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FUENTES ETNOGRáFICAS
FUENTES ETNOGRáFICAS
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Cuentos populares recogidos de la tradición oral de España
Introducción y revisión de Luis Díaz Viana y Susana Asensio Llamas
Introducción y revisión de Luis Díaz Viana y Susana Asensio Llamas
E
Aurelio M. Espinosa
Cuentos populares recogidos de la tradición oral de España
Aurelio M. Espinosa
Cuentos populares españoles constituyen la más representativa colección en su género, con 280 textos recopilados en diversas regiones, entre los que predominan los de Castilla y León. Recogidos por el filólogo y folklorista Aurelio M. Espinosa durante su trabajo de campo en España en 1920, la abundancia e interés de las versiones que encontró en la Península pronto superaron sus previsiones, mostrando el tránsito de las narrativas de procedencia oriental hacia Europa y América, a través de la encrucijada cultural peninsular. La obra completa en tres volúmenes, con los estudios que Espinosa dedicó a sus etnotextos a lo largo de más de dos décadas, fue publicada por el CSIC entre 1946 y 1947. En 1992 fue reeditada por Luis Díaz Viana la selección de este material que —con carácter divulgativo— realizara el propio autor, pero la edición íntegra no había vuelto a publicarse. Ahora, los distintos tomos aparecen reunidos en uno, con una reordenación de los comentarios y una extensa Introducción que ayuda a comprender el contexto histórico, social y académico en que la obra se gestó y vio la luz. STOS
Luis Díaz Viana es profesor de investigación del CSIC, y ha sido profesor de Antropología en la Universidad de Salamanca e investigador asociado en la Universidad de California en Berkeley. Dedicado al estudio de la cultura popular, ha publicado tanto obras innovadoras, así El regreso de los lobos (2003), como otras sobre temas clásicos del folklore español: El Romancero (1990), Aproximación general a la Literatura de Cordel (2001-2002) o Leyendas populares de España (2008).
Cuentos populares recogidos de la tradición oral de España
19/6/09
Aurelio M. Espinosa
04 Cuentos Popul AF
Susana Asensio Llamas ha sido investigadora asociada y profesora en Columbia University y New York University, y en la actualidad trabaja en el CSIC. Ha publicado distintos trabajos sobre las culturas populares, emigradas e híbridas: músicas magrebíes en España, flamenco en EE.UU. y electronica en México. Etnomusicóloga de formación, ha transcrito, además, numerosas piezas de música popular española. ISBN: 978-84-00-08837-8
CSIC
CUENTOS POPULARES recogidos de la tradición oral de españa
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Fuentes etnográficas
Nº 4
La colección DE ACÁ Y DE ALLÁ. Fuentes Etnográficas pretende poner al alcance del lector aquellos textos de especial relevancia para un mejor conocimiento de la etnografía realizada en el ámbito hispánico, y también en otros pueblos y culturas relacionados con él. Así, tendrán cabida aquí las obras «clásicas», de difícil adquisición, y los documentos o compendios inéditos, con una cuidada edición y la aspiración de convertirse en referencia para el futuro. Esta vocación de permanencia e internacionalidad se articula en torno a una doble mirada: la hispánica sobre lo no hispano y la foránea sobre nosotros. La responsabilidad sobre la redacción y contenidos de los textos y su documentación gráfica corresponde a los autores que firman cada uno de los trabajos integrados en este volumen.
Director Luis Díaz Viana. CSIC Secretaria Susana Asensio Llamas. CSIC
Comité Editorial María Cátedra Tomás. UCM Leoncio López-Ocón Cabrera. CSIC Fermín del Pino Díaz. CSIC Pedro Tomé Martín. CSIC Honorio Velasco Maíllo. UNED Juan J. R. Villarías Robles. CSIC
Consejo Asesor Stanley Brandes. Universidad de California en Berkeley (EE.UU.) Luis Calvo Calvo. CSIC Jean-Pierre Chaumeil. CNRS (Francia) Joaquín Díaz. Fundación-Centro Etnográfico de Documentación de Urueña. Valladolid Andrés Fábregas Puig. Universidad Intercultural de Chiapas (México) James W. Fernández. Universidad de Chicago (EE.UU.) Francisco Ferrándiz Martín. CSIC Manuel Gutiérrez Estévez. UCM Israel J. Katz. Universidad de California en Davis (EE.UU.) José-Carlos Mainer Baqué. Universidad de Zaragoza Edwin Seroussi. Universidad Hebrea de Jerusalén (Israel)
Aurelio M. Espinosa
CUENTOS populares recogidos de la tradición oral de españa Introducción y revisión de Luis Díaz Viana y Susana Asensio Llamas
CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS Madrid, 2009
Reservados todos los derechos por la legislación en materia de Propiedad Intelectual. Ni la totalidad ni parte de este libro, incluido el diseño de la cubierta, puede reproducirse, almacenarse o transmitirse en manera alguna por medio ya sea electrónico, químico, óptico, informático, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo por escrito de la editorial. Las noticias, asertos y opiniones contenidos en esta obra son de la exclusiva responsabilidad del autor o autores. La editorial, por su parte, sólo se hace responsable del interés científico de sus publicaciones.
Catálogo general de publicaciones oficiales: http://www.060.es
© CSIC © Aurelio M. Espinosa y herederos © Luis Díaz Viana y Susana Asensio Llamas Imagen de cubierta: «El canto del bardo», de Alfred Seifert. La ilustración española y americana. Madrid, 1885. Fundación-Centro Etnográfico de Documentación de Urueña (Valladolid). Ilustraciones: archivo de Luis Díaz Viana.
NIPO: 472-08-050-6 ISBN: 978-84-00-08837-8 Depósito Legal: M. 28.063-2009 Edición a cargo de Cyan, Proyectos y Producciones Editoriales, S.A. Impreso en España. Printed in Spain En esta edición se ha utilizado papel ecológico sometido a un proceso de blanqueado ECF, cuya fibra procede de bosques gestionados de forma sostenible.
Índice
Introducción (2009) Luis Díaz Viana y Susana Asensio Llamas Las ediciones de la Colección de cuentos de Espinosa Criterios de ordenación y transcripción La recopilación y el trabajo de campo de Espinosa en España La importancia de los estudios del folklore en la obra y vida de Espinosa: un folklorista entre dos mundos Bibliografía
29
Temas y lugares
33
13 13 16 17 22
Cuentos populares recogidos de la tradición oral de españa Introducción (1923) Aurelio M. Espinosa
51
El estudio de los cuentos y tradiciones populares Los cuentos populares españoles Los cuentos españoles de América El viaje a España y nuestra colección de cuentos El lenguaje de los cuentos populares españoles Clasificación de los cuentos populares españoles Nota a la segunda edición (1945) Advertencia (1946) Bibliografía general (1946)
51 53 54 56 57 59 61 63 65
– 7 –
ÍNDICE
I. Cuentos de adivinanzas A. La mata de albahaca 1. La mata de albahaca 2. La mata de albahaca 3. La mata de albahaca 4. Las tres hijas del sastre B. La adivinanza del pastor 5. El acertijo 6. El acertajo 7. El acertajo 8. El acertajo C. La piel del piojo 9. Piel de piojo y aro de hinojo 10. El traje de piojo 11. El pandero de piojo D. Varios 12. Juan Soldao y la princesa 13. Las tres preguntas 14. Las doce palabras retorneadas 15. El obispo y el tonto 16. Yo tomé lo que no quise 17. Antaño fui hija 18. Bebed de este vino amigo 19. Aquí traigo, Padre Santo 20. Desde lejos la vide venir 21. Entre el clavel y la rosa 22. Por allí vienen nuestros padres 23. Ni yo te lo pido 24. Yo vide en el mes de enero 25. De la Vera Cruz salieron 26. Larga, larga, ¿adónde vas? 27. El secretario y su hija 28. Tres palomas van volando 29. Doce frailes estaban comiendo 30. Bien venido seas, amigo Estudios de los cuentos de adivinanzas Introducción A. La mata de albahaca B. La adivinanza del pastor C. Piel de piojo D. Varios
II. Cuentos humanos varios
95 96 97 100
101 102 104 105
107 110 110
113 114 115 116 117 117 117 118 118 118 118 118 119 119 119 119 119 119 119
121 122 130 135 140
A. Cuentos y leyendas 31. Los tres frailes 32. Los tres frailes 33. ¿Cuándo cegará el mío Xuan? 34. El zapatero que cegó 35. Sansón 36. María del Carmen 37. Rosa Verde 38. La Picotora 39. El mendigo 40. La hija del limosnero 41. El zurrón que cantaba 42. La fiesta de San Nicodemos 43. El día de San Roque 44. La mujer que no comía con su marido 45. El ama del cura 46. La mujer golosa 47. La hija golosa 48. El toro barroso 49. Xuan y Maruxa
169 171 172 174 175 175 178 179 180 180 181 182 183 184 185 186 186 187 187
B. Cuentos y chistes 50. Los cinco sordos 51. La viejecilla y sus tres perritos 52. Los tres gallegos 53. El santo del sastre 54. El tonto y su burro 55. El tonto adivino 56. El molinero ladrón
189 189 190 190 191 191 191
C. Latinismos populares y trabalenguas 57. Agnus Dei 58. La dóisima próisima 59. La chipiritaina 60. El nuevo cura 61. El estudiante hambriento 62. Fui a caza
193 194 194 195 196 197
Estudios de cuentos humanos varios A. Cuentos y leyendas B. Cuentitos y chistes C. Latinismos populares y trabalenguas
199 247 252
– 8 –
ÍNDICE
III. Cuentos morales A. Los tres consejos 63. Los tres consejos 64. Los tres consejos 65. Los tres consejos 66. Los cuatro consejos 67. Los dos consejos 68. Los consejos de un padre 69. El secreto
259 260 262 263 263 264 265
B. Almas en pena 70. El alma del cura 71. El alma del cura 72. La misa de las ánimas 73. La misa de las ánimas
267 267 267 269
C. Leyendas de santos 74. La misa de San José 75. Los altos juicios de Dios 76. Santa Teresa confesora 77. Santa Teresa se come un pollo entero 78. Santa Catalina
271 271 272 272 272
D. La leyenda de don Juan 79. El incrédulo y la calavera 80. El estudiante y la calavera E. Varios
275 275
81. El ángel y el ermitaño
277
82. La cabeza de la muerta 83. El aparecido 84. El cabrito negro 85. El Cristo clavado en la puerta 86. El santo Cristo viejo 87. Condenados en vida 88. El rico avariento 89. La muchacha embustera 90. El zapatero pobre 91. La mujer mandona 92. La esposa desobediente 93. La esposa falsa 94. Todo lo perdona Dios 95. La calle de la Pierna 96. La averiguarona 97. La liebre pensativa 98. El trigo, la cebada y el centeno
277 279 280 281 282 283 285 285 286 287 288 289 290 291 291 291 292
Estudios de los cuentos morales Introducción A. Los tres consejos B. Almas en pena C. Leyendas de santos D. La leyenda de don Juan E. Varios
293 294 305 307 314 319
IV. Cuentos de encantamiento A. La niña perseguida 99. La niña sin brazos 100. La niña sin brazos 101. La niña sin brazos 102. La niña sin brazos 103. El cisquero y el demonio 104. El diablo maestro 105. La ciervata 106. La encontrada 107. Como la vianda quiere a la sal 108. La zamarra 109. Los tres trajes 110. Los tres trajes 111. La Puerquecilla 112. Estrellita de Oro 113. Las tres gracias por Dios 114. El palacio del Jarancón 115. Blanca Flor 116. La madre envidiosa 117. El nombre del diablo 118. María del Rosario 119. Los siete infantes 120. La negra y la paloma 121. Las tres naranjas
347 349 351 353 353 355 357 359 361 362 364 365 366 370 371 373 376 378 379 379 380 381 383
B. La hija del diablo 122. Siete Rayos de Sol 123. Blanca Flor, la hija del diablo 124. Marisoles 125. El Castillo de las siete Naranjas
385 388 390 392
C. El príncipe encantado 126. Las tres ascuitas 127. Cabeza de burro 128. El Castillo de Oropé 129. La cueva del dragón
395 396 398 400
– 9 –
ÍNDICE
130. El lagarto de las siete camisas 402 131. La fiera del rosal 404 132. El príncipe rana 405 D. Juan el Oso 133. Juanito el Oso 407 134. Juanito el Oso 409 135. Juanillo el Oso 410 E. Juan sin Miedo 136. Juan sin Miedo 413 137. El que no conocía el miedo 414 138. Periquito sin Miedo 415 F. La princesa encantada 139. El Castillo de Irás y no Volverás 140. El príncipe Español 141. La princesa encantada 142. La princesa encantada 143. Las tres maravillas del mundo 144. La loba negra 145. La princesa mona
417 419 421 422 424 427 428
G. Varios 146. La ahijada de San Pedro 147. El anillo de la princesa 148. Los siete cuervos 149. El tonto lagañoso, magañoso 150. La cosa más rara del mundo 151. El castillo encantado 152. Las tres bolitas de oro 153. La gaita que hacía a todos bailar 154. Las tres avellanas 155. El oricuerno 156. Los cuarenta y un ladrones 157. Dos almas en pena 158. Periquillo 159. María como un ajo 160. La asadura del muerto 161. La bruja de Granada 162. La bruja de Córdoba
431 432 433 434 435 437 438 440 442 443 444 448 451 452 453 454 454
Estudios de los cuentos de encantamiento Introducción A. La niña perseguida B. La hija del diablo C. El príncipe encantado D. Juan el Oso E. Juan sin Miedo
455 455 502 509 517 520
F. La princesa encantada G. Varios
523 548
V. Cuentos picarescos A. Pedro del urdemalas 163. Pedro el de Malas 585 164. Pedro Malasartes 588 165. Juan Listo y Juan Tonto 589 166. La tira de pellejo 591 167. Pedro el Listo y Juan el Tonto 592 168. Juan Soldao 593 169. Juan Soldao 595 170. Dios y San Pedro y Juan Tonto 596 171. La muerte 597 B. Los dos compadres 172. Los dos compadres 599 173. Los dos compadres 600 174. Juanito Malastrampas 601 175. Los dos hermanos 603 176. Los dos hermanos 604 C. El tonto y la princesa 177. La princesa que nunca se reía 607 178. La princesa que nunca se reía 609 179. El Conde Abel y la princesa 611 180. La camisa del día de la boda 613 D. Juan el Tonto 181. Juan el Tonto y María la Lista 182. Juan el Tonto y María la Lista 183. Juan Tonto y su mujer 184. Juan Tonto va a vender miel 185. Las señoritas del manto negro 186. Juan el Tonto 187. Juan Tonto 188. Juan Tonto 189. Pedro el borracho 190. De media un celemín 191. Perico Argumales E. Varios 192. Juan de las Cabras 193. Juan Bobo 194. Don Juan Chiruguete mata ocho y espanta siete 195. Juanillo el Oso y el pastor
– 10 –
617 618 619 619 620 621 622 623 623 623 624
627 628 630 632
ÍNDICE
196. Ladrón y pícaro 197. Los cuatro estudiantes 198. Xuan, Marica y el cura Estudios de los cuentos picarescos Introducción A. Pedro de Urdemalas B. Los dos compadres C. El tonto y la princesa D. Juan tonto E. Varios
632 635 636
637 638 648 663 668 675
VI. Cuentos de animales A. El lobo 199. Buen día de vianda para el lobo 200. El lobo madrugador 201. El lobo, la chona y la zorra 202. El lobo desollado vivo 203. El lobo pierde el rabo 204. El lobito de Sierra Morena 205. El lobo va a comer gallinas 206. El lobo cree que la luna es queso 207. El lobo cree que la luna es queso 208. Vicente, Vicente, deja la soga y vente 209. El lobo va a comer sardinas 210. El zorro engañado por el burro y el león 211. El lobo engañado por la zorra y el león 212. Las tres cabritas y el lobo 213. Gorda, Flaca y Sostra 214. La raposa y el lobo 215. Los conejos y el lobo 216. Cabrín cabrates y lobín lobates B. La zorra 217. El mingo y la maruxa 218. La zorra y la cigüeña 219. La zorra y la cigüeña 220. La zorra y el grajo 221. El gato Laureano 222. Xuan, el oso y la raposa 223. La rapiega y la raposa 224. El galgo y la zorra 225. El gallo y la zorra 226. La zorra y las uvas verdes C. Carreras entre animales 227. El erizo y la liebre
695 696 697 697 699 699 700 701 701 702 702 703 703 703 704 704 705 705
707 708 708 709 710 710 710 711 711 711
228. El sapo y la zorra 229. El sapo y la zorra 230. El sapo y la zorra 231. El escuerzo y la zorra 232. El lobo y las abejas
714 716 717 717 717
D. La leyenda del sapo 233. El sapo y la rana 234. El sapo y la rana 235. El sapo y la rana 236. El sapo y la rana 237. El sapo y la sapa 238. El sapo 239. El sapo 240. El sapo 241. El sapo 242. El sapo 243. El sapo 244. El galápago 245. El escarabajo
719 719 720 720 720 720 720 720 721 721 721 721 721
E. Cuentos de animales varios 246. El león, el grillo y el zorro 247. El grillo y el mono 248. El grillo y el toro 249. El burro, el oso, el lobo y la zorra 250. El burro y el león 251. El tragaldabas 252. El lobo y la hormiguita 253. El medio pollico 254. El pollito 255. Los animales inútiles, el lagarto y el lobo 256. Los músicos de Móstoles 257. Los tres gorrinicos 258. La pega y sus peguitos 259. La zorra y el alcaraván 260. El gallo, el burro y el buey 261. El león y el hombre 262. El oso y el hombre 263. Oír, ver y callar 264. Un bien con un mal se paga 265. La zorra y el erizo 266. El gato, el perro y los lobos 267. El pastor y la zorra 268. El oso, el lobo y la zorra 269. El oso, el lobo y el raposu 270. El lobo, el tejón y la cigüeña
723 724 724 725 726 727 728 729 730 731 735 736 737 738 738 739 739 740 741 741 742 742 742 743 743
713 – 11 –
ÍNDICE
F. Cuentos acumulativos 271. La hormiguita 272. La hormiguita 273. La hormiguita 274. La mariposita 275. Las bodas del tío Perico 276. Las bodas del tío Francisco 277. Llegó un gatu y mató al ratu 278. La calzaderilla 279. La calzaderilla 280. ¿De dónde vienes, ganso?
745 746 747 748 748 751 752 752 753 753
Estudios de los cuentos de animales Introducción A. El lobo B. La zorra C. Carreras entre animales D. La leyenda del sapo E. Cuentos de animales varios F. Cuentos acumulativos
– 12 –
755 756 756 799 808 811 853
introducción [2009]
Luis Díaz Viana y Susana Asensio Llamas
Las ediciones de la Colección de cuentos de Espinosa Esta obra que aquí vuelve a publicarse fue editada entre 1946 y 1947 por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas en tres volúmenes. Esta forma de presentación puede ser considerada, si no del todo arbitraria, bastante coyuntural en cuanto a los usos y quizá también las limitaciones técnicas de la época. La colección de cuentos propiamente dicha, es decir, los etnotextos reunidos por su autor a partir, sobre todo pero no sólo, de sus propias recopilaciones, habían sido ya publicados por la Universidad de Stanford entre 1923 y 1926, igualmente en tres fascículos y también en español, pues nunca llegarían a editarse en inglés. A ese material, Espinosa añade en la edición del CSIC los estudios que dedicó a las principales temáticas —según las cuales agrupó las distintas versiones recogidas— a lo largo de varios años de su vida. En el prólogo institucional, fechado en el 1 de octubre de 1945, que escribió Ángel González Palencia para la edición de 1946 (y que omitimos por ser claramente lo que podríamos llamar «un apósito de circunstancias» antepuesto a la obra que, hoy, estorbaría más que favorecería su visión de conjunto), este profesor, archivero y estudioso proporciona, sin embargo, algunas informaciones de interés que iremos desgranando a través de la presente Introducción. Así, dice González Palencia que en 1934 y 1938 pasó con Espinosa, en la casa que tenía el folklorista en Stanford, «muchas horas de conversación sobre diversos extremos de su libro en preparación» (González Palencia, 1946, vol. I: VIII). Y no es nada sorprendente que los dos tuvieran mucho sobre lo que hablar, a pesar de sus diferentes formaciones y especialidades, ya que —entre
otras coincidencias de las que luego trataremos— ambos compartían la hipótesis de la procedencia oriental para muchos de los cuentos que, reacuñados en España, viajarían después a América. La decisiva intervención de González Palencia que, andando el tiempo, sería director del Centro de Estudios Orientales del CSIC y hasta concejal del Ayuntamiento de Madrid en 1939, en la publicación final de la obra de Espinosa tal como éste idealmente la había concebido, o sea, con los etnotextos y sus correspondientes estudios, desmentiría por sí sola la suposición de que no hubo ninguna continuidad entre la apertura y colaboración internacionalista propuesta por el Centro de Estudios Históricos en tiempos de la JAE y las actividades de la institución que, al amparo del organismo rebautizado ya como Consejo Superior de Investigaciones Científicas, vino a sustituir, o reemplazar, a aquélla después de la Guerra Civil. Pues la colección de cuentos se edita precisamente ya en ese nuevo periodo y precedido de un escrito de González Palencia que —por cierto— intenta justificar la bondad de la obra dentro de un discurso al más puro estilo del nacional-catolicismo imperante: El Sr. Espinosa, sus hijos, todos profesores en universidades americanas, y sus discípulos, diseminados por todo el país, siguen manteniendo enhiesta en las orillas del Pacífico la antorcha brillante de la cultura y de la lengua española, allí llevada por unos modestos misioneros (González Palencia, 1946, vol. I: VIII-IX).
De hecho, González Palencia, discípulo de Julián Ribera y Miguel Asín Palacios, y ligado primeramente a través de
– 13 –
INTRODUCCIÓN [2009]
éste a esa JAE inspirada por la Institución Libre de Enseñanza o, más en concreto, al Centro de Estudios Históricos de Menéndez Pidal, toma partido después por el bando mal llamado «nacional» y se convierte, acabada la contienda, en uno de esos académicos inquisitoriales que incoarán expedientes de depuración contra sus antiguos compañeros, ya se tratara de investigadores de la JAE o de profesores de la universidad, a los que además va a acusar de haberse beneficiado de «enchufismo» y «explotación» de los más débiles, así como de haber marginado a sus colegas «de derechas» en la época de la República. Dice en su escrito dedicado a «El Centro de Estudios Históricos» dentro del opúsculo de varios autores, entre los que se contaba Miguel Artigas —también viejo conocido de Espinosa—, y que lleva el amenazador título de Una poderosa fuerza secreta. La Institución Libre de Enseñanza (1940):
de ellos también —al igual que quienes no lo son— pasando a comportarse (en los casos más lamentables) como pobres diablos que llevan el velón con que sumarse alegremente a la comitiva triunfante que, en cada momento, entierra o resucita transformados los cadáveres de instituciones anteriores. Lo que sí demuestra el caso de la publicación, ya en pleno régimen franquista, de la obra de Espinosa por el CSIC, es que, en ocasiones, las relaciones personales pesan más, y pueden resultar no menos duraderas, que las instituciones, superando los avatares políticos de éstas; y que, según parece, las conexiones de Espinosa con el Centro de Estudios Históricos no fueron en rigor institucionales, sino que se limitaban a la relación con algunos de sus miembros, a los que consideraba amigos, como él mismo se encargó de destacar en un párrafo de su Introducción: Comisionado por la American Folklore Society para el viaje folclórico a España, salí de California en el mes de junio y llegué a Madrid a principios de julio del año 1920, y lo primero que hice al llegar fue visitar a mi buen amigo D. Ramón Menéndez Pidal, el bien conocido maestro de la filología española, en San Rafael para arreglar un plan definitivo y no perder tiempo [...]. Gracias a estos informes y a la ayuda constante de nuestro amigo y de los demás colegas de la Junta para Ampliación de Estudios, logré recoger en España una colección de unos trescientos cuentos populares (Espinosa, 1946, vol. I: XXXII).
La obra del Centro resultó cara y sectaria, como todo lo que lleva el sello de la Institución Libre de Enseñanza y sirvió para encaramar a las alturas a ciertos personajes que se aprovecharon del esfuerzo de estudiantes y personas modestas [...] en lugar de agradecerles, que con el dinero de la nación les proporcionaron plumas para adornarse (González Palencia, 1940: 191-195).
Pero no sólo eso: González Palencia pasa a ser ideólogo del organismo que vendrá a ocupar el ámbito de la JAE y a propugnar tácticamente su conversión (socapa de una pretendida «despolitización de la ciencia») en un instrumento de utilización política de signo contrario al que, según su opinión, habría tenido hasta entonces. Escribe González Palencia en las páginas donde se ocupa de «La herencia de la Institución Libre de Enseñanza» en la obra ya citada: Debe buscarse la forma de que la Junta de Ampliación de Estudios con todos sus anejos dependientes, pase a la Universidad, en la cual debieron crearse y de la cual no debieron jamás haberse divorciado [...]. Pero existen ciertos organismos, principalmente la Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, con todos sus anejos, la Junta de relaciones Culturales Exteriores, que no deben desaparecer sino transformarse y ponerse al servicio de la nación, que les paga, y no al servicio de la secta, que les aprovecha (González Palencia, 1940: 273-276).
Los investigadores, como vemos, tampoco son exactamente ángeles: tienen por supuesto ideologías que condicionan sus trabajos o actitudes y, sujetos a los vaivenes de la política como cualquier otro, pueden intentar aprovecharse
Otra cosa es que Menéndez Pidal y Espinosa se plantearan en un determinado momento una relación interinstitucional de la Universidad de Stanford y el Centro de Estudios Históricos, según han consignado algunos autores (Catalán, 2001, vol. I: 105; Ortiz, 2007: 150); pero no parece que esa idea acariciada por ambos tuviera adecuada plasmación ni continuidad. José Manuel Espinosa, uno de los hijos de Aurelio que prosiguió la saga de folkloristas, es más explícito que el propio Aurelio en lo que atañe a las conexiones del folklorista con la institución española, precisando que su padre sólo recibió «útiles sugerencias de otros amigos en el Centro de Estudios Históricos de Madrid» (J. M. Espinosa, 1985: 40). Y Aurelio Espinosa, en el capítulo de agradecimientos de su Advertencia al segundo volumen nada dice de instituciones y se refiere de nuevo a Menéndez Pidal y González Palencia como «distinguidos amigos y colegas» (Espinosa, 1947, vol. II: 15). En el párrafo final de su Prólogo, González Palencia hace público reconocimiento de esa amistad y apunta algunas de las razones para la misma:
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Al tener la honra de presentar al público curioso estos dos volúmenes jugosos y densos, no puedo menos de evocar las gratas horas pasadas en la luminosa California, en la compañía del ilustre profesor Espinosa que sabe siempre acoger a todos los españoles con la más franca hidalguía, y en cuya casa y familia se hace un culto de la lengua española (González Palencia, 1946, vol. I: VIII).
Los dos nuevos volúmenes de Espinosa que, finalmente, González Palencia presentaba ufano, constituyen el trabajo de investigación comparativa sobre el corpus editado en Stanford al cual el autor daba gran importancia y, más que anotaciones o comentarios a los etnotextos (aunque el propio autor los denominara Notas), son una magna obra por sí solos. Que se publicaran entonces separados de ellos y en dos tomos distintos no parece que tenga más sentido que el de las necesidades de encuadernación, o el que se quisiera conseguir tres volúmenes de grosor semejante. Aparte de que Espinosa pudiera no tener del todo terminada la parte de estudios hasta después de que se publicara el tomo de etnotextos, pues el segundo y tercer volumen se editarán un año más tarde. El mismo autor viene a reconocer esto de algún modo en su Advertencia del tomo II, cuando declara que «se ha tratado siempre de hacer correcciones y enmiendas en vista de las nuevas publicaciones que se han venido publicando sobre cuentos hispánicos y de otras procedencias» (Espinosa, 1947, vol. II: 15). Espinosa concedía a los estudios sobre los cuentos tanta o más importancia que a la recopilación misma, y por eso se demoró en su publicación tanto tiempo (casi quince años), aunque también reconociera en su Advertencia que la preparación de ese trabajo que llama modestamente Notas Comparativas, fue «interrumpida en varias ocasiones por muchas tareas administrativas y de enseñanza» en Stanford y otras universidades (Espinosa, 1947, vol. II: 13). El afán y pasión por «comparar» —que compartía con los más destacados miembros de la American Folklore Society— fue la razón que movió a Espinosa para su recogida de cuentos en España (a cuyas versiones calificará escuetamente como Textos en el primer volumen de la publicación de 1946) y no al revés. No se encontró de golpe con unos materiales que debiera documentar o comentar. Su propósito metodológico era claro: «recoger una colección abundante de cuentos populares que nos hacía mucha falta para los estudios serios de folklore comparativo» (Espinosa, 1946, vol. I: XXXI-XXXII). El enfoque o dimensión americanista de estos trabajos también resultaba bien nítido, pues él estaba convencido de la amplia influencia de España en América, incluso en
lugares y tradiciones culturales en los que no había sido suficientemente tenida en cuenta, ya que lo español era, en su opinión, más que una «cultura» una «civilización». Dice así en un estudio suyo, «Spanish and Spanish-American Folk-tales», donde se ocupa de las dos vertientes de transmisión a uno y otro lado del Atlántico: Spanish-America, in general, although populated by peoples of different ethnic groups —even the population of Spain does not represent one ethnic group—, has developed and continues a civilization that is basically and fundamentally Spanish (Espinosa, 1951: 155).
Una concepción que no se hallaba tan distante de lo que Angel González Palencia, siempre muy dado a ensalzar «los principios fundamentales de nuestra gloriosa civilización hispana» pensaba al respecto (González Palencia, 1940: 276). Y que expresaría en el Prólogo a la obra de Espinosa, dentro del estilo imperial de la época: España se honra con la publicación de esta obra, fruto de la diligente actividad de un hombre de nuestra raza, que ha hablado con los viejecitos de nuestras aldeas de toda España y ha recogido con amor un material precioso, al que nosotros no dábamos importancia, para después manipular con entendimiento y ciencia no comunes estos materiales, hasta componer un estudio comparativo de nuestro folklore tradicional, que permitirá conocer más a fondo los contactos de nuestra novelística con todos los pueblos del mundo (González Palencia, 1946, vol. I: VIII).
Las ediciones ya comentadas que Espinosa realizó de su colección de cuentos recogidos en España, primeramente publicados por la Universidad de Stanford y después por el CSIC, no fueron, en rigor, las únicas. El folklorista extraería de los 280 cuentos contenidos en ellas los 67 que aparecen en Los cuentos populares de España. Esta edición, de carácter divulgativo, se llevó a cabo también en 1946 y, desde entonces, Espasa-Calpe reimprimió el libro en varias ocasiones dentro de su Colección Austral. La versión más conocida y que actualmente circula es la editada por Luis Díaz Viana en 1993, la cual sigue el texto publicado por Austral en 1946. Sólo fueron corregidas en esa última edición las partes en que aparecían erratas, respetándose en lo demás los criterios de transcripción de Espinosa aunque en algunos casos acarreen imprecisiones, incoherencias e, incluso, cierta dificultad en la comprensión. Explicaba el autor en su Introducción a la colección completa de cuentos publicada en el CSIC que empleó para transcribirlos «el
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alfabeto ordinario español sin añadir un solo signo fonético» (Espinosa, 1946, vol. I: XXXIV), añadiendo que los signos ordinarios del alfabeto no indican los mismos sonidos para todos los cuentos; estaríamos, pues, ante una pronunciación figurada ya que las diferencias dialectales se han representado no mediante una transcripción fonética rigurosa, sino a través del vocabulario, de la expresión, del orden de las palabras. Espinosa incluyó en su colección las versiones asturianas de la colección de Eduardo Martínez Torner tal como éste las había anotado, mientras que transcribiría las suyas, como estamos viendo, según un criterio más filológico, pero, al fin y al cabo, bastante elástico y muy interpretativo. Por otro lado, en la edición de Austral de 1946 —dirigida a un público más amplio que las otras— se aprecia cierta autocensura en la supresión, con puntos suspensivos, de algunas palabras que, entonces, serían juzgadas malsonantes. Así, c. por culo, si bien «culico» parecía ya estar permitido. Ese criterio no fue aplicado a la edición del CSIC del mismo año, quizá porque tenía un carácter más científico y menos divulgativo. La edición de 1993 mantiene, por lo demás, las versiones de los cuentos tal y como Espinosa lo hizo al efectuar su selección, sin datos de ningún tipo sobre informantes o lugar, remitiendo a quien desee conocer los pueblos y ciudades en donde fueron recogidos a su publicación en el CSIC. En cuanto a la clasificación empleada en la edición de Austral cabe decir que es, básicamente, la que utilizó Espinosa en las ediciones completas de su colección de cuentos, si bien el apartado que en ellas aparece con el título de Cuentos morales, en la edición de Austral se denomina Cuentos ejemplares y religiosos. Ya que el apartado de Cuentos de adivinanzas no figura en ésta, temas como el de «La mata de albahaca» o «Las tres preguntas» han pasado a engrosar el grupo de los Cuentos humanos varios. En el índice de la selección de Austral, Espinosa indicó el número que cada uno de los cuentos llevaba ya en la edición de Stanford y cuáles eran los que procedían de la colección de cuentos castellanos de su hijo Aurelio; éstos —no más de cinco— figuran bajo las siglas ECPC. Esta recopilación llevada a cabo por Aurelio M. Espinosa, hijo, aparecerá finalmente recogida en dos volúmenes por otra publicación del CSIC, dentro de la «Biblioteca de Dialectología y Tradiciones populares», en 1987 y 1988, con el nuevo título de Cuentos populares de Castilla y León. Con anterioridad, una versión abreviada de la misma había sido editada en 1946 dentro igualmente de la Colección Austral, con el número 645. Nada dice Espinosa padre de los criterios que siguió para seleccionar, entre los 280 cuentos de su edición de
Stanford y las más de 500 versiones recopiladas por su hijo, los materiales de este librito de bolsillo. Podemos deducir, conociendo los planteamientos de Espinosa por otros escritos suyos, que la excelencia estética —o lo que él juzgaba como tal— jugó un papel muy importante, pues habla en más de una ocasión de «buenas» y de «malas» versiones; también debió de pesar en su elección que las muestras resultaran completas de acuerdo con los elementos del cuento tipo al que, hipotéticamente, remitirían. De hecho, y como veremos, Espinosa retiró de su recopilación 42 versiones de las 302 inicialmente recogidas en España porque eran «imperfectas y malas» respecto a otras de la misma colección (A. M. Espinosa, 1946, vol. I: XXIII). Es de su poner que Espinosa buscara, igualmente, cierta representatividad geográfica en estas 67 versiones seleccionadas para Austral que, entre otros libros modélicos en la divulgación de la literatura popular, incluye la magnífica Flor nueva de romances viejos, de su amigo Ramón Menéndez Pidal —publicada con el número 202 en la misma serie de la Colección.
Criterios de ordenación y transcripción Ofrecemos aquí la obra como podemos pensar que el autor debió de concebirla, con todos los volúmenes reunidos en un solo tomo y con los estudios reordenados, acompañando a los bloques temáticos. Hemos considerado que no era procedente ya mantener una división por volúmenes que resultó de una coyuntura concreta, puesto que, a todas luces, estuvo condicionada tanto por las imposiciones de un trabajo que fue avanzando lentamente en el tiempo, como por ciertas circunstancias editoriales —difíciles de desentrañar ahora por completo— que determinaron el que la obra apareciera así. Y esperamos, a pesar de ser conscientes del riesgo que ello comporta, que sea ésta una licencia de la que el lector actual se beneficie y agradezca por el más cómodo manejo de la obra en su conjunto. Los textos que siguen, por lo tanto, provienen directamente de la edición de los Cuentos Populares Españoles del CSIC de 1946-1947. Los tres volúmenes han sido escaneados con herramienta de reconocimiento de texto, y posteriormente corregidos. Algunas partes, como la bibliografía general o las bibliografías de los diversos estudios, fueron escritas de nuevo dado que la diversidad de idiomas y grafías hacía que el resultado fuera ininteligible para la corrección. La edición de 1946-1947 constaba —como ya se ha dicho— de tres volúmenes. Los cuentos se encuentran en el
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tomo I, y la bibliografía y estudios en los tomos II y III. Las introducciones a los diferentes aspectos, que se distribuían entre los tomos I y II en esa edición, se han agrupado aquí, ordenadas diacrónicamente. En la presente publicación, que consta de un solo tomo, hemos optado por situar los estudios al final de cada bloque de cuentos, por lo que creemos que los grupos temáticos de documentos orales establecidos por el autor conservan su coherencia, y los estudios y bibliografías al respecto también. Los 280 cuentos transcritos, y sus estudios, se dividen en estos seis grandes grupos: 1. Cuentos de adivinanzas (1-30) 2. Cuentos humanos varios (31-62) 3. Cuentos morales (63-98) 4. Cuentos de encantamiento (99-162) 5. Cuentos picarescos (163-198) 6. Cuentos de animales (199-280) Los textos orales de los cuentos transcritos por Espinosa, así como los de la Introducción, Advertencia y estudios, han sido en general respetados en sus modismos y particulares maneras de expresión, aunque sí fueran actualizados ortográficamente en diversos aspectos: • preposiciones como «a» o «de» (antiguamente acentuadas: «á» y «dé»); • formas verbales como «vio» y «fue» (en la edición de 1946 «vió» o «fué»); • otras formas verbales como «reúne» (en la edición de 1946 «reune»); • las mayúsculas aparecen también acentuadas aquí (como en «África»), y muchos de los acentos y signos ortográficos de otros idiomas que no aparecían en la edición de 1946 han sido recuperados; • «conque» permanece o se transforma en «con que» dependiendo de la situación (v. g., «yo te daré un chiflo con que les harás marchar», cuento 12, Juan Soldao y la Princesa). La ortografía original ha sido mantenida, sin embargo, en la bibliografía general y en todos los nombres propios, salvo en aquéllos en los que se han constatado errores o erratas, principalmente intercambios de letras o falta de alguna tipografía vernácula en idiomas como el danés, sueco, rumano o francés. En los casos en los que había varias opciones posibles (como el caso de «Milá y Fontanals», versión españolizada del apellido catalán «Milà i Fontanals», que se utiliza de ambas maneras dependiendo
del ámbito en el que aparezca) hemos preferido respetar la opción del autor. Por lo que atañe a los nombres de los lugares de recogida de las versiones también se han actualizado, tanto en los listados que siguen a esta Introducción como en los cuentos mismos, haciendo referencia a los que aparecían en el original en nota a pie de página. Esto es así porque algunos de los lugares ya han desaparecido (caso de los pueblos de León que quedaron sepultados bajo el pantano de Luna), y otros han visto modificado su nombre (caso de la antigua provincia de Santander, hoy Comunidad Autónoma de Cantabria). En todos los cuentos se ha respetado la numeración original de las ediciones de 1923 y 1946, salvo en la corrección de pequeñas erratas evidentes. Falta la localización de la versión del cuento transcrito como número 26 (Larga, larga, ¿adónde estás?), y también el lugar exacto de recopilación de la del cuento número 49 (Xuan y Maruxa), recogida en Asturias. La bibliografía original de 1946 se ha mantenido en su formato original, muy personal, ya que a él se hace referencia en todos los estudios, según nomenclaturas hechas ad hoc para abreviar los títulos y autores. Sólo han sido modificados aquellos nombres de autores y títulos en los que se ha constatado la existencia de erratas. La nueva bibliografía y la de las citas aportadas en esta introducción siguen, sin embargo, formatos ya actualizados. En cuanto a las tablas de datos, en ellas se han separado los tantos por ciento referidos a las versiones para clarificar la lectura, y se ha actualizado la escritura incorporando «%» en lugar de la expresión «por 100» utilizada originalmente. En nuestra Introducción hemos incluido también dos listados de los cuentos, elaborados para facilitar la búsqueda por título —con lugar de recogida— y por comunidad autónoma y localidad. Se incluyen algunas estadísticas que hacen patente la procedencia predominantemente castellana (en especial de la entonces llamada Castilla la Vieja) de las versiones recopiladas, abundancia que sorprendería a los Espinosa y de la que quedará constancia en la publicación realizada —después— por Aurelio Espinosa, hijo, sobre los cuentos populares de Castilla y León.
La recopilación y el trabajo de campo de Espinosa en España Los humanos somos seres que no sólo viajamos en el espacio y en el tiempo, sino también —y sobre todo— en la cultura, en las culturas, de cultura a cultura. Vamos por
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el mundo cargados de nuestra tradición cultural que, a menudo, procede de otros lugares, distantes de aquellos en que estamos viviendo o en donde nacimos. Siempre estamos en tránsito, por lo menos, de una cultura a otra: desde la que llevamos puesta y nos acompaña a otros mundos porque nuestros padres o abuelos nos vistieron con ella, hasta la que contribuimos a crear allí donde nos posamos y que nuestros hijos heredarán. Como Eneas al salir de la Troya incendiada, cargamos con nuestro padre —en forma de vivencias culturales— hacia el futuro, que siempre tiene algo de exilio. Partimos, con nuestra cultura a cuestas, hacia otro lugar y tiempo. La Troya que dejamos ya nunca la volveremos a encontrar más que en escombros. Pero siempre existirá una Ítaca a la que poder regresar. Resulta interesante la constatación de que los conquistadores de nuevos mundos, cuando lograban por fin asentarse en éstos, no pensaban al principio en qué podían más fácilmente cultivar y consumir, o con qué materiales construir sin gran esfuerzo sus casas. Por el contrario, intentaban trasladar al mundo nuevo todo lo que habían dejado allí, en la vieja Europa, sus hábitos alimenticios, su manera de edificar y organizar el territorio, aunque ello provocara, momentáneamente, un cierto marasmo ecológico y económico. No menos significativo es que, a juzgar por lo que crónicas y testimonios de todo tipo reflejan, el descubrimiento y conquista de las nuevas tierras en América se hiciera a golpe de romance, con los versos octosílabos en la boca, convertidos ya en frases proverbiales y de validez ejemplar si no jurídica, en muchos de los casos; y se hizo también con los héroes de los viejos ciclos romancísticos —que lo habían sido ya de los cantares de gesta medievales—, o su tardía parodia quijotesca, como referentes y guías no sólo en la lucha contra el paganismo de los indios, sino incluso en las disensiones y pugnas con la propia Corona. Irving A. Leonard vino a demostrar en su iluminadora y bien documentada obra sobre Los libros del conquistador que, en efecto, se produjo una poderosa «influencia de una forma popular de literatura sobre la mente, la conducta y los actos» de aquellos hombres arrojados (Leonard, 1996: 10). Troya no habría ardido por completo. Y aunque estos nuevos troyanos la hubieran dejado atrás físicamente, les acompañaba en sus pasos. Vale todo esto para resaltar que cuando Espinosa viene a España a recopilar cuentos populares de la tradición oral con la intención de obtener un corpus desde el que comparar sus versiones americanas, está aplicando una teoría que asume esa visión difusionista de la cultura. Será, por lo tanto, el suyo un viaje de vuelta a la Troya que creía punto de partida (o de paso) de las narraciones que había recopilado
en América y un regreso, también, a lo que él mismo consideraba sus verdaderos orígenes. Una búsqueda de la propia identidad familiar. Espinosa, como estamos viendo, estimaba que era absolutamente necesario, dada la escasez de versiones españolas, obtener ejemplos que hicieran posible el estudio comparativo de la tradición oral de los pueblos iberoamericanos. Esto es porque el folklorista —tras su trabajo continuado recolectando baladas y cuentos ya a partir de la primera década del siglo xx en Nuevo México y el sur de Colorado— había llegado a la conclusión de que el folklore que había podido recoger en tierras americanas procedía originalmente de España (J. M. Espinosa, 1985: 40). La expedición fue costeada con fondos de la American Folklore Society, gracias al apoyo que, desde ésta, brindaron a Espinosa Franz Boas y Elsie Clews Parsons. Boas, con su gran autoridad como antropólogo de prestigio en los Estados Unidos, respaldaría intelectualmente el proyecto de Espinosa, y Elsie Clews Parsons, destacada etnógrafa y a la sazón presidenta de la Sociedad, facilitaría que la investigación pudiera llevarse a cabo gracias a su «generosidad» personal (en J. M. Espinosa, 1985: 40). El folklorista llegó a Madrid a comienzos de julio de 1920 y visitó en primer lugar, como ya ha quedado dicho, a su amigo Menéndez Pidal en la casa de éste en el pueblo de San Rafael. Don Ramón le proporcionó un mapa del folklore de España que habría de servirle de guía en sus recopilaciones y se prestó a ayudarle con una serie de recomendaciones y consejos. El propio Espinosa reconoce que visitó en primer lugar aquellas zonas señaladas como preferentes en el mapa lingüístico-folklórico que para él había preparado Menéndez Pidal y comenzó explorando la tradición en el norte, a partir de la provincia de Santander. Allí le acogieron amistosamente Miguel Artigas y José María de Cossío, en cuya Casona de Tudanca Espinosa recogería los primeros cuentos de su colección. Después de permanecer tres días en Tudanca y Santotis, «yendo de casa en casa» y a menudo en compañía de Cossío, el folklorista regresó a la ciudad de Santander y, desde allí, emprendió ruta hacia Burgos (J. M. Espinosa, 1985: 41). En muchas ocasiones, como en su camino de Barbadillo a Santo Domingo de Silos pasando por Contreras —donde le recitarían los antiquísimos y épicos versos de la leyenda de Los siete infantes de Lara—, Espinosa se trasladó en arcaicas tartanas por estrechos senderos; el hecho de que, en esos recónditos lugares, se topara con versiones de una épica prácticamente desaparecida de la tradición oral moderna, y dicha por boca de quienes no habían abandonado nunca su pequeña aldea de nacimiento, vendría a confirmar lo que el
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folklorista pensaba ya antes de su viaje: el origen de sus búsquedas, para más de un caso, estaba allí (J. M. Espinosa, 1985: 43). De otro lado, y según recordará el propio Espinosa, las expresiones coloquiales con que se encontraba a cada paso le hacían dudar sobre si se encontraba en España o Nuevo México, reforzando desde la vida cotidiana sus tesis: «Buenos días le dé Dios» —le decían los familiares de Cossío—, o «¿Quiere su merced tomar la mañana?» —le preguntaba el inspirador de Pito Salces, que habría de convertirse en uno de sus mejores informantes, con un vaso de vino en la mano—. Y, ya fuera de la casa, un muchacho, preguntado por su nombre le contestaba: «Juanito Cabrero, para servir a Dios y a usted» —exactamente igual que hubieran hecho tantos nuevomexicanos— (en J. M. Espinosa, 1985: 70-71). La evidente identidad de tradiciones en éstas y tantas otras cosas, reafirmaría a Espinosa en su convicción de que las culturas populares de raíz española se daban la mano de uno a otro continente, ahorrándole así el grosero error de simplificación que llevaría a otros estudiosos a identificar lo popular con lo indígena y lo español-europeo sólo con las culturas hegemónicas de América. Durante casi cinco meses (de julio a diciembre de 1920), Espinosa prosiguió sus encuestas folklóricas por Palencia, Valladolid, Soria, León, Zamora, Segovia, Ávila, Cuenca, Granada, Sevilla, Córdoba, Ciudad Real, Toledo, Madrid y Zaragoza. Con frecuencia, el folklorista recogía, además de cuentos, otros géneros folklóricos y, muy especialmente, romances. A diferencia de otros folkloristas que aún piensan que sólo puede, o debe, encontrarse folklore en el medio rural, Espinosa llevó a cabo sus recopilaciones tanto en los pueblos como en las ciudades. Él mismo copió «a puño y letra» —según cuenta en la Introducción de la edición del CSIC— todos los cuentos populares españoles que, más tarde, habría de publicar (Espinosa, 1946, vol. I: XXXIII). El conjunto de narraciones que recopiló era, inicialmente, de 302, pero de ellas y de la pequeña colección recogida por Eduardo Martínez Torner que Menéndez Pidal cedería a Espinosa, éste editó solamente 280 ya que juzgó que las otras versiones resultaban incompletas. Parece que al final de su recopilación Espinosa hubiera cambiado algunos de los planteamientos primeros; el miedo a no hallar materiales en algunas áreas había sido sustituido por un enorme entusiasmo y, así, concluiría diciendo: Los cuentos populares se encuentran en España en todas partes. Lo único que importa es conocer el material tradicional y escoger los buenos. Hay regiones más prolíficas que otras, es verdad, pero no hay región de España donde no se puedan
recoger materiales folclóricos en abundancia. Los cuentos y los romances abundan dondequiera. España es un país viejo, sanamente viejo, y la tradición está todavía en pleno vigor (Espinosa, 1946, vol. I: XXXII).
Espinosa realizó sus encuestas preguntando —según hemos recordado— de lugar en lugar y de puerta en puerta, casi siempre acompañado por algún viejo amigo que le servía de introductor en sus visitas. Su hijo J. Manuel cuenta que «recogiendo cuentos y baladas entre la gente más pobre, Espinosa ofrecía una pequeña compensación económica, pero nunca le pidieron dinero y raramente se lo aceptaron» (J. M. Espinosa, 1985: 41). Sin embargo, el otro hijo de Espinosa, Aurelio, parece haberse servido habitualmente de esta estratagema en sus recopilaciones por tierras castellanas y leonesas, como se desprende de lo que el descendiente de una de sus mejores informantes, Azcaria Prieto, contaría después sobre las sesiones en que el encuestador entrevistó a la misma. El dato está recogido en un libro publicado por José Manuel de Prada Samper que ofrece un indudable interés para quienes quieran conocer los entresijos, así como las luces y las sombras, de las andanzas recopiladoras de los Espinosa en España: «Me acuerdo, sí, que ese señor a mi madre le daba por cada cuento una peseta. Y yo creo que le dieron de regalo alguna más. Aquello fue por la primavera, y la cosa es que sé que la primera vez que fue a contar cuentos me compró mi madre con lo que le habían dado unas botas. Para ir a la escuela» (Prada Samper, 2004: 45). Espinosa padre empezó a ver totalmente superadas sus previsiones cuando llegó a la provincia de Soria. Recogiendo materiales en Blacos, Garray o Calatañazor, el investigador se sorprendió de la abundancia e interés de las versiones. «En 10 días recopiló unas 30 versiones de los que él consideraba los cuentos folklóricos más interesantes de su colección» (J. M. Espinosa, 1985: 44). Desde ese momento la sorpresa y el entusiasmo no hicieron sino crecer. Espinosa escribiría: «Es una lástima que siendo tan abundantes los materiales que se pueden recoger no se hayan recogido en España colecciones grandes de cuentos y leyendas populares» (Espinosa, 1946, vol. I: XXXIII). Espinosa considerará en la Introducción española de los cuentos que su colección es representativa de toda España pero que, dada la riqueza folklórica del país, debería ser ampliada lo más rápidamente posible, con el resultado de nuevas recopilaciones. Y en una Nota a la segunda edición que acompaña a la Introducción de la publicación del CSIC se referirá, precisamente, a la colección recogida por su hijo Aurelio en las provincias castellanas durante el año
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1936, también con el apoyo económico de la American Folklore Society: «Esta extraordinaria colección castellana —escribe allí— es la más importante y la más abundante en el número de versiones de que consta que yo conozco de toda Europa» (Espinosa, 1946, vol. I: 39). La utilidad de su propia recopilación era, para Espinosa, múltiple: servía, desde luego, para estudios lingüísticos, para mostrar la riqueza de un camino que apenas había empezado a ser recorrido —el de las recolecciones de narrativa oral en la Península— y para fortalecer las teorías del folklorista respecto al origen español del folklore de Nuevo México y de otras áreas americanas. El valor intrínseco de la recopilación de Espinosa se vería después enriquecido por los minuciosos estudios que él mismo efectuó sobre los diferentes bloques temáticos de su colección. Una y otra cosa indicaban, indirectamente, el declive al que habían llegado, por aquel entonces, las recopilaciones y estudios de folklore en España. El propio Espinosa parece indicar, con elegante delicadeza, algo de esto cuando, en su Introducción ya mencionada, señala cómo «después de unos veinte años de actividad, las Sociedades españolas de Folklore desaparecieron por completo y con ellas desapareció al parecer el interés por el folklore», que habría decaído irremediablemente (Espinosa, 1946, vol. I: XXVII). Para él, según sigue diciendo allí, solamente los romances eran en España, por aquel tiempo, objeto de estudios serios: los de su admirado amigo Menéndez Pidal. Y aunque el propio Espinosa recogería balada hispánica, publicando importantes trabajos al respecto, nunca osó rivalizar con la sabiduría de su colega sobre el romancero, actuando como un colaborador más suyo, ya que le consideraba «la autoridad en esa materia» (en J. M. Espinosa, 1985: 52). En contraste con esta situación de España acerca de las investigaciones folklóricas, la del estudio del folklore en los Estados Unidos resultaba francamente halagüeña. Prosigue Espinosa: En los Estados Unidos el interés por el folclore español ha sido desarrollado principalmente por la American Folklore Society y el entusiasmo incansable del profesor Franz Boas. Gracias a su talento y a su amplia visión científica los estudios del folclore americano se han desarrollado de una manera maravillosa y los estudios comparativos del folclore de las regiones donde la tradición española ha dejado sus influencias han sido favorecidos por él por todos los medios posibles (Espinosa, 1946, vol. I: XXVIII).
La influencia de esta obra de Espinosa ha sido inmensa. De hecho —y como señalaba Stanley Robe— «no se ha
publicado un texto que se le pueda comparar desde la fecha de esa edición». Y el mismo autor apunta que, con su referencia a las versiones nuevomexicanas recogidas por el folklorista en las abundantes notas de los volúmenes segundo y tercero de sus Cuentos populares españoles, Espinosa también «marcó la dirección de los estudios posteriores sobre el folklore de Nuevo México, pues la mayoría de ellos llevarán el sello de sus procedimientos e intereses» (Robe, 1977: 10). Briggs apunta lo mismo refiriéndose a los trabajos de A. Espinosa en una reseña sobre un libro editado por su hijo J. Manuel: «Espinosa's tremendous emphasis en Spanish origines minimizes the extent to which oral traditions reflect both local events and the San Southwest's Mexican heritage» (Briggs 1987: 237). Y a ello volveremos después. Es verdad que había recopilaciones anteriores y bastante tempranas de cuentos en España, realizadas a finales del siglo xix, entre otros por «Fernán Caballero» (1878) y Hernández de Soto (bajo la dirección de Antonio Machado y Álvarez, 1883-1886), a las que el propio Espinosa se refiere y que no vamos a recordar pormenorizadamente aquí; así como que a principios del xx se produjeron más recolecciones de narrativa popular, pero se trataba de recopilaciones de carácter local y regional como las de Constantino Cabal (1924) o Aurelio de Llano Roza de Ampudia (1925) sobre cuentos asturianos. Después vendrán otras parecidas, sobre cuentos, leyendas o mitos, como las efectuadas por Curiel Merchán en Extremadura (1944), Larrea en Aragón (1947) y Cádiz (1959), Cortés Vázquez (1952 y 1979), Díaz y Chevalier (1983) o Barandiarán Irízar (1983) en el País Vasco, sin olvidar la publicación tardía que de cuentos castellanos realizará Aurelio M. Espinosa, hijo (1987-1988). Con frecuencia, también, se trata de muestras reducidas o muy localizadas que aparecen en obras más generales que recogen ejemplos de distintos géneros sobre el folklore de una determinada zona, así las publicadas por Azkue respecto al País Vasco (1935-1947) o Amades acerca de Cataluña (1950-1955 y 1950-1969). Una excepción a esta tendencia de presentar recopilaciones restringidas a una zona muy concreta o a los distintos géneros (el folklore) de otras, lo ofrece la obra de Caro Baroja dedicada a Algunos mitos españoles (1974). Y otra rara avis lo constituye un curioso libro publicado póstumamente, la guía o manual de campo Pra recoller contos galegos (1970), de Vicente Risco, quien a lo largo de su dilatada trayectoria se había ocupado de diversos aspectos del folklore de Galicia. En otros casos, y cuando aparezcan bajo la denominación de Cuentos populares españoles o de España, se tratará —por lo general— de compilaciones extraídas de colecciones anteriores o de reelaboraciones más o menos
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literarias, como la de Manrique de Lara (1971) o las recientes de Antonio Rodríguez Almodóvar (1983-1984) y José María Guelbenzu (1998). Esfuerzos muy destacables y sistemáticos de recopilación específica de cuentos se deben a Julio Camarena, por más que sus recogidas respondan también a planteamientos provinciales, así en sus Cuentos tradicionales recopilados en la provincia de Ciudad Real (1984) o en su magnífica obra de Cuentos tradicionales de León (1991). El propio Camarena y Maxime Chevalier, publicarán, en el apartado de catálogos, un inestimable Catálogo tipólogico del cuento folklórico español (1995-1997), que —basándose en el Index of Spanish Folktales de Ralph S. Boggs (1930)— adapta los motivos y tipos universales de Aarne-Thompson ([1910] 1928), con los que se han venido clasificando universalmente los cuentos, a las características de la narrativa popular hispana; más recientemente, Monserrat Amores editará también un minucioso y útil Catálogo de cuentos folklóricos reelaborados por escritores del siglo xix (1997). La recopilación de Espinosa y los estudios que dedicara a la colección de cuentos que resultará de la misma marcan juntos un hito no conseguido por nada de lo que se había recogido y publicado antes, ni tampoco superado por todo lo que se editará después. No hay, en efecto, una compilación comparable de toda España que se base en materiales recopilados directamente por el trabajo de campo del propio autor ni un análisis de los materiales tan detallado e iluminador. Como folklorista norteamericano de su tiempo, Espinosa entendía el folklore en cuanto que disciplina auxiliar de la antropología, de la etnología, la historia, la psicología, la sociología, la religión y la literatura, pero —según veremos luego— constituía también un tipo de estudioso del folklore bastante peculiar dentro de lo que iría siendo el panorama general de la folklorística en los Estados Unidos. Mientras que otros folkloristas se inclinarían más hacia el estudio de las creencias, supersticiones y rituales, Espinosa se centraría en el análisis de la literatura popular. Ello encajaba bastante adecuadamente dentro de las líneas fundamentales de investigación que el folklore había tenido en los Estados Unidos cuando él empezó sus trabajos, si bien con el tiempo incluso los estudios sobre literatura oral —o verbal art, según la denominación acuñada por el antropólogo William Bascom— habrían de acercarse cada vez más a la antropología (Bascom, 1981: 65-75). En este sentido, la aproximación de Espinosa al folklore puede resultarnos hoy demasiado impregnada de historicismo, pero hay que tener en cuenta que él procedía del campo de la literatura comparada, que tenía una formación filológica y que, como muchos folkloristas europeos de aquella época, era un
seguidor declarado del método histórico-geográfico que la escuela finlandesa había utilizado con brillantez. En este sentido, por sus preocupaciones y métodos, pero también por otros motivos que analizaremos después, Espinosa pertenecía a dos mundos y participaba de dos formas cada vez más distintas y separadas de concebir el folklore. Es preciso conocer todo esto para comprender las líneas introductorias de Espinosa en la edición española de su Colección de cuentos: allí hace un rápido repaso de las teorías hasta entonces vigentes sobre los cuentos y sus orígenes y coloca a su colección dentro de ese marco difusionista que le era tan querido. Recuerda el planteamiento de los Grimm y, más tarde, de Max Müller, que defendían el origen indogermánico de los relatos tradicionales recogidos por los primeros. Luego, cuando se descubrió que esas historias no eran exclusivas de la herencia aria, Teodoro Benfey elaboró una nueva teoría según la cual procederían de la India la mayoría de los cuentos populares modernos ahora extendidos por todas las partes del mundo. Esta postura «orientalista» fue combatida por Andrew Lang, quien pretendía explicar las semejanzas entre los cuentos de distintos pueblos basándose en la hipótesis de que «los primitivos», en cualquier latitud, piensan y obran de manera parecida. Espinosa compartía la teoría de Benfey, aunque con matices, y así creía que a través justamente de España se habían transmitido muchos cuentos y leyendas orientales a otros países europeos. Esos relatos no pasaron a la tradición española sólo a partir de fuentes escritas, como podría ser el caso de la traducción del Calila y Dimna al castellano, ordenada por Alfonso X el Sabio, sino que —en la opinión de Espinosa— habrían sido introducidos en nuestra cultura oralmente por medio de los árabes y judíos que, durante siglos, vivieron en España. En esa línea, Espinosa se refiere incluso a tradiciones orales iberas y fenicias que hubieran podido pervivir en nuestro país, para concluir: Los imperios, las lenguas, las civilizaciones desaparecen, pero la humanidad, sus costumbres, sus ideas, sus leyendas y sus cuentos persisten para siempre, si bien sufren modificaciones importantes de generación en generación (Espinosa, 1946, vol. I: XXVI).
Y el folklorista, intenta, así, demostrar en el estudio de sus cuentos —citando las fuentes más remotas— que España habría servido de canal por el cual un rico caudal de cuentos y leyendas de procedencia oriental pasó a otros lugares de Europa. Porque, para Espinosa, los problemas que se nos presentan en la investigación de los cuentos populares
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—y a los cuales él dedicaría muchos años de trabajo— son de diverso orden, entre los cuales el origen y la evolución se presentan como los más importantes. Estos problemas serían: 1. Su origen, ya sea éste —como él precisa— de procedencia única o múltiple. 2. Su razón de ser, las causas que los originaron y que hoy les mantienen vivos. Cabría hablar quizá, actualizando la idea de Espinosa, de su función. 3. El estudio de su evolución mediante el análisis comparativo de las distintas versiones y la reconstrucción, en lo posible, de su proceso de transmisión de pueblo a pueblo. Espinosa va a ocuparse del estudio detallado de estos aspectos a través de las distintas temáticas que aparecen en los cuentos de su colección española. Sin embargo, él sabía perfectamente que su tarea era ardua y los resultados rara vez definitivos: Uno de los problemas del folclorista es averiguar el origen más remoto de una tradición; pero seguramente la última y más antigua que se descubra no ha de ser siempre la forma primitiva de la leyenda. Ni siquiera el Buda inventaba todo lo que contaba en sus consejos, ya que él mismo nos cuenta que narraba tradiciones antiguas (A. M. Espinosa, 1946, vol. I: XXIV).
En muchos sentidos, la obra recopilatoria, analítica y erudita de Espinosa sobre los cuentos españoles resulta peculiar e independiente, tanto respecto a lo hecho y publicado en nuestro país hasta entonces, como en relación con los enfoques más habituales en el folklore estadounidense. Si hubiera que resumir su singularidad en pocas palabras podría decirse que su trabajo resulta demasiado europeo, quizá, para ser plenamente norteamericano, y demasiado norteamericano para ser una colección de folklore europeo más.
La importancia de los estudios del folklore en la obra y vida de Espinosa: un folklorista entre dos mundos Entre 1902 y 1915 Espinosa comienza a dedicarse a la recogida sistemática de materiales de la tradición oral con destino a sus estudios filológicos y folklóricos y es esa trayectoria de recopilador de un folklore local la que le conducirá a convertirse en el recopilador de la que sigue siendo una de las más destacables —si no la más importante— colección de cuentos populares de España. Sus primeras
búsquedas tendrán lugar, como ya se ha dicho, en el territorio del norte de Nuevo México y el sur de Colorado, que había sido escenario natural de su vida y solar de sus antepasados. El folklorista había nacido el 12 de septiembre de 1880 en El Carnero, una pequeña aldea del Valle de San Luis (Colorado). Sus padres, Celso Espinosa y Rafaela Antonia Martínez, se habían trasladado allí en 1878, si bien las familias de ambos procedían de Nuevo México. El asentamiento de los españoles en este territorio estuvo, ya en los primeros tiempos, escasamente defendido desde el punto de vista militar, de modo que a menudo los colonos tenían que ayudar a los soldados en sus tareas de defensa para repeler, juntos, los ataques de apaches, comanches y otras tribus de la zona. Los indios Pueblo, moradores habituales de ese espacio, que habían sido más o menos evangelizados por los misioneros franciscanos, se comportaban, por lo general, de forma amistosa con la población hispana. Hubo, sin embargo, momentos en que protagonizaron sangrientas revueltas. En 1848, cuando los hispanohablantes de Nuevo México alcanzaban el número de 60.000, el territorio fue anexionado a los Estados Unidos de América. Hacia 1885, la población que hablaba el español entre el sur de Colorado y el norte de Nuevo México era de unos 100.000, mientras que la de anglohablantes no pasaba de 40.000. A partir de esa década el influjo de Norteamérica irá creciendo paulatinamente. Ser anglo o hispano, español o mexicano, no resultaba irrelevante para los habitantes de Nuevo México en aquel tiempo. Como la mayoría de ellos, los Espinosa heredarían esa preocupación —tan norteamericana, de otra parte— por el origen de los ancestros y más concretamente por la procedencia española, que es lo mismo que decir europea, de los mismos. Así, escribe José Manuel Espinosa, hijo de Aurelio y autor de la semblanza biográfica más completa que conocemos sobre el folklorista, que su familia «descendía de antepasados españoles que habían venido desde España hasta el Virreinato de Nueva España (México) y emigrado de allí a Nuevo México en los siglos xvi, xvii y xviii, de manera que se encontraban entre los primeros colonos del norte de ese territorio» (J. M. Espinosa, 1985: 3). El propio Aurelio intentó reconstruir la historia de su familia remontándose al más antiguo de sus ancestros, que según sus averiguaciones habría sido el capitán Marcelo Espinosa, vecino de Madrid. Éste llegó a Nuevo México acompañando a su fundador y primer gobernador, Juan de Oñate, en 1598. También, siempre según Aurelio, la rama de su madre descendía, directamente, de los primeros españoles que se asentaron en Albuquerque. Lo cierto es que sus
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antecesores inmediatos, Celso y Rafaela, vivían como mejor podían en aquel azaroso mundo de la frontera. Tuvieron ocho varones y seis hembras. Aurelio asistió, primeramente, a la escuela de su padre, que era maestro. Allí los niños aprendían a leer y escribir en español y en inglés. No sucedería esto en todos los centros de enseñanza una vez los norteamericanos intensificaran su influencia en Nuevo México. Una de las canciones que, con los años, recogería Aurelio M. Espinosa en la zona decía, precisamente, así: Ora hablaré por los maestros que aquí nos quieren poner. Sin saber el castellano quieren enseñar inglés. Los libros de Nueva York ya nos hablan al revés (en J. M. Espinosa, 1985: 131)
Aurelio, como tantos otros muchachos de aquellos lugares, ayudaría a sus mayores —por ejemplo, a su tío Ramón Martínez— en el pastoreo y en otras tareas, especialmente durante los meses de verano. También, como ellos, disfrutaría de sus ratos de ocio pescando y cazando en las montañas. Celso Espinosa, para quien sin duda la educación era lo más importante y lo mejor que podía donar a sus hijos, se trasladó con su familia a Del Norte, a fin de que los muchachos pudieran continuar adecuadamente sus estudios. Allí, Aurelio fue un aplicado alumno en Del Norte High School, y se trasladó luego a Boulder para ingresar en la Universidad de Colorado. Espinosa se graduaría en ésta en 1902, dentro de la sección de Filosofía, y comenzó su carrera profesional como profesor de lenguas modernas en la Universidad de Nuevo México en Albuquerque, durante el mismo año. En 1905, Aurelio M. Espinosa se casa con Margarita García, también descendiente según los biógrafos de «una de las más viejas familias españolas del área de Santa Fe». A lo largo de esa época —de 1902 a 1910—, en que Espinosa imparte sus clases en la Universidad de Nuevo México, ya empieza a interesarse por el lenguaje y el folklore de la zona comprendida entre el norte de Nuevo México y el sur de Colorado. En realidad se trataba de un material que le resultaba muy familiar, pues desde niño le había interesado escuchar las leyendas, cuentos, romances y canciones que sabían sus mayores. Aurelio conectaría esta preocupación suya por conocer la cultura local con campos más generales del saber, como la dialectología y la literatura españolas. En una y otra materia se irá especializando cuando curse los estudios de doctorado en la Universidad de Chicago dentro
de las ramas de Lengua y Literatura Románicas y de Filología Indoeuropea Comparada. Espinosa estudió allí con el profesor, de origen alemán, Karl Pietsch, quien sería, además, el director de su tesis en la Universidad de Chicago. Pietsch pertenecía a ese grupo de sabios germanos que introducirían en las universidades norteamericanas el rigor y el método de la filología comparativa de finales del siglo xix. La tesis doctoral que Espinosa elaborará como resultado de esa etapa va a llevar el título de «Studies in New Mexican Spanish» y será publicada, en tres partes, dentro de la Revue de Dialectologie Romane, entre 1909 y 1914. A consecuencia del interés provocado por este trabajo en medios filológicos, el profesor John Ernst Matske, de la Universidad de Stanford, brinda a Espinosa la oportunidad de dar clase en ese centro enseñando lenguas románicas. Hacia 1910, Espinosa había llevado a cabo ya algunos estudios comparativos sobre sus recopilaciones de literatura popular realizadas en Nuevo México, y se hallaba totalmente persuadido, tras el cotejo con las colecciones europeas que conocía, de la procedencia española de la mayor parte de los materiales recogidos por él. A partir de entonces, Stanford se va a convertir en una especie de «cuartel general» para Aurelio M. Espinosa, que desarrollará desde esta Universidad una enorme actividad, tanto docente como de investigación; publicará de manera infatigable y proyectará sus viajes de recopilación de folklore por diversas áreas de España y de América. Espinosa desempeñará, además, el cargo de director del Departamento al que pertenecía desde 1932 hasta su jubilación en 1947. A pesar de sus muchas obligaciones docentes y administrativas, que como vimos retrasarán la realización de algunos de sus proyectos, Espinosa encontrará tiempo para dedicar sus mayores esfuerzos a la recolección y estudio del folklore hispano, afición —si no pasión— que transmitirá a sus hijos, Aurelio y José Manuel. Gran promotor de la enseñanza del español en los Estados Unidos, Aurelio M. Espinosa llegará a editar veintidós libros de texto sobre gramática, pronunciación, conversación, etc. Fue, también, el primer editor de la revista Hispania —de la Asociación Americana de Maestros de Español1—, editor asociado del Journal of American Folklore, y presidente de la American Folklore Society entre 1924 y 1925. Espinosa mereció ser galardonado con varios honores a lo largo de su carrera profesional: miembro de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, correspondiente de la 1
American Association of Teachers of Spanish and Portuguese, AATSP.
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Sociedad Chilena de Historia y Geografía, miembro de la Real Academia Española, caballero de la Orden de Isabel la Católica, miembro correspondiente de la Hispanic Society of America, comendador de la Orden de Alfonso X el Sabio, y miembro del Instituto de Cultura Hispánica. Además, fue nombrado doctor honorífico por la Universidad de San Francisco y por la de Nuevo México. Cuando, el día 4 de septiembre de 1958, tiene lugar el fallecimiento de Aurelio M. Espinosa, sus compañeros del Departamento de Español y Portugués de la Universidad de Stanford elaborarán un escrito en su memoria recordando las muchas cualidades de Espinosa como profesor, como investigador y como persona. En él, entre otras cosas se decía: Los centenares de alumnos y alumnas que recibieron las enseñanzas del profesor Espinosa, muchos de los cuales desempeñan ahora cargos de importancia en el mundo académico, le recordarán siempre por su altura académica, sus vivas e interesantes exposiciones y su capacidad para entender los problemas de los estudiantes (J. M. Espinosa, 1985: 25).
Una de las premisas fundamentales de los trabajos —tanto filológicos como literarios— del insigne folklorista fue el demostrar que los hispanohablantes de su tierra, en virtud del aislamiento en que se habían encontrado durante siglos, desarrollaron su lengua y su cultura directamente a partir de la que llevaron a aquellas áreas los españoles del siglo xvi. Según su parecer, los rasgos más distintivos del dialecto de Nuevo México habrían de buscarse en la Península, y por ello Espinosa creyó necesario identificar los orígenes de los primeros colonizadores de la zona. De acuerdo con sus pesquisas, éstos procedían, principalmente, de Castilla, Andalucía y Extremadura. En la opinión de Espinosa, las fuentes del español de Nuevo México —y también de su folklore— deberían buscarse en la Castilla del Siglo de Oro o, al ser esto ya imposible, en la Castilla contemporánea. Y eso es precisamente lo que hizo. La valía de sus trabajos filológicos fue reconocida por hispanistas como Amado Alonso, quien escribió en el prólogo de la edición de los Studies... que «la obra de Espinosa presenta sistemáticamente el estudio más rico con el que contamos sobre formas dialectales; ningún otro dialecto, ni antes ni después de él, ha sido tan minuciosamente catalogado en sus variantes fonéticas y morfológicas» (en J. M. Espinosa, 1985: 18). Espinosa se interesó, además, en sus trabajos de dialectología, por la influencia del inglés en el español de Nuevo México, un campo —éste de la mutua influencia entre lenguas— que cada vez iría adquiriendo más importancia
dentro del ámbito de la filología y la lingüística en los Estados Unidos. En la caracterización de las formas dialectales, Espinosa recurrió, frecuentemente, a ejemplos extraídos de sus materiales folklóricos. Fue también por ello por lo que, poco a poco, Espinosa amplió el número de áreas encuestadas incluyendo zonas de California, Texas, México e, incluso, España. Como otros folkloristas norteamericanos, Espinosa identificó, desde el inicio de sus investigaciones, folklore con folk literature o literatura popular. Así, escribe en 1910: «Estoy en el momento presente especialmente interesado en las facetas literarias y lingüísticas del folclore español». Con igual franqueza manifestaba su confianza en el método comparativo y, más concretamente, en la metodología histórico-geográfica desarrollada por la escuela finlandesa de folklore: «El método comparativo de estudiar folklore, que es, al mismo tiempo, histórico, me parece el único mediante el cual se pueden conseguir buenos resultados. Proseguir este método para progresar en todas las ramas de nuestro estudio es una larga, laboriosa tarea» (A. M. Espinosa, 1910: 395). No muy lejos de los planteamientos de Espinosa se encontraba Ramón Menéndez Pidal, que en su estudio del romancero oral utilizará métodos semejantes. Cuando, a partir de 1906, el filólogo español inicia un gran proyecto de recopilación de la balada hispana, muchos coleccionistas particulares, como Espinosa, colaborarán con él de buen grado, aportando sus propios materiales a tan gigantesca empresa. A diferencia de Menéndez Pidal, Espinosa procuró ser siempre el recopilador directo del folklore que luego estudiaría, sirviéndose sólo, muy excepcionalmente, de las recolecciones de amigos o familiares para contrastar las versiones de aquéllos con las suyas. Espinosa conoció a Menéndez Pidal en 1909, durante una visita de éste a los Estados Unidos, comenzando entonces entre ambos lo que luego sería una larga y duradera amistad. En el viaje que, como ya hemos visto, Espinosa realiza a España para recopilar, sobre todo, cuentos de tradición oral, la constante colaboración de Menéndez Pidal resultará de gran importancia. Pero como filólogo y como folklorista, Espinosa se relacionó con otros muchos ilustres colegas de Europa y América, manteniendo con ellos continua correspondencia y activo intercambio de trabajos e información. Además, Espinosa fue amigo muy apreciado de antropólogos como Franz Boas y Elsie Clews Parsons o de historiadores como Herbert E. Bolton. Elsie Clews Parsons (1875-1941), que se había doctorado en antropología por la Universidad de Columbia en 1899, se interesó primeramente por el estudio de la familia norteamericana
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y el feminismo, pasando después a centrarse en aquellos aspectos que, desde la cultura, ejercen un control sobre el individuo. Fue pionera en la aproximación al folklore afroamericano, y una cuidadosa recolectora que insistía en el registro de los más nimios detalles en cada recopilación. Era una gran defensora del trabajo de campo etnográfico y colaboró desinteresadamente con su fortuna personal, desde la American Folklore Society, en la financiación de proyectos de colegas y amigos suyos, como Espinosa, con el que había coincidido en un mutuo interés por el folklore de los indios Pueblo, ya que estaba convencida de lo mucho que las nuevas recopilaciones, en el campo de la cultura popular hispana, podían aportar a un mayor conocimiento de las relaciones entre lo indígena, lo africano y lo europeo en América. Franz Boas (1858-1942) también era un antropólogo algo especial. Nacido en Alemania, se instaló en Norteamérica, en parte huyendo del antisemitismo que se enseñoreaba crecientemente de su país de origen. Boas, quien —siguiendo en un principio el método difusionista— se esforzó en discernir las posibles influencias asiáticas entre los indígenas de Norteamérica, creía que las tradiciones verbales de cada pueblo eran las que mejor podían expresar la cosmovisión y sistema de valores de su cultura. Fue el fundador de una escuela antropológica que llegó a contar en la nómina de discípulos con algunos de los investigadores más destacados de su época, como Alfred Kroeber, Margaret Mead, Ruth Benedict, Robert Lowie, Edward Sapir o Paul Radin. Su trabajo se desenvolvió dentro del marco teórico del «relativismo cultural», opuesto a la concepción del «evolucionismo cultural» que había estudiado las diferencias de la humanidad de acuerdo con unas fases de desarrollo (salvajismo, barbarie y civilización), que inapelablemente tenderían a cumplirse. Boas revisará también el enfoque difusionista que contribuía, desde planteamientos eurocéntricos, a apuntalar esa aproximación al devenir humano a partir de escalas de supuesto perfeccionamiento. E inauguraría un difusionismo a la norteamericana, o «particularismo histórico», que va a estudiar la expansión de elementos o rasgos por un área cultural desde un foco originario. A Boas le preocupaba especialmente la lingüística, ya que pensaba que la lengua constituía un aspecto fundamental para la comprensión de la cultura y que funcionaba de manera muy semejante a ella, llegando a establecer analogías entre los fenómenos culturales y lingüísticos, pues unos y otros eran, en su opinión, de naturaleza principalmente inconsciente. Consideraba Boas, sin embargo, que antes de aventurarse a estudiar los mitos y
demás relatos de las sociedades primitivas del pasado, había que conocer cómo funciona en época contemporánea la creación y transmisión de ellos en ese tipo de sociedades, ya que seguramente sus recursos expresivos y de difusión seguirían siendo los mismos. Y, por supuesto, a Boas le interesaba enormemente el folklore, lo que no era ni mucho menos corriente entre los antropólogos norteamericanos de aquel momento. George Foster, alumno de Kroeber —que lo fue a su vez de Boas— y viajero en España, como un nuevo Espinosa, para realizar un trabajo de campo que por sus resultados le permitiera constatar la influencia española y europea en las culturas americanas, reconocerá esa inclinación de la línea de investigación que él seguía hacia la folklorística: «Todos nosotros hacíamos folklore» —dijo al referirse a los discípulos de Boas— (Zumwalt, 1988: 68). Pero aunque coincidiera con Boas y algunos de sus discípulos en el interés por el folklore, y compartiera planteamientos metodológicos semejantes, Espinosa no buscaba exactamente lo mismo, ni lo hacía de la misma manera. El tipo de su preocupación identitaria, como motivación o resorte fundamental en sus pesquisas folklóricas, era más europea que norteamericana, y sus conceptos sobre el folklore debían más a las tradiciones eurocéntricas y evolucionistas, tan proclives al indoeuropeísmo —que Boas había revisado, aunque no combatido— que a la orientación, mucho más relativista y contemporánea, que Boas confería al folklore, y que marcaría, en parte, el rumbo de esta disciplina en los Estados Unidos. Según ya se apuntó anteriormente, Espinosa efectuó su trabajo de campo en tres áreas principales, aunque también llevara a cabo sondeos en alguna otra. De 1902 a 1911 realizó sus recopilaciones más intensivas en Nuevo México y sur de Colorado, si bien seguirá haciendo incursiones, entre 1912 y 1932, o visitas esporádicas en los años treinta, cuarenta y cincuenta sobre la misma zona. De 1911 a 1919 recogió sus materiales de California y en 1920 emprendió viaje a España. En su trabajo de campo Espinosa anotaba a mano lo que el informante le transmitía, registrando las peculiaridades lingüísticas que afectaban a la pronunciación, vocabulario y gramática. Sólo en algunas ocasiones realizaba transcripción fonética de la recopilación. Cuando Espinosa inicia sus encuestas, la población de hispanohablantes en Nuevo México era de unos 175.000 y la del sur de Colorado de unos 50.000. De los 150.000 que vivían en el área explorada por Espinosa —y según sus propias estimaciones— aproximadamente 80.000 no hablaban inglés, aunque entendieran algunas palabras en ese idioma.
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Fueron informantes de Espinosa gentes de muy diverso tipo: granjeros, rancheros, pastores, criados... Recitaron, contaron y cantaron para él personas de toda edad y nivel social. Entre ellos, los abuelos, padres, parientes y amigos del propio investigador. No siempre consignaba éste la edad y nombre de cada informante, pero sí el lugar donde la recopilación se había producido. Solía anotar el mayor número posible de datos sobre la encuesta cuando recogía materiales poéticos de cierta antigüedad, como romances tradicionales. En su trabajo de campo Espinosa descubrió que éstos habían sido muy cantados en Nuevo México hasta finales del siglo xix, pero que su utilización había empezado a decaer a partir de esa época. En el momento en que Espinosa desarrolló sus recolecciones no abundaban los informantes capaces de recordarlos y, tal como Espinosa pudo constatar, aquellos que lo hacían eran también, por lo general, fuente inagotable de otros géneros folklóricos. A pesar del enfoque historicista con que Espinosa se aproximaba al folklore, supo vislumbrar la dinámica creatividad de lo folklórico en muchos de los géneros que recopiló, y así, al hablar de las coplas escribe: La era creativa de las coplas no ha terminado. Todavía se están creando a cada instante y probablemente seguirá siendo así mientras se hable español en Nuevo México (en J. M. Espinosa, 1985: 37-38).
En Nuevo México y en los demás lugares donde realizaría su trabajo de campo, Espinosa recogió diversos géneros del folklore, como cuentos, leyendas, coplas, romances y corridos, si bien no prestó especial atención a este tipo de balada, reciente en su época, empeñado —quizá— como estaba en mostrar la fidelidad de las formas recopiladas a la vieja tradición española. En ese sentido rastreó, también, la huella de lo español en el lenguaje y folklore de los indios Pueblo, confirmando tal influencia en algunas formas de su vocabulario, en himnos y baladas de carácter religioso, en danzas y canciones infantiles... Basándose, precisamente, en los descubrimientos de Espinosa y la realidad que él mismo había podido constatar, el antropólogo Franz Boas llegaría a la conclusión de que «un conjunto importante del material folklórico recogido entre los indios americanos puede ser localizado a partir de fuentes españolas» (Boas, 1925: 109-227). Pero hasta ahí llegan las coincidencias, importantes sin duda, entre ambos. Dentro del debate entre indigenistas y europeístas, que ha marcado no sólo los estudios sino también gran parte de las creaciones culturales de América —y sobre América— en el siglo xx, Espinosa tomó claramente partido por la
segunda tendencia. En ello incidió, seguramente, el tipo de cultura que, desde niño, conoció en Nuevo México y, quizá, como ha señalado Stanley L. Robe, ciertos factores locales que condicionaban la identidad de los nuevomexicanos. Así, los de la época de Espinosa preferían ser llamados «Spanish» y no otra cosa, por lo que Robe interpreta que el grupo de los Espinosa ha sido demasiado inflexible en su «españolidad». Para Robe se produce «una constante identificación de Nuevo México con España en la comparación y análisis de los cuentos e, incluso, en la manera de titularlos». En opinión de este folklorista norteamericano «da la impresión —leyendo a Espinosa— de que los colonos nuevomexicanos hubieron sido trasvasados directamente de España a su nueva casa en América, sin pasar por México» (Robe, 1977: 7-9). El mismo autor apunta que la narrativa oral recogida por Espinosa y sus estudiantes está indicándonos cuáles eran las preferencias de los narradores y audiencias en lo que al cuento se refiere, si bien los condicionamientos de los propios recopiladores pudieran haber influido en la proporción de géneros representados (Robe, 1980: 4). En este caso, como en el de la balada, probablemente Espinosa no prestó la misma atención a las leyendas de origen reciente que a los cuentos tradicionales, ya que lo que él perseguía era encontrar semejanzas entre el folklore nuevomexicano y el español. Dice Robe que, aunque Espinosa y sus seguidores no desdeñaran «reflejar a menudo los entornos locales, modos, instituciones y lenguaje» característicos de sus informantes en Nuevo México, lo que verdaderamente les interesaba era que estas narraciones se vieran «como una clara extensión de la tradición europea del cuento folklórico y, específicamente, de aquélla de rasgos hispánicos»; y de ahí que «el sistema de creencias, altamente activo y extendido, que persiste y encuentra constante expresión en las leyendas y las personales experiencias narrativas» de los nuevomexicanos fuera mucho menos tenido en cuenta, al igual que esas formas de relato, por Espinosa y sus más cercanos colaboradores, ya que el cuento ocupaba un lugar preferente en sus investigaciones (Robe, 1980: 4-5). Y no podía ser de otro modo, pues Espinosa, que en esto coincidía mucho más con Menéndez Pidal que con Boas, actuaba —según él mismo declaró— como un fiel continuador del método histórico-geográfico desarrollado por la escuela finlandesa, apenas matizado por las aportaciones de otros investigadores también muy admirados por él como Bolte y Polívka. De acuerdo con Alan Dundes, el trabajo del folklorista ha de fundamentarse sobre la identificación —o búsqueda— de las similitudes, y la interpretación —o delimitación— de las
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diferencias (Dundes, 1965: 130-132). Probablemente las indagaciones de Espinosa se inclinaran en ocasiones más hacia lo primero que hacia lo segundo, en razón de sus propias circunstancias personales. Él era un nuevomexicano que, sintiéndose diferente de lo norteamericano y de lo mexicano, sin duda anotaba con entusiasmo cada una de las semejanzas que iba descubriendo entre su folklore y el de España. Por otro lado no inventaba nada, la identificación que él, al principio de sus recopilaciones, había sólo intuido, existía también realmente. Otra cuestión es por qué se complacía en enfatizar este aspecto frente a otros. El hacerlo movió probablemente a Espinosa a interesarse más, en algunas ocasiones, por lo que el folklore tenía de arcaizante que por el folklore en cuanto a proceso continuo de creación. En los Estados Unidos, como sugiere Robe, la palabra Spanish —que aún conservaba ciertos ecos de rancia caballerosidad y aventura romántica— empezó a ser utilizada por aquellos que, viviendo en la frontera, no querían que les identificaran como mexicanos. Curiosamente, el término acabó relacionándose, después de un tiempo, con la idea estereotipada de hispano-mexicano que se había pretendido eludir. A partir de ese momento, Spanish ya no sirvió para designar al «español de España», pues este vocablo se vio contagiado de las mismas connotaciones peyorativas que, para el anglohablante, adquiriera con anterioridad el término Mexican. Ahora, el «español de España» tendría que ser denominado como Spaniard. Al margen de todas estas estrategias socio-lingüísticas que tanto nos dicen sobre el peso de los estereotipos, lo cierto es que, como Robe también reconoce, Nuevo México, en virtud de su secular aislamiento y de las frecuentes luchas acaecidas en su territorio, fue adquiriendo rasgos culturales muy distintivos, especialmente en lo que toca a las creencias y supersticiones de sus habitantes, de religión católica en su mayoría (Robe, 1985: 7-8). Para Espinosa, la cultura nuevomexicana —con la preocupación por la identidad característica de toda zona fronteriza— mostraba más aspectos arcaizantes y mayor apego a la tradición de España que otras zonas americanas de habla española. Aparte de la ortodoxia teórica y metodológica, antes mencionada, de sus planteamientos difusionistas (ya algo pasados de moda para cierta antropología norteamericana), será esa preocupación identitaria por el folklore, así como una visión bastante romántica y exotista de lo popular, lo que seguramente más le acercara a investigadores del Centro de Estudios Históricos como Menéndez Pidal. Y lo que, de otro lado, vendría a diferenciarle conceptualmente de Boas. En muchos estudiosos europeos del folklore herederos de las tesis románticas sobre lo popular, éste se convierte en
un instrumento útil para la reconstrucción de identidades. Y el interés de Menéndez Pidal por la literatura folklórica puede muy bien enmarcarse en esa órbita, pues su proyecto de recopilación y recuperación de ese tipo de materiales tiene —más allá de los logros y rigor científicos de su ingente labor— un no disimulado sesgo de proyecto nacional o hispánico. Espinosa compartirá plenamente esa postura de reivindicación de una civilización a su parecer injustamente negada u olvidada. Los intereses de Boas acerca del folklore eran, por otro lado, meramente de carácter disciplinar, como rama que podía aportar una perspectiva enriquecedora en el conocimiento antropológico de las culturas, a través del análisis contextualizado de sus expresiones lingüísticas y literarias, y muy especialmente de su narrativa popular. Mientras que Espinosa aún concebía el folklore como algo que dimana de la «mente del hombre primitivo» y la disciplina que lo estudia como una ciencia que «estudia e interpreta la historia de la civilización», Boas ofrecía por la misma época apreciaciones al respecto que hoy consideraríamos más avanzadas. Dice así Espinosa: El folklore consiste específicamente en las creencias, costumbres, supersticiones, proverbios, adivinanzas, canciones, mitos, leyendas, cuentos, ceremonias, rituales, magia, brujería y todas las demás manifestaciones y prácticas de la gente primitiva y analfabeta y de la «gente común» de la sociedad civilizada (en Fried y Leach, 1949, vol. I: 399).
Para Espinosa, el folklore había seguido dos líneas principales: el estudio de las creencias y supersticiones populares, en la que quedarían incluidas rituales y fiestas; y la recolección, clasificación y estudio de los cuentos folklóricos y otras clases de literatura popular. El segundo de estos campos era visto por él como de capital importancia para el estudio y los orígenes de la literatura europea (J. M. Espinosa, 1985: 50-51). Sin embargo, aunque Boas podría probablemente haber firmado muchos de los asertos de Espinosa como suyos a propósito del folklore, también consideraba que la disciplina que lo estudiaba podía ser entendida desde planteamientos menos evolucionistas:
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Mitología y folklore no pueden ser entendidos solamente desde el punto de vista de una filosofía primitiva, como el resultado del pensamiento especulativo a propósito del origen y estructura del mundo y la vida humana. Es también una corriente de artística y —más específicamente— literaria actividad. El énfasis que cae parcialmente del lado de la íntima
INTRODUCCIÓN [2009]
relación entre religión y mitología oscurece el juego imaginativo que queda envuelto en la creación de los mitos (Boas, 1938: 611).
Otra precisión ilumina lo que Boas pensaba del folklore tal como había sido entendido y practicado durante largo tiempo en Europa: Mientras que un amor romántico por la vida temprana de una nación asumió ingenuamente un espontáneo y autónomo crecimiento de su cultura desde los tiempos más remotos, la investigación histórica ha mostrado que las grandes interinfluencias de las culturas en Europa, así como de la interdependencia de los elementos populares respecto a la «alta cultura», como se revela en el arte popular [...] ha removido nuestra creencia en ese étnico o «nacional» origen de la cultura folklórica, que estuvo en el principio del estudio del folklore y las antigüedades folklóricas en la mayoría de los países europeos (Boas, 1938: 621).
Aquí hemos destacado las diferencias teóricas o de concepto sobre el folklore entre uno y otro investigador sin eludir las similitudes, pero también había coincidencias y disensiones de método. Boas en su investigación acerca de The Central Eskimo (1888), como Parsons en sus indagaciones en torno al Folklore from the Cape Verde Islands ([1923] 1968) o de Pueblo Indian Religion (1939), practicarán un trabajo de campo etnográfico de orientación netamente antropológica, es decir, pasando tiempo en un lugar y conviviendo con determinadas comunidades, aunque la zona que se intentaba abarcar pudiera ser más o menos amplia. El trabajo de campo de Espinosa, más semejante en esto al de los folkloristas europeos, se apoyará fundamentalmente en encuestas geográficas en una región o una nación, mediante las cuales era, por lo general, recopilado material de un género concreto que serviría de base para comparar versiones de lugares distintos sobre un mismo tema. Puede pensarse que la explicación de esta metodología dispar estriba en las líneas diferentes que durante mucho tiempo convivieron dentro de los estudios de folklore en Norteamérica y que, en cierto modo, siguen conviviendo; así, una de raíz más filológica o literaria, y otra más antropológica. Pero lo que verdaderamente importa es aquello que separa o distingue a ambas: pues, aparentemente, en una prevalecería el interés por los «textos» y en la otra por los «contextos». Sin embargo, las dos convergerían a menudo desde los tiempos de Espinosa, ya que una aproximación no tiene por qué excluir necesariamente a la otra. El propio
Boas, y también algunos de sus seguidores, son un buen ejemplo. La brecha, sólo aparente como decimos, entre ambos planteamientos, se produce en la medida en que estas dos tendencias conduzcan a prácticas extremas. Si se estudian comunidades desde y a través de textos, sin despreciar la tradición folklórica al respecto, o se analizan textos convenientemente contextualizados en las comunidades que los sustentan, la distancia se vuelve menor. En este sentido, puede decirse que los trabajos de campo de Espinosa en Nuevo México y Colorado estuvieron más cerca de un modelo antropológico que sus encuestas folklóricas en España (las cuales, de hecho, habían sido planteadas por el propio folklorista como una prospección previa a una investigación más detenida). Y ello no sólo porque dedicara más tiempo y en épocas diferentes a los mismos, sino también por la variedad de géneros que tocó —de los cuentos a los dramas, pasando por los rituales— y la atención que prestó a la documentación contextualizada de sus búsquedas folklóricas. El trabajo de Espinosa sobre «Spanish Tradition Among the Pueblo Indians», incluido como Apéndice por su hijo José Manuel en la edición que dedica a la obra de su maestro y padre (J. M. Espinosa, 1985: 240-250), constituye una muestra clara de que el investigador no se limitaba a ser un «folklorista recolector» y que, en muchos casos, abordó, desde su apabullante conocimiento del folklore, problemas de calado indudablemente antropológico. De hecho, puede concluirse que fue uno de los folkloristas más orientados y preparados antropológicamente que trabajó sobre el folklore de España. Otra prueba de esto son las continuas comparaciones, no sólo textuales, que realiza entre las manifestaciones folklóricas españolas y las nuevomexicanas de dramas folklóricos, ya fueran religiosos o no (J. M. Espinosa, 1985: 201-228). Espinosa, que poseía un riquísimo background como trabajador de campo y una excelente preparación como estudioso de las literaturas populares en ámbitos geográficos muy distintos, llegó más lejos de lo que habían podido hacerlo muchos folkloristas y más de lo que lo harían también muchos antropólogos de los que han trabajado sobre la Península en su inigualable compilación y estudio de los cuentos populares de España. No sólo fue un recopilador magnífico, sino también un finísimo folklorista que avanzó por delante de la mayoría de los de su tiempo que se dedicaban a este campo en nuestro país, esforzándose como pocos en desentrañar cuáles podrían haber sido los mecanismos de creación y transmisión de la narrativa popular. Visto desde una perspectiva española e incluso europea se movió singularmente entre disciplinas
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Luis Díaz Viana y Susana Asensio Llamas • CUENTOS POPULARES
—lingüística, folklore y antropología— y, cosa que era frecuente entre antropólogos pero no tanto entre folkloristas europeos de su época, entre países y continentes. Su valor único quizá radique, justamente, en que fue un aventajado investigador entre disciplinas y un recopilador excepcional entre el folklore de Europa y América: un particular folklorista entre dos mundos. Y un viajero infatigable en busca de sí mismo, que a través de los más viejos cuentos intentó encontrar el camino perdido que le llevara de regreso desde Troya a Ítaca. Porque como escribió Kaváfis: Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca debes rogar que el viaje sea largo, lleno de peripecias, lleno de experiencias. *** Conserva siempre en tu alma la idea de Ítaca: llegar allí, he aquí tu destino.
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INTRODUCCIÓN [2009]
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Luis Díaz Viana y Susana Asensio Llamas • CUENTOS POPULARES
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temas y lugares
Listados de cuentos según temas I. Cuentos de adivinanzas A. La mata de albahaca 1. La mata de albahaca Toledo 2. La mata de albahaca Aldeorno 3. La mata de albahaca Granada 4. Las tres hijas del sastre Barbadillo del Mercado B. La adivinanza del pastor 5. El acertijo Córdoba 6. El acertajo Toledo 7. El acertajo Granada 8. El acertajo Atarfe C. La piel del piojo 9. Piel de piojo y aro de hinojo 10. El traje del piojo 11. El pandero de piojo
Santa Fe La Guardia Zamora
D. Varios 12. J uan Soldao y la princesa Retortillo 13. Las tres preguntas Utrera 14. Las doce palabras retorneadas Cuenca 15. El obispo y el tonto Fontibre 16. Y o tomé lo que no quise Santiponce 17. Antaño fui hija San Pedro de Alcántara 18. Bebed este vino, amigo Mucientes 19. Aquí traigo, Padre Santo Llanuces 1
En el original, siempre aparece SANTANDER como nombre de provincia refiriéndose a Cantabria.
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TOLEDO SEGOVIA GRANADA BURGOS
CÓRDOBA TOLEDO GRANADA GRANADA
GRANADA GRANADA ZAMORA
SORIA SEVILLA CUENCA CANTABRIA1 SEVILLA MÁLAGA VALLADOLID ASTURIAS
temas y lugares
20. Desde lejos la vide venir Granada 21. Entre el clavel y la rosa Soria 22. Por allí vienen nuestros padres Málaga 23. Ni yo te lo pido Málaga 24. Yo vide en el mes de enero Granada 25. De la Vera Cruz salieron Soria 26. L arga, larga, ¿adónde vas? Lugar sin determinar 27. El secretario y su hija Llanuces 28. Tres palomas van volando Burgos 29. Doce frailes estaban comiendo Burgos 30. Bien venido seas, amigo Burgos
GRANADA SORIA MÁLAGA MÁLAGA GRANADA SORIA
Lugar sin determinar ASTURIAS BURGOS BURGOS BURGOS
II. Cuentos humanos varios A. Cuentos y leyendas 31. Los tres frailes Toledo 32. Los tres frailes Llamo2 33. ¿ Cuándo cegará el mío Xuan? Llamo 34. El zapatero que cegó Jaén 35. Sansón Muñana 3 36. María del Carmen Granada 37. Rosa Verde San Pedro de Alcántara 38. La Picotora Villafranca de la Sierra 39. El mendigo Tudanca 40. La hija del limosnero Toledo 41. El zurrón que cantaba Soria 42. La fiesta de San Nicodemos Torrijo de la Cañada 43. El día de San Roque Córdoba 44. La mujer que no comía con su marido Jaén 45. El ama del cura Fresno 46. La mujer golosa Villafranca de la Sierra 47. La hija golosa Valladolid 48. El toro barroso Soria 49. Xuan y Maruxa Lugar sin determinar B. Cuentitos y chistes 50. Los cinco sordos Villarejo Sobrehuerta4 51. La viejecilla y sus tres perritos Sevilla 52. Los tres gallegos Toledo 53. El santo del sastre Zamora 54. El tonto y su burro Burgos 55. El tonto adivino Montanar de Cerrato5 2
TOLEDO ASTURIAS ASTURIAS JAÉN ÁVILA GRANADA MÁLAGA ÁVILA CANTABRIA TOLEDO SORIA ZARAGOZA CÓRDOBA JAÉN CANTABRIA ÁVILA VALLADOLID SORIA ASTURIAS
CUENCA SEVILLA TOLEDO ZAMORA BURGOS PALENCIA
Todos los cuentos de Llamo fueron recogidos en 1913 por Eduardo Martínez Torner (EMT), y puestos a disposición de Espinosa para ser incluidos en su recopilación. Aunque de los 4 ítems recogidos en Llanuces, sólo se le atribuye a EMT la recogida de los números 222 y 269, es posible que los números 19 y 27 también hayan sido recogidos por él en 1913. 3 En el original: San Esteban de Muñana. 4 En el original: Villarejo sobre Huerta. 5 Nombre no localizado en la nomenclatura actual, ni como Montanar de Cerrato, ni como Montañar de Cerrato, pero podría ser Hontoria.
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56. El molinero ladrón
Zamora
C. Latinismos populares y trabalenguas 57. El Agnus Dei Retuerta 58. La dóisima próisima Zamora 59. La chipiritaina Láncara / Sena de Luna6 60. El nuevo cura Cuenca 61. El estudiante hambriento Granada 62. Fui a caza Barbadillo del Mercado
ZAMORA
BURGOS ZAMORA LEÓN CUENCA GRANADA BURGOS
III. Cuentos morales A. Los tres consejos 63. Los tres consejos Villanueva del Campillo 64. Los tres consejos Villarejo Sobrehuerta 65. Los tres consejos Tudanca 66. Los cuatro consejos Río Tuerto 67. Los dos consejos Soria 68. L os consejos de un padre Zamora 69. El secreto Briviesca B. Almas en pena 70. El alma del cura Rasueros 71. El alma del cura Cuenca 72. La misa de las ánimas Cuenca 73. La misa de las ánimas Granada C. Leyendas de santos 74. La misa de San José Villanueva del Campillo 75. Los altos juicios de Dios Santiponce 76. S anta Teresa confesora Santiponce 77. Santa Teresa se come un pollo entero Santiponce 78. Santa Catalina Jaraíz de la Vera D. La leyenda de Don Juan 79. El incrédulo y la calavera Daimiel 80. El estudiante y la calavera Granada E. Varios 81. El ángel y el ermitaño Cuenca 82. La cabeza de la muerta Villanueva del Campillo 83. El aparecido Granada 84. El cabrito negro Llamo 85. El Cristo clavado en la puerta Santiponce 86. El santo Cristo viejo Cuenca 87. Condenados en vida Zamora 6
ÁVILA CUENCA CANTABRIA CANTABRIA SORIA ZAMORA BURGOS
ÁVILA CUENCA CUENCA GRANADA
ÁVILA SEVILLA SEVILLA SEVILLA CÁCERES
CIUDAD REAL GRANADA
CUENCA ÁVILA GRANADA ASTURIAS SEVILLA CUENCA ZAMORA
Actualmente es el ayuntamiento de Sena de Luna. Láncara de Luna quedó sepultada bajo el embalse de Luna, tras su construcción en 1956.
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temas y lugares
88. El rico avariento Villanueva del Campillo 89. La muchacha embustera Torrijo de la Cañada 90. El zapatero pobre Granada 91. La mujer mandona Zamora 92. La esposa desobediente Zamora 93. La esposa falsa Ávila 94. Todo lo perdona Dios Ciudad Real 95. La calle de la Pierna Córdoba 96. La averiguarona Ciudad Real 97. La liebre pensativa Arcas 98. El trigo, la cebada y el centeno Briviesca
ÁVILA ZARAGOZA GRANADA ZAMORA ZAMORA ÁVILA CIUDAD REAL CÓRDOBA CIUDAD REAL CUENCA BURGOS
IV. Cuentos de encantamiento A. La niña perseguida 99. La niña sin brazos Zamora 100. La niña sin brazos Solosancho 101. La niña sin brazos Cuenca 102. La niña sin brazos Madridejos 103. El cisquero y el demonio Ávila 104. El diablo maestro Zamora 105. La ciervata Jaraíz de la Vera 106. La encontrada Ciudad Real 107. Como la vianda quiere a la sal Soto de la Marina 108. La zamarra Cuenca 109. Los tres trajes Zamora 110. Los tres trajes Jaraíz de la Vera 111. La Puerquecilla Granada 112. Estrellita de Oro Palomera 113. Las tres gracias por Dios San Pedro de Alcántara 114. El palacio del Jarancón Villahoz 115. Blanca Flor Villaluenga 116. La madre envidiosa Jaraíz de la Vera 117. El nombre del diablo Villafranca de la Sierra 118. María del Rosario Zamora 119. Los siete infantes Cuenca 120. L a negra y la paloma San Pablo de los Montes 121. Las tres naranjas Cuenca B. La hija del diablo 122. Siete Rayos de Sol Granada 123. B lanca Flor, la hija del diablo Cuenca 124. Marisoles Soria 125. El Castillo de las Siete Naranjas Villamediana C. El príncipe encantado 126. Las tres ascuitas Torrejón de Velasco 127. Cabeza de burro Ciudad Real
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ZAMORA ÁVILA CUENCA TOLEDO ÁVILA ZAMORA CÁCERES CIUDAD REAL CANTABRIA CUENCA ZAMORA CÁCERES GRANADA CUENCA MÁLAGA BURGOS TOLEDO CÁCERES ÁVILA ZAMORA CUENCA TOLEDO CUENCA
GRANADA CUENCA SORIA PALENCIA
MADRID CIUDAD REAL
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128. El Castillo de Oropé 129. La cueva del dragón 130. El lagarto de las siete camisas 131. La fiera del rosal 132. El príncipe rana
Soria Sevilla Cuenca Almenar Porqueros
SORIA
D. Juan el oso 133. Juanito el Oso 134. Juanito el Oso 135. Juanillo el Oso
Blacos Fontibre Villaluenga
SORIA
E. Juan sin miedo 136. Juan sin Miedo 137. El que no conocía el miedo 138. Periquito sin Miedo
Soria Cuenca Tudanca
SORIA
F. La princesa encantada 139. El Castillo de Irás y no Volverás Zamora 140. El príncipe Español Toledo 141. La princesa encantada Valladolid 142. La princesa encantada Sevilla 143. Las tres maravillas del mundo Fuentepelayo7 144. La loba negra Porqueros 145. La princesa mona Cuenca G. Varios 146. L a ahijada de San Pedro Jaraíz de la Vera 147. El anillo de la princesa Retortillo 148. Los siete cuervos Soria 149. El tonto lagañoso, magañoso Río Tuerto 150. L a cosa más rara del mundo Sevilla 151. El castillo encantado Salas de los Infantes 152. Las tres bolitas de oro Torrijo de la Cañada 153. La gaita que hacía a todos bailar Nódalo 154. Las tres avellanas Astorga 155. El oricuerno Cuenca 156. Los cuarenta y un ladrones Santa Fe 157. Dos almas en pena Santa Fe 158. Periquillo Córdoba 159. María como un ajo Santander 160. La asadura del muerto Toledo 161. La bruja de Granada Granada 162. La bruja de Córdoba Córdoba
7
En el original: Fuente Pelayo.
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SEVILLA CUENCA SORIA LEÓN
CANTABRIA TOLEDO
CUENCA CANTABRIA
ZAMORA TOLEDO VALLADOLID SEVILLA SEGOVIA LEÓN CUENCA
CÁCERES SORIA SORIA CANTABRIA SEVILLA BURGOS ZARAGOZA SORIA LEÓN CUENCA GRANADA GRANADA CÓRDOBA CANTABRIA TOLEDO GRANADA CÓRDOBA
temas y lugares
V. Cuentos picarescos A. Pedro del urdemalas 163. Pedro el de Malas Toledo 164. Pedro Malasartes Truchas 165. Juan Listo y Juan Tonto Urbel del Castillo 166. La tira de pellejo Soto de la Marina 167. Pedro el Listo y Juan el Tonto Torrejón de Velasco 168. Juan Soldao Río Tuerto 169. Juan Soldao Santotis8 170. Dios y San Pedro y Juan Tonto Canos 171. La muerte Granada B. Los dos compadres 172. Los dos compadres Soto de la Marina 173. Los dos compadres Granada 174. Juanito Malastrampas Burgos 175. Los dos hermanos Soria 176. Los dos hermanos San Pedro de Alcántara C. El tonto y la princesa 177. La princesa que nunca se reía Sevilla 178. La princesa que nunca se reía Astorga 179. Es Conde Abel y la princesa Santa Catalina de Somoza9 180. La camisa del día de la boda Ávila D. Juan el tonto 181. J uan el Tonto y María la Lista Valdearcos de la Vega 182. Juan el Tonto y María la Lista Escalona 183. Juan Tonto y su mujer Valladolid 184. Juan Tonto va a vender miel Salas de los Infantes 185. Las señoritas del manto negro Herrera del Pisuerga10 186. Juan el Tonto Barbadillo del Mercado 187. Juan Tonto Palazuelos de Muño11 188. Juan Tonto Tudanca 189. Pedro el borracho Tudanca 190. De media un celemín Soria 191. Perico Argumales Reinosa E. Varios 192. Juan de las Cabras Urbel del Castillo 193. Juan Bobo Hoznayo 194. Don Juan Chiruguete mata uno y espanta siete Retortillo 195. Juanillo, el Oso y el pastor Vilecha12 18
En el original: Santotís. En el original: Santa Catalina, Astorga, León. 10 En el original: Herrera. 11 En el original: Palazuela de Muñó. 12 En el original: Villecha. 19
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TOLEDO LEÓN BURGOS CANTABRIA MADRID CANTABRIA CANTABRIA SORIA GRANADA
CANTABRIA GRANADA BURGOS SORIA MÁLAGA
SEVILLA LEÓN LEÓN ÁVILA
VALLADOLID SEGOVIA VALLADOLID BURGOS PALENCIA BURGOS BURGOS CANTABRIA CANTABRIA SORIA CANTABRIA
BURGOS CANTABRIA SORIA LEÓN
Luis Díaz Viana y Susana Asensio Llamas • CUENTOS POPULARES
196. Ladrón y pícaro 197. Los cuatro estudiantes 198. Xuan. Marica y el cura
Sevilla Fresno Llamo
SEVILLA CANTABRIA ASTURIAS
VI. Cuentos de animales A. El lobo 199. Buen día de vianda para el lobo Valdearcos de la Vega13 200. E l lobo madrugador Tudanca 201. El lobo, la chona y la zorra Villacarriedo 202. E l lobo desollado vivo Mucientes 203. El lobo pierde el rabo Sevilla 204. El lobito de Sierra Morena Córdoba 205. El lobo va a comer gallinas Sevilla 206. E l lobo cree que la luna es queso Valladolid 207. El lobo cree que laluna es queso Zamora 208. Vicente, Vicente, deja la soga y vente Jaraíz de la Vera 209. El lobo va a comer sardinas Salas de los Infantes 210. El zorro engañado por el burro y el león Quintanilla del Coco 211. El lobo engañado por la zorra y el león Liébana14 212. Las tres cabritas y el lobo Soria 213. Gorda, Flaca y Sostra Soria 214. La raposa y el lobo Lumajo15 215. Los conejos y el lobo Córdoba 216. Cabrín cabrates y lobín lobates Zamora B. La zorra 217. El mingo y la Maruja Pravia 218. La zorra y la cigüeña Tudanca 219. La zorra y la cigüeña Jaraíz de la Vera 220. La zorra y el grajo Córdoba 221. El gato Laureano Soria 222. X uan, el oso y la raposa Llanuces 223. La rapiega y la raposa Villablino16 224. El galgo y la zorra Aguilar de Campoo 225. El gallo y la zorra Santiponce 226. L a zorra y las uvas verdes León C. Carreras entre animales 227. El erizo y la liebre 228. El sapo y la zorra 229. El sapo y la zorra 230. El sapo y la zorra
13
Rasueros Córdoba Santiponce Tudanca
En el original: Valdearcos.
En el original: Liévana. 15 Recogido por Eduardo Martínez Torner en 1913. 16 Recogido por Eduardo Martínez Torner en 1913. En el original: Villablinos. 14
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VALLADOLID CANTABRIA CANTABRIA VALLADOLID SEVILLA CÓRDOBA SEVILLA VALLADOLID ZAMORA CÁCERES BURGOS CÁCERES CANTABRIA SORIA SORIA LEÓN CÓRDOBA ZAMORA
ASTURIAS CANTABRIA CÁCERES CÓRDOBA SORIA ASTURIAS LEÓN PALENCIA SEVILLA LEÓN
ÁVILA CÓRDOBA SEVILLA CANTABRIA
temas y lugares
231. El escuerzo y la zorra Cuenca 232. El lobo y las abejas Palazuelos de Muño D. La leyenda del sapo 233. El sapo y la rana Santander 234. El sapo y la rana Jaraíz de la Vera 235. El sapo y la rana Calatañazor 236. El sapo y la rana Soria 237. El sapo y la sapa Zamora 238. El sapo Tudanca 239. El sapo Huesca 240. El sapo Reinosa 241. El sapo Santotis 242. El sapo Santander 243. El sapo Sevilla 244. El galápago Córdoba 245. El escarabajo Palencia E. Cuentos de animales varios 246. E l león, el grillo y el zorro Reinosa 247. El grillo y el mono Soria 248. El grillo y el toro Córdoba 249. El burro, el oso, el lobo y la zorra Soria 250. El burro y el león Sevilla 251. El tragaldabas Astorga 252. El lobo y la hormiguita Yebra 253. El medio pollico Cuenca 254. El pollito Córdoba 255. Los animales inútiles, el lagarto y el lobo Soria 256. Los músicos de Móstoles Valladolid 257. Los tres gorrinicos Cuenca 258. La pega y sus peguitos Toro 259. La zorra y el alcaraván Rasueros 260. E l gallo, el burro y el buey Toledo 261. El león y el hombre Salas de los Infantes 262. El oso y el hombre Barbadillo del Mercado 263. Oír, ver y callar Retuerta 264. U n bien con un mal se paga León 265. La zorra y el erizo Soria 266. E l gato, el perro y los lobos Zamora 267. El pastor y la zorra Cuenca 268. El oso, el lobo y la zorra Bamba del Vino 269. El oso, el lobo y el raposu Llanuces 270. E l lobo, el tejón y la cigüeña Santiponce F. Cuentos acumulativos 271. La hormiguita 17
Soria
En el original: ARAGÓN.
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CUENCA BURGOS
CANTABRIA CÁCERES SORIA SORIA ZAMORA CANTABRIA HUESCA17 CANTABRIA CANTABRIA CANTABRIA SEVILLA CÓRDOBA PALENCIA
CANTABRIA SORIA CÓRDOBA SORIA SEVILLA LEÓN GUADALAJARA CUENCA CÓRDOBA SORIA VALLADOLID CUENCA ZAMORA ÁVILA TOLEDO BURGOS BURGOS BURGOS LEÓN SORIA ZAMORA CUENCA ZAMORA ASTURIAS SEVILLA
SORIA
Luis Díaz Viana y Susana Asensio Llamas • CUENTOS POPULARES
272. La hormiguita Parral de la Biovela18 273. La hormiguita Segovia 274. La mariposita Ávila 275. Las bodas del tío Perico Barbadillo del Mercado 276. Las bodas del tío Francisco Soria 277. Llegó un gatu y mató al ratu Llamo 278. La calzaderilla Calatañazor 279. La calzaderilla Garray19 280. ¿ De dónde vienes, ganso? Valladolid
Listados de cuentos según lugares de recogida ANDALUCÍA [59] [Córdoba 12; Granada 20; Jaén 2; Málaga 6; Sevilla 19]
Córdoba Lugar Nº y título cuento 1. Córdoba 5. El acertijo 2. Córdoba 43. El día de San Roque 3. Córdoba 95. La calle de la Pierna 4. Córdoba 158. Periquillo 5. Córdoba 162. La bruja de Córdoba 6. Córdoba 204. El lobito de Sierra Morena 7. Córdoba 215. Los conejos y el lobo 8. Córdoba 220. La zorra y el grajo 9. Córdoba 228. El sapo y la zorra 10. Córdoba 244. El galápago 11. Córdoba 248. El grillo y el toro 12. Córdoba 254. El pollito
Granada Lugar Nº y título cuento 1. Granada 3. La mata de albahaca 2. Granada 7. El acertajo 3. Atarfe 8. El acertajo 4. Santa Fe 9. Piel de piojo y aro de hinojo 5. La Guardia 10. El traje del piojo 6. Granada 20. Desde lejos la vide renir 7. Granada 24. Yo vide en el mes de enero 8. Granada 36. María del Carmen 9. Granada 61. El estudiante hambriento 10. Granada 73. La misa de las ánimas 11. Granada 80. El estudiante y la calavera 12. Granada 83. El aparecido 13. Granada 90. El zapatero pobre 14. Granada 111. La Puerquecilla 15. Granada 122. Siete Rayos de Sol 16. Santa Fe 156. Los cuarenta y un ladrones 17. Santa Fe 157. Dos almas en pena 18. Granada 161. La bruja de Granada 19. Granada 171. La muerte 20. Granada 173. Los dos compadres
18
Nombre no localizado en la nomenclatura actual, en la edición de Stanford aparece como «de Biovela». En el original: Garrey.
19
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SEGOVIA SEGOVIA ÁVILA BURGOS SORIA ASTURIAS SORIA SORIA VALLADOLID
temas y lugares
Jaén 1. 2.
Lugar Nº y título cuento Jaén 34. El zapatero que cegó Jaén 44. La mujer que no comía con su marido
M álaga Lugar Nº y título cuento 1. San Pedro de Alcántara 17. Antaño fui hija 2. Málaga 22. Por allí vienen nuestros padres 3. Málaga 23. Ni yo te lo pido 4. San Pedro de Alcántara 37. Rosa Verde 5. San Pedro de Alcántara 113. Las tres gracias por Dios 6. San Pedro de Alcántara 176. Los dos hermanos
Sevilla Lugar Nº y título cuento 1. Utrera 13. Las tres preguntas 2. Santiponce 16. Yo tomé lo que no quise 3. Sevilla 51. La viejecilla y sus tres perritos 4. Santiponce 75. Los altos juicios de Dios 5. Santiponce 76. Santa Teresa confesora 6. Santiponce 77. Santa Teresa se come un pollo entero 7. Santiponce 85. El Cristo clavado en la puerta 8. Sevilla 129. La cueva del dragón 9. Sevilla 142. La princesa encantada 10. Sevilla 150. La cosa más rara del mundo 11. Sevilla 177. La princesa que nunca se reía 12. Sevilla 196. Ladrón y pícaro 13. Sevilla 203. El lobo pierde el rabo 14. Sevilla 205. El lobo va a comer gallinas 15. Santiponce 225. El gallo y la zorra 16. Santiponce 229. El sapo y la zorra 17. Sevilla 243. El sapo 18. Sevilla 250. El burro y el león 19. Santiponce 270. El lobo, el tejón y la cigüeña
ARAGÓN [4] [Huesca 1; Zaragoza 3] Huesca Lugar Nº y título cuento 1. Huesca 239. El sapo
Z aragoza Lugar Nº y título cuento 1. Torrijo de la Cañada 152. Las tres bolitas de oro 2. Torrijo de la Cañada 89. La muchacha embustera 3. Torrijo de la Cañada 42. La fiesta de San Nicodemos
ASTURIAS [11] A sturias Lugar Nº y título cuento 1. Llanuces 19. Aquí traigo, Padre Santo 2. Llanuces 27. El secretario y su hija 3. Llamo 32. Los tres frailes 4. Llamo 33. ¿Cuándo cegará el mío Xuan? 5. Lugar sin determinar 49. Xuan y Maruxa 6. Llamo 84. El cabrito negro 7. Llamo 198. Xuan, Marica y el cura 8. Pravia 217. El mingo y la Maruja
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Luis Díaz Viana y Susana Asensio Llamas • CUENTOS POPULARES A sturias Lugar Nº y título cuento 9. Llanuces 222. Xuan, el oso y la raposa 10. Llanuces 269. El oso, el lobo y el raposu 11. Llamo 277. Llegó un gatu y mató al ratu
CANTABRIA [30] C antabria Lugar Nº y título cuento 1. Fontibre 15. El obispo y el tonto 2. Tudanca 39. El mendigo 3. Fresno 45. El ama del cura 4. Tudanca 65. Los tres consejos 5. Río Tuerto 66. Los cuatro consejos 6. Soto de la Marina 107. Como la vianda quere a la sal 7. Fontibre 134. Juanito el Oso 8. Tudanca 138. Periquito sin Miedo 9. Río Tuerto 149. El tonto lagañoso magañoso 10. Santander 159. María como un ajo 11. Soto de la Marina 166. La tira de pellejo 12. Río Tuerto 168. Juan Soldao 13. Santotis 169. Juan Soldao 14. Soto de la Marina 172. Los dos compadres 15. Tudanca 188. Juan Tonto 16. Tudanca 189. Pedro el borracho 17. Reinosa 191. Perico Argumales 18. Hoznayo 193. Juan Bobo 19. Fresno 197. Los cuatro estudiantes 20. Tudanca 200. El lobo madrugador 21. Villacarriedo 201. El lobo, la chona y la zorra 22. Liébana 211. El zorro engañado por la zorra y el león 23. Tudanca 218. La zorra y la cigüeña 24. Tudanca 230. El sapo y la zorra 25. Santander 233. El sapo y la rana 26. Tudanca 238. El sapo 27. Reinosa 240. El sapo 28. Santotis 241. El sapo 29. Santander 242. El sapo 30. Reinosa 246. El león, el grillo y el zorro
CASTILLA Y LEÓN [122] [Ávila 16; Burgos 23; León 13; Palencia 5; Segovia 5; Soria 31; Valladolid 10; Zamora 19]
Ávila Lugar Nº y título cuento 1. Muñana 35. Sansón 2. Villafranca de la Sierra 38. La Picotora 3. Villafranca de la Sierra 46. La mujer golosa 4. Villanueva del Campillo 63. Los tres consejos 5. Rasueros 70. El alma del cura 6. Villanueva del Campillo 74. La misa de San José 7. Villanueva del Campillo 82. La cabeza de la muerta 8. Villanueva del Campillo 88. El rico avariento 9. Ávila 93. La esposa falsa 10. Solosancho 100. La niña sin brazos 11. Ávila 103. El cisquero y el demonio 12. Villafranca de la Sierra 117. El nombre del diablo 13. Ávila 180. La camisa del día de la boda 14. Rasueros 227. El erizo y la liebre 15. Rasueros 259. La zorra y el alcaraván 16. Ávila 274. La mariposita
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temas y lugares Burgos Lugar Nº y título cuento 1. Barbadillo del Mercado 4. Las tres hijas del sastre 2. Burgos 28. Tres palomas van volando 3. Burgos 29. Doce frailes estaban comiendo 4. Burgos 30. Bien venido seas, amigo 5. Burgos 54. El tonto y su burro 6. Retuerta 57. El Agnus Dei 7. Barbadillo del Mercado 62. Fui a caza 8. Briviesca 69. El secreto 9. Briviesca 98. El trigo, la cebada y el centeno 10. Villahoz 114. El palacio del Jarancón 11. Salas de los Infantes 151. El castillo encantado 12. Urbel del Castillo 165. Juan Listo y Juan Tonto 13. Burgos 174. Juanito Malastrampas 14. Salas de los Infantes 184. Juan Tonto va a vender miel 15. Barbadillo del Mercado 186. Juan el Tonto 16. Palazuelos de Muño 187. Juan Tonto 17. Urbel del Castillo 192. Juan de las Cabras 18. Salas de los Infantes 209. El lobo va a comer sardinas 19. Palazuelos de Muño 232. El lobo y las abejas 20. Salas de los Infantes 261. El león y el hombre 21. Barbadillo del Mercado 262. El oso y el hombre 22. Retuerta 263. Oír, ver y callar 23. Barbadillo del Mercado 275. Las bodas del tío Perico L eón Lugar Nº y título cuento 1. Láncara / Sena de Luna 59. La chipiritaina 2. Porqueros 132. El príncipe rana 3. Porqueros 144. La loba negra 4. Astorga 154. Las tres avellanas 5. Truchas 164. Pedro Malasartes 6. Astorga 178. La princesa que nunca se reía 7. Santa Catalina de Somoza 179. El Conde Abel y la princesa 8. Vilecha 195. Juanillo, el Oso y el pastor 9. Lumajo 214. La raposa y el lobo 10. Villablino 223. La rapiega y la raposa 11. León 226. La zorra y las uvas verdes 12. Astorga 251. El tragaldabas 13. León 264. Un bien con un mal se paga Palencia Lugar Nº y título cuento 1. Montanar de Cerrato 55. El tonto adivino 2. Villamediana 125. El Castillo de las Siete Naranjas 3. Herrera del Pisuerga 185. Las señoritas del manto negro 4. Aguilar de Campoo 224. El galgo y la zorra 5. Palencia 245. El escarabajo Segovia Lugar Nº y título cuento 1. Aldeorno 2. La mata de albahaca 2. Fuentepelayo 143. Las tres maravillas del mundo 3. Escalona 182. Juan el Tonto y María la Lista 4. Parral de la Biovela 272. La hormiguita 5. Segovia 273. La hormiguita Soria Lugar Nº y título cuento 1. Retortillo 12. Juan Soldao y la princesa 2. Soria 21. Entre el clavel y la rosa 3. Soria 25. De la Vera Cruz salieron 4. Soria 41. El zurrón que cantaba
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Luis Díaz Viana y Susana Asensio Llamas • CUENTOS POPULARES Soria Lugar Nº y título cuento 5. Soria 48. El toro barroso 6. Soria 67. Los dos consejos 7. Soria 124. Marisoles 8. Soria 128. El Castillo de Oropé 9. Almenar 131. La fiera del rosal 10. Blacos 133. Juanito el Oso 11. Soria 136. Juan sin Miedo 12. Retortillo 147. El anillo de la princesa 13. Soria 148. Los siete cuervos 14. Nódalo 153. La gaita que hacía a todos bailar 15. Canos 170. Dios y San Pedro y Juan Tonto 16. Soria 175. Los dos hermanos 17. Soria 190. De media un celemín 18. Retortillo 194. Don Juan Chiruguete mata uno y espanta siete 19. Soria 212. Las tres cabritas y el lobo 20. Soria 213. Gorda, Flaca y Sostra 21. Soria 221. El gato Laureano 22. Calatañazor 235. El sapo y la rana 23. Soria 236. El sapo y la rana 24. Soria 247. El grillo y el mono 25. Soria 249. El burro, el oso, el lobo y la zorra 26. Soria 255. Los animales inútiles, el lagarto y el lobo 27. Soria 265. La zorra y el erizo 28. Soria 271. La hormiguita 29. Soria 276. Las bodas del tío Francisco 30. Calatañazor 278. La calzaderilla 31. Garray 279. La calzaderilla Valladolid Lugar Nº y título cuento 1. Mucientes 18. Bebed este vino, amigo 2. Valladolid 47. La hija golosa 3. Valladolid 141. La princesa encantada 4. Valdearcos de la Vega 181. Juan el Tonto y María la Lista 5. Valladolid 183. Juan Tonto y su mujer 6. Valdearcos de la Vega 199. Buen día de vianda para el lobo 7. Mucientes 202. El lobo desollado vivo 8. Valladolid 206. El lobo cree que la luna es queso 9. Valladolid 256. Los músicos de Móstoles 10. Valladolid 280. ¿De dónde vienes, ganso? Z amora Lugar Nº y título cuento 1. Zamora 11. El pandero de piojo 2. Zamora 53. El santo del sastre 3. Zamora 56. El molinero ladrón 4. Zamora 58. La dóisima próisima 5. Zamora 68. Los consejos de un padre 6. Zamora 87. Condenados en vida 7. Zamora 91. La mujer mandona 8. Zamora 92. La esposa desobediente 9. Zamora 99. La niña sin brazos 10. Zamora 104. El diablo maestro 11. Zamora 109. Los tres trajes 12. Zamora 118. María del Rosario 13. Zamora 139. El Castillo de Irás y no Volverás 14. Zamora 207. El lobo cree que la luna es queso 15. Zamora 216. Cabrín cabrates y lobín lobates 16. Zamora 237. El sapo y la sapa 17. Toro 258. La pega y sus peguitos 18. Zamora 266. El gato, el perro y los lobos 19. Bamba del Vino 268. El oso, el lobo y la zorra
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temas y lugares C ASTILLA-LA
MANCHA [42] [Ciudad Real 5; Cuenca 23; Guadalajara 1; Toledo 13] Ciudad R eal Lugar Nº y título cuento 1. Daimiel 79. El incrédulo y la calavera 2. Ciudad Real 94. Todo lo perdona Dios 3. Ciudad Real 96. La averiguarona 4. Ciudad Real 106. La encontrada 5. Ciudad Real 127. Cabeza de burro Cuenca Lugar Nº y título cuento 1. Cuenca 14. Las doce palabras retorneadas 2. Villarejo Sobrehuerta 50. Los cinco sordos 3. Cuenca 60. El nuevo cura 4. Villarejo Sobrehuerta 64. Los tres consejos 5. Cuenca 71. El alma del cura 6. Cuenca 72. La misa de las ánimas 7. Cuenca 81. El ángel y el ermitaño 8. Cuenca 86. El santo Cristo viejo 9. Arcas 97. La liebre pensativa 10. Cuenca 101. La niña sin brazos 11. Cuenca 108. La zamarra 12. Palomera 112. Estrellita de Oro 13. Cuenca 119. Los siete infantes 14. Cuenca 121. Las tres naranjas 15. Cuenca 123. Blanca Flor, la hija del diablo 16. Cuenca 130. El lagarto de las siete camisas 17. Cuenca 137. El que no conocía el miedo 18. Cuenca 145. La princesa mona 19. Cuenca 155. El oricuerno 20. Cuenca 231. El escuerzo y la zorra 21. Cuenca 253. El medio pollico 22. Cuenca 257. Los tres gorrinicos 23. Cuenca 267. El pastor y la zorra
Guadalajara Lugar Nº y título cuento 1. Yebra 252. El lobo y la hormiguita
Toledo Lugar Nº y título cuento 1. Toledo 1. La mata de albahaca 2. Toledo 6. El acertajo 3. Toledo 31. Los tres frailes 4. Toledo 40. La hija del limosnero 5. Toledo 52. Los tres gallegos 6. Madridejos 102. La niña sin brazos 7. Villaluenga 115. Blanca Flor 8. San Pablo de los Montes 120. La negra y la paloma 9. Villaluenga 135. Juanillo el Oso 10. Toledo 140. El Príncipe Español 11. Toledo 160. La asadura del muerto 12. Toledo 163. Pedro el de Malas 13. Toledo 260. El gallo, el burro y el buey
XTREMADURA [9] E E xtremadura Lugar Nº y título cuento 1. Jaraíz de la Vera 78. Santa Catalina 2. Jaraíz de la Vera 105. La ciervata
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Luis Díaz Viana y Susana Asensio Llamas • CUENTOS POPULARES E xtremadura Lugar Nº y título cuento 3. Jaraíz de la Vera 110. Los tres trajes 4. Jaraíz de la Vera 116. La madre envidiosa 5. Jaraíz de la Vera 146. La ahijada de San Pedro 6. Jaraíz de la Vera 208. Vicente, Vicente, deja la soga y vente 7. Quintanilla del Coco 210. El zorro engañado por el burro y el león 8. Jaraíz de la Vera 219. La zorra y la cigüeña 9. Jaraíz de la Vera 234. El sapo y la rana
M ADRID [2]
M adrid Lugar Nº y título cuento 1. Torrejón de Velasco 126. Las tres ascuitas 2. Torrejón de Velasco 167. Pedro el Listo y Juan el Tonto
SIN LOCALIZAR [1] Lugar sin determinar
Lugar sin determinar
26. Larga, larga ¿adónde vas?
Total 280 cuentos
CC.AA. Andalucía Aragón Asturias Cantabria Castilla y León Castilla-La Mancha Extremadura Madrid Sin localizar
Nº 59 4 11 30 122 42 9 2 1
Madrid Sin localizar Extremadura
Castilla-La Mancha
Andalucía
Aragón Asturias Cantabria
Castilla y León
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Aurelio M. Espinosa
CUENTOS populares recogidos de la tradición oral de españa
Introducción [1923]
Aurelio M. Espinosa
El estudio de los cuentos y tradiciones populares Hace ya más de un siglo que los hermanos Grimm publicaron por primera vez una importante colección de cuentos populares recogidos de la tradición oral de Europa.1 Estos cuentos, estudiados y comparados con las leyendas antiguas, despertaron un interés extraordinario en el estudio de las tradiciones populares en todas partes de Europa. Después de esa fecha, particularmente en la última mitad del siglo xix, se han publicado colecciones de cuentos populares recogidos en todos los países de Europa y en muchos de Asia, de África y de América. A la mayoría de estas publicaciones acompañan estudios comparativos que si no han llegado a resolver definitivamente los importantes problemas a que dan origen estos estudios, por lo menos nos ofrecen material abundante para nuestras investigaciones generales. Tres problemas importantes se presentan en las investigaciones de los cuentos populares: 1. Su origen, es decir, su más antigua procedencia en los casos de procedencia única y las causas y la historia de su formación y de su evolución, ya sean cuentos de procedencia única o de origen múltiple debido a causas étnicas. 2. Su razón de ser, que nos puede explicar no sólo las causas fundamentales que dieron origen a un cuento cualquiera, sino las ideas de los pueblos, ya sea de su historia primitiva o actual. 1
Kinder-und Hausmärchen, Berlín, 1812-14, 32ª edición, Stuttgart, 1906; Deutsche Sagen, Berlín, 1816.
3. Los estudios comparativos propiamente dichos, o sea el estudio de la transmisión de los cuentos y leyendas de pueblo en pueblo, su evolución al pasar de un pueblo a otro y su relación de estos problemas con los temas literarios. Comparando los cuentos populares recogidos en Alemania y otros países de Europa con los antiguos cuentos de Oriente, los hermanos Grimm llegaron a creer que la mayoría de los cuentos populares de Europa se entroncaban directamente con los mitos de los antiguos pueblos indogermánicos. Esta teoría, que se basaba en otra que tampoco ha sido definitivamente comprobada, la teoría de la cuna única de la raza llamada aria, veía en los cuentos de Europa el último eco de los antiguos mitos arios. Los cuentos de encantamiento, por ejemplo, no eran sino el último retoño de mitos antiguos arios que se remontaba a una época anterior a la dispersión de la raza aria. Esta teoría, que por cierto explica el origen de algunos cuentos europeos, fue adoptada por el célebre investigador Max Müller2 y por el erudito J. G. von Hahn.3 Estos primeros investigadores de los cuentos populares de Europa, juntamente con otros que pertenecen a esta escuela mítica y que inmediatamente después llevaron sus teorías hasta la exageración, como Angelo de Gubernatis4 y Theofilo Braga,5 dieron un empuje verdaderamente extraor dinario al estudio del folklore. 2
Chips from a German Workshop, 4 tomos, New York, 1889-1891. Véase, en particular, II. 3 Griechische und Albanesische Märchen, Leipzig 1864. 4 Zoological Mythology, Londres, 1872; trad. francesa, 1874. 5 Contos Tradicionales do Povo Portuguez, Porto (sin año), 1883.
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INTRODUCCIÓN [1923]
Pero en seguida se fueron recogiendo colecciones de cuentos populares entre pueblos que no tenían parentesco alguno con los pueblos indogermánicos o arios, y en vista de semejanzas sorprendentes entre éstos y los de los países de Europa, se formó una teoría nueva, pero todavía nacida de la primera, y según ésta, India era la cuna de la mayoría de los cuentos populares modernos, que por medio de la transmisión habían sido llevados a todas partes del mundo. El protagonista más prominente de esta teoría orientalista fue Teodoro Benfey, que expuso su problema en su magistral edición y estudio del Panchatantra.6 Es sin duda un error creer que todos los cuentos de la tradición moderna o la mayoría de ellos se derivan de cuentos o leyendas índicas primitivas; pero, después de todo, India parece ser la fuente más rica de los cuentos populares de la Europa moderna. Hoy en día los estudios de folklore comparativo nos han encaminado forzosamente hacía los orígenes índicos, pues ha quedado demostrado positivamente que un caudal inmenso de cuentos populares de la Europa moderna se entroncan directamente con la tradición índica, y los estudios de la literatura comparativa han dado idénticos resultados. Entre todos los pueblos de Europa y de los países que han sufrido su influencia cultural hay una unidad definitiva de ideas y sentimientos en la literatura propiamente dicha y en las tradiciones y leyendas populares de todo género. Ha habido, sin embargo, algunos investigadores que han querido combatir la teoría orientalista; por ejemplo, Andrew Lang, que pretende explicar las semejanzas entre los cuentos populares no porque hayan sido transmitidos de un pueblo a otro, sino por el hecho, que por cierto no ha sido comprobado, de que los pueblos primitivos piensan y obran de la misma manera, de lo cual resulta que tienen las mismas ideas y forman los mismos mitos y los mismos cuentos.7 Wilhelm Wundt, sin embargo, cree que los cuentos míticos pueden ser más antiguos que los mitos mismos.8 No es ésta la ocasión para entrar en un estudio de todas estas teorías. Los orientalistas, usando esta palabra en su sentido más amplio y moderno, son los que han alcanzado mayor éxito en sus investigaciones. En lo que a los cuentos populares se refieren, algunos de ellos, como Reinhold Köhler,9
16
Pantschatantra, Leipzig, 1859. Myth, Ritual and Religion, 2 tomos, Londres, 1899. 18 Völkerpsychologie, 3 tomos, Leipzig, 1900-1909. Véase, en particular, tomo II, cap. III. 19 Véase, particularmente, Weimarer Beiträge sur Literatur und Kunst, Weimar, 1865, y Kleinere Schriften, 3 tomos, ed. Bolte, Berlín, 18981900. 17
Emmanuel Cosquin,10 Oscar Dähnhardt,11 y Joseph Jacobs,12 han desarrollado de una manera notabilísima la verdadera ciencia del folklore, que hoy en día es el estudio predilecto de muchos investigadores de Europa y América. Estos investigadores estudian los cuentos populares primeramente como cuentos, comparándolos con los de todas partes del mundo, buscando su origen y tratando de descubrir su verdadera genealogía y evolución a través de la historia de los pueblos, y no dejan de estudiar en cuanto les es posible las ideas, costumbres primitivas y cultura de los pueblos primitivos y modernos de donde los cuentos proceden. Un tema tradicional se estudia a través de la literatura escrita y oral, se tiene siempre en cuenta la historia verdadera de los pueblos y el contacto de unos con otros, se estudian todas las versiones que se pueden reunir de un cuento o de una tradición, se examina su parentesco, se estudia, en fin, a base del estado de cultura del pueblo de su procedencia y se establece su origen, su historia y su difusión. Los últimos resultados de estos estudios pueden servir no sólo para completar las investigaciones de los cuentos populares como cuentos propiamente dichos, sino también para buscar materiales útiles para las ciencias afines, en particular para la antropología,13 la psicología,14 la religión y la historia.15 Es un hecho innegable que un caudal inmenso de cuentos y tradiciones populares han venido a Europa de India. En algunos casos se ha podido averiguar el verdadero origen índico de una tradición. Y, sin embargo, esto no es prueba definitiva de que la leyenda no se remonte a una época anterior y proceda de otro pueblo. Se han estudiado algunos cuentos y leyendas populares que se remontan a la literatura índica y aun hasta las tradiciones budistas, que tanto influyeron sobre las de India; pero ni éstas siquiera podemos decir que son las primeras. 10
Contes Populaires de Lorraine, París, 1886-1887. Véanse también sus recientes estudios «Les Contes Indiens et l’Occident», en la Revue des traditions populaires, 1913-1918. Son varios artículos. 11 Natursagen, 4 tomos, Berlín y Leipzig, 1907-1912. 12 Varios estudios, en particular sus notas a la edición de The Fables of Aesop, Londres, 1889; Indian Fairy Tales, Londres, 1910; English Fairy Tales, New York, 1911; More English Fairy Tales, 1912, y Celtic Fairy Tales, 1999. 13 Véanse para esto los estudios del antropólogo Franz Boas, particularmente The Mind of Prinutive Man, New York, 1911, y Kultur und Rasse, Berlín, 1913. 14 La importancia de los estudios folklóricos para la psicología ha sido admirablemente demostrada en el reciente estudio de R. R. Marett, Psychology and Folklore, Londres, 1920. 15 Los estudios folklóricos a veces nos descubren hechos históricos ignorados, otras veces confirman hechos históricos dudosos. Véase sobre este asunto el interesante trabajo de George Laurence Gomme, Folklore as an Historical Science, Londres, 1908.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
En suma, uno de los problemas del folklorista es averiguar el origen más remoto de una tradición; pero seguramente la última y más antigua que se descubra no ha de ser siempre la forma primitiva de la leyenda. Ni siquiera el Buda inventaba todo lo que contaba en sus consejas, ya que él mismo nos cuenta que narraba tradiciones antiguas.16
Los cuentos populares españoles A España cabe el honor de haber sido el país por donde se transmitió un caudal riquísimo de cuentos y leyendas orientales a los otros países de Europa. Algunas de las primeras traducciones importantes de cuentos antiguos de Oriente son las obras de españoles escritas ya sea en latín o español antiguo. En la primera mitad del siglo XII aparece la Disciplina Clericales, de Pedro Alfonso, una colección de treinta y tres cuentos orientales y tal vez el primer libro que introduce en España el apólogo oriental.17 Un siglo más tarde, Alfonso el Sabio hace traducir del árabe al castellano el libro Calila y Dimna. La versión árabe se deriva de otra persa del siglo vi y es una rica colección de consejas de animales que contiene materiales tomados de las antiguas colecciones índicas, el Panchatantra y el Mahabharata.18 Al siglo xiii pertenece también otra obra castellana de origen índico, el Libro de los Engaños o Sendebar, que también llegó a España por medio de versiones árabes.19 En el siglo xiv D. Juan Manuel escribe su Conde Lucanor,20 una colección de cincuenta cuentos morales, que continúan la tradición de la Disciplina Clericalis y el Libro de los Engaños. En fin, en el siglo xv se traduce el Esopo al castellano, y en el siglo xvi aparecen las traducciones españolas de Boccaccio, Sobremesa y Portacuentos, de Juan de Timoneda, y otras colecciones de cuentos y leyendas populares, en su mayor parte de transmisión literaria y separándose 16
En el cuento de Sumedha, que es el mismo Buda, que se halla en la introducción a los cuentos morales llamados Jatakas, se declara que el Buda contaba leyendas y conocía la tradición. Véase Buddhism in Translation por Henry Clarke Warren, Cambridge, 1900, p. 5, estrofa 16, verso 3: «He fortunes told, tradition know». 17 El texto latino fue editado por el abad De Labouderie en 1824, París, y ha sido reproducido en la Patrología Latina de Migne, vol. 157, 1899, y por W. Sörderhielm y M. Hilka, Helsingfors, 1911. 18 Hay una edición de Pascual de Gayangos, Biblioteca de Autores Españoles, 1860, anulada por las de C. G. Allen, Maçon, 1906 de J. Alemany, Madrid, 1915, y de A. García Solalinde, Madrid, 1917. 19 Libro de los engannos e los asayamientos de las mugeres. Véase la admirable edición de Adolfo Bonilla y San Martín, tomo XIV de la Biblioteca Hispanica, París, 1904. 20 Ed. Hermann Knust, Leipzig, 1900, y E. Krapf, Vigo, 1902.
más y más de la verdadera tradición oral y popular.21 El Fabulario de Sebastián de Mey es ya del siglo xvii.22 Pero no se debe creer que las fuentes literarias hayan sido las únicas que llevaron a España, y de allí a otros países de Europa, los cuentos y leyendas de la tradición oriental. Los árabes y los judíos vivieron y dominaron por muchos siglos en España, y es de suponer que de la misma manera que su cultura influyó poderosamente en la cultura hispano-cristiana, su tesoro folklórico haya también dejado su influencia en las tradiciones de los pueblos cristianos. Con toda seguridad podemos declarar que muchos de los cuentos populares que ahora encontramos en la tradición oral de España han venido de India por medio de los árabes y judíos directamente transmitidos por la tradición oral de muchos siglos. Y de la misma manera no es una vana fantasía suponer que los otros pueblos que han vivido y dominado en España han dejado también vestigios importantes de sus tradiciones y leyendas. Cuando consideramos que en un papiro conservado en San Petersburgo que corresponde a la xii dinastía, o sea unos 3.500 años antes de J. C., se halla un cuento de viajes del marinero náufrago que tiene una semejanza sorprendente con la Odisea y el Sendebar,23 no tendría nada de particular que un cuento español cualquiera, recogido de la tradición oral moderna, viniese de alguna tradición ibérica o fenicia y transmitido directamente por la tradición oral. Los imperios, las lenguas, las civilizaciones desaparecen, pero la humanidad, sus costumbres, sus ideas, sus leyendas y sus cuentos persisten para siempre, si bien sufren modificaciones importantes de generación en generación. Durante los últimos veinte años del siglo xix los estudios folklóricos se llevaron adelante en España con mucho entusiasmo y con buenos resultados, gracias a la fundación de varias Sociedades de folklore que se dedicaron a la colección y publicación de materiales y al interés de algunos investigadores especiales. Durante los años 1883-1886 se publicó en Sevilla la colección más importante de folklore español de que disponemos, bajo la dirección de don Antonio Machado y Álvarez. 24 La 21
Véase para todos estos detalles la obra magistral de Menéndez y Pelayo, Orígenes de la Novela, tomo I, Madrid, 1905. 22 En Valencia, 1613. Ha sido reimpreso en Orígenes de la Novela, tomo IV, Madrid, 1915. Contiene 57 cuentos, en general esópicos. 23 Véase Rodolfo Lenz, Un grupo de consejas chilenas, Santiago, 1912, p. 12 y nota, y Maspéro, Contes populaires de l’Egypte ancienne, París, 1882. 24 Biblioteca de las tradiciones populares españolas, 11 tomos. En la introducción al primer tomo, Machado y Álvarez habla de algunas revistas folklóricas, como Folklore Bético-Extremeño, que no he visto, ni sé qué folklorista las conozca, y que, al parecer, no publicaron nada de importancia.
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colección tiene especial importancia para el estudio de las costumbres populares, supersticiones, leyendas, juegos de niños, brujería, proverbios, adivinanzas, coplas populares y romances. Cuentos populares hay solamente cincuenta y cinco, y de estos, cinco son de Chile.25 «Fernán-Caballero» publicó dos obritas importantes para el folklore español que contienen, entre otros materiales preciosos, cuarenta y siete cuentos populares.26 Otra obra de importancia es la de Rodríguez Marín, que contiene rimas infantiles, adivinanzas, coplas populares, cantares y romances.27 Los romances fueron primeramente recogidos en España por Milá y Fontanals28 y Juan Menéndez Pidal.29 De manera que después de una veintena de años de actividad, las Sociedades españolas de folklore desaparecieron por completo y con ellas desapareció al parecer el interés por el folklore. De todos los ramos del folklore español, solamente los romances tradicionales son hoy en día objeto de estudios serios.30 Los cuentos populares de España, que se encuentran en las colecciones ya mencionadas y que son los únicos de
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De los cincuenta españoles, veinticuatro son cuentos extremeños, recogidos y publicados por S. Hernández de Soto. Son cuentos de encantamiento, y se titulan Primera parte, que fue la única que se publicó. En las páginas 103-104 del tomo 1 de la Biblioteca se declaraba la intención de recoger y publicar tal vez seiscientos. Cuentos, oraciones y adivinas, Leipzig, 1874 y 1878 (38 cuentos), y Cuentos y poesías populares, Leipzig, 1887 (9 cuentos). Cantos populares españoles, 5 tomos, Sevilla, 1882-1883. Observaciones sobre la poesía popular con muestras de romances catalanes inéditos, Barcelona, 1853, y Romancerillo catalán, Barcelona, 1882; segunda edición, Barcelona, 1896. Poesía popular, Colección de viejos romances, etc., Madrid, 1885. Después de las colecciones y estudios de Milá y Fontanals y de Juan Menéndez Pidal, ya mencionados, publicó Menéndez y Pelayo la segunda edición de la Primavera y Flor de romances de Wolf y Hofmann (primeramente publicada en Berlín en 1856) en su Antología de poetas líricos castellanos, tomos VIII y IX, Madrid, 1899, y en el tomo X de la misma Antología publicó una abundante colección de romances tradicionales recogidos de la tradición oral moderna, tomados de la obra de Juan Menéndez Pidal, de una colección inédita de Rodríguez Marín, etc. Estos estudios despertaron un interés extraordinario en todos los países de habla española por los romances tradicionales, y durante los últimos veinte años se han recogido y publicado en casi todos los países del mundo español. El insigne maestro de la filología española, D. Ramón Menéndez Pidal, y su distinguida señora preparan desde hace ya muchos años una colección completa de los romances tradicionales de la tradición oral moderna de los países españoles, y su labor ha sido muy fructuosa en resultados. Todo este vasto material, juntamente con las antiguas colecciones, se publicará y se estudiará en una obra que llevará el título de Romancero español, y será una de las grandes obras de la ciencia moderna. Yo mismo he tenido el honor de recoger en España una colección de unas doscientas versiones de romances tradicionales que formarán parte de la magna obra de Menéndez Pidal.
verdadero carácter popular,31 apenas llegan a ciento. Algunos otros se hallan en revistas y estudios especiales.32 Esta falta de una colección abundante de cuentos populares españoles ha sido siempre un gran obstáculo para los estudios de folklore comparativo, particularmente para los estudios del folklore de los países españoles de América.
Los cuentos españoles de América En los países españoles de América la colección de cuentos populares ha sido obra más reciente que la de España, pero ha sido mucho más fructuosa. Los centros más importantes de actividad han sido los Estados Unidos y Chile con sus Sociedades científicas y entusiastas investigadores. Debido a la actividad de estos dos centros importantes, los materiales del folklore español recogidos en las regiones españolas de América son ya muy abundantes. En los Estados Unidos el interés por el folklore español ha sido desarrollado principalmente por la American Folk-Lore Society y el entusiasmo incansable del profesor Franz Boas, de la Universidad de Columbia, la figura más prominente en la antropología americana. Gracias a su talento y a su amplia visión científica los estudios del folklore americano se han desarrollado de una manera maravillosa y los estudios comparativos del folklore de las regiones donde la tradición española ha dejado sus influencias han sido favorecidos por él por todos los medios posibles. En América encuentran varias fuentes de tradición popular, principalmente la tradición inglesa, la tradición francesa, la tradición portuguesa, la tradición española, la tradición india de distintas y separadas regiones, y en algunas partes la tradición africana. Para estudiar la antropología de los indios del vasto Continente americano no bastaba estudiar solamente a los indios y recoger y estudiar con base científica sus ideas, sus costumbres, sus cuentos, etc. Era también necesario estudiar las tradiciones e ideas de los pueblos españoles con quienes el indio había vivido en contacto durante tres 31
Las colecciones de cuentos que publican Narciso Campillo, Antonio de Trueba, Juan Valera y muchos otros no tienen mucha importancia para la ciencia del folklore. Hay en estas colecciones, es verdad, muchos cuentos inspirados en fuentes populares, pero para darles forma artística los autores los han modificado y refundido materialmente. De igual defecto adolecen las colecciones de cuentos para niños publicados por las casas editoriales Calleja, Fernando Fe, etc. 32 Menéndez Pidal publica algunos nuevos en su reciente obra Estudios literarios, Madrid, 1920, y algunos más tiene inéditos. Víctor Said Armesto publica también algunos cuentos populares en su estudio La leyenda de Don Juan, Madrid, 1908.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
siglos y cuya cultura había asimilado. Era absolutamente necesario recoger materiales folklóricos en los países americanos de habla española, para estudios comparativos. En vista de esto, la American Folk-Lore Society emprendió la obra de la colección de folklore español en América. Como en Chile y otras partes de la América del Sur ya se recogía y publicaba material folklórico, la American Folk-Lore Society dirigió su atención principalmente a la América del Norte, es decir, Méjico, Puerto Rico y las regiones españolas de los Estados Unidos. Los primeros que comenzaron a trabajar en estos estudios fuimos el profesor Boas y yo. Después se han dedicado también a los estudios de folklore hispanoamericano los señores J. Alden Mason, Paul Radin, José Manuel Espinosa y Juan B. Rael. Las primeras colecciones y estudios fueron los míos, publicados principalmente en la Journal of American Folk-Lore durante los años 1910-1916,33 en la Révue Hispanique y en el Bulletin de Dialectologie Romane.34 Desde el principio y en todas mis publicaciones sobre folklore nuevomexicano he mantenido siempre la teoría que el folklore español de Nuevo Méjico era casi en su totalidad de origen español, es decir, era material español tradicional. A estas conclusiones llegué en vista de que el material por mí recogido tenía semejanza sorprendente con el de otras partes de la América española, con el de España cuando había material para comparar, y con el folklore general de Europa.35 Ahora, después del viaje a España, veo con placer que mi teoría ha sido definitivamente comprobada, como veremos más adelante. El total de cuentos nuevomexicanos 33
New-Mexican Spanish Folk-Lore: I, Myths; II, Superstitions and Belief; III, Folk-Tales; IV, Proverbs; V, Popular Comparisons; VI, Los Trovos del Viejo Vilmas; VII, More Folk-Tales; VIII, Short Stories and Anecdotes; IX, Riddles; X, Children’s Games; XI, Nursery Rhymes. En esta misma revista publiqué también Comparative Notes on New-Mexican and Mexican Spanish Folk-Tales, 1915, y otros breves artículos. Aunque estos míos son los primeros que se publicaron de carácter definitivo y general sobre folklore de las regiones españolas de los Estados Unidos, no fueron los primeros en absoluto. Ya antes había publicado el Sr. John G. Bourke en nuestra revista oficial un trabajo de poco interés, Notes on the Language and Folk-Usage of the Rio Grande Valley, 1896. En la obra de C. F. Lummis, The Land of Poco Tiempo, New York, 1893, hay algunos materiales interesantes sobre folklore nuevomexicano. 34 En la Revue Hispanique publiqué Romancero nuevomejicano, 1915, y más tarde Romances de Puerto Rico recogidos por el Dr. Mason, 1918. En el Bulletin de dialectologie romane publiqué catorce cuentitos con el título Cuentitos populares nuevomejicanos y su transcripción fonética, entre ellos el cuento antiguo de La paloma y sus pichones, que con el nombre de La pega y sus peguitos, he tenido el gusto de encontrar en Santander entre los primeros recogidos en España, número 3 de los cuentitos nuevomexicanos y 258 de nuestra colección española. 35 Véanse, en particular, las opiniones que expresó en New-Mexican Spanish Folk-Lore, I y II; Journal of American Folk-Lore, tomos XXIII y XXIV, páginas 4 y 398, respectivamente, y en Notes on New Mexican and Mexican Spanish Folk-Tales, tomo XXVII, p. 211.
publicados por mí en la Journal of American Folk-Lore y en el Bulletin de Dialectologie Romane es sesenta y cuatro, pero una tercera parte de ellos son breves y de carácter anecdótico. Los estudios del profesor Boas sobre folklore hispanoamericano datan del año 1912, cuando publicó su interesante trabajo Notes on Mexican Folk-Lore, ocho cuentos y otros materiales, y más tarde ha recogido cuentos de origen español entre los indios de Laguna y Zuñi en Nuevo Méjico.36 Los señores Mason y Radin han recogido materiales mucho más abundantes. El Sr. Mason recogió entre los tepecanos de Méjico una colección de veintidós cuentos que se publicaron también en la Journal of American FolkLore y una vasta colección de materiales folklóricos de Puerto Rico se han publicado en esta misma revista.37 Los cuentos forman la colección más abundante e importante de cuentos hispanoamericanos que hasta ahora se ha recogido. Paul Radin recogió en Oaxaca (Méjico) una colección muy importante de ciento sesenta y seis cuentos, donde domina, como en todas estas colecciones, el elemento español tradicional aun donde se encuentran fuertes elementos indios.38 La revista Journal of American Folk-Lore ha publicado también otras colecciones breves de cuentos hispanoamericanos, gracias siempre a la iniciativa del profesor Boas; una interesante aunque breve colección de cuentos mejicanos de Tuxtepec por W. H. Meechling;39 otra de igual carácter de Guatemala, hecha por Adrián Racinos,40 y otros cuentos. Son ya estos materiales abundantes para estudiar el folklore español de la América del Norte y Central y de las Antillas. Volvamos ahora nuestra atención a los estudios folklóricos en la América del Sur. Ya queda dicho que su centro más importante es Chile, aunque algunos trabajos importantes se han hecho también en la Argentina. La figura más prominente en los estudios de folklore chileno es el profesor Rodolfo Lenz, de la Universidad de Chile, director del Instituto Pedagógico. Después de muchos años de actividad en los estudios de lingüística española y dialectología, ha dedicado su atención también a los estudios folklóricos, fundando en el año 1909 la Sociedad de Folklore Chileno, que tiene como órgano oficial la Revista 36 37
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Los primeros se publicaron en Journal of American Folk-Lore, tomo XXV, 1912, y los últimos en la misma revista, tomo XXXII, 1920. Folk-Tales of the Tepecanos, tomo XXVII, 1914; Porto-Rican Folk-Lore: Riddles, tomo XXIX, 1916; Décimas, etc., tomo XXXI, 1918; FolkTales, tomos XXXIV y XXXV, 1921 y 1922, etc. El Folklore de Oaxaca, recogido por Paul Radin y publicado por Aurelio M. Espinosa, New York, 1917. Stories from Tuxtepec, tomo XXV, 1912. Cuentos populares de Guatemala, tomo XXXI, 1918.
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de Folklore Chileno, donde se han publicado desde esa fecha muchos trabajos importantes de folklore. Los trabajos de Lenz en la lingüística y folklore americanos son de grande importancia y muy numerosos. De los más importantes en la lingüística he dado cuenta en una reseña que hice de su admirable obra Los elementos indios del castellano de Chile, publicada en Santiago en 1904-1910.41 En los estudios del folklore le debemos también una buena lista de publicaciones importantes.42 Pero, por fortuna para los estudios del folklore chileno, Lenz no ha trabajado solo. Con igual entusiasmo y de la misma manera científica han trabajado mi buen amigo D. Julio Vicuña Cifuentes, a quien debemos la primera publicación importante de romances tradicionales de América y otras obras;43 D. Ramón A. Laval, Eliodoro Flores y otros.44 Los cuentos populares chilenos que encontramos en estas publicaciones pasan ya de ciento, que es una colección bastante considerable, aunque es de desear que se publiquen muchos más. Por desgracia, aquí acabamos de contar. En otras partes de la América española no se han publicado colecciones de cuentos de carácter verdaderamente popular. Algunos han sido recogidos, es verdad, por el distinguido investigador argentino Robert Lehmann Nitsche, todos cuentos de adivinanzas, y publicados en su obra Adivinanzas rioplatenses.45
El viaje a España y nuestra colección de cuentos populares españoles Tal vez ya quedan explicadas las razones que movieron a la American Folk-Lore Society a pensar desde hace ya muchos años en una expedición a España, principalmente con el objeto de recoger una colección abundante de cuentos populares que nos hacía mucha falta para los estudios 41
Revue de dialectologie romane, Bruxelles, tomo II, 1910. drogas antiguas en la poesía popular, Anales de la Universidad de Chile, 1911; Tradiciones e ideas de los araucanos, ídem, 1912; Cuentos de adivinanzas, ídem, 1912; Un grupo de consejas chilenas, ídem, 1912; Sobre la poesía popular impresa en Santiago de Chile, ídem, 1919. El último trabajito es nueva impresión de otro publicado primeramente en alemán en 1895. 43 Romances populares y vulgares, Santiago, 1912. Véase mi reseña en Bulletin de dialectologie romane, Hamburg, 1913, pp. 49-55. Otra obra importante de Vicuña Cifuentes es Mitos y supersticiones, Santiago, 1915. 44 Al Sr. Laval debemos Oraciones, ensalmos y conjuros del pueblo chileno, Santiago, 1910; Contribución al folklore de Carahue, 2 tomos, Madrid, 1916, y Santiago, 1921, y Cuentos populares en Chile, 1923. 45 Buenos Aires, 1911. En Chile recogió y publicó las adivinanzas Eliodoro Flores, Adivinanzas corrientes en Chile, Santiago, 1911. 42 Las
serios de folklore comparativo. No bastaba recoger, publicar y estudiar grandes colecciones de la América española y de otras regiones de América, etc.,46 sino que era absolutamente necesario contar con materiales más abundantes, de la misma España, particularmente de las regiones castellanas. La falta de materiales se dejó ver particularmente cuando empezamos a estudiar los materiales que el Sr. Mason había recogido en Puerto Rico y a los cuales ya hemos aludido. No bastaba que yo emitiese teorías sobre el origen de la mayor parte de los cuentos hispanoamericanos. Era necesario tener materiales auténticos para comprobarlas. Merced al interés del profesor Boas, a la generosidad de la distinguida folklorista americana Sra. Dª Elsie Clews Parsons, y a la cordial acogida, y ayuda de D. Ramón Menéndez Pidal en España, la expedición se llevó a cabo bajo los auspicios de la American Folk-Lore Society, de los Estados Unidos, en el año 1920, y los resultados han sido muy satisfactorios. Comisionado por la American Folk-Lore Society para el viaje folklórico a España, salí de California en el mes de junio y llegué a Madrid a principios de julio del año 1920, y lo primero que hice al llegar fue visitar a mi amigo D. Ramón Menéndez Pidal, el bien conocido maestro de la filología española, en San Rafael para arreglar un plan definitivo y no perder tiempo. Nuestro distinguido colega puso inmediatamente a mi disposición su vasto conocimiento lingüístico de la Península española, y en un día que tuve el honor de hablar con él me prodigó informes valiosos sobre el terreno que había de recorrer en mis viajes folklóricos por España. Gracias a estos informes y a la ayuda constante de nuestro amigo y de los demás colegas de la Junta para Ampliación de Estudios, logré recoger en España una colección de unos trescientos cuentos populares. Cuando me despedí de mi buen amigo en San Rafael para emprender la colección de cuentos, llevaba, entre otras cosas, un mapa lingüístico-folklórico por él preparado para mí, donde se indicaban cuidadosamente las regiones de España donde según estudios o indicaciones definitivas vivía con mayor vigor la tradición. Algunos lugares debían visitarse con preferencia: el este de la provincia de Burgos, por Salas de los Infantes; el sur de la provincia de Ávila, Santander, Soria, Cuenca, Teruel y algunas regiones inexploradas de Andalucía. Comencé a explorar la tradición en el Norte, en la provincia de Santander, donde me prodigaron toda clase de atenciones D. Miguel Artigas y D. José 46 La
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American Folk-Lore Society ha recogido y publicado cuentos populares y otros materiales folklóricos no sólo en la América del Norte y Central, sino también en Filipinas, Angola, Islas de Cabo Verde, el Canadá francés, etc.
Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
María Cossío, de Tudanca, la Tablanca de Peñas arriba, de Pereda. En la Casona de Tudanca, hablando con Pito Saltes, el héroe de Peñas arriba, y con los aldeanos de esas regiones, fue donde recogí los primeros cuentos de mi colección. La leyenda del sapo nació para mí en la inolvidable Casona de Tudanca. Los cuentos populares se encuentran en España en todas partes. Lo único que importa es conocer el material tradicional y escoger los buenos. Hay regiones más prolíficas que otras, es verdad, pero no hay región de España donde no se puedan recoger materiales folklóricos en abundancia. Los cuentos y los romances abundan dondequiera. España es un país viejo, sanamente viejo, y la tradición está todavía en pleno vigor. Yo no encontré ninguna dificultad en la colección de mi material, y lo único de que me puedo quejar es que sólo anduve recogiendo cuentos cinco meses en vez de cinco años. Es una lástima que siendo tan abundantes los materiales que se pueden recoger no se hayan recogido en España colecciones grandes de cuentos y leyendas populares. En los cinco meses que anduve recogiendo cuentos viajé por las siguientes provincias: Santander, Palencia, Burgos, Valladolid, Soria, León, Zamora, Segovia, Ávila, Cuenca, Granada, Sevilla, Córdoba, Ciudad Real, Toledo, Madrid y Zaragoza, recogiendo cuentos en las ciudades y pueblos de todas estas provincias y también de personas de cinco más que no visité: Jaén, Málaga, Cáceres, Guadalajara y Pontevedra. El total de los cuentos que recogí en todas estas provincias llega a trescientos dos. A éstos hay que añadir una pequeña colección recogida en Asturias por D. Eduardo Martínez Torner en el año 1913, y que fue generosamente entregada para nuestra colección por D. Ramón Menéndez Pidal.47 La colección es, en general, representativa de toda España. Para la publicación actual hemos retirado cuarenta y dos cuentos porque son versiones imperfectas y malas de otros que publicamos, o por otras razones que no es necesario indicar aquí. Los que publicamos son doscientos ochenta, y creemos que todos son cuentos populares. Se publican tal como fueron recitados. Yo mismo copié a puño y letra todos los cuentos de mi colección, con la sola excepción de los pocos que publicamos del Sr. Martínez Torner y que llevan esa firma. De manera que los cuentos populares españoles que ahora publicamos pueden servir muy bien para los estudios lingüísticos, particularmente 47
En la revista Journal of American Folk-Lore, tomo XXXIV, 1921, pp. 127-142, he dado cuenta detallada de la expedición a España para los miembros de la American Folk-Lore Society.
para la sintaxis y para la morfología. Las antiguallas que se encuentran en nuestros cuentos son muy numerosas, muy interesantes y de mucho valor filológico. Más tarde y en otra ocasión pienso ocuparme en algunos problemas lingüísticos que suscita el lenguaje de nuestros cuentos. Ya tenemos, por consiguiente, una colección abundante de cuentos populares españoles. Su importancia para los estudios de folklore comparativo es inestimable. Por cierto, no es sino una parte muy pequeña de los cuentos populares que se pueden recoger y deben recogerse en España para llegar a resultados definitivos en muchos problemas que nos interesan. Yo, por lo menos, he visto comprobadas mis antiguas teorías con respecto al origen del folklore de Nuevo Méjico y de algunas otras regiones de la América española. Ahora veo que los cuentos picarescos de la América española no son sino un desarrollo de los españoles, como antes había sospechado y declarado, y veo también que muchos otros cuentos que antes se creían americanos, africanos o indios, son, como yo creía, de origen español; por ejemplo, el cuento del animal cogido por un muñeco de brea, llamado en inglés the tar-baby story, que con toda seguridad tiene un parentesco definitivo con el cuento de Sansón, número 35 de nuestra publicación, y ambos vienen de un cuento índico antiguo. Pero no debemos ahora entrar en estos detalles. Todos los cuentos los estudiaremos en el tomo II de nuestra publicación. Pero de todas maneras, estos doscientos ochenta cuentos populares españoles que hemos tenido la buena fortuna de recoger en España y que ahora publicamos no son sino una introducción al estudio del cuento popular de España.
El lenguaje de los cuentos populares españoles Los cuentos han sido recogidos de la boca del pueblo y representan de una manera bastante fiel el lenguaje mismo de los narradores. Hemos empleado para escribirlos el alfabeto ordinario español sin añadir un solo signo fonético. Tratándose de una grande colección de cuentos populares destinados a los estudios de folklore comparativo, no hemos creído que fuese necesario transcribirlos en signos fonéticos, aunque en algunos casos los hayamos primeramente documentado precisamente de esa manera. Pero esto no significa, claro es, que los signos ordinarios del alfabeto español indican los mismos sonidos para todos los cuentos. Las diferencias son muchas e importantísimas, pero como estos cuentos no han de servir para estudios destacados de fonética dialectal española, esas diferencias no se documentan en general, a no ser que la diferencia llegue a convertirse en un
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INTRODUCCIÓN [1923]
cambio completo de pronunciación. En general, por consiguiente, se han representado las diferencias dialectales solamente en el vocabulario, en la expresión, en el orden de las palabras, en los casos de añadidura de sonidos, en los casos de supresión total de un sonido cualquiera, o en los casos de un cambio completo de un sonido a otro que mejor se representa por otro signo del alfabeto español. El último caso ha sido, naturalmente, el más difícil de transcribir y estar seguros de no documentar casos aislados de una pronunciación defectuosa o caprichosa que no se somete a reglas generales. Sin embargo, no hemos querido pecar de pedantes y de reformadores del lenguaje que nuestros narradores pronunciaban y nuestros oídos oían y no documentar verdaderos casos de cambios fonéticos importantes, por más que algunas veces ni en un mismo individuo que contaba un cuento cualquiera se podía observar una uniformidad exacta en la pronunciación. Repetimos que se ha respetado siempre el lenguaje de los narradores dentro de los límites ya indicados, es decir, empleando solamente el alfabeto ordinario español. Las siguientes observaciones explican con más claridad nuestro procedimiento.
viene de una r castellana: piesna, hosno, casne. Esta es una s dental parecida a la s dental americana y el cambio se desarrolla, al parecer, cuando la r está en contacto con una consonante nasal. 4. Para no desfigurar demasiado la ortografía corriente se han empleado la ll y la z (o c) aun en los cuentos andaluces, donde, como todo el mundo sabe, la ll tiene el sonido de la y (también en Castilla la Nueva), y la z el de la s. En la mayor parte de Andalucía, claro es, la z y la s sufren los mismos cambios. Hay que observar, sin embargo, que en muchos casos hay un trueque curioso entre la s y la z castellana propiamente dicha. En nuestros cuentos andaluces, por consiguiente, las consonantes ll y z representan los sonidos y y s, con las siguientes excepciones: a) La ll puede representar variantes muy distintas de la y castellana, desde la palatal africada ordinaria del castellano en los casos de inicial de sílaba o precedida de las consonantes n, l,49 hasta la prepalatal sonora de la j francesa y ll nuevomexicana.50 Estos mismos cambios sufre la y ordinaria en la pronunciación andaluza. b) La s castellana, que en algunas regiones de Andalucía se pronuncia como la z castellana, la hemos representado por una z: ozté, zí. En todos los demás casos la z de nuestros cuentos andaluces es igual a la s andaluza. 5. Las formas verbales, como todo vocablo cualquiera, han sido escritas tal como fueron dichas por los narradores de los cuentos, a pesar de que en el mismo cuento haya una falta de uniformidad al parecer extraordinaria. No es culpa nuestra que el mismo narrador dijera en el mismo cuento tuvieron y tuvon, dijeron y dijon, estuvieron y estuvon. Este fenómeno es frecuentísimo en ciertas regiones castellanas y castellanoleonesas, Segovia, Ávila, Zamora, pero no es raro en otras regiones. En algunos cuentos abulenses hemos creído reducir el fenómeno a reglas, observando que la forma abreviada se usa cuando no está en posición final y la forma completa en posición final y acentuada, pero hay excepciones. En Andalucía, los cambios en las formas verbales se reducen en la mayoría de los casos a desarrollos fonéticos debidos a la supresión de consonantes: tundean, tuvión, fuea, icí, etc.
1. Toda forma dialectal se ha conservado intacta, ya sea con añadidura o supresión de sonidos: desaigre, quedrá, asín, esollar, aconatrar, amás, empués, uté. 2. Cuando hay un cambio completo en la pronunciación se emplea el signo que más fielmente representa el sonido de que se trata: álbol, acerto (acepto), piejo, dimpués, dolmil, vel (ver), piesna (pierna) hosno (horno), farta. 3. La s representa una gran variedad de sonidos. En los cuentos recogidos en la región de Castilla la Vieja y alguna parte de Castilla la Nueva la s de nuestros cuentos representa una s alveolar, la s alveolar de la pronunciación castellana correcta.48 En algunos cuentos recogidos en la provincia de Burgos esta s es, en realidad, una s supra-alveolar o prepalatal, muy diferente de la s alveolar ordinaria. En el Sur, al contrario, nuestra s no es sino una s dental, que en la mayoría de los casos se convierte en una s dental inglesa o en una aspiración sorda. A veces, esta s andaluza desaparece por completo, y en estos casos hemos indicado su supresión de la misma manera que la d en la terminación -ado en casi todo el territorio español. En Córdoba y otros lugares de Andalucía hemos encontrado también una s que 49 48 Véase
Navarro Tomás, Manual de pronunciación española, Madrid, 1918, y 1921, § 108.
Navarro Tomás, ibíd., § 121. Studies in New Mexican Spanish, Revue de dialectologie romane (1909), § 158.
50 Espinosa,
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
6. En el caso de consonantes finales se indican también solamente los casos de cambio completo o supresión. En los cuentos andaluces, la mayoría de estas palabras no ofrecen grandes dificultades, pero aquí tampoco hay uniformidad. La s final nos ha causado muchísima dificultad; pero, tratando siempre de respetar el lenguaje del narrador, se ha suprimido en la escritura cuando éste no la pronunciaba. Delante de una vocal con la cual se enlaza en un grupo fonético, la s permanece en muchos casos cuando su supresión es general en otras condiciones: é mu rico, es así, vamo lo do, vamos a vé o vamo a vé. La r final presenta, desde luego, muchas variedades que nuestra escritura no indica. En los cuentos andaluces hay, sin embargo, cambios completos que hemos tenido que representar con consonantes castellanas que indican con más fidelidad el sonido dialectal de que se trata. Su supresión es muy general: vení, comprá, decí, vé, í. Raramente se pronuncia como una l semipalatal, la palatalización producida por el dorso de la punta de la lengua en la región prepalatal: decil, vel, il, curioseal. Este fenómeno se encuentra, en general en las mismas regiones donde la r se convierte en l también en otros casos esporádicos: enfelmo, dolmía. Del vocabulario, antiguallas como victo, anque, asín, etc., de la sintaxis y demás fenómenos lingüísticos que presentan nuestros cuentos nada tenemos que decir por ahora. Sólo hemos querido dar una idea de cómo hemos reproducido en los signos ordinarios del alfabeto español los cuentos populares españoles. Los cuentos asturianos del Sr. Martínez Torner están transcritos como él los escribió.51
Clasificación de los cuentos populares españoles Los cuentos populares españoles han sido clasificados bajo seis partes o divisiones generales, cada una de ellas subdividida en otros grupos relacionados entre sí, de la manera siguiente:
• Parte I. CUENTOS DE ADIVINANZAS. Número de cuentos, 30. A. La mata de albahaca. B. La adivinanza del pastor. C. Piel de piojo. D. Varios. • Parte II. CUENTOS HUMANOS VARIOS. Número de cuentos, 32. A. Cuentos y leyendas. B. Cuentitos y chistes. C. Latinismos populares y trabalenguas. • Parte III. CUENTOS MORALES. Número de cuentos, 36. A. Los tres consejos. B. Almas en pena. C. Leyendas de santos. D. La leyenda de Don Juan. E. Varios. • Parte IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO. Número de cuentos, 64. A. La niña perseguida. B. La hija del diablo. C. El príncipe encantado. D. Juan el Oso. E. Juan sin miedo. F. La princesa encantada. G. Varios. • Parte V. CUENTOS PICARESCOS. Número de cuentos, 36. A. Pedro de Urdemalas. B. Los dos compadres. C. El tonto y la princesa. D. Juan Tonto. E. Varios. • Parte VI. CUENTOS DE ANIMALES. Número de cuentos, 82. A. El lobo. B. La zorra. C. Carreras entre animales. D. La leyenda del sapo. E. Cuentos de animales varios. Stanford University California, enero de 1923
51
El lenguaje de nuestros Cuentos populares españoles ha sido objeto de una serie de estudios míos publicados en Language, con el título «The Language of the Cuentos populares españoles», en III, 188-198; IV, 18-27, 111-119, y en Modern Philology, en un artículo titulado «The Use of the Condicional for the Subjunctive in Castilian Popular Speech», XXVII, 445-449.
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Nota a la segunda edición [1945]
Q
uédese la INTRODUCCIÓN a este tomo I tal como la escribí en el año 1923, a pesar de que algunas de las observaciones allí documentadas hayan perdido un poco de su valor para el año 1945. Todo documento humano tiene un valor histórico, y, por otra parte, no hay en esta parte de nuestra obra enmiendas notables que hacer. Después de aparecida nuestra INTRODUCCIÓN de hace veintidós años se han publicado algunas colecciones importantes de cuentos populares recogidos de la tradición oral de España y de la América española: las colecciones de cuentos españoles peninsulares de Aurelio Llano de Ampudia, de Constantino Cabal y de Marciano Curiel, y las de cuentos españoles de América de José Manuel Espinosa, Juan B. Rael y Howard True Wheeler, todas citadas en la BIBLIOGR AFÍA GENER AL. Pero más importante que todas éstas es la colección de Cuentos populares castellanos, recogida de la tradición oral de las provincias castellanas en el año 1936, por mi hijo Aurelio, también bajo los auspicios de la American Folklore Society. Esta extraordinaria colección castellana es la más importante y la más
abundante en el número de versiones de que consta que yo conozco de toda Europa. Contiene más de quinientas versiones de cuentos populares. Dentro de dos años, esta obra estará clasificada y preparada para publicarse. [Aquí] hemos aprovechado todas sus versiones. Véase Aurelio, M. Espinosa, hijo, «More Spanish Folktales», en Hispania, XXII, 103-114. De las reseñas que se publicaron sobre los materiales contenidos en los tres fascículos que ahora publicamos en segunda edición en un solo tomo llamaré la atención solamente a las tres siguientes. En la primera de ellas hay observaciones valiosas aprovechadas por mí en nuestro tomo II:
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• Johannes Bolte, en Zeitschrift des Vereins für Volkskunde, Berlín, XXXVII, 272-273. • Barbara Aitkens, en Folklore, Londres, XXXVIII, 99-101. • Fernando Ortiz, en Archivos del folklore cubano, Habana, II, 182-191, y III, 288. Stanford University California, enero de 1923
advertencia [1946]
A
l publicar el Tomo I de nuestros Cuentos populares españoles, en año 1923, anunciamos que el último tomo de dicha publicación sería el estudio comparativo de los Cuentos, Notas comparativas. Este estudio es el Tomo II de la publicación actual, el que ahora publicamos. Lo empezamos en el año 1930. La preparación de este estudio ha durado quince años, porque ha sido interrumpida en varias ocasiones por muchas tareas administrativas y de enseñanza en esta y en otras Universidades.1 Nuestro estudio empezó con la clasificación necesaria para la publicación de los cuentos mismos. Al clasificarlos, descubrimos lo poco que se sabía en el mundo folklórico de la tradición hispana y la ignorancia y hasta desdén con que se juzga de los valores de la tradición y cultura hispánicas. Ya hecho este descubrimiento, vimos con toda claridad el escaso valor científico de una ciencia folklórica europea que omitía casi por completo los abundantes materiales de la tradición hispánica. En la «Introducción» de nuestro Tomo I se ha hablado ya de la falta que hacían para los estudios serios sobre los cuentos populares hispánicos grandes colecciones de cuentos semejantes a las que de otros países de Europa se habían publicado y seguían publicándose. A esa falta de materiales era debida en gran parte ignorancia con que se juzgaban los valores de la tradición hispánica. Pero ahora ya no hay motivos para seguir haciendo estudios comparativos sobre los cuentos de Europa sin contar con la contribución de España. Ya tenemos muchas colecciones 1
En la edición de los cuentos de 1946, el vol. I correspondía sólo a los cuentos y los volúmenes II y III a los estudios correspondientes. En esta edición, hemos decidido colocar cada grupo de estudios tras cada grupo de cuentos, de manera que se reordenan los tres volúmenes originales intercalando sus contenidos. N. de E.
importantes de cuentos de España y de la América Española. Durante los últimos veinticinco años se han recogido de la tradición oral de la América Española bajo nuestra dirección cinco grandes colecciones de cuentos: las de Espinosa, de Nuevo Méjico; Mason, de Puerto Rico; Wheeler, de Méjico; Portell Vilá, de Cuba, y Rael, Colorado y Nuevo Méjico, las tres primeras ya publicadas. Entre unas y otras contienen estas colecciones más de mil quinientas versiones de cuentos populares de la América Española. Algunas otras se han publicado en la Argentina, Chile, Méjico y Perú. En cuanto a España, además de la colección nuestra y otras recientemente publicadas, contamos ahora con una colección de quinientas versiones de cuentos populares de Castilla recogida en 1936 por mi hijo Aurelio. Es la más abundante colección de cuentos populares españoles hasta ahora recogida. Nuestras Notas son una modesta contribución al estudio comparado de los cuentos europeos. Hemos estudiado nuestros Cuentos con la ayuda de todos los materiales a nuestro alcance, comparándolos con todas las versiones hispánicas semejantes y conocidas, y a veces con las de otras procedencias, africanas, americanas, europeas y orientales, particularmente con los cuentos ya estudiados por los señores Bolte y Polívka en su magistral Anmerkungen zu den Kinder und Hausmärchen der Brüder Grimm, Antti Aarne, Haavio, De Vries y otros folkloristas de fama reconocida. En los casos de los cuentos no estudiados antes por otros folkloristas, hemos hecho estudios originales, nuestro cuento del muñeco de brea, por ejemplo, pero para la mayoría de nuestros cuentos hemos hecho solamente una contribución hispánica a la labor de otros investigadores. Desde luego tenemos que confesar honradamente que debemos mucho a los estudios de Bolte y Polívka, que por primera vez en la historia de nuestra ciencia hicieron una
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ADVERTENCIA [1946]
clasificación verdaderamente científica de los motivos fundamentales de los cuentos europeos y estudiaron sus tipos y sus orígenes con felices resultados, y a los de Antti Aarne, que publicó el primer catálogo o clasificación de los tipos fundamentales de los cuentos europeos, y los de otros folkloristas finlandeses, alemanes y escandinavos. Los métodos que ellos emplearon han sido adoptados ya por muchos folkloristas europeos y por algunos americanos. Hay que advertir, sin embargo, que aun en los estudios de estos eminentes investigadores se echa de menos la contribución hispánica al caudal folklórico de Europa. En las Anmerkungen de Bolte-Polívka, por ejemplo, da pena ver los poquísimos materiales hispánicos citados. El universalmente conocido catálogo o clasificación de los cuentos occidentales de Antti Aarne, arriba citado, publicado en 1910 y después reimpreso con enmiendas y adiciones por Stith Thompson, es principalmente una clasificación de cuentos alemanes, escandinavos y finlandeses. Los cuentos de la tradición hispánica apenas tienen cabida en Aarne-Thompson. La clasificación de los cuentos hispánicos de Boggs del año 1930 está basada en la de Aarne-Thompson. Nuestras Notas comparativas son, como ya queda dicho, una modesta contribución al estudio comparado de los cuentos europeos. Hemos tratado de escribir uno de los capítulos que más falta hacían para la investigación de los cuentos populares de Europa, el relacionado con la contribución hispánica, tan importante como la de cualquiera otra región de Europa, a la tradición occidental. Hemos estudiado nuestros cuentos con la ayuda de todas las versiones hispánicas semejantes que hemos podido examinar, a veces centenares de versiones de un mismo grupo de cuentos relacionados, clasificando los elementos fundamentales que unas y otras versiones contienen a la manera de Bolte y Polívka y de los folkloristas finlandeses, para establecer los verdaderos tipos, y en algunos casos hemos tratado de establecer también los arquetipos o tipos primitivos. Al mismo tiempo hemos expresado opiniones sobre los orígenes y difusión de nuestros cuentos y sobre muchos otros asuntos relacionados con los problemas fundamentales de la ciencia del folklore. Terminada nuestra labor y preparada la obra para la imprenta (enero de 1946), hay que advertir que, tratándose de una labor de tantos años, los primeros cuentos de nuestra colección hace ya muchos años que se estudiaron; y si bien se ha tratado siempre de hacer correcciones y enmiendas en vista de las nuevas publicaciones que se han venido publicando sobre cuentos hispánicos y de otras procedencias, hay siempre la posibilidad de haber omitido alguna que otra versión de nuestra bibliografía. Algunas de las enmiendas, por otra parte, se han hecho solamente en la parte bibliográfica de nuestros estudios, particularmente las de última hora.
Nos resta solamente expresar nuestro profundo agradecimiento a todos aquellos que tan generosamente nos han ayudado en esta tarea tan difícil como agradable: a mi distinguido amigo y colega de la Universidad de Madrid, D. Ramón Menéndez Pidal, que después de ayudarme en numerosas ocasiones cuando recogía en España mis Cuentos, ha seguido enviándome valiosos informes sobre diversos problemas de nuestra investigación; a mi igualmente distinguido amigo y colega, también de la Universidad de Madrid, D. Ángel González Palencia, que me ha buscado y encontrado preciosas versiones de algunos de mis cuentos de la tradición oral de España, entre ellos una preciosa versión del cuento del Muñeco de Brea, y que ha tenido la amabilidad de leer las pruebas de los dos tomos de esta obra 2 ; a D. José María de Cossío, que en su famosa Casona de Tudanca, la Tablanca de Peñas Arriba, me prodigó favores sin número y me presentó al pueblo de la Montaña, muy particularmente a «Pito Salces», uno de los mejores cuentistas que encontré en toda España; a mis amigos y colegas chilenos Ramón A. Laval y Julio Vicuña Cifuentes, los dos ya fallecidos con quienes mantuve amistosa correspondencia muchos años sobre diversos asuntos folklóricos y que me buscaron y hallaron muchos datos y libros para mí desconocidos; a muchos de mis estudiantes de la Universidad de Stanford, que me ayudaron con su trabajo fiel y constante en busca de materiales; a la señora Elsie Clews Parsons, de Nueva York, ya fallecida, que contribuyó generosamente para mi viaje a España del año 1920 bajo los auspicios de la American Folklore Society; y, por último, al Presidente que fue de la Universidad de Stanford, el Dr. Ray Lyman Wilbur, que dio apoyo a nuestras investigaciones folklóricas con toda la autoridad de su alto puesto. Que no sea nuestra obra la única de este género entre los folkloristas hispanos. Que sea sólo el principio del estudio científico y comparado de los cuentos del mundo hispánico, y que otros continúen la obra empezada para que en un día no muy lejano aparezca entre nosotros quien logre establecer de una manera definitiva y verdaderamente científica los tipos fundamentales de todos los cuentos hispánicos conocidos. En nuestra obra tenemos la esperanza de que se podrán encontrar ya definitiva y finalmente clasificados casi la mitad de ellos con sus numerosas variantes. Si en esto no erramos, habremos realizado una labor de alguna utilidad para la ciencia del folklore.
2
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Espinosa se refiere a la edición del CSIC de 1946 que se hizo finalmente en tres tomos, como ya hemos comentado. N. de E.
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I. CUENTOS DE ADIVINANZAS A. La mata de albahaca • B. La adivinanza del Pastor C. Piel de piojo • D. Varios
A. la mata de albahaca
1. La mata de albahaca Ésta era una madre que tenía dos hijas, y tenía una casa que daba una ventana a la calle. Y en la ventana tenía unos tiestos de albahaca. Y un día estaba la hija mayor regando los tiestos de albahaca y pasó por allí un señor y la dijo: —Señorita que riega la albahaca, ¿cuántas hojitas tiene la mata? La hermana se metió en su casa avergonzada y se lo contó a su hermanita. Y la hermana menor le dijo: —Déjalo, que mañana yo le contestaré. Y al día siguiente fue la menor y se puso a regar la albahaca y ya pasó otra vez el señor y le dijo:
Conque al día siguiente se disfraza y coge unas faldas de ropa y se marcha pa la casa de la joven y llega y les dice que si quieren comprar unas faldas muy baratas. Y le preguntaron entonces cuánto era y él le dijo a la menor que vendía las faldas a beso. Ellas entonces se echaron a reír y no querían comprar las faldas a ese precio. Pero la hermana mayor le dijo que se lo diera, que estaban solas y nadie las iba a ver. Y ya entonces consintió y le dio el beso y le dio él el fardo de tela pa que se hiciera vestidos. Güeno, pues se marchó entonces pa su casa y al otro día fue otra vez a la casa de las muchachas y halló a la menor regando la albahaca y le preguntó como antes: —Señorita que riega la albahaca, ¿cuántas hojitas tiene la mata? Y ella le contestó también como antes:
—Señorita que riega la albahaca, ¿cuántas hojitas tiene la mata?
—Caballero pinturero, usté que sabe leer y escribir, sumar y restar, multiplicar y dividir, ¿cuántas estrellitas tiene el cielo y arenitas la mar?
Y la joven le contestó: —Caballero pinturero, usté que sabe leer y escribir, sumar y restar, multiplicar y dividir, ¿cuántas estrellitas tiene el cielo y arenitas la mar?
Y el señor le dijo entonces: —Y el beso que me dio ¿qué tal le gustó?
Y con eso aquel señor se marchó avergonzao sin decir nada. Pero al llegar a su casa dijo: —Me la tienes que pagar.
La joven entonces no dijo nada y se retiró de la ventana. Y ya después el caballero no venía a la casa y supo ella que
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I. CUENTOS DE ADIVINANZAS
estaba enfermo y que no había médicos que lo pudiesen curar y dijo: —Ahora me vengo. Y se disfrazó de médico y llegó a una posada del pueblo y anunció que había llegao un especialista que curaba todas las enfermedades de amores. Y en seguida le mandaron a llamar y vino a ver al enfermo. Y al momento que llegó dijo que le dejaran solo con el enfermo y que le trajeran un mazo y un nabo muy gordo. Y que aunque chillara que no entrara nadien. Le trajeron todo lo que pedía y cuando cerraron la puerta y ya estaba sola con él cogió el nabo y se lo metió en el culo. Y con el mazo empezó a darle mazazos al nabo pa metérselo bien en el culo. Y aquel pobre venga a chillar y venga a chillar, pero como ella había dicho que nadien entrara no entró nadien. Y allí estuvo dando mazazos en el nabo hasta que se le metió todo en el culo. Y cuando se marchó se puso bueno el enfermo. Y estando ya bueno se marchó el señor otra vez a la casa de la joven y como estaba regando la albahaca otra vez le dijo lo de siempre: —Señorita que riega la albahaca, ¿cuántas hojitas tiene la mata?
Pero creía él que con esto se iba a vengar otra vez, cuando le contesta ella: —Y el nabo por el culo, ¿estuvo blando o estuvo duro? Y entonces él comprendió que era ella la que le había metido el nabo por el culo y le dijo: —Yo comprendía que eras tú y por lo tanto me caso contigo. Y se casaron. Toledo, TOLEDO.
2. La mata de albahaca Ésta era una mujer que tenía tres hijas. Y tenían en el jardín una mata de albahaca y cada día salía una de las hermanas a regarla. Un día salió a regar la mata de albahaca la hermana mayor. Y cuando estaba regándola pasó por allí el hijo del rey y la dijo: —Señorita que riega la albahaca, ¿cuántas hojas tiene la mata?
Y ella le contestó también como siempre: —Caballero pinturero, usté que sabe leer y escribir, sumar y restar, multiplicar y dividir, ¿cuántas estrellitas tiene el cielo y arenitas la mar?
Tampoco supo responder y el hijo del rey se fue para su palacio. Y al día siguiente pasó otra vez el hijo del rey por la casa y salió la hermana segunda a regar la albahaca, y él la hizo la misma pregunta: —Señorita que riega la albahaca, ¿cuántas hojas tiene la mata?
Y él contestó entonces: —Y el beso que me dio ¿qué tal le gustó?
Tampoco supo responder y el hijo del rey se fue para su palacio. Y el tercer día cuando volvió el hijo del rey a pasar por la casa la hermana menor salió a regar la albahaca, y él le hizo la misma pregunta que a las otras: —Señorita que riega la albahaca, ¿cuántas hojas tiene la mata? Y ella le respondió: —Señorito aventurero, ¿cuántas estrellas tiene el cielo?
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Y como él no supo responder a esta pregunta se fue para su palacio avergonzao. Y entonces el hijo del rey, como estaba avergonzao de ver que no había podido responder a la pregunta de la hermana menor, se metió a encajero y salió vendiendo por todas partes. Y llegó a la casa donde vivían las tres hermanas y salieron a ver qué vendía. Y cada una de ellas escogía estoy y aquello y lo demás. Y la hermana menor escogió una puntilla y le dijo al encajero: —¿Cuánto quiere usté por esta puntilla? Y él la dijo: —Por esa puntilla un beso. Y ella le dio el beso y se quedó con la puntilla. Y otro día volvió el hijo del rey como antes a la casa de las tres hermanas. Y salió la hija mayor a regar la albahaca y él la preguntó otra vez:
Y cuando ya estaba bueno salió el hijo del rey otra vez a paseo y pasó por la casa de las tres hermanas otra vez. Y salió como de costumbre la hermana mayor a regar la albahaca, y él la preguntó de nuevo: —Señorita que riega la albahaca, ¿cuántas hojas tiene la mata? Y ella, como antes, no supo responder. Y otro día salió la hermana segunda a regar la albahaca y la hizo él la pregunta de siempre: —Señorita que riega la albahaca, ¿cuántas hojas tiene la mata? Y tampoco supo responder. Y el tercer día cuando pasó el hijo del rey por la casa salió la hermana menor a regar la albahaca, y él la preguntó cómo lo había hecho antes:
—Señorita que riega la albahaca, ¿cuántas hojas tiene la mata? Y ella no supo responder tampoco como la vez primera. Y vino otro día el hijo del rey por la casa y salió la hermana menor a regar la albahaca, y la preguntó como antes:
—Señorita que riega la albahaca, ¿cuántas hojas tiene la mata? Y ella respondió como antes:
—Señorita que riega la albahaca, ¿cuántas hojas tiene la mata?
—Señorito aventurero, ¿cuántas estrellas tiene el cielo?
Y ella respondió como la vez primera:
Y entonces él creyó que iba a salirse con la suya como antes y la preguntó:
—Señorito aventurero, ¿cuántas estrellas tiene el cielo?
—Y el beso del encajero, ¿estuvo malo o estuvo bueno?
Y a eso la respondió él: —Y el beso del encajero, ¿estuvo malo o estuvo bueno?
Pero se engañó el hijo del rey, porque apenas había él preguntado eso de antes cuando ella le preguntó:
Y como ella no supo responder se metió en la casa avergonzada. Pero pocos días después se puso malo el hijo del rey y no había médico que lo pudiera curar. Y fue la hermana menor y se vistió de médico. Fue al palacio del rey de médico superior, mucho superior, y le dijo al rey: —Yo vengo, señor rey, a curar a su hijo. Y la dejaron entrar y consultó con los otros médicos y dijo: —Pa que sane el príncipe hay que meterle un nabo en el culo. Conque bueno, que le metieron el nabo en el culo y el hijo del rey se puso bueno.
—Y el nabo por el culo, ¿estaba blando o estaba duro? Aldeorno, SEGOVIA.
3. La mata de albahaca Éste era un hombre que tenía tre hija y la tre eran mu guapa y mu honestita, y casi nunca salían de su casa. Y en una ocasión er padre se marchó por uno día a otro pueblo y les encargó que no l’abrieran la puerta a nadie.
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I. CUENTOS DE ADIVINANZAS
Y en uno de los balcone de su casa tenían un macetero que tenían que salí a regá too los día. Y cuando er padre no staba en casa salió er primer día la mayor a regá la maceta. Y salió er rey que vivía en un palacio que staba cerca y pasó por ai y le dijo a la muchacha: —Regadora que riegas la albaca, ¿cuántas hojas tiene la mata? Y ella no contestó na y fue y les dijo a sus hermanas lo que le había dicho er rey. Y dice la menor, que se llamaba Mariquilla: —¡Anda, tonta! Mañana vi a subí yo y verás lo que le digo. Pero al otro día salió la segunda a regá la macera. Y pasó otra vez er rey y le dijo como a la otra: —Regadora que riegas la albahaca, ¿cuántas hojas tiene la mata? Y tampoco le contestó y se fue y les contó a sus hermanas lo que le había dicho er rey. Y otra vez dice la menor: —¡Anda, tonta! Mañana vi a subí yo y verás lo que le digo. Y ar tercer día subió Mariquilla, la menor, a regá la albaca y pasó er rey y le dijo: —Regadora que riegas la albaca, ¿cuántas hojas tiene la mata? Y ella le contestó: —Tenedor de pluma y tintero, ¿cuántas estrellas tiene er cielo? Y como er rey no pudo contestá a lo que Mariquilla le preguntó se fue pa su palacio avergonzao. Y otro día pasó er rey otra vez por la casa a vé si salía Mariquilla. Pero ya no salía. Salían las otras do a regá la albaca. Y ya que vido que aquella no salía se vistió de limosnera pa í a pedí una limosna a la casa de las tres hermana pa vé si podía vé a Mariquilla. Y llegó la viejecica limosnera pidiendo posá por la noche. Y salieron la do mayore y le dijeron a la viejecica que no podían dale posá porque er padre no staba en la casa. Y salió la menor y dice a sus hermana: —Anda, tonta, que la metemo en la chimenea a la pobre y mañana se va.
Y ya la dejaron entrá. Y le dieron un peazo e pan y comió y después se fueron aquellas a dormí a sus habitacione y a la viejecica le dijeon que podía dormí allí cerca e la chimenea. Y cuando ya aquella tre estaban en su habitación sacó er rey tres orejone que traiba y empezó a asalo. Y dice Mariquilla: —¡Josú! ¿Qué estará asando la viejecica que güele tan bien? Yo vi a vé qué sta asando. Y las otra le dijeron: —No, que no vayas. Y ella dijo: —¿Qué me ha de jacé esa pobre viejecica? —Que no, que nos regaña papá. —Que no; que no nos regaña. Y salió Mariquilla y le preguntó a la viejecica: —Agüela, ¿qué sta asando uté que tan bien güele? Y ella contestó: —Orejoncico. Y le dice entonce Mariquilla: —Déme uté unico1. Y él le dice: —Dame tú un besico. Y dice ella: —Pus déme uté tre. Y él le dice: —Dame tre besico. Y le dio Mariquilla tre besico y la agüela le dio tre orejoncico. Y entró Mariquilla y les dio a sus hermana dos orejoncico y el otro se lo comió ella y les contó a sus hermana que le había dao a la viejecica tres beso por ello. —¡Uy, Dios mío! ¡Quién la besa a esa vieja! —dicen las hermanas. —Es una pobre viejecica. ¿Qué m’ha de jacé? —contestó Mariquilla. Y al otro día se fue la viejecica. Y cuando llegó er rey a su palacio ya staba tan enamorao de Mariquilla que no sabía qué jacé. Y pasó un día por la casa de la tres hermana y salió Mariquilla a regá la albaca. Y le dijo er rey: —Regadora que riegas la albaca, ¿cuántas hojas tiene la mata? Y ella le contestó: —Tenedor de pluma y tintero, ¿cuántas estrellas tiene er cielo? 1
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«Deme uté unico» (sic), original Espinosa, tomo I, Cuentos 3 (1946: 10). N. de E.
Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Y er rey le dice entonce: —Tre orejone te comites pero tre besito me dites. Y con eso la pobre se metió a su casa avergonzá y er rey se fue pa su palacio tan enamorao de Mariquilla que cayó enfermo en la cama. Y ella fue entonce y publicó un bando diciendo que había llegao un méico estranjero y se vistió de méico y fue a curá ar rey. Y dijo que tenían que dejala sola en la habitación con er rey y que ella le curaría. Y llevaba un rábano mu largo que mandó que le cortaran de su güerta. Y cuando llegó ar palacio le dijieon que subiea. Y subió ande staba er rey y se encerró con él y le dijo: —Vamo, diga uté la verdá. Uté lo que tiene es mal de amore. Uté está enamorao de arguna mocita. Y er rey le dijo: —Sí, e verdá. Estoy enamorao de una mocita que vive cerca de mi palacio. Conque ella le dice entonce: —Pus no hay má remedio que echale una lavativa. Y cogió er rábano y se lo metió en er culo. Y er rey chillaba y chillaba. Y así lo dejó chillando y con er rábano metío en er culo y se marchó pa su casa. Y er rey gritaba: —¡Ay, Dios mío! ¡Que me saquen eso, que ese tío m’ha matao! Y llegaron los criao der rey le sacaron er rábano der culo. Y ya al otro día salió er rey otra vez y pasó por la casa de Mariquilla y salió ella a regá la albaca y le dijo como antes: —Regadora que riegas la albaca, ¿cuántas hojas tiene la mata? Y ella le contestó: —Tenedor de pluma y tintero, ¿cuántas estrellas tiene el cielo? Y a eso le contesta él: —Tres orejone te comites Pero tre besito me dites. Y entonces le dijo Mariquilla: —Y el rábano que te metí pol culo, ¿te supo blando o te supo duro?
Conque otra vez tuvo er rey que marchase pa su palacio muy avergonzao. Pero como ya sabía que Mariquilla era quien se había burlao de él determinó vengase. Pus al otro día mandó er rey a decí ar padre de la tre hija que vinieran a comé ella y él ar palacio con él. Y el padre que sabía que su hija menor era mu sardequilla le dijo: —¡Ay, Mariquilla, ¿qué le has hecho ar rey que nos ha mandao llamar? Y ella dice: —Na, yo na. Y tamién le mandó a decí er rey ar padre: —De la tre hija que uté tiene me entrega mañana una viuda, la otra doncella y la otra preñá. Conque se va er padre mu triste con sus hija y llega a su casa y se pone a pensá a vé como va a jacé. Y le dijo otra vez a Mariquilla: —Mariquilla, ¿qué le has hecho ar rey? Y ella contesta otra vez: —Na, yo na. Y ya fue er padre y a la mayor la vistió de viuda, a la segunda le puso una barriga y Mariquilla se vistió de doncella. Y llegaron ar palacio y sale er rey a recibilos y les dice: —Güeno, pus primero vamo a comé. Digan utées lo que quieren comé. Y la do mayore dijieron que lo que estaba en la mesa, na más. Y Mariquilla dijo: —Yo, no. Lo que está en la mesa no me gusta. Yo quiero comé nieve asá. Y lo cocinero no podían asala. Si la ponían a la lumbre se les apagaba la lumbre y si la ponían en un cazo se deshacía. —Eso no pué sé —le dijeron ar rey. —Vaya, Mariquita, pide otra cosa —le dijo er rey. Y ella contestó: —Eso es lo que como en mi casa. Y er rey ya mu enfadao le dice otra vez: —Vaya, mujé, pide otra cosa, que eso no pué sé. Y ella le contesta también enfadada: —Vaya, pus de la tre hija que tiene mi padre tampoco pué estar una preñá. Y al decí eso le quitó la barriga a su hermana. Y entonces ya er rey pensando en vengase no dijo na. Y ya llamó ar padre y le dijo que se quería casar con Mariquilla. Y ella dijo enseguía que sí, que se casaba con er rey. Güeno, pus se casaron, y por la noche dijo Mariquilla que ella se iba a acostá sola. Y fue y puso en la cama un muñeco de cartón lleno de licó y parecío a ella y le puso una cuerda de la cabeza y se metió ella debajo e la cama. Y al poco tiempo entró er rey con un puñal mu grande, mu
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I. CUENTOS DE ADIVINANZAS
grande, pa matala. Y vido er muñeco en la cama y creyó que era Mariquilla y le dijo: —¿Te acuerdas, Mariquilla, cuando pa burlarte de mí me preguntates cuántas estrellas tiene er cielo? Y ella tiraba de la cuerda y la cabeza del muñeco decía que sí. Y entonces dice er rey: —¿Te acuerdas, Mariquilla, cuando pa burlarte de mí te disfrazates como méico y me metites un rábano en er culo? Y el muñeco decía que sí. Y entonce sacó er puñal y le dio una puñalá en er pecho. Y le sartó er licó a la boca y gritó: —¡Ay, Mariquilla, durce tienes la muerte y agria la vida! Y ella salió entonces de debajo e la cama y le dijo: —Mierda pa er rey que yo stoy viva. Y se escapó por una puerta farsa y se fue pa su casa. Granada, GRANADA.
se lo daba por un beso. Y ella le dio el beso y se quedó con el encaje. Y de ai se fue él a su casa y se enfermó. Y la novia cuando lo supo se vistió de médico y fue a la casa preguntando por el enfermo. Y entró y él no la conoció. Y dijo que pa que sanara tenían que meterle un nabo por el culo. Y le metieron el nabo por el culo y a los pocos días sanó. Bueno, pues cuando ya estaba bueno salió otra vez y pasó por la casa de su novia. Y salió ella al balcón y él la dijo:
4. Las tres hijas del sastre
—Oye, tú, el beso del encajero, ¿estuvo malo o estuvo bueno?
Un sastre tenía tres hijas muy bonitas. Y pasó por la casa un señor y se enamoró de la más joven que era la más guapa de las tres. Y cuando ya estaban de novios el muchacho la dijo a la novia que él pa casarse tenía que tener una novia que estaría doncellita y preñada. Y la niña le dijo que eso no podía ser. Y luego fue el muchacho y se vistió de encajero y salió vendiendo encajes. Y pasó por la casa de su novia y ella no le conoció. Y la gustaban mucho los encajes. Y escogió uno y le preguntó cuanto quería por ese encaje. Y él la dijo que
Y creía él que la iba a avergonzar. Pero ella conoció el engaño y pa hacerse conocer le dijo:
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—Y el nabo por el culo, ¿estaba blando o estaba duro? Y así se conocieron y después se casaron. Barbadillo del Mercado, BURGOS.
B. la adivinanza del pastor
5. El acertijo Pué señó, que éste era un rey que tenía una hija y echó un bando que er que le echara a la princesa un acertijo que ella no pudiea acertá se casaba con ella, y que a too lo que ella les acertara los acertijos los matarían. Y como la princesa era mu guapa de toa parte venían muncho príncipe y conde a decile acertijo a la princesa pa vé si se casaban con ella. Pero a too les acertaba ella los acertijo y a too les daban la muerte. Güeno pue a eso había un pastó que vivía con su mare cerca der palacio, y va y le dice a su mare: —Mare, apáñeme uté la merienda que vi a decile a la princesa un acertijo que no puea acertá pa vé si me caso con ella. Y la mare le dijo: —Mía, hijo, que no diga tontería. ¿Cómo va tú a decile un acertijo que ella no puea acertá cuando les ha acertao los acertijo a toos eso grande señore que han ido ya? Y é le dijo: —Mare, no me importa. Apáñeme uté la merienda y yo iré a buscá la burra pa marchame ar palacio. Güeno, pue jué la mare y le apañó la merienda y le envenenó tre pane pa que muriera en er camino mejó que lo horcara er rey. Y jué y cogió su escopeta y montó en la burra que se llamaba Panda y se marchó. Y salió de pira por un monte a cazá y se levantó una liebre y le tiró y no la mató. Pero mató otra liebre a la cual no le había tirao. Y va y dice: —Pue ya llevo yo parte der cuento. Tiré ar que vi y maté ar que no vi. Y entonce jué y esolló la liebre y le sacó lo gasapos y los asó. Y depués que staban ya bien asao se lo comió. Y dice entonce:
—Pue ya llevo la otra parte der cuento. Comí de lo agendrao, ni nacío ni criao. Pero mientra é staba comiéndose lo gasapo la burra Panda jué y se comió lo tre pane que staban envenenao y se envenenó y se murió. Y llegaron tre grajo y comieron de la burra muerta y también se murieron. Y cuando vido que se había muerto la burra porque se había comido lo panes envenenao dijo: —Güeno, pue ya tengo pa acabá er cuento que le vi a decí a la princesa. Mi mare mató a Panda, Panda mató a tre. Conque entonce coge y se va de pira par palacio. Y llega y pide permiso pa entrá a hablá con la princesa. Y le dicen que suba. Y sube ar cuarto e la princesa y le dice este acertijo: —Tiré ar que vi, maté ar que no vi. Comí de lo agendrao, ni nacío ni criao. Mi mare mató a Panda, Panda mató a tre. Aciérteme usté lo que é. La princesa venga que venga a discurrí pero no puedo acertá er cuento. Y cuando el rey vido que su hija no podía acertá er cuento dijo: —Güeno, pue que le den a este señó una cama pa dormí que la princesa tiene tre día pa acertá. Y le dieron una cama pa que durmiera. Y la primera noche la princesa envió a su doncella ande staba durmiendo er pastó a vé si conseguía que le dijera er cuento. Y jué la doncella y llegó a la cama der pastó y le dijo:
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I. CUENTOS DE ADIVINANZAS
—Señó, vengo a que me diga uté er cuento. Y durmió er pastó con la doncella esa noche pero no le dijo er cuento. Y a otro día se alevantó la doncella y se jué ar cuarto e la princesa y la princesa le dijo: —Güeno, ¿te ha dicho er cuento? Y aquella contestó: —No, señorita, que he dormío toa la noche con é, pero no me ha querido decí er cuento. —Güeno, pue esta noche va otra doncella —dijo la princesa. Y jué la segunda noche otra doncella y llegó a la cama der pastó y le dijo: —Vengo a que me diga uté er cuento. Y er pastó le dijo que se acostara con é, que ya vería si se lo decía o no. Y durmió con ella toa la noche pero al otro día, cuando ella se alevantó, no le quiso decí na. Güeno, pue entonce la segunda doncella se fue mu afligida ande staba la princesa y le dijo: —Señorita, a aqué no hay quien le saque er cuento. Toa la noche he dormío con é pero no me ha dicho na. Y entonce como ya sólo fartaba una noche má pa acertá o casase con er pastó, jué la princesa misma a la cama der pastó a vé si le decía er cuento. Conque llega y le dice: —Güeno, pue aquí vengo yo misma a que uté me diga er cuento. Y é le dice: —Si duerme uté conmigo esta noche mañana se lo digo. Güeno, pue dijo ella que staba güeno y se acostó a dormí con é. Y cuando staba en la cama le dijo é: —Güeno, pero pa dormí conmigo tiene uté que quitase la camisa. Y se quitó ella la camisa y se la puso er pastó. Y entonces le dijo: —Y también tiene uté que darme un anillo con su nombre. Y le dio ella el anillo. Y durmió con er pastó toa la noche. Y otro día cuando ella se alevantó le dijo: —Güeno, pue ya se ha cumplido too lo que uté quería; ahora dígame uté er cuento. Y er pastó se lo dijo. Entonce, ¿qué hace ella? Pue va y le dice a su pare: —Pare, ya sé er cuento y se lo pueo acertá ar pastó. Y llamó er pare ar pastó y le dijo: —Dice la princesa que ya sabe er cuento y que va a acertá. Y se sentó er pastó y la princesa se lo acertó como é se lo había dicho. Güeno, pue entonce er pare dijo:
—Pue ya no hay má remedio que quitale a uté la vida. Y er pastó no decía na. Pero una hora ante de que lo llevaran a matalo le dijo ar rey: —Su real Majestá, ¿me permite uté decí do palabra? Y er rey dijo que sí, que dijera la do palabra. Y dice é: —Pue, misté, señó rey, que la primera noche que dormí en palacio jué a verme una blanca paloma. Y yo le pregunto a uté. Si hubiera ido a vele a su cama una blanca paloma, ¿qué hubiera hecho uté? Y er rey contesta: —Pue dormí con ella. Y entonce dice er pastó: —Pue, su real Majestá, eso he hecho yo. Y entonces dice: —Y si hermosa era la blanca paloma que jué a verme la primera noche, más hermosa era la que jué la segunda noche. Y yo le pregunto a uté. Si esa segunda blanca paloma hubiera ido a vele a uté, ¿qué hubiera hecho uté? Y contesta er rey: —Pue dormí con ella. Y er pastó dice entonce: —Pue su real Majestá, eso he hecho yo. Y entonce dice: —Pero la tercera noche jué a verme su hija, que e muncho más hermosa que las otra do, y con ella dormí también. Y er rey le dice entonces: —¿Tú dice que ha dormido con mi hija? ¿Qué prueba tiene? Y er pastó se esabrochó la pechera y sacó la camisa e la princesa y aluego sacó el anillo con su nombre de ella. Y er rey ar vé eso le preguntó a la princesa si era verdá que había dormido con er pastó. Y como no lo pudo negá tuvo que decí que sí. Y er rey entonce mandó arreglá la boda y se casó er pastó con la princesa. Córdoba, CÓRDOBA.
6. El acertajo Éste era un rey que tenía una hija soltera y mandó echar un bando que el que le dijera a la princesa un acertajo que no pudiera adivinar se casaba con ella. Y cerca del palacio del rey vivía un pastor que tenía una yegua que staba preñada. Y dijo: —Yo voy a echarle a la princesa un acertajo que no pueda adivinar pa casarme con ella. Y va y mata la yegua y le saca el potro vivo. Y de la piel de la yegua se hizo una capa. Y cuando ya el potro estaba
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
grande se montó en él y se marchó pal palacio del rey pa echarle el acertajo a la princesa. E iba vestido de la capa que había hecho de la piel de la yegua. Y en el camino ande iba vido una culiblanca que llevaba un racimo de uvas en el pico. Y la mató y le quitó el racimo y metió el jugo en un frasco. Conque ya dijo: —Ahora ya sé el acertajo que le voy a echar a la princesa. Y va y llega al palacio y pide licencia pa hablar con la princesa. Y le dicen que suba y va y le echa a la princesa este acertajo: —Beba usté, señora, deste blanco vino, que una culiblanca llevaba a su nido. Yo vengo montado en lo que no es nacido, y de su misma madre vengo yo vestido. Y la princesa no pudo adivinar y el rey le dijo que tenía que cumplir su palabra de rey y no había más remedio que casarse ella con el pastor. Pero la princesa dijo que no estaba conforme y dijo que tenía que hacer tres cosas pa casarse con él, y que si no, le mataban. Y preguntó el pastor qué eran las tres cosas que tenía que hacer, y la princesa le contestó: —Tenemos cien liebres en un corral y tiene que llevarlas usté al campo a pastear a las ocho de la mañana todos los días y no perder ni una sola. Después tiene usté que encerrarse en una habitación con cien panes y comérselos todos sin dejar una migaja. Después tiene que separar cien fanegas de trigo y cien de cebada en una noche. Y por último tiene que llenar un saco de embustes. Conque sale aquel llorando del palacio y se encuentra con una bruja. Y la bruja le dice: —¿Por qué lloras? Y ya le contó el pobre pastor todo lo que le había pasao y qué era lo que tenía que hacer pa casarse con la princesa y que no lo mataran. Y entonces la bruja le dijo: —No llores, que yo te ayudaré. Toma esta flauta y sal mañana con las cien liebres y las dejas que anden por onde les dé la gana, y cuando ya quieras volver al palacio tocas la flauta y todas vendrán ande tú estás. Conque ya va el pastor y sale a las ocho de la mañana con las cien liebres. Y luego que llegó al campo las dejó irse ande les dio la gana. Y cuando llegó la noche tocó la flauta y las recogió todas y volvió al palacio sin perder una. Y la princesa decía: —Pero, ¿y cómo se las arreglará este pa cuidar a las liebres y que no se le pierda ni una sola?
Y al otro día después de que salió el pastor con las liebres se fue tras de él la princesa vestida de aldeana pa que no la conociera pa ver si le podía quitar una liebre. Y llega ande staba el pastor y no vido ni una sola liebre y le dijo: —Me voy a casar con la princesa. Y pa que viera que no se le perdía ni una sola liebre tocó la flauta y todas las liebres vinieron. Y el pastor bien que conocía a la princesa pero no decía nada. Y ya le dijo la princesa: —Véndame usté una de sus liebres. Dígame usté cuánto quiere por una. Y el pastor le dijo que no, que no quería vender ni una sola. Pero la princesa le estuvo rogando que le vendiera una, y ya le dijo el pastor: —Güeno, pues le voy a vender a usté una. Mire usté, que se la doy únicamente por una cosa, y es que le bese usté el culo a mi mula. Y le besó la princesa el culo a la mula y el pastor cogió una liebre y se la entregó a la princesa. Pero a poco que se había ido tocó el pastor la flauta y la liebre se le soltó y volvió con las demás. Güeno, pues ya llegó el pastor con las cien liebres y dijo el rey: —Güeno, pues ya lleva ganada una. Ahora a la segunda, a comerse los cien panes sin dejar una migaja. Y lo encerraron en la habitación. Y empezó el pobre a llorar cuando se le apareció la vieja bruja y le dijo: —No llores. Toca la flauta y vendrán las aves y se comen los panes sin dejar una migaja. Y tocó aquél la flauta y pronto llegaron todas las aves y se comieron los cien panes sin dejar ni una sola migaja. Y al otro día cuando fue el rey a ver al pastor vieron que no había ni una sola migaja de los cien panes y dijo: —Pues ya lleva ganadas dos. Ahora la tercera: a dividir cien fanegas de trigo y cien de cebada. Y se fue aquél llorando a su habitación ande le habían echao las cien fanegas de trigo y las cien de cebada. Y cuando empezó a llorar se le apareció la bruja y le dijo:
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I. CUENTOS DE ADIVINANZAS
—No llores, que sólo tienes que tocar la flauta y las hormigas vendrán y separarán las cien fanegas de trigo de las cien de cebada. Tú te echas a dormir y para cuando despiertes ya todo estará separao. Y así lo hizo el pastor, y cuando el rey llegó a despertarlo otro día ya todo estaba separao. Y dijo entonces el rey: —Güeno, pues ya llevas ganadas tres. Y ahora sólo falta una: llenar un saco de embustes. Conque entonces el pastor dijo delante de toda la corte: —Señores, un embuste como otro cualquiera. El otro día cuando yo andaba cuidando a las liebres la princesa vino a verme pa ver si le vendía una liebre y yo le dije que le vendía una si le besaba el culo a mi mula. Y la princesa entonces le alzó el rabo y le besó el culo. Y la princesa enseguida gritó: —¡Que se sale el saco!¡Que se sale el saco! Y con eso ya no tuvo la princesa más remedio que casarse con el pastor. Toledo, TOLEDO.
7. El acertajo Éste era un rey que tenía una hija mu bonita y mandó publicá un bando que vinieran too lo reye y conde a echale acertajo a la princesa, y que er que le echara uno que ella no pudiea acertá que ése se casaba con ella. Y venían conde y príncipe y reye de toa parte, pero no podía naide echale a la princesa un acertajo que ella no pudiea acertá. Güeno, pus ya llegó un cateto que dijo: —Pus yo vi a vé si le echo un acertajo a la princesa que no pueda acertá. Y se marchó en direción der palacio. Y en er camino onde iba se encontró con un cuco en un pino. Y más alante se encontró con un pez en un puente. Y caminó más alante y vido una serpiente en un bujero. Y caminando un poco más alante se encontró con un zapatero que llevaba un saco de horma. Y ya llegó ar palacio y al entrá estaban friendo pescao, y dijo: —Chuchurrutaco, chuchurrutaco. Y ya le dijieon que subiea a ve a la princesa y le echara el acertajo. Y subió y le dijo a la princesa: —Cuco en pino. Pez en puente. Serpiente en bujero.
Horma en saco. Y al entrá por palacio chuchurrutaco, chuchurrutaco. Y la princesa no pudo acertá. Y dice entonce er rey: —Pero ¿cómo vamo a casá a mi hija con este cateto? Y ya lo llamó y le dijo: —Güeno, no ha podido la princesa acertá el acertajo y se casará con uté, pero ante tiene que cuidar uté por un año doce conejo sin que se le pierda uno y entonce se casará con mi hija. Conque le entregaron lo doce conejo y se fue ar campo con ello. Y tenía un pito y cuando lo conejo se iban lejo tocaba er pito y en seguía gorvían toos ande él estaba. Y toa las noche gorvía ar palacio con lo doce conejo. Y er rey en viendo que no se le perdía ninguno le dijo a la reina: —Pero, ¿cómo hemo de casá a nuestra hija con este cateto? No pué sé. Vamo a enviá un criao a vé si le engaña y le quita un conejo. Conque vamo, que va er criao ar campo y le dice: —Oye, tú, véndeme uno de lo conejo, que te doy too er dinero que quieras. Y el otro le contesta: —No, que no lo vendo. Y gorvió er criao y le contó ar rey que por na der mundo vendía aquél lo conejo. —Si éste no sirve pa na —dice er rey. Ora vamo a enviá a otro. Y al otro día fue otro criao y le dijo: —Oye tú, véndeme uno de lo conejo. Y le contesta aquél: —No, que no lo vendo. —Pus, y ¿cuánto quieres por uno? —Na; que no lo vendo. —Hombre, que te doy lo que quieras por uno. Y ya le dice entonces el cateto: —Pus na, te doy uno si me das un beso en el ojal. Y le dio el criao un beso en el ojal y le dio aquél er conejo. Y se marchó mu contento con er conejo, pero tocó er pito el otro y se gorvió er conejo corriendo con los otro. Y el criao aquel se fue ar palacio y le dice ar rey: —E verdá. Con aquél naide pué. No quiere vendé lo conejo por na. Y er rey mu enfadao dice: —No, si es que estos do criao no sirven pa na. Vamo a enviá otro. Y al día siguiente envió a otro criao.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Y llega ése y le dice al cateto: —Güeno, hombre, vengo a que me vendas un conejo. ¿Cuánto quieres por uno? Y aquél le contesta: —Pus, mira, que no lo vendo. —Hombre, que te doy lo que quieras por uno. —Que no; que no lo vendo te digo. Pero tanto le rogó que ya le dijo: —Mira, te voy a vendé uno, pero no por dinero. Te lo doy si me das do beso en el ojal. Y le dio aquél lo do beso en el ojal y se marchó con er conejo. Pero apenas había andao uno paso cuando va el otro y toca er pito y er conejo salió corriendo pa onde staban los otro. Y el pobre criao se fue ar palacio y le dijo ar rey que na, que no se le podía comprá un conejo a aquél. Y en entonce er rey ya mu enfadao dijo: —Pus, na; ya que utées no sirven pa na, mañana vi yo. Y al otro día se fue er rey ar campo disfrazao de pastó. Pero disfrazao como staba, el otro le conoció. Y llegó y le dijo: —Güeno día. Vengo a comprale a uté un conejito. ¿Me lo quié uté vendé? Y el otro le contesta: —Pus mire uté, señó, que no lo tenemo pa vendé. Y er rey le dice entonce: —Y si le doy a uté mucho dinero por uno, ¿lo vendería uté? —No, señó, que le digo a uté que no lo vendemo. Y ai estuvieon hablando hasta que ya le dijo el cateto: —Pus mire uté, le vi a da uno si me da tre beso en el ojal. Y er rey le dio lo tre beso en el ojal y le entregó aquél er conejo. Y se marchó er rey con er conejo, pero a poco que había andao tocó el otro er pito y er conejo salió corriendo pa onde staban los otro. Y er rey se fue pa su palacio mu disgustao y le dijo a la reina: —Dicen bien lo criao. Con aquél no podemo jacé na. No hay má remedio que la princesa tiene que casase con él. Y ya se llegó el año y como no le fartaba al cateto ningún conejo le dijo ar rey: —Su real Majestá, ya se ha llegao el año y no me farta ningún conejo. Vengo a casame con su hija. Y er rey le dice entonce: —Güeno, se casará con uté. Pero primero tiene uté que llenarme un saco de verdades. Y dijo el cateto: —Güeno, pus venga er saco. Y le dieron er saco y llamó a los dos criaos y ar rey y les dijo: —Tengan al er saco que lo vi a llená de verdades. Y le dijo al primer criao:
—Tú me dites un beso en el ojal. ¡Adentro der saco! Y lo metió en er saco. Y le dijo entonce ar segundo criao: —Tú me dites do beso en el ojal. ¡Adentro der saco! Y lo metió tamién en er saco. Y entonce ya er rey no le dejó decí na más y le dijo en seguía: —Güeno, güeno, cierra er saco, que ya stá lleno, y cásate con la princesa. Y se casó er cateto con la hija der rey. Granada. GRANADA.
8. El acertajo Éste era un rey que tenía una hija mu lista que acertaba siempre too los acertajo que le llevaban. Y mandó er rey publicá un bando que su hija se casaría con er que le dijera un acertajo que ella no pudiea acertá. Y vengan a vení conde y duque y vengan a vení conde y grande personaje, pero a too les acertaba los acertajo que le llevaban. Y tantos eran lo que iban a molestá a la princesa con acertajo que ya mandó er rey publicá otro bando y dijo que er que llevara acertajo que la princesa acertara tenía pena e muerte. Conque ya entonce iban mu poco con los acertajo, pero a toa se lo acertaba la princesa y a toos esto les daban la muerte. Güeno, conque llegaron la noticia a un pueblo ande vivía un pastó tonto y le dijo a su mare: —Mare, prepáreme osté las alforja que yo vi a decile a la hija der rey un acertajo que ella no puea acertá. Y su mare le dijo: —No sea tan atrevido, hijo. ¿Que no ve que de toos eso conde y marquese y duque y otro grande personaje, naide ha llevao un acertajo que la princesa no ha podido acertá? Pero é le dijo que no le importaba que é quería í a palacio a decile un acertajo a la princesa. Conque la mare le preparó las alforja con pan y vino y se marchó aqué ar palacio. Y en er camino vio que en un árbol había do cuco, uno en una rama y otro en otra rama má arta. Y dijo er pastó: —Cuco sobre cuco veo.
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I. CUENTOS DE ADIVINANZAS
Y siguió andando po er camino y ar lao der camino vio una serpiente en un bujero y dijo: —Serpiente en bujero. Y ya llegó ar palacio y ar entrá vio que sacaban agua de un aljibe y dijo: —Chuculatrero. Y le dijon que subiera a vé a la princesa. Y entró er rey y le dijo: —¿A qué ha venío? Y contestó é: —Su real Majestá, vengo a decile un acertajo a la princesa. Y dice er rey: —¡Alante, que otra cabeza más poco importa! Y llega la princesa y le dice er pastó: —Cuco sobre cuco veo. Serpiente en bujero. Y ar entrá en palacio chuculatrero, chuculatrero.
Y dijo er rey entonce: —No ha podido acertá mi hija y se tiene que casá con er pastó. Y dijo ella: —¡Que no me caso con ese pastó burro! No me vi a casá yo con un tonto, burro, como é. Y le dice er rey entonce ar pastó que esplique er acertajo, y dice er pastó: —Pu míe uté, su Real Majestá, que su hija y uté son lo burro que no puén acertá una cosa tan simple. Yo no me quieo casá con su hija, ni na. ¿Pa qué la quieo yo a ella tan burra que es? Cuando yo venía po er camino vi en un árbol do cuco, uno en una rama y otro en otra rama má arta. Po eso dije «Cuco sobre cuco veo». Y aluego me encontré ar lao der camino una serpiente en un bujero. Po eso dije «Serpiente en bujero». Y al entrá en er palacio vi que sacaban agua de un aljibe y po eso dije «Al entrá en palacio chuculatrero». ¿Pué habé cosa má simple? Y se fue er pastó y aquello se quedaon avergonzao. Atarfe, GRANADA.
Y por má que quisiera la princesa no pudo acertá.
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c. piel de piojo
9. Piel de piojo y aro de hinojo Éste era un rey que tenía una hija. Y un día se paseaba la hija por er jardín con su criada y se encontraron una matita de hinojo. Y dijo la criada: —Misté que matita de hinojo más bonita. —Deja, que la vamo a cuidá hasta vé adonde llega su sé —le dijo la princesa. Y otro día staba la criada peinando a la princesa cuando le encuentra un chucho, o sea, un piejo. Y le dice la princesa: —No lo mate, que lo vamo a cuidá y engorá hasta vé adonde llega su sé. Güeno pu con er tiempo er piejo se puso tan grande que ya no cabía en la tenaja onde lo tenían y tuvión que metelo en otra. Y la matita de hinojo fue creciendo tanto que ya parecía un pino. Y entonce mandó er rey hacé una pandereta de pier de piejo y aro de hinojo y echó un bando que er que acertara de qué era la pandereta se casaba con su hija. Y iban duque y marquese y conde y too lo personaje má grande a acertá pa casase con la princesa, lo cuále eran condenaos a muerte a lo tre día de no acertá. Conque se enteró entonce un pastó der bando y va y le dice a su mare que le prepare las alforja de pan y too pa í ar palacio a acertá de qué é la pandereta e la princesa. Y la mare le dice mu forajuda: —Pero so peazo e tonto, ¿no ve que stán matando a tanto conde y a tanto marquese y a tanto duque, y tú que no stá má que escuchando lo pedo e las oveja va a acertá? Y le dice er pastó: —Mare, ezo camemo sabrán lé y escribí y toa la arte litogracia, pero ¿no vi yo a acertá que stoy acostumbrao a andá con too lo piele e bicho y árbole der bosque?
Y ya la mare fue y le preparó too y se marchó ar palacio. Y en er camino se encuentra a un gigante sujetando un tajo pa que no se cayera. Y le pregunta: —¿Qué haces allí? Y er gigante le contesta: —Yo stoy sujetando este tajo porque me da lástima que caiga este tajo y destruya a ese pueblo. —¿Cuánto ganas? —le dice er pastó. —Gano do peseta diaria. —Pu yo te doy tre y de comé. No acerto porque me da lástima que caiga este tajo sobre ese pueblo —le contesta el gigante. Pero aqué le interroga y se va con é. Y ya que habían caminao una larga distancia, se encuentran a un endividuo que apuntaba ar cielo con una escopeta pero nunca tiraba. Y le pregunta er pastó: —¿Qué haces allí? Y contesta: —¿Vé uté aqué nublo que hay allí? De allí sale un bando e mosquito y por ca uno que mato me dan dié céntimo. Y le dice entonce er pastó: —Pu yo le dey una peseta y de comé. Y se va aqué con ello. Y ya habían caminao otro rato cuando se encuentran con uno que tenía el oído puesto en er suelo y le preguntan: —¿Qué haces allí? Y contesta: —Estoy oyendo la grama nacé. —¿Cuánto gana ar día? —Una perra gorda. Una perra gorda.
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I. CUENTOS DE ADIVINANZAS
Y aqué le ofrece una peseta y acerta y se va con ello. Y ya ar poco de andá se encuentran a un endividuo que staba con er culo en pompa y la braga echada abajo. Y le preguntan: —¿Qué haces allí? Y contesta é: —Estoy echando pedo y haciendo andá a un molino que stá a do legua de aquí con er aire que echo por er trasero. Y er pastó le dice: —Y entonce, ¿pa qué stás tan lejo? —Porque si me pongo cerca lo derribo. —Y ¿cuánto gana ar día? —Do riale. —Pu yo te pago una peseta y de comé. Y acerta aqué y se va con ello. Y siguen andando, andando, y ya se encuentran a uno que staba atao a un álbol con do rueda de molino puesta en lo pie. —Y ¿qué stá haciendo uté aquí? —le preguntan. Y dice é: —Me tienen atao porque si me suertan corro er mundo en un menuto. —¿Cuánto le pagan? —Veinte céntimo ar día. —Pu yo te pago una peseta y de comé. Y acerta aqué y lo desatan der álbol. Y montan entonce ello en la rueda der molino y parten too como un rayo. Y ya cerca der palacio dijo er de las rueda e molino: —Vamo ahora a descansá. Y cuando staban descansando vio una hormiga y la recogió y la metió en las alforja. Y aluego pasa por ai un escarabajo y tamién lo recoge y lo mete en las alforja. Y se marchan otra vé y al llegá ar palacio ven a una mujé que sigue a un ratón con una escoba en la mano. Y la sigue er de las rueda e molino y le dice que no lo mate, y lo pilla y lo mete en las alforja. Y ya llegan ar palacio y van y piden posá en la posá de enfrente. Y aquello se quedan todo en la posá y se va é solo ar palacio. Y llega y le dicen que suba ande stá la princesa. Y cuando le enseñan la pandera dice: —Vaya, pu esto es de pier de cabrito y aro de cornicabra. Y le dice entonce er rey: —No es eso, y si uté no acierta en tre día lo matamo. Conque se va er pobre mu aflejido a la posá y le pregunta er que oía la grama nacé: —¿Qué te pasa? ¿Por qué viene tan aflejido? Y ya dice que lo van a matá porque no ha acertao. Y le dice el otro:
—Eso es cosa e poco rato. Yo vi a enterarme e too y te lo diré. Y ar día siguiente va y se pone a la puerta der jardín por onde se paseaba la princesa con su criada. Y la criada le decía a la princesa: —¿No da lástima de vé que matan a tanto duque y a tanto marquese y a tanto conde y Dio sabe con qué tonto se casará uté? Y ¿quién va a acertá que la pie e de piejo y el aro de hinojo? Güeno, pu vamo que con esa va aqué y se lo dice a su amo. Y le dice: —Vaya uté ar palacio y dígale ar rey de lo que é y rompa la pandereta en seguía. Y va er pastó y entra y le dice ar rey: —Pu misté, ¡qué caramba! de lo que é. É de pier de piejo y aro de hinojo. ¿He acertao? Y er rey dijo que sí, que había acertao. Y too en la corte quedaron mu asombrao y decían: —Pu misté, que se va a casá la princesa con un pastó tonto. Pero la princesa se niega a casase con é. Y er rey le dice que no tiene má remedio porque palabra de rey no pué vorverse atrás. Y ya dice entonce ello que se casa con é si va y le trae una botella de agua de una fuente que stá a cien legua der palacio y vuerve ante de una bruja que tienen en er palacio y que hace er viaje en dos hora. Güeno, pu se va entonce mu aflejido otra vé a su posá y le dice er de las rueda e molino: —¿Qué te pasa? ¿Por qué viene tan aflejido? Y ya le cuenta é too y le dice el otro: —No te apure que en do menuto te traigo la botella de agua. Y er de la rueda e molino coge la botella y anque la bruja había partido ante, sale é como un rayo y a lo do menuto ya stá de vuerta cerca der palacio alante e la bruja. Pero la bruja ai lo entretiene y lo deja dormido. Y entonce va er que mataba mosquito y le pega un tiro en una rueda y la despierta. Y parte otra vé como un rayo y llega ar palacio y entrega a la princesa la botella de agua ante e la bruja. Y ya le dice er rey a la princesa: —Y vé, hija mía, que too se ha cumprido. Ahora no tiene má remedio que casate con é y cumprí yo mi palabra de rey. Pero se niega ella a casase con er pastó. Y aluego dice: —Güeno, me caso con é si en una noche descoge una cámara de maí en tre parte, er güeno, er malo, y er regulá. Güeno, pu se va er pobre otra vé a la posá mu triste y aflejido y le pregunta la hormiga desde la alforja: —¿Por qué viene tan aflejido? ¿Qué te pasa?
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Y dice é: —¿Quién me habla, que lo oigo y no le veo? Y ella contesta: —La hormiga en la alforja. Y entonce é le cuenta lo que le pasa. Y le dice ella: —No tenga cuidao. Échame en la pila e maí y yo me comprometo a descogé er güeno, er malo y er regulá. Y va con la hormiga en er borsillo y le pide ar rey una cama pa dormí. Y le meten en la cámara too er maí y la cama. Y se echa a dormí y la hormiga le descoge too er maí. Y a otro día de mañana cuando ve er rey que ya staba descogido too le dice a la princesa: —Ahora sí, ya es la úrtima. Ya no tiene má remedio que casate con er pastó. Pero ella dijo que no, que no se casaba con é así la mataran. Y er rey ya se desesperaba porque su palabra de rey no podía vorverse atrás. Y ya dijo la princesa que se casaba con er pastó si le llevaba dos arcone de dinero de un viaje a una casa que tenía. Y er pastó llegó mu aflejido a su posá otra vé y les dijo a su compañero: —Ahora sí, ya de ésta no salemo. Ahora quiere la princesa que le lleve de un viaje dos arcone de dinero a una casa que tiene. Y le dice er gigante: —No te de cuidao que yo la llevo. Y fue er gigante y cogió un arcón debajo de un sobaco y otro arcón debajo del otro y le llevó los arcones adonde dijo. Y er rey ya le dijo a su hija: —Güeno hija mía, ya ve que too ha hecho er pastó. Ya no tiene má remedio que casate con é. Y ella dice: —No le mando ya má, pero no me caso con é así me maten. Y aqué se marchó pa su posá mu aflegido y mu triste. Y la princesa ya staba pa casase con otro. Güeno, pu ya habló er pastó con su compañero y dijo er ratón:
—Güeno, pu misté, amo, que ya que no se va a casá uté con la princesa, tenemo que vengano. No lleva uté ar palacio a mí y al escarabajo en su borsillo y pide que lo dejen vé er dormitorio onde van a dormí lo novio y no suerta en er suelo, que nosotros nos encargaremo de la venganza. Y fue er pastó y hizo como decía er ratón. Y se escondieron ello debajo de al almuá. Güeno, pu se casaron aquéllo. Er novio era un príncipe mu güen mozo y mu rico y afamao. Y ya depués de la boda y to se fueron lo novio a acostá. Y ar momento que er novio se metió en la cama con la princesa, salió el escarabajo de debajo e la almuá y se le metió en er trasero y empezó a hacele pelota en er vientre. Y aqué pobre empieza a dá sartos y a gritá. Y la novia mu asustá le preguntaba: —¿Qué te pasa? Y é solo le contestaba: —¡Ay, Dio mío! ¡Ay, Dio mío! Y le dio una diarrea ar pobre y empezó a cagá por toa parte y llenó la cama y a la novia e cagá. Y ella aburrida se tira e la cama y echa a corré ar baño. Y é la sigue quejándose, pero ella le cierra la puerta y le dice que se marche por favó. Y ya se va la novia a otra habitación esa noche y duerme sola. Güeno, pu otro día va er novio a vela y le dice que lo dispense, que quizá le haría mal er durse o le entraría una bocanadilla de aire y le descompondría er vientre. Güeno, y ya por la noche se van otra vé a acostá. Y er ratón y er escarabajo ya staban otra vé escondidos debajo e la almuá. Y er novio pa precaución se puso un tapón de corcho en er culo. Y ar momento que er novio se metió en la cama fue otra ve er escarabajo a metese, pero como encontró la puerta cerrá fue y le dijo ar ratón: —¡Ay, compañero, que stamo perdido! La puerta stá cerrá. Y le dice er ratón: —Pu yo lo vi a hacé que la destape. Retírate ai, no te vaya a matá. Y va entonce er ratón y le mete ar novio er rabo por la narice. Y estornuda er novio y al estornudá tan fuerte que sortó er tapón de corcho y rompió la sábana y hizo un bujero en la paré. Y ya pudo el escarabajo metérsele en er culo otra vé y otra vé vorvió er novio a dá sarto por la cama con una fuerte diarrea y se cagó por toa parte como la noche anterió. Cagó la sábana y la cama y a la novia y to. Y la novia entonce salió corriendo y se lo dijo too a su pare y er rey lo mandó fusilá en seguía. Y entonce ella le dijo ar rey que renunciaba a too casamiento. Santa Fe, GRANADA.
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I. CUENTOS DE ADIVINANZAS
10. El traje de piojo Éste era un rey que tenía una sola hija. Y un día su hija estaba mirándole la cabeza y le halló un piojo. Y le dice al rey su padre: —¡Ay, padre, que le he hallao un piojo en la cabeza! Y el rey le contesta: —Pues mira, hija mía, vamos a echarlo en un frasco pa que crezca. Y le metieron en un frasco y creció tanto que ya en unos días no cogía en el frasco, y va la hija y le dice a su padre: —¡Ay, padre, que el piojo ya no coge en el frasco de grande que está! Y dijo el rey entonces que le metieran en una tenaja grande. Y lo sacaron del frasco y lo metieron en una tenaja grande. Y a los pocos días va la princesa y ve que el piojo ya no coge tampoco en la tenaja y le dice a su padre: —¡Ay, padre, que el piojo ha crecido más y ya no coge en la tenaja! Y el rey mandó que lo sacaran de la tenaja y lo metieran en otra tenaja más grande. Y lo metieron en otra tenaja más grande. Y allí creció otra vez el piojo. Y un día la princesa lo vio que ya no cogía en la tenaja grande y corre y le dice a su padre: —¡Ay, padre, que ya el piojo no coge en la otra tenaja! Y entonces el rey ya le dijo a su hija: —Pues mira, hija, que ahora lo que voy a hacer es matar al piojo y hacerme un traje del cuero. Y mataron al piojo y le hicieron al rey un traje del cuero. Y ya mandó el rey publicar un bando por cinco días que se había hecho un traje nuevo muy bonito, y que el que acertara de qué estaba hecho el traje se casaría con su hija. Y en el bando decía que dijeran de qué era, si de chinche, de pulja o de piojo. Y empezaron a llegar príncipes y condes y caballeros de todas partes a acertar pa ver si se casaban con la hija del rey. Y llegaban y decían: —Si será de chinche, o de pulja o de piojo. Y de allí no pasaban. Nadie podía acertar. Y la princesa que quería ya casarse con alguno de esos señores le decía a su padre cuando llegaba uno que le gustaba: —Padre, dígale que es de piojo. —No, que no puedo —le contestaba el padre. Él es el que tiene que acertar. Tengo que cumplir con mi palabra de rey. Y al quinto día llegó un pobre pastor y fue a debajo de la ventana del palacio onde estaban el rey y su hija hablando. Y decía el rey a su hija: —Pero mira, si son tontos y no saben que ni es de chinche ni de pulja, sino de piojo.
Y lo oyó el pastor y dijo: —Ahora sí que me caso con la hija del rey. Y otro día llegó el pastor y dijo que quería ver a su majestá. Y le dijeron que subiera. Y subió y le dijo al rey que venía a ver si acertaba de qué era el traje del rey. Y ya se puso de pie el rey con el traje puesto y le dijo: —Güeno, este es el traje. ¿De qué es? Y el pastor le dijo al rey: —Vuelve, Perico, vuelve. Y todos estaban almiraos de ver que el pastor trataba al rey de Perico. Y dio la vuelta el rey. Y entonces va el pastor y dice: —Vuelve, Perico, vuelve, que todavía no sé si será de chinche o de pulja o de piojo. Y deio el rey otra vuelta. Y dijo ya el pastor: —Que si será de chinche, que si será de chinche, que no, que no, que no es de chinche. Que si será de pulja, que si será de pulja, que no, que no es de pulja. Que si será de piojo, que si será de piojo, que sí, que sí, que es de piojo. Y el rey dijo: —Tú has acertao y cumplo mi palabra de rey. Te casarás con la princesa, mi hija. Y se casó el pastor con la hija del rey. La Guardia, PONTEVEDRA.
11. El pandero de piojo Este era un rey que tenía una hija. Y un día estaba la madre espulgándola y la encontró un piojo. Y se lo enseñaron al rey y el rey dijo: —Pues mira, vamos a meterlo en una tinaja pa que crezca. Y lo metieron en una tinaja y el piojo fue creciendo tanto que ya en unos días no cabía en la tinaja y tuvieron que meterlo en otra mayor. Y cuando vio el rey que había crecido tanto le dijo a la reina: —Ahora vamos a hacer un pandero del cuero del piojo y el que adivine de qué está hecho se casa con la princesa, nuestra hija. Y le hicieron un pandero del cuero del piojo y mandaron publicar un bando que el que adivinara de qué era, se casaría con la hija del rey. El pandero era de piojo y el aro de henojo. Y vinieron marqueses y duques a pretender a la princesa y ver si adivinaban, y hasta el diablo vino con dentadura de oro. Y la princesa quería casarse pero nadien adivinaba. Y cuando llegaba un joven guapo que la gustaba a la princesa le decía ella a su padre:
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
—Padre, dígaselo usté, que me quiero casar con él. Y él la contestaba: —Hija, que no puede ser. He dao mi palabra de rey que tiene que salir de él. Y ya que de los que venían nadien podía adivinar dijo el rey: —Vamos ahora a ver si los de casa adivinan. Y había en el palacio un viejo que ya no podía ni mascar el agua. Y fueron a preguntarle si sabía de qué era el pandero. Y como el viejo tonto había oído hablar al rey, ya sabía de qué era y contestó: —El pandero es de piojo y el aro de henojo. Y la hija dijo: —¡Ay, madrica, que yo no me caso con él! Y el rey la dijo que tenía que casarse con él porque palabra de rey no podía volverse atrás. Y hicieron las bodas con el viejo. Y cuando se casaron dijo la princesa a su padre: —Padre, quiero ir a paseo con mi novio. Y es que no quería dormir con el viejo. Y salieron a dar un paseo. Y por el camino por onde iban tenían que pasar un río por unos grandes puntones y tuvo ella que cargar con el viejo. Y al cargarlo dijo: —¡Pero, tener yo que cargar con este viejo! Y lo cogió y lo tiró al río. Pero el viejo al ver que lo tiraba al río, como le sabía la mala, la mordió en la nuca y la quitó el habla. Y cayó en el río él y se hogó. Y entonces dijo ella: —Ahora no voy a casa de mis padres. Y tomó la dirección de ir por el mundo alante.
Y andando, andando, llegó a un palacio y pidió que la cogieran pa servir y la cogieron. Y allí pasando días y pasando noches, el hijo del rey se enamoró de ella y les dijo a sus padres que quería casarse con ella, pero la madre le decía: —Hijo, quién sabe de qué linaje será esta pobre. ¿Cómo te casas con ella sin saber quién es? Y él dijo: —Si no me caso con ella, no me caso con ninguna mujer del mundo. —Serás un desgraciao —le dijo su padre. —No me importa —contestó él. Y se casaron y a los cuatro años tuvo ella cuatro hijos. Y entonces ya el rey se aburrió de ella porque no hablaba, y les dijo a sus padres: —Me quiero casar con otra. Y ya fue y la dijo a su mujer que se iba a casar con otra. Y ella se puso a llorar y por señas le dijo que hiciera lo que quisiera. Y ya prepararon las bodas con la nueva novia. Y fue el rey y la dijo a su mujer que como quería que la hicieran el vestido pa que fuera a las bodas de la otra novia. Y dijo ella que se lo hicieran amarillo y así se lo hicieron. Y la pusieron a la punta de la escalera pa recibir a la nueva novia. Con que, claro, fue la nueva novia y se quiso burlar de la muda. Y la muda puso la vela hacia ella pa no manchar a la nueva esposa. Y al ver esto la nueva esposa dijo: —Muda, que te se mancha la manga amarilla. Y la muda entonces le rogó a Dios que la hiciera justicia. Y Dios hizo lo justo y la dio el habla, y dijo: —Si me se mancha la manga amarilla soy hija del rey de Castilla, y del rey he tenido cuatro hijos, y por eso no deja de ser mi marido. Y el rey entonces la dijo a la nueva novia: —Pues vete tú a tu estao, que yo me quedo con mi mujer. Y se quedó el rey con su verdadera esposa y fueron muy felices.
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Zamora, ZAMORA.
d. varios
12. Juan Soldao y la Princesa El rey de Londres tenía una hija y mandó publicar y anunciar que la casaría con el que adivinara onde dormía la princesa, pero que el que viniera a adivinar y no pudiera lo horcaban. Y venían muchos caballeros a ver si adivinaban onde dormía la princesa pero nadien lograba adivinarlo. Cuando llegaba uno la princesa se lo llevaba pal jardín y le daba una copita de vino y se dormía, y luego ella se iba pa sus habitaciones y nunca podían saber onde dormía ella. Y dijo Juan Soldao: —Pues voy yo a adivinarle al rey onde duerme su hija. Y todos le decían que estaba loco, que lo iban a horcar como a los demás. Y llegó Juan Soldao al palacio y le dijeron: —¡Entre usté! ¡Alante! Ya se le preparará la horca. Pero él muy listo, nada decía. Y vino la princesa y le llevó al jardín y le dio la copita de vino pa que bebiera, pero él como era muy listo no se lo bebió. Se lo echó en la camisa haciendo que se lo bebía. Y se asentó en un asiento y se hizo que dormía. Y la princesa salió pa sus habitaciones sin pena alguna. Pero Juan Soldao la iba siguiendo. Y llegó la princesa a una zanja antes de llegar a sus habitaciones y dijo: —Pino, túmbate. Y se tumbó un pino y por él pasó. Y Juan Soldao llegó a la zanja siguiéndola y dijo también: —Pino, túmbate. Y se tumbó el pino y pasó la zanja. Y ya llegó ella a sus habitaciones y dijo: —Dios y viento. Y se volvió viento y pasó por la cerradura de la puerta sin abrir la puerta. Y Juan Soldao, que la seguía, hizo lo mismo
y entro en las habitaciones de la princesa. Y ya dentro dijo ella: —Dios y mujer. Y se volvió la misma princesa y se metió en su alcoba pa dormir. Y Juan Soldao dijo: —Dios y hombre. Y se volvió hombre otra vez. Y vio onde había entrao la princesa a dormir. Y cerró ella la puerta sin verle y él se quedó y vio un comedor muy bonito con una mesa puesta y se allegó y cogió tres tenedores y un moquero que tenía el nombre del rey. Y ya vio que había tres perdices en la mesa y les quitó las cabezas y se las metió en el bolsillo con los tenedores y el moquero. Y se fue entonces al jardín y se durmió pa pasar la noche. Y al otro día fueron a buscar a Juan Soldao pa horcarlo como a todos los otros porque el rey estaba seguro que nada iba a adivinar. Y lo llamaron alante el rey y le dijo el rey: —Güeno, Juan Soldao, ¿sabes ónde duerme la princesa? —Lo sé, su real Majestá —dijo Juan Soldao. He estado en las habitaciones de la princesa y la he visto entrar en su alcoba y ya sé ande duerme. He visto también su comedor. Y he visto que faltaban tres tenedores en la mesa y que faltaba también un moquero con el nombre del rey. Y en la mesa vi también tres perdices que les habían cortao la cabeza. Y como todo eso era verdá sacó Juan Soldao y le enseñó al rey los tres tenedores, el moquero con el nombre del rey y las cabezas de las tres perdices. —No hay duda que lo ha adivinao —dijo el rey. Éste se va a casar con la princesa.
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I. CUENTOS DE ADIVINANZAS
Y entonces le dijo a Juan Soldao: —Pero para que te cases con mi hija todavía falta una cosa, y es que tienes que enseñar a los conejos a hacer el ejercicio como soldaos. Y fueron y cogieron veinte y cinco conejos y se los entregaron a Juan Soldao y le dijeron que en el plazo de tres días tenían que saber marchar. Y se fue el pobre con los conejos, pero muy triste porque no sabía qué hacer pa enseñarlos a los conejos el ejercicio. Y salió camino alante con sus conejos en una cesta. Y en el camino se alcontró una vieja bruja y le contó lo que le pasaba. —No te apures por eso —le dijo la bruja. Mira que yo te daré un chiflo con que les harás marchar a todos como soldaditos. Y le dio la vieja bruja un chiflo. Y soltó los conejitos y escomenzó a chiflar con el chiflo y empiezan aquellos conejitos a marchar. Y él con el chiflo: —¡A la derecha! ¡A la izquierda! ¡Hala!2 ¡Por aquí! Y los conejitos marchaban lo mismo que soldaditos. Y ya llegó Juan Soldao otro día al palacio con sus conejitos marchando. Y cuando salieron el rey y la reina y la princesa y vieron que venían marchando los conejos, dijo el rey: —No hay duda. Nos ha ganao otra vez Juan Soldao. Y llegó aquél con sus conejitos: —¡Hala! ¡Por aquí! ¡A la derecha! ¡A la izquierda! Y seguía con el chiflo y los conejitos marchando. Y llamó el rey a su hija y le dijo: Mira, que quiero que vayas ande Juan Soldao y le compres o quites uno de sus conejitos. Y fue otro día la princesa ande estaba Juan Soldao con sus conejitos y le dijo: —Oye Juan Soldao, véndeme uno de tus conejitos. Y Juan Soldao le dijo que por nada del mundo se lo vendía. Y tanto estuvo rogándole la princesa que al fin le dijo Juan Soldao: —Güeno, pues mira, te doy un conejito si me dejas dormir contigo esta noche. Y la princesa le dijo que estaba güeno. Y le dio el conejito. Y por la noche, cuando fue a dormir con la princesa, tenía ella el conejito. Y por la mañana cuando Juan Soldao salió del cuarto de la princesa escomenzó a chiflar con su chiflo y el conejito le dio un arañazo a la princesa que le tenía en sus brazos y se escapó corriendo tras de Juan Soldao. Y así se fue otra vez él con sus veinticinco conejitos 2
En el original «Ala» cada vez que aparece la expresión. N. de E.
marchando. Y ya fue la princesa y le dijo a su padre que el conejito se había ido otra vez con Juan Soldao. Y ya dijo el rey que llamaran a Juan Soldao pa casarlo con su hija. Y llegó Juan Soldao con sus conejitos bailando. Y le dijo el rey: —Güeno, pues ya te has ganao a la princesa. Pero falta todavía una cosa, y es que como última prueba tienes que traerme un saco llego de mentiras mañana. Y se fue Juan Soldao con sus conejitos marchando, y otro día, volvió y pidió un saco vacío y se lo dieron. Y le dijo al rey que quería hablar con la princesa alante todos. Y llamaron a la princesa y le dijo Juan Soldao: —¿Te alcuerdas, princesa, de cuando fuistes a comprarme un conejito y yo no te lo quería dar y te lo di porque durmieras una noche contigo? Y la princesa dijo: —No, no, que no me alcuerdo. —¡Medio saco de mentiras! —gritó Juan Soldao. Y entonces le dijo a la princesa: —¿Te alcuerdas, princesa, cuando dormistes toda la noche conmigo y que otro día me fui con el conejito que te había dao? Y la princesa dijo: —No, no, que no me alcuerdo. —¡Lleno el saco de mentiras! —gritó Juan Soldao. Y luego ya supo el rey que todo lo que Juan Soldao decía era verdá y dijo: —Nos ha ganao Juan Soldao y se casará con mi hija. Y se casó Juan Soldao con la hija del rey. Retortillo, SORIA.
13. Las tres preguntas Un coroné vivía en un pueblo y en su casa tenía un rétulo que decía, «Vivo tranquilo». Y esto era en tiempo e la inquisición y er rey lo supo y lo mandó llamá. Y er rey lo había mandao llamá pa que no vorviera a poné aquel rétulo en la casa. Y cuando llegó er coroné ar palacio der rey le hizo tre pregunta pa que le llevara la respuesta a los ocho día y si no penaba la vida. Y la tre pregunta que le hizo eran: ¿Cuánto valgo? ¿En cuánto tiempo se le pué dá la güerta ar mundo? Dime una verdá mentira. Conque se fue er pobre coroné a su casa llorando y cuando llegó les dijo a su mujé y a sus hijo: —Sus vais a perdé vuestro padre. Me ha llamao er rey pa preguntame cuánto vale, en cuánto tiempo se pué dá la güerta ar mundo, y que le diga una verdá mentira. Y me ha dao ocho día de plazo y si en ese tiempo no le contesto me quita la vida.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Y llega en ese momento su asistente y le dice: —¿No es más que eso? Pué pierda usté cuidao que yo se lo arreglo too. Quédese usté y déjeme í a mí ar palacio y verá como yo se lo arreglo too. Y va el asistente ar palacio vestido con la ropa der coroné. Y le dicen que suba y er rey cree que es er coroné y le hace la primera pregunta: —¿Cuánto valgo? Y le contesta el asistente: —Pue, misté, que er rey der cielo lo vendieron en treinta y cinco moneda, de manera que usté vale solamente treinta y cuatro. Y er rey quedó satisfecho y le hizo la segunta pregunta: —¿En cuánto tiempo se le pué dá la güerta ar mundo? Y le contesta el asistente: —En un caballo e la carrera der so en veinticuatro hora. Y quedó er rey satisfecho y le dijo: —Ahora me vas a decí una verdá mentira. Y dijo entonces el asistente: —Está usté creyendo que está hablando con er coroné y está hablando con su asistente. Y quedó er rey satisfecho de too y aqué quedó libre.
—Estoy triste porque se me ha aparecido un señor que me ha dicho que tengo que decir las doce palabras retorneadas y yo no las sé. Y me ha dicho que si pa las doce no las sé me lleva. Y San José le dijo entonces: —Pues no hay cuidao. A comer y a dormir y no se aflija usté por nada. Conque ya hicieron la cena y comieron y ya se fueron a acostar. Y er viejo se durmió, y llegó a las doce el diablo y le dijo: —¿Las sabes ya? Y San José, que estaba acostao al lao del viejo, le contestó: —Sí. Y el diablo dijo entonces: —¡Pues, hala! ¡Dilas! Y San José le contestó y le dijo las doce palabras retorneadas y el pobre viejo se salvó. —De las doce palabras retorneadas dime la una. —La una, el sol y la luna. —De las doce palabras retorneadas dime las dos. —Las dos, las dos tablillas de Moisén, donde Jesucristo puso los pies pa subir a la casa santa de Jerusalén. La una, el sol y la luna.
Utrera, SEVILLA. —De las doce palabras retorneadas dime las tres. —Las tres, las tres Marías. Las dos, las dos tablillas de Moisén, donde Jesucristo puso los pies pa subir a la casa santa de Jerusalén. La una, el sol y la luna.
14. Las doce palabras retorneadas Éste era un pobre viejo que iba por un camino y se le apareció el malo y le dijo: —Dime las doce palabras retorneadas. Y el pobre viejo le contestó: —No las sé. El malo entonces le dijo: —Tienes que decirme las doce palabras retorneadas. Y otra vez le contestó el viejo: —No las sé. Y a eso le contestó el malo: —Bueno; si pa las doce no las sabes te llevo. Y se desapareció el malo y se fue el pobre viejo muy triste y se encontró con un viejecito que era San José. Y San José le dijo: —Ven conmigo a hacer la cena juntos y después dormir en un pajar. Y el viejo no quería y San José le preguntó: —¿Qué te pasa? ¿Por qué estás tan triste? Pero el viejo sólo suspiraba y no decía nada. Y ya dijo:
—De las doce palabras retorneadas dime las cuatro. —Las cuatro, los cuatro evangelistas. Las tres, las tres Marías. Las dos, las dos tablillas de Moisén, donde Jesucristo puso los pies pa subir a la casa santa de Jerusalén. La una, el sol y la luna. —De las doce palabras retorneadas dime las cinco. —Las cinco, las cinco llagas. Las cuatro, los cuatro evangelistas. Las tres, las tres Marías. Las dos, las dos tablillas de Moisén, donde Jesucristo puso los pies pa subir a la casa santa de Jerusalén. La una, el sol y la luna. —De las doce palabras retorneadas dime las seis. —Las seis, los seis candeleros. Las cinco, las cinco llagas. Las cuatro, los cuatro evangelistas. Las tres, las tres Marías. Las dos, las dos tablillas de Moisén, donde Jesucristo puso los pie pa subir a la casa santa de Jerusalén. La una, el sol y la luna.
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I. CUENTOS DE ADIVINANZAS
—De las doce palabras retorneadas dime las siete. —Las siete, los siete coros. Las seis, los seis candeleros. Las cinco, las cinco llagas. Las cuatro, los cuatro evangelistas. Las tres, las tres Marías. Las dos, las dos tablillas de Moisén, donde Jesucristo puso los pies pa subir a la casa santa de Jerusalén. La una, el sol y la luna.
los pies pa subir a la casa santa de Jerusalén. La una, el sol y la luna. Doce he dicho y trece aguarda. Revienta ladrón, que San José te lo guarda. Cuenca, CUENCA.
—De las doce palabras retorneadas dime las ocho. —Las ocho, los ocho gozos. Las siete, los siete coros. Las seis, los seis candeleros. Las cinco, las cinco llagas. Las cuatro, los cuatro evangelistas. Las tres, las tres Marías. Las dos, las dos tablillas de Moisén, donde Jesucristo puso los pies pa subir a la casa santa de Jerusalén. La una, el sol y la luna. —De las doce palabras retorneadas dime las nueve. —Las nueve, los nueve meses. Las ocho, los ocho gozos. Las siete, los siete coros. Las seis, los seis candeleros. Las cinco, las cinco llagas. Las cuatro, los cuatro evangelistas. Las tres, las tres Marías. Las dos, las dos tablillas de Moisén, donde Jesucristo puso los pies pa subir a la casa santa de Jerusalén. La una, el sol y la luna. —De las doce palabras retorneadas dime las diez. —Las diez, los diez mandamientos. Las nueve, los nueve meses. Las ocho, los ocho gozos. Las siete, los siete coros. Las seis, los seis candeleros. Las cinco, las cinco llagas. Las cuatro, los cuatro evangelistas. Las tres, las tres, Marías. Las dos, las dos tablillas de Moisén, donde Jesucristo puso los pies pa subir a la casa santa de Jerusalén. La una, el sol y la luna. —De las doce palabras retorneadas dime las once. —Las once, las once mil vírgenes. Las diez, los diez mandamientos. Las nueve, los nueve meses. Las ocho, los ocho gozos. Las siete, los siete coros. Las seis, los seis candeleros. Las cinco, las cinco llagas. Las cuatro, los cuatro evangelistas. Las tres, las tres Marías. La dos, las dos tablillas de Moisén, donde Jesucristo puso los pies pa subir a la casa santa de Jerusalén. La una, el sol y la luna.
15. El Obispo y el tonto Una vez fue un obispo a un pueblo a confirmar. Y llegó con muchos curas al pueblo y se encontró con un montañés a la entrada del pueblo que tenía fama de tonto. Y logo que le saludó comenzaron a repicar las campanas del pueblo y el obispo le preguntó al tonto que por qué repicaban las campanas, y el tonto respondió: —Tocan porque llega el obispo que viene a confirmar. Y entonces le preguntó el obispo: —Bueno, hombre, y ¿qué tal? ¿Repican bien las campanas? Y el tonto respondió: —Regular, nada más. Ayer repicaron bien. Ahora paece que las tienen que jalar con güeyes pa que repiquen bien. Y el obispo le preguntó dimpués: —Bueno, hombre, ¿ánde anda tu padre? —Pues desenterrando muertos y enterrando vivos. —Bueno, bueno, hombre. Vamos a ver ahora. ¿Ánde anda tu madre? —Pues amasando el pan que nos comimos la semana pasá. —Muy bien, hombre, bueno. Ahora vamos a ver. ¿Ánde anda tu hermana? —Pues llorando las risas del año pasado. Y como el obispo no le entendió lo que quería decir, le preguntó: —Pero, hombre, muy bien; pero dime, ¿cómo anda tu padre desenterrando muertos y enterrando vivos? —Pues ya verá usté. En ese cementerio anda sacando los árboles muertos y poniendo árboles vivos.
—De las doce palabras retorneadas dime las doce. —Las doce, los doce apóstoles. Las once, los once mil vírgenes. Las diez, los diez mandamientos. Las nueve, los nueve meses. Las ocho, los ocho gozos. Las siete, los siete coros. Las seis, los seis candeleros. Las cinco, las cinco llagas. Las cuatro, los cuatro evangelistas. Las tres, las tres Marías. Las dos, las dos tablillas de Moisén, donde Jesucristo puso
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
—Y tu madre, ¿cómo anda amasando el pan que se comieron ustedes la semana pasá? Pues la semana pasá comimos pan que pedimos y ahora amasa mi madre pa pagarlo. —Muy bien, hombre, muy bien. Y ahora dime, ¿cómo anda tu hermana llorando las risas del año pasao? —Pues ella anduvo el año pasao por ai por un muchacho riendo y gozando y ahora está preñá y anda llorando de pena. Fontibre, CANTABRIA.3
16 Yo tomé lo que no quise, y eché lo bueno de lo mejor. Y aquél que nunca había visto después de muerto me habló.
Era una hija que tenía a su padre emparedao por el rey. Y todas las noches iba a darle de mamar por un boquete que había en la pared pa que no se muriera de hambre. Y ya que pasaban muchos días y el rey no libertaba al padre dijo: —¿Cómo me las arreglaré pa sacar a mi padre de aquí? Y pensó decirle al rey un acertijo. Y fue adonde el rey y le dijo que si le daba libre a su padre si le decía un acertijo que no pudiera adivinar. Y el rey se lo prometió si le daba tres días en que adivinar el acertijo. Y fue ella entonces y le dijo el acertijo al rey. Y tardó el rey tres días pero no lo pudo adivinar. Y entonces ella le dijo lo que era. —Antaño fui hija quiere decir que antes de ir mi padre a prisiones era yo su hija. Ahora le he dao de mamar pa que se alimentara y por eso soy su madre. Y él fue el marido de mi madre. Y el rey le entregó a su padre. San Pedro de Alcántara, MALAGA.
Este era un rey que tenía una hija mu guapa, y echó un bando que er que le echara a la princesa una adivina que no pudiera adivinar se casaba con ella. Y cerca der palacio vivía un tonto que le dijo a su madre: —Yo vi a echale una adivina a la princesa pa casarme con ella. Y se fue ar palacio y ar subir las escaleras se dio un tropezón en un deo der pie (tomé lo que no quise). Y luego lo mandaron a echar un toro de un trigal (y eché lo bueno de lo mejor). Y en su casa había hallao un tesoro que soñó que uno le había dicho onde staba (y aquél que nunca había visto después de muerto me habló). Y le echó la adivina a la princesa y no supo ella adivinar y tuvo que casarse con er tonto. Santiponce, SEVILLA.
17 Antaño fui hija, hoy soy madre. Un hijo que tengo fue marido de mi madre. Aciértala, buen rey, y si no, dame a mi padre. 3
18 Bebed de este vino amigo, que el ave le subió al nido. Vengo en caballo que no ha nacido. Entre las piernas traigo a su madre. Adivinadla, buen rey, y si no, dadme a mi padre. Éste era un hijo que tenía el rey a su padre preso y encarcelao. Y el hijo fue y le dijo al rey que si le daba una adivinanza que no pudiera adivinar que si le entregaba a su padre. Y el rey dijo que sí, que si no adivinaba en tres días le entregaría a su padre. Y entonces le echó la adivinanza. Y el rey estuvo pensando por tres días pero no pudo adivinar. Y entonces el hijo se la explicó así: —Una cigüeña subió un racimo de uvas a su nido. Y yo subí al nido y cogí el racimo y lo estrujé y me bebí el jugo. Y onde he venido a caballo es un albardón que le han puesto el pellejo de un potro que no ha nacido porque se lo sacaron de las entrañas a la madre. Y he venido en la yegua que es la que traigo entre las piernas. Y el rey le entregó a su padre. Mucientes, VALLADOLID.
En el original «SANTANDER» en todas las ocasiones. N. de E.
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I. CUENTOS DE ADIVINANZAS
19
Llegó y dijo que quería ver a la reina y le dijeron que entrara. Y al ver a la reina le ofreció las flores y la dijo: —Entre el clavel y la rosa, usté es coja.
Aquí traigo, Padre Santo, tres pecados de ignorancia, que esta mujer que aquí traigo es mujer, hija y hermana.
Soria, SORIA.
Ésta era una criada que estaba con una señora. El hijo de la señora pretendía a la criada y ésta le dijo a la señora: —Señora, yo me marcho mañana porque su hijo me pretende. Entonces dijo el ama: —Yo me meteré en tu cama. El hijo se metió entonces en la cama creyendo que era la criada y sacó a su madre embarazada. Parió ella una niña, de la cual al cabo de algunos años el joven se enamoró, sin saber que era su hija, y se casó con ella. Cuando llegó a saber con quien estaba casao se fue a Roma a pedirle perdón al Padre Santo.
22 Por allí vienen nuestros padres, maridos de nuestras madres; padres de nuestros hijos, y nuestros propios maridos. Éstos eran dos hombres que quedaron los dos viudos. Y cada uno tenía una hija. Y entonces se casaron cada uno con la hija del otro. Después volvieron a tener hijos. Y un día cuando venían de trabajar y las mujeres los vieron venir dijeron eso.
Llanuces, ASTURIAS. Málaga, MÁLAGA.
20 23 Desde lejos la vide venir muy triste y desconsolá. Ojos traía ocho y uñas cuarenta y ocho.
Ni yo te lo pido, ni tú me lo das. Si yo te lo pido y no me lo das, ¡qué vergüenza me harás pasar!
Éste era un hombre que lo llevaban a la horca, y el rey dijo que le perdonaba si le echaba una adivina que no pudiera divinar. Y al hombre le acompañaba su mujer, que estaba embarazá y por eso venía triste y desconsolá. Y venía ella en una jaca y la jaca estaba también embaraza. Y de ai le echó la adivina al rey, y como no pudo adivinar lo dio libre.
Éste era un muchacho que tenía una novia. Y un día fue y cogió un ramillete de flores y pasó por la casa de su novia; y ella al verle pasar le dijo eso.
Granada, GRANADA.
21 Entre el clavel y la rosa, usté escoja. Ésta era una reina que era coja. Y le apostaron a un tonto a que no iba y le decía a la reina que era coja. Y fue el tonto y cogió un clavel y una rosa y se marchó pal palacio.
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Málaga, MÁLAGA.
Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
24
El alcalde estaba casado con la hija del secretario, y por eso eran sólo tres. Yo vide en el mes de enero trigo verde y granao, mujer y media en un burro, y hombre vivo enterrao.
Llanuces, ASTURIAS.
28 Era una mujer que hacía media calceta subida en un burro, y su marido estaba trabajando arriba de un terrao que estaba cerca.
Tres palomas van volando; tres cazadores van tirando. Cada cual mató la suya y las demás se fueron volando.
Granada, GRANADA.
De los tres cazadores uno se llamaba Cadacual, y ése fue el que mató una paloma.
25
Burgos, BURGOS.
De la Vera Cruz salieron cuatro con cuatro escopetas, y no pudieron coger a un cojo con dos muletas.
29
Era un cojo que se robó dos mulos y se huyó con ellos y salieron cuatro guardias a buscarle pero no le pudieron coger.
Doce frailes estaban comiendo y había doce manzanas. Cada cual comió la suya y las demás quedaron en la mesa.
Soria, SORIA.
Uno de los frailes se llamaba Cadacual, y ése fue el que se comió una manzana.
26
Burgos, BURGOS
—Larga, larga, ¿adónde vas? —Puta redonda, ¿no callarás? —¿Si callaré, o no callaré? —Si bajo de mi caballo te mataré.
30
Ésta era una culebra que andaba dando vueltas abajo de un naranjo. Y la naranja le hablaba desde arriba pa que se fuera.4
27
Bien venido seas, amigo. Te quiero más que a mi marido. Si quieres aquí, aquí; si quieres en la cama, en la cama. Ésta era una mujer que le dio mucho sueño y le habló así al sueño y se echó a dormir.
El secretario y su hija, el alcalde y su mujer, repartieron nueve peras y todos tocaron a tres.
4
Burgos, BURGOS.
En el original sin lugar de recogida. N. de E.
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estudios de los cuentos de adivinanzas
L
as adivinanzas han sido desde los tiempos más antiguos y entre todos los pueblos del mundo una de las formas más populares de entretenimiento. Una vez desarrollada, la adivinanza sirve tanto en la vida actual como en la leyenda para avivar la curiosidad y para probar la habilidad mental. Así se llega a desarrollar el cuento de adivinanza, en el cual la solución de un enigma, la respuesta verdadera a una pregunta o la explicación de lo que al parecer no tiene explicación son por regla general premiadas. De esta manera la conciencia popular llega a premiar a su modo la agudeza de ingenio o la virtud inocente, casando a una pobre labradora con un príncipe o a un humilde pastor con una bella princesa. Claro es que con el tiempo los elementos primitivos de la justicia fundamental han sido casi oscurecidos por otros elementos que la fantasía popular ha desarrollado, mezclando muchas veces en éstos como en otros cuentos, episodios sacados de otros cuentos, y por fin se desarrolla, particularmente en los cuentos de adivinanza españoles el elemento picaresco que algunas veces afea el cuento primitivo y otras veces lo engalana con algunos de los rasgos más característicos de la filosofía popular española y del humorismo español más castizo. La colección más completa y más bien estudiada de adivinanzas españolas propiamente dichas debemos al Dr. Lehmann-Nitsche que en su magistral estudio Adivinanzas rioplatenses publica más de mil adivinanzas, cada una de ellas en varias versiones recogidas de todas partes de la Argentina.5 Pero, curiosamente, o tal vez porque este género de adivinanzas se ha dejado para otra publicación, 5
Todas las obras citadas, así como las abreviaturas empleadas por el autor, se hallan en la Bibliografía general [1946]. N. de E.
no encontramos en esta obra sino algunos fragmentos de verdaderos cuentos de adivinanzas. Y así resulta que el grupo más abundante y mejor de cuentos de adivinanzas españoles que hasta ahora poseemos es el grupo de los treinta largos y breves que publicamos en el tomo I de los CUENTOS POPULARES ESPAÑOLES que ahora vamos a estudiar. El cuento de adivinanza es en realidad un cuento como otro cualquiera, una leyenda en parte histórica o un relato absolutamente histórico, pero se diferencia del cuento ordinario en que utiliza un enigma, adivinanza o pregunta difícil, en muchos casos es una serie de enigmas, adivinanzas o preguntas difíciles, para los propósitos ya indicados. El enigma incomprensible arreglado para la ocasión y que es sabido sólo por el que lo ha arreglado, las preguntas difíciles y embrolladas, las alusiones picarescas y recuerdos humillantes, los problemas ordinarios de aritmética, y las soluciones un poco burlescas abundan en los cuentos de adivinanzas. Las adivinanzas españolas han invadido el campo de muchos géneros literarios populares, entre ellos muy especialmente las bien conocidas décimas de adivinanzas y los cuentos. Las décimas de adivinanzas tan frecuentes en la literatura popular hispánica son muy antiguas y son una extensión y desarrollo más largo de la adivinanza ordinaria, que tan a menudo está compuesta en verso. En la literatura española propiamente dicha las hallamos ya en la Diana enamorada, de Gaspar Gil Polo, libro V, y en la Galatea de Cervantes, libro VI, donde después del Canto de Calíope los pastores y pastoras recitan una larga serie de décimas de adivinanzas, y en otras obras del siglo XVI. Los cuentos de adivinanzas, sin embargo, por pertenecer a la literatura verdaderamente popular y oral, como los famosos cuentos de Pedro de Urdemalas,
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I. CUENTOS DE ADIVINANZAS
no se recogieron en España antiguamente, y apenas han llegado a nosotros algunas versiones fragmentarias que mencionaremos más adelante. Sigue ahora el estudio de los cuentos de adivinanzas según los grupos ya establecidos.
A. La mata de albahaca 1. La mata de albahaca 2. La mata de albahaca 3. La mata de albahaca 4. Las tres hijas del sastre BIBLIOGRAFÍA.—Versiones españolas peninsulares: Curiel Merchán 288-290; Espinosa, Castilla 225, 226; Krüger, Sanabria 114-115; Sánchez Pérez 69.—Españolas de América: Andrade 169, 170, 171; Arellano 27, 28, 29; Lenz, Adivinanzas I, 341-343 (tres versiones); Adivinanzas II, 299308 (dos versiones); Mason-Espinosa PRF II, 12a, 12b, 12c, 12d; Rael 1, 2; Wheeler 1, 2, 85.—Judeo-española: Wagner 35-41.—Portuguesas: Athaide Oliveira I, 153; Barbosa 23; Braga I, 28, 57; Coelho 47.—Catalanas: Alcover I, 35-43, VII, 269-304; Ferrer-Ginart I, 53-65; Maspons y Labrós I, 17-21; Salvator, 1-11.—Italianas: Bertoldo 29; Crane 311-314; De Vries 428; Nerucci 3, 15; Nino III, 16; Pentamerone II, 3; Pitré I, 5, 8.—Francesas: Köhler III, 514; RLR III, 402-403; RTP II, 395.—Francesa de Luisiana: Fortier 18.—Vascuence: Cerquand III, 73.—Rumana: Weigand 119.—Latinas: Gesta Romanorum 124; Gesta Romanorum D, 105; Historia septem sapientum II, 57-61; Patrología Latina CXXXVI, 729.—Alemanas: Birlinger 1, I, 435; Busch 9; Grimm 94; Haltrich, 46; Hans Sachs FS II, 489-493; Jahn, Schwänze 76-86; Kehrein II, 99-l00; Knoop 77; Lemke II, 41; Meier 28; Pauli 423; Pfaff 71-73; Pröhle 49, 74; Wisser I, 213217; Wossidlo 988, 3 y 4; ZFDM II, 18; Zingerle 1, 27.— Holandesa: Volkskunde II, 105.—Noruega: De Vries GN 199.—Escocesa: Campbell III, 60.—Irlandesas: Kennedy, Fireside Stories 91-94; Larimine 174-178.—Lituanas: Leskien-Brugman 34; Schleicher 3-4.—Eslavas: Afanasief RV 153-157; Archiv SP V, 47-50 (cuatro versiones), XXVII, 612614; Clouston II, 327; De Vries 429-430 (cuatro versiones); Veckenstedt 230-231; Von Löwis of Menar 2, 46.—Griega: Kretschmer 24.—Turco-tártaras: Radloff I, 60-61, 197-204, IV, 201-209.—Árabes: Chauvin VI, 63, VIII, 199; RTP XVIII, 214-216.—Hebreas: Clouston II, 328-329; Gaster, Exempla 196.—Berberiscas: Basset 49; Basset Nouvelles 271; Rivière 159-164.—Egipcia: Artin Pacha 185-194.— Africanas: Chatelain 26; Frobenius 1, 50, VIII, 50-53; Monteil
141-143.—Africana de América: JAFL XLIII, 312.—Indias: Bompas 12, 13; Jataka 546, 13; JRAS (1900) 307; NINQ III 101; Parker 27, 233; Swynnerton 311.—Indias orientales: De Vries 431; Hambruch 55.—Chinas: Chavannes II, 173; Schiefner-Ralston 138-144.—Filipinas: Fansler 53-60 (tres versiones).—Clasificación y estudios especiales: Aarne, Estnische Märchen 875-921; Aarne-Thompson 875-921; Anderson, Kaiser und Abt 162-172, 175-178; Archiv SP V, 17-19, XXVII, 611-629; Ausland XXXI, 457-461, 486-489, 511-515, 567-571, 589-594; Boggs 970; Bolte-Polívka II, 349-383; Child I, 6-14; De Vries (todo el libro); Köhler I, 445-403, 111, 514; Krauss 1, 252-253; Lenz, Adivinanzas II, 267-271; Petsch 9-10; Romania I, 245, II, 489-490, 495, III, 188-189, X, 26-27; RTP II, 395; Volkskunde II, 107109; ZVFV X, 199; Thompson H571, H702-H705, H961, H1053, H1054, J1101.1, J1545.4, K525, K1288. Véanse también las bibliografías de Cuentos 13, 15 y 37-38. Estos cuentos pertenecen a un grupo muy numeroso de cuentos de personas extraordinariamente ingeniosas y listas que dan respuestas enigmáticas a las preguntas que se les hacen, resuelven adivinanzas o realizan tareas difíciles, burlándose de reyes, príncipes u otros caballeros principales. Los hay de muchachos listos, Aarne-Thompson 921, 922 (nuestros Cuentos 15 y 13) y de muchachas listas, AarneThompson 871. Nuestras versiones 1-4 pertenecen a este último tipo general. Los cuentos de este tipo han sido estudiados por muchos folkloristas. El primero fue el famoso orientalista Teodoro Benfey, en una serie de artículos publicados en la revista Ausland, Band XXXII (1859), páginas 457-461, 486-489, 511-515, 567-571, 589-594. Benfey llegó a creer que nuestro cuento era de origen oriental, desarrollado del cuento del caballero que resuelve adivinanzas difíciles para sacar de apuros a un rey que está en lucha con otro rey. El estudio de Benfey es muy valioso por las numerosas versiones orientales que cita de algunos de los elementos de nuestro tema, pero en general, no es más que un estudio preliminar. Doce años más tarde, en 1871, publicó el folklorista ruso A. Wesselofsky un importante trabajo (véase el estudio de De Vries, abajo citado, página 63), en el cual trató de establecer una relación directa entre la saga escandinava de Ragnar Lodbrókar, la forma más antigua que conocemos de nuestro tema, como más adelante veremos, con la leyenda rusa Murom de Pjotr y Fevronya, documentada por el monje Erazm en el siglo XV. Después han estudiado nuestro tema V. Jagic y Reinhold Köhler en Archiv SP V, 17-99, E. Binder en ZFGP XXVI, 515-521, y otros.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
En su magistral estudio sobre los cuentos de Grimm, que citaremos repetidas veces en nuestros estudios, Anmerkungen zu den Kinder- und Hausmärchen der Brüder Grimm II, 349-373, los señores Bolte y Polívka han reunido numerosas versiones de nuestro cuento, han establecido por primera vez los elementos fundamentales del cuento, han clasificado las versiones y han examinado las opiniones de todos los que antes de ellos habían estudiado el tema. En cuanto a los orígenes, opinan que no se puede afirmar definitivamente que el cuento en su completo desarrollo sea de origen oriental. El mejor estudio que hasta ahora se ha hecho de nuestro cuento, Aarne-Thompson 875, juntamente con el del joven ingenioso, Aarne-Thompson 921, lo debemos al folklorista holandés Jan de Vries. En su reciente obra, Die Märchen von Klugen Rätsellösern, FFC LXXIII, Helsinki, 1928, De Vries ha examinado unas doscientas sesenta y dos versiones del tipo 875 y ha establecido algunas de sus formas fundamentales. En vista de este estudio tan completo y casi definitivo, uno de los más importantes de la «Escuela finlandesa de Folklore» (véase mi artículo «La clasificación de los cuentos populares», Boletín de la Academia Española XXI (1934), 174-208), en el cual se han establecido las formas fundamentales del cuento, no es necesario que hagamos ahora un nuevo estudio de este cuento. Nos limitaremos a hacer un breve resumen del estudio de De Vries, y terminaremos con un estudio de las treinta y ocho versiones hispánicas que hemos podido reunir, la mayor parte de las cuales no conoció el folklorista holandés. Este estudio lo haremos a base de los elementos fundamentales y formas características establecidas por De Vries siempre que sea posible, añadiendo sólo los elementos de nuestras versiones que no aparecen en las versiones por él estudiadas. Según De Vries, las versiones por él estudiadas contienen entre unas y otras los siguientes elementos fundamentales: A1. Un rey u otro caballero principal, buscando una novia con quien casarse o por mera casualidad, se encuentra con una joven ingeniosa y lista. A2. Un campesino halla en su pedazo de tierra un mortero de oro. Se lo regala al rey a pesar del consejo contrario de su hija, y el rey le manda que encuentre la mano. Se queja por no haber seguido el consejo de su hija y el rey desea verla. A3. Un caballero y un labrador tienen que resolver adivinanzas. La hija ingeniosa del labrador resuelve las adivinanzas y ayuda a su padre. El rey desea verla.
A4. Un rey u otro caballero principal, llega por casualidad a la casa donde vive una joven muy lista y le pregunta dónde está y qué hace su padre, madre, hermano y hermana, respectivamente. La joven da respuestas al parecer inexplicables, que después explica. [Estas mismas preguntas y respuestas se hallan también en Cuentos 15, Aarne-Thompson 921] A5. Otras introducciones o principios del cuento. B1. El rey manda que la joven vaya a su palacio vestida y desnuda, a pie y a caballo, por el camino y fuera de él, ni de día ni de noche, con regalos y sin ellos, etc. B2. La joven tiene que tejer una camisa de unas cuantas hebras, y ella exige un telar hecho de unas cuantas astillitas. B3. La clueca de la joven tiene que sacar pollos de huevos cocidos. La joven manda que siembren mijos cocidos para que haya mucho grano para los polluelos. B4. La joven tiene que realizar otras tareas absurdas. La joven exige cosas igualmente absurdas. C. La joven se casa con el rey, y promete ella no meterse nunca en sus negocios. D. Dos labradores disputan porque la yegua de uno de ellos ha parido un potrillo que fue a echarse con los bueyes del otro. El boyero lo reclama como suyo y el rey declara que tiene razón. El amo de la yegua se queja con la reina y ésta le aconseja que se ponga a pescar en medio de la calle o que haga otra cosa igualmente absurda. De esta manera obliga al rey, su marido, a fallar en favor de la razón. E. El rey despide a su mujer, pero le permite llevarse lo que ella más ame. Se lleva ella a su marido cuando éste está dormido. El rey, enternecido, la perdona. El principio del cuento con elemento A1 se halla solamente en unas nueve versiones, principalmente danesas, entre ellas la más antigua de Europa, la danesa de la saga de Sagnar Lodbrókar del siglo XIII ó XIV. Elemento A2 se halla en treinta y siete versiones, principalmente alemanas e italianas, o sea el 15% de las doscientas cuarenta y siete versiones completas de las doscientas sesenta y dos estudiadas por De Vries. Elemento A3 se halla en ochenta y cuatro versiones, o sea el 34%. Las adivinanzas o preguntas de elemento A3 son muy numerosas y muy diversas. Las principales son: ¿Qué es lo más gordo? Setenta y ocho versiones, 93%. ¿Qué es lo más dulce? Cincuenta y nueve versiones, 70%. ¿Qué es lo más rápido? Cincuenta y seis versiones, 67%. Las demás ocurren con mucha menos frecuencia. La más frecuente de éstas, por ejemplo, ¿Qué es lo más claro?, se halla solamente en doce versiones, o sea el 14%.
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I. CUENTOS DE ADIVINANZAS
Las respuestas son también muy diversas. Para las tres preguntas más frecuentes arriba citadas, las respuestas son las siguientes: cerdo, tocino, caballo; agua, miel, azúcar; caballo, perro; y otras mucho menos frecuentes. Elemento A4 se halla en veinticinco de las doscientas cuarenta y siete versiones completas, el 11%. Las preguntas que ocurren con más frecuencia son las siguientes: ¿Qué hace tu padre? Veintidós versiones, 88%. ¿Qué hace tu madre? Catorce versiones, 56%. ¿Qué hace tu hermano? Trece versiones, 52%. ¿Qué hace tu hermana? Siete versiones, 28%. Este elemento ocurre con mucha más frecuencia en el tipo de Aarne-Thompson 921, el joven ingenioso, Cuentos 15. En el tipo de Aarne-Thompson 875, sin embargo, es muy antiguo, pues lo hallamos ya en la versión árabe del siglo X de RTP XVIII, 314-316. Elemento B1 se halla en ciento cincuenta y una versiones, o sea el 61% de todas las completas. Contiene principalmente las siguientes tareas difíciles que la joven realiza de maneras muy diversas y muy ingeniosas: Vestida y desnuda. Ciento treinta y ocho versiones de ciento cuarenta y seis examinadas por De Vries, 95%. Ni a pie ni a caballo, o a pie y en coche. Ciento treinta y una versiones, 90%. Ni de día ni de noche. Cuarenta y siete versiones, 32%. Con regalos y sin ellos. Cuarenta y seis versiones, 32%. Por el camino y fuera de él. Cuarenta y dos versiones, 29%. Con hambre y saciada. Quince versiones, 10%. Calzada y descalza. Once versiones, 7%. Las combinaciones más frecuentes de las diversas tareas de elemento B1 son las siguientes: La combinación vestida y desnuda + ni a pie ni a caballo + ni de día ni de noche se halla en veintiséis versiones, o sea el 17%. Se halla principalmente en versiones germánicas y una que otra vascuence. La combinación vestida y desnuda + ni a pie ni a caballo + con regalos y sin ellos se halla en diecinueve versiones, 12%. Es la forma eslava típica de elemento B1. La combinación vestida y desnuda + ni a pie ni a caballo + por el camino y fuera de él se halla en diecisiete versiones, 11%. Elemento B2 se halla en sesenta y ocho versiones, 27%. Elemento B3 se halla en cuarenta y cuatro versiones, 18%.
Para elemento B4 De Vries cita pruebas muy diversas. Las más frecuentes son: Remendar un cacharro roto, en siete versiones. Que las tres hermanas vengan preñadas, en seis versiones. Esta prueba la halla De Vries solamente en versiones balcánicas. Ya veremos que en formas muy semejantes se halla en algunas versiones hispánicas. Proveer una comida imposible. La joven ingeniosa prepara ohimé (¡ay de mí!), metiendo una aguja en la comida para que le pique al rey cuando coma. Se halla en dos versiones italianas. Traer una cesta de risas. La joven trae una cesta de gorriones. Después trae otra cesta llena de gorriones desplumados. Se halla en dos versiones catalanas. Hacer un violín de la cáscara de un limón o de dos ciruelas. Se halla en dos versiones germánicas y en una versión finlandesa. Hacer un ramillete con la esencia de todas las flores. La joven mete un ramillete de flores en la miel. Se halla en una versión francesa. Vaciar el mar con una cucharita. Se halla en dos versiones, una danesa y una eslava. Elemento C, el casamiento de la joven con el rey, se halla en la mayoría de las versiones. Elemento D se halla también en casi todas las versiones, 90%. En diez versiones ocurre al principio del cuento. Las tareas imposibles y absurdas que la joven, ya casada con el rey, aconseja hacer al labrador de elemento D a quien el rey ha hecho injusticia son las siguientes: Coger peces en la calle, donde no hay ni agua. Sembrar mijos en la mar. Sembrar grano cocido. A veces la joven cita como realidades cosas absurdas para que se vea lo absurdo de que un buey pueda parir potrillos: Que los peces salieron del mar y se comieron el maíz. Que las bellotas llevan espinas. Que un hombre ha dado a luz. En páginas 266-268 cita De Vries algunas versiones de cuentos ajenos al nuestro que llevan motivos semejantes e igualmente absurdos, ordeñar toros, que los toros puedan parir, etc. Elemento E se halla, para terminar el cuento, en ciento cincuenta variantes, o sea el 60% de las doscientas cuarenta y siete versiones completas estudiadas por De Vries. La reina se lleva generalmente a su marido, pero hay algunas en las cuales se lleva también a sus niños, un saco de oro, etc. Los tipos europeos fundamentales de nuestro cuento (Hauptformen der europäischen Überlieferung) son, según De Vries, los siguientes:
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Tipos germánicos • Tipo A1, B1, C, el tipo germánico más sencillo. Se halla en nueve versiones. • Tipo A2, B1, C, D, E, el tipo germánico normal. Se halla en quince versiones. • Tipo A3, B1, C, D, E. Se halla en ocho versiones. • Tipo A1, B2, C, D, E. Se halla en cuatro versiones. • Tipo A1, B1, B2, C, D, E. Se halla en tres versiones. Tipos románicos • Tipo A2, B1, B2, C, D, E, el tipo románico normal. Se halla en seis versiones. • Tipo A2, C, D, E. Una versión. • Tipo A2, B2, C, D, E. Una versión. • Tipo A4, dos o tres de elementos B1, B2, B3, alguna forma de B4, y C, D, E. Dos versiones. Tipos eslavos • • • • • •
Tipo A3, B1, B3, C. Siete versiones. Tipo A3, B1, C, D, E. Seis versiones. Tipo A3, B1, B2, C, D, E. Seis versiones. Tipo A3, B1, B3, C, D, E. Seis versiones. Tipo A3, B1, B2, B3, C, D, E. Cuatro versiones. Tipo A2, B1, C, D, E. Cuatro versiones.
Tipos estones y finlandeses • Tipo A2, B1, C, D, E. Tres versiones. • Tipo A3, B1, B2, B3, C, D, E. Una versión. Estas formas capitales o fundamentales de De Vries, que nosotros hemos llamado tipos, pueden reducirse a cinco, que podemos con toda seguridad considerar como los tipos fundamentales de la tradición de Europa para las versiones estudiadas por él: Tipo I, con elementos A1, B1, C. Este es el tipo primitivo y el más sencillo de todos, el de la saga escandinava de Ragnar Lodbrókar del siglo XVIII ó XIV, De Vries GN 100, y otras cinco versiones germánicas. Seis versiones. Tipo II, con elementos A1, B1, B2, ó solamente B2, C, D, E. Es también tipo germánico. Siete versiones. Tipo III, con elementos A2, B1, C, D, E. Es el tipo normal germánico, con quince versiones, pero se halla también en una versión romana, en cuatro versiones eslavas y en tres estonas y finlandesas.
Tipo IIIA, con elementos A2, B1, B2, C, D, E. Este es, según De Vries, el tipo románico normal, seis versiones, pero no es sino una variante del tipo normal germánico. Tipo III, que se halla también en versiones eslavas, estonas y una rumana, como ya queda dicho. Tipo IIIB, con elementos A2, B2, C, D, E. Una versión románica. Tipo IV, con elementos A3, B1, C, D, E. Es tipo germánico y eslavo. Se halla en ocho versiones germánicas y seis eslavas. Tipo IVA, con elementos A3, B1, B2 ó B3, ó B2 y B3, C, D, E. Es el tipo eslavo normal, dieciséis versiones, y se halla también en una versión finlandesa. Tipo IVB, con elementos A3, B1, B3, C. Es versión imperfecta del tipo IVA. Siete versiones eslavas. Tipo V, con elementos A4, dos o tres de elementos B1, B2, B3, alguna forma de B4, y C, D, E. Dos versiones catalanas. En cuanto a los orígenes de nuestro cuento, no cree De Vries que sea posible establecer una relación directa entre Asia y Europa. Las formas más antiguas de India y de otras partes de Asia no están bien desarrolladas, si bien algunas variantes de elementos B y D son muy antiguas. Hay muchos cuentos orientales en los cuales un príncipe prueba a una joven y cuando sale airosa de las pruebas se casa con ella. Pero nuestro cuento no acaba aquí. Ahora es cuando el príncipe tiene una verdadera ocasión para proponer otras pruebas. En una versión árabe moderna, De Vries AsArb 252, el príncipe exige que su mujer dé a luz un día después de su matrimonio. No podemos, sin embargo, considerar a esta versión como el eslabón entre Oriente y Occidente. Hay notables discrepancias. Las versiones balcánicas son muy complicadas y parecen algo imperfectas. Hay algunos elementos muy antiguos en las versiones orientales y en las balcánicas, pero éstos no están bien desarrollados en las versiones europeas. En resumen, opina De Vries que la verdadera forma primitiva de nuestro cuento se desarrolló en el Oeste de Europa y no el Este. Como antes habían declarado Bolte y Polívka, los orígenes del cuento hay que buscarlos en Europa. Las formas literarias de Europa son las más antiguas que conocemos. El Tipo 1, arriba establecido, con elementos Al, B1, C, la forma e la leyenda escandinava de Ragnar Lodbrókar es la fuente más antigua de nuestro cuento hasta ahora conocida. Un cuento literario ha llegado a tener un desarrollo extraordinario en la tradición literaria y popular de Europa. Volvamos ahora nuestra atención a las versiones hispánicas. El número de versiones que hemos podido
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I. CUENTOS DE ADIVINANZAS
reunir llega a treinta y ocho. De Vries conoció solamente cinco de ellas, tres catalanas y dos portuguesas. Tres de ellas, Alcover I, 35-43, con elementos A4, B1, B2, B3, B4, C, D, E, Salvator I-II, con elementos A4, B1, B3, B4, C, D, E, y Barbosa 23, con elementos A2, B1, B4, C, D, E, son las únicas versiones hispánicas que pueden clasificarse con los tipos establecidos por De Vries para la tradición general de Europa. Las dos versiones catalanas pertenecen al Tipo V establecido por De Vries y por mí a base de estas dos versiones y la versión italiana de Pitré 8, que lleva solamente elementos A4, C, D, E. La versión portuguesa de Barbosa es una notable variante del Tipo III, que podríamos clasificar como Tipo IIIC. Es la única versión hispánica que empieza con elemento A2, el hallazgo del mortero de oro. Es difícil explicar cómo entró en la tradición hispánica este elemento de origen germánico que dio forma al Tipo III germánico e italiano. Las dos restantes versiones hispánicas que conoció De Vries, Ferrer-Ginart 53-65 y Braga 57, no pertenecen a los tipos fundamentales de Europa. Estas dos versiones hispánicas y las treinta y seis de nuestra bibliografía que De Vries no conoció tienen un desarrollo muy diferente. Pertenecen a tres tipos fundamentales, uno de ellos todavía ligado en parte a la tradición general de Europa, pero con el desarrollo de los tipos hispánicos originales. Además de algunos de los elementos fundamentales de la clasificación de De Vries, las versiones hispánicas de estos nuevos tipos contienen entre una y otras los siguientes elementos fundamentales: A6. Un rey u otro caballero principal pasa por casualidad por donde viven tres hermanas y en tres diferentes ocasiones pregunta a cada una de ellas, al encontrarla regando una mata de albahaca, cuántas hojas tiene la mata. La joven no responde a la pregunta del rey, sino que le hace otra pregunta todavía más difícil: ¿Cuántas estrellas hay en el cielo y arenas en el mar? El rey no dice nada, y se marcha a su palacio, avergonzado. A7. Ídem, pero hay solamente una joven. B5. La joven, al llegar al palacio del rey, pide, para comer, nieve asada. F. El rey desea vengarse y vuelve a la casa de la joven, disfrazado de mercader. Vende a la joven alguna mercancía, algunas veces, fruta, por uno o varios besos. En algunas versiones, el rey envía a otro a vender algo a la joven por un beso o varios besos. Vuelve el rey a visitar a la joven y le hace la misma pregunta de antes. Cuando la joven se hace a él la pregunta de antes, el rey le pregunta qué tal le gustó el beso que le dio. La joven no dice nada y se mete en su casa avergonzada.
F1. Ídem. Besa el rey a la joven cuando ella se descuida. F2. Ídem. El rey le vende a la joven la mercancía porque le bese el culo a su mula. F3. El rey, escondido, le pica a la joven con algún instrumento y ella cree que son chinches. G. La joven oye decir que el rey está enfermo, se disfraza de médico y va a curarle. Para remedio hace que le metan un nabo en el culo o que le bese el culo a la mula de la joven. Sana el rey y otra vez va a visitar a la joven. Ocurren otra vez las preguntas y respuestas de A y F y variantes, y la joven termina preguntando al rey qué tal estuvo el nabo en el culo o el beso que le dio a la mula en el culo. G1. La joven va a la casa del rey disfrazada de muerte, San Antonio o de diablo. Le perdona al rey la vida cuando besa el culo de su mula o después de dejarse picar y quemar el culo. Después de las preguntas y respuestas de antes, termina ella preguntando qué tal estuvo el beso que le dio a la mula en el culo o el susto que recibió cuando le quemó el culo. G2. La joven va vestida de difunto o mete una cabra en las habitaciones del rey para espantarle. El rey huye despavorido. Después de las preguntas y respuestas de antes, termina la joven preguntando qué tal estuvo el susto que le dio el difunto o la cabra. G3. La joven va y le vende al rey un cinturón de oro porque le bese el culo a su mula. Etc. G4. La joven va disfrazada de criada al palacio del rey. De noche va él a abrazarla, prepara ella la mula y el rey besa a ésta en el culo. Etc. H. El rey, ya casado, piensa en la venganza. La joven va a acostarse primero, pone en la cama una muñeca de azúcar o llena de miel que había mandado hacer antes, y se esconde ella debajo o cerca de la cama. Entra el rey, le da con su espada a la muñeca, creyendo que es su mujer, le salta el azúcar o miel a la boca, y muy arrepentido, declara que su mujer fue agria en la vida, pero muy dulce en la muerte. Cuando ella sale de su escondrijo, el rey la perdona. H1. El rey permite a su mujer escoger la manera de cómo ha de morir. Escoge ella una manera absurda, y el rey la perdona. Las treinta y ocho versiones hispánicas pertenecen a cinco tipos distintos. Tres de ellas pertenecen, como ya queda dicho, a la tradición general de Europa que ya conocemos. Al Tipo IIIC pertenece la versión portuguesa de Barbosa 23, con elementos A2, B1, B4, C, D, E. Al Tipo V pertenecen dos versiones catalanas, Alcover I, 35-43, con elementos A4, B1, B2, B3, B4, C, D, E, y Salvator I-II, con elementos A4, B1, B3, B4, C, D, E.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Las restantes treinta y cinco versiones hispánicas pertenecen a los tres siguientes tipos hispánicos, que añadimos a los de De Vries para completar la tradición general de Europa. Tipo VI, con elementos A6, B1, B4, algunas veces B5, C, y en una de las cuatro versiones H. Este tipo hispánico es el que más se acerca a la tradición general de Europa, diferenciándose de ella particularmente en el principio, elemento A6, característico de casi todas las versiones hispánicas, veintisiete de las treinta y cinco de los tipos hispánicos, 77%, en las cuales faltan elementos D y E de la mayor parte de las versiones de los diversos tipos de Europa. Pertenecen a este tipo una versión española peninsular y tres versiones españolas de América, una de Puerto Rico y dos de Nuevo Méjico: Curiel Merchán 288-290, A6, B1, B5, C. Mason-Espinosa PRF II 12b, A6, B1, B4, B5, C. Rael 1, A6, B1, B4, B5, C. Rael 2, A6, B1, B4, B5, C, H. Hay además cinco versiones muy incompletas o mezcladas con otros cuentos: Alcover VII, 269-304, A6, C, y elementos de Cuentos 99-103. Braga I, 57, B1. Mason-Espinosa PRF II, 12c, A6. Mason-Espinosa PRF II, 12d, A6, C. Wheeler I, A6, B1. Tipo VII, con elementos A6, en una de las cuatro versiones A1, F, G ó G1, B1, B4, a veces B5, en una versión H. Este tipo es ya un desarrollo independiente y muy original, con los nuevos elementos F, G y variantes, que convierten el tema de la tradición general de Europa en un cuento picaresco y vulgar de desarrollo dramático extraordinario, con episodios de otros cuentos europeos, Cuentos 5-8, 9-12, Aarne-Thompson 570, Thompson K1288, etc. Elemento H, que se halla en una versión de este tipo y en otras tres de otros tipos, es también el fin de Cuentos 37-38, Thompson K525.1. Pertenecen a este tipo cinco versiones, tres españolas peninsulares, una dominicana y una de Puerto Rico: Andrade 169, A6, F, B1, B4, B5, C? Arellano 29, A6, F, G1, B1, B4, B5, C. Cuentos 3, A6, F, G, B1, B4, B5, C, H. Cuentos 4, A1, F, G, B1, C. Espinosa, Castilla 226, A6, F, G, B2, B4, B5, C. En la primera versión falta elemento G o variante. Tipo VIIA, con elementos A6 ó A7, F ó F1, G ó G1 ó G2 ó G4, en una versión G1 y G2, C, y en dos versiones H. Se
diferencia del Tipo VII en no llevar elemento B1 y variantes. En esta variante del Tipo VII ya no hallamos los elementos de las pruebas difíciles de la tradición europea. Los elementos más importantes del tipo son F y G o variantes. Pertenecen a esta variante del Tipo VII once versiones hispánicas, el 29% de todas las versiones hispánicas, cuatro hispanoamericanas de Santo Domingo, Puerto Rico y Méjico, cuatro castellanas, una judeo-española de Constantinopla, una portuguesa y una catalana: Andrade 170, A6, F, G2, C. Arellano 27, A6, F, G, C. Arellano 28, A7, F, G4, C. Braga I, 28, A7, F, G1, G2, C. Cuentos 1, A6, F, G, C. Cuentos 2, A6, F, G, C? Espinosa, Castilla 225, A6, F, G, C? Maspons y Labrós I, 17-21, A6, F, G2, C, H. Sánchez Pérez 69, A6, F, G, C. Wagner 35-41, A1, F1, G1, C, H. Wheeler 2, A6, F, G2, C. Hay además dos versiones incompletas: Mason-Espinosa PRF II, 12a A6, F, C. Athaide Oliveira I, 153, A7, F3v, G1. Tipo VIII, con elementos A6, F ó F2, G ó G1, B1 ó B2, a veces B4, a veces B5, C, D, E ó E1 o H1. Este tipo lleva los rasgos característicos del Tipo VII, los nuevos elementos F, G, o variantes, algunos de los elementos B1 y variantes, pero termina siempre con elementos D y E de los tipos fundamentales de Europa. Es una combinación de los tipos europeos generales y los tipos hispánicos más originales, Tipos VII y VIIA. Pertenecen a este tipo y a sus variantes VIIIA y VIIIB, seis versiones. Al Tipo VIII pertenecen tres versiones chilenas: Lenz, Adivinanzas I, 341-347, A6, F, G1, B2, C, D, E1. Lenz, Adivinanzas I, 349-353 A6, F, G1, B2, B4, C, D, E. Lenz, Adivinanzas II, 304-308, A6, F, G1, B2, C, D, E, H1. Al Tipo VIIIA, falta elemento G o variante, pertenece una versión catalana: Ferrer-Ginart I, 53-56, A6, F2, B2, B4, B5, C, D, E. Al Tipo VIIIB, faltan elementos B1 y variantes, pertenecen dos versiones chilenas: Lenz, Adivinanzas I, 347-349, A6, F, G, C, D, E. Lenz, Adivinanzas II, 299-304, A6, F, G1, C, D, H1. Hay una versión dominicana muy incompleta que tal vez pertenezca a uno de estos tipos: Andrade 171, con elementos B1, D.
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I. CUENTOS DE ADIVINANZAS
Queda sin clasificar una versión hispánica, la mejicana de Wheeler 85, con elementos B1, variante de B4 y variante de D, un tipo muy distinto de todos los anteriores, pero relacionado con ellos, tal vez un tipo semejante al que Benfey buscaba para establecer una relación directa entre los tipos orientales del cuento del ministro que tenía que resolver adivinanzas para su rey y los cuentos occidentales en los cuales la hija es la que saca a su padre de apuros, resolviendo adivinanzas o tareas difíciles. Véase De Vries, páginas 392397 y 406-427. En la versión mejicana de origen español la mujer saca de apuros a su marido a quien el diablo ha mandado realizar las tareas difíciles de elementos B1 y variante de B4, calzado y descalzo, montado y andando, hacer blanco lo negro y negro lo blanco, variante de D, enderezar tres cabellos (petición de la mujer al diablo), ordeñar un toro. Termina el cuento cuando la mujer le dice a su marido que le diga al diablo que su compadre ha dado a luz, detalle frecuente en las versiones hispánicas que llevan elemento D. Dos versiones hispánicas de nuestra bibliografía no pertenecen a nuestro tema, pero llevan algunos de sus elementos, Coelho 47 y Krüger, Sanabria 114-115. La versión portuguesa de Coelho no tiene nada que ver con nuestro cuento, pero lleva una variante de elemento B3. La española peninsular de Krüger lleva elementos B1 y variante de H1. El protagonista es un hombre, un vecino de un rey, en vez de una joven lista, pero el cuento no pertenece tampoco al tema del niño avisado. Cuentos 15, AarneThompson 921, si bien tiene alguna relación con algunas variantes anormales de este tema, citadas por De Vries en páginas 308-309. En las versiones hispánicas los diversos elementos ocurren con la siguiente frecuencia: A6, en veintisiete versiones, 71% de todas. A7, en dos versiones. A1, en dos versiones. A2, en una versión. A4, en dos versiones. Los últimos dos elementos ocurren solamente en las tres versiones de tradición europea general y no en la tradición hispánica. B1, en dieciséis versiones, 42% de todas, 70% de las veintitrés versiones de los tipos a los cuales pertenece. B2, en cinco versiones. B4, en catorce versiones, 37% de todas, 61% de las veintitrés de los tipos a los cuales pertenece. B5, en nueve versiones, 23% de todas, 39% de las veintitrés. C, en treinta versiones, 79% de todas.
D, E, en siete versiones, 18% de todas, 70% de las diez versiones de los tipos a los cuales pertenece. F, en veintiuna versiones, 55% de todas, 78% de las versiones de los Tipos VII, VIII y variantes, a los cuales pertenece. F1, en una versión. G, en nueve versiones, 23% de todas, 33% de las versiones de los tipos a los cuales pertenece. G1, en siete versiones. G2, en cuatro versiones. G4, en una versión. H, en cuatro versiones, solamente 10,5% de todas. Este elemento se halla, como ya queda dicho, en Cuentos 37 y 38. Elementos A6, F, G y variantes tienen en nuestras versiones hispánicas, particularmente en las de los Tipos VII y VIII y variantes, en las cuales encontramos con mayor frecuencia los tres elementos en una misma versión, un desarrollo artístico muy notable. La extraordinaria semejanza en los versos de las versiones más apartadas del mundo hispánico y en versiones de lenguas hispánicas distintas, es prueba muy elocuente de su carácter popular y tradicional. Todos estos versos tan semejantes, en algunos casos realmente idénticos, de las versiones españolas peninsulares, portorriqueñas, chilenas, dominicanas, mejicanas, nuevomexicanas, portuguesas y catalanas tienen, como los romances tradicionales del mundo español, raíces muy hondas y nos hacen pensar en una tradición hispánica muy antigua. Vamos a dar algunos ejemplos. Las versiones españolas peninsulares, Cuentos 1, 2, 3, Espinosa, Castilla 1, 2, empiezan con versos idénticos: —Señorita (o Regadora), que riega la albahaca, ¿cuántas hojitas (u hojas) tiene la mata? Las versiones chilenas de Lenz empiezan con versos casi iguales: —Niña que riegas la albahaca, ¿cuántas hojas tiene esa mata? o ¿cuántas hojas y ganchos tiene la mata? Las versiones portorriqueñas de Arellano 27, 28 y de Mason-Espinosa PRF II, 12b llevan versos muy semejantes:
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—Muchacha que riegas la albahaca, ¿cuántas hojitas tiene la mata?
Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
La versión mejicana de Wheeler 2, aunque fragmentaria, lleva versos muy semejantes:
o —Señorita de la mata de albahaca, ¿cuántas hojas tiene la mata?
—Mi Sacarrial Majestá, asté sabe leer y contar. Pos dígame cuántas arenas tiene el mar y cuántas estrellas tiene el cielo.
La versión mejicana de Wheeler 2 lleva los versos siguientes: —Niña, buena niña, tú que riegas la albahaca, dime cuántas hojas tiene.
La nuevomejicana de Rael 2 es también muy semejante: —Sacarrial Majestá, usté que sabe leer y escribir, ¿cuántas olas y piedras tiene el mar?
La versión nuevomejicana de Rael 2 lleva los versos siguientes: —Oyes, niña, tú que riegas tu flor y riegas tu mata, dime cuántas hojas tiene tu albácar.
Las versiones chilenas de Lenz son también muy semejantes:
Los versos de las versiones portuguesas y catalanas son muy semejantes, pero parecen diferentes por estar en otras lenguas y en otras rimas o asonancias. La versión portuguesa de Braga I, 28, lleva los versos siguientes: Oh menina visto ser de tanto discrição, hade-me saber dizer quantas folhas tem o seu manjarição? Si pasamos ahora a la primera repuesta de la heroína, la semejanza entre las versiones es igualmente extraordinaria. La versión de nuestros Cuentos lleva los siguientes versos: —Caballero pinturero (aventurero o preguntero en otras versiones), usté que sabe leer y escribir, sumar y restar, multiplicar y dividir, ¿cuántas estrellitas tiene el cielo, y arenitas la mar? La versión portorriqueña de Arellano 27 es casi la misma: —Jovencito varillero, usté que sabe de leer y de escribir, de sumar y de restar, multiplicar y dividir, que me conteste usté quiero. ¿cuántas estrellas hay en el cielo y arenitas en la mar?
—Y dime tú, Rey Preguntero (o Dime, Príncipe Severo), ¿cuántas estrellas hay en el cielo? Otras versiones hispánicas tienen versos semejantes. Notable es la versión portuguesa de Braga I, 28, que en la primera respuesta de la heroína tiene una forma muy semejante a las de Cuentos 1, Arellano 27, Wheeler 2, Rael 2: —Vossa magestade, que sabe lèr escrever e contar, ha de saber quantos bagos de areia tem o mar. Estos ejemplos bastan. Comparando todos los versos de las versiones hispánicas unos con otros encontramos las mismas semejanzas, desde los primeros versos que anuncian la primera pregunta del rey con los de la respuesta de la heroína hasta los últimos. Hasta en los versos que se refieren al beso del encajero, varillero, dulcero, etc., y en los del vergonzoso episodio del nabo o del beso que el rey da al macho, encontramos las mismas semejanzas. La primera pregunta de la joven, elemento A6, ¿Cuántas estrellas hay en el cielo?, es la primera del famoso cuento de Las tres preguntas, Cuentos 13, en su más antigua versión conocida, la de Ibn-Abdulhakam, historiador árabe del siglo IX. Se halla también en el Talmud babilónico y en otras leyendas antiquísimas. Véase Anderson, Kaiser und Abt, paginas 7 y 162-172. Según Anderson, esta pregunta se halla en noventa y ocho versiones de las cuatrocientas setenta y seis del cuento de Las tres preguntas por él examinadas, 21%, entre estas, dos portuguesas, la de Romero 48 y la de Almanach de lembranças, Anderson 54. En la versión de
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I. CUENTOS DE ADIVINANZAS
Romero se hallan las dos preguntas de la heroína de Cuentos 1-4. ¿Cuántas estrellas hay en el cielo? y ¿Cuántas arenas hay en el mar? Algunos de los rasgos característicos de las versiones hispánicas, elementos A6 y F o variantes, y particularmente elementos G1 y H, se hallan también en versiones italianas. La versión siciliana de Pitré I, 5, con elementos A6, F3, G3, variante de F, G1, C, H, es en realidad una excelente variante de nuestro tipo hispánico VIIA. En vista de los nuevos elementos F3, G3, podríamos clasificarla aparte como Tipo VIIB. No conozco otras versiones italianas semejantes, pero seguramente debe de haberlas. La versión italiana literaria del siglo XVI, Pentamerone II, 3, es algo semejante: Un príncipe se enamora de una joven y quiere darle un beso, pero ella es muy lista y se burla de él, diciéndole siempre: —Yo sé más que tú. Una vieja trata de engañarla, pero se escapa del príncipe tres veces seguidas. Las hermanas envidiosas la envían adonde viven unas hadas. Allí la molesta el príncipe, elemento F3, y ella se venga realizando el episodio de elemento G1. Termina el cuento con elemento C, el matrimonio feliz de los dos protagonistas.
B. La adivinanza del pastor 5. El acertijo 6. El acertajo 7. El acertajo 8. El acertajo BIBLIOGRAFÍA.—Versiones españolas peninsulares: Ampudia 132, 133; BTPE V, 172; Cuentos 18; Demófilo 310-325, 383-384, 386-387; Espinosa, Castilla 131, 220, 221, 222, 223, 258; RCHG LXI, 189, Nota; Rodríguez Marín I, 939, 940; Sánchez Pérez 76.—Españolas de América: Andrade, Riddles 177; Arellano 22, 23, 24, 25, 26e, 26f, 26g, 32a, 32b, 32c, 32d, 32e, 58; AUC XCII, 15, 19-30 (dos versiones); Espinosa IX, 156, 157; Espinosa SFNM 65, 66, 95; Hispania XXIII, 138; JAFL XXXI, 548, XLII, 164-166, XLVIII, 161-164; Laval, Carahue II, 25,
26; Lehmann-Nitsche 696a, 696b, 696c, 696d, 699, 702a, 702b; Lenz, Adivinanzas I, 353-359 (once versiones), 365368 (cuatro versiones), II, 308-309; Mason-Espinosa PRF I, 68, 69, 69a, 69b, 69c, 69d, 69e, 69f, 70, II, 14; MasonEspinosa PRR 199, 752a, 752b, 753, 754, 757, 763, 764, 769; Rael 3, 4, 5, 6, 18; RCHG LXI, 188-190 (dos versiones); Tía Panchita 53-60; Wheeler 5.—Portuguesas: Athaide Oliveira I, 46, 47; Barbosa 21; Braga I, 56; Coelho 38.—Portuguesa de las Azores: FL XIV, 135.—Portuguesas de las islas de Cabo Verde: Parsons, Cape Verde I, 84, 85; II, 263-264.—Portuguesas de Brasil: Pimentel 294-297; Romero 35.—Catalana: Alcover II, 117-139.—Italianas: Archivio I, 57-62, 183-189, XVIII, 367-370. XIX, 493496; Coronedi-Berti 2; Crane 68-71; JREL VII, 269-272; Nerucci 19; Nino III, 33.—Corsa: Ortoli 18.—Francesas: Romania X, 244-245; ZVLG VIII, 257-261.—Francesa de Luisiana: Fortier 18.—Bretonas: Luzel III, 326-350; Revue Celtique IV, 70; RTP XVIII, 366.—Latina: Wesselski 25.—Alemanas: Busch 39; Gesammtabenteur III, 174-185; Grimm 22; Haas 224; Köhler I, 218-219; Kuthmayer 3; Lehmann-Nitsche 457-458; Toepen 164; Wossidlo I, 231; Zingerle 3, 436.—Islandesa: Rittershaus 21.—Inglesas: Child 46, 47.—Escocesas: Campbell II, 22; MacDougall 6.—Irlandesa: Jacobs 5, 231-237.—Lituana: Böhm 26.— Eslavas: Afanasiev RV 104-107; Ralston 240-252; Ralston, Songs 354-356.—Gitana: Groome 3.—Griegas: Legrand 39-46; Pineau 101-104.—Árabes: Chauvin V, 191-195; Landberg 156-164.—Africanas: Barker-Sinclair 171-175; FL XXV, 465-466.—Africanas de América: Beckwith 26. 116; Fauset NS 13; JAFL XXXV, III.—Antillanas: Parsons, Antilles I, 57-59, 95, 145, 304-307, 464-465, 488-491, II, 166, 344-345, 574.—India: Somadeva VI, 73-75.— Indias orientales: Bezemer 267-271; Hambruch 53; RTP XII, 603 (versión indochina).—India de Norte-América: JAFL XLIX, 129.—Persa: Persian and Turkish Tales I, 172-173.—Filipina: JAFL XIX, 104-105.—Clasificación y estudios especiales: Aarne FM 851; Aarne, Estnische Märchen 570, 851; Aarne-Thompson 570, 851; Archivio I, 63-64; Boggs 570, 851; Bolte-Polívka 1, 188-202; FFC XXXVII, 851; FL I, 349-358, X, 429; Germania I, 263-264; Gesammtabenteur III, lxi-lxxi; Hastings X, 765-770; Parsons, Antilles III, 274; Sitzungsberichte LXIV, 607-612; Somadeva, Notas de Tawney-Penzer VI, 73-74; ZFDM III, 1-20; ZVLG VIII, 257-258; Thompson D1441.1, H792, H802, H806, H1045, H1112, K1271.1.1, K1288, K1358, L161. Cuentos 5, 6, 7 y 8 son versiones diferentes del mismo tema fundamental: el cuento de la princesa prometida en matrimonio por el rey su padre a quien proponga una
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
adivinanza que ella no pueda resolver. Es el cuento de AarneThompson 851, Grimm 22, estudiado por los señores Bolte y Polívka en I, 188-202. Nuestra versión 5 es la que más se conforma con el tipo tradicional en Europa. Esta versión representa el tipo fundamental hispánico y se diferencia del tipo general de Europa principalmente en algunos detalles de la primera parte. En algunas versiones del cuento europeo de Aarne-Thompson y Grimm una bruja envenena el vino que va a darle al héroe y el vino envenena al caballo. En el tipo hispánico la madre del héroe es la que le da galletas envenenadas, y el caballo o la burra come éstas, y muere. Las versiones hispánicas añaden con más frecuencia detalles de otros cuentos al final, particularmente los interesantes detalles de las tareas, desarrollados a veces con intención picaresca: cuidar cierto número de liebres o conejos sin perder ni uno solo; llenar un saco de verdades; llenar un saco de hay y otro de no hay, etc. Esta segunda parte de las versiones hispánicas es en realidad un cuento distinto, Aarne-Thompson 570, pero uno que se halla a menudo añadido a cuentos parecidos a nuestro tema, Cuentos 12, 178, Aarne-Thompson 371-574. El tipo general de Europa del cuento de la princesa de las adivinanzas, Aarne-Thompson 851, es el siguiente: A. Una princesa es prometida en matrimonio a quien proponga una adivinanza que ella no pueda resolver. B. El héroe, generalmente un desconocido, ve a una corneja comer carne de un caballo muerto que ha sido envenenado, y muere. Doce hombres comen carne de la corneja muerta, y también mueren. El hombre mata una liebre y le saca los lebratos y se los come. C. El héroe llega al palacio y propone su adivinanza: «Uno no mató a nadie (lo envenenó) y, sin embargo, mató a doce. Comí carne no nacida.» D. La princesa quiere saber la solución y visita al héroe de noche para que soñando se la diga. El héroe le dice la solución, pero se queda con algunas prendas de vestir de la princesa. De esta manera prueba que ella ha dormido con él. Se casan. Las versiones europeas son muy diversas, y muchas hay que clasificarlas de otra manera. No es nuestro propósito estudiar ahora todos los tipos que difieren del tipo general establecido por Aarne-Thompson. Éstos ya han sido estudiados en parte por Bolte y Polívka a base de numerosas versiones de todas partes de Europa. Nos contentaremos con hacer un estudio detallado de las versiones hispánicas y establecer sus tipos fundamentales. Yo conozco ciento once versiones hispánicas de nuestro tema. De todas ellas, sin embargo, solamente sesenta y nueve pueden considerarse como verdaderas versiones del tema fundamental. Veinte
son versiones de Cuentos 18. Las veintidós restantes contienen solamente un elemento o variantes de él. Todas las versiones hispánicas contienen entre unas y otras los siguientes elementos o motivos fundamentales: A. Una princesa es prometida en matrimonio a quien proponga una adivinanza que ella no pueda resolver. Un desconocido, generalmente un pastor, decide marcharse a probar su suerte. B. El pastor se marcha para el palacio del rey montado en un caballo, una mula o una burra, y provisto de unos panes o tortillas envenenados por su madre. La bestia come uno de los panes, y muere. Llegan tres grajos u otras aves, comen de la bestia muerta, y también mueren. B1. Siete ladrones u otros hombres hallan los grajos envenenados y se los comen. Ellos también mueren. C. En el camino le ocurrió al pastor lo siguiente: 1. El pastor ve una liebre y le tira con su escopeta. No le da a ella, sino a otra a que ni había visto. 2. Le saca los lebratos y se los come. 3. Para asar los lebratos hace lumbre con hojas de un libro sagrado. 4. Bebe agua de una lámpara sagrada. 5. Satisface su sed bebiendo del rocío de las hojas, del sudor de un caballo o de las lágrimas de una joven. 6. Ve un animal muerto llevado por las aguas de un río y sobre el animal van dos o tres aves vivas. 7. Pasa por un puente (duro sobre blando en algunas versiones; en otras, este elemento no está claramente indicado). 8. Oye unas ranas cantar en un río, a unas aves que cantan al volar sobre un puente o río, o a un cordero que bala. D. Al pastor le ocurre lo siguiente, pero solamente en las versiones que no llevan elementos B y C, ni variantes de ellos: 1. Mata una yegua preñada y le saca vivo el potrillo. De la piel de la yegua se hace una capa. Va al palacio montado en el potrillo y con la capa. 2. En el camino ve una culiblanca u otra ave que lleva un racimo de uvas a su nido. La mata, le quita las uvas y se lleva el jugo. 3. Encuentra un cuco sobre otro cuco o sobre un pino. 4. Encuentra un pez en un puente o una serpiente en un agujero. 5. Encuentra un zapatero con un saco lleno de hormas o un labriego con un saco de judías. 6. Al entrar en palacio fríen pescado o carne. 7. Encuentra una vieja moliendo ajo en unas piedras. 8. Ve unos hermosos bueyes en un trigal.
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I. CUENTOS DE ADIVINANZAS
E. Llega el pastor al palacio y propone su adivinanza o serie de adivinanzas. Según B: Uno (o Mi madre) mató a Panda, Panda mató a tres. Según B1: Tres mataron a siete, etc. Según C: 1. Tiré al que vi, maté al que no vi. 2. Comí carne no nacida. 3. Comí carne asada con palabras (de un libro sagrado). 4, 5. Bebí agua ni del cielo ni de la tierra, etc. 6. Vi dos (tres o más) vivos sobre un muerto. 7. Un duro sobre un blando. 8. Pájaros cantantes. Muchos sacristanes cantando. Según D: 1. Yo vengo montado en lo que no es nacido, etc. 2. Beba usted, señora, de este blanco vino, etc. 3. Cuco sobre cuco. Cuco en pino. 4. Pez en puente. Serpiente en agujero. 5. Horma en saco. Judías en saco. 6. Al entrar en palacio, chuchurrutaco. 7. Ajo, majo pico en piedras. 8. Vi bueno sobre mejor. E1. El pastor propone una adivinanza que nada tiene que ver con las aventuras de su viaje, la adivinanza de las diferentes partes del cuerpo humano, pies, piernas, etc.: Cimiento sobre cimiento, sobre cimiento una caja, sobre la caja una cruz, sobre la cruz un molino, sobre el molino dos cuevas sobre las cuevas dos luces, sobre las dos luces un cerro, sobre el cerro los árboles y sobre los árboles los ladrones. (Este elemento se halla solamente en una versión, la mejicana de Wheeler 5). F. La princesa no puede resolver la adivinanza y se casa con el pastor. F1. La princesa no puede resolver la adivinanza. Envía a una de sus doncellas una noche a visitar al pastor para que éste se la diga. Duerme con él, pero no le saca la adivinanza. A otra doncella le ocurre lo mismo. La tercera noche la princesa misma visita al pastor. Duerme con él y le saca el secreto, pero no sin dejar algunas prendas: una camisa, una sortija, un cinto. La princesa resuelve la adivinanza, pero el pastor enseña las prendas. Se casan. G. La princesa no puede resolver la adivinanza. Envían al pastor a cuidar liebres o conejos. No debe perder ni uno solo. Criados, amigos o caballeros del rey van a comprarle conejos al pastor. En algunas versiones van a visitar al pastor hasta la princesa y la reina. El pastor les vende conejos a todos, pero los llama con un chiflo que le ha regalado una bruja y todos vuelven a juntarse con los otros. Para comprar los conejos los compradores pagan de diversas maneras:
1. El pastor exige dinero u otras prendas. Además azota a los compradores (en algunas versiones). 2. Los compradores le besan el culo al pastor mismo o a su mula (véase elemento G de Cuentos 1-4). 3. Duermen con el pastor las doncellas de la princesa, la princesa, y hasta la reina misma, como en F1. El pastor declara la verdad de todo y se casa con la princesa, o bien se le imponen más tareas, H. H. La princesa no puede resolver la adivinanza. Le dicen al pastor que tiene que llenar un saco, o tres sacos, de verdades. El pastor llena un saco de verdades cuando relata sus aventuras con los compradores de conejos o liebres, o las aventuras de las que han dormido con él para sacarle el secreto de la adivinanza. Sale victorioso y se casa con la princesa. I. Tareas adicionales: separar semillas; comer panes sin dejar migajas; llenar un saco de hay y otro de no hay. De las sesenta y nueve verdaderas versiones hispánicas de nuestro tema podemos establecer cuatro tipos hispánicos distintos: Tipo I, con elementos A, B, a menudo B1, dos, tres o cuatro de elementos C1 a C8, E, F o F1, y algunas veces H. Éste es el tipo hispánico primitivo y fundamental. Termina con la victoria del pastor después de que la princesa no puede resolver su adivinanza y después de que sus doncellas, y algunas veces ella misma y la reina, han dormido con él para sacarle el secreto, dejando diversas prendas de vestir. Cuando la princesa da la solución de la adivinanza delante de toda la corte, el pastor declara todo lo que ha ocurrido y enseña las prendas de vestir de la princesa. Termina el cuento con el matrimonio de los protagonistas. Pertenecen a este tipo treinta y nueve versiones, 55% de las versiones de los tipos fundamentales. Seis versiones españolas peninsulares: Ampudia 133; Cuentos 5; Demófilo 310-325; Espinosa, Castilla 220, 222, 223. Veinticuatro españolas de América: Arellano 22, 23, 24, 25; Espinosa IX, 156; Espinosa SFNM 66; Hispania XXIII, 138; JAFL XLII, 164-166; Laval, Carahue II, 25; Lenz, Adivinanzas I, 353-359 (tres versiones); Lenz, Adivinanzas II, 308-309; Mason-Espinosa PRF I, 68, 69, 69a, 69b, 69c, 69d, 69f; Mason-Espinosa PRR 752a; Rael 5, 6; Tía Panchita 53-60. Ocho portuguesas: Athaide Oliveira I, 47; Barbosa 21, Braga I, 56; Coelho 38; FL XIV, 135; Parsons, Cape Verde I, 85; Pimentel 294-297; Romero 35. Una catalana: Alcover II, 117-139. Hay seis versiones incompletas, que tal vez pertenezcan al Tipo I, cuatro españolas de América y dos portuguesas:
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Arellano 26e, con elementos B, C1, C4, C6, y 26f, con elementos B, C6; Mason-Espinosa PRR 752b, con elementos B, C1, C5, C6, y 26f, con elementos B, C6; Athaide Oliveira I, 46, con elementos A, C3, C5, E3, E5; Parsons, Cape Verde II, 263-264, con elementos B, C1, C5, C6. Tipo II, con elementos A, B, a veces B1, dos, tres o cuatro de elementos C1 a C6, E, G, G1, G2 ó G3, y H. Este tipo es semejante al Tipo I, pero añade elementos G y variantes, sacados de otros cuentos europeos, Cuentos 12, 177-180, Aarne-Thompson 570-574: cuidar de liebres o conejos; llenar sacos de verdades o mentiras; separar grano, etc. Pertenecen a este tipo ocho versiones. Dos versiones españolas peninsulares: Ampudia 132; Espinosa, Castilla 131. La versión castellana lleva elementos A, variante, B, C1, C2, G, variante de G3, H, pero está mezclada con algunos elementos de Cuentos 9-11. Es una versión extraordinaria que pertenece en realidad a los dos temas. Cinco versiones españolas de América: AUC XCII, 15, 22-30; Espinosa SFNM 65; JAFL XLVIII, 161-164; Rael 3, 4. Una versión portuguesa: Parsons, Cape Verde I, 84. Tipo III, con elementos A, dos o tres de elementos D3 a D7, E, F. En este tipo no se hallan elementos B, C y variantes. Se diferencia enteramente de los Tipos I y II en la adivinanza misma. Pertenecen a este tipo siete versiones. Una versión española peninsular: Cuentos 8. Seis versiones españolas de América: AUC XCII, 15, 1921; Lenz, Adivinanzas I, 366-367; Mason-Espinosa PRF I, 69e; Mason-Espinosa PRR 757; RCHG LXI, 188-190 (dos versiones). Tipo IIIA, con elementos A, E1, F. A este tipo, que carece de elementos D1 y variantes y que lleva el nuevo elemento E1 en vez de E, pertenece solamente una versión, la mejicana de Wheeler 5. La adivinanza del pastor es original y nada tiene que ver con las aventuras de su viaje. Tipo IV, con elemento A, dos o tres de elementos D1D6, E, G, G2, H, en dos versiones I. Este tipo es semejante al Tipo III, pero lleva los detalles adicionales del Tipo II. Pertenecen a este tipo tres versiones españolas peninsulares: Cuentos 6, 7; Sánchez Pérez 76 (variante del tipo). Hay cinco versiones hispánicas, una castellana y cuatro españolas de América, que mezclan elementos de los Tipos I y III: Espinosa, Castilla 221, con elementos A, B, B1, C1, C2, C3, D1, E, F; Laval, Carahue II, 26, con elementos
A, C8, D3, D6, D7, E, F; Lehmann-Nitsche 702a, con elementos B, C1, C2, C4, C6, D2 (en esta versión falta elemento A); Lenz, Adivinanzas I, 365-366, con elementos A, D3, D5, D6, D8, C8, E, F; Mason-Espinosa PRF I, 70, con elementos A, B, C8, D3, E, F. Tipo V, con elementos D1, D2. Este tipo es Cuentos 18, explicado para contar la liberación de un padre prisionero, o en forma de adivinanza y sin explicación. Es un tipo muy diferente de los cuatro tipos fundamentales de nuestro tema de la adivinanza del pastor. Al Tipo V pertenecen diez versiones completas, con el cuento que explica la adivinanza o sólo con la adivinanza. Cinco versiones españolas peninsulares: Cuentos 18; Demófilo 386-387; Espinosa, Castilla 258; Rodríguez Marín I, 939, 940. Cinco versiones españolas de América: Arellano 32a, 32b; Lehmann-Nitsche 696a, 696b; Mason-Espinosa PRR 764. No incluimos con este tipo, claro es, Cuentos 6, que, aunque contiene elementos D1 y D2 y la misma adivinanza, ha sido clasificado con el Tipo IV, donde pertenece. En este cuento castellano la adivinanza del Tipo V ha sido incorporada en una versión del tema de la adivinanza del pastor. Al Tipo V pertenecen también diez versiones incompletas, que llevan solamente uno de los elementos D1, D2, generalmente el primero, y a veces el cuento que explica el tema del padre prisionero. Todas las versiones son españolas de América: Arellano 32c, 32d, 32e; Espinosa SFNM 95; Lehmann-Nitsche 696c, 696d; Lenz, Adivinanzas I, 365; Mason-Espinosa PRF II, 14; Mason-Espinosa PRR 769; Rael 18. Las veintidós restantes versiones de nuestra bibliografía son solamente fragmentos del cuento, un solo elemento o diversas variantes del mismo: Andrade, Riddles 177; Arellano 26g, 58; BTPE X, 172; Demófilo 383-384; Espinosa IX, 157; Hispania XXIII, 138; JAFL XXXI, 548; Lehmann-Nitsche 699, 702b; Lenz, Adivinanzas I, 357 (seis versiones), 359 (dos versiones), 367-368; Mason-Espinosa PRR 754, 763; RCHG LXI, 189, Nota. El tipo hispánico primitivo y fundamental es, como ya queda dicho, el Tipo I, el más parecido al tipo general de Europa, Aarne-Thompson 851. El Tipo I y el Tipo III se diferencian en la adivinanza o en los detalles de ella solamente. Los Tipos II y IV añaden detalles de otros cuentos, Aarne-Thompson 570-574, Cuentos 12, 177-180. Estos tipos son, por consiguiente, una mezcla de cuentos originalmente diferentes. De los cuentos de los tipos de Aarne-Thompson 570-574, los detalles de cuidar liebres,
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I. CUENTOS DE ADIVINANZAS
llenar sacos de verdades, separar semillas y otras tareas difíciles han pasado a los cuentos del tipo fundamental de la princesa de las adivinanzas para crear los nuevos Tipos II y IV. Esta mezcla de cuentos diferentes en tipos semejantes a los hispánicos la hallamos también en algunas versiones de otras partes de Europa, por ejemplo, en la versión celta de MacDougall 6, en la francesa de Luzel III, 326-350, y en la rusa de Ralston 240-252. Los elementos nuevos y adicionales de los Tipos II y IV están desarrollados en las versiones hispánicas con detalles artísticos muy notables. Daré algunos ejemplos. Ampudia 132 (fin de elemento H): —A la salida del monte yo desollé tres ovejas; si no lo queréis creer, aquí traigo las pellejas. Arellano 25 (fin de elemento F1): —Cuando en palacio quedé tres palomitas cogí. Yo tres plumas les quité y ahora las enseñaré. Braga I, 56 (fin de elemento F1): —Quando no paço fiquei tres pombinhas apanhei, e tres pennas lhes tirei; se fosse preciso as mostrarei. Hay algunas versiones orientales tan semejantes a las de nuestro Tipo I, que seguramente están directamente relacionadas con ellas y nos hacen pensar en una misma fuente oriental antigua. Las versiones griegas son en realidad idénticas a las de nuestro Tipo I hispánico, y éstas señalan, al parecer, el camino por donde algunas de las formas orientales pasaron a la tradición de Europa. La versión malaya de Hambruch 53, con elementos A, B, C, F, F1, y la versión griega de Legrand 39-46, con elementos A, B, C, F, son fundamentalmente idénticas a las mejores versiones de nuestro Tipo I. Aun los detalles de elemento C son en su mayor parte idénticos. Importantísima para los orígenes de nuestro cuento es la versión árabe citada por Chauvin V, 194-195, de las Mil y una noches: Cierto joven pierde su fortuna y vende a sus padres por un caballo y ricos vestidos. En el camino le da sed y bebe del sudor del caballo. Llega al palacio de un rey que
ha prometido su hija en matrimonio a quien proponga una adivinanza que ella no pueda resolver. El joven dice su adivinanza: —Bebí agua ni del cielo ni de la tierra. La princesa no puede adivinar. De noche, la princesa va a su habitación y duerme con él para sacarle el secreto. Otro día el joven se presenta con otra adivinanza, la de la paloma que le visitó y dejó algunas plumas en su poder, las prendas de vestir que había dejado la princesa. En este antiguo cuento árabe tenemos ya algunos de los rasgos más salientes de nuestro Tipo I: A, C, 4 y 5, E, F, F1, y su relación con él es segura. El cuento es, al parecer, muy conocido entre los árabes. La versión gitana de Groome 3 es muy semejante. En la versión gitana hay otra adivinanza basada en el episodio de la venta de los padres del joven por un caballo y una capa, relacionado con elemento D, 1 de nuestro Tipo III. Pero el cuento árabe de Chauvin tiene también alguna relación con el tema de Turandot, Chauvin V, 191-193, popularizado por la versión dramática del poeta italiano Gozzi, 1762, y la del poeta alemán Schiller, 1802. La forma más antigua de un tipo ya muy semejante al general de Europa, Aarne-Thompson 851, o a nuestro Tipo I hispánico, es, al parecer, la latina da la Compilatio singularis exemplorum de la Edad Media, Wesselski 25, que contiene elementos A, y versiones especiales de D, E, F, F1. Los detalles de F1 son esencialmente los mismos de nuestro Tipo I, y anuncian ya la maestría artística que vemos en las modernas versiones hispánicas. Como esta versión es tan poco conocida, voy a dar un breve resumen, sacado de la traducción alemana de Wesselski. Cierto caballero joven pierde toda su fortuna en los torneos y se decide a ir a ganar nueva fortuna en una lucha de palabras (adivinanzas) con una princesa. El rey ha prometido su hija y su reino a quien proponga una adivinanza que ella no pueda resolver. Si la princesa la resuelve, el caballero pierde la vida. La primera adivinanza del caballero es: —Encontré a un caballero en el camino. El me llevó a mí una milla y yo le llevé a él dos. La princesa adivina fácilmente. El caballero había dicho un cuento y escuchado otro en su viaje. Entonces el caballero propone otra: Tenía mucho frío y me subí a una casa a calentarme. El fuego no ardía bien y para avivarlo le eché unas palabras de un librito (hojas de un devocionario). La princesa no puede resolver esta adivinanza. De noche envía dos de sus doncellas, cada una una noche, para sacarle el secreto. Nada consiguen y va ella misma. Duerme con él y le saca el secreto. Otro día la princesa resuelve la adivinanza. El caballero propone entonces la tercera: —Me hallé en un bosque, y
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allí vinieron a verme unas ciervas muy hermosas. A todas las dejé irse, menos a una, y a ésa la herí. La princesa no quiere darse por entendida. El caballero sale victorioso. No solamente los elementos fundamentales de nuestro tema son de origen oriental. Lo son también algunos de sus tipos más primitivos. Esto no debe sorprendernos, porque en Oriente la costumbre de echar adivinanzas tiene una historia muy antigua. En las cortes orientales era pasatiempo ordinario. Es también una costumbre bien conocida entre otros pueblos. La reina de Sheba había venido a probar la sabiduría de Salomón con preguntas difíciles, y él mismo confundía a los jueces de Israel con preguntas a las cuales no podían responder. La costumbre particular de ganarse a la novia resolviendo adivinanzas difíciles era bien conocida entré los indios desde la época védica, como la de Swayamwara, costumbre de escoger las mujeres de sangre real a sus maridos en público, o cualquiera otra. Entre los germanos, la costumbre de ganarse a la novia resolviendo adivinanzas era también muy bien conocida. En Occidente, uno de los ejemplos más antiguos es el del rey incestuoso, Apolonio de Tiro. Para más detalles, véase Notas de Tawney-Penzer en Somadeva VI, 73-74.
C. Piel de piojo 9. Piel de piojo y aro de hinojo 10. El traje de piojo 11. El pandero de piojo BIBLIOGRAFÍA.—Versiones españolas peninsulares: Ampudia 134, 135; Cabal CTA 15-19; Espinosa, Castilla 131; FCaballero 1, 62-65; Sánchez Pérez 90.—Españolas de América: Arellano 30; Lenz, Adivinanzas I, 360-362 (dos versiones); Mason-Espinosa PRF 1, 63, 63a; Rael l0, 16; Weeler 6, 7.—Portuguesas: Athaide Oliveira II, 299;
Cardoso-Pinto II, 187-189; Coelho 39.—Portuguesa del Brasil: Romero 26.—Italianas: Andrews 3, Archivio XXII, 123-126; Doni 1, Gonzenbach 22; Pentamerone I, 5, III, 5; Schneller 31.—Francesas: Bladé III, 36-40; Moncaut 184-194; RTP XIII, 399-401.—Francesa del Canadá: Lanctot 157.—Bretona: RTP XXII, 114-119.—Vascuences: Vinson 16; Webster 191-192.—Alemanas: Grimm 71, 212. —Danesa: Gruntvig 3.—Eslavas: Dähnhardt III, 473-474; Krauss I, 65; Leskien 20.—Griegas: Geldart 118-125; RTP XII, 201-204.—Albanesas: Archiv FLG XII, 118-123; Dozon 4.—Turcas: Jungbauer 9; Kunos 23.—Árabes: Desparmet I, 407-422; SpittaBey 61-69.—Indias orientales: De Vries, Oost Indië II, 105-106.—Clasificación y estudios especiales: Aarne, Estnische Märchen 559, 621; Aarne-Thompson 513, 514, 559, 621, 705; Archiv SP XXVI, 464; Boggs 74, 76-77, 79; Bolte-Polívka II, 79-95, 454, 111, 483-486; Köhler I, 389-391, 601; Lenz, Adivinanzas II, 280-281; MPhil XV, 224; RTP XXXIV, 1-29, 99-109, 161-171; ZVFV XVI, 242, XVII, 229; Thompson B874.1, F983.2, H511, H522.1.1. En nuestro estudio de Cuentos 5-8 hemos llegado a la conclusión de que sus orígenes hay que buscarlos en tradiciones orientales, desarrolladas de la bien conocida costumbre de las cortes de Oriente de ganarse a la novia resolviendo adivinanzas o proponiendo adivinanzas difíciles o imposibles de resolver. Pero en la tradición moderna de Europa no son los cuentos del tema general de Cuentos 5-8 los únicos que desarrollan estas antiguas tradiciones orientales. Además de los cuentos en los cuales el rey promete su hija en matrimonio a quien proponga una adivinanza que ella no pueda resolver, Cuentos 5-8, hay otros muchos semejantes. Algunos hay en los cuales el héroe tiene que adivinar qué señas o marcas tiene la princesa en el cuerpo, un lunar, un pelo de oro, etc., Aarne-Thompson 850. Muy parecidos a éstos son otros en los cuales el que pretende casarse con la princesa tiene que adivinar dónde vive o dónde duerme, Cuentos 12, Tille 244245. Parecidos a los del tema de Cuentos 5-8 ya estudiados, hay algunos en los cuales un prisionero es puesto en libertad si propone una adivinanza que el juez o rey no pueda resolver, Aarne-Thompson 927, Cuentos 17, 18, este último con elementos DI, D2, de Cuentos 5-8, Tipo V. Hay, en fin, los cuentos en los cuales el rey promete su hija en matrimonio a quien adivine de qué material es un traje, guantes, tambor u otra cosa que el rey ha mandado hacer de la piel de un enorme piojo que de pequeño fue hallado en la cabeza del rey o de la princesa. A este último grupo pertenecen nuestras versiones de Cuentos 9, 10 y 11.
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I. CUENTOS DE ADIVINANZAS
Este tema tiene en la tradición de Europa un desarrollo extraordinario y complicadísimo. Algunas de las versiones hispánicas presentan tipos fundamentales muy sencillos, pero las de otras partes de Europa son muy diferentes. En general, podemos decir que en Europa el tema fundamental se ha mezclado con elementos sacados de los cuentos de la niña perseguida, la joven robada por el diablo u otro ser maligno, con su rescate de parte del padre o marido, Cuentos 99-104, Aarne-Thompson 706. Entran también en algunas versiones europeas no hispánicas elementos del cuento de la sala prohibida, Aarne-Thompson 311, 710, Cuentos 89, 104, y elementos del cuento de la joven que va a la guerra disfrazada de varón, tan bien conocido en romances tradicionales de España, Menéndez y Pelayo, Antología X, 119-122, Cuentos 155. El cuento es complicadísimo también por la presencia de dos grupos de compañeros que ayudan en algunas versiones hispánicas, los compañeros maravillosos de la mayoría de las versiones europeas, y además los compañeros animales, escarabajo y ratón, que el héroe encuentra por casualidad, o bien los animales agradecidos, hormiga, león, águila, que le dan el poder de transformarse en hormiga, león y águila. El tema ordinario de los compañeros maravillosos se halla en otros cuentos, como en el de Juan Oso, Cuentos 133-135, Aarne-Thompson 301, y particularmente en el bien conocido cuento de los compañeros maravillosos, Aarne-Thompson 513, 514. El elemento de los animales agradecidos pertenece propiamente a un cuento enteramente diferente, AarneThompson 554, Cuentos 140, 141, 142. El escarabajo y ratón de Cuentos 9 se halla en otra versión hispánica, Ampudia 135. El ratón solo, pero para descubrir el secreto y no para los detalles picarescos de Cuentos 9, Ampudia 135, se halla en dos versiones hispánicas, Arellano 30 y Lenz, Adivinanzas I, 360-361. Todos estos cuentos no pueden clasificarse bajo una sola agrupación. Pertenecen a tipos muy distintos y algunos tienen en común sólo el principio. Podemos enumerar brevemente los motivos fundamentales que constituyen los tipos diferentes de la siguiente manera: I. La adivinanza de la piel de piojo. II. Los compañeros maravillosos (hombres). III. Los compañeros maravillosos (animales). IV. La ayuda de los compañeros de II. La solución de la adivinanza. V. La ayuda de los animales de III. La solución de la adivinanza. VI. Las tareas adicionales. La ayuda adicional de los compañeros de II, de los de III, o de ambos. VII. La princesa no se quiere casar con el pastor victorioso. Se va a casar con otro. Los animales ayudan otra vez.
