas aliñás) de Andalucía. Por otra parte, de la afición de los españoles a las patatas fritas de bolsa —que no practicamos en exclusividad— da cuenta en tono festivo un artículo publicado por El País el 16 de septiembre de 2016: (22) Que las patatas fritas son una de las mejores cosas del mundo es una verdad absoluta sobre la que mejor ni discutir. Si están crujientes y perfectamente fritas en aceite limpio y sabroso, con el punto justo de sal, doradas y diciendo “cómeme” son una de las tentaciones más difíciles de evitar. Como el servicio público que somos —anuncia el redactor del artículo—, hemos decidido buscar las mejores patatas fritas que se pueden encontrar, para que cada caloría ingerida esté perfectamente compensada con sabor, textura y puntos de felicidad vital. Para ampliar nuestro radio de acción con patatas de producción local de diferentes zonas de España, hemos reclutado a un grupo de expertos en cosas de comer —y algunos también de beber— para encontrar juntos el Santo Grial del tubérculo y el aceite de oliva.

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5.  Consideraciones finales En las páginas precedentes se ha querido mostrar los distintos caminos que ha seguido la incorporación de los indoamericanismos léxicos en el español europeo a través de tres muestras léxicas relativas a la alimentación (mate, maíz y patata/papa). Precisamente en esta área conceptual confluyen, más que en otros campos de significado, circunstancias que pueden entorpecer el proceso de difusión. Porque no son únicamente las palabras —vocablos bárbaros en el sentir de numerosos cronistas—, son ante todo los referentes a los que nombran y, sobre ellos, pesan hábitos ya adquiridos, prejuicios sociales y, también, la aclimatación de su cultivo a los suelos europeos. Ante esos obstáculos, sin embargo, se levanta la necesidad de contar con productos básicos y de coste mínimo en su obtención. La historia de las tres muestras léxicas analizadas algo nos enseña en esa dirección: la patata (papa) se incorporó a la cocina española en el siglo xviii y, desde entonces, constituye un elemento insustituible en la alimentación humana; no progresó tanto la ingesta humana del maíz, aunque su cultivo para otros usos ha crecido considerablemente; el mate, por el contrario, no ha podido vencer a otras especies tradicionales en España, y su consumo sigue siendo minoritario. Los nuevos tiempos y los efectos de la globalización ponen de manifiesto la expansión de “comidas nacionales” fuera de sus fronteras de origen y, en España, la llegada de ciudadanos del otro lado del Atlántico está haciéndonos descubrir especialidades culinarias que todavía no son nuestras, pero que en un futuro no lejano podrían asentarse plenamente en la cocina española.

Bibliografía Fuentes documentales AE = Alvar Ezquerra, Manuel (1997): Vocabulario de indigenismos en las crónicas de Indias. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Biblioteca de Filología Hispánica. CORDE = Real Academia Española: Banco de datos: Corpus diacrónico del español. (15-09-2016).

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El descubrimiento de América supuso el trasiego de alimentos entre ambos lados del Atlántico, a pesar de la reticencia inicial de los europeos a incorporar en su dieta los nuevos productos. Con todo, la alimentación en la época moderna no puede entenderse sin lo viejo (la trilogía pan, vino y carne) y lo nuevo (los productos americanos) (Cala Carvajal 2001a; Pérez Samper 2002; Frago Gracia 2015). Por ello, nuestro propósito es estudiar la introducción de algunos alimentos americanos (el tomate, el maíz y la patata) en la lengua y en la cocina catalanas. Para ello analizamos los tres indigenismos estudiados desde el punto de vista de su productividad léxica, semántica (sentidos figurados), con especial atención a las variantes dialectales.

1.  América y Cataluña Resultado de la fusión cultural entre la Edad Media y el Renacimiento, el conquistador estimaba que acometía gestas en un mundo épico y fabuloso como sucediera antaño. Entre dichos conquistadores había aragoneses, catalanes e italianos. En efecto, en el segundo viaje de Cristóbal Colón iban Pere Margarit, comandante militar de la expedición; Bernat de Boil, legado pontificio; Ballester, alcaide de la fortaleza de Concepción de la Vega en La Española; y fray Ramon Pané, autor de una crónica1. 1  La crónica de Ramon Pané se ha conservado gracias a la traducción italiana incluida en las Historie del S. D. Fernando Colombo nelle qualli s’ha particolare e vera relatione della vita

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En cuanto al comercio directo con América, este fue poco apetecible para la Corona de Aragón debido, por un lado, a la imposibilidad de asentarse en América; por otro, a la falta de alicientes socioeconómicos, políticos y religiosos durante la etapa antillana, gracias a la revitalización del comercio mediterráneo (Martínez Shaw 1981, Delgado Ribas 1988 y Piña 1990). Así y todo, a partir de la tercera década del siglo xvi, la Corona de Aragón incrementó su interés por América a raíz de la conquista del Imperio azteca y de la piratería árabe en el Mediterráneo. Barcelona fue la primera ciudad donde se presentaron y se probaron los primeros productos americanos llegados a Europa, puesto que en dicha ciudad recibieron los Reyes Católicos a Cristóbal Colón tras regresar de su primer viaje a las Indias. Pero no será hasta el siglo xviii cuando las colonias americanas supongan el empuje de la economía catalana. Ello estimuló la emigración catalana a América, uno de cuyos resultados fue la figura del indiano, que emigraba a ultramar para hacer las Américas (Sánchez Suárez 1992, Gil i Vila 1989, Cala Carvajal 2001b, 2003). De vuelta a Cataluña, si se había enriquecido, invertía en la industria y en obras suntuosas con las que ganaba un gran prestigio social, hasta al punto de disuadirlo de desempeñar determinadas tareas y oficios.

2.  En torno a las voces tomàquet, blat de moro y patata en catalán Igual que la relación comercial entre Cataluña y el Nuevo Mundo fue relativamente tardía, lo mismo cabe decir de la relación lingüística, materializada en el préstamo lingüístico normalmente a través del castellano. Los nuevos productos (con su denominación) no solo se introdujeron en el sistema lingüístico, sino también en el culinario. Paralelamente a lo que ocurre con los préstamos léxicos, los alimentos nuevos no rompen el sistema culinario receptor. Además, muchos de los productos nuevos adquieren sentidos y usos nuevos. En el caso del tomate, hubo continuidad, ya que la salsa de tomate se elaboraba en España como en América. Ahora bien, la hortaliza et de’fatti dell’Ammiraglio D. Christoforo. Colombo suo padre: et dello scoprimento ch’egli fece dell’Indie Occidentali, dette Mondo Nuovo, hora possedute dal Serenissimo Re Catolico. Hay una traducción en catalán publicada por la Comissió Amèrica i Catalunya 1992 (1990).

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amplió su uso como condimento en otros platos. En cambio, el blat de moro ‘maíz’, cereal que nunca ha desbancado al trigo, supuso una ruptura con la tradición americana (Pérez Samper 2002: 238). Por su parte, el consumo del cacao en la forma de chocolate adquirió mucho prestigio (Domènech 2004). Evidentemente, las condiciones meteorológicas condicionaban la aclimatación de los productos americanos. En efecto, el cultivo de la judía verde, el tomate y el maíz fueron rápidos, rapidez que no se reflejó en su consumo. Otros productos como el cacao se reservaban al comercio por ser su cultivo en Europa poco factible. Finalmente, otros productos se consumían solo en América por nativos y europeos, sin que se exportaran a Europa ni se pudieran cultivar en ella: la piña americana (Pérez Samper 2002: 240). 2.1  Tomàquet El tomate, originario de América del Sur, se aclimató con éxito en Mesoamérica, donde lo conocieron los españoles (Allard 2001). Debido a su origen continental, los primeros cronistas no pudieron dar testimonio de su existencia. En cambio, los cronistas que lo conocieron en Nueva España no prestaron demasiada atención a la hortaliza. El tomate no fue habitual en la gastronomía catalana hasta mediados del siglo xvii, como demuestra su ausencia en los tratados culinarios del siglo xvi y de la primera mitad del xvii. En este sentido, empieza a aparecer en los recetarios de cocina, especialmente en los monasterios, tras el retorno de los frailes misioneros en América. De ahí pasó a la dieta de los campesinos, por la penuria alimentaria y la expansión demográfica. En el siglo xviii se introdujo su consumo en las clases más pudientes y se generalizó en el xix. En la cocina catalana, el tomate es el ingrediente básico de la salsa de tomate, el sofrito y el pa amb tomàquet. Según Pérez Samper, la primera receta de salsa de tomate es la de Juan de la Mata, autor de Arte de repostería (1747). También del siglo xviii, los recetarios religiosos catalanes incluyen recetas para preparar salsa de tomate o conserva (Lo principiant cuyner, recetario franciscano). Según el Baró de Maldà en su Calaix de sastre, la salsa de tomate acompañaba la carn d’olla, el cocido típico catalán. En el plano léxico, el término catalán tomàquet (catalán central), del más antiguo y dialectal tomata (< cast. tomate), cuenta con variantes dialectales:

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tomàtec, tomaca (Maresme, País Valenciano) y tomàtic; de tomata, los derivados tomàtiga i domàtiga2. Ingrediente principal del pa amb tomàquet (pa sucat amb tomata en Gerona y pamboli en Mallorca, aglutinación de pa amb oli ‘pan con aceite’), el catalán ha prestado tumaca al castellano con el sentido de “pan tumaca”, ‘pan con tomate’; tumaca es el nombre de una marca comercial de tomate triturado para untar el pan. Las diferentes formas léxicas que recibe el fruto de la tomatera en catalán son el resultado de procesos analógicos. Siguiendo a Corominas (DECLC, s. v. tomàquet), el castellanismo tomate se convirtió en tomàtec por analogía con tàvec (< tave) y ràfec (< rafe). Asimismo, el plural tomates era interpretable como una forma de plural catalana en -es, de la que surgía el singular tomata. En el polimorfismo de tomàquet influyó la pataca ‘patata’. En efecto, junto a tomata tenemos tomaca, cuya difusión llevó a la convivencia entre las voces tomata i tomàtec, que dieron, por un lado, la forma de compromiso tomàquet, por metátesis de tomàtec provocada por tomaca. Por otro, dicha convivencia originó las formas femeninas del balear tomàtiga, en la que la articulación palatal de ga y ka mallorquinas facilitó la superposición de la vocal i, de –iga–, a la e de tomàtec. Por etimología popular procedente de domàs (un tipo de tejido; cast. damasco) y dalmàtica (una especie de túnica; cast. dalmática) (con las variantes daumàtig, dalmàtiga, documentadas desde 1373 y 1478), se forjó la variante domàtiga, como quiera que muchos damascos y dalmáticas eran de color rojo, como la piel del tomate. En cuanto al arraigo de una voz (o de un producto: el tomate) en una lengua, este se muestra en su productividad léxica. Efectivamente, tomàquet presenta derivados. En primer lugar, hallamos el colectivo tomatal (< tomata). En segundo lugar, el derivado tomacó ‘tomate de colgar’ y tomaquera (< tomaca). Otro índice del arraigo de una palabra es que forme parte de una frase hecha. En catalán, tomàquet es el núcleo de locuciones con las que se designan las distintas especies (tomàquet de cirera, tomàquet de pera, tomàquet de poma y tomàquet xinès, etc.)3. Otras frases hechas son posar el cul com un tomàquet 2  El Diccionario Catalán-Castellano-Latino (1803-1805) de Esteve, Belvitges y Juglà y el Diccionari de la llengua catalana ab la correspondencia castellana y llatina (1839-1840) de Pere Labèrnia lematizan juntamente tomaca y tomàtec (DECLC, s. v. tomàquet). 3  La locución nominal tomàquet de mar alude a un invertebrado: “Invertebrat cnidari de la classe dels zoantaris, de color roig encès i amb les vores del disc de color blau (Actinia equina)” (DIEC, s. v. tomàquet).

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‘pegar’, vermell com un tomàquet o més vermell que un tomàquet ‘sonrojarse mucho’ y tenir els ulls a tomàtigues ‘tenerlos rojos de llorar o por alguna enfermedad’ (Mallorca, Menorca) (DCVB, s. v. tomàquet). También ha adquirido sentidos figurados (tomàtiga significa en Menorca ‘borrachera’ (Aquest homo ha agafat una bona tomàtiga) y ‘resfriado fuerte’ (Fa tres dies que duc una bona tomàtiga); y ‘porrazo’ en la Garrocha, Ampurdán y Menorca (Es barallaren, i el meu noi li clavà una tomàtiga que el va fer anar de morros) [DCVB, s. v. tomàquet]). Por su parte, el Diccionari descriptiu de la llengua catalana registra los sentidos figurados de ‘prostituta’, ‘persona sencilla y de pocas luces’ (cat. beneit), golpe violento (cat. ventallada) y sexo (cat. sexe). 2.2  Blat de moro Fue Colón el primero en hablar a los Reyes Católicos del cultivo del maíz y el naturalista Francisco Hernández, el primero en traerlo a la península, a Sevilla. Su cultivo se generalizó a partir de 1604, fecha en que el almirante Gonzalo Méndez de Cancio, gobernador de Florida, lo introdujo en Asturias y Galicia. En Cataluña uno de los primeros documentos que datan su presencia es un diezmo de Alella (Maresme) de 1703. A partir de la segunda mitad del siglo xviii, su cultivo se extendió por toda el área donde se registraban lluvias estivales, hasta tal punto que sustituyó en algunos sectores el barbecho y otros cereales menos productivos. En el caso de maíz, la lengua catalana opta por la desviación lingüística, que consiste en nombrar la realidad americana con palabras romances especificadas con un adyacente que las identifique como significantes de referentes exóticos: blat de l’Índia o blat de les Índies; blat dindi o blat indi (véase gall dindi cast. ‘pavo’) (Cala Carvajal 2000); panís de l’Índia (DLC) (véase el francés blé de Turquie, blé d’Espagne, blé d’Inde, blé more [el normativo maïs]). Otras especificaciones recuerdan su exotismo asociando el producto con lo árabe (cat. blat de moro, blat moresc y blat de moresc). La pronta aclimatación del maíz facilitó la formación de variantes diatópicas panizo, que influyó sobre el asturiano maizu/maizo; el catalán dacsa (un arabismo) y panís, que el DGLC y el DIEC definen como “Gramínia d’origen oriental (Setaria italica), de tija ferma, fulles amples i flors en tirs gran i inclinat. | panís negre, gramínia exòtica de fulles amples i panotxa espiciforme, d’un

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to moradenc (Pennicillaria spicata). | En certes contrades, blat de moro” (García Mouton 1986; Armillas Vicente 2015). Como vimos con el tomate, el arraigo de una voz (o de un producto: el maíz) en una lengua se muestra en su productividad léxica. Efectivamente, blat de moro presenta derivados. En primer lugar, el colectivo blatdemorar, blatdemorera —“Camp (després de la collita) on ha estat fet blat de morot” (DLC)—, morescar y panissar. En segundo lugar, el derivado milloc (Valls d’Àneu y de Cardós, Tremp) (con su variante millot) ‘blat de moro’, derivado de mill cast. ‘mijo’. Otro índice de su arraigo es su presencia en una frase hecha. En el caso del catalán, que no ha tomado prestado el indigenismo maíz del español, es la voz blat cast. ‘trigo’ la que forma parte de locuciones con las que se designan las distintas especies (blat barbut, blat blanc, blat de coure, etc.) o adquieren sentidos figurados blat de bona lluna ‘persona inocente y sencilla, fácil de ser engañada’, quedar espantat com es blat de l’any tretze ‘perder súbitamente la fuerza o el poder’ (Mallorca, Menorca), ¡Quin blat, que s’hi cull! ‘referida a la gente ociosa’ (Cataluña), tindre tot el blat en herba (Cataluña) o tindre poc blat en la cambra de dalt (Valencia) ‘tener poco sentido común’ (DCVB, s. v. blat) y pagar amb blat (o palla) vell (o vella) ‘pagar algo con el producto obtenido de este’ (DLFF, s. v. pagar). 2.3  Patata Como sucedió con otros cultivos americanos, la patata no llamó la atención de los conquistadores españoles, pese a su importancia en la dieta de los incas. Asimismo, su aceptación en la dieta europea fue lenta. Los primeros intentos de introducir la patata se dieron en España, de la mano de los hospicios y conventos. Tampoco ayudaba su aspecto y la imposibilidad de obtener de ella harina panificable (lo que hubiera compensado la carestía de trigo) y su sabor poco apetecible, al consumirse sin pelar por haberla identificado con la trufa y la criadilla de tierra. Todo ello cambió a partir de la segunda mitad del siglo xviii a causa de las carestías cada vez más acentuadas, las cuales agudizaron el ingenio de los científicos para encontrar productos panificables. Son una muestra de ello, entre otras, la obra de Giovanni Targioni Alimurgia, o sia modo di render meno gravi le catestie per sollievo de’ poveri (1762), y la de Antonio-Augusto Parmentier, autor de L’examen chimique de la pomme de terre (1773).

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Lingüísticamente, la voz papa, del quechua pápa, es la denominación americana y dialectal española (Canarias, Andalucía…) de la ‘patata’. Con la aclimatación del tubérculo en el siglo xviii, la voz papa se transformó en patata a causa de la confusión de papa con batata ‘boniato’, palabra antillana. Y de la forma patata pasó al resto de lenguas europeas, entre ellas el catalán, con las variantes dialectales pataca, patana (rosellonés), trumfa, trumfo, creaïlla, queraïlla (DCVB, s. v. patata). El cambio de -ata (patata) a -aca (pataca) debió de deberse a la identificación del tubérculo con la moneda pataca, o con pateca o pasteca, especie de melón (DECLC, s. v. patata). Corominas indica que la primera documentación tanto de patata como de batata es de 1803, en el Diccionario Catalán-Castellano-Latino (18031805), de Esteve, Belvitges y Juglà (DECLC, s. v. patata). Asimismo, deja constancia de que la confusión entre la papa (> patata) y la batata se transmitió en catalán, no solo en el susodicho diccionario, sino también en las primeras ediciones del Diccionari de la llengua catalana ab la correspondencia castellana y llatina (1839-1840) de Pere Labèrnia. Como se ha procedido con el resto de indigenismos, se constata el arraigo de la voz patata en catalán con derivados léxicos como el colectivo patatar, ‘terreno sembrado de patatas’, y los derivados patatera y patater, ‘relativo a la patata’. Asimismo, la voz patata es el núcleo de locuciones que designan las especies del tubérculo o la manera de consumirla (patata del bufet, patata de canya, patata de Màlaga ‘boniato’, patata de bosc, patates rosses lit. ‘patatas rubias’ o patates fregides, patates braves, patata morenera ‘pamporcino’). También ha adquirido sentidos figurados (maldestre ‘torpe’ [DIEC, s. v. patata]) y forma la colocación patata calenta ‘problema, situación complicada’, que se emplea en la frase hecha passar la patata calenta. Otra frase hecha sería més sèrio que una patata (Mallorca, Menorca), aplicada a alguien muy serio (DCVB, s. v. patata) y ésser un patata, ‘ser torpe’.

3.  Conclusiones A lo largo del presente artículo hemos estudiado la integración de las voces tomàquet, blat de moro y patata en la lengua y en la cocina y catalanas, para lo que hemos consultado diccionarios generales de lengua, el Diccionari etimològic

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i complementari de la llengua catalana y estudios dedicados a la historia de la alimentación. En lo lingüístico, hemos analizado, como índices de su integración en la lengua catalana, su adaptación morfológica, el cambio semántico experimentado por dichos hispanismos en la lengua de adopción (nótese que el castellano es la lengua transmisora de los indigenismos al catalán), sus variantes dialectales, sus formas derivadas y el fenómeno de la etimología popular y la analogía.

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Lo que vino de América: coca (‘coca’), goiaba (‘guayaba’) y maís (‘maíz’). La recepción de esas voces en la lengua portuguesa Elena Losada Soler Universidad de Barcelona Ignacio Vázquez Diéguez Universidade da Beira Interior

Cuando el 22 de abril de 1500 las doce naves al mando de Pedro Álvares Cabral que constituían la segunda expedición portuguesa a la India desembarcaron en la costa nordeste del actual Brasil, hacía pocos meses que Vasco da Gama había regresado de su viaje pionero. Asia era entonces el centro de atención primordial para los portugueses. África había sido un camino necesario, el primer espacio donde descubrieron la rentabilidad de la explotación colonial, pero entonces todas las expectativas estaban puestas en ese horizonte mucho más lejano, rico y lleno de resonancias míticas. A lo largo del proceso que condujo al establecimiento de la ruta de navegación hacia Oriente, los portugueses se habían visto enfrentados a diversas formas de alteridad. Debido a que el contacto se estableció en fechas muy tempranas, desde la conquista de Ceuta en 1415 y a través de los mercaderes mauritanos, África era para los portugueses lo “diferente-familiar”. La presencia de esclavos africanos en Portugal está bien documentada a lo largo de la segunda mitad del siglo xv y el “habla de negros” aparece incluso en textos literarios, como la Fragua de amor (1525) de Gil Vicente. La segunda etapa de su expansión supuso el contacto con territorios ya referenciados desde las conquistas de Alejandro Magno y de los tiempos de la Roma imperial, que ya recibía sedas de una tierra mítica situada donde el sol nacía, y que parecían más cercanos después del “siglo franciscano” y de las expediciones de los venecianos.

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Las tierras de Oriente eran lo “diferente-conocido”, puesto que su existencia, más o menos envuelta en leyendas, formaba parte del acervo cultural europeo. Y precisamente cuando el conocimiento más profundo de esa Asia legendaria estaba en sus inicios, irrumpió el grado último de alteridad: América, lo “diferente-desconocido”, donde no existían ni parámetros anteriores, ni vagas referencias geográficas, ni lenguas francas (Pinto 1989: 221). Todo era nuevo y primigenio, y esa imagen de alba del mundo domina las primeras visiones del territorio. Por eso América fue el teatro para todas las fantasías edénicas de los europeos. Si la imagen arquetípica de Oriente será el viejo sabio chino, ricamente vestido y cuyo rostro imperturbable muestra un vago rictus cruel, la de América, y muy específicamente la del Brasil, será el indio desnudo, siempre joven, porque en el Paraíso no puede existir la vejez, un tema este, el de la presunta longevidad de los indios, recurrente en todos los textos iniciales sobre el Brasil1.

1  En muchos de los textos iniciales sobre Brasil, la crónica del viaje de Magallanes de Antonio Pigafetta entre ellos, encontraremos la idea de que los indios alcanzan una edad avanzadísima sin manifestar signos de vejez, como correspondía a los habitantes del Paraíso. La realidad era la contraria, había pocos ancianos porque morían muy jóvenes:

Os brasileiros não são cristãos, nem tão pouco idólatras, porque não adoram nada: a natureza é a sua única lei. Vivem muitíssimos anos: os velhos chegam ordinariamente aos cento e vinte e cinco anos, e algumas vezes até aos cento e quarenta. Andam completamente nus, tanto as mulheres como os homens (Pigafetta: 29). [Los brasileños no son cristianos ni tampoco idólatras porque no adoran nada: la naturaleza es su única ley. Viven muchísimos años: los viejos llegan frecuentemente a los ciento veinticinco años y a veces a los ciento cuarenta. Van completamente desnudos, tanto las mujeres como los hombres.] Cincuenta años después, el jesuita Fernão Cardim insistirá en la misma idea: “O clima do Brasil geralmente he temperado de bons, delicados e salutíferos ares, donde os homens vivem muito até noventa, cento e mais annos […]”. [El clima del Brasil es templado, de aires buenos, delicados y saludables, donde los hombres viven mucho hasta noventa, cien y más años] (Cardim 1980: 25). Sérgio Buarque de Holanda, en su estudio sobre los elementos edénicos en la formación del imaginario sobre el Brasil, apunta una razón lógica para la salubridad atribuida a aquellas tierras: al desembarcar e incluir en la terrible dieta náutica frutos y productos frescos se producía una rápida mejoría (Buarque de Holanda 1987: 345).

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Cuando los portugueses llegaron a la “Terra da Vera Cruz” creyeron ver encarnadas las palabras de Ovidio, la Edad de Oro en su estado puro: temperaturas equilibradas todo el año, la existencia de ríos inmensos como los que según la Biblia rodeaban el Paraíso, o la presencia de papagayos, el único animal que conservó la facultad del habla después de la caída. También, y en oposición a la sobrepoblación asiática, frecuentemente mencionada en los textos, encontraron grandes extensiones de una naturaleza intacta2 y que ofrecía, como el Paraíso, productos maravillosos, especialmente las frutas que tanto necesitaban los marineros. En los tratados portugueses sobre el Brasil que reflejan los primeros contactos, la descripción de productos relacionados con la alimentación no ocupa el primer lugar ni es predominante3, pero en todos ellos se encuentran referencias, en especial a las frutas. No hay relato del siglo xvi sobre el Brasil, empezando por el de Pigafetta, que no contenga una mención al ananás o abacaxi, la piña tropical4. Parece que este fue además el único punto de acuerdo entre católicos y protestantes, porque también aparece en los libros de los hugonotes franceses sobre la Francia antártica. Por estos textos desfilan todos los rostros del Otro, del territorio y de sus productos en descripciones legitimadas como verdad por el recurso retórico de la certificación autóptica, un constante “yo lo vi”. Una larga polémica ha enfrentado a los historiadores sobre la casualidad o intencionalidad de esa desviación en la elipse atlántica que los llevó a otro continente y sobre la posibilidad de un viaje anterior. Ni ese dudoso primer viaje ni la exacta cronología, que indica que Vicente Pinzón y Diego de Lepe fueron en realidad los primeros europeos en tocar sus costas, cambia el estatus de primer contacto de la expedición de Cabral. Ninguno de los dos españoles se quedó, su viaje no tuvo consecuencias ni dejó testimonios. Así pues, los tres documentos fundamentales de la expedición de Álvarez Cabral

Véase Subirats (1994). La gran cuestión gira alrededor de la consideración del indio como Buen Salvaje, de los aspectos edénicos del territorio y, ya más avanzado el siglo, de las costumbres y usos de los indios y muy en especial de la antropofagia, que lo transformará en Monstruo Caníbal contra quien cualquier guerra es justa. 4  Los editores hemos respetado la decisión de los autores de añadir dos voces, ananás y mandioca, no incluidas en el corpus del que se partía y que se ofreció a los colaboradores. 2  3 

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—la Carta do Achamento de Pêro Vaz de Caminha, la Relação do Piloto Anónimo y la carta de Mestre João Faras— son el primer testimonio de ese contacto. La estancia de la expedición de Cabral duró diez días durante los cuales se produjo el primer contacto con los pobladores de aquella costa y con sus productos. Cuando Pedro Álvares Cabral y sus hombres desembarcaron en esa ensenada cercana a la actual Cabrália, la tribu dominante era la de los tupíes. Estos serán los protagonistas de los textos de los portugueses frente a otras tribus como los potiguar, los tamóios o los aymorés, considerados aún más “bárbaros”. No deja de ser tristemente significativo que ni una sola de las tribus tupíes haya sobrevivido a ese encuentro que fue en realidad un choque (Couto 1995: 60-65). Uno de los viajeros, Pêro Vaz de Caminha, un culto hidalgo de Oporto que viajaba a la India para ocupar el puesto de escribano en la fortaleza portuguesa de Calicut, levantó acta de lo que vio y en forma de carta la mandó al rey don Manuel. Un documento esencial que, sin embargo, vio durante siglos usurpado su papel por las mistificaciones de Vespucci —la famosa Mundus Novus (1503-1505), por ejemplo— o por otro texto de la misma expedición pero mucho más simple y pobre: la Relação do Piloto Anónimo. La causa fue que la carta de Pêro Vaz de Caminha, cuya finalidad última era pedir el favor del rey para un yerno caído en desgracia, quedó inexplicablemente olvidada en el archivo de la Torre do Tombo en Lisboa y solo fue publicada en 1817. Este texto pionero es, por lo tanto, un documento invisibilizado y debe alertarnos sobre un problema común y grave cuando analizamos las relaciones de los europeos con las culturas que iban encontrando. El texto de Caminha, pese a ser en realidad la primera mirada europea sobre el Brasil, no pudo intervenir, al quedar olvidado y sin difusión, en la creación del imaginario europeo sobre las nuevas tierras ni constituir la fuente de entrada de nuevos vocablos en las lenguas europeas, una cuestión fundamental a tener en cuenta cuando nos enfrentamos al proceso de transmisión de los nombres de alimentos. A veces un texto más tardío pero de más rápida difusión pudo colaborar mucho más en el proceso de incorporación del vocablo que designaba un nuevo producto que un texto más antiguo pero inaccesible a sus contemporáneos. La visión de Pêro Vaz de Caminha es la de un viajero cuyo verdadero destino es otro. Con todas las miras y ambiciones puestas en su futuro empleo en la India, Caminha pasea su mirada de viajero en tránsito por la costa de Porto Seguro sin segundas intenciones de colonización o de conquista. En

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muchos aspectos, como afirma Rocha Pinto (Pinto 1989: 231), la Carta es un ejemplo diáfano de “littérature du regard”. Un caso semejante es el del relato de Antonio Pigafetta, navegante y cronista de la expedición de Magallanes, para quien su breve estancia en la costa del Brasil era también un paréntesis en sus objetivos. Al no ser el portugués ni el español la lengua original del texto de Pigafetta, este texto se aleja de nuestros propósitos, pero su temprana fecha y notable difusión hace que valga la pena mencionar al menos los nombres de productos que menciona en el breve fragmento que trata sobre “Verzin”, el Brasil, y en el aún más breve vocabulario de solo nueve voces que añadió al texto. Este último, titulado “Alcuni vocabuli di questi populi del Verzin”5 contiene dos términos valorativos (adjetivos), cinco nombres de instrumentos de la vida cotidiana y dos nombres de comestibles: miglio (la voz indígena que recoge es transcrita como ‘maíz’) y farina. En el interior del texto se extiende algo más sobre los alimentos que encontraron y, muy especialmente, sobre la piña: […] si dice la terra del Verzin in 23 gradi ½ al polo antartico, che è terra del capo de Santo Agostino, che sta in 8 gradi al medesimo polo: dove pigliassemo gran rinfresco de galline, batate, pigne molto dolci, frutto in vero piú gentil che sia, carne de anta come vacca, canne dolci ed altre cose infinite, che lascio per non essere prolisso. Per un amo da pescare o uno cortello davano 5, ó 6 galline: […] per uno sonaglio o una stringa, uno cesto de batate; queste batate sono al mangiare come castagne e longhe come napi (Pigafetta 1524: 3). […] se llama la Tierra del Brasil, a 23 grados ½ del polo antártico, que es la tierra del cabo de San Agustín, que está a 8 grados del mismo polo, donde cogimos gran refresco de gallinas, batatas, piñas muy dulces, fruto en verdad el más gentil del mundo, carne de anta como vaca, cañas dulces y otras infinitas cosas, que dejo por no ser prolijo. Por un anzuelo y un cuchillo daban 5 ó 6 gallinas, […] por un sonajero o una cuerda, un cesto de batatas; estas batatas son al comerlas como castañas y largas como nabos].

También en el primer contacto descrito por Pêro Vaz de Caminha encontramos datos sobre los alimentos: 5  Alcuni vocabli de questi popoli del verzin al miglio = maiz. Alla farina = hui. All’amo = pinda. Al coltello = tacse. Al pettine = chigap. Alla forbice = pirame. Al sonaglio = itanmaraca. Buono più che buono = tum maragatum.

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Não há aqui boi, nem vaca, nem cabra, nem ovelha, nem galinha […] Nem comem senão desse inhame, que aqui há muito, e dessa semente e fruitos, que a terra e as árvores de si lançam. E com isto andam tais e tão rijos e tão nédios que o não somos nós tanto, com quanto trigo e legumes comemos. [...]Assim, Senhor, a inocência desta gente é tal, que a de Adão não seria maior […] (Caminha 1967: 250-251). [Aquí no hay bueyes ni gallinas […] No comen más que ese ñame que es aquí muy abundante y semillas y frutos que la tierra y los árboles les dan. Y con esto más sanos y fuertes que nosotros con todo el trigo y legumbres que comemos. […] Así, Señor, la inocencia de esta gente es tal, que la de Adán no sería mayor].

Una segunda fase de los contactos es la representada por los misioneros y los textos que generaron. En las cartas del padre Manuel da Nóbrega, director de la primera misión jesuítica que se estableció en Brasil a partir de 1549, encontramos ya una visión mucho más profunda y completa que la de Caminha y Pigafetta, pero también más sesgada y cargada de ideología. A pesar de ese apriorismo, sin embargo, las cartas jesuíticas constituyen una fuente indispensable de estudio por su número, variedad y abundancia de detalles. Precisamente en una carta de Manuel da Nóbrega, datada en 1549 aparece la primera referencia a la voz mandioca. Por tratarse de una primera aparición la comentaremos más tarde. Ya a finales del siglo xvi, otro jesuita, Fernão Cardim, continuará lamentando la ausencia de sentimiento religioso en los nativos. Casi cien años de misiones no habían conseguido su objetivo porque el Otro se multiplicaba, adoptaba mil formas, y, como en un castigo babélico, hablaba demasiadas lenguas distintas. Evangelizar era el trabajo de Sísifo. En sus Tratados da terra e gente do Brasil, publicados por primera vez en portugués en 1881, pero traducidos al inglés y publicados en la colección de Purchas en 1625, la descripción de animales, plantas y productos alimenticios es amplísima. En el apartado “Das ervas que são fructo e se comem” encontramos otra referencia a la mandioca: Mandioca: O mantimento ordinário desta terra que serve de pão se chama mandioca, são umas raízes como de cenouras, inda que mais grossas e compridas, […]. Contém esta mandioca debaixo de si muitas espécies, e todas se comem […].

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[Mandioca: La comida ordinaria de esta tierra que sirve de pan se llama mandioca, son raíces como de zanahorias, pero más gordas y largas […] Contiene esta mandioca muchas especies, y todas se comen […]].

Otro grupo destacado de textos del siglo xvi es el compuesto por obras destinadas a la propaganda de la colonización. Alrededor de 1530 la “terra do pau Brasil” se dividió en donatarias6 y en ellas proliferaron las plantaciones, primero de caña de azúcar, después de café y de cacao. En estos textos los productos alimenticios ya no son una sorpresa sino un reclamo, una muestra más de las riquezas que esperaban a los valientes. Un ejemplo de esta actitud es la que encontramos en los dos tratados de Pêro de Magalhães Gândavo, por otra parte un notable humanista, amigo de Camões. En el Tratado da Terra do Brasil (redactado en 1570 y publicado en 1826, pero de notable difusión manuscrita, en el capítulo 6, dedicado a las “fruitas da terra”, no podía faltar la descripción de la piña: Huma fruita se dá nesta terra do Brasil muito sabrosa, e mais prezada de quantas ha. Cria-se numa planta humilde junto do chão, a qual tem humas pencas como cardo, a fruita della nasce como alcachofras e parecem naturalmente pinhas, e são do mesmo tamanho, chamão-lhes Ananazes, e depois de maduros tém hum cheiro muito excellente, colhem-nos como são de vez, e com huma faca tirão-lhes aquella casca grossa e fazem-nos em talhadas e desta maneira se comem, excedem no gosto a quantas fruitas ha neste Reino, e fazem todos tanto por esta fruita, que mandão plantar roças della, como de cardaes: a este nosso Reino trazem muitos destes ananazes em conserva (Gândavo: 46). [Una fruta muy sabrosa se da en estas tierras del Brasil, la más preciada de cuantas hay. Se cría en una planta humilde junto al suelo, que tiene unas pencas como el cardo. Su fruta nace como las alcachofas y parece naturalmente una piña, y son del mismo tamaño, las llaman Ananases, y cuando están maduros tienen un olor excelente, los recolectan de una vez y con un cuchillo les quitan aquella cáscara gruesa y los cortan en tajadas y así se comen. Superan en sabor a cuantas frutas hay en este reino, y les gusta tanto a todas esta fruta, que la mandan plantar en campos: a nuestro Reino traen muchos de estos ananases en conserva].

6 

Nombre dado a las encomiendas de los colonos.

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El dato es relevante porque certifica los comienzos de una muy temprana industria conservera de la piña, gracias, sin duda, a los almíbares conseguidos con el abundante azúcar de la región. En su otro texto, História da Provincia Santa Cruz, editado en Lisboa en 1576, y de amplio eco en su tiempo, Gândavo, además de documentar, entre otros datos de gran valor antropológico, la costumbre indígena de la “covada”, es decir la usurpación por parte del hombre del lugar de la parturienta, dedica el capítulo cinco a plantas, alimentos y frutas. La primera mención es para el “pan del Brasil”, la mandioca: Primeiramente tratarei da planta e raiz de que os moradores fazem seus mantimentos que la comem em logar de pão. A raiz se chama mandioca, e a planta de que se gera he de altura de hum homem pouco mais ou menos […] (Gândavo: 94). [En primer lugar trataré de la planta y raíz que sus habitantes comen en vez de pan. La raíz se llama mandioca, y la planta que la produce es de la altura de un hombre poco más o menos […]].

Pero rápidamente aparece la reina de las frutas, la piña, aquí considerada superior a cualquier fruto de la metrópoli: Outra fruita ha nesta terra muito melhor, e mais prezada dos moradores de todas, que se cria em huma planta humilde junto do chão […] São tam sabrosos, que a juizo de todos nam ha fruita neste Reino que no gosto lhes faça vantagem, e assi fazem os moradores por elles mais, e os tem em maior estima que outro nenhum pomo que haja na terra (Gândavo 1576: 97). [Otra fruta hay en esta tierra mucho mejor y más preciada de sus moradores entre todas, que se cría en una planta humilde junto al suelo. […] Son tan sabrosas, que en opinión de todos no hay fruta en este Reino que en el sabor les lleve ventaja, y así las cuidan sus moradores y las tienen en mayor estima que cualquier otra fruta que haya en la tierra].

Destaca también la descripción de la noz de cajú (anacardo), considerado superior a la almendra: Ha outra fruita que nasce pelo mato em humas arvores tamanhas como pereiras, ou macieiras: a qual he de feição de peros repinaldos, e muito amarella. A esta fruita chamão cajús: tem muito sumo, e come-se pela calma pera refrescar, porque he ella de sua natureza muito fria, e de maravilha faz mal,

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ainda que se desmandem nella. Na ponta de cada pomo destes se cria hum caroço tamanho como castanha, da feição de fava: o qual nasce primeiro, e vem diante da mesma fruita como flôr; a casca delle he muito amargosa em extremo, e o meolo assado he muito quente de sua propriedade e mais gostoso que a amendoa (Gândavo 1576: 11). [Hay otra fruta que nace en el bosque en unos árboles como perales o manzanos y que tiene aspecto de pera alargada y muy amarilla. A esta fruta la llaman cajú: tienen mucho zumo y se come por la tarde para refrescar, porque es de naturaleza muy fría y nunca hace daño aunque se coma demasiada. En la punta de cada fruto de estos hay un fruto seco como una castaña, con aspecto de haba, el cual nace primero y antecede a la fruta como flor; su cáscara es muy amarga y la semilla asada es muy cálida en sus propiedades y más sabrosa que la almendra].

Unos años más tarde, a partir de 1580, la unión de las coronas producirá un cambio importante en el papel de los textos portugueses sobre América. Lisboa perderá una parte de su papel como puerta de América en favor de Sevilla y buena parte de las palabras que designan alimentos7 pasarán al resto de Europa a través del español y no del portugués. Otra cosa sería si estudiáramos con detalle los nombres de especias y plantas venidas de Asia y su penetración en Europa a través de autores fundamentales como Garcia da Orta y su extraordinaria obra Colóquios dos simples e drogas he cousas medicinais da Índia e assi dalgũas frutas achadas nella onde se tratam algũas cousas tocantes a medicina, pratica, e outras cousas boas pera saber (Goa, 1563). [Coloquios de los simples y drogas y cosas medicinales de la India así como de algunas frutas halladas en ella donde se tratan algunas cosas referidas a la medicina, práctica y otras cosas buenas para saber]. Una vez establecidas estas premisas pasemos a analizar los casos concretos de cinco voces: Ananás (ananás, piña, piña de América), coca (coca), goiaba (guayaba), mandioca (mandioca) y maís (maíz). De entre el conjunto de palabras procedentes de América relativas a la alimentación, se han elegido las cinco anteriores por diferentes razones. La primera por la datación: todas ellas son contemporáneas en su entrada en

7  Por otra parte la variedad de productos procedentes de la América española era muy superior a la de los alimentos procedentes del Brasil.

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español y portugués8. La segunda: tres de ellas se incorporan a la lengua portuguesa a través del español (coca, maís y goiaba) y dos a través del tupí9 (ananás y mandioca); en este caso, ananás entra en el español a través del portugués y mandioca presenta cierta polémica. La tercera: estas últimas voces también existen en francés (ananas, manioc) e italiano (ananas/ananasso, manioca), lo que demuestra la propagación de este léxico.

1.  Coca, maís, goiaba Coca y maís se documentan por primera vez en la misma obra, el Tratado dos descobrimentos, un texto manuscrito de António Galvão, cronista y administrador portugués de las Molucas (Lisboa, 1490-1557), publicado en Lisboa en 1563. La datación de ambas palabras presenta un cierto desajuste entre las diferentes fuentes consultadas. La obra fundamental que proporciona los datos más fiables es el Dicionário Houaiss da língua portuguesa (2001). En él leemos lo siguiente al consultar las citadas entradas (ofrecemos los datos referentes a la etimología y a la datación): coca10: quích. (talvez do aimara) kuka através do esp. coca (1550) ‘arbusto da América do Sul de cujas folhas se extrai a substância cocaína’; voc. adotado em diversas línguas e na classificação bot de Lineu (cf. Erythroxylon coca) [datação Galvão, 1557]. [coca: quechua (tal vez del aimara) kuka a través del español coca (1550) ‘arbusto de América del Sur de cuyas hojas se extrae la sustancia cocaína’; vocablo adoptado en diversas lenguas y en la clasificación botánica de Linneo (cf. Erythroxylon coca). [datación Galvão, 1557]]. 8  Véase, por ejemplo, las siguientes, con bastante diferencia en el registro escrito: aguacate (1560 en español), abacate (1776 en portugués); cacao (1535), cacau (1675); chocolate (1580), chocolate (1726) o tomate (1532), tomate (1721). 9  En relación a esta lengua, para algunos etimólogos entran a través del guaraní. La cuestión se apoya en que ambas lenguas forman parte de la familia tupí-guaraní. 10  En español, según RAE (2014): coca. (Del quechua y aim. kuka). f. Arbusto de la familia de las Eritroxiláceas, con hojas alternas, aovadas, enteras, de estípulas axilares y flores blanquecinas. Indígena de América del Sur, se cultiva en la India y en Java y de ella se extrae la cocaína.

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maís11: esp. maíz (c1500, prov. 1493) ‘variedade de milho’, do taino (São Domingos) mahís ‘id.’; f.hist. 1563 mais, 1716 maîz [datação Galvão, 1557]. [maís: español maíz (confronte 1500, probablemente 1493) ‘variedad de mijo’, del taíno (Santo Domingo) mahís ídem; forma histórica 1563 mais, 1716 maîz [datación Galvão, 1557]].

La obra de Galvão fue nuevamente impresa en 1731 con el siguiente título: Tratado dos descobrimentos antigos, e modernos, Feitos até a Era de 1550. com os nomes particulares das pessoas que os fizeraõ, e as suas alturas, e dos desvairados caminhos por onde a pimenta, e especiaria veyo da India ás nossas partes; obra certo, muy notavel e copiosa. Composto pelo famoso Antonio Galvão. Lisboa Occidental, na officina ferreiriana. mdccxxxi. [Tratado de los descubrimientos antiguos y modernos, hechos hasta la era de 1550, con los nombres particulares de las personas que los hicieron, y sus tiempos, y de los tortuosos caminos por los que la pimienta y las especias vinieron de la India a nuestras partes; obra, ciertamente, muy notable y copiosa. Compuesta por el famoso António Galvão. Lisboa Occidental, en el taller ferreiriano. mdccxxxi] Si nos atenemos al título, todos los datos aportados en este libro llegan hasta 1550. En su obra, presenta un relato detalladísimo de las principales exploraciones llevadas a cabo por portugueses y españoles hasta ese año. Sea como fuere, los datos parecen indicar que ambas palabras fueron conocidas (y documentadas) antes de 1557, en vida del autor, y como mucho antes de 1550 (cuando parece que finaliza el manuscrito). Este hecho nos sitúa ante un nuevo problema: en español se documentan las palabras en 1550 la primera y en 1500 la segunda según Coromines (1961)12. En el caso de coca, o bien entra en español y rápidamente se cede al portugués, o entra en ambas lenguas a la vez, poniendo en tela de juicio la primera hipótesis. Con todo, se ha consultado el Corpus del Nuevo diccionario histórico del Instituto de Investigación Rafael Lapesa de la Real Academia Española (2013) —de ahora 11  En español, según RAE (2014): maíz. (Del taíno mahís). m. Planta de la familia de las Gramíneas, con el tallo grueso, de uno a tres metros de altura, según las especies, hojas largas, planas y puntiagudas, flores masculinas en racimos terminales y las femeninas en espigas axilares resguardadas por una vaina. Es indígena de la América tropical, se cultiva en Europa y produce mazorcas con granos gruesos y amarillos muy nutritivos. 12  Las mismas fechas que aduce Houaiss.

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en adelante CDH— y coca aparece en una obra de fray Bartolomé de Las Casas, la Apologética historia sumaria, fechada entre 1527 y 1550 (fue pensada para formar parte de la Historia de las Indias, escrita entre 1527 y 1561): En estas islas comutaban sus cosas largamente de esta manera: […] Désta y de otras maneras adquirían pecunias o cosas que lo valían […] y así adquirían sus posesiones, como parece en la Nueva España, donde por dineros tienen y usan el cacao, que son unas almendras, y en el Perú cierta yerba que llaman coca, que por moneda también tractan la mayor parte.

Maíz, según el CDH, se documenta en la Crónica de los Reyes Católicos de Alonso de Santa Cruz, obra datada entre 1491 y 1516: Por tanto, mandó Su Alteza que a los indios se les hiciesen estancias junto a los pueblos de los españoles. Y que la persona que tuviese cargo dellos hiciese sembrar a cada uno de los dichos indios cada año media hanega de maiz […].

Dado que son obras escritas a lo largo de varios años, quizás Coromines supo ver la fecha exacta en los manuscritos. La cuestión es que la fecha por él propuesta se encuadra dentro de estos años. Volviendo al portugués, veremos las frases en las que se encuentran ambas palabras (respetamos la grafía del siglo xviii, la de la edición de 1731). Tras diversas descripciones, en la página 79 se habla de la fundación de Lima, y ya en la 89, llegamos a los Andes “que apartaõ o Brasil do Imperio dos Inguas” y leemos: Os que vivem nas fraldas destas montanhas dos Andes, antre a frialdade, e quentura, saõ pela mayor parte tortos, e alguns cegos: de maravilha se achaõ dous homens juntos, que hum delles naõ seja torto. Tambem se da por estes campos, ainda que darea calidissimos, muito bom maiz, e batatas, e humas hervas, a que chamaõ coca, que trazem sempre na boca, como na India o betele, que dizem que mata a sede, e fome. E assi ha outros grãos, e raizes que lá comem, muito trigo, cevaba, milho, vinhos e outras arvores […]. [Los que viven en las laderas de estas montañas de los Andes, entre el frío y el calor, son en su mayoría tuertos y algunos ciegos: con mucho trabajo se encuentran dos hombres juntos sin que uno de ellos sea tuerto. También se produce en estos campos, aunque de arena muy cálida, muy buen maíz, patatas y una hierba a la que llaman coca, que llevan siempre en la boca, como en la India

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el betel, que dicen que apaga la sed y mata el hambre. Y así hay otros granos y raíces que allí comen: mucho trigo, cebada y mijo, vinos y otros árboles […]].

Destacamos el término milho (del latín milium, ‘mijo’) que, frente a maís (grafía actual) indica con claridad que se trata de dos productos diferentes. En portugués, la palabra genérica en la actualidad sigue siendo milho13 (y maís, una variedad), al tiempo que en castellano se usa maíz como genérico (siendo mijo una variedad). Por su parte, la voz goiaba se recoge por primera vez en un texto de 1557, en la Relaçam verdadeira dos trabalhos que o governador dõ fernãdo de souto e certos fidalgos portugueses passarom no descobrimento da provincia da frolida. Agora nouamẽte feita per hũ fidaldo Deluas. Évora. [Relación verdadera de los sucesos que el gobernador don Fernando de Souto y ciertos hidalgos portugueses pasaron en el descubrimiento de la provincia de la Florida. Ahora nuevamente hecha por un hidalgo de Elvas. Évora]. Nos dice Houaiss (2001): goiaba14: orig.contrv.; prov. do esp. guayaba (a1550) ‘fruto da goiabeira’, de orig. atribuída ao taino da ilha de São Domingos, ou ao aruaque [datação Relaçam, 1557]. [goiaba: origen controvertido; probablemente del español guayaba (1550) ‘fruto de la guayabera’, de origen atribuido al taíno de la isla de Santo Domingo, o al arahuaco [datación Relaçam, 1557]].

La Relaçam verdadeira… se divide en una serie de capítulos que nos introducen en la conquista de la región de la Florida española en el siglo xvi. En el capítulo V, “De los vecinos que tiene la ciudad de Santiago y de los otros pueblos que habitan la isla y de la calidad de la tierra y de las frutas que hay en ella” aparece la primera referencia a la guayaba: A Cidade de Santiago tera oitenta casas grãdes e bem repartidas: as mais tẽ as paredes d’tauoado e sam cubertas de feno: algũas ha de pedra e cal e Documentada por primera vez en 1255. La correspondiente castellana en 1219. Para el español (RAE, 2014): guayaba. (Voz arahuaca). f. Fruto del guayabo, que es de forma aovada, del tamaño de una pera mediana, de varios colores, y más o menos dulce, con la carne llena de unos granillos o semillas pequeñas. 13  14 

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cubertas de telha, tẽ grandes quintaes e nelles muitas aruores deferentes das despanha, hay figueiras que dam figos tamanhos como hũ punho, amarelos de dentro e de pouco sabor; e outras aruores que dam hũa fruita a que chamã Ananes e da feyçã e tamanho de pinhas pequenas; he fruita gostosa; tirada a casca parece ho miolho hũ pedaço de quoalhada. Nas estancias pello campo ha outras pinhas grandes que se dam em aruores baixas e tem o parecer de erua babosa, sam de muito bõ cheiro e estimado sabor. Outras aruores dam hũa fruita a que chamam Mameis e do tamanho de Meracotões; esta tem os yslenhos por millor de todas as da terra. Ha outra fruita a que chamam Guayabas da feiçam dauelãs, tamanhas como figos […]. [La ciudad de Santiago debe tener unas ochenta casas grandes y bien repartidas: la mayoría tiene las paredes de tabla y están cubiertas de heno; hay algunas de piedra y cal y cubiertas de tejas, tienen huertas grandes con muchos árboles diferentes de España; hay higueras que dan higos del tamaño de un puño, amarillos por dentro y con poco sabor; hay otros árboles que dan un fruto que se llama ananás (piña de América), tiene el aspecto y el tamaño de las piñas pequeñas; es una fruta sabrosa; sin la cáscara, el meollo parece una cuajada. En otras dependencias, hay otras piñas grandes que crecen en árboles bajos y parecen una hierba babosa, huelen muy bien y su sabor es muy apreciado. Otros árboles dan una fruta a la que llaman mamey, es del tamaño del melocotón y es para los isleños la mejor de todas las de la tierra. Hay otra fruta a la que llaman guayaba, del aspecto de las avellanas y del tamaño de los higos […]].

Como se observa en la definición de Houaiss, este da para el español la referencia de Coromines (1961), el año 1550. Por su parte, el CDH remite a la obra Sumario de la natural y general historia de las Indias, de Gonzalo Fernández de Oviedo, fechada en 1526: Guayaba. Capítulo LXIII El guayabo es un árvol de buena vista e la hoja d’él quasi la del moral sino que es menor […]. Echa unas mançanas más maciças que las mançanas de acá […].

2.  Ananás, mandioca El término ananás se encuentra en la obra que acabamos de referir (Relaçam…). Al recurrir al diccionario de Houaiss (2001), leemos lo siguiente en referencia a los datos etimológicos:

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ananás15: alt. do tupi naná ‘fruto do ananaseiro’; até o s. xix só se documenta em port. ananás, nunca abacaxi; f.hist. 1557 ananes [Relaçam]. [ananás: alteración del tupí naná ‘fruto del ananás’; hasta el siglo xix solo se documenta en portugués ananás, nunca abacaxi; forma histórica 1557 ananes [Relaçam]].

La voz tupí entró en esa fecha en el portugués y pasó al español escrito en 1578, según Coromines (1961), si bien añade que “raro antes del s. xix”. El término hoy usual es piña (lat. pinea, 1335), antes piña de América. La forma del fruto del pino acabó designando al nuevo producto16. En este caso, el CDH registra la voz con la misma fecha que Coromines, en el Tratado de las drogas y medicinas de las Indias Orientales de Cristóbal Acosta (1578, 347): Este árbol (a que llaman ananás bravo) es de altura de una lança; muy liso, derecho, redondo, tan gruesso como un naranjo […] Pende de estos ramos un fructo, a que llaman ananás silvestre, por tener algún parescer con el doméstico […], que de lexos paresce una grande piña.

3.  Mandioca La palabra aparece recogida por primera vez en una carta escrita por el padre jesuita Manuel da Nóbrega en 1549. Como ya hemos avanzado, este jesuita fue el jefe de la primera misión que se llevó al Nuevo Continente. Escribió infinidad de misivas, sobre todo a Portugal, dando cuenta de la labor evangelizadora que se llevaba a cabo. Ya desde el siglo xviii había interés por 15  En español (RAE, 2014): ananás. (Del port. ananás, y este del guar. naná). 1. m. Planta exótica, vivaz, de la familia de las Bromeliáceas, que crece hasta unos siete decímetros de altura, con hojas glaucas, ensiformes, rígidas, de bordes espinosos y rematados en punta muy aguda; flores de color morado y fruto grande en forma de piña, carnoso, amarillento, muy fragante, suculento y terminado por un penacho de hojas. 16  Si buscamos la entrada piña en la RAE, leemos: piña. (Del lat. pinĕa). 1. f. Fruto del pino y de otros árboles. […] 2. f. ananás. piña de América 3. f. ananás. La segunda acepción remite a la forma de origen tupí.

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recopilar la ingente correspondencia del sacerdote. Algunas de ellas fueron publicadas en 1788 por Muniz Barreto pero fue en 1886 cuando Valle Cabral las recopiló y anotó en un volumen: Cartas Jesuíticas. 1. Cartas do Brasil do Padre Manoel da Nóbrega (1549-1560). De esa obra proceden los extractos que se ofrecen a continuación. Veamos antes la información proporcionada por el diccionario Houaiss (2001): mandioca17: tupi mandi’oka ‘mandioca, raiz da planta chamada mandi’ïwa, no tupi’; [1549, Nóbrega]. [mandioca: tupí mandi’oka ‘mandioca, raíz de la planta llamada mandi’ïwa, en tupí; [1549, Nóbrega]].

Esta es la carta en la que aparece mencionada (97): V. Informação das terras do Brasil (1549) A informação que destas partes do Brasil vos posso dar, Padres e Irmãos charissimos, é que tem esta terra mil leguas de costa, toda povoada de gente que anda nua, assim mulheres como homens […]. Ha nella diversas fructas, que comem os da terra, ainda que não são tão boas como as de lá, as quaes também creio se dariam cá, si se plantassem, porque vejo que se dão uvas, e ainda duas vezes no anno, porém são poucas por causa das formigas, que fazem muito damno, assim nisto como em outras coisas. Cidras, laranjas, limões, dão-se em muita quantidade, e figos tão bons como os de lá. O mantimento commum da terra é uma raiz de pau, que chamam mandioqua, da qual fazem uma farinha de que comem todos, e dá também vinho, o qual misturado com a farinha, faz um pão que escusa o de trigo. [V. Información de las tierras de Brasil (1549) La información que os puedo dar de estas tierras de Brasil, queridísimos padre y hermanos, es que tiene esta tierra mil leguas de costa, toda poblada de gente que anda desnuda, tanto hombres como mujeres […]. Hay en ella frutas diversas que comen los lugareños; aunque no son tan buenas como las de ahí, creo que se darían bien aquí si se plantasen, porque 17  En español, RAE (2014): mandioca. (Del guar. mandiog). 1. f. Arbusto de la familia de las Euforbiáceas, que se cría en las regiones cálidas de América, de dos a tres metros de altura, con una raíz muy grande y carnosa, hojas profundamente divididas y flores dispuestas en racimo. 2. f. Raíz, en forma de tubérculo, de este arbusto. 3. f. tapioca (fécula granulada de la raíz de la mandioca).

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veo que crecen uvas, hasta dos veces al año, sin embargo, son pocas por culpa de las hormigas, que hacen mucho daño, en esto y en otras cosas. Cidras, naranjas y limones se dan en grandes cantidades e higos como los de ahí. El mantenimiento común de la tierra es una raíz de palo que llaman mandioca, de la que hacen una harina de la cual comen todos y da también vino, que mezclado con la harina, produce un pan que dispensa el de trigo […]].

Para el caso español, según Coromines (1961), la voz se documenta desde 1536, trece años antes que en portugués. Una vez más, el CDH registra la palabra en la Historia de las Indias de fray Bartolomé de Las Casas, obra fechada entre 1527 y 1561 (estamos en el mismo caso que con coca o maíz): Cidras, naranjas, limones danse en mucha abundancia, y higos tan buenos como los de allá. El mantenimiento común de la tierra es una raíz de palo que llaman mandioca, del cual hacen una harina de que comemos todos (1.233).

Pero, como ya se ha dicho anteriormente, hay noticias del descubrimiento de la planta en 1500, cuando llegó Álvares Cabral a las costas de Brasil. Cabe decir que algunas de estas voces son de tal manera usuales que han generado acepciones nuevas en el lenguaje popular: mandioca se usa como sinónimo de ‘comilona’ y vulgarmente se refiere al ‘pene’. Existe también la locución vara de mandioca, referido a una ‘carabela’. Y han producido incluso refranes: “Render que só mandioca de várzea” (literalmente ‘cundir como la mandioca en una vega’), aplicado a algo interminable y “Se conselho fosse mandioca, ninguém morria de fome” (literalmente ‘si la mandioca fuese un consejo, nadie moriría de hambre’). Goiaba se dice de ‘una persona alocada’, también ‘aburrida’. Papa goiaba: apelativo popular dado a los naturales de Rio de Janeiro. Papo de goiaba: ‘conversación tonta’. Bicho de goiaba: ‘desconfianza’. Como hemos visto, lo que vino de Brasil es altamente relevante en el ámbito de la alimentación aunque no tenga la variedad infinita de los chiles mexicanos. Palabras que designaban realidades desconocidas que acabarían, unas antes y otras después, por hacerse un hueco en el imaginario y en las mesas de los europeos donde la aparición de una piña tropical, aquel ananás o abacaxi de los textos de los portugueses, aún tiene algo de fiesta y de homenaje.

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Bibliografía Textos Acosta, Cristóbal (1578): Tratado de las drogas y medicinas de las Indias Orientales. Burgos: Imprenta Martín Victoria. Caminha, Pêro Vaz de (1967): A carta de Pêro Vaz de Caminha. Ed. de Jaime Cortesão. Lisboa: Portugália Editora. Cardim, Fernão ([1580] 1980): Tratados da Terra e Gente do Brasil. Belo Horizonte/ São Paulo: Ed. Itatiaia/Ed. da Universidade de São Paulo. Fernández de Oviedo, Gonzalo (1526): Sumario de la natural y general historia de las Indias. Toledo: Ramón de Petras. Gândavo, Pêro de Magalhães (c.1570): Tratado da Terra do Brasil. História da Província Santa Cruz. Rio de Janeiro: Edição do Annuário do Brasil. Galvão, António ([1563] 1731): Tratado dos descobrimentos antigos, e modernos, Feitos até a Era de 1550. com os nomes particulares das pessoas que os fizeraõ, e as suas alturas, e dos desvairados caminhos por onde a pimenta, e especiaria veyo da India ás nossas partes; obra certo, muy notavel e copiosa. Composto pelo famoso Antonio Galvão. Lisboa Occidental, na officina ferreiriana. Las Casas, Bartolomé de ([1527-1550] 1909): Apologética historia sumaria. Madrid: Biblioteca de Autores Españoles. — ([1527-1561] 1875): Historia de las Indias. Madrid: Editorial Ginesta. Muniz Barreto, Domingos (1778): Plano sobre a civilização dos Indios do Brasil. Évora: Biblioteca de Évora. Pigafetta, Antonio (c. 1524): Relazione del primo viaggio intorno al mondo. (10-10-2016). Relaçam (1557): Relaçam verdadeira dos trabalhos que o governador dõ fernãdo de souto e certos fidalgos portugueses passarom no descobrimento da provincia da frolida. Agora nouamẽte feita per hũ fidaldo Deluas. Évora. Santa Cruz, Alonso de ([1491-1516] 1951): Crónica de los Reyes Católicos. Sevilla: CSIC. Subirats, Eduardo (1994): El continente vacío. La conquista del Nuevo Mundo y la conciencia moderna. Barcelona: Anaya & Mario Muchnik. Valle Cabral, Alfredo do (1886): Cartas Jesuíticas. 1. Cartas do Brasil do Padre Manoel da Nóbrega (1549-1560). Rio de Janeiro: Imprensa Nacional.

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Diccionarios CDH = Instituto de Investigación Rafael Lapesa de la Real Academia Española (2013): Corpus del Nuevo diccionario histórico (CDH). (10-10-2016). Coromines, Joan (1961): Breve diccionario etimológico de la lengua castellana. Madrid: Gredos. Houaiss, Antônio y Mauro Salles (2001): Dicionário Houaiss da Língua Portuguesa. Rio de Janeiro: Ed. Objetiva. RAE = Real Academia Española. (10-10-2016).

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La aparición en la lengua francesa de algunos términos relativos a la alimentación procedentes de lenguas amerindias Marie-Christine Gomez-Géraud Universidad de Paris-Nanterre

En un artículo ya antiguo, Pierre Fénelon (1958) señalaba las inmensas aportaciones del Nuevo Mundo al Viejo Mundo: les dons des deux Amériques à nos vieux pays de civilisation méditerranéenne ne manquent ni d’ampleur, ni de conséquences diverses et difficilement calculables. Dans le domaine de l’alimentation et de la médecine, ces apports sont même si considérables qu’ils ont, en améliorant les conditions de vie des populations européennes, participé largement à la création du monde moderne et contemporain (Fénelon 1958: 253). [los dones de las dos Américas a nuestros antiguos países de civilización mediterránea no carecen de amplitud, ni de consecuencias diversas y difícilmente calculables. En el terreno de la alimentación y de la medicina, estas aportaciones son, incluso, tan considerables que, con la mejora de las condiciones de vida de los pueblos europeos, han participado con creces en la creación del mundo moderno y contemporáneo].

Si nos limitamos al campo de la alimentación, es sorprendente constatar que el descubrimiento, y después la exportación de plantas nuevas iban a enriquecer la lengua francesa de una forma significativa1. Los siglos xvi y xvii constituyen momentos privilegiados para estudiar este fenómeno. 1  La recopilación, ya antigua, de Ferdinand Brunot ([1905] 1967), no hablaba de ello. El capítulo dedicado a los “Emprunts aux autres langues” (198-224), no tomaba en consideración más que las aportaciones del latín, del griego, del italiano y del español, sin decir una palabra de otras lenguas, a fortiori, extraeuropeas.

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Desde hace mucho se conoce el aporte que las lenguas de Oriente Próximo y las de África supusieron en la constitución de la lengua francesa. En su decisiva Contribution à l’étude des termes de voyage en français, Raymond Arveiller pudo establecer que la palabra café “ex un emprunt direct au turc” [es un préstamo directo del turco] (Arveiller 1963: 118); también mostró que la palabra banane procede del guineano y que entra en el francés por medio del portugués (Arveiller 1963: 80-85) adoptando varias formas, de las cuales “‘Bonanes’, première forme vraiment francisée, d’ailleurs sans lendemain” [Bonanes, primera forma verdaderamente afrancesada, por otro lado sin porvenir] (Arveiller 1963: 81). La designación de productos exógenos supone la mayor parte de las veces la conservación de la designación originaria2, mediante una simple transferencia, como lo demuestran los dos ejemplos antes citados. Si nos quedamos en el corpus de palabras francesas procedentes de lenguas amerindias, algunos términos son hoy en día tan familiares que se olvida su origen; la mayoría entra a la lengua francesa a través de textos que se consideran, de acuerdo con Geoffroy Atkinson, propios de la “littérature géographique”3. Puede tratarse, como se verá, de relatos de viajes franceses, de traducciones de relatos de viaje o de compilaciones. Algunos términos

2  Journet (2012: 45) señala las soluciones al problema de la introducción de una noción exógena en una lengua: “quand une chose, une notion, une idée ne fait pas partie du répertoire d’une langue, comment la dire ? Il y a plusieurs solutions : garder l’original (tomate est un mot aztèque), dériver un nom existant (pomme de terre), ou carrément le remplacer par une autre chose, notion ou idée ayant la même valeur dans la langue d’arrivée” [cuando una cosa, una noción, una idea no forma parte del repertorio de una lengua, ¿cómo decirlo? Hay varias soluciones: mantener el original (tomate es una palabra azteca), derivar un nombre existente (pomme de terre) o directamente reemplazarlo por otra cosa, noción o idea que tenga el mismo valor en la lengua de llegada]. Henri Mitterand (1996: 19) precisa: “Les produits importés des colonies espagnoles, à partir du xve siècle, ont conservé leur désignation d’origine” [Los productos importados de las colonias españolas, a partir del siglo xv, han conservado su denominación de origen]. Toma como ejemplos los términos chocolat y ananas. 3  Me refiero a La littérature géographique française de la Renaissance. Répertoire bibliographique, Paris, Picard, 1927. Por “literatura geográfica”, Geoffroy Atkinson entiende todo lo que remite a la descripción del mundo: cosmografías, geografías, relatos de viajes relativos a países extranjeros.

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llegan al léxico del francés a través de la traducción de obras de botánica que toman en consideración las especies recién venidas del otro lado de los mares. Con todo, la conquista de los productos llegados de lejos fue progresiva y la aparición de términos que los designaron tardó en imponerse. En el estudio que sigue nos proponemos marcar algunos hitos en la lenta instalación en el francés de algunos nombres de alimentos procedentes de lenguas amerindias. Serán: tomate, maïs, cacao y chocolat.

1.  Tomate La primera descripción del tomate aparece en 1544 en un capítulo que el botánico Pietro Andrea Matthioli (Mattioli) consagra a la mandrágora, pero los filólogos están de acuerdo en fijar la primera ocurrencia del término, tomado del náhuatl tomatl, en 1598. Se trata de un sufijo “applied to several different solanaceous plants, including species of Lycopersicon, Physalis and Saracha” (Dunay, Laterrot y Janick 2008: 82). Es Caspar Bauhin (1623) quien, en sus anotaciones a los Commentaires de Dioscoride, proporcionó la traducción de nombres de plantas en varias lenguas, con lo que adoptó la voz tomate. De un modo interesante, el fruto en cuestión, designado largo tiempo en francés por un préstamo del italiano pomodori, traducido por la perífrasis pommes dorées, que destaca el color del fruto4. Solo más tarde el vocablo tomate se impondrá realmente en la lengua francesa. El Französisches etymologisches Wörterbuch (Wartburg y Keller 1922-1967: 81-82) precisa que, en efecto, hay que esperar al siglo xviii para ver reaparecer la palabra procedente del náhuatl, bajo diferentes grafías: tomato (1743), taumatte (1778) y tomate (1781). Como sabemos, la grafía que acaba imponiéndose es la última. El caso es interesante porque es el discurso erudito el que utiliza por primera vez la lengua exógena. 4  Marie-Christine Daunay, Henri Laterrot y Jules Janick (2008 : 83) señalan : “While most fruits of tomato cultivated at present are red, the appellation gold or yellow which was commonly used in the past indicates that many of the early tomatoes introduced were yellow”. [Mientras la mayoría de los tomates cultivados ahora son rojos, la denominación dorados o amarillos, que fue comúnmente usada en el pasado, indica que muchos de los tomates tempranos introducidos eran amarillos].

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2.  Maïs Los lexicólogos están de acuerdo en el origen de este término: viene del arahuaco, lengua de los taínos de Haití. Aparece en francés muy pronto, hacia 1525, pero no necesariamente como designación de la planta, descubierta por Cristóbal Colón en la isla de Guanahaní, ya el 5 de noviembre de 14925, el Zea mays. El Zea mays conoce otras denominaciones en los textos del siglo xvi mediante perífrasis como blé d’Inde, forma todavía hoy en uso en el francés hablado en Québec o en Manitoba. Es un caso interesante: es esencialmente por el cruce entre traducciones de literatura geográfica y de la historiografía italiana y española como el término se impone poco a poco en francés. Esta mediación múltiple puede explicar la multiplicidad de grafías en competencia durante los siglos xvi y xvii, que ha puesto de relieve Arveiller (1963: 309): Maiz, maizi, Mahiz, maiz, Mahis, Maix, Mayz, May, Mays, mais6. La primera documentación en francés de la palabra se remonta a la publicación del viaje de Magallanes realizada por Antonio Pigafetta, hacia 1525. En el limitado léxico francés-brasileño que propone el redactor7, la palabra maiz se traduce por ‘mil’. Es un término de equivalencia que volverá a aparecer en textos posteriores, bajo la forma de una comparación. Curiosamente, el sustantivo maiz, procedente del léxico arawak, no es la palabra que designa Zea mays en la lengua tupí-guaraní. Volver a leer el texto de Jean de Léry relativo a ello aporta mucha información. En efecto, el autor precisa: “cest Avati de nos Ameriquains est ce que l’historien Indois appelle Maiz” [este Avati de nuestros americanos es lo que el historiador indio llama Maiz] (Léry 1994: 242), antes de pasar a la descripción de la “canne de Maiz”. Hace referencia a Francisco López de Gómara, cuya Histoire des Indes leía en la traducción de Martin Fumée, publicada en París, en la editorial Michel Sonnius en 1568-1569. La nota marginal presenta la perífrasis “bled du Peru” que remite también a la de Gómara. De modo que Pigafetta no utiliza el término tupí avati, sino el nombre procedente del arawak, lo que Véase Fénelon (1958: 264), que cita el texto de Colón. Lista establecida a partir del estudio de Raymond Arveiller. 7  Cuenta solo con ocho términos. Ver Magellan 1984: 107. 5  6 

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llevaría a pensar que desde 1525 el término circularía entre los marinos que cruzaban entre la zona caribe y la bahía de Río, una vez olvidado su origen, o considerado irrelevante. Al margen de su presencia en las traducciones al francés, que se multiplican en la segunda mitad del siglo xvi8, la palabra se encuentra en 1529 en el Discours de la navigation de Pierre Crignon, en una alusión a su paso por la isla de Santa Domingo: “Ils ont aussi grande quantité de bleds de ce pays là qu’on appelle Maiz, qui a un gros grain blanc, en façon de Roseau” [tienen también gran cantidad de trigo de ese país, que se llama Maiz, que tiene un grano grande blanco, que recuerda al de Roseau] (Crignon 1883: 96). Jean Alfonce Fonteneau, en el manuscrito editado en 1544, alude a él, pero situándolo, en esta ocasión, en la región de Cartagena: “Et d’icy en avant, contre l’occident, les Indiens mangent pain de grain de maïs moullu, et font d’icelluy bon pain qui est de grand substance” [Desde aquí en adelante, hacia occidente, los indios comen pan de grano de maíz molido, y de él hacen un pan con mucha substancia] (Fonteneau 1904 : 452). En la Cosmographie universelle (1575), André Thevet describirá en varias ocasiones el maíz, en los capítulos dedicado a los tupíes, pero sin emplear el término maïs: lo denominará a través de los términos mil y gros mil, o bien recurrirá al vocablo autóctono: avati. En cambio, parece que el uso del término sea un hecho cuando se trata de la zona caribe. En Cuba, el término parece habitual: “En icelle [isle], outre le Mahis, ils font du pain d’une certain racine nommée Yucà”9 [En esta isla, además del maíz, hacen pan de una cierta raíz llamada Yucà] (Thevet 1575: 980). Las Cosmographies de fin de siglo utilizan siempre el término para designar el Zea mays. Sin embargo, la forma gráfica no se ha fijado y el uso esporádico de la letra itálica demuestra que el término no está asimilado por completo. No hay más que comparar la Cosmographie universelle de tout le monde, obra de François de Belleforest (1575), en la que el término aparece siempre en itálica (“Son pain est faict de Mahis”) [Su pan está hecho de Mahís] y una edición tardía de la Cosmographie de Pierre Apian (1681): “le pain dont ilz usent est faict de Maiz, un grain qui est comme poys chiche, dont il 8  Arveiller (1963: 309) ha identificado la presencia de la palabra en las traducciones de los autores siguientes: Pierre Martyr (1533), Oviedo (1555), Gomara (1568), Benzoni (1579), Las Casas (1582), Voyage de F. Cortez (1588). 9  Obsérvese la ausencia de la letra itálica, reservada aquí a la planta, desconocida (yucà).

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y a grand abondance par tout le pays des Indes” [el pan que usan está hecho de Maíz, un grano que es después chicha, del cual hay mucha abundancia en todo el país de Indias]. El sustantivo maïs cuenta con una entrada en el Dictionarie de Cotgrave (1611) adoptando una grafía que permite el diptongo10: “Mays : Maïs. Turkie corne, Turkie wheat” (Cotgrave 1611). El término parece empleado sobre todo en el sentido en el que Nicolas de Nicolay lo utiliza cuando describe la Barbarie: “En lieu de froument, ils sement du Maith, qui est espece de gros mil” [En lugar de trigo siembran Maith, que es una especie de millo grande] (Nicolay 1568: 32). El Dictionnaire universel de Furetière (1690: 585) le dedica una columna que compila los relatos de viajeros y de historiógrafos. Debemos indicar que, a diferencia de los otros términos estudiados en este artículo, la palabra Maiz entra en el corpus de los poetas del siglo xvi, puesto que Guillaume de Saluste du Bartas, en La Sepmaine, poema de 1581 en el que se narra la creación del mundo, le consagra algunos versos: Icy un grain de maiz en canne s’eslevant Trois fois l’an cinq cens grains produit le plus souvent Que là-bas les Indois sechent, brisent, paistrissent, Et pour chasser la faim en beau pain convertissent [Aquí un grano de maíz en su caña se eleva Tres veces al año, cien granos produce a menudo Mientras allá abajo los indios secan, trillan y amasan, Y para evitar el hambre lo convierten en pan] (Du Bartas 1994: 130).

Sin duda la planta era apropiada, por su fecundidad, para celebrar la bondad del creador por toda la tierra, en el largo poema de un autor protestante11. La entrada del maiz en la poesía, en un siglo en el que América había quedado al margen de la literatura francesa, resulta ser un término que merece ser señalado. 10  Las conclusiones de Arveiller sobre la adopción de la forma maïs figuran en la página 311 de su obra. Si existe a fines del xvi “est ignorée des savants, 1623”, fecha en la que se publica el Pinax de Caspar Bauhin. 11  A este propósito véase el artículo de Danièle Duport (2001: 195-212).

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3.  Cacao La voz azteca kakawa experimenta pocos cambios cuando la lengua francesa la acoge. Bajo la forma cacap aparece en una adaptación de De insulis de Pierre Martyr d’Anghiera12: “Cacap, qui est ung fruict semblable a amande, duquel reduit en poudre, usent pour vin” [Cacap, que es un fruto parecido a la almendra, del cual, una vez reducido a polvo, usan en lugar de vino] (Arveiller 1963: 109)13. El cacap permite la fabricación del chocolate en su forma líquida. El redactor de la noticia del CNRTL plantea la hipótesis de un error tipográfico que habría cambiado la forma cacao en cacap (CNRTL) y no, en cambio, la existencia de una forma antigua y efímera, como proponía Arveiller (1963). Destaquemos que el término cacap se retoma en 1575 en la Cosmographie de Belleforest (1575: 2136), simultáneamente en anotación marginal y en el cuerpo del texto: “au Mexique toute chose n’a valeur indifferemment aux marchez pour l’eschange, ains un seul fruit qu’ils nomment Cacap, lequel est tout ainsi fait qu’une amende” [en México cualquier cosa no tiene valor para el intercambio en los distintos mercados, salvo un fruto que llaman Cacap, que es como una almendra]. Si esta anotación no invalida la hipótesis de un error tipográfico, habrá que pensar que dicho error ha permitido la supervivencia provisional del vocablo. Sin embargo, en el mismo texto de Belleforest, se identifica la forma en competencia, Cacaò (“une autre sorte de vin qu’ils nomment Cacaò”14 [otra clase de vino que llaman Cacào] (Belleforest 1575: 2146), mientras que el árbol del cacao (Theobroma cacao) se designa mediante una palabra autóctona: Chacanatlé (Belleforest 1575: 2146). En efecto, conviene distinguir el cacao, como grano, del árbol mismo, a veces designado también por la misma palabra, el cacao. Es en este segundo sentido en el que el Französisches etymologisches Wörterbuch (Wartburg y Keller 1922-1967: 60) sitúa en 1568-1569 la aparición del término cacao: “Ce pays [le Guatemala] porte force cacaos, qui est une grande richesse” [Este país (Guatemala) produce muchos cacaos, que es una gran riqueza] (Lopez de Gomara 1569 : 241 v). En español, Pedro Mártir de Anglería. Raymond Arveiller cita aquí el Extraict ou Recueil des Isles nouvellement trouvées en la grand mer oceane, Paris, 1532, f. 174 v. 14  Se observa la misma grafía en la nota marginal, pero sin itálica. 12  13 

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Como contrapartida, en los añadidos a esta obra que aparecen en la edición de 1584, aparece cacao para designar el “fruit du cacaoyer”. Figura entre las cosas genuinas de México: “Ils n’avoient point de monnoie, mais au lieu d’icelle usoient de cacavatlo, et de cacao, qui est un fruict faict en façon de noisette, duquel aussi ils font du vin, lequel n’enivre point” [No tienen moneda, pero en su lugar usan el cacavatlo, y el cacao, que es un fruto parecido a la nuez, del cual también hacen vino, que no emborracha] (Lopez de Gomara 1584: 188 v). El Dictionnaire de Furetière (1690) incluirá la palabra en sus columnas, pero un siglo más tarde. En esta extensa noticia se verán las diversas acepciones del término (árbol y fruto): Cacao. s.m. Arbre qui croit dans les Indes Occidentales, où il se nomme la cucuhuaguahuitl. Il est de la même grandeur que l’orenger, et a les mêmes feuilles, mais un peu plus grandes. Tout au haut il a une espece de couronne. Cet arbre est fort foible et tendre: c’est pourquoy il a besoin d’un autre grand arbre qui soit tout proche de luy pour luy faire ombre, et qui s’appelle altynan, par les Espagnols la madre del cacao. On en trouve beaucoup dans le pays de Guatimala. Son fruit s’appelle aussi cacao. On en fait le chocolate avec quelques autres ingrediens. Ce fruit est de la figure d’un concombre ou melon, qui est rayé, cannelé et roux, plein de plusieurs noix qui sont proprement appellées cacao, plus petites qu’une amande. Il est d’une moyenne saveur entre le doux et l’amer, d’un temperamment froid et humide. Il y a dix ou douze cacao enfermés dans une même coque. On en tire aussi du beurre dont les femmes se font un fard pour le visage. Le cacao sert aussi de menuë monnoye dans le pays. Il y a deux sortes de cacao, dont l’un est brun tirant sur le rouge. Les noyaux de cette espece sont ronds et picotés vers le bout. Ceux de l’autre espece sont plus gros, plus plats, et d’une substance plus seche. Ils sont à meilleur marché que les autres, et il n’y a que le menu peuple quis’en serve (Furetière 1690). [Árbol que crece en las Indias Occidentales, donde se le llama cucuhuaguahuitl. Es del mismo tamaño que un naranjo, y tiene las mismas hojas, aunque un poco mayores. Arriba del todo hay una especie de corona. Este es bastante débil y tierno: es por esto por lo que necesita de otro árbol grande que esté muy cerca para hacerle sombra, que se llama altynan, la madre del cacao para los españoles. Hay muchos en el país de Guatemala. Su fruto también se llama cacao. De él se hace el chocolate, junto con otros ingredientes. Este fruto tiene el aspecto de un pepino o de un melón, es

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rayado, acanalado y rojizo, lleno de varias nueces que se llaman propiamente cacao, más pequeñas que una almendra. Tiene un sabor entre lo dulce y lo amargo, de un temperamento frío y húmedo. Tiene diez o doce cacao encerrados en una misma cáscara. De él se saca también mantequilla de la que las mujeres se hacen una crema para el rostro. El cacao sirve también como moneda en el país. Hay dos tipos de cacao, de los cuales uno es castaño tirando a rojo. Los huesos de esta especie son redondos y como picoteados en su punta. Los de la otra especie son más grandes, más lisos y de una sustancia más seca. Salen a mejor precio que los otros, y solo la gente menuda se sirve de ellos].

Los detalles de esta noticia muestran lo que es evidente: a finales del siglo xvi, el cacao ya ha entrado en los habitus del viejo mundo. Sin duda alguna porque de él “en fait le chocolate”.

4.  Chocolat El chocolate, tan popular hoy en día, se impondrá en la lengua francesa en el siglo xvii, a la vez que el uso de la bebida del mismo nombre conquista los medios sociales más favorecidos. Un testimonio es el de la marquesa de Sévigné, que lo menciona en su correspondencia, desde 167115. La palabra viene del término azteca xocolatl y entra bastante tarde en la lengua francesa. El Französisches etymologisches Wörterbuch sitúa en 1598 la fecha, bajo la forma provisional chocolate (Wartburg y Keller 1922-1967: 60). No se encuentra el término en ningún relato de viaje o cosmografías anteriormente citados. La forma chocolate se documenta en 1643, en la traducción del tratado de Antonio Colmenero de Ledesma aparecido en 1631, Du chocolate. Discours curieux16, considerado suficientemente erudito como para dar de él una versión latina (Chocolata Inda, 1641). Este autor es el inspirador de la noticia que le dedica en 1690 el Dictionnaire de Furetière, que adopta la grafía chocolate: 15  En su parte de la Introducción, Emma Martinell cita las tres cartas de Madame de Sévigné a su hija. La Base Frantext permite contabilizar dieciséis ocurrencias del término. La falta de ediciones de la época impide investigar sobre las grafías de la palabra. 16  Paris: Sébastien Cramoisy, 1643.

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Chocolate. s. m. Confection ou meslange de drogues dont on fait un breuvage, et même un remede, qui nous est venu des Espagnols, qui l’ont apporté des Mexicains, chez lesquels ce mot de chocolate signifie simplement confection. D’autres disent que c’est un mot Indien composé de latté, qui signifie de l’eau, et de choco, mot qui est fait pour exprimer le bruit avec lequel on le prepare, comme témoigne Thomas Gage. Sa base ou principale drogue est le cacao, fruit d’un arbre du même nom17 (Furetière 1690). [Confección o mezcla de drogas de las que se hace una bebida, e incluso un remedio, que nos ha llegado de los españoles, que lo han traído de los mexicanos, en el país de los cuales la palabra chocolate significa tan solo confección. Otros dicen que es una palabra india compuesta de latté, que significa agua, y de choco, palabra que expresa el ruido con el que se prepara, como atestigua Thomas Gage. Su base o droga principal es el cacao, fruto de un árbol del mismo nombre].

La consulta del corpus de viajeros muestra la competencia de las dos formas, chocolate et chocolat, durante todo el siglo xvii: así Alexandre-Olivier Exquemelin en sus Voyages aux Antilles adopta la forma que ha triunfado: “Les Espagnols dont la celebre boisson du chocolat”; “on ne sçauroit boire de bon chocolat s’il ne vient d’Espagne” [Los españoles cuya célebre bebida de chocolate; no se sabría beber buen chocolate si no viene de España] (Exquemelin 1699: I, 423). Los relatos de Thomas Gage muestran hasta qué punto las formas siguen siendo variables. Si las trece ocurrencias de la edición de 1676 adoptan la grafía chocolat, las ediciones siguientes presentan sensibles divergencias. Así, en la de 1699, se lee: “du cacao suffisamment pour lui faire du chocolat” [el cacao suficiente para hacer le chocolate] (Gage 1699: II, 110). En 1720 se anota otra grafía: Ce nom de Chocolate est Indien, composé de atte comme disent quelques-uns, ou comme disent quelques autres de atle qui signifie de l’eau au langage de Mexique, et du bruit ou du son que l’eau fait dans le vaisseau où l’on met le Chocolate, où elle fait comme choco, choco, choco, quand on la remuë dans un vase appelé Chocolatiere avec un moulinet jusques à ce qu’elle s’éleve en bubes et en escume (Gage 1720: I, 381-382).

17 

El Pinax theatri botanici de Caspar Bauhin recurre a la grafía chocholate (1623: 442).

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[El nombre de Chocolate es indio, compuesto de atte como dicen algunos, o como dicen otros de atle que significa agua en la lengua de México, y del ruido o sonido que hace el agua en los barcos donde se carga el chocolate, donde hace como choco, choco, cuando se la remueve en un vaso llamado chocolatera, con un molinillo hasta que se elevan burbujas y espuma]. La edición de 1721 retoma la elección de 1676: “un verre de chocolat”; “chauffer l’eau pour nôtre chocolat”; “l’eau chaude du chocolat” [un vaso de chocolate; calentar el agua para nuestro chocolate, el agua caliente del chocolate] (Gage 1721: I, 419). Sin embargo, en 1707, en un texto de carácter administrativo, Vauban (1707) adoptaba la grafía definitiva: “Tels sont les impôts qu’on a mis sur le tabac, les eaux de vie, le thé, le caffé, le chocolat, à quoy on en pourroit utilement ajoûter d’autres sur le luxe et la dorure des habits, dont l’éclat surpasse la qualité, et le plus souvent les moyens de ceux qui les portent” [Son tales los impuestos que se han puesto sobre el tabaco, los aguardientes, el té, el café, el chocolate, a los que, con utilidad, podrían añadírseles el lujo y lo dorado de las ropas, de los cuales el brillo sobrepasa la calidad, y con mucha frecuencia los medios de quienes los llevan]. Es, pues, un largo periodo —desde la mitad del siglo xvi hasta fines del xvii— en el que se dan la aparición, y luego la asimilación al francés de términos exógenos venidos de lenguas amerindias. En función de la utilidad y el uso de los productos alimentarios importados, el vocabulario de los mismos se fija a un ritmo diferente. A este respecto, la comparación entre el maíz y el chocolate es muy significativa. Con todo, hay que matizar esta regla de la economía y su influencia en el lenguaje. Desde este punto de vista el ejemplo de la palabra ananas es interesante. Si el término se asimila con rapidez al léxico francés y si su forma se fija también con rapidez, en comparación con la palabra chocolat, se debe, sin lugar a dudas, a que ese fruto del cual los autores evocan el delicioso sabor constituye una rareza de valor exótico. La historia del léxico tiene que ver también con este alimento que despierta el sueño de lo ajeno.

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1. Introducción En italiano, las palabras cacao, cioccolata/cioccolato y mais son préstamos necesarios, son voces amerindias que han entrado en el italiano a través del español. En particular, si las dos primeras se ajustan al sistema fonomorfológico del italiano, mais no ha tenido que adoptarse. A pesar de esto, la voz designa una planta cuyo cultivo ha acabado por interesar a toda Europa y un alimento de uso común, sobre todo en las clases socio-económicas más bajas, mientras cacao y cioccolata/cioccolato han mantenido durante mucho tiempo la connotación exótica propia de las plantas y de los alimentos extranjeros. De hecho, el indigenismo mais puede contar con una documentación bastante antigua, lo que no se puede decir de los otros dos, especialmente del segundo (y del español chocolate, del que deriva), ya que su difusión y arraigo han seguido una moda que no se ha impuesto antes del siglo xviii. A este respecto, Gian Luigi Beccaria habla de préstamos pertenecientes al sector “mondano-exterior” de la lengua, que en el caso de chocolate comprende también el indoamericanismo chicchera (‘jícara’ o ‘chícara’; Beccaria 1985: 163 y 109), a lo que se puede añadir que el uso del chocolate ha sido el centro de un debate que ha interesado tanto a los médicos como a los teólogos. Por fin, las tres palabras comparten el carácter común a los americanismos del italiano, el de haber sido transmitidas tanto por el discurso oral y la experiencia directa, como por la traducción, puesto que participación activa y recepción a través de una intensa actividad editorial son precisamente los hechos que han caracterizado la contribución de los italianos al descubrimiento y reconocimiento del Nuevo Mundo.

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2.  Mais Documentado desde los años veinte del Cinquecento (DELI s. v.) en la forma mais, con las variantes mahis, mahiz; en la Historia vinitiana (Historia veneciana), de Pietro Bembo (1552), también maice, probable adaptación al italiano del latino maizium empleado por Pedro Mártir de Angloría que fue acogida en el Diccionario de la Academia de la Crusca (Zaccaria 1981: 248); proviene del taíno a través del español por el trámite de las traducciones. De hecho, la primera documentación conocida se encuentra en una traducción véneta anónima de la relación de Juan Díaz referente al viaje a Yucatán de Juan de Grijalva (1518), traducción de la que quedan una edición veneciana sin fecha, y dos ediciones imprimidas, siempre en Venecia, en 1520 y 1522: “certe radice de le quale fanno el pane, le quale chiamano maiz” [ciertas raíces de que hacen el pan, las cuales llaman maíz] (Airaldi y Formisano 1996: 454). Una versión paralela se lee en la Littera mandata della Insula de Cuba de India [Carta enviada de la Isla de Cuba de India] referente a “las islas, ciudades, gentes y animales recién descubiertas por los Españoles en el año 1519”, traducción de un texto español hoy perdido, imprimida en Venecia sin notas tipográficas, donde se habla de “ciertos ciceri [es decir ceci, ‘garbanzos’] que ellos llaman mais” (Airaldi y Formisano 1996: 477). El segundo testimonio se encuentra en la Relazione del primo viaggio attorno al mondo (Relación del primer viaje alrededor del mundo) de Antonio Pigafetta, cuyo original italiano, publicado solo en 1800, puede fecharse entre los años 1522 y 1526-1536, fecha de la edición de la traducción francesa, de la que deriva la retroversión italiana probablemente hecha por Giovan Battista Ramusio: publicada en Venecia en 1536, en 1550 fue reimprimida en el primer volumen de las Navigationi et Viaggi del mismo Ramusio. En el texto italiano maiz abre la serie de los ocho vocablos pertenecientes a los indígenas del Brasil: “Al miglio – maiz”, ‘el millo [o más bien ‘el panizo’: véase abajo] llaman maíz’ (Pigafetta 1999: 175); sigue la traducción de ‘harina’, hui, que es voz tupinambá, como las otras seis de la lista. La atribución del vocablo taíno a los tupí-guaraníes a pesar de la pericia lingüística de Pigafetta prueba no solo que el préstamo ha arraigado rápidamente en la lengua de los descubridores, sino la influencia de la tradición literaria colombina (Pigafetta 1999: 69 y 175 n. 87).

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También las documentaciones sucesivas remiten a traducciones de textos españoles, como las recopiladas en el tercer volumen (1556) de las Navigationi et Viaggi di Giovan Battista Ramusio; por ejemplo, además de las ocurrencias citadas en GDLI (s. v. mais) y aquí bajo la voz cacao, en el Sommario di Gonzalo Ferdinando d’Oviedo (Sumario de la natural y general historia de las Indias), publicado en Venecia en 1534 y reimprimido por Ramusio: “Il maiz è un grano che nasce in certe pannocchie di mezo piè l’una in circa di lunghezza, piene di grani grossissimi quasi come ceci Bianchi” [El maíz es un grano que nace en ciertas mazorcas largas cerca de medio pie, llenas de granos muy gruesos, casi como garbanzos blancos] (Ramusio V, 1985: 222). Asimismo, en la redacción italiana de las Historias de la vida y hechos del almirante don Cristóbal Colón hecha por Francisco de Ulloa (Venecia, 1570), cuyo original, obra de Fernando Colón, se ha perdido: un altro grano como paniccio da lor chiamato maiz, di buonissimo sapore cotto o arrostito, o pesto in polente (Colombo I, 1990: 104). [otro grano como panizo que ellos llaman maíz, de sabor muy bueno cocido o tostado, o molido en polentas].

Constituye una excepción la Istoria del Mondo Nuovo (Historia del Nuevo Mundo) del milanés Girolamo Benzoni (Venecia, 1565; segunda edición ampliada, 1572), donde la voz está bien documentada; por ejemplo: [i]l Cacique gli [a Colombo] aveva donato alcuni papagalli e maiz, il quale è il lor grano (Luzzana Caraci y Pozzi 1991: 675). [el Cacique le [a Colón] había regalado unos loros y maíz, que es su trigo]. Il grano di queste genti è detto dal vulgo maiz […] Sono alte più d’un uomo le gambe di tal maiz, e tal provincia [l’isola Española] due volte l’anno lo raccoglie (Luzzana Caraci y Pozzi 1991: 680-81). [El trigo de estos pueblos es comúnmente llamado maíz […] Las cañas de tal maíz son más altas que un hombre, y esta provincia (la isla Española) lo recoge dos veces al año].

A una experiencia directa remiten también las ocurrencias del vocablo en el Viaje y relación de las Indias del florentino Galeotto Cei (1539-1553); por ejemplo en el capítulo intitulado Del maiz o grano d’India:

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Il grano d’India, che si chiama maiz nell’isola di Santo Domingo, non ve n’era quando la conquistorno, ma li Cristiani ve l’hanno introdotto dalla terra ferma della provincia de Vicaptan, che qua dite al Temistitan, et così lo chiamano dal nome di essa provincia (Cei 1992: 15). [El grano de India, que se llama maíz en la isla de Santo Domingo, no existía cuando la conquistaron, pero los Cristianos lo importaron de la tierra firme de la provincia de Yucatán, que aquí llamáis Tenochtitlán, y así lo llaman por el nombre de esta provincia].

Sin embargo, si las documentaciones del indigenismo se concentran hacia la mitad del Cinquecento, en Italia el referente era ya reconocido a finales del siglo xv, como prueba la traducción latina de la relación, hoy perdida, de Guillermo Coma sobre el segundo viaje de Cristóbal Colón, traducción debida al mesinés Nicolò Scillacio y publicada en Pavia el 13 de diciembre de 1494: Est preterea foecundum sementis genus, magnitudine lupini, ciceris rotunditate: farina prodit effracto tenuissimo polline, teritur ut frumentum, panis conficitur sciti saporis, multis, quibus tenior victus, grana mandentibus (Airaldi y Formisano 1996: 130). [Además se halla un género de simiente feraz, así grande como un lupino y redonda como un garbanzo: de ella, una vez triturada en polvo muy menudo, se saca harina y, molida como trigo, se hace un pan de gusto muy bueno, aunque mucha gente cuya alimentación es más simple se limite a comer los granos].

En los documentos italianos más antiguos, la planta, que queda sin nombre, es asimilada al panizo, como en Colón (y en el pasaje de Francisco de Ulloa citado arriba). Por ejemplo en el Libretto de tutta la navigatione de Re de Spagna de le isole et terreni novamente trovati [Librito de toda la navigación de los Reyes de España de las islas y tierras recién halladas], (Venecia, 10 de abril de 1504): “usano pane de radice et de panizo” [usan pan de raíces y de panizo] (Airaldi y Formisano 1996: 326), donde panizo es la forma véneta del italiano panico y rodice designa uno de los tubérculos que Colón llama ayes. Lo mismo se lee en la antología de viajes, todavía inédita, recopilada entre 1507 y 1538 por el veneciano Alessandro Zorzi: “havevon portati molti presenti, sì pan di radice come di panizo” [habían llevado muchos dones, así pan de raíces

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como de panizo] (Airaldi y Formisano 1996: 342), cuya fuente es Pedro Mártir de Anglería: “utroque pane, radicali scilicet ac paniceo”. Tampoco faltan descripciones más pormenorizadas, como en el citado capítulo de Galeotto Cei, donde se hace una distinción interesante entre el maíz de Santo Domingo y el de la Tierra Firme, y se habla de la manera de labrarlo para hacer el pan. Además con el descubrimiento de México y de Centroamérica se reconoce que de la fermentación alcohólica del maíz se obtiene la bebida llamada chicha (ciccia en Cei 1992: 17), como se lee en este pasaje de la recopilación de Alessandro Zorzi referente a la isla de Guanaja (cabo de Honduras): el loro vivere si è maximamente di certo grano bianco di grandecia de uno cesare, et nasce così come nasce in le Balleare nelle panochie, del quale fanno pane optimo, et così fanno cervosa perfectissima (Airaldi y Formisano 1996: 354). [su comida es principalmente cierto grano blanco grande como un garbanzo, y nace así como en las Baleares nace en las mazorcas, del cual hacen un pan muy bueno, y así hacen una cerveza perfecta].

Lo mismo en la traducción italiana de las Historias de don Fernando (Colombo I, 1990: 304): un certo vino fatto di maiz, che è simile alla cervosa d’Inghilterra. [un cierto vino hecho de maíz, que es parecido a la cerveza de Inglaterra].

Y en este pasaje de la traducción de la Historia de la conquista de Méjico de Antonio de Solís hecha por Filippo Corsini (Florencia 1669): Usava i vini con moderazione, o, per dir meglio, le birre, che facevano quegl’Indiani, disfacendo il maiz per infusione e per cottura, bevanda che dava alla testa al pari del vino più generoso (GDLI, s. v. mais). [Usaban con moderación los vinos, o, mejor dicho, las cervezas, que aquellos Indios hacían deshaciendo el maíz por infusión y cocción, bebida que emborrachaba como el vino más generoso].

Sin embargo, la descripción de Galeotto Cei no parece tan entusiasta, por lo menos hablando del vino hecho por los europeos:

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Io stetti là 10 anni avanti che ne beessi, poi, per una malattia, mi vi convenne avvezzare: è come bere aceto annacquato o, per me’ dire, risciacquatura di boccale di dua giorni (Cei 1992: 17). [Yo he vivido allí diez años antes de beberlo, pero después, por una enfermedad, tuve que acostumbrarme: es como beber vinagre aguado o, mejor dicho, enjuague de jarra de dos días atrás].

A pesar de su rápida difusión, el indigenismo tuvo que vencer la resistencia de los puristas y, hacia 1558, Vincenzio Borghini tuvo que defender su uso, argumentando que la palabra grano hubiera sido una denominación demasiado genérica sin la especificación de India (DELI, s. v. mais). De hecho, en los dialectos del italiano se hallan especificaciones como grano d’India (como en el ejemplo citado de Galeotto Cei) o grano indiano, al lado de frumento d’India o indiano, y en el habla común el extranjerismo fue pronto remplazado por la palabra granturco (‘grano turco’, de Frumentum turcicum, es decir ‘grano extranjero’; grano siciliano en dialectos del Friuli y del Veneto); en el ámbito rural se habla también de granone y sobre todo de formentone o frumentone. Sin embargo, el indigenismo sigue viviendo no sólo como tecnicismo del léxico botánico y de la industria alimentaria (piénsese en el reciente empleo del maíz cocido y vendido en latas), sino como término común de cocina: así la mazorca puede ser designada indiferentemente como pannocchia di mais o pannocchia di granturco, y olio di mais (‘aceite de maíz’) hoy prevalece sobre olio di granturco, a pesar de esto, la aclimatación al sistema fonomorfológico del italiano ha sido parcial: desplazamiento del acento sobre la a, pero mantenimiento de la -s final del español, lo que, por otra parte, hoy no es percibido como “innatural”, integrándose en el contexto de los anglicismos. Por el contrario, ha sido pasajera la fortuna del derivado maizal, maizales, que, según los repertorios (Zaccaria 1981: 248; Beccaria 1985: 125), solo sobrevive en las traducciones bajo la forma maizal(e), maizali (o maizalli, con la geminación de -l- postónica que se encuentra en caniballi de canibales, después caníbales). Para finalizar, señalo que en el siglo xx del latino escolástico maydismus (la pelagra, enfermedad causada por una alimentación basada exclusivamente en el maíz), a su vez derivado de mays, maydis, forma latina del indigenismo, se hizo, como en español, maidismo con el adjetivo maìdico (‘maicénico’); otros

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derivados del lenguaje científico son maiscoltura/maiscoltore (‘cultivo/cultivador de maíz’) y maizene ‘almidón de maíz’ (Gentile 1994: 227).

3.  Cacao Es un préstamo proveniente de la palabra azteca kakaua, forma radical de kakáhuatl (DCECH, s. v. cacao), a través del español cacao, documentado por primera vez en las cartas de Hernán Cortés y en la obra de Gonzalo Fernández de Oviedo, Historia general y natural de las Indias (Sevilla 1535), en la que se recogen las formas cacao, cacaguat y coco (Manzelli 1994: 345). El préstamo es ya reconocido en Franciosini, Vocabolario español e italiano (Roma 1620), donde cacao designa la “sustancia alimenticia aromática que se obtiene de las semillas de esta planta y que es el ingrediente principal del chocolate” (DELI, s. v. cacao). En italiano al lado de cacao se conoce también la forma popular caccao, ya documentada en Galeotto Cei (oaccaio: véase abajo) y posteriormente en escritores de los siglos xviii y xix (A. Vallisneri, G. Targioni Tozzetti, P. Verri, C. Cattaneo, F. D. Guerrazzi). Según DELI, en italiano cacao aparece por primera vez en las Relazioni universali (Relaciones universales) de Giovanni Botero (Venecia 1605) para designar la planta y el fruto: Tra gli altri frutti v’abbondano i cacai. Questo è un frutto simile alla mandorla, ma ritondo. [Entre los otros frutos hay abundancia de cacaos. Este fruto se parece a la almendra, sino que es redondo].

Sin embargo, hay testimonios más antiguos. En el Viaggio e relazione delle Indie [Viaje y relación de las Indias] de Galeotto Cei (1539-1553), y bajo la forma caccaio se documentan los variados empleos de la planta y del fruto entre los nativos de México y Yucatán: Nella Nuova Spagna, cioè dove chiamate voi el Temistitan, usono per moneta certe granella di un frutto e albero che chiamano caccaio (Cei 1992: 84). [En la Nueva España, es decir en la tierra que vosotros llamáis Tenochtitlán, emplean como moneda ciertos granillos de un fruto y árbol que llaman cacao].

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Caccaio è un albero che nasce da per sé ne’ boschi; cresce molto alto et la buccia sottile et pulita con pochi rami et sotto essi, nel tronco del pedale, getta el suo frutto, che sono certe guaine lunghe una spanna, fra verde et bianche, di grosseza come un buon cetriolo. Dentro v’è certi granelli come ceci, ma stiacciati, la buccia di detta guaina grossa un dito o più; mangiasi detti semi, che sono un poco amari, ma del resto buoni et sani: dicono che giovano contro a ogni veleno. L’Indi del Temistitan, che noi diciamo Nuova Spagna, et l’Indi Vicaptani se ne servono per moneta et se lo mangiano e beono in loro bevande; dicono ve n’è assai, ma dove io sono stato n’è pochi (Cei 1992: 102). [Cacao es un árbol que nace espontáneamente en los bosques; crece muy alto, de corteza delgada y limpia con pocos ramos, y debajo de éstos, en el tallo, echa su fruto, que son ciertas vainas largas un palmo, de color entre verde y blanco, gruesas como un buen pepino. Dentro hay ciertos granillos como garbanzos, pero chatos, y la cáscara de dicha vaina es gruesa como un dedo o aún más; dichos granillos se comen, ya que aunque sean un poco amargos, por lo demás son buenos y saludables: dicen que sirven contra cualquier especie de veneno. Los Indios de Tenochtitlán, que nosotros llamamos Nueva España, y los Indios de Yucatán, lo emplean como moneda y lo comen y lo beben en sus bebidas; dicen que hay mucho, sin embargo allá donde he estado hay pocos].

Otro testimonio se encuentra en la Historia del Mondo Nuovo de Girolamo Benzoni (segunda edición ampliada, Venecia 1572, de la que cito), donde el nombre de la planta y del fruto es cacavata, voz tomada del español cacahuate ‘cacao’ (cacaguat en Oviedo). Hablando de Nicaragua, Benzoni afirma que en el país hay dos cosas que no se hallan en ninguna otra parte de las Indias, salvo en Guatemala, Honduras, México y “en todos los otros lugares de la costa de la Nueva España”: una suerte de pavos que han sido importados en Europa y que comúnmente son llamados “gallinas de la India”; la otra es cacavata, ch’è la lor moneta e la produce un albero non troppo grande e non vive se non in luogo calido e ombroso e se fosse toccato dal Sole morirebbe; e pertanto si pianta fra i boschi nell’umido, e non li bastando questo, vi piantano appresso un albero il quale gli è superiore e come comincia a crescere gli raddoppiano la cima di sorte che quando è grande lo cuopre e così l’uno con l’altro si fanno ombra di modo che ’l Sole non gli dà noia alcuna (Benzoni 1965: 120). [cacaguate, que es su moneda y la produce un árbol no demasiado grande, y no vive sino en lugares calientes y sombreados, y si fuese alcanzado por

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el sol, moriría; y por esto se planta en los bosques en lugares húmedos, y si esto no fuera suficiente, cerca de éste plantan otro árbol más alto, y cuando empieza a crecer le doblan la cima de manera que cuando ha grandecido lo cubre y así se hacen sombra el uno con el otro de manera que el sol no le molesta de ninguna manera].

Sigue una xilografía con el dibujo de los dos árboles, el menor de los cuales va acompañado de la leyenda cacauate, y un esquema de la labranza del cacao descrita en el párrafo siguiente: Il frutto è a modo di mandorle e nasce in certe zucche di grossezza e larghezza quasi come un cocumero, matura in termine d’un anno; e essendo di stagione lo cogliono, e cacciatovi il frutto sopra certe stuore, lo mettono al sole a sciugare; e quando lo vogliono bevere, in un testo lo fanno seccare al fuoco e poi con le pietre che fanno il pane lo macinano e messolo nelle sue tazze, le quali sono a modo di zucche che certi alberi producono per quelle campagne in ogni parte dell’India, a poco a poco distemperatolo con acqua, e alle volte con un poco del suo pepe, lo bevono, il quale più pare beveraggio da porci, che da uomini (Benzoni 1965: 121). [El fruto se parece a una almendra y nace en ciertas calabazas gruesas y anchas parecidas a un pepino, madura en un año; y siendo en su tiempo lo recogen, y puesto el fruto sobre ciertas esteras, lo ponen a secar al sol; y cuando lo quieren beber, lo hacen secar al fuego en una vasija y después con las piedras con que hacen el pan lo muelen, y puesto en sus tazas, las cuales son unas calabazas que ciertos árboles producen en aquellas campiñas por toda parte de las Indias, diluyéndolo poco a poco con agua, y a veces con un poco de su pimienta, lo beben, y esto se parece más a brevaje de puercos que de hombres].

Benzoni añade que durante más de un año no quiso beber este brebaje con gran extrañeza de los nativos, hasta cuando, por falta de vino, se resolvió a beberlo, aunque sin mudar su juicio: Il suo sapore è alquanto amaro, sazia e rinfresca il corpo, però non imbriaca; e questa è la migliore e più cara mercanzia, che gl’Indiani stimano, dove la costumano (Benzoni 1965: 122). [Tiene un gusto muy amargo, sacia y refresca el cuerpo, pero no emborracha; y ésta es la mejor y más cara mercancía que los Indios estiman, allí donde la usan].

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Galeotto Cei regresa a Europa en 1553, Benzoni en 1556, se trata pues de testigos contemporáneos y sus informaciones parecen de primera mano. Si en su obra Benzoni se muestra profundamente influido por la Historia general de las Indias de Francisco López de Gómara, de la que parafrasea o aun traduce largos trozos, en el caso presente la incorporación del indigenismo cacahuate se explica con un trámite directo, de tipo oral. No se puede decir lo mismo de las relaciones referentes a la conquista de México recogidas en el tercer volumen de las Navigationi et Viaggi de Giovan Battista Ramusio (primera edición: Venecia 1556), en particular en la segunda de las cartas de Hernán Cortés, fechada el 30 de octubre de 1520 y publicada en Sevilla en 1522, donde la palabra cacao es documentada por primera vez en una lengua europea bajo la forma cacap, para la cual se ha supuesto el reflejo de la manera particular en que doña Marina, intérprete de lengua náhuatl pero que había vivido entre los mayas de Tabasco, habría pronunciado la palabra azteca kakaw, forma reducida de kakahuatl (Manzelli 1994: 348-349). En el texto original: Y puso en ello tanta diligencia que dende en dos meses que yo se lo dije estaban sembradas sesenta hanegas de maíz y diez de frísoles y dos mill pies de cacap, que es una fruta como almendras que ellos venden molida y tiénenla en tanto que se trata por moneda en toda tierra y con ella se compran todas las cosas nescesarias en los mercados y otras partes (Manzelli 1994: 341). En Ramusio: e in farla fare pose ogni possibil diligenza, e tale che per spazio di due mesi in quel luogo già avevano seminato sessanta misure, che noi Spagnuoli chiamiamo anegas, d’una certa semenza nominata da loro maiz, della quale fanno pane, e similmente dieci misure di ceci e di cacap, che è un frutto simile alla mandorla, il qual ridotto in polvere l’usano ora in luogo di vino; e in quella provincia è di tanta stima, che con quello in vece di danari nelle piazze e ne’ mercati e in ogni luogo comprano tutte le cose necessarie (Ramusio, VI 1988: 65).

Es probable que la traducción de Ramusio dependa de la versión latina de la carta hecha por Pietro Savorgnan y publicada en 1524 en Núremberg, en la que el fruto todavía se llama cacap.

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Por el contrario, nada sabemos del texto original de la Relazione sulla città di Temistitan (1532 o 1533) recogida en el mismo volumen de Ramusio, donde la descripción de la planta y del fruto es muy parecida a la que hemos visto en Girolamo Benzoni, salvo que la planta está puesta entre dos árboles de la estatura de dos hombres, y la preparación de la bebida es muy pormenorizada. Además, È questa bevanda la più sana cosa e della maggior sustanza di quanti cibi si mangiano e bevanda che si beva al mondo, perché colui che beve una tazza di questo liquore potrà, quantunque camini, passarsene tutto il dì senza mangiare altro; ed è meglio al tempo del caldo che del freddo, per essere di sua matura fredda (Ramusio, VI 1988: 355-56). [Esta bebida es más sana y de mayor substancia de todos los manjares que se puedan comer y de todas las bebidas que se puedan beber, porque quien bebe una taza de este licor, por tanto más que camine, podrá quedar un día entero sin comer otra cosa; y aprovecha mejor con el calor que con el frío, puesto que es de naturaleza fría].

Es interesante que en la Relazione la planta y el fruto se designan de manera distinta: en la primera ocurrencia, cachauatle (en el texto, el error de imprenta: cachanatle), que es forma paralela a la que se halla en Benzoni (cacavata, pero cacauate en la leyenda), cacao en la segunda. Por fin, es de notar un caso bastante curioso. En la carta de Diego de Godoy a Cortés (Chiapas, 1524) la palabra cacao aparece cuatro veces siempre con referencia al uso monetario, en una de las cuales el texto original “obra de cien mil almendras de cacao” se muda en “da centomila mandorle di massa di mistura di metalli, che chiamano cacao” [cerca de cien mil almendras hechas de mezcla de metales] (Ramusio, VI 1988: 338), mientras en las otras se habla de “moneda de metales mezclados” o de “metal mezclado” (Ramusio, VI 1988: 342) con supresión del indigenismo (Manzelli 1994: 344). Asimismo la traducción de la carta de Pedro de Alvarado desde Utatlán (Guatemala), fechada el 11 de abril de 1524, suprime el derivado caguatales, hoy cacahuales (“tan montuosa de caguatales y arboleda” mudado en “tanto montuosa di tante macchie e alberi”) (Ramusio, VI 1998: 310 y n. 6). Entre las documentaciones del siglo xvii destaca la descripción que se lee en los Ragionamenti del mio viaggio intorno al mondo (Discursos sobre mi viaje alrededor del mundo) de Francesco Carletti (hacia 1573-1636), revisados por

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Lorenzo Magalotti (1637-1712) y conocidos solo desde la edición de 1701. Como Ramusio, Carletti dice que el árbol del cacao se planta entre dos árboles, añadiendo que los nativos los llaman el padre y la madre del cacao (caccao en el texto italiano); añade también que el fruto: È di colore lionato scuro e di sapore amariccio, tenendo in sé una certa untuosità e crassitie che li dà una sustantia e virtù, che chi ne beve la mattina una delle dette ciotole (che loro dicono chicchere) acconcia come si è detto, è cosa certa che per tutto quel giorno se la può passare senz’altro mantenimento; finalmente questo è uno de’ principalissimi regali di quel paese, del quale si fa stima etiam fra li Religiosi e persone di conto (Carletti 1987: 69). [Es de color leonado oscuro y de sabor amargo, ya que contiene cierta untuosidad y grasa que le da tal substancia y virtud que quien por la mañana bebe una de las dichas tazas —que ellos llaman jícaras—, preparada como hemos dicho, es cierto que durante todo aquel día puede quedar sin otro manjar; por fin éste es uno de los más importantes regalos de aquel país, y es apreciado también entre los religiosos y las personas de mucha valía].

Los beneficios nutricionales del cacao son argumentados con las mismas palabras de Ramusio; una de las fuentes que Carletti utilizó para describir su viaje alrededor del mundo, sin embargo, los hispanismos chicchere (en aquel entonces exotismo a la última moda) y mantenimenti remiten a un contexto español, es decir a la experiencia directa adquirida durante la estancia en México entre 1594 y 1596. Entre los derivados de kakauatl tuvo fortuna el indigenismo cacahuete (del náhuatl tlalcacahuatl, ‘cacao de tierra’), en italiano nocciolina americana (al lado del cultismo arachide ‘aráquida’), hoy documentado en los dialectos del archipiélago toscano (cacca(i)etto) y en Sicilia (caccavetta y caccavia en Trapani; caccavia con valor colectivo, ‘los frutos del cacahuete’, en la isla de Pantelleria), lo que se explica con el dominio directo de España en la Toscana marítima (Stato dei Presidi) y en el reino de Sicilia. Por otra parte, en la misma Sicilia el nombre del árbol y del fruto del cacao es cacaus, con la -s del español cacaos (Cortelazzo 1994: 124), otro testimonio de la profundidad del contacto lingüístico. Para terminar, se puede notar que del español cacahuatero, derivado de cacahuate y cacahuete, se hizo el francés cacaotier (1721) y cacaotière (1724), y de aquí el italiano cacaotiere, ‘árbol del cacao’, vocablo raro documentado en Pietro Verri (1728-1797; GDLI, s. v. cacao).

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4.  Cioccolata/Cioccolato Es un préstamo del español chocolate (José de Acosta, Historia natural y moral de las Indias, Sevilla 1590), derivado de una palabra atzeca que no sería chocolatl (que es tomado del préstamo español), sino pocho-cacau-atl (‘bebida de cacao y ceiba [pocho en náhuatl]’), que los españoles habrían abreviado en *chocauatl (DCECH). De chocolate deriva la forma italiana cioccolate documentada en los Ragionamenti del mio viaggio intorno al mondo (Discursos sobre mi viaje alrededor del mundo) de Francesco Carletti, publicados en 1701 y comúnmente considerados como el testimonio más antiguo del préstamo, ya que Carletti regresa a Florencia en 1606 (véase la voz cacao). Hallándose en la ciudad de Sonsonete (Salvador), Carletti anota que el cacao es un fruto que “sirve también como moneda”, aunque su consumo principal sea “una certa bevanda che gl’Indiani chiamano Cioccolate” [cierta bebida que los Indios llaman chocolate] (Carletti 1987: 67-68). Añade que esta bebida es de uso común, aun entre los españoles y otros europeos, y que, una vez que uno se acostumbre, es muy difícil dejar de beberla cada mañana o en la tarde después de la comida, cuando hace calor, en particular navegando; estando en Méjico, él mismo habría bebido chocolate, que le gustaba y aprovechaba a su salud, de manera que le parecía de no podría estar un día sin beberlo (Carletti 1987: 68). Después de Carletti el vocablo está documentado en el Vocabolario español e italiano de Franciosini (Roma 1620), donde el cacao es descrito como “una noce, o nocciuola, della quale gl’Indiani fanno una bevanda, che chiamano cioccolate” [una nuez o avellana, de la cual los Indios hacen una bebida que llaman chocolate] (Migliorini 1968: 48). Sin embargo, la documentación más antigua del indigenismo se encuentra en el Trattato di meravigliosi secreti (Tratado de maravillosos secretos) de Iosua Ferro, Venecia, Daniel Zanetti, 1606 (pero con privilegio de 1602), donde el préstamo aparece bajo la forma cioccolato, y esta vez con referencia no a la bebida sino a la substancia alimenticia, que Ferro describe como una masa compuesta de harina de maíz tostado y molido, unos clavos, canela, ají y caracol triturado (DELI, s. v. cioccolata; Ferro 1606: 115r). La adaptación del préstamo al italiano mediante cambio de sufijo sería pues contemporánea al préstamo. Es lo que pasa con el femenino cioccolata, documentado por primera vez en una carta de Fulvio Testi (1593-1646) fechada en Milán en 1618: “non mancherò di far

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deligenza per mandarle della ciocolata” [no faltaré a la diligencia de enviarle un poco de chocolate] (Beccaria 1968: 109 n. 171), de nuevo con referencia al producto alimenticio hecho mezclando polvo de cacao, azúcar, aromas, etc. De hecho, en la segunda mitad del siglo xvii cioccolat(t)e, cioccolata y también cioccolato siguen siendo formas equivalentes (Beccaria 1968: 109 n. 171), como prueban las Anotaciones que Francesco Redi (1626-1697) hizo a su ditirambo Bacco en Toscana (1685), aunque en el texto poético se mantenga la forma cioccolatte rimando con fatte ‘hechas’ (Migliorini 1968: 50; Manzelli 1994: 357). En poesía el préstamo y las dos formas italianizadas convivieron hasta el principio del siglo xviii, y en el Mattino (1763) Giuseppe Parini (1729-1799) todavía emplea al interior del verso la forma antigua cioccolatte (Migliorini 1968: 51-54). Hay de indicar que en Italia la introducción de la bebida fue bastante tardía y que el arraigo del exotismo fue debido precisamente a esta introducción, una moda que pronto se hizo europea y que en el caso de Florencia se remontaría al año 1668: 1668, s’è introdotto in Firenze quest’anno assai comunemente una bevanda all’uso di Spagna, che si chiama cioccolato, et anco di questa vende uno de’ sopradetti bottegai in bicchieretti di terra, e par che gusti così calda come fredda (Tommaso Rinuccini, Ricordi, citado en Migliorini 1968: 49, y Beccaria 1985: 109 n. 171). [1668, en este año se ha introducido en Florencia una bebida de uso común según la moda de España, que se llama chocolate, y uno de los sobredichos tenderos vende también ésta en vasijas de tierra, y parece que agradezca tanto caliente como fría].

En esta cita, donde “vasijas de tierra” describe las jícaras que en estos mismos años comenzaban a popularizarse en las clases sociales más altas gracias al uso del chocolate (véase la voz cacao). Otro trámite de difusión fue el lenguaje médico-científico. Manzelli señala que el primer tratado sobre el cacao y el chocolate —el Curioso tratado de la naturaleza y calidad de chocolate de Antonio Colmenero de Ledesma—, publicado en 1631 en Madrid, tuvo muchas traducciones, entre las cuales tres versiones en italiano (Della cioccolata: Roma 1667, Venecia 1678, Bolonia 1694) y que Paolo Zacchia, médico personal de

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papa Inocencio X, trató del chocolate como remedio contra la hipocondria en su obra De’ Mali Hipochondriaci (De las enfermedades hipocondriacas, Roma 1639) que en 1671 fue traducida al latín (Manzelli 1994: 357-358). Además, si los médicos valoraban los beneficios del chocolate, dando indicaciones sobre la cantidad y frecuencia de su uso, los teólogos se interrogaban sobre la naturaleza de la bebida que, de ser demasiado densa, hubiera podido romper el ayuno (Migliorini 1968: 49). De las tres formas el originario chocolate, cuyo sufijo era ajeno al italiano, desapareció o se convirtió en chocolatte, quizá influido por latte (leche), mientras cioccolato, masculino como el francés chocolat (antes chocolate: primera documentación 1598), y el femenino cioccolata tuvieron un éxito diferente: el primero afirmándose sobre todo en Lombardía, el segundo en el resto de Italia, con excepción de Cerdeña, donde el originario cioccolate ha persistido bajo la influencia del español y del catalán (aquí xocolat(e) junto a xocolata)1. De hecho, cioccolata tuvo un éxito europeo, como demuestran el alemán Schockolata (Schokolade se impone solo al final del siglo xviii), con sus derivados (Manzelli 1994: 361), y el inglés chocolata, forma concurrente de chocolate, que ha acabado por imponerse. Hoy parece haberse establecido una suerte de especialización: cioccolata para la bebida, cioccolato para el producto vendido en ladrillos o en polvo. En los dialectos italianos del norte la forma normal es ciccolata, comúnmente explicada como debida a una disimilación, la misma que hubiera ocurrido de manera independiente en el bable (asturiano), donde chocolate se dice chicolate. Sin embargo, según Manzelli, la convergencia no sería casual, puesto que se encuentran paralelos en algunos dialectos franceses, en gascón y en el francés chicolate, documentado en 1658, a los que se añaden formas parecidas en las lenguas eslavas, en maltés, en griego moderno, etc. De ahí la hipótesis de un étimo común: una forma española chicolate, indigenismo basado en el atzeco chil-cacaua-atl, ‘bebida de cacao con ají’, voz documentada en 1571 en el Vocabulario en la lengua castellana y mexicana de fray Alonso de Molina (DCECH), ya que el ají (atzeco chilli, donde el español chile) era precisamente uno de los ingredientes del chocolate (véase arriba el testimonio de Iosua Ferro y Manzelli 1994: 362-365). 1 

Remitimos al capítulo de M. Mereu en este libro.

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Por fin, se señalan los derivados cioccolatiera (cioccolattiere en Francesco Redi), ‘chocolatera’; cioccolataio (antes cioccolatiere) ‘chocolatero’; cioccolateria ‘chocolatería’; cioccolatino ‘bombón de chocolate’ y, en sentido translaticio, ‘niño de piel color chocolate’ (en las excolonias italianas de África, dicho del hijo de un blanco y una negra).

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De tierras de América a hablas de Cerdeña: pápa, tomatl, mahiz Myriam Mereu Universidad de Cagliari

Introducción. Raíces y ramales El presente trabajo es deudor del volumen Alla scoperta dell’America in Sardegna. Vegetali americani nell’alimentazione sarda (2009) de la antropóloga ligur Alessandra Guigoni, que nos ha dado la información básica, los datos y las herramientas para llevar a cabo esta investigación, y nos ha contagiado la pasión por las plantas americanas arraigadas en Cerdeña, por su historia, su difusión y sus usos antiguos y modernos. Debido al carácter primariamente lingüístico de nuestra contribución, nos centraremos en las denominaciones dialectales de tres plantas de origen americano en Cerdeña: la pápa, el mahiz y el tomatl. La elección de emplear los nombres originales de los cultivos, respectivamente en lengua quechua, taína y náhuatl, en el título y en la introducción de nuestra investigación, está motivada por la necesidad de abordar el problema “desde lejos”, histórica y geográficamente, y para mostrar el largo viaje lingüístico que hicieron desde sus tierras de origen a Cerdeña. En los títulos de los tres párrafos que siguen, cada uno dedicado a una planta, hemos decidido emplear el término español de cada hortaliza —patata, tomate y maíz— simplemente por motivos de inmediatez y congruencia textual, y porque hubiera sido imposible orientar al lector entre las decenas de voces dialectales sardas, protagonistas indiscutidas de este estudio.

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Debido a la abundancia de diccionarios y vocabularios sardos —el DES de Max Leopold Wagner (1960-1962/2008), el Ditzionariu de Vincenzo Porru (1832/2002), el Bocabolariu de Luigi Farina (2002) y el Vocabolariu de Giovanni Spano (1851/2004), entre los más conocidos y lingüísticamente atendibles— y tomando como referencia algunos estudios sobre la flora de Cerdeña, no ha sido difícil encontrar los nombres populares de cada hortaliza y sus variantes regionales, a veces con explicaciones sobre el origen y la difusión territorial. La misma Guigoni (2009) dedica varias páginas a los nombres de las plantas en Cerdeña, explicando el proceso de renominación de las plantas como un acto de aculturación que sobreentiende el conocimiento y la domesticación de una cultura y de un cultivo ajenos. Siguiendo el estudio de Amatore Cossu (1968), hemos decidido indicar los nombres de las plantas en la lengua original, en latín “científico”, italiano y sardo. Esta subdivisión lingüística nos permite dirigir la atención hacia la riqueza morfológica, fonética e incluso cultural de cada término analizado, su recurrencia en las hablas de Cerdeña y su empleo. Empezaremos con la voz que parece fonética y morfológicamente más unificada en todo el territorio isleño, la patata, pasando por el tomate para, finalmente, llegar al rey de la variedad onomástica (Guigoni 2009: 315), el maíz, que presenta una tal riqueza de formas, sobre todo desde el punto de vista fonético, que será imposible incluir y analizar todas las variantes. Como conclusión de cada epígrafe, ilustraremos brevemente los usos alimentarios de las hortalizas en Cerdeña, su inclusión en la cocina tradicional y las recetas típicas.

1.  Breve excurso histórico de Cerdeña Cerdeña, con una extensión de unos 24.000 km2, es, por su tamaño, la segunda isla del Mediterráneo después de Sicilia. Los fenicios desembarcaron en el sur de la isla en el siglo ix a. C. La conquista de Cerdeña por parte de Amílcar fue decretada por Roma y Cartago en 509 a. C. Durante el dominio cartaginés se intensificó la producción de cereales para la exportación —el trigo era utilizado como forma de pago—; se desarrollaron nuevos asentamientos a lo largo de la costa, y las ciudades fenicias se

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hicieron más prósperas. Los romanos crearon una colonia en la isla, en 378 a. C., y en 227 a. C. Cerdeña se convirtió en provincia romana. Con la expansión del tráfico comercial, la isla se convirtió en el horreum (‘granero’) de Roma, por la calidad reconocida a ese trigo (Brigaglia, Mastino y Ortu 2007: 75); se difundieron los cultivos de olivos y de otros árboles frutales, sobre todo los agrios. La caída del Imperio romano de Occidente (476 d. C.) y el posterior dominio de los vándalos (460-553 d. C.) supusieron el inicio de un largo periodo de crisis económica, cultural e institucional para la isla. Cerdeña entró en su larga fase hispánica en 1297, cuando el papa Bonifacio viii enfeudó el Regnum Sardiniae et Corsicae al rey Jaime II de Aragón. En 1479, Cerdeña fue absorbida definitivamente en la órbita ibérica, con efectos que repercutieron visiblemente en todos los ámbitos de la vida política, cultural, social y lingüística de la isla. Con el rey Ferdinand (II de Aragón), se afirmaron en Cerdeña los principios de la monarquía absoluta y un sistema basado en el reparto de los feudos a familias nobles procedentes de España. Entre estas, estaban las familias catalanas de los Aymerich, los Amat, los Canelles, los Sanjust, los Manca, y familias judías como los Manahem (apellido luego “sardizado” en Manai) y los Farsís (luego Farci). La muerte de Carlos II en 1700 determinó una grave crisis institucional que culminó con la guerra de sucesión española. Tras un breve periodo de hegemonía austriaca, el pacto de Londres del 2 de agosto de 1718 atribuyó Cerdeña a los duques de la casa de Saboya que pronto consiguieron el título regio: el reino saboyano permaneció hasta la unificación del Reino de Italia en 1861. Empezó en este periodo la progresiva y capilar difusión de la lengua italiana en la vida administrativa, cultural, eclesiástica y escolar de la isla, y de su convivencia con las lenguas ya presentes en el territorio sardo. 1.1  Breve incursión en las lenguas de Cerdeña En la época romana, a partir del siglo iii a. C., empezó a difundirse la lengua del Imperio: el latín comenzó su largo y lento camino hacia el vulgar, y de este finalmente se llegó al sardo, lengua que durante varios siglos fue impropiamente tratada como un dialecto itálico. La Romania, costanera, estaba dividida en la Barbaria, interna, con unas costumbres, una economía,

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y hasta una lengua totalmente distintas. Los romanos llamaban bárbaros a los aborígenes del interior de la isla, que vivían en las montañas y en zonas impenetrables —los habitantes de la actual Barbagia, la región más interna y montañosa, tienen fama de hablar un dialecto tan duro y áspero como su carácter—. De hecho, Max Leopold Wagner (1880-1962) escribía que “de todas las lenguas romances el sardo era el que mejor continuaba la tradición lingüística romana”1 (Wagner 1997: 97-98), y que los dialectos interiores conservaban los rasgos más arcaicos. El sardo se habló y escribió con mayor frecuencia y regularidad a partir del siglo xi2 cuando nacieron los cuatro giudicati de Cagliari, Arborea, Torres o Logudoro y Gallura, cuyos confines correspondían aproximadamente a las cuatro provincias históricas de Cerdeña: Cagliari, Oristano, Sassari y Nuoro. Desde el siglo xiv y hasta principios del xviii, el catalán primero y el castellano después3 se difundieron en todo el territorio isleño, arraigando profundamente en los diferentes dialectos sardos. Fonemas y formas léxicas, y hasta algunas estructuras sintácticas del catalán entraron repentinamente en los dialectos meridionales, menos en los centrales (logudorese, nuorese, barbaricino), en los cuales prevaleció el influjo del castellano. En una tierra totalmente dominada por las consuetudines y los mores aragoneses, no sorprende 1  Esta semejanza no era vista de manera tan benévola por Dante Alighieri, que en De vulgari eloquentia sentenció: “Sardos etiam, qui non Latii sunt sed Latiis associandi videntur, eiciamus, quoniam soli sine proprio vulgari esse videntur, gramaticam tanquam simie homines imitantes: nam domus nova et dominus meus [dom’ novus] locuntur.” A propósito de la fortuna de la lengua sarda y de su acogida en el grupo de las lenguas romances, véase Lörinczi (2000: 61-76). 2  Entre los documentos más antiguos escritos en vulgar, encontramos los condaghes, actos jurídicos relativos a la vida económica y patrimonial de una iglesia o de un convento que se remontan a los siglos xii y xiii; la Carta de Logu, corpus de leyes promulgado por la reina Leonor de Arborea en 1393, en vigor hasta 1827, fue escrita en la variedad arborense, también conocida con el nombre de limba de mesania. 3  Según escribe Wagner, la lengua oficial de los conquistadores era el catalán (1137-1479), que pronto se difundió en el Castel de Castrum Caralis —que luego pasó a llamarse Càller bajo los aragoneses— y en las demás ciudades sardas (L’Alguer, Oristán, etc.), mientras que en el resto de la isla los oriundos seguían hablando sardo. No obstante la unificación del 1479, el uso del catalán no se detuvo y los virreyes siguieron publicando sus actos y documentos oficiales en catalán (Wagner 1997: 184-185).

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que el catalán se superpusiera a las variedades autóctonas y se impusiera como lengua pública y oficial, hasta determinar una situación de diglosia con el sardo relegado a idioma subalterno de la esfera privada. En virtud de la supremacía del catalán y de su influencia en el sardo, sobre todo meridional, se cuentan no menos de 2.000 catalanismos (Ingrassia y Blasco Ferrer 2009: 83) en muchos ámbitos de la vida laboral, doméstica, familiar y social sarda. Recordaremos algunos: s’adonai (de adonar-se); basca; busciaca (de butxaca); cadira; intzertai (de encertar); afràbica (de alfàbrega); etc. Aún hoy, en algunas zonas del Campidano, si alguien no se sabe expresar bien se dice que non scidi chistionai su cadalanu (‘no sabe hablar el catalán’). Dado el vasto empleo del catalán en el sur de la isla y del castellano en la parte septentrional4, y el hecho de que sobre todo las ciudades sardas estuvieran empapadas de cultura ibérica, no extraña, escribe Wagner (1997: 187), que el número de palabras catalanas y españolas en los dialectos sardos sea tan elevado. Además, debido a la convivencia secular entre sardo, lenguas ibéricas e italiano, se encuentran muchos calcos y “cruces” fonéticos, como el sustantivo abbardènte en log., akwađrènti en camp., it. ‘acquavite’, calco del cat. ayguardent y el esp. aguardiente (Wagner 1997: 190). Hoy en día, en Cerdeña —denominación que según Ingrassia y Blasco Ferrer (2009: 83) procedería del catalán Sardenya; en italiano es Sardegna, en sardo Sardìnnia o Sardigna— la lengua oficial es el italiano, aunque no es la única que se habla en la isla. Desde el momento en que el sardo, idioma no oficial de Cerdeña y lengua materna para muchos de sus habitantes nativos, es una lengua neolatina o romance, hay que tener en cuenta otro factor muy importante. Del sardo existen por lo menos tres macrovariedades, empleadas por los hablantes sobre todo de forma oral (Virdis 1978: 9; Loi Corvetto 1983: 13): el campidanese, principal variedad centromeridional que toma el nombre de la vasta llanura del Campidano, aunque se extiende en las subregiones orientales de Ogliastra y Sarrabus; el logudorese, variedad hablada en la parte centroseptentrional de la isla; y el nuorese, variedad central que incluye el barbaricino.

4  En el archivo parroquial de Macomer, en la región centroseptentrional del Marghine, los documentos fueron redactados en castellano hasta 1824.

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El sardo es una lengua principalmente hablada, aunque existen cientos de documentos, tratados, novelas, poesías, diccionarios, actos jurídicos y administrativos escritos en sardo. La lengua sarda, además de ser romance, es también minoritaria: esto significa que no goza del mismo estatus que el italiano, reconocida única lengua oficial de la República en el art. 1 de la ley n. 482 del 15 de diciembre de 1999; las demás lenguas presentes en el territorio nacional, entre las cuales la ley menciona el sardo y el catalán, son minoritarias. Al lado del sardo, tenemos otras cuatro variedades alógenas: el catalán de L’Alguer (alguerés); el tabarchino, dialecto de origen ligur hablado en Carloforte y Calasetta, en el extremo suroeste; el sassarese (hablado en Sassari, Sorso y Porto Torres, noroeste); el gallurese, que abarca toda la Gallura, y que según los lingüistas tendría origen corso (Wagner 1943; Maxia 2010). El presente estudio contemplará los nombres de las tres hortalizas en todas las lenguas de Cerdeña.

2.  Patata Nombre en latín: Solanum Tuberosum L. (de la familia de las Solanaceae; originaria de Chile y Perú). Nombre en italiano: patata (del español patata, por la fusión del término pápa con batata)5. Se cree que las patatas llegaron a Cerdeña, y a otras regiones de Italia, a principios del siglo xix, aunque no faltan testimonios acerca de su cultivo ya en el siglo precedente6, Existe un documento muy importante, redactado entre la segunda mitad del siglo xviii y 1805, que nos habla de la patata en Cerdeña: Instruzione per la coltivazione e per l’uso delle patate in Sardegna del abogado y economista Giuseppe Cossu (1739-1811). El documento, publicado por entero en el apéndice del ensayo de Guigoni 5  Corominas (1961: 428). En italiano, el lema está registrado a partir de 1525 (véase la entrada en el De Mauro (1999/2000: 869). 6  Véase el ensayo de Sotgiu (1984: 43), donde describe la práctica de la familia Aymerich, originaria de Cataluña, de cultivar garbanzos, maíz y patatas en su feudo de Villamar.

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(2009: 366-371), es interesante no solamente porque fue escrito en sardo campidanese y en italiano, sino porque brinda unas cuantas informaciones preciosas sobre el modo de la plantación, el cultivo, el cuidado y los usos alimentarios de “is Patatas ancora Pumus o Melas de terra”, como las llama Cossu (1805) en su tratado agronómico7. La primera forma es campidanese, quizás por influencia del catalán, mientras que la segunda es más típica de los dialectos logudorese y nuorese. Consultando los principales diccionarios de las variedades centroseptentrionales, notamos que el canónico Giovanni Spano (2004: 283) registra la forma patata como logudorese y meridional, y las variantes pomu y pumu de terra como logudorese y septentrional. En sassarese encontramos las formas patatu (Lanza 1989: 245) y patata (Muzzo 1981: 141); en gallurese pomu (di tarra) (Sardo 1994: 301), quizás por el influjo del francés pomme de terre (pom ‘d tèra en piamontés, Gavuzzi 1896: 433). Esta locución aparece también en las fichas lingüísticas redactadas por Ugo Pellis para el Atlante Lingüístico Italiano, sobre todo entre los pueblos del norte8: pumu e terra en Berchidda (Gallura); pummu e derra en Ploaghe (Romangia), donde la sonorización de la oclusiva dental es debida a la posición en contexto intervocálico; encontramos pumu derra en Bonorva (Logudoro), y fumu derra en Buddusò (Monte Acuto); en Siniscola (Baronia) prummu e terra, y en Villanova Monteleone (Planargia) mela e derra (única recurrencia registrada); para el tabarchino, Vallebona (1987: 167) registra el lema patatta. En campidanese, se escuchan tanto is patatas, en plural, como sa9 patata, nombre colectivo que se emplea para indicar sustantivos no numerables, especialmente una cantidad indeterminada de frutos, vegetales e insectos: sa musca (‘las moscas’); sa sínzula (‘los mosquitos’); sa mela (‘las manzanas’); sa pira (‘las peras’); su perdingianu (‘las berenjenas’), etc. En particular, el uso en plural del sustantivo se encuentra en la expresión, de sabor un poco vulgar, 7  Otro documento histórico para conocer el ingreso de la patata en el sistema agroalimentario sardo es Coltivazione delle patate e loro usi particolari, publicado por la Reale Società Agraria, ed. Economica de Cagliari en 1837. 8  Indicamos las respectivas regiones históricas entre paréntesis. 9  Is e sa son, respectivamente, los artículos determinativos plural, masculino y femenino, y singular, femenino, de la variedad meridional del sardo.

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non mi tochisti is patatas (‘no me toques las narices’). En singular, está presente en la locución spíritu de patata (del it. ‘spirito di patata’), que designa un chiste bobo, de poco valor, insípido como el alcohol que se extrae de la patata para hacer licores10. Una de las personas entrevistadas por Guigoni durante la recolección del material aludió al uso de patata por ‘mentira’ y de patatangiu por ‘mentiroso’ (Guigoni 2009: 231); no hemos encontrado ninguna de las dos acepciones en los diccionarios consultados. Encontramos los nombres sardos de la patata y de los cultivos considerados autóctonos (“Cultivar sarde”) en el estudio de otro Cossu: Amatore. Él relaciona los nombres a partir del campidano patatta, patatti y llega al norte de la isla con tres denominaciones —poma de terra, pomi di terra, pumi di terra— que desde luego no completan el cuadro de las voces conocidas, empleadas y registradas en los diccionarios sardos. En el DES de Wagner, solo aparece la entrada patáta11, en logudorese y campidanese, forma de origen italiano. Dirigiendo ahora la atención al estudio onomástico de Giulio Paulis (1991), leemos lo mismo que en el DES; sin embargo, Paulis añade la referencia a la voz gallurese pomu di tarra, citando el Vocabolario tempiese-italiano de Andrea Usai (1977). Es interesante la definición que da del lema Giovanni Casaccia (1876: 575) en su Dizionario genovese-italiano: Patatta, sf. Patata, T. bot. Solanum Tuberosum. Pianta che si coltiva per la sua radice tuberosa, la quale si mangia cotta, e, ridotta in farina, se ne fa pane ed amido. È originaria della Virginia, paese dell’America settentrionale; dicesi anche Pomo di terra, ma è un francesismo. [Patatta, sf. Patata, T. bot. Solanum Tuberosum. Planta que se cultiva por su raíz tuberosa, la cual se come cocida, y, reducida en harina, se emplea para hacer pan y almidón. Es originaria de Virginia, país de América septentrional; llámase también pomo de tierra, que es un galicismo].

Según Casaccia, la patata era originaria de América septentrional y no de las regiones andinas. La patata es la gran ausente del tratado de Manca Dell’Arca (2005), y tal ausencia indica que la hortaliza aún no había sido importada a Cerdeña o 10  11 

Véase el lema spirito en el Dizionario del modi di dire (Quartu 2010). Con acento agudo en el DES de Wagner (2008: 600).

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incorporada en su sistema agrícola y alimentario cuando se publicó el volumen (1780). Y también luego el tubérculo encontró resistencia a ser plantado y cultivado en algunas partes de la isla, como el Campidano. En las zonas de montaña, en cambio, probablemente por las condiciones climáticas, favorables, las patatas se adaptaron enseguida. Ya en los primeros decenios del siglo xix, el Solanum tuberosum se cultivaba en las Barbagias de Seulo y Ollolai y en Ogliastra12, donde la patata sigue gozando de buena popularidad, en el ámbito agrícola y en el gastronómico. Hay, además, otros dos tipos de patatas “sardas”: las que se siembran en otoño y se recogen en invierno, llamadas, según la zona, a siccu, ‘a seco’, o ‘e soli, ‘de sol’, porque no necesitan ser regadas y maduran con la lluvia. El arraigo del cultivo en algunos pueblos del interior ha penetrado tan profundamente que los sardos consideran autóctonas las patatas gavoesas (de Gavoi), y los habitantes de Gavoi y Ollolai, dos pequeños pueblos de la Barbagia, notorios por ser grandes productores de este tubérculo, son llamados respectivamente patatas Gavoi y patatas Ollolai (Guigoni 2009: 230). Otro uso lúdico del término patata son las muletillas “ohi ohi, le patate di Gavoi” y “ahi, ahi le patate di Ollolai”, donde la rima de los topónimos con las interjecciones ohi y ahi produce un singular efecto cómico. 2.1  Usos alimentarios de las patatas en Cerdeña Las recetas a base de patatas más populares, y además percibidas como típicas por los sardos, son principalmente de origen ogliastrino y barbaricino. Un plato típico de la Barabagia es sas patatas a perras, una sopa con carne, patatas, cebollas, coliflor o hinojo; el pan carasau —hojas de pan fino que puede conservarse varios mese— se remoja en la sopa y se sirve con verduras (Guigoni 2009: 214 n). El pan de patatas es un alimento que no puede faltar en las familias de Ogliastria y de las Barbagias; el pan puede tener varios nombres según el dialecto: moddizzosu de patatas; coccoi de patatas; cohone cun (f )ozza, por la práctica de poner una hoja (fozza) de coliflor en la base del pan. Los culurgiones o culurgionis son raviolis rellenos de patatas, menta y en algún caso queso, que antiguamente se consumían en ocasiones especiales como fiestas y celebraciones religiosas.

12 

Véase la recompilación en 12 volúmenes de Angius y Casalis (1971).

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Otra pasta cuya masa podría estar hecha con patatas es el macarrone de ungra (llamado también macarrone de patata en Nùoro, y suluzone de patata en Laconi), similar a los gnocchi di patate, que se consumen en gran escala en todo el país. La patata frixìa, una especie de puré de patatas a la sarda, se prepara con un instrumento de madera de tradición popular que puede tener varios nombres: sciusciapatata (nombre compuesto del verbo sciusciai, ‘destrozar’, con el sustantivo patata); scaxiapatata; streccapatata (nombre compuesto del verbo (i)streccai, ‘aplastar’). Las patatas se comen con cualquier salsa y en cualquier modo: asadas, fritas, hervidas, con manteca, cocidas bajo la brasa; hasta se utilizan en la masa de los brugnolus (a lo mejor primos de los buñuelos españoles), bollos fritos que se preparan para Carnaval.

3.  Tomate Nombre en latín: Lycopersicon lycopersicum13. Nombre en italiano: pomodoro (del italiano pomo d’oro14, por sus propiedades afrodisiacas). Leyendo al historiador Francesco Manconi (1992: 30), descubrimos que el tomate fue incorporado en el sistema agroalimentario de la capital, Cagliari, ya a partir del siglo xvii, importado desde Nápoles, donde la solanácea americana había tenido un buen éxito en el ámbito culinario. Es probable que la importación de esta hortaliza haya sido favorecida por su color rojo, símbolo de abundancia, salud y fuerza (Teti 1999). La fuente local más antigua sobre el origen del término italiano pomo d’oro es el padre Ildefonso de Serramanna (1724, f. 85): “Poma aurea, amoris pomum. Ital. pomi d’oro, Hisp. Tumates” [Poma áurea, amoris pomum. Ital. Pomas de oro, Hisp. Tumates].

13  La denominación que Linneo le dio en el siglo xviii (Solanum lycopersicum L.) y la de Miller (Lycopersicum esculentum Mill.) han sido sustituidas recientemente por esta, propuesta por el Código Internacional de Nomenclatura Botánica: véase Guigoni (2009: 120). 14  Véase Torre (1991: 169).

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Sucesivamente, en 1780, el Manca Dell’Arca (2005: 221) emplea la denominación sarda, tumatas (pl. de tumata), para hablar de los frutos que en otros países —se refiere a la península itálica— se llaman pomi d’amore15. Tumata es una de las variantes fonéticas de la voz tomáta/tomátta (campidanese) y tamátta (dialectos centroseptentrionales: DES 2008: 749; Paulis 1991: 307), de origen español (tomate) o genovés (tumate)16. Otras voces que se escuchan en la isla se caracterizan por tener la vibrante: tramátta y tromátta (DES 2008: 749; Paulis 1991: 307). No es seguro si las variantes tamàtiga/tomàtiga tienen un origen catalán (de tomàquet) o más bien piamontés (de tomàtica, Gavuzzi 1896: 457; DES 2008: 749; Paulis 1991: 307)17. Las formas sassarese bbommáta y logudorese septentrional pumata/pumátta, con p- en vez de t-, corresponden al ligur pumata/pumôta/pomata (Petracco Sicardi et al 1987: 60), tal vez por influencia del it. pomodoro (Paulis 1991: 307). Siguiendo la tripartición de Vittorio Bertoldi (1945), notamos que la voces dialectales pertenecen al grupo de los nombres exóticos adoptados en las lenguas europeas, mientras que la voz pomo d’oro/pomodoro es un neologismo de factura italiana que denota la incorporación del tomate en la cultura y en la cocina local y, por tanto, en la lengua nacional (Torre 1991: 169). 3.1  Usos alimentarios de los tomates en Cerdeña Junto con la patata, el tomate es una de las hortalizas exóticas que en Cerdeña tuvieron más fortuna en el ámbito culinario. Manca Dell’Arca (2005: 222) recomienda aliñar los tomates con sal y pimentón, y acompañarlos con carne; otra práctica señalada —todavía en auge en la isla— es la desecación de los tomates y la conservación bajo sal; su nombre es pibarda o pibarda, con metátesis, pilardas y también piràrdas18 (La Croce 2009: 516) En el párrafo siguiente, la forma empleada es tumate (Manca Dell’Arca 2005: 222). Ambas opciones son aceptadas por los lingüistas: véase el DES (2008: 749); Paulis (1991: 307); Rubattu (2006: 245). 17  Sobre la difusión de la voz tomàtica en Cerdeña, originaria de Mallorca, remitimos a Franconie (2000: 54). 18  Pilarda, que literalmente significa ‘pera seca’, por la forma del fruto, procede del latín Pira ar(i)da (Paulis 1991: 308). 15  16 

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o tamàtigas sicadas. El tomate es un alimento básico de la dieta de los italianos —piénsese en las variantes regionales del sugo, la salsa de tomate, para la pasta y la pizza— y de los sardos, que emplean la hortaliza para realizar tanto platos sofisticados como recetas de la tradición popular: ensaladas de tomate; salsas pensadas para durar, como la conserva; el relleno de las panadas, preparadas con anguilas (en el sur), carne de cerdo o de cordero picadas, verduras; el contorno de la langosta a la catalana, típica de L’Alguer, aliñada con cebollas, tomate, aceite de oliva, sal y pimentón.