VIII. La princesa echa al marido al río. Se vuelve muda o le sale una joroba. Se casa con un rey y el rey la abandona por muda y va a casarse con otra. La nueva novia insulta a la esposa y ésta habla o pierde la joroba. El rey se queda con su mujer. IX. El que se casa con la princesa es el diablo u otro ser maligno. Siguen elementos de los cuentos de la niña perseguida, de la sala prohibida, etc. X. Cuando el diablo u otro ser maligno, o unos malhechores roban a la princesa, su rescate se logra mediante la ayuda de los compañeros maravillosos de II. Siguen elementos de los cuentos de los compañeros maravillosos, Aarne-Thompson 514, con el episodio de la joven disfrazada de varón algunas veces. Pero, como ya queda dicho, todos estos elementos no constituyen un tipo, sino varios. La mezcla de elementos de los cuentos de la niña perseguida, o de la sala prohibida, o de los compañeros maravillosos, Aarne-Thompson 514, con I, II, IV, es muy antigua y se presenta ya en el siglo XVI en la versión italiana del Pentamerone de Basile, I, 5. En la tradición moderna se halla este desarrollo principalmente en el sudeste de Europa. El cuento de Basile es el siguiente: El rey de Altomonte coge un piojo que le pica y se decide a cuidarlo dejándole que le pique en el brazo de cuando en cuando. El piojo crece enormemente, hasta que está del tamaño de una cabra. Entonces el rey lo hace matar, le quita la piel y promete su hija en matrimonio a quien adivine de qué animal es la piel. Vienen pretendientes de todas partes, pero ninguno adivina. Por fin se presenta un ogro horrible y oliendo la piel adivina que es de piojo. La princesa no quiere casarse con el ogro, pero como la palabra de rey no puede retirarse, se casa con él. El ogro se lleva a la princesa a una horrible casa en un bosque, donde ve por todas partes los huesos de las víctimas que el ogro había devorado. Otro día, el ogro va de caza y vuelve con pedazos de cuerpos humanos y se los ofrece a la princesa para que coma, pero ella los rechaza. Otro día, el ogro va otra vez de caza. Pasa por la ventanilla de la princesa una viejecilla, la princesa afligida le cuenta sus penas y la viejecilla promete ayudarle. Tiene siete hijos de virtudes maravillosas: un oidor, un tirador, un escupidor, uno que hace navajas, uno que hace ríos, etc. Otro día, muy de mañana, se presentan los hermanos maravillosos y se llevan a la princesa. El ogro los sigue, pero uno por uno los hermanos hacen uso de sus virtudes para impedir su marcha. El ogro es derrotado y la princesa llega a la casa de sus padres. En la última parte, este cuento de Basile desarrolla el de los compañeros maravillosos, Aarne-Thompson 513, 514, y al mismo tiempo detalles del cuento bien conocido
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
del escape maravilloso de los cuentos de la hija del diablo, Aarne-Thompson 313, Cuentos 122-125. Esta mezcla en el cuento de la piel de piojo de elementos de los compañeros maravillosos a la vez que del cuento del escape maravilloso se halla también en versiones modernas; por ejemplo, en la versión de Turquestán de Jungbauer 9. El cuento del Pentamerone es sin duda uno de los más antiguos de la tradición europea. A pesar de algún retoque literario, es semejante a muchas versiones modernas del sudeste de Europa. Pertenece al grupo de cuentos de nuestro tema de la niña perseguida. En los cuentos de este primer grupo, el diablo, hechicero, ogro, etc., adivina solo y se lleva a la novia para perseguirla o matarla. Los compañeros o animales maravillosos no ayudan al pretendiente, sino al padre o novio libertador. Pero una gran parte de los cuentos pertenece a otro grupo en el cual el que pretende adivinar de qué material es la piel del piojo es un caballero ordinario o un pastor rústico, y en este grupo los compañeros o animales maravillosos ayudan al pretendiente a resolver la adivinanza y en las tareas difíciles. La mayoría de los cuentos que trata nuestro tema pueden clasificarse, por consiguiente, bajo dos grupos generales. Grupo primero: Todas las versiones en las cuales el que adivina de qué materias es la piel es el diablo u otro ser maligno. La princesa es perseguida por el diablo de distintas maneras, en general como en los cuentos de la niña perseguida, Cuentos 89, 99-104, Aarne-Thompson 706. En las versiones de este grupo hay también una mezcla constante con los cuentos de los compañeros maravillosos. Grupo segundo: Todas las versiones en las cuales el que adivina para casarse con la princesa es un caballero ordinario o un pastor rústico. Con la ayuda de los compañeros o animales maravillosos, o de ambos, el pretendiente adivina de qué material es la piel, cumple con todo lo que se le exige y se casa con la princesa. En algunas versiones la princesa no se quiere casar con el pastor, pero con la ayuda de los animales el pastor vence al pretendiente falso. En otras, la princesa se casa, echa a su marido en un río y se casa con un rey. El grupo primero es europeo, pero no hispánico. Yo conozco sólo una versión hispánica que podríamos clasificar con este grupo, la versión asturiana de Cabal CTA 15-19. El pretendiente es un ladrón que se lleva a la novia a una cueva. Envía un perrito a su padre y así es rescatada. No hay en realidad persecución. En las dos versiones nuevomexicanas de Rael 10 y 11, y en la mejicana de Wheeler 6 hay detalles que recuerdan elementos de este grupo. En Rael 10 unos malhechores roban a la novia después de que el pretendiente adivina, etc. Es rescatada. En 11 el novio se va a la guerra
y una sirena lo roba. La princesa lo halla. La versión mejicana de Wheeler es semejante a Rael 10. En nuestra versión Cuentos 11 «hasta el diablo vino con dentadura de oro». Con la excepción de la versión asturiana de Cabal y los detalles semejantes a algunos del primer grupo de las versiones de Rael y Wheeler, por consiguiente, las versiones hispánicas pertenecen todas al grupo segundo. Ya queda dicho que las versiones del grupo primero tienen modelos literarios antiguos en la versión de Basile del siglo XVI. Hay muchas versiones modernas semejantes, principalmente en el sudeste de Europa. Citaré algunas versiones típicas: el cuento árabe de Spitta-Bey 61-79; el cuento turco de Jungbauer 9; los dos cuentos griegos de Dozon 4, Geldart 118-125; dos cuentos vascuences de Vinson 16 y Webster 191-192; dos cuentos italianos, herederos al parecer de la tradición recogida por Basile, Archivio XXII, 123-126, Schneller 31; una versión de Estonia, Dähnhardt III, 473; una versión norteafricana de Desparmet I, 407-422. Algunas de estas versiones; por ejemplo, la versión árabe de Spitta-Bey y la africana de Desparmet, son en realidad versiones del cuento de la niña perseguida, Cuentos 99-104, muy semejantes a 104, con el principio de la princesa prometida a quien adivine de qué material es el traje, etc. Volvamos ahora nuestra atención al grupo segundo, al cual pertenecen casi todas nuestras versiones hispánicas y algunas de otra procedencia. Este grupo nos ofrece una serie de cuentos definitivamente relacionados, que pueden clasificarse bajo tres tipos distintos. Los elementos o motivos constituyentes de todos los cuentos de los tres tipos son los siguientes: A. Un rey promete su hija en matrimonio a quien adivine de qué material es un traje, un pandero, unos guantes, etc., que ha mandado hacer de la piel de un enorme piojo. Un pastor o un caballero, sale a probar su suerte. B. En el camino, el pastor se encuentra por casualidad con cuatro o cinco compañeros maravillosos: un oidor, un corredor, un tirador, un hombre muy fuerte, un soplador. C. En el camino, el pastor se encuentra por casualidad con tres animales maravillosos: una hormiga, un ratón y un escarabajo. D. El pastor se presenta en palacio y no adivina. Le dan dos o tres días para que adivine y se va a consultar con sus compañeros. D1. El pastor adivina por mera casualidad, o porque ha oído por casualidad. D2. El oidor oye la verdad. D3. La hormiga oye la verdad. D4. El ratón huele y adivina. D5. Un viejo limosnero o un jorobado, oye la verdad.
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I. CUENTOS DE ADIVINANZAS
E. El héroe va al palacio, adivina y se casa con la princesa. E1. El viejo limosnero o jorobado va al palacio, adivina y se casa con la princesa. E2. El héroe adivina con la ayuda de los compañeros o sin ayuda, pero le pagan dinero porque no se case con la princesa. F. Se le imponen al héroe tareas difíciles: correr más que una bruja; separar grano; mudar un castillo o llevar de un sitio a otro unas arcas llenas de dinero; sacar una sortija del mar. El héroe busca la ayuda de sus compañeros y cumple con todo. Se casa con la princesa, o rehúsa ella y se casa o va a casarse con otro novio. G. La noche de la boda con el otro novio el ratón y el escarabajo hacen al novio ensuciar la cama. La novia renuncia el matrimonio o se casa con el héroe. H. El viejo o jorobado de D5 se casa con la princesa. Ella lo echa al río por engaño. Se vuelve muda o le sale una joroba. Se casa con un rey. El rey la abandona por muda o por la joroba y está para casarse con otra novia. La otra novia insulta a la esposa y entonces ésta habla o pierde la joroba. Se queda el rey con su esposa verdadera. I. Roban al novio o a la novia algunos malhechores; o una bruja o sirena se lleva al marido. Son rescatados. Las versiones hispánicas y de la tradición de Europa en general que desarrollan elementos B a I son muy numerosas. Las que pertenecen propiamente a nuestro tema son solamente las que empiezan con elemento A, la adivinanza de la piel de piojo. Las versiones hispánicas que hemos podido reunir son diecinueve. Una de éstas, la asturiana de Cabal CTA 15-19, pertenece al Grupo I arriba citado, como ya queda dicho. Las dieciocho restantes pertenecen al Grupo II y se dividen en tres tipos fundamentales, con algunas variantes. Tipo I, con elementos A, D1, E. Éste es el tipo más sencillo de todos. El pastor o caballero va al palacio a probar su suerte, adivina por mera casualidad o porque ha oído por casualidad, y se casa con la princesa. Pertenecen a este tipo cuatro versiones hispánicas, una española peninsular, dos españolas de América y una portuguesa: Cardoso-Pinto II, 187-189; Cuentos 10; Lenz, Adivinanzas I, 361-362; Mason-Espinosa PRF I, 63. Tipo II, con elementos A, B o C, D2 o D4, E o F. Este tipo es también muy sencillo y dos de sus versiones parecen incompletas. El pretendiente se marcha para el palacio y en el camino se encuentra con compañeros maravillosos o con un animal maravilloso, un ratón en dos versiones. El oidor, hombre o ratón, oye decir de qué material es la piel, se lo cuenta al héroe, éste adivina y se casa con la princesa, como en el Tipo I.
Pertenecen a este tipo cuatro versiones españolas de América: Arellano 30; Lenz, Adivinanzas I, 360-361; Mason-Espinosa PRF I, 63a; Wheeler 7. Tipo IIA, con elementos A, B, D2, E2. En esta variante del Tipo II un pretendiente rico le paga al pastor porque no se case con la princesa, y éste divide el dinero entre él y sus compañeros maravillosos. Pertenece a este tipo una versión española peninsular: Ampudia, 134. Tipo IIB, con elementos A, B y C o solamente C, D2 o D3, E2 o F y G. Este tipo se distingue de los demás en llevar el nuevo elemento G: Los animales, ratón y escarabajo, le ayudan al héroe a avergonzar al pretendiente falso, haciéndole que se ensucie en la cama para que la princesa le rechace y se case con el pastor o renuncie el matrimonio. Pertenecen a evite tipo tres versiones españolas peninsulares: Ampudia 135, con elementos A, C, D3, E2, G; Cuentos 9, con elementos A, B, C, D2, F, G; Sánchez Pérez 90, con elementos A, B, C, D2, F, G. No incluimos con este tipo las numerosas versiones del tipo de Aarne-Thompson 850, por más que hallemos en ellas un desarrollo semejante de elementos B a G, u otros muy semejantes, porque llevan un principio diferente: averiguar qué marcas lleva la princesa en el cuerpo, dónde vive, etc., como nuestro Cuentos 12, Mason-Espinosa PRF I, 50, 51, etc. Tipo IIC, con elementos A, B, C, D2, F, I, y algunos elementos del tema de la niña perseguida, Cuentos 99-103. Pertenece a esta variante de nuestro Tipo II una versión nuevomejicana: Rael 16. La versión nuevomejicana de Rael 10 es casi idéntica, pero no lleva el principio de la piel de piojo de elemento A. Tipo III, con elementos A, D5, E1, H o variante. Este tipo hispánico lleva el extraordinario episodio de E1 y H. La princesa, obligada al matrimonio con un jorobado o viejo limosnero que oye la adivinanza por el rey su padre, sale a paseo con su marido o pretendiente y le echa al río. Se vuelve muda o se le prende la joroba de su marido. Se casa con un rey, pero más tarde su marido la abandona por muda o por jorobada y está para casarse con otra. El día de la nueva boda la novia insulta a la muda o jorobada, y ésta habla o pierde la joroba. El rey abandona su nueva boda y se queda con su mujer verdadera. Pertenecen a este extraordinario tipo dos versiones españolas peninsulares: Cuentos II; FCaballero I, 62-65. Hay además una variante del tipo, la versión portuguesa de Coelho 39, con elementos A, D5 y variante de E2. Pide la princesa cosas imposibles del viejo limosnero antes de casarse, renuncia éste al matrimonio y se casa ella con otro.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
El episodio de la muda de Cuentos II se halla en otros cuentos hispánicos, Athaide Oliveira II, 299, y Alcover IV, 100-111, por ejemplo. Quedan sin clasificar dos versiones que empiezan con elemento A de nuestro tema, llevan una variante de elemento D, y elemento E, pero que terminan con elementos de Cuentos 5-8 y de otros: Espinosa, Castilla 131, con elementos A (elementos B, C1, C2 de Cuentos 5-8), D1 (G, G3 y H de Cuentos 5-8), E; Wheeler 6, con elementos A, D6 (G, G2, H de Cuentos 5-8), E y otros. La versión castellana es una mezcla extraordinaria de una variante de nuestro Tipo I, con elementos de Cuentos 5-8, Tipo II. La versión mejicana de Wheeler es semejante, pero no lleva elementos B, C o variantes de Cuentos 5-8. A estos tipos del Grupo II, que podemos en realidad llamar tipos hispánicos, pertenecen también algunos cuentos no hispánicos. Tipo I: Andrews 3, Krauss I, 65; RTP XII, 201-204 (cuento griego). Tipo II: Bladé III, 3640; Moncaut 184-194. La tradición hispánica, por consiguiente, ha desarrollado un grupo especial del tema del cuento de la piel de piojo, el Grupo II, con los tres tipos arriba establecidos. Fuera del cuento asturiano de Cabal no hay versiones españolas, portuguesas o catalanas del Grupo I, tan general en Europa, típico del sudeste de Europa. La tradición recogida por Basile en su Pentamerone I, 5, no ha tenido, al parecer, desarrollo en España. Esto es muy extraño si consideramos que muchos cuentos hispánicos, como se verá en el estudio de nuestros Cuentos, desarrollan tradiciones ya documentadas en el Pentamerone. El extraordinario elemento G del Tipo II se halla en tres de nuestras versiones, Cuentos 9, Ampudia 135, Sánchez Pérez 90. En Cuentos 9 dos de los animales maravillosos de C ayudan al héroe y novio rechazado las dos primeras noches de la boda de la princesa con el novio falso. El escarabajo se le mete en el ano y le hace ensuciar la cama. La novia se escapa. La segunda noche el novio se acuesta protegido con un tapón, pero el ratón le mete la cola en las narices y le hace estornudar. Entonces el escarabajo obra como antes y el novio otra vez ensucia la cama. La novia renuncia el matrimonio. En Sánchez Pérez 90 el episodio es idéntico, excepto que la novia no renuncia definitivamente el matrimonio con el pastor. En Ampudia 135 el ratón sólo va y le mete la cola sucia al novio en las narices. Estornuda y ensucia a la princesa. Se casa el pastor con la princesa. Conozco dos versiones más que desarrollan elemento G, pero no pertenecen a nuestro tema de la piel de piojo: el cuento portorriqueño de Boggs en JAFL XLII, 164-166, versión de la princesa de
las adivinanzas, Cuentos 5-8; Rael 32, cuento de la pobre novia rechazada. En la versión de Nuevo Méjico de Rael una novia rechazada halla ayuda en San Antonio, el cual le regala los dos animales, un ratón y un escarabajo. El novio ensucia a la novia y el matrimonio se deshace y el joven se casa con la pobre rechazada antes. Episodios semejantes son los igualmente indecentes de Aarne-Thompson 850, Mason-Espinosa PRF I, 50, 51, Cuentos 178, etc., y los no muy decorosos de Aarne-Thompson 559 (abejas entran en la cámara nupcial y hacen huir al novio). Véase también Bolte-Polívka II, 454-455. Pero el extraordinario elemento G de nuestro Tipo II y que hallamos sólo en tres versiones de nuestro cuento, Cuentos 9, Ampudia 135 y Sánchez Pérez 90, y en otras dos versiones de cuentos de otros tipos. JAFL XLII, 164166, y Rael 32, no es necesariamente de origen hispánico. Lo hallamos ya bien desarrollado y con todo su carácter picaresco y grosero en un cuento italiano del siglo XVI, en el Pentamerone de Basile, III, 5. En este cuento ocurre brevemente lo que sigue: Nardiello es enviado por su padre en tres viajes para hacer negocios. Cada vez lleva cien ducados y compra un animal. Los tres animales son un ratón, un grillo y un escarabajo. El padre lo despide y el joven se marcha. Llega a un reino donde con la ayuda de sus tres animales cura a la hija de un rey. Se enamora de ella, pero ella está para casarse con otro. Con la ayuda de los animales hace al novio ensuciar toda la cama tres noches seguidas. La novia se casa con el héroe. El desarrollo de elemento G es aquí más extenso que en nuestra versión 9, el mejor en este respecto de las versiones modernas. La primera noche ocurre lo de nuestra versión 9; la segunda noche el novio se protege con bandejas, el ratón roe y el escarabajo hace su obra. La tercera noche viene el episodio del tapón de Cuentos 9 y de las otras versiones. Ya se ha hablado del origen oriental de la mayoría de los detalles de nuestro cuento. Los orígenes orientales de elemento B, con los variados detalles de los compañeros maravillosos, ya sea de los cuentos del Grupo I o de los del II, han sido estudiados con su acostumbrada sagacidad y sana crítica por Emmanuel Cosquin en RTP XXXIV, 1-29, 99-109.
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I. CUENTOS DE ADIVINANZAS
D. Varios 12. Juan Soldao y la Princesa BIBLIOGRAFÍA.—Aarne-Thompson 570, 850, 851; Boggs 570, 851A; Tille 225-255; Thompson H511, H524. Para la bibliografía de elementos G, H, I de Cuentos 5-8, Tipo II, que nuestro cuento contiene, véase la bibliografía de esos cuentos, y también las de Cuentos 9-11, que contienen otros de sus elementos. Al principio de nuestro estudio de Cuentos 9-11 se han hecho ya algunas observaciones generales sobre los diferentes tipos de cuentos que empiezan con algún episodio de la princesa prometida en matrimonio a quien adivine algo, proponga algo que no se pueda resolver, realice ciertas tareas difíciles, etc. Por más que algunas veces parezca que se trata de una serie de cuentos formados de incidentes separados y contados según el capricho particular del contador, se pueden establecer algunos tipos muy bien definidos, los cuales, en vista de su grande extensión en Europa y en los países de cultura europea, tienen, al parecer, raíces muy hondas. Nadie puede dudar de que los tipos que quedan establecidos en nuestros estudios de Cuentos 5-8, 9-11, como los tipos establecidos para otros muchos, responden a tipos ya bien formados en Oriente y en Europa antes de la Edad Media. Pero hay otros cuentos, al parecer de formación posterior, que no representan tipos generales y que combinan elementos fundamentales de otros cuentos para formar versiones nuevas. En la mayoría de las versiones de Cuentos 5-8, 9-11, ya se ha visto que el rey exige algo difícil del que pretende casarse con su hija. En Cuentos 5-8, AarneThompson 851, el rey promete su hija a quien proponga una adivinanza que ella no pueda resolver. En Cuentos 9-11, Aarne-Thompson 621, el rey promete su hija a quien adivine de qué material es la piel de piojo. En el cuento nuevomexicano de Rael 9, el héroe tiene que adivinar qué es lo que el rey desea. En la versión catalana de Salvator 137-147, el héroe tiene que desmontar un bosque, y en la provenzal de FL XLIX, 292-295 y en la alemana de Kahn I, 226, tiene que llevarle al rey higos maduros para Navidad. En el tipo de Aarne-Thompson 850 el héroe tiene que adivinar qué señales tiene la princesa en el cuerpo, un lunar, un pelo de oro, etc. En Aarne-Thompson 571-574, Cuentos 177178, hay que hacer reír a la princesa, y en Aarne-Thompson 852 el héroe tiene que obligar a la princesa a darle el mentís. Otros cuentos hay, en fin, en los cuales el héroe tiene que adivinar dónde vive o dónde duerme la princesa, Tille 244245 y nuestra versión actual de Cuentos 12.
Después se desarrollan en todos estos cuentos episodios distintos que caracterizan a cada grupo o tipo, pero muchos de ellos desarrollan el episodio de cuidar liebres, AarneThompson 570. Elementos G, G1, G2, G3, H, a veces I, de Cuentos 5-8, Tipo II, se hallan también en otros cuentos semejantes y son el lazo de unión entre ellos. Cuentos 12, por consiguiente, es un desarrollo especial de Aarne-Thompson 570, con algunos detalles de Cuentos 5-8 y de otras fuentes. Como Aarne-Thompson 570, tiene el episodio de cuidar liebres, la bruja que le regala al héroe el chiflo, la princesa que va a comprarle conejos y duerme con él, el saco de mentiras, etc. Su relación con cuentos semejantes queda ya establecida. No conozco otras versiones hispánicas semejantes, es decir, que tengan el mismo principio. En la tradición de Europa, fuera de España, conozco solamente una versión semejante, la bohemia de Tille 244-245. En vista de que las numerosas versiones de todos estos tipos se diferencian solamente en el principio, no es necesario hacer aquí el estudio del resto del cuento, que forma la parte más importante de Cuentos 5-8, ya estudiados, y de otros que estudiaremos más tarde, como Cuentos 177-178. Es extraordinario que la única versión semejante a nuestra versión soriana, Cuentos 12, que hemos podido encontrar en la tradición de Europa, sea una versión bohemia, la de Tille arriba citada. Para que se vea claramente la relación entre los dos cuentos en este particular y la relación entre Cuentos 12 y el Tipo II de Cuentos 5-8 en los detalles de elementos G, 1, 2, 3, H de este tipo, haré un breve resumen de los dos cuentos. Elementos fundamentales de Cuentos 12, Juan Soldao y la princesa: A. Una princesa es prometida en matrimonio a quien adivine dónde duerme. El héroe no bebe del vino que le dan y sigue a la princesa sin ser visto. B. La princesa va a sus habitaciones. Por medio de encantamiento se tumba un pino, la princesa se vuelve viento y luego otra vez mujer; la princesa entra en sus habitaciones. C. Juan Soldao imita a la princesa y entra en sus habitaciones. Roba tres tenedores, un moquero del rey y tres cabezas de perdices. Elemento G de Cuentos 5-8. Le dan conejos para que los cuide y los haga marchar. Con la ayuda de una bruja que le da un chiflo realiza todo lo que se le exige. Elemento G3 de Cuentos 5-8. La princesa le visita y duerme con él por un conejo. Con el chiflo el héroe llama al conejo. Elemento H de Cuentos 5-8. Tiene el héroe que llenar un saco de mentiras. Dice la verdad de todo y la princesa dice que son mentiras. Se casan.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Elementos fundamentales de Tille 244-245: A. Una princesa es prometida en matrimonio a quien adivine dónde está escondida. Un joven se disfraza con una piel de oso y lo llevan a bailar al palacio. B. El rey lo lleva adonde está la princesa para que baile. Para entrar, el rey toca un crucifijo y la puerta se abre. Baila el oso y la princesa se divierte. C. Después el joven viene solo, imita al rey y entra en las habitaciones de la princesa. Duerme con ella y por la madrugada se va. Elemento F1, variante de Cuentos 5-8. Se presenta el héroe de pretendiente y se casa con la princesa después de declarar la verdad de todo. La semejanza en el principio de los dos cuentos es sorprendente, si bien los detalles no son idénticos. Compárense los detalles del principio de AarneThompson 676, Cuentos 175, Sésamo, ábrete.
13. Las tres preguntas BIBLIOGRAFÍA.—Versiones españolas peninsulares: Ampudia 45; Cabal CTA 14-128; Curiel Merchán 7-9; Espinosa, Castilla 246, 247, 248, 249; FCaballero 1, 92-93; Fernández de Velasco 137-138; Lazarillo II, 18; Libro de los Enxemplos 332, 392; Orígenes II, lvi-lviii; Sánchez Pérez 20; Timoneda, Patrañuelo 14; Torres Naharro II, 378-380; Trueba 367-377.—Españolas de América: Rael 17, 292; Wheeler 8.—Portuguesas: Athaide Oliveira I, 16; Barbosa 33; Braga I, 71; Trancoso 12 (I, 17 de la edición original).— Portuguesas de las islas de Cabo Verde: Parsons, Cape Verde, 31, 32.—Portuguesa del Brasil: Romero 48.—Catalana: Alcover V, 86-91.—Italianas: Crane 275-270; Nerucci 58; Pitré 1, 5, II, 97, IV, págs. 392, 437; Propugnatore VI, 150; Sacchetti 4.—Francesas: Bladé III, 297-300; Moncaut 50-56; Pineau, Poitou 237-242; LPR VII, 327; RTP VI, 482-483, 695-698; Sébillot, Joyeuses Histoires 46.—Francesa del Canadá: JAFL LIII, 106-107.—Belga: Laport 922.—Bretonas: Luzel III, 370-379; RTP IX, 282, XVIII, 363.—Vascuences: Cerquand IV, 121-124; Vinson C, 5.—Rumana: ZVLG VII, 222-223.—Latinas: Étienne de Bourbon 86; Gesta Romanorum 70; Legenda Aurea V, 40; Speculum Morale I, 4, 10.—Alemanas: Archiv SNS XXII, 222-224; Bartsch I, 496-497; Birlinger 2, II, 1, 2; Germania II, 481-485; Grimm 152; Haltrich 242-248; Jahn 27; Kehrein II, 99-100; Keller, Erzählungen 482; Köhler III, 533; Lambel 22-34; Meier 28; Müllenhoff 208; Pauli 55; Peter I, 272; Till Eulenspiegel 28; Waldis, Esopus III, 92; Wesselski 60; Wolf, Hessische 262; Wossidlo 987, 988, 989.—Islandesa: Rittershaus 404-406.—Noruega:
Dasent, Fjeld 158-159.—Inglesas: Child IV, 459, V, 215217; Clouston II, 113; Confessio Amantis 1, 3067-3425; FL XLIV, 182-183.—Escocesas: Campbell II, 50, III, 59; Child II, 506-507.—Inglesas de América: Fauset NS 37; JAFL XXI, 54-59.—Irlandesa: Larminie 174-178.— Eslavas: Afasanief II, 72-77; Archiv SP XVII, 612-614; Krauss II, 112; Petrovich 287-291.—Griega: Kretschmer 150-153.—Turca: Radloff I, 197-204.—Árabes: Chauvin VIII, 60-62; JAOS XX, 211-216; RTP XIV, 218, XIX, 311.—Africanas de América: Fauset II, 14; JAFL XL, 259260.—Indias: Panchatantra I, 20; Parker I, 150-152.— Filipina: Fansler 38.—Clasificación y estudios especiales: Aarne, Estnische Märchen 922; Aarne-Thompson 922; Anderson, Kaiser und Abt; Archiv LG IX, 423-424; Archiv SP XXIII, 1-95, XXIV, 321-408, XXV, 611-621; Archivio III, 98-100; Boggs 922; Bolte-Polívka III, 214-233; Chauvin VIII, 60-62; Child II, 403-414, 508, IV, 457, V, 214-215, VI, 289-295; FL I, 349-358; Germania IV, 308315; Gesta Romanorum, Swan-Hooper, Introducción 25; JAOS XX, 209-211; Propugnatore VI, 1; RTP VI, 694; Schevill, Riddle Question; ZVFV II, 296, V, 64-66; ZVLG V, 266-269, VII, 221-222; Thompson H524.1, H681H685, H690-H696. H700-H707, H710-H715, H797.1. Este cuento es uno de los más populares y mejor conocidos de la tradición de Europa y tiene su origen en un apólogo oriental cuya más antigua versión conocida se remonta al siglo IX. En la literatura española la fábula se halla por primera vez, aunque en formas muy distintas de la tradición hispánica, en el Libro de los Enxemplos 332 y en el capítulo 18 del Lazarillo de Tormes. En una forma literaria sacada de seguro de fuentes populares y tradicionales de España hallamos el cuento por primera vez en Timoneda, Patrañuelo 14. Como más adelante veremos, esta versión literaria del siglo XVI es una de las que mejor representan la tradición española de la misma manera que las versiones modernas Cuentos 13, Ampudia 45 y Alcover V, 86-91. En las versiones literarias de España anteriores a Timoneda ha influido sin duda la obra catalana del siglo XIII, Genesi de Scripturas. Véase Anderson, Kaiser und Abt, número 4. La versión de Timoneda y las tradicionales modernas, sin embargo, tienen desarrollo separado y distinto. La versión de Timoneda es, por consiguiente, de importancia capital para el estudio de las versiones hispánicas modernas. Voy a transcribir la versión completa, texto de Menéndez y Pelayo, Orígenes II, lvii-lviii, con algunas correcciones ortográficas. Queriendo cierto rey quitar el abadía a un muy honrado abad y darla a otro por ciertos revolvedores, llamole y
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I. CUENTOS DE ADIVINANZAS
díjole: —Reverendo padre, porque soy informado que no sois tan docto cual conviene y el estado vuestro requiere, por pacificación de mi reino y descargo de mi conciencia, os quiero preguntar tres preguntas, las cuales, si por vos me son declaradas, haréis dos cosas: la una que queden mentirosas las personas que tal os han levantado; la otra que os confirmaré para toda vuestra vida el abadía, y si no, habréis de perdonar. A lo cual respondió el abad: —Diga vuestra alteza, que yo haré toda mi posibilidad de haberlas de declarar. —¡Pues sus! —dijo el rey—. La primera que quiero que me declaréis es que me digáis, yo cuánto valgo; y la segunda, que adónde está el medio del mundo; y la tercera, qué es lo que yo pienso. Y porque no penséis que os quiero apremiar que me las declaréis de improviso, andad, que un mes os doy de tiempo para pensar en ello. Vuelto el abad a su monasterio, por más que miró sus libros y diversos autores, por jamás halló para las tres preguntas respuesta ninguna que suficiente fuese. Con esta imaginación, como fuese por el monasterio argumentando entre sí mismo muy elevado, díjole un día su cocinero: —¿Qué es lo que tiene su paternidad? Celándoselo el abad, tornó a replicar el cocinero diciendo: —No deje de decírmelo, señor, porque a veces debajo de ruin capa yace buen bebedor, y las piedras chicas suelen mover las grandes carretas. Tanto se lo importunó, que se lo hubo de decir. Dicho, dijo el cocinero: —Vuestra paternidad haga una cosa, y es que me preste sus ropas, y repáreme esta barba, y como le parezco algún tanto y vaya de par de noche en la presencia del rey, no se dará a cato del engaño; así que teniéndome por su paternidad, yo le prometo sacarle deste trabajo, a fe de quien soy. Concediéndoselo el abad, vistió el cocinero de sus ropas, y con su criado detrás, con toda aquella ceremonia que convenía, vino en presencia del rey. Él, como le vido, hízole sentar cabe de sí diciendo: —Pues, ¿qué hay de nuevo, abad? Respondió el cocinero: —Vengo delante de vuestra alteza para satisfacer por mi honra. —¿Así? —dijo el rey—. Veamos qué respuesta traéis a mis tres preguntas. Respondió el cocinero: —Primeramente a lo que me preguntó vuestra alteza que cuánto valía, digo que vale veinte y nueve dineros, porque Cristo valió treinta. Lo segundo, que dónde está el medio del mundo, es a do tiene su alteza los pies; la causa que como sea redondo como bola, adonde pusieren el pie es el medio de él; y esto no se me puede negar. Lo tercero que dice vuestra alteza, que diga qué es lo que piensa, es que cree hablar con el abad, y está hablando con su cocinero. Admirado el rey de esto dijo: —¿Qué eso pasa en verdad? Respondió: —Sí, señor, que soy su cocinero, que para semejantes preguntas era yo suficiente, y no mi señor el
abad. Viendo el rey la osadía y viveza del cocinero, no sólo le confirmó la abadía para todos los días de su vida, pero hízole infinitas mercedes al cocinero. Cuentos 13 es una versión fiel, aunque breve, de la tradición documentada por Timoneda. Un coronel vivía muy feliz y tenía en su casa un rótulo que decía: «Vivo tranquilo». El rey lo manda llamar y le hace tres preguntas: ¿Cuánto valgo? ¿En cuánto tiempo se le puede dar la vuelta al mundo? Dime una verdad mentira. Su asistente se disfraza con sus vestidos y va y le da las respuestas al rey. Cristo fue vendido por treinta y cinco monedas, y el rey vale, por consiguiente, sólo treinta y cuatro. Un caballo de la carrera del sol da la vuelta al mundo en veinte y cuatro horas. El rey cree que habla con el coronel y habla con el asistente. La versión de Utrera tiene las mismas preguntas que la de Timoneda. Hay cinco versiones más en la tradición hispánica moderna, que, como Cuentos 13, continúan con fidelidad sorprendente la tradición recogida en el siglo XVI por Timoneda: Ampudia 45; Curiel Merchán 7-9; Sánchez Pérez 20; Trueba 367-377; Alcover V, 86-91. Muchas otras continúan sus elementos fundamentales. En su obrita, Riddle Question, citada en la bibliografía, Rodolfo Schevill examinó las versiones de Timoneda y del Lazarillo y las fuentes de ambas y la relación entre la versión del Lazarillo y la bien conocida obra holandesa del siglo XV, Till Eulenspiegel. Pero el estudio más completo, seguramente podemos decir definitivo y fundamental, del cuento en la tradición oriental y occidental lo debemos a uno de los folkloristas finlandeses, el Dr. Walter Anderson. Su obra magistral, Kaiser und Abt, Die Geschichte eines Schwanks, es un estudio folklórico modelo de unas 561 versiones del cuento, de las cuales, 151 son versiones literarias, y las restantes 410, populares. Su estudio quedará para siempre como la obra fundamental para los estudios futuros sobre nuestro tema. A la bibliografía de las versiones hispánicas de Anderson añado yo ahora una docena de versiones nuevas. Según Anderson, nuestro cuento es definitivamente de origen oriental. La versión más antigua que ha encontrado es la del siglo IX, de Ibn-Abdulhakam, historiador árabe, en su obra Futûhu Misra walmagrib (Conquista de Egipto y de Occidente), Kaiser und Abt, página 7, y JAOS XX, 212-214. En esta versión árabe los personajes son un rey, un cortesano y un alfarero, y las preguntas son: ¿Cuántas estrellas hay en el cielo? ¿Qué suma se le debe pagar al sol por el trabajo que hace cada día para el hijo de Adán? ¿Qué hace Dios? La primera de estas preguntas aparece en dos versiones portuguesas modernas y en Cuentos 1-4 ya estudiados. Las primeras versiones de que tenemos noticia
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
en Europa son de los siglos XIII y XIV: Der Stricker, Der Pfaffe Amis, alemán del siglo XIII, Lambel 22-34; Étienne de Bourbon 86, siglo XII; Genesi de Scriptura, catalán o provenzal del siglo XIII, Kaiser und Abt 4; Johannes Gobii Junior, Scala Coeli, siglo XIV, Kaiser und Abt 5; Sacchetti 4, Kaiser und Abt 9; Gesta Romanorum 70; etc. En el párrafo siguiente doy un breve resumen de la historia del desarrollo del cuento en la literatura oriental y occidental desde sus orígenes en el texto árabe de Ibn-Abdulhakam del siglo IX hasta las versiones recogidas de la tradición oral moderna, sacado principalmente de la obra magistral de Anderson. El cuento del rey y el abad tiene su origen en algún centro judío de Levante o de Egipto hacia fines del siglo VII. En la versión primitiva y original los personajes eran tal vez un rey, un cortesano y un hombre cualquiera, y las tres preguntas eran, al parecer: ¿Dónde está el medio del mundo? ¿Cuántas estrellas hay en el cielo? ¿Qué hace Dios? El motivo de la conducta del rey que hace las preguntas al cortesano en la versión primitiva era la codicia. Antes de responder a la tercera pregunta, el que contesta le ruega al rey que le entregue por unos momentos sus vestiduras reales, su espada y su trono. Y entonces descabeza al rey y él mismo se hace rey. Poco a poco, esta versión primitiva fue propagándose por los países de Oriente, y todavía en el día de hoy se halla sin cambios importantes en Mesopotamia y Ceilán. Para mediados del siglo IX el cuento se había ya transmitido a los coptos cristianos, y el carácter de las tres preguntas sufre cambios notables. En vez de las tres preguntas arriba mencionadas surge un grupo con dos preguntas nuevas: ¿Cuánto valgo? ¿Qué anchura tiene el mundo? La pregunta ¿cuánto valgo? aparece por primera vez en las versiones cristianas, pero puede ser de origen judío. Por influencia islámica esta pregunta no tuvo grande desarrollo en Oriente. En el siglo XIII se propagaron por Europa algunas versiones orientales que continuaban la tradición primitiva, y éstas se propagan por el norte de Europa en el siglo XIV. La pregunta ¿Qué hace Dios?, de la versión primitiva, no tuvo larga vida en Europa y para el siglo XIV ya era sustituida por la pregunta ¿Qué estoy pensando? En las versiones europeas el cortesano de las versiones primitivas se halla sustituido por un abad u otro religioso, un obispo y hasta un papa. Al mismo tiempo, el cuento sufre un cambio fundamental. El rey no abandona sus vestiduras reales, ni su espada, ni su trono, y no es descabezado. Acepta todas las respuestas y perdona al abad. Para fines del siglo XV, por consiguiente, la pregunta ¿Qué estoy pensando? es ya general en vez de la primitiva ¿Qué hace Dios? Con este cambio fundamental
el motivo de la conducta del rey, la codicia, empieza a olvidarse, y para fines del siglo XVI las versiones europeas ofrecen motivos nuevos y extraordinarios. Volvamos ahora nuestra atención a las versiones hispánicas. Conozco veintiséis versiones hispánicas, pero una de ellas, Fernández de Velasco 137-138, no entra en nuestro estudio, por ser apenas un eco de la tradición general. Tampoco entran en nuestro estudio los numerosos casos literarios en los cuales se halla alguna de las diversas preguntas de nuestro tema, pero en cuentos o relatos enteramente distintos, como los de Cuentos 1-4, 15 y otros semejantes. Nos quedan, por consiguiente, las veinticinco versiones hispánicas siguientes, pertenecientes todas ellas a la verdadera tradición de nuestro cuento. No hay motivos para distinguir entre las literarias y las populares. Catorce versiones españolas peninsulares: Libro de los Enxemplos 332; Lazarillo de Tormes II, 18; Timoneda, Patrañuelo 14; Ampudia 45; Cabal CTA 124-128; Cuentos 13; Curiel Merchán 7-9; Espinosa, Castilla 246, 247, 248, 249; FCaballero 1, 92-93; Sánchez Pérez 20; Trueba 367-377. Dos versiones hispanoamericanas: Rael 17; Wheeler 8. Dos versiones catalanas: Alcover V, 86-91; Pelay Briz (Anderson 157). Siete versiones portuguesas: Trancoso 12 (I, 17 de la edición antigua); Athaide Oliveira I, 16; Braga I, 71; Barbosa 33; Parsons, Cape Verde 32; Romero 48; Almanach de lembranças (Anderson 54). En la versión más antigua que conocemos, IbnAbdulhakam, del siglo IX (Anderson 1), los personajes del cuento eran un rey, un cortesano y un alfarero, y éstos eran, al parecer, los personajes del cuento primitivo y original, es decir, un rey, un cortesano y un hombre cualquiera (Anderson pág. 288). En páginas 80-109 nos ofrece Anderson algunos datos muy interesantes sobre los diferentes personajes del cuento a través de los siglos. No hay datos separados para los diferentes países. De todas las 474 versiones utilizadas para sus conclusiones, de las 561 que estudia, Anderson nos da los siguientes resultados: Para el primer personaje, o sea el que en el cuento hace las preguntas, ocurre un rey, sultán o zar (creo que es inútil distinguir entre estos monarcas o gobernantes de suprema autoridad) en el 79% de las versiones. Un obispo lo es en segundo lugar, 5%, cifra insignificante. Para el segundo personaje del cuento, o sea a quien se hacen las preguntas, ocurre un cura en el 38% de las versiones, siendo el cortesano de las versiones primitivas olvidado en el desarrollo del cuento en Occidente. Un abad ocurre en el 15% de las versiones, y un obispo en el 8% de las versiones. Para el tercer personaje del cuento, o sea el que toma la parte del segundo para responder a las preguntas,
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I. CUENTOS DE ADIVINANZAS
ocurre un pastor en el 27% de las versiones, un molinero en segundo lugar y en el 16% de las versiones, un sacristán en el 10% y un criado en el 8%. Un rey (o sultán, o zar), 79%; un cura, 38%, y un pastor, 27%, son los tres personajes del cuento según los números. Si consideramos al pastor, o al molinero con 16%, o al sacristán con 10% como un hombre cualquiera, resulta que la versión primitiva establecida por Anderson ha sufrido cambio de personaje sólo en el segundo, cura o abad en vez de cortesano. En las versiones hispánicas los personajes son fundamentalmente los mismos que en las 474 versiones estudiadas por Anderson: rey, 76%; cura, 48%, naturalmente, mayor al general en un país cristiano; criado, 32%; o molinero, 12%. Curiosamente, el pastor aparece solamente en tres versiones hispánicas para tercer personaje, mientras que el molinero aparece casi con la misma frecuencia que en las 474, 16% y 12%, respectivamente. En las versiones hispánicas el criado ha reunido para tercer personaje al pastor, sacristán y criado de las versiones en general, ocurriendo en una tercera parte de las veinticinco versiones. En el siguiente cuadro ponemos para mayor claridad la ocurrencia de los tres personajes del cuento con más detalles. I. Primer personaje, o sea el que hace las preguntas: En las 474
En las 25 versiones
versiones de
hispánicas
A nderson
En la tradición hispánica, por consiguiente, los personajes del cuento son, por regla general: un rey, un cura o abad, un criado o un molinero. Examinemos ahora las preguntas del cuento. Son éstas muy numerosas y muy variadas. En Ibn-Abdulhakam las tres preguntas son: ¿Cuántas estrellas hay en el cielo? ¿Qué suma se le debe pagar al sol por su trabajo diario para el hijo de Adán? ¿Qué hace Dios? Según Anderson, páginas 284, 382, las tres preguntas de la versión primitiva y original eran tal vez: ¿Dónde está el medio del mundo? ¿Cuántas estrellas hay en el cielo? ¿Qué hace Dios? En páginas 110-242 hace Anderson un estudio detallado de todas las preguntas de las versiones. Sólo una media docena ocurren con una frecuencia de 20% o más de las versiones. Dos ocurren con una frecuencia de más de 50%: ¿Qué estoy pensando?, en el 64% de las versiones, y ¿Cuánto valgo?, en el 52%. En las versiones hispánicas son también estas dos preguntas las más frecuentes. ¿Qué estoy pensando? ocurre en el 84% de las versiones, y ¿Cuánto valgo?, en el 64%. En el cuadro siguiente comparamos las preguntas más frecuentes de las 474 versiones de Anderson con las hispánicas con más detalles. En las 474
En las 25
versiones de
versiones
A nderson
hispánicas
79% (375 versiones)
76% (17 versiones)
Q. ¿Qué estoy pensando?
64% (303 versiones)
34% (21 versiones)
2. Obispo
5% (26 versiones)
12% (3 versiones)
N. ¿Cuánto valgo?
52% (248 versiones)
64% (16 versiones)
3. Noble o hidalgo
4% (18 versiones)
A. ¿Cuánto hay del cielo a la tierra?
20% (136 versiones)
16% (4 versiones)
F. ¿Cuánto tiene de ancho el mundo? ¿En cuánto tiempo se le da la vuelta al mundo?
24% (116 versiones)
36% (9 versiones)
G. ¿Dónde está el medio del mundo?
24% (115 versiones)
8% (2 versiones)
H. ¿Cuántas estrellas hay en el cielo?
21% (98 versiones)
8% (2 versiones)
B. ¿Cuánto tiene el mar de hondo?
16% (75 versiones)
4% (1 versión)
C. ¿Cuánto pesa el agua del mar?
7% (32 versiones)
16% (4 versiones)
J. ¿Cuánto pesa la luna?
5% (25 versiones)
9% (2 versiones)
E. ¿Cuánto pesa la tierra?
1% (5 versiones)
16% (4 versiones)
1. Rey, sultán o zar
II. Segundo personaje, o sea a quien hacen las preguntas: En las 474
En las 25 versiones
versiones de
hispánicas
A nderson 1. Cura o sacerdote
39% (183 versiones)
48% (12 versiones)
2. Abad
15% (72 versiones)
12% (3 versiones)
3. Obispo
9% (41 versiones)
III. Tercer personaje, o sea el que toma la parte del segundo personaje y responde a las preguntas: En las 474
En las 25 versiones
versiones de
hispánicas
A nderson 1. Pastor
28% (131 versiones)
16% (4 versiones)
2. Molinero
16% (77 versiones)
12% (3 versiones)
3. Sacristán
10% (49 versiones)
4. Criado
8% (38 versiones)
32% (8 versiones)
5. Cocinero
5% (23 versiones)
8% (2 versiones)
En las 474 versiones estudiadas por Anderson, las tres preguntas más frecuentes son QNA; en las versiones hispánicas, QNF. Siguen en aquéllas FGH, y en éstas ACE.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
La versión general mundial, por consiguiente, tiene las preguntas QNA, QNF o QNG, mientras que la general hispánica tiene QNF, QNA o QNC. La combinación más frecuente, en general, en las 474 versiones de Anderson es FNQ, con 56 versiones, o sea el 12%. En las versiones hispánicas, la combinación más frecuente es NFQ, con seis versiones, o sea el 24%: Alcover V, 86-91; Cuentos 13; Espinosa, Castilla 247, 249; Sánchez Pérez 20; Trueba 367377. Poniendo las preguntas en orden, los resultados son como sigue. En la versión primitiva y original las preguntas eran tal vez GHO (¿Dónde está el medio del mundo? ¿Cuántas estrellas hay en el cielo? ¿Qué hace Dios?) En la versión de Ibn-Abdulhakam eran HZO (¿Cuántas estrellas hay en el cielo? ¿Cuánto se le debe pagar al sol por su trabajo diario para el hijo de Adán? ¿Qué hace Dios?). En la versión hispánica general, tal vez la primitiva y fundamental, las preguntas son NFQ (¿Cuánto valgo? ¿En cuánto tiempo se le da la vuelta al mundo? ¿Qué estoy pensando?). Las dos preguntas NQ ocurren en dieciséis, o sea el 64% de las versiones hispánicas. Las dos se hallan en la versión de Timoneda, pero ninguna se halla en el Libro de los Enxemplos o en el Lazarillo. La versión de Timoneda, además de llevar estas dos preguntas, como en más de la mitad de las versiones hispánicas, lleva también los tres personajes, rey, abad, cocinero, frecuentes en la tradición hispánica, aunque no los más frecuentes, que son: rey, cura, criado. Hay un detalle notable en dos versiones hispánicas, las dos portuguesas, Almanach de lembranças (Anderson 51) y Romero 48. En la primera, las tres preguntas son CHQ (¿Cuánto pesa el agua del mar? ¿Cuántas estrellas hay en el cielo? ¿Qué estoy pensando: y en la segunda son CoHQ (¿Cuántas arenas hay en el monte? ¿Cuántas estrellas hay en el cielo? ¿Qué estoy pensando?). La pregunta II de las dos versiones portuguesas no se halla en otras versiones hispánicas, pero si en otro cuento, el de la mata de albahaca, Cuentos 1-4, y, curiosamente, en esos mismos cuentos se halla unida esta pregunta a la de ¿Cuántas arenas hay en el mar?, como ¿Cuántas arenas hay en el monte? va unida a ¿Cuántas estrellas hay en el cielo? En Romero 47. En Cuentos 1, la joven se pregunta al rey: —Caballero pinturero, usté que sabe leer y escribir, sumar y restar, multiplicar y dividir, ¿cuántas estrellitas tiene el cielo y arenitas la mar?
Estas dos preguntas están ya, según indica Anderson, planteadas en el capítulo 22, 17 de Génesis, donde se declara: «Bendiciendo te bendeciré y multiplicando multiplicaré tu simiente como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar». La pregunta H está en Ibn-Abdulhakam y pertenece a la versión primitiva y original. El estudio de nuestras veinticinco versiones hispánicas nos ofrece informes valiosos para caracterizar definitivamente la versión de Timoneda. No viene de la obra alemana Schimpf und Ernst, de Pauli, ni de otra obra literaria, sino de la tradición española. Ya hemos visto que seis preciosas versiones de la tradición oral moderna llevan las preguntas NFQ, 24% de las versiones. Dos de estas preguntas, NQ, se hallan en dieciséis de las versiones hispánicas, o sea en más de la mitad de ellas. A este grupo pertenece la versión de Timoneda con NQG. Las versiones hispánicas de la tradición oral moderna, por consiguiente, apoyan la existencia de una versión hispánica antigua, fundamentalmente idéntica a la versión de Timoneda. En las preguntas, Timoneda tiene sólo una pregunta diferente, G (¿Dónde está el medio del mundo?), se halla también en la versión portuguesa del siglo XVI de Trancoso. Tiene NQG, mientras que las versiones hispánicas primitivas llevaban NFQ o ENQ. La vacilación existía, al parecer, sólo en la primera pregunta. Timoneda 10 sacó su cuento de fuentes literarias, sino de la tradición oral de España, y esa tradición continúa hasta el día de hoy y nos ofrece versiones tradicionales idénticas o casi idénticas en la mayor parte de sus versiones. La interesante versión de Gower, Confessio Amantis I, 3067-3425, es una forma literaria del siglo XIV, que reúne elementos del cuento de las tres preguntas con elementos del cuento de las astucias de la hija menor, Cuentos 1-4, 37-38, Aarne-Thompson 875, etc. La hija menor responde por el padre, pero no disfrazada; el rey le concede lo que pide y termina casándose con ésta como en Cuentos 1-4. El personaje disfrazado que responde a las preguntas tomando el puesto del otro no se halla en todas las versiones, aun en aquellas que en otros respectos siguen con fidelidad la tradición primitiva. A este grupo pertenece la versión de la Gesta Romanorum, Introducción de Swan-Hooper 25. En páginas 288-289 de su obra nos da Anderson una reconstrucción teórica de la versión original y primitiva del cuento de las tres preguntas. Lo transcribiré aquí como uno de los ejemplos más notables y seguros de los tesoros artísticos ya perdidos que puede reconstruir la ciencia del folklore. Éste era un rey que envidiaba la riqueza de sus cortesanos, y les habló de esta manera: —Si para tal y tal día no podéis
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I. CUENTOS DE ADIVINANZAS
contestar a tres preguntas os haré ajusticiar. ¿Cuántas estrellas hay en el cielo? ¿Dónde está el centro del mundo? ¿Qué hace Dios? Los cortesanos no sabían las respuestas, pero un hombre sencillo los sacó de apuros. Cambió sus vestidos con uno de ellos y se presentó ante el rey, sin que éste se diera cuenta del engaño. A la primera pregunta respondió: —Está escrito, «Bendiciendo te bendeciré y multiplicando multiplicaré tu simiente como las estrellas del cielo y como la arena que está en la orilla del mar» (Génesis 22, 17). Hay, por consiguiente, tantas estrellas en el cielo como arenas hay en la orilla del mar. A la segunda pregunta respondió: —El centro de la tierra se halla aquí mismo donde estamos, y si no lo crees mídelo tú mismo. Cuando el rey le hizo la tercera pregunta, el hombre respondió: —A esa pregunta podré responder sólo en caso que me des tus vestidos y tu espada y que me dejes sentarme en tu trono. Cuando se cumplió lo que exigía, habló de esta manera: —Está escrito, «Dios mata y da la vida. Él hace descender al sepulcro y hace salir de él. Él da al hombre la riqueza y le da también la pobreza. Él humilla y Él levanta. Él saca al menesteroso de su miseria y levanta al pobre del estiércol para que se siente entre los príncipes y tenga silla honrada». (Libro de Samuel I, 6-8.) Así, por ejemplo, he sido yo hasta hoy un hombre sencillo y ahora me hallo con vestiduras reales y sentado en el trono real. Tu cortesano ha sido hasta ahora un hombre de rango y ahora lleva mis vestidos y toma mi puesto. Tú has sido rey hasta hoy y ahora vas a morir. Al decir estas palabras descabezó al rey, y él mismo llegó a ser rey.
14. Las doce palabras retorneadas BIBLIOGRAFÍA.—Versiones españolas peninsulares: Ampudia FA 103-105 (dos versiones); Archivio II, 104106 (dos versiones); BBMP XIII, 216-219; BTPE II, l80182 (dos versiones); Durán II, 1323; Espinosa, Castilla 457, 458, 459, 460; Hergueta y Martín 199-201, 221222; Revista 362-365; Sánchez Pérez 30; Schindler 244, 345, 479, 660 y Romances 95; TSPAE VIII, 3-4, 16-24 (siete versiones); Vergara Martín 165-168, 181-183, 224225; versiones de Alcuéscar, Belorado, Horche, Pinilla y Villa de Fons, recibidas de la señora Aitken, de Londres, y de don Ramón Menéndez Pidal.—Españolas de América: Arellano 139; Cadilla Martínez 311-314; Carrizo I, 278, 278A; Carrizo, Catamarca 1457; Espinosa, en Vicuña Cifuentes 148-149; Espinosa SFNM, 50, 51; Jijena Sánchez 1, 89-95; Laval, Carahue I, 33-38, Cuentos 43, Oraciones 169-173 (tres versiones); Mason-Espinosa PRF IV, 29; RCHG LX, 100-102; Vicuña Cifuentes
133-136.—Portuguesas: Archivio II, 100-103, X, 512514 (dos versiones), XIV, 183; Cardoso-Pinto II, 159164; Lopes Dias 131-136; Martins 71; RL I, 246-249 (tres versiones), X, 107-110, XI, 164-166, XVI, 282284, XVIII, 287-288, XX, 30-32; Romania III, 270-274 (tres versiones); ZVFV XI, 384-386.—Catalanas: Camps y Mercadel 243; Milá y Fontanals, Romancerillo 52; Pelay Briz III, 5-8; versión mallorquina recibida de don Antonio María Alcover.—Italianas: Andrews 45; Archivio I, 418-423, II, 97-99, VII, 493-501 (dos versiones), 556-558, X, 264-265, 499-511 (seis versiones), XII, 8688, 380-385, 532-535, 575-577 (dos versiones), XVII, 513-515, XXIV, 20; Bett 51-52; Brunetto Latini 70-71; Busk 254- 255; Folklore Italiano I, 184-190, IV, 178179, VII, 298-302; Vicuña Cifuentes 150; ZVFV XI, 386-387, 392-393 (dos versiones).—Francesas: Archivio XIII, 584-585, XIV, 177; Mélusine III, 14; RTP X, 650651, 654-655, XI, 114.—Francesa del Canadá: Archivio XIV, 480.—Provenzal: Archivio XIV, 480.—Bretonas: Archivio X, 517; Orain I, 30-31; RTP X, 652-653 (tres versiones); ZVFV XI, 392.—Vascuences: Cerquand II, 28; Vinson 11-14.—Valonas: Wallonia III, 54-56, XXII, 376.—Rumanas: Archivio XIV, 484-490 (cuatro versiones).—Latinas: Archivio XIII, 585-587; Barzaz Breiz 16-17 (dos versiones); Dania II, 196; Erk-Böhme III, 830; Hergueta y Martín 201-202 (dos versiones); JAFL IV, 218-219; Migne L, 769-772, XC, 693-695, CXI, 489-5; Notes and Queries IV, 2, 557; ZVFV IV, 251, XI, 395-398.—Alemanas: Archivio XIV, 490-491; Bett 51; Blümml 56-57; Dithfurth II, 302-304, 399; Erk-Böhme III, 2130, 2131; Fromman III, 509-510; Kluge 106-107; Rochholz 267-268; Rosegger 376-378; Schischka-Schottky 35-38; Schlossar 9-I1; Schmitz 113115; Schweizer Volkskunde IV, 5; Simrock, Volkslieder 335; Stöber 62-64; Strackerjan II, 50-51; Wolfram 6; Wossidlo 986, 986b; Zingerle 150; ZVFV XI, 382-383, 388-391, 398-400 (tres versiones), XVII, 311.—Danesas: Dania II, 199-200; ZVFV IV, 254.—Suecas: Archivio III, 61-64 (dos versiones).—Holandesas: Erk-Böhme 2132; Hargrave 161; RTP XIII, 503; ZVFV XI, 402-403.—Inglesas: Addy 148-151; Bett 54-55; Blackfriars XII, 620-628; FL L, 268-269; JAFL IV, 217218; JFSS VI, 24-26 (dos versiones), VIII, 117; Notes and Queries I, IX, 325, IV, II, 386, 390, 599-600, IV, III, 90 (dos versiones), 385-386, IV, X, 412-413, 499-500, V, XII, 509, VI, I, 481, VI, II, 254, VI, XII, 485, VII, I, 96, 413, VII, VII, 264, XI, I, 366-367, XII, X, 272; Oxford Book of Carols 64; Sandys 238-240.—Inglesas de América: Campbell-Sharp 109; FL L, 265; JAFL IV,
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
215-216 (dos versiones), XXIV, 321-322, XXX, 336337; Musical Quarterly XVI, 186-187, 190; SFQ IV, 73-75.—Escocesas y galesas: Archivio X, 517; Bett 52-53; Chambers 44-47; Longman’s Magazine 328-330; Notes and Queries VII, I, 315-316.—Rusas: Archivio XIV, 481482; ZVFV XI, 393.—Griegas: Abbot 329-331; Bett 50-51; Sanders 328; ZVFV XI, 393.—Turca: Radloff I, III, 780-802.—Árabe: ZVFV XI, 407.—Judías: Ehad mi yodea, en la Jewish Encyclopedia, s. v.; BHisp IX, 279-280; Fromman VI, 224-225; Kluge 108.—Antillana: Parsons, Antilles II, 398.—Caucásica: Archivio II, 230.—India: Khuddaka Pátha 311-312.—Persa: Book of Arda Viraf 249-266 (contiene el cuento pelvi de Gôsht-i-Fryânô).— Clasificación y estudios especiales: Archivio I, 416-423, II, 227-230, III, 61-64, VII, 556-558, X, 264-265, 499518, XI, 265-275, 305-322, XII, 38-53, 378-385, 422434, 532 -535, 571-580, XIII, 582-601, XIV, 173-183, 474-499, XV, 92-104, XVII, 513-516; Barzaz Breiz 1-18; Bett 49-50; Blackfriars XII, 620-628; Boggs 2045; BoltePolívka III, 15, Nota 1; Book of Arda Viraf lxxvi y 249-266; Bujeaud II, 271-272; Child II, 416; Dania II, 185-220; Das deutsche Volkslied XXXI, 85-90; Eckenstein 134-142, 152-170; Erk-Böhme III, 829-831; FFC CXXVI, 149-151; FL L, 263-272; FLJ VII, 315-316; Garnett 94-98; Gomme II, 315-318; Halliwell 117; Haltrich 33; Handwörterbuch II, 171-174; JAFL IV, 215-220, XIII, 229-230, XVIII, 5659, XXX, 335-337, 365-367, XXXII, 501-502; JFSS V, 277-281; JRAS IV, 311-312; Kluge 106; Köhler III, 365371; Kraus II, 441-443; Kretschmer 45; Legenda Aurea V, 62-66; Liebrecht 164-166; Longman’s Magazine XIII, 556557; Meier 83; MAGW XL, 132-133; Mélusine VI, 126138, 273-275; Notes and Queries IV, III, 388-386, VI, II, 504, XI, IX, 250; Orient und Occident II, 558-559; Oxford Book of Carols 64; Revue Celtique II, 58-61, VI, 500-505; Revue Critique II, 321-327; RFE XVII, 390-413; Romania I, 218-225, 272-274; RTP XVII, 496-497, XXVIII, 140142; SFQ IV, 73-75, 161, 247-250; Schweizer Volkskunde XIX, 87-88; Taylor 2010; Thompson H602, H603, Z21.2, Z71; TSPAE VIII, 1-24; Wossidlo 986; ZDMG XXIX, 633-636; ZGJ III, 234-242; ZVFV IV, 243-256, 374-387, VI, 323-324, XI, 376-406, XIII, 84-88. El misterio de los números es tan antiguo como los números mismos y ha dado origen en todos los países del mundo a juegos, enigmas, oraciones, cuentos y cantos de forma y carácter muy diversos. Sería absurdo declarar que todas estas manifestaciones de la imaginación popular son tradicionales y de común origen. Aun los cuentos y cantos de carácter religioso y doctrinal, en los
cuales figuran los números con significados simbólicos que explican las doctrinas religiosas de cada país o pueblo, son algunas veces de origen independiente. Los juegos de los dedos y las rimas infantiles que emplean números empiezan cuando las primeras madres que sabían contar les contaban los dedos a sus niños para entretenerlos o para enseñarles a contar, pero las formas actuales de estas rimas infantiles en Europa no son siempre tradicionales. Los cantos o cuentos de carácter religioso y doctrinal que emplean los números de uno a siete, diez o más, son muy numerosos en Europa. Las versiones europeas que documentan estos cuentos o cantos son, en general, tradicionales y de común origen. Nuestra versión conquense 14 es de carácter tradicional y tiene orígenes orientales muy antiguos. Claro es que la antigua tradición venida de India se ha encontrado a veces en Europa con tradiciones semejantes de origen independiente y ha sufrido su influencia; pero, estudiando con cuidado las numerosas versiones orientales y occidentales, podemos llegar a conocer con toda claridad sus orígenes y la historia de su difusión a través de los siglos por la mayor parte de Oriente y Occidente. Se trata de una tradición de origen índico, que, habiendo pasado por versiones persas y árabes, llega después a Europa por medio de versiones árabes, griegas y judías. Adaptándose a las diferentes creencias religiosas y condiciones culturales de cada país, la leyenda se va transformando poco a poco y desarrolla formas especiales, hasta el punto de hallarse versiones características que, olvidando casi por completo la doctrina y la filosofía que encerraba la antigua versión primitiva, manifiestan claramente su origen y las causas de su transformación. En RFE XVII, 390-413, he publicado un estudio preliminar de nuestro cuento 14. Cuando hice ese estudio contaba con unas seis versiones latinas medievales y ochenta y tres versiones de la tradición moderna de Europa, además de las versiones orientales. Ahora cuento con doce versiones latinas medievales, tres latinas de época posterior y doscientas dos versiones de la tradición moderna de Europa y América, y hago un estudio enteramente nuevo. Las doscientas dos versiones occidentales de la tradición moderna son todas completas o bastante completas para los estudios comparativos. No se han incluido algunas versiones fragmentarias citadas en nuestra bibliografía o aquellas que mezcladas con otras semejantes de origen independiente no pertenecen propiamente a nuestra tradición primitiva y fundamental. No van incluidas tampoco las versiones judías modernas, todas las cuales
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I. CUENTOS DE ADIVINANZAS
derivan, al parecer, de la versión ritual oficial. Tampoco estudiamos las numerosas parodias de nuestro cuento, ni los cantos de los números de carácter pagano, que pueden tener alguna relación con algunas de las versiones orientales de nuestra tradición primitiva, pero que desde época muy antigua se separaron de aquellas antiguas versiones para desarrollar en Europa formas paganas que las versiones cristianas han hecho desaparecer poco a poco. En Grecia y en los países del norte de Europa son muy frecuentes estas versiones paganas. Véase en particular: Abbot 331332; Archivio II, 227-230, XIII, 591-601, XIV, 488492; Dania II, 200-205; Eckenstein 134-142, 152-170; Feilberg en ZVFV IV, 243-256, 374-387; Gomme 315318; Haltrich 33; JAFL XIII, 229-230, XVIII, 56-67, XXX, 365; JFSS V, 277-281; Meier 83; Revue Celtique II, 58-61, VI, 500-505. En otras partes de Europa son más frecuentes las parodias de las verdaderas versiones cristianas o bien las que se mezclan con los juegos de los dedos, como la bien conocida Rueda de la Fortuna, de la tradición española, Rodríguez Marín I, 68, Laval, Oraciones 174-176. La tradición del empleo de las cartas para oír misa, Durán 1323, estudiada en su relación con nuestro cuento con abundantes notas bibliográficas por Bolte en ZVFV XI, 376-406, sí lleva la serie doctrinal de nuestro cuento. Todas estas versiones las hemos incluido en nuestro estudio. Nuestra versión 14 es una de las mejores de la Europa moderna. Contiene las dos partes fundamentales y primitivas del cuento antiguo pelvi, del cual hablaremos al momento, y de una gran parte de las versiones modernas. Empieza nuestra versión con la aparición del diablo que va a llevarse a un pobre viejecito, a no ser que para las doce de la noche le cuente las doce palabras retorneadas. Un viejo limosnero, San José, responde por el viejo cuando el diablo llega, y de esta manera se escapa el viejecito de las uñas del diablo. Falta en nuestra versión la parte preliminar que explica los motivos de la primera aparición del diablo para preguntar cuáles son las doce palabras retorneadas, el pacto con el diablo, que constituye la primera parte importante de la tradición. Pero hay cuentos de la tradición moderna que, como el cuento pelvi, documentan en detalle el pacto con el diablo. Uno de los mejores ejemplos es el cuento vascuence de Vinson 11-14, que empieza de la manera siguiente: Había una vez un pobre hombre cargado de familia. Tenía once hijos y su mujer ya había muerto. Como no podía mantenerlos los abandonó para ir a buscar fortuna. Después de mucho viajar llegó a un hermoso castillo. Entró en él y el dueño le recibió gustoso. Hablan, y el pobre le
cuenta al Señor-Rojo todas sus miserias. El Señor-Rojo le dice entonces: —Si de aquí a un año has adivinado los doce misterios, te doy todo el dinero que necesites; pero si para entonces no has cumplido con esta condición, desde ese momento me perteneces. El pobre aceptó con gusto el compromiso, y el Señor-Rojo le dio un bolsillo lleno de oro, una yunta de bueyes y una aijada. El pobre regresó a su casa y con este dinero arregló sus negocios. Pasa un año, y el pobre, ya enriquecido, no sabe qué hacer para llegar a saber cuáles son aquellos doce misterios. Un día oye decir que San Pedro anda por los alrededores. Nuestro hombre va a verle y le cuenta los apuros en que se halla para darle al Señor-Rojo las respuestas convenidas. San Pedro le dice: —Duerme tranquilo, que nada tienes que temer, y cuando venga ese señorito ponte a mis espaldas, que yo contestaré por ti. Llega el diablo y San Pedro contesta de la misma manera que contesta San José por el pobre de nuestra versión 14. Las dos versiones documentan la misma tradición. Nuestra versión 14 sólo ha olvidado algunos detalles del pacto con el diablo. La mayoría de las versiones, particularmente las que llegan a ser consideradas como cantos o fórmulas doctrinales, omiten por completo el cuento preliminar del pacto con el diablo. De este carácter son todas las versiones latinas, todas las cuarenta y una versiones inglesas, y todas las treinta y una versiones germánicas continentales de nuestra bibliografía. El cuento preliminar se halla principalmente en las versiones románicas. En las versiones españolas y portuguesas hallamos tres formas diferentes de la tradición, tres desarrollos distintos: versiones que documentan la antigua tradición pelvi en forma moderna, con el cuento preliminar del pacto con el diablo y la recitación de las doce palabras retorneadas por el santo que responde por otro, como las versiones españolas peninsulares de Belorado y de Pinilla, Espinosa, Castilla 457, las versiones gallegas de TSPAE VIII, 3-4, 17-21, la nuevomejicana de Espinosa SFNM 50, la chilena de Laval, Cuentos 43, y la portuguesa de Archivio II, 100-103; versiones que apenas conservan rastros del pacto con el diablo y empiezan en seguida con la recitación de las doce palabras retorneadas, como nuestra versión 14 y Arellano 139; y versiones que sólo conservan, como las latinas, inglesas y germánicas peninsulares, el canto, oración o conjuro de las doce palabras. Como conjuro es especialmente popular en la tradición hispánica y ya en el siglo XVI la bruja portuguesa Anna Martins nos ofrece su famoso conjuro de las doce palabras, Romania III, 272-274. Hay algunas versiones que merecen atención especial. En Asturias existe la creencia de que es necesario saber las
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
doce palabras retorneadas, porque cuando se muere una persona, su alma tiene que pasar por un puente sobre el cual está esperando el diablo para hacer las preguntas. Véase la versión de Ampudia FA 103-104. En las famosas versiones llamadas Oración de San Custodio o San Cipriano, de la tradición hispánica, el diablo también hace las preguntas al santo. Ya veremos que todas estas preguntas del diablo tienen una relación directa con las del hechicero del cuento primitivo pelvi. Pero de todas las versiones hispánicas modernas, la más extraordinaria es sin duda la de Pautelo, Aleiva, recogida por don Aníbal Otero y que debo a la amabilidad de don Ramón Menéndez Pidal. Es una curiosa combinación del tema de la leyenda de Don Juan con el cuento europeo primitivo de las doce palabras retorneadas. Es un ejemplo muy notable de lo que la imaginación popular puede desarrollar a base de dos tradiciones enteramente distintas en su origen, pero que ofrecen algunos detalles semejantes. Transcribo todo el cuento preliminar adaptado de la leyenda del Burlador y omito las doce palabras. Yendo por un camino tres jóvenes encontraron una calavera. Uno de ellos, dándole un puntapié, la invitó a cenar. La calavera acudió a la cita, llamando a la puerta cuando el mozo cerraba, pero éste, aterrorizado, no quiso abrirle. Ella le invitó entonces para un fúnebre lugar de un monte cercano. Al día siguiente, el mozo se confesó. El cura le dijo que a la cita no podía faltar, y llenándole de reliquias se despidió de él. Se marchó el joven para el lugar de la cita, y cuando llegó se le echó encima el espacio oscurecido y sintió pasar grandes exhalaciones. Tuvo miedo y exclamó: —Las trece palabras de San Juan Retornado (¿las trece palabras retorneadas de San Juan?) me valgan! —Si las sabes, bien te irá —dijo una voz desde la entraña de las tinieblas—. Y añadió en seguida: —Amigo mío, dime la una. —Amigo tuyo, no; siervo de Dios, sí. La una te diré, que yo bien la sé. La una es más claro el sol que la luna, etc. Termina la versión así: —Amigo tuyo, no; siervo de Dios, sí. Las trece te diré, que yo bien las sé. Las trece reíñas (rayos en otras versiones) del sol. ¡Que reviente el demonio mayor e todos cuantos trai o redor! Hay que notar que algunas versiones como ésta llevan trece números, y que, frecuentemente, el número trece, cuando lo hay, significa el diablo. Para el estudio actual de nuestro cuento he examinado, como ya queda dicho, todas aquellas versiones de nuestro cuento que son bastante completas para los estudios comparativos y que pertenecen propiamente al tema fundamental y primitivo del cuento oriental de carácter religioso y doctrinal. El total de las versiones estudiadas es doscientas veintiuna: una versión pelvi, la más antigua de
todas; una versión pali, que representa la filosofía y religión budistas; una versión kirgisa de carácter mahometano; una versión judía, la versión oficial de la obra rabínica Sepher Haggadah; doscientas dos de la tradición moderna de Europa y América; doce versiones latinas medievales, conservadas en manuscritos de los siglos XVI en adelante, y tres de época posterior. Las doscientas dos versiones de la tradición oral moderna de Europa y América tienen la siguiente distribución geográfica: hispánicas de España y América, 75; italianas, 28; francesas (van incluidas algunas bretonas, valonas y vascuences), 16; inglesas, 41; germánicas continentales, 31; rumanas, 4; griegas, 4; rusas, 2; judía, 1. Las versiones hispánicas son las siguientes: Treinta y siete versiones españolas peninsulares: Cuentos 14; Ampudia FA 103-105 (dos versiones); Archivio II, 104-106 (dos versiones andaluzas); BTPE II, 180-182 (dos versiones); Durán 1323; Espinosa, Castilla 457, 458, 459, 460; Hergueta y Martín 199-201, 221222; Sánchez Pérez 30; Schindler 244, 345, 479, 660, y Romances 95; TSPAE VIII, 3-4, 16-24 (ocho versiones gallegas); Vergara Martín 165-168, 181-183, 224-225; una versión de Belorado, Burgos, recogida por la señora Aitken, de Londres; cinco versiones de diversas partes de España, que debo a la amabilidad de don Ramón Menéndez Pidal, una de ellas la extraordinaria versión que se halla mezclada con la leyenda del Burlador, ya mencionada. Quince versiones hispanoamericanas de Argentina, Chile, Nuevo Méjico y Puerto Rico: Arellano 139; Carrizo I, 278, 278A; Carrizo, Catamarca 1457; Espinosa, en Vicuña Cifuentes 148-149; Espinosa SFNM 50, 51; Laval, Carahue I, 33-38, Cuentos 43, Oraciones 169-173 (tres versiones); Mason-Espinosa PRF IV, 29; RCHG LX, 100102; Vicuña Cifuentes 133-136. Diecinueve versiones portuguesas: Archivio II, 100103, X, 512-514 (dos versiones), XIV, 183; Cardoso-Pinto II, 159-164; RL 1, 246-249 (tres versiones), X, 107-110, XI, 164-166, XVI, 282-284, XVIII, 287-288, XX, 30-32; Lopes Dias 131-136; Martins 71; Romania III, 270-274 (tres versiones, una de ellas la de la bruja Anna Martins, del siglo XVI); la versión del soldado que usaba la baraja para oír misa, ZVFV XI, 384-385. Cuatro versiones catalanas: Camps y Mercadal 243; Milá y Fontanals, Romancerillo 52; Pelay Briz III, 5-8; una versión de Mallorca, que debo a la amabilidad de mi fallecido amigo don Antonio María Alcover. Los rasgos característicos de las diferentes versiones de los diversos grupos raciales y lingüísticos de Europa dentro
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I. CUENTOS DE ADIVINANZAS
de las doscientas dos versiones que podemos llamar europeas y cristianas quedarán establecidos cuando examinemos los detalles de las diferentes preguntas y respuestas de las doce palabras retorneadas de cada agrupación. Estudiemos ahora los orígenes y desarrollo del cuento en la tradición oriental. El distinguido folklorista italiano Stanislao Prati fue el primero que estudió las versiones europeas modernas. Todas las versiones por él estudiadas, algunas recogidas por él mismo y otras reunidas de varias publicaciones, se hallan en los tomos X, XI, XII, XIII, XIV y XV del Archivio. El valor de la obra de Prati, sin embargo, se halla principalmente en los materiales bibliográficos que ha reunido, y no en sus conclusiones. Hay dos errores fundamentales en su estudio: estudia con demasiada atención el cuento preliminar del pacto con el diablo, tratando de relacionarlo con el episodio del pacto con el diablo que se halla en numerosos cuentos de procedencia enteramente distinta, y, en segundo lugar, no ha observado que se trata de una leyenda de carácter fundamentalmente religioso y didáctico, y que los cambios que poco a poco se van desarrollando en cada una de las respuestas del cuento doctrinal son debidas, sencillamente, a la religión o filosofía de cada región o pueblo. Partiendo de estos dos errores fundamentales, Prati llega a la absurda conclusión de hallar el origen de nuestro cuento en el mito de Edipo y la Esfinge. El primero que sugirió el verdadero origen de nuestro cuento fue el sabio alemán Reinhold Köhler en ZDMG XXIX, 633-636, Kleinere Schriften III, 365-371. Köhler busca el origen de nuestro cuento en el antiguo cuento pelvi de Gôsht-i Fryânô, que viene, al parecer, de fuentes antesasánicas, porque está ya mencionado en antiguos textos zendos. El texto del cuento pelvi de Gôsht-i Fryânô se halla en Book of Arda Viraf 249-266. Este cuento pelvi es el más antiguo de nuestra tradición que conocemos, y yo lo considero una de las versiones primitivas y fundamentales del cuento religioso y doctrinal de los números, que ha llegado a hacerse tas popular en todas partes del mundo occidental. Transcribiré sus detalles más importantes. Cierto hechicero llamado Akht llega en una ocasión a la ciudad de los adivinadores de enigmas y amenaza con la muerte a todos los que no puedan resolver sus adivinanzas. Entre los adivinadores hay uno, llamado Gôsht-i Fryânô, que, según noticias, puede resolver todos los enigmas que le proponen. El hechicero Akht le halla y le hace treinta y tres preguntas de carácter enigmático, y a todas ellas Gôsht-i Fryânô responde correctamente. Entonces Gôsht-i Fryânô
le propone él mismo tres enigmas al hechicero. Akht, para contestar correctamente, busca la ayuda del jefe de los demonios, Akharman, pero no puede de ninguna manera resolver los enigmas, y al volver al infierno Gôsht-i Fryânô le mata. Hasta aquí, el antiguo cuento pelvi encierra los detalles fundamentales de la primera parte de nuestro cuento: el hechicero o diablo que primeramente tiene el atrevimiento de proponer los enigmas o hacer preguntas, y que pierde la lucha porque su adversario puede responder correctamente a sus enigmas o preguntas; el personaje que no pudiendo resolver los enigmas busca la ayuda de otro. Pero esto no es todo. El enigma número 13 de los 33 que el hechicero Akht propone a Gôsht-i Fryânô contiene en realidad diez preguntas, y estas diez preguntas son el verdadero origen, una de las versiones primitivas, de las doce palabras retorneadas de la segunda parte de nuestro cuento, o sea el popularísimo canto religioso y doctrinal de los números de la tradición europea, pagana, judía, cristiana. etc. Estas diez preguntas, con sus respuestas unidas a los otros detalles del cuento arriba mencionado, forman la tradición primitiva que dio origen al cuento europeo completo del pacto con el diablo y las doce palabras retorneadas. Y tan segura es la relación entre las diez preguntas del enigma número 13 del cuento de Gôsht-i Fryânô con las de las versiones subsiguientes de Oriente y con las modernas de Europa, que algunas de ellas son las mismas a través de muchos siglos y a pesar de cambios importantes debidos a diferencias de religión y cultura. La respuesta sol para 1 ó 2, los cuatro elementos para 4, por ejemplo, permanecen hasta en las versiones cristianas modernas de Italia y España, a veces el sol y la luna, o corre más el sol que la luna, en las versiones españolas del número 1 para la rima. En las versiones italianas el sol y la luna se hallan para número 2 en trece versiones, o sea en el 46% de las veintiocho versiones. Examinaremos ahora los detalles de las preguntas mismas, la segunda parte del cuento pelvi y del cuento moderno, para que se vea claramente la relación directa que existe entre todas ellas. Una vez considerada esta parte del cuento como documento religioso y doctrinal, los cambios que poco a poco se van introduciendo en la versión tradicional son debidos a las diferencias religiosas y culturales de los pueblos diferentes que la conservan. Las diez preguntas y respuestas del enigma 13 del cuento pelvi de Gôsht-i Fryânô son las siguientes: —¿Qué es uno? —El buen sol que alumbra todo el mundo.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
—¿Qué son dos? —El inspirar y el espirar. —¿Qué son tres? —Los buenos pensamientos, las buenas palabras y las buenas obras. —¿Qué son cuatro? —El agua, al tierra, los árboles y los animales. (Estos son los cuatro elementos de otras versiones, incluso algunas modernas.). —¿Qué son cinco? —Los cinco reyes persas: Kai-Kabad, Kai-Khusrov, KaiLorasp y Kai-Gushtasp. —¿Qué son seis? —Las seis fiestas de los Gahanbars. —¿Qué son siete? —Los siete arcángeles. —¿Qué son ocho? —Las ocho buenas famas o leyendas. —¿Qué son nueve? —Las nueve aberturas del cuerpo. —¿Qué son diez? —Los diez dedos de las manos. Esta forma antigua pelvi, que seguramente es una de las primitivas y originales del canto u oración religioso y doctrinal de los números, es, desde luego, una forma zoroástrica de carácter definitivamente doctrinal. La serie de preguntas y respuestas era seguramente una parte de las doctrinas religiosas que predicaban y enseñaban los sacerdotes de la religión y filosofía de Zoroastro. El canto doctrinal de los números se extiende pronto por otras partes de Oriente. Lo hallamos también en otra versión antiquísima, una de carácter budista que se halla en la cuarta sección del texto pali Khuddaka Pátha, uno de los textos más importantes de las escrituras budistas. Véase JRAS, IV, 311-312. Las diez preguntas no forman parte de cuento alguno. Se titulan «Las preguntas del novicio» y son de carácter rigurosamente doctrinal. Las preguntas y respuestas son las siguientes: —¿Cuál es el principio de la vida? —La comida. —¿Qué son dos? —La esencia y la forma. —¿Qué son tres? —Las tres sensaciones. —¿Qué son cuatro? —Las cuatro grandes verdades del budismo. —¿Qué son cinco? —Los cinco elementos de la existencia.
—¿Qué son seis? —Los seis órganos del sentido. —¿Qué son siete? —Los siete ramos del saber. —¿Qué son ocho? —El camino octo-múltiple de Nirvana. —¿Qué son nueve? —Las nueve moradas de los seres razonadores. —¿Qué son diez? —Las diez formas de la santidad. Esta forma budista es ya el canto religioso y doctrinal propiamente dicho, y puede compararse en este respecto a las formas doctrinales modernas que se han convertido en oraciones, cantos o conjuros. Casi tan importante como las dos versiones antiguas, por ser la más vieja de las modernas, y tal vez una versión de otras que han servido de eslabón entre Oriente y Occidente en la cadena tradicional del cuento, es la versión kirgisa de Radloff I, iii, 780-802. Es una preciosa versión seguramente de origen arábigo de la misma tradición zoroástrica y budista ya documentada. Se trata de un cuento completo semejante al cuento pelvi primitivo, y que contiene también el elemento del diablo amenazador. El profeta mahometano Aesrät Alí es llevado por una calandria a una ciudad de infieles. Mulla, el infiel, le hace diez preguntas, y le amenaza con la muerte si no puede responder correctamente. Alí responde con acierto, y por su parte propone tres preguntas a Mulla. Mulla responde acertadamente y abraza el islamismo. Las diez preguntas y respuestas de Mulla son: —¿Qué es uno y no es dos? ¿Qué quiero yo decir? —Uno es Dios. —¿Qué son dos y no tres? ¿Qué quiero yo decir? —Dos son el sol y la luna. —¿Qué son tres y no cuatro? ¿Qué quiero yo decir? —Tres son el «oturashyp». —¿Qué son cuatro y no cinco? ¿Qué quiero yo decir? —Cuatro son los cuatro califas: Omar, Osmán, Hasret Alí y Abu Bekr. —¿Qué son cinco y no seis? ¿Qué quiero yo decir? —Cinco son las cinco oraciones con sus abluciones. —¿Qué son seis y no siete? ¿Qué quiero yo decir? —Seis son las seis palabras del imán de Dios. —¿Qué son siete y no ocho? ¿Qué quiero yo decir? —Siete son los siete infiernos. —¿Qué son ocho y no nueve? ¿Qué quiero yo decir? —Ocho son los ocho paraísos. —¿Qué son nueve y no diez? ¿Qué quiero yo decir?
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I. CUENTOS DE ADIVINANZAS
—Nueve son los nueve hijos del profeta. —¿Qué son diez y no once? ¿Qué quiero yo decir? —Diez son los diez meses de la preñez. Siendo la primera parte de este cuento tan semejante al principio del de Gôsht-i Fryânô y teniendo las preguntas y respuestas un carácter tan rigurosamente doctrinal, podemos estar seguras de que la forma kirgisa es una versión islámica de la antigua zoroástrica como la otra budista. Y si nos detenemos por unos momentos a examinar cada una de las preguntas y respuestas que explican las doctrinas religiosas de cada religión observamos que, a pesar de las notables diferencias, todavía quedan en las versiones modernas de Europa rasgos notables de las antiguas. En la versión primitiva pelvi el número 1 es el sol que alumbra todo el mundo. En la versión islámica tenemos el sol y la luna para el número 2, y esto ocurre en trece, o sea el 46% de las versiones italianas modernas, como ya queda dicho. En las versiones españolas tenemos el sol y la luna en trece versiones, 25%, pero para número 1. En la versión islámica tenemos ya a Dios para número 1, que es lo general en las versiones modernas, salvo en las españolas, que ponen a la Virgen en la mayoría de los casos, Dios, 28%; Virgen, 43%. Los cuatro evangelistas de las versiones cristianas son los cinco reyes persas de la versión pelvi y los cuatro califas de la islámica. La versión árabe moderna documentada por Bolte, ZVFV XI, 406, está ya muy apartada de la kirgisa de Radloff y contiene elementos de diversas procedencias, pero pertenece sin duda a la tradición oriental que estudiamos. Existe también una preciosa versión judaica de nuestra tradición y ahora por lo menos es oficial y forma parte del rito de la Pascua. Se halla en la obra rabínica Sepher Haggadah, o Libro de la Narración, y lleva el título de Ehad mi yodea. Véase Jewish Encyclopedia, sub voce. En BHisp IX, 279-280 se publica una versión de los judíos españoles de Saint Esprit, Francia, igual a la oficial judaica, excepto en dos preguntas: 2, Moche y Aarón; 11, Los once hijos de Jacob. Es, al parecer, una versión moderna y popularizada de la oficial judaica y no antigua. Véase también Fromman VI, 224-225. Según las opiniones más autorizadas, la versión oficial judaica no se halla en ningún manuscrito de la Haggadah anterior al siglo XVI, y algunos creen que es una adición de los judíos alemanes del siglo XVII o más tarde. Para la última opinión no hay pruebas algunas. Yo creo que la versión judaica es anterior a las cristianas y tal vez en muchos siglos. Los judíos del siglo XVII han podido añadir al rito de la Pascua un canto doctrinal ya muy antiguo en sus tradiciones. Las versiones latinas medievales de que hablamos más adelante son muy semejantes a la oficial judaica y es muy probable que algunas de las primeras versiones latinas y cristianas de
los primeros siglos de la Era cristiana hayan ido formadas a base de algunas tradicionales judaicas, y empleadas por los primeros misioneros cristianos precisamente para contraponerlas a las judaicas. La versión judaica es sólo un canto doctrinal de preguntas y respuestas, como en todas las versiones inglesas y germánicas continentales. Tiene trece preguntas y respuestas. —Uno. ¿Quién sabe? —Uno. Yo sé: Uno es nuestro Dios del Cielo y de la Tierra. —Dos. ¿Quién sabe? —Dos. Yo sé: Las dos tablas de la ley. Uno. Yo sé: Uno es nuestro Dios del Cielo y de la Tierra. —Tres. ¿Quién sabe? —Tres. Yo sé: Los tres patriarcas: Abraham, Jacob, Isaac. Dos. Yo sé: Las dos tablas de la ley. Uno. Yo sé: Uno es nuestro Dios del Cielo y de la Tierra. —Cuatro. ¿Quién sabe? —Cuatro. Yo sé: Las cuatro madres de Israel: Sara, Rebeca, Raquel, Lía. Tres. Yo sé: etc. —Cinco. ¿Quién sabe? —Cinco. Yo sé: Los cinco libros de Moisés. Etc. —Seis. ¿Quién sabe? —Seis. Yo sé: Los seis libros del Mishnah. Etc. —Siete. ¿Quién sabe? —Siete. Yo sé: Los siete días de la semana. Etc. —Ocho. ¿Quién sabe? —Ocho. Yo sé: Los ocho días de la circuncisión. Etc. —Nueve. ¿Quién sabe? —Nueve. Yo sé: Los nueve meses de la preñez. Etc. —Diez. ¿Quién sabe? —Diez. Yo sé: Los diez mandamientos. Etc. —Once. ¿Quién sabe? —Once. Yo sé: Las once estrellas de José. (Génesis XXXVI, 9.) Etc. —Doce. ¿Quién sabe? —Doce. Yo sé: Las doce tribus de Israel. Etc. —Trece. ¿Quién sabe? —Trece. Yo sé: Los trece atributos de Dios. Etc. Las respuestas 1, 2, 10, se hallan en la mayoría de las versiones cristianas, y 3, 5, 7 en muchas de ellas. Las versiones cristianas no vienen de las judaicas, pero han sufrido su influencia, como ya queda dicho, por medio de las primeras versiones latinas cristianas que han podido formarse a base de algunas tradicionales judaicas al lado de otras populares cristianas de origen tan antiguo como las judaicas mismas. Las versiones cristianas se remontan, como las judaicas, a tradiciones orientales antiguas, y como
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
en otros cuentos europeos de origen oriental, no ha habido en el caso, de que se trata interrupción alguna en la cadena de tradiciones que ha llevado desde la India antigua hasta la Europa moderna este bello canto o cuento doctrinal, que en todas sus formas nos revela la historia de la cultura religiosa de cada uno de los pueblos por donde ha pasado. Tenemos también versiones latinas cristianas desarrolladas de las antiguas versiones orientales, particularmente las formas judías e islámicas. Las versiones latinas que escogernos para nuestro estudio están directamente relacionadas con las judías e islámicas, pero contienen elementos sacados del simbolismo teológico de los números desarrollado en la Edad Media. En los primeros siglos de la Edad Media existían ya seguramente series de números de carácter doctrinal basadas en el simbolismo cristiano de los números. Pero por influencia de las series doctrinales tradicionales judías e islámicas y otras de origen oriental, y también por influencia de las series tradicionales de carácter pagano europeo, como las druídicas y escandinavas, Barzaz Breiz 1-18, Abbot 331-333, Haltrich 33, Meier 83, se desarrollaron versiones latinas cristianas. No es siempre fácil distinguir entre las versiones latinas que pertenecen propiamente a las tradiciones orientales y las europeas paganas o cristianas de simbolismo medieval. Hay algunas que llevan elementos de las tres fuentes distintas. Las cristianas sacadas del simbolismo cristiano de los números, pero de origen europeo independiente, son las más difíciles de definir. Algunas hay que llevan hasta veinte, treinta o más números, y a veces llevan dos o más respuestas para cada número. En The New Scholasticism V, 148-150, se documenta una de estas series de números simbólicos medievales, que empieza así: Capitula libri primi: Unus Deus, unus Dominus, una fides, unum baptisma. Capitula libri secundi: De duobus testamentis, de gemino motu dilectionis, de fide et opere, de munditia et scientia, de conscientia et fama, de dextra et sinistra, de rege et sacerdote, de duobus gladiis, de duabus clavibus, de duadus stolis. Capitula libri tertii: De tribus personis in trinitate, de tribus substantiis in Christo, de fide, spe et caritate, etc. Etcétera. Las versiones latinas populares, sin embargo, muy pronto se apartaron de las series largas de respuestas múltiples, y por las influencias ya indicadas se crearon versiones semejantes a las orientales que existieron al lado de las de origen oriental directo. De un gran número de versiones latinas de la Edad Media y de los siglos XVI y XVII he escogido quince que pertenecen propiamente a nuestra
tradición oriental. Tres de ellas llevan más de doce números, y una de ellas, Sancta Melitonis Clavis, lleva respuestas múltiples. Para nuestro estudio escojo de aquéllas sólo los primeros doce números, y de éstos sólo la respuesta primera de cada número. Nuestras quince versiones latinas completas son las siguientes: Versión de San Euquerio, Formularun Spiritalis Intelligentiae I, xi, Migne, Patrología L, 769-772; versión de Bridferti Glossae, Migne, Patrología XC, 693-695; versión de Rabano Mauro, Migne, Patrología CXI, 489-495; dos versiones medievales documentadas por Villemarqué, Barzaz Breiz 16-17; versión de Elinius, JAFL IV, 218-219; versión del siglo XVI, Erk-Böhme III, 830; Sancta Melitonis Clavis, Archivio XIII, 585-587; tres versiones de principios del siglo XVII, documentadas en Dania II, 196, y por Feilberg y Bolte, ZVFV IV, 251, XI, 385, 398; una de fecha incierta, documentada en Notes and Queries IV, II, 557, y dos modernas de España, Hergueta y Martín 201-202. Como ejemplo de una de las formas que creo más antiguas en Europa, por lo menos en las respuestas, ya que la forma primitiva de preguntas y respuestas con las repeticiones tradicionales ha sido olvidada en un canto doctrinal estudiantil, daré la versión del siglo XVII, documentada por Feilberg en ZVFV IV, 251: 1. Adam est primus homo 2. Duo sunt testamenta 3. Tres sunt patriarchae 4. Quattuor elementa 5. Quinque libri Moyses 6. Sex alas habent cherubim 7. Septem voces musicales 8. Octo partes orationes 9. Novem chori angelorum 10. Decem instrumenta Davidis 11. Undecim discipuli 12. Modi sunt duodecim Euouae, laudate pueri dominum, laudate nomen domini, magnificat anima mea dominum. La versión del siglo XVI de Coussemaker, Erk-Böhme III, 830, sin embargo, aunque ya de carácter definitivamente cristiano en las respuestas, tiene ya la forma tradicional con las respuestas y preguntas y las repeticiones del antiguo cuento y de las versiones modernas, canto o cuento:
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1. Dic mihi quid est unus? Unus est Deus, qui regnat in coelis.
I. CUENTOS DE ADIVINANZAS
2. Dic mihi: quid sunt duo? Duo sunt testamenta, unus est Deus, qui regnat in coelis. 3. Dic mihi: quid sunt tres? Tres sunt patriarchae, duo sunt testamenta, unus est Deus, qui regnat in coelis. 4. Dic mihi: quid sunt quattuor? Quattuor evangelistae, tres sunt patriarchae, duo sunt testamenta, unus est Deus, qui regnat in coelis. 5. Dic mihi: quid sunt quinque? Quinque libri Moisis, quattuor evangelistae, etc. 6. Die mihi: quid sunt sex? Sex sunt hydriae positae in Cana Galileae, quinque libri Moisis, etc. 7. Dic mihi: quid sunt septem? Septem sacramenta, sex hydriae, etc. 8. Dic mihi: quid sunt octo? Octo beatitudines, septem sacramenta, etc. 9. Dic mihi: quid sunt novem? Novem angelorum chori, octo beatitudines, etc. 10. Dic mihi: quid sunt decem? Decem mandata Dei, novem angelorum chori, etc. 11. Dic mihi: quid sunt undecim? Undecim stellae a Josepho visae, decem mandata Dei, etc. 12. Dic mihi: quid duodecim? Duodecim apostoli, undecim stellae a Josepho visae, decem mandata Dei, novem angelorum chori, octo beatitudines, septem sacramenta, sex sunt hydriae positae in Cana Galileae, quinque libri Moisis,
quattuor evangelistae, tres sunt patriarchae, duo sunt testamenta, unus est Deus, qui regnat in coelis. Volvamos ahora nuestra atención a las versiones modernas. Las completas o bastante completas y que pertenecen propiamente a la tradición del cuento doctrinal que hemos escogido para nuestro estudio son, como ya queda dicho antes, doscientas dos: cincuenta y dos españolas de España y América, cuatro catalanas, diecinueve portuguesas, veintiocho italianas, dieciséis francesas, treinta y una germánicas continentales, cuarenta y una inglesas, cuatro rumanas, cuatro griegas, dos rusas y una judía. En su relación con la tradición primitiva del cuento pelvi y la versión moderna islámica ya estudiadas, las versiones se dividen, desde luego, en dos grupos distintos: las versiones que conservan las dos partes del cuento primitivo, el cuento preliminar de las amenazas del demonio o hechicero con el pacto de las versiones modernas, y la serie de números de carácter doctrinal; y, por otra parte, las que no conservan rastro alguno del cuento preliminar y sólo conservan el canto, oración, conjuro o juego de los números, pero siempre de carácter rigurosamente religioso y doctrinal. Entre estos dos grupos hay versiones que conservan en el canto, oración o conjuro rastros evidentes del antiguo cuento, añadiendo al fin el número trece, que es el diablo, o bien siendo el canto, oración o conjuro un diálogo entre dos personas, el diablo y algún santo, confundiendo el santo al diablo. Para nuestros fines actuales clasificaremos estas versiones con las que contienen el canto, oración o conjuro sólo. De las doscientas dos versiones, sólo veintisiete, o sea el 13% de las versiones, contienen el cuento preliminar de las amenazas del diablo o el pacto con él. Es de notar que estas versiones son casi todas españolas e italianas. De las cincuenta y dos versiones españolas, trece, o sea el 25%, contienen el cuento preliminar; de las veintiocho versiones italianas, diez, o sea el 36%, contienen el cuento preliminar. Las cuatro versiones restantes que lo contienen son dos francesas y dos portuguesas. En las versiones germánicas continentales, inglesas, rumanas, etc., no hay ya rastros del cuento preliminar. Las versiones germánicas e inglesas son siempre cantos religiosos y doctrinales, que se cantan por dos o más personas, cantando unos las preguntas y otros las respuestas, como se canta en la sinagoga la versión judaica ritual. La tradición completa del cuento antiguo pelvi se conserva, por consiguiente, en Europa sólo en las versiones románicas, principalmente en España e Italia. Las versiones latinas también documentan sólo el canto de los números.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Establecida ya la relación entre las versiones antiguas orientales y las modernas en cuanto a su carácter general, estudiemos ahora detalladamente las preguntas y respuestas de las versiones modernas, o sea la última parte del cuento antiguo y moderno, o canto, oración o conjuro de los números. Para mayor claridad llamaremos al canto de los números, sencillamente, «Las doce palabras», por más que haya versión excepcional que nos ofrece hasta quince o más números. De nuestras doscientas dos versiones, treinta y tres, o sea el 16% llevan trece o más números. Entre unas y otras, las doscientas dos versiones de la tradición moderna dan una de las siguientes respuestas o palabras para cada uno de los números indicados (el número de la pregunta y respuesta): 1. Dios, Cristo, Niño Jesús, Virgen, Virgen Pura, Santa Casa de Jerusalén, sol, sol y luna, corre más el sol que la luna, hora en que nació Dios. 2. Las dos tablas de Moisés, las dos piedras, los dos testamentos, el sol y la luna, la Virgen, las dos palabras justas, el Niño Jesús y su cuna, las llaves de oro del cielo, Jesús y su Pasión, el alma y el cuerpo, Cristo y la Iglesia, Marta y María, Raquel y Lía, los dos niños blancos como lirios (Jesús y San Juan), los buenos y los malos, los dos misterios de la fe, la segunda persona de la Santísima Trinidad, el Padre y el Hijo, las dos naturalezas de Cristo, los dos altares de Jerusalén, Jesús y la Virgen, la Madre de Dios, el Niño Jesús, Noé, bendecir y maldecir. 3. Las tres personas de la Santísima Trinidad, los tres patriarcas (Abraham, Isaac y Jacob), las tres Marías (las tres Marías del Evangelio o las tres estrellas que popularmente llevan este nombre), los tres Reyes Magos, los tres clavos del Señor, los tres profetas, los predicadores, los extranjeros, los tres pies del trípode, las tres que brillan (las tres Marías), tres vírgenes, la Pasión, Entierro y Resurrección del Señor, las tres virtudes teologales, las fiestas del Señor, los evangelistas, la tercera persona de la Santísima Trinidad, las tres puertas de París. 4. Los cuatro evangelistas, los cuatro evangelios, los cuatro elementos, las cuatro virtudes cardinales, las cuatro plagas del mundo, las cuatro naves, los cuatro novísimos o postrimerías del hombre, las cuatro madres de Israel (Sara, Rebeca, Raquel y Lía), las cuatro candelas que velan el cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo, los cuatro ángeles, los cuatro patriarcas, las cuatro columnas del mundo (¿evangelistas?). 5. Las cinco llagas, los cinco libros de Moisés, los libros de la ley, los cinco pecados mortales, las cinco legiones de ángeles, los cinco puntos del desierto, los cinco mandamientos de la Iglesia, los dedos de la mano, los cinco coros de vírgenes, las cinco vírgenes prudentes,
las cinco vírgenes necias, los cinco sentidos, los gozos de Cristo, las cúpulas de la Iglesia, las cinco peticiones, las cinco luces o cirios, los evangelistas, los cinco salmos, a los pies de David, los cinco cantos, el barquero, los símbolos de la puerta (¿cruz?), los cinco Preci-Domini, la luna, los cinco maromeros. 6. Los seis cirios o candeleros que velan el cuerpo de Jesús o velan en el templo de Jerusalén, las seis hidrias (de las bodas de Caná), los seis gallos que cantan en Galilea, las seis luces o lámparas, los seis enviados, la mitad de doce, las seis bienaventuranzas, las seis angustias, las estrellas, las edades del mundo, los seis libros del Mishnah, las seis alas de los querubines, los seis días de la Creación, las horas de la cruz, los mandamientos de la Iglesia, los días de trabajo, las seis mozas alegres (¿vírgenes prudentes?), las seis vírgenes blancas como lirios, los seis mandamientos de la caridad, los evangelistas, los seis accidentes, las seis lunas del templo, las misas del Señor, las seis órdenes o profesiones, los seis opposidei, las aguas cantantes, los ángeles con seis alas, esposité, seis lirios de la Virgen. 7. Los siete sacramentos, los siete dolores, los dones del Espíritu Santo, las siete estrellas, las siete que brillan o cabrillas, los siete enviados, los siete cirios o candeleros, las siete lámparas de oro, los siete gallos que cantan, los siete salmos, las siete fortunas, los siete pecados mortales, los siete misterios divinos, los siete misterios cristianos, los siete concilios, los días de la semana, el baile de las siete vírgenes, las siete virtudes, los siete discípulos, los siete coros o siete coros de ángeles, los siete cielos, los siete gozos, los siete gozos de la Virgen, los siete gozos de San José, las siete bellas artes, las peticiones del Padre Nuestro, las siete palabras de muerte, el domingo, las siete mujeres santas, las siete misas. 8. Las ocho bienaventuranzas, los ocho coros, los ocho cuerpos santos, las ocho almas juntas o los ocho hallados en el arca de Noé, las ocho estrellas, las ocho puertas de París, las ocho mil puertas de París, las ocho puertas de Roma, las ocho puertas del paraíso, la octava de Cristo, las ocho personas de Jerusalén, los ocho ángeles (¿coros de ángeles?), los ocho días de la circuncisión, los ocho tonos, los ocho días del juicio final y de la resurrección, los ocho ermitaños, los ocho árboles de Jerusalén, los ocho arcángeles, las ocho gracias de Dios, los ocho rayos del sol, los ocho cielos, los ocho gozos, los ocho capellanes, los ocho mártires, los pastores de Galilea. 9. Los nueve coros de ángeles, los nueve meses de la preñez, las nueve puertas de Roma, los nueve mandados de Roma, las nueve órdenes, las nueve calles del paraíso, las nueve horas de los ángeles, los nueve templos de la Santísima Trinidad, las nueve horas del suplicio de Jesús, los nueve
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I. CUENTOS DE ADIVINANZAS
cielos, las nueve musas, los nueve tonos, las nueve que brillan (estrellas), las nueve ofrendas de San José, los nueve cielos, las nueve misas cantadas, las estrellas, los nueve arcángeles, las nueve profesiones, las nueve bienaventuranzas, las nueve témporas, los mandamientos de Roma, los nueve gozos, los nueve leprosos purificados por Jesús, los nueve ángeles, los noventa ángeles, las nueve vírgenes, las nueve coronas de ángeles. 10. Los diez mandamientos, los diez coros, las diez puertas del paraíso, los ángeles, los diez mil caballeros, la décima de Cristo, los diez cori galli. 11. Las once mil vírgenes, las once estrellas de José, los once artículos de la fe, los once discípulos de Cristo, los once que fueron al cielo o los apóstoles fieles, los once arcángeles, las once lámparas, los once rayos de la luna, los once profetas, los once mil mártires, la corona de espinas, las once compañías de los mártires, los once versos que cantan la resurrección final, los once patriarcas, la trasgresión de la ley, los once evangelios, los once santos, María Virgen, los once evangelistas. 12. Los doce apóstoles, las doce tribus de Israel, la corona de doce estrellas de María, los doce meses del año, los doce rayos del sol, los doce rayos de la luna, los doce frutos del Espíritu Santo, los doce reyes de Oriente, Judas, docorum. Hay, desde luego, muchas confusiones, particularmente entre los números 6, 7 y 8, y en algunos casos hay errores evidentes. El estudio especial de cada palabra o respuesta, buscando su explicación en las doctrinas cristianas o en las escrituras sagradas del antiguo y nuevo testamento, no nos pertenece ahora. Casi todas son perfectamente claras y bien conocidas. Las versiones inglesas son las que más se han apartado de la tradición común de la Europa cristiana, debido a cambios fonéticos muy interesantes. Algunas formas perfectamente claras, pero que sufren cambios debidos a las exigencias de la rima, como virginorum por vírgines, patriarqués por patriarcas, etc., no han sido incluidas en nuestras listas cuando las formas originales ya estaban en ellas. Las dos de Noé de 2 es respuesta muy curiosa. Mi distinguido amigo don Antonio María Alcover, que en paz descanse, sugiere que es una alusión a los dos hijos buenos de Noé, Sem y Jafet. En el número 5 hay cuatro palabras o respuestas inexplicables: los cinco a los pies de David, los símbolos de la puerta, el barquero, y los cinco maromeros. Las últimas tres se hallan sólo en las versiones inglesas. Los seis gallos que cantan en Galilea de 6 y que se halla sólo en versiones italianas, diecisiete de veintiocho, o sea el 61%, es igualmente inexplicable. En 8, los ocho cuerpos santos puede referirse a las ocho almas justas o las ocho personas justas del arca de
Noé. Los nueve meses de 9 se refieren generalmente, siempre en las versiones hispánicas, a los nueve meses que la Virgen María llevó al Niño Jesús en su divino vientre. Las once mil vírgenes de 11 es una alusión, al parecer, a la leyenda medieval de Legenda Aurea V, 62-66. Los doce reyes magos de 12 interesa por ser una lección antigua, pues sabido es que en los primeros siglos del Cristianismo los reyes magos eran ya tres, ya cuatro, cinco o seis, y algunas veces hasta doce. Voy a dar ahora los datos sobre las palabras de cada uno de los números en la versión paneuropea tradicional moderna sacados de las doscientas dos versiones ya indicadas al lado de los de la versión panlatina europea y cristiana sacados de quince versiones y de la versión judaica oficial. Creo que estas tres formas han estado en contacto directo y continuo por más de diez siglos y que la judaica oficial, u otra tradicional y popular que ha debido existir en Europa al lado de la oficial, siendo la más antigua de las tres formas, ha dado más de sí y recibido menos de las otras dos. La versión paneuropea moderna, cristiana y tradicional con las variantes indicadas, es, seguramente, una de las versiones que circulaban entre los cristianos de Europa durante los primeros siglos de la Edad Media. La versión panlatina, formada, como ya queda dicho, a base de quince versiones, la creo relacionada directamente con la paneuropea cristiana y tradicional reconstruida de las versiones modernas, pero la separo por ser un tipo literario que ha sido formado, en mi opinión, a base de la versión judaica. Después examinaremos las formas generales de cada región de Europa. La versión judaica oficial y la versión panlatina literaria y cristiana son semejantes en cinco de las palabras, 1, 3, 5, 10 y 11. La panlatina pone naturalmente la Santísima Trinidad como variante de los tres patriarcas en 3, y en 4, 6, 7, 8 y 12 lleva por razones evidentes los cuatro evangelistas, las seis hidrias de Caná, los siete sacramentos, las ocho bienaventuranzas y los doce apóstoles, en vez de las cuatro madres de Israel, los seis libros del Mishnah, los siete días de la semana, los ocho días de la circuncisión y las doce tribus. La versión paneuropea popular y primitiva, sin embargo, se va alejando más y más de la tradición judaica para incluir más elementos distintivamente cristianos y pone además la Santísima Trinidad definitivamente en 3, y las cinco llagas, los seis cirios y las once mil vírgenes en 5, 6 y 11, respectivamente, conservando los elementos cristianos en las variantes de 2, 3, 6. El nuevo elemento de 11 es de origen popular. Pero, a pesar de todo, las versiones paneuropea y judaica son semejantes en cuatro de los doce elementos, 1, 2, 9, 10 y en parte en 3 y 5. La panlatina literaria y la paneuropea popular son idénticas en siete de los doce elementos, 1, 4, 7, 8, 9, 10, 12. Hay además semejanzas en las variantes en 2, 3, 5, 6.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Versión paneuropea popular primitiva,
Versión panlatina primitiva, establecida a base
establecida a base de doscientas dos versiones
de quince versiones
Versión judaica oficial , (Ehad mi yodea)
1. Dios, 141 versiones.
70%
Unus est Deus, 12 versiones.
80%
Dios.
2. Dos tablas de Moisés, 101.
50%
Duo sunt testamenta, 9.
60%
Dos tablas de Moisés.
Dos testamentos, 20.
10%
Duo tabula Moysis, 5.
33%
3. La Santísima Trinidad, 77.
38%
Tres sunt patriarchae, 10.
67%
Los tres patriarcas, 60.
60%
Tres ad Trinitatis Mysterium, 5.
33%
Las tres Marías, 26.
13%
4. Los cuatro evangelistas, 153.
76%
Quattuor evangelistae, 8.
53%
13%
Quattuor evangelia, 5.
33%
5. Las cinco llagas, 115.
57%
Quinque libri Moysis, 11.
73%
5%
Quinque prudentes virgines, 1.
7%
6. Los seis cirios o candeleros, 58.
29%
Sex sunt hydriae posita in Cana
40%
Las hidrias de Caná, 34.
17%
Galileae, 6.
33%
7. Los siete sacramentos, 60.
30%
Septem sacramenta, 4.
27%
17%
Ad septem diem creationis, 3.
20%
Los cuatro evangelios, 26. Los cinco libros de Moisés, 10.
Los tres patriarcas.
Las cuatro madres de Israel. Cinco libros de Moisés. Los seis libros del Mishnah.
Ad sex dies Creationis, 5. Las siete estrellas, 34.
Siete días de la semana.
Los siete gozos, 20.
10%
8. Las ocho bienaventuranzas, 52.
26%
Octo beatitudines, 6.
40%
Los ocho días de la
Los ocho coros, 46.
23%
Ad diem Dominicum Resurrectionis,
20%
circuncisión.
Las ocho almas justas, 26.
13%
9. Los nueve coros de ángeles, 89.
44%
3. Novel angelorum chori, 8.
53%
Los nueve meses de la preñez.
Los nueve meses, 38.
38%
Hora nona Deus emisit spiritum, 4.
27%
10. Los diez mandamientos, 178.
88%
Decem mandata Dei, 13.
87%
Los diez mandamientos.
11. Once mil vírgenes, 103.
51%
Undecim stellae a Josepho visae, 5.
33%
Once estrellas del sueño de
Undecim discipuli, 5.
33%
Duodecim apostoli, 9.
60%
Duodecim articuli fidei, 2.
13%
12. Los doce apóstoles, 156.
77%
Durante los primeros siglos de la era cristiana los misioneros cristianos combatían, como es natural, las doctrinas de las religiones paganas y las judaicas. En las tradiciones judaicas existía ya, según mi opinión, en estos primeros siglos del cristianismo, una versión judaica del canto doctrinal de los números. Los misioneros cristianos que empezaban entonces a formular sus doctrinas para la enseñanza de los conversos, no tuvieron más remedio que adaptar el canto judaico a las doctrinas cristianas. La comparación de las tres versiones fundamentales y primitivas, judaica, cristiana panlatina y cristiana paneuropea y popular, nos lleva a estas conclusiones. Yo no dudo que en los primeros catecismos que los cristianos escribían se hallaban versiones latinas semejantes, si no idénticas, a nuestra panlatina arriba establecida. Y para fines de la Edad Media ya existían las versiones populares cristianas semejantes a nuestra paneuropea primitiva. La de la bruja portuguesa Anna Martins del siglo XVI, Romania III, 273-274, es idéntica a la paneuropea popular en todos los números, excepto 3, 7, 8, es decir, es 75% paneuropea popular primitiva. La excepción de 3 no es
José. Las doce tribus de Israel.
importante porque la versión paneuropea lleva la Santísima Trinidad en el 38% de las versiones y los tres patriarcas en el 30%, que es la respuesta de 3 en la versión de Anna Martins. Hagamos ahora el estudio de las versiones de las importantes regiones raciales de Europa. Las estudiaremos en el orden siguiente, que es el orden de mayor aproximación o semejanza a la versión paneuropea primitiva ya establecida: La versión panportuguesa, que es el 92% paneuropea. La versión pangermánica continental, 83% paneuropea. La versión panfrancesa, 75% paneuropea. La versión panespañola, 58% paneuropea. La versión panitaliana, 58% paneuropea. La versión paninglesa, 42% paneuropea. Las diferencias entre la versión panportuguesa y la panespañola son tan notables que no he tratado ahora de establecer una versión panhispánica primitiva y fundamental. Tampoco establezco tipos fundamentales para los países que nos ofrecen un número de versiones demasiado pequeño. La
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I. CUENTOS DE ADIVINANZAS
versión panportuguesa primitiva y fundamental establecida a base de diecinueve versiones, 92% paneuropea y 50% panlatina, es la siguiente: 11. Dios, 58%; casa santa de Jerusalén, 32%. 12. Dos tablas de Moisés, 95%. 13. La Santísima Trinidad, 68%. 14. Los cuatro evangelistas, 74%. 15. Las cinco llagas, 84%. 16. Los seis cirios o candeleros, 73%. 17. Los siete sacramentos, 58%. 18. Los ocho cuerpos santos (¿almas justas?), 35%; ocho bienaventuranzas, 26%. 19. Nueve coros de ángeles, 35%; nueve meses, 37%. 10. Los diez mandamientos, 100%. 11. Las once mil vírgenes, 89%. 12. Los doce apóstoles, 89%. La versión panportuguesa es, por consiguiente, idéntica a la paneuropea, excepto en un elemento, 8, que lleva las ocho bienaventuranzas de la versión paneuropea sólo en la variante, 26%. La versión pangermánica continental primitiva y fundamental, establecida a base de treinta y una versiones, 83% paneuropea y 75%, panlatina, es la siguiente: 11. Dios, 90%. 12. Dos tablas de Moisés, 71%. 13. Los tres patriarcas, 74%. 14. Los cuatro evangelistas, 94%. 15. Las cinco llagas, 45%; los mandamientos de la Iglesia, 23%; los cinco libros de Moisés, 13%. 16. Las hidrias de Caná, 74%. 17. Los siete sacramentos, 71%. 18. Las ocho bienaventuranzas, 71%. 19. Los nueve coros de ángeles, 81%. 10. Los diez mandamientos, 94%. 11. Las once mil vírgenes, 48%. 12. Los doce apóstoles, 68%. El panlatinismo de la versión pangermánica es muy notable, 75%. De la versión paneuropea contiene diez de los doce elementos, todos menos 3 y 6, 83%, como ya queda dicho. La versión panfrancesa primitiva, 75% paneuropea y la más panlatina de todas, 83%, establecida a base de dieciséis versiones, es la siguiente: 11. Dios, 100%. 12. Los dos testamentos, 50%. 13. Los tres patriarcas, 50%; la Santísima Trinidad, 25%. 14. Los cuatro evangelistas, 87%. 15. Las cinco llagas, 37%; los cinco libros de Moisés, 19%; los gozos de Cristo, las cinco legiones de ángeles, las cinco vírgenes prudentes, 12% cada uno.
16. Las hidrias de Caná, 44%; las seis órdenes, 12%. 17. Los siete sacramentos, 62%. 18. Las ocho bienaventuranzas, 75%. 19. Los nueve coros de ángeles, 69%. 10. Los diez mandamientos, 94%. 11. Las once mil vírgenes, 50%; los once arcángeles, 12%. 12. Los doce apóstoles, 81%. La versión panfrancesa, además de ser la tercera en Europa en su aproximación a la paneuropea primitiva, es la más panlatina de todas, 83%, como ya se ha indicado. Es, además, la única de las formas generales de Europa que lleva los dos testamentos de la versión panlatina en 2. La versión panespañola, 58% paneuropea y 25% panlatina, establecida a base de cincuenta y dos versiones de España y de la América española, es la siguiente: 11. La Virgen (Pura), 43%; Dios, 28%; sol y luna, 25%. 12. Dos tablas de Moisés, 83%. 13. Las tres Marías, 48%; la Santísima Trinidad, 26%. 14. Los cuatro evangelistas, 65%; los cuatro evangelios, 26%. 15. Las cinco llagas, 87%. 16. Los seis cirios o candeleros, 80%. 17. Los siete gozos, 22%; las siete lámparas, 17%; los siete dolores, 15%; los siete sacramentos, 11%; los siete con 11%. 18. Los ocho gozos, 28%; los ocho coros, 26%. 19. Los nueve meses, 63%. 10. Los diez mandamientos, 76%. 11. Las once mil vírgenes, 85%. 12. Los doce apóstoles, 83%. La versión panespañola es ya una de las más independientes en su desarrollo de la tradición de Europa y se aparta notablemente de la versión panlatina y de la versión paneuropea. Es sólo el 25% panlatina y el 58% paneuropea. Ya hemos visto que la panfrancesa es la que más se aproxima a la versión panlatina, 83% panlatina. Además, se aparta notablemente de todas las otras formas fundamentales de Europa en 1, 3, 8 y 9, con los nuevos elementos, la Virgen, las tres Marías (las del Evangelio o las tres estrellas de este nombre en la tradición española), los ocho gozos o coros y los nueve meses, respectivamente, en vez de los usuales, Dios, la Santísima Trinidad, las ocho bienaventuranzas y los nueve coros de ángeles. En número 7 ningún elemento se halla en más del 22% de las versiones. Es de notar, además, que la versión panespañola lleva el sol, la luna o corre más el sol que la luna en trece de las versiones, principalmente en versiones gallegas, o sea en el 25% de ellas, para el número 1, rasgo característico de la primitiva versión pelvi de
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
carácter zoroástrico del cuento antiguo de Gôsht-i Fryânô. El llevar a la Virgen parar en el 43% de las cincuenta y dos versiones y a Dios en sólo el 28%, demuestra, al parecer, que los católicos españoles le rinden mayor culto a la Madre de Dios que a Dios mismo. Por este mismo motivo tal vez hallamos para 9 los nueve meses que el Niño Jesús estuvo en el vientre de la Virgen María en el 63% de las versiones. La versión panitaliana, 58% paneuropea como la española, y 50% panlatina, establecida a base de veintiocho versiones, es la siguiente: 11. Dios, 90%. 12. El sol y la luna, 46%; dos tablas de Moisés, 28%. 13. Los tres patriarcas, 46%; tres Reyes Magos, 28%; la Santísima Trinidad, 14%. 14. Los cuatro evangelistas, 93%. 15. Las cinco llagas, 86%. 16. Los seis gallos que cantan en Galilea, 61%; los seis cirios o candeleros, 18%. 17. Los siete dones del Espíritu Santo, 22%; los siete dolores, 18%; los siete gozos, 18%. 18. Las ocho almas justas, 36%; los ocho cuerpos santos, 12%; los ocho coros de ángeles, 14%. 19. Los nueve coros de ángeles, 75%. 10. Los diez mandamientos, 68%; la décima de Cristo, 25%. 11. Las once mil vírgenes, 61%. 12. Los doce apóstoles, 93%. La versión panitaliana se caracteriza por dos rasgos distintivos que no se hallan en otras versiones: el sol y la luna en trece de las veintiocho versiones, 46% para número 2; y los seis gallos que cantan en Galilea en diecisiete de las versiones, 61% para número 6. El primero ya se ha mencionado como elemento zoroástrico de 1 en la versión pelvi primitiva y conservado en once de las cuarenta y seis versiones españolas para número 1. Sorprende que la tradición italiana lo haya extendido hasta el punto de encontrarse ahora en casi la mitad de las versiones en vez de los elementos cristianos de todas las otras versiones de Europa, las dos tablas de Moisés, los dos testamentos, etc. El segundo rasgo, los seis gallos que cantan en Galilea para 6, con 61%, es curioso y sorprende que sea exclusivo de las versiones italianas. Hay una versión italiana además que lleva este elemento en número 7, Archivio II, 97-99. El total de los gallos misteriosos en las versiones es, por consiguiente, dieciocho, diecisiete para número 6, y uno para número 7. En número 7 reina la misma confusión que ya hemos visto en la versión panespañola. La versión paninglesa es la que más se aparta de la tradición europea, ya sea cristiana o judaica, pero a pesar
de esto su relación con la tradición antigua de Oriente y moderna de Europa es absolutamente segura. Establecida a base de cuarenta y una versiones, la versión paninglesa, 42% paneuropea, 33% panlatina, es la siguiente: 11. Dios, 80%. 12. Los dos niños blancos como lirios (Jesús y San Juan), 63%; los dos testamentos, 20%. 13. La Santísima Trinidad, 51%. 14. Los cuatro evangelistas, 66%; los cuatro evangelios, 27%. 15. Los cinco Sentidos, 20%; los cinco dedales, 12%; las cinco luces, 10%. 16. Las seis vírgenes necias, 27%; las seis vírgenes prudentes, 20%. 17. Las siete estrellas, 66%. 18. Los ocho ángeles o arcángeles, 32%; las ocho bienaventuranzas, 15%. 19. Las nueve estrellas, 41%; los nueve coros de ángeles, 12%. 10. Los diez mandamientos, 95%. 11. Los once apóstoles fieles, 10%; las once mil vírgenes, 12%. 12. Los doce apóstoles, 80%. La versión paninglesa, apartándose de una manera tan notable de la tradición europea, tiene elementos 2, 5, 8 y 11 diferentes de todas las otras. Número 2, los dos niños blancos como lirios en el 63% de las versiones, es exclusivo de las versiones inglesas. Los once apóstoles fieles de 11, 40%, en vez de las once mil vírgenes de todas las otras formas generales, es característico, pero no exclusivo de las versiones inglesas. En general las versiones inglesas son muy imperfectas y sus elementos son a veces indecisos e inexplicables. Establecidas ya las formas primitivas y fundamentales de Europa en general y de cada una de las regiones importantes de Europa en particular, y definidos ya sus rasgos característicos, nos resta sólo hacer algunas observaciones generales. Desde luego se ve que las versiones cristianas de la Europa antigua y moderna han convertido la explicación de cada número de la serie primitiva del canto doctrinal en una explicación de la religión cristiana, de la misma manera que las antiguas versiones orientales ya estudiadas nos explican las doctrinas de las religiones de Oriente. En todas las versiones tomadas en conjunto vemos desde luego una prueba muy elocuente de la popularidad del tema doctrinal de los números en la Edad Media y en los tiempos modernos en Europa. Por otra parte, vemos que en cada región de Europa la serie doctrinal de los números ha desarrollado una forma especial, la que cada pueblo o raza ha adoptado para interpretar la religión cristiana según su manera y culto particulares. Las versiones
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de los países latinos demuestran, en general, un carácter más intensamente católico, con una devoción muy pronunciada por la pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo. En 3, 5 y 6 las versiones hispánicas, italianas y francesas ponen las tres Divinas Personas de la Santísima Trinidad, las cinco llagas de Cristo y los seis cirios o candeleros que velan el Cuerpo de Cristo con mucha más frecuencia que las de los países protestantes del Norte de Europa. En estos tres casos las versiones protestantes ponen por lo general los tres patriarcas, los cinco libros de Moisés y las seis hidrias de Caná como las versiones latinas. De la devoción especial de los católicos españoles que ponen a la Madre de Dios en número 1 en vez de Dios mismo, ya se ha hablado. Las conclusiones que deducimos de nuestro estudio son las siguientes: 1. El cuento o canto doctrinal de los números es antiquísimo y muy bien conocido en Oriente antes del período sasánico. El cuento de Gôsht-i Fryânô, además de encontrarse en el texto pelvi ya estudiado, está expresamente citado en los siguientes pasajes de los Sacred Books of the East: Zendavesta, Segunda parte, XX, 81; Vendidad XIX, 4. Véase, además, Book of Arda Viraf lxxvi. 2. La versión budista del texto pali de Khuddaka Pátha y la versión islámica de Radloff continúan en Oriente y entre los árabes la forma antigua de la tradición del cuento de Gôsht-i Fryânô. Son las versiones que sirven de eslabón entre Oriente y Occidente. La versión islámica ha podido entrar en Europa por dos caminos: por Grecia y por España. 3. Los judíos desarrollaron el canto doctrinal de los números desde muy antiguo, probablemente de fuentes orientales antiquísimas relacionadas directamente con la tradición de los cuentos pelvi y pali. 4. En Europa encontramos tres importantes fuentes primitivas del canto o cuento doctrinal, las tres de origen oriental: la versión judaica y las dos fuentes árabes ya indicadas, la griega y la española. 5. La tradición cristiana de Europa, principiando con las versiones latinas, conserva versiones desarrolladas directamente de una de las tres fuentes europeas arriba indicadas, o bien versiones que contienen elementos de unas y otras. Las versiones judaicas han influido, al parecer, principalmente en el desarrollo de las versiones españolas y germánicas continentales. La versión pangermánica es 33% judaica; todas las demás 25% judaicas, excepto la versión paninglesa, que es sólo el 17% judaica. 6. La versión judaica oficial, Ehad mi yodea, no es de origen germánico, como algunos han creído. Es directamente de origen oriental, como ya queda dicho. Cuando entra en el rito pascual en el siglo XVI, no es tradición nueva entre los judíos.
7. Durante la Edad Media se desarrollaron en Europa las versiones latinas de carácter rigurosamente doctrinal en forma de catecismo que los misioneros cristianos usaban para enseñar los elementos fundamentales de la doctrina cristiana. Éstas las usaban los misioneros también para contraponerlas a otras semejantes de carácter pagano y tal vez también de origen oriental, pero de desarrollo completamente separado de las tradiciones occidentales romanas y cristianas. 8. Hacia fines de la Edad Media y durante los siglos XVI y XVII se desarrollaron en Europa versiones cristianas bastante diferentes según el carácter especial de cada región y según el espíritu religioso de cada pueblo. Se desarrollaron versiones católicas y versiones protestantes. Las versiones protestantes conservan los elementos del viejo testamento de las versiones cristianas latinas, tal vez de origen judaico, mientras que las católicas abandonan estos elementos para poner en su lugar elementos del nuevo testamento con la Pasión y Muerte de Jesús. 9. El carácter religioso y doctrinal del cuento es dominante en la tradición moderna de Europa, y el cuento preliminar que contiene las amenazas del diablo o hechicero de la antigua versión pelvi se halla sólo en el 13% de las versiones estudiadas (trece versiones españolas, diez italianas, dos francesas y dos portuguesas). El camino árabe por donde entra la antigua tradición oriental a Europa es seguro cuando consideramos que de las cincuenta y dos versiones españolas trece, o sea el 25%, contienen el antiguo cuento preliminar. En las versiones germánicas e inglesas no hay rastros de él. Son de desarrollo posterior judaico, panlatino e independiente y nuevo. En el 87% de nuestras doscientas dos versiones, por consiguiente, nuestro tema llega a ser un canto, oración o conjuro doctrinal y religioso. Es un canto doctrinal que se canta como tal, una oración especial y poderosa, un conjuro de virtud coercitiva sobre los poderes o seres sobrenaturales. Como conjuro lo usaban la bruja portuguesa Anna Martins del siglo XVI y las brujas valencianas del siglo XVII, Ampudia FA 104-105. 10. Nuestra versión conquense 14 es una de las mejores y más completas de la tradición moderna de Europa y América, y es una de las que contienen el cuento preliminar del pacto con el diablo, como la nuevomejicana de Espinosa SFNM 50, la vascuence de Vinson 11-14, etc. 11. La versión cristiana primitiva de Europa del ya definitivamente establecido canto, oración o conjuro religioso y doctrinal de los números era la siguiente: 11. Dios. 12. Las dos tablas de Moisés, o los dos testamentos. 13. Las tres Divinas Personas de la Santísima Trinidad, o los tres patriarcas, Abraham, Isaac y José.
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14. Los cuatro evangelistas, San Mateo, San Marcos, San Lucas y San Juan. 15. Las cinco llagas de Cristo, o los cinco libros de Moisés. 16. Los seis cirios o candeleros que velan el Cuerpo de Cristo, o las seis hidrias de agua convertidas en vino por Cristo en Caná de Galilea. 17. Los siete sacramentos. 18. Las ocho bienaventuranzas. 19. Los nueve coros de ángeles. 10. Los diez mandamientos. 11. Las once mil vírgenes, o las once estrellas de José. 12. Los doce apóstoles.
15. El obispo y el torito BIBLIOGRAFÍA.—Versiones españolas peninsulares: Ampudia 48; Cabal CTA 119-123; Espinosa, Castilla 244, 245.—Españolas de América: Andrade 274; Arellano 109; Lehmann-Nitsche 695; Mason-Espinosa PRF II, 47, V, 76; Rael, Apéndice 51.—Portuguesas de las islas de Cabo Verde: Parsons, Cape Verde II, 289.—Catalanas: Alcover I, 35-43; Salvator 1-11.—Italianas: Bertoldo 29-30; Pitré I, 8; Schneller 46.—Francesas: Bladé III, 5-11; Carnoy 15; Cosquin II, 49; Köhler I, 84-88; Mélusine I, 279-280, 465472; Moncaut 90-101; Romania VIII, 253.—Francesa de Misuri: Carrière 58.—Bretonas: Revue Celtique IV, 69; RTP XXVII, 133-135.—Latinas: Salomon et Marcolfus 22-24; Wesselski 7.—Alemanas: Firmenisch II, 658; Grimm 94; Jahn 23; Köhler III, 513; Wossidlo 990; Zingerle 1, 6364.—Holandesas: Volkskunde II, 37-38.—Eslava: Archiv SP V, 47-50.—Árabes: Rivière 159-164; Spitta-Bey 4360; RTP XVIII, 214-216.—Africanas: Frobenius VIII, 25; Tremearne 361-363.—Antillanas: Parsons, Antilles I, 488, II, 563.—Africana de América: Beckwith 64.—Indias: Bompas 268- 271, 349-350; Jataka 546.—Clasificación y estudios especiales: Aarne FM 921, 922; Aarne, Estnische Märchen 875, 921; Aarne-Thompson 875, 921; Archiv SPV, 50-60, VI, 548-590; Boggs 921; Bolte-Polívka II, 359-362; Cosquin, Études 483-492; De Vries 29-40 (bibliografía de numerosas versiones), 11-144, 308-320; FFC XXXVII, 922, LVIII, 111, 308; Köhler 1, 151-154, III, 513-515; Romania XL, 93-96, 522-528; Thompson H561.4, H583.2 hasta H583.6. Véase también la bibliografía de Cuentos 1-4. Los cuentos y leyendas de las agudezas de ingenuo son legión. En la tradición literaria de la Edad Media tuvo especial desarrollo la famosa leyenda del emperador Adriano y el
ingenioso niño Epiteto, que contestaba con extraordinaria ingenuidad a todas las preguntas que se le hacían. En la literatura hispánica esta leyenda está documentada en tres textos muy bien conocidos, uno catalán del siglo XIV y dos castellanos del siglo XVI. Los textos medievales han sido publicados por Walter Suchier en la obra citada en la bibliografía general, L’Enfant Sage. En esta leyenda las preguntas son de carácter religioso y doctrinal y llegan hasta ciento y aun más. A pesar de su carácter erudito, algunas de las preguntas y respuestas son de origen popular y se hallan en algunas versiones de los cuentos de preguntas difíciles ya estudiados, Cuentos 1-4, 13 y 14. Nuestra versión 15 pertenece a un tipo especial y muy bien definido de estos cuentos, Aarne-Thompson 921, tipo que ha tenido origen en fuentes literarias y populares y que se halla muchas veces confundido y mezclado con otros tipos semejantes, particularmente con Aarne-Thompson 875, nuestros Cuentos 1-4 ya estudiados y muy semejantes a 875, y el famoso cuento del rey y el abad, Cuentos 13. En la interesante obra citada al principio de nuestro estudio de Cuentos 1-4, Die Märchen von klugen Rätsellösern, De Vries ha reunido tres tipos diferentes de estos cuentos, el cuento de la joven ingeniosa, Aarne-Thompson 875 y Cuentos 1-4, el cuento del niño o joven ingenioso, Aarne-Thompson 921 y nuestro cuento actual 15, el cuento ruso del hijo del Zar, Aarne-Thompson 920, y otros cuentos semejantes. De Vries trata de establecer una relación definitiva entre los tres tipos principales que estudia, particularmente entre los tipos de Aarne-Thompson 875 y 921. Los resultados de su estudio no son muy convincentes con respecto a esta relación y sobre el común origen de los tres tipos, pero los estudios especiales que ha hecho sobre cada uno de los tres son de valor inestimable para los estudios folklóricos comparativos. El estudio especial de Aarne-Thompson 921, nuestra versión 15, se halla en páginas 111-144, 308-320. Muchas versiones estudiadas con este tipo contienen elementos sacados al parecer del tipo de Aarne-Thompson 875, como De Vries mismo indica, manteniendo el tipo su forma fundamental sólo por llevar como principal episodio las preguntas que el rey hace al muchacho y las ingeniosas respuestas de éste. Nuestra versión montañesa 15 es una versión muy sencilla y representa, al parecer, una de las primitivas formas europeas del cuento, sin mezcla de los otros tipos estudiados por De Vries. Este tipo europeo primitivo era tal vez el siguiente: Un rey u otro caballero principal yendo de caza o en otro negocio se encuentra por casualidad con un muchacho en una pobre casa y le hace varias preguntas con respecto a lo que hacen él, sus padres y sus hermanos, y a todas las preguntas contesta el muchacho ingeniosamente con
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respuestas enigmáticas, confundiendo al rey y explicando fácilmente los significados de sus respuestas. Los siguientes datos interesantes e importantes sobre las preguntas y respuestas están sacados de la obra de De Vries, páginas 115-135. 1. La primera pregunta es: ¿Qué estás haciendo? Se halla sólo en 26 versiones, o sea en el 11% de las 229 estudiadas. La respuesta es generalmente: Estoy cociendo los que suben y bajan (guisantes, habas o judías). 2. La segunda pregunta (o la primera en las versiones que no tienen 1) es: ¿Qué hace tu padre? Se halla en 186 versiones, o sea 81%. La respuesta es generalmente: Hace peor un destrozo (hace un pozo, sepultura, acequia, etc.), o bien, Hace mucho de poco (siembra). La respuesta Hace peor un destrozo es particularmente frecuente en versiones románicas y germánicas. Hay otras respuestas para la segunda pregunta: hacer mejor lo bueno (cultivar la tierra), pagar deudas pasadas (cortar seña consumida antes), buscar lo que no se puede hallar (remendar redes), poner grasa al tocino (ir por sal), hacer un agujero para tapar otro o para tapar dos (hacer una deuda para pagar otra). 3. La tercera (o segunda) pregunta es: ¿Qué hace tu madre? Se halla en 159 versiones, o sea 70%. La respuesta es generalmente: Está amasando el pan que nos comimos ya (pedimos pan para comer y ahora tiene que devolverlo), o bien, Hace por otro lo que ése no puede hacer por ella (le ayuda a morir, cierra los ojos). 4. La cuarta (o tercera) pregunta es: ¿Qué hace tu hermano? Se halla en 155 versiones, o sea 67%. La respuesta es generalmente: Anda de caza y deja lo que coge y trae lo que no coge (piojos). Esta respuesta se halla en el 85% de las versiones que contienen la pregunta. 5. La quinta (o cuarta) pregunta es: ¿Qué hace tu hermana? Se halla en 176 versiones, o sea 76%. La respuesta es por regla general: Llora las risas o gozos del año pasado (está encinta o dando a luz). Una de las formas primitivas de Europa de las preguntas y respuestas de nuestro cuento era, por consiguiente, la siguiente: 1. ¿Qué haces? Estoy cociendo los que suben y bajan. 2. ¿Qué hace tu padre? Está haciendo peor un destrozo. 3. ¿Qué hace tu madre? Está amasando el pan que nos comimos la semana pasada. 4. ¿Qué hace tu hermano? Deja lo que coge y trae lo que no coge. 5. ¿Qué hace tu hermana? Llora las risas del año pasado.
La forma occidental más antigua que poseemos de nuestro cuento es la versión latina del siglo XII de la popularísima obra Salomon et Marcolfus II, 1. Doy el texto completo del cuento, páginas 22-24: Igitur rex Salomon quadam die cum venatoribus suis et multis copulis canum de venacionis prosecucione rediens, forte transibat ante hospicium Marcolfi folli. Cui cum dictum fuisset a circunstantibus ibi esse hospicium Marcolfi folli, diuertit illuc eum equo suo et inclinato capite sub limine hostij requisiuit quis intus esset. Marcolfus vero ad foçum sedens et ollam plenam fabis custodiens respondit regi: «Hic intus esto homo et dimidius homo et caput equi; et quanto plus ascendunt, tanto plus descendunt.» Ad hec Salomon ait: «Quid hoc est quod dicis?» Marcolfus respondit: «Homo-integer ego sum intus sedens; dimidius vero homo tu es super equum extra sedens et intus prospiciens; caput equi caput est tui caballi super quem sedes.» Tunc Salomon dixit: «Qui sunt ascendentes et descendentes?» Marcolfus: «Fabe in olla bulientes.» Salomon: «Vbi sunt tuus pater et tua mater, tuus frater et tua soror.» Marcolfus: «Pater meus facit de vno dampno duo dampna. Mater vero mea facit sue vicine quod ipsa el amplius non faciet. Frater autem meus extra domum sedens quicquid invenit occidit. Soror denique mea in cubiculo sedens plorat risum annotinum.» Salomon: «Quid ista significant?» Marcolfus: «Pater meus in campo est suo et semitam transeuncium occupare cupiens spinas in semitam ponit, hominesque venientes duas vias faciunt, et ita facit de vno dampno duo dampna. Mater vero mea claudit oculos morientis vicine sue, quod ipsa vicina ei amplius non faciet. Frater autem meus extra domum sedens ad solem et pelliculas suas ante se tenens pediculos quos invenit omnes occidit. Soror denique ma preterito tempore quendam iuuenem adamauit, et inter ludicra et molles tactus et basia viciata quod tunc risit modo pregnans plorat.»6 Esta versión latina medieval contiene todos los elementos de la versión arriba establecida, todas las preguntas y todas las respuestas, excepto una, la respuesta 3, pero en este caso contiene la respuesta también frecuente en muchas versiones modernas, Hace por otra persona lo que ésta no puede hacer por ella (cerrarle los ojos al morir). La tradición moderna, por consiguiente, continúa con todo vigor la tradición ya bien desarrollada en el siglo XII en el texto de Salomón y Marcolfo. Y el texto latino del siglo XII no es sino una
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Éste y el resto de los cuentos que se transcriben en latín siguen fielmente la versión registrada por Espinosa en su edición de 1946. N. de E.
Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
versión ya bien desarrollada y de orígenes muy antiguos, tal vez orientales, como creen De Vries y otros. Conozco catorce versiones hispánicas de nuestro cuento: cuatro versiones españolas peninsulares, Ampudia 48, Cabal CTA 119-123, Cuentos 15 y Espinosa, Castilla 244, 245; seis españolas de América, Andrade 274, Arellano 109, Lehmann-Nitsche 695, Mason-Espinosa PRF II, 47, V, 76, y Rael, Apéndice 51; dos versiones catalanas, Alcover I, 35-43 y Salvator 1-11 (mezclada con Cuentos 1-4); y una versión portuguesa de las islas de Cabo Verde, Parsons, Cape Verde II, 289. En dos de las versiones, nuestras dos versiones catalanas, el protagonista es una joven. El número de versiones es demasiado reducido para hacer estudios comparativos y me limitaré a hacer algunas observaciones generales sobre los detalles de las diferentes preguntas. Entre unas y otras, las versiones hispánicas contienen las cinco preguntas fundamentales establecidas por De Vries para la tradición de Europa, con sus diversas respuestas u otras muy semejantes, y tres adicionales no citadas por él: 6. ¿Es hondo ese río? 7. ¿Qué hay en esa cesta? 8. ¿Por qué no me das agua? Examinemos ahora las ocho preguntas con sus respuestas en la tradición hispánica. 1. ¿Qué haces (tú)? Se halla en ocho de nuestras catorce versiones, 57%. La respuesta es la misma en las ocho versiones, la bien conocida respuesta de Salomon et Marcolfus y de la tradición general de Europa: Cociendo los que suben y bajan. En una versión hispanoamericana, Mason-Espinosa PRF V, 76, se halla unido a esta pregunta el elemento del hombre y medio de la versión de Salomon et Marcolfus. 2. ¿Qué hace tu padre? Se halla en once versiones hispánicas, 78%. Hay tres respuestas fundamentales para esta pregunta: Recogiendo copos de lana en el campo, Haciendo un agujero para tapar otro, Tapando un portillo para tapar otro, o Apreciando un daño que se han comido las cabras (pagando deudas pasadas), cinco versiones; Enterrando vivos y desenterrando muertos o Sacando gente de su casa (sacando de un huerto los árboles frutales secos y plantando nuevos), cuatro versiones; Entre tierra y puente (muerto), una versión. 3. ¿Qué hace tu madre? Se halla en diez versiones, 71%. La respuesta es la general de Europa y de la versión de Salomon et Marcolfus: Amasando el pan que ya nos comimos, en cinco versiones. Una versión lleva la variante, Paga lo que debe (lava ropas). En dos versiones, nuestras dos catalanas, la respuesta es, Hace lo que hicieron con usted cuando era niño (Lleva un
niño a bautizar). La versión portuguesa de Parsons lleva la respuesta de 4. 4. ¿Qué hace tu hermano? Se halla en tres versiones, 21%. La respuesta es la de Salomon et Marcolfus: Cazando, y deja lo que coge y trae lo que no coge o deja lo muerto y trae lo vivo (cazando piojos), en dos versiones, nuestras dos catalanas, y A perderse o ganase (casarse), en una versión, Espinosa, Castilla 245. 5. ¿Qué hace tu hermana? Se halla en ocho versiones, 57%. La respuesta es la general de Europa y de Salomon et Marcolfus: Llora las risas de antaño (está encinta o para dar a luz), en todas las versiones, 100%; pero en una de las ocho versiones, Alcover I, 35-43, la madre es la que llora por la hija, que muere de parto. 6. ¿Es hondo ese río? Esta extraordinaria pregunta de las versiones hispánicas, y que no está mencionada en el estudio de De Vries, se halla en tres versiones hispanoamericanas, Andrade 274, MasonEspinosa PRF II, 47, V, 76. La respuesta es: Los animales de casa pasan por el agua y no se mojan (patos). 7. ¿Qué hay en esa cesta? Esta pregunta la hace el rey a la joven ingeniosa de la versión catalana de Alcover. La respuesta es, Xerra baix (una de las dos hijas está encerrada en la cesta cada día para que la otra se vista y trabaje, porque tienen solamente un traje entre las dos). 8. ¿Por qué no me das agua? Esta pregunta hace un hombre al joven ingenioso de la versión portuguesa de Parsons. La respuesta es: Porque el agua es de ayer y de hoy (se guardó ayer para hoy, pero el cántaro se rompió). Las preguntas 1, 2, 3, 4 y 5 de la tradición general de Europa se hallan todas en la tradición hispánica, las tres primeras en 57%, 78% y 71%, respectivamente, de las versiones. Todas son versiones típicas de la tradición de Europa, con la excepción de la asturiana de Ampudia 48, que lleva solamente la pregunta primera, pero llevan algunos elementos originales. El más notable de estos es la pregunta número 6. ¿Es hondo ese río?
16. Cuentos de Adivinanzas de 16 a 30 BIBLIOGRAFÍA: 16. Cuentos 5-8, elemento D8. 17. Arellano 31 (siete versiones); AUC XCII, 2122; Demófilo 238; Espinosa IX, 155; FCaballero 1, 263; Lehmann-Nitsche 697 (cinco versiones); Lenz, Adivinanzas
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I. CUENTOS DE ADIVINANZAS
I, 362-364 (cuatro versiones); Libro de los Enxemplos 100, 102; Mason-Espinosa PRR 750 (cuatro versiones); Rael 20; RCHG LXI, 187-188; Rodríguez Marín 945; Catalogue of Romances II, 220; Gesta Romanorum 215; Gesta Romanorum D, 126; Grässe II, 223; Jacques de Vitro 238, y Notas de Crane 232-233; Legrand 47-51; Pineau 108109; Straparola VII, 4; Valerio Máximo V, 4, 7; Wallonia II, 86-87; Wossidlo 968 (numerosas versiones alemanas); Thompson H807, R81. 18. Cuentos 5-8, Tipo V, veinte versiones hispánicas; Rael, Apéndice 4; Archivio I, 188; Bolte-Polívka I, 196202; Fauset NS 143; Köhler I, 218; Legrand 50; Palaestra IV, 18; Romania X, 244-245; Simrock VII, 436; Wossidlo 980; Thompson H792, H806, R156. 19. Cossío-Solano I, 310-314 (dos versiones); Espinosa, Castilla 270, 271; Mason-Espinosa PRR 762 (dos versiones); Menéndez Pidal PP 63; Rael 19; Timoneda, Patrañuelo 5; Athaide Oliveira II, 281; Bandello II, 35; Gesta Romanorum 13, 81; Gesta Romanorum D, 170; Heptameron 30; JERL VII, 398-401; Palaestra IV, 14; Pitré III, 117; Seelisch en ZFDPh XIX, 385-421; Simrock XII, 85-113; Speculum Exemplorum VI, 12; Wossidlo 983; ZVFV XXXVIII, 75; Aarne-Thompson 933; Thompson H151.3, Q 520, R131, T415. Compárense también las versiones semejantes de Mason-Espinosa PRR 762a, 762b. 21. Portell Vilá, 64; Rael 21. 22. Andrade, Riddles 361; Arellano 59 (tres versiones); Espinosa, Castilla 259, 260, 261; Lehmann-Nitsche 717; Mason-Espinosa PRR 751, (tres versiones); RCHG LXI, 158; RL VI, 113. 23. Demófilo 650, 1014; Lehmann-Nitsche 701, y página 444. 26. Ampudia 137; Ampudia, Caravia 191-192; Espinosa, Castilla 57. 27. Andrade 362, 363, 364, 365; Arellano, Adivinanzas 111 (cuatro versiones), 112, 113; Demófilo 512, y página 389; Espinosa, Castilla 262, 263, 264, 265; LehmannNitsche 724 (seis versiones); Mason-Espinosa PRR 726728; Wallonia V, 136; Wossidlo 901. 28. Arellano, Adivinanzas 42 (cinco versiones); Demófilo 181, 186, y página 368; Espinosa IX, 152, 153; LehmannNitsche 768 (once versiones), 769; Lenz, Adivinanzas 1, 375-376 (seis versiones), II, 293; Mason-Espinosa PRR 740; Rael 22; Rodríguez Marín 920, 921; Beckwith 214, 218, 219, 227; Petsch 30; RTP I, 336. 29. Demófilo 185; Espinosa, Castilla 266, 267, 268; Lehmann-Nitsche 769; Mason-Espinosa PRR 731, 732; RCHG LXI, 155, 156; Wallonia V, 135. 30. Espinosa, Castilla 269; principio de Cuentos 63.
La mayoría de nuestros breves cuentos de adivinanzas 16-30 son versiones de temas muy bien conocidos en la tradición popular y literaria de Europa. Los orígenes de algunos de ellos son antiquísimos y hay que buscarlos en los cuentos de adivinanzas o enigmas propiamente dichos que con tanta frecuencia hallamos en las leyendas orientales y grecorromanas. En los cuentos de adivinanzas antes estudiados, Cuentos 1-12 particularmente, ya se ha visto que los enigmas y preguntas difíciles se empleaban antiguamente para probar la ingeniosidad y carácter de los pretendientes en amores. Algunos de nuestros cuentos 1630 ofrecen testimonio de la costumbre de hacer justicia mediante la solución de enigmas difíciles, y otros atestiguan la antigua costumbre de explicar la culpa o la inocencia de una persona. Todas estas costumbres tienen hondas raíces en la vida antigua de Oriente. El antiguo cuento oriental de la huella del león, por ejemplo, nos explica la inocencia de la reina, mientras que el cuento griego de Legrand 29-37 nos explica la infidelidad de una reina perversa. Nuestros cuentos 17, 18 y 19 nos explican la justicia que hace el rey o el Papa, y algunas veces se hallan como elementos fundamentales de cuentos más largos de origen enteramente popular, como Cuentos 1-4, 5-8, etc. El número 17 se halla, como ya queda indicado en la bibliografía, en Valerio Máximo, en Plinio y en otros clásicos. Se ha encontrado representado en una pintura pompeyana. En Valerio Máximo hay dos cuentos muy semejantes. En uno, una hija sustenta a su madre y por fin gana su libertad; en el otro, la hija sustenta a su padre y con su adivinanza gana su libertad como en nuestra versión malagueña. En la versión de la Gesta Romanorum 215 hallamos la primera versión de Valerio Máximo. En el cuento de Jacques de Vitry 238, por otra parte, se trata de una mujer que sustenta a su propio marido y así le salva. En el Libro de los Enxemplos 100, 102, hallamos las dos versiones de Valerio Máximo, y en Straparola VII, 4, la primera de ellas. Las versiones españolas 17, Arellano 31, Demófilo 238, FCaballero 1, 263, Lehmann-Nitsche 697, Lenz, Adivinanzas I, 4, MasonEspinosa PRR 750, Rael 20, y Rodríguez Marín 945, son esencialmente idénticas y atestiguan claramente su común origen hispánico. Versión 18 trata también un tema muy popular en la tradición de Europa, la famosa adivinanza del nonato o de los nonatos, Tipo V de nuestros Cuentos 5-8. Se halla en veinte versiones hispánicas. Véase Cuentos 5-8, Tipo V, Bolte-Polívka I, 196-202, y Lehmann-Nitsche 439-441. Nuestra versión 19 es una tradición medieval que se ha desarrollado en numerosas leyendas literarias y populares,
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siendo la más famosa de ellas la leyenda del Papa Gregorio, Gesta Romanorum 81, sacada de fuentes anteriores que tienen sus mejores versiones en antiguos poemas franceses del siglo XII y en la versión alemana de Hartman von Ave. Después de estas primeras fuentes, las versiones literarias son muy numerosas, Timoneda, Patrañuelo 5, Heptameron 30, etc. Nuestra versión 19 es una forma tradicional y popular de una versión que circulaba en la tradición de España en la época de Timoneda. Otras formas hispánicas de la antigua leyenda fueron desarrolladas en el siglo XVII por Matos Fragoso en su obra dramática, El marido de su madre, y por Juan Pérez de Montalván en su novela, La mayor confusión. Yo conozco siete versiones españolas de esta leyenda medieval en la tradición oral moderna: nuestra versión Cuentos 19, las castellanas de Espinosa, Castilla 270, 271, la muy estropeada y fragmentaria de Puerto Rico, MasonEspinosa PRR 762, la nuevomejicana de Rael 19, y los romances montañeses y asturiano de la incestuosa, Cossío-
Solano I, 310-314 (dos versiones), Menéndez Pidal PP, 63, que conservan la tradición de Cuentos 19. Para las más antiguas versiones italianas literarias, comparadas con las alemanas y francesas, véanse los textos y las observaciones de D’Ancona y de Comparetti en Scelta di curiosità letterarie XCIX. Para la leyenda en la tradición de Europa, véase en particular la obra de Seelisch arriba citada, y Piquet 243- 277. Versión 26, que en la forma de la adivinanza es casi idéntica a la de Ampudia 137, lleva una solución que me parece errónea. Más lógica parece la de Ampudia, que lleva la misma solución que la adivinanza de Péndere-péndere y Dúrmere-dúrmere. Véase Laval, Latín 23-24, JAFL XXVIII, 154, Lenz, Adivinanzas II, 297, y Lehmann-Nitsche 577. Versiones 27-29 pertenecen al grupo de adivinanzas en las cuales alguna palabra o grupo de palabras significa un nombre propio. Las tres nuestras tienen sus variantes idénticas o semejantes en la mayoría de las versiones que citamos en la bibliografía.
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II. CUENTOS humanos varios A. Cuentos y leyendas • B. Cuentitos y chistes C. Latinismos populares y trabalenguas
A. cuentos y leyendas
31. Los tres frailes Éste era un señor que staba casao con una mujer mu guapa, mu guapa. Y había tres curas en el pueblo ande vivían que staban los tres mu enamoraos de la mujer y cuando iba a misa salían a encontrarla ca uno en una puerta e la iglesia y le decían que si quería que fueran a vela a su casa pa acostarse con ella. Y ella se pasaba corriendo sin decir nada. Pero ya un día dijo: —Pa que no me sten molestando tanto estos frailes voy a decírselo a mi marido. Con que llega y le dice a su marido: —Oye, tú, si vieras lo que me pasa. Y dice el marido: —¿Qué? —Pues, mira —le dice ella—, que los tres frailes de la iglesia siempre me salen ca uno en una puerta de la iglesia y me preguntan que si vienen a mi casa pa acostarse conmigo. Y el marido le dice: —Güeno, y tú, ¿qué les contestas? Y le dice ella: —Pues, mira, que pa que no les dé coraje conmigo y como son curas y tal, pues les digo siempre que lo estoy pensando. Y le dice el marido entonces: —Güeno, pues mira. El domingo que viene cuando salgan a encontrarte les dices que sí, que vengan, y a ca uno le dices que venga a una hora diferente, y yo los mataré. Güeno, pues llega el domingo y va la mujer a misa. Y al salir por una puerta la encuentra uno de los frailes y le dice:
—Oiga usté. ¿Lo ha pensao ya? ¿Quiere usté que vaya a visitarla esta noche pa acostarme con usté? Y le dice ella: —Sí, sí; venga usté a mi casa a las siete, que entonces es cuando mi marido no está. Y pasa por otra puerta y la encuentra otro cura y le dice: —Oiga usté. ¿Lo ha pensao ya? ¿Quiere usté que vaya a visitarla esta noche pa acostarme con usté? Y le contesta ella: —Sí, sí; venga usté a mi casa a las siete y media que entonces es cuando mi marido no está. Y pasa por otra puerta y sale el otro cura y la encuentra y la dice: —Oiga usté. ¿Ya lo ha pensao? ¿Quiere usté que vaya esta noche a visitarla pa acostarme con usté? Y le contesta ella: —Sí, sí; venga usté a las ocho, que entonces es cuando mi marido no está. Conque llega a su casa y le dice a su marido: —Ya está. Ya les he dicho que vengan esta noche, uno a las siete, otro a las siete y media y otro a las ocho. Y le dice él: —Güeno, pues me los metes uno en el arca, otro en tu habitación y el otro detrás de la estera y yo me encargo de matalos a los tres. Y cuando ya iban a dar las siete fue el marido y se escondió al lao de la puerta. Y ya llega el primer fraile y llama. Y sale la mujer y le abre la puerta y entra. Y empieza a enamorarla. Y aquélla hablando y entreteniéndolo pa que llegara el otro. Cuando llama a la puerta el segundo cura y dice ella:
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II. CUENTOS HUMANOS VARIOS
—¡Ay, que ya viene mi marido! Escóndase usté en esta arca. Y aquél muy asustao va y se mete en el arca y lo tapa bien ella y va a abrir la puerta. Y entra el segundo cura y empieza también a enamorar a la mujer. Y ella hablando conque esto y lo otro y tal, y en eso estaban cuando llama el otro fraile a la puerta y dice ella: —¡Ay, que ya viene mi marido! Métase usté detrás de la estera. Y va aquél y se mete detrás de la estera muerto de susto. Conque entonces va y le abre la puerta al tercer fraile. Y entra y empieza a enamorarla. Pero en seguía llama a la puerta el marido y dice ella: —¡Ay, que ya viene mi marido! Métase usté en esa habitación. Y el fraile se mete en seguía en la habitación y quedan los tres encerraos. Güeno, pues entra entonces el marido y le dice a su mujer: —Güeno, ¿ya los tienes encerraos? Y ella le dice: —Sí, ya están. Uno está en esta arca, el otro está detrás de la estera y el -otro está en mi habitación. Conque coge el marido y saca su puñal y a ca uno le corta el pescuezo. Y ya que staban los tres muertos dice el marido a su mujer: —Y ahora, ¿qué vamos a hacer con los frailes muertos? Y dice ella: —Mira, lo que hay que hacer es llamar al tonto aquél y pagale por que los vaya a echar al río. Y dice él: —Sí, que ese, como es tonto, no le dice naa a nadien. Conque va el marido y busca al tonto y le dice: —Oye, tú, te vamos a pagar doscientos reales y vas a llevar y echar al río un muerto que tenemos en casa; pero cuidao con no decile naa a nadien. Y le dice el tonto: —No se apure usté, que yo a nadien se lo digo.
Y va el tonto por la noche con el señor y le entrega a uno de los frailes muertos. Y carga el tonto con él y lo lleva al río y «¡tras!» lo echa en el agua. Y allí se está cuidando un rato, y luego que ya ve que naa se ve, vuerve a la casa del señor a cobrar sus doscientos reales. Y llega y dice: —Güeno, pues ya aquél está en el fondo del río. Y sale el señor y le dice: —¡Qué ha de estar, hombre! Si ha llegao antes de ti. Si estos frailes son el demonio, que hay que echarlos muy hondo, que si no vuerven. Míralo. Y diciendo esto le enseñó al segundo fraile muerto. Y el tonto muy enfadado carga con él y dice: —Pues si te has salío te voy a echar ahora de ande no sargas, so malvao. Y lo lleva a la orilla del río y le ata una piedra al cuello y asín lo tira río abajo. Y se está allí esperando un rato pa ver si subía, y viendo que ya no subía dice: —Ahora veremos si vas a subir, fraile so malvao. Y se va a la casa del señor otra vez. Pero aquéllos ya le staban esperando con el tercer fraile muerto y le dicen: —Pero hombre, ¿por qué no lo echas muy hondo pa que no sarga? Míralo que ha salío y ha vuerto antes que tú. Y el tonto dice: —¡Me cago en la mar! ¡Si estos frailes sí que son el demonio! Y sin decir más carga con el fraile ya mu enfadao. Y llega a la orilla del río y le ata dos piedras al pescuezo y «¡tras!» al río. Y para star seguro de que no saliera ai se stuvo el tonto cuidando al fraile hasta que llegó la mañana. Y como ya staba mu seguro cogió el camino y se marchó otra vez pa la casa del señor. Güeno, pues iba caminando cuando de repente vorvió la cara pa atrás y vio venir a un cura en un borrico que venía de otro pueblo a decir misa en aquel pueblo. Y con más coraje que nunca dice: —¡Me cago en la mar! Pero, ¡qué frailes más diablos! ¿Con borrico y to? Y va y coge al borrico y a palos lo lleva a la orilla del río con el fraile. Y el pobre cura empieza a gritar y a rogarle que lo deje por Dios, que va a decir misa en el pueblo. Pero el tonto no le hace caso. Y le dice: —¿Con borrico y to? ¡Güeno, pues con borrico y to! Y le da un rempujón al borrico y echa al borrico y al cura al río, y mueren hogaos. Y vuerve a la casa del señor y sale y le dice: —Güeno, hombre, ya no ha vuerto el fraile. Seguramente lo has echao bien hondo.
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Y le contesta el tonto: —No me vuerva usté a mandar a echar frailes muertos al río. Lo he llevao esta última vez y le he atao dos piedras al cuello y lo he echao mu hondo, mu hondo. Pero, ¿sabe usté lo que ha pasao? Pues toa la noche lo he estao cuidando pa que no saliera, y ahora cuando ya me venía vuervo la cara y lo veo venir al so malvao con borrico y to. Y he tenío que vorver a echarlo en el río con borrico y to. Toledo, TOLEDO.
32. Los tres frailes Una vez yeren Xuan y Marica. Esta yera bona moza y non mal paecía. Tos los díes diba a pol agua a una fonti que taba mesmamente pegá a un conventu. Un día mientres taba coyendu l’agua asomóse un flaire a una ventana y dixoi: —¡A, bona moza, si usté fora gustosa con usté durmiera yo! Marica non fizo casu y echó andar pa casa. A utru día volvió a la fonti y utru flaire dixoi lo mesmo. Ella tampoco fizo casu. Volvió al día siguiente y socedió igual con utru. Entóncenes foi pa casa y dixo al maridu: —Mira, Xuan, yo non güelvo a pol agua na fonti del conventu. Pos tos los díes s’asoma un flaire a una ventana y dime que si yo fora gustosa que dormiría conmigo de bona gana. Xuan contestó: —Y tú, ¿qué i dices? Marica replicó: —Yo non gorguto palabra y doime priesa pa colar pa casa. Xuan dixo: —Pos mira, si mañana te güelve decir utru flaire lo que dices que dicen tos los díes, tú contéstisi que sí, que venga a casa. Marica foi a utru día y como siempre asomóse utru flaire y dixoi: —¡A, bona moza, si usté fora gustosa con usté durmiera yo! Marica contestói: —Pos pué facelo cuando quiera. El flaire entóncenes dixo: —¿Y non podrá ser hoy? —Sí —dixo Marica—, venga por mi casa a eso de las diez de la nuiche.
El flaire foi a casa de Marica a la hora que ésta i mandó. María llevólu pa un cuarto y dexólu enciarrau nél. A utru día foi a la fonti y utru flaire dixoi les palabres de siempre. Ella dixoi que sí, que pasás por la su casa a las diez de la nuiche. El flaire foi y Marica enciarrólu nel mesmu cuarto que taba l’utru. Foi al día siguiente a la fonti y socediói lo mesmo que los utrus díes y enciarró utru flaire nel cuartu conos utrus dos. Entóncenes María llamó a Xuan y dixoi: —¡O, Xuan, ya tenemos tres flaires en cuartu! ¿Qué facemos con ellos? Xuan dixo: —¿Pos qué vamos a facer sinon matalos? Y ansina lo ficieron. Nel pueblu había un tontu y Marica llamólu y dixoi: —Mira, si me lleves esti flaire a tiralu al río doite un bollu de mantega. Pero has tener cudiau de tiralu bien fondu porque ya sabes que los flaires son el mesmu diablu y a lo meyor güélvesenos pa casa. Tamién i dixo: —Cuando pases por delantre el conventu si te pregunta algun flaire qué ye lo que lleves, dices que yes el diablu que lleves flaires. El tontu cargó col flaire al hombru y echó andar. Al pasar por delantre el conventu asomóse un flaire y preguntói: —A, tontu, ¿qué lleves al hombru? El tontu dixo: —Soy el diablu que llevo los flaires. Entóncenes el flaire que i había preguntao ciarró la ventana presinándose atemorizao. Llegó el tontu al río y tiró al flaire nun pozu muy fondu. Foise después pa casa Marica a pedir el bollu de mantega, pero en cuanto llegó a la puerta Marica dixoi: —¡Ay, hombre, tú qué mal lo ficiste que el flaire ya tá en casa otra vez! Y enseñabai un flaire de los otrus dos que quedaban en casa. El tontu cargó con él y dixo: —Pos agora non ha golver porque tengo tiralu bien fondu. Chó andar con él y al pasar por delantre el conventu preguntói utru flaire: —¿Qué lleves al hombru? Él dixo lo mesmo que al utru del día anterior y el flaire marchó asustao. Llegó el tontu al río y tiró al flaire nun pozu muy fondu, y encima pa que afondaren les sotanes chói piedres como la su cabeza. Foise pa casa Marica y cuando diba entrar salió ella y dixoi:
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II. CUENTOS HUMANOS VARIOS
—Pero, home de Dios, ¡que el flaire tá otra vez en mío casa! Velu ende. El tontu dixoi: —Pos agora sí que non ha golver. Cargó con él y al pasar por delantre el conventu socediói con utru flaire lo mesmu que los otrus díes. Llegó a un monte y echandu el flaire en suelo encomenzó a partir leña y amontonar fueya seca pa quemalu. Fízolo ansina y mientres taba quemandu el flaire, el tontu quedóse dormíu a par la foguera. En esto vieno utru flaire que andaba pol monte leyendo y tomando el frescu, y al ver una foguera acercóse a ella. Encomenzó a regolver con un palu y vio que entre les llames había una cadena con medallas y cruces. Baxóse a coyeles pero en esto despertó el tontu y al ver allí al flaire aquel encomendó a decir: —¡A, malditu! ¿Entavía te me escapes? Non, pos agora non has golver pa casa. Aspera que to cortate en tayaínes. Y chó a correr tras el flaire. Esti al ver que el tontu sacaba una navaya non topaba camín pa les sos pates. El tontu non pudo alcanzalu y el flaire desapaeció entre la arboleda. Entóncenes el tontu llenu de pena foi pa casa Marica. Esta al velu entrar foi derecha a él col bollu do mantega, pero el tontu dixo: —Non, non me lu dé que el flaire entavía ha de golver pa casa. Fui quemalu al monte y cuando ya taba casi quemao salió de la foguera y chó a correr como alma que lleva el diablu. Marica rióse y dixo: —Non da más. Toma el bollu y si güelve el flaire ya te avisaré pa que lu lleves. El tontu non quiso el bollu y marchó diciendo que diba pal monte a ver si topaba el flaire malditu. Fízolo ansina y el probe tontu quedóse en sin bollu de mantega. Eduardo Martínez Torner, 1913. Llamo, ASTURIAS.
33. ¿Cuándo cegará el mío Xuan? Una vez yeren Xuan y Marica. Esta yera una bona moza, blanca y tierna como una cuayá, por lo que al cura del pueblo non i degustaba tantu que non fora gustosu de vela y decíi cosiquines suaves tantes cuantes veces podía. Marica, a decir verdá, non veía con malos güeyos al cura que yera mozu y bien paecíu, por lo que i gustaba oyer les palabrines de miel que él i decía al oídu y rascar los plizcos que i chaba enos sitios onde topaba más sustanza.
Ansina charon bonos díes hasta que col tiempu llegaron a entenderse más d’afechu; pero había el estorbu que non teníen sitiu abrigao onde fácese les caricies, pos Marica non podía dir a casa el cura por mor del sacristán y demás xente que podía conocelo y el cura non podía dir a casa Marica por mor del so Xuan que yera celosu y amás burru como él solu. Un día que Xuan taba trabayando na tierra vio po lo fondero d’un camín a la so muyer platicando col cura y pol modo facelo comprendió que yeren muy amigos. Al poco tiempu separáronse Marica y el cura. El siguió pol camín arría leyendu nun llibru y ella fóise derecha a la ilesia. Xuan dexó de trabayar y siguióla hasta que la vio entrar nel templu col pañuelo na cabeza. Escondióse Xuan nun confesonariu y ascuchó que la so muyer decía, mirando pa un santu: —A, San Antonio, ¿cuándo cegará el mió Xuan? Díxolo abondes veces y luego salió de la ilesia presinándose. Xuan corrió pa la tierra y púnxose a trabayar y cantar como si non sopiés nin una palabra de lo que habíen visto los sos güeyos. A utru día Marica foi tamién a la ilesia pero Xuan madrugó más que ella y metióse detrás del santu a que i rezaba la so muyer. Llegó Marica y arrodillándose volvió a decir: —A, San Antonio, ¿cuándo cegará el mió Xuan? Xuan, asonsañando una voz d’utru mundu dixo: —Pronto, pronto. Marica pegó un saltu atemorizá, pero después acercándose, porque al fin y al cabo taba hablando con un santu y non con el diablu, porque ésti non entra nes ilesies, preguntó: —¿Y qué tengo que facer pa que ciegue? La voz dixo: —Pos dai bonos platos de comida, con bon xamón y chuletes y abondes botelles de vino del meyor. Marica chó a correr pa una güerta onde taba el cura y llena de contentu contói lo que i había dicho San Antonio. Pero lo peor yera que ella non tenía pa dái al so Xuan tan bones coses a comer y beber. El cura dixo: —Calla, muyer, non t’apures que de to eso que dices háilo en mió casa y puedes dir llevando lo que te faiga falta. Marica pidió un xamón y un par de botelles de vino y al pocu tiempu diba el sacristán a lleváilo a casa. Xuan, mientres tanto, taba trabayando na tierra y aguardando con ganes que diesen las doce pa dir a comer. Dio por fin la hora y fóise pa casa. Marica, ensina que lu vio encomenzó a decir: —Mira, Xuan, veo que trabayes munchu y, mialma, tengo duelu de ti porque te quiero bien. Ansina que desde
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hoy vo ponte bones cosas pa comer, pos non ye cuentu que trabayes y comas mal y poco. Xuan, desemulando lo que sabía, dio un sospiro y dixo: —¡Ay, Marica, qué bona yes! Sentáronse a comer y anque Marica comía poco, mialma, que Xuan llenó el botielsu como nunca lu había llenao en so vida. Marica de vez en vez mirábai pa los güeyos y chabai nel plato mayores tayaes y en vaso abondos tragos de vino. Ansina pasaron algunos díes hasta que Xuan, que ya taba gordu y collorau como un callóndrigu, encomenzó a decir a la so mujer, por ver en que paraba la cosa: —A, Marica, ¿sabes que paez que veo mal? Del güeyo derecho ya non veo gotera, y del utru poco menos. ¡Ay, probe de mí, qué disgracia me cueye! Y tú, Mariquina, tan bona como yes y tan bonos platos como me dabes, ¿qué va a ser de ti si yo ciego d’afechu? Marica facíase que lloraba y dixo: —¡Ay, mió Xuan del alma, voy tar col siñor cura a ver si me da algún remediu pal to mal! Aguarda un poco, queridu, que vuelvo tan aína como un rellumu. Salió Marica y foi a ver al siñor cura. Topólu xunto al río y contói lo que i pasaba al so Xuan. —Agora ya tamos bien —decía ella—. Ya non hay güeyos que nos vean nin llengües que nos marmuren. —Dios t’ascuche —decía el cura, arrascando la barriga de contentu. Foron los dos pa casa y toparon a Xuan sentau metá la masera. Xuan encomenzó a decir: —¿Quién anda ende? Marica dixo: —Soy yo, Xuanín del alma. ¿Non me ves? Soy yo col siñor cura que vien a véte por mor de catar una melecina que te faga bien. Xuan replicó: —¿Onde tás, Marica, que non te veo? Y usté, sinor cura, ¿ónde tá? ¡Ay, Dios, que fai un menutu entavía devisaba la lluz del sol y agora non veo nin siquiera el fueu que tá nel llar! ¡Ay, probe de mí, qué disgracia me coyó! El neñu de Xuan y Marica, pos olvidóseme decir que teníen un neñín de dos años, lloraba al ver al so pa de aquella suerte, creyendo el probitín que yeren verdá les quexes. El cura entóncenes pasó los deos por delantre los güeyos de Xuan y ésti non apestañó nin una vez siquiera, por lo que todos creyeron en la ceguera feutiva. El cura dixo, faciéndoi una seña a Marica: —Bueno, Xuan, non t’apures que el to mal pame que tien remediu. Voy agora mesmu catate una melecina que escurro te fará munchu bien. Táte ende que yo vengo nun momentu.
Fízose como que salía y trancaba la puerta tras de sí, pero non fui ansina, sinon que trancó la puerta después de abrila, pero él quedó tan dientru de casa como taba antes. Marica faciéndoi caricies a Xuan decíai: —Aguárdame un poquitín que voy meter les cabres en corral y a preparate después daqué pa que tomes un bucau. Y marchó semulando una gran pena. El cura ya taba en cuartu aguardando por Marica y ésta diba pa allá más contenta que unos pitos en día de fiesta. Xuan a todo esta facíase que non veía gotera, pero, mialma, que taba viendo más de lo que él quixera ver. Marica y el cura en cuanto se vieron xuntus encomenzaron a abrazase y a facese mil caricias. Xuan, entóncenes llamó al so rapacín y coyendu una escopeta que taba co a él dixoi: —Mira, neñín, como quiera que yo voy morrer pronto y non quiero dexate en sin que sepas facer to lo que yo facía voy deprendete a cazar. Y poniendo la escopeta en desposición soltó el tiru pa onda taben Marica y el cura. Esti quedó espurríu na cama y Marica dando voces decía: —¡Ay, mió Xuan! Tú, ¿qué ficiste que mataste al siñor cura? Xuan replicó: —Pero, Marica, ¿cómo diba mata’l cura si fai un menutu que coló a catame una melecina pal mió mal? Marica dixo: —Sí, ye verdá que coló fái un menutu, pero había dexao el llibru olvidao enría la cama y golvióse a por él. ¡Ay, Xuan, que cuando diba a coyelu foi cuando lu matasti! ¡Ay, probos de nosotros! ¿Qué nos va a facer la xosticia? Xuan dixoi: —Bueno, puesto que ya ta muertu y non hay remediu, vamos tiralu en el pozu de la güerta y ansina naide sabrá quien lu mató. Cháronni mano, uno po los pies y utru po la cabeza y fóronse a tiralu en pozu, que yera talamente fondu que non se devisaba el fin. Después que lu tiraron dixo Xuan a Marica: —¡A, Marica, agora podías tirame a mí porque ya non te valgo pa ná nesti mundu! Toi ciego y por lo tantu non faría más que comete lo que tú trabayás. Marica decía: —¡Ay, mió Xuan! ¿Cómo quieres que yo tenga valor: pa tírate en pozu, tan güenu como fosti pa mí toa la vida? Xuan replicó: —Sí, mió probe, tírame en pozu que yo non podré vivir en sin ver. Non tengas pena por mí nin t’apures por ti y pol neñín, que non te faltará utru home que te quiera pa casase contigo y que te trate col mesmu cariñu que yo. Mira,
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II. CUENTOS HUMANOS VARIOS
Mariquina, ponme a la orilla del pozu y pa que non te dé repunanza el facer lo que te mando ciarres bien los güeyos y chando dos pasos pa atrás vienes y dasme un empellón en sin abrilos. Púnxose Xuan a la orilla del pozu, y Marica foi dái el empellón, pero en el mesmu momentu Xuan esvióse y Marica cayó pol pozu abaxu a xuntase col cura. Xuan volvióse pa casa muy contentu y chóse na cama col so probe neñín que, mialma, non taba al tantu de lo que pasaba. A utru día levantóse Xuan a trabayar. Los vecinos preguntábini po la so muyer y él decía: —Tá col cura. Vieno el sacristán a preguntái si había visto al siñor cura y dixo: —Tá con la mió muyer. Y ansina contestaba a cuantos veníen a preguntar pol un o por la otra. Al cabu de cierto tiempo ya naide chaba tras ellos, pos todos nel pueblo creíen que el cura y Marica habíen embarcao xuntus pa les Amériques, y ansina dexaron al probe Xuan tranquilu trabayando y comiendo po lo que tenía. Eduardo Martínez Torner, 1913. Llamo, ASTURIAS.
34. El zapatero que cegó Éste era un zapatero que tenía una mujé mu guapa, mu guapa, y que staba bien con un cura. Y como quería que er cura viniea a la casa y su marío, que era zapatero siempre staba en casa, dijo: —Si yo lograra que cegara mi marido entonce si stábamo mu bien. Güeno, pue dijo: —Vi a rogarle al Señor der Albarcocá que ciegue mi marío. Y fue a la iglesia y empezó a decí: —¡Ay, Señor der Albarcocá, que ciegue mi marío! Señor der Albarcocá, ¿cómo cegará mi marío? Señor der Albarcocá, ¿cómo cegará mi marío? Y así iba todo lo día a rezá hasta, que un día la siguió su marío a la iglesia porque sospechaba que staba bien con er cura y vio que se hincó a rezá y decía: —¡Ay, Señor der Albarcocá, que ciegue mi marío! Señor der Albarcocá, ¿cómo cegará mi marío? Al otro día ante de que ella fuera a la iglesia ya él estaba puesto detrá der santo. Cuando ella llegó dijo: —Señor del Albarcocá, ¿cómo cegará mi marío?
Y le contesta é: —Con gallina negra y vino tinto. Y ella mu contenta salió de la iglesia y dijo: —Gracias a Dios que ya me contestó er santo. Ya sé cómo hacé ciego a mi marío. Y va y llega a la casa y le dice a su marío: —Oye, ¿quieres comé gallina hoy? Tanto que trabajas y nunca comes bien. Hoy vi a matá la gallina negra pa darte una güena comida. Y dice é: —Lo que tú quiera mujé. Y va ella y mata la gallina negra y la guisa. Y pone la gallina en la mesa y dice: —Pero ya que tenemo una gallina tan rica, ¿cómo vamo a comé sin bebé vino? Vi a comprá un poco e vino tinto. Y sale corriendo y vuerve en uno momento con una botella e vino tinto. Pues güeno, se sientan a comé y come aqué gallina hasta que se harta y bebe vino tinto, pero na le pasa. Y empieza la mujé a decí: —¡Ay, qué güena broma! ¿Por qué no ciega? Si me habrá engañao er Señor der Albacorcá. Pero ya empieza er marío a decí: —¡Ay mujé, que no veo mu bien! Ay, mujé, que no veo mu bien! Y la mujé loca e contento dice: —Ya va a cegá. Ya va a cegá. Y er marío dice entonce: —Mujé no sé que me pasa que ya no veo casi na. Estoy cegando. Anda mujé, dame er garrote pa í a la cama que ya no veo na. Y va ella y la da er garrote y se va aqué a la cama y se tumba en la cama y dice: —¡Sea por Dios, mujé, que ya no veo na! ¿Qué vi a hacé ahora ciego? Y la mujé le contesta: —No te dé cuidao que yo sabré trabajá pa ganá la vida. Güeno, pué ya como aqué se hizo er ciego y la mujé lo creyó pué va y le envía recao ar cura que venga que ya er
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marío cegó. Y llega er cura en seguía y entra sin sé sentío, pero er marío lo staba viendo too. Y ar tiempo que entraron en el cuarto se levanta er ciego y le arrima ar cura una güena paliza con er garrote, que le rompió toa las costilla. Y aluego que se marchó er cura le arrimó otra iguá a su mujé. Jaén, JAÉN.
35. Sansón Éstos eran unos señores que eran muy ricos y no tenían hijos. Y decía la mujer: —¡Ay, si Dios nos diera un hijo tan grande y tan fuerte como Sansón pa que nos comiera la hacienda! Y tanto estuvo diciendo eso que por fin Dios les dio un hijo tan grande y tan fuerte como Sansón. Y lo bautizaron y le puson el nombre de Sansón. Y fue creciendo el niño y cuando llegó a ser hombre se comía en un día tres cerdos, una fanega de garbanzos y una fanega de pan. Y ya en poco tiempo se comió toda la hacienda y los padres quedaron muy pobres. Y dijon entonces los padres: —Ahora le vamos a hacer un azadón pa que vaya a trabajar y gane pa que coma. Y le hizon el azadón y fueron tres hombres por él pero no pudon llevarlo. Y fue entonces Sansón y sigún llegó lo cogió con facilidá y dijo: —Esto se hace así. Ustedes no valen pa na. Y como le cogió como quien coge una guinda todos se quedaron muy sorprendidos. Y ya se echó el azadón al hombro y se fue camino alante. Y llegaba a servir en las casas y trabajaba mucho, pero como se comía todo lo que había en la casa en un día todos le despedían al segundo día y ya nadien le quería recebir. Y como todos le temblaban de miedo todos se quitaban el sombrero cuando le vían pasar. Y ya viendo que nadien le quería recebir se fue al palacio del rey y anduvo cavando todos los jardines y todo con su azadón hasta que destrozó casi todo. Y nadien se atrevía a decirle na. Y ya llamó el rey a sus caballeros y les dijo: —¡Ay, señores, lo que nos pasa con este hombre! ¿Cómo vamos a librarnos de él? Y ya acordaron enviar a muchos caballeros armaos y a caballo al campo a pelear todos juntos con él pa ver si le mataban. Y salieron los caballeros con sus mejores armas al campo a esperar a Sansón. Y Sansón llegó y cogió un caballo del rebo y empezó, ¡Pin, pin, plan, plan! y a todos los mató, dándoles con el caballo.
Y volvió al palacio y le dijo al rey: —Güeno, pues ya los he matao a todos. Y entonces acordaron hacer un hombre de pez pa cogerle. Y hizon er hombre de pez y lo puson allí cerca del palacio. Y pasó por allí Sansón y como el hombre de pez no le hizo la venia al pasar volvió Sansón y le dijo: —¿Me haces la venia? Mira que te doy. ¿Me haces la venia? Mira que te doy. Y como el hombre de pez no le hizo la venia le dio Sansón un puñetazo y se le quedó pegada la mano derecha. Y entonces le sigue diciendo: —¿Me haces la venia? Mira que te doy. ¿Me haces la venia? Mira que te doy. Y le dio con la mano izquierda y se le quedó pegada. Y entonces le dijo: —¿Me sueltas las manos? Mira que te doy con el pie. ¿Me sueltas las manos? Mira que te doy con el pie. Y le dio una patada y se le quedó pegao el pie. Y entonces ya muy enfadao le dice: —¿Me sueltas las dos manos y el pie? Mira que te doy con el otro pie. ¿Me sueltas las dos manos y el pie? Mira que te doy con el otro pie. Y le dio una patada con el otro pie y, se le quedó también pegao. Y ya le dice: —¿Me sueltas las dos manos y los dos pies? Mira que te doy un tripazo. ¿Me sueltas las dos manos y los dos pies? Mira que te doy un tripazo. Y le dio un tripazo y se le pegó la tripa. Y ya como estaba bien pegao, allí lo cogieron y lo mataron. San Esteban de Muñana, ÁVILA.
36. María del Carmen Éstos eran un rey y una reina que tenían un hijo que nunca hablaba ni decía palabra. Si lo padre le preguntaban argo se quedaba callao sin decí naa. —Pero y qué hijo tenemo —decía er rey—; parece tonto. Y arguna vece iba la madre sola a hablá con é y le decía: —Hijo mío, ¿qué tiene que no contesta cuando te hablamo? ¿Que no quiere star con nosotro, o qué te pasa? Y é na; callaba y no decía ni palabra. Y una ve cuando estaba é solo en er palacio llegó una pobre muchacha mendingando y era tan guapa que no había otra má guapa que ella. Y en ve de darle una limosna a la pobre mendinga le dijo: —Oye, ¿te quiere vení a viví conmigo en mi palacio?
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II. CUENTOS HUMANOS VARIOS
Y ella le contestó: —¡Ay, no siñó, que no pué sé! Yo soy una pobre mendinga y uté e hijo de rey, y como no pué uté casase conmigo no pué sé. Y entonce é la agarró de la mano a la fuerza y la metió en er palacio. Y ella gritaba y gritaba y pedía socorro, pero como é staba solo naide la oyó. Y depué de que hizo lo que quiso con ella fue y la metió en un suterráneo y atrancó y a naide le dijo lo que había hecho. Y a ella le dijo: —Mira, no tenga miedo, que sólo a ti te quiero y con naide me casaré. Y allí le tenía de to lo que le hacía farta. Allí onde la tenía escondida la visitaba sólo é y é sólo tenía la llave der suterráneo. Un día er padre le dijo a su hijo: —Hijo, mira, que ya yo stoy viejo y tú tiene que heredá la corona y queremo que te case. ¿Hay arguna princesa que te guste pa casate? Y é na, no contestaba. Y la madre le dijo entonce: —Hijo, ¿quiere que mandemo por lo retrato de la tre hija der rey que vive cerca pa vé si una te gusta pa casate? Y é na; no contestaba palabra. —¡Ay, Dios mío! —decía er rey—. No sé qué vamo a hacé con este hijo que tenemo. No dice ni sí ni no, ni na, y ya yo stoy viejo y quiero que se case ante de que muera. Pero la madre mandó por lo retrato de la tre hija der rey vecino. Y cuando ella supon que era pa vé si er hijo der rey se quería casá con una de ella la tre dijon que se casarían con é. Y llegaron lo retrato y la madre fue a enseñáselo a su hijo y le dijo: —¿Cuála te gusta má? Y é na; no contestaba na. Entonce ella le dijo: —A mí me gusta má la mayó, ¿y a ti? Y é na, ni palabra. Pero la madre le dijo: —Mira, hijo, que tiene que casate porque ya tu padre es viejo y has de heredá er reino. Vamo a mandá por la mayó pa que te case con ella. Y é no dijo na; callaba y na decía. Mandó la madre por la mayó pa que se casara con su hijo y vino. Y como er hijo siempre callaba y nunca hablaba, dijo la madre: —No vamo a hacé boda ni ná. Que se casen y na má. Güeno, conque se casaron. Y por la noche habló é y dijo a su padre: —No quiero que entre naide a ayudarno. Vamo a acostarno solo. Y entraon a acostarse y ella se acostó en seguía. Y é se sentó a un lao de la cama, se puso la mano en la mejilla
y se puso a pensá sin decí palabra. Y entonces la novia le dijo: —¿Qué te pasa? ¿Es que no me quieres, o que tu padre te casaron sin tu gusto, o qué? Y é sin contestá palabra se levantó y sacó un puñal y la mató. Y cogió entonce la llave y se escapó a vé a la mendinga. Y como llegó mu nervioso y mu agitao le dijo ella: —¿Qué has hecho que vienes tan agitao? —¡Ay, no quiero decirte! —le dijo é. —¡Anda, dímelo! ¿Qué has hecho? —Pue mira, que como te quiero tanto te lo ví a decí. Me casaron mi padre con una princesa, la hija mayó de un rey y ahora que fuimo a acostano la he matao mejó que dormí con ella. —¡Ay, Dios mío! ¿Pero cómo has hecho eso? —le dijo la mendinga. Y é entonce cerró la puerta y se salió. Conque cuando amaneció fueron lo padre a vé si se había levantao er hijo y fueron viendo aquella pobre princesa muerta en la cama. —¡Ay, Dios! ¿Qué has hecho? ¡Virgen Santísima! ¡Se va a arruiná er reino! Y é na; callaba y no decía palabra. Y la madre cayó enferma en la cama de susto y le decía a su hijo: —Pero hijo, ¿qué tienes? Si no te querías casá con esa muchacha, ¿por qué no no lo dijiste? ¡Ay, Dios mío! ¡Matá a esa pobre princesa la primera noche de tu boda! Y é na contestaba. Pué güeno, conque depués de argún tiempo le dijo la madre al hijo: —Hijo mío, ¿quiere que mandemo ahora por la segunda hija pa que te case con ella? Y é, como siempre, na, ni palabra. Y ya mandó la madre a decí que la hermana mayó se había muerto y quer príncipe se quería casá con la segunda. Y vino la segunda y se casaron. Y é no decía na; callaba como siempre. Y fueron a acostase y se acostó ella primero, y é fue y se sentó a un lao y se puso la mano en la mejilla y no decía ni palabra. Y ella entonce le dijo: —¿Por qué no viene a la cama? ¿Que no me quieres? ¿O es que tu padre te casaron sin tu consentimiento? Y é se levantó entonce mu enfadao y sacó su puñal y la mató. Y bajó en seguía ande staba la otra y le dijo: —Me han casao mi padre otra ve, esta ve con la hermana segunda y mejó que dormí con ella la he matao. —¿Qué has hecho? —le dice la muchacha—. Me vas a matá a mí tamié si sigues así. ¡Ten misericordia de mí que ya stoy pa dá a lu! Si me quieres de vera te pido que no lo güerva a hacé.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Pué na; é ni palabra, y cerró bien la puerta y se salió. Cuando ya amaneció lo padre fueron y hallaron a la otra muerta. Y cuando vio er padre a su hijo le dijo: —Hijo, ya nos está matando. No sé qué quiere. Si no quería casarte, ¿por qué no lo has dicho? Me vi a morí y se va a perdé er reino. Y aqué como siempre, ni palabra; callao. Conque ya poco depués mandó la madre por la hija tercera. Y cuando dijon que la hermana segunda había muerto dijo la madre de la hija: —Hija mía, me paece que aquí argo hay. Sospecho que a tus hermana la mataron y temo que a ti tamié te matarán. No vayas. Pero la chica contestó: —No tenga uté miedo, madre. A mí no me mata naide. Y se marchó a casase con er príncipe. Y llegó mu contenta y mu cariñosa diciéndole a lo padre papá y mamá y esto y lo otro; pero é na; ni una palabra. Güeno, conque se casaron y ya se fueron a la cama. Y ella se acostó en seguía. Y é como ante se sentó a pensá con la mano en la mejilla. Y ella cuando vio que é no se acostaba ni le hizo caso y se hizo la dormida; y venga a roncá y venga a roncá. Y é entonce cogió una lu y se acercó a mirala. Y venga a mirala y venga a remirala, y dijo: —¡Ay, qué guapa eres! ¡Pero má guapa es la mía! Y ella estaba dispierta y staba oyendo too. Y venga a mirala y venga remirala, y otra vez dijo: —¡Ay, qué guapa eres! ¡Pero má guapa es la mía! Depué fue y cogió una llavecita de una caja y abrió una puerta y bajó siete pare de escalera. Y ella se levantó de la cama y le siguió y oyó lo que decían. Al llegar é le dijo ella: —¿La has matao? —No, no la he matao —dijo é. —¿Es bella? —Sí, e mu bella, pero má bella eres tú. —¡Ay, Dios mío! ¡Te ruego que no la mates! ¡Por esta criatura que stá pa nacer te ruego que no la mates por mí! Con do muerte basta. ¡No la mates, por la Virgen del Carmen! Y entonce ya é le dijo que se iba. Y subió aquélla en seguía y se metió en la cama y se hizo la dormía. Y subió é otra ve la estuvo mirando y remirando y le dijo: —¡Ay, qué guapa eres! ¡Pero má guapa es la mía! Y otro día llegó la reina y cuando halló a la menor viva no cabía de contento y dijo: —¡Ay, qué gusto que ya mi hijo ya no ha matao a su mujé! Ahora si vamo a star too mu bien.
Y la otra no le dijo naa de lo que había visto. Güeno, pué vamo que a la segunda noche se fueron a acostá y pasó como ante. Se acostó la novia primero y é se sentó solo a pensá. Y ella se hizo otra ve la dormida y venga que venga a roncá. Y aqué se acercó con una lu a mirala otra ve y le dijo: —¡Ay, qué guapa eres! Pero má guapa es la mía! Y cogió la llavecita otra ve y bajó a vé a la otra. Y la novia le siguió como ante. Y le dijo é a la mendinga: —Te vi a dejá sola y me vi a la guerra. Y aquélla sin oír lo que é decía se dijo: —¿La has matao? —No, no la he matao. —¡Ay, que no la mates! ¡Te lo ruego por la Virgen del Carmen! Y é le dijo otra ve: —Te vi a dejá sola y me vi a la guerra. Y le dice ella: —Véte, que la Virgen del Carmen me ha de favorecé y se llevará a mi hijo. Y se salió y la dejó sola. Y aquella había subío alante y se había acostao otra ve en la cama. Y otro día se marchó er hijo der rey pa la guerra. Y la novia entonce se puso a bordá un traje de la Virgen del Carmen y cuando lo terminó fue a su habitación y como sabía onde staba la llavecita la cogió y bajó lo siete pare de escalera y entró onde staba la otra ya en lo primero dolore der parto. Y al momento que la vio creyó que era la Virgen del Carmen a quien toa la noche rezaba y le dijo: —¡Ay, Virgen del Carmen, ayúdame! Y la novia le dijo: —Vengo a ayudate. Cuéntame tu vida. Y aquélla le contó to lo que le había pasao; como aqué la había cogido a la fuerza y la había metío en er suterráneo, y que había matao a la dos hermana y to. Y la novia le dijo: —Y tú, ¿le aconsejaba que la matara? —¡Ay, Dios! ¡Yo no! Yo siempre le aconsejaba que no la matara. Y entonce le dijo: —¿Qué quiere tú ahora? Y le contestó la otra: —Lo que quiero es que si uté es la Virgen del Carmen me lleve a un convento depué que dé a lu mi hijo, y a mi hijo le ruego que se lo lleve uté. Y entonce ya staba la pobre que un dolor le venía y otro le iba. Y fue la otra y trajo una comadre y médico y to. Y dio a lu un niño que era un encanto de precioso. Y le buscó una ama de cría y se lo llevó con ella y a la otra la llevó a un convento y allí la dejó.
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II. CUENTOS HUMANOS VARIOS
Conque fue entonce y se acostó con el niño y otro día cuando amaneció la hallaron con su niño y le dijo la reina: —Pero, ¿cómo has dao a lu tú sola? —Sí, yo sola —le dijo la otra. Y tan contentos toos de ver que la princesa había dao a lu un niño. Y cuando llegó er príncipe de la guerra salió la reina a su encuentro y le dijo que ya tenía un hijo. Pero é como no había dormío con ella sabía que no podía sé hijo de ella. Pero callaba y no decía na. Y ni entró a ve a la mujé ni ar niño, sino que se fue derecho ande tenía su llavecita y bajó ar suterráneo. Y cuando lo halló too vacío salió sin decí na y empezó a indagá onde staba la mendinga. Y ya le dijon que a su palacio había llegao una que decían que era la Virgen del Carmen y había sacao a una muchacha y la había llevao a un convento de religiosa. Y preguntó en er convento y le dijon que sí, que allí staba una religiosa que había llevao la Virgen del Carmen. Y subió y habló con ella y ella le dijo: —Sí, yo soy quien tanto ha sufrío por ti. Pero ya soy una religiosa y te ruego que te vayas con tu mujé y aqué tu hijo. Y sin decí palabra se fue a su palacio con su mujé aquella y su hijo. Y fueron mu felice. Granada, GRANADA.
37. Rosa Verde Éstos eran un rey y una reina que tenían una sola hija, y le leyeron el sino y le dijeron que a los dieciocho años tenía que ser una mujer mundana. Y los padres discurrieron a ver qué harían pa quitarle esa idea. Y discurrieron hacer un castillo en el monte y llevarla a ella con un ama que tenía una niña pequeña. Bueno, conque hicieron el castillo y llevaron allí a la hija que estaba todavía niña y a la ama con su niña. Y allí les llevaron víveres y ropa y de todo pa dieciocho años. Mientras la niña fue pequeña nada le llamaba la atención, pero al tener los dieciocho años decía: —Pero, ¿qué no habrá más mundo que esto, metidos aquí en este castillo? Y un día fue y se asomó a los balcones del castillo y divisó una chocita y vio que de ella salían cuatro ladrones. Y empezó a contar y vio que eran cuatro, y dijo: —Mañana voy a ver qué es aquello. Y otro día se salió del castillo y se dirigió a la choza y a la puerta encontró al hijo del capitán. Y sin decir nada entró y le tiró al niño toda la comida que preparaba para los ladrones; y le desbarató toda la cama y se marchó pa su castillo. Y al llegar al castillo le dijo a la niña del ama:
—He ido a aquella choza que ves allá y me he encontrao con el niño que preparaba la comida y se la he tirao toda, y le he desbarato la cama. Mañana bien tempranito vamos otra vez. Como le digas algo a tú madre te mato. Y por la mañana temprano se marcharon las dos. Y ese día se había quedao allí uno de los ladrones pa esperar a la joven que había venido el día antes a tirarle la comida al niño y a desbaratar la cama. Y luego que llegaron el ladrón en seguida las recibió muy contento y quería gozar dellas. Y la muchacha le dijo: —Bueno, pero primero a poner la mesa y a comer. Y mientras el ladrón ponía la mesa ellas se salieron por un boquete que había en la choza y se marcharon pa el castillo. Y llegaron los ladrones a la choza y le preguntaron al que se había quedao por la joven. Y él les contó cómo ella le había engañao y se había marchao. Y el capitán le dijo: —¡Ay, tonto! Ya verás como mañana me quedo yo y a mí no se me escapa. Y otro día se quedó el capitán pa ver si venía la joven. Y llegó ella otra vez al castillo. Y el capitán la recibió muy contento y quería gozar de ella. Pero ella le dijo: —Bueno, pero quiero llevarte al castillo primero. Irás conmigo al castillo onde vive. Y el capitán se fue con ella. Y se marcharon pal castillo y al llegar la joven le dijo: —Por este lienzo que hay subo yo y luego subes tú. Y subió ella primero. Y luego empezó él a subir y a la mediación del lienzo cortó ella y le dejó caer y se dio un buen golpazo. Y así estropeao y adolorido se fue pa su choza jurando venganza. Y cuando llegó estaba tan estropeao que se metió en la cama. Y cuando la joven oyó decir que estaba malo en la cama se vistió de médico y fue a curarle. Y llegó y le dijeron que entrara. Y entró a ver al enfermo y le dio una buena paliza. Y al marcharse le dijo: —Yo soy Rosa Verde, pa que se acuerde. Y a los cuantos días dijo la joven: —Bueno, ya ahora debe el capitán de los ladrones tener barba. Y se vistió de barbero y pasó por la choza. Y el niño del capitán la llamó pa que afeitara al capitán. Y entró ella y le hizo muchas heridas en la cara y le dejó muy estropeao. Y se marchó otra vez y al marcharse le dijo: —Yo soy Rosa Verde, pa que se acuerde. Bueno, pues ya vinieron sus padres por ella y se la llevaron al palacio. Y de contentos que estaban todos el rey le dijo que escogiera lo más imposible que quisiera, lo que se le antojara, que él se lo concedería. Y ella entonces le dijo que les perdonara a los ladrones. Y el rey, su padre, le dijo, que todo
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menos eso. Y a los pocos días fue el capitán de los ladrones a pedir la mano de la princesa, porque ya sabia que ella era la que tanto mal le había hecho y quería casarse con ella pa matarla. Y los padres se la dieron en matrimonio. Y ella comprendía las intenciones del capitán y el día de la boda mandó hacer una muñeca de dulce de la misma figura que ella. Y se casaron. Y por la noche ella fue primero a acostarse y metió en la cama la muñeca de dulce con una cuerdecita para que dijera sí y no con la cabeza. Y ella se metió debajo de la cama. Bueno, pues que poco después vino el novio a acostarse pa matar a la novia y vengarse. Y llegó a la cama y le dijo a la muñeca: —¿Te acuerdas, Rosa Verde, de cuando le hiciste aquel destrozo a mi niño en la choza? Y ella con la cabeza decía que sí. Y entonces le dijo: —¿Te acuerdas, Rosa Verde, del día que me llevaste al castillo y me cortaste el lienzo y casi me mataste? Y otra vez respondió ella con la cabeza que sí. Y luego dijo: —¿Te acuerdas, Rosa Verde, de cuando fuiste de médico a la choza y me diste una paliza en la cama? Y con la cabeza decía que sí. Y entonces dijo: —¿Te acuerdas, Rosa Verde, de cuando fuiste de barbero a la choza y me hiciste heridas en la cara? Y ella otra vez decía que sí con la cabeza. Y entonces le dijo: —Bueno, pues ahora te voy a matar y pagarás por todo el mal que me has hecho. Y sacó un puñal y le tiró al lao del corazón. Y la muñeca se partió y le cayó al ladrón en la boca un pedazo de dulce, y dijo: —¡Ay, Rosa Verde de mi vida, qué muerte tan dulce has tenido! Si yo hubiera sabido que ibas a tener una muerte tan dulce no te mato. Perdóname. Y entonces salió ella de debajo de la cama y se abrazaron. Y vivieron toda la vida muy felices y comieron perdices. Y a mí no me dieron porque no quisieron. San Pedro de Alcántara, MÁLAGA.
38. La Picotora Éste era un rey que tenía una hija muy sola y muy tristona y no sabía cómo distraerla. Y ya acordó traer diez mozas pa que acompañaran a su hija y la alegraran. Y fueron a buscar las mozas y sólo hallaron nueve. Y buscando, buscando, encontraron al fin la hija de un sacristán, la cual por ser la más lista y la mayor la pusieron la Picotora.
Y ya que estaban las diez reunidas con la hija del rey las llevó el rey a un castillo en un campo. Y estaban una noche todas asomadas en la galería y vieron un castillo que estaba no muy lejos de onde estaban. Y dijo la Picotora: —Vamos allí mañana de paseo. Y otro día fueron de paseo pal castillo y llegaron a un castillo de ladrones. Y los ladrones les dijeron que entraran y entraron. Y la Picotora les dijo que les hicieran el favor de darles una palangana de agua y toallas pa lavarse. Y fueron y hizon una cuerda de las toallas y se escaparon por el balcón. Y cuando los ladrones se atrevieron a entrar a buscarlas ya no las hallaron. Y el capitán de los ladrones dijo: —Nos la tienen que pagar. Y ya fue el capitán y se vistió de pobre y salió con sus ladrones al castillo de las mozas, pidiendo. Y pidió que le dejaran quedar allí esa noche porque no tenía cama onde dormir. Y ellas le dijon que sí y le dieron de cenar. Y después les dijo él: —¿Con qué les pagaré por tanto bien? Y sacó once higos dormideros y se los dio. Y diez de las mozas comieron los higos y se durmieron. Pero la Picotora se hizo la que se comía el higo pero nada que comía. Y ya cuando las otras se durmieron dijo la Picotora al mendigo: —Vamos a acostarlas con la palmatoria. Y fueron y las acostaron. Y entonces dijo: —Ahora vamos a ver el palacio. Y lo llevó a una galería y lo tiró abajo y se le partió la cabeza. Y el capitán tocó el pito y fueron los ladrones y le recogieron y se lo llevaron pa su castillo. Y ya las mozas tuvon que irse cada una a su casa. Y el rey les dijo que pidiera cada una lo que le diera la gana, que como ya le habían dao alegría a su hija estaba dispuesto a darles lo que pidieran. Y todas pidieron joyas ricas y vestidos preciosos. Pero la Picotora dijo que ella no quería nada de eso, que ella sólo pedía que el rey la casara con el capitán de los ladrones. Y se lo prometió el rey. —Y mandó el rey llamar al capitán y le dijo que la Picotora estaba enamorada de él, y que quería casarse con él. Y él dijo que él también estaba enamorao de ella y que se casaría con ella. Y se casaron. Pero el capitán lo que quería era vengarse y matarla. Y después de la boda la subió en su caballo y se la llevó pa su castillo. Y en el camino le decía: —Te voy a matar y la tajada más pequeña va a ser de cuarterón. Y llegaron al castillo de los ladrones y ya fueron a acostarse. Y antes de acostarse pidió ella una tripa de toro, un puchero de miel, unos trapos y unas castañuelas. Y fue y hizo una muñeca como ella y la metió en la cama. Y ella se metió debajo de la cama.
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Y llegó el novio y al ver la muñeca en la cama creyó que era su novia y le dio con la espada pa matarla y salió la miel y le dio en la cara, y gritó: —¡Ay, Picotora, qué sangre más rica tienes! Si yo hubiera sabido que tenías la sangre tan rica no te hubiera matao. Y entonces salió ella tocando las castañuelas. Y él entonces se rió y ya no la mató, sino que la abrazó. Y vivieron felices y comieron perdices. Y a mí me dieron con los güesos en las narices. Villafranca de la Sierra, ÁVILA.
39. El mendigo Éste era un padre que tinía dos hijas. Y una vez se marchó a una feria y les dijo que no li abrieran la puerta a nadien, que no les hacía falta recebir a nadien. Por fin llegó un pobre mendigo pidiendo posada, y ellas le dijieron que si había marchao su padre a la feria y les había dicho que no recibieran a nadien en la casa. Y de lástima que les dio del pobre li abrieron la puerta. Arreglaron las hijas la cena pa cenar, y cenaron, y dempués de cenar el pobre les dio unos caramelos dormilones. Y la mayor comió el que le dieron, pero la otra hizo que comía pero no lu comió. Y dempués se fueron a dormir y la hija mayor se durmió en seguida. A media noche el pobre si alevantó y robó todo lo que pudo y se marchó con ello. Pero al marcharse dejó olvidada la chaqueta. Y entonces si alevantó la menor a cerrar la puerta y luego dempués atizó la lumbre pa calentar agua pa echarle en los ojos a su hermana pa que despertara. Y por la mañana antes de amanecer veno el pobre a buscar su chaqueta y le dijo a la menor que li abriera la puerta porque quería entrar a recoger la chaqueta que había dejao olvidada. Y la muchacha no le quería abrir, pero por fin le dijo que metiera la mano por debajo de la puerta. Y cuando metió la mano la muchacha se la cortó con un cuchillo, y dempués le tiró la chaqueta por el balcón.
Y luego veno el padre de la feria y las hijas le contaron lo que había pasao. Y dentru de unos días veno otra vez el pobre, pero vestido de caballero y no le conocieron. Y le dijo al padre que venía a pedir una de las hijas pa casarse con ella. Y le daban la mayor, pero él quería la menor. Y estuvo allí hasta que por fin el padre se la dio y se fue con ella en ancas. Y como él siempre llevaba guantes la muchacha le preguntó que por qué nunca se quitaba los guantes. Y entonces se quitó el guante y le enseñó la mano que le había cortao. Y allí en el medio del monte la llevó a onde estaban sus compañeros y la encerró en un cuarto y se marchó con ellos. Y ella le pidió a un criado de la cocina que le buscara una lima y rompió una reja y se salió muy corriendo, muy corriendo por miedo a que la encontraran los ladrones. Y se encontró con un hombre que vinía con un carro de leña, y le rogó que la dejara meterse entre la leña pa que nadien la pudiera ver. Y se metió entre la leña y allí iba cuando los alcanzó el ladrón. Y le preguntó al carrero si iba con él una muchacha y el carrero le dijo que no. Y sacó el ladrón un puñal y le metió varias veces por entre la leña pero nunca llegó a donde estaba la muchacha y no le hizo nada. Y así la muchacha llegó a su casa con bien. Y colorín colorao que este cuento se ha acabao. Tudanca, CANTABRIA.
40. La hija del limosnero Éste era un padre que quedó viudo con una hija; y era muy pobre, tan pobre que algunos días tenía que salir a pedir limosna pa llevar pan a casa pa su hija. Y un día cansado ya de pedir y de que nadien le diera se fue a casa de un vecino rico y llamó a la puerta. Y salió el rico y le preguntó qué quería. Y el pobre le pidió que le diera por Dios una limosna. —Anda, véte a peir a otra puerta— le contestó el rico. Y el pobre muy endinao sacó un puñal y se lo asestó al rico en el pecho y le mató. Vino la justicia entonces y cogieron al pobre limosnero y lo llevaron a la cárcel. Y le dijieron que le iban a dar garrote. Y pidió permiso pa hablar con su hija. Y vino su hija a vele y le dijo el padre que se fuera a casa de unos hombres muy ricos que eran vecinos y que les dijiera que como a su padre le iban a dar garrote que la recibieran ellos en la casa y la criaran hasta que fuera ya moza. Y aquéllos la recibieron muy contentos. Ellos no tenían familia y la criaron como
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hija, y ella les decía padres y ya cuando era mayor no sabía que ellos no eran sus padres y que a su padre le habían dao garrote. Güeno, conque con el tiempo la niña fue creciendo y cuando era moza era una niña muy guapa. Y en una ocasión tuvieron sus padres que irse a la ciudá y la dejaron sola en la casa. Y al partirse le dijieron que no le fuera a abrir la puerta a nadien, que no importa quien fuera que no abriera. Pero al poco de irse ellos va un malvao que vivía cerca y coge y se viste de viejecita limosnera y se va a visitar a la niña. Y llega a la puerta y llama. Y la mocita le contesta: —¡Que no abro! Que mis padres me dijieron que no le abriera la puerta a nadien. Y el malvao aquel hablando como una viejecita le dice: —Anda, güena niña, que soy una pobre viejecita y vengo a pedir un poco de pan. Y entonces ya la niña cree que es una viejecita necesitá y baja y le abre la puerta y le dice que suba. Conque sube aquél y le da la niña pan. Y entonces le dice él: —Güena niña, ya que me has dao pan, ¿me quieres dar unas sopitas? Y se pone ella a hacerle unas sopitas. Y le hace las sopitas y se las da y le dice entonces el hombre: —Güena niña, ya que me has dao las sopitas, ¿me darás una cama pa dormir esta noche? Y va ella y le pone una cama en la sala. Y dice la niña entonces que ella se va a acostar. Y el hombre va y saca un puñal y un hacha y dice: —Ahora es la ocasión pa matarla y robarles el dinero a estos señores. Y la niña se asoma por el bujero del cerrojo y le ve y empieza a dar gritos. Y entonce aquél le dice que de nada sirve gritar, que abra la puerta de su cuarto que la va a matar. Y cierra ella bien la puerta. Y va él entonce y empieza a darle rempujones a la puerta pero no la puede abrir. Y venga a dar rempujones pero naa, no la pudo abrir. Güeno, pues ya viendo que no puede tirar la puerta a rempujones coge el hacha y empieza a dala con el hacha. Y la niña más y más gritos. Pero la puerta estaba tan fuerte que no la pudo tirar abajo. Y entonce se sale corriendo a tocar un pito pa llamar a sus compañeros. Y en esa entremedia la mocita le sigue y cuando ya él está fuera cierra ella la puerta de golpe y se queda él afuera. Y entonce es cuando él le empieza a decir a la niña: —Mira que ya no quiero entrar ni naa. Lo único que quiero es que me dejes entrar por mi hacha y mi cuchillo. Y ella le dice: —Pues mete la mano por debajo e la puerta y yo te los daré.
Y mete aquél la mano por debajo e la puerta, y coge ella el hacha y «¡tras!», le corta los cinco dedos de la mano. Y el malvao se retira entonce con muncho coraje y se va a su choza con sus compañeros. Güeno, conque vorvieron los padres e la niña y les contó todo lo que le había pasao. Y los padres le dijieron que había hecho muy bien. Y ya con el tiempo se le olvidó a la niña todo y llegó a conocer a un novio y se casó con él. Y este novio era el mismo que le había cortao ella la mano, pero ella no le conocía. Y se casaron y estuvieron unos días en la misma casa de la muchacha. Y el novio siempre traía una mano escondida en el bolsillo de su chaqueta. Y un día fueron los padres y los novios a dar un paseo a un pueblo que había allí cerca. Y cuando llegaron al pueblo dijo el novio: —Ahora déjennos vorver a nosotros solos a la casa. Y dijieron los padres que estaba güeno, que ellos vorverían más tarde. Conque salieron los dos solos y él con la intención de vengarse y matarla. Y cuando llegaron ande había un pozo muy profundo se acerca a él y dice: —¡Ay, qué sé tengo! Voy a ver si aquí en este pozo puedo beber agua. Y llegan los dos al lao del pozo y le dice entonce, sacando la mano del bolsillo y enseñándole que le faltaban los cinco dedos: —¿Te acuerdas de cuando me cortastes los dedos con aquella hacha en tu casa? Pues ahora te voy a tirar en este pozo pa que pagues tu maldá. Y la hace sentarse en el bocal del pozo de culo pal pozo y le dice: —Quítate los zapatos, que te voy a echar ahora mismo. Y se sienta él a su lao también de culo pal pozo. Y entonces ella se hace la que va a quitarse los zapatos y le coge a él de los pies y «tras», le da una vuerta y le echa en el pozo. Y allí muere ahogao el malvao. Conque entonces se vuerve ella ande estaban sus padres y les contó todo lo que le había pasao con su novio. Y después ella se casó con otro novio y fueron muy felices y comieron perdices. Y a mí me dieron con los güesos en las narices. Toledo, TOLEDO.
41. El zurrón que cantaba Había un padre que tenía tres hijas muy guapas y una vez fue a una feria y les trajo a cada uno un anillito de oro. Y un día fue la más pequeña a lavar a la fuente y pa no estropear su anillito de oro se lo quitó y lo puso sobre un
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canto. Y cuando acabó de lavar no se acordó del anillito y se fue a su casa sin él. Y al llegar a su casa se acordó y volvió a la fuente por él. Pero allí sólo estaba un viejo. Y como la niña no pudo encontrar su anillito le preguntó al viejo si lo había visto él al llegar allí. Y el viejo que había cogido el anillito le dijo: —Sí, yo sé dónde está tu anillo, y si te metes en este zurrón te lo doy. Y la niña porque le volviera el anillito de oro se metió en el zurrón. Y entonces el viejo cargó con ella y se fue camino alante con ella dentro. Y le dijo después a la niña que cuando él le dijera que cantara tenía que cantar. Le dijo: —Mira, cuando yo te diga, «Canta, zurrón, que si no te doy un coscorrón», te pones a cantar. Y salió el viejo con ella por un pueblo y les dijo a las gentes que traía un zurrón que cantaba. Y le pagaron porque cantara el zurrón y él le dijo a su zurrón: —Canta, zurrón, que si no te doy un coscorrón. Y la niña asustada cantó: —Por un anillito de oro que en la fuente me dejé he olvidado a padre y madre y en el zurrón moriré. Y así anduvo el viejo por muchos pueblos y la niña cantaba dentro del zurrón y la gente le pagaba bien porque creían que el zurrón era el que cantaba. Y andando, andando, llegó el viejo al pueblo de la niña y pidió posada en la casa. Y por la noche hizo cantar al zurrón pa pagar por la comida. Y cuando cantó la niña sus hermanas la conocieron. Y después de la cena el viejo se fue a una taberna a beber. Y entonces las hermanas sacaron a su hermanita y la abrazaron y le dieron buena comida y la llevaron a su cama pa que descansara. Y en el zurrón metieron un perro y un gato. Y vino el viejo de la taberna y pasó la noche en la casa. Y otro día se fue muy de mañana con su zurrón a hombros. Y en el primer pueblo que llegó le dijo al zurrón: —Canta, zurrón, que si no te doy un coscorrón. Y como el perro y el gato no cantaban se enfadó el viejo y le dio al zurrón unos buenos coscorrones. Y entonces el perro y el gato empezaron a arañarse dentro del zurrón. Y el viejo abrió el zurrón y al momento salieron el perro y el gato
y le saltaron a la cara. Y el perro le arrancó las narices de una mordida y el gato le arañó toda la cara. Soria, SORIA.
42. La fiesta de San Nicodemos Era el día de la fiesta de San Nicodemos en el convento de monjas de un pueblo. Y la hermana madre les mandó a las monjas que hicieran la limpieza con mucho cuidao que era el día de la fiesta de San Nicodemos y que todo tenía que estar mucho limpio, mucho limpio. Y las monjitas limpiaron todo con mucho cuidao. Limpiaron los altares de la capilla, puertas y ventanas, paredes y todo. Y ya llegaron a la imagen del santo que estaba llena de mojo y porquería de moscas. Y empezaron a limpiarla. Pero no podían quitarle toda la porquería. Y ya dijo una de las monjitas: —Tenemos que meterla en agua pa que se remoje y después se limpia. Y así lo hicieron. Fueron y anduvieron haciendo otras limpiezas. Y a San Nicodemos lo llevaron y lo pusieron de cabeza en la pila de agua bendita pa que se remojara un rato. Y a poco volvieron por San Nicodemos pa limpiarlo y al levantarlo de la pila de agua bendita se le deshizo la cabeza. Lo sacaron sin cabeza. La cabeza del santo se había quedao despedazada en el agua bendita. Y exclamaron las monjitas: —¡Ay, Dios mío! ¡Qué desgracia! ¿Qué vamos a hacer ahora? Y a las voces y gritos de las monjitas llegó la madre y les preguntó qué pasaba. Y ellas le dijeron: —¡Ay, madre, que verá usté qué ha pasao! Que pusimos a San Nicodemos en la pila de agua bendita pa que se remojara un rato y limpiarle la porquería después y al volver hemos encontrao que la cabeza estaba deshecha en el agua. Y ahora San Nicodemos ya no tiene cabeza. ¡Ay, Dios mío! ¿Qué vamos a hacer? Y ya la madre lo estuvo pensando y dijo: —No hay que apurarnos. Se le hace otra cabeza a San Nicodemos. Lo llevaremos al carpintero que le haga una cabeza nueva y se la ponga pa mañana. Bueno, conque llevaron a San Nicodemos al carpintero del pueblo a que le pusiera una cabeza nueva. Y el carpintero dijo que estaba bien, que estaba muy ocupao, pero que ya que era otro día la fiesta de San Nicodemos no había más remedio que hacerle la cabeza en seguida. Y le dijo a la hermana que pa la tarde lo llevaría él mismo al convento ya bien compuesto con una cabeza nueva y mucho bonita.
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Conque las monjitas se fueron muy contentas pa su convento y se quedó el carpintero haciendo la cabeza del santo. Y la acabó y se la puso al santo y metió la imagen en un cajón grande y lo cerró. Y se fue entonces a comprar unas cosas que le hacían falta pa volver a llevar el santo al convento por la tarde. Y la mujer del carpintero tenía un enreíllo con un hombre del pueblo. Y luego que vido salir al carpintero se metió a ver a la carpintera. Y ai estaban los dos en un cuarto cuando oyeron que alguien entraba. Y era que a la mujer se le había olvidao cerrar la puerta y ya el carpintero volvía pa llevar a San Nicodemos al convento. Y dijo el hombre: —Pues ése debe ser tu marido. ¿Qué hago pa que no me mate? —Ven aquí —le dijo la carpintera—. Aquí en este cajón te escondes. Y abrió el cajón y vido que estaba en él la estatua de San Nicodemos. Y la sacó mucho aprisa y le metió y cerró el cajón como estaba. Y la estatua de San Nicodemos la metió en otro cuarto. Y entonces se fue ella pa otra habitación a aguardar a su marido. Pero el carpintero no entró a las otras habitaciones. Como ya era tarde se fue derecho ande había dejao a San Nicodemos y cargó con el cajón y dijo: —Pobres monjitas. Ya estarán con pena que no voy a llevarles a San Nicodemos. Pero ya llegaré en unos momentos. Y aquél iba muy tieso dentro sin decir palabra. —Y pesadito que está San Nicodemos —decía el carpintero por el camino. Y llegó al convento y salieron las monjitas a recibirle. Y como él tenía prisa les dijo: —Aquí tienen ustedes a San Nicodemos muy bien arreglao. Ustedes perdonen que no lo haya traído antes. Ya está muy bien. Adiós. Y las monjitas fueron en seguida a decirla a la hermana madre que ya había el carpintero venido con San Nicodemos. Y bajó la madre mucho contenta y decía:
—Gracias a Dios que nos lo ha arreglao, que no sé qué hubiéramos hecho sin San Nicodemos mañana que es el día de su fiesta. Y fueron a ver al santo y quitaron la cobertura del cajón. Y al ver al hombre allí tan tieso decían las monjitas: —¡Ay, pero y qué bonito está! ¡Si está más bonito que antes! ¡Ay, pero qué lindo está! ¡Qué precioso va a estar San Nicodemos el día de su fiesta! ¡Ay, qué bonito! Y ya les dijo la madre que lo llevaran al altar pa sacarlo. Y aquél que estaba oyendo todo no sabía qué hacer. Pero no se movía. Allí estaba tan tieso como antes. Y cargaron las hermanas con el cajón pa llevarlo al altar. —Mucho cuidao, hijas mías —les decía la madre—. Miren ustedes que ya mañana es la fiesta y todo tiene que estar muy bien. Y ya cuando lo iban a sacar se acercó una monjita a ver al santo y vido que tenía unos bigotes muy largos y dijo: —Pero y ese corrico, ¿pa qué se lo puso el carpintero? —Es verdá —dijo la madre—. Ese corrico no hacía falta. Pero ya lo arreglaremos. Y le dijo a una de las monjitas: —Vaya, hermana, a traer un cepillo y agua caliente, y verán cómo le quitamos ese corrico en un momento y ya está todo arreglao. Y a poco volvió la monjita con el agua caliente y un cepillo. Y lo cogió la madre y lo metió en el agua caliente y fue a cepillarle el corrico a San Nicodemos. Y a la primer cepillada dio San Nicodemos un salto y se salió del cajón y echó a correr por la calle abajo. Y las monjitas todas salieron corriendo tras él exclamando: —¡Ay, San Nicodemos! ¡Ay, San Nicodemos! ¡Que venga usté! ¡Que vuelva usté! ¡Ay, San Nicodemos, que así con ese corrico también le queremos! Torrijo de la Cañada, ZARAGOZA.
43. El día de San Roque Una ve dicen, que dijon que jué un cura e Córdoba a pedrical a un pueblo er día der santo der pueblo, que era San Roque. Y er cura jué de mala gana ar pueblo porque decían que en ese pueblo siempre pagaban muy mal por lo selmone. Y llegó er cura y ante e celebral la misa jué ar confisionario a confesal a la gente. Y a una mujé que entró a confesalse le dijo er cura depué que se había confesao: —Señora, uté perdone, pero ¿quiere uté decilme por qué pagan tan mal lo selmone en este pueblo?
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Y la mujé le dice: —Misté, siñor cura, que no quisiea decile a uté la verdá, pero si no se lo ice a naire se lo digo. Y er cura le dijo: —No, siñora, que ¿a quién se lo vi a decil? Si es que quisiea sabel por qué se paga siempre tan mal er selmón. Y la mujé le dijo entonce: —Pue misté, siñor cura, que es que lo que vienen casi nunca dicen naa de San Roque y por eso les pagan poco por el selmón. Siempre que viene argún cura er día der santo a decil er selmón se pone er sacristán debajo der púlpito con una caña y una joz y ca ve que er cura dice er nombre de San Roque hace una raya en la caña con la joz, y cuando termina el selmón le pagan un real por ca raya. Y eso es too. Güeno, pué er cura como ya staba avisao se subió ar púlpito y encomenzó er selmón asín: —Queridos hermano, ya saben utees que hoy es er día de San Roque. Y a eso er sacristán, «plin», una raya en la caña con la joz. Y sigue er cura: —Y como es er día de San Roque too debemo dale la gracia a este santo, San Roque. Y er sacristán, «plin, plin», dos rayas con la joz. Y sigue diciendo er cura: —Son tanto lo favore que le debemo a San Roque que hoy que celebramo la fiesta de San Roque le damo infinita gracia a San Roque, y le rogamo a San Roque que nos ayude siempre. Y er sacristán, «plin, plin, plin, plan», cuatro raya. Y entonce er cura siguió diciendo: —Cuando vivía San Roque jué una ve a visital un pueblo y salieron too a recibil a San Roque. Y cuando entró en er pueblo toa la mujere le besaban la mano a San Roque y too los niño le besaban la mano a San Roque y too los hombre le besaban la mano a San Roque y toa las mocita le besaban la mano a San Roque y too lo mocito le besaban la mano a San Roque. En fin, too er mundo le besaba la mano a San Roque. Y er sacristán con la joz, «plin, plin, plin, plin, plin, plin, plin, plan», en la caña. Güeno pue tavía no se acababa er selmón y er cura siguió diciendo: —Y cuando gorvió San Roque a su pueblo de güerta salieron también toos a recibile. Y como hacía ya tiempo que San Roque andaba juera uno querían que San Roque juera a vel a su hijo, otro que San Roque juera a ve a un niño enfelmo, otro que San Roque curara a un ciego, una mujé que San Roque le curara a su mare, otra que San Roque le curara a su pare, otra que San Roque le curara a una hija que
tenía lepra, una mocita que San Roque le buscara un novio, otra que San Roque le quitara er que tenía. En fin too le pedían argo a San Roque porque como San Roque era tan milagroso too podía jacel San Roque. Y tavía iba a decil muncho má er cura, pero er sacristán salió de debajo der púlpito y le gritó: —¡Arto allí, siñor cura! Espere uté, que voy a por otra caña! Córdoba, CÓRDOBA.
44. La mujer que no comía con su marido Pue señó, esta ve era un campesino y tenía su mujé y vivían felice. Y aparte tenían un compadre con quien tenían la vida. Y un día estando en er campo comiendo sopa con su compadre tuvon esta conversación. Dice er campesino: —Tengo una pena mu grande porque mi mujé no come. Y como staba mu gorda, mu gorda, le dice el otro: —Pue me estraña muncho que no coma cuando stá tan gorda. Y le dice er marío: —Pue na, mi mujé no come y no come porque siempre sta mala. Y el otro le contesta: —¿Cómo que no come? Estando tan gorda seguramente que come. —Pue elante e mí no come na —dice er campesino. Y ya le dice er compadre: —Pue misté lo que vamo a hacé. Pa ve si su mujé come o no vamo a hacé la preba. Hace uté er que se va ar campo con la bestia y yo la llevo ar campo y uté se queda escondío en la casa pa vé si come su mujé. Güeno pué al otro día le dijo er campesino adio a su mujé y cogió la bestia y se fue ar campo a trabajá. Pero ai encontró ar compadre y le dio la bestia y fue y se metió en la casa sin que la mujé lo viea y se escondió onde podía ve too lo que ella hacía. Y apena se había ido er marío y empezó a llovizná. Y en seguía que ér se fue se alevanta ella y dice: —¡Ay, Dio mío! ¿Qué comeré hoy? Como stá er día tan malo haré una miga con un pan de a libra. Y a esto eran la sei de la mañana apena. Güeno, pue hizo la miga y se la comió. Güeno, pue entonce fue y se acostó a descansá. Y a las once se alevanta y dice: —¡Ya, stoy casi desmayá de hambre! ¿Qué comeré?
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Y salió ar corral onde habían puesto la gallina una docena de güevo y hizo una tortilla y se la comió. Y entró otra ve a acortarse a dormí. Y er marío too lo staba viendo. Güeno pue ya a la tre se alevantó otra ve y dice: —¡Ay, que ya stoy desmayá de hambre! ¿Qué comeré? Mataré ahora er gallo negro. Y va a la cuadra y coge er gallo negro y lo mata y lo guisa con tomate. Y se lo comió y se fue a la sala a descansá en un sillón. Y al stuvo hasta la sei y entonce ya staba otra ve desmayá y dice: —Ya son la sei. ¿Qué comeré ahora? Y va y pone un guiso e patata y se lo come. Y ya entonce comenzó a oscurecé y dijo: —Ya viene mi marío. Y fue y se puso un pañuelo blanco en la frente y un mantón negro sobre los hombro y se hizo la enferma y se metió en la cama. Y entonce er marío se salió sin que ella lo sintiera y encuentra a su compadre que venía ya con la bestia der campo y llega con la bestia a casa y dice: —María, ¿qué tiene que no sale a ayudarme a recogé las alforja? Y ya se alevanta ella y sale con er candí y le dice: —¡Ay, Juan de mi arma, si supiera lo mala que stoy! Too er día he stao con doló e cabeza y gómito. Y é le dice: —No te moleste María de mi arma, que no quieo que te ponga má mala. Entra y métete en la cama. Y ya stuvo é recogiendo too y cuando entró le dijo ella: —¿Te ha mojao, Juan? Y le dice é: —¿No ve cómo vengo? Si no he llevao una güena manta me hubiea mojao má. Güeno, pue entonce ella le dice que entre a la cocina a cená. Y le dice é: —Pero María, ¿no te has metío en la cama? Si estás enferma métete en la cama. Y le dice ella: —Sí, pero ante vi a darte la cena. Y pone un plato sobre la mesa y un cubierto y le llama a comé. Y le dice é: —Anda María, vamo a comé. Y le contesta ella: —Anda, échate tú Juan, que yo tengo una fatiga y un asco que no pueo comé. —Anda, mujé, que te vas a poné má mala. Esa hinchazón que tiene no es güena. Come. —Que no, que no pueo.
Y coge la cuchara y hace por comé pero no pué comé y dice: —¡Ay, Juan de mi arma, que no pueo! ¡Qué fatiga! ¡Qué asco! Y se retira e la mesa. Y é le dice: —Mira, María, que me tiene mu desgustao. Mañana vas a ve un méico. Y come é. Y depués e comé van a la sala y se sienta ella en una silla y dice que siente una fatiga mu grande. Y va ella y le pregunta otra ve: —Juan, ¿te ha mojao muncho? Y entonce ya le dice é: —Mía, María, caía una agua tan menuíta como er par e miga que te almorzaste, y si no me meto debajo del vuelo e la tortilla que te merendaste me pongo má negro que er gallo que te cenaste. Jaén, JAÉN.
45. El ama del cura Éste era un cura que tenía un ama muy gorda y que siempre decía que no quería comer. Nunca quería comer delante del siñor cura; decía que no tenía ganas o que no le gustaba la comida que ella misma guisaba. Pero como estaba siempre tan gorda el cura dijo un día: —Pues, hombre, esto de no comer y estar gorda no lo comprendo. Tengo de ver un día de estos qué traza se da mi ama para engordar sin comer. Y una mañana le dijo al ama: —Pues me tienes que preparar mucha vianda porque tengo de hacer un viaje largo. Y el ama le preparó mucha vianda y la metió en las alforjas y cogió y se fue, pero sin que el ama le viera se subió al tercero y allí se quedó. Y desde tercero vía por un abujero todo lo que el ama hacía. Y pal almuerzo hizo ella una sartén de buenas migas
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II. CUENTOS HUMANOS VARIOS
y se las comió todas. Y todo lo vía el cura. Y luego pa la comida hizo ella una tortilla de güevos, chorizo, y tocino, y comió muy bien. Y todo lo vía el cura desde el tercero. Y pa la cena la mujer escogió el mejor pollo y le retorció el pescuezo y lo asó, sacó de la bodega un jarro de vino y comió y bebió muy bien. Y luego que ya había cenao el cura bajó y llamó a la puerta. Y baja ella pa ver quien era, y cuando le vio dijo: —Pero, siñor cura, ¿cómo se ha vuelto usté? ¿No decía usté que no venía? Y el cura le respondió: —Pues, luego que salí de casa prencipió a caer una agua muy menuda, muy menuda, tan menuda que se parecía a las migas que almorzastes esta mañana. Y ha empezao a engordar el agua como la tortilla que comistes a medio día. Y si no me he arrimao a una tapia tan grande como el jarro de vino que te bebistes soy tan ahogao como el pollo que te has cenao.
—¿Y que se lo come todo y sin su marido? El demonio me lleve si no se lo digo. Y más asustada la mujer se quedó quieta unos momentos. Pero era tan golosa que dijo: —¿Qué me ha de pasar? Voy a comer al portal. Y salió a comer al portal, pero al comenzar dice la otra haba: —¿Y que se lo come todo y sin su marido? El demonio me lleve si no se lo digo. Conque ya viendo todo eso no pudo la pobre comer y fue y echó toda la carne en el puchero. Y el marido que todo lo había visto llegó y comió mucha carne esa noche. Y ya su mujer no volvió a comerse la carne sola. Villafranca de la Sierra, ÁVILA.
Fresno, CANTABRIA.
47. La hija golosa 46. La mujer golosa
—¿Y que se lo come todo y sin su marido? El demonio me lleve si no se lo digo.
Éste era un hombre que tenía una hija que le cuidaba y le hacía la comida. Un día salió a su trabajo y la dijo que pa la cena matara la gallina que tenían y la guisara. Y fue la muchacha y mató la gallina pa guisarla. Y el gallo se quedó solo. Y fue la muchacha y preparó la gallina y la guisó muy bien guisada. Y luego que ya estaba guisada agarró una alita pa ver si estaba buena. Y la gustó tanto que se la comió toda. Y luego fue y agarró una pierna y también se la comió toda. Y así fue agarrando de todo hasta que se comió toda la gallina y no dejó nada pa su padre. Conque entonces se puso ella muy triste y se puso a discurrir a ver cómo hacía pa darle gallina a su padre. Y como ya no había más gallinas y no quedaba más que el gallo, dijo: —Pues ya sé lo que voy a hacer. No hay más que cortarme unas tajadas del culo, que lo tengo muy blanco y muy gordo, y mi padre creerá que es carne de gallina. Y fue y cogió un cuchillo y se cortó dos buenas tajadas del culo y se las guisó a su padre. Y vino el padre y le sirvió ellas las tajadas de culo muy bien guisaditas. Y él, como venía tan cansao y como las tajadas de culo estaban muy bien guisaditas y estaban muy tiernas, se las comió y le gustaron mucho. Pero apenas acabó de comer cuando cantó el gallo:
Y entonces la mujer ya asustada salió a comer al pasillo. Y ya iba a comer cuando le dice la otra haba:
—¡Quiquiriquí! ¡Carne de culo comen aquí!
Éste era una vez que había un cazador que siempre traía de caza conejos o perdices, lo que cogía. Y su mujer era muy golosa y cocía la caza y se la comía ella sola y echaba los huesos en el puchero, y a su marido le decía que la carne se la comía el gato. Y el pobre marido comía sólo el caldo del puchero. Conque ya un día que salió al campo encuéntrase con una bruja y le dice: —Oye, ¿sabes tú que tu mujer es la que se come la carne todos los días y no el gato? Mira, esta noche llevas estas tres habas y pones una en la cocina, otra en el pasillo y otra en el portal. Y cogió el cazador las tres habas y anduvo cazando. Y mató ese día dos perdices y las llevó a casa. Y se las dio a su mujer y le dijo que iba a dar un paseíto mientras arreglaba la comida. Y fue y cogió las habas y las puso onde le había dicho la vieja bruja, una en la cocina, otra en el pasillo y otra en el portal, y se marchó y se escondió detrás de la puerta pa ver lo que pasaba. Y ya arregló la mujer las perdices y las guisó. Y se puso a comérselas en la cocina, cuando dice la haba:
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Y el padre que le oyó le dijo a su hija: —Pero, oye como canta el gallo. Canta que aquí se come carne de culo. ¿Cómo es eso? Y la hija le dijo a su padre: —Déjale que cante, que a nosotros no nos ha de importar. Y otra vez cantó el gallo: —¡Quiquiriquí! ¡Carne de culo comen aquí! Y entonces el padre le preguntó a su hija: —¿Por qué canta eso el gallo? Alguna razón hay. Dime la verdá. Y entonces vio el padre que le salía sangre a su hija y confesó ella la verdá. Valladolid, VALLADOLID.
48. El toro barroso Éste era un ganadero muy afamado que tenía una grande ganadería. Y tenía un criado muy fiel desde hacía muchos años y nunca lo había cogido en una mentira. Y el amo siempre le alababa delante de todos y por eso ya algunos comenzaban a tenerle envidia. Y todas las noches iba el criado a casa del amo desde la cabaña y le decía a su amo: —Buenas noches, señor amo. Y el amo le respondía: —Buenas noches, criado mío. ¿Qué tal las vacas? Y el criado le decía: —Unas gordas y otras flacas. —Y ¿el toro barroso? —Florido y hermoso. Y de tantas envidias que le tenían al fiel pastor un vecino que tenía una hija muy guapa le dijo un día al amo que le apostaba una hacienda con la otra a que le cogía en una mentira. Y el amo elijo que sí, que le apostaba la hacienda con otra. Y ya hecha la apuesta fue el padre y le dijo a la hija que iban a coger al pastor fiel en una mentira. Y se valió de su hija y la envió una noche ande el pastor calada de agua y tiritando de frío. Y llegó ande estaba el pastor en su cabaña con una buena hoguera. Y el pastor al verla tan blanca y tan guapa se prendó de ella y le dijo que cuánto quería por dormir con él. Y ella le contestó que por dormir con él quería el corazón del toro barroso que era el más grande y el más querido de su amo. Y el criado sabía que el toro barroso era el que más
preciaba su amo y al principio no se decidía a consentir a matarlo, pero era tal el entusiasmo que sentía por la joven y tan prendao estaba de ella que a muchos ruegos de ella consintió y se daba a ella todas las noches. Y mató el toro y le sacó el corazón y se lo entregó a la hija del envidioso. Y después de haber hecho la maldá el pastor no se presentaba delante del amo por no decir una mentira. Y el envidioso ya creía que lo iba a coger en una mentira. Pero por fin el criado determinó decirle la verdá a su amo y fue una tarde como antes a la casa. Y al llegar el pastor ya el envidioso estaba por allí pa coger al pastor en la mentira. Y cuando vio a su amo le dijo como antes: —Buenos días, señor amo. Y el amo le respondió: —Buenos días, criado mío. ¿Qué tal las vacas? —Unas gordas y otras flacas. —Y ¿el toro barroso? Y el pastor como no quería mentir le respondió: —Por unas piernas blancas y un fandango hermoso di el corazón del toro barroso. Soria, SORIA.
49. Xuan y Maruxa Una vez era una recién casada que se llamaba Maruxa. Cierto día en que Xuan, su marido, andaba de caza por el monte llamó a la puerta un convencino con quien Maruxa, según malas lenguas, había estado enredada antes del matrimonio. La infiel, que ya lo esperaba, se apresuró a abrirle la puerta y lo metió dentro de casa con gran contento. Al poco rato volvió el marido burlado y el convecino sin tiempo para escapar, tuvo que esconderse debajo del escaño. Y ella, no sabiendo como salir del apuro, fue a pedir consejo a su madre. La madre le dijo: —Anda, que yo te lo arreglaré. No me dejes solo al pobre Xuan.
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II. CUENTOS HUMANOS VARIOS
Maruxa obedeció. Entre tanto la astuta mujer sacó del arca una sábana nueva y en su santiamén se plantó en casa de su hija. Antes de entrar llamó y preguntó: —¿Qué es lo que estáis haciendo, hijos míos? Y ellos contestaron: —Nada, madre; estamos aquí sentados al par del fogón. Entonces la madre dijo: —Vengo a traerte una sábana, hija mía, porque no te sobrará. Verás qué sábana te traigo. Las casadinas de ahora
no las sabéis hacer como ésta. Verás, verás. Tú coge del un cabo, yo cogeré del otro. Bien va. Mira qué buena trama que no la rompen ni todos los diablos. Tú eres una holgazana; no sirves para nada. Así hice yo muchas a tu padre. Y entre las dos iban pasando la sábana por delante de los ojos del pobre calzonazos de Xuan, mientras el intruso convecino salía de su escondrijo y tomaba las de Villadiego.
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Eduardo Martínez Torner, 1913. ASTURIAS.
B. cuentos y chistes
50. Los cinco sordos Vivían en un pueblo cinco personas de una familia, el padre y la madre, un hijo y una hija y la agüela, y todos eran sordos. Y eran muy pobres y nunca trabajaban. Y ya hacía mucho que le debían al amo de la casa el alquiler y no se lo pagaban. Y un día vino un nevazo y hacía mucho frío y le dieron al padre un plato y un real pa que fuera a comprar un cuarterón de carne. Y se fue el viejo con su real y su plato pa la plaza a comprar el cuarterón de carne y en el camino se encontró con el amo de la casa. Y el amo le dijo: —¡Buenos días, tío sordo! Buenos días de Pascuas! Y el viejo que nada oía creyó que el amo le cobraba el alquiler de la casa y le dijo: —¡Por Dios, señor, que ahora no trabajamos y no tenemos con qué pagarle! —No, que no digo nada de eso —le contestó el amo de la casa. Y el pobre viejo sordo le dice otra vez: —¡Por Dios, señor, que ahora no trabajamos y no tenemos con qué pagarle! Y ya el amo se fue y no dijo más. Con que se vuelve el viejo a casa y le contó a la hija lo que le había pasao. —Que me he encontrao con el amo y me ha cobrao el alquiler de la casa y ya ni quise ir a la plaza a comprar la carne. Y la hija va y le dice a su madre: —Madre que dice padre que no ha traído la carne porque estaba muy flaca. Y la madre le dice a su hija:
—¿Que no ha ido a la plaza porque cae mucha nieve? ¡Que vaya aunque caiga! Y ya fue corriendo a ver a su hermano y le dice: —Oye, tú, que dice mi madre que me va a buscar un novio y yo le he dicho que me lo busque pronto porque yo ya no puedo estar sin casarme. Y el hermano contestó: —Güeno, si me has de hacer unos pantalones hazlos más anchos de braguera que éstos están muy estrechos. Y va corriendo y se encuentra con la agüela y le dice: —Agüela, que dice mi hermana que me va a hacer unos pantalones y yo le he dicho que me los haga más anchos de braguera que éstos están muy estrechos y me se desgarran. Y la agüela creyó que el muchacho le decía que su hija se iba a guisar gachas y contestó: —Güeno, güeno, pues dile a mi hija que si me las ha de guisar que las guise blandas, que yo como soy vieja no puedo mascarlas. Y dile también que al revolver de la esquina lo hay tinto y a cuatro cuartos el cuartillo. Villarejo Sobrehuerta, CUENCA.
51. La viejecilla y sus tres perritos Ésta era una viejecilla que tenía tre perrito que se llamaban Bebevino, Comepán y Comequeso. Y la viejecilla era mu devota de la iglesia y too lo día iba a la iglesia a rezá, y siempre con sus tre perrito. Güeno, pué una ve que fue a la iglesia a rezó cuando ya se iba pa su casa echó de meno a uno e su perrito, Bebevino, y
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II. CUENTOS HUMANOS VARIOS
venga a buscalo y venga a buscalo por toa la iglesia, pero na, no lo pudo encontrá. Y empieza la viejecilla a llorá y a gritá: —¡Ay, Señó, que me se ha perdío uno e mi perrito! Bebevino, Bebevino, ¿ónde stás? Bebevino, Bebevino, ¿ónde stás? Y na, er perrito se había perdido y no lo halló. Y llora que te llora y grita que te grita y la viejecita no salía de la iglesia. Conque ya en eso llega er sacristán y le dice a la viejecilla que se sarga porque ya tiene que cerrá la iglesia. Pero ella no se quería salí y lloraba si tenía que llorá y gritaba si tenía que gritá. Güeno, pué ya er sacristán la echó fuera y cerró la puerta e la iglesia y la viejecilla se fue su casa llorando y gritando. Otro día fue otra ve a la iglesia acompañó de su do perrito Comepán y Comequeso. Y estuvo rezando y cuando ya se iba pa su casa echó de meno a Comepán y anduvo buscándolo po toa la iglesia pero no lo pudo encontrá. Y empieza a llorá y a gritá, que si mucho fueron lo lamento der día anterió má fueron ahora. —¡Ay, que me se ha perdío otro perrito, mi Comepán! ¡Ay, que se me ha perdío otro perrito, mi Comepán! ¡Ay, Señó, que me se han perdío do, Bebevino y Comepán! ¿Qué vi a hacé ahora? Y venga a llorá y venga a gritá. Hasta que ya er sacristán tuvo que cerrá la iglesia y la echó fuera. Y la pobre viejecilla se fue pa su casa llorando si tenía que llorá. ¿Y Comequeso? ¿Saben ustées lo que le pasó a Comequeso? Pue que se comió er queso, y se acabó er cuento. Sevilla, SEVILLA.
52. Los tres gallegos Eran tres galleguitos que iban por un camino y decían: —Si es verdá trigo y pan; si es mentira trigo y harina. Y asín iban hablando y luego decían: —Es menester aprender a hablar castellano. Y ya llegaron a un pueblo y se fueron a servir. Uno fue a servir a casa de un herrero, otro en casa de un hortelano, y el otro en casa de un procurador. Y allí ande trabajaban aprendió el primero a decir, «Aquí los tres», el segundo aprendió a decir, «Por el dinero», y el tercero aprendió a decir «Razón con derecho lleva usté». Y ya después de unos meses se fueron los tres pa su pueblo. Y en el camino ande iban se encontraron un muerto y se pararon y empezaron a gritar y decían: —¡Ay, un muerteciño! ¡Ay, un muerteciño! Cuando estaban con esos gritos y esos lamentos llega un guardia civil y les dice:
—¿Quién ha matao a este hombre? Y va y dice el primero: —Aquí los tres. Y el guardia civil les pregunta entonces: —¿Por qué le han matao ustedes? Y contesta el segundo: —Por el dinero. El guardia le dice entonces ya muy enfadao: —Pues si ustedes han matao a este hombre por el dinero no hay más remedio que llevarlos a la cárcel pa que los fusilen. Y el tercero dijo entonces: —Razón con derecho lleva usté. Y se los llevaron a la cárcel y los fusilaron. Toledo, TOLEDO.
53. El santo del sastre Tenía un sastre en su sastrería cinco empleaos, el maestro, tres obreros y un aprendiz joven. Y pa el día de su santo mandó preparar una comida pa todos. Y al maestro le encargó el arreglo de la comida. Se sentaron a la mesa y sirvieron primero sopa y luego garbanzos, carne y tocino. Y de todo esto a cada uno de los seis les sirvieron su parte. Pero al llegar al chorizo había sólo cinco partes y al aprendiz joven no le tocó nada. No dijo nada al maestro pero a solas dijo: —El maestro cree que me voy a quedar con éste pero se engaña. Él me la pagará. Y otro día fue y le dijo al amo: —Oiga usté señor amo, ¿sabe usté lo que hace el maestro en la sastrería? Pues cada vez que coge las tijeras pa cortar paño le roba a usté una cuarta de paño. Cada vez que hace «rao» echa una cuarta de paño pa un lao pa llevársela a casa.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Y fue el amo y amo y cogió una varica que se domaba bien y fue a la sastrería y se puso detrás del maestro, y cada vez que hacía «rao» con las tijeras, «¡paun!», le asestaba un varazo en las nalgas. Y a las tres veces le dijo el maestro al amo: —¡Demonio! Pero, ¿pa qué hace usté eso? Y ya le dijo el amo: —Pues mire usté que me ha dicho el aprendiz que cada vez que usté hace «rao» se echa una cuarta de paño pa un lao y se la lleva a su casa. Y el maestro muy enfadao le pregunta al aprendiz: —Oye, tú, mentiroso, ¿quién te ha dicho a ti eso? Y el aprendiz le dice: —A mí nadie. Y a usté, ¿quién le ha dicho que a mí no me gustaba el chorizo?
—¡Pues que ya están ustedes al todos juntos, cincuenta reales costó el burro! Burgos, BURGOS.
55. El tonto adivino
Zamora, ZAMORA.
54. El tonto y su burro Había una vez un tonto que le hacía falta un burro y salió al mercado y compró uno por cincuenta reales. Se fue para su casa con su burro y en el camino ancontró una porción de gente que todos iban a preguntarle que cuánto había costao el burro. Y él a todos les decía: —Cincuenta reales. Iba más adelante y todos a preguntarle que cuánto había costao el burro. Y se aburría de que cuantos ancontraba todos le preguntaban que cuánto había costao el burro. Pero a todos les respondía: —Cincuenta reales. Por fin discurrió meterse detrás de un santo Cristo que había en la iglesia. Y cuando estaba allí llegó el sacristán a encender la lámpara, y el tonto gritó: —Que venga aquí toda la gente. Entonces fue y se lo contó al cura y le dijo que el santo Cristo decía que se fuera toda la gente allá. El señor cura fue a ver, diciendo que no podía ser verdá. Y cuando se acercó el cura el tonto volvió a gritar: —Que venga aquí toda la gente. Y entonces el cura creyó que era verdá y fue y se lo dijo al alcalde para que tocaran las campanas y dieran aviso para que viniera toda la gente. Vino toda la gente del pueblo a la iglesia, y vieron que todavía faltaba un tullido que estaba en la cama y no podía andar. Mandó el alcalde que fueran a traerle y así se hizo. Y cuando ya estaban todos reunidos en la iglesia dijo el señor cura: —Aquí nos tienes a todos, Santo Cristo. Y el tonto entonces salió del retablo y dijo:
Éste era un tonto que siempre decía que era adivino. Pero nadie le creía y todos se reían dél. Y una vez llegaron al pueblo los ladrones y entraron en la iglesia y se robaron todo lo que pudieron. Y como no sabían quienes habían sido los ladrones el cura dijo que si quién sabía quien había robao la iglesia. Y entonces salió el tonto y dijo que él decía quiénes eran si le sacaban en procesión pa descubrir a los ladrones. Le sacaron en procesión y anduvieron Y todos iban y decían: —Hombre, ¿si será fulano? ¿si será mengano? ¿si será perentano? Y al volver a la iglesia ya algunos de los que llevaban al tonto iban muy cansaos y le dijeron al tonto: —Hombre, di. Di quién es el ladrón, que ya vas pesando mucho. ¿Quién robó la iglesia? Y en ese momento gritó el tonto: —Pues, los ladrones. Montanar de Cerrato, PALENCIA.
56. El molinero ladrón Éste era un molinero que tenía un molino y siempre les robaba a los que les compraba trigo porque tenía un celemín algo grande, y cuando compraba un celemín siempre le daban un poco más. Y fue a confesarse con San Pedro y le preguntó el santo: —¿Has hurtao alguna vez? Y el molinero le contestó: —No, nunca he hurtao. Lo único que hago es que con un celemín un poco grande que tengo hurto siempre un poco de trigo a los que me lo venden.
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II. CUENTOS HUMANOS VARIOS
Y San Pedro le dijo: —Pues eso es hurtar. Y para absolverte tienes que restituir todo eso que te haigas robao. Al año que viene tienes que venir otra vez a confesarte pa ver si has restituido todo eso. Hazte un celemín poco pequeño pa medir el trigo y así les restituirás a todos los que les has hurtao. Y se fue el molinero pa su casa. Y en este medio tiempo dejó de ser molinero y se metió a tabernero. Y si antes tenía el celemín un poco grande ahora hizo el cuartillo un poco
pequeño. Conque al año fue a confesarse con San Pedro, y le preguntó San Pedro: —¿Has hecho lo que te dije? Y el hombre le contestó: —Sí, señor, he obedecido. No he hecho el celemín pequeño porque ya no soy molinero. Ahora me he metido a tabernero y he hecho el cuartillo más pequeño. Y San Pedro ya no le perdonó y le echó a la izquierda.
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Zamora, ZAMORA.
C. latinismos populares y trabalenguas
57. Agnus Dei Llegó un muchacho a servir en una casa, y al llegar le dijo al amo: —Buenos días, señor amo. Y el amo le dijo: —Hombre, no seas tan tonto. Yo no me llamo amo. Yo me llamo Agnus Dei. —Usté perdone, que yo no lo sabía —le dijo el muchacho. Y salió entonces la mujer del amo y dijo el muchacho: —Esa será seguramente su mujer. Y el amo le dijo: —¡Ay, qué muchacho más tonto! Esa no se llama mujer, hombre; se llama potestates. —Bueno, hombre, bueno —le dijo el muchacho. Pasó a ese momento un gato por la sala y dijo el muchacho si había muchos gatos en la casa. Y el otro un poco enfadado le dijo: —¡Válgame Dios, qué muchacho más tonto! Si eso no se llama gato. Eso se llama cazalosrates. —Bueno, hombre, bueno —le dijo el muchacho. Acercándose a la lumbre dijo el muchacho: —Voy a calentarme a la lumbre, que traigo frío. —¡Ay, pero qué muchacho más tonto eres! Si eso no se llama lumbre, hombre. Eso se llama consumencia. —Bueno, hombre, bueno. Poco a poquito iré aprendiendo cómo se llaman las cosas. Ahora me dirá usté dónde está la cama donde voy a dormir. —¡Ay, Dios! ¿Qué haré con este tonto? Eso no se llama cama, hombre. Eso se llama recreancia.
—Bueno, hombre, bueno. Usté perdone. Habrá por al un pedazo de chorizo pa comer poco antes de acostarme, seguramente. —¡Ay, pero qué muchacho más burro! ¡Qué muchacho más tonto eres, hombre! Si eso no se llama chorizo. Eso se llama el eterno padre. —Bueno, hombre, bueno. Déme usté eterno padre o lo que sea. Y si no hay eso déme usté unas morcillas. —¡Ay, qué muchacho más tonto! ¡Qué morcillas ni qué morcillas, hombre! Si eso no se llama morcillas. Esas se llaman las once mil vírgenes. —Bueno, hombre, bueno. Ya iré aprendiendo los nombres de todas esas cosas. Y ya cuando se iba a acostar preguntó el muchacho dónde estaba el agua porque quería beber. Y el amo le dijo, muy enfadado: —¡Ay, qué bobo eres! Si no se llama así, hombre! ¡Ay, pero qué muchacho más tonto! ¡Si no sabes los nombres de las cosas! A eso no se le llama agua. Se le llama abundancia, hombre. Y el muchacho, que ya estaba un poco picao, le dijo: —Bueno, hombre, bueno. Deje usté, que ya aprenderé poco a poquito. El muchacho se acostó y se puso a discurrir todo lo que el amo le había dicho, y dijo: —Se ha querido burlar de mí y ahora yo me voy a burlar de él. Y a media noche se levantó en silencio, se vistió, cogió unas estopas y se las ató al gato del rabo y les prendió fuego. Entonces llenó un saco de morcillas y se fue con ellas. Y al salir despertó a los amos y les gritó: —Levántate tú Agnus Dei, y también tú, potestates, que ai viene el cazalosrates cargado de consumencia, y si no le
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II. CUENTOS HUMANOS VARIOS
echas la abundancia quemará la recreancia. Ai te quedas con el eterno padre, que yo me voy con las once mil vírgenes a comérmelas con mi madre. Retuerta, BURGOS.
58. La dóisima próisima Vivía un cura en un pueblo con su ama y mandó decir que quería un criao. Y llegó un gallego a pretender, y el cura le dijo que estaba bien, que se quedara. Y cuando entró el gallego en la casa vio al ama y le dijo al cura: —Veo que tiene usté un ama, señor cura. Y el cura le dijo: —Mira, que aquí no se llama ama. Aquí se llama eso la dóisima próisima. Y el gallego le dijo: —Güeno, güeno, siñor cura, déjeme usté, que yo lo deprenderé. Y logo le metió en la cocina y le enseñó el agua y le dijo: —Oye, gallego, ¿cómo se llama esto en tu pueblo? Y el gallego le contestó: —En mi pueblo eso se llama agua. Y el cura le dijo: —Pues, no, hijo mío. Aquí se llama abundancia. —Güeno, güeno, siñor cura. Déjeme usté, que ya lo deprenderé. Y ya le enseñó el cura la lumbre y le dijo: —Y esto, ¿cómo se llama en tu pueblo, gallego? —Eso le decimos en mi pueblo lumbre. Y el cura le dice: —Pues, no, hijo mío. Aquí se llama alegranza. —Güeno, güeno, siñor cura. Déjeme usté, que ya lo deprenderé. Y ya lo llevó a la chiminea y le dijo: —Mira gallego esto. ¿Cómo se llama en tu pueblo? —Chimenea. —No, no. Aquí se llama chiviritaina. —Güeno, güeno, siñor cura. Déjeme usté, que ya lo deprenderé. Y de ai se fueron pa afuera y allí estaba el gato y le dijo el cura al gallego: —Y este bicho, ¿cómo se llama en tu pueblo? Y el gallego dijo: —Ese animal se llama en mi pueblo gato. —Pues no, que aquí se llama el señor de cazalosrates.
—Güeno, güeno, siñor cura. Déjeme usté, que ya lo deprenderé. Y de ai lo llevó el cura pa dentro otra vez y le enseñó la cama y le dijo: —Güeno, hombre, y esto, ¿cómo se llama en tu pueblo? Y el gallego le dijo: —En mi pueblo eso se llama cama. Y el cura le dijo: —Pues no, hijo mío, que aquí se llama eso el alto de San Sebastián. —Güeno, güeno, siñor cura. Déjeme usté, que ya lo deprenderé. Güeno, conque a media noche vio el gallego que el cura se iba pa la cama onde estaba el ama y va y le grita: —¡Oiga usté, siñor cura, bájese usté del alto de San Sebastián y deje a la dóisima próisima que el señor de cazalosrates lleva la alegranza al rabo. Y acuda usté con la abundancia que si no se le quema la chiviritaina, que ya yo me voy pa mi casaina. Zamora, ZAMORA.
59. La chipiritaina El cura de una aldea y su ama estaban poco contentos con los criados y criadas que cogían porque contaban a sus vecinos lo que hablaban y hacían. Hubo un estudiante que se hizo el tonto y dijo al cura que era de la tía María, una pobre del pueblo. Coge el chico un freje de leña y se lo va a vender al señor cura. —Señor cura, ¿me quiere comprar este freje de leña? —Sí, rapaz, sí. ¿Cuánto quieres por ella? —Me dijo mi madre que ocho cuartos. —Vaya, toma un real. —No, señor, no me engaña, que mi madre me dijo que lo vendiera en ocho cuartos. Entonces dice el ama al cura:
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
—Parece tonto. Pregúntele a ver si quiere venir a servir a casa. El cura le pregunta si quiere venir a servir a su casa y dice él: —Se lo diré a mi madre. —Bueno, pues vete y vuelve luego. Al poco tiempo volvió el rapaz y dijo: —Aquí estoy, siñor cura. Dijo mi madre que sí. —Bueno, pues ven acá. —Ay, señor cura, ¡qué casa más bonita tiene usté! —No se llama casa. —¿Cómo se llama? —Chipiritaina. —¡Y, qué chipiritaina más bonita tiene usté, señor cura! —Vamos; ven acá. Te voy a enseñar todo lo que hay y has de tener mucho cuidao que no se te olvide lo que te diga. —No, señor, no se me olvida. ¡Ay, qué escaleras más hermosas tiene usté, señor cura! —No se llaman escaleras. —¿Cómo se llaman? —Se llaman estinencias. Al subir se encontró con el ama. —¡Ay, qué ama más guapa tiene usté, señor cura! —No se llama ama, hombre. —¿Cómo se llama? —Se llama prójima nostra. —¡Ay, que prójima nostra más guapa tiene usté, señor cura! Y ya vio las camas y dijo: —¡Oh, qué camas más hermosas tiene usté, señor cura! —No se llaman camas, hombre. —¿Entonces, cómo se llaman? —Altos de san Sebastián. —¡Oh, qué altos de san Sebastián tan bonitos tiene usté, señor cura! Y nosotros que tenemos que dormir en un poco e paja. ¡Oh, cuánto zapato, señor cura! Y yo que ando descalzo, que nos los tengo. —No se llaman zapatos, muchacho. —¿Cómo se llaman? —Calzavitatis. Entonces el cura le dijo al estudiante: —Bueno, ya viste lo que hay arriba; vamos ahora abajo. —¡Ay, qué lumbre tan buena tiene usté, señor cura! —No se llama lumbre, se llama la grande alegría. —¡Ay, qué grande alegría tiene usté, señor cura! ¡Y qué gato más guapo tiene usté! —No se llama gato; se llama cazalosrates. —¡Oh, qué cazalosrates tiene usté! Y qué pozo de agua tiene usté, señor cura.
—No se llama agua. —¿Cómo se llama entonces? —La grande abundancia. —¡Oh, qué grande abundancia tiene usté, señor cura! En mi casa tenemos que ir a muy largo por ella. —Bueno —le dijo entonces el cura—, ¿se te olvidará alguna cosa? —No, señor, no se me olvida. —Pues bien, ahora ahí te quedas con cazalosrates y hilas unas estopas que están ahí y cenáis cazalosrates y tú, y te acuestas. —Bueno, señor cura, bueno. El cura fue a la cama con el ama y entonces el estudiante hiló unas estopas y se las ató al rabo al gato y les prendió fuego y comenzó a dar voces, cantando como los curas en los entierros: —¡Señor cura, usté que está en los altos de san Sebastián, deje la prójima nostra, calce los calzavitatis, que aquél que cazalosrates sube y baja por las estinencias, lleva la grande alegría en el rabo, y si no baja usté a echarle la grande abundancia puede ser que nos queme la chipiritaina! Eduardo Martínez Torner, 1913. Láncara, LEÓN.
60. El nuevo cura Ésta era una mujer que vivía en un pueblo y tenía un solo hijo. Y el hijo se lo llevó un tío suyo pa que hiciera estudios. Y ya con el tiempo dijo el joven que quería ser cura. Y estudió pa cura y ya cuando terminó su carrera dijo que quería marcharse pa su pueblo a visitar a su madre. Y cuando la madre recibió la carta onde el hijo la decía que venía a visitarla fue y se lo contó a todos y les decía: —¡Ay, qué gusto ver a mi hijo diciendo misa! Y fue a ver al cura del pueblo a rogarle que cuando viniera su hijo que le dejaran predicar el sermón. Y entonces la madre le escribió a su hijo que se preparara pa dar un sermón en su pueblo. Conque se marchó pa su pueblo. Y en el camino se encontró con un hortelano y le dice: —¿Qué hace usté? Y el hortelano le contesta: —Poniendo coles en sal. Y se va él y dice: —Buen punto pa mi sermón. Buen punto pa mi sermón. Más adelante se encuentra con otro hortelano y le dice: —¿Qué hace usté?
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II. CUENTOS HUMANOS VARIOS
Y le contesta: —Tendiendo nabos en sera. Y se marcha y dice: —Buen punto pa mi sermón. Buen punto pa mi sermón. Y más adelante ve en el camino una cabra trepada en un monte, y dice: —¿Qué animalillo será éste? Y se acerca y ve que es una cabra y dice: —¡Garabita! ¡Garabita! Buen punto pa mi sermón. Buen punto pa mi sermón. Y más adelante, más adelante se encuentra una legartija muerta y se acerca y la mira y dice: —¿Qué será esto? ¡Ah, ya lo sé! Serpiente muerta. Buen punto pa mi sermón. Buen punto pa mi sermón. Y andando, andando, se encuentra con un grillo que cantaba en la calavera de un burro y dice: —Esto sí sé lo qué es. Buen punto pa mi sermón. Buen punto pa mi sermón. Conque ya llegó a su pueblo y su madre salió a recibirle muy contenta. Y todos decían: —¡Uy, que ya ha llegao el hijo de la tía fulana, y va a predicar el sermón el domingo! Y se llegó el domingo y subió el nuevo cura al púlpito y dijo: —Coles en sal, nabos en sera. Serpiente muerta, puesta en carrera. Y la garabita brinca de terrera en terrera. Grillo cantante en mortis calavera. Cuenca, CUENCA.
61. El estudiante hambriento Caminaba una ve un estudiante por un camino con un hambre que ya casi esmayaba. Y llegó a una casa onde staba una viejecita barriendo el patio e su casa y va y le dice:
—Güeno día tía. ¿Cómo stá osté? Y ella le dice: —Pero, ¿quién eres tú? Y él le contesta: —Vaya tía, ¿no s’acuerda osté e su sobrino, er e su hermana aquélla que dejó osté en tar lugá hace ya muchos año? Y ella no s’acordaba de na e lo que le icía er chico, pero dijo: —Seguramente er chico tiene razón pos onde viene tratándome de tía. Y le dijo: —Sí, ya m’acuerdo, sobrino; entra que ya vendrá tu tío en uno momento. Y entró er chico en la cocina y vio que la viejecita staba guisando un pollo. Y esperó hasta que lo sacó de la cazuela y lo puso en la mesa. Y la viejecita entonce salió de la cocina a por leña. Y en ese medio tiempo cogió er pollo y lo engorvió en una toalla y se lo metió entre su capa. Y cuando ella entró fue a echá leña en la lumbre y dijo el estudiante: —Tía, ya me voy. Y ella le dijo: —No, sobrino, no te vaya tavía, que dentro e poco llegará tu tío, que s’alegrará muncho e verte. Y ai estuvon esperando un rato. Y ya le dijo ella: —Sobrino, dime por qué pueblos has andao pa llegar aquí. Y le dijo é: —Pos misté, tía. He andao caminates, he andao portates, he andao escalerates, he andao cocinates, he andao cazolates, y he andao pollates. Y con eso le quería decí que había andao por mucho camino, que había llegao a su puerta, que había subío las escaleras, que había entrao en la cocina y que se había pillao er pollo. Pero ella na entendía y creía que todo eso eran los nombre de lo pueblo por lo cuale é había pasao. —¿Y to eso has tenío que andá pa llegá aquí? —le dijo la viejecita. —Sí tía, to eso —contestó. Y como ya tenía é mieo que fuera a la cocina y no encontrara er pollo se sevantó e la silla y dijo: —Ahora sí, tía, ya me voy. Y ella le dijo: —Que no, sobrino, no te vayas tavía, que ya vendrá tu tío y muncho se alegrará de vete. Pero é ya no quiso esperá má y se escapó y echó a corré camino alante. Y corriendo iba cuando se encontró al marío e la viejecita y éste le preguntó: —¿Ande va osté tan de prisa?
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Y el otro le contesta: —Vi a alcanzá a un compañero que va allí alante. ¡Quédese osté con Dios! —¡Vaya osté con é! —le contestó er viejo. Güeno, pué ya llegó er viejo y entró y le dijo la vieja: —Vamo a comé que traigo muncho hambre. Y la vieja fue y vio que er pollo que ella había dejao sobre la mesa ya no staba. Y dijo: —Pero ahora, ¿qué vi a hacé? Pero no hay má remedio que llevá la cazuela así como stá. Y la llevó y la puso en la mesa. Y fue er marío a comé y vio que no había má que caldo y le dijo a la mujé: —¿Qué es esto? Aquí no hay má que agua. ¿Onde stá er pollo que has matao pa guisá? Y dice ella: —¡Ay, Dios mío! Ya te contaré lo que ha pasao. Mira que ha venío un sobrino mío a verme y é es er que se habrá robao er pollo. —¿Qué sobrino, que yo ni sabía que tenía sobrino? Y ya le dice ella: —Pos mira que es un hijo de una hermana que ya casi había orvidao y que vive en un pueblo que ya no me acuerdo er nombre, pero é me dijo por lo pueblo que ha pasao pa llegá aquí. —¿Qué pueblo son eso? —dijo el marío. Y le dijo ella: —Pos mira que dijo que había pasao por caminates, por portates, por escalerates, por cocinates, por cazolates y por pollates. —Tonta, tonta —le dice entonce er marío. — Ese no es sobrino. Ese es un ladrón que ha venlo aquí a robarte er pollo, na má. Y le dio una paliza que la dejó negra. Granada, GRANADA.
62. Fui a caza Fui a caza, gudaza, cividicutaza. Maté una liebre, gudiebre, cividicutiebre. Fui donde mí abuela, gudela, cividicutela.
—Abuela, gudela, cividicutela, ¿me quiere usté guisar una liebre, gudiebre, cividicutiebre? —No, hijo, gudijo, cividicutijo. —¿Por qué, abuela, gudela, cividicutela? —Porque se gasta mucho aceite, gudeite, cividicuteite. Agarré un palo, gudalo, cividicutalo y maté a mi abuela, gudela, cividicutela. Y con esto me marché por esos caminos adelante, gudante, cividicutante. Me encontré con un padre cura, gordura, cividicutura. —Padre cura, gordura, cividicutura, ¿me quiere usté confesar, gudar o cividicutar? —Sí, hijo, gudijo, cividicutijo. —Acúsome, padre cura, gordura, cividicutura, que maté a mi abuela, gudela, cividicutela. —¿Por qué, hijo, gudijo, cividicutijo? —Porque no me quiso guisar una liebre, gudiebre, cividicutiebre. —¡Ay, hijo, gudijo, cividicutijo! Eso es muy malo, gudalo, cividicutalo. Agarré un palo, gudalo, cividicutalo y maté al padre cura, gordura, cividicutura. Y con esto me marché por esos caminos adelante, gudante, cividicutante. Me encontré con un fraile capuchino, gudino, cividicutino. —Padre capuchino, gudino, cividicutino, ¿me quiere usté confesar, gudar o cividicutar? —Sí, hijo, gudijo, cividicutijo. —Acúsome padre, capuchino, gudino, cividicutino, que maté a mi abuela, gudela, cividicutela. —¿Por qué, hijo, gudijo, cividicutijo? —Porque no me quiso guisar una liebre, gudiebre, cividicutiebre. —¡Ay, hijo, gudijo, cividicutijo! Eso es muy malo, gudalo, cividicutalo. —Acúsome, padre capuchino, gudino, cividicutino, que maté a un padre cura, gordura, cividicutura. —¿Por qué, hijo, gudijo, cividicutijo? —Porque no me quiso absolver, guder o cividicuter. —¡Ay, hijo, gudijo, cividicutijo! Yo te absolvo, godolvo, cividicutolvo, sólo porque a mí no me mates, gudates, cividicutates, ni a mi macho, gudacho, cividicutacho.
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Barbadillo del Mercado, BURGOS.
estudios de cuentos humanos varios
A. Cuentos y leyendas 31. Los tres frailes 32. Los tres frailes BIBLIOGRAFÍA.—Versiones españolas peninsulares: Alonso Cortés 241-242; Cabal CTA 187-190; Espinosa, Castilla 232, 393, 394, 395, 396; Timoneda, Patrañuelo 3.—Españolas de América: JAFL XLV, 316; Laval PU 15; Mason-Espinosa PRF VI, 23, 24, 25, 26, 27, 28; RadinEspinosa 122; Rael 42, 43, 44; Rael, Apéndice 78; TFSP XII, 57-60.—Portuguesas: Athaide Oliveira I, 130; Barbosa 31; Coelho 67.—Italianas: Archivio XXII, 123-126; Boccaccio IV, 10, VIII, 8; Doni 2; Morlini 73; Pitré III, 164, 165; Straparola V, 3, IX, 4.—Corsa: RTP XXI, 459461.—Francesas: Archivio XIII, 278-279; Barbazan-Méon III, 245-254, 296-326; Clouston II, 334-339, 344, 349; La Fontaine V, 63-87 (= Contes III, 3); Legrand, Fabliaux IV, 254-266; Loiseleur-Deslongchamps 156-158, MR 2, 18, 19, 89, 106, 123, 142, 150, VI, 243- 254; Romania XI, 119-121, XIII, 428-429; RTP II, 461-463; Ystoire sept sages P, 133-137.—Francesas del Canadá: Lanctot 159; MBarbeau 88.—Flamencas: Clouston II, 315316; Wallonia XIII, 193-199.—Bretonas: RTP XI, 451453.—Latinas: Etienne de Bourbon 469, 470; Historia septem sapientum I, 19.—Alemanas: Gesammtabenteur 62; Haltrich 61; Keller, Erzählungen 345-349; Lassberg I, 306-320; Schumann 19.—Inglesas: Clouston II, 290-292, 314-315, 332-333, 349-356 (tres versiones).—Escocesa: Campbell 15.—Eslavas: Krauss I, 445-448; Mazon 29.— Magiares: RTP XXI, 369-374 (tres versiones).—Griega: FL XI, 333-334.—Turca: Cuarenta Visires, Gibb 227-
228.—Árabes: Burton V, 83-84, VI, 172-179; Chauvin VI, 181, VIII, 50-51, 72; Mil y una noches 100-105; Mil y una noches, versión tunisiense, en Bédier 455-456; Scott 136-153; Thousand and One Nights I, V, 460-468, 576579. —Judía: Clouston II, 339-340.—Africana: Frobenius VIII, 44.—Africanas de América: Fauset NS 5; Parsons, Antilles II, 345; Parsons Sea Islands 77.—India de Norte América: JAFL XLV, 316-317.—Indias: Clouston II, 297-300, 307-310; FL VII, 94; Indian Antiquary IX, 2-3; Mélusine 1, 177-180; Somadeva I, 32-36; Stokes 28; Thorburn 214 (Afganistán).—Persa: Clouston II, 294297.—Tártara: Cabinet des Fées XXI, 143-175.—Filipina: Fansler 33.—Clasificación y estudios especiales: Aarne, Estnische Märchen 1537, 1730; Aarne-Thompson 1536B, 1537, 1730; Archiv SNS XCIII, 206-226, CXVI, 292-300; Archiv SP XIX, 256, XXIX, 452, XXXI, 274; Bédier 236250, 454-458; Boggs 132; Clouston II, 289-316, 332-359; Cosquin II, 336-337; Dunlop II, 39-43; FFC XXXVII, 1537; FL VII, 94; Germania I, 270; Gesammtabenteur III, xxxv-lxi; Gesta Romanorum, Introducción de SwanHooper 31; Grundriss II, iii, 384-392; JEGP X, 111; JREL XV, 400; Lee, Decamerone 152-156, 261-266; La Fontaine, Notas de Regnier, V, 60-61; MPhil XV, 221-246; Pillet, Trois bossus ménestrels; RF XVI, 348-349; Romania III, 428-429, XXXI, 136-144; RTP XIV, 188, XX, 331, XXI, 369-374; Somadeva I, Notas de Tawney-Penzer 4244, 165-171; Volkskunde XIII, 216-230; ZRPh XIII, 551; ZVFV VI, 163; ZVLG VIII, 103-116; Thompson K1218.1, K1218.2, K2322, N311. Las versiones más populares y más bien conocidas de este cuento en la tradición literaria de Europa son las de
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II. CUENTOS HUMANOS VARIOS
Durand, D’Estormi, y otras francesas que pueden leerse en la Recueil général et complet des fabliaux des XIIIe et XIVe siècles, de Montaiglon y Raynaud (MR). La primera versión, Les trois bossus ménestrels, MR 2, es a toda evidencia una de las mejores y de las más completas que poseemos de la tradición medieval de Europa. Esta versión francesa nos cuenta la siguiente historia: Tres jorobados son festejados por la mujer de otro jorobado, hermano de ellos. Al llegar el marido inesperadamente, la mujer esconde a los tres jorobados en un arca, y allí mueren los tres sofocados. Cuando el marido se va otra vez, la mujer va a buscar a los tres jorobados y, hallándolos muertos, llama a un cargador para que los vaya a echar al río. Le enseña sólo uno de los cuerpos y el cargador cree que se trata de un muerto solamente. El cargador se lo lleva y lo echa al río y al volver por su paga la mujer le saca el segundo cuerpo y le dice que el muerto ha vuelto. Se lo lleva el cargador y lo echa al río. Vuelve por su paga y la mujer le tiene ya preparado el cuerpo del tercer jorobado, diciéndole que otra vez ha vuelto el muerto. Se lo lleva el cargador y lo echa al río, pero al volver otra vez se encuentra con el marido de la mujer, jorobado también, y creyendo que el muerto ha vuelto otra vez, esta vez vivo, le coge violentamente, carga con él y lo echa al río, donde se ahoga. La semejanza entre esta versión francesa del siglo XIII y la mayoría de las demás antiguas y modernas que citamos en la bibliografía, entre ellas nuestras versiones 31, 32 y otras hispánicas que más adelante mencionamos, es desde luego evidente, y su relación es segura. Se trata otra vez de un antiguo cuento oriental que en diferentes o algo distintas formas ha pasado desde muy antiguo a la tradición literaria y popular de Europa y que aparece por primera vez en forma literaria bien desarrollada en versiones como las de las antiguas fabliaux francesas MR 2, 19, 142, etc., las italianas de Straparola V, 3, y Doni 2, y en forma algo distinta, pero fundamentalmente la misma, en Ystoire sept sages P, 133-137, y en las antiguas versiones alemanas, Keller, Erzählungen 245-349, Gesammtabenteur III, 62. Esta forma fundamental del cuento que encontramos en la tradición europea es esencialmente idéntica a la forma oriental de la Historia septem sapientum I (Mischle Sendabar), una versión judaica de los siete sabios compuesta en latín a fines del siglo XII o a principios del XIII, y según las opiniones más autorizadas, anterior a todas las otras versiones literarias de Europa que hasta hora conocemos. Esta forma judaica del cuento es, al parecer, de orígenes árabes sacados de primitivas fuentes índicas. En la antigua versión francesa del libro de los siete sabios, Ystoire sept sages P, la historia es la misma, excepto que los tres jorobados
ya se han convertido en tres caballeros principales. Esta versión representa una forma intermedia entre la oriental de los tres jorobados y la forma occidental en la cual los tres personajes se han convertido en tres frailes, los tres frailes de las antiguas fabliaux francesas y alemanas, de la tradición moderna, etc. No son éstos los únicos personajes orientales, hechiceros, brahamanes, jorobados, etcétera, que en la literatura medieval de Europa se han convertido en frailes, curas, obispos, etc. ¡Y hay algunos críticos rastreros que creen con toda seriedad que los cuentos de la Edad Media nos relatan siempre las costumbres de la época! Muchas de esas costumbres medievales que tanto escandalizan a algunos fueron descritas muchos siglos antes de que hubiese Edad Media europea. Los orígenes orientales de estos cuentos han sido estudiados por algunos de nuestros más distinguidos folkloristas, entre ellos Pillet, obra citada en la bibliografía; Gaston Paris, en Romania XXXI, 136-144; Cloetta, en Archiv SNS XCIII, 206226; von der Leyen, Ibíd. CXVI, 292-300, y Archer Taylor en MPhil XV, 221-246. En las observaciones de estos folkloristas se hallan las objeciones de la crítica moderna a las extravagantes conclusiones de Bédier sobre los orígenes de éste y otros cuentos orientales. Las razones fundamentales que nos obligan a declarar que el cuento es de origen oriental han sido ya muy bien expresadas por Gaston Paris y por Pillet. ¿Existe el cuento en versiones orientales? Tenemos en primer lugar la bellísima versión judaica del Mischle Sendebar, ya citada. Tenemos también la versión oriental del siglo XI de Somadeva I, 32-36, las posteriores de las diferentes versiones de las Mil y una noches citadas en nuestra bibliografía y la versión tunisiense citada por Bédier, 454-457. Tenernos, además, el cuento anamita parecido a la versión alemana de Keller. Pertenece a la forma fundamental del cuento, como ya lo han demostrado Gaston Paris y Pillet. Volvamos ahora nuestra atención a la clasificación general de los cuentos para estudiar después las versiones de la tradición hispánica. Se pueden establecer de todos ellos, cuatro tipos fundamentales: Tipo I. Incluye todas las versiones del cuento primitivo y fundamental de los tres jorobados: Chauvin VIII, 72; Doni, 2; Historia septem sapientum I, 19; Legrand, Fabliaux IV, 254-263; MR 2; Straparola V, 3; etc. Esta versión fundamental persiste todavía en la tradición oral moderna: Fansler, 33; Mason-Espinosa PRF VI, 23, 24, 25, 27; MBarbeau, 88. Una de las versiones de Puerto Rico lleva siete jorobados, seis músicos en vez de los tres del cuento primitivo, y el marido jorobado. Tipo II. Incluye una grande variedad de cuentos idénticos a los del Tipo I, pero nuestros tres jorobados ya se han convertido en otros tantos caballeros principales,
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
curas o frailes: Archivio XIII, 278; Gesammtabenteur III, 62; Keller, Erzählungen, 345-349; Legrand, Fabliaux IV, 264-265; MR 19, 142; Pitré III, 164; Romania III, 428429; RTP II, 461, XXI, 370-372 (tres versiones húngaras); Schumann, 19; Ystoire sept sages P, 133-137, etcétera. A este grupo pertenecen nuestras dos versiones españolas 31, 32, y otras hispánicas, que citamos más adelante. Tipo III. A este tipo pertenecen las versiones directamente relacionadas con las de los dos primeros tipos, pero que terminan de una manera muy diferente. Los tres o más caballeros o frailes no sufren la muerte y falta, por consiguiente, todo el episodio de los cuerpos muertos, elemento fundamental de las versiones de los Tipos I y II. Son cruelmente castigados y vergonzosamente burlados por el marido y echados a la calle a palos o de otra manera todavía más indecorosa. Pertenecen a este grupo los siguientes cuentos citados en la bibliografía: Barbazan-Méon III, 296326; Chauvin VIII, 50-51; Constant du Hamel, MR, 4; 4 Amatores, cuento de los cuatro caballeros burlados que se halla en dos textos árabes del libro de los siete sabios (Hilka en Historia septem sapientum I, xxv, y en Scott, 136-153); La Fontaine, Contes III, 3, y el cuento sánscrito citado por Regnier en V, 60-61; MR 106; Morlini, 73; Romania XI, 119-121; Somadeva 1, 32-36; Straparola IX, 4. A este grupo pertenecen ocho de nuestras versiones hispánicas. Tipo IV. Pertenecen a este tipo las versiones semejantes a las del Tipo III, pero en las cuales se trata sólo de un personaje en vez de tres. Estos cuentos pertenecen en realidad a otro tipo fundamental y merecen estudio aparte. Los siguientes cuentos de nuestra bibliografía pertenecen a este tipo de nuestro grupo III: MR 18; Bédier, 468; Etienne de Bourbon, 469, 470. Pertenecen a este tipo cuatro versiones hispánicas de nuestra bibliografía. Tipo V. Este tipo, es el del famoso cuento del jorobadito de las Mil y una noches 100-105, Thousand and One Nights I, v, 460-468, 576-579, y otros semejantes, en los cuales se trata principalmente de las astucias de que se vale una mujer, o una mujer y su marido, para librarse del cuerpo de un hombre que ha muerto accidentalmente en su casa, o que ha sido muerto por un marido vengador. Pertenecen a este grupo los cuentos siguientes, además de los dos ya citados: Legrand, Fabliaux IV, 266; MR 89, 123, 136, 150, y VI, 243-254; Pitrés III, 165; Timoneda, Patrañuelo 3; el cuento húngaro citado en RTP XXI, 373-374; el cuento inglés de Dane Hew tan exquisitamente estudiado por Archer Taylor en MPhil XV, y Cuentos 176, 189, que estudiamos más adelante. Aquí haré sólo algunas observaciones sobre el tipo del jorobadito. En la famosa versión del jorobadito de las Mil y una noches se trata sencillamente de las astucias de que se valen
una mujer y su marido para librarse del cuerpo de un jorobado, que, invitado por el marido para que cante y toque algún instrumento, muere durante la comida cuando se le atraviesa un hueso en la garganta. Este cuento puede ser una versión primitiva que dio origen después al cuento de los tres jorobados que en la versión de la Historia septem sapientum I son también cantores y músicos y son invitados por la mujer para que la diviertan durante la ausencia de su marido jorobado. Y para confundir aún más a los que niegan el origen oriental de estos cuentos en la tradición de Europa, hay que observar que este cuento del jorobadito se halla hoy día en la tradición española de Castilla, Espinosa, Castilla, 332, y de Puerto Rico, Mason-Espinosa PRF VI, 26 y 28. Las tres versiones son fundamentalmente idénticas, pero en la versión 28 de Puerto Rico, una mujer llama al jorobado para que la divierta cantando y tocando el violín y ella sola es la que lleva al jorobado a la puerta de un médico en la primera aventura. En las tres versiones se halla el detalle de la resurrección del jorobado. Transcribiré versión 28 de Puerto Rico: Ésta era una vez y dos son tres que vino al pueblo un jorobado negro que llevaba un tambor y solía cantar al compás de la música del tambor. Sucedió que un día fue a tocar en casa de un sastre y le dieron de almorzar un plátano y bacalao. Cuando el jorobado tomó el primer bocado, se tragó una espina y se ahogó. El sastre muy asustado lo cogió y se lo echó al hombro y fue y lo puso en la escalera de un hombre rico, y cuando éste bajaba le dio una patada y lo tiró por la escalera abajo. Cuando este hombre lo vio muerto, se lo echó al hombro y lo paró en una puerta de la tienda de un comerciante. Cuando el comerciante fue a abrir la puerta, vio a aquel hombre allí y le dio una patada y lo tiró a la calle. Al poco rato pasó por allí el teniente de la policía y vio al jorobado tendido y muerto en la calle y preguntó: —¿Quién fue el autor del crimen? Y el comerciante muy asustado contestó: —Yo. El teniente en seguida le mandó ahorcar. Cuando ya le tenían el lazo puesto, vino el hombre rico y dijo al teniente: —Señor teniente, yo he sido el autor del crimen; así es que yo soy el que tengo que morir. En seguida el teniente mandó quitar al comerciante de la horca y pusieron el lazo al hombre rico. Cuando ya lo iban a matar, se presentó el sastre y dijo que él era el autor del crimen y, por tanto, a él era a quien tenían que matar. Entonces bajaron al hombre rico del cadalso y pusieron al sastre. Cuando ya iban a matarlo, vino un médico y dijo: —Señor teniente, lo mejor que se puede hacer, si usted me da permiso, es examinar al jorobado. El teniente en seguida dijo que sí. El médico le
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dio al jorobado un fuerte golpe en la nuca, echó la espina que tenía atravesada en la garganta, salió corriendo y nunca más comió bacalao. La versión fragmentaria de Puerto Rico, como se ve, es muy fiel a la versión de las Mil y una noches, pero al mismo tiempo lleva algunas diferencias notables, lo bastante para creer que se trata de una versión moderna que tiene raíces muy hondas y que no viene directamente de las versiones literarias. El gracioso final, con la resurrección del jorobado en las tres versiones, ofrece una diferencia muy notable y es seguramente un desarrollo nuevo. Pero todavía quedan algunas dudas sobre el origen de estas dos versiones portorriqueñas, y hay la remota posibilidad de que se trate de versiones sacadas de fuentes literarias y populares que han llegado a convertirse en verdaderas versiones tradicionales. Archer Taylor, en el trabajo ya citado, 232-234, no cree que el cuento de las Mil y una noches sea la fuente del cuento de los tres jorobados. Yo no creo tampoco que sea la fuente inmediata del cuento del Mischle Sendebar o de Les trois bossus ménestrels de Durand y las versiones semejantes, pero sí creo que es una de las formas más antiguas y primitivas del cuento general. En cuanto a los orígenes de las versiones modernas, no estoy de acuerdo ni con las conclusiones de Pillet ni con las de Gaston Paris. Según Pillet, la Historia septem sapientum I o Mischle Sendebar es la fuente directa de Les trois bossus ménestrels de las fabliaux francesas y de ellas vienen las versiones populares modernas. La versión de Straparola V, 3, viene, según Pillet, de las versiones populares derivadas de las fabliaux Paris, por otra parte, cree que los orígenes son mucho más sencillos. Las versiones primitivas y las mejores que conocemos son las de la Historia septem sapientum I, Durand, Straparola y Doni. Todas ellas, según Gastón Paris, vienen de una versión árabe, más perfecta y más completa que la judaica de la Historia septem sapientum I, y la versión árabe cree que viene de una versión desconocida de India. Las versiones modernas cree que se derivan principalmente de Straparola. Algunas de las versiones populares modernas vienen seguramente de las fabliaux francesas, como declara Pillet, y otras de Straparola, como piensa París; pero la mayoría de las versiones de la tradición moderna no derivan de fuentes literarias como de las fabliaux francesas o Straparola. Vienen de fuentes populares orientales tan importantes y tan originales como las de la Historia septem sapientum I, Durand y otras fabliaux de los siglos XIII y XIV, Straparola, Doni, etc. La tradición popular moderna representa, por consiguiente, fuentes muy distintas. Algunas versiones vienen de fuentes literarias conocidas; otras vienen de fuentes tradicionales tan antiguas como las literarias que conocemos o más antiguas que ellas.
Nuestras versiones hispánicas son veintisiete, diez españolas peninsulares, catorce españolas de América y tres portuguesas. Al Tipo I, el tipo primitivo y fundamental, pertenecen seis versiones, cuatro de Puerto Rico, una de Nuevo Méjico y una portuguesa: Mason-Espinosa PRF VI, 23, 24, 25, 27; Rael, Apéndice, 78; Athaide Oliveira I, 130. Al Tipo II pertenecen cinco versiones, tres españolas peninsulares y dos españolas de América: Cabal CTA 187190; Cuentos 31, 32; Laval PU 15; TFSP XII, 57-60. Al Tipo III pertenecen ocho versiones, dos españolas peninsulares, cinco españolas de América y una portuguesa: Espinosa, Castilla 393, 394; JAFL XLV, 316; RadinEspinosa 122; Rael 42, 43, 44; Coelho 67. Al Tipo IV pertenecen cuatro versiones, tres españolas peninsulares y una portuguesa: Alonso Cortés 241-242; Espinosa, Castilla 395, 396; Barbosa 31. Al Tipo V pertenecen, como ya queda dicho, la versión castellana de Espinosa, Castilla 332, y las dos portorriqueñas de Mason-Espinosa PRF VI, 26, 28. La versión literaria de Timoneda, Patrañuelo 3, pertenece a uno de los tipos de Cuentos 176, 189. 33. ¿Cuando cegará el mío Xuan? 34. El zapatero que cegó BIBLIOGRAFÍA.—Versión española literaria del siglo XVIII: Cañizares, Entremés del ciego fingido.—Española de América: Mason, Tepecanos 17.—Portuguesa: Braga I, 113: Italiana: Giornale storico, supl. XV, 45-52.—Francesas: Cent nouvelles nouvelles 56; La Tradition II, 138-140.—Latina: Etienne de Bourbon 468.—Alemanas: Grässe II, 1009; Hans Sachs FS 69, SFS 602; Keller, Erzählungen 111119; Knoop 212; Pröhle 51; Schneller 58; ZVFV VII, 324, X, 74-75.—Eslavas: Coxwell 974-975; ZVFV VIII, 218-221 (cinco breves versiones).—Magiares: RTP XXIII, 59-60.—Indias: Bompas 22; Benfey, Panchatantra I, 385-386; FL XL, 62-63; FLJ I, 146-149; NINQ V, 51; Panchatantra III, 16, V, 13.—Clasificación y estudios especiales: Aarne, Estnische Märchen 1380; Aarne-Thompson 1380; Bolte-Polívka III, 124-126; Cotarelo, Entremeses I, cxxiii; Literaturblatt XXXVII, 25-26; ZVFV VIII, 73-82, 217-222, X, 71-80, XXI, 197; Thompson K1553, K1971.1. Estas dos versiones españolas nos cuentan un mismo cuento: Una mujer casada está en relaciones amorosas con un cura y deseando que su marido ciegue, va a pedir consejo a un santo de la iglesia, San Antonio en 33 y Cristo en 34. El marido va y se esconde detrás de la estatua y aconseja a
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
la mujer que para que ciegue su marido es necesario darle jamón, chuletas y vino en 33, y gallina negra y vino tinto en 34. El marido come a su gusto, finge la ceguera y sorprende a los delincuentes. En 33 mata al cura y lo echa con su mujer en un pozo. En 34 les da a los dos una buena paliza. Conozco solamente otra versión española de este cuento, la mejicana de Mason arriba citada. Es muy semejante a nuestras dos versiones peninsulares. El detalle de la gallina negra se halla en nuestra versión 34 y en la mejicana. El detalle de la muerte del cura por el marido que finge la ceguera en la presencia del niño se halla en nuestra versión 33 y en la mejicana, pero no en nuestra 34. La versión mejicana de Mason conserva, al parecer, una tradición hispánica antigua. Otra versión hispánica que conozco, la de Braga arriba citada, es muy breve. Nos cuenta que la mujer infiel le pide consejo a una vecina, la cual le aconseja que para que el marido ciegue hay que darle gallina cocida. Termina el cuento con la paliza de los dos delincuentes como en nuestra versión 34. Por más que hayamos podido examinar sólo cuatro versiones hispánicas de nuestro cuento, nuestras 33 y 34, la mejicana de Mason y la portuguesa de Braga, la tradición debe de ser popular en España. En el siglo XVIII el poeta dramático Cañizares recogió la tradición en su famoso Entremés del ciego fingido, pero introduce algunos elementos nuevos. Un marido sospecha la infidelidad de su mujer y con la ayuda de su suegro finge la ceguera. Llegan tres amantes y cuando ve llegar a su padre, la mujer los esconde debajo de un colchón. El ciego fingido y el suegro cogen a los tres amantes y a la mujer infiel y les dan a todos una buena paliza. En la tradición de Europa, sin embargo, hay muchas versiones de nuestro cuento. La mas antigua versión europea que se conoce es, al parecer, la italiana del siglo XV de Simone Prudenzani d’Orvieto, Giornale storico arriba citado. Esta versión italiana es fundamentalmente la misma tradición de nuestras dos versiones peninsulares 33 y 34: Doña Fiore está en relaciones amorosas con un rico mercader llamado Carglicosta y busca manera para librarse de su marido, Magagnato. Pide consejo al espíritu de la encina, dentro de la cual el marido ya está escondido. La mujer desea la muerte de su marido, pero el espíritu de la encina (el marido escondido) responde que basta que ciegue, y para eso le aconseja que le dé gallinas negras como en versión 34 y en la mejicana. La mujer sigue el consejo, y el marido, fingiendo la ceguera después de comer gallina, le da la muerte a la mujer de un flechazo. Al falso mercader le obliga a entregarle seis mil ducados. Sólo el detalle final del robo no se halla en las versiones hispánicas. La versión
literaria rechaza la venganza brutal del marido ofendido de la tradición popular. Las versiones francesas literarias de Etienne de Bourbon y Cent nouvelles nouvelles arriba citadas son ya muy diferentes de la tradición italiana e hispánica. Un soldado descubre las relaciones ilícitas entre su mujer y un cura. Despacha a su mujer a la casa de su madre y prepara la trampa. Hace un pozo por donde han de pasar el cura y sus cómplices, y después de varias aventuras caen y mueren sepultados en el pozo el cura, la mujer infiel y dos criados cómplices. No entra en estos cuentos el detalle de la ceguera. Otros cuentos europeos semejantes han sido discutidos por Stiefel en ZVFV VIII, 73-82, 217-222. El cuento es de origen oriental. Una versión asiática publicada en RTP XXIII, 59-60, nos ofrece detalles muy semejantes a los de las versiones europeas. El marido se mete en un pino para responderle a su mujer, detalle idéntico al de la encina de la versión italiana medieval, y aconseja a su mujer que le dé al marido mucha comida, particularmente manteca y galletas, para que ciegue, y de la misma manera que en la versión española 33 y la mejicana, mata a la mujer infiel en presencia del niño, fingiendo la ceguera. Otra versión moderna de India, FLJ I, 146-149, ofrece detalles semejantes. El marido se esconde en la tumba de un fakir y le dice a su mujer que le dé a su marido gallina asada y fruta para que ciegue. Vuelve el marido y finge la ceguera después de comer. Entra el amante y la mujer le esconde debajo de un colchón. El marido lo ve todo, ata el colchón y dice que se va de peregrino a la Meca porque ya no sirve para nada. Se lleva al amante metido y atado en el colchón, y en su viaje se encuentra con otro infeliz que también ha sido engañado por su mujer. El final del cuento es muy diferente de nuestra tradición hispánica e italiana. Nuestras cuatro versiones hispánicas, la versión italiana del siglo XV, las dos orientales que acabamos de documentar brevemente y otras que estudian Bolte y Polívka y Stiefel en las obras arriba citadas, son versiones de un antiguo cuento oriental del cual se conocen por lo menos dos versiones antiguas, Panchatantra III, 16, y V, 13. La primera versión, El brahmán que cegó comiendo manteca, es una versión brevísima, pero nos cuenta la parte fundamental de la versión que hallamos desarrollada en las versiones hispánicas y la italiana del siglo XV. Una mujer se pasa la vida haciéndole galletas a su amante para que se las coma con azúcar y manteca. El marido le pregunta el motivo de su extraña conducta y ella responde que hace las galletas para ofrecerlas a una diosa del lugar. Se pone en marcha y el marido la sigue. Cuando ella se aparta para bañarse, el marido se pone detrás de la estatua de la diosa (detalle
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II. CUENTOS HUMANOS VARIOS
idéntico al de los cuentos hispánicos, donde el marido se esconde detrás de la estatua del santo) y responde a las preguntas de su mujer. —¿Cómo cegará mi marido? —pregunta la mujer. La diosa responde que debe darle galletas con manteca y azúcar. Cuando el marido vuelve, come de lo que su mujer le da y finge la ceguera. Llega el amante, le coge por el pelo y le mata a golpes. A su mujer le corta la nariz, castigo muy frecuente en estos casos en las costumbres orientales. La otra versión del Panchatantra se reduce a los siguientes detalles: Cierto rey de Oriente se ve sorprendido cuando su mujer da a luz una hija con tres tetas. Los sabios brahmanes le aconsejan que la despida. La casa el rey con un ciego a quien acompaña de lazarillo un jiboso. Con el tiempo se enamoran la princesa y el jiboso y buscan manera para librarse del ciego. Un día el jiboso se encuentra con una serpiente negra muerta y se la lleva para cortarle unos trozos y dárselos al ciego para envenenarle. Coge el ciego la cuchara para menear los trozos calientes y el vapor le sube a los ojos y poco a poco va cobrando la vista. Ve entonces a los amantes acariciándose y de la rabia que le da coge al jiboso de las piernas y le lanza con todas sus fuerzas sobre el pecho de la princesa. De la violencia del golpe se le hunde a. la princesa la tercera teta en el pecho y el jiboso mismo se endereza. La primera versión del Panchatantra es tan semejante a las versiones hispánicas modernas y a la italiana del siglo XV que su relación es segura. El cuento es sin duda una de las versiones primitivas y fundamentales de nuestro cuento. Versiones semejantes de él derivadas o hermanas de él han pasado a la tradición de Occidente para dar forma a versiones tradicionales como nuestras 33 y 34 y otras semejantes. La segunda versión del Panchatantra está relacionada con la primera, pero ya se aparta mucho de ella. En los otros cuentos un hombre finge la ceguera, mientras que en éste un ciego recobra la vista, pero hay detalles idénticos o muy semejantes: los dos amantes buscan manera para librarse del marido que estorba; en aquéllos tenemos el detalle de la gallina (negra), y en éste el de la serpiente negra; la venganza del marido ultrajado es semejante en los dos temas. 35. Sansón El cuento del muñeco de brea BIBLIOGRAFÍA.—Versiones españolas peninsulares: Ampudia 189; Curiel Merchán 315-316; Espinosa, Castilla 77 (=FL L, 367-368), 78 (=FL L, 370-371), 133 (=372-374, dos diferentes versiones en un mismo cuento); González
Palencia 1 (esta versión conquense la debo a la amabilidad de mi colega, el Sr. D. Ángel González Palencia); Sánchez Pérez 37; Sánchez Rodrigo 1, 2 (estas dos versiones las debo también a la amabilidad del Sr. González Palencia, pero fueron recogidas en la provincia de Cáceres por el Sr. D. Luís Sánchez Rodrigo).—Españolas de América: Andrade 156, 157, 158, 159; Ernst 275; Espinosa SFNM 101; JAFL XXV, 200-201, 201-202, 210-214, 239-241; XXIX, 549551; XXXI, 472-473; XLIII, 216; XLV, 296-299; XLVIII, 124; Laval, Cuentos 19; Mason-Espinosa PRF I, 21; V, 1, 2, 3, 5, 9, 13, 15, 17, 21; Portell Vilá 122, 123, 124; RadinEspinosa 46, 66, 85, 90, 100; Rael 373, 374; RCHG LXII, 209-212; TFSP XII, 13-15; Tía Panchita 131-132; Vidal de Battini 1, 2, 3 (estas tres versiones fueron recogidas en la Argentina por la señora Elena Vidal de Battini, quien tuvo la amabilidad de enviármelas para este estudio); Wheeler 225; ZFE XX, 2, 275.—Portuguesas: Athaide Oliveira I, 132; Vasconcellos, Tradições 294-295.—Portuguesas de Brasil: Eells 123-131; Gomes I, 82-84; Magalhães 185187; Pimentel 217-220; Romero 317-318; Santa-Anna Nery 208, 213 (= III, 8).—Portuguesas de las islas de Cabo Verde: Parsons, Cape Verde I, 30, 31, 33.—Africanas: Amaury Talbot 397-400; Bachman 84-86; Barker-Sinclair 69-72; Cardinall 233-236 (tres versiones); Chatelain 183189; Cronise-Ward 101-109; Curtis, Dark Continent 4547; Dayrell, Ikom 3-6; Dennet 90-93; Dewar 57-61; Doke 13; Ellis 1, 2, 275-277; FL XX, 209-211, 443; XXVII, 117118; LV, 163-166; FLJAFS 69-73; Frobenius VIII, 105107 (dos versiones); IX, 105-109; XII, 316-318; Helser 7274; Honey 73-83 (dos versiones); JAFL XXVI, 5; XXXV, 162-164; XLIII, 320; XLIV, 460-463; L, 55-56; Johnson 326-330; Johnston II, 1087-1089; Junod 96-98; Kidd 240243; Kootz-Kretschmer II, 156-159; Lederbogen 59-60; Lee 39-41; Meinhof 18, 78; Mischlich 261-264; MoclerFerryman 288-289; MSOS VII, 3, 15-18, 36-38; Nassau 18-25; Posset 127-128; Rattray AA, 55-59; RTP X, 46-48; Schultze 477-479; Seidel 366-340; Smith-Dale II, 355356, 396-398; Spiess 108-109; Theal 88-91; Tremearne 212-214; Waters 28-30; Weeks, Congo Life 430-431; ZFES XXIII, 271-273; ZAOS III, 358-361.—Africanas de Mauricio y de Madagascar: Maissac 2-14; Renel I, 111113; II, 9-11.—Africanas de Norte América: Beckwith 21a, 21b, 21c, 59a; Christensen 62-72; Edwards 73-75 (= JAFL IV, 50-51); Fauset NS 21 y variante; Harris 7-11, 16-19; JAFL XXX, 171-172 (dos versiones), 222; XXXIV, 4-5 (dos versiones), 53; XXXV, 256-260 (cinco versiones); XL, 228-231 (tres versiones); XLI, 500, 515-516, 532 (dos versiones); XLVII, 344-349 (tres versiones); LVI, 256-257; Jones 7-11; Owen 183-184; Parsons, Andros 10; I, 10; II,
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
10; III, 11, 12; Parsons, Sea Islands 13, 14; I, II, 15; South Carolina Folk Tales 29-31; Wona 56-61.—Antillanas: Parsons, Antilles 1, 8-m (tres versiones), 97- 100, 124-125 (dos versiones), 167-169 (dos versiones), 379-382 (tres versiones), 482-484; II, 16-21 (cinco versiones), 291-292, 325-326 (dos versiones), 399-402 (dos versiones), 416, 418-420, 454-456.—Africanas de Guayana Holandesa: Herskovits 8, 9, 10, 11.—Indias: Bodding I, 179-185, 213-217; Bompas 324-325; Capelle 285-286; Gordon 6569; Indian Antiquary XX, 29-32; XXIX 399-401; Jataka 55; Paricistiparvan II, 720-745; Samyutta Nikaya V, 3, 7; Twente 19.—Indias Orientales: Bijdragen XLII, 372-373, 376-377; XLIV, 112-113; LXI, 117-118; LXXII, 317318; Tijdschrif XXXVI, 36-37; XLVI, 83-84.—Chinas de origen índico: Chavannes I, 347-351; III, 98-99.—Indias de Norteamérica: Anthropos XXX, 3-4, 556; BBAE LXXXVIII, 68, 110-111 (dos versiones), 161, 208-209, 258259; Bloomfield 280; Boas, Indianische Sagen 83-84, 104, 114, 211-212, 214; Boas-Hunt 308-317; Coyote Wisdom 118-120; Dixon UC IX, 227-228; Dorsey, Osage 24-25; Gifford-Block 301; Goodwin 190-191, 197-198; Goddard 74-75; JAFL VI, 48-49; XI, 267-268; XXIII, 34; XXVI, 194 (dos versiones); XXVIII, 218, 356; XXXVII, 58-59; XLV, 409-411 (cinco versiones); XLIX, 82-83, 85-86, 92, 117, 121; L, 126; LIII, 215 (tres versiones); Land and Sunshine XIV, 131; MAAA II, 149-151 (dos versiones); Mooney I, 271-273 (dos versiones); Opler 310-312; PaAM 24, 74-75; Parsons, Isleta 416-418 (dos versiones); Parsons, Taos 75 y variantes (cuatro versiones); Parsons, Taos, Appendix 176177 (dos versiones); Parsons, Tewa I, 69; Preuss I, 289-290; Sapir, Takelma 86-89; Sapir, Yana 228-229; Speck, Taskigi 149-150; Speck, Yuchi 152-153; Taytay’s Tales 61-64; UC PAAE XIX, 9-11; XXVIII, 5, 56.—Indias de Suramérica: Koch-Grünber 47-48.—Filipinas: Fansler 48a; Fansler MS 1, 2, 3, 4, 5, 6 (estas seis versiones todavía sin publicar las debo a la amabilidad del Sr. Fansler); Fansler-Panlasigui 117-125; JAFL XX, 311-314.—Lituanas: Cappeller 14, 15D; Taylor en JAOS LX, 5, números 1, 2, 3; Schleicher 35-37.—Rusas: Lewy 22; Nisbet-Bain 134-140; Revue Ucraniénne XXXVII-XXXVIII, número 214; Rudchenko II, 7.—Asiática de Kamchatka: Anthropos XXX, 3-4, 557.—Clasificación y estudios especiales: Aarne-Thompson 175; American Literature II, 72-78; Bijdragen XLII, 420; LXVI, 174-175; Boas en JAFL XXV, 204-260; BoltePolívka II, 285-300; Brown en Scientific Monthly XV, 227233, Twenty-Fifth Anniversary Studies of the Philadelphia Antropological Society, 1-12; Camara-Cascudo 247-252; Coomaraswamy en JAFL LVII, 128-131; Cox en JAFL XLVII, 342-344; Dähnhardt IV, 26-45; Espinosa en BBMP,
Homenaje a Artigas I, 296-318; FL XL, 217-227; XLIX, 168-181; JAFL XLIII, 129-209; LVI, 31-37; New Mexico Quarterly I, 85-104; III, 31-33; FFC XXXIV, número 96, 22, nota 2; FL X, 282-293; Foster en JAFL LVIII, 225235; Gerber en JAFL VI, 245-257; Jacobs, Bidpai xliv-xlvii; Caxton’s Aesop I, 113 y 136-137; Jacobs 3, 251-253, 5 (1910), 194-198, 251-253; JAFL XXV, 249-250, XXVII, 211-232; XXXV, 330; XLIII, 329-331; XLVI, 91-92; KootzKretschmer II, 151-160; Land and Sunshine XIV, 130-131; Maenchen-Helfen en Anthropos XXX, 3-4, 554-557; Owen 182-185; Panzer I, 44-46; Radin 8, 29; RTP XVI, 173-177; Southern Workman XXXVIII, 10-11; Tremearne 20-24; Parsons en Antilles III, 48; FL XXX, 227-234; JAFL XXXV, 330; Taylor en JAOS LXIV, 4-7; Wheeler 92; Thompson D1413, E32, E132, E161, E168, E168.1, F243.3.1, F610, F612.3.1, K527, K550, K553.1, K581.2, K741. En nuestro estudio «Notes on the Origin and History of the Tar-Baby Story» del año 1930, citado en nuestra bibliografía, estudiamos ciento cincuenta y dos versiones de este cuento. Conocíamos entonces solamente dos versiones españolas peninsulares, una de ellas la nuestra. Las que ahora estudiamos son trescientas dieciocho, doce de ellas españolas peninsulares. En varios trabajos publicados después, terminando con el que se publicó en el año 1938 en la revista Folklore de Londres, «More Notes on the Origin and History of the TarBaby Story», seguimos insistiendo en los orígenes índicos de nuestro cuento, y tratamos de establecer los caminos por los cuales el tema índico primitivo había pasado a Europa, África, Asia y América. No todos los folkloristas han aceptado nuestras conclusiones, pero algunos las han considerado dignas de especial mención, entre ellos el eminente folklorista Kaarle Krohn, quien en FFC XXXIV, núm. 96, pág. 22, nota 2, declaró: «Dieses märchen hat neulich Aurelio M. Espinosa einer eingehenden untersuchung unterworfen. Aus Indien ist es in verschiedenen fassungen auf verschiedenen wegen zu den Negern und, Indianern in Amerika gelankt: (1) über Afrika; (2) über Europa bis zur Pyrenäischen Halbinsel und dann über die Spanischen kolonien in Afrika; (3) direct über Europa». En mi breve artículo del año 1938, arriba citado, he dado un resumen de la fantástica teoría del origen africano del cuento y de mis polémicas sobre los orígenes del cuento con el Sr. Norman Brown, que había defendido los orígenes africanos del cuento en la revista Scientific Monthly, XV, 227-233, después de un estudio de unas cincuenta y cinco versiones, en la mayor parte africanas y africanas de América.
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II. CUENTOS HUMANOS VARIOS
Volvió al mismo tema el Sr. Brown en un artículo del año 1937, «The Stickfast Motif in the Tar-Baby Story», citado en nuestra bibliografía, repitiendo los argumentos de su primer trabajo, pero inventando uno nuevo, a saber, que hay que dividir todos los cuentos de nuestro tema en dos grupos, los que contienen el motivo fundamental del «muñeco de brea», y los que contienen el motivo fundamental del «ataque y prendimiento múltiples». En mi artículo del año 1938 traté de indicar que no es posible hacer esta división. Los dos motivos entran en nuestro tema, y el primero no existe en realidad sin el segundo. No es ésta la ocasión para contar toda la historia de las polémicas sobre los orígenes del cuento. Quien quiera conocerlas todas puede leerlas en los estudios y artículos citados en nuestra bibliografía, bajo Clasificación y estudios especiales. Ahora vamos a hacer un estudio enteramente nuevo, pero no completo. Contamos ahora con trescientas dieciocho versiones de nuestro cuento, más del doble de las que conocíamos en el año 1930. Por otra parte, contamos ahora con más de una veintena de versiones europeas, entre ellas catorce hispánicas peninsulares, doce españolas y dos portuguesas. Las restantes de Europa son lituanas y rusas. De las numerosas versiones europeas que ahora conocemos ni siquiera había soñado el Sr. Bramen, y el eminente folklorista inglés Joseph Jacobs había tenido la temeridad de declarar que nuestro cuento tal vez nunca se encontraría en la tradición de Europa.1 Cuando declaraba esto ya se habían publicado dos versiones europeas, una lituana por Schleicher y una portuguesa por Vasconcellos, pero él no lo sabía. El estudio completo de nuestro cuento lo dejamos para otra ocasión, con la esperanza de publicarlo algún día en un tomo separado. Por ahora vamos a hacer un estudio breve, pero enteramente nuevo, como ya queda dicho, con algunas conclusiones definitivas y con todos los tipos fundamentales del cuento definitivamente establecidos para todos los países donde el cuento se ha encontrado, siguiendo un método muy diferente del que empleamos en nuestro estudio del año 1930. Nuestras conclusiones fundamentales son en general las mismas, pero en algunos detalles hemos cambiado de opinión. No es necesario rectificar; nuestras opiniones finales son las que ahora documentamos. El cuento es, desde luego y como antes creíamos, de origen índico; pero no todas las versiones hispánicas de América son directamente de origen hispánico peninsular. Antes creíamos que los protagonistas del cuento de las versiones primitivas eran todos o la 1
Indian Fairy Tales, Londres, 1910, pág. 253.
mayor parte de ellos animales; ahora creemos que todos eran seres humanos. Nuestras razones las documentamos más adelante. La nueva clasificación de los elementos fundamentales que ahora hacemos para establecer después los tipos fundamentales, está basada en la que publicamos en el año 1943 en la revista Journal of American Folklore LVI, 31-37, la cual sigue la metodología folklórica adoptada para estos estudios, la que emplean los folkloristas alemanes y finlandeses. Para nuestro tema clasificamos todos los elementos fundamentales que unas y otras de nuestras trescientas dieciocho versiones contienen bajo cinco importantes partes o divisiones: • Parte I. El ladrón o malhechor. • Parte II. El muñeco de brea hecho, o artificial. • Parte III. El muñeco de brea natural o verdadero (a veces un ser humano). • Parte IV. El episodio del ataque y prendimiento múltiples y progresivos. • Parte V. El fin o desenlace del cuento. Estas cinco partes son las que constituyen el cuento del muñeco de brea propiamente dicho, por más de que las encontremos algunas veces mezcladas con otros episodios en cuentos más largos y de tipos muy diversos. El cuento del muñeco de brea contiene tres, cuatro, o todas las cinco de estas partes o episodios fundamentales, pero nada más. Cuando encontramos otros episodios, ya estamos en presencia de asuntos que no pertenecen a nuestro tema. Más adelante quedan establecidos los elementos de cada una de estas partes que consideramos absolutamente indispensables en nuestro cuento, pero aun cuando faltan algunos de los elementos indispensables, la forma general de una versión cualquiera se ajusta algunas veces al tema fundamental, y la relación es segura, si bien indirecta, con el terna fundamental. Entre unas y otras, las trescientas dieciocho versiones de nuestro cuento contienen los siguientes elementos constituyentes y fundamentales, todos los cuales están clasificados bajo cada una de las divisiones o partes arriba indicadas: Parte I.—El ladrón o malhechor. A. Un hombre tiene una huerta, o comida o dinero guardado en algún sitio. Otro hombre roba y se come continuamente las legumbres de la huerta, o roba la comida o dinero. A1. Un hombre tiene una huerta o comida guardada en algún sitio. Un animal roba las legumbres o la comida.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
A1a. Un hombre tiene una huerta. Cuando deshierba, viene un animal y «hace que las hierbas salgan de nuevo». A2. Un animal tiene una huerta o comida. El ladrón es otro animal. A3. Un hombre tiene un pozo o laguna de donde saca agua para beber. Un animal va al pozo o laguna a beber agua, y muy a menudo ensucia el agua. A4. Un animal tiene un pozo o laguna donde bebe agua. Otro animal va allí a beber agua, y muy a menudo ensucia el agua. A4a. Un animal tiene la costumbre de ir a beber agua a cierto lugar de un río u ojo de agua. A5. Varios animales amigos tienen un pozo o laguna donde beben agua. Otro animal, por regla general una liebre o conejo, va allí a beber agua, y muy a menudo ensucia el agua. A5a. Varios animales amigos tienen comida guardada en algún sitio. Uno de ellos roba comida de día en día. A5b. Varios animales amigos eligen al elefante de rey. La liebre acusa falsamente a otro animal de ladrón. Lo matan y la liebre roba la carne. A6. Un hombre de fuerzas extraordinarias, un malhechor cualquiera, o un hombrecillo de habilidades extraordinarias, se marcha por el mundo y vence a cuantos encuentra, luchando con algunos, engañando a otros. A6a. Había una vez un gigante en un país, que tenía atemorizada a toda la gente con sus fechorías. A7. Una bruja malhechora roba una niña. A7a. Una bruja malhechora maltrata a su hijastra. La hijastra realiza algunas tareas difíciles con la ayuda de una vaca. Por fin, la bruja la convierte en un pato y lo tira al fuego. La vaca la revive. Vuelven sus hermanos y les cuenta todo. A8. Un animal feroz entra en una aldea; ataca a la gente y mata algunos animales domésticos. A8a. Un mono ensucia a una joven, echándole porquería encima. A8b. Un mono engaña a una mujer, vendiéndole estiércol por manteca. A9. Dos hombres o animales son rivales. Uno de ellos ha engañado al otro muchas veces. A10. Un hombre y una mujer desean atrapar animales salvajes. A11. Una araña tiene que apoderarse de una hada y llevársela al «Dios del Cielo». A12. Un animal «desea casarse», o le buscan los animales «una hembra» para burlarse de él. A13. Un pájaro roba el hijo o la hembra de otro pájaro. A13a. Un pájaro roba «gente».
Parte II.—El muñeco de brea artificial. B. El amo de la huerta, almacén de provisiones, tesoro, pozo, laguna o río, hombre o animal de elementos A-A5, el enemigo o enemigos del malhechor de elementos A6, A8-A9, hace o manda hacer (o hacen o mandan hacer) un muñeco de brea o de otro material y cubierto de brea u otra materia pegajosa, y lo coloca (o lo colocan) donde el ladrón o malhechor pueda encontrarlo, para apoderarse de él. [En dos versiones indias de Norteamérica, Mooney I, 271-275, el «muñeco de brea» es un lobo artificial cubierto de brea.] [Hay dos versiones españolas de América, Espinosa III, 7, y JAFL XXV, 210-214, que llevan cada una tres y cuatro muñecos de brea, respectivamente, pero sólo uno es atacado por el ladrón.] B1. Ídem. El muñeco de brea va provisto de comida, generalmente fruta, pasteles o dulces. B2. Ídem. Lleva un cigarro o una pipa en la boca. B3. Ídem. Lleva en las manos una baraja o dados. B4. Ídem. El muñeco de brea es «una muchacha muy bonita». B5. Los animales de elementos A5-A5a envían a una tortuga, cubierta de brea u otra materia pegajosa, a guardar el pozo o laguna donde beben agua para coger al animal que les está ensuciando el agua. B5a. La tortuga no va cubierta de brea. Va a coger al animal con la boca. B6. Para atrapar animales salvajes, un hombre y una mujer construyen un buey de paja y lo cubren de brea. Cuando lo colocan en él campo el buey «habla» y da las órdenes de elemento F2. B7. Para apoderarse de la bruja de elementos A7, A7a, los hermanos de la niña secuestrada cubren un caballo de brea y lo ponen delante de la puerta de su casa. B7a. Ídem. El hermano de la niña lleva el caballo embreado a la casa de la bruja. B8. El «muñeco de brea» es un fetiche o muñeco brujo: Puede coger y tener cogida a su presa. B9. Es una trampa mágica. B9a. Es una pared mágica o pegajosa. B10. Es un cubo lleno de brea, un pedazo de carne cubierto de brea, un pedazo de manteca pegajosa o un objeto cualquiera cubierto de brea y enterrado en algún sitio. B10a. Es un pedazo de cuero embreado que un hombre le tira al animal para cogerlo. B11. Para burlarse de la zorra un conejo la engaña y le cubre las manos y las patas de trementina.
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II. CUENTOS HUMANOS VARIOS
B12. Un animal «se casa» o se acuesta con un leño podrido y pegajoso o embreado, con una «novia» que se derrite, o con una «muchacha de trementina». B12a. Para coger a un ladrón o malhechor, unos hombres o animales ponen brea u otra materia pegajosa en una puerta, sobre un techo, una piedra, un árbol, unos palillos, o sobre un banquillo, debajo del cual está escondida una tortuga. B12b. Para coger a unos monos u otros animales codiciosos, unos cazadores ponen emplastos pegajosos en los senderos por donde los animales caminan. B12c. Para coger un animal ladrón, un hombre pone brea cerca de la miel por él apetecida. B13. Para coger a cierto pájaro, unos pájaros construyen una ballena de madera, la cubren de brea, y se echan al mar metidos en ella. B14. Para coger un ciervo, unos jóvenes averiguan a qué fuente acude a beber agua, y ponen en la orilla del agua unas patatas en las cuales han clavado unos espartos de liga para coger pájaros. Parte III.—El muñeco de brea natural. C. En cierto bosque vive un ogro terrible, que tiene el cuerpo cubierto de pelo largo y pegajoso, y que ataca y da muerte a cuantos se le acercan. Todo lo que toca se queda pegado a él. C1. En cierto bosque vive un demonio terrible, que ataca y da muerte a cuantos se le acercan. Todo lo que le toca se le mete en el cuerpo y allí se queda cogido. C2. En cierto lago o mar se halla un pólipo que coge con sus tientos a cuantos animales le atacan. C3. En cierto lago o mar se halla un cohombro de mar que coge con su cuerpo pegajoso a cuantos animales le atacan. C4. En cierto bosque se halla un troncón de árbol lleno de trementina o podrido. Todo lo que le da de golpe se queda pegado o hundido en el troncón. A veces el troncón «habla» y da las órdenes de elemento F3. C4a. En cierto bosque hay un pino o troncón de pino. No tiene trementina. C5. En cierto bosque hay un sitio donde sale de la tierra un líquido o jugo pegajoso. Parte IV.—El ataque y prendimiento múltiples. D. El animal ladrón o malhechor se acerca al «muñeco de brea». Le da un golpe con la mano derecha porque el muñeco no responde cuando el animal lo saluda, le hace
preguntas, o sencillamente porque no se quita del camino para dejarle pasar. Se le queda pegada la mano derecha. D1. Ídem. El animal da el primer golpe porque el muñeco no le da comida. D2. Ídem. El animal da el primer golpe porque el muñeco no le da su cigarro o pipa para que fume. D3. Ídem. El animal da el primer golpe porque el muñeco no quiere jugar a los naipes o a los dados. D4. Ídem. El animal empieza a pegarse al muñeco cuando va a abrazar o a dar un beso a la «muchacha bonita» o a bailar con ella, o cuando va a abrazar a la «novia» de elemento B12. D4a. Ídem. El animal empieza a pegarse al muñeco cuando va a darle la mano. D5. El animal empieza a pegarse al muñeco cuando va a comer algo o a beber agua. D6. El animal ataca al muñeco al momento que lo ve. Le da primero con la mano derecha, y ésta se le queda pegada. D7. El animal da el primer golpe porque ha perdido en las carreras con los muñecos de brea. D8. Los animales codiciosos de elemento B6 empiezan a quedarse pegados al buey de paja, cada uno en un día distinto, cuando van a coger paja y brea para obedecer los consejos del buey, que «ha cobrado vida y habla». D9. Los animales de elementos B10, B12, C5, empiezan a pegarse a los emplastos embreados cuando van a cogerlos, a la puerta embreada cuando van a entrar por ella, y al jugo pegajoso cuando van a beberlo creyendo que es agua. D10. Para coger a un león u otro animal, una zorra le lleva adonde se halla un muñeco de brea y le aconseja atacarle. El león le da un golpe con la mano derecha, y ésta se le queda pegada. D11. El conejo de elemento B1 le manda a la zorra que le dé golpes al pino, primero con la mano derecha. La zorra obedece y se le queda pegada la mano. D12. El animal ladrón se queda pegado al asiento, canto o árbol cuando se sienta o para en él, o al cubo lleno de brea cuando cae en él. D13. Los pájaros malhechores de elemento A13 salen a apoderarse de la ballena embreada al momento que la ven. Al tratar de levantarla, cada uno de ellos se queda pegado a ella. D14. Un ciervo va a beber agua (elemento A4a). Cuando mete el morro en el agua se le pegan los espartos cubiertos de liga para pájaros. Para quitárselos se pega con la mano derecha y ésta se le queda pegada al morro. E-E6. Idénticos a elementos D-D6, excepto que el que ataca es en cada caso un hombre en vez de un animal.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
E7. La bruja de elementos A7, B7, llega a la casa de los hermanos de la niña secuestrada por ella. Los hermanos le dicen que le dé un golpe con la mano derecha al caballo embreado para que se quite de la puerta y la deje entrar. La bruja obedece y se le queda pegada la mano al caballo. Etc. E7a. El hermano de la niña lleva el caballo embreado a la casa de la bruja y le ruega que le haga caricias. Empieza ella con la mano derecha y ésta se le queda pegada. E8. Un príncipe valiente (Buda) se marcha en busca del ogro de elemento C. Cuando le encuentra, le dispara cincuenta flechas y otras tres armas, todas las cuales se quedan pegadas en el pelo pegajoso del ogro, sin herirle. Entonces el príncipe se acerca al ogro y le da un fuerte golpe con la mano derecha, y la mano también se le queda pegada al ogro pegajoso. E9. Un mercader valiente se encuentra con el demonio de elemento C1. Le da un fuerte golpe con la mano derecha (en una versión después de dispararle muchas flechas y otras armas, todas las cuales se hunden en el cuerpo del demonio), y ésta se hunde en el cuerpo del demonio y allí queda cogida. F. El monólogo dramático: «Suéltame la mano derecha. Si no me la sueltas te doy un puñetazo con la mano izquierda.» Le da el animal u hombre un golpe al muñeco de brea o al muñeco natural con la mano izquierda y ésta también queda pegada al muñeco. «Suéltame las dos manos. Si no me sueltas las manos te doy con la pata derecha". Le da un golpe con la pata derecha y ésta también queda pegada al muñeco. Etc. F1. Los mandatos dramáticos: «Dale un golpe con la mano derecha». Da el golpe y se le queda pegada la mano. «Ahora dale un golpe con la mano izquierda.» Da el golpe y la mano izquierda también se queda pegada. Etc. F2. Ídem. «Coge un poco de paja y brea.» Etc. F3. El diálogo dramático entre el hombre que ataca y el ogro o demonio atacado. (Véanse elementos C, C1, E8, E9). G. El hombre o animal que ataca o que cae en la trampa es progresivamente cogido por siete partes del cuerpo: manos y pies, cabeza o panza, y rodillas; o bien, manos y pies, cabeza, panza y cola. G1. El que ataca es cogido progresivamente por seis partes: manos y pies, cabeza, panza o cola. G2. El que ataca es cogido progresivamente por cinco partes: manos y pies, cabeza o panza. G3. El que ataca es cogido progresivamente por cuatro partes: manos y pies. G3a. El ciervo que va a beber agua (elementos A4a, B14) es cogido progresivamente por cuatro partes: manos
y pies. Se pega a su mismo morro, al cual se han pegado los espartos embreados. G4. El animal es cogido progresivamente por dos o tres partes. G4a. El animal es cogido de una vez por las dos patas cuando va a coger el muñeco de brea y se para en él. G5. El animal es cogido de una vez, cuando se sienta o para sobre un banco, una piedra, un árbol, unos palillos, etc., cuando abraza a la «novia» de elementos A12, B12, etc., sin ataque y prendimiento múltiples, o bien los detalles no están documentados. G6. El animal es cogido de una vez de una mano o de una pata por otro animal que hace el papel del muñeco de brea, con la boca. H. Otro animal, generalmente un compañero o pariente del que ha sido ya cogido, trata de desprender a su compañero o pariente. El también se queda pegado al muñeco de brea. Cuando este episodio adicional contiene los elementos fundamentales del cuento, es en realidad una versión independiente y separada y ha sido considerada como tal. Parte V.—El fin del cuento. I. El animal cogido se desprende y se escapa, algunas veces después de sufrir una fuerte paliza. Ia. El animal cogido va a ser cocido. Cuando le echan agua hirviendo, da un salto y se escapa. I1. El hombre o animal cogido sufre una fuerte paliza, pero se le deja escaparse. I1a. El animal cogido se sale de su piel y se escapa. I2. Los que cogen al hombre o animal lo desprenden y lo atan o meten en un saco para ver qué van a hacer con él. En el caso del animal preparan las ollas para guisarlo. El hombre o animal cogido hace que otro tome su lugar por engaño: «Me están preparando una fiesta espléndida.» «Me quieren casar con la hija del rey, y yo no quiero.» «Se va a casar la hija del rey y va a haber una fiesta.» I2a. El animal cogido va a ser cocido. Le dice al hijo de su apresador que su padre ha dicho que debe matar un pato y dárselo a comer. Por este engaño se escapa. I3. El animal cogido se escapa por medio de otro engaño: «No me vayan a tirar entre los rosales.» «No me vayan a tirar al cenicero.» «No me columpien por la cola.» Etc. I3a. El animal cogido pide que, ya que le van a cocer, que no echen agua en la olla. Cuando ya está en la olla,
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II. CUENTOS HUMANOS VARIOS
orina y aguanta el fuego por unos momentos, hasta que le dejan solo. Entonces da un salto y se escapa. I3b. El animal cogido es asido por la cola por el león. Se corta la cola y se escapa. I4. El animal cogido pide permiso para levantar una nube de polvo. Se lo permiten y se escapa sin ser visto. I5. Un hijo del animal cogido se esconde en un árbol y desde allí empieza a gritar, pronosticando calamidades en el caso de que se dé muerte a su padre. Dejan libre al ladrón. I6. Los monos empiezan a gritar y a llamar al sol en su ayuda. El sol derrite la brea o cera del muñeco, y el mono que ha sido cogido se escapa. I6a. Las velas de cera se derriten y el hombre cogido se escapa. I6b. El animal cogido se escapa cuando se derrite su novia de trementina. I7. El animal cogido hace que las ovejas le echan agua encima. De esta manera se escapa, y entonces acusa a las ovejas de ladronas. Las matan a ellas en vez de él. I7a. El animal cogido va a ser guisado, pero primero, el apresador va a darle una paliza. El animal se viste con las ropas de las hijas del apresador. Da éste la paliza a sus hijas y el animal se escapa. I8. Dan libres a los animales cogidos cuando prometen traer ricos regalos. J. El hombre que ha sido cogido y desprendido del muñeco por sus mismos parientes, después de robar de su propia huerta, se cambia en araña de vergüenza. Ja. El animal cogido recibe una fuerte paliza. De vergüenza se cambia en araña y vive miserablemente. Jb. La araña es cogida y puesta en libertad. Entonces se esconde en el techo de la casa, y allí vive oliendo la comida. J1. El animal cogido se desprende del muñeco, coge a su apresador y lo mete en el fuego que habían preparado para él. J1a. Van a dejar libre al animal cogido, pero ha de pagar una multa. Va y coge una soga y la cuelga de lo alto de su casa. Los animales van a subir por la soga, la corta él y todos caen descalabrados sobre la tortuga, la apresadora, y le rompen la concha. El animal se escapa. J2. El animal cogido le dice a su apresador que va a llevarle a una cueva, donde encontrará dos ciervos muy gordos. Cuando llegan, empuja a su apresador en la cueva, y él se escapa. I3. Van a matar y cocer al animal cogido (la liebre). El que va a matarla es engañado por la liebre. La permite jugar con un niño y lo roba. Los padres, buscando al niño, lo matan, creyendo matar a la liebre.
J4. El hada cogida por la araña es entregada al «Dios del Cielo» por una serie de cuentos. J5. Un animal amigo o un pariente desprende al animal del muñeco de brea. J6. El hombre pegado al muñeco de brea se desprende él mismo, y el rey lo casa con su hija. J7. El apresador echa en un zurrón encantado al hombre cogido con una trampa mágica. El prisionero le dice al zurrón, «Ábrete». El zurrón se abre y el hombre se escapa. K. Matan al hombre o animal cogido. Ka. Le cortan la cabeza al hombre cogido para separarla del cuerpo, como en algunas versiones del cuento del maestro ladrón. [Este elemento lo encontramos en dos cuentos portugueses de las islas de Cabo Verde, Parsons, Cape Verde 1, 30, 31. Hay en realidad en estas versiones de nuestro cuento una mezcla extraordinaria con el cuento del maestro ladrón, Herodoto II, 120, Historia Septem Sapientum II, 4954. En estas versiones el muñeco de brea es un cubo lleno de brea, elemento B10, pero esto no impide que encontremos en algunas versiones que contienen este elemento el juego de manos y pies.] K1. El hombre o animal cogido muere pegado al muñeco, a veces estrangulado por el muñeco natural. K2. Matan y se comen al animal cogido, o bien, lo matan, lo guisan y se lo comen. K2a. Un gato se come al pájaro cogido. K2b. El animal cogido por el pólipo es devorado por éste. K2c. Un león se traga vivo al duende cogido con un muñeco de brea. El duende tiene un puñal, abre la panza del león con él y se sale, pero unos perros lo cogen y lo devoran. K3. Queman vivo al animal cogido. K3a. Matan o queman vivo al animal cogido. Después unos animales compañeros o parientes le echan ceniza encima y lo reviven. K4. Los apresadores le dan un empujón al hombre o animal cogido. Cae en un pozo, en un lago, o en un río, pegado al muñeco, y muere ahogado. K4a. El hombre o animal cogido cae en un lago o río, o se lo lleva la marea pegado al muñeco y muere ahogado. K4b. Echan en el mar o río al hombre o animal cogido, y se ahoga. K5. La ballena de madera embreada de elemento B13 se hunde en el mar, a veces con la ayuda de una piedra encantada que «se hace pesada» cuando se lo piden, y los pájaros pegados a ella se ahogan. K5a. Los hijos del pájaro del trueno y, por último, el pájaro del trueno, que se han pegado a la ballena embreada
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
de las dos patas, mueren cuando uno de los enemigos que van dentro de la ballena le corta a cada uno de ellos las dos patas con un cuchillo o escoplo. K6. Matan, guisan y se comen los apresadores al animal cogido. Uno de ellos deja caer por casualidad una gota de sangre, un pedazo de carne o sopa del animal en el suelo. Entonces el animal (un conejo) revive, sale corriendo de la casa y se escapa. K6a. Mata, guisa y se come el apresador al animal cogido (un mono). Le dan unos dolores de vientre que le hacen reventar, y el mono sale de su vientre entero y vivo. K6b. El apresador mata, guisa y se come al animal cogido (una mona). Cuando la mata, cuando la guisa, y aun cuando se la está comiendo o cuando ya está en su vientre, la mona canta, amenazando a su apresador. Por fin salen enteros y vivos de su vientre la mona y unos monitos acabados de nacer, todos cantando y tocando la viola. K7. La bruja de elementos A7, B7, E7, bien pegada al caballo embreado, muere ahogada cuando el caballo se mete en el mar con ella. K7a. El caballo embreado sale corriendo con la bruja pegada a él. La bruja cae despedazada por diferentes partes del bosque y del campo. Nuestra lista de elementos fundamentales es larguísima porque se han documentado todos los detalles de nuestras trescientas dieciocho versiones. Cuando examinamos todos estos detalles, sin embargo, es desde luego evidente que para el análisis del cuento y para establecer sus tipos fundamentales y sus formas primitivas, algunas variantes de los elementos documentados son esencialmente las mismas. Los dos episodios capitales de nuestro cuento, la construcción por una persona o animal del «muñeco de brea» con la intención de coger a un valiente arrogante, a un malhechor o a un ladrón, o bien la presencia de un «muñeco de brea» natural que va a provocar el ataque, como en el famoso y antiquísimo cuento hindú de Jataka 55; y el ataque y prendimiento múltiples. Todos los demás episodios dependen de estos dos, y varían en los detalles, y algunos de los detalles son accesorios y nuevos que han sido desarrollados para establecer las formas completas del cuento, los tipos que podríamos llamar los tipos perfectos, pero claro es que no todos los detalles o elementos de los tipos perfectos pertenecen a las formas primitivas. Los elementos fundamentales de los diversos tipos completos y perfectos de nuestro cuento son los siguientes: 1. A y B o variantes; o C o variantes. 2. D o variantes; o E o variantes.
3. F-F3. 4. G-G4. 5. I o variantes; o J o variantes; o K o variantes. Elementos F y variantes no son absolutamente indispensables, pero se hallan actualmente en 220 de la 318 versiones, o sea en el 69% de todas, 78% de las versiones hispánicas. Las versiones que no llevan G-G4, sino G5 ó G6, es decir, las que no llevan el episodio fundamental del juego de manos y pies en el ataque y prendimiento múltiples y progresivos, pero sí todos o casi todos los otros elementos fundamentales, son versiones defectuosas y estropeadas o mal documentadas. Estas versiones son 43 de las 318, o sea el 13,5% de todas. El elemento fundamental G-G4, el juego de manos y pies, se halla, por consiguiente, en 275 de las 318 versiones, o sea en el 86,5% de todas. El fin del cuento (5) falta solamente en el 9% de las versiones. Los elementos absolutamente indispensables de las versiones completas del cuento del muñeco de brea propiamente dicho, son, por consiguiente, todos los fundamentales arriba mencionados, con la sola excepción de F-F3, pero, como ya queda dicho, este elemento ocurre en el 69% de todas las versiones. Hablamos, claro es, de las versiones completas y más o menos perfectas. Las versiones que omiten uno de los elementos de 5, por ejemplo, son versiones buenas si contienen todos los demás, pero son versiones incompletas. Son versiones buenas y bastante completas las que contienen solamente los elementos de 1, 2 y 4, pero no lo son las que omiten 4. Son defectuosas, como ya queda dicho. Hay que observar desde luego, que en muchos casos, particularmente en las versiones africanas e indias de América, nuestro cuento es por regla general un episodio de un largo cuento de animales. En estos casos, como en las versiones hispánicas en los cuales nuestro cuento es un episodio del cuento de Juan sin Miedo, Pedro Malasartes, Pulgarcillo, o del maestro ladrón, o en las versiones lituanas en las cuales es un episodio de los bien conocidos tipos de Aarne-Thompson 450, 451, 511 (Balys 452, 453, 481), documentamos solamente nuestro cuento propiamente dicho y no los otros detalles ajenos a él. No documentamos los detalles del principio del cuento, ni los detalles del castigo del animal u hombre que substituye al animal u hombre cogido, etcétera. De nuestras trescientas dieciocho versiones podemos establecer diez tipos fundamentales, con once variantes notables, o sea veintiún tipos diferentes. Hay, además, 19 ligeras variantes de los tipos fundamentales y de las variantes notables, pero ocho de éstas han sido clasificadas como tales solamente por llevar elemento G5 ó G6 en vez del elemento fundamental G-G4.
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II. CUENTOS HUMANOS VARIOS
Los diez tipos fundamentales del cuento del muñeco de brea, con sus once variantes notables y todas las ligeras variantes de unos y otros, son los siguientes: Tipo I, con elementos C, E8, F, G2, I1. Este primer tipo de nuestra clasificación es uno de los tipos perfectos de nuestro tema, antiquísimo y sin duda alguna uno de los tipos primitivos. Es el tipo primitivo del hombre ignorante y sin experiencia de la vida cogido progresivamente en el cuerpo de un ogro pegajoso, después de haberle tirado diversas flechas y otras armas que también se le han pegado al cuerpo del ogro. Pertenece a este tipo solamente una versión, la antigua versión india de Jataka 55, documentada en manuscritos de los primeros siglos de la Era cristiana. Con la única excepción de la versión india de Samyutta Nikaya V, 3, 7, del Tipo IV, más tarde mencionada, es la más antigua versión de nuestro tema que ahora poseemos. Damos en seguida un breve resumen de esta famosa versión: Una vez, en la época en que Brahmadatta reinaba en Benarés, el Bodhisatta (Buda) nació de nuevo a la vida como hijo del rey. El día en que iban a ponerle nombre, fueron llamados ochocientos brahmanes para que pronosticaran la vida futura del príncipe y a todos se les hicieron ricos regalos. Todos declararon que el hijo del rey había de ser un rey poderoso y sabio, y que por sus hazañas con sus cinco armas llegaría a ser el hombre más valiente de toda Jambudipa. Por motivo de esta profecía los reyes le dieron a su hijo el nombre de Príncipe de las Cinco Armas. Cuando el príncipe llegó a la edad de dieciséis años, el rey le envió a estudiar a otro país. Le envió a la ciudad de Takkasila, a estudiar con el afamado maestro del país de Gandhara. Se marchó el príncipe a la ciudad de Takkasila y allí permaneció algún tiempo. Cuando ya terminó sus estudios, decidió marcharse a su tierra. Su maestro le regaló, al despedirse de él, cinco armas preciosas. Caminando hacia Benares, llegó a un bosque donde vivía un ogro llamado Pelo Pegajoso, y al verle entrar en el bosque, los que allí vivían le decían: —Joven brahmán, no te metas en este bosque. Es la morada del ogro Pelo Pegajoso, quien da muerte a cuantos encuentra. El Bodhisatta, valiente como un león, no les hizo caso y se metió en el bosque. Por fin encontró al ogro. El monstruo era de la altura de una palmera, tenía la cabeza del tamaño de la rama de un árbol, y los ojos del tamaño de platillos. Al ver al Bodhisatta, el ogro exclamó:
—¿Adónde caminas? Eres mío y no te has de escapar. —Ogro —contestó el Bodhisatta—, yo sabía muy bien lo que hacía cuando me metí en este bosque. No te acerques, porque con una flecha envenenada te dejo muerto allí mismo donde estás. Y diciendo esto, sacó una flecha, le untó la punta con un líquido venenoso y ajustándola al arco la disparó al ogro. La flecha se quedó pegada en el pelo pegajoso del ogro, sin hacerle daño alguno. Disparó el Bodhisatta otra flecha envenenada, y otra y otra. Disparó por fin cincuenta flechas envenenadas al ogro, y todas se quedaban pegadas en el cuerpo peludo y pegajoso del ogro, sin hacerle daño alguno. Entonces el ogro se dio una sacudida violenta y todas las flechas que tenía pegadas a su cuerpo cayeron al suelo. El Bodhisatta entonces sacó su espada, y acercándose, al ogro, le dio con ella un fuerte golpe. La espada también se quedó pegada en el cuerpo del ogro. Entonces el Bodhissata le dio un fuerte golpe con su lanza, y ésta también se quedó pegada en el cuerpo del ogro. Viendo esto, el Bodhisatta levantó en alto una cachiporra que traía y le dio con ella un golpe violento al ogro; pero la cachiporra también se quedó pegada en el cuerpo del ogro. Exclamó entonces el Bodhisatta: —¿No has oído decir alguna vez del Príncipe de las Cinco Armas? Ese soy yo. Cuando entré en este bosque para luchar contigo, ya yo me daba cuenta de que no iba a depender en mis armas, sino en mí mismo. Ahora mismo voy a darte un puñetazo que te va a hacer pedazos. Y diciendo esto, le dio un fuerte golpe con la mano derecha, pero la mano del Bodhisatta quedó pegada en el cuerpo del monstruo. De la misma manera el Bodhisatta le dio golpes violentos al monstruo con la mano izquierda, con el pie derecho y con el pie izquierdo, pero la mano izquierda y los dos pies quedaron también pegados en el cuerpo del ogro. —¡Voy a hacerte polvo! —gritó por fin el Bodhisatta. Y diciendo esto, le dio un fuerte golpe con la cabeza. La cabeza también se quedó pegada en el cuerpo del ogro. Pero cogido como estaba de pies y manos y de la cabeza en el cuerpo del ogro, el Bodhisatta todavía no se daba por vencido. Y cuando el ogro se dio cuenta de que era un león denodado, un héroe sin igual, un ser sobrehumano, no se atrevió a devorarle. Por fin le hizo la siguiente pregunta: —Joven brahmán, ¿es que tú no temes a la muerte? A lo cual contestó el Bodhisatta: —¿Por qué he de temer a la muerte? Cada uno tiene que morir según está decretado. En mi cuerpo tengo una espada
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
de acero. Si me devoras no podrás digerirme; la espada te cortará las entrañas. El ogro se puso a cavilar y por fin dejó libre al Bodhisatta, diciéndole: —Joven brahmán, tú eres un león entre los hombres, no voy a devorarte. Sal de mis manos como salió la luna de la boca de Rahu, y vuelve a tu país a llevar la alegría a los corazones de tus padres, parientes y amigos. Esta es la famosa versión de Jataka 55, que establece nuestro Tipo I, en nuestra opinión uno de los tipos primitivos y fundamentales, como ya queda dicho. Su relación directa con los Tipos II y III que siguen es definitiva y segura, tipos en los cuales todos los protagonistas principales, en el Tipo I aun el «muñeco de brea» mismo, son seres humanos. Y la relación entre estos tres tipos y los Tipos IV-X, como más adelante veremos, es también definitiva y segura. El verdadero cuento del muñeco de brea bien caracterizado y definitivamente establecido con todos sus elementos fundamentales e indispensables se halla en nuestro Tipo I perfectamente documentado, pero desde luego engalanado con elementos de la filosofía budista. El carácter budista del cuento es una añadidura. Se deja libre al hombre arrogante y valiente, pero que sabe poco de la vida, mas no sin echarle antes el ogro que le coge un sermón que encierra algunos de los preceptos fundamentales de la filosofía budista. Tipo IA, con elementos C1, E9, F3, G2, I1. Esta notable diferencia del Tipo I, a todas luces directamente desarrollada de él, la encontramos en dos versiones chinas de origen indio, traducciones del sánscrito, documentadas en Chavannes I, 347-351, y III, 98-99, de los siglos III y V de la Era cristiana, respectivamente. Estas dos preciosas versiones, casi idénticas entre sí, son muy semejantes a la de nuestro Tipo I. El hombre cogido no es un príncipe valiente e ignorante, sino un hombre ordinario, un comerciante, y el que le coge de la misma manera que en nuestro Tipo I, es un demonio en cuyo cuerpo se hunden armas, pies y manos y cabeza y allí quedan cogidos. En la primera versión, la que damos en seguida en forma abreviada, no entran las flechas envenenadas u otras armas: Cierto comerciante, convertido a la filosofía budista, decidió salir de su país a predicar por todas partes la religión de Buda. Muy lejos de su país había un reino que ya nadie visitaba porque un terrible demonio había hecho su morada en el camino, y devoraba a cuantos se acercaban. Acompañado de algunos amigos, el mercader se dirigió a ese reino lejano, confiado en poder vencer al
demonio y en poder predicar la religión de Buda a sus habitantes. Cuando iban llegando al lugar donde moraba el demonio, veían por todas partes los huesos de las numerosas víctimas que había devorado. Aconsejóles entonces a sus compañeros que se quedasen allí, declarando que él iría solo a luchar con el demonio. Y se marchó solo. Llegó por fin al lugar donde se hallaba el demonio. Dirigió sus plegarias a Buda y fue a encontrarle sin miedo alguno. El demonio, al verlo, le preguntó: —¿Quién eres tú ? —Voy a ser el guía de los caminantes —dijo el comerciante—. Al oírle decir esto, el demonio soltó la carcajada y dijo: —¿A quién vas a guiar tú por esos caminos? ¿No has oído hablar de mí? —Claro que sí —contestó el comerciante—. Y he venido precisamente a batirme contigo. Si me vences podrás devorarme, pero si yo salgo vencedor, les abriré el camino a los caminantes. —¿ Quién va a dar el primer golpe? —preguntó entonces el demonio—. Y el comerciante contestó: —En vista de que yo soy quien ha venido a buscarte, daré yo el primer golpe. Dióle un fuerte golpe con la mano derecha y ésta se hundió y quedó hundida en el cuerpo del demonio. Le dio otro golpe con la mano izquierda, y ésta también se hundió y se quedó hundida en el cuerpo del demonio. De la misma manera le dio golpes al demonio con el pie derecho, con el pie izquierdo y con la cabeza, y pies y cabeza también quedaron hundidos en el cuerpo del demonio. Pegado así al cuerpo del demonio, ya no pudo moverse. Le dijo entonces el demonio: —Ya estás bien cogido de manos, pies y cabeza. Ahora vas a morir. A lo cual respondió el comerciante: —Verdad es que estoy cogido de manos, pies y cabeza. Pero mi corazón no está en tu poder y no puedes arrancármelo. —Mis fuerzas son extraordinarias —dijo, entonces el demonio—. A muchos de tus semejantes he devorado ya. En vista de que de seguro vas a morir, ¿de qué sirve que hablemos tanto? Respondió el comerciante: —Mi cuerpo vale poco. Mi deseo es salirme de él cuanto antes. Devora mi cuerpo si quieres; de esa manera llegaré a la sabiduría perfecta.
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II. CUENTOS HUMANOS VARIOS
—Maravillosas palabras pronuncias —dijo entonces el demonio—. En los tres mundos que conocemos no se han oído tales palabras. Ahora comprendo que tú llegarás a ser un gran sabio. Tu virtud llegará a ser perfecta. Me has vencido. Voy a adorarte. Diciendo esto, el demonio dejó libre al comerciante, recibió de él después los cinco preceptos budistas, y se despidió para siempre. Y cuando Buda terminó el cuento, dijo que él mismo había sido el comerciante del cuento. Tipo II, con elementos A7, A7a o A7b; B7 o B7a; E7 o E7a; F1, G2 o G3, K7 o K7a. En este tipo, desarrollo extraordinario pero seguro de nuestro Tipo I, encontramos algunos cambios fundamentales. El protagonista cogido en la trampa es todavía un ser humano, una bruja malhechora en vez de un hombre valiente e ignorante de la vida. Pero el muñeco de brea no es un muñeco de brea natural, un ogro o demonio pegajoso o que retiene cogido todo lo que entra en su cuerpo. Es ya un muñeco de brea natural y artificial, un caballo embreado; es ya un muñeco de brea en parte por lo menos de artificio humano. Es el eslabón que en el desarrollo de los diversos tipos de nuestro cuento une al Tipo I, que lleva muñeco de brea enteramente natural, a los Tipos III, IV y otros, en los cuales el muñeco de brea es completamente artificial, una figura humana embreada para coger a un malhechor, ladrón, etc. Pertenecen al Tipo II seis versiones lituanas. Es un tipo lituano exclusivo, único y por excelencia. Ya no encontramos en él elementos algunos de la filosofía budista. La bruja malhechora es castigada con la muerte, motivo occidental, mientras que en nuestro Tipo I el hombre cogido es perdonado y logra su libertad. En este tipo el cuento del muñeco de brea se halla mezclado con el bien conocido cuento de la hermanita que busca a sus hermanos, Aarne-Thompson 450, 511, Balys 452, 453, 481. Las versiones del Tipo II son las siguientes: Cappeller 14 (con elementos A7a, B7a, E7a, F1, G2, K7a); Cappeller 15D (A7b, B7, E7, F1, G2, K7); JAOS LX, 5, nº 1 (A7, B7, E7, F1, G3, K7); JAOS LX, 5, nº 2 (A7, B7, E7, F1, G3, K7a); JAOS LX, 5, nº 3 (A7, B7, E7, F1, G2, K7); Schleicher 35-37 (A7, B7, E7, F1, G2, K7). En todas las versiones lituanas el verdadero cuento del muñeco de brea se halla mezclado, como ya queda dicho, con ciertos tipos de cuentos occidentales. De esta manera, entre otras, el cuento pasó de Oriente a Occidente. Semejante desarrollo hallamos en el Tipo
III, tipo hispánico peninsular por excelencia, donde el cuento del muñeco de brea se halla mezclado con los cuentos de Juan Fuerte, Juan y Medio, Juan sin Miedo y Pulgarcillo. Como ejemplo del Tipo II, extraordinario eslabón entre India y Europa, daremos la versión de Schleicher: Éstos eran nueve hermanos y una hermana. Un día se despidieron de ella, y el hermano mayor le regaló a su hermanita una sortija. Cuando la niña fue ya mayorcita, le pidió permiso a su madre para marcharse en busca de sus hermanos. La madre le dio el permiso y se marchó en busca de ellos en un coche tirado por un potro. En su camino se encontró con una liebre, la cual se subió en el coche con ella. Llegaron por fin al mar, donde unas brujas se estaban bañando. Onutte, que así se llamaba la niña, llevaba consigo su sortija. Cuando las brujas vieron a la niña, una de ellas le gritó: —Ven a bañarte con nosotras. Por aquí pasa un río de leche, y de las playas sale un río de vino. Pero la liebre le dijo a Onutte: —No vayas. En el río hay lágrimas, y de las playas sale sangre. En ese momento, salió del agua una de las brujas y fue y le arrancó las patas de atrás a la liebre. Otra bruja invitó de nuevo a Onutte a que entrar a bañarse, pero otra vez la liebre le dijo que no entrara. Y entonces la bruja salió del agua y arrastró del coche a la liebre. Por tercera vez salió una bruja e invitó a Onutte a que entrara a bañarse con ellas. Cuando la niña se desnudó para entrar en el agua, la bruja le dijo: —Yo voy a cambiarme en pulga y a ti te voy a cambiar en piojo; y la primera que salga del agua se pone las finas ropas tuyas, y la otra la piel fea mía. La bruja salió primero y se puso las ropas de Onutte, pero ésta se quedó con su sortija. La bruja se subió entonces con Onutte en el coche, le dijo Onutte adonde iba, y siguieron el camino hacia donde se hallaban los hermanos de Onutte. Cuando llegaron, la bruja se apeó del coche y entró en la casa de los hermanos. Creyeron éstos que era su hermanita y la invitaron a comer con ellos. Pero el hermano mayor vio a Onutte en el coche, y le preguntó a la bruja quién era la que se había quedado en el coche. La bruja dijo que era una bruja que la había acompañado en el viaje. El hermano dijo entonces: —Pues que vaya a cuidar de los caballos. La llevaron a cuidar de los caballos, pero el caballo del hermano mayor no quería comer. La niña entonces empezó a cantar:
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Por fin, para ver si todavía podía desprenderse del caballo, la bruja le dio un fuerte golpe con la panza, pero la panza de la bruja también quedó pegada al caballo. Los hermanos entonces cogieron una cuarta, y dándole al caballo unos cuartazos, le dijeron:
—Caballito, caballito, mi caballito moreno, de estos ricos prados verdes, ¿por qué no comes el heno? Y el caballo habló y cantó así:
—Corre, caballito, corre corriendo; llévate a la bruja la mar adentro.