4.  Maíz Nombre en latín: Zea mays L. (de la familia de las Graminaceae). Nombres en italiano: frumentone; granone; granturco/granoturco; mais; melica/meliga (en el italiano septentrional, sobre todo ligur y piamontés, Cossu 1968). Se debe al padre Ildefonso de Serramanna, en 1724, la primera documentación de la presencia del maíz en Cerdeña. En su Novum Onomasticum, cuyo título es espía del carácter nuevo de las palabras glosadas, el autor indica los nombres del cereal en latín, italiano y español. No sabemos por qué falta el sardo, lengua hablada por la mayoría de los habitantes de la isla, y sorprende la presencia del italiano, que aún no se había difundido; sin embargo, este es un testimonio muy útil para estudiar la historia del cereal en Cerdeña, isla que acababa de convertirse en posesión del reino saboyano (1720-1861): “Triticum Indicum, grano turco, Hisp. Mays, grano de India” (Serramanna 1724: f. 85). La denominación latina es la primera, y notamos el adjetivo Indicum, ‘propio de la India’, al lado, que caracteriza también el segundo apelativo español. Por oposición al trigo que existía y se cultivaba en la isla desde la época de los romanos, este había sido calificado con de India, y también turco, porque procedía de algún lugar del lejano y extremo Oriente. Unos treinta años después, otra fuente habla del cereal con el nombre de meliga19; está claro que el proceso de “piamontesización” de la isla ha empezado también en el ámbito lingüístico. El término meliga es de origen 19 

Anónimo, Descrizione dell’isola di Sardegna, 1759: f. 120.

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septentrional; lo encontramos en los dialectos piamonteses, y también en los ligures20. Y meliga es uno de los nombres que aparecen en el tratado Agricoltura di Sardegna de Manca Dell’Arca. Así describe el maíz en la sección titulada Del frumento denominato grano per antonomasia: Sarebbero di gran sollievo negli anni di carestia di frumento due spezie di grano, che in Sardegna non è costume seminarle, e qualora si provasse l�utilità, non dubito che i Sardi diverrebbero avidi della sua seminagione, e coltura: uno di essi è la meliga21, grano indiano, o formentone nominato nel Regno Trigu d’India22, e benché i Sardi lo conoscono, si semina in tanta poca quantità, che serve più per diletto, e vivanda de�forastieri, che per comune utilità [...] (Manca Dell’Arca 2005: 64-65). [Proporcionarían un gran alivio durante los años de carestía de trigo dos especies de grano, que en Cerdeña no es costumbre sembrar, y en el caso de 20  El lema, registrado como mèlia (de mèlica), mèiga, mêga, mèȓia, está presente en los diccionarios de las hablas de Piamonte y Liguria consultados: Levi (1927: 173); Petracco Sicardi (1987: 158); Gavuzzi (1896: 306). 21  “Sinonimo di melica, saggina, graminacea usata come foraggio; anche mais (nell’uso tecnico specialistico botanico e in alcuni dialetti italiani settentrionali). L’uso del termine è interessante perché, oltre a essere un’ulteriore testimonianza della conoscenza della letteratura specifica sull’argomento, può dirci del rapporto, anche linguistico, avviato da qualche decennio fra Sardegna e Piemonte. D’altra parte, l’accento che troveremo poche righe più avanti al granoturco come «vivanda de’ forastieri» sembra riferito ai piemontesi che soggiornavano sull’isola piuttosto che ai viaggiatori allora poco numerosi”. [Sinónimo de zahína, sorgo, gramínea usada como forraje; también maíz (en el uso técnico especializado botánico y en algunos dialectos septentrionales). El uso del término es interesante porque, además de ser otro testimonio del conocimiento de la literatura específica sobre este asunto, puede revelar algo de la relación, incluso lingüística, nacida desde hace unas décadas entre Cerdeña y Piamonte. Por otra parte, la referencia que vamos a encontrar unas líneas más adelante al maíz como —vianda de forasteros— parece indicar los piamonteses que permanecían en la isla más que a los viajeros entonces poco numerosos]. Nota del editor Giuseppe Marci (en Manca Dell’Arca 2005: 65). 22  La nota 149 remite a la precedente 140: “trígu e índia riporta correttamente alle Indie, cioè all�America, l’origine della pianta, come fanno gli analoghi nomi ital. formentone indiano, sic. frumentu d’India (G. Paulis, I nomi popolari, p. 268)”. En página 62, Manca dell�Arca (2005) alude al cultivo de judías, por sembrar “in ordine con distanza di mezzo palmo; [e] per tramezzo de fagioli è buono seminar grani di formentone, o india, perché alli gambi di codesta pianta i fagioli s�arrampicano, e fanno in alto più teghe”. [en orden con distancia de medio palmo; [y] entre las judías es buena costumbre sembrar unos granos de maíz, o trigo de India, porque a los tallos de esta planta las judías se encaraman, y arriba hacen más vainas].

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que fuese probada su utilidad, no dudo de que los sardos se volverían ávidos de su siembra y cultivo: uno de estos es el sorgo, trigo indiano, o zahína llamado Trigu de India en el reino, y aunque los sardos lo conocen, se siembra en tan poca cantidad que sirve más para deleite y vianda de forasteros, que para común utilidad [...]].

El término meliga, importado por los forastieri del Piamonte, es el primero empleado por Manca Dell’Arca; también es interesante la inclusión de la denominación sarda: trigu de India. El agrónomo no utiliza el adjetivo moriscu en relación con el trigo o los higos chumbos (que en Cerdeña se conocen con el nombre de figu morisca o figu de India), sino para calificar el pimentón americano: “il pepe americano, chiamato da’ Sardi morisco” (Manca Dell’Arca 2005: 224). Hay que esperar la publicación del Atlante Linguistico Italiano, con las fichas redactadas por Ugo Pellis entre 1933 y 1935, que muestran las voces dialectales subdivididas por pueblos. La voz más frecuente en el área entre el Logudoro, el Meilogu y las Baronias (centro-este) es trigu moriscu, que se encuentra también en Marghine y Planargia (centro-oeste). En L’Alguer el maíz se llama frumondindia, por influencia del catalán forment, mientras que en Luras y Bortigiadas (Gallura), la denominación oscila entre granone y granoni (con desinencia en -i), por influjo de los dialectos de área ligurtoscana. En una vasta área comprendida entre el Sarcidano y el Sulcis Iglesiente, incluyendo el Campidano, la Marmilla, el Sarrabus, y hasta el Ogliastra (subregión centro-oriental), destaca la denominación quizás más rica de variantes fonéticas de los dialectos centromeridionales: cizirianu. En el dialecto campidanese y en sus subvariedades, donde la influencia del catalán sería más antigua y arraigada (Ingrassia y Blasco Ferrer 2009: 76), el maíz se conoce con varios nombres, algunos de los cuales presentan sonidos típicos del catalán, como la fricativa palatoalveolar sonora [ʒ], que en sardo campidanese corresponde al grafema x: cixiriànu /tʃiʒi’rjanu/. A continuación, vamos a hacer un repaso de las variantes dialectales por área de difusión, concentrándonos en los términos más que en los diccionarios consultados, a los cuales remitimos en nota. La única excepción será el DES de Max Leopold Wagner —en la edición Ilisso de 2008— por motivos que explicaremos en su momento.

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Dialectos de área centroseptentrional: trìgumorìscu, trigu moria/moria, trigu ‘e moro, trìgumòro (La Croce 2009: 516). Dialectos de área centromeridional: cixiri(l)ianu, cixiniau23; cìxirilianu; trigu moriscu (Casciu 1999/2006: 115); sixilianu; cixiniau; gigilianu; sitzilianu, trigulianu, trigu ʿe ìndia; trigu de Indias (Lepori 1988: 442); trigu moriscu (Lepori 1988: 113). Tabarchino (isla de San Pietro y Calasetta): granùn (Vallebona 1987: 105); granû. Es interesante notar que Casaccia (1876: 418) da la siguiente definición del lema granón, que él traduce con “Formentone, Grano Turco, Grano siciliano”: “Sorta di frumento che fa grosse pannocchie, con grani assai grossi di color giallo, della cui farina, parimente gialla, si fa polenta e talvolta anche pane”. [Especie de trigo que hace grandes panojas, con granos bastante gruesos de color amarillo, de cuya harina, igualmente amarilla, se hace polenta y a veces también pan]. Sassarese: trìgu d�India, trigudìndia24, trìgu murèschu (remite al lema mais) (Lanza 1989: 205). Gallurese: tricu d’India; granoni (Sardo 1994: 208)25. Alguerés: frumondindia (ALI); froment d’India26. En el volumen de Cossu (1968), junto con las denominaciones latina e italiana, encontramos una larga lista de nombres en sardo, algunos con relativa área de empleo: cicilianu; cigilianu; cixiliriànu27; trigu de India(s)28 (Campidano); trigu moriscu (Isili); trigu moríu; trigudindia (Sassari); trìdigu moriscu (Nuoro)29; trigaíndiri, trighéndia, trigulianu; frument de Indie (L’Alguer); granoni (Tempio, Gallura, del ligur granòn, granùn, Cossu 1968: 261).

23  No debe extrañar la nasalización de las vocales en sílaba abierta en algunos dialectos del área campidanesa: /tʃiʒi’rjãũ/. 24  Voz registrada de la misma manera, acento incluido, por Muzzo (1981: 1979). 25  El autor indica la misma traducción para el lema italiano mais: Sardo (1994: 258). 26  Rubattu (2006). 27  Registrado con acento grave en Porru (2002: 400). 28  Esta denominación es empleada también por Porru (2002: 345). 29  En el Bocabulariu de Farina (2002: 283), la voz está registrada con la velar sorda [k] y sin acento grave: tridicu Moriscu.

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Discurso aparte merece el DES de Max Lepold Wagner, recientemente publicado en una nueva edición por la editora Ilisso de Nuoro, edición dirigida por el glotólogo Giulio Paulis. La particularidad del DES es que los lemas están registrados en grafía fonética. Para trígu morísku o murísku —aquí con acento agudo— Wagner (2008: 762) anota que es voz del logudorese y del campidanese que significa ‘granturco’; en los pueblos de Busachi, Baunei y Ploaghe, en zonas distantes entre ellas, se dice triguíndia; en Santulussurgiu y Milis, lugares que a pesar de ser geográficamente próximos, presentan dialectos bastante distintos, el término empleado es trigíndia, mientras que en Sant’Antioco la voz sería trigu ‘e índia. Remite también a la voz sižiliánu, y así leemos: camp. (su ğiğiliánu (Perdas de Fogu); su žižiniáu (Mògoro); su sitsiliánu (Villacidro)) ‘granturco’ (AIS 1463), = ital. (grano) ciciliano, siciliano ‘id.’ […]. Il Cara, p. 14, dà anche čižiriliánu e suppone, p. 86, s. v. trigu de Indias, che sia un cece siciliano […], dicendo che è ‘disposato a cixiri ‘cece’, con evidente riferimento ai chicchi (Wagner 2008: 707). [Campidanese (su ğiğiliánu, Perdas de Fogu; su žižiniáu (Mògoro); su sitsiliánu (Villacidro)) ‘granturco’ (AIS 1463), = ital. (grano) ciciliano, siciliano ‘id.’ […]. El Cara, p. 14, indica también čižiriliánu y supone, p. 86, s. v. trigu de Indias, que sea un garbanzo siciliano […], diciendo que está ‘dispuesto a cixiri’, garbanzo, con evidente referencia a sus granos].

Paulis (1991: 268) escribe que el origen del maíz fue atribuido erróneamente a Turquía, tras su introducción y difusión en Europa a partir de 1520. La voz campidanese y logudorese, trigu morísku o murísku, del cat. blat de moro o moresc, refleja la creencia de que la planta procedería de Turquía, mientras que en otras partes de la isla se hace referencia a la India, o sea a América, como en otros idiomas europeos. La forma del campidanese šiziliánu, sittsiliánu, čižiriliánu denuncia su presunto origen siciliano; en fin, la forma híbrida triguliánu sería un cruce con trigu. La traducción del nombre es bastante transparente: el grano sitzilianu, ‘siciliano’, haría referencia al origen oriental, ultramarino de la planta (Franconie 2000: 36). En los dialectos centroseptentrionales de la isla, el exotismo se arriesga más allá de Sicilia, hasta llegar a tierras lejanas e indefinidas del Mediterráneo: el trigu, o trídicu, cixirianu se convierte en

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moriscu/morisku30. En su iluminador artículo sobre la difusión y los empleos del maíz en Europa, Brandes (1992: 332) escribe que el maíz se utilizaba más como pienso para los animales domésticos que como ingrediente de la cocina “humana”, sobre todo en España y en Italia. Según el antropólogo estadunidense, los productos procedentes de América serían denominados turcos o morescos a causa de su importación por parte de los otomanos durante sus incursiones en Europa. Esta teoría es apoyada también por Franconie (2000), quien ha estudiado los nombres de los productos americanos en los dialectos europeos, así como su incorporación en el sistema cultural y lingüístico de los países del Viejo Continente. Según el glotólogo Vittorio Bertoldi, las referencias a Turquía o a la India remiten a un genérico Oriente. Adoptando su división en tres grupos etimológicos, el cizirianu y el trigu morisku pertenecerían a la categoría de los términos de valor geográfico “allusivo alla vera o presunta terra di provenienza dei prodotti” (Bertoldi 1945: 99-100), cuyo propósito es poner de relieve el origen lejano y desconocido de los productos. El hecho de calificar el trigo de turco en italiano, moriscu en sardo, moro o moruno en español, moresc en catalán, sarazin o de Turquie en francés, pone el acento sobre la procedencia exótica de esta gramínea. Según Brandes (1992), habría una relación entre la reconquista de Granada en 1492 —el mismo año del descubrimiento de América— y la creencia, difundida en algunos países de área mediterránea, de que el maíz sea turco, sarraceno o moro, en todo caso ligado a la cultura y a la religión musulmanas. Hay que tener en cuenta que cuando Colón “descubrió” América, Cerdeña era colonia de la corona de una España recién unificada (1479). Según la hipótesis de Guigoni (2009) sobre el acercamiento del adjetivo morisku/moriscu a los sustantivos trigu, pìbiri31, figu, este podría tener valor despectivo porque hace referencia a la importación de estos productos por parte de una cultura otra, potencialmente amenazadora, hostil y dañina —incluso desde el punto de vista religioso— con lo cual se 30  En su estudio, Cossu (1968) indica los correspondientes del adjetivo moriscu en catalán (moresc) y en castellano (moruno). 31  “Il pìbiri morisku è un tipo di peperone piccolo; la denominazione sottolinea l�origine forestiera dell’ortaggio proveniente da Haiti” [El pìbiri morisku es un tipo de pimiento pequeño; la denominación subraya el origen forastero de la hortaliza procedente de Haití] (Paulis 1991: 308).

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precisaba distinguir los productos “buenos” (como el trigo de sacra romana tradición) de los “malos”, nuevos y desconocidos, justamente moriscos.

5.  Conclusiones El “descubrimiento” de América, el 12 de octubre de 1492, supuso una revolución económica, sociocultural, lingüística e incluso alimentaria para todo el mundo, el viejo y el nuevo. A pesar de que entonces Cerdeña fuese una colonia española, los productos americanos tardaron en llegar a las mesas de las clases acomodadas, y pasaron varios siglos antes de que fuesen incorporados al sistema agrícola de la isla. La primera hortaliza importada en el siglo xvii, tal vez desde Nápoles, fue sa tomàtiga (y variantes), cuyo nombre refleja la influencia de las dos lenguas habladas en aquel momento, el catalán y el español; el término perduró a lo largo de la época saboyana, cuando el italiano desplazó definitivamente los idiomas ibéricos. En el norte de la isla, en cambio, se afirmó la variante con oclusiva bilabial sorda (pumata/pumatta) por influjo del italiano pomo d’amore o pomo d’oro, luego pomodoro. En el caso del sardo, tenemos un ejemplo de nombre exótico, mientras que el italiano acuñó una denominación ad hoc para esta hortaliza jugosa y de vivo color rojo (Bertoldi 1945). El proceso de incorporación de la patata y del maíz fue más tardío (principios del siglo xix), y este retraso influyó también en la denominación de las dos plantas. El cultivo de la patata tuvo más éxito en las zonas montañosas de la isla, donde todavía se cultivan diversas variedades de este tubérculo, y abundan las recetas regionales, saladas y dulces, elaboradas a base de patatas. Desde el punto de vista lingüístico, asistimos a un proceso de integración del término original (del español patata, fusión de papa y batata) que se realizó también en otros idiomas europeos: el italiano patata; el inglés potato, etc. Llegamos finalmente al maíz, que en sardo conoce una tal riqueza terminológica que ha sido definido por Guigoni “il re delle scelte linguistiche” (2009: 315). Las denominaciones trigu morisku, trigu de Indias y cixiriliànu, entre las más difundidas, tienen valor geográfico alusivo a las presuntas tierras de procedencia (la India, Turquía y Sicilia), y en ningún caso hacen referencia

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a América. La proximidad fonética y gráfica del adjetivo moriscu/morisku con el catalán moresc induce a suponer una etimología común para las dos lenguas —lo mismo ocurrió con el italiano granoturco—. Hemos analizado todas las variantes dialectales hasta comprobar que su supuesto origen oriental, percibido como peligroso y dañino, retrasó su cultivo y comprometió su difusión en el ámbito gastronómico, a excepción de la harina de maíz, empleada para panificar en situaciones de emergencia, y para preparar la polenta. En Cerdeña, el maíz se utilizó, y todavía se utiliza, sobre todo en la zootecnia.

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Denominaciones de alimentos americanos en rumano Joan Fontana i Tous Universidad de Barcelona Ingmar Söhrman Universidad de Gotemburgo

Introducción El rumano fue de las últimas lenguas europeas en recibir influencias léxicas de las lenguas amerindias, debido a que la situación geográfica del país, Rumanía, la sitúa en la parte oriental de Europa de confesión ortodoxa; alejada, por tanto, de la esfera cultural de la Europa occidental. En Transilvania, el principado más expuesto a la influencia occidental, se hablaban el húngaro y el alemán en las ciudades y en la vida oficial y administrativa, en tanto que el rumano, durante largo tiempo, fue la lengua “pobre” del campo. En los otros dos principados, Moldavia y Valaquia, la lengua oficial era el rumano, pero la iglesia ortodoxa empleaba el eslavo antiguo y el griego. Todo ello, unido al hecho de que, exceptuando la clase noble o superior, era infrecuente que se pudiera gozar de las frutas importadas de países lejanos, determinó que la lengua rumana tardara en abrir su léxico a estas voces extrañas. De los tres principados rumanos, Transilvania permaneció durante muchos años bajo el dominio de Austria (y, de hecho, sometida al gobierno del reino de Hungría que, junto a los principados alemanes y a la propia Austria, constituían los dos pilares del imperio austriaco) y luchó durante siglos por su independencia. Moldavia y Valaquia también batallaron por su independencia durante siglos; en el siglo xvii habían sucumbido al dominio otomano que se prolongó

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hasta finales del xviii, cuando Rusia pasó a apoderarse de parte del territorio rumano. Durante la dominación otomana, cabe señalar desde el punto de vista político y lingüístico que los sultanes delegaron las tareas administrativas en manos de los fanariotas (griegos), merced a lo cual la influencia griega se mantuvo, en esta parte de Europa, varios siglos. A mediados del siglo xix, cuando Transilvania ya había sido conquistada por Hungría, Moldavia y Valaquia se unieron formando un reino (no en balde, aún en la actualidad se puede escuchar a algunos transilvanos aludir a los otros dos principados como regatul ‘el reino’). Por otra parte, cabe tener presente que la lengua rumana consta de cuatro dialectos principales, de los cuales el más conocido es el dacorrumano por ser la lengua nacional de Rumanía y también de la República de Moldavia, donde es llamado moldavo (limba moldovenească) y no rumano (si bien, durante un periodo en la década de los años noventa, esta variedad se reconoció como rumano). En el terreno agrícola, la producción autóctona de las ricas y fértiles tierras rumanas siempre ha sido importante y, cuando cabía importar algún producto, se hacía casi siempre desde el sur y el este europeo; se importaba poco de la Europa occidental, con la excepción de algún producto destinado a los miembros de la clase alta transilvana. En aquella época, el transporte de las mercancías hasta los Balcanes era lento y penoso; a medida que fue mejorando con el tiempo (y sobre todo bien entrado el siglo xx), la población en general fue conociendo, cada vez más, nuevos productos y comidas que les eran extraños y a los que resultaba difícil darles un nombre: ¿se adaptaría al rumano la correspondiente denominación en otra lengua europea (nombre que probablemente remitiría al étimo americano) o se les atribuiría una denominación ya existente en rumano, introduciendo algún cambio o composición? El propósito del presente artículo es, precisamente, estudiar la fortuna que han corrido en rumano las siguientes seis voces amerindias prehispanas: cuatro palabras de origen náhuatl (tomate, cacao, chocolate y aguacate) y dos procedentes del taíno (batata/patata y maíz).

1.  Tomată La voz náuhatl tumatl, que ha gozado de tanto éxito en muchas lenguas, pervive en el rumano tomată (sustantivo femenino con el plural tomate),

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donde penetró a través del francés tomate (DER, s. v. tomată)1, cuya primera documentación data de 15982. En cuanto al rumano, según Sala (2005: 42), su primera aparición corresponde a un artículo de la revista Familia, publicada en Oradea en 1884. Actualmente, sin embargo, tomată ha caído en desuso; no en vano, el primer resultado que nos ofrece el diccionario español-rumano de Calciu y Samharadze (2005: 894, s. v. tomate) es roşie3, sustantivo femenino (en plural, roşii), procedente del latín russus o rŏseus4. Llegados a este punto, detengámonos en los siguientes versos de Anton Pann (1796/1798-1854): Pe Patlagelele-n roşu îmbrăcate [/]5 şi pe cele-n vînăt […] [A las frutas en rojo vestidas [/] y a aquellas en malva […]] (Pann 1982: 106); y añadamos que Calciu et al.(1979: 879) para la voz roşie remiten a pătlăgea roşie. Así pues, roşie (‘tomate’, pero también ‘roja’) resulta la forma corta del compuesto pătlăgea roşie, ‘fruta (grande) roja’. Dicha construcción parece basada en la fruta pătlăgea vânătă, ‘berenjena’ (véase el francés aubergine), que literalmente significa ‘fruta (grande) malva’. Esta debió de llegar a los Balcanes antes que el tomate y, por lo tanto, habría creado un patrón, con el uso del turquismo pătlăgea6, ‘fruto grande’ (DER: s. v.), en varias lenguas balcánicas, como en el búlgaro, donde la berenjena es patladžan. Conviene, no obstante, recordar que el lexema pătlăgea aparece solamente en palabras 1  Este mismo diccionario señala la variante moldava dumată, que, al decir de Sala (2005: 42), provendría del homónimo búlgaro dumată. 2  Anteriormente, en francés, se empleaban las denominaciones pomme d’amour o pomme dorée. 3  Tal y como afirma Sala (2005: 42), tomată es “numele plantei şi al legumei cunoscute în română mai ales sub numele de roşie” [‘el nombre de la planta y de la verdura conocidas en rumano sobre todo con el nombre de roşie’]. 4  Para más detalles acerca de esta ambivalencia, véase DER (s. v. roşu). 5  Los corchetes con barra inclinada indican salto de línea en el original. 6  A su vez, el turco patlican toma la palabra del persa badinǧan, que, en realidad, es el étimo de muchas otras lenguas, no solo balcánicas, como, por ejemplo, el griego moderno patlidzána, y, por supuesto, el albanés, búlgaro y serbio patliǧan, aunque estas voces denominen la berenjena (se trata del mismo étimo de la palabra española berenjena, del catalán albergínia y de la francesa aubergine) y no el tomate. Esta, sin embargo, es la base léxica de la denominación del tomate, pues se trata de una forma compuesta en la que el adjetivo ha acabado incorporando el sentido principal, mientras que el sustantivo ha quedado limitado a una noción más restringida.

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compuestas, puesto que pătlăgea vânătă7 [berenjena] y pătlăgea roşie [tomate] son las únicas frutas que mantienen dicho lexema del cual se deriva como expresión del color malva el adjetivo pătlăginiu (DER, s. v. pătlăgea). En el ámbito fraseológico, resulta curioso observar como para traducir la expresión rojo como un tomate (Calciu y Samharadze 2005: 894, s. v. tomate) en rumano se recurre a una flor, roşu8 ca macul [rojo como la amapola], al fruto (más bien morado, a nuestro entender) de la remolacha, roşu ca o sfeclă [rojo como una remolacha], o también tomate, roşu ca o pătlăgică, ‘rojo como un tomate’, a través de una variante de pătlăgea, pătlăgică, que, en este caso, no se acompaña de la innecesaria precisión roşie para no incurrir en pleonasmo: roşu ca o pătlăgică roşie, ‘rojo como un tomate rojo’. Además de las voces tomată o (pătlăgea/pătlăgică) roşie, no quisiéramos finalizar este apartado sin citar un par de regionalismos femeninos de interesante etimología: porodică (plural porodici), del húngaro paradicsom, ‘tomate’, y paradaisă (plural paradaise), usado en Transilvania y Oltenia (DER: s. v. paradis), cuyo étimo es el alemán Paradies(apfel), es decir ‘manzana del paraíso’9.

2.  Cacao Cacao, como nombre de planta, aparece en español en 1535; de las semillas de dicha planta, que incluso se llegaron a usar como moneda fraccionaria10, es bien sabido que se fabrica el chocolate. En francés, la voz cacao aparece tres décadas más tarde, en 1568, mientras que, en rumano, hay que esperar hasta 1913, año en que lo recoge por vez primera Dicţionarul Academiei [El Diccionario de la Academia] (Sala 2005: 42). A partir de ese 7  Como en el caso de roşie [‘roja’], también el adjetivo vânătă [‘morada’] se ha sustantivado, con lo que ha llegado a sustituir el sintagma original pătlăgea vânătă. 8  Hemos aquí, por cierto, el masculino del citado adjetivo femenino roşie. 9  Como curiosidad filológica, nótese que, cuando la celestial manzana desciende bajo tierra, se convierte, en francés, en pomme de terre, es decir nuestra ya mencionada ‘patata’. 10  En este sentido, el fraseologismo “No valer un cacao”, usado en Hispanoamérica, en rumano podría tener un equivalente crematístico del tipo A nu face doi bani (o două parale) [‘No valer dos perras’] o bien otro de índole vegetal como A nu face o ceapă degerată [‘No valer una cebolla congelada’] (Calciu y Samharadze 2005: 156, s. v. cacao).

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momento, el consumo de este producto en el día a día de los rumanos no ha dejado de aumentar y expresiones como pudră de cacao, ‘cacao en polvo’, o unt de cacao, ‘manteca de cacao’, resultan de lo más habitual. En términos lingüísticos, cabe destacar que el nombre cacao, al terminar en -o, proclama a la lengua su origen extranjero. En efecto, la gran mayoría de sustantivos rumanos con -o final provienen del francés (indigo), del italiano (scherzo) o del español (bolero); adoptan el género neutro11 y forman el plural en -uri (indigouri, scherzouri y bolerouri), proveniente del latín -ora, desinencia característica de nominativo, vocativo y acusativo plural de sustantivos neutros como tempus, -oris. Resulta, pues, curioso que, en rumano, cacao haya adoptado el género femenino (singular articulado cacaua; genitivo-dativo singular articulado cacauei), acaso por influencia del sintagma primigenio plantă de cacao en el que plantă ostenta dicho género. En el aspecto fraseológico, la fortuna de la voz cacao topa con un gran inconveniente: al color sospechosamente marrón del producto hay que añadir la sonoridad de la palabra que recuerda claramente nociones escatológicas12 como el sustantivo coloquial caca o el verbo a căca. Este tema no resulta baladí en rumano, puesto que la sensibilidad lingüística de los hablantes de dicha lengua les conmina a evitar a toda costa la tan temida cacofonía. Por ello, la combinación de conjunciones como que cuando en rumano (că când) resulta impensable ya que obtendríamos como resultado un perfecto homófono del gerundio del verbo anteriormente citado: căcând. Dicha cacofonía se evita13 introduciendo entre ambas conjunciones el adverbio atunci, ‘entonces’: că atunci când, ‘que entonces cuando’. Hecha la anterior salvedad, no puede sorprendernos que, entre las palabras de argot que recoge Zafiu (2010: 82), también se encuentre cacao, concretamente en la expresión vulgar A se face de cacao. 11  No obstante, voces españolas de marcada masculinidad, como hidalgo o caudillo, huelga decir que mantienen dicho género. 12  En este sentido, Sorin Călin, en Ghimpele de Cluj (consultable en línea en: ), alude en el título de un artículo a ciertos problemas intestinales: În vremuri de cacao, hârtia devine un lux ‘En tiempos de cacao, el papel se convierte en un lujo’. 13  Otras estrategias para evitar la cacofonía son la alteración del orden de la frase o bien la sinonimia. A pesar de estos mecanismos, existen algunas cacofonías irresolubles, y admitidas por la normativa, como las que se producen (y nos permitimos señalar en negrita) en Ion Luca Caragiale (el mejor comediógrafo rumano) o bien en Biserica catolică, ‘La Iglesia católica’.

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3.  Ciocolată La palabra náhuatl pocho-cacau-atl aparece en español (chocolate) en 1586 y, en francés (chocolat), casi un siglo más tarde, en 1671. La primera documentación en rumano corresponde al diccionario alemán-español de Polizu, obra de 1857, lo cual, según Sala (2005: 42), indicaría que la voz penetró en el rumano a través del alemán Schokolade; sin embargo, Ciorănescu (DER: s. v. ciocolată) no comparte esa opinión y remite la etimología de ciocolată al italiano cioccolata (de hecho, es la versión más aceptada). Aprovechamos la mención al diccionario etimológico rumano para recabar tres informaciones más allí citadas: la variante şocolată (a la que cabría añadir ciocoladă, variante más cercana a la voz alemana), la forma arrumana ciuculată y, en cuanto a derivados, el adjetivo ciocolatiu, ‘de color chocolate’. A semejanza del caso de cacao, anteriormente expuesto, la popularidad de este delicioso alimento, desde su introducción en Rumanía, no ha parado de crecer. Hoy en día, expresiones como baton de ciocolată, ‘barra de chocolate’, ceaşcă de ciocolată, ‘jícara’, îngheţată de ciocolată, ‘helado de chocolate’, o incluso glazură de ciocolată, ‘glaseado de chocolate’, forman parte de la cotidianidad de cualquier rumano. Resulta, pues, de lo más normal que en octubre de 2010 fuera precisamente en la capital rumana donde diez pasteleros trabajaran tres días seguidos para conseguir la moneda de chocolate más grande del mundo14, con un peso de 265 kg, un diámetro de 1,35 m y una altura de 14 cm. Retrocediendo casi un siglo y medio, Pârvulescu (2005: 36) señala que, en la segunda mitad del xix, un intelectual como Titu Maiorescu (18401917) compraba en el local bucarestino de Grigore Capşa bombones de chocolate que alababa como bonbons véritables. Célebre15 durante generaciones fue la mascotă (del francés mascotte) de “Casa Capşa”, elaborada con chocolate, nata, licor y mondas confitadas de naranja. 14  Este récord fue ampliamente superado en Venezuela cuando el primero de octubre de 2015 se presentó la obra de 110 pasteleros: una moneda de chocolate de 874 kg, un diámetro de 2,4 m y una altura de 20 cm. 15  No menos célebre en Rumanía era la marca Ciocolata Berinden que el profesor Virgil Ani, establecido en Barcelona, recuerda con cariño de sus años mozos.

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A propósito de la cultura del chocolate, la obra paremiológica de Zanne nos sitúa un poco antes, a finales del siglo xix16, y, partiendo de la expresión Doctor de apă dulce, ‘Doctor de agua dulce’ (Zanne 2004): 272-273, núm. 11855), calco del francés Médicin d’eau douce, referida a los médicos incompetentes que carecen de las mínimas bases del arte de Hipócrates, cuenta el supuesto caso del doctor Bouvart que había recomendado a la condesa de Esclignac17 que cada mañana, nada más levantarse, tomase un vaso de agua; después, al cabo de media hora, una taza de chocolate y, finalmente, un segundo vaso de agua. Una mañana la condesa consumió inadvertidamente el chocolate y el vaso de agua posterior, olvidando la preceptiva dosis de agua anterior a la ingesta del chocolate. Alarmada, avisó al doctor Bouvart, quien, para mantener el estricto orden del chocolate entre dos aguas, se dispuso solícitamente a realizarle una lavativa. No entraremos ahora en los usos escatológicos de la voz ciocolată, similares a los comentados a propósito de cacao; subrayaremos, eso sí, la coincidencia con el español a la hora de aludir a un tipo de estupefaciente llamado haşiş, ‘hachís’, y, finalmente, en argot, su uso injurioso para con los gitanos; este insulto, derivado del característico color de piel, coincide con otro empleado en el mismo sentido: cioară, ‘corneja’.

4.  Avocado En comparación con el resto de americanismos tratados en este artículo, la voz náhuatl aguacate ha gozado de muy diversa fortuna. En lo que se refiere al diccionario normativo rumano (DEX), avocado, forma coincidente con su étimo inglés avocado, aparece por primera vez en la edición de 2009. Así pues, no es de extrañar que en una obra un poco anterior, como el diccionario españolrumano de Calciu y Samharadze (2005: 31, s. v. aguacate), el equivalente rumano coincida con el original español y se formule entre comillas, “aguacate”, y que, asimismo, la palabra avocado (2005: 105, s. v.) remita al ya citado aguacate. 16  A título anecdótico, apuntaremos que, en 1899, los sajones de Braşov abrieron una pequeña fábrica de productos elaborados con chocolate, la famosa Hess, que sobrevivió a todo tipo de infortunios hasta el pasado 2015, cuando se trasladó a Bulgaria y el mítico edificio fue demolido. 17  Elisabeth Thérése Chevalier de Montigny (1705-1790).

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La falta casi absoluta de documentación bibliográfica, por no hablar de la ausencia total de testimonios fraseológicos o paremiológicos, nos impele a una búsqueda en Internet que, entre múltiples resultados, nos ofrecerá dos que juzgamos especialmente significativos: en primer lugar, el artículo de la Wikipedia18 rumana dedicado a avocado afirma que muchos rumanos lo cultivan por motivos estéticos, “deși nu este un fruct foarte apreciat în România” [aunque no sea una fruta muy apreciada en Rumanía]. En segundo lugar, gracias a un artículo publicado en enero de 2015 en la revista digital Ele.ro19, comprobamos la creciente introducción de este producto en el mercado rumano, ya que dicho texto alaba los beneficios, no solo de la pulpa del aguacate, sino también (mirabile dictu) de su hueso. Cabe prever, pues, que, con el interés exponencial que despierta el aguacate en tierras rumanas, nuestro estudio, dentro de unos años, contará con abundante material complementario, tanto de índole informática como bibliográfica.

5.  Batat y Cartof A caballo entre los siglos xviii y xix, la patata se introdujo en tierras rumanas. La palabra misma denota claramente que fue a través del imperio austriaco como la patata llegó a formar parte de la alimentación de este país, pues, aunque en rumano exista batat20 para la batata, es el lexema alemán Kartoffel el que ha dejado la voz masculina cartof (plural cartofi), que es la usada habitualmente. A esta hay que añadir regionalismos como cartofă21, Consulta efectuada en abril de 2017. Consultable a través del siguiente enlace: . 20  Batat (sustantivo masculino con el plural bataţi) o cartof dulce, ‘patata dulce’, se han introducido mucho más tarde, como en todas las lenguas europeas, sin ninguna alteración del lexema original. Por otro lado, en rumano, a través del francés patate, se creó patată, siempre con el sentido de ‘batata’, voz que actualmente se encuentra en desuso (véase Calciu y Samharadze 2005: 698, s. v. patata2). 21  Como el rumano se escribió con el alfabeto cirílico hasta 1861, se introdujeron ciertos signos diacríticos para ciertos sonidos, por lo cual tenemos ă que se pronuncia en medio de la boca como la vocal neutra del catalán o la E átona en francés (cela) o en portugués (legar). La ṣ se pronuncia como ch en francés o portugués, o como x en gallego. Finalmente, la ţ se pronuncia como ts. Para más información, véase Avram y Sala (2013: 79-89). 18  19 

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cartoafă22, cartoflă (DER, s. v. cartof), los cuales han cambiado de género o, mejor dicho, han mantenido el género femenino de la palabra alemana, die Kartoffel. De hecho, es la forma estándar, cartof, la que ha cambiado de género, pasando de femenino a masculino, ya que en rumano los nombres terminados en consonante resultan masculinos o neutros. Sin dejar el rastro etimológico de Kartoffel, cabe citar que la palabra rumana cotrofleanţ (DER, s. v.), y su variante cotofleanţ, aplicadas humorísticamente a los alemanes, derivan de Kartoffelpflanzer, es decir ‘cultivador de patatas’. Dumistrăcel (1997: 151-152) completa nuestra información situando en la región de Banat (en la parte oriental de Rumanía colindante con Serbia) la expresión Neamţ, neamţ, cotofleanţ23 ‘Alemán, alemán, cultivador/comedor24 de patatas’. Otros regionalismos para aludir al preciado tubérculo son, según informan Calciu y Samharadze (2005: 698, s. v. patata1), baraboi, de origen magiar (baraboly), y la variante barabulă (véase DER, s. v. baraboi). Zanne ([1899] 2004: III, 605, núm. 8630), al hablar de mămăliga cu barabule, ‘polenta con patatas’, añade a continuación una mínima, pero muy pertinente, explicación: cartofi, ‘patatas’, lo cual demuestra que este tipo de denominaciones de uso regional muchas veces resultaban incomprensibles para el resto de rumanos. Pero no acaban aquí las denominaciones regionales de la patata; nos permitimos añadir los sustantivos femeninos picioică (plural picioici), de origen húngaro pityóka, o el moldavo bulughină (plural bulughine), que, según el DER (s. v. bulughină), derivaría de Bourgogne a través del húngaro borgonya. Otro regionalismo moldavo, brandaburcă (nombre femenino con el plural brandaburci), tiene también su origen en un topónimo, en este caso, Brandenburgo, puesto que de esta región se importaban patatas en gran cantidad (DER, s. v. baraboi). Finalmente, el regionalismo femenino crumpănă25

22  En Zanne (1895: I, 135, núm. 514) encontramos el apelativo humorístico cartoafă nenorocită, ‘patata maldita’, aplicado a los que no paran de lamentarse de males imaginarios. 23  Según Dumistrăcel (1997), dicha expresión puede remacharse con la políticamente incorrecta segunda parte: dă cu c[urul] în şanţ, ‘cáete de culo en la zanja’. 24  El significado de ‘comedor’ lo añade Dumistrăcel (1997) al de ‘cultivador’, el único registrado en el DER. 25  A su vez, con múltiples variantes, como crumpen(ă), crumpir(ă) o crump(ă) (véase DER, s. v. crumpănă).

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(plural crumpene) derivaría del alemán Grundbirne (en Transilvania a través del sajón Krumpirn) (DER, s. v. crumpănă). Concluyamos con la primera estrofa de la poesía Întregul cer, ‘El cielo entero’, de Grigore Vieru (1935-2009), que, aprovechando que el cultivo de la patata se realiza bajo tierra, pone de relieve su importancia alimenticia: Ferice de tine, cartofule, de întregul pământ eṣti îmbrăţiṣat

[¡Qué feliz eres, patata, por el mundo entero estás abrazada!]

6.  Porumb Es evidente que tanto la patata como el maíz han supuesto un cambio radical en la dieta europea. El español maíz proviene del taíno mahiz, palabra que no gozó de mucho éxito en tierras rumanas26; en su lugar, se ha usado porumb, voz que penetró relativamente tarde, sobre 1680. Tanto porumb como la variante moldava porâmb y las arrumanas părumbu y purumbu (DER: s. v. porumb) provienen del latín vulgar *palŭmbus (del latín palūmbēs ‘paloma torcaz’), puesto que la mazorca, la parte más interesante del maíz para el consumidor, se parece a una paloma27 (dormida); así pues, desde el principio se empezó a usar esta metáfora en lugar de adaptar la palabra original al rumano, posiblemente para dar más sentido a la nueva voz. Señalemos, sin embargo, que la metáfora de la paloma no es tan inusual como pueda parecer, ya que, en montenegrino, el maíz se llama kolomboć (del latín columba ‘paloma’), o también en otras lenguas balcánicas se usa la misma imagen: en búlgaro se llama gŭlŭbĭ, de gŭlŭb, ‘paloma’. La voz porumb puede usarse en singular con un sentido colectivo, como se advierte en la paremia Şi cu porcul 26  No en balde, Calciu y Samharadze (2005: 587, s. v. maíz) señalan como învechită, ‘arcaica’, la denominación rumana mais. 27  Señalemos que la voz rumana para paloma es porumbel, con el sufijo diminutivo -el. Por otra parte, una observación curiosa es que son las lenguas románicas más periféricas las que han optado por la denominación del ave torcaz como voz general del ave (pomba en portugués, paloma en español y porumbel en rumano), mientras que el resto ha preferido columba, como el catalán colom, el francés colombe, el friulano colombe o el italiano colomba.

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gras în bătătură şi cu porumbu-n pătul nu se poate [No se puede tener el cerdo gordo en la era y a la vez el maíz en el hórreo] (Cartaleanu et al. 2007: 256, núm. 2360), es decir, según la equivalencia española ad sensum: No se puede estar en misa y repicar. Finalmente, porumb también puede usarse popularmente como adjetivo (DEX, s. v. porumb III), con el significado ‘amarillo de maíz’, a semejanza de muchas lenguas eslavas. Además del estándar porumb, existen dos denominaciones populares: păpuşoi y cucuruz. En cuanto al origen de la primera, no ofrece dificultad alguna puesto que proviene de păpuṣă, ‘muñeca’, cuya etimología no queda clara (DER, s. v. păpuşe), con el sufijo aumentativo -oi. Esta voz también forma parte del acervo popular, como nos demuestra el fraseologismo A se face mort în păpuşoi cu sacul plin [Hacerse el muerto en el maíz con el saco lleno] (Cartaleanu et al. 2007: 25, núm. 147), que se refiere a alguien que, a sabiendas de su culpabilidad, intenta ocultarla. La segunda denominación popular, cucuruz (DER, s. v.), puede significar tanto ‘mazorca’ como ‘piña (de abeto)’. Se trata de una palabra bastante popular también en italiano, donde cocoruzzo, en uso dialectal, tiene el sentido de ‘pirámide en forma de pera’. Asimismo, en sardo, encontramos kodzoruto, ‘mazorca; maíz’, en griego moderno, koukkounari ‘piña de abeto’, y, en varias lenguas eslavas, como el ruso kukukruza, o el búlgaro y serbio kukuruz, la hallamos con el significado de ‘maíz’. Los investigadores no se ponen de acuerdo en su etimología, pero parece probable que el significado ‘piña de pino’ sea el más antiguo y que tenga relación con la raíz indoeuropea koukos o *keuk, ‘redondo; curvado’. Estamos, pues, ante un caso interesante, ya que no sabemos qué lengua ha influido en qué otra. En el ámbito paremiológico, también cucuruz ha penetrado en consejos agrícolas tan pertinentes como el que sigue: Dacă nu sameni cucuruzul pînă-n arminden, [/] poţi să bagi culişerul mămăligei în foc [Si no siembras el maíz antes del primero de mayo [/] (ya) puedes tirar el palo de (remover) la polenta al fuego] (Muntean 1967: 130, núm. 2804), pues el maíz no crecerá y dicho palo resultará completamente inútil. En último lugar, la importancia del sustantivo cucuruz se pone de manifiesto en el derivado verbal a cucuruzi, documentado por Dumistrăcel (1997: 64) en un contexto irónico en el que una loba s-a cucuruzit, es decir ‘se ha vuelto vegetariana y se alimenta a base de maíz’.

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Mediante la molienda de porumb, păpuşoi o cucuruz, se obtiene el preciado mălai, ‘harina de maíz’, sustantivo neutro (plural mălaie) de étimo desconocido (DER: s. v. mălai; Sala 2005: 58), aunque existan varias teorías sobre su origen: eslavo occidental, dacio *mal o alemán antiguo melo (véase el inglés meal ‘comida’ o el sueco mjöl ‘harina’). Preciado y precioso mălai, puesto que, como reza el conocido refrán, Vrabia mălai visează şi calicul praznic [El gorrión sueña harina de maíz y el mendigo, un banquete fúnebre] (Muntean 1967: 422, núm. 8060). Una vez obtenido el mălai, no nos queda más que ponerlo al fuego en una olla con agua y sal, y, tan pronto como empiece a hervir, removerlo todo a conciencia hasta obtener el alimento fundamental para todo rumano, la mămăligă28, ‘polenta’, sustantivo femenino de origen incierto. Cerramos, pues, este apartado, y nuestro artículo, con una deliciosa descripción costumbrista de la mano de Ionescu (1986: 102): Yo creo que también le dio un dorado trozo de mamaliga [sic], pues sin ella no hay buena comida para un rumano. Cuando la hermosa torta de harina de maíz cocida en agua salada aparece en la mesa, humeando y amarilla como el oro, sobre su plato de madera, todos los ojos la siguen con avidez. Y si por encima de ella resbalan unos trozos de mantequilla y sonríen unos pedacitos de queso blanco y fresco, entonces se oyen hasta suspiros de satisfacción.

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28 

Para más detalles, consúltese el punto 1.2. de Fontana (2015: 46-47).

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Voces de alimentos americanos en alemán Waltraud Weidenbusch Universidad de Heidelberg Universidad de Würzburg

Introducción Los textos cronísticos desempeñan un papel muy importante para la difusión de las palabras de origen americano, ya que son los primeros textos que contienen una documentación escrita de estas palabras. Aunque los alemanes no fueron actores principales en la conquista de América1, existe una crónica en alemán publicada en 1557 de un hombre que participó en la conquista de Venezuela: Nicolaus Federmann. Este fue contratado por la casa de comercio de los Welser de Augsburgo, la cual había obtenido del emperador Carlos V el permiso de colonización como garantía por un préstamo. Sin embargo, esta empresa de la casa Welser duró poco y no dejó una huella significativa de la influencia alemana en la conquista de América. El mencionado contrato fue anulado en 1555 (Klüpfel 1859: 199-297). Federmann viajó en dos ocasiones a América, a la región que hoy constituye Venezuela. Su Indianische Historia relata las conquistas de pueblos durante el primer viaje (15351536). El autor mismo dice haber traducido, abreviando y ampliando, una relación de un “scribano publico” encargado de registrarlo todo (Federmann 1859: 3; Klüpfel 1859: 80). Otro texto interesante es el de Hans Staden, el cual trata de una relación de sus dos viajes a América y de sus estancias en 1  Según Klüpfel (1859: 199) hubo una sola empresa alemana de conquista y colonización en América, a saber, la de Venezuela.

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Brasil2 entre 1547 y 1555. Staden ([1556] 1859) describe el paisaje y las costumbres de los indígenas. Hay que mencionar también la relación de Ulrich Schmidl ([1567] 1962) que estuvo en la región entre Buenos Aires, el Paraná, el Paraguay y el Gran Chaco entre 1534 y 1553 como lansquenete (Plischke 1962: XIII-XV). Cabe indicar que contamos con varios estudios y artículos de Rosa Ribas sobre los textos de viajeros alemanes a América en el siglo xvi3. Además, para conocer la incorporación de las palabras de las Indias al alemán son importantes los libros de botánica, los tratados medicinales y los de agricultura, así como las obras literarias y los libros de cocina. Los libros de agricultura y los de cocina, sin embargo, no parecen haber sido analizados suficientemente hasta ahora por los historiadores alemanes de la lengua. Hay que tener en cuenta también las traducciones al alemán realizadas durante los siglos xvi y xvii de algunos textos científicos españoles, italianos y latinos muy importantes. Por ejemplo, en la categoría de las historias del Nuevo Mundo que comportan un interés más científico, hay que mencionar la Historia natural y moral de las Indias, escrita por José de Acosta (Weidenbusch 2004: 267), de la cual se publicó una traducción alemana en 15984. También existe una traducción alemana de 1586 de un libro de Pietro Andrea Mattioli sobre botánica, el Kreuterbuch. El hecho de que existiera documentación escrita de las palabras estudiadas en algunos de estos textos no significa automáticamente ni que la palabra fuera muy conocida en Alemania ni que fuera utilizada por la población, ya que se trata de tipos de textos escritos y leídos por personas cultas. La penetración de una palabra en el léxico común del alemán está ligada a la difusión de la planta o del producto mismo. En este sentido, según la posibilidad de cultivo se puede establecer la existencia o no de palabras dialectales. 2  He consultado los dos textos en una versión editada por Klüpfel (1859). La edición de Klüpfel está basada en otra del texto de Federmann del año 1602. El texto fue traducido al francés y al latín (Klüpfel 1859: 209). 3  Rosa Ribas (1995, 2005a, 2005b). 4  Palmer (1939: 162) registra en su bibliografía una traducción de Acosta: Geographische und Historische Beschreibung... America (Köln, 1598). Existe también una traducción al alemán de una parte del texto de Acosta, que es una traducción del holandés: José de Acosta: Historische Relation oder eygentdliche und warhafftige Beschreibung alles deß jenigen. Traducción de Bernhard Jans, Franckfurt a. M.: de Bry, 1601.

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1.  Maíz La palabra estándar empleada para este término hoy en Alemania es Mais (m. -es, -e) [ꞌmais]5. Está registrada en todos los diccionarios sin ninguna marca variacional. El Duden-R (2006: 661) registra una forma plural die Maise en el sentido de ‘tipos de maíz’. El Duden-S (2014) registra para la variedad del alemán de Austria los términos: Kukuruz y Türken, y, como forma regional sin más detalles, Welschkorn. La denominación científica es Zea mays, introducida por Carl von Linné en 1737 (Martin 1963: 127; AbeggMengold 1979: 12), sin que se aclare el motivo de esta denominación para el maíz (Genaust 2012: 698)6. Por otra parte, Mais en alemán designa tanto la planta de maíz como su fruto (Duden-U 2015). En lo que concierne a la etimología, es obvio para todos los lexicógrafos que se trata de un préstamo del taíno, mahís (Duden-H 2014: 536; DWDS; Kluge 2002: Mais; Abegg-Mengold 1979: 57)7 y que fue transmitido a través del español a las lenguas europeas (Duden-H 2014: 536, DWDS, Kluge 2000: Mais). Loewe (1933: 68) observa en Mais un préstamo del francés. Véase una historia detallada de la palabra en alemán de Martin (1963: 126-139). La primera documentación de la palabra en alemán con la forma machiz data, según Palmer (1939: 89), de 15208. El primer ejemplo alemán aducido por Friederici (1960: 368) aparece en un texto de 15359 y contiene la forma machilz o Machilz. 5  Sobre todo en Austria se utiliza una palabra de origen eslavo, Kukuruz (Duden-R 2006: 616) y en la Suiza alemana existen, en el registro dialectal, otras denominaciones (Martin 1963: 136). 6  Genaust (2012: 697-698) discute la cuestión y presenta algunas soluciones del problema etimológico. 7  Abegg-Mengold (1979: 57-61) analiza detalladamente la etimología de la palabra española y su evolución fonética. 8  La indicación en la bibliografía de Palmer (1939: 162) es la siguiente: Ein auszug ettlicher sendbrieff...von wegen einer newgefundenē Inseln. Nürnberg, 1520. 9  La indicación bibliográfica de Friederici (1947: 368, 690) es la siguiente: Hutten, Philipp von: “Briefe”, en J. G. Meusel: Historisch-literarisches Magazin. T. I. Bayreuth und Leipzig, 1785 [1535], 53, 59.

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En el siglo xvi, las formas de la palabra varían en los textos alemanes sin que se tengan informaciones sobre sus realizaciones fonéticas. Las ortografías con -tz según Abegg-Mengold (1979: 59) no son signo de una africación de la palabra en taíno10, mientras que Loewe (1933: 68) las interpreta como un signo de la pronunciación originaria. Se produjo un cambio fonético con la desaparición del hiato y la pronunciación de Mais con un diptongo [ai] (Loewe 1933: 68). Variantes ortográficas en el orden cronológico son: machiz (Palmer 1933: 103; 1939: 89 en 152011) maytz (Palmer 1933: 103; 1939: 89 en un texto de 1534)12, machilz o Machilz (Friederici 1947: 368 en un texto de 1535)13, Maytz (Palmer 1933: 103; 1939: 89 en un texto de Cortés del 1550)14, Mahis (Federmann 1859: 20), Mahys (Federmann 185915), meys (Palmer 1933: 103; 1939: 89 cita a Schmidl 1567: 20)16, Maizaii (Palmer 1933: 103; 1939: 89 en 1579)17, Maiss (Palmer 1939: 89 en 1604)18. La palabra aparece también en textos del siglo xviii: Mäitz (Palmer 1939: 89-90 en 1729)19. Maitz y Maiz (Friederici 1947: 369 en un texto traducido del francés al alemán de 1751)20. En textos literarios, Palmer (1939: 90) da citas desde 1729. 10  Para el latín, por ejemplo, Abegg-Mengold (1979: 59-60) supone que el cambio de la final - en una - en Pedro Mártir de Anglería no es atribuible a un cambio fonético, sino al rechazo de escribir una palabra latina con una - al final. En Mártir de Anglería se encuentra la solo en el interior de las palabras. 11  Véase nota 7. 12  La indicación en la bibliografía de Palmer (1939: 165) es la siguiente: Franck, Sebastian: Weltbůch. Tübingen, 1534. 13  Véase nota 8. 14  La indicación en la bibliografía de Palmer (1939: 164) es la siguiente: Cortes, Hernando: Von dem Newen Hispanien. Augsburg, 1550. 15  Federmann (1859: 44, 75) añade que es “ihr Korn”, es decir, el grano de los indios. 16  En la edición que consultamos (Schmidl 1962) y que reproduce una edición del 1602 hay Weitz (23). Palmer (1939: 168) en su bibliografía aduce la primera edición: Schmidl, Ulrich: Neuwe Welt. Franckfurt am Mayn, 1567. 17  La indicación en la bibliografía de Palmer (1939: 163) es la siguiente: Benzoni, Girolamo: Der Newenn Weldt...wahrhaffte History. Basel, 1579, XXII. 18  La indicación en la bibliografía de Palmer (1939: 166) es la siguiente: Mayr, Joh.: Epitome Cronicorum seculi moderni. München, 1604, 13. 19  La indicación en la bibliografía de Palmer (1939: 164) es la siguiente: Fernández, J. P.: Geschichten derer Chiquitos. Wien, 1729, 44. 20  La indicación en la bibliografía de Friederici (1947: 369, 685) es la siguiente: Diere’ville:

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A pesar de que en Federmann (1557) aparezca la palabra Mais bajo formas más cercanas a la palabra indígena, también se introdujeron otras denominaciones en los libros en alemán de los primeros botánicos alemanes, las cuales sobreviven hasta hoy en algunos dialectos alemanes. Estas denominaciones son las siguientes —utilizo una forma estándar en esta lista— Welschkorn, Indianisches Korn, Indianischer Weizen, Türkisch(es) Korn, Türkischer Weizen (Friederici 1947: 368; Palmer 1933: 103-104), Heidenkorn21 (Palmer 1933: 103-104; 1939: 89). Hieronymus Bock describe la planta del maíz por primera vez en un texto alemán en la primera edición de su Kräuterbuch de 1539. La denomina welsche Korn y utiliza el término latino frumentum Asiaticum debido a que Teofrasto y Plinio habían comentado que en Asiria existía un tipo de trigo con granos muy largos. Bock justifica el empleo de Welsch diciendo que a la denominación de todas las plantas que llegan a Alemania desde el extranjero se le añade la palabra Welsch22 (Bock 1551: 277ª; Martin 1963: 131). Después, propone llamar en latín al grano “Tipham magnam” y “Triticum magnum”, y en alemán “Türckisch Korn”. Fuchs (1543: capítulo CCCXX [818]) tomó de Bock la idea de que la planta venía de Asia, más concretamente, de Turquía, Asia y Grecia, y le asoció la denominación latina de Turcicum frumentum, que se encuentra por ejemplo en Ruellius 153723. Además, Fuchs conocía la expresión alemana Türkisch Korn24 del pueblo. Sin embargo, en el sur de Alemania (región en Relation du Voyage du Portroyal de l’Acadie ou de la Nouvelle-France. Amsterdam, 1710, traducción: Göttingen, 1751, 272, 300. 21  Abegg-Mengold (1979: 70) afirma que Heidenkorn significa trigo sarraceno en el sur de Alemania, la región originaria del famoso botánico Leonhart Fuchs y en la cual él fue profesor en Tubinga. 22  Welsch deriva de Wahle, la denominación de una nación, en alemán antiguo walahisc, walhisc que en origen se refería a los celtas. Su significado se expandió a todo lo que venía desde los países románicos y después a todo lo que venía desde el extranjero (Martin 1963: 137). 23  Ruellius = Ruelle: De natura stirpium libri tres. Basilaee 1537, 324 (Abegg-Mengold 1979: 232). 24  Abegg-Mengold (1979: 68), que trata la historia de la palabra italiana para maíz, es decir, granoturco, constata que los primeros ejemplos de expresiones compuestas de formento o grano y el adjetivo turco se encuentran en libros botánicos en latín y alemán, incluso cita a Fuchs 1542, un texto en latín. Según la lingüista, este tipo de denominación con el adjetivo

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la que vivía Fuchs que, además, era catedrático en Tubinga) con el término Türkisch Korn se designaba el trigo sarraceno (Abegg-Mengold 1979: 7071), significado que tenía también la expresión turcicum frumentum25. Con lo cual se trata de una equivocación. Türkisch es utilizado por Fuchs en el sentido de ‘del oriente’ (Abegg-Mengold 1979: 69). Pero una forma de la voz maíz aparece también en textos latinos tempranos. Así, Friederici (1947: 368) cita a Petrus Martyr26, que ya en 1493 emplea maizium para denominar el fruto de la planta, así como en las últimas tres décadas del siglo xvi en libros botánicos o medicinales en latín. Maizum en Nicolaus Monardes (De simplicibus medicamentis. Traducido por Clusius, 1574 y citado a su vez por Martin 1963: 132), “Maiz Indorum, Panicum Indicum” (Andreas Caesalpinus Aretinus: De plantis, 1583, citado a su vez por Martin 1963: 132). En este tipo de libros muchas veces se critica la denominación de frumentum Turcicum porque el origen del cereal no es turco o asiático, sino de las Indias Occidentales (Martin 1963: 13227). En una traducción al alemán del libro (Kreuterbuch) de Mattioli llevada a cabo por Joachim Camerarius (1586) se precisa que los indios lo llaman “Mehiz” o “Maiz” en su lengua, comentario que faltaba todavía en la edición de 1625 (Martin 1963: 132). Las críticas tampoco influyeron en el uso de la expresión Türkisches Korn, expresión que se encuentra también en relatos de conquistadores escritos en la segunda mitad del siglo xvi, por ejemplo en Schmidl (1962: 23). Palmer (1933: 103; 1939: 89), quien cita la primera edición de Schmidl en 1567: 20, escribe: “Türckischen khorn oder meys”. En textos de los siglos xvii y xviii aparecen varias denominaciones, como se ve en los ejemplos siguientes. turco apareció primero en Alemania (Abegg-Mengold 1979: 72). La fecha de documentación en Zingarelli (2017: 1026) podría interpretarse como una comprobación, él da como fecha de primera documentación 1565. Martin (1963: 133) afirma que la palabra Mais fue conocida 35 años más temprano en alemán que en inglés. 25  Friederici (1947: 368) cita a Acosta (1596: I 358-359) que cerca de 1580 decía que en España se llamaba ‘trigo de las Indias’ y en Italia ‘grano de Turquía’ (véase Friederici 1947: 679). 26  Las indicaciones dadas en Friederici (1947: 368) que no tienen una correspondencia en su bibliografía son: Petrus Martyr (As.) I, 73 (Dec. I, lib. I, cap. 2), e. d. Pedro Mártir de Anglería. 27  Martin (1963: 132) cita a Joachim Camerarius: In horto Medico et Philosophico, 1588 y a Joseph Acosta: Hist. Indiae a Clusio Latinitate donata, 1582.

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Ludwig28 (1631): Mayß (104), Mayß so man Türkisch Korn nennet (107), Mayß/ oder Türkischer Weitzen (591), Mayß (das ist/Welsch oder Türkisches Korn (126), Mayß aber ist Türkisch oder Jndianisch Korn/ so man triticum Sarracenum, vnd milium crafsum, oder amplum, auch triticum Peruanum nennet (627), Türkischer Waizen con la adición de Mais (Laukhard29 1797: 154). En Blumenbach30 (1788: 567) se encuentra al lado de Mais (Zea mays). Además, se utiliza la expresión Indianisch Korn, por ejemplo, con la adición Mais en Ernst31 (1820: 69). En Humboldt32 (1827-1828) se lee Mais. Grimm (DWB, Lfg. 8 (1881), Bd. VI (1885, Sp. 1483) dice que la palabra Mais es más empleada en Alemania a partir del comienzo del siglo xviii. Pero esto no significa que las otras denominaciones desaparecieran en ese siglo. Hoy, por lo tanto, en el alemán estándar no se utiliza más que el término Mais. De la trayectoria de la frecuencia en el DWDS se puede deducir que la voz Mais fue empleada en varias formas ortográficas desde 1600 hasta 1660 solo en los textos científicos, y desde 1690 hasta 1770 se usó más en textos literarios. Ya a partir de 1780 entró en los llamados Gebrauchstexte, y desde 1760 en los periódicos. Desde 1775 se utilizó de nuevo en los textos científicos. Este término es empleado mayoritariamente en los Gebrauchstexte entre 1800 y 1850, en los textos científicos entre 1830 y 1890, y en los periódicos entre 1890 y 1970. La historia de la denominación está también relacionada con la historia del cultivo de la planta, lo cual se refleja en palabras del ámbito dialectal. 28  Gottfried, Johann Ludwig: Newe Welt Vnd Americanische Historien. Frankfurt (Main), 1631, DTA. 29  Laukhard, Friedrich Christian: F. C. Laukhards Leben und Schicksale. Bd 4,2, Leipzig, 1797, DTA. 30  Blumenbach, Johann Friedrich: Handbuch der Naturgeschichte. Göttingen, 1788, DTA. 31  Ernst, Ferdinand: Bemerkungen auf einer Reise durch das Innere der vereinigten Staaten von Nord-Amerika im Jahre 1819. Hildesheim, 1820, DTA. 32  Patzig, Gotthilf: Vorträge über physische Geographie des Freiherrn Alexander von Humboldt: gehalten im großen Hörsaale des Universitäts-Gebäudes zu Berlin im Wintersemester 1827/28 vom 3ten Novbr. 1827. bis 26 April 1828. Aus schriftlichen Notizen nach jedem Vortrage zusammengestellt vom Rechnungsrath Gotthilf Friedrich Patzig. Berlin, 1827-1828 [= Nachschrift der “Kosmos-Vorträge” Alexander von Humboldts in der Berliner Universität, 3.11.1827-26.4.1828], 395.

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Según Martin, la planta se propagó en Europa desde Portugal, a la costa africana, y después en el sur de Europa y en oriente hasta las Indias y China (Martin 1963: 128). El maíz en Alemania primero fue cultivado solo en los jardines botánicos y no se comía. Fueron los sabios quienes intentaron integrarlo en la clasificación botánica. El cultivo del maíz empezó en la región de Estiria (Austria), en 1733, y se propagó sobre todo por el sur de Alemania (Martin 1963: 133). Martin (1963: 137) piensa que su cultivo en el oeste de Alemania se propagó a través de Francia. Debido a que fue introducido muy tarde en el norte de Alemania, parece que en los dialectos del norte y en el Niederdeutsch se utilizan variantes de la palabra Mais (Martin 1963: 134). Por el contrario, el lingüista documenta términos compuestos del elemento türkisch o Türken y Korn o Weizen en la región de Krefeld (Törkische Weet), de Kevelar (Törkse Weit), de Trier (Türkenweizen) y de la Pfalz (tergischer Weize, dergischer Weize) (Martin 1963: 135). Compuestos que contienen el elemento Welsch son Welschkor (Lothringen), Wèlschkarn (Luxemburg), Welschkorn (Elsass). Pero también en estas zonas se encuentran formas de la palabra Mais a nivel dialectal: Mais (Laubach, Hunsrück), Mäs (Pfalz) (Martin 1963: 135). Las palabras compuestas en las cuales se encuentra la palabra Mais en el alemán estándar actual son las siguientes: -anbau, -brei, -brot (Palmer 1939: 90 en 1914), -ernte, -feld (se encuentra ya en Thaer33 [1809, 402] bajo la forma Mais Felde y Maisfelder en Ludovici34 [1756: Bd. 5: 333]); (Palmer 1939: 90 en 1835, 1862), -keimöl, -kolben, -korn, -mehl, -stärke, -staude, -stroh, -stärke (eWDG 1974). Compuestos que contienen la voz como segundo elemento son Gen-, Körner-, Silomais (eWDG 1974). Un ejemplo de compuesto adjetival es maisgelb (eWDG 1974). Resumiendo, se puede constatar que la palabra Mais fue conocida muy temprano en Alemania, pero la planta fue también denominada con otras expresiones, que sobreviven en los dialectos del sur de Alemania. Su primera difusión fue en los libros de los conquistadores. Las primeras descripciones botánicas y medicinales de la planta y del fruto exótico fueron acompañadas de la creación de nuevas denominaciones en forma de compuestos tanto en Thaer, Albrecht: Grundzüge der rationellen Landwirtschaft. Bd. 1, Berlin 1809, DTA. Ludovici, Carl Günther: Eröffnete Akademie der Kaufleute, oder vollständiges KaufmannsLexicon. Bd. 5, Leipzig, 1756, DTA. 33  34 

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latín como en alemán. A veces es difícil establecer qué lengua influyó en la otra. Pero Mais, por lo menos en los textos escritos, no desapareció nunca y su difusión se consolidó en el siglo xviii, de manera que hoy es la palabra estándar para designar la planta y su fruto. La evolución se puede presentar de la siguiente manera: taíno > español > lenguaje científico > alemán estándar.

2.  Chili Chili [ꞌʧi:li] (m -s, -s) es voz registrada en el Duden-U (2015) y en el Duden-F (2015) sin marcas variacionales. Pero Kluge constata que pertenece al léxico ampliado del alemán estándar y la caracteriza de palabra perteneciente a un tecnolecto (Kluge 2002: Chili). En el diccionario de Grimm (DWB) no se encuentra esta entrada. Según el Duden-U (2015) tiene tres significados: 1. Tipo de pimiento del que se produce la pimienta cayena; 2. Salsa picante con pimienta cayena; 3. Sobre todo en la forma plural chilis: silicua de chile. El Duden-U (2015) da una segunda entrada utilizada solo en plural, a saber, la forma Chillies [‚tʃɪlɪs], que designa el fruto de la planta del pimiento. La pronunciación del dígrafo en chili [ʧ] no corresponde a la pronunciación habitual de este dígrafo en alemán, que es /x/ con las variantes [x] como en lachen, ‘reír’, y [ç] como en Chile (el país). La pronunciación entonces no se asimila al alemán. El sonido [ʧ] no existe como fonema en alemán pero aparece en palabras como Tschüs!, ‘¡adiós!’, Tscheche [ꞌʧεçə], ‘checo’, (Duden Grammatik 1984: 38-40, 72) escritos con . La etimología y la historia de la palabra Chili en alemán no han sido muy estudiadas hasta hoy y en el diccionario etimológico de Duden (DudenH 2014) no está registrada. Los diccionarios etimológicos de Kluge (2002: Chili) y de Pfeifer (EtymWb) la contienen y dan una fecha de documentación que se refiere al siglo xx, calificando la palabra Chili de préstamo, que pasó al alemán a través del español, quizá también del inglés (Kluge 2002: Chili). Como la pronunciación del dígrafo en el caso de español chile e inglés chilly es la misma, es decir, [ʧ], ese criterio no puede aportar una solución. Chillies, por el contrario, parece ser claramente una palabra tomada del inglés chillies (Duden-U 2015) a causa de su morfología, es decir, la forma plural en -es. El origen de la palabra española es la lengua náhuatl (Kluge

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2002: Chili). La primera documentación en español es la de Hernán Cortés35 registrada en 1521 (Friederici 1947: 174). A pesar de la fecha de documentación dada por Kluge (2002: Chili), la palabra aparece ya bajo la forma Chilles y Chilli en textos alemanes de finales del siglo xvii y de comienzos del siglo xviii. Se trata de textos científicos o especializados36. En una traducción de Mattioli37 del año 1690 (53) se lee Chilles con la paráfrasis Mexicanischer Pfeffer o solo Pfeffer, y en un texto de Valentini38 del año 1704 se dice que en América existe una pimienta que allí se denomina Chilli (229). El autor utiliza en otro lugar la palabra West-indianischer Pfeffer refiriéndose al Chilli, y explica que se llama Siliquastrum en su país y que los botánicos tienen problemas en su categorización. Pomet39, en su libro sobre las pimientas del año 1717, al tratar de la pimienta cayena, da una lista de denominaciones empleadas para esta en América y, entre otros términos, registra Chilli (y Axi). Friederici (1947: 174) ofrece como sinónimos en alemán Spanischer Pfeffer y Cayenne-Pfeffer. El sinónimo indianischer Pfeffer para denominar el chile aparece ya en el siglo xvi. El botánico Fuchs (1543: 725 capítulo CCLXXXI) lo clasifica entre los tipos de pimienta y lo denomina con el término indianischer Pfeffer. Distingue cuatro tipos del indianischer Pfeffer, uno de los cuales denomina langer Indianischer Pfeffer. De una ilustración en el libro se puede deducir que se trata de una planta de chile, pero esta designación, es decir, chile, no se utiliza. En cambio Fuchs enumera en el capítulo únicamente varias denominaciones latinas: Piper Hispanicum, Piper indianum, Piper Calccuthicum. Así, la designación de indianischer Pfeffer parece ser una traducción del latín. Sin embargo, esta expresión existe también en español aproximadamente desde el año 1580 (Friederici 1947: 174). 35  Se trata de una traducción al italiano del Conquistador Anónimo en Ramusio: Navigationi et Viaggi Raccolte. Venetia, vol. III, 1606, fol. 255E citado por Friederici (1947: 182, 698). 36  Véase la trayectoria en DWDS. 37  Mattioli, Pietro Andrea: Theatrvm Botanicvm, Das ist: Neu Vollkommenes Kräuter-Buch (traducción de Theodor Zwinger). Basel, 1690, DTA. 38  Valentini, Michael Bernhard: Museum Museorum [...] Schau-Bühne Aller Materialien und Specereyen. Frankfurt a. M. 1704, DTA. 39  Pomet, Peter: Der aufrichtige Materialist und Specerey-Händler. Leipzig, 1717, DTA.

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Los compuestos Chilipulver y Chilisoße o Chilisauce (Duden-U 2015), en los que el segundo elemento es una palabra alemana o un préstamo integrado, demuestran que la palabra está incorporada a la lengua alemana. La entrada Chili con Carne (n.) (“mit Chilischoten oder Cayennepfeffer scharf gewürztes mexikanisches Rinderragout mit [Kidney]bohnen” ‘ragú de vacuno sazonado con chile o pimienta de Cayenne de origen mejicano’) se considera todavía un extranjerismo porque aparece solo en el Duden-F (2015) mientras que Enchilada (f.) (“‘mit Chili Gewürzte’>: mit Fleisch und Gemüse gefüllte Tortilla” ‘tortilla rellena de carne y legumbres y sazonada con chile’ Duden-F 2015) con dos variantes de pronunciación de [ʧi] o [çi] se encuentra no solo en el Duden-F (2015), sino también en el Duden-U (2015). El origen de Chili con carne se califica de español-inglés; el de Enchilada, de español de Centroamérica. En el Duden-U (2015) se presenta de manera explícita Enchilada como formación de palabra, es decir, como sustantivación del participio pasado de enchilar, ‘sazonar con chile’. Chili apareció en alemán desde el siglo xvi, pero solo en textos científicos, y desde el principio existieron sinónimos para este término. Una difusión más amplia, así como una penetración en el alemán común, parece producirse a partir del siglo xx.

3.  Schokolade La palabra Schokolade en alemán estándar hoy designa un producto alimenticio que se produce con la pasta de cacao y que se vende en forma de tablilla o de figuras. La segunda acepción de la palabra es la de bebida hecha a base de pasta de cacao y leche (Duden-U 2015; Duden-F 2015; eWDG). Pfeifer en su diccionario etimológico (EtymWb) aporta tres significados: semilla del árbol de cacao, bebida producida con el grano de cacao y pasta de cacao. De estas tres acepciones la tercera sería más tardía (eWDG), lo que implicaría una evolución semántica de ‘bebida’ a ‘pasta de cacao’. Está claro que la palabra fue aportada a Europa por los españoles (Duden-H 1989: 647). La palabra apareció por primera vez en español según Friederici

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(1960: 182) hacia 1521 con la grafía “Cachanatle [sic]”40. En el idioma alemán, sin embargo, entró al inicio del siglo xvii (Kluge 2002: Schokolade, EtymWb). El préstamo se efectuó según Pfeifer (EtymWb) bajo la forma chocolate, que, según Grimm (DWB 1899 Vol. IX: Spalte 1447, Z. 73), permaneció como la forma aún más común en el siglo xix. Al contrario de lo que ocurrió con los términos Mais y Chili, en los libros científicos no se registra la palabra Schokolade. Según la trayectoria documentada en el DWDS, la frecuencia de su uso aumentó hacia 1800 en textos del tipo Gebrauchstext. Por otra parte, en textos literarios debió registrarse a finales del siglo xvii y su uso parece no variar durante el siglo xviii. Sin embargo, desde la mitad del siglo xix su uso aumenta de forma continua. El texto literario es el tipo textual en el que se utiliza más, según DWDS (Schokolade). En diccionarios etimológicos recientes se da prioridad a la hipótesis de que la palabra entrara al alemán a través del neerlandés (Duden-H 2014: 754; Duden-F 2015; Duden-U 2015; Kluge 2002: Schokolade). El desarrollo se presenta de la manera siguiente: náhuatl chocolatl > español chocolate > neerlandés moderno chocolade, antiguamente chocolate > alemán chocolate (Duden-U 2015; EtymWb). Se trata pues de una serie de préstamos, aunque no parece completamente claro a partir de qué lengua se incorporó la palabra al alemán, ya que Pfeifer (EtymWb) supone una influencia tanto del neerlandés como del francés (chocolat francés medio: chocolate). La idea de que la lengua transmisora fue el francés la expuso Grimm41 (DWB 1899 Vol. IX: Spalte 1447, Z. 73), quien menciona también que, al contrario de lo que ocurre en francés (le chocolat), la palabra en alemán es femenina (Grimm DWB 1899 Vol. IX: Spalte 1447, Z. 73), como lo es en neerlandés. Grimm (DWB 1899 Vol. IX: Spalte 1447, Z. 73) precisa que existía también la ortografía Schokolat de género masculino, como en francés. Hasta la mitad del siglo xviii la forma chocolate fue la más utilizada (Palmer 1939: 123), si bien existían varias formas ortográficas, y en el siglo xviii se 40  Se trata de una traducción al italiano del Conquistador Anónimo en: Ramusio: Navigationi et Viaggi Raccolte. Venetia, vol. III, 1606, fol. 255E citado según Friederici (1947: 182, 698). 41  Grimm (DWB 1899 Vol. IX: Spalte 1447, Z. 73) da una etimología errónea (Palmer 1939: 123) del mexicano chocollatl al afirmar que se trata de un compuesto de choco ‘cacao’ y latl ‘agua’.

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propagaron más las grafías siguientes: Schokolate, Chokolade, Schokolade (EtymWb.). La forma Schokolade se impuso al final del siglo xix, aunque se encuentra ya en Burke 1778 y Schiller 178342 (Palmer 1939: 124). Formas aisladas son Succolat, Cochelate, Ghacolat (Palmer 1939: 123). En los ejemplos en Palmer se encuentran las formas siguientes: Chocolata, Chicolate, Chocolatte, Chocolade, Chocolat, Schokolade, Schokolate y Chokolate (Palmer 1939: 123-124). En la documentación del DTA se encuentran por ejemplo Chocolate43 en el sentido de ‘bebida’ (1631)44, (1679)45, (1727)46, (1795)47, y en el sentido de ‘bebida’, ‘bombones’ (1690)48, (1704)49. En un mismo texto de 172750 hay tres variantes en el sentido de bebida: Schocolade (136), Chocolade (716), Chocolate (129). Existen muchas palabras compuestas con el elemento Schokolade. Un grupo de compuestos tiene como primer elemento la designación del tipo de chocolate: Creme-, Mandel-, Milch-, Mokka-, Noisette-, Nuss-, Trüffel-, Vollmilch-, Zartbitterschokolade. Otros compuestos con Schokolade como segundo elemento son: Abführ-, Block-, Eis-, Tafel-, Trink- y Trüffelschokolade. Otro grupo con Schokolade como primer elemento designa alimentos de chocolate 42  Burke, Edmund: Beschreibung der Europäischen Kolonien in Amerika. Leipzig, 1778, 203 y Schiller, Friedrich: Sämtliche Werke. (Säkular-Ausgabe), III, 1783, 190 (Palmer 1939: 124, 163, 171). 43  Zucchelli, Antonio: Merkwürdige Mißions-und Reise-Beschreibung nach Congo in Ethiopien (traducción alemana). Franckfurt am Mayn, 1715, 47: Chocolate (Friederici 1947: 182, 704). 44  Gottfried, Johann Ludwig: Newe Welt Vnd Americanische Historien. Frankfurt (Main), 1631, 49. 45  Seyfried, Johann Heinrich: Medulla Mirabilium Naturae. Nürnberg, 1679, 873. 46  Gladov, Friedrich: A la Mode-Sprach der Teutschen Oder Compendieuses Hand-Lexicon. Nürnberg, 1727, 129. 47 

Schulz, Friedrich: Reise eines Liefländers. Bd. 3. Berlin, 1795, 91.

Mattioli, Pietro Andrea: Theatrvm Botanicvm, Das ist: Neu Vollkommenes Kräuter-Buch. Traducción de Theodor Zwinger, Basel, 1690, 52. Aquí se lee que en muchas lenguas europeas se mantuvo la denominación indígena, mientras que en latín se utilizó Succolata indorum. 49  Hübner, Johann: Reales Staats-und Zeitungs-Lexicon. Leipzig, 1704, 151. Valentini, Michael Bernhard: Museum Museorum [...] Schau-Bühne Aller Materialien und Specereyen. Frankfurt (Main), 1704, 328, 330, 331. Escribe Chocolate relatando lo que ha leído en tratados ingleses y neerlandeses. 50  Gladov, Friedrich: A la Mode-Sprach der Teutschen Oder Compendieuses Hand-Lexicon. Nürnberg, 1727. 48 

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Schokoladencreme, -ei, -eis, -figur, -guss, -hase, -glasur, -keks, -kuchen, -streusel, -pulver, -torte. La Schokoladenfabrik designa la manufactura de chocolate. Existen también adjetivos compuestos o derivados que se utilizan para designar objetos de color de chocolate: schokoladenbraun, -farben, schokoladen o schokoladenhaltig ‘que contiene chocolate’. En el alemán coloquial se utilizan compuestos con el elemento acortado Schoko-: Schokoriegel (también en la publicidad), Schokocreme o Schokocrème. Otro ejemplo del alemán coloquial es un uso metafórico en Schokoladenseite para denominar el lado mejor de una persona o de un objeto (Duden-U 2015, GWDS 1999, DWDS). En el diccionario de extranjerismos se registra el verbo schokolieren, ‘cubrir, guarnecer de chocolate’, calificado de mexicano-español-neerlandés-neolatino (Duden-F 2015)51. Schokolade entró en el alemán estándar por los Gebrauchstexte y la literatura, y está completamente integrado en el alemán.

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Denominaciones de alimentos americanos en holandés: chocolate, tomate, maíz y algunas más Robert de Jonge Universidad de Groningen

1.  Introducción El objetivo de este capítulo es describir la introducción de algunos vocablos provenientes de lenguas indígenas americanas en holandés, y el proceso de aceptación en su historia. Lo que se quiere indicar en esta contribución es que los préstamos no llevan a la desaparición de los idiomas, sino a un enriquecimiento sin pérdida de identidad, si bien con una identidad adaptada a un mundo cambiante. La mejor demostración de las lenguas vivas es precisamente esto: se adaptan a las nuevas necesidades del mundo que nos rodea sin pérdida de su identidad. Este trabajo se divide en dos partes: primero, se trata de las palabras prestadas, totalmente incorporadas en el léxico holandés, y, en la segunda parte, se proponen unos ejemplos de palabras prestadas más recientemente.

2.  Las palabras incorporadas en el léxico como si fueran holandesas 2.1  Chocolate Según el diccionario de más autoridad en el mundo neerlandófono, el Van Dale (2016), la palabra chocolade, ‘chocolate’, pronunciada /ʃo­ko­la­də/ forma parte del vocabulario básico del holandés y sus productos constituyen partes elementales de la cultura holandesa. Así, la fiesta de San Nicolás, celebrada

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el día 6 de diciembre, no se puede pensar sin la presencia de letras de molde fabricadas en chocolate ni de figuritas de dicho santo con su ayudante, el moro Zwarte Piet, ‘Pedro Negro’. Asimismo, la fiesta de Pascua, con sus figuritas de liebres y huevos, se caracteriza por el uso de dicho producto. Van Dale data la primera aparición de la palabra chocolade en holandés en 1679 y sostiene que viene del español chocolate, forma que a su vez viene del náhuatl, posiblemente abreviada de počokakawatl. Philippa et al. (2007) indican primeras apariciones en listas de cargo, entre otros productos ultramarinos como té y café, a partir de 1644 o incluso antes. Van Dale (2016) constata que actualmente se trata de un nombre de una sustancia con forma apocopada cho·co·la /ʃo­ko­la/, de la que se forman derivados como cho·co·la·tje /ʃo­ko­la­čə/, chocola+diminutivo, que viene a indicar un pedazo de una barra de chocolate. Dada su amplia aceptación en holandés, no es de extrañar que se observen todo tipo de composiciones con la misma raíz: chocoladebanket, ‘pastelería de chocolate’, chocolademelk, ‘leche de chocolate’, chocoladeboter, ‘mantequilla de chocolate’, chocoladereep, ‘barra de chocolate’ y formas abreviadas como base de compuestos como chocomel, ‘bebida de chocolate con leche; nombre comercial de la marca de dicha bebida’, chocopasta, ‘crema de chocolate’, etc. Además, se usa en expresiones, como Daar kan ik geen chocola van maken literalmente ‘de esto no puedo preparar chocolate’, o sea, ‘de esto no se entiende nada’. Los diccionarios etimológicos tienen poco que agregar a esta información. Van der Sijs (2005: 595) indica que la palabra chocola(de) viene del español chocolate y que alude a un producto de negocio (2005: 45); además, habla de su adaptación fonológica: la [tsj] inicial de chocolade se convierte en /sokelat/ en vez de /sjokolade/ (2005: 89). De Vries y De Tollenaere (1983: 86) igualmente señalan su origen en la palabra chocolate del siglo xvii proveniente del español chocolata, a su vez del mexicano chocolatl ‘bebida preparada con cacao’. Así se puede deducir que el chocolate llegó primeramente como bebida, hoy conocida como chocolademelk, ‘leche de chocolate’, para terminar en chocola, el producto actual. En suma, el vocablo chocola está totalmente incorporado en el holandés; su pronunciación se ha adaptado a la fonología holandesa; existen tanto derivaciones como compuestos sobre su base y se encuentra en expresiones típicas de uso cotidiano que se apartan de su uso literal y forman parte de las tradiciones culturales holandesas.

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2.2  Tomate La voz tomate se conoce en holandés como tomaat, o sea, totalmente adaptada a la pronunciación y ortografía holandesas, ya que existen otras palabras de la misma estructura que, si bien originalmente provienen de otros idiomas, se consideran parte del vocabulario básico, como soldaat ‘soldado’, kordaat ‘firme’, etc. Van Dale (2016) sostiene que tomaat se registra en holandés desde 1608, y quizás provenga del francés tomate, que, a su vez, lo tomó del español tomate, proveniente del náhuatl tómatl. Según Van der Sijs (2005), ‘Los españoles importaban los nuevos productos [del Nuevo Mundo] a Europa, junto con sus nombres. Las lenguas europeas usaban los nombres españoles para estos productos’1 (2005: 244), ya que ‘para la mayoría de los productos desconocidos, los españoles adoptaron los nombres indígenas, es decir, el nombre que le daban los indios americanos’ (2005: 248). Entre los productos que figuran como ejemplo están bataat/patat, chocolade, tomaat, y maïs. De Vries y De Tollenaere (1983: 316) también datan la primera aparición en 1608, si bien señalan que a partir de 1749, por influencia del francés, tomate se hace más frecuente. Además, se señala que ya hay alguna documentación a partir de 1598, como préstamo del español tomate, proveniente del náhuatl tomatl. Las primeras apariciones incidentales provienen principalmente de crónicas de viaje en que se describe la vegetación local; a partir del siglo xix, aparece el término en libros de horticultura y de cocina (Philippa et al. 2007). Podemos concluir que tomaat es un vocablo holandés que se hace común a partir de la segunda mitad del siglo xviii, y hoy en día Holanda es uno de los productores más grandes de tomates en el mercado europeo, aunque hay que tomar en consideración que el tomate no crece en condiciones normales debido al clima holandés, sino en invernaderos. Por otra parte, el tomate no ha desempeñado un papel igualmente importante en la cultura holandesa como el que hemos visto anteriormente en el caso de chocolate. El tomate ha cogido vuelo en la cocina holandesa a partir de los años setenta del siglo pasado, cuando la comida italiana se puso de moda. Como hoy en día la cocina holandesa se ha vuelto bastante internacional, el tomate se ha convertido 1 

Todas las traducciones de las fuentes son mías, BdJ.

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en un ingrediente normal y corriente, pero si se pregunta a un holandés de dónde viene el tomate, la contestación más probable es que viene de Italia2. Como se ha dicho, la palabra tomaat se ha adaptado totalmente a la pronunciación holandesa; su flexión es según la morfología del holandés (plural: tomaten) y pueden crearse compuestos, como tomatenkistje, ‘caja para tomates’ o tomatenrood, ‘rojo de tomate’. Parece ser que hay menos expresiones, si bien la comparación rood als een tomaat, ‘rojo como un tomate’ parece haber reemplazado a rood als een kroot, ‘rojo como una remolacha’. La remolacha, una verdura tradicional, antiguamente bastante común en Holanda, ya no se usa tanto como antes y, en todo caso, mucho menos que el tomate. 2.3  Maíz La voz maíz es, de los tres vocablos presentados en este pequeño estudio, el término que menos divulgación tiene en los comestibles de la cultura holandesa. En holandés se conoce como maïs; es una palabra básica del vocabulario holandés que es conocida por todos sus hablantes. Van Dale (2016) sostiene que su primera aparición en un texto holandés data de 1581 y que viene del español. Van der Sijs no aporta más datos (2005: 635), pero De Vries y De Tollenaere (1983: 199) señalan que esta primera aparición se produce en un libro de hierbas, que el maíz vino desde Cuba (1493) a Europa, introduciéndose en holandés desde el siglo xvi como préstamo del español maíz < mahís, nombre proveniente de los taínos de Haití. En Philippa et al. (2007) se añade que en la primera aparición se habla de ‘maíz de Perú’ y que en otra aparición de 1608 se señala que “los holandeses llaman Torcx coren ‘trigo de Torcx’ lo que los habitantes de América llaman maíz”. Parece que esta última denominación ha ganado el pleito.

2  Se ha llevado a cabo una pequeña encuesta en el marco de este trabajo para confirmar esta idea. Para ello, se ha preguntado a un grupo de 32 adolescentes de 18-20 años de edad de dónde pensaban que venía el tomate. La mitad (17 de 31 respuestas válidas) contestó que de Italia, 2 de Holanda, 2 de Francia y 10 (algo menos de la tercera parte) sabían que viene de América. En la misma encuesta, solo un 28% de los informantes opinaba que el chocolate venía de América, mientras que países como Suiza y Bélgica, ambos conocidos por la excelente calidad de sus productos de chocolate, marcaban 28% y 22%, respectivamente.

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Uno de los motivos principales por los que el maíz es un vocablo aceptado en Holanda, a pesar de su escasa presencia en la cultura holandesa, como por ejemplo la comida, es el cultivo del maíz como ingrediente principal del pienso. El maíz es el alimento de los cerdos, de las gallinas y de las palomas3. La producción del maíz es fácil y rápida, también en el clima holandés, pero dado que el trigo es uno de los ingredientes principales de la cocina tradicional holandesa, el maíz no ha podido incorporarse como materia básica en los libros de cocina holandesas. Por otra parte, existen usos industriales del maíz, de modo que el maíz no está ausente en los alimentos. Por ejemplo, se usa harina de maíz (maizena en holandés) para crear el espesor deseado en salsas y otras aplicaciones; también se usa en la industria de las galletas saladas y de productos semejantes4. No es de sorprender que la palabra maïs en holandés no conozca formas derivadas y solo alguna forma compuesta. En primer lugar, dado que se trata de un nombre de sustancia, no tiene plural y tampoco diminutivo, elemento derivativo muy típico y frecuente en holandés. Uno de los pocos compuestos es la palabra maïskolf, ‘choclo de maíz’, que a su vez es contable y conoce inflexión y derivación, como maïskolven (pl.) y maïskolfje (+ diminutivo), pero de la parte de kolf. Tampoco sorprende que no haya expresiones con maïs en holandés, pero sí con kolf: dat is een kolfje naar zijn hand quiere decir que ‘algo le viene de perlas’ a la persona en cuestión. Cabe dudar de si este kolfje es un choclo, porque kolf originalmente quiere decir ‘culata’, o sea, algo que cabe en la palma de la mano de alguien; kolf es un vocablo de origen holandés, de modo que sí muestra derivación e inflexión, además de su uso en una expresión popular.

3.  Préstamos recientes: tortilla, taco, nacho Para contrastar los casos tratados hasta ahora, parece relevante estudiar brevemente otros términos más recientes, para ver si los procesos de adopción que se han observado anteriormente efectivamente no se producen o en menor grado. En Holanda, el deporte de las palomas mensajeras sigue siendo bastante popular. Es interesante observar que, a pesar de la poca popularidad del maíz en la comida holandesa, en la misma encuesta indicada en la nota 1, 19 de 31 encuestados (más del 60%) saben que el maíz viene de América. Posiblemente se debe a la popularidad de productos como Corn Flakes, producto americano por antonomasia. 3  4 

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Dado que la gastronomía holandesa ha abierto el horizonte a muchas tradiciones internacionales, no es de sorprender encontrar recetas y restaurantes que usan productos de origen hispano. Uno de los más conocidos es, sin lugar a duda, la tortilla, en primer lugar prestada en el auge del turismo a España que empezó a finales de los años sesenta del siglo xx. Van Dale (2016) data su primera aparición posterior a 1950 y su primera definición es la de la tortilla española. Como segunda definición se indica la tortilla mexicana, bien de maíz, bien de harina, rellena de carne o verduras. Parece que la última descripción, la mexicana, se ha hecho más común, dado que tortilla aparece en compuestos como tortillacrisis, ‘crisis económica mexicana’. La pronunciación española se ha mantenido; cabe señalar que el holandés no conoce el sonido [λ], el cual se aproxima pronunciándolo [lj]5. Una palabra relacionada con la tortilla mexicana es la palabra taco, que aparece en holandés después de 1950, e indica ‘una tortilla doblada y crujiente, rellena de por ejemplo carne molida o pollo’ (Van Dale 2016). Interesante es la observación de Van der Sijs, quien sostiene que “tal vez la palabra taco tenga su origen en la palabra germánica tak ‘ramo’” (Van der Sijs 2005: 247). Corominas y Pascual (1984: 368) opinan que el origen de esta palabra es incierto, ya que no hay razones para asegurar el paso del romance al germánico o viceversa. El significado original de utensilio para cargar una pistola se ha perdido, obviamente, desde hace ya mucho tiempo. En holandés, taco no es muy común, salvo en los restaurantes de comida mexicana, por lo cual no se conocen derivados, pero dado que el holandés muestra una terminación plural en –s6, tampoco sorprende el uso plural taco’s, igual que nacho’s, palabra que, a su vez, ha entrado oficialmente en Van Dale en 2013. Por otra parte, Van Dale (2016) señala un compuesto sobre la base de nacho en holandés: nachochips. Chips, préstamo del inglés, si bien con un significado mucho más específico, es el denominador más común en holandés para indicar las patatas fritas, vendidas en bolsitas en los supermercados o en los bares. Evidentemente, los nachochips tienen el maíz como su ingrediente básico, mientras que los chips tienen como base la patata. 5  Es interesante observar que la palabra tequila, cuya entrada en holandés también se data con posterioridad a 1950 (Van Dale 2016), es pronunciada [tekilja] por gran parte de los holandeses, sin lugar a dudas por contaminación de ‘tortilla’. 6  Esta forma no es la única terminación morfológica para indicar plural en el sustantivo holandés; -(e)n es igualmente común y hasta más frecuente que la en -s.

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4.  Conclusión: ¿y la patata? En esta cuestión, es de notar que en holandés no se usa la raíz patata para denominar a la patata en su forma cruda, sino una descripción mediante términos comunes de la lengua holandesa, estrategia alternativa a la incorporación de una palabra como préstamo: aardappel ‘manzana de la tierra’7. Esta palabra tiene su primera aparición en holandés en 1351, pero evidentemente indicaba otra raíz comestible. Solo a partir de 1565 se empezó a usar este término para indicar a la patata, importada de América (Van Dale 2016). Esto no quiere decir, sin embargo, que no haya habido nunca palabras en holandés sobre la base de la raíz original. Según Van Dale (2016), la palabra bataat apareció con variante pataat en neerlandés en 1636, pero para indicar específicamente la patata dulce de color naranja, y no la patata blanca común y corriente que se ha convertido en elemento icónico de la cultura gastronómica holandesa, igual que de otras cocinas europeas. Philippa et al. (2007) indican un uso variado entre pataat y aardappel para indicar la patata blanca, variación que duró hasta finales del s. xviii. Por otra parte, Van Dale (2016) señala, además de la forma original, la palabra mucho más común de patat. Como bien señala Van der Sijs (2005: 545): “a veces al prestar se produce un cambio semántico”. En el neerlandés del norte, patat quiere decir ‘patatas fritas’, ya que se ha tomado del francés patates frites, mientras que en el sur, patat sigue significando ‘patata’, y se usa la segunda parte de patates frites para indicar patatas fritas: friet /frit/ (Van der Sijs 2005: 545). Estos datos demuestran que la palabra patat en holandés no se tomó directamente del español, sino a través del francés. Ahora, no solo el aardappel, la patata blanca hervida, se ha convertido en el ingrediente icónico de la comida de los Países Bajos8, sino también el patat, las patatas fritas, que se venden, no solo en los restaurantes, sino además en puestecillos destinados

7  Este proceso es análogo al cambio de uso de corn en inglés para maíz; antes de la llegada del maíz, corn significaba ‘grano’ y es cognado del holandés koren, que en esta lengua sigue teniendo el significado de ‘grano’, cognado, a su vez, de la palabra holandesa graan, ‘trigo’. 8  En la encuesta indicada en las notas 1 y 3, 14 de 31 respuestas válidas (45%) sabían que la patata viene originalmente de América; la gran mayoría de los restantes (11, o sea un 35% del total) opinaba que era originalmente holandesa.

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especialmente a su venta callejera, como versiones primitivas o antecesores de las grandes cadenas de hamburguesas. No sorprende, por lo tanto, que tanto la palabra aardappel como patat se vean totalmente integradas en la cultura, y por tanto, en la lengua holandesa, con derivaciones de tipo aardappeltje y patatje [raíz+diminutivo], compuestos como aardappelkistje, ‘cajita de patatas’, una caja icónica hecha de madera; patatkraam, ‘puesto de venta de patatas fritas’, patatgeneratie, ‘generación de patatas fritas’ para indicar una generación de jóvenes de los años ochenta con una actitud totalmente pasota, así como expresiones de todo tipo: hij heeft een aardappel in de keel literalmente ‘tiene una patata en la garganta’, o sea, ‘habla de una manera muy cursi’. Concluyendo se puede decir que la adopción de todos estos vocablos en general han significado un enriquecimiento enorme de la lengua holandesa, así como los productos que indican lo han sido para su cultura. Esto se demuestra, no solo en las mismas palabras, sino en todo tipo de compuestos y expresiones nuevos que se han creado, típicos todos del mundo de los neerlandesparlantes.

Bibliografía Corominas, Joan y José A. Pascual (1984): Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico. Vol. V. Madrid: Editorial Gredos. De Vries, J. y F. De Tollenaere (1983): Etymologisch woordenboek. Waar komen onze woorden vandaan? Utrecht/Antwerpen: Aula, Uitgeverij Het Spectrum. Philippa, Marlies, Frans Debrabandere, Tanneke Schoonheim y Nicoline Van Der Sijs (eds.) (2007): Etymologisch woordenboek van het Nederlands. Amsterdam: Amsterdam University Press. < http://www.etymologie.nl> (9-12-2016). Van Dale (2016): De dikke Van Dale. Versión digitalizada. Utrecht/Antwerpen: Van Dale Lexicografie. Van der Sijs, Nicoline (2005): Van Dale Groot Leenwoordenboek. De invloed van andere talen op het Nederlands. Utrecht/Antwerpen: Van Dale Lexicografie.

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El viaje de tres voces de lenguas indígenas americanas al inglés: guayaba, aguacate, papaya Frances Luttikhuizen

1. Introducción En este capítulo seguiremos los pasos de tres voces —guayaba, aguacate, papaya— en su largo viaje en el tiempo y el espacio desde tierras indígenas americanas a tierras anglosajonas. A partir de mediados del siglo xvi los ingleses empezaron a interesarse por la flora y fauna del Nuevo Mundo. Lo hicieron primeramente a través de traducciones de autores españoles. En 1555, Richard Eden tradujo De orbe novo decades (1516), de Pedro Mártir de Anglería, al que añadió fragmentos de la Historia natural de las Indias (1547), de Gonzalo Fernández de Oviedo, bajo el título: The Decades of the Newe Worlde or West India (London, 1555)1. La obra del padre Bartolomé de Las Casas, Breuissima relacion de la destruycion de las Indias (1552), fue traducida al inglés en 1583 bajo el título The Spanish Colonie, or Briefe Chronicle of the Acts and Gestes of the Spaniardes in the West Indies, Called the Newe World; la del jesuita José de Acosta, De natura nobi orbis libri duo (1589), fue traducida por Edward Grimstone en 1604 a partir de la traducción francesa hecha por Robert Regnault publicada en París en 1598. Los lectores ingleses tardaron algo más en leer la obra de Pedro Cieza de León, La chronica del Peru (1554), versionada por el lexicógrafo y prolífico traductor John Stevens —recordado mejor por su versión de El Quijote y de la Vida de Carlos V, de Prudencio de Sandoval— y que formaba parte de su New Collection of Voyages and Travels (London, 1709).

1  Hubo una segunda edición, aumentada y corregida, editada por Richard Willes y titulada, The History of Travayle in the West and East Indies, and Other Countreys Lying Eyther Way, Towardes the Fruitfull and Ryche Moluccaes (London, 1577).

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2. Guayaba La palabra inglesa guava procede del español guayaba, que a su vez viene de guayavá (taíno) o guajava (caribe). Gonzalo Fernández de Oviedo describe el árbol (guayabo) y el fruto (guayaba) en su Sumario de la natural Historia de las Indias de 1526 en lo que constituye el primer registro de la palabra guayabo. Así pues, los lectores ingleses tuvieron sus primeras noticias de dicha fruta a mediados del siglo xvi gracias a Richard Eden y su traducción de las Décadas de Pedro Mártir de Anglería. Eden transcribe el texto de este modo: They nourish a tree which they call guaiava, that beareth a fruit much resembling the kind of citros which are commonly called lemons, of taste somewhat sharp mixed with sweetness (Eden 1881: 131). [Cultivan un árbol que llaman guaiava que produce una fruta que se parece mucho a un cítrico conocido como limón y es de gusto agridulce].

En el siglo xvi pocos ingleses habían logrado viajar al Nuevo Mundo. En los primeros años después del descubrimiento, los permisos para viajar a las Indias se obtenían con relativa facilidad. Pero a medida que se fue extendiendo tanto la fama sobre las ricas tierras encontradas como la posibilidad de establecer comercio con ellas, la reglamentación se fue haciendo cada vez más rígida. Interesaba de especial manera impedir que hicieran el viaje extranjeros y herejes, ya que se imponía como necesario vigilar que las ideas reformistas luteranas y calvinistas no contaminaran a los súbditos de ultramar. Así fue como a partir de 1518 se comenzarán a expedir disposiciones reales para reglamentar el paso a las Indias no solo para los extranjeros (franceses, genoveses, portugueses, holandeses, italianos, alemanes e ingleses), sino también para los cristianos nuevos reconciliados, así como hijos o nietos de relajados (quemados) o condenados por la herética. No es de extrañar pues que poquísimos viajeros ingleses intentasen el viaje. El primer viajero inglés que pasó tiempo en Nueva España a mediados del siglo xvi y que nos ha dejado una descripción de su flora y fauna fue el joven Richard Tomson. Su relato apareció impreso medio siglo más tarde cuando lo incluye Richard Hakluyt en su Principal Navigations (Hakluyt 2014) Tomson había embarcado en la ciudad de Bristol con rumbo a Lisboa en

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1553 a la edad de diecinueve años; zarpó hacia el Nuevo Mundo al año siguiente desde Canarias en compañía de otro inglés casado con una española —de ahí el permiso—. A los seis meses de su llegada Tomson consiguió empleo en casa de Gonzalo Cerezo, alguacil mayor de corte de la Ciudad de México. Una noche se le ocurrió a Tomson hablar de sus creencias religiosas. La conversación le valió ser tomado prisionero por el Santo Oficio, ser encarcelado durante siete meses, ser juzgado por sus ideas luteranas en un auto de fe y enviado al tribunal de la Inquisición de Sevilla en 1560 (Conway 1927), donde pasó dos años más en la prisión de Triana para ser finalmente absuelto en el auto de fe del 28 de octubre de 1562 (López Muñoz 2011: II, 277). Después del auto se quedó en Sevilla trabajando para su compatriota el comerciante Hugh Tipton y se casó con una acaudalada criolla. Tomson regresó a su país en 1580, donde estableció contacto con el geógrafo Richard Hakluyt, a quien contó en primera persona su experiencia en Nueva España. En su relato, The voyage of Robert Tomson merchant into New Spaine in the yere 1555, Tomson dice: Also there are many goodly fruits in that Countrey, whereof we have none such, as Plantanos, Guyaves, Sapotes [nísperos], Tunas [higos chumbos], and in the wildernes great store of blacke cheries, and other wholsome fruites (Hakluyt 2014: 358). [Hay muchas frutas agradables en aquel país que no tenemos nosotros, como plátanos, guyavas, nísperos y higos chumbos, y en los montes gran cantidad de cerezas negras y otras frutas saludables].

Pocos años después, en Natural and Moral Historie of the West Indies (London, 1604), la obra de José de Acosta traducida por Edward Grimstone, se describe la guayaba de este modo: The Guayavos be other trees which commonly carry an ill fruite, full of sower kernells, and are like two little apples. […] In Peru, the Guayavos differs from others, for that the fruite is not red, but white, neither hath it any ill smell, but is of a very good taste; and of what sort of Guayavos soever it bee, the fruit is as good as the best of Spaine, especially of those which they call Guayavos de Matos, and of other little white Guayavillas (Acosta 1604: 250). [Los guayavos son otra variedad de árbol que produce una fruta mala llena de pepitas agrias, y son como manzanas pequeñas […] En Perú los guayavos

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son diferentes; su fruta no es roja sino blanca; no huele mal sino que es gustosa. Sea de la variedad que sea, la fruta es tan buena como la mejor de España, sobre todo la que llaman Guayavos de Matos y las Guayavillas blancas].

Los primeros exploradores españoles comenzaron a cultivar la guayaba comercialmente en 1526 en las Indias Occidentales, de forma que su producción se extendió a las Bahamas y las Bermudas. Debido a que la fruta era demasiado delicada para las largas travesías oceánicas, y que Europa no tenía el clima apropiado para el cultivo de los árboles, la guayaba era relativamente desconocida en Inglaterra. Dado que los marineros españoles valoraban mucho la fruta como prevención del escorbuto, llevaron semillas a las Filipinas. De allí, el cultivo llegó a la India y a Malasia. Los cocineros indios utilizaron guayabas en una salsa llamada chutney y fue de esta manera como la fruta llegó a popularizarse entre los ingleses residentes en la India. En los Estados Unidos, la guayaba llegó a Florida a finales del siglo xix (Baily 1890: 23), y en 1912 se abrió la primera fábrica de jalea de guayaba. Desde entonces ha existido un mercado estable para los productos de la guayaba en Florida. La demanda ha aumentado en los últimos años con la afluencia de personas del Caribe y América Latina. Se consume fresca, desecada o enlatada, pero principalmente en forma de zumo. En la India la guava es considerada “The Poorman’s Apple”, ‘manzana del pobre’ (Sairam 1998: 163). Otro término para la guayaba en la India y los países que bordean el océano Índico occidental es perú, derivado de pera. Otros nombres utilizados en aquella región son: pera, pearah, pearaley, feyru, jaam y amrood, una posible variante de armoot que significa ‘pera’ en árabe. En cuanto a cambios ortográficos, con respecto a la voz de origen (guayaba), no queda constancia de cuándo la palabra fue abreviada de guayaba a guava, a menos que sea por transferencia lingüística o confusión con otra fruta. Pedro Cieza de León, en La chronica del Perv (Amberes 1554), parece hacer una distinción entre los dos términos: “Había muchos árboles que llamamos aguacates y muchas guabas y guayabas, muy olorosas piñas” (Alvar Ezquerra 1997: 7). La traducción de la obra de Cieza de León al inglés resulta algo más explícita: “Besides there is plenty of excellent Guayavas of two or three several sorts, Guavas, Aguacates” (Stevens 1711 II: 127). El texto de Bartolomé de Las Casas (1552) da a entender que guavas era el término utilizado por los nativos:

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“En las riberas frescas de los ríos [crece] que se llamaban por los indios guabas” (Alvar Ezquerra 1997: 163). Como hemos visto, la voz no cambia sustancialmente en su forma. La palabra guava puede usarse como voz propia o en forma compuesta para indicar diferentes tipos de guava, o tipos de guavas: lemon guava, apple guava, pinapple guava, strawberry guava.

3. Aguacate Cuando los conquistadores españoles llegaron al Nuevo Mundo encontraron toda una serie de vocablos para denominar lo que hoy llamamos aguacate, por ejemplo: ahuacatl, ahuacahuirtl, ahuacaquahuitl (México); aouaca (Caribe); aouacate (Antillas), etc. (Collins 1905: 13). Parece ser que la primera descripción escrita del aguacate viene de uno de los propios conquistadores, concretamente del cartógrafo Martín Fernández de Enciso en 15192. Luego, el cronista Gonzalo Fernández de Oviedo (1526) lo menciona entre la flora y fauna del Nuevo Mundo. Otras descripciones aparecen en la Historia de los indios de la Nueva España (1541) de Toribio de Benavente, Motolinía3, en Bartolomé de Las Casas (1552) y en Pedro Cieza de León (1554). Mientras Motolinía todavía utiliza la voz indígena —“Entre muchas frutas que hay en estos montes y en toda la Nueva España, es una que llaman ahuacatl” (Alvar Ezquerra 1997: 7)— Pedro Cieza de León introduce aguacate como una corrupción española frente al imposible de pronunciar āhuacatl. De las Casas (1552) describe la fruta como “lo que llaman en lengua mexicana aguacates, que son a las peras de nuestra Castilla en hechura y en color muy semejantes” (Alvar Ezquerra 1997: 8). Pedro Cieza de León habla varias veces de “árboles que llamamos aguacates” (Alvar Ezquerra 1997: 7). La traducción inglesa de 1706 de la obra de Cieza de León mantiene la voz “aguacate”. Un siglo antes, Edward Grimstone, el traductor de la obra de José de Acosta, 2  Enciso, Martin Fernández de, Suma de geographia: que trata de todas las partidas y prouincias del mundo, en especial de las Indias, Sevilla: Juan Cromberger, 1519. 3  Esta obra no fue traducida al inglés hasta mediados del siglo xx: Motolinia’s History of the Indians of New Spain, Francis Borgia Steck, trad., Washington: Acad. of American Franciscan History, 1951.

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había utilizado el término palta (Acosta 1604: 250). En las traducciones no se aprecian cambios respecto del término castellano. En cambio, en las crónicas de los viajeros ingleses (científicos, comerciantes, bucaneros) publicadas a partir de mediados del siglo xvii, sí que encontramos cambios. Aunque algunos de dichos viajeros ingleses podían haber conocido la palabra aguacate leyendo las obras de los cronistas españoles, no fue hasta mediados del siglo xvii cuando tuvieron conocimiento directo del fruto. El horticultor inglés William Hughes, famoso por su ensayo sobre el chocolate, visitó Jamaica en 1672 y es el primer autor inglés que menciona el aguacate. En The American Physician (1672), Hughes describe la fruta en un apartado que titula “Of the Spanish Pear”: This is a reasonable high and well-spread tree, whose leaves are smooth and of a pale green colour; the fruit is of the fashion of a fig, but very smooth on the out-side, and as big in bulk as a Slipper-Pear; of a Brown colour, having a Stone in the middle as big as an Apricot, but round, hard and smooth. The outer paring or rind is, as it were, a kind of shell, almost like an acornshell, but not altogether so tough; yet the middle substance (I mean between the stone and the paring, or outer crusty rind) is very soft and tender, almost as soft as the pulp of a Pippin [red apple] not over-roasted. Place. It grows in divers places in Jamaica; and the truth is, I never saw it elsewhere: but it is possible it may be in other islands adjacent, which are not much different in latitude. Name. I never heard it called by any other name than the Spanish Pear, or by some the Shell-Pear; and I suppose it is so called only by the English (knowing no other name for it) because it was there planted by the Spaniards before our countrymen had any being there; or else because it hath a kind of shell or crusty out-side (Hughes 1672: 40–41). [Es un árbol extraordinariamente alto y de copa extendida; sus hojas son lisas y de un color verdoso claro. La fruta tiene forma de higo, pero con la piel lisa. Tiene el tamaño de una pera, es de color marrón y tiene un gran hueso en el centro del tamaño de un albaricoque, redondo, duro y liso. La piel exterior, o cáscara, forma una especie de concha casi como una cáscara de nuez pero no tan dura. En cambio, la parte interior (quiero decir la parte entre el hueso y la cáscara) es muy blanda y tierna, casi tan tierna como la pulpa de una manzana reineta cocida. Lugar. Crece en lugares distintos de Jamaica. No lo he visto en ningún otro lugar, pero es muy posible que se encuentre en algunas de las islas cercanas, pues son de la misma latitud.

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Nombre. El único nombre que he oído es el de “Spanish Pear”, ‘pera española’, aunque algunos lo llaman “Shell Pear”, ‘pera de concha’. Creo que solamente los ingleses lo llaman así (sin saber otro nombre) porque fue plantado por los españoles antes de que llegasen los ingleses, o podría ser por la especie de concha exterior que tiene].

Otro autor inglés, el médico Hans Sloane, miembro del Colegio de Médicos y secretario de la British Royal Society, viajó a Jamaica en 1687 como médico en el séquito del nuevo gobernador británico. Durante los quince meses que duró su estancia en Jamaica, Sloane documentó alrededor de 800 nuevas especies de plantas, todas ellas incluidas en su catálogo de 1696. Sloane utiliza los términos albacato, avacado y avocado pear (Sloane 1696). Más adelante, el bucanero William Dampier vio aguacates en las islas del Pacífico y en México, que en su A New Voyage Around the World (1697) denomina avogato pears (Dampier 1697: 203). A partir de esta fecha, se produce una clara concienciación lingüística entre lo formal y lo folclórico con respecto a este vocablo. El poeta inglés James Grainger, residente en el Caribe desde 1755, en su poema Sugar-cane, de 1764 alaba, el aguacate y nos ofrece toda una gama de nombres: And thou green avocato, charm of sense, Thy ripened marrow liberally bestow’st. [Nota a pie de página] The avocato, avocado, avigato, or as the English corruptly call it, Alligator-pear (Grainger 1764 I: 8). Oh verde aguacate, hechizo de los sentidos, Cuán generosamente nos ofreces tus maduras entrañas. [Nota a pie de página] El avocato, avocado, avigato, o Alligator-pear, como lo han adulterado los ingleses.

Aplicando el fenómeno lingüístico de etimología popular, o etimología asociativa, los colonos ingleses de Jamaica, acuñaron la voz alligator pear, que durante siglos aplicaron al aguacate, ya que el color y la rugosidad de la piel tiene alguna similitud con la de un cocodrilo. Pero el aguacate tuvo más nombres. Por ejemplo, el marinero-novelista inglés, autor de diversas historias sobre la vida marinera, Frederick Marryat, en su novela The Naval Officer describe un mercado en una de las islas del Caribe donde abundaban, entre otras frutas,

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“love apples, Abbogada pears (better known by the name of subaltern’s butter)” [tomates (llamados ‘manzanas de amor’), peras avocado (conocidas como ‘mantequilla de alférez’] (Marryat 1834: 231). El paleontólogo, naturalista y botánico británico John Lindley en su Introduction to the Natural System of Botany (1830: 201) habla de la fruta “much esteemed in the West Indies under the name of the Avocado Pear” [muy apreciada en las Indias Occidentales donde la llaman ‘pera avocado’] y en su Elements of Botany (1841: 159) utiliza el mismo término: avocado pear. De hecho, parece ser que se utilizaban las tres voces —albecato, avigato y alligator pear— indistintamente, ya que en 1848 en su descripción de la flora y fauna de Barbados el naturalista y explorador alemán Robert H. Schomburgk incluye los tres nombres: avigato pear, avocato pear y alligator pear (1848). No obstante, en esta misma época aparecen otros nombres más populares y que perdurarían en el tiempo: butter pear, butter fruit, poor man’s butter, midshipman’s butter [pera de mantequilla, fruta de mantequilla, mantequilla de pobre, mantequilla de guardiamarina]. Refiriéndose al aguacate, Furguson, en la revista publicada por la Sociedad Agrícola de Ceilán, The Tropical Agriculturist, dice lo siguiente: “three of its most familiar names —butter fruit, poor man’s butter and soldier’s butter— are due to the fact that, in the countries of its production, it is used by the natives in lieu of butter fat” [tres de sus nombres más populares —pera de mantequilla, fruta de mantequilla, mantequilla de soldado— se deben al hecho de que en los países de procedencia los nativos lo utilizan en lugar de mantequilla] (Furguson 1912: 82). Cuatro años más tarde, Thomas H. Shedden (1917: 41-44), uno de los promotores del cultivo del aguacate en los Estados Unidos, en el informe anual de la California Avocado Association, hace una llamada urgente a que por el bien del consumidor se cambien estos nombres tan impropios y que se aplique el término que el Departamento de Agricultura acababa de acuñar: avocado. Aunque el nombre y la fama del aguacate viajaron rápidamente a los países anglosajones, la fruta tardó bastante más en llegar. En los Estados Unidos se empezaron a cultivar alligator pears como plantas ornamentales en Florida en 18334. A principios del siglo xx, un horticultor californiano organizó 4  El aguacate no alcanzó popularidad en Gran Bretaña hasta que Israel se dedicó a su producción a gran escala después de la Segunda Guerra Mundial.

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expediciones a América Latina para traer injertos de aguacate. Se organizó la California Avocado Association y bajo su presidente, Tomas H. Shedden, rápidamente se buscaron formas de comercializar un producto hasta entonces en gran parte desconocido. Primero y ante todo Shedden insistía en que la fruta debía tener un nombre más aceptable. Argumentaba que aunque el término alligator pear era tan popular que muchos de los pinches de cocina de los hoteles lo habían abreviado a gator, resultaba inapropiado a los oídos de los consumidores por las muchas connotaciones negativas que conllevaba (Shedden 1917: 41-44). Finalmente, a principios de los años veinte —y gracias al Departamento de Agricultura y la American Pomological Society— la fruta fue rebautizada definitivamente como avocado (Rounds 1946). Donde los lexicógrafos no se han puesto de acuerdo es en el origen de la voz avocado. Unos opinan que procede de una forma corrompida de abogado, otros de un bocado. Personalmente, creo que se trata de un híbrido, es decir, una aproximación a la voz francesa avocat, cuya terminación fue modificada de cat a ado para evitar otra asociación animal y darle un registro más hispano, un ejemplo del inicio de la hispanización lingüística de los Estados Unidos. En Gran Bretaña, el aguacate, un producto de importación y que allí todavía conserva el nombre de avocado pear, no llegó a las estanterías de los supermercados hasta los años sesenta.

4.  Papaya Los primeros europeos en comer papayas fueron los exploradores españoles a su llegada al Caribe en el siglo xvi. Casi todos los primeros cronistas mencionan la papaya (la fruta del papayo) como una de las frutas que abundaban en el Nuevo Mundo, sobre todo en el Caribe. Alvar Ezquerra documenta las siguientes fuentes: Gonzalo Fernández de Oviedo, Historia general y natural de las Indias (1535): “Del árbol que en esta Isla Española llaman papaya, y en la Tierra-Firme los llaman los españoles los higos del mastuerço, y en la provincia de Nicaragua llaman a tal árbol olocotón”; Pedro de Aguado, Historia de Venezuela (1582); Juan de Castellanos, Elegías (1589); José de Oviedo y Baños, Historia de la conquista y población de la provincia

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de Venezuela. (1723); José Gumilla, El Orinoco (1741): “En cualquier parte donde uno come una papaya, de las semillas que caen nacen innumerables” (Alvar Ezquerra 1997: 295-296). El término viene de la palabra taína papáia, modificada por los españoles a la de papaya. Actualmente recibe distintos nombres en Latinoamérica. Se la conoce como olocotón (Nicaragua), mamón (Brasil, Argentina, Bolivia, Paraguay, Urguay), lechoza (Venezuela, Puerto Rico, República Dominicana), fruta bomba o melón de árbol (Cuba), incluso banano de montaña (WordPress 2010). La palabra papaya llegó a Gran Bretaña al final del siglo xvi gracias a la traducción hecha por William Phillips del libro del viajero e historiador holandés Jan Huyghen van Linschoten Discourse of his Voyages into the East and West Indies (1598). Samuel Purchas inserta el texto en su obra Purchas His Pilgrimes (1625): There is also a fruit that came out of the Spanish Indies, brought from beyond the Philipines to Malacca, and from thence to India. It is called papaios and is very like a melon, as big as a man’s fist and will not grow but always two together, that is male and female: the male tree never yieldeth any fruit, but only the female and when they are divided and set apart one from the other then they yield no fruit at all (Citado en Yule 2013: 402). [Existe también una fruta procedente de las Indias Occidentales, traída de las Filipinas a Malaca y de allí a la India. Se llama papaios y se parece mucho al melón. Es del tamaño de un puño y siempre crece en pares, es decir, macho y hembra. Los árboles macho nunca producen fruto, solo los árboles hembra, y cuando los separan el uno del otro, no producen fruto alguno].

En el siglo xvii, por razones que nunca se han explicado satisfactoriamente, apareció la grafía papaw. Parece ser que en un primer momento se pronunciaban con el acento principal en la segunda sílaba, y de hecho esta pronunciación continúa siendo indicada en muchos diccionarios a pesar de que desde hace mucho tiempo ha dejado de ser de uso general. Poco después ambas sílabas comenzarían a ser acentuadas por igual y en el siglo xviii encontramos el primer registro de la palabra pawpaw, que llegó a ser tan común como el anterior papaw. En el siglo xix en Norteamérica la palabra papaw comenzó a ser utilizada para designar la chirimoya, o lo que llamaban custard Apple [chirimoya], una fruta de la familia Asimina triloba. Los norteamericanos no han llamado nunca a esta fruta papaya, sino siempre papaw, o pawpaw.

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Parece ser que los españoles llevaron semillas de papaya primeramente a las Filipinas y de allí se esparció por toda la región. El primer autor inglés que habla de la papaya es el bucanero William Dampier. Vio papayas en Guam y las compara con natillas: “the inside of the fruit is full of a white soft pulp, sweet and very pleasant, and most resembling a custard. From whence properly it is called a Custard-Apple by our English” [la parte interior de la fruta es una pulpa blanda de color blanco, dulce y muy agradable, y parecido a la natilla. De ahí que los ingleses la llaman manzana de natilla] (Dampier 1709: 33). Otros nombres populares que hemos encontrado son: sweetsop (Jamaica); sugar apple (Bahamas); bullock’s heart, ramphal, bull’s heart, ox-heart (India). Estos nombres no son sinónimos ni son aplicables a la misma fruta. De hecho, son variedades del mismo género (annona) pero no de la misma especie. Soursop pertenece a la especie Annona muricata; sweetsop y sugar apple pertenecen a la especie Annona squamosa; custard apple, golden apple y bullock’s heart pertenecen a la especie Annona reticulata; y alligator apple y bobwood pertenecen a la especie Annona glabra. Papaya, papaw, pawpaw, y tree melon son nombres que designan la misma fruta y que proceden de la planta carica papaya descrita por Carlos Linneo en su Species Plantarum (1753). Desde los años setenta u ochenta del siglo xx la palabra pawpaw ha ido perdiendo peso frente a papaya, otro ejemplo de la hispanización lingüística de los Estados Unidos. Los habitantes de Australia hacen una distinción entre papaya y papaw. La fruta más dulce con pulpa roja se llama red papaya, ‘papaya roja’, mientras que la fruta de pulpa amarilla se conoce como yellow papaw, ‘papaya amarilla’. Las dos son procedentes de la carica papaya. En cambio, según los australianos, la pawpaw norteamericana no tiene ninguna relación con la Carica papaya, y se conoce como “poor man’s banana”, ‘plátano de pobre’ (Yng Kwok 2015). Sobre la Carica papaya el horticultor norteamericano Bailey comenta: The Carica Papaya, or mamona, as it is commonly called in Paraguay, or, occasionally, papaw, is another garden fruit which is very common throughout the country. This is a small tree, twenty or twenty-five feet high, that bears clusters of fruit in the axils of the lower leaves. The fruit is as large as an orange when ripe, but quite insipid in taste. It is rarely served upon the table and never employed in cookery, so far as I can learn (Bailey 1890: 233).

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[La Carica Papaya, o mamona como la llaman habitualmente en Paraguay, o a veces papaw, es otra fruta cultivada que se ve por todo el país. Es un árbol pequeño, de siete u ocho metros de altura, que produce racimos de fruta en las axilas de las hojas inferiores. Cuando madura, la fruta es del tamaño de una naranja, pero muy insípida. Raramente se sirve en la mesa y, que yo sepa, no se utiliza nunca en la cocina].

No podemos terminar este apartado sobre la papaya sin mencionar al conocido escritor británico Rudyard Kipling (1865–1936), nacido en Bombay, que conocía bien esta fruta. Cuando en la versión animada de Disney Films de su libro The Jungle Book [El libro de la selva] (1894) el oso Baloo le explica a Mowgli cuán importante es tomarse las cosas con calma, le canta una canción —“The Bare Necessities”— llena de trabalenguas que juega con las voces prickly pear, ‘higo chumbo’, paw, ‘pata’, claw, ‘garra’ y pawpaw, ‘papaya’: Now when you pick a pawpaw Or a prickly pear And you prick a raw paw Next time beware. Don’t pick the prickly pear by the paw When you pick a pear Try to use the claw But you don’t need to use the claw When you pick a pear of the big pawpaw (The Jungle Book). [Cuando sales a coger papayas o higos chumbos y te pinchas una pata, ten cuidado. No cojas higos chumbos con la pata. Cuando sales a coger higos chumbos, utiliza las garras. Pero no necesitas las garras Cuando coges peras del papayo.

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5.  Valores metafóricos A menudo los nombres de frutas y verduras forman parte de los modismos más conocidos de una lengua. Concretamente tratándose de las tres voces que aquí hemos analizado, los colombianos se llevan la palma. Por ejemplo, a una resaca la llaman un guayabo (Diccionario de colombianismos). Para referirse a personas lentas, torpes o ignorantes dicen es tan/muy aguacate (Diccionario de colombianismos), y para advertir a alguien que no se arriesgue, o que no se ponga en una situación peligrosa donde alguien puede aprovecharse de ella, o ser un blanco fácil, utilizan la expresión dar papaya/no dar papaya (El Piloto en Idioma). El inglés también tiene muchos modismos que mencionan frutas y verduras, sobre todo la manzana y las alubias, pero a diferencia del contexto sudamericano, al ser de recién incorporación en la lengua inglesa, estas tres voces todavía no han adquirido suficiente vitalidad como para convertirse en frases idiomáticas. En cambio, en Jamaica, donde la población ha convivido con estas frutas desde hace siglos, encontramos frases como If a cow did not know its throat, it would not swallow a pear seed para decir que la persona que abraza un peligro debe tener alguna noción sobre cómo afrontar la situación si las cosas van mal o peor, pues las vacas pueden morir asfixiadas si tragan el hueso de un aguacate, an avocado pear seed. Go ride a guava tree quiere decir ‘vete al diablo’. Los fanti de Ghana y de Costa de Marfil utilizan la papaya para describir la situación de un hombre rico y sus parientes menos afortunados. Dicen the good paw paw tree has a plucking stick near it, es decir ‘la papaya siempre tiene un palo cerca para recoger la fruta’ (Watson 1991: 13).

6. Conclusión Se podría resumir el proceso de transmisión de las tres voces —guayaba, aguacate, papaya—, cuyo largo viaje hemos seguido desde su forma original de las Indias Occidentales a las estanterías de los supermercados en los países anglosajones, en tres etapas: 1) su presentación al mundo de habla inglesa en el siglo xvi mediante el texto escrito, con pocas variantes de la forma española; 2) su transformación radical al designarles nombres populares

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acudiendo a comparaciones asociativas; 3) el retorno en lo posible a las voces originales y más académicas. La globalización y el multiculturalismo actuales han modificado todos los aspectos de la vida humana. En el aspecto lingüístico también “el mundo se encoge, la distancia se acorta y las cosas se acercan” (Villalobos Graillet 2015: 5). A pesar de ello, los préstamos lingüísticos, la hibridación y las nuevas acuñaciones son fenómenos que no morirán nunca.

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Maíz, patata y tomate en los Países Nórdicos: Dinamarca, Islandia, Noruega y Suecia1 Erla Erlendsdóttir Universidad de Islandia

1. Introducción Entre los nuevos alimentos que llegaron de América a partir del siglo xvi se encuentran el maíz, la patata y el tomate. A las pocas décadas de su venida a la Península Ibérica hay mención de su cultivo en tierras europeas, y dos siglos más tarde alcanzan las zonas septentrionales del Viejo Mundo. En el presente capítulo nos ocuparemos de las denominaciones de estos productos alimenticios del Nuevo Mundo acuñadas en las lenguas germánicas septentrionales: el danés, el islandés, el noruego y el sueco. Se trata de nombres que tienen origen en el Caribe, en México y en la zona andina, y que llegaron a realizar un largo viaje que empezó allende del mar y que terminó en las tierras septentrionales de Europa: en Dinamarca, en Suecia, en Noruega y en Islandia.

2.  Maíz, patata y tomate Las voces seleccionadas, maíz, patata y tomate, se pueden considerar de empleo general en las lenguas receptoras, las lenguas nórdicas. Han llegado a integrarse plenamente en esos idiomas, lo cual permite reconocerlas como préstamos consolidados. 1  El estudio en el que se basa este capítulo ha sido posible gracias al apoyo del Fondo Rannsóknasjóður Háskóla Íslands, de la Universidad de Islandia.

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Como es sabido, las palabras que nos ocupan proceden de diversas lenguas amerindias. Maíz es voz antillana, probablemente del arahuaco insular (taíno). Patata surge, según unos estudiosos, del cruce de dos palabras: por un lado de la voz arahuaca batata, y, por el otro, del quechua, o aimara, papa (Buesa Oliver y Enguita Utrilla 1992: 106); según otros es la alteración del tainismo batata (Kluge 1999: 429; Henríquez Ureña 1938: 16). Y tomate, la tercera voz objeto de nuestro estudio, es de origen náhuatl. Esas voces se documentan por primera vez en el español en el periodo que abarca los años desde finales del siglo xv hasta mediados del siglo xvi. La fuente de primera documentación de maíz es la Relación del tercer viaje de Colón, viaje realizado en 1498 (CORDE). En el siglo siguiente, el vocablo aparece en distintos textos cronísticos redactados en España. Batata tiene registro desde 1516, fecha en que aparece en el libro de Pedro Mártir de Anglería: Décadas de Orbe Novo, escrito en latín. Posteriormente es recordada por otros cronistas: figura por ejemplo en la Suma de geografía de Fernández de Enciso, de 1519, y en el Sumario de la natural Historia de Fernández de Oviedo, de 1526 (CORDE). Del término papa hay, por otra parte, documentación desde 1540, fecha en la que se recoge en la obra Instrucción impartida por Francisco Pizarro y fray Vicente de Valverde a Diego Verdejo para regirse… de Francisco Pizarro; se documenta en la Crónica del Perú de Pedro de Cieza León, impresa en 1553, y consta asimismo en otras crónicas y textos de la época (CORDE; Alvar Ezquerra 1997; Buesa Oliver y Enguita Utrilla 1992). La forma patata aparece ya en textos del siglo xvi con el valor de ‘tubérculo� (CORDE). Puede que se trate de un error ortográfico por parte de los cronistas y escribas, pues en lugar de escribir el significante con la oclusiva bilabial sonora /b/ escriben la palabra con la sorda /p/. Y la tercera voz que nos ocupa, tomate, es atestiguada en el español desde mediados del siglo xvi. La encontramos en la obra de Bernardino de Sahagún de 1576-1577, se recoge en la Apologética historia de Bartolomé de Las Casas, escrita antes de 1566, y en la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España de Bernal Díaz del Castillo, compuesta después de 1568, así como en muchos otros textos cronísticos (CORDE; Alvar Ezquerra 1997; Buesa Oliver y Enguita Utrilla 1992). Estas voces han tenido amplia difusión, de modo que se encuentran en muchas lenguas de cultura. Se documentan en francés, alemán, italiano e inglés en el siglo xvi y el xvii, y a partir del siglo xvii

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y el xviii las hallamos en textos escritos en las lenguas nórdicas —danés, islandés, noruego y sueco—, tal como veremos a continuación. 2.1  Maíz Ya en su primer viaje a las Indias, Colón se trae de vuelta, entre los productos agrícolas americanos, el maíz. El cultivo de este cereal se difunde en la Península Ibérica, luego cruza fronteras y llega a los países vecinos, donde no tardará en cultivarse. En siglos posteriores, el maíz figura como planta ornamental en los jardines de la nobleza en el centro y norte de Europa, y se usó como forraje destinado al ganado. Sabemos que en el siglo xix el maíz ha llegado a formar parte de la dieta de los nórdicos, pues en Islandia, por ejemplo, se informa de que en la primera mitad del siglo xx se solía hacer un tipo de tortitas de harina de maíz denominadas maíslummur (ROH). Tanto es así que, en el siglo xxi, este producto vegetal forma parte inseparable de la vida no solo de los islandeses sino también de los demás nórdicos, muchos de los cuales desayunan copos de maíz, almuerzan tortillas de maíz, al cine no van si no es con las clásicas palomitas y en sus barbacoas de verano no puede faltar la mazorca de maíz. En las lenguas receptoras europeas, el trigo americano ha sido denominado de diversas maneras; así, se han documentado nombres como trigo o grano de las Indias, grano turco, trigo turco, trigo indiano y grano de Turquía2. Estas denominaciones se encuentran incluso en documentos nórdicos, junto con maíz, voz tomada de los indígenas en el Caribe a finales del siglo xv, que hoy figura en las lenguas nórdicas con el valor de ‘planta’ y ‘grano’. 2.1.1 Danés: majs [ˈmɑjˀs] Desde el siglo xvii hay noticias en Dinamarca tanto del tyrkisk korn, ‘grano turco’, como del indiansk korn, ‘grano indiano’. Las primeras documentaciones de estos significantes para el maíz se encuentran en traducciones de libros de geografía, literatura de viajes y tratados científicos y naturales, así 2  La denominación botánica Frumentum turcicum y las denominaciones dadas en distintas lenguas europeas tras la introducción del maíz en el Viejo Mundo indican la creencia general de que el cereal procedía de oriente (Pardo Tomás y López Terrada 1993: 146).

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como en diccionarios y enciclopedias. En el diccionario de Matthias Moth, de fines del siglo xvii y principios del xviii, figura por ejemplo tyrkisk korn y tyrkisk hvede3, ‘grano, cereal turco’, seguido de una definición enciclopédica de la planta Zea mays4 y su fruto (Moth 1700: 233r). No se descarta que la palabra indoamericana haya pasado al danés a través del alemán en el siglo xvii, dado que el primer registro de la voz se fecha en 1641, cuando se recoge bajo las formas de mays y maiz en la obra Geographia Historica Orientalis, publicada en Århus, Jutlandia, por el impresor danés Hans Hansen Skonning. Y dicha Geographia parece ser una traducción y adaptación de varios textos alemanes publicados en el siglo xvi y a principios del siglo xvii. Ahora bien, en la traducción de Skonning leemos que mays es ‘tipo de harina’ (545); en otro lugar que es ‘centeno’ que ‘alguna gente llama grano de Guinea’ (Hansen Skonning 1641: 728), y también se informa de que los indígenas hacen pasteles de “Mays (it slags korn)”, es decir, de ‘maíz’ y, entre paréntesis, aparece una glosa explicativa: ‘un tipo de grano’ (534). En el primer decenio del siglo xviii topamos con las formas maitz y mais, en relatos de viajes y en obras traducidas del inglés y del francés; la forma actual es majs, con registro desde 1801 de acuerdo con la información ofrecida por las obras lexicográficas danesas (ODS; DO). La voz amerindia se ha asimilado de tal manera que la forma en singular indefinido es en majs, ‘maíz’, y en definido es majsen, ‘el maíz’; majser y majserne son las formas de indefinido y definido plural, respectivamente5. Los compuestos formados por la voz prestada, prueba de su arraigo en la lengua receptora, suman en el danés más de dos decenas, y algunos ejemplos destacados son: majsdyrkning, ‘cultivo de maíz’, majsmark, ‘maizal’, majsbrændevin,

3  También tyrkesk byg, ‘cebada turca’. En el diccionario de Moth figuran además las denominaciones Manne-korn, ‘grano para humanos’, Himmel Korn, ‘grano celeste’, para el Frumentum turcicum. 4  En el artículo aparece Frumentum turcicum. 5  Conviene observar que los determinativos indefinidos preceden al sustantivo en singular; el artículo definido se pospone y aparece aglutinado al vocablo. Lo mismo ocurre en las formas de plural, pues se marcan mediante terminaciones o desinencias. Esta es la forma general de las lenguas danesa, sueca y noruega. En islandés, además, se declinan los sustantivos y los adjetivos en los cuatro casos que posee la lengua.

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‘aguardiente de maíz’, majsgrød, ‘polenta’, majsbrød, ‘pan de maíz’, majsgul, ‘amarillo’, sukkermajs, ‘maíz dulce’, y majsøl, ‘chicha’ (ODS). 2.1.2 Sueco: majs /majˀs/ En el siglo xvii, la voz amerindia maíz, se documenta en la correspondencia personal, en tratados sobre agricultura y en relaciones escritas desde la Nueva Suecia6. En sueco encontramos, igual que en el danés, el alemán y otras lenguas europeas, las denominaciones indiskt korn, ‘grano indio’, indianskt korn, ‘grano indiano’, välskt korn, ‘grano del sur’7, indiskt vete, ‘harina india’, indianskt vete, ‘harina indiana’, y turkiskt vete, ‘harina turca’ (SAOB). El primer registro de la voz amerindia con el valor de ‘fruto’ se fecha en 1640, cuando aparece bajo la forma macis en las cartas y escritos del canciller Axel Oxenstierna. En el periodo que abarca los años desde 1644 hasta 1786 se documentan las formas magis, maiis, maijs y maijss, con el significado de ‘planta’, y las de mais o mays aparecen en alguno que otro texto publicados desde 1671 hasta el siglo xix. No es hasta 1806 cuando aparece la forma actual, majs (SAOB). No descartamos que la voz haya pasado a la lengua sueca por dos vías: a través del alemán y por medio del inglés. La palabra amerindia se ha adaptado a la lengua receptora de modo semejante a lo ocurrido en danés. Así, en singular indefinido la forma es en majs, y su singular definido es majsen. Otra señal de la asimilación del antillanismo en la lengua sueca es el número de compuestos formados con esta voz amerindia, por un lado, y una voz autóctona, por el otro. Pueden mencionarse como ejemplos de este tipo de composición: majsfält, ‘maizal’, majsgröt, ‘polenta’, majskolv, ‘mazorca’, y majspannkaka, ‘tortilla’ (SAOB). 2.1.3 Noruego: mais [mɑɪ̯ s] Este indigenismo americano se encuentra en la lengua noruega bajo la forma mais. La palabra penetró en la lengua a través del español, de acuerdo 6  Nya Sverige, o Nueva Suecia, fue una colonia sueca en la costa oriental de Norteamérica, fundada hacia mediados del siglo xvii. 7  Välsk suele usarse para expresar ‘lo ajeno’, ‘lo del sur’, incluso ‘lo que viene de Francia o Italia’ (SAOL).

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con la información brindada por las fuentes consultadas. No descartamos, sin embargo, que haya penetrado en el noruego a través del danés y otras terceras lenguas. En cualquier caso, mais tiene registro en el noruego bokmål desde el siglo xviii (1796-1798), cuando se recoge en una revista de topografía (Topografisk Journal) (NLI). Y en noruego nynorsk existe desde el siglo xix (NLI). La palabra se ha adaptado a la gramática del noruego bokmål de tal manera que en mais es ‘un maíz’, y maisen, ‘el maíz’, en singular indefinido y definido, respectivamente. Y en plural las formas son maiser y maisene. Compuestos de este vocablo amerindio en la lengua noruega bokmål son, por ejemplo, maisgraut, ‘polenta’, maiskolbe, ‘mazorca’, y maismel, ‘harina de maíz’ (BOB). En cuanto al noruego nynorsk, el singular es ein mais, ‘un maíz’, y maisen ‘el maíz’; el plural maisar y maisane. Los compuestos son parecidos a los del noruego bokmål: maiskolbe, ‘mazorca’, y maisgraut, ‘polenta’, son algunos ejemplos (NOB). 2.1.4 Islandés: maís [ma:is] En fuentes islandesas del siglo xviii hay testimonios de trigo turco y grano turco, grano indio, grano indiano, e incluso maíz, lo cual nos permite deducir que en esa época algunos isleños ya conocían el referente. De acuerdo con la información que ofrece el fichero del Instituto Lexicográfico islandés (ROH), el primer registro de la voz estudiada se recoge en la traducción de una biografía danesa publicada en Islandia en 1756, en la que consta bajo la forma de mahiz. Interesa mencionar que en el mismo texto se ofrece explicación del vocablo, pues, se aclara que mahiz es Tyrkneskt hveiti, ‘trigo turco’ (ROH). En la revista islandesa Rit þess Islendska Lærdóms-Lista Felags, del mismo siglo, se habla de “índískri Korntegund, er nefnist Mays”, ‘trigo indiano, llamado maíz’ (ROH). Resulta imprescindible señalar en este punto que en un manuscrito conservado en la Biblioteca Real de Copenhague, traducción de la obra del danés Hans Hansen Skonning, mencionado más arriba, figura esta voz amerindia, hecho que nos permite fijar la fecha de primera documentación del vocablo en un texto islandés de 1676. El texto traducido es un fiel reflejo del danés, de modo que la voz amerindia se recoge bajo las formas mays y maiz, igual que en danés. Así, en un capítulo se lee que: “Þeir hafa eitt slags Rúg,

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sem þeir neffna Maiz, sumer kalla það Gvÿneiskkt Korn”; es decir que ‘tienen un tipo de cebada que llaman maíz, alguna gente lo llama grano de Guinea’ (Hansen Skonning 1676: 219r). En el siglo xix y en el xx, la voz estudiada aparece con las grafías mais, majs y maís, forma, la última, que ha quedado como la definitiva en la actualidad (ROH). Maís, sustantivo masculino, se ha adaptado de manera perfecta a la estructura de la lengua islandesa y se declina en los cuatro casos del singular de la lengua. La forma en indefinido es maís y en definido maísinn. En islandés se han creado más de medio centenar de compuestos de los que forma parte esta voz amerindia. Como ejemplos aportamos los siguientes: maísgrautur, ‘polenta’, maísrækt, ‘cultivo de maíz’, maísstappa, ‘puré de maíz’, maískjarni, ‘grano de maíz’, maískaka, ‘pastel de maíz’, y maísmjöður, ‘aguardiente de maíz’ (ROH). 2.2  Patata En el siglo xvi, los españoles introdujeron la patata en Europa. Su cultivo se expandió de forma gradual hacia el norte del continente, de modo que en el siglo xvii se tiene ya noticia de su entrada en los Países Nórdicos. Lo cierto es que desde ese mismo siglo hay documentación acerca del tubérculo del Perú, un vegetal que, no obstante, los nórdicos se negaron a cultivar y a comer hasta bien entrado el siglo xviii. La razón de su rechazo fue la creencia general de que el vegetal causaba todo tipo de enfermedades y, además, no era comida digna para el ser humano (Buhl 2008: 50; Schjellerup 1992: 88), actitud que ilustra bien un suceso del que da cuenta Carl von Linné en 1749. El científico naturalista narra en su escrito la sorpresa al enterarse de que en un lugar de Suecia la servidumbre se negaba a comer patatas, y cuán mayor fue la sorpresa al ver que los cerdos, a los que decidió echar patatas, tampoco las querían (Kyrre 1913: 16. Citado en Schjellerup 1992: 88). A pesar del esfuerzo por parte de las autoridades, resultó difícil convencer a los nórdicos del valor y el beneficio de la patata, pues la consideraban, efectivamente, alimento de cerdos. En esta época fueron sobre todo los párrocos los que intentaron promover el cultivo y el consumo del vegetal entre la población, sobre todo con el objetivo de afrontar las épocas de carestía y hambruna que sufría la población cada cierto tiempo.

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Hoy en día el tubérculo es ampliamente cultivado en estas zonas, y sin duda a la comida tradicional de esos países pertenece la patata, tubérculo que probablemente terminó contribuyendo, en tiempos pasados, a la desaparición del escorbuto de esos territorios norteños. 2.2.1 Danés: potet [poˈtεˀt] Apenas hay mención de la patata en Dinamarca hasta finales del siglo xvii o principios del siglo xviii. Se comenta en el Herbarium del farmacéutico Joachim Burser de 1630. Y en un documento del mismo siglo se informa de que en una fiesta celebrada en 1687, en el ayuntamiento de Køge, Selandia, se servía fruta fresca y potteter, ‘patatas’ (Korsgaard 2010). En la década de 1720, la introducen emigrantes franceses quienes, según Schjellerup (1981: 90), pueden considerarse los primeros cultivadores del vegetal americano en el país. Hacia 1760, con el fin de cultivar el páramo de Jutlandia, también llegan emigrantes alemanes cuya base alimenticia era la patata; de ahí que fueran llamados alemanes de patata por los daneses, y el vegetal llegó a denominarse den tyske klump, ‘la pella alemana’ (Schjellerup 1992, 2008a; Hellvik 2008). Otros nombres para el tubérculo en aquel entonces son jordæble, ‘manzana de la tierra’, jordpære, ‘pera de la tierra’, probablemente tomados del alemán Erdapfel y Erdbirne, respectivamente. Se trata de denominaciones que se atestiguan en danés desde el siglo xvii (ODS; Moth). La denominación amerindia del vegetal que nos ocupa no aparece en el diccionario de Otto Kalkar, obra que cubre el periodo desde 1300 hasta 1700 (Kalkar 1881-1918). Por otra parte, figura en el diccionario histórico Ordbog over det danske sprog (ODS), que incluye el léxico danés desde 1700 hasta 1950. Según este diccionario, la voz se documenta por primera vez en la lengua danesa bajo la forma Potatos en 1727, fecha en que aparece en la revista Nye tidender om lærde sager. A continuación, el mismo diccionario nos brinda información sobre las distintas formas en que aparece la palabra en diversas obras escritas en el siglo xviii. Así por ejemplo, en Almindelig Historie over Reiser til Lands og Vands, una colección de relatos de viajes traducida del inglés en el periodo que abarca los años de 1748 a 1762, aparece la forma potatoes (1749). En la misma obra topamos con las formas patatas (1749), papas y patater (1760) (VV. AA. 1749: 550, 184; 1760: 418, 484). En el libro

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del naturalista francés Valmont de Bomare, traducido al danés por Hans von Aphelen8 en los años 1767-1770, se hallan las formas patater y patatos (1769: 163). En los ejemplos ofrecidos de las dos obras citadas no queda del todo claro si se trata del cruce producido por la confusión entre el término taíno batata y el quechuismo papa, mezcla que dio patata, o si se trata directamente del tainismo batata. Cabe señalar en este sentido que el diccionario danés antes citado da batata, voz del Haití, como origen de la palabra (ODS). Deben mencionarse también las formas patet y patete con registro en la revista Danmarks og Norges oeconomiske Magazin de 1757 (ODS)9. Nos encontramos ante la misma duda al leer, en la Geographia Historica Orientales de Hans Hansen Skonning, publicada en Aarhus (Jutlandia) en 1641, patatas sin definición o glosa explicativa (Hansen Skonning 1641: 674). Esa constituye, de cualquier forma, la primera documentación del vocablo en la lengua danesa. El texto de Hansen Skonning se basa, como ya ha sido mencionado, en distintos textos alemanes de los siglos xvi y xvii (Hansen Skonning 1641). En lo que respecta específicamente a la ruta de entrada, las fuentes danesas consultadas reportan que la voz penetró en la lengua a través del inglés potato o potatoes en el siglo xviii (Hårbøl et al. 1997: 760; ODS). Sin embargo, por lo arriba dicho, queda claro que el nombre del vegetal entró por vías distintas: por la mediación del alemán, por un lado, y del inglés, por el otro. Conviene añadir, además, que en la lengua danesa se emplea desde el siglo xviii la forma kartoffel para designar ese referente, forma que procede del italiano y que penetró en la lengua a través del alemán Kartoffel, desplazando de este modo la voz amerindia. Cabe indicar, sin embargo, que en algunas zonas occidentales de Dinamarca se sigue empleando la palabra amerindia: potat(e) y potet(e)10, que en el definido singular da la forma potatten y en el plural potatter/ potatterne, y también patat y patate, con el valor de ‘patata’ (ODS).