—Del heno no comeré, ni beberé agua del río, mientras esté allí la bruja bebiendo ese rico vino. El hermano mayor oyó los versos, volvió a la casa, llamó a la niña y le dijo: —Ven aquí, bruja, a lavarme la cabeza. Llorando amargamente, la hermanita fue a lavarle la cabeza a su hermano, y entonces éste le vio la sortija y por ella conoció a su hermanita. Le contó ella cómo había sido todo y cómo había sido engañada por la bruja. Se desmayó el hermano al oír el cuento, pero cuando volvió en sí, llevó a su hermanita a la casa y la hizo lavarse y vestirse ricamente. Entonces el hermano mayor fue y les contó a sus hermanos el engaño de la bruja, y les preguntó qué castigo debían darle. Decidieron hacer lo siguiente: [Aquí empieza en realidad el cuento del muñeco de brea.] Escogieron un caballo y lo cubrieron de brea. Como la bruja estaba dentro de la casa, pusieron el caballo embreado cerca de la puerta. Entonces el hermano mayor le gritó a la bruja: —¡Sal de la casa, bruja! —No puedo —contestó la bruja—. El caballo no me deja. —Dale un golpe con la mano para que se quite —le dijo el hermano—. La bruja le dio un golpe con la mano, y la mano se quedó pegada en el caballo embreado. Entonces los hermanos le gritaron: —¡Ahora dale un puntapié! Le dio ella un puntapié, y el pie también quedó pegado. —¡Dale ahora con la otra mano! —gritaron los hermanos. Y la bruja le dio un fuerte golpe al caballo con la otra mano, y ésta también quedó pegada al caballo. —¡Dale ahora un puntapié con el oro pie! —gritaron los hermanos—. La pobre bruja, desesperada, no tuvo más remedio que darle otro puntapié al caballo con el otro pie, y éste también quedó pegado al caballo.
Con nuestro Tipo II está seguramente relacionada una tradición asturiana documentada por Menéndez Pidal en Romania XXIX, 376-377. Dice Menéndez Pidal: «... se cuenta haber apresado a una xana armándole lazos sobre un caballo y dejándoselo abandonado para que ella lo cabalgase». En una carta del año 1921, mi distinguido amigo me dio informes más detallados: «Es una anécdota cuyo desenlace, si es que lo tenía, no lo recuerdo. Sólo conservo en la memoria que unos mozos vieron una noche varias xanas junto a una fuente cabalgando los caballos que allí pastaban, y como no pudieron acercarse a ellas, para la noche siguiente cubrieron de pez el lomo de un caballo, y así, cuando una xana se montó en él, quedó presa en la pez y pudieron apoderarse de ella». La versión es muy fragmentaria y no lleva, desde luego, el fundamental episodio del juego de manos y pies, tal vez por olvido, porque al tocar al caballo embreado para montarse en él, la xana se hubiera cogido primeramente de la mano con la cual lo tocaba. Pero aunque este episodio no haya pertenecido a la versión, el hecho de llevar un caballo embreado por unos mozos con el propósito de apresar a una xana malhechora, elementos A7b, B7b, y el de caer ella en la trampa, abogan definitivamente en favor de una relación directa con el tipo lituano de la bruja malhechora cogida con un caballo embreado por los hermanos de la hermana secuestrada. Podemos clasificar nuestra versión asturiana como una variante imperfecta de nuestro Tipo II y contarla entre nuestras versiones, pero por fragmentaria y estropeada, no es posible establecer su tipo de una manera definitiva. En su forma perfecta es posible que haya sido uno de los tipos primitivos de España directamente relacionado con el Tipo II de Lituania. Tipo III, con elementos A6 ó A6a, B, E, F o F1, variante, G-G4, I1 ó I6 ó K-K4. Este es el tipo hispánico peninsular por excelencia, exclusivo de España y Portugal, y para la historia del desarrollo del tema el tipo más importante de Europa.
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II. CUENTOS HUMANOS VARIOS
Es un tipo directamente desarrollado del Tipo I, como el Tipo II. Los protagonistas son seres humanos como en los Tipos I y II, pero encontramos ya un desarrollo nuevo y extraordinario. En vez del hombre «embreado» del Tipo I, un muñeco de brea natural, o el caballo embreado del Tipo II, el Tipo III lleva ya un muñeco de brea enteramente artificial, una figura humana hecha o cubierta de brea, el verdadero y después popularísimo muñeco de brea en su forma final y perfecta. Las versiones hispánicas peninsulares de este tipo, todas con seres humanos de protagonistas como en los Tipos I y II, y desarrolladas directamente del Tipo I, como ya queda dicho, señalan de una manera muy elocuente el camino por donde el cuento pasó en sus formas primitivas de India a Europa, y dan el golpe de muerte a la teoría del origen africano del tema. En vista de ellas, solamente una crítica rastrera puede seguir creyendo en los orígenes africanos de nuestro cuento. Nuestras versiones hispánicas se hallan mezcladas con cuentos de tipos muy diversos, pero semejantes en el carácter del protagonista cogido con un muñeco de brea artificial. Es un hombre arrogante y malhechor y siempre de habilidades y fuerzas extraordinarias, Juan Fuerte, Juan sin Miedo, Pulgarcillo, Pedro Malasartes, Aarne-Thompson 326, 650, 700. Pertenecen a nuestro Tipo III nueve versiones hispánicas peninsulares, siete españolas y dos portuguesas: Ampudia 189 (A6, B, E6, G4, K4a); nuestra versión Cuentos 35 (A6, B, E, F, G2, K); Curiel Merchán 315-316 (A6, B, E, F, G3, K4); Espinosa, Castilla 77 =FL L, 367-368 (A6, B, E, F, G2, 16a); Espinosa, Castilla 78 =FL L, 370-371 (A6, B, E, F, G4, 16a); Sánchez Pérez 37 (A6, B, E, F, G3, I1, el malhechor promete marcharse y no volver jamás, le desprenden del muñeco y se va); Sánchez Rodrigo 1 (A6b, B, E6, G2, K4); Athaide Oliveira I, 132 (A6, B, E, F, G3, K); Vasconcellos, Tradições 294-295 (A6, B, E6, F, variante, K4b). Hay que observar que en nuestro Tipo III el personaje capturado, un malhechor arrogante de habilidades y fuerzas extraordinarias, no es siempre castigado con la muerte como en el Tipo II. En seis de las nueve versiones el malhechor capturado sufre la muerte o se le deja morir ahogado, pegado al muñeco. Este cambio fundamental en el desenlace del cuento lo encontramos en nuestros Tipos II y III, cuando nuestro tema ha salido ya de India y del ambiente budista para transformarse en las primitivas formas occidentales, donde no ha habido en épocas pasadas la menor repugnancia por la muerte, ya sea por venganza o por otros motivos. Como versiones perfectas de nuestro Tipo III, podríamos citar nuestra versión abulense Cuentos 35, con la muerte
del malhechor, y Sánchez Pérez 37, con el perdón del malhechor. Como las dos versiones son muy bien conocidas, no hay necesidad de volver a documentarlas aquí. Todas las versiones de nuestro tipo son muy semejantes. En las dos versiones castellanas de Espinosa, Castilla 77 y 78, la mezcla de nuestro tema con el cuento de Juan sin Miedo es extraordinaria. Juan sin Miedo, capturado con un muñeco de cera, se escapa por fin cuando unas velas encendidas derriten el muñeco. Tipo IIIA, con elementos A, B o B1, E o E1 ó E4, F, G-G4, I1-I3, en una versión J, o K-K2c. Esta importantísima variante de nuestro Tipo III nos ofrece otro cambio fundamental en el desarrollo de nuestro tema. El hombre capturado ya no es un malhechor arrogante, como en el Tipo III, sino sencillamente un ladrón, ladrón humano en nuestro tipo, el ladrón animal de los tipos desarrollados después. Pertenecen al Tipo IIIA dieciséis versiones, cuatro españolas de América, una portuguesa de las islas de Cabo Verde, tres africanas, y ocho africanas de América, entre éstas seis antillanas: Andrade 156 (A, B, E, F, G4, I3); Andrade 157 (A, B, E, F, G1, I1 + K); Mason-Espinosa PRF I, 21 (A, B, E, G4, I1); RCHG LXII, 209 (A, B, E, F, G, K2c); Parsons, Cape Verde I, 30 (A, B, E, F, G3, Ka); BarkerSinclair 69-72 (A, B, E, G1, J); Cardinall 234-236 (A, B, E1, G3, K); Cardinall 236 (A, B, E1, G3, K); JAFL XLI, 500 (A, B, E, F, G3); JAFL XLI, 515-516 (A, B, E, F, G4); Parsons, Antilles II, 325-326 (A, B1, E, F, G1, I1), 326 (A, B, E, F, G1, I1), 326, variante (A, B1 E4a, F, G1, I), 399400 (A, B1, E, F, G1, I), 401-402 (A, B1, E4, F, G2, I), 418-420 (A, B, E, G2, I2). Como ejemplo típico de este tipo en su forma más sencilla documentamos aquí la versión de Puerto Rico arriba citada: Había una vez un hombre llamado Juan Bobo, que acostumbraba ir todas las noches a una hortaliza a coger maíz y batatas. Un día, cuando el hortelano iba a regar su hortaliza, notó que le habían robado algunas de las frutas que había en la hortaliza, y se puso a pensar cómo podría cogerle. Fue a su casa y preparó un muñeco de brea y lo puso en la hortaliza. Cuando Juan Bobo llegó a la hortaliza y vio aquel muñeco, se acercó a él. Y en vista de que no contestaba a sus preguntas, le dio una bofetada en la cara, y se le quedó pegado el brazo. Entonces le fue a dar una patada, y el pie también se le quedó pegado. Por último, le fue a dar con la cabeza, y también se le quedó pegada.
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Al otro día, cuando el hortelano llegó a la hortaliza y encontró a Juan Bobo pegado al muñeco, lo cogió y se lo llevó para su casa y le dio una buena paliza. Y ya Juan Bobo no se volvió a acordar de la hortaliza. La versión omite el importante y fundamental elemento F, tal vez por olvido del narrador, se da por libre al hombre capturado después de darle una fuerte paliza, y allí termina el cuento. No hay mezcla alguna con tipos de otros cuentos. Pero no todas las versiones del tipo son tan sencillas y tan fieles al tipo fundamental. Hay algunas que llevan elementos enteramente ajenos al tipo general. De éstas la más interesante es la portuguesa de las islas de Cabo Verde, Parsons, Cape Verde I, 30, en la cual nuestro cuento del Tipo IIIA se halla mezclado de una manera extraordinaria con el famoso cuento del maestro ladrón, el cuento de Rhampsinitus de Herodoto II, 121, Aarne-Thompson 950. En la variante, también de las islas de Cabo Verde, abajo citada, la mezcla con el cuento del maestro ladrón llega hasta el punto de sustituir un cubo de brea por el muñeco de las versiones regulares, el cubo del cuento verdadero del maestro ladrón, al cual el ladrón queda pegado al caer en él. Igual al Tipo IIIA en su forma más sencilla es el Tipo IV, más tarde establecido, el más popular de todos en la tradición moderna de África y América, con la capital diferencia de que en el Tipo IV encontramos ya un ladrón animal capturado en vez de un hombre. Tipo IIIA, variantes. Además de las dieciséis versiones perfectas del Tipo IIIA, hay siete variantes notables, en las cuales encontramos ya algunos desarrollos nuevos, que vamos a encontrar con más frecuencia en las numerosas versiones del Tipo IV, particularmente en la forma y carácter del muñeco de brea artificial, elemento B4, figura femenina, que introduce el motivo de la atracción sensual, elemento B10, el ya mencionado cubo de brea, elemento G5, el prendimiento del ladrón al muñeco de brea sin el fundamental juego de manos y pies, elementos G-G4. Las siete variantes del Tipo IIIA, algo diferentes entre sí, son las siguientes: Tres versiones perfectas del tipo, una africana y dos africanas de América, pero con el nuevo elemento B4 en vez de B o B1: Lederbogen 59-60 (A, B4, E6, F, G1, K); Parsons, Andros 10, I (A, B4, E4, F, G2); Parsons, Antilles I, 482-484 (A, B4, E4, G5, I, J6). Una versión perfecta del tipo, africana de América, pero con elemento A5 (el ladrón roba y bebe agua de un pozo) en vez de A: JAFL XXXIV, 53 (A5, B1, E1, F, G2, I). Una versión imperfecta, española peninsular, con elemento G5 en vez de G-G4: Espinosa, Castilla 133 (A, B, E1, G5, K).
Dos versiones hispánicas, una española peninsular y la otra portuguesa de las islas de Cabo Verde, que llevan elemento B10 en vez de B o B1: Espinosa, Castilla 133, segunda parte (A, B10, E12, G5, K); Parsons, Cape Verde I, 31 (A, B10, E, F, G3, Ka). El nuevo y extraordinario elemento B4 de las primeras tres variantes de nuestro Tipo IIIA, arriba citadas, el que introduce el motivo amoroso o sensual, exclusivo de versiones africanas, se halla ya muy bien desarrollado en estas versiones que todavía llevan a un hombre capturado con un muñeco de brea. El mejor ejemplo de este nuevo desarrollo en estas tres versiones, es la versión de la isla caribe de Andros, Parsons, Andros 10, I: Tenía un hombre una huerta, y cada vez que salía de su casa le robaban algo. Por fin dijo: —Yo sé lo que voy a hacer. Voy a dejar a alguien en la huerta para que vea quién me está robando. Y llevaron una muñeca y la pusieron en la huerta. Era una muñeca bruja. Llegó el hombre, el ladrón de siempre, y dijo, al ver a la muñeca: —¡Pero, mira qué mocita más linda! ¡Qué bien puesta está! Quisiera darle un beso. Se acercó y le dijo: —¡Buenos días, señorita! ¿Qué tal? ¿Me vas a dar un beso? Pero como la muñeca no respondía, se acercó aún más y le dijo: —Dame la mano. Y se le quedó pegada la mano. —Mira cómo me coge de la mano —dijo el hombre—. Es porque me quiere tanto. Ahora sí que le voy a dar un beso... Oye, mocita hermosa, dame un beso. Y le dio un beso y se le quedó pegada la boca. —Me quiere tanto que quiere que me quede aquí con ella —dijo entonces el hombre—. Y le dice entonces a la muñeca: —Ahora voy a abrazarte. Y al ir a abrazarla, se le quedó pegada la otra mano. —¡Dios mío! —dijo entonces—. Ahora tengo que darle una patada. Le dio la patada y se le quedó pegado el pie. —No quiere que me vaya —dijo el hombre—. Me tiene abrazado. Y fue y le dio una patada con el otro pie, y ése también se le quedó pegado. —Esta mocita me quiere tanto, que no sé qué voy a hacer— dijo entonces el hombre—. Y por fin se dio cuenta de que la mocita linda era una muñequita de brea.
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II. CUENTOS HUMANOS VARIOS
Tipo IIIB, con elementos A + A6, B, E, G4, y una variante de K4b. Pertenece a este extraordinario tipo una versión africana, FL LV, 163-166. El protagonista es un pícaro de habilidades extraordinarias y al mismo tiempo un ladrón. Después de causar terror y espanto entre sus vecinos, disfrazándose de diversas maneras, por fin los hace a todos salir huyendo de la plaza del mercado por engaño y se posesiona él y los de su familia de todo lo que los fugitivos dejan abandonado. Los vecinos se desesperan porque ignoran quién ha sido el ladrón y piden consejo a «los dioses». «Aconsejan los dioses» que hagan un muñeco de pez para coger al ladrón y pícaro. Una vez cogido, después del ataque y prendimiento múltiples, los vecinos se lo llevan y lo ahogan en el mar. Este tipo es una forma extraordinaria del Tipo IIIA, con protagonista ladrón, pero que todavía conserva el carácter del protagonista del Tipo III. Podría ser el eslabón entre los Tipos III y IIIA, pero preferimos considerarlo un tipo tardío con protagonista de los dos tipos, empezando con elementos A y A6 combinados. Tipo IIIC, con elementos A11, B1, E o E1, F1 ó F2, G3-G4, J4. En esta curiosa variante del Tipo III los protagonistas no son todos seres humanos, pero sí lo es la persona capturada. Una araña tiene necesidad de capturar a un hada o duende para entregárselo al «Dios del Cielo». Pertenecen a este tipo dos versiones africanas: JAFL L, 55-56; Rattray AA, 55-59. Las dos versiones son casi idénticas. La primera de estas dos versiones contiene en resumen el relato siguiente: La araña pide a Nyame (espíritu sobrenatural) que se llamen los cuentos, Anansesem (cuentos de la araña). Nyame consiente con tal de que la araña le entregue una serpiente, unas hormigas y cierta bruja. Para capturar a la bruja la araña construye una figura de palo, la cubre de goma pegajosa, y la pone donde la bruja la encuentre, con comida a su lado. La araña se esconde y con una cuerda mueve la cabeza del muñeco para decir que «sí» cuando la bruja pregunta si le dan comida. Cuando va a tocar la comida, se le pega la mano al muñeco, luego la otra, y después los pies, progresivamente. La lleva entonces la araña y se la entrega al «Dios del Cielo», cumpliendo de esta manera su promesa. Tipo IIID, con elementos A9, B9, E1 ó E6, G3 ó G5, I1 ó J7. Esta variante del Tipo III lleva protagonistas rivales. Un ogro comegente o un encantador posee una trampa mágica
o una pared mágica, el «muñeco de brea» de elemento B9, mediante el cual logra capturar a su enemigo o rival. Pertenecen a este tipo dos versiones algo diferentes entre sí, una africana, la otra india de la América del Sur, de la región del Río Orinoco: Cardinall 233-234 (A9, B9, E1, G5, variante, I1); Koch-Grünberg 47-48 (A9, B9, E6, G3, J7). La versión africana no lleva el fundamental episodio del juego de manos y pies. La persona capturada se pega a la pared mágica sólo de una mano. La versión india de América es mucho más completa: El ogro Piaima pone una trampa mágica para capturar a Makunaíma, su rival. Cuando éste ve la trampa, le tira primero su cañuto flechero, y el cañuto se queda pegado en la trampa. Sigue el ataque y prendimiento progresivos de manos y pies, quedando Makunaíma por fin bien pegado a la trampa. El ogro entonces se lleva a su presa a casa para matarlo y lo guarda en una cesta mágica. Cuando el ogro se aparta por unos momentos, se sale Makunaíma de la cesta, diciéndole a éste lo que había oído a su captor decirle al meterlo en ella, «Abre la boca», y de esta manera se escapa. Los Tipos I-III arriba establecidos, con sus variantes, contienen todos un ser humano capturado con un muñeco de brea, natural en Tipo I, natural-artificial en Tipo II y completamente artificial en Tipo III. Estos creemos que son los tipos fundamentales y primitivos en la historia del desarrollo de nuestro tema. De aquí en adelante, empezando con Tipo IV, encontramos capturado no a un ser humano, sino a un animal. Este cambio fundamental en el carácter del protagonista capturado ocurre, es verdad, en versiones muy antiguas, pero creemos que es un desarrollo de las formas primitivas de los Tipos I-III y, por consiguiente, posterior a ellas. Las versiones de los tipos con animal capturado son muy numerosas; han sido las mejor conocidas por la crítica, principalmente por haber sido recogidas primero en África y en la América del Norte de africanos e indios. El animal capturado de los Tipos IV-X, de todos nuestros tipos después de Tipos I-III y variantes, es por regla general un conejo (128 versiones), un mono (31 versiones), una liebre (23 versiones), coyote (16 versiones), araña (15 versiones), chacal (11 versiones), zorra (10 versiones), pájaro (6 versiones), y hay algunas versiones que llevan ciervo, ratón, león, lobo, perro, gato, cerdo, tejón, tortuga. La liebre capturada es casi exclusiva de versiones africanas. La notable frecuencia con que hallamos a la liebre o conejo de animal capturado, en ciento cincuenta y una versiones (conejo 128, liebre 23), o sea en el 55,5% de todas las 271 versiones que llevan animal capturado, es debida
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al carácter budista de las versiones primitivas, como más adelante decimos. Tipo IV. Nuestro Tipo IV, con animal capturado, es el más popular de todos, con 217 versiones, si incluimos ligeras variantes, o sea el 68,2% de todas las 318 versiones de nuestra bibliografía. En 192 de las versiones de nuestro tipo el animal capturado es un ladrón, o sea el 88,5%. De las 217 versiones del tipo, 107, el 49,3% de ellas, son africanas y africanas de América. Las demás son: Españolas de América, 40 (18,4%); indias de Norteamérica, 40 (18,4%); indias de India, 9 (4,1%); filipinas, 9 (4,1%); portuguesas de Brasil, 5; indias orientales, 4; española peninsular, 1; portuguesa de las islas de Cabo Verde, 1; rusa, 1. Nuestro Tipo IV consiste en tres formas importantes, casi idénticas en todos sus detalles, pero con ligeras variantes muy numerosas. 1. Forma perfecta del tipo, con elementos A1-A2, B-B3, D-D3, F, G-G4, I-I3 (en una que otra versión I6, I7a ó J), o bien K-K4. Pertenecen a esta forma perfecta del tipo, la más popular de todas, 120 versiones: 35 versiones españolas de América, 5 portuguesas de las islas de Cabo Verde y de Brasil, 15 africanas, 29 africanas de América, entre éstas 4 versiones de la Guayana holandesa de origen africano, 24 indias de Norteamérica, 2 indias de India, 2 indias orientales, 8 filipinas. Versiones españolas de América: Andrade 158 (A1, B, D, F, G3, I3), 159 (A2, B, D, F, G1, I1); Ernst 275 (A2, B, D, F, G2, J2); Espinosa III, 7 (A1, B, D6, F, G2, I2); Espinosa SFNM 101 (A1, B, D1, F, G3, K2); JAFL XXV, 200-201 (A1, B, D6, G2, I2), 201-202 (A1, B, D, G2, I2), 210-214 (A1, B, D, F, G3, I2), XXIX, 549-551 (A1, B, D, F, G3, I2), XXXI, 472-473 (A1, B, D, F, G1, I2), XLIII, 216 (A1, B3, D3, F, G2, I2), XLV 296-299 (A1, B, D, F, G2, I2), XLVIII, 124 (A1, B, D, F, G3, K2); Laval, Cuentos 19 (A1, B3, D3, F, G, I2); Mason-Espinosa PRF V, 1 (A2, B3, D3, F, G1, I), 2 (A2, B1, D1, F, G4, I1), 3 (A2, B3, D3, F, G2, I1), 9 (A1, B3, D3, F, G3), 15 (A1, B2, D2, F, G2, I2), 17 (A2, B3, D3, F, G2, I2), 21 (A1, B, D, G2, 12); Portell Vilá 122 (A1, B1, D1, F, G1, K2a); Radin-Espinosa 46 (A1, B, D, F, G1, I2); 66 (A1, B, D, F, G4, I2), 85 (A1, B, D, G3, I2), 90 (A1, B, D, F, G3, H, con elemento G5), 100 (A1, B, D, F, G2, I2); Rael 373 (A1, B, D, F, G3, I2), 374 (A1, B, D, F, G3, I2); TFSP XII, 13-15 (A1, B, D, F, G1, I2); Tía Panchita 131-132 (A1, B, D6, G2, I2); Vidal de Battini 1 (A1, B, D, F, G2, I2), 2 (A1, B, D, F, G1, 12), 3 (A1, B, D, F, G3, I2).
Versiones portuguesas de las islas de Cabo Verde y de Brasil: Parsons, Cape Verde I, 33 (A2, B, D, F, G1, K3); Eells 123-131 (A1, B1, D1, F, G2, I6); Pimentel 217-220 (A1, B1, D1, F, G2, I1); Romero 317-318 (A1, B1, D1, F, G2, K2); Santa-Anna Nery 213 (A1, B1, D1, F, G4, I). Versiones africanas: FL XXVII, 117-118 (Al, B1, D, G3, I1); Frobenius IX, 105-107 (A1, B, D, F, G1, I2), 107-109 (B, F1, G1, K), XII, 316-318 (A2, B1, D4, versión, F, G4, I); JAFL XLIII, 320 (A1, B, D6, F, G3, I7a), XLIV, 460463 (A2, B, D, F, G2, I1); Johnson 239-330 (A1, B, D, F, G2, J3); Meinhof 19 (A1, B1, D, G1, I3), 78 (A1, B1, D, F, G4, J5, H, con G5 y K de otro animal); Mischlich 261-264 (A2, B1, D1, F, G3, I1); MSOS VIII, 3, 15-18 (A1, B1, D, G4, I7a); Posset 127-128 (A1, B1, D1, F, G2, I3); Renel I, 111-113 (A1, B, D, G3, K); Seidel 336-340 (A1, B, D5, F, G4, Ia, H, zorra con G4 y K1); ZFE XXIII, 271-273 (A1, B, D, G3, II). Versiones africanas de América: Beckwith 21a (A2, B, D, F, G2, J1), 21b (A2, B, D6, F, G2, I), 21b, segunda parte (F1, G2, K), 21c (A2, B, D, F, G3, J, versión); Christensen 62-72 (A2, B, D, G2, I3); Fauset NS 21 (A1, B, D, F, G3, K3); JAFL XXX, 222 (B, D6, F, G3), XXXIV, 4-5 (A2, B, D, F, G2, I3), XXXV, 256-257 (A2, B, D, F, G2, I3), 258259 (A1, B, D, F, G4, I1), XL, 228 (A2, B, D, F, G1, I1), XLI, 532 (A1, B, D, G4, I1 H), XLVII (A2, B, D, F, G1, I1), LVI, 256-257 (A2, B, D, F, G2, I1); Parsons, Andros 10, II (A1, B, D6, F, G3, I1); Parsons, Sea Islands 14, I (A2, B, D, F, G1, I3); Wona 56-61 (A2, B, D, F, G3, Ja). Versiones africanas de América (antillanas): Parsons, Antilles I, 9-10 (A1, B1, D, F, G2, I2), 10-11 (A1, B1 + B4, D1, F, G2, I2), 379-380 (A1, B, D, F, G3, I1), II, 17(A1, B, D, F, G3, I2), 18-19 (A1, B, D4, G2, I1), 291-292 (A1, B, D, G4, I), 416 (A1, B, D, G2, I2), 454-456 (A1, B1, D1, F, G3, I2). Versiones africanas de La Guayana holandesa: Herskovits 8 (A1, B, D, F, G3, I1), 9 (A1, B1, D1, F, G3, I1), 10 (A1, B1, D1, F, G3, K), II (A1, B, D, F, G2, I5). Versiones indias de Norteamérica: BBAE LXXXVIII, 68 (A1, B, D, F, G2, I2), 110 (A1, B, D, F, G2, K), 161 (A1, B, D1, G3, K), 208-209 (A1, B, D, F, G3, I2); Chandler 70-74 (A1, B, D, F, G3, K2, un perro se lo come); Goddard 74-75 (A1, B, D, F, G1, I2); Goodwin 190-191 (A1, B, D, F, G1, I2), 197-198 (A1, B, D, F, G1, I2); JAFL XI, 267268 (A1, B, D, G2, I2), XXVIII, 356 (A1, B, D, G2, I2), XLIX, 82-83 (A1, B, D, F, G2, K), 92 (A1, B, D, F, G3, K), 117 (A1, B, D, F, G3, K), LIII, 215, I (A1, B1, D, F, G4, K), 215, II (A1, B, D, F, G2, K1); Opler 310-312 (A1, B, D, F, G2, I1); PaAM 24, 74-75 (A1, B, D, F, G1, I2); Parsons, Isleta 416-418 (A1, B, D, F, G2, K), 418 (A1, B,
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II. CUENTOS HUMANOS VARIOS
D, F, G4, K); Parsons, Tewa I, 69 (A1, B, D, F, G3, K2); Preuss I, 289-290 (A1, B, D, F, G2, K); Speck, Taskigi 149150 (A2, B, D, G2, I2); Speck, Yuchi 152-153 (A1, B, D, F, G3, I); UC PAAE XIX, 9-11 (A1, B, D, F, G3, I2). Versiones indias de India: Capelle 285-286 (A1, B, D, F, G4, I2); Indian Antiquary XX, 29-32 (A1, B, D, F, G2, I1). Versiones indias orientales: Bijdragen LXI, 117-118 (A1, B, D, F, G3, I2, versión), LXXII, 317-318 (A1, B, D, F, G4, I2). Versiones filipinas: Fansler 48a (A1, B, D, F, G3, I); Fansler MS L (A1, B, D6, G4, I1), 2 (A1, B, D, F, versión, G3, I), 3 (A1, B, D, G3, I1), 4 (A1, B, D, F, G3, I1), 6 (A1, B, D, G3, I1); Fansler-Panlasigui 117-125 (A1, B, D, F, G3, I1); JAFL XX, 311-314 (A1, B, D, F, G3, I1). Versiones incompletas. Versiones incompletas que llevan elemento G5 en vez de G4, es decir, las variantes de la Forma 1 del Tipo IV que no llevan el fundamental episodio del juego de manos y pies, diez versiones, españolas de América 2, africana 1, indias de India 2, indias orientales 2, indias de Norteamérica 2, filipina 1: Mason-Espinosa PRF V, 5 (A2, B1, D1, G5, I), 13 (A2, B1, D1, G5, I); Spiess 108-109 (A1, B, D4a, G6, Jb); Bodding I, 213-217 (A1, B, D, G5, I1); Gordon 65-69 (A1, B1, G5, I); Tijdschrift XXXVI, 3637 (A1, B, D12, G5, L2); Tijdschrift XLVI, 83-84 (A1, B, D12a, G5, I2); Bloomfield 280 (A1, B, G5, I3); JAFL LIII, 215, III (A1, B, D, G5, I2); Fansler MS 5 (A1, B, G5, I1). 2. Forma perfecta del tipo, con elementos A3-A5 en vez de A1-A2, al principio. En los demás elementos las formas 1 y 2 son idénticas. Pertenecen a esta forma perfecta del Tipo IV veintisiete versiones: africanas 5, africanas de América 17, indias de Norteamérica 5. Versiones africanas: Dennet 90-93 (A4, B, D, F, G1, K); Ellis 2, 275-277 (A5, B, D, F, G3, I1); Frobenius VIII, 106107 (A5, B, D, G2, I1); JAFL XXVI, 5 (A3, B, D, F, G2, I3); Mocler-Ferryman 288-289 (A5, B, D, F, G3, I1). Versiones africanas de América: Carrière 6 (A4, B1, D1, F, G1, I3); Fauset NS 21, variante (A4, B, D, F, G1; JAFL XXX, 171-172 (A4, B, D, F, G2, I3), XXXIV, 5 (A5, B, D, F, G1, I3), XXXV, 257-258 (A4, B, D, F, G1, I3) XL, 228229 (A5, B, D, F, G2, I3), 230-231 (A5, B, D, F, G3, I3), XLVII, 344-347 (A5, B, D, F, G2, I3), LVI, 39-41 (A4, B, D, F, G3, I3); Jones 7-11 (A4, B, D, F, G2, I3); Mélusine I, 495-496 (A4, B, D, F, G2, I3): Parsons, Antilles I, 167-168 (A3, B3, D3, G3, I2); II, 16-17 (A3, B, D, F, G1, I2), II, 20-21 (A3, B, D, G3, I1); Parsons, Sea Islands 14, II (A5, B, D, F, G4, I3) 15 (A4, B, D, F, G2, I3); South Carolina Folk Tales 29-31 (A4a, B, D, F, G1).
Versiones indias de Norteamérica: BBAE LXXXVIII, 110-111 (A4, B, D, F, G3, I1), 258-259 (A5, B, D, G2, I3); JAFL VI, 48-49 (A4, B, D, F, G3, I3), XXVI, 194 (A5, B, D, F, G2, I3); MAAA II, 149-150 (A4, B, D, F, G2). Versiones incompletas. Versiones que llevan elemento G5, nueve versiones: cuatro africanas de América y cinco indias de Norteamérica: JAFL XLI, 532, 3 (A4, B, D5, G5, I1, H); Parsons, Antilles I, 8-9 (A4, B1, D, F, G5, 12), 97-100 (A3, B1, D, F, G5, 13), 124-125 (A4, B1, I), G5, I2); Coyote Wisdom 118-120 (A4, B, D, F, G5, K4c); JAFL XXVI, 194 (A5, B, D, F, G5, I3); Mooney I, 271-272 (A5, B, D, G5, J5), 272-273 (A5, B, D, G5, I3); Taytay’s Tales 61-64 (A4, B, D, G5, K4). 3. Forma perfecta del Tipo IV, con elementos A1-A5, B4, D-D4, y los demás elementos como en 1 y 2. Pertenecen a esta forma perfecta del tipo 16 versiones: 6 versiones africanas, 9 africanas de América y 1 india de Norteamérica. Versiones africanas: Cronise-Ward 101-109 (A1, B4, D4, F, G1, I1); Frobenius VIII, 105-106 (A5, B4, D4, F, G3, I3); Johnston II, 1087-1089 (A1, B4, D4, F, G2, K3); Junod 96-98 (A1, B4, D4, F, G2, I3); Tremearne 212-214 (A1, B4, D4, F, G2, I1); ZAOS III, 358-361 (A1, B4, D, F, G1, I). Versiones africanas de América: Carrière 7, segunda parte (A4, B4, D, F, G2, I3); Edwards 73-75 = JAFL IV, 50-51 (A5, B4, D4, F, G2, I3); Parsons, Andros 10, III (A1, B4, D4, F, G2), 12 (A1, B4, D4, F, G2, I2); Parsons, Antilles I, 168-169 (A3, B4, D, F, G3, I2), 380 (A3, B4, F, G2, K2), 380-382 (A3, B4, D, F, G2, I2), II, 19-20 (A3, B4, D, F, G3, I2); Parsons, Sea Islands 13 (A4, B4, D4, F, G2, I1). Versión india de Norteamérica: Dorsey, Osage 24-25 (A5, B4, D, F, G2, K1). Versiones incompletas. Versiones que llevan elemento G5, tres versiones, una africana y dos africanas de América: Chatelain 183-189 (A2, B4, varias muñecas de brea puestas en un árbol, D4, liebre y mono suben para abrazarlas cuando las muñecas no bajan a bailar con ellos, G5, I1); Parsons, Andros II (A1, B4, D4, F, G5, I3); Parsons, Antilles I, 125 (A3, Bp, D4, G5, I2). En las tres primeras variantes de nuestro Tipo IIIA, que todavía lleva un hombre capturado, encontramos ya elemento B4, que introduce en nuestro tema el motivo amoroso o sensual. Esas tres versiones son una africana y dos africanas de América. Las que acabamos de documentar con elemento B4 de nuestro Tipo IV,
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ya con animal capturado, son dieciséis completas y tres incompletas, siete africanas, once africanas de América y una india de Norteamérica. Entre unas y otras, por consiguiente, las versiones del Tipo IIIA y las del Tipo IV, Forma 3, que llevan elemento B4 son veintidós, y de éstas, todas, excepto una india de Norteamérica, son africanas y africanas de América. En la historia del desarrollo de nuestro tema, por consiguiente, elemento B4 es definitivamente de origen africano. Como ejemplo del Tipo IV, forma perfecta 1, daremos la versión española de América de Espinosa SFNM 101, versión sencilla, pero perfecta y completa, y sin mezcla alguna con elementos de otros cuentos ajenos al tema fundamental: Éste era un viejito que tenía melones en una güerta. Y todos los días venía un conejo a comerse los melones. Y entonces dijo el viejito: —¿Cómo haré yo pa retirar este animal, que no me coma mis melones?... Voy a valerme de hacer un mono de trementina pa poderlo agarrar. Y fue entonces y hizo el mono de trementina. Y ai lo puso en la orilla del melonar. Cuando el conejo vino a agarrar melones, vido al mono parao ai, y creyendo que era gente, le estuvo diciendo de allá, retirao: —¡Oiga, señor, déme un melón! Eso le estuvo diciendo por unas tres veces. Pero, como el mono no le respondía, le dijo: —¿Que no me oye usté? ¿Que no me oye usté?... Se me hace que usté está sordo. Si no me quiere dar un melón, yo veré cómo se lo quito. Y entonces el conejo se fue arrimando, poco a poco, onde estaba el mono de trementina. —Ora, si no me da un melón como le estoy pidiendo, le doy un moquete —dijo el conejo—. Y se arrimó y le dio un güen moquete, y se le quedó prendida la mano en la trementina. —Suélteme, suélteme pronto —le dijo el conejo—, porque si no, le doy un moquete con la otra mano. Y como no lo soltó, le dio un moquete con la otra mano, y ésa se le quedó pegada en la trementina también. —Suélteme, suélteme pronto —le dijo entonces el conejo—, porque si no, le doy una patada. Y le dio una patada, y la pata se le quedó prendida. Ora quedó mejor. —Suélteme, suélteme pronto, porque si no, le doy otra patada con la otra pata —le dijo entonces el conejo—. Y le dio otra patada con la otra pata, y esa pata se le quedó prendida también.
Cuando vino el dueño del melonar, ai lo halló pegao. Y le dijo: —Pues ora sí que no te me escapas. Y por haberme hecho tanto mal en mi melonar, te voy a comer. Ai se lo llevó a su casa y le quitó el cuero, y lo guisó y se lo comió. Tipo IV. Variantes de las tres formas perfectas del tipo. Además de las 163 versiones perfectas del tipo y de las 22 incompletas, hay 32 versiones que podemos clasificar según los elementos variantes que las caracterizan. Versiones variantes del tipo, con elemento A8. Dos versiones de India: Bodding I, 179-185 (A8, B, D, F, G2, K); Bompas 324-325 (A8, B, D, G3, K). Variantes con A9. Dos versiones españolas de América: Portell Vilá 124 (A9, B, D, F, G1, I3); Wheeler 225 (A9, B, D10, F1, G1, K2). Una versión africana: Helser 72-74 (A9, B, D, F, G2, J1). Cuatro versiones africanas de América: Beckwith 59a (A9, B, D, F, G1, I3); Fortier 104-109 (A9, B, D, F, G2, I3); Harris 7-11, 16-19 (A9, B, D, F, G2, I3); JAFL XLVII, 348-349 (A9, B, D, F, G1, I3). Una versión de India: Twente 19 (A9a, B, D1, F1, variante, G3, I2). Variantes con A9 y G5. Dos versiones indias de Norteamérica: Land and Sunshine XIV, 131 (A9, B, G5, variante, K1); MAAA II, 151 (A9, B, D, G5, I2). Hay además una versión africana de Norteamérica definitivamente relacionada con las variantes de nuestro Tipo IV que llevan elementos A9 y G5, Owen 183-184. Contiene elementos A9, B, y variantes de elementos D6, G5 y K4b: Una víbora es cogida con un muñeco de brea cuando le clava los colmillos para devorarlo. En esta versión, sin embargo, no ha podido ni puede haber el fundamental episodio del juego de manos y pies. Variantes con B8 ó B9. Tres versiones africanas: FL XX, 209-211 (A2, B8, D6, G2, I1); Nassau 18-25 (A2, B8, D5, F, G3, I1); Weeks, Congo Life 430-431 (A2, B8, D6, F, G2). Variantes con B10. Dos versiones africanas: Amaury-Talbot 397-400 (A1, B10, D5, F, G4, I3); Dayrell, Ikom 3-6 (A5b, B10 + B5, D5, F, G3, J1a). Tres versiones africanas de América: JAFL XXX, 171 (A2, B10, D, F, G, I1), XXXV, 258 (A1, B10, D5, F, G3), 259-260 (A2, B10, un pedazo de manteca, D5, F, G2, I3). Variantes con B10 y G5. Una versión española de América: Portell Vilá 123 (A1, B10, D12, G5, K2).
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II. CUENTOS HUMANOS VARIOS
Una versión de India: Indian Antiquary XXIX, 399-401 (A1, B10, D9, G5, I1). Variantes con A1-A10, B12a-c, D5-D12. Una versión de India: Samyutta Nikaya V, 3, 7 (A10, B12b, D9, F, variante, G2, K). Esta versión oriental es la más antigua que conocemos. Es del primer siglo de la Era cristiana. El animal cogido y castigado con la muerte es un mono: En cierto lugar de las Montañas Himalayas, unos cazadores solían poner emplastos embreados en los senderos de los monos para cogerlos. Los monos inteligentes, aquellos que sabían refrenar sus apetitos, no los tocaban. Pero cuando pasaba por allí un mono imprudente, de aquellos que no saben refrenar sus apetitos groseros, en seguida cogía uno de los emplastos con la mano, y quedaba cogido. El mono entonces, para desprenderse, cogía el emplasto con la otra mano, pero de ésta también quedaba cogido. Entonces, para desprenderse de las dos manos, daba un fuerte empujón al emplasto con el pie, pero también del pie quedaba cogido. Y pensando desprenderse de las manos y del pie, le daba otro empujón al emplasto con el otro pie, pero de este pie también quedaba pegado al emplasto. Por fin, creyendo que todavía podría desprenderse, cogía el emplasto con la boca, y quedaba cogido de la boca también. Entonces los cazadores se acercaban, lo cogían y lo mataban. Aquí tenemos la más antigua versión que conocemos del cuento del muñeco de brea, perfecta y completa en todos sus detalles. Por ser la más antigua que conocemos, yo creía en el año 1930, cuando publiqué mis Notes, ya citadas, que la versión teórica primitiva debería ser una forma con caracteres de animales. Ahora creo, sin embargo, que el Tipo IV y variantes son posteriores en origen y desarrollo a los Tipos I-III, que llevan caracteres humanos. Una versión africana: Smith-Dale II, 355-356 (A5a, B12c, D12, G1, K1). Una versión india de Norteamérica: JAFL XXXVII, 5859 (A2, B12a, D12, F, G4, I1). Una versión rusa: Lewy 22 (A8, versión, B12a, D12, G2). De cuatro versiones rusas que conozco, ésta es la única que pertenece a un tipo general oriental y occidental. Las otras tres pertenecen a un tipo especial, desconocido en otras partes del mundo, Tipo X. Variantes con A1-A10, B12a-c, D5-D12, pero con G5. Una versión española peninsular: Sánchez Rodrigo 2 (A8, B12a, D12, G5, K). Una versión portuguesa de Brasil: Santa-Anna Nery 208 (A1, B12a, D5, G5, I1).
Cuatro versiones africanas: Dewar 57-61 (A1, B12a, D5, G5, I2a); Kidd 240-243 (A5, B12c, D5, G5, I3); KootzKretschmer II, 1 55-156 (A5, B12, D5, G5, I3); Schultze 477-479 (A3, versión, B12a, D7, G5, I1). La versión africana de Ellis 1, 253-258, Si bien contiene elementos B12a y G5 de nuestro tipo, no pertenece en realidad a nuestro tema en sus elementos fundamentales: El rey de los pájaros llama a todos los pájaros para cierto trabajo. Cierto pájaro hace crecer otra vez la hierba donde la habían cortado y deciden cogerle. Le cogen poniendo liga en las ramas del árbol donde solía posar. Hay muchos cuentos semejantes en la tradición de Europa y Oriente. Véase Cosquin en RTP XXVIII, 341, y mis Notes, antes citadas, página 158, nota 1. Tipo IVA, con elementos A4-A5-A5b, B5, D5, F, G-G4 ó I-I3 ó K-K4. Esta primera notable variante de nuestro Tipo IV, en la cual el «muñeco de brea» es una tortuga viva y embreada, tiene alguna relación, desde luego, con nuestro Tipo II, que lleva de «muñeco de brea» un caballo embreado. Lo extraordinario es que haya esta relación entre un tipo exclusivamente lituano, Tipo II, y nuestro Tipo IVA, definitiva y exclusivamente africano. Pertenecen a este tipo siete versiones africanas: Baissac 2-4 (A4, B5, D, F, G2, K); FLJSA 69-73 (A5, B5, D5, F, G2, I3); Honey 73-78 (A5, B5, D5, F, G2, I3), 79-83 (A5, B5, D5, F, G1, I3); Lee 39-41 (A5, B 5, D, G2, I3); Theal 88-91 (A5, B5, D5, F, G2, I3); Waters 28-30 (A5, B 5, D5, G2, K). Variantes con elemento G5. Tres versiones africanas: MSOS VIII, 3, 36-38 (A5, B5, D5, G5, I3b); Renel II, 9-11 (A4, B5, D12, G5, I3a); Smith-Dale II, 396 -398 (A5, B5, D5, F, G5, K). Tipo IVB, con elementos A5, B5a, D-D5, G5 ó G6, I-I4. Este tipo extraordinario, relacionado directamente con Tipo IVA por llevar de «muñeco de brea» una tortuga viva, es, sin embargo, muy diferente. La tortuga no está embreada y coge a su presa con la boca. Con esta diferencia capital, lleva todos los elementos fundamentales de nuestro Tipo IVA. Pertenecen a este tipo, también africano, cinco versiones: Doke 13 (A5, B5a, G6, I3); Curtis, Dark, Continent 45-47 (A5, B5a, D5, G5, I4); FL XX, 443 (A5, B5a, D5, G6 + G4); JAFL XXXV, 162-164 (A5, B5a, D5, G6, I4a); RTP X, 46-48 (A5, B5a, D, F, G3, I3). No comprendemos cómo en la última versión la tortuga pueda coger progresivamente a la liebre por cuatro partes con la boca, pero así está documentada.
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Tipo IVC, con elementos A4a, B14, D5, G3a, K2. Este tipo, también extraordinario, queda establecido a base de una sola versión, la española peninsular, González Palencia 1, que, como ya queda dicho en la Bibliografía de nuestro cuento, debemos a la amabilidad de nuestro amigo y colega D. Ángel González Palencia, de la Universidad de Madrid. En el monte del Colegio de San Miguel de las Victorias, de Priego, en la provincia de Cuenca, había una vez un ciervo, y los estudiantes, para cazarlo, pensaron en un procedimiento muy sencillo. Averiguaron a qué fuentes acudía a beber agua el animal, y pusieron en ellas en la orilla del agua trozos de patata, en los cuales habían clavado unos espartos mojados con liga de la empleada para cazar pájaros. Se pusieron entonces en acecho, hasta que vieron entrar al animal. Alargó el ciervo la cabeza para meter el morro en el agua, y los espartos con la liga se le quedaron pegados en las barbas. Al notar aquel obstáculo que se le pegaba en la cara, el animal trató de quitárselo, dándose en las barbas con una mano, pero ésta se le pegó a la vez con los espartos entre la liga. Entonces se dio con la otra mano y le ocurrió lo mismo. Caído en el suelo, trató de despegarse aquel obstáculo con cada una de las patas, una después de otra, y las patas también se le pegaron en la liga. Y entonces, los estudiantes se acercaron bonitamente, se apoderaron del ciervo y se lo llevaron a su colegio para guisarlo y comérselo. Este tipo hispánico es verdaderamente extraordinario por el ingenioso cuanto originalísimo «muñeco de brea». El animal que va a ser cogido cae en una trampa en parte de su propio invento. El «muñeco de brea «al cual el ciervo ataca y al cual queda bien pegado por cuatro partes, es su propio morro, cubierto con la liga de los espartos. Tipo IVD, con elementos A9, versión (hay dos animales rivales, pero ninguno de ellos prepara para coger al otro el «muñeco de brea»), C5, D9, G2, K1. Este tipo queda establecido también a base de una sola versión, una de India del siglo XII, documentada por Hemachandra en Paricistiparvan II, 720-745. Doy un breve resumen: Después de una lucha sangrienta entre dos monos por las hembras, el más viejo de ellos abandonó la lucha y se marchó por un camino, lleno de heridas y muy debilitado. Llegó por fin a una roca de la cual salía en abundancia un betún muy pegajoso. Con la sed que llevaba, creyó que el betún era agua y empezó inmediatamente a lamerlo. Se le quedó pegada la cara. Trató entonces de despegarse la
cara con las manos, una después de otra, pero las manos también se le quedaron pegadas. Viendo esto, trató todavía de despegarse con los pies, y los pies también se le quedaron pegados al betún. Allí quedó pegado y abandonado hasta que murió de una manera miserable. Termina el cuento con estas palabras: «De esta manera coge la codicia desordenada al hombre por uno de los sentidos, y poco a poco destruye por fin su alma entera». Tipo V, con elementos A1, B, D, F, G-G4, K6. Este tipo es idéntico al Tipo IV, forma perfecta 1, hasta elemento G-G4. Para terminar, lleva el extraordinario elemento K6, enteramente nuevo, el animal muerto y guisado y comido que revive y se escapa. El tipo se halla exclusivamente entre los indios de los pueblos de Nuevo Méjico. Pertenecen a este tipo seis versiones: JAFL XLIX, 121 (A1, B, D, F, G2, K6); Parsons, Taos 75 (A1, B, D, G3, K6), 75, variante 1 (A1, B, D, F, G2, K6), 75, variante 3 (A1, B, D, F, G2, K6), Appendix 176-177 (A1, B, D, F, G2, K6), Appendix 177 (A1, B, D6, G2, K6). Variante del tipo con elementos B10a y G6, versión. Una versión de la misma procedencia, Parsons, Taos 75, variante 2 (A1, B10a, G6, versión, K6). Como elemento K6 es el que caracteriza este tipo, doy aquí dos formas que lo documentan en dos versiones arriba citadas. Parsons, Taos 75: El marido le dio el conejo a su mujer para que lo guisara, y le aconsejó que no dejara caer ni una sola gota de sangre al suelo. Pero cuando ella preparaba el conejo para guisarlo, dejó caer unas gotas de sangre al suelo por descuido, y el conejo revivió en seguida y se salió de la casa corriendo. Ídem, 75, variante 1: El viejo le entregó el conejo a su mujer y le dijo que lo lavara bien y lo guisara con chile... La vieja puso el guiso en la mesa y empezaron a comer. —Cuidado con no dejar caer sopa de la boca —dijo el viejo—. Pero, cuando comía, la vieja dejó caer de su boca al suelo un poco de sopa. Y en seguida, el conejo revivió y salió corriendo por encima de los platos. Tipo VA, con elementos A8a ó A8b, B ó B2, D1 ó D2, F, G2 ó G3, K6a ó K6b. Esta notable variante del Tipo V la encontramos en dos versiones de Brasil: Magalhães 185-187 (A8a, B2, D2, F, G2, K6a); Gomes I, 82-84 (A8b, B1, D1, F, G3, K6b). El elemento que verdaderamente caracteriza al tipo es K6a ó K6b, los dos casi idénticos. Documentamos el
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II. CUENTOS HUMANOS VARIOS
episodio final del cuento, el que contiene este elemento, solamente para una de las versiones, elemento K6a de la versión de Magalhães: La moza entonces cogió al mono (que había sido cogido antes con un muñeco de brea de la manera acostumbrada) y lo mató para comérselo. Cuando lo estaban matando, el mono empezó a cantar, rogando que lo matasen despacio porque le dolía mucho. Siguió cantando cuando lo desollaban, cuando lo metían en la cazuela y cuando lo pusieron en la mesa, ya guisado. Cuando la moza empezó a comérselo, el mono guisado empezó otra vez a cantar. Terminada la comida, el mono, ya comido, empezó a cantar dentro de la barriga de la moza. —Quiero salir. —Salte por las (mis) orejas. —No puedo porque están llenas de cerilla. —Salte por la boca. —No, no, que tienes mucha saliva. —Salte por las narices. —No, no, que estás acatarrada. —Salte por el trasero. —No, no, que es una cosa muy vulgar. Y entonces el mono dio un estornudo, rompió la barriga de la moza y salió chiflando: —¡Fi, fi, fi-fi-fi! ¡Fi, fi, fi-fi-fi! Nuestro Tipo V es, al parecer, de origen indígena americano, si bien lo encontramos solamente entre los indios de los pueblos de Nuevo Méjico, donde la influencia hispánica podría fácilmente sospecharse. Lo extraño es, sin embargo, encontrar una notable variante del tipo, Tipo VA, en la tradición portuguesa de Brasil. Nuevo Méjico y Brasil son dos regiones muy apartadas del Continente americano. El tipo y variante son nuevos y muy originales, desde luego, pero la verdad es que el elemento nuevo añadido para caracterizar el tipo, el motivo independiente del animal muerto y cocido y comido que resucita, es muy bien conocido en la tradición de Oriente y Occidente. En algunas versiones españolas de Medio Pollo, Cuentos 253, 254, por ejemplo, Medio Pollo resucita después de muerto, cocido y comido, y en una versión, Cuentos 254, hasta después de digerido y echado fuera hecho excremento. Véase elementos F, G, G1 de Cuentos 253, 254, y Thompson E32, E168, E168.1. Tipo VI, con elementos C2 ó C3, D6, F-F1, G2-G3, I ó K1-K4.
En este tipo encontramos otra vez un muñeco de brea natural, un octópodo2 que ase con sus tentáculos al mono que le ataca progresivamente, o bien un cohombro de mar de cuerpo pegajoso al cual queda pegado el mono que le ataca progresivamente. En los demás elementos el tipo es muy semejante a nuestro Tipo IV de forma perfecta 1. Pertenecen a este tipo tres versiones de Indias Orientales: Bijdragen XLII, 372-373 (C2, D6, F, G3, I), 376-377 (C2, D6, F, G3, K1), XLIV, 112-113 (C3, D6, F1, G2, K4a). La mejor de las tres versiones es la segunda: Este era un mono que fue una vez a coger peces. Iba en una lancha de madera, y cuando ya llevaba la lancha llena de peces, se hundió, y el mono tuvo que salir del agua a nado y se subió a una roca para esperar hasta que bajara la marea. De repente, el mono se resbaló de la roca y cayó encima de un octópodo del tamaño de un coco. Le dio una patada y el octópodo le agarró el pie con sus tientos. —¡Suéltame —gritó el mono—, porque si no, te pego con el otro pie! Pero el octópodo no le soltó. Trató el mono de desasirse, pero fue imposible. Por un tiempo los dos animales estuvieron tirando uno del otro. Ya el octópodo arrastraba al mono hacia su cueva en una roca, cuando el mono cobró fuerzas y le dio otra patada con el otro pie, y este pie también quedó asido en los tientos del octópodo. —¡Suéltame, suéltame, porque si no, te muerdo! —gritó el mono—. Pero en vez de morderle, el mono le dio un puñetazo con la mano derecha, y el octópodo se la agarró con sus tientos. Ahora le quedaba solamente una mano para defenderse. Tiraban y tiraban uno de otro, pero el mono no podía desprenderse. Por fin, el mono le dio un puñetazo con la otra mano, y ésta también se la agarró el octópodo con sus tientos. Y cuando ya estaba bien cogido de manos y pies, el mono le dio una mordida al octópodo y quedó completamente cogido en sus tientos. Aun así, bien pegado al octópodo, el mono trató de desprenderse de él. Siguió luchando por un tiempo, pero al fin murió estrangulado y ahogado. Tipo VII, con elementos C4, D-D6, F, G-G4, J5 ó I ó K3a. Este extraordinario tipo con muñeco de brea natural, exclusivo de los indios de Norteamérica, lleva de animal cogido a un coyote arrogante que ataca, casi siempre de 2
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En el original «octópedo». N. de E.
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buenas a primeras, alguna que otra vez porque «oye palabras provocadoras», a un troncón de pino u otro árbol cubierto de trementina. En algunas versiones el troncón, Trementina o el Viejo Trementina, «habla» con el arrogante animal y le provoca al ataque. Todo este procedimiento recuerda, desde luego, detalles semejantes del diálogo dramático entre Buda y el ogro pegajoso de Jataka 55 de nuestro Tipo I. Y el coyote arrogante recuerda también al arrogante Buda que insiste en salir a encontrarse con el ogro, y al comerciante arrogante de nuestro Tipo IA. Pertenecen a este tipo doce versiones indias de Norteamérica: Dixon UC IX, 227-228 (C4, D, F, G2); GiffordBlock 301 (C4, D, F, G1, J5); JAFL XXIII, 34 (C4, D, F, G1, I1), XXVIII, 218 (C4, D6, F, G1, J5), XLV, 409-410 (C4, D6, G, J5), 410 (C4, D6, G, J5), 410-411 (C4, D6, G, J5), 411, 6 (C4, D6, G2, J5), 411, 7 (C4, D6, G2, J5); Sapir, Takelma (C4, D6, F, G1, K3a); Sapir, Yana 227-228 (C4, D, F, G2); UC PAAE XXVIII, 5, 56 (C4, D6, G, J5). Una de las mejores versiones es la de JAFL XXVIII, 218: Un día supo el coyote que Trementina, el Hombre Malo, vivía en cierto lugar. Salió a su encuentro y le dijo: —Yo te voy a dar una buena tunda. No me importa quién seas. Y Trementina le contestó: —Yo no tengo manos con que luchar. El coyote no dijo nada. Le dio un fuerte golpe con el puño y se le quedó pegada la mano. Entonces le dijo a Trementina: —Si te doy un puñetazo con la mano izquierda, te mato. —Anda, dámelo —le dijo Trementina—. Le dio el coyote un puñetazo con la mano izquierda, y se le quedó pegada también. —Ahora te voy a dar una patada —le dijo el coyote—. —Muy bien, dámela —contestó Trementina—. Y le dio el coyote la patada y se le quedó pegado el pie. —Ahora te voy a dar una patada con el pie izquierdo —dije el coyote—. Ahora sí que te voy a matar. Le dio otra patada y se le quedó pegado el pie izquierdo también. —Voy a darte ahora un fuerte colazo —dijo el coyote—. Y le dio el colazo y se le quedó pegada la cola. Dijo entonces el coyote que iba a matar a Trementina con la oreja. Y le dio un golpe con la oreja, pero la oreja también se le quedó pegada. Ya desesperado, el coyote le dio a Trementina una fuerte cabezada, y la cabeza también se le quedó pegada.
Poco después llegó la araña y halló al coyote bien pegado a Trementina. Quería despegar al coyote, pero no sabía cómo hacerlo; y le preguntó: —¿Qué hago para despegarte de Trementina? —Corta y raspa, pero no vayas a cortarme las manos. Y allí estuvo raspándole las manos y pies, hasta que por fin logró desprenderlo. Tipo VIIA, con elementos C4a, B11, D11, F1, G3, J5. Esta notable variante de nuestro Tipo VII queda establecida a base de una sola versión, una versión india de Nuevo Méjico recogida por mí en el pueblo de Paguate y publicada en JAFL XLIX, 85-86. Sigue un breve resumen: Un día el conejo y la zorra, que eran muy amigos, fueron al monte en busca de comida. Llegaron adonde se hallaba un piñón lleno de trementina, y el conejo empezó a recoger trementina. Le preguntó la zorra para qué la recogía y el conejo contestó: —Voy a hacerte unos guantes para que te diviertas. Empezó la zorra a reírse, y el conejo le dijo: —Ven acá, amiga zorra. Le cubrió bien las manos de trementina y le dijo: —Esos son los guantes. —¿Qué voy a hacer ahora? —preguntó la zorra—. El conejo entonces, sin contestar a la zorra, la llevó al piñón y le dijo: —Dale un golpe al piñón con la mano derecha. La zorra dio el golpe con todas sus fuerzas y se le quedó pegada la mano al piñón. Quiso despegarse, pero no pudo. —¿Qué voy a hacer ahora? —le preguntó al conejo—. El conejo empezó a reírse. Por fin le dijo a la zorra: —Dale un puñetazo con la otra mano. Obedeció la zorra y quedó pegada también de la otra mano. El conejo empezó de nuevo a reírse, pero la zorra estaba muy enojada. Otra vez quiso despegarse, pero no pudo. —Lo que debo hacer ahora —dijo el conejo— es ponerte guantes en las patas para que le des patadas al piñón y te despegues. Fue entonces y recogió más trementina y le cubrió con ella las patas a la zorra. —Ahora dale una patada le dijo a la zorra—. Le dio la zorra una patada al piñón con todas sus fuerzas, y se le quedó pegado el pie. —Ya se me pegó también el pie —dijo la zorra—. —Pues dale otra patada con el otro pie —le dijo el conejo—.
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Obedeció la zorra y se le quedó pegado el otro pie también. Se marchó de allí el conejo, dejando a la zorra bien pegada al piñón. Pero después le dio lástima por haberla abandonado, y volvió, acompañado de una rata amiga. —Yo sé cómo despegarla —dijo la rata—. Y fue y mascó manteca y se la untó a la zorra en las manos y en los pies. La trementina se aflojó y la zorra se despegó. En esta importante variante del Tipo VII, la zorra ataca al piñón con «guantes de trementina», las manos cubiertas de trementina primero, después los pies, por el conejo. El «muñeco de brea» es a la vez el piñón atacado y la zorra misma con manos y pies embreados. El desarrollo es enteramente nuevo y muy original, como en nuestro Tipo IVC. En la presencia de elemento F1, el ataque progresivo por consejo y mandato del conejo, nuestro tipo es muy semejante a nuestro Tipo II, el tipo lituano en el cual la bruja malhechora se pega al caballo embreado siguiendo los mandatos de los hermanos de la hermanita secuestrada. Todos estos detalles idénticos o semejantes, algunos ya mencionados antes, en versiones de tipos enteramente diferentes y de regiones separadas unas de otras por grandes distancias y por su desarrollo cultural, son testimonios elocuentes de la unidad primitiva y común origen de nuestro tema. Tipo VIII, con elementos A12, B12, D4 ó D13, G2 ó G5, I1a ó I6b ó J5. Pertenecen a este tipo cuatro versiones, tres indias del extremo norte-oeste de la América del Norte, y una asiática de Kamchatka, documentada a mediados del siglo XVIII. Versiones indias de Norteamérica: Anthropos XXX, 3-4, 556 (A12, B12, D4, G5, J5, variante); Boas, Indianische Sagen 44 (A12, B12, D4, F, G2, I, se escapa el visón cuando el leño podrido se despedaza); JAFL L, 126 (A12, B12, D4, variante, G5, I, el coyote se desprende de la «novia embreada», pero deja pegado al leño embreado gran parte de su pellejo). Versión de Kamchatka: Anthropos XXX, 3-4, 557 (A12, B12, D4, G5, J5, variante). Este tipo es uno de los más interesantes de todos por su sencillez, tal vez uno de los arquetipos primitivos de nuestro tema y ya olvidado en otras partes del mundo. Es también uno de los más importantes por su motivo fundamental, relacionado seguramente con el motivo doctrinal budista de nuestros tipos primitivos I, IA y de los Tipos IV, forma perfecta 1, y variante con elementos A10 y B12b, el último de éstos en la versión del Samyutta Nikaya del primer siglo
de la Era Cristiana, y Tipo IVD. El sencillo motivo de las versiones budistas documenta el siguiente consejo: Nuestros apetitos naturales tenemos que refrenarlos sabiamente, porque si al principio cedemos, podemos caer fácilmente en el pecado y después ya no es posible retroceder. Por otra parte, nuestro Tipo VIII es de grande importancia por encontrarlo en territorios fronterizos de dos continentes, cuya historia cultural primitiva no está muy bien conocida. ¿Ha pasado este tipo de Asia a América o de América a Asia? Mientras no conozcamos muchas otras versiones del tipo, el problema quedará sin resolver. Véase, sin embargo, Maenchen en Anthropos XXX, 3-4, 556-557. Las versiones de nuestro tipo desarrollan el tema de una manera muy sencilla, como ya hemos dicho: Para burlarse del coyote u otro animal compañero, los animales lo casan con una «novia» embreada o de trementina (o sencillamente lo acuestan con ella) o con un leño embreado o pegajoso. Al ir a «abrazarla», el animal se queda completamente pegado a «la novia» o al leño. En una de las versiones americanas, la de Boas, encontramos el episodio fundamental del juego de manos y pies, elemento G2; en las otras versiones solamente G5. Por fin le despegan sus compañeros, o se escapa el protagonista cuando el sol derrite la trementina o el leño podrido se despedaza. Como ejemplo de las versiones indias de Norteamérica daremos la de Boas, Indianische Sagen 44: El visón se acuesta a dormir con una «muchacha», un leño de pino podrido y resinoso. Cuando despierta otro día, descubre que su pecho está pegado a «ella». Cuando quiere despegarse no puede y se pone furioso. Le da un golpe con la mano y se le queda pegada. Le da otro golpe con la otra mano y ésta también se le queda pegada. Por fin, le da golpes con los pies y éstos también se le quedan pegados. Y, por último, le da un golpe con la cabeza, y la cabeza también se le queda pegada. Cuando sale el sol, se derrite la trementina del leño y el visón logra despegarse. La versión asiática de Kamchatka está muy estropeada y no contiene el fundamental episodio del juego de manos y pies, pero no hay la menor duda de que pertenece al mismo tipo: Ahora que cuando Kutka (en la breve versión que documenta Maenchen-Helfen no está mencionado el animal) se acostó, se durmió en los brazos de su amada (la novia de trementina, supongo; no está indicado). Y cuando despertó, estaba bien pegado a una masa de barro asqueroso, del cual no podía despegarse. Sus compañeros tuvieron que despegarle a la fuerza.
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El Dr. Maenchen-Helfen, Anthropos XXX, 557, cree que este tipo pudo venir de África a América y de América a Asia; pero no hay tal tipo en la tradición africana. Por ahora solamente conocemos las tres versiones citadas de los indios del extremo Norte-oeste de la América del Norte y la única versión estropeada de Kamchatka. Por otra parte, me parece poco atinada la relación que supone entre este tipo y el cuento asiático del Norte-este que doy en seguida: El cornejón, el gran tramposo, dejó caer su excremento sobre su mujer. La pobre mujer se derritió en el medio de una hedentina espantosa. Y menos probable aun me parece la supuesta relación de nuestro Tipo VIII con el cuento del ciervo duende de Indonesia. Pero, a pesar de que no se hayan encontrado en África versiones de este tipo, sabemos de seguro, como más adelante diremos, que algunas formas del tema fundamental pasaron de India a África y que de África fueron llevadas a América. Las versiones americanas, africanas, hispánicas o indias, son muchas veces versiones venidas de África, sin ser africanas en sus orígenes, pero sí han desarrollado variantes importantes, como el Tipo IV, forma 3, o variante con elemento B4. Nuestro Tipo VIII, por consiguiente, puede haber venido de India por camino de África en una forma muy semejante a la que hallarnos actualmente documentada, pero no tenemos hasta ahora pruebas definitivas. Nuestro tipo puede ser también, y esto me parece más probable, un desarrollo enteramente independiente de una forma general antigua, diferente de la del Tipo VIII, pero directamente relacionada con ella y con el tema fundamental de los tipos primitivos. ¿Qué motivos hay para suponer que la tradición indígena de América no haya desarrollado tipos independientes y especiales de los tipos y variantes de ellos traídos de India, Europa o África del tema fundamental? Nuestros Tipos V, VIIA y VIII parecen probar todo lo contrario. Tipo IX, con elementos A13, B13, D13, G4a ó G5. Este tipo, exclusivo de los indios del Norte-oeste de la América del Norte, y el Tipo X que sigue, son los que más se apartan de los tipos fundamentales y más bien conocidos. En nuestro Tipo IX el «muñeco de brea» es una ballena artificial construida por los pájaros y otros animales, generalmente del tronco de un árbol, y embreada para capturar a un pájaro malhechor que ha robado la hembra o el hijo de otro pájaro, o «gente». Llevan la ballena al mar, metidos en ella dos o tres de los animales. Tres o cuatro hijos del pájaro secuestrador y después también el pájaro (y su mujer) son cogidos en la ballena embreada. Todos mueren miserablemente. Los detalles del
ataque y prendimiento y muerte de los animales que atacan varían mucho. Generalmente se ahogan cuando después de pegarse a la ballena que tratan de levantar, la ballena «se hunde» con ellos repetidas veces, o cuando los animales que van dentro de la ballena les cortan las garras y mueren ahogados y de sus heridas. No tenernos el fundamental episodio del juego de manos y pies (alas y garras en este caso). Pertenecen a este tipo cinco versiones: Boas, Indianische Sagen 83-84 (A13, B13, D13, G4a, K5a), 104 (A13, B13, D13, G4a, K5), 211-212 (A13, B13, D13, G4a, K5), 214 (A13, B13, D13, G5, K5); Boas-Hunt 308-317 (A13, B13, D13, G5, K5). Aunque las versiones del tipo son todas muy semejantes, damos un breve resumen de la última: El pájaro carpintero llamó a todos sus súbditos y les anunció que iba a hacer la guerra contra el pájaro que había robado a su compañera, el Pájaro del Trueno. Buscaron los animales un cedro grueso, hicieron de él una «ballena», y la cubrieron de trementina. El visón y otros animales la llevaron entonces al mar y se metieron dentro. La marca se la llevó al lugar donde vivía el Pájaro del Trueno. Al ver la ballena le dijo éste a su hijo: —Cazador de Una Ballena, allí está tu pescado. Cazador de Una Ballena se puso su traje de Pájaro del Trueno y voló a coger la ballena con sus garras. Se le quedaron pegadas las alas a la trementina de la ballena, y entonces, el visón y su animal compañero le cortaron las garras. La ballena entonces se hundió y Cazador de Una Ballena ya no pudo respirar y murió. Viendo esto, el Pájaro del Trueno llamó a su segundo hijo y le dijo: —Cazador de Dos Ballenas, ve a socorrer a tu hermano. Un grande salmón se lo ha llevado al fondo del mar. Cazador de Dos Ballenas se puso su traje de Pájaro del Trueno y voló a la ballena, que ya había subido. Atacó a la ballena y quedó cogido de las alas también. Los que iban dentro le cortaron las garras, y la ballena se hundió otra vez. Cazador de Dos Ballenas murió también herido y ahogado. Igual suerte sufren Cazador de Tres Ballenas y Cazador de Cuatro Ballenas. Por fin, el Pájaro del Trueno y su mujer vuelan los dos hacia la ballena, que ha subido otra vez. Agarran la ballena, cada uno por una punta, y la levantan del agua. Las alas se les pegan a la ballena y la dejan caer. Los animales que van dentro les cortan las garras. Mueren también de sus heridas y ahogados cuando la ballena se hunde en el mar.
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Tipo X y último de nuestra clasificación, con elementos A10, B6, D8, F2, G6a, I8. Este extraordinario tipo, exclusivo de Rusia, carece también del importante y fundamental episodio del juego de manos y pies, pero podía tenerlo, y como nuestro Tipo IX lleva tantos elementos del tema fundamental o variantes de ellos, que estamos obligados a clasificarlo definitivamente como perteneciente a nuestro tema, aunque en 1930 éramos de otra opinión. Se parece este tipo al Tipo IX en el hecho de que el ataque y prendimiento se repite varias veces por animales diferentes, pero es un tipo enteramente distinto. El «muñeco de brea» es artificial, un buey de paja embreado, pero una vez llevado al campo por la mujer, el buey «cobra vida, come hierba, habla y pronuncia» los mandatos de F2. Pertenecen a este extraordinario tipo ruso tres versiones de nuestra bibliografía: Hnatyuk en Révue Ucraniènne XXXVII-XXXVIII, nº 214 (A10, B6, D8, F2, versión, G6a, I8); Nisbet-Bain 134-140 (A10, B6, D8, F2, G6a, I8); Rudchenko II, 7 (A10, B6, D8, F2, G6a, I8). Tengo noticias bibliográficas de tres versiones adicionales, que desafortunadamente no he podido examinar. La primera de nuestras versiones arriba citadas es la siguiente: Vivían una vez en un pueblo un viejo y una vieja. El hombre era tabernero y la mujer hilaba. Eran muy pobres. Un día la mujer le dijo a su marido: —Marido mío, hazme un buey de paja y cúbrelo bien de brea. —¿ Para qué lo quieres? —le preguntó el marido—. Y la mujer le respondió: —Házmelo y no preguntes para qué. Yo lo sé. No tuvo más remedio el marido que hacer el buey de paja, y lo cubrió de brea. Otro día se marchó la mujer al campo con su buey de paja, y llevó su lana para hilar. Cuando llegó cerca de una tumba, se sentó y le dijo al buey: —Come hierba, buey mío, mientras que yo hilo. Mientras la vieja hilaba, se durmió, y llegó entonces un oso y le dijo al buey: —¿ Quién eres tú ? —Soy un buey de paja embreado —contestó el buey—. —Pues entonces dame un poco de brea para remendarme —le dijo el oso—. El buey no dijo nada, y entonces el oso empezó a coger brea con los dientes, y quedó pegado al buey de la boca. No pudo despegarse y empezó a arrastrar al buey hacia el bosque. Cuando la mujer despertó y se dio cuenta de que su buey había desaparecido, salió en su busca y vio que el oso
lo llevaba a rastra hacia el bosque. Corrió a su casa y avisó a su marido, y éste salió y alcanzó al oso, lo cogió y se lo llevó a casa y lo metió en la bodega. Otro día se marchó la mujer otra vez al campo con su buey y al llegar a la tumba se sentó a hilar y le dijo a su buey: —Come hierba, buey mío, mientras que yo hilo. Otra vez la vieja se durmió, y llegó entonces un lobo y le dijo al buey: —¿Quién eres tú ? —Soy un buey de paja embreado —contestó el buey—. —Pues entonces dame un poco de brea para remendarme —le dijo el lobo—. Me, tengo que remendar la espalda porque me la han destrozado los perros. —Tómala tú mismo —le dijo es buey—. Al momento el lobo le clavó los dientes y quedó bien pegado al buey de paja. El lobo también se llevó al buey a rastra hacia el bosque. Cuando la vieja despertó y se dio cuenta de lo que había ocurrido, corrió a su casa y le avisó a su marido. Salió éste y cogió al lobo y se lo llevó también a su casa y lo metió en su bodega. Igual suerte sufrieron los días tercero y cuarto una zorra y una liebre, cayendo las dos en manos del viejo y parando en su bodega. Entonces bajó el viejo a la bodega y empezó a afilar su cuchillo. —¿Para qué afilas el cuchillo? —le preguntó el oso—. —Para desollarte y hacer de tu piel ricos gabanes para mi mujer y para mí —contestó el viejo—. —Pues mira, no me mates —le dijo entonces el oso—. Si me das libre, prometo traerte mucha miel. —Muy bien —respondió el viejo, y le dejó irse—. Siguió el viejo afilando su cuchillo. —¿Para qué afilas el cuchillo? —le preguntó el lobo—. —Para desollarte y hacer de tu piel ricas pieles y una gorra para mi mujer y para mí —contestó el viejo—. —Pues mira, no me mates —le dijo el lobo—. Dame libre y prometo traerte muchas ovejas. —Muy bien —respondió el viejo, y le dejó marcharse—. Siguió el viejo afilando su cuchillo, con diálogos semejantes con la zorra y la liebre, y a la zorra y a la liebre, les dio libres también, cuando le prometieron traerle gansos y gallinas y cintas, pendientes y collares. Cumplieron los animales sus promesas. Y entonces el viejo y la vieja sacaron al buey de paja embreado al sol y se derritió y se deshizo. Este tipo parece de desarrollo relativamente moderno. La codicia está tolerada y hasta premiada, tanto la de los
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animales como la de los que preparan el «muñeco de brea». El muñeco de brea que «cobra vida, habla y da mandatos» lo encontrarnos también en otros tipos, en nuestros Tipos VI y VII, por ejemplo, y está relacionado con el muñeco de brea personal de nuestros Tipos I y IA. Estos tipos son los tipos importantes y fundamentales de nuestro cuento: diez tipos capitales, once variantes notables y numerosas variantes menores. En vista de que una sola versión recogida de la tradición oral de España hace apenas dos años nos ofrece un tipo enteramente nuevo, Tipo IVC, no debemos creer que la tradición está agotada. Sin embargo, de las trescientas dieciocho versiones estudiadas tenemos derecho a establecer los tipos fundamentales siquiera de una manera provisional. Cuando algunos folkloristas creían que nuestro cuento era de origen africano, no se conocían versiones de Europa, y por eso el insigne folklorista inglés Joseph Jacobs llegó a creer que nunca se encontrarían versiones europeas (año 1910, antes citado), pero mucho antes se habían publicado ya tres versiones de las regiones más apartadas de Europa, la lituana de Schleicher en 1857, la rusa de Rudchenko en 1870 y la portuguesa de Vasconcellos en 1882. Ahora conocemos veinticuatro versiones de Europa, el 7,5% de todas: doce españolas peninsulares, dos portuguesas, seis lituanas y cuatro rusas. Examinemos ahora los tipos establecidos, según su distribución geográfica: I. India y China. De India son desde luego la versión que consideramos muy cercana a uno de los arquetipos primitivos, la de Jataka 55, la versión que establece nuestro Tipo I y las dos versiones chinas del Tipo IA de él derivadas. En este tipo primitivo y variante tenemos un «muñeco de brea» natural, un ogro o demonio «embreado» y un hombre ignorante de la vida, pero arrogante y valiente cogido en las redes de su ignorancia, arrogancia y valentía, después del ataque y prendimiento múltiples. Como ya queda dicho, el tema está desarrollado con tendencia moralista; es un cuento de filosofía y moral budistas. En el Tipo IA el desarrollo es idéntico al del Tipo I, pero el hombre que ataca no es ya el Buda mismo, sino un mercader ignorante y arrogante. Para el simbolismo de las cinco armas de Buda en el Tipo I y su relación con los orígenes problemáticos del desarrollo del tema en los mitos que algunos consideran como prototipos de algunos de los motivos fundamentales de nuestro cuento, véanse en particular Maenchen-Helfen en Anthropos XXX, 3-5, 355-357, y Coomaraswamy en JAFL LVII, 128-131.
Pero la verdad es que nuestro Tipo I puede ser un desarrollo budista de un arquetipo anterior que no llevaba necesariamente el motivo que después se convirtió en simbolismo budista. Tanto el Tipo I como el Tipo IA de él desarrollado pueden ser versiones budistas desarrolladas de un arquetipo antebudista. De India tenemos también versiones del Tipo IV, forma perfecta 1, y variantes con elementos A8, A9 y B10, respectivamente, y además la famosa versión del Samyutta Nikaya V, 3, 7, con elementos A10, B12b, D9, F, variante, G2, K, del primer siglo de la Era Cristiana, la versión más antigua que conocernos de todas las versiones conocidas, y la versión del siglo XII de Hemachandra, del Tipo IVD. Las dos últimas versiones son, como las de los Tipos I y IA, de carácter definitivamente budista. II. Lituania. Las versiones lituanas son seis y todas del Tipo II, todas muy semejantes entre sí, pero con notables diferencias en el principio del cuento, la parte del cuento que no lleva los elementos fundamentales del tema del «muñeco de brea». Es un tipo enteramente nuevo, pero en mi opinión, derivado directamente del Tipo I. El «muñeco de brea» es un caballo embreado, el eslabón entre el «muñeco de brea» personal, el ogro pegajoso del Tipo I y el «muñeco de brea» artificial de los Tipos III y siguientes. El desarrollo es el siguiente: «muñeco de brea» natural y personal, «muñeco de brea» natural y artificial, «muñeco de brea» enteramente artificial, el último una figura humana embreada. No es absolutamente seguro, sin embargo, que el Tipo II haya sido anterior al Tipo III. Los dos tipos se han desarrollado tal vez directa e independientemente del Tipo I. Lo extraño es que ni el Tipo II ni el Tipo III se hallen en India o en otra parte del mundo, sino en Lituania y España, respectivamente. En España, sin embargo, encontramos una variante imperfecta del Tipo II, antes citada. La tortuga embreada en vez del caballo embreado la encontramos, sin embargo, en versiones africanas, como más adelante decimos. III. España y Portugal. De la Península Ibérica o Hispania tenemos, desde luego, el Tipo III, exclusivo de Hispania. El tipo es de importancia capital en el desarrollo de nuestro tema por llevar de protagonista a un malhechor arrogante, como en el Tipo II, desarrollo directo y natural del protagonista arrogante, pero ignorante de la vida de nuestros Tipos I y IA, y por la verdadera novedad de llevar ya el perfecto «muñeco de brea» artificial de los Tipos IV y siguientes.
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II. CUENTOS HUMANOS VARIOS
El protagonista cogido con el muñeco de brea artificial es, desde luego, un ser humano, como en los Tipos I, IA y II. Nuestro Tipo III, hispánico exclusivo y por excelencia, queda establecido a base de nueve versiones, siete españolas peninsulares y dos portuguesas de Portugal. El protagonista cogido con un muñeco de brea es, como ya queda dicho, un ser humano, un malhechor arrogante, pero todavía no se ha desarrollado en el ladrón de los tipos que siguen. Las nueve versiones de nuestro Tipo III de Hispania, las seis del Tipo II de Lituania y las tres de los Tipos I y IA de India y de China, dieciocho versiones perfectas de tres tipos extraordinarios y directamente relacionados, bastan para abandonar definitivamente la absurda teoría del origen africano de nuestro tema. De la Península Ibérica tenemos solamente cinco versiones más, todas españolas peninsulares, pero pertenecen a cuatro tipos notables, uno de ellos único y extraordinario: Una versión imperfecta y muy fragmentaria del Tipo II, la versión asturiana documentada por Menéndez Pidal, con elementos A7b, B7b, E7b, G5, antes citada. Dos versiones notables del Tipo IIIA, el primer tipo con ladrón capturado, ya desarrollado en España, Espinosa, Castilla 133, con elementos A, B, E1, G5, K, y la segunda parte del mismo cuento, que contiene otra versión de nuestro cuento, con elementos A, B10, E12, G5, K. Una variante del Tipo IV, Sánchez Rodrigo 2, con elementos A8, B12a, D12, G5, K, ya con un animal dañino capturado. La extraordinaria cuanto originalísima versión que establece nuestro Tipo IVG, hispánico y único, González Palencia 1, con elementos A4a, B14, D5, G3a, K2, versión ya citada. Véase también JAFL LVI, 36-37, LVII, 130. Faltan todavía de la Península Ibérica versiones del popularísimo Tipo IV, forma perfecta 1. No tengo la menor duda de que se encontrarán. Las encontramos en la América española, donde no encontramos las formas de este tipo definitivamente africanas, formas 2 y 3, como más adelante decimos. IV. La América española. Las versiones españolas de América son muy numerosas, cuarenta y cuatro versiones, el 64,7% de nuestras versiones hispánicas y el 13,8% de todas nuestras trescientas dieciocho versiones. Las encontramos por todas partes, en regiones muy apartadas unas de otras, pero todas unidas por la tradición y por la lengua. No encontramos motivos para clasificarlas según las regiones geográficas porque cuarenta
de las cuarenta y cuatro versiones pertenecen a un solo tipo capital, el Tipo IV, forma 1. No encontramos en ninguna región de la América española las formas africanas de este tipo, formas 2 y 3, como ya queda dicho. Nuestro Tipo IV, particularmente en su forma perfecta 1 y ligeras variantes, es el más popular de todos, como ya queda dicho. Las versiones son de Nuevo Méjico, de Méjico, de Cuba, de Santo Domingo, de Puerto Rico, de la América Central, de Venezuela, de Colombia, de Chile y de Argentina. En vista de que las versiones de nuestro tema de la América española son por la mayor parte del Tipo IV, forma perfecta 1, cuarenta de las cuarenta y cuatro, casi el 91%, podrían algunos creer que estas versiones no son de origen español peninsular, sino africano, pero con igual razón se podría decir que son de origen índico o filipino, porque las versiones de este tipo y en estas formas se hallan también en India y en Filipinas, y en muchas otras partes del mundo. Lo probable es que el Tipo IV, forma 1, fue bien conocido en España y después olvidado, pero hay también la posibilidad de encontrarlo porque la tradición española peninsular está todavía muy lejos de ser agotada. Creo, en fin, que la mayor parte de las versiones españolas de América, forma perfecta 1, son de origen hispánico peninsular, si bien hay que admitir que algunas han sufrido influencia africana, pues todo el mundo sabe que en algunas partes de la América española la tradición africana ha penetrado hondamente en la vida de los pueblos, particularmente en las Antillas y regiones vecinas del Continente. Las versiones españolas de América del Tipo IV, forma 1, por consiguiente, son de origen hispánico peninsular, de orígenes hispánicos y africanos, y en algunos casos de origen africano directo. Las versiones hispánicas han podido pasar a África, pero dudo que las versiones africanas hayan pasado a España. Las cuatro versiones españolas de América que no pertenecen al Tipo IV, las únicas, pertenecen al Tipo IIIA, el tipo con un ser humano de protagonista cogido con un muñeco de brea ya completamente artificial, un tipo desarrollado del Tipo III hispánico, como ya queda dicho. Aquí encontramos una relación directa entre las versiones hispánicas peninsulares y las españolas de América. Estas cuatro versiones son dos de Santo Domingo, una de Puerto Rico y una de Chile: Andrade 156, 157; Mason-Espinosa PRF I, 2; y RCHG LXII, 209-212. En una de estas versiones, sin embargo, Andrade 157, encontramos ya definitivamente influencia africana. La versión es fragmentaria, pero muy semejante a la versión africana de Barker-Sinclar 69-72, y a la norteamericana africana de Jamaica de Beckwith 21c.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Hay la posibilidad de que nuestra versión haya venido directamente de África, traída a América por esclavos africanos. En las tres versiones el ladrón y pícaro roba provisiones de su propia despensa o huerta; lo cogen con un muñeco de brea los miembros de su misma familia, y de vergüenza se convierte en araña, o bien sufre una fuerte paliza (versión dominicana). Las versiones de los tipos primitivos, Tipos I-III y variantes, las que llevan un ser humano de protagonista capturado, son cuarenta y siete, o sea el 14,7% de todas nuestras trescientas dieciocho versiones, y de estas cuarenta y siete, dieciocho, o sea el 38% de ellas, son hispánicas, prueba muy elocuente de la relación directa entre nuestras versiones hispánicas peninsulares de los Tipos III y IIIA y las del índico primitivo y el chino de él derivado, Tipos I y IA, por una parte, y entre nuestro Tipo III y el Tipo II, el tipo lituano exclusivo y el que por primera vez lleva protagonista malhechor capturado, por otra parte. Es muy notable que las versiones del Tipo IV que son definitivamente africanas y africanas de Norteamérica, exclusivas de África, de los negros de Norteamérica, de las Antillas no hispánicas, formas perfectas 2 y 3, no se han encontrado ni en España ni en la América española. Algunas versiones de estos tipos se han encontrado también entre los indios de Norteamérica, indudablemente de origen africano. V. Islas de Cabo Verde y Brasil. Las versiones de lengua portuguesa son doce. Las únicas europeas son las dos versiones de Portugal de nuestro Tipo III, tipo hispánico peninsular exclusivo, establecido a base de estas dos versiones portuguesas y las siete españolas peninsulares antes citadas. Todas estas versiones son fundamentalmente idénticas. Ya se ha hablado de la capital importancia de este tipo, antes desconocido, para la historia del desarrollo de nuestro tema. Hay dos versiones más de los tipos primitivos con protagonista humano capturado, una del Tipo IIIA, tipo que encontramos también en la América española, en África y en versiones africanas de Norteamérica, y otra versión del mismo tipo, con variante B10. Las dos versiones son de las islas de Cabo Verde, Parsons, Cape Verde I, 30 y 31, respectivamente. Las dos versiones se hallan mezcladas de una manera extraordinaria con el cuento del maestro ladrón y son definitivamente de origen portugués europeo. Cinco versiones portuguesas pertenecen al Tipo IV, forma perfecta 1, una de las islas de Cabo Verde, Parsons, Cape Verde I, 32, y cuatro de Brasil, Eells 123-131, Pimentel 217-220, Romero 317-318 y Santa-Anna Nery 213.
En la última versión tenemos un detalle extraordinario al principio del cuento. El muñeco de brea está colocado encima de un naranjo. El mono que va a robar naranjas le tira primero una piedra, y ésta se le queda pegada. Cae una naranja y el mono se la come. Tira otra piedra y ésta también se queda pegada en el muñeco de brea, pero no cae otra naranja. Se enoja entonces el mono y se sube al naranjo para atacar al muñeco y quedarse pegado a él de la manera usual. Ahora bien, estas piedras que el mono le tira al muñeco de brea antes del ataque y prendimiento múltiples, ¿no serán los últimos vestigios de las armas que Buda le tira al ogro pegajoso de nuestro Tipo I, Jataka 55, y que se le quedan pegadas al cuerpo antes del ataque y prendimiento múltiples? La relación parece segura. Hay además una versión brasileña incompleta y muy estropeada del Tipo IV, variante, con elementos A1, B12a, D5, G5, I, Santa-Anna Nery 208. Las dos versiones portuguesas restantes son del extraordinario Tipo VA, variante notable del Tipo V de los indios de los pueblos de Nuevo Méjico: Gomes I, 82-83, y Magalhães 185-187, versiones en las cuales, como en las del Tipo V, el animal muerto, cocido y comido, revive y se escapa. En nuestras dos versiones brasileñas el mono sale del vientre de la apresadora que se lo ha comido después de dar un fuerte estornudo y romperle la panza (en la versión de Magalhães), y la mona sale del vientre del apresador que se la ha comido acompañada de los monitos que acaban de nacer, y todos tocando la viola (en la versión de Gomes), como ya queda dicho antes. Estas dos versiones son de origen portugués, pero el extraordinario desarrollo en la última parte del cuento puede ser un motivo de la tradición indígena americana, la misma que dio origen a semejante desarrollo en nuestro Tipo V, exclusivo de los indios de Nuevo Méjico. Ya se ha dicho antes que el episodio del animal muerto que resucita, aun después de cocido y comido, se encuentra en cuentos occidentales, pero nunca en versiones de nuestro cuento. VI. África. Las versiones africanas o de origen africano seguro son ciento cuarenta y una, o sea el 44,3% de todas nuestras trescientas dieciocho versiones. Las de África, Madagascar y Mauricio, que llamaremos africanas, son sesenta y dos. Ocho de ellas pertenecen a los tipos primitivos con protagonista humano capturado, tres del Tipo IIIA, una del Tipo IIIA, variante con elemento B4, una del Tipo IIIB, dos del Tipo IIIC y una del Tipo IIID, a cuyo tipo pertenece también una versión muy semejante de los indios
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II. CUENTOS HUMANOS VARIOS
de la América del Sur. Las tres versiones de los Tipos IIIC y IIID son extraordinarias por empezar con elementos A11 y B1, ó A9 y B9, respectivamente. Las versiones africanas de los tipos primitivos con protagonista humano capturado son solamente ocho, o sea el 13% de las versiones. En las versiones hispánicas de España y América encontramos dieciocho de cuarenta y cuatro, o sea el 40,9% de las versiones. Al Tipo IV en sus formas perfectas y variantes menores pertenecen treinta y nueve versiones: • Tipo IV, forma perfecta 1, quince versiones. • Tipo IV, forma perfecta 1, pero con G5, una versión. • Tipo IV, forma perfecta 2, cinco versiones. • Tipo 1V, forma perfecta 3, seis versiones. • Tipo IV, forma perfecta 3, pero con G5, una versión. • Tipo IV, variante con elemento A9, una versión. • Tipo IV, variante con B8 ó B9, tres versiones. • Tipo IV, variante con elemento B10, dos versiones. • Tipo IV, variante con elementos A5a, B12c, D12, G1 K1, una versión. • Tipo IV, variante con elementos A1-A5, B12a-c, D5-D7 y G5, cuatro versiones. Todas estas treinta y nueve versiones del Tipo IV en sus versiones perfectas y variantes menores, las más numerosas de África, pertenecen a tipos populares de todas partes del mundo donde el tema se ha encontrado, con dos excepciones notables: la forma perfecta 2, con animales compañeros, variante muy insignificante, y la forma perfecta 3, con elemento B4, las dos formas exclusivas de África y de las versiones africanas de América. Algunas versiones del Tipo IV, forma 3, se han encontrado entre los indios de Norteamérica, debido a influencia africana de América. Las restantes versiones africanas son quince. Diez de ellas pertenecen al extraordinario Tipo IVA, siete de ellas completas y perfectas con el fundamental episodio de manos y pies, y tres con elemento G5. Es el tipo de la tortuga embreada que hace el papel del muñeco de brea para coger a la liebre que ha bebido del agua de los animales compañeros y después la ensucia. El tipo es, desde luego, muy original y nuevo, pero está sin duda relacionado con el caballo embreado de nuestro soberbio tipo lituano primitivo, Tipo II. Por esta razón dudamos de la originalidad absoluta de este tipo africano. Ambos tipos, el lituano primitivo y el africano de desarrollo tardío, pueden ser desarrollos algo diferentes de un tipo primitivo índico que ya llevaba un muñeco de brea natural-artificial, un animal embreado. El
caballo embreado lo encontramos también en España en una tradición indirectamente relacionada con nuestro tema, la tradición de la xana, antes mencionada. Cinco versiones pertenecen a otro tipo extraordinario, pero estropeado y algo confuso, Tipo IVB, en el cual la tortuga se pone en acecho y coge a la liebre malhechora con la boca. En las numerosas versiones africanas, por consiguiente, no encontramos grandes novedades. La mayor parte de las versiones pertenecen a los tipos ordinarios de otras partes del mundo. Las únicas versiones exclusivamente africanas son las del Tipo IV, formas perfectas 2 y 3, que después de todo son muy semejantes a las de forma perfecta 1, la forma casi universal del Tipo IV, y las de los Tipos IVA, el tipo de la tortuga embreada, verdaderamente extraordinario y original, y IVB, tipo extraordinario también, pero poco original, y que se aparta ya bastante del tema fundamental por carecer de algunos de sus importantes elementos. En este tipo ya no hay en realidad ni «muñeco de brea» ni juego de manos y pies. En general y en comparación con los tipos de otros países del mundo, la tradición africana es muy rica en el número de las versiones documentadas, pero muy pobre en la originalidad de sus tipos característicos. La tradición de India, de España y de Lituania es mucho más original y ha desarrollado algunos de los tipos más importantes y originales para la historia de nuestro tema, y la tradición de los indios de Norteamérica es más rica aun en el número de tipos importantes. VII. La tradición africana en América. Las versiones africanas de América son setenta y nueve, casi una cuarta parte de todas nuestras versiones: Norteamérica e islas vecinas, 49 versiones; Antillas Menores, 26 versiones; Guayana holandesa, 4 versiones. A los tipos primitivos, con un ser humano capturado, pertenecen once versiones: • Tipo IIIA, ocho versiones. • Tipo IIIA, pero con elemento A5 en vez de A, una versión. • Tipo IIIA, variante con B4, dos versiones. Al Tipo IIIA y variantes pertenecen solamente veintitrés de todas nuestras versiones. Casi la mitad de ellas, por consiguiente, son africanas de América, pero dos de ellas ya llevan el motivo característico africano B4, exclusivo de África y de las versiones africanas de América, motivo que ocurre con más frecuencia en las versiones del Tipo IV.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Todas las demás versiones africanas de América, sesenta y ocho versiones, pertenecen al Tipo IV y numerosas variantes menores: • Tipo IV, forma perfecta 1, veintinueve versiones. • Tipo IV, forma perfecta 2, diecisiete versiones. • Tipo IV, forma perfecta 2, pero con elemento G5, cuatro versiones. • Tipo IV, forma perfecta 3, nueve versiones. • Tipo IV, forma perfecta 3, pero con elemento G5, dos versiones. • Tipo IV, variante con elemento A9, cuatro versiones. • Tipo IV, variante con elemento B10, tres versiones. La mayor parte de los tipos africanos se encuentran también en la tradición africana de América, y notablemente dos tipos característicos de África y África en América, Tipo IV, forma perfecta 2, y Tipo IV; forma perfecta 3, que en realidad son formas diferentes del mismo tipo fundamental. Las otras formas o variantes del Tipo IV, como también las versiones de los tipos primitivos y variantes que encontramos en la tradición africana de América, son tipos y variantes que encontramos por todas partes del mundo. Lo extraño es no encontrar en la tradición africana de América ni rastros del soberbio y original tipo africano exclusivo de la tortuga embreada, nuestro Tipo IVA, ni del igualmente exclusivo tipo africano en el cual la tortuga coge a la liebre ladrona y malhechora con la boca, tipo incompleto y disparatado en su relación con los tipos fundamentales. Muy importante es el problema de la influencia africana y africana americana en la tradición española de América y en la india de América. Sería absurdo negarla por completo en vista de que sabernos de seguro que algunas versiones de África han sido transmitidas directamente a América, como las versiones de Andrade de Santo Domingo y la inglesa africana de Beckwith en su relación con la africana de BarkerSinclair, todas antes mencionadas. Las variantes notables del Tipo IV, forma perfecta 2 y forma perfecta 3, las dos se hallan en África y en África en América, pero ninguna ha pasado a la tradición española de América. Esto aboga por un desarrollo bastante independiente en la historia de nuestro tema dentro de la tradición hispana de América, y no hay que buscar orígenes africanos en las versiones del Tipo IV que se hallan en África, en la tradición africana de América, en la América española, entre los indios de Norteamérica, en Filipinas, en India y en otras partes del mundo. La influencia africana en las versiones de la tradición india de América la encontramos solamente en algunas versiones
del Tipo IV, forma perfecta, diez versiones de los indios de Norteamérica, cinco de ellas incompletas, con elemento G5, pero todas del tipo de los animales compañeros, y en una sola versión del Tipo IV, forma perfecta 3, Dorsay, Osage, 24-25. La tradición africana de América, por consiguiente, ha continuado algunos tipos africanos y otros de la tradición general de India, Europa y África, pero no ha desarrollado ningún tipo nuevo. VIII. Versiones indias de Norteamérica. Las versiones indias de toda América son sesenta y nueve. Sesenta y ocho de éstas son de la América del Norte. Cuarenta versiones pertenecen al Tipo IV y variantes menores: • Tipo IV, forma perfecta 1, veinticuatro versiones. • Tipo IV, forma perfecta 1, pero con elemento G5, dos versiones. • Tipo IV, forma perfecta 2, cinco versiones. • Tipo IV, forma perfecta 2, pero con elemento G5, cinco versiones. • Tipo IV, forma perfecta 3, una versión. • Tipo IV, variante con elementos A9 y G5, dos versiones. • Tipo IV, variante con elementos A2, B12a, D12, F, G4, I1, una versión. Además de las cuarenta versiones del Tipo IV en sus tres formas perfectas y variantes menores, encontramos en la tradición india de Norteamérica cuatro soberbios tipos de desarrollo muy original y nuevo, si bien todos directamente relacionados con los tipos de India y de Europa, en veintiocho versiones. Tipo V, semejante al Tipo IV, forma perfecta 1, pero enteramente diferente al final, el tipo del animal muerto, cocido y comido que revive y se escapa cuando dejan caer en el suelo un pedazo del cocido o un poco de sopa del cocido que los contiene. Pertenecen a este tipo siete versiones de los indios de los pueblos de Nuevo Méjico, seis completas y perfectas y una con elemento B10 en vez de B. Ya queda mencionado el Tipo VA de Brasil, relacionado con nuestro tipo. Los dos parecen de origen indígena americano, si bien el Tipo VA lo hemos clasificado como portugués de Brasil por estar documentado en lengua portuguesa y no estar absolutamente seguros de su inmediata procedencia. Tipo VII, un tipo extraordinario con muñeco de brea natural, un pino o troncón de pino, que a veces «habla» como el verdadero «muñeco de brea» personal de nuestro
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II. CUENTOS HUMANOS VARIOS
Tipo I y el buey de paja que cobra vida y «habla y da órdenes» en nuestro Tipo X de Rusia. Pertenecen a este tipo doce versiones indias americanas, todas de la región central y Oeste de Norteamérica. Es de notar que no encontramos versiones de este tipo entre los indios de los pueblos de Nuevo Méjico, donde encontramos el Tipo V y donde se hallan más huellas seguras de la influencia española. Sin embargo, precisamente de un pueblo indio de Nuevo Méjico, del pueblo de Paguate, tenemos una extraordinaria variante del tipo, Tipo VIIA, con elementos C4a, B11, D11, F1, G3, J5, documentado en JAFL XLIX, 85-86. En esta extraordinaria variante el «muñeco de brea» es el pino del Tipo VII, pero sin trementina, más la zorra misma, a la cual el conejo le pone «guantes embreados « (le cubre manos y pies con trementina). Tipo VIII. Este extraordinario cuanto sencillísimo tipo es de capital importancia por varios motivos, ya antes discutidos, particularmente por encontrarlo, no solamente entre los indios del extremo Norte-oeste de la América del Norte, sino por hallarlo también en una versión de Kamchatka, en Asia. Ya hemos dicho que no es fácil resolver el problema de su procedencia. Puede ser indígena americano o asiático. Pudo venir de África a América, de India a la Asia del extremo Norte-oeste, o bien puede ser un tipo de origen indígena americano de remotas fuentes asiáticas procedentes de India, que es lo que a mí me parece más probable. Las versiones indias americanas que pertenecen a este tipo son tres, todas ya mencionadas. Tipo IX. En la tradición indígena de Norteamérica encontramos todavía otro tipo extraordinario, si bien se aparta ya mucho de los tipos fundamentales, el Tipo IX, antes mencionado, o el del pájaro malhechor y sus hijos, cogidos todos con una ballena embreada, uno después de otro, y ahogados después que les cortan las garras. Pertenecen a este tipo cinco versiones indígenas americanas, todas de la región Norte-oeste de la América del Norte. Apenas asoma en estas versiones el fundamental episodio del juego de manos y pies. Se halla solamente en una versión, si bien de una manera muy imperfecta, mientras que en las cuatro versiones restantes, el pájaro queda cada vez cogido de una vez de las alas o garras, al querer levantar la ballena embreada. El tipo es muy original. Tiene la forma general de nuestro tema y lleva algunos de sus elementos fundamentales, como ya queda dicho, pero otros están muy estropeados, y falta el fundamental episodio del juego de manos y pies, excepto en una versión.
IX. Versiones indias de la América del Sur. La única versión indígena suramericana segura de nuestra bibliografía es la de la región del Río Orinoco de Koch-Grünberg 47-48, versión del Tipo IIID, con un ser humano capturado, la única indígena de toda América con un ser humano capturado, con elementos A9, B9, E6, G3, J7, y muy semejante a la africana incompleta del mismo tipo, la de Cardinall 233-234, con elementos A9, B9, E6, G5, I1, variante, las dos antes discutidas. La versión americana puede ser de origen índico-africano transmitida a América por caminos antillanos o hispánicos no africanos. Ya queda indicada la posibilidad de la influencia indígena americana en las versiones brasileñas del Tipo VA. X. Indias Orientales. Las versiones de las Indias Orientales son siete. Cuatro de ellas pertenecen al Tipo IV, forma perfecta 1, pero dos están incompletas con elemento G5. Las tres restantes son de un tipo especias y muy original, exclusivo de las Indias Orientales, el Tipo VI, con «muñeco de brea «natural, el cohombro de mar de cuerpo pegajoso al cual se queda pegado el mono que le ataca, o el pólipo que coge con sus tentáculos al mono que le ataca, progresivamente en ambos casos. El «muñeco de brea» de este tipo tiene, desde luego, afinidad con los «muñecos de brea» de los Tipos I, IA, VII y VIIA, pero no es absolutamente seguro que se trate de una relación genesíaca. Creemos, sin embargo, que todas las versiones de las Indias Orientales son de origen índico. XI. Islas Filipinas. Las versiones de las Islas Filipinas son nueve, y todas pertenecen al Tipo IV, forma perfecta 1, si bien una de ellas está incompleta y lleva elemento G5. Siendo todas las versiones filipinas de este tipo casi universal, hay que suponer que todas son de origen índico directo, pero hay la posibilidad de que sean de origen español. La mayor parte de las versiones se hallan mezcladas con episodios de cuentos de otros tipos, como las españolas peninsulares del Tipo III, las lituanas del Tipo II y otras versiones de nuestro tema. XII. Rusia. No parece que nuestro tema sea muy popular en las numerosas y diversas regiones de Rusia. Hasta ahora no se han encontrado versiones de los tipos populares de las otras regiones del mundo. No es seguro, sin embargo, que no existan, porque tampoco en España se conocían hasta los últimos veinticinco años.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
I
L M
C N
K
D
O P
A
J
H
E
Q
B
R
G E U
F
S T
Mapa que indica la distribución geográfica del cuento el muñeco de brea. Las flechas señalan la historia probable de su transmisión.
A. India: Tipo I, IV y variantes, IVD. B. China: Tipo IA. C. Lituania: Tipo II. D. España y Portugal: Tipos III, IIIA, variantes, IV, variantes, IVC. E. África: Tipos IIIA, IIIB, IIIC, IV, IVA, IVB. F. Madagascar: Tipos IV, IVA. G. Indias orientales: Tipos IV, VI. H. Filipinas: Tipo IV. I. Kamchatka: Tipo VIII. J. Islas de Cabo Verde: Tipo IIIA, variante, IV.
K. Rusia: Tipo IV, variante. L. Rusia: Tipo X. M. América del Norte: Tipos VII, VIIA, VIII, IX. N. América del Norte: Tipos IV, V. O. América del Norte: Tipos IV y variantes. P. América del Norte y Central: Tipos IV y variantes. Q. Antillas: Tipo IIIA, IV y variantes. R. América del Sur: Tipos IIIC, IV y variantes. S. América del Sur: Tipos IIIA, IV. T. América del Sur: Tipo IV. U. Brasil: Tipos IV y variantes, VA.
Conocemos de Rusia solamente cuatro versiones, por más de que tenemos noticias bibliográficas de otras que no hemos podido examinar. Una de nuestras cuatro versiones es una variante curiosa del Tipo IV, del extremo Noroeste, cerca de Finlandia, Lewy 22, con elementos A8, variante, B12a, D12, G2 (una corneja cogida por un hombre en un techo embreado). Hay tres versiones de nuestra bibliografía muy semejantes: la índica antiquísima del Samyutta Nikaya V, 3, 7, la africana de Smith-Dale II, 355-356 y la india de Norteamérica de JAFL XXXVII, 58-59, todas ya citadas y discutidas; y seis algo semejantes, pero que llevan elemento G5, una de ellas española peninsular; Sánchez Rodrigo 2, Santa-Anna Nery 208, Dewar 57-61, Kidd 240-243, Kootz-Kretschmer II, 156-159 y Schultze 477-479. Las tres versiones restantes de Rusia que yo conozco son las tres que nos ayudan a establecer nuestro extraordinario Tipo X, el tipo del buey de paja embreado, exclusivo de Rusia y antes citado. Hemos citado una versión completa en castellano, la de Hnatyuk.
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El desarrollo de nuestro tema fue de la manera siguiente: 1. Un hombre arrogante y valiente, pero ignorante de la vida, es cogido por un ogro pegajoso o demonio. Un hombre coge a otro hombre. El juego de manos y pies, elementos G-G4, es la parte del cuento que le dio su forma ingeniosa, genial y permanente, la cual desarrolló el tema en las soberbias formas de nuestros Tipos I y IA. 2. Un malhechor arrogante es cogido con un caballo embreado, «muñeco de brea» natural-artificial en vez del natural y humano de los Tipos I y IA. Este desarrollo dio origen al Tipo II, lituano exclusivo y único. 3. Un malhechor arrogante, o bien un pícaro ordinario, es cogido con un «muñeco de brea» completamente artificial, generalmente una figura humana embreada. Este desarrollo dio origen a nuestro soberbio Tipo III, hispánico peninsular exclusivo y por excelencia. 4. El malhechor se ha convertido en un ladrón. Tipo IIIA. 5. Variantes desarrolladas de los Tipos III y IIIA.
II. CUENTOS HUMANOS VARIOS
6. El malhechor o ladrón ya no es un ser humano, sino un animal. El animal es generalmente un conejo o liebre. Tipos IV y variantes. 7. Desarrollo de los numerosos tipos que llevan animal capturado. 8. Desarrollo de los numerosos tipos que llevan elementos tradicionales de los tipos primitivos. Tipos V, VI, VII y VIII. 9. Al arquetipo primitivo por mí establecido en el año 1930, Notes, página 193, por consiguiente, considero ahora como una de las formas primitivas, el arquetipo si se quiere, de nuestro Tipo IV, forma perfecta 1. No hay pruebas definitivas para creer que los desarrollos arriba indicados hayan seguido cronológicamente el orden indicado, pero creemos que los Tipo I-III aparecieron antes de los Tipos IV y siguientes. Esto no quiere decir que las formas existentes o ahora documentadas, ya sean antiguas o modernas, representen el orden cronológico de su desarrollo en la historia del tema. Las primeras formas que se desarrollaron no son necesariamente las primeras documentadas. La versión de India del Samyutta Nikaya, por ejemplo, es más antigua en su forma documentada que la Jataka 55 de nuestro Tipo I, pero posterior, en mi opinión, a las formas con protagonistas humanos que dieron origen a ella. Terminamos este breve estudio repitiendo de nuevo que el tema fundamental tiene sus orígenes más remotos conocidos en India. En el mapa siguiente va indicada la distribución geográfica de los diversos tipos de nuestro cuento. Las flechas indican la historia probable de su transmisión.
36. María del Carmen No he encontrado ninguna otra versión de este extraordinario cuento del príncipe que finge ser mudo y que da la muerte a dos princesas con quienes le casan sus padres para llevar adelante sus maldades. Es un caso psicológico de grande interés y no parece cuento moderno. Las mañas de que se vale la hija menor para salvarse la vida y para ayudar a la mendiga burlada por el príncipe para que se haga religiosa, recuerdan muchos otros casos semejantes en los cuales se demuestran la habilidad y virtud de la hija menor. Hay un cuento portugués algo semejante, Athaide Oliveira I, 126: Un rey, ya casado, se encuentra con una jovencita en las montañas y se la lleva a su palacio y la
esconde en una habitación secreta. La reina descubre el secreto y visita a la joven para ayudarle en su parto. Pretende ser la Virgen Santísima. Cuando el rey vuelve de una guerra, la joven le cuenta todo lo ocurrido. Sospecha que su mujer, la reina, es la «Virgen Santísima», habla con ella, se sabe la verdad de todo lo que ha ocurrido, y la reina le perdona. Alguna relación hay entre nuestro cuento y el cuento medieval del licencioso que se hace el tonto para burlar a las mujeres que le reciben y cuidan, una versión del cual ha puesto en verso el famoso poeta provenzal Guillermo de Poitiers. Véase Jeanroy, Poésies de Guillaume IX, 32.
37. Rosa Verde 38. La Picotora BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: BTPE I, 149-155; Curiel Merchán 118-120; Espinosa, Castilla 277; Sanchez Perez 100 (dos versiones).—Españolas de América: Arellano 93a, 93b.—Portuguesas: Coelho 42; RL XX, 100-103.—Portuguesa de Brasil: Romero 12.—Catalanas: Alcover I, 231-243; Maspons y Labrós II, 88-93; Serra i Boldú, 1, 1120.—Italiana: Pentamerone III, 4.—Francesas: RTP III, 275-276, 277.—Clasificación y estudios especiales: Boggs 970; Thompson D1364.3.2, J585, K375, K525. Nuestras dos versiones españolas nos relatan un mismo cuento: Una joven se burla de un capitán de ladrones que llega a su casa o a quien ella misma visita, maltratándole cruelmente, y por fin se casa con él. El ladrón se casa con ella solamente con el fin de vengarse, pero la joven le pone en la cama una muñeca de azúcar o miel, y al darle el marido el primer golpe o la primera puñalada, le salta a la boca un poco de azúcar o miel, y entonces, engañado y arrepentido, se desespera creyendo que ha dado muerte a su mujer. Sale entonces ella de donde está escondida, le abraza y le saca de su engaño, y viven después muy felices. Conozco solamente seis versiones españolas más de este cuento: la versión andaluza de BTPE I, 149- 1 55; la castellana de Espinosa, Castilla 277; las dos versiones de Sánchez Pérez 100; las dos versiones de Puerto Rico de Arellano 93a, 93b. El número de versiones españolas es demasiado reducido para hacer un estudio comparativo. Las dos versiones de Sánchez Pérez son casi idénticas a las dos nuestras. Las cuatro restantes son muy semejantes. En la versión andaluza, una joven engaña a un capitán de ladrones que llega a su casa, le echa por una ventana como en nuestra versión 37, se disfraza de médico para darle una
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
buena paliza como en nuestra versión 38, y termina el cuento con el episodio de la muñeca de miel. La versión castellana es la siguiente: Una criada, María Sividí, visita una cueva de ladrones, la cogen éstos y se escapa por engaño. Viene el capitán a su casa para cogerla otra vez, le tira ella por el balcón, y sus compañeros se lo llevan a la cueva casi muerto. Entonces se disfraza ella de médico para darle una buena paliza como en las otras versiones. Termina el cuento con el episodio de la muñeca de miel. Las dos versiones de Puerto Rico son muy semejantes a las dos nuestras, como ya queda dicho. En la primera falta el episodio de la paliza del capitán de los ladrones. La versión extremeña de Curiel Merchán 118-120 es algo diferente: La hermana menor de tres hermanas se burla de un ladrón, pero no hay matrimonio. Cuando éste quiere vengarse, se mete en el colchón de los novios (la hermana de la heroína es la que se casa) para pincharlos, lo encuentran los novios por fin y es quemado vivo. Hay dos versiones catalanas que documentan la misma tradición, pero los detalles son muy diferentes: Maspons y Labrós II, 88-93, y Serra i Boldú 1, 11-20. En la primera, una monjita vivaracha se sale de su convento para ir y burlarse cruelmente de un capitán de ladrones. No hay ni matrimonio ni muñeca de miel. El capitán de los ladrones muere de una fuerte paliza y los ladrones abandonan para siempre el lugar. La de Serra i Boldú es más semejante a las versiones españolas: Una criada muy lista se queda sola con las doce hijas de un rey. Sale con ellas y llega a la cueva de los ladrones, los maltrata cruelmente, se casa con el capitán, y termina el cuento con el episodio de la muñeca de miel. Las dos versiones portuguesas, Coelho 42 y RL XXII, 100-103, son muy semejantes a las versiones hispánicas ya estudiadas, pero llevan al principio algunos elementos de Cuentos 1, 2, 3, 4. Las restantes versiones hispánicas de nuestra bibliografía, la catalana de Alcover I, 231-243 y la brasileña de Romero 12, son un tipo de cuento muy diferente, aunque sin duda relacionado con nuestros cuentos. Son versiones de un tipo muy semejante al cuento del Pentamerone II, 4. La versión del Pentamerone, seguramente una de las fuentes primitivas de este tipo, es la siguiente: Un padre se marcha de casa y deja solas a sus tres hijas, encareciéndoles que se cuiden mucho de su virtud. Las dos hijas mayores son engañadas en seguida por los dos hijos mayores de un rey vecino y dan a luz dos niños preciosos. La más joven no se deja engañar, se burla cruelmente del hijo menor del rey, entrega los hijos de sus hermanas a sus padres, salva la honra de sus hermanas mayores casándolas
con los príncipes cuando vuelve su padre, y por fin se casa ella misma con el príncipe de quien se ha burlado. Termina el cuento con el episodio de la muñeca de azúcar. El detalle inicial del padre que se marcha y vuelve para hallar burladas y deshonradas a dos de sus hijas se halla en casi todas las versiones europeas de nuestra bibliografía, pero no en las españolas. Parece un elemento primitivo que las versiones españolas han olvidado por completo. El episodio de la joven disfrazada de médico de nuestras versiones se halla, como ya queda dicho, en algunas versiones de Cuentos 1-4 y también en muchas versiones de Cuentos 192. El episodio de la muñeca de azúcar se halla también en versiones de Cuentos 1, 2, 3, 4, nuestra versión 3, por ejemplo, y algunas veces se halla en cuentos de tipos de cuentos que ninguna relación tienen con los que ahora estudiamos, en Rael 27 y 28, por ejemplo.
39. El mendigo 40. La hija del limosnero BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Curiel Merchán 271-272; Espinosa, Castilla 276.—Portuguesas: Athaide Oliveira I, 43, 85; Braga 42; Consiglieri-Pedroso 18; JAFL L, 32-33 (India Portuguesa).—Italianas: Gonzenbach I, 10; Nerucci 2; Pitré III, 115.—Francesas: Carnoy 203-210; Cosquin I, 16.—Bretonas: RTP XXIII, 285-287; Sébillot I, 62.—Vascuences: Cerquand IV, 35-37.—Alemanas: Birlinger 1, I, 372-374; Busch 40; Curtze 40-42; Grimm 8, 40; Knoop 198-199; Lemke II, 52-54; Pröhle II, 31; ZFV IX, 78-79.—Islandesa: Rittershaus 77.—Inglesa: Jacobs 1, 153-158.—Lituana: Schleicher 9-11.—Gitana: Groome 168-175.—Húngara: Jones-Kropf 127-130.—India: SteelTemple 7.—Clasificación y estudios especiales: Aarne, Estnische Märchen 955; Aarne-Thompson 955, 956B; Boggs 956B; Bolte-Polívka I, 370-375; Cosquin I, 180185; Somadeva, Notas de Tawney-Penzer III, 150-154; Thompson D1162.2.1, D1552, D1556, H57.2.1, K1916. Nuestras dos versiones nos ofrecen fundamentalmente el mismo cuento: Una joven que se queda sola en casa una noche logra escaparse de unos ladrones que entran a robar y le corta la mano a uno de ellos cuando éste mete la mano por debajo de la puerta para recoger algo que había dejado olvidado. La joven se casa después con el ladrón mutilado, que desea la venganza. En la versión de Tudanca la joven se escapa escondida en un carro de leña, y en la versión de Toledo tira al ladrón en un pozo.
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II. CUENTOS HUMANOS VARIOS
Conozco solamente otras dos versiones españolas de este cuento, la de Espinosa, Castilla, y la de Curiel Merchán, arriba citadas. La de Espinosa es la siguiente: Un ladrón disfrazado de vieja limosnera llega a la casa de dos hermanas. Una de ellas se come algunas de las castañas dormideras que el ladrón les ofrece, pero la otra, la heroína del cuento, no. Sale el ladrón por engaño a llamar a los otros ladrones y entonces la heroína, por engaño también, le corta una oreja y una mano. Disfrazado de gran caballero, viene después el ladrón a casarse con la heroína, buscando la venganza. Se casan y después de hacerse conocer va a quemarla viva. Termina el cuento de una manera muy original y nueva. La heroína huye y el ladrón la sigue. Mediante fórmulas mágicas se esconde y se sale de una encina y de una piedra, las cuales se abren, se cierran y se vuelven a abrir para protegerla, como en el famoso cuento de Ábrete, sésamo, Cuentos 175, y por fin se escapa y llega a su casa escondida en el arca de un arriero. No conozco otra versión de este cuento que tenga semejante fin. La versión extremeña de Curiel Merchán es semejante a las nuestras en el principio del cuento, pero termina de una manera algo distinta. La joven se casa y se va con su marido mutilado, y se escapa cuando llegan sus padres, llamados por unas palomitas mensajeras. En la tradición de Europa hay dos tipos de cuentos semejantes a nuestras cuatro versiones españolas, y los dos tipos llevan frecuentemente elementos del cuento de la sala prohibida, Cuentos 89, Aarne-Thompson 311: I. El tipo de nuestros cuentos 39, 40, Espinosa, Castilla 276 (prescindiendo de los extraordinarios detalles ya mencionados del fin del cuento) y Curiel Merchán 271272, que nos cuenta los detalles del marido ladrón que desea vengarse porque la novia o mujer le ha cortado la mano y de la manera de cómo la joven se escapa, y en algunas versiones da la muerte al ladrón. Este tipo parece ser el primitivo de Europa. A él pertenecen, con pequeñas diferencias, los cuentos siguientes de nuestra bibliografía: Athaide Oliveira 1, 43; Cosquin I, 16; Groome 168175; Rittershaus 77; Schleicher 9-11; Sébillot I, 62. Para más versiones, véase Bolte-Polívka I, 373-374. II. El tipo de Grimm 40, Aarne-Thompson 955, que nos cuenta la historia de la joven pretendida por un ladrón a quien ella visita en las montañas y a quien ve dar la muerte a otra joven. La joven se escapa con un dedo de la muerta y denuncia a los ladrones cuando la vuelven a visitar. Semejantes a los cuentos del Tipo I, los cuentos de este tipo se diferencian de ellos en que no hay mutilación del ladrón y, por consiguiente, éste no busca la venganza, sino que cae
en la red de la justicia, sin saberlo. Pertenecen a este tipo los siguientes cuentos de nuestra bibliografía: Braga 42; Consiglieri-Pedroso 18; Gonzenbach I, 10; Knoop 198199; Lemke II, 52-54; Pitré III, 115. Algunas versiones de los dos tipos están mezcladas con el cuento de la sala prohibida, Aarne-Thompson 311, como ya queda dicho. El cuento de Schleicher es una versión especial del Tipo I y lleva algunos elementos del Tipo II: Una joven se queda sola en casa y llegan doce ladrones a robar. Uno después de otro, les corta la cabeza, pero al último le corta solamente la mitad de la cabeza. Más tarde se casa con el ladrón de la media cabeza, sin saber quién es. Una vieja que se halla en la casa del ladrón le aconseja que se marche. Después de varios incidentes, la joven se escapa escondida en un carro de leña como en nuestra versión 39. En otras versiones el fin es muy semejante. En la versión de Cosquin I, 16, la joven se escapa en un carro de carbón, en una versión italiana de Cosquin I, página 182, en un carro de algodón, etc. En algunos cuentos de nuestro Tipo I la mutilación del pretendiente la llevan a cabo los hermanos de la joven pretendida, y no hay matrimonio. Esta variante del Tipo I se halla en muchas versiones europeas, empezando con la bien conocida versión de Grimm 8: Una joven va al bosque a cortar leña con su madre y con sus tres hermanos. Un hado pretende a la joven y le ayuda a cortar leña con un cuchillo muy afilado. Enterados los hermanos de lo que ocurre, quitan a la hermanita el cuchillo del hado. Cuando el hado saca la mano de donde está escondido para recibir su cuchillo, los hermanos le cortan la mano despiadadamente. Así termina el cuento. Nuestras versiones españolas 39 y 40 no nos dicen nada sobre los detalles de la mano de muerto o mano de gloria de las versiones de Braga, Cerquand, Cosquin y otras. En éstas el ladrón trata de llevar adelante sus fechorías introduciendo por debajo de la puerta la dormilona y aterrorizadora mano de muerto en el cuento de Braga y Consiglieri-Pedroso, un brazo iluminado en el cuento de Cerquand, y una mano de gloria, «main de gloire», en el cuento de Cosquin, etc. Estos detalles están sacados de la superstición medieval sobre la mano de muerto o mano de gloria. En estos cuentos el ladrón mete la mano por debajo de la puerta no para recoger una prenda de vestir o un cuchillo olvidados, sino para coger la mano de muerto o mano de gloria olvidada. En la versión de Cosquin arriba citada la joven misma le dice al ladrón que meta su mano de gloria. La joven, al cortarle la mano al ladrón, se queda en estos cuentos con la mano del ladrón y al mismo tiempo con la mano de muerto o mano de gloria. La mandrágora que se usaba en la Edad Media para hacer
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
dormir o para otros fines sonaba en la imaginación popular algo como mano de gloria, main de gloire, etc. De esta manera la superstición medieval sobre la mano de muerto o mano de gloria y la hierba mandrágora llegaron a tener, al parecer, las mismas o semejantes virtudes maravillosas. Pero sea como fuere, la mano de muerto o de gloria es una superstición muy bien conocida en la Edad Media. Veamos cómo documenta esta superstición el novelista inglés Walter Scott en The Antiquary, capítulo XVIII: «Pero la mano de gloria es muy bien conocida en los países donde vivieron sus antepasados, y es una mano cortada de un muerto, uno que ha sido ahorcado por asesinato, secada con el humo del palo enebro... Después se obtiene un poco de manteca de oso, de tejón, del jabalí, y también de un niño que todavía mama y que no ha sido bautizado, y esto es muy importante, y de todo esto se hace una vela para meter en la mano de gloria. Se hace todo esto de cierta manera ceremoniosa y a cierta hora, y así el que busca tesoros no los podrá hallar». Para más detalles sobre esta extraña superstición, véase Somadeva, Notas de Tawney-Penzer III, 150-154, y Wuttke 134.
41. El zurrón que cantaba BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia 47; Cabal CTA 55-59; Curiel Merchán 131-133, 314-315; Espinosa, Castilla 365, 366, 367; FCaballero 7274; Sánchez Pérez, 43.—Españolas de América: Arellano 78; Laval PU 20; Mason-Espinosa PRF II, 30; Rael 47.—Portuguesas: Braga 1, 3, Coelho 10.—Portuguesa de Brasil: Magalhães 266-268.—Catalanas: Maspons y Labrós III, 100-103; Salvator 13-21.—Italiana: Busk 388-391.—Francesas: Cosquin II, 62; RLR III, 206-208.—Bretona: Sébillot I, 64.—Valona: Wallonia II, 64-68.—Árabes: Rivière 79-81, 95-97.—Africana: Brownlee 61-62.—India: Somadeva II, 4-5.—Clasificación y estudios especiales: Aarne-Thompson 1655; Boggs 311B; Bolte-Polívka II, 201-203; Cabal CTA, Notas 238; Cosquin II, 205-214; Gubernatis I, 237-243; Thompson G555, G556, K526. Nuestra versión soriana pertenece a un tipo de cuento que se ha encontrado principalmente en la tradición oral de España. De las dieciocho versiones hispánicas de nuestra bibliografía, trece de ellas, el 72%, documentan el mismo cuento: Una niña, a quien su padre, madre o abuela ha regalado una sortija o un collarcito de oro, va a una fuente
o a un río por agua, para lavar las tripitas de un cordero o cerdo, o a bañarse. Deja su sortija o collarcito olvidado cerca de la fuente o río y vuelve por su prenda. Allí encuentra a un malhechor que la obliga a entrar en un zurrón que trae. Para hacer dinero hace «cantar» al zurrón de casa en casa. Llega por fin a casa de la niña por casualidad, y cuando canta, su madre la reconoce. Durante la noche la madre saca a su hija del zurrón y mete en él un perro y un gato o sapos y culebras. Más tarde los animales le arañan la cara al malhechor o le muerden las narices. Estos detalles en trece de las dieciocho versiones hispánicas, todos tan semejantes, demuestran claramente que se trata de una tradición hispánica muy antigua. Establecen el tipo hispánico fundamental de nuestro cuento. Las trece versiones hispánicas que pertenecen a este tipo fundamental son las siguientes: Cuentos 41; Arellano 78; Cabal CTA 55-59; Curiel Merchán 131-133, 314-315; Espinosa, Castilla 365, 366, 367; FCaballero 1, 72-74; Sánchez Pérez 43; Mason-Espinosa PRF II, 30; Braga I, 3; Magalhães 266-268. Todas las demás versiones europeas de nuestra bibliografía, entre ellas las versiones hispánicas de Ampudia, Coelho, Maspons y Labrós, Salvator y Rael, pertenecen a otro tipo de cuento, relacionado directamente con nuestro tipo fundamental hispánico, pero que está mezclado en el principio con elementos de algunos cuentos acumulativos, Cuentos 271-280. En la mayoría de ellos el cuento empieza, no con el sencillo relato de cómo el malhechor roba a la niña, sino con un cuento acumulativo de un granito de trigo o de un guisante que una gallina se come. Una cerda se come a la gallina, un potrillo mata a la cerda, el potrillo se ahoga en el río, etc., hasta que la persona que primeramente ha perdido el granito de trigo exige que se le entregue una niña. Se lleva entonces a la niña en un zurrón. De allí en adelante el tipo es muy semejante a nuestro tipo hispánico. Hay algunas versiones, sin embargo, que no terminan con el episodio del zurrón que canta. Las numerosas versiones de este segundo tipo, y que se diferencian de nuestro tipo hispánico aun en la última parte del cuento o que carecen por completo del episodio del zurrón, no han sido incluidas en nuestra bibliografía. Algunas versiones se hallan en nuestra bibliografía de Cuentos 271-280, donde pertenecen. La mayoría de las versiones conocidas de este tipo han sido documentadas por Bolte-Polívka en II, 201-203. Han mezclado con ellas, sin embargo, algunas que pertenecen a nuestro tipo hispánico, la andaluza de FCaballero, por ejemplo. Véase también Aarne-Thompson 1655, y sobre todo nuestro estudio de Cuentos 253-254, donde se citan algunas
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II. CUENTOS HUMANOS VARIOS
versiones extraordinarias y muy semejantes a las de este tipo. No podemos declarar ahora con toda seguridad que nuestro tipo hispánico fundamental sea una tradición europea antigua y primitiva, porque hay la posibilidad de que sea solamente la última parte de un cuento pan-europeo muy antiguo y muy semejante al tipo estudiado por BoltePolívka, tal vez el arquetipo o fuente original de los dos. El motivo de ir cambiando una cosa por otra, ya sea ganando o perdiendo, se halla en cuentos muy numerosos y muy diversos, en Aarne-Thompson 1415, 1535, 1537, Cuentos 172-174, 193, y en muchos otros. Se trata en realidad de dos motivos distintos, el castigo de un secuestrador de niñas en el tipo hispánico, y la historia de un pícaro ganancioso y tramposo en el otro tipo. El carácter particular del castigo del tipo hispánico no es un motivo fundamental. Muy semejante al de nuestro cuento hispánico es el de la zorra embaucadora de Cuentos 222 y 264, Aarne-Thompson 154, 155. A la zorra le prometen gallinas, pero salen del saco unos perros que la matan o la dejan casi muerta. La zorra ayuda a un hombre o a otro animal a salvarse, engañando a otro animal, pero después es ella misma engañada vilmente. Pero el detalle particular de meter en un saco un animal para que castigue o devore a un secuestrador de niñas, éste sí es motivo fundamental en nuestro tipo hispánico y, al parecer, de origen muy antiguo en la tradición de Oriente. En favor de la prioridad y desarrollo independiente de nuestro tipo hispánico fundamental, podríamos citar cuatro antiguas versiones orientales de capital importancia, tres de ellas están citadas en las Notas de Cosquin II, 210-212. Cuento de Cochinchina: Una joven va a pedir marido al dios Phatha adornada de muchas flores y joyas. Un codicioso mercader se esconde detrás de la estatua de Buddha y le aconseja que se case con él. Se arregla el casamiento, va él por ella y la echa en un saco después de quitarle las joyas. Los cazadores de un príncipe le siguen y abandona el saco. Hallan a la niña y se la llevan al príncipe. Enterado éste de lo que ha pasado, se lleva a la niña y manda que metan en el saco un tigre. Cuando el mercader recoge después su saco el tigre le devora. Cuento africano: Una joven es cogida por un caníbal. Se la lleva en un saco pidiendo limosna y, para hacerla cantar, dice que lleva en el saco un pájaro. Pasa por la casa de la niña y un hermanito conoce la voz. Sacan a la niña y meten en el saco sapos y culebras. Cuento sánscrito del Katharnava: Un ermitaño quiere llevarse a una joven por engaño y persuade a los padres que la metan en una caja para echarla al mar. Un príncipe
descubre la caja antes de que llegue a manos del ermitaño, se lleva a la niña a su casa y mete en la caja un mono furioso. Cuando el ermitaño va a buscar a la niña, sale el mono y por poco le devora. En Somadeva II, 4-5, el cuento del ermitaño hipócrita, encontramos otra versión oriental, semejante a la del Katharnava: Cierto ermitaño se enamora de una joven bellísima y para llevársela a su ermita engaña a los padres de la joven, diciéndoles que su hija va a ser la ruina de la familia y que hay que echarla al río en una cesta. Así lo hacen y el ermitaño se va a su ermita para enviar a sus discípulos por la cesta. Un príncipe halla la cesta y descubre a la niña. Cuando sabe el engaño del ermitaño mete en la cesta un mono, y éste le arranca las narices y las orejas al ermitaño malvado cuando abre la cesta después. Estos cuentos orientales son fundamentalmente idénticos a las cinco versiones hispánicas de nuestro tipo primero, y conservan, al parecer, el sencillo relato primitivo. Y la semejanza sorprendente entre las versiones hispánicas y orientales se comprende fácilmente si consideramos la fuerte influencia oriental que a cada paso encontramos en la tradición española. Nuestra versión 41 y las otras versiones hispánicas parecidas son, por consiguiente, de origen oriental y muy antiguo. Las demás versiones se han mezclado con elementos de los cuentos acumulativos. Según Braga, II, 179-180, y Angelo de Gubernatis, citado en nuestra bibliografía, nuestro cuento deriva de un mito solar, la noche perseguida por el sol. El saco es el héroe perseguido, o la noche. Creen Braga y Gubernatis que nuestro cuento está relacionado con el bien conocido de Caperucita Encarnada y con la leyenda cristiana de Santa Margarita, la que fue tragada por un dragón. Todo esto tiene muy poco fundamento en la realidad y cuadra sólo con las extraordinarias y ya vetustas teorías de los defensores de la llamada Escuela Mitológica, que buscaba el origen de todos los cuentos de Europa en los mitos arios de las épocas prehistóricas. Un cuento tan bien definido como el de Somadeva, por ejemplo, puede haberse desarrollado en India u otra parte de Asia mucho antes de la formación de algunos de los mismos mitos solares que algunos consideran primordiales.
42. La fiesta de San Nicodemos BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia 76; Sanchez Pérez 44.—Españolas de América: Espinosa SFNM 79; Portell Visa 68.—Italiana:
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Straparola IX, 4.—Francesas: Barbazan-Méon III, 14-17; MR, 18.—Turca: Cuarenta Visires 21.—Clasificación y estudios especiales: Boggs 1787; Liebrecht en Germania I, 270; MR II, 298-299; Thompson K1558, K1842. Véase, además, la bibliografía y nuestro estudio de Cuentos 31, 32.
La versión de los Cuarenta Visires 21 pertenece también al cuento del amante escondido en la caja. Véase Lee, Decameron 155-156, y nuestro estudio de Cuentos 31, 32.
Nuestro cuento es una versión moderna del cuento europeo medieval documentado ya en versiones literarias en la fabliau francesa de MR 18 y en Straparola IX, 4. En la versión más antigua y al mismo tiempo la mejor de todas, Du prestre crucefie de MR 18, el castigo que sufre el amante está ya muy modificado. Los detalles son en realidad los mismos en las versiones antiguas y en las modernas: el episodio del tallador de imágenes y del amante que quiere seducir a su mujer, las mañas de que se valen la mujer y el amante para esconder al amante, las monjas que vienen en busca de la imagen prometida, etc. La semejanza entre la versión antigua y la moderna de nuestra versión 42 es extraordinaria. El resumen que hace Straparola de su mismo cuento es el siguiente: «Un prestre va voir la femme d’un tailleur d’images, laquelle, par le conseil de son mary, le fait monter nud sur un buffet, les bras en croix. Deux religieuses viennent demander à l’imager le crucifix qu’il faisoit pour leur couvent, le quel leur montre le prestre. Elles mumurent qu’on luy fait monstrer ses parties honteuses. L’imager, por les contenter, les veut coupper; mais le prestre, saisi de frayeur, saute par sus leurs testes et s’enfuyt». Conozco solamente tres versiones españolas modernas semejantes a nuestra versión 42, la asturiana de Ampudia, la española de Sánchez Pérez y la cubana de Portell Vilá, arriba citadas. La versión de Sánchez Pérez es casi idéntica a la nuestra. En la versión asturiana un sacristán rompe la estatua de un santo la víspera de la fiesta. Ponen en el altar al hijo de un zapatero, y durante el sermón el sacristán le echa encima unas abejas. El joven sale huyendo y las mujeres creen que se trata de una estatua milagrosa. La versión cubana es casi idéntica a la de Straparola. El santo es San Nicodemos como en nuestra versión aragonesa y termina con versos muy semejantes a los de nuestra versión. La versión nuevomejicana de Espinosa SFNM 79 se acerca ya a las versiones del amante escondido en la caja. Una mujer es sorprendida con su amante por su marido. Lo esconde en una alacena y cuando el marido lo ve por casualidad, le dice que es una estatua. El marido le pica con un atizador caliente y el amante se escapa, dando gritos.
Conozco solamente dos versiones españolas más de este cuento, la de Espinosa, Castilla 423 y Sánchez Pérez 68. La versión castellana de Espinosa es idéntica a la cordobesa nuestra en casi todos los detalles. Termina, sin embargo, de una manera algo diferente: —¡Bendito San Roque! ¡Sapientísimo San Roque! ¡San Roque arriba! ¡San Roque abajo! Todos a San Roque adoran. Todos a San Roque claman. Todos a San Roque gritan. ¡Qué más! ¡La naturaleza misma, y hasta las ranas desde sus charcas te alaban! «Roque, Roque, Roque», dicen; «Roque, Roque, Roque», claman; «Roque, Roque, Roque», gritan. Salta el alcalde furioso: —¡Basta, basta! Ustez sí que está buen rana. ¡No miente ustez más al santo o salimos a las malas!
43. El día de San Roque
*** Sigue el predicador: —¿Dónde pondremos hoy a San Roque? Y dice el Tío Murria: —¡En tus narices, que aquí ya no cabe! El Tío Murria, muy enfadado, tiró la caña, que se hizo mil pedazos. La versión de Sánchez Pérez combina detalles de las otras dos versiones y es en algunos respectos la mejor de las tres. Combina en algunas partes del sermón palabras latinas y españolas: «Usque ranae vocant Roquen: hasta las ranas llaman a San Roque». En el curioso libro de Frank Applegate, Native Tales of Nuevo Mexico, Filadelfia y Londres, 1932, páginas 43-48, hay una versión nuevomejicana, mal contada en inglés, semejante a nuestro cuento: El santo patrón del pueblo es San José. El cura del pueblo se las arregla con el sacristán para cobrar mucho dinero el día de la fiesta del santo. El sacristán hace la colecta cuando el cura dice el sermón sobre el santo. Con tanta elocuencia habla el cura de San José, que el platillo se llena muy pronto. Entonces, el sacristán, que es también el amo de la única tienda del pueblo, le interrumpe gritando: —¡Por Dios, señor cura, que ya está llena la caja! No mencione más a San José, porque según vamos no va a quedar dinero en nuestro pueblo.
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II. CUENTOS HUMANOS VARIOS
44. La mujer que no comía con su marido 45. El ama del cura 46. La mujer golosa 47. La hija golosa BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia 40; Curiel Merchán 32-33; Espinosa, Castilla 302, 303, 304, 305, 306; Sánchez Pérez 66.—Españolas de América: Arellano 94; Mason-Espinosa PRF II, 15, 19; III, 21 (31); IV, 21; VI, 21, 58; Rael 52; Saunière 7, Wheeler 55.—Portuguesas: Athaide Oliveira I, 106, 147; Barbosa 32; Braga I, 83.—Portuguesas de Brasil: Magalhães 264-265; Romero 42.—Italianas: Finamore 51, 52.—Francesa: Cosquin II, 79.—Latina: Jacques de Vitry 6.—Griegas: Geldart 31-36; Hahn I, 1.—Clasificación y estudios especiales: Boggs 1374; Bolte-Polívka I, 89, 501; Cosquin II, 330-332; Thompson B131, D983.1, D1610.4, D1613.1, D1619.1, G60, K492. Nuestros cuatro cuentos, si bien tienen alguna relación entre sí, pertenecen a tipos muy diferentes. Para la tradición hispánica podemos establecer tres tipos distintos. Tipo I. Este tipo es el de nuestras versiones 44 y 45, el cuento sencillo de la mujer que se hace la enferma y nunca come con su marido. El final del cuento, con la manera especial de introducir la declaración del marido, es un desenlace que reúne toda la gracia del cuento. Este tipo es el más popular, todos en la tradición hispánica. Contiene los siguientes elementos fundamentales: A. Una mujer finge estar enferma y nunca come en presencia de su marido. B. Cuando el marido está ausente la mujer come migas, tortilla, pollo y otras comidas, y bebe buenos vinos. C. El marido, aconsejado por un amigo o porque él mismo sospecha el engaño, pretende marcharse y se queda escondido cerca de su casa para ver lo que hace su mujer, y descubre el engaño. D. Vuelve el marido a casa y haciendo algunas comparaciones graciosas entre lo que le ha ocurrido durante el día y lo que su mujer ha comido y bebido declara que ha visto todo. En algunas versiones da una fuerte paliza a su mujer. Nuestras dos versiones 44 y 45 y catorce versiones más hispánicas, Ampudia 40, Curiel Merchán 32-33, Espinosa, Castilla 302, 303, 304, 305, 306; Sánchez Pérez 66; Arellano 94; Mason-Espinosa PRF II, 15; Rael 52; Athaide Oliveira I, 106; Braga I, 83; Romero 42; trece españolas y tres
portuguesas, pertenecen a este tipo y contienen los cuatro elementos fundamentales, si bien con algunas diferencias insignificantes en los detalles. La fuerza de la tradición hispánica en este tipo del cuento de la mujer golosa es notabilísima, particularmente en la declaración final del marido. Versión 45: —Pues luego que salí de casa prencipió a caer una agua muy menuda, muy menuda, tan menuda que se parecía a las migas que almorzastes esta mañana. Y ha empezao a engordar el agua como la tortilla que comistes a medio día. Y si no me he arrimao a una tapia tan grande como el jarro de vino que te bebistes, soy tan hogao como el pollo que te has comido. Espinosa, Castilla 302: —Pues me senté a comer y vino una polvareda y me segó las plumas del gallo que tú te comistes; mas luego cayó una nevada de la cazuela de miga de leche que te comistes; pues casi a la hora de venirme, cayó un chaparrón de agua y de chinarros del chocolate y del vaso de leche que te bebistes. Mas ahora ¡disponte a llevar tantos palos como plumas tenía el gallo que te has comido! ¡Para que engañes otra vez a tu marido! Mason-Espinosa PRF II, 15: —Me cayeron unas lloviznas tan finas y tan finas como las sopas que te comiste, y si no me meto en una peña tan grande como la tortilla que te comiste, hubiera caído saltando como el pollo que te almorzaste; y cayó un aguacero tan espeso como el chocolate que te tomaste. Romero 42: —Si a chuva fosse tão grossa como a tapioca que vos almoçastes, eu viria tão ensopado como o capão que vos jantastes; mas como ella foi fina como os beijús que vos merendastes, eu vim tão enxuto como a macacheira que vos ceastes. Fuera de los ya citados dieciséis cuentos hispánicos, no conozco otros que pertenezcan a nuestro Tipo I. Nuestra versión 46 es un cuento muy diferente y pertenece a otro tipo de cuento de la mujer golosa. Tipo II. Este tipo tampoco lo hemos encontrado fuera de la tradición hispánica. Conozco solamente cuatro versiones: nuestra versión Cuentos 46, y tres versiones portuguesas, Athaide Oliveira I, 147, Barbosa 32, Magalhães 264265. Las cuatro versiones son idénticas en los elementos fundamentales. Las tres habas acusadoras de nuestra versión 46 son nueces en Athaide Oliveira, bonecas en Barbosa y piedras en Magalhães. Este tipo hispánico de la mujer golosa contiene los siguientes elementos fundamentales: A. Una mujer se come toda la carne u otra comida que el marido trae a casa, le da sólo las sobras, y le dice que el gato se come todo. B. Una bruja encuentra al marido, sabe lo que ocurre y le da, al marido tres o cuatro habas, nueces, bonecas o
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piedras acusadoras y le aconseja que las ponga en diferentes partes de la casa. C. Vuelve el marido de cazar, entrega a su mujer lo que caza, pone las habas según la bruja ha indicado, y se marcha. D. La mujer guisa la carne para comérsela sola. Va a empezar a comer y una de las habas le pregunta si va a comer sola sin darle nada a su marido. Se va a otro sitio a comer y allí la segunda haba le hace la misma pregunta. Lo mismo pasa con la otra o las otras habas. E. La mujer se arrepiente y desde ese noche echa la carne toda en el puchero para comer con su marido. Con las habas acusadoras que confunden a la mujer golosa de nuestra versión, podemos comparar las manzanas, pedazos de palo, salivazos y gotas de sangre que responden a las preguntas de la mala madrastra o del diablo perseguidor de su hija, que a menudo encontramos en otros cuentos, como el de la hija del diablo y el escape maravilloso, Cuentos 122-125, Aarne-Thompson 313, 314, etc. La idea primitiva que aquí se encierra es la transformación de un ser humano en una haba, pedazo de palo, salivazo o gota de sangre que llega a ser como otro ser de la misma persona. Véase Bolte-Polívka II, 527-528, y Thompson D983.1. La gota de sangre fue seguramente la transformación primitiva. Las habas de nuestro cuento 46 son otras tantas brujas que la bruja envía en forma de habas para acusar de golosa y mezquina a la mujer que no dejaba comida para el marido. Dos de las versiones portorriqueñas citadas en nuestra bibliografía, Mason-Espinosa PRF II, 19, y IV, 21, son variantes del Tipo II, pero tan diferentes que podemos considerarlas como pertenecientes a un tipo separado. En las dos versiones un hombre muy goloso se va al monte con un buey que ha matado para comérselo él solo. En II, 19 se le aparece al hombre goloso una media cabeza y le pide de comer cuando está ya para empezar a comerse su buey asado. No le da nada el hombre y poco a poco la media cabeza le quita todo el buey. Al fin se lo devuelve y le aconseja que no sea mezquino. En IV, 21 una vieja bruja sigue al goloso y viendo que él no le da nada para comer, también se come ella todo el buey. Se vuelve el hombre a su casa y la bruja le sigue y se come todo lo que hay en la casa. Con la ayuda de unos halcones echan a la bruja en el mar. Nuestra versión 47 nos ofrece otro tipo especial del cuento de la mujer golosa, el de la mujer que se come toda la carne y para darle carne a su padre o marido se la corta de su mismo cuerpo. Por no tener suficientes versiones completas no nos atrevemos ahora a establecer los diferentes elementos de este tipo, Tipo III de la mujer golosa. Nuestra versión 47 nos cuenta que una joven se come todo el pollo
y para darle carne a su padre le guisa un pedazo de carne que se corta ella misma de una nalga. Un gallo, cantando, descubre el secreto. Este detalle del gallo acusador se halla en otros cuentos, por ejemplo, en Cuentos 263. La versión mejicana de Wheeler 55, tiene el principio del cuento de la cenicienta, Cuentos 111, 112, con elementos A1, B1 de ese cuento, y termina con los detalles de nuestro cuento: Cuando muere un cerdo que tenía la joven perseguida la madrastra y su hija lo asan y se lo comen. Cuando llega el marido la mujer se corta carne de las nalgas y se la guisa, diciéndole que es carne de cerdo. Un pavo y un gallo la denuncian como en nuestra versión 47. Conozco algunas versiones semejantes. En el cuento de Mason-Espinosa PRF III, 21 (31), una mujer se corta un pecho para darle carne a su marido después de que el gato se ha comido la que han comprado. Al marido le gusta mucho y pregunta qué clase de carne es. Cuando su mujer le declara la verdad, insiste él en que se corte otro. Después el marido quiere comerse a uno de los niños. Los niños se escapan. Desde aquí en adelante el cuento es el de los niños perseguidos, Aarne-Thompson 327. En Mason-Espinosa PRF VI, 58 una vieja golosa se come toda una cerda que ella y su marido han matado y asado, y el marido la obliga a que se corte carne de una cadera para comérsela él con plátanos. Semejante a este cuento de Puerto Rico son los cuentos de Geldart 31-36, Hahn I, 1, citados en nuestra bibliografía. El detalle de la mujer que se corta el pecho para darle de comer al marido como principio del cuento de los niños perseguidos, se halla en muchos cuentos europeos. Para este punto véase Bolte-Polívka I, 89. Las versiones de nuestro Tipo III tienen alguna relación con el famoso cuento de Jacques de Vitry VI del cura que importunado y fastidiado por el cocinero del obispo que pedía cada día más y más primores para la comida, le envía asados los lados del crucifijo. «Audivi de quodam presbytero qui coquo episcopi satisfacere non poterat, eo quod innumera fercula petebat ut ad opus epitcopi prepararet, quod tandem tedio affectus et dolore stimulatus, ait: —Jam non habeo quod possim dare nisi latera crucifixi—, et illa assata fecit ante episcopum in mensa deferri. Sit prelatus sicut dammula ut festinet discurrat et omnia impedimentorium obstacula transeat». En el cuento chileno de Saunière 7, una india acosada por el hambre encuentra una pierna de un muerto en una cueva, adonde la había llevado un tigre de un campo de batalla. Se lleva la pierna a casa, la guisa y se la come. La pierna era de su mismo marido muerto en la guerra. El muerto se le aparece y le pide más y más carne para comer. Le da ella
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ensayando la conversación que va a tener con el amo para explicar la falta del animal muerto. E. El pastor declara la verdad a su amo en forma poética, y el vecino envidioso pierde la apuesta. F. Se casa el pastor con la hija del envidioso.
lo que había quedado de la pierna del muerto y después, para satisfacerle, se corta carne de una pierna suya. En los detalles de la aparición, sin embargo, este cuento chileno se parece más a nuestro cuento 160, La asadura del muerto. Véase la bibliografía de este cuento y nuestras observaciones sobre la antropofagia en el estudio de Cuentos 104.
48. El toro barroso BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia 51; Espinosa, Castilla 229, 230, 231; Sánchez Pérez 38.—Españolas de América: Arellano 96; Rael 40, 41; TFSP XII, 27-29.—Portuguesas: Azevedo 273-280; Braga, 58; Caróchinha 37; Coelho56.—Catalana: Maspons y Labrós, Cuentos 9-11.—Italianas: Crane 184; Gonzenbach 8; Pitré II, 78; Straparola III, 5.—Francesa: Violier des Histoires 98.—Francesa del Canadá: JAFL XLIV, 228-231.—Latinas: Gesta Romanorum III; Gesta Romanorum D, 34, 160; Ovidio, Metamorfosis I, 568-688; Wesselski 11; Wright, Latin Stories 1.—Alemana: Wisser 117-119.—Danesa: Stroebe I, 87-88.—Turca:CuarentaVisires,Giba358-363.—Clasificación y estudios especiales: Aarne-Thompson 889; Boggs 889; BoltePolívka I, 6, 62; Chauvin VIII, 166; JEGP XXIV, 184-194; RTP XX, 333; Thompson N25. De unas treinta y ocho versiones antiguas y modernas de este cuento que yo he podido examinar, quince, o la mitad de ellas, pertenecen a la tradición hispánica, seis españolas peninsulares, cuatro españolas de América, cuatro portuguesas y una catalana. Trece de las quince versiones, todas con la excepción de las dos versiones portuguesas de Caróchinha 37 y Coelho 56, son fundamentalmente idénticas. Estas trece versiones nos ayudan a establecer el único tipo definitivo de la tradición moderna de Europa, nuestro Tipo I de este cuento y el tipo hispánico fundamental. Este tipo contiene los siguientes elementos o motivos: Tipo I. A. Cierto caballero tiene un criado fiel y verídico que cuida de sus ganados. Un vecino envidioso le apuesta a que su criado puede ser cogido en una mentira. B. El envidioso envía a su hija para que, seduciendo al pastor, le haga matar al mejor buey del amo y después diga una mentira. C. La hija del envidioso va y se le entrega al pastor, obligándole a que mate al mejor buey del amo. D. El pastor habla con su gorra puesta en un troncón,
Todas las trece versiones hispánicas del Tipo I, o sea el 100%, contienen elementos A, B, C. Elemento D, el diálogo dramático imaginado, lo contienen sólo cinco de las trece versiones de nuestro tipo hispánico, 39%. Se halla en la versión de Sánchez Pérez, en la versión asturiana de Ampudia y en tres versiones hispanoamericanas, la cubana de Arellano, la nuevo-mejicana de Rael 41 y la mejicana de TFSP XII, 2729. Elemento E se halla en doce de las trece versiones, 92%. Elemento F se halla en seis versiones, 46%. La versión portuguesa de Azevedo varía de las otras trece de nuestro Tipo I en elemento B. El envidioso no envía a seducir al pastor a su hija, sino a su mujer. Este desarrollo no creo que sea antiguo, a pesar de encontrarse en Straparola, como más adelante se dirá. Tiene también la particularidad de estar en forma de romance, la única forma moderna en verso del cuento que yo conozco. Las dos versiones portuguesas de Caróchinha y Coelho que no pertenecen al Tipo I arriba establecido son muy semejantes entre sí. No hay la apuesta de elemento A. El amo mismo envía a su hija para probar la veracidad de su pastor fiel. El pastor resiste las tentaciones de la joven. El amo oye el diálogo dramático imaginado de elemento D, en el cual el pastor declara que va a decir la verdad: Se casa el pastor con la hija del amo. Este tipo es ya muy diferente del primero. En las versiones modernas de Italia tenemos un tercer tipo. En dos versiones, Gonzenbach I, 8, y Pitré II, 78, el pastor fiel es seducido por mujeres necesitadas y no por una mujer enamorada. En el cuento de Gonzenbach la mujer que va a engañar al pastor para que mate al buey de su amo declara que necesita el hígado asado de un carnero para sanar de una enfermedad. En el de Pitré la mujer necesita carne asada de una ternera. Otros tipos menos importantes de la tradición moderna de Europa han sido discutidos por la señorita Bourne en JEGP XXIV, 184- 194. El tipo hispánico arriba establecido se nos presenta en una forma definitiva en trece versiones. Creo que es un tipo europeo bien establecido, por más que no se hallen ahora numerosas versiones fuera de España. Puede ser una tradición oriental que arraigó en España más que en otros países. Pero lo curioso es que la versión de nuestro tipo que se diferencia en los detalles de elemento B, la versión en romance de Azevedo, en la cual el envidioso envía a tentar al pastor a su mujer y no a su hija, es precisamente la versión que más se parece a la mejor
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
versión medieval que poseemos, la versión italiana del siglo XVI, Straparola III, 5. La versión de Straparola, contada en estilo literario prosaico y picaresco, se extiende en los detalles de la tentación de la mujer del envidioso, es fundamentalmente idéntica a la versión hispánica de Azevedo. La versión italiana moderna de Crane 184 es muy parecida. La mujer es una que envían los cortesanos envidiosos del criado fiel del rey. Nuestro Tipo I, el tipo hispánico fundamental arriba establecido, se halla en forma casi idéntica en versiones orientales. Daré sólo un ejemplo notable, la versión de la redacción griega de los siete sabios, Chauvin VIII, 166: Cierto rey tiene un pastor fiel y veraz. El visir envidia al pastor y envía a su hija para que le seduzca y le haga matar el mejor caballo del rey, su amo. El pastor acepta las caricias amorosas de la joven y mata el caballo. Antes de ir a presencia del rey, habla con su gorra, imaginando su conversación con el rey. Cuando se encuentra con el rey, dice la verdad y el visir muere de rabia. Otras versiones orientales son semejantes y en algunas la joven se casa con el pastor. Esta versión oriental es en realidad idéntica a las de nuestro tipo hispánico. Es la misma tradición. Las versiones hispánicas de este tipo tan bien definido parecen, por consiguiente, de origen oriental. Pero el problema de los orígenes del cuento no es fácil de resolver. La señorita Bourne, en el trabajo arriba citado, defiende la teoría del origen clásico grecolatino de nuestro cuento, y cree que las versiones medievales y modernas derivan del mito antiguo de Io y Júpiter. Este mito griego fue muy bien conocido en la antigüedad clásica grecolatina, y se halla ya bien desarrollado en la tragedia de Esquilo, Prometeo encadenado. Entre los romanos y en la Edad Media el mito fue universalmente conocido, gracias a la versión bellísima que nos ofrece Ovidio en la Metamorfosis I, 568-688. En breves palabras Ovidio nos cuenta la siguiente historia: Júpiter ama apasionadamente a Io, hija de Inaco, y para escaparse de los celos de Juno, su mujer, convierte a Io en una hermosa ternera. Juno se apodera entonces de Io y deja al monstruo Argos, el de los cien ojos, para que cuide a Io. Júpiter envía entonces a Mercurio para que por medio de su arte musical haga dormirse a Argos y robe a Io. Mercurio por fin logra su propósito y se escapa con la joven. El detalle del escape tiene versiones muy diferentes y muy complicadas en los autores clásicos. La relación entre el mito antiguo y nuestras versiones modernas no es notable, pero la relación parece segura cuando examinamos las versiones latinas de la Edad Media, versiones que han podido ser los eslabones tradicionales que han traído la antigua tradición a las versiones modernas. La más antigua en su forma y la que más relación demuestra con nuestro mito
clásico, aunque no la más antigua cronológicamente, es la famosa versión del siglo XIII de la Gesta Romanorum III. Esta versión es la siguiente: Cierto caballero noble tenía una hermosa ternera blanca que daba leche en abundancia y a la cual quería tanto que le había puesto unas astas de oro. La cuidaba un pastor fiel que se llamaba Argos, el cual tenía cien ojos. Un envidioso llamado Mercurio y muy adiestrado en las artes musicales iba de cuando en cuando a visitar al pastor para robarle la ternera de las astas de oro. Con promesas falsas y otros engaños trataba de quitarle al pastor la vaca. El pastor, ya casi preparado para sucumbir, tiene una conversación imaginada en la cual habla con su amo, miente, y declara que mientras dormía, un ladrón le ha robado las astas de oro de la ternera. Terminada su conversación imaginada, se niega a entregar a Mercurio las astas de oro de la ternera, pero otro día vuelve Mercurio y tocando y contando leyendas hace dormirse a Argos. Mercurio entonces le corta la cabeza y se escapa con la ternera de las astas de oro. La relación entre este cuento y el antiguo mito es tan evidente que sería enojoso entrar en detalles. Es evidentemente una versión latina medieval del mismo mito antiguo. El cuento es muy antiguo, anterior seguramente a la colección del siglo XIV que lo recoge. A esta conclusión llegamos en vista de otra versión latina del siglo XIII que se acerca ya más a las versiones modernas que al mito clásico, la versión latina que publica Wright. Esta versión nos cuenta lo siguiente: Cierto rey tenía un toro que tenía astas de oro, del cual cuidaba un pastor llamado Maurus que nunca decía mentiras. Un cortesano envidioso apuesta con el rey a que hará mentir a Maurus. Su mujer ve su pena y se ofrece a engañar al pastor con sus caricias. El pastor es vencido por la lujuria, y la mujer entonces le declara que si no le entrega las astas del toro le acusará a su marido. El pastor le entrega a la mujer las astas del toro. Sigue la conversación imaginada con su amo, y por fin declara el pastor a su amo la verdad de todo. El envidioso pierde la vida. Esta versión es una variante de la de Gesta Romanorum, pero, como ya queda dicho, es más semejante a las versiones modernas. Es en realidad la forma latina medieval que dio origen a cuentos del tipo del cuento de Straparola del siglo XVI y de la versión hispánica moderna de Azevedo. La versión de Straparola representa, por consiguiente, una forma europea que era corriente en Europa desde el siglo XIII y que está representada en la tradición moderna por la versión portuguesa de Azevedo, y, con una diferencia notable en elemento B, en todas las versiones hispánicas de tipo fundamental. Pero el tipo hispánico de las trece versiones idénticas, todas, las que establecen el tipo, menos la de Azevedo, está relacionado de una manera tan notable con las versiones orientales, como
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ya queda dicho, que sería temerario decir por ahora cuál es el verdadero origen de nuestro cuento. ¿Pasó el mito antiguo griego a Oriente, donde se desarrolló en cuentos y tradiciones al mismo tiempo cuando se realizaba su difusión en Occidente? No es del todo imposible. La tradición hispánica puede conservar el antiguo mito transmitido de fuentes clásicas por versiones latinas medievales, y al mismo tiempo por fuentes orientales. El motivo folklórico del padre que para engañar a un ladrón o pícaro y quitarle alguno de varios conejos o liebres que cuida le envía a su hija para seducirle, se halla en Aarne-Thompson 570, 571, 850, 851, Cuentos 5-8, 12, 178, 179, y muchos otros semejantes, y el del padre que entrega a su hija a todos los que se presentan para coger al ladrón de su tesoro, se halla en la mayoría de las versiones del bien conocido cuento del maestro ladrón, Aarne-Thompson 1525, Maspéro 249-261, Cosquin II, 270-281, etc.
49. Xuan y Maruxa BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia 106; Collectas 13, 14; Isopo 1, VII, 13, 14; Isopo 2, VII, 13, 14; Libro de los Enxemplos 90, 91.—Italianas: Boccaccio VII, 2, 3; Straparola V, 4.—Francesas: Barbazan-Méon II, 7, 8; Cent nouvelles nouvelles 16; Legrand, Fabliaux III, 295, IV, 185; MR I, 9, II, 292-293; Violier des Histoires 146.—Latinas: Disciplina Clericalis 9, 10; Gesta Romanorum 122, 123; Gesta Romanorum D, 59, 60; Speculum Morale III, IX, 5; Steinhöwel 154, 155; Wesselski 2.—Alemanas: Steinhöwel 254b, y páginas 331-332.—Griegas: Aristófanes, Themophoriazusae 498-501; RTP XII, 198-199.—Clasificación y estudios especiales: Aarne-Thompson 1419, C; Bédier 319-320; Boggs 1419, C; Chauvin IX, 20-21; Gesammtabenteur II, xxx-xxxii, III, xxv-xxvi; Lee, Decameron 186-191; Wesselski 187-188; Thompson K1516, K1616.1. Nuestro cuento asturiano es una fidelísima versión moderna de un cuento muy antiguo sobre las astucias de las mujeres, conocido ya en la antigüedad clásica y tal vez de origen oriental. Aristófanes cita el cuento de la manera siguiente: «Tampoco he hablado de aquella otra mujer que, mostrándole el brial a su marido al amanecer, le ayuda a su amante a escaparse envuelto en él». De las versiones que se conocían en la Edad Media, la más antigua que conocemos es la de la Disciplina Clericalis 10. Esta versión es idéntica a nuestra versión asturiana moderna hasta en las finas palabras de ironía con las cuales termina su charla la madre alcahueta: «O filii, multa huiusmodi paraui». La versión del Libro de los Enxemplos 91 traduce casi literalmente las
palabras de la Disciplina Clericalis: «¡Oh, fijo! Muchas tales he fecho e aparejado. «La lección de nuestra versión asturiana, «Así le hice yo muchas a tu padre», se halla en los Isopos españoles. Después de la de la Disciplina Clericalis, las mejores versiones medievales son las de la Gesta Romanorum 123, Gesta Romanorum D, 60, y la de Speculum Morale III, ix, 5. De estas versiones latinas medievales el cuento pasó a los Isopos, en la mayoría de los cuales se halla en forma casi idéntica. Las versiones semejantes o algo parecidas son muy numerosas. Versiones hay en las cuales el amante se escapa cuando la madre e hija le ponen al marido engañado una olla en la cabeza para medírsela. El tipo más importante, sin embargo, que podemos comparar con nuestro cuento asturiano, y uno que hallamos documentado en casi todas las obras que documentan el tipo ya citado, es el del marido que llega a casa o vuelve del campo herido de un ojo y la mujer le tapa el otro para que se escape el amante. Este cuento se halla en las siguientes versiones de nuestra bibliografía: Barbazan-Méon II, 7; Cent nouvelles nouvelles 16; Disciplina Clericalis 9; Gesta Romanorum 122, Gesta Romanorum D, 59; Libro de los Enxemplos 90. Cuentos como el de MR I, 9, en los cuales la mujer infiel sale gritando, «¡Fuego! ¡Fuego!» para que con el alboroto se pueda escapar su amante, documentado ya en el Asno de Oro de Apuleyo, y después en muchas versiones medievales, Disciplina Clericalis II, Boccaccio VII, 2, 3, Straparola V, 4, Collectas 10, son ya muy diferentes de nuestra versión. El cuento semejante del amante que por consejo de la mujer infiel o de la madre se pone a la puerta de la casa con espada en mano para engañar al marido, diciéndole que se trata de un pobre hombre a quien persiguen dos o tres ladrones que desean matarle, se halla en algunos Esopos, en el Speculum Morale, en las Mil y una noches y otras colecciones de cuentos orientales. Es de notar que la Disciplina Clericalis, la Gesta Romanorum, el Speculum Morale y el Libro de los Enxemplos cuatro importantes obras medievales que contienen el cuento de la sábana de nuestra versión 49, contienen también el cuento semejante del marido que llega con un ojo herido y a quien su mujer le tapa es ojo sano para que se escape el amante, y que los dos cuentos se hallan también en la antigua obra árabe titulada Makayidu-n-nisá, Los engaños de las mujeres. Véase Gayangos en BAE LI, 469, Gesammtabenteur II, xxx-xxxii, III, xxv-xxvi, y Welsselski 187-188.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
B. Cuentitos y chistes 50. Los cinco sordos BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia 49, 84; Cotarelo, Entremeses I, 2, 843-847; Espinosa, Castilla 383, 384, 385; Folklore Andaluz 132133; Timoneda, Buen Aviso II, 36.—Española de América: Rael 72.—Italianas: Bandello IV, 27; Crane 288-289; Gonzenbach II, 75.—Francesas: Des Periers 10; Mélusine I, 172-174 (tres versiones); RTP VII, 687, XI, 520.—Rumana: RTP XXII, 267.—Valonas: Laport 1698; Wallonia 1, 34-35.—Latina: Aarne, Schwänke 24.—Alemanas: Aarne, Schwänke 9-13.—Danesas: Aarne, Schwänke 8-9.—Finlandesas: Aarne, Schwänke 5-8.—Georgiana: RTP XIII, 441.—Griega: Kretschmer 17.—Turca: Radloff VI, 229.—Árabes: Chauvin VII, 113; RTP XIII, 441-444.—Africana: Monteil 18.—Indias: Parker 14; RTP XIII, 440.—Indias orientales: RTP XIII, 277-279.—Clasificación y estudios especiales: Aarne, Schwänke 16-90; Aarne-Thompson 1698; Boggs 1698; Bolte-Polívka III, 149-151; North American Review CXXIII, 57; ZVFV VI, 168-169; Thompson XIII. Véase también la bibliografía de Cuentos 190-191. Los cuentos europeos de la tradición popular y literaria que tratan de conversaciones ridículas y de querellas entre un sordo y un oyente o entre dos o más sordos son muy numerosos. La mayor parte de ellos han sido documentados y estudiados por Antti Aarne en su obra Schwänke über schwerhörige Menschen, citada en nuestra bibliografía. Los tipos más importantes estudiados por Aarne se hallan en la clasificación de Aarne-Thompson 1698, tipos A hasta M. Estos tipos son los siguientes: A. Buscando los animales extraviados. Un sordo busca sus animales extraviados y se encuentra con otro sordo. Éste, hablando de sus propias faenas, hace por casualidad una seña. El otro va en la dirección indicada por la seña, halla sus animales; vuelve a darle las gracias al otro y le ofrece un animal herido o con algún defecto en recompensa. Cree éste que el otro le acusa de haberle hecho daño al animal y empieza a reñir. Van a querellarse ante un juez, sordo también, y éste les da castigos ridículos. B. Los viajeros extraviados. Dos viajeros piden informes a un labrador sordo acerca del camino a cierto lugar. El sordo entiende que los viajeros quieren comprar sus bueyes. Llega la madre o mujer del labrador, y cree que el hijo se queja porque la comida que ella trae está muy salada. Otros sordos de
la familia llegan y cada uno habla de sus propias preocupaciones. C. Un pícaro hace creer a dos individuos que van a entrevistarse, que la persona con quien cada uno va a entrevistarse es sorda, y que deben hablar en voz muy alta. Se encuentran, se hablan a gritos y cada uno cree que el otro está loco. D. La invitación a una boda. Uno de los sordos habla de una boda y el otro habla del puerco que quiere vender, el precio, etc. E. El viejo del puente. Semejante al anterior. Cada uno habla de sus faenas, sin oír lo que dice el otro. F. El soldado y el caballero. El caballero se burla del sordo, pero por casualidad el sordo también se burla de su adversario. —¡Que te ahorquen en mil horcas y con mil sogas! —dice por fin el caballero—. —¡El doble para usted! —grita el sordo—. G. Nadie se entiende. No todos los protagonistas son completamente sordos. H. El ladrón sordo. Un sordo roba nidos y pajaritos. Está subido en un árbol cuando llega un viajero que busca informes sobre el camino que lleva. El sordo habla sólo de los nidos y de los pájaros. I. Visitando a los enfermos. Un sordo va a visitar a los enfermos y espera ciertas respuestas a las preguntas que va a hacer. —¿Qué tal ? —Muerto. —Gracias a Dios! ¿Qué comiste? —Veneno. —¡Que aproveche! J. El leñador. El leñador sordo habla sólo de su hacha y del mango del hacha. K. El vendedor sordo y el comprador. L. El cura sordo. Un joven responde tonterías, pero el cura sordo le alaba sus conocimientos. M. El obispo sordo. Un cura borracho dice que bebe tanto y tanto, pero el obispo no oye nada. El tipo primero, 1698A, es, según Aarne, el más popular de todos y se halla en muchas versiones de Asia, África y Europa. En la tradición popular de Europa es popularísimo. Puede ser de origen oriental. La versión árabe de las Mil y una noches, Chauvin VII, 113, es una de
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II. CUENTOS HUMANOS VARIOS
las mejores del tipo. Una forma muy sencilla, sin embargo, se halla en Occidente en un epigrama griego de Nicharcus, que contiene ya los dos litigantes sordos y el juez sordo también. Aarne, página 24, cita la versión latina publicada por Dübner: A surdo surdus in judicium vocabatur; et multo magis erat judex illis duobus surdior. Quorum unus contendebat mansionis mercedem illum mensium quinque: alter vero dicebat se nocte moluisse. Acriter inspiciens illis judex dicit : «Quid litigatis? Mater est vestra, ambo nutrite». En India el tipo más popular es el tipo 1698B, con varios sordos, todos de una misma familia. Véase Aarne, Schwänke 28. A este tipo pertenece la versión de Parker 14 de nuestra bibliografía. Es un tipo semejante a nuestra versión 50 sólo en llevar varios sordos de una misma familia. Examinados los tipos documentados en AarneThompson y en la obra de Aarne arriba citada, conocemos la mayoría de los tipos de Oriente y Occidente; pero no se cita ni una sola versión española. El tipo de nuestra versión conquense 50 no existe, al parecer, fuera de España. Boggs la ha clasificado como 1698*N, es decir, como un nuevo tipo de 1698. Las versiones españolas de nuestra bibliografía son nueve. No hay portuguesas ni catalanas. De las nueve versiones, cuatro pertenecen, con algunas diferencias insignificantes, al tipo de Aarne-Thompson 1698J: Espinosa, Castilla 383, 384; Folklore Andaluz 132133; Rael 72. El tipo español es el siguiente: Cierto viajero pasa por casualidad por donde un aldeano trabaja con sus bueyes en el campo. El aldeano es sordo y da respuestas ridículas y absurdas a todas las preguntas del viajero. En la versión de Espinosa, Castilla 384 y en la de Rael hay dos viajeros, pero los dos hacen las mismas preguntas. El estilo picaresco del fin en las dos versiones recuerda algunos detalles de cuentos de un tipo muy distinto, Cuentos 191, Aarne-Thompson 1696. Una versión, Ampudia 49, pertenece al tipo de AarneThompson 1698G. No se trata de un sordo, sino de uno que no oye muy bien. Las cuatro versiones restantes, entre ellas nuestra versión 50, pertenecen a un tipo enteramente nuevo. Nuestra versión conquense 50, la castellana de Espinosa, Castilla 385 y la asturiana de Ampudia 84 son casi idénticas. Las tres vienen de una misma tradición hispánica antigua. En un famoso entremés del siglo XVII, Entremés de los cinco sordos, que fue al parecer escrito durante la vida de Lope de Vega, del que poseyó un manuscrito Cotarelo, arriba citado, encontramos exactamente la misma tradición.
Claro es que el tema general de una familia de sordos que hablan sin entenderse, declarando cada uno lo que mejor le conviene y la idea que por el momento le preocupa puede llegar a desarrollarse en versiones análogas de carácter enteramente independiente. Véase el Tipo 1698B. En el caso actual, sin embargo, las semejanzas son demasiado elocuentes y abogan por una relación directa. Los sordos de la familia son cinco en el entremés del siglo XVII y cinco en cada una de las tres versiones modernas, cada uno de ellos tiene su interés personal y preocupación especial y en las cuatro versiones coinciden en la mayoría de los casos las preocupaciones e intereses que mueven a cada miembro de la familia y se hallan con frecuencia hasta las mismas frases. En el entremés de los cinco sordos, el padre, como en los tres cuentos modernos, está preocupado porque no tiene dinero para pagar el alquiler de la casa donde viven; en el entremés, como también en los cuentos, la hija sorda está preocupada porque desea casarse y no encuentra novio; en el entremés y en las tres versiones modernas, el hijo sordo está preocupado porque los pantalones que tiene están demasiado estrechos y quiere unos nuevos y más anchos de bragueta; y la abuela, en fin, en el entremés y en las tres versiones modernas, está preocupada porque quiere comer bien y beber buen vino. La relación no puede ser más exacta. En el entremés, como en cada una de las versiones modernas, cada uno de los cinco sordos habla «ex abundantia cordis» y sin darse cuenta de lo que dice el otro porque no oye, y las situaciones son chistosas y ridículas y se prestan muy especialmente a la acción dramática. Además, el entremés empieza como los tres cuentos, con la visita del amo de la casa, que al llegar saluda al viejo con cortesía, y que el viejo cree que viene a cobrarle el alquiler, y de esta manera empieza la charla ridícula y absurda. La semejanza notabilísima entre todos los detalles importantes del entremés del siglo XVII y las tres versiones modernas no quiere decir que los cuentos modernos deriven directamente de fuentes literarias, del entremés mismo. Raras veces obra de esta manera la tradición popular. Tanto el entremés antiguo como las versiones modernas vienen de una tradición más antigua, tal vez un cuento popular de los cinco sordos que era corriente en la tradición hispánica desde el siglo XVI o antes. Sabido es que los autores dramáticos del Siglo de Oro recogían para sus obras tradiciones populares de todas procedencias. Citaré, para terminar, algunos de los pasajes más notables del entremés y de uno de los tres cuentos modernos, para que se vea que no sólo documentan la misma tradición, sino que la cuentan en palabras casi idénticas:
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Entremés de los cinco sordos.
Nuestra versión 50.
Cerote: —Buenos Días.
Amo: —Buenos días, tío sordo.
Gonzalo: —No hay blanca.
Viejo: —¡Por Dios, señor, que ahora no trabajamos y no tenemos con qué pagarle!
Cerote: —¿Hay tal capricho? Gonzalo: —No tengo un cuarto, a fe; lo dicho, dicho. Mujer 1: —Pues trujera vaca y fuera gorda o flaca.
Hija: —Madre, que dice padre que no ha traído la carne porque estaba muy flaca.
Mujer 2: —Pues si a ellos les parece que conviene y todos de casarme tienen gana, yo digo que antes hoy que mañana.
Hija: —Oye, tú, que dice mi madre que me va a buscar un novio y yo le he dicho que me lo busque pronto porque yo ya no puedo estar sin casarme.
Bartolo: —¿Que me quieren hacer unos Hermano: —Güeno, si me has de hacer unos calzones? Pues..., que sean anchos por la pantalones hazlos más anchos de braguera, que bragadura, porque si son angostos de éstos están estrechos. entrepiernas, suelen en cuatro días hacerse de la carne celosías. Vieja: —Si bebo el vino aguado berros me nacerán en el costado... Puro, dijo la madre Celestina.
Abuela: — Güeno, güeno, pues dile a mi hija... Y dile también que al revolver de la esquina lo hay tinto y a cuatro cuartos el cuartillo.
51. La viejecilla y sus tres perritos BIBLIOGRAFÍA: Aarne-Thompson 2200; Boggs 1940D; BTPE IV, 158-159; Cuentos 175, Nota 1; Espinosa, Castilla 509; Espinosa VII, 50; FFC XXXVII, 82; Laval, en RDHL XXXII, 526-529; Lehmann-Nitsche, en RDHL XXX, 297-298; Thompson Z11, Z12, Z13; Wallonia VI, 176-178. Este gracioso cuento sevillano, del cual no conozco otras versiones, es un ejemplo notable de un tipo general muy bien conocido en la tradición de Europa, un cuento burlesco que se cuenta en formas muy diversas, pero siempre con intención maliciosa y para burlarse del oyente. Se cuenta el cuento de tal manera, que el oyente se ve obligado a hacer una pregunta, a la cual el narrador responde de una manera absurda y ridícula. Las numerosas versiones del tipo general son semejantes solamente en el motivo fundamental de la burla.
52. Los tres gallegos BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia 66; Curiel Merchán 136-137, 190; Espinosa, Castilla 375, 376, 377, 378, 379.—Españolas de América: Andrade 289; Espinosa SFNM 75; Laval, Cuentos 29; MasonEspinosa PRF VII, 14; Rael 69.—Portuguesas: A Tradição
I, 190.—Catalana: Alcover IV, 155-157.—Francesas: Des Periers 20; Sébillot, Joyeuses histoires 42; Wallonia XV, 286.—Bretonas: Mélusine II, 397-399; RTP VIII, 226-228, IX, 342, XI, 233-234, XXIII, 130.—Flamencas y valonas: De Mont y De Cock 287-289; Laport 1697.—Latina: Wright, Latin Stories 141.—Alemanas: Grimm 120; Haltrich 2; Meier 64; Müllenhoff 205.—Holandesa: Volkskunde III, 93-99.—Inglesa: FL XLIX, 187.—Inglesa de América: FL L, 297.—Escocesas: Notes and Queries V, IX, 86.—Eslava: Krauss I, 40.—Húngara: Jones-Kropf 126-127.—Clasificación y estudios especiales: Aarne, Estnische Märchen 360, 1697; Aarne-Thompson 360, 1697; Boggs 1697; Bolte-Polívka II, 561-566; Hackman 1697; Thompson C495.2, C495.2.1, C495.2.2. Hay dos tipos de cuentos muy semejantes en la tradición de Europa de los tres hermanos o tres viajeros cualesquiera, que por repetir cada uno de ellos solamente una frase, según un convenio con el demonio o bien porque es la única que cada uno sabe de una lengua desconocida, son acusados de un crimen, la muerte de un hombre. El Tipo I es el de Aarne-Thompson 360, Grimm 120, etc., y el Tipo II es el de Aarne-Thompson 1697, nuestra versión 52, etc. El Tipo I contiene los siguientes elementos fundamentales:
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A. Tres hermanos o tres viajeros cualesquiera hacen un pacto con el demonio. Entregan al demonio sus
II. CUENTOS HUMANOS VARIOS
almas, pero en vida reciben mucho dinero y la ayuda del demonio. Prometen, además, repetir solamente las siguientes frases, cada uno una, a cualquier pregunta que se les haga: nosotros tres; por el dinero; justo es. B. Llegan los tres a cierto pueblo y el hospedero de la casa donde paran mata a un hombre. Acusan a los tres viajeros y éstos sólo responden: —Nosotros tres. —Por el dinero. —Justo es. C. El demonio, su protector, viene en su ayuda y los libra de la horca. Ahorcan al matador, y el demonio se lleva su alma en vez de las almas de los tres viajeros. Véase Bolte-Polívka II, 562. Las versiones de nuestra bibliografía que pertenecen al Tipo II son las siguientes: Carnoy, Picardie 264; Grimm 120; Haltrich 2; Jones-Kropf 126-127; Krauss I, 40; Meier 64; Müllenhoff 205; RTP VIII, 226-228, XI, 233. Todas las demás pertenecen al Tipo II. No hay versiones hispánicas del Tipo I. El Tipo II es muy semejante al Tipo I, pero no hay intervención del demonio. Contiene los siguientes elementos fundamentales: • A1. Tres viajeros llegan a un país extranjero y cada uno de ellos aprende sólo una frase en la lengua del país: nosotros tres; por el dinero; justo es. Hay algunas variantes notables para las frases de los viajeros: a golpes; porque quisimos; razón y derecho tiene usted, acaso, bien hecho o no hay remedio. • B1. Se encuentran los tres viajeros con un muerto. Son acusados de la muerte. Ellos sólo responden: —Nosotros. —Por el dinero. —Justo es. • C1. Los llevan a la horca en algunas versiones. • C2. Los consideran tontos y los dan libres en otras. La versión más antigua que conocemos del Tipo II, es la latina del siglo XIV de Johannes de Bromyard, Summa Predicantium IV, 18, publicada en Wright, Latin Stories, 141. En esta versión medieval tres galeses viajan por Inglaterra y aprenden de la lengua inglesa cada uno una frase, «Nosotros los tres galeses», «Por el dinero» y «Justo es». Unos ladrones matan a un hombre y los galeses son acusados del crimen. Llevados al juez, los galeses sólo responden: —Nosotros los tres galeses. —Por el dinero. —Justo es. Sigue la versión: Narratur exemplum, seu truffa, de tribus Wallensibus, de quibus fertur quod cum per Angliam eos transire oporteret, nec bene possent nisi Anglicum scirent, convenerunt quod
quilibet unum verbum de Anglico addisciret, ut saltem de communibus et necessariis loqui possent, quorum unus debuit respondere ad interrogantem qui essent, dicendo «tres Wallenses;» alius signo facto ad cibum et potum, insinuando quod illa emere vellet, debuit venditoribus dicere, «propter denarium in bursa;» tertius emptori associatus venditori dicenti quod tantum habere vellet, ut cito et sine verborum altercatione se expedirent, ne verborum copia eis deficeret, dicere debuit, «justum est.» Illis ergo iter per Angliam facientibus, contigit eos per locum transire ubi quidam ab aliquibus latronibus occisus fuerat, quibus propter suspicionem captis, et coram judice adductis, judici quaerenti quis illum accidit, de communi trium assensu primus quicquid scivit de Anglico expendidit, dicens, «Nos tres Wallenses.» Judici vero quaerenti quare, secundus Anglicum suum expendidit, dicens, «Propter denarium in bursa.» Judici vero dicenti, «Ergo eritis suspensi,» tertius quod didicerat expendidit, dicens, «Justum est.» Otra versión del Tipo II, idéntica en todos los detalles a la latina del siglo XIV, es la francesa del siglo XVI de Bonaventure des Periers 20, De trois frères qui cuidèrent estre pendus pour leur latin. Lleva las tres lecciones, «nos tres clerici», «pro bursa et pecunia» y «dignum et justum est». Volvamos ahora nuestra atención a las versiones hispánicas. Las que yo he podido examinar, todas del Tipo II, como ya queda dicho, son quince: ocho versiones españolas peninsulares, Ampudia 52, nuestra versión 52, Curiel Merchán 191, y Espinosa, Castilla 375, 376, 377, 378, 379; dos nuevomexicanas, Espinosa SFNM 75 y Rael 69; una portorriqueña, Mason-Espinosa PRF VII, 14; una dominicana, Andrade 289; una chilena, Laval, Cuentos 29; una portuguesa, A Tradição I, 190; y una catalana, Alcover IV, 155-157. Las quince nos cuentan el mismo cuento. Todas son muy fieles al Tipo II de Johannes de Bromyard y de Bonaventure des Periers. Elementos A1 y B1 se hallan en todas las versiones hispánicas. Elemento C1 se halla en ocho versiones y se supone en cuatro. Las tres restantes terminan con elemento C2. En tres de las quince versiones los protagonistas son tres hermanos. Chile, Puerto Rico, Mallorca. En seis de las ocho versiones españolas peninsulares y en la versión portuguesa, son tres gallegos. En la versión castellana de Espinosa, Castilla 378, son tres hermanos mudos. En las dos versiones nuevomexicanas son tres gachupines (españoles) y tres manofashicos (tontos). En la versión dominicana son tres haitianos. Las tres frases o lecciones que pronuncian los viajeros son en realidad las mismas, pero están documentadas en variantes interesantes. La primera es Nosotros o Nosotros
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
mismos en doce versiones, Aquí los tres en dos, y A golpes en otra. La segunda es Porque quisimos en ocho versiones, Por el dinero en seis y Por tres alqueires de sal en una. La tercera es Razón o Razón con derecho tiene usted en ocho versiones, Bien hecho o Justo en siete, No hay remedio en una y Acaso en una. El cuento extremeño de Curiel Merchán 136-137 es ya muy diferente y parece una versión estropeada de nuestro tipo hispánico, arriba establecido: Un tonto que no sabía ni hablar, oyó decir y aprendió las frases Por lo regular y Por una libra de sal. Se encontró después con un muerto, y cuando llegaron las autoridades y le preguntaron si él había sido el matador, sólo respondía: Por lo regular. Por una libra de sal. La madre llegó y explicó que su hijo era tonto.
53. El santo del sastre BIBLIOGRAFÍA: Coletas 18; Disciplina Clericalis 20; Isopo 1, Coletas 18; Isopo 2, Coletas 18; Libro de los Enxemplos 31; Steinhöwel L156, A257b.—Clasificación: Boggs 1718. Nuestro cuento zamorano es una versión moderna del cuento que hallamos en el siglo XII en la Disciplina Clericalis de Pedro Alfonso y más tarde en el Libro de los Enxemplos y en los Esopos del siglo XV y posteriores. La versión latina de la Disciplina Clericalis 20, De regii incisoris discipulo Nedui nomine, admirable y fielmente reproducida en el Libro de los Enxemplos y en las Fábulas Coletas de los Esopos, se halla muy bien conservada en nuestra versión moderna. Podría sospecharse que se trata de una versión sacada recientemente de algún Esopo, pero más probable es que sea de origen literario antiguo, la versión de la Disciplina Clericalis popularizada desde el siglo XII. Nuestra versión 53, como las versiones literarias antiguas, trata de un sastre que para cierto día de fiesta no le da a uno de sus aprendices lo que le corresponde cuando reparte la comida, chorizo en la versión moderna, miel en las versiones antiguas. En la versión moderna le dan al maestro del sastre varazos en las nalgas por el supuesto robo de la tela, y en las versiones antiguas le vapulean para que no haga daño a nadie en su supuesta locura. Las diferencias entre la versión moderna y las antiguas literarias son insignificantes. Las últimas frases de las tres versiones literarias más antiguas de España y de nuestra versión zamorana moderna, son las siguientes:
Disciplina Clericalis 20: Hoc audito incissor Nedui discipulum suum uocauit et ait: Amice, quando nouiste me esse insanum? Ad hec discipulus: Quando me mel non comedere sciuisti ? Libro de los Enxemplos 31: El sastre llamó a Nedio, e díjole: —Amigo, ¿cuándo viste loco? Dijo Nedio: —¿Cuándo me viste non comer miel? Coletas 18: Entonces dijo el maestro a su discípulo: —O muy malvado y cruel, ¿cuándo me viste a mí enloquecer? Respondió el discípulo: —Entonces te vi yo que te tornabas loco cuando tú conociste que yo no comía miel. Nuestra versión 53: —Oye, tú, mentiroso, ¿quién te ha dicho a ti eso (que yo robaba tela)? Y el aprendiz le dice: —A mí, nadie. Y a usté, ¿quién le ha dicho que a mí no me gustaba el chorizo?
54. El tonto y su burro BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Espinosa, Castilla 341, 342, 343, 344, 345.—Versión española de América: Mason-Espinosa PRF I, 20.—Portuguesa: Athaide Oliveira I, 170.—Clasificación: Boggs 1550C; Thompson J1601. Estas ocho versiones hispánicas, seis castellanas, una de Puerto Rico y una portuguesa, las únicas que yo conozco de este cuento, documentan la misma tradición: Un muchacho compra un burro y todo el mundo le pregunta cuánto ha pagado por él. Fastidiado de tantas preguntas, se marcha por fin a la iglesia, sin ser visto, y toca las campanas para reunir a toda la gente de su pueblo. Cuando ya todos están en la iglesia, el joven anuncia cuánto le ha costado el burro, gritando desde donde está escondido detrás de una estatua en nuestra versión 54 y en otras dos versiones castellanas, desde el altar donde está revestido de sacerdote en una versión castellana, desde un sitio donde está escondido sin que nadie le pueda ver en otra castellana, desde el campanario en la versión de Puerto Rico, y desde el altar del Senhor dos Passos en la versión portuguesa. En tres de las versiones creen al principio el cura y la gente del pueblo que quien los ha llamado a la iglesia es un alma en pena.
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II. CUENTOS HUMANOS VARIOS
55. El tonto adivino Conozco solamente otra versión de este cuentecillo, la castellana de Espinosa, Castilla 340. Las dos versiones son fundamentalmente idénticas. Para la clasificación véase Boggs 1550B y Thompson K1956.3.
56. El molinero ladrón Conozco solamente otra versión de este cuentecillo, la de Sánchez Pérez 24, que es idéntica a la nuestra en casi todos sus detalles. El molinero ladrón compra y vende trigo en esta versión, mientras que nuestra versión 56 compra trigo y después vende vino, habiendo cambiado de molinero a tabernero. Algo semejantes son las versiones de Espinosa, Castilla 392 y de Timoneda, Sobremesa I, 48. Para la clasificación del cuento, véase Boggs 1800 y Thompson K486.
C. Latinismos populares y trabalenguas 57. El Agnus Dei 58. La dóisima próisima 59. La chipiritaina BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia 152; Archivio VI, 58-59; Cabal CTA 229-230; Espinosa, Castilla 444, 445, 446, 447; Folklore Andaluz 134-135 (dos versiones).—Españolas de América: Andrade 283; Laval, Latín 13 (dos versiones); Mason-Espinosa PRF VII, 53; Rael 288; Romancero Nuevomexicano 114.— Portuguesas: Archivio VI, 60-61 (dos versiones).—Catalana: Ferrer-Ginart 136-138.—Italianas: Anderson, Novelline 8; Archivio V, 216-218, VI, 43-50 (seis versiones); Folklore Italiano IV, 272-277 (siete versiones), V, 173-176 (tres versiones); Pitré III, 143; Straparola IX, 4, y edición de Louveau-De Larivey I, xxxvii-xliii.—Francesa: Des Periers
21.—Flamencas: De Mont y De Cock 15-17; ZVFV XXVI, 16-17 (cuatro versiones).—Bretona: Mélusine I, 472474.—Vascuence: Webster 11-15.—Alemanas: Alemania 68-70; Bolte-Polívka III, 133, 134; Rochholz 167; Wossidlo 999; ZVFV XXVI, 8-18 (numerosas versiones literarias y populares, empezando con la de Jacob Knebel del año 1479), 370-371, XXVIII, 135-137.—Holandesas: Bolte-Polívka III, 134-135.—Inglesas: FL XLVII, 194195 (6, 7); Jacobs 1, 230-231; Notes and Queries III, VIII, 521, III, IX, 46, 102, 495, VII, III, 45-46, 89-90, 147.—Inglesas de Norteamérica: Notes and Queries VII, III, 397, VII, IV, 55.—Escocesas: Chambers 113; FLJ VII, 166-167.—Galesas: FL XLVII, 199-200 (1, 2, 3, 4).—Irlandesas: FL II, 135-136, XLVII, 197-198 (1, 3, 4, 5).—Griega: Hahn I, 34.—Turca: Cabinet des Fées XVI, 258-262.—Africanas de Norteamérica: Fauset NS 26-27, 144-145.—Clasificación y estudios especiales: AarneThompson 1940; Archivio VI, 61-68; Boggs 1940A; Bolte-Polívka II, 27, 135, III, 129-136, IV, 183; Palaestra IV, 21-22; ZVFV XXVI, 8-18, 370, XXVII, 135-141, XXVIII, 135-137; Thompson X951. Estos tres cuentos son excelentes versiones modernas de un cuento conocido en Europa desde fines del siglo XV y principios del siglo XVI en las famosas versiones alemana de Jacob Knebel del año 1479, italiana de Straparola y francesa de Des Periers, arriba citadas. La versión alemana, la más antigua de las tres, es la siguiente: Un labrador le enseña a su nuevo criado nombres extraordinarios para él, su mujer, su gato y para diversas cosas de la casa. Durante la noche el gato se enciende accidentalmente la cola al pasar por la lumbre, sale huyendo y prende fuego a toda la casa. El criado sale gritando para anunciar lo que ocurre, empleando las extraordinarias palabras que acaba de aprender de su amo. El labrador apenas entiende lo que oye. En las versiones de Straparola y de Des Periers el cuento es muy semejante: Un cura le enseña a un estudiante (seminarista en la versión de Des Periers) palabras latinizantes para burlarse de él. Durante la noche el estudiante le enciende la cola al gato y el gato le prende fuego a la casa. El estudiante despierta al cura para anunciarle la desgracia y le repite toda la jerigonza que acaba de aprender. Las versiones modernas de Europa pertenecen a estos dos tipos literarios o llevan elementos de ambos. En un estudio reciente, publicado en FL XLVII, 190-202, los señores Kenneth Jackson y Edward Wilson tratan de establecer para las versiones populares de Europa dos tipos semejantes a
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
estos dos tipos literarios. Opinan que el tipo de la versión alemana de Knebel es el tipo primitivo y fundamental y que el tipo de Straparola y de Des Periers es un tipo desarrollado de aquél. La verdad es que la diferencia entre estos dos tipos literarios es muy insignificante. El tipo más antiguo que conocemos puede ser, y hasta es probable que sea, un desarrollo popular de otro tipo más antiguo y semejante al de Straparola y de Des Periers. No hay motivos para creer que el cuento sea de origen alemán. El mayor número de versiones alemanas modernas es debido sencillamente a que en Alemania se han buscado con mayor diligencia. Tampoco es cierto que el tipo de Straparola y Des Periers se halle sólo en Italia y Sicilia. Como más adelante veremos, seis versiones españolas pertenecen a un tipo casi idéntico y otras cuatro son muy semejantes. Para toda Europa, por consiguiente, el estudio definitivo de nuestro cuento está todavía por hacer. Volvamos ahora nuestra atención a las versiones hispánicas de nuestra bibliografía. Son éstas veintiuna, pero tres de ellas, Laval, Latín 13 (dos versiones) y Romancero Nuevomexicano 114, son muy fragmentarias y llevan sólo la fórmula final que el criado grita en los oídos del amo para anunciarle el incendio de la casa. Las dieciocho restantes contienen entre unas y otras los siguientes elementos fundamentales: A. Un cura recibe en su casa un nuevo criado (estudiante en una de las dieciocho versiones). A1. Un amo cualquiera, pero no cura, recibe en su casa un nuevo criado. A2. Una mujer recibe en su casa un nuevo criado. B. El amo, cura o labrador ordinario, le enseña al nuevo criado vocablos extraordinarios, generalmente palabras latinizantes, para él, su ama, el gato, y para diversas cosas de la casa. B1. Una criada despedida y su novio le enseñan al criado las palabras latinizantes. B2. En el pueblo donde vive el amo se conocen las palabras latinizantes. El nuevo criado las aprende, pero el cuento no nos dice de qué manera. C. El criado prende fuego a unas estopas atadas a la cola del gato. El gato sale huyendo y le prende fuego a toda la casa. C1. La criada despedida y su novio le prenden fuego al gato. Etc. C2. Los vecinos le prenden fuego al gato. Etc. C3. El gato mismo se enreda en la lana y se prende fuego accidentalmente al pasar por cerca de la lumbre. Etc. C4. El gato se enreda en la lana. Nada más.
D. El criado sale huyendo, despertando al amo y anunciándole a gritos lo que ocurre en la jerigonza que acaba de aprender. D1. El criado grita el anuncio desde una ventana o en la calle. D2. El criado grita el anuncio en medio de la calle cuando el amo despierta, ve lo que ocurre y le manda que pida auxilio a los vecinos. E. El criado se lleva robados chorizos, morcillas u otros comestibles. E1. La criada despedida y su novio se llevan un asno cargado de cosas robadas. Con un número tan reducido de versiones hispánicas podemos establecer solamente un tipo fundamental y bien definido. Este tipo contiene elementos A o A1, B, C, D, y algunas veces E. No podemos establecer dos tipos a base de las versiones alemana de Knebel de 1479 y las dos del siglo XVI de Straparola y Des Periers, porque en las versiones hispánicas nada significa que el amo sea un cura o un amo cualquiera, y no hay relación alguna entre la presencia de uno u otro personaje con elementos C y C3. Por otra parte, las burlas son iguales en todas las versiones. Pertenecen a nuestro tipo hispánico fundamental, que llamaremos Tipo I, las diez versiones siguientes, ocho españolas peninsulares y dos españolas de América: • • • • • • • •
Archivio VI, 58-59, A, B, C, D. Cuentos 57, A1, B, C, D, E. Cuentos 58, A, B, C, D. Cuentos 59, A, B, C, D. Espinosa, Castilla 444, A, B, C, D. Espinosa, Castilla 445, A1, B, C, D. Folklore Andaluz I, 134-135, A, B, C, D, E. Folklore Andaluz I, 135, A, D, E. (Elementos B y C se entienden, pero no están documentados). • Mason-Espinosa PRF VII, 53, A1, B, C, D, E. • Rael 288, A, B, C, D. Hay además una versión portuguesa casi idéntica, Archivio VI, 60-61, con elementos A1, B, C, D2. Admitiendo esta versión con las perfectas del Tipo I, tenemos once de las dieciocho, 61%, que pertenecen al tipo hispánico fundamental. Las siete versiones restantes son todas variantes del tipo fundamental. Tipo IA, con elementos A o A1, B, C2, D o D1. Pertenecen a este tipo dos versiones: una versión castellana, Espinosa, Castilla 446, y una portuguesa, Archivio VI, 61.
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II. CUENTOS HUMANOS VARIOS
15. Gente: abundancia. 16. Guantes: garabatantes. 17. Hambre: querencia. 18. Hilo: azafrán. 19. Hombre: Véase cura. 20. Jamón: chiribiricoque, jilicloques, santos. 21. Lumbre: Véase fuego. 22. Mesa: merincuntán. 23. Morcillas: albariquiques, el Juanito, las once mil vírgenes. 24. Paja: bitoque, estopociencia, vitroc. 25. Pajar: Véase paja. 26. Pantalones: carabitates, chirros mates, garabitates, habilitates, tiras e viras, xirimitlis. 27. Silla: tarabintantán. 28. Tocino: santos. 29. Vecinos: pepinos. 30. Zapatos: calzavitates, chirlos mirlos (cuatro versiones), chirros mates, chirros mirros, escarabitates, escarabitatis, salperquitates.
Tipo IB, con elementos A, B2, C, D2. A este tipo pertenece una versión castellana, Espinosa, Castilla 447, mezclada con otro tipo de cuento de vocablos extraordinarios, Espinosa, Castilla 448. Tipo IC, con elementos A o A1, B, C3, D o D1. De este tipo hay dos versiones: Ampudia 152 y Cabal CTA 229-230. Tipo ID, con elementos A, B, C1, D, E, E1, una versión catalana: Ferrer-Ginart I, 136-138. Tipo IE, con elementos A2, B, C4, variante de D, E, una versión de Santo Domingo: Andrade 283. En las versiones hispánicas los vocablos extraordinarios o palabras latinizantes que el criado aprende de su amo y que con tanta gracia repite después, gritándoselas en los oídos, son las siguientes: 1. Agua: abundancia (siete versiones), grande abundancia, clarencia, paciencia, templanza, violencia. 2. Ama: deliren, dóisima próisima, manus day, mi na Prudencia, página nostra, potestates, prójima nostra, prójimi nostra, sustancia. 3. Amo: Véase cura. 4. Cama: brazos de holganza, jorgancia, minate, potestate (tres versiones), potestatis, recreancia, San Sebastián, altos de San Sebastián (dos versiones), tumba de San Sebastián (dos versiones). 5. Carne: santos. 6. Casa: albergancia, albitraco, chipiritaina, chiviritaina, fumacia, ganancia, habitáculum, petaca. 7. Columna: sostenencia. 8. Cura: Agnus Dei, castus meus, curatis, chucurumeco, Jordán, Leordán, papideo, Pare Sanctis Deis, pater meus, Petris nostris, piquis miquis, populus dei, reverencia, sancte mens, sanctis Deus, santidéis, Zampis los dioses. 9. Chimenea: chiviritaina. 10. Chorizo: eterno padre, evangelistas, jiliclos. 11. Despensa: bitoque. 12. Escalera: espotelente, estinencia, excelencias (dos versiones). 13. Fuego: alcuntán, alegrancia, alegranza, alegría, clarencia, claritate, consumencia, escaramulo, experiencia, fumacia, grande alegría (tres versiones). 14. Gato: caciguriatos, caza la bomba, cazalosrates (tres versiones), chinchilate, chiquiritán, cuidados, el abad que papa las ratas, el ave que papa las ratas, papa de rata, papa in rate, papa los ratis, pápili las ratas, próximu nostru, rapes rapes, retipati, tranquitana, zampa gurriatos.
Los cuentos de Grimm 140, Aarne-Thompson 1940 y otros semejantes, con rimas y trabalenguas de personas, animales y cosas que llevan nombres extraordinarios y maravillosos, aunque indirectamente relacionados con nuestros cuentos, pertenecen a otros tipos de cuentos.
60. El nuevo cura BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia 153; Espinosa, Castilla 414, 415.—Españolas de América: Mason-Espinosa PRF VII, 117; Portel Vilá 96.—Portuguesa: Athaide Oliveira II, 264.—Flamencas y holandesas: De Mont y De Cock 281-282; Volkskunde I, 254.—Clasificación y estudios especiales: Boggs 1825D; Bolte-Polívka III, 116; FFC XXXVII, 1826; Volkskunde I, 254-257; Thompson K1961.1.1.2. Los cuentecillos sobre los sacerdotes que no saben latín o que no pueden pronunciar un sermón son legión. En nuestra bibliografía documentamos solamente aquellas que pueden tener alguna relación con nuestra versión 60. Sólo una de ellas, la asturiana de Ampudia 153, es verdadera versión de nuestro cuento. Las dos versiones documentan sin duda un cuento tradicional antiguo. Las dos versiones nos cuentan fundamentalmente el mismo cuento, pero en el sermón del nuevo cura, la versión asturiana es muy superior a la conquense nuestra. En vez de subir al púlpito para
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predicar sus latines como en nuestra versión conquense, el nuevo cura de la versión de Ampudia llega a su casa y entra en ella cantando sus latines con la música de la Epístola, de la manera siguiente: —Debajo de pontis, pecis; debajo de nabis, sapis; en campis pacis vi calavéribus mortis; vi cascántibus, volántibus, trabajando para filius nostris; encima de ramis, cuoquis; debajo de cuoquis, zuquis; debajo de zuquis, ¡beee! Y ésta, la Epístola es.
mujer habla con los mozos mientras se cuece la comida. De cuando en cuando entran los mozos a la cocina, uno cada vez, para ver el puchero y se comen los garbanzos, la carne, las morcillas y los chorizos. Los pueblos por donde han pasado, según le cuentan a la pobre mujer engañada, son simbólicos de todo lo que se han comido: Garbancé, Carnicé, Morcillé y Choricé. Para una clasificación general de nuestro cuento, véase Boggs 1940C, y para cuentos algo semejantes, pero sin latinismos, véase Cuentos 197, Wheeler 162 y AarneThompson 1540 y 1642, elemento V. Véase también Cuentos 216, que lleva las mismas terminaciones de nuestra versión 61 en un cuento de animales de tipo muy diverso.
62. Fui a caza Los detalles generales de las dos versiones son, como ya queda dicho, fundamentalmente idénticos, y recuerdan desde luego algunos detalles semejantes, hasta en los latines, de algunos cuentos de adivinanzas, Cuentos 7 y 8 y versiones semejantes, por ejemplo. La versión castellana de Espinosa, Castilla 414, es algo semejante. Empieza con los detalles del estudiante adivino que esconde objetos para después adivinar dónde están, Thompson K1956.2, desarrolla algunos detalles semejantes a los de Cuentos 60, latinismos en el púlpito sobre los lagartos y una calavera que encuentra en el camino, y termina con el cuentecillo de las abejas que salen a picarle al cura y del gato que sale en vez de la paloma esperada, Thompson X411.3, X418. La versión portuguesa de Athaide Oliveira II, 264 es también algo semejante. Las otras versiones que citamos en nuestra bibliografía llevan algún detalle semejante, algún latinismo idéntico a los de nuestro cuento, pero pertenecen ya a otros tipos de cuentos. Otros cuentos que podríamos citar, como Ampudia 154, 155, BBMP II, 99-101, Laval, Latín 17-25, no tienen relación alguna con nuestra versión 60, excepto en algún latinismo por mera casualidad. Véase también Cuentos 5759 y Bolte-Polívka III, 129-136.
61. El estudiante hambriento No conozco otras versiones verdaderas de este gracioso cuento, que tiene la particularidad de formar todos los latinismos con la misma terminación. La versión castellana de Espinosa, Castilla 450, sin embargo, es muy semejante: Dos mozos pasan por una aldea y llegan a una casa poco antes de la hora de comer. El marido está en el campo y la
BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia 156, 157, 158; Espinosa, Castilla 500; Llorca 172-173; Rodríguez Marín I, números 194-199.—Portuguesas: Archivio I, 575-576.—Catalanas: Bulletí XVI, 167-169.—Francesas: RTP XX, 395-397.—Bretonas: RTP VII, 240-241.—Inglesas: Halliwell 113-116, 137-140, 217, 238.—Clasificación y estudios especiales: Boggs 155; Rodríguez Marín I, páginas 146-147; Thompson Z41.7, Z58. Los trabalenguas se hallan en la literatura popular de todos los países, confundidos a veces con los cuentos acumulativos, Cuentos 271-280. Algunas veces se emplean en los juegos de prendas, en los cuales se empieza recitando un solo verso o una sola oración, y luego uno por uno los que entran en el juego van recitando los versos u oraciones restantes, y el que hace un error se sale del juego y paga una prenda. Pero no importa cuál sea su origen o uso, trabalenguas hay que han llegado a ser considerados como cuentos independientes para hacer reír o probar la memoria o pronunciación exacta del que los recita. Nuestra versión 62 es un ejemplo extraordinario de un trabalenguas que se ha convertido en un verdadero cuento burlesco. La única versión semejante que conozco es la de Rodríguez Marín I, 199. En la primera parte del cuento las dos versiones son idénticas: Un joven viene de caza con una liebre y quiere que su abuela se la guise (la madre en la versión de Rodríguez Marín). La abuela o madre no tiene bastante aceite para guisar la liebre o le hace falta una olla y no puede pedirla prestada. Después los detalles son algo diferentes. Nuestra versión burgalesa termina con la confesión del muchacho que dice que ha matado a su abuela porque no quiso guisarle la liebre y que por fin obtiene absolución del
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II. CUENTOS HUMANOS VARIOS
cura a quien amenaza, mientras que la versión de Rodríguez Marín termina con el consejo de la madre, que lleve el hijo la liebre al campo porque no hay olla donde se pueda guisar. Las terminaciones macarrónicas de las palabras y los vocablos compuestos sólo para, ofrecer palabras difíciles de pronunciar y rimas abundantes y extraordinarias son muy semejantes en las dos versiones. Las versiones de Ampudia 156, Espinosa, Castilla 500 y Archivio I, 275, versión portuguesa, son algo semejantes a nuestra versión burgalesa en el principio. Las tres empiezan
con el motivo del mozo que va a caza y vuelve con una liebre o que va por leña para guisar la liebre, pero después su desarrollo es muy diferente. Las demás versiones de nuestra bibliografía son trabalenguas que ya no tienen relación alguna con nuestra versión 62. Las versiones de Halliwell son sólo unos cuantos ejemplos de las numerosas versiones que se hallan en la literatura popular inglesa. El de la página 137, sacado de una obra del siglo XVII, se recitaba para «vencer el hipo».
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III. CUENTOS morales A. Los tres consejos • B. Almas en pena • C. Leyendas de santos D. La leyenda de don Juan • E. Varios
a. los tres consejos
63. Los tres consejos Ésta era una señora casada que estaba en cinta. Y un día que no estaba su marido en casa estaba cosiendo a la puerta de su casa y tenía sueño y dijo: —¿Aquí o en la cama? Aquí que me vino la gana. Y ai mismo se durmió. Y las vecinas oyeron lo que decía y pensando siempre en lo malo fueron y se lo dijeron a su marido. Y él entonces sin decirle nada a su mujer la abandonó y se fue a buscar trabajo muy lejos de su pueblo. Y con el tiempo su mujer dio a luz un niño y su tío, que era cura, le dio estudios hasta que ya iba a cantar misa. Y el padre que por puras caluñas había abandonao a su mujer estuvo trabajando por muchos años con un amo muy bueno, que era Dios. Y ya después de muchos años le dijo un día el hombre a su amo: —Amo, tengo ganas de volver a mi pueblo y ver a mi mujer. Y el amo le dice: —¿Que tienes mujer? —Sí —contestó el hombre—, tengo una mujer que dejé en cinta y ya mi hijo estará grande. Y le dijo entonces el amo: —Pues no te quito el gusto. Y ya que te vas te voy a dar este pan que partirás cuando tengas una alegría muy grande, y además tres consejos: el primero, que no te tuerzas por sendas y que vayas siempre por el camino resto, el segundo, que no te metas por lo que no te importa, y el tercero, que si te da alguna mala tentación que lo pienses por tres veces. Le dio el hombre las gracias al buen amo y se marchó pa su pueblo. Y al poco de salir se encontró en el camino con dos que iban también de viaje y le preguntan:
—¿Adónde va? —A tal pueblo. —Güeno, pues iremos juntos. Conque se marcharon juntos los tres y ya al poco tiempo llegaron adonde había cruce de caminos y sendas cuando dice uno de los viajeros: —Vámonos por esta senda que adelantaremos mucho terreno. Pero el hombre dice: —No, yo no voy por la senda, que me ha dicho mi amo que nunca tuerza por sendas y que vaya siempre por camino resto. Bueno, pues los otros se fueron por la senda y él siguió alante por el camino resto. Cuando al dar la vuelta al atajo vio a aquellos dos horcaos de una encina y dijo: —Eso me hubiera pasao a mí si me hubiera ido por la senda. Y era que unos salteadores los habían robao y los habían dejao ai horcaos. Conque siguió andando hasta que ya atardeciendo llegó a una posada y llamó en la puerta. Y salió un hombre muy flaco y muy pálido y le dijo, que entrara. Le dieron de cenar, y después de cenar el hombre le dijo que se tumbara a dormir en un escaño que estaba en el medio de una habitación. Y por la noche no pudo dormir porque toda la noche oyó ruidos y lamentos de una mujer. Y decía él: —La pega a la pobre ese hombre. Y le daban ganas de levantarse a ver qué era lo que pasaba, pero pensaba lo que le había dicho su amo, que no se metiera por lo que no le importaba. Y por la mañana fue el dueño a despertarlo y le dijo: —¿No ha oído usté muchos ruidos durante la noche?
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III. CUENTOS MORALES
Y él contestó: —No, señor; como estaba tan cansao no sentí ni moscas ni pulgas. Entonces el dueño puso la lumbre con un caldero lleno de agua y le echó sal y aceite y rebanadas de pan cruzadas en el caldero, y le dijo: —Venga usté conmigo. Y le llevó a una habitación que estaba llena de muertos y le dijo: —Todos éstos son personas que han venido aquí y se han metido por lo que no les va ni les viene. Y ya pasaron otra vez a la otra habitación y la mujer le puso el caldero pa comer. Y ella estaba muy vieja y consumida de la mala vida. Y el dueño le dijo al hombre: —Esta está aquí castigada por habladora, y todos esos muertos por haberse metido en lo que no les va ni les viene. Si tú te hubieras levantao anoche a meterte en lo que no te importa te hubiera pasao lo mismo que a ellos. Y se pusieron entonces a comer, y fue la vieja y trajo otra caldera con sopas y tajadas. Y el pobre hombre sólo comía lo que vía que tenía corteza pa no comer de los muertos. Y después de comer el hombre dijo que ya se iba, que cuánto debía. Le contestó el dueño que nada, y ya se marchó el pobre escapao y mirando pa atrás con miedo de que lo llamaran otra vez. Llegó a su pueblo y se dirigió a su casa y por el balcón vio que su mujer estaba con uno vestido de sacerdote y dijo: —¡Esos tales, estoy por pegales un tiro! Pero se acordó del tercer consejo que le había dao su amo y lo pensó tres veces y dijo: —No, tengo que esperar pa ver cómo es esto. Y en vez de entrar en su casa se fue y pidió posada en una casa vecina. Y cuando entró empezaban a repicar las campanas y preguntó qué santo era. Y le dijo entonces la vecina que repicaban las campanas porque cantaba misa un hijo de la vecina, que antes de nacer su hijo le habían levantao una caluña y su marido la había abandonao. Conque entonces el hombre ya comprendió que había sido injusto con su mujer y dejó la casa de la vecina y se fue a pedir posada en su propia casa. Y llegó y llamó y salió su mujer vestida con un hábito del Carmen y no le conoció. El sí la conoció pero no quiso decirle nada. Y le dijo ella que entrara a calentarse porque hacía frío. Y se puso ella a escarbar pa que se calentara mejor cuando le pregunta él: —Señora, ¿por qué lleva usté ese hábito del Carmen? Y ella le contestó: —Es porque hace ya muchos años me levantaron una caluña y me abandonó mi marido y me dejó en cinta. Y he
prometido llevar el hábito hasta que vuelva mi marido. Y al marcharse me dejó en cinta y mi hijo canta misa hoy mismo. Y le dijo él: —Y si usté viera a su marido, ¿le conocería? —Qué sé yo. Hace ya tantos años que no sé si le conocería. En esto estaban cuando repicaron otra vez las campanas. Y dijo entonces el pobre: —¿Me permiten ustedes ir a la misa? Y le dijo ella que cómo no, que fuera a la misa que cantaba por primera vez su hijo. Y fue y vio a su hijo decir la misa. Y de la alegría que tenía dijo: —Ahora es cuando partiré el pan que me dio mi amo. Y ya salieron de la iglesia y se fueron a la casa a tomar el chocolate y fue el pobre con ellos. Y cuando se sentaron a la mesa dijo el sacerdote que convidaran al pobre a tomar chocolate. Y llegó el pobre y se sentó a la mesa con la madre y el hijo. Y dijo entonces el pobre padre: —Que eche la bendición el cura. —No —dijo el sacerdote—, que la eche el pobre. Y entonces el pobre se quitó el sombrero y dijo: —La bendición del padre, yo, y del hijo, tú, y del espíritu santo, tu madre, que abandoné injustamente. Y entonces les contó todo lo que le había pasao y cómo había sido todo. Y ya no fue más que llantos y alegrías. Y como comprendió el padre que ya no podía tener alegría mayor que aquélla sacó el pan que le había dao su amo y lo partió y salieron de él muchas monedas de oro. Villanueva del Campillo, ÁVILA.
64. Los tres consejos Éste era un matrimonio que eran muy pobres y no hallaban ande trabajar. Y el marido se fue a buscar trabajo a otro pueblo y dejó a su mujer en cinta. Y la pobre mujer se puso de lavandera. Y ya el marido ni escribió ni nada y la mujer creyó que ya no volvía. Y dio a luz un niño y con el tiempo hizo estudios y estudió pa cura. Y el marido estaba en la casa de un buen amo y le sirvió por muchos años. Y ya después de veinte años de servicio le dijo a su amo que quería volver a su pueblo a ver a su mujer y a su hijo si acaso lo tenía. Y el amo entonces le dijo: —¿Cómo no me has dicho que tenías mujer? ¿Tienes también hijos? Y contestó el hombre: —Señor, no lo sé. Cuando me marché dejé a mi mujer en cinta y no sé si tengo hijo o no.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Y el amo entonces le dijo: —Pues muy bien me parece que te vayas a ver a tu mujer. Y sacó un pan y le dijo: —Lleva este pan y lo partes cuando tengas una alegría muy grande. Y además te voy a dar tres consejos: el primero, no te metas nunca por ningún atajo y vas siempre por tu camino alante, el segundo, cuando llegues a una posada nunca preguntes por lo que no te importa, y el tercero, cuando se te ponga en la cabeza el hacer una cosa mal hecha piénsalo siempre tres veces. Güeno, pues se despidió de su amo y se marchó pa su pueblo. Y al poco de caminar se encontró con tres viajeros y le dijeron: —¿Adónde va usté? Y contestó él: —Voy a tal lugar. —Güeno, pues vamos todos juntos —dijeron ellos—. Y ya dijo uno de ellos: —Vamos a echar por esta senda que así llegaremos primero. Y él dijo: —No, yo voy por el camino alante, y si llego primero pediré la cena pa todos en la posada. Y se marcharon aquéllos por la senda y él por el camino alante. Y él llegó primero a la posada y le dijo al posadero que preparara la comida pa cuatro que los otros tres llegarían dentro de poco. Y estaba él calentándose en la lumbre cuando llegaron aquéllos tres corriendo y le dijieron: —Muy bien hizo usté en no ir por la senda, que han salido unos bandoleros y nos han robao todo el dinero que traíamos. Conque ya dijo él: —Me ha salido bien el primer consejo que me dio mi amo. Y ya comieron todos y él pagó la cuenta. Y otro día almorzaron y se marcharon. Y por la tarde llegó él ya solo a otra posada y pidió posada por la noche y le dijeron que entrara. Y entró y le dieron de comer. Y después de comer preguntó: —¿Onde me van a dar ustedes una cama pa dormir? Y le dijo el dueño: —Ai puede usté dormir en una banca. Y él sin decir nada se tumbó a dormir en una banca. Y a media noche salió el mesonero con un hombre que no era más que los güesos de flaco y le dio de comer en una calavera y de beber en otra. Y aquél sólo miraba y callaba porque se acordaba del segundo consejo de su amo. Y ya le preguntó el mesonero:
—¿Estás durmiendo? —No, señor —contestó el hombre. —¿Has visto lo que he traído a la habitación? —Sí, señor, he visto todo. —¿Por qué no has preguntao nada? —Porque lo que no me va ni me viene no pregunto. Y ya le dijo el mesonero: —Pues ahora le voy a contar a usté una historia. Aquí recogemos a todos los pobres siempre. Y los que preguntan por qué traigo a ese anciano flaco a darle de comer en una calavera y de beber en otra los matamos y los echamos en esa cueva. Y le enseñó una cueva llena de muertos. Y aquél estaba que ya deseaba haberse escapao de allí. Y ya llegó la mañana y le dieron el almuerzo y le dio las gracias al mesonero y se marchó. Llegó a su pueblo y preguntó por su mujer. Y le dijeron: —Allí vive esa mujer en la casa del señor cura. Y ya él dijo: —Pero, ¿cómo es que mi mujer vive en la casa del cura? Y llegó y pidió posada y le dijieron que entrara. Y por la noche lo llamaron a cenar y cenó. Y como no le conocían nada decía. Y ya después de cenar se fueron a acostar. Y su mujer y el cura se salieron por una puerta y él dice: —Toma, ¡si mi mujer se va a acostar con el cura! Y le dieron tentaciones de entrar y matarlos a los dos si los hallaba. Pero se acordó del tercer consejo de su amo y dijo: —No, voy a dormir a mi cama. Pero no podía dormir y se levantó a los pocos momentos y dijo: —No; voy a buscarlos pa matarlos. Pero se acordó del consejo y se acostó otra vez. Y ya estuvo durmiendo un rato cuando de repente despertó y dijo: —Ahora sí los voy a matar. Y se levantó y ya iba a buscarlos cuando dijo: —No, que me dijo mi amo que lo pensara tres veces antes de hacer una cosa mala. Y se acostó otra vez. Y ya se durmió y cuando despertó ya era otro día.
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III. CUENTOS MORALES
Y se levantó y fue al comedor y oyó a su mujer que le decía al cura: —Siéntate, hijo, a comer que ya está el almuerzo. Y el cura le dijo al verlo: —Venga a comer, señor. Y el padre entonces abrazó a su hijo y les dijo: —Yo soy tu padre. Y a su mujer le dijo: —Yo soy tu marido. Y ya les contó todo lo que le había pasao en el camino, y le dio a su mujer el pan que le había dao el amo pa que lo partiera cuando tuviera una alegría muy grande. Y lo partió su mujer y cayeron al suelo muchísimas monedas de oro. Villarejo Sobrehuerta, CUENCA.
65. Los tres consejos Se casaron una vez un mozo y una moza. Se fueron a su casa y cuando estaban durmiendo picaron a la puerta y salió el novio a ver quién era y se alcontró con un cadáver. Entonces le dio miedo de que la gente dijiese que era él el que había matao aquel hombre y dejó a su mujer y se fue aquella misma noche de la casa. Llego a donde vivía un hombre que le hacía falta un criao y allí estuvo trabajando muchos años. Cuando ya cumplió su servicio le dijo al amo que se iba pa su pueblo a ver a la mujer que había dejao. Y el amo le dijo que si qué quería, dinero o consejos. Y el hombre se puso a pensar un momento y escogió por fin los consejos. Los consejos que el amo le dio eran: primero, nunca te vaigas por atajo. Siempre te has de ir derecho por la carretera. Segundo: cuando llegues a una posada nunca preguntes cosas que no te van ni te vienen. No importa qué veigas no preguntes nada. Tercero: la ira de hoy la dejas para mañana. El hombre le dio las gracias por los consejos y se fue. Y empués que salió alcanzó a otro viajero que iba por el mismo camino. Y los dos caminaban juntos cuando se alcontraron que la carretera se dividía en dos. Y el compañero dijo que era mejor ir por el atajo, que así llegarían antes al pueblo a donde iban. Y se fue el hombre por el atajo, pero el otro no quiso y se fue derecho por la carretera siguiendo el consejo del amo. Y llegó a una posada por la noche y ai le dijieron que ese día habían matao a un hombre que había marchao por el atajo en vez de venir por la carretera. Y ya vio que le
había salido bien el consejo del amo. Y ai en la posada vidía muchas cosas estrañas pero no preguntaba nada de lo que vidía. Y en la noche quiso hacer su necesidad y se alcontró con un muerto, pero nada preguntaba. Y vino el amo de la posada y le preguntó que si había visto algo y él decía que nada. Y el amo le insistía: —¿Has visto algo? —Nada. —¿No has visto nada, nada? —Sí, algo he visto, pero como no me va ni me viene no he preguntado nada. Y entonces se salió el amo de la posada para otra habitación y le dejó solo. Y por ai onde estaba el hombre pasaban hombres y mujeres de figuras estrañas. Unos no tenían cabezas, otros no tenían narices, otros no tenían orejas, y otros no tenían ojos. El no preguntaba nada. Vidía todo pero no preguntaba nada. Y volvió el amo y le preguntó si había visto algo. Y él le respondió que sí, que había visto algunas cosas, pero como no le importaba no preguntaba nada. Y entonces el amo le dijo: —Mira; tú eres el único que ha venido aquí sin preguntar por qué sucede todo esto. Y entonces le llevó a una cueva y le enseñó muchos muertos y le dijo que todos habían muerto por preguntones. Y le enseñó también muchas riquezas que le dijo que ahora eran de él. Y se despidió el hombre con un saco lleno de dinero y se marchó pa su pueblo. Y llegó al pueblo pero nadien le reconoció. Se acercó a su casa y vio que en la casa con su mujer estaban dos estudiantes, y dijo para sí: —Bueno, pues ai andas tú de esa manera. Pero se acordó del tercer consejo y dejó su ira para otro día. Se retiró y luego oyó que repicaban las campanas y preguntó qué era y le dijieron que era que dos curas iban a cantar misa por primera vez. Y él dijo: —Pues, hombre, voy yo también a oír esa misa. Y fue a la misa, y ai como era estranjero lo convidaron pa padrino. Y otro día se fue otra vez a su casa y al acercarse vio que ai estaban los dos curas que habían cantao la misa y preguntó quién era la madre de los curas y le dijieron que era la mujer que vivía en esa casa. Y entonces él reconoció que podían ser sus hijos. Y entró en la casa y le dijo a la mujer quién era, y ella no le conoció; y entonces él se abrió la camisa pa que le viera una peca que tenía en el pecho y así le reconoció. Y entonces vio que también el tercer consejo le había salido bien, y le entregó a su mujer el saco de dinero.
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Tudanca, CANTABRIA.
Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
66. Los cuatro consejos Éste era un señor que tenía una buena mujer y un niño de pocos meses. Un día le dijo a su mujer que ya casi no podía mantenerse y que era necesario irse a servir lejos de su pueblo. Salió de su casa y se fue a buscar trabajo. Cuando llegó a un pueblo donde halló trabajo el amo le preguntó si estaba casado o soltero, y él le dijo que estaba soltero. A los veinte años de servir en la casa de su amo le dijo un día a su amo que se encontraba malo. El amo le preguntó qué le pasaba, y él le respondió: —Pues mire, señor, que yo le dije que estaba soltero y es mentira. Estoy casado. ¿Cómo tendré yo la mujer y un hijo que dejé? El amo entonces le dijo que podía dejarle para ir a ver a su mujer y a su hijo; y cuando iban a arreglar las cuentas le preguntó que si quería dinero o consejos. Y el hombre le respondió: —Pues hombre, ni dinero traigo ni dinero llevo; de manera que déme usté mejor consejos. El amo entonces le dijo: —Pues ahora te voy a dar una empanada que no te has de comer hasta que no estés con tu mujer y tu hijo. Y te voy a dar también un caballo de los mejores que tengo en mi cuadra. Y los consejos que te voy a dar son cuatro. El primero es: sigue siempre la carretera derecho y no te vayas nunca por atajo ninguno. El segundo es: no te metas nunca en cosas que no te van ni te vienen. Y el tercero es: nunca te quedes a pedir posada donde el marido o la mujer sea viejo. Y el cuarto es: para hacer una cosa te miras tres veces. Se marchó en su caballo con su empanada. Por la tarde se alcontró1 con dos caballeros y ellos querían ir por el atajo. El dijo: —No, yo no voy por el atajo. Cuando él llegó a la posada le contaron que a los caballeros que habían ido por el atajo los habían acontrado unos ladrones y les habían matado. Entonces él pidió posada y encerró el caballo en la cuadra. Se puso a comer sin decir nada. A eso oyó que iban golpes por todas partes, y por todas partes se oían gritos y gemidos y arrastrar de cadenas. Pero él no decía nada. No hacía caso de nada. A poco llegó una señora que le preguntó: —¿Le ha gustado la comida? Y él respondió: —Sí, señora. Y ella le dijo: —Pues mire usté, señor, esa cena es de los posaderos de anoche. 1
En el original «acontró». N. de E.
Él no dijo nada. Otro día por la mañana se levantó y pidió la cuenta. El señor le dijo: —No señor, no es nada. En mi casa no ha entrado otro hombre más prudente que usté. De allí se fue el buen hombre a otra posada donde vio a la mujer y al hombre no. Cuando ya estaba acostado oyó al marido, que era un viejo, toser, y dijo, con miedo: —Ya vamos mal. El marido es un viejo. Como a las doce de la noche entró en la casa un matador y mató al viejo. Pero había dejado su capa a la puerta de la casa antes de entrar y el pobre viajero cuando el matador entró en la casa a matar al viejo fue y le hizo una arpada a la capa con una daga. El matador se la había puesto al salir y así llevaba la seña. La mujer entonces salió dando voces a la calle, diciendo que el posadero había matado a su marido. Pero él les dijo lo de la arpada en la capa y así hallaron al matador y salió él libre. Salió de allí y por la tarde del mismo día ya era que llegaba a su casa. Fue a la puerta de su casa y pidió posada, y allí estaba su hijo, que ya era cura. La mujer salió a ver qué quería el señor y al enterarse dijo: —No, no tenemos modo. No puede ser. Aquí no hay posada. Él en esto fue a otra casa. Allí le contaron lo del cura y volvió otra vez a su casa a pedir posada. Salió otra vez la mujer y dijo, que no, que no había nada, que no podían darle posada. El hombre entonces le dijo: —Señora, yo en cualquier lado me meto. Puedo dormir en cualquier rincón. Conque luego y a tanto rogar salió el cura y le dijo a su madre: —Déle posada, madre. Mire usté, quién sabe como andará nuestro padre por el mundo. Entonces ella accedió, bajó a abrir la puerta y así se reconocieron esposo y esposa. Ella le dijo entonces que el joven cura era el hijo que había dejado al salir de casa. Abrieron entonces la empanada y allí encontraron muchas monedas de oro. Río Tuerto, CANTABRIA.
67. Los dos consejos En un pueblo había un matrimonio pobre y tenían dos hijos varones. El padre trabajaba mucho pa mantener a su familia y decidió marcharse pa lejas tierras a buscar la vida.
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III. CUENTOS MORALES
Entró en casa de un amo muy bueno y ya llevaba quince años de servicio cuando le dijo un día el amo: —Oye, ¿tú no tienes familia? Y el hombre le respondió: —Ay, señor, sí que la tengo. En mi casa dejé a mi mujer y dos hijos. Y entonces le dijo el amo: —Bueno, pues ahora puedes ir a verlos. Toma esta caja y cuando comprendas que ya no has de tener mayor alegría la abres. Y además te voy a dar dos consejos: el primero, que siempre has de ir por carretera y nunca por atroche, y el segundo, que nunca te opondrás a nada. Y el hombre cogió la caja y se despidió del amo y se marchó pa su pueblo. Y a poco de caminar le alcanzaron dos arrieros, y se fueron con él. Y al llegar a un atroche los arrieros dijeron: —Vamos por el atroche que así llegaremos más temprano. Y él no quiso porque se acordó del consejo del amo y siguió derecho por la carretera. Y al llegar a la posada le dijeron que a los dos arrieros los habían matao en el atroche. Y él dijo: —Pues si me voy con ellos me matan a mí también. Y iba a abrir la caja, pero dijo: —No, no la abro, porque aun puedo tener mayor alegría. Y siguió su camino y al día siguiente llegó a una posada, que era el infierno. Y le mandaban hacer cosas que le estrañaban mucho, pero se acordaba del segundo consejo del amo y a nada se oponía. Y al día siguiente cuando se marchó le dio tanto gusto que ya iba a abrir la caja, pero dijo: —No, no la abro, que aun puedo tener mayor alegría. Y llegó por fin a su pueblo. Y llegó a su casa y nadie le conocía. Y vio a su mujer con sus dos hijos ya grandes. Y le dijo a su mujer: —¿Qué es de su marido, señora? Y ella le dijo: —Hace ya quince años que se marchó mi marido y dejó a estos dos hijos conmigo. Como ya hace tanto tiempo que no viene ya hemos perdido las esperanzas de verle. Mañana
canta misa uno de estos hijos míos y el otro recibe mañana el título de médico. Y el hombre entonces les dijo: —Venid a mis brazos que yo soy vuestro padre. Y como comprendió que ya no podía tener mayor alegría les contó a su mujer y a sus hijos todo lo que le había pasao. Y abrieron la caja y hallaron en ella los hábitos pa el sacerdote y la toga pa el médico, y además muchas monedas de oro. Y era que había estao sirviendo en la casa del Señor, y Dios por bueno le había protegido a él y a su familia. Soria, SORIA.
68. Los consejos de un padre Era un padre y tenía sólo un hijo, y al morir le dio tres consejos: —Primero, criao gallego no lo cojas; segundo, desa en mis montes no la pongas; tercero, secreto a mujer, nunca. Y murió el padre y el hijo decía: —Hay que ver, los consejos que me dio mi padre. ¿Pa qué me daría esos consejos? Y así pensaba y por fin dijo: —Yo voy a poner una desa en mis tierras que pa algo han de servirme. Y fue y puso una desa en sus tierras. Y luego tuvo necesidá de un criao y lo buscó por todas partes sin poder encontrarlo. Y ya se le presentó un criao gallego y dijo: —Este es gallego y mi padre me aconsejó que no cogiera criao gallego, pero como no encuentro otro tengo de cogerlo. Y cogió al criao gallego en su casa. Y al poco tiempo se casó. Y ya que llevaba un año de matrimonio dijo: —Voy a hacer una esperimentación en mi mujer. Voy a ver si puede guardar un secreto. Y había un pobre limosnero en el pueblo y le llamó y le dijo: —¿Quiere usté meterse en mi bodega por unos días? Chorizo y tocino y vino y pan allí no le faltarán. Y el limosnero dijo que estaba mu bien, y se metió en la bodega. Y fue el hombre entonces y llegó a su casa haciéndose el triste y salió su mujer a recibirle y le dijo: —Oye, tú, ¿qué te pasa? ¿Por qué vienes tan triste? Y ya le dijo él: —Pues mira, te lo voy a decir. ¿Sabes aquel méndigo2 ? 2
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«Méndigo» (sic), original Espinosa, tomo I, Cuentos 68 y 179 (1946: 125, 461-466). N. de E.
Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Pues venía pidiendo por ai cuando yo andaba cazando y le tiré un tiro, sin saber quien era y lo maté. Por Dios que me guardarás el secreto. No se lo vayas a decir a nadie. Y ya le preguntó ella: —¿Dónde está? —Pues mira que lo he enterrao allá en los cascajos de nuestra tierra grande. Por Dios que no se lo vayas a decir a nadie. ¡Ay, si lo llega a saber la gente! Y un día cuando se fue el hombre de la casa llegó la peinadora a su casa y como vio a la mujer un poco triste le dice: —Pero mujer, ¿qué te pasa? Y le contesta ella: —Nada. —Entonces, ¿por qué pones esa cara, mujer? —No, que no me pasa nada. —Sí, algo te pasa. Y yo que soy tu mejor amiga, ¿cómo no me lo dices? Y ya la mujer le dijo: —¡Ay, hija mía, sí! No se lo vayas a decir a nadie. Mira que sólo a ti te lo digo. ¿Te acuerdas del limosnero aquel que pasaba por aquí pidiendo limosna? —Sí. —Güeno, pues le ha matao mi marido y le ha enterrao en nuestra tierra grande, en la desa. —¡Jesús! Pero y ¿cómo ha hecho tu marido eso? —Pues mira que impensadamente le ha tirao un tiro y le ha matao. ¡Ay, que no se lo vayas a decir a nadie! Y ya se fue la peinadora y al llegar a casa de su vecina le dice: —Oye, tú, ¿sabes lo que ha pasao? —¿Qué? —Que el vecino ha matao a un pobre limosnero y le ha enterrao en la desa. Me lo ha dicho su mujer. Pero yo le prometí no decírselo a nadie. ¡Ay, no se lo vayas a decir a nadie! Y esta otra vecina fue otro día a casa de una vecina suya y le dice: —¿Sabes lo que ocurre? —¿Qué? —Pues anda, que el vecino ha matao a un pobre limosnero y le ha enterrao en su desa. —¡Jesús! ¿Cuándo ha pasao eso? —Pues el otro día. Me lo ha dicho la peinadora, que la mujer se lo contó a ella. ¡Ay, que no se lo vayas a decir a nadie! Y así una se lo decía a otra hasta que lo llegó a saber todo el pueblo. Cuando una mañana llamó la justicia a la casa:
—¡Tras, tras! ¿Está fulano en casa? —Sí. —Güeno, pues que salga. Y llévanse al pobre hombre pa la cárcel. Y ya le llevaron al juez. Y le pregunta el juez: —¿Conque usté ha matao al limosnero aquel y le ha enterrao en su desa? Y él va y dice: —Sí. Y ai estaba su mujer y lloraba y le pedía perdón a su marido. Y él no decía nada por ver qué resultao daba. Y ya dijo el juez que le hicieran un garrote pa matarle. Y hizon el garrote pa matarle pero no venía el verdugo. Y ya que tardaba mucho el verdugo llega el criao gallego del amo y dice: —¿Por qué no matan a mi amo? Y le dicen: —Porque no ha llegao el verdugo. Y va él y dice: —Pues si no llega el verdugo lo mato yo. Y ya vio el hombre que le habían salido verdá los tres consejos que le había dao su padre. Y ya le iban a dar garrotada cuando dice el hombre: —Señor juez, déjeme usté hablar tres palabras. Y el juez le dijo que dijiera lo que quisiera. Y ya le dio al juez las llaves de su bodega pa que fueran a buscar al limosnero. Y allá le hallaron mu contento y comiendo mu bien. Y entonces el juez le dijo al hombre que esplicara por qué había hecho eso con su mujer. Y les contó el hombre los tres consejos que su padre le había dao. Y dijo: —La desa ha servido pa que hicieran el patíbulo onde darme garrotada el secreto pa que mi mujer me descubriera y el criao gallego pa querer matarme. Zamora, ZAMORA.
69. El secreto Éste era un matrimonio y el marido era un poco borracho. Y una noche volvió el marido ya muy tarde a su casa y muy borracho. Y la mujer ya le estaba esperando en la cama. Y cuando llegó no subía pronto y bajó ella a la puerta a ver por qué no subía. Y al momento que la vio el marido la dijo: —¡Quietecita, quietecita, que ya te diré por qué tardo en subir! —¿Cómo, hombre? ¿Qué hay? —¡Quietecita, quietecita te digo, mujer!
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III. CUENTOS MORALES
Y luego que subieron la dijo: —Mira, no se lo vayas a decir a nadie. He matao a uno y le he enterrao en la basura. Cuidadito con no decir palabra a nadie. Oye bien. Porque si dices estamos perdidos. Y la mujer le dijo que estaba güeno, que no diría palabra a nadie. Y otro día la mujer se juntó con otras vecinas a coser. Y como la veían un poco encogida le decían: —Pero, María Cruz, ¿qué te pasa? —Nada, nada. ¡Qué me ha de pasar! No tengo nada. Es que anoche vino mi marido tarde y me desvelé esperándole. Bueno, pues se fueron aquéllas y dejaron a María Cruz más apenada. Porque decía ella: —¿Si sabrán ellas algo y por eso me preguntaban qué me pasaba? Conque otro día se juntaron otra vez las vecinas, y como estaba la mujer un poco encogida y casi no decía nada le preguntaban otra vez: —Pero, María Cruz, ¿qué te pasa? Tú algo tienes. No tienes la cara de todos los días. Y al fin se fueron retirando todas las vecinas hasta que se quedó una sola que era la más amiga de la mujer. Y entonces cuando ya estaban solas la dijo:
—Oye, tú, María Cruz, dime la verdad. A ti algo te pasa. No me lo ocultes. Mira que yo soy tu mejor amiga y a nadie se lo diré. Conque con eso la pobre mujer la dijo: —Sí, algo me pasa. Y te lo voy a decir. Pero mira, que me prometes no decírselo a nadie. El otro día mi marido ha matao a uno y le ha enterrao en la basura. Ya verás si no he de estar encogida y apenada. Bueno, pues se fue la otra prometiendo no decir palabra a nadie. Pero esta amiga tampoco pudo guardar el secreto y fue y se lo dijo a otra y la otra a otra, y así hasta que lo supo todo el pueblo. Y al otro día se presenta la curia y los guardias en la casa del borracho y fueron al basural a desenterrar al muerto. Y desenterraron un perro, que era lo que el hombre había matao y enterrao en la basura. Y el hombre fue y le dijo a su mujer: —Mira, el primer secreto que te he dicho lo has descubierto. No te vuelvo a decir otro. Y este cuento nos enseña que a las mujeres nunca se les debe confiar un secreto.
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Briviesca, BURGOS.
B. almas en pena
70. El alma del cura Una madre deseaba tener un hijo. Y Dios le dio por fin un hijo. Pero al nacer la dijon que a los veintiún años tenía que morir horcao. Y ya iba creciendo el niño y los padres se ponían muy tristes cuando se acordaban de lo que le había de pasar. Y un día el hijo le preguntó a su madre por qué estaba tan triste y ella le contó todo. Y él entonces les dijo a sus padres: —Yo entonces me marcho de casa a correr por esos mundos. Y la madre le dijo: —No, hijo mío, que no te vayas, que te van a horcar y no te veremos más. Pero como él insistió ya su madre le dio un libro de oír misa y le dijo: —Mira, hijo, lleva este libro y en cada pueblo que llegues tienes que oír la primer misa. Y se fue el muchacho por el mundo alante. Y al primer pueblo que llegó preguntó: —¿A qué hora es la primer misa? —A tal. Güeno, pues así a cada pueblo que llegaba siempre oía la primer misa. Y ya llegó un día a un pueblo onde hizo la misma pregunta: —¿A qué hora es la primer misa? Y le dijon: —Hombre, la primer misa en este pueblo es a las doce de la noche en punto. Y ni sabemos quién la dice. A esa hora nadien va a oír misa en este pueblo. Y ya les contó él que tenía que oír esa misa porque su madre le había dicho que en cada pueblo que llegara siempre tenía que oír la primer misa.
Conque llegaron las doce y se fue en casa del señor cura por las llaves de la iglesia. Y como eran las doce en punto empezaron a tocar las campanas sin que nadien supiera quien las tocaba. Y se fue el joven pa la iglesia y abrió la puerta y entró. Conque ya vio que se levantó una losa y salió un esqueleto y se fue a la sacristía. Y el joven le siguió y le ayudó a revestirse con los hábitos del cura. Y el esqueleto se puso a decir misa y él le ayudó. Y concluida la misa se fue otra vez a la sacristía y el joven le ayudó a quitarse los hábitos y los guardó. Y entonces el esqueleto, que era el alma de un cura que venía al mundo a penar por sus culpas, le dijo: —Vete y lleva las llaves al señor cura. Ya que has oído la misa te puedes ir sin cuidado y puedes contarle al cura todo lo que has visto. Yo era una ánima que estaba penando y tú me has sacao de penas. Y ahora serás defendido por mí donde quiera que andes. Y ya fue el joven a llevarle al cura las llaves de la iglesia y le contó todo lo que había visto. Y otro día se fue el joven del pueblo siguiendo su camino alante. Y ya faltaban solamente dos días pa que se llegara el plazo cuando, le tenían que horcar. Y se le apareció el alma del cura y le dio un caballo, blanco y una bolsa de dinero y le dijo: —Vete ahora pa tu casa y nada temas. Y se marchó el joven en su caballo blanco pa su casa con su bolsa de dinero en las alforjas. Y en el camino se encontró con unos ladrones que estaban haciendo la cuenta de un robo. Y oyó que decían: —A tanto tocas tú. A tanto tocas tú. A tanto toca él. A tanto toco yo. Y al llegar él de noche se espantaron los ladrones y dejaron allí su dinero. Y cogió él el dinero y siguió su camino. Cuando ya vio que los ladrones volvían y decían:
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III. CUENTOS MORALES
a ayudarme. Tú has venido a ayudarme a decir la misa y ya estoy libre de las penas del purgatorio. Y diciendo eso se bajó a su tumba y se cerró la losa. Cuenca, CUENCA.
72. La misa de las ánimas
—Ese es. Ese del caballo blanco es el que nos ha robao. Ese es. Y le cogieron y le colgaron. Y le colgaron el día que se le cumplió el plazo de los veintiún años. Y allí le dejaron colgao los ladrones y se fueron. Y apenas se habían ido los ladrones cuando llegó el alma del cura y le descolgó. Y de allí se fue a su casa y llegó bien y les contó a sus padres todo lo que le había pasao. Rasueros, ÁVILA.
71. El alma del cura Éste era un cura que cobró una vez por una misa y no le dio la gana de decirla. Y se murió sin decir la misa por la cual había cobrao y Dios lo condenó a venir al mundo a su iglesia a decir misa a la media noche todas las noches hasta que alguien fuera a ayudarle a decir la misa. Y todas las noches a las doce tocaban las campanas y ni el cura ni nadie se atrevían a ir a la iglesia a ver quién era el que las tocaba. Y ya llegó un día un hombre que decía que era muy valiente y dijo que él iría a la iglesia cuando las campanas repicaran pa ver quién las tocaba. Y se fue a la iglesia poco antes de las doce. Y llegó a las doce en punto cuando comenzaban a repicar las campanas. Y al llegar delante de la iglesia las puertas se abrieron solas y entró. Y al entrar en la iglesia vio que se levantaba una losa de en medio de la iglesia y que salía un cura vestido con los hábitos pa decir misa. Y el hombre le siguió hasta el altar. Y luego que llegaron al altar el cura se volvió hacia el hombre y con la mano le hizo la seña que se acercara a ayudarle a decir la misa. Y se acercó el hombre y le ayudó a decir la misa. Y terminada la misa el cura bajó del altar y le dijo al hombre: —Cuando yo estaba en el mundo cobré por una misa y no la dije y por eso he tenido que venir a decir la misa todas las noches a la media noche hasta que viniera alguno
Ésta era una criada que servía en una casa. Y todos los meses cuando la pagaban los amos dejaba dinero pa pagar por una misa pa el ánima más necesitá. Y estuvo trabajando por muchos años y nunca dejaba de pagar por esa misa. Y ya se llegó el tiempo que la despidieron sus amos y estuvo algún tiempo sin servir. Y vino a verla una amiga suya y la halló muy triste y desconsolá y le preguntó por qué estaba tan triste, que si qué le pasaba. Y ya ella la dijo: —Pues mira, ya que eres mi mejor amiga te diré la verdá. Siempre que he servido he tenido la costumbre de pagar cada mes que me pagan a mí una misa por el ánima más necesitá del purgatorio, y este mes como no trabajo me falta el dinero pa pagar esa misa. Por eso estoy triste. Y su amiga la dijo: —Pues por eso no estés triste que yo te daré dinero pa que pagues por esa misa. Y la dio el dinero y la moza fue en seguida y pagó por que dijeran la misa. Y cuando volvía de ver al cura se encontró en el camino con un hombre muy pálido y flaco que le dijo: —¿Por qué estás tan triste? Y ella le contestó: —Porque me encuentro sin trabajo. Hace ya unos días que he salido de la casa ande servía y ahora no sé qué hacer. Y el hombre le dijo: —Pues mira, en aquella casa están ahora despidiendo a la criada que tienen. Anda allí y dile a doña Mariana que yo te envié a servir en vez de la que ahora despiden. Y se fue la moza a donde le dijo el hombre y llegó y llamó a la puerta. Y salió la señora y le preguntó qué quería. Y ella le dijo: —Me ha enviao un señor alto, flaco y pálido que he encontrao en el camino y me ha dicho que aquí les hace falta ahora una criada porque despiden en este momento la que tienen. Y le dijo la señora que entrara y le preguntó: —¿Pero quién es ese señor que te ha enviao acá? Y entonces la moza vio a un señor que estaba retratao y dijo:
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
—Aquel señor que tiene usté retratao allá, ése es el que me ha enviao. Y la señora dijo: —Pero, ¿cómo es eso? Si ése es mi hijo que murió hace diez años. —Pues, ése es, señora, el que me ha dicho que viniera —dijo la moza. Y a ese momento vio la moza hacia la puerta y vio al hombre que estaba allí de pie. Y le dijo a la madre: —Mire, señora, allí está ahora su hijo, el que me ha dicho que viniera a su casa. Y la madre vio hacia la puerta pero no vio nada. Y entonces la moza le dijo al hombre: —¿Verdá que usté me dijo que viniera aquí a servir? Y el hombre le dijo que sí. Pero como la madre no veía ni sentía nada le preguntó a la moza por qué la había enviao allí su hijo. Y ya le contó la moza cómo estaba acostumbrá ella a pagar por una misa cada mes por el ánima más necesitá del purgatorio y que una vez que no servía una amiga le había dao con que pagar la misa; y que después se había encontrao con ese señor, y cómo la había encontrao triste la había preguntao por qué estaba tan triste, y que cuando ella le había contao lo que le pasaba la había enviao a esa casa. Y la madre ya comprendió que el ánima necesitá era su hijo y que se le había aparecido a la moza pa premiarla porque ella pagaba las misas pa que él saliera del purgatorio. Y en la casa del hijo nunca pagaban misas. Y la madre entonces le dijo a la moza que se estuviera allí con ella toda su vida. Y cuando murió la señora le dejó toda su riqueza a la moza. Y la moza nunca se quiso casar y vivió siempre muy cristiana y daba limosnas a los pobres y pagaba misas pa las ánimas del purgatorio. Y cuando murió dejó todo su dinero pa que dijeran misas por las ánimas. Cuenca, CUENCA.
—¿Pa qué voy a mi casa si no llevo pa too? Ví a pagá una misa con esta peseta. Y estuvo pensando y dijo: —¿Pa quién diré la misa? Y ya dijo: —Vi a decile ar cura que diga la misa por el arma má necesitá. Güeno, po fue a vé ar cura y le pagó la peseta y le dijo: —Padre, hágame osté er favó de decí una misa por el arma má necesitá. Y se fue entonce pa su casa y en er camino se encontró con un señó que le dijo: —¿Ande va osté, señora? Y le dijo ella: —Voy pa mi casa. Mi marío stá enfermo y semo mu pobre y tenemo tre hijo. Yo he andao pidiendo, pero como no me dieron bastante pa comé too he ido a vé ar cura pa pagale una misa ar arma má necesitá. Y aqué señó entonce sacó un papé y escribió en é un nombre y le dice: —Vaya osté ande esa seña y dígale a la señora que le dé a osté una colocación en la casa. Y la mujé sin pensá na má se fue a buscá la colocación. Llegó a la casa y llamó y salió una criá y le dijo: —¿Qué quiere osté? Y ella le dijo: —Quiero hablá con la señora. Conque subió la criá y le dijo a la señora que había una pobre en la puerta que decía que quería hablá con ella. Y bajó la señora y le dijo: —He visto a un señó en la calle y me ha dicho que osté me daría una colocación en su casa. Y dice la mujé: —¿Quién ha sido ese señó? Y entonce la pobre vio que en la sala había un retrato der que la había enviao allí y le dice: —Ese señó que stá en aqué retrato es er que me ha enviao aquí.
73. La misa de las ánimas Éstos eran un pobre padre y una pobre madre que tenían tre hijo pequeño y er padre no podía trabajá por que staba enfermo y la pobre mujé ya tuvo que salí a pedí limosna. Y anduvo un día pidiendo y recogió una peseta. Y fue a comprá la comía y le fartaban tavía veinte céntimo pa comprá to lo que le hacía farta pal cocío. Y como no tenía lo suficiente pa too lo niño y ella y su marío dijo:
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III. CUENTOS MORALES
Y la señora entonce dijo: —Ese es mi hijo que se murió hace cuatro año. —Pos ése es er que me ha enviao aquí, señora —dijo la pobre. Y entonce la señora le dijo: —¿De ónde venía osté cuando se encontró con é? Y ya le dijo la pobre: —Pos misté, que mi marío y yo semo mu pobre y tenemo tre hijo que mantené. Y como mi marío stá ahora enfermo no tenemo qué comé y yo salí esta mañana a pedí, y como no me dieron má que una peseta y no era eso bastante pa comprá comía pa too mis hijo fui y se la di ar cura pa que dijera una misa por el arma má necesitá. Y cuando vorvía de vé ar cura es cuando me he encontrao
con su hijo. A é le conté lo mismo que le he contao a osté y entonce es cuando me escribió ese papé y me dijo que viniera aquí. Y la mujé le dijo a la señora que entrara y le dio la colocación. Y le dio a la mujé pan y le dijo que se lo llevara a sus hijo y que volviera otro día. Y a los cinco día tuvo una revelación y se le apareció su hijo y le dijo: —Madre, no me llore má y no vuerva a rezá por mí, que ya stoy glorioso y en la presencia de Dios. Y era que con aquella misa había acabao de pagá su curpa en er purgatorio y había subío ar cielo.
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Granada, GRANADA.
C. leyendas de santos
74. La misa de San José Había una vez un hombre viudo que tenía tres hijos. Y tenía la costumbre de pagarle una misa a San José en su día cada año. Y cuando ya sus tres hijos estaban mayorcitos y ya hacía muchos años que se había muerto la madre se murió el mayor el mismo día de San José por la tarde. Y el pobre padre se disgustó mucho con San José y por unos días estuvo tan triste y tan acongojao que ya ni se acordaba de rezarle a San José. Pero al llegar otra vez el día de San José se acordó de la costumbre que tenía de decirle su misa en su día y fue a ver al cura y le pagó por la misa a San José. Y esa misma tarde se murió el segundo de sus tres hijos. Con eso ya el pobre padre estaba desesperao y tanto se disgustó con San José que ya no quiso decirle más misas. Y se llegó otra vez el día de San José y no le pagó su misa. A todos los santos del cielo les rezaba menos a San José. Y como vio que el hijo menor no se había muerto el día de San José ya no se volvió a acordar de San José pa nada. Conque una noche cuando estaba rezando en su habitación se le apareció San José y le dijo: —¿Por qué no me pagas las misas que tenías costumbre de decir? Y como el pobre padre estaba tan asustao nada contestó. Y entonces le dijo el santo: —Te he quitao a tus dos hijos mayores porque te iban a deshonrar y se iban a condenar. Y le dijo que mirara por la ventana. Y miró el hombre por la ventana y vio a sus dos hijos ya hombres horcaos de un árbol. Y le dijo entonces que mirara por otra ventana y
miró el hombre y vio a sus dos hijos ardiendo en el infierno. Y le dijo entonces San José: —Eso les iba a pasar a tus hijos y por eso te los he quitao. Y el menor te lo dejo porque ése va a ser santo y arzobispo. Y entonces San José se desapareció. Y el pobre padre ya vio que San José le había hecho un bien en vez de un mal y volvió a decirle la misa a San José todos los años hasta que murió. Y su hijo menor estudió pa cura y fue obispo y después arzobispo y murió santo. Villanueva del Campillo, ÁVILA.
75. Los altos juicios de Dios Santa Teresa quería saber los altos juicios de Dios. Y le dijo Dios: —¿Quieres saber mis altos juicios? Pues mira; vas ahora a aquella fuente y ves todo lo que pasa. Y fue Santa Teresa a la fuente y como no había nadie se sentó a esperar lo que iba a pasar. Y ya vio que llegaron unos hombres a la fuente por agua y que uno de ellos dejó olvidada una jarra de plata. Y al poco rato pasó por allí otro y la recogió y se la llevó. Y más tarde vio que llegaba otro individuo a la fuente y se detuvo allí por unos momentos. Y cuando éste staba en la fuente llegó el que había dejao la jarra de plata olvidada y se puso a reñir con el otro diciéndole que él era el que se había robao la jarra. Y en la riña le mató. Güeno, pues fue entonces Santa Teresa y le contó al Señor lo que había visto y el Señor le dijo: —El que dejó la jarra olvidada se la debía al que se la halló y se la llevó a su casa. Y el que mató al otro lo mató
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III. CUENTOS MORALES
porque ése había matao a su padre. Nunca comprenderás tú, Teresa, los altos juicios de Dios. Santiponce, SEVILLA.
76. Santa Teresa confesora Dicen que Santa Teresa quería ser confesora y todos los días le rogaba a Dios que la hiciera confesora como los curas. Y un día se le apareció Dios y le dijo: —Teresa, dices que quieres ser confesora, y voy a probarte pa ver si puedes serlo. Primero te voy a dar esta cajita cerrada, y te mando que en tres días no la abras. Y cuando se fue el Señor decía Santa Teresa: —¿Pa qué me habrá dao el Señor esta cajita? ¿Qué tendrá dentro la cajita, que me manda el Señor que por tres días no la abra? Y tanta fue su curiosidá que antes de los tres días abrió la cajita pa ver qué tenía. Y al momento de abrirla salió un pajarito y se fue volando. Y llegó entonces el Señor y le dijo: —¿Ves, Teresa? Tú no puedes ser confesora porque antes de los tres días descubres los secretos. Santiponce, SEVILLA.
77. Santa Teresa se come un pollo entero Una vez andaba Santa Teresa pidiendo limosna por el mundo y llegó a una posá y pidió que comer. Y le preguntó el posadero qué quería comer. Y le dijo ella que le guisara un pollo entero. Y cuando ya se lo guisaron y empezó Santa Teresa a comer llegó por ai un tío y cuando la ve comiéndose un pollo entero dice: —¡Vaya con la santa! ¡Caramba! Santa y se come un pollo entero! Yo también quisiera ser santo pa comerme un pollo entero de una comida. Y el Señor se lo reveló a Santa Teresa y le convidó a comer. Le dijo: —¿Gusta usté? Y él no quería. Y Santa Teresa le dijo: —Ande usté. Venga usté. No vaya a hacerme el desaigre. Y ya fue el pobre tío a comer, pero el primer bocao que tomó lo echó fuera en seguía y ya no quiso probar otro. Y dijo:
—¡Ay, qué cosa más fea y asquerosa! Entonces le dijo Santa Teresa: —Misté, que como tengo que andar tanto en servicio de Dios tengo que alimentar mi cuerpo, y pa no regalarme con el paladar siempre le echo a la comida chocho molido. Santiponce, SEVILLA
78. Santa Catalina Santa Catalina desde niña fue santa y el Señor y la Virgen Santísima la querían mucho. Pero la madre de Santa Catalina era muy pecadora, y el pecao que tenía era el de la maldicenia. Siempre hablaba mal de todos y a todos calumniaba. Y Santa Catalina murió primero que su mare y fue gloriosa al cielo. Y allá en el cielo todo el tiempo estaba rezando pa que su madre se hiciera también santa como ella. Pero la madre seguía tan mala como siempre. Y cuando murió la madre Santa Catalina fue a rogarle al Señor Bendito y a la Virgen Santísima que se llevaran a su madre al cielo. Y llegó la madre de Santa Catalina y dijo el Señor que pesaran los pecaos y lo bueno que había hecho en el mundo. Y la balanza caía hasta el suelo por el lao de los pecaos. Y dijo San Pedro que tenía que ir la madre al infierno. Y Santa Catalina entonces fue a rogarle a la Virgen Santísima que permitiera a su madre entrar en el cielo. Y la Virgen le dijo que fuera a ver al Señor. Y fue Santa Catalina a ver al Señor y el Señor le dijo que lo que la Virgen dijera. Y fue otra vez Santa Catalina a ver a la Virgen y le dijo que el Señor había dicho que lo que ella dijera. Y entonces la Virgen le dijo a la santa: —¿Qué quieres mejor, irte tú con tu madre al infierno o que se quede ella aquí? Y la santa le dijo: —Lo que la Virgen Santísima quiera. Y entonces la Virgen fue a ver al Señor y le rogó que dejara a la madre de la santa salir del infierno y entrar en el
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
cielo. Y el Señor dijo a la Virgen que lo que ella quisiera. Pero dijo el Señor que al salir del infierno pa entrar en el cielo que salieran también todas las almas que se le prendieran a ella y entraran también en el cielo. Y ya fueron los ángeles al infierno a traer a la madre de Santa Catalina junto con todas las almas que al salir ella se le agarraran. Y ya iba a salir y se le agarraron muchas almas alrededor. Y ella al verlas agarradas les gritó muy enfadada: —¡Apártense, apártense! Si quieren subir al cielo tengan una hija santa como la he tenido yo.
Y por eso ya el Señor la castigó y no la quiso recibir en el cielo y los ángeles la dejaron en el infierno. Y Santa Catalina entonces fue otra vez a rogarle a la Virgen y al Señor Bendito que sacaran a su madre del infierno. Y le dijo el Señor: —Tu madre se condena sola y no se arrepiente. ¿Qué quieres tú ir al infierno con ella si no puede entrar en el cielo? Y Santa Catalina dijo que quería irse con su madre. Y se fue al infierno Santa Catalina con su madre.
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Jaraíz de la Vera, CÁCERES.
D. la leyenda de don juan
79. El incrédulo y la calavera Un señor que era un incrédulo pasaba una vez por un camposanto y vido una calavera y le dio una patá y le dijo: —Esta noche vas a cenar a mi casa. Y entonces se fue pa su casa. Por la noche, a la media noche, llaman a la puerta. Y sale el criao a ver quién llama y vuelve y le dice a su amo: —¡Ay, señor, que hay allí uno del otro mundo, una estauta, na más que la armaúra. Y se acordó el hombre y le dice: —Dile que pase. Y entra y le dice: —Pue señor, usté me invitó ayer y he venío. Y estuvo cenando con él, y logo dice: —Mañana va usté a comer en mi casa. Ya sabe usté ande está; ayer pasó usté por allí. Entonces se despidieron. Y a otro día confesó el hombre y le dijo al cura: —Antenoche fui al camposanto y vide una calavera y le di una patá y la invité a cenar y anoche ha estao a cenar conmigo en mi casa y me ha invitao a cenar esta noche a su casa, que es en el camposanto, y yo solo no quiero ir. Y entonces el cura le dio una cruz y unas reliquias y le dijo: —Póngase usté esa cruz y esas reliquias y vaya. Y al llegar al camposanto en el sitio dice, «¡Ave María Purísima!» tres veces, y se abrirán las puertas del camposanto y allí verá usté la cena. Haga usté por comer pero no coma na. Y fue el hombre y llegó a la puerta del camposanto y dijo tres veces: —¡Ave María Purísima!
Y al momento se abrieron las puertas del camposanto y una voz le dijo: —Entre usté. Y él contestó: —No puedo. No puedo. Y entonces salió la estauta misma y le dijo: —¡Anda con Dios! Y enseñándole el cuchillo le dijo: —Si no fuera por esa cruz y esas reliquias aquí hubiera sido tu fin. ¿Crees en Dios y en la Virgen? Y contestó el hombre: —Sí. —Pues vete —le contestó la estauta. Y el hombre se fue y se metió de ermitaño a una cueva y allí vivió muchos años con yerbas. Y un día en un pueblo sonaban las campanas y la gente preguntaba: —¿Qué es? ¿Qué es? Y fueron a ver y hallaron en la cueva al viejo muerto, que había muerto santo, y un resplandor muy grande en la cueva. Daimiel, CIUDAD REAL.
80. El estudiante y la calavera Éstos eran tre estudiante y fueron a dá un paseo y pasaron por un ceminterio. Y ar pasá por er ceminterio vieron una calavera descubierta y uno de ello le pegó un palo con un bastón que traía y le dijo: —¡Ea, calavera, te convido a comer a mi casa! Y se pasaron y ya no se volvieron a acordá de la calavera.
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III. CUENTOS MORALES
Güeno, pos volvieron der paseo y se fue ca uno pa su casa. Y er que le había pegao er palo a la calavera con la punta der bastón ni se acordaba ya de na y staba ya durmiendo cuando dieron uno gorpe a su puerta a la media noche. Y en su casa vivían su padre y su madre y una moza. Y se levantó la moza de la cama y fue a abrí la puerta y allí staba de pie un caballero que le dijo: —¿Está er señorito en casa? Y la moza le dijo que sí, que staba, pero que ya staba en la cama durmiendo. Y le dice entonce er caballero: —Pos dígale osté que aquí stá er caballero que convidó a comé á su casa esta tarde. Conque fue la moza y se lo dijo ar señorito. Y dijo er señorito: —¿Está osté loca o stá osté variando? Pero en seguía cayó en la cuenta y le dijo: —Diga osté ar caballero que entre. Y llamó a la moza y le dijo que pusiera la mesa con la mejore comía que hubiera en la casa que er caballero aqué iba a comé con é. Y ponen la mesa y empiezan a cená. Y er caballero comió e too lo que había en la mesa y el otro tan asustao que apena pudo comé. Y cuando ya terminaron le dijo er caballero:
—Güeno, pos ya que he tenío er gusto de comé con osté a su mesa ahora tengo er honó de convidá a osté a comé conmigo en mi mesa en er mismo sitio onde osté me convidó a mí. Y er señorito le dijo que iría y aqué se fue. Y apena se había ido aqué señó cuando empezó er señorito a temblá de asustao que staba. Y aquella noche ya no pudo dormí. Y por la mañana fue a confesá. Y confesó too, pero er cura le dijo que no había más remedio que í a comé con é según le había prometido. Y le dio un escapulario pa que Dios lo protegiera. Y le dijo tamié que no volviera a burlase de los muertos y darles a las calaveras con er bastón. Y er señorito le dijo ar cura que tenía miedo í. Pero er cura le dijo que no tenía má remedio porque lo había prometío, que se resistiera de való. Y fue er señorito y entró por la puerta der ceminterio. Y en el mismo sitio onde é le había dao er palo a la calavera vio una mesa puesta con mucho güeso alrededó y una vela encendida. Y oyó una voz que le dijo: —¡Come, come! Y várgate er sagrao e lo que traes encima pa que otra ve no convides a otra arma del otro mundo a comé a tu mesa.
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Granada, GRANADA.
E. varios
82. El ángel y el ermitaño Éste era un ermitaño que vivía solo en un desierto. Y todos los días bajaba un ángel a traerle una copa de agua y un poco de pan. Y un día pasaron por onde vivía unos guardias que llevaban a un preso pa un pueblo y al verlos dijo: —El alma de ése se la lleva el diablo, que ha ofendido a Dios. Conque ya por eso lo castigó Dios y otro día ya no vino el ángel a traerle la copa de agua y el poco de pan, ni otro día no vino, ni tampoco el otro. Y ya empezó el pobre ermitaño a llorar. Y un ruiseñor en trinos le dio a entender que Dios le había castigao por lo que había dicho. Y ya bajó el ángel del cielo y le dijo: —Dios te ha castigao por lo que has dicho del alma del preso. Toma este sarmiento que has de llevar de ahora en adelante por cabecera, y cuando el sarmiento brote tres ramas verdes entonces te habrá perdonao Dios. Se marchó el ermitaño muy triste y muy arrepentido por el mundo a pedir limosna. Y llegó a una cueva de ladrones y salió a recibirlo una viejecilla que era la madre de los ladrones y le dijo: —¿Qué buscas en estas soledades? Y le dijo él que era un pobre que andaba por el mundo pidiendo limosna y que le hicieran el favor de darle posada por esa noche. Y la viejecilla le dijo que si le daba posada los ladrones le matarían, pero que le escondería pa que ellos no le vieran. Y le dijo que entrara. Y entró el pobre ermitaño y lo escondió la viejecilla en un lugar onde se escondían los ladrones cuando venían a buscarles.
Pero cuando llegaron los ladrones fueron a ese mismo lugar a esconder unos robos que habían hecho y encontraron al ermitaño. Y le dijeron a la viejecilla: —¿Qué es esto? Aquí está un hombre y lo vamos a matar. —¡Ay, no, que no lo maten! —les dijo ella—. Es un pobre viejo que llegó pidiendo limosna y yo le he metido allí pa que pase la noche y se vaya mañana por la mañana. Y ya salió el ermitaño y le preguntaron los ladrones pa qué había venido allí. Y entonces les contó él todo lo que le había pasao en el desierto y cómo lo había castigao Dios por haber dicho que el alma del preso se la llevaba el diablo. Y entonces los ladrones dijeron: —Pues si a este pobre ermitaño lo castigó Dios sólo por haber dicho eso, ¿qué nos hará a nosotros que hemos robao tanto y matao a tantos hombres? Y todos se arrepintieron de su vida. Conque ya fueron todos a acostarse. Y el ermitaño fue y se acostó en el suelo con su sarmiento de cabecera. Y otro día cuando los ladrones fueron a buscarlo lo hallaron muerto y el sarmiento había brotao tres ramas verdes. Y ellos todos se arrepintieron de toda su vida pasada y fueron santos. Cuenca, CUENCA.
82. La cabeza de la muerta Ésta era una criada que fue a servir a un pueblo y estuvo sirviendo muchos años y ganó mucho dinero y ya pensó en volver a su pueblo a ver a sus padres. Y fue y le dijo a su peinadora que vivía de vecina:
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III. CUENTOS MORALES
—Sabes que quiero ya irme a mi pueblo a ver a mis pobres padres, pero tengo miedo irme sola porque como ya tengo ganao mucho dinero me pueden robar en el camino. Conque va la peinadora y se lo cuenta a su marido que era tabernero. Y dice el tabernero: —Pues dile que no se vaya sola porque de seguro la roban a la pobre; que busque quien vaya con ella. Y ya dice la mujer: —Pues mira, pobrecita, ya que es amiga nuestra ve tú mismo con ella. Y dijo él que estaba güeno que si ella quería que él la acompañaría. La peinadora fue otro día y le dijo a la muchacha: —Mira, que le estuve contando a mi marido lo que piensas hacer y dice que no debes ir sola, que te pueden robar en el camino. Y yo le dije que fuera él mismo contigo y dijo que estaba güeno, que si tú querías que iría contigo. Y entonces la muchacha como eran vecinos y amigos dijo que sí, que con mucho gusto iría con él. Y todo su dinero se lo metió en una bolsa en el rodete del pelo. Cogieron la marcha y al tabernero pronto se le metieron tentaciones de matarla pa quitarle el dinero. Y cuando llegaron al sitio que él mismo había dicho que era el del riesgo la cogió y la mató y le cortó la cabeza y le quitó el dinero. Y ya volvió a su casa y le contó todo a su mujer. Y ella le dijo: —¡Ay, Dios mío! ¿Cómo has tenido valor pa matar a una pobre muchacha conocida? Y él sólo le dijo: —Una mala tentación. Y después siempre que el tabernero salía de su casa oía una voz que decía: —¡Tú la pagarás! ¡Tú la pagarás! Y el pobre miraba pa todos laos pero no vía nada. Y llegaba el pobre muy asustao y se lo contaba a su mujer. Hasta que un día le dijo su mujer: —Cuando oigas otra vez esa voz le preguntas que adónde. Y al otro día al salir de su casa oyó la voz que le volvía a decir: —¡Tú la pagarás! ¡Tú la pagarás! Y le preguntó él a la voz: —¿Adónde? Y la voz contestó: —¡En Sevilla! ¡En Sevilla! Y vino más asustao que nunca y le dijo a su mujer: —Ya me contestó la voz y me dijo que en Sevilla.
Y la mujer entonces le dijo: —Pues no yendo a Sevilla escusas de pagarla. Conque ya unos meses después ya salía de casa y la voz no le perseguía. Y ya él se le olvidó todo. Y un día llegaron unos dos señores al pueblo y dijeron que quién les quería acompañar a Sevilla, que pagaban un duro diario y mantenido. Y la mujer le dijo al tabernero: —Anda busca quien acompañe a estos señores. Y él contestó: —Pa buscar otro mejor voy yo, que pagan muy bien. Y se marchó con los dos señores pa Sevilla. Llegaron a Sevilla y a medio día dijo uno de los señores al otro: —¿Qué quieres almorzar tú? ¿Te gustan las cabezas de ternera? Y contestó el otro: —Lo que tú quieras. A mí todo me gusta. Y ya enviaron al tabernero a la plaza a comprar una cabeza de ternera pal almuerzo. Y se marchó el tabernero a comprar la cabeza de ternera. Y llegó a la plaza y escogió una y se fue con ella entre la capa y agarrada de las orejas. Y en el camino onde iba se le acercan dos municipales y le dicen: —¿A dónde va, y qué lleva entre la capa? Y contesta él: —Voy a la posada a llevar una cabeza de ternera a unos señores. Y ellos le dijeron entonces que la enseñara. Y al sacarla de entre la capa pa enseñarla vio que en vez de las orejas su mano agarraba el pelo y que en vez de la cabeza de ternera que había comprao era la cabeza de la muchacha que había matao. Los municipales entonces le cogieron y le dijeron: —Vamos con nosotros pa la cárcel, que usté es un matador. Y dijo él: —Señores, vamos a ver a los dos señores que me han enviao a la plaza. —Güeno, güeno —dijeron los municipales.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Y fueron con él a la posada, pero ya los dos señores habían desaparecido sin saber por dónde y nadie pudo dar razón de ellos. Conque entonces le dijeron: —Usté es un matador y un embustero. ¡A la cárcel! Y lo metieron en la cárcel, y a los pocos días lo ajusticiaron y el juez mandó que muriera horcao. Y así pagó su delito. Villanueva del Campillo, ÁVILA.
83. El aparecido Éste era un matrimonio que no tenía familia y cuando ya eran viejo tuvieon un hijo y el padre le leyó er sino y sacó er sino de horcao. Y lo padre siempre staban mu triste. Y cuando ya er chico fue grande er padre staba siempre llorando de lo triste que staba. Y hasta que una ve le preguntó er chico por qué lloraba. Y entonces er padre le dijo: —Pos mira, hijo, que tú has sacao un sino mu malo; has sacao er sino de horcao. Y er chico le dice entonces a su padre: —Pos, déme uté permiso pa salí a buscá fortuna por er mundo hasta que se llegue er día cuando se cumpra er sino. Conque entonces er padre le dio dinero y le dijo que se fuera por mundo alante. Y se quedaon lo padre mu triste y se marchó er chico aqué por mundo alante. Y ar poco tiempo qu’había salío de su casa se encontró en er camino con un señó que le dijo: —¿Onde va uté por este camino? Y er chico entonces le dijo: —Pos misté que mi padre me leyó er sino y saqué er sino de horcao, y ví a viajá por er mundo hasta que se cumpra mi sino. Y le dice entonces er que se le había aparecío: —Pos misté que a mí m’ha pasao lo mismo. M’han leído er sino y saqué er sino de horcao. Si uté quiere iremos junto a vé que nos va a pasá. —Güeno, iremo junto —le contestó er chico. Y se fueron junto y ya cuando s’hacía noche llegaron a una venta onde staba un viejo sentao en un peñón al lao de una arbelca. Y el aparecío sin decí na fue y le dio un achuchón y lo tiró en la arbelca. Y er chico se asustó mucho y le dijo: —¡Ay, misté que se va acercando mi sino! ¿Cómo hace uté eso? ¡Ay, Dios mío! ¿Qué nos va a pasá? —Pos na. El otro le dijo: —Vamo alante.
Y siguieron andando hasta que llegaron a una posá y allí pasaron la noche. Conque otro día mu temprano se levantó el aparecío y fue a despertá al otro y le dijo que ya tenían que caminá. Y armorzaron y se marcharon. Y andando, andando llegaron a otra venta onde vivía una mujé mu pobre, mu pobre, que tenía tres hija mu guapa, mu guapa. Y llegan y le pregunta el aparecío: —Señora, ¿qué hace uté aquí? Y contesta ella: —Pos misté, señó, que vivo aquí con ésta mi tres hija. —¿Y de qué vive uté? —Pos vivimo de la yerba der campo. Y el aparecío le dijo: —Adió, señora, que no vorveremos a vé. Y se marcharon otra ve. Y llegaron a otra venta onde salió una mujé y dijo el aparecío: —Señora, si quisiea uté darno una poca de agua que tenemo mucha sé. Y salió la mujé con un jarrón de agua y les dio de bebé. Y er jarrón onde traía l’agua era de prata. Y cuando ello staban bebiendo agua entró ella en la casa por un momento y le dijo entonce el aparecío ar chico: —Vámonos ora que no nos ve y no llevamo er jarrón de prata. Y se fueron huyendo y se robaron er jarrón de prata. Y fue é y vendió er jarrón por mucho dinero y fue y se lo dio a la mujé pobre que tenía la tres hija mu guapa, y se fueron ella ar pueblo a viví y puson una carbonería. Y ello se fueron por otro camino y llegaron ande vivía un viejo que tenía un retrato mu bonito en un cuadro mu rico. Y le preguntó el aparecío qué retrato era aqué. Y le contestó é que era er retrato de una novia que é había tenío y que no la podía orvidá. Y le dice entonces el otro: —Y ¿de qué vive uté? —De la yerba der campo —contesta er viejo. —¿Quiere uté comé con nosotros? —No, que me hace mal si como comida depué de comé sólo yerba por tanto año. Y le dice el aparecío entonce: —¿Y cree uté en Dios? Y contesta er viejo: —No, yo no creo en Dios ni en la Virgen ni en na. No creo má que en ese retrato. Y le dijo entonce el aparecío ar chico: —Este viejo sta loco. Y sacó una botella de vino y le dio hasta que lo emborrachó; y entonce le quitaron er retrato y se fueron y lo dejaron.
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III. CUENTOS MORALES
Y de allí se fueron andando y llegaron a otra venta onde vivía una pobre mujé que tenía siete hijo y estaba embarazá y no tenían má que comé que la yerba der campo. Y cogió é er retrato y lo vendió en er pueblo y buscó una comadre pa que le ayudara a la pobre mujé a dar a lu, y les entregó lo demá y ya no fueron pobre y tenían to lo que les hacía farta pa viví. Conque de allí se marcharon otra ve y llegaron a una venta. Y pidieron posá y les dijon que entraran. Y le dijo er aparecío a la mujé si tenía asaúra. Y dijo ella que no, que pa eso tenía que í ar pueblo a comprala. Y otro que staba allí en la venta dijo: —Yo también quiero comé asaúra. Y le dice entonces el otro: —Pos vamo junto a comprala. Y se fueron junto el aparecío y el otro a comprá la asaúra y se quedó er chico en la posá. Y compraron aquello la asaúra y volvían con ella cuando ar pasá por un convento vido el aparecío que la asaúra que traía el otro se había vuerto una cabeza de fraile. Y le dice: —Vamo, ¿qué es eso? ¿Que no era asaúra lo que uté traía? Y el otro ve entonces la cabeza der fraile y le dice al otro temblando: —¡Ay, señó, que ya le diré a uté la verdá! Aquí mismo en este convento maté yo a un fraile. Ésta es la misma cabeza der fraile que maté y que le corté la cabeza aquí mismo en la puerta der convento. Y le dice el aparecío: —Pos no me callo. Vi a decirlo a la justicia. Y el otro le dice: —¡Ay, que no lo diga uté! Misté que tengo familia y me horcarán. Y el otro le dice: —Que no me callo. Tienen a otro en la cárcel injustamente y é debe salí; y que lo metan a uté pa que pague su delito. Conque lo llevó a la jefatura y lo echaron en la cárcel y dejaron libre al otro. Y cuando llegó a la venta le dijo er chico que lo esperaba: —Pero y ¿cómo ha tardao tanto uté? Y el otro le contó entonces to lo que le había pasao con el mataor aqué. Y le dijo entonces: —Ya no vamo. Y se marcharon de esa venta, y a medio camino le dijo ar chico: —Mira lo que te ví a contá. ¿Te acuerdas de aquel hombre viejo que le di un achuchón y le tiré en la alberca? —Sí, me acuerdo mu bien. —Pos güeno, ése era uno que mató a su padre y por eso staba tan pensativo. Y le di el achuchón pa que pagara su
curpa. Y aquella mujé que staba mu pobre, mu pobre, que tenía tre hija mu guapa la socorrí con dinero porque así manda Dios que socorramo siempre a lo pobre. Y a la otra le quité er jarrón de prata porque era mu vana y avarienta. Por eso le quité er jarrón y lo vendí pa socorré a la pobre. Y er viejo aqué que tenía er retrato ¿pa qué lo quería? Por eso se lo quité y lo vendí pa dale dinero a aquella mujé que tenía siete hijo y que staba pa dá a lu. Y aquel arriero que fue conmigo por la asaúra y que se le gorvió la asaúra la cabeza de un fraile es que había matao a ese fraile en la puerta der convento. Y por eso lo denuncié y lo echaron en la cárcel pa que pague por su curpa. Y ahora te vi a dá un consejo. Yo soy el ángel de tu guardia, que he venío ar lao tuyo pa librarte de tu sino. Ahora vas y te casas con la hija menó de las que viven en frente de tu casa. Y te vi a dá una tijera, y se la das a tu mujé cuando te cases y le dices que cuando cuelgue una cuerda der cielo que la corte. Y entonces el ángel se desapareció. Y er chico aqué se fue mu contento pa su casa y su padre lo recibieron con mucha alegría. Y ya a lo poco día le dijo a su madre: —Madre, me quiero casá con la hija menó de la vecina que vive en frente. Y la madre le dijo: —¡Ay, no, hijo mío! ¿Cómo te quiere casá con ella tan pobre que é? —No importa que sea pobre, madre. Mi gusto es casáme con ella. Conque fueron lo padre y arreglaron la boda y se casó er chico con la hija menó de la vecina. Y ya depué de casao un día se puso ella a espulgar a su marío en la zotea de su casa. Y estando ella espulgándole bajó una cuerda der cielo a su cabeza y dijo é: —¡Ay, ay, que me se ha llegao er sino! Y cogió ella la tijera que le había dao el ángel y cortó la cuerda. Y con eso ya se acabó er sino y se escapó de morí horcao. Y fueron ello mu felice. Y se acabó er cuento con ají y pimiento. Y por un bujero entro y por otro me sargo. Y er que contó este cuento contará otro. Granada, GRANADA.
84. El cabrito negro Una vez yera un mozu que galantiaba una bona moza, la más guapa del llugar. Habíai dao palabra de casamentu pero el mozu quería folgase con ella antes de cumplir la palabra.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Un día, que era víspora de romería, el mozu fizoi un brinde a la rapaza de dir con ella, pero tenía que ser muy tempranu, casi al amanecer, y antes que naide foise al campu de la fiesta onde taba la ermita de la santa que se festexaba. Decía el mozu que quería dir tempranu pa poder ser los primeros que rezaben a la santa, pero bien sabía Dios que les intenciones dél no yeren eses sinon otres muy destintes. Quedaron conveníos en que al amanecerín diría él a buscala a su casa. A utru día levantóse él con lluna entavía y fóise a buscar a la moza, pero topóla nel camín, pos ella pol gozu de dir col so galán a la fiesta no pudo piesllar güeyu en ta la nuiche, ansina que antes que él saliés de casa ya ella venía a buscalu. Diéronse los bonos díes y platicando foron xuntos pol camín alantre. Antes de llegar al campu de la romería teníen precisión de pasar un río. Ésti venía crecíu porque había llovido muncho los díes antes y la llena saltó3 el puente, un puente fechu con vares pero que yera reciu bastante pa pasar la xente. Entóncenes él, viendo allí un oxetu bonu pa les sos intenciones, dixoi que ya que ella non podía pasar el río que él la llevaría a recostines. Ella, al prencipiu non quería, pero como él tanto la rogaba dexóse coyer al fin y al cabu. Cuando taben a la metá del río que yera onde más altu diba paróse el mozu y dixo a la rapaza: —Si non me dexes folgar contigo en saliendo de aquí tírote pel río abaxu. La moza, la probe, tomólo a chancia y non fizo casu de les palabres del galán; pero él volvió a repetiles, diciendo que non yera broma sinon que yera la mesma verdá. Ella chóse a llorar y decía que antes del casamentu non faría tal cosa. Él rogói abondes veces y ella a toes decía que non. Pero viendo que él facía l’ademán de tirarla pel río abaxu y que lu facía de veres, ella diói palabra de facer lo que él pretendía en saliendo de allí. Él mandólo xurar y ella xuró. Cuando salieron a la otra orilla el mozu echó la rapaza en suelu y tapói la cara con mandil, pero cuando i miró pa baxu vio que tenía les pates de cabra con unos pelos largos y negros que daben mieu. Baxói el mandil y topóse con una cabeza como la de un cabritu negru, con cuernos y to, y con una boca que i arriguilaba unos dientes grandes y feos que, mialma, yera un espantu velos. El mozu atemorizau chó a correr cuanto pudo. Antes de llegar a la so casa topóse nel camín con un primu suyu que viéndolu blancu y temblorosu preguntói que i pasaba. El mozu contói lo que i había socedío con la so rapaza y decía que la había dexao xunto al río convertía en un cabritu negru. Cuando taba diciendo esto aquél que yera 3
el su primu desapaeció como por encantu y en el llugar dél presentóse otra vez la fegura del cabritu, que dando saltos y sacando unos dientes y una lengua negros, negros, como una nuiche de invierno, decía: —Ve aquí la to rapaza. ¿Non quiés facer agora lo que pretendíes? Dicen que el mozu quedó muertu de sustu y que aquel cabritu yera el mesmu diablu. Y ansina sería porque el diablu solu ye capaz de coses tales. Y esti cuentu, que non paez cuentu, bien pudo ser un socedíu y un castigu de Dios pal mozu aquel que quiso perder a la moza más guapa del llugar. Llamo, ASTURIAS. Eduardo Martínez Torner, 1913.
85. El Cristo clavado en la puerta Éste era un pobre viudo que tenía una mocita de doce años de edá. Y como tenía que salí a trabajá fuera de casa dejaba sola a su hija y venía a vela solamente ca ocho día. Y había un vecino que quería gozala, y una noche cuando se fue er pare fue a la casa e la mocita con su mala entención, pero ar llegá a la puerta vio un hombre muerto clavao en la puerta en forma e cruz. Y se retiró mu asustao sin decí na. Güeno, pue a la otra noche fue otra ve con su mala entención y ar llegá a la puerta vio otra ve a aqué mismo hombre muerto clavao en la puerta en forma e cruz. Y mu asustao se volvió otra ve a su casa. Conque ya otro día dijo: —Hoy vi a pasá por allí de día pa ve si sta aqué allí clavao. Y fue y pasó por la casa y vio que no había naide clavao en la puerta y dijo: —Eso no era má que una aprensión mía. Esta noche voy y entro y logro mi intento. Güeno pue cuando ya llegó la noche fue por tercera ve a la casa pero otra ve al llegá vio aqué muerto clavao en la puerta en forma e cruz que hasta le chorreaba la sangre de la mano y lo pié. Y má asustao que ante se marchó a su casa. Y ya otro día staba er pobre mu arrepentido e lo que había querido hacé y fue y confesó con er cura. Y luego er cura fue un día a la casa e la mocita y le preguntó si tenía ella arguna devoción. Y le contestó ella que sí, que ella tenía mucha devocione. Pero que tenía una devoción que nunca orvidaba y ella rezó toa la noche esta oración: —El Señor vivo sea conmigo, y la Flor donde nació;
En el original «baltó». N. de E.
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III. CUENTOS MORALES
las armas del paraíso, y la cruz donde murió. Y ya vio er cura que por esta devoción que tenía la mocita Cristo Crucificao venía siempre a protegela cuando la amenazaba argún peligro, y le dijo a la mocita que siguiea rezando esa oración siempre. Santiponce, SEVILLA.
86. El santo Cristo viejo Éstas eran dos hermanas, la una rica y la otra pobre. Y la pobre iba a trabajar a la casa de la rica pa mantener a sus hijos. Y de lo poco que le daba la rica llevaba todos los días a su casa poco que comer. Un día llevaba unos garbanzos, otro día unas migajas de pan que habían sobrao de la mesa, y otro un cacho de pan que le habían tirao al perro. Y un día que estaban haciendo la limpieza de la casa de la rica se encontró la rica con un santo cristo muy viejo y se lo dio a la hermana pobre y le dijo: —Toma este santo cristo que ya está muy viejo y no sirve pa nada. Llévatelo pa tu casa. Y la pobre lo recogió y esa noche se lo llevó pa su casa junto con unas migajas de pan y unos garbancillos. Y salieron sus hijitos a encontrarla y les dijo: —Mira, hijos qué santo cristo más bonito me ha dao mi hermana. Vamos a ponerlo en la mesa pa que nos ayude y nos bendiga. Y ya entró la mujer y lo puso en la mesa. Y luego sacó sus garbanzos y sus migajas de pan y se puso a hacer una sopa pa sus hijitos. Y cuando ya estaba a sopa hecha la puso en la mesa y llamó a sus hijitos a comer. Y antes de empezar a comer le dijo la mujer al santo cristo. —Santo Cristo, ¿quieres comer con nosotros? Y el santo cristo no contestaba. Y a ese momento llamaron en la puerta y salió la mujer a ver quien era y ya vio que era un pobre viejo que venía pidiendo que comer. Y la mujer le dijo que entrara y entró el viejecito y le dio la mujer unos mendrugos de pan y un poco de sopa. Y se fue el viejecito y empezaron otra vez a comer y le dijo otra vez la mujer al santo cristo: —Santo Cristo, ¿quieres comer con nosotros? Pero el santo cristo no contestaba. Y a ese momento volvieron a tocar en la puerta y salió la mujer a ver quien era. Y vio que era otro viejecito que andaba pidiendo que comer. Y la mujer le dijo que entrara y entró y le dio unos mendrugos de pan y un poco de sopa. Y se marchó el
viejecito, cuando empezaron otra vez a comer y le dijo la mujer otra vez al santo cristo: —Santo Cristo, ¿quieres comer con nosotros? Y el santo cristo no contestaba. Y a ese momento llamaron por tercera vez en la puerta y salió la mujer a ver quien llamaba y halló a otro viejecito que pedía que comer. Y la mujer le dijo que entrara y entró y le dio unos mendrugos de pan y un poco de sopa. Y luego que se marchó el último viejecito se sentaron otra vez la pobre y sus hijitos a comer y otra vez le dijo la mujer al santo cristo: —Santo Cristo, poco nos queda que comer, pero, ¿quieres comer con nosotros? Y entonces habló el santo cristo y le dijo: —Tres veces te he pedido de comer y tres veces me has dado, y por eso te voy a premiar. Sacúdeme y verás lo que pasa. Y cogió la mujer al santo cristo y le dio una sacudida y cayeron muchos billetes de dinero. Y la mujer pobre quedó rica. Conque otro día fue la pobre a casa de la rica y le contó lo que le había pasao. Y dijo la hermana rica: —Pues mira que yo tengo un santo cristo mucho más bonito y más rico y verás como lo voy a convidar a comer pa ver si me regala mucho dinero. Y fue y preparó un banquete muy elegante y puso en el medio a un santo cristo de plata muy precioso que tenía y se sentó a la mesa a comer. Y antes de comenzar a comer le dijo al santo cristo: —Santo Cristo, ¿quieres comer conmigo? Pero el santo cristo no contestaba. Y en ese momento llamaron a la puerta. Y salió la señora a ver quien era y vio que era un pobre viejo que pedía que comer. Y la rica le dice: —Anda, viejo andrajoso a pedir a otra puerta, que aquí no hay nada para los limosneros. Y se fue el pobre viejo y entró ella a comer. Y antes de empezar le dijo otra vez al santo cristo: —Santo Cristo, ¿quieres comer conmigo? Pero el santo cristo nada contestaba. Y llamaron en ese momento otra vez en la puerta. Y salió la rica a ver y vio que era otro pobre viejo que pedía que comer. Y la mujer ya un poco enfadada le dice: —Anda allá, viejo limosnero, que aquí no hay nada pa ti. ¡Vamos, con los viejos sucios que no quieren trabajar! Y ya entró a comer y le dijo otra vez al santo cristo: —Santo Cristo, ¿quieres comer conmigo? Pero nada contestaba el santo cristo. Cuando llaman otra vez en la puerta y la mujer ya muy enfadada sale a ver quien llama y al ver que era otro pobre viejo que andaba pidiendo le dice:
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
—¡Vamos, con tanto limosnero cochino! Vaya usté a otra puerta que aquí no hay nada pa usté. ¡Anda, con tanto viejo limosnero! Y entró en su casa otra vez pa comer. Y otra vez le dijo al santo cristo: —Santo Cristo, ¿quieres comer conmigo? Y entonces le contesta el santo cristo: —Tres veces te he pedido que comer y tres veces me lo has negado, y por mala te voy a castigar. Y dentro de poco tiempo se le murieron a la hermana rica todos sus hijos y perdió todos sus bienes y se le quemó hasta la casa. Y se fue a pedir limosna en casa de su hermana. Y la hermana le dio la mitad de su riqueza. Cuenca, CUENCA.
87. Condenados en vida Éste era un padre que tenía tres hijas y un hijo. Y un día fue al monte a por leña y se encontró con un señor en una encina, que le dijo: —Lleva toda la leña que quieras, pero mañana me traes a tu hija mayor. Y además toma este dinero. Y le dio mucho dinero y desapareció. El pobre hombre se fue a su casa con su dinero y salieron a recibirle sus hijas. Llegó a su casa muy triste y la pequeña salió y le dijo: —Padre, ¿por qué estás triste? ¿Es por mí? Y el padre le dijo que no. Y entonces la hija segunda le preguntó: —¿Es por mí? Y el padre le dijo también que no. Y entonces dijo la mayor: —Padre, ¿es por mí que vienes tan triste? Y ya el padre le contó lo que le había pasao y le dijo que le había dicho el señor que le había dao el dinero que otro día tenía que llevarla a la encina para entregársela. Pero la hija mayor dijo que no quería ir. Dijo que aunque su padre se lo hubiera prometido al señor que tanto dinero le había dao que no podía obedecer. Y otro día se fue el padre otra vez al monte y encontró al señor en la encina y le dijo:
—¿Cómo no has traído a tu hija mayor? Y el padre le dijo que no había querido venir. Y entonces el señor le entregó más dinero y le dijo: —Lleva este dinero pa tu casa, y mañana vienes y me traes a tu hija segunda. Y cogió el hombre el dinero y se fue pa su casa. Y llegó otra vez muy triste. Y la hija menor salió primero a recibirle y le dijo: —Padre, ¿por qué vienes triste? ¿Es por mí? Y el padre le dijo que no. Y ya salió la hija segunda y le dijo: —¿Es por mí que vienes tan triste? Y entonces el padre le dijo que sí, que era por ella, porque el señor de la encina le había dao más dinero y le había mandao que le llevara a su hija segunda. Y la hija segunda le dijo a su padre que no podía ser, que ella no se iba con el señor de la encina. Y otro día fue el padre al monte y otra vez se encontró con el señor de la encina, que le dijo: —¿Cómo no traes a tu hija segunda como te he mandao? Y el padre le dijo que no había querido venir. Entonces el señor le dio más dinero todavía y le dijo: —Lleva este dinero a tus hijas, y mañana me traes a tu hija menor. Y se fue el padre con el dinero pa su casa muy triste. Y cuando llegó salió como siempre su hija pequeña primero a recibirle. Y al verle otra vez tan triste le dijo: —Padre, ¿por qué vienes tan triste? ¿Es por mí? Y el padre le dijo: —Sí, hija mía, esta vez es por ti. Me ha dao más dinero el señor de la encina y me manda que mañana te lleve a ti a la encina. Y la hija menor le dijo a su padre: —Padre, no estés triste, que yo voy. Y otro día se fueron el padre y la hija menor pal monte y encontraron al señor de la encina que ya los estaba esperando. Y el señor al ver a la niña dijo: —Vamos, ¿ésta ha sido la más atrevida? Y el padre le dijo que sí, que ella había venido con su gusto. Y entonces el señor le dio al padre más dinero. Y lo recibió el padre y al dar una vuelta ya no vio ni al señor ni a su hija. Habían desaparecido. Y el señor de la encina se llevó a la niña a una cueva en una montaña. Y allí se sentaron a comer a la mesa y la dijo: —Mira, que yo soy un pastor y tengo que cuidar mis ovejas. Tú serás pastora de mis bienes. Y allí se quedó viviendo como pastora y ayudándole al pastor a cuidar su casa y todos sus bienes.
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III. CUENTOS MORALES
Y el padre de la niña que ahora estaba rico y vivía muy bien con su hijo y las dos hijas mayores se había hecho muy orgulloso. Los pobres le cargaban, y según iban mendigos a su casa hasta les borraba las pisadas. Y el hijo le decía: —¡Ay, padre, que no haga usté eso! Nosotros fuimos pobres y ahora usté hasta les borra las pisadas a los pobres. Pero el padre le respondía: —No importa. Yo aborrezco a los pobres. Y el hijo entonces se enfadó y le dijo a su padre: —Pues mañana me lleva adonde dejó a mi hermana y allí me deja, que no quiero ver estos escarnios que usté hace con los pobres. Y el padre le llevó y lo dejó en la misma encina. Y el chico se fue por el monte y clamaba al cielo. Y ya vio una luz en una cueva y se dirigió allá. Y decía al llegar: —¿Si serán ladrones y me matan? No sé estas andanzas, pero de todos modos voy a llamar. ¡Sea Dios bendito! Y llamó a la puerta: «Tras, tras». Y salió su hermana y le conoció, pero él a ella no. Y ella dijo: —¿Qué busca usté? Y entonces él la dijo que era un pobre que buscaba posada pa pasar la noche. Y entonces ella le dijo que el señor de la cueva la había dicho que no le abriera la puerta a nadie. Pero como conoció que era su hermano y la dio lástima le dijo: —Mira, aquí te voy a meter en esta habitación y te voy a dar de cenar. Pero no hagas ruido, ni hables pa que no te sintamos nadie. Y se metió el pobre hermano donde ella le dijo y allí le dieron de cenar. Y ya llegó el señor y le dijo a la niña: —María, baja a recoger el ganao. Y bajó ella a recoger el ganao y andar en otros quehaceres. Y entraron el señor y ella en la cueva y fueron a cenar. Y el señor, que era Dios, echó la bendición, y al echarla dijo: —Falta uno en la mesa. Y ella contestó: —No, no falta nadie. ¿Quién ha de faltar? Y el señor la dijo: —Sí, que falta uno. Pon otra cuchara en la mesa. —¿Pa quién? —Ya verás. Yo te lo mando. Ponla. Y puso ella la cuchara y entonces él la dijo: —Ahora haz salir a tu hermano que coma con nosotros. Y salió el hermano a comer con ellos. Y otro día la niña le dijo al señor:
—Mire, que mañana vaya mi hermano a cuidar el ganao y no usté, que ya usté está viejo. Y Dios la dijo: —Bueno, si él es gustoso que vaya. Y ya le dijo al hermano de la niña: —Mañana te vas tú con el ganao por onde yo vaya, y luego que yo te deje te vas y partes el río por onde la primera oveja lo parta, pero no partas el río hasta que la última oveja lo parta, y después me dirás todo lo que ves. Y fue el hermano otro día con el ganao. Y cuando partió la última oveja el río partió él el río. Y al pasar lo primero que vio fue una ermita y un ermitaño. Y más alante vio un prao y en él muchas espigas que les daban hasta los lomos a dos mulas que allí estaban, pero las mulas estaban secas como espárragos. Y más alante vio un prao sin yerba y en él había una yegua mu gorda, mu gorda. Y marchó más alante y encontró unas llamas de fuego ardiendo, y de allí regresó a casa del amo con las ovejas. Y partió la primera oveja el río y puso él el pie. Y cuando partió el río la última oveja partió él el río. Y llegó ya a la casa del amo con el ganao. Y salieron la hermana y el señor a recibirle. Y preguntó el señor a María: —¿Tienes la cena? Y ella contestó que sí, que ya estaba. —Vamos a comer —dijo el señor—, y después me contarás todo lo que has visto. Terminaron la cena y dijo el amo: —Bueno, ahora cuenta todo lo que has visto. Y dijo el hermano: —Mire usté. Llegué al río y después de la última oveja puse el pie y partí el río. Y después de partir el río lo primero que vi fue una ermita y un ermitaño. Y el Señor le dijo: —La Virgen y yo, que soy el Señor, que vos favorecen. Sigue contando. —Poco más alante vi un prao lleno de espigas que les daban a los lomos a dos mulas que estaban, pero las mulas estaban tan secas como espárragos. Y dijo el Señor entonces: —Tus dos hermanas, que tienen mucho dinero, pero están condenadas por no hacer lo que las mandé. Sigue contando. —Vi después un prao sin yerba y en él dos yeguas mu gordas, mu gordas. Y dijo el Señor: —Tú y tu hermana que estáis en la mejor opinión que nadie. Sigue contando. ¿Qué más has visto? —Más alante encontré unas llamas de fuego ardiendo. Y dijo el Señor:
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
—Eso es tu padre, que por no remediar a los pobres cuando yo lo remedié con tanto esmero está ahora en los profundos infiernos. Zamora, ZAMORA.
88. El rico avariento Éste era un rico avariento que cuanto más dinero tenía más quería tener. Y todos los días le mandaba su alma al diablo con tal de que le diera muncho dinero. Y cuando ya estaba viejo que ya estaba pa morir llegó un día un pobre a su puerta a pedirle una fanega de trigo. Y el rico avariento le dijo: —Si me cumples la promesa de velar por tres noches mi cadáver cuando muera te doy diez fanegas en vez de una. Y el pobre se lo prometió y le entregó las diez fanegas de trigo. Y se fue el pobre a su casa y les dio pan a sus hijos, y al rico Dios le perdonó. Poco después murió el rico avariento y el pobre no olvidó su promesa y fue a velar por tres noches el cadáver. Las primeras dos noches no pasó nada. Toda la noche estuvo rezando por el alma del muerto y por la madrugada cuando amanecía se iba a su casa en paz. Pero la tercera noche cuando estaba rezando el rosario a la media noche llegó un soldao por encima de una tapia, que era Dios que venía a ayudarle al pobre a velar al muerto. Y el soldao le dijo al pobre: —¿Qué haces aquí? Y el pobre le contestó: —Mire usté, señor, que estoy velando este muerto porque me dio una limosna pa mi familia y prometí velar el cadáver por tres noches cuando muriera. Y el soldao le dijo: —Bueno, pues velaremos juntos. Y a poco llegó el diablo y dice: —¡Venga el muerto, que me pertenece! Y el soldao le contesta: —No te lo entregamos. Y dice otra vez el diablo: —¡Venga el muerto, que me pertenece! Me tiene su alma vendida. Y le dice entonces el soldao: —Te lo entregarnos si nos llenas esta bota de dinero. Y dice el diablo: —Bueno; espérenme que voy a por dinero. Y se marchó el diablo a por dinero. Y en ese medio tiempo el soldao le quitó el piso a la bota y la colgó a un
árbol tocando a un barranco. Y ya volvió el diablo con dos sacos llenos de dinero y empezó a echaren la bota; pero como todo caía en el barranco la bota no se llenaba nunca. Y dijo entonces el diablo: —Voy a por más. Y se marchó y volvió después con un carretillo lleno y todo lo echó en la bota, pero todavía no se llenaba. Y volvió a por otro carretillo y lo volvió a echar en la bota, pero no se llenaba. Y volvió a por otro y a por otro, pero nunca se llenaba la bota. Y así estuvo toda la noche hasta que ya amaneció y tuvo que irse huyendo y el rico avariento se salvó por la limosna que hizo. Villanueva del Campillo, ÁVILA.
89. La muchacha embustera Un leñador tenía una hija que le llevaba todos los días el almuerzo ande estaba trabajando. Y un día envió la madre a la niña a llevarle el almuerzo al padre y se encontró la niña con la Virgen. Y le dijo la Virgen: —¿Quieres venirte conmigo? Y la niña le dijo que sí y se fue con ella. Y se la llevó la Virgen a un palacio muy hermoso onde había muchas habitaciones. Y le dio las llaves pa que entrara a todas las habitaciones, menos una. Había una onde la Virgen le dijo que no entrara. Y se desapareció la Virgen y se quedó sola la niña. Y anduvo la niña abriendo habitaciones con la llave y por todas partes encontraba cosas bonitas. Y ya que acabó de ver todas las habitaciones dijo: —Voy ahora a abrir la habitación que me dijo esa señora que no abriera. Y fue con la llave y abrió la habitación y se manchó la llave de sangre. Y se asustó mucho la niña, pero entró y vio las cosas que había dentro. Y vino la Virgen a verla otro día y le dijo: —¿Has abierto la habitación que te dije que no abrieras? Y la niña contestó: —No señora, no la he abierto. Y como la Virgen sabía que estaba diciendo una mentira hizo que desapareciera todo el palacio y se vio la niña sola en un bosque. La había castigao la Virgen por embustera. Y ai andaba la niña en el bosque sola cuando pasó un rey que andaba cazando en el bosque y llegó y le preguntó qué hacía sola en el bosque. Y ella le contó lo que le había pasao. Pero no le dijo que la señora la había dejao en el bosque porque le había dicho una mentira. Y el rey se la llevó a su
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III. CUENTOS MORALES
palacio, y como era tan bonita se casó con ella. Y al año tuvo la reina un niño precioso que no había niño tan hermoso en el mundo. Y cuando ya el niño tenía dos años llegó la Virgen y se le apareció a la madre y le dijo: —¿Abriste aquella habitación que te dije que no abrieras? Y la reina le dijo: —No, no la abrí. Y como todavía seguía mintiendo la castigó la Virgen y le quitó su hijo. Y la reina lo sintió mucho y se puso enferma de dolor. Y al año tuvo otro hijo. Y cuando ya este niño tuvo dos años llegó la Virgen otra vez y le preguntó: —¿Abriste aquella habitación que te dije que no abrieras? Y la reina le dijo: —No, no la abrí. Y otra vez la castigó la Virgen por embustera y le quitó también este niño. Y ya la reina se moría de pena por sus dos hijitos. Y con eso ya la gente del pueblo decía que la reina era una tuna y que mataba a sus hijos. Y llegó lo que la gente decía a oídos de la reina, y dijo: —¡Ay, Dios mío! ¡Si yo no los mato! ¡Si se me desaparecen sin que yo sepa quién se los lleva! Y al año tuvo el tercer hijo, una niña preciosa, más bonita que los niños primeros. Y creció la niña cada día más linda hasta que tuvo dos años. Y entonces se le apareció la Virgen a la reina y le dijo: —¿Abriste la habitación aquella que te dije que no abrieras? Y la reina le dijo: —No, no la abrí. Y por embustera la castigó otra vez la Virgen y le quitó a la niña. Y esta vez la pobre reina no se podía consolar. Y la gente del pueblo se puso más enfadada que nunca con la reina cuando supo que la niña también se había desaparecido. Y dijeron: —No hay duda que la reina mata a sus hijos. ¿Cómo es posible que todos los hijos se desaparezcan? Y encendieron una hoguera pa quemar a la reina. Y cuando ya estaba encendida la hoguera y que ya la gente se dirigía al palacio pa buscar a la reina y echarla en la hoguera se le apareció la Virgen a la reina y le dijo: —¿Abriste aquella habitación que te dije que no abrieras? Y la reina le dijo: —Sí, señora, la abrí. Y entonces la Virgen le dijo: —Yo soy la Virgen y te he quitao a tus hijos pa castigarte por embustera. Ya que has dicho la verdad te voy a devolver a tus hijos.
Y le entregó a sus tres hijos. Y salió la reina y le enseñó a la gente sus tres hijos, que la Virgen le había traído del cielo. Torrijo de Cañada, ZARAGOZA.
90. El zapatero pobre Éste era un pobre zapatero que vivía en un pueblo con su mujé y siete hijo. Y siempre estaban mu pobre, mu pobre, pero siempre mu contento. Lo má que ganaba por un remiendo er zapatero era un real, y había días que lo pasaban casi sin comé, pero siempre mu contento. Y en frente de ello vivían un señó y una señora mu rico, mu rico, que tenían dinero de sobra y no les hacía farta na, pero siempre vivían discontento. Y la mujé le decía a su marío: —Mira la familia de ese pobre zapatero, siempre tan pobres pero siempre tan contento y felice, y nosotro que na nos hace farta y tenemo to lo que queremo nunca stamo contento. Y hablando, hablando, ya le dijo a su marío: —Y ¿sabe que la mujé está otra ve embarazá? Vamo a socorrelo ya que stan tan pobre y cuando dé a lu sacó ar niño de pila. Güeno pos el marío le dijo que así lo liarían. Pasó uno mese y ya la mujé dio a lu y van ello y sacan ar niño de pila. Y cuando lo llevaron a su casa le llevaron mucho regalo y rico vestido y too staban mu contento y mu felice, y ya comenzaron a tratá ar zapatero y a su mujé de compadre y comadre y to iba mu bien. Y ya depué de argún tiempo le dijo un día la señora ar marío: —Oye, ¿no te parece bien que le demo a ese pobre zapatero, nuestro compadre, una casa y mucho dinero pa que sargan de pobre y coman y vistan bien ya que nosotro tenemo que hasta no sobra? Y el marío dijo que sí, que le parecía mu bien. Y entonce er rico fue y mandó llamó ar pobre a su casa con un mozo. Y dijo er zapatero a su mujé: —Oye, tú, si viera que mi compadre me ha mandao llamá, no sé pa qué. Y le dice la mujé: —¿Pa qué te quedrá mi compadre? Pero no tiene má remedio que í a ve. Y se fue er zapatero a vé a su compadre er rico temblando de miedo como hacen siempre lo pobre. Y en er camino decía:
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
—¿Pero pa qué me quedrá mi compadre? Güeno, pos llegó y le dijo er rico: —Compadre, pase uté, que le he llamao porque hemo pensao mi mujé y yo dale a uté una casa y mucho dinero pa que vivan bien uté y su familia de ahora en adelante. Y le contesta er zapatero: —¡Por Dios, compadre, que nos hace uté un favó mu grande! Y ya le dio mucho dinero y le dijo que dejara su zapato y no trabajara má. Y depué le puso una casa onde vivieran. Y ya vivían er zapatero y su familia en una casa mu grande y mu bonita y tenían mucho dinero y de to. Y por la noche er zapatero le decía a sus hijo que cerraran bien toa la puerta y ventana pa que no fuera naide a robalo. Y por la noche no dolmía a gusto pensando en que arguien le podía robá su dinero. Y la madre siempre andaba tamién diciéndole a sus hija: «Cierra bien esa puerta», «cuidao con cerrá bien aquella ventana», «¿has cerrao bien la puerta e la calle?». Y así staban siempre y ya no cantaban ni staban contento ni na. Y depué de uno día ya la madre fue y le dijo ar marío: —Oye, tú, ¿ha visto que ya no stamo contento ahora que tenemo tanto dinero? Ahora siempre andamo con que «Cierra la puerta» y «Cierra la ventana», y naide sta contento como ante. ¿De qué no sirve tené tanto dinero si no stamo contento? Ante nos acostábamo sin cuidao y ahora ni dormimo pensando en que arguien nos va a robar er dinero. Va y llévale er dinero a mi compadre y dile que no stamo contento con tanto dinero y que vamo a vorvé a la casa que teníamo ante. Güeno, pos va aqué y le entrega er dinero a su compadre y le dice: —Mucha gracia, compadre, pero como no stamo acostumbrao a tené tanto dinero no stamo contento y queremo vorvé a la casa de ante y vorvé a lo que éramo ante. Y er compadre rico mu asombrao de vé lo que le icía su compadre. Y luego que se marchó er zapatero le dijo la mujé: —Pero, ¿habrá necio? le gusta mejó seguí remendando suela que viví en una casa grande con de to pa su familia. Y er marío le dijo: —Sí, eso preba lo necio que son lo pobre. De na sirve socorrelo. Es que paece que las gusta sé pobre. Y se enfadaron con su compadre y ya ni caso les hicieron. Güeno pos a lo poco día ya aquéllo estaban otra ve en su casa y er zapatero staba canta que canta y echa que echa remiendo. Y la mujé y las hija toa mu contenta y barriendo
la casa y lavando y planchando y cantando. Y se asomó la mujé der rico y dijo a su marío mu enfadá: —Allá stan ya otra ve eso necio canta que canta. Too trabajan y mu contento y a lo mejó stan muerto de hambre. Así son lo pobre. Granada, GRANADA.
91. La mujer mandona Ésta era una mujer que era tan mandona que a todos sus maridos los mataba porque no hacían lo que ella mandaba. Y se había casao cuatro veces y a sus cuatro maridos los había matao. Y vivía en su pueblo un hombre que se enamoró de la viuda. Y sus amigos le dijeron: —Hombre, ¿qué estás loco? ¿Que no sabes que a esa mujer no hay quien la aguante? ¿Que no sabes que a cuatro maridos ha enterrao ya porque no han querido hacer lo que ella dice? Y él les dijo: —A mí no me va a asustar. Me voy a casar con ella y verán ustedes como a mí no me la pega. Y ya hicieron una apuesta a ver quien ganaba si él o su mujer cuando se casara. Y se casó con la mujer aquella. Y ella tenía puestos los ojos en una pareja de novillos muy gordos y muy buenos que tenía en la casa. Y fue él un día y los cambió por otros muy viejos. Y ya vino y los metió en la cuadra sin decirle nada a su mujer. Y entró en la casa y le dijo a su mujer: —Güeno, como es nuestro primer día de casaos vamos por al a ver las tierras que tenemos. Y fue y trajo la burra y se marcharon a recorrer las tierras. Y era, una noche de luna. Y se apearon de la burra y la dejó él cerca de un prao. Y de allí anduvon recorriendo las tierras. Conque ya volvieron ande habían dejao la burra y no la hallaron. Y dijo él: —Esa burra la voy a matar porque no se ha quedao donde yo la dejé. Y anduvon buscándola hasta que la encontraron cerca de la casa. Y coge él una escopeta y le metió dos tiros en la cabeza y la mató. Y la mujer asustada le dice: —Pero, hombre, ¿cómo has hecho eso con la burra? Y él la contestó: —Eso acostumbro yo hacer con los que a mí me retruequen una sola palabra. Y en viendo eso la mujer se asustó y le dijo: —Haces bien, marido mío. Has hecho muy bien.
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III. CUENTOS MORALES
Y a solas dijo: —Este mata. No me tiene cuenta contradecirle. Vivir por ver. Y ya llegaron a la casa y la llevó a la cuadra y le enseñó los novillos viejos y flacos que le habían dao por los gordos de su mujer y le dijo: —Mira, que he vendido aquellos novillos por éstos hoy que fui a la feria. ¿Cómo te parecen? Y ella contestó: —Bien, muy bien. Me parecen muy gordos y muy buenos. Y él la dijo: —No, que éstos no son buenos ni gordos. Son flacos y viejos. Los otros, los que cambié por ellos son los gordos y buenos. Y ella le dijo: —Güeno, güeno, como tú digas está bien. Y ya entraron en la casa y le dice él: —Mujer, trae pa acá la bandurria. Y le dio ella la bandurria que había comprao en la feria, y comenzó a tocar y cantar: —Vengo, mujer mía, de la feria de comprar una bandurria. Acuérdate, mujer mía, de lo que le pasó a la burra. Y ella dijo: —Pues no. Esto no me tiene cuenta. Con éste hay que hacer lo que dice. Y fue con él una mujer muy obediente. Zamora, ZAMORA.
92. La esposa desobediente Se casó un hombre con una moza muy bonita que la quería mucho. Y ella era muy holgazana y sólo le gustaba estar en la cama y no hacer nada. Y los primeros días de casaos al novio no le importaba y hacía todo lo que su esposa quería. Se levantaba a medio día y en todo el día no hacía maldita la cosa. Y ya pasaron muchos días y el marido tuvo que salir a labrar su tierra. Y por la mañana cuando salió por primera vez le dijo a su mujer: —Oye, tú, mira que ya se acabaron estos días de recién casaos y ya tengo que salir a labrar la tierra. Y ella se le agarraba al cuello y le decía: —¡Anda, no seas tonto! Estate en la cama otro rato. No te levantes. Y él la dijo:
—No, que no puede ser. Tengo que ir a labrar la tierra. Y saltó de la cama y le dijo a su mujer: —Oye, tú, mira que pa medio día vas a llevarme el almuerzo: —¡Que no y que no! ¡Que no te llevo nada! —contestó ella. Y él la dijo: —No, hija mía, que no es broma. Pa medio día vas y me llevas el almuerzo. —Pues no te llevo nada; que me voy a quedar a esperarte muy bonita y todo, pero el almuerzo no te voy a llevar. Y se fue él y le dijo: —Güeno, ya me voy. Y oye bien lo que te digo. A medio día me llevas el almuerzo. Y se fue. Conque allá estuvo arando la tierra con los bueyes. Y a medio día les dio la cebada a los bueyes y se puso a esperar a su mujer. Y esperó y esperó pero ella no fue. Y ya se puso a arar otra vez sin almorzar. Y ya temprano se fue pa su casa. Y cuando llegó salió su mujer riéndose y se le echó al cuello y le dice: —Oye, ¿qué tal te fue? ¿Ves que no he ido a llevarte la comida? Y se reía y le decía: —¿Ves como tu mujercita no hace lo que le dices? Y tú como me quieres mucho no te importa, ¿verdá? Y él la dijo: —Sí, es verdá que te quiero mucho, pero con esas bromas no vengas, que tengo ya que trabajar y no puedo venir por el almuerzo. Vamos ahora a hacer la cena juntos y mañana me vas a llevar el almuerzo. —Que no, que no te lo voy a llevar —le decía ella, y se le echaba al cuello y le besaba. Conque ya cenaron y se acostaron. Y otro día muy tempranito despertó el marido y le dijo a su mujer: —Güeno, hija, ya me voy a levantar. Y le dice ella en seguida: —¡No, que no! ¡No quiero que te levantes todavía! Estate en la cama un poco más. Pero saltó él de la cama y le dijo:
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
—Güeno, ya sabes. Hoy a medio día el almuerzo, y sin faltar. Ayer fue la primera vez y no me importa, pero ya hoy tienes que ir. Oye bien. Y ella empezó a reírse otra vez y a decir: —¡Que no y que no! No voy a llevarte el almuerzo. —Que sí me lo llevas, hija mía. Tengo que trabajar y me lo vas a llevar. Y ella seguía riéndose y desde la cama le gritaba: —¡Que no y que no! Vas a ver como no te llevo el almuerzo. Y se fue él y la dijo por última vez: —No; no vengas con bromas, que hoy a medio día me llevas el almuerzo. Oye bien lo que te digo. Y se fue con sus bueyes y estuvo arando hasta medio día. Y ya les dio la cebada a los bueyes y se puso a esperar a su mujer. Y esperó y esperó pero ella no vino. Y ya se puso a trabajar por segunda vez sin almorzar. Y por la tarde se fue a casa muy cansao con sus bueyes. Y salió su mujer otra vez a recibirlo riéndose y diciéndole: —¿Has visto, tonto, como no he ido a llevarte el almuerzo? Pero tú como me quieres tanto no te importa. Y se le agarraba al cuello y le abrazaba y le daba besos. Y él la dijo: —Mira tú, que es verdá que te quiero mucho. Pero estas bromas tienen que acabar. Estas dos veces te las perdono, pero mañana tienes que ir a llevarme el almuerzo y después todos los días. Y ella le decía: —¡Que no y que no! Verás que mañana tampoco te llevo la comida, que a tu mujercita la gusta dormir mucho y tú la quieres mucho. Y se reía como siempre. Conque ya hicieron la cena y cenaron y se acostaron. Y otro día despertó el hombre ya poco tarde y dio en seguida un salto de la cama. Y ella cuando le sintió le dijo: —Tonto, ¿pa qué te levantas tan temprano? Ven a dormir otro rato. Y él le dijo: —No puede ser que ya es tarde. Voy a hacer solo el desayuno como otras veces y me voy a arar la tierra. Y pa medio día vas a llevarme el almuerzo. Ya ahora se acabaron las bromas. Y ella le dijo: —Anda, que no me digas eso, maridito mío. Sabes que tu mujercita no va a llevarte el almuerzo. —Que sí vas —le dijo él—. Te lo digo por tercera y última vez. De hoy en adelante tienes que ir a llevarme el almuerzo todos los días. Y ella empezó a reírse y a decir:
—¡Que no y que no! Vas a ver como no te lo llevo. Y entonces la dijo él: —Te digo que me vas a llevar el almuerzo, y si no vas, tú verás lo que te pasa. Y se fue. Pero ella seguía riéndose y le gritaba: —¡Que no voy a ir! ¡Vas a ver como no voy! Y se fue con sus bueyes a arar el terreno. Y a medio día les dio la cebada a los bueyes, como de costumbre, y se puso a esperar a su mujer. Pero ella no vino. Y ya se puso a arar otra vez hasta que ya era tarde. Y entonces se fue pa su casa con sus bueyes. Y en el camino cortó una fuerte enrejada y la llevó consigo. Y llegó a casa y salió su mujer riéndose otra vez y desde lejos le gritaba: —¿Has visto, tonto, como no he ido con el almuerzo? Y cuando se le allegaba pa abrazarle sacó la enrejada y le arrimó tan fuerte paliza que le rompió un brazo. Y la pobre mujer, del dolor cayó a tierra desmayada. Y ya la cogió él y la echó en la burra y se fue a buscar un curandero. Y llegó a casa de un curandero y al ver a la mujer con el brazo roto le dijo: —Pero, hombre, ¿cómo ha pasao esto? Y ya le contó el labrador todo lo que le había pasao con su mujer. Y el curandero le enderezó bien el brazo y se lo curó y le dijo que ya podía marcharse pa su casa. Y entonces el hombre le preguntó cuánto le debía. Y el curandero le dijo que medio duro. Y le dio el hombre un duro, y el curandero le iba a dar medio duro de vuelta, cuando le dice el hombre: —No; quédese usté con el pago pa otro viaje. Y se fue el hombre pa su casa con su mujer; y desde ese día en adelante ya fue una mujer muy obediente y le llevaba el almuerzo todos los días. Y por eso dice la gente: «A la mala maña se le corta un brazo». Zamora, ZAMORA.
93. La esposa falsa Éste era un hombre que estaba casao con una mujer que siempre le estaba diciendo que le quería mucho. Y a todo el mundo le andaba diciendo siempre lo mucho que quería a su marido. Y ya un día se dijo él: —Voy a ver si es verdá que mi mujer me quiere tanto como dice. Voy a hacer la prueba. Y fue y llamó a su criao principal. Y le dijo: —Vamos a salir y por la noche cuando volvamos le dices a mi mujer que yo he muerto, y me quedaré escondido detrás de la puerta pa ver qué dice.
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III. CUENTOS MORALES
Conque güeno, pues se marcharon el marido con el criao y a la mujer le dijo que volverían en unos días. Y la mujer se quedó llorando y le dijo que no sabía qué haría sin él esos días. Y a los dos días volvieron de noche y el marido le dijo a su criao: —Yo me voy a esconder detrás de la puerta y tú entras y le dices a mi mujer que me he muerto en el camino y que me has enterrao ya, y veremos qué dice mi mujer y si es verdá que me quiere tanto como dice. Y se escondió el marido detrás de la puerta y el otro entró en la casa y le dijo a la esposa: —¡Ay, señora, que no sabe usté lo que ha pasao! ¡Que se ha muerto mi amo en el camino y ya le he enterrao! ¡Ay, Dios mío! ¡Venga usté, que ya le contaré todo como fue! Y la mujer, que estaba ya en la cama, se levantó y se vistió y salió y le dijo: —Hombre, no des esos gritos, que si mi marido se ha muerto, ¿qué le vamos a hacer? Sea por Dios, que todos nos hemos de morir. Y él le dijo: —Güeno, señora, pues le diré que fue de esta manera. Y a eso la mujer le dice: —No es necesario que me diga usté nada. Si mi marido se ha muerto, ¿qué me importa a mí saber cómo murió? No me cuente usté nada. Conque se sentó el criao a esperar mientras la mujer fue a la cocina a preparar la cena. Y cuando ya estaba la cena preparada le dijo: —Entre usté a cenar, que vendrá con hambre. Y aquél, que ya estaba en el secreto con el marido, entró a cenar, y luego que se sentaron a comer le dijo: —Sabe usté que estoy pensando en una cosa. Y ella le dice: —¿Qué es? Y contesta él: —Pues estoy pensando que ya que su marido ha muerto y yo conozco bien todos sus negocios, que debía yo casarme con usté después de que pase algún tiempo de la muerte de su marido. Y la mujer le contesta en seguida: —¡Que me ahogue con esta cuchara si no estaba pensando yo lo mismo! Y ya estuvieron hablando de la boda y quedaron en que se casarían dentro de tres meses pa no dar que decir a la gente. Y el marido estaba viendo y oyendo todo. Güeno, pues ya cuando acabaron de cenar se fueron a dormir cada uno a su habitación. Y después de un rato salió la mujer de su habitación medio desvestida y llama al criao y le dice:
—Oiga usté, haga el favor de salir un momento. Y sale aquél de su habitación, también a medio vestir, y le dice: —¿Qué quiere usté? Y le dice ella: —Pues nada, que estaba pensando en lo que hemos dicho, y he pensao que ya que nos vamos a casar, ¿pa qué nos hemos de esperar tres meses? Es mejor que nos casemos esta misma noche, o por lo menos mañana. Y él le dice entonces: —Bueno, pues nos casaremos mañana. Tiene usté razón. ¿Pa qué hemos de esperar tanto? Y el marido ya estaba reventando, pero todavía no decía nada pa ver hasta onde iba su mujer. Y ya se retiraron otra vez cada uno a su habitación. Pero a los pocos momentos sale la mujer otra vez, ya en su camisón de dormir, y llama al otro otra vez y le dice: —Oiga usté. Y le dice él: —¿Qué? Y va ella hasta la puerta de su habitación y le dice: —Pues mire usté, que estoy pensando que ya que nos vamos a casar mañana, que venga a dormir conmigo esta noche. ¿Pa qué nos hemos de esperar hasta mañana? Y en ese momento salió el marido de donde estaba escondido y cogió a su mujer y le arrimó una fuerte paliza que cayó enferma en la cama por unos días. Ávila, ÁVILA.
94. Todo lo perdona Dios Éste era un matrimonio con hijos. Y la mujer quería mucho a su marido y se le murió. Y después de muerto, la mujer le rogó de todo corazón al Señor que le volviera a su marido, aunque fuera en un rincón. Y Dios se lo concedió y se lo puso en un rincón de su habitación. Y todas las noches, cuando la mujer llegaba a la casa de trabajar, el muerto la preguntaba: —¿De ánde vienes, mujer? Y ella le contestaba: —De trabajar pa mantener a tus hijos. Y entonces el muerto siempre le contestaba: —¡Todo lo perdona Dios! ¡Todo lo perdona Dios! Conque ya la pobre mujer estaba aburrida de llegar todas las noches y tener que decirle lo mismo, y ya estaba arrepentida de haberle rogao a Dios que le devolviera a su marido. Y dijo:
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
—¿Cómo me libraré de mi marido pa no verlo ai en el rincón? Y una noche, cuando volvió de su trabajo, llegó muy aburrida y entró en su habitación y su marido la dijo: —¿De ánde vienes, mujer? Y ella le contestó: —De matar y robar pa mantener a tus hijos. Y él la contestó: —¡Todo lo perdona Dios! ¡Todo lo perdona Dios! Y como ya la mujer estaba desesperada y no sabía cómo librarse de su marido muerto fue y se confesó con el cura y le dijo todo lo que le había pasao. Y el cura le dijo: —Güeno, pues mira. Esta noche, cuando entres en tu casa y te pregunte de ánde vienes, le contestas que vienes de levantar farsos testimonios a doncellas y casás. Conque se fue la mujer pa su casa. Y llega y entra en su habitación y la pregunta el marido: —¿De ánde vienes, mujer? Y ella le contesta: —De levantar farsos testimonios a solteras y casás. Y entonces el muerto le dijo: —¡Quédate con Dios, mujer! Todo lo perdona Dios, menos eso. Y se desapareció y ya su mujer no lo volvió a ver en el rincón de su habitación. Ciudad Real, CIUDAD REAL.
95. La calle de la Pierna En Córdoba hay una calle que se llama la calle de la Piesna. Y se llama asín porque dicen que allí vivía una vieja mu curiosa, que siempre que pasaba argo en la ciudá quería il a vel que era. Y toa la noche se ponía a la ventana e su casa a vel a lo que pasaban y vel lo que ocurría en la calle. Y cuando staba mu oscuro que no podía vel bien cogía una vela y con la vela en la mano se sentaba ar balcón a curioseal. Y una noche staba asín en er balcón con su vela en la mano viendo por la calle cuando vido que subía poquito a poco der suelo hasta su balcón un cura vestido e blanco con una vela en la mano. Y fue subiendo, subiendo aqué cura hasta que llegó en frente e la vieja y le dio la vela sin decil naa. Y entonce se desapareció er cura. Y ella cogió la vela y la dejó en el arto de una mesa. Y entonce la vieja ya se retiró der balcón y se acostó. Y otro día por la mañana fue a vel la vela y en la mesa vido que an guar de la vela staba una piesna de un muerto. Y halló un
papelito que decía: «Por curiosa». Y la probe mujé ar vel la piesna se puso enfelma y a poco tiempo se murió. Y por eso le dicen a esa calle tavía hoy la Calle de la Piesna. Y en un nicho de la casa está tavía la piesna puesta. Córdoba, CÓRDOBA.
96. La averiguarona Había en un pueblo una mujé mu averiguarona y que siempre staba sentá a su barcón día y noche pa vé quien pasaba por su calle. Y siempre andaba diciendo: «Fulano pasó con fulana», y esto y lo otro. Güeno, pos una noche estaba sentá a su barcón mirando a vé quien pasaba, cuando llegó la media noche y vido que pasaron por su casa doce difuntos con unas hachas encendidas. Y ella, de curiosa que era, bajó a encendé una vela pa vé mejor. Y el último de los difuntos le ofreció entonces su hacha encendida y le dijo: —Tenga usté. Y cogió ella el hacha y subió y la puso en la mesa. Y dejó el hacha en la mesa y se jué a su cuarto a dormí. Y otro día, cuando vino a vé el hacha, halló una pierna de un muerto. Y la mujé entonces jué a vé al cura pa confesarse. Y el cura le dijo: —Esta noche, a la misma hora de anoche, se la devuelve al difunto. Y le dio entonces unas reliquias y le dijo que se las pusiera. Conque esa noche, a la media noche, jué la mujé y se sentó al barcón y al momento vido que pasaban los doce difuntos y que todos llevaban hachas encendidas menos uno. El último iba sin hacha. Y bajó ella corriendo con la pierna y se la entregó. Y el difunto la cogió y le dijo: —Gracias. Vaya usté con Dios. Si no juera por esas reliquias, ahora mismo muriera usté. Vaya usté con Dios y no sea tan averiguarona. Ciudad Real, CIUDAD REAL.
97. La liebre pensativa Éstos eran unos viejecitos muy ricos y muy avaros, que aunque estaban ya muy viejos no querían morir. Y ya se enfermó la mujer y le decía a su marido que no quería morir. Y el marido hacía todo lo posible pa salvarla. Y vengan y vengan médicos y más médicos, pero no pudieron
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III. CUENTOS MORALES
salvarla. La viejecilla murió. Y el viejecillo estaba desolao y temía que él también se iba a morir. Y siempre es costumbre ponerles luces a los muertos en los ceminterios la noche del día de Todos Santos. Pero el viejecillo, como era tan rico, iba todas las noches a ponerle luces a su mujer en el ceminterio onde estaba enterrada. Y allá se estaba por mucho tiempo rezando y no se venía a su casa hasta que ya no era muy noche. Y una noche, cuando fue a ponerle las velas a su mujer al ceminterio y que ya era muy noche, llegó una liebre y empezó a rascar en la puerta del ceminterio. Y el viejecillo salió a ver quien era, pero sólo vio una liebre muy grande que pasaba por la puerta y se escapaba. Y ya se fue el viejecillo a su casa a dormir. Y la noche siguiente pasó lo mismo. Cuando ya era tarde y el viejecillo todavía no se iba a su casa, llegó la liebre otra vez a rascar a la puerta del ceminterio. Y salió el viejecillo a ver quien era y entonces la liebre le habló y le dijo: —Hágote saber que en este ceminterio mando yo y que nadien entra sin mi permiso. Y se desapareció la liebre y ya el viejecillo no la alcanzó a ver. Conque con eso ya el viejecillo estaba un poco atemorizao. Pero como de costumbre, otro día, cuando la noche llegó, se fue otra vez al ceminterio a llevarle luces a su mujer. Y llegó y puso las velas y se estuvo rezando mucho tiempo. Cuando ya llega la liebre otra vez a rascar en la puerta del ceminterio. Y salió el viejecillo a abrir la puerta y ya estaba allí la liebre y le dice: —¿No te he dicho que aquí sólo mando yo y que nadie entra sin mi permiso? Yo soy la liebre pensativa y ahora vengo a decirte que no es necesario que vengas a ponerle velas a tu mujer ni que vengas a rezarle, porque está condenada.
98. El trigo, la cebada y el centeno Sembró un labrador en un prado trigo, cebada y centeno. Y cuando ya el grano estaba maduro salió a cortarlo. Y empezó primero a cortar al trigo. Y empezó el trigo a quejarse con el hombre y le dijo: —¡Ay, que no me cortes a mí! No quiero que me cortes. Corta a la cebada, que no vale nada. A mí no me cortes. Y fue el hombre entonces a cortar la cebada. Y empezó a cortarla, cuando también empezó a quejarse con él y le dijo: —¡Ay, que no me cortes a mí! No quiero que me cortes. Corta al centeno, que no vale nada. A mí no me cortes. Y fue el hombre a cortar al centeno. Y cuando empezó a cortarlo empezó a quejarse también, y dijo: —¡Ay, que no me cortes a mí! No quiero que cortes. Corta a la cebada y al trigo. El trigo es más fuerte y no sufre, y la cebada ha hablado mal de mí. Y el hombre entonces no sabía qué hacer, si cortar al trigo o a la cebada o al centeno. Conque entonces empiezan a quejarse ellos otra vez todos a un tiempo y a excusarse unos con otros. Y el trigo se enfadó con la cebada y la dijo: —Y tú, porretuda, ¿qué tienes que hablar? No tienes por qué quejarte. Porretuda, si no vales nada si no te llenan de basura. Y la cebada, como le tenía miedo al trigo, no le respondió. Pero al centeno, que seguía quejándose con el hombre, le dijo: —Y tú ¿para qué hablas, cañas vanas, tú que tempranito espigas y tarde granas? Y así siguieron quejándose y peleando. Y Dios les castigó por eso, y el hombre los cortó a los tres. Y después los paleó y los molió. Y el trigo y el centeno se los comió el hombre, y la cebada se la dio a los mulos.
Arcas, CUENCA.
Briviesca, BURGOS.
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estudios de los cuentos morales
E
l hombre primitivo idealiza en sus cuentos y leyendas los hechos ordinarios de la vida para realizar de esta manera sus ideales de justicia. De los hechos verdaderos de la vida no queda después de pasados sino la memoria de ellos. Lo mismo ocurre con los hechos fantásticos o verdaderos de los cuentos populares. Una vez oído el cuento quedan de él en la memoria del oyente recuerdos que parecen verdaderos y que satisfacen el ideal de justicia de la mentalidad primitiva. En muchos cuentos, sin embargo, esta tendencia moralizadora llega a dominar sobre los motivos de otra índole y de esta manera aparece el cuento destinado para la instrucción moral, el cuento doctrinal o moral.4 Esta tendencia moralizadora se halla ya bien desarrollada en los cuentos orientales y de Oriente pasa a Occidente. Esto no quiere decir que todos los cuentos occidentales que clasificamos como cuentos morales sean de origen oriental. En la Edad Media el cuento moral tiene un desarrollo extraordinario y muchos cuentos morales de Europa son de origen occidental. Pero el cuento moral tiene muy hondas raíces orientales, está relacionado con la parábola también de origen oriental y es la base fundamental del cuento budista. Los cuentos de los Jatakas son todos cuentos moralizadores y están destinados a explicar los principios fundamentales de 4
la religión y filosofía budistas. Ni el mismo Buda, sin embargo, inventaba todos sus cuentos. Conocía muy bien la tradición y contaba cuentos antiguos. El cuento moral es el motivo fundamental de las tradiciones budistas, pero no es siempre de origen budista. En los cuentos religiosos de la Edad Media y en muchos otros que no son de carácter religioso el cuento moral tiene un desarrollo extraordinario, pero sus elementos fundamentales son a veces de origen oriental. Los predicadores y moralistas se daban cuenta de la importancia y valor moral de esta clase de cuentos, y partiendo en algunos casos de hechos verdaderos de la vida y en otros casos desarrollando antiguas tradiciones orientales, los cuentos morales se desarrollaron en Europa por todas partes. La influencia oriental se deja ver de numerosas maneras: en los nombres mismos que se emplean para caracterizar el cuento moral, apólogo, ejemplo, parábola; en la idea de la inferioridad de la mujer y la obsesión sobre la flaqueza de su carácter; en la manera especial de terminar el cuento con versos o máximas tradicionales y proverbiales, en el Panchatantra, en las Jatakas, en el Lucanor, en el Calila y Dimna, en las mismas fabliaux francesas, por ejemplo; en la poesía lírica de carácter doctrinal o religioso; y, finalmente, en la transmisión del cuento mismo, casi íntegro en muchos casos.
Algunos folkloristas creen que el motivo fundamental de todos los
cuentos populares es moral. Véase especialmente C. Staniland Wake en FLJ IV, 63-75. Crane, Italian Popular Tales, página ix, opina que los cuentos populares están destinados principalmente para la diversión y no para moralizar. Claro es que muchos cuentos están destinados solamente para la diversión o pasatiempo agradable. Por este motivo y también porque muchos tienen su origen en ritos primitivos, la mayoría de los cuentos populares son completamente amorales. Véase Krappe 1-44.
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III. CUENTOS MORALES
A. Los tres consejos 63. Los tres consejos 64. Los tres consejos 65. Los tres consejos 66. Los cuatro consejos 67. Los dos consejos BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia 52; Cabal CTA 134-138; Espinosa, Castilla 238, 239, 240, 241, 242, 243; FCaballero 1, 104-105; Libro de los Enxemplos 362; Lucanor 36; Sánchez Pérez 88; Seiler 58-59; Trueba, Cuentos, 67-78; Vicente Espinel III, 6-7.—Españolas de América: Andrade 103, 185; Arellano 91; Espinosa III, 4; Laval, Cuentos 12; Mason-Espinosa PRF II 11a, 11b, 11c, 11d, 11e; Montenegro 81-85; Portell Vilá 63; Rael 88, 89, 90; Rael, Apéndice 82; TFSP XII, 7-10; Wheeler 35, 168.—Portuguesas: Athaide Oliveira II, 261; Braga I, 100, II, 149; JAFL XXVII, 215.—Portuguesa de Brasil: Romero 49.—Catalanas: Alcover IV, 48-57; Maspons y Labrós III, 50-58; Milá y Fontanals, Cuentos 19; Salvator 61-69.—Italianas: Doni 15; Gonzenbach II, 81; Köhler II, 169-172; Nerucci 53; Pitré III, 197.—Corsa: Ortoli 17.—Francesas: Heptameron 32; Köhler II, 165167; Noël du Fail II, 311-312; RTP XXVII, 160; Violier des Histoires 54, 95.—Francesa del Canadá: Lanctot 414-415.—Vascuence: Cerquand IV, 110.—Retorromanas: RS II, 100-101.—Latinas: Dialogus Creaturarum 93; Disciplina Clericalis 18; Etienne de Bourbon 81; Gesta Romanorum 56, 103; Gesta Romanorum D 162; Hervieux V, 341-342; Klapper 127; Legenda Aurea VII, 108111; Phaedrus III, 10; Ruodlieb 1, 2, 5-8, 11; Wesselski 32.—Alemanas: Germania XXXIII, 262-263; Köhler 11, 163-165; Pauli 223; Stolberg I, 162-172; ZFDA 1, 417-421.—Danesa: FL III, 556-557.—Inglesas: Confessio Amantis I, 2459-2680.—Galesas: Blackwoods III, 169-170; Jacobs 4, 212-216.—Irlandesas: FL III, 183-190; Irish Odyssey 20-29.—Eslava: Krauss I, 68.—Eslavas de Macedonia: Mazon 141-142, 217.—Griegas: Hahn II, 114; Mélusine III, 516-517.—Árabes: Chauvin V, 4-6, VIII, 138, 140; Mil y una noches XXXIV-XXXVII, LXII-LXIX.—Judía: Gaster 367.—Berberisca: Basset, Berbères 226-228.—Africana de Norteamérica: Beckwith 122.—Africana de Guayana Holandesa: Herskovitz 108.—Antillanas: Parsons, Antilles I, 148-149, II, 174.—Indias: Clouston II, 319-321, 491493; RTP IV, 445-447.—Chinas: Chavannes 400, 14-15, 461.—Clasificación y estudios especiales: Aarne, Estnische Märchen 910B; Aarne FM 910; Aarne-Thompson 910B, C; Archivio III, 97-99; Benfey, Panchatantra I, 321, 436-
455; Boggs 910B; Bolte-Polívka IV, 149-150; Chauvin IV, 188; Cifar II, xciii-xcv; Clouston II, 317-321; Cosquin II, 195-196; Dunlop II, 20-21; FFC XXXVII, 910, LVI, 37; Germania I, 447-455, XXIV, 134; Gibbon V, 13-14; Grässe GL III, 1120-1123; Hackman 910B; Histoire Littéraire XXVIII, 352-390; Jacobs 4, 288-289; JAFL XXVII, 213215; JREL III, 154; Knust en Lucanor 369-380; Köhler III, 173-180; Lee, Decamerone 116-123, 143-152; Mélusine III, 473-474, 513-517; Oesterley, Notas a 56, 103; Parsons, Antilles III, 306; Romania VII, 343-373, XII, 359-363, XLI, 184-205; Seiler 45-74; Wesselski 219-220; ZFDA I, 407423; ZVFVVI, 169-171; Thompson J21.1, J21.3, J21.5, J21.6. Véase también la bibliografía de Cuentos 68, 69. Los cuentos que llevan consejos que hay que seguir para salir con bien de alguna empresa o para ser feliz y vivir sin penas son muy numerosos y de carácter muy diverso. Nuestras versiones 63 a 67 pertenecen al grupo general de los tres consejos que un hombre recibe como pago de sus servicios de muchos años, y que, siguiéndolos, sale con bien de muchas dificultades y llega a su casa feliz y rico después de una larga ausencia. En la tradición de Oriente y de Europa hay además muchos cuentos que llevan solamente un consejo. Entre éstos los más populares son los que desarrollan un cuento completo sobre uno de los tres consejos de nuestras versiones 63 a 67. El estudio general de todos esos cuentos está todavía por hacer. Seiler en su edición de Ruodlieb, páginas 22-80, y Knust en las Notas a su edición del Lucanor, 369-380, han estudiado algunas versiones relacionadas con nuestros cuentos. En el estudio que sigue yo estudiaré principalmente las versiones hispánicas y sus fuentes más importantes. Más de la mitad de todas las versiones modernas de Europa y América que yo he podido examinar, cuarenta y tres de sesenta y cinco, son hispánicas. De las demás, sólo las románicas y las celtas son bastante numerosas para poder sacar de su estudio conclusiones de algún valor. Cuarenta y tres versiones hispánicas, diez románicas no hispánicas, siete celtas y cinco de otras partes de Europa, total sesenta y cinco, son todas las versiones que conozco de la tradición moderna de Europa y América. Pero nuestro cuento se halla también en veinte versiones literarias de Europa de la Edad Media y de los siglos XVI y XVII: siete versiones hispánicas, seis francesas, seis latinas y una alemana. Estas versiones, todas citadas en nuestra bibliografía, no son todas completas, contándonos algunas sólo una parte de nuestro cuento de los tres consejos, el episodio del primer consejo en Disciplina Clericalis 18, el de una forma del segundo en Vicente Espinel III, 6-7, el del
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
tercero en Lucanor 36, por ejemplo. Las versiones europeas antiguas y modernas con tres consejos o con un solo consejo que he examinado son, por consiguiente, ochenta y cinco. Si añadimos a éstas doce versiones orientales, africanas, árabes y otras, todas citadas en nuestra bibliografía, nuestras versiones europeas, orientales y africanas de uno, dos o tres consejos llegan a noventa y siete. Las sesenta y cinco versiones europeas modernas que llevan tres consejos nos ayudan a establecer los tipos europeos fundamentales y las fuentes primitivas. Contienen éstas entre unas y otras los siguientes elementos o motivos fundamentales: A. Un hombre abandona a su mujer (por motivos muy diversos) y se marcha a un país lejano donde encuentra trabajo con un buen amo y recibe de él, al despedirse, tres consejos en vez de dinero. A1. Un hombre abandona a su mujer y se marcha a un país lejano donde se encuentra con un viejecito a quien le compra tres consejos. A2. Un hombre abandona a su mujer y se marcha a un país lejano donde se encuentra con un viejecito que le da tres consejos. Los consejos que recibe son B, B1 y B3, ó B, B2 y B3. B. No dejar camino por vereda. B1. No preguntar lo que a uno uno le importa. B2. No alojarse nunca donde se halla un viejo casado con una mujer joven. B3. Pensarlo bien (tres veces) antes de obrar. La ira de hoy dejarla para mañana. C. El hombre recibe también de su buen amo una, dos o tres tortas de pan, que ha de partir cuando tenga una grande alegría. C1. El hombre recibe también mucho dinero de su amo. D. Siguiendo el primer consejo, elemento B, el hombre se libra de la muerte o se escapa de unos ladrones. A sus compañeros de viaje que han ido por una vereda los matan o roban unos salteadores. E. Siguiendo el segundo consejo, elemento B1, el hombre se libra otra vez de la muerte, y algunas veces saca un ánima de pena y recibe mucho dinero. Llega a una posada donde la mujer del amo, algunas veces en forma de animal, come de una calavera humana o del suelo, y donde ve otras señales de muerte. Nada pregunta. E1. Ídem. La mujer del amo es cruelmente azotada. E2. Llega a una posada donde ve muchas señales de muerte y oye los lamentos de una mujer cruelmente castigada. Nada pregunta. En elementos E, E1 y E2 la humillación y cruel castigo de la mujer del amo son debidos a que le había sido infiel a
su marido. En el cuento su humillación y castigo habían de terminar cuando llegara alguno que presenciara todo y nada preguntase. La mujer comía de la calavera de su amante. Los muertos eran los que habían preguntado lo que no les importaba o bien los amantes y cómplices de la mujer infiel. A todo este episodio de elementos E, E1 y E2 llamaremos el episodio de la casa de la muerte. E3. Llega nuestro viajero a una casa donde todo el mundo le maltrata. En alguna versión le ponen la calavera de un muerto en un plato. Nada dice; nada pregunta. Todo lo sufre con resignación y así se libra de la muerte. F. Sin darse cuenta de ello, llega nuestro viajero a una posada donde vive un hombre viejo casado con una mujer joven. Durante la noche la joven esposa recibe a su amante y entre los dos matan al marido. El recién llegado lo ve todo y corta un pedazo de paño de la capa del amante matador y de esta manera prueba quiénes han cometido el crimen y se libra de la muerte. F1. El viajero va a llegar a la posada, pero observa que el marido viejo tiene una esposa joven, se acuerda del consejo de elemento B2 y no llega. De esta manera nada tiene que ver con el crimen que allí se comete. G. El viajero se despide de la casa de la muerte o de la posada de elemento F1, algunas veces con dinero que le regalan en la casa de la muerte, y al llegar a su propia casa ve que su mujer acaricia a un joven. Es su propio hijo que está para ordenarse de sacerdote. El padre cree que es un amante de su mujer y le dan ganas de matarle, pero se acuerda del consejo de elemento B3 y refrena su ira. Todo se aclara y su mujer y su hijo le reciben muy contentos. G1. Llega a su casa donde su mujer le reconoce en seguida y sabe que su hijo está para ordenarse de sacerdote. G2. Llega a su casa y ve a su mujer en conversación con su hermano u otro pariente suyo. Todo se aclara como en elemento G. H. Como todo le ha salido bien y ha tenido una grande alegría, parte la torta o tortas de pan de elemento C y halla dentro mucho dinero. De nuestras sesenta y cinco versiones completas de la tradición moderna de Europa podemos establecer dos tipos fundamentales: Tipo I, con elementos A ó A1 ó A2, B, B1, B3, C, D, E ó E1 ó E2, G ó G1, H. En algunas versiones faltan elementos C y H. Este es el tipo románico por excelencia. De cincuenta y tres versiones románicas de nuestra bibliografía, cuarenta y seis, o sea el 86%, pertenecen a este tipo o variantes de él. Contiene este tipo el extraordinario episodio de la casa de la muerte, desarrollado como cuento separado en la
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III. CUENTOS MORALES
versión latina del siglo XVI de Gesta Romanorum 56 y en las versiones literarias de los siglos XVI y XVII en la forma E o E1. Tipo II, con elementos A ó A1, B, B2, B3, C, D, F, G, H. En algunas versiones faltan elementos C y H. Este es el tipo celta. Las siete versiones celtas de nuestra bibliografía pertenecen todas a este tipo. Contiene elementos B2 y F en vez de B1 y E o variante, el notable episodio del crimen en la posada donde vive un viejo casado con una mujer joven. Tiene este tipo una variante muy notable, Tipo IIA, con elemento F1 en vez de F. Siguiendo el consejo de elemento B2, el viajero no se detiene en la posada donde se comete el crimen y llega con bien a su casa. Esta variante del Tipo II se halla en la versión latina medieval de Gesta Romanorum 103, Gesta Romanorum D, 162, y en dos versiones hispánicas modernas. De nuestras sesenta y cinco versiones modernas de Europa, cuarenta y ocho, o sea el 74%, pertenecen al Tipo I o variante, el tipo románico. Quince versiones, entre ellas siete celtas y seis hispánicas el 23%, pertenecen al Tipo II o variante, el tipo celta. Volvamos ahora nuestra atención a las versiones hispánicas. Las cuarenta y tres de que disponemos, todas completas y de tres consejos (hay una con sólo dos consejos y dos con cuatro), son las siguientes: Dieciséis versiones españolas peninsulares: Ampudia 52; Cabal CTA 134-138; Cuentos 63, 64, 65, 66, 67; Espinosa, Castilla 238, 239, 240, 241, 242, 243; Sánchez Pérez 88; Seiler 58-59; Trueba, Cuentos 67-78. Diecinueve versiones españolas de América: Andrade 103, 185; Arellano 91; Espinosa III, 4; Laval, Cuentos 12; Mason-Espinosa PRF II, 11a, 11b, 11c, 11d, 11e; Montenegro 81-85; Portell Vilá 63; Rael 88, 89, 90; Rael, Apéndice 82; TFSP XII, 7-10; Wheeler 35, 168. Cuatro versiones portuguesas: Athaide Oliveira II, 261; Braga I, 100; JAFL XXVII, 215; Romero 49. Cuatro versiones catalanas: Alcover IV, 48-57; Maspons y Labrós III, 50-58; Milá y Fontanals, Cuentos 19; Salvator 61-69. Veintinueve versiones hispánicas, el 67% de todas, pertenecen al Tipo I arriba establecido, el tipo románico, nueve españolas peninsulares, quince españolas de América y cuatro catalanas: Cuentos 63, 64, 65; Espinosa, Castilla 239, 240, 242, 243; Seiler 58-59; Trueba, Cuentos 67-78; Andrade 103, 185; Espinosa III, 4; Mason-Espinosa PRF II 11a, 11b, 11c, 11d; Montenegro 81-85; Portell Vilá 63; Rael 88, 89, 90; Rael, Apéndice 82; Wheeler 35; Alcover IV, 48-57; Maspons y Labrós III, 50-58; Milá y Fontanals, Cuentos 19; Salvator 61-69.