8  Hans von Aphelen, nacido en Noruega en 1719, se presenta como noruego y danés, pues hay que recordar que en aquella época Noruega formaba parte del reino danés. 9  Otras formas que aparecen del vocablo estudiado son: potætos (1748-1762), poteser (18671871), betætter (1910-1919), botese (1898), potetes (1900), potatorødder (1748-1762) (ODS). 10  Véase el diccionario Dansk ordbog for folket de 1907 (Dahl y Hammer 1907), en el que se halla la entrada potet y la explicación de que es ‘patata’ en el jutlandés y el fionés, dialectos del danés.

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2.2.2 Sueco: potatis /pωta:tis/ Es interesante saber que ya en el siglo xvii el tubérculo se halla en el jardín botánico de Upsala. Fue el profesor de medicina y naturalista Olof Rudbeck quien la introdujo en el jardín a mediados de ese mencionado siglo (SAOB) llamándola la hierba mora del Perú11. En la misma época se la menciona en el manuscrito de Schering Rosenhane, Oeconomia, en el que se explica que el fruto de la planta se llama pera de tierra en alemán y tartufli en italiano (SAOB), denominaciones todavía utilizadas en algunos dialectos suecos (jordpäron y pantoffler, respectivamente). El nombre amerindio no se registra en sueco hasta el siglo xviii. Se documenta por primera vez en 1725 cuando se recoge con la forma pottateds en unas cartas escritas por Kilan Stobaeus12, y dos años más tarde lo encontramos bajo la forma pottatoes en un tratado de jardinería, Utförlig gårdsfogde instruction, compuesto por Erik Salander y publicado en Estocolmo en 1727. Esta última forma es similar a la que aparece en los escritos de Carl von Linné de 1734 (potatoes). En los siglos siguientes el vocablo aparece con las más variadas grafías: potatois (1769), potatos (1739-1828), potet (1749-1802), potetes (1750), potat (1777), etc. Potatis es la forma actual sueca (SAOB). Se trata de una forma basada en la voz inglesa potato que, a su vez, puede ser una deformación de la voz batata, o proceder del cruce de batata y papa que dio patata (OED). La cantidad de palabras compuestas formadas con esta voz indoamericana subraya la importancia del alimento en la dieta de los suecos, pues los compuestos contados son más de doscientos. Entre ellos encontramos, por ejemplo, potatisland, ‘cultivo de patatas’, de 1747; potatismjöl, ‘harina de patata’, de 1747; potatisfrö, ‘semilla de patata’, de 1755; potatisbröd, ‘pan de patata’, de 1772; potatismos, ‘puré de patatas’, de 1772; potatisost, ‘queso de patata’, de 1782; potatvin, ‘vino de patata’, de 1798, y potatisbrännvin, ‘aguardiente de patatas’13, de 1802 (SAOB). Peruansk nattskatta. Véase C. M. Fürst (1907): Kilian Stobaeus d.ä. och hans brefväzling. Lund. 13  En cuanto a las bebidas alcohólicas hechas de patata, interesa mencionar que a partir de mediados del siglo xviii, gracias a la condesa Eva Ekeblad, que descubrió un método para elaborar aguardiente de patatas (Du Rietz 2012), aumentó considerablemente el cultivo del tubérculo y a continuación su consumo. 11  12 

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2.2.3 Noruego: potet [pʰʊ¹tʰeːt] Del tubérculo hay mención en Noruega desde mediados del siglo xviii; y, de hecho, ya en 1760 se cultiva en el país. Topamos con varias denominaciones del vegetal que entraron en la lengua noruega probablemente por mediación de las lenguas vecinas, sueco y danés. Así, encontramos, por ejemplo, jordeple, ‘manzana de la tierra’, jordpære, ‘pera de la tierra’, y kartoffel, ‘tartufo’. Ahora bien, el indoamericanismo también hizo entrada en el noruego, lengua en la que se escribe potet (singular) y potetes (plural). Pasó al noruego con toda probabilidad en 1755 (NR: 803), a través del inglés y del español, procedente de una lengua indígena de Haití según las fuentes consultadas (BOB y NOB). No obstante, el instituto lexicográfico de la Universidad de Oslo informa de que potet es voz con registro en el noruego bokmål desde 1830, aproximadamente, fecha en que se atestigua en una obra de Henrik A. Wergeland, conocido poeta y dramaturgo noruego. En el noruego nynorsk, potet se atestigua desde 1825, cuando aparece en los escritos del sacerdote y botánico Søren Christian Sommerfelt (NLI). Sin embargo, en un texto de 1774, “Underretning for Bønder i Norge”, de Peder Harboe Hertzberg, en el que anima a los campesinos a que cultiven patatas, se encuentra la forma potatos (SNL), y de 1755 data la forma potates, que se conoce por otro entusiasta del vegetal, el comandante von Kühle en Solør (NR 1983: 803). Estos dos últimos testimonios relevantes devienen ejemplos muy interesantes en la historia del vocablo. A lo largo de los siglo xviii y xix, los párrocos y los funcionarios públicos predicaban el cultivo de la planta, y de ahí surgió en el país la denominación potetpræst, que quiere decir ‘sacerdote de patata’ (SNL; NR 1983: 806). Hoy, la patata constituye el cultivo más importante en Noruega y se cultiva incluso en el Cabo Norte, a 71 grados de latitud norte, el punto más septentrional de Europa. Potet es la voz actualmente utilizada en noruego para la planta y el tubérculo. Se ha adaptado al noruego bokmål así como al noruego nynorsk. En bokmål es en potet, ‘una patata’, y poteten, ‘la patata’, en singular; y poteter, ‘unas patatas’, y potetene, ‘las patatas’, en plural (BOB). En noruego nynorsk existe en masculino: ein potet14, ‘una patata’, y en femenino poteta15, ‘una patata’ (NOB).

14  15 

Ein potet, ‘una patata’, poteten, ‘la patata’, potetar, ‘unas patatas’, potetane, ‘las patatas’. Ei potet, ‘una patata’, poteta, ‘la patata’, poteter, ‘unas patatas’, potetene, ‘las patatas’.

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De la voz amerindia se han formado varios compuestos en la lengua receptora, prueba de su integración morfológica. Sirvan de ejemplo los siguientes: potetkake, ‘pastel de patata’, potetmos, ‘puré de patata’, potetmjøl, ‘harina de patata’, y potetplante, ‘planta de patatas’ (NR 1983: 804-805; BOB; NOB). 2.2.4 Islandés: pottetes Los primeros experimentos con el cultivo de patatas en Islandia datan de mediados del siglo xviii, cuando en Bessastaðir, a unos kilómetros de la actual capital, Reikiavik, en 1758 se cosecharon las primeras patatas islandesas. Dos años más tarde, en el oeste de la isla se cultivó jarðepli, ‘manzana de la tierra’, tal como se solía llamar el tubérculo en aquella época (Ólafsson 2008: 22; Johansen 2002; Friðriksson 1959). En Islandia, igual que en Dinamarca, se emplea la forma kartafla, que procede, como ya ha sido mencionado, del italiano; pasó al islandés a través del danés que, a su vez, la había tomado del alemán Kartoffel. Cabe señalar, no obstante, que en fuentes de los siglos pasados se encuentra la forma amerindia. Por ejemplo, en una carta escrita en 1670, el alcalde Gísli Magnússon pide a su hijo Björn, entonces estudiante en Copenhague, que le envie pottetes inglesas porque quiere cultivarlas en la huerta de su granja (Helgason 1966: 161). Gísli Magnússon fue uno de los primeros cultivadores de la patata en la isla, y cultivó de hecho todo tipo de vegetales. Debió de conocer el cultivo de patata durante sus viajes y estancias en Holanda, Inglaterra y Copenhague en los años de 1643 a 1646. 1676 es la fecha de otro texto en el que figura la palabra bajo la forma patatas. Se trata de la traducción al islandés del ya mencionado libro de Hans Hansen Skonning, Geographia Historica Orientalis (Hansen Skonning 1676: 199v). En Islendsk Urtagards Bok Søfnud og samannteken Bændum og Alþydu aa Islande til reynslu og nota, texto sobre el cultivo de distintos vegetales en Islandia, entre otros la patata, escrito por Ólafur Olavius y publicado en Copenhague en 1770, topamos con las formas potetur, potatos, potater y pateter para el tubérculo en cuestión, y la forma en dativo: potetum, y en plural definido: poteturnar (Olavius 1770: 56-60).

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Hacia finales del siglo xviii, los daneses llevan patatas a los puertos islandeses, y junto al producto entra definitivamente la voz kartafla, (‘tartufo’), el nombre actualmente utilizado para el tubérculo andino. 2.3  Tomate Desde finales del siglo xix y principios del xx, se cultivan tomates en todos los países nórdicos, e Islandia es probablemente la zona más norteña a nivel mundial donde se cultiva esta planta americana. En el centro Hveravellir, en Reykjahverfi, a unos cien kilómetros del círculo polar ártico, se cultivan patatas desde 1911, y tomates, pepinos, pimientos y otros vegetales en invernaderos desde 1933. La voz tomate, con el valor de ‘planta’ y su ‘fruto’, se encuentra en todas las lenguas nórdicas, a las que ha pasado a través del alemán o del francés. El danés sirvió de lengua transmisora para que entrara en la lengua islandesa y probablemente también en la noruega. Es un vocablo que encontramos incluido en los diccionarios generales de las lenguas receptoras desde el siglo xx. 2.3.1 Danés: tomat [toˈmæˀd] El tomate se introduce en Dinamarca en la segunda mitad del siglo xviii. Al principio se cultivó como planta ornamental cuyo fruto se solía llamar kærlighedsæble, ‘manzana de amor’, tal como leemos en la traducción al danés de un libro sueco sobre jardinería que se publicó en Copenhague en 1762. El libro, escrito por Peder Lundberg, se titula en danés Den rette Have-Dyrkning, eller Kort Underretning om, hvorledes Kiøkken, Frugt Urt og Lyst-Haver tilligemed Orangerier og humlehaver bør anlægges, pleyes og vedligeholdes… (ODS). Para el mismo referente encontramos también las denominaciones paradisæble o ‘manzana paradisíaca’ y elskovsæble ‘manzana de amor’ (ODS). En aquella época era creencia general que el fruto era venenoso, razón por la que no se consumió hasta finales del siglo xviii. No será hasta finales del siglo xix o principios del siglo xx cuando la planta empiece a cultivarse para el consumo de su fruto; y en esa misma época se fija su nombre amerindio en el danés, lengua en la que ya se ha adaptado formal y semánticamente. Como hemos recordado antes, en danés el artículo se antepone en singular indefinido y se pospone como sufijo en las formas definidas y en plural, así

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que las formas danesas en este caso son: en tomat para ‘un tomate’ y tomaten para ‘el tomate’. Tomater es ‘unos tomates’ y tomaterne, ‘los tomates’. La denominación tomate se registra en los años 1767 a 1770, en la traducción de un texto francés. Se trata de la enciclopedia de historia natural confeccionada por el francés J. Ch. Valmont de Bomare en los años 1764-1768, obra traducida por Hans von Aphelen y publicada en Copenhague bajo el título de Den almindelige Natur-Historie (ODS 1975: 149; Aphelen 1767-1770). La forma actual tomat se convirtió en la de uso general en el siglo xix. Los diccionarios etimológicos daneses consultados informan, para esta palabra, de un origen indoamericano prehispánico, aunque no mencionan la lengua transmisora (PEOB 2000: 632; PNE 2000: 1421). En cualquier caso, por lo arriba dicho, la voz parece haber pasado a la lengua a través del francés. En danés encontramos más de dos docenas de compuestos formados a partir del préstamo indoamericano, tales como tomatsuppe, ‘sopa de tomate’, tomatsovs, ‘salsa de tomate’, tomatfarve, ‘color tomate’, y tomatrød, ‘rojo’, etc. (ODS). 2.3.2 Sueco: tomat /tωma:t/ Desde el siglo xvii, el vegetal se encuentra en Suecia, país en el que se ha llegado a denominar guldäpple, ‘manzana de oro’, kärleksäpple, ‘manzana de amor’, paradisäpple, ‘manzana paradisíaca’, solanäpple y solonäpple, formas probablemente creadas a partir del alemán solanapfel de su nombre científico Solanum lycopersicum Linn (SAOB). Encontramos estas denominaciones en el libro Speculum botanicum de Johannes Franck —considerado el primer botánico sueco—, publicado en Upsala en 1638 y de nuevo en 1659, aumentado y revisado. En este libro el autor da cuenta de las plantas encontradas en Suecia, lo cual nos permite constatar que el tomate se encontraba en el país ya en el siglo xvii (Franck 1973). La forma actual, tomat, se registra en la lengua sueca en 1852, pero aparece por primera vez en 1761 con la grafía española: tomate, cuando se recoge en la correspondencia del botánico Carl von Linné con Calströmer (SAOB). De acuerdo con las fuentes consultadas, el indoamericanismo penetró en la lengua a través del alemán (Hellquist 1970: 1202) o el francés (NEO 1996/2004: 347).

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La voz amerindia se ha adaptado al sistema gramatical de la lengua sueca; así la forma en singular es en tomat para ‘un tomate’, y tomaten ‘el tomate’; el plural indefinido es tomater, ‘unos tomates’, y el definido es tomaterne, ‘los tomates’. En el sueco existen varios compuestos de los que forma parte el préstamo estudiado, como tomatplanta, ‘planta de tomate’, tomatsoppa, ‘sopa de tomate’, tomatsås, ‘salsa de tomate’, e incluso el préstamo tomatsalsa e.d. ‘salsa de tomate’, por mencionar algunos ejemplos. A partir de la base se ha derivado el verbo tomatisera, que quiere decir ‘sazonar con puré de tomate’ (SAOB). 2.3.3 Noruego: tomat [tʰʊ¹maːt] En Noruega tenemos noticias del vegetal americano desde mediados del siglo xix, cuando en 1855, en una exposición en Oslo, se presentó a los noruegos; hacia finales del mismo siglo y a principios del siglo xx ya se cultivaba en el país (Brandslet 2001). En 1897 aparecen tres recetas con tomates en el recetario de Olaug Løken, Madstel og Husstel for almindelige Husholdninger, lo cual indica que, en efecto, se consumía en el país a finales del siglo xix (Løken 1897). Es interesante mencionar que en Noruega tuvo lugar la llamada Tomatkrigen (‘guerra de tomates’), cuando en 1946 los trabajadores portuarios de Oslo se negaron a descargar el buque Dicto, recién arribado de las islas Canarias con mercancía para Noruega y Dinamarca. Entre otros productos, el Dicto llevaba 220 toneladas de tomates. Las amas de casa de la capital noruega decidieron descargar ellas mismas el barco y cargaron 22.000 cajas de tomates maduros a tierra. Pasados unos días se podían comprar tomates en los supermercados de la ciudad. Explicaron que con ello no querían expresar su apoyo al régimen de Franco, sino que se trataba de una cuestión de simple sensatez: de salvaguardar la comida (Johansen 2014). Acerca de la ruta de entrada de la palabra en este caso, algunos expertos noruegos sostienen que la lengua canalizadora para que el vocablo llegara al noruego fue o el francés o el alemán (NR 1983: 2806); otros afirman que ha pasado del español al francés, y de este idioma al alemán, y de ahí al noruego (BOB; NOB). Por nuestra parte, creemos más plausible la hipótesis de que el danés haya servido de lengua transmisora para que la voz entrara en el noruego. Tomat figura en el noruego nynorsk desde 1909, fecha de su

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documentación en el diccionario danés-noruego de Schjøtt, y en 1888 aparece en el bokmål, cuando se registra en un libro de cocina de acuerdo con la información brindada por el fichero del Instituto Lexicográfico de la Universidad de Oslo (NLI). La voz con las desinencias en noruego bokmål es en tomat y tomaten, indefinido y definido singular, respectivamente; y en plural es tomater y tomaterne (BOB). Y en el noruego nynorsk es ein tomat, tomaten (indefinido y definido singular); tomatar y tomatane (indefinido y definido plural) (NOB). En el noruego, tanto el bokmål como el nynorsk, existen varios compuestos de los que forma parte la voz amerindia. Sirvan de ejemplo los siguientes: tomatsaft, ‘zumo de tomate’, tomatsaus, ‘salsa de tomate’, tomatsuppe, ‘sopa de tomate’, y tomatfarga, ‘rojo’ (BOB; NOB). 2.3.4 Islandés: tómatur [tʰou:ma:tʏr] En Islandia se empiezan a cultivar tomates en invernaderos en las primeras décadas del siglo xx, según informa el periódico Tíminn el 7 de noviembre de 1925. En un artículo de este periódico se habla del cultivo de tómötur, ‘tomates’, que resulta interesante, pues la voz se escribe en femenino plural, cuya forma nominativa singular es tómata, ‘un tomate’ (Ásgeirsson 1925: 1939). Interesa mencionar también que al fruto de la planta se le dio el nombre islandés rauðaldin, ‘fruto rojo’, denominación que encontramos, junto con la forma danesa tomater e islandesa tómata, en la primera mitad del siglo xx. Actualmente no usamos la denominación islandesa del vegetal, que figura, sin embargo, en los diccionarios actuales de la lengua con la definición de ‘tomate’ (ÍOM 1985; ÍO 2002). Según el lexicógrafo Blöndal Magnússon, la voz amerindia tómat(i), que pasa al islandés a través del danés y el francés, se documenta en la lengua desde el siglo xviii (ÍOS 1989: 1052). El ejemplo más antiguo encontrado en el fichero del Instituto Lexicográfico de la Universidad de Islandia data, sin embargo, de 1897; se recoge en Kvennablaðið, revista en la que aparece bajo la forma danesa tomater ‘tomates’ (ROH). El indoamericanismo prehispánico se ha adaptado a la gramática islandesa y actualmente se emplea la forma masculina tómatur. El préstamo se declina en los cuatro casos que tiene la lengua islandesa de la siguiente manera:

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Indefinido

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Definido

Singular

Plural

Singular

Plural

Nominativo

tómatur

tómatar

tómaturinn

tómatarnir

Acusativo

tómat

tómata

tómatinn

tómatana

Dativo

tómati

tómötum

tómatinum

tómötunum

Genitivo

tómats

tómata

tómatsins

tómatanna

En la lengua existen varias decenas de compuestos formados, por una parte, con el préstamo estudiado y, por la otra, con una voz autóctona. Se pueden mencionar, por ejemplo, tómatarækt, ‘cultivo de tomates’, tómatafræ, ‘semilla de tomate’, tómatsósa, ‘salsa de tomate’, tómataframleiðsla, ‘producción de tomates’, y tómatsúpa, ‘sopa de tomate’ (ROH).

3.  Consideraciones finales Así pues, a modo de resumen, podemos decir que en el proceso de incorporación de las tres voces amerindias se ha podido observar que maíz, voz probablemente taína, se documenta en la lengua española a finales del siglo xv; pasa al francés, italiano, alemán, inglés y holandés, lenguas en las que tiene registro en el siglo xvi; y después maíz aparece en las lenguas nórdicas al registrarse en diversos textos publicados en el periodo comprendido entre el siglo xvii y el xviii. El trayecto que la voz siguió, desde el Nuevo Mundo hasta el norte de Europa, duró entre un siglo y medio, en el caso del danés, sueco e islandés, y tres siglos, en el caso del noruego bokmål. El tainismo batata se atestigua en textos cronísticos en la primera mitad del siglo xvi, y el quechuismo, o aimarismo, papa tiene registro en la lengua española en ese mismo siglo; en los siglos xvi y xvii, los vocablos pasan a otras lenguas europeas que luego ejercieron de transmisoras para que patata entrara en las lenguas nórdicas en los siglos xvii y xviii. El vocablo, desde el Nuevo Mundo hasta el norte del Viejo Mundo, se tomó en su recorrido alrededor de un siglo en el caso del danés, islandés y sueco, y poco más de dos siglos en el caso del noruego.

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Tomate, de origen náhuatl, se atestigua en el español en el siglo xvi; a través del español penetra en francés, alemán, inglés y holandés en esa misma centuria; son lenguas que sirvieron de canalizadoras para que el vocablo pasara a las lenguas nórdicas, en las que tiene documentación en los siglos xviii y xix. El viaje de tomate, desde América hasta el norte de Europa, se prolongó entonces dos siglos en el caso del danés y sueco, y tres siglos, en el caso del islandés y noruego. Podemos hacer constar que, a pesar de su largo viaje, los vocablos amerindios maíz y tomate apenas han cambiado, formal y semánticamente, en las lenguas receptoras. Patata, por otra parte, entra en el sueco y el noruego ya alterada, debido a la influencia de las lenguas transmisoras, sobre todo del inglés. Las formas potatis y potet se encuentran incluidas en el sueco y el noruego, respectivamente. Potet y potete, así como patat, y patete, son de uso en varios dialectos daneses (ODS). En el danés general y en el islandés, el vocablo amerindio fue desplazado por el significante italiano tartufoli, que dio Kartoffel en alemán, kartoffel en danés y kartafla en islandés. La confusión inicial en la denominación de varios tubérculos americanos que circulaban en Europa en los siglos posteriores al descubrimiento del Nuevo Mundo, por un lado papa (Solanum tuberosum) y batata (Ipomæa batata) y por otro tartufo, termina por dar la forma alterada patata, el nombre mayormente utilizado para el tubérculo Solanum tuberosum. La forma derivada de tartufo se encuentra en danés (kartoffel), islandés (kartafla), alemán (Kartoffel), ruso (kartofel), rumano (cartof) y en algunos otros idiomas europeos.

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El búlgaro pertenece a la rama meridional-oriental de las lenguas eslavas, subgrupo de la familia de las lenguas indoeuropeas. Y a pesar de que en lo morfosintáctico se encuentra bastante alejado de las demás lenguas eslavas, en lo que se refiere a su acervo léxico, se considera que alrededor de dos terceras partes tienen su origen en la lengua protoeslava (Radeva 2017: 268-272). Al léxico doméstico pertenecen también el heredado de la lengua de los tracios, de la lengua de los protobúlgaros (que llegaron a la Península Balcánica a finales del siglo vii y establecieron el Primer Imperio Búlgaro) y del eslavo eclesiástico. La llegada de préstamos a la lengua búlgara es consecuencia de los contactos políticos, sociales, económicos y culturales en los distintos períodos de nuestra historia. Los primeros préstamos provienen del griego debido a la adopción del cristianismo ortodoxo y la traducción de libros litúrgicos. La influencia griega es aún más fuerte durante el dominio bizantino, en los siglos xi-xii. La lengua que ha ejercido una influencia particularmente destacada sobre el búlgaro es el turco, debido a los casi quinientos años de poder osmanlí. Se trata de préstamos relacionados con la vida cotidiana y con el desarrollo de la artesanía y el comercio. Pero ya a finales del siglo xix empieza un proceso de arcaización y peyorización de los vocablos de origen turco. En distintas etapas de su desarrollo el búlgaro entra en contacto con el ruso. En el siglo x la Rus de Kiev adopta el cristianismo ortodoxo y empieza a servirse de los libros litúrgicos escritos en búlgaro antiguo. A partir del siglo xviii y principios del siglo xix, el búlgaro antiguo, tras haber sufrido una corrección fonética rusa, ejerce una influencia en sentido opuesto: de Rusia a Bulgaria. Esta lengua, definida como eslavo eclesiástico, tiene un papel muy importante en la formación del búlgaro estándar actual (Krumova-Tsvetkova 2013: 193-195).

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En lo que sigue, comentaré la incorporación al búlgaro de tres vocablos relativos a la alimentación: kakao ‘cacao’, domat ‘tomate’ y kartof ‘patata’. Los dos primeros, aunque indirectamente, provienen del español. Lo más probable es que esta incorporación indirecta se debe a la gran distancia, tanto geográfica como cultural, entre Bulgaria y España (Krumova-Tsvetkova 2013: 168) en la época de la llegada de estos alimentos a Europa. Según un estudio de Petkanov sobre los préstamos españoles y portugueses (1979: 254, en Krumova-Tsvetkova 2013: 168), las vías de penetración de palabras españolas a nuestra lengua son las siguientes: español → italiano → turco, griego → búlgaro español → francés → búlgaro español → holandés (o alemán) →ruso → búlgaro La primera vía es característica de mediados del siglo xviii; las otras se dan en épocas más tardías, cuando la influencia del francés y del ruso sobre las lenguas europeas se intensifica (Krumova-Tsvetkova 2013: 168). En todos los casos se trata de préstamos plenamente integrados en nuestra lengua1: además de una adaptación fonética y gráfica, se ha llegado a una adaptación morfológica, en cuanto sirven de base para la formación de derivados y compuestos, y a una adaptación semántica, ya que se trata de palabras polisémicas.

1.  Kakao (какао) Esta palabra llegó al búlgaro a través del griego moderno, κακάο(ν), proveniente del italiano cacao, préstamo este del español cacao que, a su vez, proviene del azteca cacahuatl. La primera documentación del vocablo en búlgaro 1  Otaola Olano (2004: 78-79) establece varios grados de adaptación de un préstamo. La autora señala los criterios que se han propuesto para determinar la plena integración de los préstamos léxicos: fonéticos, gráficos, morfosintácticos (la formación de derivados), semánticos (el préstamo se torna polisémico). Por su parte, Radeva considera que los préstamos formados según los modelos derivacionales de la lengua receptora facilitan su integración en ella (2017: 220-221).

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data del año 1835 con el significado de ‘polvo de los granos asados del árbol Theobroma cacao’ y ‘bebida de este polvo’ (DELB). En el idioma actual con esta palabra se designan el árbol, su fruto, el polvo y la bebida (DLB). En cuanto a su incorporación a nuestra lengua, el vocablo ha servido de base para la creación de un adjetivo con el sufijo -ov: kakáov ‘de cacao’. Este adjetivo se usa para designar lo que es de la planta cacao: kakáovi zarná ‘granos de cacao’, kakáovi listá ‘hojas de cacao’; lo que contiene árboles de cacao: kakáovi gorí ‘bosques de cacao’, kakáovi plantátsii ‘plantaciones de cacao’; lo que está relacionado con el cacao: kakáovi darzhavi ‘países de cacao’, kakáovi firmi ‘empresas de cacao’; lo que está hecho del fruto o del polvo del cacao: kakáovi izdelia ‘productos de cacao’, kakáov praj ‘polvo de cacao’, kakáovo pitié ‘bebida de cacao’ (DLB). Además, este adjetivo forma parte de varios compuestos sintagmáticos: kakáova mélnitsa/kakáov valts, literalmente ‘molino de cacao’/‘rodillo de cacao’, ‘utensilio mecánico para moler los granos de cacao’; kakáovo darvó ‘árbol del cacao’; kakáovo masló ‘manteca de cacao’; kakáov chay ‘infusión de cacao’ (DLB).

2.  Domat (домат) El vocablo aparece documentado por primera vez en el semanal búlgaro Vremia, del 21 de agosto de 1865 (DLB), que se publicaba en Estambul. Según el Diccionario etimológico, la palabra domat llegó al búlgaro desde el español (tomate) o del francés (tomate) a través del turco domates o del griego domata [ντομάτα], préstamo este, a su vez, de la lengua turca (DELB). En cuanto a la vía turca o griega, Mladenova (2016: 45-46) considera que se trata de una palabra que proviene del turco y que los mediadores en este proceso son los búlgaros musulmanes de la región de Krumovgrad (ahora en el sur de Bulgaria). Además de este vocablo, el Diccionario etimológico registra los dialectalismos domates (1868), domata, domak, domatie, domato. El vocablo domat, que en el idioma actual se refiere tanto a la planta como a su fruto (DLB), está completamente integrado en la lengua. Con los sufijos -en y-ov se forma un adjetivo que puede referirse a la planta y al fruto. Para

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designar una comida que tiene como ingrediente el tomate, se utiliza solo el adjetivo en -en: domátena supa ‘sopa de tomate’, domaten sos ‘salsa de tomate’. La palabra se refiere también al color del tomate: polá v domaten tsviat ‘falda de color tomate’ e, igual que otros adjetivos de colores, se puede sustantivar en género neutro: polá v domáteno. Incluso, como adjetivo de color, puede especificar otros colores: домáтено рóзов ‘(de color) rosa tomate’, домáтено червéн ‘(de color) rojo tomate’ (CNLB). Mediante el sufijo -che se puede formar el diminutivo, domatche ‘tomate pequeño’. Este diminutivo está lexicalizado y forma parte del compuesto sintagmático zeleni domátcheta, literalmente ‘tomates verdes pequeños’, para designar los tomates pequeños y aún sin madurar que se utilizan para preparar compota o encurtidos (DLB). En búlgaro, la palabra domat es constituyente, además, de una comparación estereotipada: chervén kató domat ‘rojo como un tomate’ (DLB), izcherviávam se kató domat ‘ponerse rojo como un tomate (de vergüenza)’. Se considera que cuando el tomate llegó a la Península Balcánica, sus habitantes ya conocían la berenjena. Eso lo demuestran los datos lingüísticos de algunas regiones búlgaras, donde existen las siguientes denominaciones, ya dialectales: frenk patladzán (préstamo del turco), literalmente ‘berenjena francesa’ o chervén patladzán, literalmente ‘berenjena roja’, ambas con el significado ‘tomate’. Sin embargo, como señala Mladenova, es necesario introducir una corrección. La existencia de los compuestos sin domat, literalmente ‘tomate azul’ y los dialectalismos móravi domati, móreni domati, literalmente ‘tomates morados’, cherni domati, literalmente ‘tomates negros’, para referirse a la berenjena, indican que en otras regiones los búlgaros conocieron primero el tomate y más tarde la berenjena (Mladenova 2016: 114-115). El tomate llega a nuestras tierras en la década de los ochenta del siglo xix traído por los hortelanos que trabajaban en las huertas de los alrededores de Estambul. En un principio, se utilizan solo los verdes, como condimento o en encurtidos, ya que el rojo se considera podrido y venenoso (Detchev 2010: 419-420). La costumbre de consumir solo tomates verdes se ve reflejada en el hecho de que hasta los años cincuenta del siglo xx, para referirse a los tomates maduros y diferenciarlos de los verdes, se decía “tomates rojos” (Detchev 2010: 434). Hasta los años veinte del mismo siglo los tomates rojos no se comían sino asados y triturados (Detchev 2010: 420). A partir de los treinta crece el consumo de tomates crudos, en conserva o salsa, siguiendo el

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ejemplo de países como Italia, Alemania, Austria, Francia y Hungría (Detchev 2010: 434). Es en estos años cuando aumenta su cultivo, y en 1939 el país llega a exportar ocho toneladas a Austria, Polonia, Alemania, Suecia e Inglaterra (Detchev 2010: 425). Es mucho más tardía (finales de los cincuenta) la tradición de comer tomates rojos crudos en ensaladas. A mediados de los años cincuenta aparece un “invento” de cocineros profesionales, la así llamada shopska salata, ‘la ensalada shopska’ (la receta más popular: tomate, pepino, pimientos verdes asados, cebolla, perejil, sal, vinagre, aceite, queso blanco rallado) conocida en varios países europeos, que se convertirá, para muchos, en un símbolo culinario nacional en las décadas de los setenta y ochenta (Detchev 2010: 448-449). Pero, como afirma Detchev, la ensalada shopska no es un plato autóctono que haya existido desde siempre, sino el resultado de los contactos de los habitantes de estos territorios con el mundo: “para que haya ensalada shopska primero tienen que llegar los tomates de América Latina y suceder muchas cosas más” (Detchev 2010: 450).

3.  Kartof (картоф) Según el diccionario etimológico, kartof ha llegado al búlgaro del alemán Kartoffel a través del rumano cartóf. La palabra alemana es, a su vez, préstamo del italiano tartufolo y este del latín vulgar terrae tuber (DELB). El vocablo puede referirse, en el idioma actual, a la planta o al fruto; y, solamente en plural, kartofi, puede designar, asimismo, un plato preparado con patatas o un terreno sembrado de patatas (DELB). Además, se dan en búlgaro una serie de palabras dialectales: kartófel (m.); kartofla (f.); kartofli (pl.); kartuli2, kartoli, kartole (pl.) (vocablo reinterpretado como el participio pasado pasivo del verbo kartia ‘arrancar’), kartoshki (pl.), un diminutivo plural de la forma dialectal rusa kartoja ‘patata’ (DELB). La palabra estándar kartof ha dado lugar a varios derivados y compuestos (DLB). Entre ellos encontramos dos adjetivos: kartófov y kartofen. El primero es un término botánico que se usa como adjetivo sustantivado en plural, кartófovi ‘solanáceas’. El segundo adjetivo puede usarse como término 2 

Forma documentada en Lerin, ahora Florina, en Grecia.

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botánico: kartófeni rastenia ‘plantas solanáceas’; para referirse al tipo de sembrado: kartófena gradina ‘huerta de patatas’, kartófena niva ‘campo de patatas’ o para designar platos con este ingrediente: kartófena salata ‘ensalada de patatas’, kartófeno piuré ‘puré de patatas’. Con el sufijo productivo -ishte, que denota lugar, se ha formado la palabra kartófishte, ‘campo sembrado de patatas’. Existen, además, dos diminutivos lexicalizados: kartofche (sg.) y su plural kartófcheta, de kartof ‘patata’; kartofki (solo pl.), de kartofi ‘patatas’. Ambos diminutivos plurales pueden referirse al tubérculo o al plato preparado con patatas. Kartof da lugar también a compuestos: kartofovadachka ‘máquina para sacar patatas’, literalmente ‘sacapatatas’, y kartofobelachka ‘utensilio para pelar patatas’, literalmente ‘pelapatatas’. Además, en búlgaro existe una unidad fraseológica (con variantes) que tiene como elemento constituyente el vocablo kartof: kató chuval/torbá s kartofi pádam/stovárvam se, literalmente ‘como un saco/una bolsa de patatas caer/desplomarse’, ‘caer pesadamente’ (DFLB, DLB). El consumo de patatas en Bulgaria empieza a finales del siglo xix, y la práctica de freírlas todavía más tarde, en el período de entreguerras, con la aparición del aceite de girasol. Incluso en los inicios de siglo xx los búlgaros se muestran bastante recelosos ante las patatas (Detchev 2010: 450).

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Младенова, Д. (2016): От лингвистична география към ареална лингвистика. Теория и практика на анализа на късни явления в българския език: названията на домата и патладжана. (15 април 2017). [Mladenova, D. (2016): De la geografía lingüística a la lingüística areal. Teoría y práctica del análisis de fenómenos tardíos en la lengua búlgara: las denominaciones del tomate y de la berenjena. (15-4-2017)].

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Tres nahuatlismos en checo y en eslovaco: čokoláda ‘chocolate’, kakao ‘cacao’ y čili ‘chile’1 Ivo Buzek Zuzana Ďaďová Universidad Masaryk

Introducción Como en todas las lenguas europeas, también en checo y en eslovaco se documentan voces provenientes de las lenguas de los pueblos de la América precolombina y no sorprende, pues los indigenismos presentes comprenden básicamente los mismos campos nocionales. Se trata sobre todo del léxico de la civilización que abarca nombres de platos gastronómicos, objetos de uso diario o realidades sociales de la América Latina. Otro campo nocional, a veces estrechamente relacionado con el anterior, comprendería los nombres de la fauna y flora locales. En cuanto a las actitudes para acomodar lingüísticamente este léxico foráneo y frecuentemente muy exótico a las lenguas europeas desde todos los puntos de vista, tanto internos como externos, ha habido básicamente dos modelos de actuación. El primero ha sido la tendencia a adaptar los préstamos a las normas de ambas lenguas de acogida, por lo menos fonética y gráficamente. Por lo demás, su adaptación ha sido mínima. Las voces de este tipo han venido frecuentemente acompañadas con una explicación, y en su mayoría no han 1  Este artículo ha sido posible gracias al apoyo de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Masaryk.

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pasado a un nivel de conocimiento más amplio. Y aunque es cierto que se pueden documentar desde hace mucho tiempo, siguen siendo exotismos con poca proyección social. Otro caso sería el de los indigenismos que han logrado acomodarse perfectamente al ámbito cultural de las sociedades europeas, y su adaptación a las pautas morfofonológicas y a las reglas ortográficas de las lenguas de acogida se ha llevado a cabo con éxito. El checo y el eslovaco no son ninguna excepción y también han absorbido varios indigenismos de este tipo, aunque hay que advertir, por si no se sobreentiende, que las voces de las lenguas indígenas serían siempre préstamos remotos y pasarían primero por filtros de otras lenguas europeas (el español o el portugués en primer lugar, seguidos por el francés, italiano, alemán o inglés) antes de llegar al checo y al eslovaco. Estrictamente hablando, los indigenismos serían en realidad en su mayoría germanismos o anglicismos. No obstante, esto no les quita el interés lingüístico que tienen, puesto que en la historia de su documentación en ambas lenguas se notan varios procesos de variación fonética (asimilaciones y disimilaciones), y asimismo se han ensayado diversos patrones de adaptación morfosintáctica y de tratamiento de posibles casos de homonimia. Por tanto, nuestra elección ha estado motivada por la intención de ofrecer historias de unidades léxicas, tres en concreto, que, aunque tengan el mismo origen, muestran notable diversidad en su acomodación. Las razones pueden ser varias: las voces podrían haber pasado por lenguas europeas distintas o en un orden distinto, o podrían haber llegado en fechas distintas. Al final nos hemos decantado por las siguientes palabras, y las tres son nahuatlismos: cacao, chocolate y chile. Dos de ellas, chocolate y cacao, que en checo y en eslovaco coinciden en tener las mismas formas, čokoláda y kakao, son voces con una historia centenaria en ambas lenguas. Chocolate muestra interesantes variaciones formales a lo largo del tiempo, mientras que cacao fue en principio invariable y se resistía a someterse a la declinación. Por otra parte, chile parece ser un préstamo mucho más reciente y las dos lenguas adoptan tendencias diferentes en su asimilación. Con todo ello, procuraremos ofrecerle al lector ajeno a ambas lenguas eslavas una muestra de cómo podían haberse acomodado los indigenismos procedentes de una misma lengua fuente a las lenguas de la Europa Central y del Este. Sin embargo, como las lenguas son fenómenos sociohistóricos y

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socioculturales, creemos que no deberíamos limitarnos tan solo a exponer los fenómenos internos, sino que hace falta ofrecer asimismo un breve contexto histórico para completar el panorama desde el lado externo.

1.  Contactos hispanochecos e hispanoeslovacos Los contactos hispanochecos datan del siglo xvi y se relacionan con el descubrimiento y la conquista de América, que tuvieron como consecuencia indirecta un creciente interés por el español como lengua extranjera en gran parte de Europa. Como ejemplo podemos citar uno de los colloquios de mediados del siglo xvi, titulado Hexaglosson cum colloquijs Vitae quotidianae necessarij, publicado en Basilea, en la imprenta de Frobenius2. La fecha de su publicación no está clara, pero Polišenský (1993), apoyándose en los datos biográficos de los posibles colaboradores checos, sugiere que podría haber sido a mediados del xvi (Mištinová 2007: 120). Aparecieron también traducciones o adaptaciones de textos sobre el Nuevo Mundo, como Spis o nových zemích a o novém světě (Relación de nuevos países y del nuevo mundo) de Mikuláš Bakalář, basado sobre Mundus Novus de Amérigo Vespucci y publicado en Plzeň (Pilsen) en 1506. No obstante, dada la falta de contactos directos con España y con otras potencias europeas navales en el lado social y cultural, y la falta de contactos directos entre el checo, el español y las lenguas indígenas de la América hispana en el lado lingüístico, los indigenismos atestiguados en checo desde el siglo xvi hasta los comienzos de la época contemporánea habrán sido en general fruto de experiencias individuales de misioneros, viajeros y científicos, y probablemente sin mucha proyección lingüística en la lengua checa a nivel más amplio; además, si los misioneros checos de los siglos xvi y xvii dejaban 2  Los colloquios pertenecían al grupo de obras lexicográficas plurilingües con fines didácticos y prácticos que gozaron de enorme popularidad durante los siglos xvi y xvii (véase Acero Durández 2003 o Esparza Torres 2007); como indica su nombre, este unía en su volumen seis lenguas: “[…] amigo lector, recebid este libro alegramente: mediante el qual podreys allegar al conocimiento de seys lenguas differentes. […] Este libro es muy provechoso para deprender a leer, escrivir y hablar Latino, Boemo, Alleman, Frances, Espagnol y Italiano” (Mištinová 2007: 120).

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textos escritos, con frecuencia era en alemán o en latín, y no en checo3. En los siglos xix y xx aparecieron científicos y viajeros que ya escribían en checo sistemáticamente, pero sus testimonios seguían siendo más bien de aportación individual y con poca proyección general4. La historia de los contactos hispanoeslovacos corre pareja a la de los hispanochecos. Los indigenismos en textos eslovacos de la época fueron en su mayoría fruto de experiencias personales de misioneros o viajeros y su impacto en la comunidad de hablantes habrá sido mínimo, aunque hayan publicado sobre ellas textos en eslovaco5. Si avanzamos hacia la época moderna y dejamos de lado los testimonios de viajeros, misioneros, etc., los textos que habrán podido tener más influencia y ayudar más a la propagación de indigenismos, sobre todo a partir del siglo xix, serían las traducciones de obras literarias de autores hispanos. Es posible que con ellos pudieran haber entrado en checo (y en el eslovaco) varios hispanismos y entre estos podrían haber figurado también indigenismos6. Sin embargo, en lo que se refiere al léxico de la alimentación, allí todo parece indicar que la vía de entrada de los indigenismos al checo y al eslovaco se efectuó por medio de otras lenguas europeas, además del español. Los indicios se desprenden de sus aspectos lingüísticos formales, que nos ayudan a identificar sus rutas a través de las lenguas europeas, pero también se trata de la importación de los hábitos y modas sociales, como tomar cacao y chocolate en compañía de otras personas, o comer platos picantes condimentados con chile. 3  Reconocer antes del siglo xix quién era checo y quién era alemán no era fácil, puesto que el bilingüismo y la diglosia fueron moneda corriente. 4  La bibliografía sobre la historia de contactos hispano-checos es relativamente copiosa, aunque está claro que la intensidad de los contactos con lenguas amerindias (y la cantidad de referencias sobre ellos) no puede compararse con la española. Véanse, por ejemplo, las referencias recogidas en Opatrný (2001), Křížová (2004) o Baďura (2007); para referencias más actuales, véanse los suplementos de la revista Ibero-Americana Pragensia, que habitualmente recogen trabajos de temática americanista relacionados con Centroeuropa. 5  Véase Škultéty (1964a y 1964b); la bibliografía sobre los contactos hispano-eslovacos es bastante reducida y con frecuencia está incluida en la de los hispano-checos. 6  Véase Hampejs (1964), aunque se trata de un texto bastante superficial y que le debe mucho a los tiempos que lo vieron nacer. Los indigenismos suelen ser tratados en checo y en eslovaco como hispanismos (Škultéty 1969; Trup 1996).

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También la tipología textual de fuentes en las que aparecen los indigenismos del campo de la alimentación es distinta, ya que en su mayoría, tanto en checo como en eslovaco, se documentan primero en los libros de cocina y de contabilidad de los comerciantes, con lo que transmitirían al público centroeuropeo unos hábitos culinarios foráneos, aunque antes domesticados en otras regiones europeas.

2.  Chocolate, cacao y chile en checo y en eslovaco A continuación pasaremos ya sin más demora al estudio de los tres indigenismos que son objeto de nuestro interés. Prestaremos atención a sus primeras documentaciones en ambas lenguas y a todos los procesos de su acomodación (tanto interna, lingüística, como externa, cultural) que se ven en ellos. Los ejemplos proceden de varias fuentes. En primer lugar se trata de ejemplos incluidos en los corpus textuales Corpus Nacional del Checo (Český národní korpus; ČNK) y Corpus Nacional del Eslovaco (Slovenský národný korpus; SNK), del Departamento del Corpus Nacional del Checo (“Ústav Českého národního korpusu”) de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Carolina, y del Instituto Lingüístico Ľudovít Štúr de la Academia Eslovaca de Ciencias (“Jazykovedný ústav Ľudovíta Štúra Slovenskej akadémie vied”), respectivamente, y del Fichero del Archivo Léxico (1911-1991) (Kartotéka lexikálního archivu [1911-1991]; KLA) del Instituto de la Lengua Checa de la Academia de Ciencias de la República Checa (“Ústav pro jazyk český Akademie věd České republiky”)7; en ocasiones hemos acudido también a ejemplos incluidos en diccionarios históricos y etimológicos de ambas lenguas (Holub y Kopečný 1952; Holub y Lyer 1978; Machek 1957, 1997; Majtán et al.1991, 1992; Králik 2016) y a los ejemplos procedentes de textos reales e incorporados en los primeros diccionarios de ambas lenguas (Bernolák 1825 para el eslovaco; Dobrovský 1821 y Jungmann 1835 y 1836 para el checo).

7  Disponibles en: (ČNK); (SNK) y (KLA). Todos consultados entre el 31 de octubre y el 16 de diciembre de 2016.

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Aunque los indigenismos se suelen interpretar en la lingüística checa y eslovaca como hispanismos, como hemos visto más arriba, es obvio que no han llegado ni al checo ni al eslovaco directamente por contacto con el español, sino indirectamente, mediante las lenguas prestigiosas de cultura y de comercio más histórica y geográficamente cercanas, como el alemán en los siglos xviii y xix, y el inglés en el siglo xx, como lengua internacional en todos los aspectos. 2.1  Čokoláda ‘chocolate’ En lo que se refiere a la historia de la acogida y de la adaptación de la palabra čokoláda [‘tʃokola:da] al checo (y de modo análogo al eslovaco también), Polák (1936) expone que a pesar de que la voz habrá entrado a través del alemán, en su estructura morfológica podemos encontrar también las huellas de otras lenguas europeas. La primera afectó al cambio del género. Čokoláda es de género femenino en ambas lenguas y parece haber un consenso en que este cambio se debe al italiano. También la terminación -áda (en principio -ada, con una a breve) sería de origen italiano, véase limonata (italiano) y limonáda (checo y eslovaco). Comenta Polák (1936: 253) que el chocolate como término entró junto con su referente durante el siglo xviii. En este sentido, su historia sería paralela a la de café o té; no obstante, el chocolate nunca se llegó a popularizar tanto en esta parte del imperio austrohúngaro como el café o el té. En principio fue tomado como medicamento, después como una bebida no del todo habitual, que connotaba cierto lujo o exclusividad. Los ejemplos textuales de chocolate en el sentido de ‘tableta de chocolate’, son posteriores, de la segunda mitad del siglo xix, aunque a partir del siglo xx este ha sido el significado predominante, y los diccionarios representativos del checo moderno, Diccionario manual de la lengua checa (Příruční slovník jazyka českého; PSJČ) y Diccionario normativo de la lengua checa (Slovník spisovného jazyka českého; SSJČ), lo reflejan de esta manera, presentando primero el significado de ‘producto alimenticio de consistencia sólida’ y solo después ‘bebida’ (ejemplos 4 y 5). Aparte de los datos textuales, que veremos a continuación, este dato se confirma en el diccionario checo-alemán de Jungmann (1835) (ejemplo 3), mientras que el diccionario alemán-checo

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de Dobrovský (1821) pone solo ‘chocolate’ y luego en el artículo de Tafel ‘tabla’ incluye el sintagma eine Tafel Chocolade, ‘táflička čekolády’ (‘tablilla de chocolate’; diminutivo en checo también) (ejemplos 1 y 2; en todos los ejemplos mantenemos la ortografía original). 1. Chokolate, f. (čti Schokolate) čokoláda (Dobrovský 1821). [nota de pronunciación: ‘lee Schokolate’]. 2. Tafel, f. tabule, tabula; Glas in Tafeln, ſklo w tabuljch; eine Tafel Chocolade, táflička čekolády. […] (Dobrovský 1821). 3. Čokoláda et šokoláda, y, f., (pol. ciokolata, czokolata, czekulata, vind. Shokolata; rus. šekolád, šokolád, m., z wlask. cioccolata) – nápog z tabulek složených z kakao, cukru, gadérek wanilie, i skořice a hřebjčku, die Chocolate. […] (Jungmann 1835). [ejemplo (en cursiva del autor): ‘bebida de tablillas compuestas de cacao, azúcar, semillas de vainilla, canela y clavo’]. 4. Čokoláda, -y f. výrobek z pražených kakaových bobů, vanilky a cukru; nápoj z něho připravovaný (PSJČ). [definición: ‘producto de habas de cacao tostadas, vainilla y azúcar; bebida preparada a partir de él’]. 5. Čokoláda (ob. čekoláda, čekuláda), -y ž. (z indián.) 1. potravinářský výrobek z kakaa, cukru a různých přísad: hořká, mléčná, oříšková č.; tabulka č-y 2. nápoj z tohoto výrobku připravený: šálek horké č-y; → expr. zdrob. čokoládička, -y ž., čokoládka v. t. (SSJČ). [definiciones: ‘1. producto alimenticio de cacao, azúcar y diversos ingredientes […], 2. bebida preparada a partir de este producto […]’]. La primera documentación textual, aunque aislada, es de 1661, según se lee en Zíbrt (2011) (ejemplo 6). El título de la receta tiene un aspecto hispano, čokolate, aparentemente invariable, pero en el interior de la receta aparece con la forma italiana, čokolata, y declinado. A partir de la segunda mitad del siglo xviii podemos encontrar casos de chocolate en el sentido de ‘bebida con efectos medicinales (o afrodisíacos)’ (7), aunque también hubo autores que advertían sobre sus posibles efectos dañinos (8). A partir de finales del siglo xviii y durante el siglo xix aparecen documentos de ‘bebida de cierto lujo’ (9, 10, 11) y también los de ‘tablilla’ (12, 13) que luego prevalecerán durante

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el xx8. Para no sobrecargar el texto con ejemplos de uso actual, hemos dado aquí preferencia a las primeras documentaciones de los siglos xviii y xix.  6.  Čokolate takto: […] pak vzíti čtyři loty ustrouhaný čokolaty a sypati do moždíře spolu k tomu […] (Zíbrt 2011 [1927]: 483). [Chocolate así: […] luego tomar cuatro lotes de chocolate rallado y echar junto con (el resto)].   7. Znamenitě poſylńuge k Plozenj naturu čokolada a Balzam Žiwota Doktora Saſsa. (KLA: 1771 Tonsoris, Rada lékařská). [El chocolate y el Bálsamo de la Vida del Doctor Sass vigorizan excelentemente las fuerzas para procrear].   8. Geli dobře, mnoho a často teplého nápoge, thé, kafe, čokolády pjt? Nenj dobře. (KLA: 1794 F. J. Tomsa, Kat. o. Zdr.). [¿Y es bueno beber mucho y muy a menudo bebidas calientes, té, café y chocolate? No es bueno].   9. Gak ſe dělá dobrá čokoláda. (KLA: 1795 V. M. Kramerius, Nový kal. tolar). [Cómo se prepara un buen chocolate]. 10. Zatjm co mi (v kavárně) čokoládu strogili, dal sem sy dát dýmku. (KLA: 1826 Rozličnosti). [Mientras me preparaban el chocolate (en la cafetería), me fumé una pipa]. 11. (Zázvorková synovi:) – wypig geſſtě ten pátý ſſáleček čokolády – (KLA: 1842 Paleček 5). [(Zázvorková a su hijo:) –tómate aún la quinta tacita de chocolate–]. 12. Cena wſſelikých druhů čokolády – totiž z negwýborněgſſjch fabrik Wideňſkých – we ſskladu Joſefa Waňka w Jezuitſké ulicy Nr C 170. (KLA: 1834 Pražské noviny č. 96). [El precio de distintos tipos de chocolate –de las mejores fábricas vienesas– en el almacén de Josef Waňek en la calle Jezuitská No C 170].

8  Nos limitamos a marcar los ejemplos procedentes del KLA tan solo con los datos de identificación de la fuente tal como aparecen en las respectivas papeletas escaneadas. Las fuentes de las citas son tanto de carácter literario como no literario.

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13. …kdežto kakao hraje již úlohu kosmopolitickou, sloužíc k připravování všeobecně skoro známé čokolády. (KLA: 1873 Osvěta. Studnička). […mientras que el cacao tiene ya un papel cosmopolita sirviendo en general a la preparación del famoso chocolate]. En los documentos checos del siglo xix podemos encontrar también otras formas de la voz —šokoláda, čekoláda, čekuláda y čukoláda—, aunque es cierto que el uso de todas ellas siempre fue minoritario en comparación con el de čokoláda, y en las papeletas del KLA en general suelen aparecer lematizadas bajo esta forma. En ocasiones los redactores de las citas incluso introducían signos de exclamación entre paréntesis detrás de la palabra, como si fuera una errata. La forma šokoláda [‘ʃokola:da], de influencia alemana en su pronunciación (Polák 1936), hubo de haber entrado a través de los comerciantes alemanes que traían “mercancías de colonias”, como se llamaban entonces en la Europa Central. De las cuatro variantes documentadas puede que esta haya sido la única que pudo haber competido con la forma mayoritaria čokoláda. La hemos visto en el diccionario de Dobrovský (1821) (ejemplo 1), en la nota de pronunciación y en el de Jungmann (ejemplo 3) como variante de la palabra guía, aunque su segundo lugar en el encabezamiento y un tamaño de letra menor son significativos y nos informan sobre su menor frecuencia de uso. Hay que tomar en consideración que el diccionario de Jungmann se publicó en tiempos del Renacimiento Cultural checo, caracterizado por los esfuerzos de recuperar y desarrollar el valor del checo como lengua de cultura y de prestigio, y de limpiar el máximo número de huellas del alemán en todos los niveles de su sistema lingüístico. En los ejemplos que siguen podemos ver algunos de los casos que hemos localizado. Son todos del siglo xix, no hay ninguno del siglo xx. Los ejemplos 14, 15 y 17 están encabezados en sus respectivas papeletas bajo la forma más habitual, čokoláda; el 16 sí está encabezado en la papeleta bajo la forma germanizada šokoláda. 14. […] aby pryncowi do ſſálku ſſokolády otráweniny primjſyl. (KLA: 1810 Pabst, Čes. Lidom.). [[…] para que le añada al príncipe venenos en la taza de chocolate].

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15. […] on je chlebem, máslem a sýrem, kávou neb šokoládou vyčastuje (KLA: 1851: Lumír 1027). [[…] y él les sirve pan, mantequilla y queso, café o chocolate]. 16. (kníže) odstrčil právě koflík, z něhož byl šokoládu srkal. (KLA: 1875: Jir. IV. Skal.). [(el conde) acaba de apartar la ollita de la que ha estado bebiendo a sorbitos el chocolate]. 17. (trafikantka) uchýlila se do kavárny, velmi roztomile srkajíc sladkou šokoládu (!) (KLA: 1889 Kaminský, Nová próza). [(la estanquera) llegó a la cafetería y se tomó el dulce chocolate a sorbitos con mucho encanto]. La variante čekoláda está marcada en el SSJČ como dialectalismo regional, pero es cierto que la variante también jugó su papel en la variación diacrónica en los tiempos de la acomodación de la voz al checo durante los siglos xviii y xix. Hemos visto un ejemplo lexicográfico en el diccionario de Dobrovský “eine Tafel Chocolade, táflička čekolády” (ejemplo 2). En el KLA hemos encontrado solo dos ejemplos, uno de ellos es de 1795, el otro de 1845, y ambos están encabezados por la variante mayoritaria čokoláda. 18. Nenj kafe, čekoláda (!) Kſnjdanj zde, ani thé. (KLA: 1795 Puchm. Sebr. I). [No hay café ni chocolate y para desayunar aquí ni siquiera hay té]. 19. Hochu! šálek čekolády! (KLA: 1845 Ruská směs). [¡Chiquillo!, ¡una taza de chocolate!]. También la variante čekuláda está marcada en el SSJČ como dialectalismo regional. Esta vez no contamos con ejemplos con valor diacrónico sino con dos que parecen dar fe de la variación diatópica (y a la vez diafásica) en el checo contemporáneo. Ambos están encabezados por la variante mayoritaria, entonces ya canónica, čokoláda. 20. Nemáte chuť na čekuládu, Karle. (KLA: 1964 H. Franková, Vánoce). [Karel, no le apetece tomar el chocolate].

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21. Hele – přinesla sem ti čekuládu, Marečku. Švýcarskou, víš. (KLA: 1975 E. Schmidtová, Julie). [Mira, Marek, te he traído chocolate. Es de Suiza, ¿sabes?]. Hemos encontrado un solo caso de la variante čukoláda. Puesto que procede de un texto literario de comienzos del siglo xx, y además aparece en una réplica de un diálogo, es posible que cumpla más bien con la función de representar usos regionales en el nivel popular de la lengua. 22. To je pravda, u Kozáků (o křtinách) dělali, co mohli, i čukoládu (!), ale to jim jí Komendová uvařila. (KLA: 1905 Rais, Stehle). [Eso es verdad, en la familia de Kozák (por el bautizo) hicieron lo que pudieron, incluso chocolate, aunque ese se lo había preparado la señora Komendová]. En lo que atañe al eslovaco, la historia de la voz es paralela a la del checo. En sus diccionarios sincrónicos, Diccionario de la lengua eslovaca (Slovník slovenského jazyka; SSJ) y Diccionario de la lengua eslovaca contemporánea (Slovník súčasného slovenského jazyka; SSSJ) encontramos en primer lugar la acepción de ‘producto alimenticio sólido’ y, en segundo lugar, la de ‘bebida preparada a partir de él’. 23. čokoláda, -y, -lád ž.1. výrobok z kakaovníkových bôbov, vanilky, cukru a tuku; nápoj pripravený z čokoládovej múčky: mliečna, oriešková, plnená, horká, pochúťková, nugátová, sójová č.; jesť, piť, strúhať č-u; […] (SSJ). [1. producto hecho a partir de habas de cacao, vainilla, azúcar y grasa; bebida preparada de chocolate en polvo: con leche, con nueces, relleno, negro, delicioso, de almendra, de soja; comer, beber, rallar el chocolate; […]]. 24. čokoláda -dy -lád ž. (indián) 1. potravinový výrobok, ktorého základom je kakao, cukor a tuk: mliečna, horká, plnená č.; oriešková, mandľová, sójová č.; dia č. s umelými sladidlami; č. na varenie; zmäknutá, roztopená, strúhaná č.; tabuľka, tablička čokolády; keksy obliate, poliate, ozdobené čokoládou; banány, mandle, višne v čokoláde; Predstavovala si, že bude predávať v obchode. Samé nugátové čokolády, biele

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zamúčené chleby, rumové pralinky. [G. Rothmayerová] 2. nápoj pripravený z čokoládovej múčky al. z nastrúhanej čokoládovej hmoty: horúca, voňavá č.; varená č. so smotanou; objednať si pohár čokolády so šľahačkou. […] (SSSJ). [1. producto alimenticio cuya base está formada por cacao, azúcar y grasa: ch. con leche, negro, relleno, con nueces, con almendras, de soja, para diabéticos con edulcorantes artificiales, para cocinar; ch. blando, fundido, rallado; tableta de chocolate; galletas bañadas en ch., decoradas con ch.; plátano, almendras, guindas en ch.; Se imaginaba que iba a vender en una tienda. Chocolates de almendra, pan espolvoreado de harina, bombones al ron. [G. Rothmayerová] 2. bebida preparada a partir de chocolate en polvo o de chocolate rallado: ch. caliente, aromático, ch. Ca la taza con nata, pedir una taza de chocolate con nata […]]. La historia de la voz, según los datos recogidos en el Diccionario histórico de la lengua eslovaca (Historický slovník slovenského jazyka; HSSJ) y en el SNK, es también parecida. Las primeras documentaciones aisladas son de finales del siglo xvii, pero de forma consistente empieza a documentarse casi cien años después, desde finales del siglo xviii. También en el caso del eslovaco fue común la variación formal durante los tiempos iniciales de la acomodación del préstamo (čokoláda, čukolada, čukelada); sin embargo, a partir de la segunda mitad del siglo xix, la variante que hoy es canónica y que siempre parece haber sido mayoritaria, čokoláda, ha sido la exclusiva9. 25. 26. 27.

(účet) za čzukelady (HSSJ: s. l. 1691). [(la cuenta) del chocolate]. kondva medena na čokolladu (HSSJ: M. Kameň 1772). [olla de cobre para el chocolate]. tablicžka na cžukoladu (HSSJ: P. Bystrica 1780). [tableta para el chocolate].

9  No obstante, los datos del SNK habrá que tomarlos con precaución en lo que se refiere a la forma de la palabra en aquel entonces, ya que la transcripción se ha hecho a partir de las ediciones modernas (y con la ortografía actual); no hemos podido acudir a las ediciones originales.

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28. plecháček ke kaffe, druhy ke chocholádi vareňú (HSSJ: BR 1785). [una tacita de hierro para el café y otra para el chocolate caliente]. 29. Nemci, keď mnohí páni a panie, často ešte v posteli pod perinou, pijú najprv z ktovieakých a bohviekde nazbieraných zelín čaj, nato vstanú, oblečú si ohriate košele a strebú kávu alebo čokoládu. (SNK: 1976 [1783] J. I. Bajza, Príhody a skúsenosti mládenca Reného). [Cuando los señores y señoras alemanes aún se encuentran bajo del edredón, toman primero una infusión de vaya usted a saber qué hierbas, luego se levantan, se ponen camisas calientes y consumen un café o chocolate]. 30. Ak nebudeme môcť vychádzať von z kláštora a navštevovať dobrodincov, ktože nám kúpi ručníčky a iné drobné šatstvo, listy, písma a papiere kto zaobstará v nemoci občerstvenie alebo dá tabačik, kávu, čokoládu a ostatné veci? (SNK: 1973 [1789] J. Fándly, Rozprávky o mníchoch). [Si no podemos salir del monasterio y visitar gente de buena voluntad, ¿quién será el que nos comprará toallas y otras cositas de tela, cartas, letras y papel y quién se ocupará de la comida en el hospital o regalará tabaquito, café, chocolate y lo demás?]. 31. My, káplár uram, jednaké gusto máme: pohár vína a pre mňa môžu byť všetky mandermilchy a čokolády. (SNK: 1954 [1832] J. Chalupka, Všetko naopak). [Nosotros, káplár uram, (en húngaro, señores), todos tenemos el mismo gusto: una copita de vino y por mí que haya leche de almendra y chocolate]. 32. Z krovu vozňov liptovsko-oravský dážď zmýval bohumínsky prach, až potom v podobe čokolády stekal na všetečné nosy cestujúcich. (SNK: 1963 [1873] G. K. Zechenter-Laskomerský, Výlet do Tatier). [Desde el techo del tren la lluvia de Liptov y Orava lavaba el polvo de Bohumín y luego chorreaba en forma de chocolate y acababa en las caras molestas de los pasajeros]. 33. Je to čokoláda s cesnakom a chutí možno duševným poľským Židom, ale nie človeku s normálnym vkusom. (SNK: 1983 [1890] L. Nádaši-Jégé, Články). [Es un chocolate con ajo y tal vez agrade a los judíos polacos religiosos, pero no a una persona con un gusto normal].

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34. Kakao je ovocie, z ktorého sa robí čokoláda a páli sa ako káva. (SNK: 1989 [1894] J. Babilon, Prvá kuchárska kniha v slovenskej reči). [El cacao es una fruta de la cual se produce el chocolate y se tuesta como el café]. 35. Nuž, ja som len videl, že jedla čokoládu. (SNK: 1979 [1920] L. Nádaši-Jégé, Ako sa mladí ľudia ženia). [Bueno, yo solo vi que se estaba comiendo un chocolate]. 36. Olevrant pripravovala sama. Navarila jemnej čokolády. (SNK: 1928 Kompiš, Peter: Osloboditeľ). [La merienda la hizo sola. Preparó un chocolate suave]. De momento, hemos hablado solo del sustantivo prestado; sin embargo, en ambas lenguas encontramos desde fechas tempranas también derivados, como, por ejemplo, el adjetivo čokoládový ‘de chocolate; para el chocolate; de color de chocolate’ (en checo también czukoládový [‚tʃukola:dovi:], de temprana documentación, y šokoládový, aunque tan solo escasamente presente en los textos). 37. Czukoládowé (!) hubičky (KLA: 1805 Prac. kuch. ku.). [merengues de chocolate]. 38. (mandle) wykarnýrugj ſe bjlým, červeným a čokoládowým neb černým ledem (KLA: 1811 Pacowský, Kníž. kuch.). [(las almendras) se cubren con hielo blanco, rojo, de chocolate o negro]. 39. Házením sušených kouskův fosforu na žhavé žíravé vápno mění se toto v látku barvy čokoládové (KLA: 1860 V. Šafařík, Chemie I). [Al tirar los trozos de fósforo seco en cal mordiente este se convierte en una sustancia de color de chocolate]. 40. […] vypasený lokaj v dlouhatánském, stříbrnými knoflíky ozdobeném kabátě šokoládové barvy (KLA: 1893 Čech, Povídky). [un lacayo robusto en un abrigo largo de color de chocolate y con botones de plata]. 41.  csokoladovi medeni hrnczek10 (HSSJ: L. Ján 1683). [una taza de cobre para el chocolate]. 10  Con una nota explicativa: používaný na prípravu al. pitie čokolády (cursiva del HSSJ), ‘utilizado para preparar o para tomar el chocolate’.

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42.  chocholádové lahúdki (HSSJ: BR 1785). [golosinas de chocolate]. 43. Keď je torta vo forme knihy upečená, môžu sa tri boky obtiahnuť bielym alebo žltým ľadom, štvrtý bok a vrch obtiahne sa čokoládovou alebo mramorovanou polevou. (SNK: 1998 [1914]. T. Vansová, Recepty prastarej matere). [Cuando la tarta está hecha en forma de libro, tres lados se pueden untar con hielo blanco o amarillo, y el cuarto y la superficie con crema de chocolate o de color de mármol]. Otros derivados serían los sustantivos čokoládník y čokoládnice (šokoládník y šokoládnice), ‘vendedor de chocolate’ y ‘vendedora de chocolate’, respectivamente, documentados ya en el diccionario de Jungmann (ejemplo 51). En el PSJČ encontramos también significados de ‘fabricante de chocolate’ y ‘trabajador en una fábrica de chocolate’ (ejemplo 52). Hay poca documentación textual para ellos y faltan sus posibles correlatos eslovacos. 44.  —čokoládnjk, šokoládnjk, a., m., prodáwagjci čokoládu […]— čokoládnjce, šokoládnjce, e., f. (Jugnmann 1835). 45. čokoládník, -a m. výrobce čokolády, dělník v čokoládovně, obchodník s čokoládou. [Pojďme] na boulevard Poissonnière k čokoládníkovi, kde jsme se tak často scházívali. Zey. (PSJČ). [[Vámonos] al boulevard Poissonière, a la tienda del chocolatero donde nos reuníamos tan a menudo. Zey]. 46. mezi těmi miſtry bylo …, 35 čokoládnjků (KLA: 1811 Kramerius V. M., Vlasten. nov). [entre estos maestros se encontraban…, 35 fabricantes de chocolate]. 47.  Na nedělním sjezdu cukrářů, pernikářů, voskařů a čokoládníků přijata resoluce, v níž se žádají poslanci, aby protestovali proti daním ze spotřeby. (KLA: 1898 Právo lidu VII). [Este domingo, en la reunión de reposteros, bizcocheros, cereros y chocolateros se ha aceptado la resolución donde se pide a los diputados que protesten contra el impuesto al consumo].

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No existen en checo unidades fraseológicas formadas con chocolate —ni con cacao ni con chile— (véase Čermák, Hronek, Machač, 2009a, 2009b, 2009c, 2009d). En eslovaco se documenta tan solo la comparación hnedý ako čokoláda ‘(de color) marrón como chocolate’ (SSSJ), pero tampoco existen fraseologismos formados con cacao o chile. 48. Predtým bola hnedá ako čokoláda, a teraz je ružová ako Gabkine gatky. (SNK: 2000 [1967] K. Jarunková, Brat mlčanlivého vlka). [Antes era marrón como chocolate, y ahora tiene el color rosa como las bragas de Gabka].

2.2  Kakao ‘cacao’ La entrada y documentación de la voz kakao es coetánea a la de čokoláda. Las primeras documentaciones datan en ambas lenguas de la segunda mitad del siglo xviii; según las referencias que manejamos, tenemos el testimonio más antiguo en checo en 1782 (KLA), mientras que en eslovaco es de 1760 (Majtán et al. 1992). Ahora bien, la estructura morfológica de la palabra kakao no es fácilmente compatible con el sistema de declinación del checo ni del eslovaco. Por tanto, hasta finales del siglo xix encontramos con frecuencia ejemplos en los que kakao es invariable; no obstante, a partir del siglo xx todos los ejemplos ya están declinados según uno de los modelos del género neutro. Es bastante probable que la variación entre la adaptación de la voz a un modelo de declinación concreto o su mantenimiento como indeclinable se produjera durante todo el xix. En muchos casos encontrados no estamos seguros de si la voz está adaptada al sistema de declinación o no, porque aparece en los textos en nominativo singular o en acusativo singular, en los que siempre tendría la misma forma en ambas lenguas: kakao, tanto si fuera declinable como indeclinable. Por otra parte, el mantenimiento de un sustantivo indeclinable, y al mismo tiempo fácilmente pronunciable en ambas lenguas, iría en contra de reglas generales del sistema de la flexión nominal de ambas lenguas (véanse Komárek et al. 1986: 335, o Rusínová y Nekula 1995: 268 para el checo; Oravec 1984: 72, o Mistrík 1984: 112 para el eslovaco).

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En el primer ejemplo checo del año 1782 (49) no llegamos a saber si la forma se declinaba o no; la del ejemplo del 1795 (50) es invariable. Como hemos advertido, en la mayoría de los ejemplos del xix no estamos seguros de si era invariable o si se declinaba, aunque siguiendo la información gramatical que ofrece el diccionario de Jungmann (1836) (51) —en el que aparece asimismo un ejemplo de uso invariable—, podríamos suponer que serían invariables. De 1860 tenemos el primer ejemplo declinado (52) y para que quede patente la variación, incluimos dos ejemplos invariables coetáneos, uno del mismo año 1860 (53), otro posterior, de 1876 (54). Y como hemos advertido, a partir del siglo xx, todos los ejemplos vienen declinados, como este último que incluimos, de 1921 (55). La forma gráfica habitual es con k (por influencia del alemán, probablemente); no obstante, hemos localizado también un ejemplo con c, cacao (56), es decir, con grafía románica, pero es una rara excepción, explicable por la fecha relativamente temprana de la procedencia del texto, de 1829, cuando el cacao todavía era un producto exótico no del todo conocido. 49. On geſt znamenitě aurodný na Kůže, Bavlnu, Tabák, Kakao a cukr. (KLA: 1782 Pražské čes. noviny č. 36). [Es altamente fértil en cuero, algodón, tabaco, cacao y azúcar]. 50. Vezmi libru páleného kakao, w teplém moždjři na drobno roztluč, … (KLA: 1795 V. M. Kramerius, Nový kal. tolar). [Coge una libra de cacao tostado, machácalo en un mortero caliente, […]]. 51. Kakao, n., indecl., slc. kakawa, y, f., kakao. Clo z kakao. Kram. (Jungmann 1836). [ejemplo: Impuesto de cacao. Kram]. 52.  Kakaem zapáchati (chem.), páchnouti kakaem (KLA: 1860 V. Šafařík, Chemie II). [Oler a cacao (quím.), tener olor a cacao]. 53.  (Engels uvádí) […], že do kakao přidávají (kramáři angličtí dělníkům) hnědou hlínu jakous, ve skopovém tuku setřenou […] (KLA: 1860 Bieger, Průmysl). [(Engels afirma) […] que (los boticarios ingleses a los obreros) les añaden en el cacao barro marrón mezclado con grasa de cordero […]].

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54. Prarozličné mají své „národní“ nápoje lidé v různých končinách světa. […] V Evropě náleží Španěly a Itálie šokoládě, […] Rus, Holandsko a Anglie čaji, chudé Irsko vařeným slupkám z kakao (KLA: 1876 J. Neruda, Studie krátké 2). [Muy distintas son las bebidas “nacionales” en distintas partes del mundo. […] En Europa los españoles y los italianos tienen el chocolate, […] Rusia, Holanda e Inglaterra el té, y la pobre Irlanda las cáscaras de habas de cacao cocidas]. 55. Jednou chtěly (úřady) vědět, […] kolik dětí stravuje se americkou polívkou a kakaem (KLA: 1921 Baar, Počtář). [Una vez (las autoridades) quisieron saber […] cuántos niños se alimentan con sopa americana y cacao]. 56. Španielſſtj Amerikáni gſau gediný přijklad národů w horkém páſmu položeného, kteřjž cukr, cacao a wjno wzdělává, a přece ani gednoho z Afriky wzatého otroka nemá. (KLA: 1829 [abreviatura ilegible]). [Los americanos españoles son la única de todas las naciones ubicadas en el trópico que cultivan azúcar, cacao y vino y, a pesar de eso, no tienen ni un esclavo de África]. En eslovaco, como ya hemos adelantado, la primera documentación es de 1760, según leemos en el tomo correspondiente del diccionario histórico de Majtán et al.(1992) (ejemplo 57). La voz se registra allí en forma invariable. Invariable es también el ejemplo lexicográfico del diccionario de Bernolák (1825) (58 y 59). Desgraciadamente, hay un lapso temporal considerable entre los datos del diccionario histórico y la documentación del SNK, de más de cien años, y los ejemplos más antiguos de la voz recogidos en el SNK son de finales del siglo xix y posteriores. Aunque la mayoría de las formas figura allí en nominativo y en acusativo singular, como en checo, y no estamos, por tanto, del todo seguros sobre la cronología de la evolución de su adaptación a la reglas de la flexión del eslovaco. Hemos localizado también un par de ejemplos en otros casos, genitivo e instrumental, en un documento de 1894. De ahí intuimos que su evolución y adaptación fueron seguramente muy parecidas a la del checo.

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57. Jamajka (jest) bohata w tabaku, cukru, kakao, bawlně. (HSSJ: KrP 1760). [Jamaica (es) rica en tabaco, azúcar, cacao y algodón]. 58. Kakau, n., indecl., v. Kakawa. (Bernolák 1825). 59. Kakawa, f, f. Strom: Cacao, Theobroma Cacao Linn. avellana Mexicana: Cacaobaum, meksizikai mogyoró – fa. 2) geg Bob neb Oresek: Cacao, A, avellana Mexicana: Cacao, Cacaobohne: meksizikai mogyoró. (Bernolák 1825). 60. O Van Houten Cacao počul i čítal som celé legendy, vlastne o kráse Holanďaniek, ktoré to kakao v šálkach predávajú. (SNK: 1960 [1891] M. Kukučín, Prechádzky po výstavke v Prahe). [He oído y he leído algo sobre el legendario Cacao Van Houten o, bueno, más bien sobre la belleza de las holandesas que allí venden cacao a la taza]. 61. Studené mliečne konzumé s kakaom. (SNK: 1989 [1894] J. Babilon, Prvá kuchárska kniha v slovenskej reči). [Crema de leche fría con cacao]. 62. Pol funta takého kakaa upáliť a v mažiari potĺcť nahrubo. (SNK: 1989 [1894] J. Babilon, Prvá kuchárska kniha v slovenskej reči). [Tostar media libra de este tipo de cacao y machacar en un mortero en trozos grandes]. 63. BETKA: A ja tú najlepšiu kávičku piť so smotánkovou penou, čokoládu so žĺtkami a kakao s piškotami (SNK: 1925 F. Urbánek, Ó, tie ženy!]. [BETKA: Y solo tomaré el mejor café con espumita de nata, chocolate con yemas y cacao con bizcocho]. También en este caso encontramos en ambas lenguas palabras derivadas, que son el sustantivo kakaovník ‘árbol del cacao’ y el adjetivo kakaový ‘de cacao; de color de cacao’. Los dos derivados tienen la misma forma en ambas lenguas. Kakaovník figuraba como entrada ya en el diccionario de Jungmann (1836) y la documentación textual más antigua de la que disponemos a través del KLA es de 1820. Es una ficha sencilla que dice solamente “Kakaownjk M. (Theobroma)” y procede de una obra de botánica, O přirozenosti Rostlin

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(Sobre la naturaleza de las plantas), de Friedrich von Berchtold y Jan Svatopluk Presl, de 1820. El adjetivo kakaový también está documentado desde fechas relativamente tempranas. Se registra en el diccionario de Jungmann (1836) y las primeras documentaciones textuales en checo datan asimismo de los años treinta del siglo xix. No obstante, el significado figurado ‘de color de cacao’ lo documentamos con seguridad tan solo a partir del siglo xx. 64. Čokoláda neylepſſjho druhu má w ſobě 14 liber kakaowé kaſſe, …, čtwrt lib. ſkořice. (KLA: 1831 Rozličnosti). [El mejor chocolate contiene 14 libras de papilla de cacao […] un cuarto de libra de canela]. 65.  Kakaowé ſſlupky mleté, baljček po čtwrt libře, pro děti obljbený přjgemně chutnagjcj a žiwný nápog. (KLA: 1834 Pražské noviny). [Las cáscaras de cacao molidas, un paquete de un cuarto de libra, bebida sabrosa y alimenticia y favorita de los niños]. 66. A pod něj (plášť) neméně hezké a neméně jednoduché vlněné šaty, třeba v kakaové hnědi, […] (KLA: 1941 Nár.p.č.). [Y debajo de ella (la capa) un vestido de lana no menos bonito y sencillo, por ejemplo de color de cacao […]]. Para el eslovaco tenemos las primeras documentaciones a partir de comienzos del siglo xx, pero creemos que la tardía documentación se debe seguramente a cómo está confeccionado el SNK; si encontramos kakau ‘cacao’ en el diccionario de Bernolák (1825), es probable que el adjetivo existiera ya en el xix, como en checo. 67. Iná uvarí sa z 28 deka cukru, 14 deka kakaového prášku, 2 i pol deci vody, niekoľko kvapák octovej esencie. (SNK: 1998 [1914] T. Vansová, Recepty prastarej matere). [La otra se prepara con 280 gramos de azúcar, 140 gramos de cacao en polvo, 250 mililitros de agua y un par de gotas de aroma de vinagre].

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2.3  Chili, chilli, čili ‘chile’ Chili, chilli o čili, ‘chile’, es una palabra de entrada relativamente reciente, puesto que las primeras documentaciones son de la segunda mitad del siglo xx. En lo que se refiere a la variación formal en relación con la historia de la acomodación de la palabra en ambas lenguas, son muy pocos los datos disponibles para que podamos hablar con seguridad; sin embargo, parece que la entrada de la forma chili, de procedencia inmediata alemana, probablemente, ha sido casi coetánea la forma adaptada ortográficamente, čili. Chilli, con la grafía con doble ele, es algo posterior, de los años noventa del siglo xx y del siglo xxi, y por tanto pensamos que será un anglicismo11. La variación es solo grafémica, la pronunciación es la misma en ambas lenguas: [‚tʃili]. Lo reciente de la entrada se refleja también en los diccionarios. La voz falta en los diccionarios del checo y del eslovaco del siglo xx (PSJČ, SSJČ y SSJ) pero se recoge en el SSSJ, que ya es del siglo xxi, con la grafía adaptada, čili. Advierten las autoras de la obra, y se deja ver también en todos los ejemplos, que es indeclinable y es de género neutro —en checo también lo es—. La primera documentación de la que disponemos se corresponde con el concepto, pero no refleja la voz prestada. Se refiere al chile como a un ‘pimiento en forma de cuerno’ especificando que es un pimiento verde, pequeño y muy picante. 68. Na ten ostřejší (ocet) přidáte … jáder zbavený paprikový růžek, tj. malou zelenou velmi pálivou papričku. (KLA: 1939 Lid. nov. 47). [Y para el (vinagre) más picante se añade un pimiento en forma de cuerno sin semillas, es decir, un pimiento verde muy picante]. Los ejemplos más antiguos disponibles en el KLA y en el SNK son de los años setenta y ochenta del siglo xx; en el caso del eslovaco se trata de traducciones. En el ČNK no hay ejemplos anteriores al siglo xxi.

11  El OED lematiza la voz con grafías chilli y chilly, mientras que el Merriam-Webster Dictionary da preferencia a la grafía chili. Dados los contactos limitados con el inglés durante la época de la Checoslovaquia comunista, creemos que es más probable que la entrada de chili al checo y al eslovaco se haya efectuado más bien a través del alemán.

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69. Na candbarském bazaru: prodavačky chili a jiných orientálních koření. (KLA: 1978 Rudé právo r. 58, č. 12). [En el bazar de Candbar: las vendedoras de chile y de otras especias orientales]. 70. To vše je promíšeno pronikavou vůní nabízených domácích jídel, mezi nimiž nechybějí kukuřičné placky tortillas, fazole, různé druhy pikantních omáček a všudypřítomné pálivé papričky čili. (KLA: 1982 Lidé a země, 11, roč. 17, 481b). [Todo eso se mezcla con el fuerte aroma de los platos caseros ofertados, entre los que no faltan tortillas de maíz, judías, varios tipos de salsas picantes y el siempre presente chile]. 71. Pravda je, že jeho manželka vtedy sedela na zemi, jednu nohu mala pod sebou, kolenom druhej si podopierala bradu a jedla ryžu s čerstvými tentulmi, s čerstvým čili a s rybou. (SNK: 1981 R. Thákur, Osamelý pútnik). [La verdad es que en ese momento su mujer estaba sentada en el suelo con una pierna debajo del cuerpo, con la cabeza apoyada en la rodilla de la otra pierna y comiendo arroz con tamarindo fresco, con chile fresco y con pescado]. 72. Pridajte pol šálky kečupu, štvrť šálky hnedého cukru, lyžičku soli, dve lyžičky čerstvo pomletého korenia, niekoľko kvapiek tabasca, lyžicu citrónovej šťavy, lyžičku bazalky a lyžicu chili v prášku. (SNK: 1988 K. Vonnegut, Ostré očko). [Añade media taza de kétchup, un cuarto de taza de azúcar moreno, una cuchara de sal, dos cucharillas de pimiento negro recién molido, un par de gotas de tabasco, una cuchara de zumo de limón, una cucharilla de albahaca y una cuchara de chile en polvo]. 73. Dal si dve plechovky ľadového piva a plechovku horúceho chili a hneď to bolo lepšie. (SNK: 1987 L. Elmore, Revanš). [Se tomó dos latas de cerveza fría y una lata de chile caliente, y ya todo estaba mejor]. Chili/chilli/čili puede en principio designar tanto el fruto entero, y tanto fresco como seco, como el molido. Como es invariable (y ambiguo) y no concuerda muy bien con los sistemas gramaticales de ninguna de las dos lenguas,

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es frecuente que forme compuestos chili/chilli/čili paprička, ‘pimiento chile’ (en ambas lenguas), y chili/chilli/čili koření (en checo) y chili/chilli/čili korenie (en eslovaco), ‘especias chile’, es decir, ‘chile molido’. La estructura del compuesto en ambos casos es determinante + determinado. Hay también ejemplos de ‘estofado’ (‘chili con carne’), pero no son muy numerosos (véase el ejemplo 73). En el ČNK coexisten las tres formas; sin embargo, la variante más frecuente es la de chilli. El hecho de que en checo se le dé preferencia a las grafías extranjeras se puede deber a la intención de evitar posibles interferencias con la conjunción coordinante čili ‘o’ u ‘o sea’ (en eslovaco sería čiže, con lo que no hay ningún obstáculo para adaptar la voz ortográficamente). 74. Servírujeme s čerstvým čili, skleněnými rýžovými nudlemi a krůtím masem. (ČNK: 2011 Magazín Práva). [Se sirve con chile fresco, fideos de arroz y carne de pavo]. 75. Může být – a taky obvykle bývá – pěkně tuhá odspodu, může lahodně chutnat, anebo taky pálit jako čert po čili papričkách. (ČNK: 2006 Aha!). [Puede ser – y, de hecho, suele serlo – muy sólido por debajo, puede ser muy rico, pero también puede saber a chile: más picante que el diablo]. 76. Polévka je ostrá po čili koření. (ČNK: 2008 Mladá Fronta DNES). [La sopa es picante por el chile]. 77. Přidáme najemno nakrájenou cibuli, chili papričku a drobné kostičky rajčat. (ČNK: 2014 Lidové noviny). [Añadimos una cebolla finamente picada, un chile y cuadraditos de tomate]. 78. Potřebujeme: jednoho králíka, sójovou omáčku, česnek, sůl, chili koření, hladkou mouku, vejce, strouhanku, tuk nebo olej. (ČNK: 2007 Deníky Bohemia). [Necesitamos: un conejo, salsa de soja, ajo, sal, chile, harina, huevo, pan rallado, grasa o aceite]. 79. Do hrnce dáme mořskou sůl, ocet, zrníčka černého pepře, sezamová semínka a chilli papričky. (ČNK: 2002 Blesk magazín). [En la cacerola añadimos sal marina, vinagre, pimienta negra, semillas de sésamo y chiles].

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80. Ingredience: 500 g těstovin, 300 g libového masa (kuře, krůta, kýta), 1/4 hlávky čínského zelí, 1 pórek, cibule, česnek, sůl, pepř, chilli koření, […] (ČNK: 2008 Deníky Moravia). [Ingredientes: 500 g de pasta, 300 g de carne magra (pollo, pavo, muslo), ¼ de lechuga china, 1 puerro, cebolla, ajo, sal, pimienta, chile, […]]. Como ya hemos adelantado, la situación en eslovaco es diferente y allí es la variante adaptada, čili, la que es más frecuente. En lo que se refiere a los compuestos, prevalece el de čili paprička. El compuesto čili korenie es muy raro. Si aparece la acepción de ‘chile molido’, tiene la forma de čili (y variantes). 81. Vyrobte si z hliníkovej fólie vrecko a uzavrite doň rybie mäso s trochou masla, byliniek či čili papričiek. (SNK: 2012 SME Víkend). [Utilice el papel de aluminio para formar una bolsa y envuelva en ella el pescado con un trozo de mantequilla, hierbas o chiles]. 82. Kombinujte ho so škoricou a s čili. (SNK: 2010 Zdravie). [Combine con canela y con chile]. 83. Potrebujeme: 2 malé chili papričky bez jadier, 4 strúčiky cesnaku, […] (SNK: 2009 MY Banskobystrické noviny). [Necesitamos: 2 chiles sin semillas, 4 dientes de ajo, […]]. 84. Ale v každom boršči je cvikla a v každej kapustnici kyslá kapusta, a preto v každom chili je chili korenie, teda nie chili papričky, ale zmes predávaná pod názvom “chili” (SNK: 2003 InZine). [Pero el borsch siempre lleva remolacha y la sopa de col tiene que contener col fermentada y, por eso, el chile lleva especias chile, es decir, no los pimientos llamados chiles, sino una mezcla que se vende bajo ese nombre]. 85. Potrebujeme: 500 g kuracích pŕs, 10 strúčikov cesnaku, 5 chilli papričiek, 1 cibuľu, […] (SNK: 2003 Východoslovenské noviny – Korzár). [Necesitamos: 500 g. de pechuga de pollo, 10 dientes de ajo, 5 chiles, 1 cebolla […]].

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86. Potrebujeme: 4 cukety, 2 väčšie cibule, 5 strúčikov cesnaku, asi 500 g mletého mäsa, lyžičku mletého čerstvého zázvoru (nemusí byť, ale je výborný), 1/2 lyžičky chilli, […] (SNK: 2009 MY Banskobystrické noviny). [Necesitamos: 4 calabacines, 2 cebollas grandes, 5 dientes de ajo, aproximadamente 500 g. de carne picada, una cucharilla de jengibre fresco molido (no es obligatorio, pero está rico), 1/2 cucharilla de chile, […]].

3. Conclusión Los préstamos son testigos lingüísticos de la historia social y cultural de las lenguas y de sus hablantes. Dan fe de cómo se iban propagando conceptos y realidades nuevos a zonas en las que no se habían conocido antes. Son testigos de la globalización en un sentido amplio y prueban que esta no ha sido un “invento” del siglo xx, sino que ha existido siempre, en mayor o menor medida; la novedad del siglo pasado fue su rapidez e intensidad. El objetivo de estudio de este texto han sido tres nahuatlismos (en el sentido de étimo remoto) en checo y en eslovaco: kakao, čokoláda y čili. Aunque los llamamos nahuatlismos, en los diccionarios etimológicos de ambas lenguas se relacionan también con el español como lengua europea de primer contacto, obviando que tanto para el checo como para el eslovaco la lengua que les había dado estas palabras como préstamos (inmediatos) fue muy probablemente el alemán. En lo que se refiere a sus fechas de entrada, kakao y čokoláda entraron a finales del siglo xvii pero no empezaron a difundirse hasta la época ilustrada y los ejemplos empiezan a multiplicarse a finales del siglo xviii; por otra parte, čili es muy posterior, y no se documenta hasta la segunda mitad del siglo xx. Su evolución interna es asimismo bastante interesante e ilustra muy bien los distintos patrones de acomodación de préstamos. La estructura interna de la voz čokoláda no representaba ningún desafío para el sistema morfológico de las dos lenguas eslavas, sin embargo, en su historia en checo podemos notar tendencias (¿conscientes?) de distanciarse de la forma alemana y luego tanto en checo como en eslovaco hemos podido documentar diversos modos de disimilación vocálica que, no obstante, al final no tuvieron éxito en la variación y se extinguieron.

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Por otra parte, la historia de la palabra kakao fue más interesante desde el punto de vista de la morfología. La voz tardó casi un siglo en acomodarse a las pautas de flexión en ambas lenguas y, aunque la forma declinada y la indeclinada convivieron durante un buen tiempo, al final la balanza se inclinó hacia el lado de la regularidad de flexión en el sintagma nominal, apoyada muy probablemente por el hecho de que el adjetivo denominal, kakaový, siempre se ha declinado regularmente. Y finalmente la voz čili (y sus variantes no adaptadas ortográficamente), de corta historia en ambas lenguas, sigue sin acomodarse a las pautas de declinación y solo con el tiempo veremos cómo se ubica en las gramáticas del checo y del eslovaco. De momento vemos que en checo la tendencia es a tratarla como un extranjerismo mientras que en eslovaco se va adaptando por lo menos gráficamente. Es productiva para crear compuestos: čili paprička, ‘pimiento chile’, y čili koření/korenie, ‘chile molido (especias)’. Con los tres estudios de caso hemos procurado ilustrar las estrategias de cómo el checo y el eslovaco adaptan préstamos de otros dominios lingüísticos y nocionales. Es sumamente interesante ver cómo préstamos salidos de la misma área geográfica, lingüística y del mismo campo semántico difieren radicalmente en soluciones adoptadas para darles cabida en otros contextos idiomáticos y socioculturales.

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Chocolate, maíz, papa y tomate en Polonia Marzena Chrobak Universidad Jaguelónica de Cracovia

Debido a la situación geográfica de Polonia, la ausencia de colonias de ultramar y los escasos contactos con América, los productos amerindios y sus nombres han llegado aquí por medio de otros países —tanto países vecinos como países con los que Polonia mantenía relaciones políticas, culturales y comerciales— y de otras lenguas. Fueron, sobre todo, países de Europa occidental: Alemania, Italia a partir del siglo xvi, Francia en los siglos xvii y xviii, y, en menor medida, Portugal, España y Holanda (este último país gracias a Danzig, puerto hanseático en el mar Báltico); esporádicamente los de Oriente: el Imperio otomano a través de los países balcánicos, y Ucrania. El éxito más grande lo conocieron el tabaco y la papa. En la importación de plantas, sobre todo medicinales y comestibles, jugaron un papel importante los herboristas (sobre todo Szymon Syreniusz, autor de Zielnik Polski, herbario que describe 765 plantas, 1613), las órdenes misioneras (principalmente los jesuitas) y los nobles aficionados. Los equivalentes polacos de las voces aguacate, chocolate, maíz, papa y tomate no aparecen en diccionarios históricos de la lengua polaca de los siglos xvi, xvii, o xviii. Algunos se encuentran en diccionarios multilingües confeccionados en aquella época, lo que no significa necesariamente que existieran en la lengua polaca, ya que podían ser neologismos acuñados por el lexicógrafo o traductor polaco. La misma objeción vale para voces encontradas en traducciones al polaco de textos literarios y no literarios escritos en latín, italiano, o francés. Las crónicas de Indias no se tradujeron al polaco hasta el siglo xx; a principios del siglo xvii solo existía la traducción de las Relazioni universali de Giovanni Botero, o sea, Theatrum swiata wszytkiego (1609, 1613, 1659). Algunas de esas voces aparecen en herbarios y diccionarios

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botánicos. Krzysztof Kluk, autor de Dykcyonarz roślinny1 (1786), explica en la introducción a su obra que toma formas polacas del famoso Zielnik Polski2 de Szymon Syreniusz (1613) y que para plantas ausentes de Zielnik Polski, o bien utiliza nombres de uso común (precisando que en diferentes partes de Polonia se usan nombres diferentes y que él toma las propias de su región natal del este del país), o bien adapta al polaco nombres latinos.

1.  Chocolate – czekolada, f. El chocolate para beber apareció en Polonia en la segunda mitad del siglo xvii, procedente de Italia, origen probado por la forma polaca ciocolata, del italiano cioccolata, registrada por primera vez en 1665 y usada hasta finales del siglo xviii. Por su precio exorbitante (en el siglo xviii, en Varsovia, un kilogramo de chocolate costaba tres o cuatro veces más que un kilogramo de buen café, y cuarenta cinco veces más que un kilogramo de carne), fue consumido únicamente por los nobles más ricos; al difundirse la moda del chocolate, aparecieron recetas para “chocolate casero” sin cacao. Se tomaba en forma líquida y en tableta. Además del precio elevado, su divulgación se veía impedida por la tradición y por la superstición. Considerado perjudical para los organismos jóvenes, fue categóricamente prohibido por el Ministerio de Educación en los internados para hijos de la nobleza. Su uso se hizo más común en los siglos xix y xx, de lo que quedan varios testimonios en diccionarios, enciclopedias, obras literarias, y crónicas. Seguía fuera del alcance de los más pobres. Por ejemplo, mi madre, nacida en 1932 en una familia de campesinos sin tierra en una provincia del este de Polonia, lo probó por primera vez ya adolescente. En la República Popular de Polonia (1945-1989) escaseaba. En los periodos de crisis, por ejemplo en los años 1981-1988, se conseguía solo con tarjeta de racionamiento. Era sustituido en el mercado por wyrób czekoladopodobny (literalmente ‘producto chocolatosímil’), de color y forma semejantes a los de la tableta de chocolate, pero fabricado sin manteca de cacao, con otras grasas vegetales, primero tropicales, luego la más 1  2 

Diccionario botánico. Herbario polaco.

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barata grasa local de colza. Este sucedáneo del chocolate, en un envoltorio rudimentario con etiqueta simplificada, llegó a considerarse como uno de los objetos emblemáticos de la época de la Polonia popular. Probablemente por no conocerse en aquella época el chocolate líquido, se cambió el título de la novela de Laura Esquivel Como agua para chocolate, en el que se refleja metafóricamente la temperatura de los sentimientos de los protagonistas, por otro que significa literalmente ‘codornices en pétalos de rosa’, del nombre del plato elaborado por la protagonista para su hombre amado (1993). Desde finales del siglo xx, en la Polonia capitalista, se consiguen fácilmente productos del chocolate, tanto de marcas conocidas mundialmente: Lindt, Milka, Nestlé, Nutella, etc., como de empresas nacionales fundadas en el siglo xix: E. Wedel, de Varsovia (1851), con su “torcik wedlowski”, y Wawel, de Cracovia (1898), con sus chocolatines “malaga”, “kasztanki”, etc. Una caja de chocolatines sigue siendo el regalo favorito para niños y adultos, en ocasiones privadas u oficiales. Desde la primera decada del siglo xxi existen en Polonia formas refinadas de tomar chocolate, tales como fuentes de chocolate en recepciones de bodas; en las tiendas-manufacturas se vende chocolate bajo todas las formas posibles: por ejemplo, réplicas de monumentos de Cracovia. Del italiano cioccolata. El primer uso de la forma ciokolata se registra en 1665, en dos cartas de un noble polaco Jan Sobieski (futuro rey de Polonia) escritas durante una campaña de guerra a su mujer, a la que pide que le mande, además de ropa y de vino, chocolate y el recipiente para tomarlo. Esta forma se mantiene hasta finales del siglo xviii junto a otras formas registradas en diccionarios multilingües a mitades del siglo xviii: czokolata (Danet y Kola 1743), cykulata, szokołada (por influencia del ruso, Troc 1744) y en libros de cocina a finales del siglo xviii: cekulata (Wielądko 1783; Jezierski 1791), czekulata (Wielądko 1783), czokolata (Kurcyusz 1785). En un diccionario botánico aparece czokulada (Kluk 1786). En el primer gran diccionario de la lengua polaca Słownik języka polskiego (Linde 1807-1814) aparecen ciokolata, chokolata, y czekulata. La forma actual czekolada aparece en el siglo xix y convive con czekulada, szokolada (Łukaszewski 1847; Raszewski 1847); en el siglo xx solo pervive czekolada. En los diccionarios de extranjerismos de los siglos xix y xx figura como étimo la voz mexicana junto con la información de que habrá llegado a la lengua polaca por mediación del italiano. En la mayoría de los diccionarios de lengua polaca czekolada aparece sin

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información sobre su origen. El diccionario actual de referencia Wielki słownik języka polskiego (véase Instytut Języka Polskiego PAN 2011) informa de que procede del español chocolate, vía italiano cioccolata. La palabra no aparece en diccionarios históricos ni etimológicos de la lengua polaca. Los etimólogos no comentan el pasaje de cio-/cy-/ce- a cze-. La sustitución de -t- por -d- se atribuye a la influencia del alemán Schokolade y a la analogía con otros préstamos (por ejemplo, los nombres de bebidas, como limoniada, oranżada). La sustitución de cioko-/czoko- por czeko- se debe probablemente a la disimilación (Bochnakowa 1984: 56). El género femenino se toma de la voz italiana. La palabra está perfectamente adaptada al polaco, se pronuncia y se declina sin dificultad. El adjetivo se usa como denominación del color, por ejemplo en referencia a la piel bronceada. Existe únicamente un uso metafórico, de la unidad fraseológica wyrób czekoladopodobny significando en comparaciones ‘algo de peor calidad’.

2.  Maíz – kukurydza, f. Parece que el maíz se trajo a Polonia desde la península balcánica (Rumanía, Serbia), donde su cultivo era general ya en el siglo xvii. Sin embargo, durante todo el siglo xviii se cultivó poco y casi únicamente en la parte sureste de la República de las Dos Naciones. Su grano fue empleado como pienso, procesado para comer en forma de gacha; de la harina se intentó hacer pan. En los años veinte del siglo xx se intentó introducir este cereal también en otras partes del país, pero esta vez con las variedades importadas de los Estados Unidos, más adaptadas al clima polaco. Se crearon también algunas variedades locales y, después de la Segunda Guerra Mundial, una docena de variedades nuevas. En el año 2015 el cultivo del maíz contaba con una superficie de casi un millón de hectáreas, 480.000 para el consumo humano, 479.000 para la alimentación de animales y 19.000 para el uso como biocombustible. El maíz es consumido bajo formas diferentes, desde la mazorca asada hasta los cornflakes y las palomitas. Recientemente se construyeron unos laberintos a base de maizales como atracción turística, por ejemplo en Kurozwęki, Kobierzyce, Bliziny.

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Dado que el cultivo del maíz fue común en los territorios del Imperio otomano, en la lengua polaca —así como en otras lenguas europeas— se le denominaba pszenica turecka, ‘trigo turco’ (1568, 1613). Debido a su origen americano se usaban también nombres tales como proso indyjskie, pszenica indyjska, żyto indyjskie, zboże indyjskie, en los que el adjetivo indio acompañaba al equivalente polaco de este cereal: ‘mijo’, ‘trigo’, ‘centeno’, o al hiperónimo ‘cereal’. Estos nombres se empleaban comúnmente como sinónimos. Aunque Syreniusz (1613) distinguía muy claramente pszenica turecka del zboże indyjskie, constatando, por ejemplo, que los granos del cereal indio superan al turco en grandeza, belleza, maravilla y diversidad de colores, otro botánico eminente, Kluk (1786), no le siguió en eso, ni tampoco los lexicógrafos Troc (1744, 1747) o Ładowski (1783). En la traducción polaca de las Relazioni universali de Botero, o sea, Theatrum swiata wszytkiego (1609) apareció el neologismo Máhiz, m., acompañado por el hiperónimo ‘hortaliza’ y declinado como sustantivo polaco. El traductor de la literatura francesa Jacek Przybylski toma en cuenta la función de los americanismos en el texto de origen. En su traducción del episodio paraguayano de Candide ou l’optimisme (1759) de Voltaire3, donde el maíz sirve como ejemplo de alimento barato y común, Przybylski introduce el equivalente polaco pęczak (1780). En su traducción de las Lettres d’une Péruvienne (1747), de Mme. de Graffigny, donde los nombres de los realias peruanos son portadores de lo exótico, Przybylski acuña los extranjerismos Mayz (escrito en cursiva) y Mais (1784). En el siglo xviii se publicaron en Polonia dos traducciones de la famosa novela tropical de Bernardin de Saint-Pierre Paul et Virginie (1788), primero a partir de la versión inglesa (Paweł Skoraszewski 1793), luego del original francés (Tomasz Wolicki 1795). Wolicki usa żyto indyjskie, siguiendo probablemente el Nouveau dictionnaire francois, allemand et polonais de Troc (1744, 1747). Skoraszewski, a falta de un diccionario inglés-polaco, guarda la forma inglesa Maize, acompañándola por el hiperónimo y adjetivo de origen: zboże Indyjskie (Chrobak 2015). En el siglo xviii aparece la voz kukuryca (Kluk 1786), kukurudza y kukurudz (1806), en los siglos xviii y xix también kukuruza, kukuryza, kukuruca, 3 

Véase el texto de Emma Martinell en este libro.

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que darán en la primera mitad del siglo xx la forma kukurydza, la única que pervive hoy día. Todas estas variedades provienen de los dialectos ucranianos. Fueron consideradas tradicionalmente como préstamos de la palabra otomana kokoroz (Wielki słownik języka polskiego véase Instytut Języka Polskiego PAN); sin embargo actualmente se cree que las formas turcas, sin motivación en las lenguas turcas, provienen del albanés kúqur ‘asado’, o kókërr ‘semilla de guisante, baya’, o del rumano cucurúz m, ‘cono de abeto’ (actualmente dial.), ‘mazorca’, o quizás del eslavo sur kukurjav‚ ‘rizado’, ‘extendido hacia fuera’. Las voces dialectales serbocroatas kukor-ica//kokor-ica, derivadas por el sufijo local -ica de la raíz tomada del albanés, podrían haber dado las formas húngaras, checas, eslovacas, y ucranianas dialectales. Debido al gran número de variedades de esta voz, no se excluye la posibilidad de dos fuentes independientes.

3.  Papa – ziemniak, kartofel, m. El rey polaco Juan III Sobieski quién, según parece, trajo las papas de Austria después de la batalla de Viena (1673), nunca imaginó la brillante carrera que iban a hacer en nuestro país. A finales del siglo xvii eran algo nuevo, una curiosidad en la mesa de los nobles. La planta era cultivada en sus jardines. Se divulgaron a mediados del siglo xviii, bajo el reino de la dinastía sajona, en las tierras cultivadas por colonos sajones, y a finales del siglo pasaron del cultivo en los jardines al cultivo en el campo. Durante esta época muchos polacos las despreciaban como poco sanas y se quejaban de lo cansado que era pelarlas. Otros, sin embargo, notaban que para la población pobre las papas se habían convertido en un alimento tan común como el pan, y afirmaban que eran un tesoro procedente de las Américas que valía mucho más que el oro y la plata. A principios del siglo xx eran consumidas tanto por los campesinos como por la nobleza y la burguesía, y servían para la elaboración de la harina, el vodka y el azúcar. Más de cien variedades de papa se crearon en un centro de cultivo de Henryk Dołkowski establecido en 1877 y que funcionó hasta 1939, cuando estalló la Segunda Guerra Mundial. Durante la ocupación alemana de Polonia, periodo de hambre, las papas, que se producían fácilmente, fueron un alimento de los más populares; en 1940, una botánica publicó,

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en una colección de guías de Haz todo tú mismo, un libro de recetas titulado ‘100 platos a base de la papa’. Después de la Segunda Guerra Mundial, la papa se volvió un producto esencial en la agricultura y en la alimentación polacas. En la época de la Polonia popular, sobre todo en los años cincuenta, sesenta y setenta, su cosecha (wykopki), que exigía una gran cantidad de mano de obra, movilizaba la nación entera, como la zafra en Cuba: en septiembre, muchos alumnos, estudiantes y empleados iban a las granjas nacionales para ayudar. Para dos generaciones de polacos, la papa fue el elemento obligatorio del almuerzo, la comida polaca más importante, sobre todo del plato fuerte. Se servía en su forma más típica —papas cocidas servidas enteras o machacadas con mantequilla— y también como placki ziemniaczane (tortillitas de papa rallada y frita), pyzy (bolas de masa de patata cocidas, con o sin relleno), knedle (bolitas con relleno de fruta, por ejemplo, ciruela), etc. Las papas a la francesa y las chips fueron introducidas en los años ochenta. Después de la crisis económica y del colapso del estado socialista en 1989, la producción fue bajando constantemente hasta 2010, cuando se observó un ligero crecimiento. Con todo, Polonia sigue estando entre los primeros diez países productores de papa del mundo. El registro nacional contiene 129 variedades, y la papa se investiga en el Instituto del Cultivo y de la Aclimatación de las Plantas que publica la revista cuatrimestral Ziemniak Polski. El polaco consume más de 100 kilogramos de papa el año. En algunas partes del país el consumo de platos regionales basados en la papa es un fenómeno cultural y un evento social importante. Se trata sobre todo del plato llamado, según la región, prażonki, pieczone o ziemniaczki po cabańsku, o sea capas de papa cortada en rodajas, tocino, chorizo y cebolla, guisadas en una marmita especial de hierro fundido, con tapa, colocada sobre el fuego vivo y lento, en jardines privados, huertas y parcelas domésticas, en algunas regiones del oeste y del sur de Polonia, desde principios de primavera hasta finales de otoño, en familia o entre amigos. Entre varias fiestas de la papa celebradas actualmente destaca el Festival Mundial de Prażonki en Poręba, desde 2003, que incluye un concurso de platos de papa, así como la preparación de prażonki en calderas gigantes, la más grande capaz de contener doscientos kilogramos. Debido a la popularidad de la papa en la región de la Gran Polonia y su capital Poznań, la forma regional de su nombre pyra llegó a denominar al

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lugareño o a la persona originaria de allí; la región misma se llama entonces Pyrlandia, o sea la tierra de los pyras. A su hortaliza amada, los nativos la llaman a veces con ternura ‘naranja subterránea’, y a su región ‘tierra de la naranja subterránea’. Uno de los dos monumentos polacos de la papa se encuentra precisamente en Poznań y se llama Pyra de Poznań. Es un bloque errático de cinco toneladas en forma de papa, que se inauguró en septiembre de 2007, en el marco de la quinta edición de los Días de Pyrlandia. Durante aquella festividad se construyó también un pueblo de indios peruanos. El segundo monumento polaco de la papa se encuentra frente a la estación del cultivo de la papa en Biesiekierz, y mide nueve metros. Además del consumo humano, la papa se utiliza en Polonia en la alimentación animal, como agente gelificante y en la producción del vodka. La papa protagonizó un poema épico y cómico juvenil del poeta romántico más eminente de Polonia, Adam Mickiewicz, titulado Kartofla (1819). De los cuatro cantos planeados se escribió solo el primero. Desde su horno, la papa exhorta al poeta a tomar la lira y a cantar la historia de una contienda entre los antiguos dioses y los santos católicos sobre si deben o no permitir a Colón descubrir las Américas. Todos ellos sopesan las ventajas y las desventajas de este hecho para el mundo. Lo que inclina la balanza es el elogio de la papa pronunciado por Santo Domingo, en 42 versos. El santo deja caer la papa al borde de la carabela de Colón, que la percibe como señal de que la tierra está cerca. Los marineros sublevados se someten, Colón engasta la papa en oro y la lleva en el pecho como una joya. La primera noción sobre la papa (no registrada en los diccionarios polacos), la encontré en la traducción polaca de las Relazioni universali de Giovanni Botero, o sea, Theatrum swiata wszytkiego (1609). La forma Papé, en plural, repetida dos veces, es probablemente un extranjerismo acuñado por el traductor polaco y que no volvió a repetirse en otros textos. En un libro de recetas (Czerniecki 1682) aparece, también en plural, la forma tartufole y tertufole; en el siglo xviii también tartofle, del alemán Tartuffel (del italiano Tartufo); ninguna de estas formas se usa después del siglo xviii. A finales del siglo xviii se registran las formas kartofel, préstamo del alemán Kartoffel (Kurcyusz 1785; Kluk 1786) junto con jabłko ziemne, ziemniak, calco del alemán Erdapfel y su forma sintetizada. Las tres formas están recogidas en el primer gran diccionario de lengua polaca Słownik języka polskiego

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(Linde 1807-1814). No se sabe cuál de ellas apareció primero, aunque Jędrzej Kitowicz, memorialista e historiador de cultura de finales del siglo xviii, habla de jabłka ziemne, ‘manzanas de tierra’, o sea ziemniaki, ‘terrales’, en la lengua de hoy kartofle, ‘patata’ (Kitowicz 1840: 513). En su poema dedicado a la papa, el gran poeta polaco Adam Mickiewicz usa las formas kartofel, kartofla, ziemlanka. El préstamo kartofel está perfectamente adaptado, se declina como una voz polaca, con -e que desaparece en todos los casos excepto en el nominativo del singular (genitivo: kartofla, dativo: kartoflu, acusativo: kartoflu, vocativo: kartoflem; nominativo del plural: kartofle). Existen variedades dialectales: kartofel f., kartofla; en plural: kartafle, kartufle, hartufle, kartofki, kartoszki, kartochle. El calco ziemniak también se percibe como voz polaca. Usado al principio sobre todo en el sur de Polonia, actualmente está presente en el país entero. Tiene variedades dialectales fónicas: ziemiak, źmiak, zimyok; antiguamente también ziemlak, ziembniak, ziemik. Los orígenes alemanes de esta hortaliza se notaban en las formas que hoy día ya no se usan: szwabki, plural del alemán Schwaben, y sasaki, plural, del alemán Sachsen. Debido a su importancia y su popularidad, la papa se conoce en Polonia bajo varios nombres locales. La denominación más conocida es pyra/pyrka, f., muy común en la Gran Polonia, con pyra usada expresivamente como etnónimo y raíz del topónimo coloquial Pyrlandia. Su etimología es incierta. Existen tres hipótesis (del verbo pyrkać, ‘emitir el sonido corto, por ejemplo al cocerse’); del alemán Birne; del español Perú), pero ninguna de ellas está probada. Se registra también la forma perka. Otra forma dialectal es grula, f., registrada en el siglo xix, usada en Podhale oriental, préstamo del eslavo grul’a. En los dialectos de los lemkos existen las formas grúla y kompera, quizás del eslavo krumpla, grumpla (del alemán dialectal krum(m)birn, del alemán Grundbirne). Otras formas son barabola, bulba (región de Lvov); bùlwa (Kasubia); muy raras o no registradas hoy día: arczak/jarczok, bałabun, bandura/bandurka, gajdak, knul, kobzol, pantówka, rzepa, swapka (Basara 1992). La forma kartofel se usa de manera figurada en comparaciones: mieć nos jak kartofel, ‘tener la nariz parecida a una papa’; mówi jakby miał kartofle w gębie‚ ‘habla como si tuviera papas en la boca’, o sea con dificultad, que no se entiende bien. Hay varias unidades fraseológicas con la variedad regional

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pyra: patrzeć jak byk na (małą) pyrę, ‘mirar como un toro a una (pequeña) papa’, o sea mirar a alguien de manera siniestra, sin amistad; idź w pyry, coloiqual para ‘vete’; skocz mi w pyry, coloquial para ‘vete a la mierda’; coś poszło w pyry, coloquial, con el valor de ‘algo se ha echado a perder’.

4.  Tomate – pomidor, m. Szymon Syreniusz, el herborista polaco más famoso del siglo xvi, describe el tomate, llamándolo con el nombre latino Pomum amoris y con dos calcos polacos: jabłko miłości albo złote, literalmente ‘manzana de amor o de oro’, y notando que no es común en tierra polaca y que se cultiva en Italia (1613). Casi dos siglos más tarde otro herborista, Krzysztof Kluk (1786), repite el primer calco con el complemento en la forma adjetival, jabłko miłosne, ‘manzana amorosa’, explica que se cultiva en algunos jardines y combate la opinión sobre sus cualidades estupefacientes, alegando que había visto con sus propios ojos que el consumo de salsa de tomate con la carne no perjudicaba a nadie. Con todo, el consumo de esta hortaliza, así como su nombre moderno pomidor, del italiano pommodoro, se divulgó en Polonia solo en el siglo xix. En el siglo xx el tomate llegó a considerarse una de las hortalizas más comunes en este país. Se consumía fresco, en ensalada con cebolla, así como en zumo, en salsa, y en sopa, pero nunca en forma seca. La sopa de tomate llegó a ser una de las más populares sopas polacas. Se considera parte del almuerzo tradicional, junto con el plato fuerte de chuleta de puerco, papas cocidas, ensalada de pepino, cebolla y crema (llamada mizeria, literalmente ‘miseria’), y la bebida de manzana cocida. La palabra pomidorówka, variedad coloquial y sintética de zupa pomidorowa, ‘sopa de tomate’, demuestra la popularidad de este plato. El éxito del tomate está confirmado también por la existencia de un juego de niños llamado pomidor, que consiste en que los jugadores hacen preguntas divertidas a la persona escogida, que no tiene derecho de reír y solo puede contestar pomidor4. En la época de la Polonia popular los tomates se consumían frescos solo en verano. La nostalgia de la nación entera se refleja en la canción “Addio, 4  En el francés encontramos le jeu de la tomate; en español tomate es un juego de naipes; en italiano existe il gioco del pomodoro y en alemán es Tomate.

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pomidory” donde el sujeto lírico se despide de los tomates a la llegada de otoño: “adiós, tomates, adiós, mis preferidos, mis perdidos, los solitos que se ponen tras mi mesa, vuestro aroma me acompañará durante los largos meses de invierno” (Kabaret Starszych Panów, 1962). En el siglo xxi los tomates están en el comercio durante el año entero, de diferentes variedades, colores y tamaños, desde la cereza hasta el corazón de buey, aunque los más sabrosos se consideran los locales, cultivados en la tierra, de junio hasta octubre. Muchos historiadores de la lengua creen erróneamente que la forma actual polaca pomidor, del italiano pomidoro, es un préstamo proveniente del siglo xvi, época en la que con la reina Bona Sforza aparecieron en Polonia varios vegetales italianos (hecho recordado por el hiperónimo włoszczyzna, ‘lo italiano’, que hasta hoy día denomina un grupo de vegetales básicos para la preparación de una sopa, aunque no todos ellos sean de origen italiano). Sin embargo, en los siglos xvi, xvii, xviii el tomate fue conocido bajo el nombre latino, familiar (Pomum amoris, Syreniusz 1613, Poma amoris, Kluk 1786) o culto (Solanum lycopersicum, Kluk 1786), así como los calcos polacos jabłko miłości (Syreniusz 1613), jabłko miłosne (Kluk 1786), jabłko złote (Syreniusz 1613, Zdanowicz 1861). La palabra pomidor aparece por primera vez en la forma deformada poniedor en una relación de viaje a Italia (Lanhaus 1768), luego en un diccionario de la lengua polaca (Zdanowicz 1861). Está presente en todos los diccionarios de lengua polaca del siglo xx y xxi, con información sobre su origen italiano. En la primera mitad del siglo xx se registra en algunos diccionarios (Arct 1947; Dworecki 1949) la palabra tomat, s. m., con el significado de ‘salsa de tomate’, del francés sauce tomate, por mediación del ruso томат. La palabra se conoce actualmente solo como cita de un poema satírico, cuyo título y refrán, Skumbrie w tomacie, ‘caballas en salsa de tomate’, alude a la conserva y al gobierno conservador (Gałczyński 1936).

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1.  Introducción La aparición de la mayoría de las palabras de origen indoamericano en la lengua rusa se remonta a los años finales del siglo xvii o a comienzos del siglo xviii, lo que corresponde al reinado del zar Pedro I “el Grande”. El gran reformador ruso, el emperador Pedro I, no solamente impuso cambios en la estructura del gobierno y del ejército, sino que también impulsó cambios en el idioma. Estableció relaciones comerciales con varios países de Europa, sobre todo con Alemania, gracias a lo cual en el ruso aparecieron muchos préstamos tomados del alemán, tanto términos técnicos y comerciales como palabras cotidianas. Pedro I fue quien orientó Rusia hacia Occidente. A principios del siglo xviii creó en la ciudad recién construida —San Petersburgo— los colegios correspondientes a los ministerios modernos. Desde el momento de la creación en el año 1718 del Colegio de Asuntos Exteriores, Pedro I prestó la máxima atención a la enseñanza de lenguas extranjeras, en primer lugar, para los jóvenes de las familias nobles. Además, entre los años 1708 y 1711, Pedro I reformó el alfabeto ruso: suprimió letras repetitivas, es decir, las que representaban los mismos sonidos, y letras que se habían usado en la época antigua para representar números y habían caído en desuso tras la introducción en Rusia de los números arábigos. Desde entonces el alfabeto ruso empezó a distinguirse del alfabeto del eslavo

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eclesiástico de una manera más marcada. Se puede afirmar que la lengua rusa en su forma actual se formó en el paso del siglo xviii al xix. El ruso resultó ser un idioma apto para la literatura y recibió el estatus de lengua nacional en la primera mitad del siglo xix. Las palabras extranjeras, sobre todo las que denominan alimentos exóticos, normalmente entran en la lengua receptora con los mismos productos. Además, hay factores sociolingüísticos en la adaptación y el uso de los préstamos. Pedro I introdujo la moda de usar alimentos exóticos (café, chocolate, etc.) en las asambleas donde se reunía la nobleza rusa, como lo hacían en las cortes de la realeza europea. A pesar de cierta oposición por parte de la nobleza rusa, el empleo de palabras extranjeras se convirtió en signo de modernidad, y su uso comportaba un gran prestigio, así como ocurría con los productos exóticos, que solo podía saborear la elite de la nobleza rusa: constituían un símbolo del éxito y de clase alta. Se sabe que la causa principal de los préstamos son normalmente los contactos entre las naciones. La mayoría de los préstamos que entraron en la lengua rusa en la época de Pedro I, entre ellos las denominaciones de los alimentos americanos, pasaron al ruso a través del francés o del alemán. No hubo contactos directos entre los pueblos de Rusia y de América Latina, pero sí que hay cartas, diarios de viajes y otros documentos que contienen descripciones de las tierras lejanas, donde aparecen los nombres de alimentos y plantas sudamericanas. De las lenguas indígenas llegaron a Rusia voces como cacao, chocolate, tabaco, tomate, etc. y las lenguas europeas no hicieron sino continuar la labor de transmisores culturales de dichos alimentos y denominaciones, como se dio en tantos otros campos. En este capítulo, nos concentraremos en la adaptación de los préstamos que denominan alimentos de América, hasta su integración lingüística (incluyendo la fonología), su primera documentación en los textos rusos y en los diccionarios, su variación y la formación de sus derivados en la lengua rusa. En esta ocasión analizaremos tres palabras de procedencia indígena —cacao (en ruso, какао), tomate (en ruso, томат) y chocolate (en ruso, шоколад)— con el porcentaje de utilización más elevado entre todos los préstamos indoamericanos, aunque el porcentaje de uso no siempre se corresponde con el porcentaje de adaptación (hecho que será analizado posteriormente).

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2.  Etapas de la adaptación Evidentemente, no todas las innovaciones léxicas merecen incluirse en el diccionario, ya que existen vocablos de uso temporal, sobre todo si se trata de palabras extranjeras. El extranjerismo, con el paso del tiempo, se puede ir naturalizando y a veces llega a asimilarse al léxico patrimonial hasta tal punto que tan solo el experto está en condiciones de identificarlo. No obstante, en el momento en que una nueva palabra se vuelve frecuente e incluso corriente para la mayoría de los hablantes y se adapta al léxico de dicha época, su fijación lexicográfica resulta completamente natural y necesaria. De la misma forma sucede con la corrección gramatical y la información estilística respecto a los extranjerismos, porque en cierto modo dichos vocablos pueden dar pie a errores en el uso. Según los lingüistas rusos (Vinogrados entre otros), cada palabra extranjera, al entrar en la lengua rusa, pasa por tres fases de asimilación. En la primera fase, el vocablo aparece sin cambios, aunque se escribe en alfabeto cirílico, sólo como “cita”. En la segunda fase, empieza a adaptarse a las normas fonológicas, cambia su pronunciación en analogía con otras palabras en ruso, aparece la reducción de vocales no acentuadas, la asimilación de las consonantes, etc. Se adapta a las normas gramaticales, lo que en el caso de los sustantivos significa que queda atribuido a un género y a un tipo de declinación, tiene flexión de número y puede concordar con el adjetivo. En la tercera fase empiezan a formarse los derivados, otros sustantivos, adjetivos y verbos formados por sufijación, y también nacen las construcciones fraseológicas. En el desarrollo y la evolución semántica del préstamo pueden agregarse nuevas significaciones a través de la ampliación metafórica y metonímica, o se pierden algunas. Los marcadores que identifican una forma como préstamo en la lengua rusa son los siguientes: 1) fonéticos: grupo de dos vocales en la raíz de la palabra; 2) morfológicos: la invariabilidad de la palabra (no hay formas de cambio o declinación); 3) gramaticales: no forman plural. Hay que mencionar que algunas palabras prestadas pueden entrar en relaciones sinonímicas con otras palabras extranjeras en la lengua y hasta formar concurrencia, como en el caso de una de las palabras que vamos a analizar: tomate (en ruso hay dos palabras que denominan el mismo producto: una томат [tomat] —de procedencia americana—, y otra помидор [pomidor], préstamo del italiano).

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3.  Fuentes de información, diccionarios y otras bases de datos Para el presente estudio nos apoyamos en el análisis de los diccionarios y bases de datos que son más fiables para la visión diacrónica y etimológica de la lengua rusa. En primer lugar, consultamos los diccionarios generales de la lengua rusa1: ante todo, el Gran diccionario académico de la lengua rusa (GDAR), de 23 volúmenes (2007-2016). Cabe mencionar en este sentido también el Diccionario del ruso moderno (DRM), de cuatro volúmenes (1986). El diccionario general más completo es el Diccionario de la lengua rusa literaria moderna (DLRLM), de 17 volúmenes (19481965). Además, no debemos olvidar los dos diccionarios más conocidos de la lengua rusa moderna, escritos por autores famosos: el Diccionario general de la lengua rusa de Dal, de cuatro volúmenes (1863-1866), y el Diccionario general de la lengua rusa, bajo la redacción de Ushakov, de cuatro volúmenes (1935-1940). No obstante, la información más concreta sobre la penetración de las voces hispanoamericanas e indoamericanas prehispánicas, las primeras indicaciones sobre su fijación y su etimología, se analizan en los diccionarios etimológicos de la lengua rusa, en primer lugar los siguientes: el Diccionario etimológico del ruso, de Vasmer, cuatro volúmenes (1986), y el Diccionario histórico-etimológico de la lengua rusa de Chernij, dos volúmenes (1994). Los diccionarios y vocabularios históricos también pueden proporcionar la información necesaria sobre el desarrollo de los significados de las voces hispanoamericanas en la lengua rusa, fechas de su documentación, ejemplos de su uso, y citas. Las fuentes más interesantes son: el Diccionario del ruso de los siglos xi-xvii (1980) y el Diccionario del ruso del siglo xviii (1984). Cabe mencionar, que basan su información en los diccionarios más antiguos, como el Lexicón trilingüe, de Polikarpov (1704), y el Vocabulario rusoalemán-francés, de Nordstet (1780-1782). Hay que mencionar que en Rusia, hasta los comienzos del siglo xviii, cuando apareció el primer diccionario general académico, no había existido 1 

La traducción de todos los títulos es mía.

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una diferencia definida y clara entre diccionarios generales y enciclopédicos: ambos tipos podían contener toda la información, tanto sobre el objeto descrito como sobre la forma de la palabra. Los primeros diccionarios generales elaborados por la Academia de Ciencias de Rusia aparecen a finales del siglo xviii y comienzos del siglo xix, y son el Diccionario de la Academia de Rusia, volúmenes 1 a 6 (1789-1794), y su segunda edición, en orden alfabético (1806-1822). Los diccionarios de palabras extranjeras y de préstamos también pueden proporcionar información adicional sobre las voces que estudiamos. Los más completos y dignos de confianza son: el Diccionario general ilustrado de palabras extranjeras, de Krisin (2008), y el Diccionario de nuevas palabras extranjeras (con la traducción, etimología y cambios), de Komlev (2006). Y, para completar la información, hemos consultado y analizado las bases de datos de los corpus de la lengua rusa moderna, que contienen los ejemplos sacados de los textos desde el siglo xviii hasta nuestros días, así como muchos datos estadísticos y características cuantitativas.

4.  Desarrollo de las denominaciones de los alimentos americanos en la lengua rusa Empezamos nuestro análisis de la entrada y la adaptación de las tres palabras americanas elegidas, cacao (en ruso, какао), tomate (en ruso, томат) y chocolate (en ruso, шоколад), a partir de la consulta del Diccionario de Chernij (1994), que contiene datos de la penetración de estas voces en la lengua rusa, presenta su etimología y menciona la lengua de origen, así como los datos de la primera fijación. El artículo contiene todos los derivados y palabras de la misma raíz en otras lenguas eslavas, y préstamos paralelos e indicaciones sobre los cambios fonéticos y semánticos completados con los ejemplos de textos literarios. Se sabe que los extranjerismos, al ser préstamos, empiezan a escribirse en ruso en el alfabeto cirílico, siguiendo las reglas de grafía y escritura que corresponden a la pronunciación en ruso. Para la transcripción, empleamos el AFI (Alfabeto Fonético Internacional).

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5.  Cacao (kakao) [kɐˈkao]2 Según Chernij (1994, 369), la información sobre la primera documentación de la palabra tuvo lugar en el Vocabulario de Nordstet (1780, 1: 280): la Cosmografía (1670: 339), traducciόn anónima compilativa de los textos de Mercator y Martin Belsky. En la Cosmografía se dice que en América “hay plantas que los habitantes de allí llaman kakao” (1670: 339). Así que la primera documentación de dicha palabra en la lengua rusa es en el texto del siglo xvii, y la primera documentación lexicográfica es el Vocabulario de Nordstet (1780). Según Chernij (1994), la palabra llegó al ruso a través de lenguas europeas, el francés y el alemán; la fuente del préstamo en Europa es el español. Al español había llegado de la lengua de los aztecas, que lo llamaban cacauatl. En el Diccionario del ruso del siglo xviii (1984, vol. 9) se mencionan las siguientes variantes fonéticas y gráficas de esa palabra: КАКАО 1729, КАКОУ 1747, КАКОА 1765, КАКАВИ 1771, КАКО 1790, todas invariables y КАКАЙ 1719, sustantivo masculino. Del español cacao directamente y a través del alemán y francés. En el Diccionario de Chernij (1994) se ofrecen las dos significaciones: 1. Тропическое дерево, из семян которого делают шоколад, шоколадное дерево. 2. Зерна или плоды этого дерева, превращенные в порошок, из которого делают ароматный напиток. Из них вырабатывают шоколад. «Большую прибыль этому острову (Ямайке) приносят сахар и какао, из которого делают шоколад» (География, 1719). [1. Árbol tropical de chocolate (Theobroma cacao): “El Cacao crece a lo largo de las dos orillas del río en el que está situada la ciudad”. 2. Semillas o granos del árbol después de un proceso de fermentación en el que se convierten en una especie de habas o gránulos. Con este producto se elabora el chocolate. “Grandes ganancias a esta isla (Jamaica) proporcionan el azúcar y el cacao, de los que se elabora el chocolate” (Geografía, 1719)].

El Diccionario de Chernij (1994) ofrece asimismo una lista de adjetivos derivados de esa palabra: Kакаовый [kakaoviy], какаонный [kakaonniy], 2 

La traducción de todos los artículos, ejemplos y citas literarias es mía.

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какаосовый [kakaosoviy], какавный [kakavniy] (1783). Todas estas palabras significan lo mismo lo que se refiere a kakao (adjetivo de kakao). Y en el Diccionario de Chernij (1994) aparecen también los sustantivos derivados de la palabra: КАКАОВА (1780)[kakaova] y КАКАОВИНА (1790) [kakaovina] f. del francés Cacaoyer ‘el árbol en el que nacen las semillas de cacao’. Además de КАКАОВНИК [kakaovink] (1799) – m. El árbol de cacao o el lugar donde crecen esos árboles.

En el Diccionario del ruso de los siglos xi-xvii (1980) se halla la palabra KAKAO, con la indicación de la fecha de la primera documentación de la palabra en la lengua rusa: KAKAO – ср. Плод дерева какао. “Есть божественные плоды […] которые местные жители какао называют”. (Козма Индикоплов, с. 399, 1670). [KAKAO – n. Fruto del árbol del cacao. “Hay frutos divinos […] que los habitantes de allí llaman cacao”. (Kozma Indicoplov, 1670: 399)].

Según T. Pigulevskaya (1953), la traducción del manuscrito de la Topografía cristiana de Kozma Indicoplov (Κόσμας Ἰνδικοπλεύστης en griego) fue realizada al ruso a finales del siglo xv y comienzos del siglo xvi, pero la versión más completa, donde se halla la palabra KAKAO, es del año 1670. El Diccionario de Vasmer (1986) aporta la siguiente información sobre la palabra estudiada: КАКАО – через нем. Kakao или франц. CACAO< испанск. СACAO < мексик.Cacahoatl «бобы какао» или «дерево какао»; см. Леве,(1876) 61, 84 и сл., Литман, (1921) 150. [Уже в 1670, Кипарский, 1956, N 5, с.131 – Т.]. [KAKAO – del alemán Kakao o francés CACAO < espaňol CACAO < mexicano Cacahoatl “habas de cacao” o cacaho “árbol de cacao”. Apoya su opinión en Lowe (1876) y Littman (1921), [Comentario de O. Trubachev Esta palabra ya existía en 1670 (según Kiparsky, 1956)].

El mismo Vasmer (1950) dice en la “Introducción” a su Diccionario que el conocimiento sobre la lengua rusa de los siglos xvi y xvii no se ha

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completado, pues no se dispone de datos suficientes. Además, cuando incluye la cita de uno u otro autor, eso no significa que considere que precisamente él fue el primero en usar la palabra. Trubachev (1960), el traductor del diccionario, dice que Vasmer exageró la influencia alemana en la lengua rusa y el papel del alemán como lengua mediadora a través de la cual llegaron muchas palabras y términos culturales, que podrían haber penetrado directamente del holandés, francés o italiano. Trubachev introdujo algunos comentarios y corrigió algunas etimologías (añadidas al Diccionario con la letra T). Según el GDAR (2007-2016), del cual sólo se publicaron 23 volúmenes, llegando a la letra R (P en ruso), КАКАО es sustantivo, de género neutro, invariable, y tiene dos significados: 1. Árbol tropical de cuyas semillas se elaboran chocolate y manteca. 2. Polvo hecho de las semillas de este árbol del cual se hace una bebida. Hay expresiones como “comprar cacao”, “una taza de cacao”. También hay indicación sobre la forma más arcaica, en masculino, con el ejemplo del texto literario de Mamin-Sibiriak: “Karachumsky tomaba su cacao matutino” (El Oro, 1892).

En cuanto a la etimología, se indica que en su forma arcaica (en masculino) quedó fijada en el Diccionario del ruso de los siglos xi-xvii (1980) y en el Vocabulario de Nordstet con la fecha de 1780, que proviene del español cacao con origen en el mexicano cacaho. En este diccionario aparece también la palabra derivada КАКАОВЫЙ (adjetivo de cacao). КАКАОВЫЙ [kakaoviy] 1. Adjetivo, que significa todo lo que se refiere a cacao, como, por ejemplo, el árbol de cacao. Ofrece cita del escritor y periodista Yuri Naguibin: “Cerca de la escuela (en Nigeria) hay plantaciones de cacao, palmas de coco” (La mujer de Nigeria, 1969).

En el DRM (1986) la palabra KAKAO tiene los tres significados siguientes 1. ‘Fruto’, 2. ‘Polvo’ y 3. ‘Bebida’.

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Ya se ve que los autores de los dos últimos diccionarios muestran opiniones diferentes sobre los casos de polisemia y metonimia que dicha palabra ha conocido. En el Diccionario de Krisin (2008) se precisa la etimología de la voz, indicando “del español cacao < de la lengua náhuatl cacauatle”. En esta explicación etimológica se menciona por primera vez una lengua indígena concreta (náhuatl) como origen del préstamo. En conclusión, podemos decir que la palabra amerindia CACAO tiene ya casi 350 años de uso en la lengua rusa, aunque el grado de su asimilación es menor. Según los datos de que hoy disponemos, apareció primero (en 1670) en los textos y tratados cosmogónicos y descripciones geográficas, y entró en el uso más activo a comienzos del siglo xviii. Su entrada en un diccionario es el año 1780, cuando aparece en el Vocabulario de Nordstet (1780-1782). Fonéticamente se adaptó a las normas de la lengua rusa, la primera [a] que va sin acentuar y se pronuncia como [a] corta y débil, algo entre [a] y [o]. El último sonido también se reduce. Pero la presencia de la combinación de dos vocales radicales indica de forma muy clara que es una palabra extranjera. Morfológica y gramaticalmente no se ha asimilado a la lengua rusa, sigue siendo invariable, no se declina ni forma plural. Apareció como palabra del género masculino, pero después pasó a ser neutra, como la mayoría de los extranjerismos en ruso, que terminan en –o. De ella se forman palabras derivadas, adjetivos y sustantivos. En su uso puede ir acompañada con el adjetivo en género neutro y singular, lo mismo con el verbo. En el nivel semántico, su significado no ha cambiado demasiado. Hoy en día aparece más en los textos gastronómicos y del arte culinario. Para la mayoría de rusohablantes, es una palabra corriente y se asocia en primer lugar a una bebida caliente o un polvo para hacer dicha bebida.

6.  Tomate (Tомат) [tɐˈmat] El Diccionario de Chernij (1994) indica que ТОМАТ se fija desde el año 1861 en la lengua rusa, proveniente del alemán y del francés; la fuente de divulgación en Europa es la lengua española. Los españoles trajeron esta palabra, junto con el alimento, desde México, después del descubrimiento de América.

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Según el Diccionario de Vasmer (1986), ТОМАТ fue prestado al ruso a través del francés (tomate), del español (tomate) < del náhuatl tomatl. Se apoya en los diccionarios de Lowe (1876), Kluge-Getce (1934), y otros. Es curioso el desarrollo semántico experimentado por dicha palabra, pues entró en sinonimia y hasta competencia con otro préstamo, la palabra ПОМИДОР, también préstamo, del italiano pommo d’oro, que entró en la lengua rusa en el siglo xviii. El Diccionario de Krisin (2008) explica que TOMAT llegó a través del francés y del español y, a su vez, de la lengua de los aborígenes de México (náhuatl). En cuanto a la competencia y sinonimia de las palabras TOMAT y ПОМИДОР, el diccionario explica que esta última palabra llegó del italiano como denominación de una planta y una hortaliza de color rojo que se consideraba venenosa y que no se usó en la preparación de la comida hasta el año 1850. En el DRM (1986) la palabra TOMAT tiene dos significados (y la primera explicación se da a través de su sinónimo). Y está marcada estilísticamente como “palabra especial”: ТОМАТ – м., спец. 1. То же, что и ПОМИДОР .Выращивание томатов. Сбор томатов. 2. Паста, пюре или соус из помидоров. Рыба в томате. [TOMAT – sustantivo masculino, especial 1. Lo mismo que el ПОМИДОР [pomidor]; ej.: Cultivo de tomates. 2. Salsa, puré hecho de tomates; ej.: Pescado en tomate].

Hay también varios derivados de la voz; en primer lugar cabe mencionar el adjetivo ТОМАТНЫЙ [tomatniy]: ТОМАТНЫЙ - adjetivo aplicable a todo lo referido al tomate, o hecho de tomate; ej.: zumo de tomate, salsa de tomate, puré de tomate.

La formación del adjetivo se realiza con la aplicación del sufijo típico ruso (-н-), según el modelo tradicional de formación de palabras en ruso. Concluyendo, podemos constatar que la palabra indígena tomate, al entrar en la lengua rusa, perdió su terminación vocálica, y en ruso termina en -t, consonante dura, lo que corresponde al género masculino y al segundo tipo de declinación. Así que morfológicamente se adaptó por completo a las normas de la lengua rusa, tiene flexión de número, aunque el plural no se usa

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mucho, solo se emplea en los textos especializados en la agricultura o el arte culinario. Tiene formas de cambio, o se declina. De ella se formó el adjetivo derivado. Pero en el plano semántico, su primer significado fue casi sustituido por la palabra ПОМИДОР, prestada del italiano, que prevaleció, y ahora se usa mucho más. La palabra TOMAT, para la mayoría de los hablantes de la lengua rusa significa, en primer lugar, una salsa o puré de tomates.

7.  Chocolate (ШОКОЛАД) [ʂəkɐˈɫat] El Diccionario de Chernij (1994) da una explicación bastante detallada sobre la aparición de la palabra chocolate en la lengua rusa y sus primeras documentaciones. Según él, tiene el significado de ‘convertidas en polvo, las semillas del árbol del cacao y bebida caliente hecha de ese polvo’. Es conocido en Rusia desde los tiempos del zar Pedro I. La primera aparición se data en 1698 en el Viaje de Tolstoi en la forma de “кафы, чекулаты” (kafi, chekulati). Más tarde aparece en el Archivo del príncipe Kurakin (1707): “чекулатом”, ‘beben chekulate’. También se documenta en el Estatuto marino del año 1724 y en el Libro de comedias italianas de 1733: “хороший чеколат с ванилью”, ‘buen chocolate con vainilla’. Desde la segunda mitad del siglo xviii no se usa con la grafía ch- inicial, sino con sh-. Y acaba con -t final hasta los comienzos del siglo xix. Al ruso llegó a través del italiano porque se usaba con ch-, después fue sustituido por la forma francesa, pues en francés es conocido desde el siglo xvi. Y al francés llegó desde el español. En el español fue adoptada a partir de la voz azteca, en la cual significaba ‘agua agria’. Como nos cuentan los textos literarios, los calendarios, y los documentos históricos, desde la primera mitad del siglo xviii el chocolate se hizo muy popular en la alta sociedad rusa. Cuando los rusos regresaban de sus viajes por Europa, trajeron el chocolate consigo para tener esa bebida. Con el tiempo se introdujo la moda de beber chocolate entre los miembros de los estratos más elevados de la sociedad rusa. Durante el siglo xviii, el chocolate era considerado una bebida muy cara y de placer. Después de la primera fabricación de los bombones de chocolate en Rusia, se hicieron golosinas predilectas y muy valoradas en las casas rusas. Hasta hoy día los bombones se asocian a comportamientos de gratitud, regalo o reconocimiento en las relaciones sociales. Según el Diccionario de Vasmer (1986), las formas coloquiales ЧИКОЛАД

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(chikolad) y ЧОКОЛАД (chokolad) existieron en ruso desde los tiempos de Pedro I. La forma que empieza en ch- proviene del italiano cioccolata, la que empieza en sh- del alemán Schokolade. La fuente europea para todas esas palabras es la palabra española chocolate tomada, a su vez, de la voz de México chocolat. En el DRM (1986) la palabra estudiada tiene dos significados: ШОКОЛАД - м., 1. Масса или порошок, приготовленный из семян какао с сахаром и специями.// Кондитерское изделие в виде конфет или плиток, приготовляемое из этой массы. «Анне очень хотелось чего-нибудь сладкого, она очень любила шоколад и яблочное пирожное, но денег у нее не было» Чехов «Анна на шее» (1895). 2. Напиток из этого порошка и молока. «Выпили по чашке шоколада» Салтыков-Щедрин «Пошехонская старина» (1887-1889). [1. Sustancia o polvo hechos de las semillas de cacao con azúcar y especias // también los dulces hechos de cacao con azúcar y leche como bombones y tabletas. Citan como ejemplos las frases de A. Chejov: “A Ana le gustaba comer algo dulce, le gustaba mucho el chocolate y la tarta de manzana, pero no tenía dinero” Anton Chejov Ana colgada al cuello (1895). 2. Bebida hecha de leche con el polvo de este producto. Ejemplo de Saltikov-Schedrin: “Han tomado una taza de chocolate”. Ruinas de la Vida (1887-1889)].

En cuanto a la etimología, el citado diccionario dice que la voz proviene del español (chocolate) y, a su vez, del náhuatl: (xocolātl). Las palabras derivadas son: ШОКОЛАДКА [shokolatka] – ‘tableta o barra de chocolate’, ‘chololatina’ (registrocoloquial). ШОКОЛАДНЫЙ [shokoladniy] – adjetivo del ШОКОЛАД, formado con la aplicación del sufijo tradicional para la formación de los adjetivos en ruso. Cita como ejemplo una frase procedente de Ana Karenina de León Tolstoi (1877): “Sacó una cajita de bombones y le dio dos, de chocolate y de licor”. En la segunda significación, ‘de color de chocolate’, se refiere a la piel morena por tomar el sol en El perro maltés blanco (Beliy pudel), de Alexandr Kuprin (1903): “Se desnudó y mostró su cuerpo de color de chocolate, por tomar el sol”.

El Diccionario de Risin (2008) dice que la palabra llegó al ruso a revés del alemán, lengua a la que pasó por el español que, por otra parte, la había tomado del náhuatl.

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El DLRLM (1965: 503-504), de 17 volúmenes, aporta la visión más completa del desarrollo semántico y la derivación de esa palabra en la lengua rusa de hoy: ШОКОЛАД - solo en sing. 1. Polvo de las semillas de cacao molidas con azúcar y especias del cual hacen los dulces y pasteles. Cita de Liashko: “Los chocolateros llenaban las formas con la masa de chocolate” (Dulce castigo, 1959). 2. Productos de pastelería, dulces y golosinas hechas de cacao. Ejemplos procedentes de la novela Los hermanos Karamazov de Dostoievski: “Una sandía sería bastante, pero había chocolate, caramelos, montpensier” (1880) y de Gorkiy: “Bárbara estaba comiendo chocolate, haciendo un hueco en el bombón y chupando el licor” (La vida de Klim Samguin, 1936). 3. Bebida de ese polvo. Ejemplos de Gogol: “Mozo, una taza de chocolate” (La nariz, 1836); Turguénev: “En esta mesa grande y redonda cubierta con un mantel limpio se montaba una cafetera de porcelana, llena de chocolate aromático” (Aguas primaverales, 1872), Goncharov: “Nos sirvieron un té muy caro, con nata de leche, como chocolate” (Frigate “Pallada”, 1858).

Las formas arcaicas son ШОКОЛАТ [shokolat] y ШЕКОЛАТ [shekolat]. Cita de Botquin, Cartas sobre España: “En España […] en cualquier casa le servirán un chocolate tan rico que no es posible encontrar en ningún restaurante de Europa” (1851). La primera documentación de las formas arcaicas, shokolat y shekolat, se recoge en Nordstet (1782) y Geim (1802). En cuanto a la información etimológica, se informa de que procede del español chocolate, y este del azteca chocahautl. Como derivadas de la misma raíz se mencionan las siguientes palabras: ШОКОЛАДКА [shocolatka] – forma coloquial. ‘Una tableta pequeña de chocolate, chocolatina’. Ejemplo de Mayakovsky: “De la máquina sale una pequeña chocolatina” (Burocratiada, 1922). Con primera documentación en el Diccionario general de Ushakov del año 1940. ШОКОЛАДНИК [shokoladnik] – 1. Árbol de cacao 2. El que hace chocolate. Con primera documentación en Slovnik, de Geim (1802). ШОКОЛАДНИЦА [shokoladnitsa]– mujer que trabaja en la producción y elaboración de chocolate3. 3  También se llama así, en el lenguaje coloquial, una mariposa, de color de chocolate y naranja (lat. Aglais urticae), pero el diccionario no documenta este significado.

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ШОКОЛАДНЫЙ [shokoladniy] – 1. Adjetivo de chocolate. Ejemplo de Grossman: “Dil encontró en su bolsillo una tableta de chocolate, la rompió y se comió un cuadradito” (El seis de agosto (Abel), 1989). 2. De color de chocolate. Ejemplo de Chejov, carta a su mujer, de 1887. Ejemplos de Kuprin: “Estoy mirando a los niños corriendo por la arena de la playa, con la piel de color de chocolate, tostada por el sol” (El cono de Guron, 1929); Fedin: “Se quitó el sombrero de paja, antes de color de chocolate, y ahora lila, y se lo dio a Vitia” (Un verano extraordinario, 1948), Gorki: “Su cara redonda, enmarcada con rizos de color de chocolate, se ha puesto rojo” (La vida de Klim Samguin, 1936). ШОКОЛАДНО [shokoladno] – adverbio. De color de chocolate. Ejemplo de Panova: “Dorotea regresa de Sochi con la piel de chocolate” (Estaciones del año, 1953).

Otras variantes históricas son: ШЕКОЛАДНЫЙ (Shekoladniy) aparece en Nordstet de 1782, ШЕКОЛАТНЫЙ (Shekolatniy) en Geim, de 1802, y ШЕКОЛАДОВЫЙ (Shekoladoviy) se halla en el Diccionario académico de 1847.