Hay dos variantes del Tipo I, Tipo IA, con elemento E3 ó E4 en vez de E ó E1 ó E2, y Tipo IB, sin elemento E o variante, tal vez por olvido. Al Tipo IA pertenecen tres versiones, dos españolas peninsulares y una española de América: Cuentos 67; Espinosa, Castilla 238; TFSP XII, 7-10. Al Tipo IB pertenecen tres versiones, una española peninsular, una española de América y una portuguesa: Espinosa, Castilla 241; Mason-Espinosa PRF II, 11e; JAFL XXVII, 215. Al Tipo I y variantes pertenecen treinta y cinco versiones, o sea el 81% de todas las hispánicas, trece españolas peninsulares, diecisiete españolas de América, cuatro catalanas y una portuguesa. Al Tipo II arriba establecido, el tipo celta, pertenecen cuatro versiones hispánicas, dos asturianas, una portuguesa de Portugal y una portuguesa de Brasil: Ampudia 52; Cabal CTA 134-138; Athaide Oliveira II, 261; Romero 49. La versión asturiana de Cabal no lleva elementos B y D. Hay una variante notable del Tipo II, Tipo IIA, igual al Tipo II, pero con elemento F1 en vez de F. El viajero sigue el consejo de elemento B2, no llega a la casa donde vive un viejo casado con una mujer joven, y se ve libre de todas las dificultades de elemento F. Pertenecen al Tipo IIA dos versiones, una española de América y una portuguesa: Arellano 91; Braga I, 100. Al Tipo II y variante IIA pertenecen seis versiones, dos españolas peninsulares (las dos asturianas del Tipo II), una española de América y tres portuguesas. Quedan sin clasificar dos versiones, nuestra versión montañesa Cuentos 66 y la mejicana de Wheeler 168. La versión montañesa es una mezcla extraordinaria de los dos tipos fundamentales, con elementos A, B, B1, B2, B3, C, D, E2, F, G1, H. Dos versiones de diferentes tipos han sido unidas en una sola versión. La versión mejicana lleva elementos A, variante, B, B1, un consejo nuevo, A la tierra que fueres haz lo que vieres, D, E2, variante, y algunos elementos de la última parte de Cuentos 177, 178. El nuevo elemento de esta versión se halla también en la versión nuevomejicana de Rael, Apéndice 82, mezclada también con otro cuento, pero que pertenece en realidad a nuestro Tipo I. Los siguientes elementos, comunes a los dos tipos, ocurren con la frecuencia indicada: A o variante, cuarenta y tres versiones, 100%. B, cuarenta y dos versiones, 97%. B3, cuarenta y una versiones, 95%. C, veintisiete versiones, 63%.
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D, treinta y ocho versiones, 88%. G o variante, treinta y nueve versiones, 90%. H, veintisiete versiones, 63%. Los elementos que caracterizan a uno u otro tipo ocurren con la frecuencia siguiente: Tipo I y variantes IA y IB. B1, treinta y cinco versiones, 100%. E o variante, treinta y dos versiones, 91%. Tipo II y variante IIA. B2, seis versiones, 100%. F, cuatro versiones, 67%. F1, dos versiones, 33%. Al Tipo I pertenecen las diez versiones románicas no hispánicas completas de nuestra bibliografía. De las cincuenta y tres versiones románicas completas, por consiguiente, cuarenta y cinco, o sea el 85%, pertenecen al Tipo I o variantes. Este tipo es el hispánico fundamental y al mismo tiempo el románico general. Las siete versiones celtas de nuestra bibliografía pertenecen todas al Tipo II. Este es sin duda el tipo celta. Solamente seis versiones hispánicas, el 14%, pertenecen a este tipo. Tenemos, por consiguiente, dos tipos fundamentales de nuestro cuento, los dos muy bien definidos y, al parecer, antiguos, Tipo I, hispánico fundamental y románico general, y Tipo II, definitivamente celta. Volvamos ahora nuestra atención a las interesantes versiones medievales fragmentarias del siglo XIII y de los siglos XVI y XVII y a otras fuentes importantes de nuestro cuento. A juzgar por el número de versiones que conocemos, parece que nuestro cuento tiene mayor difusión en los países románicos que en otras partes de Europa. Tenemos cincuenta y tres versiones románicas modernas de un total de sesenta y cinco versiones europeas, o sea el 81%. Ya queda dicho que de los dos tipos fundamentales, el más popular en los países románicos es el Tipo I y variantes, con cuarenta y cinco de las cincuenta y tres versiones, 85%, y este tipo es también el preferido en la tradición hispánica, con treinta y cinco de las cuarenta y tres versiones hispánicas, o sea el 81%. Para la mayor parte de los elementos de ambos tipos hay fuentes literarias antiguas en Europa y en Oriente. Para estos detalles véanse en particular las observaciones de Benfey, Clouston, Knust y Seiler, citados en nuestra bibliografía. El motivo general de recibir buenos consejos, algunas veces comprados, es de origen oriental, pero ha tenido un desarrollo extraordinario en la tradición de Europa. Los elementos que caracterizan a cada uno de los dos tipos, B1, E o variante para el Tipo I, y B2, F, o F1 para el Tipo
II, son también de origen oriental, pero los elementos que caracterizan al Tipo I, el tipo hispánico y románico general, son los que tienen mayor desarrollo en la literatura europea de la Edad Media y del siglo XVI. Examinemos las fuentes europeas y orientales de los elementos que caracterizan a los dos tipos. Es desde luego evidente que la tradición románica general y la hispánica en particular han conservado el Tipo I desde muy antiguo. En la Edad Media elementos B1 y E o elemento E solo, constituían cuentos completos, y es muy difícil decir si son elementos separados del cuento o bien elementos que existieron primero como episodios separados y luego entraron con los otros elementos a formar el cuento que después llamamos el cuento de los tres consejos. Combinaciones semejantes de diversos consejos o máximas que antes existían y ya tenían en muchos casos desarrollados sus cuentitos especiales y sencillos seguramente se hacían en la Edad Media cristiana para moralizar, pero es indudable que desde épocas mucho más antiguas muchos cuentos orientales ya habían desarrollado algunas de estas combinaciones. Sea como fuere, el consejo de elemento B1 y todo el episodio de elemento E o variante, que caracterizan al Tipo I, tienen un desarrollo extraordinario en Europa durante la Edad Media y en el siglo XVI. Son ya cuentitos o episodios primitivos y fundamentales de la Europa romana y cristiana. Citaré algunas versiones importantísimas. Cuando nuestro viajero llega a la misteriosa casa de la muerte y nada pregunta, sale con bien y algunas veces con dinero. El misterio de la casa de la muerte se comprende si examinamos con cuidado las versiones que desarrollan estos elementos. Las cosas que el viajero ve en la casa de la muerte las explica en parte el amo de la posada otro día. Se han desarrollado alrededor de este episodio elementos que creo ajenos a la tradición primitiva. El amo de la posada felicita al viajero porque nada ha preguntado y a veces le da dinero; en algunas versiones ha salvado un ánima de penas. Mataban allí a todos los que preguntaban lo que no les importaba y el amo y su esposa sufrían allí hasta que llegara quien no preguntara nada, para acabar sus penas y marcharse gloriosos al cielo, etc. Pero el verdadero origen de la casa de la muerte hay que buscarlo en otros detalles. En la mayoría de las versiones la única que sufre en la casa de la muerte es la mujer del amo; así ocurre en todas las versiones hispánicas y románicas donde la mujer aparece, ya sea como mujer o en forma de animal. Sale arrastrando cadenas o atada y come los huesos que le tiran al suelo o de una calavera humana, y a veces la castigan además con azotes. El detalle de la calavera humana se halla en tres versiones
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III. CUENTOS MORALES
hispánicas, en una vascuence y en una francesa, y en tres de éstas, la dominicana de Andrade 103, la Chilena de Laval 12 y la vascuence de Cerquand IV, no, el extraño castigo que sufre la mujer es por infidelidad, y la calavera de donde come es la de su amante y traidor. Este detalle es antiguo y fundamental, aunque olvidado en la mayoría de las versiones modernas, y creo que en los orígenes del cuento de los tres consejos era el motivo fundamental del episodio de la misteriosa casa de la muerte. El castigo de la mujer adúltera que tenía que comer de la calavera de su amante y traidor era el motivo fundamental de elemento E de nuestro Tipo I Que su castigo terminaría cuando llegara a la posada una persona que no preguntara el motivo del castigo, es seguramente uno de tantos argumentos añadidos por los moralizadores cristianos de la Edad Media. La versión europea más antigua que yo conozco del episodio de la casa de la muerte es la de Gesta Romanorum 56: Cierto príncipe vive en una casa solitaria en el campo. Un día un mercader le encuentra cazando y el príncipe invita al mercader a su casa. Cuando llegan, el mercader admira la riqueza de su casa y se hace lenguas de la buena fortuna de su huésped. Para la comida sale la mujer del príncipe y come de una calavera humana. En la alcoba donde duerme ve dos muertos colgados en la pared de las manos. A la mañana el príncipe le explica que su mujer le fue infiel y por eso la castiga, haciéndola comer de la calavera del amante difamador a quien él había matado. Los dos cuerpos colgados de la pared son de los cuñados a quienes había matado el hijo del difamador. Se despide el mercader y el príncipe le dice que no juzgue la buena fortuna por las apariencias. Esta es la forma europea más antigua que conocemos de elemento E de nuestro cuento. En la literatura francesa del siglo XVI encontramos el mismo cuento en el Heptameron 32: Un hombre llega a la casa de cierto caballero que vive en las montañas. Es bien recibido y decide pasar la noche allí. Cuando le convidan a comer observa que al pie de la mesa se sienta una mujer bellísima, vestida de luto y sin pelo, y que come de una calavera humana. El hombre nada pregunta, pero el amo de la casa le explica que la mujer es su esposa, la cual, habiéndole traicionado con un joven criado, por él sufre el castigo impuesto por el marido. Come de la calavera del amante muerto y tiene que ver por toda la vida los huesos del mismo colgados de su habitación. El horrorizado viajero habla entonces a la dama con el permiso, del marido, confiesa ella su culpa, y el marido por fin decide perdonar a su mujer. El viajero se despide de su huésped, va
y le cuenta al rey lo que ha visto, y el rey arregla todo y la mujer vuelve a ser una mujer honrada. Una versión alemana del siglo XVI, Pauli 223, nos cuenta la misma historia, casi idéntica a la versión latina de la Gesta Romanorum arriba transcrita: Un comerciante va de viaje y se encuentra con un caballero que le invita a su casa. Al entrar al comedor para la comida observa el mercader que sobre la mesa hay dos fuentes de plata con una cabeza barbuda en una de ellas. Entran la mujer del caballero y sus dos hijas. Nada pregunta el mercader. Le llevan a su dormitorio y le cierran la puerta con llave, y cuando va a acostarse observa dos cuerpos muertos bajo el cortinaje. Otro día el caballero viene a abrirle la puerta. Le explica que la cabeza de la noche anterior es la cabeza del traidor que le deshonró, y que la saca todas las noches para que su mujer adúltera se acuerde para siempre de su crimen. Los dos muertos son los hijos de su hermano a quienes habían matado los hijos del traidor. El mismo cuento, aunque ya muy cambiado en el fin, nos ofrece una versión hispánica del siglo XVI documentada por Vicente Espinel en su Marcos de Obregón III, 6-7: Un hombre llega a la casa de cierto caballero que le invita a su casa. En la casa todo es luto y tristeza. Le dan de comer en silencio. El hombre no pregunta nada. Terminada la comida, el caballero le explica el motivo de su tristeza. Dice que su mujer le ha traicionado y que la tiene a pan y agua. En la celda donde está encerrada tiene a su lado dos cadáveres, el del amante traidor y el de su cómplice a quienes el marido ha dado la muerte. El corazón del amante está colocado cerca, en un escalón. El caballero y el viajero entran a ver a la mujer y entran con ellos dos perros a lamer las manos de la mujer. Habla el viajero con ella y confiesa ella que es inocente, que el traidor había querido seducirla cuando la sorprendió su marido, pero que ella nunca le dio el menor motivo para su conducta. El marido le pide perdón a su mujer y viven felices después. El final de esta versión española ha sido cambiado con intención o por olvido de la verdadera tradición antigua de todas las otras versiones que conocemos. Para otras versiones europeas de menos importancia por fragmentarias o por ser, al parecer, versiones sacadas de la de la Gesta Romanorum 56, véase en particular las Notas de Oesterley en su edición de la Gesta Romanorum, y Benfey en Panchatantra I, 443455. Los orígenes de nuestro cuento de la casa de la muerte son orientales. Benfey, arriba citado, nos ofrece la versión arábiga de una de las redacciones del libro de los Cuarenta visires, tan semejante a las versiones de la Gesta Romanorum,
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Pauli, Heptameron y Vicente Espinel, que no hay la menor duda sobre los orígenes orientales de nuestro episodio. Transcribo un breve resumen: Un mercader llega a la casa de un rico caballero. Por la noche van a comer. En un rincón del comedor el mercader ve que la mujer del caballero y un perro comen juntos de las sobras que les dan. Pregunta el mercader la razón de esto, y el caballero le declara que su mujer y un esclavo negro se amaban y él los sorprendio cuando iban a matarle. Un perro fiel le defendió cuando le agredieron. El caballero mató al traidor, pero la mujer se escapó y después vino a pedirle perdón. Nunca pudo el caballero darle la muerte a su mujer adúltera y para castigarla la tenía en la casa y le daba de comer con el perro. Benfey cita otras versiones orientales semejantes, entre ellas una persa, 444-449. De capital importancia para nuestro estudio por su relación con las versiones literarias de Europa por una parte y por su relación con las versiones modernas hispánicas y románicas por otra parte, es la interesantísima de las Mil y una noches de nuestra bibliografía. En esta versión oriental no se trata de detalles o episodios separados como en las versiones europeas de la Edad Media que acabamos de estudiar. Hay consejos y un desarrollo interesante del episodio de la casa de la muerte. Citaré sólo los detalles de la traducción española de Galland citada en nuestra bibliografía. Hay tres consejos, pero los tres significan la misma moraleja, el segundo consejo de nuestro Tipo I, elemento B1, No preguntar lo que a uno no le importa. Doy un breve resumen. El Califa, su Gran Visir y el jefe de los eunucos visitan a tres damas principales. La menor, Zobeida, consiente en que entren cuando prometen obedecer los tres preceptos siguientes: Tener ojos y lengua no, No hacer preguntas y No hablar de lo que no les importe. Entran y ven cosas maravillosas. Zobeida sale y vuelve con dos perras negras sujetas con cadenas y muy desmejoradas y maltratadas. Zobeida coge un látigo y azota atrozmente a una de las perras. La perra aúlla y mira a Zobeida, pero el castigo cesa sólo cuando Zobeida está ya cansada. Entonces las tres damas dan muchos besos a la perra y se la llevan de la sala. Después ocurre lo mismo con la otra perra. Los tres caballeros oyen cantar a las dos hermanas de Zobeida y observan que una de ellas tiene cicatrices en el cuerpo. El mandadero pregunta entonces por qué una tiene cicatrices en el cuerpo, y Zobeida llama a siete negros para que descabecen a los tres caballeros. Zobeida decide perdonar la indiscreción de la pregunta y los caballeros se despiden. El califa entonces manda llamar a las tres damas a su palacio, les pregunta quiénes son, por qué castigan a las perras y por qué una de ellas tiene cicatrices en el cuerpo. Cuenta Zobeida toda su historia.
Las dos perras son dos hermanas suyas. Dos veces fueron casadas y las dos veces fueron maltratadas y repudiadas por sus maridos. Zobeida entonces las recibió en su casa, pero cuando estaba para casarse con un hermoso príncipe, se les metió la envidia y la echaron al mar con el príncipe. El príncipe murió ahogado, pero ella se salvó milagrosamente. Una serpiente agradecida cambió a las hermanas traidoras en perras y aconsejó el castigo de los azotes. La hada serpiente vuelve a las perras a su primer estado. El califa se casa con Zobeida. La idea fundamental del castigo misterioso y terrible por traición o infidelidad unida a los tres consejos que se reúnen en uno, el segundo de nuestro Tipo I, elemento B1, está desarrollada en este cuento oriental como en nuestro Tipo I. Hay además otros puntos de semejanza con las versiones modernas de este tipo. En dos versiones hispánicas, la portorriqueña de Mason-Espinosa PRF II, 11d, y la cubana de Portell Vilá 63, la que entra a comer del suelo o los huesos que le dan es una perra negra en vez de una mujer, y en la versión chilena de Laval, Cuentos 12, azotan a la mujer cuando entra en el comedor de la misma manera que Zobeida azota a las dos hermanas convertidas en perras. La versión de las Mil y una noches tiene, por consiguiente, una relación directa con algunos detalles del Tipo I el de nuestro cuento. Para más detalles sobre este cuento oriental y sus versiones semejantes, véase Chauvin V, 4-6. Los cuentos de castigos extraordinariamente crueles y repugnantes son muy numerosos. El cuento famoso del rey Alboin o Albovino de Lombardía es ya bastante diferente del nuestro porque los motivos son muy diferentes. Lo cuenta Paulus Diaconus en su Gesta Longobardomum II, 28. Gibbon V, 13-14, lo da por histórico. Doy un breve resumen: El rey Albovino venció a su enemigo en la guerra y mandó hacer de su calavera un vaso para beber de él. Casóse con la hija del rey vencido, Rosamunda, para echárselas de valiente dio en una ocasión una espléndida fiesta y delante de toda su corte hizo a su mujer beber vino del vaso-calavera para decirle después de qué estaba hecho el vaso. La reina se venga dándole la muerte al rey con la ayuda de uno de sus caballeros y amante de ella. Es el cuento de Legenda Aurea, de Confessio Amantis de Chaucer y de muchos otros. Véase también Cotarelo, Rojas Zorrilla 193-196. Otros cuentos algo semejantes, como el de la mujer adúltera a quien el marido ofendido hace comer el corazón de su amante, no creo relacionados con nuestro cuento. Véase, sin embargo, Boccaccio IV, 1 y 9, Lee, Decameron 116-122, 143-152, y Haussette en Romania XLI, 184205.
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III. CUENTOS MORALES
Volvamos ahora nuestra atención a los elementos característicos del Tipo II. Ya queda dicho que en la tradición moderna de Europa este tipo es definitivamente celta. Todas las versiones celtas modernas que he examinado pertenecen a este tipo, mientras que de las cuarenta versiones hispánicas que pertenecen a uno u otro tipo sólo cinco o el 12% pertenecen a este tipo. Fuera de estas cinco hispánicas no hay otras del Tipo II en la tradición románica moderna. Los elementos que caracterizan al Tipo II, B2 y F ó F1, se hallan también en cuentos literarios de la Edad Media. La versión 103 de la Gesta Romanorum, Gesta Romanorum D162, es en todos respectos muy parecida a las de nuestro Tipo II. Tienen los mismos tres consejos, elementos B, B2, B3. Sigue un resumen: El Rey Domiciano compra tres consejos a un mercader. Los consejos son: Considerar el fin siempre (Pensar bien antes de obrar), No dejar camino por vereda, No hospedarse donde se halle un viejo casado con una mujer joven. Conspiran sus enemigos para matarle y seducen a un barbero para que, al afeitarle, le degüelle. El barbero está para degollar al rey, lee el primer consejo escrito en la mano del rey y se arrepiente. Los traidores entonces siguen al rey por un sendero, pero el rey se marcha por el camino derecho y se escapa otra vez. Después va a entrar en una casa donde sus enemigos se esperan para matarle, ve a un viejo casado con una mujer joven y no llega, y así se escapa vivo por tercera vez. El detalle que se desarrolla sobre el primer consejo, el episodio del rey y el barbero, no se halla en ninguna versión hispánica moderna, por más que su origen sea definitivamente oriental. Véase Chauvin VIII, 140. Hay dos versiones francesas que, aunque difieren en otros respectos del Tipo II, llevan variantes muy interesantes de elementos B2 y F. Una de éstas, la que estudia Köhler en Germania X, 447-455, Le dit des trois pommes, del siglo XIV, es la siguiente: Cierto caballero hace promesa de hacer una peregrinación a Santiago de Compostela, pero impidiéndoselo la vejez y una enfermedad, su hijo se prepara para hacer el viaje. Al despedirse, el padre le da tres manzanas. Le aconseja regalar las manzanas a los que encuentre en el camino, y que lleve de compañero sólo al que le dé parte del regalo. Los dos primeros a quienes encuentra en el camino se comen solos las manzanas que les da, y el joven los abandona. El tercero le da parte de la manzana y con él se va a Santiago. Llegan a una ciudad donde vive un hombre casado con una mujer joven. El compañero no quiere entrar. El joven se queda allí y durante la noche la joven esposa y su amante le matan para robarle. Otro día vuelve el compañero a buscarle y le dicen que su amigo se ha marchado. Acude a
la justicia y se encuentra el cuerpo del joven en un pozo. El compañero se lo lleva a Santiago donde resucita delante del altar del Santo. La otra versión francesa medieval es la que cita Seiler, 5455, sacada de una redacción de la leyenda del Santo Grial. Es, al parecer, una versión céltica y se parece mucho más al Tipo II que la primera: Grimaldo recibe de un ermitaño agradecido tres consejos: No dejar camino por vereda, No fiarse de hombre rubio, y No hospedarse donde se halle un viejo casado con una joven. Los consejos primero y tercero tienen un desarrollo igual a los semejantes del Tipo II con elemento F, excepto que en vez de matar al viejo la joven esposa y su amante sólo hacen su gusto. El amante es rubio. El viajero los denuncia y el rubio muere arrastrado por un caballo. Considerados los dos tipos de nuestro cuento como desarrollos de una misma tradición primitiva, opino que el Tipo I, el tipo hispánico más popular y el románico general, es el primero que se formó en Europa y de fuentes orientales. El Tipo II creo de formación europea más tardía, forma que, si bien se halla en España y en otras partes de Europa, es un tipo que ha sido conservado como tipo único en la tradición celta. Conocemos una antigua versión celta, sin embargo, la de Irish Odyssey 20-29, que si bien se parece mucho al Tipo II, carece por completo de los elementos que caracterizan a las versiones celtas modernas de este tipo. Faltan el segundo consejo, No hospedarse donde se halle un viejo casado con una mujer joven, elemento B2, y el episodio de elemento F. Esto nos indica que el cuento de los tres consejos no se hallaba sólo en los dos Tipos I y II durante la Edad Media, sino que se conocían varios tipos semejantes a éstos y muy parecidos entre sí. Por este motivo las versiones literarias de la Edad Media y del siglo XVI escogían sólo una parte del cuento para desarrollar un cuento nuevo. La versión irlandesa antigua es la siguiente: Ulises llega con sus compañeros a una tierra donde un sabio vende consejos. Por tres días seguidos le entregan treinta monedas de oro y cada día el sabio les da un consejo. Los consejos son: Pensar bien antes de obrar, No dejar camino por vereda y Salir cuando sale el sol. Después se desarrollan los ya conocidos episodio de los muertos en la vereda, un episodio de lo que sufren los que no salen cuando sale el sol y el conocido episodio de la madre que acaricia a su hijo. La reina Penélope, por fin, reconoce a Ulises y le enseña su hijo. Abren la caja que el sabio le presentó a Ulises al partir y dentro hallan las noventa monedas de oro que habían pagado por los consejos. Este último episodio es el mismo de las versiones modernas de los dos tipos.
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Este cuento celta es del siglo XIII, tan antiguo como las dos versiones fragmentarias de uno y otro tipo de la Gesta Romanorum. Y una versión europea todavía más antigua, la novelita en versos latinos del siglo X u XI, Ruodlieb, arriba citada, contiene muchos elementos de nuestros dos tipos arriba establecidos y otros que pertenecen a cuentos que tienen sólo una relación indirecta con nuestro cuento de los tres consejos. Esta versión latina antigua, la más antigua que conocemos, no es la fuente de nuestros cuentos, sino una versión literaria sacada de fuentes orales de la época. La historia completa es muy diferente de nuestros cuentos, pero la introducción y muchos de los detalles son absolutamente idénticos. Por el interés capital de esta versión antigua doy un resumen bastante completo: Descontento por haber hecho muchos enemigos en su patria, cierto caballero llamado Ruodlieb se marcha a tierras extrañas en busca de aventuras. Llega a un reino vecino y se pone al servicio del rey. Le ayuda fielmente en la guerra y después de muchos años se decide a volver a su patria. Al despedirse del rey, éste le pregunta qué prefiere, dinero o consejos. Ruodlieb acepta los consejos y el rey le da los doce siguientes: 1. No te fíes de hombre rubio. 2. No dejes camino por vereda. 3. No te alojes donde se halle un viejo casado con una mujer joven. 4. No ares tus tierras con yegua preñada. 5. No molestes mucho al amigo. 6. No escojas para esposa a una mujer hermosísima. 7. Escoge esposa con el consejo de tu madre. 8. La ira de hoy déjala para mañana. 9. No busques querella con tu señor. 10. Al pasar por una iglesia llega y honra a los santos. 11. Cuando alguien te ruegue por Dios que no ayunes, obedece. 12. No hagas pozos por los caminos de tus tierras. Además, el rey le regala al caballero dos cajas de plata hechas en figura de tortas de pan. En una ha metido muchas monedas de oro y en la otra monedas de oro, piedras preciosas, sortijas de oro y otras cosas de valor. Le dice a Ruodlieb que abra una caja cuando vea a su madre, a quien dejó viuda, y la otra cuando se case. Se marcha el caballero para su patria y en el camino se encuentra con un rubio. Este quiere robarle sus cajas y quiere llevarle por un atajo. Ruodlieb se va por el camino derecho y llega a una posada. Allí oye decir que a unos campesinos que fueron por el atajo
por poco los matan. Llega el rubio a una posada vecina donde vive un viejo casado con una joven, deshonra al viejo y cuando éste le coge en el adulterio, mata al viejo. Ahorcan al rubio, y Ruodlieb, que ha logrado escaparse por medio de los buenos consejos de tantas dificultades, se marcha a su casa. Llega Ruodlieb a su patria. Sale la madre a su encuentro y le recibe muy contenta. Abren una de las cajas y hallan dentro numerosas monedas de oro. Ruodlieb va entonces a la casa de una comadre de su madre, donde le festejan mucho y se enamora de la hija. Promete casarse con ella sin el consejo de su madre. Abren la otra caja y hallan dentro muchas monedas de oro, piedras preciosas, sortijas, etc. Después de otras aventuras, Ruodlieb descubre que la novia que ha escogido sin el consejo de su madre no le pertenece y no se casa. Aquí termina la narración, que seguramente no está completa. Contiene muchos elementos de nuestros dos tipos, el románico y el celta, en realidad todos los del Tipo II, aunque contados en forma muy diferente. De los dos tipos tiene la novelita de Ruodlieb: una variante de elemento A, elemento B, elemento B2, elemento B3, elemento C, elemento D, una variante de F y una variante de H. Se trata de un tipo de cuento relacionado con nuestros dos tipos modernos, una forma tradicional del siglo XI que un poeta popular recoge y escribe. Se acerca más al Tipo II, el tipo celta, y faltan por completo, por consiguiente, el interesantísimo episodio de la casa de la muerte que tan notable desarrollo tiene en la literatura medieval y del siglo XVI, elemento E, y el consejo de elemento B1. No preguntar lo que a uno no le importa. Tiene la novelita otros elementos, algunos de los cuales, como el consejo número 1, pertenecen a otros cuentos, Cuentos 68, etc. Podemos concluir nuestro estudio, por consiguiente, declarando que para la tradición de Europa conocemos tres formas o tipos distintos y definitivos de estos cuentos, los dos tipos modernos románico y celta arriba establecidos, Tipo I y Tipo II, los dos populares y tradicionales, y la versión literaria del siglo XI, Ruodlieb, el Tipo III, sacada de fuentes tradicionales corrientes en el siglo XIII. Las otras formas del cuento, aunque antiguas, como la interesante versión irlandesa del Irish Odyssey, Merugud Uilix Maice Leirtis, no están bastante bien caracterizadas para formar de ellas tipos generales. En la tradición hispánica predomina, como ya se ha dicho, el Tipo I, 81%, pero se halla también el Tipo II, 14%, y en otros cuentos españoles, Cuentos 68, Boggs 53, se hallan algunos elementos del Tipo III que no se hallan en los Tipos I y II.
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III. CUENTOS MORALES
68. Los consejos de un padre 69. El secreto BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia 124; Castigos 36; Cifar I, 5; Cuentos 163; Isopo A, Coletas 1; Isopo 1, Coletas 1; Isopo 2, Coletas 1; Isopo 4, VIII, 2; Libro de los Enxemplos 92, 338, 347; Lucanor 48; Romania VII, 493-496; Sánchez Pérez 58; Timoneda, Buen Aviso I, 55, Patrañuelo 17.—Españolas de América: Rael 94, 95; Wheeler 3, 34.—Portuguesas: Athaide Oliveira I, 200; Braga II, 157.—Catalanas: Alcover II, 1-48; Salvator 106-109; Serra i Boldú 1, 194-197.—Italianas: Archivio XIII, 188-194 (tres Versiones); Doni 3; Pitré III, 169, IV, 252; Sacchetti 16; Sercambi 6; Straparola I, 1.—Francesas: Barbazan-Méon II, 2; Cosquin II, 77; Cent nouvelles nouvelles 52; Dolopathos 225-240; Germanio II, 244; La Fontaine VIII, 6; Loiseleur Deslongchamps 194-201; Sébillot, Landes 283-284; Violier des Histoires 139, 148, 149.—Bretonas: Mélusine III, 529-537; RTP XIII, 393, XIV, 557; Sébillot II, 49.—Rumanas: Gaster, 360, 402.—Latinas: Abstemio, 85, 129; Alphabet of Tales 141; Bebel I, 16, 39, 40, 41, III, 153; Dialogus Creaturarum 56; Disciplina Clericalis 1, 2; Gesta Romanorum 124, 125, 129, 171; Gesta Romanorum D, 183, 196; Ruodlieb 5-8; Salomon et Marcolfus, 28-30; Steinhöwel 142; Wright, Latin Stories 110; ZFDA VIII, 21-22.—Alemanas: Curtze 161-162; Liebrecht 36-37; Montanus 267-268; Pauli 395, 423; Steinhöwel 228b; Wesselski 31.—Rusa: Coxwell 973-974.—Georgiana: Wardrop 109-112.—Turcas: Cuarenta Visires, Gibb 379-381; Radloff, 60-61.—Árabes: Chauvin VI, 195, VIII, 168, 197; RTP VI, 455.—Judías: Gaster, Exempla 56, 402; Mélusine III, 514-515.—Africana: Basset, Afrique 84-88.—Indias: Bodding I, 18; Bompas 179-183; Clouston II, 450-451; Somadeva V, 82-83; Thorburn 178-179 (Afganistán).—China: Chavannes 221.—Clasificación y estudios especiales: Aarne, Estnische Märchen 910A, 1381; Aarne-Thompson 910A, 1381; Archivio XIII, 194-195; Boggs 910A, 1381; Chauvin VI, 195, VIII, 168; Cosquin II, 317-322; FFC LXXIII, 220-226; Giornale Storico XVI, 218-219; Knust en Lucanor 409-412; Lean’s Collectanea II, 308-310; Lee, Decameron 333-343; Montanus 592-593; Mélusine III, 415-416, 473-474, 513-517, IV, 166, V, 207; Mussafia, en Sitzungsberichte LXIV, 597-618; Oesterley, Notas a 124, 125, 129, 171; Radloff I, 66-61; RHisp X, 78-83, I, XV, 317-319; RL II, 68-73; Seiler 47-48; Swan-Hooper 397-398; ZFDM II, 110-113; Thompson H472.1, J21.22, J2353.
Nuestra versión zamorana 68 pertenece a un grupo de cuentos de consejos muy diferentes de los de Cuentos 6367, pero la variedad de los consejos que contienen es tan grande que algunos de ellos son los mismos. Cuando las versiones del grupo al cual pertenece nuestra versión 68 están completas, tenemos también por regla general tres consejos, los tres consejos que un padre moribundo da a su hijo o que un hombre compra a un sabio. Los consejos primero y segundo varían mucho en las diferentes versiones, pero la variedad es sólo aparente. El consejo tercero es casi siempre el mismo. En unas veinte versiones completas idénticas o semejantes a nuestra versión 68 que he examinado, entre ellas sólo cuatro hispánicas, Cuentos 68, Cuentos 163 (sólo la primera parte del cuento), Wheeler 34 y Alcover II, 1-48, los tres consejos son los siguientes: 1. Desconfiar siempre de un hombre que sea rubio, gallego, ladrón, asesino, bastardo, hijo de villanos, huérfano o soldado. Algunas variantes son: Salir temprano y campar de noche, No ser el favorito o vasallo de nadie, No ir a la casa del amigo o vecino hasta aburrir, No tener palomas, No buscar a un policía para compadre. 2. No poner pino, árbol espinoso, viña o dehesa en la tierra propia, Cuidarse de piedra redonda o de perro faldudo, No ser vasallo de nadie. Algunas de las variantes de 2 son: No irse a vivir entre extraños, No codiciar cosas ajenas, No tener policía de compadre. 3. No decir secreto a una mujer. A pesar de las variaciones en consejos 1 y 2, la mayoría de las variantes están dirigidas a desarrollar la primera parte del cuento, que nos dice cómo el protagonista va a ser ahorcado en su tierra de un pino o palo de árbol que él mismo ha plantado, y cómo cuando tarda el verdugo su criado o amigo gallego, rubio, huérfano, etc., se dispone a hacer de verdugo. Este desarrollo o uno semejante tienen la mayoría de las veinte versiones examinadas. El tercer consejo, No decir secreto a una mujer, está dirigido a desarrollar la parte del cuento que nos dice cómo el protagonista para probar a su mujer la hace creer que ha matado a un hombre y cómo ella le descubre. En esta parte del cuento hay dos motivos generales: la mujer descubre el secreto por debilidad mujeril, la idea de que las mujeres no pueden guardar un secreto, pero no con mala intención, o la mujer descubre el secreto y le denuncia cuando el marido para probar su amor o fidelidad le da una bofetada o la maltrata de otra manera. Tres de las cuatro versiones hispánicas, Cuentos 68, Wheeler 34 y Alcover II, 1-48 son versiones muy completas
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y típicas de la tradición general de Europa. Cuentos 163 lleva los tres consejos del padre moribundo, pero después desarrolla un cuento diferente. De las tres versiones hispánicas completas todas coinciden en el consejo primero en general, Desconfiar de criado gallego en Cuentos 68, de huérfano en Wheeler 34, de rubio en Alcover, dos en el segundo, Dehesa en mis montes en Cuentos 68, Palo que no sirve en Wheeler 34, y dos en el tercero, No decir secreto a mujer, Cuentos 68, Wheeler 34. Nuestra versión burgalesa 69 es un cuento distinto desarrollado del consejo o creencia general en la tradición popular de que la mujer no puede guardar un secreto. Un pobre le cuenta a su mujer que ha matado a un hombre y que lo ha enterrado. Cuando la mujer descubre su secreto, la justicia viene a buscar al marido y halla enterrado a un perro, un becerro u otro animal. Es un cuento independiente que tiene su propia historia y desarrollo y que llegó a formar la parte tercera y la más importante de Cuentos 68. Conozco sólo dos versiones hispánicas de este cuento semejantes a nuestra versión burgalesa 69, la versión de Sánchez Pérez 58 y la versión nuevomejicana de Rael 95. Este tema general de la mujer que no puede guardar un secreto tiene un desarrollo muy notable en la tradición de Europa en versiones semejantes a nuestra versión 69 y en muchas otras muy diferentes que ya sólo nos cuentan una broma vulgar. Todos estos cuentos y muchos otros a ellos parecidos pueden clasificarse bajo seis tipos principales y distintos. Estos seis tipos con los elementos o motivos fundamentales que los constituyen son los siguientes: Tipo I. Los consejos de un padre o de un sabio. A. Un hombre al morir da a su hijo tres consejos, o un hombre recibe de un sabio tres consejos. Los tres consejos son: B. Desconfiar de un hombre que sea rubio, gallego, ladrón, asesino, bastardo, hijo de villanos, huérfano o soldado. B1. No poner pino, árbol espinoso, viña o dehesa en la tierra propia, Cuidarse de piedra redonda o perro faldudo, o No ser vasallo de nadie. B2. No decir secreto a una mujer. C. El hombre que recibe los consejos desobedece los consejos B y B1. D. Desobedece el consejo B2. Queriendo probar a su mujer le cuenta que ha matado a un hombre o a un animal del vecino. Promete ella guardar secreto. Entre tanto, ha enterrado un becerro, perro u otro animal en cierto lugar, el lugar donde le dice a su mujer que ha enterrado al hombre.
F. La mujer cuenta el secreto y van a ahorcar al hombre. No llega el verdugo a tiempo y el personaje de B1, rubio, gallego, ladrón, etc., se ofrece a hacer de verdugo. El hombre va a ser ahorcado de un pino, árbol u otro elemento de B1. H. Revela el hombre la verdad de todo, hallan enterrado el becerro o perro y reconoce el valor de los tres consejos. Pertenecen a este tipo nuestras versiones hispánicas Cuentos 68, Wheeler 34, Alcover II, 1-48, la versión de Straparola I, 1, que tiene algunos elementos del Tipo III; la francesa de Cent nouvelles nouvelles 52; Pitré IV, 252; la versión judía citada en Mélusine III, 513-517; Archivio XIII, 188-195; Basset, Afrique 84-88; Bompas 179-183; Wardrop 109-112, y algunas de las que cita Cosquin en II, 317-322. Hay que advertir que las dos versiones literarias del siglo XVI, la de Straparola y la de Cent nouvelles nouvelles, son largas y pesadas. La de Straparola en particular es pesadísima y tiene algunos detalles del Tipo III y otros que no parecen pertenecer a ninguno de los tipos fundamentales y primitivos. Tipo II. El secreto. D1. Un hombre, para probar a su mujer o porque hace una apuesta con un amigo o con sus hermanos, creyendo que su mujer puede guardar un secreto, entierra un becerro u otro animal cerca de su casa y le dice a su mujer que ha matado a un hombre y que le ha enterrado allí. F1. La mujer cuenta todo a una vecina, la vecina a otras, y así las noticias llegan a la justicia, y el hombre va a morir ahorcado. H. Explica el hombre la verdad de todo y hallan enterrado el animal. En este tipo, como en los Tipos I y V, la mujer descubre el secreto de su marido por debilidad mujeril, porque no puede guardar un secreto, y no para vengarse como en Tipos III y IV. Pertenecen a este tipo tres versiones hispánicas, nuestra versión burgalesa 69, Sánchez Pérez 58 y Rael 95. Otros cuentos de nuestra bibliografía que pertenecen al Tipo II son los siguientes: Cosquin II, 77; Chauvin VI, 195; Pitré III 169, RTP XIII, 393, XIV, 557; Sébillot II, 49. Tipo III. La lealtad en la mujer. A1. Un hombre perseguido por sus enemigos recibe órdenes de visitar al rey a pie y a caballo y acompañado de su mejor amigo, su mayor enemigo y su mayor divertidor. D. Entierra huesos o un animal muerto cerca de su casa y va y le dice a su mujer que ha matado a un hombre, etc., como en elemento D del Tipo I. E. El hombre va a ver al rey, acompañado de su mejor amigo, su perro, su mayor enemigo, su mujer, y de su mayor divertidor, su hijito.
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III. CUENTOS MORALES
F2. La mujer, indignada porque su marido la ha llamado su mayor enemigo, descubre el secreto de elemento D para vengarse; o indignada también porque el marido le pega para probar su lealtad y amor, descubre la mujer el secreto. H. Declara el hombre la verdad de todo y lleva a sus acusadores adonde ha enterrado el animal. A este tipo pertenecen la versión latina medieval de Gesta Romanorum 124, Violier des Histoires 148, versión francesa antigua de la misma, Straparola I, 1 (véase también Tipo I), Pauli 423. Tipo IV. La lealtad en la mujer. A1. Como en Tipo III. C1. Con ayuda de su mujer cierto joven esconde a su padre cuando todos deciden matar a los viejos. E. Como en Tipo III. F3. Para vengarse como en F2 del Tipo III, la mujer le descubre al rey que su marido es traidor al reino y que tiene escondido a su padre sin haberle dado muerte. G. Cuando el rey se entera de todo, perdona al joven y deja vivir al padre. Los cuentos de este tipo son los que ha estudiado Mussafia en Sitzungsberichte LXIV, 602-616, juntamente con algunos del Tipo III. Pertenece a este tipo una de nuestras versiones hispánicas, Wheeler 3. Tipo V. El secreto. Broma vulgar. D2. Cierto individuo, porque ha hecho una apuesta o sólo por broma, le cuenta a su mujer en confianza que ha puesto un huevo, un cuervo, etc. F4. La mujer va y le cuenta todo a una vecina suya en confianza, la vecina la cuenta a otras, etc. I. Para la noche del mismo día o para otro día ya se cuenta por todas partes que el hombre ha puesto dos, tres, diez, veinte o hasta cien o más huevos, cuervos, etc. Conozco solamente cuatro versiones hispánicas moder nas del Tipo V: Ampudia 124; Rael 94; Athaide Oliveira I, 200; y Serra i Boldú 194-197. El tipo es muy bien conocido en la tradición antigua y moderna de Europa y Oriente. Pertenecen a este tipo, además de las versiones hispánicas arriba mencionadas, las siguientes de nuestra bibliografía: las versiones latinas medievales de Gesta Romanorum 125 y Wright, Latin Stories 110; Abstemio 129; Cuarenta Visires, Gibb 379-381; Chauvin VIII, 168; Coxwell 973-974; Doni 3; La Fontaine VIII, 6; Montanus 267-268; Violier des Histoires 149. El cuento se halla también, aunque en forma algo diferente, en el antiguo cuento de Plutarco en el cual se relata que un senador romano, para satisfacer la curiosidad de su mujer, le contó una vez que durante la noche había volado sobre la ciudad de Roma una codorniz armada de todas armas, y dicha codorniz se multiplicó de
tal manera de boca en boca después de que la mujer contó el suceso, que llegó su número hasta veinte mil. Véase Regnier en su edición de La Fontaine arriba citada, II, 239, Noël du Fail II, 311-312, y Timoneda, Buen Aviso I, 55. Tipo VI. El verdadero amigo. A2. Un hombre le pregunta a su hijo cuántos amigos tiene. El hijo contesta que muchos, diez, veinte, ciento, etc. D3. Para sacarle de su error, el hombre le manda a su hijo que mate un animal y lo entierre o lo lleve en un saco y que busque un amigo que le guarde el secreto, o que le ayude a enterrarlo secretamente después de declararle que ha matado a un hombre, para probar de esta manera la lealtad del amigo. J. A nadie encuentra el hijo que le quiera ayudar a guardar el secreto o a enterrar el supuesto hombre muerto. Los cuentos que pertenecen a este tipo son muy numerosos, si bien algunos tienen sólo variantes de elementos D3 y J: Barbazan-Méon II, 2; Boccaccio X, 8; Castigos 36; Cifar I, 5; Dialogus Creaturarum 56; Disciplina Clericalis 1, 2; Gaster 360; Gesta Romanorum 129; Gesta Romanorum D, 196; Isopo A, Coletas 1; Isopo 1, Coletas 1; Isopo 2, Coletas 1; Isopo 4, VIII, 2; Lucanor 48; Romania VII, 493-496; Sercambi 6; Steinhöwel L152, A228b; Violier des Histoires 139. Concluiré el estudio de estos cuentos con algunas observaciones sobre algunos detalles interesantes del primer consejo de elemento B del Tipo I, Desconfiar siempre de un hombre que sea gallego, rubio, etc. Sobre los prejuicios del pueblo hispánico contra los gallegos han tratado varios eruditos. Me limitaré ahora a citar el importante artículo de Leite de Vasconcellos, Gallegos e ingleses, en RL II, 68-73, donde se reúnen muchos ejemplos curiosos del uso del gallego como vocablo injurioso y despreciativo en España y Portugal. Entre otros ejemplos cita los siguientes: el proverbio español, Ni perro, ni negro, ni mozo gallego; el proverbio portugués, Guárdate do cão preso e de moço gallego; Camóens, Os Lusiades IV, 10, «O sordidos gallegos, duro bando». Es evidente que la tradición hispánica ha convertido esta palabra en un vocablo sumamente despreciativo y grosero. Mucho más se ha escrito sobre los prejuicios populares contra los rubios porque estos prejuicios se hallan en la tradición de toda Europa. En el poemita latino del siglo X u XI, citado muchas veces, Ruodlieb V, versos 451-456, se manifiestan estos prejuicios de la manera siguiente:
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«Non tibi sit rufus umquam specialis amicus. Si fit is iratus, non est fidei memoratus;
Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
B. Almas en pena
Nam uehemens dira sibi stat durabilis ira. Tam bonus haut fuerit, aliqua fraus quin in eo sit, Quam uitare nequis, quin ex hac commaculeris; Nam tangendo picem uix expurgaris ad unguem».
70. El alma del cura 71. El alma del cura
Para más detalles sobre los prejuicios contra los rubios, véanse las obras siguientes y muchas otras allí citadas: Mélusine III, 415-416 (artículo de Ricard Andrée), IV, 207; Leans Collectanea II, 308-310; y Gillet en Rhisp LXV, 317-319. El señor Andrée cita muchísimos proverbios y otros textos del siglo XI en adelante, alemanes, franceses, italianos, escoceses, etc., que demuestran claramente el prejuicio popular contra los rubios: «homme roux et chien lainu plutost mort que cognu»; «uomo rosso e cane lanuto più tosto morto che conosciuto»; «Vix humilis parvus, vix longus cum ratione — vix reperitur homo rufus sine traditione» (Chronicon de Salimbene, del siglo XIII). Muchos proverbios semejantes se hallan en Hernán Núñez. En Mélusine IV, 207, escribe Maspéro: «On croit que dans l’ancien Egypte les rousseaux, homes ou bêtes, sont des suppots de Sit qui assasina Osiris et qu’on exècre «comme l’esprit du mal». Gillet estudia la leyenda de Judas en la tradición hispánica y da muchos ejemplos de la bien conocida tradición de que Judas tenía el pelo rubio, y cree que tal vez por ese motivo la tradición popular conserva el prejuicio contra los rubios, creyéndolos siempre traidores. Esta tradición, sin embargo, no se halla sólo en España. Existe en Inglaterra, Francia y en otros países de Europa. Un cuentista alemán del siglo XVI, Heinrich Bebel, documenta los prejuicios contra los rubios en muchas de sus facetiae, por ejemplo en I, 16, 39, 40, 41 y en III, 153. En la última un rubio se defiende contra los prejuicios populares declarando que los rubios son personas de notable probidad porque Judas Iscariote, a quien pintan rubio, fue el único digno de dar un beso a Jesús: «Cum nuper rufo homini illuderem quamque prauae existimationis rufi esset, communi prouerbio probaren, respondit ille mihi, Rufos esse omnium probissimos, eo maxime argumento, quod Christus Deus solius rufi Judae Iscariotis quem rufum pingunt, osculo tangi fit dignatus».
BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Cabal CTA 79-88 (dos versiones); Sánchez Pérez 67.— Española de América: Wheeler 36.—Portuguesa: Athaide Oliveira II, 288.—Corsa: RTP XXII, 15-16.—Francesas: Mélusine III, 76-77; RTP 1, 86-87, XIV, 500-503, XV, 621, XVI, 90; Sébillot, Auvergne 103-106.—Francesa del Canadá: Canadian M XXX, 119-120.—Bretonas: Canadian M XXX, 120; Le Braz II 104-107; RTP X, 577, 584-585, XIII, 179, XX, 262; Sébillot I, 43.—Flamenca: Wallonia XVIII, 79-80.—Alemana: Kuhn-Schwartz 138.—Irlandesa: FL XV, 338.—Inglesa de América: JAFL XXXI, 129130.—Clasificación: Boggs 760C; RTP X, 584; Thompson Q521.6. Nuestros dos cuentos 70 y 71 son dos preciosas versiones hispánicas de la leyenda del cura que después de muerto vuelve al mundo para decir a media noche la misa o misas que por negligencia o por olvido dejó de decir durante su vida. Conozco solamente cinco versiones hispánicas adicionales, las dos versiones asturianas de Cabal, la de Sánchez Pérez 67, la mejicana de Wheeler y la portuguesa de Athaide Oliveira, todas citadas en nuestra bibliografía. Las siete versiones hispánicas nos cuentan fundamentalmente el mismo cuento, pero seis de las siete, todas excepto nuestra versión conquense 71, están mezcladas con elementos de otros cuentos, Cuentos 144, BTPE V, 119-156, y de otros semejantes que desarrollan el episodio del joven cuyo sino era morir ahorcado o herido por un rayo a cierta edad, y que se salva milagrosamente por la intervención de un ser sobrenatural o de un muerto agradecido. Hay en ellos también elementos de Cuentos 143, Aarne-Thompson 505, y otros cuentos que contienen el episodio del joven valiente que recibe un tesoro como premio de su valentía, Cuentos 136-138, Aarne-Thompson 326. De las siete versiones hispánicas que ahora poseemos, por consiguiente, sólo nuestra versión conquense 71 conserva sin mezcla de otros cuentos la leyenda popular del sacerdote que vuelve a decir su misa después de muerto. La leyenda primitiva sólo contaba que el sacerdote tenía que volver al mundo a decir su misa hasta que encontrara quien le ayudara. Por mera casualidad entra en la iglesia a media noche un joven, y éste le ayuda al sacerdote a decir su misa. El sacerdote explica todo y desaparece. Pero en seguida se desarrolló, al parecer, el motivo del joven valiente a quien premia un
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III. CUENTOS MORALES
muerto agradecido. El cura sale entonces del Purgatorio o de sus penas de andar vagando por el mundo, y el joven que le ayuda rompe su sino y no muere, o bien le ahorcan y el muerto agradecido le salva. Volvamos ahora nuestra atención a la leyenda fundamental que nos cuenta sólo una de las versiones hispánicas, nuestra versión conquense 71. Esta leyenda ha sido estudiada por Paul Sébillot y otros folkloristas en RTP y otras revistas arriba citadas, con numerosas versiones. La mayoría de las versiones conocidas son francesas, catorce de veinticuatro. Las nueve versiones restantes son nuestras siete versiones hispánicas, una flamenca, Wallonia XVIII, 79-80, una italiana, RTP XXII, 15-16, y una irlandesa, FL XV, 338. La inglesa de JAFL XXXI, 129-130, del Canadá, es de fuentes francesas. Todas las versiones conocidas son, por consiguiente, de la tradición católica de Europa. El tema fundamental es, como ya queda dicho, el del cura que vuelve al mundo para decir una misa o misas que por negligencia o por olvido dejó de decir cuando estaba vivo. Se trata de la penitencia que por justicia divina tiene que sufrir el cura negligente u olvidadizo: peregrinar por el mundo hasta encontrar quien le ayude a decir una misa a media noche. Cuando se presenta un joven que no tiene miedo y que la ayuda, la justicia divina queda satisfecha y el alma del cura sube gloriosa al cielo. Hay algunas diferencias insignificantes en los detalles. En nuestra versión 71, en la segunda de las versiones asturianas, en la mejicana de Wheeler, en la flamenca y en diez de las versiones francesas, catorce de las veinticuatro examinadas, el 58%, el cura vuelve a decir su misa porque por negligencia o por olvido dejó de decirla cuando estaba vivo. En las demás el motivo no está explicado de una manera clara, pero se da por entendido en algunas. En nuestra versión 70 el cuento sólo dice que el cura anda penando hasta encontrar un asistente, y en la versión segunda de Cabal el cura era un avariento que guardaba mucho dinero. El dinero se lo regala al joven que le ayuda a decir su misa. En veinte de las veinticuatro versiones se trata sencillamente de una misa. En las cuatro restantes se trata de dos o más misas. En la extraordinaria versión corsa de RTP XXII, 15-16, una viejecita va a la misa del sacerdote fantasma siete noches seguidas, y entonces el sacerdote le explica que había muerto sin decir siete misas que debía y que tenía que decirlas en presencia de alguno. Le regala a la viejecita un tesoro que había dejado enterrado en el jardín de su casa. La breve versión francesa de RTP XV, 621, nos cuenta la leyenda de un cura de Carcasona que después de muerto lucha por salir de su tumba para Nochebuena para decir la misa que debe, pero nunca logra su deseo.
La versión de Le Braz tampoco pertenece al tipo general. La falta del sacerdote que vuelve al mundo es mucho más grave, pero su penitencia es la misma de los otros. Trata de cierto sacerdote que no quiso llevarle la comunión a un enfermo, y después de muerto tiene que volver al mundo a darle la comunión a alguno para salvarse él y salvar a otras almas en pena. Cierto caballero se presenta para la misa que el cura dice a media noche y recibe de sus manos la hostia consagrada, y así se cumple la penitencia del cura negligente. Además, el que comulga muere y a los quince días su alma va al cielo. Nuestra leyenda se desarrolló seguramente durante la Edad Media, pero no tenemos noticias de ella anteriores al siglo XVIII en la forma actual. En RTP X, 584-585, Paul Sébillot documenta una interesante versión sacada de una obra publicada en 1794, donde el cuento se da por histórico y verdadero. En el pueblo francés de Lambelle se dio la pena de muerte a cierto sacerdote acusado de graves delitos. Un campesino del pueblo tenía la costumbre de ir todas las noches a la iglesia a rezar y una noche se durmió y quedó en ella hasta media noche. A esa hora entró en la iglesia un esqueleto revestido para decir misa. Subió al altar y desde allí pidió en el nombre de Dios un asistente que le ayudase a decir la misa. El campesino accedió a su ruego y le ayudó. Terminada la misa, el sacerdote explicó quién era y que había muerto inocente, pero que por ciertos pecadillos Dios le había enviado al mundo a decir la misa. Este cuento, dado por histórico a fines del siglo XVIII, nos prueba la popularidad de la leyenda desde una época anterior. Un famoso ejemplo medieval del Magnum Speculum Exemplorum VI, 98, nos cuenta el caso siguiente: Cierto cura recibe de un moribundo una esclavina y promete rogar a Dios por su alma. El cura hace uso de la esclavina, pero se olvida completamente del difunto. Una noche sueña que el diablo llega y pregunta por la esclavina, que la coge y le da con ella en la cara y en el cuello hasta dejarle medio muerto.
72. La misa de las ánimas 73. La misa de las ánimas BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Alonso Cortés 253-254; BTPE VIII, 124-127; Duque y Merino 41-53, 60-71; Espinosa, Castilla 197; FCaballero 2, 73-80; Sánchez Pérez 34; Santa Teresa, Fundaciones X.—Italianas: Libro de li Exempli 57.—Francesas: Bladé II, 67-91; La Braz II, 19-24; Sébillot, Folklore II, 153-154.—Flamencas: RTP II, 423.—Latinas: Speculum
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Exemplorum VIl, 53.—Alemana: Kuhn-Schwartz 138. —Clasificación y estudios especiales: Orígenes II, xcv: Thompson V42. Las leyendas de los muertos que se aparecen para rogar a sus parientes o amigos que recen o hagan decir misas por el descanso de sus almas, o bien de las apariciones de las almas gloriosas de los muertos que vuelven al mundo para demostrar su agradecimiento hacia aquellos que rezando por ellos o pagándoles misas les han ayudado a salir de las penas del Purgatorio, son legión. Las creencias populares sobre esta materia son en general desarrolladas de las mismas creencias religiosas, y a menudo son llevadas hasta el extremo de lo fantástico y maravilloso. Nuestras versiones 72 y 73 son dos leyendas piadosas muy hermosas destinadas en sus formas primitivas a fomentar la verdadera caridad cristiana hacia los vivos y los muertos. Conozco solamente otra versión española semejante, la de Sánchez Pérez 34, versión de Cuentos 73. Las que cito en la bibliografía son en la mayor parte leyendas de almas en pena que vienen al mundo a pedir oraciones y misas para salir del Purgatorio, en vez de almas gloriosas que vienen a expresar su agradecimiento por oraciones y misas ya dichas como en nuestras dos versiones 72, 73 y Sánchez Pérez 38. La historia del alma necesitada a la cual le falta sólo una misa para salir de las penas del Purgatorio y subir gloriosa al ciclo, y que después de recibir de un cristiano misericordioso el don de la misa vuelve al mundo a expresar su agradecimiento, está documentada en Santa Teresa, arriba citada: «Desde a dos meses, poco más o menos, le dio un mal tan acelerado, que le quitó la habla, y no se pudo muy bien confesar, aunque tuvo muchas señales de pedir al Señor perdón. Murió muy breve, harto lejos de adonde yo estaba. Díjome el Señor que había estado su salvación en harta aventura, y que había habido misericordia de él por aquel servicio que había hecho a su Madre en aquella casa que había dado para hacer monasterio de su orden, y que no saldría del Purgatorio hasta la primera misa que allí se dijese, que entonces saldría. Yo traía tan presentes las graves penas de esta alma que, aunque en Toledo deseaba fundar lo dejé por entonces, y me di toda la priesa que pude para fundar como pudiese en Valladolid.» «No se pudo hacer tan presto, que no viniese un domingo, antes que estuviese alcanzada la licencia; mas diéronnosla para decir una misa adonde teníamos para ilesia, y ansí nos la dijeron. Yo estaba bien descuidada de que entonces se había de cumplir lo que se me había dicho de aquel alma, porque aunque se me dijo a la primera misa, pensé que
había de ser a la que se pusiese el Santísimo Sacramento. Viniendo el sacerdote a donde habíamos de comulgar, con el Santísimo Sacramento en las manos, llegando ya a recibirle junto al sacerdote, se me representó el caballero que he dicho, con rostro resplandeciente y alegre, puestas las manos, y me agradeció lo que había puesto por él para que saliese del Purgatorio, y fuése aquel alma al cielo».
C. Leyendas de santos 74. La misa de San José Conozco solamente una versión adicional de este cuento, al parecer rarísimo en la tradición hispánica y europea, la de Sánchez Pérez 31. Es casi idéntica a nuestra versión castellana en todos sus detalles. La versión de Espinosa, Castilla 190 es algo semejante: Un hombre ve morir a sus dos hijas, cada una para Viernes Santo. Desesperado, va a tirar un tiro en el sepulcro de la última y queda completamente paralizado. Por medio de las oraciones de un sacerdote vuelve a su estado normal, después de no poder moverse o hablar en tres días. Se trata tal vez de un cuento sacado de algún devocionario antiguo o de algún libro de cuentos destinado a la instrucción religiosa. Véase Aarne-Thompson 759 y Cuentos 75, 81, 83.
75. Los altos juicios de Dios BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia 127; Cabal 188-189, 238; Cuentos 83; FCaballero 1, 102; Libro de los Enxemplos 161; Curiel Merchán 9-11, 319-321; Trucha, Narraciones 65-80.—Españolas de América: Wheeler 40.—Portuguesa: Athaide Oliveira II, 282a.— Italianas: Archivio XXI, 64-65; Crane 210, 365; Gonzenbach 92.—Francesa: Bozon 31; Dunlop II, 263-270; Gaston Paris, 154-164; Histoire Littéraire XXIII, 127-128; JREL VII,
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III. CUENTOS MORALES
430-431; Legrand, Fabliaux V, 165-175; Voltaire, Zadig 20.—Belgas: Laport 759.—Bretonas: Luzel, Légendes I, 282-307, II, 1-10.—Latinas: Erlanger Beiträge VII, 234237; Etienne de Bourbon 396; Gesta Romanorum 80; Gesta Romanorum D 220; Hervieux IV, 308-309, 376-377; Jacques de Vitry 109; Klapper 110, 210, 211; Speculum Exemplorum II, 210; Violier des Histoires 78; Vitae Patrum LXXIII, 911, 994-995; Wright, Latin Stories.—Alemanas: Hans Sachs I, 409-414; Pauli 682; Sitzungsberichte LXIV, 260-264, CXLIII, XII, 1-21; ZFDPh XXVIII, 457-458.—Inglesas: Parnel 15-23.—Eslavas: Krauss 207-209; Mazon 13, 34; Schischmanoff 70, 71.—Turcas: Cuarenta Visires, Gibb -306-311.—Árabes: Ascorán XVIII, 65-82; Mélusine II, 445.—Judías: Gaster, Exempla 301, 393, 432; Gaston Paris I, 169-170, 174-176, 177-178; Grünbaum 393396; REJ VIII, 64-65, 204-205.—Clasificación y estudios especiales: Aarne-Thompson 759; Anzeiger DA XXIII, 5456, XXIV, 297-299; Archiv SNS XCIII, 161-164; Boggs 88-89; Catalogue of Romances III, 8-9; Clouston I, 20-28; De Cock 178-199, 312-314; Englische Studien XX, 110116, XXI, 186-188, 450-451; Gaston Paris I, 151-187; Germanistische Abhandlungen XVIII, 48-53; Histoire Littéraire XXIII, 126-129; Jacques de Vitry, Notas de Crane 180-182; Köhler I, 148, 578, 581; Mazon 172-175; Mélusine II, 444-446, III, 258-260; REJ VIII, 64-73, 202205; Rohde 1-52; Schönbach en Sitzungsberichte CXLIII, Abhandlung XII; Swan-Hooper 378-384; ZFDPh XXXI, 352-353; ZVFV V, 76-80, VI, 173; Thompson J225.0.1, P426.2. Nuestro cuento sevillano 75 es una versión popular y tradicional, si bien breve y fragmentaria, de un cuento muy bien conocido en Europa en la Edad Media, el cuento del ángel y el ermitaño. Todas las importantes versiones medievales y sus fuentes orientales han sido ya estudiadas por varios eruditos, particularmente por Fränkel en Englische Studien XX, 110-116, XXI, 186-188, Schönbach en Sitzungsberichte CXLIII, Abhandlungen XII, Gaston Paris en I, 151-187, y Rohde en su obrita Die Erzählung vom Einsiedler und dem Engel. En las siguientes observaciones me limito a llamar la atención sobre las versiones medievales más importantes y sobre los detalles de las seis versiones hispánicas que conozco de la tradición moderna, nuestra sevillana 75, las dos extremeñas de Curiel Merchán 9-11 y 318-321, Trucha, Narraciones 63-80, la mejicana de Wheeler 40, y la portuguesa de Athaide Oliveira. Según las opiniones más autorizadas las fuentes del cuento son orientales, tal vez judaicas. La versión más
antigua que conocemos es, al parecer, la del Alcorán XVIII, 65-82. Transcribo sus detalles más importantes: Acompañado de un siervo de Allah, Moisés viaja en busca de sabiduría. Se meten en un barco y el siervo de Allah hace un agujero en él para echarlo a pique. Poco después se encuentran con un jovencito y el siervo de Allah le mata. Por fin llegan a una casa donde son muy mal recibidos, pero a pesar de esto el siervo de Allah ayuda a los dueños de la casa a arreglar una pared que estaba casi caída. Moisés se horroriza de la conducta de su compañero, pero todo lo explica el siervo de Allah de la manera siguiente: El barco fue hundido porque iba a caer en manos de un rey pirata; los padres del jovencito eran creyentes y caritativos, pero el joven era ingrato y desobediente; tendrían otro hijo mucho mejor; la pared contenía un tesoro que pertenecía a unos pobres huérfanos. La versión arábiga de Cuarenta Visires, Gibb, 306-311, es fundamentalmente idéntica a la del Alcorán en todos sus detalles. Después de la versión primitiva del Alcorán, cuyos orígenes judaicos han sido estudiados por Gaston Paris y otros, la versión más antigua que conocemos es la latina de las Vitae Patrum. Esta versión viene de una fuente independiente de la que dio origen a las arábigas, pero es muy semejante a ellas. Todos los que estudian nuestro cuento mencionan la antigua versión de las Vitae Patrum, que ninguno la cita. No la cita tampoco el Padre Rosweyde en su nueva edición de las Vitae, Migne LXXIII y LXXIV. Según Schönbach, 39, la versión del Magnum Speculum Exemplorum repite la de las Vitae palabra por palabra. Como las antiguas ediciones de las Vitae son rarísimas y las del Speculum Exemplorum no muy bien conocidas, doy en seguida el texto latino de la versión del Speculum Exemplorum II, 210, edición de Venecia de 1608. La versión está sacada de la edición de las Vitae Patrum de Colonia de 1548. «Albertus Patavinus homelia in Evangelium Dominicae de Passione habet hanc narrationem ex vitis Patrum, li, 5. Vite SS. PP. nu. 93, secundum editionem Coloniensem anni 1548.» Erat quidam monachus solitarius in Aegypto, qui rogabat Deum, dicens: Domine ostende mihi iudicia tua. Et dum multuni deprecaretur Dominum, vna die astitit ei angelus Domini in similitudine cuiusdam senis, dicens. Veni, ingrediamur istam eremum, et requiramus sanctos patres, ut audiamus ab eis verbum, et benedicamur ab ipsis. Et ingressi eremum, post multos labores inuenerunt speluncam, et pulsantes, egressus est ad eos senex quidam uir sanctus, et videns eos cum gaudio suscepit. Et post laborem lauit pedes eorum, et posita mensa refecit eos, et sternens eis quod habebat, refouit eos. Mane autem facto dimisit eos
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
cum gaudio, et exeuntes tulit ille angelus abscose catinum in quo comederant, et abierunt. Videns autem ille quod fecerat, dixit intra se. Quid uisum est huic seni, ut homini sancto isti, qui nos cum tali charitate suscepit, catinum istum raperet? Et dum iter facerent misil post eos abbas ilse filium suum, dicens. Reddite catinum, quem sustulistis uobiscunt. Respondit el angelus, dicens. Ante nos est frater, cui eum dedi: veni, et recipe eum. Et dum ambularet cum eis, impulit cum angelus Domini per praecipitium, et confractus totus mortuus est. Videns autem frater ille quod fecerat, contristatus timuit, dicens: Ve mihi, quid factum est homini tam bono? No sufficiebat, quia catinum eius rapuimus, adhuc, et filium eius interfecimus. Et ambulantibus eis in eremo per tres dies, inuenerunt cellam, ubi erat abbas quidam senex cum duobus discipulis suis, dicens: Qui estis? Quid quaeritis? Responderunt dicentes: De labore sumus, et uolumus benedici a te, et audire uerbum. Mandat ille senex eis, dicens: Discedite uos, non mihi uacat. Dicunt ei: Rogamus te, suscipere nos in cellam tuam, et repausamus modice, quia de grandi labore sumus. Et iterum mandauit eis: Recedite hinc, ut quid ambulatis sicut uagi per eremum, et non residetis in cellis uestris? At ipsi coeperunt supplicare, dicentes: Vespera est, et ne a feris interficiamur, suscipe nos nocte tantum. Vix aliquando praecepit abbas ille discipulo suo dicens: Duc eos intus in stabulum, et uespere facto rogabant, dicentes. Lumen nobis modicum praestetur, ut uideamus ubi iacere debeamus, et non eis concessit. Post modicum uero petebant dicentes. Propter Deum uel modicum aquae nobis detur. Tunc unus ex discipulis misericordia motus, dixit eis; Rogo uos, ut nesciat meus abbas, de annona mea modicum panis du uobis, et aquam. Manseruntque sic tota nocte illa in terra. Mane autem facto dixit angelus ad unum de discipulis eius. Roga Domnum abbatem, ut det nobis orationem et habemus quid offere illi. Audiens hoc abbas ille, quia aliquid accepturus esset ab eis, mox descendit. Et obtulit ei ille angelus catinum, quem sustulerat ab illo uiro sancto, et accepto reclusit se, et praecepit illis ut ambularent. Videns autem ille frater hoc qui eum comitabatur, et nesciens quia angelus esset, indignatus est, et dixit ei. Recede a me, non ultra jam tecum alicubi progrediar. Ecce quanta fecisti tu homini illi tam bono, et sanctos, qui nos cum tanta charitate, et gratia suscepit, catinum rapuisti, et filium eius interfecisti, et isti homini pessimo, qui Deum non timet, nec ponit eum ante conspectum suum, nec alicui miseretur, ipsi dedisti eum. Respondit angelus, et dixit ei. Nonne tu rogasti Deum, ut tibi ostenderet iudicia sua? Et missus sum mostrae tibi. Catinus ille, quem a uiro sancto sustuli, non erat de bono, et non decebar ut illi uir tam sanctus et bona
in cella sua liquid de malo habere, sed quod erat de malo venit ad malum, ut addatur ei in ruinam. Filium autem eis ideo interfeci, quia si eum non interfecissem, hac nocte ipse patrem suum occideret. Audiens autem hoc ille frater cecidit in faciem suam ante pedes eius, cognoscens quia angelus Domini esset. Qui statim recessit ab eo. Et ille cognovit, quia iusta sunt iudicia Dei. Nemo ergo videns bonos affligi adversitatibus, aut malos prosperitatibus gaudere, credat in temeritate aut iniuste fieri, quia iudicia Dei iusta, quamuis occulta. Doy un brevísimo resumen en español: Había en Egipto un eremita que tenía grandes deseos de comprender los juicios divinos. Un ángel en figura de viejo se le aparece y los dos se marchan a viajar por el mundo. Llegan primero a la casa de un buen hombre que les lava los pies y les ofrece todo lo que tiene. Otro día el ángel lleva robado el plato en el cual el buen hombre les había servido la comida. El buen hombre envía a su hijo a pedirles el plato. En ángel le dice: —Mi compañero es el que lo lleva—, y cuando el joven se descuida lo empuja sobre un precipicio, donde el joven cae muerto. —¡Después de robarle el plato le matamos a su hijo!— exclama el eremita horrorizado. Llegan después a la casa de un abad, que los recibe de mala gana. Otro día el ángel le regala el plato robado. El eremita se escandaliza y quiere separarse del ángel injusto, pero éste le explica todo de la manera siguiente: —Dios me ha enviado para hacerte comprender los juicios divinos. El plato que robé no le pertenecía a aquel buen hombre. Venía del mal y por eso se lo di al hombre malo, para completar su maldad. Y al joven lo maté para evitar un mal peor, porque iba a matar a su padre la noche siguiente. Entonces el ángel desapareció. La versión de las Vitae Patrum y el cuento del Alcorán tienen en común sólo el detalle del joven a quien el siervo de Allah o el ángel mata, pero el tema fundamental es el mismo. Las otras versiones medievales tienen una relación directa con la de las Vitae Patrum. Después de ésta, la más antigua y la más importante por haber sido la fuente directa de algunas otras es la de Jacques de Vitry 109, del siglo XII: Cierto eremita dudaba de la justicia divina y Dios le envía a un ángel para sacarle de sus dudas. Llegan a la casa de un hombre, que les recibe con verdadera caridad cristiana. Otro día, cuando se despiden, el ángel se lleva robada una copa muy preciosa. Después llegan a una casa donde les tratan muy mal y el ángel le regala al amo la copa robada. El eremita se entristece porque no comprende la justicia de todo esto. La tercera noche llegan a la casa de otro hombre caritativo. Otro día este buen hombre envía
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III. CUENTOS MORALES
a un criado suyo para que acompañe a los viajeros una parte del camino. Al pasar por el puente de un río, el ángel empuja al criado para abajo y éste cae en el agua y se ahoga. Más se entristece el eremita. La cuarta noche llegan a la casa de otro buen hombre. Durante la noche un niño llora y no deja a nadie dormir. El ángel se llevanta y estrangula al niño secretamente. El eremita cree entonces que el ángel es satanás y quiere abandonarle. Habla el ángel así: —Me ha enviado el Señor para hacerte comprender sus juicios. El que tenía aquella copa la quería demasiado y no pensaba en Dios. Se la di al hombre malo para que tenga alguna cosa en este mundo. Al criado lo maté porque iba a matar a su amo otro día. Salvé al buen amo, y el sufrimiento del criado de malas intenciones será menos en el infierno. Y el otro buen hombre era muy caritativo antes de que naciera su niño. Le quité a su niño para que no sea avariento, y el niño subió glorioso al cielo. Esta versión es fundamentalmente idéntica a la de las Vitae Patrum, pero añade un cuarto detalle, el del niño que llora estrangulado por el ángel. La versión de Gesta Romanorum 80 es fundamentalmente idéntica en todos los detalles. La de Etienne de Bourbon 396, también del siglo XIII como la de Gesta Romanorum, tiene al principio un detalle nuevo, la muerte del ermitaño penitente a quien mata el ángel para que no vuelva a pecar, y omite el detalle del niño estrangulado. Las versiones de Wright, Latin Stories 7 y Klapper 110, aunque no tan antiguas como las anteriores, pertenecen todavía a la primitiva tradición medieval de los siglos XIII-XIV. Las dos son fundamentalmente idénticas a la de Jacques de Vitry. La versión de Klapper 211 es una curiosa mezcla de dos temas semejantes, el tema que ahora estudiamos y el de nuestra versión Cuentos 81 estudiada más adelante. Empieza con los detalles de nuestro Cuento 81 y termina con una versión del ángel y el ermitaño parecida en todos sus extremos a la de Jacques de Vitry, pero con el detalle preliminar del buen huésped ahogado en el mar, que recuerda el ermitaño penitente a quien mata el ángel de la versión de Etienne de Bourbon. Para más detalles sobre las versiones medievales, véase en particular Schönbach 42-63. Cuando Schönbach hizo su estudio, no se habían publicado las interesantes e importantes versiones de Klapper 110, 210, 211. La versión arábiga de las Mil y una noches, edición de Boulaq, noches 478-479, estudiada por René Basset en Mélusine II, 444-446, se parece mucho a las versiones hispánicas de la tradición moderna y es sin duda una de las versiones orientales que se propagaron en España para dar origen a versiones como nuestra sevillana 75 y la mejicana de Wheeler 40. Esta versión arábiga es la siguiente:
Un santo profeta se retira del mundo para adorar a Dios. Un día bebe agua de una fuente y ve que un individuo llega a la fuente, bebe agua y se marcha, dejando olvidada una bolsa de dinero. Llega después otro individuo y se lleva la bolsa. Llega entonces un pobre leñador y poco después el que había dejado olvidada la bolsa de dinero. Acusa el último al leñador de ladrón, riñen y mata aquél al leñador. El santo profeta se desespera de tanta injusticia y Dios le revela los motivos. El padre del primero le había robado una grande cantidad de dinero al padre del que se llevó la bolsa de dinero olvidada en la fuente. Y el leñador había matado al padre del que a él le dio la muerte. Volvamos ahora nuestra atención a las versiones hispánicas. De todas las versiones hispánicas citadas en la bibliografía sólo siete son verdaderas versiones de nuestro cuento: una versión medieval, Libro de los Enxemplos 161, y seis versiones de la tradición moderna, Curiel Merchán 9-11 y 319-321, Trueba, Narraciones 63-80, nuestra versión sevillana 75, la mejicana de Wheeler 40 y la portuguesa de Athaide Oliveira II, 282a. La versión medieval del Libro de los Enxemplos es tan fiel a la de las Vitae Patrum que parece una breve traducción. Su fuente es sin duda la famosa versión de las Vitae Patrum. Pero esta versión literaria medieval de España, sacada de las Vitae Patrum, no ha llegado, al parecer, a la tradición moderna. Las seis versiones que conocemos de la tradición moderna son algo diferentes y vienen de fuentes antiguas diferentes de las Vitae Patrum y del Libro de los Enxemplos. Estas vienen, como ya queda dicho, de fuentes antiguas árabes, semejantes a la versión de las Mil y una noches arriba citada y a la antigua versión del Alcorán. La versión de Trueba arriba citada es larguísima y pesada, pero reúne elementos de la tradición europea medieval y de la tradición arábiga representada en la versión del Alcorán. Doy un breve resumen: San Pedro tiene dudas sobre la justicia divina. Jesucristo le acompaña para hacer desvanecer sus dudas. Llegan a una casa donde son muy bien recibidos, y el Señor y San Pedro ven que una furiosa tempestad destruye la casa y la siembra de la buena gente. Llegan a la casa de un ermitaño que había sido un rico vicioso y ahora vive arrepentido, pero tiene una copa de oro que todavía le liga a la vanidad del mundo. Trata muy bien a los viajeros, pero al despedirse de él Jesús le roba la copa de oro. Entran después en un barco con un pescador y Jesús hace un agujero en el barco. Se hunde el barco y se ahoga el pescador. Llegan después a una casa donde les tratan muy mal, y Jesús le regala la copa robada al amo. Todo se lo explica Jesús a San Pedro.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Los pobres labradores que perdieron su fortuna iban a darle carrera a su hijo, pero el hijo iba a deshonrar a sus padres y condenarse. La copa robada era la única cosa del mundo que le interesaba al ermitaño, y se la robó Jesús para que dedicara su vida enteramente a Dios. El pescador ahogado había ahogado a muchos. Ahora estaba en gracia de Dios y arrepentido y por eso le dio Jesús la oportunidad de salvarse. El que recibió la copa era bueno y bien la merecía. Esta versión literaria moderna tiene de la versión medieval corriente los elementos de la copa robada y regalada, el detalle del hijo que iba a ser vicioso, aunque no se le da la muerte, y de la versión del Alcorán o sus fuentes el episodio del barco hundido, aunque los detalles son algo diferentes. Como es bien sabido, Trueba arreglaba sus cuentos y los engalanaba con palabrería artificial. Es posible que en este caso mezclara en un cuento dos algo diferentes, uno que se parecía mucho a la tradición arábiga del Alcorán, otro que venía de fuentes semejantes a la versión del Libro de los Enxemplos, sacada de las Vitae Patrum. La primera versión extremeña de Curiel Merchán, la de páginas 9-11, es semejante a la de Trueba, pero sigue las fuentes medievales con mayor fidelidad. Contiene de ellas el episodio del vaso de oro robado, como en la mayoría de las versiones, el de la niña a quien mata el Señor porque iba a ser mala y morir ahorcada, y un episodio nuevo, la muerte del aperador5 porque iba a matar a sus amos, pero que recuerda, desde luego, el detalle del criado echado al río de la versión de Jacques de Vitry y el del barquero ahogado en la versión de Trueba. Estos detalles son tan semejantes que las versiones los confunden unos con otros. Nuestra versión sevillana 75 es muy fragmentaria: un individuo deja olvidada en una fuente una jarra de plata. Pasa por allí otro individuo y se la lleva. Un tercer individuo llega a la fuente por casualidad, y en ese momento llega el dueño de la jarra y se la pide. Riñen los dos y el primero mata al tercero. Santa Teresa de Jesús, que quería comprender los juicios divinos, ha visto todo lo que ha ocurrido. El Señor le explica todo de la manera siguiente: El que dejó la jarra olvidada se la debía al que se la llevó. El que muere, inocente, al parecer, había matado al padre del que le mató a él en la fuente. La segunda versión extremeña, la de páginas 319-321 [de Curiel Merchán], es casi idéntica a nuestra versión sevillana 75. Santa Teresa es también la que desea conocer los altos juicios de Dios. La versión mejicana de Wheeler 40 es más larga. Santa Teresa es la que quiere comprender los juicios divinos como 5
En el original «aparador». N. de E.
en las dos versiones anteriores. Santa Teresa viaja con el Señor. Ven a unos casados besándose en público y luego a unos que no están casados y que se esconden para besarse, y el Señor bendice a los últimos. Llegan a una fonda muy pobre y el Señor se lleva robado un vaso. Llegan entonces a una fonda rica y el Señor regala el vaso al amo. Después ven que un pobre pescador pierde su dinero y un limosnero lo halla y se lo lleva. Llega al mismo sitio un vil arriero y allí lo encuentra el que perdió el dinero y se lo pide. Riñen y el que perdió el dinero mata al arriero. Todo lo explica el Señor. Los casados no temieron su justicia y dieron escándalo. El vaso se lo robó el Señor para que los de la fonda no riñeran por él y se condenaran. Se lo dio al rico porque era muy malo y sólo eso le faltaba para condenarse. El limosnero estaba en gracia de Dios y bien se merecía el hallazgo del dinero perdido. El arriero se acordó de Dios y murió para no volver a pecar. La versión mejicana tiene, como la de Trueba, algunos episodios de las versiones literarias de la Edad Media: la copa o vaso que hay que robar a quien no le pertenece o le puede servir sólo para mal; entregar la copa robada a quien le pertenece o a quien eso le falta para condenarse; matar a quien está por el momento en gracia de Dios para que no vuelva a pecar o para evitar otra muerte más terrible. Pero la última parte de la versión mejicana es ya muy semejante a nuestra versión sevillana 75, segunda versión de Curiel Merchán y a la antigua versión arábiga de las Mil y una noches arriba citadas. Hay en las cuatro versiones, la arábiga antigua y las tres hispánicas modernas tradicionales, los siguientes detalles: La copa no es robada, sino olvidada en una fuente y allí la encuentra el segundo personaje del cuento. En la versión mejicana se deja olvidada una bolsa con dinero. No se entrega la copa o dinero a nadie. El que llega halla la copa o dinero por mera casualidad. El episodio de darle muerte a quien por el momento está en gracia de Dios, para que no vuelva a pecar o para evitar una desgracia mayor, es fundamentalmente el mismo en todas nuestras versiones, si bien los detalles son algo diferentes. La versión portuguesa de Athaide Oliveira II, 282a es muy semejante a nuestra 75 y a la mejicana: Un hombre quiere saber los altos juicios de Dios. Se marcha por el mundo acompañado de otro. En la casa de un rico los tratan muy mal. El compañero roba una copa de plata. Llegan a la casa de otro rico donde los tratan muy bien. Allí deja el compañero la copa de plata porque a ellos les pertenece, y mata a la hija del amo para salvarla. Después llegan a la casa de un buen hombre y allí el compañero hace que mueran ahogados cuatro arrieros porque eran ladrones y asesinos.
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III. CUENTOS MORALES
Esta versión, aunque breve y estropeada, nos cuenta fundamentalmente la misma tradición hispánica que encontramos en las versiones anteriores. Todas estas versiones hispánicas modernas vienen evidentemente de antiguas fuentes arábigas. Cuentos 83, estudiado más adelante, tiene algunos detalles relacionados con nuestra versión 75 y con el cuento medieval del ángel y el ermitaño. Se hallan en este cuento los detalles de la copa robada y del ahogado que había masado a su padre. El que explica todo es el ángel de la guardia del viajero predestinado a morir ahorcado. El cuento termina con el matrimonio del viajero con una de las auxiliadas por el ángel y otros detalles ajenos a nuestro cuento. Los otros cuentos hispánicos de nuestra bibliografía, Ampudia 127, Cabal 188-189, FCaballero 1, 102, etc., tratan de la justicia divina, pero no tienen relación directa con nuestro cuento. En la mayoría de las versiones de nuestro cuento las dudas sobre la justicia divina se le ocurren a un eremita que seguramente representa en el cuento a la humanidad entera. En tres de nuestras versiones modernas, nuestra sevillana 75, Curiel Merchán 319-321 y la mejicana de Wheeler, Santa Teresa es quien quiere comprender la justicia divina. En el cuento literario de Trueba y en el cuento sardo de Archivio XXI, 64-65, San Pedro es quien duda de la justicia divina.
76. Santa Teresa, confesora BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Espinosa, Castilla 218; Libro de los Enxemplos 320.— Españolas de América: Rael 64.—Italianas: Archivio XXI, 367-368; Bertoldo 34-36; Busk 341-343.—Francesas: La Tradition V, 166-168; Marie de France 53.—Bretonas: Sébillot Auvergne 43-49, Bretagne Enchantée 19.—Latinas: Dialogus Miraculorum IV, 75; Etienne de Bourbon 298, 300; Hervieux IV, 408-409; Jacques de Vitry 13; Klapper 154; Speculum Exemplorum App. 101, 102.—Alemanas: Meier 67; Pauli 398; Zaunert 95-96.—Suecas: Germania XXVI, 119.—Clasificación y estudios especiales: AarneThompson 1416; Archiv SNS CXVII, 83-84; Boggs 836F; Bolte-Polívka III, 543, Nota 1; Jacques de Vitry 13, y Notas de Crane 139; Köhler III, 13; Sébillot, Folklore III, 215; Warnke 202; Thompson H1554.1, H1557.4. El tema fundamental de nuestro cuento 76 es la presunción castigada en Santa Teresa, que quiere ser confesora. Su curiosidad de mujer la humilla y el Señor le prueba que no puede ser confesora.
La versión castellana de Espinosa, Castilla 218 es casi idéntica: Dos monjas quieren ser confesoras. Un obispo les manda llevar una cajita cerrada con llave a otro obispo. Llevan ellas mismas la llave y abren la cajita. Sale volando un pajarito como en nuestra versión 76. Nuestra versión sevillana y la castellana son, al parecer, un desarrollo hispánico y especial del tema del orgullo farisaico castigado, tema muy popular en la Edad Media en versiones semejantes. El tipo mejor conocido es el siguiente: Cierto clérigo u otro eclesiástico se quejaba continuamente de la ligereza y debilidad de Adán por haber desobedecido a Dios y traído el pecado al mundo. Un abad amigo suyo u otro eclesiástico, para probarle su presunción y falta de caridad, le da un día una cajita y le dice que no la abra mientras él va a misa o a otra parte por unas horas. La curiosidad y desobediencia vencen al primero mientras el otro está ausente, y abre la caja. De ella sale un pajarito volando o un ratoncillo corriendo. La humillación del presuncioso hablador es completa. Como versión típica de la Edad Media citaré la de Jacques de Vitry 13: Presumptuosi autem et arrogantes, dum viribus suis confidunt, compassionis viscera non noverunt. Unde quidam eremita valde reprehenderet Adam et illi indignaretur, ea quod tam leve mandatum transgressus fuisset, cum potius compati debuisset, socius ejus volens eum castigare inter duas scutellas murem ponens dixit illi: «Frater, ne videas, donec reversus fuero, quid sit inter has duas scutellas.» Quo recedente, cepit ille cogitare quare tale mandatum mihi fecit, certe videre volo quid inter duas scutellas posuerit, et elevans superiorem scutellam mus aufugit. Redeunte autem socio, cum murem non inveniret, dixit ei: «Tu redarguebas Adam, eo quod tam leve mandatum fuisset transgressus, et tu mandatum levius preteriisti.» Quo audito, ille a presumptione cessaxit et indignationem in compassionem mutavit. Las siguientes versiones de nuestra bibliografía pertenecen a este tipo general. A. Sale corriendo de la caja un ratoncito: Libro de los Enxemplos 320; Marie de France 53; Jacques de Vitry 13. B. Sale volando de la caja un pajarito: Dialogus Miraculorum IV, 75; Etienne de Bourbon 298; Klapper 154; Odo de Ceritona en Hervieux IV, 408; Pauli 398. Las versiones modernas pertenecen también a ambos tipos, pero hay algunas ya bastante diferentes. Hay un tipo popular y tradicional moderno seguramente desarrollado del tipo de las versiones medievales arriba establecido. Un
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
pobre leñador vive con su mujer en notable pobreza. La mujer se queja de que los pobres sufren por el pecado de Adán, o de Adán y Eva, y el rey u otro caballero principal oye lo que dicen y se los lleva a su palacio. Para probar su obediencia pone en una cajita un pajarito y les manda que no lo abran. Lo abre la mujer del leñador y el rey o caballero principal los despide humillados. Las tres versiones siguientes pertenecen a este tipo y son idénticas en todos los detalles: la versión nuevomejicana de Rael 64; la versión italiana de Archivio XXI, 367, publicada también en Busk 341; y la versión francesa de La Tradition V, 166-168. Semejantes a estas versiones, pero algo diferentes en algunos detalles, son las de Sébillot, Folklore III, 215. En la versión de Bertoldo 34-36 se castiga sólo la curiosidad femenina. Las mujeres de la corte no pueden obedecer el mandamiento de no abrir una caja, y cuando la abren sale volando un pajarito. Es la versión que más se parece a nuestra versión 76, pero el motivo fundamental es algo diferente. El motivo de nuestra versión 76 no es sólo castigar la curiosidad, sino humillar la presunción, como ya queda dicho, probándole el Señor a Santa Teresa que no puede ser confesora porque a los tres días revelaría los secretos del confesonario. Hay otros cuentos todavía, semejantes a los ya estudiados, cuyo tema fundamental es el castigo de la pertinacia y contrariedad de la mujer, como el de Etienne de Bourbon 300, donde se cuenta de una mujer a quien su marido había mandado no meter el dedo en cierto agujerillo de la pared. Le mete ella y se lo corta con una espada afilada puesta allí por el marido. En el cuento semejante de Wright, Latin Stories 12, la mujer desobediente y contraria pierde varios dedos. Otros cuentos sobre la contrariedad y la desobediencia de las mujeres son Dialogus Miraculorum IV, 76, 77, Speculum Exemplorum App. 101, 102, y Etienne de Bourbon 244, Marie de France 96, La Fontaine III, 16. Semejantes, pero groseros y vulgares son los cuentos de La Fontaine, Contes II, 10, y Cent nouvelles nouvelles 37. Véanse las notas de Wright 117-118, y las de Régnier IV, 366-368. Véase, además, Cuentos 95, 96.
77. Santa Teresa se come un pollo entero No conozco otras versiones de este cuento moralizador, destinado a censurar la ligereza con la cual juzgamos de las cosas que no comprendemos. Véase, sin embargo, Dialogus Miraculorum IV, 78, 79.
78. Santa Catalina BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Cabal 191-192.—Españolas de América: JAFL XLV, 296.—Portuguesas: Athaide Oliveira II, 275; Braga I, 120; RL XXII, 75-76.—Portuguesa de Brasil: Gomes II, 86-87.—Italianas: Archivio XV, 403-406, XX, 42-44, XXI, 66; Crane 192; Pitré III, 126; Schneller 4 (Tirol).—Corsa: Ortoli 29.—Alemanas: Germania XXXIII, 270-271; Grimm 221; ZVFV XVII, 100, XXVII, 53.—Eslavas: Magnus 162-164.—Clasificación y estudios especiales: Aarne-Thompson 804; Archivio XX, 44-45; Boggs 93; Bolte-Polívka III, 538-542; Köhler, Aufsätze 48-78; ZVFV XXVII, 53-55; Thompson Q291.1. Este cuento es muy bien conocido en la tradición moderna. Bolte y Polívka, arriba citados, han reunido una bibliografía muy abundante de versiones de todas partes de Europa. Las más numerosas y más interesantes versiones son las italianas. El cuento es de origen cristiano y occidental. En la mayoría de las versiones la madre pecadora y condenada al infierno es la madre de San Pedro. San Pedro le ruega a Dios que su madre salga del infierno, y por fin halla Dios un motivo para salvarla. Durante su vida pecadora dio en una ocasión una berza, una cebolla u otra legumbre a un pobre mendigo. El Señor consiente en que salga la condenada del infierno asida a esta legumbre, pero cuando ya va saliendo asida de la legumbre, otras almas se agarran a ella para salir también, las rechaza ella despiadadamente y todas caen otra vez en el infierno. Por su falta de caridad el Señor la deja en el infierno. Conozco sólo seis versiones hispánicas: nuestra versión extremeña 78; la asturiana de Cabal 191-192; la mejicana de JAFL XLV, 296; la portuguesa de Athaide Oliveira II, 275; la portuguesa de Braga I, 120; y la brasileña de Gomes II, 86-87. La asturiana y la portuguesa de Braga son fundamentalmente idénticas a la tradición general de Europa arriba documentada. La extremeña nuestra trata de la madre de Santa Catalina en vez de la de San Pedro, y se diferencia de la tradición general en dos detalles notables: Santa Catalina no hace su petición a Dios para salvar a su madre directamente, sino por la intervención de la Virgen; cuando Santa Catalina ve que su madre no puede salvarse, se queda en el infierno con ella. La versión mejicana es muy breve y sólo nos cuenta que la madre de San Pedro se quedó fuera de las puertas del cielo por pecadora y que cuando Dios consintió en que entrara, iban a entrar otras almas con ella y las rechazó cruelmente. Cuando se cerraron las puertas del cielo todas se quedaron fuera. La versión portuguesa de Braga termina de una manera especial. La madre de San Pedro asida a una cebolla que
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III. CUENTOS MORALES
había dado a los pobres por amor de Dios, iba ya llegando al cielo, pero la rama de la cebolla se rompió y allí se quedó entre puertas, ni en el cielo ni en el infierno. De este cuento viene evidentemente el proverbio portugués, «Ficar entre portas como a mãe de Sam Pedro». La versión portuguesa de Athaide Oliveira II, 275 es la más larga de todas las versiones hispánicas y trata de la madre y tres hermanas de San Pedro: San Pedro tiene tres hermanas. La mayor es rica y dura de corazón. Nunca reza y nunca da limosnas a los pobres. Cuando llega a las puertas del cielo, San Pedro quiere admitirla, pero el Señor dice que no, que primero tiene que arrepentirse. Llega entonces la hermana segunda a las puertas del cielo, pero el Señor no quiere admitirla tampoco. Dice que tiene que ir al Purgatorio por cien años antes de poder entrar en el cielo. Llega la hermana menor, y como es muy buena, en seguida la dejan entrar en el cielo. Llega por fin la madre de San Pedro, que es bruja. El Señor le dice a San Pedro que la admita. Vienen asidas a ella muchas otras almas, deseosas también de entrar en el cielo. La madre de San Pedro es mala y envidiosa y trata de desasirse de ellas para entrar ella sola. Por orgullosa y por no tener caridad, el Señor ya no la permite entrar en el cielo. A las almas que vienen asidas a ella las deja entrar por entre los brazos abiertos de la madre de San Pedro. Nuestra versión 78 tiene de protagonista a la madre de Santa Catalina y no a la madre de San Pedro de la tradición general de Europa, por confusión tal vez con los romances tradicionales que tratan del martirio de Santa Catalina. Véase Menéndez Pelayo, Antología X, 198-199, Milá y Fontanals, Romancerillo 24, Alonso Cortés 255-256, Vicuña Cifuentes, Romances 197-200. «Su padre era un perro moro, — su madre una renegada», nos cuentan los romances. Las tradiciones sobre la mala conducta de la madre de San Pedro son muy numerosas. Versiones hay de nuestro cuento en las cuales la madre de San Pedro, bruja como en la versión de Athaide Oliveira, es avarienta y mala, y trata de hacerle mal hasta a Jesús mismo. Véase Archivio XV, 405406, XX, 42-44, RL XXII, 75. Para más detalles, véase la extensa bibliografía que citan Bolte y Polívka sobre las numerosas versiones europeas no hispánicas, y la que cita Amalfi en Archivio XX, 44-45.
D. La leyenda de Don Juan 79. El incrédulo y la calavera 80. El estudiante y la calavera BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Alonso Cortés 216-217, 234-235; Ampudia 28; CossíoSolano I, 389-391; Espinosa, Castilla 217; Menéndez Pidal, Estudios 121-124; Menéndez Pelayo, Antología X. 209-210; Said Armesto 34-37, 45-53.—Españolas de América: Menéndez Pidal, RTA 95-96; Vicuña Cifuentes, Romances 50, y página 116.—Portuguesas: Braga I, 62, 104; Martins 84-85; Said Armesto 44, 44-45.—Italianas: Archivio XX, 291-292; Busk 202-203; Crane 236-237; Ive 371-374; Graf, Miti I, 90-92; RFR II, 204-205; SalomoneMarino 126-134.—Francesas: Bladé II, 92-95, 324; De Cock, Studien 125; RTP XIII, 595, XVIII, 413, XXXI, 206; Sébillot, Provinces 44, 49; Wallonia I, 64-65, II, 161.—Bretonas: Barzas Breiz 262-265; Le Braz I, 123-127, II, 56-65, 257-258; Luzel, Légendes II, 126-135, 193; Orain 288-292; Sébillot, Folklore IV, 133; Sébillot, Traditions I, 240-243, 260-264.—Latinas: Catalogue of Romances III, 464 (9); Hollen, Dominica XX post Pentecostes, Sermo III; Jacques de Vitry 276; Klapper 164; Wesselski 51 (= Klapper 164); Vitae Patrum LXXIII, 1013.—Alemanas: Bartsch I, 94-96, 282-283; De Cock, Studien 112, 123, 127, 132; Grimm, Sagen 135, 336; Haupt I, 171-172; Homenaje a M. y P. I, 212; Müllenhoff 236; Müller 38-42; Peter II, 130-131; Schönwerth III, 149-153.—Danesas: Firmenisch III, 832; Kamp 170-175.—Noruega: Folkeminnelag I, 14-16.—Holandesas: De Cock, Studien 113-122 (seis versiones); Volkskunde I, 72-73, XIII, 77-78, XV, 238-240, 241-242.—Escocesas: FLJ VI, 183-185.—Irlandesa: Laramie 31-34.—Rusas: Magnus 8, 212; Ralston 304-306.—Indias orientales: De Vries, Oost Indië I, 299-301.—India de Norteamérica: JAFL VI, 201-204.—Clasificación y estudios especiales: Aarne-Thompson 470; Archiv SNS XCVIII, 241-280; BBMP XV, 216-219; Bévotte, La Légende de Don Juan; Boggs 835; Bolte en ZVLG XIII, 374-398; Cejador en RHisp LVII, 127-159; De Cock, Studien 108152, 308-309; Epplen Mackay 11-116 y 117-236 (ochenta y una versiones); Farinelli en Giornale Storico XXVII, 1-77, 254-326, y en Homenaje a M. y P. I, 205-222; Germania XIV, 395; JAFL XXI, 184-201; Klapper en SVLG IX, 190-192, y en Festschrift Universität Breslau, 1911, 202231; Larroumet 47-103; Lomba, La leyenda y la figura de Don Juan; Menéndez Pidal en Cultura Española I, 449459, Estudios 105-136, RTA 95-99; Menéndez Pelayo, Antología VI, ccclxxxiii-iv, Estudios II, 186-190; PMLA
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
XXXVIII, 471-478, 479-493; Revue de Paris, 1996, 311338; Said Armesto 31-58, 185-285; Sébillot, Folklore IV, 132-133, Traditions I, 255; SVLG V, 226-242, IX, 193222; Vicuña Cifuentes, Romances 115-116; Volkskunde XIII, 77-81, XV, 236-244; Wesselski 241; ZVLG IX, 88132; Thompson C13, E238, J225.0.1, L435.1, C521.1. Nuestros cuentos 79 y 80 son dos preciosas versiones del cuento del burlador y la calavera, conocido en la literatura española desde Tirso de Molina por el nombre de la leyenda de Don Juan. Las dos versiones se diferencian sólo en detalles insignificantes. En las dos versiones un burlador encuentra una calavera y le da un puntapié o un bastonazo y la invita a comer. Se presenta a la comida un esqueleto, o sea una estatua que no era sino armadura, o un caballero. En las dos versiones hay el doble convite y en las dos se salva el burlador por medio de reliquias que un sacerdote le ha regalado. Los orígenes de este cuento, particularmente en relación con la famosa comedia de Tirso de Molina, El burlador de Sevilla o el convidado de piedra, y la comedia de los estudiantes de Ingolstadt del año de 1615, Leoncio, han sido ya estudiados por varios eruditos, especialmente Bolte, De Cock, Farinelli, Klapper, Menéndez Pidal y Said Armesto, arriba citados. Ninguno de estos señores ha hecho un estudio verdaderamente definitivo y fundamental. La historia del cuento está todavía por hacer. Desde luego es inútil pretender que Tirso de Molina haya sacado los materiales para su obra de Leoncio o de una tradición sevillana de carácter local. Son tan numerosos por todas parte de Europa los cuentos del burlador y la calavera parecidos a nuestras versiones 79 y 80, y tan antiguas las fuentes de sus diferentes elementos fundamentales y constituyentes, que nadie puede pensar ahora en una fuente especial europea para la leyenda ya en su completo desarrollo en la Edad Media. Véase para todo esto el importante estudio de la señora Epplen Mackay, citado en nuestra bibliografía. En las siguientes observaciones no haré más que sugerir un estudio enteramente nuevo de nuestro problema, un estudio que se hará algún día, basado sobre una colección abundante de cuentos, leyendas, romances, cantos y supersticiones de la tradición oral de Europa, estableciendo los tipos fundamentales y primitivos del cuento y estudiando todos sus elementos constituyentes en relación con las versiones literarias y sus fuentes conocidas. La versión más antigua que conocemos del cuento del burlador y la calavera con el doble convite, versión ya muy semejante a las versiones populares modernas de diferentes parte de Europa, es la latina medieval del siglo XIV primeramente publicada por Klapper en SVLG IX,
190-192, y después en su obra Erzählungen der Mittelalters 164: Un borracho vuelve una noche a su casa, y al pasar por un cementerio se encuentra con una calavera. —¿Qué haces aquí, miserable calavera? —le pregunta el borracho. —Ven a mi casa y yo te daré de cenar. La calavera le responde: —Vete a tu casa, que yo te seguiré. Llega el borracho a su casa y va a sentarse a la mesa, cuando llaman a la puerta. Es un difunto de aspecto terrible y flacucho. No le dejan entrar al principio, pero declara que entrará por fuerza, y le abren la puerta. Se sienta entre el hombre y su mujer, pero nada come ni bebe. Después de terminada la cena, el difunto habla de la manera siguiente: —De ahora en ocho días vendrás a cenar conmigo en el sitio mismo donde me encontraste. Entonces el muerto desaparece. El pobre hombre consulta con sus parientes y deciden que debe prepararse, recibiendo la santa comunión, y acudir a la cita. Así lo hace, y cuando ya va llegando al sitio donde había encontrado la calavera, el viento se lo lleva a un sitio desierto y lúgubre. El muerto sale y le dice que se siente a la mesa, que ya está preparada con los manjares más exquisitos. En otra mesa, sucia y donde no hay más que pan negro, se sienta el difunto. De miedo nada come ni bebe nuestro burlador. —¿Que nada quieres de mí? —pregunta el difunto. —Tengo miedo —responde el burlador. —Temo morir. El muerto entonces le asegura que nada le pasará, que todo lo ha permitido Dios para su bien. Le cuenta entonces su propia historia. Había sido juez durante su vida, bueno y justo, pero siempre descuidado y borracho. Sufría ahora en este sitio solitario por sus pecados, pero ya había alcanzado la misericordia de Dios. Le dice entonces al hombre que vuelva a su casa y que haga penitencia por sus pecados. Dicho esto, el viento se lleva a nuestro burlador adonde estaba antes. Sus parientes le reciben horrorizados porque le habían crecido las uñas de los pies y de las manos como garras de águila y parecía decrépito, flaco y terrible. Cambió de vida y llegó a ser un cristiano ejemplar. Transcribo en seguida la versión latina original: Visio, quod ossa mortuorum non sunt deridenda, et contra ebrios. Erat quadam bibulus, juxta quoddam morans cimiterium, quod omni uespere ebrius pertransibat. Nocte quadam, dum domi redire debebat, in via cymiterium transiuit et cerebellum ibi reperit. Et commotus inquit: Quid jades hic, miserum cerebellum? Veni in domum meam et ego de cena mea prouidebo. Cui respondit cerebellum: Progredere, quoniam sequar te. Audiens ille turbatus est. Et ex timore sobrius factus est. Domum pergit et ualde
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III. CUENTOS MORALES
tremens ad ignem sedit. Et jubet ostium confirmari. Dum igitur ad mensam sederet, precepit bibulus sub pena capitis, ut nullus intromitteretur cuius cumque condicionis. Et ecce, subito adest ad ostium pulsans terribiliter pro hospite querens dicens se esse per eum inuitatum. Cum igitur cuncti ex terrore tacerent et unus eorum hospitem adesse negaret, dixit, qui pulsabat: Dicite hospiti, qui ueraciter adest, quod faciat aperire; alioquin per uiolenciam intrabo, quomodo possum. Audiens hospes jussit hostium aperire misericordie domini se commitens. Et uiderunt, qui aderant, introire figuram hominis mortui miserabilis, cuius ossibus nerui et cutis cum cerebro tantum consumptis carnibus, adhesit, omnibus terribilis ad uidendum. Qui se lotis manibus manibus prius non jussus ad mensam inter hospitem et hospitam locabat te nichil comendens neque bibens neque loquens omnes aspectu terribili molestabat. Post hec surgens et hospiti ualefaciens dixit: De cena tua eciam inuitatus indigui. Si stulta et ebriosa uoce non michi illusisses, ad te adeo terribiliter minime uenissem. Sed nunc uale et ad cenam, quam tibi in loco, ubi me inuitasti, ureparabo, post octo dies ista hora venire debes et uelis nolis uenire te oportet. Hoc dicens disparuit. Ad hanc autem uocem hospes cum tota parentela turbatus consilium euadendi a sapientibus quesiuit et nullum aliud inuenit, nisi quod disposita domo, reuera contritus et confessus ac sacra minitus communione tempore condicto dei judicium esxpectaret (sic). Quod cum fecisset, hora condicta cum omnibus sibi attentibus ueniens subito per uentum ualidum raptus sine lesione ad amenissimum corporaliter ductus et pulcherrimum castrum, sed desertum uidit. Quod tamen ingressus mensam omni genere ciborum amenissimam innuenit. Post hec mortuus ille ut prius aduenit ipsumque graciose salutans ad mensam predictam sedere fecit, in angulo quodam latebroso sordidam habens mensam cum sordido mensali et panem nigerrimum et lumen miserabile. Ad hanc mensam mortuus ille se locare cepit merens et tristis predictum intuens in mensa ornata sedentem. Quod communicatus uidens pro ammiracione et timore comedere non audebat. Demum mortuus surgens et ad aduenam dixit: Quare non queris aliquid a me? Cui ille: Non audeo nec presumo pro tristicia, quia, quid michi futurum sit, penitus ignoro. Tamen, quod scitis aut quid mecum fieri debeat cupio scire. Tunc ait mortuus: Ne timeas. Non peribis. Sed dispensacione dei pro tua correccione ista contigerunt. Si me secundum condicionen mortuorum non fatue inuitasses, hec tibi minime euenissent. Ut autem statum meum cognoscas: In ciuitate, vbi tu habitas quondam erat iudex. In diuino officio negligens et semper crapulose uixi. Sed quia iustissime iudicaui, ideo misericordiam sum consequtus. Et hec pena
mea: pro amore seculi castrum desertum possideo et pro crapula mensam pauperem et sordidam intueor. Modo domi saluus reuertere et peccata tua pys actibus dele. Quo dicto uenit uentus et illum ad locum, de quo assumptus fuerat reduxit. Ibique familiam suam lacrimantem inuenit. Que videns eum redeuntem et mirabiliter deformatum territi omnes fugiunt. Creuerunt autem ipsi vngnes in pedibus et manibus in modum aquilarum et facies eius nigra et horrida et yspida ex metu uidebatur, ita vt a suis minime nosceretur, quamuis per modicam horam defuisset, que sibi tamen mille annos videbatur. Tandem ab eo reuocatis redierunt et rem per ordinem an eo audientes deum collaudabant. Ipse autem in virum perfectum postea est muiatus et suam vitam bene meruit terminare. Hay que observar que en esta versión medieval, como en nuestras dos versiones 79 y 80 y otras modernas que podríamos citar, el burlador le da un puntapié o injuria de otra manera a una calavera de un muerto que encuentra en el camino, pero quien acude a la invitación del burlador no es la calavera, sino una estatua, un difunto, un caballero terrible, etc. Todo esto tiene mucha importancia para el estudio de nuestro tema, porque a las claras se ve que la imaginación popular no distingue tratándose de apariciones, entre calaveras, estatuas, caballeros, esqueletos, o sencillamente aparecidos. En muchos de los cuentos y romances citados en nuestra bibliografía hallamos las mismas discrepancias: primero se trata de una calavera burlada, y luego llega a cenar una estatua, un difunto, un esqueleto o sencillamente un aparecido. Esta discrepancia para el mismo personaje dramático la hallamos también en el Leoncio del año 1615 de los estudiantes jesuitas de Ingoldstadt. Leoncio le da un puntapié a la calavera de su antepasado, sin conocerla, y la invita a comer. A la cena se le presenta no la calavera, sino un hombre de aspecto terrible y monstruoso. Todo se debe a las exigencias dramáticas basadas en realidades humanas. En la comedia de Tirso se trata de una estatua, la estatua tradicional clásica que cobra vida para vengarse del que la ultraja. Pero las versiones primitivas de nuestro cuento no admitían seguramente esta discrepancia de una calavera que se cambia en estatua o caballero. Algunas versiones modernas del cuento conservan la calavera, aun cuando hay el doble convite. Véanse para este punto algunas de las versiones de romances y cuentos documentados por Said Armesto 31-58. De principios del siglo XVI tenemos otra versión latina que documenta el mismo cuento de la versión 164 de Klapper del siglo XIV, pero con algunos detalles muy diferentes en el principio, Hollen, citado en nuestra bibliografía, Sermones dominicales, Dominica XX post Pentecostes, Sermo III,
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
del año 1517. Un borracho tropieza contra una lápida en un cementerio y empieza a maldecir a Dios y a blasfemar. Sigue tropezando y blasfemando. Se le aparece entonces un fantasma. Damos un breve resumen: Éste era un juez muy borracho. En vano trataba su buena mujer de hacerle cambiar de vida. Una noche volvía a su casa de la taberna y pasaba por un cementerio. Al entrar en el cementerio, dio con un pie en la lápida y le dio tanta ira que empezó a maldecir a Dios y a la Virgen María y a blasfemar de Cristo. Por segunda y tercera vez dio con el pie en alguna lápida, y seguía con sus maldiciones y blasfemias. En esto estaba, cuando se le apareció un difunto de aspecto horroroso, cubierto de serpientes, sapos y gusanos. —¿Quién eres tú? —le preguntó el borracho—. Y el difunto le contestó: —Yo soy lo que eres tú. Entonces le dijo el borracho: —Te invito a cenar conmigo. Aceptó el muerto la invitación y el borracho se marchó a su casa. Luego que llegó, cerró puertas y ventanas y mandó que no le abriesen la puerta a nadie. Apenas se hubo sentado a la mesa, cuando llegó el difunto. No le dejaban entrar y empezó a dar tantos golpes en la puerta que toda la casa se sacudía. Por fin abrió la puerta y entró, y le dijo al borracho: —Tú me invitaste; aquí estoy. Voy a comer contigo. De miedo todos huyeron, excepto el borracho. Después de comer, dijo el difunto: —Tú me invitaste a tu cena; ahora yo te invito a ti a cenar conmigo. Has de venir dentro de tres días a esta misma hora. Entonces el difunto desapareció. Otro día fue el borracho a ver a un sacerdote y confesó todos sus pecados. Llegados el día y la hora, el borracho fue asido sin saber de qué manera y llevado en cuerpo y alma a un sitio infernal, donde pudo ver toda clase de sufrimientos: los tormentos que sufrían los golosos y los borrachos, consumidos en llamas de fuego de azufre y pez. —Esta es mi cena —le dijo el muerto—. Ahora puedes comer conmigo serpientes y sapos y beber azufre y fuego. Casi muerto de miedo, el pobre borracho fue llevado a su casa, canoso y cadavérico. En la vida volvió a reírse, lloró amargaente sus pecados y se arrepintió de su mala vida. Sigue la versión latina: De ebrietate. Nolite inebriari vino in quo est luxuria. Quinto est blasphematiua diuinorum. Essaias V. ca: Ve qui potentes estis ad bibendum: et viri fortes ad miscendam ebrietatem, specialiter loquitur contra illos qui gloriantur quod multum possuut potare et alios inebriare. Tunc maledicunt deo: angelis: es sanctis suis blasphemant. Cuius exemplum legitur. Quod fuit quidam iudex et potator pessimus: habens tamen vxorem valde deuotam: qui die
noctuque potabat. Habeas vitam valde periculosam: sed mulier deum inuocabat quatenus eum a tali potatione auerteret. dedit elemosynam: orabat feruenter. Accidit vna noche quod venit de taberna plenus ceruisia et ebriosus transiens per cimiterium. Cum autem esset in cimiterio impegit pedem in lapidem aut truncum. Tunc ex impatientia cepit maledicere deo et beate Marie virgine: iurando per membra Christi.transiens [sic] modicum vltra: iterum offendit tibiam in quodam ligno tunc altius blasphemauit Christo et matri sue: iurando per apostemata et vulnera Christi Cum iterum modicum iret, impegit tertio pedem in ligno: tunc execrabiliter clamauit blasphemando et maledicendo deo et beate virgini: et omnibus sanctis dei. Maledictus sit deus et Christus cum mitre sua maledicti sint omnes sancti in regno celorum. Tunc mox sibi apparuit imago cuiusdam hominis mortui: stans ante eum in horribili et terribili specie cum serpetibus, bufonibus, et alijs vermibus in corpore saturientibus. Ille vero territus ex illa imagine horribili dixit. Quis es tu? Respondit quod ego sum tu eris. Ille autem in sua ebrietate animatus dixit. Venies mecum ego te inuito ad cenam. Respondit ille. Vade et ego sequar te. Cum autem venisset ad domum suam: dixit vxori et familie sue: quod quendam inuitasset quem non deberent intromittere: et precepit quod ostium clauderetur atque fenestre. Sedens ille in mensa pulsauit ante ostium inuitatus: quem noluit intromittere. Secundo pulsauit cum tanto strepitu quod tota domus tremebat. Et aperiens ostium, inraduit domum in tali horribili specie dicens. Inuitasti me ecce assum: ego comedam tecum: Tunc ex timore (excepto eo) omnes fugierunt. Tu inquit inuitasti me ad cenam tuam: et ego inuito te ad cenam meam: tertia die venies illa hora: et sic disparuit. Altera die dolore et timore tactus, confessus ets omnia peccata sua. Adueniente hora, raptus est et deductus cum corpore et anima al loca infernalia vbi vidit omnia genera tormentorum sicilicet potatorum et gulosorum qui potauerunt ignem sulphur picem etcetera, dixit ille mortuus ad eum. Edde prandium et cena mea comede nunc mecum serpentes et bufones bibe susphur picem et ignem. Ille quasi semimortuus pre timore et horrore penarum reductus est ad locum vnde assumptus fuerat et apparuit canos decrepitus et quasi mortuus, qui postea nunquam risit sed semper lachrymatus est et strictissimam vitam assumpsit et se emendauit. Utinam sic contingeret illis ebriosis quod etiam se emendarent et nunc agerent veram penitentiam. Nuestras dos versiones españolas 79 y 80 no son primitivas en el final. En la versión primitiva el burlador era seguramente condenado como en algunas versiones
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III. CUENTOS MORALES
modernas, como en la comedia de Leoncio, donde el burlador y descreído es llevado al infierno por su antepasado muerto, y como Don Juan en la obra de Tirso. El cuento era en sus formas primitivas un cuento moralizador y el ejemplo del condenado por descreído y burlador o por su desenfrenada sensualidad era completo y terrible. Las versiones donde el burlador, cargado de reliquias, se salva, son posteriores. La versión latina del siglo xiv arriba citada no es, por consiguiente, de las primitivas del cuento del burlador de la calavera y del doble convite. Tampoco lo es la versión latina de Hollen del siglo XVI. El Leoncio y la comedia de Tirso de Molina conservan en el detalle de la condenación del burlador la verdadera fuente primitiva. Algunas de las versiones de nuestra bibliografía que llevan el doble convite y la muerte o condenación del burlador, incrédulo o ambas a la vez, y que en mi opinión conservan con fidelidad los elementos fundamentales de la tradición primitiva, son las siguientes: Said Armesto 34-37, 50-51, 54-56; Braga I, 62; Busk 202-203; RFR II, 204-205; Barzaz Breiz 262-265; RTP XVIII, 413; Magnus 212; Bolte en ZVLG XIII, 388-393. Nuestro cuento tiene raíces muy hondas, algunas de ellas patrimonio universal. Es pueril querer demostrar que el carácter de Don Juan es de origen español o que la leyenda pudo desarrollarse solamente en España. El tipo de joven arrogante, valiente, muy buen mozo, lujurioso y a veces descreído es conocido en la tradición de Europa desde muy antiguo. Ya hemos visto que en los dos cuentos latinos de los siglos XIV y XVI el protagonista es sencillamente un borracho en el primero y un borracho y blasfemo en el segundo. En España encontramos perseguidores de mujeres, y algunos de ellos castigados y hasta condenados como Don Juan, en El infamador de Juan de la Cueva, en El rufián dichoso de Cervantes, en La fianza satisfecha de Lope de Vega y en El esclavo del demonio de Mira de Amescua. Las estatuas ultrajadas que cobran vida para vengarse de los que las ultrajan o para luchar con ellos, son bien conocidas desde la antigüedad clásica, empezando con el famoso caso de la estatua del atleta griego Teógenes de Tasos, que levantó un brazo para darle un golpe mortal al atleta que le dio azotes para burlarse de ella. Jacques de Vitry, 276, nos cuenta la leyenda siguiente: Un ladrón que desea robar de una iglesia a una Virgen con el Niño de plata, la encuentra demasiado pesada y entonces trata de quitarle al Niño. La Virgen le da tal golpe con la mano que tiene libre, que el ladrón cae al suelo sin sentido. Después de volver en sí, el ladrón se arrepiente. En España hay muchos ejemplos semejantes, entre ellos el muy famoso del judío
y la estatua del Cid, romanceado por Sepúlveda, Durán 905. El difunto que sale de su tumba para luchar con el que ultraja su estatua, lo encontramos en la literatura española en Dineros son calidad de Lope de Vega. Las calaveras que persiguen a los que las ultrajan se hallan en los cuentos populares de todas partes del mundo. Hasta entre los indios de Norteamérica encontramos calaveras ultrajadas que buscan la venganza. Véase, por ejemplo, el cuento de JAFL V, 201-204. Y las calaveras ultrajadas e invitadas a cenar que ordinariamente en forma de un esqueleto o muerto horroroso acuden a la cena y luego invitan a cenar al que las ha ultrajado, con el castigo de éste o su perdón por la intercesión divina, se hallan en numerosos cuentos y romances de todas partes de Europa. En estos últimos encontramos las verdaderas fuentes del episodio fundamental del doble convite de nuestra leyenda, que de una manera tan genial desarrolló Tirso de Molina en El burlador de Sevilla y convidado de piedra. La leyenda de Don Juan no es de origen español. Tiene sus orígenes inmediatos en alguna versión española del cuento del burlador, borracho o incrédulo y blasfemo (o dos de estos elementos unidos en el mismo personaje), la calavera ultrajada y el doble convite y la muerte o condenación del protagonista, un cuento occidental y cristiano que durante la Edad Media dio origen y forma a versiones literarias semejantes a la del siglo XIV publicada por Klapper y después a la del siglo XVI y otras semejantes. Pero estas dos versiones latinas, como algunos cuentos y romances modernos semejantes a nuestras versiones 79 y 80, han cambiado ya el desenlace primitivo y fundamental de nuestro tema, con el perdón y amonestación del borracho, blasfemo, incrédulo o burlador. El Leoncio de 1615, el drama de Tirso de Molina y los cuentos y romances que terminan de la misma o semejante manera, son mucho más fieles a las fuentes primitivas. Se trata de un tema europeo de fuentes occidentales y cristianas, de carácter medieval y moralizador, que ha tenido un desarrollo extraordinario en la tradición y que llegó a su forma literaria más perfecta en la obra genial de Tirso de Molina. El estudio de la señora Epplen Mackay, una de mis discípulas de la Universidad de Stanford, citado en nuestra bibliografía, The double Invitation in the Legend of Don Juan, es la más reciente de las investigaciones serias sobre nuestro tema. Reunió y estudio con sana crítica ochenta y una versiones del tema de la doble invitación en cuentos, romances y poemas varios en versiones latinas, españolas, portuguesas, italianas, francesas, bretonas, vascuences, alemanas, holandesas, flamencas, danesas y noruegas. Hizo un
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
estudio detallado y completo de los elementos fundamentales de todas las versiones y estableció el arquetipo teórico europeo y primitivo con sus más importantes variantes. El arquetipo y sus variantes son los tipos fundamentales. A este arquetipo primitivo de Europa pertenecen veintiocho versiones de las que estudio la señora Epplen Mackay: latina medieval 1 (de 2); españolas peninsulares 13 (de 15); españolas de América 2 (de 2); portuguesas 2 (de 6); italiana 1 (de 7); francesas y bretonas 5 (de 20); alemanas 4 (de 15). Predominan las versiones españolas.
E. Varios 81. El ángel y el ermitaño BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Cabal CTA 98-100; Espinosa, Castilla 186; Leyendas moriscas I, 315-322; Libro de los Enxemplos 51; Lucanor 3; Menéndez Pidal, Estudios 94-95, 99; RABM VI, 167168, VII, 422-423; Sánchez Pérez 52; Tirso de Molina, El condenado por desconfiado.—Española de América: Mason-Espinosa PRF VII, 55.—Portuguesa: Athaide Oliveira 1, 68.—Catalana: Alcover II, 284-287.— Francesas: Barbazan-Méon I, 208-242; JREL VII, 417, 421; Köhler II, 389-390.—Bretonas: Luzel, Légendes I, 175-186, 187-203, 267-281; Mélusine I, 300-308.—Valona: Wallonia XV, 348.—Vascuence: Webster 209-211.—Latinas: Dialogus Miraculorum XI, 1; Etienne de Bourbon 26; Jacques de Vitry 72; Klapper 117; Köhler II, 442-443; Speculum Exemplorum I, 4, II, 189, 200, VIII, 92, IX, 199; Speculum Historiale XIX, 78; Vitae Patrum, Migne LXXIII, 911, 1170; Wright, Latin Stories 105.—Alemanas: Grimm 206; Haltrich 29, 31; Haupt II, 318; Jahn 61; Knoop 1; Köhler I, 32-36; Meier 16; Schönwerth III, 35-37.—Inglesas: Englische Studien XIV, 171-177.—Irlandesa: Kennedy, Fireside Stories 126-127.—Eslava: Leskien-Brugman 45.—Magiares: Jones-Kropf 7-13; Notes and Queries VI, X, 63; ZVFV XIII, 70-71.—Árabes: Alcorán XVIII, 59; RTP XXII, 291.—Indias: Mahabharata (Menéndez Pidal, Estudios 14-21).—Clasificación y estudios especiales: Aarne-Thompson
756A, 756B, 756C; Boggs 756A; Bolte-Polívka III, 463-471; Catalogue of Romances III, 60; Englische Studien XIV, 165-182, XVI, 434-435, XIX, 177-182; FFC LIV, 34, LXIX, 126, 129-155, 241-261; Germania XII, 55-60, 310-318, XXV, 132; Jones-Kropf 306312; JSavants NS I, 69-70; Knust en Lucanor 306; Köhler 1, 32-39, II, 389-393, 442-444; Menéndez Pidal, Estudios 9-100; PMLA XX, 529-145; ZRPh I, 368; ZVFV X, 196, XIII, 71-72, XV, 393; Thompson F971.1, Q521.1, Q553.2. El estudio preliminar de la célebre leyenda del condenado por desconfiado fue hecho por Menéndez Pidal en los trabajos arriba citados de Cultura Española y Estudios literarios. La mayoría de las versiones literarias y populares que estudia Menéndez Pidal y las otras citadas en nuestra bibliografía documentan diversas formas del cuento del que se condena por desconfiar de la justicia y misericordia divinas. Menéndez Pidal ha estudiado estos cuentos con una abundancia extraordinaria de variantes literarias y populares y ha podido trazar el camino por donde han venido las antiguas versiones de Oriente a Occidente. Una de las formas típicas del cuento es la del ermitaño que desea saber quién va a ser su compañero en el Paraíso y que se ve castigado por su soberbia y desconfianza en la justicia divina y se condena. Cuando sabe que su compañero en el Paraíso será un pecador por él conocido, desconfía de la justicia divina que le pone a él, un ermitaño virtuoso, al lado de un vil pecador, abandona su virtud y se condena. La otra forma fundamental de la leyenda es la del ermitaño santo que apostata al ver salvarse a un ladrón u otro criminal, y que también recibe su castigo y se condena. Estos dos tipos fundamentales y antiguos de la leyenda del condenado por desconfiado son de origen oriental. Menéndez Pidal y otros que estudian nuestro tema citan y estudian versiones judías, árabes, cristianas de las Vitae Patrum y otras fuentes medievales, algunas de las cuales citamos en la bibliografía, y hasta versiones de la India antigua, como la famosa versión del Mahabharata, arriba citada. El primer tipo, el tema de la comparación de los méritos, tratado por Tirso de Molina en su genial obra dramática El condenado por desconfiado, estudiado con tan exquisita erudición por Menéndez Pidal, no es el que ahora nos interesa. Nuestra versión conquense 81 está relacionada directamente con el segundo tipo, el tema del ermitaño que, al ver salvarse a un ladrón, apostata y se condena. Pero es todavía tan diferente nuestra versión 81 de este tipo, que podríamos establecer un tipo tercero, variante del segundo, y a este tipo tercero pertenecen nuestra
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III. CUENTOS MORALES
versión conquense y otras hispánicas modernas. El tipo segundo es muy bien conocido en la Edad Media en versiones cristianas. Daré como versión típica la de Jacques de Vitry 72: Que nimis apparet retia vitat avis, verum diabolus sub specie boni quandoque aves et religiosos decipit ut se ipsos nimis affligendo inutiles reddant vel etiam aliis despectis, de se presumant, unde legimus de quodam heremita, qui valde asperam longo tempore fecerat penitenciam, quod, cum ad eum quodam latro venisset, qui multos spoliaverat et jugulaverat, facta confessione, nullam ab heremita volebat penitenciam recipere; semper enim de latrocinio et rapina vixerat et jejunare vel aliquam penitenciam facere non consueverat. Tandem heremita ab illo accepit quod potuit, et injunxit ei ut, quiociens juxta viam aliquam crucem videret, flexo genu orationem dominicam diceret. Cumque latro hanc solam penitenciam suscepisset, remotus paululum a cella heremite videns hostes suos, quorum consanguineos occiderat, fugere cepit. Quo fugiente, crux super viam erecta illi occurrit et statim, flexo genu, cepit orationem dominicam dicere et crucem adorare et cum evassise potuisset, si continue cucurrisset, maluit mori quam penitenciam sibi injunctam preterire. Cum ergo ab hostibus fuisset peremptus, vidit dictus heremita angelos Dei cum gaudio portantes animam latronis vel potius martyris, et cepit cogitare ex magna presumptione et valde indignari et dolere quod, per multos annos, penitenciam durissimam fecisset et tamen latro ille et homicida, qua nunquam penitenciam fecerat, eum in gloriam precessisset, et spiritu nequant agitari cepit relicto heremo ad secultun ire et quia per apostasiam dedit locum diabolo, accepta in eum potestate, timens diabolus ne aliquando ad penitenciam deberet redire, posito in via obstaculo corruit et, collo confracto, sepultus est in inferno. Finis non pugnam coronat; ubi te invenero, ibi te judicabo. Alie virtutes in stadio currunt sed sola perseverantia bravium accipit et reportat. Semejantes a la versión de Jacques de Vitry, todas, por consiguiente, del tipo segundo, son las siguientes medievales: Etienne de Bourbon 26; Klapper 117; Speculum Exemplorum IX, 199; Wright, Latin Stories 105. Véase, además, Klapper p. 325 y Menéndez Pidal, Estudios 7983. Nuestra versión conquense establece, como ya queda dicho, el tipo tercero de nuestra leyenda, un tipo relacionado directamente con el segundo, pero ya muy diferente de él. El tema ya no es el del condenado por desconfiado, sino el del humillado y castigado para salvado, y es, por consiguiente,
un ejemplo mucho más bello y más consolador de la justicia y misericordia divinas. Un eremita se alegra cuando ve que la justicia ha cogido a un ladrón y declara que su alma se la llevará el diablo seguramente. Dios castiga su espíritu farisaico, le niega su ayuda material, y envía un ángel para darle el castigo que merece. Llevará un sarmiento para cabecera hasta que broten de él tres ramas verdes. El eremita se arrepiente, sufre su penitencia por muchos años, muere en la gracia de Dios, unos ladrones hallan el sarmiento con las tres ramas verdes y también se arrepienten y mueren santos. A este tipo tercero de nuestro cuento, el castigado y humillado para salvado, no pertenece ninguna de las versiones medievales que yo conozco. El tipo, sin embargo, debe de ser antiguo en Europa porque ha dejado muchas versiones en la tradición moderna. Es el tipo bien conocido de Aarne-Thompson 756A, Grimm 206, Luzel, Légendes I, 204, 209. De la tradición moderna de España conozco cinco versiones: nuestra versión conquense 81; Cabal CTA 98-100; Espinosa, Castilla 186; Sánchez Pérez 52, y Alcover II, 284-287. Nuestra versión 81, la castellana de Espinosa, la de Sánchez Pérez y la de Cabal son fundamentalmente idénticas. En las cuatro versiones un eremita farisaico expresa su satisfacción al ver que han apresado a un ladrón y lo juzga ya condenado. El ladrón se salva mediante una verdadera contrición, mientras que el eremita tiene que llevar un sarmiento en nuestra 81, en la castellana de Espinosa y en la de Sánchez Pérez, y el madero de la horca del ladrón en Cabal, hasta que broten de uno tres ramas verdes y el otro florezca. En las tres versiones el fin es idéntico y fiel al tipo general de Aarne-Thompson 756A. El cuento de Alcover es algo diferente. Un ladrón le da la muerte a su confesor cada año porque no le da la absolución. Por fin se confiesa con un santo padre que le dice que tan posible es que Dios le perdone como que florezca el cubo del pozo. Se arrepiente de veras el ladrón y durante la noche muere de dolor. Otro día los frailes hallan el cubo florecido. Otros tipos semejantes en los cuales tenemos el tema de la condenación o de la salvación del eremita farisaico y orgulloso son los de Aarne-Thompson 756B, que contiene algunas veces nuestro tipo tercero arriba establecido mezclado con elementos del cuento del joven prometido al demonio, y 756C. El primero de éstos, Aarne-Thompson 756B, se halla en numerosas versiones modernas, BoltePolívka III, 463-471. En la tradición española este tipo de cuento no es muy popular. Véase Cabal CTA 194-197 y Boggs 86. El tipo de Aarne-Thompson 756 C, el de los dos pecadores, a cual mayor, que también lleva algunas veces el elemento del palo que florece, no tiene relación directa
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
con nuestro cuento del tipo 756A. Ha sido estudiado por Andrejev en FFC XVI, número 54. Para detalles generales sobre el elemento de la vara que florece, símbolo de la virtud, de la inocencia o de la contrición verdadera, véase también Mason-Espinosa PRF VII, 55, Aarne-Thompson 755 y Dähnhardt II, 265-268 (la vara de San José), RTP IX, 504, XIII, 505, XV, 61, XIX, 66, 336, 532, XXI, 123-124, XXII, 289-292, XXV, 141-142.
82. La cabeza de la muerta 83. El aparecido BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia 116; BTPE II, 17-19; Espinosa, Castilla 205; Manuel del Palacio 29-40; RFE XXVI, 54-56, 58-59; Zorrilla I, 38-44, 404-431.—Españolas de América: JAFL XLV, 356-357; Mason-Espinosa PRF VI, 42; Rael 104, 354.—Catalana: RFE XXVI, 60-61.—Portuguesa: Coelho 74.—Francesas (bretonas): Luzel, Légendes II, 187-193; Sébillot, Traditions I, 265-266.—Latinas: Legenda Aurea III, 78; Gesta Romanorum 277.—Alemana: Wendenmuth VI, 174.—Griega: Hahn I, 2.—Árabes: RFE XXVI, 71; Rivière 43-44; RTP VIII, 279-281.—Berberisca: Basset 57.—Marroquíes: RFE XXVI, 43-45, 45-48, 61-62.—Clasificación y estudios especiales: Basset 205208; Boggs 780A; Bolte-Polívka I, 276, II, 535; Hodgkin 286-287; Hurtado-Palencia 864; Köhler I, 154-155; Mackensen I, 1-114; RFE XXVI, 42-79; Sébillot, Folklore I, 325; Thompson M354, Q551.4. Nuestro cuento abulense 82 es una preciosa versión del cuento tradicional de la cabeza de ternera, pez u otro animal, que se le convierte al matador en la cabeza del muerto. Nuestra versión granadina 83 lleva otros detalles relacionados con otro cuento, el de los altos juicios de Dios, Cuentos 75 ya estudiado. Pero el episodio de la asadura que se convierte en la cabeza del fraile a quien el arriero había dado muerte, es un cuento independiente, otra versión de Cuentos 82. Las versiones hispánicas populares que yo conozco de este cuento son ocho, cuatro españolas peninsulares y cuatro españolas de América: nuestras dos versiones 82 y 83; BTPE II, 17-19; Espinosa, Castilla 205; Mason-Espinosa PRF VI, 42; Rael 104, 354; JAFL XLV, 356-357. Conozco además seis versiones hispánicas literarias, muy semejantes a las populares y que denuncian claramente su origen popular y tradicional: dos versiones del siglo xvIII, una madrileña y otra valenciana, citadas por Guastavino
Gallent en RFE XXVI, 54-56, 58-59; dos leyendas en versomde Zorrilla, Para verdades el tiempo y para justicia Dios, El talismán, en Zorrilla I, 38-44, 404-431; Manuel del Palacio 29-40; y una versión catalana de Mallorca, RFE XXVI, 60-61. Para la tradición de Europa conozco solamente dos versiones adicionales, las dos francesas de Luzel, Légendes II, 187-193 y Sébillot, Traditions I, 265-266, las dos muy semejantes a las hispánicas. El cuento se halla también en el Norte de África, en versiones árabes, berberiscas y marroquíes. Yo conozco siete versiones, pero tres de ellas están muy estropeadas e incompletas, si bien conservan algunos elementos fundamentales del tema. Las cuatro restantes, todas completas y muy bien conservadas, son las siguientes: Basset 57; RFE XXVI, 4348 (dos versiones marroquíes); RTP VIII, 279-281. Estas cuatro versiones berberiscas y marroquíes pertenecen, con las catorce versiones hispánicas y las dos francesas, a un tema fundamental muy bien caracterizado y de común origen. Entre unas y otras, estas veinte versiones hispánicas (catorce), francesas (dos) y africanas árabes (cuatro) contienen los siguientes elementos o motivos fundamentales: A. Un individuo da muerte a otro para quitarle su dinero, o por otro motivo. En la mayor parte de las versiones el matador le corta la cabeza a su víctima y la entierra separadamente del cuerpo. Se marcha de su pueblo. A1. Un barbero degüella a uno de sus parroquianos por burla o por capricho, sin motivo alguno. Tanto en elemento A como en elemento A1 encontramos a veces el detalle adicional de la voz misteriosa que le dice al matador que su crimen será descubierto y que «la pagará», o bien de la víctima que antes de morir hace la misma declaración. B. Muchos años después, generalmente cuando ya ha vuelto a su pueblo, el matador compra una cabeza de ternera o de cordero, una asadura, una torta de pan o una calabaza, y se dirige a su casa para (guisarla y) comérsela. B1. Muchos años después, cuando el matador vuelve a su pueblo, llega al sitio donde había enterrado la cabeza de su víctima y encuentra allí una vid llena de uvas. Coge un racimo de uvas para llevárselo de regalo al sultán. En la versión berberisca de Basset 57, el matador halla un granado con granadas en vez de una vid, y coge una granada para llevársela al sultán. C. En el camino, la cabeza de ternera, o lo que sea, se le convierte al matador en la cabeza de su víctima. La gente ve que va chorreando sangre de lo que el matador lleva oculto a su casa.
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III. CUENTOS MORALES
C1. Cuando el matador va a entregar al sultán el racimo de uvas o la granada, el racimo de uvas o la granada se le convierte en la cabeza de su víctima. D. De esta manera se descubre el crimen, y el matador sufre la pena de muerte. Nuestras versiones se dividen en dos tipos importantes y fundamentales. Tipo I, con elementos A, B, C, D. Este es tal vez el tipo hispánico primitivo. Pertenecen a este tipo doce de las catorce versiones hispánicas, el 86%, todas, excepto la segunda versión de Zorrilla, El talismán, y la nuevomejicana de Rael 104, y las dos versiones francesas, total catorce, o sea el 70% de todas nuestras versiones. Tipo II, con elementos A ó A1, B1, C1, D. Este es el tipo africano-árabe. Pertenecen a este tipo las cuatro versiones berberiscas y marroquíes arriba citadas, y la versión nuevomejicana de Rael 104, o sea el 25% de todas. Las versiones hispánicas literarias, con algunas marroquíes, han sido estudiadas por el señor Guastavino Gallent en RFE XXVI, 42-79, La leyenda de la cabeza. Curiosamente el señor Guastavino Gallent desconoce algunas versiones populares que pudo haber leído, entre ellas mis dos versiones Cuentos 82 y 83, publicadas en 1923. Su estudio nos interesa principalmente por dos importantísimas versiones literarias que publica, una del siglo XVIII y otra de mediados del siglo XIX, números 6 y 8 de su estudio, que documentan formas perfectas de nuestro Tipo I, aunque ya convertidas en verdaderas leyendas, dándole carácter histórico y bien localizado a un cuento antiguo y tradicional. Examinemos estas dos versiones. Versión 8 es una versión perfecta de nuestro Tipo I, muy mal revestida con la presencia de San Vicente Ferrer. Se halla en la Vida de San Vicente Ferrer publicada en 1735: Predicando en una ocasión San Vicente en la Marca, en Italia, oía el sermón un malvado, que habiendo dado muerte a su hermano lo había enterrado secretamente en su casa. San Vicente, lleno de su espíritu profético y celo divino, predicando contra los homicidas, sin nombrar a éste, dijo claramente amenazándole que presto descubriría Dios tan enorme pecado. Habiendo después este fratricida comprado en la carnicería la cabeza de una ternera, llevándola en una esportilla a su casa, destilaba sangre por la tierra. Encontrólo un ministro de la justicia, y viendo la sangre que chorreaba, le preguntó la causa. Respondió él que era la cabeza de ternera que había comprado. Levantóle
la capa el esbirro, y halló, no la cabeza de ternera, sino la cabeza del hermano que había muerto. Se lo llevó preso, le dieron tormento, confesó su pecado y la justicia le dio el castigo merecido. Versión 6, citada de la obra de Antonio Capmany y Montpaláu, Origen histórico y etimológico de las calles de Madrid, 1863, páginas 72-74, nos interesa aún más porque se trata de la misma leyenda documentada después por Manuel del Palacio y por Olavarría y Huarte en BTPE II, 17-19, versiones citadas en nuestra bibliografía. La versión literaria de Capmany y Montpaláu es la siguiente: Calle de la Cabeza: Vivía en una casa algo decente, cerca del barrio del Avemaría, un sacerdote de mediana fortuna, el cual tenía un criado que, codicioso de sus bienes, proyectó apoderarse de ellos, y no encontrando otro medio que el de asesinarlo, se decidió a cometer su terrible crimen. En efecto, aguardó a que el respetable sacerdote se recogiera, y cuando le creó dormido se llegó a su lecho y con una enorme navaja le degolló, separándole la cabeza del tronco del cuerpo; en seguida se apoderó de su metálico, que no era poco, y cuando lo hubo recogido salió de la casa, emigrando al reino de Portugal. Mucho se habló en Madrid de este asunto, el cual quedó impune, y con el tiempo también olvidado; pero al cabo de algunos años, cuando ya ninguno se acordaba, el asesino volvió a Madrid disfrazado de caballero, y paseándose una mañana por el Rastro le dio el capricho de comprar una cabeza de carnero, recordando todavía su humilde condición de criado de servir; la ajustó y la escondio debajo de su capa, siguió con ella, y un alguacil que por allí había notó que iba el fingido caballero dejando un rastro de sangre; el alguacil le paró, preguntándole lo que llevaba, porque la sangre teñía el suelo. —¡Qué tengo que llevar! —contestó admirado—. La cabeza de carnero que ahora acabo de comprar. Y al tiempo de mostrarla al ministro de justicia se halló con que era la cabeza de un sacerdote. Entonces reveló su crimen, y fue conducido a la cárcel de Villa, junto a las Casas Consistoriales, y habiéndole sentenciado a horca, fue ejecutado en la Plaza Mayor de Madrid. La cabeza cuentan que, así como se cumplió la sentencia, volvió a transformarse en cabeza de carnero, y por memoria mandó el rey Don Felipe III que se hiciese una de piedra asemejando a la del sacerdote, y que se colocase en la fachada de la casa; pero luego los vecinos pidieron que se quitase de allí porque les causaba espanto, y que ellos se obligaban a edificar una capilla en honor de Nuestra Señora del Carmen y poner un cuadro que representa el suceso.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
En resumen, este relato es otra versión perfecta de nuestro Tipo I. Iguales son las versiones de Manuel del Palacio y de BTPE II, 17-19, que documentan la misma leyenda. Las tres versiones localizan la leyenda en Madrid, y puede tratarse de un verdadero acontecimiento histórico que la tradición ha revestido con elementos folklóricos muy antiguos, sacados del cuento primitivo de la cabeza del muerto. Los datos que el señor Guastavina Gallent reúne en páginas 56-57 de su estudio, sacados del Diccionario geográfico de Madoz y otras obras, nos inducen a creer que aun la leyenda española tiene raíces muy hondas y muy extensas. Examinemos ahora con más detalles nuestras versiones hispánicas. Las versiones literarias han sido transformadas en leyendas locales y añaden detalles que nada tienen que ver con el tema primitivo, antiguo y tradicional; pero reducidas a sus elementos fundamentales, son idénticas a las de la tradición oral. Doce de las versiones hispánicas pertenecen al Tipo I, como ya queda dicho. Una versión hispánica, la literaria de Zorrilla, El talismán, no pertenece ni al Tipo I ni al Tipo II arriba establecidos, si bien contiene elemento A y variantes extraordinarias de elementos B y C. El matador pide una cabeza escultural semejante a la de su amada por él muerta, y misteriosamente aparece una de plata que se convierte en la de la muerta. Es una versión extraordinaria del Tipo I. La versión nuevomejicana de Rael 104 es en realidad una variante del Tipo II, la única de este tipo en la tradición hispánica. Lleva elementos A, B1, C1, y termina de una manera extraordinaria. En elementos B1, C1, un joven encuentra una calabaza en el sitio mismo donde ha asesinado a su víctima, y se la lleva a su madre de regalo. Se convierte la calabaza en la cabeza del muerto y confiesa su crimen. Después de hacerle enterrar cristianamente al muerto, su madre manda decir muchas misas para que Dios le perdone su pecado. De las doce versiones hispánicas del Tipo I, nueve son versiones perfectas del tipo, con elementos A, B, C, D, cuatro literarias y cinco de la tradición oral. Las cuatro literarias son: Manuel del Palacio 29-40: RFE XXVI, 54-56, 58-59, 60-61. Las cinco de la tradición oral son: Cuentos 82; BTPE II, 17-19: Espinosa, Castilla 205; JAEL XLV, 356-357; Mason-Espinosa PRF VI, 42. Dos versiones populares son versiones casi perfectas del Tipo I, omitiendo solamente elemento D, tal vez por olvido: Cuentos 83 y Rael 354. En los dos casos se trata de un cuento (el nuestro) dentro de otro cuento. La versión literaria de Zorrilla, Para verdades el tiempo y para justicias Dios, es también una versión casi perfecta del Tipo I, con una variante muy notable de elemento A. Dos jóvenes amigos están enamorados de la misma joven.
Se casa con ella uno de ellos, y el otro le mata el día mismo de la boda. Huye y nadie sabe quién es el matador. Vuelve muchos años después, hace el amor otra vez a la joven y está para casarse con ella. El día de la boda compra una cabeza de ternera y vuelve a su casa con ella, dejando por es camino un reguero de sangre. Le siguen unos alguaciles, le obligan a descubrir lo que lleva, y en ese momento la cabeza de ternera se vuelve la cabeza del amigo asesinado. Confiesa el matador su crimen y es ejecutado. Las otras versiones que citamos en nuestra bibliografía son ya muy diferentes y no tienen relación directa con nuestro cuento. Bolte cita algunas versiones semejantes a las de nuestro Tipo I de Rusia y otras partes, entre ellas una versión latina del siglo XVI, que yo no he podido examinar. Véase Köhler I, 154 y Bolte-Polívka II, 535. Según Bolte, Köhler I, 154155, el motivo fundamental de nuestro cuento hay que buscarlo en la leyenda del rey godo Teodorico, a quien se le apareció en una fuente en la cual le habían servido pescado, la cabeza de Simaco a quien había dado muerte, y en la leyenda que se contaba de Nerón, a quien se le aparecieron en tres platos distintos las tres cabezas de los tres consejeros a quienes había mandado matar. Estas leyendas mismas, sin embargo, pueden muy bien venir de tradiciones populares anteriores. La leyenda de Simaco viene de fuentes muy antiguas. La cuenta ya el historiador griego Procopio en el siglo VI. Véase Hodgkin 286-287. Está documentada en la obra alemana del siglo XVI Wendenmuth VI, 174 y en obras posteriores. Hay otros tipos de cuentos relacionados con el nuestro: el del cardo acusador, Boggs 960, Ampudia 116, Espinosa, Castilla 207, 208, Libro de los Enxemplos 96; el del cordero que habla, Espinosa, Castilla 206; el de las moscas que descubren un crimen, Espinosa, Castilla 209; el del matador que repite las últimas palabras del muerto al ponerse el sol y de esta manera descubre su crimen, Aarne-Thompson 960; y, por último, el famoso cuento de Gesta Romanorum 277, del soldado sin dineros que para poder casarse con una joven muy rica da muerte a un ciego riquísimo, y que paga por su crimen a los treinta años después, según lo habían anunciado unas voces en el mismo sitio donde estaba enterrado el muerto, abriéndose la tierra y hundiéndose él adentro con su mujer y con todas sus riquezas. Este tipo se halla también en la tradición moderna de Portugal, Coelho 74. Véase también Thompson Q211.0.1. Nuestro cuento tiene también alguna relación con el cuento de los huesos acusadores, estudiado por Mackensen. En la bibliografía de Mackensen faltan, sin embargo,
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III. CUENTOS MORALES
muchas versiones francesas y españolas muy bien conocidas, particularmente las francesas publicadas en RTP y las hispánicas siguientes: Mason-Espinosa PRF III, 5 (siete versiones), 6 (ocho versiones), 20a; Tía Panchita 33-38; Alcover II, 229240; Parsons, Cape Verde I, 44, 46, 51. Véase también Cuentos 152. Al tema general de los huesos acusadores pertenece también el cuento de la infanticida que le guisa a su marido pedazos de carne de su propio hijo para vengarse, porque el hijo la había acusado de adulterio, relacionado con el mito clásico de Tiestes. Se halla en romances españoles tradicionales: Cossío-Solano I, 284290 (cuatro versiones); Menéndez y Pelayo, Antología X, 194; 196. Véase, además, Legenda Aurea III, 78, y RTP IV, 458, tipo de cuento en el cual se acusa no a un matador, sino a un ladrón.
84. El cabrito negro 85. El Cristo clavado en la puerta BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia FA 64; Libro de los Enxemplos 212; Muratori 10, 92, 97, 98, 105, 134; Sánchez Pérez 36.—Italiana: RTP XXVII, 222.—Francesa: Bozon 137.—Latinas: Etienne de Bourbon 94, 108, 128; Legenda Aurea IV, 248-250; Liber Exemplorum 203, 205b, 207; Speculum Exemplorum II, 75, IV, 8, V, 81.—Valona: Wallonia II, 33-35.—Alemana: Kuhn-Schwartz 23.—Clasificación y estudios especiales: Bibliotheca hagiographica latina 2497; Boggs 831A; Bulfinch, Mythology 20-23; Delehaye 90; Sébillot, Folklore IV, 284-286; Thompson D642.3, T321. Nuestro cuento asturiano 84, un ejemplo del castigo que sufre el que por sus malas intenciones u obras ve cambiada en un animal horrible a la joven que va a deshonrar o a la mujer con quien va a pecar, pertenece a los numerosos ejemplos de los libros medievales de carácter didáctico-moral. Algunos de estos ejemplos fueron escritos por primera vez durante la Edad Media, pero la mayoría de ellos tienen fuentes muy antiguas en la tradición de Europa. Las versiones de nuestra bibliografía que más se parecen a nuestra versión 84 son las siguientes: Muratori 92: Un joven disoluto se marcha de casa con dos mujeres malas con intención de pecar. Apenas han marchado unos momentos, cuando observa que las dos mujeres se convierten en dos estantiguas [sic] flacas y feísimas. Lleno de terror, las abandona y vuelve a su casa arrepentido.
Liber Exemplorum 203: Un hombre lujurioso está en casa esperando la llegada de su amiga. Cuando la amiga llegó, tuvo una visión y observó que un enorme sapo le estaba royendo la mano derecha. Quiso retirar la mano, pero entonces su amiga ya le tenía bien abrazado. Por fuerza se escapó de ella y del animal que le roía la mano. Kuhn-Schwartz 23: Un lujurioso se paseaba por la orilla del mar y se le acercó una hermosa joven. Sus pisadas eran como las de los caballos y el hombe huyó. Cuando por fin se escapó, volvió la cara para ver quién era su perseguidora, y vió que se había convertido en una gata. Era el mismo demonio. La versión italiana moderna de RTP XXVII, 222 es extraordinaria. Un recién casado descubre, al acostarse en el lecho nupcial, que su mujer no tiene cuerpo humano, sino de ternera. La abandona horrorizado. Parece una versión del tipo de nuestra 84, en la cual el narrador se confundió, olvidando que la mujer todavía no estaba casada e inventando algunos detalles. Otros castigos semejantes, pero ejemplos ya muy diferentes de nuestra versión 84 y de las versiones arriba documentadas, son los siguientes: Muratori 105: Un novicio se escapa de su monasterio con malas intenciones. En el camino le sale un toro rabioso que le obliga a meterse en una cambronera que le punza siempre que se mueve. Ibid. 134: Un perrazo sigue a un fraile amancebado, le coge en casa de su concubina, le abre el pecho y le saca el corazón. Speculum Exemplorum II, 75: Una mujer codiciada por cierto individuo la cambia un hechicero en yegua. Permanece en forma de yegua hasta que las oraciones de San Macario la vuelven a su forma humana. En este ejemplo el moralista quiere demostrar que para satisfacer una pasión brutal hay que ser animal. «Equi vos estis, qui equorum oculos habetis. Illa autem mulier non est transfigurata, sed solum in oculis eorum, qui seducuntur, videtur equa.» Ibid. V, 81: Un pecador lujurioso vuelve a su casa una noche. Al momento que llega su mujer y sus hijos ven que trae una espantosa cara de demonio y huyen de él. Confiesa sus pecados y se arrepiente, y cobra su cara humana. Todas estas versiones, particularmente nuestra versión 84 y las de su tipo, son, al parecer, ejemplos cristianos medievales desarrollados de antiguas fuentes europeas, tal vez precristianas. El ejemplo clásico que salta a la vista, tal vez la fuente directa de alguna forma de la versión medieval del tipo de nuestra versión 84, es el mito de Apolo y Dafne. Dafne, la hija de Peneo, el dios de las fuentes y ríos, es amada por Apolo. Por todas partes la persigue con sus quejas
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
amorosas, pero Dafne quiere conservar su virginidad y se resiste a ser su esposa. Viéndose en peligro de ser vencida por el poder de Apolo, le ruega a su padre que haga que la tierra se la trague o que cambie su forma, y Peneo convierte a Dafne en un hermoso laurel. Los casos de amantes lujuriosos que al abrazar a la mujer amada la ven transformada en un esqueleto horroroso, no son raros en la literatura de Europa. Citaré solamente dos ejemplos notables de la literatura dramática española del Siglo de Oro. En El mágico prodigioso de Calderón cuando Cipriano va a abrazar a Justina, abraza a un esqueleto (un cadáver). Entonces se arrepiente y se convierte al cristianismo. En El esclavo del demonio de Mira de Amescua el diablo le ofrece al Gil todos los bienes del mundo, pero Gil pide sólo a Leonor. Cuando el diablo se la entrega, va a verla, pero se encuentra con un esqueleto (una muerta). También se arrepiente de sus pecados. Nuestra versión sevillana 85 pertenece a un tipo distinto, el ejemplo de la joven virtuosa que se escapa milagrosamente del perseguidor que quiere deshonrarla, pero no cambiando su forma como en el tipo de versión 840 en el mito de Dafne y Apolo, sino por medio de la virtud milagrosa de los nombres u objetos divinos. Algunas de las formas de este tipo de cuento moralizador, como nuestra versión 85, son de notable belleza espiritual. Las versiones de nuestra bibliografía que pertenecen al tipo de nuestra versión 85, si bien hay algunas diferencias en los detalles, son las siguientes: Bozon 137: La oración de Santa Clara libra a la madre abadesa de un convento de monjas y a las monjas también de la violencia de sus enemigos. Etienne de Bourbon 94: Cierto clérigo de París estaba abandonado al pecado de la lujuria y no quería arrepentirse. Una noche se le apareció Cristo en la forma que fue crucificado y le declaró que por sus pecados sufría todavía los dolores de la crucifixión. El clérigo se arrepintió y se metió religioso. Ibid. 108: Cierta joven virtuosa es perseguida por el diablo, disfrazado en un hermoso joven. Exclama ella, «¡Ave, María, gratia plena!» y el diablo desaparece. Libro de los Enxemplos 212: Una monja va a salir de su convento para encontrar a su amigo. No puede abrir la puerta y tira por el cerrojo, y ve la mano de la Virgen. Al mismo tiempo oye una voz que le dice que vuelva a su celda. Muratori 10: Una joven es perseguida por un amante que desea deshonrarla. Saca ella su rosario y le suplica que por ese sagrado objeto y la imagen de la Virgen María abandone su torpe propósito. Así lo hace.
Speculum Exemplorum IV, 8: Cierto joven va a difamar a una joven llamada María. Cuando lega a su casa, le dice ella que ha prometido castidad a la Virgen María, cuyo nombre lleva. Pronuncia el nombre de María varias veces y el joven se arrepiente y la lleva él mismo al monasterio, donde entra monja. El cuento de Legenda Aurea IV, 284-250, con el motivo del pacto con el demonio como en El mágico prodigioso y El esclavo del demonio, arriba citados, lleva elementos de nuestras dos versiones 84 y 85: Cierto caballero, empobrecido por haber malgastado su hacienda, hace un pacto con el demonio. El demonio le colma de riquezas, pero el caballero ha de entregarle su mujer, que es muy devota de la Virgen María. Llegado el día cuando ha de entregársela, entra ella en una iglesia para rezar. Se queda dormida y la Virgen María, en figura de la mujer, sale para acompañar al marido. Se marcha el caballero con ella y se la entrega al demonio; pero éste, que sabe que es la Virgen María, se queja a gritos del engaño. Sale huyendo, y la Virgen María lleva al caballero a la iglesia, donde encuentra a su mujer, afeándole su conducta. La hermosa leyenda de Santa Isabel de Hungría es muy bien conocida. Según la Bibliotheca hagiographica latina, arriba citada, la santa mujer llevó al lecho donde dormían ella y su marido a un leproso miserable a quien todo el mundo despreciaba. El duque su marido, indignado hasta más no poder, entra en la habitación y retira con violencia las cobijas del lecho. Pero en ese momento Dios le hace ver con los ojos del alma, y en vez del pobre y miserable leproso vió que yacía en el lecho el cuerpo de Cristo Crucificado. Según Delehaye, los hagiógrafos posteriores cambiaron un poco la leyenda primitiva, diciéndonos que lo que en el lecho yacía era un crucifijo lleno de sangre. Esta hermosa leyenda cristiana medieval, aunque diferente de nuestra versión 85, es la única de nuestra bibliografía que puede compararse con ella en su sustancia espiritual.
86. El santo Cristo viejo BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Alonso Cortés 250-251; Ampudia FA 16-26; CossíoSolano I, 353-388 (cuatro versiones), II, 213-215; FCaballero 1, 85-87; Menéndez Pidal PP, 84; Muratori 25; RHisp LVII, 306-307; Sánchez Pérez 54.—Españolas de América: Andrade 239, 240; Mason-Espinosa PRF II, 10 (seis versiones); Wheeler 44.—Portuguesa: RL XIV, 53-56.—Italianas: Bottiglioni 60-61.—Corsa: Ortoli
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III. CUENTOS MORALES
10.—Francesas: La Tradition III, 182-183; Mélusine VII, 111-114, VIII, 5-10.—Bretonas: Sébillot, Folklore I, 184-185, 254, II, 281.—Valonas: Wallonia II, 13-16, III, 171-172, IV, 75-76.—Latinas: Speculum Exemplorum II, 152, VI, 43.—Alemana: Meier 40.—Islandesa: Arnason 12-21.—Indias orientales: Hamhruch 23 (Malaca).— Clasificación y estudios especiales: Aarne-Thompson 750B; Boggs 750B; Thompson Q1.1, Q2, Q42.3, Q44. Los cuentos, leyendas y tradiciones que documentan los castigos que sufren los ricos avarientos y despiadados, y las recompensas, tanto materiales como espirituales, que reciben los que practican la caridad son legión. En la bibliografía arriba citada nos limitamos a las versiones semejantes o algo parecidas a nuestra versión 86. La mayoría de ellas nos cuentan una leyenda piadosa y cristiana de cómo Jesús disfrazado de pobre pide limosna y es recibido con verdadera caridad por una pobre, y despreciado y despedido por una rica, y de cómo Jesús premia a la pobre y caritativa y castiga a la rica y despiadada. El detalle preliminar del crucifijo viejo despreciado por la rica y recogido por la pobre, el crucifijo que la pobre invita a comer en vez del crucifijo o Cristo de la iglesia de las otras versiones se halla sólo en nuestra versión 86 y en Sánchez Pérez 54. En la tradición hispánica nuestro cuento es muy bien conocido, tanto en cuentos propiamente dichos como en romances, y hasta en algunas tradiciones paganas semejantes, como las extraordinarias versiones asturianas de Ampudia FA 16-25. La mayoría de las versiones hispánicas de carácter cristiano, leyendas de Jesús, que yo conozco pertenecen a dos tipos importantes y fundamentales. En uno de ellos entra es elemento o episodio del Cristo, crucifijo de la iglesia en la mayoría de las versiones de este tipo, pero el crucifijo despreciado por la hermana rica en nuestra versión 86 y en Sánchez Pérez 54, y en el otro este elemento falta por completo. En los demás detalles los dos tipos son muy semejantes. Cada uno de estos dos tipos hispánicos contiene los siguientes elementos constituyentes: Tipo I. A. Una pobre mujer trabaja en la casa de su rica pero avarienta y despiadada amiga o hermana. Mantiene a sus hijos con las migajas que trae de casa de la hermana rica, o con el agua con que se lava las manos después de hacer pan en casa de la rica. B. La pobre invita a un crucifijo de una iglesia a comer en su casa. En nuestra versión 86 invita al Cristo despreciado por la rica.
C. Llega a la casa de la pobre un viejo mendigo a pedir de comer. La pobre le recibe con verdadera caridad cristiana, le lava los pies, le da de comer, etc. El viejo mendigo es Jesús mismo, el Cristo invitado a comer. E. La hermana rica llega a saber que la pobre ha recibido provisiones y riquezas del Cristo a quien invitó a comer, y va a la iglesia y también ivita a Cristo a comer. I. Jesús se presenta también disfrazado de mendigo en la casa de la rica, pero ésta ni siquiera le admite en su casa. Le despide despiadadamente. G. La casa de la rica despiadada se vuelve cenizas, algunas veces con la rica misma y con toda su familia. A este primer tipo pertenecen las siguientes versiones hispánicas de nuestra bibliografía: nuestra versión conquense 86; Cossío-Solano II, 213-215; Sánchez Pérez 54; Andrade 239, 240; Mason-Espinosa PRF II, 10; RL XIV, 53-56. Tipo II. A1. Una pobre mujer va a pedir limosna para sus hijos a la casa de su hermana rica y despiadada. E1. La rechaza ésta sin darle nada. La pobre vuelve a su casa y halla a sus hijos muriendo de hambre. F. Durante la comida, el marido de la rica parte el pan y éste vierte sangre. G1. La mala mujer confiesa su falta de caridad, se marcha el marido a llevarles pan a sus sobrinos, pero cuando llega, ya están todos muertos, excepto uno, que al morir profetiza el premio del bueno y el castigo de la mujer impía. Pertenecen a este tipo las versiones hispánicas de los romances tradicionales: Alonso Cortés 250-251; Carolina Poncet en RHisp LVII, 306-307; Cossío-Solano I, 383-388 (cuatro versiones); Menéndez Pidal PP, 84. En la versión de Alonso Cortés, el sobrino más pequeño está todavía vivo cuando llega el tío con pan, y muriendo declara: —Ya no quiero pan, mi tío. Adiós, tío de mi vida. El alma de mi tío para los cielos iría, y mi tía, la malvada, en el infierno ardería. La mayoría de las demás versiones citadas en nuestra bibliografía, pertenecen a tipos muy diversos, algunas semejantes al tipo de Aarne-Thompson 750B. La versión mejicana de Wheeler es brevísima. Juan Tonto invita a un crucifijo que ve en la iglesia a su casa. Cristo acude a la invitación y le pregunta a Juan si quiere irse con él. Juan dice que sí y muere en seguida. En la versión andaluza de FCaballero uno de tres hermanos es misericordioso con Jesús y recibe sus bendiciones. Las versiones asturianas de Ampudia FA son de carácter pagano, como ya queda
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dicho. Son variantes de Aarne-Thompson 750A. La versión española del libro del siglo XVII que publica Muratori, Cuentos de varios y raros castigos 25, cuenta que Santo Domingo envía un día a dos monjes de su monasterio a pedir limosna. Una pobre mujer les da un pedazo de pan, y ellos se lo dan a un mendigo que encuentran en el camino. Cuando vuelven a su monasterio hallan de todo en grande abundancia. Las versiones no hispánicas de nuestra bibliografía pertenecen en la mayor parte al tipo de Aarne-Thompson 750B, pero son de carácter cristiano. La versión sarda de Bottiglioni nos cuenta cómo Jesús hace que salgan sólo espinas de las tierras de un avariento que le niega la caridad. La versión corsa de Ortoli 10, es algo semejante a nuestro primer tipo hispánico arriba establecido. Las diez versiones francesas documentadas en Mélusine VII y VIII son cantos populares en los cuales Jesús disfrazado de pobre visita primero a un pobre caritativo y después a un rico avaro, premiando al primero y castigando al segundo. La versión de. La Tradition III, 182-183, pertenece al mismo tipo del bueno premiado por Jesús y el malo castigado. Las dos versiones latinas medievales del Speculum Exemplorum II, 152, VI, 43, son notables ejemplos del premio de la caridad cristiana, pero no son semejantes a nuestras versiones hispánicas arriba estudiadas. En la primera se cuenta que dos frailes vivían juntos y uno de ellos era misericordioso y daba de comer a todos los pobres que llegaban a su cueva. El otro no era caritativo, y un día declaró su deseo de que cada uno tomase su parte de las provisiones e hiciese de ella lo que quisiera. Así lo hicieron. Pero el caritativo seguía dando pan a todos los pobres que llegaban y suprovisión nunca se acababa. Aumentaba cada día. El otro vio por fin el milagro, conoció su error y glorificó a Dios. La segunda versión es la siguiente: Cierto monasterio siempre prosperaba y tenía abundancia de provisiones cuando el abad era caritativo y daba de comer a los pobres. Después vino un abad avaro y despiadado que no daba de comer a los pobres, y los monjes del monasterio apenas tenían lo bastante para poder vivir. Véase también los tipos de cuentos semejantes de AarneThompson 750A, Grimm 87, Bolte-Polívka II, 210-229 y de Aarne en FFC XXIII, 16-195.
87. Condenados en vida BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Cabal CTA 148-155; Leyendas moriscas II, 119-124; Libro de los Enxemplos 260.—Españolas de América:
Antología folklórica argentina 21-26; Boas, Notes 215-219; Espinosa SFNM 39, 40; Laval, Carahue II, 7; Montenegro 175-186.—Portuguesas: Athaide Oliveira I, 50; ConsiglieriPedroso 16; Magalhães 300-302.—Italianas: Gonzenbach 88; Libro de li Exempli 26.—Francesas: Bladé II, 166172; Bozon 83; La Braz II, 375-381, 388; RTP XXVIII, 76-78; Violier des Histoires 134.—Bretonas: Luzel I, 1, 2, 3, 4, 5, Légendes I, 216-253; RTP I, 278-289, X, 570571, XVI, 119-120.—Latinas: Gesta Regum Anglorum, en Migne CLXXIX, 1123-1125; Gesta Romanorum 164, 165; Gesta Romanorum D, 108, 109; Hervieux IV, 338; Klapper 186; Legenda Aurea VII, 81-82; Speculum Exemplorum II, 181; Speculum Morale III, ii, 19; Vitae Patrum, en Migne LXXIII, 763, 978, 1054.—Alemana: Germania III, 412.—Islandesas: Arnason II, 37-45; Rittershaus 339-342.—Eslavas: Leskien 67; Wratislaw 41.—Lituana: Schleicher 71-75.—Georgiana: Wardrop 15-21.—Magiar: Jones-Kropf 90-95.—Turca: Cuarenta Visires, Gibb 237-330.—Árabes: Chauvin VII, 160-161; RTP XVI, 39.—Berberisca: Basset 31.—Africana: Monteil 106-109.—India: Stokes 234-236.—India de Sudamérica: Augusta 118-140.—China: Chavannes 465.—Filipina: JAFL XX, 110-112.—Clasificación y estudios especiales: Aarne-Thompson 471; Boggs 471B; Bolte-Polívka III, 302-303; Köhler I, 52; Sébillot, Folklore III, 151, 211; ZVFV VI, 173, XVI, 460; Thompson F162.2.6, F170.0.1, F171.1, F171.3, F715.2.1, F715.2.3. Nuestra versión zamorana 87 pertenece al tipo general de Aarne-Thompson 471. Todo el principio del cuento, desde la entrega de la hija menor al señor de la encina hasta que sabemos de qué manera se han enriquecido el padre y los dos hermanos mayores, es en realidad una variante de la primera parte de ese tipo general de Europa. Pero de allí en adelante, nuestra versión, como la mayoría de las versiones hispánicas de nuestra bibliografía, se diferencia notablemente del tipo de Aarne-Thompson. Nuestro cuento pertenece a un tema todavía más general, el castigo de la desobediencia y falta de caridad. La parte que trata de las visiones simbólicas desarrolla un tema muy bien conocido. En Cuentos 74 tenemos la visión simbólica del padre que pierde a sus hijos mayores el día de San José. Primero los ve ahorcados y después ardiendo en el infierno. Entonces se resigna y comprende que San José ha hecho muy bien con llevárselos al cielo de niños. Conozco once versiones hispánicas del cuento de las visiones simbólicas: dos versiones españolas peninsulares, nuestra versión 87, Cabal CTA 148-155; cinco españolas de América, Antología folklórica argentina 21-26, Boas, Notes 215-219, Espinosa SFNM 39, Laval, Carahue II, 7,
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III. CUENTOS MORALES
Montenegro 175-186; una filipina de origen español, JAFL XX, 110-I12; y tres portuguesas, Athaide Oliveira I, 50, Consiglieri-Pedroso 16, Magalhães 300-302. De estas once versiones podemos establecer el tipo hispánico siguiente: A. El mayor de tres hermanos se marcha en busca de fortuna. Se pone a trabajar con un amo, generalmente Dios, y recibe de él tres objetos mágicos o un animal maravilloso. Se hace rico, pero no obedece a Dios ni es caritativo. B. Lo mismo le pasa el hermano segundo. C. El hermano menor también se pone a trabajar con Dios, pero es bueno, obediente. y caritativo, y hace todo lo que Dios le manda. Lleva cartas o flores a la Virgen, etc. D. Las visiones simbólicas. Cuando el joven va a llevar las cartas o flores a la Virgen, ve cosas extraordinarias. D1. Pasa por un río rojo o de sangre. D2. Pasa por un río blanco o de leche. D3. Ve vacas u ovejas flacas en prados cubiertos de hierba. D4. Ve vacas u ovejas gordas en prados áridos y sin hierba. D5. Ve dos montes, piedras o cabras que se dan una contra otra. D6. Ve un jardín hermoso y un palacio en llamas. E. Cuando el joven regresa de su viaje, Dios le explica lo que significan las visiones simbólicas. E1. El río de sangre simboliza la sangre que derramó Jesús en la Cruz. E2. El río de leche simboliza la leche que brotó de los pechos de la Virgen María. E3. Las vacas flacas en prados verdes son las personas ricas que viven en abundancia y que no tienen caridad. E4. Las vacas gordas en prados áridos son las personas justas que están en gracia de Dios. E. Los dos montes, piedras o cabras que se dan una contra otra son las personas que riñen, marido y mujer, etc. E6. El jardín hermoso es el mundo con sus engaños, y el palacio en llamas es el infierno. F. En algunas versiones Dios premia al joven y a sus padres, y suben al cielo. En otras se condenan por injustos y despiadados, como en nuestra versión 87. Nuestra versión 87 lleva una variante especial de elemento A, el episodio de la búsqueda de la hermana menor de Aarne-Thompson 471. En elementos D y E y variantes pongo en el tipo hispánico sólo los detalles que ocurren en la mayoría de las versiones. El cuento chileno de Laval lleva ocho visiones con sus sendas interpretaciones, y el portugués de Consiglieri-Pedroso lleva once. De todas las versiones hispánicas, la más breve y la que más se aparta del tipo hispánico es la filipina. Un niño huérfano es llevado
por Jesús en un viaje y ve las visiones simbólicas. En tres de nuestras versiones hispánicas quien se lleva a la hermanita y después envía al hermanito a ver las visiones no es Dios, sino la Virgen: Boas, Notes 215-219; Consiglieri-Pedroso 16; Laval, Carahue II, 7. Esto ocurre también en algunas versiones no hispánicas: Bladé II, 166-172; Luzel I, 1; RTP X, 570-571; Wratislaw 41. Las versiones europeas no hispánicas pertenecen a varios tipos, pero la mayor parte de ellas son variantes de AarneThompson 471 ó del tipo hispánico arriba establecido. Hay algunas versiones europeas en las cuales el que se lleva a la hermanita es el sol o el señor del castillo de cristal. A este tipo pertenecen las siguientes versiones de nuestra bibliografía: Luzel I, 2 y 4, RTP XVI, 119-120. La versión francesa de RTP I, 278-289 añade al cuento de las visiones simbólicas elementos del cuento de la hija del diablo o del escape maravilloso, Cuentos 122-125. Hay otras todavía más complicadas. La francesa de Luzel I, 3, por ejemplo, reúne elementos de nuestro cuento de las visiones simbólicas, elementos del cuento de la sala prohibida, Cuentos 89, elementos del cuento de Barba Azul, y algunos del cuento del alma en pena que tiene que volver al mundo a casarse para cumplir su penitencia. Algunos cuentos de visiones simbólicas son muy breves y no pertenecen ni al tipo general de Aarne-Thompson 471 ni al tipo hispánico. Algunos se limitan a contarnos algunas visiones simbólicas que ve cierto joven, acompañado de Jesús o de un ángel: Basset 31, JAFL XX, 110-112, arriba citado, Leyendas moriscas II, 119-124. Las versiones medievales que citamos en nuestra bibliografía, Gesta Romanorum 164, 165, Gesta Romanorum D, 108, 109, 139, Hervieux IV, 338, Klapper 186, Legenda Aurea VII, 81-82, Speculum Exemplorum II, 181, Speculum Morale III, 2, 19, Vitae Patrum en Migne LXXIII, 763, 978, 1054, Bozon 83, Libro de los Enxemplos 260, Libro de li Exempli 26, nos cuentan el antiguo cuento de las tres visiones simbólicas de las tres necedades o pecados capitales del mundo: echar un peso sobre otro peso, o una carga de leña sobre otra; llenar de agua un cubo lleno de agujeros, o un pozo sin fondo; entrar por una puerta o por una abertura cualquiera con un palo atravesado. La interpretación es: la vida miserable del pecador que cada vez que peca se echa un pecado sobre otro y va olvidando los anteriores; la vida del pecador que algunas veces hace bien, pero que nada gana porque está en pecado; y la vida del pecador que quiere entrar en el cielo con sus bienes materiales. La versión más antigua que conocemos de este bien conocido tipo medieval de carácter cristiano y moralizador
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
como las versiones modernas, es la leyenda griega del siglo IX que nos relata la visión de San Arsenio, documentada fielmente en las Vitae Patrum, en la Legenda Aurea, en la Gesta Romanorum, etc. Doy en seguida la primera versión de las tres casi idénticas que se hallan en las Vitae Patrum, Migne LXXIII, 763-764: Dicebant etiam abbas Daniel quoniam sanctus Arsenius referebat fratribus dicens, quasi de alio audisset, sed quantum datur intelligi, ipse talem vidit visionem: Sedebat, inquit, quidam de senioribus monachis in cellula sua, et subito venit ad eum vox dicens: Egredere foras, et ostendam tibi opera hominum. Et surrexit, inquit, et egressus est foras. Duxit autem eum, et ostendit et Aethiopem nigrum cum securi caedentem ligna, et facientem grandem sarcinam, et tentabat subllevare sarciam illam, et prae magnitudine non poterat portare eam; sed redibat, et caedebat iterutn alia ligna, et addebat super sarcinam illam. Iterum autem ostendit ei alium hominem stantem super lacum, et haurientem aquam de lacu, et mittentem eam in collectaculum, et de alia parte per foramina defluebat aqua desubter in eodem loco. Iterum dixit ei: Veni, sequere me, et ostendam tibi aliud. Et vidit quasi quoddam aedificium templi, et duos sedentes in equis, portantes super scapulas suas uterque lignum unum, id est, perticam lengam, volentes pariter ingredi portam templi illius, et non permittebat eos lignum quod ex adverso portabant, ingredi per portam illam; non enim humiliabat se aler alteri, sed contendebant utrique, pariter ingredi volentes; et non praevalebant, nec enim humiliabat se unus eorum, ut alteri locum daret. Exponit ergo ei has visiones, dicens: Hi qui lignum portant hi sunt qui habent jugum sanctum monachorum; sed justificantes seipsos in cordibus suis cum exaltatione superbiae, non humiliantur invicem, noluerunt enim ambulare in humilitate viam Salvatoris Domini nostri Jesu Christi, qui dixit: Discite a me quia mitis sum et humilis corde, et invenietis requiem animabus vestris. Ideoque propter superbiam cordis sui remanserut foris, de regno Regis coelorum Christi exclusi. Qui autem caedebat ligna, et super sarcinam adhuc addebat, homo est qui oneratus est multis peccatis, et super sarcinam peccatorum suorurn addit semper alia peccata; quem oportebat magis ut poenitentiam ageret de prioribus peccatis; sed negligens vitia emendare peccatorum priorum, magis et alia addit supra priora peccata. Ille autem qui aquam de lacu hauriebat horno est qui aliqua bona operatur, sed quia mala etiam amplius per peccata operatur, et ideo pereunt et delentur etiam bona opera quae fecit. Oportet ergo hominem, sicut ait Apostolus, cum timore et tremore salutem suam operari.
88. El rico avariento BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia 128; Espinosa, Castilla 201.—Españolas de América: Mason-Espinosa PRF II, 42, IV, 60.—Francesa: Mélusine VIII, 188-189.—Francesa del Canadá: LambertLanctot 94.—Bretona: RTP IX, 346.—Alemanas: Busch II, 30; Grimm 195; Knoop, Volksagen 144; Hans Sachs XXI, 215-219; Lemke II, 16; Pröhle 19; Schönwerth III, 61-69; Schulenburg 108; Veckenstedt 389; ZFDM I, 246, II, 147-148.—Islandesas: Arnason II, 15; Rittershaus 88.—Finlandesa: Archivio VI, 399-400 (Laponia).—Eslavas: Tille 48-49.—Clasificación y estudios especiales: Boggs 773B; Bolte-Polívka III, 420-423; Gaidoz en Mélusine VI, 193-210; VII, 3, 49-56, VIII, 94-95, 187-190; Hackman 35; ZFDA XLVIII, 55-56; Thompson E756.1. Nuestro cuento es una elaboración especial del cuento del diablo engañado por el hombre que le ha vendido su alma por dinero. Para los tipos generales de este cuento véase Aarne-Thompson 810-815, 1170-1199. Nuestra versión abulense 88, la castellana de Espinosa, Castilla 201, y las portorriqueñas de Mason-Espinosa PRF II, 42, y IV, 60 son muy semejantes y nos ayudan a establecer el siguiente tipo hispánico: A. Un hombre le vende su alma al diablo por dinero. B. Se hace riquísimo. Le paga a un criado suyo cierta suma de dinero porque vele su cuerpo tres noches, cuando muera. C. Muere el hombre, y el criado, acompañado de un soldado que se le aparece (Dios), velan el cuerpo del muerto por tres noches. D. El diablo viene por el alma del muerto. El criado y el soldado están dispuestos a entregársela si el diablo llena una bolsa de dinero. E. Le ponen una caja sin fondo y el diablo echa y echa dinero, sin poder llenarla. Se aburre y se marcha. La versión asturiana de Ampudia arriba citada pertenece a otro tipo. Un rico avariento le da a un mendigo un saco de trigo y envía a un criado para que lo lleve a la casa del mendigo. Cuando muere, el diablo quiere llevarse su alma; pero el mendigo cuenta los granos de trigo que el rico le dio y declara que por cada grano se le perdona al rico un pecado. Sobran tres granos y el rico avariento se salva. De los demás cuentos citados en nuestra bibliografía, sólo los siguientes contienen los elementos fundamentales de nuestro tipo hispánico arriba establecido: Busch II, 30; Grimm 195; Pröhle 19; ZFDM I, 246. Estas versiones ger mánicas contienen elementos A, B, C, de las versiones
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III. CUENTOS MORALES
hispánicas fundamentalmente en la misma forma. Pero terminan de una manera algo diferente. El diablo viene por el cuerpo del muerto, lo desentierra y le quita el pellejo a la cabeza. El criado que cuida del cuerpo coge la cabeza y la pone dentro de un círculo, y el diablo no puede sacarla de allí. En la versión de ZFDM I, 246, el diablo llena el pellejo de paja y le prende fuego. En la mayoría de las otras versiones citadas no entra el episodio del cadáver. Se trata sencillamente de las astucias de que se vale uno que ha vendido su alma al diablo, para engañarle y escaparse de sus uñas cuando viene por él. Algunas veces el engañado es un gigante o un ogro. Elemento E del tipo hispánico casi nunca falta en estos cuentos. Al tipo general que no contiene el episodio del cadáver pertenecen las versiones siguientes: RTP IX, 346; Archivio VI, 399400; Lambert-Lanctot 94; ZFDM II, 147-148. Las versiones que cita Tille, 48-49, pertenecen ya a otro tipo, Cuentos 156, que más adelante estudiamos. En los artículos publicados en Mélusine arriba citados, Gaidoz estudia la leyenda del diablo de plata, patrónde los financieros. Véase también Bolte en ZFDA XLVIII, 55-56.
89. La niña embustera BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: BTPE II, 25-37.—Españolas de América: Andrade 72; Mason-Espinosa PRF III, 21h.—Portuguesa: Coelho 26.—Catalana: Serra i Boldú 1, 65-78.—Italianas: Andrews 9; Busk 208-212; Crane 84-85; Finamore 13, 49; FLR I, 196-197; Gonzenbach I, 20, 23, 25; JREL VII, 148-151, VIII, 253-256; Nerucci 49; Pentamerone I, 8; Pitré I, 19, 21, III, 114; Schneller 32, 40 (Tirol).—Francesas: Bladé I, 241-250; Carnoy 203-213; Cosquin 38; Perrault 101-108; Pincau, Poitou 1; RTP II, 245-247, III, 435-438.—Francesa del Canadá: Lambert-Lanctot 99.—Bretonas: Luzel II, 340-349; Mélusine III, 330-331.—Vascuences: Cerquand 105.—Alemanas: Curtze 6; Grimm 3, 40, 46; Haltrich 35; Haupt II, 219-221; Lemke II, 36, 37; Meier 36, 38, 63; Schönwerth III, 317-320; Zaunert 1-14; ZFDM II, 174-176.—Islandesas: Arnason II, 498-510; Rittershaus 2.—Noruegas: Dasent 221-225.—Holandesa: Cappelle 86-88 (Antillas).—Escocesas: Campbell II, 41; FL I, 302-305.—Inglesa de América: JAFL XLVII, 295, núm. 9.—Lituana: Leskien-Brugman 44.—Eslava: ZFDM IV, 224-228.—Gitana: Groome 63.—Magiar: JonesKropf 127-130.—Griegas: Hahn I, 19; Legfand 1-10; Schmidt 24.—Turca: Kunos 222-243.—Egipcia: Artin-
Pascha 4.—Africanas: Desparmet I, 342; Frobenius IV, 19.—Africana de América: Beckwith 102.—Antillanas: Parsons, Antilles II.—Clasificación y estudios especiales: Aarne-Thompson 710; Boggs 710; Bolte-Polívka I, 1321, 373-375, 405-407; Clouston I, 198-205; Cox 117, 484; Hartland en FLJ III, 193-242; JREL VII, 151-154, VIII, 256-260; Kirby en FLJ, 112-124. Véase tambien Cuentos 39, 40 y 104, Thompson C611, C913, K2116.1, K2116.1.1, K2155.1. Nuestro cuento es una preciosa versión española del famoso cuento de la sala prohibida, Aarne-Thompson 710, Grimm 3, etc. El tipo fundamental es el siguiente: A. A cierta joven se la lleva la Virgen María, un hada o un ser maligno. B. La joven dice una mentira. Niega haber abierto la puerta de la sala prohibida. C. La joven, despedida del cielo por embustera, o escapándose del ser maligno que la robó, se casa con un rey. La joven enmudece. D. La Virgen, el hada o el ser maligno, le quita sus hijos por embustera, o por otros motivos, y el rey cree que la reina mata a sus hijos. E. Van a quemar a la joven. Por fin confiesa la verdad a la Virgen y todo se arregla. La Virgen le devuelve sus hijos. Nuestra versión aragonesa 89 es tan fiel al tipo fundamental de Europa establecido por Aarne-Thompson, que no es necesario estudiar sus detalles. Un solo detalle importante no aparece en nuestra versión: nuestra heroína no se hace muda. Las versiones de nuestra bibliografía que pertenecen al tipo general europeo de Aarne-Thompson 710, nuestra versión 89 y Grimm 3 son las siguientes: Gonzenbach I, 20; Cosquin 38; Dasent 221-225; Haupt II, 219-221; Lemke II, 36; Meier 36; Schönwert III, 317-320; Beckwith 102; Hahn I, 66; Leskien-Brugman 44. Los otros cuentos que citamos en la bibliografía pertenecen a otros tipos relacionados con el de Aarne-Thompson 710. De éstos el tipo más general es el que combina elementos de nuestro tipo de la sala prohibida con el de Barba Azul, Aarne-Thompson 312. En este tipo un diablo, ogro, o brujo se lleva a la niña o niñas (son generalmente tres), se casa con la niña, o niñas, no para matarla sencillamente como en el cuento ordinario de Barba Azul, sino para probar su fidelidad y obediencia como en nuestro tipo primero. Castiga a las dos hermanas mayores por desobediencia, por haber abierto la sala prohibida. El cuento termina con el escape de la hija tercera, que antes ha sabido revivir a sus dos hermanas mayores y enviarlas a casa, y la muerte del
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
ogro o diablo. Todas las versiones hispánicas citadas en nuestra bibliografía pertenecen a este tipo segundo que combina elementos del primero y del cuento de Barba Azul. El cuento de BTPE II, 25-37 termina de una manera curiosa y extraordinaria. El gigante secuestrador perdona a la hermana menor, resucita a las dos hermanas mayores, las envía a las tres a casa, y se convierte en un hermoso príncipe. La versión portorriqueña de Mason-Espinosa PRF III, 21h es una mezcla extraña de la sala prohibida, Barba Azul y el cuento del escape maravilloso, Cuentos 122-124. El cuento catalán de Serra i Boldú empieza como el cuento de Barba Azul, pero después la Virgen se aparece para llevar a la joven a la sala prohibida, donde el diablo castigaba a los condenados. A este segundo tipo pertenecen, además de las versiones hispánicas arriba citadas, las siguientes de nuestra bibliografía: Andrews 9; Pitré I, 21: Lambert-Lanctot 99; Pineau, Poitou 1; RTP III 435-438; Arnason II, 498-510; Meier 38; Campbell II, 41. En un tercer tipo hay versiones en las cuales no se le prohibe a la niña abrir una puerta, sino que se le manda comer una mano de muerto, un pie de muerto podrido y lleno de gusanos, o un plato de narices, orejas y huesos humanos. A este tipo pertenecen los siguientes cuentos: Gonzenbach I, 23; Nerucci 49; Hahn I, 19; Legrand 1-10: Schmidt 24. En los tipos segundo y tercero, variantes del tipo primero y fundamental, Aarne-Thompson 710, Grimm 3 y nuestra versión 89, se hallan con frecuencia elementos sacados de otros cuentos de encantamiento. Muchas de estas versiones han sido discutidas por Bolte-Polívka en los lugares arriba citados y por Hartland en su interesante trabajo, The Forbidden Chamber, FLJ III, 193-242. Hay versiones en las cuales hallamos elementos de los cuentos del marido ladrón, o capitán de ladrones burlado por una joven lista, Cuentos 39, 40, Grimm 40 y 46, Carnoy 203208, etc. Hay, además, versiones en las cuales se trata de un joven curioso y desobediente y no de una joven: Hartland 216-219; Zaunert 1-14. Aquella parte de nuestra versión 89 que tiene que ver con el robo de los niños recién nacidos por la Virgen, para salvar después a la madre, se halla con los mismos detalles, aunque en circunstancias algo diferentes, en Cuentos 104, El diablo maestro, que más adelante estudiamos. En este cuento los detalles de la sala prohibida están casi completamente olvidados. El tema de Barba Azul se halla en romances españoles, pero no el de la sala prohibida, Primavera 119, por ejemplo. Pero más popular en la tradición española es el romance de una mujer que mata sucesivamente a sus maridos,
el romance de la serrana de la Vera, Menéndez y Pelayo, Antología IX, 209-210, Alonso Cortés 226-228, Milá y Fontanals, Romancerillo 259, Flor Nueva 284-287. Sobre este romance escribieron comedias Lope de Vega y Vélez de Guevara. Según Hartland, páginas 241-242, el origen de los cuentos de la sala prohibida hay que buscarlo en alguna tradición antigua de un marido salvaje, caníbal tal vez, que mata a su mujer y a sus hijos, tradición que después fue desarrollada en un cuento de un marido que mata a su mujer por alguna culpa, por venganza o por brujería. De este último desarrollo pudo salir el cuento del marido que mata a su mujer por desobediencia. Esta teoría puede explicar muy bien el tipo especial de Barba Azul y cuentos semejantes, pero no parece adecuada para explicar el cuento de la sala prohibida. En este cuento no se le da la muerte a nadie ni por venganza ni por culpa previa, y su alta lección moral definitivamente cristiana es un motivo muy ajeno a la barbarie primitiva del otro cuento. El origen de nuestro cuento de la sala prohibida hay que buscarlo más bien en algún tabú primitivo y desconocido.
90. El zapatero pobre BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Espinosa, Castilla, 185; FCaballero 1, 75-76; Libro de los Enxemplos 294; Sánchez Pérez 83.—Españolas de América: Espinosa VII, 49; Mason-Espinosa PRF II, 49.—Portuguesa: Braga I, 102.—Italiana: Bertoldo 46.—Francesas: Catalogue of Romances III, 281; Des Periers 19; Histoire Littéraire XXVIII, 200; La Fontaine VIII, 2.—Latinas: Etienne de Bourbon 409; Horacio, Epístolas I, vii, 46-98; Jacques de Vitry 66; Speculum Exemplorum IX, 60; Waldis, Esopus IV, 82; Wright, Latin Stories 70; ZFDPh XXIV, 329-330; ZVLG IX, 134-135.—Alemana: Wendunmuth II, 137.— China: Eberhard 204.—Clasificación y estudios especiales: Aarne, Estnische Märchen 754; Aarne-Thompson 754; Boggs 754A; Jacques de Vitry, notas de Crane 162-163; Wendunmuth, notas de Oesterley V, 82-83; ZVFV XIII, 420-426; Thompson J1085.1. De todas las versiones antiguas y modernas que yo he podido examinar del cuento del hombre pobre y feliz que se pasa la vida trabajando y cantando, pero que en llegando a poseer dinero se pone triste e infeliz y llega a despreciar el dinero, origen y causa de su tristeza e infelicidad, podemos establecer tres tipos fundamentales:
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III. CUENTOS MORALES
Tipo I. A. Un zapatero pobre vive contento y feliz, y se pasa la vida trabajando y cantando para mantener a su familia. B. Un amigo suyo, un vecino rico, se compadece de su pobreza y le da cierta suma de dinero para él y su familia. El zapatero inmediatamente se pone triste e infeliz porque teme que alguien le robe su dinero. C. Nadie vive feliz en su casa, y el zapatero se decide a devolverle al rico el dinero que le había regalado. D. El zapatero y su familia vuelven a ser felices. Otra vez el zapatero se pasa la vida trabajando y cantando. A este primer tipo pertenecen los siguientes cuentos: nuestra versión granadina 90; Braga I, 102; Espinosa, Castilla 185; Sánchez Pérez 83; Waldis, Esopus IV, 82; La Fontaine VIII, 2; Wendunmuth II, 137; la versión latina del siglo VIII de ZVLG IX, 134-135; el antiguo cuento de Horacio, Epístolas I, vii, 46-98; y la célebre anécdota de Anacreonte, que nos cuenta de cómo Polícrates recibió del tirano de Samos cinco talentos, pero no pudiendo dormir por cuidar de su dinero, se los devolvió otro día. Este sencillo cuento de Anacreonte es tal vez la fuente primitiva y fundamental del Tipo I. Muy semejantes son las sencillas y breves versiones del Libro de los Enxemplos 294 y de Histoire Littéraire XXVIII, 200. Tipo II. A1. Como en Tipo I. El pobre no es siempre un zapatero. B1. El pobre halla por casualidad una bolsa llena de dinero, origen y causa de su infelicidad. En algunas versiones un vecino rico, envidioso de la felicidad del pobre, deja la bolsa de dinero en el camino para que el pobre la encuentre. C1. El pobre inmediatamente se pone triste y pensativo de miedo que alguien le robe su dinero. Todos los de su familia se ponen tan tristes que el pobre se decide a echar la bolsa de dinero en el río. En algunas versiones el pobre le devuelve la bolsa al rico porque llega a saber que éste la ha perdido. D. El pobre y todos los de su familia vuelven a ser felices, aunque pobres. Pertenecen al Tipo II los siguientes cuentos de nuestra bibliografía: las versiones latinas medievales de Etienne de Bourbon 409, Jacques de Vitry 66, Speculum Exemplorum IX, 60 y Wright, Latin Stories 70; el cuento francés de Des Periers 19; el tipo que establecen Aarne-Thompson 754.
A2. Cierto pobre vive feliz, pero aspira a ser rico. B2. Su vecino o compadre rico le ayuda de varias maneras para hacerle rico, pero sin éxito alguno. Por fin se decide a entregarle una grande suma de dinero. E. El pobre, colmado de alegría, se va a su casa, pero al llegar cae al suelo muerto. Nuestro Tipo III es un tipo hispánico muy bien definido. Pertenecen a él tres de nuestras versiones españolas: la versión nuevomejicana de Espinosa VII, 49; la portorriqueña de Mason-Espinosa II, 49; y la andaluza de FCaballero 1, 7576. En la versión nuevomejicana el compadre rico quiere hacer rico al pobre. Primero le da ovejas y vacas, pero todas las pierde el pobre. Le da entonces un burro y tres mil duros. El pobre, colmado de alegría, se marcha para su casa, pero al llegar cae al suelo muerto. Dios se le aparece entonces al rico, y le dice: —Yo para pobre lo creé; tú para rico lo quieres. Ahora revívelo si puedes. Las versiones de Puerto Rico y de Andalucía terminan de la misma manera y con versos moralizadores casi idénticos. Los cuentos que pertenecen al Tipo I, entre ellos nuestra versión granadina 90, son seguramente los más antiguos y primitivos. Los del segundo tipo son un desarrollo de los del primero. La bolsa llena de dinero que el rico pone en el camino es una intriga para presentar al rico no como un tipo caritativo y buen vecino, sino como un tipo envidioso y malo. La filosofía del rico caritativo es falsa, pero su conducta es cristiana. Los cuentos del Tipo III me parecen de desarrollo posterior. En ellos se ve ya el fatalismo religioso que considera a la pobreza como una institución divinamente establecida. Algunos detalles hay que tratarlos aparte. En la versión portuguesa de Braga, que pertenece al Tipo I, la infelicidad del pobre zapatero llega a tanto que él y su familia pasan toda la noche gritando y peleando porque no saben qué hacer con el dinero que reciben del rico, y enfadado el pobre, le pega a su mujer. Con este detalle compárese el cuentito nuevomexicano de Espinosa VII, 22, en el cual un pobre espera ser rico y al discutir con su familia lo que van a hacer con el dinero, se pelean todos, y el pobre termina dándoles una paliza a los niños. El final de todas las versiones de los Tipos I y II es fundamentalmente el mismo. El pobre decide no trocar su felicidad por el dinero, y lo devuelve. El cuento antiguo horaciano termina de la manera siguiente:
Tipo III. Este tipo es semejante al Tipo I, pero termina de una manera trágica para el pobre.
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Pol me miserum, patrone, vocares, si velles, inquit, verum mihi ponere nomen! Quod te per Genium dextramque deosque Penates obsecro et obtestor, vitae me redde priori.
Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
En la versión medieval de Jacques de Vitry el pobre termina diciendo: «Maledicta sit ista pecunia que me tantum affixit quod, postquam illam inveni, gaudium non habui et longe magis fatigatus sum animo quam prius tota die manibus propriis laborando, fatigatus fuerim corpore; tolle pecuniam tuam ut letari et cantare valeam sicut consuevi». Con frases casi idénticas termina la versión de Wright, Latin Stories. La antigua anécdota de Anacreonte, desarrollada por Horacio en un cuento graciosísimo, ha pasado después por versiones medievales sacadas de fuentes tal vez tan antiguas como la versión horaciana. Las antiguas tradiciones se conservan casi intactas en versiones modernas como nuestra versión 90, y desarrollan las nuevas formas de los Tipos II y III.
91. La mujer mandona 92. La mujer desobediente BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia 123; Cossío-Solano II, 119-120; Espinosa, Castilla 235-236; Lucanor 27, 35; Sánchez Pérez 73; Timoneda, Buen Aviso I, 15, 28.—Españolas de América: Rael, Apéndice 72; Wheeler 45.—Portuguesas: Athaide Oliveira I, 70, 11, 432.—Portuguesa de las islas de Cabo Verde: Parsons, Cape Verde I, 42.—Italianas: Boccaccio IX, 9; Sacchetti 138; Straparola VIII, 2.—Corsa: Ortoli II, G.—Francesas: Ancien Théâtre II, 35-49; Barbazan-Méon IV, 365-386; Bédier 464-465; Bladé III, 287-288; MR VI, 149.—Valona: Wallonia XV, 179-180.—Alemanas: Gesammtabenteur 1, 3; Hans Sachs IX, 108-119; Jahrburch DSG XXVII, 131-134; Lambel 225-247; Lassberg I, 297-303.—Danesa: Jahrbuch DSG III, 397-399.—Flamenca: De Mont y De Cock 96.—Inglesa: Shakespeare, The Taming of the Shrew.—Magiar: Jones-Kropf 23-25.—Árabes: Chauvin II, 155; Mil y una noches 1, 22-28.—Africana: Barker-Sinclair 109-113.—Indias: Bompas 158; NINQ V, 37.—Clasificación y estudios especiales: Aarne, Eigentliche Märchen 670, 901; Aarne-Thompson 670, 901; Archiv SNS LXXXVIII, 267-286; Boggs 901; Chauvin II, 153; Germania I, 258-259; Gesammtabenteur I, lxxxii-xc; Giornale Storico XVI, 258-259; Hispania X, 419-422; Jahrbuch DSG III, 397-401, XXVII, 130-134; Knust en Lucanor 368-369; Köhler I, 137, III, 40-44; Landau 271-274; Lee, Decameron 289-291; Simrock, Quellen I, 334-354; Wesselski 24, y Notas 216; Thompson N12, T251.2, W31. Nuestras versiones 91 y 92 son dos preciosos ejemplos del antiguo cuento de la mujer contraria y mandona,
dominada por su marido. Entre unas y otras las versiones de nuestros cuentos y todas las de nuestra bibliografía con ellas relacionadas contienen los siguientes elementos fundamentales: A. Un hombre se casa con una mujer contraria y mandona. A1. Un hombre se casa con una mujer contraria y mandona. En algunas versiones es también notablemente holgazana. B. Se marchan los desposados a su casa. Cuando llegan, se sienta el marido a la mesa y pide agua a un perro u otro animal. El animal no obedece y el marido le mata inmediatamente con su espada. B1. Se marchan los deposados a su casa. En el camino se le caen al marido sus guantes u otras prendas de vestir, y le manda a su caballo u otro animal que las recoja y se las entregue. Como no obedece, le mata inmediatamente. B2. Ídem. El marido mata a uno de los animales porque no se ha quedado donde le dejaron. B3. Ídem. Otros animales sufren igual suerte porque no obedecen. Generalmente son un gato y un caballo. B4. Ídem. El marido da palos a un zurrón, como en Ampudia 123. C. Declara el marido muy sañudo que lo mismo les pasará a cuantos no le obedezcan. D. Se dirige entonces a su mujer y le manda que le traiga agua. D1. El marido le manda a su mujer que le prepare la comida, que arregle la casa, que le lleve la comida al campo otro día, etc. D2. El marido le manda preparar la comida para él y un amigo suyo, que está casado con una mujer buena y obediente. D3. El marido le manda a su mujer que haga como los criados y grite, «¡Viva (nombre del marido)!» D4. Después de matar a su caballo, el marido declara que no está acostumbrado a andar a pie, le quita la silla y el freno al caballo muerto, ensilla a su mujer y le pone el freno, y subido en ella se marcha para su casa. E. La mujer obedece en seguida. EI. La mujer obedece hasta el punto de llevar a su marido encima. E2. La mujer aprende a ser obediente en todo. F. El suegro o un amigo del que domina a su mujer desea hacer lo mismo con su mujer, pero nada logra. La obediencia hay que enseñársela a la mujer al principio. F1. El yerno aconseja al suegro que su suegra es mandona y rebelde por motivo de cuatro granos de saña que tiene en las nalgas, y que hay que sacárselos. La suegra se resiste, pero
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III. CUENTOS MORALES
a la fuerza le sacan uno. Promete ser obediente y la dejan en paz. G. La mujer no obedece y el marido le da una buena paliza. En algunas versiones le rompe un brazo. H. El marido lleva a su mujer a un médico para que la cure de sus heridas, le arregle el brazo, etc., y al partir, le paga el doble de lo que el médico le cobra. El pago adicional es, según declara, para si acaso tiene que venir otra vez. Hay dos tipos fundamentales de nuestro cuento. Tipo I, con elementos A, B o una de las variantes B1, B2, B3, B4, D, E, y algunas veces F. En este tipo la mujer contraria y mandona aprende a ser obediente en todo sin sufrir castigo alguno, solamente con considerar lo que les ha pasado a los animales que desobedecieron. Es el tipo más importante y más bien conocido de la tradición de Europa, el famoso cuento que dio a Shakespeare la inspiración para su comedia The Taming of the Shrew, Aarne-Thompson 901. Pertenecen al Tipo I las siguientes versiones de nuestra bibliografía: Aarne-Thompson 901; siete versiones hispánicas, nuestra versión 91, Ampudia 123; Espinosa, Castilla 235; Lucanor 35; Sánchez Pérez 73: Rael, Apéndice 72; Athaide Oliveira II, 432; Straparola Vlll. 2; MR VI, 149; Gesammtabenteur I, 3; Lambel 225-247; el cuento de Grundtvig citado por Simrock, Quelles 346-348. La versión asturiana de Ampudia lleva sólo elementos A, B4 y E2. Algunos detalles de la sencilla versión de Lucanor 27, la mujer que obedece en todo a su marido desde el principio, declarando que las vacas gordas son flacas y las flacas gordas sólo porque su marido lo ha dicho, se hallan en nuestra versión 91. En la comedia shakespeariana también, Petrucchio le dice a su mujer que es de día cuando es de noche, y viceversa. Tipo IA, con elementos A, B1, C, D4, E1, a veces F1. A esta extraordinaria variante del Tipo I, caracterizada por elemento D4, pertenecen las siguientes versiones de nuestra bibliografía: Bladé III, 287-288; Lassberg I, 297303; Jahrbuch DSG XXVII, 130-134. En el cuento de Lassberg y en el de Barbazan-Méon del Tipo II abajo citado hay un desarrollo especial de elemento F1. El suegro quiere saber cómo el yerno ha dominado a la mujer, a quien la misma madre había enseñado a ser mandona y rebelde. El yerno aconseja al suegro que su suegra es mandona y rebelde por motivo de cuatro granos de saña que tiene en las nalgas, y que para que sea obediente y buena hay que sacárselos con una navaja. Se resiste la suegra, pero a la fuerza le sacan uno, el mayor de todos, y entonces la pobre mujer les ruega a sus torturadores que la dejen en paz, que los demás granos son muy pequeños, y promete ser obediente. En estos cuentos la recién casada
aprende a obedecer sin ser castigada, pero la suegra, la mandona y rebelde que se ríe de su pobre marido que quiere hacerla obediente en la mayoría de las versiones, por fuerza se hace obediente. Tipo II, con elementos A1, D1 ó una de las variantes D2, D3, G, a veces H, E2. Este tipo, caracterizado por elementos D1 ó variante y G, es el tipo del hombre que se casa con una mujer mandona y a veces holgazana, que no obedece al marido al principio. Cuando el hombre ve que un amigo o hermano suyo tiene una mujer obediente y trabajadora, pide consejo, y el amigo o hermano aconseja la paliza. Elemento H ocurre en muy pocas versiones. Pertenecen a Tipo II, con diferencias en los detalles de algunos elementos, las siguientes versiones: nuestra versión zamorana 92, una de las mejores de todas, con elementos A1, D1, G, H (le rompe un brazo), E2; Cossío-Solano II, 119-120, con elementos A1, G, E2; Espinosa, Castilla 236, con elementos A1, D1, G, E2; Wheeler 45, con elementos A1, D2, G, E2; Giornale Storico XVI, 258-259; Sacchetti 138; Ortoli II, 6; Ancien Théâtre II, 35-49. Elemento H, con los detalles del doble pago, se halla en nuestra versión zamorana 92, como ya queda indicado, y en la versión italiana del siglo XVII de Andrea Volpini del Giornale Storico arriba citada. La versión portuguesa de Athaide Oliveira I, 70 es una variante extraordinaria del Tipo II: Un hombre se casa con una mujer muy holgazana. Cuando vuelve a casa de su trabajo, la encuentra sentada y con los brazos cruzados. Hace él todo y prepara la comida. Se sienta a la mesa y come solo. Cuando come, dice al llevarse a la boca cada bocado: —Este bocado es para quien barrió la casa. Este es para quien lavó los platos. Este es para quien guisó la comida, etc. Aprendió la mujer la lección y llegó a ser una mujer obediente y trabajadora. A su padre le dijo ella después: —Aquí quien no trabaja no come. Hay algunas versiones que combinan elementos de los dos tipos arriba establecidos: Barbazan-Méon IV, 365-386; Jones-Kropf 23-25. Las versiones de Parsons, Cape Verde I, 42, Boccaccio IX, 9, Barker-Sinclair 109-113, Bompas 158, y el famoso cuento de las Mil y una noches I, 22-28, pertenecen a un tipo de cuento semejante a nuestros Tipos I y II, pero ya muy diferentes de ellos. Estas versiones son variantes del cuento del hombre que entiende el lenguaje de los animales, Cuentos 260, Aarne-Thompson 670. Alguna relación con nuestros cuentos de la mujer contraria y mandona de Tipos I y II tienen también los cuentos de la mujer castigada por soberbia y altanera, Grimm 52, Coelho 43, Pentamerone IV, 10, Cuentos 179, Aarne-Thompson 900.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
El cuento de Espinosa, Castilla 237 es una curiosa versión del cuento del marido domado. Un padre déspota y cruel da muerte a su mujer y es severamente castigado por sus hijos y su segunda mujer. Le dan tan fuerte paliza, que para sanar tiene que andar con un brazo atado fuertemente con trapos por tres meses, y llega a sacar pollos de unos huevos que su mujer le ha metido entre los trapos.
93. La esposa falsa BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia 109, 110; Cabal CTA, 205-206; Espinosa, Castilla 294, 298; Isopo A, III, 9; Isopo 1, III, 9; Isopo 2, III, 9; Sebastián de Mey 53; Siete sabios de Roma 33-35.—Españolas de América: Espinosa SFNM 80; Portell Vilá 74; Rael 46, 68.—Portuguesas: Athaide Oliveira I, 112, 148, II, 425; Barbosa 20, 24, 27; Braga I, 89; Cardoso-Pinto II, 199-202; Isopo 4, 34; Martins II, 213-214.—Portuguesa de las islas de Cabo Verde: Parsons, Cape Verde 17.—Catalanas: Alcover IV, 120-124; Isopo 3, III, 9.—Italianas: Archivio XVI, 279-280, XIX, 489493, 504-506; Crudele Matringa 42-44; Isopo Zuccarino 48; Il Novellino 59; Pitré III, 170; Propugnatore VI, 2, 114-118; Schneller 58 (Tirol); Sercambi 16; Sette savi di Roma A, 66-72; Sette savi di Roma C, 34-37; Storia di Stefano 12.—Francesas: Barbazan-Méon III, 462-466; La Fontaine, Contes et Nouvelles V, 6; Lyoner Ysopet 50; Marie de France 25; MR LXX; Pineau, Poitou 213217, 219-222; Romans sept sages K, CLVI-CLXIII; Romans sept sages P, 36-40; Ysopet-Avionnet 65; Ystoire sept ages P, 150-155.—Francesa del Canadá: MBarbeau 29.—Francesa de Luisiana: Fortier 87.—Latinas: Dialogus Miraculorum VII, 34; Etienne de Bourbon 460; Gualterius 48; Hervieux II, 258-259, 391, 439, 497, 534-535, 585-586, 738; Jacques de Vitry 232; Lyoner Ysopet 48; Petronio CXI-CXII; Phaedrus, Appendix 15; Policraticus VIII, II; Romulus III, 9; Steinhöwel 49 (III, 9); Wright, Latin Stories 156, 247.—Alemanas: Busch 110; Erk-Böhme I, 149-150; Grimm 95; Jahn 14; Keller, Gedichte 184-193; Lassberg II, 583-588; Meier 41, 66; Simrock XIII, 256-257; Steinhöwel, páginas 152-153; Wendunmuth I, 348.—Noruega: Dasent, Fjeld 184-197.—Holandesa: Voskskunde XVII, 20-22.—Inglesas: Aesop III, 9; Campbell, Seven Sages 2811-3044; Seven Sages E, 437-441; Seven Sages W, 84-89.—Escocesa: Campbell 15.—Inglesa de América: JAFL XXXVIII, 366-368.—Turcas: Cuarenta Visires, Gibb 82-86; Turkish Fables 3-4.—Árabes: Burton VIII, 242-244,
296-297; RTP XV, 31-32; Thousand and One Nights VI, 382-390.—Judía: Gaster, Exempla 442.—Africana de América: Parsons, Andros 37.—Indias: Jataka 62; Panchatantra IV, 5.—Chinas: Asiatic Journal III, I, 607618; Chinesische Voksmärchen 39; Chin Ku Chi Kuan 11-32; Contes Chinois III, 145-197; Cuentos de China 56-66; RTP XVII, 88; Werner 149-150.—Clasificación y estudios especiales: Aarne-Thompson 1350, 1360C; Aesop, notas de Jacobs I, 245-246; Anderson, Hildebrand 98-182; Benfey, Panchatantra I, 436-438, 460; Boggs 1350; Bolte-Polívka II, 373-380; Campbell, Seven Sages ci-cviii; Chauvin VIII, 119-120, 210-213; Clouston I, 2935; Dunlop I, 94-96; Espinosa, en BBMP XVI, 489-502; Griesebach, Novelle von der treulosen Wittwe; Histoire Littéraire XIX, 821-825; Jeremy Taylor 516-518; JREL XII, 407, XIII, 362, XV, 400; Köhler I, 386; Loiseleur Deslongchamps 161; Romania III, 175-176; Romans sept sages K, páginas clix-clxvii; Sercambi, notas de D’Ancona 288-290; ZRPh XIII, 550; Thompson H466, K1556, K1892, K2213.1, T231, T231.1, T231.2, T231.3. Las versiones y variantes diferentes del cuento de la mujer infiel son legión. Es uno de los temas más populares de la literatura oriental. Nuestra versión española 93 tiene un desarrollo picaresco muy especial, pero pertenece a uno de los grupos fundamentales del cuento. La mayoría de las versiones modernas de Europa y América que yo he podido examinar, como las versiones españolas de Ampudia 109, 110, Espinosa, Castilla 298, Espinosa SFNM 80, Rael 46, las versiones portuguesas de Athaide Oliveira I, 148, Barbosa 20, 24, 27, Cardoso-Pinto II, 199-202, Parsons, Cape Verde 17, las italianas de Pitré, Archivio XVI y XIX, Grimm 95, la mayoría de las variantes estudiadas por Bolte y Polívka en II, 372-380, y todas las que estudia Anderson en su obra arriba citada, Der Schwank vom Anten Hildebrand, pertenecen al bien conocido tipo del cuento del marido que cree que su mujer es muy buena y muy fiel y sufre un trágico desengaño cuando un criado suyo o un amigo le apuesta lo contrario. El marido finge la ausencia y ve llegar a su casa al amante, generalmente un fraile, con el cual la mujer se divierte, comiendo y cantando. El fraile canta su ventura en comer y beber y en amores y la infiel mujer canta de alegría por la ausencia de su marido, deseando que nunca vuelva. El detalle del marido que llega inesperado o que sale de donde está escondido, para darle palos a su mujer, es en general el desenlace gracioso de estos cuentos. Los cantos populares de algunos países de Europa han eternizado este tema de una manera mucho más trágica, la infidelidad consumada y la muerte de la esposa infiel por el marido. De
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III. CUENTOS MORALES
esta manera está desarrollado el tema en algunos romances españoles de la esposa infiel. Véase para esto Menéndez y Pelayo, Antología X, 87-89, 179-183, 278-279, Alonso Cortés 215-216, Romancero nuevomexicano 18, 19, Vicuña Cifuentes, Romances 35-39. Pero hay otro grupo especial del cuento de la mujer infiel en el cual el marido, para probar la fidelidad de su mujer, finge la muerte, y descubre que la que tan grande amor y fidelidad le protestaba está dispuesta a casarse con el criado o amigo del marido inmediatamente después de la fingida muerte del marido. A este grupo general y más intrigante del cuento pertenecen nuestra picaresca y graciosa versión española 93, la portuguesa de Braga arriba citada y alguna otra versión moderna y también algunas versiones del popularísimo y celebérrimo cuento de la Matrona de Efeso, tan graciosamente contado por Petronio en su Satyricon, y con mucha más gracia y perfección artística en las versiones chinas que vamos a examinar. Nuestra versión española 93 pertenece al grupo general de la Matrona de Efeso, como ya queda dicho, pero es única entre todas las que conozco en el desarrollo del elemento picaresco. La astucia de la mujer infiel, que poco a poco va seduciendo al criado del marido, hasta que llega a invitarle a dormir con ella la misma noche de la fingida muerte del marido, no tiene su igual en ninguna versión que yo conozco. De las versiones modernas la única que se le acerca en este respecto es la portuguesa de Braga, pero en ésta el marido sale a darle palos a la mujer en el momento que ella canta, «Tambem elle me dezia a mim — que cassasses comtigo meu Valentin». En la versión española la infidelidad de la esposa llega hasta el apetito desenfrenado, y en este respecto es sin duda muy semejante a algunas versiones del cuento de la Matrona de Efeso del cuento chino, por más que en los detalles haya algunas diferencias notables. Algunas de las versiones arriba citadas pertenecen a otros tipos especiales. El cuento de Sebastián de Mey nos presenta a una mujer falsa que va a comer antes de llorar por el muerto y nada más. Igual es el cuento turco moderno de Turkish Fables arriba citado. En el cuento catalán de Alcover la mujer falsa va a enterrar a su marido vestido con sus redes viejas y no con buenas sábanas, pero éste revive. El cuento portugués de Barbosa 24 es igual al de Braga 89, pero el marido es el infiel y le hace el amor a la hija de la vecina la noche misma de la muerte fingida de su mujer. Seis versiones de nuestra bibliografía, la castellana de Espinosa, Castilla 294, la nuevomejicana de Rael 68, y las portuguesas de Athaide Oliveira I, 112, II, 425, Barboso 27 y Martins II, 213-214, documentan un cuento todavía más diferente: Una mujer anda diciéndole a todo el mundo que quiere
mucho a su marido y que quiere morir antes de él. Le hacen creer que anda por el mundo la Muerte Pelada y que quien la ve muere. Al verla la mujer, sale huyendo, gritándose que se lleve a su marido que está escondido. Otro tipo interesante es el del cuento alemán de Wendunmuth I, 348. Una mujer lamenta tanto la muerte de su marido que hace una imagen de palo de él y la acuesta con ella en la cama. La criada le mete en secreto a su hermano menor, y otro día queman al marido de palo en el horno para hacer el desayuno. El cuento de la Matrona de Efeso está muy difundido en la literatura medieval y moderna. El estudio más completo que se ha hecho de este cuento es el de Grisebach arriba citado, Die Wanderung der Novelle von der treulosen Wittwe durch die Weltliteratur. La bibliografía de Grisebach es particularmente abundante para las versiones literarias del siglo XVI en adelante, obras líricas, novelísticas y teatrales. Esta no es la ocasión para hacer un nuevo estudio de estos cuentos, pero como no siempre soy de las opiniones de Grisebach, y además, como mi propósito principal al estudiar mis Cuentos es tratar de enlazarlos con sus más remotos orígenes, citaré otra vez las versiones antiguas prototipos e indicaré algunos de los elementos más importantes que se van agregando a las versiones derivadas de las antiguas, para demostrar de qué manera nuestra versión española 93 se enlaza con las versiones medievales y para insistir en el origen oriental del cuento, que retoña en una de sus formas más graciosas en el célebre cuento de la Matrona de Efeso contado por Petronio en su Satyricon. El cuento de Petronio es el siguiente: Cierta Matrona de Efeso tenía la fama de virtuosísima y quería mucho a su marido. Murió el marido y por cinco días seguidos no se apartó de su tumba, llorando desesperada y sin comer ni beber. La acompañaba solamente una criada suya. El quinto día, un guardia que cuidaba de los cuerpos de unos ladrones a quienes habían ahorcado y puesto en cruces observó la luz de la tumba donde la viuda lloraba a su marido. Se acercó y viéndola tan hermosa, le preguntó la causa de su duelo. Enterado de todo, empezó a consolarla. Díjole que todos tenían que morir y le ofreció comida y vino. La fiel matrona lloraba más y más y hasta se arrancaba los cabellos de dolor. Por fin la criada acepta comida y bebe y consuela a su señora, diciéndole que no hay motivo para que se muera de hambre. La matrona por fin come y bebe y con más ganas que la criada. Empieza entonces el hombre a enamorarla y ella cede con facilidad. Se va la criada y el guardia fácilmente vence la virtud de la matrona y duerme con ella varias noches en la misma tumba del marido muerto. Entre tanto, roban a uno de los ahorcados, y la infiel viuda para salvar a su amante le ayuda a poner en la
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
cruz a su mismo marido. «Se maravillaban las gentes de que el ladrón se pusiera otra vez en la cruz», nos dice Petronio con su acostumbrada ironía y gracia. Este cuento famoso de Petronio que tanta importancia tiene en la literatura de la Edad Media, no parece haberse hecho verdaderamente popular en la tradición oral. Verdaderas variantes de la forma petroniana en la tradición moderna no conozco yo más que una versión rusa citada por Grisebach 95-96. Pero en la literatura medieval el cuento de Petronio o uno muy semejante ha sido muy bien conocido. Las versiones siguientes citadas en la bibliografía conservan la forma petroniana fundamental casi en todos sus detalles: Policraticus VIII, 11; Jacques de Vitry; Etienne de Bourbon; Wright, Latin Stories; Phaedrus, Romulus y muchos otros textos esópicos latinos de Hervieux; todos los Isopos españoles arriba citados; Esopo Zuccarino; Lyoner Ysopet; Ysopet-Avionnet; Aesop. Pero hay otras versiones medievales que llevan detalles diferentes que parecen haberse olvidado en la versión de Petronio y en las que de ésta derivan, que se enlazan con versiones más antiguas que la de Petronio y que se parecen mucho a las versiones chinas. Estas versiones, que forman en realidad otro grupo fundamental del cuento en Occidente, conservan detalles de la mutilación del cuerpo del marido difunto y son, en mi opinión, la mejor evidencia del origen oriental de nuestros cuentos, porque recuerdan vivamente los detalles de cómo la infiel esposa de las versiones chinas está dispuesta a sacarle los sesos al difunto marido para curar al amante. En las versiones occidentales hay varias formas de la mutilación. En las versiones del Romans sept sages K y P, Sette savi di Roma A y C, Storia di Stefano, Seven Sages E, el cuento empieza como en Petronio. Se enamora la viuda del que guarda el cuerpo del ahorcado y cuando éste le cuenta que se lo han robado, le dice que si le promete casarse con ella le saca de apuros. Se lo promete y sacan el cuerpo del marido difunto para ponerle en el lugar del cuerpo robado. Declara entonces el hombre que el robado tenía una herida en el costado o en la cabeza y la mujer coge una espada y le hace la herida. Dice entonces el seductor que el robado tenía dos dientes rotos y la mujer coge una piedra y le rompe dos dientes a su marido. Viendo tantas locuras, el soldado ya no se fía de ella y la despide avergonzada. Hay algunas versiones en las cuales se halla sólo parte de la mutilación, un cliente, la herida en la cabeza o en el costado: Il Novellino, Sercambi, Gualterianae Fabulae en Hervieux II, 391. En el Esopo de Steinhöwel y en el de Gualterius arriba citados la mutilación es diferente. El seductor dice que el muerto robado era calvo y la desalmada
mujer con las manos y con la boca le arranca es cabello al marido difunto en seguida. En estas versiones el soldado no rechaza a la infiel viuda, sino que satisface su amor. Que yo sepa, éstas son las dos primeras versiones de la literatura esópica en las cuales aparece ya el detalle de la mutilación, que falta en las antiguas de Fedro y Rómulo. En la versión de Marie de France no mutilan al cuerpo, pero se diferencia esta versión de las formas petronianas por su carácter francamente lascivo y elementos nuevos que se convierten en seguida en una versión obscena en las fabliaux francesas de la Edad Media, por ejemplo, en las versiones de MR y de Barbazan-Méon arriba citadas. En estas versiones la mujer falsa, al oír de la boca del falso seductor que él también estaba triste porque había perdido a su mujer, pregunta de qué manera. Responde que él mismo la mató de amarla tanto, y entonces ella le dice que la mate a ella de la misma manera. Pero hay algunas formas occidentales de las versiones del cuerpo mutilado que van mucho más allá que las versiones ya citadas de las varias redacciones europeas de libro de los Siete Sabios y que se acercan aún más a las versiones chinas que más adelante vamos a discutir. Hay dos versiones occidentales del mismo libro oriental, la de Ystoire sept sages P y la de Von den sieben Meistern de Keller, Altdeutsche Gedichte 184-193, que nos cuentan la versión siguiente: El marido y la mujer se querían muchísimo y un día ella se corta un dedo accidentalmente y pierde unas gotas de sangre. (Este detalle se halla también en otras versiones medievales). El marido se apena tanto que muere de dolor. Le llora ella en la tumba. La visita un oficial que guarda los cuerpos de los ahorcados y se enamoran. Entre tanto le roban un cuerpo, y muy triste se dirige a la tumba de su amante viuda. Se ofrece ella a salvarle si se casa con ella. Ella misma entonces pone el cuerpo de su difunto marido en el lugar del ladrón robado. Dice entonces el oficial que no basta eso porque al ladrón robado le faltaban dos dientes. Coge ella una piedra y le rompe dos dientes al difunto. El oficial empieza a perder confianza en la infiel viuda y declara que de nada sirve porque el ladrón robado tenía una herida en la cabeza y que además no tenía orejas. La mujer coge la espada, le hace una herida feísima en la cara a su difunto marido y además le corta las orejas. El oficial rehúsa ayudarle en estas operaciones y dice entonces que el ladrón además no tenía genitales, y la viuda se los corta a su difunto marido en seguida. El oficial ya no puede retener su ira, y echándole en cara su infame conducta con las palabras más viles, saca su espada y la mata allí mismo. Creo que pueden establecerse tres formas occidentales de estos cuentos: el cuento de la Matrona de Efeso de Petronio,
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III. CUENTOS MORALES
que en su mismo título anuncia su origen oriental; la forma general de la tradición moderna de Europa del cuento del viejo Hildebrand, cuyas numerosas variantes han sido estudiadas por Bolte y Polívka y por Walter Anderson, y de la cual nuestra versión española 93 es uno de los tipos más perfectos y acabados; y, por último, el cuento chino que vamos a estudiar en seguida y que por una parte está relacionado con el de Petronio y por otra parte tiene muchos puntos de semejanza con algunas versiones medievales, particularmente las que contienen los detalles de la mutilación del cuerpo del difunto marido. El carácter oriental de todos estos cuentos salta a la vista. La inconstancia y la descarada infidelidad de las mujeres es un tema de carácter fundamentalmente oriental, que se manifiesta en todas las obras literarias de Oriente. El origen oriental de todos estos cuentos de Europa se sospechó en el momento que se conocieron las primeras versiones chinas en el siglo XVIII. Véase para la publicación de las primeras versiones de los cuentos chinos que se conocieron en Europa Grisebach 19-25. D’Ancona en Romania III, 175 y Benfey, Panchatantra I, 460, insisten en el origen oriental del cuento. Finalmente, Grisebach en la obra ya citada insiste con abundantes pruebas en el origen oriental del cuento. Pero Grisebach se fía demasiado en las fuentes literarias. Las numerosas versiones literarias que cita después del siglo xvi no tienen importancia alguna para el estudio de los orígenes del cuento. Tienen mucho más valor las versiones modernas que están sacadas de la tradición oral. Además, en el caso concreto de la versión de Johannes Junior, que cita en páginas 75-76, texto de una versión latina del siglo xii del libro de los Siete Sabios no creo como él que representa esta versión la forma más vieja y fundamental del cuento en Europa después de Petronio. Es sólo una de las formas, y las variantes que yo he citado antes de muchas otras redacciones de este libro de origen oriental tienen la misma importancia y algunas de ellas, aunque posteriores en medio siglo a la versión de Johannes Junior, me parecen más antiguas y más bien conservadas. Los detalles de la mutilación del cuerpo del difunto no creo que sean un desarrollo occidental del cuento. En mi opinión, son la forma occidental de los detalles semejantes que encontrarnos en las versiones chinas. Las versiones chinas de nuestro cuento son muy numerosas. La más antigua es la leyenda de Chuang Song, discípulo de Lao Che, citada por Grisebach 17-18. El protagonista de la leyenda, Chuang Song, vivió en el siglo IV de nuestra era. Brevemente, la leyenda es la siguiente: Chuan Song se paseaba en una ocasión por un cementerio y encontró a una mujer que abanicaba la tierra de una tumba reciente, sin cesar. Le preguntó la causa de su afán y
le dijo ella que su marido estaba enterrado en esa tumba y que al morir le había aconsejado que no se volviera a casar hasta que la tierra de su sepultura no estuviera bien seca. El religioso cogió entonces el abanico y le ayudó a la mujer a secar la tierra. Le dio ella las gracias y se fue él a su casa con el abanico y le contó a su mujer Tien Shi lo que le había pasado. Tien Shi se puso furiosa, despedazó el abanico y declaró que ella nunca se casaría en caso que quedara viuda. Chuang Song enfermó y murió. Su mujer se puso muy triste. Siete días después de la muerte fingida del marido, llegó el antiguo discípulo de Chuang, un príncipe joven, y juntos lloraron la muerte del marido y maestro. Se enamoró ella de él y por medio de un viejo criado solicitó casamiento. Hizo el príncipe algunas objeciones, pero al fin consintió al matrimonio y se hicieron los preparativos para la ceremonia. Se llevó el ataúd del marido muerto a una sala retirada. Durante la noche de la ceremonia el príncipe cayó al suelo de repente. Parecía que agonizaba. El criado explicó que el príncipe volvería en sí sólo en caso de que le diesen para beber vino cocido con sesos de un hombre que no pasaran los cuarenta y nueve días que había muerto. La viuda se va en seguida a romper el ataúd de su marido con un hacha para romperle la cabeza al marido y sacarle los sesos con que curar al novio. Rompe la tapa del ataúd y se detiene en su obra porque oye sollozar al difunto. Le ve entonces incorporarse y le ayuda a salir del ataúd, aparentando alegría porque ha revivido. Responde con mentiras a las preguntas de su marido, y éste, que comprende todo lo que ha ocurrido, hace aparecer al príncipe y al criado en la puerta de la habitación. Cuando sabe ella que el marido se ha enterado de todo, se desespera de vergüenza y se ahorca con la cinta de su vestido de novia. Quema Chuang la casa con todo lo que contiene y se va hacia el Oeste. En páginas 19-26 de su obra cita Grisebach otras versiones chinas de este cuento. Yo conozco muchas versiones chinas, las mejores muy semejantes entre sí, la publicada en Asiatic Journal III, I, 607-618, la de los Contes Chinois de Rémusat III, 145-197, y la del célebre escritor del siglo XVI Chin Ku Chi Kuan, las tres citadas en nuestra bibliografía. De todas las que conozco, la mejor en absoluto y la que manifiesta todos los rasgos de una versión verdaderamente tradicional y popular es la de Chin Ku Chi Kuan. Aunque no difiere mucho de la ya citada, que sacamos de la obra de Grisebach, la damos en seguida, traduciendo al español la versión inglesa de Howel, para que se vea claramente lo mucho que supera a la versión de Petronio en su inspiración popular y tradicional y en todo su fondo artístico. Comparada con ella, la versión petroniana resulta incompleta, flaca, sin arte.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Vivían muy felices Chuang y Tien Shih, su tercera mujer. Un día se paseaba Chuang por el campo y llegó adonde había algunos sepulcros abandonados. De repente oyó voces que salían de una tumba reciente, y acercándose vio que en la tumba se hallaba una mujer hermosísima que lloraba y abanicaba la tierra. Le preguntó Chuang la causa de su extraña conducta, y explicóle ella que el muerto que yacía a su lado era su difunto marido y que en vida se habían querido tanto que no podía sufrir su muerte y que por eso lloraba allí día y noche, sin poderse consolar. Dijo, además, que su marido, antes de morir, le había aconsejado que no se casara otra vez hasta que su tumba no estuviese bien seca. Por eso abanicaba la tierra. Chuang le ayuda a abanicar la tierra y ésta se seca en seguida. Le da ella un imperdible de plata por el favor y se va muy contenta. Vuelve Chuang a su casa muy triste de ver la ingratitud de la viuda y le cuenta a su mujer todo lo ocurrido. Tien Shih se pone furiosa contra la viuda, dice pestes sobre su infame conducta y declara que no hay criatura más vil que ella. Chuang dice que así son todas las mujeres, y Tien Shih se pone más furiosa todavía y le escupe en la cara. Dice que ella nunca podría hacer una indecencia tal y declara que en caso de que Chuang se muriese, ella permanecería viuda hasta la muerte. Pocos días después Chuang se puso enfermo y fingió la muerte. Tien Shih se puso desesperada. Enterró al muerto debidamente, se vistió de luto y no se apartaba de la tumba de su marido llorando amargamente. Meditaba sobre la bondad y amor de su difunto marido y ni comía, ni bebía, ni dormía. Pero a la semana de estar muerto el marido, llegó un joven príncipe discípulo antiguo de su marido, buen mozo y elegantemente vestido y acompañado de un criado, a visitar a su maestro. Cuando supo de la muerte de su maestro, se puso muy triste y se dirigió a la tumba, donde halló a Tien Shih llorando. Salió ella a recibirle y viéndole tan hermoso, inmediatamente se enamoró de él. Le invitó a comer y hablaron de los documentos escritos que había dejado Chuang. Al despedirse de él el primer día, Tien Shih quedó apasionadamente enamorada. Por intrigas del criado hizo venir al príncipe y le hizo saber su voluntad. El protestó al principio, pero ella venció todas sus objeciones y determinaron casarse en la misma tumba del marido muerto, llevando el ataúd de éste a otro sitio apartado. Se preparó Tien Shih para la ceremonia matrimonial. Se vistió de novia, se pintó la cara y los labios y mandó preparar el banquete. Llegó el príncipe y se verificó la ceremonia. Pero cuando va iban a entrar en la sala nupcial para beber el vaso de vino ceremonial que iba a unirlos para siempre, el príncipe se llevó las manos a la garganta y se detuvo, petrificado de dolor. Un momento después cayó al suelo
como muerto. Explicó el criado que esos ataques ocurrían a menudo y que sólo sanaba el príncipe cuando bebía un vaso de vino caliente mezclado con sesos humanos frescos. No hallan manera de obtener los sesos, y entonces Tien Shih pregunta si pueden servir para eso los sesos de su marido que hacía sólo una semana que estaba muerto. Responde el criado que sí, y se dispone Tien Shih a sacarle los sesos a su marido. —Ya me considero la esposa legítima del príncipe y daría por él la vida misma cuanto más los sesos de mi marido muerto, que después de todo se pudrirá dentro de poco —dice—. Se va en seguida a la sala donde habían puesto el ataúd con una hachita y empieza a darle golpes a la tapadera. Chuang había aconsejado que el ataúd no se construyese más de tres pulgadas de grueso y que la madera no fuera muy fuerte. Dio Tien Shih varios hachazos fuertes y la tapadera se rompió. Terminó entonces su desgraciada tarea, porque en ese momento el marido dio un quejido de disgusto, empujó las tablas de la tapadera rota a un lado, se incorporó y le dijo a su mujer: —Ayúdame a salir de este ataúd. Le ayudó ella y empezó a decir mentiras para explicar su conducta. Había oído ruido en el ataúd y creyendo que estaba vivo había ido a abrirlo. Se había vestido de novia para recibirle alegremente. Lo que no pudo explicar fue por qué le habían llevado a otro sitio y por qué estaban aparejadas las mesas. Pero Chuang, que sabía bien todo lo que había ocurrido, pidió el vino y empezó a beber. Le declara a su infame mujer todo lo que ha ocurrido y le dice que no puede seguir viviendo con ella porque no quiere volver a oír los hachazos sobre su cabeza. Entonces por encantamiento hace aparecer a la puerta a los dos amigos, el criado y el príncipe. Tien Shih dio un salto de terror, y de la vergüenza que sufrió se ahorcó con el cinturón de su traje de novia. La versión china está basada evidentemente en antiguas tradiciones de Oriente. Conserva el cuento chino detalles generales idénticos a los de las versiones de Petronio y a los de las versiones medievales de Occidente, y además, contiene algunos detalles particulares muy semejantes a otros que son especiales de las versiones medievales de las diferentes redacciones francesas e italianas del Libro de los Siete Sabios, que, como todo el mundo sabe, es un libro de origen oriental. De las tres formas fundamentales y antiguas del cuento arriba establecidas, parece, por consiguiente, que las versiones chinas son de las más antiguas. A primera vista parece que el famoso cuento de Petronio es el mejor de todos, pero estudiando las versiones chinas y las versiones medievales de Occidente, salta a la vista el hecho de que la versión petroniana apenas contiene los detalles más
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III. CUENTOS MORALES
generales del cuento antiguo. Petronio pudo haber fraguado su cuento de tradiciones venidas de Oriente, tal vez por intermedio de Persia o India, y olvidó, al parecer, algunos detalles importantes. Sabemos que residió en Asia Menor de procónsul por muchos años. Si no tuviésemos a la mano las versiones chinas, podría creerse que las versiones medievales de los textos italianos y franceses del célebre Libro de los Siete Sabios, de Il Novelline, etc., han sido sacados de la versión de Petronio, y que los detalles de la mutilación del cuerpo y la viuda infiel rechazada por el amante son invenciones occidentales. Pero estudiadas las versiones chinas, vemos que no hay motivo alguno para tales conclusiones. Todos estos detalles de la mutilación del cuerpo del difunto marido por la infiel viuda son evidentemente la forma occidental de los detalles de la versión china, donde se cuenta cómo la mujer infiel se ofrece a ir a sacarle los sesos a su difunto marido para curar a su amante y rompe a hachazos la tapadera del ataúd. Por otra parte, ya hemos visto que en las versiones francesas e italianas del Libro de los Siete Sabios el seductor, horrorizado al ver la vergonzosa mutilación del difunto, rechaza a la infiel viuda y la despide avergonzada, mientras que en las versiones chinas el marido que resucita rechaza a su falsa mujer porque ya no quiere oír más hachazos sobre su cabeza. Y, finalmente, el detalle de la muerte de la mujer infiel que se ahorca de desesperación cuando sabe que su marido se ha dado cuenta de todo, está representado en dos versiones occidentales, la de Ystoire sept sages I y la de Von den Sieben Meistern, Keller, Gedichte, con los detalles de cómo el oficial que presencia la más vergonzosa mutilación de todas las versiones, horrorizado y enfurecido, saca su espada y le da la muerte a la infiel y despiadada viuda. Y hay todavía otro punto de comparación entre las versiones chinas y las occidentales de la Edad Media. En la versión de la Ystoire sept sages P el oficial declara que no se puede casar con la viuda porque es pobre. Ella declara que no importa y nada más se dice sobre el particular. Este detalle, al parecer insignificante, es un detalle aislado derivado de fuentes antiguas. Es en realidad una de las tres objeciones que contra el matrimonio con la infiel viuda hace el joven príncipe al principio en el cuento que ya hemos citado de Chin Ku Chi Kuan. La versión de Petronio no es, por consiguiente, la fuente inmediata de todas las versiones occidentales de la Edad Media. Algunas de éstas contienen, como ya se ha visto, detalles muy ajenos a ella, sacados de versiones más antiguas y más primitivas que la de Petronio, versiones semejantes a las chinas, que conservan con más fidelidad los elementos fundamentales de la verdadera versión oriental
primitiva. Claro es que en presencia de diferentes elementos de la tradición oriental, unos sacados de fuentes literarias transmitidas a Occidente por el Libro de los Siete Sabios, otros basados en la forma establecida por Petronio y otros, en fin, sacados de fuentes orales transmitidas de Oriente a Occidente desde tiempos muy lejanos y en la misma Edad Media, las versiones literarias de la Edad Media han podido recibir elementos muy diversos en su formación. Que ha habido algunas veces mezcla de versiones prototipos nadie puede dudar. De India y de Persia no conocemos versiones verdaderas de nuestros cuentos. Las que se han considerado variantes del cuento se parecen más al grupo general de las versiones modernas de la tradición popular de Europa, nuestra española 93, por ejemplo, si bien terminan casi siempre de una manera más trágica, según la tradición oriental. En páginas 26-29, Grisebach cita algunas versiones judías de este tipo. Una de ellas es una versión talmúdica del siglo XVI, que trata principalmente de la infidelidad de las mujeres, la vergüenza de la esposa infiel y su suicidio. En otros respectos no se parece mucho ni al cuento de Petronio ni al cuento chino. Sigue el cuento: Beruria, mujer del Rabí Meir, lee un día las sentencias de los sabios y llega adonde dice: «Todas las mujeres son frágiles». Llena de ira, escribe en el libro mismo: «Excepto Beruria». El Rabí, su marido, se vale entonces de su discípulo para probarle la verdad de los sabios y le encarga que le haga el amor. Después de muchos ruegos, obtiene el consentimiento de Beruria para una cita amorosa. Viene el Rabí a la hora señalada y ella cree que es su amante y le concede todo lo que había prometido. En la mañana el marido se descubre y ella, viéndose criminal, se ahorca de vergüenza. Esta versión me parece una de tantas versiones del tipo general del cuento, pero no es una de las versiones intermedias que han dado origen a las formas que hallamos en Occidente. Grisebach, página 37, y Benfey, Panchatantra I, 460, creen más bien en una fuente índica primitiva para nuestro cuento. Como no se han encontrado en India versiones semejantes a las formas de Petronio, de los cuentos chinos o de las versiones más importantes y típicas de Occidente, no creo que pueda insistirse en una fuente índica inmediata. El cuento habrá pasado a Occidente por India, Persia y Arabia, pero por ahora yo me inclino a creer en un origen chino. Los cuentos de India, Panchatantra IV, 5, y el de Daçakumaracarita, citado por Benfey, Panchatantra I, 436-437, el de la versión de los Cuarenta Visires, citado por Grisebach 69-72, y el cuento de Adiley de las Mil y una noches, citado también por Grisebach 72-74, tienen alguna
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
relación con nuestros cuentos, pero no son propiamente versiones de las formas que más nos interesan. Son, al parecer, formas índicas de los antiguos cuentos chinos. En vez de formas fundamentales primitivas que han dado origen a los cuentos occidentales, parecen un grupo distinto del cuento general, desarrollado como los otros grupos ya establecidos de antiguas fuentes chinas. Los cuentos índicos citados son muy semejantes. Parecido a ellos es el cuento árabe de RTP XV, 31-32. Daré sólo una versión, la del texto de los Cuarenta Visires, citado por Grisebach 69-72. Cierto carnicero estaba casado con una mujer hermosísima. Se querían mucho y prometieron que al morir uno de ellos, el otro nunca se volvería a casar. Murió ella primero y el marido la llora en su tumba, abrazando continuamente la piedra del monumento. Llega Isa (Jesús en el cuento árabe, un genio en el cuento de las Mil y una noches) y enterado de lo que ha ocurrido, resucita a la muerta. Mientras el marido va a traer ropas para vestirla se va ella con un príncipe que pasa por casualidad y está para casarse con él. Llega el marido al palacio y cuenta lo que ha ocurrido. La infiel mujer dice que no es verdad lo que dice, que, al contrario, el ladrón la había robado. Llega por casualidad Isa y viendo la traición, ora de nuevo y la mujer cae al suelo muerta. Los detalles del marido que llora a la mujer muerta en la tumba y el castigo trágico de la mujer tienen una vaga semejanza con los de los cuentos occidentales y chinos, pero en general el cuento es muy diferente. El hallar juntos en la tumba a uno de los esposos muerto con el otro vivo debe tener también alguna relación con la idea oriental de enterrar a la esposa viva con el marido muerto, y viceversa. En Thousand and One Nights VI, 382-390, Sindibad es enterrado en cierta isla con su mujer, pero vive matando a otros que entierran y quitándoles su comida, y por fin se escapa. De todas maneras se trata de tres grupos importantes del cuento y tal vez de un cuarto grupo típico de la tradición de India y Arabia. De todos ellos, los cuentos chinos son los que parecen más antiguos, más primitivos, más completos, y creo que pueden considerarse como las formas fundamentales y prototipos de la leyenda. Las formas literarias de Occidente desarrolladas después del siglo XV, muchas de ellas citadas en la importante obra de Grisebach, están basadas en general en la forma petroniana y no tienen importancia para los estudios sobre los orígenes de nuestros cuentos. Nuestra versión abulense 93 pertenece al grupo general de las formas petronianas, chinas y medievales, pero es ya una forma nueva y especial de la tradición española del grupo segundo arriba establecido, el del viejo Hildebrand,
magistralmente documentado y estudiado por Walter Anderson en su estudio Der Schwank vom alten Hildebrand. La mejor versión literaria conocida de este tema en España es la del siglo XVIII de Francisco de Castro, Entremés de los Chirlos Mirlos.
94. Todo lo perdona Dios BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia 126; Cabal CTA 93-97.—Clasificación: Boggs 836 G; Thompson Q263, Q451.4. No conozco otros ejemplos de nuestra versión. El cuento es evidentemente de origen tradicional, destinado a demostrar la gravedad del pecado de levantar falsos testimonios contra la virtud en la mujer. Las dos versiones asturianas arriba citadas son algo semejantes. En la de Ampudia una joven está para casarse y un envidioso la calumnia, diciéndole al novio que había sido novia de él. El verdadero novio abandona a su novia y muere ella de tristeza. Confiesa el calumniador su pecado y el sacerdote le da de penitencia que vaya a rezar tres noches sobre la tumba de la joven. La tercera noche se le aparece una sombra y le da una jarra de agua para que la vierta sobre la tumba. Obedece y entonces le dice ella que recoja el agua. No puede y le dice ella que de la misma manera es imposible recoger la honra cuando la derraman las malas lenguas. Muere después el calumniador. La versión de Cabal es muy semejante. Una joven es la calumniadora. Confiesa su crimen y el sacerdote le da de penitencia que vaya a Roma y allí duerma cada noche en una iglesia diferente. La tercera noche se le aparece la joven muerta y la lleva a la pila de agua bendita y le dice que vuelque el agua. Lo hace y la muerta le manda que la recoja como en la versión de Ampudia. Pero antes de desaparecer, la muerta le saca a la calumniadora la lengua.
95. La calle de la pierna 96. La averiguarona BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia, Caravia 174-175; Ampudia FA 70-75; BTPE VIII, 119-122 (dos versiones).—Española de América: JAFL XXV, 226-227.—Portuguesas: Braga I, 63; RL XX, 132-133 (dos versiones).—Portuguesa de Brasil: Gomes II, 13-14.—Corsas: Ortoli 316-319, 337-342.—Clasificación: Boggs 835F; Thompson E242, E491.
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III. CUENTOS MORALES
Nuestras dos versiones 95 y 96 nos cuentan fundamentalmente la misma leyenda supersticiosa. Una mujer curiosa ve llegar a su casa una procesión de almas en pena o difuntos que se aparecen sin saber por qué, y recibe de uno de ellos un cirio encendido, que después se le vuelve la pierna de un muerto. El fin no es el mismo en las dos versiones. En 95 la pierna se queda en casa de la mujer y dentro de poco ella muere. En 96 la mujer, aconsejada de un cura, logra entregarle la pierna al aparecido. Las leyendas de apariciones de muertos son legión. En nuestros casos se trata de un castigo, trágico en versión 95, dirigido a las mujeres curiosas que se ponen a las ventanas de sus casas a media noche para averiguar lo que no les importa. Además, nuestros cuentos están basados en la idea general de que no se debe salir ni andar por las calles ni asomarse a las ventanas después de anochecer, particularmente hacia media noche. «Por no ver visiones me acuesto a las oraciones», dice un proverbio español, y otro dice: «A media noche anda el diablo suelto». Conozco seis versiones hispánicas muy semejantes a nuestras versiones 95, 96. Las dos españolas documentadas en BTPE VIII, 119-122, una de Proaza y otra de Madrid, son versiones de nuestra versión 96. La mujer curiosa recibe en las dos versiones una vela encendida, pero en la de Proaza ésta se vuelve un difunto y en la de Madrid una mano de niño. En las dos versiones la pobre mujer sale de apuros de la misma manera que en nuestra versión 96. Las otras dos versiones son la mejicana de Boas, Notes 226-227, y la portuguesa de Braga I, 63. La versión mejicana es muy semejante a nuestra 96, pero termina de una manera más interesante. La mujer curiosa espera la procesión para devolverle a una de las ánimas la vela que de ella había recibido y que después se había convertido en un hueso de muerto. Espera con un niño en sus brazos por consejos de un cura. Pasa la procesión, entrega la mujer su hueso, y el ánima que lo recibe le dice que de esta manera se ha salvado. La versión portuguesa de Braga combina detalles de nuestras dos versiones 95 y 96. El difunto que entrega el cirio encendido a la mujer curiosa es un compadre suyo que había muerto y a quien ella reconoce y le pide el cirio para encender ella su vela. Se vuelve el cirio el brazo de un muerto, y por consejos de un cura la mujer le devuelve al compadre muerto el brazo de muerto, al pasar otra vez la procesión por su casa a los ocho días. Pero al amanecer hallaron a la mujer muerta. La versión portuguesa de RL XXV, 132-133 (primera versión) y la brasileña de Gomes II, 13-14, son también muy semejantes a nuestra versión 96.
Si hemos de juzgar por los ocho cuentecillos sobre las procesiones de ánimas documentados es Ampudia FA 7075, la creencia popular en las procesiones nocturnas de las ánimas tiene raíces muy hondas. Se cree que nadie debe molestar en manera alguna, ni detenerse a ver siquiera, a las ánimas cuando éstas van en procesión para algún lugar, a visitar a un enfermo, a rezar a una iglesia, etc. Pero de las ocho versiones de Ampudia sólo una, número 5, es verdadera versión de nuestros cuentos 95 y 96. Al ver pasar por su casa una procesión de ánimas, una costurera sale a arrodillarse, creyendo que pasa el viático. Una de las ánimas le entrega una vela encendida, la cual después se vuelve un hueso. La pobre mujer se queda con él y muere de miedo. Falta en esta versión el motivo fundamental de la curiosidad castigada de nuestras versiones 95 y 96, de las dos versiones de BTPE VIII, 119-122, de la versión mejicana de Boas y de la portuguesa de Braga. Véase también Ampudia, Caravia 174-175, donde está también documentado el cuentecillo asturiano 5, arriba mencionado. En la literatura popular de otros países he encontrado muchos casos de muertos aparecidos, procesiones de muertos, etc., pero sólo una versión italiana de la isla Córsica, la de Ortoli 337-342 arriba citada, puede considerarse como una verdadera variante de nuestros cuentos. En este cuento la procesión de los difuntos, Squadra d’Arrozza, citada también en 316-319, pasa por la casa de cierto individuo para castigarle, no por curioso, sino porque no ha dejado agua para los difuntos. No dice el cuento por qué era necesario dejar agua para los difuntos. Uno de los difuntos de la procesión le da un cirio al culpable, y éste se convierte después en un brazo de niño. Después de tres noches terribles de gritos, lamentos y juramentos de parte de los difuntos, el hombre les echa brasas encendidas y por fin da el brazo de niño a los difuntos, y así se libra de ellos por el momento. Poco tiempo después murió.
97. La liebre pensativa No conozco otras versiones de este cuento de la liebre que viene al cementerio, donde un rico vela a su mujer muerta para decirle que de nada sirve que le ponga velas a su mujer, porque está condenada. El aviso providencial no es un fenómeno desconocido en las creencias religiosas, pero la idea de que la liebre es la embajadora del cielo o del infierno o la que tiene mando absoluto sobre los muertos es algo nuevo. El estudio de la liebre en el folklore es una materia que no puedo discutir ahora. Sólo
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
llamaré la atención a algunos detalles que tienen una relación por lo menos indirecta con las ideas de nuestro cuento. Las liebres son almas de muertos algunas veces en el folklore de Bretaña. Son almas que están en el Purgatorio, y para salvarlas hay que tirarle a la liebre que anda por el mundo penando setecientos veintiocho tiros. Las balas les pasan de lado a lado sin herirlas. Un cuento particular nos relata que el alma de una joven se le aparece en forma de una liebre blanca al amante violador de su honra. Esta misma tradición se cuenta en Cornualles, según FLJ I, 87. Otro nos cuenta que en los castillos abandonados siempre hay una liebre solitaria que anda vagando sobre las ruinas, el alma del antiguo amo y morador del castillo, y que para salvarla hay que tirarle tantos tiros como el amo cuando vivo tiró a sus súbditos. Véase para todo esto Le Braz II, 82-84, y Thompson E423.2.2. Las brujas se transforman frecuentemente en liebres, en Alcover V, 143-144, un cazador le da un balazo a una liebre y el animal le habla. Es su misma novia, una bruja convertida en liebre. En RTP XIX, 414-415, se relata que otro cazador hiere a una liebre y de repente ve que dos liebres recobran su forma humana y le ruegan que las deje en paz y no cuente nada de lo ocurrido. En la misma publicación, XXl, 246-247, se documenta la leyenda sobre el rey francés Enrique IV, el cual no pudo jamás alcanzar a una liebre que seguía una vez que salió a cazar porque la liebre era una bruja y tenía sobre las espaldas cuatro patas de remuda para cuando se cansaba de las patas ordinarias. La sabiduría y sagacidad práctica de la liebre están documentarlas en muchos cuentos y leyendas. En Siam y otras partes de Asia, en algunas partes de África y hasta entre los indios de América, la liebre es considerada como la más sabia y la más vivaracha de todos los animales. Véase RTP XVII, 330, JAFL XXXV, 175-179, XXXVIII, 499-502. Obsérvese también la importancia de la liebre como animal listo y sabio en los cuentos del muñeco de brea, Cuentos 35, particularmente en los cuentos en los cuales la liebre se escapa por medio de algún engaño. Claro es que no es tan lista la liebre en algunos de estos cuentos como la tortuga, que la coge convirtiéndose ella misma en el muñeco de brea. Véase nuestro estudio sobre este cuento. La liebre como animal pensativo y melancólico se halla también en algunas leyendas. Véase FLJ 1, 85. La liebre es considerada como una divinidad en el Japón, entre los indios de América, entre los egipcios y en Bretaña. Véase FL III, 441-446, Mélusine III 265-269, VIII, 25-29, y Lang I, 178, II, 79-80. En una leyenda budista la liebre
se ofrece de comida a Buddha, y en otra Buddha halla una liebre en dificultades, la libra y la pone en la luna. Véase FLJ III, 88. Por eso seguramente los budistas de India y África ven una liebre en la luna siempre que la miran y declaran que es Buddha mismo. En una leyenda del Norte de África se relata que Dios llamó a todos los animales para pedirles consejo sobre la manera de ayunar. La liebre aconsejó que se debía ayunar un mes cada año. Dios siguió el consejo de la liebre y de ahí que le tienen odio los musulmanes. Véase FL XXXVI, 177. Según una leyenda sobre el origen de la muerte del Sur de África, la liebre era antes una persona. Cuando su madre murió, la luna le dijo que volvería a vivir. No lo creyó dicha persona y la luna la cambió en liebre y después le desfiguró la cara. La liebre tiene la boca desfigurada, y, además, la luna decretó que todos muriesen con el tiempo. Véase BleekLloyd 59-68. La liebre, dice el cuento, tiene carne humana y carne de liebre y la carne humana que tiene no debe comerse. Esto puede tener alguna relación con la superstición latina que quien comía carne de liebre era hermoso por siete días, documentada por Marcial V, 29, Plinio XXVIII, 19, y otros autores latinos.
98. El trigo, la cebada y el centeno BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Isopo A IV, 20; Isopo 1 IV, 20; Isopo 2 IV, 20; Sebastián de Mey 6.—Española de América: Radin-Espinosa 29.— Catalana: Isopo 3 IV, 16.—Portuguesa: Braga II, 189.— Francesas: Corrozet 81; La Fontaine I, 22; Ysopet-Avionnet 232-233.—Latinas: Avianus 16, 19; Hervieux III, 273, 275, 330, 338-339, 359, 360, 379-380, 385-386, 437, 438-439, 471-472, 476, 483, 484, 494-495; Romulus, Appendix 18; Steinhöwel L80.—Inglesas: Aesop IV, 20; Grawi 164, 171-173.—Alemanas: Boner 83, 86; Pauli 174; Steinhöwel A156a, Waldis, Esopus II, 3; Wendunmuth VII, 58, 59.—Holandesa: Gerhard von Minden 88.—Rusa: Krylov I, 2.—Griegas: Aphthonius 36; Babrius 36, 64; Esope 101; Halm 125, 179, 384, 385.—Judías: Berachja 27, 54.—Indias: Mahabharata 4198, 5805; Panchatantra I, 1, 2, III, cuento preliminar.—Malaya: Skeat 13-15.— Clasificación y estudios especiales: Boggs 836E; FFC LVI, números 11, 15, 390, 398; Grawi 10-196; Thompson F992, J242.2, J466.1, J832. Las fábulas más numerosas sobre el reino vegetal son las de carácter mitológico-didáctico, dirigidas a explicar la forma especial, color, tamaño o vida de los diferentes
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III. CUENTOS MORALES
árboles, flores, legumbres o plantas particulares. Véase para todo esto Thompson A2700-A2799. Los cuentos de disputas entre los árboles o plantas cualesquiera no parecen muy abundantes. Nuestra versión 98 es de carácter didáctico medieval y nos explica cómo el trigo y el centeno llegaron a ser comida del hombre después de trillados y molidos, y la cebada comida de las mulas, como castigo de Dios por su envidia, soberbia y vanidad. No conozco versiones muy semejantes. La mayoría de las versiones de nuestra bibliografía, todas, excepto las versiones de Braga, Radin-Espinosa y Skeat, se dividen en dos tipos importantes. Tipo I. Este tipo es un cuento moralizador que nos enseña que el humilde y paciente alcanza más que el soberbio que resiste. El álamo, haya o roble orgulloso disputa con la débil caña o junco sobre su fuerza y valor. Llega un viento terrible, le saca de sus raíces y le destroza. La caña se dobla humildemente ante la fuerza del viento, pero no es destruida y gana la victoria sobre el orgulloso y poderoso árbol. Pertenecen a este tipo las siguientes versiones de nuestra bibliografía: Aesop IV, 20; Aphthonius 26; Avianus 16; Babrius 36; Berachja 27, 54; Boner 83; Corrozet 81; Gerhard von Minden 88; Halm 179, 385; Hervieux III, 273, 330, 359, 385-386, 437, 476, 483, 494-495; Isopo A IV, 20; Isopo 1 IV, 20; Isopo 2 IV, 20; Isopo 3 IV, 16; La Fontaine I, 22; Mahabharata XII, 4198; Pauli 174; Romulus, Appendix 18; Sebastián de Mey 6; Steinhöwel A146a, L80; Wendunmuth VII, 58. Véase, además, Grawi 10-59. Hay otras muchas versiones. Tipo II. Este es un tipo muy semejante al Tipo I, pero termina sin desenlace trágico para el orgulloso y vanidoso. El pino hace alarde de su utilidad para el hombre y se burla del arbusto espinoso, que, según él, no sirve para nada. Pertenecen a este tipo las siguientes versiones de nuestra bibliografía: Avianus 19; Babrius 64; Esope 101; Halm 125, 384; Hervieux III, 275, 338-339, 360, 379-380, 438-439, 471-472, 476, 484, 495; Waldis, Esopus II, 3; Wendunmuth VII, 59. Véase, además, Grawi 59-64, 6981. Hay otras.
El cuento portugués de Braga es más semejante a nuestra versión 98. El mijo hace alarde de su valor para el hombre y le dice al centeno que es haragán y se está seis meses en la tierra antes de dar su fruto. El centeno responde que cuando el mijo se acaba, acude él a sustentar al hombre. El cuento mejicano de Radin-Espinosa es también una disputa sobre la utilidad prestada al hombre por las plantas. La encina y el ocote querellan, cada uno haciendo alarde de sus servicios al hombre. La encina enumera sus virtudes; sirve para madera, casas, muebles, etc., y el ocote, de su parte, hace lo mismo; sirve para curtir las pieles de que se hacen los zapatos, sillas de montar y otros artículos de grandísima utilidad. El cuento termina con las declaraciones de los dos contendientes. El cuento malayo de Skeat, véase también Hambruch 15, es el que más se parece a nuestra versión española en el fin. El maíz hace alarde de su valor para el hombre y dice que sin necesidad del arroz puede el hombre sustentarse con maíz solo. La liana y el yam del bosque hacen las mismas declaraciones. Disputan por largo tiempo, y no pudiendo llegar a un convenio se dirigen al rey Salomón para que decida. El rey Salomón declara que más vale el maíz, porque unido a la judía sostiene al hombre. La liana y el yam se ponen furiosos y tratan de hacerle daño al maíz. El maíz se defiende y le echa tanto veneno al yam del bosque, que hasta el día es planta venenosa. El yam entonces hace agujeros en el maíz y por eso tiene agujeros siempre en las mazorcas. A la liana la picó el maíz con las puntas de sus hojas. Se dirigen al fin al profeta Elías, pero éste envía al rey Salomón. El rey Salomón les dice que se las arreglen ellos como mejor puedan. Siguen peleando y querellando por dos semanas. Nada consiguen, y el rey Salomón entonces hizo al yam sentarse, y por eso crece inclinado, a la liana acostarse, y por eso crece por el suelo como viña trepadora, y al maíz y a la judía les permitió permanecer en pie y juntas. Para el cuento del pino descontentadizo que nunca está satisfecho con las espinas que pide y Dios le da, y que al fin recobra las que tenía al principio, véase Dähnhardt III, 337.
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IV. CUENTOS de encantamiento A. La niña perseguida • B. La hija del diablo C. El príncipe encantado • D. Juan el Oso • E. Juan sin Miedo F. La princesa encantada • G. Varios
A. la niña perseguida
99. La niña sin brazos Era un padre que tenía una hija y pa mantenerla tenía que ir todos los días al monte a por leña, si llovía porque tronaba y si tronaba porque llovía. Y un día que fue al monte a por leña le salió un hombre de una encina y le dijo: —Diga usté. ¿Cómo viene usté hoy al monte a cortar leña? Y el hombre le contesta: —Pues vengo porque tengo una hija que mantener. Y ya le dijo el hombre de la encina, que era el diablo: —Pues mire que yo le daré a usté todo el dinero que le haga falta. Tenga usté. Y diciendo esto, le dio un talegón lleno de monedas de oro y plata. Y luego le dice: —Váyase usté a su casa con su dinero y esta noche aguárdeme en su casa. Y se fue el pobre leñero pa su casa muy contento. Y llegó y le contó a su hija lo que le había pasao y le entregó el talegón de dinero y le dijo que iba a hacerles una visita el señor que le había dao el dinero. Y la muchacha era muy cristiana y siempre que llegaba alguno a su casa hacía la señal de la cruz. Y le dijo a su padre: —Pero, ¿quién será ese señor? —Esta noche, cuando venga, se lo preguntaremos —le contestó el padre. Y en éstas estaban cuando llegó el diablo y llamó en la puerta: —¡Tran, tran! Y al momento la muchacha hizo la señal de la cruz y salió a ver quién era. Pero ya no encontró a nadie. El diablo se había desaparecido al hacer ella la señal de la cruz.
Conque al otro día fue el hombre otra vez a por leña al monte y le salió otra vez el diablo. Y el leñador le dice: —¿Cómo no fue usté anoche a mi casa? Y el diablo le contesta: —He tenido el tiempo ocupao y no he podido. Pero mire, coja este saco de dinero y lléveselo a su casa. Y esta noche sí me espera en su casa, que ya iré. Y una cosa le ruego, y es que mande a su hija tirar toda el agua que haiga en la casa. Y fue el hombre y llegó a su casa y le entregó a su hija el saco de dinero y le dijo lo que había dicho el señor de la encina. Y la muchacha, como era tan buena cristiana, le dijo a su padre: —Pero si tiro a la calle toda el agua que hay en la casa no podré hacer la señal de la cruz. Y el padre le dijo: —Tírala toda, que no hace falta. Y ella la tiró toda. Y apenas la había acabao de tirar a la calle, cuando va llegando el diablo y llama en la puerta: —¡Tran, tran! Y la muchacha, como no había agua en la casa, se mojó los dedos con saliva y hizo la señal de la cruz. Y salió a abrir la puerta, pero no halló a nadie. El diablo se había desaparecido otra vez al hacer ella la señal de la cruz. Y al otro día fue el leñador al monte otra vez y salió el diablo. Y el leñador le preguntó: —¿Cómo no ha ido usté anoche? Y el diablo le contestó: —Es que estoy siempre ocupao. No he podido. Y ya le dice al leñador: —¿Tienen ustedes corral delante de su casa? Y el leñador le dice:
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
—Sí. ¿Y suele su hija echar la siesta allí por la tarde? —Sí. —¿A qué hora suele ella echar la siesta? —A las dos. Y después de esta conversación le dio el diablo otro saco de dinero y le dijo: —Váyase usté a su casa con este saco de dinero y cuando le haga falta más venga por más. Y se fue el leñador pa su casa con otro saco de dinero. Y ya el diablo determinó robarse a la muchacha. Y a las dos del día siguiente llegó a la casa del leñador cuando la muchacha estaba echando la siesta. Y dormida como estaba la cogió y la subió en su caballo y salió corriendo con ella. Y de repente despertó la niña y levantó un brazo pa hacer la señal de la cruz. Y el diablo cogió un cuchillo grande y le cortó el brazo. Y ya iba a levantar la niña el otro pa hacer la señal de la cruz cuando córtaselo también el diablo con el cuchillo. Y entonces la niña, como pudo, hizo la señal de la cruz con las piernas. Y cuando hacía la señal de la cruz con las piernas el diablo la cogió y la dejó colgada del pelo de un árbol muy alto y se desapareció en su caballo. Y ai se quedó la niña colgada del pelo del árbol y sin brazos onde el diablo la dejó. Y cerca del árbol había un palacio onde vivían un rey y una reina que tenían un hijo. Y los perros del rey subían todos los días al árbol onde estaba colgada la niña y le llevaban pa comer lo que les daban en el palacio. Y de darle la comida a la niña los perros se iban quedando cada día más secos. Y el rey, al verlos tan secos, dijo: —¿Pero por qué es que mis perros se van quedando cada día más secos? ¿Que los criaos no les dan de comer? Y dio en reñir con los criaos. Y los criaos dijon que no, que siempre les daban lo de siempre. Y ya dijo el rey: —Pues acechar a los perros a ver qué hacen con la comida. Y acecharon los perros y vieron que subían siempre con la comida y se la daban a una hermosa dama que estaba colgada del árbol. Y la dama era tan guapa que el hijo del rey dijo que la bajaran del árbol. Y fueron los criaos del rey y la bajaron, y la llevaron al palacio. Cuando ya la niña estaba en el palacio, el hijo del rey se enamoró de ella y les dijo a sus padres que se quería casar con ella. Y sus padres le dijon que era una deshonra casarse con una mujer sin brazos, que no podría criar a sus hijos ni nada. Y él les dijo que no le importaba que no tuviera brazos, que habiendo dinero y teniendo criaos todo era fácil. Y se casaron el hijo del rey y la niña sin brazos. Y a los pocos meses de estar casaos se murió el rey y el hijo
quedó de rey y la niña sin brazos de reina. Y pronto tuvo que marcharse el rey a reinar a otro reinao y dejó a la niña sin brazos encinta. Y en ese medio tiempo tuvo ella mellizos y se lo enviaron a decir al rey. Y el diablo cogió la carta y puso otra onde le decía al rey que la reina su mujer había dao a luz dos ratones. Y contestó el rey con otra carta onde decía: «Pues si ha dao a luz mi mujer dos ratones que los críe hasta que yo vuelva». Y otra vez cogió el diablo la carta y puso otra onde decía: «Coge a esos dos niños que has dao a luz y degüéllalos. Si no, eres tú vítima». Y cuando llegó la carta, la coge ella y se echa a llorar y dice que a sus hijos no los mata ni por todo lo que hay en el mundo. Y la agüela empezó también a llorar y le dijo a la niña: —¿Qué vamos a hacer? Y dijo la niña: —Pues nada. Hágame usté unas alforjas pa echar a uno por delante y a otro por detrás y marcharme sola yo con ellos. Y la agüela le mandó hacer las alforjas y se marchó la niña sin brazos por el mundo alante con sus dos mellizos en las alforjas. Y caminando, caminando, ya llegó a una fuente con hambre y sé. Y nadie le daba una limosna ni agua pa beber. Y al llegar a la fuente dijo: —Tengo sé. Pero si bajo a la fuente no podré subir. Y se fue camino alante muerta de sé y hambre hasta que allá muy lejos vio a una señora que estaba lavando en unas filas muy majas, y le dijo: —Señora, ¿me hará usté el favor de unos bocaditos de agua? Porque si bajo a beber no podré subir, y si no bajo me muero de sé. Y la señora le contestó: —Mira, vete y llama en aquellas puertas blancas que ves allá lejos, muy lejos, y te saldrán a recibir y te darán todo lo que te haga falta. Y fue la niña y salió a recibirla San Pedro y la dijo que qué se le ofrecía. Y ella le dijo: —Quiero que me haga usté el favor de un poquito de agua, que ya me muero de sé. Si bajo por ella a la fuente no podré subir, y si no bajo me muero de sé. Y ya le dio San Pedro un vaso de agua y le dijo: —Si usté nos obedece le vamos a dar todo lo que le haga falta y le pondremos sus brazos pa que pueda criar a sus niños. Y dijo ella que obedecería. Y San Pedro le puso sus brazos y la llevó a una montería onde nada les faltaba a ella y a sus niños. Y allí en la montería tenía una casa y muchos criaos.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Y la dijo San Pedro que no admitiera a nadie en su casa sin que dijera antes tres veces: «Jesús, María y José». Y ya volvió el rey de reinar por otras partes. Y cuando llegó a su palacio le preguntó a su madre por la reina y ya le contó ella lo que había pasao. Y cuando supo el rey la verdá y el engaño de las cartas sospechó que el diablo era el de la culpa de todo y empezó a maldecirle. Y se le apareció el diablo y le dijo que no se apurara, que él le ayudaría a buscar a su mujer. Y es que el diablo quería cogerlos a los dos. Y se marchó el rey con el diablo y el suegro a buscar a su mujer. Y el suegro estaba tentao del diablo porque le había mandao a su hija que tirara a la calle toda el agua de la casa. Y caminando el rey por la montería se les hizo de noche y vieron la luz de la casa de su mujer. Y se dirigieron allí sin saber quién vivía y llamaron en la puerta. Y salió la niña a recibirles y les dijo que entraran, pero que todos los que entraran tenían que decir tres veces: «Jesús, María y José». Y el rey dijo tres veces «Jesús, María y José» y entró. Y el suegro, aunque estaba tentao del diablo, también lo dijo y entró. Pero el diablo, como no pudo decirlo, no entró. Y allí fuera, onde estaba, quería decir «Jesús, María y José», pa entrar a hacer de las suyas, pero no pudo. Todo lo que decía era: «Tudú, tudúdu, tudú». Y ya que todos estaban dentro el diablo tuvo que marcharse. Y pusieron la cena y se sentaron a la mesa, y el rey miraba y remiraba a aquella mujer tan guapa y decía: —¿Si será esta mujer mi esposa? Y la miraba y la remiraba y ya le iba a preguntar, pero decía: —No, no puede ser, porque mi mujer no tenía brazos y ésta tiene brazos. Y como hacía frío los criaos puson un brasero cerca de la mesa pa que el rey se calentara. Y cuando ya iban a comenzar a cenar, la niña echó la bendición: —En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. El que esté tentao del diablo que dé un estampido y se salga. Y el padre de la niña, que estaba tentao del diablo, se volvió cenizas y se desapareció. Y todos quedaron muy elevaos, pero el rey no dijo nada. Y ya se puson a cenar. Y el rey, como estaba cerca del brasero, se le comenzó a quemar la capa. Y los niños, que por guapos y ricos el rey no dejaba de mirar, le dijeron: —Papá, que se le quema la capa. Y el rey los miraba y los remiraba, pero no decía nada. Pero se lo dijon tantas veces, que por fin le dijo el rey a la niña: —¿Sabes que no puedo cenar porque me dicen estos niños «Papá, que se le quema la capa»?
Y en este momento fue cuando ella le echó los brazos y le dijo: —Sí, esposo mío, éstos son tus hijos y yo soy tu esposa. Y ya le contó todo lo que había pasao y como ella había venido a vivir allí. Y el rey se abrazó a ella y abrazó a sus dos hijos loco de alegría. Y se los llevó a su palacio, donde todos vivieron muchos años muy felices y comieron muchas perdices. Y a mí no me dieron nada porque no les dio la gana. Zamora, ZAMORA.
100. La niña sin brazos Éste era un padre que tenía una hija y todos los días tenía que ir al campo a arar. Y siempre le decía a su hija que no le diera limosna a nadie que cuando llegara alguno a pedir limosna que le dijera que no tenía nada en la casa pa dar. Y un día a poco que se fue el padre pal campo llegó una señora con un niño a pedir limosna. Y la hija le dijo que no tenía nada que dar. Y la señora la dijo que sí, que tenía pan y que fuera a buscarlo. Y fue la niña a buscar pan y halló pan y medio. Y se lo iba a dar a la señora, pero la dijo ella que no, que con medio bastaba para ella y el niño. Y se fue la señora con el medio pan. Y por la tarde llegó el padre y le dijo a su hija si había hecho como él le había mandao. Y ya le dijo la niña que había venido una señora con un niño a pedir pan, y que ella la había dicho que no tenía pan y que la señora la había dicho que sí, que fuera a buscarlo, que al ir a buscarlo había encontrao pan y medio. Y le contó a su padre que al dárselo a la señora le había dicho que con medio bastaba para ella y el niño. Y el padre, al ver que su hija la había dao pan a una mendiga, se enfadó mucho. Y la llevó a un monte y la desnudó y la cortó los brazos y la ató a una encina y se vino a casa. Y cerca de esa encina un rey tenía su palacio. Y todos los días se iban los perros del rey con la comida que les daban en el palacio y con su boca se la daban a la niña en la boca y ellos no comían y se ponían cada día más flacos. Y el rey un día vio a los perros que estaban muy flacos y les dijo a los criaos: —¿Qué hacéis con los galgos que cada día se ponen más flacos? Y los criaos dijeron: —Se lo trasponen por una esquina y se van no sabemos dónde.
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
Y entonces el rey mandó que acecharan a los perros pa ver adonde iban. Y los acecharon y ya vieron que le llevaban la comida a la niña que estaba atada a la encina. Y llegaron los soldaos del rey ande estaba la moza y la preguntaron pa qué estaba allí. Y ya ella les contó todo lo que la había pasao y fueron ellos y se lo contaron al rey. Y dijo el rey que cogieran una manta y la cubrieran, que el rey iba a verla. Y así lo hizon y fue el rey a verla. Y cuando el rey la vio que era tan hermosa se enamoró de ella y la llevó consigo al palacio. Y allí la tuvieron por mucho tiempo en el palacio. Y ya con el tiempo estaba el rey tan enamorao de ella, que le dijo a su madre que se iba a casar con ella. Y la reina madre le dijo: —Pero, hijo, ¿cómo te casas con esa moza si no tiene brazos? Y él contestó: —No me importa. Yo la quiero y no me importa que no tenga brazos. Y se casó el rey con la niña sin brazos. Y a pocos meses de estar casaos se levantó una guerra y el rey tuvo que marcharse a la guerra y dejó a su esposa encinta. Y estando el rey en la guerra al poco tiempo dio la niña a luz dos hermosos niños. Y la madre le escribió a su hijo que su mujer había dao a luz dos niños como dos rosas. Y el diablo cogió la carta y puso otra donde decía que la niña había dao a luz dos niños como dos diablos. Y el rey escribió que si eran dos diablos que la echaran de casa con ellos. Y cuando la madre recibió la carta no la entendió, pero la niña dijo que la hicieran dos alforjas y que le pusieran a los dos niños en ellas y se marcharía con ellos por el mundo. Y le hizon las alforjas y se fue con sus dos niños por el mundo. Y andando por el mundo llegó por fin a la cabaña de unos pastores y les dijo: —Pastorcitos, pastorcitos, si me hicierais el favor de ponerme estos niños a mamar uno de cada pecho. Y los pastores se los puson uno a cada pecho y mamaron. Y después se los metieron otra vez en las alforjas y se marchó otra vez por los mundos. Y llegó a un río y decía: —¡Ay! ¿Cómo pasaré este río con mis dos niños? Y entonces se le presentó una mujer, que era la Virgen, y la dijo: —Niña, no llores. Toma tus brazos. Y al decir eso le puso los brazos y la pasó el río con sus niños. Y entonces la dijo: —Mira. ¿Ves aquel palacio? Allí vas y tendrás todo lo que necesitas, y el rey tu marido irá a comer allí mañana. Y ya se fue la niña adonde la había dicho la Virgen y llegó y halló en el palacio todo arreglao. Y había habitaciones y criaos y de todo. Y a los niños mellizos les dijo la madre:
—Mañana cuando venga el rey y sus mande comer no comáis, y decí: «No, no comemos, que no quiere mi mamá». Y otro día por la noche llegó el rey, su marido, a pedir posada porque andaba de caza y le había cogido la noche muy lejos de su palacio. Y la niña salió a recibirle, pero no la conoció. Y entraron en el palacio y se sentaron a la mesa a comer. Y el rey la miraba y la remiraba y le parecía que era su mujer, pero como la veía con brazos decía que no podía ser. Y cuando estaban comiendo el rey veía que los niños no comían y les decía: —Comed, niños. Y ellos contestaban: —No, no comemos, que no quiere mi mamá. Y venga el rey a mirar y remirar también a los niños. Y ya concluyeron la cena y el rey venga a mirar y remirar otra vez a la madre de los niños. Y ya le preguntó la niña: —¿Por qué me remira usté tanto? Y él la contestó: —Si no tuviera usté brazos decía yo que era usté mi mujer. Y le dijo ella entonces al rey si quería postres. Y él dijo que sí. Y en el postre había ella puesto el anillo de la boda. Y al comerse el rey el postre vio el anillo de la boda, y entonces conoció que aquella era su mujer y aquellos eran sus dos hijos. Y se abrazó a ella y abrazó a sus dos niños y la preguntó cómo estaba en aquel palacio. Y ya le contó ella todo lo que la había pasao. Y ya se disponían a marcharse todos pal palacio del rey cuando llamó un pobre a la puerta a pedir que comer. Y salió ella a la puerta y le dijo: —¿Le gusta a usté comerse la comida que ha sobrao de una comida que hemos tenido hoy? Y dijo el pobre que sí y le sacaron la comida que sobraba. Y venga el pobre a mirarla y remirarla. Y ella le dijo: —¿Por qué me mira usté así? Y el pobre contestó: —Si no tuviera usté brazos decía yo que usté era mi hija. Y ella le dijo entonces: —¿Que le ha pasao a usté con aquella hija? Y él contestó:
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
—Que me salió tan pícara que la llevé al monte y le corté los brazos y la até a una encina y allí la dejé. Y dijo ella: —Pues aquí tiene usté a su hija. Y el pobre padre cayó desmayao. Y de allí se fueron el rey y su mujer y sus dos niños al palacio. Solosancho, ÁVILA.
101. La niña sin brazos Éstos eran un hombre y una mujer que estaban tan pobres que ya no tenían ni que comer. Y la mujer estaba embarazada. Y un día dijo la mujer: —Si viniera alguien y nos llenara la casa de trigo y nos diera dinero, aunque fuera el diablo, le daría yo lo que diese a luz. Y ya vino el diablo y les llenó todo de trigo y les dio mucho dinero, y ya tenían mucho que comer y estaban muy contentos. Conque dio la mujer a luz una niña muy guapa, que desde el día que nació era santa. Desde el momento en que nació se santiguaba y decía: —¡Ave María Purísima! ¡Ave María Purísima! Y la mujer llamó al diablo y le dijo: —Mire usté, que la niña que he dao a luz se santigua y dice «¡Ave María Purísima!». Y el diablo va y le dice: —Pa que no lo diga córtele usté la mano. Y la madre fue y le cortó la mano a la niña. Y entonces la niña se santiguaba con el codo que la quedaba. Y llama la mujer al diablo otra vez y le dice: —Mire, usté, que le he cortao la mano a la niña y ahora se santigua con el codo. —Pues córtele todo el brazo —le dice el diablo. Y le cortó la madre a la niña todo el brazo. Pero entonces la niña se santiguaba con la mano del brazo izquierdo. Y vuelve la mujer a llamar al diablo y le dice: —Venga usté. Mire que le he cortao a la niña todo el brazo y ahora se santigua con la mano del brazo izquierdo. Y dice el diablo: —Pues cortarle esa mano. Y se la cortó la madre y la niña se santiguaba con el codo de esa mano. Y venga a llamar la madre otra vez al diablo pa contarle que ahora la niña se santiguaba con el codo de la mano izquierda. —Pues cortarle todo ese brazo también —le dice el diablo.
Y le cortó la madre todo el brazo izquierdo también. Y entonces la niña se santiguaba con el troncón que le quedaba del brazo y decía siempre: —¡Ave María Purísima! ¡Ave María Purísima! La madre al ver que la niña seguía santiguándose y que ni comía ni bebía nada llamó al diablo y se lo dijo. Y entonces el diablo le dijo que encerrara a la niña en una habitación y que allí la tuviera hasta que fuera moza cuando vendría él a por ella. Y cuando ya estaba mayor y era ya una mocita llegó el diablo a por ella y se la llevó pa su casa. Y llegó a su casa y la metió en una habitación y le dijo: —Aquí te desnudas y esperas hasta que yo te llame. Y se subió el diablo a una habitación que estaba más arriba. Y en ese medio tiempo llegó ande estaba la niña una perrita del diablo y la niña empezó a decirle: —Perrita china, llama a la Virgen María y a toda su compañía. Perrita china, llama a la Virgen María y a toda su compañía. Cuando ya oyó la niña que le dijo el diablo: —¿Subes o bajo? Y la niña le contestó: —Calla, hombre, que me estoy quitando la blusa. Y a la perrita le decía muy quedo, muy quedo: —Perrita china, llama a la Virgen María y a toda su compañía. Perrita china, llama a la Virgen María y a toda su compañía. Conque ya dice el diablo otra vez: —¿Subes o bajo? Y la niña le contesta: —Calla, hombre, que me estoy quitando la falda. Y a la perrita le decía muy quedo, muy quedo: —Perrita china, llama a la Virgen María y a toda su compañía. Perrita china, llama a la Virgen María y a toda su compañía. Y el diablo ya vuelve a decir y en voz muy alta: —¿Subes o bajo? Y le contesta la niña: —Calla, hombre, que me estoy quitando la enagua. Y a la perrita le decía otra vez: —Perrita china, llama a la Virgen María y a toda su compañía. Perrita china, llama a la Virgen María y a toda su compañía. Y el diablo ya cansao de esperar le grita: —Ya no, ya no me engañas. Ahora bajo yo y en seguida. Y bajó y cogió a la niña en sus brazos pa llevársela pa su habitación. Y la niña, al verse en los brazos del diablo, empezó a santiguarse con el troncón del brazo y decía:
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
—¡Ave María Purísima! ¡Ave María Purísima! ¡Ay, Dios mío! ¡Ay, Virgen María! Y a eso se presentó la Virgen, y el diablo al verla dejó caer a la niña y cayó encima de una zarza sin hacerse daño. Y allí estaba la niña cuando pasaron el rey y sus soldaos que venían de cazar. Y los perros del rey vengan a fatearla y vengan a fatearla, hasta que los siguieron los soldaos y hallaron a la niña encima de la zarza. Y fueron y le dijeron al rey que encima de una zarza estaba una niña muy guapa, muy guapa y sin brazos. Y fue el rey a verla y cuando vio que era tan guapa se la llevó a su palacio. Y sin decir nada la metió en una habitación y les mandaba a los criaos que le dejaran siempre la mejor sustancia del puchero pa unos perros que tenía. Y los criaos se aburrían y decían: —¡Ay, qué mareo tener todos los días que sacarle la mejor sustancia del puchero pa los perros! Y era que el rey se la llevaba a la niña. Conque ya el rey le dijo a su madre que se iba a casar y que ya había encontrao novia. Y cuando llevó a su madre a su habitación a enseñarle la novia, la madre se sorprendió mucho y le dijo que cómo se iba a casar con una mujer sin brazos, que no podría cuidar a sus hijos. Pero el rey se dijo que no le importaba, que de todos modos se iba a casar con ella. Y celebraron las bodas y se casó el rey con la niña sin brazos. Y a los pocos meses el rey tuvo que marcharse a la guerra y dejó a su mujer encinta. Y estando el rey en la guerra dio a luz su mujer dos niños preciosos que parecían dos estrellas. Y le escribieron al rey que su mujer había dao a luz dos niños como dos estrellas y que se viniera pronto. Y el diablo cogió la carta y puso que la reina había dao a luz dos perros. Y llegó la carta y cuando el rey la vio dijo: —¡Sea por Dios! Si mi mujer ha dao a luz dos perros, que los críe hasta que yo vuelva. Y escribió una carta diciendo que si su mujer había dao a luz dos perros, que los criara hasta que él volviera. Pero el diablo cogió también esta carta y puso que si la mujer había dao a luz dos perros que los mataran porque si no se comerían a su madre. Y cuando la madre recibió la carta no pudo comprender lo que quería decir, pero como decía que mataran a sus hijos se puso a llorar y le dijo a su suegra: —¡Ay, no! ¡Matar a mis hijos no! ¡Ay, Dios mío! ¡Eso no lo consiento! Y le dijo a su suegra que le hiciera dos alforjas pa meter en ellas a susdos niños y irse con ellos por el mundo. Y le
hicieron las dos alforjas y metieron en ellas a los dos niños. Y entonces les rogó que se los echaran a los hombros y se marchó con sus dos hijitos por el mundo. Y cuando ya habían andao mucho, los niños tenían sé y empezaron a llorar y a decir: —¡Ay, madre, agua! ¡Ay, madre, agua! Y la niña lloraba también y les decía: —¡Ay, hijos míos, si no hay agua! Y aunque la hubiera no os la podría dar. Y ya cuando los niños lloraban mucho y la madre con ellos, se encontraron con un agüelillo y una agüelilla, que eran San José y la Virgen. Y le preguntó la Virgen qué pasaba, que por qué lloraban ella y sus dos niños. Y la niña le contó que tenían sé los niños y no les podía dar agua. Y la Virgen le dijo: —Vé allí onde están esos dos riscos y entre ellos hallarás agua. Y fue la niña con sus dos niños y encontró agua. Y se agachó mucho pa que los niños pudieran alcanzar a beber. Y tanto se agachó que los niños se cayeron de las alforjas. Y ella se tiró sobre ellos pa cogerlos y en ese momento le salieron sus dos brazos y los cogió. Y entonces se puso una tormenta muy grande, muy grande. Y era que el diablo todavía andaba molestándola. Pero la Virgen y San José le dijeron que no tuviera miedo, que se marchara y nada le pasaría. Y se marchó la niña ya con sus dos brazos y muy campante con sus dos niños en dirección de una luz que se veía. Y ya llegaron a una casa onde estaba el rey su marido con su tropa. Y llamó ella en la puerta y salió un soldao a abrir y le dijo ella: —¡Oiga, usté! ¿Nos quieren recoger por esta noche a mí y a estos dos niños? Y le dijo el soldao que entrara. Y entró ella con sus dos niños en las alforjas. Y fueron a llamar al rey y le dijeron que había llegao una mujer con dos niños como dos estrellas. Y vino el rey a ver y al momento que los niños le vieron empezaron a decir: —Tú eres mi papá. Tú eres mi papá. Y el rey se acercó a mirar a la mujer. Y venga a mirarla y venga a remirarla, hasta que le dijo: —Si usté no tuviera brazos diría yo que usté era mi mujer, la que dejé cuando me fui a la guerra. Y ella le contestó: —Pues ella soy y estos dos niños son tus hijos. Y ya se contaron como había sido todo. Y se abrazó el rey a ella y a sus hijos y no fue más que contento y alegría. Y otro día se fueron todos al palacio del rey.
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Cuenca, CUENCA.
Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
102. La niña sin brazos Éste era un padre que tenía ocho hijos. Y todos los días iba a por leña al monte y decía: —¡Ay, si yo pudiera vender a mi hija mayor! Y cuando fue una vez al monte se le apareció un hombre cuando dijo eso, y le dijo: —Yo te compro tu hija. Toma este dinero y mañana a las diez vienes con tu hija mayor y me la entregas aquí mismo. El padre se fue pa su casa y cuando llegó le dijo a su hija que otro día a las diez tenían que estar en el monte pa entregársela a un hombre. Y otro día por la mañana salieron a caballo. Y llegaron y el padre le entregó al hombre su hija. Y se volvió el padre pa su casa muy triste. Y el hombre, que era el diablo, le dijo entonces a la muchacha: —Quítate esa cruz de Caravaca. Y es que ella llevaba una cruz de Caravaca, que es una cruz que cuando hay nubes se abre. Pero la muchacha no se la quiso quitar. Y entonces el diablo le dijo: —Allá vienen los tolbones, mis amigos. Y al decir esto le cortó los dos brazos con un cuchillo y la dejó sola en el monte. Y estaba ella sola llorando cuando pasó por allí el hijo del rey y la vido, y como era tan bonita les dijo a sus soldaos que la llevaran al palacio. Y cuando ya estaba en el palacio les dijo a sus padres que se iba a casar con la manquita. Los padres le dijieron que cómo se iba a casar con una mujer que no tenía brazos y que no podría cuidar a sus hijos cuando los tuviera. Pero el hijo del rey no hizo caso y se casó con ella. Y a poco de estar casao se murió el rey, y el príncipe quedó de rey y tuvo que ir a la guerra a otro reinao muy lejos. Y mientras el rey estaba en la guerra tuvo su mujer dos niños muy hermosos. Y la madre del rey le escribió que había parido su mujer dos niños muy preciosos. Pero el diablo cogió las cartas y puso otras onde le decían al rey que su mujer había parido dos monstruos. Y cuando llegaron las cartas el rey mandó a decir que la quemaran viva. Y entonces la niña le rogó a la reina madre que le hiciera dos alforjas pa sus niños y que le preparara el puchero y que así se iría por los montes alante con sus dos niños sola. Y la madre le hizo las dos alforjas y el puchero y se fue la niña con sus dos niños. Y andando, andando se encontró con un viejecito y le dijo la niña: —¿Quiere usté darles sopitas a mis niños? Y se acercó el viejecito y les dio sopitas a los niños del puchero. Y de allí se fue sola otra vez hasta que llegó ande había un río. Y sus dos niños tenían sé, pero ella no podía
darles agua. Pero como los niños la pedían agua se abajó pa que alcanzaran a beber y se cayeron los dos en el agua. Y con los muñones trató de cogerlos y en ese momento le salieron los dos brazos. Y entonces se le apareció otra vez el viejo, que era San José, y le hizo una casa cerca del río pa que viviera allí con sus dos hijitos. Y una noche llegó por allí el rey y pidió posada. Y le dieron posada al rey por la noche y cuando estaban comiendo San José y todos le contó la niña a San José toda su vida. Y el rey escuchaba, pero no decía nada. Y ya cuando acabó de contar su vida, San José le dijo a la niña que acostara a sus niños porque ya era muy noche. Y fueron todos entonces a acostarse. Y otro día por la mañana salieron los dos niños y al ver al rey decían: —¡Este es mi papá! ¡Este es mi papá! Y entonces el rey ya conoció que esos dos niños eran sus hiios y los abrazó y empezó á llorar. Y entonces llegó la niña y ya se contaron los dos lo que les había pasao. Y todos se fueron entonces muy contentos pal palacio del rey. Madridejos, TOLEDO.
103. El cisquero y el demonio Éste era un pobre cisquero que tenía a su mujer y ocho hijos, y ya apenas podía ganar con que vivir vendiendo ciscos. Y ya estaba muy aburrido sin saber qué hacer cuando un día se el apareció el demonio y le dijo: —Si me das el alma de tu mujer, te doy ocho mil reales. Y el cisquero se la prometió y le dio el dinero el demonio. Y se fue pa su casa muy contento y le dio el dinero a su mujer. Y ya estaban muy bien y se iban reponiendo. Y la gente decía: —Pero, ¿dónde sacará este hombre tanto dinero? Antes andaba por ai de cisquero y ahora ya no trabaja y tiene con que vivir. Pero fue él otra vez a por carbón al monte y le sale el demonio otra vez y le dice: —Oye, tú; si me das el alma de lo que tu mujer tiene en el vientre, te doy cuatro mil reales más. Y se lo prometió el cisquero y le entregó el demonio el dinero. Y con la sangre de sus venas firmó el contrato con el demonio que a los siete años de edá le entregaría a la hija que estaba por nacer. Y se marchó el cisquero pa su casa con el dinero. Conque al poco tiempo tuvo la mujer una niña, que nació el día de la Santísima Trinidá. Y desde el día que nació
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
la niña hablaba tres veces al día con la Virgen. A los tres años se confesó y a los cuatro años comulgó. Y a los siete años ya llegó el demonio a por ella. Y llamó a la puerta y salió el padre y le dijo el demonio: —Vengo por lo que me prometistes. —Sí, sí —dijo el padre. Y entró el padre y la dijo a su mujer que le había prometido la hija al demonio y que había venido por ella porque ya tenía la niña los siete años que habían puesto en el contrato. Y la madre le dijo: —Pero y ¿cómo has prometido tal cosa? ¿Que no quieres a tu hija? Y él la dijo que como eran tan pobres se lo había prometido al demonio por el dinero que les había dao. Y empezó la madre a llorar. Y en este medio tiempo que estaban hablando la Virgen la estaba cargando de medallas a la niña y echándola su bendición. Y ya el demonio le dijo al padre: —Güeno, ¿cómo no me la bajas? —Ya baja —le contestó el padre. Y al llegar la niña a la puerta la vio el demonio y la dijo: —¡Quítate eso que traes! Y la niña le contestó: —¡No me da la gana! Y así hablando, el padre la agarró y la montó en las ancas del caballo del demonio, y el demonio echó a correr con ella a las ancas de su caballo. Y cuando ya iban lejos de la casa empezó el demonio a decirle a la niña: —¡Quítate eso que traes! ¡Quítate eso que traes! Y la niña le contestaba: —¡No me da la gana! ¡No me da la gana! Y el demonio, al ver que la niña no se quitaba las medallas, le dio un piquetazo al caballo con su lanza y dio el caballo un salto y la niña cayó al suelo. Y el demonio, al caer ella, la arrancó los ojos con sus uñas y la dejó allí tirada en tierra. Y estando allí sola la niña empezó a llorar. Y se le apareció la Virgen y la dijo: —¿Quieres tu vista? Y la niña dijo: —Sí, sí, la quiero, y le ruego a la Virgen que me la de. Y la Virgen la dio su vista. Y ya la niña vio que estaba en un monte y vio una cueva y se dirigió a ella. Y en la cueva no había nadie y allí se metió. Y a la cueva iba todos los días un ángel en forma de perro a llevarla la comida. Y cerca de la cueva estaba el palacio de un rey. Y un día le dijeron al rey que todos los días llegaba un perro y se llevaba la comida de la mesa y se escapaba y que no sabían adonde
se iba. Y dijo entonces el rey que le siguieran. Y salió el hijo del rey con sus armas a buscar al perro y ya le vieron que iba a la cueva con la comida que se había robao ese día. Y el hijo del rey sacó sus cuchillos y empezó a tirárselos al perro, pero no le alcanzaban. Y así fueron siguiendo al perro hasta que entró en la cueva. Y el hijo del rey se apeó de su caballo y llamó en la puerta de la cueva. Y contestó la niña y le dijo que entrara, que el perro no le haría nada. Y ya entró y vio a la niña, que era muy guapa, y se enamoró de ella. Y se fue a su palacio y le contó a su padre que había encontrao en una cueva a una niña muy guapa y que se quería casar con ella. Y su padre le dijo que no se casara con ella, que estaría llena de miseria y que el hijo de un rey no debía casarse con una joven pobre. Pero él dijo que no le importaba, que le dejara llevarla al palacio y casarse con ella. Y tanto estuvo porfiando, que el rey su padre se lo permitió y la llevó al palacio y se casó con ella. Y ya al poco tiempo el rey tuvo que marcharse a la guerra y dejó a su mujer encinta. Y cuando estaba en la guerra, la niña tuvo dos niñitos más hermosos que el sol. Y el padre le escribió a su hijo que volviera, que su mujer había tenido dos niños más hermosos que el sol. Pero el diablo le quitó al soldao que la llevaba la carta y le puso otra donde decía que la niña había tenido dos monstruos. Y el hijo del rey, cuando recibió la carta, se puso muy triste porque su mujer había tenido dos monstruos y escribió que no los mataran, que volvería dentro de poco y verían qué hacían con ellos. Pero el diablo le quitó la carta otra vez al soldao y le puso otra donde decía que mataran a la niña y a los dos niños. Y cuando llegó la carta el padre estaba en misa y la niña cogió la carta. Y viendo lo que decía su marido llamó a sus criaos y les dijo que la prepararan dos alforjas pa sus niños. Y cuando se las trajeron los puso en las alforjas y se marchó por el mundo alante con sus dos niños. Y ya había andao todo el día y llegó la noche y se puso a llorar a la entrada de un bosque. Y vino la Virgen y la dijo: —¿Por qué lloras? Y ella le dijo: —¿Cómo no he de llorar, si mi marido, el hijo del rey, escribió que me mataran a mí y a mis dos hijitos y me he escapao pa que no los maten? Y ya la Virgen la dijo: —Mira, ves adonde está aquella luz que se ve allá lejos. Entra en esa casa que hallarás allí y tendrás todo lo que te haga falta. Y se desapareció la Virgen, y la niña se fue en direción de la luz. Y llegó a la puerta de la casa y llamó y salió una criada a abrir y la dijo que entrara. Y entró la niña y allí
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
había comida y ropas y camas y de todo lo que hacía falta pa ella y sus niños. Conque en este medio tiempo volvió el hijo del rey de la guerra y subió y preguntó por su esposa y sus dos hijos. Y el padre le contestó que su mujer se había marchao del palacio con sus dos hijos. Y ya le dijeron que mucho lo sentían porque los niños eran más hermosos que el sol. Y dijo él: —¿Cómo? ¿No me dijisteis que eran dos monstruos? Y ellos le dijeron que no, que no habían dicho eso. Y ya comprendió él que había engaño, y le dijo al rey su padre, que se iba en seguida a buscar a su mujer y a sus dos niños. Y anduvieron un año por muchas tierras, pero nada hallaban. Y ya un día se cerró una noche en agua muy temerosa y llegaron adonde vían una luz muy calaos. Y llamaron en la puerta y nadie respondía. Y se bajó el mismo hijo del rey de su caballo y llamó en la puerta y dijo: —¡Válgame la Santísima Trinidá! Y se abrieron todas las puertas y entraron. Y salió la niña con su dos niños a encontrarles. Pero él no la conoció. Y le preguntó él si podían pasar allí la noche. Y ella le dijo que sí, que allí podían quedarse, pero que con la condición que se quedaran por tres días con sus noches. Y esa noche le preguntó el hijo del rey a la niña: —¿Dónde está tu marido? Y ella en seguida le conoció, pero no se lo quería decir. Y le dijo: —Mi marido está en una feria. Mañana vendrá. Y él venga a mirar y venga a mirar a los dos niños aquellos. Y ya al acostarse la dijo él: —Señora, me va usté a hacer el favor de dejar que estos niños duerman conmigo. Y ella le dijo que no podía ser. Pero tanto la rogó que le dijo que dormiría uno de ellos con él. Y se acostó el hijo del rey esa noche con uno de los niños. Y otro día la señora le dijo: —¿Qué tal? ¿Le ha molestao el niño? Y él la dijo: —No, nada. No me ha molestao nada, y esta noche quiero que duerman los dos conmigo. Y la niña le dijo que no, que no podía ser. Y ya la dijo él: —Pero y su marido, ¿por qué no viene? Y ella le contestó: —Mi marido no viene porque ya está aquí. Y se le echó a los brazos y le dijo que ella era su esposa. Y ya le contó cómo había llegao allí, y él la contó a ella cómo había sido el engaño del demonio. Y se fueron de allí todos al palacio del rey. Ávila, ÁVILA.
104. El diablo maestro Ésta era una madre que tenía tres hijas y las llevaba todos los días a un colegio. Y el diablo se metió a maestro y un día se enamoró de la más pequeña. Güeno, pues la chica fue creciendo y el diablo contimás iba creciendo la chica más se enamoraba de ella. Y como ya no encontraba medio pa robarse a la niña fue y hizo una urnia de cristal y un anillo dormidero. Y cuando la niña andaba jugando fue y la cogió y le puso en un dedo el anillo dormidero y la niña se durmió en seguida. Y la cogió el diablo y la metió en la urnia de cristal y fue y la tiró al mar. Y por ai andaba pescando el hijo del rey y un pescador. Y vieron que bajaba un bulto por el mar. Y el hijo del rey le mandó al pescador echar la barca y ya vieron que era la urnia de cristal. Y la fueron aorillando hasta que la cogieron. Y ya vieron que en ella había una niña muy guapa. Y meneaban pa todos sitios, pero no se movía. Y entonces el hijo del rey le quitó el anillo y al momento se despertó. Y ella al verse sola con ellos empezó a gritar. Y ya le puso él el anillo y se volvió a dormir. Y sin darles cuenta a sus padres, el hijo del rey se la llevó pal palacio y la metió en su cuarto. Y allí la tenía sin que nadie lo supiera. Y el cuarto todos los días se lo barrían los criaos. Pero desde aquel día se llevaba él la llave y nadie podía entrar. Pero un día se le olvidaron las llaves y las hermanas dijeron: —Ahora podemos hacer que los criaos barran el cuarto. Y fueron al cuarto y vieron la urnia de cristal y la dama guapa que estaba dentro de ella. Y como la curiosidá es tan grande, fue la mayor y le quitó el anillo y al momento la niña se despertó. Y entonces ellas tiraron el anillo en el cuarto y se salieron huyendo. Y el hijo del rey allá onde andaba se metió la mano al bolsillo y vio que no traía la llave de su cuarto y dijo: —Ahora ya soy descubierto. Y volvió a casa y ya las hermanas les habían contao a sus padres lo que habían visto en el cuarto. Y al llegar lo llamaron y le preguntaron pa qué tenía aquella niña en su cuarto. Y les contó él cómo la había hallao y que la tenía allí con el conqué de ser su esposa. Y ellos le dijon que no, que no se podía casar con ella porque no sabían de qué linaje era, ni nada. Pero él dijo que no le importaba que estaba enamorao de ella y con ella se iba a casar. Y se casó con la niña. Y a los pocos meses enfermó el rey y murió, quedando de rey el hijo y de reina la niña su mujer. Y entonces tuvo que irse a reinar a otro reinao y dejó a su mujer encinta. Y tuvo la reina un niño muy guapo. Y un día la agüela fue
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
a por un caldo pa la reina que estaba en la cama. Y en el medio tiempo de esto vino el diablo y le dijo: —María, o me dices lo que viste, o me das lo que paristes. Y la niña le contestó: —Ni te digo lo que vi ni te doy lo que parí. Y entonces el diablo le arrebató al niño de los brazos y lo magulló y se lo comió, y a ella le untó los labios de carne y de sangre pa que dijieran que ella se lo había comido. Y en esto llega la agüela y le pregunta por el niño. Y la niña no le contesta nada. Pero ve la agüela la sangre y carne del niño en sus labios y le dijo: —Pero desgraciada, ¿que te has comido a tu hijo? Y la niña se consumía de dolor y de tristeza, pero no decía palabra. Y la agüela, que creía que la madre se había comido al niño, la atracó de oprobios. Y ella nada contestaba. Y ya llegó el rey a su reino y le salieron a recibir todos menos la reina su mujer. De dolor y de tristeza ella no salió a recibir a su marido. Y la agüela le dijo al rey: —Güena esposa que has cogido, hijo mío. Ha parido y se ha comido al hijo. Y ya le contó cómo había pasao todo. Y el rey la dijo a su madre: —¡Qué le vamos a hacer! De sus entrañas salió; a sus entrañas volvió. Y ya entró el rey a ver a su mujer. Y ella se le echó a los brazos llorando de dolor, pero no le dijo lo que había pasao. Y siguieron viviendo como antes. Mas, al quedar ella encinta otra vez, tuvo el rey que irse otra vez a reinar a otro reinao. Y mientras estaba el rey por allá dio ella a luz, esta vez una niña muy hermosa, que era el vivo retrato de su madre. Y si antes estaban locos todos con el niño, más locos estaban ahora todos en el palacio con la niña. Y cuidaban a la madre y a la niña noche y día, decía la agüela: —No, a éste no se lo va a comer. Mas vino el diablo como antes y buscó ocasión cuando la niña estaba sola con su niña, y la dijo: —María, o me dices lo que vistes o me das lo que paristes. Y la madre le contestó lo mismo que antes: —Ni te digo lo que vi ni te doy lo que parí. Y el diablo le arrebató a la niña de sus brazos y la magulló y se la comió. Y la untó a la madre los labios de carne y sangre otra vez. Y la pobre madre se desmayó, consumida de dolor. Y llegó la agüela y al verla así empezó a dar gritos. Y le dijo a la reina: —Desgraciada, te has comido otra vez a tu hijo.
Y la atracó de aprobios más que antes. Pero la madre no decía palabra. Y en esto volvió el rey a su reino y salieron a recibirle todos, menos su mujer. Y ya le contó su madre que su mujer había parido una niña muy guapa y que se la había comido como antes al niño. Y le dijo que era una deshonra pa el palacio tenerla allí y que tenía que despedirla. Y el rey le dijo a su madre que no podía todavía porque tenía que ir a una feria, que esperaran hasta que volviera y entonces harían lo que ella quería. Y fue él a ver a su mujer, que estaba todavía en la cama enferma de pena y de dolor. Y la preguntó por qué se comía a los hijos que tenía y ella no decía palabra. Y entonces el rey la dijo que si no le decía la mataba, y ella dijo que por nada del mundo le decía lo que había pasao, que prefería la muerte. Y ya el rey dijo: —Güeno, hay que dejarla. Al volver de la feria veremos qué hacemos con ella. Y el día que se marchó pa la feria les preguntó a su hermanas qué querían que les trajera de la feria. Y la mayor le dijo que le trajera un vestido azul de piedra, y la menor uno verde de piedras. Y fue y le preguntó a su mujer, la reina, qué quería que le trajera a ella. Y ella le contestó: —A mí quiero que me traigas una piedra de dolor y un cuchillo de amor. Y se fue el rey pa la feria. Y en el camino decía: —Pero y ¿pa qué me pidió mi mujer una piedra de dolor y un cuchillo de amor? Y llegó a la feria y halló fácilmente lo que le habían pedido sus hermanas. Pero la piedra de dolor y el cuchillo de amor no los pudo encontrar por mucho que los anduvo buscando. Y regresó a su palacio. Y ya al llegar a su palacio estaba por ai el diablo gritando: —¡A la piedra de dolor y el cuchillo de amor! ¡A la piedra de dolor y el cuchillo de amor! Y se detuvo el rey y le dijo: —¡Eh, caballero! ¿Cuánto quiere usté por la piedra de dolor y el cuchillo de amor? Y el diablo le contesta:
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—Dos mil duros. Y el rey le entregó los dos mil duros y le dijo: —Tenga usté. Dichosa la hora que encuentro esas cosas que me pidió mi mujer. Y le entregó el diablo la piedra de dolor y el cuchillo de amor y se fue contento. Y al entrar en el palacio salieron sus hermanas a recibirle y se alegraron mucho cuando les entregó lo que le habían pedido. Y como su mujer no bajó les preguntó a sus hermanas por qué no bajaba, y le dijon que estaba mala en la cama. Y entonces subió él a onde estaba y le dijo: —Aquí tienes lo que me pedistes, la piedra del dolor y el cuchillo del amor. Y ella recibió todo sin decir palabra. Ni se puso contenta ni triste. Seguía tan triste como siempre y consumida de dolor. Y ya le dijo que se podía retirar. Y cuando ella le dijo que se retirara sospechó él algo y hizo que se retiraba y se escondió debajo de la cama al cerrar la puerta. Y cuando ella creyó que se había retirao cogió ella la piedra de dolor y el cuchillo de amor y los puso en la mesa. Y se levantó de la cama y cogió una silla y se sentó al pie de la mesa y empezó a decirles: —Piedra de dolor, cuchillo de amor, ¿verdá que en un tiempo fui al colegio y el maestro se enamoró de mí y porque yo no le quise me echó en una urnia de cristal y me tiró al mar? Y la piedra de dolor y el cuchillo de amor decían: —Sí, sí. Es verdá. Y la piedra se partía de dolor al decir que sí. Y luego dijo la niña: —Piedra de dolor, cuchillo de amor, ¿verdá que del mar me salvó el hijo del rey y después me llevó a su casa y se casó conmigo? Y contestaban la piedra y el cuchillo: —Sí, sí. Es verdá. Y la piedra se partía más y más de dolor al decir que sí. Y dijo después la niña: —Piedra de dolor, cuchillo de amor, ¿verdá que tuve un niño del rey y vino el maestro y me lo arrebató y se lo comió y me untó los labios de la carne y de la sangre pa que todos creyeran que yo misma me lo había comido? Y la piedra y el cuchillo contestaban: —Sí, sí. Es verdá. Y más y más se partía la piedra de dolor. Y entonces dice la niña: —Piedra del dolor, cuchillo del amor, ¿verdá que después se volvió a ir el rey a reinar y me dejó encinta y tuve una niña, y ésta me la arrebató de la misma manera el maestro y se la comió y me untó otra vez los labios de la carne y la
sangre pa que todos creyeran que yo misma me la había comido? Y la piedra y el cuchillo contestaban: —Sí, sí. Es verdá. Y la piedra ya se partía en mil pedazos al decir que sí. Y por fin dijo la niña: —Piedra de dolor, cuchillo de amor, ¿verdá que mi suegra le dijo al rey que yo me había comido a mis hijos y que le dijo al rey que me echara del palacio? Y la piedra y el cuchillo contestaban como siempre: —Sí, sí. Es verdá. Y ya la piedra se estaba acabando de partirse de dolor. Y entonces es cuando la niña cogió el cuchillo de amor en la mano y dijo: —Si la piedra se parte de dolor, ¿cómo no se partirá mi corazón? Y iba ya a clavarse el cuchillo de amor en el corazón cuando salió el rey de onde estaba escondido y se lo detuvo. Y ya entonces el rey entendió cómo había pasao todo. Y le dijo a su mujer que olvidara su pena y que serían felices otra vez. Zamora, ZAMORA.
105. La ciervata Éste era un padre que tenía solamente una hija. Y la hija era muy guapa. Y como eran muy pobres el padre tenía que trabajar mucho pa ganarse la vida. Y un día pasó el hijo del rey por la casa y se enamoró de ella. Y se allegó a hablar con la chica y la dijo que quería casarse con ella. Y ella le dijo que no podía ser porque un hijo de rey no se podía casar con una pobre como ella. Y se fue él a su casa muy desconsolao y al otro día volvió a hablar con la chica. Y así fue a verla tres días seguidos, hasta que la chica acetó y le dijo que sí, que se casaría con él. Pero como tenía vergüenza decirles a sus padres que se iba a casar con una muchacha pobre y tenía miedo de que ellos no se lo permitieran, hizo una ciervata y llevó a la joven a su casa y la metió en ella. Y allí la tenía escondida sin que sus padres lo supieran. Y la criada tenía las llaves de la ciervata y la daba de comer a la muchacha. Y un día el hijo del rey tuvo que marcharse a la guerra y dejó a la joven embarazada, y a la criada le dejó dinero pa que la diera comida y todo lo que la hiciera falta. Y aluego la madre habló con una joven que vivía en frente del palacio y la dijo que sí se quería casar con su hijo. Y la joven dijo que sí y la reina le escribió a su hijo que viniera, que ya le había encontrao novia pa que se casara. Y
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él contestó que no, que no quería casarse todavía. Pero de tanto escribirle y de tanto marearle escribió que sí, que se casaría con la de enfrente, pero sin olvidar a la pobre que había dejao en la ciervata. Y la reina, al recibir esta carta de su hijo, fue muy contenta y se lo dijo a la joven y la invitó a comer esa noche con ella. Y cenaron y después de la cena la reina le dijo a la joven que escogiera de todo lo que había en la casa lo que más la gustara. Y la muchacha escogió la ciervata sin saber lo que contenía. Y la criada, que había escuchao todo, fue y le dio a la pobre las llaves de la ciervata y la entregó todo el dinero que tenía y la dijo que ya podía hacer lo que quisiera, que como se la llevaba la otra ya ella no podía cuidar más de ella. Y se llevaron los criaos de la joven la ciervata pa su casa y la pobre dentro. Y allí dentro de la ciervata estuvo la muchacha pobre sin salir por unos días. Pero cuando se se acabó la comida ya tuvo que salir a comer a la cocina de la otra cuando no la vían. Y una mañana la criada dejó el chocolate sobre la mesa y fue a llamar a su ama, y en ese medio tiempo la pobre salió de la ciervata y se bebió el chocolate y se comió el pan que estaba en la mesa. Y ya la criada fue y le contó a su ama que no sabía qué pasaba, que cuando ella había ido a avisarla que el chocolate estaba preparao había venido alguien y se lo había bebido. Y el ama la dijo: —Pues, mira. Mañana, cuando hagas el chocolate, lo pones en la mesa y me gritas: «Ama, aquí la dejo el chocolate, que me voy a la plaza a comprar la comida» y luego te escondes detrás de la puerta pa ver quién se roba la comida. Y al día siguiente la criada se levantó y hizo el chocolate y lo puso en la mesa y dijo: —Ama, aquí le dejo el chocolate, que me voy a la plaza a comprar la comida. Y hizo que se iba y se escondió detrás de la puerta. Y ya vio que salió de la ciervata una moza muy guapa que estaba embarazada y se bebió el chocolate. Y llamó a su ama y la dijo: —Ama, que ya sé quién es la que viene a beberse el chocolate. Venga usté a verla, que es una moza muy guapa y está embarazada. Y ya bajó la joven y encontró a la otra en la ciervata. Y la dijo que qué hacía allí y quién la había metido en la ciervata. Pero la muchacha no quiso decir nada. Y entonces la otra llamó a sus criados y les dijo que llevaran aquella moza al monte y la mataran y la trajeran los ojos y la lengua pa saber que la habían matao. Y los criados fueron y la sacaron de la ciervata y se la llevaron al monte, pero la tuvieron lástima y no la quisieron
matar. La dejaron allí en el bosque y fueron y mataron una perra y la sacaron los ojos y la lengua y se los llevaron a la otra pa que creyera que la habían matao. Y la niña se fue andando, andando y se encontró con un vaquerito que se la llevó a su chozo. Y allí en el chozo del vaquerito dio a luz un niño y una niña muy guapitos. Y el vaquerito los mantenía a ellos y a la madre. Y el hijo del rey llegó de la guerra y su madre la reina le dijo: —¡Ay, hijo, mío, qué contenta estoy de que te vayas a casar con la vecina! Y le dijo que fuera a verla en seguida pa arreglar la boda. Pero los criaos de la joven que habían llevao a la pobre al monte le contaron lo que había pasao, y él la dijo a su madre que no quería ir todavía a ver a la novia, que tenía primero que ir a una cacería al monte. Y se fue a caza y yendo por un prao se encontró con dos niños rotos y esgarraos pero muy guapitos, y les dijo: —¿Qué hacéis aquí? Y ellos contestaron: —Aquí enredando. Y ya les dice el rey: —¿Tenis padre? Y contestan ellos: —Padre tenemos, sí señor, nuestro padre es el rey. Pero no sabemos donde está. A mi madre la echó de casa antes de que nosotros naciéramos. Y sacó él una perra chica de su bolsillo y se la dio y les dijo: —Toma esta perra chica y dásela a vuestra madre, que ya yo volveré a veros. Y se fueron los niños corriendo y le contaron a su madre lo que les había pasao. Y el rey entonces fue y la dijo a su madre: —Madre, prepáreme usté mucha ropa de hombre y de mujer y de niños, que he encontrao unos pobrecitos en el monte y quiero llevarles ropa y también comida. Y a los criaos les mandó que prepararan mucha comida. Y ya le dijo la madre: —Hijo, anda a ver a la novia de enfrente, que ya hace mucho que espera que vayas a verla pa que se arregle la boda. Y él la dijo que ya volvería a verla. Y se marchó pal chozo del vaquerito y llamó y dijo: —¿Sales tú o entro yo? Y la joven le contestó: —Entra tú. Y entró él en el chozo y vio a su novia y en seguida la conoció y ella a él ya le contó ella todo lo que les había pasao, y la abrazó él a ella y a sus dos hijos y dio gracias a
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Dios que los había encontrao. Y después le contó él lo que le había pasao con su madre y lo de la otra novia y le dijo que todos se irían en seguida al palacio y que allá lo arreglarían todo. Y se vistieron todos muy ricos con las ropas que les había traído y se marcharon al palacio. Llegaron al palacio y la dijo el rey a su madre que los que venían con él iban a cenar en palacio con él y que invitara a la novia de enfrente también. Y vino aquélla y se sentaron todos a la mesa a cenar. Y la vecina, cuando vio a la otra tan guapa, le empezó a tener envidia y decía: —Se cree ésta que es más guapa que yo. Pero el rey se va a casar conmigo, que con ella no. Y ya después de la cena dijo el vaquerito: —Vamos a echar un brinde. Que escomience primero la de enfrente. Y escomenzó primero la de enfrente, y dijo: —La ciervata yo la tengo, la llave quisiera yo, que la dama que estaba dentro, .............. bien tranquilita estoy yo. Y entonces dijo el vaquerito: —Ahora que hable la niña. Y dijo la niña: —La llave de la ciervata que tanto la redimita, aquí la tiene esta dama, a quien nadie se la quita. Y al terminar la niña dijo el vaquerito: —Ahora que hable el niño. Y dijo el niño: —Niño pequeñito soy; si la suerte bien me guía, capitán de mar y tierra, señores, seré algún día. Y a luego dijo el vaquerito: —Ahora me toca a mí. Y dijo: —Yendo yo por unos montes buscando un bicho feroz, me encontré con esta dama, que es vuestra esposa, señor.
Y ya todos entendieron y se retiró la de enfrente a su casa, y la madre, la reina, no dijo palabra. Y otro día se casaron el hijo del rey y la madre de los niños. Y las bodas fueron muy bonitas y duraron muchos días. Y a mí me dieron un sebo, pero en el camino onde venía se me derritió y llegué a casa sin nada. Jaraíz de la Vera, CÁCERES.
106. La encontrada Éste era un matrimonio que no tenían hijos y hicieron una promesa de ir a Santiago de Galicia si tenían hijos. Y con el tiempo ya tuvieron un hijo y una hija, pero no fueron a Santiago de Galicia. Y un día dijo la mujer a su marido: —Ya tiene nuestro hijo diecisiete años y nuestra hija catorce y todavía no hemos cumplido la promesa que hicimos de ir a Santiago de Galicia. Y dijo el marido: —Ahora mismo vamos a salir. Y jué y llamó al mayordomo, el negro, y le dijo: —Apaña y unce el carro pa ir. Y se jueron y dejaron a la hija en la casa con el mayordomo. Y cuando los padres y el hijo se jueron el mayordomo comenzó a enamorar a la muchacha, pero ella no le quiso. Y poco después llega un limosnero a la casa y el mayordomo le dice: —Perdone uste, güen hombre. ¿Ánde se camina? Y el limosnero le contesta: —A Santiago de Galicia. Y entonces es cuando se dice el mayordomo: —Güeno, pues le voy a dar una carta pa que le de a fulano de tal. Y le entregó una carta pa que le diera al padre de la niña, ande le decía: «Su hija ha venido a mi cama tres veces, pero yo no he querido». Al otro día se jué el limosnero, y cuando llegó a Santiago de Galicia buscó al padre y le entregó la carta del mayordomo. Y cuando el padre leyó la carta se enfadó muncho con su hija y le dijo a su hijo que se juera en seguida pa la casa y echara a su hija de la casa y que la matara y le sacara los ojos. Conque se marchó el hermano y llegó a su casa. Y al momento que llegó le dijo a su hermanita: —Apáñate, hermanita, que vamos a un viaje. Y anduvieron un rato sin decir nada. Y ya cuando llegaron ande había tres veredas le dijo:
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
—Mira, que padre me mandó que te echara de la casa y que te matara y te sacara los ojos. Pero yo no te voy a matar. Coge por esta senda y te vas y no vuelvas a casa. Conque la dejó allí el hermano y se volvió a la casa. Y ella cogió y se jué camino alante y llegó a una fuente y bebió agua. Y entonces se recostó cerca de un árbol que había allí y se quedó dormida. Y cuando estaba dormida pasó por allí la tropa del ray. Y el ray de que la vido dijo: —No tocarla. No tocarla. Y ya espertó y se la llevó el ray al palacio. Y le dijo a la raina, su madre: —Madre, aquí traigo una novia y me voy a casar con ella. Y la raina le dijo: —¿Cómo? ¿Casarte con una encontrá? Eso no pué ser. Pero él dijo que no importaba que juera una encontrá, que se iba a casar con ella. Y se casó con ella. Y poco tiempo despué de casarse tuvieron que salir otra vez de partido y el ray le dijo a su madre: —Te encargo a mi mujer. Y tardaba mucho el ray en volver y ya un día dijo su mujer a la madre: —Quiero ir a dar un paseo a ver si viene mi esposo. Y la madre le dijo: —Güeno, pero es mejor que vaya el negro contigo pa que te cuide. Y salió a dar un paseo con el negro. Y cuando ya estaban muy lejos del palacio le dijo el negro: —Yo verte y no gozarte. Mi dicha no juera eso. Y ella le dice: —Güeno, pues espera que voy a echar aguas. Y baja y se desaparece y se va. Y vuelve el negro y le dice a la madre: —Su Real Majestá, la princesa se ha marchao. Y la raina dice: —Bien se lo decía yo a mi hijo que no se casara con una encontrá. Pero güeno está. Y ya vuelve el ray y le pregunta a su madre: —¿Ánde stá mi mujer? Y la madre le cuenta todo lo que había pasao. Y él dice: —Mientras no la encuentre ni me visto ni me afaito. ¡Ea, negro, ven conmigo! Y se jué en busca de ella acompañao del negro. Y ella, sin que el hermano la conociera, había llegao a su casa vestida de hombre y había puesto un comercio con él. Y pusieron también una casa de huéspedes y pusieron un rétulo que decía: «Si en otra parte es una peseta aquí es do reales». Conque llega el ray y dice: —Aquí es más barato. Aquí vamos a llegar.
Y llega con el negro y pide posada. Y la niña le reconoce, pero no le dice palabra. Y les pone una cena muy güena y invita a sus padres a la cena. Y vinieron sus padres y se sentaron todos a cenar. Y aluego que acabaron de cenar dijo ella: —Ahora ca uno va a echar un cuentecito. Y todos dijeron que contara ella primero. Y dijo ella: —Una vez había un matrimonio que no tenían hijos y hicieron una promesa de ir a Santiago de Galicia si Dios les daba hijos. Y andando el tiempo tuvieron un hijo y una hija. Y los padres olvidaron lo de la promesa y no jueron a Galicia. Pero cuando ya el hijo tenía diecisiete años y la hija catorce dijo la madre que todavía no habían cumplido su promesa y dijo el padre entonces que se irían en seguida. Y uncieron el carro y se jueron y dejaron a la niña en la casa con el mayordomo. Y aluego que el mayordomo se vido solo con la niña empezó a enamorarla, pero ella no le quiso. Y entonces el mayordomo se enfadó muncho con ella y empezó a buscar manera de vengarse de ella. Y cuando llegó a esta parte del cuento dijo el mayordomo: —Si los cuentos jueran verdá eso mentira será. Pero el padre, que ya se iba interesando muncho en el cuento, le dijo: —¡Cállese, y deje que siga el cuento! Y siguió diciendo la niña: —Y un día llegó un pobre a la casa que dijo que iba pa Santiago de Galicia y el mayordomo le dio una carta pa el padre de la hiia diciéndole que por tres veces había ella venido a su cama y que tres veces le había dicho que no. Y todo eso lo hizo pa vengarse de ella porque no le había querido. Y entonces volvió el mayordomo a decir: —Si los cuentos jueran verdá eso mentira será. Y el padre, que sabía que eso era lo que le había pasao a él, le dijo: —¡Cállese, y deje que siga el cuento! Y dijo entonces ella: —Y el padre se creyó de las mentiras que le escribió el mayordomo y envió a su hijo pa su casa pa que echara a su hija de su casa y le sacar a los ojos. Y la madre entonces ya empezó a llorar y decía: —¡Ay, qué malos hemos sido con mi hija! ¡Ay, mi hija querida! Y la niña siguió contando: —Pero el hermano la tuvo lástima a su hermana y no la mató. La dejó sola en el bosque y se jué ella andando, andando, hasta llegar a una fuente ande se recostó debajo de un árbol y se durmió. Y pasó entonces por allí el ray y se la llevó a su palacio y se casó con ella.
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Y la madre lloraba más y más y decía: —¡Ay, mi hija! ¿Ande estará mi hija? Y la niña siguió diciendo: —Y un día el ray tuvo que irse a la guerra y dejó a su mujer con su madre. Y como el ray tardaba muncho en volver salió un día la princesa a dar un paseo con el negro y el negro quería gozar de ella. Y entonces ella le dijo que iba a echar aguas y se escapó y se desapareció. Y el negro entonces gritó: —¡Bah! Si los cuentos jueran verdá eso mentira será. Y el ray entonces ya entendió que aquella era su mujer vestida de hombre y le dio una guantá al negro y se abrazó a su mujer y le dijo: —¡Ay, mujer de mi alma! Todo eso me ha pasao a mí. Yo no creo más que a mi mujer. Y la madre se abrazó también a su hiia y dijo: —¡Ay, hija de mi alma! Eso me ha pasao a mí. Y entonces no jué más que llorar y gritar de alegría. Y el ray se llevó a su mujer pa su palacio. Y mandó el ray hacer una hoguera y cogieron al mayordomo y al negro y los quemaron vivos en ella. Ciudad Real, CIUDAD REAL.
107. Como la vianda quiere a la sal Un rey tenía tres hijas. Un día se encerró en un cuarto con las tres hijas. Y a la mayor le habló primero y le preguntó que cuánto le quería. Y ella le respondió que le quería como a sí misma. Entonces le preguntó a la segunda que cuánto le quería, y ésta le respondió que le quería como a las niñas de sus ojos. Le hizo la pregunta a la tercera, y ésta le dijo que le quería como la vianda quiere a la sal. Por haber respondido así el padre mandó que la sacaran al monte y la mataran y le trajeran los pajes los ojos de ella. Empero, como los pajes la conocían bien y la querían mucho le dijeron: —No te hacemos nada. Vete por ai donde tu padre no te vea. Y a una perrita que llevaban le sacaron los ojos para entregárselos al padre. La muchacha se marchó por los montes. Y por fin llegó a un reinado donde el rey tenía sesenta gansos y preguntó si les faltaba una criada. Bajó el rey y le dijo que sí, que le hacía falta una para pastora de gansos. Ella le contestó que estaba bien, que le gustaba mucho cuidar gansos. A la mañana siguiente se fue a pasear con los gansos por la hacienda del rey, y se sentó en una peña a peinarse. Y cuando ella estaba peinándose se le acercó un ganso y dio cuatro vueltas
alrededor de ella y cayó muerto a sus pies. Fue ella al palacio con los gansos y le preguntó el rey: —¿Qué tal los gansos? Y ella le contestó: —Muy bien, pero uno de ellos dio cuatro vueltas cayó muerto, de manera que traigo uno menos. Entonces el rey le dijo: —Eso no es nada. Es lo mismo. Al día siguiente hizo lo mismo. Se marchó con los gansos y le pasó lo mismo. Un ganso dio cuatro vueltas alrededor de ella cuando estaba peinándose y cayó muerto a sus pies. Marchó con sus gansos a casa, y el rey le preguntó otra vez: —¿Qué tal los gansos? Ella le respondió: —Muy bien, pero traigo otro menos. No sé qué tienen. Se dan cuatro vueltas alrededor mío y caen muertos. Le dijo el rey que estaba bien, que era lo mismo. El rey tenía un hijo que tenía veinte años y le dijo al rey: —Papá, yo voy hoy a ver a la pastora con sus gansos. Esto es imposible. Yo quiero ir a ver lo que hace la pastora con los gansos. Otro día salió la criada con los gansos, y el hijo del rey se fue tras ella sin ser visto vio que la pastora se ponía a peinarse y se quitó la bata que tenía y vio que era una princesa. Y vio también que un ganso dio cuatro vueltas alrededor de ella y cayó muerto a sus pies. El príncipe fue a casa corriendo y dijo a su padre, el rey: —Papá, tenemos en casa una princesa, una hija de un rey y no una pastora. Yo me voy a casar con ella. La pastora volvió a casa con los gansos por la tarde y el rey le preguntó como de costumbre: —¿Qué tal los gansos? Y ella le contestó: —Muy bien, pero traigo otra vez uno de menos. Y el rey le dijo: —Eso no es nada. Consultó el padre con su hijo el que quería casarse con la pastora y le dijo que sí, que podía casarse con la princesa. Otro día por la mañana se presentó el hijo y le pidió a la princesa la mano para casarse con ella. Ella le contestó: —Yo soy una pobre pastora. ¿Cómo quiere su majestad casarse conmigo? Pero tanto le insistió él que al fin le dio la mano de casamiento con él. Y le puso una condición, que cuando la boda tenían que convidar a un rey de tal reinado. Se hizo la boda y ella misma tenía que desazonar la comida. Ya estando en la mesa todos los convidados se sirvió
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
la comida. Después de terminada la comida les preguntó la novia a los convidados: —¿Qué tal estaba la comida? Y todos respondieron que muy bien, que sólo tenía una falta, que todo estaba un poco soso, que faltaba la sal. Entonces fue ella y se dirigió al padre, que era el rey invitado. Él no la conoció. Y entonces le dijo ella: —En una ocasión tenía usté tres hijas y las encerró en un cuarto y preguntó a la mayor cuánto le quería y ella le dijo que le quería tanto como a ella misma. A la segunda le preguntó usté que cuánto le quería y ella le dijo que como a la niña de sus ojos. Y a la tercera preguntó usté también que cuánto le quería y ella le dijo que como la vianda a la sal. Entonces usté mandó a los pajes que la mataran, pero ellos no la mataron. Soy yo, su hija. Al punto cayó el rey desmayado. Muriendo así el rey, la abrazó y dijo: —Ay, hija mía, he hecho un error muy grande. Perdóname. —Está perdonado, padre —le dijo su hija. Él le dio su corona a su yerno y quedaron ellos de reyes. Soto de la Marina, CANTABRIA.
108. La zamarra Éste era un padre que tenía tres hijas. Y una vez tuvo que ir a una ciudá y les preguntó a sus hijas qué querían que les trajera. Y la mayor le dijo que le trajera un vestido, la segunda le dijo que le trajera unas botas, y la menor le dijo que a ella le trajera una varilla del primer árbol que encontrara. Conque claro, se fue el padre en su viaje y lo primero que encontró fue un árbol y se apeó y cogió una varilla pa llevársela a la hija menor. Y cuando llegó a la ciudá onde iba compró el vestido y las botas y regresó a su pueblo. Llegó y llamó a sus hijas y les entregó a cada una lo que le habían pedido. Y entonces les preguntó qué tanto lo querían. Y la
mayor dijo que le quería como a su vida, y la segunda le dijo que le quería más que a su vida. Y la menor le dijo que le quería como a un buen cagar. Y por eso el padre se enfadó con ella y les mandó a sus criaos que la llevaran a un monte y la mataran y le sacaran los ojos y la lengua y se los llevaran. Conque se marcharon los criaos con la niña y cuando llegaron a un monte les dio lástima matarla y la dejaron viva. Y mataron una perra y le sacaron los ojos y la lengua y se los llevaron al padre y le dijeron que ya la habían matao y le habían sacao los ojos y la lengua. Y la niña se marchó por los mundos con su varilla, que era una varilla de virtú. Y ya llegó ande vivían unos pastores en una cabaña y les rogó que le dieran un vestido de pastora. Y entraron ellos en su cabaña y salieron con una zamarra y le dijeron que eso era todo lo que tenían. Y se puso ella la zamarra y dejó así su otro vestido y se marchó alante. Y así vestida con su zamarra y sin peinarse y sucia llegó al palacio de un rey a ver si la recogían pa servir. Y le dijeron que sí, que entrara. Y era muy buena criada y la querían mucho. Pero siempre andaba vestida con su zamarra y le decían la Zamarra. Y el rey de ese reino era soltero y ya estaba en disposición de casarse y su madre la reina le dijo que por tres noches seguidas pusiera bailes pa ver si encontraba novia. Y el rey así lo hizo. Y cuando el rey estaba ya pa marcharse pal baile andaba la Zamarra allí y se acercó y se restregó contra él. Y él, enfadao, le dijo: —¡Anda, Zamarra sucia, quítate de aquí! Y le dio un pinchazo con unas tenazas en la zamarra. Y la primera noche que hubo baile fue la Zamarra y se metió en su habitación y cogió su varilla de virtú y le dijo: —Varilla de virtú, por la virtú que Dios te ha dao dame un traje de seda blanca que no haya otro como él. Y le dio la varilla el traje que pedía. Y se vistió con el traje de seda blanca y estaba tan hermosa que parecía una princesa. Y entonces le dijo a la varilla: —Varilla de virtú, por la virtú que Dios te ha dao dame un caballo blanco que no haya otro igual pa ir esta noche al baile. Y se presentó el caballo blanco y se fue al baile. Y llegó al baile y el rey se enamoró en seguida de ella y bailó con ella toda la noche. Y antes de que se fuera le regaló una sortija. Y le preguntó de qué tierra era, y ella le dijo: —Soy de la tierra del tenazaso. Eso decía pa recordarle el tenazaso que le había dao antes de venirse al baile, pero él no la entendía. Y ya cuando ella dijo que tenía que marcharse le dijo él que la acompañaría a su casa. Y se subió él en su caballo y ella en el suyo. Pero
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salió corriendo y no pudo él alcanzarla. Y llegó él a su palacio muy enfadao y le dijo a su madre: —Este caballo no vale. He venido acompañando a una princesa que estuvo en el baile y me he quedao atrás y ella se ha escapao sin que yo sepa onde vive. Mañana tengo que llevar otro caballo. Conque otro día le buscaron al rey otro caballo mejor. Y ya se preparó pa marcharse esa noche pal baile. Y cuando iba a salir del palacio se le acercó la Zamarra y se restregó contra él, Y él, muy enfadao, le pegó una fuerte patada con la espuela y le dijo: —¡Anda, Zamarra sucia, quítate de aquí! Y se marchó pal baile. Y ya fue la Zamarra y se metió en su habitación y cogió su varilla de virtú y le dijo: —Varilla de virtú, por la virtú que Dios te ha dao dame un traje de seda azul que no haya otro como él. Y la varilla le dio el traje y se vistió y estaba más hermosa que antes. Y ya fue y le pidió a la varilla de virtú un caballo bayo más ligero que el de la noche anterior. Y así se fue al baile. Y el rey ya la estaba esperando y en seguida se puso a bailar con ella. Y estaba más enamorao que nunca. Le preguntó otra vez de qué tierra era y esta vez le dijo: —Yo soy de la tierra del espuelazo. Pero él nada entendía. Y esa noche le regaló unos pendientes. Y cuando ya era tarde dijo ella que tenía que irse. Y le dijo él que él la acompañaría a su casa. Y salió con ella y se subieron en sus caballos. Pero al momento que ella montó echó a correr, y él por mucho que corrió no la pudo alcanzar. Y llegó a su palacio otra vez muy enfadao y le dijo a su madre: —Este caballo no vale. Otra vez ha corrido más el caballo de la princesa y no la he podido alcanzar. Y su madre le dijo: —Mañana buscaremos otro mejor. Otro día ya iba a haber el último baile. Le buscaron al rey el caballo mejor y más ligero del reino. Y ya estaba pa marcharse al baile el rey cuando llegó por allí la Zamarra y se restregó a él. Y cogió él el badil y le dio con él un fuerte badilazo y le dijo: —¡Anda, Zamarra sucia, que nunca te has de quitar de encima! Y se marchó pal baile. La Zamarra fue entonces a su habitación y le dijo a la varilla de virtú: —Varilla de virtú, por la virtú que Dios te ha dao dame un traje de estrellas y brillantes que no haya en el mundo otro como él. Y dame un coche con todas las músicas del
mundo tirao por caballos de los más hermosos y corredores del mundo. Y dame seis damas que me acompañen al baile vestidas con trajes hermosos y ricos. Y la varilla de virtú le dio todo lo que pedía. Y se vistió con su traje de estrellas y brillantes y estaba tan hermosa que no había en el mundo princesa más hermosa que ella. Y se montó en su coche y se marchó pal baile. Ya el rey la estaba esperando y mucho se sorprendieron todos cuando la vieron ir llegando en aquel lujoso coche y acompañada de tantas damas tan elegantemente vestidas. Y el rey salió a ayudarle a bajar del coche y entró con ella al baile. Y esa noche ya estaba loco con ella y le regaló un alfiler de brillantes y perlas. Y le dijo que le hiciera el favor de decirle de qué tierra era, y ella le dijo: —Yo soy de la tierra del badilazo. Pero él nada entendía. Y cuando ya era tarde dijo ella que se tenía que ir. Y salió el rey y le dijo que él la acompañaría. Y se montó en su caballo pa acompañarla, pero el coche salió corriendo y no lo pudo alcanzar. Y llegó el rey a su casa enfadao y fatigao y le dijo a su madre: —Estos caballos no valen. Se me ha escapao otra vez la princesa. Y tan enamorao estaba el rey de la princesa del baile que cayó malito en la cama. Y ya ni quería comer. Conque ya dice la Zamarra un día a la madre: —¿Me deja usté hacerle un bollo al rey? —¡Anda, sucia! ¡Qué has de hacer tú! —le contesta la reina. Pero tanto le estuvo rogando que al fin la reina consintió. Y fue la Zamarra y hizo un bollo y metió en él la sortija. Y cuando se lo trajo la reina al rey lo partió y halló la sortija. Y le dijo a su madre: —¿Quién ha hecho este bollo? Y la madre no se lo quería decir. Y ya le rogó él que le dijera y le dijo ella que la Zamarra era la que se lo había hecho. Y dijo entonces el rey: —Dígale usté que me haga otro. Y le hizo otro bollo y metió en él los pendientes. Y cuando partió el rey el bollo encontró los pendientes y dijo: —¡Ay, que esto me da la vida! Diga usté a la Zamarra que me haga otro bollo. Y fue ella y hizo otro y metió en él el alfiler. Y se lo llevaron al rey y cuando lo partió y halló el alfiler le dijo a su madre: —Madre, llámeme usté a la Zamarra, que quiero hablar con ella. Y cuando la reina fue a llamar a la Zamarra, ya ella venía vestida con su traje de seda blanca con el que había ido al baile la noche primera.
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
Y el rey la reconoció y dijo: —Esta es mi novia y ésta ha de ser mi esposa. Y dispusieron las bodas y se casaron. Y pa celebrar las bodas tuvieron un banquete. Y la Zamarra le dijo al rey: —Sólo un favor te pido y es que me permitas invitar a mi padre al banquete. Y dijo el rey que estaba bueno. Y invitaron al padre de la Zamarra al banquete sin decirle que se casaba su hija porque él la creía muerta. Y vino al banquete y le echaron jalapa en la comida. Y por la noche le dieron pa dormir una habitación sin ventanas, ni retrete, ni nada. Sólo le dieron un orinal muy pequeñito. Conque se fueron todos a acostar. Y el padre de la Zamarra se fue también a dormir. Y a medía noche le dieron unos dolores fuertes de vientre. Y se levantó muy de prisa y buscó el orinal. Pero como era pequeño en un momento lo llenó. Y ya le vino otro fuerte dolor de vientre y dice: —Pero, ahora, ¿qué voy a hacer, si ya el orinal está lleno? Y venga un fuerte dolor de vientre y venga otro, hasta que ya el pobre no pudo aguantar y empezó a vaciarse en las sábanas y en el suelo y por todas partes. Y en sus apuros decía: —¡Ay, Dios mío! ¿Qué hago yo ahora? ¡Ay, que matara yo a mi hija porque me dijo que me quería como a un buen cagar! Y ahora veo que no hay cosa en el mundo como un buen cagar. Y la hija, que estaba oyendo todo en otro cuarto, salió y le preguntó qué le pasaba. Y él, todo avergonzao y engrudao, le contó lo que le pasaba y lo que había hecho con su hija porque le había dicho que le quería como a un buen cagar. Y ella le dijo: —Pero, ¿sabe usté que de veras la mataron? Y el pobre padre contestó: —¡Ay, sí, que me llevaron la lengua y los ojos que le sacaron! Y ella entonces le dijo: —Pues no es verdá, que aquí tiene usté a su hija, que le quiere a usté como siempre le ha querido. Cuenca, CUENCA.
109. Los tres trajes Éste era un padre que tenía una hija que se llamaba Blanca Flor. Y el padre se enamoró de ella y la dijo que se tenía que casar con él. Y Blanca Flor le dijo a su padre que se casaría con él si le traía tres trajes, uno blanco, otro verde y otro encarnao.
Y se fue el padre en busca de los tres trajes que le pedía su hija y anduvo por todas partes sin poder encontrarlos como la hija los pedía. Y un día, caminando por su camino, se encontró con el diablo y le contó que no podía encontrar los tres trajes como su hija se los pedía. Y le dijo el diablo: —Yo te los doy si me prometes que cuando mueras tu alma es mía. Y el hombre se lo prometió y recibió los tres trajes y se los llevó a su hija. Como ya el padre había cumplido con lo que su hija le pedía, ya iban a arreglar la boda. Y la hija fue con la peinadora y la dijo que estaba muy triste y que no sabía qué hacer, que el padre ya le había traído los tres trajes y que se preparaban las bodas. Y la peinadora entonces la aconsejó que se huyera con ella al monte. Y sin que nadie las viera se escaparon de la casa del padre y se fueron al monte. Y la peinadora la dejó sola en el monte y regresó a su casa. Y andando, andando, llegó la niña a una casa de unos pastores y les pidió un traje de pastora y se vistió de pastora y se echó sal en el cuerpo. Y vestida de pastora y rescándose el pecho y los brazos se fue el mundo alante. Y fue y llegó a un palacio y les rogó que la recogieran como criada. Y la recogieron de lástima. La preguntaron cómo se llamaba y dijo que se llamaba Juana. Y una vez hubo bodas en un pueblo cercano y convidaron al hijo del rey. Las bodas duraron tres días. Y la primera noche que fue el hijo del rey al baile fue Juana y la dijo a la reina que la dejaran ir al baile pa ver lo que hacía su hijo y contárselo. Y la reina la dijo que estaba güeno, que fuera. Y entonces fue la niña a su habitación y se quitó su traje roto de pastora y se puso el vestido blanco y se fue al baile sin que nadie la viera. Y cuando llegó al baile fue el hijo del rey y la sacó a bailar y estuvo bailando con ella toda la noche y no les hizo caso a las demás mozas que había en el baile. Y todas estaban llenas de envidia, pero no dejaban de mirarla y remirarla. Y el hijo del rey se enamoró de ella y la llevó a la mesa a comer y la regaló un anillo de oro que era un recuerdo de su padre. Y ya a las tres de la mañana le dijo ella al joven que la hiciera el favor de aguardarla a la puerta un momento y salió y se escapó sin que nadie la viera. Y llegó a la casa y se puso el traje andrajoso de pastora y la dijo a la reina madre: —No sabe usté, señora, lo que ha pasao. Bailó el príncipe toda la noche con una princesa muy guapa vestida de blanco, la llevó a comer a la mesa y la regaló un anillo. Y la reina la dijo: —¿Y de dónde era esa princesa? —Nadie lo sabe, que a la madrugada se escapó del baile sin que nadie la viera.
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Y ya llegó el hijo del baile y le preguntó su madre si era verdá lo que Juana decía, y él la dijo que sí, que era verdá. Y la segunda noche se fue otra vez el príncipe al baile pa ver si iba otra vez la joven. Y esta vez Juana se puso el traje verde y se fue al baile. Y esta vez le pareció al hijo del rey más guapa que antes y más enamorao estaba de ella. Y bailó toda la noche con ella y la llevó otra vez a la mesa a comer y la dijo si quería ser su esposa. Pero ella le dijo que tenía que preguntárselo a sus padres. Y a las tres de la mañana salió a la puerta y se desapareció sin que nadie la viera. Y cuando la niña llegó al palacio se vistió otra vez con su traje andrajoso de pastora y fue y le contó a la reina madre todo lo que había visto. Y cuando llegó el joven le dijo a su madre que estaba enamorao de la princesa y que quería casarse con ella. Y la madre le dijo: —Háblale esta noche si vuelve al baile. Y ya llegó la noche y se fue el joven al baile otra vez. Y Juana se puso entonces el traje encarnao y estaba más guapa que nunca. Y al momento que llegó al baile el hijo del rey la conoció y fue a sacarla a bailar. Y toda la noche estuvo bailando con ella y la llevó otra vez a la mesa a comer. Y a la madrugada le dijo al joven que la aguardara a la puerta un momento y se escapó otra vez sin que nadie la viera. Y la niña llegó y se puso su traje andrajoso de pastora y fue otra vez a contarle a la reina madre lo que había visto. —¡Ay, señorita, que si usté hubiera visto esta noche a la princesa vestida con un traje encarnao que no hay otro! Y mi señorito que ha bailao toda la noche con ella más enamorao que nunca. Y a poco llegó el joven tan enamorao que cayó enfermo en la cama. Y ya la dijo a su madre otro día que quería comer pollo. Y dijo Juana a la reina: —Yo se lo guisaré. Y la reina dijo: —¿Y pa qué se lo has de guisar tú, andrajosa? ¿Pa que le caigan piojos al pollo? —No, no, que déjeme usté guisarlo y verá como le va a gustar —contestó Juana. Y ya a tantos ruegos la madre la permitió que lo guisara. Y al guisarlo la niña se quitó el anillo que le había dao el joven y lo echó en medio. Y cuando le llevaron el pollo al joven la preguntó a su madre: —¿Quién guisó este pollo? Y la madre, pa que no le tuviera asco, le dijo: —Yo lo he guisao, hijo mío. Y al abrir el pollo pa comer se encontró con el anillo. Y llamó a su madre y la dijo: —Madre, dime la verdá. ¿Quién me ha guisao este pollo?
—Yo, hijo mío. —No, que no has sido tú. Mira lo que he encontrado en el pollo. Y ya la madre le dijo: —Juana, la criada, lo ha guisao, hijo mío. Y dijo el joven que llamaran a Juana. Y fueron a llamarla y vino vestida con su traje blanco, el que había llevao al baile la primera noche, cuando le dio el anillo. Y él al momento la reconoció. Y se casaron y fueron muy felices. Y colorín colorete por la chimenea ha salido un cohete. Y colorín colorao, cuento acabao. Zamora, ZAMORA.
110. Los tres trajes Éste era un matrimonio que eran ya muy ancianos y no habían tenido familia. Y fue la esposa y le rogó a San Antonio que le diera una hija de tres colores, blanca, negra y colorá; lo blanco pa la cara, lo negro pal pelo y lo colorao pa la hermosura. Y les dio San Antonio la hija, pero al dar a luz la madre murió y quedó viudo el anciano. Y al morir la esposa le había dicho a su marido que se casara sólo con una joven que se pareciera a ella, y como la hija fue la que llegó a parecerse a ella dijo el padre que con ella se casaría. Y ya el padre estaba tan enamorao de su hija que la dijo que tenía que ser su mujer. Y fue la niña y se lo contó a una vecina y ésta la dijo: —Dile a tu padre que te casas con él si te trae tres vestidos, uno de sol, otro de luna y otro de estrellas. Y se fue el padre en busca de los tres vestidos y en Roma los halló y se los trajo a su hija. Y fue luego la hija y se lo contó todo a una vieja hechicera, y la hechicera la dijo que doblara los vestidos y se marchara por esos mundos a ganar la vida. Y se marchó la niña con sus tres vestidos por los mundos. Y cuando ya había caminao un día y una noche se encontró en el monte a la misma vieja hechicera que la dio un vestido de pelincanito y la dijo: —Toma este traje de pelincanito y póntelo y vete a aquel campo y ponte allí en aquella fuente por donde ha de pasar el rey cuando vaya de caza. No te hará daño. Cuando llegue déjate coger por él. Fue allí la niña y pasó a poco el rey con sus soldaos de caza. Y cogieron al pelincanito y se lo llevaron al palacio. Y el hijo del rey ya estaba en disposición de poderse casar, y le dijo la madre que se casara. Y él la dijo que ya buscaría novia, que no tenía prisa. Y ya fue la madre y le dijo:
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
—Pon baile una de estas noches desde la una hasta las tres pa que vengan mozas y escojas una pa que sea tu esposa. Y dijo el hijo que estaba güeno, y arreglaron el baile. Y cuando ya se había ido el hijo del rey al baile dijo el pelincanito que si le dejaban ir al baile. Y la madre le dijo que fuera si quería. Y fue el pelincanito y se quitó el traje de pelincanito y se puso el de sol y se fue al baile. Y al llegar al baile todos salieron a recibir a la niña, que estaba muy guapa con su traje de sol. El hijo del rey no la conoció y fue y la sacó a bailar y comenzó a hablar con ella y la dijo que si se casaba con él. Y ella le decía que no, que era muy joven y que no quería su papá. Y estuvo bailando con ella toda la noche y la dio una pulsera. Y ya antes de acabarse el baile dijo ella que la molestaba el aire de una ventana, y en lo que él fue a correr la ventana se escapó ella y se fue a casa sin que la vieran. Y salió el hijo del rey preguntando por onde se había escapao, pero nadie lo supo decir. Y el pelincanito fue y la contó a la reina madre todo lo que había pasao en el baile. La contó que había ido al baile una moza vestida de un traje de sol que no había otra en el mundo de guapa y que el rey había bailao toda la noche con ella y la había regalao una pulsera. Y cuando llegó el rey su madre le preguntó si era verdá lo que decía el pelincanito y él la dijo que sí y que a la noche siguiente quería dar otro baile pa ver si iba otra vez esa moza. Y la segunda noche fue el pelincanito otra vez, esta vez vestido del traje de luna, y estaba la niña más guapa que la noche anterior. Y otra vez bailó el rey toda la noche con ella y la dijo que si se quería casar con él. Pero ella le dijo otra vez que no, que no podía ser porque era muy joven y no quería su papá. Y la preguntó el rey si sabía cantar y dijo ella que sí. Y todos la rogaron que cantara y cantó y más enamorao quedó el rey de ella de lo bien que cantaba. Y esta vez la regaló el rey un anillo de oro. Y ya antes de que se acabara el baile dijo la niña que quería salir afuera un momento y salió a la puerta y se desapareció sin que la vieran. Y salieron todos en busca de ella y viendo ella que ya se acercaban se puso su traje de pelincanito y se puso en la escalera. Y ai la vio el rey y le dio una patada y le dijo que se fuera a casa porque creyó que era el pelincanito que andaba ai molestando. Y se fueron a palacio y el pelincanito le contó a la reina todo lo que había pasao esa noche. La contó que había ido otra vez la moza, esta vez vestida de un traje de luna y más guapa que antes, y que el rey había bailao toda la noche con ella y la había regalao un anillo de oro. Y el rey dispuso otro baile pa la noche siguiente. Y la tercera noche la niña se quitó el traje de pelincanito y se puso el de estrellas, que era el más bonito de todos, y
estaba más reguapa que nunca. Y fue al baile y estuvo toda la noche bailando con el rey. Y otra vez la dijo que se casara con él, pero ella le decía siempre que no, que no podía ser porque era muy joven y su papá no quería. Y esa noche el rey la regaló unos pendientes muy preciosos. Y cuando ya se acababa el baile dijo la niña: —Ya me voy, ya me voy, que ya suenan los esquelitos del coche y si mi padre lo sabe que estoy aquí a deshoras me pega. Y salió y se fue. Y otra vez llegó el pelincanito y le contó a la reina madre lo que había pasao en el baile. La contó que había ido la moza vestida de un traje de estrellas mucho más bonito que los dos otros trajes y que el rey había bailao con ella toda la noche y la había regalao unos pendientes. Y el rey ya que no la volvió a ver se puso malito en la cama y ni quería comer. Y ya fue el pelincanito y hizo tres pasteles y en cada uno puso uno de los regalos del rey y fue y se lo dio a la reina pa que se lo diera a su hijo. Y fue ella y se dio primero el de la pulsera. Y al partirlo él vio la pulsera y se alegró , y la dijo a su madre: —Madre, ¿quién ha hecho este pastel? Y la madre le contestó que el pelincanito lo había hecho pa que comiera y que había hecho dos pasteles más. Y él la dijo: —Tráigalos. Y le trajo los otros dos y al partirlos halló el rey en ellos el anillo y los pendientes. Y gritó entonces: —¡Esto me da la vida, madre! ¡Dígale usté al pelincanito que venga en seguida! Y cuando la madre salió a llamarla, ya la niña venía vestida con el traje de estrellas. Y al momento él la reconoció y la dijo a su madre que esa sería su esposa. Y se casaron y fueron muy felices y comieron perdices. Y a mí no me dieron nada porque no les dio la gana. Jaraíz de la Vera, CÁCERES.