En cuanto a las características estilísticas, se ve que algunas palabras derivadas antes mencionadas son propias del registro coloquial. Actualmente, en el lenguaje de los medios de comunicación y en el lenguaje coloquial se usa como modismo (o frase hecha) la expresión “Все в шоколаде”, ‘Todo está en chocolate’, y significa que todo está bien, que tiene uno muy buena posición económica y puede ir disfrutando de la vida. Para la mayoría de los rusos, la palabra ШОКОЛАД significa ‘una barra (tableta) de chocolate’ o ‘bombones de chocolate’. Por eso, uno de los traductores más conocidos de las obras de los autores hispanoamericanos de hoy, Pavel Grushko (1993, preámbulo), notó que era muy difícil dar el equivalente adecuado al traducir el título de la famosa novela de Laura Esquivel Como agua para chocolate, porque los rusos no podrían entender la metáfora: no hay tradición de hacer de este modo el chocolate caliente. Por fin, encontró una variante de la traducción que corresponde más o menos a lo que la autora quería expresar. En resumen, podemos decir que la palabra amerindia chocolate, tomada como préstamo en la lengua rusa a finales del siglo xvii, se asimiló bastante y se adaptó a casi todas las normas de la lengua receptora. A lo largo de los

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siglos xvii y xix coexistieron muchas variantes fonéticas (y gráficas) de esa palabra, porque las vías de préstamo eran diferentes. Así en el proceso de adaptación fonológica, existían las variantes con ch- y con sh- iniciales, con -d y con -t finales. Claro que desde el principio desapareció la e- final. Durante el proceso de asimilación fonética, la consonante final d- se hizo sorda [t], como dictan las normas de pronunciación en ruso. El acento recae en la última sílaba, así que las dos primeras sílabas quedan átonas, por eso las dos primeras vocales se reducen, pierden su fuerza y la claridad del sonido, y se mezclan [a] y [o], [I] y [e]; de ahí la existencia de tantas variantes en la pronunciación y en la escritura. Pero al fin y al cabo en la escritura se ha conservado su forma inicial con dos letras -o- en la primera y en la segunda sílabas. Morfológicamente se adaptó a las normas del ruso; así, pertenece al género masculino y al segundo tipo de la declinación, hay concordancia con todas las partes de la oración. De ella se formaron palabras derivadas. Pero no podemos hablar de una adaptación gramatical completa, pues no tiene plural. En cuanto al plano semántico, tiene su significado más común como ‘dulce o bombones de chocolate’, y, menos frecuente, como la ‘bebida hecha del chocolate molido o en polvo’. Se usa en los textos de culinaria, recetas, también en la literatura de ficción. En 1698 apareció por primera vez en un libro de viajes, y en 1782 se incluye en el Vocabulario de Nordstet. Para completar nuestro análisis de la evolución de las tres denominaciones amerindias en la lengua rusa, consultamos también los Corpus de la lengua rusa – Национальный корпус русского языка () y Корпус русского литературного языка – Corpus de la lengua rusa estándar (). Los corpus contienen la información más completa sobre el uso de las palabras estudiadas. El Corpus nacional de la lengua rusa es un proyecto en línea patrocinado por la Academia de Ciencias de Rusia que contiene más de 600 millones de lexemas presentados en los corpus de textos desde 1800 hasta el momento presente. Es una base informativa y estadística sobre el uso de las palabras, sus características morfológicas, semánticas y sintácticas. En los esquemas (ver los esquemas abajo) podemos ver la frecuencia del uso de las palabras de procedencia indígena que nos interesan. Por ejemplo, en el esquema 1 podemos ver la frecuencia de uso de la palabra KAKAO. Notamos que tuvo su máximo en el año 1964, cuando contaba con 12.555 usos

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por cada millón de palabras; otro “pico” fue en el año 2007, cuando llegó a 9.500 por cada millón de palabras. En cuanto a la estructura y la naturaleza de los textos, se usa más en los textos del arte culinario y en las novelas. En lo que se refiere a la palabra TOMAT, según el gráfico (esquema 2), se empleó más en el año 1905, con 14.466 usos, y en 1997, en la proporción de unos 12.766 usos por cada millón de palabras. Esa voz aparece con mayor frecuencia en los textos de agricultura, gastronomía y en las recetas culinarias. La palabra ШОКОЛАД muestra una entrada bastante activa en la lengua rusa, pues en el año 1800 ya alcanzaba la cifra de 9.795 usos, según el gráfico (esquema 3), y otra cima la logró en el año 2010, con la indicación de 15.500 de usos por cada millón de palabras. Se halla en los textos culinarios, en la literatura novelesca, libros de viajes, artículos de salud y bienestar, y en los textos de los medios de comunicación. En general, los resultados de la búsqueda son los siguientes: Total (en todo el Corpus): 109.028 documentos, 22.209.999 frases, 265.401.717 palabras. Какао - 324 documentos, 626 entradas Томат - 43 documentos, 95 entradas Шоколад - 650 documentos, 1131 entradas

Esquema 1.

Esquemas I

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Esquema 2.

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Esquema 3.

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7. Conclusiones En conclusión, las palabras de procedencia indoamericana que denominan alimentos y plantas tienen una larga historia en la lengua rusa. Al haber sido prestadas a finales del siglo xvii y comienzos del siglo xviii con los mismos productos, todas las palabras que hemos analizado han sufrido cambios, tanto fonéticos como semánticos y gramaticales a lo largo de su uso en ruso. Pero el grado de la asimilación de esas voces a la lengua rusa no es homogéneo. La que menos cambios ha sufrido es la palabra КАКАО (cacao): sigue invariable, solo tiene forma singular, se pronuncia con una pequeña reducción de la vocal final -o. Aunque han aparecido algunos derivados de КАКАО, son de muy poco uso como, por ejemplo,

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el adjetivo КАКАОВЫЙ, formado con el sufijo -ов-, típico para la formación de adjetivos en ruso. Así que podemos decir que esa palabra sigue siendo un extranjerismo, en el sentido estricto de este término, en la lengua rusa. Las otras dos palabras amerindias (tomate y chocolate) se asimilaron más. Son palabras flexivas, se declinan, se adaptaron a las normas fonológicas del ruso, se formaron derivados de las mismas raíces. Pero la palabra ТОМАТ, al competir con el nombre italiano de este mismo producto, ПОМИДОР, redujo mucho su uso, que se limita a los textos de agricultura y a los productos culinarios. La que más éxito tiene es la palabra indígena chocolate, convertida en ruso en ШОКОЛАД; se ha asimilado casi completamente a todas las normas de la lengua rusa. De lo único de que carece es de la forma plural (tal vez por significar una sustancia o masa, pues no es contable). Pero se usa mucho en casi todos los textos de temas y estilos variados, como el mismo producto, que se come mucho y es una de las golosinas predilectas en Rusia. Seguimos disfrutando de los alimentos americanos y nos apropiamos de sus denominaciones, lo que es una muestra del intercambio de ideas y de elementos culturales, parte integral y necesaria en el proceso de la evolución humana.

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Denominaciones de alimentos americanos en la lengua rusa

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La llegada de la patata, el tomate y el chocolate a Grecia Alicia Villar Lecumberri Universidad Autónoma de Madrid

Introducción En las primeras décadas del siglo xix se introdujo en Grecia el cultivo de la patata, del tomate y, a mediados del mismo siglo, se comercializó el chocolate. Fue el corfiota Ioannis Kapodistrias, el primer gobernador de Grecia, entre 1828 y 1831, quien se interesó por el cultivo y la difusión de la patata en Grecia. Por su parte, sabido es que el tomate llegó a Grecia en 1818. Finalmente, habría que esperar unos años más hasta que, en 1852, Pavlidis abriera la primera fábrica de chocolate en Atenas. Es de recibo señalar que estos alimentos llegaron a Grecia en el momento de la formación del Nuevo Estado Griego, a una Grecia libre, independiente, a través de un territorio que no estaba bajo el dominio turco. Hay que tener en cuenta que las islas Jónicas estuvieron bajo el dominio de los venecianos desde el siglo xiv hasta el siglo xviii y de ahí que, en su capital, Corfú, residiera el gobernador de la denominada Repubblica Settinsulare. Si bien la amenaza turca era un hecho, ya que en 1714 los turcos trataron de reconquistar la Morea, a saber, el Peloponeso, cuando la flota turca llegó a Corfú la resistencia veneciana se incrementó y los turcos no pudieron imponer su dominio. Sucesivamente, franceses y británicos llegaron a ejercer su dominio en Corfú, hasta que en 1864 la isla pasó a formar parte de Grecia.

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Dura fue la contienda de los griegos por su independencia y de ello da cuenta la historia: en 1821 se produjo el levantamiento de los griegos, quienes se sublevaron contra el Imperio otomano, cuya ocupación, en Grecia, databa de 1453. El 3 de febrero de 1830 se proclamó, por el Protocolo de Londres, la independencia de Grecia, y el país pasó a ser un estado soberano.

1.  Patata πατάτα η [patáta] Ο25 : 1. ετήσιο φυτό που καλλιεργείται για τους εδώδιμους κονδύλους που σχηματίζουν οι ρίζες του. 2. ο κόνδυλος του παραπάνω φυτού: Mικρές / μεγάλες / στρογγυλές πατάτες. Tρώω τις πατάτες βραστές / τηγανητές / στο φούρνο. Kάνω τις πατάτες πουρέ. Πατάτες τσιπς. 3. (μτφ., οικ.) α. χλευαστικά, για άτομο, συνήθ. για γυναίκα χοντρή, νωθρή και μαλθακή. β. για να χαρακτηρίσουμε κτ. πολύ ανόητο, άστοχο ή αποτυχημένο: Tι ~ ήταν αυτή που είπε! ~ ήταν η ταινία που είδαμε. πατατούλα η YΠΟKΟΡ στη σημ. 2. πατατάκι το YΠΟKΟΡ (συνήθ. πληθ.) λεπτά και μικρά κομμάτια πατάτας που τηγανίζονται (Diccionairo de la lengua griega). [patata, la [patáta] Ο25 : 1. planta anual que se cultiva para los tubérculos comestibles que forman sus raíces. 2. el tubérculo de la planta anterior: Patatas pequeñas / grandes / redondas. Comer patatas cocidas / fritas / al horno. Hacer puré de patatas. Patatas chips. 3. (metáf., coloq.) a. burlescamente, para personas, normalmente para una mujer gorda, lenta y blandengue. b. para caracterizar algo muy tonto, desatinado o fallido: ¡Qué ~ ha sido lo que ha dicho! ~ ha sido la película que hemos visto. patatilla la HIPOCORÍSTICO. 2. patatita la HIPOCORÍSTICO (normalmente pl.) trozos finos y pequeños de patata que se fríen].

Este es el lema de patata tal y como aparece en el Diccionario de la lengua griega, publicado por el Instituto de Estudios Neohelénicos de la Fundación Manolis Triandafilidis, en Salónica, uno de los diccionarios de referencia para la lengua griega actual. Lo que queremos recalcar son las acepciones metafóricas de la palabra patata en griego moderno. Así, esta palabra se emplea para referirnos a una mujer gorda, o para caracterizar algo de tontería o de bodrio. Además de estas acepciones, la palabra patata se emplea en la expresión κλάνω πατάτες, ‘tirarse patatas’, para expresar temor, esto es, ‘tener miedo’; o en la expresión κάνω πατάτα lit. ‘hacer una patata’, con el significado de

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‘meter la pata’; o en la expresión λέω μια πατάτα, ‘decir una patata’, a saber, ‘decir una tontería’. También la encontramos en la expresión: Όταν θέλεις να φτιάξεις πορτοκαλάδα, θέλεις πορτοκάλια. Άσχετα αν οι πατάτες είναι πιο φθηνές, o sea, ‘cuando quieres preparar naranjada necesitas naranjas. Independientemente de que las patatas sean más baratas’. Por otra parte, podemos señalar que la voz patata no está documentada en refranes griegos, a diferencia de los refranes españoles, en los que aparece con mucha frecuencia. De ahí que constatemos que los griegos no han integrado esta palabra en sus modismos, si bien Grecia es un país eminentemente agrícola, pero es que esta palabra llegó al griego en el siglo xix, y ya era tarde para acuñarse en refranes, ya que estos reflejan la sabiduría popular, y esta está basada en la experiencia y la observación, a través de los siglos. A diferencia de la anotación anterior, esta palabra ha dado pie a la creación de una expresión muy actual, nacida en el entorno urbano. Y es que, dentro de este ámbito metafórico, la palabra ha pasado a formar parte de una curiosa expresión, en la jerga de los jóvenes, cuando dicen: στήθος μάρμαρο, καρδιά πατατάς, literalmente ‘pecho de mármol, corazón de patata’, para referirse a esas personas que se pasan el día en el gimnasio, obsesionados por el bodybuilding, pero que por mucho cuerpazo son demasiado sensibles. Y así quedan caracterizadas las personas que se consideran protectoras de sus amigos, en los momentos difíciles, de bronca, dado que parece que se van a comer el mundo pero luego se quedan decepcionados consigo mismos. Además, la palabra patata constituye el segundo elemento de palabras compuestas, en griego moderno: γλυκοπατάτα, ‘batata’, πατατάλευρο, ‘harina de patata’, πατατόπιτα, ‘empanada de patata’, y πατατοσαλάτα, ‘ensalada de patata’. Y por su parte tiene sus derivados: πατατάκι, ‘chip’, πατατούλα, ‘patatita’, πατατιά, ‘planta de la patata’, y πατάτας, ‘hombre patata, gordo’. En Grecia, el cultivo de la patata se introdujo gracias al interés de Ioannis Kapodistrias (Corfú, 1776 - Nauplia, 1831), el primer gobernador del Nuevo Estado Griego, independiente, durante los años 1828-1831, que fue el que se interesó por su cultivo e inculcó a los griegos su consumo, ya que la había conocido en Europa. Sin embargo, en un principio no contó con el apoyo popular, y es que se dice que los griegos, de entrada, fueron reacios a aceptar el consumo de la patata porque la consideraban insípida, olía mal y podía ser venenosa. El problema es que no sabían que debían lavarla

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antes de cocinarla1. Fue entonces cuando el ingenioso Kapodistrias tuvo que ingeniárselas para que los griegos aceptaran de buen grado las patatas. Al respecto hay dos leyendas, una dice que decidió cerrarlas en un almacén, bajo vigilancia, hecho que provocó la reacción popular y, tras pedirles el dirigente a los vigilantes que hicieran la vista gorda, desaparecieron en un santiamén. La otra cuenta cómo Kapodistrias las encerró en un almacén y puso un cartel: “Pueden cogerlas”, y nadie cogió ni una hasta el momento en el que Kapodistrias cambió el letrero y escribió: “Prohibido coger”, y ya no tuvo que cambiarlo porque las patatas desaparecieron. Así fue como el nuevo jefe de Estado de Grecia siguió en su empeño y consiguió difundir el cultivo de la patata en su país, en un momento que le fue propicio, dado que eran años muy difíciles para el país y había mucha gente que pasaba hambre. La obra de referencia, para rastrear la llegada de la patata a Grecia es la Historia de la agricultura griega, de D. Zografou, publicada por el Banco de Agricultura de Grecia, en Atenas, en 1921 y reeditada en 1989 (Zografos 1921, 1989). En documentos italianos de la República de las islas Jónicas (Repubblica Settinsulare), de 1811, ya se cita el interés por la difusión del cultivo de la patata. Los detalles de este proceso fueron publicados en Corfú, en 1817, en un folleto que llevaba por título El cultivo de las patatas2, escrito por Spiridon Paramiciotis. Cuando todavía Kapodistrias no se había instalado en Grecia y en Ancona, envió a Génova una carta, fechada el 11 de noviembre de 1827, dirigida al Sr. Piktet Casanova, en la cual le habla de su interés por difundir el cultivo de la patata en Grecia y le pide consejo, a él, que era un experto, sobre cómo plantar y conseguir plantas para la siembra. De ahí que en ese mismo año en el Parlamento Griego uno de los temas que se trataron fuera la difusión de la patata en Grecia. En 1828, ya en Grecia, en Egina, Kapodistrias le escribe a su hermano Viaro, a Corfú, y le pide que le envíe de Corfú o de Zante “una buena cantidad de patatas” para plantarlas en los campos, mientras le llegaba otro encargo que había hecho a Liverpool. Y es que el gobernador se puso en contacto con diversos filohelenos residentes en Europa, para que enviaran ayuda alimentaria 1  A este respecto podemos señalar que hay chistes griegos en los que las griegas se mofan de sus maridos al comparar la patata y el prepucio y su higiene. De ahí que esta leyenda tenga su razón de ser, porque corresponde al sentir popular del pueblo griego. 2  Curiosamente el título es: Η καλλιέργεια των γεομήλων. En él aparece el nombre científico de la patata, paralelo al término francés pommes de terre.

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y económica a Grecia (uno de ellos fue el banquero Jean-Gabriel Eynard, 1775-1863), en los años de penuria que estaban viviendo. Pero como el envío de Liverpool se retrasaba, empezaron a plantar patatas en la isla de Egina, con las plantas enviadas de Corfú y de Siros. Se sabe que fueron entre 500 y 600 los trabajadores que empezaron, y que en una semana se duplicó el número. En el periódico Diario General de Grecia3, el 15 de febrero de 1828, se publicó que el cultivo de patata iba en aumento y que “les abría una puerta a los pobres, un refugio seguro y filántropo ante la miseria y la desgracia”. En los primeros pasos para el impulso del nuevo cultivo Kapodistrias contó con la ayuda del irlandés Robert Louis Stevenson, el autor de La isla del tesoro, quien vivía entonces en Grecia y parece que tenía conocimientos de agronomía. Así, las primeras plantas de patata se plantaron a principios de mayo en Egina y Poros, y a lo largo del año se recolectaron las primeras cosechas en el Peloponeso, concretamente en Mesenia y la Argólida. Tras la partida de Stevenson, que había enfermado, fue Kraterós quien asumió el cultivo de la patata. Él había estudiado en la Escuela de Agrónomos de Roville (Francia), que era la primera del país. En 1829, Kapodistrias creó en Tirinte la Escuela de Agrónomos, con ayuda de J.-G. Eynard. El primer director fue el agrónomo Grigorios Paleologos, que había estudiado en diversas escuelas europeas y se encargó del cultivo sistemático de la patata (Papayorguíou 2011). Concluyendo, la patata llegó a Grecia, a través de Europa, gracias a la labor del primer gobernador del Nuevo Estado Griego, Ioannis Kapodistrias. Es muy significativo que se introdujera por las islas Jónicas, concretamente por Corfú y Zante, ya que era el bastión griego al que no llegaron los turcos. Por lo tanto, la patata llegó a una Grecia libre e independiente.

2.  Tomate ντομάτα η [domáta] Ο25 : 1.ο καρπός της ντοματιάς, πράσινος στην αρχή και κατακόκκινος όταν ωριμάσει, με στρογγυλό συνήθ. σχήμα και με χυμώδη σάρκα που περιέχει πολλούς μικρούς σπόρους: ~ σαλάτα. Xυμός ντομάτας. Σάλτσα ~, με ντομάτες. Nτομάτες γεμιστές. Έγινε κόκκινος σαν ~, από ντροπή. Έχει μάγουλα κόκκινα σαν ντομάτες. 2. η 3 

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ντοματοσαλάτα. ντοματούλα η YΠΟKΟΡ. ντοματάκι το YΠΟKΟΡ 1. μικρές αποφλοιωμένες ντομάτες σε κονσέρβα. 2. γλυκό του κουταλιού από μικρές άγουρες ντομάτες. 1: ιταλ. tomata < ισπαν. tomata από γλώσσα των Ινδιάνων του Μεξικού (ηχηροπ. του αρχικού [t > d] από συμπροφ. με το άρθρο στην αιτ. [tin-to > tindo > tin-do] )· 2: ντοματοσαλάτα με αποβ. του β’ συνθ.· ντομάτ(α) -ούλα (Diccionario de la lengua griega). [tomate el [domáta] Ο25 : 1. el fruto de la planta del tomate, verde al principio y muy rojo cuando madura, normalmente con forma redonda y carne jugosa que contiene muchas semillas pequeñas: ~ de ensalada. Zumo de tomate. Salsa ~, con tomates. Tomates rellenos. Se puso rojo como un ~, de vergüenza. Tiene los carrillos rojos como tomates. 2. la ensalada de tomate. tomatillo el HIPOCORÍSTICO. tomatito el HIPOCORÍSTICO 1. pequeños tomates pelados en conserva. 2. dulce de tomates pequeños verdes. 1: it. tomata < esp. tomata de la lengua de los indios de México (sonorización de la inicial [t > d] de la pronunciación simultánea con el artículo en acusativo [tin-to > tindo > tin-do] )· 2: ensalada de tomate con eliminación del segundo compuesto.· tomat(a) –ula].

Como en el lema anterior, la información está extraída del Diccionario de la lengua griega de Manolis Triandafilidis. En este caso, la palabra tomate se utiliza metafóricamente para expresar que alguien se pone rojo como un tomate, cuando una persona se avergüenza. En la misma línea semántica tenemos la expresión παίρνω (κάποιον) με τις ντομάτες, con el valor de ‘coger a alguien con los tomates’, cuando se quiere poner a prueba a alguien o avergonzarle. Al igual que en el caso anterior, el refranero popular griego no incluye refranes con la denominación del tomate, a diferencia de lo que ocurre en español. Los motivos ya los apuntábamos en el lema anterior. Así también, la palabra tomate pasó a constituir la primera parte de palabras compuestas, a saber, ντοματόζουμο ο τοματόζουμο, ‘salsa de tomate’, ντοματοπελτές ο τοματοπελτές, ‘pasta o puré de tomate’, ντοματοσαλάτα ο τοματοσαλάτα, ‘ensalada de tomate’, ντοματόσουπαν yoτοματόσουπα, ‘sopa de tomate’, y ντοματοχυμός και ντοματοχυμός, ‘zumo de tomate’. Palabras derivadas de tomate son los diminutivos: ντοματίνια ο τοματίνια, ντοματάκια o τοματάκια, ‘tomates pera o tomates en rama o tomates cherry’.

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El tomate llegó a Grecia en 1818, un poco antes de la Revolución griega, en 1821. Al principio se consideró que era venenoso y tóxico, algo no falto de veracidad en el caso de que los tomates no estén maduros, ya que provocan serios trastornos digestivos. Sea como fuere, el cultivo del tomate en Grecia es sistemático desde 1925, pero de dónde venía el tomate y cuál fue su trayectoria hasta llegar a Grecia, es un tema que no ha sido esclarecido. En 1544 el botánico Pietro Andrea Gregorio Mattioli4 (1501-1577), en sus comentarios (Discorsi) sobre la obra de Dioscórides cita los frutos amarillos de la planta del tomate como mala aurea, ‘la manzana dorada’, y en 1554 (Comentarii), cita una variedad roja. Por su parte, el botánico flamenco Rembert Dodoens, publicó en el mismo año un herbario que incluía una descripción detallada, y el fruto se adquirió la fama de afrodisiaco. Esto es lo que explica su nombre en francés pomme d’amour, en italiano pomodoro y en inglés love apple. Sin embargo, curiosamente, en griego al tomate se le llama ντομάτα, nombre tomado directamente del español, así que puede que el tomate llegara a Grecia directamente de España. Llegados a este punto, vamos a plantear una hipótesis que trataremos de argumentar. Partimos de la base de que el tomate, al igual que la patata, salió del Nuevo Mundo. Pues bien, en nuestro estudio hemos planteado cómo fue Ioannis Kapodistrias quien se preocupó directamente por el cultivo y la difusión de la patata en Grecia y para ello fue decisiva la colaboración de los filohelenos, británicos y franceses, principalmente. ¿Pero hubo filohelenos españoles que apoyaron a los griegos? La historia de Grecia quedó marcada por la reunión de la Asamblea Nacional, en Epidauro, en 1821, que preparó el documento de la primera constitución griega, firmada el 1 de enero de 1822, siendo Aléxandros Mavrokordatos, un político procedente de los fanariotas de Constantinopla, presidente del Parlamento, con el que Grecia se constituye como el Nuevo Estado Griego. Por consiguiente, todo Estado debe tener proyección en el exterior y, así, Mavrokordatos nombra a un estrecho colaborador suyo, nacido en Ioannina, Andreas Louriotis, embajador de Grecia en España, en mayo de 1822. Uno de los encargos que le hace es que entre en contacto con los filohelenos porque Grecia necesita ayuda económica para superar su situación. Y es que ya el 18 de diciembre de 1821, 4 

Petrus Andreas Matthiolus.

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el británico John Bowring, fundó en Madrid uno de los primeros comités filohelenos oficiales, y firmó el documento que así lo manifestaba, junto con otros dos diputados españoles, Francisco Díaz de Morales y Bernuy, y el conde Alerino Palma di Cesnola (Latorre Broto 2015). Ellos manifestaron que estaban dispuestos a entregar sus vidas por la causa griega a cambio de la ciudadanía, ya que admiraban la lucha de los griegos a la que los españoles acudirían en nombre de la libertad. Por lo tanto, teniendo en cuenta estas realidades, no sería de extrañar que el embajador griego, Andreas Louriotis hubiera propiciado las relaciones comerciales entre España y Grecia y un producto como el tomate, para cuyo cultivo Grecia es lugar idóneo, fuera llevado a Grecia. Y en el caso de que el tomate no hubiera sido uno de los productos comercializados, bien pudiera ser que el gobierno griego, con Kapodistrias al frente, hubiera solicitado a los filohelenos españoles, al igual que había hecho con los británicos y franceses, quienes le proporcionaron la patata, que ayudaran a Grecia, facilitándole este producto para poder dar abasto a las necesidades del pueblo griego, que estaba atravesando una situación social crítica. A modo de conclusión, la llegada del tomate a Grecia y su cultivo, se produjeron en el mismo periodo que la de la patata, en ese momento en el que se gesta el Nuevo Estado Griego, en el Heptaneso, cuyo centro neurálgico es Corfú, que era una isla libre de los otomanos, que pudo desarrollar su actividad política, económica y social, mirando a Europa. De hecho, este archipiélago mantenía relaciones muy estrechas con Italia, Francia, Alemania y el Reino Unido, no solo oficialmente, sino también a título personal. Muchos de los poetas, músicos, intelectuales de las islas Jónicas se formaron en estos países y el intercambio cultural alcanzó cuotas muy altas, basta con señalar al poeta nacional Dionisios Solomós, o al sonetista Lorentsos Mabilis, que era descendiente de españoles, quienes conforman el alfa y la omega de la Escuela del Heptaneso. De ahí que muchos heptanesios conocieran de primera mano la vida cotidiana y las costumbres de otros países europeos y, al igual que ellos, descubrieron en su gastronomía, productos que habían llegado anteriormente a esos países y que no pudieron llegar a Grecia hasta que se creó el Nuevo Estado Griego.

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Chocolate σοκολάτα η [sokoláta] Ο25 : προϊόν ζαχαροπλαστικής που αποτελείται κυρίως από κακάο και ζάχαρη: Mια πλάκα / ένα κομμάτι ~. Άσπρη / λευκή / πικρή ~. ~ γάλακτος / αμυγδάλου / φουντουκιού. Περιχύνουμε την τούρτα με λιωμένη ~. || ρόφημα από σοκολάτα: Ένα φλιτζάνι ζεστή ~. || για παγωτά και γλυκίσματα που έχουν ως κύριο συστατικό τη σοκολάτα: Tούρτα ~. Παγωτό ~. σοκολατίτσα η YΠΟKΟΡ. [λόγ. < γαλλ. chocolat (αρσ.) κατά το λαϊκό τσοκολάτα < ιταλ. cioccolata < ισπαν. chocolate από γλ. των Ινδιάνων· σοκολάτ(α) -ίτσα] (Diccionario de la lengua griega). [chocolate el [sokoláta] Ο25: producto de pastelería que consta principalmente de cacao y azúcar: Una tableta / un trozo ~. Blanco / amargo ~. ~ con leche / con almendras / con avellanas. Rociamos la tarta con ~ fundido. || chocolate a la taza : Una taza de ~ caliente. || para helados y dulces que tienen como ingrediente principal el chocolate: Tarta ~. Helado ~. chocolatito el HIPOCORÍSTICO. [cult. < fr. chocolat (m.) del vulg. chocolata < it. cioccolata < esp. chocolate de la lengua de los indios: socolat(a) -itsa]].

En el lema chocolate no consta ninguna acepción metafórica. Tampoco encontramos refranes griegos ni expresiones idiomáticas con la palabra chocolate, a diferencia del idioma español. Lo que sí podemos señalar es la acepción más reciente de esta palabra, ya que sabemos que en griego moderno, en la jerga de los drogadictos, al igual que el español, chocolate hace referencia al hachís. A su vez, la palabra chocolate constituye el primer elemento de palabras compuestas como σοκολατόπαιδο ‘niño de papá’, σοκολατοποιία, ‘fábrica de chocolate’, ο σοκολατούχος, ‘que contiene o lleva chocolate’. Y además si pensamos en las palabras derivadas topamos con σοκολατάκια, ‘bombones, chocolatinas’, σοκολατόπιτα, ‘tarta o bizcocho de chocolate’, σοκολατοκόκκινο (χρώμα μαλλιών), ‘chocolate rojizo’ (color de tinte para el pelo). En Grecia, la historia del chocolate va unida al nombre de Spyridonas Pavlidis, quien en 1845 abrió en el centro de Atenas, en la calle Eolou 11, una pastelería muy moderna para lo que se acostumbraba en la capital griega, la cual se convirtió en el lugar de encuentro entre los intelectuales y la alta sociedad ateniense. Al principio servían dulces de elaboración propia, como baklavás y lukumia, y vendían miel, pistachos y bebidas alcohólicas. Pero, en

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1852, Pavlidis contrató a un ayudante polaco y empezó a fabricar su propio chocolate en el sótano de la pastelería, pero ya que no se importaba chocolate, lo que hacían era moler los granos de cacao en un molino de café. Desde el primer momento su chocolate tuvo gran aceptación no solo entre los griegos, porque viajaba a las exposiciones y su chocolate era premiado. Al poco tiempo contrató a un empleado, Dimitrios, que se casará con su sobrina, que es el que trae la primera máquina para hacer helado, de Francia, algo que no existía en Grecia. Cuando falleció Spyridonas Pavlidis, Dimitrios traslada la fábrica a la calle del Pireo y la dotó de la maquinaria suiza y francesa. Sus continuos viajes a estos dos países le permiten adquirir las mejores materias primas y productos. Su hijo Aléxandros, estudiante de Químicas, entrará a formar parte de la empresa familiar, en 1900. El éxito de este producto va en aumento y después de la Primera Guerra Mundial su fama se ha extendido a toda Grecia y Asia Menor, lugares en los que el nombre Pavlidis era sinónimo de chocolate. Hoy en día Pavlidis se ha fusionado con la marca suiza Suchard. Después de Pavlidis proliferaron las fábricas de chocolate, en Grecia; por orden cronológico podemos citar: Zavoritou, Longou, Moulá, Gavriiloglou, Iris, Abezap, Astir, Alfa, ION, Atsarou y Floka. El éxito de los chocolateros griegos traspasa las fronteras griegas, ya que, en 1910, un griego afincado en Bélgica, Leonidas Kesdekidis, abrió en Bruselas su primera bombonería. Los bombones Leonidas se hicieron famosos en el mundo entero, por su gran calidad.

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La llegada de la patata, el tomate y el chocolate a Grecia

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Comed y bebed, pero no cometáis excesos.

(El Corán 7:31)

1.  Introducción La cocina y la gastronomía ocupan un lugar de privilegio en la cultura y en la sociedad turcas. El dicho popular turco “El camino más corto para llegar al corazón del hombre pasa por el estómago”1 (Turk Dil Kurumu) o la oración popular “Dios, no me examines con hambre” muestra la importancia de la cocina en la cultura turca. La moderna cocina turca tiene su origen en el Imperio otomano, de la misma manera que la de otros países que también formaron parte de este imperio, como El Líbano, Grecia, Rumanía, Bulgaria, Bosnia y Herzegovina, Serbia, Albania, Hungría, Siria, Túnez y Argelia, entre otros. En la actualidad, según el historiador turco Halil İnalcık (1916-2016), las cocinas existentes más importantes en el mundo son la china, la francesa y la otomana, porque, según İnalcık, en esos países 1  Según la explicación del diccionario normativo turco Türk Dil Kurumu, si una mujer quiere conquistar a un hombre, debe prepararle platos apetitosos. Se trata de un dicho general y existe en el español como: “El camino al corazón es el estómago” y “El camino hacia el corazón de un hombre pasa por su estómago”. Jacqueline Ferreras (2008: 404) en Los diálogos humanísticos del siglo xvi en lengua castellana cita los “Coloquios matrimoniales […]” de Pedro de Luxam, en los que se halla plasmada la misma idea. Las equivalencias en otras lenguas europeas son, en inglés: “The way to a man’s heart is through his stomach”; en francés: “Le plus court chemin jusqu’au cœur d’un homme passe par son ventre”; y en alemán, “Der Weg zum Herzen eines Mannes führt durch den Magen”.

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hubo una cultura imperial. En Estambul la mitad de la población era turca y la otra mitad era de origen griego (rum), judío y armenio (İnalcık 2012: 15). El historiador inglés Philip Mansel dice, en su libro Constantinopla la ciudad deseada, que todos estos no solo vivían juntos, sino que también comían las mismas comidas. No existía una cocina diferenciada, como la cocina china o india de Londres o de Nueva York, como vemos a partir de finales del siglo xx (Mansel 2006). Por eso en los últimos años, cuando consultamos los libros publicados sobre cocina griega o armenia, no advertimos mucha diferencia entre ellas. Como resultado de su pasado cosmopolita, la cocina turca ocupa un lugar importante en la cocina contemporánea del mundo (İnalcık 2012: 15). A Sudamérica, por ejemplo, a Buenos Aires, la inmigración de armenios y judíos sefarditas provocada por la Segunda Guerra Mundial, llevó también las recetas de la cocina otomana. Para comer comida turca en Buenos Aires las mejores direcciones son los restaurantes típicos dirigidos por estos grupos humanos inmigrantes. Los ingredientes y especias más importantes de la cocina turca son los que se trajeron de Asia Central. Por ejemplo, el pimiento no entró en el Imperio otomano a través de la ruta América-Europa, sino a través de la ruta de la seda, desde Asia al sur, hasta Egipto, y luego desde ahí a Estambul. Pero también son importantes todos los alimentos característicos de la comida mediterránea: el predominio del uso de las verduras, del pescado y del aceite de oliva como ingrediente sazonador de la mayoría de sus platos, por ejemplo, y también la presencia de los alimentos que llegaron desde América al Imperio otomano a través de Europa y particularmente, a través de Francia, Italia, Grecia y Egipto, por estar Turquía situada sobre dos continentes, por su condición de puente entre Europa y Asia, así como por su importante rol comercial en la historia. Todos ellos son factores que ayudan a conjugar una gastronomía enormemente heterogénea. Además, gracias al reinado de la dinastía otomana durante seis siglos y la transición cultural hasta la Turquía moderna, ha sido posible elaborar una cocina alrededor de platos variados, incluyendo productos de América. En esto tiene particularmente un lugar privilegio en la cocina halal contemporánea, por aceptar la religión del islam y sus rituales. Según la investigadora Priscilla Mary Isın, los otomanos tenían mucho interés en la botánica y alcanzaron mucho éxito en este ámbito. Por ejemplo,

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el tomate de origen latinoamericano, podemos decir que ha entrado a la cocina del Oriente Medio, una vez llegados de América a España, por la influencia de los otomanos (Isın 2012: 199). El sacerdote italiano Doménico Sestini (1750-1832) en el año 1778, por su interés en la botánica, viajó hasta Estambul, y dijo que en Estambul cultivaban mucho tomate (Iṣın 2012: 199)2. El señor Türabî (Türabî Efendi) en su libro Turkish Cookery Book — que hoy en día no tiene importancia por sus recetas, sino por la historia de la gastronomía—, escrito y publicado en inglés en 1865, utiliza la palabra tomate en la receta de guisado de tomate frito como tomate maduro (ripe tomatoes) (Isın 2012: 200)3. Hoy en día la producción de tomates (en toneladas) alcanza más de los 12 millones y medio, según datos del Ministerio de Agricultura Turquía (Ministerio de Agricultura 2016). Así pues, la cultura de la cocina turca, ¿cómo fue y cómo es hoy en día? ¿Realmente la cocina del Imperio otomano fue tan sensual, lujosa y exclusiva como en los sabores auténticos de los cuentos de las mil y una noches? Pues según los cuentos de La gente turca del viajero escocés Fynes Moryson (1566-1630)4, a los turcos les gusta la sencillez en la cocina: “Los turcos se alimentan lejos de los alimentos lujosos […] Para cocinar y para limpiar no necesitan de cocineros o limpiadores” (Moryson en Ünsal 2011: 81). El comentario del botánico francés Joseph de Tournefort (1656-1708) apoya esta observación sobre la sencillez de Moryson cuando escribió sobre la cocina turca-otomana: “Toda la acción de los turcos está basada en la sencillez. No esperéis que den comidas llamativas y de mucha variedad. Por ejemplo, nunca podéis escuchar que un turco quebrara a causa de los gastos de cocina” (Tournefort en Ünsal 2011: 84)5. Pedro de Urdemalas también apoya esta Véase Sestini (1779 y 1786). Véase Türabi (2010). 4  Véase Moryson, Fynes (1617): An Itinerary: Containing His Ten Years Travel Through the Twelve Dominions of Germany, Bohemia, Switzerland, Netherland, Denmark, Polan, Italy, Turkey, France, England, Scotland and Ireland. London: J. Beale. En el cuarto libro aparece el viaje por Turquía (capítulo VII). 5  Véase Pitton de Tournefourt, Joseph (1741): A voyage into the levant […] containing the ancient and modern State of the Islands of the Archipelago; as also of Constantinople, the wasts of the Black Sea, Armenia, Georgia, the frontiers of Persia, and Asia Minor. 2  3 

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descripción de la sencillez de la comida turca a los ojos de un español. Dejo que sea Pedro el que de manera directa nos muestre la impresión que un castellano de la época se llevó de la gastronomía turca: Pedro. —Antes quiero que sepáis que ningún turco, por su ley, puede comer ni beber en plata ni tener salero, ni cuchar dello, ni el Gran Turco, ni prínçipe, ni grande, ni chico en toda su seta quan grande es. Mata. —Pues ¿en qué comen? ¿De qué son aquellas fuentes? Pedro. —En cobre, que como ellos lo labran es más lindo que el peltre de Inglaterra; así como nosotros el box o cualquier otro palo labramos al torno, haziendo dello quanto queremos, labran los turcos el cobre, y después lo estañan y queda como plata y las piezas todas hechas de la mesma manera que quieren, y en las mesas del Gran Turco y los príncipes quanto se sirve es en estas fiestas de cobre estañado con sus cobertores, y en embegeçiéndose un poco tórnanlo a poca costa a estañar y paresçe cada vez nuevo (Viaje a Turquía).

Hoy en día la cocina turca contemporánea tiene fama fuera del país por su kebab-döner, que se ha desarrollado gracias a los inmigrantes turcos de los años 1970, particularmente en países como Alemania y Holanda. Pero como hemos intentado explicar en el apartado anterior, la cocina turca moderna no solo está basada en carne, sino que a partir del fin del siglo xviii y principios del xix los alimentos con origen en Sudamérica como el maíz, los frijoles, el tomate, el pimiento rojo, o el pimiento verde empezaron a cultivarse y fueron aceptados felizmente por la gente como comidas tradicionales y principales para mostrar la riqueza y la variedad de la cocina cosmopolita multicultural y multirreligiosa. Con la modernización de la república turca en los años treinta en las ciudades grandes la gente empezó a comer en los restaurantes fuera de casa. La moda del fast food con McDonalds abrió en 1986 su primer restaurante y en 2009 tenía 134 locales en todo Turquía, que ofrecían un menú especial, llamado McTurco (McDonalds). Afortunadamente los sabores tradicionales populares hoy en día han ganado de nuevo su popularidad dentro del movimiento de la comida sana y natural y, para proteger la cultura e, irónicamente, muchas veces los ingredientes principales de estas comidas olla son alimentos y verduras de origen latinoamericano.

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2.  Alimentos americanos en movimiento Slow Food (Sefertaṣı) en Turquía En 1986, en Italia, de la mano de Carlo Petrini empezó un movimiento nuevo gastronómico, el slow food (‘comida lenta’) contra el fast food (‘comida rápida’) para desarrollar la comida sana y tradicional. Las velocidades de los cambios en este sentido gracias a la globalización positiva explican que en el año 1999 este movimiento entrara en Turquía bajo una palabra tradicional, sefertaṣı, que significa ‘cubo de cena’, para animar las comidas de los abuelos nacionales e internacionales. Dos alimentos tradicionales latinoamericanos, la quinoa y el mate, entraron en la cocina turca moderna con este movimiento de comida sana y ecológica. Por ejemplo, la guayaba hace poco se ha mencionado en “Vida y salud” en un diario turco, en el que se lee que: El ingeniero de agricultura, Mustafa Levent comenzó a producir en Silifke la fruta guayaba cuya madre patria es América Latina y la India Occidental, señaló que está satisfecho por la ganancia de la fruta que vende un kilo por 7,5 euros el kilo. Levent dijo que la guayaba recibe gran interés por su característica protectora contra el cáncer. El ingeniero Levent en su declaración señaló que hace 5 años sembró unas semillas de guayaba con el objetivo de prueba y cuando quiso probar el sabor de su fruta, comenzó a producir como prueba. Levent dijo que en este marco hizo encontrar con la tierra cinco semillas que trajo de Antalya con el apoyo de la Dirección de Alimentación, Agricultura y Ganadería de Silifke y compró 400 las plantas jóvenes más. Mustafa Levent dijo que este año tiene el objetivo de evaluar con el motivo de presentación una gran parte de su producción, subrayó que así quiere obtener un ingreso más serio de la fruta que espera cosechar. La guayaba, sobre todo entre los hombres, ayuda a protegerse del cáncer de próstata, entre las mujeres del cáncer de mama y de las afecciones del tiroides (TRT)6.

3.  Los alimentos americanos en la literatura popular turca Realmente la literatura y la cocina tienen una historia importante y rica en la cultura gastronómica turca. En los siglos xiv y xv, cuando no existían los medios de comunicación actuales, en la cultura turca había poetas populares llamados 6 

Así en el original.

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(âṣıklar). No creemos equivocarnos si llamamos a estos poetas especializados en tema culinario, en la terminología de hoy, blogueros de life style. El primer poema dedicado a la gastronomía lo escribió el poeta Kaygusuz Abdal (1341-1444) a principios del siglo xv. Son poesías tradicionales y populares en forma de cuartetos muchas veces cantados en público acompañados por el saz, un instrumento tradicional con forma de guitarra española que se tocaba en las plazas y cafeterías (kahvahane) de los pueblos. En esa época recitaban poemas especializados en recetas de comidas, y de esa manera las difundían entre la gente. Hacían la publicidad de las comidas populares de sus regiones y abrían las puertas del sabor de las otras ciudades anatolias a sus oyentes a través de sus versos. Podemos decir que los poetas (âṣıklar) especializados en temas gastronómicos escribían como los mejores cocineros del hoy. Por ejemplo, en un poema de Âṣık Ruhsati (18351911), tenemos noticia de que el alimento de origen latinoamericano papa se cocinaba como pan en los pueblos anatolios: I7 Dejamos la calabaza a un lado que la puedo comer en el paraíso Para cebolla y ajo digo que estoy de dieta Mi cuaderno no acepta Pan de patates, siempre lo puedo comer (Âṣık Ruhsati en Gürçayır y Oğuz 2012: 218).

II Té y aceituna ha tocado melodía de despierta El puerro ha tomado arma en sus manos Los kurufasulye (frijoles) han enviado los militares al frente Los militares comen pilaf de bulgur (Ruhsati en Kaya 2007: 11).

III Relleno de domates (tomate) y biber (pimiento) También patates (patata) y kurufasulye (frijoles) y más relleno de col si estuviera cocida lo comería lo comería (Ali Ertekin en Kaya s. f.) 7 

La traducción es nuestra.

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4.  Las voces elegidas: kakao, cikolata, mısır y domates Según la lingüista turca Korkmaz (1995), la terminología floral y la marinera, así como la de la agricultura y la gastronomía, incluidos los nombres de las distintas frutas y verduras, se incorporaron a la lengua turca entre los siglos xi y xiii, tras gozar de una vida más estable en Anatolia, al pasar del nomadismo al sedentarismo: Con dicha instalación en Anatolia, se fue forjando una nueva vida social que desencadenó importantes cambios culturales, entre ellos los lingüísticos. Muchas palabras de la lengua turca moderna se acuñaron en dicha época, procedentes de otros idiomas, como griego, italiano, armenio, húngaro y rumano. Los vocablos procedentes del italiano derivan de las actividades que los comerciantes y marinos genoveses y venecianos llevaban a cabo en el mar Negro en el Mediterráneo (Korkmaz 1995: 845).

Sezgin (2006), en su estudio sobre la densidad de la presencia de voces de origen occidental en la lengua turca, menciona el contacto que se dio en el mar Mediterráneo entre turcos, por un lado, y hablantes de lenguas más occidentales, por el otro. Contacto favorecido por la navegación y el comercio que, por otra parte, llevó a un contacto lingüístico y a un trasvase de palabras. Este contacto ha contribuido a la incorporación al turco de voces procedentes de lenguas románicas y, por canalización del español, es incluso posible que entraran algunas palabras de las lenguas autóctonas de las Américas en la lengua turca. Aunque cabe decir que otras lenguas occidentales han servido de transmisoras de las voces de las que nos ocupamos en este libro, es decir, voces de origen amerindio, tal como veremos más adelante. Pues Sezgin (2006) menciona la importante influencia lingüística del italiano, del francés de antes y, recientemente, del inglés, e indica que voces como, cacao, coca, patata y tomate “are counted as form [sic] the mediator languages” (2006: 152), es decir, de las lenguas transmisoras. Las voces elegidas, de origen amerindio, se han acuñado en la lengua turca y son ahora de uso general en la lengua, a cuya estructura gramatical se han adaptado de tal manera que pertenecen al habla cotidiana. Asimismo, han llegado a crear formas compuestas, tal como veremos a continuación.

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De acuerdo con las fuentes consultadas, la voz kakao, con el significado de ‘bebida’, ha entrado en el turco a través del francés. Es voz que desde 1876 se recoge en un diccionario turco, fecha en la que se incluye en Lugat-ı Osmani turco-otomano del Ahmet Vefik Paşa (Etimolojiturkce). También existe con el valor de ‘polvo’, así como ‘árbol’ y el fruto de este árbol. La palabra se escribe kakao en singular y kakaolar en plural. Un compuesto formado por la voz estudiada es, por ejemplo, kakaolu kek, ‘galletas de cacao’. Los diccionarios etimológicos informan de que es voz que entra en el turco a través del francés que, a su vez, la tomó del español, siendo la voz de origen náhuatl o azteca (Etimolojiturkce; Turk Dil Kurumu). Çikolata, ‘chocolate’, ha llegado al turco a través del italiano en época del Imperio otomano, tal como revela su forma. Tiene documentación desde finales del siglo xviii, fecha en la que se documenta en la obra de un embajador turco en Viena, Ebubekir Ratib Efendi (1750-1799), Nemçe Sefaretnamesi. De esta obra extraemos la siguiente cita: “Şekerleme ve limonata ve çokolatalar ile birbiri ardınca ikram ve izzet etmişlerdir” [Nos estaban sirviendo con caramelos y limonada y chocolate] (Etimolojiturkce). El préstamo existe tanto en singular, çikolata, ‘chocolate’, como en plural, çikolatalar, ‘chocolates’. Las formas compuestas con esta voz prestada son, para mencionar algunas, çikolatalґ kurabiye, ‘galletas de chocolate’, sґcak çikolata, ‘chocolate caliente’, y çikolatalґ kiṣ, ‘quiche de chocolate’. La tercera voz de origen amerindio objeto de estudio es mısır, ‘maíz’, en singular, mısırlar en plural. Penetró en la lengua turca a través del Egipto en 1600; llegó por la así llamada ruta siria. En turco, Egipto es mısır y al maíz lo llamamos también mısır, para reflejar que ha entrado a la cocina turcaotomana a través de Egipto. Según las fuentes consultadas, es probable que el maíz entrara en Europa central a través de Turquía. De ahí que lo llamen ‘trigo turco’ (Direk 2016). Este préstamo ha engendrado varios compuestos en el turco. Cabe mencionar mısırcı, ‘vendedor de maís’, mısır ekmek, ‘pan de maíz’, y mısırlı pilav, ‘arroz de maíz’. La voz domates, ‘tomate’, pasó al turco por transmisión de la lengua griega. Tiene primera documentación en 1876 cuando se recoge en el Diccionario turco-otomano de Ahmet Vefik Paşa, Lugat-ı Osmani, en el que se define o explica como ‘berenjena europa’ (Etimolojiturkce). Tal como queda mencionado, la voz penetró en el turco a través del griego que la tomó del francés. Al

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francés entró a través del español, al que llegó desde su origen náhuatl (Etimolojiturkce). La forma singular del préstamo es domates y la plural es domatesler. De este vocablo se han formado varios compuestos en la lengua turca, tales como domates çorbası, ‘sopa de tomate’, domates salçası, ‘salsa de tomate’, y domates suyu, ‘zumo de tomate’ (Turk Dil Kurumu). Interesa mencionar que existe en el turco, como en muchas otras lenguas, la frase yūzūm domates gibi kızardı, o sea, ‘volverse rojo como un tomate’.

5.  Consideraciones finales El Imperio otomano comprendía un vasto territorio: desde los Balcanes al norte de África, es decir, Asia Menor, el Mediterráneo oriental, Siria/ Palestina, Kurdistán, Irak, Yemen, Crimea, Bosnia, Hungría Transilvania, Creta, Chipre y Egipto. No solo la cuenca del Mediterráneo, sino África del norte y del nordeste, y la entrada a Asia. La navegación y el comercio por el Mediterráneo, además de favorecer la existencia de una lingua franca, explica la existencia del fenómeno del cautiverio, tema literario (Viaje de Turquía, 1557), y fuente de numerosos textos descriptivos de las costumbres de los turcos (Georges de Hongroi, Tractatus de moribus, condicionibus et nequicia Turcorum, Roma, 1481; Jean Thévenot, Relation d’un voyage fait au Levant, 1664). Los turcos protegieron el establecimiento de judíos y armenios que, dedicados esencialmente al comercio, contribuyeron al cambio de las costumbres, con lo que, sin lugar a dudas, favorecieron el cruce de distintas prácticas alimentarias. Un papel destacado tuvieron los judíos, que ostentaron muy habitualmente el cargo de médicos de los sultanes y de las mujeres de sus harenes. A lo largo de los siglos de su hegemonía, el Imperio otomano recibió las embajadas de los estados de Occidente, y de algunas de ellas han llegado relatos y epistolarios (Ogier Ghiselin de Busbecq, Turcicae epistolae, 1595); incluso las esposas de algunos embajadores dejaron sus impresiones por escrito (Mary Wortley Montagu, The Complete Letters from Turkey, inéditas hasta 1901).

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El contacto y la presencia de los otomanos, su peso político, cultural, produjo la lógica curiosidad lingüística, que dio, como fruto, diccionarios, por ejemplo: Pietro Ferraguto, Dittionario della lingua turquesca, 1611; Giovanni Molino, Dittionario della lingua Italiana-Turchesca, 1641; Jakab Nagy de Harsány, Colloquia Familiaria Turcico-Latina, 1672 (Roochi 2011). La atracción por lo turco (la indumentaria, el tapiz, la comida) fue en aumento en Europa occidental, y los siglos xviii, xix y xx conocerá el viaje casi ritual de literatos, sobre todo de Francia: Chateaubriand, Lamartine, Nerval, Gautier, Flaubert, Loti, entre otros. Dio lugar a la corriente llamada “orientalismo”, que siguió alentando sueños de aventura, nomadismo, originalidad y, sobre todo, novedad. Entre las viajeras británicas Gertrud Bell llegó a ser calificada de la Lawrence de Irak, por su papel político, como lo tuvo Thomas Edward Lawrence. Todo ello sobrevoló la creciente pérdida de la fuerza del Imperio otomano, Serbia, Grecia, etc., hasta llegar a la formación de la actual República de Turquía (1923). En el terreno de la alimentación, la cocina otomana suele describirse como sincrética, por acoger las variedades de un territorio tan extenso, y por verse influida por lo aportado por las rutas comerciales que recorrían su territorio procedentes de zonas más apartadas de Oriente. A lo que se sumó la aportación “americana” desde principios del siglo xvi. El primer congreso que analizó el papel de los alimentos, la cocina y la comida (First International Food Congress) se celebró en Turquía en 1986 y, con posterioridad se han publicado textos que dan a conocer lo que fueron, tanto la cocina de una ciudad heterogénea por sus pobladores (Estambul) como las manifestaciones de la cocina imperial (Yerasimos 2001; Samanci 2015). El maíz, el cacao y el tomate, las voces de productos indígenas americanos elegidas para este texto, se incorporaron a los cultivos, y al consumo turcos. Y su difusión tuvo que llegar a muchos espacios de un territorio tan vasto. Para terminar, cabe mencionar que los alimentos y sus denominaciones que entraron en Turquía en el siglo xxi, en la época tecnológica, directamente, sin ningún intermedio, son, por ejemplo, los tacos, los nachos, o el mate. En su uso actual se escriben y pronuncian igual que en castellano. Forman parte de lo que se conoce como internacionalismos.

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VI Lenguas finoúgrias

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Chocolate, cacao y aguacate en húngaro Nóra Rószavári Universidad Católica Péter Pázmány

El húngaro es una lengua ugrofinesa emparentada con el finlandés y el estonio y, a diferencia de la mayoría de las lenguas europeas, no pertenece a la familia indoeuropea. La lengua húngara en su larga historia ha entrado en contacto con varios idiomas a través de los cuales algunos nombres de alimentos de origen amerindio han llegado hasta nosotros. Generalmente, fue la lengua española la que transmitió estas denominaciones a las lenguas europeas, pero el español nunca ha tenido contacto directo con el húngaro. Gracias a la mediación del francés y, sobre todo, del alemán, en nuestra lengua también encontramos varias palabras adoptadas del castellano que, por su parte, tienen su origen en lenguas amerindias. Aunque las palabras estudiadas lingüísticamente son consideradas préstamos del alemán o del francés (germanismos y galicismos, respectivamente), al fin y al cabo, cuando nos interesamos por el origen, herencia o contacto cultural, hay que resaltar que estos vocablos se remontan a un origen amerindio. La influencia alemana sobre la lengua húngara ha sido contundente. El contacto húngaro-alemán se remonta al siglo ix, se fortalece desde el siglo xvi, cuando la dinastía de los Habsburgo extiende su poder a algunos territorios húngaros, y llega a la culminación cuando dicha dinastía obtiene la corona húngara. Desde finales del siglo xvii el contacto lingüístico húngaro-alemán se ve consolidado por el establecimiento de población de lengua materna alemana en regiones de hungría. Asimismo, desde el siglo xviii Viena transmitió numerosas novedades e innovaciones a las lenguas de la monarquía austrohúngara; por lo tanto, varias palabras procedentes del italiano, del francés o de otras lenguas se introdujeron en el húngaro con sus formas alemanas.

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Diversos nombres de alimentos que son comunes a varias lenguas europeas (patata, tomate, maíz, etc., y sus formas adaptadas a las lenguas receptoras) sobreviven en el húngaro con sus denominaciones de origen alemán, latino o eslavo. Existen, sin embargo, tres vocablos que sí penetraron en el húngaro: csokoládé, ‘chocolate’, kakaó, ‘cacao’ y avokádó, ‘aguacate’.

1.  Csokoládé La palabra csokoládé llegó al húngaro por la mediación del alemán (al. Schokolade) con el significado ‘bebida de cacao’. Más tarde se generalizó el significado que se refiere a las tabletas y pastillas en las que se expende. Al principio nació toda una familia de palabras con formas bastante diversas, como se podrá ver más adelante. La primera documentación de la palabra se data en 1699 (Benkő 1993: 223) con la forma flexionada csukorlatéhoz, cuya raíz es csukorlate. El vocablo aparece en un facsímil del archivo de una familia noble: “Csukorlatéhoz égy, más konyhára valo torma reßelőert”, que quiere decir: ‘Para rallar el chocolate, coge un rallador que sueles utilizar en la cocina’. Al mismo tiempo el Diccionario histórico etimológico de la lengua húngara (A magyar nyelv történeti-etimológiai szótára; TESz) fecha la aparición en 1704 con la forma csukaladi (TESz I: 549): “Csukaladi és herbaté Bornál jobb volna”: ‘Chocolate y tisana serían mejores que el vino’. Desde estas fechas en adelante la palabra aparece en distintos años con distintas formas, y aunque se documentan variantes, poco a poco el término csokoládé llega a generalizarse. Debido al carácter aglutinante de la lengua húngara, el sustantivo a veces aparece con sufijos, que en la lista se separan con un guion. Afortunadamente, también se han documentado formas sin flexión que ofrecen una imagen más real, ya que la agregación de determinados sufijos puede cambiar el timbre de la última vocal de la palabra. A continuación se relacionan algunas variantes del vocablo con las fechas de su primera documentación. 1706 csokuládi-val, ‘con chocolate’; 1736 csukolátá-nak, ‘de chocolate’. En 1949 en la revista de cultura del idioma Magyar Nyelvőr (Nyr) se publicó un artículo que estudiaba los préstamos italianos del húngaro (Nyr 73: 19).

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El apartado que trata del chocolate menciona que csokoládé es voz tomada del alemán, pero destaca que, al mismo tiempo, en el húngaro existe una variante csokoláta, equivalente de csokoládé, que viene del italiano. La documentación de la forma alemana es anterior (1706), mientras la forma italiana aparece unas décadas más tarde (1736): “Az beteges feleségem alázatossan udvarol Nagyságodnak csokuládival”, es decir: ‘Mi esposa malsana le corteja a su señoría con chocolate’ (Nyr 73: 19); “Legelsőben is reggeli kávé, herbathé, csukolátának hire sem vala”, ‘En aquellos tiempos de café, té de hierbas y de chocolate no hubo ni rastro’ (Nyr 73: 19), escribe Péter Apor historiador, en su obra Metamorphosis Transylvaniae, que habla de las transformaciones que tuvieron lugar en la vida cotidiana de Transilvania en el siglo xviii. 1748 cioccolátá-val ‘con chocolate’. El escritor, poeta y traductor jesuita Ferenc Faludi utiliza una ortografía italiana cuando escribe en una de sus obras: “Eusebius bőcsűletesen fogadta, annak rendi szerint kinálta egy csésze cioccolatával, de a damak mentegeték vala magokat”, ‘Eusebio las recibió honradamente, les ofreció chocolate, pero las damas se excusaron’ (Szarvas et al. 1890: 446). 1774 csukuláté; 1799 tsukoládé. La revista de la Asociación Húngara de Lingüistas, Magyar Nyelv (MNy), en una serie de artículos que enumera datos etimológicos, publicó en 1942 los resultados de una investigación centrada en los archivos familiares del Museo de Transilvania. Los datos que se recogieron principalmente del material relacionado con los bienes y posesiones de la familia del barón Wesselényi citan la palabra en cuestión: “két kopott aranyozással valo […] Csukuláté finssía tartó”, que quiere decir: ‘dos tazas usadas chapadas de oro […] para guardar chocolate’. “Tizenöt Font Tsukoládé”, ‘Quince libras de chocolate’ (MNy 38: 56). 1816 tsokoláde. El lingüista y médico Sámuel Gyarmathi en su diccionario Vocabularium in quo plurima hungaricis vocibus consona variarum linguarum vocabula collegit… relaciona la palabra con la forma tsokoláde (TESz I: 549). El Diccionario histórico etimológico de la lengua húngara hace mención de algunas formas dialectales o provinciales, como por ejemplo: cukoládé, csúgladé, csukaládé, kocsoládé (TESz I: 549). La forma actual csokoládé desde el siglo xix parece tener más constancia que sus variantes. Abundamos en textos de la época que utilizan esta forma:

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El escritor Mihály Táncsics en su novela Pazardi publicada en 1836, describe la vida disipada y pródiga de los magnates húngaros y cuando pasa revista a los gastos escribe: “Az élelem szükségek, kávé, nádméz, csokoládé, fűszer, só, szóval, mit a hasisten megkiván, külföldi borok sat. hat ezer”, ‘Las necesidades de alimentos, café, miel de caña, chocolate, condimentos, sal, o sea lo que el dios de la panza desea, vinos extranjeros, etc., seis mil’ (Táncsics 1836: 23). En 1845 el sacerdote, profesor y zoólogo János Hanák escribió una historia de la naturaleza en la cual describía, varias plantas. Hablando de la vainilla dice que sirve para dar sabor al chocolate: “ezen hüvely megszarítva a hevítő erejéről nevezetes vanilia, melly mint fűszer a csokoládé alkatrészér teszi”, que quiere decir: ‘esta vaina seca, famosa por sus efectos excitantes, es la vainilla, que es un componente del chocolate’ (Hanák 1845: 140). El escritor y poeta húngaro Péter Tatár en su obra A megholt peleskei nótárius. Nagy Zajtay István másodszori feltámadása és utazása a földön de 1860 cuenta las aventuras de un notario provinciano. En su poema pregunta: “Director Uram hát van e csokoládé”, es decir: ‘Señor director, ¿hay chocolate?’ (Tatár 1860: 64). El punto de partida, según Coromines, sería el español *chocauatl (Coromines 2011: 197) que tuvo diversas adaptaciones en las lenguas receptoras. En el Diccionario histórico etimológico de la lengua húngara figura como étimo la voz náhuatl chocolaia, que durante el dominio español supuestamente tomó la forma chocolatl (TESz I: 549). Respecto a la evolución de las formas húngaras hay que tener en cuenta la mediación alemana, por ejemplo, la -d- de csokoládé se debe al alemán Schokolade, pero las diversas formas húngaras posiblemente son resultados de múltiples préstamos. Cabe señalar que también en el alemán coexistieron distintas variantes, por lo que se le atribuyen al alemán las vocales finales húngaras é e i, o la falta de la vocal final. Suponen préstamo del italiano las formas con -kk- y las que llevan una -a final, aunque respecto a estas últimas pudo tener un papel influyente la latinidad nacional (el latín fue lengua oficial de Hungría hasta 1844). La -a final no necesariamente se debe a la influencia italiana, algunos lingüistas opinan que este fenómeno también puede remitir a una forma antigua alemana schokolata (TESz I: 549). La vocal u que muchas veces aparece en la primera o segunda sílaba también puede tener antecedentes en el alemán

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hablado en Hungría. Las distintas vías de préstamo, las combinaciones, mezclas y algunas evoluciones fonéticas en el húngaro dieron como resultado la forma actual húngara csokoládé.

2.  Csoki Géza Bárczi, lingüista húngaro, en su artículo “A ‘pesti nyelv’”, publicado en 1932 menciona por primera vez la forma abreviada csoki (MNy 28: 90). En el ensayo se llama la atención sobre un fenómeno en propagación de la época: la deformación de palabras a través de sufijos. De estos sufijos el más utilizado ha sido -i, que, fortalecido por el diminutivo de la misma forma (-i), frecuente en el argot alemán, originó numerosas formas nuevas. El sufijo -i generalmente se ha agregado a la raíz truncada, lo que en nuestro caso ha dado la forma csoki, una denominación con diminutivo afectivo. El sufijo en cuestión hasta hoy es un sufijo muy productivo en el húngaro en la formación de palabras. Esta forma abreviada ampliamente utilizada ha ido incorporando varias acepciones en la jerga. Hoy, en el registro jergal significa ‘persona de piel negra u oscura; negro, gitano’ (Kövecses 1998: 57). Una de las primeras documentaciones de este uso la encontramos en la novela Szökőár (1954), del escritor húngaro Miklós Vidor, quien escribe de la vida de unos jóvenes budapestinos en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Uno de los protagonistas se llama Csoki (Vidor 1954: 331). La forma abreviada se aplica con preferencia en la jerga y también ha llegado a formar parte de palabras compuestas. Existe el vocablo húngaro romacsoki, literalmente ‘chocolate gitano’ cuyos componentes son roma ‘gitano’ y csoki ‘chocolate’, y significa ‘pipas’, haciendo alusión a la costumbre de la minoría gitana de comer semillas de girasol. En la jerga juvenil actual csokizik (verbo derivado de csoki) ‘comer chocolate’, se utiliza con el significado de ‘hacer chocolate’ y equivale a ‘hacer caca’ (napiszleng.hu). Para la expresión de nuevas unidades semánticas el húngaro es susceptible de crear palabras compuestas, mientras otras lenguas prefieren utilizar un sintagma preposicional. Por lo tanto las soluciones húngaras para ‘fábrica de chocolate’, ‘polvo de chocolate’ y ‘crema de chocolate’ serían csokoládégyár/ csokigyár, csokoládépor/csokipor, csokoládékrém/csokikrém, respectivamente.

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Del sustantivo en cuestión se ha formado un adjetivo, csokoládés/csokis, que se refiere a todo lo que se prepara con chocolate o lo que sirve para guardar chocolate. Mientras el uso de las composiciones y del adjetivo es común y corriente, en el húngaro no se han formado frases hechas ni refranes que contengan esta voz. La propagación y generalización del sustantivo húngaro csokoládé/csoki está en estrecha relación con el consumo pasado y actual del producto. Los primeros talleres fabricantes de chocolate en Hungría aparecieron en el siglo xviii debido a la llegada de artesanos italianos. Aparte de ellos solo los farmacéuticos y boticarios producían y vendían chocolate. Con el paso del tiempo los efectos curativos del chocolate se relegaron a un segundo plano, y los consumidores lo compraban por su valor nutritivo y sabor. A mediados del siglo xix se fundaron varias fábricas, y a fines del siglo ya funcionaban unas sesenta plantas industriales, sin embargo, por el elevado precio, el consumo se restringió solo a los círculos aristocráticos. Después de la Primera Guerra Mundial el chocolate, que antes era un producto de lujo, pasó a ser un artículo de primera necesidad y de amplio consumo. Según las estadísticas de Euromonitor (Euromonitor 2016) el consumo anual de chocolate en Hungría fue 3,2 kg/cápita en 2014. Para la comparación véanse los datos: Suiza 9 kg; Alemania 7,9 kg; Italia 2,4 kg; España 2 kg. El chocolate es una delicia y al mismo tiempo una comida. Una tercera parte de los jóvenes húngaros mata el hambre con chocolate, y en situaciones estresantes (exámenes, competiciones deportivas, etc.) son propensos a comer chocolate.

3.  Kakaó Se trata de un préstamo que llegó al húngaro vía el alemán (al. Kakao), primero con el significado de ‘semillas de cacao’ y el ‘polvo obtenido al triturarlas’, luego con el significado de ‘bebida’ que se prepara a partir de ese polvo. La primera documentación de la palabra data de 1757. Pál Bertlanffi, profesor y escritor jesuita, la menciona en su obra Világnak két rendbéli rövid ismerete: “bővelkedik csokoladára való Cacao névű makkal”: ‘abunda en bellotas llamadas Cacao que sirven para hacer chocolate’ (TESz II: 310).

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La primera aparición, todavía con ortografía extranjera, la siguen las versiones hungarizadas: 1780 kakáo-vajból ‘de manteca de cacao’ (TESz II: 310). 1783 Kákáo-fa ‘árbol de cacao’. János Molnár, profesor y escritor jesuita, fundador de la revista Magyar Könyvesház menciona el vocablo (TESz II: 310). La revista tenía fines divulgadores. Molnár escribió reseñas, presentó los resultados de investigaciones científicas y publicó informes científicos como autor, director y redactor de la revista. 1787 Kákáó-bab-nak ‘a la semilla de cacaco’. József Gelei tradujo al húngaro la novela Robinson der Jüngere del escritor, lingüista y educador alemán Joachim Heinrich Campe. En esta novela se nombra la semilla de la planta (Gelei 1787: 223). 1789 kakau-t ‘a cacao’. Raphael Steidele, cirujano austriaco, escribió varias obras para mujeres embarazadas y recién paridas. Una de ellas traducida al húngaro por Mihály Gellei (Regulák), trae este vocablo (TESz II: 311). Las palabras kakajó, kakavó se registran como dialectalismos; en ellas se ve la tendencia antihiática con la intercalación de una consonante (TESz II: 311). La propagación del producto fue acompañada por la propagación lingüística. El término kakaó se ha convertido en elemento común de libros de cocina, de periódicos y revistas, y de cuentos y novelas: 1933 En la revista judía Zsidó Újság, en la publicidad de algunas tiendas, encontramos listas de productos: “csokoládé, kakaó, lekvár, paradicsom, bor” [chocolate, cacao, mermelada, tomate, vino] (Zsidó Újság 1933: 11). 1956 Kakaó es el título de un cuento del escritor húngaro Ferenc Sánta, que escribe sobre una reunión de niños: “Ott ültek a nagy asztal körül, s ettek. Vajat, mézet, sonkát, és végigáradt az udvaron, még az utcára is kilibbent a kakaó illata” que quiere decir: ‘Allí estaban sentados, alrededor de la mesa grande y estaban comiendo. Mantequilla, miel, jamón, y en el patio hasta la calle emanaba el olor del cacao’. 1959 En el cuento A nyeremény de Imre Sarkadi la bebida del cacao simboliza la vida lujosa de la que disfruta una familia después de haberle tocado un premio: “A felesége bejárónőt fogadott, minden reggel vaj volt, kakaó, vagy tejszínhab”, es decir: ‘su esposa contrató a una sirvienta, todas las mañanas había mantequilla, cacao o nata montada.’

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Según el Diccionario histórico etimológico de la lengua húngara, la raíz del vocablo es la voz náhuatl kakáwatl/kakáwa (TESz II: 311) y fue transmitida a las lenguas europeas por mediación del idioma español. La forma actual húngara obedece a las reglas gramaticales y ortográficas de nuestro idioma, ya que en el húngaro la vocal -ó en posición final siempre es larga, lo que se indica con una tilde. Kakaó también forma parte del registro jergal. Es sinónimo de fuerza, volumen, o energía. Ejemplos: Van benne kakaó, ‘tiene/lleva cacao’ lo cual quiere decir que tiene fuerza; Adj rá kakaót, ‘da(le) cacao’ es decir, ‘da(le) más volumen a la música; o acelera, dale al pedal de acelerador’. También se usa como eufemismo en vez de la palabra kaka, ‘caca’, en expresiones como benne van/hagy a kakaóban lo cual quiere decir ‘estar/dejar alguien en el cacao’, o sea ‘estar/quedarse en una situación difícil’, o kihúz a kakaóból ‘sacar alguien del cacao’, es decir, ‘sacar alguien de los problemas’. Kakaó también forma parte de palabras compuestas como por ejemplo: kakaóbab ‘semilla de cacao’, kakaópor, ‘polvo de cacao’, kakaóvaj, ‘manteca de cacao’, etc., y últimamente se ha generalizado la expresión kakaókoncert, ‘concierto de cacao’, que es un concierto matinal para niños y jóvenes. El verbo derivado es kakaózik, ‘tomar chocolate’. La historia del consumo del cacao recorre la misma trayectoria que la del chocolate aunque, según las estadísticas, mientras el consumo del chocolate va aumentando, el del cacao (en forma de polvo, bebida, etc.) ha experimentado una disminución considerable en los últimos años.

Avokádó La mayoría de los nombres de frutas exóticas no aparece en los diccionarios etimológicos húngaros. La voz avokádó, conocida desde la segunda mitad del siglo xix y hasta hoy, se registra en el Diccionario de palabras extranjeras (Idegen szavak szótára), aunque en el uso ya suena familiar a los hablantes (Tolcsvai 2007: 104). Según el Diccionario etimológico de palabras y afijos húngaros (Etimológiai szótár. Magyar szavak és toldalékok eredete) la palabra se generalizaría en el uso solo en los años setenta (Zaicz 2006: 46). Los diccionarios etimológicos anteriores no incluyen dicho vocablo, pero las

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enciclopedias, los distintos escritos y publicaciones de botánicos, de médicos, de gastrónomos, y también las crónicas de viajes sirven como fuentes para la documentación. La Enciclopedia Pallas (A Pallas nagy lexikona) tiene una entrada avogate-fa, avogató-fa, ’árbol de aguacate’, que parece ser la primera aparición escrita húngara, y se refiere a la planta en cuestión (Áldássy et al. 1894: vol. II: 376). La misma enciclopedia muestra vacilación, ya que en ediciones y tomos posteriores (1896) se mencionan distintas formas: avogato, advokato, abakadó, que también aparecen en palabras compuestas, como avogatófa, avogatefa, avokatófa que se refieren al árbol (vol. XIII: 955). 1922 avocato, aguacate son las formas que recoge otra enciclopedia húngara, el Diccionario Enciclopédico Révai (Révai 1911-1935: XV 350). 1983 avokadó. Los autores del libro Nálunk is megterem. Históriák és tanácsok egzotikus gyümölcs- és fűszernövények neveléséhez describen el origen de veinte frutas exóticas, entre ellas el aguacate, y dan consejos para su cultivo en un estilo ameno y comprensible (Velich 1983: 95). 1985 avokádó. La obra de Dezső Surányi Kerti növények regénye es una novela sobre distintas plantas. Novela, ya que comprende elementos de la religión, del folclore, de la historia y de las ciencias naturales (Surányi 1985: 145). 1986 avokádó(fa), ‘(árbol de) aguacate’. Szaniszló Priszter redactó un vocabulario húngaro-latín que informa sobre la ortografía correcta de los nombres de plantas exóticas (Priszter 1986: 34). La composición con -fa, ‘árbol’, es frecuente al referirse a la planta. Después de una vacilación natural aguakata-fa, avogatófa, avogatefa, avocatófa, agáte-fa, se fijan las formas actuales de avokádó-fa, avokádó(fa). Las primeras variantes probablemente se deben a formas alemanas y son traducciones de: Abacatebaum, Advocato-baum, Advogatebaum, Advogatobaum, Aguacatebaum, Avocatobaum, Avogatenbaum, Avogatobaum. Tanto las primeras enciclopedias como los libros técnicos hacen mención de la fruta, utilizando el término aligátorkörte, compuesto de aligátor, ‘aligátor’, y körte, ‘pera’. A continuación se relacionan las fechas y las formas: en 1896 se atestigua la forma alligator-körte (Áldássy et al. 1893-1900: xii 955); en 1922 alligátor-körte (Révai 1911-1935: xv 350) y la misma forma, alligátor-körte, se documenta también en 1983 (Velich 1983: 95) y finalmente en 1987 aparece aligátor körte, que es la forma adaptada a las reglas ortográficas húngaras.

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Para referirse a la fruta también se han seguido modelos extranjeros. Las variantes húngaras con -körte ‘pera’, avogato-körte, advokato-körte, avocadokörte, avogado-körte, avokadókörte, avokádó körte, etc., se han tomado del alemán Avocatobirne, Avogadobirn y del inglés avocado pear, y son calcos parciales. Para el origen de la denominación surgen varias explicaciones: por un lado, el primer elemento puede referirse al color verde oscuro de la fruta o, tal vez, es una alusión al lugar de procedencia de la fruta, donde viven caimanes. En la segunda mitad del siglo xx se generaliza la presencia de la palabra avokádó en el léxico húngaro. El motivo es que se multiplican las traducciones de trabajos científicos y gastronómicos alemanes e ingleses (por ejemplo, la traducción de Urania Pflanzenreich. Höhere Pflanzen en los años setenta y la de DK Pocket Encyclopedia. Cook’s Ingredients en 1991). Además en 1982-1983 el Comité de Ortografía de la Academia Húngara de Ciencias y el Comité de Botánica de la Academia aceptaron un código de reglas para la escritura correcta de los nombres de las plantas y frutas recién entradas en el vocabulario húngaro. Como étimo de la palabra, en su tesis doctoral, Éva Vörös nombra la voz náhuatl ahuacacuahuitl (Vörös 1996: 13) que por vía del inglés y del alemán ha llegado al húngaro y, después de una adaptación fonética y ortográfica, ha obtenido la forma avokádó (como en el caso de kakaó se puede observar la regla general del húngaro según la cual la -ó final es siempre larga.) De la voz avokádó no se han formado compuestos (excepto las formas mencionadas avokádófa y avokádókörte), y tampoco aparece en frases hechas o refranes, posiblemente por el hecho de que es un producto relativamente nuevo en los mercados húngaros. Desde los años 2000 se generaliza su presencia en las tiendas y supermercados, y su consumo es relativamente modesto si se compara con otras verduras y frutas más tradicionales.

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La suerte de tres voces de América en finés: el caso de avokado, suklaa y mate(-tee) Anton Granvik Universidad de Gotemburgo Hanken School of Economics, Helsinki

1. Introducción Aunque el léxico del finés incluye una proporción considerable de préstamos, estos proceden en su mayoría de diferentes lenguas indoeuropeas, y son de origen bastante temprano. Así, las voces procedentes del continente americano suponen un capítulo minúsculo de la historia de esta lengua. Las lenguas transmisoras del vocabulario prestado del finés han variado considerablemente en las diferentes etapas de la historia. Los préstamos de las lenguas bálticas son los más antiguos (tercer milenio a. C.), seguidos por los préstamos germánicos (segundo milenio a. C), eslavos (a partir del siglo vi d. C), y suecos (siglo viii hasta el xx). Se ha estimado que los préstamos del sueco constituyen hasta la mitad de todos los préstamos léxicos. Finalmente, igual que en muchas otras lenguas del mundo, en los últimos cincuenta años destacan los préstamos del inglés (Häkkinen 1990: 257-265). Poco sorprendentemente, dada la falta de un contacto inmediato entre el finés y las lenguas amerindias, las voces procedentes de estas lenguas que se han incorporado al léxico del finés han alcanzado esta lengua por medio de otras, primeramente, el español y, posteriormente, el francés, el alemán, y, finalmente, el sueco y el inglés. Es evidente que, históricamente, la relación directa entre el finés y el español ha sido mínima, mientras que a través del

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francés, el alemán y, más tarde, el inglés, los vocablos procedentes de América se han expandido y generalizado por toda Europa. En muchos casos, en la época anterior al siglo xx, para alcanzar el finés los términos han pasado por el filtro del sueco. Un ejemplo de la influencia del sueco como intermediario lo tenemos en la palabra suklaa, ‘chocolate’, cuya variante del finés refleja la pronunciación sueca de choklad, perdiéndose la consonante final, más que una adaptación de las variantes españolas, francesas, inglesas o alemanas, que incluyen una segunda -o-: chocolate, chocolat, chocolate, Schokolade. El objetivo del presente estudio es ofrecer una caracterización de la introducción, establecimiento y generalización en finés de tres voces de América pertenecientes al campo semántico de la alimentación. Más exactamente, se estudiarán dos voces originalmente del náhuatl, aguacate y chocolate, así como un quechuismo, mate; en finés, avokado, suklaa y mate(juoma). El motivo de escoger justamente estas tres reside en el hecho de que han entrado en el finés en momentos distintos, por lo que permiten ilustrar el diferente tratamiento que reciben de parte de la lengua receptora y las distintas vías por las que pasan antes de alcanzar el finés. En primer lugar, la palabra chocolate se encuentra perfectamente integrada en el vocabulario finlandés, de tal modo que su forma actual suklaa no revela siquiera su origen extranjero. Segundo, el árbol y la fruta del aguacate, supone una introducción más reciente en el mercado alimenticio finlandés, y su denominación en finés avokado revela, al menos parcialmente, un origen extranjero. Esto se nota en dos aspectos concretos: por un lado, la consonante dental sonora d no representa un sonido autóctono del inventario fonémico del finés; por otro, la pronunciación de la palabra muchas veces incluye una a larga, avokaado (Korpela s. a., v. g. avokado), en contra de lo que indica su representación ortográfica (y la ortografía del finés es muy fonémica, al menos con respecto al habla formal y cuidada). En todo caso, el vocablo puede considerarse bien integrado en el léxico finlandés del siglo xxi. En tercer lugar, la voz mate es una introducción muy reciente en la cultura alimenticia finlandesa, hasta tal punto que su primera documentación probablemente date de inicios del nuevo milenio. Conforme a esto, el concepto sigue siendo desconocido para gran parte de la población finlandesa, y hace menos de dos años el principal periódico de Finlandia llamó al mate una bebida hípster (Helsingin Sanomat), usando para referirse al club mate la expresión

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compuesta matejuoma, ‘bebida de mate’, donde -juoma ‘bebida’ funciona como sufijo explicativo de un término, posiblemente, opaco para los lectores. El trabajo está estructurado en dos apartados principales: en el número 2, introduciré algunas características de la estructura gramatical del finés que son relevantes para entender la incorporación de elementos léxicos extranjeros. El apartado 3 se inicia con una presentación del corpus empleado (3.1), después de lo cual se emprende el análisis y la presentación sucesiva de cada uno de los tres vocablos estudiados (3.2), empezando por chocolate, que es la palabra más establecida de las tres, siguiendo con aguacate y, finalmente, mate, el término más recientemente introducido en finés. En el apartado 4 se presentan unas breves conclusiones.

2. El finés y sus préstamos léxicos El finés es una lengua finoúgria hablada por unos cinco millones de habitantes, la gran mayoría de los cuales reside en Finlandia. Tipológicamente, el finés es una lengua aglutinante, caracterizada por una rica morfología nominal y verbal (hay más de una docena de casos, que afecta a todos los elementos nominales) así como a una serie de formas verbales nominalizadas (infinitivos y participios). Cada palabra lleva normalmente varios sufijos desinenciales, además de posibles sufijos posesivos y clíticos. Los sustantivos carecen de género y de artículo (definido o indefinido). Además, son frecuentes las posposiciones y las palabras compuestas (Karlsson 1991: 20-22). El sistema vocálico del finés cuenta con ocho vocales (/i/, /y/, /e/, /ø/, /æ/, /a/, /o/, /u/) que pueden ser breves y largas, y varios diptongos (por ejemplo, ie, yö, ei, öy). La primera sílaba es siempre acentuada, y esto no impide que una o varias de las sílabas posteriores contengan vocales largas. El sistema vocálico incluye lo que se conoce por armonía vocálica, que afecta la posibilidad de combinación vocálica dentro de una palabra. En principio, a excepción de los compuestos, una palabra normal solo incluye o bien vocales posteriores (a, o, u), como en kakku, ‘tarta, pastel’, o vocales anteriores (ä, ö, y), como pöytä, ‘mesa’, en adición a las vocales e e i que son neutras y se combinan con vocales anteriores y posteriores indistintamente. El sistema consonántico contiene 13 consonantes (y cuatro más que figuran en

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préstamos (/b/, /g/, /f/, /ʃ/), con oposición entre variantes geminadas y simples (por ejemplo, mato [‘gusano’] ≠ matto [‘alfombra’]). Se prefieren las sílabas abiertas, y solo cinco consonantes son posibles en posición final de palabra (-l, -n, -r, -s, -t) (Hakulinen 1968: 15-19, Karlsson 1991: 25-32). Estos rasgos son importantes para el estudio de los préstamos de otras lenguas, puesto que no es fácil que una palabra extranjera automáticamente cumpla con los criterios relativamente estrictos del sistema fonotáctico del finés. Adicionalmente, dada la rica morfología, una palabra extranjera también tendrá que insertarse en los paradigmas flexivos correspondientes a su clase. Especialmente los sustantivos y adjetivos tienen que poder conjugarse en los varios casos. Además, se reconoce generalmente que el finés (al menos en su variante estándar) es una lengua relativamente conservadora con respecto a la incorporación de términos extranjeros. Cabe destacar que, aunque la población finlandesa haya sido mayoritariamente finoparlante desde hace miles de años, el finés no se convirtió en la lengua nacional hasta la segunda mitad del siglo xix. Las partes suroccidentales del territorio que hoy es Finlandia fueron evangelizadas e incorporadas al reino sueco en la Edad Media, y la primera ciudad, Turku, se fundó a finales del siglo xiii. Así, durante más de seis siglos, el sueco fue la lengua de la administración en Finlandia, mientras que el finés estuvo relegado a un plano inferior. El primer cambio tuvo lugar en el siglo xvi, cuando, como parte de la Reforma luterana, el obispo de Turku y alumno de Lutero, Mikael Agricola (~1510-1587) se impuso la tarea de hacer accesible toda la tradición cristiana al pueblo finlandés. En 1543 publicó su primer texto en finés: un abecedario (Abckiria), que incluye también unas lecciones introductorias al cristianismo. Su traducción del Nuevo Testamento, basada en las versiones griega y alemana (de Lutero), se publicó en 1548. Aunque los textos de Agricola no fueron los primeros textos escritos en finés, su extensión y riqueza expresiva los destacan sobre sus predecesores. Es generalmente considerado el padre del finés como lengua literaria. Durante el siglo xix, tras la Guerra de Finlandia (1808-1809) entre Suecia y Rusia y la conversión de Finlandia en Gran Ducado como parte del reino de Rusia, las relaciones con Suecia se fueron haciendo menos estrechas. Estos hechos políticos, en combinación con el nacionalismo romántico, avivaron el interés por el finés. Así, en la primera mitad del siglo nació el movimiento

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llamado Fennomania, cuyo objetivo explícito era que el finés alcanzara su merecida posición como lengua dominante en el país. Un ejemplo de la dimensión más bien cultural lo ofrecen las obras cumbre del folclore finlandés, los poemarios Kalevala (1835) y Kanteletar (1840), de Elias Lönnrot. Ambas obras suponen una recopilación y elaboración de gran número de cuentos y canciones representativos de la tradición oral (lírica y mitológica) de las partes orientales del país (las más alejadas de la influencia sueca). Una de las primeras y más famosas novelas escritas en finés, Seitsemän veljestä [Siete hermanos], de Aleksis Kivi vio la luz en 1870. El cambio decisivo en el estatus del finés se da en 1863, cuando el entonces zar de Rusia, Alejandro II, firmó un tratado lingüístico para el Gran Ducado de Finlandia. Este tratado estableció que el finés tendría que ser empleado, al lado del sueco, en todos los niveles y sectores de la educación, la justicia y la administración pública en un plazo de veinte años. Así, a lo largo de todo el siglo xix, en el que hubo un esfuerzo consciente para conseguir la estandarización del finés, se crearon muchas palabras nuevas para las nuevas funciones oficiales del finés como lengua de administración y cultura (Häkkinen 1990: 228). Entre las palabras creadas se encuentran, por un lado, las que equivalen a conceptos importados como religión, gramática y electricidad: uskonto (del verbo uskoa ‘creer’), kielioppi (de kieli, ‘lengua’ y oppi, ‘-logía’) y sähköo (un neologismo, de origen onomatopéyico) respectivamente. En el caso de los conceptos religión y electricidad, adoptar los términos directamente como préstamos habría producido términos poco naturales (relikiooni/reliooni y elektrisiteetti), dadas las combinaciones de consonantes ajenas a la estructura del finés (Kielikello 1968). También se crearon nuevas palabras empleando raíces léxicas propias. Es el caso de representar y representante, que proceden de esi- (‘precedente, parte delantera/previa’), usado para crear tanto un verbo, edustaa (literalmente, ‘estar al frente’), del que pudo derivarse también el sustantivo deverbal, edustaja (Häkkinen 1990: 228). Según Vilkamaa-Viitala (2005), los préstamos léxicos entran en el finés de varias formas diferentes. Menciona casos actuales como hands free, donde se incorpora una expresión extranjera tal cual. Por otro lado, a veces las expresiones de este tipo adquieren un sufijo explicativo: es lo que ocurre en handsfree-laite ‘dispositivo manos libres’, sandwich-elementti, ‘elemento sandwich’

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(que es un elemento de aislamiento en la construcción de paredes, que incorpora un elemento aislante entre las láminas interior y exterior), o bagelrinkeli, ‘roscón de bagel’. Este procedimiento se encuentra también aplicado a uno de los términos objeto del presente estudio, mate, que frecuentemente recibe un sufijo explicativo -tee, ‘té’, o -juoma, ‘bebida’, es decir, mate-tee o matejuoma, ‘té de mate’ o ‘bebida de mate’. En cambio, otros préstamos se modifican rápida y fácilmente de acuerdo con la fonología y ortografía del finés (como brändi ‘marca’ del inglés brand o netti ‘red, internet’ del sueco nät y del inglés net). También son frecuentes las traducciones, como kotisivu ‘página web’ que traduce literalmente el inglés home page, o rautatieasema, ‘estación de ferrocarril’, que reproduce el sueco järnvägsstation, ‘hierro-camino-estación’ (véase también el inglés railway station). En general, cuanto más antiguo sea un préstamo, tanto más adoptado al sistema fonológico finlandés estará. Esto quiere decir que muchos de los préstamos de las lenguas eslavas y germánicas no se reconocen explícitamente como tales. Algunos ejemplos podrían ser: juusto ‘queso’, del sueco ost ‘queso’, pelto ‘campo’, del sueco fält, naula ‘aguja’, del sueco nål, kauppa, ‘tienda’, del sueco köpa, valta, ‘poder’, del sueco välde, katu, ‘calle’, del sueco gata, sielu, ‘alma’, del sueco själ. En estas palabras no hay nada que las separe del vocabulario “autóctono”, ni siquiera en términos estilísticos (Kielikello 1968). En cambio, los recientes y múltiples préstamos del inglés, que constituyen la gran mayoría de los que entran en finés en la actualidad, generalmente se reconocen como tales, y reciben la etiqueta de americanismos por proceder, típicamente, del inglés norteamericano. En el apartado siguiente podrá observarse cómo esta dimensión diacrónica se ve reflejada en la forma y el tratamiento que reciben chocolate, aguacate y mate en boca de los finoparlantes.

3. La introducción, establecimiento y generalización de tres voces americanas en finés En este apartado se describirá la introducción, establecimiento y generalización de los tres términos americanos, aguacate, chocolate y mate en el finés. Ya que los orígenes etimológicos y la introducción de estos vocablos en Europa son de sobra conocidos, gracias a los estudios anteriores de, por ejemplo, Corominas y Pascual

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(1980), Martinell Gifre (1999, 2001), Buesa Oliver y Enguita Utrilla (1992), Erlendsdóttir (2012, 2015), me limitaré a comentar su introducción en el ámbito finlandés. Para ello, he empleado, por un lado, diccionarios etimológicos y tratados centrados en la historia del léxico finlandés y, por otro, he recurrido al extenso banco de datos Korp, disponible en línea. Los detalles de este corpus y la forma en que he empleado los datos se presentan en el apartado 3.1, mientras que el apartado 3.2 me detengo en los datos correspondientes a aguacate, chocolate y mate. 3.1 Corpus Para rastrear los orígenes del uso de los tres términos analizados, he recurrido a dos tipos de fuentes de base. Por un lado, he consultado una serie de diccionarios del finés (Itkonen y Joki 1969, Kotimaisten kielten tutkimuskeskuksen kielitoimisto 1980, Koukkunen 1990, Meri 1991 y Kotus 2016) así como algunos tratados sobre la historia del finés (Hakulinen 1968, Häkkinen 1985 y 1990). Por otro, he utilizado como corpus de base el Corpus de periódicos y revistas del corpus de la Biblioteca Nacional de Finlandia, versión de Kielipankki (The Newspaper and Periodical Corpus of the National Library of Finland, Kielipankki Version), tal y como está disponible a través del portal Korp (). Este corpus incluye una muestra de periódicos publicados en Finlandia entre la década de 1770 hasta 2000, e incluye un poco más de 5.200 millones de palabras. Los datos de este subcorpus periodístico permiten determinar, con cierto grado de fidelidad, las primeras menciones de estos vocablos en un contexto no especializado. Se diferencian así de posibles traducciones de obras extranjeras o publicaciones científicas que indican más que nada que una pequeña élite de la población se ha hecho consciente de su existencia, ofreciendo un indicio de cuándo los términos adquieren un uso algo más generalizado. Como ejemplo de esto cabe mencionar que el citado Corpus de periódicos y revistas de la Biblioteca Nacional de Finlandia (cuyos registros acaban en el año 2000) no incluye ningún caso de mate. Así, para rastrear los orígenes de este vocablo en finés he recurrido a otro subcorpus de Korp, el de los textos web (suomi24) que incluye las entradas en un foro de discusión en Internet desde el año 2000 hasta septiembre de 2016. Aquí sí se documenta el mate, a la par con el anglicismo mate, ‘compañero’, y algunos mates más. El subcorpus de Suomi24 incluye unos 2.660 millones de palabras.

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3.2 Chocolate, aguacate y mate en el contexto finlandés En este apartado se presentarán los datos correspondientes a la presencia de las tres voces amerindias en el finés. Prescindiendo del orden alfabético empleado anteriormente, empezaré por el término chocolate, que es el que mejor puede documentarse en finés. Seguiré con aguacate, que se introduce en el siglo xx, y terminaré con mate, que solo muy recientemente empieza a verse en los textos y en la vida pública de Finlandia. 3.2.1 Chocolate > suklaa El primero de los tres términos alimenticios procedentes de las lejanas tierras americanas, suklaa ‘chocolate’, es el único que recogen los diccionarios etimológicos y los trabajos sobre la historia del finés que he consultado. Así, Hakulinen (1968: 299) incluye nueve préstamos originalmente del español que han entrado en el finés a través del sueco: alpakka, karamelli, mandariini, paraati, parakki, platina, sikari, suklaa, vanilja, añadiendo que barraca es un orientalismo en español y chocolate un término de los aztecas. Itkonen y Joki (1969: 1098, v. g. suklaa), en el cuarto tomo del gran diccionario etimológico del finés, Suomen kielen etymologinen sanakirja, ofrecen una etimología un poco más elaborada, comparando la forma actual, suklaa, con una variante ortográfica anterior, suklaati, que refleja el sueco chok(o)lad, procedente por su parte del francés chocolat (que viene del español chocolate y este de la lengua azteca). Meri (1991: 369), por su parte, introduce algunas nociones sobre la cronología, mencionando que el término español chocolate es un préstamo del siglo xvi, y que este término se convierte en el holandés chocolade y el alemán Schokolade con consonante sonora, por influencia del término limonade, que también designaba una bebida. En todo caso, al incorporarse el término en el finés en el siglo xix, la -d final de su forma en sueco o se elimina, dando suklaa, o se ensordece en suklaati1. Respecto al significado del término, en el finés actual suklaa hace referencia únicamente a la sustancia sólida, mientras que el uso de suklaa en su sentido 1  La -i final es una adición habitual a préstamos acabados en consonante (pass > passi, ‘pasaporte’, skruv > ruuvi ‘tornillo’; krut > ruuti ,‘pólvora’.

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etimológico como bebida lo consideran anticuado los diccionarios actuales (Kotus 2016, Nykysuomen sanakirja 1980). El significado original de suklaajuoma, ‘bebida de chocolate’, lo ha asumido kaakao, en reflejo del sueco kakao2. En el diccionario etimológico de los préstamos del finés de Koukkunen (1990: 556), se recoge como primer uso del término en finés una noticia periodística de 1829, en la que se ofrece a la mujer comida, agua para el té así como chocolate: “tarjoi […] waimolle ruokaa, théwettä ynnä schokolad (sjuklaa)”. Otro ejemplo temprano donde figura el concepto en Finlandia es en el diccionario sueco-finés, donde el autor Helenius traduce el sueco schoklad con leipä-welli, ‘papilla de pan’, traducción que revela que se trata del sentido original de chocolate como bebida. Las demás ocurrencias tempranas que registra Koukkunen (1990) en 16 diccionarios bilingües y monolingües (publicados entre 1838 y 1938) muestran pequeñas variaciones ortográficas: sokolati, suklaa(ti), chocladi, shuklaa, sjuklaa, sjuklaati. Aunque entre estas variantes hay cuatro que intentan representar la pronunciación palatal de la sibilante inicial, solo seis de los 16 diccionarios incluyen esta representación ortográfica. Esto sugiere que el término se adaptaría relativamente pronto a la fonología del finés, sustituyéndose la sibilante palatal inicial por la simple s-. Los datos del corpus periodístico de Korp, apoyan en todo lo esencial los datos ofrecidos por Koukkunen (1990). La primera mención que he conseguido localizar es del mismo periódico de Turku citado por Koukkunen, Turun Wiikko-sanomat, donde hay un ejemplo de 1827 en que el concepto, en su forma ortográficamente actual suklaa, aparece en una receta: (1) […] sitteluin » refi on kiehunut pannaan silben pienettyä Mitrivlia ja Suklaa ja keitetään sitte ykfi tiima (Korp, suklaa). [luego cuando el arroz (?) esté cocido se añade Mitriol (?) y chocolate y se deja cocer una hora].

2  El que el kaakao del finés sea un préstamo filtrado por el sueco lo evidencia la /a/ larga de la primera sílaba, que refleja el cambio en la sílaba acentuada de la palabra que al parecer ha tenido lugar en sueco. Nótese que, curiosamente, en Suecia el término choklad conserva ambos sentidos de chocolate (‘bebida’ y ‘dulce sólido’), mientras que en Finlandia los dos sentidos están diferenciados léxicamente, tanto en finés como en el sueco hablado en este país.

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Los siguientes casos del uso de suklaa en el corpus periodístico son de la década de 1850, pero hay que esperar hasta la década de 1870 para que el vocablo se haga lo suficientemente frecuente como para considerarse de uso general (más de cinco menciones al año). Con respecto a la ortografía, el corpus arroja un caso de shuklaa (Sanomia Turusta de 1854) y otro de shokolaati (de 1896), que traducen un intento de mantener la pronunciación con sibilante palatal inicial. Además, entre 1881 y 1899 se documentan ocho casos de suklaati, variante que conserva la sílaba final que se encuentra en español y alemán, pero que está ausente del francés chocolat y del sueco choklad. En todo caso, las formas con -i final suponen una minoría muy reducida, pues son más de 4.000 los casos de la forma suklaa en estas décadas. En el siglo xix, suklaa parece hacer referencia principalmente a la bebida, pues el vocablo se menciona frecuentemente en combinación con otras bebidas, como el té, el café, la limonada, etc. Sin embargo, ya en 1878 se encuentra una mención donde parece indiscutible la referencia a chocolate en el sentido de un dulce sólido: (2) Kunniamerkkien sijaan otti hän sieltä kolme palaista suklaata, huusi kenraalit Rauchin ja Neglowskin luokseen ja antoi kullekin palaisensa (Korp, suklaa). [En lugar de decoraciones de honor, sacó de allí tres pedazos de chocolate, llamó a los generales Rauchin y Neglowski, y dio a cada uno un pedazo].

A finales del xix, parece irse generalizando el vocablo ka(a)kao ‘cacao’ para referirse al polvo empleado para la preparación tanto de la bebida como del chocolate sólido. En 1880 se documenta en el corpus periodístico la famosa marca de cacao de Van Houten (de origen holandés), y la combinación de ka(a)kao y suklaa se hace más frecuente. En todo caso, hasta finales del siglo xix parece predominar el sentido original, pero conforme se inicia la producción industrial del chocolate en tabletas a finales del xix y principios del xx, este formato cobra cada vez mayor peso en general, hasta tal punto que los dos significados acaban por separarse. Según un análisis estadísticamente poco riguroso, parece que a finales de la década de 1910 están todavía más o menos igual de frecuentes los dos sentidos de suklaa, mientras que diez años más tarde predomina el sentido del chocolate como dulce sólido. Este

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cambio lo ilustran combinaciones como pala suklaata, ‘pedazo de chocolate’ (véase el ejemplo 2), kilo suklaata, ‘un kilo de chocolate’, suklaakaramelli, ‘caramelos de chocolate’, suklaata rasioissa, ‘chocolate en cajitas’, pääsiäismunia ja suklaata, ‘huevos de Pascua y chocolate’. 3.2.2  Aguacate > avokado El segundo de los tres términos en introducirse y generalizarse en el finés es avokado, ‘aguacate’. Sin embargo, es un término tan reciente en la lengua que no queda registrada en los diccionarios etimológicos (Toivonen 1955, Koukkunen 1990) ni en los tratados sobre la historia del léxico finlandés (Hakulinen 1968, Häkkinen 1985, 1990). En cambio, el vocablo se recoge en el apéndice sobre neologismos del gran diccionario del finés actual (Kielitoimisto 1980), Uudissanasto 80. Este apéndice, cuyo título hace referencia a su año de publicación, incluye unos (6.000) lemas que no figuran en el diccionario propiamente dicho, y que han empezado a usarse en los años 1960 o 1970. Este dato, junto con su descripción relativamente detallada, indica que en el momento de redacción el aguacate era un producto nuevo para el mercado alimenticio finlandés: (3) Avokado ulkonäöltään päärynää muistuttava trooppinen isokivinen jälkiruokahedelmä (Kielitoimisto 1980: 13). [Aguacate fruta tropical con una pepita de gran tamaño y que se consume como postre; recuerda por su aspecto a la pera].

Lehtinen (1997) menciona una denominación alternativa que asimismo hace referencia al aspecto físico del aguacate: alligaattoripäärynä, que se traduce literalmente como ‘pera de caimán (aligátor)’. Esta definición, aunque nunca haya llegado a generalizarse, parece ser una traducción literal del inglés alligator-pear (OED, v. g. avocado)3. El parecido entre el aguacate y la pera es evidente en cuanto a su fisonomía, por lo que no sorprende que el aguacatero haya recibido la denominación peral también en los textos de los colonizadores españoles (Sanfuentes 2006: 544, quien recoge este uso en 3  Véase el capítulo de Frances Luttikhuizen: “El viaje de tres voces de lenguas indígenas americanas al inglés: guayaba, aguacate, papaya”, en este mismo volumen.

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una obra de Gonzalo Fernández de Oviedo de 1526). También el Trésor de la Langue Française (TLF, v. g. avocat) recoge como sinónimos de avocat los términos (poire(-)avocat y poire d’avocat). Con respecto a la forma avokado, Meri (1991, s. v. avokado) sugiere que la forma española aguacate, procedente del náhuatl auacatl, sonaría como abogado en los oídos del pueblo. Esta confusión con abogado sería el origen de la forma avocado, que es la forma que da origen al inglés avocado y al francés avocat4. Aunque parece que la forma ortográfica avokado se adoptó rápidamente, Lehtinen (1997) menciona que hay vacilación ortográfica, usándose tanto c como t en lugar de k y d. Korpela (s. a.) menciona que es frecuente pronunciarla con una vocal larga en la segunda a: /avokaado/. En el corpus periodístico, las primeras menciones del avokado en finés datan de los años 1910 y 1920, y los ejemplos hacen referencia a su cultivo en California (EE.UU.). En estos ejemplos, se escribe la forma con c, avocado, y se acompaña de la exótica denominación alligaattoripäärynä: (4) Nimen alligaattoripäärynäpuu on avocado saanut hedelmistään, jotka muistuttavat suurta päärynää (Korp, avocado). [Su nombre árbol de la pera de caimán lo debe el [árbol de] aguacate a sus frutas, que recuerdan grandes peras].

En todo el corpus se documentan siete casos de avocado y 48 de avokado. De estas 55 menciones de la fruta, solo 12 son anteriores a la década de 1970. Estos datos permiten sacar dos conclusiones. Por un lado, parece obvio que el origen del término avokado en finés está en América, pero la forma actual revela el inglés como lengua transmisora y no el castellano. La denominación alternativa de alligaattoripäärynä (traducción literal del inglés), el hecho de que se escribiera inicialmente con c (Lehtinen 1997), las referencias a California en las primeras menciones del vocablo en el corpus periodístico así como el momento en que estas ocurren (principios del siglo xx), todo esto indica que avokado penetra en finés a través del inglés. 4  La explicación de que la forma avocado sería una etimología popular por cruce con abogado en español se documenta en el OED (v. g. avocado), en Barnhart (1988, v. g. avocado) y asimismo en el Trésor (v. g. avocat). Estas fuentes parecen estar en el origen de la etimología que ofrece Meri (1991).

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Por otro lado, aunque en el corpus aparecen algunos ejemplos del uso de avocado o avokado de la primera mitad del siglo xx, la mayor parte de los ejemplos son posteriores a 1970, lo cual indica que la palabra es, en realidad, una adición bastante reciente al vocabulario activo del finés, como lo indica también su inclusión en el diccionario de neologismos de 1980. Igual que en muchos otros países, en años recientes el aguacate ha experimentado un boom en la cultura finlandesa, y esta fruta tropical se ha convertido en uno de los productos estrella de las dietas vegetariana y vegana por su alto valor nutritivo. Desde el cambio de milenio se han publicado varios libros de recetas con el aguacate como protagonista, y si el avokado hace tan solo veinte o treinta años era una rareza en los supermercados finlandeses —recuérdese que en 1980 el diccionario de neologismos lo consideraba una fruta, especialmente apta para los postres—, en la actualidad no habrá muchos finlandeses que no hayan probado este alimento americano, que incuestionablemente parece haber llegado para quedarse. 3.2.3  Mate > mate(tee) El último de los tres términos es el quechuismo mate, que hasta hace unos diez años era un concepto prácticamente desconocido en Finlandia. Así, este vocablo brilla por su ausencia en los diccionarios y trabajos consultados sobre la historia del finés. Solo se recoge en la versión en línea más reciente del diccionario del Centro de Estudios de las Lenguas Domésticas (Kotus 2016), y la definición es escueta: (5) mate8 erään eteläamer. pensaan lehdistä valmistettu teen kaltainen juoma (Kotus 2016, v. g. mate). [mate bebida parecida al té que se produce con las hojas de un cierto arbusto suramericano].

El vocablo tampoco se encuentra en el corpus periodístico de Korp, cuyos datos acaban en el año 2000. En cambio, en el corpus del foro de Internet Suomi24, sí puede documentarse con cierta frecuencia, como veremos en seguida. Al contrario de lo que ocurre con aguacate y chocolate, el mate es una palabra que se ajusta sin dificultades al sistema fonológico del finés, motivo por

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el cual puede usarse tal cual. Sin embargo, dado que mate guarda un estrecho parentesco con otra bebida caliente, el té, tanto por su significado como por su forma, no es infrecuente que la palabra sea tratada morfológicamente como una forma de té, en finés, tee, dando lugar a la forma híbrida matee en lugar de mate. Así, como indica el ejemplo (6), tomar el mate puede ser tanto juoda mateeta (forma base, matee) como juoda matea, que es la forma recogida en Kotus (2016, v. g. mate): (6) Perinteinen tapa juoda mateeta on käyttää varta vasten tähän tarkoitukseen suunniteltua pientä kuppia (). [La forma tradicional de tomar mate es usar una taza pequeña diseñada específicamente para este fin].

Cabe notar, sin embargo, que no puede tratarse de un reanálisis de matee como palabra compuesta (ma + tee), pues la terminación de partitivo en -ta obedece a la armonía vocálica de una base con vocal posterior (-a), matee, mientras que la forma tee, ‘té’, incluye una vocal interior y, por tanto, forma el partitivo con -tä. En todo caso, esta vacilación formal que se documenta a día de hoy es señal de que la palabra todavía no se ha integrado completamente en la lengua. Otro rasgo típico de los préstamos recientes que se observa en el uso de mate en el subcorpus del foro Suomi24 es que el vocablo está reforzado por otro término, como -juoma ‘bebida’ o –tee, ‘té’. De hecho, del total de 16 casos de mate en el corpus, tres corresponden a la forma mate-tee, ‘té de mate’, y uno a matejuoma, ‘bebida de mate’. También hay un ejemplo de matehauduke, ‘infusión de mate’. Por su parte, la denominación yerba (mate), quizá más frecuentemente usada que mate en los países donde la bebida se consume diariamente (Argentina, Uruguay, Paraguay, Brasil, principalmente) (Corominas y Pascual 1980, v. g. mate), se encuentra en tres de los 16 casos. Un motivo adicional para recurrir a estas adiciones explicativas se encuentra en el hecho de que la forma mate tiene varios otros significados, según la lengua de origen. Por un lado, está la palabra inglesa mate, ‘compañero’, que se usa frecuentemente en finés en forma de los compuestos soul mate, ‘amigo del alma’, y room mate, ‘compañero de piso’. Por otro lado, en los datos del corpus Suomi24, también hay frecuentes menciones de un programa de

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computación, Linux Mate, Ubuntu Mate. Finalmente, mate es también un término del judo (es la voz de orden para detener la pelea), por lo que figura en discusiones sobre este arte marcial japonés. Tanto en los ejemplos del corpus, que proceden de los años 2003-2014, como en otras páginas de Internet consultadas (véanse los enlaces que se especifican en la bibliografía), esta bebida es presentada como una alternativa al café. En el foro se debate si el mate es saludable o no, sobre el grado de cafeína y demás estimulantes que contiene, su precio y sabor, así como si vale la pena probarlo. Además, en las páginas de pequeñas empresas de importación o productoras de tés e infusiones, se ofrecen descripciones de la historia y de las tradiciones relacionadas con el consumo de mate en los países suramericanos que se acaban de mencionar. Salvo contadas excepciones (Teekauppa Chaya), no hay mención de que el significado del quechuismo mate es ‘calabacita’, y de ahí también ‘pequeño recipiente de calabaza’. Todos estos temas evidencian que mate es un término muy reciente en el finés y el mercado alimenticio finlandés. El mate supone uno más de los muchos productos exóticos que están tan de moda en las sociedades occidentales. Siendo así, es posible que el vocablo mate haya alcanzado el finés directamente del español, sin que otras lenguas hayan actuado necesariamente como intermediarias. Así, podría verse como un resultado de la nueva globalización del siglo xxi, donde las tendencias y modas son universales, y se expanden de un lado a otro en instantes. Al mismo tiempo, tampoco cabe descartar la posibilidad de un filtro inglés, pues es indudable que esta lengua funciona como punto de referencia para prácticamente cualquier concepto o producto nuevo que atrapa la atención del usuario o consumidor finlandés del siglo xxi. En todo caso, es un hecho que el vocablo mate tal y como se usa en finés no muestra ningún rastro de haberse filtrado a través del inglés o el sueco, lo cual es de por sí una novedad en comparación con los otros dos términos tratados.

4.  Conclusiones En este trabajo he presentado, brevemente, la suerte que han corrido tres términos americanos al alcanzar y ser introducidos en la lengua y

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cultura finlandesas. Como se ha podido comprobar, chocolate, aguacate y mate alcanzan este rincón de Europa en momentos muy distintos, motivo por el cual sus suertes y trayectorias son también diferentes. Así, el término chocolate llega al finés varios cientos de años después de su importación a Europa, por lo cual los cambios fonéticos por los que ha pasado en diferentes lenguas europeas antes de alcanzar el finés afectan la forma que adopta en esta lengua: suklaa. Hace ya cien años que la palabra está perfectamente integrada en el léxico del finés, con el significado de ‘dulce sólido’, hasta tal punto que ni se reconoce como préstamo. En cambio, cualquier hablante de finés se da cuenta de que la palabra avokado no es un término típico de su lengua, especialmente por la sílaba final -do. Asimismo, la pronunciación no parece haberse establecido todavía de modo definitivo, ya que hay variación en la duración de la segunda -a, es decir, [’avokado] vs. [’avoka:do]. Dicho esto, el aguacate ha llegado a Finlandia para quedarse, y en términos morfológicos no hay dudas acerca del tratamiento de esta palabra. Al ser un préstamo que alcanza el finés en el siglo xx, los datos del corpus presentados parecen indicar que la lengua transmisora en este caso ha sido el inglés. Finalmente, el término mate es una adquisición tan nueva en finés que su suerte todavía no parece definitivamente echada: aunque se ajusta perfectamente al sistema fonológico del finés, la palabra figura en una variante híbrida (mate + tee > matee), y asimismo se combina con términos explicativos como -juoma, ‘bebida’, -hauduke, ‘infusión’ o incluso el mismo -tee, en matetee. Por tratarse de una moda muy reciente, y dadas las características de la yerba mate, es demasiado temprano para decir si el mate acabará adoptado por los finlandeses. Lo que está claro es que lingüísticamente no hay problemas, si bien la forma definitiva que adopte todavía está por decidirse. Al contrario de los otros dos vocablos, el caso de mate también sugiere la posibilidad de que tanto el concepto como su nombre hayan sido tomados más o menos directamente del español, sin siquiera la mediación (al menos en cuanto a su forma o su pronunciación) del inglés. En resumen, los tres términos estudiados ejemplifican tres procesos distintos de integración en el finés, si bien tienen un origen común en el sentido de ser vocablos amerindios que alcanzan el viejo continente por medio del español. Como productos de épocas diferentes, las correspondientes denominaciones

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reflejan tanto su momento de incorporación como el tiempo que llevan en la lengua: chocolate > suklaa ha sido modificado sustancialmente, aguacate > avokado, menos, y mate casi nada. El chocolate es algo de lo que está orgulloso el finlandés, pues se produce buen suklaa en ese país. Del avokado ya disfruta plenamente en su vida cotidiana, mientras que tan solamente se va acostumbrando al sabor del mate, si no lo desconoce por completo.

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La aportación de las investigaciones realizadas por los veintiún colaboradores relativas a la entrada en el léxico de veintitrés lenguas de un conjunto previamente delimitado permiten llegar, de una parte, a unas consideraciones que tienen que ver con el proceso del préstamo léxico en la historia de las lenguas de Europa. De otra, a unas consideraciones gramaticales. El español canalizó el paso de la voz amerindia que se adoptó, en muchos casos (véase Apéndice I), pero esa adopción pudo abandonarse —perviviendo en zonas dialectales o conservándose su presencia en textos antiguos— por la entrada posterior de un préstamo de una lengua, y de una cultura, con prestigio o peso político. Son ejemplo de ello: la voz polaca szekolada, tomada del italiano cioccolata; la voz csokoládé, del húngaro, tomada del alemán Schokolade. Como se ve, las voces italiana y alemana de los anteriores ejemplos proceden de la correspondiente palabra amerindia. La adopción del indoamericanismo pudo abandonarse por la formación de un calco. Son ejemplos de ello las denominaciones pomme de terre, del francés; aardappel, del holandés; o la de pomodoro, del italiano. Esos calcos se tomaron prestados, posteriormente, por otras lenguas. Otro ejemplo es Kartoffel, del alemán, procedente de tartufo, nombre de la trufa en italiano, que desplaza la voz amerindia en el danés y el islandés, lenguas en las que se usa actualmente kartoffel y kartafla, respectivamente. El proceso que da como resultado un calco se aparta del núcleo de la presente investigación, que son las voces amerindias trasladadas, junto con sus referentes, de su continente de origen. Con todo, los calcos permiten la reflexión del papel de nociones prototípicas como tierra (pomuterra en una variedad del sardo; aardappel en holandés); de otras como la de manzana, que ha alcanzado un valor icónico de mucha trascendencia iconográfica (Paradiesapfel en Austria; pomodori en italiano); de las referencias de tipo locativo,

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Consideraciones finales

unidas a asociaciones de enemistad histórica (granoturco, en italiano; blé de Turquie, en francés; Türkisch Korn, en alemán). Las evocaciones del calco culminan en los casos de etimología popular (ver los usos de alligator pear y de avocado pear, para aguacate, en el texto dedicado al inglés, con paralelismo en el alemán, Avocatobirne y Avogadobirne). Volviendo al ámbito de los préstamos amerindios, resulta evidente que todas las voces, en todas las lenguas, parten de la misma referencia, la que tuvieron los étimos amerindios; al fin y al cabo, tratamos con denominaciones de realidades concretas, no con nociones. En cuanto a su significado, se han dado casos de extensión (lo mismo que en español, chocolate, que designa la sustancia líquida y la sólida). En este caso, ha entrado en el léxico una nueva designación, recogida por los diccionarios como sinónimo de hachís. Con el paso del tiempo se han adquirido valores metafóricos. Para dos términos, chocolate y tomate, varios colaboradores han recogido el valor derivado del cromatismo: chocolate alude a un tono de la piel o un color (en el texto checo se habla de ‘un abrigo de color chocolate’; lo mismo que ocurre con tomate (domat), se alude a color: poá v domaten tsviat ‘falda de color tomate’, en búlgaro). El nombre del maíz puede servir de término de comparación en una lengua para describir lo que sería amarillo/rubio en español, lengua en la que el trigo es el que se usaría para comparar (en islandés: maísgulur es ‘amarillo como el maíz’, ‘amarillo de maíz’; en danés se dice majsgul. Ejemplo del danés: majsgul jakke ‘chaqueta de color maíz’). En cuanto a la presencia de esas voces en estructuras comparativas y en otros fraseologismos, mencionaremos solo que lo que en español describimos como “caer como un saco de patatas” existe en inglés: dump/drop like a sack of potatoes, y la expresión completa existe en búlgaro, según la colaboradora para esa lengua. La referencia al tamaño y forma de una nariz humana es, en polaco: mieć nos jak kartofel, ‘tener la nariz parecida a una papa’, como en catalán, nas de patata. El mismo tubérculo, en lengua española, vale como atributo metafórico de inutilidad: ‘ser un patata’; o de ‘tontería’, como en el griego: λέω μια πατάτα. El valor conjunto, metafórico, de ‘patata caliente’ es el que se da en inglés, hot potato, y en alemán, heisse Kartoffel. En la lengua griega, nuestra colaboradora aporta el compuesto literal, de sentido metafórico: σοκολατόπαιδο (‘niño de chocolate’) para ‘niño de papá’. En islandés

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encontramos la misma estructura: súkkulaðipabbadrengur, ‘niño de papá’, y chokoladedreng en danés es ‘hombre joven inseguro o miedoso’. A continuación resumiremos datos concernientes al nivel morfológico, aunque sin detalle. Dado que el corpus consiste exclusivamente en sustantivos, habrá en cada lengua la atribución a uno de los dos (o tres) géneros gramaticales. Asimismo habrá asignación de artículo, como morfema externo o como morfema desinencial. En las lenguas, según sus grupos lingüísticos, existirá la aplicación de morfemas de caso (alemán, islandés; polaco, ruso, búlgaro; croata y esloveno; el húngaro y el finés; el turco). Habrá que leer cada uno de los textos para comprender, como dice la colega para el ruso, que la naturaleza foránea de los términos se refleja en un inmovilismo formal. Frente a lo que es común en las lenguas románicas, palabras compuestas mediante dos voces separadas, con preposición medial, muchas de las lenguas de Europa que se han analizado presentan compuestos sintéticos (en holandés, tomatenkistje ‘caja para tomates’; en danés, majsbrændevin, ‘aguardiente de maíz’; en noruego, potetmos, ‘puré de patata’; en húngaro, avokádófa, el nombre del árbol que da como fruto el aguacate). Pasemos a comentar, también sumariamente, lo relativo al plano fonético-fonológico. Lo primero que se advierte es la escasa variación en la forma; algo bien visible en el Apéndice I, pero con rotundidad en el Apéndice II, con la distribución de la voz amerindia cacao, tomada del náhuatl. Proponemos dos posibles dificultades que ha planteado la adopción, si bien a través del español, de voces del náhuatl. En primer lugar, el grupo consonántico homorgánico [tl], presente en el étimo del español aguacate, y en el étimo del español tomate. Pues bien, se conservan la [t] o la [d], ambas dentoalveolares, sorda la primera y sonora la segunda, la preponderante en las lenguas contempladas. Y se desarrolla una vocal tras la consonante. En segundo lugar, el sonido inicial de la voz española chocolate, africada postalveolar sorda, representada ortográficamente con el dígrafo ch, que para otras lenguas representa la fricativa posalveolar sorda, con grafías variadas en las lenguas que se han analizado: tz, ch, sj, s, o sh. Más allá del ámbito lingüístico, la aportación del texto es ampliar el conocimiento de la mundialización de productos originarios de lugares, épocas y culturas ajenos, con una antigüedad de seis siglos. Se han adaptado a las lenguas de Europa mucho antes de que los especialistas trataran de lenguas

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Consideraciones finales

globales, y antes de que la rapidez de comunicación y la facilidad de movimiento favoreciera que se acuñara el término internacionalismos para designar términos que entran en todas las lenguas del mundo más avanzado e intercomunicado. Esta difusión está siendo muy efectiva en el terreno gastronómico, por la frecuencia de los viajes, por las migraciones, y porque parte de las sociedades más acomodadas optan por saborear productos y platos exóticos, étnicos. Entran, al menos en el uso japonesismos como sushi, sashimi, gohan, mochi, miso, sake y los nombres de algas: kombu, nori, wasame. De la cocina árabe se oyen, por ejemplo: hummus, falafel, tabulé o tahina. Del mismo modo, son internacionalismos las voces hispanoamericanas como arepa, empanada, fajita, nacho, taco, salsa y tortilla. Por descontado, la investigación que han llevado a cabo los colaboradores ha puesto de relieve la importancia de las obras lexicográficas: diccionarios de la lengua, diccionarios etimológicos, diccionarios históricos, diccionarios de extranjerismos o préstamos. No es el caso para todas las lenguas, pero se cuenta con Corpus digitalizados, que permiten hallar las primeras documentaciones de los préstamos con mayor facilidad y rapidez. Y la investigación también ha permitido reflexionar sobre la importancia de las ciudades que fueron, a lo largo de siglos, centros importantes para la edición de libros en Europa (Roma, Venecia, Milán, Basilea, Augsburgo, Núremberg, Estrasburgo, Fráncfort, Colonia, París, Amberes). En sus casas editoras se tradujeron textos del español que trataban de las Indias; en ellas se publicaron las famosas colecciones de libros de viajes. Confiamos en que la iniciativa de reunir investigaciones que tratan del fenómeno de préstamo de voces amerindias prehispanas tenga continuidad, pues en esta ocasión no se han agotado ni las lenguas existentes en Europa, ni tampoco se han agotado los países, por ejemplo, de lengua eslava. Habrá futuras ocasiones para todo ello.

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Apéndices

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I Corpus de voces amerindias prehispanas

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VOCES

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ciucculati/xiculate/ tzicculate/ tzucculate chocolat

cacau

avogau/avogatu

Sardo

chocolate

chocolate

kakao

avokado

Turco

cikolata

mısır

sokoláta[σοκολάτα]  kalambóki [καλαμπόκι]

maissi

suklaa

kaakao

kakáo [κακάο]

avokado

avokádo [αβοκάντο]

Finés

Griego

kukuruza [кукуруза]

shokolat [шоколад]

avocado [авокадо]

Ruso

kukurica

kukuřice

kukorica

tsarevitsa [царевица]

maís

mais

majs

majs

maize

maïs

Mais

porumb

maïs

cixiriniau/ sizilianu/trigu moriscu/ tridicu moriscu

kakao [какао]

kakao

awokado, smaczliwka

Polaco

čokoláda

--mais

kukurydza

kakao

avokádo

Eslovaco

čokoláda

csokoládé

shokolat [шоколад]

súkkulaði

sjokolade

choklad

chokolade

Schokolade

maíz ---

maíz taíno: mahiz

czekolada

kakaó

kakao

avokádó

avokádo

Húngaro

Checo

kakaó/kakó/kókó

kakao [какао]

avókadó

avocado [авокадо]

Islandés

Búlgaro

kakao

kakao

avokado

avokado

Sueco

Noruego

cacao

kakao

avocado

avokado

Inglés

Danés

chocolade

Kakao

cacao

Avokado

avocado

Alemán

Holandés

ciocolată

cacao

cacao

avocat

avocado

Francés

Rumano

cioccolata

cacau

cacao

abacate

avogado

Portugués

xocolata

chocolate

chocolate náhuatl: pocho-cacau-atl

Italiano

cacao

cacau

aguacate

alvocat

cacao náhuatl: kakaua

Español

aguacate náhuatl: aguacatl

Catalán

LENGUAS

patates

patáta [πατάτα]

peruna

kartofel [картофель]

Ziemniak / kartofel

zemiak

brambora

burgonya/krumpli

kartof [картоф]

kartafla (pottetes)

potet

potatis

kartoffel (potet)

potato

aardappel

Kartoffel (patate)

cartof

pomme du terre

patata/pomuterra/ pumuterra

patata

batata

patata

patata

patata quechua: papa taíno: batata

mat

tomat

domates

domáta[ντομάτα] 

tomaatti

tomat pomidor [томат] [помидор]

pomidor

Paradajka / rajčina / rajčiak

rajče

paradicsom

domat [домат]

tómatur

tomat

mate

---

mate

mate [мате]

mate

maté

Mate

maté

mate [мате]

matte

---

mate

maté

tomato

Mate

mate

maté

---

mate

---

tomat

papaia

papaya

papaya taíno: papaya

papaya

papáya [παπάγια]

papaija

papaya [папайя]

papaja

papája

papája

guayaba

---

guava

guava, guayaba [гуава], [гуайаба]

guajawa

guajava

kvajáva / guava

guava/guáva

guava, guayaba [гуава], [гуайаба] papaja

gvava рapaya [папайя]

---

guava

Guava/guajava

---

---

Guayave

---

goyave

---

---

goiaba

guaiaba

guayaba

guayaba taíno: guayaba

papaja

papaya

papaya

papaja

papaya

papaja

Papaya

papaia

papaye

---

papaia

erva-mate ---

mate

maté

mate quechua: mati

tomaat

Tomate

roşie

tomate

tamàtiga/tomàtiga/ tomatta/trematta/ tumatta

pomodoro

tomate

tomàquet

tomate

tomate náhuatl: tumatl

Apéndice I

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chirimoya*

---

chili, chilipaprika

chíli [τσίλι]

Finés

Griego

çerimoya

cherimoya [черимойя]

chilli [чили]

Ruso

chili

chirimoya, czerymoja, tequila flaszowiec peruwiański

papryka chili

Polaco

Turco

čerimoja

čili

Eslovaco

tequila

tekila

tekíla [τεκίλα]

tequila

tekila [текила]

tequila

tequila

csirimojó /cserimoja

čerimoja / čirimoja

csili[paprika]

čili

Húngaro

tekila [текила]

tekíla

tequila

tequila

tequila

tequila

tequila

Tequila

tequila

tequila

---

tequila

tequila

tequila

tequila

tequila náhuatl: tekila

Checo

---

cherimoya [черимойя]

síli[pipar]

chili [чили]

---

chili[pepper]

Noruego

Islandés

cherimoya

chili

Sueco

Búlgaro

cherimoya

cherimoya

chilli

chili

Inglés

---

chili(peper)

Holandés

Danés

---

Cherimoya

---

Chili

Rumano

Alemán

---

chérimoya

---

??

Sardo

----

chirimoia

chile

chili

Portugués

iItaliano

Francés

chirimoya

xirimoia

chile

xili

chirimoya quechua: chiri+muya

Español

chile náhuatl: chilli

Catalán

LENGUAS

VOCES

guacamole

guacamole

guacamole

guacamole

guacamole

guacamole

---

guacamole

---

---

guacamole

guacamole

guacamole

guacamole

guacamole náhuatl: aguacatl + molli

guacamole

guacamole

guacamole

guacamole

jalapeno/halapeno

---

jalapeno

guacamole

guacamole [γουακαμόλε]

guacamole

jalapeño [халапеньо] guacamole [гуакамоле]

papryka jalapeño

jalapeño / paprička jalapeño

jalapeño / paprička jalapeño

jalapeño

jalapeño [халапеньо] guacamole [гуакамоле]

jalapeno

jalapeño

jalapeño

jalapeno

jalapeño

---

---

---

---

---

---

pimenta-jalapeño

---

jalapeño

jalapeño náhuatl: jalapa+eño

batat batat [батат] bataatti

glikopatáta [γλυκοπάτατα]

komosa kinoa [киноа] kvinoa/quinoa

kinóa [κινόα]

batata

batata

Kvinoa / quinoa

kinoa

batáta batát

quinoa / rizsparéj quinoa

batat batat [батат]

kínóa kinoa [киноа]

batat batate

quinoa ---

potato batat

quinoa

bataat/zoete aardappel

quinoa

quinoa

batat Batate

quinoa Quinoa

batata batate/patate

--quinoa

batata-doce batata

quinoa quinoa

batata (moniato)

quinoa

batata taíno: batata

quinoa

quinua quechua: kinoa coca

koka

kóka [κόκα]

koka[pensas] koka[lehti] (‘arbusto de coca, hoja de coca’)

koka [кока]

coca

koka

koka

koka[cserje]

koka [кока]

kóka[lauf ]

koka

koka

koka

coca

coca

Koka

coca

coca

---

coca

coca

coca

coca quecua: koka

Corpus de voces amerindias prehispanas

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II La voz cacao en Europa

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La voz cacao en Europa

Imagen, Lourdes Jayo.

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Sobre los autores Ivo Buzek es doctor en lenguas románicas por la Universidad Palacký de Olomouc, República Checa, y actualmente es profesor titular del área de Lengua Española en el Departamento de Lenguas y Literaturas Románicas en la Universidad Masaryk. Se especializa en la historiografía lingüística y en la historia del léxico español. Entre sus publicaciones, cabe mencionar los libros La imagen del gitano en la lexicografía española (2010), Historia crítica de la lexicografía gitano-española (2011) e Interacciones entre el caló y el español. Historia, relaciones y fuentes (2016), así como diversos estudios sobre los elementos romaníes y jergales en distintas variedades del español, publicados en revistas especializadas y libros colectivos. Rafael Cala Carvajal es licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Barcelona (1996), y ha ejercido la docencia universitaria en el departamento de Filología Hispánica de la Universidad de Barcelona (19962001). En la actualidad, ejerce como profesor de lengua española en la educación secundaria. Aparte del estudio de la lexicografía y de la didáctica de la lengua española como lengua extranjera, ha dedicado diversos trabajos a la relación lingüístico-cultural entre América y Cataluña. En este sentido, ha estudiado el contacto de lenguas castellano-catalán en el siglo xix a la luz de los epistolarios catalano-cubanos (Edición de epistolarios catalano-cubanos del siglo xix, trabajo de investigación, 1999) y el préstamo lingüístico, con especial referencia a la presencia de los indigenismos en el léxico del catalán. Marzena Chrobak es doctora habilitada por la Universidad Jaguelónica de Cracovia, Polonia; y desde 1997 profesora en el Instituto de Filología Románica de la misma universidad. Investigadora en traductología y letras de lengua francesa y española. Ha publicado dos libros: Optymizm Kandyda oraz inne problemy oświeconych tłumaczy [El optimismo de Cándido y otros problemas de los traductores del Siglo de las luces], (2009), y Między światami. Tłumacz ustny oraz komunikacja międzykulturowa w literaturze odkrycia i konkwisty Ameryki [Entre dos mundos. El intérprete y la comunicación intercultural en la literatura del descubrimiento y de la conquista de América],

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Sobre los autores

(2012), así como varios artículos en revistas especializadas, y capítulos en las obras colectivas. Es traductora de una veintena de novelas del inglés y del español al polaco (entre otros de E. Mendoza y M. Vargas Llosa). Zuzana Ďaďová (Dolný Kubín, Checoslovaquia, 1990) es licenciada en Filología Hispánica y estudiante de doctorado en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Masaryk, República Checa. Se centra en sociolingüística, fonética, fonología y dialectología españolas. Su enfoque principal es la variación de la /s/ en posición implosiva en el habla de los presentadores canarios en el discurso noticiero, con especial atención a los factores externos, como el mercado lingüístico y la teoría de la elección racional como elementos que influyen en la variación de la pronunciación de los hablantes. Actualmente enseña cursos de español como lengua extranjera y variedades del español en la Universidad Masaryk. Bob de Jonge es profesor de Estudios Europeos en la Universidad de Groningen. Su investigación se enfoca en la lingüística como comportamiento humano en todos sus aspectos, tanto en cuanto a sus características fonológicas como a las semántico-estructurales. Sus trabajos académicos ocupan un amplio espectro de intereses desde la fonología hasta el análisis de varios problemas gramaticales en términos de estrategias comunicativas por parte de los hablantes y, en particular, el estudio objetivo del significado lingüístico como herramienta para el análisis de textos literarios. Entre sus publicaciones destacan Estudio analítico del signo lingüístico. Teoría y descripción. (Foro Hispánico 17, 2000) y Linguistic Theory and Empirical Evidence (2011), así como diversos artículos sobre diversos aspectos gramaticales del español. José M.ª Enguita Utrilla es profesor de Lengua Española en la Universidad de Zaragoza. Su docencia e investigación están dedicadas a la historia de la lengua española y de sus variedades geográficas. Ha publicado numerosos trabajos sobre el español de América, entre ellos Léxico del español de América: su elemento patrimonial e indígena, en colaboración con Tomás Buesa Oliver (1992), y Para la historia de los americanismos léxicos (2004). También ha prestado atención a la filología aragonesa, como refleja, entre otras aportaciones, el libro Las lenguas de Aragón (2000), en colaboración

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Sobre los autores

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con M.ª Antonia Martín Zorraquino. Dirige el Archivo de Filología Aragonesa y coordina el Grupo de Investigación ARALEX. Dirige asimismo la cátedra “Manuel Alvar” de la Institución “Fernando el Católico”. Desde 2000 hasta 2010 fue delegado de la ALFAL para España y Portugal. Erla Erlendsdóttir es profesora de Filología Hispánica del Departamento de Lenguas Extranjeras, Facultad de Humanidades, de la Universidad de Islandia, Reikiavik. Su línea de investigación se centra en la lexicología, el préstamo léxico, la lexicografía y el contacto de lenguas y culturas. Además de la literatura caribeña, cubana y española, y las traducciones de las crónicas de Indias. Ha publicado varios artículos y capítulos de libros sobre estos temas y dictado conferencias en distintos países del mundo. Entre sus publicaciones destacan La conciencia lingüística europea. Nuevas aportaciones de impresiones de viajeros (2005) editado con Emma Martinell y Raddir frá Kúbu. Smásögur kúbanskra kvenna (2009). Joan Fontana i Tous es, desde el año 2004, profesor asociado en la Universidad de Barcelona, donde imparte materias de Lengua y Cultura Rumanas, Lingüística Románica y Literatura General. Miembro de la Sociedad Rumano-Catalana Ramon Llull. Es coautor del DiccionarioPocket Român-Spaniol/Español-Rumano (2011), traductor al catalán de la novela de Mircea Eliade Maitreyi La nit bengalina (2011), y cotraductor del volumen de Emil Cioran El crepuscle dels pensaments (2017). Asimismo, forma parte del Grupo de innovación docente InterRomania. Multilingüismo e intercomprensión en lenguas románicas. En su faceta poética, ha publicado los poemarios “Rèmora”, dentro del volumen colectivo Trista joia (2005), y Tanagra (2008). Luciano Formisano es profesor de Filología Románica en la Universidad de Bolonia, donde dicta también un curso de Literatura de viajes y ha tenido cursos de Lengua y Literatura Españolas. Ha sido profesor visitante en las Universidades de California/Los Angeles, Paris VIII, Helsinki, o Alcalá de Henares. Ha sido presidente de la Società Italiana di Filologia Romanza. Se ha ocupado, con estudios y ediciones, de antigua lírica francesa y provenzal, de épica francesa y castellana, de literatura de viajes (edición crítica, con estudio lingüístico, de las cartas de viaje de Amerigo

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Sobre los autores

Vespucci, de varios textos colombinos y de manuscritos y relaciones referentes a los italianos y al descubrimiento); ha descubierto y editado la más antigua versión del Corano en una lengua europea moderna. En 2012, publicó una nueva edición del Fiore y del Detto d’Amore atribuidos a Dante Alighieri. Cuenta con otras investigaciones relativas a la historia de la Filología Románica. Marie-Christine Gomez-Géraud es profesora de Literatura del Renacimiento francés en la Universidad de Paris-Nanterre. Ha publicado varios libros sobre los relatos de viajes en el siglo xvi especialmente las peregrinaciones a Jerusalén (Écrire le voyage au xvie siècle en France, Paris, 2000; (Le Crépuscule du Grand Voyage. Les récits del pèlerins a Jérusalem (1458-1612), 1999. Se interesa por los intercambios culturales y lingüísticos durante el descubrimiento por Europa de otros continentes. Sus trabajos guardan también relación con el campo de las traducciones de la Biblia en aquella época. Realizó la edición de la Bible nouvellement translatée por Sébastien Castellion (1555). Ha tratado distintos aspectos del encuentro con la realidad americana, como en “Le pain des autres. Nourriture, exotisme et altérité”, (Le Verger-Bouquet VIII septiembre 2015); “La curiosité, qualité du voyageur. Succinte enquête sur la littérature viatique du xvie siècle”, (Camenae 15, mayo 2013). Anton Granvik defendió su tesis doctoral sobre la preposición de en español en la Universidad de Helsinki en 2012. Realizó estudios de doctorado en la Universidad Complutense de Madrid bajo la tutela del profesor José Luis Girón Alconchel. El curso académico 2015-2016 fue investigador visitante en la Universidad de Cádiz, con un proyecto sobre la historia de las oraciones completivas de sustantivo en español y portugués. Desde enero de 2015, es profesor titular de español (con especialidad en lingüística hispánica) en la Universidad de Gotemburgo, donde imparte las asignaturas de Fonología Española, Historia de la Lengua, y Lingüística Hispánica. Su interés investigador se centra en la historia del español, especialmente en sintaxis histórica, en el fenómeno de la gramaticalización, y en la lingüística cognitiva (semántica histórica, polisemia, sinonimia y teoría de los prototipos).

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Sobre los autores

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Nesrin Karavar es licenciada en Filología Española por la Universidad de Fatih, Estambul. Ha cursado el máster en enseñanza del Español como Lengua Extranjera en la Universidad Pablo Olavide de Sevilla. Es doctora por la Universidad de Barcelona. Su investigación trata del simbolismo y la comunicación no-verbal en la danza sema de Mevlânâ Celâleddin Rumi. Ha presentado comunicaciones en varios congresos sobre la lengua y la traducción en Alemania, España, Argentina y Chile. Boriana Kiuchukova-Petrinska es doctora en Filología Hispánica por la Universidad de Sofía San Clemente de Ójrid su tesis versó sobre la categoría voz en el español actual. Es profesora del Departamento de Estudios Iberoamericanos, donde imparte las asignaturas de Lexicología, Fraseología, Morfosintaxis Histórica y Gramática Normativa del Español, entre otras. Sus principales líneas de investigación son la lexicología, la fraseología contrastivas y la morfología. Ha participado en congresos y ha publicado artículos en varios volúmenes de actas y revistas de Bulgaria. Elena Kóreneva es profesora titular del Departamento de la Lengua Española de la Facultad de Lenguas Extranjeras y Estudios Regionales de la Universidad Estatal Lomonósov de Moscú, Rusia, en la que estudió. Con anterioridad fue profesora del Departamento de Filología Románica de la Facultad de Filología de esa universidad. Durante su carrera ha desarrollado de manera paralela dos líneas principales de investigación: la historia de la lengua española, con especial interés por la lexicografía histórica, y la enseñanza del español como lengua extranjera. Tiene publicaciones en varias revistas filológicas de Rusia, así como artículos y trabajos en volúmenes colectivos. Elena Losada Soler es profesora titular de Literatura Portuguesa en la Universidad de Barcelona donde se doctoró en 1986 con una tesis sobre la recepción en España de la obra de Eça de Queirós. Su área de investigación principal es la literatura portuguesa del siglo xix y en ese campo ha publicado varios textos sobre Antero de Quental, Eça de Queirós, Camilo Castelo Branco o Cesário Verde. Ha trabajado también en otros ámbitos, como los estudios de traducción, los estudios lingüísticos y culturales sobre los textos generados por la expansión portuguesa en los siglos xvi y

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Sobre los autores

xvii (equipo coordinado por E. Martinell), así como cuestiones de género y la literatura de mujer en las literaturas lusófonas, especialmente sobre la escritora brasileña Clarice Lispector, de quien ha traducido trece títulos. Por una de estas traducciones —Queridas mías— recibió el Premio Giovanni Pontiero a la mejor traducción del portugués en 2012. Frances Luttikhuizen es profesora, traductora, investigadora y conferenciante. Es miembro del comité editorial de Interdisciplinary Studies (EE. UU.), del de Educación y Sociedad (Cuba) y del de Eduforma (Sevilla). Desde 1996, colabora con Emma Martinell. En 1998 y 1999, representó al equipo con ponencias en Lisboa, Coimbra y Valencia. Sus publicaciones, relacionadas con el tema de la conciencia lingüística, incluyen: “The Vicissitudes of the Ahuacatl” (Mediterranean Studies 24 [2017]), “Apuntes de conciencia lingüística entre los comerciantes ingleses (1550–1600)” en (E. Martinell y E. Erlendsdóttir (eds.), La conciencia lingüística europea. Nuevas aportaciones de impresiones de viajeros, 2005); “The Growing Awareness of Language in the Mediterranean” (Mediterranean Studies, 9 [2000], pp. 176-183]. Emma Martinell Gifre es profesora de Filología Española de la Universitat de Barcelona. En el año 2009, se le concedió el doctorado Honoris Causa por la universidad sueca de Gotemburgo. Ha presidido cuatro años la Sociedad Española de Lingüística (2002-2006). Parte de su investigación trata de los textos cronísticos (Aspectos lingüísticos del descubrimiento y de la conquista, 1988; La comunicación entre españoles e indios: palabras y gestos, 1992). Durante años ha encabezado el trabajo de un equipo que buscaba en los relatos de viajes, en diferentes lenguas y de un amplio periodo de tiempo (siglos xii-xviii), los testimonios de la conciencia lingüística sobre otras lenguas. El resultado se ha reflejado en diversas publicaciones (1996, 2000, 2005), así como en varios trabajos doctorales. Myriam Mereu es doctora en Ciencias del Lenguaje en el Departamento de Filología, Lingüística y Literatura de la Universidad de Cagliari desde 2015 con una tesis sobre las lenguas habladas en el nuevo cine sardo. Además, se dedica a la investigación en el ámbito lingüístico y es tutora del máster de primer nivel en “Filmmaking” de la Universidad de Cagliari. Recientemente ha obtenido un “assegno di recerca” (plaza de investigación) en

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Sobre los autores

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la misma universidad. Su ámbito de investigación es la comunicación del patrimonio científico y cultural de la propia universidad. Nóra Rózsavári es profesora desde el año 2001 (y desde 2012 directora) del Departamento de Español de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Católica Péter Pázmány, Budapest, y ha enseñado en varias universidades húngaras. Se licenció en en Filología Hispánica, Inglesa y Portugués. Su tesis doctoral trataba de los Aragonesismos fonéticos en el “Libro de Marco Polo” traducido por Juan Fernández de Heredia. Sus investigaciones se centran en temas de historia de la lengua española, dialectología y contacto de lenguas. Imparte, entre otros, clases de Historia Cultural de la Lengua Española; Introducción a los Estudios Lingüísticos Románicos; El Español en la Península Ibérica y El Español de América. Es coautora del libro El copulativo en el español y en el húngaro. Estructuras, contrastes, ejercicios (2007). Ingmar Söhrman estudió Lenguas Románicas, Eslavas y Germánicas, y se doctoró por la Universidad de Upsala, Suecia, con la tesis Construcciones condicionales en castellano en 1991. Entre 1989 y 1991 fue lector de sueco de la Universidad de Alcalá y también impartió clases de sueco en la Universidad Complutense de Madrid. Fue profesor titular de Español de la Universidad de Umeå, Suecia, entre 1991 y 1998, año en el que pasó a la Universidad de Gotemburgo, donde accedió a la plaza de catedrático de Español en 2008. Desde 2012 es catedrático de Lenguas Románicas en la misma universidad. Entre sus publicaciones destacan: Diachronical and Typological Perspectives on Verbs (con Folke Josephson, 2013; “What is Visigothic and What is Frankish in Medieval and Later Spanish”, (en Early Germanic Languages in Contact. John Ole Askedal y Hans Frede Nielsen, (eds.), 2015), “Les valeurs possessives et localisatrices du génitif roumain et des prépositions DE, DE LA et DIN - et de la juxtaposition dans une perspective romane”, (en Dacoromania XVIII, 2012), “Balkanisms in Modern Romanian”, (en Balkanismen heute - Balkanisms Today - Balkanizmi segodnja, 2012). Antonio Torres doctor en Filología Hispánica (Lengua Española), es profesor del Departamento de Filología Hispánica, Teoría de la Literatura y

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Sobre los autores

Comunicación de la Universitat de Barcelona. Imparte docencia en el grado de Filología Hispánica y en el máster de Español como Lengua Extranjera en Ámbitos Profesionales. Entre 2006 y 2015, formó parte de sucesivos proyectos de investigación dirigidos por el Dr. José Enrique Gargallo (Universitat de Barcelona) y financiados por el Ministerio de Educación y Ciencia que estudiaban la paremiología románica. Sus líneas fundamentales de investigación son, además, la variación y las normas del español, el español de América y las culturas latinas en los Estados Unidos. Entre sus publicaciones recientes destacan El español de América (2016, 2.ª edición), “El español estadounidense, entre el spanglish y el español internacional” (en Silvia Betti y Enrique Serra Alegre (ed.), Nuevas voces sobre el spanglish: Una investigación polifónica, 2016), y “Del castellano de ‘un pequeño rincón’ al español internacional” (en Normas. Revista de Estudios Lingüísticos Hispánicos, 2013). Ignacio Vázquez Diéguez se licenció en Filología Hispánica en 1990, en Filología Románica (galaico-portugués) en 1995 y se doctoró en 2006 en Filología Hispánica, siempre en la Universitat de Barcelona. En dicha institución fue profesor del Departamento de Románicas entre 1996 y 2015; durante el año académico 2014-2015 enseñó en Traducción e Interpretación. Desde 2015, es profesor de la Faculdade de Artes e Letras de la Universidade da Beira Interior (Portugal). La tesis, Lexicografía bilingüe hispano-lusa: Mascarenhas Valdez, se publicó en la Biblioteca Virtual de Miguel Cervantes en 2008. Participa en el proyecto de traducción y edición de los Colóquios de Garcia de Orta de Juan Pimentel (CSIC) e Isabel Soler (UB); tendrá a su cargo la anotación filológica. Alicia Villar Lecumberri es profesora honoraria del Departamento de Filología Clásica de la Universidad Autónoma de Madrid, donde dicta las clases de griego moderno y de Literatura Griega contemporánea. Ha disfrutado de una beca de investigación para profesores universitarios de la Fundación Onassis. Colaboró en la elaboración del Diccionario griego-español, publicado por el CSIC, y ha sido redactora del Nuevo Diccionario Griego-Español (2004). Ha vivido en Corfú —periodo en el que creó el Departamento de Lengua y Civilización españolas de la Universidad Jónica de Corfú— y en Atenas varios años. Es autora del texto Literatura griega contemporánea

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Sobre los autores

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(2009). Es traductora de Poética de Aristóteles (2004, 2013, responsable de la introducción y de las notas), Diario de la ocupación, de Ioanna Tsatsos (1991), y de otros textos. Es miembro de la junta directiva de la Asociación de Cervantistas; actualmente es la secretaria y editora de las actas del V Congreso Internacional: Peregrinamente peregrinos (2004). Waltraud Weidenbusch es profesora de Lingüística de Lenguas Románicas en la Universidad de Heidelberg y actualmente desempeña el puesto de catedrática en la Universidad de Wurzburgo. Ha sido profesora visitante en las universidades de Roma Tre y Lovaina, y ha trabajado en las universidades de Berlín, Heidelberg, Marburg, Eichstätt, Colonia y Maguncia. Sus trabajos académicos abarcan varias lenguas románicas desde distintas perspectivas: la historia de la lengua española en América, la formación de palabras y la polifonía en francés, así como la historia de la lengua italiana en Lombardía. Desde una perspectiva panrománica y traductológica, sus investigaciones se enfocan en la pragmática histórica, la diátesis verbal y la historia de los tipos de texto. Una de sus publicaciones recientes es el volumen Marqueurs du discours, connecteurs, adverbes modaux et particules modales (2014), perteneciente a las actas del congreso de la sección 4 del Frankoromanistenkongress (Augsburgo, septiembre de 2008).

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