111. La Puerquecilla Éste era un viudo que tenía una hija ya mayorcita y que era mu guapa. Y en frente de ello vivía una vecina que era viuda y tenía una hija, y la dos eran mu amiga. Y la hija e la viuda le staba diciendo todo lo día a la otra: —Oye, tú, ya que semo tan güena amiga, ¿por qué no le ices a tu pare que se case con mi mare? Mira que así vamo a stá siempre junta y mu contenta. Y la otra iba y le icía a su pare que se casara con la viuda, que eran ella mu güena amiga y se querían mucho. Pero er pare no quería y le icía a su hija:
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—No, hija, no quiero casame tavía. Y un día encontró la mare a la hija del viudo y le dijo: —Oye, María, ¿por qué no va y le ice a tu pare que se case conmigo? Mira que tú y mi hija son mu güena amiga y así vamo a star too mu a gusto. Y si tu pare se casa conmigo te vi a dá sopita de mié. Y va la hija y le ice a su pare: —Pare, cásese uté con la vecina, que me ice que si se casa con uté me va a dá sopita de mié. Y er pare le contestó: —Primero te dará sopita de mié y depué sopita de jié. Y la hija staba mu disgustá. Pero tanto stuvo iciéndoselo que ar fin ya er pare consintió a casase con la viuda. Güeno, pu se casaron y ya depués de argún tiempo la madrastra comenzó a maltratá a la hija der viudo. Y salió lo que le había icho su pare, que primero le daría la viuda sopita de mié y depué sopita de jié. Y ya hasta la otra muchacha la maltrataba. La mandaban a lavá la ropa y hacé todo lo menestere e la casa y la otra no hacía na má que stá sentá to er día sin hacé na. Y la hija iba y se lo icía ar pare y é le icía: —Ya te lo icía yo que primero sopita de mié y depué sopita de jié. Güeno pus un día mandó la mujé a la muchacha al río a lavá un menúo y le dijo: —Anda ar río a lavá este menúo, y que no te se pierda la cuajareta, porque si te se pierde te matamo. Y cogió la pobre muchacha er menúo y se fue a lavalo ar río. Y cuando staba lavándolo se le aparecieron tre jóvene y ca uno le dio una gracia, er primero que cuando se peinara cayeran perla, el segundo que cuando riera cayeran rosa, y el tercero que cuando se metiera la mano ar borsillo hallara siempre dinero. Y entonce se fueron lo jóvene. Y ya había acabao e lavá to er menúo cuando fue a metelo en er taboque cuando se le fue la cuajareta río abajo. Y mu asustá se fue pa la casa llorando por er camino. Y onde iba llorando se encontró con un molinero, que le dijo: —Niña, ¿por qué lloras? Y ella le contestó: —Porque mi mare me mandó ar río a lavá un menúo y me dijo que no me se fuera a perdé la cuajareta y cuando ya había lavao er menúo y lo staba metiendo en er taboque me se ha ido la cuajareta río abajo. Y er molinero le dijo: —Pu mira, no llores por eso. Cuando rebuzne er burro metes la cabeza en er río y cuando cante er gallo la sacas.
Y así lo hizo la niña y cuando cantó er gallo y que sacó la cabeza ya tenía la cuajareta en la mano y una estrella de oro en la frente. Conque se fue a casa mu contenta y cuando llegó staba la otra en er barcón y al vela tan bonita con la estrella en la frente le dijo a su mare: —¡Ay, mare, mira que bonita viene la puerquecilla con una estrella de oro en la frente! Si hermosa era, más hermosa stá ahora. Y salió la mare a vela y cuando la vio le dijo: —Pero ¿ande has andao? Dino to lo que te ha pasao. Y le dio una güena paliza porque se había tardao. Y la pobre puerquecilla asustá e la paliza que le dio la madrastra le contó to lo que le había pasao. Y cuando la niña les dijo cómo había sido too dijo la otra: —¡Ay, mare, cuando pase otra ve er tío aqué e los menúos compra uno pa i yo a lavalo pa que me sarga a mí también una estrella en la frente! Conque a lo poco día pasó por al otra ve er que vendía menúo y le compró la mare uno y le dijo a su hija: —Güeno, ya tiene er menúo. Anda a lavalo y haz como la puerquecilla pa que te sarga una estrella en la frente y sea má bonita que ella. Y se fue aquélla mu contenta con su menúo. Pero no se le aparecieron lo tre jóvene ni na. Y cuando fue a lavá er menúo no se le escapaba la cuajareta y hizo que se le iba y la dejó í río abajo. Y salió llorando como la otra y se encontró con er molinero y le dijo: —Niña, ¿por qué llora? Y ya le dijo ella por qué lloraba de la misma manera que la otra. Y staba ya mu contenta creyendo que le iba a pasá lo que a la otra. Pero er molinero le dijo ar revé que a la otra. Le dijo que cuando cantara er gallo metiera la cabeza y que cuando rebuznara er burro la sacara. Y así lo hizo y cuando sacó la cabeza no sacó la cuajareta y en ve de una estrella le salió un rabo e burro en la frente que le daba ar pecho. Y cuando llegó a casa salió su mare y le dijo: —¡Ay, Josú! ¡Qué rabo e burro traes! Y le preguntó cómo había sido y ya le contó ella to y la mare dijo:
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
—Pu seguramente esta puerca, socochina no lo ha dicho to ar revé. Ahora si la vamo a matá. Y cogió una escoba y le dio una paliza que la dejó negra. Y depué le dijo la mujé a su hija: —No hay má remedio que ponele un moño pajizo pa que no sté tan feo. Y le pusieron un moño pajizo ar rabo e burro. Güeno, pu ya muncho depué publicaron una banda que er hijo der rey quería buscá novia y iba a dá tre baile. Y er pare dijo que iba a hacé un viaje ar pueblo y les preguntó a la niña qué querían que les trajera. Y la hija e la madrastra dijo que ella quería tre traje mu bonito pa llevá ca noche uno ar baile. Y cuando le preguntó a su hija lo que quería, le dijo ella que le trajera la varita e la siete virtude. Y se fue er pare en su viaje y vorvió y trajo lo que le habían pedido. Pu se llegó er baile e la primera noche y fue la mare y vistió a su hija lo mejó que pudo con uno e lo traje que había traído er pare y se fueron ar baile. Y a la puerquecilla la dejaron en la casa pa que barriera la cocina y hiciera toa la menudencia e la casa mientra ella staban en er baile. Pero ar momento que se fueon cogió la niña la varita e la siete virtude y le dijo: —Varita e la siete virtude, por la gracia que tiene y la que Dios te dio, que me pongas mu guapa, mu guapa, con un traje azú de perla que no haiga otro como é. Y ar momento se presentaron mucho negro y negra y la aderezaron mu bien y le pusieron er vestío que ella pedía. Y aluego llegaron otro negro con una carroza mu elegante tirá de sei caballo blanco y se la llevaron ar baile. Y cuando llegó, er hijo der rey la sacó á bailá y toa la noche no bailó con otra. Y la hija envidiosa y la mala madrastra la vían y staban llena de envidia, pero como staba tan bien vestía no la conocían. —¿Quién será esa niña tan guapa que se parece a la hija e casa? —icía la hija—. —¡Qué se ha de parecé a aquella puerca, socochina! —le contestaba la mare—. Güeno, pu cuando ya se acabó er baile er hijo der rey salió a ayudarle a la niña a subir al coche y le dijo que vorviera ar otro día. Y la niña se fue en su coche, llegó a su casa y le pidió a la varita e la siete virtude que la pusiera como ante. Y cuando aquélla vorvieron der baile le dijeron a la niña: —¡Ay, qué niña má guapa staba en er baile! Tenía una estrella en la frente y staba vestía con un traje azú de perla que no había otro como é. Y la puerquecilla callaba. Y ar otro día la mare y su hija se aderezaron otra ve y la hija se puso er segundo traje que le
había traído er pare. Y se fueron ar baile y la otra cogió otra ve su varita e la siete virtude y le dijo: —Varita e la siete virtude, por la gracia que tiene y la que Dios te dio, que me pongas má guapa que ayé y que me traigas un vestido blanco de encaje má bonito que er de ayé. Y se le presentaron lo negro y la negra y la vistieron mucho má guapa que ante con er vestido que pedía. Y llegó otra ve la carroza y se fue ar baile. Y ya er hijo der rey la staba esperando y entraron y bailaron junto toa la noche. Y la mare y la Rabo e Burro llena de envidia y rabiando toa la noche. Y ya la hija quería conocela y le icía a la mare: —Mare, me parece que es la hija e casa. Y la otra le contestaba: —¡Qué ha de sé esa puerca, socochina! Güeno, pu ya se acabó er baile y se fue la niña otra ve a su casa y le dijo ar hijo der rey que otra noche vorvería. Y llegó a su casa ante de la otra y le pidió a su varita e siete virtude que la pusiera como ante. Y cuando llegaron la otra le vorvieron a contá lo que había pasao. Y cuando se fueron a acostá la mare y la hija le icía la hija otra ve: —Mare, no sé por qué me parece que es la puerquecilla. Y la mare contestaba: —¡Qué ha de sé esa puerca, socochina! ¿Qué no ve cómo stá ai toa llena e ceniza y er vestido hecho tira? Y ya se callaba la hija. La tercera noche, cuando se fueron la mare y la hija, cogió la niña su varita e la siete virtude y le dijo: —Varita e la siete virtude, si mu guapa me ha puesto la otra do noche, mucho má guapa quiero que me ponga esta noche. Quiero que me traiga un vestido colorao que no haiga otro como é y uno zapatito de oro como no haiga otro. Y la vistieron lo negro y la negra como ella quería. Y llegó otra ve ar baile en su carroza. Salió er hijo der rey a encontrala y esa noche estuvo má enamorao de ella que nunca. Y cuando ya se acababa er baile salió corriendo la niña a subí en su carroza y de prisa que iba perdió un chapiz. Y sin decí adió ni na se marchó a su casa. Y er hijo der rey cogió er chapiz y se fue con é a su casa. Y ar otro día mandó publicá un bando que se casaría con la niña que le viniera er chapiz. Y por toa parte andaban viendo a quién le venía er chapiz. Y ya llegaron a la casa e la madrastra mala y salió la Rabo e Burro a ve si le venía, pero no le vino. Y la puerquecilla entonces staba detrá e la puerta y ai mismo cogió su Varita e la siete virtude y le pidió
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que la pusiera como staba cuando salió der baile la úrtima noche. Y ai staba detrá e la puerta con su vestido colorao y sólo con un chapiz de oro. Y ya le preguntó el hijo der rey a la mare si había otra en la casa y dijo ella que no, que no había otra. Y entonce una perrilla que traía er rey empezó a ladrá y icía: —¡Chi, chi, gua, gua, Estrella de Oro detrá e la puerta stá! ¡Chi, chi, gua, gua, Estrella de Oro detrá e la puerta stá! Y la mare icía: —¡Su mal haya sea la perrilla! Pero er hijo der rey se asomó y la vio tan guapa y vestida con su traje colorao y con un chapiz de oro y dijo: —Ésta es mi novia, la que ha de sé mi esposa. Y le midieron er chapiz y le vino perfetamente. Y le dijo entonce que la iba a dejá allí mientra iba por la comitiva pa que la llevaran ar palacio. Y aluego que se fueron aquéllo dijon la mare y la hija: —Vamo a matala. Y la sacaron ar campo y la puson en una piedra y la mataron y le sacaron la lengua y los ojo. Y entonce pasó por ai un pastó que les iba gritando a sus oveja: —¡To, oveja! ¡To, oveja! Y ya encontró a la niña chorreando sangre y la cogió y se la llevó a su gruta ande staba su mujé. Y la cuidaron y le limpiaron la sangre y le dieron agua y ya la niña revivió. Y se metió entonce la niña la mano ar borsillo y sacó muncho dinero y se lo dio al pastó. Y se rió entonce la niña y cayeron muncha rosa y por seña le dijo que la fuera a vendé, pero que la vendiera sólo por una lengua. Y se fue aqué a vendé la flore y pasó por la casa e la mala madrastra pregonando su rosa: —¿Quién compra rosa? ¿Quién compra rosa? Y como no era entonce tiempo de rosa salió la hija y le dijo a su mare: —¡Ay, mare, compra rosa, que ahora naide la tiene! Y salieron a vé la rosa y cuando la vieron tan bonita dijo la mare que le vendiera una poca. Y cuando le preguntó cuánto quería por ella le dijo é: —Señora, por esta rosa no pido ningún dinero, que sólo la vendo por una lengua. —¡Ay, Dio mío, que no no vamo a sacá la lengua pa dásela a uté! ¿Por ónde vamo a dale una lengua? Y ya fue la hija y le dijo a su mare aparte: —¿Por qué no le damo la lengua e la Puerquecilla que tenemo ai en el bazol? Y la mare le dijo: —No, hija, eso no, no vaiga a tené argún resurtao. —¡Qué resurtao ha de tené si ya ella stá muerta! —le contestó la hija—.
Güeno, pu ya fueron y le dieron la lengua e la Puerquecilla y se la llevó el pastó. Y aluego que llegó se la dio a la niña y ella cogió la lengua y le dijo a la Varita e la siete virtude: —Varita e la siete virtude, por la gracia que tú tiene y por la que Dio te dio que me ponga mi lengua como la tenía ante. Y su lengua se puso como ante y ya habló. Y aluego se puso a peinar y cayeron perla. Y la cogió y se la dio ar pastó y le dijo que fuera a vendela, pero que la vendiera sólo por unos ojo. Y salió er pastó y llegó a la misma casa e la madrastra pregonando perla: —¿Quién compra perla? ¿Quién compra perla? Y salieron aquélla a vé la perla y cuando la vieron tan bonita dijo la hija a su mare: —¡Ay, mare, qué bonita! Cómprame perla pa mandá hacé un collá. Y le dijo la mujé ar pastó que cuánto quería por la perla y é le contestó: —Pero, señó, ¿cómo no vamo a sacá los ojo pa dáselo a uté por la perla? —le dijo la mujé—. Y ya le dijo la hija: —Mira que le podemo dá los ojo e la Puerquecilla que lo tenemo ai en er bazol. Y y la mare le dijo entonce: —Mira que eso pué tené argún resultao. —¡Qué resultao ha de tené cuando ya aquélla stá muerta! —le contesta la hija—. Güeno, pu totá que le dieron lo ojo e la niña y se fue er pastó con ello a su gruta. Y cogió la niña su varita e la siete virtude y le pidió que le pusiera sus ojo como lo tenía ante y se lo puso. Y entonce, cuando ya Estrella de Oro staba como ante, le escribió una carta ar rey y se la mandó con er pastó diciéndole cómo había sido too y que viniera por ella. Y er rey se sorprendió muncho porque la otra le habían contao que la niña se había escapao sola por er mundo pa no casase con é. Y er rey enseguía juntó a la gente e palacio y se fue a por ella. Y la trajon ar palacio y se arreglaron la boda y se casaron. Y cuando ya staban casaos y too le dijo er rey a su esposa, Estrella de Oro, que si qué castigo quería que les diera a la madrastra y a la hija. Y ella dijo que ninguno, que ella les perdonaba too. Y er rey entonce mandó que las horcaran y que echaran su cuerpo en una cardera de aceite hirviente. Y se acabó er cuento con pan y pimiento, y alcaravea pa er que no lo crea.
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Granada, GRANADA.
IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
112. Estrellita de Oro Éstos eran un rey y una reina que tenían una sola hija. Y se murió la madre y se volvió a casar el rey. Y todo iba muy bien hasta que la nueva reina tuvo una hija. Desde entonces la madre reina ya no quiso a la primera y comenzó a maltratarla. Y cuando ya creció la hija de la reina más maltrataban a la primera. La enviaban a lavar la ropa, a por agua a la fuente y hacer otros quehaceres, y la hija de la reina se quedaba en casa y no hacía nada. Conque un día envió la madrastra a la muchacha a lavar y le dio ropa llena de tizne, una cortecilla de jabón y un puchero de sopa. Y le dijo: —Tienes que traer la ropa mu blanca, mu blanca, dos libras de jabón y el puchero lleno de sopa. Y salió la muchacha muy triste y se encontró con una agüelilla, que era la Virgen. Y la Virgen le dice: —¿Por qué vas tan triste? Y ella le contesta: —Mire, usté, que me ha enviao mi madrastra a lavar estas ropas al río y están llenas de tizne, y me ha dao esta cortecilla de jabón pa lavarla y este puchero de sopa pa comer. Y me ha dicho que vuelva con la ropa mu blanca, mu blanca, con dos libras de jabón, y con el puchero lleno de sopa. Y la Virgen le dice: —Pues, mira, no te apures. Toma esta cesta y mete en ella la ropa y el jabón y cómete la sopa, y después mira pal cielo. Y así lo hizo la muchacha. Y cuando miró pal cielo le cayó una estrellita de oro en la frente. Y luego fue a ver la cesta y la ropa estaba ya blanca, mu blanca, y había dos libras de jabón. Y fue y se comió el puchero y en seguida se volvió a llenar. Conque cogió todo la niña y se marchó pa su casa. Y cuando la madrastra la vio le dijo: —¿Has hecho lo que te he dicho que hicieras? Y le entregó la muchacha todo. Y cuando le vio la estrellita en la frente le preguntó cómo había sido eso. Y ya le contó la muchacha cómo la agüelilla le había dao todo eso y que le había dicho que mirara pal cielo y le había caído la estrellita de oro. Conque la madrastra envidiosa entonces llamó a su hija y le dice: —Ahora vas tú a lavar al río y llevas lo que la otra pa que vuelvas tú también con una estrellita de oro en la frente. Y fue su hija con lo mismo que la otra. Y la encontró la agüelilla y por envidiosas que eran ella y su madre Dios las castigó. La Virgen le dijo que metiera toda la ropa y el jabón y el puchero en la cesta y que mirara pal cielo. Y así lo hizo
la muchacha. Y miró pal cielo y le cayó un rabo de burro en la frente. Y cuando fue a sacar la ropa de la cesta la encontró negra, negra, el puchero estaba vacío, y no había jabón. Y así se marchó a su casa con el rabo de burro en la frente. Cuando llegó a casa, la madre se puso muy furiosa y más y más maltrataba a la otra. Y la gente le decía Estrellita de Oro, y a la otra le decía Rabo de Burro. Y la madrastra metió a Estrellita de Oro en la cenicera pa limpiar la cocina y sacar las cenizas. Y cuando llegó el domingo dejaron a Estrellita de Oro en la cenicera y la madre y Rabo de Burro fueron a misa en coche. Y a pesar de que tenía un rabo de burro en la frente, la madre la vestía siempre mu bien pa que no pareciera tan fea. Y la gente decía: —¡Riao, riao, riao! ¡La Estrellita de Oro en la cenicera está y la Rabo de Burro en el coche va! Conque ya una vez tuvo que ir el padre a un viaje mu largo. Y fue y les preguntó a sus hijas qué querían que les trajera. Y la Rabo de Burro dijo que ella quería un traje mu bonito, un sombrero de plumas y unos zapatos. Y Estrellita de Oro le dijo a su padre que todo lo que ella quería era que le trajera una varillita del primer árbol que encontrara. Y se marchó el rey y lo primero que vio al salir fue un árbol y se apeó y cortó una varillita pa su hija. Y ya llegó a una ciudá y allí compró el traje, el sombrero y los zapatos pa la otra. Y volvió y les dio a sus hijas lo que le habían pedido. Cuando unos días después dio un rey vecino un baile porque era soltero y quería buscar novia. Y la madrastra fue y vistió a Rabo de Burro mu elegante pa que fuera al baile. Y a Estrellita de Oro le echó lantejas en las cenizas y le dijo que las limpiara. Y la dejaron en la cenicera y se fueron al baile en un coche mu rico. Y la Estrellita de Oro cogió entonces su varillita, que era una varillita de virtú que la Virgen le enviaba, y fue y dijo: —¡Pajarillos, pajarillos, veniz a ayudarme! Y vinieron muchos pajarillos y le limpiaron las lantejas en un momento. Y entonces le pidió la Estrellita de Oro a la varillita de virtú un vestido mu rico de plata, de oro y de encajes y unos zapatos de oro pa ir al baile. Y se salió por la chimenea y se fue al baile tan campante. Y llega al baile y sale en seguida el rey a bailar con ella. Y venga a bailar y venga a bailar el rey con ella. Y se enamoró de ella y le dijo que si quería casarse con él. Y Estrellita de Oro sólo le decía que más tarde le contestaría. Y Rabo de Burro y su madre muertas de envidia sin conocerla. Y cuando ya era tarde dijo Estrellita de Oro que tenía que irse. Y el rey montó en su coche y la acompañó a la puerta de su casa. Y en el camino ya le dio ella promesa de casamiento
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y ya eran novios, y dijo ella que vendría otra vez al baile. Y en seguida cuando llegó le dijo a su varillita de virtú que la volviera como antes y otra vez se vio en la cenicera. Y ya llegaron Rabo de Burro y la madre del baile, y decían: —¡Ay, qué muchacha más bonita estaba en el baile! ¿Quién será? ¿Quién será? Y venga a bailar y venga a bailar con el rey toda la noche. ¿Quién será? ¿Quién será? Y contestaba la Estrellita de Oro: —Mas si sí, mas si no, ¿si sería yo? Mas si sí, mas si no, ¿si sería yo? Y le decía la madrastra: —¡Anda, gorrina, qué has de ser tú! Y ya se llegó la segunda noche de baile y otra vez vistió la madre a Rabo de Burro mu elegante y se marcharon pal baile. Y a la Estrellita de Oro le echaron otra vez lantejas en las cenizas y le dijeron que las limpiara. Y cogió ella su varillita de oro y llamó otra vez a los pajarillos a que le ayudaran a limpiar las lantejas: —¡Pajarillos, pajarillos, veniz a ayudarme! Y en seguida vinieron y le limpiaron las lantejas. Y le pidió entonces a la varillita un traje de oro y de plata y de los colores de todas las flores del mundo. Y se fue al baile en un coche más elegante que la noche primera. Y el rey ya la estaba esperando porque ya eran novios. Y al momento que llegó la sacó a bailar. Y venga a bailar y venga a bailar toda la noche con ella otra vez. Y ya mu tarde dijo ella que tenía que irse a su casa, que otra noche vendría otra vez. Y el rey la acompañó a su casa. Y cuando llegó le pidió a su varillita de virtú que la pusiera como antes. Y cuando llegaron las otras hallaron a Estrellita de Oro en la cenicera y todas las lantejas ya limpias como antes. Y otra vez decían: —¡Ay, qué guapa estaba esta noche la princesa! ¿Quién será? ¿Quién será? Y contestaba Estrellita de Oro: —Mas si sí, mas si no, ¿si sería yo? Y la madrastra llena de envidia le decía: —¡Cállate, gorrina! ¡Qué has de ser tú! Otro día cuando se llegó la noche vistió la reina a Rabo de Burro más elegante que nunca y se marcharon al baile. Y a Estrellita de Oro le echaron otra vez lantejas en las cenizas pa que las limpiara. Y luego que se marcharon llamó otra vez a los pajarillos: —¡Pajarillos, pajarillos, veniz a ayudarme! Y vinieron en seguida y se las limpiaron. Y le pidió entonces a su varillita de virtú un traje más rico y más precioso que los otros y de campanillas de oro y de plata que fueran sonando. Y se vistió y se marchó al baile en un
coche tirao por seis caballos blancos. Y el rey ya la estaba esperando y en seguida la sacó a bailar. Y venga a bailar y venga a bailar con ella toda la noche. Y la llevó al comedor a comer y Rabo de Burro y su madre llenas de envidia. Y se descuidó y se estuvo mu tarde en el baile y cuando le dijo al rey que ya tenía que marcharse echó a correr y se le salió un zapato y el rey lo cogió. Y se marchó ella sola esa noche pa su casa. Y llegó y la varillita de virtú la puso como estaba antes. Y llegaron otra vez aquéllas a casa y decían: —¡Ay, pero y qué guapa estaba la princesa esta noche! ¿Quién será? ¿Quién será? Y al salir del baile se le perdió un zapato y lo cogió el rey. Y dice el rey que se casa con la dueña de ese zapato. ¿Quién será? ¿Quién será? Y contestaba la Estrellita de Oro: —Mas si sí, mas si no, ¿si sería yo? —¡Cállate tú, gorrina sucia! ¡Qué has de ser tú! —le decía la madrastra—. Otro día salió el rey por el pueblo donde vivía la reina buscando a la muchacha que le viniera el zapato de oro. Y por todas las casas iba el rey con el zapato y una se cortaba un dedo y otra dos, pero a ninguna le venía el zapato. Y ya llegaron a la casa de la reina y fue Rabo de Burro y cortó medio pie, pero ni así le vino el zapato. Y entonces preguntó el rey si había otra muchacha en la casa. Y contestó la reina que no, que sólo quedaba la que estaba en la cenicera, pero que ésa era mu fea y mu sucia. Y dijo el rey que la llamaran. Y cuando fueron a llamarla salió Estrellita de Oro vestida con su traje de oro y plata y campanillas y con sólo un zapato de oro. Y el rey al verla la reconoció y le puso el otro zapato que le vino perfectamente. Y se la llevó a su palacio y se casó con ella. Y a la madrastra y la hermana las perdonó. Y fueron mu felices y comieron perdices y a mí me dieron con los güesos en las narices. Palomera, CUENCA.
113. Las tres gracias por Dios Era un matrimonio que tenían dos hijos, un varón y una hembra. Y al padre se le ofreció un viaje y les preguntó a sus hijos que si qué querían que les trajera. Y el niño dijo: —Papá, yo quiero que me traigas un borriquito moruno. Y la niña dijo: —Y yo una calandria. Conque se fue el padre y allá onde andaba halló el borriquito. De la calandria no se acordó, y ya que llegaba a
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
su casa se acordó y volvió y la encontró. Y llegó a casa y los niños estaban muy contentos de ver que les había traído su padre las cosas que le habían pedido. Y al poco tiempo murió la madre. Y el padre quedando viudo llevó a la casa un ama que tenía una niña pequeña. Y poco después murió también el padre y quedaron solos los niños con la mujer y la niña. Un día le dijo el niño a su hermanita: —Oye, hermanita, ¿te parece bien que yo vaya a Madrid antes que el caudá se nos termine? Y la hermanita le dijo que podía ir y se fue. Llegó a Madrid y se dirigió a palacio y pidió permiso pa hablar con su real majestá. Y le pidió una colocación y se la dieron. Y el hijo de la reina fue entonces y le dijo a la reina que el único empleo que le podían dar en el palacio era el de cuidar unos pavos y gallinas que tenían. Y se puso a cuidarlos. Y pasaban días y pasaban días y el hijo del rey le fue tomando cariño al que habían cogido y se iba todos los días con él ande andaba cuidando de los pavos y gallinas. Y un día fue el príncipe y le dijo a su madre: —Madre, me da lástima que este niño esté cuidando pavos y gallinas. Me gustaría darle otro empleo. Y la reina le dijo: —Lo único que puede hacer es que siempre vaya dándote compañía. Y desde entonces ya el niño no tenía más que hacer sino acompañar al príncipe en sus paseos, Y un día que iban por los jardines paseando le dijo el príncipe al niño: —Oye, ¿tú tendrás novia? —Yo, no, señor, ¿y tú? Y el príncipe entonces le dijo: —No, yo no me caso hasta que no encuentre una novia que tenga tres gracias por Dios. —Yo tengo una hermana que las tiene —le respondió el niño—. Y el príncipe entonces le dijo que le escribiera inmediatamente que se viniera al palacio pa casarse con ella si tenía las tres gracias por Dios. Y enviaron la carta. Y la hermanita, como vivía con el ama y la otra hija, no recibió la carta. La que la recibió fue el ama, y cuando vio lo que decía ocultó la carta y fue y le dijo a su hija: —Mira, que no digas nada a nadie. Te voy a llevar a Madrid a presentarte como la hermana de él y te casarás con el príncipe, Y a su hermana la tiraremos por el río abajo. Y así lo hicieron como dijeron. Cogieron el coche y se marcharon las tres de la casa. Y al llegar al río la hicieron
asomar a ver el agua y la tiraron, y se marcharon solas. Pero la joven pudo salir del agua y se metió entre unas matas. Y allí estaba la pobre niña mojada y estropeada de la caída cuando llegó un pastorcito y la vio y la llevó a su choza, que tenía prósima. Y la mujer del pastor al ver que venía con una muchacha tan bonita empezó a reñir, y la joven al ver que la mujer reñía empezó a llorar y cuando lloraba llovía. Y después se fue a lavar las manos y el agua florecía en rosas y claveles. Y después se fue la joven a peinar y cuando se peinaba echaba perlas de oro. Y cuando la mujer del pastor vio eso ya dejó de reñir y la recibieron bien en la casa porque creían que era la Virgen. Y la mala ama llegó al palacio del rey con su hija. Y se abrazó la joven al hermanito como si de verdá fuera su hermano. Y él no decía nada, pero estaba muy triste. Y se celebró la boda. Y el hijo del rey entonces la hizo que se lavara las manos y no resultaba la gracia. Y entonces mandaron enterrar a medio cuerpo al hermanito porque decían que era un embustero, y allí le tenían amarrao con una cadena. Y allí sufría, pero no decía nada. Y el príncipe estaba muy triste y no quería ir a ver a la novia. Y una niña que tenían los pastores veía todos los días a la joven llorar y lavarse las manos y peinarse, y le decía a su mamá: —Mamá, ¡qué cosa más bonita echa esta mujer del pelo! Y la pastora, que creía siempre que era la Virgen, se arrepentía de haber reñido con su marido. Y ya que llevaba la joven varios días peinándose reunió una cantidá grande de perlas de oro y les dijo a los pastores: —Vendan ustedes las ovejas y las vacas y vamos a Madrid a hacer al frente del palacio del rey otro más bonito. Y así lo hicieron. Se fueron todos pa Madrid y allí enfrente del palacio del rey hicieron un palacio más grande y más bonito. Y allí se fueron a vivir todos. Y un día se puso la joven a bordar en una soteíta y salió un criao del rey y colgó en la puerta la jaula onde estaba la calandria de la joven que la mala ama había llevao a palacio. Y al ver la joven la calandria suya dijo: —¡Hola, calandria mía! Y la calandria respondió: —¡Señorita, de buen día! —Y ¿mi hermano? —Al pie del árbol enterrao. —¡Pobre de mí y de mi hermano desgraciao! Y se echó a llorar. Y pronto empezó a llover y tuvo que salir el criao a meter la calandria. Y al día siguiente salió otra
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vez el criao con la calandria. Y salió otra vez la niña a bordar a la soteíta y volvió a saludar a la calandria: —¡Hola, calandria mía! —¡Señorita, de buen día! —Y ¿mi hermano? —Al pie del árbol enterrao. —¡Ay de mí y de mi hermano desgraciao! Y comenzaba la joven otra vez a llorar y comenzaba a llover y el criao tenía que salir a quitar la calandria. Y así pasó varios días. Hasta que fue un día el criao y le dijo al príncipe: —A usté, señor rey, ¿qué le parece? Nada más que saco la calandria a la puerta empieza a llover y tengo que quitarla. Y el rey le dijo: —Mira, mañana te quedas al mirando a ver qué es lo que pasa. Y otro día fue el criao y se escondió detrás de la puerta y vio todo y oyó toda la conversación entre la calandria y la joven y fue y se lo contó al rey y al príncipe. Y el rey en seguida mandó que la invitaran a pasar a comer en el palacio. Y ella dijo que sí, que vendría si también podían venir sus padres. Y dijo el rey que podían venir. Y vinieron al palacio del rey. Y luego que ya todos estaban a la mesa el rey mandó poner guardias pa que no se saliera nadie. Y el ama en cuanto vio a la joven la conoció y quería salir, pero no la dejaron. Y se pusieron a comer y pusieron la calandria en la mesa, y empezó a hablar con la joven. Y como la joven le preguntaba a la calandria por su hermano y la calandria le decía que estaba al pie del árbol enterrao lloraba la joven y comenzaba a llover, y mandaron desenterrarlo y venir a comer al palacio. Y allí comieron todos juntos. Y el príncipe muy contento porque ya había salido la primera gracia. Y después de la comida el príncipe mandó ponerle agua a la joven pa que se lavara las manos. Y se lavó las manos y el agua se florecía de rosas y claveles. Y el príncipe más contento porque ya había salido la segunda gracia. Y entonces le mandó el príncipe peinarse el pelo y al peinarse empezaron a caer perlas de oro. Y ya vio el príncipe que ella tenía las tres gracias por Dios, y que la otra no, y le dijo al rey su padre: —Ésta es mi esposa. Y se casaron en seguida. Y el rey entonces mandó poner una caldera de aceite a hervir y allí metieron a la madre y a la hija que habían querido hogar a la joven en el río. Y al hermano y a los pastores les colocaron en palacio y todos vivieron muy felices. San Pedro de Alcántara, MÁLAGA.
114. El palacio del Jarancón Éste era un hombre que tenía dos hijos y una hija y que era viudo. Y cerca de ellos vivía una maestra que era también viuda y que venía todos los días a la casa del viudo y le decía a la niña: —Oye, linda, anda y dile a tu padre que se case conmigo. Y dile que si se casa conmigo les doy a sus hijitos pan y miel todos los días. Y la niña iba y se lo decía a su padre. Pero el padre no quería. Y venía otra vez la maestra y les decía lo mismo a los hermanitos. Y ellos iban y le decían al padre: —Padre, cásese usté con la maestra, que nos dará pan y miel. Y el padre les respondía: —No, hijos no me caso, que luego os dará pan y hiel. Pero tanto estuvieron insistiendo que el padre al fin se casó con la maestra. Y llegó cierto tiempo que el matrimonio nuevo tuvieron familia. Y luego que fue creciendo la niña de la maestra a los hijos primeros del padre los maltrataba mucho la madrastra. A la hija la hacían hacer todo en la casa. Ella tenía que ir por agua al río, hacer la lumbre y hacer de comer. Y la mejor comida la comían antes de dársela a ella. Y entonces pa que no la enviaran siempre por agua la hermanita rompía todos los cántaros. Y la madrastra la castigaba y decía: —¡Ay, qué muchacha más mala! No sé qué voy a hacer con ella. Y le mandaron hacer un cántaro de hoja e lata pa que no lo rompiera. Y cuando la enviaron por agua la hermanita dijo: —Pues éste lo he de romper también. Y sus hermanitos le habían dao un anillito que siempre llevaba consigo. Y para romper mejor el cántaro se quitó el anillo y lo puso sobre un guijarro. Y fue a romper el cántaro, pero no pudo. Y cuando estaba tratando de romper el cántaro vino una aguilita y se llevó el anillito. Y cuando la niña vio que se llevaba su anillito le gritó: —Aguilita, aguilita, dame mi anillito que me dieron mis hermanos de recuerdito. Y la aguilita la respondía: —Andarás y andarás y en los balcones de tus hermanos le hallarás. Pero la niña primero ni oía lo que decía la aguilita de lo mucho que sentía perder el anillito, y volvía a gritarla a la aguilita: —Aguilita, aguilita, dame mi anillito que me dieron mis hermanos de recuerdito. Y la aguilita la respondía otra vez:
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
—Andarás y andarás y en los balcones de tus hermanos le hallarás. Y por tercera vez le gritaba la niña a la aguilita: —Aguilita, aguilita, dame mi anillito que me dieron mis hermanos de recuerdito. Y la aguilita ya se iba y le decía por última vez: —Andarás y andarás y en los balcones de tus hermanos le hallarás. Conque la aguilita se paró y dejó el anillo en los balcones de un hermoso palacio. Y la niña entonces ya no quiso volver a la casa de su madrastra y se fue muy triste porque no llevaba su anillito. Y sus hermanos ya se habían salido de la casa porque la madrastra los maltrataba. Y la hermanita ya no quiso tampoco volver a la casa. Y salió por los pueblos a ver donde encontraba a sus hermanos. Y onde quiera que vía balcones se paraba a ver si vivían allí sus hermanos y a ver si encontraba su anillito. Y de repente se encontró delante de un hermoso palacio que tenía unos balcones muy bonitos. Y se paró y dijo: —Pero, esto no pué ser de mis hermanos. No, esto no pué ser. Y se acercó y se escondió tras de una puerta y vio que allí vivían sus hermanos. Y fue sin que la vieran a los balcones y encontró su anillito. Y vio que cuando se iban sus hermanos pa fuera todo estaba muy desarreglao. Y entraba ella sin que la vieran y arreglaba toa la casa, les hacía la comida, y todo. Y cuando los dos hermanos volvían decían: —¿Pero quién habrá venido a arreglar y a limpiar la casa? ¿Quién habrá hecho todo esto? Y la hermanita se estaba escondida tras de la puerta. Y cerca del palacio, en unas habitaciones vecinas, vivían los amos del palacio, el jarancón y la jaranquilla, que siempre querían mal a los cristianos. Y si los dos hermanos entraban a la casa del jarancón él los mataría. Y los dos hermanos salían siempre cuando el jarancón no los vía. Y un día, cuando los dos hermanos volvieron al palacio, hallaron todito muy limpio y muy arreglao y hallaron el chocolate hecho. Y dijeron: —¿Pero quién nos habrá hecho el chocolate?
Y como le tenían miedo al jarancón no querían probarle. Y tenían una perrita en la casa, y dijo uno de ellos: —Vamos a darle primero chocolate a la perrita, y si no envenena a la perrita no nos hace daño a nosotros tampoco. Y le dieron chocolate a la perrita y como no la envenenó bebieron después ellos. Otro día pasó lo mismo. Volvieron al palacio y todo estaba arreglao y limpio y el chocolate sobre la mesa. Y ellos dijeron: —Esto no pué ser. Vamos a ver quién es el que hace todo esto. Y se escondió uno de ellos cerca de la puerta pa ver quién era. Y cuando la muchacha entró a arreglar la casa salió el hermano y la encontró y como no la conoció quería matarla. Pero ella le dijo de por Dios que no la matara, que era su hermanita, y entonces les enseñó el anillito que le habían dao. Y dijo entonces el mayor de los hermanos: —Bueno, pues ahora tú sigues viviendo aquí con nosotros y nos arreglas la casa y nos haces de comer. Pero mucho cuidao con el jarancón que nos tiene en este palacio y que nos matará si puede. Y también le dijeron que de toda la comida que comieran le dieran un bocao a la perrita, porque si no la perrita les apagaría la lumbre. Y un día fueron los dos hermanos a la feria y le trajieron a la hermanita avellanas. Y ella no le dio avellanas a la perrita y se arrimó y le apagó la lumbre. Y la pobre no hacía más que llorar porque no podía hacer la comida pa sus hermanos. Y se decidió la hermanita dir ande la jaranquilla por lumbre. Y como la jaranquilla era cristiana se la dio. Y vino la muchacha a su casa con la lumbre y hizo la comida. Y por la noche vino el jarancón a su casa. Y como había la muchacha estao allí dijo pronto: —Aquí huele a carne humana y si no me la das te mato. Y la jaranquilla le dijo: —Si es la cristianilla que ha venido por un poco de lumbre, que se la ha apagao la perra. Y el jarancón se enfadó mucho y dijo: —Ahora voy ande la cristianilla y se la pillo toda. Y va y dice: —Cristianilla, dame la lumbre. Dámela toda. Y la muchacha lloraba y le decía que no podía ser porque tenía que hacer la comida pa sus hermanos. Y al fin el jarancón le dice: —Dámela toda, o si no, dame tu dedo a chupar. Saca el dedo por el agujero de la cerradura todos los días cuando yo venga pa que yo lo chupe.
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Y la muchacha le dice que está bien, que antes que la quite la lumbre le dará el dedo a chupar. Y todos los días venía el jarancón y la muchacha metía el dedo por el aujero de la cerradura y él le chupaba. Y ella se quedaba muy delgada y el dedo que chupaba se quedaba mucho más delgado que los demás. Y sus hermanos la decían: —Pero, hombre, ¿qué es esto? Tú comes, tú bebes y siempre tan delgada. Y ella entonces les contó todo lo que pasaba. Les dijo que para hacer la comida la hacía falta la lumbre, y que como no la había dao avellanas a la perrita la apagaba la lumbre, y que cuando había ido ande la jaranquilla por lumbre después el jarancón se la quería quitar y tenía que darle el dedo a chupar pa que no se la quitara toda. Y entonces le dijeron los hermanos: —Bueno, pues mañana no le des nada. Dile que suba por la escalera por la lumbre. Y fueron ellos y hicieron un pozo muy profundo bajo la escalera pa que se cayera dentro. Y otro día llegó el jarancón a chupar el dedo de la muchacha. Y ella le dijo que no, que no se lo daba. Y como no quería meter el dedo por el aujero de la cerradura la dijo el jarancón, muy enfadao: —Bueno, pues entonces voy a quitarte la lumbre. Te la voy a pillar toda. Y ella le respondió: —Bueno, bueno, suba usté por la escalera y llévesela toda, que hoy no le doy el dedo. Y subió el jarancón por la escalera ande la trampa y se cayó en el pozo y los hermanos le taparon y le dejaron allí sepultao. Y del pozo ande estaba enterrao el jarancón salieron unos repollos muy hermosos. Y fue la niña y sacó los repollos y los echó al cocido. Y la hermanita no quiso comer, pero los hermanos sí comieron, y luego que comieron se volvieron bueyes. Y la pobre hermanita estaba muy triste y desconsolada de ver a sus dos hermanos convertidos en bueyes. Les cuidaba muy bien y lloraba mucho. Y un día estaba la muchacha a la puerta del palacio llorando cuando pasa por allí el rey y le pregunta que por qué llora. Y ella le contó todo lo que les había pasao y cómo sus pobres hermanos estaban convertidos en bueyes. Y el rey la contestó que no se apuraría, que él se casaría con ella y se llevarían a los dos hermanos al palacio y allí les cuidarían muy bien. Y se casó la muchacha con el rey y se la llevó al palacio con los bueyes, sus hermanos. Allí vivían muy felices y a los dos hermanitos se les cuidaba muy bien. Y al cabo de cierto tiempo tuvo la reina un niño muy lindo. Pero el rey
tuvo que irse a la guerra y dejó a la joven reina y su hijo en cuidao de los criados. Y la reina pa no estar muy triste salía a pasearse por un jardín que tenía. Y un día al volver la dijo una criada negra que tenía: —¡Uy, qué sucia tiene la cabeza! ¡Déjeme usté que se la limpie! Y cuando se acercó la negra a limpiarla la cabeza la metió un alfiler de camota negra por la cabeza y la reina se volvió paloma. Y fue la negra y se vistió con los trajes de la reina y dijo que ella era la reina. Y no salía del palacio pa volverse blanca. Al niño le daban la teta y a los bueyes los trataban mal. Y a los pocos meses volvió el rey y le estrañó mucho ver a su mujer tan fea y tan negra. Y la dijo: —¡Uy, por Dios, qué negra te has quedao! ¿Cómo es que estás tan fea? Y ella le dijo: —Mira, que como no estabas tú me andaba por el jardín todo el día y el sol me ha quemao. Y así pasaron cierto tiempo y el rey no estaba contento. Y todos los días venía una paloma al palacio y les preguntaba a los criados: —¿Qué tal va el rey con la reina mora? Y ellos la respondían: —A veces canta y a veces llora. Y luego preguntaba: —¿Y el niñito? Y ellos la respondían: —De hambre y de pena se muere el pobrecito. Y preguntaba luego: —¿Y los bueyecitos? Y la respondían: —A acarrear cal y cantos. Y la palomita lloraba y decía: —¡Ay, de mí, qué quebranto! Conque la palomita todos los días entraba en el palacio, y un día entró en la habitación del rey y como al rey le gustó la permitían entrar todos los días a verle. Y todos los días se cagaba la palomita en el plato de la reina mora y en el del rey picaba. Y la reina mora decía: —¡Ay, qué asquerosa y qué fea! ¡Mátala! Pero el rey dijo: —¡Que no, que no la mato! Y la cogió en la mano y la acarició y dijo: —¡Ay, qué bonita es la palomita! ¡Qué suaves sus plumitas! ¡Qué linda mi palomita! Y cuando la acariciaba le halló el alfiler y se lo sacó. Y al momento que se lo sacó pues se volvió la reina hermosa
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
que era. Y el rey la reconoció y la metió en palacio. Y a la otra la mataron. Villahoz, BURGOS.
115. Blanca Flor Ésta era una madre que era muy guapa, muy guapa; la mujer más guapa que podía esistir en el mundo. Y tenía una niña que se llamaba Blanca Flor. Y la madre tenía un espejo y todos los días se miraba en el espejo y le preguntaba: —Espejo mío, ¿hay en el mundo una mujer más guapa que yo? Y el espejo siempre le contestaba: —No; tú eres la mujer más guapa que hay. Güeno, pues así pasó por muncho tiempo. Le preguntaba todos los días al espejo si había en el mundo una mujer más guapa que ella y el espejo siempre le contestaba que no, que ella era la más guapa que había. Güeno, conque ya la niña fue creciendo, fue creciendo, y si guapa era la madre, más guapa, muncho más guapa era la niña. Y ya un día cuando Blanca Flor era mayor coge la madre el espejo y le pregunta: —Espejo mío, ¿hay en el mundo una mujer más guapa que yo? Y le contesta el espejo: —Sí, Blanca Flor, tu hija, es más guapa. Y la madre, llena de envidia y de rabia con su hija, se determina a matarla. Y va y dice: —¿Cómo apañaré pa matar a Blanca Flor pa que no haiga en el mundo mujer más guapa que yo? Y ¿qué hace? Pues va y convida a su hija a que vaya a paseo con ella por la desa y lleva consigo un libro diablórico pa poder matarla. Y le dice a Blanca Flor: —Oye, hija, mira que ya que está el día tan bonito vamos a dar un paseíto por la desa. Conque van a dar el paseo y cuando llegan ande había una peña muy alta se sientan al pie a descansar. Y coge la madre el libro diablórico y lo abre en cierto lugar y al punto se abre una trampa y cae Blanca Flor y es sepultada dentro de la peña. Güeno, pues la madre se va a su casa muy contenta creyendo que su hija está muerta. Y llega y le pregunta a su espejo: —Espejo mío, ¿hay en el mundo una mujer más guapa que yo? Y como la niña estaba sepultada bajo tierra, el espejo le contestó: —No, tú eres la más guapa que hay.
Y estaba la madre ya muy contenta. Pero vamos que Blanca Flor estuvo rogándole tanto a la Virgen Santísima que la Virgen la sacó de la cueva y la puso a flor de tierra. Y cuando Blanca Flor estaba ya a flor de tierra cogió camino alante y ya llegó ande había una fuente y un árbol muy alto. Y se subió al árbol pa ver qué devisaba y ya vido cerca de allí un castillo ande vivían doce ladrones. Y los vido llegar por la tarde y los contó cuando entraron: «uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once, doce». Y dijo Blanca Flor: —Güeno, pues en esa casa seguramente hay comida y todo. Mañana voy a ver si hallo que comer allí. Y al otro día se subió al árbol y los vido que salieron del castillo y los contó: «uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once, doce», y bajó entonces del árbol y fue al castillo. Y entra y ve todo lo que hay allí y come de todo lo que halla, y va entonces y ve que todo está en desorden y arregla las camas y barre y limpia todo y se va. Conque por la tarde llegan los ladrones y ven todo muy bien arregladito y todo y dicen: —Aquí ha venido una mujer. Y dice el capitán: —Mañana me quedo yo pa ver si cojo a la que viene al castillo. Y al otro día salen los once ladrones y se queda el capitán pa pillar a la niña. Y Blanca Flor desde el árbol los vido salir y los contó: «uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once», y como ve que sólo once han salido dice: —Se ha quedao uno. Hoy no voy al castillo. Y aquél estuvo todo el día esperando, pero nada. La niña no fue al castillo. Y llegan aquéllos por la tarde y se preguntan: —Güeno, y ¿qué tal? ¿Ha venido alguien al castillo? Y ya les dijo él que no, que no había venido naidien. Conque entonces les dice el capitán: —Mañana vamos a salir todos como siempre, pero en vez de venir por la tarde vamos a venir a medio día y así cogemos al que venga. Y al otro día muy de mañana salieron todos, y la niña desde el árbol los vido y los contó: «uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once, doce», y muy contenta dice: —Güeno, hoy sí voy al castillo a comer y a arreglar la casa. Y baja del árbol y va al castillo y anda por todas las habitaciones viendo todo y entra a la cocina y come de todo lo que encuentra. Y después se pone a hacer las camas y a barrer y a asear toda la casa. Y cuando menos esperaba van
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
llegando aquellos ladrones a medio día y entran todos y la cogen. Y cuando la vieron tan bonita dice el capitán: —No tocarla, que todos vamos a ser sangre. Ella será nuestra hermana y vivirá aquí con nosotros y nosotros todos seremos sus hermanos y todos seremos sangre. Conque ya se quedó Blanca Flor en el castillo de los ladrones viviendo con ellos y muy contenta. Y vamos ahora a la madre. Ya que había pasao algún tiempo que Blanca Flor estaba en la casa de los ladrones fue un día y cogió el espejo y le dijo: —Espejo mío, ¿hay en el mundo una mujer más guapa que yo? Y le contesta el espejo: —Sí, tu hija Blanca Flor, que está en la casa de los ladrones, es más guapa. Conque la madre se llenó de envidia y de rabia otra vez y dice: —Tengo que matar a Blanca Flor. Y va y ve a una bruja pa que le ayude a matala. Y le dice: —¿Cómo apaño pa matar a Blanca Flor, que está en el castillo de los ladrones? Y ya discurre la bruja ir a visitar a Blanca Flor y llevale una camisa bordada y hechizada pa embrujala. Conque sale la bruja con la camisa bordada muy bien y llega al castillo cuando Blanca Flor está sola y llama. Y sale Blanca Flor y le dice: —¿Quién es usté? Y le dice la bruja: —Anda, Blanca Flor, que soy tu agüela. He venido a verte y a traerte este regalito. ¡Mira qué camisa más mona que te he bordao yo misma! Y aquélla la cree y va y se pone la camisa y en seguía cae privada, como muerta. Y la bruja se escapa y la deja. Llegan entonces los ladrones y la hallan muerta. Y se ponen muy tristes y empiezan a discurrir a ver qué hacen con ella. Y ya dice el capitán: —Vamos a hacer una caja muy bonita y la vamos a meter en la caja y ponerla en algún sitio a flor de tierra. Y fueron y hicieron una caja muy bonita, muy bonita, y la metieron en ella y llevaron la caja y la pusieron en la carretera cerca del palacio. Y un día pasó por allí el rey y vido la caja y se acercó a ver lo que contenía y cuando vido que era una joven muy hermosa, muy hermosa, mandó que la llevaran al palacio. Y secretamente, sin que lo supieran sus padres, la metió en su habitación. Y como todos los días la estaba mirando se enamoró de ella y dijo que aunque esa joven estuviera dormida sólo con ella se casaba y que con otra no se casaba.
Y tan enamorao estaba de ella que se puso malito. Y vinieron los médicos a velo y les dijieron a los padres que el príncipe estaba malo de amores. Y los pobres padres decían: —Pero ¿de quién estará enamorao nuestro hijo? Y le preguntaban, pero él no decía nada. Callaba y no decía la causa de su pena. Y en ésas tanto entraban y salían de sus habitaciones que un día la madre del príncipe se encontró de repente con la caja que tenía escondida él y fue a ver cuando encuéntrase con la joven. Y va y le pregunta a su hijo que si qué mujer es ésa. Y entonces el hijo confiesa y le cuenta a su madre todo. Y la madre le dice: —Pero hijo, si esa muchacha está muerta no tenemos más remedio que enterrala. Y viene el padre y los otros personajes del palacio y todos dicen que tienen que enterrar a la joven. La llevan a la iglesia y allí la dejan por la noche pa enterrala otro día. Y el sacristán cuando ya se fueron todos por la noche ve que tiene unos sarcillos muy ricos y dice: —Ya que la van a enterrar, ¿de qué le van a servir esos sarcillos? Y va y se los quita. Y al quitárselos ve que lleva también un collar de oro y dice: —Ya que le he quitao los sarcillos, pues le quitaré ese collar que vale muncho más. Y le quita también el collar. Pero cuando le quitaba el collar ve la rica camisa de seda bordada y dice: —Güeno, pues ya que le he quitao los sarcillos y el collar lo mismo da que le quite también esa camisa de seda bordada. Y va y le quita la camisa. Y al momento se levanta aquélla en su caja. Y el sacristán quiere salir huyendo, pero ella le habla y le dice: —No huyas, que yo soy persona viva. Ve y llama al rey y dile que quiero hablar con él. Conque entonces es cuando va el sacristán y le cuenta todo al rey. Y vienen todos y la hallan viva y se la llevan al palacio. Y allí les cuenta ella cómo ha sido todo y cómo su madre la quiso matar en la cueva de la peña y cómo la bruja le puso la camisa embrujada y la dejó privada. Y el príncipe entonces le dijo a su padre: —Padre, ésta es mi novia y con ella me quiero casar. Conque el rey mandó arreglar torneos y fiestas y se hicieron las bodas. Y a la madre la metieron en una caldera de azaite hirviendo y allí murió, y a la bruja la quemaron viva en una hoguera y esparramaron las cenizas por todo el pueblo.
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Villaluenga, TOLEDO.
IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
116. La madre envidiosa Ésta era una madre posadera que era muy guapa y que tenía una hija muy guapa, más guapa aun que la madre. Y a todos los arrieros que llegaban a la posada la madre les preguntaba: —¿Han visto ustedes una mujer más guapa que yo? Y ellos decían: —Sí, la hija de usté es más guapa que usté. Y la madre se enfadaba mucho y decía: —¡Cómo ha de ser esa cochina, marrana, guarra, más guapa que yo! Y ya fue un día a ver a una hechicera pa hacerla la pregunta. Y la preguntó: —¿Ha visto usté una mujer más guapa que yo? Y la hechicera la dijo: —Sí, su hija de usté es mucho más guapa que usté. Y dijo entonces la madre: —¡Cómo ha de ser esa cochina, marrana, guarra más guapa que yo! La voy a matar. Y la mandó encerrar en una habitación. Y a los pocos días volvió la vieja hechicera a pedir a la casa de la madre y la volvió a preguntar si había visto una cara más guapa que la de ella. Y la vieja hechicera la contestó: —Señora, si guapa es usté, más guapa es la que está encerrada en la habitación. Y cuando se fue la hechicera la madre mandó sacar a su hija de la habitación y les mandó a los criaos que la llevaran al monte y la mataran. Y ellos la llevaron al monte, pero les dio lástima matarla y la dejaron sola y se volvieron y la dijeron a la madre que la habían matao. Y para que la madre lo creyera mataron una perra y le sacaron los ojos y se los entregaron, diciéndole que eran los ojos de la hija. Y la niña se marchó sola por el monte y llegó a una casa de ladrones. Y como vio los platos sin fregar y la casa sin barrer se puso a fregar y a barrer y limpiar todo muy bien. Y cuando la niña vio venir a los ladrones se escondió detrás de la puerta pa que no la vieran. Pero cuando llegaron ladró una perrita que tenían y decía: —¡Gua, gua, guá, detrás de la puerta está! Y fueron los ladrones y miraron detrás de la puerta y la hallaron. Y ya le preguntaron quién era y qué hacía allí. Y cuando ella les contó cómo había venido allí dijo el capitán de los ladrones que no se metieran con ella pa nada y que se quedaría con ellos pa cuidar de la casa. Y a los tres o cuatro días pasó por allí la vieja hechicera pidiendo. Y la mocita la dijo que no hacía falta que
anduviera pidiendo, que cuando no estuvieran allí los ladrones que viniera a comer y a vivir con ella. Y era que la niña no sabía que era bruja. Y venía a comer y a vivir con ella y eran compañeras. Y un día ya fue la vieja hechicera a pedir otra vez a la posada y la madre la dijo: —¿Ha visto usté una cara que sea más guapa que yo? Y la hechicera la dijo: —Si guapa es usté más guapa es la que está en la casa de los ladrones, que es su hija. Y ya fue la madre y compró unos zapatos hechizaos y se los dio a la hechicera pa que se lo llevara a su hija. Y fue la hechicera a ver a la mocita y salió ésta y la dijo: —Mira que regalito te traigo. Y ella no lo quería coger. Y entonces fue la hechicera y se los puso y al momento quedó la mocita como muerta, y se marchó la hechicera y la dejó en el suelo tendida. Y por la noche llegaron los ladrones y la hallaron muerta en el suelo Y como la querían mucho todos empezaron a llorar. Y ya la hicieron una caja de cristal y la metieron en ella pa que la viera todo el mundo. Y como no sabían donde ponerla ya la llevaron y la echaron en el mar. Y andaba por ai el rey y vio que venía una caja muy bonita el mar abajo. Y les dijo a sus criaos que si se atrevían a cogerla. Y la sacaron los criaos y vieron que en ella estaba la niña. Y mandó entonces el rey que llevaran la caja al palacio. Y el rey, que era joven y staba en disposición de casarse, metió la caja en su habitación y mandó que no entrara nadie en ella. Y un día dejó el rey la puerta abierta y entró una criada en la habitación y vio a la mocita guapa que estaba dentro de la caja y lo que más le llamaba la atención eran los zapatos. Y fue la criada y llamó a la reina madre y vino y las dos estuvieron mirando a la mocita que estaba en la caja. Y ya fue la criada y le quitó uno de los zapatos y la mocita se sentó. Y le quitó el otro y la mocita volvió en sí. Y al ver eso la reina y la criada soltaron los zapatos y se escaparon. Y a poco vino el rey y halló a la mocita viva y la preguntó quién había ido allí y cómo había ella vuelto en sí. Y ella le dijo que cuando ella había vuelto en sí estaban con ella dos mujeres, pero que se habían escapao muy de prisa. Y fue el rey y la preguntó a su madre si ella había ido a su habitación. Y al principio ella lo negó, pero al fin le dijo la verdá. Y entonces el rey la dijo que quería casarse con aquella mocita. Y se casó con ella.
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Jaraíz de la Vera, CÁCERES.
Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
117. El nombre del diablo Éste era un molinero que tenía una hija muy guapa. Y un día fue y le dijo al rey que su hija hilaba paja en oro. Y el rey le dijo que le llevara otro día a su hija al palacio y que si no era verdá lo que decía que la iba a matar. Y fue el padre muy triste y le contó a su hija lo que había dicho el rey. Y ella empezó a llorar y le dijo: —¡Ay, padre! ¿Cómo has dicho eso? ¿Cómo voy a hilar paja en oro? Y otro día la llevó al palacio. Y mandó el rey que la metieran en un cuarto con mucha paja pa ver si era verdá que hilaba paja en oro. Y cuando la mocita se vio encerrada empezó a llorar. Y ya se le apareció el diablo la primera noche y le dijo que si le daba su collar de oro le hilaba toda la paja del cuarto en oro. Y dijo la mocita que estaba güeno, y el diablo le hiló la paja en oro. Otro día cuando vino el rey a ver si había hilao la paja en oro vio que era verdá. Pero dijo: —Esta noche hacemos la prueba otra vez. Y la segunda noche empezó la mocita otra vez a llorar y se le apareció el diablo y le dijo: —Mira, si me das tu sortija de plata te hilo toda esta paja en oro. Y otra vez aceptó la mocita y el diablo le hiló toda la paja en oro. Y otro día por la mañana vio el rey que era verdad, que la niña hilaba paja en oro. Y ya dijo el rey: —Esta noche es la última prueba. Y volvieron a encerrar a la mocita en un cuarto lleno de paja. Y empezó a llorar otra vez y se le apareció el diablo y le dijo: —Mira, el rey se va a casar contigo. Y si me prometes darme el primer niño que tengas te hilo toda esta paja en oro. Y la mocita le dijo que estaba güeno y le hiló en oro toda la paja que había en el cuarto. Y otro día cuando vino el rey y vio que todo era verdá dijo que se iba a casar con la niña. Y se casó con ella. Y con el tiempo ya tuvo la reina un niño muy hermoso. Y a poco tiempo de nacer el niño llegó una noche el diablo por el niño. Y la madre le dijo: —¡Ay, no, que mi hijo no te lo doy! Y el diablo le dijo: —Güeno, pues no me lo llevo ahora. Te voy a dar tres días de tregua pa que adivines mi nombre, y si en ese plazo adivinas está libre tu hijo. Conque la pobre reina venga a decir nombres y venga a decir nombres pero no acertaba. En dos días no pudo acertar
cómo se llamaba el diablo. Y ya al tercer día envió a un criao suyo a ver si podía saber cómo se llamaba el diablo. Y se fue el criao a donde se vía una luz muy grande y llegó a un campo donde el cuco y la zorra se estaban dando las buenas noches. Y se acercó sin que lo vieran y vio que había un hombre con un gorro colorao, que era el diablo, que bailaba alrededor de una lumbre y decía: —Esta noche mato al hijo de la reina y mañana me lo como. Cuidao que nadie sabe que me llamo Sin Nombre. Y volvió el criao y le dijo a la reina lo que había visto y oído. Y ya llegó el diablo a media noche y le dijo a la reina: —Ya se ha cumplido el plazo. ¿Cómo me llamo? Y la reina le dijo: —Te llamas Sin Nombre. Y el diablo dijo: —El demonio te lo ha dicho que yo me llamo Sin Nombre. Y dio un pisotón y se hundió y ya no lo vieron más. Villafranca de la Sierra, ÁVILA.
118. María del Rosario Éste era un rey que tenía un hijo que cuando era mozo le leyeron el sino y le dijo una gitana que se tenía que casar con una moza que se llamara María del Rosario. Y en el mismo pueblo onde vivía el rey había una señora que tenía una hija muy guapa que se llamaba María del Rosario. Y murió la madre cuando la niña todavía era muy pequeña y se la dejó encargada a una vecina que tenía otra hija muy guapita también que se llamaba María del Carmen. Y anduvo el hijo del rey buscando y buscando por toas partes, y ya le dijeron que en tal casa había una moza que se llamaba María del Rosario. Y fue a la casa y la madre inculta a María del Rosario, y sacó a su hija María del Carmen, y le dijo al hijo del rey: —No, señor, que aquí no hay ninguna que se llame María del Rosario, pero sí hay ésta que se llama María del Carmen. Y el joven se enamoró de ella y fue y les dijo a sus padres que ya haría del Carmen y que se quería casar con ella. Y sus padres le dijon que no había ninguna con ese nombre, pero que había una que se llamaba María del Carmen y que se quería casar con ella. [sic] Y sus padres le dijeron que tuviera mucho cuidao, que no fuera a salir por ai María del Rosario. Y armaron las bodas y el día de la boda la madre de Carmen puso tan guapa a María del Rosario como a María
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
del Carmen, la novia. Y al ver el hijo del rey a María del Rosario la dijo: —¿Quién eres tú? Y ella le contestó: —Yo soy María del Rosario. Y él entonces la cogió de la mano y la llevó tras un rosal y la desfloró y la dio un medallón y la dijo: —Toma este medallón. Me buscarás hasta la fin del mundo que yo no me puedo estar aquí. Y se huyo de la casa de sus padres. Y vengan a buscar al novio, pero al novio no le encontraron por ningún sitio. Y los padres llevaron un gran disgusto y todo el mundo se marchó pa su casa y no hubo boda. Y María del Rosario se quedó en casa de la madre de María del Carmen. Y al verse en mal estao, cuando ya vio que se lo iban a conocer dijo que se iba por el mundo y se marchó. Y andando, andando, llegó a un palacio cuando ya se le llegaban las horas del parto y pidió posada. Y salió la portera y la dijo que no se atrevía a dejarla entrar porque la madre reina era muy mala y que sólo la permitía estar allí sin ser vista con tal de que otro día mañana se fuera. Y la niña la dijo que así lo haría y entró en la cochera sin que nadie la viera. Y se puso esa misma noche con los dolores de parto y tuvo que ayudarle la portera. Y ya que la niña había dao a luz, la portera se arrestó a llamar a la señora reina, y fue y la dijo: —Señora, mire usté, que no me obliga menos de decirla que anoche llegó una señora pidiendo posada y la recogí en la cochera y ha dao a luz un niño. Y bajó la reina y al ver a la niña dijo: —¡Ay, qué niña más guapa! Y cuando vio al niño dijo: —¡Ay, qué niño más rico! Vamos a llevarlos a mi casa. Y los llevaron al palacio. Y ai en el palacio estaba el novio y ella le conoció pero él a ella no. Y la madre reina le dijo a su hijo: —Mira, hijo, vamos a ser tú y yo los padrinos de este niño. Y él como no sabía que ese niño era su hijo dijo que estaba güeno. Conque llegó la hora del bautizo y fue la partera y arregló al niño. Y la niña la dijo que antes de que se lo llevaran a la iglesia quería verlo ella. Y cuando ya lo había arreglao la partera se lo llevaron a su madre y le puso ella el medallón que la había regalao el hijo del rey. Y se fueron a la iglesia pa bautizar al niño. Y cuando ya iban a bautizar al niño la partera le quitó el gorro y vio el rey el medallón y dijo: —¡Que me cojan a este niño que yo no puedo ser su padrino! Y la reina madre le dijo:
—Pero, hijo, una vez que tienes hecho el gasto ¿cómo no puedes ser el padrino de este niño? Y él contestó: —Madre, que no puedo ser. Madre, que no puede ser. —Pero hijo, atiende a lo que te digo. Y el rey ya la dijo a su madre: —Madre, yo no puedo ser padre y padrino. Y la reina entonces le dijo: —¿Cómo? ¿Qué dices? Y el rey contestó: —Madre, a quien tienes en tu casa es a María del Rosario. Y fue cuando dijo que era María del Rosario ésa con quien según el sino tenía que casarse y que por eso había ella llegao allí. Y se casó con María del Rosario. Zamora, ZAMORA.
119. Los siete infantes Éste era un sastre que tenía tres hijas muy guapas. Y un día estaban las tres asomadas al balcón y pasó por allí el rey. Y dijo la mayor: —Si el rey se casara conmigo alfombraba todo el palacio con una vara de tela. Y la mediana dijo: —Pues si el rey se casara conmigo yo me determino a alfombrar el palacio con un palmo y aun me sobra. Y ya habló la menor y dijo: —Pues si el rey se casara conmigo yo me determinaba a tener siete infantes con una estrella en la frente. Y la sintió el rey y se casó con ella. Y al poco tiempo ya la reina estaba embarazada y tuvo el rey que marcharse a la guerra. Y en ese medio tiempo que el rey estaba en la guerra la reina su mujer dio a luz siete infantes muy hermosos y cada uno tenía una estrella en la frente. Y le enviaron una carta al rey diciéndole que su mujer la reina había dao a luz siete infantes preciosos, cada uno con una estrella en la frente. Pero la suegra, que estaba tentada del demonio, fue y le dijo al demonio que cogiera la carta y pusiera que la reina había dao a luz siete perros. Y cogió el demonio la carta y puso que la reina había dao a luz siete perros y puso todas las letras al revés. Y cuando el rey recibió la carta y vio que decía que su mujer había dao a luz siete perros mandó que emparedaran a su mujer y que mataran a los siete perros. Y llegó la carta y emparedaron a la reina. Y a los siete infantes los cogieron y los echaron en una caja y los echaron al río.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Y la caja fue a parar al molino y la vio el molinero y la sacó. Y al abrir la caja vieron que estaban en ella siete infantes preciosos, cada uno con una estrella en la frente. Y la molinera crió dos ella misma y los demás los dieron a criar. Y cuando ya los siete infantes estaban grandecitos andaban un día jugando con el hijo del molinero y empezó éste a decir malas palabras. Y como ellos no estaban acostumbraos a decir malas palabras fueron y le dijeron al molinero que ellos se marchaban. Y el molinero les dio a cada uno un caballo y les dijo que podían marcharse. Y se despidieron los siete infantes del molinero y de la molinera y se fueron. Y andando por su camino se encontraron con una viejecita que era la Virgen y les dio una varita de siete virtudes pa que siempre que les hiciera falta algo lo pudieran tener. Y les dijo: —Cuando tengáis hambre y queráis comer decís con la varita: «Varita de virtú, que se ponga aquí una mesa con todos los manjares del mundo», y al momento tendréis todo lo que queráis. Y también les dijo: —Allá adelante, en este camino llegaréis al palacio del rey vuestro padre. Y él os invitará a comer, pero cuando os invite y os sentaréis a la mesa decile que no queréis comer hasta que no salga vuestra madre a comer con vosotros de onde está emparedada. Y los infantes, que no sabían que el rey era su padre y que su madre estaba emparedada, se alegraron mucho cuando oyeron eso, y en seguida se marcharon. Y otro día a medio día ya iban muy cansaos y tenían hambre. Y cogió el mayor de ellos la varita de virtú y dijo: —Varita de virtú, que se ponga aquí una mesa con todos los manjares del mundo. Y en seguida vieron una mesa llena de comidas y comieron todo lo que quisieron. Y de allí se marcharon alante hasta que ya llegaron al palacio del rey. Y salió el rey y cuando los vio tan hermosos los invitó a comer. Y dijeron ellos que estaba güeno y pasaron al comedor acompañados del rey y sus caballeros y se sentaron todos a la mesa y les sirvieron la sopa. Y comenzaron todos a comer menos los siete infantes. Ninguno de ellos quería comer. Y el rey cuando vio que no comían les preguntó:
—¿Por qué no quieren comer? Y ya respondió el mayor de ellos: —Señor rey, sabemos ya que usté es nuestro padre, y no queremos comer hasta que no salga nuestra madre de onde está emparedada a comer con nosotros. Y el rey al oír eso se abrazó a ellos y mandó que sacaran a la madre de la torre donde estaba emparedada. Y cuando llegó la madre se levantaron los siete infantes a abrazarla. Y ella al momento los conoció por la estrella que tenía cada uno en la frente. Y ya le contaron al rey cómo había sido todo. Y mandó el rey que emparedaran a su madre, la mala suegra. Y los siete infantes y su madre se fueron a vivir con él en el palacio. Cuenca, CUENCA.
120. La negra y la paloma Éste era un rey que tenía un hijo. Y murió el padre y quedó el hijo de rey. Pero como estaba soltero le dijo a su madre, la reina, que iba a salir por el mundo a ver si encontraba novia con quien casarse. Y le dio la madre mucho dinero y se marchó. Y venga a caminar y venga a caminar, hasta que ya tenía mucha hambre y mucha sé, pero no encontraba ni comida ni agua. Y venga a caminar y venga a caminar, hasta que ya se encontró tres naranjas. Y se apeó de su caballo y las cogió y dijo: —Güeno, pues gracias a Dios que ya he encontrao siquiera con que mojarme los labios. Y va y parte una naranja. Y al partirla salió de la naranja una dama muy guapa y él dijo: —Dame pan. Y le dice él: —No te puedo dar pan porque no lo tengo. Y entonces le dice ella: —Pues si no tienes pan dame agua. Y le dice él: —No te puedo dar agua porque tampoco la tengo. Y entonces dijo la dama: —Pues entonces a mi naranja me vuelvo. Y se metió otra vez en la naranja y quedó la naranja como antes de partirla. Güeno, pues entonces se puso el rey muy triste y dijo: —¡Ay, si yo tuviera pan y agua! ¿De qué me sirve ser rey y llevar tanto dinero cuando no encuentro ni pan ni agua que comprar?
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
Y otra vez se marchó camino alante. Y ya otra vez se moría de hambre y sé y dijo: —Pues no hay más remedio que partir otra naranja. Y partió otra naranja y salió de ella otra dama más guapa que la otra y le dijo: —Dame pan. Y él le contesta: —Pero si no lo tengo, ¿de dónde te lo voy a dar? Y dice entonces ella: —Pues si no tienes pan dame agua. Y él le dice: —Pero si tampoco agua tengo, ¿de dónde te la voy a dar? Y dice ella: —Entonces a mi naranja me vuelvo. Y se metió en su naranja y la naranja quedó como antes. Y ya el rey iba muy triste y desconsolao y decía: —¡Ay, si yo tuviera pan y agua! ¿De qué me sirve ser rey y llevar tanto dinero si no encuentro pan y agua que comprar? Y venga a andar y venga a andar, hasta que ya no podía aguantar el hambre y la sé que llevaba. Y dijo por fin: —Pues no hay más remedio que partir la última naranja pa mojarme los labios. Pero si no tengo pan ni agua ¿de qué me sirve partila porque me pasará como con las otras dos? Y venga a andar y venga a andar, hasta que llegó ande staba una fuente de agua cristalina. Y bebió agua y dijo: —Voy ahora a partir la última naranja. Y la partió y salió de ella una dama muncho más guapa que las otras, y al momento le dijo: —Dame pan. Y le dice él: —No te puedo dar pan porque no lo tengo. Y entonces le dijo: —Pues sí no tienes pan dame agua. Y él entonces le dijo: —Beba usté de esta fuente de agua cristalina. Y bebió ella agua y le dijo él: —Tú tienes que ser mi novia y contigo me he de casar y serás reina. Y ella le dijo que sí y le dijo él entonces que iba a por una carroza al palacio pa llevala. Y la dejó en un árbol mientras él iba al palacio. Y en ese medio tiempo que el rey se fue al palacio llega una negra a la fuente con un cántaro a por agua. Y ve a la dama que se reflejaba en el agua y dice: —¡Oy, siendo yo tan blanca y tan hermosa y yendo a la fuente a por agua! ¡Rómpete, cántaro!
Y tiró el cántaro y lo rompió. Y se va entonces a su casa. Pero al llegar se ve en el espejo y ve que está tan negra como siempre y dice: —Pero ¿cómo es esto? Y se va a la fuente a por agua otra vez. Y llega y ve a la dama que se reflejaba en el agua y dice: —¡Oy, siendo yo tan blanca y tan hermosa y yendo a la fuente a por agua! ¡Rómpete, cantarete! Y tira el cántaro y lo rompe. Y entonces la dama se ríe y la ve la negra. Y al punto la dice: —Oye, ¿quieres que te suba a peinar? Y aquélla dice que no. Y otra vez la dice: —Oye, ¿quieres que te suba a peinar? Pero aquélla le decía que no. Y tanto le estuvo ensistiendo que ya dijo la dama que staba güeno, que subiera a peinala. Y sube la negra a peinala y le hinca un alfiler en la cabeza y al punto la dama se vuelve paloma. Y echa a volar la paloma y la negra va y se pone en el árbol. Y llega el rey a por su novia y ve a la negra y le dice: —¡Ay, que te he dejao tan blanca y tan hermosa y ahora tan negra que estás! Y dice la negra: —Es que con el sol me he puesto morena. Y el rey no tiene más remedio que llevala al palacio. Y la madre cuando la ve le dice al rey: —Pero ¿cómo es esto? ¿No me has dicho que tu novia era muy blanca y muy hermosa? Y le dice él: —Sí, que era muy blanca, pero con el sol se ha puesto morena. Y la negra dice: —Sí, sí, es que con el sol me he puesto morena. Güeno, pues se casaron. Y un día llegó la palomita al jardín del palacio y se acercó ande staba el jardinero y le dijo: —Jardinerito pulido, ¿cómo le va al rey con la reina mora? ¿Canta, ríe, o llora? Y el jardinerito le contestó: —Unas veces canta y otras veces llora. Y al otro día sucedió lo mismo. Llegó la palomita ande staba el jardinero.y le dijo: —Jardinerito pulido, ¿cómo le va al rey con la reina mora? ¿Canta, ríe, o llora? Y el jardinerito contestó como antes: —Unas veces canta y otras veces llora. Y ya el jardinero entonces fue y se lo contó al rey. Y dijo el rey: —Pues mañana voy yo al jardín.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Y fue otro día al jardín y se tumbó cerca de un rosal haciéndose el dormido. Y llegó la palomita y se puso a cantar en el rosal. Y él la cogió y se la llevó al palacio. Y la negra, como ya sabía todo, al momento que le vio entrar con la palomita le dijo: —¡Oy, qué cosa más asquerosa y fea! Pero el rey no hizo caso y llevó la palomita a la mesa ande iban a comer. Y cuando los criaos pusieron los manteles y los cubiertos fue la palomita y echó una cagada en el plato de la negra. Y decía la negra: —¡Oy, pero qué cosa más asquerosa! ¡Sacarla y matarla! ¡Oy, qué asquerosidá! Pero el rey seguía acariciando a la palomita, y fue y echó una perla en el plato del rey. Y el rey entonces la coge y empieza a manosearla hasta que le encuentra el alfiler y dice: —¡Toma, si tiene la palomita un alfiler hincao en la cabecita! Y se lo saca y al punto se vuelve la dama. Y se abraza el rey a ella y le dice: —Tú eres mi reina. Y al momento que la palomita se volvió otra vez la dama, la negra se volvió un grajo muy viejo y feo y salió volando y diciendo: —¡Gra, gra, gra, por aquí va! ¡Gra, gra, gra, por aquí va! San Pablo de los Montes, TOLEDO.
121. Las tres naranjas Era una vez un rey que tenía un hijo. Y se fue a buscar novia y llegó a una fuente a beber agua. Y cuando bebía agua víó que en el agua se retrataban tres naranjas. Y miró pa arriba y las vio y fue y las cogió. Con que entonces dijo: —Voy a partir estas naranjas pa comérmelas. Y las partió, y de la primera salió un peine, de la segunda un espejo y de la tercera una dama muy guapa. Y la dama estaba desnuda, y le dice: —Voy a traerle vestidos. Y se fue a su casa a buscar vestidos pa la dama. Y todo el camino iba diciendo: —¡Ay, con ésta me caso! ¡Ay, con ésta me caso! Y mientras se fue llegó una bruja gitana adonde estaba la dama a por agua. Y cuando vio que en el agua se retrataba la dama tan guapa creyó que era ella y dice: —¡Ay, yo tan bonita y venir a por agua! ¡Arrula, arrula, cantarillo!
Y lo echó a arrular y se rompió en mil pedazos. Y ya miró pa arriba y vio a la dama en el árbol y le dice: —¿Quieres que te peine? Y la otra le dice: —No, que no quiero que me peines. Pero tanto le estuvo diciendo hasta que la convenció. Y ya se puso a peinarla y le hincó en la cabeza un alfiler de cabeza negra y la volvió en una paloma. Y se echó a volar la paloma, y la gitana se quedó allí en el árbol. Y llegó el rey con los vestidos y al verla dijo: —¡Ay, pero qué negra te has puesto! Y ella le dice: —Es porque me he quemao con el sol. Y el rey se la llevó al palacio y dijo: —Tengo que casarme con ella, que en el palacio ya se pondrá blanca. Y se arreglaron las bodas y se casaron. Después de unos días fueron un día los labradores del rey al campo a labrar. Y les salió la palomita a su encuentro y les dice: —Labradorcitos del rey, ¿qué tal anda el rey con su mujer? Y ellos le contestaron: —Bien, bien, bien. Y fueron ellos y se lo dijeron al rey. Y el rey les dijo que esperaran otro día a ver si volvía la palomita. Y fueron otro día otra vez a labrar y volvió a salir la palomita a su encuentro y les dice como antes: —Labradorcitos del rey, ¿qué tal anda el rey con su mujer? Y ellos le contestaron: —Bien, bien, bien. Y volvieron y se lo contaron al rey otra vez. Y el rey les dijo entonces: —Mañana me la cogéis y la traéis al palacio. Con que al otro día se fueron a labrar al campo y otra vez salió la palomita y les dice como antes: —Labradorcitos del rey, ¿qué tal anda el rey con su mujer? Y ellos le contestaron: —Bien, bien, bien —contestan ellos—. Y uno se acercó a la palomita y la cogió. Con que ya se la llevaron al rey. Y el rey la acariciaba y decía: —¡Ay, que palomita tan bonita! Y la reina decía: —¡Oy, qué paloma más fea! Y cuando fueron a comer, la palomita iba y picaba del plato del rey, pero en el plato de la reina se ensuciaba. Y decía la reina: —¡Oy, qué asco! ¡Qué paloma más cochina y sucia! ¡Oy, qué asco de paloma!
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Y estándola acariciando el rey ya vio que tenía un alfiler hincao en la cabeza y dice: —Tiene un alfiler hincao en la cabeza. Voy a sacárselo. Y dice la reina: —¡Oy, no! ¡No se lo saques! ¡Oy, qué asco! ¡Le saldrá sangre!
Pero el rey no le hizo caso y se lo sacó. Y al momento se volvió una hermosa dama. Y ya se hablaron y se conocieron y supieron cómo había sido todo. Y se casaron. Y a la reina gitana la quemaron y aventaron las cenizas. Cuenca, CUENCA.
B. la hija del diablo
122. Siete Rayos de Sol Éste era un rey que no tenía hijos y echó una promesa pa que su mujé la reina tuviera un hijo. Y Dios le dio un hijo tan hermoso que no había en to el mundo otro más hermoso que él. Y además era tan jugaor que siempre staba jugando y a to el mundo le ganaba. Y cuando les había ganao a toos y ya no le quedaba nel mundo con quien jugá puso su sombrero a un lao e la mesa y él se sentó al otro lao y se puso a jugá con su sombrero. Pero vamo, que al dale las cartas, su sombrero se gorvió una paloma que empezó a jugá con él. Y le ganó la paloma too sus intereses y too su dinero. Y entonce es cuando dijo él: —Pu, güeno, ya m’has ganao toos mis intereses y mi dinero, ahora vamo a jugá los vetidos. Conque empezaron otra vez a jugá y le ganó la paloma los vetidos. Y dijo entonce él: —Pu, güeno, ya que m’has ganao los intereses y los vetidos, vamo ahora a jugá mi vida. Y otra vez jugaron y ganó la paloma otra vez. Y va la paloma y le dice entonce: —Mira, ya que t’he ganao la vida la vamo a gorvé a jugá. Y jugaron otra vez la vida y otra vez se la gorvió a ganá la paloma. Pu entonce le dice la paloma: —Ya me voy. Quéate viendo por onde yo me voy y me sigues depués y llegarás al Castillo de Siete Rayos de Sol, qu’es onde yo vivo. Si no, vengo yo a buscarte y sacarte d’aquí y despedazarte. Y en eso dio un güelo y se fue.
Y va entonces el muchacho y le cuenta al rey su padre lo que l’ha pasao. Y el padre le dice: —Pu na, hijo mío; no hay más que cojas un güen caballo y te vayas a buscá el Castillo de Siete Rayos de Sol. Y cogió él el mejó caballo que tenía su padre y se marchó. Y en el camino onde iba se encontró con una almita y se apeó y ató el caballo y vido a un almitaño que le daba la barba al estógamo. Y le dijo en seguía: —Mal te quieren los que te envían aquí. Ya sé que vienes a buscá el Castillo de Siete Rayos de Sol. Aquí está cerca y vienen tres paloma too los días a bañarse al río. Hoy van a vení y las dos mayores entrarán en seguía y la menó no va a queré entrá. Pero por fin entrará y tú vas y te escondes en una junquera y cuando la menó entre a bañarse vas y le quitas sus vetidos. Y ésa, la menó, es Siete Rayos de Sol, la princesa menó de las tres hijas del diablo, que es el rey del Castillo de Siete Rayos de Sol. Con que vamo que fue el muchacho y se escondió en una junquera qu’estaba al cerca el río. Y vido que llegaron las tres palomas. Y al llegar a la orilla del río se gorvieron tres hermosas princesas. Y en seguía las dos mayores se desvistieron. Y fue primero la mayó y dijo: —Yo, mujé —y se tiró en el agua—. Y entonce fue la segunda y dijo: —Yo mujé —y se tiró tamié en el agua—. Y las dos entonce es cuando le dijieron a la menó: —Vamo, ¿que tú no entras en el agua? Y ella dijo: —No pueo ahora porque vengo retentaílla de un dolol. Y era que sabía que aquél estaba allí escondío, y tenía miedo que le robara la ropa. Y ya le dice la mayó:
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
—Pero siempre vienes con nosotras. No sé por qué hoy no quieres. Y ya dijo ella: —Güeno, pu pa no dales a utés un digusto vi a entrá. Y al momento que se quitó las ropas y entró en el agua salió aquél y le robó sus vetidos. Depué salieron las dos mayores y se vistieron y se gorvieron palomas y se fueron volando pa su casa. Y la menó salió y le dijo al muchacho: —Dame mis ropas. Ya sé que vienes en busca del castillo de mi padre. Toma este anillo. Y el joven entonce le dio sus vetidos y se vistió ella y se gorvió paloma y le dijo: —Móntame y vamo ahora mismo al castillo. Y llegaron al castillo y salió el diablo, que era la paloma qu’había jugao con él y le había ganao la vida, y el muchacho lo saluda y le dice: —Dios guarde a usté. Ya stoy yo aquí. Y el diablo le contesta: —Hombre, m’alegro, que ya staba poniéndome el calzao pa í a buscarte. Y ya lo coge aparte y le dice: —Pu na; te vi a quitar la vida porque te la he ganao. Pero, mira te la perdono si haces una cosa. Toma este azadón y estas varillas. Vas ahora a aquella sierra de piedra y plantas toas las varillas y pa medio día me traes frutas de toos esos álboles. Conque coge el pobre muchacho las varillas y el azadón y se va a la sierra y al vela toa de piedra se pone a llorá. Y asina llorando como staba se restregó los ojos con el anillo y se acordó de Siete Rayos y dijo: —Siete Rayos de Sol, ayúdame. Y se le presentó al momento Siete Rayos y le preguntó qué le pasaba. Y él le dijo: —¡Qué m’ha de pasá! Que tu padre m’ha dao este azadón y estas varillas y m’ha mandao que vaya y las plante en aquella sierra de piedra y que pa medio día le lleve las frutas de los álboles. Y le dice ella: —Échate en mi falda y no te apures. Y s’echó en su falda y se durmió, y cuando ispertó ya staban los álboles en la sierra de piedra llenos de fruta. Y cogió él la fruta y se la llevó al diablo y le dijo: —Señó, aquí stá la fruta ya. Y el diablo al verla le dijo: —Güeno, hombre, está bien. Pero máteme Dios si mi hija Siete Rayos no anda en esto. Y él le dijo: —Yo no conozco a su hija ni a uté, y a mi casa me voy. Pero el diablo le dijo entonce:
—Güeno; eso está mu bien. Pero ahora tienes que hacerme un molino con siete piedras moliendo a la pal, que al ruido de las piedras me ispierte yo de la siesta. Si haces eso tienes perdoná la vida. Conque otra vez salió el pobre muchacho llorando. Y se restregó otra vez con la mano y se acordó de Siete Rayos al ver el anillo y dijo: —Siete Rayos de Sol, ayúdame. Y en seguía se presentó Siete Rayos y le dijo: —Pero ahora, ¿por qué lloras? ¿Qué te pasa? —¡Qué m’ha de pasá! —dice el muchacho—. Le llevao a tu padre las frutas y ahora dice que tengo que hacele un molino con siete piedras moliendo a la pal y que al ruido de las piedras se ispierte él de la siesta. Y le dijo ella: —Toma estas cenizas y vas y las echas por ai y verás cómo saldrá el molino. Y cogió él las cenizas y las echó por ai cerca del diablo y en seguía salió un molino con siete piedras moliendo a la pal. Y tanto era el ruido qu’hacían las piedras que se ispertó el diablo de su siesta. Y el muchacho le dijo: —Señó, aquí tiene uté el molino con las siete piedras moliendo a la pal. Y dijo el diablo: —Está mu bien. Pero máteme Dios si mi hija Siete Rayos de Sol no anda en esto. Y él le dijo: Ya l’he dicho a uté que yo no conozco a su hija ni a usté, y a mi casa me voy. Pero el diablo le dijo: —No, señó, que tavía farta lo prencipá. Una vez que pasaron mis tataragüelos por el estrecho e Gibrartá se les cayó en el mar una sortija, y quiero ahora que vaya uté y la saque y me la traiga. Se salió el joven entonce del palacio y dijo: —Ahora sí m’ha cogío. Porque ¿cómo voy a sacá el anillo del mar? Y se restregó una mijilla y vido el anillo y se acordó de Siete Rayos y dijo: —Siete Rayos de Sol, ayúdame. Y llegó en seguía Siete Rayos y le dijo: —¿Qué te pasa ahora? —¡Qué m’ha de pasá! —dice él—. Ahora m’ha dicho tu padre que tengo que sacá del mar y llevale un anillo que se les cayó a sus tataragüelos cuando pasaban por el estrecho e Gibrartá. Y ella le dijo entonce: —Pu, toma este puñal y me matas y coges bien toa la sangre y me echas en el mar.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Y él le dijo: —Pero yo ¿cómo te voy a matá? Y ella le dijo que si él no la mataba, el diablo los mataría a los dos, y que cuando él la echara al mar ella saldría con la sortija del fondo del mar. Y va él y coge el puñal y la mata y la echa en el mar. Pero se le cayó una gota e sangre en la tierra. Y en unos momentos salió ella viva y con el anillo. Y si hermosa estaba antes, más hermosa salió del fondo del mar. Pero como se le había caío una gota e sangre salió ella manca de un deo. Pu güeno; se fue el muchacho y le entregó al diablo el anillo. Y el diablo le dijo: —Mu güeno, mu güeno, hombre. Pero máteme Dios mi hija Siete Rayos no anda en esto. Y él le dijo: —Ya l’he dicho que no conozco a su hija ni a usté, y que a mi casa me voy. Pero el diablo le dijo: —Ahora te vas a casá con una de mis hijas. Y quería casalo con una pa matalo. Y fue y lo llevó al palacio y les mandó a sus tres hijas que metieran un deo por debajo e la puerta y que él escogiera una pa que se casara con él. Y Siete Rayos metió el deo que tenía manco y asina la conoció él. —¿Quién es? —preguntó el diablo—. —Siete Rayos. —Ya yo mu bien lo sabía. Con que arreglaron las bodas y se casaron el joven y Siete Rayos. Y esa noche el diablo tenía intención de matalos a los dos. Se fueron a acostar y Siete Rayos le dijo a su marío: —Mi padre nos quiere matá. Ahora vas tú a la cuadra y verás dos caballos. El más flaco es el del pensamiento y ése traes y nos vamos. No vayas a escogé el gordo, que ése es el del viento. Y mientras él fue por el caballo echó ella tres salivazos en un vaso pa que hablaran cuando se fueran. Y subió él con el caballo gordo, y le dice ella: —¡Ay, Dios mío! ¿Qué has hecho? ¡Ahora semos perdíos! Pero vamo pronto. Y se montaron en el caballo y echaron a corré. Y el padre dijo: —Ya aquéllos estarán dormíos. Voy ahora a matalos. Y llegó a la puerta y dijo: —¡Siete Rayos! ¡Siete Rayos! Y uno de los salivazos contestó: —Mande uté, padre. Y se retiró él y dijo:
—Caramba, que tavía stán ispiertos. Y poco depués llegó otra vez a la puerta a vé si staban dormíos y dijo: —¡Siete Rayos! ¡Siete Rayos! Y el segundo salivazo ya poco seco contestó en voz baja: —Mande uté, padre. Y dijo él: —Ya se van durmiendo —y se retiró—. Y ya a la media noche llegó otra vez y llamó: —¡Siete Rayos! ¡Siete Rayos! Y entonce el tercer salivazo, que ya staba casi too seco, dijo, que apenas se oía: —Mande uté, padre. Y él dijo: —Ya stán casi bien dormíos. Y entró en la habitación y no encontró a naide, y dijo: —Ya me lo figuraba. Ya s’han escapao. Pero los seguiré y los mataré. Y fue y se subió en el caballo del pensamiento y se marchó a alcanzalos. Y cuando ya iba alcanzándolos se gorvió un bicho pa matalos. Y gorvió el muchacho la cara y lo vido venir y le dijo a Siete Rayos: —¡Mira, allá viene una fiera que nos agarra! Y tiró ella un peine y se gorvió un montarral de peines que se tardó mucho tiempo pa pasá. Y poco después gorvió el muchacho la cara otra vez y vido venir otra vez a la fiera y dijo: —¡Allá viene una fiera que nos agarra! Y le dijo ella entonce: —Toma esta navaja y tírala por la cola del caballo. Y la tiró él y se gorvió un montarral de navajas que el pobre diablo salió hecho peazos de las heridas que llevaba. Pero tavía iba siguiéndolos y cuando ya se acercaba lo vido el muchacho y dijo a Siete Rayos: —¡Allá viene una fiera que nos agarra! Y le dio ella un puñao e sal y le dijo: —Tira esa sal por la cola el caballo. Y la tiró y se gorvió un montarral de sal y al pasar se le metió al diablo en toas las heridas y daba unos gritos que temblaba la tierra. Pero tavía iba siguiéndolos. Y cuando ya los iba alcanzando otra vez lo vido otra vez el joven y le dijo a Siete Rayos: —¡Allá viene una fiera que nos agarra! Y le dio ella entonce un sombrero y le dijo que lo tirara por la cola el caballo. Y lo tiró y se gorvió una sima y allí cayó el diablo y ya no pudo salir. Y se marcharon ellos y él le gritó a Siete Rayos:
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
—¡Premita Dios que te orvide tu marío! Y ya llegaron al pueblo onde vivía el joven y la dejó a ella en una fuente y él llegó primero. Y ella le dijo: —Que no te abrace naide, porque si arguno te abraza me orvidas. Y llegó y salieron sus padres y les dijo él: —No me abrace naide. Apañó las carrozas que voy por mi mujé. Y en esa media llega la agüela y corre y dice: —¡Ay, nieto mío! Y le abrazó y al momento orvidó a su mujé. Le dio el sueño e San Juan y no se gorvió ya a acordar de ella. Conque ya Siete Rayos, cansá de esperar, se dio cuenta de lo que pasaba y les dijo a las criás del palacio que iban a la fuente que preguntaran si querían una criá en el palacio. Y fueron las criás y le dijeron al rey qu’había una moza en la fuente que quería serví, y él le dijo que viniera. Y se puso a serví en el mismo palacio onde staba su marío, pero él ni se acordaba de ella. Y ya con el tiempo fue él y se echó una novia y echaron torneos pa casase. Y era la costumbre en esos tiempos regalales alguna cosa a los criaos del palacio el que se casaba. Y a too les daba lo que pedían. Y ya le preguntó el préncipe a Siete Rayos: —A ti, ¿qué quieres que te regale? Y ella le dijo: —A mí una piedra de tusón y un cuchillo sin honor. Conque ya estaba pa casase el préncipe cuando hizo un viaje a una capitar pa comprar too los regalos. Y too encontró menos los regalos pa Siete Rayos. Y andando y buscando llegó ande staba un viejo y le dice: —Diga uté, selló, ¿tiene uté pa vendé una piedra de tusón y un cuchillo sin honor? Y le contesta el viejo: —Me quedan los úrtimos. Y se los compró y se fue pa su palacio. Y llegó y les dio a toos sus regalitos. Y como no comprendía pa qué quería aquella criá la piedra de tusón. Y el cuchillo sin honor, dijo: —Cuando le dé a la criá aquella sus regalos me voy a escondé pa vé qué hace con ellos. Y fue y la llamó y se dio sus regalos y se hizo él que s’iba, pero se metió detrás de la puerta. Y vido que cogió ella los dos regalos y los puso en la mesa. Y entonce es cuando le dijo a la piedra: —Piedra de tusón, ¿no fuí yo quien plantó las varillas en la sierra de piedra que salieron logo los álboles pa que llevara el préncipe la fruta a mi padre pa medio día? Y la piedra contestó: —Sí, sí, tú fuiste.
Y entonces ya aquél comenzaba a recordá argo. Y dijo entonces Siete Rayos: —Piedra de tusón, ¿no fui yo quien hizo un molino de siete piedras moliendo a la pal que del ruido que hacían se ispertó el rey, mi padre? Y la piedra contestó: —Sí, sí, tú fuiste. Y ya aquél ya iba recordando. Y dijo entonces Siete Rayos: —Piedra de tusón, ¿no fuí yo quien sacó el anillo del mar después que el préncipe me mató y m’echó en el mar? Y la piedra contestó: —Sí, sí, tú fuiste. Y el préncipe ya iba recordando too, y dijo: —¡Dimoño, si eso m’ha pasao a mí! Y entonce dijo Siete Rayos: —Cuchillo sin honor, ¿qué me merezco yo? Y el cuchillo le contestó: —Que te des la muerte conmigo, Siete Rayos. Y al oí el nombre de ella se acordó de too. Y entonce es cuando ella cogió el cuchillo y se iba a dar la muerte con él cuando salió él de onde staba escondío y la sujetó y le dijo: —Siete Rayos, perdóname, que yo soy tu marío y t’había orvidao. Y entonce salió y les dijo a toos que Siete Rayos era su mujé. Y la otra novia se quedó con el rabillo arzao y él se quedó con su mujé. Granada, GRANADA.
123. Blanca Flor, la hija del diablo Éste era un muchacho que tenía una novia y riñó con ella. Y cuando riñó con su novia dijo se iba al Castillo de Irás y no Volverás. Y se fue en busca del castillo. Y andando, andando, llegó un día adonde estaba un labrador y le preguntó si sabía dónde era el Castillo de Irás y no Volverás. Y el labrador le dijo: —Siga usté caminando todo seguido que ya le dirán más allá. Y siguió caminando, caminando, hasta que se encontró con otro labrador y le preguntó si sabía dónde era el Castillo de Irás y no Volverás. Y este labrador le dijo: —¿Ve usté aquella luz que se ve allá lejos, muy lejos? Allí está el Castillo de Irás y no Volverás. Con que se marchó el mozo y llegó al castillo. Y en este castillo vivía el diablo con su mujer y tres hijas. Y la menor de las hijas se llamaba Blanca Flor.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Y llamó el mozo en la puerta y salió el diablo a recibirle. Y le dijo al mozo: —¿Qué buscas? Y le contó el mozo que venía en busca del Castillo de Irás y no Volverás. Le dijo el diablo entonces que entrara. Y ya le dijo: —Mira. Toma este sarmiento y plántalo. Y para medio día tienes que recoger la uva y pisarla y traerme el vino a la mesa. Y si no lo haces te mato. Con que se fue el pobre muy triste con su sarmiento y dijo: —Ahora sí me mata. ¿Cómo voy yo a traerle el vino pa medio día? Y Blanca Flor, la hija menor del diablo era santa. Y vino adonde estaba el mozo y le dice: —¿Qué te pasa? ¿Por qué estás tan triste? Y ya le contó él lo que le había dicho el diablo. Y ella le dijo: —No te apures, que yo haré todo eso. Y en un momento fue y plantó el sarmiento y recogió la uva y la pisó y trajo el vino. Y fue el mozo y le llevó el vino al diablo pa la comida. Y el diablo le dice entonces: —Güeno; ahora toma este trigo. Vas y lo siembras y para las doce me traes el pan pa la comida. Y otra vez se fue el mozo muy triste y se encontró con Blanca Flor y le dice: —¿Sabes lo que quiere ahora tu padre? Me dice que siembre este trigo y que pa las doce tengo que traerle el pan pa la comida. —No te apures por nada, que yo te lo arreglo —le dijo Blanca Flor—. Y en un momento fue y sembró el trigo, lo recogió y lo trilló, hizo el pan y se lo trajo. Y fue el mozo y le entregó el pan al diablo pa medio día. Y el diablo le dijo entonces: —Güeno, ahora tienes que ir mañana al monte a sembrar esta piña, y pa medio día tienes que traerme leña pa hacer la comida. Y se fue el mozo otra vez muy triste a ver a Blanca Flor y le dijo: —Pues todavía no está contento tu padre. Le he entregao el pan y ahora dice que tengo que sembrar esta piña y para mañana a medio día tengo que traerle la leña pa hacer la comida. —No te apures, que yo lo arreglo todo —le dice Blanca Flor—. Y fue ella otro día y sembró la piña y pa medio día estaba ya el mozo en la casa con la leña. Y el diablo entonces le dijo:
—Güeno, ahora tienes que sacarme del mar un anillo que se le cayó a mi tataragüelo. Conque se fue otra vez muy triste el mozo y se encontró con Blanca Flor y le contó que el diablo ahora quería que le sacara del mar un anillo que se le había caído a su tataragüelo. —Güeno —le dice Blanca Flor—, pues ahora tienes que matarme y echarme en el mar en una botella. Tienes que matarme con este cuchillo y ten cuidao que no se pierda ni una gota de sangre. Y tú cuando me eches en el mar te pones a tocar la guitarra. Pero el mozo no quería matarla. —¡Ay, que yo no puedo matarte! Pero ella le dijo que tenía que ser así. Y ya cogió el cuchillo y le dio una cuchillada y la mató. Y la metió en una botella y la echó en el mar. Pero se le cayó una gota de sangre en la tierra. Y empezó entonces a tocar la guitarra. Y venga a tocar y venga a tocar y ella no salía. Conque ya él se estaba durmiendo y le decía ella desde abajo del mar: —¡Muchacho, que te duermes! Muchacho, que te duermes! Y ya salió ella con el anillo en la boca. Y fue el mozo y se lo entregó al diablo. Y le dice el diablo: —Güeno. Pues mañana tienes que montar un caballo y domarlo. Y se fue el mozo a contarle a Blanca Flor lo que quería el diablo. Y le dice ella: —No te apures que ya lo arreglaremos. Mira, el caballo es mi padre, la montadura es mi madre y las bridas soy yo. Y cuando te montes azotas al caballo con esta vara. Conque otro día fue el mozo y salió el caballo y lo montó. Y empezó el caballo a correr y a dar saltos y el mozo venga a azotarlo y venga a azotarlo, hasta que ya el diablo no pudo aguantar los azotes. Y entonces el mozo le dijo a Blanca Flor que ya que habían salido bien de todo, que quería que se casara con él y marcharse los dos de allí. Y le dijo ella que sí, que se casaría con él. Pero como el diablo lo sabía todo determinó matarlos a los dos. Y cuando llegó la noche Blanca Flor fue y le dijo al mozo que fuera a la cuadra a escoger un caballo pa escaparse los dos. Y le dijo que en la cuadra estarían dos caballos y
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
que el uno era el del pensamiento, que era uno que estaba todo cubierto de telarañas, y el otro era el del viento, y que escogiera el del pensamiento. Y pa que el diablo no sospechara nada se fue ella a acostar mientras el mozo fue a la cuadra. Y entró a acostarse y echó saliva en un plato y metió dos pellejos de vino en la cama pa que el diablo creyera que eran ellos. Y ya subió el mozo con el caballo. Pero como vio al caballo del pensamiento tan cubierto de telarañas y tan viejo y flaco escogió el otro, que era el del viento. Y ella al ver que subía con el del viento le dijo: —¡Ay, que ahora estamos perdidos! ¿Qué has hecho? Pero como no había tiempo de perder se montaron en seguida y salieron corriendo como el viento. Pero el diablo oyó el ruido y se levantó a ver qué había. Y fue a la habitación de Blanca Flor y le dijo: —Blanca Flor, Blanca Flor, ¿dónde estás? Y contestaba la saliva: —Aquí en la cama. Aquí en la cama. Pero el diablo no lo creyó y se acercó a la cama a ver si estaba. Y cuando vio los pellejos de vino creyó que allí estaban los dos y sacó su espada y les dio dos golpes y le saltó el vino en la cara. Y cuando ya vio el engaño salió corriendo y bajó a la cuadra a coger un caballo pa salir a buscarlos y matarlos. Y montó en el caballo del pensamiento y se marchó. Y en unos momentos ya los iba alcanzando. Y cuando Blanca Flor le vio venir se sacó un peine y lo tiró y se formó un montes de peines tan alto y tan grande que el diablo no pudo pasar. Y se marcharon ellos más adelante. Y ya poco a poquito pasó el diablo el monte de peines y otra vez ya los iba alcanzando. Cuando entonces dijo ella a su novio: —Ahora me vuelvo yo la Virgen, tú el ermitaño y el caballo una ermita. Y llegó el diablo y preguntó al ermitaño si habían visto pasar por allí a dos que iban en un caballo. Y el ermitaño le dijo: —No sé, pero a misa tocan, si usté quiere entrar. Y el diablo muy enfadao le contestó: —Hombre, no quiero eso. Lo que pregunto es si han visto a dos montaos en un caballo pasar por aquí. Y otra vez el ermitaño le dice: —A misa tocan, si usté quiere entrar. Con que el diablo creyó que eran unos tontos y se marchó. Y esta vez se volvió a su castillo y le dijo a su mujer: —A ésos no hay quien los alcance. Primero he encontrao un monte de peines que no he podido atravesar a tiempo pa alcanzarlos y después he llegao a una ermita onde parece que todos son tontos, porque yo les preguntaba si habían visto pasar a dos en un caballo y todo lo que contestaban era
que a misa tocaban si yo quería entrar. Y la diabla, que era más lista que el diablo, le dijo: —Tonto, si ésos eran ellos mismos. Vuelve a marcharte en busca de ellos hasta que los alcances y los mates. Y se marchó el diablo otra vez en busca de Blanca Flor y su novio. Y ya los iba alcanzando otra vez y entonces ella se volvió agua, el caballo el río y el novio un perro. Y llegó el diablo y pasó el río y el perro le mordía las piernas. Y ya aburrido de andar el diablo se tuvo que volver y le dijo a la diabla: —Ésos no hay quien los alcance. He llegao a un río y al pasarlo un perro me mordía las piernas. Y ya ellos llegaron al pueblo donde él vivía. Y ella se quedó allí en la punta del pueblo y él llegó a ver a sus padres. Y Blanca Flor le dijo que no se abrazara a su agüela porque si su agüela lo abrazaba al punto la olvidaba y no se volvía a acordar de ella. Y llegó él a su casa y salió su agüela y lo abrazó y al punto se olvidó de Blanca Flor y ya no volvió a acordarse de ella. Y Blanca Flor se quedó sola en el campo y ya se aburría de esperar a su novio y decía: —¡Pobre de mí! ¿Qué va a ser de mí? Y se volvió una paloma y volaba por el pueblo donde vivía su novio y decía: —¡Pobre de mí, paloma, en el campo y sola! ¡Pobre de mí, paloma, en el campo y sola! Y ya cuando vio que él nunca se iba a acordar de ella se metió a maestra y se fue al pueblo de su novio. Y como era tan guapa todos salieron a verla. Y cuando llegó su novio. a verla le ponía ella la mano delante pa que viera el dedo que le faltaba un pedazo de carne. Y ese dedo le faltaba un pedazo de carne porque se le había caído una gota de sangre en la tierra cuando la mató pa echarla en el mar. Y él nada veía. Pero tantas veces le puso la mano delante cuando estaba hablando con él que al fin le vio el dedo y se acordó de todo y lo reconoció. Y entonces se casaron y fueron muy felices y comieron perdices. Y a mí me enviaron aquí a que te lo contara a ti. Cuenca, CUENCA.
124. Marisoles Éstos eran un ray y una raina que se casaron y estuvieron mucho tiempo casaos sin tener fruto de bendición. Y cogió ese ray y esa raina y se fueron a vivir a un monte a matar fieras el ray. Y se fue el ray al campo y vido tantas fieras ai que le dijo a su mujer que iba a cazar fieras todos los días. Y cazaba tantas fieras que un día vino y le dijo a su mujer:
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
—El primer fruto de bendición se lo prometo al demonio. Y al poco tiempo la raina tuvo un niño con un letrero en las costillas que decía que a los quince años era del demonio. Y tan fuerte era el niño que a los tres años ya iba con su padre a matar fieras y mataba más fieras que el padre. Y al volver a casa se saltaba la veleta de la torre de un brinco. Y el padre se sorprendía mucho y decía: —Pero ¡qué muchacho éste, que se salta la veleta de la torre de un brinco! Si a la edá que tiene hace eso, ¿que no hará cuando sea hombre? Y a los quince años de edá cogió un caballo y le dijo a su padre: —Padre, usté me ha entregao al demonio. Me voy camino alante. Y se fue y caminando, caminando le cogió la noche en una casa y llamó en la puerta. Y salió una señora y le dijo: —¿Quién te ha traído por acá? Y él le dijo que andaba por el mundo a ver quién le podía dar razón de ande estaban las piedras del Nifo. Y la señora le dijo: —Ésta es la casa de las águilas. Espere usté que vengan mis águilas y les preguntaré. Y llegaron las águilas, todas las más pequeñas, y ninguna lo sabía. Y dijo la señora: —Espere que venga el águila maestra, que ella lo ha de saber. Y esperaron un rato hasta que llegó el águila maestra y dijo que sí, que ella lo sabía, pero que pa llegar de un lao al otro de la mar tenía él que matar su caballo pa llevar que comer. Y él dijo que sí, que mataría su caballo y que aunque le hiciera falta carne se cortaría él una pierna. Y mataron al caballo y con las piernas del caballo se subió el joven encima del águila y salió ella volando. Y siguió volando por muchos días hasta que se les remató la carne. Y entonces ya el águila le dijo que ya le faltaba poquitico pa llegar. Y no quiso llevarle ya más, le dejó allí y se volvió. Y el joven comenzó a andar hasta que llegó a la orilla y se encontró con un pastor y le preguntó ande estaban las piedras del Nifo. Y el pastor le dirigió ande era y le dijo que al llegar saldrían de allí tres palomas, que eran las tres hijas del demonio y que se convertían en personas pa ir a bañarse. Cogió él y se fue a esperar a que salieran las tres palomas a bañarse. Y se escondió cerca del río y las vido salir del palacio del demonio. Y llegaron las tres palomas al río y se volvieron tres muchachas muy hermosas y se desnudaron y entraron a bañarse. Y cuando ellas estaban bañándose fue el joven y le cogió a la menor un zapato y una media. Y
cuando salieron a vestirse la menor no encontró un zapato y una media y dijo: —Hermanas, me se ha perdido un zapato y una media. Esperadme a que los encuentre. Y las dos mayores dijeron: —No, no, que nos pega nuestro padre. Y se fueron en seguida pal palacio. Y como la más pequeña se quedó buscando su zapato y su media salió el joven y le dijo: —Yo tengo tu zapato y tu media. Cuando los ganes te los daré. —¿Y qué tengo de hacer pa ganarlos? —Que te cases conmigo. —Pues ya los tengo ganaos. Dámelos. Y entonces él le dio el zapato y la media, y le dijo: —Bueno, pues ahora tú vas a casa de mi padre y llamas a la puerta, que ya él sabe quién eres, y cuando estés adentro te mandarán que toques esto y que toques lo otro, pero tú no toques nada, porque si tocas algo te mueres. Y fue y llamó en la puerta y salió el demonio y le dijo que entrara. Y luego empezó a traerle flores pa que las tocara. Pero el joven no quiso tocarlas. Y le trajeron otras cosas, pero nada quiso tentar el joven. Y cuando el demonio vido que nada quería tentar le dijo: —O con Marisoles andas o eres más demonio que yo. Y dispués le dijo el demonio: —Ahora voy a mandar que te pongan en la mesa dos copas de vino, una encarnada y otra amarilla pa que te bebas una de ellas. Y fue él y llegó ande estaba Marisoles y le dijo lo que iba a hacer el demonio con él. Y le dijo esta que bebiera de la amarilla, porque si bebía de la encarnada se ardía por las cuatro puntas. Y fue ande dijo el demonio y le pusieron las dos copas y él escogió la amarilla. Y el diablo cuando vido que bebía de la amarilla le dijo: —O con Marisoles andas o eres más demonio que yo. Y salió el demonio y volvió con un puñao de trigo y se lo dio al joven y le dijo: —Siembra ese trigo y pa las doce tienes que traerme pan caliente de ese trigo. Y el pobre ya se puso triste y se fue ande Marisoles y le contó lo que le había mandao su padre. Y ella le dijo: —No te asustes que yo te lo arreglo. Y ella fue y sembró el trigo y vino con el pan caliente pa las doce y se lo dio al joven. Fue él y se lo dio al demonio, y cuando lo vido dijo otra vez: —O con Marisoles andas o eres más demonio que yo. El demonio fue y cogió luego un sarmiento y se lo entregó y le dijo:
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
—Toma este sarmiento y pa la cena me traes vino de su uva. Y fue otra vez llorando y triste ande Marisoles y le dijo lo que le mandaba su padre. Y ella le dijo: —No te asustes por nada que te digan que hagas, que yo te lo arreglo. Y ella fue y sembró el sarmiento y pa la cena ya estaba el vino. Se lo llevó él al demonio, y el demonio, que ya empezaba a sospechar lo que pasaba, le dijo más enfadao que antes: —O con Marisoles andas o eres más demonio que yo. Pero ahora tienes que hacer otra cosa. Tienes que ir a buscarme un anillo que se le perdió a mi tataragüelo en el mar. Se fue el joven muy triste y llorando ande Marisoles, y le dijo: —¿Sabes tú lo que quiere ahora tu padre? Pues quiere que vaya a buscarle un anillo que se le perdió a su tataragüelo en el mar. Y ella le dijo: —No te asustes por nada. Yo te lo arreglo. Anda ahora a casa y sube y pídele un bareñón y un cuchillo, el más afilao que tenga en la casa, y con ése me matas. Y cuando me mates que no se te caiga ni una sola gota de sangre en el suelo, que toda me la has de echar en el bareñón. Y dispués me tiras a la mar sin cuidao ninguno. Y el joven comenzó a llorar y le dijo: —Pero, ¿cómo quieres que te mate? No me atrevo yo a matarte. Y ella le dijo que volvería a verlo. Y cogió y se fue a la casa del demonio y le pidió el bareñón y el cuchillo afilao. Y se los dieron y cogió y mató a Marisoles y echó la sangre en el bareñón. Pero se le cayó una gotita de sangre en el suelo. Y poco dispués salió ella con el anillo en el dedo. Y salió con un dedo curro y le dijo que era porque se le había caído una gotita de su sangre en el suelo. Y fue él y le dio al demonio el anillo de su tataragüelo, y el demonio le dijo, más enfadao que nunca: —O con Marisoles andas o eres más demonio que yo. Vete de aquí con doscientos mil demonios. Y se fue el pobre huyendo ande Marisoles y le contó lo que le había pasao al entregarle el anillo al demonio. Y ella le dijo: —Mira, ahora estamos perdidos si no haces como te digo. Vamos a ir los dos a la casa y cuando yo dé un culazo en la pader se abrirá un boquete, y por ai nos escapamos, y bajas tú a la cuadra y ai verás dos caballos, uno gordo y muy bonito y otro malo y flaco. Escoges el flaco, que es el caballo del pensamiento, y dejas el gordo, que es el del aire. Y en el flaco nos escapamos. Cuidao que escojas el flaco. Lo conocerás porque también está lleno de mataúras desde la clin hasta la cola.
Con que cogieron y se fueron pa la casa del demonio y cuando entraron dio ella un culazo en la pader y se abrió un boquete y por ai se escaparon. Y bajó él a la cuadra y cuando vio los dos caballos dijo: —Pero y este caballo flaco para nada sirve. Voy a sacar el gordo que vale más. Y cogió el del aire, que era el gordo, y salió con él a encontrar a Marisoles. Y ella cuando vido que había llevao el gordo le dijo: —Estamos cogidos. Este caballo es el del aire. El otro era el del pensamiento. ¿Qué vamos a hacer? Subámonos pronto. Y se subieron en el caballo y salieron volando por el aire. Pero el demonio los vido salir y se subió en el caballo del pensamiento y salió a cogerlos. Y cuando ya los iba alcanzando tiró ella un pañuelo y se volvió el caballo una ermita y ella la Virgen y él el campanero. Y llegó el demonio y preguntó: —¿No han visto ustedes pasar por aquí a una muchacha y a un joven en un caballo muy gordo y muy bonito? Y ellos contestaron que no. Y el campanero repicó la campana y dijo al demonio: —A misa tocan, si usté quiere entrar. Y el demonio contestó: —¡Ai os quedáis con mil demonios! Y se fue el demonio. Y entonces ellos siguieron su camino. Pero el demonio iba ya siguiéndoles otra vez y ya los iba alcanzando. Y tiró ella un paine que llevaba y entre ellos y el demonio se apareció un monte muy espeso que nadien lo podía pasar, ni las fieras siquiera. Y llegó la noche y se marcharon a un corral a dormir. Y ai se pusieron a dormir arrodeaos de botes de vino hinchaos de aire. Y llegó el demonio y empezó a puñaladas con los botes de aire. Y salía el aire y gritaba Marisoles: —¡Ay, padre! ¿Qué ha hecho usté conmigo? ¡Ahora si me ha matao! ¡Ay de mí! ¡Ay de mí! Y el demonio les gritó: —¡Morir, que ai los quedáis sin osilios de nadien! Y el diablo creyó que los había matao y ai los dejó. Soria, SORIA.
125. El Castillo de las siete Naranjas Éste era un rey que tenía un hijo que era muy jugador. Un día salió el hijo para buscar con quien jugar. Se encontró con un caballero que resultó que era el diablo. Se pusieron a jugar y el diablo le dejó ganar todo lo que quiso. El diablo se quedó ese día sin dinero. Y ya que el diablo no tenía más
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dinero le dijo que otro día volvería al mismo sitio, y así quedaron desafiados para jugar otra vez. Se llegó el día y ese día el diablo le ganó al hijo del rey todo el dinero que llevaba. Y viéndole que se quedaba sin dinero le dijo el diablo que si quería jugar el alma y el hijo del rey le dijo que sí. Se pusieron a jugar y le ganó el alma. El alma le pertenecía al diablo cuando el joven muriera, pero le dijo que si quería restituirla antes que tenía que ir al Castillo de las siete Naranjas a cumplir tres mandatos que le mandaría. El príncipe le dijo que él no sabía ande estaba dicho castillo pero le dio palabra de ponerse en camino. El príncipe entonces fue a su casa y se despidió de sus padres y les dijo que no esperaba volver. Echó a andar, preguntando por el camino pero nadie le daba razón. Al fin llegó a un caserío donde venían a parar todas las aves del mundo y preguntándole al dueño de la casa éste le respondió que nunca había oído nombrar a semejante castillo. Pero le dijo que esperara un momento y que él recogería las aves en su casa para preguntarles si sabían ande estaba el Castillo de las siete Naranjas. Ninguna de las aves le daba razón. Falta la que venir sólo una ave, un águila. Llegó el águila y el amo la preguntó que cómo venía tan tarde. Y el águila dijo que venía tarde porque había estao al Castillo de las siete Naranjas. El amo le preguntó: —¿Está muy lejos? Y el águila respondió: —Sí, señor, está bastante lejos. —¿No te puedes comprometer a llevar a este señor que hay aquí en casa? —Sí, señor, pero se necesita mucho alimento para llegar allá. Y el amo le preguntó: —¿Y cómo nos lo arreglamos para llevarlo? —Pues yo me comprometo a llevarlo, y al caballero también, encima de mis alas. Y el príncipe, cuando yo le diga «Príncipe, carne», que corte un cacho de carne y me la ponga al pico. Echaron a volar para el Castillo de las siete Naranjas. Cuando el águila tenía hambre decía, «Príncipe, carne», y
el príncipe cortaba un cacho de carne y se lo ponía al pico. Seguían su camino, y el águila quería volver a comer. Y volvía a decir «Príncipe, carne», y el príncipe volvía a cortar un cacho de carne y se lo daba. Siguieron otra vez volando y el águila otra vez tenía hambre y volvió a decir, «Príncipe, carne», y esta vez el príncipe la contestó: —Se ha concluido la carne, pero no estante no deje usté de volar, que yo me cortaré aunque sea un cacho de mi cuerpo. Y el águila respondió: —No se corte usté nada que enque sea con trabajo yo le llevaré. Llegaron cerquita, que ya se veía el palacio, y dijo el águila al príncipe: —Mira, que lo que se ve allí es el castillo. Yo ya te dejo aquí y me voy a volver poquito a poco. Se fue el águila y el príncipe se quedó allí solo. Después de verse solo se puso el príncipe en marcha y llegó a una laguna. En esta laguna había tres palomas bañándose y éstas eran las hijas del diablo. Él se estuvo quieto hasta que dos de las palomas salieron y se vistieron, y de la otra recogió la ropa antes de que saliera. Se acercó entonces ande ella estaba y le llevó la ropa para que se vistiera. Y entonces ella le dijo que qué viaje llevaba por allí. Y él le dijo que había venido al castillo a cumplir tres mandatos que le había mandado el rey del castillo. Ella le respondió: —Ya sé yo los mandatos que te tiene que mandar. El primero tiene que ser domar tres caballos, y el primero de éstos será mi padre que saldrá muy furioso, y los otros dos serán mis hermanas. Pues para cumplir ese mandato te subes al desván y coges una cachiporra de las más antiguas y más feas que hay, y al primero que será mi padre le pegas con la cachiporra lo más fuerte que puedas en la cabeza. Se llegó el día cuando salieron los tres caballos y el príncipe le dio tan fuertes cachiporrazos al primero que le tiró al suelo. Los otros dos, que eran las dos hermanas, ya no salieron de miedo. Otro día por la mañana llamó el diablo al príncipe a la cama porque estaba malo, y le preguntó que si había domado los caballos. Y el príncipe le contestó: —Sí, señor, ya bien domados están. Y entonces el rey le dijo: —Bueno, pues para mañana tienes que allanar aquella ladera, sembrarla de trigo y traerme el pan del producto. Se encontró el príncipe al dejar al diablo con la hija y ésta le preguntó que si qué le había mandado, y luego que le dijo ella le aconsejó que subiera otra vez al desván y cogiera una pala y un picachón y que los pusiera en mita de la ladera
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
y que se tumbara él a la larga, al pie de ellos, sin mover ni pie ni pierna ni nada, porque si se movía lo partían. Fue el príncipe ande le dijo la hija del diablo y se acostó en la ladera y se durmió. Y cuando se despertó ya las piedras del molino estaban moliendo el trigo. Cogió la harina, hizo la masa y la torta y se la presentó al diablo. El diablo entonces le dijo al príncipe: —Bueno, pues ahora tienes que ir a buscar en el mar un anillo que hace trescientos años que se le cayó a mi abuelo. Fue el príncipe y se lo dijo a la hija, y ésta le dijo: —Cógete una palangana y una botella y te vienes conmigo a orilla del mar. Llegaron al mar y le dijo ella: —Ahora pínchame y recoge la sangre para echarla en la botella. Pero él no quería pincharla, y entonces se pinchó ella misma. Y él viendo que no tenía más remedio puso la palangana y recogió la sangre. Llenaron la botella de sangre y la taparon bien y la tiraron al mar. Cuando le sacaron la sangre la hija cayó desmayada. Al poco tiempo venía la botella saltando por el mar con el anillo metido en el vocico. Entonces la hija del diablo le dijo al príncipe que le metiera la sangre por el mismo sitio por donde había salido. Y iba volviendo la hija del diablo y le dijo: —Échala con cuidado, no sea que me vaya a quedar coja o manca. Por fin se le cayó al príncipe una gota de sangre en el suelo y la hija se quedó manca del dedo pequeño de la mano derecha. —Me he quedado manca —dice la hija del diablo—, pero no importa, y para que mi padre no lo vea me pondré los guantes. Se marcharon al palacio y el príncipe le presentó al diablo el anillo. El diablo le dijo entonces: —Está muy bien. Pero no dimana de usté, dimana de mi hija que se lo dice. Y por eso los voy a matar esta noche a los dos. Y para eso los mandó dormir en una mesma habitación a los dos. ¿Qué hicieron ellos? Pues cogieron un vaso de cristal y le llenaron de saliva. Y si el diablo decía: «Príncipe, princesa», respondía el vaso que allí estaban. En ese medio tiempo ellos dispusieron el viaje para caminarse. La hija del diablo mandó al príncipe a la
cuadra donde estaban los caballos y le dijo que cogiera el caballo más seco que hubiera porque ése era el caballo del pensamiento. Y él, por hacérsele malo el del pensamiento, cogió el del viento. Echaron a andar y el diablo gritaba: —Príncipe, princesa. Y respondía el vaso con la saliva, y según se iba acabando la saliva respondía con menos fuerza. Y el diablo esperaba para cuando no respondieran ir a matarlos porque entonces ya estarían dormidos. Cuando ya el vaso no respondió, porque se había acabado toda la saliva, bajó y entró al cuarto y vio que no había nadie. Entonces se bajó a la cuadra y vio que estaba allí el caballo del pensamiento. Le cogió y salió en busca de ellos. Ya les alcanzaba. Y la hija que llevaba un peine en el bolso tiró el peine y se formó un pinar y allí no pudo pasar en buen rato. Y ellos continuaron su viaje. Vieron otra vez que ya el diablo se acercaba. Entonces el caballo se hizo una ermita y ella una imagen y el príncipe el ermitaño. Llegó el diablo allí y le preguntó al ermitaño que si había visto una señora y un señor. Y el ermitaño le decía: —¡Dinguilindán, dinguilindán, a misa tocan, si quiere usté entrar! ¡Dinguilindán, dinguilindán, a misa tocan, si quiere usté entrar! El diablo se aborreció y se volvió pa casa y le contó a la mujer lo que le había pasado. Y le dijo la mujer que el caballo era la ermita y la hija era la imagen y el ermitaño era el príncipe. Y entonces el príncipe y la hija del diablo continuaron en su viaje al palacio del rey, el padre del príncipe. Ya llegando cerquita dijo el príncipe a la hija del diablo: —Aguárdate aquí un momento, que yo no quiero que entres así, sin grandeza y sin nada. Y ella le dijo que hacía muy mal en dejarla, que ella estaba más contenta con dir así, y que en cuanto que le tocaran en la ropa que la iba a olvidar. Pero el príncipe dejó allí a la hija del diablo y entró en el palacio a decirle al rey que traía a una princesa. Y con espada en mano les dijo a todos que no se acercaran a él ni le tropezaran siquiera porque traía a la princesa, su novia, y la iba a olvidar si le tocaban en la ropa. Por tonto según estaba en el barullo se le atravesó un perro de lanas y se le metió entre las piernas. Y el príncipe así olvidó a la hija del diablo.
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Villamediana, PALENCIA.
C. el prÍncipe encantado
126. Las tres ascuitas Ésta era una mujer que tenía tres hijas y trabajaba para mantenerlas. Tenía tres conejitos y todos los días iba a coger verdas pa los conejitos. Y un día al coger unas verdas en el campo oyó una voz que le dijo: —¡Ay, no me tires de los cabellos! Y la vieja entonces le dijo a la voz: —¿Quién eres? Y la voz le contestó: —Mañana me traes a tu hija mayor. Y me tiras de los cabellos cuando llegues. Güeno, pues al otro día llegó la vieja con su hija mayor, y tiró de las verdas y al momento se abrió una puerta. Y aquello era un palacio encantao. Nada se vía. Y la madre se fue y la hija se quedó allí en el palacio encantao. Se acostó la muchacha y nada vía. Y otro día por la mañana la voz le dijo: —Cuando quieras salir al jardín dices «Negrito mío, llévame al jardín». Y así lo hizo y la llevó al jardín. Y así seguía viviendo la muchacha en el palacio encantao sin ver a nadien. Había comida en las mesas, camas pa dormir y todo, pero no vía ni a los que la servían. Y un día cuando estaba en jardín vio que los pajaritos estaban muy tristes y no cantaban y dijo: —¡Qué tristes están hoy los pajaritos! Y la voz le dijo: —Están tristes porque tu madre está enferma. Entonces la muchacha le dijo que quería ir a ver a su madre, que la dejara ir. Y la voz le dijo que fuera si quería, pero que volviera pronto. Y fue a ver a su madre, pero volvió tan pronto que no tuvo ni tiempo para hablar con ella.
Y un día cantaban mucho los pajaritos y dijo: —¡Qué alegres están hoy los pajaritos! Y la voz le dijo: —Es que tu hermana menor se casa. Y le dijo la muchacha a la voz que quería ir a la boda, que la dejara ir. Y la voz le dijo que fuera pero que volviera pronto. Y fue y volvió tan pronto que no tuvo tiempo pa hablar con su hermana. Y ya otro día cuando se paseaba por el jardín los pajaritos no cantaban y dijo: —¡Qué tristes están otra vez los pajaritos! Y la voz le dijo: —Es que tu hermana segunda se está muriendo. Y le dijo a la voz que quería ir, que la dejara ir. Y le dijo que fuera pero que volviera pronto como siempre. Y se fue la muchacha y se tardó mucho y habló mucho y le dijo a su madre todo lo que le pasaba en el palacio encantao. Y antes de volver la madre le dijo que viera con cerillos al acostarse por la noche pa ver quién era el que le hablaba. Y ya volvió al palacio y cuando se acostó prendió un cerillo pa ver quién se acostaba con ella. Y ya vio que era un hombre que tenía un medallón que tenía una lavandera lavando, y al ver el medallón dijo: —Lavandera, lavandera, que se le marcha el trapo. Y entonces la voz le dijo: —Ya me has desencantao. Toma estas tres ascuitas. En caso de necesidá las prendes y tendrás una varita de virtú pa que puedas hacer todo lo que te haga falta. Y diciendo eso se desapareció. Y entonces ella se quedó en un palacio a flor de tierra que él le hizo. Y allí estaba el palacio en medio del pueblo y la gente decía que ella era una mujer mala. Y había allí unos
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
tres hombres que dijieron que iban a ver quién vivía allí. Y fueron una vez al palacio. Primero llegó uno y llamó a la puerta y cuando salió la mujer le dijo: —¡Oiga! ¡Güenos días! Me han dicho que aquí daban de almorzar. Y ella le contestó: —El que aquí almuerza come, y el que come cena, y el que cena se acuesta conmigo. Y dijo el hombre que estaba güeno y se quedó. Y por la noche cuando ya se iban a acostar dijo ella: —Se me olvidó la palangana en el pozo. Y dijo el hombre: —Pues yo iré a por ella. Y fue aquél por la palangana. Y entonces ella prendió sus tres ascuítas y se le presentó la varita e virtú. Y le dijo ella: —Varita e virtú, por la virtú que tú tienes y por la que Dios te dé que se quede aquél que ha ido a por agua al pozo echándose agua por la cabeza. Y toda la noche estuvo aquél en el pozo echándose agua por la cabeza. Ella durmió muy a gusto y otro día por la mañana dijo: —Varita e virtú, por la virtú que tú tienes y por la que Dios te dé, que se vaya aquél pa su casa. Y aquél se fue pa su casa. Y cuando se encontró con los otros dos compañeros le preguntaron: —¿Qué tal? ¿Cómo te ha ido? Y él les contestó: —Muy bien. He comido bien y he dormido bien y me han tratao muy bien. Y dijo el segundo: —Pues hora voy yo. Y ya llegó a la casa de la mujer y llamó a la puerta. Y cuando ella salió le dijo: —¡Oiga usté! ¡Güenos días! Me han dicho que aquí daban de almorzar. Y ella le contestó: —El que aquí almuerza come, el que come cena, y el que cena se acuesta conmigo. Y el hombre dijo que estaba güeno y se quedó. Cuando ya iban a acostarse dijo la mujer: —Se me olvidó el espejo en el otro cuarto. Trae el espejo. Y fue aquél por el espejo. Y entonces ella prendió sus ascuitas y cuando se le presentó la varita de virtú le dijo: —Varita e virtú, por la virtú que tú tienes y por la que Dios te dé que se le pegue la nariz al espejo y allí se quede con la nariz pegada al espejo toda la noche. Y cuando aquél fue a coger el espejo se le pegó la nariz, y así estuvo toda la noche.
Y por la mañana le dijo ella a la varita e virtú: —Varita e virtú, por la virtú que tú tienes y por la que Dios te dé que se despegue aquél y se vaya a su casa. Y se despegó y se fue a su casa. Conque ya se encontró con los otros y le preguntaron: —Güeno y ¿qué tal? ¿Cómo te fue? Y él les dijo: —Muy bien. He comido bien y he dormido bien y me han tratao muy bien. Y entonces dijo el último: —Pues hora voy yo. Y fue como los otros y llamó a la puerta. Y salió la mujer y le dijo: —¡Oiga usté! ¡Güenos días! Me han dicho que aquí daban de almorzar. Y ella le contestó: —El que aquí almuerza come, y es que come cena, y el que cena se acuesta conmigo. Y dijo él que estaba güeno y se quedó. Y cuando ya se iban a acostar dijo ella: —Se me olvidó echar el cerrojo a la puerta. Y fue aquél a echar el cerrojo y prendió ella sus ascuitas y le dijo a su varita e virtú: —Por la virtú que tú tienes y la que Dios te dé que se quede aquél con las manos pegadas al cerrojo toda la noche. Y allí se quedó pegao al cerrojo. Y ya otro día dijo ella: —Varita e virtú, por la virtú que tú tienes y la que Dios te dé que se despegue aquél del cerrojo y se vaya pa su casa. Encuentra entonces a los otros dos amigos y ya le preguntan: —Güeno, y ¿qué tal? ¿Cómo te fue? Y éste les dice lo que ha pasao y aquéllos entonces confiesan también la verdá. Y ya dan ellos parte pa que castiguen a aquella mujer. Y van y la cogen los guardias y ya la van a horcar. Pero entonces saca ella sus ascuitas y las prende y en ese momento se aparece el príncipe encantao y dice que esa mujer no es mala y la dan libre. Y entonces es cuando el príncipe se casó con ella. Torrejón de Velasco, MADRID.
127. Cabeza de burro Éste era un leñador que tenía una mujer y muchos hijos. Y su mujer estaba embarazada y no sabía ya qué hacer pa mantener a su familia y le dijo a su mujer: —Cuando éste nazca no hay más remedio que enterrarlo.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Y dijo ella: —Güeno. ¿Qué le vamos a hacer? Y cuando nació el niño lo enterraron debajo de la cama. Y al onde staba enterrao el sapo le llevaba la comida todo los días. Y ya a los veinte años oye el padre una voz que le dijo: —Padre, que vaya usté al palacio del rey y le diga que me quiero casar con una de sus hijas. Y el padre sin ver nada fue al palacio del rey y le dijo que su hijo se quería casar con una de sus hijas. Y salió el rey y le dijo: —Anda, tonto; no vengas aquí con bromas. Vete a tu casa y no vengas a molestarme. Pero cuando ya el hombre bajaba las escaleras del palacio pa irse pa su casa sale la hija menor del rey y le dice: —Dígale usté a su hijo que yo me caso con él, pero que el que quiera casarse conmigo tiene que ponerme un puente de oro desde mi casa al palacio, y un árbol y dos pajaritos, uno pa que me duerma y otro pa que me despierte. Y con eso se fue el padre pa su casa ande había oído la voz de su hijo y le dijo lo que había dicho la hija menor del rey. Y habló entonces otra vez la voz del hijo y le dijo: —Coja esta calabaza de cenizas y vaya cerniéndolas hasta el palacio. Y asina lo hizo el padre y se hizo el puente de oro y el árbol y los dos pajaritos. Y uno de los pajaritos cantaba: —Yo, para dormirte. Y el otro cantaba: —Yo, para despertarte. Y salió la princesa del palacio y vido que todo estaba como ella había dicho y le dijo al hombre que staba güeno, que fuera y le dijera a su hijo que ella se casaría con él. Y se marchó otra vez el padre pa su casa y cuando llegó y habló se le apareció una cabeza de burro y le dijo: —Güeno, padre, lléveme ahora al palacio pa casarme con la princesa. Y el padre cogió la cabeza de burro y se la metió debajo de la capa y se marchó pal palacio. Y cuando llegó, la princesa le dijo: —¿Ande stá el novio?
Y el padre le contestó: —Aquí está. La traigo debajo de la capa. Y sacó la cabeza de burro y se la entregó a la princesa. Y cuando la princesa vido la cabeza de burro que le hablaba se sorprendió muncho, pero nada dijo y no hubo más remedio que casarse con ella. Y de noche, él se quitaba la funda, que era la cabeza de burro, y era un joven hermoso. Y cuando se acostaba con la princesa le decía: —No le digas nada a nadien. Seguiremos asina, de día cabeza de burro y de noche hombre. Y por la mañana las hermanas siempre le decían: —¡Anda, tonta, que te has casao con una cabeza de burro! Y ya una noche le dijo el joven a su mujer: —Mañana es cuando me tengo que desencantar. No se lo vayas a decir a nadien, porque si lo dices no me desencanto. Y por la mañana las hermanas salieron como de costumbre y le dijeron a la menor: —¡Ay, Dios mío! ¡Casarse con una cabeza de burro! Y ella, como ya estaba aburrida de tantas burlas, les contestó: —Sí, sí, cabeza de burro. Si vierais vosotras qué príncipe más hermoso es mi marido. —¿Cómo príncipe hermoso? —gritaron aquéllas—. Y ella entonces les contó que de noche se quitaba la funda de cabeza de burro y era un joven muy hermoso. Y les dijo que se asomaran esa noche cuando ya estuvieran en la cama y verían qué hermoso era. Y cuando se acostó con su marido esa noche dejó la puerta abierta pa que entraran sus hermanas a ver a su marido en la cama. Y entraron aquéllas cuando ya estaba dormido. Y le cayó una gota de cera en la cara y despertó. Y entonces le dijo a la princesa: —Ya no me desencanto ahora. Ya me voy, y pa encontrarme tienes que gastar siete pares de zapatos de hierro. Y vestido de su cabeza de burro se fue y dejó a la princesa. Y llegó a otro reino y se iba a casar ya con otra princesa. Y ella se fue en seguida en busca de él. Y llevaba siete pares de zapatos de hierro. Y cuando había gastao el último par llegó ande staba y llegó al palacio a pedir limosna. Y salió él a darle un cacho de pan. Y decía ella: —¿Será éste mi marido? Y ya les rogó que la diesen posada. Y le dijeron que podía dormir en el gallinero. Y se fue al gallinero a dormir. Y otro día por la mañana cuando fueron a buscarla hallaron a todas las gallinas convertidas en oro. Y entonces salió la otra novia
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
y le preguntó cuánto quería por las gallinas de oro. Y dijo ella que dormir con el novio. Y la novia le dijo: —¡Anda, limosnera, quítate de aquí! ¿A quién se le ocurre pedir dormir con el novio? Eso no pué ser. Pero la criada le dijo a la princesa: —Mire usté, que eso no es nada. Le dice que puede dormir con el novio y le damos unas dormideras pa que se duerma en seguida y no pasa nada. Y consintió la novia y fue aquélla a acostarse con el novio y le dieron las dormideras. Pero ella se hizo la que se comía las dormideras, pero no las cogió. Y luego que ya estaba sola con su marido le habló y se reconocieron. Y otro día por la mañana llamó el novio a todos y les dijo que esa noche estaban todos invitados a una cena en el palacio. Y todos vinieron. Y cuando ya acabaron de cenar dijo el joven que iba a contar un cuento. Y dijo: —Una vez tenía yo un baúl muy bonito y una llave pa abrirlo. Y se me perdió la llave y mandé hacer otra igual. Pero andando el tiempo hallé la llave que había perdido. Y entonces, ¿con qué llave creen que debí quedarme, con la que se me había perdido o con la que mandé hacer? Y todos contestaron: —Con la que se le había perdido. Y entonces él les dijo: —Tienen ustedes razón. Y por esa misma razón yo ahora me voy con esta princesa. Con ella me casé y se me había perdido, pero ahora ha venido ella a encontrarme y tengo que dejar esta otra novia y irme con la primera. Y se fue con su mujer pal otro palacio. Ciudad Real, CIUDAD REAL.
128. El Castillo de Oropé Éste era un padre que tenía tres hijas. Y su oficio era de escobero. Y un día salió a coger escobas y le salió un hardacho y le dijo: —Oye, tú puedes escoger de aquí todas las escobas que quieras con tal de que me traigas a tu hija pequeña. Y el escobero se lo prometió. Y llegó el escobero a su casa y le mandó a la mayor que se fuera con él pa la casa del hardacho. Y cuando el hardacho la vio dijo que no, que él a no le convenía, que trajera a la más pequeña. Y volvió el escobero a su casa con la hija y le mandó a la mediana que fuera con él. Pero el hardacho cuando la vio dijo que no, que ésa tampoco le convenía, que se fuera y volviera con la más pequeña. Y entonces el padre le dijo a la más pequeña que no había más remedio que ir
ella porque se lo había prometido al hardacho. Y fue ella con su padre y se casó con el hardacho. Y cuando se fueron a acostar el hardacho se quitó la piel de hardacho y era un hermoso príncipe y la novia estaba muy contenta. Pero todos los días cuando se levantaba se ponía la piel de hardacho. Y a su mujer le dijo que no le dijera a nadie el secreto y que por nada del mundo le fuera a perder la piel de hardacho que se quitaba todas las noches al acostarse. Y las dos hermanas mayores se burlaban de ella y le decían: —¡Calla, tú! ¡Si te has casao con un hardacho! ¡Quién vive casada con un hardacho! Y ella se callaba y no decía nada porque sabía que estaba casada con un hermoso príncipe. Pero un día de tanta burla que le hacían les dijo que su marido era un hermoso príncipe y que se quitaba la piel de hardacho cuando se acostaba. Y entonces le dijeron sus hermanas: —Pues, mira, esta noche cuando se acueste y se duerma le quitas la piel de hardacho y vas y se la quemas. Y así lo hizo. Luego que se acostó y se durmió fue y se llevó la piel de hardacho y la quemó. Y cuando él despertó y vio que le faltaba su piel le preguntó dónde estaba y ella le dijo que se la había quemao. Y él le dijo: —Pues ahora ya estoy desencantao, pero tú tendrás ahora que irte de peregrina. Toma este vestido de peregrina y estos zapatos de hierro. Y porque me has desencantao antes de tiempo no puedes volver a mí hasta que estos zapatos no se acaben, y tienes que ir a buscar el Castillo de Oropé. Y le dio ella un abrazo a su marido y se fue. Y primero llegó a una casa que era un convento de monjas. Y llamó en la puerta y salió una monja, y la joven le preguntó si le podía dar razón dónde podría encontrar el Castillo de Oropé. Y la monja le dijo que no, que no sabía, pero le dio una bellota y le dijo: —Vaya usté con esta bellota por el mundo en busca del castillo y cuando se vea apurada la rompe. Y fue más allá y se encontró con otra casa y llamó en la puerta. Y esta casa era un convento de frailes, y salió un fraile y le preguntó ella si le podían dar razón dónde estaba el Castillo de Oropé. Y el fraile le dijo que no, que no sabían, pero le dio una nuez y le dijo: —Vaya usté por el mundo en busca de ese castillo y cuando se vea apurada la rompe. Y se fue ella por su camino en busca del castillo. Y caminando, caminando, llegó a la casa de la luna. Y llamó en la puerta y preguntó por el Castillo de Oropé. Y salió la hechicera que guardaba la casa y le dijo:
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
—No sé, pero espere usté a que vengan la luna y sus hijas, y tal vez ellas sepan darle razón. Pero escóndase usté en esa tinaja, que la luna se la come cuando llegue. Y se metió la joven en una tinaja y estuvo esperando ai un rato, cuando llegaron las lunitas. Y la hechicera les dijo que ai estaba una joven que preguntaba por el Castillo de Oropé y que si sabían ellas dónde era. Y las lunitas dijeron que no, que ellas no sabían, pero que tal vez su madre, la luna, lo supiera. Y estuvieron esperando mucho, hasta que llegó la luna y le dijo a la hechicera: —¡Fo, fo, fo! ¡A carne humana me huele aquí! ¡Si no me la das te como a ti! Y la hechicera le dijo a la luna que era una pobre joven que venía preguntando por el Castillo de Oropé. Y la luna le dijo que no, que ella no sabía, pero que tal vez su primo, el sol, lo sabría. Y se fue la joven a buscar al sol. Y caminando, caminando, llegó al fin a la casa del sol y llamó a la puerta. Y salió otra hechicera y le preguntó qué quería. Y ella pidió posada y le dijo que venía en busca del sol pa ver si le daba razón dónde era el Castillo de Oropé. Y la hechicera le dijo: —Entra y escóndete en esa tinaja, porque cuando llegue el sol te come. Y se escondió ella en una tinaja pa esperar a que llegara el sol. Y después de esperar un rato llegaron los hijos del sol y les preguntó la hechicera si sabían dónde era el Castillo de Oropé. Y ellos dijeron que no lo sabían, pero que seguramente su padre, el sol, lo sabría. Y esperaron otro rato hasta que llegó el sol alumbrando por todas partes y dijo: —¡Fo, fo, fo! ¡A carne humana me huele! ¡Si no me la das te como! Y la hechicera le dijo que no se la comiera, que no era más que una pobre niña que venía preguntando por el Castillo de Oropé, y que venía de parte de su prima, la luna. Y el sol entonces le dio una carta escrita de parte de él al aire, porque ése sí sabía dónde estaba el Castillo de Oropé. Y se fue la niña a buscar la casa del aire. Y llegó y llamó a la puerta. Y salió la hechicera que guardaba la casa y le preguntó qué quería. Y ella le entregó la carta del sol y le dijo que buscaba el Castillo de Oropé. Y entonces la hechicera le dijo: —Escóndase usté en esa tinaja, que cuando venga el aire va a querer comérsela. Y otra vez se escondió ella en una tinaja. Y a poco llegaron los airecitos y les preguntó la hechicera que si sabían ellos dónde estaba el Castillo de Oropé. Y ellos dijeron que muchas veces habían oído a su padre, el aire, hablar de ese castillo, pero que ellos nunca le habían visitao. Y a poco llegó el aire soplando todo alante. Y cuando entró dijo:
—¡Fo, fo, fo! ¡A carne humana me huele! ¡Si no me la das te como! Y la hechicera le dijo que no se la comiera, que era una pobre niña que venía de parte del sol con una carta escrita pa él y que preguntaba por el Castillo de Oropé. Y el aire dijo que sí, que él sabía dónde estaba y que él la llevaría. Y el aire llevó a la joven al Castillo de Oropé y la dejó a la puerta. Y al llegar al castillo había allí mucho jaleo, y entró ella de peregrina a pedir una limosna. Y le dijeron que entrara, que a todos los pobres les daban limosnas. Y traía ella una rueca muy bonita y se puso a hilar. Y en el castillo había tanto jaleo porque se iba a casar un príncipe con una princesa. Y cuando la princesa vio a la peregrina con su rueca dijo: —¡Qué hermosa rueca tiene la peregrina! Y le dijo a su criada que fuera a comprársela. Y cuando le preguntaron cuánto quería por la rueca ella dijo que se la daba a la princesa si la permitían hablar tres palabras con el príncipe. Y le dijeron que sí. Y ella entregó su rueca y fue a hablar las tres palabras con el príncipe. Pero al príncipe había mandao la princesa que le dieran tres dormideras pa que nada oyera y nada respondiera. Y cuando subió la joven le dijo: —¿Te acuerdas cuando mi padre era escobero? Eso le preguntaba la joven porque al momento que entró en el castillo y vio al príncipe le reconoció que era su esposo. Y le hizo la pregunta tres veces, pero como estaba dormido nada respondía. Y la princesa, que estaba escondida cerca, le dijo: —Ya están las tres palabras. Bájese usté. Y bajó la joven muy desconsolada. Y entonces rompió la bellota que le habían dao las monjas y ésta se volvió una rueca mucho más bonita que la otra. Y se puso a hilar. Y la princesa cuando la vio dijo: —¡Ay, pero qué rueca tan hermosa tiene esa peregrina! Y le dijo a su criada que le preguntara cuánto quería por ella. Y fue la criada, y la joven le dijo que se la daba si la permitían hablar otra vez tres palabras con el príncipe. Y dijo la princesa que estaba bueno. Y otra vez le dieron las dormideras al príncipe pa que se durmiera. Y la joven entregó su hermosa rueca a la princesa y subió a hablar con el príncipe, y le dijo: —¿Te acuerdas cuando te quemé la piel de hardacho? Y le hizo la pregunta tres veces; pero como estaba dormido nada respondía. Y la princesa entonces dijo: —Ya están las tres palabras. Bájese usté. Y otra vez bajó la joven muy desconsolada. Pero se acordó la joven de la nuez que le habían dao los frailes y la rompió. Y se volvió la nuez una rueca mucho más hermosa que la anterior. Tenía cascabelitos de oro y cuando la joven hilaba los cascabelitos sonaban. Y al momento que la princesa la vio dijo:
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
—¡Ay, pero qué rueca tan hermosa tiene la peregrina! ¡Ésa sí que ha de ser mía! Y mandó a la criada a que le preguntara cuánto quería por ella. Y otra vez dijo ella que la daba si la permitían hablar tres palabras con el príncipe. Y como la princesa vía que el príncipe ni responder podía con las dormideras le dijo que estaba bueno que subiera y le dio otra vez al príncipe tres dormideras. Y subió la joven a hablar las tres palabras. Pero esta vez se descuidó la princesa y la joven le metió la mano al príncipe debajo de la almohada y le despertó, y le preguntó: —¿Te acuerdas cuando mi padre era escobero? Y el príncipe le dijo: —Sí. —¿Te acuerdas cuando te quemé la piel de hardacho? —Sí. —¿Te acuerdas cuando me diste el vestido de peregrina y los zapatos de hierro? —Sí. Y a ese momento la princesa dijo: —Ya están las tres preguntas. Bájese usté. Y se bajó la joven, pero ya muy contenta porque ya estaba segura que el príncipe la había conocido. Y el príncipe entonces dijo que la peregrina estaba invitada pal banquete. Y la princesa dijo: —Pero, ¿cómo va esa peregrina a comer a mi mesa? Y el príncipe dijo que de todas maneras tenía que ir. Y se sentaron a la mesa y el príncipe la sentó a su derecha. Y comieron todos muy contentos. Y al fin de la comida todos le dijeron al príncipe que contara algo de su vida, alguna cosa que le había pasao. Y dijo el príncipe: —Muy bien, voy a contarles a ustedes una cosa que me sucedió. Una vez tenía yo una preciosa cajita de oro con una llave muy bonita. Y se me perdió. Y entonces mandé hacer otra lo más bonita posible, pero nunca la pudieron hacer tan bonita como la primera. Y después de mucho tiempo encontré la primera. Y ahora les pregunto a ustedes con cuál de las dos cajitas creen ustedes que debería yo quedarme. Y todos respondieron: —¡Con la primera! Y entonces dijo el príncipe: —Tienen ustedes razón. Y por eso yo ahora dejo la segunda novia y me voy con mi primera esposa, que es esta hermosa peregrina. Y entonces la peregrina se abrazó a su esposo y se fueron pa su casa y fueron muy felices. Soria, SORIA.
129. La cueva del dragón Éste era un padre que tenía tre hija y too lo día tenía que í ar campo con su borrico a trabajá y buscá la vida pa é y su tres hija. Y un día cuando iba pasando un monte le acogió una tormenta mu grande y llegó a un sitio ande ya no pudo pasá ni pa alante ni pa atrá. Y ai staba er pobre mu aflejido sin sabé qué jacé. Y empezó a decí: —Pero ¿qué jago ahora aquí sin podé pasá? ¿Qué vi a jacé aquí solo toa la noche sin podé gorvé a mi casa? Y aquella tormenta que no se cesaba y er probe ca ve má aflejido y má acongojao. Conque en esa entremedia se le apareció un hombre y le dijo: —Güen hombre, ¿qué le pasa a té? Y le contesta er probe padre: —Pues miste que me ha acogío aquí la tormenta y no pueo pasá ni pa alante ni pa atrá y no sé cómo vi a jacé pa llegá esta noche a mi casa onde stán esperándome mi tres hija. Y va y le dice er aparecío: —Yo le saco a té de aquí si me promete que al año me lleva a su hija menó a la cueva der dragón. Y aqué probe sin pensá en lo que jacía le dijo que sí, que asín lo jaría. Y lo sacó aqué hombre de allí y gorvió a su casa. Y a sus hija no les dijo na de lo que le había pasao, y ya a lo poco día ya too se le había orvidao. Siguieron viviendo mu felice como si na hubiea pasao. Pero al año cuando ya se iba llegando er plazo de llevá a la hija menó a la cueva der dragón se alcordó er padre de la promesa y se puso con una calentura mu juerte que ya parecía que se iba a morí. Y entró su hija mayó y le dijo: —Padre, si en mí stuviera saldría uté pronto e pena. Y er padre no decía na. Y entonce entró la segunda y le dijo lo mismo: —Padre, si en mí stuviera saldría uté pronto de pena. Y aluego entró la menó y le dijo lo mismo: —Padre, si en mí stuviera saldría uté pronto de pena. Y er padre le dijo entonce: —Sí, hija mía, en ti está. Mira lo que te vi a decí. Una ve cuando yo venía en er borrico a casa me acogió una tormenta mu grande y llegué a un sitio ande ya no pude pasá ni pa alante ni pa atrá, y ai staba mu triste y mu aflejido cuando se me apareció un hombre que me dijo que me sacaba de allí si le prometía llevale mi hija menó al año a la cueva der dragón. Y sin ve lo que jacía le dije que sí. Y ya se ha llegao er tiempo y po eso me tiene aquí con esta calentura.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
—Pue no se aflija uté, padre, que yo iré —le dice la hija—. Güeno, pue se prepara too y se marchan er padre y su hija en er borrico pa la cueva der dragón. Y cuando llegan sale er dragón, que era er mismo que se le había aparecido ar padre en forma de hombre, y le dice: —¡Hola! ¡Bienvenido! Ya creía yo que no iba a vení uté y ya me staba preparando pa í yo mismo por su hija. Güeno, pue ahora despídase usté de su hija, que ar momento que uté se vaya la vi a devorá. Y se marcha er probe padre mu aflegido, y entonce le dice er dragón a la niña: —Bájate der burro que ya te vi a devorá. Y se apea la niña der burro y le dice ar borrico: —Borrico mío, borrico mío, no dejes ar dragón que me devore. Dale una patá y sepúrtalo. Y agarra er borrico y le da ar dragón una pata que lo tira a tierra medio muerto. Y entonce se sube ella otra ve en su borrico y se marcha. Y ya llega a otro pueblo y pide posá po la noche. Y le pregunta a la mujé si sabe ande hace farta una criá de serví. Y la mujé le dice que tar ve en er palacio der rey que vive cerca haga farta una criá. Y al otro día se marcha la niña ar palacio. Y llega y pregunta si hace farta una criá de serví. Y sale la reina y cuando la ve tan guapa le gusta y le dice que suba. Y se queda la niña de criá. Pero como era tan guapa y tan güena el hijo der rey se enamoró de ella y le dijo a su mare, la reina, que se quería casá con ella. Y se casaron. Y ar poco tiempo tuvo er rey que marchase a la guerra y dejó a su mujé embarazá. Y cuando é staba tavía en la guerra dio ella a lu do niño, un niño y una niña, tan bonito que parecían dos estrella der cielo. Y der gusto que tuvon dijo la reina que le escribiría a su hijo pa que gorviera pronto e la guerra. Y se puso en la carta que gorviera porque su mujé había dao a lu do niño mu guapito, mu guapito, que parecían dos estrella. Er cartero que llevaba la carta jué y pasó por la cueva y er dragón le cambió la carta en la noche y le puso una que decía que la mujé der rey había dao a lu do bicho, un bicho y una bicha. Güeno, pue er rey cuando recibió aquella carta se sorprendió muncho, pero dijo: —Too sea por dio. ¿Qué le vamo a jacé? Si mi mujé ha dao a lu do bicho no hay má remedio que crialo. Y escribió una carta onde decía que si su mujé había dao a lu do bicho que lo criara ella hasta que é gorviera a vé que iban a jacé con ello. Pero otra ve er cartero pasó por la cueva der dragón y éste le gorvió a cambiá la carta y le puso onde decía er rey que si su mujé había dao a luz do bicho que la reina madre le echara juera con ellos y que no la admitieran má en er
palacio. Y la probe madre en cuanto recibió la carta se puso a llorá y decía: —¡Ay, dio mío! Pero ¿cómo vi a echá a mi hija y eso do niño juera der palacio? Y por muncho día no le decía na a la mujé. Pero un día cuando staba llorando, la madre de lo niño le preguntó: —Pero, ¿por qué llora uté? ¿Que le ha pasao argo a mi marío que no me quiere decí? Dígamelo uté. Y entonce ya la reina le dijo: —Pue mira, hija que te diré la verdá. Ha escrito tu marío esta carta diciéndome que te eche juera der palacio con tu do niño. Y de la pena que me daba no te lo quería decí. Y entonce le enseñó la carta. Y la probe madre empezó a llorá. Pero aluego dice: —Pue no hay má remedio que me vaya yo con ello. Y coge a su do niño y se marcha. Y ¿qué hace? Pue se va derecho a la cueva der dragón. Y er dragón cuando la ve le dice: —¡Hola, ya ha venío otra ve! Pue ante te iba a comé a ti sola. Ahora me vi a comé ante a tu do niño. Y va a cogé a uno de lo niño cuando dice la madre: —¡Ay, borriquito mío, ay, borriquito mío! No dejes que er dragón devore a mi niño. Dale una patá y sepúrtalo que ya no güerva a salí. Y agarra er borrico y le da una patá ar dragón que lo sepurta y ya no güerve a salí. Y ya que er borrico había matao ar dragón coge ella y mata ar borrico y le saca er corazón, y der corazón le saca una varita e virtú. Y entonce coge la varita e virtú y le pide que le haga un palacio allí mismo con criaos y too lo que les haga farta a ella y a su do niño. Y la varita e virtú le hizo er palacio y ai se quedó viviendo con su niño. Ahora vamo a dejá a la reina con su do niño y vamo a ve lo que le pasó ar rey. Llegó de la guerra y como no salió naire a recibilo entró solo. Y subió a vé a su madre y la halló vestida de luto y llorando a lágrima viva. Y ar momento que é entró en su cuarto le dice ella: —¡Ay, hijo mío, no sé cómo ha tenido corazón pa jacé una aición tan mala! Y é, sorprendido, le dice: —¿Qué es esto, madre? ¿Qué he jecho yo? ¿Ande stá mi mujé y mi do niño? Y ella entonce le enseña la carta y le dice: —Pue se ha marchao con ello porque decías en la carta que la echara juera der palacio. Y entonce é, viendo el engaño, pregunta quién es er que llevó la carta. Y cuando llega er cartero y le pregunta cómo ha sido eso dice é que no lo sabe, pero que había pasao po la cueva der dragón. Y entonce er rey dice:
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
—Pue me marcho a la cueva der dragón a matalo. Y se marcha en seguía a la cueva der dragón. Y era una noche de tormenta y trueno y apena se vía er camino. Pero llegó er rey ande staba ante la cueva der dragón. Pero como ya no había cueva ni na anduvo dando vuerta y má vuerta ar palacio. Y ar fin ya llegó a la puerta der palacio y vio una lu. Y llamó en la puerta y salió la mujé y le dijo que qué buscaba. Y ya le dijo é que andaba perdío por eso lugare y como era una noche tan mala había llegao a buscá posá po la noche. Y ella, como no le conoció, le dijo: —Pue señó, aquí no se pué recogé a naide. Y sarta er niño mayó y dice: —Mamaíta, ábrale uté a ese pobrecito, que Dió sabe ande andará ahora nuestro padre. Güeno, pue con ésa ya la madre le dijo ar rey que entrara. Y le puson una habitación con su cama y too pa esa noche. Y jué er rey a su habitación a acostase. Y la madre y su do niño se sentaron junto a la estufa. Y le dijo entonce er mayó a su mamá: —Anda, mamaíta, cuéntano lo que er picarillo e papá quería jacé con nosotro. Y ella le dijo: —Anda, que ahora no tengo gana e contá naa. Y entonce le dijo er menó: —Sí, mamaíta, cuéntano eso. Y ya entonce la madre les dijo: —Pue ya lo sabéis bien, hijo mío. Es como ya os he contao; que quería vuestro papá que nos echaran der palacio pa que nos comiera er dragón. Y dijo entonce er mayó: —Y ¿ónde stará ahora er picarillo e papá? Y er rey, que staba oyendo too der cuarto onde staba, ya salió y les dijo: —Aquí stá vuestro papá, hijo mío. Y se abrazó a ello y a su mujé y les esplicó cómo había sido todo. Y entonce ella le esplicó a é cómo staba ella allí en ese palacio y cómo había matao ar dragón. Y al otro día se marcharon toos ar palacio der rey. Sevilla, SEVILLA.
130. El lagarto de las siete camisas Éstos eran un rey y una reina que no tenían hijos. Y la reina ya enfadada porque Dios no le daba un hijo fue un día y le rogó a Dios que la diera un hijo, aunque fuera un lagarto. Y Dios pa castigarla le dio de hijo un lagarto. Y al
nacer el lagarto buscaron una ama de cría y a los pocos días ya el lagarto le había comido los pechos. Y buscaron otra y también le comió el lagarto los pechos. Y ya fueron a buscar otra ama pa que criara al lagarto, pero como ya les había comido los pechos a dos ya no quería ninguna criarlo. Y fueron a ver a una niña que tenía dos hermanas, que se llamaba Mariquita, y le dijeron si quería criar al lagarto. Y dijo que sí y mandó que le hicieran dos pechos de hierro y que se los llenaran de leche por la espalda. Y así crió al lagarto hasta que ya fue grande. Y cuando el lagarto creció le dijo a la reina su madre que se quería casar. Y la madre fue a buscarle novia y fue a la casa de Mariquita. Y la hermana mayor dijo que ella se casaría con él. Y se casaron, y el lagarto le dijo a su novia que se acostara ella primero, que él vendría a acostarse a las doce, y que no se durmiera, sino que lo esperara despierta para que lo sacara del encanto. Pero la novia se acostó y se durmió y cuando vino el lagarto a acostarse la halló dormida. Y al momento la tocó y la mató. Y poco tiempo después le dijo a su madre que se quería casar de nuevo. Y la madre le dijo a la hermana segunda que si se quería casar con el lagarto, y ésta dijo que sí y se casaron. Y otra vez le dijo el lagarto a su novia que se acostara ella primero y que no se durmiera, sino que le esperara despierta cuando volviera a las doce. Pero al momento que se acostó se durmió y cuando volvió el lagarto pa acostarse la halló dormida y el lagarto la mató. Y ya pasao algún tiempo le dijo el lagarto a su madre que quería casarse otra vez. Pero como ya sabían lo que les había pasao a las dos hermanas ya ninguna moza quería casarse con el lagarto. Y entonces le dijo el lagarto a la reina que se quería casar con Mariquita, la que le había criao. Y la madre fue y se lo dijo a Mariquita, y dijo ella que no, que no se casaba con el lagarto. Pero la madre le rogó que se casara con él pa que lo desencantara y le dijo que ella le daría guindillas pa que se echara en los ojos y así se estuviera despierta pa que el lagarto no la matara. Con que ya dijo Mariquita que sí, que se casaría con el lagarto, y se casaron. Y ya cuando llegó la noche el lagarto le dijo a su novia que fuera ella a acostarse primero, que él vendría a las doce y que no se durmiera, sino que le esperara despierta. Y fue ella y se acostó, pero llevó las guindillas que le había dao, su suegra y con ellas se frotaba los ojos pa no dormirse. Y ya llegó el lagarto y la halló despierta, y le dijo: —Tú eres la que me vas a desencantar. Y se quitó siete camisas de lagarto y quedó un hermoso príncipe y se acostó con su mujer. Y dejó las siete camisas de lagarto en una silla y le dijo a su mujer que nunca tocara las camisas, porque si las tocaba no se desencantaba.
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Y otro día se levantó el príncipe y se vistió otra vez con sus siete camisas de lagarto. Y por la mañana, la suegra, cuando vio que Mariquita había dormido con él y no la había matao y le preguntó cómo era el lagarto de noche. Y Mariquita le contó todo como había pasao. Y la suegra entonces le dijo que ella quería ver a su hijo sin las camisas de lagarto, como hombre, y le dijo que dejara esa noche la puerta de la habitación abierta pa verlo. Y ya llegó la noche y pasó lo mismo que la noche anterior. Llegó el lagarto a media noche y halló a Mariquita despierta y se quitó sus siete camisas de lagarto y quedó un hermoso príncipe y se acostó con su mujer Y la novia dejó la puerta entreabierta pa que la suegra pudiera ver a su hijo como hombre. Y llegó la suegra cuando el príncipe estaba dormido y le vio. Y cuando vio las siete camisas de lagarto sobre la silla las cogió y las quemó. Y otro día se levantó el príncipe y cuando vio que no estaban sus siete camisas de lagarto le dijo a su mujer que ahora estaba más metido en el encanto y que tenía que irse pal Castillo de Irás y no Volverás, y que para llegar a encontrarle tenía que marchar por mucho tiempo y gastar ella siete pares de zapatos de hierro y otros tantos su niño. Y a pocos meses de marcharse él dio ella a luz. Y cuando ya el chico estaba grande se compró ella siete pares de zapatos de hierro pa ella y otros siete pares pa su chico y se marcharon a buscar el Castillo de Irás y no Volverás. Y vengan a andar y vengan a andar y cuando se les gastaba un par de zapatos se ponían otro. Hasta que ya no les quedaba más que un par a cada uno y ya vieron que iban llegando a un castillo. Y al acercarse al castillo se encontraron con una viejecita, que era la Virgen, la cual le regaló a Mariquita tres nueces y le dijo que las partiera cuando se viera en necesidad de algo. Y ya llegaron a castillo y llamó Mariquita a la puerta. Y salió la madre de las águilas y la preguntó qué buscaba. Y Mariquita le dijo que buscaba el Castillo de Irás y no Volverás. Y la madre de las águilas le dijo: —Este castillo es la casa de las águilas. Espera que venga el águila real, que ella ha de saber dónde está el Castillo de Irás y no Volverás. Y esperaron por largo tiempo hasta que al fin llegó. Y cuando la madre le dijo que la señora y el niño buscaban el Castillo de Irás y no Volverás, el águila real dijo: —¡Ay, que de allí vengo! Hoy mismo se ha casao el príncipe encantao de ese castillo. He estao en la fiesta y de un güero que me han tirao me han cojeao. Pero subiz en mis alas, que yo os llevaré. Y se subieron Mariquita y su niño en las alas del águila real, y volando, volando las llevó hasta la puerta del Castillo de Irás y no Volverás.
Y ya fue Mariquita y se puso a la puerta del castillo y partió una nuez, y de ella salió una rueca que no había otra más preciosa como ella. Y salió una criada de la novia y la vio y fue y le dijo a su ama: —¡Ay, señora, que si viera usté la rueca que tiene allí una pobre! No he visto cosa más preciosa. Y fue la novia a ver la rueca, y al verla dijo: —¡Ay, pero qué cosa más preciosa! Señora, ¿cuánto quiere usté por ella? Y Mariquita la contestó: —No quiero nada, señora. Se la doy a usté si me deja dormir esta noche con el novio. —¡Ay, pero y qué cosas dice usté, señora! ¿Cómo voy a dejarla dormir con mi marido? Y la criada le dijo: —Ande, déjela, que le daremos al príncipe unas dormideras y así no pasa nada. Conque ya consintió la novia y llevaron al novio a la cama y le dieron unas dormideras en la comida. Y fue Mariquita con su niño y se acostó con el príncipe. Y él al acostarse pronto se durmió. Y ella, al momento que se acostó, le dijo: —Mira que aquí está tu mujer Mariquita, que tanto quieres y que tanto te quiere y tu hijo también. Y se lo dijo varias veces, pero él nada, como estaba dormido nada sentía. Y otro día se levantaron Mariquita y su hijo y nada consiguieron. Y otro día fue Mariquita y se sentó a la puerta del castillo y partió la segunda nuez y de ella salió un huso el más precioso que había. Y salió la criada de la novia y lo vio y entró y le dijo a su ama: —¡Ay, señora, que si viera usté el huso que tiene ahora esa pobre! No he visto cosa más preciosa. Y ya salió la novia a ver el huso, y al verlo dijo: —¡Ay, pero qué cosa más preciosa! Señora, ¿cuánto quiere usté por él? Y Mariquita le dijo: —No quiero dinero por él, señora. Se lo doy a usté si me deja dormir esta noche con el novio otra vez. Y la novia le dijo: —Pero, señora, eso no puede ser. ¿Cómo quiere usté dormir todas las noches con mi marido? Y la criada le dijo: —Ande, déjela, que ya sabe que no pasa nada. Le damos otra vez las dormideras al príncipe y verá cómo se queda usté con el huso y no le pasa nada a su marido. Y ya consintió la novia y se acostaron otra vez el príncipe y Mariquita. Pero, como ya le habían dao las dormideras, él se durmió en seguida. Y otra vez le dijo Mariquita:
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
—Mira, que aquí está tu mujer Mariquita, que tanto quieres y que tanto te quiere y tu hijo también. Y varias veces se lo dijo, pero él nada, estaba dormido y venga a roncar nada sentía. Y otro día se levantaron Mariquita y su hijo sin conseguir nada. Y luego fue Mariquita y se sentó a la puerta del castillo y partió la tercera nuez y de ella salió un ovillo de oro lo más precioso que verse puede. Y salió la criada y lo vio y entró y le dijo a la señora, su ama: —¡Ay, señora, que si usté viera el ovillo de oro que ahora tiene aquella pobre! No he visto cosa más preciosa en mi vida. Y salió la novia a verlo y dijo: —¡Ay, pero qué cosa más preciosa tiene usté, señora! ¿Cuánto quiere por él? Y Mariquita le dijo: —Señora, no quiero dinero por él. Sólo pido que me deje dormir esta noche con el novio y se queda usté con él. Y la novia dijo: —No pida usté una cosa imposible, señora. Dos noches ha dormido usté con mi marido, y yo que soy su mujer no he dormido ninguna. Y la criada fue y le dijo a la novia: —Mire usté que nada ha perdido y si la deja usté dormir con el príncipe otra noche no pierde nada y se queda con ese ovillo de oro. Déjela, que ya sabe usté que con las dormideras el príncipe duerme toda la noche y no pasa nada. Y dijo la novia que estaba güeno, que se fuera a dormir con el novio. Pero la noche anterior un criao del príncipe había oído lo que Mariquita le decía cuando el príncipe estaba dormido y fue y se lo contó. Y cuando fueron a comer y le dieron las dormideras la tercera noche ya no se las comió. Se hizo que se las comía, pero las echaba a un lao. Y ya fueron y le acostaron con Mariquita creyendo que en seguida se iba a dormir. Y luego que cerraron la puerta le dijo Mariquita: —Mira, que aquí está tu mujer Mariquita, que tanto quieres y que tanto te quiere y tu hijo también. Y él, como estaba despierto, se abrazó a ella y le dijo que ya estaba desencantao y que otro día se iría con ella. Y otro día se levantaron los tres juntos y mandó el príncipe llamar a todos los del castillo y les dijo: —Si ustedes tuvieran una llave y se les perdiera y no la podían hallar y ¿con cuál se quedaban ustedes, con la primera o con la segunda? Y todos contestaron: —Con la primera.
Y entonces dijo él: —Eso me ha pasao a mí. Yo estaba casao con esta señora, que es mi mujer. Pero como se me había perdido y ya no sabía dónde estaba ya me disponía a casarme con otra. Pero ahora ha venido la primera y con ella me voy, que aquí ha venío a buscarme con éste mi hijo. Y al padre de la novia le dijo: —Aquí tiene usté a su hija, que no se la he tocao. Y se fue con Mariquita, su mujer, y su hijo pal palacio de sus padres. Cuenca, CUENCA.
131. La fiera del rosal Éste era un rey que tenía tres hijas. Y una vez tuvo que hacer un viaje muy largo a una ciudá y les preguntó a sus hijas qué querían que les trajiera. Y la mayor le dijo que le trajiera un vestido, y la segunda un mantón. Y la menor le dijo: —Papá, yo quiero que me traiga usté una rosa. Y se marchó el rey y llegó a la capital. Y ya al volver compró el vestido y el mantón pa las dos hijas mayores. Pero se volvió loco buscando una rosa pa la menor y no la pudo encontrar. Y se vino sin ella. Y en el camino onde venía pa su casa llegó a un jardín onde había muchos rosales con muchas flores, y dijo: —¡Vaya, pues ya he encontrao la rosa pa mi hija! Y se apeó del caballo pa ir a coger una rosa. Y había muchas y cogió una muy bonita. Y al cortarla salió una fiera y le dijo: —Señor, ¿quién le ha dao a usté permiso pa cortar esa rosa? Y el rey le dijo: —Ya verá usté. Yo soy rey y tengo tres hijas. He hecho un viaje y les he preguntao a mis hijas qué querían que les trajiese. Y las dos mayores me pidieron un vestido y un mantón y los he comprao en la capital. Y mi hija menor me ha rogao que le lleve una rosa y no la he podido encontrar en la capital y por eso he entrado en este jardín a cogerla. Y la fiera le dijo: —Está muy bien. Llévese usté la rosa, pero mañana tiene que estar usté aquí con esa hija menor. Si no le cuesta a usté la vida. Y ya se marchó el rey pa su casa. Y cuando llegó les entregó a sus hijas sus regalos y se metió a sus habitaciones mucho triste. Y ya entró la hija menor a sus habitaciones y le preguntó por qué estaba tan triste. Y ya le dijo su padre:
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Y ella se abrazó a él y ya se arreglaron pa casarse. Y ella acestó todo lo que él le propuso y se casaron. Y fueron mucho felices y comieron muchas perdices. Y a mí no me dieron porque no quisieron. Y me regalaron una muñequita de sebo, pero como era verano se me derritió. Almenar, SORIA. —¡Ay, hija mía, si tú supieras mi pena! Y la hija le dijo que le contara su pena. Y le dijo: —Pues, mira, hija mía, que la rosa no la he podido encontrar en la capital. Y al volver la he encontrao en un jardín. Pero cuando la corté salió una fiera y me dijo que mañana tengo que llevarte allí. Y la hija le dijo: —No le dé pena por eso, padre, que yo iré con usté. Y al día siguiente coge el padre dos caballos y se van ande la fiera. Y llegan al jardín ande el padre había cortao la rosa y no hallan a nadie. Y ya vieron que había allí un palacio y entraron. Y al tampoco había nadie. Y encontraron una mesa con manjares de los más deliciosos y se asentaron a comer. Y terminaron la comida y salieron a dar un paseo por el jardín y no encontraron a nadie. Y ya por la tarde volvieron al palacio y entraron en el comedor y estaba la mesa puesta otra vez con los mejores y más deliciosos manjares. Y llegó la noche y vieron unos cuartos con camas pa dormir. Y entraron y durmieron sin ver a nadie. Y al día siguiente se alevantaron y ya estaba el desayuno preparao y comieron. Y después del desayuno el padre le dijo a su hija: —Pues, hija, ya yo me tengo que marchar. Aquí te dejo. Y se fue. Ella se quedó llorando y con gran sentimiento porque no sabía lo que le iba a pasar. Y cuando se fue el padre se fue ella a dar un paseo por el jardín. Y allá venga a dar vueltas y venga a dar vueltas hasta que salió la fiera y le dijo: —No te asustes, que quiero que te cases conmigo. Dame tu palabra de que te casarás conmigo. Y la joven no quería darle palabra, pero al fin acedió. Y ya se la llevó la fiera a la mesa a comer. Y le servían de todo, pero la chica no vía a nadie. Y así almorzó y cenó. Y después de la cena se abrió la puerta de su alcoba y entró y se acostó a dormir. Y al otro día se alevantó la joven y se encontró a un hermoso príncipe la esperaba en el comedor. Y ella se sorprendió mucho y le preguntó quién era. Y él le dijo: —Yo soy tu fiera con quien has prometido casarte. Estaba encantao hasta que encontrara con quien casarme.
132. El príncipe rana Éste era un rey que tenía tres hijas muy guapas. Y a la menor, que era la más guapa, le dio el rey una bola de oro. Y todos los días jugaba con la bola de oro la niña, hasta que un día cuando estaba jugando con ella se le cayó en un pozo muy profundo. Y saltó de adentro del pozo una rana y le dijo a la niña. —¿Cuánto me das y te saco la bola del pozo? Y la niña le dijo: —Lo que tú quieras. Y entonces la rana le dijo: —Güeno, pues te saco la bola si me dejas comer a tu mesa y dormir en tu cama. Y la niña le dijo: —Güeno, güeno; pues dame mi bola. Y la rana sacó la bola del pozo y se la entregó a la niña. Y la niña, sin decir nada, cogió la bola y salió corriendo pa su casa. Y por la noche, cuando estaban cenando en el palacio, llegó la rana picó a la puerta. Y salió la hija menor y le dijo a la rana: —¿Qué quieres? Y la rana la contestó: —Hija menor del rey, vengo a lo que me prometistes. Y la niña le cerró la puerta. Pero la rana picaba a la puerta y decía: —Hija menor del rey, vengo a lo que me prometistes. Y ya salió el rey y le preguntó a la rana qué era lo que decía. Y entonces la rana le dijo al rey que la hija menor de su majestá le había prometido que si le sacaba la bola de oro del pozo ande se le había caído la dejaría comer a su mesa y dormir en su cama. Y el rey le preguntó a su hija si era verdá lo que decía la rana. Y como la niña no lo pudo negar le dijo al rey que sí, que era verdá, pero que no quería cumplir su promesa. Y el rey entonces le dijo a su hija que tenía que cumplir con su promesa, que qué mal le había de hacer una pobre rana. Y entró la rana a comer con la hija menor. Y se sentaron a la mesa. Y la rana comía de todo y muy contenta. Pero la princesa no comía, y decía:
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
—¡Ay, rana asquerosa! ¡Quítate! ¡Ay, rana asquerosa! ¡Quítate! Y el rey le decía a su hija: —Hija, no seas tonta. Come, que así lo has prometido. ¿Qué mal le ha de hacer esa pobre rana? Y las dos hermanas mayores andaban por los rincones riéndose de la menor. Y le decían: —¡Ay, qué asco! ¡Comer con una rana a la mesa! ¡Ay, qué asco! Y después de la comida fue la princesa a acostarse y la rana se fue tras ella. Y se acostó la princesa en la cama y la rana iba a acostarse con ella. Pero la princesa no la dejaba acostarse y la rana salta por aquí y salta por allá pa meterse en la cama. Y el rey llegó y le dijo a su hija:
—Hija, deja a la rana que se acueste contigo en la cama según lo has prometido. Pero la hija no quería. Y la rana salta por aquí y salta por allá queriéndose meter en la cama. Y cuando ya se iba a meter en la cama la rana, la princesa le dio una patada y a ese momento la desencantó, y la rana se volvió un hermoso príncipe. Y le dijo el príncipe a la niña: —Gracias que me has dao esa patada, que eso era lo necesario pa desencantarme. Y se casó el príncipe con la princesa y fueron muy felices y comieron perdices, y a mí no me dieron porque no quisieron.
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Porqueros, LEÓN.
D. Juan el oso
133. Juanito el Oso Una muchacha de un pueblo fue un día al monte y la cogió un oso y se la llevó a una cueva. Y esa cueva se llamaba la Piedra Cervera. Y allí estuvo viviendo con el oso y tuvo de él un hijo. Y el oso le traía de comer a la cueva y al salir siempre decía: «Piedra Cervera, ábrete», y se abría la puerta de la cueva, y luego decía: «Piedra Cervera, ciérrate», y la puerta de la cueva se cerraba. Y así decía también para entrar cuando volvía. Y después de mucho tiempo la mujer ya aprendió el secreto, y dijo: —Cuando el oso se vaya me voy a escapar con mi hijo. Y un día se estuvo el oso mucho tiempo afuera, y la mujer dijo: —Piedra Cervera, ábrete. Y se abrió la puerta de la cueva y se escapó con su hijo de dos años. Y al salir dijo: —Piedra Cervera, ciérrate —y la puerta de la cueva se cerró—. Y cuando ya iba la mujer muy lejos llegó el oso y entró en la cueva. Y cuando vio que no había nadie se puso a rastrear hasta que ya vio por dónde se habían ido. Y se fue en seguida en busca de ellos. Y a poco ya los devisó a lo lejos. Y la mujer lo vio venir y llegó a la casa de su padre muy apurada y le dijo: —Padre, prepárese usté con una escopeta, que allá viene el oso tras de nosotros. Aquí le traigo un niño, que es hijo del oso, y se llama Juanito el Oso, que al año lo tuve con él. No acababa de decir eso la mujer cuando llegó el oso, y el padre le tiró dos tiros y lo mató. Y entonces la hija le explicó a su padre cómo se la había robao el oso y cómo se la había llevao a la cueva y cómo había nacido su hijo.
Y a los cuatro años mandaron a Juanito el Oso a la escuela, pero siempre andaba riñendo con los muchachos de la escuela. Y llamaron a la madre a ver qué hacía con él, y dijo Juanito el Oso que ya no quería ir a la escuela. Y mandó que le hicieran una bola de siete arrobas para irse por el mundo a hacer solo la vida. Y le hicieron la bola de siete arrobas, Y fue y la levantó como si nada pesara y salió de su casa. Y en el camino se encontró con un hombre que estaba arrancando unos pinos en una sierra, y le dijo: —¿Quién eres tú? Y el hombre dijo: —Yo soy Arrancapinos y Hacesogas. Y tú, ¿quién eres? —Yo soy Juanito el Oso, que con esta mola de siete arrobas hago pozos donde me da la gana y mato a todos los que se presentan. Y entonces Juanito el Oso le dijo a Arrancapinos si quería irse con él. Y Arrancapinos le dijo que sí, y se fueron juntos. Y a poco que habían andao dijo Arrancapinos: —Juanito, yo tengo sé. Y Juanito el Oso dio tal golpe con su bola que hizo un pozo en la tierra y salió agua y bebieron. Y Arrancapinos se admiró y le dijo: —¡Pero, hombre! ¡Me cago en diez! Tú sí que eres más fuerte que yo. Y yo que creía que no había hombre en el mundo más fuerte que yo. Y de allí se fueron camino alante, hasta que al subir un monte se encontraron con un hombre que estaba allanando cerros y montes con el culo. Y le dijo Juanito el Oso: —¿Quién eres tú? —Yo soy Allanacerros con el Culo, y allano cerros y montes con el culo. Y tú, ¿quién eres?
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
—Yo soy Juanito el Oso, y no hay en el mundo quien tenga más fuerzas que yo. ¿Te quieres venir con nosotros? Y el otro dijo que sí, y se fueron juntos los tres. Y a poco que caminaron llegaron a un cerro muy grande y le dijo Juanito el Oso a Allanacerros: —Oye, tú, Allanacerros, a ver si es verdá lo que dices. Mira, allana este cerro. Y fue Allanacerros y se sentó en el cerro y empezó a moverse y en unos momentos allanó todo el cerro con el culo. —Muy bien —dijo Juanito el Oso—. Ahora, tú, Arrancapinos y Hacesogas, arranca todos los pinos y haz una buena soga, que yo voy a hacer aquí un pozo con mi bola. Y dio Juanito un golpe fuerte con su bola de siete arrobas y se abrió un pozo muy profundo en el cerro. Y entonces dijo Juanito: —Vamos a escolumbrar lo que hay. Y vieron la profundidá y dijo Juanito que allí había algo y tenían que entrar. Pero ni Arrancapinos ni Allanacerros quisieron entrar. Dijeron que tenían miedo. Y prepararon la soga y entró Juanito el Oso. Y llevó una campanita pa sonar cuando quería que lo subieran. Y al llegar abajo se encontró Juanito el Oso una princesa que se abrazó a él y le dijo que estaba allí encarcelada y encantada, y que había en la cueva el diablo que la tenía encantada y un venao y una serpiente, y que pa salir bien de la cueva tenía que matarlos a los tres. Y le dijo que se preparara pa pelear con el diablo porque en seguida vendría. Y Juanito el Oso le dijo: —Y ¿tú eres la única encantada que hay aquí? Y ella le dijo que no, que eran tres hermanas, hijas de un rey, y que el diablo las tenía encantadas a las tres. Y cuando estaban hablando ya se oyó el ruido del diablo que venía. Y Juanito el Oso le dijo a la princesa que él no tenía más armas con qué pelear sino su bola de siete arrobas. Y la princesa le dijo: —Pues, mira, aquí hay armas. Pero de todas esas armas bonitas que ves ai de cristal no escojas ninguna. Las armas roñosas que están atrás de la puerta son las que te valen. Y se fue huyendo la princesa, y llegó el diablo y se puso a pelear con Juanito el Oso. Y a los primeros encuentros Juanito le cortó una oreja al diablo y se la metió en su bolsillo. Y el diablo entonces se dio por vencido y le dijo a Juanito: —Ya me has vencido. Y se fue huyendo. Y entonces Juanito fue con la primera princesa y le dijo que iba a sacarla de la cueva y después volvería por las otras
dos. Y sonó la campanilla y les subieron a él y a la princesa. Y les dijo entonces Juanito el Oso a sus compañeros: —Ahora tienen que bajar ustedes a desencantar a las otras dos. Pero ellos no quisieron. Y entró Juanito el Oso solo otra vez. Y al llegar abajo ya le esperaba el venao pa pelear con él. Y cogió su bola de siete arrobas y le dio en la cabeza y lo mató, y salió la segunda princesa y se abrazó a él y le dijo que todavía faltaba la hija menor del rey, que la tenía encarcelada la serpiente. Y fue Juanito con ella y sonó la campanilla y los subieron. Y entonces Juanito les dijo a sus compañeros: —Bueno, ahora ya yo he salvao a dos de los princesas, y a ustedes les toca entrar por la tercera. Pero ellos no quisieron entrar. Dijeron que tenían miedo. Y descolgaron a Juanito otra vez con la soga en la cueva. Y llegó abajo y salió la serpiente a pelear. Y Juanito cogió su bola de siete arrobas y le dio un fuerte golpe en la cabeza y la mató en seguida. Y salió la hija menor del rey, desencantada, y le dijo a Juanito que él sería su esposo porque la había salvao de la serpiente. Y le dio a Juanito una bolita de oro que tenía en señal de su palabra. Y entonces se fueron a la entrada de la cueva y sonó Juanito la campanilla pa que los subieran. Pero no bajaron la soga. Y volvió Juanito a sonar la campanilla, pero de nada servía. Sus dos compañeros se habían ido con las dos hermanas mayores y se habían llevao la soga. Y Juanito el Oso entonces se acordó de la oreja del diablo que traía en el bolsillo y la sacó y le dio una mordida. Y al instante se le apareció el diablo y le dijo: —¿Por qué muerdes mi oreja? Yo te sacaré de aquí. Y les sacó a él y a la princesa de la cueva. Y entonces Juanito se marchó derecho al palacio del rey y le entregó su hija. Y llegó antes que los otros. Y el rey le dijo que él sería el rey y se casaría con su hija menor. Pero le dijo: —Mira, la única condición que te pongo es que me hagas una bolita de oro igual a ésta . Y cuando dijo esto le enseñó una bolita de oro muy hermosa. Y Juanito le dijo: —La bolita yo se la haré y con su hija me casaré. Y hizo que la tenía que hacer, pero ya la tenía porque ya la princesa le había dao una igual. Y entonces Juanito le dijo al rey: —Ahora tengo que ir a ver a mi madre y aquí dejo a la princesa hasta que vuelva con la bolita de oro. Yo soy hijo de un oso y por eso me llaman Juanito el Oso. Y se despidió y se fue. Y salió Juanito el Oso otra vez por el mundo y llegó a un reino donde había una casa encantada que nadie quería ir
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a ver qué había en ella de miedo. Y le dijeron a Juanito que le pagaban mucho dinero si iba a dormir en ella y ver qué había. Y fue Juanito a la casa y hizo su comida y se puso a esperar los ruidos que decían que había. Y a media noche se oyeron unas voces del techo que decían: —¿Me tiro? ¿Me tiro? Y Juanito respondió: —Tírate si te has de tirar, que aquí te recogeré yo. Y empezaron a caer animales y fieras pequeñas y a todos los cogía Juanito y los clavaba en la paré sin chitar. Y así pasó toda la noche clavando fieras en las parés hasta que las clavó todas y ya no salían más. Y se fue entonces y cobró su dinero y se fue. Y ya no hubo más ruidos. Y con todo el dinero que le pagaron se fue Juanito el Oso pa casa de su madre y le contó todo lo que le había pasao y se lo entregó. Y le dijo que ya tenía que dejarla pa siempre porque se iba a casar con la hija menor del rey que había desencantao. Y se despidió de ella y se fue pal palacio del rey. Y cuando llegó le dijo el rey: —Juanito el Oso, ¿has hecho la bolita de oro que te dije? Y Juanito la sacó de su bolsillo y se la entregó. Y como era igual a la otra le dijo el rey: —Serás coronao rey y te casarás con mi hija. Y se casó Juanito el Oso con la hija del rey. Blacos, SORIA.
134. Juanito el Oso Juanito el Oso se crió en las montañas con su madre, que se la había robao el oso. Y un día Juanito mató al oso con una piedra, y se escaparon él y su madre. Y llegaron a un pueblo y Juanito pidió al herrero que le hicieran una porra de siete arrobas. Y todos le preguntaban que si pa qué quería una porra de siete arrobas. Y se la hicieron y cargó Juanito con ella y se fue. Y a poco de caminar se encontró con un hombre que estaba aplastando cuestas con el culo, y se llamaba Aplastacuestas. Y Juanito le preguntó: —¿Cuánto te pagan al día? Y el otro le respondió: —Me pagan siete reales. —Bueno, pues yo te pago ocho. Vente conmigo. Y se fue Aplastacuestas con él. Y a poco de caminar se encontraron con uno que estaba aplastando peñas con el culo, y se llamaba Aplastapeñas. Y Juanito le preguntó: —¿Cuánto te pagan al día?
Y el otro le dijo: —Me pagan ocho reales. —Bueno, pues yo te pago nueve. Y se marcharon los tres. Y cuando llegó la noche Juanito y Aplastacuestas se marcharon al monte a buscar qué comer y dejaron a Aplastapeñas haciendo la lumbre. Y cada vez que hacía lumbre venía un duende y se la apagaba. Y entonces Aplastapeñas le dijo: —Si me vuelves a apagar la lumbre te mato. Y el duende le respondió: —¿No sabes tú que ésta es mi casa? Y cogió una cachiporra y le dio a Aplastapeñas una buena zurra, le ensució las ollas donde calentaba agua y desapareció. Y cuando volvieron Juanito y Aplastacuestas les contó Aplastapeñas lo que le había pasao. Y entonces dijo Juanito: —Bueno, mañana que se quede Aplastacuestas. Y otro día se quedó mientras que Juanito y Aplastapeñas buscaban qué comer. Y luego que hizo la lumbre salió el duende y le dijo: —¿No te he dicho ayer que ésta es mi casa? Y sin decir más cogió la cachiporra y le dio una zurra a Aplastacuestas que por poco le mata. Y después de zurrarle le ensució las ollas donde calentaba el agua y desapareció. Y volvieron los otros y le hallaron caído en el suelo, y les contó lo que le había pasao. Y Juanito entonces se enfadó y les dijo que el día siguiente se quedaría él. Y se quedó y se fueron los otros dos a buscar qué comer. Y luego que Juanito hizo la lumbre salió el duende y le dijo: —¿No te he dicho ayer que ésta es mi casa? Y cogió la cachiporra y se le fue encima a Juanito para zurrarle, pero Juanito cogió su porra de siete arrobas, y de dos cachiporrazos que le dio, el duende se dio por vencido, y se cortó una oreja y se la dio a Juanito. Y cuando le dio la oreja le dijo: —Cada vez que te encuentres en un apuro sacas la oreja y la muerdes, y yo vendré a ayudarte.
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
Y cuando volvieron los dos compañeros Juanito les enseñó la oreja del duende y les dijo que eran unos cobardes porque se habían dejao del duende. Y se marcharon de allí y llegaron a una cueva donde estaba una princesa encantada por un gigante. Y metieron primero a Aplastacuestas con una cuerda, pero sin llegar abajo subió y dijo que no había nada. Y después metieron a Aplastapeñas y tampoco quiso llegar hasta abajo, porque dijo que había abajo muchos cuchillos y fieras. Y por último entró Juanito con su porra de siete arrobas. Y llegó hasta abajo. Y luego que llegó salió a encontrarle un toro bravo. Juanito le dio un golpe con su porra y el toro cayó muerto. Y caminó más Juanito y se encontró con una serpiente que se le vino encima furiosa. Y Juanito le dio también con su porra y la mató. Y subió a una cueva muy profunda y allí estaba durmiendo la princesa. Y despertó cuando llegó Juanito y le dijo: —Desgraciao, ¿pa qué has venido aquí? ¿No sabes que el gigante que me tiene encantada te matará? Y Juanito le dijo: —Si mato al gigante, ¿me prometes casarte conmigo? Y le prometió ella que sí y le dio una sortija pa que le conociera ella más tarde. Y estando en estas palabras salió de por allí el gigante, gritando: —¡A carne humana me huele! ¡A carne humana me huele! Y Juanito cogió su porra de siete arrobas y los dos se agarraron a luchar. Pero Juanito le dio un golpe tan fuerte con la porra que el gigante cayó lo largo que era. Y se fue entonces con su princesa pa la puerta de la cueva, y con la cuerda subió primero ella. Y luego que subió los dos compañeros se la llevaron pa casarse ellos con ella y dejaron a Juanito en la cueva sin la cuerda. Y Juanito anduvo por la cueva muchas horas, pero al fin se acordó de la oreja del duende, la sacó de su bolso y la mordió. Y en ese momento se le presentó el duende y le dijo que si qué quería. Y Juanito le dijo que quería que le sacara de la cueva y le llevara adonde su princesa. Y el duende le sacó de la cueva y le llevó cerca del palacio de la princesa. Y como Juanito sabía que la princesa le conocería por medio de la sortija no llegó al palacio. Y encontró afuera a Aplastacuestas y a Aplastapeñas, que pretendían a la princesa, y ellos no le conocieron porque el duende le había dao un traje nuevo y un caballo que no corría, sino que volaba. Y como no venía el que la princesa decía que era su novio anunció el rey que vinieran todos los pretendientes, y que el que la princesa escogiera se casaría con ella. Y vinieron príncipes y condes y infantes de todas las tierras. Y todos
venían vestidos con ricos trajes y en caballos enjizaos. Y Juanito le pidió al duende que le vistiera con los trajes de un príncipe y vino también al palacio el día de la fiesta rial. Y pasaban todos a saludar a la princesa y cuando pasó Juanito le conoció ella por la sortija y dijo al rey, su padre: —Éste escojo para esposo, que es el que me ha desencantao. Y colorín colorao, cuento acabao. Fontibre, CANTABRIA.
135. Juanillo el Oso Un hombre y una mujer tenían un rebaño de vacas. Y la mujer salía a cuidarlas y el marido le dijo que no se le perdiera ninguna, porque si se le perdía alguna que la mataba. Y un día se le perdió una, y dijo: —¡Ay, que si vuelvo a mi casa me mata mi marido! Mejor es no volver. Y ya se fue andando sola por el monte hasta que llegó a una cueva y allí la coge un oso. Y allí en la cueva estuvo viviendo con el oso y tuvo de él un niño. Y el niño iba creciendo muy fuerte hasta que ya un día, cuando ya tenía doce años, levantó la piedra de la puerta de la cueva y se salieron él y su madre. Y al poco de marcharse llega el oso y ve que ya se han ido y los sigue. Pero el muchacho, cuando lo vio venir, cogió una piedra y cuando llegó le tiró y le mató. Y andando, andando, ya llegaron a la casa del marido de la mujer. Y le dijo ella cómo había sido todo, y él le perdonó y ai se quedaron ella y el hijo, que se llamaba Juanillo el Oso. Y luego lo enviaron a la escuela, pero era tan bordecito que a todos los niños de la escuela los maltrataba. Y un día le riñó el maestro y Juanillo le tiró un tintero y le saltó un ojo. Y vino entonces la justicia y a todos los mató. Y entonces le pidió a su madre una porra de mil quintales y una borrica pa marcharse por el mundo a buscar fortuna. Y como era tan malo, la madre fue y mandó que le hicieran la porra y le buscaran la borrica pa que se fuera. Y le hicieron una porra y cuando se la trajeron la cogió y dijo: —Ésta no me conviene, que está demasiado pequeña. Y asín estuvo pidiendo porras y todas le parecían muy pequeñas. Al fin le hicieron una que tuvieron que llevársela entre cuatro mulas. Y Juanillo la cogió y se la echó a la burra, y la pobre borrica recayó y se murió. Y entonces Juanillo se echó la porra al hombro y se fue con la borrica colgando del ramal.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Y se marcha Juanillo entonces mundo alante. Y en el camino ande iba se encuentra un hombre que estaba sacando piedras con los dientes. Y llega Juanillo y le dice: —¿Qué haces allí? Y el hombre le contesta: —Aquí sacando estas piedras con los dientes. Y le dice Juanillo: —¿Cuánto ganas? Y el hombre le dijo: —Gano una peseta al día y el mantenido. —Güeno —le dijo Juanillo—, pues vente conmigo, que yo te doy dos. Y se fue el hombre con Juanillo el Oso. Y andando, andando, poco más alante se encuentran a uno que estaba rodando piedras de molino sin ojo. Y le dice Juanillo: —¿Qué haces allí? Y el otro le contesta: —Aquí rodando estas piedras sin ojo. —¿Cuánto ganas? —le dijo Juanillo—. Y contestó el otro: —Cinco reales al día y el mantenido. Y Juanillo le dijo entonces: —Vente conmigo, que yo te pago diez. Y se fue con ellos. Se fueron los tres y ya se encontraron a uno que estaba sacando pinos a puñetazos. Y le preguntó Juanillo: —¿Qué haces allí? Y dijo aquél: —Aquí sacando pinos a puñetazos. Y entonces Juanillo le dijo: —Cuánto ganas? Y le contestó el otro: —Siete reales al día y el mantenido. Y Juanillo le dijo entonces: —Vente conmigo, que yo te pago catorce. Y se fue con ellos. Y de allí se fueron todos y llegaron a una cueva y hicieron lumbre pa hacer la cena. Y Juanillo les dijo a sus compañeros que se quedara el que sacaba piedras con los dientes a hacer la cena y que los demás irían a cazar. Y se quedó aquél y se fueron los otros. Y a poco que se habían ido llega el demonio y le dice al que se quedó: —Me das lumbre o te tiro la comida. Y le dio miedo a aquél y dejó todo y el demonio tiró todo y se marchó. Y cuando llegaron Juanillo y los otros compañeros le preguntó si ya estaba preparada la cena y cuando aquél contó lo que le había pasao dijo Juanillo:
—Güeno, pues mañana se queda uno de ustedes a ver si puede hacer la cena. Y al otro día se fueron Juanillo y los otros dos y se quedó el que estaba rodando piedras de molino sin ojo. Pero a éste le pasó lo mismo que al otro. Llegó el demonio y le dijo: —Me das lumbre o te tiro la cena. Y como aquél también le tuvo miedo, el demonio tiró la lumbre y la cena y se marchó. Llegaron Juanillo y los otros dos y le preguntaron cómo le había ido con el demonio. Y ya les contó lo que le había pasao. Juanillo entonces le dijo al que sacaba pinos a puñetazos: —Estos dos son unos cobardes que le tienen miedo al demonio. Mañana te quedas tú. Y al otro día se quedó a preparar la cena mientras que Juanillo y los otros dos iban de caza. Güeno, pues llegó el demonio y le pasó lo que a los demás. Le tuvo miedo aquél y tiró toda la cena. Cuando volvieron Juanillo y los otros y vieron todo tirao dijo Juanillo: —Mañana me quedo yo. Con que al otro día se quedó él y los otros se fueron al monte a cazar. Y llega el demonio y le dice: —Me das lumbre o te tiro la cena. Y Juanillo le contestó: —No te la doy. El demonio dijo entonces: —Pues bajo por ella y te tiro la cena. Y Juanillo le dijo: —Baja, que aquí te espero. Y se puso a tocar la guitarra, cuando baja el demonio a coger la lumbre, y al agacharse, Juanillo cogió la porra y le mató. Y le abre y le cuelga hecho canal. Y llegan aquéllos y se ponen a comer y les dice Juanillo: —¡Andá, que sus tengo menudos postres preparaos! Y va y les enseña el demonio ande lo tenía colgao. Y entonces van y comen y cuando vuelven ya el demonio se ha desaparecido. Y suben arriba y se encuentran una hilera de sangre y la van siguiendo y llegan a un bujero oscuro. Y ven que es muy grande el bujero y hacen una soga de esparto muy larga, muy larga, y meten a uno de los compañeros. Y le dijeron que cuando quisiera que lo subieran que sonara una campanilla que llevaba pa sacarlo. Y se metió uno, pero cuando ya iba llegando, abajo le dio miedo y sonó la campanilla y le sacaron. Y cuando subió le preguntaron: —¿Qué has visto? Y contestó aquél: —Muchas piedras negras y todo muy feo.
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
Metieron entonces al segundo y también le dio miedo y sonó la campanilla y lo sacaron. —¿Qué has visto? —le preguntaron—. —Mucho frío. Aquello no se puede aguantar de frío que hace. Con que metieron entonces al tercero y también sonó la campanilla antes de llegar abajo. —¿Qué has visto? —le preguntaron—. Y contestó: —Mucho calor. Aquello es un infierno. Entonces entró Juanillo el Oso. Y pasó las piedras negras, y el frío y el calor. Y llegó al fondo de la cueva a un patio ande había tres puertas. Y llamó y una voz le dijo: —Márchate, que ya llega un toro que me guarda y te mata. Y entró Juanillo el Oso y mató al toro con su porra y encontró a una princesa. Y la princesa le dijo: —Aquí están mis dos hermanas, encantadas también. Pero no entres en esas dos puertas porque mueres. Y Juanillo en seguida abrió la segunda puerta y entró. Y le dijo una voz: —No entres, que ya llega el elefante que me guarda y te mata. Y entró Juanillo y salió el elefante y le mató a puñetazos. La princesa entonces salió y se fue con su hermana. Y Juanillo abrió la tercera puerta y oyó una voz que le dijo: —Márchate y no entres, que ya sale el dragón que me guarda y te mata. Y abrió Juanillo la puerta y entró. Y ya salió el dragón, que era el demonio, y le dijo: —Ahora no sales, que te voy a matar. Y comenzaron a pelear, y Juanillo le venció y le arrancó una oreja. Y el demonio le dijo: —Güeno, pues ya que me has vencido, con esa oreja puedes pedir lo que quieras.
Y se desapareció el demonio, y Juanillo se fue ande estaban las tres princesas que había desencantao. Y las llevó en seguida a la puerta de la cueva y sonó la campanilla y subieron aquéllos a la primera princesa. Entonces bajaron la cuerda y subieron a la segunda, y por último, a la más joven. Y entonces sonó Juanillo la campanilla pa que lo sacaran a él, pero aquéllos no le hicieron caso. Y venga a tirar y venga a tirar de la cuerda, pero no había quien le subiera, porque aquéllos se fueron con las princesas. Y como tenía hambre se metió la mano en el bolsillo y tocó la oreja y se la llevó a la boca sin darse cuenta. Y entonces se le presentaron muchos enanillos, y el jefe de ellos le dijo: —¿Qué me mandas? Y Juanillo le contestó: —Que me saques. Y al momento entre todos le sacaron de la cueva. Y cuando ya se vio arriba mordió otra vez la oreja y se le presentaron los enanillos y les pidió un caballo bien aparejao y un traje aparente (igual). Y pidió entonces ver a las princesas, y los enanillos lo llevaron y lo dejaron cerca del palacio ande estaban aquéllos ya pa casarse con las tres princesas. Y pidió ver a su princesa, que era la menor, pa casarse con ella, y el otro dijo que no y Juanillo entonces le mató de un puñetazo. Y se casó entonces con la princesa. Y entonces les pidió a los enanillos un traje andrajoso y lleno de miseria. Y cuando se vistió con este traje la princesa ya no le quería. Y entonces Juanillo les pidió a los enanillos un palacio mejor que el del rey. Y fue entonces más rico que el rey. Y ya la princesa lo quiso otra vez. Y fueron felices y comieron perdices. Y a mí dieron con los güesos en las narices y por eso soy chato. Y las tres princesas habían sido encantadas porque un día estaban en el jardín del palacio y el rey, su padre, les dijo que no tocaran un árbol de manzana. Y ellas lo tocaron y se abrió la tierra y se las tragó.
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Villaluenga, TOLEDO.
E. juan sin miedo
136. Juan sin Miedo Juan sin Miedo era un muchacho que no conocía el miedo. Y siempre andaba diciendo: —Pero y ¿qué es miedo? Yo quisiera saber lo que es miedo. Y al fin le enviaron sus padres con el sacristán a ver si le podían enseñar lo que era miedo. Y llegó a la casa del sacristán y le dijo el sacristán que cenara bien porque en la noche le iban a enviar a la iglesia a un trabajo. Y allá se fue solo el sacristán antes y le dejó cenando con la sacristana. Y cuando acabó de cenar le envió ella pa la iglesia. Y le dijo que entrara y esperaba hasta otro día. Y fue Juan a la iglesia y entró y se asentó en una silla. Y ai estuvo esperando y decía: —Pero, ¿pa qué quieran que me esté yo aquí esperando? Y a poco ya vio que salió de la sacristía uno vestido con una sábana y con cuatro velas a la cabeza. Y le dijo Juan: —Pues si a meterme miedo vienes, toma. Y arrímale una fuerte lluvia de puñetazos y patadas. Y aquél salió huyendo por la puerta pa su casa. Y Juan salió de la iglesia y dijo: —Conmigo que no se metan los aparecidos porque no conozco el miedo y a todos les arrimo de puñetazos y patadas. Y cuando llegó a la casa del sacristán le preguntó la sacristana: —¿Qué tal? ¿Qué vistes en la iglesia? —Pues nada; uno que se me presentó allí con una sábana y unas velas encendidas y que quería meterme miedo, pero yo le arrimé unos puñetazos y patadas y salió de la iglesia huyendo pal pueblo.
Y la sacristana que tenía al pobre sacristán enfermo en la cama dijo: —¡Dios mío, qué muchacho! A este nadien le enseña el miedo. Y luego ya le despachó el sacristán pa su casa. Pero él no quiso irse pa su casa y se fue solo por el camino alante. Y ya llegó ande había un rey y le dijeron que había llegao un muchacho que no conocía el miedo. Y llegó Juan y le dijo el rey que fuera a guardar una casa esa noche onde había unos horcaos. Y fue Juan sin Miedo y por todo el camino iba diciendo: —Pero, y ¿qué es miedo? Yo quisiera saber lo que es miedo. Y ya llegó ande estaba los horcaos. Y comenzó a apearlos y a volverlos a colgar, y así se estuvo toda la noche apeándolos y colgándolos. Y volvió al palacio del rey otro día y le dijo al rey: —Güeno, y ¿qué vistes? —Pues, nada; unos horcaos que estaban colgaos allí. Yo como no les tenía miedo pasé la noche apeándolos y volviéndolos a colgar, y dándoles de patadas a algunos pa divertirme. —Pero, ¡qué muchacho es éste! —dijo el rey—. ¿Qué vamos a hacer con él pa que conozca lo que es miedo? Y ya le dijo el rey que le iba a llevar a un castillo encantado pa que conociera lo que era miedo. Y le dijo que si no le daba miedo se casaría con su hija y heredaría el reino y sería rey. Y llevaron a Juan al castillo encantao y le dejaron solo. Y le dijieron que ai tenía que estarse solo toda la noche y que a la mañana siguiente podía pasar al palacio a ver al rey. Y se quedó solo Juan sin Miedo, y escomenzó a decir: —Pero, y ¿qué es miedo? Yo quisiera saber lo que es miedo.
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
Y a poco encendió la lumbre y escomenzó a comer. Y cuando comía escomenzaron a caer del techo fieras y dragones de muchas formas. Y todos caían en el suelo bramando y luchando unos con otros. Y Juan se alevantó y escomenzó a cogerlos y a clavarlos a las parés por las cuatro puntas. Y así estuvo toda la noche cogiendo fieras y dragones y clavándolos a las parés por las cuatro puntas. Y al día siguiente se fue pal palacio y le preguntó el rey: —Güeno, ¿qué vistes? Y Juan le dijo: —Pues nada; unas fieras y dragones que se dejaban caer del techo del castillo y caían en el suelo junto de mí bramando y luchando, y yo he pasao la noche cogiéndolos y clavándolos a las parés por las cuatro puntas. —Y ¿no te dio miedo? —le dijo el rey—. —Yo no sé lo que es miedo —le dijo Juan sin Miedo—. Y el rey, ya convencido de que no conocía el miedo, le dijo: —Güeno, pues puedes casarte con mi hija y serás rey. Y se casaron Juan sin Miedo y la hija del rey. Y ya después se murió el rey y Juan sin Miedo heredó la corona real y fue rey. Y su esposa la reina quería todavía saber si conocía el miedo. Y una noche cuando estaba durmiendo llamó al criao y le dijo que le cogieran unos pececitos vivos y se los trajeran. Y le trajeron los peces. Y fue ande estaba durmiendo el rey, su marido, y se los echó todos con el agua en la cama ande dormía. Y despertó Juan sin Miedo gritando: —¡Ay! ¡Ay! Pero, ¿qué es esto? ¡Dios mío! Ahora sí, ahora sí sé lo que es miedo. Ya conozco lo que es miedo. Soria, SORIA.
137. El que no conocía el miedo Éste era un muchacho que no conocía lo que era miedo. Y todos en su pueblo conocían el miedo, pero él a nada le tenía miedo. Y como a nada le tenía miedo se marchó de su pueblo a buscar lo que era miedo. Y una tarde andando por su camino llegó a una casa onde vivían unos viejecillos y pidió posada por aquella noche. Y le dijeron que entrara. Y pa la cena lo llamaron a la mesa y había en la mesa dos calaveras y en una comían y de la otra bebían agua. Y le invitaron a comer con ellos de las calaveras. Y comió con ellos. Y decía: —Pero, y eso, ¿qué es? Yo quisiera saber lo que es miedo. Yo no les tengo miedo a las calaveras. Y se acostó a dormir sin saber lo que era miedo.
Y otro día se marchó y se fue camino alante. Y ya llegó a un palacio abandonao y se metió en él pa pasar la noche. Y se puso a hacer la comida cuando de repente oyó un ruido de pasos y vio que bajaban por una escalera siete frailes cada uno con una calavera en la mano derecha y una vela en la izquierda. Y los frailes eran muertos que venían del otro mundo. Pero él ni miedo le dio y los invitó a cenar. Y decía: —Pero, eso, ¿qué es? ¿Eso es miedo? Yo quisiera saber lo que es miedo. Y ya se fue y se acostó a dormir en una cama que había. Y a media noche gritó una voz desde el techo: —¿Caigo o no caigo? Y él contestó: —Si has de caer, cae, que a mí lo mismo me da. Y cayó la cabeza de uno de los frailes. Y la cabeza le miraba con los ojos abiertos. Y ya dijo otra voz: —¿Caigo o no caigo? Y él sin el menor miedo contestó: —Si has de caer, cae, que a mí lo mismo me da. Y cayó la mano derecha del fraile con la calavera. Conque ya dijo otra voz: —¿Caigo o no caigo? —Si has de caer, cae, que a mí lo mismo me da —contestó él—. Y ya cayó la mano izquierda del fraile con la vela encendida. Conque otra voz dice: —¿Caigo o no caigo? Y él ya enfadao dice: —¡Que caiga lo que ha de caer, que a mí lo mismo me da! Y cayó entonces el cuerpo del fraile con las piernas y brazos. Y entonces se juntaron todas las partes del cuerpo y el fraile se puso de pie cerca de la cama del muchacho. Y entonces se oyó otra vez una voz que decía: —¿Caigo o no caigo? Y él más enfadado dijo: —¡Que caiga en seguida todo lo que ha caer! Y al momento empezaron a caer cabezas y brazos y manos con calaveras y velas y cuerpos. Y al caer todas las partes
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
corrían por todas partes buscando cada una su cuerpo. Y así anduvieron corriendo hasta que ya cada fraile estaba de pie alrededor de la cama. Y entonces el muchacho les dijo: —Pero y ¿qué es esto? ¿Es esto miedo? Yo no sé lo que es miedo. Y ya se desaparecieron los frailes. Y él se volvió a dormir y otro día se levantó muy tarde, hizo su almuerzo y se marchó. Y por el camino iba diciendo: —Qué es eso que llaman miedo? Yo quisiera saber lo que es miedo. Y ya llegó a un palacio onde había un rey que tenía una hija mu guapa. Y llegó el que no conocía el miedo y como todos decían que era un hombre que no conocía el miedo la hija del rey se namoró de él y se casaron. Y una tarde estaba él durmiendo la siesta en su cama cuando entró su mujer a enseñarle una olla con unos peces que le habían regalao. Y cuando se acercó a enseñárselos como los peces nadaban en el agua saltaron unas gotitas de agua y le cayeron en la cara, y como estaba medio dormido dio un salto del susto y gritó: —¡Ay, Dios mío, que me matan! ¡Ay, que me matan! ¡Ay, que ya sé lo que es miedo! ¡Ay, qué susto! ¡Ahora sí conozco el miedo! Cuenca, CUENCA.
138. Periquito sin Miedo Había una madre que tenía un hijo que se llamaba Periquito sin Miedo. Le llamaban Periquito sin Miedo porque de nada se espantaba. Era aficionado a la caza y la madre no sabía que arte se dar para echarle de casa. Y una vez escurrieron que se pusiera ella mala de las tripas y que fuera él a buscar a buscar aceite de la lámpara de la iglesia pa ver si así se libraban de él. Y pusieron montones de sacos de sacos de trigo alrededor de la lámpara pa ver si se espantaba. Bajó el muchacho y les dijo a los sacos: —Buenas noches. O se apartan o les parto, porque tengo mi madre mala de las tripas.
Y fue a la casa con el aceite. Y le enviaron otra vez a la iglesia y le pasó lo mismo. Y la madre fue y le habló al cura. Y el cura escurrió meterse en el confesionario, y se vistió de blanco y salió diciendo: —Yo soy un alma pecadora y ando por aquí penando. Y el muchacho fue y cogió una picona y le dio al cura con ella en la cabeza y le mató. Y fue entonces Periquito sin Miedo y le dijo a su madre lo que había hecho. Y ella le dijo que por Dios que se fuera de la casa. Y se fue. Y llegó a la casa de su tío y éste le dio una cuerda y un sombrero. Y se fue y llegó adonde vivía el rey y le dijeron que cerca del palacio del rey había un castillo donde nadie podía dormir. Y Periquito sin Miedo dijo que él dormía en el castillo. Y se fue pal castillo y en la noche estaba calentándose en la lumbre cuando salió del techo una mano y le dijo: —¿Caigo? Y Periquito le respondió: —Cae si quieres. Y cayó la mano al suelo. Y entonces salió del techo una pierna y le dijo: —¿Caigo? Y Periquito le dijo: —Cae si quieres. Y cayó la pierna delante de él. Y luego salió del techo la cabeza y le dijo: —¿Caigo? Y Periquito le dijo: —Cae sí quieres. Y cayó la cabeza también. Y así cayeron la otra pierna y el otro brazo y el cuerpo. Y cuando ya estaban en el suelo todas las partes del cuerpo se juntaron y se levantó un gigante que se puso en seguida a luchar con él. Pero Periquito le venció. Y entonces se pusieron a jugar a las cartas. Y como el gigante tenía las uñas muy largas Periquito se las cortó. Y le ganó el dinero al gigante y se fue a dormir en una habitación muy oscura. Y allí le tiraban de los cabellos y le daban palos. Y se levantó Periquito y se escapó por la ventana con la cuerda y se fue pa su casa.
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Tudanca, CANTABRIA
f. la princesa encantada
139. El Castillo de Irás y no Volverás Éste era un pescador que iba todos los días a pescar. Y un día cogió un pez y el pez le habló y le dijo: —Oye, mira que no me cojas ahora. Más tarde estaré más galante. Y fue y lo echó otra vez en el agua. Y más alante cogió otro pez y éste también le habló y le dijo: —No me cojas, que más tarde estaré más gordo. Y el pescador le echó en el agua y siguió pescando. Y estuvo mucho tiempo sin coger nada. Y ya casi aburrido y arrepentido de haber echao los otros dos al agua, echó el anzuelo otra vez y coge un pez muy grande, que le dijo: —Yo voy a ser tu felicidaz. Cuando llegues a tu casa me haces pedazos y le das dos cachos a tu mujer, dos cachos a tu perra, dos cachos a la yegua, y dos cachos los siembras en el muladar. Y se fue el pescador muy contento pa su casa, y llegó y le contó a su mujer todo lo que le había pasao. Y cortó el pez en ocho partes y le dio dos cachos a su mujer, dos cachos a la perra, dos cachos a la yegua y sembró dos cachos en el muladar, todo según le había dicho el pez al cogerlo. Y al año su mujer dio a luz dos mielgos, la perra parió dos perros, la yegua parió dos potros y en el muladar salieron dos espadas fuertes. Y cuando ya los mielgos eran mayores, el mayor de los dos dijo a su padre: —Padre, yo sé que somos pobres y quiero ir por el mundo a encontrar fortuna. Y entonces dijo el menor: —Pero, mira que es mejor que vaya yo, porque nuestros padres están ya viejos y más falta les haces tú.
Y entonces el padre les dijo que echaran suerte pa ver quién salía. Y echaron suerte y le tocó marcharse al mayor primero. Y entonces el mayor puso una botella de agua y le dijo a su hermano: —Si el agua está siempre cristalina quiere decir que voy bien, pero si el agua se pone turbia es que voy mal. Y fue entonces y cogió una de las lanzas del muladar, ensilló uno de los potros, que ya eran caballos,y se marchó por el mundo alante acompañado de uno de los perros. Cogió su viaje y ya llegó a un palacio onde los vecinos le dijeron: —Aquí en este palacio está una princesa encantada, y dicen que el rey dice que el que la desencante se casará con ella. Y dice el muchacho: —Pues yo voy a desencantarla. Y los vecinos le dijon que no entrara en el palacio encantao, porque allí todos los que entraban no salían. Pero él no hizo caso y se dirigió al palacio encantao. Y estaban las puertas abiertas y entró en el encanto hasta onde estaba la princesa, y al verle le dijo ella: —¿A qué vienes aquí, desgraciao? Y ya la dijo el joven que venía a desencantarla. Y entonces le dijo ella: —Pues, mira. A mí me guarda una serpiente de siete cabezas que puede ver a todas partes a un tiempo. Y en esto que estaban hablando sale la serpiente y grita ella: — ¡Ay, márchate, que nos devora a los dos! Y él entonces le echó la perra a la serpiente, y cuando la serpiente iba a devorar a la perra sacó él la espada y la mató en seguida. Conque en esto cogió y le sacó a la serpiente las siete lenguas y se las guardó en un zurrón y le dijo a la princesa:
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
—Ya estás desencantada. Vete pal palacio del rey, tu padre, que yo tengo que andar por el mundo. Pero espérame, que ya volveré a casarme contigo. Y por la villa decían que ya habían desencantao a la hija del rey y matao a la serpiente de siete cabezas que la tenía encantada. Y fueron unos tres y hallaron la serpiente muerta y le cortaron las cabezas y se presentaron en el palacio del rey diciendo que ellos habían matao a la serpiente. Y el rey dijo que la princesa se casaría con uno de ellos. Pero la princesa decía que no, que aquél no era el que la había desencantao y matao a la serpiente. Pero como el rey dijo que qué pruebas traía y aquél enseñó las siete cabezas de la serpiente, el rey la dijo a su hija que sólo el que había matao a la serpiente podía enseñar las siete cabezas. Y armaron bodas y muchos torneos y muchas fiestas pa casarla. Y el primer día de las fiestas entraron todos en el comedor, y la princesa muy triste porque no venía su novio. Y se sentaron a la mesa a comer, y el primer cacho que iba a comer el novio mentiroso, llega la perra del joven y se lo quita de la mano. Y entonces la princesa se alevantó y dijo: —Esta perra si no la siguen no me caso. Y esto dijo porque conoció que era la perra de su novio. Y siguieron a la perra y vieron que entraba en una casa, y fueron y encontraron al dueño de la perra y le dijon que decía el rey que quería hablar con él. Y contestó el muchacho: —Tanto hay de aquí al palacio del rey como del palacio del rey a mi casa. Y fueron y se lo dijon al rey. Y ya vino el rey a la casa del muchacho y le dijo que le hiciera el favor de bajar. Y bajó el joven y le dijo el rey que le invitaba a comer con ellos en las fiestas. Y el joven acetó y se fue al palacio a la comida. Y ya se sentaron todos a la mesa. Y la princesa le conoció en seguida, pero no dijo nada Él tampoco no decía nada. Y ya dijo el rey: —Le ha tocao a este casarse con mi hija. Y dijo el joven: —¿Y cómo prueba ustez que ha matao a la serpiente? Y enseñó el otro las siete cabezas de la serpiente. Y todos decían que sí, que ése era el que se iba a casar con la
princesa, porque entre tres la habían matao a la serpiente y a ése habían escogido. Y entonces el joven les dijo: —Esaminen ustedes las cabezas a ver si están bien. Y todos esaminaron las siete cabezas y dijon que sí, que todas las cabezas estaban bien. Y entonces el joven les abrió las bocas y les dijo: —¿Han visto ustedes cabezas sin lenguas? ¿Dónde están las lenguas? Y ya todos vieron que las cabezas no tenían lenguas y que los que habían cortao las cabezas de la serpiente no la habían matao. Y el joven entonces sacó de su zurrón las siete lenguas. Y echaron al otro a palos del palacio, y el rey dijo que se casaría en seguida el joven con la princesa. Y se casaron. Y poco tiempo de estar casaos salieron un día a paseo y vio el joven un palacio muy hermoso que estaba cerca del palacio del rey, y le dijo a su mujer: —¿Qué palacio es aquél? Y ella le contestó: —Aquél es el Castillo de Irás y no Volverás. Y dijo él: —Pues yo voy a verlo. Y le dijo a la princesa que otro día iba de caza con unos amigos, que le hiciera la merienda y volvería por la tarde. Y otro día se alevantó muy temprano y se fue con su merienda en su caballo y con su perra y su espada a buscar el Castillo de Irás y no Volverás. Y ya llegó al palacio y llamó en la puerta, y salió a abrir la puerta una vieja hechicera. Y preguntó el joven: —¿Se puede entrar? Y ella le contestó: —Sí, sí, pase ustez. Y entró el joven, y al entrar quedó encantao. Y la esposa estuvo esperando y esperando, pero no volvió. Y el hermano que quedaba en casa vio que el agua de la botella estaba turbia y le dijo a su padre: —El agua está turbia. Mi hermano está perdido y tendré que marcharme pa ver si le encuentro. Y el padre le dijo: —¡Ay, hijo mío, que no te marches! No tengo ya más hijo que tú, y si te marchas, ¿qué va a ser de mí? Y el hijo menor le dijo: —No se apure ustez, padre, que ya volveré. Pero no me puedo quedar en casa cuando sé que mi hermano está perdido y lo puedo ausiliar. Y cogió la otra yegua, la otra lanza y la otra perra y se marchó a buscar a su hermano. Y caminando, caminando, ya llegó al palacio de la reina, y al verle venir todos creyeron que era el marido de la princesa y
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
salieron a recibirle muy contentos. Y tanto se parecía al otro, que la princesa creyó que era su marido y salió y le dijo: —¿Qué tal? ¿Cómo te fue en el Castillo de Irás y no Volverás? Y él decía que bien, pero hablaba poco. Y cuándo la princesa se le echó a los brazos, él no la abrazó. Y decía ella: —¿Pero qué tendrá mi marido que no me quiere abrazar? Y en la noche se acostaron y puso él la espada entre medio, y ella le dijo: —¿Cómo pones esa espada entre los dos? Antes no has hecho eso. Y ya le dijo él que tenía, hecha una promesa y que hasta que no la cumpliera no dormiría con ella como antes. Y otro día le dijo ella: —¿Quieres que vayamos a paseo? Y dijo que sí, y salieron a dar un paseo por el jardín del palacio. Y ya él sospechaba que su hermano era el marido de aquella princesa. Y vio el castillo y le preguntó: —Oye, ¿sabes qué castillo es aquél? Y ella le contestó: —Es el Castillo de Irás y no Volverás. ¿No acabas de venir de allí? Y entonces dijo el joven: —Allí seguramente está mi hermano. Pero a ella no le decía nada. Y ya le dijo: —Mira, que yo quiero ir a ese castillo. Y le dijo ella: —¿No has ido ya? ¿Pa qué quieres ir otra vez? Y él la dijo: —Tengo de ir. Y se marchó en seguida pal castillo. Llegó como el otro y llamó en la puerta. Y salió la vieja hechicera y le dijo que entrara. Y la dijo él: —Si no me saca a mi hermano la mato con esta espada. Y como la vieja vio también la perra que allí estaba, le dijo que sus gustos serían cumplidos y le entregó a su hermano vivo. Y al momento que vio a su hermano, le dijo: —Oye, ¿sabes lo que he hecho? He dormido con tu esposa. Y el hermano mayor, sin escuchar más palabras, sacó su espada y se la clavó en el pecho. Y creyendo que le había matao, huyó y le dejó allí en tierra. Y llegó al palacio, y la princesa su mujer le dijo: —Poco has tardao ahora pa según has tardao antes. Me alegro mucho. Y como él ya al acostarse no puso la espada entre medio, le dijo ella: —¿Es que ya has cumplido la promesa que has hecho? Antes cuando volvistes del castillo la primera vez, has
puesto la espada entre los dos porque tenías una promesa que cumplir, y no te acercabas a mí. Y ya dijo el joven: —¡Villano de mí! Voyme a buscar a mi hermano. Y se marchó enseguida y llegó y halló al hermano que daba miles de alaridos y la vieja hechicera le estaba ausiliando. Y ya le dijo a la vieja que le curara, y sacó ella agua de una botella y lo curó. Y ya salieron ellos los dos del castillo y se marcharon pal palacio. Y eran iguales y llevaban todo igual, caballos, perras y lanzas, y cuando llegaron la princesa no sabía cuál era su marido. Y le preguntaban cuál era su marido y ella no podía decirlo. Y por fin el hermano mayor la abrazó y la dijo: —Yo soy tu marido. Y le contó todo y la dijo cómo lo había ido a salvar su hermano menor. Zamora, ZAMORA.
140. El Príncipe Español Éste era un príncipe que le dijo un día a su padre, el rey, que iba a marcharse a buscar fortuna. Y el padre le dice que sí y le dice que descoja de la cuadra el caballo más bonito y que más le guste. Y va el príncipe a la cuadra a descoger un caballo y ve uno muy flaco y dice: —¿Pero para qué tendrá mi padre este caballo tan flaco y tan viejo? Y entonces oye una voz que le dice: —Príncipe Español, cuando mañana te vayas no descojas a otro caballo sino a mí. Y al día siguiente descogió el caballo flaco, y éste es el que se marcha camino alante. Y andando, andando, ya llega a una pradera, y allí le dice el caballo: —Príncipe Español, apéate y quítame la silla y suéltame. Y así lo hizo el príncipe, y al momento se volvió el caballo un caballo hermoso y gordo que no había otro como él. Y entonces el príncipe le echó la montura y se fue camino alante. Y a poco de caminar se encontró una manzana de oro, y el caballo le dijo: —No la cojas, que te va mal. Pero él no hizo caso y la cogió. Y poco más alante se encontró una herradura de oro, y otra vez le dijo el caballo: —No la cojas, que te va mal.
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
Pero no hizo caso y la cogió. Y metió la manzana de oro y la herradura de oro en las alforjas y siguió su camino. Y más alante se encontró un retrato que era la Belleza del Mundo. Y el caballo le dijo: —No la cojas, que te va mal. Pero no hizo caso y lo cogió. Y caminando más alante se encontró una hormiga que se estaba ahogando en un charco de agua. Y el caballo le dijo que la sacara y la sacó y le dio una miga de pan. Y más alante se encontró un águila que staba enredada en unas zarzas, y el caballo le dijo que la librara y la libró. Y sigue caminando y se encuentra una ballena a la orilla del mar que no podía nadar. Y el caballo le dice que la rempuje y la eche al mar. Y así lo hizo. Y ya sigue andando, andando, hasta que al fin llega a un castillo, y allí salieron a recibirle varios caballeros y le dicen: —Ya hace mucho tiempo que te esperamos, Príncipe Español. Y allí en ese castillo se estuvo tres días. Y le dijeron que estudiara y le dieron pa ler un libro que contenía el árbol de las manzanas de oro, el caballo de la herradura de oro y que tenía sólo tres herraduras y le faltaba una, y decía allí también del retrato que era la Belleza del Mundo. Y sacó él los tres retratos del libro y fue y los puso en la mesa. Y entonces sale el amo del castillo y le dice: —Me tienes que traer ahora el árbol de las manzanas de oro, el caballo que le salta una herradura y la Belleza del Mundo, o si no te quito la vida. Primero me traes el árbol de las manzanas de oro. Güeno, pues va entonces el príncipe a la cuadra ande staba su caballo y le dijo lo que le pasaba. Y el caballo le dice: —Mañana pides una cuerda de veinte varas de larga y unas cuantas aves y unos ocho días de término. Güeno, pues vamos a que le dieron todo y se pone en marcha en busca del árbol de las manzanas de oro. Y a los dos días se encontró un jardín muy hermoso y el caballo le dijo: —Príncipe Español, allá está el árbol de las manzanas de oro. A las doce campanadas se abren las puertas de par en par. Vas con tu cuerda y entras y saldrán diez leones. Y cuando los veas venir les tiras las aves, y mientras se comen las aves enredas el árbol con la cuerda y lo sacas. Y si da la última campanada de las doce antes de que salgas te quedas y ya no vuelves. Y hizo asín el príncipe y salió antes de la última campanada. Y el árbol siguió delante del caballo y llegaron al castillo. Y a los ocho días ya creaba manzanas de oro.
Y el amo del castillo le dijo: —Güeno, pues ahora me traes el caballo de las herraduras de oro. Conque entonces se fue otra vez a la cuadra a decirle a su caballo lo que le pasaba, y el caballo le dijo: —Mañana pides otra cuerda de veinte varas de larga. Y le dieron la cuerda y salió en su caballo en busca del caballo de las tres herraduras de oro. Y ya llegaron ande había un corral muy grande ande andaba un caballo brincando y tirando patadas. Y le dijo el caballo entonces al príncipe: —Entra con la cuerda y lo coges y te sales con él antes de que dé la última de las doce campanadas. Y entró aquel y salió antes de que diera la última campanada. Y se lo llevaron al amo del castillo y vieron que tenía solamente tres herraduras de oro y sacó el príncipe la otra y se la pusieron. Y el amo le dijo entonces: —Ahora me tienes que traer la Belleza del Mundo. Fue otra vez el príncipe ande staba su caballo y le dijo lo que tenía que hacer tavía. Y el caballo le dijo: —Ahora pides una cuerda como antes y dulces. Y salió a buscar la Belleza del Mundo. Y en medio del camino se paró el caballo y le dijo: —Príncipe Español, ¿ves aquella piedra de mármol? Ai, en con tal que yo llegue, me convierto en lo mismo. Y tú sigues y encontrarás más allá un castillo. Y a la primera campanada de una campana se abren las puertas del castillo y saldrán varias señoritas que te querrán abrazar. Pero tú no te dejes, porque si te dejas abrazar será tu perdición. Les tiras los dulces y entras por la Belleza del Mundo y sales con ella antes de que dé la última campanada. Y el príncipe fue a la puerta del castillo, y dio la primera campanada y se abrió la puerta y salieron las señoritas, y les tiró los dulces y entró en busca de la Belleza del Mundo. Pero dieron las doce campanadas antes de que saliera y entonces la Belleza del Mundo le dijo: —Ahora escóndete y si a las tres veces que yo te llame adivino onde stás tu vida es mía y si no adivino soy tuya y me voy contigo. Y dijo el príncipe: —¡Dios mío! ¿Dónde me esconderé? Y se acordó de la ballena y dijo: —Si la ballena me pudiera salvar. No acabó de decir eso cuando ya estaba al fondo del mar. Y cogió ella el libro y comenzó a ler: —En la tierra no está, en el aire no está, en la mar sí. Ballena, tráemele aquí.
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Y la ballena se lo llevó a la Belleza del Mundo. Y dijo entonces la Belleza del Mundo: —Ya tienes una perdida. Ahora escóndete otra vez. Y dijo el príncipe: —Si el águila me ayudara. Y al momento el águila le cogió y se remontó con él en el aire. Y cogió ella el libro y comenzó a ler: —En la tierra no está, en la mar no está, en el aire sí. Águila, tráemelo aquí. Y el águila se, lo trajo a la Belleza. Y le dijo entonces la Belleza: —Ya van dos perdidas. Si en esta no te salvas te quito la vida. Conque ya el príncipe ya no sabía qué hacer, pero se acordó de la hormiga y dijo: —Si la hormiga me ayudara. Y se le presentó al momento la hormiga y le dijo: —Ahora te conviertes en una hormiga y te metes en su pecho. Y asín lo hizo. Y va ella y coge todos sus libros y empieza a ler, pero no puede adivinar onde stá. Y empieza a tirar todos los libros y a patalear. Pero el príncipe no salía. Y ya al fin ella le dijo: —Sal, que ya he perdido y tuya soy. Y ya salió él y le dijo que estaba escondido en su pecho. Y se fue ella con él y juntos fueron ande estaba el caballo esperándolos. Y ya se marcharon pal castillo. Y el amo del castillo le dijo, entonces: —Güeno, ya has traído todo. Ahora si me vences eres amo de todo y te puedes casar con la Belleza del Mundo. Tres veces tienes que tirarte en una caldera de aceite hirviendo y si sales bien me vences y te casas y es tuyo este castillo. Y entonces bajó el príncipe a la cuadra a ver a su caballo y le dijo lo que quería el amo que hiciera pa quedar libre y poder casarse con la Belleza del Mundo. Y el caballo le dijo: —Güeno, pues pide un barreño y un cuchillo y un azadón. Y vienes y haces un hoyo y me matas y me entierras en el hoyo sin perder una gota de sangre. Y con mi sangre te bañas y después te tiras en el aceite hirviendo. Y el príncipe primero no quería matar el caballo, pero el caballo le rogó que lo hiciera. Y asín lo hizo el príncipe. Y fue y se tiró en la caldera de aceite hirviendo, y si guapo era antes más guapo salió de la caldera de aceite. Y el amo del castillo fue entonces ande staba el príncipe y le dijo: —A, ver cómo te has apañao tú pa salir bien de la caldera de aceite hirviendo.
Y el príncipe le dijo cómo lo había arreglao. Y entonces va el amo y manda sacar al caballo más gordo que tiene y lo mata y se baña en su sangre. Y fue entonces y se tiró en la caldera y quedó hecho un carbón. Y se quedó entonces el príncipe de amo del castillo y todo y se casó con la Belleza del Mundo. Y resultó que la ballena era una tía del príncipe, el águila una hermana y la hormiga otra hermana y el caballo un tío. Toledo, TOLEDO.
141. La princesa encantada Era un caballero que salió por el mundo alante a buscar la vida y las aventuras. Y caminando, caminando se encontró con cuatro animales, un león, un galgo, un águila y una hormiga que estaban peleándose por una fiera muerta que habían encontrao en el camino. Y al ver llegar al hombre le dijeron que les hiciera el favor de repartir la fiera, a cada uno su parte. Y el caballero dijo que estaba bien, y se remangó el brazo y partió la fiera y les dio a cada uno su parte y quedaron conformes. Al águila le dio las tripas, al león le dio las nalgas, al galgo le dio las costillas y a la hormiga le dio el lomo. Y se marchó el hombre por su camino. Pero a poco que partió los animales le llamaron y se volvió. Y el león le dijo: —Tú nos has arreglao la pelea y ahora nosotros queremos darte algo. Vamos a darte unas gracias. Y se sacó el león un pelo de la cabeza y se lo dio y le dijo: —Lleva este pelo siempre contigo y cuando quieras volverte león no tienes más que hacer que decir «Dios y león» y león te volverás. Y para volverte hombre otra vez dices «Dios y hombre». Y el águila le dio una pluma y le dijo: —Lleva también siempre contigo esta pluma y cuando quieras volverte águila dices «Dios y águila», y cuando quieras volverte otra vez hombre dices «Dios y hombre». Y entonces la hormiguita se puso a pensar y al fin dijo: —Yo no sé qué darte porque todo me hace falta, pero aunque quede mochita te voy a dar este cuernito. Y le dio un cuernito y le dijo: —Cuando quieras volverte hormiga dices «Dios y hormiga», y cuando quieras otra vez volverte hombre dices «Dios y hombre». Y el galgo le dio también un pelo y le dijo:
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
—Cuando quieras volverte galgo dices «Dios y galgo», y cuando quieras otra vez volverte hombre dices «Dios y hombre». Conque se fue el caballero muy contento y llegó ande un palacio muy grande y allí vivía un gigante que tenía a una princesa encantada en el palacio y no la dejaba salir. Y el caballero llegó y vio a la princesa al balcón del palacio y se acercó a hablar con ella. Y ella le dijo: —Quítese usté, que viene el cuerpoespín y se lo come. Y él no tuvo miedo y se acercó más y le preguntó qué quería decir eso del cuerpoespín. Y entonces ella le contó que un gigante la tenía encantada de tal manera que no podía ella nunca salir con nadien del palacio. Y el caballero le dijo que le dijera en qué consistía el encanto y que él, estaba dispuesto a desencantarla si se casaba con él. Y ella le dijo que sabía el encanto pero que tenía miedo que la matara el gigante. Y le rogó tanto que al fin le dijo: —Mira, el gigante me lo ha dicho. Él se muere solamente cuando se rompa un huevo que tiene guardado muy bien en el palacio, y muriendo él estoy desencantada y libre. Y además el gigante es brujo. Y cuando acababa la princesa de decir esto oyeron abrir puertas y vieron venir al gigante. Y el hombre pa no ser visto dijo: —Dios y hormiga—y así el gigante no le vio. Y fue la hormiga y se metió secretamente en el cuarto de la princesa. Y por la noche cuando ya todos dormían se volvió hombre y fue a hablar con la princesa y le preguntó cómo mataría al gigante. Y ella le dijo que el gigante guardaba el huevo y ella no sabía dónde estaba. Y así estuvo el caballero tres noches hablando con la princesa. Y el gigante fue y guardó el huevo dentro de un cuerpoespín. Y a los cuatro días llegó el gigante con el cuerpoespín y le dijo a la princesa que olía a carne humana y se la iba a comer. Y el caballero cuando vio venir al cuerpoespín dijo: —Dios y león. Y se pelearon el cuerpoespín y el león. Y cuando ya el león iba venciendo, el cuerpoespín se volvió liebre y se escapó. Y entonces el caballero se volvió hombre y dijo: —Dios y galgo —y se volvió galgo y corrió tras la liebre—. Y cuando ya el galgo iba cogiendo a la liebre la liebre se volvió paloma y salió volando.
Y entonces el caballero se volvió hombre y dijo: —Dios y águila —y se volvió águila y voló a coger a la paloma—. Y la cogió. Y entonces el caballero se volvió hombre y mató la paloma y halló dentro el huevo que contenía la vida del gigante. Y entonces el gigante ya estaba maleando. Y llegó con el huevo y se lo tiró en la frente al gigante y se rompió y el gigante murió. Y al morir dijo a la princesa: —Al fin mujeres. Has dicho el encanto y me han matao. Y el caballero se casó con la princesa que ahora quedó desencantada. Valladolid, VALLADOLID.
142. La princesa encantada Éste era un pescadó que iba ar mar a pescá y un día cogió un pe que le habló y le dijo: —No me coja. Écheme en el agua. Y er pescadó lo echó en er mar. Y ar día siguiente le pasó lo mismo y ar día siguiente lo mismo. Y ya a lo tre día que le había pasao eso llega a su casa y le dice a su mujé: —Anda mujé, que me he venío de la pesca porque ya por tre día he cogío un pe la mar de grande y me dice que lo suerte y lo eche en er mar, y como me da miedo he dejao la pesca y me he venío a casa. Y la mujé le dijo que era tonto, que pa qué lo había echao en el mar depué de cogerlo. Pero é ni quiso ya í a pescá. Y ar poco tiempo se embarcó su hijo en un barco en un viaje mu largo. Y por la noche cuando se acostaba a dormí sentía que arguien se acostaba con é pero é no podía ve naa. Y eso le pasó toa la noche durante er viaje. Y cuando gorvió a su casa le contó a su mare lo que le había, pasao. Y era que dormía con é una princesa, que é no podía vé y esa princesa era er pe que su pare cogía. Y ya cuando partió pa otro viaje por mar la mare le metió una caja e cerillos en er borsillo. Güeno, pue salió er buque ar mar y la primera noche que er muchacho se fue a acostá, sintió que otra ve se acostaba arguien con é pero é no podía ve na. Y sacó un cerillo e la caja y lo encendió y ar momento vio sentá a su lao una hermosa dama que le dijo: —Con eso me has perdido. Ya staba pa desencantarme, pero ahora tiene que í a buscarme ar Castillo de Irás y no
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Volverás. Yo te diré cómo has de hacé. Llegas y saldrá una serpiente y la matas, y de ella saldrá una liebre. Y coges la liebre y la matas y de ella saldrá una paloma. Y coges la paloma y le sacas un güevo que tiene. Y ese güevo lo estrellas en la frente der gigante y así morirá er gigante que me tiene encantá y yo quedaré libre y me casaré contigo. Y en diciendo eso la dama se desapareció. Y entonce se puso é mu triste porque no sabía cómo í ar Castillo de Irás y no Volverás. Y cuando gorvió de su viaje le contó a su mare lo que había pasao, y ella le dijo: —No tiene má remedio, hijo, que marcharte a buscá ese castillo pa que te cases con la princesa esa. Y se marchó a buscá er castillo. Güeno, pue iba por su camino cuando encuentra a cuatro animale, que se estaban peleando por un caballo muerto, y eran un león, un gargo, un águila y una hormiga. Y dice é: —Voy a hacé la partición entre estos animale. Y ar león le dio la pata y el espinazo, ar gargo le dio la tripa, ar águila er corazón y a la hormiga la cabeza pa que entrara y saliera por onde quisiera. Y se marchó. Y ar poco de marcharse lo llamaron los animale y dijo é: —Vamo, que depué de que le he dao a ca uno su parte me van a comé a mí. Y ya le dijo er león: —Ya que uté ha hecho la partición entre nosotro vamo a hacerle ca uno un regalo pa que vea que tenemo agradecimiento. Y se sacó er león un pelo e lo bigote y se lo dio y le dijo: —Ca ve que uté quiera gorverse león dice «Dios y león» y se güerve león. Y er gargo se sacó también un pelo e su bigote y se lo dio y le dijo: —Cuando uté diga «Dios y gargo» se güerve gargo. Y el águila entonce va y se saca una pluma y se la da y le dice: —Cuando uté diga «Dios y águila» se gorverá águila. Y entonce dice la hormiga: —Y yo, ¿qué le daré a uté? Si le doy una patita queo cojita, y si le doy una manita queo manca. Pero no importa; le vi a dá una manita anque quede manca. Y le dio una mano y le dijo: —Siempre que uté diga «Dios y hormiga» se gorverá hormiga. Y con too eso se fue otra ve por su camino a vé si encontraba er Castillo de Irás y no Volverás.
Y ya por la tarde llegó a una dehesa onde staba una cabra mu flaca y le preguntó a una niña que la cuidaba: —Niña, ¿por qué stán esa cabra tan flaca? Y le contesta la niña: —Porque hay una fiera aquí que se come a toa la cabra gorda. Y entonce é le dice: —¿Onde stá la fiera? —Aquí cerca, en este lugá —le contesta la niña—. —¿A qué hora sale? —Sale a las doce —dice la niña—. Y entonce se va a esperá a que sarga la serpiente. Y no había esperao mucho cuando siente a la serpiente que viene arrasando too y haciendo un ruido que se oía a siete legua. Y dice é: —Dios y león. Y ar momento se gorvió león y se le fue encima a la serpiente. Y estuvieron peleando un largo rato hasta que la fiera pidió tregua. Y entonce le dice é: —Con un vaso e vino y un pan caliente y er beso de una doncella te daba yo la muerte. Y fue la niña y se lo contó too a su padre, y su padre le dijo: —Si lo güerve a decí dale too lo que pide pa que mate a la fiera. Y ya se fue la niña con un vaso e vino y un pan caliente pa si gorvía a a pedí eso Y gorvieron a la pelea y pelearon un largo rato cuando otra ve la serpiente pidió tregua. Y entonce dijo é otra ve: —Con un vaso e vino y un pan caliente y er beso de una doncella te daba la muerte. Y se acerca entonce la doncellita y le dice: —Toma. Y le dio er vaso e vino y er pan caliente, y un beso. Y con eso ya gorvieron otra ve a la pelea y mató er león a la fiera. Y ar momento salió de la fiera una liebre que echó a corré. Y dijo er muchacho: —Dios y gargo. Y echó er gargo a corré y cogió la liebre. Pero ar momento que la cogió y la mató salió de la liebre una paloma y echó a golá. Y dijo é entonce: —Dios y águila. Y echó a golá detrá de la paloma hasta que la cogió. Y la mató y le sacó er güevo. Y se echó er güevo en er borsillo y se fue a la casa de la niña y les dijo:
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
—Utées son dueños de too ese terreno onde vivía la fiera, que yo ya me voy pa mi tierra. Y ello le decían que se quedara con ello, pero é les dijo que no podía, que tenía que marcharse pa su tierra a cumprí una promesa. Y se marchó pa su casa. Y andando, andando ya llegó otra ve a su casa y le dijo a su mare que ya había matao a la fiera y ahora iba a buscá ar gigante pa matalo. Y se marchó y anduvo mese y mese sin podé encontrá er Castillo de Irás y no Volverás onde vivían er gigante y la princesa. Y desde que mató a la fiera ya er gigante empezaba a enfermá y le daba malo rato a la princesa. Y ya un día llegó er muchacho ar Castillo y vio que tenían too cercao y naire podía entrá. Y va y dice: —Dios y hormiga —y se gorvió hormiga y se metió en el Castillo y en la habitación de la dama—. Y ella cuando le vio se asustó y dio un grito. Y a lo grito que daba llegó er gigante y anduvo registrando too. Pero ya er hombre se había güerto hormiga y naire lo podía vé. Y se fue er gigante mu enfadao y le dijo: —Si me güerves a despertá te mato. No hay naire aquí, que too stá cerrao. Y aluego que se fue er gigante entra la hormiga otra ve en er cuarto e la dama y al entrá se güerve hombre y se acerca a hablá con ella. Y entonce ella de miedo que el gigante no la matara no gritó. Y é entonce le habló y ella le conoció y ya hablaron de como iban a matá ar gigante. —Mira—le dijo é—, mañana me güervo águila y tú sales al portal y dices que me cojan y me metan en tu cuarto. Y entonce veremo como sargo a matá ar gigante, que ya he matao a la fiera y aquí traigo er güevo pa estrellárselo en la frente. Güeno, pue el otro día va y dice: —Dios y águila —y se gorvió un águila y empezó a goletear por allí—. Y le dice la dama ar gigante: —¡Ay, mira qué águila má preciosa! Cógemela y métela en una jaula, que la quiero llevá a mi cuarto. Y mandó er gigante que cogieran el águila y la cogieron y la metieron en una jaula y la llevaron a la habitación de la princesa. Y así tuvon tiempo pa tratá de como iban a matá ar gigante. Y le dijo ella: —¿Ónde stá er güevo? Y sacó é er güevo de su borsillo y se lo dio. Y dijo ella entonce: —Mañana cuando lo espurgue se lo estrello en la frente.
Y al otro día salió er gigante a que la dama lo espurgara como tenía costumbre. Y cogió ella er güevo y se lo estrelló en la frente. Y dio er gigante un estallido y espiró y too er castillo quedó desencantao y ella quedó libre y se casó con er muchacho. Sevilla, SEVILLA.
143. Las tres maravillas del mundo Había una vez un rey que tenía tres hijos. Y cuando ya era viejo se puso malo y los médicos le dijon que para sanar tenían que traerle las tres maravillas del mundo. Y dijo el hijo mayor: —Padre, déjeme salir en busca de las tres maravillas del mundo. Y el padre le contestó: —No, hijo, no puede ser, que tú eres quien ha de heredar la corona. Pero tanto estuvo insistiendo que el padre le dijo que estaba güeno, que se marchara en busca de las tres maravillas del mundo. Se marchó el mayor por el mundo alante a buscar las tres maravillas del mundo, y caminando, caminando, dio con una cueva de ladrones, que le cogieron y le metieron en su cueva y de allí no pudo salir. Conque cuando ya pasó mucho tiempo y el hijo mayor no venía, dijo el que le seguía en edá: —Padre, ya mi hermano no viene; déme usté licencia pa ir a buscarlo y ver si encuentro las tres maravillas del mundo. Y el padre le dijo: —No, hijo, no puede ser. Ya que tu hermano no vuelve tú has de heredar mi corona. Y él le estuvo rogando hasta que lo permitió marcharse en busca de su hermano y las tres maravillas del mundo. Y se marchó, pero le pasó igual que al mayor. Dio con la misma cueva de ladrones y le cogieron y le metieron en la cueva con su hermano. Y pasaron años y pasaron años, y cuando ya vieron que los dos mayores no volvían dijo el menor a su padre: —Padre, mis hermanos mayores no vuelven. Deme usté licencia pa ir en busca de ellos y pa buscar las tres maravillas del mundo. Y el padre le contestó: —No, hijo, eso no puede ser, porque si tus hermanos no vuelven tú eres ahora quien ha de heredar la corona. Eso no lo puedo consentir.
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Y el hijo menor empezó a llorar y decía que para qué quería él heredar la corona si sus dos hermanos no volvían y si su padre no sanaba de su enfermedad. Y ya el padre consintió y se marchó él a buscar a sus hermanos y en busca de las tres maravillas del mundo. Andando, andando, llegó a una cueva que era la cueva del aire. Y salió una vieja, que era la madre de los aires, y le dice: —Qué mal te quieren los que por aquí te encaminan. Y él le contestó: —Yo ando en busca de las tres maravillas del mundo. Y le dijo entonces la vieja: —Pues, entra y escóndete aquí, que si viene el aire, mi hijo, y te ve allí te devora. Y no acababa de esconderse onde le dijo la vieja cuando llegó el aire y dice: —¡A carne cristiana me huele! ¿Dónde está, que la devore? Y la vieja le contesta: —Hijo, es uno que viene en busca de las tres maravillas del mundo pa curar a su padre. Y dice el aire: —Eso no puedo hacer yo. ¡Que se vaya! Únicamente mi hermano el sol que se estiende por todas partes puede dárselas. Que se vaya y que le diga a mi hermano, el sol, que va dirigido por mí pa que le ayude a buscar las tres maravillas del mundo. Conque otro día se marchó el muchacho a buscar la cueva del sol. Y después de andar varios días con sus noches llegó a la cueva del sol y pidió posada. Y la misma vieja salió y le dice: —Mal te quieren, los que por aquí te encaminan. Y él le contesta: —Vengo en busca de las tres maravillas del mundo pa darle saluz a mi padre. Y entonces la vieja le metió por un rincón y le dijo: —Allí te estás, porque cuando llegue mi hijo, el sol, te abrasará. Y ya llegó el sol y dice: —¡A carne cristiana me huele! ¿Dónde está, que la abrase?
—Hijo mío—dice la vieja—, es un pobre muchacho que viene dirigido por tu hermano el Aire a buscar las tres maravillas del mundo para curar a su padre. Y dice entonces el sol: —Pues que salga y se vaya, porque yo no le puedo ayudar. Mi hermana la luna es la única que puede dárselas. Que se vaya y le diga que va dirigido por mí. Conque al otro día se marchó el muchacho a buscar la cueva de la luna. Y anduvo por muchos reinos sin poder llegar, hasta que ya después de caminar muchos días con sus noches llegó a una cueva y preguntó si era la cueva de la luna. Y salió la misma vieja de antes y le dijo: —Mal te quieren los que por aquí te encaminan. Y él le dice: —Vengo en busca de las tres maravillas del mundo pa curar a mi padre. Y ya le dijo la vieja: —Güeno, pues escóndete en este rincón, que si llega mi hija, la luna, y te ve allí, te devora. Y llegó la luna brillando por los cielos y dice: —¡A carne cristiana me huele! ¿Dónde está que la devore? Y la vieja le dice: —No, hija mía; no es más que un pobre muchacho que viene dirigido aquí por tu hermano el sol. Y dice entonces la luna: —Si viene en busca de las tres maravillas del mundo pa curar a su padre, y es así, que salga, que únicamente mi hermano, el rey de las aves, se las puede dar. Él se estiende por todos los mundos. Que se vaya y le diga que va dirigido por mí. Al otro día se marchó otra vez y después de caminar y caminar llegó a una cueva onde vivía el rey de las aves. Y salió la vieja de siempre y le dijo: —Mal te quieren los que por aquí te encaminan. Conque él le dice: —Vengo en busca de las tres maravillas del mundo pa curar a mi padre. Y la vieja le dice: —Yo te meteré por este rincón, porque si llega mi hijo, el rey de las aves, y te ve allí te devora pa la cena. Y fue llegando el rey de las aves y dice: —¡A carne cristiana me huele! ¿Dónde está, que la devore pa la cena? —No, no, hijo mío —le dice la vieja—; mira que es un pobre muchacho que viene de parte de tu hermana la luna en busca de las tres maravillas del mundo pa curar a su padre. —Pues que se marche, porque yo no se las podré dar —dijo el rey de las aves—. Únicamente mis aves, que se estienden por todo el mundo, lo sabrán.
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
Y ya se acostaron todos a dormir y le dieron al muchacho una cama por la noche. Y otro día muy tempranito fueron a despertar al muchacho y lo llamó el rey de las aves y le dijo: —Mire usté; voy a llamar a una pareja de cada clase de aves y usté se pone en medio de ellas y les pregunta si saben dónde están las tres maravillas del mundo. Tiene que decirlas: «Avecillas que andáis por el mundo, ¿me daréis noticias de las tres maravillas del mundo?» Y si a las tres veces no responden es que no saben decirlo. Y llegaron todas las aves del mundo llamadas por el rey de las aves. Y cada pareja que llegaba se ponía el joven entre ellas y les preguntaba: —Avecillas que andáis por el mundo, ¿me daréis noticias de las tres maravillas del mundo? Pero ningunas podían responder porque no sabían. Y faltaba por venir todavía un águila coja. Y cuando llegó le dijo el rey de las aves: —Aguilita, ¿cómo has tardado tanto? Y dice ella: —Porque estaba comiendo de las tres maravillas del mundo. Y dice entonces el rey de las aves al muchacho: —Aquí tiene usté quien le pueda enseñar onde se encuentran las tres maravillas del mundo. Y le dice al águila coja: —¿Te atreves a llevar a este joven adonde están las tres maravillas del mundo? —Sí, señor —dice la aguilita—; pero me tiene que dar carne pal camino. El muchacho entonces compró mucha carne y mató su caballo, y con toda la carne encima se montó en las alas del águila, y salió el águila volando pa las tierras onde se encontraban las tres maravillas del mundo. Y de cuando en cuando el águila decía: —¡Carne, carne! ¡Quiero carne! Y cada vez que decía eso le daba un cacho de carne. Y cuando ya iban llegando al mar le dio el último cuarto de carne. Y al llegar al medio del mar, dijo el águila: —¡Carne, carne! ¡Quiero carne! Y el muchacho le dijo: —Ya se ha acabao la carne. Aguárdate un poco que me corte un cacho de mi nalga. Y el águila le dijo: —No quiero carne cristiana. Arráncame una pluma del ala derecha y tírala al mar. Y él se la sacó y la tiró al mar. Y ya pasaron el mar, y el águila lo puso en una senda y le dijo: —En aquel castillo que se ve allí están las tres maravillas del mundo.
Entonces se marchó él solo en direción del castillo y llegó a una casita y llamó en la puerta y salió una mujer y le preguntó qué buscaba. Y cuando el muchacho le dijo que buscaba posada por la noche porque andaba buscando las tres maravillas del mundo, la mujer le dice: —¡Ay, Dios mío! ¡Buena posada tengo yo! —¿Qué le pasa? —le preguntó él—. Y entonces la mujer le dice: —Pues, mire usté, señor, que ya hace tres días que tengo a mi marido de cuerpo presente debajo de la escalera porque no tengo cinco duros pa darle entierro. Y el muchacho entonces le dio doscientos reales y le dijo: —Tenga usté estos doscientos reales pa que le dé entierro a su marido. Y le dieron entierro al muerto, y se marchó él otro día por la senda pal castillo. Cuando ya llegó a la puerta del castillo le salió una raposa al encuentro y le dice: —Mira, entra a la sala y allí hay un pájaro y una jabla y una dama y una cama, y un caballo en una cuadra que está más allá. De todo eso, escoge sólo una cosa. Conque entró él muy contento en la sala y vio lo que la raposa le había dicho que había. Y fue a coger el pájaro y le dijo la jabla: —¿Que vas a llevar el pájaro sin la jabla? Y ya iba a salir con las dos cosas cuando le sale al encuentro el gigante que guardaba el castillo y grita: —¡Traición al castillo, que roban las tres maravillas del mundo! Y salieron los soldaos del gigante y le cogieron y le metieron en un calabozo, y le dieron una güena paliza y metieron con él a unos leones pa que le devoraran. Y cuando estaba en el calabozo se le presentó la raposa y le dijo: —¿No te dije que escogieras solamente una cosa? Mira que tres veces te puedo favorecer, nada más. Y le sacó del calabozo y le dijo que entrara otra vez y hiciera como ella decía. Y entró el muchacho y cogió a la dama. Y la dama entonces le dice: —¿Me llevas a mí sin llevar los vestidos? Y cogió él también los vestidos; pero al salir por la puerta, el gigante le salió otra vez al encuentro y gritó como antes: —¡Traición al castillo, que roban las tres maravillas del mundo! Y otra vez le cogieron y le dieron una güena paliza y le metieron en el calabozo con los leones. Y se le presentó otra vez la raposa y lo sacó del calabozo y le dijo: —Ya sólo una vez más te puedo favorecer. Ahora entras en la cuadra y coges el caballo; pero no la montura.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Pues entró el muchacho en la cuadra y cogió el caballo, y le dice la silla: —¿Que llevas el caballo sin llevarme a mí? Y dice él: —No, yo no cojo más que una cosa. Y salió con el caballo sólo, y al salir de la cuadra ya estaba el caballo aparejao, el pájaro en la jabla y la dama vestida. Y montó en su caballo y cogió a la dama y al pájaro y se marchó con caballo, dama y pájaro, que eran las tres maravillas del mundo. Y en el camino por onde iba se encontró con sus dos hermanos. Y cuando le vieron con las tres maravillas del mundo se las quitaron y le dejaron solo en el mundo. Y fueron ellos y se las entregaron a su padre y se curó de su enfermedá. Y el padre les preguntó si sabían de su hermano menor, y ellos le dijon que por las noticias que tenían andaba por el mundo robando y matando. Y el padre entonces mandó partes que se lo trajeran vivo o muerto. Y ya le hallaron y le metieron en un calabozo. Y como los hermanos decían que era ladrón y matador, ya lo iban a poner en la horca. Pero se presentó entonces la raposa en forma de hombre y le tomaron declaración y dijo que el menor era el que había buscao las tres maravillas del mundo. Y entonces el hijo menor le contó a su padre todo lo que le había pasao y cómo los dos hermanos mayores le habían encontrao en el camino y le habían quitao las tres maravillas del mundo. Y el muerto dijo que el hijo menor le había dao a su mujer dinero pa que lo enterrara, y que por eso le había favorecido y venía ahora otra vez a favorecerle, y que ya no podía estar más en la tierra, y se desapareció. Y entonces el padre le dijo a su hijo menor que iba a desheredar a sus hermanos, por malos y mentirosos, y que él heredaría la corona. Y el hijo menor entonces se casó con la dama y fueron ellos rey y reina. Fuente Pelayo, SEGOVIA.
144. La loba negra Éste era un rey que tenía una hija muy guapa. Y un día la madre le echó una maldición y le dijo: —¡Dios quiera que te vayas a un monte y no salgas nunca! Y la niña quedó encantada en un castillo encantado que estaba dentro de una loba negra que andaba por los montes. Y en un reino vecino vivía un hijo de un conde que le habían leído el sino que al cumplir los veinticinco años lo mataría un rayo. Y cuando ya estaba pa cumplir los veinticinco años, el hijo le dijo a sus padres:
—Yo me voy por ai a hacer la vida solo. Y por todo el camino iba rezando, y aquella noche era una noche de tormenta y truenos y relámpagos. Pero la Virgen le protegió con su manto y nada le pasó. Y le dijo la Virgen: —Al salir de este monte encontrarás una loba negra que saldrá a tu encuentro, y sacarás tu espada y la matarás. Después encontrarás un castillo encantao, y en él un león, una serpiente y un gigante, y a todos los matarás con tu espada y así desencantarás a una hermosa princesa y te casarás con ella. Y siguió el joven su camino, y al salir del monte se encontró con la loba negra que venía bramando y abriendo la boca como pa tragárselo. Y sacó su espada y se puso a pelear con la loba y la mató. Y al momento salió de la loba un castillo encantado. Y entró el joven en el castillo y salió a su encuentro un león y cogió su espada y le mató. Después salió a su encuentro una serpiente y también la mató con su espada. Siguió adelante y ya se encontró con una princesa, y le dijo: —Vengo en busca de ti pa desencantarte y casarme contigo. Y la princesa le dijo que tuviera cuidao, porque había un gigante que la guardaba y que pa sacarla de allí tenía que matarle. Y le dijo que el gigante tenía una barra de fierro que sólo con esa le podían matar. Y en ésas estaban cuando ya vio venir al gigante con su barra. Y el joven dio un salto y le quitó la barra y con ella le mató. Y entonces ya estaba la princesa desencantada y se fue con él pa su palacio pa casarse con él. Pero en el camino ande iban les salió al paso una hechicera que se había escapao del castillo encantao y le dio al joven una manzana pa que comiera. Y comió él un cachín y quedó encantao, que ya la princesa no lo podía ver. Y se fue ella sola pa su casa y le dijo a su padre cómo la había desencantao el joven, pero que en el camino una hechicera le había dao una manzana y que al comer él un cachín había desaparecido. Y ya la recibieron sus padres muy contentos. Y pasaron algunos años y el hijo del conde seguía encantao. Y como ya no venía el novio, el rey le dijo a su hija: —Hija, ya el novio aquel que te desencantó no viene. Tienes que casarte con uno de estos pretendientes que tienes. Y el padre le escogió uno pa que se casara con ella, pero ella no quería. Siempre decía que algún día volvería su novio. Y ya prepararon todo pa que se casara la princesa. Y cuando estaban ya casándose y el cura le preguntó a la princesa si se quería casar con ese hombre, el hijo del conde, que había venido allí sin que nadie le viera, dijo:
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
—¡No, no, no quiere! ¡No, no, no quiere! Y entonces la hija del rey le conoció en la voz y dijo: —¡Mi novio, mi novio! ¡Ese es mi novio! Y miraba pa todas partes, pero no lo vía. Y como no le hallaron siguieron otra vez con la boda. Y el cura le preguntó otra vez a la princesa si quería casarse con ese hombre, y el hijo del conde dijo otra vez: —¡No, no, no quiere! ¡No, no, no quiere! Y la princesa dijo otra vez: —¡Mi novio, mi novio! ¡Ése es mi novio! Y se salió la princesa y le dijo a su novio: —¿Dónde estás? ¿Dónde estás? Y él respondió: —Aquí estoy, detrás de la puerta. —¿Dónde? ¿Dónde? —Aquí. Aquí. Y así anduvo la princesa buscándole hasta que le tocó la cabeza, y entonces le dijo él: —Sácame esa espina que tengo clavada en la cabeza. Y le encontró la espina y se la sacó, y en ese momento se desencantó y todos le vieron. Y entonces el mismo cura los casó en seguida y se fueron muy contentos pal palacio del conde. Porqueros, LEÓN.
145. La princesa mona Éste era un rey que tenía tres hijos. Y les dijo a los tres que se marcharan a ver quién le traía la cosa más hermosa, y que ése heredaría la corona. Y los hijos le preguntaron qué cosa quería que le trajeran, y les dijo él que a ver quién le traía la toalla más preciosa. Y se marcharon los tres. El mayor cogió primero por su camino, y luego el mediano por otro camino. Y el menor ya cogió solo por otro camino y llegó a un palacio onde vivían muchas monas. Y llamó a la puerta y salió una mona vieja y le dijo que qué buscaba. Y ya él le contó que su padre iba a heredar a aquel de sus tres hijos que le llevara la toalla más preciosa, y que andaba por el mundo buscando una toalla, la más preciosa que hubiera, pa llevársela. Y ya llamó la mona vieja a otra mona y le dijo: —Oye, tú, di que traigan la rodilla de limpiar las sartenes. Y bajó una mona fea con la rodilla de limpiar las sartenes y se la entregó a la mona vieja. Y la vieja la envolvió en unos trapos viejos y asquerosos y se la entregó al mozo. Y él, sin decir nada, la cogió y se fue con ella. Pero como era una
rodilla fea y vieja y llena de manchas, iba avergonzao de llevar eso. Y ya llegó a casa de su padre. Y cuando llegó, ya sus hermanos mayores habían llegao y cada uno había llevao una toalla muy hermosa. Conque ya le dijo su padre: —Güeno, hijo, a ver qué has traído tú. Ya ves qué hermosas y preciosas toallas han traído tus hermanos. Y él, como se acordaba de lo feo y manchao que estaba la rodilla de limpiar las sartenes que le habían dao las monas, ni quería enseñarla. Pero al fin, después de mucho rogar, cogió su paquete y lo desenvolvió. Y había en él una toalla lo más preciosa que podía haber. Las manchas de la rodilla eran flores y pájaros hermosos. Conque al verla el padre, dijo: —Pues mi hijo menor es el que se ha ganao la corona y él me heredará. Pero los otros hermanos no quedaron conformes y le dijeron a su padre: —No nos basta eso, padre. Vamos ahora a traer otra cosa. Y el padre les dijo que estaba güeno, que fueran otra vez a ver quién traía la cosa más preciosa. —¿Qué quieres que te traigamos ahora?—le dijeron ellos. Y él les contestó: —Ahora a ver quién me trae la palancana más hermosa. Y el que la traiga se lleva la corona. Güeno, conque otra vez se marcharon los tres hermanos a andar por el mundo a buscar la palancana más hermosa. Y primero salieron los dos hermanos mayores cada uno por su camino. Y al último se marchó el menor y se fue derecho al palacio de las monas. Y al verlo llegar dijo la mona vieja: —Toma, conque ya viene usté otra vez. Y el mozo le dijo: —Sí, vengo otra vez porque ahora mis hermanos no están conformes y ahora nos ha enviado mi padre a ver quién le lleva la palangana más hermosa, y que el que se la lleve se lleva la corona. Y llamó la vieja mona, a otra mona y le dijo: —Oye, tú, que traigan el casco onde beben agua las gallinas. Y ya lo trajeron y estaba todo sucio y lleno de gallinazas. Y lo cogió la mona y lo envolvió en unos trapuchos feos y asquerosos y se lo dio al mozo. Y les dio él las gracias y se marchó. Conque ya llegó a la casa de su padre y los dos hermanos mayores ya estaban allí. Y el padre salió a recibirle y le dijo: —Güeno, hijo, a ver la palancana que has traído. Mira, que aquí están las dos que han traído tus dos hermanos. Míralas, qué hermosas son.
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Y como las vio tan hermosas, ya casi tenía vergüenza de sacar el casco que le habían dao las monas; pero sacó su envoltorio sucio y sacó una palancana que era una preciosidá de hermosa. Y el padre, al momento que la vio, dijo: —Tú te llevas la corona, hijo mío, que como esta palancana no hay otra en el mundo. Pero todavía los dos hermanos mayores no estaban conformes y le dijeron a su padre: —Padre, déjenos ir una vez más. ¿Qué quiere usté que le busquemos? Y el rey dijo: —Güeno, iréis una vez más. Y ahora quiero que me traigáis cada uno su novia. Y el que traiga la novia más preciosa y más bonita se lleva la corona y su mujer será la reina. Conque se marcharon los tres hermanos a buscar novia. Los dos mayores se marcharon primero cada uno por su camino como antes. Y el menor salió un poco triste pensando en lo que debía hacer. Y decía: —¿Iré a casa de las monas? ¿Y si me dicen que me traiga a una mona? Pero al fin, como le había ido bien las otras dos veces, se determinó a ir otra vez al palacio de las monas. Y llegó y llamó en la puerta. Y salió la mona vieja y le dijo: —Vamos, hombre, ¿conque ya viene usté otra vez? —Sí—dice él—, he venido porque todavía mi padre y mis hermanos no están conformes. He llevao la toalla
más hermosa y la palancana más preciosa, y ahora dice mi padre que a ver quién lleva la novia más bonita y más preciosa, y que el que la lleve se llevará la corona y ella será reina. Conque fue la mona vieja y habló con las otras monas y bajó con una mona fea y pelada y andrajosa que era un asco verla, y le dijo al mozo: —Aquí tienes a tu novia. Y él no dijo nada. Y ya los metieron a los dos en una caja y les dijo la mona que no hablaran ni se salieran hasta llegar al palacio del rey. Y mandaron a seis monas que tiraran de la caja y se marcharan pal palacio del rey. Y juntos con ellos iban otras diez monas a pie. Y cuando ya iban llegando al palacio se abrió la caja y vio el mozo a su novia, que se había vuelto una princesa hermosísima. Y miró alrededor y vio que la caja se había vuelto una carroza preciosa tirada de seis caballos blancos y que los acompañaban diez doncellas. Y cuando el rey salió a recibirlo y vio a la princesa que venía con él, le dijo en seguida: —Hijo, tú te llevas la corona, y esta princesa será tu mujer y reina. Y los dos hermanos mayores, que estaban ya en el palacio con sus novias, tuvieron que salir del palacio. Y se quedó el menor de rey con su princesa, que antes estaba encantada en una mona.
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Cuenca, CUENCA.
G. varios
146. La ahijada de San Pedro Eran dos ancianos que no habían tenido familia. Y siempre le rogaban a San Pedro que les diera una hija, y al fin ya de viejos les dio Dios una hija. Y vino San Pedro a verlos y lo convidaron de padrino. Y le pusieron Pedro como el padrino. Y cuando ya la chica estaba grande murió el padre y tuvo que salir a servir. Y la madre no sabía como vestirla. No la vestían de mujer porque no pegaba con el nombre que tenía. De manera que la madre la vistió de hombre y se marchó a servir. Y apenas había salido de su casa cuando le salió San Pedro al encuentro y la dirigió a un palacio. Y se dirigió la chica al palacio y llegó y llamó en la puerta. Y salió una criada y la chica la dijo que si querían un criao. Y ya subió la criada y dijo que había un chico a la puerta que decía que si hacía falta un criao. Y le dijon que subiera y subió y le gustó a la reina y se quedó de criao en el palacio. Y ya se llegó el tiempo que el rey tuvo que irse a la guerra. Y en ese medio tiempo la reina se enamoró de Pedro creyendo que era hombre. Y una noche fue tres veces a la cama de Pedro, pero Pedro le dijo que no, que no podía ser, que ella era la reina y él no era más que su criao. Y entonces la reina le envió a decir al rey que necesitaba varón, que se viniera pronto. Y vino el rey y le dijo ella: —Hay que matar a Pedro. Tres veces bajó a mi cama y hay que matarlo. Y el rey le daba ansia matar a Pedro, pero le dijo a la reina que sí, que había que matarlo. Y fue el rey y mandó llamar a Pedro y le dijo que lo iba a matar, pero que no lo mataría si le traía un anillo que se
le había caído en la mar. Y se fue Pedro llorando, sin saber qué hacer, cuando se le apareció San Pedro y le preguntó por qué estaba tan triste. Y cuando Pedro le contó lo que le pasaba San Pedro le dio un pito y le dijo: —Toma este pito y te vas a la orilla del mar y lo tocas y saldrá un pececito con el anillo en la boca. Y se fue Pedro con el pito y cuando llegó a la orilla de la mar empezó a tocarlo y en seguida salió un pececito con el anillo en la boca. Y fue Pedro y le entregó el anillo al rey. Pero el rey le dijo: —Para que no te mate tienes todavía que traerme una hija muda que se robaron los ladrones. Y se fue el chico muy triste a ver si se encontraba con San Pedro. Y le salió San Pedro al encuentro y le preguntó por qué estaba tan triste. Y le contó Pedro lo que le pasaba y San Pedro le dijo: —No te apures por nada. Tú vas a la casa de los ladrones y te pones a la puerta. Y cuando den las doce las puertas se abren y a la repetición se cierran, y entras y coges a la muda y la sacas antes de que dé la repetición. Y así lo hizo Pedro. Fue y se puso a la puerta y al momento que dieron las doce se abrieron las puertas. Y entró a escape y cogió a la muda y salió antes de que diera la repetición. Y al cerrarse las puertas la muda pegó un grito, y en el camino pegó otro grito, y al entrar en el palacio otro. Y llegó Pedro con ella y se la entregó a la reina. Pero la reina dijo que no, que tenían que matarle. Pero dijo el rey que no le mataban si dividía esa noche tres fanegas de trigo, tres de cebada y tres de centeno para las tres de la mañana. Y salió Pedro y se puso a llorar. Y llegó San Pedro y le preguntó por qué lloraba. Y ya le contó Pedro lo que le pasaba. Y San Pedro le dijo:
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
Y contestó la muda: —Porque eres hembra y no macho. Y tan asombraos quedaron todos que por largo rato guardaron silencio. Y después de volver de su asombro el rey mandó matar a la reina y se casó con Pedro, que era una muchacha muy guapa. Y ellos se quedaron allí y a mí me enviaron aquí a que te lo contara a ti. Jaraíz de la Vera, CÁCERES. —Pide que te den una silla pa la habitación donde te encierren y te tumbas a dormir. Y así lo hizo Pedro. Pidió una silla y la llevó a la habitación donde lo iban a encerrar con las tres fanegas de trigo, las tres de cebada y las tres de centeno. Y cuando lo encerraron se tumbó a dormir. Y a la una y media se asomó la reina y se puso muy contenta porque vio que todavía Pedro no dividía nada, y que lo iban a matar. Y al dar las dos y media se asomó otra vez y más contenta se puso cuando vio que Pedro estaba tumbao en la silla durmiendo y nada había hecho y de seguro le iban a matar. Y al dar las tres asomó otra vez la reina y vio que todo el grano estaba dividido y Pedro estaba sentao en la silla. Y ya fueron a ver si Pedro había dividido todo aquel grano y al ver que todo lo había dividido se quedaron asombraos. Pero la reina todavía no estaba satisfecha y dijo que no, que le iban a matar y que tenía que ponerse él solo en la horca pa que le horcaran. Y subió a la horca. Y al ponerse él solo la horca se le apareció San Pedro y le dice Pedro: —Yo de ésta no me desenredo. Y San Pedro le dijo: —No temas que nada te pasará. Y ya se pusieron a un lao el verdugo y a otro el rey y la reina y pidió Pedro que le dejaran hablar tres palabras. Y le dijon que las dijera y dijo a la muda: —Di, Ana, ¿por qué pegaste el grito al salir de Granada? Y Ana, la muda, dijo: —Porque mi madre bajó tres veces a la tu cama. Y todos se quedaron asombraos. Y le dijo entonces Pedro: —Di, Ana, ¿por qué pegaste otro grito en medio del camino? Y la muda contestó: —Porque San Pedro es tu padrino. Y más asombraos quedaron todos. Y ya saltaba todavía la tercera palabra y dijo Pedro: —Di, Ana, ¿por qué pegaste otro grito al entrar en el palacio?
147. El anillo de la princesa Ésta era una madre que tenía un hijo que se llamaba Bartolo. Y un día se fue pal mercao y le dijo: —Bartolo, ten cuenta de la llueca que yo me marcho a unos quehaceres. Pero no la vayas a molestar. Y ya se fue la madre y Bartolo fue y tiró la llueca del nido y se puso a apollar los güevos. Y se rompieron todos los güevos y ai se quedó con los güevos pegaos en el culo. Y ya llegó su madre y le dijo: —Bartolo, Bartolo, ¿ánde estás? Y ya salió él de ande estaba echao en los güevos con todos pegaos en su pantalón. Y la madre le dio una paliza. Y le dijo que ya no podía estarse en la casa, que fuera a moler un trigo al pueblo. Y salió el muchacho con el trigo y en el camino se alcontró unas ranas y les dijo: —Pobres animalitos. ¿Tienen ustedes hambre? Y les tiraba trigo. Y las ranas comenzaron a comer y a cantar. Y dijo él: —¡Pobrecitos, cómo comen y cantan de gusto! Y les echó todo el trigo que quedaba en su saco. Y volvió y le dijo su madre: —Güeno, ¿has molido el trigo? Y él le dijo: —Mire usté, madre, que me alcontré en el camino con unas ranas que tenían hambre y les eché el trigo pa que comieran. Y la madre le dio otra vez una fuerte paliza. Y le dijo: —Ahora vas a vender dos perniles al pueblo. Pero ten mucho cuidao y ven con el dinero que te paguen. Y se fue el muchacho pal pueblo a vender los dos perniles. Y en el camino se alcontró con un señor que iba con un perro a horcalo. Y le dijo Bartolo: —¿Ande va usté con ese perro tan bonito? Y el hombre le contestó: —Voy a horcarlo. Y Bartolo le dijo:
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
—Lástima que le horque usté. Véndamelo usté a mí. ¿Cuánto quiere por él? —Deme usté uno de esos perniles y es suyo. Y le vendió el perro por un pernil y se fue Bartolo con un pernil y su perro. Y ya iba llegando al pueblo cuando se alcontró con un señor que llevaba un gato a horcar. Y le dijo Bartolo: —Pero, hombre, ¿ánde va usté con ese gato? —Voy a horcarlo al río. —¿Cuánto quiere usté por ese gato? —Deme usté ese pernil que lleva ai y el gato es suyo. Y le dio Bartolo el otro pernil que llevaba por el gato. Y se marchó a casa con su perro y su gato y sin perniles y sin dinero. Y cuando llegó a su casa su madre ya no le quiso recibir. Le dijo: —Tú no sirves pa nada. Vete por ai solo a hacer la vida. Y se marchó con su perro y su gato por el camino alante. Y ya llegó ande vivía un rey que le habían robao un anillo a la princesa y no sabían quién se lo había robao. Y como el perro y el gato de Bartolo siempre andaban robando comida pa su amo sospecharon que él era el que se había robao el anillo de la princesa. Y fueron y lo cogieron y lo llevaron a la cárcel. Y el perro y el gato le dijieron a su amo: —No tenga usté cuidao, que nosotros iremos a buscar el anillo. Y se fueron ellos y hallaron una calabaza muy grande, y de ella hicieron una barca y pasaron al otro lao del mar. Y allá llegaron al valle de los ratones. Y andaba el perro pisando a todos los ratones y les gritaba: —¡A un lao todos los ratones, que si no se quitan de en medio los mato a todos! ¡Y los ratones que huye por aquí que huye por allá! Y ya les gritó el gato: —¡El perro y yo hemos venido aquí pa que nos digan ustedes quién se ha robao el anillo de la princesa de nuestro reino! Y a todas los vamos a comer si no nos dicen. Y ya saltó un ratoncito y le dijo: —Yo sé quién tiene el anillo de la princesa. Lo tiene una princesa de este reino que se lo robó hace unos meses, y pa que no se lo roben duerme con él en la boca. —Pues a buscarlo pronto, ratoncito—le dijo el perro—. ¡Hala! En seguida tienen que traer el anillo, que si no todos van a morir. Y ya se juntaron todos los ratones pa ver como le iban a robar el anillo a la princesa. Y fue un ratoncito y dijo que él se atrevía a robárselo. Y fue en la noche cuando la princesa estaba durmiendo y se lo sacó de la boca. Y cuando ya se lo
sacó la princesa iba despertando y el ratoncito se arrancó el rabito y se lo metió en la boca, y la princesa creyó que ese era el anillo y se volvió a dormir sin pena alguna. Y llegó el ratoncito otro día y le entregó el anillo al gato. Y al ratoncito que se había robao el anillo le puso el gato de capitán de todos los ratones del valle de los ratones. Y el gato y el perro se fueron en su barca de calabaza pal otro lao del mar. Y cuando iban en medio del mar le dijo el perro al gato: —Oye, déjame ver el anillo. Y el gato le contestó: —Míralo. Y el perro le dijo: —Pero déjame agarrarlo en la mano. Y el gato le dijo: —Que no, no puedes agarrarlo en la mano. Tienes las manos muy sacias y se te cae. —Que no se me cae, hombre. Déjame verlo. Y el gato se lo dio pa que lo viera y cáesele al perro en el mar. Y el gato se dejó caer en el agua y lo cogió antes de que cayera en la profundidá, y subió con él y le dijo al perro: —¿No te lo decía? Si tienes las manos muy sacias. Ya no te dejo agarrarlo. Y ya llegaron el perro y el gato ande estaba su amo en la cárcel y le entregaron el anillo. Y entonces fue y le dijo al carcelero que ya tenía el anillo de la princesa de ese reino, y que se lo daba si le dejaban salir de la cárcel. Y entregaron el anillo al rey y dio parte el rey de que dejaran libre al prisionero. Y de ai se fue el hombre con su gato y su perro pa Madrí. Y allí en Madrí el perro y el gato que vengan a robar y el hombre que venga a comer. Y ya se volvieron pa su casa otra vez. Y en el camino le dijo el gato al hombre: —Mire usté, amo, que allá se ve una iglesia. Entre usté y coja un poco de agua bendita y se persina usté y luego nos persina a nosotros. Y cuando llegaron a la iglesia entró el hombre y cogió agua bendita y se persinó. Y después de persinarse él persinó al perro y al gato. Y al momento que los persinó se volvieron ángeles y se fueron volando pa el cielo. Retortillo, SORIA.
148. Los siete cuervos Éste era un matrimonio que tenían siete hijos y ninguna hija. Y al fin tuvo la madre una hija. Y estaban todos muy contentos con ella. Y cuando la iban a bautizar no había
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
agua en la casa y dijo la madre que fuera uno de los hijos a por agua. Y todos querían ir y se pusieron a reñir por ir hasta que rompieron el cántaro. Y el padre se enfadó con ellos y les echó una maldición, diciéndoles: —¡Ojalá se vuelvan cuervos! Y los siete hermanos se volvieron cuervos. Y se fueron a vivir al monte. Y en el monte los encontró un enano y se los llevó a vivir a una montañita de cristal y allí los alimentaba y los cuidaba. Y cuando la niña ya fue grande una mala vecina le dijo que por causa de ella sus siete hermanos se habían vuelto cuervos porque el padre les había echao una maldición. Y todos los días lloraba y la madre le preguntó un día: —Pero hija mía, ¿por qué lloras? Y la niña le contestó: —¿Cómo no he de llorar cuando la vecina me dice que tengo siete hermanitos que por causa mía mi padre les echó una maldición y se convirtieron en siete cuervos? Y la madre le dijo que era mentira. Y un día la niña se encontró con un ángel y el ángel le dijo: —Mira; si quieres desencantar a tus hermanitos, anda a aquella montaña de cristal donde viven en la casa del enano, y lleva contigo una calabaza. Y la niña en seguida cogió una calabaza y se marchó pa la montaña de cristal. Y en el camino encontró otra vez al ángel y le dijo: —¿Cómo abro la puerta? Y el ángel le dio un güeso pa que abriera la puerta. Y llegó la niña a la montañita de cristal y cuando iba a abrir vio que había perdido el güeso. Y entonces se puso muy triste y no sabía hacer, y dijo: —Me cortaré un dedo pa abrir la puerta. Y se cortó el dedo chiquitín y con él abrió la puerta. Y salió a encontrarla el enano y le dijo: —¿Qué buscas aquí? Y ya ella le dijo que iba en busca de sus hermanitos, los siete cuervos. Y el enano le dijo que se esperara porque andaban de paseo. Y se fue el enano. Y ai onde estaba esperando vio que estaba la mesa puesta y que había siete platitos y comió de cada uno un poquitín, y sin saberlo se le cayó el anillo que le había dao su madre. Y ya oyó a los cuervos que se acercaban y se escondió detrás de la puerta. Y llegaron los siete cuervos y dijeron: — ¡A carne humana huele! ¡A carne humana huele! Y uno de ellos se encontró con el anillo de la niña y lo reconoció y dijo: —Este es el anillo de nuestra hermanita. Si viniera ella aquí ahora y nos diera a cada uno un beso nos desencantaríamos.
Y entonces salió la niña de onde estaba escondida detrás de la puerta y les dio a cada uno un beso, y al momento todos se desencantaron y cobraron su forma primera. Soria, SORIA.
149. El tonto lagañoso, magañoso Éste era un padre que tenía tres hijos, y un día el mayor le dijo a su padre: —Yo me voy ocho días por el mundo. Y se fue. A los ocho días volvió y dijo a su padre: —He vuelto de mi viaje, y cada vez que me meto la mano en el bolso saco diez duros. Y entonces dijo el otro hermano: —Pues ahora yo también me voy, papá. Y se fue y volvió de la misma manera; que cada vez que se metía la mano en el bolsillo se sacaba diez duros. Y el menor era tonto, feo y lagañoso. Pero él también dijo que se quería marchar por ocho días. Y cuando volvió el menor de su viaje el padre se preguntó: —Y tú, ¿qué sacas? Y él respondió: —Yo, nada. Entonces los otros dos hermanos dijeron que ellos querían ir a pedir la hija del rey en casamiento. Y el padre lo consintió. Y dijo el tonto lagañoso, magañoso, que también él iba. Se marcharon los dos hermanos solos. Se encontraban ya cansados un día en su camino. Y sacaban diez duros cada vez que se metían la mano en el bolso, pero no encontraban que comer en ninguna parte. En eso llegó el tonto, lagañoso, magañoso, y les dijo: —¿Qué hacéis aquí? Y ellos le dijeron: —Pues mira, que tenemos dinero pero no tenemos comida que comprar. Y entonces el tonto dijo: —¿Queréis comer? Y sacó un mantel y dijo: —Mantel, ponme aquí los mejores manjares del mundo. Y se apareció una mesa con los mejores manjares del mundo. Y entonces dijeron los dos hermanos: —Pues antes íbamos bien, pero ahora vamos mejor. Con eso los dos hermanos se fueron otra vez solos, dejando al tonto solo allí.
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Llegaron los dos hermanos al palacio y le dijeron que venían a pedir la mano de la hija, y el rey les dijo que pasaran. Luego llegó el tonto lagañoso, magañoso y le dijo el rey: —Y usté, ¿a qué viene? Y el tonto respondió: —A lo que vienen los demás. Y el rey le dijo que entrara y entró. Y en cuanto entró en el cuarto empezó a decir que si querían comer. Eso lo repitió tres veces y sacó el mantel y dijo: —Mantel, ponme aquí de los mejores manjares del mundo. Y de pronto se apareció una mesa con los mejores manjares del mundo. En ese entremedio se asomó la criada por el agujero de la llave de la puerta y vio que el rey entraba y veía toda la mesa que había puesto el tonto. Y el rey preguntó: —¿Quién ha hecho todo esto? Y el tonto respondió: —Yo, yo. Entonces el rey se llevó el mantel. Entonces el tonto les dijo a los hermanos y a todos los que estaban en el cuarto que si querían salir del cuarto. Lo repitió tres veces. Y sacó un sombrero y dijo: —Sombrero, cañonazos. Y todas las puertas del palacio y del cuarto se abrieron y todos se salieron, y él se quedó solo. Volvió el rey y le dijo que si quién había hecho eso. Y él respondió: —Yo, yo. Entonces le cogió el rey el sombrero. Y el tonto entonces se marchó solo. En el camino cuando le dio hambre se subió a una higuera a comer higos. Y bajó de la higuera lleno de cuernos, y dijo: —¡Vaya! Antes tonto, lagañoso y magañoso, y ahora lleno de cuernos. ¡Vaya! Fue más abajo y se subió a otra higuera. Y cada higo que se comía se le quitaba un cuerno. Y comió hasta que se le quitaron todos los cuernos. Y viéndose ya sin cuernos fue y pidió un cesto y lo llenó de higos de los que salían cuernos y se fue para el palacio gritando:
—¡A los higucos del tiempo! Entonces le dijo la criada al amo, el rey: —¡Amo, a los higucos del tiempo! Y el rey le dijo que los comprara. Y compraron, y la criada al subir las escaleras se comió uno y le salió un cuerno. Y luego los comieron todos, el rey, la reina, la hija y todos, y se llenaron de cuernos. Entonces fue el tonto, lagañoso, magañoso y se vistió de médico y salió diciendo que era un médico afamado. Y salió entonces el rey y le preguntó si era verdad que era médico, y él respondió que sí, que era médico afamado. Y entonces le dijo el rey: —Mire usté qué broza nos ha salido, mire usté qué cuernos nos han salido a todos. Y el tonto le dijo: —Si me deja casarme con su hija yo me comprometo a quitarles a todos los cuernos. Pero primero se los quito a la hija y me caso con ella, y después se los quito a los demás. El rey dijo que estaba bien. Y el tonto le dio a la hija del rey que comer un higo de los que quitaban cuernos por cada cuerno que le había salido y se le quitaron los cuernos en seguida. Se casó con ella y después les quitó los cuernos a los demás. Entonces le dijo el tonto al rey: —Yo soy el que vino al palacio y a quien usté le preguntó que a qué venía y yo soy el que le dije que a lo que venían los demás. Y yo soy el que dijo al mantel que me trajera los mejores manjares del mundo y me los trajo. Y yo soy el que le dijo al sombrero que abriera todas las puertas del palacio y se abrieron todas, y ese sombrero lo tiene usté. Y yo soy el que les puso cuernos a todos ustedes y le dije después que se los quitaría a su hija y me casaba con ella. Y yo soy el que se los quité a ella y me casé con ella y después les he quitado los cuernos a todos ustedes. Y ahora con el permiso de la hija me dará usted el mantel y el sombrero. Y dígame usté si ha estado bien. Y el rey le contestó que ya no se podía deshacer. Y entonces le dijo el tonto que adiós que ya se iba a casar con su princesa. Río Tuerto, SANTANDER.
150. La cosa más rara del mundo Éste era un rey que era viudo y que tenía tres hijos. Y en otro reino había una reina viuda que tenía una hija mu guapa. Y se arreglaron er rey y la reina y se casaron. Y como la hija de la reina era casi de la misma edá que los hijo der
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
rey lo tre se enamoraron de ella y se querían casá con ella. Y ya fueron lo tre a vé ar pare y le dijo er mayó: —Pue misté, pare, que nosotro lo tre queremo casasno con nuestra hermanastra y como eso no pué sé que se case ella con lo tre queremo que uté decida quien es er que se ha de casá con ella, y lo que uté diga nosotro quedamo conforme. Y er pare les dijo: —Hijo, a mí me paece que como ella e vuestra hermanastra ninguno debe casase con ella, pero ya que utées dicen que uno tiene que casase con ella marchaos a vé quien es er que vuerve con la cosa má rara der mundo, y er que vuerva con la cosa má rara der mundo ése se casa con la hermanastra. Güeno, pue aquello tre hermano se marcharon por mundo en busca de la cosa má rara der mundo. Y cuando llegaron ande er camino se dividía en tre camino ca uno cogió su camino pa un lugá. Y er mayó llegó a una ciudá mu grande y empezó a buscá por toa parte a vé si encontraba una cosa mu rara. Y depué de buscá por toa la feria y toa la plaza halló una alfombra que tenía un resorte que cuando se subían en ella se sortaba er resorte y podían subí tan arto como quisieran y ande quisieran. Y le dijo ar que la vendía: —¿Cuánto quiere uté por esta alfombra? Y aqué le dijo que costaba cinco mi riale. Y le dio lo cinco mi riale y se fue con ella. Güeno, pue en esa media llegó er segundo a un pueblo onde staba un señó que vendía un canuto de media vara e largo y se le acerca y le dice: —Güen hombre, yo ando viendo a vé si encuentro una cosa mu rara, mu rara. ¿Qué es eso que uté vende ai? Y le dice aqué: —Agárrelo y mire uté. ¿Qué quiere uté vé? —Yo quiero vé a mi hermano. Y le dice er señó: —Pue mire uté por er canuto y lo verá. Y miró er muchacho por er canuto y vio a su hermano que iba por er camino andando con su alfombra. Güeno, pue entonce le dice: —¿Cuánto quiere uté por este canuto? —Yo, con cinco mi riale me conformo. Y le dio lo cinco mi riale y se fue con er canuto. Entonce ya er tercero había llegao tambié a un pueblo y andaba por toa la feria y toa la plaza a vé si encontraba una cosa mu rara, mu rara. Y ya ve que en una plaza staba un viejo que pregonaba manzana y decía: — ¡Manzana, la güena manzana pa curá a los enfermo! Y llega er chico y le dice:
—¿Qué mérito tienen esa manzana? Y er viejo le dice: —Tienen esta manzana er mérito que er que stá enfermo y se la pasan por la cara y la güele en seguía queda güeno y en salú. Y dice er chico: —Pue esto vi yo a comprá pa llevá pa casa. Y le dice ar viejo: —¿Cuánto quiere uté por una manzana de esta? —Cinco mi reale —le contesta el otro—. Y le da lo cinco mi riale é y se va con la manzana. Y er der canuto dijo: —Vi a probá er canuto este a vé si pueo vé a mis hermano. Y miró por er canuto y lo vio a lo do. Y llegó ande staba er mayó le dijo: —Oye, tú, ¿sabes ónde stá nuestro hermano menó? Y dice er otro: —Yo no. Y saca er canuto y le dice: —Si quiere tú velo mira por este canuto. Y miró aqué por er canuto y vio ar hermano menó que iba por er camino solo. Y ya le dice entonce er mayó: —¿Eso e lo que tú llevas a pare? Y dice er segundo: —Sí. —Pues mira —le dijo el otro—, que yo traigo una cosa mucho má rara y que vale mucho má. —¿Qué es?—le dice el otro. —Pue esta alfombra, que ar momento que se sube uno en ella sube tan arto como uno quiere y ande uno quiere. Y le dice er segundo: —Pue vamo a vé entonce. Y se suben y se alevanta la alfombra con lo do. Y le dice er mayó: —Güeno, pue vamo a vé onde va nuestro hermanito pa juntasno lo tre. Y se fueron ande vían al hermanito por er canuto y se juntaron lo tre. Y ya le dijon ar chico lo que ello había comprao y le dijon que les enseñara lo que é traía. Y entonce les dijo: —Pue yo he comprao esta manzana, que er que stá enfermo y se le pasa por la cara y la güele se pone güeno en seguía. Güeno, pue entonce se subieron lo tre en la alfombra y sartó er resorte y lo tre subieron mu arto, mu arto. Y ar poco que iban caminando por el aire agarra er chico er canuto e su hermano y mira por é y dice: —¡Ay, lo que he visto, que ni quisiera decilo! —¿Qué ha visto, chico? —le dice er mayó—.
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Y er mayó agarra er canuto y mira y dice: —¡Ay, dio mío, lo que he visto! —¿Qué es lo que veis vosotro? —dice er segundo—. Y agarra é er canuto y mira y ve lo mismo. Y era que la hermanastra estaba en la cama y ya casi muriendo. Y dice entonce er chico: —Pue vamo a aligerá. Y con la misma agarra y se ponen a caminá má ligero y llegan a la casa. Y entraron y aquélla ya staba muriendo. Y dijo er chico: —Ocasión pa prebá la manzana a vé si se pone güena la chica. Y va con su manzana y se la da a golé, y aquélla tan güena en seguía. Pronto quedó en convalescencia y a lo poco día ya staba güena der too. Y entonces van lo tre y le esplican ar pare lo que había traído ca uno. Y er chico dice: —Pare, yo soy er que me vi a casá con ella porque la manzana que yo he traído es la que la ha curao. Y er segundo dice: —Que no, que yo soy er que me vi a casá con ella porque si no ha sío por er canuto ni la hubiéramo visto que staba enferma y cuando hubiéramo llegao ya hubiera stao muerta. Y er mayó dice: —Que no señó, que sin la alfombra no hubiéramo llegao a tiempo, y yo soy er que me vi a casá con ella. Y er pare su puso a reflesioná y dijo: —Hijo, a mí lo que me paece es que er der canuto es er que má mérito tiene. Y ya aquéllo no dijon na, y fue er pare a decile a la hermanastra que a é le parecía que er que má mérito tenía era er der canuto. Y la chica dijo entonce: —Y a mí me paece que er que má mérito tiene es er que trajo la manzana, y como a ése es ar que siempre le he tenío má inclinación con ese me quiero casá. Y se casó con er menó. Sevilla, SEVILLA
151. El castillo encantado Era una vez un padre que tenía tres hijos. Y como eran muy pobres dijeron que iban a salir a hacer la vida. Y el padre les dijo que fuera primero el hermano mayor. Salió el mayor y le dijo a su padre que pondría un vaso de agua y cuando esa agua se volvería sangre es que se había muerto.
Y cogió un caballo blanco que tenía y uno de tres leones que también tenían y fue a ver si encontraba pa comer pan. Y fue andando por caminos largos hasta que al fin llegó a un castillo encantado que le decía la gente el Castillo de Irás y no Volverás porque de todos los que llegaban allí nadien volvía. Y al llegar al castillo llamó en la puerta y salió una vieja bruja y le dijo: —¿Qué quieres? Y el muchacho le preguntó si le podía dar parada para aquella noche, y la vieja entonces le dijo: —Sí, sí; si es sólo por una noche, muy bien. Sube, sube, y jugamos a la brisca a ver quién gana una copa de jerez. Y se pusieron a jugar a la brisca y ganó el muchacho. Y la vieja que era una bruja, se enfadó y le dijo: —Si no es por ese bicho que traes, te mato. Ella también tenía un bicho grande que le decía su pabellón1. Y el muchacho la dijo: —Pues este bicho se puede atar con cualquier cosa. Y ataron al león con una cuerda. Y entonces se pusieron a pelear. Y viendo la vieja que podía más el muchacho dijo: —¡Avance mi pabellón! Y avanzó el pabellón y mató al muchacho. Y el león como estaba atado no pudo defenderle. Y el agua que tenía el padre en el vaso se volvió sangre. Y dijo él: —¡Ay, que mi hijo ha muerto! Y dijo el hijo mediano: —Padre, yo me voy ahora a hacer la vida y a ver si puedo vengar a mi hermano. Y se subió a un caballo rojo y acompañado de otro león salió. Y le dijo a su padre que pondría un vaso de agua y que si se volvía sangre era que se había muerto. Y llegó también al mismo castillo encantado y llamó en la puerta. Salió la vieja bruja y le preguntó: —¿Qué quieres? Y él la dijo que si le podía dar posada por una noche. Y la vieja le respondió que sí, que si era solo por una noche que podía quedarse allí. —Sube, sube, y jugaremos a la brisca pa ver quién gana una copa de jerez. Y ganó el hermano mediano y la vieja bruja se enfadó mucho y le dijo al joven: —Si no es por ese bicho te mato. 1
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En el original «pavellón» (sic) en todas las ocasiones. Cuentos 151, Espinosa, tomo I (1946: 366). N. de E.
IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
Y él la dijo: —A ese bicho se le puede atar con cualquier cosa. Y ataron al león y se pusieron a pelear. Y ya iba ganando el muchacho cuando la vieja dijo: —¡Avance mi pabellón! Y avanzó el pabellón y mató al muchacho. Y su león no pudo defenderle porque estaba atado. Y el agua que tenía el padre en el segundo vaso se volvió sangre y el padre dijo: —¡Ay, que mi hijo se ha muerto! Y entonces dijo el menor a su padre: —Pues, padre, ahora voy yo a buscar la vida y ver si puedo vengar a mis dos hermanos. Y le dijo a su padre que pondría otro vaso de agua y si se volvía sangre es que era muerto. Y cogió un caballo negro y salió acompañado del tercer león. Y éste llegó también al castillo encantado, y salió a recibirle la misma vieja bruja. Y le preguntó como a los otros: —¿Qué quieres? Y él le dijo que buscaba posada por la noche. Y la bruja le dijo que si era solo por una noche que se quedara. —Sube, sube, y jugaremos a la brisca a ver quién gana una copa de jerez. Y se pusieron a jugar y ganó el hermano menor. Y la vieja bruja se puso muy enfada porque ganaba él y le dijo: —Si no es por ese bicho te mato. Y él la dijo: —Ese bicho podemos atarle con cualquier cosa. Y trajeron una cuerda pa atar al león pero estaba muy cortita. Y dijo el muchacho: —Pues con un pelo de usté se le puede atar. Y se sacó la bruja un pelo y se lo dio al muchacho. Y él hizo como que le había atado pero le dejó suelto. Y empezaron a pelear. Y ya iba ganando el muchacho cuando dijo la vieja: —¡Avance mi pabellón! Y el pabellón iba a atacar al muchacho cuando se echó antes el león y mató al pabellón y a la vieja. Y entonces el muchacho cogió unas llaves de la mesa y empezó a abrir las habitaciones del castillo. Y abrió muchos cuartos donde la vieja bruja tenía los muertos. Y al fin abrió un cuarto donde estaban sus dos hermanos muertos y al verlos se echó a llorar. Y allí halló una tintura y les dio a sus hermanos y al momento resucitaron. Y en ese momento la sangre de los vasos que tenía el padre se volvió agua otra vez y el padre dijo: —¡Ay, que mis hijos viven! Y entonces el hermano menor les dijo a sus dos hermanos:
—Ahora recojamos todas las riquezas del castillo y nos iremos a casa a ver a nuestro padre. Y anduvieron por todo el castillo desencantando gente y recogiendo joyas y dinero. Y después se fueron pa su casa. Salas de los Infantes, BURGOS.
152. Las tres bolitas de oro Éste era un viudo que tenía tres hijas y se casó por segunda vez. Y la madrastra no quería a las hijas. Y el padre tenía que ir a trabajar durante el día lejos de la casa y tenían que llevarle el almuerzo. Y la madrasta envió el primer día a la hija mayor a llevarle el almuerzo al padre. Y le dijo a la hija: —No vayas por la calle de la Amargura que te encontrarás a la Virgen Pura. Y si la encuentras y te pide de comer dile que se vaya a ganarlo como tu padre y tu madre. Y salió la mayor con el almuerzo pal padre. Y no sabía bien por onde ir y fue por la calle de la Amargura y se encontró con la Virgen y la Virgen le dijo: —Buenos días, niña. ¿A dónde vas tan tempranito? Y la niña le contestó: —Voy a llevarle el almuerzo a mi padre. Y logo le dijo la Virgen: —Dame un poco a mí. Y le contestó la hija: —Vaya usté a ganarlo como mi padre y mi madre. Y entonces le dijo la Virgen: —¿Sabes tú dónde está tu padre? Y la muchacha le contestó que no sabía. Y la Virgen le dijo entonces: —Vete por una calle, oscura, oscura, oscura, y le hallarás. Y se fue la muchacha por el camino oscuro, oscuro, oscuro, y llegó al infierno. Y llamó en la puerta y salieron los demonios y la cogieron. Y allí en el infierno se quedó. Y en la noche le pusieron dos camas, una de cuchillos y otra de navajas y le dijeron cuál quería. Y ella dijo que la de navajas. Y se acostó y las navajas la cortaban el cuerpo. Y logo la llevaron los demonios y la metieron en las calderas calientes. Y la muchacha no volvió a su casa. Y el segundo día enviaron con el almuerzo a la hija mediana. Y también le dijo la madrastra: —No vayas por la calle de la Amargura que te encontrarás a la Virgen Pura. Y si la encuentras y te pide de comer dile que se vaya a ganarlo como tu padre y tu madre. Y se fue la hija mediana con el almuerzo pal padre y como no conocía el camino fue también por la calle de la Amargura y se encontró con la Virgen y le dijo:
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—Buenos días, niña. ¿A dónde vas tan tempranito? Y la muchacha le dijo: —Voy a llevarle el almuerzo a mi padre. Y la Virgen le dijo: —Dame un poco a mí. Y la muchacha le contestó: —Vaya usté a ganarlo como mi padre y mi madre. Y la Virgen entonces le preguntó si sabía bien por dónde ir ande su padre y la muchacha contestó que no sabía. Y logo le dijo la Virgen: —Vete por esa calle oscura, oscura, oscura y le hallarás. Y se fue la muchacha por la calle oscura, oscura, oscura y llegó al infierno como la hermana mayor. Y llamó en la puerta y salieron los demonios y la cogieron lo mismo que a la hermana mayor. Y todo le pasó lo mismo y se quedó como ella en el infierno en las calderas calientes. Y ya en vista que ya no quedaba más que la hija menor la enviaron el tercer día con el almuerzo pal padre, y con higos pa vender. Y la madrastra le dijo lo mismo que a las otras: —No vayas por la calle de la Amargura que te encontrarás a la Virgen Pura. Y si la encuentras y te pide de comer dile que se vaya a ganarlo como tu padre y tu madre. Y se fue la hija menor con la comida y también fue por la calle de la Amargura y se encontró con la Virgen. Y la Virgen le dijo: —Buenos días, niña. ¿A dónde vas tan tempranito? Y la niña le contestó: —Voy a llevarle el almuerzo a mi padre. Y le dijo entonces la Virgen: —Dame un poco pa darle a este niño. Y la niña le dijo: —Coja usté lo que quiera. Y cogió la Virgen un poco del almuerzo. Y entonces le dijo la Virgen a la niña: —Y en ese cesto, ¿qué traes? Y la niña le contestó: —Son higos que traigo pa vender. Y le dijo la Virgen: —Dame uno pa darle a este niño. Y la niña le dijo: —Escoja usté los que quiera. Y escogió la Virgen uno. Y la Virgen entonces le dijo: —¿Sabes tú, niña, ánde está tu padre? Y la niña le contestó: —No lo sé, señora. Y entonces la Virgen le dijo: —Vete por aquella puerta clara, clara, clara, y allí saldrán a abrirte. Y se fue la niña por la puerta clara, clara, clara, y llamó a la puerta y era el cielo. Y salieron los ángeles a abrir
la puerta y entró. Y bajó San Pedro y le dio tres bolitas de oro. Y ya le dijo San Pedro: —¿Por cuáles escaleras quieres subir, por las de oro o por las de plata? Y ella dijo: —Por cualesquiera. Y subió la niña y allí se quedó. Y empezó a cantar: —Estas tres bolitas de oro que San Pedro me las dio, para mi padre y mi madre, para mis hermanas no. Estas tres bolitas de oro que San Pedro me las dio, para mi padre y mi madre, para mis hermanas no. Y al terminar cáesele una de las bolitas pa abajo. Y cayó en el infierno y la cogió el diablo. Y entonces se puso a cantar la niña: —Estas dos bolitas de oro que San Pedro me las dio, para mi padre y mi madre, para mis hermanas no. Estas dos bolitas de oro que San Pedro me las dio, para mi padre y mi madre, para mis hermanas no. Y al terminar cáesele otra bolita y el diablo la cogió también. Y entonces se puso a cantar la niña: —Esta bolita de oro que San Pedro me la dio, para mi padre y mi madre, para mis hermanas no. Esta bolita de oro que San Pedro me la dio, para mi padre y mi madre, para mis hermanas no. Y al terminar cáesele también esta pa abajo y el diablo la cogió y se quedó la niña sin bolitas. Y ya empezó la chica a llorar y a cantar: —Aquellas tres bolitas de oro que San Pedro me las dio, se me cayeron pa abajo. Sin ellas, ¿qué haré yo? Aquellas tres bolitas de oro que San Pedro me las dio, se me cayeron pa abajo. Sin ellas, ¿qué haré yo? Y San Pedro la oyó llorar y cantar y vino y le preguntó por qué lloraba y cantaba así. Y cuando ella le contó lo que le había pasao fue San Pedro y cogió una caña muy grande y le dio al diablo unos cañazos muy fuertes y el diablo le dio las bolitas y San Pedro se las devolvió a la chica. Y cuando se fue San Pedro empezó la chica a cantar otra vez: —Estas tres bolitas de oro que San Pedro me las dio, para mi padre y mi madre, para mis hermanas no.
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
Estas tres bolitas de oro que San Pedro me las dio, para mi padre y mi madre, para mis hermanas no. Y cuando cantaba jugaba con las bolitas y las tiraba pa arriba y las cogía en las manos. Y de contento no veía ande tiraba las bolitas y cayó una en un cristal y lo rompió. Y entonces se puso a llorar y vino la Virgen y le dijo: —¿Por qué lloras, niña? Y le contestó la niña: —Porque estaba jugando con mis tres bolitas de oro y se cayó una en un cristal y lo rompió. Y la Virgen le dijo: —No llores, niña, que San Pedro lo arreglará. Y ya después de mucho tiempo le dijo San Pedro a la chica que tenía que regresar al mundo. Y se fue la niña con sus tres bolitas de oro. Y llegó a su casa y le contó a su madrastra todo lo que le había pasao. Y la madrastra de rabia que tenía con ella le dijo que pa qué le había dao los higos a la Virgen, y la llevó y la enterró viva en un trigal con sus tres bolitas de oro. Y ya se fue la madrastra creyendo que ya estaba muerta. Pero la niña seguía viva enterrada en el trigal. Y el pelo de la niña creció por la tierra con el trigo. Y logo fueron los segadores a segar el trigo. Y cuando llegaron ande estaba enterrada la niña y segaban el trigo junto con su pelo cantaba: —Segadores, que vais a segar, no seguéis mi lindo pelo, que la tuna de mi madre me enterró por higo y medio. Y los segadores hicieron oído y ya oyeron bien las voces de la niña y dieron parte y vinieron los del pueblo y sacaron a la niña, que estaba viva, y salió riendo con sus tres bolitas de oro. Y a la madrastra la quemaron viva. Torrijo de Cañada, ARAGÓN
153. La gaita que hacía a todos bailar Un hombre tenía tres hijos. Los dos mayores eran más listos que el menor y por eso siempre le hacían burla. Por fin dijo el padre: —Ya que este hijo mío no sirve pa nada he pensao ponerlo de pastor. Y lo pusieron de pastor. Y ya hacía un año que estaba guardando ovejas cuando encuéntrase con una vieja que le dijo:
—Hombre, ¿qué hace usté aquí de pastor de ovejas? Y ya le dijo el muchacho: —Pues verá usté que mis hermanos no me quieren y mi padre me puso de pastor. —Y, ¿qué tal te encuentras? ¿Tienes buen amo y bastante que comer? —le preguntó la vieja—. —Sí, sí —respondió el muchacho—. Tengo un amo muy bueno y me dan bien de comer. Y entonces la señora le dijo: —Pues entonces, ¿qué te hace falta? —Una gaita. Y la vieja entonces le dio una gaita. Y ya la vieja se fue y le dejó solo. Y a poco que se fue la vieja escomenzó el pastor a tocar la gaita y escomienzan las ovejitas a bailar. Y tocaba más y más y más y más y con más gusto bailaban las ovejas y las cabras. Y así pasaba de día en día. Les tocaba el pastor y bailaban las ovejas y las cabras hasta caer rendidas y luego se tumbaban a descansar un rato. Y sus ovejas y cabras siempre estaban muy gordas. Y los otros pastores de ovejas veían que las ovejas del muchacho estaban siempre gordas y decían: —Pero y ¿qué hará ese muchacho pa tener sus ovejas y cabras tan gordas? Y ya otros pastores que sabían que bailaban le dijeron al amo que su pastor tenía una gaita que cuando la tocaba las ovejas y cabras bailaban junto con él. Y el amo no lo quiso creer y vino ande estaba el pastor y le dijo: —Buenas tardes. ¿Por qué están las ovejas echadas? —Descansan—le dijo el pastor. —Y, ¿es verdá que bailan las ovejas? —Sí, señor; bailan en cuanto yo les toco la gaita. —A ver, a ver—le dijo el amo. Y el muchacho se puso a tocar la gaita y se fueron levantando todas las ovejitas y cabras y escomenzaron a bailar de gusto. Y el pastor escomenzó a bailar también. Y tocaba más el pastor y las ovejas y cabras baila que baila. Y el amo de gusto escomenzó a bailar también hasta que ya estaban todos bailando, amo, pastor, ovejas y cabras. Y el pastor venga a tocar y el amo venga a bailar. Y ya cuando el muchacho se aburrió de tocar la gaita se tumbó a descansar, y así hicieron las ovejas y cabras y el amo. Y ya fue el amo y se lo dijo a su mujer. Y la mujer le dijo: —Anda no vengas con embustes. ¿Ande se han visto ovejas y cabras que bailan? —Si no lo crees anda a ver y verás que es verdá. Yo mismo he tenido que bailar. Cuando ese muchacho toca la gaita todos tienen que bailar.
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Y ya dijo la mujer: —No lo creo, pero voy a ver si es verdá. Y ya llegó ande estaba el pastor con las ovejas y cabras y le dijo que tocara la gaita. Y escomenzó a tocar la gatita y se alevantan las ovejas y cabras en seguida y escomienzan a bailar. Y el pastor venga a tocar y las cabras y ovejas vangan a bailar. Y ya escomenzó la ama a bailar también Y el pastor venga a tocar la gaita y la ama venga a bailar. Y estuvieron todos bailando hasta que el pastor se aburrió y todos se tumbaron a descansar, la ama, el pastor, las ovejas y las cabras. Y cuando ya la mujer descansó se fue pa su casa. Y cuando llegó a su casa le dijo su marido: —Bueno, y ¿qué tal? ¿Han bailao las ovejas? —Han bailaó las ovejas y cabras y yo con ellas —le dijo la ama—. Cuando ese pastor toca la gaita todos tienen que bailar. —Ya yo te lo decía —le dijo el amo—. Y ya decidieron los amos despedir al pastor porque siempre tenía a las ovejas y cabras y a todo el mundo bailando. Y las ovejitas y cabras se murieron todas de sentimiento de ver que ya nadie les tocaba. Y el muchacho se fue entonces pa su casa con su padre. Y cuando le contó lo que le había pasao los dos hermanos mayores empezaron a hacerle burla. Y el padre dijo: —Este muchacho pa nada sirve. Mejor es que se quede en casa y vosotros tendréis que trabajar pa vivir. Y al día siguiente envió el padre al hijo mayor a vender manzanas al pueblo. Y en el camino se encontró con una vieja que le preguntó: —¿Qué vendes? Y él le respondió: —Vendo ratas. Y la vieja le dijo: —Pues ratas se te volverán. Y llegó el muchacho al pueblo y cuando iba a sacar manzanas pa venderlas no salían más que ratas. Y salían y salían ratas hasta que se llenó todo el pueblo de ratas. Y ya le dieron una paliza al muchacho y se fue pa su casa. Y al día siguiente envío el padre al hijo segundo al pueblo a vender naranjas. Y en el camino se encontró con la misma vieja que le dijo: —Buenos días. ¿Qué vendes? Y él le dijo: —Pájaros. Y la vieja le dijo: —Pues pájaros se te volverán.
Y cuando el muchacho llegó al pueblo y fue a abrir la cesta de naranjas salieron volando unos pájaros y no quedó nada. Y ya el pobre se volvió pa su casa muy desconsolado. Y entonces el hijo menor le dijo a su padre: —Padre, yo quiero ir ahora al pueblo. Envíeme a mí y verá cómo me va bien. Y los dos mayores se reían de él y decían: —¡Qué vas a hacer tú, tonto! Si a nosotros nos ha pasao mal a ti te irá peor. Pero el padre le dejó ir y le dio una cesta de uvas pa vender en el pueblo. Y en el camino se encontró el muchacho con la misma vieja y le preguntó: —¿Qué vendes? Y él le respondió: —Vendo uvas. ¿Quiere usté unas? Y ella le contestó: —No, gracias. Muchas uvas venderás. Y llegó el muchacho al pueblo a vender sus uvas, y cuantas más vendía más había en la cesta. Y estuvo vendiendo hasta que ya llenó muchos talegones de dinero y se fue con ellos pa casa de su padre. Y por el camino iba tocando la gaita que todavía tenía y se encontró con la vieja que le dijo: —No toques la gaita, hijo, hasta que no llegues a casa. Y llegó el muchacho a su casa y salieron los dos hermanos y el padre a recibirlo. Y el padre decía: —Otra por cierto. Ya se habrá metido este tonto en otra. Y llegó el muchacho y les dijo: —Traigo muchos reales, padre, tantos que se pegan a la cesta y no se pueden salir; y otros traigo en taleguillos, que tampoco se pueden sacar. Y dijo el padre: —Pues, ¿cómo nos vamos a arreglar pa sacar el dinero de la cesta y de los taleguillos? —No se apure usté, padre —le dijo el chico—. Ya verá usté.
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
Y escomenzó a tocar la gaita y escomenzaron a salir bailando las perras y los reales de la cesta y de los taleguillos. Y así estuvo tocando la gaita hasta que salió todo el dinero y quedaron ricos. Conque con eso ya sus hermanos le querían mucho. Y el padre les dijo: —Ahora, vamos a hacer una casa con este dinero. Y hicieron una casa muy bonita con el dinero. Y la hicieron tan bonita que no les quedó nada dinero y les dijo el padre: —Pues ahora, tenemos que salir por el mundo alante a hacer la vida. Y los hermanos mayores, como que siempre estaban con la envidia, se fueron solos y el menor se fue con el padre por otro lao. Y el menor y el padre se fueron por los pueblos vendiendo aceite. Y vendieron todo el aceite y siempre por el aceite cobraban güevos. Y de contento que estaba el chico le dijo a su padre: —Padre, ya que hemos vendido todo el aceite y traemos tantos güevos voy a tocar la gaita. Y escomenzó a tocar la gaita y escomenzaron los güevos a bailar en las cestas. Y el padre le dijo: —Por Dios, hijo, que no toques la gaita. ¿No ves que los güevos bailan y se van a romper todos? —No se apure usté, padre—le dijo el hijo. Y seguía tocando la gaita y los güevos a bailar en las cestas. —No, hijo, no toques, que se rompen. —No se apure usté, padre, que no se rompen. Y venga a tocar la gaita y vengan a bailar los güevos, hasta que también el padre y el hijo escomenzaron a bailar. Y así estuvieron bailando el padre y el hijo y los güevos en las cestas hasta que el muchacho se aburrió. Y ya llegaron a casa. Y tantos eran los güevos que había en las cestas que no los podían sacar. Y dijo el padre: —Pero, ahora, ¿cómo nos arreglaremos pa sacar tantos güevos de las cestas? Y el muchacho escomenzó a tocar la gaita y los, güevos escomenzaron a salir de las cestas hasta que salieron todos. Y el muchacho decía: —Con esto ya nos podemos ganar la vida. Y ya se fueron a vender los güevos. Y cuantos más vendían más salían de las cestas. Y se hicieron ricos. Y después los dos hermanos mayores volvieron y no trajeron nada. Volvieron más pobres que nunca. Y de envidia que le tenían al menor, le quitaron la gaita. Y ya al menor
no le hacía falta, porque ya estaban ricos él y su padre. Y salieron ellos con la gaita tocando pa ver si se hicían ricos ellos también. Pero no pasaba nada. La gaita sólo al chico le servía. Nódalo, SORIA.
154. Las tres avellanas Éste era, un rey que tenía dos hijas, una muy guapa y la otra muy fea. Y a la bonita la pretendían todos y la querían mucho, y a la fea naturalmente no le hacían caso los mozos ni nadien. Y por eso el padre quería más a la fea, y a la guapa siempre la maltrataba. Y un día el padre le dijo que se fuera de la casa. Y la pobre niña salió y se fue a pretender. Y en el camino se encontró a la Virgen, y la Virgen le dio tres avellanas y le dijo: —Toma estas tres avellanas, y cuando estés en un grande apuro, las abres. Y caminando, caminando, llegó la niña a la casa de un rey y preguntó si hacía falta una criada. Y le dijeron que no, que ya tenían criadas, pero que si quería quedarse a guardar los pavos, que se quedara: Y dijo que sí, que guardaría los pavos. Y todos los días salía con los pavos. Y el hijo del rey comenzó a enamorarse de ella, pero como era una criada no se atrevía a decírselo. Y todos los días la seguía sin que ella le viera. Y un día la niña, cuando andaba guardando los pavos, empezó a cantar: —¡Paví, paví, paví! ¡Si el hijo del rey me viera se enamorara de mí! Y el hijo del rey estaba escondido detrás de Una tapia y la vía y la oía cantar. Y al cantar la niña eso todos los pavos corrían ande estaba y hacían: —¡Gala, gala, gala! ¡Gala, gala, gala! Y entonces dijo la niña: —Voy ahora a abrir una de las avellanas que me dio aquella Señora. Y la abrió y encontró en ella vestidos muy ricos y elegantes. Y se vistió muy elegante y estaba más guapa que nunca. Y entonces comenzó a cantar:
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—¿Paví, paví, paví!
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¡Ahora sí que si el hijo del rey me viera se enamorara de mí! Y el hijo del rey estaba viéndola siempre. Y los pavos corrieron otra vez ande estaba y decían: —¡Gala, gala, gala! ¡Gala, gala, gala! Y entonces cogió la niña la segunda avellana y la abrió y encontró en ella una carta donde decía: «El hijo del rey está enamorado de ti». Y empezó ella a cantar: —¡Paví, paví, paví! ¡El hijo del rey está enamorado de mí! Y otra vez los pavos corrían ande ella y decían: —¡Gala, gala, gala! ¡Gala, gala, gala! Y el hijo del rey estaba mirando todo. Y la niña entonces dijo: —Todo me ha ido bien, y ahora voy a ver qué, hay en la tercera avellana. Y la abrió y halló joyas muy ricas, y se las puso y estaba más guapa y elegante que nunca. Y entonces el hijo del rey ya tenía ganas de salir a declararse, pero dijo: —No, voy a esperar. Y ya comenzó ella a cantar: —¡Paví, paví, pavito! ¡El hijo del rey se va a casar conmigo! Y los pavos otra vez corrían ande ella y decían: —¡Gala, gala, gala! ¡Gala, gala, gala! Y ya el hijo del rey no pudo resistir más y salió de ande estaba escondido y le declaró su amor. Y se la llevó al palacio y se casaron. Astorga, LEÓN.
155. El oricuerno Érase una vez una mocita que tenía un novio. Y en el pueblo onde vivía había otro mozo que estaba enamorao de ella y siempre la andaba persiguiendo. Y una vez que estaba hablando
con su novio por la reja de su casa se acercó el otro y le mató a su novio. Y como ella sabía bien quién era el asesino, salió otro día por la noche a buscarlo pa vengarse. Y al volver una esquina se encontró con él y le dio un trabucazo. Pero en vez de matarle sólo a él, mató a dos, a él y a un compañero suyo. Y viendo que ya no podría escaparse de la justicia, se marchó esa misma noche de su casa. Y caminando, caminando por los montes llegó a una cabaña de pastores y les contó lo que le había pasao y les dijo que le hicieran el favor de darle ropas de pastor pa no ser conocida. Y se vistió de hombre y se cortó el pelo y se marchó por los mundos. Y llegó a un pueblo y se puso a servir en una casa de comercio. Y dijo que se llamaba Carlos. Y la hija del amo se enamoró de Carlos y le dijo a su padre que se quería casar con él. Y el padre le dijo: —Pero, hija, él es el que te ha de declarar que te quiere. Las mujeres nunca hablan primero. Pero ella estuvo tanto insistiendo que el padre fue y le dijo a Carlos que su hija estaba enamorada de él y se quería casar con él. Y la pobre muchacha ya no sabía qué hacer. Pero no hubo más remedio que casarse. Y ya fueron a acostarse. Y siempre el novio se acuesta primero. Pero Carlos no se acostaba, y por fin se acostó primero la novia. Y Carlos no se quería acostar. Entonces la novia, ya cansada de esperar, le dijo: —Carlos, ¿que no vienes a acostarte? Y ya fue Carlos a acostarse. Y se acercó a la cama muy triste, sin decir palabra. Y la novia le dijo: —¿Qué tienes, Carlos? ¿Por qué estás triste? ¿Que no estás contento? Y ya Carlos le dijo la verdá y le dijo que no era hombre, sino mujer. Y la novia le dijo: —Pues, mira, no te dé pena, que no vamos a decir nada y vamos a seguir lo mismo que si fueras hombre. Y así estuvieron viviendo muchos años. Pero como no tenían familia, ya comenzaron todos a sospechar que Carlos era mujer. Y empezaron a decir todos que Carlos era mujer. Y dijo el padre: —Vamos a dar un banquete y ponemos sillas altas y sillas bajas, que si Carlos es mujer se sentará en una silla baja. Y fueron al banquete. Y Carlos fue y se sentó en la silla más alta que había. Conque ya de eso no sacaron nada. Y ya dijo el padre: —Ahora vamos a caza y luego a los baños al río, que si Carlos es mujer no se ha de querer bañar. Y salieron todos a la caza y después fueron a comer. Y después de comer dijo el padre a los caballeros: —Ahora a los baños, a bañarnos al río.
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
Y entonces dijo Carlos: —Espérenme un poco, que yo tengo que ir a hacer mi necesidá. Conque se fue solo y se sentó en un canto muy triste, cuando vio venir un bicho con unas astas muy largas. Y se acercó y le dijo que se desnudara. Y se desnudó, y el bicho, que era el oricuerno, le hizo una cruz con el cuerno sobre el empeine y al momento la moza se volvió hombre. Y se desapareció el oricuerno, y Carlos volvió al río donde estaban los hombres y se desnudó y entró a bañarse, y todos vieron que era hombre. Conque ya todos vieron que no era mujer. Y se volvieron todos a casa. Y cuando vieron que también Carlos venía, entró el criao y le dijo a la novia: —¿Sabe usté, señorita, que viene también Carlos? Y ella, que como sabía que ahora sí iban a ver que Carlos no era hombre le había dicho adiós por la eternidá, se sorprendió mucho y le dijo al criao: —Pero, ¿cómo es posible? ¿Sabes lo que dices? Y salió al balcón y le vio venir. Y ya llegó Carlos y le contó a ella lo que le había pasao. Cuenca, CUENCA.
156. Los cuarenta y un ladrones Había un rey que tenía tres hijos, y a aquellos tres hijos fue el padre y les dijo que staba mejor pa morir que pa vivir. Y llamó al mayor y le dijo que cuando se muriera le rezara una parte del rosario. Y depués llamó al segundo y le dijo que cuando se muriera le rezara él también una parte del rosario. Y logo llamó al menor y le dijo lo mismo. Pu güeno; se murió el padre y lo enterraron en la trebuna. Y a la primera noche fue el mayor a rezarle el rosario. Y llegó a la trebuna y comenzó a groriar el rosario, cuando empezó el techo y el suelo a darse uno con otro y las paeres unas con otras. Y el pobre, de asustao que staba, ya no quiso seguir groriando el rosario y dijo: —¡Sea lo que Dios quiera! Yo no pueo cumprir la promesa a mi padre. Y se fue a ver la novia sin deciles na a sus hermanos. Y a la noche siguiente fue el hermano segundo a cumprirle la promesa a su padre y rezarle la parte del rosario. Y llegó a la trebuna y empezó a groriar el rosario, cuando empezó el techo y el suelo a darse uno con otro y las paeres a darse unas con otras. Y también se asustó y dejó de groriar. el rosario y dijo:
—¡Sea por Dios! Yo no pueo cumprir la promesa a mi padre. Y se fue como el otro a ver la novia y na les dijo a sus hermanos. Y vamo a ver que tocándole al menor ir a rezar la parte del rosario, le pasó como a sus hermanos mayores. Apenas empezaba a groriar el rosario y comenzaba el techo y el suelo a darse uno con otro y las paeres unas con otras. Y dejaba de rezar y se quedaba ca cosa en su sitio. Y empezaba otra ve a groriar el rosario y otra ve comenzaba el techo y, el suelo a darse uno con otro y las paeres lo mismo. Pero como quería cumprirle la promesa a su padre, dijo: —Pus na, ahora vi a star rezando hasta concruir. Y estuvo rezando hasta, que acabó de groriar la parte del rosario. Pero vamo que al acabar de groriar el rosario salió un bicho de allí de la misma trebuna y le apagó la linterna. Y él le dio un gorpe con el espaín y lo dejó ai sin saber si le había matao o no. Y se metió la mano al borsillo a buscar mitos pa encender la linterna, pero no halló na. Y asina como staba y como Dios le dio a entender buscó la llave de la trebuna y salió, y vido una lu mu terremota y dijo: —Vi a ver si busco lu pa encender la linterna y volver a cumprir la promesa a mi padre. Y salió en direción de la lu aquella, y cuanto más andaba más lejos estaba la lu. Y por onde iba se encontró con una vieja, que era la noche, y le dijo: —¿Cómo stá osté, güena vieja? ¿Qu’anda haciendo por aquí? Y la vieja contesta: —Acortando las noches y alargando los días. Y le dio él una patá y la dejó ai tirá, y la noche no se acababa. Pu vamo que ya llegó aquel hombre ande staba la lu y ya encontró ai a cuarenta y un ladrones, dormíos y boca abajo. Y ya fue sarteándolos hasta que llegó a la lumbre y encendió su linterna. Y entonces fue cuando aquellos despertaron y dijeron: —Na; éste vamo a quemale vivo. Y ya llega el capitán y dice:
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—No; mientras éste levante la cardera que no podemos levantar los cuarenta y uno juntos de los llare y la vuerva a poner en el suelo tiene perdoná la vida. Y fue el hombre y cogió la cardera y la levantó de los llares y la vorvió a poner en la tierra. Y en viendo eso dijo el capitán: —Pu na; tiene perdoná la vida y será él nuestro capitán. Conque ya le dijeron que tenía que ser el capitán de los bandíos. Y él les dijo que a palabra de honor sería el capitán, pero que primero tenía que ir a cumprir una promesa a su padre. Y les dio su palabra de honor que vorvería y se fue otra vez a la trebuna a rezar la parte del rosario. Y llegó con su linterna, y cuando abrió la puerta le dijo una voz desde la trebuna: —¡Anda, hombre, qu’has matao a tu padre! Pero no te apures que serás afortunao. Y ya vido al bicho que staba ai hecho cuarenta mil peazos. Y acabó de groriar el rosario sin que na pasara. Y tavía era noche. Y salió en busca de la vieja y la halló onde la había dejao tirá de una patá. Y llega y le dice: —¿Quién es oté? Y ella le contesta: —Yo soy la noche. Y entonce él le dio la mano y le dijo: —Pu levántese oté. Y la levantó y se fue la vieja. Y entre más se retiraba la vieja de él, más iba aclarando el día. Y cuando ya llegó el día se fue pa su casa a ver a sus hermanos. Y na les contó de lo que le había pasao. —¿Has cumprido la promesa a padre?—le preguntaron. Y él les dijo: —Sí, sí, ya la he cumprido. Pero ellos na le decían de lo que les había pasao. Y ya les dijo el menor: —Yo quiero un caballo pa ir a una diversión. Y cogió un caballo blanco y se fue ande staban los bandíos. Y cuando llegó vido que allí tenían ataos a dos arrieros y les habían quitao dos pellejos de vino y dos de aguardiente. Y llegó y les preguntó: —¿Qué delito han cometío ostés? Y ya le dijeron que na, que los habían atao pa robales los dos pellejos de vino y los dos de aguardiente. Güeno, pu se va aquél y los esata y les da a ca uno sus pellejos y les dice: —¡Alante! ¡Pa su casa! Y logo fue y les dijo a los bandíos: —¿Qué delito han cometío esos pobres, que les han quitao ostés el vino y el aguardiente? Y ellos contestan:
—Pu na; que como no teníamos vino ni aguardiente, se lo robamos pa festejar la llegá de oté. Conque él les dice entonce: —Pu na; ya les he dao a ca uno sus dos pellejos. Y logo les dice: —Y ahora que soy yo capitán, sólo yo mando, y ahora vamo toos a robar un palacio, que ante que nos farte una cosa tenemos que buscar otra. Y ya sarta uno y dice: —No diga oté eso, que el rey de ese palacio tiene dicho que el que le entregue siquiera una cabeza de nosotros se casa con su hija, la princesa. Pu vamo a ver que se fueron toos a robar el palacio. Y llegó el hermano menor y estuvo viendo cómo iba a matar a los ladrones toos. Y se subió a una barandilla y de allá les gritó: —¡Suban por aquí! Cuando yo tire una china sube uno, y cuando tire dos chinas suben dos. Y cogió cuarenta y un chinas. Y tiró una china y subió uno, y al llegar a la barandilla le dio una cuchillá y cayó la cabeza al patio del palacio. Y tiró otra china y subió otro, y al llegar a la barandilla también le dio la cuchillá y cayó la cabeza al patio del palacio. Y logo tiró dos chinas y subieron dos, y cuando llegaron arriba de la barandilla les dio una sola cuchillá y cayeron las dos cabezas al patio. Y asina estuvo tirando las chinas hasta que cayeron las cuarenta y un cabezas de los ladrones al patio del palacio. Y entonces fue y abrió las puertas de una habitación del palacio y vido a las tres princesas que staban dormidas. Y entró y vido a la menor, que era la más bonita, y le quitó un anillo del deo del corazón. Y vido entonce la falda de la princesa que staba colgá y le cortó con su cuchillo un cacho de media vara. Y se metió todo en el borsillo y se salió. Y de allí se fue a ver a sus hermanos, y cuando llegaron le preguntaron: —¿Te has divertío? Y él sólo contestó: —Yo, sí. Y a otro día se levantó el rey en su palacio y se quedó asombrao de ver aquellas cuarenta y un cabezas de los bandíos en el patio del palacio. Y llamó a sus consejeros y mandó publicar un bando que viniera el que había, matao a los ladrones pa que se casara con su hija la menor. Y venían de toas partes préncipes y condes y decían que ellos habían matao a los ladrones. Pero como ninguno podía espricar ni dar señas ni norte de cómo había pasao to aquello, a toos les daban la muerte, a manera que ya se iba quedando aquel reino espobrao de hombres. Cuando ya va la princesa y le dice a su padre:
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
—Padre, a mí me hace farta una sortija desde la noche que mataron a los ladrones. Y le enseñó la farda que le fartaba un cacho de tela y le dijo: —Y mire oté lo que farta a mi falda. Pu vamo que entonce dijo el rey: —Tenemo que poner una venta pa ver si llega el que ha matao a los ladrones. Y llamó a sus consejeros y toos le dijieron que sí, que pusiera una venta con quince tocadores y quince damas pa que llegaran allí a divertirse toos lo que quisieran, sin pagar na, sólo que tenían que contar ca uno lo que le había pasao en su vida. Y llegaron por allí los tres hermanos una ve y vieron que había un rétulo que decía que allí podían divertirse too el tiempo que quisieran sin pagar na si contaba ca uno to lo que le había pasao en la vida. Y dijo el menor: —Vamo a llegar. Y llegaron y los recibieron los consejeros del rey que allí staban de venteros. Y se stuvieron allí muchos días divirtiéndose con las damas aquellas. Y contó ca uno too lo que le había pasao. Y los dos hermanos mayores estaban mu avergonzaos de ver que ellos no habían cumprido la promesa a su padre y el menor sí. Y cuando contó el menor que había matao a los cuarenta y un ladrones y que le había robao un anillo a la princesa y le había cortao un peazo de tela a su falda, no lo creían los hermanos, y entonce es cuando sacó de su borsillo el anillo y el cacho de tela y les dijo: —Pa mejores pruebas aquí traigo el anillo y el cacho de tela de la falda de la princesa. Y los consejeros del rey, que habían visto too, le mandaron un parte al rey que vinieran por los tres hermanos. Y llegó dentro de unos días un coche del palacio y se llevaron a los tres hermanos. Y cuando llegaron salió el rey a su encuentro y dijo: —¿Quién es el que mató a los ladrones y se llevó el anillo de mi hija y el cacho de tela de su falda? Y dijo el menor: —Su real majestá, yo soy. Y el rey dijo: —Hombre, stá mu bien. ¿Y qué pruebas traes? Y sacó el menor de su borsillo el anillo y el cacho de tela de la falda. Conque ya el rey dijo que echaran sus torneos y sus bodas y se casaran. Y se casó el menor con la hija menor del rey. Güeno, pu cuando ya habían pasao unos quince días dijeron los dos hermanos mayores: —Su real majestá, ya nosotros nos vamos a nuestro reino.
Y dijo la cuñá: —Nosotros vamos con ostés. Y fue y le dijo al rey su padre que si permitía que acompañaran ella y su marido a los dos hermanos a su reino. Y el rey le dijo que ella podía ir si quería, pero que su hijo no, que tenía que quedarse pa ver por el reino, ya que él estaba viejo. Conque ya vino la princesa muy triste y le dijo a su marido que decía el rey que él no podía ir, que la dejara ir a ella con ellos. Y el marido le dijo que fuera, y que le enviara un parte al momento que llegaran. Güeno, pu se fueron los dos hermanos acompañaos de su cuñá en una carroza con seis caballos que partían la tierra y un escuadrón delante y otro detrás. Y en el camino por onde iban vivía en su coto un negro magiquero que encantaba a toos los que pasaban por su coto. Y aquéllos, como no lo sabían, pasaron y entraron en el coto del negro, y cogió un puñao de sal y los roció a toos menos a la princesa. Y toos, hombres y caballos y carroza quedaron convertidos en alabastro. Y a la princesa la cogió el negro y la metió en su castillo. Y quería hacerle cariños; pero ella na; le daba ca bofetá. Y ya cuando pasaron algunos días sin recibir contestación de su mujer y sus dos hermanos, dijo el menor al rey: —Padre, yo tengo que salir en busca de mi mujer y mis hermanos, que anguna cosa les ha pasao. Y le dijo el rey que fuera y que llevara una escorta de sordaos. Y él le dijo: —Na; no quiero que me acompaña naire. Yo iré solo. Y se marchó solo a buscar a su mujer y a sus hermanos. Y llegó al mismo coto y antes de entrar le gritó un negro, que era el guardia del coto: — ¡Tocayo, tocayo, no entre oté en el coto! Y este guardia se lo dijo porque ya había visto lo que les había pasao a los otros y estaba ya aburrío porque el negro magiquero le daba toos los días una paliza. Y ya el menor no entró en el coto, sino que pasó por un lao y vido todo aquello convertío en alabastro. Y dijo: —Unos caballos como éstos los llevaría yo al palacio onque me costaran un ojo de la cara. Y cuando vido la carroza que estaba también convertía en alabastro dijo: —Una carroza como ésta la llevaría yo al palacio onque me costara un ojo de la cara. Y ya se acercó y llegó el negro guardia y le contó too lo que había pasao. Y entonce es cuando el menor le dijo al negro: —Anda, llama a mi mujer y dile que su marido quiere hablar con ella.
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Y fue aquel y entró en el castillo y estaba el negro magiquero durmiendo. Y le dijo a la princesa que su marido quería hablar con ella. Y salió y habló con su marido, pero sin poder salir del coto onde estaba encerrá. Y empezó la princesa a llorar y a contarle a su marido too lo que les había pasao. —Y a ti, ¿te molesta el negro?—le dijo el marido. Y ella le dijo: —A mí siempre me anda galanteando y con sus bromas, pero yo no le hago caso y le doy ca bofetá y no me hace na. Conque con la misma le dice él: —Pu, mira, ahora vas tú y le preguntas ónde tiene el encantamiento. Le dices que te lo diga pa ayudarle tú a encantar y esencantar y logo me lo dices a mí y te saco de este coto. Güeno, pu na; se retiró él del coto y fue la mujer y se metió otra vez en el castillo del negro. Y cuando ispertó le preguntó ella ónde tenía el encantamento. Y él se alegró de que ella le hablara y con el gusto que tenía le contó too. —Mira —le dijo— este monte de sal blanca. De esta sal cojo un puñao y a todos los que rocío se vuelven alabastro y quedan encantaos. Y de este monte de sal negra cojo un puñao y esencanto a toos los que rocío. —¿Y ónde stá el encantamento de tu vida? —le preguntó ella. Y entonce es cuando dijo el negro magiquero: —Eres mujer, y no hay que fiarse de mujeres. Eso no te lo pueo decir. Y ella le dijo: —Anda, dímelo, que ya sabes que a naire se lo pueo decir. Y pueo anguna vez ayudarte. Y ya él, viendo que decía eso, le dijo: —Pu, mira; de aquel lao e los siete mares hay una serpiente de siete cabezas. Y el que mate a esa serpiente y le saque el corazón y me lo estrelle en la cabeza me mata, ésa es la llave de mi encantamento. Y estuvo entonce la mujer esperando hasta que el negro se durmiera. Y cuando vido que dormía se salió del castillo y fue a buscar a su marido. Y ya aquél estaba esperándola. Y llegó ella y le contó too. Y en seguida se marchó en busca de la serpiente. Y apenas había andao unos pasos cuando se encontró con dos muchachos que estaban allí dándose porrazos. Y llega y les pregunta: —Toma, pero, ¿por qué sus peleáis vusotros? Y dice uno: —Este, que me quiere quitar esas espartiñas. Y el otro grita:
—Mentiras; éste que me quiere quitar esta monterilla. Y ya él les dijo: —Güeno, pu vamo a ver. ¿Qué mérito tienen estas espartiñas y esta monterilla? Y le dice uno: —Esta monterilla tiene el mérito que el que se la pone no le ve naire; es invesible. Y dice el otro: —Y estas espartiñas tienen el mérito que el que se las pone corre más rápido que el aire terral. —Güeno —les dice entonce el hombre aquel—, pu sepárense otés a unas cincuenta varas y yo arreglaré la cosa. Cuando yo diga «Alante» echan a correr a ver quién llega aquí primero a coger las dos cosas. Y se van aquéllos a unas cincuenta varas y se pone él en esa media la monterilla y ya no le vieron más. Y entonce es cuando se puso las espartiñas y echó a correr más aprisa que el aire terral. Y en unos momentos ya estaba en la casa del sol sin saberlo. Y llega y le pregunta al sol: —Me pué decir oté ónde se encuentra la serpiente de las siete cabezas? Y el sol le dice: —No lo sé decir, pero vamo conmigo a ver a mi hermana la luna. ¿Puede oté seguirme con mis rayos que no le quemen? —¡Vaya si pueo! —dice él—. Y antes de salir le dio la madre del sol una vara de cuarta y le dijo: —Al llegar a los siete mares das un varazo en el agua con esta vara. Y salió con el sol. Y el sol que no le vía le dice: —¿Ande vas? Y él contesta: —Aquí voy muy alante. Y llegaron a la casa de la luna y le dijo el sol a la luna si sabía ónde staban los siete mares onde vivía la serpiente de las siete cabezas. Y la luna dijo: —No lo sé decir, pero iremo a la casa de mi hermano el aire, que él lo ha de saber. Y la madre de la luna le dio una vara de dos cuartas y le dijo: —Cuando llegues a los siete mares das dos varazos en el agua con esta vara. Y salieron la luna y el hombre. Y la luna no le vía y le dijo: —¿Ande vas? —Aquí voy muy alante —contestó él—.
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
Conque llegaron a la casa del aire y le preguntó la luna si sabía ónde staban los siete mares onde vivía la serpiente de las siete cabezas. Y el aire dijo: —Sí; yo lo sé. Mañana iremo si pué este hombre seguirme. —¡Vaya si pueo! —dice él—. Conque salió entonce la madre del aire y le dio una vara de tres cuartas y le dijo: —Cuando llegues a los siete mares das tres varazos con esta vara en el agua y saldrá un pez y montas en él. Y salieron el aire y el hombre y como el aire no le vía le dijo: —¿Ande vas? —Aquí voy yo alante —contestó él—. Pu llegaron a los siete mares y allí el aire dejó solo al hombre. Y fue él y dio un varazo con la vara de cuarta y salió un pez del agua. Y dio dos varazos con la vara de dos cuartas y le dijo el pez: —Ponme el frenillo. Y le puso el frenillo y dio tres varazos con la vara de tres cuartas y le dijo el pez: —Móntame. Y lo montó y salió el pez nadando como el viento. Y llegó a una capitar que estaba toa de luto. Y preguntó que por qué era y le dijeron que era porque había una serpiente que toos los días se comía una criatura y ese día le tocaba a la hija del rey. Y Anduvo más alante y vido a la princesa que staba atá esperando a la serpiente de las siete cabezas. Y llega él y le pregunta: —¿Por qué te tienen atá a ese tabrao? Y ella le dice: —Estoy esperando a la serpiente que me ha de devorar. Váyase oté que le devorará a oté también. Pu na; va él entonce y se pone la monterilla y ya naire le vido, ni ella ni naire. Y ai staban toos en los barcones esperando a que llegara la serpiente y ya naire le vido. Conque en esa media después de esperar un rato llegó la serpiente arrancando árboles y arrasando too. Y comenzó a lamer a la princesa y a jugar con ella. Y aquél estaba allí al lao viendo a ver cómo le cortaba las cabezas como naire le vía empezó a dar cuchillás y a ca cuchillá sartaba una cabeza a tierra. Y toos estaban asombraos de ver aquellas cabezas de la serpiente que botaban en el suelo sin saber quién las cortaba. Y la entonce se quitó la monterilla y toos lo vieron. Y abrió a la serpiente y le sacó el corazón y se lo metió en el borsillo.
Salieron entonce toos de las casas y el mismo rey salió de su palacio y fueron a felecitar al que había matao a esa serpiente. Y el rey le dijo: —Cásese oté con mi hija. Cásese oté con mi hija. —Su real majestá —le dijo entonce él—, yo soy ya casao y no pueo casarme con su hija. He venío solamente a matar esta serpiente pa sacar a mi mujer y a mis hermanos de un encantamento. Su real majestá me perdonará, pero yo tengo que marcharme. Y se marchó y dio otra vez dos varazos en el agua con sus varas y se montó en el pez y pasó a su tierra. Y cuando llegó a su tierra se puso las espartiñas y más rápido que el aire terral llegó al coto del negro magiquero. Y llamó al magiquero a que saliera. Y éste, como era brujo, ya sabía que había matao a la serpiente y le decía a la princesa: —Es culpa mía que me he fiao de mujeres. Y ya sé que he de morir por fiarme de mujeres. Y el guardia le decía: —Anda, no tengas miedo. ¿Quién ha de pasar a los siete mares a matar a la serpiente? Eso no pué ser. Y salió el negro magiquero a ver quién le llamaba y al sacar la cabeza fuera de la puerta le estrelló el hombre el corazón de la serpiente en la cabeza y le mató. Y al momento el castillo quedó esencantao. Y cogió la mujer un puñao de sal negra y roció la carroza y too quedó esencantao. Y de allí toos se volvieron grupa atrás y llegaron al palacio del rey y le contaron too lo que había pasao. Y los dos hermanos aquellos se casaron con las dos hermanas de la princesa. Y hubo torneos y fiestas por muchos días. Y el hermano menor y su princesa fueron reyes después de la muerte del padre. Y los dos hermanos se fueron con sus mujeres a reinar a su reino de ellos. Santa Fe, GRANADA.
157. Dos almas en pena Éstos eran un padre y una madre que tenían dos hijos, un hijo y una hija. Y murieron cuando los hijos eran mu jóvenes. Y los dos hermanos cuando quedaron huérfanos pusieron una tienda con el poco dinero que les dejaron sus padres y así vivían pobremente. Y ya el hermano un día le dijo a su hermana que staba aburrido de star en la tienda y que se iba a correr fortuna por los mares.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Güeno, pos fue y preparó su comida y toda la otra menestra y compró un barco de vela y se echó a correr fortuna por los mares. Güeno, pos ya después de navegar por muchos días se cansó de ir por mar y se tiró a tierra a un monte que se vía. Y dejó su barco y fue a caminar por el monte y vio que era una isla mu grande y comenzó a caminar y caminar. Y venga a caminar y venga a caminar hasta que llegó a una cueva onde vivía un viejecito que salió y le dijo cuando lo vio: —Mu mal te quieren los que te envían aquí. Y él le dijo que era un caminante y que le hiciera el favor de darle posada por esa noche. Y el viejo le dijo que sí, que allí podía descansar esa noche y que otro día le daría una carta pa su hermano que vivía en otra cueva a un día de viaje de allí. Durmió y descansó en la cueva del viejo esa noche y al otro día mu tempranito se levantó y se desayunó y el viejo le dio una carta pa su hermano y se marchó aquél. Y ya mu tarde cuando oscurecía vio una luz mu lejos y se encaminó pa allá. Y ya llegó y salió el viejo y le dijo: —Mu mal te quieren los que te envían aquí. ¿Qué quieres? Y le dijo aquél que era un caminante y que traía una carta de su hermano pa que le dieran posada allí por una noche. Y ya el viejo leyó la carta y le dijo que entrara. Y le dio de cenar y una cama pa que pasara la noche. Y otro día por la mañana se desayunó el joven y lo llamó el viejecito y le dijo: —Mire usté estos dos perros. Se llaman Quebrantahierros y Buenosaires. Le ayudarán y le socorrerán a usté siempre. Cuando se encuentre en algún peligro los llama por sus nombres y les dice lo que quiere y siempre le favorecerán. Y salieron los perros camino alante y él se marchó con ellos. Y vengan a caminar y vengan a caminar hasta que ya mu tarde llegaron ande se vía un castillo mu grande, mu grande, en cuyo castillo vivía un ojanco que era el amo de toas esas tierras y pertenencias. Y llegó aquél y llamó en la puerta y salió un mozo del ojanco y le dijo que si qué se le ofrecía. Y dijo el joven que pedía posada por la noche. Y fue el mozo y le dijo al ojanco que había un muchacho con dos perros que pedía posada por una noche y el ojanco le dijo que le dijiera que entrara. Y entró y el ojanco lo recibió mu contento y le dijo que podía estarse allí con él no una noche sino todo el tiempo que quisiera. Y estuvo allí un mes viviendo con el ojanco y lo trataban mu bien y les daban mu bien de comer a, él y a sus dos perros. Y todos los días iba él de caza con sus dos perros y volvía al castillo con muchos conejos y perdices.
Güeno, pos después de estar allí más de un mes le dijo un día al ojanco: —Yo tengo una hermanita que dejé en mi pueblo sola y quiero mandar por ella pa que venga aquí a vivir conmigo. Y el ojanco le dijo: —Mu bien me parece que mandes por ella, pero, ¿quién va a ir por ella? —No tenga usté cuidao—le contestó el joven—, que mandaré a mis dos perros por ella. Y llamó a sus dos perros y les dijo: —¡Quebrantahierros, Buenosaires, quiero que vayáis a traerme a mi hermana! Y los perros echaron a correr como el viento y en unos momentos ya habían pasao el mar y estaban onde vivía la hermana. Y se montó ella en Quebranhierros y Buenosaires y salió alante corriendo como el viento, y el otro detrás con la hermana. Y pasaron los mares en un momento y llegaron al castillo del ojanco. Y cuando el ojanco vio que en un momento habían vuelto con la muchacha se sorprendió mucho. Pero no le dijo nada al joven porque en seguida le llamó la atención la hermanita y pronto empezó a enamorarla. Y pasó muchos días y ya el ojanco había hechizao a la hermanita y le dijo que iban a matar al hermano pa quedar ellos solos en el castillo. Y ella, como staba hechizá, consintió en ayudarle a matar al hermano. Y un día que salió el joven de caza con sus dos perros le dijo el ojanco a la muchacha: —Vamos ahora a envenenarle la comida pa cuando vuelva. Y puson la mesa y le echaron veneno en su plato. Y ya volvió aquél de cazar con muchas perdices y conejos y le dijo a su hermana: —¡Mira, hermanita, qué perdices más gordas y qué conejitos más ricos! ¿Quieres guisarlos pa la cena? Y ella le dijo: —Los dejaremos pa mañana, hermanito, que ya ahora stá todo preparao. Güeno, pos se sentaron a comer y el ojanco mu contento porque ya el hermano iba a morir envenenao. Y apenas se habían sentao a la mesa cuando llegan los perros y se suben a la mesa y vuelven el trasero y se ensucian en todos los platos y en toda la comida. Y el ojanco mu enfadao dijo: —¡Ay, qué perros más sucios! ¡Echarlos fuera! Y con eso ya no pudieron envenenar al hermano y tuvieron que guisar las perdices y los conejos pa la cena. Y otro día cuando se fue el hermano de caza habló el ojanco con la muchacha y le dijo:
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
—Mira lo que vamos a hacer ahora. Como tu hermano todavía no conoce todo el palacio voy a decirle que le vamos a enseñar todas las habitaciones y patios y salas, y lo llevamos a onde tengo un patio lleno de lanzas envenenadas y allí lo tiramos pa que muera ensartao en las lanzas. Güeno, pos llegó aquél de caza otra vez cargao de perdices y conejos. Y lo llamaron a cenar y después de la cena le dijo el ojanco: —Vamos a visitar ahora todos los patios y salas del castillo, que usté por andar todos los días cazando todavía no ha visto todo lo que hay en mi castillo. Y el otro dijo que estaba güeno que irían a ver todo. Pero el ojanco había ya atao a los perros pa que no fueran a ayudarle. Y fueron y anduvieron paseándose por todas las salas y todos los patios, cuando lo llevan al patio onde staban las lanzas envenenadas y lo tiran abajo. Y al momento que cayó se fueron y lo dejaron allí solo pa que muriera. Y el ojanco le decía a la muchacha: —Ahora sí que lo hemos matao. Y como los perros están ataos ahora no le podrán salvar. Y staban los dos mu contentos de ver que ya lo iban a quitar de en medio. Pero los perros todo lo sabían y cuando cayó su amo en el patio de las lanzas envenenás se pusieron rabiosos y rompieron sus cadenas y se fueron a buscar al amo. Pero como el ojanco había cerrao toas las puertas del castillo no podían entrar a socorrerlo. Y anduvieron los perros quince días por encima de la tierra y quince días por debajo de la tierra hasta que por fin encontraron al amo y lo sacaron del patio y se lo llevaron y le lamieron y le curaron sus heridas. Y llegó en presencia del ojanco y de su hermana con sus dos perros. Y el ojanco como les tenía miedo a los perros no se atrevió a decile nada. Y le dijo el muchacho a su hermana: —Ya habrás lograo tu gusto. Y ella calló y no decía palabra. Y otra vez le decía: —Ya habrás lograo tu gusto y estarás mu contenta con este ojanco malvao. Y ella calló. Y entonces llamó a sus dos perros y les dijo: —¡Quebrantahierros, Buenosaires, que la tajá más grande de mi hermana que pese una onza! Y la despeazaron los dos perros en un momento. Y entonces les dijo: —¡Quebrantahierros, Buenosaires, si la tajá más grande de mi hermana pesa una onza, que la tajá más grande del ojanco no pese ni un adarme!
Y el ojanco ya se había escapao y se había metido en sus habitaciones suterráneas y había cerrao siete puertas de hierro. Pero los perros echaron a correr escaleras abajo y le daban una pechuga a una puerta y otra pechuga a otra hasta que las tiraron abajo todas y dieron con el ojanco y lo despeazaron. Güeno, pos ya ai se quedó de rey del castillo por un tiempo. Pero pasando días y pasando días se aburrió del castillo y se marchó pa la capital del reinao con sus dos perros. Y pa que pasaran el mar los perros hicieron una parigüela y en ella los pasaron. Y llegó a la capital y todo staba de luto. Y llegó a una posada y preguntó por qué staba todo de luto en aquella capital. Y ya le dijo la posadera que era que había allí en esa capital una serpiente de siete cabezas que cada día se comía una persona y que ese día le tocaba a la hija del rey, Y le dijo también que el rey había echao un bando que el que salvara a la hija se casaba con ella. Y entonce fue él y indagó ónde staba la princesa esperando a la serpiente y fue y la encontró y le dijo: —¿Qué hace usté aquí? Y la princesa le contó que había una serpiente de siete cabezas que se comía una persona todos los días, y que era por sorteo y ese día le tocaba a ella, y que se retirara de allí porque la serpiente lo devoraría a él también. Y él le dijo que él la iba a salvar, que le hiciera el favor de decirle cuándo llegaría la serpiente. —A las once llega—dijo ella. Y vio que ya sólo faltaban diez minutos pa que llegara y llamó a sus perros y se puso a esperarla. Cuando ya en unos momentos la vio venir echando lumbre por los ojos y tirando árboles al suelo. Y les dice él a sus perros: —¡Quebrantahierros, Buenosaires, que no me dejéis de la serpiente más que las cabezas, y las lenguas me las traéis aquí! Y encuentran los perros a la serpiente y en un abrir y cerrar de ojos la despeazan y le cortan las cabezas y les sacan las siete lenguas y se las llevan al muchacho. Y la princesa cuando vio que la había salvao le dijo que ella, se casaría con él y le dio un pañuelo bordao con su nombre y un ajustador con su nombre. Y él se puso el ajustador en un dedo y envolvió las siete lenguas en el pañuelo y las guardó. Y entonces va y toma posada en una posada de enfrente. Y en ese medio tiempo va un carbonero y se encuentra las siete cabezas de la serpiente y va y las lleva al rey y le dice que él ha matao a la serpiente y que va a casarse con la princesa.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Güeno, pos el rey dice que tiene razón, que como había publicao el bando tenía que cumplir su palabra de rey. Y ya estaban arreglando las bodas aunque la princesa protestaba y decía que aquél no era el que había matao a la serpiente. Pero como enseñaba las siete cabezas decía el rey que no podía ser otro. Güeno, pos ya staban en la fiesta cuando llegaron los dos perros y le daban ca bofetá al carbonero aquel y le quitaban la comida y se la llevaban a su amo. Y el rey entonce dijo a sus soldados que siguieran a los perros pa ver ande iban con la comida. Y cuando los siguieron vieron que entraron en la posada y le llevaban la comida a su amo. Volvieron los soldados y se lo contaron al rey y dijo el rey que le dijieran a aquel señor que hiciera el favor de venir al palacio a comer con ellos. Y fueron los mozos del rey y le dijieron al muchacho que decía el rey que pasara al palacio a comer con ellos, que quería hablar con él. Y el muchacho le mandó a decir al rey que los mismos pasos que había del palacio a la posada había de la posada al palacio, y que sí quería hablar con él que fuera a verlo a la posada. El rey entonces se enfadó y mandó un piquete de soldados a traerlo. Y cuando vio el muchacho que los soldados venían llamó a sus perros y les dijo: —¡Quebrantahierros, Buenosaires, darle unas patás al corneta aquel que viene alante y echarlo a volar hasta el pararrayos del palacio! Y ya se acercaba el piquete de soldaos con el corneta alante tocando la corneta cuando echan los perros a correr y llegan ande el corneta y le vuelven el trasero y le dan unas patás que le echan a volar hasta el pararrayos del palacio. Y echan a huyir los soldaos y llegan al palacio y le dicen al rey temblando: —Su real majestá, si en la posada aquella no hay perros sino demonios. Mire usté lo que han hecho con el corneta. Y ya se fue en persona el rey a ver al muchacho. Y habló con él y lo condusco al palacio. Y entonce le preguntó qué quería, que pa qué venían sus perros al palacio a bofetear aquel pobre carbonero y llevarse la comida pa la posada. Y ya le dijo el muchacho: —Llame usté a un veterinario pa que esamine las cabezas de la serpiente. Y llamaron a un veterinario y cuando esaminó las cabezas dijo: —Las cabezas no tienen lenguas. Les fartan las lenguas.
Y entonces el muchacho sacó el pañuelo con las lenguas y dijo: —Su real majestá, yo soy quien ha matao a la serpiente y este pañuelo me ha dao su hija. Y me ha dao también este ajustador. Y vieron que tenía el nombre de la princesa. Y dijo entonces el rey a su hija: —¿Es verdá que este hombre ha matao a la serpiente? Y dijo ella que sí, y que ella le había dao el pañuelo y el ajustador que tenía su nombre. Y dijo el rey entonces: —Güeno, pos se casará usté con mi hija. Y después le dijo el rey al muchacho: —Y, ¿qué quiere usté que hagamos con el carbonero? Y él dijo: —Lo que quieran mis dos perros. Y llamó a los dos perros y les dijo: —¡Quebrantahierros, Buenosaires, hacer lo que vosotros queráis con el carbonero! Y fueron ellos y lo echaron del palacio a mordiscos. Y entonces le dijo el muchacho al rey: —Su real majestá, ahora pa casarnos, usté escoge los padrinos, pero yo escogeré el cura que nos ha de casar y el sacristán. Y llamó a sus dos perros y les dijo: —¿Quién queréis vosotros que sea el cura que nos case y el sacristán que le ayude? Y contestaron los perros: —Nosotros mismos. Y en ese momento se volvieron hombres, un cura revestido con ricos hábitos y un sacristán, y subieron al altar y casaron a los novios. Y cuando terminó la boda y entraron en la sacristía le dijo el cura al muchacho: —Güeno, ya te hemos librao de todo mal y ya nos vamos. Somos dos almas en pena que hemos tenido que andar por el mundo hasta limpiar nuestras almas de todo pecao y ahora nos vamos al cielo. Y se desaparecieron. Santa Fe, GRANADA.
158. Periquillo Éste era un matrimonio que no tenían hijo y siempre staban deseando tené un hijo. Y vino San José y le dijo a la mujé que pa tené un hijo pusiea una abuja en er medio de una caja mu pequeña. Y asín lo hizo y al otro día jué a vé y ya no había ni caja ni ná.
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
Y ese mismo día tuvo un hijo der tamaño de una abuja, tan pequeñito que casi no se podía vé. Y le puson er nobre de Periquillo. Y una hora depué de nacé le dijo a su mare: —Mare, quieo pan. Y le dio su mare pan. Y gorvió a pedí pan y la mare se lo gorvió a dá. Y asín estuvo comiendo hasta, que se comió noventa y tre pane. Y va entonce y le dice a su mare: —Mare, apáñeme la merienda pa í a llevásela a papá. Y le dijo ella: —Pero, ¿cómo va tan pequeño que ere? Y dice é: —Apáñemela uté, que se la vi a llevá. Y le preparó la mare la merienda y sarta encima e la burra y se le mete en la oreja y se marcha de pira ande stá su papá. Y en er camino se encontró con tre ladrone. Y dijo uno e lo ladrone: —Vamo a cogé esa burra que va ai sola. Y dice Periquillo de la oreja de la burra: —¡Me cago en er pare der primero que se acerque! Y aquéllo, como oían hablá sin vé a naire, tuvon miedo y no se acercaron a la burra. Y pasó Periquillo alante y llegó ande er papá y le dice: —Papá, aquí te traigo la merienda. Y er pare le dice: —Pero, Periquillo, ¿ánde stás? Y contesta é: —Aquí stoy en la oreja e la burra. Y ya se apea Periquillo y le entrega la merienda a su papá, y le dice: —Papá, ¿quiere que te ayude a jacé lo surco? Y er pare le dijo: —Hijo, tú ere mu pequeño y tavía no puede trabajá. Pero mientra er pare comía jué Periquillo y venga que venga a dale palo a lo güeyi y acabó de jacé too lo surco. Y llevó lo güeyi a la cuadra, y se acostó en er pesebre der güey pinto. Y er güey pinto comiendo paja se comió a Periquillo, que staba dormido. Y cuando llegó er pare le dijo Periquillo: —Papá, mata ar güey pinto, que yo te daré veinticinco. Y er pare mató ar güey pinto, pero, como Periquillo era tan pequeñito no lo pudo hallá. Y Periquillo le decía: —¡Aquí stoy, papá! ¡Sácame de esta tripa! Pero er pare venga que venga a buscá pero no lo pudo hallá y tiró ar güey muerto con la tripa y to ar monte. Con que llega un lobo y se come la tripa der güey. Y entonce Periquillo staba en una tripa que se tragó er lobo. Y cuando iba er lobo por ande staban uno pastore empezó a gritá Periquillo:
—¡Pastore, pastore, aquí va er lobo! ¡Pastore, pastore, aquí va er lobo! Y salen a eso lo pastore y cogen ar lobo y lo matan. Y Periquillo les decía: —¡Pastore, cudiau con no cortarme a mí! Y ello lo buscaron pero no lo pudon hallá. Y de la tripa der lobo hizon lo pastore un tambó. Y Periquillo se quedó dentro der tambó. Y salió de pira tocando er tambó. Y cuando ya se cansó se montó a un árbol pa pasá la noche. Y llegaron allí uno ladrone y empezaron a contá su dinero. Y empieza Periquillo a tocá er tambó y echan lo ladrone a corré y dejaron allí too er dinero que llevaban. Y entonce Periquillo baja del árbol y lo recoge too y se marcha pa casa e su pare. Y llega y le dice: —¡Papá, papá, aquí vengo! Y aquí te traigo too este dinero. Por eso te dije, «Mata ar güey pinto, que yo te daré veinticinco». Córdoba, CÓRDOBA.
159. María como un ajo Ésta era una madre que tenía dos hijas que eran tan altas como chopos. Y como eran tan altas estaba siempre deseando tener una niña más pequeña. Y al fin tuvo una niña del tamaño de un ajo. Le pusieron María y le decían María como un ajo. Y al momento que la bautizaron la niña dijo: —Madre, yo voy a llevarle la comida a mi padre. —No, no, hija —le dijo la madre—, que te puedes caer del burro. —Me mete usté a mí y a la comida en la oreja del burro y así no me caigo. Bueno, conque la madre la metió con la comida en la oreja del burro y salió a llevarle la comida a su padre. En el camino se encontró a unos ladrones y decía: —¡Arre, burro! ¡Arre! Y los ladrones que no oían a nadien en el burro decían: —Pero, ¿ánde estará el que arrea el burro? Y la niña seguía diciendo: —¡Arre, burro! ¡Arre! Y los ladrones se pasaron y la dejaron, porque creyeron que era cosa mala. Y llegó con la comida ande estaba su padre y le dijo: —Padre, padre, que he venido a traerle la comida. Venga usté a comer. Y el padre que no vía a nadien en el burro decía: —Pero, ¿ande me vocea esta muchacha que no la veo?
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Y entonces respondió la hija: —Padre, en la oreja del burro estoy metida. Y fue el padre y ai estaba con la comida en la oreja del burro. Y la niña salió y le entregó la comida y le dijo: —Come tú, que mientras tú comes yo cavo las viñas. Y cuando el padre acabó de comer ya ella había cavao todas las viñas. Y fue entonces ande la madre y le dijo: —Madre, he estao ande mi padre y le he llevao la comida y mientras él ha comido yo le he cavao todas las viñas. Y la madre estaba muy sorprendida. Y entonces dijo María a su madre: —Ahora voy a buscar leña pa hacer la comida. Y fue y se subió en un chopo alto a buscar leña. Y vio que llegaron unos ladrones y se pusieron a la sombra con una jarra llena de dinero. Y dijo: —¿Cómo haré yo pa que se vayan esos ladrones y coja yo esa jarra de dinero? Y fue y pegó una voz fuerte que se sintió siete estaos bajo tierra y todos los ladrones salieron huyendo y dejaron su jarra de dinero. Y entonces ella bajó y cogió la jarra y se fue pa su casa. Y le dijo a su madre: —Madre, mira el dinero que les he quitao a unos ladrones. Y otro día llegaron los ladrones a la casa pidiendo agua, y salió María y les dio de deber en la misma jarra onde estaba el dinero. Y los ladrones no dijeron nada, pero después que se retiraron dijo el capitán: —A la noche la cogeremos y le quitamos el dinero. Y María les oyó hablar y fue al monte y cogió muchas oleagas y las puso en la chimenea. Y por la noche llegaron los ladrones y se descolgaron por la chimenea. Y entonces ella les prendió fuego a las oleagas y los ladrones se encendieron todos. Y después se casó ella y fue muy feliz.
Y la mujer gritó: —¡Ay, maridito mío! ¿Quién será? Y el maridó le contestó: —¡Cállate, remonona, que ya se irá! Pero la voz dijo entonces: —¡No me voy, que en la puerta de la sala estoy! Y la mujer, más espantada, le gritó a su marido: —¡Ay, maridito mío! ¿Quién será? Y el marido le dijo otra vez: —¡Cállate, remonona, que ya se irá! Y la voz contestó: —¡No me voy, que debajo de la cama estoy! La mujer entonces se agarró de su marido y empezó a gritar: —¡Ay, maridito mío! ¿Quién será? Y el marido le decía: —¡Cállate, remonona, que ya se irá! La voz entonces dijo: —¡No me voy, que encima de la cama estoy!
Santander, CANTABRIA. La mujer ya estaba casi loca de espanto y gritaba: — ¡Ay, maridito mío! ¿Quién será? Y el marido le dijo: —¡Cállate, remonona, que ya se irá! Pero entonces dijo la voz:
160. La asadura del muerto Éste era un matrimonio y vivían cerca del cementerio y no tenían que comer. Y una noche fue ella y desenterró un muerto y le sacó la asaúra y la asó. Y cuando llegó el marido se la puso en la mesa con patatas. Conque cenaron y no pasó nada. Y luego después de cenar se acostaron. Y cuando ya estaban en la cama se oyó una voz que dijo:
—¡No me voy, que agarrándote de los pelos estoy! Y agarrando a la mujer de los pelos el muerto se llevó a la mujer al cementerio, la mató y le sacó la asaúra y se la puso y se enterró otra vez.
—¡Dame mi asaúra dura que me sacaste de la sepultura!
Toledo, TOLEDO.
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
161. La bruja de Granada En Graná vivía ante una bruja en la Plazuela e San Nicolás. Y toa las noche cuando se quería marchá de su casa se untaba unos ingüento en lo brazo y en la pierna y decía: —Envía, envía, sin Dios y Santa María. Y salía golando por er techo e su casa y andaba golando por toa Graná. Y esta bruja tenía una vez un aprendiz que estaba aprendiendo pa brujo. Y cuando llegó vido que la bruja una noche se untó los ingüento y dijo: —Envía, envía, sin Dios y sin Santa María. Y salió golando por er techo. Y logo que se fue la bruja fue él y dijo: —Yo vi a jacé lo mesmo y salí golando por er techo tamién. Güeno, pus que va y coge los ingüento y dice: —Envía, envía, con Dios y con Santa María. Y claro, como no lo había dicho bien, pus empezó a dá bote contra er echo pero na que golaba. Y allí lo halló la bruja dando bote en er techo cuando gorvió y le arrimó una güena paliza. Güeno, pus una vez estaba esta mesma bruja en una casa y como naire sabía que era bruja se pusieron toos a hablá de la bruja. Y estaba ai er cura e San Nicolás y dijo que no había bruja, que él no creía en la bruja. Conque la bruja que lo staba oyendo dijo: —Güeno, que no cre en la bruja. Pus esta noche le vi a enseñá como hay bruja. Y por la noche cuando ya er cura s’había acostao fue la bruja y lo sacó y se lo llevó golando desde la iglesia e San
Nicolás hasta la Torre e la Vela y desde la Torre e la Vela hasta la iglesia otra vez. Y cuando llegó y lo dejó en su cama er cura ya staba muerto. Granada, GRANADA.
162. La bruja de Córdoba Ésta era una bruja de Córdoba que vivía en la calle de San Lorenzo, número vainte. Y tüica (sic) la noche e lo jueve y lo sábado sacaba mantequilla de un pucherete que tenía y se untaba debajo e lo sobaco. Y antonce iba y se ponía en el alféiza e la ventana y decía: —Sin Dios ni Santa María, de villa en villa. Y con ésa se salía volando por el aire y andaba por toa la ciudá haciendo su maldade. Y la vieja bruja tenía una nieta que oyó un día la conversació y vido lo que hacía la bruja. Y cuando ya la agüela se había ido va la chica, y saca mantequilla der pucherete y se unta debajo e lo sobaco y en lugar de decí «Sin Dios ni Santa María, de villa en villa», dijo: —Con Dios y Santa María, de viga en viga. Y en seguía empieza la probe chica a dal volentone en er techo hasta que se rompió la cabeza y cayó medio muerta. Y cuando llegó la vieja bruja recogió a su nieta y la acostó. Y con su brujería la stuvo curando hasta que la curó der too, y entonce le enseñó a su nieta como sel bruja de verdá.
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Córdoba, CÓRDOBA.
estudios de los cuentos de encantamiento
L
os cuentos de encantamiento, aquellos en los cuales entran los elementos maravillosos y sobrenaturales mezclados con elementos sacados de la realidad, son los que más abundan en la tradición y son los que, bien estudiados, pueden decirnos más acerca de las ideas y cultura general de los pueblos primitivos. En la mayoría de ellos, a pesar de los elementos fantásticos y sobrenaturales que se emplean para realizar la justicia e ideales primitivos sobre el bienestar social e individual, podemos examinar paso a paso el camino por donde ha pasado la humanidad en su progreso hacia una cultura moral y social: la crueldad primitiva, no olvidada todavía entre los pueblos modernos, el incesto, la antropofagia (por ejemplo, en algunos cuentos de la niña sin manos), los eternos y violentos episodios de las luchas entre mujeres rivales en el amor y en la hermosura, novias sustituidas, bodas estorbadas, amores criminales con castigos violentos, príncipes y princesas encantadas que nos documentan algunos detalles de mitos y tradiciones primitivas, maldiciones funestas, brujerías, etc. Pero todo ese mundo de hombres y mujeres crueles, injustas, vengativas y criminales que marchan al lado de seres inocentes y nobles, dragones, brujas, animales agradecidos, que sacan a todos de apuros, objetos maravillosos, y los mismos personajes divinos de la historia y tradición cristianas, no son siempre sacados de la imaginación del hombre primitivo o moderno. Representan en muchos casos la historia, legendaria o verdadera, de los hechos de la realidad vivida por el hombre primitivo, basada en hechos verdaderos o fenómenos que interpretaba falsamente según los alcances de su mente primitiva y bárbara. Por eso el problema del folklorista es muy importante a la vez que difícil en el estudio de los cuentos de encantamiento. Tienen estos cuentos raíces
muy hondas, orientales en muchísimos casos, como en la mayoría de los cuentos europeos.
A. La niña perseguida 199. 100. 101. 102. 103.
La niña sin brazos La niña sin brazos La niña sin brazos La niña sin brazos El cisquero y el demonio
BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Alonso Cortés 205-207; Ampudia 16; Espinosa, Castilla 137; Leyendas moriscas I, 43-53, 182-221; Libro de los Enxemplos 335; Menéndez Pidal PP 74-76; Sánchez Pérez 85; Timoneda, Patrañuelo II.—Españolas de América: Chacón y Calvo 81-88; Hispania XXIII, 133-135; Lenz, Consejas 33-56, 95-114; Mason-Espinosa PRF II, 7, III, 21; Menéndez Pidal RTA 20, 28; Parsons en JAFL XLV, 314-315, 352-355; Poncet 80-83, 84-85; Portell Vilá 78; Rael 126, 127; Romancero nuevomexicano 9-16; Romances de Puerto Rico 5-20; Vicuña Cifuentes, Romances 27-44; Wagner en JAFL XL, 125-131; Wheeler 46.—Portuguesas: Athaide Oliveira I, 20, 45; Azevedo 107-115; Braga, Romanceiro I, 447-480, III, 453-464; RHR X, 206-207; RL XVI, 194-202.—Portuguesa de las islas de Cabo Verde: Parsons, Cape Verde I, 58.—Portuguesas del Brasil: Romero 37.—Catalanas: Alcover II, 270-283; Maspons y Labrós I, 60-68; Milá y Fontanals, Romancerillo 29; Romania XXX, 519-537.—Italianas: Andrews 5, 58; Archivio 520524; Gonzenbach I, 24; II Pecorone X, 1; JREL VII,
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
382-384; Nerucci 17, 39, 42; Pentamerone III, 2; RS II, 106-108; Schneller 50 (Tirol); Straparola III, 3.—Corsa: RTP XXII, 123-124.—Francesas: Bladé II, 126-136, 137140; Cosquin 78; Diedrichs II, 25-29; Mélusine II, 446; Miracles V, 29, VII, 37; RLR XXXI, 582-385; Romania VI, 330-340; RS I, 590-593; RTP XIX, 557-562; Suchier I, 3-366.—Francesas del Canadá: JAFL LIII, 107-115; Lanctot 377-383.—Francesa de Misuri: Carrière 47.— Flamencas: Volkskunde XIII, 161-168.—Bretonas: Luzel, Légendes II, 244-249; Mélusine II, 392-397; RTP IX, 180181, XXIII, 235; Sébillot I, 15, II, 29.—Rumanas: RHR XIII, 215-218.—Latinas: Jacques de Vitry 57; Legenda Aurea IV, 10; Originals and Analogues I, 73-84 (Vita Offae primi); Romania XXXIX, 64-76; Wesselski 10.—Alemanas: Fromman II, 6-7; Gesammtabenteur II, 593-613; Grimm 31; Lemke II, 247-251; Musäus II, 1-32; Peter II, 197198; Pröhle 36; ZFDM II, 442-444; Zaunert, Donauland 6-9; Zingerle 2, 124-136.—Islandesa: Arnason II, 366377.—Inglesas: Ritson II, 204-247.— Escocesa: Campbels III, 439-440.—Irlandesa: Kennedy 15-20.—Inglesa de América: JAFL XXXVIII, 360-361.—Finlandesa: FL V, 321-322.—Eslavas: Archiv SP V, 60-61, VI, 428-431; Cox 270; Leskien-Brugman 46; RHR XIII, 84-96, XIV, 228-232; Schleicher 20-22; ZRPh XXXII, 313-318.— Magiares: Jones-Kropf 36-39, 49-54, 182-188.—Griegas: Dozon 6 (albanesa); Legrand 241-256; Schmidt 17.— Turcas: Jungbauer 9 (Turquestán); Radloff II, 540-583, III, 372-387, IV, 408-410.—Árabes: Mélusine II, 309310; Mil y una noches 266-310; RTP VI, 152-153, XXIX, 121-123.—Judía: Gaster, Exempla 450.—Aramea: PrymSocin II, 10.—Egipcia: Chauvin V, 140.—Africanas: Baissac 290-331; FL XV, 319-321; Junod II, 27-31; Tremearne 322.—Africana de América: JAFL XXXVIIII, 102-105.—Antillanas: Parsons, Antilles 1, 346-350, II, 194-196.—India: Steel-Temple 247.—Indias orientales: De Vries, Oost Indië II, 106-111.—Filipina: Fansler en JAFL XXIX, 222-230.—Clasificación y estudios especiales: Aarne, Estnische Märchen 706; Aarne FM 706; AarneThompson 706; Anglia XIV, 77-122, 147-185, XXXII, 399-433; Aramón i Serra 5-60, 169-172; Archiv SP V, 61; Archivio I, 524-525; BAE II, 152, III, xi y Nota 3; Boggs 706; Bolte-Polívka I, 295-311, II, 45-56; Chauvin V, 138-141, 169-170; Cosquin II, 324-328; Cox xliv-lxvi; Däumling 17-113; Fansler en JAFL XXIX, 222-234; Germania I, 431-440; Gesammtabenteur III, cliv-clxii; Hackman 706; Hibbard 23-34, 164-173; Histoire Littéraire XXXI, 318350; Jacques de Vitry, Notas de Crane 158; Klebs, Die Erzählung von Apollonius aus Tyrus; Legrand xviii-xix; Mélusine II, 309-310, 312, 446-448; Orígenes I, lxiii-
lxiv; Palaestra XXIII; Parsons, Antilles III, 271; Poncet 7989; RHR X, 193-209; Rickert en MPhil II, 29-76, 321376; Romania VI, 328-330, XXIII, 476, XXX, 519-538, XXXIX, 61-76, XLV, 94-99; RS I, 589-593; RTP III, 237, XXVI, 388; Schlauch 12-61; Suchier I, xxiii-xcvi; SVLG II, 15; ZRPh XXXII, 312-322; ZVFV XVI, 213-214; ZVP XVIII, 468-470; Thompson D2161.5.2.4, E782.1, E782.3, G303.16.1, G303.16.2.2, G303.16.2.3.2, G303.16.3.4, H151, H151.8, H175, K1851, K2100, K2110.1, K2115, K2115.1, K2116.1, K2116.1.1, K2117, N711, N711.1, N741, N825, N825.2, N825.3, Q451.1, S11, S11.1, S30, S31, S51, S52, S143, S160, S161, S165, S211, S242, S251, S301, S322.1.2, S451, T327, T411, T411.1. Nuestras cinco versiones españolas de Zamora, Cuenca, Toledo y Ávila son preciosos ejemplos de la bien conocida leyenda de la niña sin brazos o sin manos, extendida por toda Europa en versiones literarias y populares y estudiada extensamente por Hermann Suchier en la obra arriba citada, Oeuvres poétiques de Philippe de Remi, Sire de Beaumanoir, tomo I. Se trata de un cuento bien conocido en Europa en versiones literarias desde el siglo XII y que en España ha tenido un desarrollo extraordinario en cuentos y romances. Los romances españoles de Silvana y Delgadina que mencionamos más tarde están directamente relacionados con los orígenes de la leyenda, si bien no nos relatan sino el principio del cuento, la historia del padre incestuoso que quiere casarse con su hija o hacerla su enamorada, y terminan con la muerte de la hija, sin contarnos nada de lo que las leyendas literarias de la Edad Media y los cuentos modernos nos relatan de la historia peregrina de la niña sin brazos. Según la opinión de Suchier, el cuento más antiguo que documenta la leyenda es la obra latina del siglo XII, Vita Offae Primi, que nos cuenta la siguiente historia: Un rey inglés, llamado Offa, anda de caza y se encuentra con una hermosa joven vestida como una princesa. Es la hija del rey de York, que había tratado de seducirla y que la ha abandonado en el bosque. El rey Offa se casa con la joven y tiene de ella muchos hijos. Una hija suya se casa con otro rey inglés a quien Offa va a ayudar en una guerra. Escribe Offa a la reina anunciando la victoria, pero el yerno envidioso cambia la carta y anuncia a la reina que Offa ha sido vencido y que ordena que la reina y sus hijos sean abandonados en el desierto después de cortarle los pies y las manos. Son llevados al desierto los niños y la reina su madre, pero sólo a los niños se les cortan los pies y las manos. Un santo ermitaño los recibe, y por medio de sus oraciones los niños recobran milagrosamente sus pies y manos. Vuelve el
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
rey de la guerra, se da cuenta de lo ocurrido y se marcha a buscar a su mujer e hijos. Los halla por fin y sabe la verdad de todo. Este cuento del siglo XII es la versión literaria más antigua que conocemos. Sigue a él en la lista dada por Suchier el famoso cuento de La Bella Elena de Constantinopla, poema francés del siglo XIII: Antonio, emperador de Constantinopla, se enamora de su hija Elena. Se escapa ella en un buque y se va a Flandes, donde se mete en un convento. La persigue todavía el rey pagano y se va de Flandes a Inglaterra. La encuentra el rey Enrique y se casa con ella. El rey de los Sarracenos hace la guerra contra el Papa y éste pide el auxilio del rey Enrique. Se marcha éste y deja al duque de Gloucester de regente en su puesto. La reina da a luz dos hermosos niños, y la noticia enviada al rey la cambia la suegra envidiosa, diciendo que la reina ha dado a luz dos perros. Escribe el rey que se guarden mientras él viene, y la suegra cambia otra vez las cartas diciendo que quemen a la reina con sus dos niños. El duque hace quemar en vez de la reina a su sobrina y hace que se le corte un brazo a la reina. Mete a la reina y a los niños en un barco sin remos y los echa a la mar, uno de los niños con el brazo de su madre atado al cuello. Un león y un lobo se llevan a los niños y un ermitaño los salva. Se reúnen por fin con el padre que los busca. San Martín, arzobispo de Tours, educa a los niños. Por medio de sus oraciones San Martín logra unir el brazo cortado a la reina. El cuento alemán de Mai y Beaflor del siglo XIII, citado también por Suchier, es el siguiente: Beaflor, hija del emperador Telión, se ve perseguida por su padre, que quiere seducirla. Se escapa ricamente vestida en un buque y llega a Grecia, donde la halla un conde y se casa con ella. Se va el conde a la guerra y durante su ausencia da ella a luz un niño. La suegra cambia las cartas como en el otro cuento y llegan noticias diciendo que hay que quemar vivos a la reina y sus niños. Son desterrados y echados al mar en el mismo buque de antes. Por fin llegan al Tíber y son recibidos por un senador romano y su mujer. Después de ocho años el rey se reúne con su familia. Al siglo XIII pertenece también el poema de Philippe de Remi que estudia Suchier, la Manekine: Cierto rey de Hungría, al morir su mujer, le promete que se casará sólo con una mujer que se parezca a ella. La única que se parece a su mujer es su hija, Alegría. El rey no quiere casarse con su hija al principio, pero sus caballeros se lo aconsejan y por fin él mismo insiste. La hija se indigna, y en desesperación se corta la mano izquierda y la echa al río. El rey manda que la quemen viva. El senescal se apiada de ella y la abandona en un buque sin velas en alta mar. Llega por
fin la barca a Escocia, donde el rey la halla y se casa con ella, a pesar de las objeciones de la madre. Se va el rey a la guerra. Nace un niño. Se lo anuncian al rey, y la suegra cambia las cartas, diciendo que la reina ha dado a luz un monstruo. Otra vez cambia las cartas y llega noticia del rey diciendo que la quemen viva con el recién nacido. El senescal quema dos imágenes, y la reina y su niño son echados al mar en la misma barca de antes. Llegan a Roma, donde un senador romano los recibe. Por fin el rey se reúne con su familia. La mano cortada aparece milagrosamente en una fuente, y las oraciones del Papa la unen al brazo de la reina. Suchier cita diecinueve versiones literarias de nuestra leyenda desde el siglo XII hasta el siglo XVI. Las cuatro que hemos citado con algunos detalles son las primeras cuatro que estudia, de las mejores que tenemos, la primera la más antigua de todas, la Vita Offae Primi del siglo XII. De todas las demás citaré sólo las dos versiones de España. La primera es una versión catalana del siglo XIV, Historia del rey de Hungría, que parece tener alguna relación con el cuento de Philippe de Remi: El rey de Hungría se enamora de su hija, que tiene manos hermosísimas. La hija se desespera y se corta las manos y las pone en un plato. El padre la destierra y se ve abandonada en una barca. Llega a Marsella y se casa con ella el conde de Provenza. Se va el conde, da a luz ella un niño, las cartas son cambiadas por la suegra, y la reina y su niño son abandonados en la misma barca de antes. Se refugian en un convento; por intercesión de la Virgen la madre recobra milagrosamente sus manos. La halla el marido, pero viéndole las manos, no cree al principio que es su mujer. Todo se aclara al fin. Ya Suchier ha observado que en esta versión tenemos el episodio de las manos cortadas por la hija misma y entregadas al padre en un plato, que recuerda la leyenda de Santa Lucía y otras leyendas semejantes. Véase también: Jacques de Vitry 57 y las notas de Crane, página 158; Migne LXXIV, 148; Etienne de Bourbon 248, 500; Pauli 11; Libro de los Enxemplos 256. Los detalles de cómo el rey al principio no reconoce a su mujer porque la ve con manos, se halla en algunos cuentos modernos, por ejemplo, en Grimm 31 y en nuestros españoles 99, 100, 101. La otra versión literaria que cita Suchier de España no está completa. Se halla en el Victorial o Crónica de Don Pero Niño de Gutierre Díaz de Gámez, del siglo XV: Un padre se enamora de su hija y llega a besarle sus manos hermosas. La hija, desesperada, se corta las manos y se las envía a su padre en un plato cubierto con una tela. El padre se indigna y manda echar a su hija en una barca sin
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
remos con sus manos ensangrentadas. La Virgen se le aparece milagrosamente y le devuelve las manos. El hermano del rey de Inglaterra se casa con ella. Falta el fin del cuento. Pero hay dos preciosas versiones españolas antiguas que no cita Suchier, las dos versiones hispano-arábigas que publica Robles en sus Leyendas Moriscas, arriba citadas. La primera versión, I, 43-53, es la siguiente: El rey Aljafre es idólatra y tiene una ídola de oro. Se enamora de su hija Arcayona y le declara su criminal pasión. La virtuosa hija se rebela y le dice a su padre: —¡Oh, padre! ¿Cómo puede ser que siendo vuestra hija sea vuestra mujer y os queráis poner a un pecado tan grande? Yo no he oído ni hallado que ningún padre se case con su hija. Un día la hija está cerca de la ídola y sobre la cabeza de ésta se para una paloma, que es un ángel en esa forma, y aconseja que Arcayona destruya la ídola y siga sólo la religión de Allah. Arcayona destruye la ídola y el padre indignado le corta las manos y la abandona en el bosque. La halla el príncipe de Antioquia y se casa con ella. Se declara la guerra y el príncipe se va. Entonces la suegra manda que echen a la reina y un hijo suyo al bosque. Va la reina a la cueva donde antes estaba con su hijo. Llega el rey, y la suegra le dice que la reina y el hijo se habían escapado. Se va en busca de su mujer e hijo y los halla en la cueva. Su mujer había ya recobrado sus manos milagrosamente durante un sueño. En esta primera versión morisca, como se ve, no tenemos noticias del nacimiento del niño y falta por completo el episodio del engaño de las cartas cambiadas. La segunda versión de Robles es poco más larga. Se halla en I, 182221: Un rey romano llamado Nachrab se enamora de su hija Carcayona y quiere violarla. Rehúsa ella y el rey incestuoso desiste de sus propósitos. El ángel de Dios viene a predicar a Carcayona en forma de paloma la religión de Allah, describiéndole sobre todo al rey las penas del infierno. Carcayona destruye la ídola de oro de su padre. Le corta el rey las manos y la echa al mar en una barca. La halla el rey de Antioquía y se casa con ella. Las mujeres de la corte se ponen muy envidiosas. Se va el rey a un largo viaje y durante su ausencia la reina da a luz un hijo. La suegra la despide con su hijo y se mete en el bosque. Se le aparece el ángel otra vez en forma de paloma y le dice que pida a Dios sus brazos. Los recobra milagrosamente durante un sueño. La halla por fin su marido y vuelven ella y su hijo al palacio. Estas dos versiones moriscas, particularmente la segunda, son seguramente ejemplos notables de las versiones antiguas españolas. Las cinco españolas de nuestros cuentos, la asturiana de Ampudia arriba citada, la castellana de Espinosa, Castilla 137, las cuatro chilenas que estudia Lenz
y otras del mundo español que citamos en la bibliografía, atestiguan elocuentemente la existencia de esta tradición en la España antigua. Pero antes de estudiar las numerosas versiones hispánicas modernas hagamos algunas observaciones generales sobre la leyenda en Europa. La vista del magistral estudio de Suchier sobre las versiones literarias en la obra ya citada, del breve pero exquisito estudio de Lenz sobre las versiones chilenas, un grupo de consejas chilenas, arriba citado, y de la clasificación definitiva de abundantísima bibliografía sobre las versiones modernas de Bolte-Polívka, no deseo entrar en un estudio largo de esta materia ahora. Sólo daré algunos datos generales de clasificación y me limitaré después a hacer un breve estudio de las versiones hispánicas, la mayoría de las cuales no pudieron ver Bolte-Polívka cuando publicaron el primer tomo de sus Anmerkungen. Suchier divide las versiones literarias que ha estudiado en dos tipos principales, páginas xxiv-xxv de su trabajo ya citado, las del tipo del ermitaño y las del tipo del senador, según el personaje que recibe a la madre abandonada con sus niños: «Les versions de ce conte se divisent en deux types que j’appelle celui de l’ermite et celui du sénateur. Dans celles du premier type l'héroïne a deux fils; deux fois elle est conduite dans la forêt; la seconde fois elle est recueillie par un ermite, et c’est chez lui qu’à la fin elle est retrouvée par son mari. Dans celles de l’autre type elle n’a qu’un fils; deux fois elle est abandonnée à la mer; la seconde fois elle parvient à Rome, où elle retrouve un refuge chez un sénateur, chez lequel à la fin elle est retrouvée par son mari». Después Suchier declara que las dos versiones son en realidad el mismo cuento antiguo, cuyo origen hay que buscarlo en la región septentrional de Inglaterra. Las razones, según Suchier, son las siguientes: en Inglaterra se halla la más antigua leyenda, la de Vita Offae Primi ya citada del siglo XII. El padre de la mujer de Offa es rey de York en el cuento. Además, otra versión notable, la llamada Constance Saga o cuento de Constancia, versión del siglo XIV compuesta por el cronista anglonormando Trivet, parece tener relación con personajes históricos de Bizancio y de Inglaterra. Ya Lenz, en la obra citada, página 114, expresa sus dudas sobre la teoría de Suchier con respecto al origen de nuestro cuento. El señor A. B. Gough, en el estudio en Palaestra XXIII, arriba citado, sostiene de nuevo la teoría de Suchier sobre el origen inglés del cuento del padre incestuoso y la niña sin manos. Nadie puede dudar del valor de las conclusiones de Gough sobre la historicidad de algunos personajes de la leyenda inglesa Constante Saga y de otros de la leyenda documentada en Vita Offae Primi, pero no nos convence la teoría de que el cuento haya empezado con esos personajes. El que un cuento cualquiera llegue a llevar personajes
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
históricos es cosa bien conocida en la historia del folklore. La historia no sólo se repite, sino que algunas veces en detalles importantes repite acontecimientos ya documentados en los cuentos. A pesar del magistral estudio de Gough sobre los personajes históricos de Inglaterra que se hallan en las dos versiones inglesas, una del siglo XII y otra del XIV, no podemos aceptar la conclusión de que el cuento sea de origen inglés. No hay pruebas definitivas. La verdad es que ni la leyenda de Vita Offae Primi ni la Constance Saga son versiones buenas y completas de la leyenda. La versión de Vita Offae Primi es la más antigua que poseemos, es verdad, pero es una versión muy incompleta, tal vez por ser en parte histórica y no la antigua leyenda europea. La mutilación de pies y manos la sufren los niños, un cambio ya muy notable de la leyenda verdadera y general en la cual la hija sufre la mutilación de las manos o brazos. Esto indica precisamente que la leyenda es mucho más antigua que el siglo XII, muchos siglos tal vez. La otra leyenda, la Constance Saga, es ya del siglo XIV y tiene muy poco valor comparada con las numerosas leyendas continentales del siglo XIII. En esta versión no hay padre incestuoso. La suegra echa a la nueva reina al mar en una barca porque se ha casado con el Sultán que se ha convertido al cristianismo. Falta por completo el episodio de las manos o brazos cortados. Es una versión tardía que apenas recoge algunos detalles de la última parte del cuento tradicional, el encuentro del padre con su mujer e hijos, episodio que pertenece a numerosísimos cuentos europeos, a la leyenda de Santa Genoveva de Brabante y muchos otros. Los personajes históricos de una leyenda no nos dicen nada de los orígenes de dicha leyenda. Para llegar a saber cuál era el verdadero cuento primitivo, el arquetipo del cuento, habría que hacerse un estudio completo y detallado de todas las versiones que se han publicado, antiguas y modernas. Este estudio no me pertenece y no dispongo de los materiales necesarios para hacerlo. Me contentaré con estudiar ahora las versiones hispánicas y luego hacer algunas observaciones sobre la relación entre los cuentos hispánicos y los numerosos romances de Silvana y Delgadina, que los folkloristas europeos pasan por alto al estudiar estos cuentos. Al estudiar los cuentos modernos, Suchier los divide según su principio. Esta clasificación no es satisfactoria, pero como no voy a estudiar todas las versiones modernas, y como Bolte y Polívka siguen la clasificación de Suchier, a ella me atengo por ahora. Divide todos los cuentos en tres grupos principales, que se dividen en nueve: A1. El padre quiere casarse con su hija. A2. El padre manda a su hija que no rece o que no dé limosnas a nadie.
A3. El padre vende su hija al diablo. A4. La madrastra acusa a la hija a su padre. Combinación con B1. B1. La hija es perseguida por la madrastra. B2. La hija es perseguida por la madre. C1. El hermano quiere casarse con su hermana. C2. La madrastra o cuñada acusa a la hija al hermano o marido. C3. La cuñada comete tres crímenes para acusar a la heroína. Nuestras cinco versiones españolas clasificadas desde este punto de vista pertenecen a los siguientes grupos: Versiones 99, 101, 102, 103, pertenecen a A3, el padre vende su hija al diablo, pero 99 pertenece también a A2, ya que el padre no quiere que su hija haga la señal de la cruz. Versión 100 pertenece a A2, el padre ordena a su hija que no dé limosnas a nadie, y al mismo tiempo a B1, la hija es perseguida por la madrastra. Todas estas cinco versiones españolas son muy fieles a la leyenda general y completa de Europa. Desde luego hay que observar que ninguna versión tiene el principio de A1, el padre quiere casarse con su hija. Este principio, que al parecer repugna al cuento español moderno, se halla en las dos versiones hispánicas literarias de la Edad Media, la versión catalana del siglo XIV, Historia del rey de Hungría, ya citada, y la versión de Gutierre Díaz de Gámez del siglo XV. Estas dos versiones, sin embargo, difieren de la mayoría de las otras versiones medievales de Europa en que la hija del padre incestuoso se corta ella misma las manos que su padre tanto admira y se las envía en un plato, de la misma manera que en la leyenda de Santa Lucía envía la santa sus ojos al amante perseguidor. El rey incestuoso se halla también en las dos versiones moriscas, como ya hemos visto, en los cuentos de los tres trajes, Cuentos 109, 110, y en los romances hispánicos de Silvana y Delgadina de que hablaré más tarde. Nuestros cinco cuentos españoles nos relatan en realidad un mismo cuento. Este cuento era primitivamente el siguiente: 11. Un padre pobre recibe dinero del diablo y le vende una de sus hijas o está dispuesto a entregársela. (Sólo en versión 100 no tenemos este elemento). 12. La hija es muy buena cristiana desde niña. En 99 hacía siempre la señal de la cruz; en 101 desde que nació se santiguaba y decía «Ave María Purísima»; en 103 la niña nació el día de la Santísima Trinidad y hablaba tres veces al día con la Virgen. 13. Porque la niña insiste en hacer la señal de la cruz, el diablo que se la lleva le corta los brazos en 99 y 102 y
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
le saca los ojos en 103. En 100 el padre le corta los brazos porque da limosnas, y en 101 el padre le corta los brazos porque reza. 14. La niña es abandonada en el bosque, adonde los perros del rey le llevan de comer en 99, 100, 101. 15. La halla el rey o el hijo del rey y se casa con ella. 16. El rey se va a la guerra y durante su ausencia la nueva reina da a luz dos preciosos mellizos. 17. Se envía la noticia al rey. El diablo cambia las cartas en 99, 101, 102, 103, y la madrastra en 100, diciendo que a los niños (monstruos o perros) hay que matarlos o quemarlos vivos en 99, 101, 102, 103, y echarlos de casa con la madre en 100. 18. Perseguida por la madrastra en todas las versiones, excepto 100, la reina se va al bosque con sus dos niños, y con la ayuda de la Virgen o San José o de los dos, vive con sus niños. 19. Con la ayuda de la Virgen la niña recobra sus brazos en 100, 101, 102 (en los dos últimos va a beber agua donde la Virgen le indica y se le caen los niños y al agacharse para cogerlos le salen los brazos milagrosamente); San Pedro se los restituye en 99; y en 103 el episodio está olvidado. 10. El rey se reúne con su familia en el bosque. En 99, 101, 102, los niños mismos reconocen al padre. En 100 la madre pone el anillo de la boda en el pastel de la cena, como en Los tres trajes, Cuentos 110 y otros cuentos semejantes. Un cuento tan bello, tan completo y tan bien documentado en cinco diferentes versiones de regiones muy apartadas, Zamora, Ávila, Toledo, Cuenca, debe ser un cuento verdaderamente tradicional y muy antiguo en España. Estas cinco versiones son de las mejores que yo conozco de la tradición moderna de Europa y son tan importantes para el estudio del cuento como cualesquiera. En vista de esto, cabe dudar si la leyenda española de la niña sin brazos tiene que ir siempre unida al tema del padre incestuoso. Es verdad que el padre incestuoso se halla en las dos versiones medievales y en las dos versiones moriscas, pero las versiones del padre incestuoso que se documentan en los romances de Silvana y Delgadina no nos dicen nada de la mutilación de la heroína ni de la historia del matrimonio con el rey. La desgraciada hija muere de sed o hambre y nada más. Pero antes de hablar de estos pormenores, examinemos brevemente todas las versiones hispánicas del cuento de la niña sin brazos. Las versiones hispánicas, antiguas y modernas, que yo conozco son treinta y siete.
Cuatro versiones literarias y antiguas: Las dos versiones de la Edad Media que estudia Suchier, la catalana del siglo XIV, Historia del Rey de Hungría, y la castellana del siglo XV de Gutierre Díaz de Gámez; las dos versiones de Robles, Leyendas moriscas 1, 43-53, 182-221. Veintidós versiones españolas de la tradición oral moderna de España y América: Cuentos 99, 100, 101, 102, 103; Ampudia 16; Espinosa, Castilla 137; Sánchez Pérez 85; cuatro versiones chilenas, Lenz, Consejas 33-56, 95114; cuatro versiones mejicanas, dos nuevomexicanas y una de California, JAFL XL, 125-131, XLV, 314-315, 352-355; Wheeler 46; Rael 126, 127; Hispania XXIII, 133-135; dos versiones de Puerto Rico y una de Cuba, Mason-Espinosa PRF II, 7, III, 21, Portell Vilá 78. Cuatro versiones filipinas de origen español, Fansler en JAFL XXIX, 222-234. Dos versiones catalanas: Alcover II, 270-283; Maspons y Labrós I, 60-68. Cinco versiones portuguesas: Athaide Oliveira I, 20, 45; RL XVI, 194-202; Parsons, Cape Verde 58; Romero 37. Añadiendo algunos tipos nuevos a los establecidos por Suchier, podemos clasificar nuestras treinta y siete versiones hispánicas de la manera siguiente: A1. El padre quiere casarse con su hija: las cuatro versiones más antiguas que conocemos, las dos de la Edad Media, la Historia del Rey de Hungría y la versión de Gutierre Díaz de Gámez, y las dos leyendas moriscas de Robles; las cuatro versiones filipinas de Fansler de JAFL XXIX, 222234, en lengua tagala, pero de origen español. Es extraordinario que el padre incestuoso aparezca sólo en las versiones antiguas españolas y moriscas y en las versiones filipinas. En las tres primeras versiones filipinas la hija se corta ella misma la mano o las manos y se las envía a su padre como en la Historia del Rey de Hungría y la versión de Gutierre Díaz de Gámez. Pero las versiones filipinas no vienen de la Historia del Rey de Hungría como supone Fansler, sino de fuentes antiguas semejantes. A2. El padre manda a su hija que no dé limosnas a nadie: Cuentos 100; Ampudia 16 y Espinosa, Castilla 137 (el padre le corta a la hija las manos y le saca los ojos); Hispania XXIII, 133-135; Mason-Espinosa PRF III, 21 (en Ampudia 16 y en esta versión la niña abandonada se casa con un estudiante y no con el rey tradicional); Athaide Oliveira I, 20; Parsons, Cape Verde 58 (el padre le corta a su hija las manos y los pechos y le saca los ojos). En las versiones de Ampudia y Parsons el padre vuelve después de muerto a pedirle perdón a su hija. A3. El padre vende su hija al diablo: Cuentos 99, 101, 102, 103; Sánchez Pérez 85; Wheeler 46; Alcover II, 270283; Maspons y Labrós I, 60-68; RL XVI, 194-202.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
A3a. El padre obliga a su hija a casarse con quien tenga dientes de oro (el diablo): Rael 126, 127. A3b. El padre quiere obligar a su hija a que se case con su compadre u otro hombre rico, con quien la perdió jugando: Mason-Espinosa PRF II, 7. B1. La hija es perseguida por la madrastra (la tía en el cuento chileno) o por la mujer del senador que la protege: Lenz, Consejas A; Ataide Oliveira I, 45. B2. La hija es perseguida por la madre: Portell Vilá 78; Wagner en JAFL XL, 125-131; Romero 37. Estos tres cuentos mezclan elementos de dos cuentos distintos, el de la niña sin brazos y el de Blanca Flor o Blanca Nieves, Cuentos 115, 116. B3. La joven es perseguida por sus hermanas envidiosas: JAFL XLV, 314-315 (versión mejicana de Oaxaca), 353-355 (versión mejicana de Puebla). Estas dos versiones pertenecen ya a un tipo muy distinto, en el cual falta por completo la mutilación de la heroína y entran frecuentemente los elementos maravillosos del agua de la vida y el pájaro de la verdad, Aarne-Thompson 707, Grimm 96. C1. El hermano quiere casarse con su hermana: Este tipo, Pentamerone III, 2, no se halla en ningún cuento hispánico por mí conocido. Véase, sin embargo, el romance español sobre la tradición bíblica de Tamar, La leyenda de Tarquino, Menéndez y Pelayo, Antología X, 196- 197. C2. La madrastra o cuñada acusa a la hija al marido o al hermano: Lenz, Consejas C, C y D. En estos cuentos chilenos la suegra mata a su recién nacido y acusa del crimen a la nuera como en el cuento escocés de Campbell III, 439-440, abajo citado, y en Cuentos 104, El diablo maestro. De nuestras cinco versiones de Cuentos 99-103, cuatro pertenecen al Tipo A3 de Suchier, El padre vende su hija al diablo, 99, 101, 102, 103. A este tipo general de Europa pertenecen las siguientes versiones no hispánicas de nuestra bibliografía: Andrews 5; Grimm 31; FLJ III, 374-375; Lanctot 377-383; RS II, 106108; RTP IX, 181; Sébillot II, 39; Wesselski 10. Una de nuestras cinco versiones pertenece al Tipo A2. El padre manda a su hija que no dé limosnas a nadie, 100. A este tipo pertenecen las siguientes versiones no hispánicas de nuestra bibliografía: Campbell III, 439-440; Chauvin V, 67 (versiones de cinco diferentes redacciones de las Mil y una noches, Burton III, 393, Hammer III, 333, Henning VII, 143, Lane II, 455, Weil IV, 44); Mélusine II, 309; RTP VI, 152-153, curioso cuento árabe de un sultán que para abolir la mendicidad manda cortar las manos a todos los que den limosnas, y una joven cae en la trampa.
Las treinta y siete versiones hispánicas, sin contar entre ellas los romances abajo citados, pertenecen a los siguientes tipos de Suchier y con la frecuencia indicada: A3, con nuestras variantes A3a y A3b, doce versiones, 32% de todas. A1, ocho versiones, 22%. A2, siete versiones, 19%. B2, tres versiones, 8%. C1, tres versiones, 8%. B3, dos versiones, 5%. B1, dos versiones, 5%. Ninguna de nuestras versiones hispánicas modernas pertenece al Tipo A1, El padre quiere casarse con su hija o que sea su enamorada, con la excepción de las cuatro versiones filipinas de origen español ya citadas, por más que este repugnante episodio se halle en las dos versiones hispánicas antiguas, la Historia del Rey de Hungría, y la versión de Gutierre Díaz de Gámez, y en las dos versiones moriscas de Robles, como ya queda indicado. En vista de hallarse este episodio en las cuatro versiones antiguas hispánicas y morisco-hispánicas, es difícil explicar por qué no se halla en las versiones hispánicas modernas, excepto en las filipinas. El episodio del padre incestuoso, por otra parte, se halla en la tradición hispánica en el cuento de Los tres trajes, Cuentos 109, 110, y en los romances populares de Silvana y de Delgadina. El romance de Silvana no es tan popular como el de Delgadina. En España parece que no es muy popular en vista de que por el año 1906, cuando R. Menéndez Pidal publicó sus Romances tradicionales en América, sólo se conocían versiones portuguesas: «De Silvana sólo se conocen hasta ahora versiones portuguesas; yo tengo versiones burgalesas». En ese mismo año, sin embargo, Narciso Alonso Cortés publicó tres preciosas versiones castellanas del romance en su obra Romances populares de Castilla. La segunda versión, página 27, es la siguiente:
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Se pasea la Silvana por la su huerta florida; si bien toca la guitarra, mejor romances decía. Su padre la está escuchando desde una alta celosía. —Más bien pareces, Silvana, con ropa de cada día que la reina de tu madre con la de Pascua Florida. Si quisieras, mi Silvana, ser la mi querida amiga... —¿Y las penas del infierno, padre, quién las pasaría? —El Padre Santo está en Roma que nos las dispensaría. —Jesucristo está en el cielo que nada se le cubría. Daba gritos y alaridos que en el cielo les metía. —¿Por qué lloras, mi Silvana, por qué lloras, hija mía? —Porque me voy a mudar de otra muy blanca camisa, que para dormir con reyes está muy negra la mía.
IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
—No llores tú, mi Silvana, no llores tú, hija mía, tú te irás a la mi cama, y yo a la tuya me iría; tú te pondrás mi camisa, yo la tuya me pondría. A eso de la media noche de amores se requería. —No estás doncella, Silvana, no estás doncella, hija mía. —¿Cómo quiés que esté doncella, de tres infantes parida? El primero fue don Carlos, la segunda la María, la tercera la Silvana, toda la flor de Castilla. —Viva la reina cien años, cien años la reina viva, que me quitó de un pecado que pasaba de herejía. Pero el romance, como se ve, no pasa del amor incestuoso del rey y el engaño por parte de la madre y de Silvana. Es interesante observar que la respuesta de Silvana cuando pregunta al padre quién pagará las penas del infierno, es muy parecida a la de la princesa Carcayona en la segunda versión morisca, la cual dice así: «¡Oh padre!, yo te llamo al servicio de Allah, y tú llámasme al servicio de las ídolas; ¡oh padre! obedece a Allah, y di como digo yo, que no hay señor sino Allah solo, que no hay aparcero con él, y darte ha Allah el paraíso y salvarte ha del fuego del infierno». Esta pregunta de Silvana la hallamos no sólo en esta versión de Alonso Cortés, sino en la mayoría de las versiones españolas, hispanoamericanas y portuguesas. Las palabras del romance que se refieren a la dispensación del Papa conservan un detalle de las versiones medievales de Europa, en algunas de las cuales se declara que el rey incestuoso que quería casarse con su hija había obtenido o iba a obtener la dispensación del Papa. El romance de Silvana, por consiguiente, es una versión poética de la leyenda de la niña sin manos que ha olvidado toda la historia de las manos cortadas y las aventuras que con este acontecimiento se relacionan, el casamiento de la niña perseguida con un rey, etc., y se limita a contar el primer repugnante episodio del padre incestuoso que se halla en tantas versiones medievales de la leyenda general de Europa. El romance de Silvana es popular en España, Portugal y en la América española. Véase Braga, Romanceiro I, 447468 y III, 453-462, RL IX, 280-281, 303-304, 309-310; Menéndez y Pelayo, Antología XII, 513-516; Chacón y Calvo 45-53; Romances de Puerto Rico 14-20. Algunas de las versiones portorriqueñas por mí publicadas están escritas en prosa y verso. Son versiones de romances que degeneran en cuentos. El otro romance del rey incestuoso, el de Delgadina, es tan bien conocido que no daré una muestra de él. Se diferencia del romance de Silvana en que la hija perseguida es encerrada en una habitación y allí muere de hambre y sed. Termina es romance anunciando la condenación del padre en las llamas del infierno y la gloria eterna de la hija
mártir. En mi obra Romances de Puerto Rico, páginas 16-20, he expresado la opinión que los dos romances son dos formas antiguas y distintas de la misma leyenda. En ninguna de ellas se conserva la historia de la hija perseguida a quien se le cortan las ruanos, se casa con un rey que la halla, etc. Que todas estas formas en prosa y verso se deriven del cuento inglés Constante Saga y Vita Offae Primi, como creen Suchier y Gough, es muy dudoso. La misma leyenda de Apolonio de Tiro y la hija del rey de Antioquía, contada en el antiguo poema español Libro de Apoloni y en el capítulo 153 de la Gesta Romanorum, que repite después Timoneda en Patrañuelo 11, puede ser sólo una de varias fuentes antiguas que nos contaban ya el cuento del padre incestuoso. Para la bibliografía del romance de Delgadina, véase: Romancero nuevomexicano 16; Romances de Puerto Rico II; Braga, Romanceiro I, arriba citado; Vicuña Cifuentes, Romances 27-44; Menéndez y Pelayo, Antología X, 126-131 y, XII, 513-516. En algunas versiones los romances de Silvana y Delgadina andan confundidos. Véase Braga, Romanceiro I, 117-468, 481. Los cuentos de Los tres trajes, Cuentos 109, 110, deben de tener alguna relación con nuestro cuento, pero no hay en ellos ni mutilación de manos, ni acusación contra la joven, ni persecución. La hija se escapa de su padre enamorado por los consejos y ayuda de una amiga o hechicera y terminan como el cuento de la Cenicienta, Cuentos 111, 112. Véase nuestro estudio de estos cuentos. Sobre la mutilación de las manos o brazos en la historia para castigo o venganza, véanse las valiosas observaciones de Sébillot en RTP XXVI, 388.
104. El diablo maestro BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: BTPE 106-117; Sánchez Pérez 77.—Españolas de América: Andrade 152; Mason-Espinosa PRF III, 21, C2.—Portuguesas: Athaide Oliveira I, 103; ConsiglieriPedroso 15; RL V, 84-87.—Italianas: Archivio X, 311-313; Gonzenbach 11, 20, 25; Pitré II, 66, III, 114.—Francesa: RTP XIII, 610-611.—Francesas de Haití: JAFL L, 259-262 (dos versiones).—Flamenca: RTP II, 421-424.—Alemanas: Haupt II, 219-221; Jahn 62-71.—Islandesa: Arnason II, 402.—Noruegas: Dasent 124-129, 400-401.—Galesa: Mabinogion 352-359.—Irlandesa: Kennedy, Fireside Stories 14-19.—Eslava: Afanasiev I, 41-45.—Griegas: Dozon 7 (albanesa); Hahn I, 12, 66.—Turcas: Kunos 28, 48.—Árabes: Desparmet I, 342 -354 (Argel); Jahn, MehriSprache 62-71; Rivière 201-206 (Cabilia).—Marroquí:
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Légey 23.—Africanas: Chatelain 29-41; Hollis 177178; Schultze 466-467.—Africana de América: Parsons, Andros 96.—Indias: Jataka 510, 513, 537.—Clasificación y estudios especiales: Aarne-Thompson 712, I, b; Boggs 706B; Bolte-Polívka I, 16-19; Carus 253; Cosquin en RTP XXVIII, 337-350, 385-409, 529-555, XXIX, 97118, 241-259, XXX, 65-88; Gaidoz en Mélusine III, 337346, 361-363, 385-389, 409-411, 433-435, 457-460, 481-487, 505-506 (serie de artículos sobre la antropofagia en la historia y en la tradición); Westermark II, 475-476; ZVFV VI, 62-63; Thompson D1318.1.1, F801, G303.9.5. H11, H11.1, H13, H13.2.2, H251.2, K1851, K2110.1, K2115, K2116.1.1, K2155.1, S451. Véanse también las bibliografías de Cuentos 47, 89 y 160. Nuestro cuento es una preciosa y especial versión del tema general de la niña perseguida bien conocido en la tradición de Europa, pero no tan popular como el cuento de La niña sin manos. Nuestra versión se compone de cuatro elementos fundamentales: el diablo que ha sido el maestro de una joven la roba y la echa en el mar en una urna de cristal; la halla un rey y se casa con ella; el diablo mata a los dos niños de la reina y le llena la boca de sangre para acusarla del crimen; conoce el rey la verdad cuando la reina cuenta su historia a la piedra de dolor y al cuchillo de amor que, curiosamente, el mismo diablo vende al rey. El echar el diablo la niña al mar se halla en algunas versiones de la niña sin manos y en otros cuentos semejantes. El que el rey tenga a la joven escondida y que los criados la hallen cuando sale a comer se halla en nuestro 105, La cervata. El matrimonio con el rey, la ausencia del rey en la guerra, el nacimiento de los niños, todos estos elementos pertenecen a casi todos los cuentos de la niña perseguida. Pero la brutal muerte de los niños, uno después de otro, porque la reina no responde a la misteriosa pregunta y el llenarle el diablo a la reina cada vez la boca de sangre, para que sospeche el rey que ella misma los ha matado y se los ha comido, es un elemento nuevo que no existe en otros tipos del tema general. La presencia de los objetos a los cuales la desgraciada reina cuenta su triste historia, la piedra de dolor y el cuchillo de amor, es también una cosa enteramente nueva. En otros tipos del cuento de la niña perseguida el rey reconoce a su mujer o los niños le reconocen al padre, como en La niña sin manos, y no hay explicaciones que hacer, la reina cuenta ella misma el cuento de su vida a los recién llegados, como en Cuentos 105, 106, 107, ó el mismo traidor cuenta la historia, sin querer. La presencia de los objetos sin vida que responden o de otra manera declaran la verdad de lo que la reina dice, supervivencia de una época primitiva, es una manera muy original para explicar la situación desgraciada de la reina.
Pero nuestra versión, como alguna que otra semejante, está incompleta. Cuando el diablo llega a ver a la reina recién parida, lo primero que le dice es: —María, o me dices lo que vistes o me das lo que paristes. Y la reina responde: —Ni te digo lo que vi, ni te doy lo que parí. Se repite la escena cuando viene el diablo por segunda vez y mata al segundo niño. Ahora bien; nada dice el cuento de lo que la niña vio, ni tampoco se ha dicho que se llamaba María. Sospecho que se trata de una omisión. Hay dos posibilidades: o se ha omitido el episodio de La sala prohibida, Cuentos 89, donde la Virgen le quita los niños a la niña embustera y después se los devuelve cuando dice la verdad, otras veces el diablo es el que se lleva a la niña y le prohíbe entrar en cierta habitación, o bien se trata de un cuento en el cual, al principio, la niña ve que el diablo maestro se come a un niño, como en las versiones de Hahn 66 y RTP XXVIII, 550, citadas en la bibliografía, y en las cuales ocurre la misma pregunta que en el cuento nuestro u otra muy semejante. De todas las versiones que he examinado, sólo una, la de Haupt arriba citada, va actualmente mezclada con el cuento de la sala prohibida, y por eso no creo que en nuestro cuento zamorano se haya olvidado algo en el principio. El diablo robó a la niña seguramente porque ella le vio comerse a un niño y no quería que ella se lo dijera a nadie. Nuestro cuento es diferente de la mayoría de los de su tipo en que la reina no recobra sus niños muertos. En la mayoría de las versiones semejantes, la Virgen, el pájaro misterioso que los roba o el diablo mismo que ha causado todo el mal, le devuelve los niños a la reina madre. Por qué el diablo u otro ser maligno trata de hacer a la niña todo el mal posible y termina haciéndole bien, es difícil de explicar aun en los cuentos tradicionales. Pero sea como fuere, en uno de ellos, San Francisco de Padua es el que hace sufrir mil penas a la heroína, dando la muerte a los padres, llevándose a los niños y ensuciándole a la madre la boca de sangre, etc., y por fin le devuelve los niños. Esta versión, Gonzenbach 20, es un ejemplo curioso de una mezcla extraordinaria de la idea cristiana del sufrimiento para merecer, con un cuento seguramente de origen antiquísimo y pagano. Nuestro cuento pertenece a un tipo muy bien definido, que podemos establecer a base de catorce versiones, Cuentos 104 y doce versiones de nuestra bibliografía: Contienen nuestras versiones los siguientes elementos fundamentales: A. Una joven es robada por el diablo que ha sido su maestro. B. La joven se escapa o el diablo la abandona.
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
C. Se casa la joven con un rey u otro personaje principal. Se va el rey a la guerra. D. La joven da a luz uno, dos o tres niños, y cada vez el diablo le mata su recién nacido y le ensucia la boca y los labios con la sangre del niño. (En algunas versiones entran aquí también elementos del cuento de la sala prohibida, como ya queda dicho). E. El rey vuelve de la guerra, se da cuenta de lo que ha ocurrido, pero su mujer no dice nada. Se va a una ciudad y le trae a su mujer ciertos objetos que ella le ha pedido: una piedra de dolor, un cuchillo de amor, etc. (En alguna versión el diablo mismo le entrega al rey los objetos inanimados). F. La afligida joven y madre cuenta su desgraciada vida a los objetos inanimados, está para darse muerte con el cuchillo de amor, etc., y el rey sabe la verdad de todo. Pertenecen a este tipo fundamental nueve de las catorce versiones, con ligeras variantes en los detalles: tres versiones hispánicas, nuestra versión zamorana 104, la de Sánchez Pérez 77, la portorriqueña de Mason-Espinosa PRF III, 21, C2, y la portuguesa de Athaide Oliveira I, 103; Dasent, Appendix 400-401; Hahn 66; Jahn 62-67; RTP XXVIII, 548. En las siguientes circo variantes, el perseguidor o perseguidora no es el diablo, sino una bruja, un pájaro misterioso, la Virgen María o San Francisco de Padua: Gonzenbach 20 (mezclada con elementos del cuento de La sala prohibida), y 25; Haupt II, 219-221; Kunos 48; RL V, 84-87. En versiones como la de Gonzenbach 25, en la cual el perseguidor que hace sufrir a la joven es San Francisco de Padua, el motivo fundamental es, al parecer, la idea cristiana de la necesidad del sufrimiento para la salvación. Las otras versiones de nuestra bibliografía no pertenecen a nuestro tipo, pero contienen algunos de sus elementos fundamentales. El cuento dominicano de Andrade 152 lleva algunos elementos del tema general de la niña perseguida. El diablo es el perseguidor, pero falta el episodio de la muerte de los niños, y la madre y los niños, que han sido abandonados, se reúnen felizmente con su padre. El cuento de Gonzenbach II lleva elementos A y B de nuestro tipo, y elemento C mezclado con el principio del cuento abajo mencionado, El príncipe durmiente en su lecho. Este es el cuento estudiado por Cosquin en RTP XXVIII, 537-555, XXIX, 97-118 y 251-259. Nos interesa ahora por terminar de una manera semejante a la de nuestro tipo, con elemento E o variante:
Una princesa se marcha en busca del príncipe durmiente en su lecho para despertarle de su sueño y casarse con él. Cuando ya se halla, el príncipe ha despertado y a su lado está la esclava negra de la princesa, la cual está para casarse con él. Termina el cuento con el feliz desenlace de elemento E. Falta el brutal episodio de la muerte de los niños de nuestro tipo. Pertenecen a este tipo estudiado por Cosquin las siguientes versiones de nuestra bibliografía: Archivio X, 311-313; BTPE X, 106-117; Chatelain 29-41 (versión mezclada con elementos del cuento de Blanca Nieves); Hahn 12; Kunos 28; RTP XXIX, 255, 256. Dos tipos de cuentos muy diferentes, por consiguiente, terminan con el extraordinario episodio de los elementos inanimados, elemento E o variante, nuestro tipo El diablo maestro y El príncipe durmiente en su lecho. La piedra es la que generalmente responde de alguna manera, afirmando la verdad de lo que ha ocurrido y que la joven declara, y el cuchillo algunas veces responde de la misma manera, o manda a la joven que se dé la muerte con él. Hay una grande variedad de objetos inanimados a los cuales se cuenta la triste historia. Según creen algunos, los objetos inanimados representan formas distintas de las vidas pasadas de la heroína, que se cuenta a ella misma lo que sabe que ha ocurrido. Véase el interesante artículo de Cosquin ya citado, RTP XXIX, 256259. Todo el episodio de los objetos inanimados que hacen al héroe recordar quién es su verdadera novia o esposa o que le declaran la verdad de lo que ha ocurrido, se halla bien desarrollado también en una versión del cuento de La hija del diablo, Cuentos 122. Los únicos objetos que ocurren con bastante frecuencia son los siguientes: Piedra o piedras de dolor, de amor, de pasión, de paciencia o de la verdad, en diez versiones. Cuchillo de amor, cuchillo, cuchillo cortador o de paciencia, cuchillo, navaja o espada que se afila, en once versiones. Caja de tristeza o ramita de amargura, en tres versiones. La serie más larga se halla en el cuento africano de Chatelain 29-41: piedra de la verdad, navaja que se afila, espejo, cadena, dos muñecas, lámpara que se alumbra sola. La muerte brutal de los niños, arrebatados por el diablo, el cual se los come en presencia de la madre y le ensucia la boca de sangre para acusarla a ella misma del crimen, tiene grande valor en los cuentos, porque indica claramente la idea de la antropofagia. El diablo antropófago es posible sólo en regiones donde la antropofagia se practicaba. Y en la historia y en la tradición de Europa hay muchos ejemplos notables de esta supervivencia. Los ejemplos de niños o gente mayor comidos por los brujos u otros antropófagos
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
son legión, y algunos de ellos verdaderos. En los Capitularios de Carlomagno se vedaba expresamente comer carne humana so pena de muerte, indicando que la costumbre era bien conocida. Véase para todo esto el interesante artículo de Gaidoz en Mélusine III, 337-346, 361-363 y 433-435. En un cuento flamenco de RTP II, 421, un joven rescata a una princesa a quien unos ladrones van a guisar para comérsela, y luego él mismo coge a la bruja que la guarda, la hace pedazos y la echa en la olla. En RTP XIII, 610-611, se cuenta la leyenda de Beatriz de Machecoul, que se comía a los niños, particularmente sus corazones e hígados, y que después de arrepentida fundó con su marido el monasterio de Fontenelles. El episodio de la madre ensangrentada con la sangre de su hijo o hijos, para que parezca que es la culpable del crimen, se halla también en cuentos de otros tipos, AarneThompson 712, Arnason II, 402, Hollis 177-178, Afanasiev I, 41-45, Dasent 124-129, y Cuentos 114, por ejemplo. Lo hallamos también en un cuento medieval del padre incestuoso relacionado con los cuentos de La niña sin manos ya estudiados y en el de La cervata, Cuentos 105, Straparola I, 4. En vez del diablo maestro, el padre es el perseguidor. El elemento de los niños robados por el perseguidor o perseguidora para acusar a la madre de su muerte, se halla en Aarne-Thompson 451 y 710 (La sala prohibida). Todas estas leyendas y cuentos se remontan a antiguas tradiciones clásicas y orientales. Aquí hay que considerar entre las fuentes importantes el mito clásico de Kronos que se comía a los propios hijos. En las tradiciones de Oriente los ejemplos son numerosos. En Jataka 510 una reina envidiosa vuelve después de muerta, disfrazada de hada, y se come a los dos niños de la nueva reina, mujer de su antiguo marido, en su presencia. El hijo tercero, es mismo Buddha, se escapa y se vuelve religioso. Casi lo mismo ocurre en Jataka 513. La envidiosa hada se come a los dos primeros hijos, y al tercero se lo lleva a los basureros para enseñarle a comer carne humana y después dejarle abandonado. Claro es que éstos son algunos de los episodios de la tradición oriental que han pasado a Europa y han llegado a establecerse como elementos fundamentales del cuento de Los objetos inanimados y otros. Por otra parte, hay que considerar también que, aunque estas leyendas orientales pueden en algunos casos tener su origen en hechos verdaderos de venganza que han sido continuados en la tradición popular, estas leyendas y cuentos pueden proceder de la supervivencia de sacrificios humanos primitivos, consumados para complacer a los dioses o aplacar su ira. Véase para todo esto Westermarck II, 475-476 y Cosquin RTP XXX, 78-88. Que la antropofagia se ha practicado por todos los pueblos bárbaros y primitivos es un hecho bien conocido.
En tradiciones y cuentos no relacionados con los que ahora estudiamos los ejemplos son legión. Gaidoz y Cosquin, en los trabajos ya citados, han documentado los más notables. Véase también Jataka 537, cuento del Rey de Benarés que, sirviéndole su cocinero carne de un muerto del cementerio por falta de carne de vaca, se acostumbra a comer carne humana, y la bibliografía y estudios de Cuentos 47 y 160. Hay un tipo de cuento relacionado con nuestro cuento que hay que clasificar aparte, cuento en el cual no hay ni diablo maestro, ni novia sustituida, ni objetos inanimados, pero sí perseguidor o perseguidora, brutal muerte de los niños, y algunas veces sala prohibida. Los cuentos de este tipo son en realidad una mezcla del cuento de La sala prohibida, Cuentos 89, y nuestro cuento El diablo maestro. El perseguidor devuelve los niños como en el de La sala prohibida cuando la niña confiesa lo que ha visto. En estos cuentos se trata evidentemente de lo que la niña ha visto en la sala prohibida, mientras que en los de nuestro cuento ya estudiados lo que la niña ha visto en la mayoría de las versiones que llevan la pregunta es al diablo, o quienquiera que sea el perseguidor, comerse a un niño o asarlo para comérselo. Las versiones que llevan esta curiosa mezcla de dos cuentos distintos, no las citamos en la bibliografía al principio de nuestro cuento porque su relación con nuestro cuento es algo dudosa. Tienen sólo el episodio de la muerte de los niños. Algunas de estas versiones son las siguientes: Crane 84-85; Hartman en FLJ III, 212-213; Meier 36; Dasent 221-225; Bolte-Polívka I, 16-19; Groome 63; Beckwith 102. Hay todavía otro tipo de cuento de niña perseguida relacionado con Cuentos 104 y también con Cuentos 99103, Cuentos 129 estudiado más adelante. Este cuento es una mezcla del cuento del príncipe encantado con los detalles del diablo perseguidor de 104 y de la esposa abandonada en el bosque con sus niños después del cambio de las cartas como en Cuentos 104 y en 99-103.
105. La cervata BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Espinosa SFNM 2, 4; Rael 139; Wheeler 49.—Portuguesas: Athaide Oliveira II, 322; Barbosa 4, 13.—Catalanas: Alcocer IV, 14-22; Maspons y Labrós I, 111-115.—Italianas: Busk, Roman Legends 91-95; Pitré I, 37; Straparola I, 4.—Francesas: Cosquin I, 28; Perrault, Peau D’Âne.— Bretona: Sébillot II, 40.—Cornualesa: FL I, Apéndice 149.—Eslava: Cox 274.—Griega: Archiv FLG XII, 127-134 (albanesa); Dozon 6; Schmidt 93-98.—Árabes: Desparmet 10 (Blida); FL XIX, 443-453 (Tánger); RTP XXVIII, 113-
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121 (Argel).—Aramea: Prym-Socin 14, 52.—Indias: Day 93-107; Indian Antiquary LIV, 33-34.—Clasificación y estudios especiales: Aarne-Thompson 510; Boggs 706C; Cosquin I, 275-280; Cox xxv-lxix, 53-79, 354; Thompson H11, H11.1, L162, S51, 5143, S410, 5435, S451. Véase también las bibliografías de Cuentos 107 a 112. Nuestro cuento es una interesante versión de un tipo extraordinario del cuento de La niña perseguida. Podemos clasificarlo con el popularísimo cuento de Perrault, Peau D’Âne, o sea el Catskin de Miss Cox. En su magistral estudio ya citado, Cinderella, Miss Cox divide este cuento en tres tipos principales y fundamentales: el tipo de La cenicienta propiamente dicho o Cinderella; el tipo de Peau D’Âne o Catskin; y el tipo del Rey Lear o Cap O’Rushes. Según indica Miss Cox, los dos elementos fundamentales del tipo de Castkin son el del padre incestuoso que quiere casarse con su hija y el del escape de la hija en una caja o en un animal artificial. La verdad es que estos dos elementos se hallan en los tres tipos, pero que caracterizan de una manera especial al tipo de Catskin. Nuestra versión extremeña 105, sin embargo, no se ajusta muy bien al tipo de Catskin Miss Cox. Lo único que tiene de común con los cuentos de este tipo es el episodio de la caja en la cual la heroína se esconde para escaparse. En Cuentos 105 el príncipe se la lleva secretamente a su casa porque tiene vergüenza que la vean sus padres. El padre incestuoso se halla en otras versiones semejantes de la tradición española, como más adelante veremos. En Cuentos 105, por otra parte, el príncipe se va a la guerra como en Cuentos 99-104, y no hay baile ni conocimiento de la novia por medio de algún objeto hallado en la comida, como el anillo de Cuentos 109, 110. Nuestras dos versiones del cuento de Los tres trajes, 109 y 110, aunque falte en ellos el episodio del escape en la caja artificial, se ajustan más bien al tipo de Catskin de Miss Cox que nuestra versión 105. Hay, sin embargo, un tipo especial de estos cuentos al cual pertenece nuestra versión 105, y entre las versiones de Catskin de Miss Cox hay algunas que pertenecen a este tipo y no propiamente al de Catskin. No creo que este tipo especial sea en su forma primitiva un tipo distinto de los otros. Al contrario, creo que es un tipo de cuento de La niña perseguida formado a base de un cuento semejante a los Catskin y Peau D’Âne con elementos de otros tipos semejantes, La niña sin manos, la popularísima tradición de Genoveva de Brabante, etc. El tipo especial al cual pertenece nuestra versión 105 contiene los siguientes elementos fundamentales:
A. Un rey se enamora de una joven y se la lleva a su palacio escondida en una urna o caja, generalmente en forma de algún animal. A1. Un rey compra o halla la caja que contiene a la joven escondida en ella. B. El rey se casa en secreto con la joven y la tiene escondida en una habitación de su palacio. C. El rey se va a la guerra y deja a una criada cuidando a la caja. D. Hallan a la joven cuando sale a comer. La reina madre la despide. E. Vive con unos pastores y allí da a luz a uno o dos niños. F. Vuelve el rey de la guerra. Halla a su mujer y a su hijo (o a sus hijos) cuando la joven envía a su marido una prenda o a su propio hijo o propios hijos, o con el desenlace efectuado por medio de un cuento. El episodio o cuentecillo de la boda estorbada de nuestra versión 105, de Cuentos 127 y otros, es muy popular en la tradición española y se halla en cuentos y romances que nada tienen que ver con nuestra versión 105. Véase Menéndez y Pelayo, Antología X, 38-42, y Menéndez Pidal, RFE VII, 267-298. Las versiones hispánicas de nuestro cuento que yo he podido examinar son diez. Cinco versiones españolas, una peninsular y cuatro americanas: Cuentos 105; Espinosa SFNM 2, 4; Rael 139; Wheeler 49. Tres versiones portuguesas: Athaide Oliveira II, 322; Barbosa, 4, 13. Dos versiones catalanas: Alcover IV, 14-22; Maspons y Labrós I, 111-115. De todas estas diez versiones hispánicas, solamente cinco son versiones perfectas del tipo de 105 arriba establecido: nuestra versión extremeña 105; tres versiones nuevomexicanas de Espinosa SFNM 2, 4, y Rael 139; y la versión portuguesa de Athaide-Oliveira II, 322. La versión de Espinosa SFNM 4 y la de Athaide Oliveira, sin embargo, llevan el principio de Catskin o del padre incestuoso, elemento A2 de Cuentos 109 y 110. Las cinco llevan en común A o A1 o A2 y C, D, E, F. La versión portuguesa de Barbosa 4 lleva variantes de elementos A, C y D, pero lleva otros elementos muy distintos de los finales de nuestro tipo. Las demás versiones hispánicas, Wheeler 49, Barbosa 13 y las dos catalanas, llevan también el episodio del padre incestuoso y son una mezcla de nuestro tipo especial de Cuentos 105 con el verdadero tipo de Catskin o del padre incestuoso. En Barbosa 13 se hallan también algunos elementos de nuestro cuento de Los tres trajes, Cuentos 109, 110.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
El cuento extraordinario de Straparola I, 4, es también una mezcla del cuento Catskin con el tipo de nuestra versión 105, y lleva además algunos detalles de nuestro tipo de Cuentos 104, El diablo maestro. Las otras versiones que citamos en nuestra bibliografía tienen algunos elementos de nuestro tipo especial, pero algunas son más bien versiones del tipo general de Catskin o Peau D’Âne. Hay que observar también que en las versiones hispánicas arriba citadas del tipo especial al cual pertenece nuestra versión 105, el desenlace final se desarrolla por medio del anillo escondido en la comida como en Catskin, y no por medio del cuentecillo de nuestra versión 105, de nuestras versiones, 106, 127 y otras. Solamente en Barbosa 13 hallamos un desenlace por medio del cuentecillo de Cuentos 105.
106. La encontrada BIBLIOGRAFÍA.—Versiones españolas peninsulares: BTPE X, 175-185; Cántigas 5; Curiel Merchán 229233, 273-275; Durán 1269-1270; Libros de Caballerías I, 503-533; Sánchez Pérez 86; Timoneda, Patrañuelo 21.—Españolas de América: Espinosa SFNM 3; Rael 133, 134, 135, 136.—Catalanas: Aramon i Serra 101120.—Italianas: Busk 208-212; Finamore 13; Nerucci 51; Weber 7.—Francesas: Cosquin 78; Gautier III, 684-719; Le Grand, Fabliaux V, 125-129; Miracles IV, 27; Romania XLIV, 2-6 (fragmentos); Wallensköld 2, II, 1-263.— Bretonas: Archivio IX, 423-434, 509-517.—Latinas: Archiv SNS CXXXIII, 136-140; Etienne de Bourbon 136; Gesta Romanorum 249; Gesta Romanorum D 150; Speculum Exemplorum IV, 3; Speculum Historiale VIII, 90-92; ZVLG IV, 349-355.—Alemanas: Gesammtabenteur I, 129-164; Grässe III, I, 279-282; Grimm, Sagen II, 9395; Kaiserchronik V, 11370-12824; Wendunmuth II, 23.—Inglesas: Alphabet of Tales 147, 672; Catalogue of Romance II, 680; Canterbury Tales, Man of Law’s Tale; Confessio Amantis II, 587-1612; Originals and Analogues 57-70; Ritson III, 1-92.—Griega: Leskien 56 (albanesa).— Turcas: Junghauer 15 (Turquestán); Menzel I, 18-35; Radloff IV, 141-145.—Árabes: Chauvin VI, 158-160; Jahn Mehri-Sprache 7-14; Spitta-Bey 6.—Berberisca: Stumme, Tazerwalt 3.—Judía: Gaster, Exempla 313.—Africana: FL XV, 319-321.—India: Tremearne 322.—Persas: RF XXIX, 518-519; ZDMG XXI, 536-538.—Clasificación y estudios especiales: Aarne, Estnische Märchen 885; AarneThompson 712, 883A; Amador de los Ríos V, 55-66; Anglia XIV, 77-122; Aramon i Serra 13-16; Archiv SNS CXXXIII, 135-141; Baker en Romania XLIV, 1-13; Boggs 883A;
Bolte-Polívka I, 305, nota 1; Cántigas, notas en página xcvi; Chauvin VI, 158-160, 167; Cosquin II, 327-328; Gaster, Exempla 237-238; Hibbard 12-22; Karl en RLR LII, 163-180; Köhler II, I, 391, 582, 273-304; MPhil V, 387-406, XIII, 609-624; Mussafia en Sitzungsberichte LI, 589-692; RTP XVI, 274-275; Schlauch 95-114; Siefken 34-47; Stefanovic en RF XXIX, 461-556; Wallensköld 1, Wallensköld 2, I, 31-41, 105-130; ZVLG IV, 342-349; Thompson H11, H11.1, H11.1.1, K512. Pertenece nuestro cuento a la leyenda general de la niña perseguida titulada Crescentiasage o leyenda de Crecencia, el nombre de la reina heroína en algunas versiones alemanas antiguas. Esta leyenda ha sido estudiada con exquisita erudición por Adolfo Mussafia en Sitzungsberichte LI y por Wallensköld en sus dos obras, Le conte de la femme chaste convoitée par son Beau frère y Florence de Rome, citadas en nuestra bibliografía. Han estudiado la mayoría de las versiones antiguas y algunas modernas y han establecido los puntos fundamentales de la difusión y orígenes del cuento. En el estudio siguiente trataré de limitarme a observaciones que puedan servir para aclarar algunos puntos no tratados por Mussafia ni por Wallensköld, en vista de que ellos no pudieron ver muchas versiones modernas que ahora conocemos. Las opiniones de otros folkloristas notables que han estudiado nuestra leyenda, Grundtvig, Hilka y Stefanovic, las discutiré al fin. En primer lugar debemos hacer una división capital entre las versiones literarias de la Edad Media y las versiones de la tradición oral moderna. Las versiones de la tradición medieval estudiadas por Mussafia no son todas iguales. Pero comparadas con las de la tradición oral moderna, tienen cierta unidad que parece debida a moldes literarios fijos. Las versiones modernas, particularmente nuestra versión de Ciudad Real 106, la de Sánchez Pérez 86, la nuevomejicana de Espinosa SFNM 3, la romana de Busk y una que otra versión árabe o turca que más tarde menciono, han sido transmitidas de tradiciones antiguas orientales, y creo que son versiones más fieles a las originales y primitivas que las literarias de la Edad Media. Empecemos con un breve análisis de las principales versiones de la Edad Media, las versiones literarias que Mussafia ha estudiado y clasificado. Según Mussafia, la forma fundamental del cuento primitivo sacada de las versiones literarias de la Edad Media era tal vez la siguiente (pág. 660): Un rey o príncipe se va de viaje y deja a su mujer al cuidado de su hermano. Este trata de violarla y, viéndose rechazado, calumnia a la reina con el hermano. El marido, que se cree deshonrado, decreta la muerte de la reina (con
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los detalles ya conocidos de que le traigan los ojos de la muerta, su sangre, etc., como en otros cuentos de la niña perseguida). Los que sacan a la reina para darle la muerte quieren también violarla y en ese momento se presenta un noble caballero que la salva, la Virgen en algunas leyendas. La perseguida reina se refugia entonces con el caballero que la libra y con su mujer, o con otros personajes, y allí otro malvado trata de violarla, acusándola, al verse rechazado, de la muerte del hijo del protector a quien el traidor mata. Se escapa la reina otra vez, y disfrazada de médico cura al rey y al hermano de la ceguera o de la lepra. Al hermano traidor lo cura sólo cuando confiesa sus pecados. De esta manera todos se reconocen. Esta es la tradición literaria general de Europa en la Edad Media, pero hay algunas variantes notables. Algunas de las versiones medievales más notables siguen casi punto por punto la historia arriba detallada: Gesta Romanorum 249, Cántigas 5, Ritson III, 1-92, Timoneda, Patrañuelo 21, Originals and Analogues II, 7, 57-70, Gautier de Coincy II, 1-128, Speculum Exemplorum IV, 3, Speculum Historiale VIII, 90-92. Mussafia ha llamado ya la atención al hecho de que hay un grupo de versiones medievales en las cuales la Virgen María es la que interviene para salvar a la heroína en el desierto o en el bosque cuando es abandonada por los verdugos, como en los cuentos de la niña sin manos de España ya estudiados, o bien cuando los malvados verdugos quieren violarla antes de darle muerte. Las versiones medievales en las cuales hallarnos a la Virgen de intercesora son las siguientes: Speculum Exemplorum IV, 3, Speculum Historiale VIII, 90-92, Cántigas 5, Gautier de Coincy en Méon II, 1-128, Briccio (Mussafia 669), Miracles IV, 27, versión italiana del siglo XVIII de Mussafia 681-682. La intervención de la Virgen se halla también en algunas versiones modernas de Europa y notablemente en la versión española del siglo XVIII de los dos romances de Durán 1269-1270. La versión de las Cántigas 5 de Alfonso el Sabio es una de las más notables de las medievales que poseemos, y al mismo tiempo un ejemplo del nuevo desarrollo en el cual la Virgen como intercesora es ya una parte dominante de la leyenda. Es interesante observar que, aunque esta tradición de la Virgen como intercesora se halle también en los dos romances ya citados de Durán, no ha entrado en nuestra versión 106. Ésta parece una forma primitiva de nuestra leyenda, una versión basada en otras que al parecer son anteriores a las piadosas leyendas medievales. La versión alfonsina que tiene tanta importancia por su detallada narración como por ser un ejemplo notabilísimo del nuevo desarrollo con la intervención de la Virgen, sin
cambiar los otros detalles fundamentales, puede brevemente documentarse de la siguiente manera: Un emperador de Roma se alistó en la Cruzada y se marchó a Jerusalén, dejándole encargada la emperatriz a su hermano. El hermano traidor le declara a la reina su pasión incestuosa. La reina le rechaza y le mete en una torre. Cuando el emperador vuelve, ella le da su libertad y entonces el traidor acusa a la reina de haber deseado ella el incesto. Los escuderos del emperador se llevan a la reina al bosque a darle muerte. Tratan de abusar de ella, y entonces la Virgen María oye las oraciones de la inocente reina y le ayuda, enviando a un conde, el cual se la lleva para que cuide de un hijo suyo. Un hermano del conde también quiere ahusar de la reina y, viéndose rechazado, mata al sobrino y acusa a la reina del crimen. El conde la entrega a un barquero para que la eche al mar, y el barquero también quiere abusar de ella. La Virgen la protege otra vez y se escapa en un naufragio. La Virgen entonces se habla en un sueño y le hace conocer una planta que cura la lepra, y, disfrazada de médico, cura a muchos, entre ellos al hermano traidor, después de que confiesa sus pecados. Todos se reconocen. La reina perseguida se queda al servicio de la Virgen. Se aparta también esta versión alfonsina del tipo general en que la reina perseguida no se va con su marido, sino que se queda al servicio de la Virgen María. No podía ser de otra manera en una versión en la cual se trataba sobre todo de alabar la protección milagrosa de la Virgen. La versión alfonsina es la versión detallada y perfecta en la cual la presencia de la Virgen se ha desarrollado como elemento fundamental. Este elemento se continúa, en el mismo cuento en los dos romances de Durán, si bien los detalles son algo diferentes. Hay otro grupo muy distinto de versiones literarias que no han sido tratadas por Mussafia y que merecen también estudio aparte, las leyendas históricas, en algunos de sus detalles tal vez basadas en hechos verdaderos, las leyendas francesas y españolas del emperador Carlomagno y la reina Sevilla. Véanse las notas a Cántigas I, xcvi, Amador de los Ríos V, 55-66, y Libros de Caballerías I, 503-533, Cuento del emperador Carlos Maynes e de la emperatriz Seuilla. En esta última leyenda un feísimo enano, instigado por el traidor Macaire, declara su pasión a la emperatriz Sevilla. Le da ésta un bofetón de respuesta que le deja la boca bañada en sangre. Para vengarse, se mete en la cama de la emperatriz cuando el emperador se va a misa. Allí le hallan y el enano declara que ha sido llamado por la emperatriz. La emperatriz va a ser quemada viva, pero interceden los amigos y prelados, y el emperador la envía por fin a Roma a que confiese sus pecados al Santo Padre. El traidor Macaire la sigue y la
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
alcanza para gozar de ella y da la muerte a su defensor. Entre tanto la emperatriz se escapa con un muletero (el personaje que milagrosamente se presenta enviado por la Virgen María en otros cuentos). La traición de Macaire es descubierta y el emperador vive triste y desconsolado. La emperatriz Sevilla vive en Hungría, protegida por los reyes. Allí nace y se cría su hijo. Por fin todos se reconocen y todo se arregla. La relación con la leyenda general de los cuentos medievales ya citados es segura. Un estudio detallado de todas estas leyendas en prosa y las poéticas de los cantares de gesta franceses, como la Chanson de Macaire y otras, sería muy interesante y seguramente aportaría nuevos datos al estudio de nuestros cuentos. Véase Schlauch 104-106, 113-114. Volvamos ahora nuestra atención a los cuentos modernos. Las versiones son muy diversas, pero en general podemos clasificarlas todas en dos tipos fundamentales. Tipo I. La esposa perseguida y calumniada, tipo semejante al tipo literario medieval estudiado por Mussafia: A. Un rey u otro caballero principal se marcha a la guerra o de viaje y deja su mujer al cuidado de un mayordomo, hermano o amigo suyo. B. El hermano, mayordomo o amigo trata de violar a la esposa. Ella le rechaza y entonces él la acusa al marido. B1. Cuando el traidor declara su criminal propósito, la mujer se escapa y se va a vivir con unos pastores (algunas veces los pastores del marido). C. El marido manda que, se le dé muerte a su esposa. Le cortan un dedo y la dejan viva. Se va a vivir con unos desconocidos. D. Vestida de peregrina, a veces disfrazada de hombre, la inocente esposa se presenta en casa de su marido y todos se reconocen. D1. Disfrazada de ama de cría, viene a cuidar a su misma hija. Después promete traer a la reina. Todo lo cumple y todos se reconocen. E. Se le da muerte al mayordomo, amigo o Hermano traidor. Tipo II. La hija perseguida y calumniada: A. Un hombre y una mujer se van de viaje (a cumplir un voto a Jerusalén o Santiago de Galicia en la mayoría de las versiones) y dejan a su hija al cuidado de un mayordomo, de un tío, o de un canónigo. B. El mayordomo, tío o canónigo es traidor y trata de violar a la joven. Ella le rechaza y entonces el traidor la calumnia y la acusa a sus padres.
C. Los padres envían al hijo con orden de darle muerte a la joven, o bien dan órdenes a otros que le den muerte éstos se apiadan de ella y la dejan viva en el bosque. D. Un rey vecino halla a la joven y se casa con ella. E. El rey se va a la guerra como en los cuentos de la niña sin manos, o bien el rey envía a la reina a visitar a sus padres, y entonces un criado quiere abusar de ella. F. La mujer se escapa del segundo traidor. Se va a la casa de sus padres y allí ponen una venta. Llegan por casualidad allí el rey su marido y sus calumniadores. Por medio de un cuento todo se aclara. F1. Disfrazada de hombre, la inocente mujer llega a la casa de su marido y todo se aclara. G. Los traidores y calumniadores son quemados vivos. Las versiones hispánicas de nuestro cuento que ahora conocemos son trece: tres versiones literarias medievales, Cántigas 5, Libros de Caballerías I, 503-533, Timoneda, Patrañuelo 21; una versión del siglo XVIII, Durán 12691270; y nueve versiones populares modernas, Cuentos 106, BTPE X, 176-185, Curiel Merchán 229-233, Espinosa SFNM 3, Rael 133, 134, 135, 136, Sánchez Pérez 86. Estas trece versiones hispánicas pertenecen a tipos muy distintos de nuestro cuento. La versión de Libros de Caballerías I, 503-533, pertenece al tema general de la mujer perseguida y calumniada, como ya queda dicho. No pertenece a un tipo popular definitivo. Las dos versiones medievales de Cántigas 5 y Timoneda, Patrañuelo 21, y la versión del siglo XVIII de Durán pertenecen al tipo literario de Europa establecido y estudiado por Mussafia. Las tres versiones son muy semejantes, llevan el episodio final de la médica peregrina y el desarrollo especial de la intercesión de la Virgen María. Las nueve versiones hispánicas modernas, cuatro de España y cinco de Nuevo Méjico, se dividen en tres tipos. Al Tipo I arriba establecido pertenecen las versiones siguientes: Rael 133, 135, con elementos A, B, C, D, E, y A, B1, D1, E, respectivamente. Al Tipo II arriba establecido pertenecen las versiones siguientes: nuestra versión 106, Espinosa SFNM 3, Rael 134, 136 y Sánchez Pérez 86. Las cinco versiones llevan elementos A, B, C, D y G. Cuentos 106, Sánchez Pérez 86 y Espinosa SFNM 3 llevan elemento F, el episodio de la ventera y los que llegan a contar cuentos, y Rael 134, 136 llevan elemento F1. La versión de BTPE X, 175-185 pertenece a un tipo distinto. Empieza con el episodio del mayordomo traidor de los cuentos de la tradición literaria o de nuestro Tipo I, elementos A y variantes de B y C, pero de allí en adelante desarrolla un cuento semejante al cuento de los
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
niños encontrados por su padre y coronados, Grimm 96, Bolte-Polívka II, 380-394. Es evidentemente una mezcla extraordinaria de dos cuentos distintos. La versión extremeña de Curiel Merchán 273-275 es fragmentaria y combina elementos de nuestro cuento con elementos de Cuentos 109, 110. Volvamos ahora nuestra atención a las versiones no hispánicas. En la tradición moderna el cuento no es popular en Europa fuera de España. La mayoría de las versiones modernas no hispánicas de nuestra bibliografía son orientales. Las siguientes versiones pertenecen a nuestro Tipo II arriba establecido para las versiones hispánicas, el tipo de nuestra versión 106, Espinosa SFNM 3, Sánchez Pérez 86 y Rael 134, 136: Tres versiones italianas, Busk 208-212, Nerucci 51, Archivio IX, 423-434; una versión francesa, Cosquin II, 78 (versión muy fragmentaria y mezclada con elementos del cuento de la madre envidiosa, Cuentos 115, 116); dos versiones turcas, Menzel I, 18-35, y Jungbauer 15; una versión africana, FL XV, 319-321; una versión beréber, Stumme 77-81, y una versión árabe, Spitta-Bey 6. Hay algunas diferencias notables. La versión romana de Busk, por ejemplo, una de las que más se parecen a nuestra versión 106 y al Tipo II, al cual ésta pertenece, lleva además el episodio de la muerte de los niños o niño por el segundo difamador, elemento sacado de tradiciones antiguas semejantes a las literarias de la Edad Media que comúnmente llevan este episodio. Son las tres versiones orientales de Jungbauer, Menzel y Spitta-Bey, arriba citadas. Pero la relación entre las versiones orientales y las occidentales no se limita a las versiones modernas. Las versiones orientales más antiguas que poseemos, las dos versiones de las Mil y una noches, Chauvin VI, 158- 159, y de los Mil y un días, Chauvin VI, 159-160, son muy parecidas a las europeas literarias de la Edad Media. El origen oriental de nuestro cuento propuesto por Mussafia y defendido después con abundantes materiales por Wallensköld es en mi opinión seguro. Pero que después se han mezclado con la antigua tradición primitiva elementos de otros cuentos semejantes, el episodio de la muerte de los niños, tan parecido al episodio semejante del cuento del diablo maestro, Cuentos 104, la mutilación de la niña perseguida, como en las versiones del cuento de la niña sin manos, por ejemplo, es también seguro. Después del magistral estudio de Mussafia ya citado, muchos otros folkoristas han estudiado nuestra leyenda, particularmente Grundivig, Stefanovic y Wallensköld. Laura A. Hibbard, en su obra ya citada, Mediaeval Romance in England 18-21, reúne las teorías principales de estos
folkloristas sobre los orígenes de nuestra leyenda. Grundtvig se declaró a favor de un origen germánico, oponiéndose al origen oriental propuesto por Mussafia. Stefanovic, en su trabajo ya citado, defiende también el origen germánico. Wallensköld, en su obra Florence de Rome, arriba citada, 105-130, ha escrito, en mi opinión, las observaciones más juiciosas de la crítica moderna sobre los orígenes del cuento y defiende el origen oriental que Mussafia había propuesto mucho antes. De algún valor son también las observaciones de Karl en RLR LII, 163-180, donde opina que ha influido en la formación posterior de la leyenda oriental en Europa la historia de la vida de Santa Isabel de Hungría. Los acontecimientos históricos o semihistóricos a veces corren parejos con las leyendas, influyendo en su formación de una manera notable. De la misma manera pudieron influir en la tradición inglesa de la niña sin manos la historia en parte verdadera del rey Offa y la leyenda de Constancia, estudiada por Gough en Palaestra XXIII, y algunos detalles semihistóricos de la vida particular de Carlomagno en las leyendas de la reina Sevilla y otras leyendas semejantes relacionadas con nuestra leyenda del hermano falso, estudiadas por Gautier en sus Epopées III, 684-719. Parece que la más antigua versión literaria europea de nuestro cuento es la de Kaiserchronik ya citada, versión altoalemana del siglo X. Cuándo se conocieron por primera vez en Europa las versiones populares, no podemos decirlo. La difusión de la leyenda en el día de hoy por todas partes del mundo occidental en versiones muy apartadas de las literarias que conocemos de la Edad Media nos obliga a pensar en un desarrollo de la tradición oriental en Europa en una época muy antigua.
107. Como la vianda quiere a la sal 108. La zamarra 109. Las tres avellanas BIBLIOGRAFÍA.—Versiones españolas peninsulares: BTPE VIII, 175-179; Curiel Merchán 346-348, 358-361; Espinosa, Castilla 120, 121, 122, 123, 124; Menéndez Pidal PP, 341; Sánchez Pérez 87.—Españolas de América: AUC XCII, 40-49; Hispania XXIII, 124-125; JAFL XLVIII, 113114, 159; Mason-Espinosa PRF III, 21, f2; Post 48-50; Wheeler 50, 54.—Portuguesas: Athaide-Oliveira I, 96, 182; Barbosa 15; Braga I, 50; Coelho 31; Englische Studien XXIX, 208-209.—Portuguesas de Brasil: Romero 3.—Catalanas: Alcover III, 254-278; Maspons y Labrós I, 55-58, II, 72-75; Milá y Fontanals, Cuentos 5.—Italianas: Andrews 28, 33; Archivio II, 49-54; Busk 403-106; Coronedi-Berti 3; Cox,
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
versiones 209, 215, 217; Crane 333-334; Finamore 19, 26; Nerucci 13; Pitré I, 10, IV, páginas 370-371; Schneller 24 (Tirol).—Corsas: Ortoli 48-56.—Francesas: Bladé I, 267274; Cox, versión 211; Wace 1693-2114.—Belga: Laport 923.—Flamenca: Wallonia III, 41-42.—Bretonas: RTP XXII, 312-314; Sébillot I, 27.—Vascuences: Cerquand 104; Webster 158-167.—Retorromanas: Decurtins II, 83.—Latinas: Gesta Romanorum 273; Historia Regum Brittaniae II xi-xii.—Alemanas: Alemania XXVI, 88-91; Grimm 179; Meier 27; Wendunmuth IV, 195.—Sueca: Cox, versión 212.—Holandesas: Volkskunde II, 208-211, 267-268.—Inglesas: Anglia IX, 104-112; Cox, versión 264; FL I, 295-299; Gutch 166-167; Jacobs 2, 67-72; Shakespeare, King Lear.—Galesas: Historia Regum Brittaniae, GriscomJones, 262-269.—Húngara: Klimo 172-177.—Berberiscas: ZDMG XLVIII, 385, 393-394.—Indias: Indian Antiquary XXII, 323-325; Stokes 23.—Africanas de América: JAFL XL, 243-245; Parsons, Antilles I, 475-477.—Clasificación y estudios especiales: Aarne-Thompson 923; Bode 1-36, 97138; Boggs 923; Bolte-Polívka III, 305-308, IV, 141; BTPE VIII, 179-182; Cox 81-121; Englische Studien XXIX, 208211; FFC XXXVII, 59; FL IV, 133-141, 269-284, VI, 86; Germania XI, 450; Gesta Romanorum, Introducción de Swan-Hooper xxi; Hartland en FLJ IV, 308-349; JAFL VI, 159-161; JREL IX, 241-270; Köhler I, 129, 420-422; Köhler, Aufsätze 14-15; Literaturblatt III, 321; Montanus 304; Perrett en Palaestra XXXV; RTP XXVIII, 537-542; Simrock, Quellen II, 217-234; Volkskunde II, 208-222; ZVFV VI, 66; Thompson B461.2, B461.5, F703, H11.1, H94, H94.1, H151.5, H592.1, K512, K1816.5, L61, L162, N711.6, S322.1. Nuestros cuentos 107, 108, 109, 110, 111, 112, pertenecen a un grupo general de cuentos de la niña perseguida estrechamente relacionados y que incluye según la clasificación de Cox, mencionada ya en nuestro estudio de Cuentos 105, tres grupos o tipos fundamentales: el tipo de la cenicienta, el tipo del padre incestuoso y el tipo del rey Lear o del valor de la sal. Las versiones de estos tres tipos diferentes son algunas veces tan parecidas en su desarrollo final que es difícil clasificarlas. Miss Cox ha dado cuenta de setenta y nueve cuentos que ha dejado sin clasificar y que pone en un grupo cuarto, indeterminado. Esto indica desde luego lo difícil que es clasificar los cuentos según ciertos moldes fijos que hallamos en algunos. En todos estos cuentos la heroína perseguida por la madrastra, o por el padre incestuoso o caprichoso, se marcha de su casa, y, protegida por la Virgen u otro ser sobrenatural, o algunas veces sin ayuda alguna, logra casarse con un príncipe. Esto ocurre en otros cuentos de
la niña perseguida; pero en nuestro grupo general, que incluye los tres tipos fundamentales ya citados, hay elementos que no se hallan en los otros tipos ya estudiados de la niña perseguida. En nuestros tres grupos entran los elementos de los trajes maravillosos, el baile donde el príncipe se enamora de la heroína, la enfermedad del príncipe enamorado, el reconocimiento por el anillo en la comida o por el zapato, y otros episodios. En vista de las dificultades que se presentan al tratar de establecer una clasificación verdaderamente científica y que incluya todos los cuentos de los tres tipos fundamentales y otros que no caben en esa clasificación, aunque claramente están relacionados con ellos, se han empleado otros métodos para estudiar estos cuentos. Bolte y Polívka, al estudiar el cuento 21 de Grimm, Aschenputtel o La cenicienta, I, 168169, hacen una breve enumeración de los elementos principales de todos los tipos, pero como parten, como la mayoría de los folkloristas, del principio del cuento para establecer su tipo, de la misma manera que Miss Cox, los resultados no son muy satisfactorios. Si admitimos que el principio del cuento, el motivo por el cual la heroína abandona la casa de su padre, puede ser una variación introducida en el cuento cuando ya está formado, las semejanzas entre los tipos establecidos aumentan notablemente. Bien sabido es que hay cuentos idénticos en todo, excepto en el principio. La clasificación que Bolte y Polívka hacen de los elementos fundamentales de los tres tipos de Miss Cox y algunos otros es la siguiente: A1. La heroína es perseguida por la madrastra o hermanastra o por ambas. A2. La heroína huye de su padre que quiere casarse con ella. A3. El padre la echa de la casa por un motivo caprichoso, generalmente motivo del valor de la sal. A4. Un criado la lleva al bosque para matarla. B1. A la heroína le ayuda su madre muerta, un hada o la Virgen María. B2. A la heroína le ayuda un pájaro. B3. A la heroína le ayuda una vaca, una cabra, o una oveja. B4. Matan al animal protector y sale un árbol maravilloso. C1. El príncipe da un baile y allí conoce a la heroína, o la ve en la iglesia. C2. La heroína alude al mal tratamiento que ha recibido. C3. La ve el príncipe en sus habitaciones o en la iglesia. C4. La heroína llega al palacio de un rey y sirve de pavera. Así la ve el príncipe y se enamora de ella.
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D1. La heroína es descubierta por medio de la zapatilla. D2. Es descubierta por el anillo en el pastel o en otro plato de comida. D3. Ella sola puede recoger las manzanas de oro que el caballero pide. E. Se casa con el príncipe. F. Invita a su padre al banquete y le sirve la comida sin sal para explicar su respuesta al principio del cuento. Según esta clasificación de los elementos motivadores del cuento, Bolte y Polívka caracterizan de la manera siguiente cuatro cuentos de Grimm que pertenecen aquí: Aschenputtel (La cenicienta), 21, tiene los elementos A1, B1, B2, C1, D1, E. Allerleirauh (Catskin, Peau D’Âne, padre incestuoso), 65, tiene elementos A2, C1, D2, E. Einäuglein (las tres hermanas envidiosas), 130, tiene A1, B1, B3, B4, D3, E. Y Gänzenhirten (La pavera, valor de la sal como nuestro 107), 179, tiene A3, B1, C3, E, y a veces F. Estudiemos ahora nuestras versiones 107, 108. El primero pertenece al tipo tercero de Miss Cox, Cap O’Rushes, Grimm 119, Gänzenhirten (La pavera). Pero nuestra versión montañesa, como la mayoría de las hispánicas, pertenece a un tipo especial del cuento de La pavera. De los elementos A3, B1, C3, E, que según Bolte y Polívka caracterizan el cuento, nuestra versión hispánica tiene sólo A3, E, pero tiene además elementos A4, C4 y F de la clasificación general. Nuestra versión Cuentos 154 es una versión fragmentaria de 107. Nuestra versión 108, con una variante extraordinaria de A3 y de F, y con elementos A4, B1, C1, C2, D2, E, es una mezcla del tipo de nuestro cuento 107 con detalles del tipo de Catskin, Grimm 65. Pero el extraordinario principio y fin lo caracteriza como una forma única y nueva del tipo general de 107 en la tradición moderna. En conformidad con la clasificación que hacen Bolte y Polívka de los elementos fundamentales de los cuatro cuentos de Grimm arriba citados, y sólo añadiendo elemento C4 para mejor caracterizar el tipo de la pavera, estudiaré ahora todas las versiones hispánicas que pueden clasificarse con nuestros cuentos 107, 108, Grimm 179. Las versiones hispánicas que yo he podido examinar son veintinueve. Diecinueve versiones españolas de España y América: Cuentos 107, 108, 154; BTPE VIII, 175-170; Curiel Merchán 346-348, 358-361; Espinosa, Castilla 120, 121, 122, 123, 124; Hispania XXIII, 124-125; JAFL XLVIII, 113-115, 159; Mason-Espinosa PRF III, 21, f2; Menéndez Pidal PP 341; Post 48-50; Sánchez Pérez 87; Wheeler 54. Seis versiones portuguesas: Athaide-Oliveira I, 96, 182; Barbosa 15; Braga I, 50; Coelho 31; Romero 3.
Cuatro versiones catalanas: Alcover III, 254-278; Maspons y Labrós I, 55-58, II, 72 -75; Milá y Fontanals, Cuentos 5. Diecinueve de las veintinueve versiones, o sea el 65%, pertenecen, con algunas diferencias en los detalles, al tipo hispánico de nuestra versión 107, La pavera, con elementos A3, A4, C4, E, F, diferenciándose notablemente el tipo hispánico de La pavera del tipo 179 de Grimm en no haber ni hada bienhechora ni encuentro en la iglesia. Sólo una de las diecinueve versiones, Cuentos 154, lleva elemento B1. Dos de ellas, Barbosa 15 y Braga I, 50, como Cuentos 108, llevan además elemento D2, del tipo del padre incestuoso, Cuentos 109, 110, Grimm 65. Las diecinueve versiones hispánicas que nos ayudan a establecer de una manera definitiva el tipo hispánico de La pavera o del valor de la sal, con elementos A3, A4, C4, E, F, son las siguientes: Cuentos 107, 154 (elemento A3 no está bien explicado); BTPE VIII, 175-179; Espinosa, Castilla 120, 123; Curiel Merchán 346-348, 358-361; Hispania XXIII, 124-125; JAFI, XLVIII, 113-114, 159; MasonEspinosa PRF III, 21, f2; Menéndez Pidal PP 341; Post 48-50; Wheeler 54; Athaide-Oliveira I, 182; Barbosa 15; Braga I, 50; Maspons y Labrós I, 65-68; Milá y Fontanals, Cuentos 5. Cuentos 154, que, como ya queda dicho, no explica bien el elemento inicial A3, es en todos los demás detalles una versión semejante a Menéndez Pidal PP 311, y, por consiguiente, muy fiel a nuestro tipo hispánico. Ocho versiones hispánicas mezclan al parecer el cuento de La pavera con el de Catskin o padre incestuoso: Cuentos 108; Sánchez Pérez 87; Espinosa, Castilla 121, 122, 124; Athaide Oliveira I, 96; Coelho 31; Alcover III, 254-278. Cuentos 108 y Coelho 31 no empiezan con elemento A3 del tipo del valor de la sal. El principio y fin de nuestra versión 198 y de Sánchez Pérez 87 es único en la tradición moderna, como ya queda dicho. Teniendo en cuenta las variantes de A3 de Cuentos 108 y Coelho 31, nuestras ocho versiones hispánicas tipo valor de sal + tipo del padre incestuoso se caracterizan por los siguientes elementos fundamentales: A3 (o variante), B1, C1, a veces C4, C2, D2, E, F (o variante). Dos versiones hispánicas pertenecen a otros tipos. La versión portuguesa de Romero 3 empieza como nuestro tipo hispánico de La pavera y termina algo como Grimm 130, Las tres hermanas envidiosas, Espinosa SFNM 36. La catalana Maspons y Labrós II, 72-75, al contrario, empieza como el tipo del padre incestuoso y termina como el cuento de La pavera (A2, B1, C4, D2, E).
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El tipo hispánico definitivo de La pavera o del valor de la sal es, por consiguiente, el de nuestra versión montañesa 107, con elementos A3, A4, C4, E, F, al cual pertenecen, con ligeras variantes, diecinueve versiones hispánicas. Para el extraordinario motivo de la respuesta «como la vianda quiere a la sal», y otras semejantes véase particularmente Simrock, Quellen II, 217-234; Cosquin en RTP XXVIII, 537-542, y el estudio de Perret en Palaestra 35. Consúltese, además, Bolte-Polívka III, 305, nota 2. Los detalles de las preguntas del príncipe que cada noche que ve a la heroína en el baile quiere saber de qué tierra es, y de las respuestas basadas en episodios que el príncipe no recuerda en nuestro cuento 108, «Soy de la tierra del tenazaso ... del espuelazo ... del badilazo», se hallan en algunas versiones de nuestro cuento, y también en algunas del cuento de Catskin, Cuentos 109, 110, y del de la cenicienta, Cuentos 111, 112. Algunas notas comparativas sobre este detalle especial se hallan en Köhler I, 421-422.
109. Los tres trajes 110. Los tres trajes BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas de América: AFC V, 61-65; Andrade, 166, 167, 168, 169; MasonEspinosa PRF III, 8 (seis versiones); Rael 116, 117, 118, 119; Wheeler 51, 52, 56.—Portuguesas: Athaide Oliveira I, 14, II, 429; Coelho 31; Consiglieri-Pedroso FLS 66-72; Vasconcellos, Estudos II, 309-316.—Portuguesa de Brasil: Romero I, 9.—Catalanas: Archiu I, 274-280; Maspons y Labrós I, 111-115, II, 72-75; Salvator 32-49.—Italianas: Archivio I, 190-195, 196-199, II, 21-25, 27-31; Busk 6690 (tres versiones); Cox 136, 147, 148, 154, 155, 165, 168, 183, 192; Crane 48-52; Finamore 3; FL XXXIX, 236-238; FLR III, 10-13; Gonzenbach 38; Nino III, 17; Pentamerone II, 6; Pitré I, 43, 45; Schneller 24 (Tirol).—Francesas: Cosquin I, 28; Perrault, Peau d’Âne; RLR V, 369-376; RTP 111, 268-272.—Francesa del Canadá: Lambert-Lanctot 97.—Bretonas: Mélusine III, 404-405; Sébillot I, 27, II, 40; Luzel III, 247-261.—Vascuences: Webster 158-165, 165-166.—Rumana: Cox 195.—Alemanas: Bartsch I, 479-481; FLR III, 13-14; Grimm 65; Kuthmayer 4; Lemke II, 214-218; Meier 48.—Danesas: Cox 162, 163, 164, 175.—Suecas: FL XVIII, 197-198, 202-203, 205-206.—Inglesas: Halliwell 22-31; Jacobs 2, 265-266.—Escocesas: Campbels I, 14, 14a; Chambers 66.—Irlandesa: Kennedy, Fireside Stories 81-87.—Inglesas de América: Gardner 131133; JAFL XXXVIII, 361-363.—Eslavas: Archiv SP II, 622624; Cox 144, 153, 171, 173, 181, 201, 202; Krauss II, 138;
Leskien-Brugman 24; Schleicher 10-12.—Húngara: ZVFV XIII, 72-74.—Griegas: Dozon 6 (albanesa); Hahn I, 14, 27, II, 225-226; Legrand 25; RTP VIII, 414-417 (Macedonia).— Árabes: Chauvin VI, 105.—Africana: Baissac II.—Africanas de América: Fauset II, 1.—Antillanas: Parsons, Antilles I, 143-144, 363-365, 475-477, II, 220-221, 583-584.—Indias: NINQ III, 216.—Clasificación y estudios especiales: Aarne-Thompson 510B; Archiv SP II, 624-625; Archivio I, 199-200, II, 25-27, 31; Boggs 510B; Bolte-Polívka II, 45-56; Coote en FLR III, 1-25; Cox en FL XVIII, 191-208; JAFL VI, 159-161, XIX, 275-280; Köhler I, 189-190, 270-279, 319, 420-422; Parsons, Antilles III, 231; RTP IX, 93-94; ZRPh XXXII, 312-322; ZVFV VI, 75; Thompson D813, D815.1, D821, D1254.1, D1473.1, F821.1.5, H31.2, H94, H151.6, L113.2, L162, N711.6, T411.1. Al estudiar nuestros Cuentos 107, 108 he dado un resumen detallado de la clasificación establecida por Bolte y Polívka para los varios cuentos relacionados con el cuento popularísimo de La pavera, La cenicienta y otros semejantes. Partiendo de la clasificación general de Miss Cox del año 1892, que dividía todos estos cuentos en tres tipos principales, el de Cinderella o de La cenicienta, el de Catskin o el de Los tres trajes, y el del valor de la sal, Bolte y Polívka han clasificado todos los cuentos de los tres tipos y otros semejantes en cuatro tipos, según los elementos fundamentales. Nuestro cuento actual de los tres trajes es el Catskin de Miss Cox, el Peau d’Âne de Perrault, el Allerleirauh de Grimm. Que la mayoría de estos cuentos están relacionados estrechamente con los de La cenicienta y con los del valor de la sal, y hasta con otros parecidos del padre incestuoso y la heroína escondida en una caja, Cuentos 105, nadie puede dudar. Pero al mismo tiempo los tres tipos fundamentales establecidos por Miss Cox tienen individualidad y forman grupos al parecer distintos entre sí. La clasificación de Bolte y Polívka, sin embargo, nos permite estudiar nuestros diferentes tipos con más exactitud. Según esta clasificación, detallada en el estudio de Cuentos 107, 108, el cuento de los tres trajes pertenece, como ya queda dicho, al tipo especial de Allerleirauh de Grimm o el Peau d’Âne de Perrault. El cuento de Grimm estudiado por estos señores es del tipo A2, C1, D2, E. No es un tipo perfecto porque falta en él el elemento B1 tan frecuente en otras versiones fundamentales, la ayuda del hada, la madre muerta, la Virgen u otro ser sobrenatural. Los cinco elementos fundamentales y generales del tipo son, por consiguiente: A2. La heroína huye del padre que quiere casarse con ella. El padre le consigue tres trajes maravillosos.
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
B1. A la heroína le ayuda un hada, la madre muerta o la Virgen María. C1. El príncipe da un baile o bailes y allí conoce a la heroína y le regala varios objetos. D2. La heroína es conocida por medio de una prenda o varias prendas que pone en la comida que prepara para el príncipe enfermo de amor. E. La heroína se casa con el príncipe. Nuestros cuentos 109, 110 son versiones muy fieles a la versión perfecta arriba establecida. Versión 109 es algo fragmentaria y falta en ella elemento B1. Versión 110 tiene los cinco elementos fundamentales. Esta última versión lleva también el elemento que, aunque no fundamental, se halla en muchas versiones, la razón que explica por qué el padre se quería casar con su hija: cumplir con un deseo de su mujer muerta, la cual le había aconsejado casarse con una joven que se pareciera a ella, a quien le viniese una sortija, traje, etc. El príncipe enfermo de amor y el conocimiento por medio de la prenda o prendas que la heroína mete en la comida, se hallan también en otros cuentos semejantes de la niña perseguida, por ejemplo, en nuestro 108. Las versiones hispánicas de nuestro cuento que yo he podido examinar son veintinueve: Veinte versiones españolas, dos de España, cuatro de Santo Domingo, una de Cuba, seis de Puerto Rico, cuatro de Nuevo Méjico y tres de Méjico: Cuentos 109, 110; Andrade 166, 167, 168, 169; AFC V, 61-65; MasonEspinosa PRF III, 8 (seis versiones); Rael 116, 117, 118, 119; Wheeler 51, 52, 56. Seis versiones portuguesas: Athaide Oliveira I, 14, II, 429; Coelho 31; Consiglieri-Pedroso 66-72; Romero I, 9; Vasconcellos, Estudos II, 309-316. Tres versiones catalanas: Archiu I, 274-280; Maspons y Labrós II, 72-75; Salvator 32-49. Cinco de las versiones hispánicas no empiezan con elemento A2, padre incestuoso: AFC V, 61-65, que lleva A1 del tipo de La cenicienta; Rael 119 y Wheeler 56, que empiezan con la heroína hechizada por una bruja y cambiada en perro por el diablo, respectivamente; Coelho 31 empieza con una forma especial de A3, un padre viudo se casa y abandona a sus hijas, y la menor llega al palacio de un rey; Salvator 32-49, que empieza como La cenicienta, Cuentos 111-112. Prescindiendo de esta discrepancia en el principio de estas cinco versiones y algunas diferencias en detalles insignificantes, nuestras veintinueve versiones pertenecen al tipo de nuestra versión 110, con los cinco elementos fundamentales A2, B1, C1, D2, E, en la mayoría de ellas.
En cuatro versiones, Rael 116, 117, 119, Wheeler 51, el príncipe ve a la heroína en una corrida de toros en vez de baile. Este elemento es una variante de C1. Sólo nueve de nuestras veintinueve versiones son ejem plos perfectos del tipo, con los cinco elementos fundamenta les A2, B1, C1, D2, E: Cuentos 110, Andrade 167, Archiu I, 274-280, Mason-Espinosa PRF III, 8b, 8c, Wheeler 51, Athaide Oliveira I, 14, Romero 9 y Vasconcellos, Estudos II, 309-316. Estas nueve versiones representan, al parecer, el tipo hispánico primitivo y perfecto del cuento del padre incestuoso o de Los tres trajes, pero todas las veintinueve versiones arriba citadas pertenecen al tipo fundamental. Las confusiones con elementos de los tipos semejantes de La cenicienta, del valor de la sal y de La pavera son insignificantes. El tipo especial de Los tres trajes, como los otros semejantes, se mantiene todavía en la tradición hispánica en su forma primitiva y fundamental en todas partes del mundo hispánico. Las siguientes versiones no hispánicas de nuestra bibliografía pertenecen al tipo hispánico perfecto arriba establecido con elementos A2, B1, C1, D2, E: Gonzenbach 38; Pentamerone II, 6; Archivio II, 21-25, 27-31; Luzel III, 247-261; Perrault, Peau d’Âne; Grimm 65; FL XVIII, 202203. Las siguientes pertenecen al tipo A2, C1, D2, E: Busk 84-90; Crane 48-52; Archivio I, 190-195; Hahn 225-226; Legrand 25; Cox 136, 146, 147, 154, 155, 159, 168, 174, 183, 192, 195, 201, 202, 203. Reinhold Köhler en Kleinere Schriften I, 270-281, confunde los tres tipos diversos establecidos por Miss Cox desde hace ya cincuenta años en un tipo general y estudia los tres tipos juntos con resultados poco satisfactorios. Bolte y Polívka dividen nuestros cuentos en cuatro tipos, pero no hacen tipo aparte del cuento del padre incestuoso de quien la hija se escapa escondida en una caja en forma de algún animal, como en Cuentos 105 y Straparola I, 4, que ya he estudiado. De todos los cuentos del tipo especial de Los tres trajes o Catskin, Miss Cox incluye catorce entre sus setenta y seis del tipo de la hija que se escapa de su padre en una caja. Yo no he incluido esos cuentos en mi estudio del cuento de Los tres trajes porque van estudiados en el cuento especial al cual pertenecen, Cuentos 105. Un estudio aparte debería hacerse sobre la presencia de los tres trajes, quién los da o vende al padre y qué significan con sus nombres tradicionales, de estrellas, de sol, etc. La opinión de Coote en FLR III, 1-25, que sugiere que nuestro cuento es una tradición oriental desarrollada en Europa del mito índico de la Aurora perseguida por su padre el Sol, documentado en forma elemental en el Rig Veda VIII, 18,
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
y que puede tener alguna relación con la historia de Los tres trajes, no fue recibida favorablemente por la crítica. La más antigua versión de nuestro cuento que conocemos es la de Perrault, Peau d’Âne, de 1694, tipo perfecto A2, B1, C, D2, E. Una versión fragmentaria y semejante con variantes de elementos A2 (no quiere el padre que se case su hija con su pretendiente), B1 (hormigas le ayudan a dividir el grano), se halla en 1570 en Des Périers 129. El cuento de Peau d’Âne, sin embargo, es conocido y mencionado por lo menos desde 1547, Nöel du Fail I, 40. Véanse para todo esto las interesantes notas de Bolte y Polívka en II, 50-51.
111. La Puerquecilla 112. Estrellita de Oro BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia 31, 32; Cabal CTA 30-35, 36-40; Curiel Merchán 241-247, 257-261, 265-267; Espinosa, Castilla 119.—Españolas de América: AFC V, 60-65; Andrade 163, 165; Arellano 86; BTPE I, 114-120; Espinosa SFNM 5, 6, 7; Hispania XXIII, 130-132; JAFL XXV, 192-194, XXXIII, 71-72, XLII, 157-159; Mason-Espinosa PRF III, 1 (siete versiones); Rael 106, 107, 108, 109, 110, 111, 112, 113, 114, 115; Tía Panchita 87-97; Wheeler 55, 58.—Portuguesas: Athaide Oliveira I, 214, II, 226, 243; Azevedo 364-391; Barbosa 21; Braga I, 19; ConsiglieriPedroso FLS 18, 24.—Portuguesas de las islas de Cabo Verde: Parsons, Cape Verde I, 56, 56a.—Portuguesas de Brasil: Gomes II, 26-27; Romero 15.—Portuguesa de India: JAFL L, 24-26.—Catalanas: Alcover I, 63-83; Maspons y Labrós I, 91-94, 97-100, II, 101-104; Milá y Fontanals, Cuentos 1, 6; Serra i Boldú 1, 132-145.—Italianas: Academy XVII, 474; Andrews 1; Archivio II, 31-34, 49-58, 185-187, XXII, 179-184; Busk 26-29, 31-37; Crane 42-47; Finamore 15, 31, 48; Nerucci 5; Nino III, 18; Pentamerone I, 6; Pitré I, 41, II, 59; Schneller 8 (Tirol); Weber 6.—Francesas: Meyrac 478-481; Perrault, Cendrillon; Pineau, Poitou 117-122.—Francesa del Canadá: MBarbeau 9.—Francesas de Misuri: Carrière 20, 29, 48.—Francesa de Haití: Comhaire-Sylvain I, 1-6.—Flamenca: Germania XIV, 91.—Bretonas: Luzel III, 134-166; RTP IX, 4146; Sébillot I, 3, II, 31, 42.—Vascuences: Cerquand IV, 104.—Retorromana: Decurtins II, 100.—Rumanas: Dähnhardt III, 404-405.—Alemanas: Grimm 21; Lemke II, 160-166; Meier 4, 43; Von der Hagen II, 339-343; Zingerle 1, 130-139.—Danesas: FL XVIII, 194-195, 195197, 200-202, 206-207.—Islandesas: Arnason II, 235-250; Rittershaus 107-110.—Noruega: Dasent 357-374.—Suecas:
FL XVIII, 193-194, 195, 197-200, 202-206; Thorpe 112126, 126-133.—Holandesas: Volkskunde II, 201-202, 203-211.—Guayana Holandesa: Herskovits 100.—Inglesas: FL XI, 305-306; Jacobs 2, 257-261.—Escocesas: Campbell II, 43; Chambers 105-107; FL I, 289-291; FLJ II, 72-74; Notes and Queries VII, X, 463-464.—Irlandesas: Curtis 78-92; FL V, 203-209.—Inglesa de América: Gardner 128-129.—Eslavas: Afanasiev I, 57-65; Nisbet Bain 141152; Leskien-Brugman 447-450; Nineteenth Century VI, 833-834; Petrovich 224-230; Schleicher 7; Wratislaw 37.—Gitana: Groome 67-70.—Georgiana: Wardrop 63-67.—Magiares: Jones-Kropf 207-211.—Griegas: Hahn I, 2; JREL XI, 354-357 (Chipre); Legrand 95-100; Pineau 117-122 (Lesbos).—Turca: FL XII, 200-201 (Kassaba).— Árabes: RTP XXVIII, 64-73 (Argel) .—Marroquí: Légey 3.—Africanas: Barker-Sinclair 89-94; Basset, Africa 102106; Chatelain 2; Cronise-Ward 265-272; Ellis 1, 244249; Tremearne 424-428.—Africanas de América: Fauset NS 2; FLJ I, 281-284; Parsons, Andros 17.—Antillanas: Parsons, Antilles I, 143, 362-363, 477-478, II, 217-218, 252-253, 277-278, 346-347, 369; Schont 55-58.—Indias : Day 260-273; Frere 21; Indian Antiquary XX, 142147; Jacobs 3, 19; Knowles 127-129; NINQ III, 216: Swynnerton 159-165.—Indias orientales: De Vries, Oost lndië I, 112-118, 128-137, 227-233, 344-348; Ferrand 123-129 (Malaca); FL XIX, 230-232 (Célebes); RTP XIII, 312-331 (Indochina).—Indias de Norteamérica: Cushing 54-64; JAFL XXVI, 211, XXIX, 334-335, XXXI, 234-235; Thompson ENAI 384-385.—Filipinas: Fansler 45a, 45b; JAFL XIX, 265-272, XXIX, 227-228.—China: Eberhard 32.—Clasificación y estudios especiales: Aarne-Thompson 510A; Academy XVII, 474; Archivio I, 265-267, II, 35, 45-48, 188, 345-352; Boggs 510A; Cosquin, Études 5-26; Crane 337; FFC XXXVII, 49; FL IV, 133-141 (Nutt), 269284 (Jacobs), 413-433 (Lang), 434-450 (Nutt), XVIII, 191-208 (Cox); FLR III, 237-241; Hackman 510; JAFL VI, 159-161, XIX, 272-280; Nineteenth Century VI, 832-853; Parsons, Antilles III, 229: RTP IX, 93, XXVIII, 241-269, XXXIII, 193-216; Volkskunde II, 201-222; ZVFV VIII, 353; Thompson B134, B335, B411, B412, B413, D1254, D1470.1.24, D1470.1.25, E323.2, E611.2, E611.4, E631, E781.2, H36.1, J1146.1, J2131.3.1, K1911.3.3.1, L50, L52, L55. L162, N711.4, N711.6, N810, R221, S31, S165. El cuento de La Cenicienta, el tipo primero, de los tres tipos especiales de la niña perseguida estrechamente relacionados que establece Miss Cox en su obra Cinderella, ya muchas veces citada, ha sido discutido en casi todos sus
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
detalles por algunos de los folkloristas más eminentes, entre ellos Nutt, Lang, Jacobs, Cosquin, Newell y Bolte y Polívka, en las obras citadas en la bibliografía. Una forma definitiva del cuento ha sido establecida por Bolte y Polívka I, 168-169. Esta forma fundamental es la siguiente: A1. La heroína es perseguida por la madrastra o hermanastra, o por las dos. B1. A la heroína le ayuda en su destierro, o donde sirve su madre muerta, un hada o la Virgen María. B2. A la heroína le ayuda un pájaro. B3. A la heroína le ayuda una vaca u otro animal. C1. La heroína es conocida por el príncipe en un baile, generalmente tres noches seguidas. D1. La heroína es descubierta por una zapatilla que sólo a ella le viene. E. La heroína se casa con el príncipe. La forma más general contiene elementos A1, B1, C1, D1, E. Esta forma general es muy bien conocida en muchas partes del mundo occidental. Examinando las ciento treinta versiones que reúne Miss Cox en su obra Cinderella del año 1893, las versiones adicionales que reúne en FL XVIII, 191-208, muchas otras que citan Bolte y Polívka y algunas nuevas que cito en la bibliografía, unas doscientas catorce versiones, se ve desde luego que la mayoría de ellas contienen o todos o una gran parte de estos elementos fundamentales. Las diferencias individuales de la mayoría de las versiones son debidas a dos razones principales, una confusión en la tradición popular de casi todos los países donde el cuento se halla con los otros tipos semejantes, el del valor de la sal o de La pavera, Cuentos 107, 108, 154, el de Los tres trajes, Cuentos 109, 110 y el de las hermanas envidiosas, Grimm 130, y un desarrollo especial de elementos B2, B3. Nuestra versión granadina 111 tiene los elementos fundamentales de la versión general de Occidente establecida por Bolte y Polívka, A1, B1, C1, D1 y E. Pero elemento B1 tiene un elemento especial que se halla en muy pocas versiones: los tres jóvenes que conceden a la heroína las tres gracias mediante las cuales echa perlas, rosas y dinero (elementos que se hallan en otros cuentos diferentes, por ejemplo Cuentos 113). El castigo especial de la hermanastra, el rabo de burra que le sale de la frente en vez de la estrella que aparece en la frente de la heroína, se halla en algunos cuentos europeos, pero no en la forma establecida por Bolte y Polívka. Elementos nuevos en 111 parecen ser la muerte y mutilación de la heroína por las perseguidoras, su despertar a la vida cuando el pastor la halla y la revive por medio de
las tres gracias, comprando los ojos y la lengua de la heroína. Aquí hay evidentemente confusión con el cuento de La niña sin manos, Cuentos 99-101, y con algunas versiones del cuento de Las tres gracias, Cuentos 113, y al mismo tiempo con el de Blanca Flor, Cuentos 115, 116. Versión 112 de Cuenca es fundamentalmente igual a 111, pero la que ayuda a la heroína es la Virgen y no los tres jóvenes de versión 111 (tres hadas en otras versiones hispánicas), y falta por completo la historia de la muerte y mutilación y milagrosa resurrección de la heroína. Es una versión más breve que la otra, pero más fiel a la tradición general de Europa. Las versiones hispánicas del cuento de la Cenicienta que yo he podido examinar llegan a sesenta y cuatro. Diecinueve de ellas están tan incompletas y estropeadas (Ampudia 31, Andrade 163, Arellano 86, Fansler 45b, Mason en JAFL XXV, 192-194, Mason-Espinosa PRF III, 1e, Athaide Oliveira II, 226, 243, Gomes II, 26-27, Parsons, Cape Verde I, 56a, Maspons y Labrós II, 101-104, Milá y Fontanals, Cuentos 1) o de tal manera mezcladas con elementos de otros cuentos semejantes o diferentes (JAFL L, 24-26, Rael 112, 113, 114, 115, Wheeler 55, 58, tipo de héroe en vez de heroína, Cox 437-462), que no podemos utilizarlas para un estudio comparativo. Para establecer el tipo hispánico tenemos, por consiguiente, sólo cuarenta y cinco versiones. Estas cuarenta y cinco versiones hispánicas son las siguientes: Nueve versiones españolas peninsulares: Cuentos 111, 112; Ampudia 32; Cabal CTA 30-35, 36-40; Curiel Merchán 245-247, 257-261, 265-267; Espinosa, Castilla 119. Veinte versiones españolas de América: AFC V, 60-65; Andrade 165; Boggs en JAFL XLII, 157-159; BTPE I, 114120; Espinosa SFNM 5, 6, 7; Hispania XXIII, 130-132; Mason-Espinosa PRF III, 1a, 1b, 1c, 1d, 1f, 1g; Rael 106, 107, 108, 109, 110; Tía Panchita 87-97. Tres versiones filipinas de origen español: Fansler 45a; JAFL XlX, 265-272 (dos versiones). Ocho versiones portuguesas: Athaide Oliveira I, 214; Azevedo 364-391; Barbosa 21; Braga I, 19; ConsiglieriPedroso FLS 18, 24; Parsons, Cape Verde I, 56; Romero 15. Cinco versiones catalanas: Alcover I, 63-83; Maspons y Labrós I, 91-94, 97-100; Milá y Fontanals, Cuentos 6; Serra i Boldú 132-145. De nuestras cuarenta y cinco versiones hispánicas, treinta y tres, o sea el 73%, establecen el tipo hispánico fundamental, con elementos A1, B1 o B3, C1 ó C3, D1, E. Veinte son del tipo A1, B1, C1, D1, E, y trece son del tipo A1, B1
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
ó B3, C3, D1, E, pero el tipo y variante son en realidad un mismo tipo, como ya queda dicho. La conformidad del tipo hispánico fundamental con el germánico y europeo general establecido por Bolte y Polívka es, por consiguiente, completa. Motivos hay para considerar a estos tipos como los primitivos y fundamentales de Europa, pues son los que encontramos en las más antiguas versiones que conocemos, la del Pentamerone de Basile, I, 6, del año 1636, y la de Perrault, Cendrillon, del año 1697. Las versiones españolas, sin embargo, han desarrollado algunos elementos nuevos: a la heroína la envía la mala madrastra a lavar el mondongo o las tripas del animal muerto, el río se las lleva, la niña llora, y entonces se le aparece la protectora; la protectora de elemento B1 es, por regla general, la Virgen María; la heroína recibe su estrella en la frente, trajes maravillosos, etc., de la Virgen María cuando cuida al Niño Jesús (y a San José) y limpia la casa donde viven; la milagrosa cura o resurrección de la heroína mutilada o muerta por medio de las tres gracias; mezcla extraordinaria con el cuento del pájaro maravilloso (príncipe encantado), de Blanca Nieves, Cuentos 115, 116, y de las hermanas envidiosas, Grimm 130, Aarne-Thompson 511, y de otros cuentos semejantes (nuestras versiones rechazadas de Rael 112, 113, 114, 115, etc. ). Si añadimos a los elementos fundamentales del tipo hispánico establecido a base de nuestras cuarenta y cinco versiones completas, que es también el tipo general de Europa, como ya queda dicho, los elementos que son, al parecer, de desarrollo hispánico y que caracterizan solamente a las versiones hispánicas, todos los elementos de las versiones hispánicas ocurren con la siguiente frecuencia: Elementos del tipo fundamental: A1, cuarenta y cinco versiones, 100%. B1, treinta y ocho versiones, 84%. C1, veinticuatro versiones, 53%. C3, veinte versiones, 44%. D1, treinta y siete versiones, 82%. E, cuarenta y cinco versiones, 100%. Elementos secundarios o hispánicos: B1, variante (la Virgen María), catorce versiones, 31%. B3 (ayuda del animal muerto), diecinueve versiones, 42%. B4 (la heroína va al río a lavar el mondongo o las tripas del animal muerto), veinte versiones, 44%. Sobre el origen y desarrollo de los cuentos especiales de la niña perseguida que acabamos de examinar en nuestro estudio de Cuentos 107-112 se han expresado opiniones muy diversas. Que la mayor parte de los elementos fundamentales de los tres tipos que se han establecido
son de origen oriental ha quedado probado con bastante seguridad por Cosquin en los trabajos citados en nuestra bibliografía. Pero hay opiniones muy diversas con respecto a algunos detalles especiales y con respecto a la relación entre los tres tipos establecidos. Alfred Nutt, en una época cuando muy poco se sabía de la difusión de las versiones de estos cuentos en Europa, creía que los cuentos de los tipos de Los tres trajes y del valor de la sal eran de origen inglés. Véanse sus observaciones en FL IV, 133-141. El folklorista norteamericano Newell, en su reseña del libro de la señorita Cox, ya citado, en JAFL VI, 159-161, cree que el tipo segundo de la señorita Cox, el cuento de Los tres trajes, es la forma más antigua de los tres tipos por ella establecidos, y que esta forma se remonta al siglo XIII. Cree que el cuento de La cenicienta es posterior en su desarrollo y que el episodio del zapato es un detalle literario e insignificante. El tipo tercero, el valor de la sal, cree Newell que es una combinación de los otros dos tipos y de desarrollo tardío. La opinión primera, que la forma transmitida en el tipo de Los tres trajes es la más antigua de los tres tipos, parece sana. Es la forma que en la mayoría de sus detalles denuncia una verdadera tradición popular de origen oriental, El folklorista inglés Jacobs, en FL IV, 269-284, también insiste en el desarrollo posterior del cuento de La cenicienta, y declara que es un cuento que pertenece ya a una época de cultura relativamente medieval, feudal y monógama. Cree que la versión del Pentamerone I, 6, es la versión literaria más antigua que poseemos de una tradición medieval oral, y que el cuento no es de origen oriental. Los habitantes de India, declara, no llevan zapatos. Cosquin en RTP XXVIII, 241-269, estudia especialmente la relación del citado tipo de La cenicienta con el cuento índico de Sodeva Bâî, citado en la misma revista, 204 205. Para el cuento entero, véase Frere 21. Se trata de una hermosa Princesa, Sodeva Bâî, que nace con el don de echar perlas y otras piedras preciosas al abrir los labios, elemento que se halla por cierto en muchas versiones de La cenicienta, pero algo cambiado. La cenicienta recibe tres gracias del hada o hadas protectoras, una de ellas llorar o reír perlas o echarlas del cabello al peinarse. Su padre le regala a Sodeva Bâî unas zapatillas de oro y otras joyas. Paseando por el monte con sus damas, pierde una de las zapatillas, y publica el rey un bando, declarando que dará su hija para esposa al que halle la zapatilla. La halla un famoso príncipe y se casa con la princesa. Cosquin da muchos ejemplos de cuentos índicos donde aparecen zapatos, de manera que no podemos declarar que el cuento donde entra el zapato no es índico. La comparación entre el cuento de Sodeva Bâî y el cuento
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
europeo de La cenicienta no nos convence enteramente en favor de una relación directa, pero hasta el momento no se han producido pruebas definitivas para hacernos pensar en versiones enteramente independientes. Es posible y hasta probable que el cuento medieval de La cenicienta sea evolución de un cuento antiguo oriental desarrollado de una forma muy semejante al cuento de Sodeva Bâî, según sugiere Cosquin. Una discípula mía, la señorita Sabina Morosoli, ha escrito una interesante tesis, A Theorctical Reconstruction of the Original Cinderella, Story, Stanford University, 1930 (todavía sin publicar), donde trata de reconstruir una de las formas primitivas y fundamentales del cuento. Los interesantes datos que siguen sobre el cuento de La cenicienta están sacados del estudio de la señorita Morosoli. Se han estudiado doscientas dos versiones: India 7; Asia 3; Caucasia 1; África-Madagascar 4; España 7; Cataluña 6; Portugal 11; Francia y Bélgica 12; Italia 18; Alemania 8; Noruega 20; Suecia 10; Dinamarca 21; Islandia 3; Rusia 25; Austria y Hungría 8; Países balcánicos 8; Inglaterra 11; América española 14; Indios de Norteamérica 4; Negros de Norteamérica 1. Entre unos veinte elementos importantes que se hallan documentados en varios detalles diferentes en cada uno de ellos, sólo ocho sobresalen, ocurriendo con una frecuencia de más de 50%. Éstos actualmente ocurren en 69% o más de las doscientas dos versiones estudiadas y pueden considerarse como elementos fundamentales y constituyentes del cuento primitivo y original. Los elementos o motivos rechazados no llegan en ningún caso a una frecuencia mayor de 42%. Los ocho elementos fundamentales del arquetipo son los siguientes: A. La heroína es maltratada por la madrastra, por las hermanas o por madrastra y hermanas a la vez, 170 versiones, u 84%. B. A la heroína ayuda la madre muerta, un hada, la Virgen o algún animal, 158 versiones, o 78%. C. Recibe la heroína trajes mágicos, 160 versiones, o 79%. D. La heroína es conocida por el príncipe en la iglesia o en un baile, 164 versiones, u 81%. E. La fuga y escape del baile, generalmente tres veces, 139 versiones, o 69%. F. La zapatilla perdida, 162 versiones, u 80%. G. La prueba del zapato u otras pruebas semejantes, 170 versiones u 84%. H. Reconocimiento y felices bodas con el príncipe, 177 versiones, u 88%.
Estos ocho elementos fundamentales o motivos son seguramente los motivos fundamentales y constituyentes del cuento primitivo, o sea de una de las formas primitivas y originales del cuento conocido tal vez ya desde los primeros siglos de la Edad Media en Europa. Estudiando las versiones según su procedencia geográfica, vemos que se dividen en cuatro grupos importantes que nos ofrecen algunos datos interesantes con respecto a los elementos secundarios que se han desarrollado al parecer en los diversos países de Oriente y Occidente, en las diferentes versiones que ya estaban formadas según el arquetipo de los ocho elementos arriba establecido. Estos cuatro grupos geográficos son: los países románicos, los países eslavos, los germánicos y los de Oriente. Los elementos secundarios que pertenecen con frecuencia notable a cada una de estas agrupaciones geográficas son los siguientes, elementos que caracterizan definitivamente las versiones de los países que se hallan en estas agrupaciones. Grupo I: los países románicos, 68 versiones. 1. Las pruebas exigidas de la heroína por la envidiosa madrastra, 38 versiones, o 56%. La tarea de ir al río para lavar las entrañas de un animal sin perder nada es característica sólo de las versiones hispánicas, 12 de las 37 versiones, o 33%. 2. Las gracias maravillosas (véase Cuentos 113), 36 versiones, o 53%. Hay que observar que las cuatro versiones de los indios de Norteamérica son muy semejantes a las versiones hispánicas y denuncian su origen español. Grupo II: los países eslavos, 33 versiones. 1. La heroína busca trabajo en el palacio del príncipe, 21 versiones, o 64%. 2. Episodio de la trampa de pez para coger la zapatilla de la heroína, 18 versiones, o 55%. Grupo III: los países germánicos, 81 versiones. 1. Mutilación de los pies de las hermanastras para que les venga la zapatilla, 53 versiones, o 65%. 2. Reconocimiento de la heroína por medio de testigos, 46 versiones, o 57%. Grupo IV: países orientales, 10 versiones. 1. Castigo brutal que cae sobre la madrastra o hermanastras, 5 versiones, o 50%. 2. Matanza de los animales que ayudan a la heroína, 6 versiones, o 60%.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
113. Las tres gracias por Dios BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia 31; BTPE I, 172-177; Sánchez Pérez 94.—Españolas de América: BTPE I, 137-148; Laval, Cuentos 17-25; Lenz, Consejas 92-93 (= BTPE I, 137-148), 140-147; Mason-Espinosa PRF III, 10d; Wheeler 59, 60, 61, 62, 63.—Portuguesas: Athaide Oliveira I, 33, II, 242; Braga I, 20, 21, 22; Caróchinha 29; Coelho 36; Consiglieri-Pedroso FLS 9, 22; RL V, 69-71, XVI, 188-193.—Portuguesa de las islas de Cabo Verde: Parsons, Cape Verde I, 78.—Portuguesa del Brasil: Romero 29.—Catalana: Maspons y Labrós 18-23.—Italianas: Archivio II, 36-37, X, 64-68, 245-247; Crane 58-60; Gonzenbach 3, 32, 33, 34; Nino III, 9, 19; Pentamerone III, 10, IV, 7; Pitré II, 59, 60, 61, 62; Schneller 22 (Tirol); Straparola III, 3; Weber 6.—Francesas: Bladé I, 227-240; Cabinet des Fées II, 230-256; Cosquin II, 35; RTP XXVIII, 225-229.—Francesas del Canadá: Lambert-Lanctot 107; Lanctot 146; MBarbeau 8.—Bretonas: Luzel II, 370-380, III, 103-125 (dos versiones); Sébillot III, 20.—Rumana: Weigand II, 231-235.—Alemanas: Firmenisch III, 664667; Grimm 11, 13, 145; Haltrich 40; Lemke II, 157160; Wisser 72-73; ZVFV VIII, 84-87.—Islandesa: Rittershaus 85-88.—Noruegas: Dasent 317-322; Stroebe I, 4.—Sueca: Thorpe 35-64.—Irlandesa: Kennedy, Fireside Stories 21-24.—Finlandesas: Aarne, Finnische 403; Germania XV, 168-170 (Laponia).—Eslavas: Archiv SP V, 60-61; Chodsko 295-309; Cox 509 (Bohemia); Coxwell 577-578; Dähnhardt III, 435-436; Wratislaw 28, 57; ZFDM II, 442-444 (Bohemia).—Húngara: Klimo 178-181.—Gitana: Aichele 12.—Griegas: Hahn I, 28; Schmidt 13.—Turca: Kunos 30-41.—Árabe: Rivière 5 (Cabilia).—Africanas: Bleek-Lloyd 85-98; Frobenius III, 36.—Antillanas: Parsons, Antilles I, 5657, II, 312-313.—Indias: FL XIII, 79-83; Frere 19, 21; Knowles 442 -448; Stokes 1.—Indias de Norteamérica: JAFL XXIX, 301-307; Thompson NAI 69, y Notas 262, 265, 295.—Clasificación y estudios especiales: Aarne, Estnische Märchen 403; Aarne-Thompson 403; Archivio X, 68-69, 247-248; Arfert 8-87; Benfey, Panchatrantra I, 379-380; Bolte-Polívka I, 79-96, 99-109, III, 85-94; Cosquin II, 44-46; Cox 495, 509-510; FL IV, 142-148; Hackman 403A; Köhler I, 125-128, 172, 347, II, 332346; Parsons, Antilles III, 265-266; RTP XXII, 1-8; Schweizer Volkskunde I, 3-4; Somadeva VI, 47-48; ZVFV VII, 215-216; Thompson B131, B131.1, B131.2, D164, D757, D1454.1.1, D1454.1.2, D1454.2,
D1454.4, H1331.1.1, K1911, K1911.1, K1911.1.1, K1911.3, K1911.3.1, K1911.4, Q261, Q465, S432, T11.1, T11.2. Los señores Bolte y Polívka, al estudiar las versiones de los cuentos 11, 13, 135 de Grimm, en I, 79-96, 99-109, y III, 85-94, han reunido los materiales más importantes y más completos de que disponemos para el estudio del tema de la novia sustituida, el episodio capital del cuento de Las tres gracias. El tipo general europeo de la novia sustituida ha sido establecido en I, 86, tomando en cuenta los detalles principales de las formas más importantes. Según esta clasificación, los episodios o elementos principales de estos cuentos son los siguientes: A. Un viudo sigue el consejo de su hija y se casa por segunda vez. B. La heroína o buena hija recibe belleza y gracias maravillosas, mientras que la hermanastra mala recibe sólo fealdad y habilidades groseras. C. El hermano de la heroína es cambiado por la madrastra en un animal. C1. El hermano entra en el servicio de un rey. C2. Le cuenta al rey de la belleza y gracias de su hermana. D. La heroína va a casarse con el rey, pero la madrastra la abandona en el camino a su boda (D1), en su cama de niña (D2), la echa en el agua (D3), o la cambia en pez (D4). D5. La heroína es recogida por una sirena o tragada por un pez. D6. La hermanastra la sustituye. E. El rey echa al hermano en un pozo y se casa con la hermanastra o novia sustituida. F1. Conversan el hermano y la hermana abandonada, y un criado o el rey mismo oye lo que dicen. F2. La reina toma la forma de un animal durante la noche y es desencantada cuando la descabezan. F3. La reina muerta sale de su sepulcro para dar de beber a su hijo. G. La madrastra sufre el castigo merecido. El cuento 11 de Grimm, Los dos hermanos, tiene elementos C1, D2, F3 y G. Es un cuento bastante diferente del cuento de has tres gracias. Grimm 13, Los tres hombrecillos del bosque, tiene elementos A, B, D2, D3, F2 y G. Es un cuento que se parece más al cuento de Las tres gracias, pero faltan en él elementos C1 y C2. El cuento de Grimm 135, La novia blanca y la novia negra tiene elementos B, C2, D1, D3, E, F2, G. Desde luego es evidente que este cuento de Grimm es el que más se parece a nuestra versión española 113, y es el único de los tres
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
cuentos de Grimm que podemos llamar propiamente una versión del cuento de Las tres gracias del tipo general al cual pertenece nuestra versión española. Nuestra versión española 113, analizada según la clasificación de Bolte y Polívka, tiene elementos B, C1, C2, D3, E, F1, G. Pero no todos los cuentos que llevan como elemento capital y fundamental el tema de la novia sustituida pueden clasificarse propiamente con el cuento verdadero de Las tres gracias. Sin entrar en un estudio detallado y final sobre este cuento, trataré de estudiar brevemente las versiones que yo he podido examinar y que en mi opinión pertenecen con toda seguridad al cuento de Las tres gracias o tres virtudes maravillosas. Nuestra versión española 113 es una versión muy completa y muy bien conservada de un tema muy difundido en la tradición popular de Europa, y tiene una gran variedad de formas. Es el tipo especial de la niña perseguida que contiene el episodio preliminar y fundamental de las tres gracias maravillosas. Este episodio se halla en otros cuentos de la niña perseguida, en algunas versiones del cuento de La cenicienta, nuestra versión 111 y Parsons, Cape Verde 56, por ejemplo. Pero además de este episodio preliminar y fundamental, el cuento tiene también el episodio de la novia sustituida. Este episodio se halla en cuentos de forma y carácter muy distintos, como ya se ha visto de la clasificación que de éstos han hecho Bolte y Polívka La novia sustituida aparece también en otros cuentos no incluidos en las variantes que citan Bolte y Polívka. Es un elemento importante de algunas versiones del cuento del diablo maestro, Cuentos 104, particularmente el cuento del príncipe encantado o durmiente en su lecho hallado por la heroína a quien sustituye una criada negra. Y un detalle semejante se desarrolla como elemento principal en el cuento de La paloma y la negra, Cuentos 120 y 121, y en el cuento de Grimm 11, donde tenemos el elemento principal del fin de Cuentos 114. Algunas versiones desarrollan de una manera extraordinaria el episodio de la muerte y mutilación, o sólo la mutilación, de la heroína por las perseguidoras y su resurrección milagrosa, otro detalle común a cuentos de carácter muy diverso. Se halla en nuestra versión 111 de La cenicienta, y en muchas otras versiones de éste y otros cuentos de la niña perseguida. Creo que este episodio es en realidad ajeno al cuento de Las tres gracias y que ha sido desarrollado de algunos de los elementos fundamentales del cuento de La niña sin brazos, Cuentos 99-103, y del de Blanca Flor, Cuentos 115-116. El cuento de Cosquin II, 35, citado en la bibliografía, desarrolla este elemento como el principal del cuento, sufriendo la heroína que le corten los pies y las ma-
nos y que le saquen los ojos. Para las versiones hispánicas, véase Tipo II. El cuento de Las tres gracias tiene, por consiguiente, dos elementos fundamentales y primitivos: el episodio de la joven perseguida por la madrastra o madrastra y hermanastra y que tiene tres gracias maravillosas, y el episodio de la novia sustituida. Como la mayoría de los cuentos de la niña perseguida, nuestro cuento es moralizador y representa una tradición muy antigua de la sed de justicia del carácter humano. Una enumeración bastante completa de las diferentes gracias de las versiones europeas se halla en Köhler I, 126-127. Las versiones no nos dicen siempre cómo ha obtenido la heroína las gracias maravillosas. Son generalmente tres, y en general son concedidas a la heroína por un hada, las hadas, tres jóvenes o la Virgen. En algunos cuentos las gracias han sido concedidas a la heroína en pago de su bondad y caridad, por ejemplo, en Braga 20, 21, Gonzenbach 3, Chodsko 295-309, Thorpe 41-49. En otros, la heroína nace ya con las tres gracias: nuestra versión 113, Archivio X, 245-247, Bladé I, 227-240, Schneller 22, Haltrich 40, Hahn I, 28, Wratislaw 28, Frere 21. Partiendo de la base que acabo de establecer, que en el cuento verdadero de Las tres gracias sólo dos elementos o episodios son fundamentales y primitivos, podemos establecer una clasificación mucho más sencilla que la de Bolte y Polívka. Volvamos ahora nuestra atención a las versiones hispánicas. El número de versiones que yo he podido examinar llega a veintiséis. Doce versiones españolas de España y América: Cuentos 113; Ampudia 31; BTPE I, 137-148, 172-177; Laval, Cuentos 17-25; Mason-Espinosa PRF III, 10d; Sánchez Pérez 94; Wheeler 59, 60, 61, 62, 63. Trece versiones portuguesas: Athaide Oliveira 1, 33, II, 242; Braga I, 20, 21, 22; Caróchinha 29; Coelho 36; Consiglieri-Pedroso 9, 22; Parsons, Cape Verde I, 78; Romero 29; RL V, 69-71, XVI, 188, 193. Una versión catalana: Maspons y Labrós III, 18-23. Para los estudios comparativos tenemos que rechazar las tres versiones siguientes: BTPE I, 172-177 y Braga I, 21 (versiones del cuento de la reina sustituida por otra reina, mezcla con Cuentos 120, 121): Wheeler 62 (versión demasiado fragmentaria, con elemento B y variantes de D y D6). De las veintitrés versiones restantes, doce son versiones completas de un tipo hispánico, al parecer fundamental y primitivo, el tipo de nuestra versión 113, con elementos B, C1, C2, D, D2 ó D3, D6, E, F1, G. Las doce versiones que contienen todos estos elementos y establecen, por consiguiente, el tipo hispánico fundamental y primitivo son las siguientes:
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Cuentos 113; BTPE I, 137-148; Laval, Cuentos 17-25; Mason-Espinosa PRF III, 10d; Sánchez Pérez 94; Wheeler 59; Braga I, 22; Coelho 36; Consiglieri-Pedroso 22; Parsons, Cape Verde I, 78; Romero 29; RL V, 69-71. Más adelante veremos a qué tipos pertenecen las otras versiones hispánicas. Todos los cuentos de Las tres gracias propiamente dichos, los que nos cuentan de la joven perseguida por la madrastra, que posee tres gracias maravillosas y que es sustituida por la hermanastra, se pueden clasificar en tres tipos fundamentales. Tipo I, el tipo hispánico fundamental y primitivo arriba establecido. La heroína perseguida posee tres gracias maravillosas. Su hermano entra en el servicio del rey y le promete para esposa la hermana que posee las tres gracias. Viene después la sustitución de la novia por la hermanastra, con el castigo del hermano y las conversaciones entre los dos hermanos o del pájaro, perrita u otro animal con la hermana, por medio de las cuales el rey llega a saber la verdad. Termina el cuento con el matrimonio del rey con la novia de las tres gracias y el castigo de las perseguidoras. Además de las doce versiones hispánicas arriba citadas, pertenecen al Tipo I las siguientes de nuestra bibliografía: Crane 58-60; Gonzenbach I, 3, 33; Bladé I, 227-240; Luzel II, 370-380, III, 103-114; Dasent 317-332; Grimm 135; Thorpe 50-56; Schneller 22; Chodsko 295-309; Schmidt 13. No todas las versiones contienen todos los elementos del tipo. No todas las versiones contienen todos los elementos del tipo. Tipo II. La heroína perseguida posee tres gracias maravillosas. El rey o príncipe llega por casualidad adonde vive una novia que posee, o anda buscando una novia que posea, tres gracias maravillosas. Están para casarse. La madrastra perseguidora, o la madre de una joven que encuentran en el camino al palacio, le corta las manos y le saca los ojos a la novia y la deja por muerta en el campo. Vienen después la sustitución y el episodio de cómo el rey llega a saber la verdad (no entra en este tipo la intervención del hermano) y el matrimonio del rey con la novia de las tres gracias, y el castigo de las perseguidoras. A este tipo pertenecen cuatro de nuestras versiones hispánicas, todas portuguesas: Athaide Oliveira I, 33; Caróchinha 29; ConsiglieriPedroso FLS 9; RL XVI, 188-193. Pertenecen también al Tipo II las siguientes versiones no hispánicas de nuestra bibliografía:
Pitré II, 62; Cosquin II, 35; Haltrich 40; Hahn I, 29; Kunos 30-41; Wratislaw 28; Aichele 12; Knowles 442-448; Weigand II, 231-235; Archiv SP V, 60-61; ZFDM II, 442444. Tipo III. La heroína perseguida posee tres gracias maravillosas. Hay algunos detalles semejantes a los cuentos de La cenicienta, Cuentos III, 112: La hermanastra busca las tres gracias, le salen sapos de la boca en vez de perlas, etc. La perseguidora esconde a la heroína y sustituye su hija. Una perrita u otro animal descubre la verdad como en el cuento de la cenicienta. Termina como el Tipo II. Pertenecen a este tipo cuatro versiones hispánicas: Ampudia 31; Athaide Oliveira II, 242; Braga I, 20; Maspons y Labrós III, 18-23. Pertenecen también a este tipo las siguientes versiones no hispánicas de nuestra bibliografía: Pentamerone III, 10; Straparola III, 3; Weber 324-327; Archivio X, 64-68; Luzel III, 115-125; MBarbeau 8; Lemke II, 157-160; Thorpe 42-64; Germania XV, 168-170; Kennedy, Fireside Stories 21-24; JAFL XXIX, 301-307, XXXVI, 245-249; Wratislaw 57; Frere 21.
114. El palacio del Jarancón BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: BTPE X, 31-37, 271-280; Cabal CTA, 60-65, 191-193; Curiel Merchán 202-205, 217-220; Espinosa, Castilla 79, 80, 81.—Españolas de América: Andrade 77, 78, 79, 80, 81, 82; Boggs en JAFL XLII, 161-162; Espinosa SFNM 8, 10, 11, 12, 34; JAFL XLVIII, 164-166; Mason-Espinosa PRF III, 10a, 10b, 10c, 10e, 10f, 10g, 10i, 21i, IV, 14, 15, 18; Parsons en JAFL XLV, 358-359; Rael 115, 179, 180, 181, 182; Rael, Apéndice 85; Tía Panchita 70-74; Wheeler 64, 97, 124.—Portuguesas: Athaide Oliveira II, 267, 297; Braga I, 52; Coelho 28; Consiglieri-Pedroso FLS 14, 14a; RL IV, 369-371.—Portuguesas del Brasil: Romero 23.—Catalanas: Maspons y Labrós 24-28; Misá y Fontanals, Cuentos 7.—Italianas: Andrews 17, 20, 62; Archivio I, 44-50; Busk 40-45; Coronedi-Berti 17; Crane 331-333; Finamore 12; Gonzenbach I, 2, 48, 49; Nerucci 42; Pentamerone IV, 8; Pitré I, 20, 30, 33; Weber 5.—Francesas: Bladé I, 32-42: Perrault, Petit Poucet; RLR XXVIII, 124-128; RTP II, 196199, III, 272-274; Sébillot, Folklore I, 271-272.—Francesa del Canadá: MBarbeau 14.—Francesa de Misuri: Carrière 20.—Bretonas: Luzel II, 231-248; Mélusine I, 419-423, III, 308-310, 399-402; Revue Celtique IV, 437-442; RTP IX, 52-53, XXII, 270-272; Sébillot 1, 19; Sébillot, Auvergne
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
33-42.—Vascuences: Cerquand 63; Vinson 80-92; Webster 187-191.—Rumanas: Dähnhardt III, 429.—Flamencas y valonas: Wallonia III, 186-188, XVIII, 19-21.—Alemanas: Curtze 27; Grimm 15, 25, 70a; Haltrich 38; Haupt II, 315; Lemke II, 171-180, 185-188; Meier 49; Müllenhoff 19; Peter II, 164-166; Pröhle 40; Stöber 102-103; ; Zingerle 1, 72-75.—Noruega: Dasent 124-129.—Holandesas: Volkskunde V, 107-108, XVI, 244-249.—Escocesa: FLJ II, 68-71.—Irlandesa: Kennedy, Fireside Stories 14-19.—Eslavas: Coxwell 570-572, 695-700.—Magiares: Jones-Kropf 220-224.—Griegas: Hahn I, 3, II, 95.— Árabes: RTP XVI, 173-177.—Berberisca: Stumme, Tazerwalt 1.—Africanas: Basset, Africa 7, 140; Ferrand 23 (Madagascar); Monteil 115-123, 158-165.—Africana de América: Beckwith 110.—Antillanas: Parsons, Antilles I, 140, 230-231, II, 68-70, 72-75, 244-246, 271-273, 341342, 392-393, 554-556.—India: Jacobs 3, 23.—Indias orientales: De Vries, Oost Indië I, 5-14, 7378.—Indias de Norteamérica: BBAE XCVIII, 177-178; Benedict, Cochiti 19-21, 178-179; JAFL XV, 33-34, XXIII, 319320, XXIX, 318-322.—India de Sudamérica: ZVFV XVI, 162-163.—Filipinas: Fansler 40, y 299-301.—Polinesias: Dähnhardt III, 154-156.—Clasificación y estudios especiales: Aarne, Estnische Märchen 327; AarneThompson 327, 328, 408, 1121; Archivio I, 51; Boggs 327, 328, 408; Bolte-Polívka I, 115-126, 227-234; Parsons, Antilles III, 141-142; RTP XXV, 1-18, 65-86, 126-141 (artículos de Cosquin); Thompson ENAI 357366; Thompson D582, D765.1.2, D1182, G82, G82.1, G401, G441, G512, G512.3.2.1, G512.4, G610.3, H911, H912, H1172, K527, N831.1, R135, R135.2, S321, S322. Véanse también las bibliografías de Cuentos 120, 121, 148. El palacio del Jarancón es un cuento que reúne elementos de cuentos muy diversos de la tradición de Europa. En su forma fundamental nuestra versión burgalesa tiene una relación directa con el cuento bien conocido de los niños abandonados en el bosque por el padre que no los puede mantener o por envidia de la madrastra, sus aventuras en la casa de la bruja que quiere engordarlos para que se los coma el brujo u ogro, y las mañas de que se valen para echar a la bruja en el fuego ardiente o agua hirviendo y escaparse. Estos elementos constituyen los episodios principales del cuento de Grimm 15, estudiado por Bolte-Polívka I, 115-126, con muchísimas versiones de todas partes del mundo occidental. Es el cuento de Aarne-Thompson 327. Cosquin, en RTP XXV, 1-18, 65-87, 126-141, ha estudiado el elemento de la fingida petición de los niños, que le ruegan a la bruja o
brujo que se meta primero en el horno o agua hirviendo para ver ellos cómo han de hacer y así le dan la muerte y se escapan. Pero nuestra versión burgalesa 114 contiene otros elementos importantes, elementos de otros cuentos semejantes, que unidos a los fundamentales de Aarne-Thompson 327 ó Grimm 15, desarrollan un cuento bastante diferente. Desde el principio del cuento, va unido al cuento fundamental arriba citado el motivo de la hermana que busca a sus hermanos perdidos, abandonados o echados de casa y convertidos en animales, o bien el elemento de la hermana que busca a sus hermanos abandonados y que, al encontrarlos, éstos se transforman en animales por algún error de la hermana, pero debido a la venganza de la madrastra o bruja perseguidora. Este elemento de nuestra versión burgalesa es un detalle que forma la parte fundamental del cuento de los siete cuervos, Cuentos 148, Grimm 25, Aarne-Thornpson 451. Véase nuestro estudio de Cuentos 148. Contiene también nuestra versión burgalesa 114 el episodio de la novia o esposa sustituida por la negra, que le clava un alfiler en la cabeza y la convierte en paloma, el reconocimiento de la verdadera esposa y la muerte de la negra hechicera, episodio que constituye casi, todo el cuento en versiones bien conocidas de cuentos como nuestros 120, 121, estudiados más adelante, Aarne-Thompson 408, Bolte-Polívka II, 125, Nota 2. Nada dice nuestra versión sobre la manera de cómo los dos hermanos convertidos en bueyes al comerse los repollos que crecen en la sepultura del jarancón y que la hermanita cuece, son desencantados, elemento desarrollado con muchos interesantes detalles en otros cuentos semejantes. Pero todas estas mezclas o confusiones de diferentes o semejantes motivos folklóricos se hallan en muchos de los cuentos que conocemos y que están de alguna manera relacionados con nuestra versión 114. Si nuestra versión es en realidad un tipo hispánico tradicional definitivo, podemos clasificar sus elementos fundamentales de la manera siguiente: A. Un padre viudo se casa por segunda vez por ruegos de su hija, influida ésta por la segunda mujer. B. La madrastra trata mal a los hijastros y los dos mayores abandonan la casa. C. La hermanita que se ha quedado en casa pierde su anillito. Una aguilita se lo lleva y le dice que lo hallará en los balcones de sus hermanos. D. La hermanita se marcha en busca de sus hermanos y los halla. Se queda viviendo con ellos. E. La hermanita va a pedir lumbre en la casa de una bruja, el palacio del jarancón y de la jarancona.
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F. El jarancón quiere comerse a la niña. G. Los hermanos sepultan al jarancón en un pozo y allí muere. H. Salen de la sepultura unos repollos, la hermana los cuece y se los da a comer a sus hermanos. Los hermanos comen y quedan convertidos en bueyes. I. La hermanita se casa con un rey vecino. J. Cuando el rey se va a la guerra, una esclava negra la clava a la reina un alfiler en la cabeza y la convierte en paloma. Sustituye a la reina. K. Vuelve el rey, cogen a la paloma y el rey le saca el alfiler de la cabeza. Vuelve la reina a su forma humana y el rey descubre el engaño. Queman a la negra hechicera. En la tradición literaria de Europa hay un cuento antiguo muy semejante a nuestra versión hispánica, el cuento de Basile, Pentamerone IV, 8. Los hermanos son siete como en el cuento de los siete cuervos, Cuentos 148, y falta el episodio de la reina convertida en paloma, elementos J y parte de K, pero los hermanos son desencantados. Contiene la versión italiana, como la burgalesa moderna, el animal que le apaga la lumbre a la heroína, los ogros que ofrecen lumbre a la heroína y luego quieren comérsela, la muerte del ogro, el poder mágico de las hierbas que crecen sobre la sepultura del ogro y que convierten a los hermanitos en animales. Contiene la versión del Pentamerone los siguientes elementos de tipo hispánico establecido a base de nuestra versión 114: D, E, F, G, variante de H. Según la clasificación de Bolte-Polívka I, 115, el cuento de Grimm 15 contiene los siguientes elementos: A. Dos niños son abandonados en el bosque por su padre. B. Dos veces vuelven los niños a su casa, gracias a las señas que han dejado por el camino (guijarros, semillas o migas de pan). C. Perdidos, por fin llegan a la casa de los ogros. D. La ogresa los engorda para que se los coma el ogro. E. Los niños echan a la ogresa en el horno y se escapan. F. El ogro los sigue, pero no los puede alcanzar, como en la última parte de Cuentos 122-125. Elemento F falta en todas las versiones hispánicas. En la versión nuevomejicana de Rael, Apéndice 85, del tipo de Aarne-Thompson 327B, el ogro los alcanza, se echa a dormir, y el menor de los siete hermanos le mata con su misma espada. Volvamos nuestra atención a las versiones hispánicas. Yo he examinado cincuenta y seis versiones. Veintidós de ellas, o sea el 39%, son versiones del cuento de Grimm 15, Aarne-Thompson 327A, pero falta, como
ya queda dicho, elemento F. Todas contienen elementos A, B, C, D, E, o por lo menos los tres últimos; Andrade 78 (A, B, C, D, E), 79 (C, D, E), 80 (A, C, D, E), 81 (C, D, E), 82 (C, D, E); Boggs en JAFL XLII, 161-162 (A, C, D, E); Cabal CTA 191-193 (C, variantes de D, E); Espinosa SFNM 8 (A, B, C, D, E); Mason-Espinosa PRF III, 10a (A, C, D, E), 10c (A, C, D, E), 10f (C, D, E), 10g (C, D, E), IV, 15 (A, C, D); Parsons en JAFL XLV, 358-359 (A, B, C, D, E); Tía Panchita 70-74 (A, B, C, D, E); Wheeler 97 (A, B, C, D, E); Athaide Oliveira II, 297 (A, B, C, D, E); Coelho 28 (A, C, D, E); Consiglieri-Pedroso FLS 14 (A, C, D, E), 14a (C, D, E); RL I V, 369-370 (B, C, D, E), 371 (B, C, D, E). Seis versiones hispánicas se hallan muy estropeadas, pero pertenecen también al tipo de Grimm 15: Mason-Espinosa PRF III, 10b (A, C), 10e (A, variante de B), 21i (A, C), IV, 14 (C, D); Fansler 40 (A, variante de C); Wheeler 64 (variante de B). Entre las versiones perfectas y las imperfectas o estropeadas, por consiguiente, veintiocho de las cincuenta y cuatro versiones hispánicas, o sea el 52%, pertenecen al tipo de Grimm 15, pero siempre sin elemento F. Seis de las versiones hispánicas pertenecen al tipo de Aarne-Thompson 327B, Perrault, Petit Poucet, pero en vez de enano o hermanito, las versiones hispánicas llevan dos hermanos, siete hermanos o sencillamente un individuo: Espinosa, Castilla 79; Mason-Espinosa PRF III, 101; Rael, Apéndice 85; Maspons y Labrós II, 24-28; Milá y Fontanals, Cuentos 7; Fansler 299-300. Tres versiones presentan una mezcla extraordinaria del cuento del tipo de Grimm 15 y de nuestras veintiocho versiones hispánicas iguales o semejantes con el final de Cuentos 157, elementos D, E y variante de G de nuestra clasificación de este cuento: Andrade 77 (A, B, C, D, E de Grimm 15, D, E, G de Cuentos 157); Mason-Espinosa PRF IV, 18 (A, B, D, E de Grimm 15, D, E, G de Cuentos 157); Romero 23 (A, C, D, E de Grimm 15, D, E, G de Cuentos 157). Dos versiones mezclan elementos de Grimm 15 y de Aarne-Thompson 328: Espinosa, Castilla 81; Wheeler 124. Dos versiones son semejantes a Grimm 15, añaden el episodio de los perros que salen de la hoguera donde se quema la bruja o el brujo y que después ayudan al niño o a los niños a salvarse, pero no llevan el episodio de la hermana falsa de Cuentos 157: BTPE X, 271-280; Braga I, 52. Las quince restantes podemos llamar versiones de nuestra versión burgalesa 114. Siete de ellas son verdaderas versiones de Cuentos 114 y contienen como ella los episodios de la prenda perdida por
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
la hermanita y la búsqueda de los hermanos, el episodio de la casa del ogro que quiere comerse a los niños o a la niña, y el final de Cuentos 120, 121: Espinosa, Castilla 80 (B, D, E, F, G, H, I, J, K); Espinosa SFNM 11 (B, C, D, y variantes de F y H, I); JAFL XLVIII, 164-166 (C, D, E, F, H, I, J, K); Rael 115 (C, D, E, F, H, I, J, K), 179 (C, D, E, H, I, J, K), 181 (C, D, E, H, I, J, K); Cabal CTA 60-65 (B, C, D, E, J). Ocho versiones carecen de elemento C o D, pero llevan el episodio de la negra que sustituye a la reina a quien cambia en paloma del final de Cuentos 120, 121: BTPE X, 31-37 (A, B, H, I, J, K); Curiel Merchán 202-205 (B, variante, E, G, H, I, J, K), 217-220 (B, E, G, H, I, J, E); Espinosa SFNM 10 (E, H, I, J, K), 12 (B, E, H, I, J, K); Rael 180 (D, E, H, I, J, K), 182 (D, E, H, I, J, K); Athaide Oliveira II, 267 (D, E, H, I, J, K).
115. Blanca Flor 116. La madre envidiosa BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia 29; Espinosa, Castilla 142, 143, 144, 145; Sánchez Pérez 61.—Españolas de América: Andrade 194, 209; Arellano 84, 85; JAFL XL, 125-131; Mason-Espinosa PRF III, 2a, 2b, 2c, 2d, 2e, 2f, 2g; Rael 121, 122, 141, 142, 143; Wagner en JAFL XL, 125-131; Wheeler 66, 68.—Portuguesas: Athaide Oliveira I, 145, II, 282; Barbosa 20; Caróchinha 28; Coelho 35; Consiglieri-Pedroso FLS 1.—Portuguesas de Brasil: Romero 37.—-Catalanas: Alcover I, 84-98; Maspons y Labrós II, 83-85; Milá y Fontanals, Cuentos 8; Serra i Boldú 1, 149-164.—Italianas: Andrews 18, 19, 58; Archivio X, 322-325; Coronedi-Berti 13; Crane 326-331; Gonzenbach 1, 2, 3, 4; Nerucci 6; Nino III, 49, 50; Pentamerone II, 8, V, 5; Pitré II, 57; Schneller 23 (Tirol); Tuscan Fairy Tales 93-101.—Francesas: Marie de France, Lais 186-224; RTP V, 725-728, XXV, 404-407.—Francesas del Canadá: JAFL LIII, 115-119; Lanctot 147.—Bretonas: Sébillot I, 21, III, 14.—Vascuences: Cerquand IV, 106.—Romanas: Weigand 263-267.—Alemanas: Grimm 50, 53; Marbach XI, 65-74; Rochholz I, 312; Schulenburg 284.—Islandesas: Arnason II, 402-409; Rittershaus 28.—Escocesas: Celtic Magazine XIII, 213-217; Jacobs 4, 97-101.—Eslavas: Afanasiev RV 56-71; Coxwell 573574 Leskien 17; Petrovich 235-240; Von Löwis of Menar 2, 23.—Magiares: Jones-Kropf 163-181.—Griegas: Cox 186-187; Dozon 1; Hahn II, 103; Legrand 133-143; Pineau 10 (Lesbos); Schmidt 17.—Turcas: Kunos 26; Kunos, Osmanische 33-40.—Árabe: Rivière 215-221
(Cabilia).—Africanas: Chatelain 29-41; FL XXXVIII, 299305; Junod, Life 266-275.—Antillanas: Parsons, Antilles I, 55-56, II, 181-184.—Indias: Frere 6; Indian Antiquary IX, 302-304.—Clasificación y estudios especiales: Aarne, Estnische Märchen 709; Aarne-Thompson 709; Boggs 8283; Böklen I, 60-155, II, 13-78; Bolte-Polívka I, 450-464, IV, 253-255; Gaston Paris II, 109-130; Germana IX, 458460; Köhler en Marie de France, Lais cxlviii-cli; Musäus 43-69; Nutt en FL III, 26-48; Parsons, Antilles III, 263; LFDM IV, 150-152; ZVFV VI, 60; Thompson D1163, D1311.2, D1323, D1364.2, D1364.4, D1364.4.1, D1364.4.2, D1364.14, D1364.15, E21.1, E21.2, F852.1, F852.2, F852.3, K512, K512.2, S12, S31, S111, S111.2, S111.3, S111.4, S322.2. El cuento de Blanca Nieves o Blanca Flor es uno de los más populares en la tradición de Europa. Es un tema especial de la niña perseguida por la madre o madrastra envidiosa, que perdonada por los verdugos encargados de darle la muerte se refugia en una casa de duendes o ladrones, donde otra vez es perseguida por la madre o madrastra, amortecida por medio de algún objeto mágico, y que guardada en una caja de cristal por sus protectores, es por fin hallada por un príncipe que le quita el objeto mágico, la revive y se casa con ella. Muchas de las versiones europeas de nuestro cuento se hallan mezcladas con elementos de otros cuentos de la niña sin brazos, de la encontrada y de otros semejantes, Cuentos 99-106. Bolte y Polívka, Nutt y Böklen, en las obras citadas en nuestra bibliografía, han hecho los estudios más importantes sobre nuestro tema. Bolte y Polívka I, 453, analizan el cuento a base de la versión alemana de Grimm 53 de la manera siguiente. Van indicados entre paréntesis algunos elementos omitidos por Bolte y Polívka por no considerarlos fundamentales, pero yo los incluyo para estudiar con más detalles las versiones hispánicas. A. Se trata de una heroína, blanca como la nieve y roja como la sangre. B. Por su hermosura le tiene envidia la madre o madrastra. (B1. La madre o madrastra envidiosa tiene un espejo mágico con el cual habla y al cual le pregunta quién es la mujer más hermosa del mundo). C1. La perseguidora busca un cazador o unos criados para que se lleven a la heroína al bosque y le den la muerte, pero éstos le perdonan la vida. Andando, andando, llega por fin a una casa de duendes o ladrones y es protegida por ellos. C2, C3, C4. La perseguidora se vale de una bruja o de otra persona para matar a la heroína con un objeto mágico:
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una manzana; un peine, un corsé, una zapatilla; una sortija (C5, un alfiler clavado en la cabeza como en Cuentos 120, 121). D. Los duendes o ladrones guardan a la heroína amortecida en una caja de cristal. (D1. Los duendes o ladrones meten a la heroína en una caja de cristal y la echan en el mar). E. Un príncipe la halla, le quita el objeto mágico que la tiene amortecida y la heroína revive (algunas veces es un criado del rey u otro el que le quita el objeto mágico). E1. El príncipe se casa con la heroína. (Aquí entran elementos de los cuentos de la niña sin brazos, Cuentos 99106, en algunas versiones). F. Se castiga a la perseguidora. Nuestras dos versiones 115 y 116 son bastante fieles a este tipo general de Europa. La versión toledana 115 tiene elementos B, B1, C2-4, D, E, F, y la versión extremeña 116 tiene elementos B, C1, C2-4, D, E. En las dos versiones se trata de una heroína perseguida por una madre envidiosa de su hermosura y no de una madrastra, y en las dos versiones el cuento empieza diciendo sencillamente que la hija era más hermosa que la madre, pero nada dicen las versiones del elemento inicial A. Este elemento se halla, como más adelante veremos, sólo en cinco versiones hispánicas. En versión 115 la madre echa ella misma a su hija en una cueva, de donde la saca la Virgen María, elemento sacado seguramente de los cuentos de la niña sin brazos. En versión 116 los ladrones meten a la heroína amortecida en una caja y la echan en el mar. Este detalle está también sacado de algunas versiones del cuento de la niña sin brazos. Cada una de nuestras dos versiones tiene su desenlace especial. En la versión 115 la heroína va a ser enterrada y un sacristán le quita los zarcillos, collar y camisa de seda y la heroína revive. En 116 una criada le quita las zapatillas y la heroína revive. Las versiones hispánicas de nuestro cuento que yo he examinado son treinta y ocho. Ocho versiones españolas peninsulares: Cuentos 115, 116; Ampudia 29; Espinosa, Castilla 142, 143, 144, 145; Sánchez Pérez 61. Diecinueve versiones españolas de América: Andrade 194, 209; Arellano 84, 85; Mason-Espinosa PRF III, 2a, 2b, 2c, 2d, 2e, 2f, 2g; Rael 121, 122, 141, 142, 143; Wagner en JAFL XL, 125-128; Wheeler 66, 68. Siete versiones portuguesas: Athaide Oliveira I, 145, II, 282; Barbosa 20; Caróchinha 28; Coelho 35; ConsiglieriPedroso FLS 1; Romero 37. Cuatro versiones catalanas: Alcover I, 84-98; Maspons y Labrós II, 83-85; Milá y Fontanals, Cuentos 8; Serra i Boldú 149-164.
Los elementos fundamentales arriba citados de la clasificación de Bolte y Polívka ocurren con la frecuencia siguiente en nuestras treinta y ocho versiones hispánicas: Elemento A, seis versiones (Andrade 194; Espinosa, Castilla 142, 144; Mason-Espinosa, PRF III, 2a, 2d; Athaide Oliveira II, 282), 16%. Elemento B, treinta y tres versiones, 87%. Elemento B1, veinte versiones, 53%. Elemento C1, treinta y tres versiones, 87%. Elemento C2-C4, veinticuatro versiones, 63%. Elemento D, diecinueve versiones, 63%. Elemento D1, nueve versiones, 23%. Elemento E, veintiséis versiones, 68%. Elemento E1, veinticuatro versiones, 63%. Elemento F, dieciséis versiones, 42%. La versión panhispánica primitiva y fundamental contiene, por consiguiente, todos los elementos de la versión general de Europa con frecuencia notable, excepto elemento A. Elementos C2-C4 no se hallan con más frecuencia porque no van incluidas diez versiones que llevan solamente uno de los objetos mágicos. Siete documentan sólo la zapatilla o zapatillas mágicas, y tres documentan sólo el alfiler clavado en la cabeza de la heroína. Si añadimos estas diez versiones a las veinticuatro que llevan C2-C4, llegaría la frecuencia de estos elementos a treinta y cuatro, o sea el 89%. Elemento F falta muchas veces en las versiones incompletas, y B1 se olvida frecuentemente porque no es uno de los elementos fundamentales. El arquetipo hispánico que nuestras treinta y ocho versiones nos ayudan a establecer, contiene, por consiguiente, elementos B, (B1), C1, C2-C4, D o D1, E, (E1), F. Pero si examinamos en todos sus detalles cada una de las treinta y ocho versiones hispánicas completas y fragmentarias, veremos que la tradición hispánica moderna ha desarrollado varios tipos nuevos, y algo diferentes entre sí del tipo fundamental. La tradición hispánica moderna conserva en realidad cinco variantes del tipo primitivo arriba establecido. Tipo I, con elementos B, (B1), C1, C2-C4, D o D1, E, (E1), F. Este es el tipo hispánico primitivo y fundamental. Quince, o sea el 40% de nuestras treinta y ocho versiones, pertenecen a este tipo: Cuentos 116; Ampudia 29; Arellano 84; Espinosa, Castilla 142, 144; Sánchez Pérez 61; MasonEspinosa PRF III, 2a, 2c, 2e, 2g; Athaide Oliveira II, 282; Barbosa 20; Caróchinha 28; Coelho 35; Alcover I, 8498. Hay, además, tres versiones incompletas de este tipo: Espinosa, Castilla 145; Mason-Espinosa PRF IIII, 2b, 2d. Tipo IA, con elementos B, (B1), C1, variante especial de C2 (sortija, zapatilla, una manzana), D o D1, E, (E1), F. En este tipo elementos B1, E1 y F se olvidan con frecuencia.
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
En algunas versiones hay elementos de otros cuentos. En las versiones que carecen de elementos E1 y F un criado le quita el objeto mágico a la heroína. Pertenecen a este tipo siete versiones: Espinosa, Castilla 143; Rael 121, 122, 142, 143; Maspons y Labrós II, 83-85; Milá y Fontanals, Cuentos 8. La versión de Rael 122 termina con elementos sacados del tema de la niña que va a la guerra disfrazada de varón, Cuentos 155 y los romances españoles citados en nuestro estudio de este cuento. Las dos versiones de Rael 142, 143 carecen de elemento B. Hay además dos versiones incompletas: Wheeler 68; Serra i Boldú 149-164. Tipo IB, con elementos B, (B1), C1, variante especial de C2 (sortija o zapatilla), D, E, (F). Entre elementos E y F, las versiones de este tipo añaden algunos episodios sacados, al parecer, de los cuentos de La niña sin brazos: el rey que se marcha a la guerra y deja a la reina al cuidado de la suegra o hermanas; la venganza cruel de la perseguidora o perseguidoras, las cartas cambiadas y la mutilación de la heroína; la ayuda de la Virgen María; el hallazgo de la heroína y sus niños por el rey, etc. Pertenecen a esta extraordinaria variante del Tipo I tres de nuestras versiones: la mejicana de Wagner JAFL XL, 125128; la portuguesa de Athaide Oliveira I, 145; la brasileña de Romero 37. Tipo IC, con elementos B, (B1), C2-C4, D, E, F. Esta variante del Tipo I carece de elemento C1. Dos versiones pertenecen a este tipo: Cuentos 115; Andrade 209. Tipo ID, con elementos B, (B1), variante especial de C2, (E), F. Este tipo es una variante de Tipo IC. Elemento C2 consiste en el episodio del alfiler clavado en la cabeza de la heroína, como en Cuentos 114, 120, 121. El padre de la heroína o uno de sus protectores le saca el alfiler y así la revive. Pertenecen a este tipo dos versiones: Arellano 85; MasonEspinosa PRF III, 2f. Las cuatro versiones hispánicas restantes se rebelan a toda clasificación. Andrade 194 y Consiglieri-Pedroso FLS 1 son versiones demasiado estropeadas y no vale la pena analizarlas. La versión nuevomejicana de Rael 141 y la mejicana de Wheeler 66, sin embargo, merecen atención especial. La versión nuevomejicana es la siguiente: Un príncipe muy devoto de la Virgen María ve un día a cierta muchacha pobre rezando delante de la estatua de la Virgen en la iglesia. Oye a la joven pedirle a la Virgen vestidos y zapatillas, y al volver a su casa el príncipe le envía a la pobre vestidos y zapatillas. Unos vecinos envidiosos le embrujan las zapatillas
para que al ponérselas quede amortecida. La joven va a la iglesia a rezar delante de la estatua de la Virgen y se pone las zapatillas. Inmediatamente queda amortecida como una imagen. Los que la ven creen que es en realidad una imagen. El príncipe mismo cree que es la imagen de una santa, y abandona la imagen de la Virgen para rezarle a la joven amortecida. Dos jovencitas van a pedirle ropas y zapatillas prestadas a la joven y al quitarle las zapatillas la joven revive. El príncipe se casa con la joven. La versión mejicana de Wheeler es todavía más extraordinaria: Empieza el cuento con elementos B, C1 de nuestro cuento. Llega entonces la heroína a la cueva de unos lobos. Los lobos le cuentan que la madrastra envidiosa que a ella la persigue los ha cambiado a ellos, que antes eran príncipes, en lobos. Los lobos matan a la madrastra envidiosa. La joven entonces desencanta a los príncipes, rompiéndole la cabeza al lobo mayor. Sobre los orígenes de nuestro cuento se han expresado opiniones muy diversas. El folklorista inglés Alfred Nutt, en FL III, 26-48, trató de establecer una relación directa entre los cuentos de Blanca Nieves y el lay de Eliduc de Marie de France. Cree que el lay de Marie de France es una forma literaria de un cuento antiguo de origen celta, muy semejante a las versiones populares modernas que de él derivan. Cree, además, que una de las versiones más fieles a la tradición antigua y primitiva es el cuento celta de Gold Tree and Silver Tree, Árbol de Oro y Árbol de Plata, cuento de capital interés e importancia no sólo por ser, al parecer, una de las mejores versiones del cuento primitivo relacionado con el de Blanca Nieves, sino que también por la manera franca y primitiva en la cual se atestigua la existencia de la poligamia en Europa. Nutt cita también otros cuentos y leyendas de los siglos XII-XIV algo semejantes al lay de Eliduc y al cuento moderno de Árbol de Oro y Arbol de Plata, entre ellos el cuento novelesco de Ille et Galeron de Gautier d’Arras, del siglo XII, y sacado, al parecer, del lay de Eliduc. De una época más tardía, del siglo XVII, tenemos la versión extraordinaria del Pentamerone V, 5, que, según Nutt, es también una versión del cuento antiguo celta. Examinemos la versión celta que Nutt considera la más antigua que poseemos del cuento de Blanca Nieves, y veamos qué relación tiene con el lay de Eliduc y el cuento del Pentamerone por una parte, y con los cuentos modernos de Blanca Nieves por otra parte. El cuento del Árbol de Oro y Árbol de Plata, Jacobs 4, 97-101, se puede resumir de la manera siguiente: Cierto rey tenía una esposa llamada Árbol de Plata y una hija llamada Árbol de Oro. Un día fue Árbol de Plata a un pozo donde tenía un pececito, y le preguntó: —Pececito
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mío, ¿no soy yo la mujer más hermosa del mundo? —Claro que no —contestó el pececito—. ¿Quién es? —Árbol de Oro, su hija, es la mujer más hermosa del mundo. Árbol de Plata se fue a sus habitaciones enojadísima. De envidia y de rabia enfermó. Cuando llegó su marido, le dijo que estaba mala y que sólo una cosa podía curarla, comerse el corazón y el hígado de Árbol de Oro. A este tiempo acababa de llegar de lejanas tierras el hijo de un poderoso rey a pedir a Árbol de Oro para esposa. Su padre convino, y la joven se casó con el príncipe secretamente y se fue con él. El padre entonces mató una cabra, le sacó el corazón y el hígado, y se los entregó a su mujer, diciéndole que eran el corazón y el hígado de Árbol de Oro. Árbol de Plata se los comió y pronto sanó y se levantó de la cama. La reina se dirigió otra vez al pozo, donde estaba el pececito, y le preguntó como antes: —Pececito mío, ¿no soy yo la mujer más hermosa del mundo? Y otra vez respondió el pececito: —Claro que no. —¿Pues quién es? —Árbol de Oro. Entonces la envidiosa reina se dio cuenta del engaño del marido y se fue en busca de su hija para matarla. Llegó por fin al palacio donde vivía Árbol de Oro. La hija sospechó sus malas intenciones y no quiso salir a recibirla.—Mete el dedo por la cerradura de la puerta para que tu madre te lo bese —le dijo Árbol de Plata—. Metió la hija el dedo y la madre le clavó un pequeñísimo puñal envenenado. Árbol de Oro cayó al suelo amortecida. Cuando el príncipe la halló, al parecer muerta, no quiso enterrarla. La encerró en una habitación y sólo él entraba a verla. Después se casó otra vez. Un día olvidó en sus habitaciones la llave de la sala donde tenía encerrada a Árbol de Oro. Su segunda mujer halló la llave, abrió la sala prohibida, entró y quedó muy sorprendida al ver a la joven, muerta al parecer. Vio el pequeñísimo puñal metido en el dedo de la joven, se lo sacó y al momento Árbol de Oro revivió. Cuando el príncipe supo que Árbol de Oro había revivido, se volvió loco de alegría, entró adonde estaba y empezó a besarla y a acariciarla. Viendo esto, la segunda mujer le dijo a su marido: —Puesto que ésta fue tu primera mujer, con ella te quedarás y yo me marcharé de tu palacio.—De ninguna manera —dijo el príncipe—. Las dos seréis mis esposas y os quedaréis aquí. La madre envidiosa fue entonces por tercera vez a visitar al pececito y le preguntó como antes, quién era la mujer más hermosa del mundo. Respondió el pececito que Árbol de Oro, y la reina se puso otra vez en marcha para envenenar a Árbol de Oro con una bebida que llevaba. Llegó al palacio donde vivían las dos mujeres con el príncipe. Árbol de Oro no quería salir a ver a su madre, pero por fin salió, acompañada de la segunda mujer del príncipe. Árbol de
Plata ofreció la bebida envenenada a Árbol de Oro, pero la segunda mujer del príncipe le dijo: —En nuestro país es costumbre que el que ofrece una bebida beba primero. Árbol de Plata se llevó la botella a la boca para hacer creer que iba a beber, pero en ese momento la segunda mujer del príncipe le dio un golpe en la botella y la bebida venenosa entró en su garganta, y cayó muerta. Entonces no hubo más remedio que llevarla a casa y enterrarla. Y el príncipe y sus dos mujeres siguieron viviendo muy felices. La relación entre este cuento celta y los cuentos de Blanca Nieves es segura. Ya hemos visto que en muchas de nuestras versiones, en la mayoría de las hispánicas, la perseguidora es la madre y no la madrastra. El elemento de la madre que quiere comerse el corazón y el hígado de su hija es un detalle bárbaro que ya no se repite en los cuentos modernos de Blanca Nieves propiamente dichos. La madre adúltera que actualmente mata a su propio hijo y se lo da de comer al padre es un detalle que se halla en otros cuentos y leyendas. Véase Menéndez y Pelayo, Antología X, 194-196, Romances de Puerto Rico II, Cuentos 152. En el cuento del Pentamerone que más adelante citamos, la madrastra envidiosa quiere darle a su marido de comer con sus propios hijos. Falta en la versión celta de Árbol de Oro y Árbol de Plata el episodio de los ladrones o duendes protectores de las versiones modernas. Este episodio es, al parecer, una sustitución en los cuentos modernos por la protección del marido o de la segunda mujer del antiguo cuento celta, de donde deriva nuestra versión de Árbol de Oro y Árbol de Plata. La poligamia ha desaparecido por completo en los cuentos modernos de Europa, y su presencia en el cuento celta es una supervivencia. Sobre la existencia de la poligamia entre los celtas del siglo VI, Nutt nos ofrece en su artículo algunos datos muy interesantes. El detalle del amortecimiento es fundamentalmente el mismo en las versiones de Blanca Nieves y en la versión de Árbol de Oro y Árbol de Plata. El castigo de la perseguidora es también elemento de una y otras. El lay de Eliduc, Marie de France, Lais 186-224, que Nutt considera una versión literaria del antiguo cuento celta teórico, nos cuenta la siguiente historia: El caballero Eliduc, fiel vasallo del rey de Bretaña, abandona su patria para ir a buscar fortuna en lejanas tierras. Se despide de su mujer, prometiéndole eterno amor y fidelidad. Llega por fin a la tierra de Toteneis y descubre que uno de los reyes de esta tierra no quiere consentir en casar a su hija y es perseguido por los pretendientes. Eliduc le ayuda con sus guerreros, y el rey agradecido le concede terrenos y le hace uno de sus grandes señores. Con el tiempo se enamoran Eliduc y la hija del rey, Guilliadun, y se prometen amor eterno. Eliduc se despide
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
por fin y se marcha para su patria. Su mujer le recibe muy contenta, pero él está siempre muy triste pensando en su amante. Después de algunos años Eliduc decide volver a las tierras de Toteneis a buscar a su amante. Ya vuelve a su patria con ella y un escudero, pero al pasar el mar se levanta una terrible tempestad y los tres están en peligro de ahogarse. Hacen peticiones a los santos y a la Virgen María; imploran la misericordia divina. De repente el escudero grita: —¿De qué nos sirve pedir ayuda a Dios cuando usted, ya casado, lleva consigo a esta otra mujer contra toda justicia y contra la ley de Dios? Cuando Guilliadun oyó estas palabras, cayó en un desmayo. Eliduc entonces cogió al escudero y lo echó en el mar. Al llegar a tierra, llevó el cuerpo de su amante, al parecer sin vida, y lo metió en una capilla. Llegó Eliduc a su casa. Todos los días iba a visitar a su amante en la capilla. La esposa de Eliduc observó la tristeza de su marido y un día fue ella misma a la capilla. Cuando vio a la hermosa doncella, comprendió la tristeza de su marido, y entristeciéndose ella misma se sentó al lado de la amortecida. De repente salió una comadreja corriendo por encima del cuerpo de la desmayada, y el escudero de la mujer de Eliduc la mató con su espada. Llegó entonces el compañero de la comadreja y viendo muerta a su compañera, corrió hacia el bosque y volvió con una flor roja, que puso en seguida en la boca de su compañera muerta y la comadreja revivió. La mujer de Eliduc recogió entonces la misma flor y la puso en la boca de la amortecida, y ésta revivió inmediatamente. —¡Dios mío, cuánto he dormido! —exclamó Guilliadun, al despertar—. Le contó entonces toda su historia a la mujer de Eliduc.—No te pongas triste —le dijo la mujer de Eliduc—. Yo te llevaré adonde está tu amante, yo que soy su mujer. Yo te lo abandonaré y me meteré en un convento. Llega Eliduc y su mujer le cuenta todo lo ocurrido. Eliduc no cabe de contento y abraza a su amante tiernamente. Permite a su mujer tomar el velo. Eliduc y su segunda mujer viven felices mucho tiempo, pero al fin, ellos también, abandonan el mundo, edifican una iglesia y se hacen religiosos. La semejanza entre esta versión del siglo XII, versión que ha sufrido mucho en manos de la autora, y las versiones modernas de Blanca Nieves no es muy notable, pero aumenta mucho si consideramos la versión celta que tiene elementos de ambas. Por eso Nutt cree que la versión celta de Árbol de Oro y Árbol de Plata viene de una versión antigua celta que es la base primitiva de todas. La novia amortecida que Eliduc tiene encerrada en la capilla y que revive cuando la mujer de Eliduc le pone la flor roja en la boca, es sin duda la misma novia amortecida Árbol de Oro que revive cuando la segunda mujer del príncipe le quita el puñal envenenado del dedo, y Blanca
Nieves de los cuentos modernos que revive cuando le quitan el objeto mágico que produce el amortecimiento. El elemento de la poligamia ha sido excluido en la versión de Marie de France de una manera tan artificiosa que denuncia elocuentemente su presencia en la tradición popular que ella sigue. La extraordinaria versión del siglo XVII de Basile, Pentamerone V, 5, es un ejemplo muy notable de nuestro tema, un eslabón entre la versión de Marie de France y el cuento moderno celta. La cruel venganza de la madre en el cuento de Árbol de Oro y Árbol de Plata, artificiosamente cambiada en abnegación de esposa en el cuento de Eliduc y otros semejantes que cita Nutt, es todavía una cruel venganza de esposa, la pobre esposa ultrajada que prepara la venganza, pero que no la consigue, en la versión de Pentamerone. El cuento del Pentamerone es el siguiente: Una hija de un gran señor quiere examinar el huso de una hilandera. Le enseñan el huso, lo examina, se le mete en una uña un pedazo de lino y cae al suelo amortecida. El padre la mete en una casa en el bosque y la abandona. Pasa por allí por casualidad un príncipe, ya casado, y la halla, como en muchos de los cuentos de la niña perseguida. Entra en la casa abandonada y al ver a la joven se acerca y la lleva a la cama. Se va el príncipe y, a su tiempo, la amortecida tiene dos hermosos niños, a quienes cuida un hada. Uno de los niños, buscando el pecho de la madre, mama del dedo donde tenía el pedazo de lino, se lo quita y la madre revive. Vuelve el príncipe y se cuentan cómo ha sido todo. La primera mujer del príncipe sospecha que su marido tiene otros amores, y un secretario del príncipe le dice la verdad. Por engaño envía por los dos niños para matarlos y dárselos a su padre para la comida. El cocinero del palacio esconde a los niños y le sirve al príncipe carne de cabritos. La mujer cree que su marido se ha comido a sus hijos y envía entonces por la madre de los niños, enviándole a decir que el príncipe la espera. Viene la madre de los niños y la mujer del príncipe va a quemarla viva, pero el príncipe llega oportunamente, se da cuenta de todo, manda echar al fuego a su mujer y al secretario falso, y se casa con su amante. En la última parte esta versión es muy semejante a la última parte de los cuentos de Blanca Nieves, excepto que en éstos la perseguidora no es la esposa ultrajada, sino la madre o madrastra envidiosa. Todas estas versiones, la de Marie de France y otras semejantes citadas por Nutt, la del Pentamerone, la celta de Árbol de Oro y Árbol de Plata y las versiones modernas de Blanca Nieves pertenecen a un mismo tema. La teoría de Nutt que el cuento celta de Árbol de Oro y Árbol de Plata es el que conserva la forma más antigua y primitiva que ahora conocemos del cuento antiguo, tal
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
vez celta, me parece no definitivamente probada, pero sí bastante bien documentada. Para más detalles sobre el problema de los orígenes y versiones antiguas, véase en particular Böklen I, 60-155, y II, 53-78. Böklen hace algunas observaciones muy interesantes sobre la relación que puede haber entre nuestro cuento y dos antiguas versiones árabes de las Mil y una noches, que tienen algunos detalles semejantes a nuestro tema.
117. El nombre del diablo BIBLIOGRAFÍA: Versión española peninsular: FCaballero 2, 64-67.—Españolas de América: MasonEspinosa PRF IV, 7, 25.—Italianas: Andrews 23, 47; Archivio XVIII, 89-90; Busk 375-379; Gonzenbach 84; Schneller 55 (Tirol); Tuscan Fairy Tales 5.—Francesa: Cosquin 27; Mélusine I, 150-152; Pineau, Poitou 131-133; Romania VIII, 222-224; RTP II, 31, XIII, 633-634.—Francesa del Canadá: MBarbeau 24.—Flamenca: De Mont y De Cock 258-260.—Bretonas: RTP VIII, 369-371, IX, 279-280; Sébillot I, 48.—Vascuences: Cerquand I, 15; Webster 56-59.—Alemanas: Cox 288, 360; Grimm 14, 55; Jahn 82; Knoop 2; Kuhn 298-299; Lemke II, 122-131 (cuatro versiones); Meier 65; Müllenhoff 299-300, 307308, 409-413; Pröhle 23; Pröhle, Unterhartzische Sagen 210-211; Schönwerth II, 353-355; Schambasch-Müller 23; Strackerjan I, 274-275; Toeppen 138-139; Zingerle 1, 36, y 2, 278-280; ZVFV VII, 444-445.—Danesas: Cox 40, 63.—Islandesas: Arnason I, 49-51; Rittershaus 323-329.—Sueca: Thorpe 168-172.—Holandesas: Hansen, Friesische 148-152.—Inglesas: Cabinet des Fées XII, 31-147; Henderson 258-262; Jacobs 1, 1-9.—Escocesas: Chambers 72-75; FL I, 302-305; Hunt 239-247.—Irlandesas: FL XIX, 78-83; Kennedy, Fireside Stories 63-67.—Eslavas: Chodsko 325-332; Krauss I, 58; Schleicher 91-97; Wratislaw 12.—Magiar: Jones-Kropf 46-49.—Africanas: Chatelain 14; Dayrell 23; Junod 309-313.—Africanas de América: Beckwith 23, 92, 93; JAFL XXX, 198, XLI, 507; Parsons, Andros 68, I, 68, II, 68, V; Parsons, Sea Islands 10, I, 10, II, 11.—Antillanas: Parsons, Antilles I, 38-39, 224-225, 432-433, II, 84-89, 312-313, 379-380, 407408, 508-509.—Clasificación y estudios especiales: Aarne, Estnische Märchen 500; Aarne-Thompson 500; Archiv FLG XIV, 445-448; Boggs 500; Bolte-Polívka I, 109-115, 490-498; Catalogue of Romances I, 865; Chauvin V, 192; Clodd en FLJ VII, 135-161; Cosquin I, 269-272; FL II, 132; Grimm TM II, 548; Hackman 500; JREL III, 214218; Köhler I, 47-48, 64-65, 76-77, 547; Parsons, Antilles
III, 174; Polívka en ZVFV X, 254-272, 325, 382 -396, 438-439; Romania XIII, 158-159; ZRPh II, 351; ZVFV III, 383-384, VI, 172-173; Thompson C430, C431, C432, C432.1, C43, H512, H521, H521.1, H914, H1027, H1092, N475, S221. Nuestro cuento pertenece a un tipo de cuento muy bien conocido en la tradición de Europa. En sus elementos fundamentales el cuento es el siguiente: Un ser sobrenatural, generalmente el diablo, le ayuda a una joven a hilar paja en otro, o sólo a hilar cierta cantidad de material, prometiendo la heroína su persona, su alma o su primer hijo. Todo lo perdona después el ser sobrenatural si la heroína adivina su nombre. El marido de la heroína, un criado u otra persona halla al ser sobrenatural cantando o recitando su nombre y se lo dice a la heroína, la cual puede así librarse del compromiso. Pero las variaciones en los detalles son muy numerosas. El principio del cuento es muy variable y admite a menudo elementos de otros cuentos diferentes o semejantes. De las numerosas versiones que yo he podido examinar podemos establecer la siguiente clasificación de los elementos fundamentales: A. Un pobre hombre o una madre le dice al rey o a otro personaje principal que su hija hila paja en oro. A1. La madre o madrastra castiga a la hija por holgazana o porque se come toda la comida, y cuando pasa el rey u otro caballero principal le dice que la heroína hila paja en oro. A2. El padre o la madre dice que la hija hila una cantidad extraordinaria de material. A3. La madre o madrastra castiga a la heroína y dice que hila una cantidad extraordinaria. B. El rey, o quienquiera que sea el que se casa con la heroína, le ordena hilar la paja en oro o hilar cierta cantidad extraordinaria de material. B1. La madre manda a la hija que hile cierta cantidad extraordinaria de material. B2. Un obispo u otra persona ordena a un labrador construir una iglesia. B3. Se pierde un hombre en un bosque y no sabe cómo salvarse. B4. La heroína es una madre abandonada por su marido, o por otra razón se halla en necesidad de ayuda. C. Se le aparece a la heroína o al héroe de B2 un ser sobrenatural, generalmente el diablo, y le ayuda a salir de apuros, exigiendo como condición de la ayuda las joyas de la joven (C1), que se case con él (C2), su alma (C3), o su primer hijo (C4) cuando se case.
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D. El marido de B3 promete su mujer al diablo. D1. Un duende o diablo quiere casarse con cierta joven. D2. Un diablo o brujo roba a un joven o a una joven. E. El ser sobrenatural vuelve por su prenda o paga, pero todo lo perdona si la heroína o el héroe adivina su nombre en cierto tiempo indicado. E1. El ser sobrenatural vuelve por su paga, pero todo lo perdona si la heroína o héroe se acuerda de su nombre después de cierto tiempo. E2. El ser sobrenatural da libre a la heroína de D y D1 si adivina su nombre. E3. El diablo ayuda a una joven o a dos novios y sólo exige que adivinen su nombre. F. El marido de la heroína, u otra persona de la familia, se encuentra con el ser sobrenatural cantando o recitando su nombre. G. El diablo se desespera al oír su nombre de la boca de la heroína o héroe y generalmente se rompe una pierna y desaparece. H. Mezcla con el cuento algo parecido de las tres hilanderas deformadas de tanto hilar, Aarne-Thompson 501, Grimm 14. En la clasificación arriba establecida entran la mayoría de los detalles de las numerosas versiones examinadas. Los tipos principales de versiones que hallamos en la tradición de Europa son las siguientes: Tipo I. Este tipo tiene elementos A, B, C1, C4, E, F, G. Es el tipo casi perfecto de nuestro cuento y el que seguramente contiene los elementos fundamentales y primitivos del cuento original. Pertenecen a este tipo cuatro de nuestras versiones: la alemana de Grimm 55; la inglesa de Thorpe 168-172; la de los negros de Norteamérica de Parsons, Sea Islands 11; y nuestra bellísima versión castellana 117. Tipo II. Tiene elementos A1, B, C2 ó C4, E, F, G. Pertenecen a este tipo las siguientes versiones: Schneller 55; Zingerle 3, 278-280; Toeppen 138-139; Wratislaw 82-89; Chodsko 325-332. Tipo III. Tiene elementos A2, B, B1, E3, F, G. En estos cuentos la ayuda del sobrenatural está condicionada sólo en que se adivine su nombre. Pertenecen a este tipo las siguientes versiones: RTP II, 31 y XIII, 633-634; MBarbeau 24; Webster 56-59; FL XIX, 78-83; Hunt 239-247. Tipo IV. Tiene elementos B2, C4, E, F, G. Pertenecen a este tipo las siguientes versiones: Cerquand I, 43; Arnason I, 49-51; Müllenhoff 299-300; Clodd en FLJ VII, 152-153.
Tipo V. Tiene elementos B o B1, C3, E1, F, G. Se distingue este tipo de los demás en que la heroína o héroe tiene que acordarse del nombre del ser sobrenatural después de cierto tiempo en vez de adivinarlo. En los demás detalles el cuento sigue a los Tipos I, II, III, IV. Pertenecen a este tipo, con algunas variaciones insignificantes, las siguientes versiones de nuestra bibliografía: Cerquand I, 41-43; Pineau, Poitou 131-133; Mélusine I, 150-151; Jacobs 1, 1-9; Müllenhoff 307-308; y la versión más antigua que conocemos, la francesa de Marie Jeanne Lhéritier de 1705, Cabinet des Fées XII, 31-147. Tipo VI. Este es un tipo especial que desarrolla de una manera extraordinaria elementos D y E sin los otros elementos anteriores. Una bruja paga a sus criados sólo cuando se acuerdan de su nombre después de cierto tiempo señalado, o una bruja que tiene una hija le da de comer sólo cuando adivina su nombre. A este tipo pertenecen los dos cuentos portorriqueños de Mason-Espinosa PRF IV, 7 y 25. En el segundo de éstos el nombre de la madre bruja es el más largo y más difícil de pronunciar y recordar de todos los que conozco en estos cuentos, Yantencanabemorimacacucentellaes. Estas dos versiones de Puerto Rico y nuestra versión abulense 117 son las únicas versiones hispánicas de nuestro cuento que yo conozco. La de FCaballero 2, 64-67, citada en la bibliografía, es del tipo de Grimm 14, las tres hilanderas deformadas, tema relacionado con nuestro cuento, pero ya bastante diferente. Una parte muy considerable de las versiones son fragmentarias y no pertenecen a tipos generales. Ya se ha indicado que en algunas hay mezcla con el cuento de las hilanderas deformadas. Este cuento se ha encontrado principalmente en países germánicos. Esto es debido a que en esos países es donde se han recogido las tradiciones populares con más entusiasmo que en otras partes de Europa. Por eso algunos han pensado erróneamente en los orígenes germánicos de algunos cuentos tradicionales que seguramente son de origen oriental y que se manifiestan en la tradición moderna de Europa en una forma que podríamos llamar paneuropea. En el trabajo citado en la bibliografía, ZVFV X, 382-396, por ejemplo, Georg Polívka cree que los orígenes de nuestro cuento hay que buscarlos en la tradición germánica. Estas opiniones se repiten sin comentario en la obra magistral de Bolte-Polívka muchas veces citada, I, 498. La versión castellana 117 es tan completa y tan importante como la de Grimm y una de las cuatro mejores que existen, Tipo I
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
arriba establecido, con los elementos A, B, C1, C4, E, F, G de nuestra clasificación general. No hay motivo alguno para pensar en orígenes germánicos. Una forma casi idéntica a las versiones de Castilla y de Grimm se halla entre los negros de Norteamérica, Parsons, Sea Islands, arriba citada. La señora Parsons cree que es de origen literario. Pero como ya se ha probado muchas veces que los negros de Norteamérica han recibido muchos cuentos por transmisión española, sospecho que esta versión también es de origen español. Otras versiones no se han hallado en países españoles por la sencilla razón de que nadie las ha buscado. El trabajo interesante de Clodd en FLJ VII, 135-163, está dirigido principalmente a estudiar las ideas y supersticiones de los pueblos primitivos y modernos con respecto a los nombres de las cosas y de las personas. Ha reunido una cantidad extraordinaria de datos y ejemplos para probar que la idea que ha tenido mayor desarrollo en este asunto es la superstición que el que sabe el nombre de otro tiene sobre él un poder sobrenatural, y que por eso todavía persiste entre los pueblos primitivos la idea de no decir uno su nombre, tenerlo en secreto. Esta idea, claro es, parece fundamental en nuestro cuento. El ser sobrenatural que ayuda a la heroína huye desesperado y hasta medio destrozado cuando oye a la heroína pronunciar su extraño nombre.
118. María del Rosario No conozco otras versiones de este cuento. Pertenece, claro es, al tema general de la novia sustituida estudiado magistralmente por Cosquin en RTP XXVIII, 337-350, 385-409, 529-555, pero nuestra versión zamorana es muy diferente de todas las versiones conocidas. Versiones mejor conocidas del tema general son Cuentos 113, 120, 121. En el interesante estudio de Huet en RTP XXII, 1-8, tampoco se citan versiones semejantes a nuestra 118. Los detalles separados del cuento, la madre que sustituye a su hija por la novia verdadera, el medallón que el novio da a la novia y por el cual es reconocido el hijo del rey, la presencia de la heroína en el palacio y el reconocimiento final de la verdadera novia son desde luego detalles bien conocidos en muchas versiones del cuento de la novia abandonada o sustituida; pero el caprichoso principio del sino del príncipe que había de casarse con una joven que se llamara María del Rosario, el extraordinario episodio del desfloramiento y el abandono inmediato de la novia ya encontrada, y el detalle del bautizo hacen de nuestra versión zamorana un tipo muy original de la novia sustituida que parece ser un desarrollo especial hispánico.
119. Los siete infantes BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia 6, 19, y variante; BTPE X, 175-185; Curiel Merchán 63-67, 284-286; Espinosa, Castilla 138, 139, 140, 141; FCaballero 2, 31-43; Folklore Andaluz 305308; Gayangos I, 47-68; Menéndez Pidal PP, 342-344; Primavera 152.—Españolas de América: Andrade 153, 154, 155; Arellano 60, 61, 62; Espinosa SFNM 9; Laval, Cuentos 80-92; Lenz, Consejas 57-76; Mason, Tepecanos 200-203; Rael 123, 124, 125; Wheeler 70, 73, 74, 76.—Portuguesas: Azevedo 391-431; Braga I, 39; Lenz, Consejas 121-123; Trancoso 15; Trancoso en Coelho xviiixix.—Portuguesas de las islas de Cabo Verde: Parsons, Cape Verde I, 97, y variante.—Portuguesa de Brasil: Romero 2.—Catalanas: Alcover VI, 79-95, VII, 269-303; Maspons y Labrós I, 107-110, Cuentos 38-43.—Italianas: Andrews 193-198; Archivio II, 195-202; Coronedi-Berti 5, 19; Crane 17-25, 325-326; Finamore 39, 49; FLR I, 206-208; Gonzenbach I, 5; Gozzi II, 309-417; Nerucci 20, 27, 31; Pitré I, 36; Schneller 26 (Tirol); Straparola IV, 3.—Francesas: Bladé I, 67-82; Cabinet des Fées IV, 191284; Carnoy 15; Cosquin 17; Dolopathos 317-346; PMLA IV, 3 y 4, 1-102; RFF I, 250-251; RTP V, 735-739, X, 479-487, XII, 535-537.—Francesas del Canadá: MBarbeau 27.—Bretonas: Archivio IX, 423, 509-517; Luzel III, 277295; Mélusine I, 206-213; RTP XXIV, 382-384; Sébillot II, 27, 27 bis.—Retorromana: Decurtins II, 13.—Rumanas: Grenville-Murray 106-110; Weigand 241-249.—Latina: Historia septem sapientum II, 80-88.—Alemanas: Busch 25; Curtze 71-75; Fromman II, 263-268; Grimm 49, 96; Haltrich 1; Jegerlehner 100-103; Kuhn-Schwartz 257-258; Lemke II, 53; Marbach 36; Meier 72; Meier, Sagen 330338; Peter II, 199-202; Simrock VI, 209-282; Weil III, 274-311; Wesselski, 64; Wolf, Hausmärchen 168-177; Zingerle 1, 112-119, 157-173.—Islandesas: Arnason II, 227-235.—Inglesas: Thoms III, 15-149.—Eslavas: Archiv SP II, 626-627, V, 61-64; Boehm-Specht 228-229; Coxwell 540-552; Krauss II, 148; Magnus 269-273; Petrovich 353-361; Wratislaw 138-141.—Gitanas: Aichele 93-98, 118-129, 197-201; Groome 67-72.—Georgiana: Dirr 42-45.—Magiar: Jones-Kropf 337.—Griegas: Dozon 2; FL X, 499-500; Garnett II, 185-193, 453; Hahn II, 69, y 464-471; Legrand 77-93.—Turcas: Kunos 53-73; Menzel II, 129-159.—Armenia: Macler 71-79.—Árabes: Mil y una noches, Galland III, 432-489; Rivière 7174 (Cabilia); Spitta-Bey 137-151; ZDMG XXXVI, 259-265.—Marroquí: Légey 7.—Africanas: Dayrell 1119; Equilbecq II, 83-87; Ferrand 184-191; Frobenius III,
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
39, 40; Harris, Hausa 106-111; Hollis 177-178; Jacottet I, 190-195; Nassau 168-173; Tremearne 317-322; ZAOS VI, 213-221.—Indias: Bradley-Birt 150-152; Day 236-256; Frere 55-71; Indian Antiquary XX, 142-147, XXII, 315321; Jacobs 3, 156-178; Knowles 397-414; Mahabharata I, 142-144; NINQ II, 340, III, 63; Satapatha Brahmana V, 70; Stokes 20; Swynnerton 159-165.—China: Buddhist Records II, 71.—Siamesa: Asiatic Researches XX, 348.—Filipinas: JAFL XIX, 265-272, XXIX, 228-229.—Clasificación y estudios especiales: Aarne, Estnische Märchen 707; ArneThompson 707; Bolte en ZFDA XXXVIII, 272-288, XLII, 1-53, y en ZRPh XXI, 176-191, XXV, 1-44; Boggs 81-82; Bolte-Polívka I, 427-434, II, 380-394; Chauvin VII, 95-99, VIII, 206-208; Cosquin I, 190-200; Cosquin, Études 199264; Espinosa en Romanic Review XII, 135-145; FLR III, 180-183; Germania XXXVI, 375-376; Grimm TM I, 426430; Hackman 707; Hahn II, 471-474; Hartland PP I, 186187; Loiseleur Deslongchamps 86-87; Mélusine I, 213-215; Menéndez Pidal, Leyenda 175-204; Müller en Germania I, 418-440; PMLA IV, 3, 4; Revue Celtique XXXIV, 182-202; Romania II, 490, XIX, 314-340, XXI, 62-67, XXIII, 445449, XXVIII, 421-426, XXX, 404-409, XXXIV, 206-214; Thompson ENAI, 387-389; Wesselski 254-255; ZVFV VI, 60-61, XVI, 244; Thompson B132, D161, D232, D361.1, D536, D536.1, D723, D723.1, D723.2, F545.2.1, H71.1, H71.2, H71.3, H71.7, H151.1, H175.1, H1321, H1331.1, H1381, H1381,2.2.1, K2115, K2117, L50, L162, N201, N455.4, N825, Q2, Q261, Q455, Q455.1, Q456.1, R124, R131.2, R131.4, R195, S142, S301, S332, S401, S410, S435, S451, T555, T586.1, T586.1.2. El tipo especial de la mujer perseguida al cual pertenece nuestra versión conquense 119 es el bien conocido cuento del Pájaro de la verdad, Aarne-Thompson 707, Grimm 96, Cosquin I, 17, etc. Este tipo especial, que a veces se halla mezclado con otros tipos semejantes que más adelante estudiamos, lo podemos dividir, según la clasificación de Bolte-Polívka II, 391, en tres partes principales: A. Las jóvenes jactanciosas. Tres hermanas hablan y cada una hace su promesa especial en caso de que se case con el rey u otro personaje principal. La menor promete que si el rey se casa con ella, tendrá tres hijos (el número varía desde uno hasta siete) con estrellas en la frente, cabellos de oro u otra señal particular. Se casa el rey con ella y cumple ella su promesa. B. La sustitución. Las hermanas envidiosas roban a los recién nacidos y sustituyen por ellos sendos animales, perros, gatos, etc. Los niños son echados al río en una caja y un buen hombre los recoge y cría. En algunas versiones
no hay sustitución. Se acusa a la madre de haber dado a luz animales como en las versiones ya conocidas de la niña sin brazos, etc. C. La búsqueda de los tres objetos maravillosos, pájaro, árbol, agua. Los niños perseguidos se marchan a buscar a su padre con la ayuda de algún ser sobrenatural. Por consejos del ser sobrenatural, o porque lo exigen las hermanas envidiosas, los niños consiguen los tres objetos maravillosos. El pájaro dice la verdad, el rey reconoce a sus hijos y saca a la madre de donde estaba enterrada hasta los pechos o de la cárcel. Estos tres elementos o partes fundamentales se hallan ya en las dos formas occidentales más antiguas que conocemos, la versión de Straparola y la de Trancoso. Estas dos versiones literarias de Occidente del siglo XVI son de capital importancia porque nos ofrecen una forma bien definida que ha alcanzado un desarrollo extraordinario en la tradición moderna. La versión de Trancoso es evidentemente una versión sacada de la de Straparola o de una muy semejante de la tradición oral. Doy un resumen, por consiguiente de la de Straparola IV, 3: La menor de tres hermanas promete que si se casa con el rey tendrá de un solo parto tres hijos con cabellos de oro, cadenas de oro en sus cuellos y estrellas de oro en sus frentes. Se casa el rey con ella. Durante su ausencia de la corte la reina da a luz los tres hijos prometidos, dos niños y una niña. La suegra y las dos hermanas envidiosas sustituyen tres perritos y le anuncian al rey el monstruoso parto. La reina es condenada a vivir en un lugar asqueroso y feo, y los niños son echados al río en una caja. Un molinero los recoge y su mujer los cría. El molinero y su mujer se enriquecen con las perlas que caen de los cabellos de los niños. Por fin los niños crecen y se marchan a la ciudad real. El rey los observa y los invita a comer, pero la suegra, al saberlo, exige que la niña le traiga el agua que baila. Con la ayuda de una paloma los hermanitos la consiguen. La suegra entonces desea que la niña le traiga la manzana que canta. Otra vez los hermanitos consiguen el objeto maravilloso. La suegra entonces desea que le traigan el pájaro que canta (el pájaro de la verdad). Los hermanitos se marchan en busca del pájaro, pero esta vez son convertidos en piedra. La hermanita misma se marcha entonces a buscar a sus hermanos, halla el pájaro que canta, desencanta a sus hermanos, y los tres se dirigen al palacio del rey con los tres objetos maravillosos. Cuando llegan, el rey los recibe gustoso, el pájaro declara la verdad, se liberta a la madre y las dos hermanas envidiosas y la suegra son quemadas vivas. Además de la versión portuguesa de Trancoso hay otras del siglo XVI posteriores, todas ellas sacadas, al parecer, de la
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
misma antigua tradición documentada por Straparola. Véase para esto Bolte-Polívka 11, 391-392. Muy semejante a esta forma literaria occidental del siglo XVI es también el cuento árabe de las Mil y una noches de Galland, de fines del siglo XVI, III, 432-489, Weil III, 274-311, cuento de Las dos hermanas envidiosas de la menor. Doy un breve resumen: La menor de tres hermanas promete al Shah dar a luz un hijo con el pelo la mitad de oro y la mitad de plata, que llore perlas en vez de lágrimas y cuya boca sea como una rosa. Todo se cumple y las hermanas envidiosas echan al niño en el río en una canasta y sustituyen por él un perro muerto. Al año siguiente la reina da a luz otro niño maravilloso como el primero. Es sustituido por un gato. Al tercer año nace una niña, la cual es sustituida por un palo. Encierran a la reina en una cárcel y los niños son recogidos por un jardinero que los cría. Una vieja visita al rey y le dice que en su jardín faltan tres cosas, el pájaro que habla, el árbol que canta y el agua dorada que baila. Se marcha el hermano mayor a buscar los tres objetos maravillosos, pero, desobedeciendo los consejos de un viejo derviche, es convertido en piedra. El hermano segundo sufre la misma suerte. La hermanita se marcha entonces en busca de sus hermanos, los halla y los desencanta y consigue los tres objetos maravillosos. Un día los hermanos encuentran al rey y aconsejados por el pájaro le convidan a comer. Le preparan un guiso de pepinos rellenos con perlas. El pájaro habla y explica todo y el rey reconoce a sus hijos. Las hermanas envidiosas confiesan la verdad y mueren descuartizadas. Según Chauvin VII, 95, el cuento de Galland no es muy antiguo y fue, al parecer, recogido por el autor de la tradición oral. Esta es la opinión también de Coote en FLR III, 178-191. En vista de esta importantísima versión oriental del siglo XVII, tan semejante a nuestra forma occidental documentada por Straparola, Trancoso y otros en el siglo XVI, es evidente que las dos formas del cuento son de las mismas fuentes primitivas, orientales de seguro, y relacionadas con cuentos de otros tipos, como el del caballero del cisne que más adelante citamos. Las versiones modernas son muy numerosas. Nuestra bibliografía contiene versiones de todas partes de Europa, de África, de Asia y de América. Las versiones modernas de India son numerosas y tienen su desarrollo especial. La mayoría de las versiones modernas se caracterizan por faltar en ellas una de las tres partes fundamentales arriba citadas. La falta de la primera es muy frecuente. Es difícil determinar si parte A, las jóvenes jactanciosas, pertenece a la versión primitiva o no. Es muy notable que falte por completo en trece de las quince versiones de India y en ocho de las nueve de África que he examinado. Esta parte del cuento se halla, sin embargo, en
la gran mayoría de las demás versiones de Europa, Arabia y países mahometanos y de América. La segunda parte del cuento, B, la sustitución, es característica de la mayoría de las versiones de todas partes. Parte C, la búsqueda de los objetos maravillosos, es también característica de la mayoría de las versiones, exceptuando las africanas. Pero si tomamos en cuenta no sólo los tres elementos fundamentales que constituyen las partes principales en que se dividen la mayoría de las versiones, según indican Bolte y Polívka, sino también otros elementos importantes, las versiones modernas se dividen en tres grupos principales: I. Versiones mahometanas y eslavas cuyos elementos fundamentales son los siguientes: parte A definitivamente desarrollada; los niños perseguidos son dos gemelos; su señal distintiva es el tener cabellos de oro; la madre es vilmente tratada e insultada; la transformación de los niños en animales en algunas versiones; la declaración de la verdad por un ser sobrenatural o por los niños mismos; la falta completa de parte C, o sea la búsqueda de los objetos maravillosos por los niños perseguidos. II. Versiones occidentales de Europa, románicas, que desarrollan los siguientes elementos: parte A definitivamente desarrollada; el parto maravilloso, generalmente más de dos, algunas veces siete; las señales distintivas de los niños son las estrellas, sol o luna en la frente; la madre es emparedada o enterrada hasta medio cuerpo; desarrollo extraordinario de parte C, la búsqueda de los tres objetos maravillosos; la declaración de la verdad por el pájaro. III. Versiones de India y África, que se diferencian en detalles muy importantes de los dos grupos primeros. Faltan en la mayoría de estas versiones parte A, las jóvenes jactanciosas, y las señales especiales en los niños; parte C, la búsqueda de los objetos maravillosos falta en la mayoría de las versiones africanas y en un poco menos de la mitad de las de India. Las versiones germánicas y griegas llevan elementos de los grupos I y II. Las versiones del grupo II, por consiguiente, las románicas, son las que mejor desarrollan el cuento en sus tres partes fundamentales A, B, C. En la mayoría de las versiones de India y África falta parte A, y en las mahometanas y eslavas falta por completo parte C. Nuestra versión española 119 es en general una versión típica del grupo II, pero falta en ella parte C como en las del primer grupo. Esto es debido, en mi opinión, a una confusión del cuento con elementos de la leyenda española de los Siete infantes de Lara y tradiciones semejantes con respecto al parto maravilloso, porque la parte C se halla en casi todas las versiones españolas e hispánicas.
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
Volvamos ahora nuestra atención a las versiones hispánicas. Las de la tradición oral moderna que yo he podido examinar son cuarenta y cinco. Treinta y cuatro son españolas de España y América o Filipinas de origen español: Ampudia 6, 19, y variante; Andrade 153, 154, 155; Arellano 60, 61, 62; BTPE X, 175185; Cuentos 119; Curiel Merchán 63-67, 284-287; Espinosa, Castilla 138, 139, 140, 141; Espinosa SFNM 9; FCaballero 2, 31-43; Folklore Andaluz 305-308; JAFL XIX, 265-270, 271272, XXIX, 228-229; Laval, Cuentos 80-92; Lenz, Consejas 57-76; Mason, Tepecanos 200-203; Menéndez Pidal PP 342344; Rael 123, 124, 125; Wheeler 70, 73, 74, 76. Siete son portuguesas: Azevedo 391-431; Braga I, 39; Parsons, Cape Verde I, 97, y variante; Romero 2; RomeroBraga en Lenz, Consejas 121-123 (dos versiones). Cuatro son versiones catalanas: Alcover VI, 79-95, VII, 269-303; Maspons y Labrós I, 107-110, III, 38-43. Nuestras versiones hispánicas son bastante numerosas para hacer de ellas un estudio detallado e importante de sus principales elementos. La mayoría de ellas pertenecen al tipo general que contiene las tres partes importantes A, B, C de las versiones de Straparola y Trancoso. Haciendo una clasificación más detallada observamos que las cuarenta y cinco versiones hispánicas contienen entre unas y otras los siguientes elementos fundamentales: A. Tres hermanas casaderas hablan sobre lo que cada una hará si se casa. La hermana menor declara que si ella se casa con el rey, dará a luz tres niños (el número varía) con alguna señal definitiva en la frente, estrella, sol, luna, etc., cabellos de oro, coronados. El rey pasa por su casa en ese momento, oye lo que dice la menor y decide casarse con ella. Las dos hermanas mayores se casan con oficiales del rey o con otros, o no se casan. Envidian a la menor. B. A su tiempo la reina cumple su promesa y da a luz tres niños con las señales en la frente, con cabellos de oro, etc. El número de los niños es 1 (B1), 2 (B2), 3 (B3) ó 7 (B7). C. El rey no está en casa; generalmente se ha marchado a la guerra. Las hermanas envidiosas asisten a la reina (en algunas versiones la suegra es la que asiste a la reina) y sustituyen tres perrillos por los niños. Al rey le escriben que la reina ha dado a luz tres perrillos. El rey escribe que los dejen vivir, pero ellas algunas veces los matan. Algunas veces sólo se acusa a la reina de haber dado a luz tres perrillos y no hay sustitución. D. Los niños robados son echados al río en una cesta y un buen jardinero, pescador u otro personaje caritativo, los recoge y los cría con la ayuda de su mujer. En algunas versiones es la Virgen María o una buena hada o bruja la que los recoge y cría.
E. Cuando los niños crecen, uno de los hijos del hombre que los ha criado maltrata a uno de ellos, tratándole de bastardo algunas veces, como en la leyenda de los Infantes de Lara, y por eso se marchan por el mundo a buscar a su padre. Otras veces se marchan a buscar los tres objetos mágicos de elemento F. F. Los niños llegan en sus aventuras al palacio del rey su padre. Generalmente les ha ayudado un ser sobrenatural, una hada, la Virgen, la misma bruja que les ha criado, etc. El rey los ve y se prenda de ellos y los invita a comer. Las hermanas envidiosas procuran de todas maneras posibles matarlos o envenenarlos. Los envían a buscar los tres objetos maravillosos, los dos primeros son encantados en su búsqueda, generalmente convertidos en piedras, la hermanita (la tercera o última es hembra) va por fin, los desencanta y vuelve al palacio con los tres objetos, generalmente el agua que baila, el árbol que canta y el pájaro que habla. G. El rey se sorprende al ver los tres objetos maravillosos, habla con los niños y con el pájaro, y el pájaro le declara la verdad de todo. En algunas versiones, en nuestra 119, por ejemplo, falta todo el episodio de la búsqueda de los tres objetos mágicos y los niños son los que dicen la verdad al rey (G1). En otras versiones el rey se da cuenta de la verdad cuando al pasar por donde la madre está encarcelada, los niños se detienen a saludar a su madre y le sale a ella leche de los pechos y les cae en la boca a los niños. En el cuadro siguiente podemos observar la frecuencia con la cual ocurren todos estos elementos fundamentales en las cuarenta y tres versiones españolas, portuguesas y catalanas y en el grupo general hispánico.
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Versiones
Versiones
Versiones
Versiones
españolas
portuguesas
catalanas
hispánicas
A
34 20 (59%)
7 5 (71%)
4 2 (50%)
45 27 (60%)
B
22 (65%)
4 (57%)
2 (50%)
28 (62%)
B1
1 (3%)
0
0
1 (2%)
B2
13 (38%)
1 (14%)
2 (50%)
16 (35%)
B3
16 (47%)
6 (86%)
2 (50%)
24 (53%)
B7
4 (12%)
0
0
4 (9%)
C
29 (85%)
7 (100%)
3 (75%)
39 (86%)
D
32 (94%)
7 (100%)
4 (100%)
43 (95%)
E
10 (29%)
0
0
10 (22%)
F
25 (73%)
5 (71%)
4 (100%)
34 (75%)
G
26 (76%)
5 (71%)
4 (100%)
35 (78%)
G1
6 (17%)
2 (28%)
0
8 (18%)
Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
La versión hispánica primitiva y fundamental consistía, al parecer, de elementos A, B, B3, C, D, F, G, elementos que ocurren en versiones, desde 53 hasta 95%. Elemento E ha sido introducido en diez versiones por mezcla de incidentes sacados de la leyenda de los infantes de Lara. En cinco de las versiones hispánicas hay también una mezcla con el cuento de La cenicienta, Cuentos 111-112, en el principio. De la mezcla de nuestro cuento con otros tipos de cuentos semejantes ya se ha hablado. La relación con el cuento de Los niños cisnes se deja ver también en la parte tercera de nuestro cuento, elemento C de la versión de Straparola y F de nuestra clasificación. Hay una semejanza muy notable en todos los planes que ponen en obra las hermanas envidiosas para matar a los niños, tratando de envenenarlos, enviándolos por los objetos mágicos para encantarlos, convirtiéndolos en piedras, su desencanto por la hermanita, etc., con los detalles de la mala suegra del cuento de Los niños cisnes que envía a un familiar suyo para que les quite las cadenas y no puedan recobrar su forma humana, etc. Como ocurre con la mayoría de los cuentos que estudiamos, nuestro cuento, aun en su tipo especial ya trazado, tiene hondas raíces tradicionales y está a veces mezclado con elementos de cuentos de otros tipos semejantes. Claro es que, perteneciendo al grupo general de la niña perseguida, muchas de nuestras versiones andan mezcladas con elementos característicos de otros cuentos de ese grupo, particularmente la presencia de la suegra o hermanas perseguidoras que cambian la cartas, sustituyen animales por los niños de la reina, etc., como en Cuentos 99-110 ya estudiados. Muchos de estos elementos pertenecen a las tradiciones, creencias, costumbres y supersticiones de casi todos los pueblos, primitivos y de allí han entrado en los cuentos de diversos tipos. El parto maravilloso de nuestra versión 119 pertenece en realidad a tradiciones muy antiguas y está relacionado con la primitiva creencia de que la mujer que daba a luz a más de un hijo a la vez era adúltera, y por eso en nuestra versión, como en la leyenda de los Infantes de Lara y otras tradiciones semejantes, la madre se avergüenza y quiere esconderlos del marido. Véase para todo esto Menéndez Pidal, Leyenda 183-190, Espinosa en Romanic Review XII, 136-145, Primavera 152, RTP XIII, 680, XXIV, 52-53, y Weber MR I, xlii-xliv. Con la leyenda del parto maravilloso, particularmente cuando se trata de siete o más hijos, está estrechamente relacionada en las tradiciones orientales y occidentales la sustitución de animales por los niños o la falsa acusación de haber dado a luz animales en vez de seres humanos. En todo esto hay también raíces muy hondas, pues se trata de primitivas creencias y supersticiones. Véase
Huet en Romania XXXIV, 214, MacCulloch 263 y RTP IX, 267. La presencia de animales, sustituidos por los niños o supuestos, puede también explicarse en nuestro cuento como mezcla de los cuentos de los niños transformados en animales por una bruja o madrastra hechicera, Cuentos 114, o por la maldición del padre o madre, Cuentos 148. Cuentos 148, sin embargó, es muy sencillo y trata sólo del cambio de los siete hermanos en cuervos por la maldición del padre y de su desencanto cuando la hermanita los halla y les da a cada uno un beso. El cuento que ha dado, al parecer, origen a algunas formas de nuestro cuento del tipo de Cuentos 119, Grimm 96 y Aarne-Thompson 707, y que se ha mezclado con algunas de sus versiones a la vez que con otras del cuento general de la mujer perseguida, de los hijos transformados en animales, particularmente Cuentos 148 y Aarne-Thompson 451, es el célebre cuento del Caballero del cisne, o de Los niños cisnes, que por la virtud de las cadenas de oro que llevaban al cuello, se cambian en cisnes cuando deseaban, quitándose las cadenas del cuello, y recobraban su forma humana al ponérselas. Esta famosa leyenda, relacionada, como queda dicho, con todas las formas de nuestro cuento arriba estudiado, a la vez que con Cuentos 148 y otros semejantes, la hallamos ya bien desarrollada en una bellísima y encantadora versión occidental del siglo XII, la del Dolopathos o el cuento de Historia septem sapientum II, 80-88, de Juan de Alta Silva. Según la opinión de la mayoría de los eruditos que han estudiado esta tradición, el cuento de Los niños cisnes lo sacó Juan de Alta Silva de la tradición oral para incorporarlo en la redacción que hacía del Libro de los siete sabios, de origen oriental. La versión latina de Juan de Alta Silva puede resumirse de la siguiente manera:
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A. Cierto joven principal anda cazando y se encuentra por casualidad con un hada que está bañándose en una fuente. Le quita una cadena de oro que tiene en la mano y así el hada pierde sus poderes sobrenaturales. El joven la requiere de amores y ella le acepta. Inmediatamente se abrazan y ella le declara que dará a luz siete hijos de un parto. Se la lleva el joven a su casa, a pesar de las protestas de la madre. B. Nacen los siete hijos, seis varones y una hembra, cada uno de ellos con una cadena de oro al cuello, pero la suegra sustituye por ellos siete perrillos, y le dice a su hijo que son los hijos de su mujer. C. El marido indignado manda que su mujer sea enterrada en el corral hasta los pechos, donde le dan
IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
las sobras de la comida y la tratan de una manera vil. D. La suegra entrega los niños a un criado para que los lleve al bosque y los mate. El criado les tiene lástima y los abandona en el bosque, donde un ermitaño los halla y los cría con la leche de una cierva. E. Muchos años después, el padre, mientras que anda cazando por las montañas, se encuentra con los niños y observa sus cadenas de oro. Los niños huyen y no los puede alcanzar. Vuelve y le cuenta todo a su madre. F. La suegra envía al criado otra vez al bosque para buscar a los niños y darles muerte. El criado los halla nadando en una laguna en forma de cisnes. Las cadenas de oro les dan el poder de transformarse en cisnes cuando quieren, quitándoselas. El criado roba las cadenas de los seis varones y se las lleva a la mala suegra, la cual ordena a un platero que haga una copa de ellas. El platero las halla demasiado duras y apenas logra echar a perder una. G. Los seis cisnes privados de sus cadenas ya no pueden recobrar su forma humana y son llevados por la hermanita, cuya cadena no había sido robada, a la casa de su padre, donde ella pide comida para sus hermanos. Uno de los caballeros del padre observa la cadena de oro de la joven y se lo dice al padre. La mala suegra se entera de todo y trata de darle muerte a la joven, pero no logra su propósito. H. La hija habla con el padre y explica todo. El padre ordena que se traigan las cadenas, se las pone en el cuello a los cisnes, y en seguida todos recobran su forma humana, excepto el de la cadena estropeada. I. La madre hada se reúne con su marido y sus hijos y la mala suegra toma su lugar en el corral. El cisne de la cadena estropeada es el cisne de la leyenda de Lohengrin y uno de los hermanos es el caballero del cisne. De la versión latina de Juan de Alta Silva se deriva la francesa del siglo XIII de Hervey, Dolopathos 317-346. Hay otras versiones posteriores, entre ellas la española de la Gran conquista de Ultramar, Gayangos I, 1-68. Esta versión es todavía muy fiel a la forma de Juan de Alta Silva, y por ser la más antigua que encontramos en la tradición literaria de España doy un breve resumen siguiendo la clasificación de elementos de la versión latina arriba establecida: A. La princesa Isomberte se escapa de la corte del rey su padre por no casarse contra su gusto. Pasa el mar en
una barquilla y desembarca en las tierras del conde Eustacio. El conde la halla escondida en el hueco de un árbol. Se la lleva a su casa y a pesar de las protestas de su madre, se casa con ella. B. Mientras que el conde se va a la guerra, la condesa da a luz siete hijos. Un ángel les pone cadenas de oro al cuello. La suegra cambia las cartas que le anuncian al conde el maravilloso parto, diciendo que la condesa ha dado a luz siete perrillos. El conde escribe que se les deje vivir, pero la suegra cambia otra vez las cartas, diciendo que se les dé muerte. C. Este elemento falta por completo. D. Elemento fundamentalmente idéntico al de la versión latina. E. Elemento fundamentalmente idéntico al de la versión latina. F. Elemento también idéntico al de la versión latina, excepto que los siete hijos son todos varones. G. Elemento en general muy parecido al de la versión latina. Cuando el conde sabe la verdad, la madre insiste en que la inocencia de la madre se decida en torneo. Un ángel lleva la noticia de lo que va a ocurrir al hijo que se ha quedado con su cadena y que ha podido recobrar su forma humana, y éste lucha por su madre victoriosamente. H. Elemento idéntico al de la versión latina, I. Detalles un poco diferentes, pero el fin es fundamentalmente el mismo que en la versión latina. Para más detalles sobre las versiones posteriores al siglo XIII de Los niños cisnes, la leyenda de Lohengrin, las fuentes germánicas y orientales del cuento, la leyenda del Caballero del cisne, etc., véase Chauvin VIII, 206-208, Gaston Paris en Romania II, 490, XIX, 314. 340, XXX, 404-409, XXXIV, 206-214, Krüger en Romania XXllI, 445-449, XXVIII, 421-426, Bolte en ZFDA XXXVIII, 272-288, XLII, 1-53, Bolte-Polívka 1, 427-434, Orígenes I, CXLIX. La relación entre esta bellísima leyenda de los niños cisnes y nuestro cuento del tipo primeramente estudiado, Cuentos 119, es muy notable. Esta relación puede ser debida al origen común de algunos de los elementos en las tradiciones, costumbres y creencias primitivas o a una confusión o mezcla de elementos de cuentos semejantes. La versión española de los niños cisnes de la Gran conquista de Ultramar, que es una verdadera versión antigua, tiene ya un principio muy diferente del de la versión latina de Juan de Alta Silva, la princesa que se escapa de la corte del rey su padre para evitar un matrimonio odioso, episodio capital y fundamental de las versiones de la mujer perseguida del
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
tipo de Cuentos 109-110, Aarne-Thompson 510B, etc. Las partes A y C del cuento del Pájaro de la verdad no entran para nada en la leyenda de Los niños cisnes. Las promesas de las hermanas jactanciosas de parte A, sin embargo, son un eco, débil si se quiere, pero definitivo, de la profecía de la recién casada hada del cuento de Juan de Alta Silva, que declara que ha de dar a luz siete hijos con cadenas de oro en los cuellos. La tradición de las señales especiales en los recién nacidos es antiquísima y en sus formas primitivas era tal vez debido a la natural semejanza física entre padre e hijos, los hijos del los tenían el los en la frente, etcétera. Véase Jataka 248 y Mahabharata III, 436-440. En un cuento griego, Garnett II, 185-193, encontramos hasta un niño con brazos de oro, eco tal vez de alguna versión de la niña sin brazos en la cual la heroína recobra sus brazos, pero de oro. La mezcla de elementos de los dos grupos distintos de cuentos, el cuento del Pájaro de la verdad y el de Los niños cisnes, es muy notable en la parte que tiene que ver con el nacimiento de los niños, la envidia de las hermanas o mala suegra, la sustitución o falsa acusación, el castigo de la madre y la suerte de los niños hasta que encuentran al padre, prescindiendo, naturalmente, de la búsqueda de los objetos maravillosos, que no se halla nunca en los antiguos cuentos de Los niños cisnes. En esta parte de los dos cuentos diferentes entran elementos no sólo de estos dos cuentos importantes y distintos, sino que también elementos semejantes de otros cuentos de la mujer perseguida, Cuentos 89, 99-105, Aarne-Thompson 706. Una comparación minuciosa en estos detalles sería enojosa e inútil. La presencia de siete hijos en vez de dos o tres en el cuento del Pájaro de la verdad, por otra parte, hace surgir en la imaginación popular los detalles de cuentos semejantes al nacimiento de los siete Infantes de Lara, y éstos llegan a incorporarse de tal manera en el cuento primitivo que hacen olvidar la parte de la búsqueda de los objetos maravillosos, para terminar con el reconocimiento inmediato de los hijos abandonados por parte del padre como en nuestra versión 119. Y los niños que se convierten en cisnes por la virtud de sus cadenas de oro y su madre hada los vemos otra vez en versiones modernas, si bien muy diferentes, en los cuentos del tipo de Grimm 25 y 49 y Cuentos 148. Las aventuras de los niños del cuento del Pájaro de la verdad buscando los tres objetos maravillosos son, desde luego, semejantes a las del hijo menor perseguido por sus dos hermanos envidiosos cuando busca los objetos maravillosos para curar al rey su padre, Grimm 57 y 97, Cuentos 143, Aarne-Thompson 506, 507, 508, 550, 551, Bolte-Polívka I, 503-515, II, 394401. El agua que baila de algunas de nuestras versiones es
en realidad el agua de la vida del cuento del hijo menor que busca remedios maravillosos para curar a su padre, y sirve para que recobre su salud la inocente madre, que emparedada y a pan y agua estaba ya casi para morir cuando los hijos son reconocidos por el padre, por ejemplo, en las tres versiones españolas Ampudia 6, Arellano 60 y Laval, Cuentos 80-92. El origen de nuestro cuento hay que buscarlo en tradiciones orientales. El mismo cuento de Los niños cisnes, tan estrechamente relacionado con el nuestro, es, en mi opinión, de origen oriental. Juan de Alta Silva no lo sacó de la redacción oriental del Libro de los siete sabios, pero sí de tradiciones de origen oriental. Las opiniones de algunos eruditos, entre ellos Gaston Paris y Huet, Romania II, 490, etc., de que la leyenda se desarrolló en Europa, lejos de convencerme me parecen absurdas. Orientales son las más antiguas versiones de cuentos semejantes. Doy dos ejemplos notables, dos versiones antiguas de India y China, las dos relacionadas directamente con nuestro cuento y con el de Los niños cisnes. La primera es de India, sacada de un comentario sobre el Angutera Nikaya, texto budista del siglo V en Buddhagosha, que puede verse en traducción inglesa en JRAS, año 1893, 540552. Doy un resumen muy breve: Una santa mujer, discípula de Buda, vuelve a la vida por última vez como una mujer muy pobre. Hallándose una planta de loto, la regala juntamente con un poco de arroz a cierto asceta. Este pronostica que tendrá la mujer tantos hijos como las semillas de arroz y que de sus pies caerán, al andar, flores de loto. La semejanza entre este episodio y algunos detalles de la parte A de nuestro cuento y las declaraciones proféticas de la recién casada hada del cuento de Los niños cisnes salta a la vista. Pero hay todavía más. Vuelve a nacer la heroína en la flor del loto y un eremita la halla y la cría. De sus pies, al andar, caen flores del loto. Un rey se casa con ella. Se va el rey a la guerra y la nueva reina da a luz quinientos hijos. Las otras mujeres del rey roban los niños y los echan al mar, cada uno en una caja. Por ellos sustituyen un pedazo de madera ensangrentado. El rey destierra a la madre, pero después los niños son encontrados y, por medio de una carta que el rey de los dioses había metido en una de las cajas, el rey los reconoce y sabe la verdad de todo. En esta versión de la antigua India tenemos ya los detalles fundamentales de nuestros cuentos: el matrimonio del rey con una mujer de baja condición; la promesa o profecía del parto maravilloso; las hermanas o mujeres envidiosas; la sustitución (el palo sustituido por uno de los niños se halla en versiones modernas); la persecución de los niños que son echados al río, su reconocimiento por el rey y la libertad
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
de la madre inocente. De las tres partes importantes de las versiones modernas del tipo de Cuentos 119, A, B, C, parte A está ya anunciada, B definitivamente desarrollada en una de sus formas típicas, siendo las envidiosas y malhechoras las otras mujeres del rey, como es natural en un país donde se practica la poligamia, y parte C, los detalles de la búsqueda de los objetos maravillosos, falta por completo. Para los orígenes orientales de estos elementos véase Cuentos 143. El otro cuento oriental es del siglo VII y es uno que se halla también en versiones modernas de India muy semejantes al nuestro, Frere 55-71, por ejemplo. Es el cuento del escritor chino Yuan Chuan, Budhist Records II, 71, que nos describe en su famosa obra Si-Yu-Ki las costumbres y creencias de los pueblos de India. Doy un breve resumen: Cierto rey de India se casa con una bellísima joven, y los agoreros de la corte pronostican que la nueva esposa dará a luz mil hijos. Da a luz un ramo de loto con un hijo en cada hoja. Las otras mujeres del rey la acusan falsamente y echan el ramo de loto en el río. Un rey vecino los halla y cría. Guerrean contra su padre, pero la madre los reconoce cuando al pasar cerca de ella le sale leche de sus pechos para caer en las bocas de sus hijos. Este último detalle se halla en algunas versiones modernas, por ejemplo en la versión filipina de origen español de JAFL XXIX, 228-229. Toda la versión, aunque menos detallada que la otra del siglo V, es a todas luces otro vestigio de la antigua tradición que dio origen en la India antigua a las primeras versiones de los cuentos que pasaron de Oriente a Occidente muchos siglos antes de que Juan de Alta Silva tomase de la tradición oral de Europa su famosa versión de Los niños cisnes.
120. La negra y la paloma 121. Las tres naranjas BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia 3, y variante; BTPE II, 82-86, X, 25-30, 39-46; Curiel Merchán 202-205, 217-220, 295-298; Espinosa, Castilla 106, 107, 108, 109, 110; Primavera 151; Sánchez Pérez 75.—Españolas de América: Andrade 148, 149, 150; Arellano 65, 66, 67, 68, 69; BTPE I, 109-113; FLJ III, 290293; JAFL XXV, 192-194; Laval, Carahue II, 11; MasonEspinosa PRF III, 4a, 4b, 4c, 4d, 4e, 4f, 4g, 18a; Portell Vilá 58; Wheeler 77, 78, 79.—Portuguesas: Athaide Oliveira II, 222, 287; Azevedo 340-360 (dos versiones); Barbosa 11; Braga I, 36, 45, 46; Cardoso-Pinto II, 175-176; ConsiglieriPedroso 12, 36; Consiglieri-Pedroso FLS 2, 3; RL IV, 340344 (dos versiones), V, 67-68.—Portuguesa de las islas de Cabo Verde: Parsons, Cape Verde I, 121.—Portuguesa
de Brasil: Romero 14.—Catalanas: Alcover III, 60-94; Maspons y Labrós I, 82-84, II, 52-56, III, 146-150; Milá y Fontanals, Cuentos 4.—Italianas: Anderson, Novelline 5; Andrews 50, 51; Archivio II, 204-206, X, 305-308; Busk 15-25, 427; Coronedi-Berti 11; Crane 338-342; Gonzenbach 13; Gozzi I, 1-41.; Nerucci 14; Pentamerone V, 9; Pitré I, 13, IV, 285-287; Propugnatore VI, 2, 97100; Schneller 19 (Tirol).—Corsa: Ortoli 12.—Bretonas: Luzel I, 427-450, III, 103-114.—Alemanas: Kuthmayer 1; Zaunert 256-259; Zingerle 1, 58-63.—Noruegas: Dasent, Fjeldt 151-157; Stroebe II, 15-20.—Escocesas: Campbell I, 34; Revue Celtique III, 374-376.—Irlandesa: FLJ I, 323.—Eslavas: Afanasiev RV 114-118; Leskien 17; Wratislaw 63-74.—Húngaras: FLJ VI, 199-209; Klimo 154-160.—Gitana: Aichele 30.—Magiar: Jones-Kropf 133-136.—Griegas: Garnett II, 14-27; Hahn II, 49; Kretschmer 10-14; Legrand 191-202; Schmidt 71-76; ZFDM IV, 320-324.—Turca: Kunos 12-29.—Africanas: FLJ I, 233-237, II, 133-136.—Indias: NINQ II, 744; Somadeva II, 136, III, 218, VI, 15-16; Stokes 2, 21.—Indias de Norteamérica: Benedict, Cochiti 177-178; JAFL XXIX, 334-335.—China: Chavannes III, 480.—Clasificación y estudios especiales: Aarne, Estnische Märchen 408; AarneThompson 408; Boggs 408; Bolte-Polívka II, 125, nota 2, y IV, 257; BRAE XXI, 175-204; Cosquin I, 234-236, y en RTP XXVIII, 337-350, 385-409; Durán I, xxii; Espinosa, en BRAE XXI, 175-208; Menéndez y Pelayo, Heterodoxos II, 249; Revue Celtique III, 376-378; Somadeva, notas II, 136, III, 218, VI, 15-16, 61-62; ZVFV VI, 63-65; Thompson B350, D154.1, D170, D211, D211.2, D582, D765.1.2, D981.3, H912, H1381.3.2, H1385.1, K1911, K1911.1.3, K1911.2.1, K1911.3, K1911.4, K1911.5, K2211, K2261, L50, N825, R351, T101. Véase también la bibliografía de Cuentos 114. Nuestros dos cuentos 120, 121, son versiones de un tipo especial del cuento de la niña perseguida que en sus formas completas se divide en tres episodios fundamentales: el singular hallazgo de la novia en la última de tres naranjas de amor; el episodio del alfiler mágico que clavado en la cabeza de la heroína por una esclava mora, la cambia en paloma o cisne; y la historia de la novia o esposa sustituida. El primero de estos tres episodios está relacionado en algunas versiones de nuestro cuento con el escape de la novia de la casa de la bruja de Cuentos 114, el segundo tiene una relación directa con los cuentos del objeto mágico que causa la muerte temporal o amortecimiento, como en el cuento de Blanca Nieves, Cuentos 115, 116, y el tercero es una forma especial del fin del cuento de la novia sustituida que
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
se halla en formas muy diversas en la tradición de Europa, Cuentos 104, 113, 118. En su obra arriba citada, Les Contes indiens et l’Occident, en RTP XXVIII, Cosquin ha hecho un estudio muy interesante sobre los dos últimos episodios de nuestro cuento y ha encontrado sus formas más antiguas en la literatura oriental. Antes de examinar las observaciones de Cosquin es importante hacer una clasificación detallada de todos los elementos fundamentales de nuestro cuento y establecer los tipos principales en la tradición de Europa. La forma española de nuestras versiones 120, 121 es muy bien conocida en Europa, pero no es muy popular. Sólo en Italia y España podemos decir que el cuento es verdaderamente popular. Esta forma contiene los tres episodios arriba establecidos para la forma general del cuento y es evidentemente muy antigua. Es la forma del Tipo I establecido más delante de todas las versiones de nuestro cuento que yo he podido examinar, si excluimos el Tipo III, Cuentos 114 ya estudiado, más de la mitad son hispánicas. Como las versiones se diferencian las unas de las otras principalmente en el primero de los tres episodios arriba señalados, hay que establecer los tipos diferentes según el principio del cuento. El tipo que llamamos Tipo III, Cuentos 114, empieza con el episodio del escape de la heroína de la casa de los brujos, como en el cuento de Grimm 15. Pero en Cuentos 120, 121 y otros semejantes el principio es muy diferente. Hay dos formas fundamentales: el principio de cómo el héroe se marcha en busca de las tres naranjas de amor, sus diversas aventuras con fieras, brujos y gigantes para conseguirlas, y de cómo por fin halla a su verdadera novia en la tercera naranja de amor después de darle agua, y pan en algunas versiones; y el principio del hallazgo de la novia de otra manera, pero sin intervención alguna de las tres naranjas de amor (toronjas, limones, higos en algunas versiones). De todas las versiones hispánicas, setenta y cuatro versiones, y de la mayoría de las europeas no hispánicas de nuestra bibliografía, podemos establecer tres tipos fundamentales. El Tipo III es el de Cuentos 114 y las doce versiones hispánicas semejantes. Para establecer los Tipos I y II ha sido necesario estudiar los elementos fundamentales de todas las versiones que no pertenecen a este tipo, las de Cuentos 120, 121, cincuenta y nueve versiones. Los elementos fundamentales de estas cincuenta y nueve versiones hispánicas y de las no hispánicas de nuestra bibliografía son los siguientes: A. Un joven, generalmente un príncipe, se marcha en busca de las tres naranjas de amor. Lucha con brujos, gigantes y fieras para conseguirlas. Cuando abre las dos primeras naranjas, no les da agua ni para las damas que salen de ellas, pero cuando abre la tercera, y sale de ésta otra dama y pide agua y pan, el héroe la satisface y está
para casarse con ella. En algunas versiones el héroe se casa inmediatamente con ella. A1. Un joven, generalmente un príncipe, se marcha en busca de aventuras y halla las tres naranjas de amor. Algunas veces el padre, una persona que encuentra en el camino, una hada, le da las tres naranjas. No hay lucha para conseguirlas. Después ocurren los mismos incidentes del fin de elemento A. A2. Un joven se casa o está para casarse con una joven a la cual le viene bien una zapatilla perdida en un baile, como en el cuento de La cenicienta, Cuentos 111, 112. A3. Un joven halla una novia. Está para casarse con ella o se casa con ella. A4. Un joven le ayuda a una muchacha a escaparse de una torre o de las garras de una bruja, pero no como en Cuentos 114. B. El héroe deja a su novia o esposa en un árbol y se va a traerle ropas para llevársela a su palacio. Llega una esclava, generalmente una negra mora, por agua de una fuente que se halla al pie del árbol, ve la figura de la joven en el agua y cree que es su propia imagen. —¡Yo tan linda y venir por agua! —dice la esclava, y rompe el cántaro y se vuelve a su casa—. Por fin descubre a la joven y con engaño sube al árbol o hace bajar a la joven y le clava un alfiler en la cabeza. La joven queda convertida en paloma o cisne y se va volando por el campo. La esclava toma su lugar. B1. El héroe deja a su novia cerca de una fuente y va a traerle ropas. De aquí en adelante este elemento es igual a elemento B. Cuando la joven ya está en su palacio casada con el príncipe, la esclava llega y por engaño le clava el alfiler mágico, sin los detalles del viaje de la esclava en busca de agua. B2. Cuando el joven deja a su novia cerca de la fuente o a su esposa en su palacio, una bruja o madrastra envidiosa es la que llega a clavarle el alfiler en la cabeza para convertirla en paloma. La bruja entonces sustituye a su hija por la heroína. C. El héroe llega y halla en el árbol o cerca de la fuente a la negra en vez de la bella joven que había dejado. Se sorprende de verla tan negra, pero la esclava o hija de la bruja le declara que el sol la ha puesto morena. El príncipe se la lleva a su palacio y se casa con ella. D. Dos hermanitos o hermanitas de la heroína son convertidos en animales, bueyes generalmente, por la bruja o mala madrastra de algunas versiones que tienen elemento B2. E. Diálogo entre el jardinero del príncipe y la heroína convertida en paloma. El jardinero le da cuenta a su amo del diálogo con la paloma.
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
F. Cogen a la paloma por orden del príncipe. En algunas versiones cogen a la paloma con goma untada en una rama. G. La paloma se deja acariciar por el príncipe. Le halla éste el alfiler clavado en la cabecita, se lo saca y la paloma se convierte en su verdadera novia. H. Matan o queman viva a la esclava hechicera. H1. Dan una paliza a la esclava hechicera o mala madrastra. Estos elementos fundamentales ocurren en las cincuenta y nueve versiones hispánicas con la frecuencia abajo indicada. Elementos A y A1 van unidos en la última columna porque los dos documentan, aunque de maneras diferentes, el episodio inicial de las tres naranjas de amor, y A2 y A3 van unidos porque carecen de él. Elementos B y B1 son fundamentalmente idénticos. Elementos A4, B2 y D ocurren con muy poca frecuencia y no es posible combinarlos con otros. No pertenecen, al parecer, a los tipos fundamentales. Por motivos ya indicados, hay que admitir la presencia de elementos A o A1 en un mismo tipo, y A2 ó A3 en otro. Elemento B o B1 pertenece a los dos tipos. Elementos C y variantes pertenecen a los dos tipos, pero siempre van separados. Los elementos fundamentales de los tipos que vamos a establecer son, por consiguiente, A o A1, cuarenta y una versiones, 69%, A2 ó A3, quince versiones, 25%, B o B1, cincuenta versiones, 84%, C, cuarenta y tres versiones, 73%, E, cuarenta y siete versiones, 79%, F, cuarenta y siete versiones, 79%, G, cincuenta y cuatro versiones, 91%, H, cincuenta y una versiones, 86%. Versiones
Versiones
Versiones
Versiones
españolas
portuguesas
catalanas
hispánicas
37
18
4
59
A
10 (27%)
4 (22%)
4 (100%)
18 (30%)
A1
15 (40%)
8 (44%)
0
23 (39%)
A2
2 (5%)
0
0
2 (3%)
A3
9 (24%)
4 (22%)
0
13 (22%)
A4
0
1 (5%)
0
1 (1%)
16
15
1
32
B
16 (43%)
15 (83%)
1 (25%)
32 (54%)
B1
14 (38%)
2 (11%)
2 (50%)
18 (30%)
B2
4 (10%)
1 (5%)
0
5 (8%)
C
23 (62%)
17 (94%)
3 (75%)
43 (73%)
D
3 (8%)
17 (71%)
0
34 (75%)
E
29 (78%)
17 (94%)
1 (25%)
47 (79%)
F
29 (78%)
16 (89%)
2 (50%)
47 (79%)
G
32 (86%)
18 (100%)
4 (100%)
54 (91%)
H
30 (81%)
18 (100%)
3 (75%)
51 (86%)
H1
1 (2%)
1 (5%)
0
2 (3%)
} } }
41 (69%) 15 (25%)
50 (84%)
En vista de que el principio del cuento, la diferencia notable entre las versiones que documentan el episodio de las tres naranjas de amor, elementos A y A1, y las que no lo documentan, elementos A2 y A3, es la única base para la división de nuestros cuentos en dos tipos fundamentales, hay que admitir que el hecho de que elementos A2 y A3 se hallan sólo en el 25% de las versiones y A y A1 en el 69% aboga en favor de un solo tipo primitivo. La verdad es que nuestros elementos A2 y A3 pueden ser formas de origen moderno que han olvidado los detalles del episodio de las tres naranjas de amor. En las versiones hispánicas, sin embargo, la diferencia en el principio está definitivamente establecida. No hay más remedio que admitir la diferencia en nuestra clasificación. El arquetipo teórico combinaba, por consiguiente, elementos A, A1, A2, A3, los dos últimos variantes de los dos primeros, cincuenta y seis de las cincuenta y nueve versiones, 94%. Este arquetipo hispánico teórico contenía elementos A o A1, o sus variantes posteriores B o B1, C, E, F, G, H. Clasificando los cuentos de la tradición oral moderna según la base ya indicada, cincuenta y cuatro versiones hispánicas se dividen en dos tipos fundamentales. Tipo I, con elementos A o A1, B o B1, C, E, F, G, H. Pertenecen a este tipo treinta y cinco versiones. Diez versiones españolas peninsulares: Cuentos 120, 121; Ampudia 3, y variante; BTPE X, 39-46; Espinosa, Castilla 106, 107, 108, 100, 110. En la última versión falta elemento A. Diez versiones españolas de América: Andrade 148, 149; Arellano 67; Laval, Carahue II, 11; Mason-Espinosa PRF III, 4a, 4 b, 4c, 4d, 4f, 4g. Elemento C falta en tres versiones. Catorce de las veinte versiones españolas son versiones perfectas del tipo. Doce versiones portuguesas: Athaide Oliveira II, 222, 287; Azevedo 340-353; Barbosa 11; Braga I, 45, 46; Consiglieri-Pedroso 36; Consiglieri-Pedroso FLS 3; Parsons, Cape Verde I, 121; Romero 14; RL, IV, 342-344, V, 67-68. Todas las versiones portuguesas son perfectas del tipo. Tres versiones catalanas: Alcover III, 60-94; Maspons y Labrós I 82-84; Milá y Fontanals, Cuentos 4. Elemento E se halla sólo en una versión, la de Alcover. Tipo IA. Esta notable variante del Tipo I es igual a él, excepto que lleva elemento B2 en vez de B o B1. Pertenecen a este tipo dos versiones españolas peninsulares: Curiel Merchán 295-298; Sánchez Pérez 75.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Tipo II, con elementos A2 ó A3, B ó B1 o B2, C, E, F, G, H. Pertenecen a este tipo diecisiete versiones. Dos versiones españolas peninsulares: BTPE II, 82-86, X, 25-30. Nueve versiones españolas de América: Arellano 65, 66; Andrade 150; BTPE I, 109-113; JAFL XXV, 192-194; Mason-Espinosa PRF III, 4e; Portell Vilá 58; Wheeler 78, 79. Dos versiones llevan elemento B2, la hija de la bruja o madrastra perseguidora sustituye a la novia, Arellano 66, JAFL XXV, 192-194. Seis versiones carecen de elemento C. Mason-Espinosa PRF III, está sin terminar, con elementos A3, B1, C. Sólo cuatro son versiones perfectas del tipo, Arellano 65, Portell Vilá 58, Wheeler 78, 79. Seis versiones portuguesas: Azevedo 354-360; Braga I, 36; Cardoso-Pinto 175-176; Consiglieri-Pedroso 12; Consiglieri-Pedroso FLS 2; RL IV, 340-342. Elemento E falta en Cardoso-Pinto. Cinco son versiones perfectas del tipo. Las cinco versiones restantes de nuestras cincuenta y nueve versiones están demasiado estropeadas para clasificarlas: Arellano 68 (forma especial de A, principio de B), 69 (forma especial de A); Mason-Espinosa PRF III, 18a (forma especial de A); Wheeler 77 (A1, principio de B); Maspons y Labrós II, 52-56 (A y otros elementos). Tipo III. Cuentos 114, ya estudiado. Este tipo es una combinación del cuento del tipo de Grimm 15, AarneThompson 327A, y el cuento de las tres naranjas de amor, Tipos I y II arriba establecidos. Pertenecen a este tipo quince versiones hispánicas: Cuentos 114 y las catorce citadas en la última página de nuestro estudio de Cuentos 114. Las versiones europeas no hispánicas de nuestros dos primeros tipos no son muy numerosas, como ya queda dicho. Son en la mayor parte italianas. Al Tipo I pertenecen, algunas con pequeñas diferencias, las siguientes de nuestra bibliografía: Andrews 50, 51; Busk 15-18; Crane 338-342; Gonzenbach 13; Nerucci 14; Pitré IV, 285-287; Schneller 19; Zingerle 1, 11; FLJ VI, 199-209. Al Tipo II pertenecen, también con algunas diferencias: Busk 22-25; Luzel I, 427450 (mezclado con el cuento del cuerpo sin alma, Cuentos 141, 142), III, 103-114. En la tradición de Europa hay, sin embargo, otras formas de nuestro cuento. Hay un tipo especial que conocemos en una versión del siglo XVII de Basile, Pentamerone V, 9. Esta forma parece a primera vista artificiosa pero, como Cosquin ha encontrado vestigios evidentes de su origen oriental, hay que admitir que se trata de un tipo antiguo y fundamental, tan bien definido en la tradición de Europa
como los tres tipos hispánicos ya establecidos. Hay también versiones modernas muy semejantes. En este tipo de cuento de las tres naranjas de amor y de la heroína cambiada en animal cuando la perseguidora le clava un alfiler mágico en la cabeza, la heroína es generalmente cambiada en paloma, pez u otro animal por la hechicera que la sustituye o por una madrastra perseguidora. Después la perseguidora logra matar o hacer matar al animal cuando el marido lo coge. De los huesos del animal muerto sale un limonero, naranjo u otro árbol frutal, y de él salen tres hermosas damas. La tercera es la novia verdadera. La versión del Pentamerone es la siguiente: Cierto rey desea casar a su hijo. Un día se corta éste un dedo, y al ver la sangre declara que se casará sólo con una joven tan roja como su sangre. Después de varias aventuras, una viejecilla le da tres limones. Desde aquí el cuento es idéntico a nuestro Tipo I hasta que una criada, al peinarla, le clava el alfiler mágico que la cambia en paloma, La paloma habla con el cocinero del rey y éste manda cogerla. La esposa falsa la hace matar y de las plumas sale un limonero. Del limonero salen tres limones y de cada limón una hermosa dama, La dama tercera es la verdadera novia La esclava hechicera es quemada viva. El cuento termina de una manera extraordinaria, pero es, al parecer, una segunda fórmula mágica para desencantar a la verdadera novia cuando la esposa falsa no permite que el rey le halle el alfiler y se lo saque y logra matarla. Fuera de Italia este tipo es, al parecer, desconocido en los países románicos. Pertenecen a este tipo las siguientes versiones de nuestra bibliografía: la versión del Pentamerone que acabamos de documentar; Busk 427-428; Dasent, Fjeld 151-157; Garnett II, 14-27; Hahn II, 49; Kretchmer 1014; Schmidt 71-76; Stokes 21; NINQ II, 211-212; ZFDM IV, 320-324. Todos estos cuentos son de origen oriental. Esto ha sido demostrado con abundantes ejemplos por el folklorista francés Cosquin en los trabajos ya citados de RTP XXVIII. Una de las versiones orientales más interesantes es la que cita en páginas 395-396. Es una versión moderna de India, pero sin duda de fuentes antiguas, las fuentes que pasaron a Occidente para dejar en Europa formas del tipo de la versión del Pentamerone de Basile. Doy un breve resumen: Después de numerosas aventuras, cierto príncipe consigue una granada de un faquir. La abre y sale de ella una hermosa dama, Se desmaya el príncipe al verla y durante su desmayo llega una negra, echa a la dama en un pozo y toma su lugar. Al volver en sí el príncipe, la negra le hace creer que ella es su novia, la que salió de la granada. Del pozo donde yace la dama sale un lirio, y la esposa falsa lo rompe y tira
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
los pedazos por el jardín. De ellos sale menta, y ésta es recogida por el cocinero del príncipe para sazonar la comida. La menta habla entonces y declara quién es, y el cocinero, espantado, la tira al jardín. Sale de ella otra planta, de la cual sale otra fruta, que al caer al suelo se rompe y sale de ella la verdadera novia y princesa. Casi idéntico es el cuento oriental de Stokes 21, citado en la bibliografía. Estos cuentos orientales carecen del detalle del alfiler mágico, pero en los demás detalles son casi idénticos al tipo del cuento del Pentamerone, si exceptuamos las numerosas transformaciones. La novia sustituida recuerda desde luego los detalles semejantes de algunas versiones del cuento del diablo maestro, Cuentos 104, y del de las tres gracias, Cuentos 113. Pero el detalle del alfiler mágico clavado en la cabeza de la heroína para convertirla en paloma y luego sustituirla, se halla en otras versiones orientales de nuestro cuento. En página 341 Cosquin cita la siguiente versión de Bengala, casi idéntica a las de nuestro Tipo II: Una joven se casa con un rey después de recibir de Siva el don de gracias maravillosas. La madrastra envidiosa va a visitarla y con pretexto de perfumarle la cabeza le clava un alfiler que la convierte en pájaro. La hija de la mala madrastra sustituye a la heroína. El rey descubre el engaño, pero no puede hallar a su verdadera esposa. Uno de los criados del rey anuncia que un pájaro vuela por los jardines del palacio, que llora perlas. Cogen al pájaro poniendo goma en la rama de un árbol, el rey le saca el alfiler y el pájaro se transforma en la verdadera esposa. Esta versión oriental contiene en realidad todos los elementos del Tipo II o variantes de ellos. Los Tipos I y II ya existían, por consiguiente, en la tradición de Oriente antes de pasar a Europa. Nuestra versión oriental segunda, arriba citada, ya no lleva vestigio alguno del episodio inicial de las tres naranjas de amor. El episodio de la esclava que va por agua a la fuente y que viendo en el agua la imagen de una joven que está en un árbol o torre cree que es su propia imagen y diciendo, «¡Yo tan linda y venir por agua! ¡Rompo mi cántaro y vuelvo a mi casa!» o palabras semejantes, primera parte de elemento B de nuestros cuentos, y que por fin descubre su error y es castigada por sus amos, es un cuentecito completo muy bien conocido en la literatura oriental. El mejor ejemplo que yo conozco, y uno de los más antiguos, es el de Chavannes 480: Cierto caballero principal tenía una criada llamada Purnika, lo más fea que verse puede. Era completamente calva; tenía los ojos verdes y la boca y la nariz torcidas. En una ocasión su amo la envió a una fuente cercana
a traer agua. Una mujer del lugar se había ahorcado de un árbol cercano y su cara se reflejaba en el agua de la fuente. La criada vio el reflejo de la mujer en el agua y creyó que era su propia cara y dijo, enfadada: —¡Qué bonita soy! ¡Y tanto que me hacen trabajar en los jardines y por el campo! Y diciendo esto, rompió el cántaro y se volvió a la casa. Cuando llegó al palacio, se sentó en la silla de la reina principal. Todos la creyeron loca, pero ella les explicó cómo había visto que era muy bonita y que no la trataban bien. Le trajeron un espejo para que se diera cuenta de su fealdad, pero ni eso la convenció. Fue necesario llevarla otra vez a la fuente y ver ella misma a la mujer ahorcada que se reflejaba en el agua para darse cuenta de su error. Para más detalles véase mi artículo La clasificación de los cuentos populares, en BRAE XXI, 175-204, citado en la bibliografía.
B. La hija del diablo 122. 123. 124. 125.
Siete Rayos de Sol Blanca Flor, la hija del diablo Marisoles El Castillo de las Siete Naranjas
BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Alonso Cortés 202-205; Ampudia 24 y variante; BTPE I, 187-195, X, 48-104 (cuatro versiones), 105-116 (variantes y cuentos relacionados); Espinosa, Castilla 70, 71, 72, 73, 74; Folklore Andaluz 457-459; Krüger, Sanabria 112-114; Menéndez y Pelayo, Antología VIII, 250-251; Primavera 135; Sánchez Pérez 81.—Españolas de América: Andrade 48, 49, 50, 51, 52, 55, 56, 57, 58; Antología folklórica argentina 31-37; Espinosa SFNM 13, 14, 15; JAFL XXV, 196-198, XXXIII, 68-71, XLV, 312-313, XLVIII, 110-112; Laval, Carahue II, 61,83; Lenz, Estudios VII, 6, y Apéndice 377-350; Mason-Espinosa PRF III, 21, h2, IV, 53; Mason, Tepecanos 4, 12; Montenegro 231-242; Portell Vilá 60, 61; Radin-Espinosa 15, 111; Rael 144, 145, 146, 147, 148, 149, 150, 151, 152, 191, 192, 197, 230, 231, 232;
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Wheeler 107, 108, 109, 110.—Judeo-española: Wagner 19-23.—Portuguesas Athaide Oliveira I, 2, 13, 48, II, 318, 336, 360; Braga I, 6, II, 32; Coelho 14; ConsiglieriPedroso FLS 14-20, 53-59, y en RL IV, 345-348; Pimentel 43-47 Portuguesas de las islas de Cabo Verde: Parsons, Cape Verde I, 52, 52a, 52b.—Portuguesas de Brasil: Romero II, 22.—Catalanas: Alcover I, 174-212; Maspons y Labrós I, 85-91, II, 30-33, III, 73-77, Cuentos 102-112, 144-145; Serra i Boldú 1, 28-46.—Italianas: Andrews 34-42, 155-160; Archivio II, 73-81; Busk, Roman Legends 3-12; Crane 7276; Finamore 4; FLR II, 12-15; Gonzenbach 14, 54; Nerucci 18; Nino III, 11 Pentamerone I, 5, II, 7, III, 9; Schneller 71-79 (Tirol).—Francesas: Bladé I, 267-274, II, 25-36; Cabinet des Fées II, 313-363; Carnoy 233-244; Cosquin I, 9, 32; Mélusine I, 446-451; RTP VI, 588-590; Sébillot, Landes 8.—Francesas del Canadá: Lanctot 148; MBarbeau 49.—Francesa de Luisiana: Fortier 69-75.—Francesa de Misuri: Carrière 15.—Belgas: Laport 313; Wallonia I, 156-159.—Flamencas: Gayert 12-21; RTP XVI, 217-223.—Bretonas: Luzel II, 355-369; RTP I, 278-279, IX, 169-172, XVI, 125-129.—Vascuences: Cerquand IV, 77-87 (dos versiones); Webster 120-130.—Latinas: Apuleyo IV, 28, VI, 24; Jacques de Vitry 88; Wright, Latin Stories 69.—Alemanas: Bartsch I, 129-130, 477-479; Bechstein 61-66; Curtze 44-48; Grimm 51, 70a, 79, 113, 116, 127, 186, 193, 195, 197; Haltrich 27; Jahn 1; Lemke II, 188-204; Müllenhoff 395-405; Musäus 73-111; Nibelungs 261-262; Zaunert 155-164; ZVFV VIII, 295-300.—Islandesas: Rittershaus 138-150; Volsunga Saga 332-335.—Noruegas: Dasent 70-80, 137151, 290-298.—Sueca: Thorpe 158-168.—Holandesas: Volkskunde III, 110-116, XIV, 119-125.—Inglesa: Jacobs 1, 32-38.—Escocesas: Campbell I, 25-38, 48-61; Jacobs 4, 223-241; Keightley 169-171; Lang CM 89-92; MacInnes 3-31, 161-205.—Galesa: Mabinogion 95-135.—Irlandesas: Carleton 21-47; Celtic Magazine XII, 12-16, 57-64; Curtin 32-49; FLJ I, 316-324; Jacobs 5, 149-172; Kennedy, Fireside Stories 56-63.—Eslavas: Archiv SP V, 44-45; FFC XXXIV, 152-161 (ocho versiones); FLJ II, 9-18; Krauss I, 409-411; Kreutzwald 174-202; Leskien-Brugman 380-381; Magnus 188-191, 243-255; Petrovich 37-38; RTP XII, 112; Wratislaw 42.—Gitanas: Groome 34-50, 62.—Magiares: Jones-Kropf 25-35, 157-160, 188-195.—Griegas: Archiv FLG XII, 108-110; FLJ III, 221-222; Geldart 31-36, 163-165; Hahn I, 1, 54; Pineau 11-19.—Turca: Kunos 74-83.—Árabes: Burton VI, 162-164; Chauvin VII, 29-35; RTP XXIV, 24-32 (Caldea); Weil II, 145-150.—Egipcia: Maspéro 43.—Africanas: Ellis 3, 208-211; Ferrand 102103; FLJ I, 202-208, 233-237, 284-287, II, 130-132;
Frobenius II, 18, 19, IV, 19, 27; JAFL L, 88-91; Junod 115; Nassau 74-76.—Africanas de América: Beckwith 135-139, 147-148; Edwards 99-100; Fauset NS 4; JAFL IX, 284285; Jones 82-88; Parsons, Andros 50-60 (cinco versiones); Parsons, Sea Islands, 45-53 (siete versiones); PTFLS VII, 128-130.—Antillanas: Parsons, Antilles I, 32-33, 105-108, 131-136, 231-234, 436-439, 440, II, 129-137, 196-198, 201-203, 380-382, 439-441, 461-464, 496-499, 572574; Schont 10-12.—Africanas de Guayana Holandesa: Herskovits 103-104, 105.—Indias: Indian Antiquary IV, 10-12; JAS Bengal VIII, 537-551; NINQ II, 574, IV, 354; Satapatha Brahmana 68-74; Somadeva III, 223-232, VIII, 58-59.—Indias orientales: De Vries, Oost Indië I, 161-165, 262-267, 324-327, II, 300-303; Hickson 264-267 (dos versiones); Romilly 138-140; ZDMG VI, 536-538.—Indias de Norteamérica. AA, Series 2, IV, 611-612 (dos versiones); BBAE XX, 77-79, XLVII, 19-100, LXXXVIII, 76-79, 131-132, 177-178, 182-184; Boas, Indianische Sagen 99, 223-224, 240-241, 267-268; Dorsey, Pawnee 119-122, 447-448; FCM V, 13, 281-282; Goodwin 57; JAFL XXVI, 64-72, 204-209, 247-255, XXIX, 322-326, 386, XXXIII, 25-27, XXXVIII, 105-108, XLI, 429-431, XLIV, 189-190, XLV, 279-281, XLVIII, 87, L, 177-182; Opler, Apache 6668; Parsons, Taos 23, 27; Parsons, Tewa 128-132; Rink 126128; Russell 202-203; TCI V, 5-6; U. S. National Museum Report (1895), 400-401.—Indias de Sudamérica: Augusta 77-88; Barroso 44-46; Koch-Grünberg 2, 227-229 ; Preuss I, 190; Saunière 77-82.—Chinas: Dennys 140-141; RalstonSchiefner 53-58 (Tibet).—Japonesa: TASJ X (Supplement), 38-41.—Filipinas: Fansler 155-171 (dos versiones); JAFL XX, 95-98, XXVI, 43-44.—Polinesias: ZFE XXXV, 136137; ZFVS XVIII, 61-63.—Clasificación y estudios especiales: Aarne, Die magische Flucht (abundantes notas bibliográficas en páginas 156-165); Aarne, Estnischen Märchen 313, 314; Aarne-Thompson 313, 314; Archiv FLG XII, 110; Archiv SP V, 45-47; Benfey, Panchatantra I, 264; Boggs 313, 314; Bolte-Polívka I, 442-443, 498503, II, 77-79, 516-527, III, 338-339, 406-417; Bulfinch, Mythology 129-137; Carus 282-294; Chauvin VII, 29-39; Cosquin I, 105-107, II, 12-28; Cosquin, Études 163-197; Cox 497-498; FLJ VII, 318-319; Grimm TM I, 426433; Halliday 90-94; Handwörterbuch s. v. Trommler; Holmström 11-72, 87-188; Jacobs 4, 290-291; JAFL IX, 260, XIII, 185, XX, 195, XXV, 256, XXXIV, 236, 240241, XXXVI, 337-338, 401-403; JAS Bengal VIII, 535536; Journal Asiatique II, 275-276; Krappe en FL XXXVI, 308-321, en MLR XXI, 65-73; Lang CM 87-102; Laport 313; Loisy, Sacrifice 259-279; MacInnes 431-443, 461-463; Meuli 1-51; RBAE XIV, 174-175; Parsons, Antilles III,
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
153; RTP IV, 312-316, XVI, 223-231, 537-538, XXVII, 518-526, XXXII, 3-4; Somadeva, Notas de Tawney-Penzer en VIII, 213-234; Thompson ENAI 347-357, 366-382; Thompson B181, B181.6, D161, D361, D361.1, D531, D536, D670, D671, D672, D1001, D1258.1, D1611, D1611.14, D1971, D1978.4, D2000, D2003, D2004.1, D2004.2, D2004.2.1, D2006.1, D2006.1.3, D2006.1.4, E33, G461, H13, H324, H335, H335.0.1, H1023.1.2, H1024.5, H1091, H1101, H1102, H1103, H1115, H1154.3.1, H1175, H1195, K1335, N221, R210, R231. Nuestras cuatro versiones españolas del cuento de La hija del diablo, Cuentos 122-125, son de las versiones más completas y más preciosas que se documentan de la tradición de Europa. Tiene el cuento una grande variedad de elementos, algunos de los cuales se hallan en cuentos de tipos muy distintos. Varios motivos de cuentos se han unido para formar los cuentos de La hija del diablo y sus variantes. Los cuentos de Grimm 51, 79, 113, 126, 127, 193, 195, 197, y otros, tienen elementos de nuestro cuento, según más adelante se indica, pero sólo dos de ellos, 51 y 113, podemos llamar verdaderas versiones de nuestro cuento. Como todos estos cuentos con sus elementos semejantes o parecidos están relacionados entre sí, y como la mayoría de ellos desarrollan en parte el antiguo mito de Jasón y Medea, el estudio de sus orígenes y de su difusión en Occidente es un problema a la vez complicado y fascinador. Entre unos y otros los cuentos europeos semejantes a nuestras versiones españolas desarrollan los siguientes motivos o elementos fundamentales: A. Un príncipe o caballero principal pierde su fortuna jugando, o por otros motivos, y acepta la ayuda del diablo, prometiendo ir él mismo a buscarle en cierto tiempo señalado, o bien prometiéndole un hijo suyo, el alma de éste o la suya, etc. Se va en busca del diablo para cumplir el pacto. B. Con la ayuda del padre o de la madre del sol, de la luna, de los vientos o de las aves, nuestro héroe llega a una laguna donde se bañan tres hermosas jóvenes convertidas en cisnes u otras aves. El héroe se acerca y roba las ropas de la menor, se enamora de ella y ella le aconseja cómo debe hacer en la casa de su padre, el diablo. Hay algunas versiones en las cuales el héroe llega a la casa del diablo o a la laguna donde las hijas se bañan por mera casualidad o por medio de objetos mágicos robados a unos gigantes. C. Llevado a la casa del diablo por la hija menor, o llegando allí el héroe cuando falta elemento B, el diablo exige
de él diversas y extraordinarias tareas, al parecer imposibles de realizar, pero con la ayuda de su novia hechicera cumple con todo lo que se le exige: allanar montes, plantar frutas y cereales y entregar la fruta o el pan de ellos para otro día, domar fieras salvajes como en el mito de Jasón y Medea, etc. C1. La última tarea, la más ardua, es sacar del fondo del mar una sortija, y para esto es necesario que el héroe mate a su novia hechicera, que la corte en muchos pedazos y la eche al mar. D. Convencido el diablo de que su hija le ayuda al héroe, se propone matarlos a los dos. Huyen ellos en un caballo que corre como el viento, y al acercárseles el diablo que les sigue, tiran detrás de sí varios objetos mágicos que impiden su marcha. Otras veces se transforman en objetos o seres diferentes para disfrazarse y no ser conocidos. Se escapan vivos. E. Por maldición del diablo, o porque por motivos no explicados, excepto en los consejos de la novia hechicera, el héroe al llegar a su casa, se deja abrazar por su abuela u otra persona o acariciar de un perro, olvida a su novia, le da «el sueño de San Juan» según versión 122, y está para casarse con otra novia. F. La boda estorbada. Llega la verdadera novia a las bodas y de diversas maneras se hace conocer, y el novio, recordando todo, se casa con su novia verdadera. Todos estos motivos están desarrollados en nuestras cuatro versiones, pero no en toda su extensión. Versión 122, que es la mejor de todas, los contiene todos, y elemento F está desarrollado con el episodio especial y extraordinario de la novia que repite su triste historia por medio de una conversación con los objetos inanimados, la piedra de tusón y el cuchillo sin honor, episodio que pertenece a cuentos de tipos muy diferentes, Cuentos 104, por ejemplo. Elemento B falta en versión 123. Elementos C, C1 y D, se hallan en las cuatro versiones. Elementos E y F faltan en 124 y 125, por olvido tal vez. El motivo o elemento A, el cuento del jugador que recibiendo ayuda del diablo le entrega su alma o la de su hijo o hija, es una manera especial para llevar al héroe a la casa del diablo; es característico de las versiones españolas y de las hispánicas en general, pero no es muy frecuente en las versiones de Europa fuera de España. Es evidentemente un desarrollo nuevo en el cuento primitivo en España, elemento sacado de otros cuentos numerosos que tienen pactos con el diablo. Véase para esto Carus 282-290.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
La última parte de elemento B es en realidad un episodio desarrollado de un cuento especial, el cuento sencillo de Las mujeres cisnes, Pineau, Lesbos 11-19, por ejemplo: Un pastor se encuentra con tres hadas que se bañan en una laguna y roba las ropas de una. Se enamoran y se casan. Cuando ya tienen dos niños, el hada se va un día volando con los niños. La sigue el marido, la halla, se la lleva a su casa de nuevo y viven felices. En un cuento de Groenlandia citado por TawneyPenzer en Somadeva VIII, 229-231, tenemos una versión semejante, pero en este cuento tenemos todavía el detalle de las aves que se transforman en mujeres: Un hombre ve unos gansos nadando en una laguna. De repente ve que se quitan las plumas y entran a bañarse en forma de hermosas damas. Roba el hombre las plumas y después de varias aventuras, se casa con una de ellas. Después de algunos años, hace ella nuevas plumas y se escapa volando con sus niños. La sigue el marido y la hace volver a su casa. Vuelve a escaparse la mujer y entonces el marido la halla y la mata. Sus gentes se vuelven gansos y tratan de vengarse, pero el hombre logra matarlos a todos. En una versión del siglo XI de Somadeva, una de las formas más elementales y más antiguas que poseemos, VIII, 58-59, el cuento es algo diferente: Cierto hombre viaja por un bosque y llega a una ermita, donde el ermitaño le aconseja que robe las ropas de unas ninfas que se están bañando en un río. Lo hace y una de ellas le sigue. El ermitaño se casa con ella. Da a luz un niño y aconseja al ermitaño, su marido, que mate al niño, lo cueza y se lo coma. Obedece y logra irse volando por el aire con ella. En esta forma oriental antigua nada se dice de las transformaciones al principio, pero todo está insinuado en el fin, cuando la ninfa y el marido antropófago se van volando por el aire. Para más detalles sobre el origen oriental, numerosos ejemplos de versiones orientales y germánicas, y otras versiones del cuento de Las mujeres cisnes, la difusión del cuento en todas partes del mundo, etc., véase: TawneyPenzer en Somadeva VIII, 213-234, Grimm TM I, 426-433, Benfey, Panchatantra I, 264, Krappe en MLR XXI, 65-73, Handwörterbuch s. v. Trommler, y sobre todo el estudio magistral de Holmström, Studier över Svanjungfrumotiver i Volundarkvida och annorstädes, ya citado. Los elementos C y D se hallan en muchos cuentos y son partes importantes del mito de Jasón y Medea. Son elementos importantes y fundamentales no sólo en los cuentos directamente relacionados con nuestros 122125, sino que también en muchos otros, Grimm 70a, 79,
193, por ejemplo. Estos importantes elementos se hallan en cuentos de escapatorias maravillosas de casi todas partes del mundo, pero se desarrollan casi siempre de la misma manera, denunciando su común origen. El cuento araucano de Lenz, por ejemplo, es casi idéntico a la forma general hispánica que más adelante establecemos, es de origen hispánico y lo he clasificado entre las versiones hispánicas. Elementos E y F se hallan en formas muy diversas en muchísimos cuentos europeos, sobresaliendo en popularidad el episodio de la boda estorbada, que de maneras muy originales y peregrinas ocurre en una infinidad de cuentos, romances y cantos populares. En Cuentos 127, 128, 130, y otros semejantes, por ejemplo, la verdadera novia llega a las bodas del príncipe que la ha olvidado y, por medio del popular episodio de la caja o llave perdida, explica al príncipe la situación y éste se casa con ella. Ya se ha indicado que en versión 122 tenemos la solución por medio de la conversación con los objetos inanimados como en Cuentos 104. Sobre los romances españoles de la boda estorbada, véase Menéndez y Pelayo, Antología VIII, 250-251, y Menéndez Pidal en RFE VII, 267-311. Examinaré ahora las versiones hispánicas de nuestra bibliografía. Son éstas ochenta y ocho. En esta cuenta no incluyo las versiones muy fragmentarias o las que sólo tienen uno de los elementos fundamentales, por ejemplo, Rael 192, 230, 232, 260. Los siete motivos o elementos fundamentales arriba establecidos para la versiones de Europa y para las cuatro españolas mías aparecen en las versiones españolas, portuguesas y catalanas con notable frecuencia, el 40% o más de los casos, y por eso creo que hay que admitirlos como fundamentales y originales para las formas hispánicas del cuento. Las ochenta y ocho versiones hispánicas son las siguientes: Dieciocho versiones españolas peninsulares: Cuentos 122, 123, 124, 125; Ampudia 24; BTPE I, 187-195, X, 48104 (cuatro versiones); Espinosa, Castilla 70, 71, 72, 73, 74; Folklore Andaluz 457-459; Krüger, Sanabria 112-114; Sánchez Pérez 81. Cuarenta y cinco versiones españolas de América: Andrade 48, 49, 50, 51, 52, 53, 54, 55, 56, 57, 58 (versiones 55-58 están mezcladas con el cuento del novio de los dientes de oro); Antología folklórica argentina 31-37; Espinosa SFNM 13, 14; JAFL XV, 196-198, XXXIII, 25-27, XLV, 312-313 (dos versiones), XLVIII, 110-112; Laval, Carahue II, 61-83; Lenz, Estudios VI, 6; Mason-Espinosa PRF III, 21, h2, IV, 53; Mason, Tepecanos 4, 12; Montenegro 231242; Portell Vilá 60; Radin-Espinosa III; Rael 144, 145,
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
146, 147, 148, 149, 150, 151, 152, 157, 191; Saunière 7782; TFSP XII, 61-66; Wheeler 107, 108, 109, 110. Diecienueve versiones portuguesas: Athaide Oliveira I, 2, 13, 48, II, 318, 336, 360; Braga I, 6, 11, 32; Coelho 14; Consiglieri-Pedroso FLS 14-20, 53-59, y en RL IV, 345348; Parsons, Cape Verde I, 52, y dos variantes; Pimentel 43-47; Romero II, 22. Seis versiones catalanas: Alcover I, 174-212; Maspons y Labrós I, 41-46, 85-91, II, 30-33, III, 102-112; Serra i Boldú 1, 28-46. En el siguiente resumen de la frecuencia con que ocurren los diferentes elementos de nuestro cuento puede verse claramente la unidad de desarrollo que encontramos en las versiones hispánicas: Versiones
Versiones
Versiones
Versiones
españolas
portuguesas
catalanas
hispánicas
63
19
6
88
A
32 (51%)
10 (52%)
4 (67%)
49 (55%)
B
24 (38%)
10 (52%)
3 (50%)
37 (42%)
C
53 (84%)
16 (84%)
5 (83%)
74 (84%)
C1
27 (43%)
6 (32%)
3 (50%)
35 (40%)
D
59 (93%)
19 (100%)
6 (100%)
84 (95%)
E
44 (69%)
17 (89%)
2 (33%)
63 (71%)
F
40 (63%)
16 (84%)
2 (33%)
58 (66%)
En vista de esta unidad de desarrollo en las versiones hispánicas, podemos afirmar que estos siete elementos son los que ahora caracterizan las diferentes versiones de nuestro cuento en la tradición general de España. No todos ellos, sin embargo, pertenecen a los tipos hispánicos primitivos y fundamentales. Elemento B tiene muchas variantes en la tradición de Europa, y en la de España se halla sólo en el 39% de las versiones estudiadas. Su desarrollo en la tradición hispánica no debe de ser muy antiguo. Elemento C1, con una frecuencia de 43%, tampoco debe de ser muy antiguo. Los tipos primitivos de la tradición hispánica contenían, por consiguiente, elementos A, formas diversas de B y elementos C, D, E y F. La mayoría de estos elementos de la tradición hispánica se hallan en la tradición general de Europa. Todos los elementos de los tipos primitivos, A, alguna forma de B, y C, D, E, F se hallan con notable frecuencia en la tradición general de Europa. Elemento B es menos frecuente que en España. En la tradición general de Europa este elemento es, como ya queda dicho antes, un cuento separado, el cuento de la mujer cisne, venido de Oriente tal vez como cuento independiente. En España no se halla como cuento
independiente porque se unió a la tradición general del cuento de la hija del diablo. Elemento E, el episodio del beso del olvido, el que en nuestra versión 122 causa «el sueño de San Juan», es rasgo bien definido en las versiones hispánicas y en las europeas en general. Algunas veces el olvido de la novia es debido a otras causas en la tradición europea general, el funesto resultado de desobedecer algún mandato de la novia, comer antes de cierto tiempo, perder alguna sortija que la novia entrega al novio, etc. El prohibir al novio comer cierta fruta ocurre algunas veces. Véase, por ejemplo, Dasent 137151. Una discípula mía, la señorita Grace Knopp, ha hecho un estudio completo de este cuento en la tradición de Europa, The Motifs of the Jason and Medea Myth in Modern Tradition, tesis doctoral de la Universidad de Stanford, 1933, todavía sin publicar, en la cual se analizan y estudian todos los elementos que constituyen nuestros cuentos en 232 versiones de todas partes de Europa, entre ellas la mayor parte de las versiones hispánicas por mi estudiadas. Los datos siguientes están sacados del estudio de la señorita Knopp. Las versiones románicas estudiadas son ciento una. Estas nos ofrecen los siguientes datos sobre la frecuencia de ocurrencia de los motivos o elementos arriba establecidos: Elemento A, 43 versiones, 42% de las versiones. Elemento B, 35 versiones, 34%. Elemento C, 76 versiones, 75%. Elemento C1, 38 versiones, 50%. Elemento D, 96 versiones, 95%. Elemento E, 67 versiones, 66%. Elemento F, 64 versiones, 63%. En las doscientas treinta y dos versiones de Europa los datos son los siguientes: Elemento A, 85 versiones, 37%. Elemento B, 71 versiones, 31%. Elemento C, 186 versiones, 80%. Elemento C1, 64 versiones, 34%. Elemento D, 211 versiones, 91%. Elemento E, 128 versiones, 55%. Elemento F, 124 versiones, 53%. En general, la tradición de España, la de todos los países románicos en general, y la tradición de Europa han desarrollado las versiones de nuestro cuento de la misma manera, a pesar de las grandes diferencias que se pueden hallar en ciertos tipos del cuento. La extraordinaria unidad de desarrollo en Europa puede apreciarse con toda claridad si comparamos los datos en columnas paralelas.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Versiones
Versiones
Versiones
hispánicas
románicas
europeas
88
101
232
Elemento A
49 (55%)
34 (42%)
85 (37%)
Elemento B
37 (42%)
35 (34%)
71 (31%)
Elemento C
74 (84%)
76 (75%)
186 (80%)
Elemento C1
35 (40%)
38 (50%)
64 (34%)
Elemento D
84 (95%)
96 (95%)
211 (91%)
Elemento E
63 (71%)
67 (66%)
128 (55%)
Elemento F
58 (66%)
64 (63%)
124 (53%)
Parece evidente que nuestro cuento de La hija del sol, caracterizado en las versiones hispánicas y en las de la tradición general de Europa por los siete elementos ya establecidos, es una mezcla antigua de motivos fundamentales que han dado origen separadamente a cuentos individuales o de carácter muy distinto de nuestro cuento, combinando en algunos casos uno o dos de los motivos con elementos de cuentos enteramente diferentes. En la mayoría de nuestras versiones europeas, incluyendo las españolas, y en el mismo mito clásico de Jasón y Medea que contiene elementos C y E, hallamos combinados de diversas maneras cuatro motivos importantes de cuento: el cuento sencillo de Las mujeres cisnes, que, según ya se ha indicado, es de origen oriental y muy común en los países germánicos; el cuento de las tareas difíciles, ejecutadas con la ayuda de la hija del diablo o de los animales agradecidos, y también con la ayuda de un hada como en Cuentos 6, 9, 139-145; la fuga maravillosa de los dos amantes por medio de las transformaciones o tirando objetos mágicos que impiden la marcha de los perseguidores; y el cuentecillo del beso o abrazo del olvido, o prohibición de otro carácter violada, y la boda estorbada. Pero se han unido, al parecer, estos motivos en la tradición de Europa entre sí y con otros cuentos para crear una forma especial de cuento muy antiguo, que podríamos llamar el cuento de La hija del sol por las razones que más adelante damos. En las versiones españolas ocurre una supervivencia extraordinaria que revela su parentesco con el mito de Jasón y Medea. El señor Krappe, en el artículo ya citado de FL XXXVI, 308-321, ha demostrado claramente la relación que existe entre los cuentos modernos del tipo de nuestras versiones 122-125 y el mito de Jasón y Medea, relación sospechada antes por otros folkloristas. La supervivencia en el nombre de la heroína no ha sido mencionada por el señor Krappe porque no se halla, al parecer, fuera de España. Hay, sin embargo, un antiguo
cuento de India, en el cual la heroína es la hija del sol. Roba el héroe a la hija del sol porque después de robarle él la ropa, ella no puede subir adonde él está. Véase Huet en RTP XXXII, 3-4. Ahora bien, en el mito clásico, Medea es hija de Aetes, el hijo del sol. En nuestras versiones 122, 124, la heroína, la hija del diablo, se llama, respectivamente, Siete Rayos de Sol y Marisoles. En la versión sevillana de BTEP I, 187-195, el diablo se llama el Marqués del Sol. Esto no me parece accidental. Estos nombres no ocurren en ningunos otros cuentos españoles que yo conozco. Se trata, en mi opinión, de una supervivencia, y nos prueba definitivamente la relación directa entre las versiones europeas antiguas de nuestro cuento con cuentos derivados del antiguo mito clásico o de algún cuento con él relacionado. En nuestras versiones 123 y 125 el héroe tiene que domar caballos salvajes, episodio muy semejante al del antiguo mito, en el cual Jasón tiene que domar dos bueyes salvajes y arar la tierra. Medea le ayuda como en las versiones españolas, y otras la hija del diablo ayuda al héroe. Los objetos mágicos que los fugitivos tiran detrás de sí para impedir la marcha de su perseguidor en las versiones modernas, recuerdan desde luego el brutal episodio del cuerpo del hermano hecho pedazos que la cruel Medea echa al mar para que Aetes, deteniéndose a recogerlos, no pueda alcanzarlos. Krappe, en página 320, observa que este elemento no se halla en las versiones modernas; y a mí me parece que esto es debido a que desde muy antiguo tomó otra forma menos bárbara, la de echar los objetos mágicos, o transformarse para no ser conocidos. Halliday, 9394, cree que la fuga maravillosa de nuestro cuento puede también ser un eco del mito de la fuga de Zeus y Aegina. Nota aparte debemos dedicar a un elemento extraordinario de versión 122 que dice que al novio, al abrazar a su abuela, le dio «el sueño de San Juan» y ya no se acordó de su novia. No he podido averiguar el origen de esta creencia o superstición, pero hallo una referencia parecida en un cuento andaluz de BTPE X, 106-116, versión de Cuentos 104, donde está estudiada, que nos dice que el rey durmiente en su lecho no despertará hasta la mañana de San Juan:
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—Lo blanco con lo encarnado que bien está. Como el rey que dormirá, y no despertará hasta la mañanita del Señor San Juan.
IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
El sueño de San Juan, por consiguiente, ¿es el olvido debido, como en nuestra versión 122, al abrazo de una persona, etc., y que pierde por fin su fuerza cuando la heroína cuenta la historia de su vida a los objetos inanimados, etc., o es en la tradición popular el olvido o el sueño sobrenatural que termina en cierto día especial, en este caso el día de San Juan? La solución de este problema hay que buscarla en un estudio completo de las creencias y supersticiones numerosas que existen en la tradición popular alrededor de San Juan y su fiesta. El mito de Jasón y Medea es parte del largo cuento de la expedición de Jasón, príncipe de Tesalia, a Cólquida en busca del vellocino de oro. Aetes, hijo del sol y rey de Cólquida, poseedor del vellocino de oro, recibe a Jasón y promete entregarle el vellocino de oro a condición de que realice las siguientes tareas de la salida a la puesta del sol: uncir al arado dos toros que despedían fuego de sus bocas y tenían pezuñas de bronce, y sembrar los dientes de dragón de los cuales habían de salir soldados armados para atacar al sembrador; y vencer a los soldados. Medea, la hija del sol y famosa hechicera, le ayuda a Jasón a realizar las tareas. Con un ungüento mágico recibido de Medea, Jasón se unta y así puede uncir a los dos toros al arado y sembrar los dientes de dragón. Cuando los soldados armados que de ellos salen atacan el héroe, los mata con las piedras que Medea le había indicado. Con sus drogas mágicas Medea hace dormirse al dragón que guarda el vellocino de oro y Jasón lo roba. Entonces los dos amantes se escapan. En algunas versiones Medea se lleva consigo a su hermanito Apsyrtos, y cuando Aetes sale en busca de los amantes huidos, Medea mata al hermanito, le despedaza y esparce sus miembros por el mar para entretener a Aetes mientras los amantes se escapan. Hay también versiones en las cuales el hermano es el que persigue a los amantes y es muerto a traición. El mito de Jasón y Medea es antiquísimo. Algunos de los personajes del cuento y hasta algunos de sus elementos fueron conocidos en los tiempos homéricos. Véase la Ilíada VII, 476, XII, 72 y XXIII, 745. En la cuarta oda pitia de Píndaro encontramos ya una variante bastante completa del cuento (falta todo el episodio de la escapatoria de los amantes), y versiones semejantes se hallan en dos obras dramáticas de Sófocles, Colchides y Scythae, en la Medea de Eurípides, y en la Argonáutica de Apolonio de Rodas. En la tradición literaria de Roma encontramos el cuento por vez primera en la Argonáutica de Valerio Flaco, VII y VIII. Después hallamos el cuento ya bien desarrollado en Ovidio, Metamorfosis VII, y Tristia III, 9, y en la famosa Medea de Séneca. La relación de los cuentos de la tradición moderna que venimos estudiando con el mito antiguo de Jasón y Medea
parece definitivamente establecida. Para más detalles sobre las diversas opiniones de los folkloristas, véase: Cosquin II, 12-24; Bolte-Polívka IV, 113; Meuli 1-51; y la Introducción de la obra de la señorita Knopp, arriba citada. El importante estudio de Antti Aarne, ya citado en la bibliografía, Die magische Flucht, analiza en detalle los diferentes tipos del cuento y sus elementos principales. Los orígenes del cuento, según Aarne, hay que buscarlos en Asia. Su opinión de que las versiones americanas han venido directamente de Asia en épocas prehistóricas me parece exagerada. Muchas versiones de los indios de América son seguramente de origen europeo, particularmente hispánico. El cuento de los indios teguas de Nuevo Méjico, por ejemplo, Parsons, Tewa 41, es evidentemente de origen español. Nuestro cuento es uno de aquellos que por medio de la transmisión ha viajado en diferentes formas de Oriente a Occidente, y que ha desarrollado su forma definitiva uniéndose a las versiones del mito de Jasón y Medea en Occidente, y de allí ha sido llevado después a todas partes del mundo colonizado por europeos. En la tradición de Oriente no hallamos nuestro cuento en versiones antiguas. Aparece por vez primera, y en forma muy fragmentaria, con sólo elementos C y D de nuestra clasificación, en el Katha Sarit Sagara de Somadeva, obra del siglo XI. Véase Somadeva III, 223-232. En esta versión de India encontramos ya algunos elementos de las versiones de La hija del diablo de Europa: las tareas de separar semillas y escoger a la novia verdadera entre muchas parecidas; y la escapatoria por medio de transformaciones en vez de obstáculos. En el siglo XVI las versiones orales todavía no se documentan. Una de las primeras es la de Bello, que lleva elementos A, D, E y F. Véase Bolte-Polívka II, 525-526: Un rey de Egipto sufre de una enfermedad y para sanar hay que bañarle en sangre humana. Le traen un joven príncipe para este propósito, pero su hija se enamora de él y le salva, huyendo con él por medio de una piedra que les hace invisibles y por medio de una bebida que hace dormir al rey. El príncipe se deja besar y olvida a su novia. Por medio de su anillo y contando sus aventuras con el príncipe el día de la boda de éste con otra, la verdadera novia se hace conocer y se casa con el príncipe. En la última parte este cuento de Bello tiene ya una relación directa con nuestras versiones modernas de La hija del diablo. Las tres versiones fragmentarias de Basile, Pentamerone II, 1, II, 7, y III, 9, son también sacadas de la tradición oral y llevan elementos semejantes a las modernas. La primera versión desarrolla elemento D con detalles muy notables: Una bruja roba a una hermosa joven y la tiene encerrada en
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
una torre. Un príncipe huye con ella. La bruja los sigue. La heroína se ha llevado de la casa de la bruja tres manzanas para obstáculos. La primera se vuelve un perro rabioso, pero la bruja lo doma dándole pan; la segunda se vuelve un león, que es vencido por la bruja; pero la tercera se vuelve un lobo que devora a la bruja. El segundo cuento del Pentamerone desarrolla elementos A, C, D y E: Un príncipe se enamora de la hija de una bruja, y tiene que realizar las difíciles tareas de sembrar ciertas tierras, cortar cierta cantidad de leña y llenar de agua un enorme pozo. La hija de la bruja le ayuda y huye con ella. La olvida cuando le besa su madre, pero por medio de la paloma que habla, el príncipe recuerda todo y se casa con su novia. El tercer cuento de Basile es muy semejante al de Bello, desarrollando principalmente elementos A, D y E. El cuento de la Condesa de Aulnoy, Cabinet des Fées II, 313364, desarrolla principalmente elemento D. Los amantes se escapan por medio de transformaciones mágicas.
C. El príncipe encantado 126. 127. 128. 129. 130. 131. 132.
Las tres ascuitas Cabeza de burro El Castillo de Oropé La cueva del dragón El lagarto de las siete camisas, La fiera del rosal El príncipe rana
BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia 1; BTPE II, 25-37, X, 118-121, 139-143, 242248; Cabal CTA 66-71; Curiel Merchán 82-86, 142-144, 167-169; Espinosa, Castilla 111, 112, 113; Orígenes IV, 34-50; Sánchez Pérez 45.—-Españolas de América: Andrade 117, 152, 182, 183, 189; Arellano 63, 64; AUC XLII, 60-74; BTPE I, 126-148 (dos versiones); Espinosa III, 2; Espinosa SFNM 16, 36; JAFL XXXV, 66-73; Laval, Cuentos 2; Mason-Espinosa PRF III, 12a, 12b, 12c, 21, 21f; Rael 153, 154, 155, 156, 157, 163, 164, 165,
166, 169; Wheeler 89, 90, 91.—Portuguesas: Athaide Oliveira I, 8, 15, 64, 72, 186, II, 221, 231, 286, 358, 375; Braga I, 2, 30; Caróchinha 113-117; Coelho 25, 29, 34, 44; Consiglieri-Pedroso FLS 10, 20, 26; RL IV, 359-362, XVII, 98-104.—Portuguesas de Brasil: Gomes II, 44-52, 59-63; Magalhães 286-297 (dos versiones); Pimentel 166-173.—Portuguesas de Goa: JAFL L, 2730 (dos versiones).—Catalanas: Maspons y Labrós I, 103-106, II, 60-64, 104-110, III, 150-161; Maspons y Labrós, Cuentos 9.—Italianas: Anderson, Novelline 89; Andrews 283-286; Archivio I, 424-429, 531-539, II, 157165, 353-358, 403-407, III, 361-363, 535-537, X, 5763, 84-87, 238-240, XVIII, 78-81; Busk Roman Legends 99-108, 115-118; Coronedi-Berti 1; Crane 1-11, 322323; Finamore 21; FLR III, 47-48; Gonzenbach 9, 15, 16, 42, 43; Gubernatis II, 286-287, 381-384; JREL VII, 249-254; Nerucci 16; Nino III, 29, 41; Pentamerone II, 5, 9, V, 3, 4; Pitré I, 12, 17, 18, 30, 56, II, 82, 101, IV, 281; Propugnatore VII, 1, 190-193; Schneller 13, 25, 30; Straparola II, 1.—Corsa: Ortoli 3.—Francesas: Bladé I, 15-31, 181-192; Cabinet des Fées III, 174-227, XIII, 257276; Cosquin I, 63; Meyrac 470-473; Pineau, Poitou 1722; RTP III, 268-272, XII, 533-535; Sébillot, Landes 117127; Sébillot, Provinces 95-104.—Francesas del Canadá: JAFL LIII, 132-133; MBarbeau 48.—Francesa de Misuri: Carrière 25.—Belga: Wallonia III, 155-161.—Flamenca: FFC XXXV, 48.—Bretonas: Luzel I, 295-363 (cinco versiones); RTP XXIII, 1-6, XXIX, 22; Sébillot I, 16; Sébillot, Folklore III, 291.—Vascuences: Cerquand IV, 96-101; Webster 38-41, 167-172.—Latinas: Apuleyo IV, 29, VI, 24.—Alemanas: Alemania XXIV, 179-181; Grimm 1, 88, 108, 123, 144; Haltrich 44; Jahn 60; Kuhn 347-352; Kuhn-Schwartz 11; Lemke II, 117122, 139-143, 226-229; Meier 57; Mullenhoff 384-388 (dos versiones); Pröhle 31; Schambach-Müller 263-267 (dos versiones); Zingerle 1, 183-188, 2, 173-179, 193198, 391-395; ZVFV III, 189-195, 336-337.—Danesa: FLR III, 225-236.—Islandesas: Rittershaus 21-27 (dos versiones).—Noruegas: Dasent 103-113, 137-151; Dasent, Fjeld 353-363.—Sueca: Thorpe 15-35.—Holandesas: Volkskunde VIII, 141-147, XIV, 117-118.—Inglesas: Jacobs 1, 224-229; Jacobs 2, 20-27.—Inglesas de América: Gardner 112-114, 118-121.—Escocesas: Campbell I, 64-67, 208-213, II, 141-143, IV, 261-270.—Irlandesas: Curtin 50-63; FL IV, 190-194, 322-325; Kennedy, Fireside Stories 57.—Eslavas: Curtin, Russian 47-58; Krauss I, 205-208, 281-282; Leskien 151-153; Leskien-Brugman 438-443; Magnus 283-286; Ralston 116-118.—Húngara: Klimo 209-214.—Gitanas: Aichele 33-40; Groome 21-
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
24, 138-139.—Magiares: Jones-Kropf 130-132, 224-226, 404-405.—Griegas: FL X, 500-502, XII, 320-323; FLJ II, 241-242; Garnett II, 120-129, 152-157; Hahn I, 31, II, 73, 100; Kretschmer 5; Legrand 1-10; Schmidt 8391 (dos versiones).—Armenia: Macler 167-180.—Judía: RTP VIII, 80-84.—Africanas: Kootz-Kretschmer II, 97-98.—Antillanas: Parsons, Antilles I, 288, 340-343, 475, 478, II, 179-181, 442-444, 584-587.—Indias: Asiatic Researches VI, 35-36, IX, 147-149; Bompas 56-60, 227232; Journal Asiatique, Serie 4, III, 239-242; Panchatantra V, 8; Rig Veda X, 95; Satapatha Brahmana V, 1; Somadeva III, 17; Stokes 10.—Indias orientales: De Vries, Oost Indië I, 197-203, II, 135-146.—Indias de Norteamérica: JAFL XXXV, 66-73; PAES XII, 575.—Filipinas: JAFL XX, 8990, 302-304.—Clasificación y estudios especiales: Aarne, Estnische Märchen 425A, 425C; Aarne-Thompson 425, 425A, 425C, 440, 750A; Boggs 425, 425A, 425B, 425C; Bolte-Polívka I, 1-9, II, 59, 229-273, IV, 125; Clouston I, 205-214; Cosquin II, 217-230; Dietze en Philologus LIX, 136-147; JAFL XVIII, 1-14; Lang CM 64-86; La Tradition III, 4-10, 103-107, 183-185; Nineteenth Century IV, 990-1012; Panchatantra, Notas de Bentley I, 254; Parsons, Antilles III, 233-234; Propugnatore VII, 1, 193-194; Purser XLIII-LXIX, y 1-133; Reitzenstein 1-46, 59-88; Somadeva, Notas de Tawney-Penzer II, 245-259; Stumfall VIII-XIV, y 102-134; Tatlock 123-139; Tagethoff 1-115; ZVFV VI, 65-66; Thompson B640, B640.1, B641, B641.4, B642, B642.1, B643, B644, C32, C32.1, C121, C313.1.1, C421, C712, C757.1, C761.2, D621.1, D700, D702, D702.1, D710, D712, D712.3, D721, D721.2, D721.3, D733, D735, D735.1, D765.1.2, D1413.7, D1413.8, D1413.16, D1791, D1978.4, D2006.1, D2006.1.3, D2006.1.4, D2006.2.6, G84, G532, H151, H151.1, H1125, H1232, H1385.4, H1385.5, J414, J491, K675, K1217, K1911, K1911.3, L221, N825, N825.3, Q482, S228, T102, T111, T111.1. De todos estos cuentos, 127, 128, 130, 131 y 132 pertenecen propiamente al cuento del príncipe encantado, o sea el cuento del novio o marido animal. Estos cinco cuentos representan versiones importantes y muy interesantes de diversos tipos del cuento en la tradición de Europa. Los otros dos, 126 y 129, están relacionados directamente con nuestro cuento, pero tienen detalles sacados de otros cuentos y por eso hay que estudiarlos separadamente de los demás. Nuestra versión 126 es un desarrollo extraordinario y especial del cuento general del príncipe encantado. La primera parte de la versión sigue un tipo muy bien conocido: Al coger unas hierbas, la madre de la heroína oye
una voz que le manda llevar a su hija al campo. Allí vive la hija en un palacio encantado, sin ver a su marido. Por consejo de la madre, una noche enciende una cerilla y ve a su marido con un medallón al cuello. Pronuncia palabras sugeridas por lo que ve y el príncipe se desencanta. Pero de allí en adelante el cuento cambia de rumbo enteramente. No hay, al parecer, ninguna prohibición y la esposa curiosa no sufre pena alguna por encender el cerillo para ver a su marido. El príncipe se desencanta inmediatamente como en Cuentos 131, 132. Para la desaparición del príncipe no hay, al parecer, motivo alguno. Desaparece, sin embargo, como en los otros cuentos donde el motivo es evidente en vista de una prohibición expresa, y al separarse, entrega a su novia tres ascuitas maravillosas que al encenderlas le proporcionan una varita de virtud. Después sigue un interesante cuento de tres jóvenes burlados algo relacionado con el popular cuento de los tres jorobados, Cuentos 31, 32, pero con los detalles de las burlas muy distintos. Véase Thompson K1217. Este cuento de las burlas es, al parecer, un cuento diferente y separado. El cuento danés de Dasent 137-151 es muy semejante. El episodio que nos cuenta cómo el príncipe se presenta al final para reclamar a su esposa cuando la justicia va a apoderarse de ella, es un detalle que parece inventado sólo para unir dos cuantos diferentes. Este cuento de las tres ascuitas maravillosas y de las burlas sobre los tres enamorados desconocidos se halla, sin embargo, en algunas versiones del cuento del príncipe encantado y hasta en algunas del cuento de La hija del diablo y otros, por ejemplo en las cuentos siguientes: Mason-Espinosa PRF III, 211, cuento del príncipe encantado en pez, muy parecido a nuestra versión 126; cuatro versiones del cuento de La hija del diablo, BTPE X, 90-104, Braga I, 14-18, Barbosa en RL IV, 345348, Parsons, Cape Verde I, 52b, una versión francesa del príncipe encantado de Cabinet des Fées III, 257-276 y otra francesa de RTP XXVII, 230-233. Véase, además: BoltePolívka II, 40, Nota 2; Hazlitt IV, 42-53; Kirtredge 201 y Nota 102; Wesselski 27; y, Thompson K1217. Nuestra versión 129 es todavía más extraordinaria y complicada. Empieza, como muchas versiones del príncipe encantado, con el detalle del padre que promete su hija al dragón que le saca de dificultades reto de allí en adelante se trata de un cuento enteramente diferente. Cuando el padre y la hija llegan a la cueva del dragón, éste declara en seguida que va a devorar a la hija. Se marcha el padre y el dragón le manda a la joven que se apee de su burro porque va a devorarla. Ocurre entonces un detalle extraordinario y maravilloso. El burro es un ser sobrenatural que protege a la niña contra todos los engaños y ataques del dragón, y,
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
por fin, cuando ya la joven ha triunfado sobre sus malos designios, le mata y le saca el corazón para hallar en él una varita de virtud, la cual le proporciona un palacio hermoso donde después la halla su marido. Pero todos los detalles que siguen a la primera lucha del burro con el dragón pertenecen propiamente al cuento de La niña sin brazos, Cuentos 99-103, y también al cuento del Diablo maestro con él relacionado, Cuentos 104. Como en esos cuentos, la niña perseguida llega a un palacio donde un rey se casa con ella, se va el rey a la guerra y la reina da a luz dos niños, le escriben al rey, el dragón perseguidor cambia las cartas, la reina y sus niños son abandonados, llega con ellos al palacio del dragón, el borrico le mata, etcétera. El final es idéntico al cuento de La niña sin brazos, con el gracioso reconocimiento de la esposa e hijos por el rey. Para más detalles, véase mi estudio de los cuentos de La niña sin brazos y del Diablo maestro, Cuentos 99-104. La versión dominicana de Andrade, 152, es muy semejante a nuestra 129. Los demás cuentos, nuestras versiones 127, 128, 130, 131 y 132, son, como ya queda dicho, versiones preciosas del bien conocido cuento del príncipe encantado, o sea del marido o novio convertido por encanto en un animal, el cuento de Grimm 88, La alondra que canta y salta, y otros con él relacionados, como Grimm 1, El rey rana, 108, 127, etc., todos estudiados y clasificados por los señores Bolte y Polívka, en sus Anmerkungen II, 229-273. Este cuento, particularmente del grupo III de la clasificación de BoltePolívka, II, 245-261, Grimm 88 y nuestras tres versiones españolas 127, 128 y 130, es en realidad un cuento tradicional de Europa directamente relacionado con el bellísimo cuento de amor documentado en el siglo II por Apuleyo en su Asno de oro, el cuento mítico de Cupido y Psiquis. Bolte y Polívka distinguen cuatro grupos o tipos fundamentales de nuestro cuento: I. Tipo en el cual el desencanto del príncipe ocurre cuando se le roba o quema su piel de animal, cuando la novia le descabeza o le da una patada, o luchando con la bruja que le ha encantado. Termina el cuento con el desencanto y el feliz matrimonio de los novios. En este tipo faltan todos los interesantes detalles de la desaparición del príncipe por la desobediencia de la heroína, de la boda estorbada, etc., del grupo III. A este primer grupo pertenece nuestra preciosa versión española 132, versión del Príncipe rana, muy parecida a la de Grimm 1, estudiada con muchísimas variantes y observaciones valiosas por Bolte y Polívka en I, 1-9.
Pertenecen a este tipo las siguientes versiones de nuestra bibliografía: Curiel Merchán 167-169; Espinosa, Castilla 113; Athaide Oliveira II, 375; Magalhães 286-289; Gonzenbach 43; Grimm 1, 108, 144; Sébillot, Folklore III, 291; Jacobs 1, 224-229; Schambach-Müller 245-267; Hahn I, 177-181; Zingerle II, 193-198, 391-395; KootzKretschmer II, 97-98; Stokes 10; Bompas 227-232. Véase, además, la abundante bibliografía de Bolte-Polívka en II, 235-241. II. Tipo en el cual faltan también los detalles de la desaparición del príncipe, de la boda estorbada, etc., como en el grupo I, pero el desencanto ocurre sencillamente cuando la joven consiente en casarse con el encantado y se abraza a él. Es el tipo en el cual el desencanto se verifica por medio del amor. Nuestra versión española 131, La fiera del rosal, pertenece a este grupo sencillo y al parecer primitivo. Pertenecen a este grupo las siguientes versiones: Cabal CTA 66-71; BTPE X, 118-121; Curiel Merchán 82-86, 142-144; Espinosa, Castilla 111, 112; Sánchez Pérez 45; Mason-Espinosa PRF III, 12b y 21: Rael 163; Athaide Oliveira I, 15, 186; Gomes II, 59-63; Maspons y Labrós II, 104-110; Milá y Fontanals, Cuentos 9; Caróchinha 113-117; Straparola II, 1; Busk, Roman Legends 115118; Crane 7-11; Nerucci 16; RTP XII, 533-535; Bladé I, 181-192; Webster 167-172; Alemania XXIV, 179-181; Krauss I, 281-282; Müllenhoff 384-385; Schmidt 88-89; Jones-Kropf 224-226, 404-405; Magnus 283-286; FLR III, 47-48; Meyrac 470-473. Véase también Bolte-Polívka II, 241-245. Hay dos versiones hispánicas, JAFL L, 27-30, las dos portuguesas de Goa, India, que tal vez pertenezcan a este grupo. La primera empieza como nuestra versión Cuentos 131, pero el príncipe se desencanta cuando la heroína le saca un alfiler que tiene clavado en la cabeza, como la novia cambiada en paloma de Cuentos 120, 121. La segunda versión es muy diferente. La heroína desencanta al príncipe sacándole alfileres que tiene clavados por todo el cuerpo, pero se cansa y se duerme y una esclava negra llega y termina la tarea. Toma el puesto de la verdadera novia hasta que ésta logra decirle la verdad al príncipe. III. Este grupo es el más numeroso y el más interesante e importante. Es el tipo que desarrolla el cuento completo relacionado con el cuento de Apuleyo y el que más interés tiene para los estudios comparativos. Aquí pertenecen las versiones 88 y 127 de Grimm y nuestras tres versiones españolas 127, 128 y 130, las mejores y más típicas del
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
cuento del príncipe encantado que hallamos en la tradición española entre las hasta ahora conocidas. Pertenecen a este tercer grupo las siguientes versiones de nuestra bibliografía: BTPE I, 126-136, X, 139-143; Ampudia 1; Andrade 117, 182, 183, 189; Arellano 63, 64; Mason-Espinosa PRF III, 12a, 12c; Laval, Cuentos 12-16; Rael 153, 154, 155, 156, 165; Wheeler 91; Athaide Oliveira I, 8, 72, II, 221, 231, 286; Braga I, 4-7, 66-68; Coelho 25, 34; Consiglieri-Pedroso FLS 105-110; Magalhães 289-297; Pimentel 166-173; Maspons y Labrós II, 60-64, III, 32-37; Archivio I, 424-429, 531-539, II, 157-165, 353, 358, 403407, X, 84-87; Gonzenbach 42; Bladé I, 1531; Legrand 1-10; Pentamerone II, 5; Cabinet des Fées XIII, 257-276; Luzel I, 295-305, 306-317, 319-340, 341-349, 350-363; MBarbeau 48; Cerquand IV, 103; Pineau, Poiteau 17-22; RTP III, 268-272, VIII, 80-84, XXIII, 1-6; Campbell I, 64-67, 208-213, IV, 261-270; Jacobs 2, 20-27; Curtin 50-63; Thorpe 15-36; FL IV, 190-194, 322-325, X, 500502; FLR III, 225-236; JAFL XX, 89-90, 302-304; JERF VII, 249-254; Grimm 88, 127; Haltrich 44; Kuhn 347352; Müllenhoff 385-388; Jahn 331-335; Schmidt 83-88; Dasent 103-113; Dasent, Fjeld 353-363; Hahn II, 80-84, 136-145; Garnett II, 120-129, 152-157; Curtin, Russian 47-58; Leskien-Brugman 438-443; Aichle 33-40; Asiatic Researches VI, 35-36, IX, 147-149. IV. Este grupo se diferencia del grupo III en que el príncipe está encantado en forma de ave. Los demás detalles son semejantes a los de los otros grupos. Hay versiones en las cuales el encantado se desencanta al momento en que su novia se le acerca, como en el grupo II, pero en general ocurren otros detalles debidos a la malicia y venganzas de las hermanas. Pertenecen a este grupo las siguientes versiones hispánicas: Espinosa SFNM 36; Rael 166; Wheeler 89, 90; Athaide Oliveira I, 64, II, 358. Este grupo no es muy popular en la tradición, pero sí en la literatura. Véase BoltePolívka II, 261-266, donde se reúnen la mayoría de las versiones conocidas, populares y literarias. Del punto de vista de la forma que toma el encantado, podríamos todavía establecer un grupo especial V, de las versiones parecidas a las del grupo III, pero en las cuales el príncipe está encantado en forma de pez. A este tipo pertenecen algunas versiones hispánicas: Laval, Cuentos 1216; Pimentel 166-173, y en Mason-Espinosa PRF III, 21f, versión que termina, como nuestra versión española 126, con el cuento de las tres ascuitas maravillosas. Quedan clasificadas nuestras varias versiones según la clasificación general de Bolte-Polívka. De las siete versiones
nuestras, dos de ellas, 126 y 129, pertenecen en realidad a cuentos muy ajenos al del príncipe encantado, si bien se han clasificado entre ellos por su principio Versión 126 es una mezcla de nuestro cuento con el de las tres ascuitas maravillosas y las burlas con los tres enamorados, como ya queda dicho. La fusión de los dos temas parece un poco artificial, pero se halla en otras versiones semejantes, por ejemplo, en Cabinet des Fées XIII, 257-276. Versión 129, como ya se ha indicado, es una mezcla de nuestro cuento del príncipe encantado con detalles bien conocidos de los cuentos de La niña sin brazos y del Diablo maestro. Quedan, por consiguiente, cinco versiones verdaderas del cuento del marido o novio animal, 127, 128, 130, 131 y 132, todas ellas ya clasificadas. Cuentos 131 y 132 son versiones sencillas y breves de los cuentos de los grupos II y I, respectivamente de Bolte-Polívka. Nuestra versión 131, La fiera del rosal, es bien conocida en la tradición de Europa, como se puede ver en la bibliografía del grupo, y nuestra versión 132 es una preciosa, aunque breve versión, del bien conocido tipo del Príncipe rana, Espinosa, Castilla 113 y Grimm 1. Pero las versiones restantes, 127, 128 y 130, son las que más nos interesan. Son tres versiones completas del tipo III de Bolte-Polívka, el tipo que continúa en la tradición oral moderna el antiguo cuento documentado en el siglo II por Apuleyo en su Asno de Oro. La relación entre el tema antiguo y el moderno es extraordinaria y forzosamente piensa uno en fuentes primitivas idénticas. Estas tres versiones españolas son muy semejantes y nos cuentan el cuento siguiente: Una joven se casa con un príncipe encantado en animal, asno, lagarto. Se acuestan a dormir y durante la noche el encantado se quita la funda de animal. Por malos consejos de las hermanas, la heroína consiente en que entren ellas a ver a su marido animal de noche a la luz de una vela o lámpara, o ella misma enciende una vela para ver qué forma tiene, desobedeciendo de esta manera el aviso del marido de no decir a nadie nada de su encanto. En 128 y 130 la joven quema la funda de animal de su marido, siguiendo los consejos de sus hermanas o de su madre. El detalle de la gota de cera que cae en la cara del encantado ocurre en 127. En las tres versiones el príncipe queda desencantado al caerle la gota de cera o al quemarle su funda de animal, pero la joven tiene entonces que ir a buscarle porque le ha desobedecido, desencantándole antes del tiempo debido. Después de un largo viaje, llega adonde está su marido preparándose para casarse con otra mujer. Se trata otra vez del olvido de la heroína por parte del príncipe desencantado como parte del castigo de su desobediencia, como en los cuentos de La hija del diablo, Cuentos 122-125. Cuando la joven llega al reino donde su marido está para casarse, va provista de
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
objetos maravillosos o poseedora de gracias maravillosas (la Virgen le regala tres nueces maravillosas en Cuentos 130) y ofrece los objetos a la nueva novia por el derecho de dormir o hablar con el príncipe. De esta manera se hace conocer y se marcha con su marido. De las ochenta y tres versiones hispánicas de estos cuentos que yo conozco, todas documentadas en nuestra bibliografía, treinta y cinco, o sea el 42%, pertenecen al Tipo III, geográficamente distribuidas de la manera siguiente: Españolas peninsulares: 22, Tipo III, 6, 27%. Españolas de América: 28, Tipo III, 15, 54%. Portuguesas: 28, Tipo III, 12, 43%. Catalanas: 5, Tipo III, 2, 40%. Hispánicas: 83, Tipo III, 35, 42%. Todas las versiones hispánicas que pertenecen a este tipo han sido ya citadas bajo el Tipo III, con muchas más de otras procedencias. Sólo veinte de las treinta y cinco, o sea el 57%, son versiones perfectas del tipo: Cuentos 127, 128, 130; BTPE I, 126-136, X, 139-143; Andrade 182, 183; Arellano 63; Laval, Cuentos 12-16; Mason-Espinosa PRF III, 12b; Rael 153, 154, 155, 156, 165; Athaide Oliveira I, 72, II, 221, 231, 286; Magalhães 289-297. El episodio final de la boda estorbada se halla en quince de estas veinte versiones. La primera parte de Cuentos 130, el príncipe encantado en animal que mata a las dos primeras hermanas que no obedecen y es desencantado por la tercera, se halla en la versión de Straparola II, 1, y en alguna que otra versión moderna, por ejemplo, en Rael 158, 160, Wheeler 91. Buscando los orígenes de nuestro cuento, inmediatamente pasamos más allá de la Edad Media para examinar el cuento ya citado de Apuleyo, Cupido y Psiquis. Este cuentomito tiene ya su forma elemental en la antigüedad griega, pero lo conocemos en su forma más típica y popular en la incomparable versión romántica del Asno de Oro o Metamorfosis de Apuleyo. En mi opinión, no hay la menor duda de que se trata del mismo cuento de nuestro Tipo III, nuestras versiones españolas 127, 128 y 130. Apuleyo ha sacado el cuento de la tradición popular de su época y ha hecho de él una bellísima historia romántica y simbólica. La tradición moderna de Europa conserva el antiguo cuento con los detalles fundamentales y con toda su gracia primitiva. El cuento de Lucio Apuleyo se halla en IV, 28-35, V, 1-31 y VI, 1-24 de su Metamorfosis o Asno de Oro. Una edición crítica y anotada del texto latino ha sido publicada en páginas 1-123 de la obra de Purser. La traducción española del siglo XVI ha sido publicada por Menéndez y Pelayo en Orígenes IV, 4-103. El cuento de Cupido y Psiquis
se halla en páginas 34-50. Un excelente resumen del cuento se halla en Tatlock 123-139. En el resumen que sigue se documentan sólo los detalles fundamentales del cuento. Estos eran un rey y una reina que tenían tres hijas, la menor de la cuales era de una belleza extraordinaria. Tan grande llegó a ser la fama de su hermosura que hasta los templos de Venus se hallaban vacíos. Llena de envidia y de ira, la diosa Venus llamó a su hijo Cupido y le rogó que castigara a la belleza rebelde, llamada Psiquis, instigándola para que se enamorara de los hombres más humildes y groseros. Las dos hermanas mayores de Psiquis en seguida hallaron novios y se casaron, pero nadie se atrevía a declarar el amor a la bellísima Psiquis, y sus padres, creyendo que habían tal vez ofendido a los dioses, acudieron al oráculo de Apolo para pedir consejo. —No esperéis que vuestra hija se case con hombre mortal —respondió el oráculo—. Ha de ser la mujer de un monstruo cuyas armas y llamas hacen templar al mismo Júpiter. Y para que encuentre la novia a su futuro marido tenéis que llevarla a una montaña y abandonarla allí. Obedecieron los padres y llevaron a su hija a una montaña. Inmediatamente llegó Céfiro y cogió a Psiquis y se la llevó a un valle florido, donde había un huerto y una fuente. Cerca de la fuente se levantaba un soberbio palacio. Entró Psiquis en el palacio. A nadie veía, pero oyó voces que la dijeron: —No os maravilléis, señora. Todas estas riquezas son vuestras. Ved allá vuestro cuarto de dormir. Cuando hayáis descansado y tomado el baño, nosotros os ayudaremos a vestir y luego os prepararemos un banquete. Obedeció Psiquis y se vio asistida de numerosos criados, cuyas voces oía, pero a quienes no podía ver. Por la noche llegó el amo del palacio y la hizo su mujer, pero antes del amanecer desapareció. Así pasaron muchas noches. Psiquis quería mucho a su marido y le esperaba gustosa cada noche para recibir sus caricias y oír su dulce voz, pero nunca le veía. De día Psiquis estaba siempre triste y una noche le contó esta pena a su marido y le rogó que la permitiese invitar a sus hermanas, para que vinieran a visitarla. El marido consintió, pero le encargó muy encarecidamente que no tratara de averiguar nunca qué forma tenía él. Si desobedecía, los dos serían desgraciados. Las dos hermanas visitaron a Psiquis y quedaron maravilladas al ver las riquezas del palacio. Preguntáronle quién era su marido, y respondió ella que era un joven hermoso que la visitaba sólo de noche. Por fin las hermanas se despidieron llenas de regalos, pero también llenas de envidia. Al llegar a su casa, empezaron a quejarse y a entristecerse, declarando que la hermana menor había tenido la mejor suerte. La tercera vez que visitaron a Psiquis,
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
le dijeron en tono cariñoso y con engaño que todo el mundo sabía que su marido era una serpiente venenosa, que la estaba engordando para devorarla. Además le aconsejaron que escondiera un cuchillo en la cama y le descabezara durante la noche, cuando se durmiera. Psiquis rechazó indignada todos estos consejos al principio, pero las hermanas tanto insistieron que al fin se persuadió y prometió hacer lo que aconsejaban. Se despidieron las hermanas y llegó la noche. Cuando Psiquis observó que su marido dormía, sacó una lámpara y la encendió y cogió el cuchillo que ya tenía preparado. Pero a la luz de la lámpara no vio a un monstruo terrible, sino al joven más hermoso que jamás había visto. Llena de gozo al ver la hermosura de su amado y de vergüenza al pensar en su traición, cayó de rodillas al suelo. Quedó Psiquis pasmada al ver la hermosura extraordinaria de su marido, sus dorados rizos, sus carrillos rojos, sus delicadas alas. Se le olvidó apagar la lámpara y vio las pequeñas saetas y el arco al pie de la cama. El mismo dios Cupido era su marido. Tocó las puntas de la saetas con los dedos y le salieron gotas de sangre. Inmediatamente, el amor hacia su marido se convirtió en pasión. Inclinándose para besarle en la boca, cayó de la lámpara una gota de aceite sobre el hombro de Cupido. Despertó en seguida y, soltándose de los brazos de Psiquis, desapareció, pero no sin decir a Psiquis: —Por ti, Psiquis, desobedecí a mi madre Venus y te escogí yo mismo para esposa cuando ella me rogó que te hiciera enamorar de hombres de baja condición. Y tú me has desobedecido y has creído que yo era un monstruo y estabas dispuesta a descabezarme. Tus hermanas sabrán lo que es mi ira. Y tú, sufrirás con mi ausencia. La desgraciada Psiquis se puso en marcha inmediata mente para buscar a su marido. Llegó adonde vivían sus hermanas y por engaño las hizo ir otra vez al valle donde estaba el palacio, y las dos murieron, precipitándose de la cima de una montaña para que Céfiro se las llevase. De allí Psiquis se marchó a las moradas de las diosas para pedir auxilio. Cupido entre tanto estaba enfermo en la casa de su madre Venus. Se negaron las diosas a prestar ayuda a Psiquis, temiendo la ira de Venus. Venus ya sabía lo que había ocurrido y había prometido siete besos al que capturara a la fugitiva Psiquis. Y Psiquis, viéndose desamparada, decidió acudir ella misma ante Venus para pedir misericordia. —Por fin has venido a visitar a tu suegra —dijo Venus, al ver llegar a Psiquis—. O tal vez has venido a visitar a tu marido que está enfermo de la herida que le hiciste. Y llamó inmediatamente a sus sirvientas, la Solicitud y la Tristeza, para que hicieran sufrir a Psiquis. Venus llamó entonces a Psiquis y le dijo que para
merecer a su marido Cupido tenía que pasar por varias pruebas. La primera consistía en separar un montón de semillas de cebada, judías o trigo y otros cereales, lo cual Psiquis pudo hacer gracias a la ayuda de las hormigas de un hormiguero vecino. La segunda prueba consistía en traerle a Venus una trenza de lana de oro de unas ovejas que pacían en cierto bosque. Gracias a la ayuda de un junco del río que le dice como ha de obtener la lana de oro, Psiquis sale otra vez victoriosa. Sospecha Venus que Psiquis recibe ayuda de alguien. La tercera prueba consistía en traerle a Venus rocío de una fuente que salía de cierta altísima montaña. Gracias a la ayuda del águila de Júpiter, Psiquis pudo obtener el rocío deseado. Llena de ira, Venus dijo por fin a Psiquis: —Ahora tienes que ir a la morada de Plutón y decirle a Proserpina que me haga el favor de enviarme en esta cajita un poco de su hermosura, porque yo he gastado la mía cuidando de mi hijo que está enfermo. Psiquis se puso desesperada y estaba ya para precipitarse de una alta peña, cuando la peña le habló y le dijo: —Desgraciada joven, ¿por qué deseas quitarte la vida cuando ya es la última prueba? Le aconseja entonces cómo ha de hacer para presentarse ante Proserpina. Y por fin, le dice: —Y cuando hayáis recibido lo que buscáis, no lo miréis ni abráis la caja por nada del mundo. Hizo lo que la peña le aconsejó y en todo salió bien. Pero cuando ya iba de camino a la morada de Venus con la cajita de hermosura en sus manos, le entró la curiosidad de ver lo que la cajita contenía y de tomar ella misma un poco de la hermosura, para estar todavía más hermosa al encontrar otra vez a su amante Cupido. Pero al abrir la caja, no halló la hermosura que esperaba. Le dio sueño y allí se quedó amortecida. Esta vez Cupido mismo fue a ayudarle. La despertó de su sueño, encerraron al sueño en la caja y Psiquis fue y se la llevó a Venus. Y Cupido acudió a Júpiter, su abuelo. Júpiter accedió a los ruegos de Cupido, aplacó la ira de Venus, ascendió a Psiquis al rango de diosa y decretó que Cupido y Psiquis se casasen. Es inútil hacer comparaciones. El cuento de Lucio Apuleyo ha sido sacado de la tradición oral de su época y es el mismo cuento del grupo III arriba estudiado, que todavía se conserva en la tradición oral de Europa. No hay ni un solo detalle importante del cuento literario de Apuleyo que no se halle en los cuentos modernos. Nuestras tres versiones españolas 127, 128, 130, los tienen casi todos. Que el cuento de Apuleyo es ya un cuento literario, filosófico y simbólico nadie puede dudarlo. Psiquis es el alma y Cupido es el amor. Por su propia voluntad Psiquis destruye su vida inocente y feliz con Cupido, y por
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eso tiene que sufrir y pasar por muchas pruebas antes de unirse otra vez con el amor para siempre. Esta interpretación simbólica del cuento de Apuleyo, primeramente sugerida por Fulgencio en el siglo V, es aceptada todavía por muchos críticos. Véase Purser xliii-xliv, Bolte-Polívka II, 267-268, Tatlock 138-139 y Tegethoff 66-132. Pero los cuentos modernos del príncipe encantado no vienen del cuento de Apuleyo, sino de las mismas fuentes antiguas que le sirvieron a Apuleyo para fraguar su cuento de amor. La influencia de Apuleyo hay que buscarla en las formas literarias de la Edad Media y modernas del antiguo cuento, y estas formas literarias, más popularizadas que el cuento de Apuleyo, sí han podido influir en la tradición. Un cuento italiano recogido de la tradición oral toscana y muy semejante al cuento de Apuleyo hasta en lo de las pruebas por las cuales tiene que pasar la heroína, aunque las pruebas mismas son diferentes, da al joven desconocido el nombre de Cupido. Un estudio definitivo sobre las relaciones entre los cuentos populares modernos y las formas literarias compuestas a base del cuento de Apuleyo está todavía por hacer. El importante estudio de Tegethoff discute todos los problemas fundamentales, pero no es un trabajo definitivo. Las formas verdaderamente populares y tradicionales de la Europa moderna poco o nada tienen que ver con el cuento latino y han vivido en la tradición completamente separadas de las formas literarias desconocidas por el pueblo, o tal vez han vivido a su lado sin confundirse con ellas. Las dos versiones italianas más antiguas que poseemos de la tradición oral, Straparola II, 1, y Pentamerone II, 5, son versiones verdaderamente tradicionales y populares y nada tienen que ver con las fuentes literarias del cuento. Pero de todas maneras, la forma más antigua que tenemos del cuento verdadero del grupo III es el cuento literario de Apuleyo. Apuleyo recoge las fuentes tradicionales de su época y, siguiendo paso a paso los detalles del cuento, documenta para siempre una forma verdadera y exquisita. El estudio del cuento de Apuleyo, sus fuentes originales en los mitos y en la literatura y su simbolismo, lo han hecho ya muchos críticos literarios. Los materiales bibliográficos y los puntos capitales que merecen la atención, de los folkloristas y críticos literarios pueden verse en las siguientes obras: Reitzenstein 1-46; Purser xliii-xlv; Bolte-Polívka II, 265268; y Tegethoff 1-115. Las versiones literarias del cuento en Europa y América han sido estudiadas en las siguientes obras: Purser lxv-lxix; Haight 90-160; Adolf Hoffmann, Das Psyche-Märchen des Apuleius in der englischen Litteratur, Strassburg, 1908; Balthasar Stumfall, Das Märchen von Amor und Psyche in seinem Fortleben in der französischen, italienischen und spanischen Litteratur bis zum 18 Jalirhundert,
Münchener Beitrag, xxxix, 1907; M. Kawczynski, Amor und Psyche in dem Märchen, Abhandlungen der Krakauer Akademie XLV, 1, 1909; y Tegethoff, ya citado. Juan del Mal Lara en el siglo XVI, en su poema La hermosa Psyche, Calderón, en su comedia Ni amor se libra de amor, y en dos autos sacramentales, y Antonio de Solís, en su comedia Triunfos de Amor y Fortuna trataron el tema en literatura castellana. Adolfo Bonilla publicó El mito de Psiquis, Barcelona, 1908. Las fuentes primitivas de nuestro cuento, sin embargo, son mucho más antiguas que el cuento de Apuleyo, y como en otros casos, hay que buscarlas tal vez en las tradiciones orientales. Algunas formas generales del cuento que anuncian ya definitivamente los detalles del cuento de Apuleyo se hallan en Propercio y Tibulo, y antes de ellos en la mitología griega, en alusiones de la literatura griega y en las fábulas milesias atribuidas a Arístides, autor griego del siglo II antes de Jesucristo. Para todo esto véanse particularmente las observaciones de Reitzenstein 26-46 y 62-88. Pero en la antigua literatura oriental hallamos no ya vagas alusiones o formas generales del cuento, sino versiones cuya relación con el cuento de Apuleyo y las versiones de la tradición moderna es muy probable. La versión oriental más antigua es la del Rig Veda, el primero de los libros sagrados de India, tal vez del siglo XV antes de Jesucristo. Contiene ya el tabú nupcial o prohibición de las versiones típicas y es tal vez el primer cuento de amor conocido. El poeta Kalidasa compuso en el siglo VI su famoso drama Vikramorvasi sobre la leyenda del Rig Veda La leyenda se halla en Rig Veda X, 95. Es una versión algo fragmentaria. El mismo cuento, pero completo en todos sus detalles, se halla en otra obra oriental un poco más tardía, el libro Salapatha Brahmana V, 1. Como ésta es la versión oriental más completa que poseemos y al mismo tiempo una de las más antiguas, doy en seguida un breve resumen: La ninfa Urvasi amaba a Pururavas, el hijo de Ila. Al casarse con él le dijo: —Tres veces al día te abrazarás a mí. Pero nunca te acostarás conmigo contra mi voluntad y jamás te dejarás ver por mí desnudo. Vivieron felices por muchos años, pero los Gandharvas creyeron que ya Urvasi había permanecido bastante tiempo entre los mortales y decidieron apartarla del mundo y de su marido mortal. Tenía Urvasi una oveja con dos corderitos atada a su cama y los Gandharvas se los robaron. Cuando robaron el segundo, Pururavas se levantó de un salto sin vestirse, para castigar a los ladrones. Los Gandharvas produjeron rayos de luz y Urvasi vio a su marido desnudo. Inmediatamente Urvasi le dijo: —He de desaparecer como el primer amanecer. Vete, Pururavas, a tu casa, porque yo soy como el viento, difícil
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
de coger. Me has desobedecido. Pururavas se desesperaba y le rogaba a su amada que no le abandonara. Estuvo tanto tiempo pidiendo misericordia y llorando, que por fin Urvasi tuvo lástima de él y le dijo: —Ven conmigo la última noche del año. Te acostarás conmigo entonces y nacerá nuestro hijo. Así hizo Pururavas, y al llegar encontró un hermoso palacio de oro. Los Gandharvas le dijeron que entrara y entró. Urvasi salió y le dijo: —Mañana los Gandharvas van a concederte un deseo. Tú dirás lo que deseas. —Di tú mi deseo —respondió Pururavas—. Di que te permitan ser uno de nosotros para que te quedes conmigo —dijo Urvasi—. Así dijo él y los Gandharvas le dieron un poco del fuego sagrado con el cual hizo sus sacrificios y por fin llegó a ser uno de los Gandharvas, un ser celestial como su amada Urvasi. En esta versión tenemos algunos de los detalles capitales del cuento de Apuleyo y nuestras versiones modernas, a saber: un ser sobrenatural ama a un ser mortal y se une a él en forma mortal; hay la prohibición de ver al marido en su forma verdadera, desnudo en la versión oriental; desobedece el ser mortal la prohibición o tabú y desaparece o está para desaparecer el ser sobrenatural; para volver a unirse los dos amantes es necesario que el ser mortal ascienda a la categoría celestial del otro (detalles idénticos en la versión oriental y en la de Apuleyo); para lograr el cambio es necesario el sacrificio (sacrificio del fuego, etc., en la versión oriental, las pruebas en el cuento de Apuleyo, etc.). Las versiones modernas de Europa no han añadido ningún detalle importante al cuento antiguo oriental o al de Apuleyo, con la excepción del episodio final de la boda estorbada y los objetos mágicos con los cuales la romera compra el derecho de dormir o hablar con su marido. La forma de animal, fingida solamente en el cuento de Apuleyo, y un disfraz en los cuentos modernos, representa la forma mortal que el ser sobrenatural toma al unirse a un ser mortal en las versiones orientales. Después del Rig Veda y del Sartapatha Brahmana, hallamos versiones del cuento en otras obras orientales, en el Mahabharata, y en los Puranas. Una versión muy completa se halla en el Vishnu Purana. Para muchos más detalles y otras formas orientales del cuento, véase Somadeva, Notas de Tawney-Penzer II, 245-259. El cuento se halla en forma fragmentaria en Somadeva III, xvii (II, 34-36). Véase, además, Purser xlv-li, Lang CM 64-86, y Frazer, Golden Bough IV, 130-131. El cuento del príncipe encantado en animal en la forma del Tipo III, Cuentos 127, 128, 130, la versión de Apuleyo, etc., es un cuento, por consiguiente, cuyos orígenes hay que buscarlos en la tradición de Oriente.
Y para terminar, unas palabras sobre las versiones modernas de Oriente. Hay algunas que son de grandísimo interés para los estudios comparativos. Las mejores versiones modernas están sumamente relacionadas con las orientales antiguas, y se apartan notablemente de las versiones típicas que ya conocemos de la tradición occidental, incluyendo entre éstas la incomparable versión de Apuleyo. Las versiones modernas de India conservan muy vivos todavía los elementos del ser sobrenatural y de la prohibición de las antiguas versiones del Rig Veda y del Satapatha Brahmana, pero han olvidado completamente la idea oriental y occidental del sacrificio necesario para ascender al estado o rango del ser sobrenatural después de la desobediencia. Una de estas versiones es la que hallamos documentada en Journal Asiatique IV, iii, 239242: Un hijo de Indra se complace en ver bailar a la favorita de su padre. El padre se enfada y envía a su hijo al mundo en forma de asno. El asno le ruega a un brahmán que le pida a cierta princesa para casarse con ella. El padre de la princesa exige ciertas tareas difíciles, las cuales el asno fácilmente pone por obra. Se casa la princesa con el asno, el cual se vuelve un hermoso joven de noche, después de quitarse la funda de asno. El rey roba la funda y la quema. Como castigo de la prohibición violada el hijo de Indra desaparece y se va al cielo. La princesa abandonada da a luz un hijo de fuerza extraordinaria. Versiones casi idénticas se hallan en Asiatic Researches VI, 35-36 y IX, 147-149. La versión de Stokes 10 es algo más parecida a una de las formas occidentales del cuento, Tipo 1 de Bolte-Polívka. El desencanto del marido animal ocurre al quemársele la funda que se quita durante la noche, y desde entonces viven felices y nada más ocurre, como en nuestra versión española 132 y Grimm 1, El príncipe rana. Si esta versión viene de tradiciones orientales antiguas o representa una influencia occidental en la tradición de Oriente no es fácil de determinar. La versión de Bompas 227-232 es muy semejante.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
D. Juan el oso 133. Juanito el Oso 134. Juanito el Oso 135. Juanillo el Oso BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Curiel Merchán 155-160, 324-327; Durán 1263-1264; Espinosa, Castilla 62, 63, 64; FCaballero 2, 50-57.— Españolas de América: Arellano 88; Espinosa III, 3, 12; Espinosa SFNM 17, 18, 19, 20, 21; JAFL XXXV, 92-95; Laval, Carahue II, 12; Laval, Cuentos 1; Mason-Espinosa PRF II, 1 (ocho versiones); Mason, Tepecanos 14; RadinEspinosa 109, 110; Rael 170, 171, 172, 173, 174, 175; TFSP XII, 77-79; Wheeler 93, 94, 95, 96.—Portuguesas: Athaide Oliveira I, 63; Barbosa 10; Braga I, 47; Caróchinha 21; Coelho 22; Consiglieri-Pedroso 26.—Portuguesa de Brasil: Romero 19.—Portuguesas de las islas de Cabo Verde: Parsons, Cape Verde I, 12, 13.—Catalanas: Alcover III, 24-56; Maspons y Labrós I, 11-17.—Italianas: Anderson, Novelline 57; Andrews 40; Archivio III, 537540; Crane 7; Finamore 27; Gonzenbach 58, 59, 61, 62, 63, 64; Gubernatis II, 187-189; JREL VII, 20-23, 386-387, VIII, 241-246; Pitré II, 80, 83; Schneller 39, y páginas 188-190 (tres versiones).—Francesas: Bladé II, 4664; Carnoy I, 6; Cosquin I, 1, II, 52, y páginas 138-140; Mélusine I, 110-114; Meyrac 504-510; RTP XV, 423-424, XXXII, 139-142.—Francesa del Canadá: MBarbeau 16.— Francesas de Misuri: Carrière 10, 11.—Belga: Wallonia I, 209-217.—Flamencas y valonas: Laport 301; RTP II, 496-500, 558-562.—Bretonas: RTP IX, 174-176, XXI, 461-476 (cuatro versiones), XXVII, 230-233; Sébillot I, 6, II, 6, 26.—Vascuences: Cerquand 11-12; Vinson 8086; Webster 77-87.—Retorromana: Decurtius II, 11.— Rumana: ZVFV IX, 86 (25).—Alemanas: Birlinger 1, I, 350-354; Busch 15; Curtze 23; Grimm 8, 90, 91, 166; Haltrich 18; Haupt II, 202-204; Jahn 18, 19, 21, y páginas 360-362 (dos versiones); Jegerlehner, Neue Märchen 121128, Unterwalis 143-147; Lemke III, 168-171; Müllenhoff 437-442; Pröhle 20; Zingerle 2, 403-414.—Islandesa: Rittershaus 102-106.— Noruega: Folkeminnelag I, 2126.—Holandesa: Volkskunde XIII, 168-172.—Inglesas: Addy 52; Wesselski 57.—Escocesas: Campbell I, 16, III, 58.—Irlandesa: Kennedy 39-48.—Finlandesa: Von Löwis of Menar I, 40-50.—Eslavas: Afanasiev RV 118-123; Archiv SP V, 29-32 (dos versiones); Haupt II, 212-214; Krauss II, 139; Kreutzwald 8; Leskien-Brugman 407-410; Petrovich 220-224; Ralston 73-80; Tille 66-95 (veinticinco versiones bohemias); Weckenstedt 16.—Lituana: Schleicher 128-
140.—Húngaras: Klimo 182-186; RTP XII, 257-259.— Gitanas: Groome 74-79, 85-90.—Georgiana: Wardrop 6883.—Magiar: Jones-Kropf 244-249.—Griegas: Dozon 3539; FL X, 495-498; Hahn 26, 70; Legrand 191-202; Pineau 35-40.—Turcas: Giesse 8; ZVFV XVI, 411-414.—Armenia: FL XXII, 351-361.—Árabes: Burton XII, 286-287; Chauvin VI, 1-4; Journal Asiatique, Ser. 10, VI, 435-447 (Marruecos); Rivière 235-244 (Cabilia); RTP X, 505-510, XXXIII, 217224.—Berberisca: Stumme, Tazerwalt 17.—Africana: FL XXXVIII, 195-202.—Africana de América: Parsons, Andros 94.—Indias: Cosquin I, páginas 20, 24; JAS Bengal XLVI, 1, 112-120; Somadeva I, 124-128, II, 221-231; Steel-Temple 5.—Indias de Norteamérica: Benedict, Cochiti 167-170; JAFL XIII, 11-13, XXV, 241-245, 254-256 (tres versiones), XXVI, 234-247, XXIX, 308-312, L, 189-190.—Indias de Sudamérica: Lenz, Estudios VII, 261-273.—Filipinas: Fansler 3, 17.—Clasificación y estudios especiales: Aarne FM 301; Aarne-Thompson 301, 301A, 301B; Amadís I, 43; Bédier 110; Boas, Notes 254-258; Boggs 301, 301A, 301B; Bolte-Polívka II, 285-318; Chauvin VI, 1, 4-5; Cosquin I, 6-27, II, 138-146; JREL VIII, 295, IX, 86; Laport 311D; Mélusine III, 298-300, 329-330, 395-396, V, 145, 206-207, VI, 261; Panzer, Sagengeschichte I, 3-245 (bibliografía de doscientas veintiuna versiones en páginas 5-13 y 218-219); RTP XXXIII, 145-157; Thompson ENAI 334-344; Wesselski 247-249; Thompson B332.1, B542.1, B631, B631.1, B635.1, F92, F96, F601, F601.1, F601.3, F610, F611.1, F611.1.1, F611.3.3, F612.2, F612.3.1, F621, F622, F623, F626, G475, G475.1, G475.2, G501, H55, H55.1, H80, H81, H94, H316, H1385, H1385.1, H1471, K1816, K1816.0.3, K1817.1, K1930, K1931.1, K1931.2, K1932, N681, Q262, R10.1, R11, R11.1, R111, R111.1.3, R111.2.1. En la obra ya citada en la bibliografía, Studien zur Germanischen Sagengeschichte I, 1-245, Friedrich Panzer ha hecho un estudio casi definitivo del popularísimo cuento de Juan el Oso. Panzer ha hecho un análisis completo de los diferentes tipos y variantes según los episodios principales y motivos fundamentales y ha tratado de establecer los orígenes orientales del cuento. En vista de este estudio magistral de Panzer, yo me limitaré a dar un breve resumen de la clasificación y enumeración de los elementos especiales de Bolte-Polívka II, 300-301, y terminaré mis observaciones con un análisis de las versiones hispánicas. Los diferentes tipos de nuestro cuento se diferencian notablemente en el principio. En la última parte del cuento todos los tipos son en realidad idénticos: El héroe entra en la cueva del demonio o genio malhechor; el combate
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
terrible con él y con otros demonios, bestias salvajes o dragones; la victoria del héroe; el rescate de las tres princesas encantadas o encarceladas; el robo de éstas por los compañeros traidores; la salida del héroe de la cueva con la ayuda del demonio; y el reconocimiento final por la princesa menor, con quien el héroe se casa. Esta segunda parte del cuento es en realidad un cuento completo y existe como cuento separado del cuento del tipo de Juan el Oso, como más adelante veremos. Empecemos con la clasificación detallada de BoltePolívka, que tratan de reunir los elementos fundamentales que aparecen en la mayoría de las versiones que podemos considerar relacionadas. Esta clasificación es la siguiente: A. El héroe es de nacimiento y tiene fuerzas maravillosas. A1. Es hijo de un oso y de una mujer robada por el oso. A2. Es hijo de un ladrón o de un duende. A3. Es hijo de un hombre y de una osa o yegua. A4. Una osa o vaca le cría y le da de mamar. A5-A7. Nace de otras maneras maravillosas y extraordinarias (casos muy raros). B. El héroe encuentra compañeros de fuerzas maravillosas. B1. Con la ayuda de dos o tres compañeros de fuerzas maravillosas el héroe llega a la casa de los demonios, donde el demonio principal se burla de los compañeros y los maltrata vilmente, pero es vencido por el héroe. B2. El tercer hijo de un rey descubre al demonio que roba las manzanas del jardín de su padre, le hiere y le sigue a su cueva. C. Tres princesas son robadas por un demonio y el héroe, solo o acompañado de dos o tres compañeros, se marcha en su busca. D. El héroe entra en la cueva, vence al demonio y a los dragones o fieras que salen a luchar con él, rescata a las tres princesas y hace a sus compañeros sacarlas con sogas. E. Sus compañeros salen traidores y le abandonan en la cueva. Se marchan con las princesas. Con la ayuda del demonio vencido o de otro ser sobrenatural el héroe sale de la cueva. F. Llega al palacio de las princesas y se hace conocer por medio de una alhaja u otra prenda, y por fin se casa con la hija menor. Esta clasificación reúne, como ya queda dicho, la mayoría de los elementos fundamentales, pero faltan algunos que se podrían incluir. Los detalles tan frecuentes en las versiones hispánicas que se refieren a las fuerzas extraordinarias de los compañeros y que sirven para realzar las del héroe, por ejemplo, podrían incluirse entre los elementos fundamentales. Estos detalles se hallan en cuentos
de otros tipos, Cuentos 9, por ejemplo. Para comprender bien las diferencias entre los tipos fundamentales tenemos que atenernos a la clasificación sencilla de Panzer I, 15-16. Ya queda dicho que la última parte de nuestros cuentos es fundamentalmente la misma en todas las versiones. Panzer se ha dado cuenta de esto y clasifica todos los cuentos bajo tres tipos fundamentales, partiendo de las diferencias del principio del cuento. Estos tres tipos fundamentales son los siguientes: Tipo I. Se cuenta detalladamente el nacimiento maravilloso del héroe (generalmente es hijo de un oso y de una mujer robada por él). Se cuentan sus hazañas maravillosas, su encuentro con dos o tres compañeros de fuerzas maravillosas, la lucha preliminar con el genio que se burla de los compañeros, la victoria del héroe, etc. Siguen al demonio o genio a la cueva, entra el héroe, vence al demonio y a los otros seres sobrenaturales y fieras, rescata a las princesas y las sacan los compañeros de la cueva. Abandonan al héroe los compañeros traidores, pero con la ayuda del demonio o genio el héroe sale de la cueva, se dirige al palacio y se hace conocer, y por fin se casa con la menor de las princesas. Tipo II. En este tipo falta por completo el episodio del nacimiento maravilloso del héroe. Empieza el cuento de la siguiente manera: un rey tiene un hermoso jardín. Por la noche alguien entra en es jardín, roba fruta y destroza todo. El hijo menor del rey halla al ladrón en el jardín, le hiere y le sigue a su cueva. Es un demonio o genio. Lucha con él y le vence y rescata a las tres princesas que tiene allí encantadas o encarceladas. Sigue la última parte del cuento como en el Tipo I. Tipo III. En este tipo falta también el episodio del nacimiento maravilloso del héroe, pero hay un principio que explica lo que falta en los dos anteriores, la pérdida o robo de las tres princesas: Tres princesas son robadas por un demonio u otro ser sobrenatural. El héroe, solo o acompañado, se marcha en busca de las princesas. De allí el cuento es igual a los Tipos I y II. Desde luego se ve que tanto en la clasificación de BoltePolívka como en la de Panzer se ha tratado de reunir y analizar una variedad de cuentos, al parecer relacionados, pero que tienen en común sólo el episodio o cuentecillo del rescate de las princesas encantadas o encarceladas por un demonio o genio. Podrían incluirse en nuestra clasificación otros tipos de cuentos de princesas rescatadas, pero en
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las versiones que estudiamos, todas las que consideramos relacionadas, hallamos no solamente el rescate de las tres princesas, sino los mismos detalles en todo el episodio. La relación entre los tres tipos establecidos por Panzer nos parece absolutamente segura. Si fijamos nuestra atención solamente en el Tipo I, con el verdadero relato del nacimiento del héroe, todavía no encontramos el tipo único o arquetipo del cuento de Juan el Oso, porque en algunas versiones de este tipo el héroe no es hijo de un oso, sino de un ladrón o duende. El hecho de que el héroe sea hijo de un oso y de una mujer robada por él no parece ser, por consiguiente, elemento necesario y fundamental del arquetipo primitivo. ¿Cómo explicar, entonces, que la mayoría de nuestras versiones pertenecen al Tipo I y que en este tipo la mayoría empiezan con el episodio del nacimiento maravilloso del héroe, de un oso y de una mujer robada? A pesar de estar perfectamente caracterizado cada uno de los tipos fundamentales establecidos por Panzer, el Tipo I parece ser la forma que mejor representa el arquetipo primitivo. En la tradición de Europa y de los países colonizados por europeos hallamos por todas partes versiones de los tres tipos. En páginas 5-13 y 218-219 del tomo I de su obra, Panzer nos ofrece una lista de 221 versiones, a las cuales hay que añadir casi todas las cincuenta y cuatro versiones hispánicas por mí estudiadas y muchas otras de nuestra bibliografía. Estrechamente relacionado con nuestro Tipo I tenemos también el cuento de Juan Fuerte, Grimm 90, 166, Cosquin I, 14, 46, 69, Hahn 75, etc. Véase la extensa bibliografía y observaciones de Panzer, tomo I, 44-66, y la de Bolte y Polívka en II, 288-297. Elementos del cuento de Juan Fuerte se hallan también en cuentos de otros tipos, en Cuentos 35, por ejemplo. Véase, además, Cosquin I, 1 (el verdadero cuento de Juan el Oso), II, 109-114, 268-270 RTP XXXIII, 145-157, Boas, Notes 254-258 (discusión sobre las versiones indias de América, la mayoría de las cuales son de origen hispánico), y Gaidoz en Mélusine III, 298-300. Volvamos ahora nuestra atención a las versiones hispánicas en general y a las españolas nuestras en particular. Nuestras tres versiones 133, 134, 135 son ejemplos muy notables del Tipo I, y dentro de este tipo, de la variante especial en la cual el héroe es medio oso y medio hombre, hijo de un oso y de una mujer. Las versiones hispánicas que yo he podido reunir y estudiar de este cuento son cincuenta y cuatro. Diez versiones españolas peninsulares: Cuentos 133, 134, 135; Curiel Merchán 155-160, 324-327; Durán 12631265; Espinosa, Castilla 62, 63, 64; FCaballero 2, 50-57.
Treinta y tres versiones españolas de América: Arellano 88; Espinosa III, 3, 12; Espinosa SFNM 17, 18, 19, 20, 21; JAFL XXXV, 92-95; Laval, Carahue II, 12; Laval, Cuentos 1; Mason-Espinosa PRF II, 1 (ocho versiones); Mason, Tepecanos 14; Radin-Espinosa 109, 110; Rael 170, 171, 172, 173, 174, 175; TFSP XII, 77-79; Wheeler 93, 94, 95, 96. Ocho versiones portuguesas: Athaide Oliveira I, 63; Barbosa 10; Braga I, 47; Caróchinha 21; Coelho 22; Consiglieri-Pedroso 26; Parsons, Cape Verde I, 12, 13; Romero 19. Dos versiones catalanas: Alcover III, 24-56; Maspons y Labrós, I, 11-17. La mayor parte de las versiones hispánicas pertenecen al Tipo I de Panzer, cuarenta y cinco de las cincuenta y cuatro, o sea, el 83% de todas. Una sola versión, la nuevomejicana de Rael 173, pertenece al Tipo II. Al Tipo III, el tipo de las tres princesas robadas por el demonio, ogro o genio, pertenecen cuatro versiones, la española literaria de Durán, la de Curiel Merchán 155-160, y las dos portuguesas de las islas de Cabo Verde. Las cuatro restantes están demasiado estropeadas o incompletas. La versión hispanoamericana de Tejas, TFSP XII, 77-79, contiene elementos A y B. Los elementos fundamentales de las versiones españolas y de las hispánicas que aparecen con frecuencia notable, los que nos ayudan a establecer el Tipo I, al parecer el tipo primitivo o arquetipo de la tradición de España, son los siguientes: Versiones españolas
Versiones hispánicas
43
54
26 (60%)
29 (53%)
Elemento B
31 (72%)
38 (70%)
Elemento B1
29 (67%)
35 (65%)
Elemento D
39 (90%)
35 (65%)
Elemento E
21 (49%)
28 (52%)
Elemento F
25 (58%)
33 (61%)
Elemento A
Hay una unidad extraordinaria en las versiones hispánicas. Nuestras versiones Cuentos 133, 134, 135 y las de Espinosa, Castilla 62, 63, 64, son todas formas típicas y perfectas del Tipo I y de la tradición hispánica. Las mejores versiones de la América Española son fundamentalemente idénticas a las seis peninsulares citadas. La versión nuevomejicana de Espinosa III, 12, es en casi todos sus detalles idéntica a nuestra versión toledana 135.
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
Nuestro cuento es muy bien conocido entre los indios de América. Véase para todo esto Boas, Notes 256-259 y Thompson ENAI, 334-344, donde se citan la mayoría de las versiones conocidas. Muchas versiones son con toda seguridad de origen hispánico. La versión de Tehuantepec de Boas, Notes 241-245, y la de Zuñi de JAFL XXXV, 92-95, son en todos sus detalles idénticas a nuestras versiones españolas peninsulares 133, 134, 135. La última la hemos considerado como una versión nuevomejicana cualquiera. Los orígenes orientales de nuestros cuentos han sido tratados por Panzer en páginas 226-245 de su citada obra, por Cosquin en RTP XXXIII, 145-157, por Gaidoz en Mélusine III, 298-300, 329-330, 395-396 y otros artículos citados en nuestra bibliografía, y por BoltePolívka II, 315-318. Panzer cree que algunos vestigios del cuento se hallan ya en un cuento de Konon, autor griego del siglo I a. c., y en mitos y leyendas del Rig Veda y de otras obras antiguas de la literatura oriental.
E. Juan sin Miedo 136. Juan sin Miedo 137. El que no conocía el miedo 138. Periquito sin Miedo BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia 5, 113; Espinosa, Castilla 77, 78; FCaballero 1, 73-80; Sánchez Pérez 78.—Españolas de América: Andrade 204, 260; Espinosa III, 10; Montenegro 76-78; Rael 176, 177, 178, 276; Rael, Apéndice 68; Wheeler 37, 99.—Portuguesas: Athaide Oliveira I, 42, variante; Coelho 37; Vasconcellos, Tradições 296.—Portuguesas de las islas de Cabo Verde: Parsons, Cape Verde I, 46, 47.—Catalanas: Alcover II, 77-96; Maspons y Labrós III, 120-127; Salvator 81-86, 193-199.—Italianas: Andrews 15; Archivio IV, 480486, XIX 200-202; Coronedi-Berti 33; Finamore 20 (bis);
Gonzenbach 57; Nerucci 44; Pitré II, 64; Schneller 35, 36, 37, 52 (Tirol); Straparola IV, 5.—Francesas: Carnoy 289295; Cosquin II, 67; La Tradition II, 164-165; Meyrac 490492; Romania VIII, 237-240; RTP XII, 487-489, XVIII, 413-416; Sébillot, Landes 1-24.—Francesas del Canadá: JAFL LIII, 137-141; Lambert-Lanctot 103.—Francesas de Misuri: Carrière 19, 59.—Flamencas: De Mont y De Cock 263-267; RTP V, 688-689.—Bretonas: RTP IX, 172, XI, 301-302, XXIV, 412-443; Sébillot I, 11; Sébillot, Auvergne 20-25.—Alemanas: Grimm 4; Jahn 17; Lemke II, 94-98; Pröhle 33; Rochholz, Schweizersagen I, 133; SchambachMüller 272-274; Schönwerth III, 147-148; Strackerjan II, 350-354; Wisser 274-281; Wolf, Hausmärchen 328339, 408-416; ZFDPh VIII, 83-84; Zingerle 1, 17, 39.— Islandesa: Rittershaus 106.—Holandesa: Vokskunde XIII, 193-190.—Inglesas: Addy 4; Jacobs 2, 12-15.—Inglesas de Norteamérica: Gardner 191-193; JAFL XLVII, 295-296.— Escocesas: Campbell II, 290-295; Jacobs 4, 68-71.— Irlandesa: Kennedy 137-140.—Eslavas: Kreutzwald 21; Leskien-Brugman 36; Schleicher 79-83.—Gitana: Groome 235-242.—Magiar: Jones-Kropf 228-232.—Africanas de América: JAFL XII, 64-65; XXX, 217, XXXV, 290.— Indias de Norteamérica: JAFL XXV, 243-245 (conclusión del cuento de Juan Tigre), L, 189-190; JAFL XXXV, 84-92; Parsons, Isleta 423-424; Parsons, Taos 79.—Clasificación y estudios especiales: Aarne FM 326; Aarne-Thompson 326; Boggs 326; Bolte-Polívka I, 22-37; Cosquin II, 258263; Espinosa, Notes 218; FFC XXXIII, 41, 46; Hackman 346; Jataka 489; Köhler I, 130-131, 257-258, 347-348; Laport 324; Meyrac 492-493; MPhiI XVII, 321 y Nota 1; Thompson E571, H1376.2, H1410, H1411, H1411.1, H1411.1.1, H1412, H1415, H1416, H1421, H1422, H1431, H1433, H1434, H1440, H1441, H1441.1, K1682. Aunque no tan popular como el cuento de Juan el Oso y otros de los cuentos ya estudiados, el cuento del hombre que no conoce el miedo es bien conocido en la tradición de Europa. En general, el cuento es sencillo y bien definido, el de un hombre que se las echa de valiente y que no conoce el miedo, pero que después de diversas y extraordinarias aventuras, en las cuales da pruebas de su valor, se espanta y llega a conocer el miedo, al echarle su mujer u otra persona agua fría o peces con agua en la cara, al ver salir de repente de un plato, de una caja o de un pastel codornices o golondrinas, o por otro motivo semejante. Algunos de sus episodios más importantes, sin embargo, se hallan en otros cuentos semejantes. El episodio del
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muerto, alma en pena o diablo que cae del techo a pedazos, elementos D y variantes de nuestra clasificación, se halla, por ejemplo, en algunas versiones del cuento de Juan el Oso. Otras veces, nuestro cuento está mezclado con el cuento de Juan Soldado, Cuentos 168-171, y otros cuentos de encantamiento, en los cuales el héroe lucha con demonios, dragones y fieras salvajes para desencantar princesas. El estudio definitivo del cuento de Juan sin Miedo está todavía por hacer. En las siguientes observaciones trataré yo de hacer el estudio de las versiones hispánicas hasta ahora conocidas: Son éstas veintiocho. Nueve versiones españolas peninsulares: Cuentos 136, 137, 138; Ampudia 5, 113; Espinosa, Castilla 77, 78; FCaballero 1, 73-80; Sánchez Pérez 78. Once versiones españolas de América: Andrade 204, 260; Espinosa III, 10; Montenegro 76-78; Rael 176, 177, 178, 276; Rael, Apéndice 68; Wheeler 39, 99. Cuatro versiones portuguesas: Coelho 37; Parsons, Cape Verde I, 46, 47; Vasconcellos, Tradições 296. Cuatro versiones catalanas: Alcover II, 77-96; Maspons y Labrós III, 120-127; Salvator 81-96, 193-199. Los elementos fundamentales que constituyen las versiones hispánicas del cuento de Juan sin Miedo son los siguientes: A. El protagonista del cuento es un joven que no conoce el miedo que se marcha en busca de aventuras para encontrarlo. A1. Es un joven cualquiera que se marcha en busca de aventuras. A2. Es un joven arrogante, muy fuerte como Juan Oso, o listo tramposo como Pedro de Urdemalas. B. Llega a la casa de un cura o sus padres le envían allí. El cura o un sacristán, disfrazado de aparecido o de alma en pena, trata de hacerle saber lo que es el miedo en una iglesia, pero el joven le da una paliza o le mata. En algunas versiones hay dos o más apaleados o muertos. B1. Ídem. Envían al joven a la iglesia a tocar las campanas, o a otra faena y ponen cadáveres o espantajos para asustarle. El joven apalea, derriba y algunas veces tira para afuera los cadáveres o espantajos y realiza su tarea. B2. El joven llega a una casa donde le hacen comer y beber de una calavera, pero no le da miedo. B3. El joven llega a un lugar y le envían a dormir con unos ahorcados. Pasa la noche descolgándolos y volviéndolos a colgar. B4. Llega a un lugar donde se encuentra con unos ahorcados. Los descuelga y los pone cerca de la lumbre, y durante la noche reviven. Llevan al joven a su casa por unos días.
C. Llega el joven a la casa o palacio de un alcalde, juez o rey, y éste le encarga que duerma en una casa, castillo o cueva, donde se aparecen almas en pena, gigantes o diablos. C1. Ídem. El rey le promete su hija en matrimonio si duerme en la casa de los aparecidos una, dos o tres noches, sin atemorizarse. C2. El joven promete pasar una, dos o tres noches en la casa de los aparecidos por paga: dinero, chorizos u otros comestibles que le dan para que coma durante la noche, etc. C3. El joven llega a la casa de los aparecidos por mera casualidad y entra en ella para pasar la noche. D. El joven está comiendo, descansando o durmiendo en la casa de los aparecidos. De repente empiezan a caer poco a poco y separadamente las diferentes partes de un cuerpo muerto: una mano, un brazo, una pierna, la cabeza, etc. Antes de caer, cada parte pregunta: —¿Caigo o no caigo? —Cae si quieres —contesta el joven—. Al caer todas, se unen y el aparecido, algunas veces después de luchar con el joven y ser vencido por él, declara que es un alma en pena, le dice dónde se halla un tesoro escondido, que gaste parte de él en misas por su alma o en obras de caridad que y que se quede con lo demás. En algunas variantes de este episodio se repite por dos o tres noches seguidas la caída del techo del alma en pena antes del detalle. D1. Ídem. El aparecido lucha con el joven, es vencido, y pierde su dinero jugando a los naipes con él. Desaparece. D2. Ídem. Caen muchas manos, piernas, cabezas, etc. Se reúnen varios frailes con velas encendidas. El joven no les tiene miedo y desaparecen. D3. El joven está comiendo, descansando o durmiendo en la casa de los aparecidos. Salen muchos aparecidos, disfrazados de frailes y con velas encendidas. El joven no les tiene miedo y desaparecen. D4. Ídem. Sale un diablo y luego desaparece. Salen muchos diablos y luego desaparecen. El joven no les tiene miedo. D5. Principio como en D. Caen separadamente tres almas en pena, tres hermanas pecadoras que habían enterrado vivo cada una a su hijo recién nacido y sin bautizar. Le ruegan al joven que desentierre a los niños para que después de bautizados vayan al cielo. El joven los desentierra, los hallan vivos, los bautizan y en seguida mueren. Las hermanas también se «salvan». D6. Ídem. El joven le da al aparecido un fuerte puñetazo en la cabeza. Se lo agradece el aparecido y declara que el joven le «ha salvado». De la misma manera le había dado él un puñetazo a su padre.
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
D7. Ídem. El aparecido lucha con el joven y es vencido. Le declara al joven que le «ha salvado» y le regala tres objetos mágicos, un cinturón que da dinero, una espada que siempre vence y una manta voladora. D8. El joven llega a la casa de los aparecidos y se acuesta a dormir. Llegan unos demonios y declaran que cuando se construía la casa, no podían los obreros poner bien una piedra por lo mucho que pesaba y que uno había declarado, «¡Que la pongan los demonios!» Dijo, además, que ellos no la ponían porque no se les pagaba. El joven los obliga a poner la piedra y desaparecen. D9. El joven coge uno por uno unos fantasmas o dragones que caen del techo de la casa de los aparecidos y los clava por las paredes. D10. Envían al joven a pasar la noche en la casa de los aparecidos. Nada le pasa, no ve nada, y se marcha a su casa. Uno o más de los siguientes elementos ocurren en la casa de los aparecidos, en una iglesia o en otro lugar. E. El joven juega a los naipes o a los bolos con un aparecido. E1. El joven le corta las uñas a un aparecido. E2. Se acuesta a dormir y la cama da vueltas y vueltas por la habitación o desaparece por completo. E3. Se le aparecen unas calaveras y les da cigarrillos para que fumen. E4. El alma del cura de elemento B, en forma de piedra del camino, molesta al joven. Confiesa su pecado y el cura muerto le perdona. E5. El diablo es el padrino del joven que no conoce el miedo y les da dinero a sus padres. Les da también una guitarra. Cuando el joven toca una de las cuerdas, salen bailando muchos diablillos. El joven baila con ellos. Se va con ellos para la casa del diablo, pero hace tantas diabluras que el diablo le echa de su casa. F. El joven se casa con la princesa. F1. El joven promete casarse y se casa, pero no siempre con una princesa, cuando llega a saber lo que es el miedo. G. Después de casado, o después de todas sus aventuras, cuando no se casa, el joven lleva un susto extraordinario y llega a saber lo que es el miedo, cuando su mujer u otra persona le echa en la cara agua fría, algunas veces con pececitos vivos, o pececitos o anguilas en la espalda. GI. Ídem. Se asusta y llega a saber lo que es el miedo cuando le ponen delante una caja o pastel del cual salen volando codornices u otros pajarillos. G2. Ídem. Le salta en la cara otra cosa, a veces un regalo de la hija del alma en pena de elemento D. Conoce el miedo y se casa con ella.
G3. Un vecino o criado de la casa le pone, cuando duerme, un trapo negro en el pecho o en la cara. Cuando despierta se espanta y muere del susto. H. Después de diversas aventuras y sin conocer el miedo, el joven llega adonde viven unas brujas, demonios o gigantes. Una bruja, demonio o gigante le corta la cabeza y se la pone otra vez, pero vuelta para atrás. De esto se espanta el joven y conoce el miedo. La bruja, demonio o gigante se la corta otra vez para ponérsela como estaba antes. Nuestras versiones hispánicas se dividen en dos tipos importantes, el tipo fundamental y primitivo, tal vez el general de Europa, con algunas variantes extraordinarias, y un tipo enteramente nuevo, mezclado con el cuento del muñeco de brea, Cuentos 35. Tipo I, con los siguientes elementos: uno de A-A2, uno o dos de B-B4, uno de C-C3, uno de D-D7 (elemento D, 56%), alguna vez E, E1 ó F, uno de G-G3. Pertenecen a este tipo siete versiones hispánicas, el 25% de todas: Cuentos 137 (A, B2, C3, D2, F, G); Cuentos 138 (A, B1, C, D1, E, E1); Sánchez Pérez 78 (A, B, B2, C1, F, G); Rael 176 (A1, B1, B2, C3, D5); Rael 177 (A2, B, C, D, G3); Parsons, Cape Verde I, 47 (A, B3, C1, D, E, G); Maspons y Labrós III, 120-127 (A, B1, C2, D). Hay tres variantes extraordinarias del Tipo I, que llevan cada una uno de elementos D8, D9, D10, en vez de una de D-D7, que llamaremos Tipo IA, Tipo IB, Tipo IC, respectivamente: Alcover II, 77-96 (A, B4, C3, D8, H); Cuentos 136 (A, B, B3, C1, D9, F, G); Salvator 81-86 (A1, B1, C, D10). Tipo ID, igual al Tipo I, pero sin elementos B y variantes (D, 60%). Pertenecen a esta variante de nuestro tipo fundamental diez versiones, el 36% de todas: Ampudia 5 (C2, D7); Ampudia 113 (C2, D); Andrade 204 (A, C1, D4, E2); FCaballero 1, 73-80 (C, D); Montenegro 75-78 (C2, D); Rael 178 (A, C2, D, G3); Rael 276 (A2, C2, D1); Coelho 37 (A, C3, D, G2); Vasconcellos, Tradições 296 (A, C, D, G1); Salvator 193-199 (C2, D6). Tipo IE, igual al Tipo I, pero sin elementos C o variantes y D o variantes. Es, al parecer, un tipo incompleto. Pertenecen a este tipo dos versiones españolas de América: Espinosa III, 10 (A, B, G1); Wheeler 37 (A, B, B1, E4). Tipo II, con elemento A, elementos A6, B o variante y D o variante de Cuentos 35, y variante de G. A este tipo nuevo y extraordinario del cuento de Juan sin Miedo pertenecen dos versiones castellanas: Espinosa, Castilla 77, 78. La mezcla con el cuento del muñeco
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de brea es un desarrollo lógico y natural. El espantajo de nuestro elemento B1, particularmente cuando es la figura humana de algunas versiones, se ha convertido en un verdadero muñeco de brea, con el cual lucha Juan sin Miedo de la misma manera que el héroe de Cuentos 35, para quedarse pegado a él. Este episodio del muñeco de brea lo encontramos también en una versión castellana de Pulgarcito, Espinosa, Castilla 133. Véase nuestro estudio de Cuentos 35. Tipo IIA, con elemento A, algunos elementos importantes de Cuentos 139, y elemento G, variante. Pertenecen a este tipo una versión dominicana: Andrade 260. Dos versiones hispánicas de nuestra bibliografía quedan sin clasificar: Wheeler 99 (A1, E3, E5); Parsons, Cape Verde I, 46 (luchas con leones, etcétera, y elemento G2). En las veintidós versiones del Tipo I y variantes, 78% de todas, los elementos fundamentales ocurren con la frecuencia siguiente: Elemento A o variante, 17 versiones, 77%. Elemento B o B1, 10 versiones, 45%. Elemento B2, B3 ó B4, 6 versiones, 27%. Elemento B o variante, 15 versiones, 68%. Elemento C o variante, 20 versiones, 91%. Elemento D, 9 versiones, 41%. Elemento D o variante, 19 versiones, 86%. Elemento G o variante, 9 versiones, 41%. Una de nuestras versiones hispánicas del Tipo I, la variante IA de Alcover II, 77-96, termina con el extraordinario elemento H en vez de G o variante. De la misma manera terminan dos versiones italianas de nuestro cuento de la tradición moderna, Nerucci 44 y Schneller 52, y la versión italiana del siglo XVI de Straparola IV, 5. Véase, además, Bolte-Polívka I, 29, Nota 1. La versión nuevomejicana de Rael, Apéndice 68, pertenece a un tipo nuevo y enteramente distinto de los de la tradición hispánica y general de Europa: Un joven no conoce el miedo. Para que sepa lo que es el miedo su padre se le aparece en el bosque envuelto en una sábana. Un mono le imita, se envuelve en una sábana y le sigue. El joven ve al padre envuelto en la sábana, pero no tiene miedo. Ve al mono y no le tiene miedo tampoco. El padre vuelve la cara y ve al mono. Cree que es un aparecido verdadero y huye, y el mono le sigue a la carrera. Cuando el joven llega a su casa unos momentos después, le dice a su padre: —Vi al miedo grande y al miedo chiquito, y el miedo grande tenía más miedo que el miedo chiquito.
La versión portuguesa de Athaide Oliveira I, 42, variante, contiene sólo elemento D, añadido al fin de una versión de uno de los tipos de Cuentos 139. Véase nuestro estudio de este cuento.
F. La princesa encantada 139. El Castillo de Irás y no Volverás 151. El Castillo encantado 157. Dos almas en pena BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Amadís I, 21; Ampudia 14; BTPE X, 249-280 (tres versiones), 288-299; Curiel Merchán 34-36, 172-177, 261-264, 279-281, 352-357; Espinosa, Castilla 61, 68, 69, 75; FCaballero 1, 11-19; Folklore Andaluz 357-361; Sánchez Pérez 98.—Españolas de América: Andrade 36, 39, 77, 95, 96, 97, 107; Arellano 79; AUC XCII, 31-39; Espinosa SFNM 23, 25; Hispania XXIII, 121-124; JAFL XLVIII, 112-113; Laval, Cuentos 18; Mason-Espinosa PRF III, 3a, 3b, 3c, 3d, 3e, 10h, 15a, 15b, 18c, 21e (bis), IV, 18; Montenegro 189-201; Radin-Espinosa 103; Rael 246, 247, 248, 249, 250; TFSP XII, 194-200; Wheeler 103, 106, 112, 114, 121.—Portuguesas: Athaide Oliveira I, 42, y variante, 53, 57, II, 232; Braga I, 48, 52; Caróchinha 32; Coelho 49, 52; Consiglieri-Pedroso 11; Consiglieri-Pedroso FLS 11, 25; RL IV, 362-364, V, 72-74.—Portuguesas de Brasil: Magalhães 268-271; Pimentel 316-321; Romero I, 23, 38.—Portuguesas de las islas de Cabo Verde I, 44, 87, 88, variante.—Catalanas: Alcover I, 244-255; Maspons y Labrós I, 25-32.—Italianas: Andrews 39, 49, 53; Archivio III, 537-540, XV, 193-196, XX, 309; Coronedi-Berti 16; Crane 30-35; Finamore 12; Gonzenbach 26, 39, 41, 44; Gubernatis II, 36-37; JREL VII, 20-23, 128-132, 386-387, VIII, 241-246; Nerucci 8; Nino III, 24, 36, 65; Pitré IV, 6; Pentamerone I, 7, 9; Propugnatore VIII, 2, 465-473; Schneller 28; Straparola X, 3; Weber 310-314.—Francesas: Bladé I, 277-286; Carnoy 19; Cosquin I, 5, II, 37, 55; Mélusine I, 57-63; Pineau, Contes 4; RLR XXXII, 24-35; RTP IX, 174, XXIX, 90-94; Sébillot, Provinces 1; Wallonia I, 177-182.—Francesas del Canadá: Lanctot 155; MBarbeau
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
5, 58.—Francesas de Misuri: Carrière 9, 24.—Flamenca: RTP II, 359-362.—Bretonas: RTP VI, 412-414; Sébillot I, 11, 18.—Vascuences: Cerquand IV, 55-60; Vinson 56-60; Webster 20-38 (tres versiones), 87-94.—Retorromanas: Decurtins II, 21, 22, 40.—Rumanas: Segall 91-105; ZFDM II, 206-212.—Latinas: Legenda Aurea II, 203208, III, 126, 156.—Alemanas: Bartsch I, 474-477; Bolte-Polívka I, 528-533; Busch 28; Curtze 15-24; Gredt 474-477; Grimm 9, 60, 85, 103; Haas 225; Haltrich 25; Jahn 36, 37; Kuhn-Schwartz 337-347; Lemke II, 147150; Meier 29, 58; Müllenhoff 416-420; Peter 139-145; Pröhle 4, 5; Schönwerth II, 275-280; Simrock IV, 63-65; Strackerjan II, 330-339; Wisser 1, y numerosas versiones citadas en Ranke 67; Wolf, Hausmärchen 9-15, 251-257; Zaunert, Donaulande 48-54; Zingerle 1, 43-47, 148-159, y 2, 260-274; ZVFV VIII, 295-300.—Danesas: Ranke 71-73 (análisis de sesenta y seis versiones).—Islandesa: Ranke 20-24.—Noruegas: Ranke 79-80 (análisis de cuarenta y seis versiones); Thorpe 300-312.—Inglesa: Jacobs 1, 136-142.—Inglesa de América: Gardner 103-106.—Escocesas: Campbell I, 4 y variante; Chambers 4; Jacobs 4, 158-170; MacIness 8.—Irlandesas: Curtin 157; Ranke 86-87.—Finlandesas: Ranke 97-100; Von Löwis of Menar, 1, 22.—Lituanas: Germania XX, 317320; Jurkschat 1; Leskien-Brugman 385-396; Schleicher 54-62.—Eslavas: Afanasiev RV 27; Archivio IX, 476-490 (Bosnia); Boehm-Specht 196-202; Coxwell 447-449; Krauss I, 415-419, 465-469; Magnus 137-143; Ranke 8792; RTP VIII, 67-69; Tille 17-29 (doce versiones); Von Löwis of Menar 13, 18; Wratislaw 46.—Bálticas: Ranke 93-96.—Húngaras: Germania XXXII, 362-366; Klimo 148-153; Ranke 100-101.—Gitanas: Aichele 36, 37, 56; Groome 8, 9, 34, 42—Georgiana: Ranke 114.—Magiar: Jones-Kropf 110-117.—Griegas: Abbot 268-278; Archiv FLG XII, 105-107; Hahn I, 4, 22, 24, 32, 58, 11, 65, 70, 98; JREL XI, 379-385; Legrand 161-176; Pineau 27-33, 8489; Schmidt 23.—Armenia: JAFL X, 135-142.—Turcas: Giese 40; Ranke 34-35, 101-102.—Árabes: Burton XI, 69-72; Desparmet 140-149; Journal Asiatique 5, II, 467, y 8, V, 17-25; Rivière 193-199 (Cabilia); Spitta-Bey 123-136.—Berberiscas: Basset 29-30; Stumme, Tazerwalt 81-83.—Judía: Gaster, Exempla 373.—Egipcia: Maspéro 1-20.—Africanas: Chatelain 5; Dennett 60-64; Equilbecq II, 3-40; Folklore Congress 21-22; Frobenius VI, 182188, 237-242, IX, 277-287, 287-290; Jacottet 56; Junod 276-292.—Africanas de América: Beckwith 104, 113; Fauset NS 7.—Antillanas: Parsons, Antilles I, 44-47, 116117, 120-123, 267-273, 465-466, II, 75, 95-100, 105-111, 115-118, 267-269, 303-304, 372, 409.—Indias: Asiatic
Journal NS XXIV, 196; Day 13; Indian Antiquary XI, 342, XVII, 15; Jataka 24; Knowles 75; Parker I, 15; Somadeva II, 196-213; Steele-Temple 138.—Indias orientales: De Vries, Oost Indië I, 36-45; Hambruch 45 (Malaca).— Persas: Ranke 31-32; ZVFV XVII, 422-423.—Indias de Norteamérica: BBAE XLVII, 35-36; JAFL XXIX, 307-308, 330-334, 364-367, XXX, 50-55; PaAM, 1910, 12, 49; Parsons, Tewa 38; RBAE VI, 29.—Indias de Sudamérica: Augusta 145-155; Lenz, Estudios VII, 4.—Clasificación y estudios especiales: Aarne, Estnische Märchen 300, 303, 315; Aarne-Thompson 300, 303, 315, 590; Archiv FLG XII, 107-108; Archivio IX, 473-476, XX, 309-310; Boggs 300, 303; Bolte-Polívka I, 528-556; Budge, The Martyrdom and Miracles of Saint George of Cappadocia; Chauvin VI, 5-6, VII, 98; Clouston I, 155-165; Cosquin I, 66-81, II, 58-59, 166-167; Germania XXXII, 362-366; Halliday 91-92; Handwörterbuch I, 32-33; Hartland, The Legend of Perseus; Jacobs 4, 280-281; Journal Asiatique 5, II, 467; JREL VII, 23-27, 132-134; Laport 300, 303; Lenz, Estudios, Apéndice 326-337; Mélusine V, 241-244; Panzer II, 1-35, 96-98; Parsons, Antilles III, 236; Ranke 13-306; Romania XIX, 336, 339, XXVIII, 563, XXXII, 606; RTP XV, 637-640; Thompson ENAI 323-334; ZVFV VI, 75-76, 164; Thompson B11, B11.10, B11.11, B11.11.1, B14, B311, B312, B350, B365.1, B401, B421, B443, B501, B505, B512, B524.1.1, D231, D700, D857, D1962, D1975, E761, E761.1, E761.1.2, F761.4.1, G201, G241, G275.2, G405, H105.1, H105.2, H1211, K1311.1, K1385.1, K1933, K2211.1, L11, S12.1, S21, S261, S262, T351, T511, T511.5.1. Nuestros cuentos 139 y 151 son versiones del famoso cuento de Los dos hermanos, Aarne-Thompson 303. Nuestro cuento 157 pertenece a un tipo especial de Aarne-Thompson 300, con elementos de Aarne-Thompson 315 y 590, y tiene en algunas de sus versiones elementos del cuento de Los dos hermanos, particularmente el episodio importante de la serpiente de las siete cabezas. En Aarne-Thompson 303 hay siempre un hermano libertador, que desencanta al primer hermano, o a los dos primeros cuando se trata de tres en vez de dos hermanos, que ha caído en poder de una bruja en el Castillo de Irás y no Volverás. En 300 no hay hermano libertador, sino perros u otros animales libertadores, los cuales acompañan al héroe en todas sus hazañas. El episodio de la serpiente de las siete cabezas es común a la mayor parte de los tipos de los dos grupos 303 y 300. Hay también semejanzas en el principio de las diferentes versiones de los dos grupos.
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El mejor estudio que hasta ahora se ha hecho del cuento de Los dos hermanos, Aarne-Thompson 303, es el de Kurt Ranke, Die Zwei Brüder, citado en nuestra bibliografía. Ranke ha catalogado 1.138 versiones de todos estos cuentos, 770 del tipo de Aarne-Thompson 303 y variantes, y 368 del tipo 300 y variantes. De todas ellas, sin embargo, Ranke ha examinado, estudiado y analizado actualmente sólo 621 del tipo 303 y 357 del tipo 300, total 978 versiones de los dos tipos generales de AarneThompson, los cuales, como más tarde se verá, se dividen en realidad en varios tipos cada uno. En nuestro estudio actual vamos a considerar solamente las versiones hispánicas, la mayor parte de las cuales Ranke no pudo examinar (muchas de ellas no se hablan publicado). Todo el estudio de Ranke parte del tipo 303 de Aarne-Thompson, el cuento de Los dos hermanos. Las versiones que estudia del tipo 300, El matador de la serpiente, son en general solamente aquellas que están directamente relacionadas con el tipo 300. El resultado es un estudio magistral y casi definitivo para el tipo 303 y los cuentos con él relacionados, pero no para las importantes variantes de Cuentos 157, con los interesantes y nuevos motivos de la hermana o madrastra falsa, que hasta el último momento trata de darle muerte a su hermano o hija. Los elementos fundamentales establecidos por Ranke para las numerosas versiones que ha examinado y estudiado sirven en realidad sólo para el cuento de Los dos hermanos propiamente dicho, Aarne-Thompson 303, y para muchas versiones de 300. Para el estudio de nuestra versión Cuentos 157, el tipo segundo arriba citado de Aarne-Thompson 300, o sea el de la hermana o madre falsa y traidora, que lleva elementos de Aarne-Thompson 315 y 590, hay que hacer una clasificación de elementos enteramente nueva, que no cabe en la de Ranke. Estudiemos primero las versiones hispánicas de 303 y variantes, el cuento de Los dos hermanos, al cual pertenecen nuestras dos versiones 139 y 151. La clasificación de elementos establecida por Ranke para estos cuentos y que nosotros emplearemos también es la siguiente. Hay que observar que algunos elementos de esta clasificación no se hallan en las versiones hispánicas, particularmente los del principio del cuento, elementos A y B y variantes: A1. Principio y gran parte del cuento del pájaro de oro o proveedor de oro, Aarne-Thompson 567. (Este elemento ocurre solamente en una versión hispánica, la portuguesa de las islas de Cabo Verde de Parsons, Cape Verde I, 88, de nuestro Tipo I)2 . 2
La única versión española que yo conozco del cuento del Pájaro de oro, Aarne-Thompson 567, es la andaluza de BTPE X, 288-299.
A2a. Los dos hermanos nacen por concepción mágica, bebiendo agua la madre. A2b. Los dos hermanos nacen por concepción mágica, comiendo la madre de un pez cogido por su marido. En la mayor parte de las versiones en las cuales ocurre este elemento hay también nacimiento mágico de caballos y perros y el salir de la tierra dos lanzas maravillosas: Un pescador coge un pez maravilloso que le habla y le aconseja que divida su carne en cuatro partes y que dé a comer una parte a su mujer, una parte a una yegua, una parte a una perra, y que la cuarta parte la entierre en el jardín de su casa. Así lo hace el pescador y a su debido tiempo la mujer da a luz dos hijos, la yegua pare dos soberbios potrillos, la perra dos perrillos, y del jardín salen dos lanzas maravillosas. (Este elemento fundamental tiene muchas variantes. En algunas versiones se menciona solamente el nacimiento de los dos hermanos y se dice solamente que los héroes poseen dos caballos y dos perros o leones maravillosos, o bien los consiguen como en algunas versiones de Cuentos 157, elemento A2 de ese tipo, por ejemplo. Las lanzas maravillosas faltan muy a menudo.) A2c. Concepción mágica, comiendo la madre una manzana. A2d. Concepción mágica, comiendo la madre otras cosas. A3. Concepción mágica y nacimiento al mismo tiempo o casi al mismo tiempo de los dos hermanos, dos caballos, dos perros, etc. A4. Una madre tiene un solo hijo y lo lleva al campo a trabajar. Al volver por él, encuentra a su lado a otro joven, tan parecido a su hijo que ya no sabe cuál es su hijo. Se los lleva a los dos a su casa, donde se crían como hermanos. A5. Un matrimonio tiene uno o dos hijos. Muere la madre, se casa otra vez el padre y tiene un hijo tan semejante al hijo o hijos de la primera mujer que cuando ya son grandes no es posible distinguirlos. A6. Los jóvenes son tan grandes y fuertes al nacer, que inmediatamente se marchan en busca de aventuras. A7. Nacimientos mágicos de otros tipos. B1a. Siguen a los jóvenes unos animales agradecidos, que les regalan dos o tres de sus crías o les conceden virtudes maravillosas. B1b. Reciben los jóvenes otras virtudes maravillosas. B2. Salen los hermanes en busca de aventuras, caballeros en sus soberbios caballos, armados de sus lanzas y acompañados de sus perros u otros animales. Se separan o sale primero el mayor en busca de aventuras, dejando una
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
señal de vida, agua que si se vuelve sangre indica que ha muerto, una flor o árbol que se seca, etc. C1. Llega el hermano mayor a un reino donde una princesa va a ser devorada por una serpiente de siete cabezas u otro monstruo. C. El joven obtiene de la princesa promesa de matrimo nio y mata a la serpiente, generalmente con la ayuda de sus caballos y perros o mediante otras virtudes mágicas. Le saca las lenguas a la serpiente, se las lleva consigo y se aparta de la princesa por un tiempo. C3. Un carbonero o mendigo embustero encuentra la serpiente muerta, le corta las cabezas y se marcha al palacio, diciendo que él fue quien mató a la serpiente, y está para casarse con la princesa. C4. El héroe envía sus perros al palacio con diversos mensajes y a molestar al embustero, ensuciándole la comida, etc. C5. El héroe se presenta en el palacio y muestra las lenguas de la serpiente, descubre la mentira del carbonero traidor y se casa con la princesa. D1a. Casado ya con la princesa, algunas veces la misma noche de su boda, el joven ve un humo lejano o luces lejanas y pregunta a su mujer qué tierra es aquélla. Responde la princesa que es la Tierra de Irás y no Volverás. El joven declara su intención de marcharse para allá. D1b. Llega con sus caballos y perros al Castillo de Irás y no Volverás. Le recibe una bruja que le ruega que ate sus caballos y perros y que entre al castillo, algunas veces a luchar con él. La bruja le mata o le deja encantado. Los caballos y perros son encantados también. D2a. El segundo hermano ve la señal de vida y se marcha en busca de su hermano. D2b. Llega al palacio de la princesa la mujer de su hermano, y todos creen que es él. D2c. Al acostarse con la princesa, pone una espada entre los dos para no deshonrar a su hermano a quien sospecha casado con la princesa. D2d. Se marcha al Castillo de Irás y no Volverás y le ocurre lo mismo que a su hermano (elemento D1b). (Elementos D2a-D2d ocurren solamente en las versiones en las cuales figuran tres en vez de dos hermanos). E1. El segundo o tercero ve la señal de vida que indica que su hermano ha muerto y se marcha también en busca de él o de ellos. E2. Llega al palacio de la princesa casada con su hermano y todos creen que es él. E3. Pone la espada entre los dos al acostarse, para no deshonrar a su hermano. E4. Se marcha otro día al Castillo de Irás y no Volverás. La bruja le recibe. Sospecha una trampa, no ata a sus caballos
o perros, amenaza a la bruja, la mata algunas veces, desencanta o revive a su hermano o a sus hermanos. Algunas veces realiza el desencanto o resurrección con «agua de vida». F. Después de revivir a su hermano mayor, el menor le cuenta que ha dormido con su mujer, y el mayor le mata. F1. Después de saber la verdad de todo, el fratricida se arrepiente y revive a su hermano menor de la manera indicada en elemento E. Según Ranke, el arquetipo primitivo del cuento de Los dos hermanos contenía elementos A2b, B2, C1, C2, C3, C5, D1a, D1b, E1, E2, E3, E4. Véanse páginas 341-343 de su estudio. Ranke indica que hay muy pocas versiones modernas del arquetipo y que son casi todas del Oeste de Europa. Estudiemos ahora las versiones hispánicas para establecer sus tipos fundamentales. Las versiones del cuento de Los dos hermanos, propiamente dicho, al cual pertenecen nuestras versiones 139 y 151, son treinta y cinco. Se dividen todas en tres tipos fundamentales. Tipo I, con elementos A2b, B2, dos, tres o cuatro de elementos CA, C2, C3, C4, C5, elementos D1a, D1b, E1, E2, casi siempre E3 y E4, y a veces F y F1. En su forma perfecta éste es el arquetipo primitivo y fundamental establecido por Ranke, como ya queda dicho. Pertenecen a este tipo catorce versiones hispánicas, cuatro versiones españolas peninsulares, cuatro españolas de América, cinco portuguesas y una catalana, ocho de ellas versiones perfectas del tipo: Cuentos 139; Espinosa, Castilla 69; FCaballero 1, 11-19; Sánchez Pérez 98; Arellano 79; Hispania XXIII, 121-124; Laval, Cuentos 18; Rael 249; Athaide Oliveira I, 57; Braga I, 48; Consiglieri-Pedroso 11; Parsons, Cape Verde I, 88, y variante; Alcover I, 224-255. Las versiones perfectas del tipo son: Cuentos 139; Espinosa, Castilla 69; Sánchez Pérez 98; Hispania XXIII, 121-124; Rael 249; Athaide Oliveira I, 57; Parsons, Cape Verde I, 88, variante; Alcover I, 224-255. En todas las versiones del Tipo I hay siempre dos hermanos, dos caballos, dos perros o leones y dos lanzas. Tipo IA, con tres elementos en vez de dos, y con los mismos elementos del Tipo I, pero con elementos D2a, D2b, D2c, D2d adicionales. Pertenecen a este tipo cinco versiones, tres de ellas versiones perfectas: Curiel Merchán 279-281; Espinosa, Castilla 68; Mason-Espinosa PRF III, 15b; Radin-Espinosa 103; Maspons y Labrós I, 25-32. Las versiones perfectas del tipo son la extremeña de Curiel Merchán, la castellana de Espinosa y la catalana.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Las versiones hispánicas del Tipo I y variante IA son, por consiguiente, diecinueve, o sea el 51% de todas. Catorce pertenecen al Tipo I, ocho de ellas perfectas, el 57%, e idénticas a las del arquetipo primitivo establecido por Ranke. Cuatro pertenecen al Tipo IA. La frecuencia con que ocurren los diferentes elementos de los Tipos I y IA es la siguiente: Elemento A2b, dieciséis versiones, 84%. Elemento B2, dieciséis versiones, 84%. Elemento C1, diecinueve versiones, 100%. Elemento C2, diecinueve versiones, 100%. Elemento C3, trece versiones, 68%. Elemento C4, cinco versiones, 26%. Elemento C5, quince versiones, 79%. Elementos D1a, D1b, diecinueve versiones, 100%. Elementos D2a, D2b, D2c, D2d, cinco versiones, 26%. Elemento E1, diecisiete versiones, 89%. Elemento E2, diecisiete versiones, 89%. Elemento E3, once versiones, 58%. Elemento E4, dieciocho versiones, 95%. Elemento F, diez versiones, 52%. Elemento F1, ocho versiones, 42%. Tipo II, con elementos A2b, B2, C6, D1a, D1b, D2aD2d, E1, E2, E3, E4, raras veces F y F1. Este tipo es muy semejante al Tipo I, pero lleva tres en vez de dos hermanos, y, por consiguiente, siempre elementos D2a-D2d del Tipo IA. Carece por completo del episodio de la serpiente de las siete cabezas, elementos C1-C5, y lleva solamente C6 de esta serie, matrimonio del joven con una princesa, a cuyo palacio llega por casualidad. En alguna que otra versión falta también elemento C6. Pertenecen a este tipo ocho versiones hispánicas, una de Asturias que por excepción lleva dos en vez de tres hermanos, tres españolas de América y cuatro portuguesas: Ampudia 14; AUC XCII, 15, 31 -39; Mason-Espinosa PRF III, 15a; Rael 250; Athaide Oliveira I, 42, y variante; ConsiglieriPedroso FLS 25; RL V, 72-74. Tipo III, con elementos B2 ó variante, D1a, D1b, D2aD2d, E1, E4. Este tipo lleva siempre tres hermanos. Faltan por completo el episodio de la serpiente de las siete cabezas y el matrimonio de uno de los hermanos, elementos C1C6, y, por consiguiente, elementos E2, E3. Falta también elemento A2b. Uno de los hermanos se marcha en busca de aventuras y llega a la casa de la bruja que le mata o encanta, algunas veces después de luchar con él. De allí en adelante el desarrollo del cuento es semejante al de los Tipos I y II.
Según Ranke, página 313, elementos C-C5 no se hallan en el 63% de las versiones europeas. En las versiones hispánicas no los encontramos en nuestros Tipos II y III, dieciséis versiones, o sea el 45% de todas las de los tres tipos, y C3 y C4 no se hallan en muchas versiones del Tipo I, particularmente C4, que se halla sólo en el 23% de las versiones. Las ocho versiones hispánicas del Tipo III son las siguientes: nuestra versión castellana 151; Andrade 36, 39; Mason-Espinosa PRF III, 18c; Consiglieri-Pedroso FLS II; Parsons, Cape Verde I, 44; Pimentel 316-321; RL IV, 326364. Treinta de las versiones hispánicas de nuestra bibliografía pertenecen a un tipo muy diferente, El matador de la serpiente, Aarne-Thompson 300, ya mencionado. El estudio detallado de estas versiones nos obliga a separarlo del tipo o tipos semejantes en los cuales hay siempre una hermana o madre traidora, como ya queda dicho, y al cual pertenece nuestra versión 157 que más adelante estudiamos. En el trabajo magistral de Ranke no se ha tenido en cuenta esta diferencia capital entre los diferentes tipos de AarneThompson 300. El tipo tiene numerosas variantes. Hay diferencias notables en el principio del cuento, mezclado a veces con el principio del cuento de Los dos hermanos. Cinco de las treinta versiones empiezan con elemento A2b de las versiones hispánicas del cuento de Los dos hermanos, Tipos I y II. Cuatro versiones llevan elemento B1a de la clasificación de Ranke; tres empiezan con episodios de Aarne-Thompson 327A; y en la mayoría de ellas, el héroe posee o consigue tres perros o leones que le ayudan a matar a la serpiente, como en muchas versiones de nuestro Tipo I. Hay generalmente dos hermanos, pero sólo las aventuras del primero llegan a su desarrollo completo, con la muerte de la serpiente y el matrimonio del héroe con la princesa. Las treinta versiones hispánicas que pertenecen a este tipo especial son las siguientes: Tres versiones españolas peninsulares: Curiel Merchán 34-36 (variante de B, C1, C2, C3, C4, C5), 172-177 (variante de B, C1, C2, C3, C5); Espinosa, Castilla 61 (variante de B, y C1, C2, C3, C5). Dieciocho versiones españolas de América: Andrade 95 (variante de B, C1, C2, C3, C4, C5), 96 (B1a, C1, C2, C3, C5), 97 (variante de B, C1, C2, C3, C5); Espinosa SFNM 23 (A2b, B2, C1, C2, C3, C5), 25 (variante de B, C1, C2, C5); JAFL XLVIII, 112-113 (B1a, C1, C2, C3, C5); Mason-Espinosa PRF III 3a (A2b, C1, C2, C3, C4, C5); 3b (variante de B, C1, C2, C3, C4, C5), 3c (variante de B,
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
C1, C2, C3, C5), 3e (A2b, C1, C2, C3, C5), 10h (variante de B, C1, C2, C3, C4, C5); Rael 248 (A2b, C1, C2, C5); TFSP XII, 194-200 (A7, C1, C2, C3, C5); Wheeler 103 (variante de B, C1, C2, C3, C5), 106 (variante de B, C1, C2, C5), 112 (B1a, C1, C2, C5), 114 (variante de B, C1, C2, C3, C5), 121 (B2, C1, C2, C3, C4, C5). Nueve versiones portuguesas: Athaide Oliveira I, 53 (B1, C1, C2, C3, C4, C5), II, 232 (héroe está para casarse, C1, C2, C3, C5; se casa con la joven que rescata de la serpiente, la cual resulta ser la primera novia); Braga I, 52 (variante de B, C1, C2, C3, C5); Caróchinha 32 (A2, variante de B, C1, C2, C3; no se casa); Coelho 49 (igual al anterior); 52 (A2b, B2, C1, C2; no se casa el héroe, sino su hermano); Magalháes 268-271 (C1, C2, C3, C5); Parsons, Cape Verde I, 87 (variante de B, C1, C2, C3, C5); Romero 38 (variante de A7, C1, C2, C3, C5). Según Ranke, páginas 307-308, el arquetipo primitivo de Aarne-Thompson 300, El matador de la serpiente, pero de seguro no los tipos de nuestra versión 157, era tal vez el siguiente: principio de Aarne-Thompson 327A; el hermano se marchó solo en busca de aventuras y cambia cabras o vacas por perros maravillosos; un buen viejecillo le regala al joven una espada vencedora; después vienen elementos C1, C2, C3, C5. Seis de nuestras versiones hispánicas son muy semejantes a este arquetipo primitivo: Braga I, 52; Caróchinha 32; Coelho 49, 52; Mason-Espinosa PRF III, 3c, 10h. La variante más extraordinaria del tipo es la portuguesa de las islas de Cabo Verde de Parsons, Cape Verde I, 87, en la cual la serpiente de las siete cabezas ha sido cambiada en siete distintos ladrones. A cada uno le saca la lengua el héroe para después probar que él ha sido el matador y libertador de la princesa. Volvamos ahora la atención a nuestra versión granadina 157, Dos almas en pena, un tipo de cuento muy diferente de los tipos del cuento de Los dos hermanos, Cuentos 139 y 151, ya estudiados, y de Aarne-Thompson 300, pero relacionado con ellos. Muchas de las versiones estudiadas por Ranke y de nuestra bibliografía pertenecen a este tipo, que se halla también en versiones muy diversas. Todas contienen los dos o tres perros maravillosos que le ayudan al héroe en sus dificultades, y en algunas la presencia de ellos está explicada de la misma manera que en algunos de los tipos de Cuentos 139, 151, y el capital episodio de la serpiente de las siete cabezas de elementos C1 y variantes. Se diferencia este tipo de los tipos anteriores, sin embargo, en el motivo importante y nuevo de la hermana o madre traidora, que se enamora de un gigante u ogro y que conspira con éste para dar muerte a su hermano o hijo. No hay en este tipo hermano libertador. Toda la ayuda que recibe nuestro héroe
viene de los dos o tres perros maravillosos (algunas veces son leones u otros animales), los cítales, algunas veces, terminada su tarea, vuelan gloriosos al cielo, declarando que son almas en pena. Las quince versiones hispánicas cíe este tipo de que disponemos contienen entre unas y otras los siguientes elementos fundamentales: A. Un joven que posee dos o tres perros maravillosos vive con su hermana o madre, la cual llega a enamorarse de un gigante u ogro hechicero. A1. Un joven, acompañado de su hermana, algunas veces porque han sido abandonados por sus padres, se marcha en busca de aventuras. Un buen viejecillo le regala dos o tres perros maravillosos. Llega a la casa de un gigante u ogro hechicero, el cual se enamora de la hermana. A2. Un joven vive con su madre, la cual está enamorada de un gigante u ogro hechicero. El joven cuida ovejas o vacas y cambia unas vacas u ovejas a un viejecillo por dos o tres perros maravillosos. La madre le regaña o le pega. A3. Principio como en Aarne-Thompson 327A (véase Cuentos 114). Cuando la bruja cae en el horno para morir quemada, salen de él dos o tres perros maravillosos. Se marchan los dos hermanos y llegan a la casa de un gigante u ogro hechicero que se enamora de la hermana. B. El hechicero y la hermana o madre traidora desean librarse del joven y de sus perros maravillosos y tratan de matarlo, echándolo en una cueva o sala llena de lanzas envenenadas. El joven llama a sus perros, los cuales, después de escaparse de donde han sido encerrados o atados por la hermana o madre traidora, salvan al joven y malhieren al hechicero. El joven también resulta herido. B1. Ídem. El hechicero sigue al joven para matarlo o menea un árbol, al cual el joven se ha subido para que caiga y muera. El joven llama a sus perros, los cuales llegan y le salvan. B2. Ídem. Le dan al joven comida envenenada. Otra vez los perros le salvan, botando la comida envenenada. B3. Ídem. La madre pretende estar enferma y envía a su hijo por un remedio al Castillo de Irás y no Volverás, para que no vuelva. Se escapa vivo después de muchas dificultades. B4. Unos cazadores tratan de matar al joven. Sus perros le salvan y matan a los cazadores. B5. Por orden del joven los perros despedazan y matan al hechicero y a su hermana o madre traidora. B5a. Los perros matan al hechicero. B5b. Los perros matan a la hermana o madre traidora. C1-C5. Elementos iguales a C1-C5 de Cuentos 139, 151, ya estudiados.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
D. La hermana o madre traidora pone un objeto mágico en la cama del joven, algunas veces un alfiler o los colmillos de un dragón o del hechicero muerto. El joven muere, algunas veces con el alfiler o colmillos clavados en la cabeza. D1. La hermana del negro embustero de elemento C3 pone púas en la cama del joven y éste muere. E. Los perros maravillosos reviven al joven, sacándole los colmillos o púas de la cabeza o de otra manera. F. Una vieja bruja de elemento B3, al verse despedazada por los perros, se vuelve un papel que dice «El que halle este papel se casará con la hija del rey si es hombre, y con el hijo del rey si es mujer». Así sucede. G. Los perros maravillosos que han ayudado al joven se convierten en ángeles y vuelan gloriosos al cielo. Han sido almas en pena. G1. Los perros se convierten primero en cura y sacristán y casan al joven con la princesa de elementos C-C5. Después se convierten en ángeles y vuelan gloriosos al cielo. Las versiones hispánicas se dividen en dos tipos fundamentales. Tipo I, con elementos A o variante, B1 o B2, B5a, C1, C2, C3, C4, C5, D o D1, E, a veces B5b, G. Este es, al parecer, el tipo fundamental y primitivo de España, tal vez de toda Europa, de la hermana o madre traidora: Un joven vive con su hermana o madre, y de maneras muy diversas consigue dos perros maravillosos. La hermana o madre se enamora de un ogro o gigante hechicero y los dos tratan de dar muerte al joven (elementos B1 ó B2). Con la ayuda de sus perros el joven se salva, y a veces matan los perros al ogro o le dejan malparado. Viene después el ya conocido episodio de la serpiente de las siete cabezas, como en Cuentos 139, 151, ya estudiados. Casado ya el joven con la princesa libertada, la hermana o madre traidora le pone los colmillos de la serpiente u otro objeto mágico debajo de la almohada, o bien unos alfileres que se le clavan en la cabeza, y el joven muere o queda encantado. Sus perros le socorren y le resucitan. Los perros, que en algunas versiones habían sido regalados al buen joven por un viejecillo o cambiados por cabras, se vuelven ángeles y vuelan gloriosos al cielo. Pertenecen a este tipo seis versiones hispánicas, tres españolas peninsulares y tres españolas de América: BTPE X, 249-257; Ibíd. 258-269 (faltan elemento B y variantes); Folklore Andaluz 357-361; Mason-Espinosa PRF III, 3d (lleva elemento B4 en vez de otras variantes de B); Montenegro 189-201; Rael 247. Tipo IA, con los mismos elementos del Tipo A, excepto C1 y variantes. Falta por completo el episodio de la serpiente
de las siete cabezas y el matrimonio con la princesa. En esta variante del tipo fundamental, por consiguiente, elemento D es una continuación directa de la persecución de elementos B1 y B2, después de la muerte del ogro. A esta variante notable del Tipo I pertenecen dos versiones españolas de América: Andrade 77; MasonEspinosa PRF IV, 18. Las dos versiones son muy semejantes, con elementos A3, B1, B5a, D, E, G. La versión de Puerto Rico lleva, además, elemento H. Tipo II, con elementos A o variante, B1 ó B2, B5 ó B5a, C1, C2, C3, C4, C5. Este tipo termina con el episodio de la serpiente de las siete cabezas y el matrimonio del héroe con la princesa, pero carece por completo de la segunda persecución de la hermana o madre traidora. Es, al parecer, un tipo de desarrollo tardío, sacado del Tipo I. Pertenecen a este tipo cuatro versiones hispánicas, una versión española peninsular, dos españolas de América y una portuguesa de Brasil: nuestra versión granadina Cuentos 157 (A1, B2, B5, C1, C2, C3, C4, C5, G1); Mason-Espinosa PRF III, 21e (bis); Rael 246; Romero I, 23. Hay, además, una variante del Tipo II, Espinosa, Castilla 75, que lleva elementos A, B3, C2, B5. Quedan sin clasificar dos de nuestras versiones hispánicas, la fragmentaria española peninsular de BTPE X, 271-280, con elementos A3 y B4, y la extraordinaria versión dominicana de Andrade 107, con elementos A1, B4, B5a y F. Al Tipo I, el primitivo y fundamental, y variante, pertenecen ocho de las versiones hispánicas, 53% de todas. Al Tipo II y variante, pertenecen cinco versiones, 33%. Las versiones europeas no hispánicas de nuestro cuento son muy numerosas. Ranke no ha hecho estudio aparte de ellas, confundiéndolas con las del Matador de la serpiente, Aarne-Thompson 300. Muchas han sido citadas por BoltePolívka en I, 551-553. Véase también Tille 17-22. Volvamos ahora nuestra atención a los orígenes de todos estos cuentos. Según Ranke, páginas 375-377, las primeras formas occidentales del cuento de Los dos hermanos hay que buscarlas en cuentos semejantes al de la larga versión islandesa del siglo XIV de Bjarki-Saga. Ranke cita la versión en páginas 20-24. Lleva algunos elementos de nuestro cuento mezclados con elementos de otros cuentos. Las verdaderas versiones occidentales del cuento de Los dos hermanos las encontramos por primera vez en las dos versiones del siglo XVII de Basile. La primera versión, Pentamerone I, 7, es idéntica a las del Tipo I hispánico arriba establecido, excepto en el principio, y lleva elementos B1b, C1, C2, C3, C4, C5, D1a, E1, E2, E3, E4. La otra versión, Pentamerone I, 9, contiene elementos A2b, A5,
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
B2, C6, versión muy semejante a nuestro Tipo I hispano del Matador de la serpiente. Ranke cree que el cuento del Matador de la serpiente es más antiguo que el de Los dos hermanos, página 378, y que está relacionado con el cuento y mito de Perseo y Andrómeda. Ranke cree también que el cuento de Los dos hermanos se desarrolló primeramente en el Oeste de Europa, tal vez Francia. En vista de que nuestro Tipo I hispánico es fundamentalmente idéntico al arquetipo del cuento establecido por Ranke, España, por las mismas razones dadas por Ranke, podría también haber dado origen a nuestro cuento. En la tradición hispánica encontramos catorce versiones de este tipo, ocho de ellas perfectas, como ya queda dicho. Para más detalles sobre los orígenes literarios de algunos de los elementos más importantes del cuento de Los dos hermanos, véase Ranke 5-62. Antes de la publicación del magistral estudio de Ranke, los folkloristas estudiaban todos estos cuentos como si se tratase de un tipo único, sin distinguir claramente entre los diversos tipos de Aarne-Thompson 300, 303 y otros tipos semejantes. En la importantísima obra de Hartland, The Legend of Perseus, citada en nuestra bibliografía, se trata de establecer una relación directa entre estos cuentos, particularmente del cuento del Matador de la serpiente, Aarne-Thompson 300, con el mito clásico de Perseo y Andrómeda. Al estudiar su cuento, Los hijos del pescador, I, 5, en páginas 66-81, Cosquin ha examinado muchas versiones de nuestro cuento de Europa y de Oriente, y llega a la conclusión de que el cuento de Los dos hermanos puede ser de origen oriental en vista del paralelismo extraordinario entre algunas versiones europeas y otras de India, y particularmente en vista de que un cuento especial, el de Day 13, cuento moderno de India, contiene casi todos los elementos importantes, exceptuando elementos C1 y variantes, el episodio de la princesa y la serpiente. Cosquin habla con demasiado entusiasmo. El cuento de Day contiene algunos elementos de nuestro cuento en variantes muy diferentes de los del cuento que conocemos. Pero hay que confesar que la mayoría de los elementos de nuestro cuento, incluyendo alguna forma del cuento del Matador de la serpiente, existen en cuentos orientales, si bien no todos en versiones que sean verdaderas variantes de las europeas. Hartland, por otra parte, estudia las versiones modernas de Europa, África y Oriente y las leyendas y mitos antiguos, y llega a la conclusión de que los cuentos modernos no son sino versiones de tradiciones antiquísimas que tienen común origen con el mito clásico de Perseo y Andrómeda. En los tres tomos de su obra estudia paso a paso las versiones
modernas al lado de las antiguas, las diferentes formas del mito de Perseo y Andrómeda en la antigüedad clásica y en los autores posteriores, las leyendas semejantes de la Edad Media, como la leyenda de Sigfredo y el Dragón, y la leyenda de San Jorge y el dragón y la princesa, documentada por primera vez en el siglo XII en la Legenda Aurea. La Legenda Aurea nos ofrece sólo la versión del episodio de la serpiente y la princesa y la muerte de la serpiente o dragón a manos de San Jorge. El mito clásico de Perseo y Andrómeda contiene, según lo ha demostrado Hartland, algunos de los elementos fundamentales de nuestro cuento moderno definitivamente desarrollados. El mito de Perseo y Andrómeda, según lo documenta Ovidio, que nos ofrece una de las mejores versiones en Metamorfosis IV, 604-V, 241, es el siguiente: Acrisio, el rey de Argos, llega a saber por un oráculo que un hijo de su hija Danae le ha de dar muerte, y para que la profecía no se cumpla mete a su hija en una torre donde la tiene encarcelada. Júpiter la visita y tiene de ella un hijo. El rey Acrisio echa a la madre e hijo al mar en una cesta. Un pescador encuentra la cesta y la entrega al rey Polidectes, de cierta isla. Este rey quiere casarse con Danae y para lograrlo desea primero librarse del hijo, Perseo, y le envía por la cabeza de Medusa, esperando que muera en el combate. Perseo recibe de sus conocidos armas maravillosas, de Pallas un escudo pulido y brillante como un espejo, de Plutón un yelmo invisible, de Mercurio una botas provistas de alas y de Vulcano una espada maravillosa. Bien armado, se va en busca de Medusa, la que mataba sólo con la mirada, y hallándola dormida, la ve sólo por la imagen en su escudo y así le corta la cabeza con su espada. Después de otras aventuras, Perseo se marcha volando sobre el mar y tierra y halla a Andrómeda, hija del rey de Etiopía, atada a un peñasco esperando la muerte. Iba a ser devorada por un monstruo que desolaba la tierra. Perseo pelea con el monstruo y le mata y se casa con Andrómeda. Pero un tío de Andrómeda, Fineo, a quien estaba prometida Andrómeda y que había presenciado la llegada del monstruo, sin acercarse a defenderla, se presenta durante la fiesta nupcial con algunos compañeros para robar a la novia. Hay una lucha sangrienta que termina cuando Perseo se apodera de la cabeza de Medusa y con ella los petrifica a todos y se escapa con su mujer. Después mata al usurpador del reino de su abuelo, devolviéndolo a éste, y petrifica a Polidectes para salvar a su madre, Danae. Más tarde se cumple el oráculo cuando Perseo, al tomar parte en un juego, le mata accidentalmente. Yo no veo dificultad alguna en establecer una relación genética entre el mito clásico y las versiones modernas. Los
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detalles no son siempre idénticos. Lo que verdaderamente nos sorprende es que persista la tradición con tan insignificantes cambios a través de los siglos. Hagamos la comparación brevemente. Ya se han indicado los cuatro episodios fundamentales del cuento moderno: el origen maravilloso del héroe y de sus hermanos, de los animales que le ayudan, y las armas maravillosas; la salida de los hermanos y el extraordinario incidente de la señal de vida o muerte; el episodio de la serpiente y la princesa y el casamiento del héroe con la princesa; la historia del castillo encantado, donde el hermano primero es encantado por una bruja y el otro hermano viene a desencantarle. El origen sobrenatural de los hermanos, armas y animales es seguramente una versión moderna del principio del mito que nos cuenta cómo Perseo nace, teniendo por padre a Júpiter, y cómo recibe las armas maravillosas de otros dioses. Los detalles de los animales son añadiduras posteriores sacadas de otros cuentos antiguos. Además, no es sino una extensión del maravilloso nacimiento del héroe, ya que en la mayoría de las versiones modernas todos, héroe, caballos, perros, armas nacen del pez maravilloso que comen la madre, la yegua, la perra, etc., elemento A2b. Véase para más detalles, Cosquin I, 69-70 y Hartland I, 71-181. Nacimientos semejantes a los del cuento moderno se hallan ya en tradiciones clásicas, por ejemplo en Ovidio, Fasti V, 255. El segundo episodio fundamental de los cuentos modernos, la salida de los aventureros, es naturalmente semejante a la salida de Perseo en sus aventuras y de todos los héroes que en los cuentos maravillosos se marchar en busca de aventuras. El elemento especial de esta salida, sin embargo, la señal de vida o muerte, elemento B2, no se halla en el mito clásico. Es de origen antiquísimo, sin embargo, y se halla ya en tradiciones orientales y egipcias. Véase Hartland II, 1-54, Cosquin I, 70-71 y Chauvin VII, 98. El episodio capital de la serpiente y la princesa, la muerte de la serpiente a manos del héroe y el matrimonio de la princesa con el libertador, el detalle del traidor que falsamente quiere casarse con la princesa después de recoger las cabezas sin lenguas de la serpiente, todo este episodio, es una versión moderna del episodio semejante del antiguo mito de Perseo y Andrómeda. Los detalles son tan parecidos que la comparación no es necesaria. Hasta el falso pretendiente de los cuentos modernos es, al parecer, el tío del mito antiguo que viene a las fiestas nupciales a robar a la novia. Este episodio capital del mito antiguo es el que ha tenido mejor fortuna como elemento separado y ha dado origen a las leyendas piadosas de San Jorge y el dragón y la princesa y otras parecidas. Véase la obra de Budge, citada en
la bibliografía, The Martyrdom and Miracles of Saint George of Cappadocia, Hartland III, 1-94, Bolte-Polívka I, 547550 y Delehaye 190. Entra también en muchos cuentos que no tienen relación alguna con nuestras versiones 139, 151, 157, Cuentos 156, por ejemplo, en el cual la serpiente de las siete cabezas guardaba la vida de un hechicero en su corazón. Véase también Cuentos 141. El episodio del castillo encantado, donde la bruja encanta o da muerte al primer hermano para que después el segundo la mate a ella o la obligue a desencantar o revivir al hermano, es, según Hartland, III, 95-147, versión moderna de elementos del cuento antiguo que en el mito clásico de Perseo y Andrómeda se han unido de una manera un poco confusa en los detalles de Medusa, la bruja, empleando Perseo hasta su cabeza de muerta para petrificar a sus enemigos, etc. En esta parte la comparación entre el mito clásico y los cuentos modernos no resulta muy satisfactoria. Pero de todas maneras las semejanzas son sorprendentes en los motivos capitales del origen maravilloso del héroe y sus armas y animales que ayudan y del cuento del monstruo y la princesa. Esto no quiere decir que los cuentos modernos, aun en sus mejores versiones, como nuestra 139, Cosquin I, 5, Grimm 60, Parsons, Cape Verde 88, Bartsch I, 474477, Hahn I, 22, vengan directamente del mito clásico documentado por Ovidio en su Metamorfosis. Tampoco es cierto que Hartland haya dicho tal cosa. Halliday, en páginas 91-92, atribuye erróneamente a Hartland la teoría de que el mito clásico da origen al cuento 60 de Grimm: «Mr. Hartland has written an exceedingly valuable and learned work in three volumes to show that the Legend of Perseus is the parent of Grimm 60. But in fact his theory demands the reconstruction of a hypothetical older form of the classical story, for the existence of which there is no other reason. Nor does it even so correspond exactly. I should agree with Bolte-Polívka that he has failed in his main purpose». Ahora bien, lo que Hartland actualmente trata de probar, y en mi opinión lo ha probado definitivamente, es que hay una relación entre el mito antiguo y los cuentos modernos, que hay que suponer que uno y otros vienen de fuentes antiguas comunes. En el último capitulo de su tercer tomo, 173, dice con toda claridad: «So far, then, our results are the same; and it can only be claimed that the modem stories are at most (with the exception of a few variants) derived from a common stock with the classical legend». Las observaciones de Bolte y Polívka en I, 555-556, donde critican la obra de Hartland y parecen aceptar las antiguas teorías sobre los orígenes germánicos de nuestras versiones modernas, sugeridas por los hermanos Grimm ya en 1822, ponen en duda las conclusiones de Hartland,
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pero dejan el problema de los orígenes del cuento sin resolver. Los orígenes germánicos son muy dudosos, y las conclusiones de Hartland sobre el común origen del mito de Perseo y Andrómeda y las versiones modernas me parecen en parte por lo menos definitivas. Ranke admite la relación genética sólo con el cuento moderno del Matador de la serpiente, página 378. Que la tradición no haya sido documentada siglo por siglo en Oriente y Occidente es una mera casualidad, pero, como muchas otras, ha sido conservada a través de los siglos y de cuando en cuando documentada en la escritura, en el mito clásico de Perseo y Andrómeda, en las versiones griegas tardías de Pausanias y Luciano, en formas fragmentarias y de elementos aislados, como el del nacimiento sobrenatural y el capital episodio de la princesa y la serpiente devorada en cuentos y tradiciones orientales y occidentales de la Edad Media, en las dos versiones italianas del siglo XVII del Pentamerone de Basile I, 7 y 9, y, en fin, en las numerosas versiones que se han recogido de la tradición moderna.
140. El Príncipe Español BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Curiel Merchán 67-70, 349-352; FCaballero 2, 23-28; Menéndez Pidal PP, 25, 26.—Españolas de América: Arellano 76; Mason-Espinosa PRF III, 9 (ocho versiones), 11 (dos versiones); Rael 233, 234, 238; RGHG LXII, 213-218; Wheeler 4, 80, 83, 102.—Portuguesas: Braga 9, 10.—Catalanas: Serra i Boldú 2, 43-60.—Italianas: Crane 188-189; Gonzenbach 30, 83; Straparola III, 2.—Francesas: Cosquin 3, 73.—Francesa de Misuri: 33.—Bretona: Sébillot III, 13 bis.—Alemanas: Grimm 71, 126; Haltrich 10; Lemke II, 114-117.—Holandesa: FL V, 121-123.—Escocesa: Campbell II, 344-376.—Irlandesa: Kennedy, Fireside Stories 47-56.—Eslavas: Afanasiev I, 87-98; Chodsko 249-264; Krauss 80; Magnus 7895; Tille 162-184 (veintiuna versiones).—Húngara: Klimo 197-208.—Griegas: Dozon 12; Hahn I, 37, II, 63; Legrand 57-76; Schmidt I, 8.—Árabes: Burton XI, 69-72; Chauvin VI, 5-6.—Judía: FL VII, 232-240.—India: Somadeva I, 97-98.—Filipina: JAFL XXI, 50-53.—Clasificación y estudios especiales: Aarne, Estnische Märchen 53 1, 532; Aarne-Thompson 531, 532, 533; Boggs 531; Bolte-Polívka III, 18-37; Chauvin VI, 5-6; Clouston I, 223-242; Cosquin I, 44-49, II, 294303; Cuentos 168, 169 (y la bibliografía); Dähnhardt II, 154-168; FL V, 121-127, XIX, 61-62, 64-65; FLR III, 19; Germania XI, 389-403, XII, 81-85; Grimm TM I,
392; Jacobs 5, 121-137, 253; Köhler I, 571-572, II, 328346; Panzer I, 15, 95-108; SFR IX, 230-233; Somadeva, Notas de Tawney-Penzer II, 57; ZVFV VI, 172, VII, 320-321; Thompson B133, B133.1, B133.2, B211, B211.3, B313, B401, D1337.4, D1865.1, D1885, D1886, H1382, J2411, J2411.1, R111, R112. Nuestro cuento pertenece a un grupo muy bien conocido de cuentos en los cuales sobresalen los siguientes episodios fundamentales: 1. Un joven ayudado por un caballo consejero, por un muerto agradecido en forma de una zorra u otro animal, por algunos animales agradecidos, y algunas veces por todos estos a la vez, se dirige al palacio de un rey o palacio encantado donde sirve, algunas veces con un compañero falso, y allí se le exige que vaya en busca de los tres objetos cuyas prendas ha encontrado en el camino y cogidos contra el consejo del caballo algunas veces. 2. Ayudado por el caballo o los otros animales, o por el muerto agradecido, el joven consigue todo lo que se le exige. La princesa que trae después de muchas aventuras y luchas con demonios, gigantes u otros seres sobrenaturales, se enamora de él y le aconseja que se bañe en una caldera de aceite hirviendo o que se deje cortar la cabeza, etc., para revivirle ella después y hacerle más hermoso que antes. 3. Después del baño en el aceite hirviendo o del descabezamiento, sale el joven más guapo que nunca, y el rey o hechicero envidioso que quiere casarse con la princesa se decide a que se haga lo mismo con él. Muere, pero no revive, y el joven se casa con la princesa. Ocurren muchos y muy variados elementos en las diferentes versiones, pero todos ellos se agrupan alrededor de estos tres episodios fundamentales. Dentro de cada una de las tres partes hay una infinidad de detalles en los diversos tipos del cuento, y en cada versión encontramos elementos sacados de otros cuentos parecidos. Si escogemos para la comparación algunos de los cuentos más típicos del grupo general, Grimm 126, Cosquin 3 y 73, FCaballero 2, 23-28, Campbell II, 344-357, Magnus 78-95, Hahn 37, y el cuento antiguo de Straparola III, 2, por ejemplo, encontramos muchas diferencias en los detalles dentro de cada una de las tres partes generales del cuento. Examinemos el principio del cuento. En nuestra versión 140 el héroe se va en busca de aventuras y en la caballeriza del rey su padre halla un caballo consejero. Andando por su camino halla una manzana de oro, una herradura de oro y el retrato de la Belleza del mundo. Se encuentra después con tres animales, una hormiga, un águila y una ballena, todos en peligro de muerte, y a los tres los salva. Llega por fin a un
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palacio encantado donde le exigen que se marche a buscar el árbol de las manzanas de oro, el caballo de la herradura de oro y la Belleza del mundo. Esta parte de nuestra versión 140 está lógicamente desarrollada, pero faltan muchos detalles de otras versiones diferentes. En algunas versiones el hijo menor de un rey le quita una pluma a un pájaro dañino, o pelos a un caballo dañino, y el rey le envía a buscar el pájaro o caballo, por ejemplo en Magnus arriba citado, y en Mason-Espinosa PRF III, 11, a y b. Este principio es en realidad una mezcla con el principio del cuento de Juan Oso, Tipo B de la clasificación de Panzer I, 95-108. El caballo es generalmente hallado en la caballeriza de la casa misma del héroe o lo recibe el joven al nacer o al ser bautizado, como en Grimm 126, Cosquin 73, y en el cuento ya citado de Straparola, pero en algunas versiones, por ejemplo en la versión andaluza de FCaballero arriba citada, el caballo consejero es un muerto agradecido a quien el héroe había dado sepultura al principio de sus aventuras. Véase para el episodio del entierro nuestra versión 143. En otras versiones no hay caballo consejero ni animales agradecidos, sino una zorra consejera que se aparece de repente; es la Virgen, un ángel del cielo, un pariente muerto y ya glorioso, etc., por ejemplo en Campbell y Magnus, ya citados. Los animales agradecidos que de diversas maneras ayudan al héroe en sus aventuras aparecen en muchas versiones, FCaballero 2, 23-28, Rael 233, Wheeler 80, Legrand 57-70, Cosquin 3, Straparola ya citado, Klimo 197-208, Hahn 37, etc., y no son exclusivos de nuestro cuento. Este elemento aparece en muchísimos cuentos, algunos de los cuales no tienen relación directa con nuestro cuento, Cuentos 141, 142, por ejemplo, Aarne-Thompson 554; Tille 207-210, etc. El episodio segundo se halla en la mayoría de las versiones, con ligeras diferencias en los detalles. El elemento fundamental de esta parte consiste en traer el héroe las tres cosas que el gigante, demonio o rey exige, siendo lo último la hermosa princesa. En nuestra versión 140 los caballeros del palacio encantado le exigen inmediatamente los tres objetos, pero en otras versiones encontramos al compañero falso que le dice al rey, o gigante o brujo, que el héroe se las echa de valiente y declara que puede traer al palacio los tres objetos, Grimm 126, FCaballero 2, 23-28, Rael 238, Wheeler 83, Legrand 57-76, Cosquin 3, Hahn 37, etc. En algunas versiones el héroe tiene que conseguir otros muchos objetos, uno después de otro, para regalar al que le ha de entregar otro objeto apetecido, Campbell, Legrand y Magnus, ya citados, Cosquin 3, Hahn 37. Este detalle de ir en busca de un objeto para regalar a otro con
el fin de conseguir un objeto apetecido recuerda los cuentos acumulativos del tipo de Cuentos 278, 279. Hay también versiones de nuestro cuento en las cuales se exigen del héroe tareas extraordinarias adicionales, algunas, al parecer, sólo caprichos de la misma princesa desencantada o rescatada por el héroe, traer los padres de la princesa, objetos que ha perdido, un anillo del fondo del mar, etc., Cosquin 73, FCaballero 2, 23-28, Wheeler 80, Klimo 197-208 y Straparola III, 2. Algunas de estas tareas se hallan en otros cuentos. Son elementos especiales de los de La hija del sol ya estudiados, Cuentos 122-125. En esos cuentos la que ayuda al héroe es la princesa misma, una princesa hechicera como la Medea prototipo, y no el caballo, zorra o animales agradecidos. El último o tercer episodio del cuento no está bien desarrollado en la mayor de las versiones que yo conozco. En muchas falta por completo. Las que mejor desarrollan esta parte son las versiones que terminan con la muerte del rey o gigante envidioso y el casamiento del héroe con la hermosa princesa desencantada o rescatada después de la resurrección y rejuvenecimiento del joven. Hay dos tipos de versiones. En nuestra versión 140, en FCaballero 2, 23-28, Mason-Espinosa PRF III, 9h y 11a, Rael 233, 234, 238, Wheeler 83, 102, todas versiones españolas, el héroe se mete en una caldera de aceite hirviendo después de bañarse en la sangre o sudor del caballo, según éste le había aconsejado, y sale vivo y rejuvenecido. En Grimm 126, en Klimo 197-208, y otras, y en particular en la versión de Straparola, la princesa misma descabeza al héroe para después revivirle, rejuvenecido y más hermoso que antes. El episodio de la caldera de aceite o agua hirviendo en la cual meten a una persona para rejuvenecerla, se halla ya en la leyenda clásica de Medea, que aconseja a las hijas de Pelias que metan al padre en una caldera de agua hirviendo para rejuvenecerle, y se halla muy difundido en los cuentos populares sobre los viajes de Cristo y San Pedro, Cuentos 169, 170 y las versiones semejantes de todas partes de Europa que con estos cuentos estudiamos más adelante. En versión 169 Dios y San Pedro queman a una muerta para resucitarla, y Juan Soldado quiere hacerlo también, pero no puede. En versión 170 Dios mete una muerta en una caldera de agua hirviendo tres veces para revivirla. San Pedro quiere hacer lo mismo y no puede. Para todo esto véase Dähnhardt II, 154-168, Crane 188-189, Toldo en RFR IX, 230-233, y FL XIX, 60-62. La declaración de los animales agradecidos, caballo o zorra consejera, etcétera, al fin del cuento, no se halla en todas las versiones. En Grimm 126 el caballo consejero se
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vuelve un príncipe, en FCaballero la zorra declara que es el muerto a quien el héroe había enterrado, en nuestra versión 140 los tres animales agradecidos y el caballo consejero son parientes del héroe, pero no se explica su presencia en el cuento de una manera lógica. Hay que pensar, al parecer, en la tradición tan arraigada en los pueblos de Europa que nos documenta en leyendas y supersticiones la presencia de almas en pena, que en forma de animales tienen que hacer algún servicio en este mundo antes de entrar gloriosas al cielo. Esta idea está expresamente declarada en Cuentos 157, donde los perros consejeros que ayudan al héroe en todas sus aventuras son dos almas en pena. Véase el estudio de Cuentos 139, 151, 157. De lo dicho queda establecida la forma general del grupo de cuentos al cual pertenece nuestra versión 140. Pero las versiones parecidas que hemos citado y todas las que van citadas en nuestra bibliografía nos ofrecen algunos detalles tan diferentes que pueden caber dudas sobre su común origen y desarrollo. Ya se ha indicado que el principio del tipo del animal dañino de Mason-Espinosa PRF III, 9a y 9b, es muy parecido al principio del cuento de Juan el Oso del principio B de Panzer I, 15, 95-108. En estas dos versiones portorriqueñas el tercer hijo del rey tiene que traer no una princesa, sino llevar la flor del olivar a otro rey para casarse con su hija. Este elemento se parece al elemento semejante de ir en busca de las tres maravillas del mundo de Cuentos 143. La presencia del compañero falso de Grimm 126, Legrand 57-76, Hahn 37 y FCaballero 2, 23-28, diferencia a estas versiones de una manera muy notable de otras versiones que no tienen este elemento. Las versiones españolas que citamos arriba son muy parecidas entre sí, pero la versión andaluza de FCaballero se aparta notablemente de todas en llevar el elemento del compañero falso. Para los supuestos orígenes del cuento, particularmente en la parte que se refiere a la busca de una hermosa princesa, la princesa de los cabellos de oro, etc., véase Bolte-Polívka III, 31-33, Köhler II, 328-346. La leyenda de Tristán e Isolde nos ofrece sólo los caracteres generales de nuestro cuento: Tristán es el héroe de nuestro cuento, el rey Marco es el rey envidioso, Isolde es la hermosa princesa. Pero Köhler encuentra un cuento judaico del siglo XII que contiene una tradición tal vez mucho más antigua y que está sin duda alguna relacionado con los cuentos modernos. Es una versión muy semejante a la de Straparola III, 2 y Grimm 126, ya citadas. Hagamos ahora el estudio de las versiones hispánicas. Las que verdaderamente pertenecen al tema general de Cuentos 140 son solamente trece. Cuatro versiones españolas peninsulares: Cuentos 140; Curiel Merchán 67-70, 349-352; FCaballero 2, 23-28.
Nueve versiones españolas de América: Mason-Espinosa PRF III, 9h, 11a, 11b; Rael 233, 234, 238; Wheeler 80, 83, 102. Entre unas y otras contienen estas versiones los siguientes elementos fundamentales: A. Cierto joven se marcha en busca de aventuras después de escoger de la caballeriza de su padre un caballo consejero. A1. Cierto joven se marcha en busca de aventuras. En el camino se le aparece un caballo consejero. A2. Principio del cuento del caballo dañino, AarneThompson 550, I: Un caballo misterioso destroza un huerto o roba sus frutas. El menor de tres hermanos le coge y descubre que es un caballo consejero. B. En el camino se encuentra el joven con tres objetos, que recoge contra los consejos de su caballo: una manzana de oro, una herradura de oro y el retrato de una hermosa mujer, generalmente una princesa. B1. En el camino encuentra y recoge una pera o manzana y una pluma. B2. En el camino encuentra y recoge un cabello de la Princesa de los Cabellos de Oro. B3. En el camino encuentra un huevo de pájaro y una pluma. C. En el camino se encuentra el joven con tres animales a los cuales salva de peligros y que después le ayudan en todas sus dificultades. C1. En el camino da entierro a un muerto. El muerto agradecido le ayuda después en todas sus dificultades. Véase Aarne-Thompson 506, Ia. D. Llega a un castillo donde le reciben gustosos. El amo del castillo le manda que le traiga el árbol de las manzanas de oro, el caballo de la herradura de oro y la hermosa mujer o princesa. D1. Llega al palacio de un rey. Unos cortesanos envidiosos o las hijas mismas del rey le dicen al rey que el joven dice que puede realizar, o le dicen que le ordene realizar, lo siguiente: rescatar una hermana encantada; sacar un anillo del mar; bañarse en aceite hirviendo. D1a. Llega el joven al palacio y le ordenan que vaya en busca del árbol de manzanas y el pájaro de la pluma de elemento B1. D2. Llega el joven al palacio de un rey y éste le manda ir a traer a la Princesa de los Cabellos de Oro. D3. Se le exige además al héroe que reconozca a su novia entre sus hermanas semejantes, que saque un anillo del mar y que traiga un collar de perlas perdido. D4. La princesa rescatada le manda al héroe que le busque una máscara, un peine y un anillo perdidos.
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E. El joven, con la ayuda de su caballo consejero, realiza todo lo que se le exige en elemento D. E1. El joven, con la ayuda de su caballo consejero, realiza todo lo que se le exige en elemento D1 ó D1a. E2. El joven, con la ayuda de su caballo consejero, de los animales agradecidos o del muerto agradecido, realiza lo que se le exige en elementos D-D3. F. El amo del castillo o rey del palacio quiere matar al héroe, o los envidiosos quieren que le mate, y le ordena que se eche en una caldera de aceite hirviendo. El caballo le aconseja que obedezca el mandato, bañándose primero en la sangre del caballo después de matarlo. Se echa el joven en el aceite hirviendo y sale más guapo que nunca. F1. Ídem. El rey manda al joven que se bañe en el «agua de la vida». Lo hace el joven y sale más guapo que nunca. G. El amo envidioso busca entonces su mejor caballo, lo mata y se baña en su sangre. Se echa entonces en una caldera de aceite hirviendo y queda hecho carbón. G1. El amo envidioso quiere también bañarse en «agua de vida», pero como ya se ha acabado el agua, queda muerto en el baño. G2. Los envidiosos del palacio o las hermanas envidiosas se echan en una caldera de aceite hirviendo y quedan hechos carbón. H. Se casa el héroe con la hermosa mujer o princesa rescatada. I. Los animales que le han ayudado al joven, caballo consejero o animales agradecidos, declaran que han sido almas en pena, a veces parientes del héroe. El número de versiones hispánicas de que disponemos es demasiado reducido para llegar a conclusiones definitivas o establecer los tipos fundamentales. La mejor versión de todas, la que tal vez representa uno de los tipos primitivos y fundamentales de España, es nuestra versión 140, con elementos A, B, C, D, E, F, G, H, I, pero no hay otra versión como ésta entre las demás versiones hispánicas conocidas. Los elementos fundamentales se hallan en nuestras versiones hispánicas con la frecuencia siguiente: Elementos A-A2, diez versiones, 77% • Elemento A, tres versiones, 23%. • Elemento A1, una versión, 7,7%. • Elemento A2, seis versiones, 46%. Elementos B-B3, cinco versiones, 38% • Elemento B, una versión, 7,7%. • Elemento B1, una versión, 7,7%.
• Elemento B2, una versión, 7,7%. • Elemento B3, dos versiones, 15%. Elementos C-C1, cinco versiones, 38% • Elemento C, cuatro versiones, 31%. • Elemento C1, una versión, 7,7%. Elemento D, dos versiones, 15%. Elemento D1, dos versiones, 15%. Elemento D2, nueve versiones, 69%. Elemento D3, cuatro versiones, 31%. Elementos E-E2, once versiones, 84% • Elemento E, una versión; 7,7%. • Elemento E1, una versión, 7,7%. • Elemento E2, nueve versiones, 69%. Elementos F-F1, once versiones, 84% • Elemento F, nueve versiones, 69%. • Elemento F1, dos versiones, 15%. Elementos G-G2, once versiones, 84% • Elemento G, ocho versiones, 61%. • Elemento G1, una versión, 7,7%. • Elemento G2, dos versiones, 15%. Elemento H, nueve versiones, 69%. Elemento I, dos versiones, 15%. A juzgar por la frecuencia de los elementos, otro tipo primitivo y fundamental de España sería uno con elementos A2, C, D2, E2, F, G, H. Dos versiones españolas de América, Mason-Espinosa PRF III, 11a y Rael 253, son versiones perfectas de este tipo. Mason-Espinosa PRF, 9h y Wheeler 80 son versiones muy semejantes. La versión de FCaballero 2, 23-28 contiene elementos de este tipo y del de Cuentos 140, ya estudiado, pero empieza, como ya queda dicho, con elemento C1, y lleva, además, el elemento nuevo de la demanda de la misma princesa rescatada, elemento D4. Y para terminar, unas cuantas palabras sobre la tradición del caballo consejero que habla. En FLR III, 19, el señor Coote da ejemplos del caballo consejero en algunas leyendas y cuentos irlandeses, entre ellos una leyenda que nos cuenta que cerca de Dundalk había un caballo que sacaba medio cuerpo de una colina para dar consejos a cuantos se los pedían. Pero cuando el señor Coote declara que el caballo consejero es uno de los rasgos especiales de la mitología de los celtas, anda muy errado, porque se trata de una
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
tradición muy bien conocida entre los pueblos occidentales. Los héroes de mitología clásica hablaban con sus caballos, Aquiles con sus caballos Xanthos y Balios, etc. Véase para todo esto, Grimm TM I, 392, que cita muchos ejemplos de la tradición de Europa, Stokes 20, Crooke en FL XIX, 64-65, y Somadeva, Notas de Tawney-Penzer en II, 57. En los cuentos modernos el caballo consejero se halla por todas partes en cuentos, leyendas y romances populares. Véase Menéndez Pidal PP, 25, el romance del Conde Olinos, Braga I, 9 y 10, Morley en Hispania I, 186, Espinosa III, 3, Aarne-Thompson 532, 533, Tille 162, 177, y en particular Thompson B133, B133.1, B133.2.
141. La princesa encantada 142. La princesa encantada BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia 2; BTPE I, 183-186; Curiel Merchán 108112; Espinosa, Castilla 65, 66, 67; Krüger, Sanabria 111-112.—Españolas de América: Coyote Wisdom 241249; Espinosa III, 1; Espinosa SFNM 27; JAFL XLVIII, 114-119; Mason-Espinosa PRF III, 16a, 16b, 16c, 16d, 20j (cinco versiones); Radin-Espinosa 157; Rael 187, 188, 194, 198, 202, 203, 204, 261; TFSP XII, 123-129; Wheeler 113-115.—Portuguesas: Athaide Oliveira I, 131, 198, II, 223, 284, 289, 313, 372, 379; Braga I, 8; Coelho 16.—Portuguesas de las islas de Cabo Verde: Parsons, Cape Verde 72, 73, 74.—Portuguesa de Brasil: Romero 1.—Catalanas: Alcover II, 198-228; Ferrer-Ginart I, 1533; Maspons y Labrós I, 72-78, III, 164-173.—Italianas: Andrews 46; Busk 158-166; Coronedi-Berti 12; Crane 3035; Finamore 19; Gonzenbach 6, 16, 29; Pitré I, 16, II, 81, 82; Pentamerone IV, 3; Straparola III, 4; Weber 2; Andrews 46 (Liguria).—Francesas: Carnoy 275-280; Cosquin I, 15, II, 50; Pineau, Poitou 21-25; Romania VIII, 240-243; RTP IV, 652-655, XI, 361-363.—Francesa del Canadá: MBarbeau 2.—Francesa de Misuri: Carrière 12.—Bretonas: Luzel 427-450; Mélusine I, 57-64; RTP II, 311-318, III, 474-483, XXIX, 305-307; Sébillot I, 9, II, 24, III, 18.— Vascuences: Cerquand 62-77 (tres versiones); MacCulloch 133-134; Vinson 80-92; Webster 80-87.—Latina: Romulus III, 1.—Alemanas: Curtze 22; Grimm 82a, 104a, 197; Haltrich 34; Jahn 62; Müllenhoff 404-409; Peter II, 145150; Pröhle 6; Zaunert 15-21.—Islandesas: Germania: XX, 276-279; Rittershaus 37, 41.—Noruega: Dasent 128-136.—Escocesas: Campbell I, 1, 4; Jacobs 4, 158170; MacInnes 4.—Irlandesa: Curtin 71-77.—Finlandesa: Germania XV, 174-175 (Laponia).—Eslavas: Chodsko 209-
229; Coxwell 619; Krauss I, 24; Leskien 26, 39; LeskienBrugman 20; Ralston 100-108; Tille 110-123 (resúmenes de 18 versiones).—Húngara: RTP XII, 470-473.—Gitana: Groome 46.—Magiar: Jones-Kropf 196-206.—Griegas: Dozon 15; Geldart 50-59 (dos versiones); Hahn I, 3, 25, 31; Legrand 145-160; Leskien 59 (albanesa).—Turcas: Kunos 39-40, 128-133, 150-152; Radloff III, 521-597.— Árabes: Burton VIII, 140- 143, 242-244, XII, 296-297; Mil y una noches 50; Rivière 187-192; RTP XIV, 354; Spitta-Bey 12-29.—Egipcias: Flinders- Petrie II, 107118, 129-130; Maspéro 165-208.—Africanas: Baissac 28; FLJ II, 45-48; Frobenius II, 12, III, 24; Junod 253-256; ZVFV IV, 65-69.—Antillanas: Parsons, Antilles I, 453455, 455-460, II, 106, 110.—Indias: Bompas 70-75; Day 1-16, 85-92, 121-123, 189-196, 253-256; Frere 1; Indian Antiquary I, 171-175, XXII, 243-250, 276-284; Jacobs 3, 238-239; Panchatantra I, 193-222; RTP IV, 532-536, X, 445-449, 511-512; Somadeva I, 127, III, 193-195, V, 157-158; Steel-Temple 404-405; Stokes II, 22.—Indias orientales: De Vries, Oost Indië II, 164-167.—Indias de Norteamérica: JAFL XXXIII, 17-24; TFSP XII, 130134.—Tártara: RTP III, 232-236 (calmuca).—China: Schiefner-Ralston 309-310 (Tibet).—Filipinas: Fansler 18, y variante.—Clasificación y estudios especiales: Aarne, Estnische Märchen 302; Aarne-Thompson 302, 552; Boggs 42; Bolte-Polívka II, 198-199, 451-458, III, 424-443; Chauvin II, 106, 193, V, 176-177, VII, 6471; Clouston I, 223-241, 347-351; Cosquin I, páginas 20, 25, 89, II, 130-131, 239, 280, 356; Cox 489-492; Cuentos 156; FL I, 493-506; FLJ II, 219-220, 289-303; Folklore Congress 91, 233; Frazer, Golden Bough XI, 95152; Gubernatis I, 168-170; Hartland II, 1-54; Keightley 286-287; Köhler I, 110, 158-161; MacCulloch 118-148; Parsons, Antilles III, 298; Romania IX, 424-426; RTP IV, 655-656, XIX, 371, XX, 162; Somadeva, Notas de Tawney-Penzer I, 101, 129-133, III, 203-205, V, 157158; Thompson ENAI 409-411; ZVFV VI, 66, VII, 453; Thompson B350, B360, B392, D112.1, D112.2, D150, D152.2, D610, D615, D684, D1240, D1242.1, E80, E341, E341.1, E710, E711.1, H1324, H1471, K975, K2211, Q2, R11, R11.1. Nuestras versiones 141, 142 pertenecen a un grupo de cuentos de encantamiento que desarrollan de diversas maneras el cuento de una princesa o joven cualquiera (son tres en muchas versiones) que ha sido robada por un gigante u otro malhechor, rescatada por un joven, algunas veces el hermano de la princesa. El héroe recibe de unos animales agradecidos el poder de transformarse en animal, o de los
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
cuñados animales (hombres transformados en animales a los cuales las jóvenes han sido entregadas para esposas en las versiones donde se trata de tres jóvenes robadas) objetos mágicos, y así vence al malhechor y rescata a la princesa. Contienen también la mayoría de las versiones de estos cuentos el motivo de la vida separada del cuerpo y escondida en un huevo, en una caja, etc. Alrededor de estos episodios fundamentales se desarrollan otros muchos en las numerosas versiones de Europa, algunos de ellos sacados de los cuentos semejantes que tratan de princesas desencantadas o rescatadas por el héroe que recibe ayuda en sus aventuras de los perros o leones y de los objetos que maravillosamente recibe al nacer, como en Cuentos 139, 151, etcétera, o de un caballo consejero, como en Cuentos 140, que acabamos de estudiar. El capital episodio de Cuentos 139, el de la serpiente de las siete cabezas, se halla a menudo en nuestras versiones. Algunos motivos fundamentales de nuestros cuentos, por otra parte, como el de los animales agradecidos (en algunas versiones un muerto o muertos agradecidos), se hallan también en cuentos enteramente distintos, Cuentos 140, 143, 147, y muchas versiones semejantes analizadas o mencionadas en nuestros estudios de estos cuentos. Hay por lo menos cinco tipos generales y fundamentales de estos cuentos: Tipo I. El tipo bien conocido de Aarne-Thompson 552 y de los cuentos de Grimm 82a y 104a, estudiados por Bolte y Polívka en II, 190-199, 45l-458, y III, 424-439. Contiene los elementos siguientes: A. Un rey o caballero gastador vende sus hijas a maridos animales, o bien las hijas, para no quedarse solteras, se casan con animales. B. Los maridos animales se transforman en hombres a veces y ayudan al héroe, el cuñado, en sus aventuras, proveyéndole de objetos mágicos, etcétera. C. El héroe triunfa sobre el monstruo que guarda a la princesa y obtiene la llave del castillo que está escondida en un huevo, el huevo en un águila, el águila dentro del monstruo. (En vez de elemento C, algunas versiones llevan elemento C1 del Tipo IV.) D. El héroe entra en el castillo y desencanta a una princesa y a sus cuñados animales. Pertenecen a este tipo las siguientes versiones típicas de nuestra bibliografía: Braga I, 8; Krüger, Sanabria 111-112; Parsons, Cape Verde 72; Romero 1; Fansler 18; Crane 13; Gonzenbach 29; Hahn 25; Tille 110; Bompas 72; Stokes 22. Las únicas versiones españolas que conozco pertene cientes a este primer grupo representado por Grimm 82a,
son la versión de Sanabria de Krüger y la nuevomejicana de TFSP XII, 123-129. Tipo II. El tipo bien conocido del cuento de Grimm 197, muy semejante al Tipo I y estrechamente relacionado con él, estudiado por Bolte y Polívka en III, 424-443. Contiene los siguientes elementos o motivos: A. Una madre hechicera transforma a sus hijos en animales. Se escapa el hijo menor, generalmente es tercero, y se va en busca de sus hermanos encantados en animales. B. Los hermanos animales le ayudan en sus aventuras. B1. El héroe se apodera de un sombrero maravilloso por medio de engaño, y así logra transportarse en seguida al palacio de una princesa encantada. C. El héroe triunfa sobre el monstruo que guarda el palacio, del monstruo sale un pájaro, del pájaro un huevo y del huevo una bola de cristal, con la cual desencanta todo lo que halla en el palacio, la princesa, sus hermanos, etc. Las numerosas versiones de este tipo fundamental han sido estudiadas en detalle por Bolte y Polívka. En muchos detalles las versiones están mezcladas con las de Grimm 82a y con las de los Tipos III y IV, abajo establecidos. Versiones típicas de nuestra bibliografía que pertenecen a este tipo son las siguientes: Pentamerone IV, 3; Pitré I, 16; Sébillot III, 18; Leskien 26, 39; Chauvin V, 234. Tipo III. Es el tipo del cuento de Cosquin I, 15, que contiene los siguientes elementos fundamentales: A. El héroe se va en busca de aventuras. B. El episodio de los animales agradecidos bien desarrollado. Le dan el poder de transformarse en animal, y viceversa. C. El héroe mata la serpiente de las siete cabezas que guarda a una princesa. D. Un compañero falso le echa al mar, de donde sale gracias a la ayuda de los animales agradecidos. E. Rescata a la princesa robada y se casa con ella. Falta en este tipo el episodio de la vida separada del cuerpo de un gigante o monstruo. Los elementos o motivos fundamentales de los animales agradecidos y las transformaciones de hombre en animal, y viceversa, y el rescate de la princesa son los únicos que en realidad pertenecen a los cuentos relacionados con nuestras versiones 141, 142. El detalle importante del compañero falso y el rescate del héroe del fondo del mar no es elemento fundamental de estos cuentos. Pertenece a cuentos muy distintos, como Cuentos 113 y las versiones semejantes estudiadas ya. Algunas versiones de nuestra bibliografía que pertenecen en sus detalles fundamentales
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
a este tipo son las siguientes: Sébillot I, 9; Gonzenbach 6; Pitré II, 81, 82; Campbell I, 4; Hahn 5; Straparola III, 4. Tipo IV. El bien conocido tipo de Aarne-Thompson 302, Grimm 197 y de Cuentos 141 y Espinosa III, 1, parecido al Tipo III, pero en el cual falta el episodio del compañero falso y el de la serpiente de las siete cabezas, y que contiene el importantísimo elemento de la vida apartada del cuerpo. Para este tipo podemos establecer los siguientes elementos fundamentales: A. El héroe sale en busca de aventuras. B. El episodio de los animales agradecidos. C. El héroe consigue de la princesa el secreto de la vida del gigante secuestrador y le mata, rescatando a la princesa. C1. El importante motivo de la vida separada del cuerpo. La vida del gigante está en un huevo, el huevo en una paloma, etc. D. El héroe tiene a veces (Espinosa III, 1) una yegua consejera que le ayuda en sus aventuras como el caballo consejero de Cuentos 140 y las versiones semejantes. E. Se casa el héroe con la princesa rescatada. Algunas versiones típicas de nuestra bibliografía que pertenecen a este tipo, son: Gonzenbach 16; Jahn 62; Parsons, Cape Verde I, 73, 74; Tille 114; y muchas versiones españolas de América, abajo mencionadas. Tipo V. El tipo hispánico de Cuentos 142, que contiene los siguientes elementos fundamentales: A. Un pescador coge un pez que le habla y le ruega que le devuelva al mar. Le colma de riquezas cuando le promete entregarle lo primero que le salga al encuentro al volver a su casa (su hijo). B. El hijo del pescador se va con el pez en un barco o dentro del mar a un castillo encantado. Por la noche una princesa encantada duerme a su lado. C. El joven va a visitar a sus padres y su madre u otra persona le aconseja que encienda una vela o cerilla para ver a la princesa (como en los cuentos del Príncipe encantado, Cuentos 127-132). Lo hace el joven y la princesa desaparece. Antes de desaparecer, la princesa le aconseja al joven qué ha de hacer para volver a encontrarla. D. El episodio de los animales agradecidos. Elemento B de los otros tipos. E. Después de la lucha de las transformaciones, el héroe mata al gigante o fiera que tiene prisionera a la princesa y obtiene el huevo dentro del cual se halla la vida del monstruo. Rompe el huevo contra la frente del gigante y éste muere. Se va el joven con su princesa.
Tipo VI. En el principio este tipo lleva elementos A, B y E del Tipo IV. Casada ya la princesa con el joven, la roba una bruja o el Cuerpo sin Alma el mismo día de la boda. Con la ayuda de los animales agradecidos el joven mata a la bruja o al Cuerpo sin Alma, elementos C y C1 del Tipo IV, y rescata a su mujer. Volvamos ahora nuestra atención a las versiones hispánicas de nuestra bibliografía. Son éstas cuarenta y siete: ocho versiones españolas peninsulares, veinte españolas de América, catorce portuguesas y cuatro catalanas. Al Tipo I pertenecen once versiones hispánicas, 23% de todas, una española peninsular, tres españolas de América, seis portuguesas y una catalana: Espinosa, Castilla 65; Rael 203, 204; TFSP XII, 123-129; Athaide Oliveira II, 223, 284; Braga I, 8; Coelho 16; Parsons, Cape Verde I, 72; Romero 1; Maspons y Labrós III, 164- 173. A los Tipos II y III no pertenece ninguna de nuestras versiones hispánicas. Al Tipo IV pertenecen dieciséis versiones, 34%, tres españolas peninsulares, ocho españolas de América y cinco portuguesas: nuestra versión castellana 141; Espinosa, Castilla 67; Krüger, Sanabria 111-112; Coyote Wisdom 241-249; Espinosa SFNM 27; Rael 187, 188, 202, 261; Wheeler 115 (mezclada con elementos del fin del Tipo VI); Athaide Oliveira I, 131, 198, II, 372; Parsons, Cape Verde I, 73 (versión incompleta), 74. Al Tipo V pertenecen diecisiete versiones, 36%, cuatro españolas peninsulares, ocho españolas de América, tres portuguesas y dos catalanas: nuestra versión andaluza 142; Ampudia 2; Curiel Merchán 108-112; Espinosa, Castilla 66; JAFL XLVIII, 114-119; Mason-Espinosa PRF III, 16a, 16b, 16c (incompleta), 16d, 20j; Rael 194, 198 (versión muy estropeada); Athaide Oliveira II, 298, 313, 379; Alcover II, 198-288; Maspons y Labrós I, 72-78. Al Tipo VI pertenecen dos versiones, una mejicana y una catalana: Wheeler 113 (Cuerpo sin Alma roba a la novia); Ferrer-Ginart 15-33 (una bruja roba, a la novia). Queda sin clasificar la versión andaluza de BTPE I, 183186, variante extraordinaria del Tipo VI, o sea VIA. Empieza el cuento con elemento A del Tipo V y elemento B (animales agradecidos) de los Tipos III y IV. El joven entra en el castillo de la princesa como en la versión nuevomejicana de Espinosa III, 1, y está para casarse con ella. La sirena de elemento A roba al novio y se lo traga. Le regalan a la sirena remos de plata porque enseñe una parte del cuerpo del joven. Por fin la sirena saca fuera medio cuerpo del joven, y entonces éste se transforma en águila (una de las virtudes que le conceden los animales agradecidos) y se echa a volar. Entonces la sirena
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
hace que la tierra se abra y se trague a la novia, pero con la ayuda de los animales el joven se mete en la cueva donde un gigante tiene prisionera a la princesa y se casan. Las versiones hispánicas, por consiguiente, pertenecen solamente a los Tipos I, IV, V y VI. Las versiones del Tipo I son once, o el 23%, las del Tipo VI y variante son tres, 6%. Las de los Tipos IV y V, los tipos más bien caracterizados, son dieciséis y diecisiete para cada uno, respectivamente, 70% para los dos. Los dos son muy semejantes y llevan el importante episodio de la vida separada del cuerpo y de la muerte del monstruo cuando el héroe le da con el huevo en la frente, o rompe el huevo en el suelo. Los elementos más interesantes de nuestros tipos hispánicos importantes, Tipos IV y V, son elementos B, C y C1 de nuestro Tipo IV. El primero de éstos, el motivo de los animales agradecidos que, por haber el héroe del cuento repartido debidamente entre ellos un animal muerto por el cual ellos luchaban, le dan el poder de transformarse de hombre en animal, y viceversa, león, águila, hormiga, etc., es un elemento que se halla en muchos cuentos, algunos de ellos muy distintos de los que ahora estudiamos. El motivo del animal agradecido es muy antiguo y se halla en cuentos de distinta índole y procedencia. Todo el mundo conoce el cuento de Androcles y el león, Romulus III, 1. Los animales agradecidos y las transformaciones de nuestros cuentos 141, 142, etc., se hallan ya en cuentos orientales, de los cuales ha pasado, al parecer, a la tradición de Occidente. Véase el cuento de India de Stokes 22, Jacobs 3, 3-16, 237-238, Panchatantra I, 211-217, Folklore Congress 91, 233, FLJ II, 45-46, y Clouston I, 223-241. Las transformaciones de hombre en animal, y viceversa, o de un animal en otro más fuerte, para vencer al enemigo que para escaparse se ha transformado en animal, se hallan en cuentos y tradiciones de procedencias muy distintas. En un cuento oriental de Las mil y una, noches, cuento 50, un monstruo en forma de león está para devorar a una princesa. La princesa pronuncia dos o tres palabras y se transforma en un acero afilado y corta al león en dos partes. Desaparecen las dos partes del león, pero la cabeza se transforma entonces en un escorpión. La princesa se convierte entonces en serpiente y traba lid con el escorpión. El escorpión toma entonces la forma de un águila y echa a volar. La princesa se convierte entonces en un águila mucho más poderosa y la persigue. El águila que huye se convierte entonces en un gato negro y la otra en un lobo negro, y cuando ya éste va alcanzando al gato negro, el gato se transforma en un gusano, se mete en una granada y la granada se parte en mil pedazos. El lobo negro se transforma entonces en gallo y empieza a comerse los granos de la granada. Queda sólo un grano y éste se
transforma en pez y se escapa nadando en un arroyuelo que hay allí. Este es uno de los dos casos más notables de transformaciones que conozco en los cuentos o tradiciones, pero fuera de las numerosas transformaciones no difiere notablemente de las diferentes transformaciones que hallamos en nuestras versiones 141, 142 y las de los cuentos semejantes. Otro ejemplo notable está documentado en RTP II, 311-318, cuento francés en el cual un joven se convierte en lobo para devorar al diablo que se ha convertido en gallina. Conozco un cuento hispanoamericano recogido en Oaxaca, Méjico, Radin-Espinosa 157, tan extraordinario en las transformaciones como el de Las mil y una noches arriba citado. Dos brujos, maestro y discípulo, riñen y sale vencedor el discípulo. No sé que este motivo se halle en cuentos de origen indioamericano y supongo que se trata de una tradición española transmitida a Méjico. Por el interés capital que tiene esta versión americana del motivo de las transformaciones, doy en seguida esta parte del cuento: El joven comprendió todo y quiso burlarse del envidioso maestro. Este lo invitó fuera del pueblo con el pretexto de enseñarle un secreto. Ya estando fuera de él, lo amenazó y lo insultó. Cuando levantó la mano para darle un fuerte golpe, el muchacho se transformó en una hermosa mariposa que se alejó revoloteando entre los árboles. Indignado el viejo de que se le transformara y de que se le quisiera escapar, se transformó él en un pájaro mechudo, viejo y feo, que fue en su persecución hasta lograr matarlo. Después de volar mucho, ambos llegaron a la orilla de un gran estanque. Estaba ya la mariposa para caer en las garras del pájaro, cuando repentinamente desaparece entre el agua y queda transformada en un pececito de color rojo. El pájaro, viéndose burlado, se transformó en una culebra, que nadaba sobre el agua. El pececito estaba a punto de ser tragado por la culebra cuando saltó del agua para salir a tierra, y al caer quedó convertido en un ratón que corriendo buscaba su madriguera. Indignada la culebra al ver que se le escapaba el ratón, se transformó en un gato negro, flaco y hambriento, que corría tras del ratón. Viendo el ratón que estaba otra vez para caer en manos de su enemigo, se subió a una planta de granadita y se cambió en una granadita. Al subirse el gato, se confundió y no supo en qué granadita estaba su enemigo, y para que no se le escapara lo que hizo fue transformarse en fuerte viento y azotar tan violentamente al granadal que hizo que se cayeran todas las granaditas. Como estaban ya muy maduras, todas se rompieron y sus semillas se derramaron por el suelo. El viejo hechicero comprendió que en alguna de aquellas semillas podía estar escondido su enemigo y se
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
transformó en varios guajolotes (pavos), que empezaron a comerse las semillas. La semilla en la cual estaba el enemigo fue a caer por casualidad debajo de una piedrecita donde no fue vista por los guajolotes. Una vez que habían terminado de comer, creyendo que ya el enemigo había desaparecido, se fueron muy satisfechos. Ya se retiraban cuando la pequeña semillita escondida se transformó en un coyote que empezó a matar a los guajolotes y en un momento los dejó a todos muertos. Una vez terminada esta tarea, se transformó en su verdadera forma y se presentó en su pueblo y a sus vecinos, dando cuenta de lo que le había acontecido. De igual interés e importancia es el motivo de la vida o alma separada del cuerpo y escondida en un objeto o animal. Uno de los casos más frecuentes es el que documentan nuestras versiones 141, 142, la vida de un gigante u ogro separada del cuerpo y escondida en un huevo, el huevo en una paloma, la paloma en una liebre, la liebre en otro animal, etc. En los detalles hallamos siempre diferencias muy notables, pero en general el motivo fundamental es el mismo y se halla muy difundido en los cuentos de Oriente y de Occidente. El motivo es muy antiguo y se halla ya muy bien desarrollado en un cuento egipcio de la dinastía diecinueve, mil trescientos años antes de Cristo, el cuento de Los dos hermanos, Maspéro 165-208. En este cuento el hechicero declara que se ha de sacar el corazón por medio de la magia y que lo pondrá en la flor de la acacia, y que si el árbol es cortado, el corazón ha de meterse en un vaso de agua para que el cuerpo viva de nuevo. Hay otros ejemplos egipcios semejantes, aunque no tan antiguos. En el cuento de Flinders-Petrie III, 107-118, la vida de un hombre está guardada en una caja mágica. Véase también páginas 129-130. En los cuentos orientales los ejemplos son muy numerosos. En el cuento de Frere 1, la vida de un hechicero está escondida dentro de un loro, el loro en una jaula, la jaula en el sexto de seis lagos, en tierras lejanas, y los genios la guardan. Hay otros muchos ejemplos orientales en los cuales la vida de una persona está guardada en un pájaro. Algunos ejemplos son: RTP IV, 534-536; Stokes 11; Indian Antiquary I, 171-175, XXII, 249. Véase también Somadeva, Notas de Tawney-Penzer I, 129-131, donde se citan ejemplos de diversas procedencias. El número de objetos o animales en los cuales se puede hallar la vida separada del cuerpo es algunas veces extraordinario. En un cuento húngaro RTP XII, 470-473, versión muy parecida a nuestra 141, pero en la cual hallamos dos animales consejeros, un caballo y un cerdo, la vida de un dragón está escondida en doce abejas, las abejas en una caja, la caja en una liebre, la liebre en un jabalí.
En los cuentos europeos los ejemplos son numerosos y muy curiosos. El caso más frecuente es el de la vida escondida en un huevo, el huevo en un pájaro, generalmente una paloma, la paloma en un monstruo o en una caja dentro de un monstruo, o bien la paloma escondida dentro de una caja de cristal, la caja de cristal en una caja de plata, ésta en una caja de hierro, etc., y ésta escondida en una montaña. Versiones muy semejantes a nuestras 141, 142, particularmente en el episodio de la vida escondida en un huevo, etc., son las siguientes: Espinosa, Castilla 66, 67; Espinosa III, 1, y otras versiones hispánicas ya citadas en nuestras clasificaciones de los Tipos IV y V; Crane 30-35; Gonzenbach 6, 16; Luzel I, 427-450; Cerquand IV, 62-77 (tres versiones); RTP XIX, 305-307; Curtze 22; Müllenhoff 404-409; Campbell I, 1-24; Steel-Temple 404-405; Ralston 100-108; Hahn 3. En Cuentos 156 la vida de un hechicero malhechor se halla en el corazón de la serpiente de las siete cabezas (véase Cuentos 139), y el héroe para matarle mata la serpiente, le saca el corazón y se lo estrella en la frente. Hay algunos cuentos en los cuales se trata no de un solo huevo, sino de dos o tres huevos que contienen la vida del monstruo, por ejemplo en Cosquin I, 15, y MBarbeau 2. En el último, versión muy semejante a nuestra 141, el héroe halla en la paloma tres huevos, los cuales rompe en la frente del gigante para darle muerte y rescatar a la princesa cautiva. Para más ejemplos y observaciones muy importantes sobre el motivo de la vida separada del cuerpo y escondida en un objeto o animal fuera de él, véase las notas de TawneyPenzer arriba citadas, Clouston I, 347-351, FLJ II, 289-303, MacCulloch 118-148, Frazer, Golden Bough XI, 95-152, y Bolte-Polívka III, 239-443. En Dante, Interno XXXIII, 121-157, tenemos el curioso caso de algunos condenados, cuyas almas ya sufren los tormentos del infierno, aunque su vida corporal no ha cesado; no han muerto, viven y gozan de la vida del mundo y demonios habitan sus cuerpos. El alma está separada del cuerpo antes de que el cuerpo muera.
143. Las tres maravillas del mundo BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: BTPE I, 196-199, VIII, 194-201; Cabal CTA 45-48; Calderón, El mejor amigo el muerto; Curiel Merchán 269-271; Durán 1263-1264 y 1291-1292; FCaballero 1, 29-30; Libro de los Enxemplos 228; Lope de Vega, Don Juan de Castro, y El mejor amigo el muerto.—Españolas de América: Andrade 41, 42, 43, 44, 180; Espinosa SFNM 30, 31, 41, 42, 43; JAFL XXV, 194-196, XLV, 310-312;
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Mason-Espinosa PRF III, 5 (siete versiones); Montenegro 205-214; Rael 98, 99, 158, 159, 199, 200, 201, 228; Wheeler 116, 117, 118.—Portuguesas: Athaide Oliveira I, 22 (18), 166; RL III, 6-9.—Portuguesas de Brasil: Romero 10, 25.—Catalanas: Alcover II, 59-76; Maspons y Labrós II, 34-37.—Italianas: Andrews 111-116, 187-192; Archivio III, 233-239, VII, 236-245, XXIV, 160-161; Crane 4042, 131-136; FLR III, 48-52 (Mentón); Gonzenbach I, 19, II, 51, 64, 74; Nerucci 46, 52; Nino III, 2; Romania III, 191; Schneller 14, 26 (Tirol); Straparola V, 1, XI, 2; Wesselski 12, 28.—Corsa: Ortoli 44-48.—Francesas: Carnoy 89-99, 259-265; Cosquin I, 19; La Fontaine I, 14; Le Braz II, 211-231; Meyrac 515-518; Pineau, Poitou 2125; RLR XXXI, 571-577; RTP X, 479-487.—Francesas del Canadá: Lanctot 143; MBarbeau 1.—Francesa de Misuri: Carrière 51.—Bretonas: Luzel I, 403-424, II, 40-58, 176-194, 209-230; RTP IX, 174-176; Sébillot I, 1, III, 15, 16.—Vascuences: Cerquand IV, 103; Webster 146-150, 151-154, 182-187.—Retorromana: Decurtins II, 11.—Latina: Valerio Máximo I, 7.—Flamenca: RTP II, 421-424.—Alemanas: Germania XXVII, 104-105; Gesammtabenteur I, 105-128; Grimm 57, 97, 217; Haltrich, 7; Jahn 182-189; Lemke II, 88-92, 264-268; Meier 5, 42; Pröhle 239-246; Wisser 107-110; Zaunert 237-250 (dos versiones); ZFDM II, 373-377, III, 46-50; Zingerle 2, 157-173.—Islandesa: Rittershaus 232-235.—Noruega: Dasent, Fjeld 71-88.—Inglesas: Jacobs 82-95; Weber MR III, 243-275.—Escocesas: Campbell I, 9, II, 32, 46; MacInnes 6.—Irlandesas: Curtin 93-113; Kennedy 3238; Kennedy, Fireside Stories 47-57.—Finlandesa: Von Löwis of Menar 1, 103-108.—Eslavas: Archiv SP II, 632633, V, 40-44; Coxwell 763-767; Curtin, Russian 72-81; Krauss I, 114-119, 385-388, 397-408; Leskien-Brugman 363-371; Ralston 286; Schischmanhoff 194-209; Tille 177-223 (resúmenes de unas cuarenta y ocho versiones); Von Löwis of Menar 2, 320-328.—Húngaras: Klimo 139-141, 251-265.—Gitanas: Aichele 5; FL IX, 226-228; Groome I, 49, 55, 75.—Magiares: Jones-Kropf 250-262, 288-298.—Griegas: Hahn I, 6, 51, II, 69, 72; Schmidt 18, 24.—Turcas: Jungbauer 7 (Turquestán); Radloff I, 329-331, IV, 146-154.—Árabes: Rivière 235-244 (Cabilia); RTP X, 140-151; Spitta-Bey 123-136.—Berberisca: Stumme, Tazerwalt 15.—Judía: Gaster, Exempla 440.—Africanas: FLJ II, 129-132; JAFL XXXV, 197-199.—Africana de América: Beckwith 119.—Antillana: Schont 41-49.—Indias: Indian Antiquary IV, 54-59; Pãrçvanãtha 198-199; Somadeva II, 69-80.—Indias orientales: De Vries, Oost Indië II, 71-75, 270-273, 281-286; Hambruch 43 (Malaca).—India de Sudamérica: Augusta 71-77.—Filipinas: JAFL XIX, 265-
270, XX, 107-108.—Clasificación y estudios especiales: Aarne-Thompson 506A, 506B, 507A, 507B, 507C, 508, 550, 551; Archiv SP XIX, 262; Boggs 551; Bolte en ZVFV XXXVIII, 144; Bolte-Polívka I, 503-515, II, 394-401, III, 490-517; BTPE VIII, 201-206; Chauvin VI, 8-9; Cosquin I, 212-222; Cosquin en Revue Biblique Internationale VIII, 50-82; Drum en Catholic Encyclopedia XIV, 749753; Dutz, Der Dank des Toten in der englische Literatur; Ebert en JREL IV, 53-54; FL V, 121-127, IX, 226-244; Germania III, 199-209, XII, 55-60, XXIV, 130-132, XXVII, 104-105; Gerould, The Grateful Dead; Gesammtabenteur I, xcvi-c; Hertz, Die Sage vom Giftmädchen; Hippe en Archiv SNS LXXXI, 141-183; Jacobs 5, 121-137, 253; Histoire Littéraire XXX, 82-84; Köhler I, 5-32, 264-265; La Tradition III, 33-40; Liljeblad, Die Tobiasgeschichte; MacCulloch 52-79; MacInnes 461-463; Mackensen, Der singende Knochen; Orígenes II, xcv; Panchatantra I, 219221, II, 532; PMLA XX, 529-545; Romania III, 191192; RTP X, 139-140, XXIV, 305-310, XXXI, 98-104; Simrock, Der gute Gerhard; Wesselski 200-202; Wünsche, Die Sagen vom Lebensbaum und Lebenswasser; ZRPh XXXVII, 57-92, 129-144, XXXVIII, 229-232; Thompson B181, B441, B442, B560, D1240, D1242.1, E341, E341.1, F582, F582.1, H972, H1213, H1232, H1242, H1321.1, H1321.2, H1324, H1331.1, H1331.1.1.2, H1471, L10, L13, K1931.4, K1932, K2211, R111, Q2, R111.1, R111.1.6, R111.2, T66.1, T172.0.1, T172.2.1. Nuestro cuento pertenece a un grupo de cuentos de tipos muy diversos cuyo elemento o motivo fundamental común a todos es el peregrino episodio del muerto agradecido. Pero no todos los cuentos en los cuales hallamos el episodio del muerto agradecido que después de ser enterrado vuelve al mundo a ayudarle a su bienhechor en sus aventuras, están relacionados. En nuestra versión 88, por ejemplo, un muerto agradecido ayuda al héroe a engañar al diablo mismo, pero esa versión no tiene relación alguna con nuestra versión 143. Véase también FCaballero 2, 23-38, versión de Cuentos 140. El grupo de cuentos al cual propiamente pertenece nuestra versión 143 ha sido ya estudiado por muchos folkloristas, notablemente por Simrock, Der gute Gerhard und die dankbaren Todten, Köhler en Germania III, 199-209, XII, 55-60, Hippe en Archiv SNS LXXXI, 141183, Dutz, Der Dank des Totem in der englischen Literatur, Gerould, The Grateful Dead, Bolte-Polívka III, 490-517, Hertz, Die Sage vom Giftmädchen, y la reciente obra de Sven Liljeblad, Die Tobiasgeschichte und andere Märchen mit toten Helfern. A estas obras capitales, donde con tantos datos y tan numerosas versiones se han estudiado estos diversos
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
cuentos al parecer relacionados, y que empezando con el sencillo episodio ya documentado por Cicerón sobre el muerto agradecido que salva al héroe de los peligros del mar y que llega a incorporarse, al parecer, en el peregrino cuento de la joven venenosa, que mata a sus maridos por motivos no siempre documentados de una manera definitiva, como en la historia bíblica de Tobías y Sara narrada en el libro de Tobías, y por fin vemos desarrollado en las modernas versiones del rey enfermo, el agua de la vida, los tres objetos maravillosos, la princesa rescatada, etc., nada tenemos que añadir por ahora. El problema fue planteado definitivamente por Simrock, Hippe y Gerould, y los estudios posteriores, aunque hechos sobre materiales mucho más abundantes, no han añadido ningún dato importante sobre los orígenes del cuento o sobre la relación entre los diversos tipos. Siguiendo el método ensayado por Anderson en su obra Kaiser und Abt, se podría llegar a resultados más definitivos que los que tratan de establecer Hippe, Gerould y Sven Liljeblad. Para este estudio no tengo ahora ni el tiempo ni los materiales, y me limito a algunas observaciones generales y algunos detalles sobre las versiones hispánicas. El cuento antiguo y sencillo documentado por Cicerón en De Divinatione I, 27, es una forma primitiva de un cuento que nos muestra lo meritorio del entierro de los muertos y la creencia en la ayuda del muerto agradecido y nada más. El cuento debe de ser muy antiguo y documenta una supervivencia de una creencia antigua tas vez común a todos los pueblos arios. Este cuento ciceroniano es el siguiente: Unum de Simonide: qui cum ignotum quendam proiectum mortuum vidisset eumque humavisset haberetque in animo navem conscendere, moneri visus est ne id faceret ab eo, quem sepultura adfecerat; si navigavisset, eum naufragio esse periturum; itaque Simonidem redisse, perisse ceteros, qui tum navigavissent. Hay versiones modernas semejantes, por ejemplo una versión judaica citada por Gerould 27: Un rico mercader se va por el mundo después de la muerte de su padre en busca de aventuras. En Constantinopla halla colgado con cadenas el cuerpo de un judío que el emperador había mandado colgar allí hasta que algún judío pagase lo que le acusaban de haber robado. El mercader paga la deuda y entierra al muerto. Después, durante una tormenta, el héroe se salva y es llevado a Jerusalén, su patria, por un águila. El espíritu del muerto le promete al héroe, además, un rico galardón en esta vida y en la futura. La relación de estas primitivas y sencillas versiones que nos documentan la expresión directa de la mentalidad primitiva con los cuentos de la joven venenosa y la princesa o esposa ganada, es muy dudosa. El estudio de nuestro
problema empieza propiamente con los cuentos y leyendas de la novia o esposa venenosa, el tema estudiado con tanto esmero y con tan extraordinaria abundancia de materiales por Hertz y Liljeblad en los estudios ya citados. La historia bíblica del Libro de Tobías nos documenta ya un cuento sin duda alguna relacionado con las formas capitales del cuento del muerto agradecido. La historia bíblica es la siguiente: Tobías en su cautiverio es caritativo y entierra a los muertos, aun cuando peligra su vida. La ceguera le sorprende en medio de sus obras de caridad y su mujer le regaña por su excesiva caridad. Ese mismo día Sara es regañada en Ecbatana por su dueña, porque siete veces ha sido casada y todos sus maridos han muerto la noche misma de la boda. El ciego Tobías envía a su hijo Tobías a Gabael a cobrar una deuda y el ángel Rafael le acompaña disfrazado de viajero. Cobra el joven Tobías el dinero, y yendo en su viaje, entra al río Tigris para bañarse, le ataca un pez feroz, le mata y aconsejado por el ángel guarda el corazón, el hígado y la hiel del pez. Llegan a Ecbatana y el joven Tobías pide la mano de Sara. Se casan y por consejos del ángel Tobías no se llega a su mujer, quema el hígado del pez y así logra librar a Sara del demonio Asmodeo que estaba dentro de ella y que era el que había dado muerte a sus siete primeros maridos. Hay muchas formas de esta leyenda. Gerould cita ejemplos antiguos, algunos al parecer históricos, como la leyenda de cómo Alejandro el Grande se escapó de los abrazos venenosos de una mujer que el enemigo había enviado para darle muerte, página 45. Hertz cree que la idea debe su origen a la creencia en la idea de que el hombre muere cuando tiene contacto sexual con una mujer envenenada, 115-120. Una forma muy bien conocida de este tema y tal vez anterior a la historia bíblica de Tobías y Sara, es la leyenda de Ahikhar sacada de versiones sirias, aramaicas, griegas, etc. Los folkloristas han encontrado en algunos detalles de la historia bíblica rastros de tradiciones persas del Avesta. El tema es antiquísimo y la opinión de Cosquin, expresada en Revue Biblique VIII, 50-82, que la narración bíblica del Libro de Tobías ha sido escrita por un escritor sagrado que utilizó para sus fines espirituales una historia verdadera mezclada con elementos folklóricos sacados de la leyenda de Ahikhar y otras tradiciones, es muy cierta. Para más detalles sobre las versiones modernas del tipo de la novia venenosa, véase Gerould 44-75 y los estudios especiales de Hertz y Liljeblad arriba citados. Para la bibliografía de las versiones literarias véase Liljeblad 44-45. La relación de la mayoría de estos cuentos del tipo de la novia venenosa, incluyendo entre ellos la historia bíblica de Tobías y otras historias y leyendas semejantes, con las versiones modernas de los cuentos de la princesa rescatada,
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
el agua de la vida, la curación del rey enfermo, ciego en muchas versiones, la busca de las tres maravillas del mundo, etc., parece bastante segura. En la mayoría de las versiones modernas hallamos formas diversas de elementos ya bien establecidos en las antiguas versiones del tema de la novia venenosa: la ceguera del padre del héroe, el viaje del héroe en busca del remedio, la esposa (princesa) que el hijo gana y, sobre todo, los orígenes o el episodio mismo del muerto agradecido que ayuda al héroe en sus aventuras. En la historia de Tobías este detalle no está bien desarrollado. El que entierra a los muertos no es el joven Tobías, sino el padre que sufre la ceguera. El ángel Rafael representa el muerto agradecido de las versiones posteriores. Es probable que al mezclarse el cuento de la novia venenosa con los detalles de los cuentos del rescate de una princesa, detalles que se hallan en tantos cuentos de encantamiento que no podemos considerarlos fundamentales a ninguno de ellas, para formar las versiones semejantes a nuestra 143, se incorporó al cuento el episodio del muerto agradecido, sacado de tradiciones semejantes a la que nos documenta Cicerón. De esta manera elementos que antes pertenecían a tradiciones y cuentos distintos han venido a mezclarse para formar cuentos nuevos, gracias a las semejanzas que existían entre ellos, ya sea en los detalles actuales o en las ideas o supervivencias semejantes que detalles diferentes nos relatan. Desarrollado ya el tipo de la novia venenosa, cuyas versiones son muy numerosas, su relación con los otros tipos es ya más segura. Las clasificaciones que de todos estos tipos se han hecho no son muy satisfactorias. Nuestra versión 143 es una de las mejores que poseemos, pero representa sólo uno de varios tipos diversos. El problema es complicadísimo porque, partiendo de la base que el hilo que una a todos estos tipos de cuentos es el episodio del muerto agradecido, hallamos muchas versiones de cuentos idénticas a muchas de nuestros tipos diversos casi en todos sus detalles, pero que no contienen este episodio. Incluyendo algunos tipos de cuentos que no contienen el episodio del muerto agradecido, podemos hacer la clasificación siguiente de los tipos principales: Tipo I. El tipo primitivo y sencillo, Cicerón De Divinatione I, 27, ya citado. Véase Gerould 25-43. Como he dicho antes, la relación de este sencillo episodio con los tipos de desarrollo posterior es muy dudosa. Se mezcla con ellos como se mezcla cualquier cuento con otro por vagas semejanzas de detalles o de ideas. Ya se ha indicado que el episodio sencillo del muerto agradecido se halla en cuentos que ni siquiera entran en nuestro estudio, Cuentos 88, Aarne-Thompson 505, etc.
Tipo II. El tipo de la historia de Tobías, la leyenda de Ahikhar, etc., o sea el cuento de la novia o esposa venenosa, ya discutido. Ya se ha indicado que el ángel ayuda al héroe en vez del muerto agradecido, que el padre del héroe es el que entierra a los muertos y que hay los elementos de la ceguera y el rescate de la novia (librarla del demonio o serpiente que habita en ella). Véase Gerould 44-75, la obra de Liljeblad, Die Tobiasgeschichte, Hertz, Die Sage vom Giftmädchen, y Aarne-Thompson 507A, 507B, 507C, tres tipos importantes de la antigua historia de Tobías que han tenido un desarrollo extraordinario en la tradición moderna. Tipo III. El tipo de la princesa rescatada. Tiene este tipo las siguientes formas principales: A. La princesa rescatada de la esclavitud. Después de pagar las deudas de un muerto, el héroe lo hace enterrar. El muerto agradecido promete ayudarle al héroe a condición de que dividan las ganancias. Con su ayuda rescata a una princesa de la esclavitud y se casa con ella. El rey sabe adónde se ha escapado la princesa y envía al héroe en su busca. Un traidor echa al héroe al mar, pero el muerto agradecido le salva y le lleva a la presencia de su mujer. Exige entonces la mitad de las ganancias y van a dividir a la princesa en dos partes. Aquí el cuento está, al parecer, sin terminar, y el muerto agradecido se arrepiente, dice quién es y deja al héroe y a su mujer. Véase la última parte de la forma B. Una excelente versión literaria de este tipo es la de Straparola IX, 2. Otros ejemplos notables son Crane 131-136, Cosquin I, 19, Campbell II, 32, y particularmente las diversas versiones del popularísimo cuento de Juan de Calais, estudiado por Gerould en páginas 97-113. Versiones españolas de este cuento son BTPE VIII, 194-201 y Durán 1291-1292. Para más detalles véase Aarne-Thompson 506A, Gerould 75118 y Liljeblad 39-40, 63-81. B. La princesa rescatada de los ladrones. Empieza con el incidente del muerto agradecido como A. El héroe rescata a una princesa de los ladrones y se escapa con ella y llega a la casa del padre de ella. Después, el cuento es idéntico a A. Véase Rael 98, 99, Aarne-Thompson 506B, Gerould arriba citado, Grimm 217, Bolte-Polívka III, 490-517, Tille 210-217. Tipo IV. Tipo de los remedios maravillosos o del agua de la vida. Se divide en tres formas o variantes fundamentales, estrechamente relacionadas, pero solamente una de las formas, nuestra versión 143 ó forma C, lleva el fundamental episodio del muerto agradecido. En formas A y B este elemento ha sido sustituido por el semejante de los animales agradecidos.
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
A. Cuento del pájaro, el caballo y la princesa. Cierto pájaro roba manzanas de oro del huerto del rey y pierde una pluma de oro. Los hijos del rey se marchan en busca del maravilloso pájaro. Los dos mayores fracasan en la empresa debido a su falta de caridad hacia ciertos animales (o personas), pero el tercero, que es caritativo y bueno con los animales (o personas), recibe su ayuda y obtiene el pájaro de oro, una princesa y un caballo. Los hermanos traidores le roban el pájaro de oro, la princesa y el caballo y le echan en un pozo. Sale del pozo con la ayuda de los animales (o personas). La zorra u otro animal que ayuda se vuelve príncipe y el héroe se casa con su princesa. Esta forma del cuento no nos dice para qué son el pájaro de oro y el caballo mágico. Es evidente que se ha olvidado la ceguera del rey que habían de curar los objetos maravillosos, particularmente el agua de la vida de otras formas. Versiones típicas de esta forma del cuento de los objetos maravillosos son Espinosa SFNM 30, 31, Grimm 57, Wesselski 28, Tille 177-184, Hahn I, 51, Jones-Kropf 250-262. Véase también Aarne-Thompson 550. B. Cuento del remedio maravilloso para curar la enfermedad del padre, generalmente la ceguera. Un rey enfermo (ciego generalmente) envía a sus tres hijos en busca de un remedio mágico o del agua de la vida. Episodio de los animales agradecidos como en A. Ayudado por los animales agradecidos, llega a un hermoso jardín, donde halla una princesa dormida. Deja su nombre escrito y se marcha a su casa con el agua de la vida. Los hermanos traidores le roban el remedio y le echan en un pozo, como en A, y con la ayuda de los animales sale y se une a la princesa. A esta forma pertenecen las siguientes versiones: Grimm 97, Tille 184-197, Gonzenbach 51, 64, Hahn I, 6. Véase Gerould 119-152, Cosquin I, 212-222, y particularmente Wünche 90-104 (ZVLG XIII, 166-180). C. Cuento del remedio maravilloso, o las tres maravillas del mundo. Esta forma del tipo IV contiene elementos de A y B, pero lleva el peregrino episodio del muerto agradecido. Es nuestra versión 143: Salen los tres hijos del rey a buscar las tres maravillas del mundo para curar al padre enfermo. Los dos mayores son cogidos por ladrones. El tercero recibe la ayuda del viento, del sol y de la luna y del rey de los pájaros (detalle que ocurre en muchos cuentos de encantamiento), y llega al palacio donde se guardan las tres maravillas del mundo. Antes de llegar al palacio paga por el entierro de un pobre. Una zorra se le aparece y le ayuda a sacar del palacio las tres maravillas del mundo, un caballo, un pájaro y una princesa. Los hermanos traidores le roban las tres maravillas y acusan al hermano menor de ladrón y asesino. Van a
ahorcarle cuando la zorra se presenta en forma de hombre, declara la verdad y dice que es el muerto a quien el héroe había enterrado. El rey hace al hijo menor heredero y éste se casa con la princesa. Esta forma especial del cuento se diferencia de formas A y B en llevar el episodio del muerto agradecido que falta en ellas, pero, por otra parte, es sólo una mezcla de formas A y B de nuestro tipo general IV. La cura del rey no está bien desarrollada y no sabemos cuál de las tres maravillas es el remedio maravilloso. En algunas versiones de estos cuentos el canto del pájaro mágico es el que cura la enfermedad del rey, por ejemplo, en la versión maltesa citada por Gerould 127-128. En el cuento vascuence de Webster 182-187, el hijo tercero trae un pájaro blanco que cura la enfermedad del rey, pero no dice de qué manera. El cuento es muy parecido a nuestra versión 143. Versiones semejantes a IVC, o sea nuestra versión 143, son las siguientes, que contienen elementos de A y B y además el episodio del muerto agradecido: Andrade 43, Durán 1263-1264, Sébillot I, 1, Luzel II 176-194, Romero 10. Véase además Gerould 119152, arriba citado. Tipo V. Este tipo no contiene el episodio del muerto agradecido. Tampoco hay princesa rescatada. Su relación con las diversas formas del Tipo IV, sin embargo, es segura: Es el tipo de Aarne-Thompson 551. La versión sevillana de BTPE I, 196-199 puede servir de modelo: Un rey sufre la ceguera, y los médicos le dicen que sanará solamente con la Flor de Lililá. Salen los tres hijos del rey en busca de dicha flor y sólo el tercero la encuentra, ayudado por un ser sobrenatural (en algunas versiones por animales agradecidos). Los hermanos traidores matan al menor, le quitan la flor y se la llevan al padre ciego. Sana el rey de su ceguera. Un pastor halla un hueso del hermano muerto y el hueso canta y declara la traición de los hermanos. La última parte del cuento pertenece al tipo general de AarneThompson 780, Los huesos que cantan. Véase nuestro estudio de Cuentos 152. Terminaré este breve estudio con una clasificación general de las versiones hispánicas de que dispongo. Las que verdaderamente pertenecen a los cinco tipos fundamentales arriba establecidos son cuarenta y nueve: once versiones españolas peninsulares, entre ellas dos dramatizadas por Lope de Vega y una por Calderón; treinta versiones españolas de América; seis portuguesas y dos catalanas. La lista completa de las cuarenta y ocho versiones hispánicas, clasificadas según los tipos fundamentales, es la siguiente:
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
A los Tipos I y II no pertenece ninguna versión hispánica propiamente dicha. Véase, sin embargo, Libro de los Enxemplos 228. Al Tipo IIIA pertenecen cinco versiones, todas españolas peninsulares, y tres de ellas literarias dramatizadas: Lope de Vega, Don Juan de Castro y El mejor amigo el muerto; Calderón de la Barca, El mejor amigo el muerto; BTPE VIII, 194-201, arriba citada; Durán 1291-1292. Al Tipo IIIB pertenecen once versiones, una española peninsular, ocho españolas de América y dos catalanas: Durán 1263-1264; Espinosa SFNM 41, 42 (lleva el episodio de la división de las ganancias del Tipo IIIA), 43; Rael 98, 99, 159 (variante del tipo); Wheeler 116, 117; Alcover II, 59-76; Maspons y Labrós II, 34-37. Al Tipo IVA pertenecen ocho versiones, todas españolas de América: Andrade 44, 180; Espinosa SFNM 30, 31; JAFL XXV, 194-196, XLV, 310-312; Rael 158, 199. Al Tipo IVB pertenecen solamente una versión hispánica, la portuguesa de Romero 25. Al Tipo IVC pertenecen seis versiones, una española peninsular, cuatro españolas de América y una portuguesa: nuestra versión castellana 143; Andrade 43; Rael 200, 201; Wheeler 118; Romero 10. Al Tipo V pertenecen trece versiones, dos españolas peninsulares, nueve españolas de América y dos portuguesas: BTPE 1, 196-199; Cabal CTA 45-48; Andrade 41, 42; Mason-Espinosa PRF III, 5 (siete versiones); Athaide Oliveira I, 166; RL III, 6-9. Quedan sin clasificar cinco versiones. La versión extremeña de Curiel Merchán 269-271 es, al parecer, una versión incompleta del Tipo IVB, mezcladas con elementos de Cuentos 140. La portuguesa de Trancoso, citada por Gerould 91-92, es una versión especial del Tipo IIIA. La versión nuevomejicana de Rael 228 es una mezcla extraordinaria de elementos de los Tipos IIIB y IVA. La andaluza de FCaballero 1, 29-30, lleva algunos elementos del Tipo IIA mezclados con el desenlace trágico del Tipo V. Y la versión portuguesa de Athaide Oliveira 1, 22 (18), lleva el principio del Tipo IVA y la última parte del cuento de Juan el Oso, Cuentos 133-135, con la entrada del héroe en la cueva, la lucha con un gigante, el rescate de tres princesas, la traición de sus hermanos y el matrimonio con la menor de las princesas. Al Tipo III en sus dos formas fundamentales A y B y en la variante de Trancoso, pertenecen, por consiguiente, diecisiete versiones, o sea el 34% de todas. Al Tipo IV en sus tres formas fundamentales A, B, C, pertenecen quince versiones, o sea el 30%. Y al Tipo V pertenecen trece versiones, o sea el 26%.
144. La loba negra Nuestro cuento es una versión extraordinaria de motivos de cuentos distintos mezclados para formar una serie de episodios, cuyo desarrollo no está siempre lógicamente explicado. No conozco versiones semejantes. Véase, sin embargo, C. Los motivos fundamentales que reúne nuestro cuento son los siguientes, motivos fundamentales de otros cuentos, como en cada caso queda señalado: A. Una madre le tiene envidia a su hija guapa. Este es el motivo primero y fundamental del cuento de Blanca Nieves, Cuentos 115, 116. El principio del cuento está evidentemente estropeado. Sólo dice la versión que la hija era muy guapa y que la madre le echó una maldición. B. La madre envidiosa maldice a la hija y queda ésta encantada en un castillo dentro de una loba negra. La maldición no está detallada, pero el resultado sí. Este motivo de la maldición, y por medio de ella el cambio de una persona en animal, es frecuente en las tradiciones orientales y europeas. Véase Cuentos 148, Grimm 25 y Somadeva VI, 16, 103-104, 162, VIII, 140-142. En los cuentos orientales la maldición, una vez pronunciada, tiene que cumplirse, pero después, por medio de alguna acción caritativa, el desencanto puede verificarse, y el que ha sido cambiado en animal puede otra vez recobrar su forma humana. En Somadeva VI, 162, un ermitaño maldice a un rey, cambiándole en elefante. Cuando el rey cura a un ciego, se acaba el encanto. C. A un hijo de un conde le leen el sino y le declaran que a los veinticinco años ha de matarle un rayo. Este motivo del hijo predestinado a morir a cierta edad y hasta de cierta manera definitiva se halla en muchos cuentos y se halla en una de sus formas más antiguas y más bien desarrolladas en el cuento egipcio de Maspéro 229-244. En este antiquísimo cuento egipcio cierto príncipe había de morir cuando encontrase un cocodrilo, una serpiente o un perro. Por otra parte, la princesa Naharaina está encarcelada en un castillo, y el padre la promete al valiente que llegue a sus habitaciones en el castillo de sesenta y dos ventanas. El príncipe llega adonde ella está y ella le libra de su sino, matando al perro, al cocodrilo y al gigante, pero muere defendiéndole. Pide el príncipe la muerte a los dioses. La novena diosa tiene piedad de los dos amantes, revive a Naharaina y los dos son para siempre felices. Desde luego se ve que hay una vaga semejanza con nuestra versión leonesa. La hija encarcelada a quien libra el príncipe puede compararse con la hija maldecida por la madre y que está encarcelada o encantada en un castillo
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
dentro de una loba. Además hay semejanza en la unión de este tema con la historia del príncipe predestinado. El cuento de la hija encarcelada y prometida al que llegue a librarla, sin embargo, se halla en muchos cuentos en formas muy diversas. Véase el romance de Durán 1263-1264, ya citado al estudiar nuestra versión 143, y algunas formas de este cuento. D. Hay la ayuda de un ser sobrenatural, común a muchísimos cuentos de encantamiento, Cuentos 109-112, etc. En nuestra versión es la Virgen, como en muchos cuentos españoles, Cuentos 99-104, por ejemplo. E. El joven lucha con la loba y las otras bestias y con el gigante que salen del castillo encantado, motivo que se halla también en muchos cuentos de encantamiento donde se trata de rescatar a una princesa encantada. F. El joven se escapa con su princesa rescatada, pero la hechicera que sale del castillo encantado le da un pedazo de manzana y queda encantado, o sea amortecido, como la heroína de los cuentos de Blanca Nieves, Cuentos 115, 116. Aquí hay, al parecer, confusión. La que le da al joven la manzana debía ser la madre envidiosa. G. La joven vuelve sola a su casa y está para casarse. Se presenta el novio invisible y le dice a la novia que le saque una espina de la cabeza. Lo hace ella y se presenta el joven para interrumpir la boda. Pero para desencantarle, lo que había que hacer era sacarle la manzana de la boca, no sacarle una espina de la cabeza. Este incidente está sacado evidentemente de cuentos como Cuentos 120, 121, o de alguna versión del cuento de Blanca Nieves donde se halla. La boda estorbada, por otra parte, se halla en muchos cuentos, por ejemplo en Cuentos 122-125, 127-132. Los motivos primitivos del cuento creo que son B, C, D y F. Estos cuatro motivos forman una relación lógica y desarrollan un cuento de un príncipe predestinado que sale de su casa cuando ya está para cumplirse su sino y por medio de ayuda sobrenatural, motivada por su caridad y bondad, llega adonde está encantada una princesa, convertida en animal o encarcelada en un castillo dentro de un animal, la pone en libertad y se casa con ella. De esta manera se libra él también de su cruel sino. Si éste era el cuento primitivo, la relación entre nuestra versión 144 y el cuento egipcio arriba citado es muy probable. En nuestra versión el sino del joven es que ha de matarle un rayo, pero después se ve que los que ponen en peligro su vida son la loba negra, la serpiente, un león y un gigante, a quienes mata antes de libertar a la princesa. En la antigua versión egipcia el sino es que ha de matar al joven un perro (el león de nuestra versión), una serpiente y un gigante. En los casos del gigante y de la serpiente hay identidad absoluta.
En Flinders-Petrie II, 13-35 tenemos otra forma de nuestro cuento egipcio, en general idéntica a la de Maspéro, pero más breve, y sin terminar.
145. La princesa mona BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia 8; Curiel Merchán 169-172; Espinosa, Castilla 105; Sánchez Pérez 84.—Españolas de América: Andrade 47; Espinosa SFNM 32, 33; JAFL XXV, 191-192, XLV, 352-355; Laval, Cuentos 23; Mason, Tepecanos 9; Rael 183, 184, 185, 186; Teotihuacán 309-312; Tía Panchita 39-52; Wheeler 119, 120.—Portuguesas: Athaide Oliveira I, 9, 58, 207, II, 251; Barbosa 16; Braga I, 1; ConsiglieriPedroso FLS 28.—Portuguesas de Brasil: Pimentel 247263, 322-326; Romero 21.—Catalanas: Maspons y Labrós III, 37-44.—Italianas: Anderson, Novelline 58; Andrews 6; Nerucci 10; Nino III, 14; Pitré I, 46.—Francesas: Cabinet des Fées III, 478-545; Carnoy 101-106; Pineau, Poitou 95-97, III-116; RTP VI, 594-596.—Francesa del Canadá: MBarbeau 6.—Bretonas: Luzel II, 134-145; Mélusine I, 64-68; RTP III, 474-483.—Retorromana: Decurtins II, 14.—Alemanas: Grimm 63, 106; Kuhn-Schwartz 7; Peter II, 177-180; Pröhle 76; Schambach-Müller 7; ZFDM I, 10-13; Zingerle 1, 48-53, 2, 17-22.—Eslavas: Afanasiev I, 17-25; Coxwell 712-720; Krauss II, 147; Magnus 287291; Petrovich 316-322; Tille 248-254.—Gitana: Groome 66.—Georgiana: Dirr 93-96.—Griegas: Garnett II, 46-52; Hahn II, 67.—Árabes: RTP XXVII, 296-308 (Blida).— Marroquí: Légey 9.—India: RTP IV, 433-438.—Filipina: JAFL XX, 91-93.—Clasificación y estudios especiales: Aarne-Thompson 402; Boggs 557; Bolte-Polívka II, 3038, 466-468; Cosquin en RTP XXXI, 105-119, 145158; Köhler I, 419, 554; Panchatantra I, 261; Thompson B221.1, B643, D451.1, D711, H1210.1, H1242, H1301.1, H1306. Nuestro cuento conquense es una preciosa versión del bien conocido cuento de la princesa encantada en rana, gata o mona, y que después de obtener palabra de casamiento del hijo menor de un rey, le ayuda a llevarle dos o tres objetos maravillosos al rey, le acompaña al palacio y allí se convierte en una hermosa princesa para casarse con él. Es el cuento europeo de Aarne-Thompson 402, Boggs 557, Grimm 63 y 106, estudiados por Bolte y Polívka en II, 30-38. En la mayoría de las versiones europeas no españolas que yo he examinado, incluyendo las versiones de Grimm, los tres hijos del rey salen a buscar fortuna o los objetos que el rey
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
desea, por suerte. Echan tres plumas al aire y cada uno se va por donde cae cada pluma. Algunas veces son flechas u otros objetos. Este episodio preliminar se halla ya en versiones orientales y está documentado en la tradición española en el proverbio «Echar la pluma al aire y ver dónde cae», pero curiosamente no se halla en las versiones hispánicas de nuestro cuento. Sin embargo, el cuento es fundamentalmente el mismo en la tradición europea. Entre unas y otras, las versiones europeas nos cuentan un cuento muy sencillo, cuyos elementos fundamentales son los ya enumerados arriba. Es uno de los pocos cuentos que han sido transmitidos a través de los siglos sin mezclas notables de otros cuentos semejantes. El motivo del encantamiento de la princesa en rana, mona o gata está explicado en algunas versiones. En Ampudia 8, por ejemplo, el cuento empieza con la relación de cómo una madre que deseaba tener hijas exclamó un día: —Quisiera tener hijas, aunque al nacer se convirtieran en ranas o en culebras. Véase Cuentos 130 y 144. Las versiones europeas de nuestro cuento han sido comparadas con las orientales por Cosquin en RTP XXXI, 105-119, 145-158. Algunas de las versiones orientales que cita Cosquin son tan semejantes a las europeas del tipo de Grimm 63 que el origen oriental del cuento europeo es desde luego evidente. Hasta el detalle preliminar de echar una pluma al aire o tirar una flecha al azar para ir adonde cae, se halla en las versiones orientales. Son numerosas las versiones europeas y orientales en las cuales el hijo menor se va adonde cae la pluma o la flecha, y allí halla una rana en una fuente, ésta le ayuda a llevarle al padre los objetos maravillosos, le acompaña al palacio, se convierte en una hermosa princesa y se casa con el joven. En las siguientes observaciones estudiaré las versiones hispánicas, la mayoría de las cuales no pudieron examinar los folkloristas que han estudiado nuestro cuento. Las versiones hispánicas que yo he podido examinar son treinta. Cuatro versiones españolas peninsulares: nuestra versión conquense 145; Ampudia 8; Espinosa, Castilla 105; Sánchez Pérez 84. Dieciséis versiones españolas de América: Andrade 47; Espinosa SFNM 32, 33; JAFL XX, 91-93, XXV, 191192, XLV, 352-355; Laval, Cuentos 23; Mason, Tepecanos 9; Rael 183, 184, 185, 186; Teotihuacán 309-312; Tía Panchita 39-52; Wheeler 119, 120. Diez versiones portuguesas: Athaide Oliveira 1, 9, 58, 207, II, 251; Barbosa 16; Braga I, 1; Consiglieri-Pedroso FLS 28; Pimentel 247-263, 322-326; Romero 21. Las versiones hispánicas nos ofrecen una tradición muy sencilla y muy fiel a la forma general de Europa, pero con
algunos detalles especiales. Entre unas y otras, las versiones hispánicas nos documentan los siguientes elementos fundamentales: A. Un rey promete la corona a aquel de sus tres hijos que le traiga los dos o tres objetos más preciosos y que vuelva acompañado de la novia más hermosa. Se halla en veintisiete de las treinta versiones, o sea en el 90% de ellas. B. Los dos hijos mayores desprecian a la rana, mona o gata que encuentran en una fuente, laguna o casa, pero el menor la recoge y le cuenta su misión. Dieciocho versiones, 60%. C. La rana le ayuda al joven a llevarle al rey los objetos más preciosos (una toalla bordada, un tapiz bordado, un perrito, etc.), después de exigir de él promesa de casamiento. Todas las versiones, 100%. D. La rana se marcha con el joven para el palacio del rey (algunas veces acompañada de muchas ranas, monas, etc.), y se convierte en una hermosa princesa en el camino o al llegar al palacio. Veinticinco versiones, 83%. E. Se casan el joven príncipe y la hermosa princesa. Veintiocho versiones, 93%. F. Durante la fiesta hay banquete y baile. La princesa se mete en el regazo parte de la comida, los huesos, etc., y de allí le salen después flores, perlas, oro, etc. Once versiones, 37%. El último elemento es un rasgo característico de las versiones hispánicas. En las once versiones en las cuales ocurre, las mujeres de los hermanos mayores quieren imitar a la princesa desencantada y se meten la comida en sus regazos, pero nada se les convierte en flores, perlas u oro. Elementos A, B, C, D, E son con toda seguridad los elementos fundamentales y primitivos del cuento hispánico. Elemento F, el rasgo que caracteriza las versiones hispánicas, se halla solamente en el 37% de ellas. Se halla distribuido, sin embargo, por tan apartadas regiones del mundo hispánico, Asturias, Cuenca, Portugal, Brasil, Méjico y Nuevo Méjico, que es muy probable que pertenezca también a la forma primitiva y fundamental de la tradición de España. Algunas de las versiones europeas no hispánicas que más se aproximan a las versiones hispánicas en su forma general y fundamental arriba establecida son las siguientes: Cabinet des Fées III, 478-545; Nerucci 10 (es versión casi idéntica a nuestra versión 145); Garnett II, 46-52; Zingerle 2, 17-22; RTP VI, 594-596. Hay algunas versiones europeas de nuestro cuento que se hallan mezcladas con una forma femenina del cuento del príncipe encantado, Cuentos 128, las siguientes, por ejemplo: Afanasiev I, 17-25; Tille 248-250; RTP III, 474-483.
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
451, 499-502; Comparetti 1-23; Denkschriften AW XXV, 189-190, 219-220; Gaston Paris en Romania II, 481-503; Lee, Decameron 39-42; Orígenes I, xxiii-xxvi; Pãrçvanãtha 199; RTP XIX, 53-56; Somadeva, Notas de Tawney-Penzer II, 120-124; Thompson H13, H984, E1837, K2111.
G Varios 146. La ahijada de San Pedro BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: BTPE V, 103-115; Curiel Merchán 19-24, 207-210, 225229; Espinosa, Castilla 81; Libro de los Engaños 27-28, 65; Siete sabios de Roma 5-7, 38-41; Timoneda, Patrañuelo 20.—Españolas de América: Espinosa SFNM 71; Portell Vilá 98; Rael 120, 131; Wheeler 75.—Portuguesas: Athaide Oliveira I, 23, 128; Barbosa 7; Braga I, 14; Caróchinha 18; Coelho 19; RL IV, 366-369.—Portuguesa de las islas de Cabo Verde: Parsons, Cape Verde 26.—Portuguesas de Brasil: Pimentel 48-53; Romero 6.—Italianas: Archivio III, 372, XVIII, 83-87; Boccaccio II, 8; Crudele Matrigna 1113, 58-59; Pentamerone IV, 6; Sette savi di Roma C, 7-8, 50-51; Sette savi di Roma R, 27-30, 250-253; Straparola IV, 1.—Francesas: Cabinet des Fées IV, 5-87; Dolopathos 126-158, 379-382; Miracles XVIII; Romans sept sages K, XLI-XLV, CCVI; Romans sept sages L, 9-13, 73-76; Romans sept sages P, 3-4, 50-54; Ystoire sept sages 6670, 196-200.—Latinas: Erlanger Beitrage I, v, 12-13, 90; Historia septem sapientum I, 3-4, 30-32; Historia septem sapientum II, 34-45, 88-90; Historia septem sapientum II, Oesterley 32-41, 80-83.—Alemanas: Benz I, 15-18, 156-157; Keller, Gedichte 39-43, 238-241; Lemke III, 41-51; Marbach XXX, 12-14, 120; Simrock XII, 127129, 242; Wendunmuth IV, 85.—Inglesas: Campbell, Seven Sages 491-592; Seven Sages W, 17-18, 114-116.— Griega: Legrand 1-10.—Turcas: Cuarenta Visires 361366, 460-462.—Árabes: Burton 1, 55- 62, III, 214-308, VI, 122-128, 259-295, VII, 1-90; Scott 48-51, 194-198; Thousand and One Nights VI, 544-545, 572-580.—Judía: Génesis XXXIX, 6-23.—Egipcias: Flinders-Petrie II, 3665; Maspéro I.—Indias: Jataka 120, 472; Pãrçvanãtha 6467, 85-86, 146; Somadeva II, 105-111.—Clasificación y estudios especiales: Boggs 515; Bolte-Polívka II, 85-86; Campbell, Seven Sages xi-xxxv; Chauvin VIII, 1-31, 3334, 78-89, 112-167, 184-213; Clouston I, 67, II, 448-
Nuestro cuento es una versión preciosa de una tradición antigua que tiene en España un desarrollo especial. Los orígenes del cuento se remontan a tradiciones orientales como en otros muchos casos. La forma característica de España es rarísima en otras partes de Europa. Por este motivo nuestra versión extremeña 146 es uno de los cuentos más interesantes de nuestra colección. La forma hispánica de nuestro cuento se halla solamente en versiones españolas y portuguesas. El cuento antiguo que dio origen a nuestro cuento fue una forma de la tradición de la mujer que quiere vengarse del hombre que rechaza su pasión amorosa. Más adelante discutimos los orígenes de la tradición. Examinemos primero las versiones hispánicas. Conozco solamente catorce, cinco españolas y nueve portuguesas, que podemos llamar verdaderas versiones de nuestro cuento. Versiones españolas: nuestra versión 146; BTPE V, 104-115; Curiel Merchán 225-229; Espinosa, Castilla 81; Portell Vilá 98 (versión cubana). Versiones portuguesas: Athaide Oliveira I, 23, 128; Barbosa 7; Braga I, 14; Caróchinha 18; Coelho 19; Pimentel 48-53; Romero 6; RL IV, 366-369. Otras versiones españolas y portuguesas semejantes, pero que no pertenecen propiamente a la forma característica de España, se mencionan más adelante. La forma hispánica de nuestro cuento, establecida a base de las catorce versiones hispánicas que acabamos de citar, es la siguiente: A. Unos padres pobres tienen una familia numerosa. Tienen por fin una hija cuyo padrino es San Pedro, San Antonio, o cierto caballero rico. B. Aconsejada por el padrino, la ahijada se va a servir al palacio de un rey, disfrazada de hombre. C. La reina se enamora de ella, creyendo que es en realidad hombre. La joven rechaza su amor. D. La reina, airada, trata de vengarse y acusa a la joven de haber querido violarla. E. Pedro, Antonio (el nombre de la joven) es condenado a morir, pero puede librarse si cumple tres tareas difíciles: separar cereales, sacar un anillo del mar, traer al palacio una hija o hermana del rey, muda por regla general, que está en el fondo del mar o en poder de los
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moros. Las tareas son, en general, muy parecidas a las de los cuentos de La hija del diablo, Cuentos 122-125. E1.En algunas versiones la reina, para vengarse, le declara al rey que Pedro ha prometido cumplir las tareas. En estas versiones la acusación no está expresamente mencionada. F. Con la ayuda del padrino la joven cumple las tareas. Cuando la llevan a la horca, habla con la muda y ésta declara la verdad de todo. G. El rey manda dar muerte a la perversa reina y se casa con la joven. De las catorce versiones hispánicas arriba citadas, diez, o sea el 71%, pertenecen al tipo perfecto arriba establecido: las tres versiones españolas peninsulares, Cuentos 146, BTPE V, 104-115, y Curiel Merchán 225229, y siete versiones portuguesas, Athaide Oliveira I, 23, 128, Barbosa 7, Caróchinha 18. Coelho 19, Romero 6, y RL IV, 366-369. La versión de BTPE V, 104-115, El médico bonito, se diferencia un poco del tipo perfecto, pero lleva todos los elementos fundamentales. Las cuatro versiones restantes no contienen todos los elementos del cuento. La versión castellana de Espinosa, Castilla 81 lleva elementos A, B, C, pero termina con elementos de Cuentos 114. La versión cubana de Portell Vilá 98 tiene elementos B, C, E1, una variante de F, y G. La versión portuguesa de Braga I, 14 contiene elementos C, D, F, pero está mezclada con elementos de los cuentos del príncipe encantado, Cuentos 127-132. La versión de Pimentel 4853 contiene elementos B, C y F, pero está mezclada con elementos de los cuentos de La hija del diablo, Cuentos 122-125. En esta versión la joven disfrazada de varón se casa con el príncipe encantado (el caballo consejero). En esta misma versión, y también en la de Romero 6, que contiene todos los elementos del tipo perfecto, la joven se casa primero con el diablo, y se escapa para ir a servir disfrazada de varón en el palacio del rey. Hay otros cuentos hispánicos que contienen algunos elementos de nuestro cuento, pero no pertenecen al tipo arriba establecido. Los cuentos hispanoamericanos de Espinosa SFNM 71, Rael 120 y Wheeler 75 contienen variantes de elementos A, B y C, pero desarrollan cuentos muy diferentes. La versión nuevomejicana de Rael 131 empieza con el cuento de la fidelidad de la mujer, AarneThompson 882, Rael 130, y concluye con elementos B y C, y una variante de G, de nuestro cuento (se da muerte a los malhechores y la mujer se reúne con su marido). Los interesantes cuentos de Ampudia 1 y Wheeler 50 son ya de un tipo de cuento muy distinto, que tiene de nuestro cuento solamente una variante de elemento B,
como el bien conocido romance castellano de la niña guerrera. Véase para este punto Menéndez y Pelayo, Antología X, 119-122, Braga, Romanceiro I, 95-148, Almeida Garret III, 65-71, Flor Nueva 240-242. El tema es muy bien conocido en la tradición de Europa no sólo en romances españoles, portugueses y catalanes, sino también en cuentos y cantos de otras partes de Europa. Véase Nerucci 29, Weber 8, Hahn I, 10, Köhler III, 221, Romania III, 96, RL IX, 300, Braga, Romanceiro III, 367-378 y la bibliografía de Cuentos 155. El cuento de la mujer que trata de seducir al hijastro u otro caballero principal y que, rechazada, busca la venganza, acusando al que la rechaza de haber querido violarla es antiquísimo. El elemento del disfraz es un desarrollo especial europeo que ha alcanzado su forma perfecta en los cuentos hispánicos del tipo de nuestra versión 146, forma apenas conocida en otras partes de Europa, como ya queda dicho. Con los materiales de que ahora dispongo no he podido encontrar huellas definitivas de esta forma especial del cuento en versiones modernas fuera de España. Las versiones de Legrand de Grecia y de Lemke de Alemania, citadas en nuestra bibliografía, tienen el elemento del disfraz, pero en otros respectos no pertenecen al tipo hispánico. Pero dejando aparte este elemento importante característico de la extraordinaria forma hispánica ya estudiada, y que se halla en algunas versiones no españolas, Pentamerone IV, 6, y las otras que mencionamos más adelante, el cuento tiene sus orígenes en leyendas egipcias y orientales antiquísimas. En algunos casos la leyenda puede esta relacionada con hechos históricos verdaderos. Algunas veces la tradición popular se engalana con elementos de la vida real, otras veces un hecho histórico se mezcla con una tradición ya conocida por el pueblo. La forma más antigua que ahora conocemos es la que hallamos documentada en el cuento egipcio de los dos hermanos Anpú y Bata del siglo XIV antes de Jesucristo. Véase Maspéro 1, y Flinders-Petrie II, 37-65. Doy un breve resumen de la versión de Maspéro: Los dos hermanos Anpú y Bata vivían en la misma casa. Anpú estaba casado. La mujer de Anpú se enamoró de Bata y le invitó a yacer con ella. —Si me concedes esto te regalo dos hermosos vestidos —le dijo—. El honrado Bata rechazó sus designios y se fue al campo donde estaba su hermano. Esa noche la infiel mujer se rompe sus vestidos y se unta aceite en el cuerpo para que parezca que ha sido maltratada, y cuando llega su marido le dice que el hermano la ha maltratado, queriendo violarla. El hermano inocente se escapa. Después se ven los dos hermanos, y Bata, el menor, le dice la verdad. Vuelve el mayor a su casa y mata a su mujer y echa el cuerpo a los perros.
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
Después hallamos el cuento por todas partes en versiones antiquísimas de India, Grecia y más tarde en Europa en las diferentes y numerosas versiones del libro de Los siete sabios, Cuarenta visires, etc. Algunas versiones están basadas en hechos verdaderos. Antes de estudiar en detalle algunas de las formas antiguas de Oriente, citemos los casos más importantes de leyendas históricas en las cuales encontramos los detalles fundamentales del tema. Recordemos primero la narración bíblica de José acusado por la mujer de Putifar, Génesis XXXIX, 6-23. Dos veces la infiel mujer trata de seducirle y dos veces José la rechaza. Se queda ella con su manto y le acusa como en la leyenda conocida. De igual interés es la leyenda del rey Asoka de India, que vivió en el siglo II antes de Jesucristo. Su segunda mujer, Tishyarakshita, se enamora del hijastro, pero éste rechaza sus pretensiones. Se va el príncipe a la guerra. El rey enferma y llama a su hijo para entregarle la corona. La cruel reina cura al rey y el rey la hace reina interina, con todos los poderes reales por una semana. Así se venga del hijastro, haciéndole sacar los ojos. Vuelve éste después disfrazado de mendigo, se sabe la verdad de todo y la reina muere quemada. Otro caso es el de Constantino el Grande, el cual ordenó dar muerte a su hijo Crispo y a Luciniano, hijo de Lucinio, por motivo de las falsas acusaciones de la reina rechazada en el amor. Véase para estos casos y otros semejantes Somadeva, Notas de Tawney-Penzer II, 120124 y Clouston II, 448-451, 499-502. En India el cuento es también antiquísimo, documentado ya en dos Jatakas, En Jataka 120 Buda es capellán del rey. La reina se enamora de él. El rey se va a la guerra y la infiel reina peca con sesenta y cuatro mensajeros del rey, Buda la rechaza, aunque le amenaza con la muerte. Al volver el rey, acusa a Buda de la manera usual. Se sabe por fin la verdad de todo, y el rey, desengañado del mundo, abandona la corte y se vuelve asceta. En Jataka 472 Buda es el hijo del rey. El rey se va a la guerra y deja al hijo gobernando. La reina se enamora del hijastro y tres veces, como en nuestra versión 146, le ruega que cumpla sus pecaminosos deseos. Buda la rechaza, y al volver el rey le acusa. El rey ordena que echen al hijo por un precipicio abajo. El rey de las serpientes le salva y le cuida durante un año. Por fin vuelve a la corte, se sabe la verdad de todo y se da muerte a la infiel reina. Otra versión oriental de capital importancia es la de Somadeva II, 105-111, dos siglos más antigua que las primeras de las más antiguas versiones del libro de Los siete sabios. Cierta mujer se enamora del discípulo de su marido. El discípulo la rechaza y ella se muerde y se rasguña para acusar al inocente discípulo de haber querido violarla. El marido echa al acusado de la casa. Este se salva y la cruel
mujer le busca, acompañada de brujas, para matarle. Se escapa milagrosamente, y un día la mujer rechazada le halla en el mercado del pueblo y por segunda vez le ruega que satisfaga su pasión amorosa. De nuevo es rechazada y de nuevo se muerde y se rasguña para acusar otra vez al inocente discípulo. El marido entonces prohíbe que se le dé o venda comida al acusado. Por fin se sabe la verdad y el marido quiere castigar a la mujer perversa, pero ésta se escapa por brujería. Otras versiones orientales de India pueden verse en Somadeva, Notas de Tawney-Penzer II, 121-122, y en Pārçvanātha 199. Las versiones de la antigüedad clásica griega y romana están citadas en Clouston II, 500, y en Somadeva, Notas de Tawney-Penzer 120. De fuentes orientales de Persia y Arabia tenemos las numerosas versiones de los ya citados libros de Los siete sabios, Cuarenta visires, Las mil y una noches, etc. En nuestra bibliografía están citadas todas las versiones que hemos podido examinar. La bibliografía completa de estos libros, que de tanta popularidad gozaron en la Edad Media, puede consultarse en las siguientes obras: Chauvin VIII, 33-34, 112-167, 184-216; Comparetti 1-23; Clouston I, 67, II, 448-451, 499-502; Campbell, Seven Sages XI-XXXV. La popularísima forma del libro de Los siete sabios se halla en la Edad Media en versiones italianas, francesas, provenzales, alemanas, inglesas, españolas, catalanas, etc. La versión oriental antigua tomó su forma definitiva en una versión árabe del siglo VIII de un tal Musa, versión perdida, de la cual, o de una semejante, tenemos ocho versiones que forman el grupo oriental de la leyenda en la Edad Media. Entre estas ocho antiguas versiones orientales se cuenta la versión española del siglo XIII, el Libro de los engaños e los asayamientos de las mujeres, publicada por Comparetti, 73114, y luego por Bonilla y San Martín en Bibliotheca Hispanica, Barcelona-Madrid, 1904. Puede leerse hoy en la edición de A. P. Galencia, Versiones Castellanas del «Sendebar», Madrid, 1946. La forma oriental, llamada generalmente el Libro de Sindibad, no difiere en sus elementos fundamentales de la forma occidental que hallamos en las numerosas versiones europeas de la Edad Media y que tiene su origen en fuentes antiguas orientales también, si bien algo diferenciadas de las del primer grupo. La versión más antigua del grupo occidental es el Dolopathos latino de Joannes de Alta Silva, del siglo XII, publicado por Oesterley en 1873 y por Alfons Hilka en 1913. Se tradujo inmediatamente al francés por Herbert en el siglo XIII. Este texto francés, publicado por Brunet y Montaiglon en 1856, es tal vez el primero en Europa en forma no latina. A pesar de las diferencias que
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
hallamos, no sólo entre los dos grupos principales oriental y occidental, sino también entre las diferentes versiones occidentales, el cuento es fundamentalmente el mismo y puede resumirse de la siguiente manera: Cierto rey de India está ya para morir y no tiene heredero. Una de sus mujeres le aconseja la oración. El rey sigue su consejo y esta reina da a luz un hijo. Los sabios se reúnen para aconsejar al rey con respecto al porvenir de su hijo. Profetizan que a los veinte años de edad el príncipe se verá amenazado por una terrible desgracia. Busca el rey la ayuda de los sabios consejeros y el joven príncipe es entregado a los sabios para que le eduquen. Nada ha aprendido el príncipe a los diecinueve años y medio, y el rey se lo entrega al sabio Sindibad, que promete enseñarle todas las ciencias en medio año. Cumple el príncipe los veinte años y el sabio Sindibad viene a entregárselo al rey, pero secretamente le ha ordenado al príncipe que no hable en siete días. El príncipe es recibido en el palacio entre grandes festividades, pero todos se sorprenden sobremanera al observar que es mudo. Buscan a Sindibad, pero no le hallan. Una de las mujeres del rey declara que ella le hará hablar. El rey la deja llevarse al príncipe a sus habitaciones, donde empieza enseguida a enamorarle. En la mayoría de las versiones la perversa mujer propone envenenar al rey para casarse ella con el príncipe, en otras se trata sencillamente de una declaración amorosa. La versión francesa del Dolopathos se extiende aquí en una detallada historia de las declaraciones amorosas de la reina y otros detalles semejantes a los que hallamos en las más licenciosas fabliaux de la Edad Media. Rechaza el príncipe las pretensiones amorosas de la reina, y entonces ella piensa en la venganza, aconsejada en algunas versiones por sus damas consejeras. Se rompe los vestidos y se rasguña la cara y el cuerpo y sale de sus habitaciones gritando que el joven príncipe ha querido forzarla. El rey ordena la muerte de su hijo. Se presentan entonces los siete visires para interceder por el hijo acusado. El rey reúne su corte y oye los consejos de los visires. Cada día durante siete cuentan cada uno dos cuentos y la reina infiel uno. En estos detalles de los cuentos, su número y su tema, hay notables diferencias entre las diferentes versiones, aunque la mayoría de ellos son los mismos en todas las versiones. Por fin llega el día octavo, habla el príncipe, manda llamar a su maestro Sindibad, cuenta todo lo ocurrido, y el rey, cuando sabe la verdad, manda llamar a la traidora. Viene ésta y confiesa todo, y en la mayoría de las versiones es condenada a una muerte terrible. En el Libro de los engaños es quemada viva. En algunas versiones el príncipe es el que decide el castigo que se le ha de dar.
La relación entre estos cuentos orientales del Libro de Sindibad y del de Los siete sabios de forma posterior occidental y nuestra forma moderna del tipo de nuestra versión 146 es evidente, pero el estudio definitivo del desarrollo de la antigua leyenda en la forma moderna hispánica, con el importante elemento nuevo de la joven disfrazada de hombre, está todavía por hacer. Para hacerlo hay que reunir muchos más materiales de la tradición moderna, particularmente de la tradición hispánica, donde el cuento se ha hallado en tan interesantes versiones. En la Edad Media encontramos otras formas occidentales de nuestro tema, pero la mayoría de éstas se acercan más a las formas ya citadas del Libro de Sindibad y del libro de Los siete sabios que a las formas modernas hispánicas. Algunas de estas versiones son las siguientes: En Boccaccio II, 8, tenemos una leyenda parecida a las leyendas históricas arriba citadas del rey Asoka de India, Constantino el Grande, etcétera. Durante una guerra el rey y su hijo abandonan la corte, dejando a cierto conde encargo de los asuntos del reino. La mujer del hijo del rey se enamora del conde y le sugiere el adulterio. La rechaza el conde y entonces esta se rompe sus vestidos y se rasguña la cara y el cuerpo. El conde se escapa y se marcha a otras tierras. Cuando su marido vuelve de la guerra, la traidora acusa al conde de haber querido forzarla. Muchos años más tarde, el conde y sus hijos se encuentran con el rey y se sabe la verdad de todo. Hay en la Edad Media otras versiones literarias de este cuento, la mayoría de estas citadas por Lee, Decameron 39-42, como la leyenda de Guillaume de la Barre del siglo XIV del autor provenzal Arnauld Vidal de Castesnaudry, desarrollada después por Sansovino y Bandello. La versión de Wendunmuth IV, 85 es muy semejante. Sin el elemento del disfraz también, pero diferente de las versiones anteriores, es la española del siglo XVI de Timoneda, Patrañuelo XX. Es una versión en la cual la madrastra insiste, como en las versiones orientales, en que el hijastro cumpla sus deseos amorosos, y, rechazada por él, le prepara secretamente veneno para darle muerte. El veneno lo bebe por equivocación su propio hijo y la madrastra acusa entonces al hijastro del envenenamiento. Se sabe después la verdad de todo, la madrastra es desterrada y el criado que le compró el veneno es sentenciado a muerte. Pero la tradición popular es muy caprichosa. Queda establecida de una manera definitiva la forma especial hispánica de nuestro tema general con el elemento especial y fundamental del disfraz. Hemos estudiada después los orígenes antiguos del tema en la literatura histórica
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
y folklórica de Oriente y en los libros occidentales de origen oriental, el Libro de los siete sabios, Sindibad, etc. Por último, hemos dado algunos ejemplos de cuentos literarios posteriores del tema general en Boccaccio, en Timoneda, Wendunmuth, etc. Hay vestigios de la forma característica de España en otras partes de Europa. Ya se han citado dos cuentos modernos, el griego de Legrand y el alemán de Lemke, que se parecen algo a las formas modernas hispánicas. Las dos versiones se hallan en regiones tan apartadas, que es evidente que se trata de una tradición ya muy antigua en Europa. Pero los vestigios de la forma europea antigua semejante a la hispánica moderna se hallan también en versiones literarias del siglo XVI. Hay dos versiones de capital importancia, la de Straparola y la de Basile. La versión de Straparola IV, 1, es la siguiente: La hija menor de un rey, disgustada porque sus padres han casado con reyes a sus hermanas y a ella la quieren casar con un personaje de menor categoría, se marcha por el mundo disfrazada de hombre y llega a servir en el palacio de un rey, como en las versiones hispánicas. La reina se enamora de ella creyendo que es hombre y la joven la rechaza de la manera usual. La infiel reina piensa en la venganza y le dice al rey que el joven puede sin duda traer al palacio uno de los sátiros que se hallan en las montañas del reino. No se halla el episodio de la acusación de la reina. La joven consigue traer a la corte a un sátiro y le hace hablar, y cuando habla hace declaraciones semejantes a las de la muda del cuento hispánico, diciendo que la reina tiene hombres en vez de mujeres para damas y criadas personales y que el joven es hembra y no macho. Aunque falta la acusación del cuento hispánico, los detalles de las declaraciones del sátiro son tan semejantes a los de las de la muda del cuento hispánico, que la relación salta a la vista. El cuento del Pentamerone es también muy parecido a la forma hispánica. Lleva el elemento del disfraz y la acusación y luego los detalles de las formas orientales, pero no las pruebas ni los detalles de las declaraciones de quien hace saber la verdad. Doy un resumen breve: Una joven es llevada por el viento a la casa de una ogresa. Esta ogresa le da una sortija cuando la joven se marcha por el mundo y más tarde le ayuda en sus aventuras, como San Pedro ayuda a la ahijada en las versiones hispánicas. La joven se disfraza de hombre y llega a servir a la corte de un rey. Se enamora de ella la reina y es rechazada como en otras versiones. Acusa la reina a la joven de haber querido violarla y el rey ordena que se le dé muerte. Por medio de la sortija que le había dado la ogresa, la joven se hace
conocer y el rey manda que se le de muerte a la reina y se casa con la joven. Estas dos formas del cuento oriental ya tienen el elemento del disfraz, y una de ellas, la de Straparola, es tan semejante a la forma hispánica en los importantes detalles de las pruebas y de las declaraciones de quien hace saber la verdad de todo al rey, diciendo que la reina ha sido falsa e infiel y que la joven es hembra y no macho, que estamos obligados a considerarlas como formas europeas antiguas de la leyenda oriental primitiva en las cuales ya se había desarrollado el elemento del disfraz de una manera definitiva. Es el tipo europeo ya diferenciado bastante de las formas primitivas de Oriente que seguramente fue bien conocido en la tradición popular de la Península Ibérica y que se desarrolla después en las numerosas formas hispánicas que ahora conocemos. De capital interés en el desarrollo del tema fundamental a través de los siglos, es la persistencia de los detalles de las declaraciones de la persona que hace saber la verdad de todo, afirmando la traición de la reina, y en las versiones que ya llevan el elemento del disfraz, que la joven es hembra y no macho. En las versiones del libro de Los siete sabios y otros cuentos semejantes de Oriente y Occidente, el príncipe mismo a quien su maestro le había prohibido hablar en siete días, y a quien por eso creían mudo, es el que habla al día octavo y afirma su inocencia y la falsedad de la reina su madrastra. En el cuento arriba citado de Straparola, el sátiro a quien la joven hace hablar —uno que nunca hablaba— es el que hace las declaraciones que la reina es falsa e infiel y que la joven es hembra y no macho. Y, por último, en las versiones modernas hispánicas, la muda que la joven con la ayuda del padrino, San Pedro o San Antonio por regla general, rescata de tierra de moros o saca del fondo del mar o de otra parte, es la que por fin habla —siendo antes muda— y declara la verdad, de igual manera. El cuento alemán de Kunigunde, citado por Bolte y Polívka en II, 85-86, es semejante al de Straparola en el fin, pero al principio desarrolla el bien conocido cuento de los compañeros maravillosos, Grimm 71. El de la condesa de Aulnoy, Cabinet des Fées IV, 5-87, es también semejante, pero reúne además elementos del romance de la niña guerrera ya citado. Otras versiones están en BoltePolívka arriba mencionados. De tipo bastante diferente, pero sin duda indirectamente relacionado con nuestro tema general, es la curiosa versión francesa de la mujer infiel que se arrepiente y se va a un monasterio disfrazada de monje, Miracles XVIII. Una joven, por equivocación, la acusa de ser el padre de su hijo. Nada niega, pero cuando muere se sabe que es mujer.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
147. El anillo de la princesa BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia 189; Cabal CTA 142-147; Espinosa, Castilla 126.—Españolas de América: Espinosa SFNM 28, 29; Rael 158, 159, 160; JAFL XLV, 345-347; Wheeler 127.— Portuguesas: Caróchinha 16; Coelho 17; ConsiglieriPedroso FLS 30.—Portuguesa de las islas de Cabo Verde: Parsons, Cape Verde 86.—Portuguesa de Brasil: Pimentel 329-333.—Italianas: JREL VII, 390-391; Pentamerone III, 5; Schneller 44 (Tirol).—Francesa: Sébillot 111, 18.—Francesas del Canadá: JAFL LIII, 93-95; MBarbeau 64.—Francesa de Misuri: 31.—Vascuence: Webster 94-100.—Alemanas: Haltrich 21; ZFDM I, 338-341.—Noruega: Aarne 25.— Inglesa: Jacobs 1, 83-95.—Escocesa: Campbell II, 44.— Irlandesa: Kennedy, Fireside Stories 95-98.—Finlandesas: Aarne 3-22 (análisis de ochenta versiones).—Laponas: Aarne 22-23 (tres versiones).—Eslavas: Aarne 27-33 (análisis de treinta versiones); Archiv SP V, 26-27, 38-40; Coxwell 642643; Dähnhardt IV, 150-153; Krauss II, 84; Leskien-Brugman 460-464; Tille 268-270; Wratislaw 54.—Húngaras: Klimo 142-147, 297-304; RTP XII, 468-470.—Gitana: Groome 218-220.—Griegas: Archiv FLG XII, 144-148 (albanesa); Dozon 64-76, 219-221; Hahn 1, 9.—Turcas: Aarne 23-25 (seis versiones); Radloff IV, 162-164.—Armenia: Macler 5764.—Árabes: Burton XI, 480-481; Chauvin V, 68-70; Mil y una noches IV, 5-108 (cuento de Aladín y su lámpara maravillosa); Weil III, 62-150.—Berberisca: Basset 29.— Indias: Bompas 22; FLJ VII, 307-309; JAS Bengal XXXIV, 225-228; Knowles 20-28; Panchatantra I, 219, 267.— Indias de Norteamérica: JAFL XXVI, 229-234.—Indias de Sudamérica: Augusta 89-100; ZVFV XVI, 159-160.— Chinas: Dähnhardt IV, 153-159 (Corea).—Japonesa: FLJ VI, 15-16.—Filipinas: Fansler 10, y variantes en páginas 81-85, 87-89; JAFL XX, 98-100.—Clasificación y estudios especiales: Aarne 1-82; Aarne, Estnische Märchen 560; Aarne-Thompson 560; Boggs 560; Bolte-Polívka II, 451458; Chauvin V, 68-70, VIII, 147-148; Clouston I, 330335; Cosquin I, x-xii; Dähnhardt IV, 147-160; Halliday 81; Köhler I, 63, 437, 440-441; MacCulloch 201-202; Thompson ENAI 397-399; ZVFV IX, 86; B548.1, D840, D861.4, D861.5, D882, D882.1, D2120, D2121, H1132.1, K431. Nuestro cuento soriano es una versión fragmentaria y muy incompleta del bien conocido cuento del anillo mágico, Aarne-Thompson 560, Grimm 104a, Chauvin VIII, 147-148, etc. La forma general del cuento trata de un héroe que recibe un objeto maravilloso, un anillo por regla
general, por medio del cual hace un hermoso palacio y se casa con una princesa. Le roban el anillo y algunas veces a la princesa, y ayudado por unos animales agradecidos recobra su anillo y todo. El distinguido folklorista Antti Aarne en su obra Vergleichende Märchenforschungen, 1-82, ha estudiado a fondo los orígenes y la difusión de nuestro cuento. Según Aarne, el cuento es de origen oriental. Existe en forma muy semejante a la forma europea en Las Mil y una noches y otros libros orientales antiguos y modernos de India, Persia y Arabia, empezando con el célebre cuento de Aladino y su lámpara maravillosa, Mil y una noches IV, 5-108, y otras versiones mucho más semejantes a las versiones occidentales. Véase para todo esto Chauvin V, 68-69, y VIII, 147-148, arriba citado, y, sobre todo, Aarne 61-82. En vista del estudio de Aarne, hecho con tan grande abundancia de materiales, y en vista de que las versiones hispánicas que se han encontrado de este cuento san tan pocas, me limitaré a un estudio muy breve de este cuento dando primero la forma general del cuento europeo, la forma fundamental que establece Aarne, y, finalmente, analizando las versiones hispánicas. La forma general, oriental y occidental del cuento es muy complicada. Unas y otras versiones incluyen los siguientes elementos fundamentales, según el análisis de Aarne-Thompson 560. A. El héroe recibe un anillo mágico, con la ayuda del cual hace todo lo que quiere. Recibe el anillo de un hombre o de unos animales agradecidos; en algunas versiones de otra manera. B. Con la ayuda del anillo mágico hace un castillo maravilloso y se casa con la hija de un rey vecino. C. Le roban al héroe su anillo maravilloso. En algunas versiones se lo roba la princesa misma, su mujer, en otras un rival u otro personaje que le quiere robar anillo y mujer. El castillo y la princesa son transportados a un país lejano por el ladrón que ha robado el anillo. D. Ayudado por los animales agradecidos, generalmente un gato y un perro que pasan a nado a la isla lejana ayudados por un ratón, el héroe recobra su anillo mágico, y después su mujer, castillo y todo. La forma original, primitiva y fundamental establecida por Aarne, página 56, es da siguiente: Un pobre joven compra con el poco dinero que tiene un perro y un gato, a los cuales iban a matar sus amos. Los dos animales le siguen. Poco después se encuentra con una culebra que está en peligro de morir y la salva. Le lleva ésta a su casa, donde el padre le entrega al joven una piedra maravillosa con la cual puede conseguir todo lo que quiere. Pide primero riquezas y un hermoso castillo. Se casa después con una princesa vecina. Un envidioso le roba la piedra
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
mágica y con ella le roba su mujer y su castillo, y se los lleva a un país lejano. El perro y el gato se ponen en marcha para buscar la piedra robada, pasan el mar, y descubren que el ladrón guarda la piedra en la boca cuando duerme. El gato coge un ratón y le amenaza si no le trae la piedra. El ratón va de noche y toca los labios del ladrón con su cola. El ladrón abre la boca y echa la piedra al suelo, y se la lleva el ratón al gato. El perro y el gato se ponen en marcha para encontrar a su amo, pero al pasar el mar se les cae el anillo en el agua y un pez se lo traga. Tienen suerte y encuentran el pez y otra vez se hallan en posesión del anillo. Por fin le entregan el anillo a su amo y éste recobra su mujer, su castillo y todo. Según Aarne, las versiones más fieles a la forma primitiva y fundamental son las orientales antiguas y modernas. En Occidente las mejores versiones se hallan en Rusia, Finlandia y en los países balcánicos. Sin embargo, hay algunas versiones hispánicas muy fieles a la forma primitiva establecida por Aarne, como veremos más adelante. Nuestras versiones hispánicas, a pesar de que algunas de ellas son bastante fieles a la forma primitiva establecida por Aarne y a la forma general occidental, son fragmentarias y se hallan mezcladas con otros cuentos. Nuestra versión 147 es muy fragmentaria. Faltan por completo los detalles de la construcción del palacio y del matrimonio del héroe con la princesa. El principio está confundido con una forma del cuento de Juan Tonto, Cuentos 181-191. Hay, además, confusión en la idea fundamental. El joven, ayudado por los animales agradecidos, no recibe objeto maravilloso de nadie. Le acusan de haber robado el anillo de cierta princesa y lo meten en la cárcel. Sus perros le ayudan, pasan el mar para conseguir el anillo de la manera que hallamos en la forma primitiva, se lo entregan a su amo y así sale de la cárcel. El cambio de los animales agradecidos en ángeles cuando el amo entra en una iglesia, coge agua bendita y se persigna y luego persigna a los animales, es un elemento nuevo, desarrollado tal vez por la analogía de detalles semejantes de muertos agradecidos que vienen al mundo a favorecer a sus protectores o a hacer algún bien para salir de las penas del Purgatorio. Véase Cuentos 140, 141, 142, 143, 157, particularmente 143 y 157, donde se declara al fin del cuento que los dos perros que le han ayudado al héroe en sus aventuras son dos almas en pena. Las versiones hispánicas de este cuento que yo he podido examinar son dieciséis. Cuatro versiones españolas peninsulares: Ampudia 189; Cabal CTA 142-147; Espinosa, Castilla 126; nuestra versión 147. Siete versiones hispanoamericanas: Espinosa SFNM 28, 29; JAFL XLV, 345-347; Rael 158, 159, 160; Wheeler 127.
Cinco versiones portuguesas: Caróchinha 16; Coelho 17; Consiglieri-Pedroso FLS 30; Parsons, Cape Verde 86; Pimentel 329-333. La versión asturiana de Ampudia 189 empieza como Cuentos 35, con el principio del cuento de Juan Fuerte, Aarne-Thompson 650. Después una señora le regala al héroe un anillo maravilloso, y entonces el rey vecino le impone varias tareas, como en Cuentos 122-125. Con la ayuda de su maravilloso anillo cumple con todas las tareas. Se casa entonces con la princesa y se escapa con ella. Fuera de los detalles del anillo mágico en el cumplir las tareas, faltan los motivos fundamentales del cuento. Termina el cuento como Cuentos 35, con el célebre cuento del muñeco de brea. Véase mi estudio de este cuento. Como versión del cuento del anillo mágico, la versión asturiana de Ampudia es muy fragmentaria. La otra versión asturiana, la de Cabal CTA 142-147, es en parte una versión del cuento de Juan el Oso, Cuentos 133-135. La tercera princesa rescatada le da al héroe un anillo, mediante el cual hace lo que desea. Se casa con la princesa. Faltan todos los otros elementos fundamentales del cuento. Las versiones portuguesas de Caróchinha 16 y Coelho 17, son muy semejantes a la forma occidental del tipo de Grimm 104a, pero son también fragmentarias. Un joven recibe de su padre una caja mágica en la cual vive un negrito que hace todo lo que el poseedor desea. Su hermano se la roba y, ayudado por un perro y un gato, recobra su tesoro. Las versiones hispanoamericanas son muy fieles a la forma general de Europa establecida por Aarne, pero se diferencian de ella en algunos detalles. En la mayoría de ellas el héroe recibe de un hombre o ser sobrenatural no un anillo mágico, sino un espejo mágico. La transportación a través del mar del objeto mágico robado, juntamente con la princesa, falta en algunas. Hay también mezcla de otros cuentos, pero no tanta como en las versiones españolas peninsulares. Algunas de las mejores versiones hispánicas, de las más fieles a la forma general de Europa, son las siguientes: las tres versiones nuevomexicanas de Rael 158, 159, 160 (pero con las diferencias ya indicadas); la versión mejicana de Wheeler 127; y la versión portuguesa de ConsiglieriPedroso FLS 30. Si omitimos los detalles insignificantes, los elementos fundamentales del tipo establecido por Aarne para Europa en general se hallan en quince de las dieciséis versiones con la siguiente frecuencia. Admitimos en esta cuenta aun las versiones fragmentarias de Ampudia 189 y Cabal CTA 142-147. La de Cabal apenas tiene elemento B.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Elemento A, 13 versiones, o sea 81%. Elemento B, 12 versiones, o sea 75%. Elemento C, 13 versiones, o sea 81%. Elemento D, 12 versiones, o sea 75%. La interesante versión medieval del Pentamerone III, 5, y otras versiones occidentales literarias han sido estudiadas ya por Aarne. Véase también Bolte-Polívka II, 454, 458, Halliday 81 y Clouston I, 330-335.
148. Los siete cuervos BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia 188; BTPE X, 145-156; Curiel Merchán 234-235; Espinosa, Castilla 115.—Españolas de América: Andrade 178, 179; Arellano 75; Mason-Espinosa PRF III, 7 (seis versiones).—Catalanas: Alcocer I, 133-145.—Italianas: Andrews 19, 62; Archivio XIX, 194-196; Coronedi-Berti 19; Nino III, 7; Pentamerone IV, 8; Propugnatore IX, 2, 257-261.—Corsa: Ortoli 31-39.—Francesa del Canadá: Lambert-Lanctot 93.—Francesa de Luisiana: Fortier 23.— Bretonas: Luzel III, 167-177; Mélusine I, 419-423; Sébillot I, 26.—Vascuence: Webster 187-191.—Latina: Historia septem sapientum II, Oesterley 73-79.—Alemanas: Grimm 9, 25, 49; Haltrich 43; Kuhn 10; Lemke II, 166-171, 185188; Meier 49; Peter II, 169-172; ZFDM I, 310-315.— Danesa: Andersen I, 173-194.—Islandesa: Rittershaus 14.— Noruegas: Dasent 124-129, 136-141.—Irlandesas: Kennedy, Fireside Stories 14-19; Larminie 179-187.—Eslavas: Krauss I, 45; Schleicher 35-37.—Griegas: Hahn II, 96.—Árabes: Rivière 45-49 (Cabilia).—Berberisca: Basset 35.—Africanas: Frobenius III, 34, 35.—Clasificación y estudios especiales: Aarne, Estnische Märchen 451; Aarne-Thompson 451; Boggs 451; Bolte-Polívka I, 70-75, 227-234, 477-434; Chauvin VIII, 206-208; Erk-Böhme I, 22, 26, 28; Germania I, 418-440; Loiseleur Deslongchamps 86-87, 138-144; Romania II, 490; XIX, 314-340, XXI, 62-67, XXIII, 445449, XXVIII, 421-426, XXX, 404-409, XXXIV, 206-214; ZFDA XXXVIII, 272-288, XLII, 1-53; ZRPh XXI, 176191, XXV, 1-44; Thompson C401, D151.4, D151.5, D515, D758, D782, D783, H1232, S77, S31, T595, K2116. Véase también la bibliografía de Cuentos 119. Nuestro cuento soriano es una preciosa versión del cuento de la joven que se va en busca de sus hermanos encantados y logra desencantarlos después de diversas aventuras. El cuento se halla en tipos muy diferentes entre sí, pero todos ellos, al parecer, relacionados. Hay dos grupos generales, el grupo que incluye el cuento de Los siete infantes, Cuentos
119, y el antiguo cuento oriental y occidental de Los niños cisnes con él relacionado, y el grupo que incluye los diversos cuentos de los hermanos convertidos en cuervos u otros animales y a quienes su hermanita desencanta después de diferentes aventuras. El grupo primero de estos cuentos lo hemos estudiado ya en nuestro estudio de Cuentos 119. Contiene, como ya queda dicho, elementos de distintas leyendas, y tradiciones primitivas: el parto monstruoso que hallamos en la leyenda de Los siete infantes de Lara; el episodio de las señales especiales de los niños, elementos que se hallan en muchos cuentos de la niña perseguida; la persecución por la suegra o hermanas envidiosas, y la sustitución de animales por los niños que da a luz; y, por fin, en algunas de sus formas más perfectas, cuentos tan bien desarrollados como el de Straparola IV, 3, y el de Los niños cisnes de Dolopathos y otras fuentes occidentales de la Edad Media, como la versión de La gran conquista de Ultramar. Pero esos mismos elementos los hallamos también en algunas versiones de los cuentos del segundo grupo, en los cuales encontramos también suegras y hermanas perseguidoras, hermanos convertidos en cuervos y otros animales, niñas perseguidas, etc. Examinado ya en detalle el grupo primero al estudiar Cuentos 119, y establecidas sus fuentes primitivas, volvamos ahora nuestra atención al segundo grupo, el grupo al cual pertenece nuestra versión soriana 148. En el catálogo general de cuentos de Aarne-Thompson, Tipo 451, se ha trazado una forma general de los diversos tipos de este grupo de la manera siguiente: A. Los hermanos y su hermana. Siete (o doce) hermanos huyen de la casa paterna porque sus padres les han amenazado con la muerte cuando nace una hermanita, o sencillamente por miedo del padre o de la madrastra. B. Cambio de los hermanos en cuervos. Por maldición del padre o de la madre, o porque la hermana coge siete (o doce) flores de un jardín encantado, los hermanos son convertidos en cuervos, cisnes u otros animales. C. Las aventuras de la hermanita. La hermanita se marcha en busca de sus hermanos, pidiendo informes del sol, luna, estrellas, etc., y los halla por fin en un palacio o montaña de cristal. Al hallarlos, recobran su forma humana. En algunas versiones la hermana, para desencantarlos, tiene que permanecer muda siete años (cuando el cuento contiene elemento D). D. La esposa calumniada. Un rey encuentra a la joven muda y se casa con ella. La suegra envidiosa le roba los hijos al nacer y la acusa de haberlos matado o sustituye por ellos sendos animales, como en muchas versiones de los cuentos de La niña perseguida, Cuentos 99-109, el ya citado de Los siete infantes, Cuentos 119, etc.
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
E. El desencanto. Cuando el cuento contiene elemento C, el desencanto de los hermanos ocurre cuando terminado el tiempo de siete años que ha de permanecer muda, la joven declara la verdad y los cuervos que vienen en su ayuda se convierten en hermosos jóvenes. Faltan en esta forma general algunos detalles de algunas versiones bien conocidas: En A hay que incluir el motivo de la versión de Grimm 25 y de la mayoría de las versiones españolas, que los hermanos son convertidos en cuervos cuando, yendo por agua para bautizar a la niña, se pelean y rompen el cántaro, y el padre los maldice, deseando que se vuelvan cuervos. Y, por fin, cabría incluir también los detalles de algunas versiones del tipo de Ampudia 188, en las cuales hay al fin del cuento un segundo encantamiento, los hermanos convertidos en bueyes u otros animales. Véase también Cuentos 114. Los tipos más bien conocidos de nuestro grupo segundo son los siguientes: Tipo I. El tipo de Grimm 9. Un padre amenaza con la muerte a sus doce hijos si su mujer da a luz una hija. Se van de la casa y la madre les pone una seña para que sepan que ha dado a luz una hija. Los hermanos se marchan por el mundo y llegan a una casa vacía, donde se quedan. La hermanita ve un día las mortajas que el padre había preparado, y, enterada de todo, se va en busca de sus hermanos. Los halla y ellos la reconocen por una estrella que tiene en la frente. Se queda con ellos, y un día, al pasearse por el jardín, coge doce lirios y al momento sus hermanos quedan convertidos en cuervos. Se le aparece una vieja que le dice que para desencantarlos tiene que permanecer muda por siete años. Un rey la halla y se casa con ella. Como no habla, nadie en la corte la quiere y por fin el rey ordena que se le dé muerte. Se cumplen los siete años, se presentan los doce cuervos y se convierten en jóvenes, la joven habla y todo se aclara. A este tipo pertenecen las siguientes versiones de nuestra bibliografía: Andrade 178; Alcover I, 133-145 (las únicas hispánicas que yo conozco de este tipo); Andrews 19; Ortoli 3-39; Pentamerone IV, 8; Sébillot I, 26; Mélusine I, 419423; Lemke II, 185-188; Dasent 124-129; Rittershaus 14; Hahn II, 96; Rivière 45-49. Tipo IA. Muy semejante al Tipo I. El padre maldice a sus hijos porque cuando vuelven de la escuela todos piden pan a un tiempo: —Parecéis cuervos hambrientos. ¡Ojalá os volvierais cuervos!— les dice el padre, y todos se vuelven cuervos.
Un enanito, también encantado, le aconseja a la hermanita que permanezca muda por siete años. En los demás detalles el cuento es idéntico al Tipo I. Pertenece a este tipo la versión castellana de Espinosa, Castilla 115. Tipo II. El tipo de Grimm 49, semejante al de Los niños cisnes de Dolopathos, al de La gran conquista de Ultramar, etc., Cuentos 119. Un rey viudo va de caza y halla a una bruja que le lleva a su casa y le presenta a su hijo. Se casa el rey con ella y esconde en un palacio apartado a los siete hijos de su primera mujer, seis hijos y una hija. La madrastra los halla y les echa encima seis camisas y los convierte en cisnes. La hermanita se escapa. Para desencantarlos tiene que permanecer muda seis años. Se casa con ella un rey, como en el Tipo I. Tres niños que da a luz, la madrastra le roba y le acusa de haberlos matado. El rey ordena la muerte, pero se cumplen los seis años, habla, llegan los cisnes y se convierten en hombres, y todo queda aclarado. De este tipo no conozco versiones hispánicas. Las que más se acercan son la antigua de La gran conquista de Ultramar y la moderna de Ampudia 188. Pertenecen a este tipo las siguientes versiones de nuestra bibliografía: Archivio XIX, 194-196; Propugnatore IX, 2, 257-261; Lemke II, I71-180, III, 167-177; Luzel III, 167-177. Tipo III. El tipo de Grimm 25. Un matrimonio tiene siete hijos. Nace una niña y el padre envía a los hijos por agua para bautizarla. Los hermanos se pelean y rompen el cántaro y no vuelven. Cansado de esperarlos, el padre los maldice, deseando que se conviertan en cuervos. Se van volando en forma de cuervos. La hermanita crece y sabe lo que ha ocurrido y se va en busca de sus hermanos. Pide informes del sol, luna y estrellas, y la estrella de la mañana le dice que se hallan en la montaña de cristal y le da un hueso para abrir la puerta. Pierde el hueso y para abrir la puerta se corta un dedo. Un duende abre la puerta. Entra y echa un anillo en la copa de uno de sus hermanos. Cuando llegan, el hermano mayor halla el anillo, lo reconoce y declara que si la hermanita se presentara se desencantarían. Se presenta ella y se desencantan. A este tipo pertenece nuestra versión 148. Es una versión idéntica a la de Grimm en casi todos los detalles. Hay sólo tres detalles que no son comunes a las dos versiones. En la versión de Grimm, como en otras de carácter muy distinto, la hermanita pide informes del sol, luna y estrellas. Este detalle falta por completo en nuestra versión 148. En Grimm la estrella de la mañana le dice a la hermanita dónde se hallan sus hermanos y le da el hueso para que abra la puerta, mientras que en nuestra versión soriana un
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
ángel desempeña este papel. En nuestra versión 148, por último, el desencanto de los hermanos se realiza cuando la hermanita les da a cada uno un beso, y no sólo al hallarlos, como en la versión alemana. Pertenecen a este tipo la mayoría de las versiones de nuestra bibliografía no citadas arriba para los Tipos I y II. De las quince versiones hispánicas que citamos en la bibliografía siete pertenecen a este tipo. Examinemos ahora estas versiones. Al Tipo I pertenecen dos versiones hispánicas: la dominicana de Andrade 178 y la mallorquina de Alcover I, 133-145. Al Tipo IA pertenece la versión castellana de Espinosa, Castilla 115, como ya queda dicho. La versión extremeña de Curiel Merchán 234-235 lleva elemento A del Tipo I; no hay encanto ni desencanto, y los hermanitos vuelven cuando su hermana los encuentra. Al Tipo II no pertenece definitivamente ninguna versión hispánica. La versión asturiana de Ampudia 188 y la andaluza de BTPE X, 145-156 son semejantes sólo en algunos detalles. No se trata ahora de las versiones de Los siete infantes, Cuentos 119, semejantes a las de este tipo. Al Tipo III pertenecen, como ya queda dicho, siete de las versiones hispánicas citadas en la bibliografía y nuestra 148, total ocho, todas españolas, la soriana nuestra, una dominicana y las seis restantes de Puerto Rico: Cuentos 148; Andrade 179; Mason-Espinosa PRF III, 7 (seis versiones). Estas ocho versiones españolas son tan semejantes entre sí que no vale la pena examinar todos los detalles. Todas conservan con notable fidelidad una forma fundamentalmente idéntica a nuestra versión soriana 148. Sólo una de estas versiones, versión 7e de Puerto Rico, es algo diferente, por fragmentaria. La versión de Arellano 75 no pertenece a ninguno de los tres tipos. Es fragmentaria y tiene elementos de II y III.
149. El tonto lagañoso, magañoso BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia 5; Curiel Merchán 57-62, 144-147, 237-238; Espinosa, Castilla 127, 129; FCaballero 2, 46-49.— Españolas de América: Andrade 140, 141, 142, 143; Espinosa SFNM 38, 49; Mason-Espinosa PRF III, 211, 21p, 21q, 21r; Rael 216, 217, 218, 219; Montenegro 131-139; Wheeler 42, 128, 129, 131, 132, 182.— Portuguesas: Athaide Oliveira I, 11; Braga I, 49; Coelho 24.—Portuguesa de las islas de Cabo Verde: Parsons, Cape Verde I, 80.—Portuguesas de Brasil: Magalhães 304-307;
Romero 41; Santa Anna Nery 226-227.—Catalanas: Alcover III, 95-107; Maspons y Labrós III, 31-37, 58-63; Salvator 50-60, 86-95.—Italianas: Archivio I, 57-62, X, 326-328; Bolte-Polívka I, 483-484; Busk 129-141 (dos versiones); Coronedi-Berti 9; Finamore I, 30; FLR I, 204206; Gonzenbach I, 30, 31; Nerucci 34, 43, 57; Nino III, 6, 40; Pentamerone I, 1; Pitré I, 26, 28; Schneller 15.—Corsas: Ortoli 23, 24.—Francesas: Carnoy 75-81, 249-253; Cosquin I, 4, 11, II, 39, 42, 56, 59, 71; Pineau, Contes 127-130; RTP III, 19-24.—Francesas del Canadá: Lanctot 156, 158; MBarbeau 19, 43 Flamenca: Germania XIV, 84-85.—Bretonas: Luzel III, 3-22, 23-49; RTP IX, 178-179; Sébillot I, 5, 12, III, 24, 25, 26.—Vascuences: Cerquand IV, 107; Vinson 15.—Latinas: Gesta Romanorum 120; Gesta Romanorum D, 147; Wesselski 44.—Alemanas: Benz V (el cuento de Fortunato de la versión alemana de 1509); Bolte-Polívka I, 470473; Curtze 5; Grimm 36, 54, 122; Meier 22; Peter II, 158-164; Pröhle 27; Schambach-Müller 310-316; Simrock III, 49-208 (el cuento de Fortunato); ZFDM II, 446-448; Zingerle 1 (edición de 1916), 97-109, 174-184; ZVFV VIII, 415-421.—Islandesa: Rittershaus 232-238.—Noruega: Dasent 130-138.—Suecas: Aarne 97; Bolte-Polívka I, 474-476.—Holandesa: Voskskunde XIV, 234-237.—Escocesas: Campbell I, 10; Macdougall 10.—Irlandesas: Kennedy, Fireside Stories 25-30, 67-74.—Inglesa: Jacobs 1, 39.—Inglesas de América: Fauset NS 41-43; Gardner 185-187; JAFL XXX, 210-212.—Finlandesas: Aarne 85-97 (análisis de cincuenta y cinco versiones); FL V, 323.—Eslavas: Aarne 107-112 (análisis de veintiocho versiones); Archiv SP VIII, 110; Krauss I, 39; Kreutzwald 23; Schleicher 105108 (lituana).—Georgiana: Wardrop 11-15.—Húngara: Jones-Kropf 161-163.—Griegas: Hahn I, 43, 44, II, páginas 327-331; Schmidt 19.—Albanesa: Archiv FLG XII, 111-118.—Turca: ZVLG X, 65-69.—Armenia: Macler 17.—Árabes: Burton VIII, 72, 140-141; Cabinet des Fées XII, 460-496; Spitta-Bey 9.—Berberiscas: Basset 29, 102; Stumme, Tazerwalt 2.—Africanas: Dayrell 4; Frobenius X, 53; JAFL L, 73-76.—Africanas de América: JAFL XLIII, 307-309; Parsons, Andros 92.—Antillanas: Parsons, Antilles I, 50-51, 109-111, 450-451, II, 119-120, 151-153, 366-367, 441-442, 568-569.—Indias: Day 3; Frere 12; Somadeva I, 22-24.—Indias orientales: De Vries, Oost Indië II, 1-5.—Indias de Norteamérica: JAFL XXVIII, 56-58, L, 177-182.—Chinas: Chavannes 277, 468, 470, 478; Eberhard 196.—Filipinas: Fansler 2, y variante; JAFL XX, 106-107.—Clasificación y estudios especiales: Aarne 85-142; Aarne, Estnische Märchen 563, 564, 566, 569;
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
Aarne FM 566; Aarne-Thompson 563, 564, 566, 569; Boggs 563, 566; Bolte-Polívka I, 464-485; Chauvin VII, 35-39; Clouston I, 72-122; Cosquin I, 129-132, II, 8488, 185-186, 285-287, 355; FL XXII, 242-244; Lázár, Über das Fortunatus-Märchen; Parsons, Antilles III, 223; Romania XXVII, 175; RTP XIII, 413-415; Somadeva I, Notas de Tawney-Penzer 25-29; Thompson ENAI 399401; ZVFV VIII, 232-233; Thompson B102, D683.2, D812, D815.2, D861, D861.2, D861.3, D881, D881.1, D881.2, D895, D992.1, D1375, D1375.1, D1375.1.1, D1375.1.5, D1375.2, D1375.2.1, D1375.2.1.3, D1376, D1376,1, D1379, D1401.1, D1401.2, D1451, D1451.1, D1451.2, D1472, D1472.1, D1472.1.7, D1472.1.8, D1472.2, D1472.4, D1475.2, D2120, D2121. Son muy numerosos y de carácter muy diverso los cuentos en los cuales figuran los llamados objetos mágicos. No es ésta la ocasión para entrar en un estudio detallado de todos ellos, pero llamaré la atención sobre algunos de los tipos más importantes. En la mayoría de los que alguna relación tienen con nuestra versión 149, el héroe recibe de su padre, de una persona sobrenatural, o posee, sin que el cuento nos diga de qué manera, dos o tres objetos mágicos. Los que con más frecuencia figuran son: un bolso de dinero que nunca se agota; un sombrero, mantel u otro objeto que lleva al poseedor adonde quiere; un objeto, generalmente un chiflo, que provee de soldados a voluntad; un mantel que provee comida; una cachiporra que da palos; y un saco que recoge y encierra todo lo que el poseedor quiere. En algunos de los tipos más bien conocidos el héroe pierde por engaño uno o dos de los objetos, y logra recobrarlos mediante el objeto tercero, la cachiporra que da palos, generalmente. En otros el héroe pierde por engaño los tres objetos y los recobra por medio de frutas mágicas. Los tipos más importantes son los siguientes: Tipo I. Los tres objetos mágicos y las frutas maravillosas, Aarne 85-142, Aarne-Thompson 566, Bolte-Polívka I, 470473. A. Los objetos mágicos. Un hombre, generalmente el hermano menor, recibe de un ser sobrenatural tres objetos mágicos: un bolso de dinero que nunca se agota o un mantel que provee comida, un gorro u otro objeto que lleva al poseedor adonde quiere, y un chiflo que le provee de soldados. A1. Tres hombres, generalmente tres hermanos o tres soldados, reciben cada uno un objeto mágico. B. La pérdida de los objetos mágicos. El héroe pierde, o los tres hombres pierden, los tres objetos, uno por uno. Se los gana una princesa jugando a los naipes o se los quita
un rey u otra persona por engaño. En algunas versiones el rey promete al héroe su hija en matrimonio por los objetos mágicos, y cuando ya posee los objetos no cumple su promesa. C. Las frutas mágicas. Se marcha el héroe por el mundo y por casualidad halla una fruta, manzana, higo u otra fruta, come y le salen cuernos (le sale cola, se pone leproso, etc.). Poco después halla otra fruta que, al comerla, quita los cuernos. D. El héroe recobra los objetos mágicos. Vuelve el héroe a la corte y vende frutas a la princesa. Come ella de la que hace salir cuernos y le salen cuernos. Disfrazado de médico, el héroe promete curar a la princesa si le devuelven los objetos mágicos. Entonces le da a la princesa de la fruta que quita los cuernos, come ella y pierde los cuernos inmediatamente, y el héroe recibe sus objetos. En algunas versiones gana también la mano de la princesa. Versiones hay también en las cuales el rey, la reina y otros de la corte comen la fruta que hace salir cuernos, y el héroe cura a éstos también. Pertenece a este tipo nuestra versión 149, como más adelante decirnos. Tipo II. La mesa, el asno y la cachiporra, AarneThompson 563, Grimm 36. A. Los tres objetos mágicos. Un pobre hombre recibe tres objetos mágicos: una mesa o saco que provee comida; un asno que caga oro; y una cachiporra que da palos. B. Pérdida de los objetos mágicos. Un ventero, un hermano del héroe, o un hombre cualquiera, roba los dos primeros objetos. C. El héroe recobra sus objetos robados. Por medio de la cachiporra el héroe le da al ladrón una buena paliza y le obliga a devolverle los objetos robados. Tipo III. El bolso de dinero que no se agota y el diablillo escondido en el saco, Aarne-Thompson 564. Es un tipo muy semejante al Tipo II, pero hay sólo dos objetos mágicos. Robado el primero, el héroe lo recobra cuando hace salir del saco al diablillo para que le dé al ladrón una buena paliza. Tipo IV. El saco, el sombrero y el chiflo, AarneThompson 569, Grimm 54. El menor de tres hermanos halla un objeto mágico, lo cambia por otro, y por medio del segundo se posesiona otra vez del primero. Tipo V. Los cuatro hermanos listos, Aarne-Thompson 653, Grimm 129, Cuentos 150.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
A. El padre pone a prueba las habilidades de sus cuatro hijos que han salido de la casa paterna a aprender cada uno su oficio. El astrónomo ve cuántos huevos hay en un nido que está arriba de un árbol; el ladrón roba los huevos; el cazador les da a todos de un solo tiro de escopeta, aunque están derramados sobre la mesa; y el sastre los arregla y los devuelven al nido. B. El rescate de la princesa. Un rey ofrece en matrimonio a su hija que ha sido robada al valiente que la rescate. El astrónomo la ve en una peña en un mar lejano; el ladrón la roba; el cazador mata al dragón que la guarda; y el sastre arregla las partes rotas de la barquilla en la cual navegan para volver a su patria. C. La recompensa. Cada uno de los cuatro hermanos quiere casarse con la princesa rescatada. Van a dividirla y así se descubre el verdadero amante, o se da a los dos mayores la mitad del reino, casándose la princesa con el menor. Los objetos mágicos sirven también para salvar la vida de la novia enferma en versiones parecidas a nuestra versión 150. Véase nuestro estudio de este cuento. Tipo VI. La silla, la higuera y el saco, Aarne-Thompson 330. Jesús concede a un hombre tres deseos y escoge éste tres objetos mágicos: una silla que haga pegarse a ella a quien en ella se siente; una higuera que haga quedarse en ella a quien a ella suba; y un saco que coja y encierre en él a quien el poseedor quiera. Hay dos formas algo diferentes de este tipo que examinamos en detalle en el estudio de nuestro cuento 168, que a este tipo pertenece. Tipo VII. El pastor de conejos y la flauta mágica, AarneThompson 570. Véase Cuentos 6, 7, 12, 178. Tipo VIII. El anillo mágico, Aarne-Thompson 560. Véase Cuentos 148. De todos estos tipos el único que ahora nos interesa es el Tipo I, al cual pertenece nuestra versión 149. Conozco sólo doce versiones hispánicas que pertenecen a este tipo: Cuento 149; las dos extremeñas de Curiel Merchán 57-62, 144-147; la asturiana de Ampudia 5; la chilena de Montenegro 131-139; las cuatro versiones mejicanas de Wheeler 128, 129, 131, 132; la portuguesa de Parsons, Cape Verde I, 80, y las dos mallorquinas de Maspons y Labrós III, 58-63 y Salvator 30-60. Nuestra versión montañesa 149 es bastante fiel al Tipo I, pero hay algunas diferencias notables. Los que vuelven con bolsos mágicos son los dos hermanos mayores, pero de nada les sirven. El hermano menor no dice nada de los objetos mágicos que ha obtenido, y sabemos que los posee cuando
se los enseña al rey. Son un mantel que provee comida y un sombrero que hace salir de cualquier sitio a quien quiere el amo. El sombrero tiene la misma virtud que la cachiporra del Tipo I. La versión termina muy fiel al tipo. El rey roba los objetos mágicos del joven, y para casarse con la princesa y recobrar sus objetos mágicos, se vale el joven de las frutas maravillosas que ponen y quitan cuernos, etc. Las dos versiones extremeñas de Curiel Merchán 5762 y 144-147 son versiones casi perfectas del Tipo I, pero llevan el extraordinario episodio del viaje del héroe a Roma subido en su manta mágica, uno de los objetos que obtiene por engaño. Cuando llega a Roma descubre que es hermano del Santo Padre y éste es quien le envía al palacio del rey para que se case con la princesa. Terminan las dos versiones muy fieles al Tipo I. La versión asturiana de Ampudia empieza como el cuento de Juan sin miedo, Cuentos 136-138. El héroe obtiene tres objetos mágicos de un aparecido: una cinta de dinero que no se agota; una espada con la cual vencerá siempre; y una colcha que lleva al poseedor a todas partes. Regala los objetos a un rey por casarse con su hija. No cumple el rey su promesa; tenemos el episodio de las frutas maravillosas y el fin usual del Tipo I. Las cuatro versiones mejicanas son casi idénticas y nos relatan el cuento siguiente: Un pobre tonto llega a la corte de un rey que ha prometido su hija a quien la sane de cierta enfermedad. Por medio de un zapote mágico que le da una viejecita agradecida, el joven cura a la princesa. En una de las versiones el tonto le muestra al rey dos objetos mágicos, una servilleta proveedora de comida y un palo que da palos. No quiere el rey cumplir su promesa, roba los objetos mágicos y echa al tonto del palacio. Después el rey, la reina y otros cortesanos comen del zapote mágico y a todos les salen colas. Se presenta el joven provisto de otro zapote mágico que la da la misma viejecita agradecida de antes, y que al comerlo, quita las colas. Termina el cuento de la misma manera que terminan las mejores versiones del Tipo I. En versión 132 el joven casualmente oye a unos diablos decir cómo han hecho crecer cuernos en la cabeza del rey y cómo se pueden quitar. Así puede quitarle al rey los cuernos. La versión catalana de Maspons y Labrós III, 58-63 es una de las mejores versiones hispánicas del Tipo I. Los objetos son el bolso de dinero que nunca se agota, la silla del Tipo VI y el chiflo. Los roba el rey, cuya hija el héroe pretende y termina el cuento de la manera usual con los incidentes de las frutas maravillosas, los higos que ponen y quitan cuernos, como en nuestra versión 149.
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
Las tres versiones restantes, Montenegro 131-139, Parsons, Cape Verde I, 80 y Salvator 50-60, son muy semejantes al Tipo I que empieza con elemento A1. Todas contienen después elementos B, C y D o variantes de ellos. Las tres versiones, chilena, portuguesa de las islas de Cabo Verde y mallorquina, son muy semejantes a la alemana de BoltePolívka I, 470-473. Con un número tan reducido de versiones hispánicas no es posible hacer un estudio del cuento en la tradición hispánica. Las otras versiones hispánicas que noto en la bibliografía pertenecen a los otros tipos arriba citados, exceptuando aquellos que han sido tratados aparte, como los Tipos V, VI, VII, VIII. Al Tipo II, Aarne-Thompson 653, pertenecen las siguientes versiones hispánicas: Andrade 141, 142, 143; Curiel Merchán 237-238; Espinosa, Castilla 127; Espinosa SFNM 39; Mason-Espinosa PRF III, 21r; Rael 217, 218, 219 (en parte); Wheeler 42, 182; Athaide Oliveira I, 11; Braga I, 49; Coelho 24; Magalhães 304-307. Alcover III, 95-107; Salvator 86-95. El cuento del Pájaro proveedor de oro, Aarne-Thompson 567, del cual conozco sólo una versión hispánica, la andaluza de BTEP X, 288299, lleva el elemento de los higos que cambian en asno al que los come. El señor Antti Aarne, que ha publicado tal vez el mejor estudio comparativo del cuento del anillo mágico, Cuentos 148, su ya citado trabajo Das Märchen vom Zauberring, en Märchenforschung 1-82, ha publicado en esta misma obra uno de los mejores estudios que se han hecho sobre nuestro cuento 149, Die drei Zaubergegenstände und die wunderbaren Früchte, 85-142. La única falta notable que hallamos en este trabajo es el haber tratado de llegar a conclusiones definitivas sobre las formas primitivas y fundamentales del cuento, estudiando principalmente versiones modernas del Norte y Nordeste de Europa. Véase la reseña de la obra por Ganter en FL XXII 242-244. Los orígenes del cuento han sido estudiados por Aarne, Cosquin I, 123-132, Bolte-Polívka 1, 482-485 y por Lázár 22-51. La versión occidental más antigua de que tenemos noticia es la bien conocida de la Gesta Romanorum 120. Doy un breve resumen: El rey Darío, al morir, deja su reino y sus riquezas a sus los hijos mayores, y al hijo menor le deja tres objetos mágicos: una sortija de oro que le sirve para hacerse amar por quien él quiera; una gargantilla mediante la cual puede posesionarse de todo lo que quiera; y un mantel que le lleva a todas partes, a voluntad. Una ramera se hace muy amiga de él y le quita los dos primeros objetos por engaño y dice que los ha perdido. Por medio de su mantel el héroe se lleva a la ramera a un
desierto, pero un día se duerme y ella se hace llevar a su casa con el mantel. Se va el pobre por el mundo y pasa por un río cuya agua le separa le carne de los huesos. Lleva un poco de esta agua consigo. Come entonces de unas frutas que le ponen leproso. Lleva consigo un poco de esta fruta. Pasa después por otro río y su carne se une a sus huesos, come de otras frutas y sana de su lepra. De esta agua y de esta fruta lleva también un poco consigo. Llega entonces a la corte de un rey leproso y le sana. Se va para su patria y halla a la ramera enferma. Dice que la sana si ella le confiesa todos sus pecados. Confiesa ella el robo de los tres objetos mágicos y los devuelve a su dueño. Le da entonces del agua que separa la carne de los huesos y de la fruta que da la lepra, y muere en tormentos terribles. La relación de esta versión del siglo XIII con nuestra versión 149 y todas las demás del Tipo I es evidente. Contiene, como la mayoría de las versiones de este tipo, los cuatro motivos fundamentales del cuento: la presencia de los objetos mágicos (uno de ellos tiene la misma virtud en todos los cuentos), la pérdida de los objetos por engaño, las frutas mágicas y el episodio de cómo el héroe recobra los objetos perdidos. Los detalles, claro es, son muy diferentes. Después florece la tradición otra vez en Occidente a principios del siglo XVI en la obra alemana de 1509, Fortunatus. Esta versión, que después se halla en otras partes de Europa, es ya un largo cuento novelesco. Véase Benz V, y Simrock III, 49-208. Doy un resumen brevísimo: Fortunato recibe de Fortuna un bolso de dinero que nunca se agota. Viaja por todas partes gastando dinero a maravilla y en El Cairo le roba al sultán un sombrero mágico, que le lleva adonde quiere. Al morir, deja a su hijo Andolosia su bolso mágico y a su hijo Ampedo el sombrero robado. Andolosia se enamora de Agripina, la hija del rey de Inglaterra, y ésta, por engaño, le quita el bolso mágico. Pide entonces el sombrero mágico a su hermano y se transporta con la princesa a Irlanda. Va a coger manzanas de un árbol y Agripina se va con el sombrero y le deja abandonado. Come manzanas del árbol y le salen cuernos. Aconsejado por un ermitaño, come manzanas de otro árbol y se le quitan los cuernos. Llega a la corte y vende manzanas de las que hacen crecer cuernos. Agripina las come y le salen cuernos. Después va a curar a la princesa y exige mucho dinero. Le da de las manzanas que quitan los cuernos. Para curarla completamente exige que se le dé el bolso mágico. La sana y entonces le roba el sombrero. Se la lleva a las montañas y la deja abandonada. Dos condes roban el bolso. Ampedo quema el sombrero de miedo. Muere Andolosia y el bolso pierde su virtud. Esta versión occidental del siglo XVI es todavía más semejante a las versiones modernas, con el desarrollo
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
completo del episodio de los cuernos como en nuestra versión montañesa 149 y otras del Tipo I. Las dos versiones medievales, sin embargo, son tradicionales y de origen popular. Otras versiones de la tradición de Europa de los siglos XVII, XVIII y XIX, semejantes a las de Fortunato y la versión de la Gesta Romanorum 120, están citadas en Bolte-Polívka I, 483-485. La forma definitiva de nuestro Tipo I parece ser de origen occidental. No encontramos en Oriente un tipo semejante definitivamente formado. Claro es que los objetos mágicos se hallan en muchos cuentos orientales. Los orígenes orientales de algunos elementos de nuestro cuento han sido tratados por Cosquin y por Aarne. Cosquin I, 129-132, cita algunas versiones orientales modernas, pero no son verdaderas versiones de nuestro Tipo I. Tampoco lo son las que cita Aarne en páginas 140-141, por más que figuren en ellas las frutas mágicas que ponen y quitan cuernos, dan enfermedades, etc. La versión de Somadeva I, 22-24, cuento de la princesa Patali, pertenece también a un tipo muy diferente. Tenemos en esta versión y en nuestro Tipo I sólo un elemento en común, el objeto mágico que transporta al poseedor adonde quiere. Una bibliografía bastante completa de los cuentos orientales en los cuales figuran objetos mágicos puede verse en Somadeva I, Notas de Tawney-Penzer 25-29. Algunos de los cuentos allí citados, sin embargo, no tienen relación alguna con nuestro Tipo I.
150. La cosa más rara del mundo BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia 2; Espinosa, Castilla 132; FCaballero 1, 20-22.—Españolas de América: Andrade 61; Boggs en JAFL XLII, 162-163; Espinosa SFNM 35; Rael 222, 223, 224; Wheeler 133, 134, 136.—Portuguesa de las islas de Cabo Verde: Parsons, Cape Verde 39.—Portuguesa de Brasil: Gomes 11, 17-18.—Catalana: Maspons y Labrós I, 39-41.—Italianas: Coronedi-Berti 12; Giornale Storico XVI, 256; Gonzenbach I, 45; Il Novellino 23; JREL VII, 30-36; Morlini 80; Nerucci 40; Pentamerone V, 7; Pitré I, 196-198 (dos versiones); Schneller 14, 31 (Tirol); Straparola VII, 5.—Francesas: Cosquin 42.— Francesa del Canadá: MBarbeau 6.—Bretonas: Luzel III, 312-325; Sébillot I, 8.—Flamenca: De Mont y De Cock 339-345.—Alemanas: Bolte-Polívka III, 47; Grimm 124, 129; Haltrich 42; Jahn 15; Peter II, 151-157; ZFDM I, 338; ZFDPh XXII, 113-114.—Islandesas: Arnason II, 349-366; Rittershaus 43.—Eslavas: Krauss I, 32, 33; Kreutzwald 3; Leskien 20, 66; Tille 245-255; Wratislaw 4.—Gitanas: Groome
13; ZFDPh XXII, 113-114.—Georgiana: Wardrop 16.—Magiar: Jones-Kropf 155-157.—Griegas: Dozon 4; Garnett II, 99-111; Geldart 106-125; Hahn I, 47.—Turcas: RTP XIV, 411-413.—Árabes: Mil y una noches IV, 211-265; RTP XXIII, 329-331 (Caldea); Weil III, 231-274.—Judía: Grünbaum 446-447.—Africanas: Cronise-Ward 200205; Junod 304-309; Werner A, 247-249.—Africanas de América: Beckwith 158; Parsons, Sea Islands 66.—Antillana: Parsons, Antilles II, 176-177.—Indias: FL IV, 205-206 (Beluchistán); Panchatantra V, 4; Parker 74; Somadeva VI, 179-182, 200-203, VII, 108-111; Vetalapanchavimsati 2, 5, 22.—Persas: Clouston I, 282-283 (dos versiones).—Malaya: Bezemer 257-260.—Filipinas: Fansler 12a, 12b, 12C, 12d.—Clasificación y estudios especiales: Aarne FM 653; Aarne-Thompson 653; Archiv SNS CXVI, 12-17; Benfey, Panchatantra I, 287-293; Boggs 77-78; Bolte-Polívka III, 45-58; Chauvin VI, 133-136, VIII, 76; Clouston I, 277288; Cosquin II, 84-88; Das Ausland XXXI, 1017-1022; Fansler 127-137; Grünbaum 446-447; Jataka 150; Köhler I, 298-303; Laport 566A; Romania III, 193; Somadeva, Notas de Tawney-Penzer VI, 261-266, 273-275; ZVFV VI, 77; Thompson D1155, D1520.19, F642, F642.1, F660.1, F661, F661.4, F662, P662.1, F662.1.1, F662.2, K301, Q112, R166, T68.1. Nuestro cuento sevillano 150 es una preciosa versión del cuento de los hermanos rivales, Aarne-Thompson 653, Grimm 129, el Tipo V de los importantes tipos de cuentos en los cuales figuran objetos mágicos citados ya al estudiar Cuentos 149. El cuento ha sido ya estudiado en la mayoría de sus detalles por algunos folkloristas de fama reconocida, Teodoro Benfey en la revista Das Ausland XXXI, 969-974, 995-999, 1017-1022, 1038-1041, 1067-1071, Clouston II, 277-288, Bolte-Polívka III, 4558, y particularmente Fansler 127-133, que ha hecho la clasificación más satisfactoria de los varios tipos del cuento y estudiado sus orígenes orientales. En vista de estos estudios nos limitaremos a algunas observaciones generales, empezando con un examen de las versiones hispánicas. Estas son veinte. Cuatro versiones españolas peninsulares: Cuentos 150; Ampudia 12; Espinosa, Castilla 132; y FCaballero 1, 20-22. Trece versiones españolas de América: Andrade 61; Boggs en JAFL XLII, 162-163; Espinosa SFNM 35; Rael 222, 223, 224; Wheeler 133, 134, 136. Dos versiones portuguesas y una catalana: Parsons, Cape Verde 39; Gomes II, 17-18; Maspons y Labrós I, 39-41. Las versiones hispánicas no se ajustan al tipo establecido por Aarne-Thompson 653. En este tipo hay, como ya queda
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
dicho en la clasificación dada en nuestro estudio de 149, tres partes importantes y fundamentales: A. El padre de los tres hermanos pone a prueba las habilidades de sus hijos: uno resulta capaz de ver lo que nadie puede ver, otro sale cazador extraordinario, y el tercero aprende a arreglar y remendar cualquier cosa. B. El rescate de la princesa. Una princesa es robada y el rey su padre la promete en matrimonio a quien la rescate, y el que todo lo ve la halla, el ladrón la roba, es cazador mata al dragón que la cuida y el otro arregla la barquilla en la cual vuelven iodos a su patria. C. La recompensa. Cada uno de los tres hermanos quiere casarse con la princesa rescatada; van a dividirla y así se descubre el verdadero amante, o se da a los dos hermanos mayores la mitad del reino, casándose la princesa con el menor. Sólo tres de las versiones hispánicas pertenecen a este tipo, la versión asturiana de Ampudia 12, la castellana de Espinosa, Castilla 132 y la mejicana de Wheeler 134. Las diecisiete restantes versiones hispánicas pertenecen a un tipo algo diferente. No hay prueba de las habilidades de los hijos al principio ni tampoco rescate ele princesa. Las versiones hispánicas empiezan generalmente con decirnos que tres hermanos están enamorados de la misma joven, sobrina o hermanastra en algunas versiones, el padre promete ceder la novia al que traiga la cosa más rara del mundo, y los hermanos se marchan a buscarla. En la segunda parte del cuento no se trata de rescatar a la novia, sino de curarla o resucitarla. Para decidir quién ha de casarse con la joven los jóvenes tienen que probar sus habilidades. Este tipo hispánico es el siguiente: A. Una joven, generalmente una princesa hijastra o sobrina del rey, es pretendida por tres jóvenes, generalmente tres hijos del rey. La novia es prometida al novio que traiga la cosa más rara del mundo. B. Se marchan los tres hermanos por el mundo y cada uno vuelve con un objeto mágico: el mayor trae un canuto o anteojo de larga vista con el cual puede ver lo que quiere o todo lo que ocurre en el mundo; el segundo trae una alfombra u otro objeto que le lleva adonde quiere; y el tercero trae una manzana u otro objeto que cura a los enfermos o resucita a los muertos. C. Se encuentran los tres hermanos y prueban sus objetos. Con el canuto ven que la novia está muriendo o ya muerta. Con la alfombra mágica se transportan inmediatamente adonde la joven vive y con la manzana la curan o la resucitan. D. Cada uno de los tres hermanos quiere casarse con la joven. Se casa con el que trajo la manzana que cura o
resucita, con el que sale victorioso tirando la flecha, o termina el cuento de otra manera. En las diecisiete versiones hispánicas que pertenecen al tipo arriba establecido los cuatro elementos fundamentales del tipo se hallan con la frecuencia siguiente: • • • •
Elemento A, 14 versiones, 82%. Elemento B, 15 versiones, 88%. Elemento C, 15 versiones, 88%. Elemento D, 12 versiones, 70%.
Las versiones perfectas del tipo son once de las diecisiete: nuestra versión 150; Andrade 61; Boggs en JAFL XLI, 162163; Espinosa SFNM 35; Rael 222, 223, 224; Wheeler 133, 136; Parsons, Cape Verde 39; y Maspons y Labrós I, 39-41. Estas once versiones, formas perfectas del tipo hispánico, son tan semejantes entre sí en todos sus detalles, y al mismo tiempo tan semejantes a la versión árabe de las Mil y una noches, IV, 211-265, Weil III, 231-274, que su origen arábigo es casi seguro. El tipo hispánico no viene necesariamente de la versión que conocemos de las Mil y una noches. Puede ser una forma tradicional traída a España por transmisión arábiga popular, derivada de la misma fuente antigua de la cual se deriva la forma literaria de las Mil y una noches en la tradición popular de España. Un ejemplo aislado de esa influencia es la versión portorriqueña del cuento del jorobado de las Mil y una noches, tratado al estudiar Cuentos 31, 32. Nuestras once versiones hispánicas de Cuentos 150, sin embargo, son a todas luces formas tradicionales y populares. No me parecen sacadas de la versión de las Mil y una noches, por más que sean en todos los detalles casi idénticas. Esta forma que llamo hispánica, sin embargo, se halla también en otras partes de Europa en la tradición moderna, por ejemplo: Arnason II, 348-366; Rittershaus 43; Jones-Kropf 155-157; Hahn 47; Schneller 14. Establecido el tipo importante, que por prevalecer en España he llamado tipo hispánico, tipo evidentemente de origen oriental por ser la forma de la versión de las Mil y una noches, hagamos algunas observaciones sobre las fuentes primitivas del cuento. Los materiales han sido resumidos admirablemente por Fansler 127-133. Los dos tipos más importantes que hallamos en la tradición moderna son el de Aarne-Thompson 653 y nuestro tipo hispánico. La clasificación de Fansler es un poco confusa. Establece cuatro tipos fundamentales. Los dos tipos fundamentales de la tradición de Europa arriba citados entran en Tipos II y IV de Fansler, pero no establece tipo aparte para el
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
tipo hispánico y de las Mil y una noches. Su Tipo III es el cuento del padre que promete su riqueza al hijo que aprenda el mejor oficio, Grimm 124. Muy parecidos a este tipo son Cuentos 140 y 145, que, en mi opinión, no están relacionados con nuestro cuento 150. El Tipo I de Fansler, sin embargo, es importantísimo, por tratarse de un cuento oriental antiguo que ha sido, al parecer, una de las fuentes primitivas que dieron origen a las versiones de los Tipos I y II, por mí considerados los fundamentales de la tradición moderna de Europa. El Tipo I de Fansler es el siguiente: Unos artífices trabajando a una hacen una hermosa figura de mujer y le dan vida. Se enamoran y cada uno quiere casarse con ella. Por regla general ninguno de ellos logra su deseo. La forma más antigua es algo diferente del tipo general. Se halla en la obra sánscrita de Vetalapanchavimsati, cuento 22 (véase Somadeva VII, 108-111, Fansler 129). Doy un resumen brevísimo: Cuatro brahmanes hermanos se marchan por el mundo mendigando y adquieren virtudes mágicas: el primero puede hacer que el hueso de cualquier animal recobre su carne; el segundo puede formar la piel de tal animal; el tercero puede hacer de nuevo todas las partes del animal; y el cuarto le da vida nueva al animal. Cuando se reúnen, deciden probar sus virtudes y hallan un hueso sin saber que es de un león. Trabajando sucesivamente le dan vida a un león y éste los ataca y los devora. Cuando el vetala le pregunta al rey Vikramasena quién ha tenido la culpa de todo, el rey contesta que el hermano cuarto, que viendo ya bien formado el cuerpo del león, decidió darle vida. En Panchatantra V, 4, hay una versión semejante, pero en ésta el cuarto hermano, cuando ve que el tercero está para darle vida al león, se sube a un árbol y así se salva. En la antigua versión de la obra persa Tuti-namah, cuento 5, citado por Fansler 129, la tradición tiene ya un desarrollo semejante al de las versiones modernas. Como indica Fansler, es una versión que combina elementos de dos cuentos de la obra Vetalapanchavimsati, 2 y 22. Sigue un resumen brevísimo: Un carpintero, un sastre, un batidor de oro y un eremita viajan juntos. El carpintero hace una figura de mujer de palo; el batidor de oro hace joyas preciosas para adornarla; el sastre la viste con traje elegante; y el eremita ruega a Dios que la haga vivir, e inmediatamente la mujer vive y habla. Cada uno de los cuatro desea poseerla y disputan acaloradamente. Piden consejo a cierto hombre, pero éste declara que la mujer es su esposa. Así van de una persona a otra hasta que un viejecito sugiere que lleven a la mujer ante el Árbol de la Justicia. Se dirigen todos allí y el árbol se abre,
la mujer se mete en la abertura, se cierra el árbol y la mujer desaparece para siempre. Las versiones de Vetalapanchavimsati 2 y Somadeva VI, 179-182, son muy semejantes. Doy un breve resumen de la versión de Somadeva: Cierto brahmán tiene una hija hermosa llamada Mandaravati. Tres jóvenes se enamoran de ella. El padre no consiente en que se case. La joven enferma y muere y los tres jóvenes la llevan al cementerio y la queman. Uno de ellos se queda en el cementerio y hace su cama sobre las cenizas de su amada; otro se va con los huesos al Ganges; y el tercero se hace asceta. El asceta llega por casualidad a la casa de un brahmán que posee un libro que resucita a los muertos. Roba el libro y con él resucita a la joven, cuyas cenizas guardaba el primero. El rey Vikramasena, como juez, decide dar la novia al que se quedó con las cenizas de la joven, declarando que es el que más la quiere. Pero este Tipo I de Fansler, que, al parecer, es una de las formas primitivas de nuestro cuento, va desarrollándose ya en un tipo parecido al de Aarne-Thompson 653 en la versión número 5 de Vetalapanchavimsati. Doy un resumen de la versión de ésta que hallamos en Somadeva VI, 200-203: Cierto brahmán tiene una hija hermosísima. Cuando llega a la edad propia para casarse, anuncia la hija a su padre y hermano que se casará con quien posea heroísmo, sabiduría o virtud mágica. Se presentan separadamente al padre, a la madre y al hermano tres pretendientes, cada uno poseedor de una de las virtudes arriba citadas. Pero el día que se presentan para casarse, la novia desaparece. El que posee sabiduría descubre que la ha robado un Rákshasa. El que posee virtudes mágicas hace un carro de guerra con armas, etc., y va en él en busca de la joven. El que posee heroísmo mata al demonio Rákshasa. Al volver con la joven, cada uno de los tres quiere casarse con ella. El rey Vikramasena decide y entrega la novia al que mató al demonio. La versión latina de Morlini, número 80 de sus Novellae, es la occidental más antigua que conocernos, 1520. Es un tipo muy semejante al de Aarne-Thompson 653. Un pobre hombre tiene tres hijos y los tres se marchan por el mundo a ganarse la vida. El mayor se alista de soldado, el segundo aprende a carpintero, y el tercero aprende el lenguaje de los pájaros. Cuando los tres hermanos se vuelven a ver juntos, una pega dice en sus cantos que cerca de la taberna donde se hallan está un tesoro escondido. El que entiende el lenguaje de los pájaros dice a sus hermanos lo que oye y los tres van y descubren el tesoro y se marchan ricos a su casa. Allí óyese otra vez el canto del ave, diciendo esta vez que en el mar Egeo, en la isla de Chío, se halla encarcelada y en posesión de un rico tesoro la bella Aglea. El carpintero hace
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
entonces una barca en la cual los tres hermanos llegan a la isla de Chío, el soldado sube a la torre donde Aglea se halla, la roba, la lleva a la barca, roba también sus tesoros y todos vuelven a casa. Los tres se enamoran de Aglea y cada uno declara que a él le pertenece. Está el cuento sin terminar. La versión italiana de Straparola es muy semejante y parece una traducción de la de Morlini. La del Pentamerone de Basile es algo diferente y está sacada directamente de fuentes populares, como la de Morlini. El tipo hispánico representado en su forma perfecta por once de nuestras veinte versiones y la versión arábiga de las Mil y una noches tiene un desarrollo muy distinto de sus formas primitivas. No hay pruebas de las habilidades de los hijos, ni rescate de princesa. Se trata de curar a la novia enferma o resucitarla si muere. La forma de las Mil y una noches es de origen oriental como todas las otras, pero de desarrollo especial árabe. El cuento del príncipe Ahmed y la hada PariBanu es un largo y bellísimo cuento. Como ya queda dicho, es idéntico al tipo hispánico perfecto en todos los detalles fundamentales, añadiendo sólo la historia peregrina de la hada Pari-Banu, con quien se casa el hermano que pierde la flecha y la primera novia, y dos de las versiones hispánicas, la dominicana de Andrade 61 y la nuevomejicana de Rael 224, tienen hasta esta parte del cuento musulmán. Estas versiones parecen modernas y sacadas directamente de alguna traducción española de las Mil y una noches, pero exceptuando este detalle, las once versiones hispánicas ya citadas y la musulmana son tan extraordinariamente semejantes, que forzosamente pensamos en una tradición popular arábiga antigua que entró en España antes de que se conociese la versión literaria de las Mil y una noches. Este tipo, al cual pertenece nuestra versión sevillana 150, es, por consiguiente, un tipo bien definido y muy distinto del general occidental al cual pertenecen Aarne-Thompson 653, Grimm 129, la versión latina de Morlini, Straparola, Basile, etc. Hay que llamarlo el tipo arábigo-hispano del cuento de los hermanos rivales. Ya queda dicho que hay algunas versiones de este tipo también en otras partes de Europa.
151. El castillo encantado Véase nuestro estudio de Cuentos 339.
152. Las tres bolitas de oro BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Alonso Cortés 102-103; BTPE I, 196-199; Cabal CTA 41-48, 49-54; Correas, Vocabulario, sub voce zurrón;
Curiel Merchán 14-15, 184-187, 267-269; Espinosa, Castilla 202, 203, 204; FCaballero 1, 29-30, 94-95; Folklore Andaluz 105-117; Menéndez y Pelayo, Antología X, 194-195; Milá y Fontanals, Cuentos.—Españolas de América: Andrade 125, 126, 127, 128, 129; Antología folklórica argentina 27-30; Di Lulio 188; Espinosa SFNM 44; Mason-Espinosa PRF III, 5 (siete versiones del cuento de La flor del Olivar), 6 (ocho versiones del cuento de La mata de ají o El higo que falta), 18a, 18e, 20a; Tía Panchita 33-38; Wheeler 137.—Portuguesas: Athaide Oliveira I, 211; Braga I, 27, S4; Coelho 40; RL III, 6-9.—Portuguesas de las islas de Cabo Verde: Parsons, Cape Verde 44, 48, 51.—Portuguesa de Brasil: Romero 16.—Catalanas: Alcover II, 229-240; Ferrer-Ginart I, 120-132; Maspons y Labrós I, 33-35.—Italianas: Andrews 31; Archivio III, 371, VII, 94-96; Crane 8; Finamore 29; Gonzenbach 51; Pitré II, 79; Schneller 51 (Tirol).— Francesas: Bladé I, 169-178, II, 100-102; Cosquin I, 26; Mélusine I, 423-424; Mayrac 486-488; RLR III, 219; Romania VI, 565-567; RTP I, 299, II, 365-366, III, 207-210, IV, 463-464, V, 178-180, VI, 500, XIX, 170171, XXII, 408-409, XXX, 48-49; Sébillot, Provinces 22.—Francesa del Canadá: Lanctot 149.—Francesa de Luisiana: Fortier 17.—Flamenca: FFC XXXVII, 55.—Belgas: RTP VII, 223-225; Wallonia VI, 94-95 Bretonas: RTP XVI, 393-394, XVIII, 108-109, XXII, 28-29, XXIII, 131; Sébillot I, 60.—Rumanas: Dähnhardt III, 407; Gaster 44; RTP VIII, 41-42.—Alemanas: Curtze 7, 11; Grimm 28, 47; Haltrich 43; Jahn, Volkssagen 510; Kuthmayer 14; Müllenhoff 49; Panzer II, 278.—Inglesa: Jacobs 1, 16-20.—Inglesa de América: JAFL XLVII, 297-298.—Finlandesa: Lewy 58.—Eslavas: Dähnhard III, 407-414; Magnus 36-41.—Magiares: Jones-Kropf 298301, 418-420.—Turca: Jungbauer 16 (Turquestán).— Africana: Chatelain 12.—Africanas de América: Fauset II, 5; JAFL XXX, 194, 196-197, XXXII, 364, XXXVIII, 223, XL, 250, 366, XLIII, 303-304, L, 215-219; Parsons, Andros 78.—Antillanas: Parsons, Antilles I, 93, 144-145, 225-230, 430-431, 469-471, II, 81-83 (tres versiones), 242 -243, 390, 443, 560-561, 590-591.—India: Jacobs 3, 40-45.—Clasificación y estudios especiales: Aarne, Estnische Märchen720, 780; Aarne-Thompson 720, 780; Archivio VII, 91-96; Boggs 806; Bolte-Polívka I, 260276, 412-423; Child I, 121-125, 494, IV, 449; Dähnhardt III, 407-414; La Tradition I, 114-118; Mackensen, Der singende Knochen RTP II, 366-368, VIII, 129-143 (se citan cuarenta y dos versiones valonas del cuento de los huesos que acusan publicadas por Monseur); Thompson D1610.2, E631, E632, Q41, Q42, Q45.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Nuestro cuento aragonés 152 es una mezcla extraordinaria de dos tipos generales de cuentos muy distintos, el tipo de la joven buena y obediente que, siguiendo los consejos de la Virgen u otro ser sobrenatural, logra la felicidad, mientras que sus dos hermanas mayores, por malas y desobedientes, reciben su justo castigo, de formas muy diversas, Aarne-Thompson 510, 551 y Cuentos 143 (dos hermanos traidores), 153 y muchos otros, y el tipo del hijastro, hijastra, hermano o hermana, a quien la madrastra o hermanos entierran vivo y que después resucita, cuando algún pastor o unos labradores descubren la sepultura, Aarne-Thompson 780, Boggs 780, BTPE I, 196-199, Mason-Espinosa PRF III, 5 y 6, Mackensen, Der singende Knochen, antes citado, etc. La tradición hispánica mezcla a menudo elementos de los dos tipos generales arriba citados, y añade el extraordinario episodio de las tres bolitas de oro que San Pedro regala al héroe o a la heroína, además del remedio maravilloso que busca en algunas versiones. En nuestra versión 152, la buena joven llega al cielo y recibe de San Pedro tres bolitas de oro. Después vuelve al mundo para caer en las garras de su mala madrastra, la cual la entierra viva porque le había dado higos a la Virgen. En otras versiones hispánicas, el menor de tres hermanos recibe de San José o de San Pedro las tres bolitas de oro y algunas veces la Flor de Lililá. Le roban todo sus hermanos, le matan y le entierran, o le entierran vivo. Las versiones hispánicas de nuestro cuento son nueve. Versión idéntica a nuestra versión 152 no conozco ninguna. Las versiones semejantes son ocho: cuatro versiones españolas peninsulares, Espinosa, Castilla 202, 203, 204, Cabal CTA 4954; tres versiones españolas de América, Mason-Espinosa PRF III, 18a, 18e, y una versión peruana inédita; y la versión portuguesa de Braga I, 54. Entre unas y otras las nueve versiones hispánicas contienen los siguientes elementos fundamentales: A. Las dos mayores de tres hermanas van, una después de otra, a llevarle la comida a su padre y, siguiendo los consejos de su mala madrastra, se niegan a darle comida o fruta a la Virgen, y llegan al infierno. A1. Los dos mayores de tres hermanos van, uno después de otro, a llevarle la comida a su padre, o sólo a encontrarle. Se niegan a darle comida o fruta a la Virgen y nada consiguen. A2. Los dos mayores de tres hermanos se marchan de su casa en busca de la Flor de Lililá u otro remedio para curar a su padre la ceguera u otra enfermedad. Se niegan a darle comida o fruta a la Virgen, y llegan al infierno. A3. Tres hermanos se marchan por el mundo a buscar fortuna. Los dos mayores, por malos y desobedientes, llegan al infierno o son convertidos en piedras.
A4. Dos de tres hermanos, o tres pastores, uno después de otro, se encuentran con la Virgen, se niegan a darle comida o fruta, y llegan al infierno. B. La hermana menor es enviada entonces por la madre a madrastra, se encuentra también con la Virgen, a quien le da comida o fruta para el Niño. Recibe de la Virgen consejos que la dirigen al cielo. B1. El hermano menor es enviado por la madre o madrastra, da comida o fruta a la Virgen y llega al cielo. B2. El hermano menor de elemento A2 ó A3, o el pastor de elemento A4, le da comida o fruta a la Virgen, y recibe de ella consejos que le dirigen al cielo. C. San Pedro o San José le regala a la hermana menor o al hermano menor tres bolitas de oro. Juega con ellas y las pierde, pero San Pedro se las halla y se las devuelve. C1. Ídem. San Pedro o San José le regala además al joven la Flor de Lililá. El joven se marcha a su casa. C2. La Virgen regala a cada uno de los tres hermanos una bolita de oro. Los dos mayores las pierden. El menor las halla, y además un tesoro. C3. Uno de tres hermanos posee tres bolitas de oro. D. La joven regresa al mundo, y entonces, la mala madrastra la entierra viva por haberle dado un higo (y medio) a la Virgen. D2. El joven se marcha para su casa. En el camino le encuentran sus hermanos, le quitan las tres bolitas de oro, le matan y lo entierran, o lo entierran vivo. D2. El joven se marcha para su casa. En el camino le encuentran sus hermanos, le quitan las tres bolitas de oro y la Flor de Lililá, lo matan y lo entierran, o lo entierran vivo. E. Unos labradores que siegan su trigo descubren a la hermanita enterrada, la joven canta lo que ha ocurrido, se sabe la verdad de todo, y la madrastra es quemada viva o las hermanas castigadas. E1. Un pastor descubre al hermanito enterrado, se sabe la verdad, y los hermanos son castigados. E2. Un pastor u otra persona descubre al hermanito enterrado, se sabe la verdad, pero los hermanos son perdonados. F. El hermano menor entrega a su padre la Flor de Lililá u otro remedio maravilloso, con el cual sana de su ceguera. G. La joven saca a sus hermanas del infierno y todas se marchan a casa. Nuestra versión 152 pertenece a un tipo único, con elementos A, B, C, D, E. Todas las otras versiones hispánicas son muy semejantes entre sí, si bien algunas son muy fragmentarias. Sólo una versión, Espinosa, Castilla 202, contiene el elemento del remedio maravilloso para curar la
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
ceguera del padre de Cuentos 143, elemento F. La versión portuguesa de Braga I, 54, empieza con elemento C3, pero termina como la mayoría de las versiones. El número de nuestras versiones hispánicas es demasiado reducido para tratar de establecer los tipos fundamentales. En el cuadro siguiente damos una clasificación completa de los elementos fundamentales de cada una de las nueve versiones hispánicas: • • • • • •
Cuentos 152: A, B, C, D, E. Espinosa, Castilla 202: A2, B2, C1, D2, E2, F. Espinosa, Castilla 203: A1, B1, C, D1, E1. Espinosa, Castilla 204: A4, B2, C, D1, E1. Cabal CTA 49-54: A1, C2, D1, E. Mason-Espinosa PRF III, 18a: A3, B1 (termina como Cuentos 120). • Mason-Espinosa PRF III, 18e: A3, B, C, G. • Versión peruana inédita: A3, B2, C2, D1, E1. • Braga I, 54: C3, D1, E1. Todas las demás versiones de nuestra bibliografía pertenecen a los dos grupos generales arriba citados. El estudio de estos grupos no nos pertenece ahora. El grupo segundo, que reúne formas muy distintas, Aarne-Thompson 720 y 780, Grimm 28 y 47, Bolte-Polívka I, 260-276 y 412-423, ha sido estudiado principalmente por Mackensen en la obra ya citada. Según Mackensen, la tradición de los huesos que cantan o hablan, denunciando al criminal, se halla en Europa, Asia, África y muchas partes de América. En la tradición hispánica hay por lo menos tres formas o tipos distintos de este tema: el cuento de los tres hermanos que buscan un remedio para su padre enfermo, BTPE I, 196-199, Espinosa SFNM 44, Mason-Espinosa PRF III, 5 y otras versiones; el cuento de la niña enterrada viva porque se ha comido un higo u otra fruta, Mason-Espinosa PRF III, 6 y otras versiones; y el tipo del romance de la infanticida, Menéndez y Pelayo, Antología X, 194-196, algo semejante al tipo de Aarne-Thompson 720. El último tema está relacionado con el mito de Tiestes.
II, 331; Braga II, 226; RL XXII, 117-122.—Catalanas: Alcover X, 34-46; Maspons y Labrós II, 75-77.—Italianas: Mottiglioni 110-111; Gonzenbach 31; Nerucci 7; Schneller 16.—Francesas: Bladé II, 11-19, III, 12-22, 87-92; Carnoy 179-183, 285-287; Meyrac 417-419, 482-486; Moncaut 107-115; RTP VI, 584-587, XV, 423.—Belga: Wallonia II, 112-118.—Flamenca: FFC XXXVII, 53.—Bretonas: RTP IX, 267-268; Sébillot I, 7.—Alemanas: Curtze 2; Gredt 150, 918; Grimm 110; Jahn 21; Lemke II, 229-231; Meier, 101-109; Wisser 74-77.—Danesa: Grundtvig 203-213.—Inglesas Halliwell 99-102; Hazlitt 60-68.—Irlandesa: RTP IV, 82.—Eslavas: Krauss I, 37; Tille 133; Von Löwis of Menar 2, 47.—Magiar: JonesKropf 13-15.—Griegas: Geldart 154-173; Hahn I, 34; II, 384-388; Schmidt 20.—Turca: La Tradition II, 52.—India: Somadeva III, 187-188.—Indias orientales: De Vries, Oost Indië I, 138-140.—Filipina: Fansler 35.—Clasificación y estudios especiales: Aarne, Estnische Märchen 592, 850852; Aarne-Thompson 592, 850-852, 592, 594; BoltePolívka II, 490-503; Dähnhardt II, 95-107; Hazlitt III, 54-60; Somadeva III, 187-188, Nota 3 de Tawney-Penzer; Thompson A2721.3.1, D800, D1224.1, D1415, D1415.1, D1627, D1646, D1651.7.3, D1700, F601, F601.1, F601.2, F601.5, F641.1, H1109.1, N55, N55.1, S30, S31, Q2, W12. Véanse también las bibliografías y estudios de Cuentos 12, 177 y 178. Nuestra versión soriana 153 es una mezcla extraordinaria de cuentos muy distintos. La flauta mágica o violín mágico que hace a todos bailar se halla en cuentos muy diversos que en algunos casos no llevan relación alguna unos con otros. Nuestra versión se compone de los siguientes elementos fundamentales:
153. La gaita que hacía a todos bailar BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia 34; Curiel Merchán 92-95, 197-184; Espinosa, Castilla 183; Durán 1265; Krüger, Sanabria 115-116; Sánchez Pérez 95.—Españolas de América: Espinosa SFNM 37; Mason-Espinosa PRF 34a, 34b; Rael 211, 212, 218, 219, 220.—Portuguesas: Athaide Oliveira I, 172,
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A. Un pobre pastor, el hijo menor de unos padres pobres, por su caridad y bondad recibe de una anciana una flauta mágica con la cual hace bailar a sus ovejas y cabras y las tiene siempre gordas. B. Hace bailar también al amo y pierde su trabajo. C. Los dos hermanos mayores van a vender manzanas el primero y naranjas el segundo, pero no tienen caridad con la anciana y sus frutas son cambiadas en ratas y pájaros. El menor vende uvas y es caritativo y dice la verdad a la anciana. Cuantas más uvas vende, más tiene en su cesta. D. Vuelve con tanto dinero que para sacarlo de la cesta tiene que tocar la flauta, y el dinero sale bailando. Vende huevos y cuantos más vende, más halla en la cesta. Para sacarlos toca la flauta y salen bailando.
Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
E. Los dos hermanos mayores le roban la gaita, pero para ellos no tiene virtud alguna. No conozco verdaderas versiones semejantes, aunque muchas hay algo parecidas. Hay dos tipos de cuentos bien conocidos que llevan elementos semejantes a algunos de nuestra versión: Aarne-Thompson 592, Grimm 110, Durán 1265. El tipo general ha sido analizado por Aarne-Thompson y es el siguiente: A. Un joven a quien echa de casa su madrastra o un amo despiadado muestra su caridad con un viejecito, el cual le concede tres cosas: una flauta mágica o violín mágico, un arco mágico, la virtud de ser siempre obedecido, etc. B. En una apuesta con un judío, le hace entrar en un lugar lleno de espinas, y tocando su violín le hace bailar entre las espinas. Vence también a un gigante, haciéndole bailar. C. Por sus fechorías el joven es conducido a la corte, donde se le condena a morir ahorcado. Le permiten tocar su violín y hace bailar a todos. Le dan libertad con tal de que cese de tocar el violín. Para la bibliografía de este cuento véase particularmente Bolte-Polívka II, 490-503. El cuento del premio de la caridad y bondad, y del castigo de la falta de caridad, las manzanas que se vuelven piedras, etc. Este motivo se halla en nuestra versión 153 y en muchos otros cuentos, cuyos elementos fundamentales son enteramente diferentes. El cuento mejor conocido en la tradición de Europa que desarrolla este motivo es el siguiente: La Virgen, Jesús o un santo cualquiera, viaja por el campo de Nazaret u otro sitio, encuentra a un labrador y le pregunta qué siembra. Contesta el labrador que siembra piedras, y la Virgen, Jesús, o el que sea, le responde: «Piedras se te volverán». Como castigo de su insolencia toda la cosecha se le volvió piedras al labrador. Otro labrador responde con cariño y caridad y declara la verdad. En las versiones en las cuales lleva frutas al mercado en vez de estar sembrando trigo u otro cereal el labrador le regala a la Virgen, a Jesús, etc., un poco. La cosecha de éste es abundante, o cuantas más frutas vende más tiene para vender, todo como premio de su caridad y bondad. Véase para todo esto, Dähnhardt II, 95-107, donde se documentan muchas versiones antiguas y modernas de esta piadosa leyenda. Yo conozco sólo un cuento popular español que documenta esta leyenda, Espinosa, Castilla 183, pero, al parecer, es bien conocida en la tradición española. En un manuscrito nuevomexicano del siglo XIX de un drama religioso
español del siglo XVII, La primera persecución de Jesús, el cuento es uno de los episodios del viaje de la Virgen y San José cuando huyen a Egipto con el Niño Jesús. Transcribo el trozo que contiene el cuento: virgen. ¿Qué hacéis, varón? labrador. Yo, Señora, aquí estoy sembrando trigo. virgen. Anda breve por las hoces y comenzarás la siega. Han de llegar por aquí demandando nuestras señas unos hombres, y diréis, en virtud de esta clemencia, «Lo que va de siembra a toma es la ventaja que llevan». labrador. Sí, Señora, desde luego me dedico a estar alerta. labrador 2.º Vayan a rodear ustedes; no pisen mi sementera. virgen. ¿Qué siembras, hombre? labrador 2.° ¡Vaya pregunta tan necia! Aquí estoy sembrando piedras. virgen. Buena semilla, por cierto. Eso será tu cosecha. Hay también varios tipos de cuentos relacionados, cuyos elementos fundamentales se desarrollan alrededor de un tonto o pícaro que después de diversas aventuras logra casarse con una princesa. En la mayoría de estos cuentos el héroe posee una flauta mágica, como en nuestra versión 153, con la cual hace bailar a todos los que encuentra, personas, animales u objetos. A este grupo general pertenecen nuestras versiones 12, 177 y 178, Aarne-Thompson 570-574, 850-853. Véanse nuestras observaciones sobre estos cuentos. Para el violín mágico en los cuentos europeos y orientales, véase también Somadeva III, 187-188, y nota 3 de Tawney-Penzer. Nuestra versión 153 es, por consiguiente, una combinación del tipo general de Aarne-Thompson 592 con elementos de la leyenda de la bondad premiada y la falta de caridad castigada. Elemento D de nuestra versión, el dinero y los huevos que salen bailando de las cestas cuando el héroe toca la flauta, no se halla en otras versiones semejantes que yo conozco, y es, al parecer, un desarrollo nuevo en la tradición hispánica. Las versiones hispánicas semejantes a nuestro cuento 153 y a los dos tipos arriba citados son veinte. Doce versiones pertenecen al tipo de AarneThompson 592, pero elemento B se halla sustituido por otro que nos cuenta que el héroe hace bailar al amo que
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
tiene hasta que éste le paga lo que le debe, o por una variante semejante: Ampudia 34; Curiel Merchán 92-95; Durán 1265; Espinosa SFNM 37; Krüger, Sanabria 115-116; Sánchez Pérez 95; Mason-Espinosa PRF II, 34a, 34b; Rael 219, 220; Athaide Oliveira II, 331; Alcover X, 34-46. Siete versiones, Curiel Merchán 92-95, Espinosa, Castilla 183, Sánchez Pérez 95, las tres versiones portuguesas de Athaide Oliveira I, 172, Braga II, 226 y RL XXI, 117-118, y la versión de nuestro drama religioso de Nuevo Méjico, desarrollan la leyenda de la bondad premiada y la falta de caridad castigada. Debe haber otras versiones en la tradición hispánica. Las hay en otras partes de Europa, por ejemplo: Bottiglioni; Bladé II, 11-19; RTP VI, 584-587, XV, 423. Tres versiones empiezan con este mismo cuento, que, como ya queda dicho, es el principio de nuestra versión 153, y desarrollan después elementos de los diferentes cuentos del grupo de Aarne-Thompson 570-574, 850-853; Rael 211, 212, 218.
154. Las tres avellanas Esta fragmentaria, pero preciosa versión del cuento de la pavera, Grimm 179, Menéndez Pidal PP 341, pertenece al tipo general de cuento de La niña perseguida, titulado algunas veces El valor de la sal, Cuentos 107. Véase nuestro estudio de Cuentos 107, 108, donde ya se ha clasificado y estudiado nuestra versión.
55; Pentamerone III, 6; Weber 8.—Vascuence: Vinson B, 16.—Latinas: Historia septem sapientum I, 6; Ovidio, Metamorfosis III, 320-331, IX, 704-797, XII, 459535.—Alemanas: Grimm 67, 71, 134; Lemke II, 139143.—Islandesa: Rittershaus 49.—Irlandesa: RHR LVII, 320-323.—Lituana: Leskien-Brugman 19.—Eslavas: Von Löwis of Menar 2, 176-181.—Griegas: Dozon 14; Geldart 70-73; Hahn I, 10, 58, 63.—Turca: Giese 4.— Armenia: FL XXII, 476-481.—Árabe: Burton, Supl. VI, 137.—Africanas: Equilbecq III, 174-177; Nassau 6876.—Antillanas: Parsons, Antilles I, 281-283, II, 364366, 561-562.—Indias: Enthoven 339-340; Mahabharata, Udyoga Parva CXC-CXCIV; Somadeva VII, 41-47; Vetalapanchavimsati 15.—Indias orientales: Hambruch 41 (Malaca).—Clasificación y estudios especiales: Aarne, Estnische Märchen 514, 884; Aarne-Thompson 514, 884; Benfey, Panchatantra I, 41-52; Bolte-Polívka II, 58, 79-96; Brown en JAOS XLVII, 3-24; Chauvin VIII, 43; Clouston I, 413-460; Crooke en FL XXIV, 385; Espinosa en JAFL XXXVIII, 145-146; Germania XXXV, 217; Handwörterbuch III, 752-755; Hartland III, 28-29; JREL III, 63-67; Köhler III, 221-223; Lee, Decameron 292; Liebrecht 217-219, 362; Mabinogion 419-421; Mélusine II, 17, VIII, 216; Montaigne I, 20; Parsons, Antilles III, 222; Plinio, Naturalis Historiae VII, 3 (4); RHR LVII, 317-332; RTP XII, 225, XVI, 32; Somadeva, Notas de Tawney-Penzer, VII, 223-233, IX, 162-163; Tatlock 288; Virgilio, Eneida VI, 48-49; Thompson D10, D11, D12, H1578, H1578.1, H1578.1.2, H1578.1.3, H1578.1.4, H1578.1.5, H1837.1, K1322. Véase también la bibliografía de Cuentos 146.
155. El oricuerno BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Alonso Cortés 228-231; Ampudia 1; BTPE V, 103-114; Cabal CTA 212-213, 245-246; Libro de los Engaños 3739; Menéndez Pidal, Flor Nueva 240-242; Menéndez Pidal PP 190-192; Menéndez y Pelayo, Antología X, 119-122, 269-270.—Españolas de América: Espinosa SFNM 1, 70, 71, 72; Radin-Espinosa 210; Rael 126, 127, 128, 129, 130; Wheeler 50.—Portuguesas: Almeida Garrett 65-71; Athaide Oliveira II, 300; Braga I, 4; Braga, Romanceiro I, 95-148, III, 367-378; RL XVII, 57, 296, XX, 15-16.— Portuguesas de las islas de Cabo Verde: Parsons, Cape Verde 92, y variante.—Portuguesa de Brasil: Romero 32.—Catalanas: Milá y Fontanals, Romancerillo 245, 246; Serra i Boldú 1, 198-206.—Italianas: Archivio III, 365-367; Busk 46-64; Coronedi-Berti 4; Dante, Inferno XX, 40-45; Gonzenbach 12, 58; Nerucci 29; Nino III,
Nuestra versión conquense 155 reúne materiales de dos cuentos distintos de la tradición de Europa, el cuento de La niña-guerrero, más bien conocido en la tradición española en versiones de romances tradicionales, y el cuento del cambio de sexo, de origen antiquísimo y bien conocido en las tradiciones orientales y clásicas. En la tradición de Europa, sin embargo, hay tres cuentos importantes que contienen elementos de nuestro cuento y que frecuentemente mezclan sus detalles unos con otros, hasta tal punto que algunas veces es difícil determinar a cuál de los tres tipos pertenece en realidad una versión cualquiera. Estos tres cuentos son los siguientes: 1. El cuento hispánico de La ahijada de San Pedro, Cuentos 146, ya extensamente estudiado, relacionado con el cuento antiquísimo de la mujer perversa que rechazada en el amor busca la venganza. Como ya queda dicho en nuestro estudio, el cuento hispánico es un desarrollo occidental de tradiciones orientales, siendo una de ellas la
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
que se transmitió a Occidente en algunas versiones del Libro de los siete sabios de Roma. Muy a menudo las versiones hispánicas del cuento de La ahijada de San Pedro llevan elementos del cuento que nos ofrecen los romances de La niña-guerrero, abajo mencionado. 2. El cuento de La niña-guerrero de los romances españoles y otras tradiciones europeas. Las siguientes versiones de cuentos y romances de nuestra bibliografía son fieles documentos de esta tradición: Alonso Cortés 228-231; Menéndez y Pelayo, Antología X, 119-122; Menéndez Pidal, Flor Nueva 240-242; Menéndez Pidal PP 50; Almeida-Garrett III, 65-71; Braga, Romanceiro I, 95-148, III, 367-378; Parsons, Cape Verde I, 92, variante; RL IX, 300, XVII, 57, 296, XX, 15-16; Serra i Boldú 198206; Gonzenbach 12; Nerucci 29; Archivio III, 365-369; Romania III, 96; Hahn I, 10; JREL III, 63-67; Von Löwis of Menar 2, 176-181; Bolte-Polívka II, 58. Esta tradición es popularísima en los romances españoles tradicionales. D. Ramón Menéndez Pidal tiene reunidas un centenar de versiones. Puede servir de ejemplo la versión castellana de Menéndez Pidal, Flor nueva 244. La doncella guerrera
—Pregonadas son las guerras de Francia con Aragón, ¡cómo las haré yo, triste, viejo y cano, pecador! ¡No reventaras, condesa, por medio del corazón, que me diste siete hijas, y entre ellas ningún varón! Allí habló la más chiquita, en razones la mayor: —No maldigáis a mi madre, que a la guerra me iré yo; me daréis las vuestras armas, vuestro caballo trotón. —Conoceránte en los pechos que asoman bajo el jubón. —Yo los apretaré, padre, al par de mi corazón. —Tienes las manos muy blancas, hija; no son de varón. —Yo les quitaré los guantes para que las queme el sol. —Conoceránte en los ojos, que otros más lindos no son. —Yo los revolveré, padre, como si fuera un traidor. Al despedirse de todos se le olvida lo mejor: —¿Cómo me he de llamar, padre? —Don Martín el de Aragón. —Y para entrar en las cortes, padre, ¿cómo diré yo? —Bésoos la mano, buen rey, las cortes las guarde Dios. Dos años anduvo en guerra y nadie la conoció, si no fue el hijo del rey, que en sus ojos se prendó. —Herido vengo, mi madre, de amores me muero yo; los ojos de don Martín son de mujer, de hombre no. —Convídalo tú, mi hijo, a las tiendas a feriar; si don Martín es mujer, las galas ha de mirar. Don Martín como discreto a mirar las armas va:
—¡Qué rico puñal es éste, para con moros pelear! —Herido vengo, mi madre, amores me han de matar; los ojos de don Martín roban el alma al mirar. —Llevaraslo tú, hijo mío, a la huerta a solazar; si don Martín es mujer, la fruta deseará. Don Martín deja la fruta; una vara va a cortar: —¡Oh, qué varita de fresno para el caballo arrear! —Hijo, arrójale al regazo tus anillos al jugar; si don Martín es varón las rodillas juntará, pero si las separase por mujer se mostrará. Don Martín, muy avisado, hubiéralas de juntar. —Herido vengo, mi madre, amores me han de matar; los ojos de don Martín nunca los puedo olvidar. —Convídalo tú, mi hijo, en los baños a nadar. Todos se están desnudando; don Martín muy triste está: —Cartas me fueron venidas, cartas de grande pesar, que se halla el conde, mi padre, enfermo para finar. Licencia le pido al rey para irle a visitar. —Don Martín, esa licencia no te la quiero estorbar. Ensilla el caballo blanco, de un salto en él va a montar; por unas vegas arriba corre como un gavilán: —¡Adiós, adiós, el buen rey, que no me habrás de alcanzar hasta en casa de mi padre, si quieres irme a buscar! Campanitas de mi iglesia, ya os oigo repicar; puentecito, puentecito, del río de mi lugar, una vez te pasé virgen, virgen te vuelvo a pasar. Abra las puertas, mi padre, ábralas de par en par. Madre, sáqueme la rueca, que traigo ganas de hilar, que las armas y el caballo bien los supe manejar. Tras ella el hijo del rey a la puerta fue a llamar. 3. La tradición, creencia o sobrevivencia del cambio de sexo, de origen oriental antiquísimo, que hallamos en formas muy distintas en la tradición de Occidente desde los mitos clásicos hasta cuentos tan originales como nuestra versión 155, que, como en un momento indicaremos, está mezclada con el cuento de La niña-guerrero. Analicemos ahora nuestra versión 155. Consiste en los siguientes elementos fundamentales:
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A. Una joven le da muerte al matador de su novio y para escaparse de la justicia se disfraza de hombre y se marcha de casa. B. La joven va a servir a una casa y la hija del amo se enamora de ella creyendo que es hombre. Se casan. C. Cuando ya están solos, la joven disfrazada de hombre le declara a la novia la verdad. Deciden seguir como si fueran marido y mujer, sin decir nada.
IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
D. No tienen familia y todos sospechan que el marido es mujer. E. Las pruebas, muy semejantes a las del romance español: sillas altas y bajas, la caza, los baños al río, la comida. F. Por engaño, la joven disfrazada se escapa al monte. Un bicho, el oricuerno, la hace desnudarse, le hace una cruz con el cuerno sobre el empeine y la cambia en hombre. G. Vuelve a bañarse con los hombres y todos ven que es hombre. Se va con su novia. Desde luego se ve que nuestra versión conquense de la tradición de 3 va mezclada con el cuento de La niña-guerrero de 2. La mezcla de los dos temas es, al parecer, muy antigua en la tradición de Europa. El cuento del romance está tan bien conservado en algunos detalles, que nuestra versión reproduce un verso entero del romance. En algunas versiones castellanas del romance la joven guerrera se llama Carlos, como en nuestro cuento. El verso del cuento conquense, «que si Carlos es mujer — no se ha de querer bañar», es idéntico a otro de una versión burgalesa del romance por mí recogida en Salas de los Infantes. Véase también la versión castellana de Alonso Cortés ya citada, que también lleva un verso semejante. El estudio de las versiones europeas que llevan elementos de 2 y 3 no nos pertenece ahora. Las versiones que llevan esos elementos, pero sin el elemento fundamental del cambio de sexo, son muy numerosas y son muy semejantes al tema de La niña-guerrero. Me limitaré a hacer un breve examen de las versiones semejantes a nuestra versión conquense, particularmente las hispánicas, y luego estudiaré los orígenes de las tradiciones y mitos relacionados con la creencia en los cambios de sexo que hallamos tan difundida en la tradición oriental. Conozco cuatro cuentos hispánicos que podríamos considerar verdaderas versiones de nuestra versión conquense: una versión asturiana, Cabal CTA 212-213; una versión portuguesa, Athaide Oliveira II, 300; una versión portuguesa de las islas de Cabo Verde, Parsons, Cape Verde I, 92; y la mejicana de Radin-Espinosa 107. En las cuatro versiones hallamos las dos partes fundamentales de nuestra versión conquense 155, el matrimonio de una joven disfrazada de varón con otra joven, ya consumado o sólo anunciando, y el cambio de sexo oportunamente mediante la ayuda de un toro misterioso en las versiones asturiana y mejicana y la de Dios y de San Pedro en las dos versiones portuguesas. Considerando las cinco versiones hispánicas en conjunto como una tradición primitiva de España, se ve claramente que, prescindiendo de detalles insignificantes que pertenecen a
los diversos elementos de los cuatro cuentos arriba citados, todas cinco pertenecen a una forma definitiva de cuento tradicional, que consiste en dos partes fundamentales. En la parte primera, el tema de la joven que, disfrazada de varón, se casa o está para casarse con otra joven, sin saber cómo podrá escaparse de su apuro o tal vez de la muerte, las cinco versiones son absolutamente idénticas. En la segunda parte, el cambio de sexo, también son idénticas; y en tres de las cinco, en nuestra versión conquense, en la asturiana y en la mejicana, el cambio de sexo se realiza mediante la ayuda de un animal misterioso, toro en la conquense y en la mejicana, y (la cabeza de) una corza en la asturiana. San Pedro hace el milagro en la versión portuguesa de Parsons, Cape Verde I, 92, y Dios en la de Athaide Oliveira II, 300. Cinco versiones nos ofrecen muy poco material para conclusiones definitivas, pero se trata, al parecer, de una tradición hispánica antigua que reúne estas dos partes fundamentales. La conformidad es tan extraordinaria en tres versiones hispánicas de regiones tan apartadas del mundo hispánico, que forzosamente pensamos en una tradición común. Esta opinión se confirma cuando consideramos que hay algunas versiones semejantes de otras partes de Europa y que la unión de los dos temas o partes fundamentales pertenece ya a la tradición general de Occidente. En las versiones no hispánicas semejantes encontramos por regla general elementos de otros cuentos, ajenos algunas veces a los cuentos de 1, 2 y 3. El cambio de sexo realizado mediante la ayuda de diversos animales, serpientes, caballos, toros, de hombres y seres sobrenaturales, duendes, ogros, santos milagrosos, por magia, maldiciones o por las aguas mágicas de una fuente de las versiones de las redacciones orientales del Libro de los siete sabios y de otras fuentes orientales, la parte de nuestro cuento que más nos interesa, se halla en muchas de las versiones citadas en nuestra bibliografía. Véase particularmente: Clouston I, 413-460; Dozon 14; Equilbecq III, 174-177; Grimm 71; Hahn II, 58; Mélusine VIII, 216; Nassau 68-76; Somadeva VII, 223233 (cuentos discutidos más adelante); y Aarne-Thompson 514. En los detalles del cambio de sexo hay una semejanza tan extraordinaria entre las tres versiones conquense, asturiana y mejicana, que vale la pena examinarlos con atención. En nuestra versión conquense 155 el cambio de sexo se efectúa de la siguiente manera: La joven se aparta de los jóvenes que van a bañarse con ella al río. Un bicho con unas astas muy largas se acerca a la joven, la hace desnudarse. y la hace una cruz sobre el empeine con «el cuerno». Hay alguna confusión porque después de mencionar las astas largas dice que le hace la cruz con «el cuerno». El nombre del
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
animal, oricuerno, es intrigante, y hay la posibilidad de que sea una forma popular de unicornio, el animal fabuloso de la tradición clásica, o el rinoceronte. Pero este oricuerno o unicornio se halla más bien definido en la versión mejicana, que tiene una relación más directa con las tradiciones orientales, como en un momento veremos. En la versión mejicana el detalle está contado de la siguiente manera: «La princesa le dijo a su marido (la joven disfrazada de hombre): —¿Nos bañamos? Inmediatamente se les presentó un toro negro, y él comenzó a torearlo. Cuando terminó, se volvió vaca y ella se volvió hombre.» En esta versión hispánica de América se trata del intercambio de sexo entre un animal y un ser humano, cada uno quedando con el sexo del otro. Esta tradición es de origen oriental y se halla desarrollada en numerosos cuentos. Uno de los ejemplos más notables se halla en el cuento del Mahabharata, más adelante citado, Somadeva VII, 223. Les nace a unos padres una hija, pero ellos anuncian que es hijo. Se casa con una princesa. Un yaksha cambia sexos con ella. Los yakshas son en la mitología índica dos servidores fieles del dios Kuvela. Por qué el yaksha de las tradiciones orientales ha sido transformado en un toro negro en la versión mejicana es difícil determinar. Por otra parte, la presencia de un toro en las dos mejores versiones hispánicas no me parece una coincidencia accidental. La versión asturiana lleva detalles un poco diferentes. La primera parte del cuento es semejante a nuestra versión 155. Los detalles del cambio de sexo son los siguientes: «Temiera esto la moza de antemano (bañarse) y fuérase por un monte donde abundaban las corzas. Mató una, le quitó la cabezada, se la cogió a la cintura y se metió por mar adentro. La cabezada se pegó a su carne, y cuando salió del mar, la moza ya no era moza, que era mozo». En estos detalles hay confusión, al parecer, con el cambio de sexo entrando en una fuente o un río, de origen oriental también, como ya queda dicho. En la versión portuguesa de las islas de Cabo Verde ya no hay animal misterioso ni yaksha, sino el santo milagroso de las tradiciones cristianas; y en la versión portuguesa de Athaide Oliveira la joven le pide a Dios el milagro del cambio de sexo y Dios se lo hace. Conserva la tradición hispánica, por consiguiente, un cuento del cambio de sexo muy bien definido, que si bien se halla a veces confundido con los detalles de otros cuentos, particularmente con el de La niña-guerrero, conserva unidos dos temas fundamentales, el de la joven que disfrazada de hombre tiene la desgracia o la temeridad de casarse o estar para casarse con una joven, princesa generalmente, y el del cambio de sexo unido al primero para salvar a la joven, y debido a la ayuda de un animal en tres versiones, un toro en las dos mejores. ¿Qué relación tiene esta forma hispánica
del cuento con los numerosos cuentos de cambio de sexo que hallamos en las versiones de Occidente y Oriente?; no podemos decir ahora con seguridad, pero la relación salta a la vista. Los detalles del cuento mejicano documentan creencias y sobrevivencias de origen oriental definitivo, y la transmisión de los elementos fundamentales de todos estos cuentos de Oriente a Occidente me parece absolutamente segura. Hagamos ahora un breve examen y estudio de las tradiciones y creencias más importantes y más bien conocidas sobre los cambios de sexo documentadas en la literatura oriental y clásica. Una de las más importantes y más antiguas de la tradición oriental es el cuento del Mahabharata, antes citado, Udyoga Parva, CXC-CXCIV: Para vengarse de Bhishma, el rey Drupada desea un hijo. Después de muchas plegarias, la diosa Siva promete darle uno que ha de ser macho y hembra. La reina, su mujer, da a luz una hija, pero confiando en la promesa de la diosa, los padres la visten de hombre y cuando llega a edad la casan con una princesa vecina. Se sabe el engaño y el padre de la princesa declara la guerra. La infeliz hija del rey Drupada se escapa al monte con intención de suicidarse, pero un amable yaksha la encuentra y al oír su triste historia, cambia de sexo con ella. Cuentos semejantes se hallan en la tradición antigua y moderna de Oriente y Occidente, según ya se ha indicado. Véanse particularmente las Notas de Tawney-Penzer en Somadeva VII, 223-233, y los cuentos albanés y griego, respectivamente, de Dozon 14 y Hahn I, 58. Hay cuentos orientales antiquísimos que llevan cambios de sexo mediante una píldora metida en la boca o una planta metida en la oreja, y una vez retirada la píldora o la planta cesa el efecto transformador. En Somadeva VII, 4147 hallamos una versión muy notable: Cierto príncipe se enamora de una joven y desea casarse con ella. Un mágico envidioso le da una píldora que al metérsela en la boca, le cambia en mujer. Va a vivir en compañía de su amada, y cuando los dos se dan cuenta de lo que ha ocurrido, se saca la joven la píldora de la boca e inmediatamente recobra su forma masculina. Hay otra versión índica muy semejante en el Vetalapanchavimsati, cuento 15. Véase Somadeva, Notas de Tawney-Penzer 222. Pero los casos más numerosos de cambios de sexo en las tradiciones orientales se realizan bebiendo agua de una fuente, o entrando en el agua de una fuente, río o mar, siendo los más bien conocidos los que encontramos en las más importantes versiones orientales del Libro de los siete sabios, o sea el Sindibad, incluyendo entre ellas, el Libro de los engaños. Uno de los mejores es el que encontramos en la
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versión latina de la Historia septem sapientum I (Mischle Sendabar), 6, tradición extraordinaria, que empieza con el cuento del joven que por engaño es llevado por una bruja a su casa, de donde se escapa para ir a dar a la funesta fuente donde, después de beber agua, se ve convertido en mujer. La parte del cuento que contiene nuestra tradición es la siguiente: «Et venit ad quendam fontem, de quo quicumque bibebat si masculus erat vertebatur in feminam, et si femina erat vertebatur in masculum. Et ipse nesciebat, sed bibit, et versus est in feminam et cepit lacrimari et timebat adhuc bibere de aqua. Et ipse mestus mansit in illa nocte ibi, et ecce turba puellarum venit et ludebant et cantabant juxta fontem. Surrexit etiam ipse ad ludendum cum eis, quia credebat se factum esse strigam. Interrogaverunt eum puelle et dixerunt: Quis es tu et unde venis? Ipse autem narravit omnia que acciderant sibi. Cui una illarum dixit: Jura mihi quod ducas me uxorem et liberabo te et revocabo ad patrem tuum. Et juravit ei. Et illa: Bibe de aqua fontis illius. Bibit et mutatus est in masculum. Illa autem accepit eum et reduxit ad patrem suum. Ipse vero retulit patri omnia visa.» La versión española del Libro de los engaños, páginas 3739, es semejante, pero es diferente en muchos detalles. Un privado del rey es el que por engaño lleva al príncipe a la fuente funesta, y el príncipe, cambiado en mujer después de beber agua, es encontrado por un diablo, el cual le vuelve a su forma primera de una manera que recuerda los detalles del cuento del Mahabharata, el diablo haciendo el papel de yaksha. Reproduzco la última parte de la versión: «E guando vió el ynfante que tardaua el privado e que non tardaua por él, descendió a la fuente a lauar las manos e la cara, do beuió del agua e fisose muger, e estuuo en guisa que non sabía que faser nin que desir nin do yr. E a esto llegó a él un diablo, e dixole que quién era él, e él le dixo: ‘Fijo de un rrey de tal tierra’; e dixole el nombre derecho, e dixole la falsedat que le fisiera el priuado de su padre. E el diablo ouo piedat del porque era tan fermoso, e dixole: ‘Tornarme he yo dueña como tu eres, e a cabo de quatro meses tornarme he como dantes era.’ E el ynfante lo oyó e fisieron pleyto e fué. Y el diablo otrosi vino en lugar de muger preñada, e dixo el diablo: ‘Amigo, tornate como dante, e yo tornarme he como ante era’. E dixo el ynfante: ‘¿Como me tornaré yo así, que quando yo te fise pleyto e omenage yo era donsella e virgen, e tu eres agora muger preñada?’ E entonçes se rrasonó el ynfante con el diablo ante sus alcalles, a fallaron por derecho que venciera el ynfante al diablo. Entonçes se tornó el ynfante ome, e fuese para su muger, e leuola para casa de su padre, e contogelo todo como le acaesçiera.»
Las diversas formas árabes de esta leyenda, unas de las versiones orientales del Libro de Sindibad, otras de algunas de las Mil y una noches, están citadas en la bibliografía. Véase particularmente Chauvin VIII, 43, y las numerosas citas que documenta, Burton VI, 145, XII, 196-197, y, sobre todo, las Notas de Tawney-Penzer en Somadeva VII, 224-226. Uno de estos cuentos árabes nos interesa sobre todo porque el cambio de sexo se efectúa de una manera semejante a la del cuento asturiano de Cabal, Somadeva VII, 224-225: Un hechicero le aconseja a cierto visir que se meta en una caldera mágica llena de agua y que se eche en ella al mar. Obedece el visir y al entrar en el agua, se convierte en mujer. Cásase y tiene siete hijos. Aburrida de su vida se echa de nuevo al mar de la misma manera y sale hombre, y creyendo que todos los años que ha vivido hecho mujer han sido sólo unos cuantos segundos. Recordemos que en el cuento asturiano la joven se ata a la cintura la cabezada de una cierva y se echa al mar, y que la cabezada se le pega, y al salir queda convertida en hombre. En algunas versiones orientales alguna persona, hada o hechicero cualquiera, pronuncia una maldición al beber la víctima el agua de la fuente o río, y así los que son hombres son cambiados en mujeres y los que son mujeres son cambiados en hombres. Véase para esto Somadeva VII, Notas de Tawney-Penzer 225-226. Cuentos semejantes se hallan también en la tradición moderna: Hahn I, 58, ya citado; Giese 4, cuento turco; Hambruck 41, cuento malayo. En el cuento albanés de Dozon 14 hay ya la maldición de una serpiente, y esto nos lleva a las tradiciones clásicas donde la serpiente tiene mayor importancia en los cambios de sexo. Muy bien conocido es el mito de Tiresias, documentado, entre otros, por Ovidio en su Metamorfosis III, 320-331, y repetido brevemente por Dante en Inferno XX, 40-45. La versión ovidiana es la siguiente: Júpiter argüía con Juno sobre las delicias del amor, insistiendo en que la mujer gozaba más que el hombre de los placeres amorosos. Deciden dejar la contestación en el juicio del vaticinador Tiresias, porque éste, siendo hombre, había en una ocasión encontrado dos serpientes copulando, y habiéndolas separado a golpes con su bastón, inmediatamente había quedado cambiado en mujer, y a los ocho años las había encontrado otra vez, y repitiendo los golpes, había quedado en su primera forma. Tiresias declaró que la mujer gozaba más del amor y Juno de ira le hizo ciego, pero Júpiter le concedió la virtud del vaticinio. Ovidio también nos cuenta el caso de Iphis, la hija de Ligdus y Teletusa de Festos en Creta, Metamorfosis IX, 704-797: Ligdus deseaba tener un hijo, y su mujer al dar a luz una hija le engaña y le dice que es hombre. La visten de
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hombre y se enamora de ella Ianthe, la hija de Telestes, y están para casarse. La diosa Isis había prometido su ayuda a la madre de Iphis y la madre dirige sus plegarias a la diosa. Isis se apiada de Iphis y la cambia en hombre. Alguna relación hay entre esta tradición y la más antigua del Mahabharata, ya citada. Otro caso notable de la antigüedad clásica es el mito de Caenus, documentado también por Ovidio, Metamorfosis XII, 459-532, y citado por Virgilio, Eneida VI, 448-449: Caenus era antes una mujer llamada Caenis. La robó Poseidón y se la llevó al fondo del mar. Habiendo gozado de sus amores, Poseidón le promete lo que ella desee, y ella, para vengarse, pide el volverse hombre. Poseidón se lo concede y además la hace invulnerable. Según algunas versiones, Caenis recobró su forma de mujer al morir. En algunas de nuestras versiones orientales y clásicas se ve que la virtud de cambiar el sexo de los humanos la poseen los dioses u otros seres sobrenaturales. La mayoría de las veces se efectuaba el cambio de sexo para hacer justicia o para castigar al culpable. Pero Indra, el dios todopoderoso de India, una de las divinidades de la trinidad védica, cambiaba de sexo a voluntad, según las circunstancias. Hay muchos otros ejemplos de cambios de sexo documentados en las tradiciones y literaturas antiguas, pero su estudio completo no nos pertenece ahora. La creencia en los cambios de sexo se halla en las tradiciones de casi todos los pueblos y debe su existencia no sólo a supersticiones y sobrevivencias antiquísimas cuyo origen es muy incierto, sino que también, en algunos casos por lo menos, a realidades actuales de la vida, seres hermafroditas, fisiología monstruosa, etc. Estos problemas pertenecen propiamente a la teratología y no al folklore. Plinio, en su Naturalis Historiae VII, 4, cita algunos casos y declara que él mismo es testigo de uno de ellos: «Ex feminis mutari in mares non est fabulosum. Invenimus in annalibus P. Licinio Crasso C. Cassio Longino cos. Casini puerum factum ex virgine sub parentibus, iussuque haruspicum deportatum in insulam desertara. Licinius Mucianus prodidit visum a se Argis Arescontem, cui nomen Arescusae fuisse, nupsisse etiam, mox barbam et virilitatem provenisse uxoremque duxisse. Eiusdem sortis et Zmyrnae puerum a se visum. Ipse in Africa vidi mutatum in marero nuptiarum die L. Cossicium civem Thysdritanum, vivebatque cum proderem haec». Hay también notables ejemplos de cambios de sexo en las creencias y supersticiones de la Europa medieval y moderna fuera de los cuentos ya tratados. Según RTP XII, 225, en Francia existe la creencia de que una joven puede cambiarse en hombre después de un salto o una caída. Esta creencia es
la que recogió, al parecer, Montaigne en el siglo XVI, por más que hable de lo que para él es historia verdadera. Nos cuenta en sus Essais I, 20, que cierta joven, Marie Germain, permaneció como tal hasta la edad de veinte años, pero que a esa edad se cambió en hombre después de un gran salto. En Mélusine II, 17, está documentada la creencia popular francesa de quien llega a pasar por debajo del arco iris cambia de sexo. En alguna región de España también se cree que cambia de sexo el que logra orinar en el arco iris. Para más detalles véase en particular los siguientes trabajos citados en nuestra bibliografía: W. Norman Brown en JAOS XLVII, 3-24; Somadeva VII, Notas de Tawney-Penzer 223-232; Crooke en FL XXIV, 385; Liebrecht 362.
156. Los cuarenta y un ladrones BIBLIOGRAFÍA: Versiones italianas: JREL VII, 384-388.—Francesas: Cosquin II, 33, 40; RTP XII, 537-538.—Alemanas: Grimm 111; Haltrich 22, 23; Wolf, Hausmärchen 65-72; Zingerle 1, 200-206.—Eslavas: Archiv SP II, 614-618; Krauss I, 143-169; Magnus 154-159; Tille 48 -66.—Gitanas: Groome 144-151.— Georgianas: Wardrop 112-118.—Magiares: Dones-Kropf 39-46.—Griegas: Dozon 121-134; Hahn I, 52, 56; Legrand 145-160.—Turca: Kunos 112-133.—Árabes: Chauvin V, 94-95; VI, 5-6; Gaudefroy 7; RTP XIII, 557-559.—Berberiscas: RTP VI, 155-457.—Africana: Equilbecq II, 88-93.—Clasificación y estudios especiales: Aarne, Estnische Märchen 304, 518, 956; Aarne-Thompson 304, 518, 956; Boggs 302A; BoltePolívka II, 503-506; Chauvin V, 94-95, VI, 5-6; Cosquin II, 31, 71-75; Thompson B15.1.2.6, B551, D1361.2, D1402.2, D1521, F10, H1460, H1462, 1462.1, K912. Véase también las bibliografías de Cuentos 139, 141, 142. Por la extraordinaria variedad y mezcla de los elementos o motivos fundamentales que la constituyen, nuestra versión granadina representa uno de los tipos de cuento más difíciles de clasificar. Algunos de estos elementos se hallan en cuentos de tipos muy distintos y muy bien caracterizados. En general, nuestra versión puede clasificarse con el tipo del cuento de Grimm 111, Aarne-Thompson 304, estudiado en Bolte-Polívka II, 503-506. Este tipo de cuento es el siguiente:
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A. Un hombre recibe una escopeta mágica de otro hombre, con la cual les quita la carne de la boca a tres gigantes.
IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
B. Se une a ellos y van los cuatro a robar un palacio donde se halla un rey, que ha prometido su hija en matrimonio a quien mate a los gigantes. C. Mata a los gigantes, roba algunas prendas de la princesa y se escapa. D. Para encontrar al héroe el rey construye una casa de huéspedes, donde todos pueden llegar a contar sus aventuras. E. Llega allí el héroe y cuenta su vida y le cogen. Los falsos matadores de los gigantes son castigados. F. Se casa el héroe con la princesa. En todas partes de Europa se hallan cuentos de este tipo, excepto en España. Yo, por lo menos, no conozco versiones españolas. La bibliografía europea se halla en Bolte-Polívka arriba citados. Véase, además, Tille 56-66. Nuestra versión granadina 156 pertenece a un tipo algo diferente, cuyos elementos fundamentales son los siguientes: A. El menor de tres hermanos es el único que logra terminar el rosario en la tumba de su padre. Sale un bicho de la sepultura y el joven le mata. B. Siguiendo una luz, el joven se une a cuarenta y un ladrones, y juntos van todos a robar un palacio donde se halla un rey que ha prometido su hija en matrimonio a quien mate a los ladrones. C. Mata a los ladrones y roba un anillo y un pedazo de paño de la falda de la princesa y se escapa. D. Para encontrar al héroe el rey construye una casa de huéspedes, donde todos pueden llegar a contar sus aventuras. E. Llega allí el héroe y cuenta su vida y le cogen. F. Se casa el héroe con la princesa. G. La princesa se va con sus cuñados, y en el camino un negro hechicero los convierte a todos en piedras, excepto a la princesa, a quien quiere enamorar. H. Llega el héroe y logra hablar con su mujer y aprende el secreto de la vida del hechicero, cuya vida reside en el corazón de una serpiente de siete cabezas. I. Se va en busca de la serpiente. En el camino les quita un sombrero y unas zapatillas mágicas a dos viajeros, llega por fin adonde se halla la serpiente, la mata y le saca el corazón y vuelve a buscar a su mujer. J. Llega y le da al hechicero en la frente con el corazón de la serpiente y le mata. Su mujer esparce sal y desencanta a sus cuñados y a todo su acompañamiento.
En esta primera parte de los dos tipos las diferencias más notables son las siguientes: 1. En nuestra versión no se trata de un tirador, sino de un joven que logra rezar el rosario en la tumba de su padre. Cómo el padre muerto y despedazado por el joven para ser venturoso después ayuda al hijo, no está muy bien explicado. Tampoco está muy bien contada la parte que nos explica el hallazgo y empleo de los objetos mágicos de elemento I. 2. En elemento B nuestra versión trae cuarenta y un ladrones en vez de tres gigantes. De aquí en adelante nuestro tipo desarrolla otro cuento, el de la princesa robada y los cuñados encantados, la llegada del marido, la muerte de la serpiente que contiene la vida del hechicero, la muerte del hechicero y el rescate y desencanto de todos. Resumiendo la comparación de los dos tipos, podríamos decir que nuestra versión granadina pertenece a un tipo que se diferencia notablemente del tipo de Aarne-Thompson 304 y Grimm III en su principio, con el episodio del velorio del padre muerto ya mencionado, y en añadir una segunda, parte en el cautiverio y encantamiento de la princesa y hermanos y su rescate y desencanto después de la muerte del hechicero. La diferencia en el principio es, desde luego, muy notable. Se halla en algunas versiones de Europa que hay que clasificar con nuestro tipo, como más adelante decimos. Los detalles de la segunda parte de nuestra versión que no pertenecen a Aarne-Thompson 304 son los de la serpiente de siete cabezas, episodio sacado seguramente del bien conocido cuento de este nombre, Cuentos 139, 151, y el elemento del gigante o hechicero cuya vida hay que buscarla en un huevo, corazón de un animal u otro objeto, Cuentos 141, 142. Para no repetir lo ya dicho en nuestros estudios de estos cuentos, nada diremos ahora sobre estos elementos de nuestra versión granadina. No conozco versiones españolas semejantes a nuestro tipo granadino. Sin embargo, no dudo que se trata de un tipo hispánico antiguo y bien conocido. El tipo se halla, si no exacto en todos sus detalles, por lo menos muy semejante, en algunas versiones de Europa que he podido examinar, entre ellas las siguientes:
Nuestra versión sigue al tipo general de Grimm 111 y Aarne-Thompson 304 muy de cerca hasta elemento F.
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• Dos versiones griegas, Kunos 112-133, y Legrand 145-160. Las dos versiones contienen elementos A, B, C, D y E de nuestra versión en todos sus detalles. Termina la versión de Kunos con el cuento del pájaro que resucita a los muertos, y la de Legrand con el de la sala prohibida, Cuentos 89. • Dos versiones bohemias, Tille 48-49. Pertenecen a nuestro tipo español hasta elemento F, pero con algunas diferencias.
Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
• Una versión caucásica, Wardrop 112-118. Este tipo está mezclado con otro tipo parecido, el que empieza con el episodio del rey que, al morir, ordena a anís hijos que casen a sus hermanas con los primeros que se presenten (demonios, animales, etc.), Krauss I, 143-169, Archiv SP II, 614-618.
157. Dos almas en pena Véase nuestro estudio de Cuentos 139.
158. Periquillo 159. María como un ajo BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Curiel Merchán 252-253; Espinosa, Castilla 133, 134, 135; Sánchez Pérez 57.—Españolas de América: Andrade 206; Laval, Cuentos 11; Mason-Espinosa III, 19a, 19b, 19c; Rael 342; RCHG LXII, 207-212 (dos versiones).—Portuguesas: Athaide Oliveira I, 94; Braga I, 94; Coelho 33.—Catalanas: Maspons y Labrós III, 88-90.—Italianas: Anderson, Novelline 93, 94; Andrews 6, 29, 33; Archivio VI, 270-271, XIV, 458-461; Crane 242-247; Nino III, 8.—Corsa: Ortoli 14.—Francesas: Carnoy 167-172, 245-247; Cosquin II, 53; Gaston Paris, Poucet viiviii, 36-38; Mélusine I, 41-42; Perrault, Le Petit Poucet; RP I, 219-220; RTP VII, 697-699, XXX, 91-95; Sébillot, Provinces 63.—Francesa del Canadá: JAFL LIII, 135-137.—Flamencas: De Mont y De Cock 106-109; RTP II, 533-555; Volkskunde I, 70-71.—Bretonas: RTP XI, 232-233, XIX, 182-183.—Vascuence: Vinson 110-112.—Rumana: ZFDM I, 48-49.—Alemanas: Bartsch II, 478-480; Birlinger 1, I, 354-356; Grimm 37, 45; Heyl 80-81; Strackerjan II, 629.—Islandesa: Rittershaus 101.—Noruega: Dasent 372-374.—Holandesas: Volkskunde I, 174-175, XIII, 111-113, XIV, 81-86.—Inglesas: Hazlit II, 177-250; Jacobs 1, 145-152.—Escocesas: Campbell III, 69; Ritson-Goldsmid II, 29-42.—Finlandesa: Von Löwis of Menar 1, 101-102.—Lituanas: Coxwell 912; Schleicher 7-8.—Eslavas: Coxwell 573, 969-972; Krauss I, 420-423; Léger 29-30.—Griegas: Archivio V, 469-472; Hahn I, 55, 56, II, 99.—Árabes: Rivière 9-12 (Cabilia).—Berberisca: Stumme, Tazerwalt 85-86.—Africanas: Brownlee 6972; Frobenius II, 25, III, 23.—Indias: Bompas 189-190; Bradley-Birt 200-204.—India de Norteamérica: JAFL XXIX, 318-322.—India de Sudamérica: Saunière 262-266.—Filipina: JAFL XX, 90-91.—Clasificación y estudios especiales: Aarne, Estnische Märchen 700; Aarne-Thompson 700; Archivio VI, 271-272; Boggs 700; Bolte-Polívka I, 389-398; Cosquin II,
150-155; Germania VIII, 384; Gubernatis II, 151-152; RTP I, 245, II, 79-82, IX, 510; Webster 191; Thompson F535.1, F535.1.1, F535.1.1.1, F535.1.1.2, F535.1.1.3, F535.1.1.4, F911.3.1, F912.2, F913, F915, K252, K565, T553. Cuentos 158, 159 son versiones de un cuento muy bien conocido enEuropa, el cuento francés de Petit Poucet, el inglés Tom Thumb, etc., y pertenecen a una tradición antiquísima cuyos orígenes son de los más discutidos entre los folkloristas. Gaston Paris hizo un estudio especial del cuento, buscando sus orígenes en una tradición popular formada para interpretar la presencia de la constelación llamada Ursus Major, o el carro. De este estudio, citado en la bibliografía, hablaré más adelante. El cuento se halla en todos los países de cultura occidental. En sus formas completas occidentales parece un cuento de desarrollo ya antiquísimo, pero no se halla, al parecer, en su forma fundamental en la literatura oriental antigua. Los cuentos occidentales de la tradición moderna se pueden clasificar de varias maneras. Los elementos fundamentales de las diferentes versiones, según las clasificación de Bolte-Polívka I, 389, y con algunas modificaciones y adiciones mías, son los siguientes: A. Un matrimonio sin hijos desea un niño, por pequeño que sea. A1. Tienen un niño de diversas maneras: de unos guisantes; cortándose uno de ellos el dedo; con la ayuda de Merlín; con la ayuda de otro ser sobrenatural, San José, como en 158, etc. B. El héroe ayuda al padre arreando los bueyes para arar, llevándole la comida, etc., y va sentado en la oreja del buey o caballo. B1. El buey, o una vaca, le cubre con su estiércol. Su padre le saca del estiércol. C. Se deja vender y luego se marcha a casa. D. El humo se lo lleva volando por la chimenea. E. Hace enfadar a la mujer de un sastre. F. Ayuda a los ladrones a robar. F1. Grita y entrega a los ladrones. F2. El mismo roba a los ladrones. G. Una vaca se lo traga. Matan a la vaca y se le salva. G1. Una vaca se lo traga. La vaca le echa. H. Una loba u otro animal se lo traga. Matan al lobo y se le salva. La mayoría de las versiones de Europa y países de cultura europea se dividen en dos grupos importantes: Grupo I. Los cuentos que contienen todos los elementos arriba mencionados, excepto elementos D y E, que son rarísimos.
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
Grupo II. Los cuentos que omiten regularmente elementos F, F1 y F2. Los cuentos del Grupo II omiten, por consiguiente, los elementos de los ladrones, uno de los cuales, al hacer huir a los ladrones gritando desde arriba de un árbol, parece sacado del cuento de los animales que espantan a los lobos, Aarne-Thompson 130, Cuentos 255, 256, 266, que más adelante estudiamos. Nuestras versiones españolas 158, 159 pertenecen al Grupo I, por más que la segunda versión sea fragmentaria y lleve un protagonista femenino. Conozco diecinueve versiones hispánicas de nuestro cuento verdaderamente populares y tradicionales. Diez de ellas pertenecen al Grupo I. Cuatro versiones españolas peninsulares: Cuentos 158, con elementos A, A1, B, C, H, F2; Cuentos 159, con elementos A, B, F2; Sánchez Pérez 57, con elementos A, A1, B, G, H, F2; Espinosa, Castilla 134, que lleva elementos A, A1, B, B1, F2, y termina con una variante del episodio del lobo que entra por la chimenea y se quema vivo, elemento H5 de Cuentos 212: los ladrones van a entrar por la chimenea, Pulgarcillo hace lumbre en ella y no pueden entrar. Este elemento es también una variante, al parecer, del episodio del cubo de pez con el cual Pulgarcillo coge a los ladrones en Espinosa, Castilla 133, del Grupo III. Cuatro versiones españolas de América: Andrade 206, con elementos A, F2, G; Mason-Espinosa PRF III, 19a, con elementos A, B, F2, y 19c, con elementos A, G, F2; Rael 342, con elementos A, B, C, F, G, H. Dos versiones portuguesas: Braga I, 94, con elementos A, G1, B, H, F2; Coelho 33, con elementos A, G2, H, F2. Siete versiones pertenecen al Grupo II. Dos versiones españolas peninsulares: Curiel Merchán 252-253, con elementos A, B, G, y otros elementos; Espinosa, Castilla 135, con elementos A, A1, B, G, H. Tres versiones españolas de América: Laval, Cuentos 11, con elementos A1, G1 y otros elementos extraordinarios; Mason-Espinosa PRF III, 19b, con elementos A1 (variante), G1; RCHG LII, 207-209, con elementos A, A1, G y otros elementos. Una versión catalana: Maspons y Labrós III, 88-90. Una versión portuguesa: Athaide Oliveira I, 94. Las dos versiones restantes pertenecen a un grupo nuevo, Grupo III, una mezcla extraordinaria del cuento de Pulgarcito y del Muñeco de Brea, Cuentos 35, ya estudiado. Estas dos versiones son una castellana y una chilena: Espinosa, Castilla 133, y RCHG LXII, 209-212. Espinosa, Castilla 133, lleva elementos B, B1, F2 de nuestro cuento de Pulgarcillo, Grupo I, y elementos A, B, E1, G5, K de Cuentos 35, y termina con elementos B10,
G5, K de este mismo cuento. Se repite el episodio del Muñeco de Brea. Primero coge Pulgarcillo (El Piejillo) a un ladrón con el mono de pez y después a los otros ladrones con un cubo de pez. La versión chilena de RCHG LXII, 209-212 lleva elementos A, B, E, F, G, I2 de Cuentos 35, una de las mejores versiones del cuento del Muñeco de Brea, y termina con elemento G, variante, de nuestro cuento de Pulgarcillo: Se sale del león que se lo ha tragado, abriéndole la panza con su puñal. Después se lo comen unos perros. Solamente seis de las diecinueve versiones hispánicas podemos considerar versiones completas de nuestro cuento. Grupo I: Cuentos 158, A, A1, B, G, H, F2; Sánchez Pérez 57, A, B, G, H, F2; Rael 342, A, B, C, F, G, H; Braga I, 94, A, G1, B, H, F2. Grupo II: Espinosa, Castilla 135, A, A1, B, G, H. Grupo III: Espinosa, Castilla 133, A, A1, B, B1, F2. El cuento del Muñeco de Brea es, como ya queda dicho en nuestro estudio de Cuentos 35, muy antiguo en España. Se halla mezclado con el cuento de Juan Fuerte en Cuentos 35, con el de Juan sin Miedo en Espinosa, Castilla 77, 78, y con el de Pulgarcillo en las dos versiones de nuestro Grupo III. Nuestra versión 159 es notable por tratarse de un protagonista femenino, María como un ajo, en vez de Periquillo o Pulgarcillo. La versión es, como ya queda dicho, muy fragmentaria, pero es, al parecer, una versión que era muy semejante a 158. En Bolte-Polívka I, 398, se citan dos versiones con protagonistas femeninos, Ortoli 14, Andrews 6. Ninguna de las dos pertenece propiamente al cuento que ahora estudiamos. Hasta ahora, por consiguiente, la única versión con protagonista femenino que conocemos que pertenece al cuento europeo de Periquillo, Petit Poucet o Tom Thumb, es nuestra versión montañesa 159. Las numerosas versiones europeas no hispánicas que cito en la bibliografía, y muchas otras que no he podido examinar, han sido estudiadas y clasificadas por BoltePolívka. Terminaré este estudio, por consiguiente, con algunas observaciones sobre la difusión del cuento en los siglos XVI y XVII, particularmente en versiones literarias, y sobre su origen. En Europa las primeras manifestaciones del cuento en la literatura se hallan en Inglaterra, donde las alusiones al cuento se remontan al siglo XVI (Bolte-Polívka I, 390). Después se desarrolla en los siglos XVII y XVIII en diversas versiones literarias en prosa, verso y hasta en forma dramática. Una forma literaria inglesa en prosa aparece en 1621, y una en verso en 1630. En estas primeras versiones inglesas el cuento aparece ya en su forma característica
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
occidental, fundamentalmente la misma de las versiones modernas de nuestro Grupo I. La versión en verso de 1630 es la siguiente: Un matrimonio desea un niño y con la ayuda de Merlín nace un niño del tamaño del dedo pulgar. Le ponen el nombre de Tom Thumb (Tomasito Pulgar). Se cae en la comida. Un mendigo se lo come en la comida. Lo echa. La madre lo ata a una hoja y se lo come una vaca. Lo echa. La madre lo limpia. Va a ayudar a trabajar con el arado. Se lo traga un gigante y lo echa después en el mar. Se lo traga un pez. Cogen al pez, salvan a Tom Thumb y lo llevan a la corte del Rey Arturo. Después de varias aventuras en la corte, muere Tom Thumb. De las versiones literarias inglesas posteriores mencionaré sólo la famosa tragedia de Fielding de 1730, The Life and Death of Tom Thumb the Great. El poeta dramático ha desarrollado el tema tradicional con intención claramente burlesca, pero no se ha apartado mucho de la tradición popular. Lo único nuevo es presentar a un Tom Thumb enamorado, un poco donjuanesco, que se ve colmado de favores de parte de la reina, la esposa del Rey Arturo. Defiende al reino contra los enemigos del rey, derrotando y dando muerte al enemigo más formidable como un verdadero «miles gloriosus». Pero cuando se reciben en la corte las funestas noticias de que una vaca se ha tragado al hombrecillo, todos se alborotan y se matan unos a otros como locos. En Francia las primeras alusiones a nuestro cuento son de los años 1661 y 1662 (RTP I, 245, IX, 510). Hay versiones literarias después de estas fechas, pero no tiene la tradición desarrollo literario notable en Francia como en Inglaterra. El famoso cuento de Perrault de 1697, Le Petit Poucet, citado por todos los que estudian nuestra tradición, no pertenece en realidad a ella. El protagonista es un hombrecillo del tamaño del dedo pulgar, pero fuera de este hecho el cuento no tiene absolutamente nada que ver con nuestra tradición. Es un cuento relacionado con los bien conocidos cuentos de los niños abandonados por su padres o padre y madrastra en la montaña y su escape de la casa del ogro o bruja, y del ogro que mata a sus siete hijas cuando el protagonista lo engaña. Véase Cuentos 114, y Aarne-Thompson 327, 1119. En España nuestra tradición no ha tenido, al parecer, desarrollo literario. Sobre los orígenes del cuento se han expresado opiniones muy diversas. En su obra Le Petit Poucet et la Grande Ourse, Gaston Paris ha estudiado el problema con su acostumbrada sagacidad, pero sus conclusiones no son convincentes. En vista de que una de las estrellas más pequeñas de la Osa Mayor, o carro, va arriba de otra más grande y que esta estrella pequeña se llama en la tradición popular de Francia
le Petit Poucet, Gaston Paris desarrolla la peregrina teoría que explica todo el origen del cuento. Como el hombrecillo del cuento popular va subido en la oreja del caballo o buey arreando, así va la estrella pequeña por encima de la mayor. La relación no tiene fundamento. Cree Gaston Paris también que el episodio de la vaca que se traga a Poucet viene del hecho de arrear bueyes el protagonista, porque la pequeña estrella arrea siete estrellas, «septem triones», en latín. La vaga relación que pueda haber entre el cuento popular y la presencia de las siete estrellas principales del carro, aun tomando en cuenta la posición de una pequeña y una que Gaston Paris indica, y el hecho de que a la pequeña de que se trata le den en la tradición popular de Francia el nombre de Petit Poucet, no prueban que el cuento haya sido formado contemplando la Osa Mayor. En cuanto al nombre de la estrella pequeña, más bien podría suponerse que en vista de la existencia antiquísima del cuento, popular de un hombrecillo del tamaño del dedo pulgar o poucet, se le diese el nombre de pulgar o poucet a cualquier personaje diminuto. Es bien sabido que a la mayoría de los astros celestes los hombres primitivos consideraban como personajes sobrenaturales. Bolte y Polívka I, 396, no aceptan tampoco las conclusiones de Gaston Paris: «Natürlicher aber erscheint, dass in beiden Fällen Däumling selbständig als verbreitete Beziechnung eines ungewönlich kleinen Menschen verwendet ward, oder dass, falls wirklich eim Zuzammenhang anzunehmen wäre, das bekannte Däumslingsmärchen den Anlass zur Benennung des Sernbildes hergab». Igualmente dudoso me parece el supuesto origen de nuestro cuento en el mito de Hermes, hijo de Júpiter, que de recién nacido le roba vacas a Apolo, porque en algunas versiones modernas, como en Grimm 37, el hombrecillo roba vacas. Véase Bolte-Polívka I, 396 y Germania VIII, 384.
160. La asadura del muerto BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Espinosa, Castilla 94, 95, 96, 97, 98, 99, 100, 101, 102, 103, 104.—Versiones españolas de América: Mason-Espinosa II, 24, V, 108.—Portuguesa: Athaide Oliveira I, 79.—Catalanas: Maspons y Labrós II, 100-101; Milá y Fontanals, Cuentos 10; Serra i Boldú 2, 61-66.—Italiana: Pitré III, 128.—Francesas: Bladé II, 324-326, 328-331; Cosquin II, 41; Dolopathos 298-303; RTP IV, 457-458.—Bretonas: RTP XIV, 644-645, XVIII, 361-362; Sébillot I, 49.—Latinas: Liber de Miraculis 13, 14.—Alemanas: Grässe I, 173; Grimm 211 (Bolte-Polívka); Knoop 34; Kuhn-Schwartz 357-358; Müllenhoff 26; Schönwerth III, 152; Strackerjan
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
I, 155-156; ZFDM II, 137-138.—Holandesas: Volkskunde II, 68-69, III, 16, XV, 227-229.—Inglesas: Henderson 338339; Hunt 452-453; Jacobs 1, 57-58.—Inglesas de América: JAFL XLVII, 296; TFSP VI, 41-42.—Escocesa: FL L, 378-379.—Africanas de América: Clemens 13-15; Harris 2, 161-166.—India: Somadeva II, 198-202.—Indias de Sudamérica: Koch-Grünberg 2, 52; Saunière 61-65.—Clasificación y estudios especiales: Aarne, Estnische Märchen 366; Aarne-Thompson 366; Boggs 52; Bolte-Polívka III, 478-483; Cosquin II, 77-78; Jacobs 1, 143-144, 267; Köhler I, 47, 133; Mélusine III, 340-341; Ortiz 93-100; Somadeva II, 198, 202 (Notas de Tawney-Penzer); ZVFV X, 117-142; Thompson E230, E235, E235.4, E235.4.1, E235.4.2, E235.4.3, E235.4.4, E235.4.5, E236. Nuestra versión toledana 160 pertenece a un grupo de cuentos que documentan el robo de una parte del cuerpo de un muerto, para comérsela o por otro motivo, la aparición repentina y dramática del cuerpo del muerto, que viene a reclamar lo que le han robado y la trágica muerte, no siempre expresamente indicada, del ladrón. Esta bárbara tradición puede tener origen en la realidad en cuanto al robo. Lo demás es un cuento moralizador destinado a apoyar la realidad del robo y el castigo del ladrón. La mayoría de los cuentos que documentan esta tradición pueden clasificarse, con algunas modificaciones importantes, bajo el tipo de Aarne-Thompson 336. Las versiones que yo he examinado, prescindiendo de algunas versiones extraordinarias que más adelante estudiamos, contienen los siguientes elementos fundamentales: A. Una niña, una mujer o un hombre roba una parte del cuerpo de un muerto: 1. La asadura, el hígado, el corazón, estómago, una pierna, o carne, para comer. En las versiones hispánicas es generalmente la asadura. 2. La calavera u otra parte del cuerpo, para curar a un enfermo o por otro motivo. 3. Una pierna de oro o con joyas. B. Una niña coge una manzana de un huerto y empieza a comérsela. Sale de la manzana la calavera del difunto cuyo hígado había robado la niña. Amenaza a la niña y le dice que no diga nada de lo ocurrido. La niña se lo dice a su madre. B1. Ídem. Se trata de una calavera cualquiera que se le aparece a la niña. C. El cuerpo del muerto, o la calavera, viene de noche a reclamar su prenda. Entra en la casa del ladrón y en algunas versiones declara quién es y qué busca, o empieza a amenazar a la niña en el mismo sitio donde se le aparece.
C1. Ídem. El muerto es el padre o la madre del ladrón. C2. Ídem. El muerto es el marido de la mujer ladrona. D1-D8. En el diálogo dramático el muerto reclama su prenda unas ocho veces. E. El muerto coge al ladrón y lo mata, y le quita la prenda robada. E1. El muerto coge al ladrón y se lo lleva consigo. E2. Una niña coge a otra niña para que haga de María Dura (en el juego infantil de este nombre). F. El muerto de elementos B y El mata a la niña y vende la carne a un carnicero. G. La madre de la niña compra la carne y está para freírla. La niña resucita, habla a su madre y se va a casa con ella. En la tradición general de Europa hay, al parecer, tres tipos fundamentales de estos cuentos: Tipo I, que empieza siempre con elemento A1, lleva elemento C, a veces C1 ó C2, D1 ó variante, y termina con elemento E ó E1. A este tipo pertenecen las siguientes versiones no hispánicas de nuestra bibliografía: Bladé II, 328-331; Cosquin II, 76-77; Grimm 211; Hunt 452-453; Jacobs 1, 57-58; Knoop 34; Kuhn-Schwartz 357-358; Pitré II, 7376; RTP IV, 457-458, XVIII, 361; Volkskunde I, 68-69. Tipo II, que empieza con elemento A1, lleva elemento B o B1, elemento C, y termina con elemento E o E1 (en una versión con E, F y G). A este tipo pertenecen solamente versiones hispánicas, como más adelante veremos. Tipo III, que empieza con elemento A2 ó A3, lleva elemento C, y termina con elemento E ó E1. Es el cuento de la pierna de oro o con joyas, robada por el marido de la muerta o por otra persona. A este tipo pertenecen las siguientes versiones no hispánicas de nuestra bibliografía: Bladé II, 324-326; Clemens 13-15; Harris 2, 161-166; Henderson 338-339; Müllenhoff 26; Strackerjan I, 155-156. Los cuentos de este tipo han sido estudiados por Bolte y Polívka en III, 480483. Véase también Bartels en ZVFV X, 133-134. En los cuentos de este tipo el marido es el que por regla general va al cementerio a robar el brazo o pierna de oro de su mujer. La mujer muerta va a reclamar su prenda, mata al marido o al criado de éste en la mayoría de las versiones, y algunas veces se lo lleva consigo y se lo come. Volvamos ahora nuestra atención a las versiones hispánicas. Su número es muy reducido, solamente diecinueve.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Quince versiones, o sea el 79%, pertenecen al Tipo I, arriba establecido. Trece de ellas, el 68%, y más de la mitad de todas las versiones hispánicas, son versiones perfectas del tipo. Cuentos 160, con elementos A1, C, D1, E. Espinosa, Castilla 94, A1, C, D3, E1. Espinosa, Castilla 95, A1, C, C1, D6, E1. Espinosa, Castilla 96, A1, C, C1, D4, E1. Espinosa, Castilla 97, A1, C, C1, D4, E. Espinosa, Castilla 98, A1, C, D5, E1. Espinosa, Castilla 99, A1, C, D6, E1. Espinosa, Castilla 100, A1, C, D8, E1. Espinosa, Castilla 101, A1, C, D3, E1. Mason-Espinosa PRF V, 108, A1, C, E. Athaide Oliveira I, 79, A1, C, D3, E1. Maspons y Labrós II, 100-101, A1, C, E1. Milá y Fontanals, Cuentos, A1, C, E1. Las dos versiones restantes del Tipo I, Espinosa, Castilla 102 y 103, son variantes extraordinarias, pero su relación con el tipo es segura. La primera versión se halla en un juego de escondite de Astudillas, Palencia, titulado María Dura. Una niña hace de María Dura, otra de madre y otras niñas de hijas. La madre y las hijas se esconden en una habitación oscura, quedando fuera de la estancia la que hace de María Dura. Desde fuera la que hace de María Dura dice: —¡Ay, María Dura, que te como la asadura! Las hijas responden: —¡Ay, madre! ¿Quién será? Y la madre contesta: —¡Callad, hijas, callad, que ya se marchará! La de fuera responde entonces: —¡No me marcho, no, que en la primera escalera estoy! Así sigue el cuento como en nuestro Tipo I. Por fin, la que hace de María Dura entra en la habitación y coge a una niña de los pelos, y ésta tiene que hacer de María Dura, elemento D2. La otra versión es muy diferente: Con la ayuda de dos amantes, una mujer da muerte a su marido, le saca la asadura y se la da a comer a sus amantes. Uno de ellos, para burlarse del marido muerto, va a dormir a la iglesia donde han enterrado al marido. A media noche se abre el sepulcro y sale el difunto y se dirige hacia el amante. Este sale huyendo, el difunto tras él. Por fin, llega a su casa cuando ya es la hora del Avemaría, y el difunto ya no le sigue. Al Tipo II pertenecen dos versiones, las dos catalanas. Sólo una versión, la de Serra i Boldú 2, 61-66, parece versión completa y perfecta, con elementos A1, B, variante de C, E1, F y G: Una niña roba el hígado de un muerto para
comérselo. Después va a robar manzanas de un huerto, y al comerse una manzana, sale de ella el esqueleto del muerto cuyo hígado había robado, el cual la amenaza, diciéndole que no diga nada de lo ocurrido. La niña le cuenta todo a su madre. Se le aparece el difunto y la amenaza, elemento C. El difunto la coge y la mata, y vende la carne a un carnicero, elementos E1, F. Cuando la madre va a guisar la carne de su hija muerta, ésta resucita y se va a casa con ella, elemento G. La otra versión, Milá y Fontanals, Cuentos 10, variante, está, al parecer, incompleta. Empieza con elemento B1, lleva una variante de C, y termina con elemento E1. Esta versión puede también clasificarse como una variante extraordinaria del Tipo I. Quedan sin clasificar dos versiones hispánicas, Espinosa, Castilla 104 y Mason-Espinosa PRF II, 24. La versión castellana es la siguiente: Una niña va al río a lavar las tripitas de un cerdo. Se le aparece la Media Carita y le roba una tripita. La niña llora y le ruega que se la devuelva. La Media Carita se la devuelve a condición de que la niña le lleve una morcillita de las que haga la madre. La niña no cumple su promesa, y entonces la Media Carita va de noche a reclamar la morcillita prometida, de la misma manera que el muerto va a reclamar su asadura en elemento C del Tipo I. Termina la versión con una variante de elemento E: La Media Carita coge a la niña y se la traga. La versión de Puerto Rico es la siguiente: Un muchacho tullido sueña que sanará con agua de una calavera. Sus hermanos van al cementerio a buscar una calavera, pero cuando la hallan, la calavera no los deja acercarse. Por fin, un hambre coge la calavera y va a entregársela a los hermanos del tullido. La calavera le dice que la deje donde estaba. Por fin, al llegar a la casa, el hombre la abandona y la calavera le sigue. Todos salen huyendo. Esta versión se acerca más a los cuentos de la calavera ultrajada, relacionados con uno de los temas fundamentales de la leyenda de Don Juan. Hay una versión araucana de Chile muy semejante, al parecer de origen español, Saunière 61-65, en la cual una mujer roba una pierna de difunto para darle de comer a su marido, y la pierna resulta ser del marido mismo. Todas estas tradiciones son muy antiguas. Su origen hay que buscarlo en la realidad. La parte moral del cuento, el castigo terrible del ladrón y antropófago, es de desarrollo occidental y cristiano. La tradición que ahora hallamos en Europa no tuvo desarrollo en Oriente por la sencilla razón de que en la tradición antigua de Oriente los cuentos y tradiciones que documentan la antropofagia son legión, particularmente la de cuerpos muertos. En Oriente era creencia general que comiendo carne de muerto se obtenían las virtudes del muerto o virtudes extraordinarias. En la
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
antigua India se comía no sólo carne humana muerta y hasta podrida, sino también excremento humano. Estas costumbres escatológicas formaban algunas veces parte de ritos particulares, y la idea del castigo no entraba para nada. En la tradición moderna de algunos pueblos bárbaros se hallan todavía estas costumbres. Véase para todo esto Somadeva II, 198-204, particularavente las importantes observaciones y citas bibliográficas de Tawney-Penzer en las notas de páginas 198, 202. La moral cristiana condenaba la antropofagia y muy en particular la de los cuerpos muertos enterrados en cementerios. En la brujería de la Edad Media y aun más tarde se practicaba todavía esta bárbara costumbre. Los cuentos de brujas están llenos de ejemplos de antropofagia. En el Liber de Miraculis hay dos ejemplos notables que documentan ya los castigos que caen sobre los que violan las sepulturas. Cuento 13, De his qui violant sepuschra mortuorum, nos cuenta que cierto individuo robaba de noche la sepultura de un muerto, y de repente el muerto saltó y le sacó los ojos. Cuento 14 nos cuenta de un joven que roba la ropa de una joven. Ella le condena a que muera, pero él se arrepiente y se va a un monasterio. En el Dolopathos del siglo XIII, 298-303, hay una tradición ya muy semejante a nuestro tipo general de cuento europeo moderno. Unos espíritus malignos van a comerse a un niño. Un hombre corta carne de un cuerpo muerto y la pone para que se la lleven en lugar del niño. Descubren los espíritus malignos la trampa y le cortan al hombre parte de una pierna y se la llevan. Las ideas cristianas han tenido que combatir con las costumbres bárbaras primitivas hasta la época moderna. Nuestro cuento 160 y los otros que acabamos de examinar representan una cultura cristiana que impone un castigo mortal sobre los que violan los sepulcros para comer carne humana. Véase, además, Chauvin VII, 199, y Mélusine III, 339-341.
161. La bruja de Granada 162. La bruja de Córdoba BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia, Caravia 178-179; Ampudia FA 76-77; Espinosa, Castilla 150, 151, 152, 153, 154; FCaballero 1, 96.—Españolas de América: Arellano 133; Espinosa SFNM 83, 84, 85, 86; Laval, Cuentos II, 23, 25; Mason-Espinosa PRF IV, 9, 19, 22, 24, 37, 45, 47; Portell Vilá 95; Rael 252; Rael, Apéndice 88, 89, 90, 100a; Teotihuacán II, 307309; Vicuña Cifuentes 9-10; Wheeler 139.—Portuguesa: Vasconcellos, Tradições 307-308.—Catalana: Maspons
y Labrós III, 63-66.—Italianas: Archivio III, 223-224; RTP XXVII, 73-75.—Francesas: Bladé II, 240-241; Sauvé 174-175.—Francesa del Canadá: Lanctot 141.—Bretona: Mélusine III, 61-64.—Vascuence: Webster 69-70.—Rumana: FL XXXVII, 346.—Alemanas: Bartsch I, 131; Bendewald 109-111; Birlinger 1, I, 310-312; Gredt 177, 179; Heyl II, 82, 125; JAFL XIX, 242; Jahn, Volksagen 426; Knoop 11, 12; Kuhn-Schwartz 154, 217; Leeb 109, 110; Meier, Sagen 182183; Müllenhoff 291 (tres versiones); Panzer II, 275; Pröhle, Harzsagen 45; Reiser 181-182; Schnell 19; Schönwerth I, 372-374; Schwartz 70; Wolf, Hessische 64-68; Zingerle 3, 292-293, 297-298.—Holandesas: Wolf, Niederländische 385, 563.—Inglesas: FL XXV, 366-367; Murray, 242.—Escocesa: FL XXXIII, 214.—Galesa: Trevelynn 208-209.—Irlandesa: Kennedy 148-150.—Inglesas de América: JAFL XXVII, 306-307, XLVII, 298-299.—Eslavas: Archivio XX, 114; Dähnhardt I, 2-3 (Búlgara); Krauss SV 56; Tille 314-315; Veckenstedt 288-290.—Egipcia: Flinders Petrie I, 50-52.—Africanas de América: JAFL XIV, 40-41, XXII, 254, XXX, 187-188, 209-210, XXXII, 363, 392, XXXIV, 10-11, XXXV, 286-287; Parsons, Andros 39-41, Parsons, Sea Islands 63.—Indias: Somadeva II, 99-111, IX, 43-46.—Clasificación y estudios especiales: Acosta I, 103109; Bodin 6; Boggs 746; Cervantes, Coloquio 180-185; FL VI, 373-384, VIII, 3, XXVIII, 228-258; Granada 572; Grimm TM III, 1070, 1073, 1083, IV, 1768-1769; Halliday 53-56; Handwörterbuch III, 1887-1919; Herodoto IV, 26; Horacio, Carmina I, 36; Satira I, 8, Epistolae XVII, 74-75, Ars Poetica 338-340; JAFL I, 16-30, II, 41-47, III, 139-148; Jubilee Congress 283-292; Lafuente 204-205; Orígenes IV, Asno de Oro, 24-26; Pereda, Tipos y Paisajes 177; Puckett 154-156; RTP VI, 159, XXIII, 311-313; Somadeva, Notas de Tawney-Penzer II, 103-105, 107-108, IX, 45; Summers 121-122; Wallonia IX, 166-167, 176, XVIII, 70; Thompson D1273, E235.5, E235.4.1, E235.4.2, E235.4.3, E235.4.4, E235.4.5, G224.1, G224.2, G242, G243, G243.1, G243.11. Nuestros cuentos 161, 162 son versiones tradicionales de creencias y supersticiones populares. Estos cuentos no representan un tipo bien definido de tradición general. Los episodios que relatan son conocidos en todas partes de Europa y de los países de cultura europea. Son algunos de los rasgos distintivos de la brujería de los siglos XVI y XVII y hasta de épocas posteriores. Nuestras versiones granadina y cordobesa pertenecen a una serie de cuentos o fragmentos de tradiciones que relatan entre unos y otros los siguientes detalles que podemos establecer como los elementos o motivos fundamentales que las constituyen:
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
A. Secretamente, cierta persona (una amiga, una criada, una vecina, una niña, el marido sospechoso) observa a una bruja que practica su brujería. B. La bruja se unta (los brazos, los sobacos, las manos y pies, las orejas, la frente, las rodillas) con un ungüento mágico (compuesto de dientes de ajo, sebo de distintos animales, niños sin bautizar, insectos, vino, cicuta, etc.). C. La bruja pronuncia una fórmula mágica para salir volando. La fórmula hispánica es generalmente «Sin Dios ni Santa María», u otra semejante, añadiendo después: «De villa en villa», «Con el diablo me voy», o algo parecido. Las fórmulas de otras partes de Europa son muy diferentes, omitiendo por regla general la primera parte de la fórmula hispánica, «Sin Dios ni Santa María». D. La persona que ha observado toda la ceremonia quiere imitar a la bruja para salir volando también. D1. Todo lo hace bien y sale volando y llega a la reunión de los brujos. D2. Repite la fórmula mal (como en nuestras dos versiones 161, 162) y cae al suelo lastimada. Se arrepiente y ya no vuelve a tratar con brujas, o llega la bruja y la regaña. D3. Repite la fórmula mal y llega a la reunión de los brujos lastimada. D4. Repite la fórmula bien y sale volando, pero le da miedo y pronuncia palabras prohibidas, generalmente «¡Jesús, María y José!», y cae al suelo. E. El intruso que llega a la reunión de los brujos se espanta al llegar, y pronuncia algunas palabras prohibidas, «¡Jesús, María y José!», u otra fórmula semejante, y todo desaparece. F. El intruso por fin vuelve a casa, después de haberse escapado de los brujos. G. Algunas veces los brujos matan al intruso, transformándole antes en animal. G1. Algunas veces los brujos matan al que duda que hay brujos o habla mal de ellos. La mayoría de los cuentos que citamos en nuestra bibliografía se pueden dividir en dos tipos generales. Tipo I, al cual pertenecen nuestras versiones 162, 163, que contiene elementos A, B, C, D (o una o más variantes de D). Los cuentos de este grupo terminan con el castigo moderado del delincuente que quiere imitar a los brujos y con su arrepentimiento. Tipo II, que contiene estos mismos elementos, y además uno o más de elementos E, F y G con sus variantes. Conozco veinticuatro versiones hispánicas de estos cuentos. Dieciocho versiones, 75%, pertenecen al Tipo I.
Cuatro versiones españolas peninsulares: Cuentos 162, 163; Ampudia FA 76-77; FCaballero 1, 96. Catorce versiones españolas de América: Espinosa SFNM 83, 84, 85, 86; Laval, Cuentos 23; Mason-Espinosa PRF IV, 9, 19, 22, 24, 37, 45, 47; Portell Vilá 95; Rael 252. Seis versiones, 25%, pertenecen al Tipo II. Tres versiones españolas peninsulares: Espinosa, Castilla 150, 151, 152. Tres versiones españolas de América: Arellano 133; Laval, Cuentos 25; Teotihuacán II, 307-309. Hay otros muchos cuentos hispánicos en los cuales se hallan elemento C, y alguna variante de D, D1, D2 ó D3: Ampudia, Caravia 178-179; Espinosa, Castilla 153, 154; Pereda VI, 177; Vasconcellos, Tradições 307- 308; Vicuña Cifuentes 9-10; Wheeler 139. De interés capital es la fórmula que las brujas pronuncian para salir volando. En algunas versiones se pronuncia sin la ceremonia de elemento B. En las versiones hispánicas la fórmula empieza, por regla general, con las palabras «Sin Dios ni Santa María» (Cuentos 162, Laval, Cuentos 25); «Sin Dios y sin Santa María» (Espinosa SFNM 85, 86, Mason-Espinosa PRF IV, 22, 24); «Sin Dios y sin la Virgen» (Mason-Espinosa IV, 47); «No creo en la Iglesia, ni en Dios, ni en Santa María» (Arellano 133); «Con Dios y sin Santa María» (Espinosa SFNM 83, 84), u otras semejantes. A la mayoría de estas fórmulas iniciales se añade una frase indicadora del sitio por donde se quiere salir o adonde se quiere ir: «Sin Dios ni Santa María, de villa en villa» (Cuentos 162); «Sin Dios y sin Santa María, ¡por la chimenea arriba!» (Pereda VI, 177). Se trata, al parecer, de una fórmula medieval de carácter anticristiano. En los demás países de Europa, aun en los de cultura románica y cristiana, la fórmula que las brujas pronuncian en estos cuentos u otros semejantes es de carácter completamente pagano. Daré algunos ejemplos. De Italia: «Sotto ad acqua e sotto a vento, sopra il noce di Benavento» (Archivio II, 224). De Francia: «Porte moi ni haut ni bas, mais où tu sais» (RTP XXVII, 73-75); «Pardessus haies et buissons» (Sauvé 174-175); « Pardessus talus et haies, pardessus le four de la Gautras et avec les autres compagnons» (Mélusine III, 63). De Alemania: «Iwer all Hecken an Traisch» (Gredt 103); «Zum Schnorstein hinaus, über Hecken und Strauch» (Bindewald 109-111). De Inglaterra: «Here’s over everything» (FL XXV, 366); «By yarrow and rue and my red cap too, hie over England» (Kennedy 148-150). De los Estados Unidos: «Up and out and away we go» (JAFL XIV, 40-41). En alguna versión hispánica, sin embargo, encontramos también una fórmula completamente pagana, y muy semejante a las de los países germánicos: «Por encima de ríos, de
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IV. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO
escayos, por encima de montes con todos los diablos» (Ampudia FA 77); «Vamos por abajo de olivares y por arriba de zarzales» (Rael 252). En la última versión el aprendiz repite la fórmula mal, diciendo «Vamos por abajo de zarzales y por arriba de olivares». La fórmula empleada para librarse de los brujos y hacer que desaparezcan es, naturalmente, de carácter cristiano en todas partes: «¡Ave María!» (Laval, Cuentos 25); «¡Jesús, María y José!» (Espinosa SFNM 85, Reiser I, 181); «¡Jesús, María!» (Knoop 85-86); «¡Dios sea con nosotros!» (RTP XXVII, 7375); «¡Esta es la obra del demonio!» (Zingerle 3, 293). Sobre los diferentes ingredientes que entraban en el ungüento mágico que las brujas se untaban debajo de los sobacos y en otras partes del cuerpo (elemento B) antes de pronunciar la fórmula mágica, podría escribirse un libro muy interesante. Véase para todo esto el artículo de P. Saintyves en Jubilee Congress 283-294. Los cuentos y tradiciones mencionan muchísimas plantas medicinales y venenosas, algunas drogas, y carne y sangre humanas y de animales. Los cuentos y tradiciones que tratan de la brujería documentan muchos ejemplos de brujos y brujas que matan a los niños o violan los sepulcros para obtener carne o sangre humana. Me contentaré ahora con citar un extraordinario pasaje de Cervantes. En El coloquio de los perros (edición de Rodríguez Marín de El casamiento engañoso y El coloquio de los perros, Madrid, 1918, página 180) pone el inmortal autor estas palabras en la boca de una bruja: «Este ungüento con que las brujas nos untamos es compuesto de jugos de yerbas en todo extremo frío, y no es, como dice el vulgo, hecho con la sangre de los niños que ahogamos». Después, en página 183, habla la bruja así: «... y digo que son tan frías, que nos privan de todos los sentidos en untándonos con ellas, y quedamos tendidas en el suelo, y entonces dicen que en la fantasía pasamos todo aquello que nos parece pasar verdaderamente. Otras veces, acabadas de untar, a nuestro parecer, mudamos forma, y convertidas en gallos, lechuzas o cuervos, vamos al lugar donde nuestro dueño nos espera, y allí cobramos nuestra primera forma y gozamos de los deleites, que la memoria se escandaliza en acordarse de ellos, y así, la lengua de contarlos». Sigue en página 185: «Levantóse en diciendo esta larga arenga, y tomando el candil, se entró en otro aposentillo más estrecho... Colgó la Cañizares el candil en la pared, y con mucha priesa se desnudó hasta la camisa,
y sacando de un rincón una olla vidriada, metió en ella la mano, y murmurando entre dientes, se untó desde los pies a la cabeza que tenía sin toca... y con esto acabó su untura, y se tendió en el suelo como muerta. Llegué mi boca a la suya, y vi que no respiraba, ni poco ni mucho». La brujería ha sido practicada en todos los países del mundo y en todas las edades, pero su más notable desarrollo en los países llamados civilizados fue el que tuvo en Europa desde principios del siglo XIII hasta fines del siglo XVII. La brujería tenía una organización poderosa en la mayoría de los países de Europa, con su ritual anticristiano, diabólico y brutal. Las persecuciones contra los brujos fueron particularmente crueles durante los siglos XVI y XVII, pero la brujería no dejó de existir. Si hemos de juzgar por los documentos fidedignos de estos siglos, la brujería atraía a centenares de personas ignorantes, que se entregaban a las diversiones más groseras e ilícitas y a las supersticiones más abominables. Parece mentira que tuviera el desarrollo que tuvo, pero se comprende si se piensa en una reacción pagana tal vez de carácter muy antiguo contra la autoridad de la Iglesia cristiana. La primera bruja que fue quemada viva en Europa en el año 1275, en Tolosa, declaró que había dado a luz un monstruo, hijo de un espíritu maligno, que iba ella a las reuniones de los brujos los sábados, cuando todos adoraban a Satanás, pecaban con él, y comían carne de niños robados de sus cunas. Sobre los orígenes de la brujería y su extraordinario desarrollo en Europa véase particularmente las siguientes obras: Bodin 1-80; Flinders-Petrie I, 50-52; Orígenes IV, 24-26; Murray, todo el libro, que trata de la historia y desarrollo de la brujería en Europa; Somadeva II, 99-111, y Notas de Tawney-Penzer en páginas 103-105 y 107-108, IX, 43-46, y Notas de Tawney-Penzer en página 45; y Summers, un tratado completo sobre la brujería y la demonología. Entre las fuentes originales una de las más interesantes e importantes es la obra de Fray Juan Nyder, Formicarius (siglo XV). El Libro Quinto de esta obra se halla en traducción española de José María Montoto, De los maleficios y de los demonios, con adiciones y comentario, en BTPE II, 199289, III, 213-298, IV, 175-280. Para la historia de la brujería en España es muy útil el libro de Sebastián Cirac Estopañán, Los procesos de hechicerías en la Inquisición de Castilla la Nueva. Tribunales de Toledo y Cuenca. Madrid, 1942.
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V. CUENTOS picarescos A. Pedro del Urdemalas • B. Los dos compadres C. El tonto y la princesa • D. Juan el Tonto • E. Varios
A. pedro del urdemalas
163. Pedro el de Malas Éste era un padre que tenía dos hijos, Pedro y Juan. Y a Pedro le decían Pedro el de Malas. Y estaban muy malamente, muy pobres, y en vista de la pobreza que tenían, el hijo mayor, Juan, le dijo a su padre que quería marcharse a buscar fortuna. Y el padre consintió, y antes de que se marchara le dio estos consejos: —No te fíes de canto reboludo, ni de perro faldero, ni de hombre rubio. Se marchó Juan, y en el camino ande iba llegó a un arroyo que pa pasarlo tenía un canto reboludo de pasadera. Y sin acordarse de los consejos de su padre, pisó el canto pa pasar el arroyo y se cayó y se dio un golpe. Y ya más alante se encontró un perro faldero y se le acercó y lo mordió. Y ya llegó Juan a la casa de un hombre que era rubio. Y sin acordarse de lo que le había dicho su padre le preguntó si le hacía falta un criao en la casa. Y aquél le dijo que sí y se quedó Juan a servir, haciendo un contrato que el que primero quedara enfadao tenían que sacarle tres correas desde el cogote al culo. Y la paga tenía que ser cuando cantara el cuquillo. Primero le mandó el amo a Juan de que trujera un carro e leña y no lo metiera ni por la puerta principal ni por la falsa. Y fue Juan y volvió con el carro. Pero como no había más que dos puertas no pudo entrar, y comenzó a gritar y a decir: —Pero, señor amo, ¿por ónde voy a entrar? Y ya salió el amo y le dijo: —Pero, hombre, ¿que se enfada usté? Y le contesta:
—Claro que me enfado. A ver quién no se enfada si no hay por onde entrar. Y el amo le dice entonces: —Güeno, pues entonces las tres correas. Y va y le saca tres correas desde el cogote al culo y el pobre de Juan se muere. Y en vista de que Juan no vuelve dice Pedro a su padre: —Padre, mi hermano Juan no vuelve y quiero yo irle a buscar. Y el padre le dice que está güeno, le da los mismos consejos que al mayor y se marcha Pedro camino alante. Y llega Pedro al mismo arroyo ande staba el canto reboludo y cuando lo ve se acuerda del consejo de su padre y dice: —Aquí no hay más remedio que quitarme las albarcas. Y se quitó las albarcas y pasó sin tocar el canto. Y allá al pasar le salió un perro faldero y cogió una porra y le mató. Y ya llegó también a la casa del hombre rubio. Y preguntó si hacía falta un criao y le dijieron que sí y entró a servir haciendo el mismo contrato que su hermano. Pero cuando vio que el hombre era rubio dijo: —Hay que tener cuidao con este hombre, que me dijo mi padre que no me fiara de hombre rubio. Y lo mismo que al otro lo envió el amo primero por un carro e leña y le dijo que no entrara ni por la puerta principal ni por la falsa. Y va Pedro por el carro e leña y llega. Y como ve que no hay sino dos puertas va y coge un pico y llega a la paré y abre una puerta y asín mete el carro. Y el amo cuando ve el destrozo empieza a gruñir. Y le dice Pedro: —¿Se enfada usté, señor amo?
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V. CUENTOS PICARESCOS
Y aquél contesta: —No me enfado, pero no me da gusto. Y al otro día envío el amo a Pedro a por un carro de garabatos. Y fue Pedro con su carro a coger los garabatos. Y como tardaba mucho en sacar una cepa se echó a dormir. Y a medio día fue el amo a llevarle la comida y lo encontró dormido. Y le dice el amo: —Pero Pedro, ¿cómo no trabajas? ¿Qué estás haciendo? Y Pedro le contesta: —Pero señor amo, ¿cómo quiere usté que un costal vacío se ponga de pie? ¿Que se enfada usté, señor amo? Y el amo contesta: —No me enfado, pero no me gusta. Y ya se fue el amo y dejó a Pedro en el campo pa que trabajara. Y por la tarde cuando volvió el amo halló a Pedro otra vez tumbao en la tierra y le dijo: —Pero, hombre, ¿cómo no trabajas? Y Pedro le dijo: —Pero, señor amo, ¿cómo quiere usté que un saco lleno se ponga de pie a trabajar? Si trabajo me reviento. Y ya empezó el amo a regañar y le dijo Pedro: —¿Que se enfada usté, señor amo? Y contesta el amo: —No me enfado, pero no me gusta. Y con eso ya se marcharon a casa. Y llega el amo y discurre con su mujer y le dice: —Este me va a sacar las tres correas. Ahora lo que vamos a hacer es tenerlo dos días sin comer pa ver si se va y nos libramos de él. Y ya por día y medio no daban nada de comer. Y vino Pedro entonces y se acostó una noche en el poyo de la cocina pa ver lo que hacían aquéllos. Y se hizo el dormido y ya vio que sacaba la mujer una torta de masa pa comer. Y cuando ya staba cocida se levantó Pedro y cogió las tenazas y empezó a darle a la torta hasta que la hizo cachos. Y el amo y la mujer le gritaron: —¿Qué haces ai, hombre? Y contesta Pedro: —Que hace mucho frío y como ya me estaba helando me he levantao a atizar la lumbre. Y ya entonces el amo ordenó de dar de comer pa todos. Y luego se acostaron. Y otro día dijo el amo a Pedro: —Hoy vas a vender una piara de yeguas a la feria. Y se fue Pedro con la piara de yeguas pa la feria y ca yegua llevaba un cencerro. Y vendió toas las yeguas ecerto una que era blanca. Pero los cencerros no los vendió. Y cogió sus cencerros y se vino a casa con ellos en la yegua blanca. Y
por el camino se le formó una nube grande y metió mano a la navaja y mató a la yegua pa meterse en ella y no mojarse. Y había güitres y bajaban a comer de la yegua. Y Pedro los fue cogiendo y les puso a ca uno un cencerro. Y cogió uno blanco por fin y fue ande su amo y entró corriendo y le dijo: —¡Señor amo, milagro del cielo! ¡Las yeguas se han vuelto güitres! Mírelas usté ande van con los cencerros volando. Y mire la yegua blanca en que he venido e la feria. Y el amo veía los güitres volando con las campanas y como siempre sospechaba que Pedro andaba en alguna trampa empezó a regañar. Y Pedro le dijo: —¿Se enfada usté, señor amo? Pero el amo como no quería que le sacaran las tres correas contestaba: —No me enfado, pero no me gusta. Y ya le envió el amo con una piara de cerdos a un monte ande había un gigante, cuyo gigante no dejaba penetrar a nadie. Y fue y vendió todos los cerdos ecerto una cerda. Y les cortó los rabos a todos y se quedó con ellos. Y entonces fue y metió todos los rabos y la cerda que no vendió en el lodo. Y vuelve a la casa y le dice al amo: —¡Ay, señor, que los cerdos se han caído todos en la laguna! Y fueron corriendo ande había metido Pedro los rabos en el lodo. Y le dijo Pedro al amo: —Agarre usté a ver si podemos sacar los cerdos. Y agarraba aquél los rabos y tiraba pero sólo sacaba el rabo. Y decía Pedro: —Ya ve usté, señor amo que no pueden salir. Y ya empezó Pedro a tirar del rabo de la cerda que no había vendido y llamó al amo y le dijo: —Venga usté aquí, señor amo, que me parece que esta cerda la vamos a sacar. Y se agarraron los dos y tiraron y tiraron hasta que la sacaron. Y como en los demás casos no sacaban más que rabos el amo decía: —¡Ay, Pedro, me has arruinao! He perdido todos los cerdos. Y Pedro le dijo: —¿Se enfada usté, señor amo? Y el amo contestó: —¡No me enfado, pero no me gusta! Y al día siguiente volvió el amo a mandar a Pedro ande vivía el gigante pa que el gigante lo matara. Y esta vez lo
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
mandó con una piara de ovejas. Y como esta vez no halló Pedro a quien vendérselas siguió caminando con las ovejas hasta que llegó ande staba el gigante. Y sale el gigante y grita: —¡A carne humana me güele aquí! ¡Me la vas a dar o te como a ti! Y ya le dijo Pedro: —No me comas a mí, que aquí traigo muchas ovejas y puedes comerte las que quieras. Y el gigante le dice entonces: —Vamos a ver si me ganas a tres cosas y si pierdes mueres. Vamos a ver quien muere. —Güeno—le dijo Pedro. —Primero —dijo el gigante—, vamos a ver quien puede comer más. Ves y mata aquel toro y traes la carne. Y va Pedro y junta a to los toros y llega con ellos. Y le dice el gigante: —¿Qué haces? Y contesta Pedro: —Voy a matarlos todos pa comenzar a comer. —Con uno basta—le dice el gigante—. Y Pedro le contesta: —Pues pa matar uno solo mátalo tú. Yo con uno no tengo ni pa empezar. Entonces va el gigante y mata el toro y lo desuella y le da la piel a Pedro y le dice: —Tráela llena de agua. Y como ve que no puede ni con la piel vacía menos llena de agua se va a la fuente y se pone, a clavar estaquillas. Y llega el gigante y le dice: —¿Qué haces, hombre? Y contesta Pedro: —Nada, que estoy poniendo aquí unas estaquillas pa llevarme toda la fuente de agua, que con la piel llena de agua no hay agua ni pa empezar a beber. Y le dice el gigante: —No hombre, que con esta bota de agua basta. Y Pedro entonces le dice: —Pues para un cuero de agua llévala tú. Entonces dice el gigante: —Ahora vas al monte a por leña. Y llega y pega cuatro hachazos y no cae ni una rama. Y entonces va y coge un ovillo de estambre y se lía a todo el monte. Y va el gigante y le dice: —Pero, ¿qué haces? Y le contesta Pedro: —Voy a sacar todo el monte pa llevarlo.
—Con una encina basta —le dice el gigante—. Y Pedro le dice: —Para una encima llévala tú. Güeno, pues total que ya el gigante había cocido el toro y había traído la comida y todo y se pusieron a comer. Y Pedro se puso su zurrón al lao y hacía que comía y echaba toda la comida en el zurrón. Y terminaron y dijo el gigante: —Vamos a ver quien ha comido más. —¡Que yo! ¡Que yo he comido más! Y ya dijo entonces el gigante: —Vamos a cagar y asín vemos quien ha comido más. Y Pedro empezó a cagar en el zurrón y lo trajo lleno de la comida y de la mierda, y le dijo al gigante: —El que pierde se la come. Y como Pedro trajo el zurrón lleno el gigante perdió y dijo: —Ya me llevas ganada una. Ahora vamos a ver quien coge un canto y lo tira más largo. Conque entonces va Pedro y coge una tórtola y la lleva en la mano. Y el gigante cogió un canto y lo tiró. Y cuando el gigante tiró el canto soltó Pedro la tórtola. Y cuando el canto del gigante cayó la tórtola tavía iba volando y decía Pedro: —¡Allá va tavía mi canto! Y el gigante dijo: —Ya me llevas ganadas dos. Ahora vamos a ver quien deshace una piedra. Y va el gigante y coge una piedra y la aprieta y la hace pedazos en la mano. Y Pedro había ya cogido un cacho e cuajá e la coge y se la mete en la boca y se la come. Y el gigante le dice: —Ya me has ganao las tres. Ya ahora eres mi amigo. Y Pedro dice: —Este tío gigante yo lo voy a arreglar. Y traía Pedro dos cartuchos de pólvora. Y se los dio al gigante y le dijo: —Mira que con éstos si te los pones en los ojos puedes ver todo lo más divino del mundo. Y se los puso el gigante y fue Pedro y echó luz y se le saltaron los ojos al gigante. Y el gigante le dijo a Pedro: —Pues ahora que me has hecho eso no pasas la puerta de mi cueva. Y pa que pasaran las ovejas las tocaba una a una el gigante y decía: —Pasa, ovejita blanca, pasa, ovejita blanca. Y entonces va Pedro y mata una oveja y se vistió con la piel y pasó.
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V. CUENTOS PICARESCOS
Y el gigante creyendo que era una oveja lo tocó y le dijo: —Pasa, ovejita blanca. Y Pedro le dijo: —No, que es Pedro el de Malas. Y viéndose ya fuera de la cueva coge un puñal y le mata. Se va entonces Pedro a casa del amo y le dice: —Ay, señor amo, que unos bichos se comieron las ovejas. Y ya el amo le dijo: —Pero, ¿qué has hecho con las ovejas, hombre? Me vas a arruinar. —¿Se enfada, usté, señor amo? —le dice Pedro—. —No me enfado, pero no me gusta —le dice el amo—. Y ya discurren los amos pa ver como van a librarse de Pedro. —Este nos va a arruinar —le dice el amo a su mujer—. Ahora no hay más remedio que te pongas tú en la ventana mañana y cantes como el cuquillo pa que se llegue la hora de la paga y que se vaya. Güeno, pues se pone la mujer a la ventana otro día muy de mañana y canta: —¡Cucú, cucú, cucú, cucú! Y Pedro se levanta y dice: —Yo voy a ver si es cuco o cuca. Y saca su escopeta y va y le pega un tiro a la mujer y la mata. Y sale el amo muy enfadao y grita: —Pero, hombre, ¿qué has hecho? Ya me has matao a mi mujer. Y Pedro le dice: —¿Se enfada usté, señor amo? —Claro que me enfado —contesta el amo—. ¿No me he de enfadar cuando me has matao a mi mujer? Y llega entonces Pedro y le saca las tres correas desde el cogote al culo. Y se murió el pobre y Pedro entonces mandó llamar a su padre y quedaron ellos de dueños de la casa. Toledo, TOLEDO.
164. Pedro Malasartes Éste era un padre que tenía dos hijos, uno muy bueno y el otro muy malo y tramposo. Y el que era malo y tramposo se llamaba Pedro; pero como era tan malo, la gente le decía Pedro Malasartes. Y como eran pobres, un día llamó el padre a sus dos hijos y les dijo:
—Hijos, uno de vosotros tiene que ir a trabajar, a servir en alguna parte, que somos pobres. Y envió el padre al mayor, que era el hijo bueno, a servir con un señor. Y se fue el muchacho, y en la casa vivía el señor con su mujer. Y al chico lo hacían trabajar el día entero. Y pa el desayuno le daban a comer un cachín de pan y un güevo. Y el hombre y la mujer comían mucho jamón y chorizos y de todo. Y pa la comida le daban también un cachín de pan y un güevo. Y pa la cena le daban lo mismo, un cachín de pan y un güevo. Y el pobre decía: —Pero, ¡caramba, con eso me voy a morir de hambre! No me dan más que un cachín de pan y un güevo pa cada comida. Con eso me voy a morir de hambre. Y así estuvo unos días, hasta que se aburrió y se volvió pa casa de su padre. Y cuando llegó a su casa salió su padre y le preguntó cómo le había ido. Y ya le contó el muchacho lo que le había pasao. Y Pedro Malasartes, el hermano menor, le dijo: —Tonto; tú eres un tonto. Déjame a mí ir a servir y verás cómo a mí me dan de comer más que un cachín de pan y un güevo. Y le pidió licencia a su padre pa ir a servir con ese señor. Y su padre le dijo: —Güeno, anda a servir, pero no vayas a andar ai con tonterías. Se fue Pedro y llegó a la casa. Y hacían con él lo mismo que con su hermano. Pa el desayuno le dieron un cachín de pan y un güevo. Y ya vio él que pa comer ellos sacaban chorizos, jamón y de todo de un arca que tenían cerrada con llave cerca de la puerta. Y ai se sentó Pedro y no se movía. Y ai trabajaba y no se movía. Y el amo le dijo: —Ven aquí a comer este cachín de pan y este güevo. Y Pedro le dijo: —No, señor, que yo donde trabajo como. Y seguía sentao en el área y no podían aquéllos sacar la comida pa comer. Y por la noche le dijo el amo a Pedro: —Güeno, ahora a comer su cachín de pan en la cocina, porque allí está su güevo. Y Pedro le dijo:
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—No, señor, que yo donde trabajo como siempre. Y ya los amos no sabían qué hacer, porque Pedro estaba sentao sobre el arca y no podían ellos sacar comida pa comer. Ya se morían de hambre. Y ya le dijo el amo a Pedro: —Güeno, hombre, ahora a dormir a su cama. Y Pedro le dijo: —No, señor, que yo donde trabajo como y donde como duermo. Y los amos se fueron a acostar sin comer, porque no querían que Pedro supiera lo que había en el arca. Y ya estaban muriéndose de hambre y estaban discurriendo cómo comer algo sin que él lo supiera. Y toda la noche estuvieron sin comer porque Pedro estaba dormido en el arca. Y ya a la madrugada se levantaron los amos, y dijo la mujer: —Oye, ya me acuerdo que arriba tenemos unos garbanzos en una jarra. Y fue y los trajo y los puso a cocer. Y cuando no le vían, se levantó Pedro y cogió cernadas y las echó en los garbanzos y todo se echó a perder. Y cuando la mujer vio que los garbanzos estaban llenos de cernadas fue y se lo dijo a su marido. Pero el amo le dijo: —Yo sé dónde hay conjos. Los voy a traer y los comeremos esta noche en la cama cuando Pedro no nos vea. Y todo el día estuvieron sin comer. Y ya se acostaron y sacó el amo los conjos. Y Pedro, que estaba despierto, subió con un palo y les arrimó una fuerte paliza que salieron huyendo desnudos de la casa. Y él se comió los conjos. Y después se fue pa su casa y le contó a su padre lo que le había pasao con los amos. Y a su hermano le dijo: —¿Ves cómo conmigo no les valió? Y poco dispués se fue Pedro a servir con otro amo. Y el amo le dijo: —Mañana sacas a los burros de la cuadra riendo. Güeno, conque otro día fue Pedro muy temprano y les cortó los hocicos a los burros y así los sacó de la cuadra, y le dijo al amo: —¿Ve usté cómo salen los burros riendo? Y ya el amo le dijo a su mujer: —Hay que echar a Pedro al mar. Y en la noche fueron y lo cogieron y lo metieron en un saco pa echarlo en el mar. Y fueron con él y ya de noche dijeron: —Aquí descansamos esta noche, y a la madrugada le echamos en el mar cuando nadien nos vea. Y en la noche, Pedro se salió del saco y metió en él, los albardos de las caballerías. Y a la madrugada, cuando todavía estaba oscuro, se levantaron el amo y su mujer pa echar a Pedro al mar. Y fueron y cogieron el saco con los albardos y lo echaron en el mar creyendo que era Pedro.
Y cuando volvían dijo la mujer: —¿Dónde estará Pedro Malasartes? Y él salió a su encuentro y les dijo: —¿Dónde estarán los vuesos albardos? Y cuando ellos volvieron y no hallaron los albardos comprendieron la trampa. Truchas, LEÓN.
165. Juan Listo y Juan Tonto Había una madre que tenía dos hijos que se llamaban Juan Listo y Juan Tonto. Y puso a servir a Juan Listo y le mandó a servir ande un labrador de campos. Y fue ande el amo, y el amo le dijo que tenía que servir con una condición, y era que el primero que se nojara tenían que sacarle una lista de pellejo del cuello. Y Juan Listo dijo que estaba güeno. Y entonces el amo le dijo que había otra condición, y era que no se podía ir pa su casa hasta que no cantara la bubulilla. Y Juan Listo dijo que estaba güeno, que estaba conforme. Y el primer día el amo le mandó a sembrar una fanega de trigo. Pero como él no lo podía hacer, como que era imposible sembrar tanto trigo en un día, no sembró nada y volvió por la tarde a la casa del amo y le dijo que no se podía hacer, que era imposible sembrar un día. Y el amo dijo que sí se podía hacer. Y entonces el amo le dijo: —¿Se noja usté? Y el otro respondió. —Sí que me nojo, porque no pué ser. No puedo sembrar una fanega de trigo en un día. Y dijo Juan listo que se iba pa su casa. Y entonces el amo le dijo que no podía ser porque todavía no había cantao la bubulilla. Y el otro dijo: —No me importa; yo me voy cante o no la bubulilla. Y el amo le sacó la lista de pellejo y se fue pa su casa. Y llegó y le dijo a su madre lo que le había pasao. Y Juan Tonto dijo: —Pues verás cómo yo sé hacer esa labor y que a mí no me saca la lista de pellejo. Y su madre le dijo: —Anda, tonto, cállate. ¿Qué has de hacer tú? Pero tanto estuvo ensistiendo el tonto que la madre, pa librarse de él, le dejó ir. Y se fue Juan Tonto a servir con el mismo amo. Y el amo le puso las mismas condiciones que al primero y le mandó al campo a sembrar la fanega de trigo. Y se fue el tonto a sembrar la fanega de trigo, y de un surco pa riba y otro
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surco pa bajo sembró toda la fanega en unos momentos. Al momento llegó ande el amo y le dijo: —Siñor amo, ya he sembrao la fanega de trigo. —Pero, hombre, ¿es posible? ¿Cómo la has sembrao tan pronto? ¿Cómo lo ha hecho usté? —Pues un surco pa riba y otro surco pa bajo, he sembrao toa la fanega en unos momentos. Y el amo se nojó poco y le dijo: —Pero, hombre, ¿qué ha hecho usté? Me ha echao a perder la cosecha. —¿Se noja usté, siñor amo? —No, no me nojo; pero me parece mal. Y al día siguiente le mandó a cortar unas latas muy torcidas, muy torcidas. Y como el amo se las mandaba muy torcidas y no las halló, fue ande un rebaño y cogió unos carneros y les cortó los cuernos, y llegó ande el amo con ellos y dijo: —Siñor amo, ya stoy aquí con las latas torcidas. —Pero, hombre, ¿qué has hecho? Si esos carneros son míos. ¿Pa qué les has cortao los cuernos a mis carneros? —Pues como usté me dijo que las cortara muy torcidas. —Pero hombre, yo no le he dicho que les cortara los cuernos a los carneros. Demonio, hombre, demonio. —¿Qué no se noja usté, amo? —No, no me nojo; pero me parece mal. Y al día siguiente le mandó el amo a cortar unas latas muy derechas y muy largas. Y fue el tonto y cortó en un trigal muchos trigos con espigas y se los llevó al amo y le dijo: —Ya stoy aquí con las latas derechas. —Pero, hombre, ¿de ánde has traído eso? —Del trigo de la desa. —Pero si aquel trigo es mío, hombre. ¿Qué demonios has hecho? —¿Se noja usté, siñor amo? —No me nojo, pero me parece mal. Y al día siguiente iban el amo y el tonto a una feria a vender unos cerdos. Y a Juan le dijo el amo que se adelantara con los cerdos mientras él aparejaba el caballo. Y en el camino se encontró Juan con unos hombres que le dijieron: —Hombre, ¿quiere usté vender esos cochinos? —Sí, señores, sí; no hay ningún inconveniente. Pero se los vendo con condición que les corten a todos las orejas y los rabos y me los den a mí. Güeno, pues les cortaron las orejas y los rabos a todos los cochinos y se los entregaron a Juan, y le pagaron además por los cochinos y se fueron. Y como había llovido había allí una charca de barro, y fue Juan y soterró las orejas y los rabos de los cochinos pa que apenas se vieran y que pareciera que los cochinos estaban metidos en la charca. Y llegó el amo y le dijo a Juan:
—¿Ande stán los cochinos? ¿Qué es esto? —¡Ay, siñor amo, que usté no sabe lo que me ha ocurrido! Que se me han encharcao los cochinos y no los puedo sacar. Y el amo, que vio las orejas y los rabos que apenas se vían, dijo: —Vamos a ver. Y van a sacar los cochinos y no sacan más que las orejas y los rabos. —¡Ay, por Dios, lo que hace este chico! Y eso era que no estaban más que las orejas y los rabos, y el amo dijo que ya no los podían sacar y que no servían de nada. Y mandó al tonto por una pala pa cavar y sacar a los cochinos. Pero cavaban y no salían. Y entonces el tonto dice: —No pueden salir, siñor amo, que no stán ai. Yo los he vendido. —Pero, hombre, ¿qué has hecho? ¿Cómo es posible que me hagas tanto daño? —¿Se noja usté, siñor amo? —No me nojo, pero me parece mal. Y logo fue el amo ande su mujer y le dijo: —A ver qué vamos a hacer con ese chico, que ya no sé qué hacer con él. Y la mujer está discurriendo y dice: —¿Cómo nos la arreglaremos pa despacharle? Y logo le dice al marido: —¿Te parece a ti que si yo me subiera al árbol y cantara como la bubulilla? Y él le dice: —Sí, sí; está muy bien discurrido. Y fue y se subió al árbol. Conque logo, pues al día siguiente el chico estaba en la cama, y allí en el cuarto del chico estaba la escopeta del amo. Y comenzó la mujer a cantar en el árbol, y el amo fue corriendo ande el tonto y le gritaba: —¡Juan, Juan, despierta! ¡Juan, Juan, levántate, que ya stá cantando la bubulilla! ¡Juan, Juan, levántate en seguida! ¡Oye, que ya canta la bubulilla! Y aquél se levantó y como dormido agarró la escopeta del amo y salió corriendo y dice: —¿Ande stá? ¿Ande stá la bubulilla? Y tiró un tiro al árbol y pégale a la mujer y mátala. Y el amo, desesperao al ver muerta a su mujer, decía: —¡Ay, Dios mío! ¡Ay, Dios mío! ¿Cómo me las arreglaré pa despacharle? Y el tonto le dijo: —¿Se noja, mi siñor amo? —Sí, que me nojo. ¿Cómo no me he de nojar, sí has llegao hasta a matarme la mujer?
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Y dice el tonto: —Pues, la lista de pellejo. Y le sacó al amo la lista de pellejo y le pagó su servicio. Y se marchó Juan Tonto con su dinero pa su casa, y llegó y le dijo a su madre: —Mire, madre, cómo yo he sabido hacer el servicio mejor que el hermano. Urbel del Castillo, BURGOS.
166. La tira de pellejo Estos eran dos hermanos. El mayor tenía dieciocho años y el menor tenía dieciséis. Un día el menor le dijo a su padre: —Yo quiero ir a servir. El padre consintió y se fue a buscar una casa donde servir. Encontró amo y el amo le dijo: —Yo me quedo sin criado. Si tú quieres puedes quedarte de criado en mi casa. Y el joven se quedó de criado. Pero para todos los criados tenía el señor ese un documento que no se arreglarían cuentas hasta que no cantara el cuco, y además que el que se enfadará primero se le tenía que sacar una correa o tira de pellejo desde la nuca hasta el pie. La criada del amo salió con el muchacho para enseñarle las tierras donde tenía que trabajar. Le despachó a trabajar sin darle de almorzar. A las doce fue la criada a llevarle la comida y llevó un plato y el puchero. Ella le dijo que el amo decía que tenía que comer sin echar puchero en el plato y sin destapar el puchero. El criado dijo: —Eso es imposible. No quiero comer. Lleve usté eso a casa. Cogió la criada todo y se lo llevó a casa. El muchacho se puso a trabajar la tierra. Por la noche se fue a la casa del amo y éste le dijo: —¿Se ha enfadado usté? Y él le respondió: —No, señor. El señor entonces le mandó acostarse sin cenar, en el suelo, en un rincón. Por la mañana mandó el amo otra vez al muchacho a trabajar sin almorzar. Y el muchacho siguió trabajando. Llegó la criada a medio día con la comida con las mismas órdenes del día anterior. El muchacho no comió nada, y por la noche se fue otra vez a la casa. El amo le volvió a preguntar:
—¿Se ha enfadado usté? Y él entonces le respondió: —Sí, señor, me he enfadado. Me hace usté trabajar sin comer y me hace dormir en el suelo. Sí, me he enfadado. Y el amo entonces le dijo: —Pues, nada; la correa. Y le sacó la tira de pellejo según el documento. Se marchó el joven para su casa y lastimándose les contó a su padre y a su hermano lo que le había pasado. Y el hermano que le vio de esa manera le preguntó: —Hombre, ¿qué te ha pasado? ¿Por qué te han sacado esa tira de pellejo? Y el otro respondió: —El amo con quien servía tiene un documento que el primero que se enfade le sacan una correa de pellejo. Y además, que no se arreglan cuentas hasta que no cante el cuco. Y a mí me hacía trabajar sin darme de comer. Y ya ves que no podía trabajar sin comer. Y me he enfadado, y por eso me ha pasado esto. El mayor entonces dijo: —Bueno. ¿Dónde está la casa? ¿Dónde es? Yo voy allá. Verás lo que le pasa conmigo. Se marchó el hermano mayor para el pueblo donde vivía el amo y se metió a servir. El amo le puso las mismas condiciones que al primero y dijo el muchacho que estaba muy bien. Se fue a su trabajo como el otro, pero no trabajaba. Se sentaba y no hacía nada. Fue la criada a llevarle la comida y le llevó el plato y el puchero, y le dijo que el amo decía que no echara el puchero en el plato y que no destapara el puchero. El dijo: —Hombre, está bien. Y cogió una piedra y rompió el puchero y por el aujero sacó toda la comida. Luego se echó a dormir. Y por la noche se fue a la casa. Y cuando vio al amo le dijo: —¿Se ha enfadado? Y el amo respondió: —No, pero... Vio entonces que ya la cena estaba toda hecha y cogió y se la comió toda. Dejó a los otros sin cenar, y le dijo al amo:
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—¿Se ha enfadado? Y el amo respondió: —No, pero... Marchó entonces a acostarse y se metió en la cama del amo. Y el amo al verle le dijo: —Hombre, ¿qué haces ai? —¿Se ha enfadado usté? —No, pero... El amo tenía dos bueyes en la cuadra. Y le dijo a Pedro: —Mañana tienes que sacar los dos bueyes de la cuadra, el uno sonriéndose y el otro haciendo la venia. Se levantó el criado por la mañana y se va a la cuadra, cogió un cuchillo y a uno de los bueyes le quita el morro para que se le vean los dientes y al otro le corta una pata de adelante. Los echó fuera y le grita al amo: —Señor amo, venga a verlos, venga a verlos. El uno va sonriéndose y el otro va haciendo la venia. ¡Mírelos! ¡Mírelos! —Pero hombre, ¿qué has hecho? —¿Que se ha enfadado usté, señor amo? —No, pero... Y otro día le dijo el amo que tenía que sacar los bueyes a beber agua por una ventana. —Está bien, señor amo. Lo haré. Se levantó el criado por la mañana, va a la cuadra, mata los bueyes y hace cuatro trozos de cada uno y los tira por la ventana para el agua. Va entonces onde el amo y le dice: —Señor amo, ya he hecho lo que me ha mandado. Ya los bueyes están bebiendo agua. Y el amo al ver los bueyes descuartizados dice: —Pero, hombre, ¿qué has hecho? —¿Se ha enfadado usté, señor amo? —No, pero... Consultó el amo con la mujer para ver qué hacían. El hombre dijo: —Vamos a ser perdidos con este criado. Y el cuco todavía no ha venido a cantar. Vamos a hacer una cosa. Y determinaron los amos que la suegra se subiera a un álamo alto que estaba cerca de la casa a hacer de cuco y cantar. Así lo hicieron y la suegra se subió al álamo y cantó el cuco. Y entonces el amo le gritó al criado: —¡Eh! ¡Ya canta el cuco! ¿No le oyes? Y el muchacho respondió: —Hombre, ¿ahora en este tiempo? Me extraña mucho. Pues yo voy a ver si es cuco o cuca. Y cogió la escopeta, disparó y mató a la vieja, que cayó al suelo. Y entonces dijo el amo, muy enfadado: —Ahora sí que me enfado, porque me has matado a la prenda que más estimaba en la casa.
—Pues nada; la correa —dijo el criado—. Y le sacó una tira de pellejo desde la nuca hasta el pie, y además doce mil reales. Soto de la Marina, SANTANDER.
167. Pedro el Listo y Juan el Tonto Éste era un padre que tenía dos hijos que se llamaban Pedro el Listo y Juan el Tonto. Y como estaban muy pobres uno de ellos tenía que ir a trabajar. Y el padre le dijo a Juan que fuera primero a ver si alguien lo quería pa criao de servir. Se marchó Juan camino alante y llegó a una casa y llamó en la puerta y preguntó si hacía falta un criao. Le dijieron que sí, que entrara a hablar con el amo. Y ya salió el amo y le dijo que le hacía falta un criao, pero que él tenía la costumbre de hacer un contrato que el que se enfadara primero tenía el otro que sacarle una tira de pellejo desde el cogote hasta los pies. Juan dijo que estaba güeno y entró de criao en la casa. Por la noche lo puso el amo en una cámara llena de harina y le dijo que tenía que cernerla toda. Y el pobre de Juan el Tonto como no podía hacerlo se echó a dormir. Y al otro día cuando vino el amo a ver si había cernido la harina halló a Juan durmiendo y le arrimó unos güenos palos. Entonces Juan despertó muy enfadao y empezó a insultar al amo. Y el amo le dijo: —¿Que te enfadas? Y el otro le contestó: —Sí que me enfado. ¿Cómo no me he de enfadar si cuando me despierto me está usté dando palos? Y entonces el amo le dijo: —¡Entonces a la correa! Y le sacó una correa de pellejo desde el cogote hasta los pies. Juan se fue entonces pa su casa y les contó a su padre y a su hermano lo que le había pasao. Y Pedro el Listo le dijo: —¡Que tonto eres! Ahora voy yo a trabajar con ese hombre y verás como yo le saco la correa a él. Conque se marcha Pedro el Listo camino alante y andando, andando, llega a la misma casa ande había servido su hermano y llama a la puerta. Y salen y pregunta si hace falta un criao. Y ya le dicen que sí y el amo sale y le dice lo mismo que al otro, que tiene la costumbre de hacer un contrato que el primero que se enfade le saque el otro una tira de pellejo desde el cogote hasta los pies. Y Pedro el Listo dice que está conforme y se queda de criao de servir.
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El amo lo lleva a la misma cámara de harina y le dice que para otro día tiene que estar toda la harina cernida. Y espera Pedro a que todos se duerman y entonces echa toda la harina por la ventana. Y otro día muy temprano se asoma la hija del amo por la ventana de su cuarto y dice: —¡Ay, que ha nevao! Y ya se levanta el amo y va á ver que ha ocurrido. Y cuando ve lo que ha pasao le pregunta a Pedro: —Pedro, ¿qué has hecho? Y Pedro le dice: —¿Se enfada usté? Y el amo como no quiere que le saquen la tira de pellejo dice: —No, no me enfado. Pero ya ves que me has estropeao toda la harina. No me enfado, pero digo. Y ese día el amo le dijo a Pedro: —Hoy vas y me traes unos sarmientos no muy verdes ni muy secos. Y va Pedro y arranca los mejores sarmientos de la viña del amo y se los trae. Y cuando Pedro se los, entrega le dice el amo: —¡Ay, Pedro, que me has estropeao la viña! Y Pedro le dice: —¿Se enfada usté, señor amo? Y aquél le contesta: —No, no me enfado, pero digo. Y entonces le dijo: —Ahora vas a hacerme una tapia color carne, color pulga y color blanco. Güeno, pues entonces va Pedro ande stá el hato de ovejas del amo y las mata todas. Y entonces les quitó las pieles y fue y hizo la tapia. La lana era el color pulga y el color blanco y lo de adentro era el color carne. Y llega el amo y ve lo que ha hecho Pedro y le dice: —¿Qué has hecho, Pedro? Me has estropeao mi hato. Y Pedro le contesta: —¿Se enfada usté, señor amo? Y el amo pa que no le saquen la tira de pellejo dice: —No, no me enfado, pero digo. Y ya como no sabían qué hacer con Pedro le dieron una escopeta que tenía el cañón al revés. Del coraje que le tenían querían que se matara. Pero Pedro vio que stabá al revés y fue al monte y mató una yegua del amo. Y llegó a la casa y le gritó al amo: —¡Ay, señor amo, que me dé usté un carro pa ir a traer el ave!
Y se da el amo un carro y va y vuelve con la yegua muerta en el carro. Y el amo cuando ve lo, que ha matao Pedro le dice: —Pero, Pedro, ¿qué has hecho? Y Pedro le dice: —¿Se enfada usté, señor amo? Si usté se enfada, a la correa. Y el amo contesta en seguida: —No, no me enfado, pero digo. Y ya entonces va el amo y habla con se mujer pa ver cómo se van a librar de Pedro, y discurren echarlo al río. Y va el amo y le dice: —Mira, Pedro, que te vamos a llevar cerca del río ande tenemos costumbre de dar una comida a todos los mozos del lugar. Y se fueron con él y cuando llegaron a la orilla del río empezaron a beber. Y de tanto que bebieron se emborracharon. Y Pedro se hacía el que bebía pero nada que bebía. Y cuando ya llegó la noche se echaron a dormir. Y los amos discurrieron que Pedro se acostara pal lao del río, el amo en el medio de la cama y, la mujer pal lao de arriba. Y se durmieron Pero a media noche cuando aquéllos estaban durmiendo Pedro se levantó y puso a la mujer pal lao del río y se acostó él pal lao de arriba. Y ya despertó el hombre y dijo: —Ya stá dormido Pedro. Y le dio el rempujón a su mujer pensando que era Pedro y la echó en el río. Y cuando vio lo que había hecho le dijo a Pedro: —Toma las llaves de mi casa. Vete y eres amo de todo, que ya yo no puedo contigo. Y se fue Pedro y quedó amo de todo. Torrejón de Velasco, MADRID.
168. Juan Soldao Juan Soldao fue al servicio, y le dijeron: —Hombre, tú no vales para el servicio, Juan Soldao. Entonces él dijo: —¿Qué voy a hacer? Y le respondieron: —Pues te vas y nosotros te vamos a dar una torta para el camino. Él se conformó. Se fue caminando sin saber a dónde y por el camino se comió todo el megollo de la torta y quedó sólo la corteza. Entonces llegó un pobre y le pidió pan y él se lo dio. Este
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pobre era Cristo. Luego llegó otro pobre también le pidió pan. También le dio otro pedazo. Este pobre era San Pedro. Luego se le presentó otro pobre a pedirle pan y a éste le dio el último pedazo de su torta. Y este pobre era San Juanuco. Entonces Juan Soldao se marchó de allí con los tres. Y a poco que habían marchado dijo Cristo: —Pues ahora, vamos a comprar un carnero. ¿Quién le va a comprar? Y Juan Soldao respondió: —Yo, yo. Yo compraré el carnero. Compraron el carnero y entonces dijo Cristo: —¿Quién le va a matar? Y Juan Soldao dijo: —Yo, yo. Yo le mataré. Mató Juan Soldao el carnero, y entonces dijo San Juanuco: —¿Quién va a hacer la cena? Y Juan Soldao dijo: —Yo, yo. Yo voy a hacer la cena. Y Juan Soldao hizo la cena, y antes de poner todo se comió sólo la asadura. Entonces Cristo dijo que él iba por pan y vino para comer. Volvió con el pan y el vino y se pusieron a comer. Y Cristo dijo a Juan Soldao: —Pero, ¿dónde está la asadura? —Sí —añadió San Juanuco—, ¿dónde está la asadura? Y Juan Soldao respondió: —¡Anda, tontos! ¿No sabéis vosotros que los carneros negros no tienen asadura? Otro día se marcharon los cuatro a pedir limosna y llegaron a una posada. Cuando el ama los vio venir le dijo a su criada que les soltara cinco perros que tenía atados, y así lo hizo la criada. Cristo se puso por delante y los perros no se acercaron. Volvió el ama a decirle a su criada que soltara los perros. Pero otra vez Cristo se puso por delante y los perros no se acercaron. Entonces el amo salió a ver lo que pasaba y Cristo le dijo: —Usté, señor, tiene una hija de cuerpo presente, y yo se la voy a resucitar. El hombre le dijo que estaba muy bien. Cristo le resucitó la hija y el hombre le pagó cuatro mil reales. Y cuando Cristo volvió a donde estaban San Pedro, San Juanuco y Juan Soldao, Juan Soldao le dijo: — ¡Ay, tonto, bobo! ¿Por qué no pidió usté ocho mil? Entonces Cristo dividió el dinero en cinco partes y Juan Soldao le preguntó que para qué le dividía en cinco partes cuando sólo eran cuatro.
Y entonces Cristo le dijo: —Las cuatro partes son para los cuatro y la quinta es para el que se comió la asadura. Entonces el pícaro de Juan Soldao exclamó: —Pues esa parte es para, mí, porque yo fui quien se comió la asadura. Cristo consintió y cogieron cada uno su dinero. Juan Soldao entonces dijo que él se iba a ir solo, y entonces Cristo les dijo a San Pedro y a San Juanuco: —Hombre, empués de todo vamos a darle todo al pobre de Juan Soldao. Y le dieron todo el dinero y se fue. Más tarde llegó Juan Soldao adonde había otro cuerpo presente y llegó a la casa y dijo que él le resucitaba si le pagaban ocho mil reales. Y le aceptaron, pero nada que resucitaba. Y el amo le dijo: —Pues ahora te voy a matar. Juan Soldao entonces dio parte a Cristo y Cristo vino y le dijo: —Tú no tienes poder para hacer esas cosas. Pero yo te voy a salvar la vida. Y le voy a resucitar el hijo a ese señor y no le llevo nada porque yo tengo el poder para hacerlo. Salió Juan Soldao con Cristo de allí y Cristo le dijo: —Ahora, pide tú lo que quieras; pide el cielo. Y llegaron San Pedro y San Juanuco y le decían: —Sí, Juan Soldao, pide el cielo. Pero Juan Soldao dijo que para qué quería el cielo. Ellos le insistían que pidiera el cielo y Juan Soldao les decía: —Hombre, ¿el cielo? ¿Hay escaleras para subir allá? Yo lo que quiero es que me den una silla que no se siente ni se levante en ella a menos que yo lo mande. Pero ellos le repitieron: —Hombre, pide el cielo. Y Juan Soldao dijo: —No, ahora voy a pedir un saco que sólo se abra y se cierre cuando yo mande y que esté lleno de oro. Y también quiero una higuera que el que suba en ella no baje a menos que yo lo mande. Y además quiero una fragua con todos materiales que trabaje cuando yo mande. Todo le concedieron y se marchó solo Juan Soldao. Ya hacía mucho que andaba Juan Soldao por el mundo cuando dijo un día el diablo: —Ya está viejo Juan Soldao. Hay que ir a buscarle. ¿Quién va a ir a buscarle? Y respondió un demonio: —Que vaya Judas. —Muy bien —dijo el diablo—, que vaya Judas. Se fue Judas a buscar a Juan Soldao y llamó a la puerta.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
—¿Quién es? —Judas. —¿Qué quieres? —Te vengo a buscar. Entonces Juan Soldao se asomó a la puerta y dijo: —Sube, sube, que ya me voy a calzar. Entra, mira, y siéntate en esa silla. Y allí se sentó Judas y se quedó sentado sin poderse levantar. Y entonces Juan Soldao mandó a los peones prender la fragua y calentar los fierros y le quemaron y le espitonaron a Judas y por fin le dejaron salir huyendo. Cuando Judas llegó al infierno le dijo al diablo: —Mira cómo me han puesto. Entonces dijo un demonio a Judas: —Déjale estar. Ya verás como yo le voy a traer a ese galán. Se fue el demonio a buscar a Juan Soldao. Llegó y llamó a la puerta. —Juan Soldao, que te vengo a buscar. —Sube, sube, que ya me voy a calzar. Subió el demonio y Juan Soldao se asomó y le dijo: —Ya voy en un momento. Meta la mano en ese saco pa sacar dinero pal camino. Metió la mano el demonio en el saco y no la pudo sacar. Y entonces Juan Soldao mandó a los peones que prendieran la fragua y que calentaran los fierros, y quemó y espitonó al demonio lo mismo que a Judas. Cuando llegó el demonio al infierno salió Judas a recibirle. —¡Dios! Mira cómo me han puesto —le dijo a Judas—. —Pues así me pusieron a mí ayer —le respondió Judas—. Entonces el diablo se enfadó y dijo: —Pues ahora voy yo a buscar a Juan Soldao. Ahora verán como yo sí le traigo. A mí no me hace nada. Llegó y llamó a la puerta: —Juan Soldao, que te vengo a buscar. —Sube, sube, que ya me voy a calzar. Y se asomó Juan Soldao y le dijo al diablo: Súbete a esa higuera pa llevar higos pa todo el camino. Y subió el diablo a la higuera, pero de allí no pudo bajar. Y Juan Soldao mandó a los peones otra vez prender la fragua y calentar los fierros y quemaron y espitonaron al diablo como a Judas y al demonio. El pobre del diablo no tuvo más que hacer sino irse huyendo pal infierno tan pronto como pudo.
Juan Soldao ya muy viejo se fue solo por el mundo, y al fin llegó un día a la puerta del infierno y llamó. Allí le respondieron: —¿Quién es? —Juan Soldao. —¡Ay, ay! ¡A ti no! No te abrimos, que nos quemaste y nos empitonaste en un tiempo, y ahora no queremos ni verte. Luego se marchó Juan Soldao otra vez y por fin llegó a la puerta del cielo. Llamó y salió San Pedro y le dijo: —Hombre, ¿tú por aquí? —Pues aquí he llegado. —Pues, ¿que no preguntabas si había escaleras para subir al cielo? —Pues sin escaleras he llegado. Entonces San Pedro fue y le contó a Cristo que Juan Soldao estaba a la puerta del cielo. Y San Pedro le preguntó a Cristo: —¿Ónde le ponemos? Y Cristo le contestó: —Pues ponerle detrás de la puerta. Y colorín colorao, Cuento acabao. Y cuando nosotros vayamos allí le vamos a ver detrás de la puerta. Río Tuerto, CANTABRIA.
169. Juan Soldao Andaban Dios y San Pedro por el mundo y se encontraron con Juan Soldao. Y Juan Soldao estaba sentao a la otra punta del puente y Dios le dijo a San Pedro que fuera a donde Juan Soldao y que de los dos cigarros que tenía que le diera uno. Y dimpués que le dio el cigarro le dijo que fuera a decile que de cuatro cuartos que tenía que le diera dos. Y Juan Soldao le dio las dos partes. Y dimpués le dijo a San Pedro que fuera a decile que de un pan que tenía que le diera la metá. Y Juan Soldao le dio la metá. Y Juan Soldao dijo que iba con ellos, y dimpués dijo que tenía mucha hambre. Y encontraron un pastor y le compraron un carnero. Y mientras los otros fueron por leña Juan Soldao desolló el carnero y se comió los riñones crudos. Luego le priguntaron que dónde estaban los riñones y él dijo: —Los dimonios me lleven si yo sé donde están; que este carnero no tenía riñones.
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V. CUENTOS PICARESCOS
Y dimpués se fueron y Dios y San Pedro tiraron sus capas al río pa pasar. Y Juan Soldao tiró su chaqueta y se tiró al río, y se lo llevó el agua con chaqueta y too. Y ya se hogaba cuando Dios le dijo: —Si me dices quién se comió los riñones del carnero te salvo. Y Juan Soldao dijo: —Los dimonios me lleven si yo sé dónde están; que este carnero no tenía riñones. Y Dios por fin le sacó. Y dimpués se fueron por un pueblo y encontraron un enfermo, y Dios dijo que si le daban dinero lo sanaba. Y Dios y San Pedro entraron y echaron una bendición y resucitó el enfermo. Y le pagaron el dinero y Dios hizo cuatro partes y dijo: —Esta parte es pa Pedro, ésta es pa mí, ésta es pa Juan, y ésta es pal que se comió los riñones. Y Juan Soldao gritó: — ¡Vaya, pues venga, que yo me los comí! Y Juan Soldao se fue solo y dicía que sabía curar enfermos y resucitar muertos. Y llegó a onde estaba un enfermo y dijo que él lo sanaba si le pagaban dinero. Y le dijeron que esta bueno, y fue y quemó al enfermo y echó la bendición a las cenizas, pero nada que resucitó. Y le llevaban a la horca y vio venir a San Pedro y a Dios y dijo: —Pues aquellos bribones son los que me han enseñao a curar enfermos. Y entonces fueron Dios y San Pedro y revivieron al enfermo. Y dimpués le dijo Dios a Juan Soldao que pidiera lo que quisiera, que se lo daría. Y San Pedro le decía a Juan Soldao que pidiera la gloria. Y Juan Soldao dijo que no, que no quería gloria. Y pidió un palacio que el que entrara dentro no saliera hasta que él quisiera, y una cachiporra que cuando él le mandara, que se compusiera se compusiera y cuando él le mandara que se descompusiera se descompusiera, y un asiento que el que se sentara en él que no se alevantara hasta que él quisiera, y un peral que el que se subiera no bajara hasta que él quisiera. Y vivió Juan Soldao tres años en su palacio. Y un día llegó el diablo por él y le dijo que venía por él. Y Juan Soldao le dijo: —Bueno, pero súbete a aquel peral pa coger unas peras pal camino. Y el diablo se subió en el peral y vinieron todos los chicos a apedrear al diablo. Y le suplicó a Juan Soldao que le dejara ir. Y se fue el diablo pa los infiernos.
Y otro día vino otro diablo pa llevarse a Juan Soldao y Juan Soldao le dijo: —Bueno, pero siéntate en ese asiento, que yo volveré en unos momentos. Y el diablo se sentó y no se pudo alevantar. Y entonces Juan Soldao le dijo a la cachiporra: —Cachiporra, componte. Y la cachiporra comenzó a dar palos al diablo hasta que le rogó a Juan Soldao que le dejara y que se iría pal infierno. Y Juan Soldao le dijo a la cachiporra: —Cachiporra, descomponte. Y el diablo se fue pal infierno. Y por fin vino el diablo cojo a llevarse a Juan Soldao y cuando llegó Juan Soldao le dijo que entrara en el palacio mientras él se vestía. Y entró el diablo cojo en el palacio y no podía salir. Y Juan Soldao fue por el herrero y vino el herrero y machacó al diablo cojo diciendo que estaba lleno de clavos. Y por fin le dejó irse pal infierno y se fue. Y a los tres años murió Juan Soldao y fue a picar a la puerta de la gloria. Y San Pedro le fue a abrir y le dijo: —Juan Soldao, ¿a qué vienes? Cuando te ofrecían la gloria no la querías. Y Juan Soldao se fue pa la puerta del infierno, y cuando le vieron venir dijieron los diablos: —No; que no le queremos. Ése es Juan Soldao el que nos ha querido matar. Y le cerraron la puerta y Juan Soldao se volvió otra vez pa la puerta de la gloria. Y cuando picó a la puerta salió otra vez San Pedro y le dijo: —Juan Soldao, ¿a qué vienes? Cuando te ofrecían la gloria no la querías. Y fue y le dijo a Dios que allí estaba Juan Soldao, y Dios le dijo que le colgara a la puerta de la gloria. Y Juan Soldao dijo que quería ver la gloria y se dio una columpiá y entró en la gloria. Y allí le dejaron estar. Santotís, Valle de Tudanca, CANTABRIA.
170. Dios y San Pedro y Juan Tonto Iban por el mundo Nuestro Señor, San Pedro y Juan Tonto, y llegaron a un pueblo y oyeron tocar a muerto. Y llegaron y preguntaron: —¿A qué tocan? Y les respondieron que era que se había muerto la hija de un conde y la iban ya a enterrar.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Y Nuestro Señor le dijo a uno: —Enséñanos la casa. Y ya les enseñaron la casa onde estaba la muerta. Y llegó Nuestro Señor y les dijo que si le pagaban bien él la resucitaba. Y le dijeron que estaba muy bien. Y se metió Nuestro Señor en el cuarto de la muerta y mandó que le trajeran una caldera de agua hirviendo. Y se la trajeron. Y se encerró solo en la habitación con la muerta y la metió tres veces en la caldera de agua hirviendo y la muerta resucitó. Y salió Nuestro Señor con ella viva y se la entregó a los padres. Y le pagaron el dinero y se fueron. Y San Pedro, como era un fisgón, vio por el abujero de la puerta lo que había hecho Nuestro Señor. Y ya mandó Nuestro Señor a Juan Tonto a comprar un carnero pa la merienda. Y le dijo Nuestro Señor que guisara el carnero y que después de la merienda repartiría el dinero. Y guisó Juan Tonto el carnero y se comió la pajarilla. Y merendaron todos y Nuestro Señor le preguntó a Juan Tonto: —¿Y dónde está la pajarilla? Y Juan Tonto le contestó: —Este carnero no tenía pajarilla. Y ya merendaron y dijo Nuestro Señor: —Ahora voy a repartir el dinero. Y lo dividió en cuatro partes y les dijo: —Bueno, a cada uno su parte. Y Juan Tonto que vio que eran cuatro partes y que después que cada uno había recogido la suya quedaba una, dijo: —Y esa parte que queda, ¿a quién pertenece? Y Nuestro Señor le dijo: —Ésa es para el que se comió la pajarilla. Y Juan Tonto, muy vivo, dijo: —Es mía, que yo me la comí. Y de ai les dijo Nuestro Señor que se fuera cada uno por su camino solo con su dinero. Y se fueron cada uno por su camino. Y, San Pedro fue y se vistió de señorito y de médico y se fue camino alante. Y llegó a un pueblo que tocaban a
muerto. Y preguntó por qué tocaban. Y le dijeron que se había muerto la hija de un rey y ya la iban a enterrar. Y les dijo San Pedro que le dijeran dónde era. Y le dijeron dónde estaba la muerta y llegó San Pedro y dijo que si le pagaban mucho dinero la resucitaba. Y le dijeron que estaba bueno. Y entró San Pedro en la habitación de la muerta y mandó que le llevaran una caldera de agua, hirviendo y le dejaran solo con la muerta. Y la metió tres veces en el agua hirviendo, pero nada que resucitaba. Y cuando ya vían que no salía San Pedro abrieron la puerta y le hallaron con la muerta en la caldera y muy aburrido. Y lo cogieron preso y lo subieron en una burra y salieron con él pa la cárcel. Y en el camino los encontró Nuestro Señor y conoció a San Pedro y le dijo: —Pedro, pero, ¿qué te pasa? Y ya San Pedro le contó lo que le había pasao y le dijo que le llevaban pa la cárcel. Y entonces Nuestro Señor les dijo a los que lo llevaban: —Vamos otra vez a la casa de la muerta, que yo la reviviré. Y fue con ellos y la revivió como a la otra, y dejaron libre a San Pedro. Y después le dijo Nuestro Señor a San Pedro: —Pedro, no creas que puedes hacer todo lo que hago yo. Sólo Dios lo puede todo. Canos, SORIA.
171. La muerte Éste era un viejo que bajaba una ve por una cuesta y se encontró con otro viejo que subía por la misma cuesta y le dijo: —¡Una limosnita, por el amor de Dios! Y el que subía le dijo: —Perdone uté, hermano, que no traigo na que dale. —Y se fue. Pero cuando ya iba un poco retirao se gorvió y le dijo: —Oiga uté; le vi a dá a uté una cosa. Tenga uté este saco y siempre que quiera uté una cosa le dice «Ar saco» y entrará en el saco. Conque el viejo cogió er saco y se marchó con é por mundo alante. Y ya llegó a un ventorrillo y vio que allí había chorizos y pan y otra cosa pa comé y va y se acerca a la ventana y dice: —¡Ar saco! Y en seguía cayeron chorizo y pan y queso y otra cosa en er saco.
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V. CUENTOS PICARESCOS
Güeno, pué se fue y comió mu bien y se fue camino alante Y llegó depué a una taberna y se pone a la puerta y dice: —¡Ar saco! Y cayeron mucha botella de vino en er saco y se fue con ella. Y así anduvo viviendo por muchos año comiendo y bebiendo to lo que quería. Hasta que ya se le llegó la hora cuando la muerte tenía que vení por é. Y se enfermó y estaba ya agonizando y llegó la muerte por é pa llevárselo. Y é en la agonía que staba tenía su saco a la cabecera y decía mu quedito: —¡Ar saco! ¡Ar saco! Y eso decía cuando llegó la muerte y cayó en er saco y quedó encerrá. Y ya é sanó y se fue otra ve por er mundo. Y la muerte le decía: —Mira, suértame, que si me suertas te prometo dejarte viví por diez año má.
Y él le dijo que staba güeno, que si le dejaba viví diez año má que la sortaba. Y le dio suerta y se fue otra ve por er mundo con su saco. Y siempre que quería arguna cosa decía «Ar saco» y en seguía caía la cosa en er saco como antes. Pero ya cuando pasaron lo diez año se puso otra ve mu enfermo y empezó a agonizá. Y esta ve como ya se le había cumprío su tiempo de vida ya en su agonía no se acordó ni onde había puesto er saco. Y cuando llegó la muerte por é no tenía ya su saco porque lo había dejao en otra habitación. Y luego que la vio empezó a decí en su agonía. —¡Ar saco! ¡Ar saco! Y la muerte le dijo: —Ya no hay ni saco ni saca que ahora te vengo a llevá. Y se lo llevó.
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Granada, GRANADA.
B. los dos compadres
172. Los dos compadres Éstos eran dos compadres, el uno rico y el otro pobre. Una vez le tocó al pobre la lotería y el compadre rico le invitó a comer a su casa. El pobre aceptó la invitación. Antes de ir a la comida de su compadre rico el pobre fue y compró dos conejos blancos y del mismo tamaño. Dejó uno de ellos en la casa y con el otro se fue para la casa de su compadre rico. Llegó y comió y después de la comida su compadre le invitó a ir de cacería. —Muy bien —le dijo el pobre—, pero mire usté que yo tengo que llevar consigo mi conejo blanco. Es un conejo de virtud y nunca le dejo solo. Y salieron y anduvieron un rato y el compadre pobre llevaba su conejo cuidándole bien. Y el compadre rico le dijo al fin al otro: —Mire, que quisiera saber que virtud tiene su conejo. Y entonces el otro le dijo: —Pues mire usté. Este conejo hace mandaos. Puede hacer cualquier mandao. Y para prueba de eso voy ahora mismo a mandarlo a mi casa para decirle a mi mujer que ponga la mesa y prepare la comida porque usté va a ir a comer conmigo. Y despachó al conejo y lo soltó. El conejo salió corriendo pal monte y desapareció. Y ya el compadre pobre había arreglado todo con su mujer. Se fueron los dos compadres para la casa del pobre y cuando llegaron dijo el pobre a su mujer: —Oye, tú, ¿vino el conejo con el mandao? Y le contestó la mujer:
—Sí, llegó y me dijo que preparara la comida porque venías a comer en seguida con mi compadre. —Y su conejo de virtud, compadre, ¿dónde está? —Allí está, compadre. Mírelo. Y le enseñó el otro conejo que allí estaba. Comieron y después el compadre rico le dijo al otro: —Compadre, véndame su conejo. ¿Cuánto quiere por él? —Pues mire usté, compadre, yo no lo quisiera vender. No quisiera venderlo porque me puede hacer falta. Pero ya, por ser usté se lo venderé en cuatro mil reales. Y le vendió el conejo al compadre rico y se fue con él. Cuando iba para su casa se encontró con cuatro amigos y les dijo: —Oigan; miren ustedes que yo he comprao un conejo de virtud, que hace todo lo que le mando. Y para que vieran ellos que era verdad soltó al conejo y le dijo que fuera a su casa y le dijera a su mujer que preparara la comida porque iban a comer con él sus cuatro amigos. Y salió corriendo el conejo pal monte y nada que fue a la casa. Y cuando llegaron a la casa no había nada preparao y el compadre rico le dijo a su mujer: —¿Que no vino el conejo con el mandao? —No, no vino. —¿Que mandaos ha de hacer? Todas son trampas de mi compadre. Y el rico, muy enfadao, salió de la casa y dijo que iba a ajustar cuentas con su compadre. Y el compadre pobre ya había comprado dos vejigas llenas de sangre y cuando vio venir a su compadre rico las puso encima de su mujer y cuando llegó le dijo a ella: —Oye, tú, te voy a matar porque aquí está mi compadre que viene a matarnos a los dos.
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V. CUENTOS PICARESCOS
Y cogió un cuchillo y le cortó las vejigas de sangre y la mujer se hizo la muerta. —¡Ay, compadre, ya ha matan a su mujer! ¿Qué vamos a hacer ahora? —Pues nada. Mire usté, que orita la revivo. Y tomó una guitarra y se puso a tocar, y la mujer comenzó a revivir. Al fin revivió por completo. Y el compadre rico dijo: —Compadre, véndame esa guitarra. —Pero compadre, ¿cómo se la voy a vender cuando me hace tanta falta? Pero tanto le insistió que por fin se la vendió por cinco mil reales. Se fue el compadre rico para su casa con su guitarra. Y luego que llegó le dijo a su mujer que tenía una guitarra que revivía a los muertos. Y en seguida cogió un cuchillo y mató a la mujer. Tomó entonces la guitarra y tocó y tocó pero nada que revivía su mujer. Y muy enfadao se fue a buscar a su compadre. Llegó y le cogió y le dijo que ahora sí le iba a matar. Y el compadre pobre le dijo: —Bueno, pero ya que va usté a matar tíreme usté de aquel despeñadero abajo metido en un saco. Y el compadre rico lo metió en un saco y se fue con él para arriba de la ladera. Y a medio camino se detuvo el compadre para hacer su necesidad. Y en ese entremedio de tiempo pasó por allí un pastor que pasteaba sus cabras y el que estaba en el saco le dijo que le pagaba cinco duros si se metía en el saco. Y el pastor consintió y el compadre rico vino y cargó con el pastor y le tiró por el despeñadero abajo y lo mató. Y cuando el compadre rico volvió la cara salió el compadre pobre con las cabras gritando: —¡Ay, chivitas! ¡Ay, chivitas! Y el otro le dijo: —Pero, hombre, ¿que no te he acabao de tirar por el despeñadero abajo? —Pues sí —le responde el compadre pobre—, y si de más alto me hubiera tirao más cabritas hubiera sacao. —Pues, tíreme a mí —dice el rico—. Y el otro le tiró y así murió el compadre rico. Soto de la Marina, CANTABRIA.
173. Los dos compadres Eran do compadre, uno pobre y otro rico, y la mujer der pobre se enfermó y tuvo que í a pedile cincuenta duro ar rico. Y aqué se lo prestó.
Y entonce er pobre pa no pagale a su compadre le decía a su mujé cuando venía aqué a cobrarle que le dijera que no staba en casa. Y er rico ya staba mu enfadao de vé que su compadre nunca staba en casa. Y un día fue er pobre y buscó do conejo iguale y fue y le dijo a su mujé: —Mía que ya mi compadre stá mu enfadao y cuarquié día va a vení a preguntá por mí. Aquí traigo esto do conejo. Yo me voy ar bosque con uno y el otro lo vi a dejá aquí y cuando venga mi compadre le ices que vas a mandá er conejo a buscame y entonce vengo yo con el otro y hacemo cré a mi compadre que er conejo hace mandao. Pue güeno, vamo que se fue er pobre ar bosque con un conejo y el otro se quedó en su casa. Y a poco ya va llegando er compadre rico y llama y dice: —Comadre, ¿me quiere decí oté onde stá mi compadre? Y aquella va y le ice: —Pu le diré compadre que anda en er bosque, pero si oté quiere velo mandaré a este conejo a buscale. Y el compadre rico mu asombrao le dice: —¿Y que ese conejo hace mandao? —Y dice ella: —Ya lo verá oté, compadre. Conque suerta el conejo y se va corriendo ar bosque. Y aqué que ya staba ai esperando a vé salí ar otro conejo corriendo llega a lo poco momento con el otro conejo y dice: —Güeno día, compadre. ¿Qué quiere oté? Y de asombrao que staba ya se le orvidó lo e lo cincuenta duro y le dijo: —Compadre, ¿me quiere oté vendé ese conejo? Y le contesta er pobre: —Misté, compadre que este conejo vale muncho. Ya sté sabe que yo soy pobre y un conejo como éste me vale muncho. —Pu dígame oté cuánto quiere por é —le dice er rico—. —Güeno, pu ya por sé oté se lo vi a vendé en cincuenta duro. Güeno pu se lo vendió y se lo llevó aqué a su casa. Y ya ni se acordó de lo cincuenta duro que le debía su compadre. Y llega a su casa y le dice a su mujé:
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
—Oye tú, mía que le he comprao a mi compadre un conejo que hace mandao. Lo manda uno que lleve un recao a cuarquier parte y en seguía va y lleva er recao. Y pa que vea que e verdá ahora mismo me voy ar casino y si viene arguien a buscarme me envía recao. Güeno, pu se va aqué ar casino. Y llega poco depué un siñó a consurtá con é y la mujé le manda recao, lo cual er conejo no vuerve. Y se aburre aqué de esperá y ar fin se va a su casa. Y vuerve er rico tamié der casino y ve que le ha engañao su compadre. Y en seguía le ice a su mujé: —Nos ha engañao mi compadre. Voy a buscarle y esta ve no me engaña. Y en esa media ya er pobre había buscao un pito y una vejiga y fue y llenó la vejiga e sangre y se la puso a su mujé en er vientre. Y entonce le dijo que cuando é le diera una cuchillá en er vientre se hiciera la muerta y que con er pito la iba a reviví. Güeno, pu ya llega er compadre rico mu enfadao con gana de matá a su compadre. Y er pobre se había metío en otra habitación y la mujé le dijo ar rico: —¿Busca oté a mi marío, compadre? —Sí que le busco —le contesta el otro—. Ya basta de engaño y vengo a que me pague lo cincuenta duro y tamié los que le di por er conejo. Y le ice la mujé: —Pu misté, compadre, que mi marío e mu precipitao y si lo llamo me da una patá que me deja muerta. Y aqué insistió hasta que fue la mujé y le llamó y salió aqué con un cuchillo mu grande, mu grande, y le dio en seguía una cuchillá a su mujé en er vientre y rompió la vejiga y salió la sangre a chorro y la mujé se hizo la muerta y cayó ar suelo. Y er rico mu asustao le ice: —¡Ay, compadre! ¿Qué ha hecho oté? Ha matao a mi comadre. Y er pobre entonce le ice: —No se alborote oté, compadre, que yo la resucitaré. Es cosa de poco rato. Y ya saca su pito y da una pitá y la mujé empezó a movese. Y le ice a su compadre: —Misté, compadre, que ya se stá rebullendo. Y da otra pitá y la mujé se incorpora y toca la tercera pitá y la mujé se levanta como si na le hubiea pasao. Güeno, pu entonce er compadre rico ya se le orvida lo del engaño y le ice a su compadre: —Vamo compadre, que me venda oté ese pito. Y er pobre le ice: —Pero compadre, ¿cómo quiere oté que se lo venda cuando e lo único que tengo?
Pero tanto le stuvo achuchando aqué que ar fin le dijo: —Güeno, compadre, se lo venderé si me da oté do mi riale por é. Y le dio aqué lo do mi riale y se fue mu contento pa su casa. Y va y llega a su casa maltratando a su mujé y le mete una puñalá y la mata creyendo que la iba a reviví. Y entonce va y coge er pito y empieza a tocá pero na que revive aquélla. Y venga a tocar er pito y venga a tocá er pito, pero na. Su mujé no revivió. Y se pone furioso y se va otra ve en busca e su compadre. Pero er pobre ya le había arreglao otro engaño. Había comprao un mal borrico y le había metío en er trasero una pila e onzas de oro y lo deja atao cerca e una taberna y entra é a tomá una copita. Y llega er compadre rico mu forajudo a la misma taberna a buscalo. Y sale er pobre e la taberna y empieza a dale palo a su borrico y empieza er borrico a cagá onza de oro. A ca palo cagaba una onza de oro. Y le entusiasma tanto ar rico de velo cagá tanta onza de oro que ya se le orvía to, hasta la muerte de su mujé y le ice: —Compadre, véndame oté su borrico. Y er pobre le ice que no, que no pué sé porque e lo único que tiene que le da dinero pa viví. Y ya se van a casa e la comadre a hacé er trato y la mujé le ice a su marío: —Que no lo venda que e lo único que tenemo. Con ese borrico tenemo la fortuna pa toa la vida. Pero aqué tanto stuvo achuchando que ar fin se lo vendió er compadre por cinco mi riale. Y llega a su casa con su borrico y tavía staba allí su mujé muerta. Y de la ilusión que tenía ni caso le hacía a su mujé muerta. Y va y pone una sábana y empieza a dale palo ar burro. Y er borrico echó do onza, na má. Eso era ya too lo que le quedaba. Y venga aqué a dale palo y venga a dale palo, pero na, ya no cagaba má onza de oro. Y al stuvo dándole palo ar borrico hasta que lo mató. Y en ese momento llega la policía y lo meten preso ar vé er cadáve de su mujé. Granada, GRANADA.
174. Juanito Malastrampas Juanito era un muchacho muy pícaro que a todos les jugaba trampas y por eso la gente le decía Juanito Malastrampas. A todo el mundo le debía, a uno tres mil reales, a otro cuatro mil, a otro cinco mil, y así a todos. Le apremiaban tanto las personas a quienes debía dinero que un día discurrió hacerse el muerto para no pagar y que
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V. CUENTOS PICARESCOS
no le llevaran al presidio. Le llevaban al camposanto y le metieron primero en la iglesia. Allí dejaron el cuerpo una noche. A las doce de la misma noche entraron en la iglesia unos ladrones a robar. Robaron todo lo que pudieron. Había un sastre a quien Juanito Malastrampas debía un real. Este sastre, cuando supo que Juanito se había muerto se fue para la iglesia, y en el camino decía: —Tú no me has pagado el real y por eso te voy a quitar la mortaja. Pero al entrar en la iglesia vio a los ladrones y se metió debajo de las andas. Cuando los ladrones creyeron que ya habían robado bastante para todos se pusieron a repartir las alhajas y todo. Si eran trece ladrones hicieron catorce montones. Entonces uno de los ladrones dijo: —¿Para quién es este montón que sobra? Y el cabecilla respondió: —Ese montón es para el que le dé una puñalada al difunto. Se acercó uno a darle la puñalada al difunto y al levantar la mano con el puñal Juanito Malastrampas dio un salto de la caja y gritó: —Salgan todos los difuntos. Y el pobre sastre, que estaba escondido debajo de las andas más muerto que vivo, respondió: —Aquí estamos todos juntos. Los ladrones se atemorizaron y salieron huyendo de la iglesia, y Juanito y el sastre se repartieron todo lo que los ladrones habían robado. Pero el sastre todavía le decía a Juanito: —Dame mi real. Y los ladrones que habían aparecido a la puerta de la iglesia cuando oyeron la gritería por un real dijeron: —¡Caramba, que mejor es irnos! Aquí nos hacen pedazos por un real. Y se fueron. Juanito se fue para su casa con sus riquezas robadas. Uno día compró dos conejos. Llegó un hombre y Juanito le dijo que esos conejos iban a buscar un hombre donde quiera que se encontrara. Y soltó uno de los conejos y le dijo que se fuera para la casa de un hombre a buscarlo. Y era la casa donde había comprado el conejo y por eso el conejo se fue derecho. Entonces el hombre cuando vio eso le dijo a Juanito: —Hombre, véndame usté ese otro conejo. ¿Cuánto quiere por él? —Dos mil reales.
Le dio a Juanito los dos mil reales y se fue con su conejo. Otro día envió al conejo a buscar un ladrón que le había robado, pero el conejo no volvió. Se fue en seguida en casa de Juanito para matarle. Juanito le vio venir y tendió a su mujer lo larga que era en el suelo y le dijo que se hiciera la muerta. Entonces colgó sobre ella las tripas de un carnero que todavía chorreaban sangre. Llegó el hombre y preguntó por Juanito. Salió Juanito y a la vista del hombre cortó con un cuchillo las tripas del carnero, salió la sangre y así creyó el otro que había Juanito matado a su mujer. Iba él a salir huyendo de la casa, pero Juanito le dijo: —Aguarde usté un momento que voy a revivir a mi mujer. Cogió una flauta y se puso a tocar. Conforme iba tocando la mujer comenzaba a menear la cabeza, y al último toquido de la flauta se puso de pie. El otro estaba maravillado y le dijo a Juanito: —¿Cuánto quiere usté por esa flauta? —Cuatro mil reales. Y Juanito se la vendió. Se fue aquél con su flauta para su casa y le dijo a su mujer que en vez de reales traía ahora una flauta que resucitaba a los muertos. En seguida cogió un cuchillo y destripó a su mujer, la cual cayó al suelo muerta. Entonces cogió su flauta y empezó a tocar. Pero la mujer no resucitaba. Tocó y tocó pero la mujer no resucitó. Cuando vio el nuevo engaño de Juanito Malastrampas se decidió a ir a buscarle con unos amigos suyos para que no se les pudiera escapar. Fueron y le cogieron y le metieron en un saco para echarle al mar. Al pasar por una taberna le dejaron allí fuera en el saco y entraron a beber unas copas. En eso pasó un pastor por allí que pasteaba su rebaño. El otro estaba gimiendo: —¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! —¿Qué hay, hermano —le preguntó el pastor—. —Que me quieren casar con la hija del rey y yo no quiero. —Pues yo sí me caso. Yo me meteré en el saco. Entonces el pastor desató el saco, salió Juanito Malastrampas y se metió el pastor. Juanito entonces ató bien el saco y se fue con las ovejas como dueño de ellas. Volvieron aquéllos, cargaron con el saco y lo echaron en el mar y se ahogó el pobre pastor. Y al otro día pasó Juanito Malastrampas por el pueblo con su rebaño de ovejas, y los que creían que le habían echado en el mar estaban maravillaos. —Hombre —le decían—, ¿que no lo tiramos en el mar? ¿Cómo es que ahora anda por aquí con tanta cabra y tantas ovejas? Y él respondió:
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
—Nada, señores; si en el mar las he cogido. Y como iba a la orilla del mar y el rebaño se reflejaba en el agua les dijo: —Miren ustedes, si está lleno el fondo del mar de cabras y carneros. Y todos ellos se tiraron para salir con rebaños, pero todavía no han salido. Burgos, BURGOS.
175. Los dos hermanos Dos hermanos eran uno rico y otro pobre. Y un día el pobre se fue con unos borriquillos a por leña al bosque. Y al llegar ya ande había mucha leña vido una polvareda y se asustó y dejó el borriquillo y se subió a un árbol, y ya vio que eran doce hombres que venían en sus caballos y que se allegaron a una roca grande y dijeron: —Roca, ábrete. Y al decir eso se abrió la puerta de la roca y entraron. Y oyó que al entrar dijeron: —Roca, ciérrate —y la puerta se cerró—. Y el pobre no se apeó del árbol de miedo y se estuvo allí hasta que los hombres salieron otra vez de la roca. Y cuando ya se habían ido se apeó el pobre de su árbol y se allegó a la roca y dijo: —Roca, ábrete —y se abrió y entró—. Y ya vio que allí había muchos taleguillos de oro y sacó todos los que pudo y los cargó en el borriquillo. Y al salir de la roca dijo: —Roca, ciérrate —y se cerró—. Y entonces fue y cogió leña y la puso encima de las talegas de oro para dar a entender que traía leña. Y su hermano que era rico nunca le ayudaba y se burlaba de él porque era pobre. Y cuando llegó el pobre a su casa del monte le mandó a pedir su media para medir un poco de trigo. Y el hermano rico se la envió, pero como tuno untó pez en el fondo. Y midió el pobre su oro en la media y se quedó pegada una moneda de oro en el fondo. Y al devolvérsela al hermano rico dice la cuñada: —Tu hermano que es pobre es más rico que nosotros. Mira la moneda de oro que se ha quedao pegada del oro que midió con la media. Y ya fue el rico á la casa del pobre y le dice: —Pero, hombre, ¿de dónde has traído oro a la casa? Lo has medido con la media y esta moneda de oro se ha quedao pegada. Y ya le contó el pobre lo que le había pasao y como había entrao en la cueva a cargar su borriquillo de taleguillos de oro.
—¿Han quedao todavía algunos taleguillos de oro? —le preguntó el rico—. —Ya lo creo —le dijo el pobre—; hay muchos y muchos taleguillos de oro todavía. Y se fue el hermano rico a casa sin decir nada. Y llegó a su casa muy contento y le dijo a su mujer: —Oye, tú, date prisa a preparar la carreta y los cestos pa ir al monte por oro, que le pregunté al hermano como había hallao tanto dinero y me dice que hay allá en el monte una roca que se le dice «Roca, ábrete» y se abre y dentro hay muchos taleguillos de oro. Y prepararon los borriquillos y la carreta y los cestos y se fue el hermano rico a buscar la roca en el monte. Y llegó y dijo: —Roca, ábrete. Y se abrió la roca y entró. Y ai estaba recogiendo taleguillos de oro cuando llegaron los ladrones y le preguntaron: —¿Qué hace usté por aquí? Y él les dijo: —Recogiendo leña. —Pues no recoge usté mala leña —le contestaron ellos—. Y sacó él entonces un cuchillo y mató al capitán de los ladrones. Y los demás lo cogieron y lo partieron en cuatro pedazos y lo dejaron ai muerto. Y cuando ya no volvía el hermano rico fue el pobre a buscarlo y lo encontró escuartizao. Y volvió a casa muy desconsolao y le dijo a su cuñá: —¿Sabes que a mi hermano lo han matao por avaricioso? Y la mujer, muy viva, fue y llevó el cuerpo a un zapatero y le encargó que lo cosiera bien. Y lo cosió el zapatero. Y a poco llegó uno de los ladrones y le dice al zapatero: —Tío zapatero, qué madrugador está usté. —Tenía que hacer y por eso he madrugao. —Y esta sangre, ¿de quién es? Dígame usté la verdá y le doy un taleguillo de dinero. —Pues le diré la verdá. Es de un hombre que he cosido esta mañana. —Y ese hombre, ¿dónde está? —le preguntó el ladrón—. Y el zapatero le dijo: —Pues es en aquella casa. Y fue el zapatero hizo una cruz en la casa pa saber onde era y venir él y sus compañeros en la noche a cogerlos. Y la mujer del muerto, como muy viva que lo estaba viendo todo por unos cristales salió en seguida y borró la cruz y la puso en otra puerta. Y ya llegó el ladrón y le dijo al zapatero:
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V. CUENTOS PICARESCOS
—Oiga usté, tío zapatero, ¿se ha fijao bien usté si es en aquella puerta onde han metido al muerto? —Sí, señor, que allí es. —Pues han borrao la cruz. Y ya fue el ladrón a la puerta y le dijo a la mujer: —Señora, ¿puedo dejar aquí esta noche doce botes de aceite, que mañana tengo que ir a venderlos? Y ella le dijo: —Déjelos usté, que aquí estarán mu bien hasta mañana. Y en los botes estaban escondidos doce ladrones. Y la mujer sospechó que no era aceite, y ya noche fue y calentó agua y fue echándoles a cada uno una calderada y a todos los mató con el agua caliente. Y ya en la mañanita temprano se alevantó el capitán y les hizo la señal tirando a cada bote un cantito. Pero como vio que no se movían le dijo a la mujer que ya se iba con sus botes. Pero ella le dijo: —No se vaya todavía usté. Espere, que bailaremos. Y sacó ella un cuchillo y le mató y le dijo: —Te voy a matar a ti como maté a los de los botes. Soria, SORIA.
176. Los dos hermanos Estos eran dos hermanos, el uno muy rico y el otro muy pobre. Y el pobre tenía muchos hijos y no tenía que darles pa comer. Y todos los días venía a pedirle al hermano pa comprarles pan a sus hijos, pero el hermano no le socorría. Y un día fue y les dijo a su mujer y a sus hijos: —Hoy me voy a ir por una cañada arriba y le voy a robar un buey a mi hermano pa comer. Y así lo hizo. Fue y lo robó y allí mismo lo destrozó y lo hizo pedazos y se lo llevó pa su casa. Y cocieron unos cuantos trozos y los niños y la mujer comieron. Y la suegra del hermano rico era bruja, y un día le dijo a su yerno: —Oye, me parece que tu hermano no ha venido ya más a pedir de comer. Seguramente te habrá robao algún buey y lo habrá matao pa comer.
Y el hermano rico no quería crer lo que la vieja bruja le decía. Y ella le dijo: —Bueno, pues pa ver si es verdá lo que digo llévame a la casa de tu hermano encerrada en un arca y yo veré si es verdá o no. Y le dijo el hermano rico al pobre que tenían que hacer la limpieza en la casa y no había sitio pa un arca que tenían y que la iban a llevar a su casa por unos días. Y dijo el pobre que estaba bueno. Y metieron a la suegra en un arcón muy grande y le metieron pan y morcillas pa que comiera todo el día y cerraron bien y llevaron el arcón a la casa del hermano pobre. Bueno, pus que por la noche, como los pobres no tenían cama, acostaron a los niños encima del arcón a dormir. Y al empezaron a hablar los hermanitos y uno dijo: —Oye, tú, estoy de carne que no me puedo mover. Y la vieja bruja de contenta, empezó a bailar como bailan los brujos en los arcones. Y los niños que oyeron ruido dentro del arcón se levantaron y se lo dijeron a sus padres. Y fue el padre y desenrajó el arcón y se encontraron a la vieja bruja que allí estaba comiendo morcillas. Y empezaron a meterle morcillas por la boca hasta que la hogaron. Y entonces volvió el hombre a cerrar el arcón como estaba. Y al día siguiente vinieron por el arcón. Y cuando lo llevaron a la casa del rico lo abrieron pa ver qué decía la suegra. Y la encontraron muerta y con la boca atracada de morcillas. Y el marido le dijo a su mujer: —Si tu madre era una bruja envidiosa y de envidiosa que es se ha hogao comiendo morcillas. Mandaron enterrar a la suegra del rico. Y en la noche el hermano pobre fue y la desenterró y la puso de pie en la puerta de la casa de su hermano. Y ai la encontraron a la mañana siguiente y nadie quería enterrarla porque todos decían que era bruja. Y el rico dijo: —Bueno, pues no hay más remedio que ir a llamar a mi hermano pobre. Como es tan pobre él la entierra si le pago. Y vino el pobre y le dijo que sí, que él la enterraba si le daba una buena cantidá de dinero y una buena yunta de bueyes. Y se los dio el rico y fue el pobre y la enterró. Pero esa misma noche fue el pobre y la desenterró y la puso dentro del patio de la casa de su hermano. Y otro día cuando el hermano la encontró dijo: —Seguramente que era bruja. Sólo las brujas salen de las sepulturas. Y fue otra vez a ver a su hermano pobre a ver si la enterraba.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Y el pobre le dijo: —Mira, que a mí no me gusta meterme con brujas, pero como soy pobre te haré el favor, pero me darás otra vez una cantidá de dinero y otra buena yunta de bueyes. Y el hermano se los dio. Fue otra vez y enterró a la vieja y todos quedaron contentos. Y a media noche fue el pobre y volvió a desenterrar a la vieja por tercera vez. Y esta vez fue y la puso en la sala de la casa del rico. Y otro día cuando se levantó su hermano salió huyendo de la casa.
Y llegó ande estaba el pobre y le dijo: —Hermano, me vas a hacer el favor de enterrar otra vez a esa bruja. Se ha salido otra vez de la sepultura y ha ido a dormir en mi sala. Y el pobre le dijo que ya no quería más meterse con brujas. Pero tanto estuvo porfiando el otro que consintió en ir a enterrarla otra vez si le daba todos los bueyes y todo el dinero que tenía el rico. Y fue el pobre y la volvió a enterrar. Y el rico quedó pobre y el pobre quedó rico.
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San Pedro de Alcántara, MÁLAGA.
C. el tonto y la princesa
177. La princesa que nunca se reía Éste era un rey que tenía una hija que nunca se reía, y mandó publicá un bando que su hija se casaría con er que la hiciera reí. Y publicaron er bando y llegaban too lo grande y naire la podía hacé reí. Y a too los echaban en una mamorra porque no la podían hacé reí. De toa parte venían grande personaje, pero naire decía cosa que le hacían gracia. Y ya er rey aburrío e que naire la pudiea hacé reí dijo que dejaran abierta toa la puerta pa que entraran lo que quisieran a vé si podían hacé reí a la princesa, a vé si arguno tenía esa arbilidá. Y en un pueblecito cercano había una mujé que tenía dos hijo y ya uno staba en la mamorra. Y el otro, que se llamaba Juanillo y que era medio simplón, va y le dice a su mare: —Mare, ya que mi hermano stá en la mamorra y no güerve vi yo a vé si hago reí a la princesa. Y le dijo la mare: —Pero si too eso grande personaje no han podido hacé reí a la princesa, y si tu hermano que e tan listo no la ha hecho reí, ¿cómo la va a hacé reí tú? Pero, na; é le dijo que le preparara las alforja y que se iría ar palacio. Conque va la mare y le prepara too y se marcha é ar palacio. Y en er camino se encuentra con uno conocido que le dicen: —¿Ande vas, Juanillo? Y contesta é: —Vi a vé si hago reí a la princesa. Y aquéllo le dicen: —Anda. ¡Qué vas a hacela reí! A ésa no hay quien la haga reí. Ven con nosotro.
Y se fue con ello y lo llevaron a una juerga. Y é llevaba una guitarra y tocó y los divirtió. Y al otro día le dieron una perra y se fueron. Y la criá e la posá le dijo: —Mía que no yo no tengo má que darte que esta servilleta. Pero siempre que digas: «Componte, servilleta», se pondrá una mesa de too lo que tú quiera comé. Güeno, pue se marchó er simplón de ai y en er camino se encontró con otro conocido y le dicen: —¿Ande vas, Juanillo? Y é les contesta: —Vi a vé si hago reí a la princesa. Y ello se echaron a reí y le dijon: —Anda, hombre. ¡Qué la vas a hacé reí! Si a ésa naire la hace reí, y a too los echan en la mamorra. Y le convidan a otra juerga y se va con ello y tocan y bailan toa la noche. Y otro día cuando se van le dan una perra. Y la criá sale y le dice: —Mía que yo no tengo má que darte que este vaso, pero siempre que digas: «Componte vaso», se pondrá una mesa de too lo vino y licore que tú quiera bebé. Y le dio él la gracia y se marchó ar palacio. Y ya llegando ar palacio se encontró con otro: —¿Ande vas, Juanillo? Y contesta é: —Pue yo vi a vé si hago reí a la princesa. —A ésa no hay quien la haga reí —le dicen aquéllo—. Y lo convidan también a una juerga y se van y bailan. Y tan toa la noche con é. Y otro día le dicen: —Ya que nos ha divertido tanto con tu guitarra, te vamo a dá una perra. Y le dieron una perra y se marcharon. Y la criá e la posá le dice:
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V. CUENTOS PICARESCOS
—Yo no tengo na que darte, pero te voy a cambiar esta guitarra por la tuya. Y esta guitarra cuando la toques too se pondrá a bailá en seguía. Pu ya se marchó ar palacio y llegó. Y le dicen que entre y sube a vé si pué hacé reí a la princesa. Pero no la pudo hacé reí y a la mamorra corriendo. Y a medio día le llevaron a too lo que staban en la mamorra la comida. Y va Juanillo y tira too lo plato lleno e comida por la ventana. Y aquéllo, como se quedaron sin comida, lo querían matá. Y les dice é: —No se apuren, que esto es cosa de poco rato. Y coge la servilleta y dice: —Componte, servilleta. Y ar momento se puso la mesa de toa la comida der mundo y comieron aquéllo hasta que se hartaron e too y hasta que ya tenían la panza como un tambó. Y too gritaban: — ¡Viva Juanillo! ¡Viva er tonto! Y como la gritería y er jaleo no cesaban, dijo la princesa a su doncella: —;Qué pasa en la mamorra? Anda a vé que pasa en la mamorra, que dende que entró Juanillo er tonto no se oyen má que grito y jaleo. Conque va la doncella a la mamorra a vé qué es lo que pasa y le cuentan lo que ha pasao con la comida y lo de la servilleta. Y va corriendo y se lo cuenta a la princesa. —¡Ay, señorita, sí usté viea la servilleta que tiene er tonto! Ar momento que dice: «Componte servilleta», se pone una mesa llena de toa la comida der mundo. Paece mentira que usté, siendo reina, no tenga esa servilleta. Y le dice la princesa: —Anda y dile que cuánto quiere por ella. Y va la doncella y le dice a Juanillo que cuánto quiere por la servilleta, que la princesa se la quiere comprá. Y le dice é: —Dinero no quieo. Dígale usté a su ama que se la doy si me deja vele er dedo gordo der pie. Güeno, pue va aquélla y se lo dice a la princesa, y dice ésta: —¡Ay, qué grosero y atrevido! ¡Que lo maten! Pero la doncella le dice:
—Misté, señorita, que se pué usté hacé un bujero en er zapato y en la media y le enseña er dedo y se queda con la servilleta y no pasa na. ¿Qué le importa a usté que le vea er dedo gordo der pie ese tonto? Güeno, pue tanto le stuvo rogando la doncella que consintió ar fin. Y vino aqué y se hizo la princesa un bujero en er zapato y se rompió la media y le enseñó er dedo gordo der pie y se quedó con la servilleta. Y ar otro día, cuando llevaron la comida a la mamorra cogió Juanillo otra ve y lo tiró por la ventana, plato y comida y too. Y llegan aquello mu enfadao otra ve y le dicen que es un loco, que los ha dejao otra ve sin comida y que ahora ya no tiene servilleta. Y va é y les dice: —Señore, no se apuren ustées. Ayer por comé y hoy por bebé. Y saca su vaso y dice: —Componte, vaso. Y ar momento se puso la mesa llena de too lo licore que podían deseá. Y bebieron hasta que too se emborracharon. Y empezaron a gritá: —¡Viva Juanillo! ¡Viva er tonto! Y era tanto er jaleo y la gritería, que otra ve dijo la princesa a su doncella: —Pero y ahora, ¿qué es lo que pasa en la mamorra? Ande a vé qué juerga es ésa. No sé por qué arman ese escándalo. Y va la criá y le cuentan lo que pasa y lo del vaso y va ella y se lo cuenta too a su ama. Y le dice: —¡Ay, señorita! Tiene er tonto un vaso que ar momento que le dice: «Componte vaso», se pone una mesa llena de too lo licore der mundo. Paece mentira que usté, siendo reina, no tenga ese vaso. Y le dice la princesa: —Pue anda y le pregunta que cuánto quiere por é. Conque entonce se va la criá otra ve a la mamorra y habla con er tonto y le dice que su ama quiere comprá er vaso, que le haga er favó de decile cuánto quiere por é. Y le dice Juanillo: —Misté, que no quieo dinero por er vaso. Dígale esté a su ama que se lo regalo si me deja vele er güeso e la rodilla. —¡Jesú, qué atrevimiento! ¡Que lo maten en seguía a ese tonto grosero! —dice la princesa—. Pero la criá le dice que lo mismo que le había enseñao er dedo gordo der pie le pué enseñá er güeso e la rodilla, que se pué rompé er vestido y la media y dejando vé er güeso y se queda con er vaso. —¡Que no, que eso no pué sé!—dice la princesa. Pero tanto le insiste la criá, que ar fin consiente. Y va y llama ar tonto y le enseña er güeso e la rodilla y se queda con er vaso.
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Ar tercer día, cuando llevaron la comida a la mamorra Juanillo cogió otra ve too lo plato y la comida y tiró too por la ventana. Y entonce ya lo que staban en la mamorra se ensultaron má que ante y le dijon: —¿Ora qué vamo a comé? Y querían matalo. Pero é les dijo: —Señore, má despacio, que esto es cosa de poco rato. Antier por comé, ayer por bebé y hoy por bailá. Y coge su guitarra y empieza a tocá. Y ar momento que comenzó a tocá, too comenzaron a bailá. Y cuando vieron er jaleo que había llegaron lo guardia e la mamorra, pero también ello empezaron a bailá. Y vengan a bailá y vengan a bailá, y too baila que te baila hasta que caían rendido. Y hasta er palacio llegó er ruido y er griterío, y er rey se marchó a la mamorra a vé qué pasaba. Y ar momento que entró y oyó tocá la guitarra, é y su comitiva comenzaron a bailá. Y venga a bailá y venga a bailá, hasta que le dio orden a Juanillo que dejara e tocá. Y se fue er rey entonce ar palacio y le contó a la princesa lo e la guitarra der tonto. Y la princesa, cuando er rey le dijo que él mismo había tenido que bailá, se sonrió un poquitín y le dijo a su criá: —Anda a vé cuánto quiere er tonto por la guitarra. Y va aquélla y le dice a Juanillo: —Dice mi ama que cuánto quiere por la guitarra. Y le contesta é: —Dígale a su ama que se la doy con tar de que a too lo que yo diga me diga ella que no. Y fue la criá y se lo dijo a la princesa, y dijo la princesa: —En esto hay mosca. Mejó es no comprarle la guitarra. Y le dice la criá: —Pero, señorita, paece mentira que usté, siendo reina, no tenga esa guitarra. Na le pué pasá. Si é le dice que se case con é, usté le dice que no. Too lo que é pida le dice usté que no. Güeno, pue acetó la princesa y vino aqué con su guitarra y se la entregó. Y staba tavía en el cuarto e la princesa cuando le dijo: —¿Quié usté que yo me sarga? Y como aquélla se había comprometío a decí que no, pue le dijo: —No. Y dice é entonces: —Güeno, pue aquí me quedo. Y se quedó en er cuarto con la princesa. Y le dijo entonce Juanillo: —¿Va usté a salí der cuarto? Y ella contesta: —No.
Y se quedó en er cuarto con er tonto. Y dice entonce é: —¿Va a quedarse la criá con nosotro? Y ella dice: —No. Y entonce la criá se salió y los dejó solo. Güeno, pue ai se stuvieron hasta que ya era noche y ella se sentó en una silla y le dijo é: —¿Usté se va a está sentá en esa silla toa la noche? Y dice ella: —No. Y entonce tuvo ella que acostarse a dormí en la cama. Y cuando ya ella staba acostá en la cama le dice é: —¿Yo me voy a quedá sin dormí toa la noche? Y ella le contesta: —No. Y dice é entonce: —Pue entonce no hay más remedio que me acueste con usté. Y se acostó con ella, y toa la noche durmieron junto. Y como ya durmieron junto otro día, dijo er rey que tenían que casarse. Y se casó Juanillo er tonto con la princesa. Sevilla, SEVILLA.
178. La princesa que nunca se reía Este era un rey que tenía una hija que nunca se reía. Y el rey mandó pregonar que el que hiciera reír a la princesa se casaba con ella, no importa quién fuera. Y de todas partes iban al palacio del rey pretendientes que se querían casar con su hija y trataban de hacerla reír. Pero nadien la podía hacer reír. Un hombre tenía hijos, y el menor de ellos le tenían por tonto. Y el menor dijo un día a su padre: —Padre, déjeme ir al palacio del rey a ver si hago reír a la princesa. Y el padre le dijo que no, que era tonto y que no la haría reír. Y los hermanos mayores le dijeron: —¡Anda, tonto, qué has de hacer tú! Y el menor por fin se calló y no dijo nada. Y entonces dijo el mayor: —Padre, voy yo a ver si hago reír a la princesa. Y el padre le dijo que fuera. Y se marchó el mayor pal palacio del rey. Llegó y le dijeron que entrara. Y subió a hablar con la princesa pa ver si la podía hacer reír. Y la encontró seria como estaba siempre. Y le dijo a la princesa:
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V. CUENTOS PICARESCOS
—Mira, cuando yo tenía una novia, la tonta se creía que yo la quería. Pero, ¿a quién he de querer yo más que a ti, prenda adurada? Pero la princesa oyó eso y no se rió. Y ya el pobre se avergonzó y se fue pa su casa. Y cuando llegó le dijo a su padre: —Ni Dios hace reír a aquella mujer. Y el padre dijo: —No sé cómo no puede mi hijo mayor hacer reír a aquella mujer. Y le llamó y le dijo: —No sé cómo no puedes hacer reír a esa mujer. Tan gracioso que eres y no la haces reír. Mira, anda otra vez y dile que comiste garbanzos con sopas, y verás cómo se ríe. Y fue el hijo mayor otra vez al palacio y dijo que quería hablar con la princesa otra vez, porque esta vez sí la iba a hacer reír. Y le dijeron que subiera. Y fue y le dijo a la princesa: —Oye, si vieras tú lo que comí ayer. Pues cenemos y almorcemos dos cosas, sopas y garbanzos. Y la princesa tan seria y no se reía. Y como él se quedó mirándola y riéndose, le dijo ella: —¡Márchate de ai y vete a la mierda! Y se marcha y le dice: —Güeno, güeno; a la mierda me voy; y si cagando estás, te traeré el orinal. Y se fue. Y llegó y le dijo a su padre: —No, pues no; que no hay quien haga reír a aquella mujer, así le peguen cuatro tiros. Y entonces el hijo segundo dijo: —Tú eres un tonto y no sabes hablar con las gentes. Que me deje mi padre ir a mí y verás cómo yo sí la hago reír. Y el padre le dijo que fuera. Y se marchó el hijo segundo pal palacio a hacer reír a la princesa. Y llegó y le dijeron que subiera. Y subió a donde estaba la princesa, y va y le dice: —Oye, ¿sos tú la que no te ris? Y ella muy seria le dijo para burlarse de él: —¿Sabes que por no descubrirte no te quiero? Y entonces él se quitó el sombrero y le dijo: —Descubrirme, sí me descubro, pero no te quiero porque eres un mortero. Pero la princesa tan seria como siempre y ni se sonrió. Y se fue el hijo segundo pa su casa y le dijo a su padre: —¡Me cago en todos los bienes del rey y en el rey y en su hija! Nadien puede hacerla reír. Y entonces le dijo el menor a su padre: —Padre, ya que mis dos hermanos no han podido hacer reír a la princesa, déjeme ir a mí y verá cómo yo sí la hago reír.
Y los dos hermanos mayores le dicen: —No, hombre, no vayas, que eres muy bruto y vas a quedar muy mal. Pero el padre dijo: —Anda si quieres, que más mal que a tus hermanos no te puede pasar. Y se marchó el menor, que le tenían por tonto, a ver a la princesa. Y llegó al palacio y le dijeron que subiera. Y va y le dice a la princesa: —¿A que si te traigo la oveja más grande del rebaño te la tragas de un bocao? Y ella muy seria, muy seria, y nada decía. Y va él y le dice: —¿A que si te la traigo cruda te la comes de un bocao? Y ella muy seria, muy seria. Y va él y le dice: —Pues, escucha y verás, prenda adorada, si con este que tiro quedas encantada. Y tiró un pedo muy grande y muy fuerte, y después tiró otros seguidos. Y le dio a la princesa tanta risa que ya no podía ni hablar. Y de la fuerza que hizo pa tirar los pedos se le rompió la chaqueta y se le vieron los tirantes. Y ella le dijo por fin: —Me gustas por tus tirantes y serás mi esposo. Y ya vio el rey que había venido uno que había hecho reír a la princesa; pero le dijo al muchacho: —Te casarás con mi hija, pero antes tienes que pasar por tres pruebas. Y la primera es que tienes que guardar veinticuatro conejos que tengo sin que se te pierda uno solo. Y dijo él que estaba muy bien, que le trajeran los conejos. Y fueron y le trajeron los conejos y se fue con ellos. Y pa que se le perdiera uno, el rey le dijo a la princesa que fuera y le comprara uno. Y fue ella y le dijo que le vendiera un conejo. Y él no lo quería vender; pero tanto le estuvo rogando que por fin le dijo: —Mira, te doy un conejo si duermes esta noche conmigo. Y ella no quería, pero por quitarle el conejo consintió. Y se llevó el conejo y fue esa noche a dormir con ella al palacio sin que nadien le viera. Y otro día se levantó y cogió la camisa de la princesa y salió tocando con una chifla que tenía. Y cuando tocó la chifla el conejo salió corriendo tras él. Y salió otra vez con sus veinticuatro conejos. Y la princesa de vergüenza no le dijo á su padre nada de lo que le había pasao. Sólo le dijo que el joven no quería vender los conejos. Y ya que vio el rey que guardaba bien los conejos sin perderlos le llamó y le dijo:
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—Güeno, ya está bien la primera prueba. Ahora vamos a la segunda, y es que tienes que traerme un saco de mentiras. Y llamó el joven a la princesa y le dijo delante de todos: —¿Te acuerdas, princesa, de cuando te vendí un conejo porque durmieras conmigo, y que dormiste conmigo y otro día me fui con mi conejo y tu camisa? Y la princesa dijo en seguida: —¡Que, que no me acuerdo! ¿Cómo me he de acordar de una cosa que no es verdá? —¿Cómo que no es verdá? —le dijo el muchacho—. Y sacó la camisa de la princesa y se la enseñó al rey. Y ya la princesa, avergonzada tuvo que confesar la verdá. Y entonces dijo el joven: —Con la mentira que dijo la princesa hace un momento se llena el saco. ¡Allá va! Y el rey dijo entonces: —Güeno, pues ya van dos pruebas. Ahora es la tercera y la última, y es que como mi hija, tiene otro pretendiente mando que esta noche duerma entre los dos, y por la mañana vendré a ver pa qué lao tiene la cara y pal lao que tenga la cara con ése que esté de ese lao se casa. Y se acostaron los dos y la princesa en el medio. Y ella se durmió. Y el otro pretendiente era un príncipe a quien el rey quería mucho. Pero ella quería más al joven. Y a media noche dijo el príncipe: —Yo quiero cagar. Y le contestó el joven: —Pues mira, cágate allí en ese rincón, que así hice yo. Y fue el príncipe y se cagó en el rincón onde le dijo el joven. Y entonces le dijo: —Pero, mira que ahora tienes que comértela, que así hice yo. Y el príncipe creía que el joven decía la verdá y fue a comerse la mierda. Pero no pudo y empezó a vomitar. Y entonces le dijo el muchacho: —Güeno, güeno, no te la comas si no puedes. Mira, que lo mejor es que la envuelvas en tu camisa y al duermes con ella pa que nadien la vea por la mañana. Porque si el rey la ve mañana estarnos perdidos los dos. Y va aquél y recoge toda la mierda en su camisa y se la mete debajo de su ropa y se acuesta con ella en la cama. Y ya se durmieron los dos. Y la princesa despertó con el mal olor y se retiró del príncipe todo lo que pudo porque no le podía aguantar. Y decía:
—¡Qué sucio y indecente es este príncipe que viene y se caga en la cama! Y así amaneció con la cara hacia el joven. Y cuando vino el rey y la halló con la cara hacia el joven dijo: —Ya están las tres pruebas. Mi hija se casará con este joven. Y el joven se casó con la princesa. Y al otro mandó el rey que lo echaran a palos del palacio. Astorga, LEÓN.
179. El Conde Abel y la princesa Éstos eran un hijo de un Conde, que se llamaba el Conde Abel, y una princesa, y los dos eran novios. Y una vez estaban comiendo y se le cayó al Conde una guinda. Y decía: —¿Recogeré o no esa guinda que se me ha caído? Si la recojo, la princesa dirá que soy sucio y avariento. Y si no la recojo dirá que soy gastador. Y así lo estuvo pensando hasta que al fin dijo: —La voy a coger. Y la cogió del suelo y se la comió. Y por eso la novia ya no le quiso. Decía ella que no se casaba con un Conde que recogía la comida que se le caía al suelo. Y el pobre Conde se puso muy triste y ya no sabía qué hacer pa que su princesa lo volviera a querer. Y por fin se decidió a irse de méndigo1 a la casa de la princesa. Y se vistió de méndigo y llevaba escondida una copa de oro, una sortija y un medallón. Y llegó al palacio pidiendo limosna. Y la princesa salió y le dio una limosna. Y entonces él la dijo: —Señora, ¿no tiene usted algo que yo pudiera hacer, algún trabajo? Y ella le dijo que no, que pa todos los quehaceres del palacio ya tenían criados. Y él la dijo que trabajaría en el jardín o donde fuera pa hacer algo y ganar unos cuartos. Y entonces ella le dijo que fuera a cavar en el jardín. Y fue a cavar en el jardín y a poco que estuvo cavando echó en la tierra la copa de oro y dijo: —Miren ustedes lo que me he encontrao Una copa de oro preciosa. ¡Qué bonita! Y ya salió la princesa y la vio y le dijo: 1
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«Méndigo» (sic), original Espinosa, tomo I, Cuentos 68 y 179 (1946: 125, 461-466).
V. CUENTOS PICARESCOS
—¡Qué bonita! Démela usté! Y él la dijo: —Esta no se la doy yo a nadien. Yo la he encontrao y mía es. Y le dijo entonces la princesa: —Pues véndamela. Dígame usté qué quiere por ella. Y él dijo: —No, no; que no la doy por nada del mundo. Y ella le estuvo rogando que se la diera y le preguntaba qué quería por ella, hasta que él la dijo: Güeno, pues se la doy a usté si se alza usté las enaguas y me enseña sus ligas. Y ella dijo: —Pero qué sinvergüenza es usté. ¿Pa qué quiere usté que le enseñe las ligas? Y él la respondió: —Güeno, si no quiere, está bien. Me quedo con la copa de oro. Y ya ella lo estuvo pensando y dijo: —Güeno, este méndigo, ¿qué me importa que me vea las ligas? Y le dijo que estaba güeno. Y se alzó las enaguas y le enseñó las ligas y él le dio la copa de oro. Y se fue la princesa muy contenta con su copa y él siguió cavando en el jardín. Y cavando, cavando, tiró la sortija y la recogió y gritó: —¡Ahora sí que me he encontrao una cosa bonita! ¡Miren ustedes qué sortija más preciosa! Y ya salió la princesa y la vio y le dijo: —¡Ay, qué rebonita es! ¿Cuánto quiere usté por ella? Y él le contestó: —Por nada del mundo la doy. Ésta sí que no la doy por nada. Me quedo yo con ella. Pero tanto le estuvo rogando la princesa que por fin la dijo: —Güeno, si usté quiere quedarse con esta sortija tiene que enseñarme las piernas. Y entonces la princesa le dijo: —Pero qué sinvergüenza y atrevido es usté. Le enseñé las ligas y ahora quiere que le enseñe las piernas. No, señor, eso sí que no puede ser. Y él la dijo: —Muy bien; me quedo con mi sortija. Y entonces ella dijo: —Este méndigo nadien le conoce. ¿Qué me importa que me vea las piernas? Y ya le dijo que estaba güeno, que le iba a enseñar las piernas. Y subió el méndigo y le enseñó las piernas. Y cuando ella le enseñó las piernas le dijo él:
—¡Ay, qué piernas tan blancas y tan bonitas tiene usté! Y le entregó la sortija. Y se fue la princesa con la sortija, pero un poco avergonzada. Pero decía: —¡Qué me importa! Este méndigo tonto no sabe nada, y a nadien se lo dirá. Y él siguió cavando en el jardín, y luego echó un medallón de oro en la tierra y gritó: —¡Ay, qué medallón más hermoso me he encontrao! Y la princesa cuando lo supo bajó en seguida y le dijo: —A ver el medallón que has encontrao. Y ya se lo enseñó y la dijo: —Mire usté. Pero no me pregunte cuánto quiero por él porque éste sí que no se lo doy ni a listé ni a nadien. Éste es pa quedarme yo con él. Y la princesa le dijo: —¡Anda, véndemelo! Dime qué quieres que te dé por él. Y él la contestó: —Señora, no me diga usté que se lo dé porque no puede ser. Mírelo usté. Éste sí que a nadien del mundo se lo doy ni por dinero ni por nada. Pero la princesa tanto le estuvo rogando que por fin la dijo: —Güeno, pues mire usté, sólo por una cosa se lo doy y es que me deje dormir con usté una noche. —Usté es un atrevido y un pícaro —le dijo la princesa—. Ya porque le he enseñao las ligas y las piernas cree usté que hasta puede dormir conmigo. Y él la contestó: —Señora, perdone usté. Sólo por eso la doy el medallón. Y me cose en una sábana y me echa a los pies. Así duermo con usté en su cama. Y la princesa le dijo que no, que eso no podía ser. Pero como él la dijo que entonces él se quedaría con el medallón por fin consintió y le dijo que estaba güeno, que por la noche le coserían en una sábana y que dormiría a los pies de ella en su misma cama. Y cuando llegó la noche fue el méndigo a que lo cosieran en la sábana. Y la princesa le dijo: —¿Cómo se llama usté?
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Y él la dijo: —Yo me llamo Pedrón. Y lo metieron en una sábana y lo cosieron y lo llevaron a la cama de la princesa y lo echaron a los pies. Y a media noche empezó a moverse el méndigo y decía: —¡Ay, que me descoso! ¡Ay, que me descoso! Y rompió la sábana y salió y se acostó a la cabecera con la princesa. Y entonces la enamoró y hizo lo que quiso con ella. Y entonces ella le dijo: —¿Qué voy yo a hacer ahora? No importa quien sea usté tendré que casarme con usté. Y él la dijo: —No puede ser. Yo no me puedo casar con usté. Y a la madrugada se salió del palacio y se fue a cavar al jardín. Y así pasaron unos meses y todas las noches iba Pedrón a dormir con la princesa. Y ya un día cuando ya no podía esconder de sus padres lo que le pasaba le dijo al méndigo: —¡Ay, Pedrón, llévame contigo adonde quieras, que si mis padres se enteran me matan! Y él la decía: —No, no, que no te llevo a ninguna parte. Y ella lloraba y le decía: —¡Ay, Pedrón Pedrón, que cuando mis padres se enteren! Y él la dijo: —Pero y ¿pa dónde quieres que te lleve? ¿Pa un molino desparrafao que tiene mi padre? Y ella lloraba y decía: —¡Ay, Pedrón, Pedrón, llévame adonde quieras! Y ya dijo el Conde: —Ella me quiere y se casará conmigo. Y se la llevó en una burra pa su palacio. Y pasaron por onde había un rebaño de cabras muy grande, y le dijo ella: —Mira qué cabras más bonitas. ¿De quién serán? Y él la dijo: —Esas cabras son del Conde Abel. Y ella dijo entonces: —¡Ay de mí! Antes me quería mucho y se quería casar conmigo, pero yo no le quise a él porque una vez se le cayó una guinda y la recogió y se la comió. Y ya pasaron por onde había muchas ovejas, y dijo ella: —Mira qué ovejas más bonitas. ¿De quién serán? Y él la dijo: —Esas ovejas son también del Conde Abel. Y ella suspiró y dijo: —¡Ay de mi! ¡Cuánto me quería a mí el Conde Abel y yo tonta no le quise a él! ¡Ay de mí!
Y siguieron caminando pal castillo del Conde. Y cuando ya iban llegando al palacio le dijo el Conde Abel: —¿Dices, princesa, que el Conde Abel te quería mucho? Y ella le contestó: —¡Ay, sí, mucho, mucho! Y yo también le quería; pero por lo de la guinda, ya no le quise. ¡Ay, qué tonta fui! ¡Ay cuánto me quiso! Y entonces él le dio un latigazo a la burra y dijo: —¡Arre, borriquita negra, que el que te quiso te lleva! Y la princesa le dijo: —¿Qué dices, Pedrón? ¿Qué dices? Y él decía: —¡Arre, borriquita, pa adelante! ¡Mira que te pego una coz! Y ya estaban cerca del palacio y llegaron ande estaba un molino. Y ai en el molino metió el Conde Abel a la princesa y ai estuvieron hasta que dio a luz. Y el Conde le llevó allí; ropa y comida, criados y todo lo que hacía falta. Y ella le dijo un día: —¿De dónde traes tú todo eso, Pedrón? Y él la dijo: —De la casa y hacienda del Conde Abel. Y ella le preguntó: —¿Y dónde está el Conde Abel? Y él la abrazó y la dijo: —Éste es el Conde Abel, el que te quería y te quiere. Y ya se quitó el vestido de méndigo y ella le reconoció. Y se casaron y se fueron a vivir al palacio del Conde. Santa Catalina, Astorga, LEÓN.
180. La camisa del día de la boda Éste era un muchacho que estaba enamorao de su prima carnal. Y cuando la dijo que se quería casar con ella, le dijo ella que no podía ser porque ella no se iba a casar con su primo carnal. Y más se enamoró él de ella cuando le dijo que no podía ser. Y todos los días estaba con la misma terquedá; pero su prima siempre le decía que no, que no podía ser. Y supo el primo que su prima tenía otro novio y que ya se iban a casar. Y entonces en seguida se hizo el enfermo pa que fuera su prima a, verle y hablar con ella. Y fue a verle y le preguntó cómo estaba, y él sólo le contestaba: —Sopa, sopa, sopa. Y ya creyeron que estaba haciéndose loco. Y llegó su madre y le dijo: —Hijo, ¿qué quieres comer?
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V. CUENTOS PICARESCOS
Y él contestaba: —Sopa, sopa, sopa. Y ya le trajeron sopa y le dijo la madre: —¿Qué otra, cosa quieres comer? Y él ni se había comido la sopa de antes y decía: —Sopa, sopa, sopa. Y ya dijo la madre: —Pobre mi hijo; está loco. Y como creían que estaba loco, le dejaron solo ese día. Y su prima se fue a su casa muy afligida porque creía que ella era la causa de su locura. Y en esto fue él y se disfrazó y salió vendiendo joyas. Y llegó a la casa de su prima y gritaba: —¡A las ricas joyas! ¡A las ricas joyas! Y ya salió la criada y le preguntó qué vendía. Y le enseño a la criada una pulsera preciosa. Y subió la criada y la dijo a su ama: —¡Ay, señorita, que trae ese hombre una pulsera tan bonita! ¿Quiere usté que le diga que suba? —Sí, dile que suba—dijo la, prima. Y subió él y le enseñó la pulsera. Y, ella al verla dijo: —¡Ay, pero qué preciosa! ¿Cuánto quiere usté por ella? Y él la dijo: —Pues mire usté, señorita, que no quiero ningún dinero por ella. Se la doy a usté si me deja verle la punta, la punta, la punta el pie. Y la prima le dijo: —No, señor, eso no puede ser. Y la criada la dijo: —Pero, señorita, ¿qué mal hay en enseñarle la punta el pie? Enséñesela y quédese con la pulsera. Y ya a tanto rogar de la criada, la prima le enseñó la punta el pie y se quedó con la pulsera. Y ya por la tarde fue la prima a ver a su primo, que ya estaba en la cama, y le enseñó la pulsera y le dijo: —Mira, primo, la pulsera que le he comprao a un señor. ¿Verdá que es muy rebonita? Y él sólo la contestaba: —Sopa, sopa, sopa. Y se fue a su casa la prima y le dijo a su madre: —¡Ay, madre, qué malo está mi primo! Ya está medio loco. Y otro día fue el primo disfrazao otra vez vendiendo joyas. Y ya pasó otra vez por la casa de su prima y bajó la criada a ver qué vendía. Y le enseñó una sortija muy bonita. Y subió la criada y le dijo a la prima: —¡Ay, señorita, que si rica y preciosa está la pulsera de ayer, más rica y más preciosa está la sortija que ahora vende ese hombre!
Y la prima le dijo: —Dile que suba pa verla. Y subió el primo con la sortija, y cuando la prima la vio dijo: —¡Ay, pero qué cosa más preciosa! ¿Quiere usté vendérmela? ¿Cuánto quiere usté por ella? Y ya la dijo él: —No quiero dinero por ella, señorita. Se queda usté con ella si me deja verla la, la, la pantorrilla. Y la prima entonces le dijo: —Pero, señor, no sea usté tan atrevido. Ya usté sabe que eso no puede ser. Y ya el joyero se iba a bajar cuando la criada le dice a su ama: —Pero, señorita, ¿qué le importa a usté enseñarle la pantorrilla a ese desconocido? No sea usté tonta. Enséñele la pantorrilla y quédese con esa sortija. Y dijo la prima entonces: —Güeno, se la voy a enseñar. Y le enseñó la pantorrilla y se quedó con la sortija. Y por la tarde fue corriendo a ver a su primo. Y entró y le dijo: —¡Ay, primito, mire usté lo que he comprao! ¡Mire usté qué sortija más preciosa! Y él sólo decía: —Sopa, sopa, sopa. Y aluego al tercer día que salió a vender joyas llevaba unos pendientes muy preciosos. Y pasó por la casa de la prima como de costumbre, y otra vez salió la criada a ver qué vendía. Y cuando le enseñó los pendientes subió ella corriendo y le dijo a su ama: —¡Ay, señorita, que nunca he visto cosa más preciosa que unos pendientes que vende ese señor! —Dile que suba, dile que suba —la dijo la prima—. Y subió el primo con los pendientes. Y la prima al verlos dijo: —¡Pero qué cosa tan preciosa! Estos pendientes sí que son una preciosidá. Diga, señor, cuánto quiere por ellos. Y él la dijo: —Pues mire usté, señorita, que ya sabe usté que yo no pido ningún dinero. Se queda usté con ellos si me deja dormir con usté una noche. Y la prima se enfadó y le dijo: —Es usté un atrevido. Porque le dejé verme la punta del pie y la pantorrilla ahora pide usté eso. Pero sabe usté muy bien que eso no puede ser. Y la criada llamó a su ama aparte y la dijo: —Mire usté, señorita, dígale que sí, que puede dormir con usté esta noche, y yo le meto en el cuarto de las patatas.
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—No, no, que lo puede saber mi novio. Y si lo sabe, ¿qué dirá de mí? —Pero y ¿cómo lo va a saber? Y tanto estuvo la criada mareándola hasta que la prima consintió y se quedó con los pendientes y le dijeron al joyero que viniera esa noche a dormir con la señorita. Y se fue el primo y se metió otra vez en la cama. Y ya llegó otra vez su prima a verle y le dijo: —¡Mira, primito, qué pendientes más preciosos he comprao hoy! ¿Verdá que son muy preciosos? Y él sólo la contestaba: —Sopa, sopa, sopa. Y se fue ella pa su casa muy afligida porque creía que por culpa de ella su primo se estaba haciendo loco. Y la novia ya se iba a casar otro día y tenía en su habitación la camisa y toda la otra ropa pa el día de la boda. Y ya por la noche llegó el primo disfrazao como joyero a la casa de su prima, a dormir con ella en su habitación. Y salió la criada y le metió en el cuarto de las patatas y le dijo que allí esperara a la señorita. Y allí se estuvo esperando un rato y ya vio que la señorita no venía. Y como conocía bien la casa de su prima, ya oyó ruido en la habitación de ella y conoció que había entrao a acostarse sola. Y a media noche se salió del cuarto de las patatas y se fue pa la habitación de su prima, y a la puerta empezó a decir: —Oye, que aquí vengo a dormir contigo. Oye, que aquí vengo a dormir contigo. Y ya se asomó ella a la puerta y le dijo: —Por Dios le ruego se calle, que si le oyen estoy perdida. Y él le dijo: —No, que no me importa, que vengo a dormir contigo, como hemos convenido. Y le dijo ella llorando: —Pero, hombre, por Dios, si mañana me voy a casar. Cállese usté. Y sabe usté que eso no puede ser. Y ya él la dijo:
—Güeno, pues no entraré; pero déme usté su camisa que está allí. Y ella, porque se callara y no los sintieran, en seguida le dio la camisa y le dijo que se retirara. Y se retiró con la camisa. Y otro día ya llegaron los novios a casarse, y pa la comida antes de la boda convidaron al primo a comer y a muchos otros. Y cuando ya se concluyó la comida y ya iban a salir los novios pa la iglesia, dijo el primo: —Le ruego a mi prima que ya que estoy bueno me permita echar un brindis. —¿Cómo no, primo? —dijo ella—. Y comenzó él a hablar y dijo: —Estando yo bueno y en sana salú compré una escopeta que me costó mil pesetas. Y tiré un tiro a una liebre y la pude tropezar nada más que la punta, la punta, la punta del pie. Y con eso ya la novia empezó a echar oreja a lo que decía. Y luego dijo él: —Ese es el primer brindis, y ahora va el segundo. Estando yo bueno y en buena salú compré una escopeta que me costó dos mil pesetas. Y tiré un tiro a una liebre y la pude tropezar nada más que la pantorrilla. Y con eso ya la novia empezó a sospechar que su primo era el que le había vendío las joyas. Pero nada decía. Y ya dijo él: —Ahora va el último. Estando yo bueno y en sana salú compré una escopeta que me costó tres mil pesetas. Y tiré un tiro a una liebre en la cama y la cogí la camisa del día de la boda, que es ésta. Y a eso se levanta el novio y le dice a la novia: —Chica, cuando tu primo tiene la camisa del día de la boda, no habrá andao esta noche muy lejos de ti. Y dejó a la novia y se marchó. Y la novia se casó con su primo.
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Ávila, ÁVILA.
D. juan el tonto
181. Juan el Tonto y María la Lista Juan el Tonto y María la Lista estaban casaos. Él era el hombre más tonto del pueblo y su mujer era la más lista. Y vivían en el pueblo de Cuevas y todos los días tenía que ir el marido a Peñafiel a las tiendas. Y un día salió Juan pa Peñafiel y le dijo a su mujer: —Bueno, mujer, dime qué quieres que te traiga. Y ella le dijo: —Quiero que me traigas un cochinito. Y se fue Juan pa Peñafiel. Compró el cochinito y se vino con él pa su pueblo. Y al salir de Peñafiel le dio un azote en el culo y le dijo: —Anda, anda, vete ande la María, que ella te tendrá el duerno ai detrás de la puerta. Y se fue él solo pa su casa. Y al llegar a su casa le dijo a su mujer: —¿Ha venido el cochinito? —¿Qué cochinito? —le dijo ella—. —Pues, hija, si he comprao un cochinito muy gordito, y le he dao un azote en el culo y le he dicho que se vendría ande la María. Y le dije que ya le tendrías el duerno detrás de la puerta. Y la mujer le dijo: —¡Tonto, más que tonto! ¿Cómo iba a venir solo el cochinito? ¡Tonto, más que tonto! Tenías que haberle atao al rabo de la burra, tonto. Güeno, pues que otro día le envió la mujer a Peñafiel y le dijo que compraría una caldera. Y se fue Juan pal pueblo y llegó y la compró. Y la ató al rabo de la burra y así se fue pa su casa. Y al llegar a Cuevas salió su mujer y vio que traía la caldera toa rota atada al rabo de la burra, y le dijo:
—Pero, tonto, ¿no ves que traes la caldera toa rota? —Pues, mujer, ¿no me has dicho que tenía que haberla atao al rabo de la burra? —El cochinito dije que tenías que haber atao al rabo de la burra, no la caldera, tonto. Eres tonto, más que tonto. La caldera tenías que haberla traído puesta a la cabeza. Y otro día salió otra vez pa Peñafiel y le dijo su mujer que le compraría un pez pa arreglar la caldera. Y fue Juan y compró el pez y se lo puso a la cabeza y salió pa su casa. Y en el camino hacía mucho calor y se derritió todo el pez y llegó todo lleno de chorreteras hasta la panza de la burra. Y cuando se fue a apear estaba pegao a la burra. Y María al verle le dijo: —Pero, tonto, ¿qué has hecho? Eres tonto, más que tonto. Tenías que haberlo traído envuelto en un trapete mojao con agua y de en cuando en cuando mojarle con agua en las fuentes. —Pues, hija, ¿no me has dicho que lo trairía, puesto a la cabeza? —La caldera, que no el pez, tonto. Y a otro día le dijo María que fuera al pueblo a comprar sal. Y le dio un talego pa que echaría la sal. Y se subió en su burra y se fue. Y allá compró la sal y la echó en el talego. Y lo envolvió en un trapete que halló en el camino, y así lo venía mojando en todas las fuentes del camino. Y cuando llegó a Cuevas ya la sal toda se había salido con el agua. Y cuando la mujer fue a sacar la sal no había nada, y le dijo a Juan: —Pero, hombre, ¿qué has hecho ahora? Si no hay nada de sal. Y él la dijo:
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V. CUENTOS PICARESCOS
—Pues, hija, si yo la traía bien envuelta en ese trapete y en todas las fuentes la he venido mojando. —Tonto, más que tonto. Por eso no ha llegao nada. Toda se ha salido con el agua, tonto. No sé qué hacer contigo, tonto. Eres tonto, más que tonto. —¿No me has dicho que vendría mojando el trapete en las fuentes? —El pez, que no la sal, tonto. La sal tenías que haberla traído en las alforjas. Conque otro día envió María a Juan a comprar unos cacharros. Y fue Juan al pueblo y los compró y se vino pa su casa con los cacharros bien metiditos en las alforjas. Y cuando llegó todos estaban rotos. Y cuando la mujer los sacó y vio que todos estaban rotos dijo: —¡Ay, Dios mío! Lo de siempre. Con este tonto no se puede hacer nada. Y él la dijo a su mujer: —Pues, hija, ¿no me has dicho que echaría los cacharros en las alforjas? —La sal, que no los cacharros, tonto. Y ai con esa ya la mujer no quiso enviarle otra vez a las tiendas. Y le dejó en la casa pa que cuidara una pava que tenían echada con muchos huevos. Y se fue ella a las tiendas. Y luego que María se fue, cogió Juan a la pava y la mató y la guisó y se la comió. Y fue él y se metió en el nido a sacar los huevos. Y llegó su mujer de Peñafiel, y como él no bajaba le gritaba: —Baja, hombre, a meter la burra. Y él la gritó desde arriba: —Estoy en clo. Estoy en clo. Y bajó ella de la burra y subió a ver qué había, y le halló echao sobre los huevos, la mitá rotos. Y la mujer se desesperó y dijo: —¡Dios mío! ¡Dios mío! Todo lo haces mal, Juan Tonto. Eres más que tonto. Y entonces otro día le envió la mujer por leña, y le dijo que subiera en la burra. Y fue Juan Tonto y se subió en la burra y ai se quedó en la cuadra sin salir al monte. Y ai se estuvo todo el día. Y cuando vio la mujer que no volvía, fue a la cuadra y le vio subido en la burra, y le dijo: —Pero, hombre, ¿qué estás haciendo ai? —¿No me has dicho que me subiría en la burra? —Te he dicho que te subirías en la burra pa ir a por leña. No te he dicho que te estarías todo el día en la cuadra, tonto. Eres tonto, más que tonto. Todo lo haces mal, Juan Tonto. Y otro día fue ella misma y le subió en la burra y la sacó de la cuadra y la puso en marcha pal monte. Y como la
burra sabía el camino, llegó Juan al monte. Y allá se apeó de la burra y empezó a cortar leña por toas partes. Y llegaron los guardias y le dijeron que no cortara por ai, que cortara solamente en un lugar. Y Juan Tonto no les hacía caso y seguía cortando leña por toas partes. Y vinieron entonces los guardias y mataron a Juan. Y cuando ya no volvió Juan a casa la mujer fue a ver por qué no venía y le halló muerto en el monte. Valdearcos, VALLADOLID.
182. Juan el Tonto y María la Lista Un día, María la Lista mandó a Juan el Tonto su marido al careo con las ovejas y allá se encontró con una bolsa de monedas. Y recogió solamente algunas y dejó las demás en el careo. Y llegó y le dijo a su mujer: —¡Ay, mujer, mira qué redondillas tan bonitas me he hallao en el careo! Y María la Lista, al ver el dinero, le dice: —¿Dónde has encontrao eso? —Anda, que allá en el careo. Y hay más. Y ya fueron y hallaron más. Y por la noche estaba el burro en la cuadra y se puso a rebuznar delante de dos velas que había puesto la mujer. Y subió la mujer después al tejao y de allá le tiraba muñuelos y él se los comía creyendo que llovían muñuelos. Y otro día fue otra vez Juan el Tonto al careo con las ovejas y se encontró con los que habían perdido la bolsa. Y le preguntaron si había encontrao por al una bolsa de dinero, y él les dijo que sí, que él la había encontrao, que fueran con él ande la María y se la devolverían. Y fueron con él a su casa y la preguntaron a María la Lista si era verdá que tenía la bolsa de dinero. Y ella les dijo que no, que no habían encontrao nada. Y Juan el Tonto la dijo: —Sí que la encontramos. ¿Que no te acuerdas aquel día que llovían muñuelos y decía misa el burro?
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Y los hombres al oír eso dijeron: —¡Ay, señora, que este hombre está tonto! Y en vez de quitarle la bolsa le dieron cuatro duros más.
bolsa llena de monedas de oro. Y se la entregaron a los que la habían perdido. Y Juan Tonto decía: —Esa es. Esa es. Esa es la bolsa de medallas sin cadenas que yo me he encontrao.
Escalona, SEGOVIA. Valladolid, VALLADOLID.
183. Juan Tonto y su mujer 184. Juan Tonto va a vender miel Juan Tonto se casó y se fue a vivir con su mujer. Y su mujer era muy lista. Y un día salió Juan a servir y llegó onde un señor que tenía mucho ganado. Y fue a cuidar las ovejas un día y se encontró una bolsa de dinero. Estaba llena de monedas de oro. Y fue y se la llevó a su mujer y la dijo: —Mira, mujer, lo que me he encontrao, unas medallas sin las cadenas. Y la mujer, que era muy lista, las guardó y le dijo: —Sí, son unas medallas sin cadenas que no valen nada. Y puso ella a Juan en la escuela a que estudiara la cartilla. Pero Juan no aprendía nada. Cuando llegaba al ba, be, bi, decía: —Ba, ba, ba, allá vienen mis ovejas. Y lo sacó la mujer de la escuela. Y un día hizo la mujer de Juan buñuelos y se los tiraba a él desde la chimenea. Y él los cogía y decía: —¡Uy, uy, qué güeno! ¡Uy, uy, qué güeno! ¡Están lloviendo buñuelos! ¡Están lloviendo buñuelos! Conque un día llegaron los hombres que habían perdido, la bolsa de dinero preguntando quién había encontrao una bolsa llena de monedas de oro. Y la mujer les dijo que no, que en la casa de ellos no había quien hubiera encontrao la bolsa. Y Juan Tonto gritó: —Sí, sí, que yo la he encontrao. Pero mi mujer dijo que eran medallas sin cadenas. Y la mujer que era muy lista dijo: —No, no crean ustedes a éste. Es tonto. Nada; no se ha encontrao nada. Y Juan Tonto la dijo: —Que sí me la he encontrao. ¿Que ya no te acuerdas cuando me mandastes a la escuela a aprender la cartilla? —No; nada, que no has encontrao nada, tonto. —Sí, sí, mujer. Es que tú no te acuerdas. ¿Te acuerdas cuando llovieron buñuelos por la chimenea? Entonces es cuando me he encontrao la bolsa. Y tanto estuvo porfiando el tonto con su mujer hasta que los oficiales llegaron y entraron en la casa y hallaron la
Eran una madre y un hijo, y el hijo era tonto y por eso le decían Juan Tonto. Y una vez la madre le dijo que iría a vender miel. Y fue Juan a vender miel y por el camino salían las moscas y se la comían toda. Y cuando volvió le dijo a su madre: —Madre, yo no quiero ir a vender miel porque las señoritas me comen toda la miel. Y la madre le dijo: —Anda, hijo, anda y no vengas hasta que no la vendas toda. Y así, andando, andando, las moscas siempre se comían toda la miel que llevaba a vender. Y él les decía: —No vengáis a comer, que se lo voy a decir al alcalde. Y fue Juan ande el alcalde y le dijo que siempre que su madre le enviaba a vender miel las señoritas moscas salían y se la comían toda. Y el alcalde le dijo: —Cuando veas una señorita de ésas en cualquier sitio con el garrote la das y la matas. Y caminando por al vio un señor calvo que tenía una mosca en la calva y cogió Juan un garrote y le dio un garrotazo en la cabeza y lo mató. Y el alcalde le dijo: —Hombre, no hagas eso. Yo no te dije que mataras a nadie. Te dije que ande vieras señoritas en un sitio, pero no en una persona. Y otro día vio una mosca en un armario de luna y le dio un buen garrotazo y rompió todo el espejo. Y le riñeron y le dieron una zurra. Y otro día le dijo la madre: —Bueno, hijo, ahora, vete a misa. Y haz tú lo que veas hacer. Lo que el cura haga haces tú. Y entró Juan en una carnicería y dijo: —Seguramente aquí es la misa, porque madre dijo que en misa había mucha gente y aquí hay mucha gente.
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Y en la carnicería hacía todo lo que veía. El carnicero picaba carne y Juan hacía lo mismo. Y le riñó el carnicero y le preguntó qué hacía. Y él dijo: —Mi madre me dijo que iría a misa y que haría lo que los demás. —Pero, hombre, si ésta no es misa—le respondió el carnicero—, si ésta no es misa. La misa es en la iglesia. Y fue Juan de allí y se metió en una iglesia cuando había un bautizo. Y los del bautizo creían que era uno de los envitaos y le dieron a comer de todo. Comió pasteles, confites, refrescos y de todo. Y volvió y le dijo a su madre: —Madre, yo sí que quiero ir a misa, porque me ha ido muy bien. Y otro día fue a misa y se metió en la iglesia cuando el cura estaba diciendo un sermón. Y empezó Juan a dar voces como el sacerdote y le dieron una paliza. Y se fue a casa llorando y le dijo a su madre: —Madre, no quiero ir más días a misa. Y la madre le dijo: —Pues, mira, hijo, que hoy vamos al monte por leña. Vuelve la puerta y vente a por leña. Y Juan creyó que la madre quería que quitara la puerta, y la quitó y se la llevó. Y la madre al verle con la puerta a hombros le dijo: —Pero, hombre, ¿pa qué traes la puerta? —¿No me ha mandao usté que la vuelva? —Te he dicho que vuelvas la puerta pa cerrarla, no pa quitarla. Y salieron y Juan Tonto llevaba la puerta. Y se encontraron una casa de ladrones. Y para que no les cogerían los ladrones Su madre y él se subieron aun árbol. Y entonces pasó un lobo bramando, que tenía mucha hambre y buscaba para comer. Y cogieron y se subieron al tejao de la casa de los ladrones. Y Juan Tonto tenía miedo y decía: —¡Ay, madre, que se me cae la puerta! Y la madre le decía: —¡Ay, hijo, que no metas ruido! Y por fin dejó Juan caer la puerta y le pilló la lengua a uno de los ladrones. Y el ladrón empezó a llamar a los otros ladrones, y como tenía la lengua trabada y sacada de lo mucho que le dolía decía: —Veniz, que zon doz. Y los otros ladrones creyeron que decía que eran doce, y como ellos no eran más que tres, salieron huyendo y gritando: —¡Marcharnos, que tres para doce no es nada!
Y se fueron los ladrones, y entonces Juan Tonto y su madre entraron y cogieron todo el dinero de los ladrones y se fueron pa su casa cargados de oro. Y otro día volvieron los ladrones vestidos de señores buscando a Juan Tonto y a su madre pa quitarles el dinero que se habían robao. Y llegaron a la casa preguntando que quién se había robao el dinero. Y la madre dijo: —No; aquí no hay nada. Nosotros no nos hemos robao nada. Y Juan Tonto en seguida dijo: —Sí, sí, madre, que nosotros lo hemos cogido ayer. Y entonces la madre no pudo negarlo porque los ladrones la dijeron que si no decía la verdad la llevaban al juzgao. Y luego que se fueron ellos con su dinero dijo la madre a Juan: —Anda, tonto, qué tonto eres. Ahora tendremos que pedir limosna. Y antes podíamos comer bien. Salas de los Infantes, BURGOS.
185. Las señoritas del manto negro Una mujer tenía un hijo que se llamaba Juanito y era tonto. Y un día le dijo: —Hijo, vas a ir a venderme dos perniles de tocino. Y se fue Juanito a vender los perniles de tocino y pasó por una fábrica donde estaban dos perros muy grandes. Y les dice él: —¿Me lo compráis? Y los perros echaron a ladrar y le cogieron un pernil cada uno. Y Juanito dijo: —Bueno, mañana vendré a cobrarlos. Y se fue a su casa y le dijo a su madre: —Madre, ya los vendí, y voy mañana a cobrarlos. Y la madre le dijo: —Pues ahora vas a vender estos dos cabros. Y se fue a vender los cabros y pasó por una iglesia y estaba abierta y entró dentro. Al lao del altar principal vio unos santos y les dijo: —¿Me los compráis? Y como los santos no respondían creyó que decían que sí y les ató un cabro a cada santo. Y dice: —Mañana, vendré a cobrar. Y llegó a su casa y le dijo a su madre: —Madre, ya los vendí, y mañana voy a cobrar. Y la madre entonces le dijo: —Pues ahora vas a vender este pedazo de paño.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Y se fue Juan Tonto con el paño y pasó por un arco donde había una Virgen y la dijo: —¿Estás corita? Pues a ti te convendría comprar este paño para que te harían un traje. Tómalo y mañana vendré a cobrarlo. Y fue a su casa y le dijo a su madre: —Madre, ya vendí el paño. —Bueno, bueno —le dijo la madre—; pues ahora vas a vender estas dos ollas de miel. Y se fue Juanito a venderlas y en el camino encontró un colmenar y se le abalanzaron las abejillas al oler la miel. Y él les dice: —¿Me lo compráis? Y todas las abejillas volaban tras él y dejó las ollas y les dijo: —Mañana vendré a cobrar. Y al otro día siguiente la madre le dijo que fuera a cobrar. Y fue primero a donde los perros que les había vendido el tocino. Y empezó a palos en los perros y decía: —Ya me la estáis pagando. Y salieron los amos de los perros y le preguntaron que por qué les pegaba a los perros. Y él les dijo: —Porque me han comprao dos perniles de tocino y no me los quieren pagar. —¿Cuánto valían? —preguntaron ellos—. —Cinco duros. —Téngalos usté. Y fue entonces a su casa y le dio los cinco duros a su madre, y ella le dijo: —Bueno, bueno, pues ahora vas a cobrar los cabros. Juanito se fue a la iglesia y les dijo a los santos: —Bueno, ya me la estáis pagando. Pero como los santos no respondían cogió una cachaba y empezó a cachabazos y rompió los santos, y detrás de uno encontró una bolsa con dinero, y fue y se la llevó a su madre. —Bueno, bueno, hombre —le dijo la madre—; pero ahora has de ir a cobrar el paño. Y fue donde el arco a cobrarle el paño a la Virgen y cuando la vio dijo: —Pero, hombre, ¿todavía estás tú corita? ¿Que no te han hecho el traje? Y creía que la Virgen decía que sí, que sí con la cabeza, y empezó a cachabazos y la rompió, y de allí no sacó nada. Y fue y le dijo a la madre: —El paño no lo he podido cobrar: Estaba la niña en un árbol, y corita la hallé allí ayer y corita la volví a encontrar hoy.
—Pues ahora vas a cobrar la miel. Y fue al colmenar y todas las abejillas se abalanzaron al tonto pa picarle. Y él les decía: —Ya me podréis pagar la miel. Y si no ya me la hubierais comido. Y como no se la pagaban ni nada fue Juanito el tonto a dar parte al alcalde: —Señor alcalde, unas señoritas del manto negro me han comprao dos ollas de miel y no me las han querido pagar. Y fueron al colmenar pa que el alcalde viera las señoritas que no querían pagar las ollas de miel. Y cuando llegaron al colmenar el alcalde le preguntó al tonto: —¿Quiénes son las que te han comprado la miel y no la han querido pagar? Y el tonto, indicando las abejillas negras, le dijo: —Ésas, las del manto negro. Y el alcalde le dijo: —Pues a éstas no se les puede cobrar nada. Lo que puedes hacer es que si ves a una por ai coges el chorro y le das un chorrazo y la matas. Y a ese momento fue a posar una en la cabeza del alcalde, y el tonto cogió el chorro y le dio un chorrazo en la cabeza y lo mató. Y colorín colorete, por la chimenea un cohete. Y colorín colorao, cuento acabao. Herrera, PALENCIA.
186. Juan el Tonto Juan el Tonto tenía una novia y le dijo a su madre que le daría confites pa darle a su novia. Y la madre le dio confites y Juan se los comió todos, y a la novia le tiraba cantitos y le decía: —Ai van cantitos. Ai van cantitos. Y se casó Juan y el día de la boda le enviaron por vino. Y fue Juan a la bodega y volcó todo el vino por el suelo. Y tenía que ir por hogazos de pan más allá de la bodega y para no mancharse las alpargatas puso por todas partes quesos de paraderos.
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V. CUENTOS PICARESCOS
Y un día le enviaron por agujas a un pueblo vecino y para traerlas a la casa en el burro las metió en un saco de paja. Y cuando volvió la madre le riñó y le dijo: —Pero, tonto, ¿qué has hecho? Y le dijo entonces: —Ahora vas a la feria a comprar una cerda. Pero te aconsejo que pagues veinticuatro duros y no más. Y fue Juan y vio a un señor que tenía una cerda y le dijo: —¿Cuánto quiere por la cerda? Y el otro dijo que veinte duros Y Juan el Tonto le dijo: —No, aquí tiene usté veinticuatro duros. Mi madre me dijo que diera veinticuatro. Y se fue con la cerda, y a medio camino le dijo a la cerda: —Oye, tú, ¿sabes ande vive la María? Y la cerda decía: —Kjonc, kjonc, kjonc, kjonc. Y Juan creyó que la cerda decía que sí, y la soltó y se fue él por otra parte. Y cuando llegó a su casa le preguntaron por la cerda que había comprao y dijo que se había venido sola a casa. —Pero, tonto—le dijo su madre—, ¿que no sabes que la cerda no podía venir sola? Y Juan dijo: —Yo la pregunté si sabía la casa y me dijo que sí. —Dios mío, ¿qué vamos a hacer con este tonto?—dijo la madre. Y un día le envío su madre por agua en un cántaro y fue y cogió una cuerda y la ató al cántaro y así lo llevó arrastrando desde la fuente y todo se hizo pedazos. Y después le dijeron a Juan el Tonto que había una mierda en una torre del pueblo y el alcalde quería que subiría un burro a comérsela y no sabía cómo arreglárselas pa subir el burro a la torre. Y llegó Juan y le dijo al alcalde que él sabía qué hacer. Y mandó que le ataran una cuerda al burro al cuello y así le tiraban pa arriba. Y se iba hogando el burro y medio rebuznaba. Y los otros decían: —Hombre, ¿que no ves que se está hogando el burro? Lo vamos a matar. Y el tonto les contestaba: —Quia. Qué se ha de hogar. Es que le gusta mucho la mierda y ya va abriendo la boca de gusto que ya se la va a comer. Y cuando bajaron el burro ya estaba muerto, y le dieron a Juan una buena zurra. Y después llegó Juan el Tonto ande estaban midiendo la altura de una torre y ponían escriños uno sobre otro. Y cuando ya casi llegaban a la altura de la torre faltaban sólo dos escriños para medir y les dijo Juan el Tonto:
—Quiten dos de abajo y pónganlos arriba. Y así lo hicieron y se cayeron todos abajo. Y le volvieron a dar a Juan otra buena zurra. Barbadillo del Mercado, BURGOS.
187. Juan Tonto Juan Tonto le dijo su madre que buscaría novia pa casarse y que le echaría el ojo a alguna moza del pueblo. Y fue Juan Tonto a un rebaño y le sacó el ojo a un carnero y vino al baile y se lo echó a una moza. Y los que estaban en el baile le dieron una buena zurra, y él se fue pa donde su madre. Y ella le preguntó: —¿Qué tal, hijo mío? ¿Hallaste novia? Y él le contó lo que había hecho, y ella le castigó. Y Juan Tonto la decía: —¿No me dijo usté que la echaría un ojo? Y fue con su madre por las calles y pasaba una procesión del Santísimo y ella le dijo que se hincaría y rezaría. Y él lo hizo, y después pasó la gaita y se hincaba y rezaba. Y su madre le castigó y le dijo: —Pero, tonto, ¿para qué te hincas y rezas? Y Juan Tonto la dijo: —¿No me dijo usté que me hincaría y rezaría? Y luego la madre le dijo: —Mira, ora me voy al río y me vas a llevar el balde. Y se fue ella adelante y Juan Tonto ató el balde con una cuerda y le llevó arrastrando por too el camino y llegó too roto. Y la madre le volvió a castigar y le dijo: —Ya que no puedes hacer nada bien, ora voy yo a salir sola y te voy a dejar cuidando a tu hermanito. Y le dijo que si le encontraría un piojo que le mataría. Y luego que se fue la madre Juan Tonto vio un piojo en la cabeza del hermanito y cogió un mazo y le dio tan fuerte golpe al piojo con él que rompió la cabeza a su hermanito y le mató. Y la madre le castigó. Y después le mandó la madre por un papel de aújas pa coser y él las escondió en un saco de paja, y cuando llegó a casa su madre le preguntó por las aújas y él la dijo: —No te apures, madre, que orita voy por ellas, que las he escondío en un saco de paja pa que no me las lampillaran. Y fue a buscarlas y no las pudo hallar. Y le volvió a castigar su madre.
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Palazuelos de Muño, BURGOS.
Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
188. Juan Tonto Había en un pueblo un muchacho que se llamaba Juan y era tan tonto que la gente le decía Juan Tonto. Y su madre era más tonta que él. Un día la madre le mandó a cuidar las ovejas. Y en el camino se le murió una oveja negra. Y cuando llegó a casa por la noche le dijo a su madre: —Se murió la oveja negra. Y ella le respondió: —Pues dale erba. Y otra vez fue a cuidar los novillos y se cayó uno y rodó por el monte y murió. Y otra vez le dijo a la madre: —Se murió un novillo que se cayó y rodó por el monte. Y ella le respondió otra vez: —Pues dale erba. Y a esto respondió Juan Tonto: —Escasamente no sane porque cuando llegó abajo ya estaba muerto. Y se fue Juan Tonto pa la casa del rey porque le iban a dar un premio al que hiciera un pino que cupiera en un agujero sin verlo, pero que ni faltara ni sobrara. Y Juan Tonto llegó y dijo; —Pero antes de hacer el pino yo quiero ver el agujero. Y le echaron a palos y se fue pa su casa. Y cuando llegó Juan Tonto a su casa se casó. Y la mujer ya no le aguantaba y un día le dio de palos y Juan Tonto salió corriendo hasta que se metió debajo de la cama. Y de allí le decía a su mujer: —¡Carajo, que los hombres son los que deben tener jumos! ¡Dios me dé paciencia! Y la mujer le respondió: — ¡Coraje debías tener, que paciencia bastante tienes! Tudanca, CANTABRIA.
Y empués fue y cogió y mató a la mujer y la puso encima de una jorca pa que pareciera que staba cogiendo berzos en la huerta. Y salió el amo de la huerta y le dijo a la mujer que si no salía de de allí le pegaba un tiro. Y como la muerta no respondió le pegó un tiro. Y Pedro que estaba allí cuidando salió gritando y preguntándole que a qué fin le había matao la mujer. Y pa que se callara le pagó a Pedro ocho mil riales. Y empués cogió el marido a su mujer muerta y la puso en un cerezo pa que pareciera que estaba cogiendo cerezos. Y salió el dueño del cerezo y le dijo que sí no salía de allí le pegaba un tiro. Y cuando la mujer no respondió le pegó un tiro. Y Pedro salió gritando y le dijo al dueño que pa qué le había matao la mujer. Y para que Pedro se callara le dio también mil riales. Y antonces fue Pedro y puso a la mujer en el caballo del siñor cura y le soltó. Y el sacristán vio al caballo del cura con la muerta encima y fue y le dijo al cura que el dimonio andaba en el caballo. Y el siñor cura fue y mandó llamar a la gente en la iglesia pa conjurar al dimonio. Y uno de los vicinos le dio al siñor cura una yegua pa que fuera a caballo a la iglesia. Y cuando el caballo con la muerta vio a la yegua echó a correr tras de ella. Y al llegar ya a la puerta de la iglesia se le subió encima a la yegua. Y así entraron en la iglesia la yegua con el cura y el caballo con la muerta subido en la yegua. Y todos salieron huyendo porque dijeron que el cura había entrao con el dimonio a la iglesia. Tudanca, CANTABRIA.
189. Pedro el borracho Este era un hombre que se llamaba Pedro y estaba casao con una mujer que se llamaba la tía Francisca. Pedro era muy borracho, y un día su mujer le prometió que si no venía borracho le daba una peseta. Y una noche llegó muy borracho y le dijo a la tía Francisca: —Quica, seta. Pero la mujer no le dio la peseta.
190. De media un celemín Eran Juan Tonto y María Lista su mujer. Un día le mandó ella con una media de trigo a moler. Y le dijo que no le moliesen más que un celemín. —Oye bien —le dijo María—: de media un celemín. Y Juan iba por el camino diciendo: —¡De media un celemín! ¡De media un celemín!
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V. CUENTOS PICARESCOS
Y por el camino se encontró a un hombre que estaba sembrando una media de trigo, y Juan al verle le gritó: —¡De media un celemín! ¡De media un celemín! Y el hombre se enfadó y le dijo a Juan: —¿Qué dices tú? ¿Que de la media fanega que siembro salga sólo un celemín? Y Juan volvió a decir: —¡De media un celemín! ¡De media un celemín! Y cogió el hombre y le dio una buena paliza. Y le preguntó Juan: —¿Cómo quiere usté que diga? Y el hombre le contestó: —Diga usté: «Que salga todo. Que salga todo». Y siguió Juan su camino y por el camino iba diciendo: —¡Que salga todo! ¡Que salga todo! Y se encontró a un aceitero que se le iba saliendo un bote de aceite por el camino. Y Juan le gritó: —¡Que salga todo! ¡Que salga todo! Y el hombre se enfadó y le dijo: —Pero, hombre, ¿qué dice usté? ¿Quiere usté que se salga todo el aceite? Y Juan no le respondía. Sólo decía como antes: — ¡Que salga todo! ¡Que salga todo! Y cogió el hombre y le dio una fuerte paliza. Y entonces Juan le dijo: —Pues, señor, ¿cómo he de decir? Y el hombre le dijo: —Diga usté: «Que no salga ninguno. Que no salga ninguno». Y se fue Juan por el camino alante y decía: —¡Que no salga ninguno! ¡Que no salga ninguno! Y se encontró en el camino a unos hombres que se estaban bañando y uno de ellos se ahogaba. Y Juan les gritó: —¡Que no salga ninguno! ¡Que no salga ninguno! Y salieron los hombres y le dieron una fuerte paliza. Y Juan les dijo: —Pues, señores, ¿cómo he de decir? Y ellos le dijeron: —Diga usté: «Ya que ha salido uno que salga el otro». Y siguió Juan su camino alante y por todo el camino iba diciendo: —¡Ya que ha salido uno que salga el otro! ¡Ya que ha salido uno que salga el otro! Y se encontró a un leñador que se había saltao un ojo, y le gritó: —¡Ya que ha salido uno, que salga el otro! ¡Ya que ha salido uno, que salga el otro!
Y el hombre le dijo muy enfadao: —Pero, hombre, ¿qué dices tú? Ya que he perdido un ojo, ¿quieres que pierda también el otro, majadero? Y le dio a Juan una fuerte paliza. Y Juan le dijo: —Pues, ¿cómo he decir entonces? Y el leñador le dijo: —Nada, nada. Y váyase usté de aquí. Y se fue Juan y por todo el camino iba diciendo: —¡Nada! ¡Nada! Y llegó al molino ande le iban a moler la harina y llamó: —Tran, tran. Y le preguntaron: —¿Quién es? Y Juan respondió: —Nada. Nada. Y se asomaron entonces los del molino y vieron que era Juan Tonto que traía una media pa moler. Y le molieron la media y se la volvieron a cargar. Y se fue Juan Tonto pa su casa muy contento. Y se subió a un alto que se veía desde aquel alto la ventana de su casa. Y vació toda la harina y le dijo: —Ves derecho a mi ventana. Y siguió andando pa su casa, y decía: —Cuando llegue yo á mi casa ya tendrá mi María hechos los bollos. Y llegó a su casa y le dijo a su mujer: —María, ¿has hecho los bollos? Y ella le dijo: —No, hombre, que tú has de traer la harina. Y le dijo Juan: —Mira tú, desde aquel alto la he echao. ¿No ha venido? Y María Lista le dijo: —Tonto, más que tonto. Y cogió un palo y lo mató. Soria, SORIA.
191. Perico Argumales Perico Argumales era tonto y por eso su madre le mandaba todos los días a que se destrayera. Un día salió de su casa pa dar un paseo por el campo y se encontró con un pobre que estaba matando piojos y se le acercó y le dijo: —Muchos y gordos y ciento cada año. Y el pobre que estaba matando piojos cogió y le dio una buena tunda de palos que casi le rompió las costillas.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Bueno, y se fue Perico Argumales a su casa y cuando llegó le dijo su madre: —Bueno, ¿qué tal te ha ido esta tarde de paseo? Y Perico respondió: —Mal, madre, mal. Me han hartao de palos. —Pues, ¿por qué te han pegao? —Pues ya verá usté. Me encontré con un pobre que estaba matando piojos y le dije que «muchos y gordos y ciento cada año», y por eso me ha hartao de palos. Y su madre fue entonces y cogió un palo y le hartó de leña. Y le dijo: —Tonto, ¿pa qué has dicho eso? Haberle dicho: «Que uno se seque y otro no nazca». Y otro día salió otra vez Perico Argumales por el campo y encontró a un hombre sembrando ajos, y se le acercó y le dijo: —Que uno se seque y otro no nazca.
Y se levantó el hombre y cogió una porra y le hartó de palos. Y golvió pa su casa y cuando su madre le vio le dijo: —Bueno, ¿qué tal te ha ido esta tarde de paseo? Y él le respondió: —Mal, madre, mal. Me han hartao de palos. —Y, ¿por qué te han pegao? —Pues ya verá usté. Me encontré con un hombre que estaba sembrando ajos y le dije que uno se secara y que otro no naciera, como usté me aconsejó. —Tonto, tonto—le dijo la madre—; al que mataba piojos dije que debías decirle: «Que uno se seque y otro no nazca». Y al que sembraba ajos haberle dicho: «Muchos y gordos y ciento cada año». Y cogió la madre un palo y le hartó de leña otra vez.
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Reinosa, CANTABRIA.
E. varios
192. Juan de las Cabras Juan de las Cabras era pastor de cabras. Cuidaba de las cabras de su padre y todos los días las llevaba a pacer al mismo prao. Y el padre le dijo un día: —Pero, hijo, no lleves las cabras al mismo sitio todos los días. Ya ese lugar está bien pelao y ya no hay nada yerba. Ora llévalas a otro sitio por ai. Y a otro día cogió Juan y llevó las cabras a pacer a un prao que estaba cerca de la huerta de ande vivían unos frailes. Y ai entraron las cabras a pacer y Juan se quedó dormido a la sombra de un árbol, y cuando despertó ya no vio ni cabras ni na. Y sospechó que se había metido en la huerta e los frailes y fue a preguntarles si al estaban sus cabras. Pero como los frailes ya las habían encerrao le contestaron que no, que ai no estaban las cabras. Y los frailes lo que querían era pillárselas todas. Conque vuelve Juan a su casa sin cabras y le dice su padre: —Bueno, y ¿ande stán las cabras? Y Juan le responde: —Pues por ai andaban paciendo junto a la huerta de los frailes y yo me dormí y cuando me desperté ya no staban las cabras, pero creo que los frailes las tienen. Y el padre le dijo: —Y ahora, ¿qué vamos a hacer? —No se apure, padre —le contestó Juan—, que yo sé cómo arreglármelas. Y fue Juan y se vistió de fraile pobre, casi de mendigo, y se fue pal convento ande vivían los frailes. Y llegó y salió uno de los frailes y le preguntó qué quería, y él le dijo que nada, que le había cogido la noche en su viaje pa una ermita y que les rogaba le permitirían pasar por ai la noche.
Y fue el fraile y les dijo a los otros que ai staba un probe fraile que pedía posada por la noche. Y tuvieron lástima de él y le dijieron que entraría. Y entró y le dieron de comer. Y por la noche como no había cuarto con cama donde durmiera dijo él que no hacía falta cama, que él dormiría en el suelo en cualquier rincón, y que se iría por la mañana temprano. Y los frailes como le vían tan sucio y tan haraposo no le convidaban a dormir con ellos. Y el padre dijo que se vendría con él a su cuarto y con él dormiría. Y fue con el padre y se acostaron. Y a media noche cuando ya staban todos dormidos se levantó Juan y sacó un palo que traía y le arrimó al padre una paliza tan fuerte que casi le mató. Y cuando le daba los palos le decía: —Yo soy Juan de las cabras que vengo por la primera paga. Y el pobre padre le rogó de por Dios que le dejara y Juan le cobró tres mil reales y le dejó, y se fue con su dinero. Y fue ande su padre y le contó lo que le había pasao y le dijo que después iba a cobrar más. Y el padre le dijo: —Muy güeno, muy güeno. Ora sí has hecho bien. Ora sí has hecho bien. Y fue Juan otro día y se vistió de médico y fue ande los frailes, y ellos cuando le vieron le dijieron que el padre estaba malo de una paliza que le habían dao y que entrara a ver si le curaba. Y entró Juan y esaminó al padre y dijo que le dieran papel pa escribir una receta. Y escribió algo y se lo dio a uno de los frailes pa que fuera al pueblo a traer la melecina. Y cuando ya se había ido dijo Juan:
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V. CUENTOS PICARESCOS
—¡Hombre, qué deminios! ¡Si se me ha olvidao lo principal! Y escribió en un papelito y envió a otro fraile al pueblo con otro recao. Y a los pocos momentos dice otra vez: —¡Hombre, qué cosas tengo hoy! ¡Si se me ha olvidao otra cosa que nos hace falta! Y escribió otra vez en un papelito y envió a otro fraile al pueblo. Y así estuvo escribiendo papelitos y enviando frailes al pueblo hasta que no quedó ni uno en el convento y se quedó él solo con el padre. Y entonces saca su palo otra vez y me le arrea al padre otra tanta de panadera que antes. Y el pobre padre le pedía misericordia y le decía que le dejara. Y Juan cuando le daba la paliza le decía: —Yo soy Juan de las Cabras que vengo por la segunda paga. Y le cobró al padre otra vez tres mil reales, y cogió y se fue ande el padre a contarle lo que le había pasao. Y el padre le dijo: —Muy güeno, muy güeno. Ora si has hecho bien. Ora si has hecho bien. —Eso no es todo —le dijo Juan—. Ora verá usté como cobro más por las cabras que nos robaron. Y fue otro día y encontró a un vago en el camino y le dice: —Oye, tú, ¿eres tú muy ligero? ¿Puedes correr mucho, pero mucho, que no te pueda alcanzar nadien? —Sí, sí, yo puedo correr mucho. Cuando yo salgo corriendo nadien me alcanza. —Güeno, pues vente conmigo, que yo te pago el jornal. Y le llevó ande el convento de los frailes. Y le dijo: —Mira, tú te escondes detrás de esa puerta y yo me escondo detrás de la otra que está detrás del convento. Y cuando yo llegue gritas tú: «Yo soy Juan de las Cabras, que vengo por la tercera paga. Yo soy Juan de las Cabras que vengo por la tercera paga». Y así lo hicieron. Y cuando ya Juan había llegao a la otra puerta comenzó el vago a gritar en alta voz:
— ¡Yo soy Juan de las Cabras, que vengo por la tercera paga! ¡Yo soy Juan de las Cabras, que vengo por la tercera paga! Y los frailes cuando oyeron esos gritos dijeron: — ¡Ai viene ese pícaro otra vez! ¡Pero esta vez no se nos escapa! Y cogieron palos y salieron tras él. Y aquél echó a correr que apenas le alcanzaban a ver el polvo. Y todos los frailes salieron del convento y echaron a correr con ganas de cogerle y darle una buena zurra. Y luego que ya estaban todos lejos del convento entró Juan y le arrimó al padre que estaba en la cama otra paliza. Y el padre gritaba y le suplicaba que le dejara. Y Juan seguía dándole palos y diciéndole: —Yo soy Juan de las Cabras, que vengo por la tercera paga. Y cobró por la tercera vez tres mil reales, y cogió su dinero y se fue pa su casa. Urbel del Castillo, BURGOS.
193. Juan Bobo Había un muchacho que se llamaba Juan Bobo. Y para que no le llamaran Juan Bobo fue un día y mató un buey pa darles a todos una comida. Y otro día le llamaban por eso Juan Bobazo. Y cogió Juan Bobo los pieles y se fue a venderlos a Madrid. Y llegó a Madrid, y como hacía mucho calor se puso a la sombra de un árbol y se tapó con la piel. Y vino un cuervo y le picó la piel. Y Juan Bobo cogió al cuervo. Y la piel fue y la vendió en siete duros. Y entonces se fue a una fonda y pidió comida para dos. Y en la puerta principal de la entrada puso tres duros. En el descanso de la escalera puso dos duros. Y al subir arriba puso otros dos. Y fue y se sentó a la mesa pero no le daban de comer. Y como no sabían que para el cuervo era la otra comida esperaban a que llegara el compañero. Y por fin Juan Bobo se cansó de esperar y dijo: —¿Que no me ponen la comida? Y le respondieron: —Esperarnos a su compañero. —El compañero es este cuervo. —¿Qué oficio tiene el animal? —Es adivinador. Cuanto usté quiera saber él lo adivina. Y entonces Juan Bobo le mandó al cuervo que adivinara. Y le pasó la mano al cuervo por encima, y el cuervo dijo: —¡Guó! Y el ama dijo:
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
—¿Qué quiere decir eso? Y Juan Bobo respondió: —Eso quiere decir que en la puerta principal hay tres duros. Y el ama fue allá y se encontró los tres duros y le dijo a Juan Bobo: —Véndame usté el cuervo. Yo se lo compro. Y Juan Bobo, sin decir nada volvió a pasar la mano por encima del cuervo y el cuervo volvió a decir: —¡Guó! Y el ama más maravillada que antes dijo: —Véndame usté el cuervo. ¿Qué es eso? ¿Qué quiere decir eso que dice ahora? Y Juan Bobo le respondió: —Quiere decir que en el descanso de la escalera hay dos duros. Y el ama fue corriendo y los encontró. Y cuando volvió le dijo a Juan Bobo: —Ahora sí, tiene usté que venderme el cuervo. ¿Cuánto quiere usté por él? Pero Juan Bobo no hizo caso. Volvió a pasar la mano por encima del cuervo y el cuervo dijo: —¡Guó! Y el ama le dijo: —Y ahora, ¿qué quiere decir el cuervo con eso? Y Juan Bobo le dijo: —Eso quiere decir que al subir arriba están otros dos duros. Y fue el ama y los encontró, y volvió y le dijo a Juan Bobo: —Ahora le doy a usté lo que quiera por el cuervo. Véndamelo. Y Juan Bobo le dijo que se lo vendía en cinco mil pesetas. Y se fue Juan Bobo con sus cinco mil pesetas pa su pueblo. Y luego que llegó mandó tocar todas las campanas para que se reuniera la gente. Y se reunieron todos los vecinos del pueblo pa ver qué iba a hacer Juan Bobo. Y Juan Bobo llamó a su mujer y le dijo que se pusiera el delantal, y echó en el delantal todas las cinco mil pesetas, diciéndoles que aquello le había valido la piel del buey que había vendido en Madrid. Y luego todos los vecinos del pueblo mataron todas las vacas y todos los bueyes que tenían y se fueron a Madrid a vender las pieles. Y en vez de venderlos por mucho dinero, apenas tuvieron dinero pa pagar el viaje. Y todos estaban muy enfadaos con Juan Bobo, y volvieron al pueblo y le dijeron que le iban a matar. Pero por fin no le mataron porque tuvieron
consideración de él. Y para vengarse fueron y se metieron en su casa y se la ensuciaron toda. Y al otro día, Juan Bobo fue y reunió toa la mierda en un saco y se fue pa Madrid a venderla. Y llegó y dejó el saco de mierda en un establecimiento y se fue a buscar el ispetor pa que viniera a buscar aquel encargo. Y en ese medio tiempo entraron los cerdos y se comieron toa la mierda. Y luego, cuando volvió Juan Bobo les dijo a los amos que eran unos sinvergüenzas, que valía mucho aquello y que habían permitido a los cerdos que se lo comiesen. Y ya empezaban a decirse cosas muy feas cuando Juan Bobo convino en aceptar cinco mil pesetas por la pérdida. Y se fue Juan Bobo pal pueblo con su dinero y mandó tocar las campanas pa que se reuniera toa la gente. Y vinieron otra vez todos los vecinos, y llamó otra vez a su mujer y le echó las cinco mil pesetas en el delantal, y les dijo que aquello le había valido la mierda que había vendido. Y entonces fueron los vecinos y reunieron toa la mierda que hallaron por todas partes y se fueron a venderla a Madrid. Y todos iban pregonando por las calles, preguntando que si quién quería comprar mierda. Y vinieron los policías y les dieron una buena paliza. Y los pobres se marcharon pa su pueblo jurando que esta vez no se les escapaba Juan Bobo. Pero le dejaron vivo. Y Juan Bobo se metió en su casa pa que no le hallaran. Y fueron los vecinos y le quemaron la casa. Y fue él y recogió las cenizas y dijo que se iba a venderlas a Madrid. Y en Madrid compró unas alhajas y las puso arriba del saco de cenizas, y pasó un señor y le dijo: —¿Qué tiene usté en el saco? Y Juan Bobo le dijo que traía alhajas escondidas entre ceniza pa que no se echaran a perder. Y le vendió el saco de cenizas por cinco mil pesetas. Y se fue Juan Bobo para su pueblo y llamó otra vez a todos los vecinos. Llegaron todos y le mandó a su mujer que se pusiera el delantal otra vez, y le echó las cinco mil pesetas, diciéndoles que aquello le había valido la ceniza que había vendido en Madrid. Y entonces todos fueron y quemaron sus casas y se marcharon pa Madrid pa vender las cenizas. Pero como no vendieron nada, todos volvieron al pueblo jurando que iban a matar a Juan Bobo. Le cogieron y le metieron en un saco para tirarle en el río. Y le dejaron a la orilla del río en el saco mientras iban a una reunión. Y allí donde le dejaron atao en el saco, Juan Bobo gritaba: —Yo no me caso con ella. Es rica y princesa, pero yo no me caso con ella. Y pasó entonces por allí un pastor con unos carneros, y cuando oyó a Juan Bobo le dijo que él se casaría con la
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V. CUENTOS PICARESCOS
princesa. Y desató a Juan Bobo y se metió él mismo en el saco. Juan Bobo le ató bien y se fue con los carneros. Volvieron los vecinos, cogieron el saco y le tiraron en el río. Y al volver al pueblo se encontraron con Juan Bobo, que venía con sus carneros, y le dijeron: —Pero, hombre, ¿dónde has hallao los carneros? ¿Que no te echamos en el río? Y Juan Bobo les respondió: —El río está lleno. Si me hubieran echao más hondo, más carneros hubiera encontrao. Y entonces los vecinos dijeron que ellos querían sacar carneros del río. Y cuando se tiraba uno en el río y gargoliaba, hogándose en el agua, todos le preguntaban a Juan Bobo: —¿Qué dice? Y Juan Bobo les decía: —Dice que hay muchos carneros; que entréis en el río a cogerlos. Y todos se tiraron en el río y todos murieron. Hoznayo, CANTABRIA.
194. Don Juan Chiruguete mata ocho y espanta siete En Soria había un zapatero, cuyo zapatero el mayor remiendo que echaba era de dos cuartos, de manera que todo lo que ganaba era diez cuartos, o sea ocho perras al día. Un día estaba mucho cansao y to lleno de betún, y ande tenía el betún cayeron mil moscas, y dio el zapatero un fuerte manotazo y mató ocho moscas y espantó siete. Y en seguida cogió un papel y escribió este rótulo: «Don Juan Chiruguete mata ocho y espanta siete y el golpe no muy seguro». Y dijo entonces: —Pues, aura sí que ma hago la vida. Y cogió el rótulo y se lo puso en frente del sombrero y salió camino alante. Y ya por la tarde llegó al palacio de un rey, y al verle con el rótulo que decía: «Don Juan Chiruguete mata ocho y espanta siete y el golpe no muy seguro», se almiraban las gentes y decían: —¡Diablo! ¡A este sí que hay que temerle! Y el golpe no muy seguro. ¡Diablo! Y se amontonaban a mirarlo y a ler el rótulo. Y ya supo el rey del letrero que traía y le mandó llamar. Y fue el pobre zapatero al palacio y le dijeron que subiera a hablar con su real Majestá. Y él subía las escaleras del palacio con el letrero en su sombrero y decía pa que todos le oyeran: —Yo soy don Juan Chiruguete, mata ocho y espanta siete y el golpe no muy seguro.
Y todos en el palacio mucho almiraos. Conque llega a la presencia del rey y le pregunta el rey: —¿Es cierto que usté mata ocho y espanta siete de un golpe no muy seguro? —Su real Majestá, es cierto. —¿Y se atrevería usté a matar un gigante que tiene cerca un palacio y que nos hace guerra desde hace unos años? —Su real Majestá, yo me atrevo a matarlo. Y ya el rey le dijo que había cerca del reino un gigante terrible que acababa con toda la vecindá y no le podían matar. Y le dijo que si él le mataba se casaba con su hija, la princesa. Y el zapatero dijo que sí, que él se atrevía a matar al gigante. Y entonces le preguntó el rey qué le hacía falta. Y el zapatero dijo: —Por aura, comer bien. Y le dieron de comer, y después de comer le dijo el rey: —Y aura, ¿qué le hace falta? —Diez reales. Y le dieron los diez reales. Y entonces dijo el rey: —¿Qué le hace falta aura? —Na más, que aura me voy a matar al gigante. Y le dijo el rey: —Pero, don Juan Chiruguete, ¿cómo va usté a matar al gigante sin armas? Y don Juan le contestó un poco enfadao: —¡Basta que yo lo diga! Y ya el rey dijo: —Bueno, don Juan, que tenga usté suerte y que no le mate el gigante. Y ya se despidió don Juan Chiruguete del rey y de todos y se fue pal pueblo. Y con el real se compró una peseta de cordel, y con lo demás, un pájaro, un güevo y un morral. Y se fue ande vivía el gigante. Y cuando le vido venir el gigante le gritó: —Hombre valiente cree que es éste. Si a este lugar nadie se ha atrevido a llegar. Y cuando ya se acercó le vido el letrero y se echó a reír y dijo. —¿Conque mata usté ocho y espanta siete de un golpe, eh? ¡Vaya una gracia la de usté! Y don Juan Chiruguete le dijo: —Yo soy don Juan Chiruguete, mata ocho y espanta siete y el golpe no muy seguro. Y el gigante tavía se reía y dijo: —Ganas tiene usté de bromas, amiguito, que a usté me lo traga de un bocao. Y don Juan Chiruguete le dijo: —Si tan valiente cree usté que es, yo le desafío a lo que usté quiera.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Y acetó el gigante, y le dijo don Juan: —¿A qué vamos primero? —Al que tire una piedra más lejos. —Güeno—dijo don Juan Chiruguete. Y ya fueron a ver quién tiraba más lejos la piedra. Y tiró el gigante primero. Y cuando el gigante estaba mirando su piedra pa ver ande caía, soltó don Juan el pájaro. Y el gigante dijo: —¿Ve usté ande cayó mi piedra? —Sí, sí, lo veo—le dijo don Juan—. Y fíjese usté ande va tavía la que yo tiré. Y vido el gigante el pájaro que volaba tavía mucho lejos y dijo: — ¡Diablo, que usté me ha ganao! Y entonces le dijo don Juan: —Si no está usté convencido, vamos a otra apuesta. Y el gigante le dijo: —Güeno, pues aura vamos a ver quién saca más agua de una piedra. —Güeno, güeno—le dijo don Juan. Y fueron a ver quién sacaba más agua de una piedra. Y cogió el gigante una piedra y la hizo pedazos apretándola. Y don Juan ya estaba apretando el güevo, y como salía más gigante almirao: —¡Diablo, que me ha ganao otra vez! Y don Juan Chiruguete le dijo al gigante: —Si tavía no está usté convencido de que a todo le gano, vamos a otra cosa. Y el gigante le dijo: —Pues aura vamos al que coma más gachas. —Y fueron al que comiera más gachas. El gigante hizo un caldero de gachas y se pusieron a comer. Y el gigante comía una barbaridá. Pero don Juan se hacía el que comía y echaba las gachas en el morral que se había atao al cuello. Y ya el gigante se hartó y dijo: —Güeno, don Juan, ya yo no como más. Y usté, ¿qué tal está ya de gachas? —Cállese, hombre, que yo apenas voy escomenzando a comer. Y con las dos manos se hacía que comía gachas, y echar y echar en el morral. Y ya el gigante dijo: —¡Ya, ya, hombre del diablo! Ya me ha ganao otra vez. Aura vamos a la última. Vamos aura a correr, que a eso sí no me gana usté. Y fueron a ver quién corría más. Y le dijo don Juan al gigante: —Pero, mire usté, que en mi tierra el más grande siempre le da al más pequeño hasta que le pierde de vista de ventaja.
Y el gigante respondió que estaba güeno, que le daría esa ventaja, que de todos modos le iba a ganar la carrera. Y salieron a una llanura mucho larga y mucho grande, y salió don Juan primero. Y cuando ya le perdió de vista el gigante, partió él también. Y por mucho que corría, no le alcanzaba. Y ya don Juan vido venir al gigante y escomenzó a tirar gachas por to el camino de su morral. Y se alcontró el gigante a unos arrieros que venían por el camino y les gritó: —¿No me han visto venir corriendo por aquí un hombre? Y ellos le respondieron: —Sí, sí, por al iba corriendo y iba echando gachas y demonios por to el camino y corría como mil demonios. Y salió el gigante corriendo con más fuerzas. Y ya llegó ande se vían las gachas que don Juan tiraba por el camino y se detuvo el gigante un momento a verlas y dijo: —Aquel carajo se ha estripao por quitarse el peso y correr más. Y cogió una infanje y se abrió la panza pa echar fuera las gachas que se había comido. Y con eso se mató y cayó en tierra que cogía la mita del camino de largo. Y ya don Juan perdió de vista al gigante otra vez y dijo: —El gigante se ha vuelto de miedo. Y vuelve y lo ve y dice: —Pero, y ¿quién habrá tirao ese pino en el camino? Y ya se acerca y ve que es el gigante muerto. Y se marcha en seguida ande el rey y llega y le dice: —Preparar un carro y dos mulas pa que vayan por él, que ya está muerto. Y el rey le pregunta: —Pero, ¿es cierto? Y don Juan, enfadao, le responde: —¡Con una palabra que yo diga, basta! Le hallarán ustedes muerto, que le he abierto la panza de una puñalá. Y entonces es cuando fueron por el gigante y se lo trajieron a su real Majestá. Y cuando salió el rey a ver al gigante salieron todos los de la corte, y don Juan Chiruguete salió con su letrero en el sombrero, y bajando las escaleras del palacio con el rey, decía pa que todos le oyeran: —Yo soy don Juan Chiruguete, mata ocho y espanta siete y el golpe no muy seguro. Y todos estaban muy almiraos de ver que don Juan había matao al gigante. Y dijo entonces el rey que don Juan se iba a casar con la princesa. Y se casaron don Juan Chiruguete y la, hija del rey. Y las fiestas fueron muy lucidas. Y yo estuve allí, y de una patada me enviaron aquí.
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Retortillo, SORIA.
V. CUENTOS PICARESCOS
195. Juanillo el Oso y el pastor Juanillo el Oso caminaba por el mundo y decía que era el hombre más valiente que había. Y llegó a un pueblo ande se encontró con un pastor que también tenía fama de valiente. Y le dijo Juanillo el Oso al pastor: —Me dicen que eres muy valiente. Yo soy Juanillo el Oso, y no hay en el mundo quien me gane a valiente y a fuerte. Vamos a apostar a lo que tú quieras, a ver quién puede más. ¿Quieres ir a una apuesta? Y el pastor le dijo: —Hoy no, pero mañana sí. Y le dijo Juanillo el Oso: —Güeno, pues pa mañana, apostamos a quién tire más lejos una chapa. Y a otro día fueron a tirar las chapas. Y Juanillo el Oso cogió una piedra grande y la tiró con todas sus fuerzas muy lejos, muy lejos. Y en eso cogió el pastor un corcho que había traído y lo tiró, y el viento se lo llevó. Y vieron ande llegó la piedra, pero el corcho seguía volando. Y dijo Juanillo el Oso: —Güeno, güeno, me has ganao. Pero ahora vamos a quién arranque más chopos. Y el pastor dijo: —Ahora no, pero mañana sí. Y a otro día fueron a quién arrancara más chopos en un emboscao. Y el pastor había preparao una maroma muy larga pa atar los chopos. Y cogió Juanillo el Oso y empezó a arrancar chopos. Y tiraba cada chopo al momento que lo cogía con la mano. Y el pastor fue y empezó a atar con la maroma. Y le dice Juanillo el Oso: —Pero, hombre, ¿qué vas a hacer? Y el pastor le respondió: —Voy a atarlos con esta maroma pa arrancarlos todos a un tiempo. —Que no, no hagas eso —le dijo Juanillo el Oso—. Ya me has ganao a eso. Vamos ahora a otra apuesta. Y el pastor le dijo: —Ahora no, pero mañana, sí. Y Juanillo el Oso le dijo: —Güeno, pues mañana vamos a ver quién corre más. Y fue el pastor esa noche y le dijo al amo: —Señor amo, tengo apostao con Juanillo el Oso a ver quién corre más y quiero matar un carnero pa sacarle las tripas. Y el amo dijo que estaba güeno, y mató el pastor el carnero y preparó las tripas llenas de sangre pa otro día.
Y al otro día llegaron los dos, y el pastor llevaba las tripas del carnero llenas de sangre entre la faja que llevaba. Y cuando el pastor vio a Juanillo el Oso le dijo: —Mire, que en mi tierra el más grande siempre le da de delantera al más pequeño hasta que le pierde de vista. —Güeno, güeno—dijo Juanillo el Oso—. De todos modos, te he de ganar. Y salió el pastor corriendo. Y cuando ya Juanillo el Oso le perdió de vista partió él á correr también. Y allá onde iba el pastor se encontró con una mujer que venía en un borrico, y al verla el pastor sacó una cuchilla muy grande y se rompió con ella las tripas de sangre que traía y las tiró a tierra. Y la mujer creyó que se había estripao. Y ya llegó Juanillo el Oso y se encontró con la mujer y le preguntó: —¿No ha visto usté pasar por aquí a un pastor corriendo? Y ella le dijo: —Sí, sí, por aquí iba, y allá sacó una cuchilla y se estripó y tiró las tripas y dijo que pa no llevar tanto peso. Y siguió corriendo Juanillo el Oso hasta que llegó y vio en el camino las tripas llenas de sangre y dijo: —Es verdá; aquél se ha estripao pa no llevar tanto peso. Y cogió él una cuchilla y se rompió la panza, y allí cayó muerto. Vilecha, LEÓN.
196. Ladrón y pícaro Este era un probe pare que tenía tre hijo. Y lo tre eran colillero y vagamundo y no tenían ni oficio ni beneficio. Y ya staban tan probe que un día dijo er mayó a su pare: —Pare, nosotro no vamo a vé qué suerte tenemo por ai. Ya gorveremo argún día a vé si lo encontramo muerto o vivo o qué. Y se marcharon aquéllo por mundo. Güeno, pue se fueron, ¿sabe usté? Y ar llegá ande había tre vereda dijo er mayó: —Yo ví a cogé por esta vereda—y cogió por la de la derecha y se fue.
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Y entonce er segundo dijo: —Y yo ví a cogé por ésta —y se fue por la der medio—. Güeno, pue ya er menó no tuvo más remedio que cogé por la vereda de la izquierda. A lo poco día de caminá llegó er mayó a una posá y llamó, y cuando salió er casero le dijo: —Señó casero, ¿quié uté que yo entre en su casa a serví? Y le pregunta er casero que cuánto quiere y dice é que lo que le paguen. Y le dice er casero entonce: —Güeno, pue quédese uté a serví, que le pagaremos cuarenta duro al año y la comida y un par e bota. Güeno, pue ai se quedó aqué. Y er segundo llegó también a una posá y le pasó lo mismo. Se quedó a serví por cuarenta duro al año y la comida y un par e bota. Er chico anduvo mucho día y ya llegó una tarde a uno olivare ande pasaba mucha gente pa riba y pa abajo, y se paró uno momento y dijo: —¿Pasaré o no? Y ya lo stuvo pensando un rato y dijo: —¡Ea! Pase lo que me pase, voy a pasá. Y ar pasá por lo olivare le dicen lo que pasaban pa riba y pa abajo, que eran uno ladrone: —¡Arto allá! ¿Ande va sté? Y contesta é: —¿Que si ánde voy? Voy ande me da la gana, que lo mismo soy capá de matá a mi pare que ar primero que encuentre. Y entonce le dicen ello: —Pui, hombre, si tan valiente y tan listo es uté, párese uté. Haga uté er favó. ¿Ve uté aqué hombre que va por aqué cerro con una chiva en er mulo? Y contesta er chico: —Sí, ya le veo. —Güeno —le dicen ello—, pue a vé como se da uté traza pa quitarle la chiva. Y dice é: —Eso es cosa e poco rato. Pa eso me hacen farta uno boto nuevo. Güeno, le dieron aquéllo lo boto y se va a encontrá ar de la chiva. Y aquéllo se quedaron ai pa vé lo que hacía. Y va er chico con su boto y se sube a un olivá muy arto, que staba ar lao er camino por onde aqué tenía que pasá. Y ante que pasará aqué tiró un boto en er medio er camino. Y pasa aqué y ve er boto y dice: —¡Me cago en la mar! ¡Qué boto má bonito! Y se apea a cogé er boto. Y cuando ve que no e má que uno dice: —Güeno, pero ¿pa qué me va a serví un boto solo? Y lo tira y va a subirse en su mulo.
Pero en ese medio tiempo er chico se apeó der olivá y le robó la chiva. Y cuando ve aqué que no stá la chiva se sube pronto en su mulo y va corriendo a la piara, y les dice: —¡Compañero, compañero, que se ha venío la chiva ahora mismo! ¿Ande stá? —Que no señó, que no se ha venío la chiva —contestan los e la piara—. Y é dice: —Que sí señó, que ahora mismo se ha venío. Aquí se habrá metío otra ve en la piara. Y ya le dan otra chiva y le dicen: —Güeno, hombre, ai tiene uté otra. Vaya unté con Dio. Y se va otra ve con su chiva. Y er chico ya había vuerto ande staban lo ladrone con la chiva y les dice: —¿Ven ustée con qué facilidá se hace esto? —Güeno, hombre, güeno—le dicen ello—, pero mía que allá viene aqué con otra chiva. A vé si le quita esa chiva tambié. Y er chico dice: —Güeno, pero ahora me hacen er favó de darme uno cuerno. Y se pone lo cuerno y va al olivá y se pone a da tope y dice: —Ma, ma. Y plum que teplum, tope y tope. Y como ya staba oscuro aqué ar pasá creyó que era la chiva y dice: —¡Me cago en la mar, si ai stá la chiva aquélla! Bien decían aquello que no se había ido a la piara. Y se apea pa í a cogerla. Y en eso sarta aqué de ande staba y coge la otra chiva y sale corriendo con ella ande staban lo ladrone. Y dice entonce er capitán: —Pue na; este muchacho se queda de capitán de too. Y er chico le dice: —No señó, que eso no pué sé. Misté que yo he dejao a mi pare abandonao y solo y le he prometío gorvé e un año y ya se ha cumprío ese tiempo y tengo que gorvé. Y entonce er capitán le dio la mitá der dinero que tenían ello y le dijo que tenía razón, que fuera a vé a su pare. Y ante e salí habían dicho lo tre hermano que esperarían ande había la tre vereda en er camino pa í junto a la casa. Y asín fue, y cuando er chico llegó ya los otro do lo staban esperando. Y ya le preguntaron ande había stao y si había ganao mucho dinero. Pero é no les quiso decí que llevaba mucho dinero y les dijo: —Pue yo he stao con un señó cuidando guarrillo y me ha pagao mu poco. Apena me ha pagao la comida y esta jaca ande vengo.
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V. CUENTOS PICARESCOS
Y aquéllo le contaron lo que habían ganao ello, que eran lo cuarenta duro y un par de bota ca uno. Güeno, pue se fueron a vé si er pare staba vivo o muerto. Llegaron a una choza de onde salió un viejecito y les dijo: —¿De ónde venéis? Mis hijo se fueron hace ya má de un año y como no he sabido na de ello tar ve ya s’han muerto. Y yo aquí estoy solo y abandonao en esta choza porque me echaron de la casa onde vivía. Y lo do mayore no le conocían pero er chico le conoció en seguía y le dijo: —Pare, nosotro semo sus hijo. No llore uté, que ya hemo venío y anque mi do hermano no traen na yo sí traigo mucho dinero. Too lo he robao. Vaya uté mañana ande stá la subasta y compre la casa que quiere. Cuando arguno ofrezca argo ofrezca uté má. Si arguno ofrece cuatro mi duro por una finca apuja uté má y ofrece cinco mi. No importa cuanto den otro, siempre apuja uté má en ve de bajá. Güeno, pue aquéllo quedaron asombrao cuando sacó er chico er dinero pa dale a su pare. Y otro día fue er pare a la subasta mu rotao y cuando ofrecía arguno argo por una casa siempre é apujaba má, y asín se quedó con varia casa y finca mu rica. Y cuando er viejo fue a pagá elante el arcarde le preguntó er jué: —¿De ónde tiene uté tanto dinero? Y dijo é: —Mi hijo se lo ha robao. Y entonce er jué le dijo que le dijera a su hijo que lo quería vé. Y va er pare a casa y le dice a su hijo que er jué lo quiere vé. Y llega elante er jué y le dice: —¿E verdá que uté se ha robao too aque dinero que tiene su pare? Y le contesta er chico: —Sí señó, too lo he ganao robando, lo mismo que soy capá de robale a uté lo güeyi. Y er jué mu asombrao le dice: —¿Conque se atreve uté a decí que me roba lo güeyi? Y le contesta er chico: —No sólo lo digo sino que lo hago cuarquier noche que uté diga. —¿Cuándo?—dice er jué. —Esta misma noche—le contesta er chico. Güeno, pue entonce va er chico y agarra y le dice a su hermano: —Esta noche vamo a ponerte en un olivá cerca e la casa der jué too lleno e grosella pa que crean que te han puñaleao
y te pone a gritá y pedí osilio, y yo me encargo de robarle lo güeyi ar jué. Y cuando ya eran las once fueron y puson a aqué en er olivá y a media noche empieza aqué a gritá: — ¡Osilio, osilio, que me matan! Y salió er jué y lo cevile a vé qué pasaba. Y ar momento que llegaban se sortó aqué y echó a corre y naire lo cogió. Y como lo vían tan colorao decían: —¡Carai, que va er pobre herido y sangrando! Y en ese medio tiempo er chico fue y se robó lo güeyi. Y otro día por la mañana vieron que como er chico había dicho asín había sido y que se había robao lo güeyi. Y le mandó llamar er jué y le dijo: —¿Cómo ha sido esto? Quieo que me digas como lo has hecho. Y le dice er chico: —Pue mu bien, mu fácil. Eso lo hago yo fácilmente, y lo mismo me acuesto con su mujé er día que me dé la gana. Y le dice entonce er jué ya mu enfadao: —¿Conque se atreve uté a decirme en mi barba que duerme con mi mujé? ¿Dónde va uté a dormí con ella? —Pue en su misma cama me meto. Y er jué le dice: —¿Y cómo lo vi a sabé? —Pue misté, vi a dormí con ella y le vi a dejá a uté un cuerno debajo e la almuá. —¿Cuándo va uté a hacé eso, atrevido? —A media noche. Y cuando uté halle er cuerno ya stá. Er jué se fue entonce pa su casa y le contó a su mujé too y puso mucho cevile a cuidiá too. Y la mujé le dijo: —¡Jesú, qué atrevimiento! ¡La lengua debía mandá cortarle a ese cochino! Y va aqué y coge mucho dinero y se va a la prazuela er jué a las once y a too lo que encuentra le dice cuánto ganan. Y ar que dice que gana una peseta le dice que é le paga do, y ar que dice que gana do peseta ar día le dice que é le paga cuatro, y ar que dice que gana cuatro le da é ocho. Y asín le dio mucho dinero a too y lo llamó y le dijo: —Cuando den la doce comienzan utée a peleá y arman un escándalo en la prazuela por uno minuto. Y é se va y se pone a la puerta e la casa er jué. Ar momento que dieron la doce empezaron aquéllo a armá el escándalo en la prazuela. Se daban gorpe y gritaban y era una revolución que parecía que too er pueblo andaba peleando en la prazuela. Y er jué se levantó y se asomó ar barcón y vio la rebomba y oyó que gritaban: —¡Que te mato!
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—¡Que no me te escapa esta ve! —¡Que tú! —¡Que é fue! —¡Que miente, que te vi a cortá la lengua! Y tiraban tiro y pedrada por toa parte. Y ya güerve er jué y le dice a su mujé: —¡Me cago en la mare! ¡Qué rebomba! Vi a vé qué hay. Y se viste en seguía y baja la escalera a la prazuela. Y en ese momento sube er ladrón aqué y llega y le dice a la mujé: —Sabes que me da miedo salí a la calle a vé esa rebomba. Apaga la lu que me vi a meté a la cama y que se maten éso, que yo no vi a bajá. Y apaga ella la lu y se mete é con ella. Y aluego que stuvo con ella le dijo: —Espera que vi a bajá a vé qué es lo que hay. Y metió er cuerno debajo e la almuá y se vistió y bajó corriendo. Y cuando baja a la calle ande staban too aquéllo grita: —¡Arto allá! Y le dice ar jué: —¡Suba uté que ya stá er cuerno! Y sube er jué y ve debajo e la almuá y ve el cuerno y le dice a su mujé: —¿Quién ha stao aquí? Y le dice ella: —Tú mismo. ¿No gorviste y me dijiste que te iba a meté en la cama porque tenía miedo bajá a vé esa rebomba? Y dice entonce er jué: —¡Me cago en la mare! Aqué pícaro se ha acostao contigo. Aquí stá er cuerno. Y baja corriendo a vé ar chico y le dice: —¡Oye, quédate con los güeyi y too, pero no le vaya a decí a naire que has dormido con mi mujé! Sevilla, SEVILLA.
197. Los cuatro estudiantes Éstos eran cuatro estudiantes que se hallaban una vez sin dinero pa comer. Y dijeron: —Pues vamos a ver como sacamos cuartos pa comer. Y entonces dijo uno de ellos: —Pues, miren ustedes que yo pongo la carne. —Muy bien, muy bien —dijeron los otros—. Y otro dijo entonces: —Y yo pongo el pan. Y otro dijo:
—Pues yo pongo el vino. Y el cuarto dijo: —Y yo pago la fonda pa que nos preparen todo eso. Y fue el de la carne y sale de la iglesia muy guapo y va a donde está el pavero cuidando sus pavos y le dice: —Oiga, usté, que dice el obispo que haga el favor de escogerle dos pavos de los mejores que tenga. Y el pavero escogió de su manada los dos mejores pavos que había y se los entregó al muchacho. Y el estudiante le dijo: —Ha dicho el siñor obispo que después de misa se los pagará. El pavero dijo que estaba bien, y se fue aquél con sus dos pavos pa donde estaban los otros. Y entonces fue el del pan a una fonda y escogió una cesta y pidió a la patrona un delantal blanco y fue a la panadería y le dijo al panadero que le pusiera allí una docena de bollos, una docena de galletas y unos cuantos churros. Y en la mano llevaba él un pezgote de pez. Y luego que el panadero le dio lo que pedía cogió a correr con la cesta llena de bollos, galletas y churros. Y el panadero cuando le vio correr salió y le gritó: —Oiga, usté, el de la cesta, espere un poco, que no me ha pagao. Y al doblar una esquina sacó el pezgote y se lo puso en el ojo derecho y cuando el panadero le vio le dijo: —Hombre, usté perdone; no es usté. Márchese usté. El que se fue sin pagarme se ha escapao por aquí, pero no sé ande se habrá ido. Y se fue el estudiante pa la fonda donde esperaban los otros y allí mandaron preparar todo. Y el otro pidió una botella de vino, y comieron y bebieron a su gusto. Y dispués que comieron y se divirtieron bien la pidieron la cuenta a la patrona, y ella les dijo que era sesenta reales. Y pronto dijo uno de los estudiantes: —Voy a pagar yo. Y otro dijo: —No, no pagas tú. Yo voy a pagar. —Que no —dijo el tercero—, que el que va a pagar soy yo. —Que no y que no —dijo el cuarto—. Voy a pagar yo. Y así estuvieron riñendo por largo rato, hasta que dijo uno de ellos: —Bueno, pues miren ustedes. Vamos a taparle los ojos al ama y el que ella pille ése paga. Y dijo el ama que estaba bien, y le taparon los ojos. Y al momento que le taparon los ojos se salieron aquéllos a la calle y echaron a correr. Y la patrona
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V. CUENTOS PICARESCOS
andaba buscando a ver quien pillaba y no encontraba a nadie. Y subió su marido y le cogió y dijo: —Tú pagas. Y él le dijo: —Ya lo creo que tengo que pagar. Ya te la dieron. Te vieron cara de tonta y te la dieron. Y pasó algún tiempo y el marido de la patrona todavía andaba buscando a los estudiantes. Y un día se encontró con uno de ellos y le dijo: —Hombre, ¿te acuerdas que en tal tiempo comistes en mi casa con unos compañeros y no nos pagastes? Ahora tienes que pagar. —Sí, sí—le dijo el otro—, pero ya no están mis compañeros. —Pero eso no importa. De todos modos tienes que pagar. Y como no quiso pagar fue y le demandó a juicio. Y tuvieron que ir a presentarse delante del juez. Y el estudiante le dijo al otro: —Pero, hombre, mira que yo no puedo ir porque no tengo capa. ¿Cómo me voy a presentar delante del juez así sin capa y sin nada? Y el hombre le dijo: —Hombre, por eso no hay cuidao que yo te prestaré la mía. Vamos caminando. Y le prestó su capa y se fueron a donde el juez. Y llegaron a declarar y el juez le preguntó al primero: —Bueno, ¿qué pide usté? —Pues, siñor juez, que este muchacho comió en mi fonda hace ya unos meses con otros tres y no nos pagaron nada y no quieren pagar. Ahora dice que no paga porque los otros no están, y qué sé yo. Y entonces el juez le preguntó al otro: —Y usté, ¿qué tiene que declarar? —Que no, que no le debemos nada. Como que si ahora dice ese siñor que esta capa es suya, ¿va usté a creerle? Y el otro dijo en seguida: —Que sí; claro que es mía. Como que ahora mismo se la he prestao pa que viniera delante el juez. Venga acá con ella. —Vaya usté con Dios, siñor—le dice el juez—. Dice usté que este muchacho le debe por la comida en la fonda y no le quiere pagar y ahora quiere usted hacerme crer que
todavía le ha prestao la capa. No siñor, no siñor, esa no pasa. Vaya usté con Dios. Fresno, CANTABRIA.
198. Xuan, Marica y el cura Una vez yeran Xuan y Marica. Marica yera amiga del cura, y una vez en tiempu los figos brindaron Xuan y Marica al cura a ir a comelos en la mesma figal. Llegaron allá y Marica dixo: —¡A, Xuan, aguardáime ende tú y el siñor cura que subiré a la figal a coyelos! Cuando taba a la metá la figal miró pa baxu y encomenzó a decir: —A, Xuan, yo pame que toi viendo al siñor cura enría ti. A, Xuan, yo non sé que ye, pero mialma que ye verdá. El cura tá enría ti. Xuan, tou asustau decíai a Marica: —¡A, Marica, tú tas lloca! ¿Cómo va tar el cura enría mí? ¡Ay, querida, báxate de la figal que, mialma, tás amoriá. Báxate, queridina que te faen mal les altures. Yo subiré a por los figos. Y Marica decía: —Sí, queridu, sí; súbete tú que yo, mialma, ye verdá lo que te dixe. Baxóse Xuan y mientres tanto el cura subióse enría Marica a facer el negociu. Cuando Xuan taba en picu la figal miró pa baxu y dixo: —A, Marica, ¿sabes que ye verdá lo que tú me decíes? Pos mira; sigúraseme tar viendo al siñor cura enría ti. Mialma, que talmente me lo paez. Marica decía: —¡A, Xuan, tú tás bobu como yo lo taba! ¿No te decía yo que desde la figal paez que los de abaxo tán amontonaos? Pero bueno, Xuanin; quédate ende y non tengas priesa. Escoye los figos más gordos y los más maúros, que el siñor cura tien grandes ganes de figos bonos. Y el pobre Xuan quedóse na figal y Marica y el cura siguieron en baxu muy contentos.
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Eduardo Martínez Torner, 1913. Llamo, ASTURIAS.
estudios de los cuentos picarescos
E
n esta parte de nuestra obra han sido incluidos la mayoría de los cuentos en los cuales el protagonista o personaje principal es un pícaro o un tonto que obra como un pícaro. Los he llamado cuentos picarescos porque en España han tenido un desarrollo semejante al de las novelas picarescas, predominando en ellos como protagonista Pedro de Urdemalas. Las obras literarias españolas más bien conocidas en las cuales aparece Pedro de Urdemalas, como la novela de Salas Barbadillo, El subtil cordobés Pedro de Urdemalas, poco o nada tienen que ver con nuestros cuentos, pero tienen como personaje principal al personaje picaresco por excelencia de la tradición española, Pedro de Urdemalas. En el siglo XVI el nombre de Pedro de Urdemalas era ya considerado como el tipo tradicional hispánico del pícaro, como ya lo han hecho notar Menéndez y Pelayo y otros2. Es muy probable que los cuentos modernos de Pedro de Urdemalas, como Cuentos 163-167, y otros semejantes, fueran ya muy bien conocidos en la época de Cervantes y Salas Barbadillo. La mayoría de los cuentos picarescos españoles que vamos a estudiar, nuestros cuentos de Pedro de Urdemalas 2
Nebrija nos dice en su Diccionario: «Pedro de Urdemalas. Doli artifex architectus». Gonzalo de Correas en su Vocabulario de Refranes dice: «... de Pedro de Urdimalas andan cuentos por el vulgo, de que hizo muchas tretas y burlas a sus amos y a otros». Cervantes y Salas Barbadillo emplean el nombre Pedro de Urdemalas, que es el más frecuente. Véase, además, Orígenes III, cxcix, Laval PU 5-11, Schevill-Bonilla VI, 137-148. En la tradición moderna el nombre de nuestro protagonista ha sufrido cambios muy interesantes. En España parece que las formas clásicas han desaparecido. Yo sólo encontré Pedro el de Malas (Cuentos 163), Pedro Malasartes (Cuentos 164) y Perico Argumalas (Cuentos 191). Pedro el de Malas puede ser un desarrollo fonético y semántico de Pedro de Urdemalas. En la América Española abundan por todas partes los nombres tradicionales Pedro de Urdemalas (Urdimalas, Urdemales, Urdimales, Ordimalas, Ordimales), particularmente en Nuevo Méjico, y hay algunas formas muy curiosas, como Pedro Animales (Puerto Rico).
163-167, y otros semejantes, Cuentos 168-171 y 172-174, pertenecen a tradiciones europeas muy bien conocidas, en muchos de sus detalles, como más adelante veremos, pero algunos de ellos han tenido un desarrollo especial en España, el país de la novela picaresca. En todos los países del mundo ha habido y hay pícaros, pero sólo, en España se ha desarrollado una novela picaresca que ha alcanzado fama universal. De la misma manera parece que, si bien en todos los países del mundo ha habido y hay cuentos picarescos, España es el país por excelencia de los cuentos picarescos. Los cuentos picarescos nos cuentan las agudezas de ingenio, las bromas vulgares, las picardías y fechorías de un pícaro. Son cuentos humanos sacados de la realidad, si bien en algunas ocasiones hay algunos elementos fantásticos, como las burlas del protagonista con la muerte y con los diablos de los cuentos de Pedro de Urdemalas de Nuevo Méjico y de nuestros Cuentos 168-170. El protagonista de los cuentos picarescos siempre se sale con la suya, se burla de todos, y en algunas versiones hasta entra en el cielo por engaño. A los tipos generales del verdadero pícaro se han mezclado en la tradición de Europa, y particularmente en los países hispanoamericanos, una variedad de cuentos en los cuales el protagonista es un tonto que siempre se sale con la suya, interpretando las cosas literalmente. En España todavía se conservan bastante bien separados los cuentos picarescos propiamente dichos, Cuentos 163-180, y los de Juan Tonto, Cuentos 181-191, pero en la América Española la mezcla de los dos grupos es muy notable. En Puerto Rico hay algunos cuentos del tipo de Cuentos 163-167, tipos del cuento de Pedro de Urdemalas, en los cuales el protagonista es Juan Bobo; y de los veinte cuentos chilenos publicados
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V. CUENTOS PICARESCOS
por Laval en su obrita Cuentos de Pedro de Urdemalas, sólo siete, 6, 7, 10, 12, 13, 18 y 19, pertenecen a nuestros cuentos picarescos. Uno de ellos, cuento 15, es el famoso cuento oriental de los tres jorobados, Cuentos 32, 33, ya estudiado. Está todavía por hacer un estudio completo de los cuentos picarescos de la tradición de Europa. Muy poco sabemos de su origen y desarrollo. Algunos de sus elementos fundamentales son de origen oriental, pero la mayoría de los cuentos mismos son, al parecer, de desarrollo occidental. Algunas de las fabliaux francesas de los siglos XII-XIV son verdaderos cuentos picarescos, pero predomina en ellas el motivo didáctico y moralizador. Los cuentos picarescos de Europa son cuentos humanos, pero burlescos. Son cuentos de buen humor y de origen popular. El que sale burlado es siempre el amo, el rico, el dominador. El protagonista de los cuentos picarescos es un pícaro, pero pobre y desamparado, que no tiene más armas que sus agudezas de ingenio. Los cuentos picarescos son una manifestación social en la cual el pueblo humilde se queja de su condición servil. En España tienen un desarrollo especial porque en España ha tenido un arraigo especial el espíritu igualitario. Antes de hacer el estudio general de los cuentos picarescos de Europa hay que hacer estudios definitivos sobre cada región especial. Para los países hispánicos no podemos hacer todavía este estudio por falta de materiales. Las observaciones que siguen sobre cada uno de los grupos de nuestros cuentos picarescos, son, por consiguiente, de carácter provisional. Empecemos con los Cuentos de Pedro de Urdemalas.
A. Pedro de Urdemalas 163. Pedro el de Malas 164. Pedro Malasartes 165. Juan Listo y Juan Tonto 166. La tira de pellejo 167. Pedro el Listo y Juan el Tonto BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia 44, 63; BTPE IV, 139-149; Cabal CTA 169-173, 174-181; Cuentos 172, 174; Curiel Merchán 106-108, 210214; Espinosa, Castilla 279, 281; Folklore y Costumbres de España I, 263-266.—Españolas de América: Andrade 8, 9, 23, 24, 25, 294; Arellano 121; Cadilla de Martínez, Cuentos 107-109; Espinosa VII, 13, 14; Espinosa SFNM 52; JAFL XXXI, 474-475, 476-478, XLV, 304-307; Laval PU 12, 19; Mason-Espinosa PRF I, 16, 28, 29, 32, 46,
78, 78a, 79, 80, 81, 81a, 82, 83, II, 2c; Rael 273, 275, 281, 282, 283, 284, 289, 292; Teotihuacán II, 314-315; TFSP XII, 49-55; Wheeler 98, 148, 149, 150, 151.— Portuguesas: Archivio I, 270-271; Braga I, 77; CardosoPinto II, 219-221.—Portuguesas de las islas de Cabo Verde: JAFL XXX, 230-231; Parsons, Cape Verde 18, 39, 40.— Italianas: Archivio I, 200-204, 518-519, III, 532, XIX, 196-199, XXIV, 154-155; Bertoldo 51-61; Coronedi-Berti 18; Cosquin I, 231; Finamore I, 38, II, 68; Gonzenbach 37; JREL VII, 13-16, VIII, 246-250; Nino III, 61; Pitré III, 197.—Corsa: Ortoli 26.—Francesas: Bladé I, 31-42, III, 104-119; Cosquin I, 10, II, 36; Dolopathos 284-295; RLR XIV, 124-128; Roman de Renard II, 150-156; RTP XII, 175-177; Sébillot, Auvergne 57-68; Sébillot, Folklore I, 435; Sébillot, Provinces 28.—Francesa del Canadá: Lanctot 144.—Francesas de Luisiana: Fortier 26, 89.—Francesa de Misuri: Carrière 61.—Flamencas: RTP II, 425-427, 496500.—Bretonas: Mélusine I, 465-471; RTP IX, 339-341.— Vascuences: Cerquand II, 24, III, 52, 53, 54, 55, 60; Vinson 46-56; Webster 6-11, 11-15.—Rumanas: FL XL, 157-160; Grimm, Kleinere Schriften IV, 444-446.—Latinas: GrimmSchneller 376-377; Historia septem sapientum II, Oesterley 66-68; Phaedrus IV, 9.—Alemanas: Bolte-Polívka II, 1-3; Clouston II, 250-251, 251-252; Grimm 61; Haltrich 36; Marbach XI, 75-82; Meier 37; Müllenhoff 463; Panzer I, 110; Schweizer Volkskunde XIV, 28-30; Tegethoff, Märchen 233-235; Wisser 21-29; Zaunert, Donaulande 21-23; ZFDPh VIII, 96-97; Zingerle I, 180-182; Zingerle 2, 223-225.—Islandesas: Rittershaus 29, 123.—Noruegas: Dasent, Fjeld 102-103; Stroebe 115-118.—Escocesas: Campbell I, 5, II, 39 (páginas 236-237), 44, 45 Irlandesas: Jacobs 4, 54-63, 198-208; Kennedy, Fireside Stories 7480.—Inglesa de América: JAFL XLVII, 308-309.—Eslavas: Anthropophyteia II, 345-356; Boehm-Specht 147-148; Mazon 25; Schleicher 45-48, 121-128.—Gitana: Aichele 295-296.—Griegas: Hahn I, 11, 34, II, 384-388; Legrand 177-180; Schmidt 98-104.—Turcas: Cosquin I, 114-115; Kunos 46-47.—Árabe: Rivière 64-65.—Aramea: PrymSocin 32.—Africana: ZRPh II, 350 (Bleek).—Africanas de América: Beckwith 2a, 2b, 106, 107, 108; FLR III, 5455; Fauset NS 18; Harris 2, 39; JAFL XXX, 228-229.— Antillanas: Parsons, Antilles II, 572; Schont 17-23.—Indias: Bompas 60-63, 256-262, 477; Cosquin II, 54-55; NINQ V, 198.—Indias orientales: De Vries, Oost Indië I, 15-16; Hambruch 224-225 (Malaca).—Indias de Norteamérica: JAFL XXVI, 215-216, XXVIII, 55-56.—China: Eberhard 15, 16.—Filipina: JAFL XIX, 107-109.—Clasificación y estudios especiales: Aarne FM 1000-1029, 1120, 1535; Aarne-Thompson 650 III (c), 1000-1029, 1945, 1049,
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
1060-1062, 1085, 1137, 1525A IV, 1535 V; Archiv SP XIX, 250, XXI, 295, XXII, 310, XXXI, 267, 277; Archivio I, 204-205; Beckwith 234, 281-282; Boggs 1000-1029; Bolte-Polívka II, 1-18, 293-295, III, 375-378, 392, notas 1 y 2; Chauvin V, 257-260; Clouston II, 229-288; Cosquin I, 111-120, II, 50-55; Cuentos 68; FL I, 130; Foulet 289-322; Germania XV, 176-181, 181-183; Gubernatis I, 239-240; Hackman, Polyphemsagen 155-230; Hahn II, 388-391; Jacobs 4, 269-270; JREL VII, 16, VIII, 250-253; Köhler I, 149-151, 261-263, 326-329, 436-437; Lozana Andaluza 196; Luzel II, 243-246; Mazon 205-209; Menéndez y Pelayo, Antología VII, xlviii, nota (2); Rittershaus 435; Romero 54-57; Schevill-Bonilla VII, 246, nota 117-2, X, 137-148; Sébillot, Folklore II, 326; TFSP XII, 194-200; ZVFV IX, 87; Thompson G511, G524, J1933, K18, K18.3, K61, K62, K172, K404.1, K603, K711, K713.1, K842, K1051, K1411, K1691, K1741.1, K1741.3, K1744, S166. Estas cinco preciosas versiones españolas del cuento de Pedro de Urdemalas son de las mejores de la tradición de Europa. Los tipos fundamentales de la tradición de Europa no han sido establecidos. Por ahora nos contentaremos con tratar de establecer los tipos fundamentales de la tradición hispánica. En nuestra bibliografía citamos sesenta y ocho versiones hispánicas de nuestro cuento, pero muchas de ellas están mezcladas con cuentos de tipos muy diferentes y contienen apenas algún elemento importante del cuento de Pedro Urdemalas. Solamente veintiocho de ellas pertenecen al cuento de Pedro de Urdemalas propiamente dicho. Entre unas y otras, estas veintiocho versiones contienen los siguientes elementos fundamentales: A. Un pobre padre tiene dos hijos. El primero va a servir a la casa de un señor que le hace firmar un contrato, según el cual al primero de los dos (amo y criado) que se enfade le ha de sacar el otro una, dos o tres tiras de pellejo del espinazo. El hijo mayor empieza a trabajar, en seguida se enfada, el amo le saca una tira de pellejo y le despacha a su casa. A1. El padre le da a su hijo tres consejos: No te fíes de canto reboludo, ni de perro faldero, ni de hombre rubio. (Este elemento no pertenece a estos cuentos. Se halla en nuestra versión 163, y en Mason-Espinosa PRF I, 78a, sacado seguramente de cuentos en los cuales los consejos son los motivos fundamentales. Véase para todo esto Cuentos 63, 64, 65, 66, 67, y particularmente Cuentos 68, todos ya estudiados). B. El hijo menor, generalmente llamado Pedro de Urdemalas, Pedro el Malas, etc., va a servir al mismo amo bajo las mismas condiciones que el mayor. Todo lo hace mal,
siempre se sale con la suya, y nunca se enfada. La mayoría de sus picardías y fechorías, exceptuando aquellas que dan fin y remate al cuento, son las siguientes: B1. Pedro duerme en vez de trabajar. Si no le dan de comer no trabaja. B2. Pedro rompe el puchero para comer. B3. Pedro da una paliza a los amos porque no le dan de comer. B4. Pedro le da una paliza a la perra y vuelve a casa. B5. Pedro echa a perder la comida de los amos. B6. Pedro derriba una pared para meter el carro y los bueyes en el corral (ni por la puerta principal ni por la falsa). B7. Pedro quema el carro con los caballos o bueyes. B8. Pedro vende los cerdos del amo, pero se queda con las colas. Entierra las colas en el lodo y declara que los cerdos se han hundido en el lodo. El amo tira y saca sólo las colas. B9. Pedro les corta el hocico, los labios, a las bestias (bueyes, caballos) para que vengan riendo. B10. Pedro les corta las patas a las bestias (bailando). B11. Pedro mata y despedaza los bueyes y los tira por la ventana para que beban agua, o por otro motivo. B12. Pedro mata las ovejas del amo para hacer una tapia con las pieles. B13. Pedro mata las yeguas o vacas del amo, les pone los cencerros a unos buitres, y dice que las bestias se han vuelto buitres. B14. Pedro les quita los cuernos a los carneros. B15. Pedro echa a perder la siembra. B16. Pedro corta el trigo del amo para obtener latas derechas. B17. Pedro echa la harina por la ventana (nieve). B18. Pedro arranca los sarmientos de la viña del amo. C. El amo ya no aguanta a Pedro de Urdemalas y decide enviarle a la casa de un ogro o gigante para que éste le mate. Pedro sigue con sus fechorías. Todo lo hace mal y siempre se sale con la suya. La mayoría de las fechorías de Pedro en la casa del ogro son las siguientes: C1. Pedro va a traer leña y quiere atar todo el monte. C2. Pedro va por agua y quiere traer toda la laguna o agrandar el pozo para traer mucha agua. C3. En su lucha con el ogro Pedro rompe una piedra (queso o esponja) apretándola en la mano. C4. Pedro tira un canto (pájaro que vuela) más lejos que el ogro. C5. Pedro hace un agujero en un árbol con el dedo. (Había hecho el agujero antes). C6. Pedro come más que el ogro. (Mete lo que come en un zurrón).
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V. CUENTOS PICARESCOS
C7. Pedro bebe más que el gigante. C8. Pedro engaña a la hija y a la mujer del ogro. C9. Pedro le vuela los ojos al ogro, y se escapa debajo de una oveja. C10. Pedro pretende destriparse para correr más. El ogro quiere imitarle, se destripa de veras y muere. D. El amo y su mujer (o el ogro y su mujer en las versiones que llevan elementos C y variantes) hacen sus planes para librarse de Pedro de Urdemalas porque ya no le pueden aguantar. E. La mujer del amo se sienta en la ventana y se sube a un árbol, y canta, «¡Cucú, cucú, cucú, cucú!» (Según versiones 163, 165, 166 Pedro no se había de ir hasta que no cantara el cuco, abubilla, etc.) Pedro cree que la mujer del amo es el cuco (¡o la cuca!) y la mata con su escopeta. F. El amo se enfada, y Pedro le saca la tira de pellejo. F1. El amo se enfada, y Pedro pide su paga y se marcha. G. Van a echar a Pedro de Urdemalas en el mar (en las versiones en las cuales falta elemento E). Pedro de Urdemalas pone a otro en su lugar (se pone en el lugar de la mujer del amo o por otro engaño de sustitución). El amo y Pedro, u otros, echan a la mujer del amo u otra persona en el mar y Pedro se salva. En algunas versiones tienen a Pedro en un saco para echarle en el mar, le dejan sólo por un momento, y Pedro grita que le quieren casar con la hija del rey. Otro le oye y se deja meter en el saco, y Pedro se escapa. Este elemento, u otro muy semejante, se halla en otros muchos cuentos, notablemente en Cuentos 172, 174, Grimm 61, etc. De todo esto hablamos más adelante. Nuestras veintiocho versiones hispánicas nos ayudan a establecer cinco tipos hispánicos bien definidos del cuento de Pedro de Urdemalas. Estos tipos son los siguientes:
Tipo II. Contiene elementos A, B, tres, cuatro o más elementos de B1 a B18, etc., C, tres, cuatro o más elementos de C1 a C10 y D, E, F o F1. Este tipo es semejante al Tipo I, pero añade elemento C y variantes, la lucha del héroe con el ogro o gigante, y en nuestra versión toledana 163 la muerte de éste, después de que el héroe le ciega y se escapa escondido debajo de una oveja, elemento C9. Después de que el héroe vuelve a su amo, el cuento termina de la misma manera que Tipo I. Pertenecen a este tipo cinco versiones hispánicas: Cuentos 163; Espinosa, Castilla 279 (falta elemento A; la Virgen María le regala al héroe objetos mágicos, con los cuales realiza sus fechorías); la versión gallega de BTPE IV, 139-149; Mason-Espinosa PRF I, 81; Parsons, Cape Verde 40. Elemento C9 de nuestra versión 163, versión popular y tradicional de algunos elementos del cuento clásico de Polifemo, se halla interpolado también en otros cuentos europeos. Se halla, por ejemplo, en el cuento 191a de Grimm. Véase para todo esto Aarne-Thompson 1137, Hackman, Polyphemsage 9-154, y Bolte-Polívka III, 375378. En la versión castellana de Espinosa, Castilla 281, constituye todo el cuento.
Tipo I. Contiene elementos A, B, tres, cuatro o más elementos de B1 a B18 (siendo los más frecuentes B1, B8, B9 y B10) y D, E, F. Este tipo empieza de la manera característica con el extraordinario contrato de A, desarrolla las diversas fechorías de B y sus variantes B1, B8, etc., y termina con la muerte de la mujer del amo cuando canta como el cuco, y la victoria del héroe que le saca al amo la tira o tiras de pellejo, elementos E y F. Pertenecen a este tipo cuatro versiones hispánicas: Cuentos 165, 166; Curiel Merchán 106-108; Mason-Espinosa PRF I, 82. La versión de Curiel Merchán está muy estropeada en la última parte. Cuando el criado va a sacarle la correa de pellejo al amo, saca éste una escopeta y le mata. La versión portorriqueña está mezclada con algunos elementos de los cuentos de Juan Bobo, Cuentos 181-188.
Tipo IV. Contiene elementos A, B, tres, cuatro o más elementos de B1 a B18, D (en algunas versiones F) y G. Este tipo carece también de elemento E, pero generalmente termina con la muerte de la mujer del amo cuando Pedro de Urdemalas, a quien van a echar en el mar, la pone en su lugar por engaño, elemento G. Este nuevo elemento se halla también en otros muchos cuentos europeos, como más adelante veremos. Pertenecen a este tipo seis versiones hispánicas: Cuentos 164, 167; Andrade 23; Espinosa VII, 13; Rael 273, 275. Las dos versiones nuevomexicanas de Espinosa VII, 13 y Rael 273, añaden al principio el episodio de la madre o abuela «muerta» varias veces, elemento G2 de Cuentos 172-174, y terminan con elementos H2, H6 de Cuentos 168-170, la muerte y el diablo engañados por Pedro Urdemalas y su entrada en el cielo por engaño.
Tipo III. Contiene elementos A, B, tres, cuatro o más elementos de B1 a B15, D y F. Este es el tipo más sencillo de todos estos cuentos. Carece de elemento E, la muerte de la mujer del amo cuando canta como cuco, y termina cuando el amo se enfada y el héroe le saca la tira o tiras de pellejo. Pertenecen a este tipo tres versiones hispánicas: Espinosa SFNM 52; Mason-Espinosa PRF I, 32, 46.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
El motivo o episodio de la persona muerta accidentalmente y puesta en una puerta y después a caballo para hacer creer que otro la ha matado, de las dos versiones nuevomexicanas arriba citadas, de Cuentos 176, 189, AarneThompson 1537, ha sido estudiado por Herman Suchier en su obra Der Schwank des viermal getötene Leiche, citada en nuestra bibliografía. Para más detalles véase nuestro estudio de Cuentos 176. Tipo V. Contiene elementos A, B, tres, cuatro o más elementos de B1 a B18, C, tres, cuatro o más elementos de C1 a C10 y algunas veces F (cuando falta elemento C10, o cuando el héroe vuelve a la casa del primer amo, después de vencer al ogro). Pertenecen a este tipo cinco versiones hispánicas: Ampudia 44; Cabal CTA 174-181; Mason-Espinosa PRF I, 79, 80, 83. Las siguientes versiones hispánicas son muy fragmentarias: Tipo I, Andrade 295; Tipo II, Parsons, Cape Verde 39; Tipo IV, Mason-Espinosa PRF I, 78, 81. Curiel Merchán 210-214 contiene elementos C1, C2 y otros sacados del cuento de Juan sin Miedo, Cuentos 136-138. Los Tipos II y V, tan bien caracterizados ya en diez excelentes versiones hispánicas, parecen ser una mezcla de nuestros cuentos actuales de Pedro de Urdemalas con el cuento del matamoscas que se las echa de valiente, Cuentos 194, 195. Sus cinco importantes elementos C1, C3, C4, C6, C10, son elementos fundamentales de Cuentos 194, 195, elementos B3, B1, B2, B6 y B7, respectivamente. Elemento C10 (el héroe pretende destriparse para comer más o para correr más, y el ogro quiere imitarle y se destripa de veras) pertenece también a otros cuentos semejantes que tratan de luchas entre hombres y ogros, por ejemplo Cuentos 194, 195, que estudiamos más adelante. Véase el estudio de estos cuentos. Todos los cinco tipos hispánicos arriba establecidos se hallan en la tradición general de Europa. Es verdaderamente extraordinario que ninguno de ellos se halle entre los cuentos de Grimm. Al Tipo I pertenecen las siguientes versiones no hispánicas de nuestra bibliografía: Hahn I, 34; Mélusine I, 465471; Ortoli 26; Sébillot, Auvergne 57-68; Stroebe 115-118; Zingerle 2, 223-225. Al Tipo II pertenece: Cosquin II, 36. Al Tipo III pertenecen: Bompas 60-63; Campbell 45; Cosquin II, 54-55; Hahn I, 11; Jacobs 4, 198-208; JREL VIII, 246-250; Kennedy, Fireside 74-80; RTP IX, 339-340; Schleicher 45-48; Webster 11-15. Al Tipo IV pertenecen: Anthropophyteia II, 345-356; De Vries Oost Indië I, 15-
16; Mazon 25. Al Tipo V pertenecen: Archivio XIX, 196199; Bompas 256-262; Campbell 44; JAFL XXVIII, 5556; Vinson 12; Webster 6-11. Hay que observar que elemento A tiene variantes muy diversas en la tradición de Europa. En las versiones hispánicas el castigo para el que se enfada primero es invariablemente sacarle una, dos o tres tiras de pellejo (en Cuentos 163 «desde el cogote al culo»), pero en otras versiones el castigo es sacarle la tira de pellejo, cortarle las orejas, por ejemplo en la versión bretona de RTP IV, 340-341, cortarle la nariz, por ejemplo en la versión italiana de Ortoli 26, cortarle un dedo, por ejemplo en el cuento de India de Bompas 256262, etc. Véase Bolte-Polívka II, 293-295. Elemento G del Tipo III, el escape del héroe a quien van a echar en el mar cuando otra persona toma su lugar por engaño, es uno de los motivos más populares y de mayor frecuencia en la tradición de Europa. Tiene formas muy diversas, pero en general se trata siempre de un pícaro a quien van a ajusticiar, a echar en el mar para ahogarle, etc., y a quien dejan por un momento en algún sitio del camino por donde le llevan, para descansar o por otro motivo. Pasa por allí otra persona y oye al prisionero, que está atado dentro de un saco, gritar que le quieren casar con la hija del rey, que quieren colmarse de honores, que le llevan al cielo, etc., y que él no quiere. El otro toma su lugar y el pícaro se escapa. En nuestras versiones de Pedro de Urdemalas el episodio es muy semejante, como ya hemos visto. En Cuentos 164, 167 el amo y su mujer van a echar a Pedro de Urdemalas en el mar. En Cuentos 164 ya llevan a Pedro en un saco para echarle en el mar. Descansan durante la noche y Pedro se sale y mete en el saco las albardas de las caballerías. Los amos echan las albardas en el mar creyendo que han echado a Pedro. En 167 los amos llevan a Pedro para echarle en el mar y descansan durante la noche. Cuando la mujer está dormida, Pedro cambia de lugar con ella, y a la madrugada el amo echa a su mujer en el mar creyendo que es Pedro. Véase Aarne-Thompson 1120. Este motivo o episodio no sólo se halla como uno de los elementos de muchísimos cuentos semejantes a nuestros cuentos de Pedro de Urdemalas o enteramente distintos, sino que se desarrolla algunas veces en un cuento completo. Es elemento H de Cuentos 172-174, más adelante estudiados, y de otros cuentos semejantes, como Grimm 61 y Hahn I, 42. Véase Bolte-Polívka II, 1-18, JAFL XLIII, 201203, Aarne-Thompson 1525, IV 1535, V y 1737, Köhler I, 233-236, Gubernatis I, 239-240 y Clouston II, 250-285. Siguen algunos ejemplos notables sacados de cuentos que no pertenecen a los tipos de Pedro de Urdemalas propiamente dichos, ni a los tipos de Cuentos 172-174, Grimm
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V. CUENTOS PICARESCOS
61, Cosquin 20 y otros semejantes, que más adelante estudiamos. Andrade 24: Juan hace muchas fechorías y nadie en el pueblo le puede aguantar. Le cogen y le meten en una caja para echarle en el mar. Un cabrero toma su lugar cuando Juan declara que le van a casar con la hija del rey. Cuando el rey ve a Juan con las cabras, Juan le dice que las halló en el fondo del mar. Echan al rey en el mar a buscar más cabras. Este cuentito consiste en elementos H, I de Cuentos 172174. Mason-Espinosa PRF II, 2c: Después de varias aventuras van a echar a Juan Catorce en el mar. Termina el cuento como el cuento anterior. Mason-Espinosa PRF II, 4b: Este cuento es algo semejante a Cuentos 172. Uno de los hermanos va a echar al otro por un precipicio. Le tienen metido en un saco y grita que le quieren llevar a la gloria. Pasa por allí un tonto que toma su lugar. Parsons, Cape Verde 18: Juan Pequeño y Juan Grande son rivales. Juan Pequeño, el más pícaro de los dos, le hace muchas burlas a Juan Grande. Termina el cuento de la misma manera que Andrade 24. Archivio I, 203: Cogen a un pícaro y le meten en un saco para echarle en el mar. Cuando le dejan solo se pone a gritar que le quieren nombrar Papa. Un pastor toma su lugar. Bertoldo 51-61: Encierran a Bertoldo en un saco para ahogarle en un río. Le declara al alguacil que le cuida que le quieren casar con una reina. El alguacil toma su lugar y sufre una buena paliza. Straparola I, 2: En este extraordinario cuento un preboste le paga a un ladrón porque le traiga un cura metido en un saco. El ladrón asiste a la misa y, vestido como un eclesiástico, se pone junto a su saco y pregunta si hay alguien que quiere ir al cielo. El cura se mete en el saco y el ladrón se lo lleva al preboste. En este cuento no hay sustitución, pero la burla es muy semejante a la de los otros cuentos. RTP IX, 346: Pierre coge al diablo en un saco y va a matarle. Declara el diablo que no se quiere casar con la hija del rey y un trapero toma su lugar. Dasent, Fjeld 102-103: Un pícaro le hace varias burlas a un rey. El rey le coge y le mete en barril para echarle en el mar. Grita el pícaro que le quieren llevar a la gloria, y un rico que teme condenarse toma su lugar. Müllenhoff 461-463: Episodio fundamentalmente idéntico al de Andrade 24. Jacobs 4, 60-71: Después de hacerles muchas burlas a sus hermanos, un pícaro es atado en un saco. Van a echarle en un lago. Termina como Andrade 24.
Para más ejemplos véase Cuentos 172-174, elementos H, I, y Parsons, Antilles III, 41-42. Otro elemento de nuestros cuentos que muchas veces desarrolla un cuento completo y separado es elemento B8; Pedro mata y vende los cerdos (caballos, vacas, etc.) del amo, entierra las colas en el lodo y le dice al amo que los cerdos se han enterrado en el lodo. A veces está combinado con una variante de elemento A y otra variante de B, pero hay muchos cuentos que sólo nos dicen que cierto pícaro trabajaba con cierto amo (podemos llamar a esta introducción al cuento elemento A2), y luego se desarrolla elemento B8. Las siguientes versiones hispánicas de nuestra bibliografía desarrollan sólo elemento B8 con alguna variante de A2: Mason-Espinosa PRF I, 16, 32; Rael 284; Braga 1, 77 (contiene también elementos C8 y C10); JAFL XXVI, 215-216 (contiene también elemento C8), XXX, 230-231, XXXI, 474-475. Otras versiones son las siguientes: Harris 2, 39; JAFL XXX, 228; Gonzenbach 37; Aarne-Thompson 1004. Véase, además, Bolte-Polívka III, 392, nota 1. Sobre los otros elementos individuales de los cinco tipos fundamentales de nuestros cuentos nada más tenemos que decir por ahora. Todos y cada uno de ellos han sido tratados ya por Bolte-Polívka, Aarne-Thompson, Cosquin, Köhler, Hackman y Suchier en las obras ya citadas. No hay ningún elemento de nuestras versiones hispánicas, incluidos aquellos que son variantes de B (B1 a B18) y C (C a C10) que no se halle también en otras partes de Europa. Algunos de estos elementos se han documentado en algunas obras literarias de carácter popular, por ejemplo en Solomon et Marcolfus, obra en latín del siglo XII, el Till Eulenspiegel del siglo XVI y el Bertoldo, Bertoldino y Cacaseno, del siglo XVII, popularísimo aun en el día de hoy en los países románicos. El tipo más antiguo de todos y al mismo tiempo el más sencillo es, al parecer, el Tipo III. Este tipo lo hallamos sólo en una versión hispánica, Espinosa SFNM 52, aunque mezclado con elementos de otros cuentos, como ya queda indicado. En su forma más sencilla, A, B, D, F, se halla, sin embargo, en algunas versiones de Europa fuera de España, y en versiones orientales. Como ya se han citado las versiones de Europa citaré ahora solamente las orientales: Cosquin II, 54-55, versión de India (elementos A, B, D, F); Bompas 6063, versión de India (elementos G, F), 477 (elementos A, B, F). Ya se ha dicho que elemento A tiene muchas variantes. En estas versiones orientales el castigo del contrato es cortarle al criado las orejas y la nariz en la primera, el dedo en la segunda, una tira de pellejo en la tercera. Cada una de las versiones lleva dos o tres o más elementos de B1 a B18. En vista de estas versiones orientales tan bien definidas de este tipo, es muy probable que esta forma de nuestro cuento
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de Pedro de Urdemalas sea de origen oriental. Los otros tipos creo que son de desarrollo occidental. Volvamos ahora nuestra atención a otros cuentos de Pedro de Urdemalas, muy diferentes de las versiones de Cuentos 163-167, que hallamos en la tradición de la América Española, particularmente en Nuevo Méjico. Ya hemos visto que cuatro versiones nuevomexicanas pertenecen a los tipos fundamentales. La versión de Espinosa SFNM 52 pertenece al Tipo III, y las versiones de Espinosa VII, 13 y Rael 273, 275 pertenecen al Tipo IV. Pero las cuatro llevan además algunos elementos ajenos a estos tipos, como ya queda indicado. Hay otras versiones que añaden nuevas variantes de B, elementos de B, B1, D1, F4, G, H e I de Cuentos 172-174, otros enteramente nuevos, y que terminan con elementos H1 y H6 de Cuentos 168-170. Como estos cuentos carecen casi siempre de elementos A y B, fundamentales en los tipos arriba establecidos, y añaden tantos elementos de otros tipos de cuentos tan distintos como Cuentos 168-170 y 172-174, hay que estudiarlos aparte como tipos distintos. Las versiones hispanoamericanas son cinco, dos nuevomexicanas, dos mejicanas y una guatemalteca: Espinosa VII, 13 (clasificada también como versión de Tipo IV), con elementos D1, G2 de la clasificación general de Cuentos 172-174, A, B, B6, B7, B8, B17, G, de Cuentos 163-167, el episodio de las poliadas, más adelante mencionado, y elementos H1, H6 de Cuentos 168; Espinosa VII, 14, con elemento B8 de Cuentos 163-167, el episodio de las poliadas, elementos B1, D1 F4, H, I, de Cuentos 172-174; Wheeler 150, con elementos B8, G de Cuentos 163-167, D1 de Cuentos 172-174, y H1, H6 de Cuentos 168-171; Teotihuacán II, 314-315, con elementos B8, C8 de Cuentos 163-167, y H2, H5 de Cuentos 168-171; JAFL XXXI, 476-478, con elementos B, B1, D1 de Cuentos 172-174, B8, G de Cuentos 163-167, y 116 de Cuentos 168-171. Todas estas versiones llevan de protagonista al pícaro Pedro de Urdemalas. Este es el pícaro por excelencia de la tradición española de Américas, y, como es natural, algunos cuentos que llevan su nombre reúnen elementos de diversos tipos de cuentos de pícaros. Esta mezcla, por otra parte, se halla también en muchas versiones de Cuentos 172-174 en todas partes de Europa. El episodio o cuento de las poliadas arriba citado, y que no pertenece propiamente a las versiones de los tipos fundamentales ya tratados de Cuentos 163-167, se ha incorporado en las versiones nuevomexicanas al cuento de Pedro de Urdemalas, pero en la tradición de Europa y América se halla también como cuento independiente. El episodio constituye un cuento vulgar que podríamos resumir
de la siguiente manera: Un pícaro acompaña a su amo en un viaje, generalmente un cura, y llegan los dos a una posada o casa particular. Durante la noche el pícaro se levanta y va en busca de algo que comer. Halla una olla de poliadas y come. Quiere que su amo también coma, y por error va a la cama de una mujer de la casa. Creyendo ponerle la olla en la boca, le ensucia las nalgas. Sale la mujer afuera, creyendo haberse ensuciado en la cama, y allí la encuentra el pícaro y le da con la olla en las nalgas, creyendo que es una piedra, para librarse de la olla en la cual se le ha atorado la mano. En las siguientes versiones hispánicas encontramos sólo este episodio: Ampudia 63, Andrade 8, 9, Rael 281, 282, 289. Para las versiones europeas en general véase RTP XI, 175177, Aarne-Thompson 1775, y Boggs, número 1363. En la versión asturiana y en la versión nuevomejicana de Rael 289 el pícaro llega a la casa o posada con su hermano, en la asturiana a visitar a su novia.
168. Juan Soldao 169. Juan Soldao 170. Dios y San Pedro y Juan Tonto 171. La muerte BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia 46, 118, 119; Cabal CTA 101-107; Curiel Merchán 15-16, 292-295; Espinosa, Castilla 82, 83, 84, 85, 210, 211; FCaballero 2, 73-80, 80-86; FCaballero, Clemencia 172-173; Leyendas moriscas I, 173-177; Sánchez Pérez 53.—Españolas de América: Andrade 222, 241, 242; Arellano 124, 125, 126; AUC XCII, 6-13; Espinosa III, 11; Espinosa SFNM 47, 48, 53, 54, 55; Güiraldes, Segundo Sombra XII, XXI; Mason, Tepecanos 9; Mason-Espinosa PRF I, 85, 85a, 86, 87, II, 2a, 2b, 2d, 18, III, 21p; Montenegro 165-172; Rael 274, 285, 287, 294, 295, 296, 297, 298, 299, 300, 301; Rael, Apéndice 86; Tía Panchita 98-107; Wheeler 53, 123, 152, 154, 155, 156, 157.—Portuguesas: Athaide Oliveira I, 127; Braga I, 87; GFR IV, 193-194.—Portuguesas de las islas de Cabo Verde: Parsons, Cape Verde I, 59, y variante.—Portuguesa de Brasil: Gomes I, 80-81.—Catalanas: Alcover II, 98-108, IV, 60-68; Maspons y Labrós II, 19-24; Maspons y Labrós, Cuentos 56-64; Serra i Boldú 1, 122-127.—Italianas: Anderson, Novelline 7; Andrews 48; Archivio IV, 476477, V, 203-205, VII, 384-385, XVI, 281-282, XX, 42-44; Archivio GI VIII, 248-249; Busk, Roman Legends 178-183, 183-186; Crane 51, 63, 64, 65, 66, y páginas 360-361, nota 1, 367-368, nota 23; Finamore 10; Il Novellino 75; JREL VII, 28-29, 121-128, 263-268, 396-397; Keller, Märchen 15-17;
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V. CUENTOS PICARESCOS
Nerucci 31; Pitré III, 123, 124, 125; Schneller 17 (Tirol); Weber 10; Wesselski 30.—Corsa: Ortoli 22.—Francesas: Bladé II, 152-157, 225-230, III, 87-92; Bolte-Polívka II, 186; Bozon 142; Carnoy I, 7, 24, II, 11, 12; Cosquin 30; Dardy II, 25, 45; La Tradition III, 250; Marie de France 70; Moncaut 57-69; MR III, 81, V, 117; Romania VIII, 254-259; RTP IV, 569-573, V, 299-300, IX, 267-268, XIII, 182-184, XVII, 399-401, XIX, 400-402, XXVI, 301-303, XXXIV, 298-301; Sébillot, Landes 249-258.—Francesas del Canadá: JAFL XIX, 341-342; MBarbeau 22, 69.—Belgas: Wallonia I, 9-10, II, 112-118, 162-165, 218-219, VI, 135-138, 154-155.— Flamencas: De Mont y De Cock 237-248 (tres versiones), 306-312.—Bretonas: Luzel, Légendes I, 30, 311; RTP VI, 170-172, IX, 267-268, 269, 346, XVII, 487-488, XVIII, 602-603; Sébillot II, 41, 52.—Vascuences: Cerquand I, 4, III, 40, IV, 76, 91; Webster 195-197, 199-200.—Retorromana: Decurtins II, 30.—Latina: Gualterius 75.—Alemanas: Bebel I, 85; Birlinger 1, 587, 590, 591; Bolte-Polívka II, 163-172 (seis versiones); Curtze 18; Firmenisch I, 432-434; Grimm 81, 82, 147; Haltrich 19; Hans Sachs XVII, 290-294; Hans Sachs FS I, 99; JAFL XIX, 241-242 (Canadá); Jahn I, 47, 48, 49, y páginas 374-375; Jegerlehner 89-91; Kuhn II, 276279; Marbach XI, 75; Meier 10, 22, 62, 78; Montanus 25-28; Panzer I, 20, 111, II, 348; Pauli 57; Peter II, 136; Pröhle 15, 16, 17; Reiser I, 617; Schönwerth III, 10-12, 77-83, 302304; Schulenburg 188-189; Strackerjan 620; Wendunmuth I, 108; Zaunert, Donaulande 24-26, 276-280; ZFDPh XXXII, 349-364; Zingerle 1, 5, 43; Zingerle 2, 43-48; ZVFV XVII, 104-105.—Islandesas: Rittershaus 94, 95.—Noruegas: Dasent 162-168, 356.—Holandesas: Volkskunde I, 45-48, VIII, 35-39, IX, 50-51, XV, 34-38.—Escocesa: Campbell II, 42.—Irlandesas: Notes and Queries VI, VIII, 43-44; RTP IV, 220-224.—Finlandesa: Von Löwis of Menar 1, 38.—Eslavas: Afanasiev II, 32-42; Dähnhardt II, 85-86; Jannsen 12, 35; Krauss II, 125; Leskien-Brugman 410-412, 485-488; Magnus 91-95, 96-105; Ralston 57-61, 351-356; RTP XXIX, 141142; Schleicher 108-115; Von Löwis of Menar 1, 87, 2, 40; Zeitlin 69-88; ZVFV XVI, 99-100.—Húngaras: Jones-Kropf 80-83; Klimo 89-93.—Gitanas: Groome 59, 60.—Magiar: Dähnhardt II, 107-108.—Árabes: Chauvin VIII, 100-101; RTP XIV, 438-439.—Africana de América: Fauset I, 1.— Antillanas: Parsons, Antilles II, 160-163 (dos versiones).— India: Panchatantra, Alemany IV, 2.—Indias oriental: Bezemer 24-26.—Persa: Clouston II, 394-397.—Clasificación y estudios especiales: Aarne-Thompson 330, 332, 563, 753, 785; Acts IX, 36-41; Boggs 330; Bolte-Polívka II, 149-189, III, 193-199; Chauvin II, 99, VIII, 100-101; Clouston I, 385-395; Cosquin I, 286-288; Cuentos 149; Dähnhardt II, 155-170; De Cock, Studien 224-271; FFC XXXVII, 47,
57; FL XIX, 61; Halliday 98-99; Histoire Littéraire XXIII, 93-94; JREL I, 310-311; Laport 330; Leskien-Brugman 559561, 757; Romania, II, 400, III, 180-181, 182-183; Romanic Review V, 383; RTP IV, 645-648; San Lucas VIII, 49-56; San Mateo IX, 18-26; Sébillot, Folklore III, 439-440; Somadeva I, Notas de Tawney-Penzer 25-29; Volkskunde XII, 53-57; Wesselski 218; ZFDA I, 512-516; ZFDPh XXXII, 365371; ZVFV I, 304; Thompson A661.01.2, D711.1, D811, D1412.1, D1413, D1413.1, D1413.2, D1413.6, E15, E15.1, E121.2, E756.2, E782.4, J1616, J2411.1, J2411.2, K213, K402, K1811, K2371.1, K2371.1.3, M211, N221, Q1.1, Q42.3, Z111.1, Z111.2. Cuentos 168 y 169 son versiones de Aarne-Thompson 785 + 330B, 170 es una versión de Aarne-Thompson 785, Grimm 81, y 171 es una versión de Aarne-Thompson 330A, Grimm 82, estudiados por Bolte y Polívka en II, 149-189, con abundantes notas bibliográficas. En el estudio siguiente de las versiones hispánicas hago yo un análisis más detallado de los diversos elementos de estos cuentos que el que hacen Bolte y Polívka y AarneThompson. El número de versiones hispánicas que yo he examinado llega a setenta y tres, pero de éstas sólo cincuenta y nueve son verdaderas versiones de Cuentos 168-171. Los elementos constituyentes que encontramos en estas cincuenta y nueve versiones hispánicas son los siguientes: A. Un soldado se encuentra con Jesús y San Pedro (y en algunas versiones otro de los Apóstoles, particularmente San Juan). Es caritativo con ellos, les da de lo poco que lleva para comer, etc. A1. Un soldado viaja por el mundo con Jesús, San Pedro, etc. A2. Un soldado u otro hombre cualquiera va a trabajar con un buen señor (Dios). A3. Un soldado u otro hombre cualquiera se encuentra con un viejecito a quien le da limosna. A4. Tía Miseria le ofrece posada a Dios. A5. Un jugador les da posada en su casa a Jesús y a algunos de los apóstoles. A6. Un pobre herrero hierra el burro o mula de Jesús y de San Pedro. A7. Un pobre herrero le arregla el reloj a Jesús. A3a-A7a. Para hacer dinero, el protagonista de elementos A3-A7 hace un pacto con el diablo. B. El soldado de A, A1, A2 ó A3, compra un carnero para Jesús y sus compañeros, lo asa y se come la asadura, la pajarilla, el corazón o los riñones, secretamente. Cuando Jesús le pregunta por la asadura, el soldado responde que el carnero no tenía asadura.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
C. El milagro. Jesús resucita un muerto. Quema el cuerpo o lo mete en agua hirviendo (tres veces en algunas versiones) para resucitarlo. C1. Jesús cura un enfermo. Quema al enfermo o lo mete en agua hirviendo. C2. Jesús rejuvenece a un viejo (o a muchos viejos). C3. Para herrar un caballo u otra bestia, Jesús le corta la pata y se la vuelve a poner. D. Le pagan a Jesús una suma de dinero por el milagro. Lo divide para darle a cada uno de los compañeros su parte, y una parte para el que se comió la asadura. En algunas versiones el soldado confiesa la verdad en seguida para recibir esta parte del dinero. En otras sigue negando la verdad. Jesús y San Pedro se separan del soldado. E. El soldado llega a un pueblo donde se ha muerto o está gravemente enferma una persona principal. Para hacer dinero quiere hacer el milagro de Jesús: quemar el cuerpo del muerto, meterlo en agua hirviendo, etc., para revivirlo. Fracasa y van a ahorcarle. Busca la ayuda de Jesús, y Jesús le hace el milagro para salvarle. E1. Ídem. Quiere quemar el cuerpo de un enfermo, etc., para curarlo. E2. Quiere hacer el milagro de Jesús (remozar a una vieja) y fracasa. E3. Quiere hacer el milagro de Jesús (quitarle la pata a un caballo u otra bestia, para herrarlo) y fracasa. F. El soldado, o el protagonista de elementos A4-A7, recibe de Jesús objetos mágicos con los cuales se burla del diablo o de la muerte. F1. Recibe una silla en la cual se pega el que se sienta en ella, un saco en el cual entra todo lo que él quiere y una higuera de la cual no puede bajar el que a ella se sube. F2. Recibe una silla, una cachiporra o fragua, y un peral. F3. Recibe un saco, una escopeta y una cachiporra. F4. Recibe un árbol, un saco y una baraja con la cual siempre gana. En algunas versiones este elemento consiste sólo en la baraja. F5. Recibe sólo un saco. F6. Recibe sólo una silla o escalera y una higuera o peral (o recibe para estos objetos suyos las virtudes ya citadas). G. El soldado coge al diablo (o varios diablos) en su saco, silla, higuera, etc., y le da una buena paliza, le quema en la fragua, con unas tenazas calientes, etc. G1. Coge a San Pedro en su saco y no le deja salir hasta que no le permite entrar en el cielo. G2. Coge a la muerte en el saco, en la silla, etc. No la permite escaparse hasta que no le concede más vida.
G3. Coge a la muerte en el saco, silla, etc., y le da una buena paliza. G4. Coge al diablo (o diablos) en la silla, saco, higuera, etc., y no lo suelta hasta que no le promete marcharse y no volver. G5. El protagonista va al infierno, engaña a los diablos y los coge en la cuña de una viga. G6. El soldado, o quienquiera que sea, olvida dónde ha dejado su saco. Viene la muerte por él y se lo lleva. H. El soldado, o quienquiera que sea, va al cielo y no le admiten. Va al infierno y no le admiten tampoco; los diablos huyen de él al verlo. H1. Cuando llega al infierno, exclama, «¡Ave María!», y no le dejan quedarse. H2. En el limbo (o el infierno) bautiza a los niños y se va con ellos al cielo. H3. En el infierno juega con los diablos con su baraja y les gana todas las almas. Se va al cielo con las almas que ha ganado. H4. Cuando no le permiten entrar en el cielo, tira adentro su silla o saco, y se pega a la silla o se mete en el saco. Así se queda en el cielo por engaño. H5. Dios le permite quedarse en la puerta del cielo. H6. Dios le permite quedarse en la puerta del cielo vuelto piedra «¡Pero con ojos!», grita el soldado. H7. San Pedro se dice que salga por algo, el soldado sale y le cierran la puerta del cielo. Nuestras cincuenta y nueve versiones hispánicas se dividen en dos grupos principales. Las versiones del Grupo Primero, al cual pertenecen nuestras versiones 168, 169 y 170, llevan siempre, entre otros elementos fundamentales, elementos B, C, D y E, o variantes de ellos, mientras que las del Grupo Segundo carecen por completo de estos elementos. Estudiemos ahora los diferentes tipos de cada grupo. Las versiones hispánicas que pertenecen al Grupo Primero son veinticuatro. Estas se dividen en dos tipos diferentes. Tipo I. Contiene elementos A o A1, B, algunas veces B1, uno de los tres elementos C, C1, C2, elemento D en la mayoría de las versiones, E, F o alguna de sus variantes o sólo una o dos de las variantes, dos de elementos H y variantes. Pertenecen a este tipo las once versiones siguientes: Cuentos 168 (A, B, C, D, E, F, F1, G, H, H5), 169 (A, B, B1, C1, D, E, F, F2, G, H, H4); Ampudia 118 (A, B, C1, D, F3, G, H, H4); Espinosa, Castilla 210 (A, B, D, variante de F4 (juego de tablas), H7); Sánchez Pérez 53 (A3, C1, C2, B, F2, F3, G, H, H4); Espinosa III, 11 (A2, B, C2, E, F, F4, G2, H3); Mason-Espinosa PRF I, 86 (A, B, D, F4, G, G3,
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V. CUENTOS PICARESCOS
H, H4); Rael 297 (A1, B, C2, D, F, G2, H1, H2, H6), 300 (A, B, C, E, F4, G2, H3), 301 (A1,B, C1, E, F4, G, G2, H4, H6); Maspons y Labrós III, 56-64 (A, C1, E, H5, H7). En la versión castellana de Espinosa, Castilla 210 falta elemento C, y en la catalana de Maspons y Labrós falta elemento B. Las ocho restantes son versiones perfectas del tipo. Tipo II. Contiene los mismos elementos o variantes de ellos que encontramos en el Tipo I hasta elemento E. Carece de todos los elementos restantes, es decir, termina con el episodio del milagro que fracasa. Pertenecen a este tipo las doce versiones siguientes: Cuentos 170 (A1, B, C, D, E); Curiel Merchán 292-295 (A, B, C1, E); Espinosa, Castilla 211 (A, B, D); Andrade 241 (A1, B, C1, E), 242 (Al, B, C1, D); Espinosa SFNM 47 (A, B, C2, D, E), 48 (A1, B, C1, D, E); Mason-Espinosa PRF I, 85 (A1, B, D), 85a (A1, B), II, 18 (A1, B, B1, C2, D, E); Rael 298 (A1, B, C2, D, E), 299 (A1, B, C1, E). Hay que observar que la versión castellana de Espinosa, Castilla 211 carece de elemento C. Hay además una versión extraordinaria del Tipo II, la arábigo-española de Leyendas moriscas I, 173-177, que podríamos clasificar como Tipo IIA: Jesús viaja acompañado de un hombre (variante de elemento A1). Jesús envía a su compañero a comprar pan; compra éste tres panes y se come uno; y cuando Jesús le pregunta por la torta tercera, declara que ha comprado sólo dos (variante extraordinaria de elemento B). Compran un cordero, lo matan y se lo comen. Jesús reúne los huesos, lo revive, y el cordero sale balando (variante de elemento C). Pasan un río milagrosamente, pero el hombre sigue afirmando que sólo ha comprado dos panes. Encuentran en el camino tres pedazos de oro, Jesús los divide entre los dos, el pedazo tercero para el que se comió la tercera torta de pan, y entonces el hombre declara la verdad (variante de elemento D). Al Grupo Segundo pertenecen todas aquellas versiones que carecen de elementos B, C, D y E, y sus variantes. Las versiones hispánicas que pertenecen a este grupo son treinta y cinco. Estas se dividen en dos tipos importantes, el primero de ellos con dos variantes notables. Tipo III. Contiene uno de los cuatro elementos A, A1, A4, A5 (el jugador que da posada a Jesús y a sus apóstoles, en seis de las quince versiones del tipo), uno de los elementos F1, F4, F5 ó F6 (F4 en cuatro de las once versiones), G2, H, y una que otra variante de H. Este tipo es el cuento del jugador caritativo, u otra persona caritativa, que recibe de Jesús dos o tres objetos maravillosos, el saco, el árbol y la baraja que siempre gana (algunas veces sólo la baraja), que
engaña a la muerte metiéndola en el saco o teniéndola en el árbol sin poder bajar, y que, después de ganarle almas al diablo en el infierno, se va al cielo con ellas. En algunas versiones se trata sencillamente de una persona caritativa con Dios que recibe un saco en el cual entra todo lo que el amo desea, que engaña a la muerte varias veces, pero que por fin olvida el saco y muere. A este tipo pertenecen las, dieciséis versiones siguientes: Cuentos 171 (A, F5, G2, G6); Ampudia 46 (A4, F6, G2); Espinosa, Castilla 85 (A4, F6, G2); FCaballero 2, 73-80 (A1, F5, G1); Andrade 168 (A5, G2, H, H3); Espinosa SFNM 55 (A5, F4, G, G2, H); Rael 274 (A5, F4, G2, H1, H2, H6), 296 (F4, G2, H5); Tía Panchita 98-107 (A5, F1, G, G2, H, H1); Wheeler 123 (A, F2, G2, H5), 157 (A1, F1, G2, H4); Athaide Oliveira I, 127; Parsons, Cape Verde I, 59 (A5, variante, F4, G2, H3, H4, variante), 59, variante (A3, variante, F4 (mezclado con el elemento de la muerte que hace «médico» a su ahijado, Aarne-Thompson 332), G2, H3, H4, variante); Alcover IV, 60-68 (A5, F4, G2, H, H3); Serra i Boldú 1, 122-127 (A5, F2, G2, H). Tipo IIIA. Contiene uno de los elementos A, A3, A5, alguna vez A5a (unido a A6a), uno de los cuatro elementos F1, F2, F4, F5 ó F6 (F5 en cinco versiones), G (la paliza del diablo o de varios diablos), H, y una que otra variante de H. Pertenecen a este tipo las once versiones siguientes: Cabal CTA 101-107 (A3, A3a, F6, G, H, 114); Arellano 124 (A, F5, G, H), 125 (A, F3, G, H), 126 (A3, F5, G, G1, H); AUC XCII, 6-13 (A5, F2, G, H, H5); Espinosa SFNM 54 (A, F5, G, H, H2, H5); Mason-Espinosa PRF 21p (A6, F1, G); Montenegro 165-172 (A6, A6a, F, F1, G, F4, H); Braga I, 87 (A3, F5, G, H, H4); Alcover II, 98-108 (A1, F5, G); Maspons y Labrós II, 19-24 (A5, A5a, F2, G, H, H5). Dos de las versiones, Mason-Espinosa PRF III, 21p, y Alcover II, 98-108, terminan con elemento G. El Tipo IIIA es semejante al Tipo III, pero lleva elemento G (la paliza del diablo o diablos), en vez de G2 (la muerte engañada). Dos versiones del Tipo III, sin embargo, llevan los dos elementos, Espinosa SFNM J5, y Tía Panchita 98-107. Tipo IIIB. Contiene elementos A6 ó A7, A6a ó A7a, E2, F, F1, G o G4, en una versión G5, H y variantes. Este tipo hispánico, muy semejante al Tipo IIIA, empieza con el notable episodio del herrero que tiene un pacto con el diablo para hacerse rico y que trata de hacer el milagro de Jesús, elemento E2, remozar a una vieja, pero que, por ser caritativo, recibe los objetos maravillosos. En la primera parte, el tipo es igual a Aarne-Thompson 753, Grimm 147, pero después desarrolla el episodio de la paliza del diablo, etc.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Pertenecen a esta notable variante del Tipo III tres versiones hispánicas, las tres castellanas: Espinosa, Castilla 82 (A6, A6a, E2, F, F1, G4), Id. 83 (A6, A6a, E2, F1, variante, G, H, H4); Id. 84 (A7, A7a, E2, F, F1, G, G5). Tipo IV. Contiene los mismos elementos de los Tipos III y IIIA, excepto elementos G, G1, G2, y variantes. Este es el tipo más sencillo de todos. Pertenecen a este tipo cinco versiones hispánicas: FCaballero, Clemencia 172-173 (A5, F4, H3); Mason, Tepecanos 9 (A3, H, H3, H6); Rael 294 (F4, H3), 295 (A5, A5a, F1, H, H5); Wheeler 156 (A5, F4, H, H3). Otros tipos hispánicos. En la clasificación y estudio de nuestras cincuenta y nueve versiones hispánicas no hemos incluido los dos tipos siguientes, muy bien conocidos en la tradición de Europa: Aarne-Thompson 753, Grimm 147, estudiado por Bolte y Polívka en III, 193-199; Aarne-Thompson 332, Grimm 147, estudiado por Bolte-Polívka en III, 193-199; Aarne-Thompson 332, Grimm 44, estudiado también por Bolte-Polívka en I, 377-388. El tipo de Aarne-Thompson 332, La muerte madrina, no tiene relación directa con nuestros cuentos, pero el final del cuento, con el episodio del pícaro que se quiere burlar de la muerte, lleva alguna relación con algunos elementos de nuestros Tipos I, III y variantes. Este tipo es muy popular en la tradición hispánica: Espinosa, Castilla 86, 87, 88, 89; FCaballero 2, 80-86; Rael 84, 85, 86; Wheeler 152, 155; Coelho 23; y otras muchas. Cuatro de estos tipos hispánicos, Tipos I, II, III y IIIA, son muy bien conocidos en la tradición de Europa. Daré algunos ejemplos de versiones típicas no hispánicas. Tipo I: Grimm 81 (A, B, B1, C, D, E, F5, G, H, H4); Marbach XI, 75-82 (A, B, B1, C, D, E, F5, G, H, H4); Meier 62 (A, B, C, E, F5, G, H, H4). Tipo II: Crane 360-361 (A1, B, C, D, E); Dähnhardt II, 85-86 (A, B, C, E); Finamore 10 (A, B, B1, C1, D, E); Keller 15-17 (A1, B, C, D, E); Nerucci 31 (A, B, B1, C1, D, E); Cosquin I, 29 (A, B, B1, C1, D, E), 30 (A, B, C2, D, E); RTP XXIX, 141-142 (A1, B, C, D, E). De este tipo hay versiones latinas y alemanas del siglo XVI. La alemana de Montanus 25-28 lleva elementos A, B, C1, E. Véase Bolte-Polívka II, 152. Tipo IIA. Nuestra extraordinaria variante arábigoespañola de Leyendas moriscas I, 173-177, es muy bien conocida en la tradición de Oriente y en alguna que otra
versión europea. Es muy probable que esta variante no sea una variante del Tipo II, sino la verdadera fuente primitiva y fundamental de este tipo. Las siguientes versiones son muy semejantes a nuestra versión arábigo-española: Chauvin VIII, 100-101 (versión árabe); Clouston II, 394397 (versión persa); Dähnhardt II, 85-86 (eslava), 107108 (magiar); Magnus 95 (rusa); Ralston 351-356 (rusa); RTP XIV, 438-439 (árabe). Véase, además, Bolte-Polívka II, 153-154. Tipo III: Afanasiev II, 32-42 (A3, F4, G, G2, G4); Birlinger 2, II, 364-366 (A5, F1, G2, H, H3); Busk 178-183 (A5, F4, G2, H4); Crane 217-219 (A5, F5, G2, H, H3, H4); Grimm 82 (A5, F4, G2, H, H4); Magnus 96-108 (A3, F4, G, G2, H, H3); RTP IX, 267-268 (A3, F5, G, G2, H, H4). Tipo IIIA: Carnoy 289-295 (A3, F2, G, H, H4); Haltrich 19 (A5, F1, G, H); Jahn I, 47 (A3, F1, G, H, H4); MBarbeau 22 (A1, F5, G, H, H4); Webster 199-200 (A, F5, G, H, H5). Para más detalles sobre otros tipos semejantes y un estudio detallado de las fuentes orientales y literarias de Europa de la mayoría de los motivos de todos los tipos relacionados, véase sobre todo Bolte-Polívka II, 149-189, ya citados. Las fuentes de elementos C, C1, C2, la resurrección o rejuvenecimiento milagrosos, tienen un interés especial por tratarse, al parecer, de tradiciones paganas antiquísimas que se han mezclado con elementos de tradición cristiana. Elemento C, la resurrección de un muerto por Jesús, después de quemarlo o meterlo en agua hirviendo, está sacado seguramente de antiguas tradiciones paganas, pero los detalles de encerrarse solo en una habitación para hacer el milagro recuerdan la resurrección de Tabita por San Pedro, Hechos IX, 36-41. Para la resurrección en la tradición antigua y medieval véase sobre todo el capítulo E de Thompson, Motif-Index, FL XIV, 61, Bolte-Polívka II, 162-163, y Volkskunde XII, 54-57. Los cuentos de los Tipos III y IV y otros semejantes de la tradición de Europa, en los cuales sólo se cuenta la tradición de cómo uno que ha recibido favores especiales u objetos maravillosos, o sencillamente un pícaro, se burla de los diablos o de la muerte, y por fin entra en el cielo por engaño, elementos F, G, H y variantes, pueden ser de origen independiente de los cuentos de Tipos I y II, La tradición de la muerte burlada tiene un desarrollo especial en Europa y también tiene fuentes muy antiguas. Véase Bolte-Polívka II, 188, Sébillot en RTP IV, 645-648, y Halliday 98. Las numerosas variantes de elemento H, las burlas del héroe
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V. CUENTOS PICARESCOS
con los diablos en el infierno, y su entrada en el cielo por algún engaño (les gana las almas a los diablos y entra con ellas al cielo, se mete con su saco maravilloso, etc.) tienen un desarrollo especial en los Tipos hispánicos I, III y IV y en otros cuentos picarescos, como los cuentos hispanoamericanos de Pedro de Urdemalas, relacionados con Cuentos 163-167. Las fuentes de estos elementos son también muy antiguas en la tradición de Europa. Véase Bolte-Polívka II, 189. El pícaro que va al infierno y le gana al demonio las almas con su baraja se halla en una fabliau francesa del siglo XIII, MR V, 117. Una interesantísima variante de elemento H, el soldado a quien no le dejan entrar ni en el infierno ni en el cielo y que arguye con San Pedro, echándole en cara su pecado de haber negado tres veces al Señor, hasta ser admitido en el cielo con todos sus compañeros, se halla en Bebel I, 84 (principios del siglo XVI): Quidam lancearii in proelio occisi, ut servarent eriam militiae decorem, cum rubro signo (quale pungitur Salvatoris et sancti Georgii, cuius Suevi sunt signiferi veteri privilegio atque ab antiquissimis emporibus) atque in ordine descenderunt ad inferos. Daemones videntes signum, quo prius expugnata erant inferna claustra, omnes portas obseraverunt obiicibus, vectibus, repagulis omnia clandentes timore novae expugnationis, seque omnes ad proelium armaverunt. Lancearii accedentes sub mortis interminatione sunt nimis atque sagittis a portis repulsi. Ad quod ianitor infernum: «Declinate ad dexteram, o viri, caelosque petite! Nulla enim nobiscum vobis mansio dabitur.» Quibus dum semita a ianitore monstrata esset, venissentque ad portas caeli petentes intromitti, despiciens Petrus atque, qui essent, conspicatus: «Quis vos, inquit, huc ire iussit? Abite citius! Viri enim sanguinum estis; et quia in vita pacem nunquam amastis, indignum est, ut aeternam quietem possideatis.» Ad quod unus illorum: «Ubi tandem maneamus, ait, dum prius etiam ab inferis sumus abacti.» Huic Petrus: «Audistes me? Abite aut pellemini! Flagitiosi enim estis et blasphemi.» Ad quod lancearius indignabundus et summo clamore ait: «Quis lupus lupum de praeda accusat ! (ut est in proverbio). Nescis, quid tu feceris? Dominum et praeceptorem tuum falso et perfide ter denegasti, quod nemo nostrum unquam fecit». Unde Petrus pudore perfusus atque timens, ne caelicolae audirent: «Tacete, inquit, boni mici, atque intrate: nunquam posthac durus et difficilis ero peccatoribus.»
B. Los dos compadres 172. Los dos compadres 173. Los dos compadres 174. Juanito Malastrampas BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia 80; BTPE IV, 55-65; Cabal CTA 161-163; Espinosa, Castilla 324, 390, 391; Curiel Merchán 287288, 298-303; RHisp LXVIII, 184-191; Sánchez Pérez 72.—Españolas de América: Andrade 17, 18, 20, 21, 24, 142, 143, 270, 271; BDR IV, 111-113; Cadilla de Martínez, Cuentos 91-97; Espinosa VII, 14; Espinosa SFNM 82; JAFL XXXI, 476-478; Laval PU 1, 5, 6, 7, 8, 9, 10; Mason, Tepecanos 10; Mason-Espinosa PRF I, 37, 71, 71a, 71b, 72, 73, 73a, 73b, 73c, 74, 77, 80, 89, 90, II, 39, 40; Rael 279, 293, 305, 306; 312; TFSP XII, 29-36, 49-55; Wheeler 148, 151, 163.—Portuguesas: Athaide Oliveira II, 305; Braga I, 86; RL XX, 110-112.—Portuguesas de Brasil: Gomes I, 77-78; Santa-Anna Nery 223-224.—Catalanas: Alcover VII, 255-268; Ferrer-Ginart 82, 94; Maspons y Labrós III, 82-88.—Italianas: Archivio I, 200-203; Crane 303-309; Gonzenbach 70, 71; JREL VII, 278282; Keller, Märchen 85-95; Nerucci 43; Pitré III, 194197; Straparola I, 3; Zenatti 3-29.—Francesas: Bladé III, 104-119; Cosquin I, 10, 20, II, 49, 71; Köhler I, 91-92; La Tradition III, 211-213; Moncaut 173-185; RLR III, 386-392; RTP IX, 343, 345, 346, XI, 357359, 460, 508-509, 622-623, XIII, 396-399, XX, 91-94; Sébillot, Auvergne 7.—Francesas del Canadá: Lanctot 144; MBarbeau 21.—Francesa de Luisiana: Fortier 26.—Belga: Wallonia VI, 97-99.—Flamenca: De Mont y De Cock 162-167.—Bretonas: Luzel III, 414-426; RTP XXV, 372-374.—Vascuences: Vinson 103-106; Webster 154-157.—Latina: Grimm-Schneller 354-380.—Alemanas: Archiv FLG VI, 143-149; Bartsch I, 488-491; Bobertag I, 160-164; Firmenisch III, 235-239; Jahn, Schwänke 125-139; Knoop, Volksagen 110-111; Müllenhoff 457-460, 461-463; Panzer I, 90-94; Schumann I, 5; Veckenstedt 63-65; Zingerle 2, 414-421; ZVFV V, 208-210.—Islandesas: Clouston II, 244-248; Rittershaus 124.—Noruega: Dasent, Fjeld 94-104.—Holandesas: Volkskunde VI, 50-53, XVIII, 26-27.—Escocesas: Campbell II, 232-252; Clouston II, 258-261, 261-262.—Irlandesas: Clouston II, 232-233; Kennedy, Fireside Stories 98-103; Lover II, 194-223.—Inglesas de América: JAFL XLVII, 303, 308-309.—Finlandesa: Lewy 20.—Eslavas: Anthropophyteia IV, 351-353; JSF VII, 113-114; Schleicher 83-86.—Gitana: Groome
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
68.—Georgiana: Wardrop 153-159.—Griegas: Dozon 17; FL XI, 117-119; Geldart 126-134; Hahn I, 42.—Turca: Radloff III, 332-335.—Árabes: Rivière 61-66 (Cabilia); RTP X, 384-386.—Berberisca: RTP XI, 499.—Africanas: Archiv FLG X, 113-116; Baissac 5; Ferrand 71; Frobenius I, 155-167, 185-207, 207-215, 221-223, VIII, 26, 27; Monteil 65-73; Rochemonteix 395-401; Volkskunde XX, 16-18; ZRPh II, 350.—Africanas de América: Edwards 95-96; Fauset NS 12; FLR III, 54-55; JAFL XL, 253-255.—Antillanas: Parsons, Antilles I, 49-50, 258259, 444-446, II, 126-128, 361-362, 382-383.—Indias: Bompas 201-206, 242-244; Clouston II, 273-277; Indian Antiquary III, 11-12, IV, 11, 259, XVIII, 121-124; Parker 97, 109; Swynnerton 48; Thorburn 194-197.—Indias de Norteamérica: CNAE IX, 127-129; JAFL XXIX, 336337, XXX, 483-485; Opler, Apache 163-165.—Tártaras: Cabinet des Fées XXII, 132-151; Clouston II, 268-271.—Chinas: Eberhard 21-30, 191.—Japonesa: FLJ VI, 43-45.—Filipinas: Fansler 20 (siete versiones).— Clasificación y estudios especiales: Aarne-Thompson 1535, 1537, 1539, 1542; Boggs 1535, 1716; Bolte-Polívka II, 1-18, IV, 130; BTPE IV, 65-66; Chauvin V, 83, VII, 152, VIII, 107; Cosquin I, 111-120, 225-231, II, 126127, 285-287; Fansler 438; FFC XXXVII, 69; Germania I, 359-360, XVIII, 158; Giornale Storico XVI, 220-223; Köhler I, 230-255, 323-324; Müllenhoff 463-464; Orient und Occident II, 490-505; Panchatantra I, 356; Parsons, Antilles III, 213; RHisp LXVIII, 174-192; Rittershaus 441-444; Somadeva I, 20; Thompson ENAI 419-426; ZRPh II, 350-351; ZVFV VI, 167; Thompson B102, D1171, D1171.1, D1171.3, D1601.10, D1601.10.1, D1601.10.3, E55, E55.1, E55.2, E55.3, E55.4, E55.5, K111.1, K112.1, K113, K113.2, K335.1.2.2, K841, K842, K1051. Cuentos 172, 173, 174, y también Cuentos 176, 189 y 193, más adelante estudiados, están todos relacionados y pertenecen a un grupo de cuentos picarescos en los cuales el protagonista hace dinero por engaño. Generalmente se trata de un pícaro que engaña repetidas veces a su compadre o hermano rico, a un rival cualquiera, o a unos ladrones o mercaderes. Los tipos del grupo son muy diversos, pero todos se caracterizan por tratarse de una persona que es engañada repetidas veces por el mismo pícaro. Los cuentos europeos del grupo han sido estudiados por Bolte y Polívka en II, 1-18. Los motivos o elementos que constituyen los diversos tipos, según la clasificación de Bolte-Polívka, con algunas variantes mías para las versiones hispánicas, son las siguientes:
A. Un pícaro vende (a su compadre o hermano rico, a su rival, a unos mercaderes o ladrones, etc.) un conejo o una liebre que hace mandados. A1. Vende un lobo por carnero. B. Vende un asno, caballo, o vaca que caga dinero. B1. Vende un árbol que da dinero. C. Vende una olla que cuece sin fuego. C1. Vende una olla que hace sopa de agua sola. C2. Asa la carne azotando el árbol. D. Vende un sombrero que paga las cuentas. D1. Vende un pájaro de siete colores (porquería). D2. Vende un botijo de porquería por miel. E. Vende cenizas o porquería por mucho dinero. E1. Cobra dinero por joyas que dice que le han robado. F. Vende un pájaro adivino. F1. Vende una piel (o un pájaro) que adivina a una adúltera. F2. Vende una piel (o un pájaro) que adivina al marido de la adúltera. F3. Cambia una piel (o un pájaro) que adivina por el cajón en el cual está escondido el amante. F4. Dejando caer una piel de vaca sobre ellos desde arriba de un árbol, o de otra manera, hace huir a unos ladrones, y recoge su tesoro. F5. Pretende vender una piel de vaca por mucho dinero. Por regla general este elemento va unido a elemento F4. G. Vende una guitarra, una navaja, un palo, un pito, una navaja o un trompo que resucita a los muertos. G1. Vende una flor que resucita a los muertos. G2. La mujer «muerta» varias veces para obtener dinero del supuesto matador. H. Van a echar al pícaro al mar. Lo tienen ya atado dentro de un saco. «No me quiero casar con la hija del rey». Con este engaño u otro semejante hace a otro meterse en el saco, y él se escapa. [Elemento G de Cuentos 163167]. I. Vuelve el pícaro a su pueblo con mucho ganado. El rival quiere que le echen a él en el mar también para obtener ganado. Le echan en el mar y se ahoga. Cada uno de los elementos de A y variantes hasta G y variantes va seguido, por regla general, de otro semejante, en el cual el rival quiere hacer dinero de la misma manera y fracasa, como es natural. Pero a pesar de estar relacionados los tipos de la tradición de Europa formados de estos elementos, son tan diversos que no es posible clasificarlos como tipos de un mismo tema fundamental. Elementos A, B, C, G, H, I forman un cuento muy bien conocido en Europa, el
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V. CUENTOS PICARESCOS
tema de Cuentos 172, 173, 174. En este tema no entran elementos E, F, G2 y variantes, excepto por confusión en algunas versiones imperfectas. Elementos F y variantes, por otro lado, forman la primera parte de un cuento relacionado con Cuentos 193, Aarne-Thompson 1535, Grimm 61, como más adelante indicamos, y son también semejantes a los elementos fundamentales de Cuentos 93, cuyo tipo más bien conocido en Europa es el famoso cuento de Hildebrand. Véase nuestro estudio de Cuentos 93. Elemento G2 constituye en realidad un grupo especial de cuentos que pertenecen a varios tipos. Véase nuestro estudio de Cuentos 176, 189. Las numerosas versiones que citan Bolte y Polívka en II, 1-18, al estudiar el cuento de Grimm 61, incluyen cuentos de todos estos tipos y de otros semejantes. La clasificación general que hacen de los elementos que los constituyen, aun con las adiciones de algunas variantes mías para los cuentos hispánicos y las que sugiere Fansler, página 196, no es muy satisfactoria. Para estudiar las versiones hispánicas, por consiguiente, voy a seguir la clasificación general de Bolte-Polívka, con las adiciones mías solamente en el caso de los primeros cuentos del grupo general, Cuentos 172, 173, 174. Estudiaré todos estos tipos separados y trataré de establecer los motivos fundamentales de cada uno de ellos. Nuestras tres versiones 172, 173 y 174 pertenecen a un cuento europeo muy bien conocido y perfectamente caracterizado, que no se halla en ninguna de las clasificaciones hasta ahora establecidas. Algunos de sus elementos se hallan en Aarne-Thompson 1539 y 1542, pero ninguna de las tres versiones pertenece a estos tipos. La versión de Grimm 61, aunque no una de las típicas, puede clasificarse con el primero de los tipos que más adelante estudiamos.
El número total de versiones de estos cuentos que yo he podido reunir llega a ciento cinco: veintisiete versiones hispánicas; sesenta y dos versiones europeas no hispánicas, y dieciséis de Asia y África. Los elementos que constituyen nuestras versiones son los siguientes de la clasificación arriba citada: A, B, C, G, H, I. Todos se hallan en las versiones perfectas del Tipo I. Hay otros elementos en alguna que otra versión debido a confusiones o mezcla de otros tipos parecidos, pero no creo que pertenezcan a nuestro tema fundamental. Elemento D1 se halla en algunas versiones hispanoamericanas. Para hacer un estudio detallado de las versiones semejantes a nuestras versiones 172, 173, 174, escogemos todas las versiones completas o bastante completas, excluyendo las imperfectas y fragmentarias y todas aquellas que, a mi parecer, no pertenecen propiamente a estos cuentos, las versiones de Cuentos 176, 189, 193, por ejemplo, por más que algunas de éstas, según ya queda indicado, llevan algún elemento de Cuentos 172, 173, 174. Dividimos las versiones en tres grupos: versiones hispánicas, veintisiete; versiones europeas no hispánicas, sesenta y dos; versiones orientales y africanas, dieciséis. En el cuadro siguiente doy todos los datos que nos ofrecen las ciento cinco versiones estudiadas juntas, sin distinción de tipos. Elementos D y F5 hay que excluirlos como elementos fundamentales por ocurrir con una frecuencia muy insignificante, quince por ciento o menos. Los datos que nos ofrece este cuadro parecen indicar que se trata solamente de un tipo para todos estos cuentos, pero si examinamos las versiones individuales notamos que una parte de ellas, veintisiete de las ciento cinco, carecen de elementos H, I. Esto demuestra que hay que
Versiones hispánicas
Europeas no hispánicas
Orientales y africanas
Todas
27
62
16
105
Elemento A
17 (63%)
24 (39%)
9 (56%)
50 (47%)
Elemento B
10 (37%)
28 (45%)
11 (69%)
49 (46%)
Elemento C
11 (41%)
21 (34%)
2 (12%)
34 (32%)
Elemento D
4 (15%)
4 (6%)
1 (6%)
9 (8,6%)
Elemento F5
1 (3,7%)
8 (13%)
0
9 (8,6%)
Elemento G
24 (89%)
51 (82%)
0
87 (83%)
Elemento H
16 (59%)
48 (77%)
12 (75%)
76 (72%)
Elemento I
14 (52%)
43 (69,4%)
12 (75%)
69 (66%)
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
establecer dos tipos fundamentales, Tipo I, con elementos H, I, y Tipo II, sin ellos. En los dos cuadros siguientes documentamos la frecuencia con que ocurren los elementos de cada uno de estos dos tipos.
Tipo II. Contiene elementos A, B, C, G, o, por lo menos, dos o tres de ellos. No conozco ninguna versión perfecta. La frecuencia de los cuatro elementos para el tipo es: A, 41%; B, 52%; C, 37%; G, 85%.
Tipo I. A este tipo pertenecen dieciséis versiones hispánicas, cincuenta europeas no hispánicas y doce orientales y africanas; total, setenta y ocho.
Desde luego se ve que la forma predominante del Tipo I para la tradición hispánica es: A (81%), G (94%), H (100%), I (87%). Elementos B y C no ocurren con frecuencia notable, 31% y 25%, respectivamente. Para Europa no hispánica la forma predominante del tipo lleva casi con igual frecuencia: A (40%), B (40%), C (38%), predominando solamente elementos G (82%), H (96%), I (86%). En las versiones de Oriente y de África predominan elementos A, B, G, H, I. Para el Tipo II las formas predominantes son algo diferentes. La forma predominante hispánica no es A, G, la primera parte de la forma hispánica predominante del Tipo I, sino C (64%), G (82%). Para Europa no hispánica la forma que predomina es B, G, y para Asia-África la forma más frecuente es A, B, G. Si queremos caracterizar de una manera más definitiva las formas predominantes de cada uno de los tipos para los tres grupos, incluyendo solamente los elementos que ocurren con una frecuencia de 50% ó más, los resultados son los siguientes:
Tipo II. A este tipo pertenecen once versiones hispánicas, doce europeas no hispánicas y cuatro orientales y africanas; total, veintisiete. El estudio de nuestras ciento cinco versiones nos ayuda, por consiguiente, a establecer dos tipos fundamentales en la tradición de Oriente, Europa y África. Estos dos tipos son los siguientes: Tipo I. Contiene elementos A, B, C, G, o, por lo menos, dos o tres de ellos, y elementos H, I. Sólo dos de las setenta y ocho versiones del tipo contienen los seis elementos de la versión italiana del siglo XVI de Zenatti, y la moderna italiana de Pitré III, 157, variante de páginas 194-195, las dos citadas en nuestra bibliografía. La frecuencia de los primeros cuatro elementos para el tipo es: A, 50%; B, 45%; C, 31%; G, 82%. Tipo I
Versiones Hispánicas. • Tipo I: A, G, H, I. • Tipo II: C, G.
Versiones hispánicas
Europeas no hispánicas
Orientales y africanas
Todas
16
50
12
78
Elemento A
13 (81%)
20 (40%)
6 (50%)
39 (50%)
Elemento B
6 (31%)
20 (40%)
9 (75%)
35 (45%)
Elemento C
4 (25%)
19 (38%)
1 (8%)
24 (31%)
Elemento D
1 (6%)
3 (6%)
0
4 (5%)
Elemento F5
1 (6%)
8 (16%)
0
9 (11,5%)
Elemento G
15 (94%)
41 (82%)
8 (67%)
64 (82%)
Elemento H
16 (100%)
48 (96%)
12 (100%)
76 (97%)
Elemento I
14 (87%)
43 (86%)
12 (100%)
69 (88%)
Tipo II
Versiones hispánicas
Europeas no hispánicas
Orientales y africanas
Todas
11
12
4
27
4 (36%)
4 (33%)
3 (75%)
11 (41%)
Elemento B
4 (36%)
8 (67%)
2 (50%)
14 (52%)
Elemento C
7 (64%)
2 (17%)
1 (25%)
10 (37%)
Elemento A
Elemento D
3 (27%)
1 (8%)
1 (25%)
5 (18,5%)
Elemento G
9 (82%)
10 (93%)
4 (100%)
23 (85%)
– 651 –
V. CUENTOS PICARESCOS
Europeas no Hispánicas. • Tipo I: G, H, I. • Tipo II: B, G. Asia-África. • Tipo I: A, B, G, H, I. • Tipo II: A, B, G. Si admitimos como elementos predominantes todos los que ocurren con una frecuencia de 40% ó más, los resultados son los mismos, excepto para Tipo I de las versiones europeas no hispánicas, cuya forma predominante sería en ese caso A, B, G, H, I, como la de las versiones orientales y africanas. Todos los grupos excluyen elemento C de sus formas predominantes, excepto en el Tipo II de las versiones hispánicas. Hagamos ahora un breve estudio de las versiones hispánicas. Como ya queda indicado, las versiones hispánicas de que disponemos que se hallan completas o bastante completas para admitirlas en el estudio detallado de las ciento cinco que nos ayudan a establecer los tipos fundamentales, son veintisiete. Además de éstas, citamos en nuestra bibliografía veintidós más, fragmentarias e imperfectas y mezcladas con otros cuentos. Examinemos primero las versiones completas o bastante completas. Las versiones del Tipo I son dieciséis y se hallan en siete formas variantes. 1. Forma A, B, G, H, I. Pertenecen a esta forma del Tipo I cinco versiones, las cinco españolas peninsulares: la versión del siglo XVI publicada por Gillet en RHisp LXVIII, 184191; BTPE IV, 55-64; Ibíd. 65 (citada); Curiel Merchán 298-303; Espinosa, Castilla 324. 2. Forma A, C, G, H, I. Pertenece a esta forma una versión catalana: Ferrer-Ginart 82-94. 3. Forma A, C, G, H. Una versión catalana: Maspons y Labrós III, 82-88. 4. Forma A, G, H, I. Esta es, como ya queda dicho, la forma predominante del tipo. Pertenecen a esta forma seis versiones, dos españolas peninsulares, una mejicana y tres nuevomexicanas: Cuentos 172 y 174; TFSP XII, 29-36; BDR IV, 111-113; Espinosa SFNM 62; Rael 305. 5. Forma C, G, H, I. Una versión de Puerto Rico: Mason-Espinosa PRF I, 72. 6. Forma G, H, I. Una versión nuevomejicana: Rael 306. 7. Forma B, C, H. Una versión mejicana: Mason, Tepecanos 10.
Las formas A, B, G, H, I y A, G, H, I, la primera en cuatro versiones, entre ellas una del siglo XVI, y la segunda en seis versiones, son tal vez las verdaderas formas primitivas y fundamentales del tipo. Las otras variantes son formas incompletas del tipo. Las once versiones del Tipo II se hallan en nueve formas diferentes: Cuentos 173 (A, B, G); Athaide Oliveira II, 305 (A, B, G); Mason-Espinosa PRF I, 37 (A, C, G); Laval PU 6-10 (B, C, G); Mason-Espinosa PRF I, 90 (A, G); Rael 293 (B, C); Cadilla de Martínez, Cuentos 91-97 (C, D1, G); Mason-Espinosa PRF I, 80 (C, D); Mason-Espinosa PRF II, 40 (C, G); Santa Anna-Nery 223-224 (C, G); Mason-Espinosa PRF II, 39 (D, G). Las formas A, B, G y C, G son las únicas que aparecen dos veces. Las veintidós versiones hispánicas que no hemos admitido con los Tipos I y II son difíciles de clasificar. Cuatro de ellas llevan dos o tres de los elementos fundamentales de estos dos tipos, si admitimos la variante D1 como fundamental, pero están mezcladas con elementos de otros cuentos: Espinosa VII, 14 (elementos B1, D1, H, I, y elementos de Cuentos 163-167 y otros); JAFL XXXI, 476-478 (B1, D1, y elementos de Cuentos 163-167); Rael 279 (B1, H, I y elementos de Cuentos 163-167); Wheeler 151 (D1, H y elementos de Cuentos 189). Las doce versiones siguientes son formas imperfectas y fragmentarias de Tipos I y II: Andrade 17 (D1, H), 20 (G), 21 (G), 143 (B y elementos de Cuentos 149); Laval PU 1 (B1); Mason-Espinosa PRF I, 71 (C), 71a (C), 71b, (C), 77 (B), 89 (D); Wheeler 148 (B1); Gomes I, 77-78 (C). Las seis versiones restantes llevan sólo elementos H (dos versiones) y H, I (cuatro versiones), elementos empleados para terminar el cuento. Se hallan en cuentos de tipos muy diversos y muy diferentes los que ahora estudiamos, Cuentos 163-167, Cuentos 193 y otros muchos. Estas versiones se documentan aquí por pertenecer al final de nuestro Tipo I, y para aumentar con ellas la documentación de elemento G de Cuentos 163-167. Las seis versiones son: Andrade 24 (H, I); Mason-Espinosa PRF I, 73 (H, I), 73a (H), 73b (H), 73c (H, I), 74 (H, I). Sobre los orígenes de nuestro cuento han tratado Bolte y Polívka en II, 1-9, Cosquin I, 111-120, 225-231, Clouston II, 229-288 y Köhler I, 230-255, pero en todos estos estudios estos eruditos no separan los tipos de Cuentos 172-174 de los de Cuentos 176, 189, 193. La más antigua versión europea que conocemos, la latina del siglo XI, Unibos, Grimm-Schneller 354-380, con elementos F3, G, B, H, I, es muy semejante a nuestro Tipo I, pero carece de elemento A y lleva elemento F3, que pertenece a Cuentos 193 (elemento D2), Grimm 61.
– 652 –
Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Pero aun omitiendo elemento A y añadiendo F3 que no le pertenece, la versión contiene elementos B, G, H, I, una de las formas corrientes de nuestro Tipo I, pero sin elemento A. Ya hemos visto que la mayoría de las mejores versiones modernas llevan elementos A, B, G, H, I, entre ellas cinco hispánicas, y una de éstas del siglo XVI. La forma predominante del Tipo I de Asia y África lleva estos mismos elementos. La versión latina del siglo XI no es sólo la más antigua que conocemos de Europa, sino también una versión muy semejante a las formas corrientes de la tradición de Europa, Asia y África. El Tipo I por mí establecido para Europa y Oriente es, al parecer, un tipo muy antiguo. Lo hallamos documentado en versiones del siglo XVI en España e Italia en tres de sus formas características: Zenatti, A, B, C, G, H, I (la forma más completa del tipo, que se halla también en la versión italiana moderna de Pitré III, 157, variante de páginas 194195); Gillet en RHisp LXVIII, 184-191, A, B, G, H, I; Straparola I, 3, A (cabra en vez de conejo o liebre), G, H, I. Las tres formas se hallan en la tradición moderna de Europa y Oriente. La forma A, B, G, H, I se halla, como ya hemos visto, en cinco versiones españolas peninsulares modernas, y la forma A, G, H, I en seis de las versiones hispánicas. Para la tradición general de Europa no hispánica y de Oriente doy sólo algunos ejemplos. Versiones europeas. Forma A, B, G, H, I: Gonzenbach 70; Keller 85-95. Forma A, C, G, H, I: Archivio I, 200203; Crane 303-307; Pitré III, 157; RLR III, 386-392; RTP XI, 622-623. Forma A, G, H, I: Kennedy, Fireside 98-103; Vinson 103-106; Webster 154-157. Versiones orientales. Forma A, B, G, H, I: FL XI, 117-119. Forma A, C, G, H, I: Wardrop 153-159. Forma A, G, H, I: Cabinet des Fées XXIII, 132-151; Clouston II, 268-271. Todas las formas características de nuestro cuento, por consiguiente, particularmente las formas del Tipo I, se hallan en Europa, en la América Española y en Oriente, y algunas de ellas en África. No conocemos versiones antiguas orientales. Las versiones más antiguas, siglo XI y siglo XVI, son europeas. ¿Es nuestro cuento de origen europeo? Creo que no. Es un cuento europeo, pero desarrollado de elementos o motivos de origen oriental. Pero todavía nos queda otro cabito por desatar. Nuestra versión Cuentos 174, que lleva elementos A, G, H, I, una de las formas corrientes del Tipo I de la tradición europea en general, está unida a otro cuento enteramente distinto. Antes de presentar al pícaro de Cuentos 172-174, Tipo I, la versión 174 nos cuenta una tradición enteramente distinta, el cuento del sastre que no puede pagar sus deudas y finge la muerte para que todos sus acreedores le perdonen lo que
les debe. Este cuento no pertenece a Cuentos 172-174, y se halla como cuento separado en muchas versiones hispánicas. Nuestra versión castellana 174 lo une al Tipo I para explicar cómo ha obtenido tanto dinero Juanito Malastrampas. Este cuento hay que estudiarlo aparte. Conozco solamente catorce versiones de este cuento, todas hispánicas, excepto una siciliana. Las trece hispánicas consisten en siete españolas peninsulares, tres españolas de América, dos portuguesas y una catalana. Entre unas y otras nos cuentan una tradición que consiste en los siguientes elementos o motivos fundamentales: A. Un pícaro colmado de deudas finge la muerte. Llevan su cuerpo a una iglesia para enterrarlo otro día. A1. A un pobre cargado de deudas le da un ataque y todos creen que ha muerto. Etc. B. Uno de los acreedores va a la iglesia para quitarle al muerto la mortaja u otra prenda en pago de lo que le debe. Al entrar en la iglesia ve allí a unos ladrones y se esconde en alguna parte de la iglesia. B1. Uno de los acreedores o amigos va a la iglesia a velar el cuerpo del muerto. Etc. C. Unos ladrones dividen dentro de la iglesia el dinero que han robado. Una parte es para el que le dé una puñalada al muerto. Al acercarse uno al ataúd, el pícaro da un salto y grita: «¡Salgan todos los difuntos!», o algo semejante. El que está escondido grita: «¡Aquí estamos todos juntos!» Los ladrones huyen y el pícaro y su acreedor dividen el dinero que dejan. C1. Los ladrones dividen su dinero. El que está escondido hace ruido y los ladrones se espantan y huyen. El pícaro grita como en C. Etc. C2. Cuando los ladrones se acercan al ataúd, el pícaro da un salto y grita como en C. Etc. D. Uno de los ladrones vuelve por su dinero, pero entra en el momento que el pícaro y su acreedor se dividen el dinero, y el acreedor insiste en cobrar lo que el picarlo le debe. El acreedor exclama: «¡Dame mi real!», o algo semejante. El ladrón huye, creyendo que allí no se le perdona a nadie ni siquiera un real. Las trece versiones hispánicas de nuestro cuento nos ayudan a establecer un solo tipo, pero con tres variantes notables. Tipo I, el tipo fundamental y seguramente el más antiguo de todos, con elementos A, B, C, D. Pertenecen a este tipo cinco versiones, dos castellanas, dos asturianas y una catalana: nuestra versión burgalesa 174 (primera parte); Ampudia 80; Cabal CTA 161-163; Sánchez Pérez 72; Alcover VII, 255-268.
– 653 –
V. CUENTOS PICARESCOS
Tipo IA, con elementos A, B1, C, D. Pertenecen a este tipo cuatro versiones, dos castellanas, una nuevomejicana y una portuguesa: Espinosa, Castilla 390, 391; Rael 312; Braga I, 82. Tipo IB, con elementos A, B1, C1 ó C2, D. Pertenecen a este tipo tres versiones, dos dominicanas y una portuguesa: Andrade 270, 271; Barbosa 22. Tipo IC, con elementos A1, B, C, variante, D, variante. Pertenece a este tipo una versión, la extremeña de Curiel Merchán 287-288. La versión mejicana de Wheeler 163, pertenece a un tipo muy distinto, sin relación directa con nuestro cuento: Un pícaro se hace el muerto para no pagar sus deudas. Uno de sus acreedores que viene al velorio del «muerto» va a besar a la viuda para cobrar su deuda. Se levanta el «muerto» y protesta, y entonces tiene que pagar. Otro acreedor cobra también. La versión siciliana, RDDM (agosto de 1875) 832-833, es fragmentaria y contiene sólo elementos A, C2. Hay otros muchos cuentos de tipos diferentes, en los cuales un pícaro se hace el muerto para no pagar o para robar, pero no tienen relación con nuestro tema. Algunos de los más importantes han sido estudiados por Jan de Vries en Tijdschrift NTLK LXV, 212-264. Véase también MR IV, 92-111, Aarne-Thompson 1654, y Thompson K335.1.2.2.
175. Los dos hermanos BIBLIOGRAFÍA: Versión española peninsular: Curiel Merchán 39-42.—Versiones españolas de América: Andrade 144, 145, 146; Espinosa III, 9; JAFL XXV, 223, XLV, 350352; Mason-Espinosa PRF II, 5; Radin-Espinosa 102; Rael 343, 344, 345; Wheeler 27.—Portuguesa: Athaide Oliveira I, 129.—Portuguesa de las islas de Cabo Verde: Parsons, Cape Verde I, 1.—Catalanas: Maspons y Labrós II, 64-66; Salvador 117-125.—Italianas: Andrews 43; Gonzenbach 79, y páginas 197-200; Nerucci 54; Pitré II, 108.—Corsa: Ortoli 20.—Francesa de Luisiana: Fortier 112.—Francesa de Misuri: Carrière 46.—Bretona: RTP IX, 107.—Rumana: Weigand 124.—Alemanas: Bolte-Polívka III, 142; Erk-Böhme II, 420; Grimm 142; Knoop 219; Meier 53; Wisser 1, 230240.—Danesa: Clouston II, 241-242.—Islandesas: Arnason II, 9; Clouston I, 119-120; Rittershaus 5.—Holandesas: Volkskunde XVII, 95-100; Wallonia I, 31-34.—Inglesa de América: Gardner 140-143.—Irlandesa: Clouston II, 229-
232.—Finlandesas: Aarne FM 676; Lewy 57.—Eslavas: Jukschat 76-77; Schleicher 22-25.—Griegas: FL VII, 155159; Geldart 9-17; Kretschmer 7.—Árabes: Burton, Suppl. IV, 369-402; Chauvin V, 82-84; Desparmet I, 183-205; JRAS 1910, 332-386, 1913, 41-47; Mil y una noches IV, 163197; RTP XIII, 243-244; Weil, III, 193-227.—Egipcias: FL XXXI, 187-197; Maspéro 93-99.—Africanas: Basset, África 217-222; Ellis 1, 271-274; Frobenius II, 13; Hollis 212-215; Nassau, Fetichism 358-367; Tremearne 209-212.—Africanas de América: Christensen 108-116; Edwards 20; JAFL XI, 288-289, XXXIV, 13-14; Jekyll 23-24, 120-122; Parsons, Andros 2, 3, 4, 5.—Antillana: Parsons, Antilles II, 342.— India de Norteamérica: Benedict, Cochiti 181-182.—India de Sudamérica: Hartt 17-18.—Persa: Clouston II, 160163.—China: Eberhard 170.—Filipina: JAFL XX, 113116.—Clasificación y estudios especiales: Aarne-Thompson 676; Bolte-Polívka III, 137-145; Burton VIII, 233-235, X, 466; Chauvin V, 79-84; Clouston II, 164-165, 229-288; Cosquin I, 229; Cronise-Ward 231-239; Edinburgh Review CLXIV, 169; FFC XXXVII, 54; FL XXIX, 206-218, XXXI, 321-323, XXXIV, 134-135; Gonzenbach 251-252; JRAS 1910, 327-332, 1913, 47-53; Romania XIII, 173; RTP XI, 671; Volkskunde XVII, 100-102; ZVFV VI, 169, XVIII, 218-219; Thompson D1552, D1552.2, D1765, F752, K312, N455.3, N471, N478. Nuestro cuento soriano 175 es una excelente versión del bien conocido cuento árabe de Alí Babá y los cuarenta ladrones, Aarne-Thompson 676, Grimm 142. Los orígenes del cuento y su difusión en Europa han sido estudiados por Bolte y Polívka en su Anmerkungen II, 137-145. El tipo fundamental del cuento ha cambiado muy poco en la tradición de Europa porque nuestras versiones modernas no son tradicionales. El cuento se ha difundido en Europa en una época relativamente moderna, tal vez de las primeras traducciones que se hicieron en Europa de la traducción francesa de Galland de los años 1704-1717. El más antiguo texto árabe (véase Bolte-Polívka III, 143) tiene los mismos motivos fundamentales que encontramos en las versiones de Chauvin V, 82-84, Weil III, 193-227, Burton, Suppl. IV, 369-402, y en las versiones modernas que se hallan en muchas partes de Europa. Se trata, por consiguiente, de un cuento popularizado y no de un cuento verdaderamente popular y tradicional3 .
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Para darse cuenta de la popularidad de todos los cuentos de las Mil y
una noches por toda Europa en el siglo XIX, basta examinar la bibliografía de Chauvin IV, 25-120, de las numerosas ediciones de la traducción de Galland, y de las traducciones de éstas al inglés, español, italiano, alemán, etc., durante los años 1818-1880.
Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Los motivos que constituyen nuestro cuento en las versiones árabes y en las popularizadas de Europa con ellas relacionadas según la clasificación de Bolte y Polívka, con algunas variantes mías, son los siguientes: A. Los protagonistas del cuento son dos hermanos, uno pobre y el otro rico. Un día el pobre descubre en las montañas la cueva de unos ladrones. Se esconde en un árbol, los ve llegar, descubre el secreto para entrar y salir de la cueva, «¡Ábrete, Sésamo!», etc. Cuando ellos se van, entra y descubre grandes tesoros. Carga sus asnos de oro y se marcha para su casa. A1. Halla en la cueva de los ladrones dinero, comida y bebidas. Etc. A2. Más tarde vuelve por más dinero, medio borracho, entra, pero cuando quiere salir se le olvidan las palabras que debe decir. B. El hermano rico se entera del secreto cuando el pobre le pide su almud para medir el dinero y se lo devuelve con una moneda pegada en el fondo, cuando halla a su hermano contando el dinero o cuando la mujer del pobre le cuenta su secreto a la mujer del rico. C. El hermano rico se marcha a la cueva de los ladrones. Entra y descubre mucho dinero, pero cuando quiere salir, se le olvidan las palabras que debe decir. Los ladrones llegan, le cogen y le matan. C1. Cuando llegan los ladrones, confiesa la verdad de todo, y le dejan salir. C2. El hermano pobre va a la cueva de los ladrones por el cuerpo de su hermano. D. Los ladrones quieren vengarse. Se hacen llevar a la casa de la viuda del muerto en sacos o botes para espiar. Por la astucia de una mujer, son quemados vivos en sus sacos o botes con aceite o con agua hirviendo. Los detalles de este episodio son algunas veces semejantes a los detalles de la última parte del cuento del maestro ladrón, tipo de Ramsínito, Aarne-Thompson 950, Chauvin VIII, 186. Las versiones occidentales se dividen en dos tipos principales: Tipo I, que contiene elemento A, B, C, D y algunas de sus variantes, la forma completa de las versiones árabes de JRAS y las Mil y una noches de Galland etcétera; y Tipo II, que contiene solamente elementos A, B, C, y que termina con la muerte del hermano rico en la cueva de los ladrones. Numerosas versiones de los dos tipos han sido documentadas por Bolte y Polívka. Entre ellas se hallan, sin embargo, sólo tres versiones hispánicas: una mallorquina, una catalana y una portuguesa. El número de versiones hispánicas popularizadas del cuento que ahora conocemos llega a quince.
Nueve versiones hispánicas pertenecen al Tipo I o variante, una versión española peninsular (nuestra versión soriana 175), cuatro versiones españolas de América, dos portuguesas y dos catalanas. Cuentos 175: A, B, C, C2, D. Andrade 144: A, B, C1, D. Radin-Espinosa 102: A, B, C, D. Rael 343: A, B, C, C2, D. Rael 344: A, B, C, C2, D. Athaide Oliveira I, 129: A, B, C, D. Parsons, Cape Verde I, 1: A, B, C, C2, D. Maspons y Labrós II, 64-66: A, B, C, C2, D. Salvator 117-125: A, B, C, D. Elemento C2 no está documentado en algunas versiones, pero se da por entendido. La extraordinaria variante del Tipo I de Curiel Merchán 39-42, podemos clasificarla separadamente como versión de un nuevo tipo, Tipo IA, con variantes de elementos A, A2, B, C, D: Un joven cuida borregos para unos ladrones y descubre su cueva y tesoro. Primero roba él mismo a un novio (elemento B de Cuentos 196). Se despide de los ladrones; vuelve a robar, y después va a robar a un tío suyo y es cogido por los ladrones. Confiesa todo. Los ladrones quieren vengarse como en elemento D y son descubiertos y entregados a las autoridades. Cinco versiones hispánicas pertenecen al Tipo II o variante, todas españolas de América: Andrade 145: A, B, C. Andrade 146: A, B, C. Espinosa III, 9: A, B, C. Mason-Espinosa PRF II, 5: A, B, C. Rael 345; A1, A2, C. Versiones del tipo de la versión mejicana de Boas en JAFL XXV, 223, parecen relacionadas con nuestro cuento, pero ya se han diferenciado mucho de las versiones árabes de las Mil y una noches: Un carbonero que tiene un compadre rico descubre cigarros, comida y dinero debajo de un árbol. Se lo cuenta todo a su compadre y el rico va al mismo sitio para ver si él también halla algo. Es la casa de unos ladrones. Llegan éstos, le cogen y le dan una fuerte paliza. En África hay también algunas versiones ya muy diferentes del tipo árabe, en las cuales los protagonistas son animales, un animal engañando a otro, después de repetir una fórmula semejante a la de nuestro cuento, para hacerlo entrar dentro de una cueva, un árbol u otro sitio, y luego dejarlo allí encerrado. Véase Bolte-Polívka III, 144, y Parsons en FL XXIX, 206-218. El cuento con animales de protagonistas del tipo africano se halla también entre los
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V. CUENTOS PICARESCOS
indios americanos del Amazonas, por ejemplo en la versión de Hartt 17-18: Haciéndole repetir la fórmula mágica una tortuga hace a un jaguar entrar dentro de un árbol que se abre. La tortuga entonces exclama: «¡Ciérrate para siempre!» y allí queda encerrado el jaguar y muere. En África, donde se hallan tantas versiones con protagonistas animales de este tipo, se hallan también las versiones del tipo árabe de las Mil y una noches: Ellis 1, 271-274 (A, A1, B, C1); Frobenius II, 13 (A, A1, B, C, C2, D), etc. Véase, además, Thompson D1552.2.
176. Los dos hermanos 189. Pedro el borracho BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Cabal CTA 169-173; Espinosa, Castilla 328, 329, 330, 331, 332; Timoneda, Patrañuelo 3.—Españolas de América: Andrade 1, 2, 3, 4, 5, 6; Espinosa VII, 13 (I); Espinosa SFNM 53; JAFL XXXI, 473-474, XLV, 304307; Mason, Tepecanos 20; Mason-Espinosa PRF I, 40, 41, 75, II, 44, VI, 26, 28; Portell Vilá 97; Radin-Espinosa 128; Rael 277, 279, 280, 308, 309, 310, 311; Wheeler 158, 161, 164, 165, 171, 173.—Portuguesas: Braga I, 109.—Portuguesas de las islas de Cabo Verde: Parsons, Cape Verde I, 26, 26a, 125.—Portuguesa de Brasil: Gomes I, 74-76.—Italianas: Archivio X, 51-52, XVIII, 81-83; Finamore 9; Masuccio, 1; MPhil XV, 237, 240; Pitré III, 165; Schneller 58 (Tirol); Suchier, Leiche 21-22, 50-51.—Francesas: Cosquin II, 80; Meyrac 431-433; MR IV, 89, V, 123, 136, VI, 150, y páginas 243-254; RTP I, 232; Steppuhn 74-116; Suchier, Leiche 17; Volkskunde XIII, 218-220.—Flamencas: De Mont y De Cock 330-339 (dos versiones); Volkskunde XIII, 220-221, 222-223, 226, 227, 229.—Bretonas: Luzel III, 426-438; RTP XI, 302303; Sébillot I, 36.—Alemanas: Haltrich 61, 64; Keller, Erzählungen 111-119; Knoop 219; Meier 66; MPhil XV, 238; Müllenhoff 461-463; Pauli 598; RF XVI, 348; Suchier, Leiche 25-26, 43-44; Volkskunde XIII, 221, 222, 223-224, 226, 228; Wisser 1, 29-35; Zingerle 2, 5-9.—Danesa: Dasent, Fjeld 184-197.—Islandesas: Clouston II, 247; Rittershaus 114.—Noruega: Köhler I, 244.—Inglesas: Clouston II, 237240; Hazlitt III, 130-146.—Escocesas: Campbell I, 15; FL IX, 89-90.—Irlandesa: FLJ I, 185-187.—Inglesas de América: Gardner 182-184; JAFL XLVII, 309.—Finlandesa: Castrèn 176-181.—Eslavas: Coxwell 594-595; Krauss 53; LeskienBrugman 483-485; Schleicher 41-45.—Húngara: RTP XXI, 373-374.—Griega: Hahn I, 34.—Árabe: Mil y una noches 100-105.—Africanas: Frobenius VIII, 29, 30.—Antillanas:
Parsons, Antilles II, 250-251, 563-567.—India: NINQ V, 198.—Clasificación y estudios especiales: Aarne, Estnische Märchen 1537; Aarne FM 1537; Aarne-Thompson 1536A, 1537; Archiv SP XVII, 581, XIX, 267; Bédier 469; Boggs 1537; Chauvin V, 180-182; Chile 68G; Clouston II, 340357; Cosquin II, 334-337; Espinosa en JAFL XLIX, 181192; Gesammtabenteur III, xlv, nota 1; Gubernatis I, 198199; Köhler I, 190; Palacio Valdés X, 279-288; Parsons, Antilles III, 206, 309; Pillet 1-100; RTP VIII, 445-447; Steppuhn 1-73; Suchier, Leiche 4-76; Taylor en MPhil XV, 221-246; Volkskunde XIII, 216-230; ZRPh XLII, 561-605; ZVFV IX, 38, 86, X, 77-78; ZVLG XIII, 176177; Thompson K2151, K2152. Véase también nuestros estudios de Cuentos 31, 32, y de 193. El tema del cuerpo de un muerto varias veces «muerto» y llevado de un sitio a otro para encubrir el crimen del matador verdadero o supuesto, o enterrado y desenterrado varias veces para hacer dinero, es muy conocido en la tradición de Europa. A este tema pertenecen nuestras dos versiones Cuentos 176 y 189. Las primeras versiones europeas que conocemos son las cinco siguientes fabliaux francesas del siglo XIII: Du prestre comporté (PC), MR IV, 89; Du segretain ou du moine (SoM), MR V, 123; Du segretain moine (SM), MR V, 136; Dou segretain (S), MR VI, 243-254; Le dit dou soucretain (DS), MR VI, 150. Después hallamos el tema en versiones en prosa y verso durante los siglos XIV, XV, XVI y XVII, y en numerosas versiones literarias y populares en la época moderna. En la tradición moderna hallamos versiones europeas, orientales y africanas. En la literatura antigua de Oriente hallamos la del jorobadito de las Mil y una noches 100-105, Chauvin V, 181, ya citada en nuestro estudio de Cuentos 31, 32. Las primeras versiones europeas que hallamos en las fabliaux francesas del siglo XIII nos cuentan fundamentalmente el mismo cuento. Las tres mejores versiones son SoM, SM y DS. Según Steppuhn 32-33, SoM es la más antigua. El estudio de las cinco fabliaux francesas y de muchas versiones medievales semejantes ha sido esbozado por Steppuhn y Suchier en las obras citadas en nuestra bibliografía. La obra de Suchier publicada en ZRPh XLII, 561-605, es un estudio nuevo y más detallado que su primer estudio, Der Schwank von der viermal getöteten Leiche, del año 1922. Los estudios de Steppuhn y Suchier y el estudio comparativo que cualquiera puede hacer de las cinco fabliaux del siglo XIII demuestran que las cinco versiones son formas poéticas literarias de cuentos populares que circulaban desde mucho antes en la tradición
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
popular. Las versiones SM y DS documentan claramente, como indica Suchier en ZRPh XLII, 573, la misma tradición oral. La opinión de Pillet, 79, que las versiones populares están basadas en versiones literarias, hay que abandonarla por completo. Nuestro tema está relacionado con el tema semejante de los tres jorobados, Cuentos 31-32, y con algunas formas de Cuentos 33, 34, y es como ellos de origen oriental. Véase Suchier, Leiche 66-70. Los tipos de los tres enamorados y del amante único, sin embargo, se hallan ya separados en la tradición de Europa en el siglo XIII, y hay que estudiarlos separadamente. Los estudios de Suchier y Steppuhn son incompletos. Suchier ha examinado detalladamente las fabliaux francesas del siglo XIII, y ha descubierto su origen popular y tradicional, pero no ha estudiado el tema en la tradición moderna. Taylor en MPhil XV, 221-246, importante estudio que no cita Suchier, examina algunas versiones antiguas y modernas y opina que el tipo inglés de Dane Hew, Hazlitt III, 130-146, tipo semejante al de Masuccio y de Timoneda, Patrañuelo 3, continúa el tipo fundamental de SM y DS, y que es de origen francés. El tema ha tenido un desarrollo extraordinario en la tradición de Europa, y las versiones recogidas de la tradición moderna son tan importantes como las versiones literarias de las fabliaux francesas del siglo XIII, o las posteriores de Masuccio, Timoneda y Dane Hew. Los estudios de Steppuhn, Taylor y Suchier, por más que los de Suchier resultan bastante satisfactorios para las versiones medievales, dejan mucho que desear. El estudio definitivo de nuestro tema y de los temas con él relacionados tiene que hacerse a base de todas las versiones conocidas antiguas y modernas. Las versiones de la tradición oral moderna son muy numerosas y se hallan en Europa, Asia y África. El cuento se halla también mezclado con versiones de cuentos de origen y desarrollo muy distinto, Cuentos 172-174, 193, Grimm 61, etc. Yo no tengo ahora ni el tiempo ni los materiales para hacer el estudio de las versiones antiguas y modernas de una manera definitiva. He examinado, sin embargo, bastantes versiones para establecer provisionalmente los tipos fundamentales, y para proponer un plan que podría emplearse en un estudio definitivo de nuestro tema. Haré después el estudio de las cuarenta y cuatro versiones hispánicas que he examinado de la tradición moderna. Cuando se piensa en una clasificación definitiva de todos los tipos de estos cuentos, considerándolos relacionados, tropieza uno con algunas dificultades de detalle: 1. Nuestro tema incluye no sólo diversos tipos de cuentos que tratan del cuerpo de un muerto repetidas veces
«muerto» y llevado de sitio en sitio para esconder el crimen, sino también diversos tipos de cuentos que tratan del cuerpo de un muerto enterrado y desenterrado repetidas veces para hacer dinero. Son dos motivos semejantes, pero en realidad distintos. 2. Hay diferencias muy notables en el principio del cuento. En la tradición medieval predomina el episodio preliminar del amante o adúltero muerto por un marido vengador (motivos A y variantes de nuestra clasificación), mientras que en la tradición moderna predomina el episodio preliminar de la mujer muerta accidentalmente (motivos B y variantes de nuestra clasificación). 3. El episodio preliminar de la mujer muerta accidentalmente tiene formas muy diversas, que sugieren una clasificación de tipos basados en estas diversas formas del principio del cuento. 4. En versiones de todos los tipos medievales y modernos hay un desarrollo especial del episodio (casi siempre al fin del cuento) del muerto (o muerta) montado a caballo (algunas veces con armas), que cae en un pozo, o de otra manera «muere». En algunas versiones el caballo sigue a una yegua; caballo y yegua caen en un pozo, entran en una iglesia, etc., o bien salen los vecinos y «matan» al muerto o a la muerta a palos. Las numerosas variantes de este motivo son muy difíciles de clasificar. 5. En algunas versiones orientales y africanas modernas el episodio preliminar del marido vengador tiene un desarrollo especial al fin del cuento. El cuerpo muerto del hijo de un sultán es llevado al patio o a la puerta del harén de su padre. Este motivo, que borra los rastros del crimen de una manera muy original, me parece de origen muy antiguo. La clasificación general de todos estos cuentos (dejando aparte los tipos de Cuentos 31, 32, 33, 34, excepto Tipo V, y las numerosas versiones de tipos de Cuentos 172-174, Unibos, Grimm 61, y Cuentos 193, que mezclan a menudo sus elementos fundamentales con detalles del tema del cuerpo del muerto repetidas veces «muerto», etc., que no considero directamente relacionados con nuestro tema) hay que hacerla de todas las versiones antiguas y modernas y no solamente con el estudio de las versiones medievales. Las que yo he podido examinar pertenecen a tipos muy diversos y contienen entre unas y otras los siguientes elementos o motivos fundamentales. Hay que advertir que cuando un elemento lleva el «matar» del cuerpo muerto es porque ocurre con frecuencia. No se halla en todas las variantes, y, por otra parte, ocurre en variantes de elementos en los cuales no lo indicamos. A. Un hombre mata al amante de su mujer. En las versiones medievales el amante es generalmente un cura o monje.
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V. CUENTOS PICARESCOS
A1. Un hombre mata al pretendiente de su mujer. La mujer es su cómplice, como en Cuentos 31, 32. A2. Un hombre mata a otro. El motivo no está documentado. A3. Un carnero padre mata a un cura. A4. Un hombre muere accidentalmente cuando se le clava una espina de pescado en la garganta, o cuando se clava una lezna en un pie. B. Uno de dos hermanos o vecinos rivales, el pobre, mata el cerdo, buey, vaca u otro animal de su rival, el rico. El rico envía a su madre, mujer, suegra u otra mujer (algunas veces una bruja) a la casa del pobre escondida en una caja para que espíe y descubra el robo. La hallan escondida en la caja y la matan con agua hirviendo, metiéndole comida en la boca, o de otra manera. B1. Un pícaro o tonto mata a su madre, abuela, u otra mujer, accidentalmente, dándole de comer, bañándola, o de otra manera. B2. Un hombre mata a su mujer, madre, o abuela, porque no le quiere dar dinero, o por otro motivo. B3. Una mujer muere de muerte natural. B4. Un tonto mata su vaca y se la vende a una encina. Corta la encina y halla dentro un tesoro. Pide una medida a su vecino rico para medir su dinero. Espía el rico y el tonto le mata. B5. Una mujer muere de muerte natural y su marido o hijo la desentierra para quitarle las morcillas o dinero que cree que se ha llevado. B6. Una mujer muere de muerte natural y el marido la entierra con cien monedas para que «vaya al cielo». C. Para esconder el cuerpo del muerto de A y variantes o para echarle a otro la culpa del crimen, el matador o la mujer del matador pone el cuerpo en la puerta de la casa de un vecino. C1. Cuando el vecino halla el cuerpo, lo «mata», creyéndolo vivo y ladrón, o bien sólo descubre el cuerpo y lo lleva a la puerta de un monasterio, o a la habitación del mismo abad. El abad le habla al cuerpo y como no responde, le «mata» con un palo o de otra manera. C2. Llevan el cuerpo a la letrina de un monasterio o de una casa particular. Allí le «mata» uno que quiere entrar y no puede esperar. C3. Ponen el cuerpo en la puerta de la casa del matador. El matador le «mata» otra vez. C4. Meten el cuerpo en un saco y lo echan en el río. Un pescador lo saca y se lo lleva a su casa. C4a. Meten el cuerpo en la banasta de unos pescadores. C5. Cuando descubre el pescador que es el cuerpo de un muerto, va y lo cuelga en una carnicería, o en la despensa de un monasterio o casa particular.
C6. El que quiere deshacerse del cuerpo del muerto lo mete en un saco y se marcha de su casa con él. Al pasar por donde se hallan unos ladrones, cambia el saco que contiene el muerto por un saco que contiene un cerdo o carne de cerdo. C7. Cambian el cuerpo del muerto por un saco de harina. C8. Dejan el cuerpo del muerto metido en un saco con unos ladrones, y un alguacil les quita el saco con el muerto y se lo lleva a su casa. C9. El matador y su mujer, u otras personas, tiran el cuerpo del muerto sobre una pila de avena sin trillar. C10. Montan el cuerpo del muerto en la yegua del guardia de un cementerio. C11. Ponen el cuerpo con la cabeza metida en un botijón de miel. Creen que es ladrón y le «matan». C12. Ponen el cuerpo sentado en un carruaje que va tirado de un caballo. El muerto lleva las riendas en la mano. C13. Meten el cuerpo en una casa particular por una chimenea y le dejan de pie, apoyado en una pared. El amo llega, cree que es un ladrón y le «mata». C14. Ponen el cuerpo en el patio o en la puerta de un harén. El rey o sultán le «mata». C15. Ponen el cuerpo en la cama en una habitación y le prenden fuego. Se cree que el hombre se ha quemado vivo. C16. Ponen el cuerpo enfrente de una tienda. Creen que es el ladrón y le «matan». C17. Llevan el cuerpo del muerto a un palacio y lo cuelgan como ahorcado del picaporte de la puerta de la alcoba de la princesa. C18. El matador, u otro, pone el cuerpo en un carruaje y se marcha con él. Tiene una disputa con uno que encuentra en el camino, el cuerpo cae «muerto», y le echa la culpa de la muerte al otro. Le pagan. C19. Ponen el cuerpo en un camino con un látigo en la mano. Los que quieren pasar le «matan». C20. Meten el cuerpo en un saco de trigo y lo ponen en un carro que lleva trigo al molino. C21. Ponen el cuerpo en la lancha de una laguna. Le «matan». C22. Ponen el cuerpo en la casa de un mercader. C23. Ponen el cuerpo al lado de un pozo. Lo hacen caer y se «ahoga». Lo sacan y lo entierran. D. El rival rico de elemento B le paga a su rival pobre porque entierre el cuerpo de la muerta. Lo hace el pobre, pero durante la noche desentierra el cuerpo y lo pone en la puerta de la casa o dentro de la casa misma del rico.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
D1. El rico le paga porque lo vuelva a enterrar. Lo hace, pero otra vez desentierra el cuerpo durante la noche y lo lleva a la casa del rico como en elemento D. D2. Se repite elemento D1. Otra vez le pagan al pobre por el entierro. D3. Un pícaro desentierra el cuerpo de la mujer de elemento B6, roba el dinero y lleva el cuerpo a la casa del marido. D4. El marido manda enterrar el cuerpo con más dinero. Otra vez lo desentierra el pícaro, roba el dinero, etc. D5. Se repite elemento D4. E. Para echarle a otro la culpa del crimen (generalmente a su hermano) el tonto de B1, o el matador de B2, ponen el cuerpo de la muerta contra la puerta dentro de su casa. Llega el hermano, abre la puerta y la muerta cae «muerta». Cree haberla matado. E1. Ponen el cuerpo de la muerta en un huerto, cogiendo fruta de un árbol, o bien montada a caballo y paseándose por la labor. Los amos salen y de diversas maneras la «matan» o la hacen caer «muerta» del caballo. Pagan a los hijos o nietos porque entierren a la muerta y se callen. E2. Ponen el cuerpo del muerto de A o de la muerta de B o B1 en el altar de una iglesia o en un confesionario. Etc. E3. Ponen el cuerpo de la muerta de B1 entre unos que luchan a puñaladas. Creen que la matan. Etc. E4. El matador de B1 compra veneno en una botica y dice que su madre lo tomó, creyendo que era medicina. Le pagan porque calle. F. Montan el cuerpo del muerto de A y variantes a caballo (algunas veces armado) y dejan al caballo correr por donde quiera. Cae con el muerto en un río, en un pozo, o contra la pared o puerta de un monasterio. F1. Montan el cuerpo del muerto o de la muerta a caballo. El caballo corre y rompe los cacharros de una cacharrería. Los vecinos lo «matan». F2. Montan el cuerpo del muerto o de la muerta a caballo (algunas veces armado). El caballo sigue a una yegua, sobre la cual va montado uno que huye para que no le acusen del crimen. Caballo y yegua caen en una acequia o pozo. F3. Montan el cuerpo del muerto o de la muerta a caballo (algunas veces armado). El caballo sigue a la yegua o burra, sobre la cual va montado un cura. Salen los vecinos y «matan» al muerto a palos. F4. Montan el cuerpo de la muerta de B1 ó B2 a caballo (algunas veces con una lanza o machete en la mano) y sueltan el caballo en el patio de la casa del cura. Sigue a una yegua o burra, sobre la cual va montado el cura, o a todos los caballos que ve. El cura huye y después le paga al matador porque entierre a la muerta.
F5. Como elemento F4. El cura que huye en su yegua o burra agacha la cabeza al entrar en el corral y se escapa. La muerta da con la cabeza en la puerta o postes del corral y cae «muerta» o sin cabeza. F5a. Como elemento F4, pero el cura que huye en su yegua o burra da con la cabeza en la puerta o postes del corral y cae muerto. F6. Montan el cuerpo de la muerta a caballo como en F4. El cura va a conjurarla montado en una yegua. El caballo sigue a la yegua. El cura huye, y en algunas versiones entra en el patio de su casa o en la iglesia misma subido en su yegua y con el caballo que lleva a la muerta subido encima de la yegua. F7. Montan el cuerpo de la muerta en el potrillo de la yegua, sobre el cual va montado el rival rico o un cura, o que tira de un coche en el cual va dicho personaje. El potrillo sigue a la yegua. Le pagan al rival pobre porque entierre a la muerta. G. Van a ajusticiar al último de los «matadores» del cantor de elemento A4. Se presenta el primero y confiesa su «crimen». Le sacan la espina al cantor, éste revive y todo se aclara. Las versiones se dividen, desde luego, en dos grupos generales, muy distintos en el principio, pero con semejanzas sorprendentes al final, que nos indican claramente su relación. Grupo Primero. Las versiones medievales y modernas del cuento del amante muerto por un marido vengador. A este grupo pertenecen las fabliaux francesas del siglo XIII y otras versiones europeas posteriores, y algunas versiones de la tradición moderna. Tipo I. Contiene elementos A o A1, dos, tres o más de elementos C a C23 (en las versiones medievales de C a C10), y en algunas versiones modernas elementos E1, E2. Pertenecen a este tipo la versión francesa medieval MR IV, 89, las de Erastus y Pasini (Suchier, Leiche 21-22 y 50-51), y las versiones modernas Dasent, Fjeld 184-197, Finamore 9, Pitré III, 165, RTP XXI, 373-374, y Suchier, Leiche 61-62. Tipo II. Contiene elementos A o A1, dos o tres o más, de elementos C a C23 (en las versiones medievales de C a C10), y elemento F (la primera variante del muerto a caballo). A este tipo pertenecen las mejores versiones medievales del cuento: MR V, 123, 136, 150; Histoire général des Larrons (Suchier, Leiche 17); Marchesi (Taylor 237). El tipo
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V. CUENTOS PICARESCOS
es raro, al parecer, en la tradición moderna. Taylor, 238, cita una versión de Pomerania. Tipo III. Contiene elemento A o A1, dos o tres, o más de elementos C a C23 (en las versiones medievales de C a C10), y elemento F3 (el muerto a caballo y el caballo que sigue a una yegua, etc.). La importante diferencia entre los dos Tipos II y III fue sugerida por Taylor, ya citado, páginas 53-54. De elemento F3 del Tipo III se han desarrollado, al parecer, elementos F4 y F6 de la tradición hispánica. Al Tipo III pertenecen las versiones medievales y de los siglos XVI y XVII, que nos ofrecen en forma prosaica, pero, al parecer, todavía literaria, los cuentos de las fabliaux del Tipo II con algunos cambios, siendo el más notable el desarrollo de elemento F en F3: Keller, Erzählungen 111-119; Hazlitt III, 130-146; Masuccio 1; Timoneda, Patrañuelo 3; Der Kapuziner (Suchier, Leiche 25-26). Tipo IV. Contiene elementos A, dos o tres de elementos C a C16 (generalmente elementos C y C8), y el elemento final C14 (la «muerte» del muerto en el harén del sultán). Este tipo oriental, por motivos evidentes, no ha pasado a la tradición de Occidente. Pertenecen a este tipo las siguientes versiones africanas de origen oriental: Frobenius VIII, 29 (A, C, C8, C11, C14, C16), 30 (A, C, C8, C11, C14). Tipo V. Contiene elementos A4, variante de C, C13, C16 y G. La variante más notable de este tipo es la versión árabe del jorobadito de las Mil y una noches 100-105. Esta versión, como la alemana del siglo XV, Rosenplut (Suchier, Leiche 43-44), y la de RTP XI, 302-303, son en realidad variantes extraordinarias del Tipo I. Puede ser un eslabón entre las versiones del Grupo Primero y las del Grupo Segundo. Es nuestro Tipo V de Cuentos 31-33. El tipo se halla en versiones hispánicas modernas, como ya queda indicado en nuestro estudio de Cuentos 31-33, y como más adelante veremos. En los cinco tipos de este Grupo Primero nunca se hallan elementos D, D1 y D2, y elementos E y variante se hallan sólo en tres versiones germánicas: dos versiones de la Edad Media, Keller, Erzählungen 111-119, del Tipo III, Rosenplut (Suchier, Leiche 43-44), del Tipo I, y la versión danesa de Dasent, Fjeld 184-197, del Tipo I. Elementos D y variantes, y E y variantes son elementos fundamentales de los tipos del Grupo Segundo. Elemento E1 se halla también en una versión moderna de India del Tipo I, pero muy estropeada, Suchier, Leiche 61-62 (A, C17, E1).
Desde luego se ve que hay versiones de los cinco tipos de nuestro Grupo Primero en la tradición medieval y moderna de Europa, pero del Tipo III no conozco yo en la tradición hispánica más que una versión, la de Timoneda, Patrañuelo 3, del siglo XVI. La versión de Timoneda es, al parecer, literaria, y la tan discutida versión de Masuccio no es de origen español. La supuesta versión hispánica primitiva no ha dejado ningún rastro notable en la tradición moderna. Véase, sin embargo, nuestro Tipo VIII. Las numerosas versiones hispánicas pertenecen a tipos muy distintos. Los cinco tipos del Grupo Primero, por consiguiente, son antiguos y modernos, si bien para el Tipo IV no conocemos por ahora versiones antiguas. Los tres tipos fundamentales del Grupo Segundo, en cambio, no están documentados en versiones antiguas. ¿Son de desarrollo moderno? En España no puede ser un desarrollo de los tipos del Grupo Primero porque, exceptuando la tan discutida versión de Timoneda del Tipo III, sólo el Tipo V de este grupo se halla en la tradición hispánica. Examinemos los tipos del Grupo Segundo. Grupo Segundo. Las versiones modernas del cuento de la mujer muerta accidentalmente. Los tipos primitivos y fundamentales del Grupo Segundo son tres: Tipo VI. Contiene elemento B, uno, dos o los tres de elementos D, D1, D2, y casi siempre elemento F4. Pertenecen a este tipo las siguientes versiones europeas, pero no llevan elemento F4, o lo sustituyen por F u otra variante de F, diferenciándose en esto de las versiones hispánicas: Campbell I, 15; Meier 66; Rittershaus 114; Wisser 29-35. Algunas otras versiones que cita Taylor en página 33 parece que pertenecen a este tipo, pero yo no las he examinado todas. Los rasgos dominantes de este tipo son elemento B, la muerte accidental de la mujer que viene a espiar para ver si puede descubrir el robo del rival pobre, elemento D y alguna variante, el entierro y desentierro de la muerta por parte del rival pobre para hacer dinero, y en la mayoría de las versiones alguna variante de elemento F, en las versiones hispánicas generalmente F4 ó F6. Muy pocas versiones de este tipo tienen variantes de elemento C de las versiones del Grupo Primero. Braga I, 109 lleva C y C6. Tipo VII. Contiene elemento B1 ó B2, uno, dos o tres de elementos E, E1, E2, E3, E4, y elemento F1, F4 ó F6, Elemento F6 se halla sólo en versiones de este tipo que llevan elemento F6, podemos tal vez establecer el Tipo VIIA. Pertenecen al Tipo VII las siguientes versiones europeas: Cosquin II, 80; Sébillot I, 36.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
El Tipo VII se diferencia notablemente del Tipo VI en el principio. La muerta no es una mujer muerta accidentalmente cuando va a espiar escondida en una caja a la casa del rival pobre, sino una pobre mujer muerta accidentalmente en la misma casa donde vive, generalmente por un tonto o borracho. Además, el Tipo VII sustituye dos o tres de elementos E, E1, E2, E3, E4, por el enterrar y desenterrar de elementos D y variantes del Tipo VI. En el final del cuento, el Tipo VII lleva a menudo elemento F6, último desarrollo de elemento F4, que no se halla en versiones del Tipo VI. Hay algunas variantes que hay que ajustarlas a uno de estos dos tipos fundamentales. En las siguientes versiones del Tipo VII hallamos algunos elementos de C a C23 del Grupo Primero: Cosquin II 80 lleva elemento C1; dos versiones hispánicas llevan elemento C6 (el saco con el muerto sustituido por un saco que contiene un cerdo) de las versiones medievales y otras, Mason-Espinosa PRF I, 75, y Portell Vilá 97. Tipo VIII. Contiene elementos B5, C6 ó variante, en una versión C4a y C16, F4 ó F5a. Este tipo del Grupo Segundo es notable por llevar tantos elementos (C4a, C6, C16) del Grupo Primero, y puede ser, como el Tipo V de este grupo, un eslabón entre los tipos de ambos grupos. Puede ser un desarrollo del Tipo III. Se halla sólo en versiones hispánicas, como más adelante veremos. Estos ocho tipos fundamentales son los que se pueden establecer de las numerosas versiones antiguas y modernas de nuestra tradición general para Oriente y Occidente. Todos los tipos están relacionados, y sólo un estudio completo y detallado, hecho a base de todas las versiones conocidas, un estudio semejante a los magistrales trabajos que han publicado Anderson para Kaiser und Abt y Vom alten Hildebrand, y Kurt Ranke para Die zwei Brüder puede modificar esta clasificación y establecer los tipos de una manera final y definitiva. El estudio definitivo de nuestro tema tiene que incluir también el estudio de las numerosas versiones de cuentos de tipos enteramente distintos, en los cuales han entrado algunos elementos de nuestro tema, Cuentos 33, 34, 172176, Unibos, Grimm 61, Cuentos 193, etc. Los tipos que con más frecuencia admiten elementos de nuestro tema son los tipos de Cuentos 193. Véase nuestro estudio de este cuento. Examinemos ahora las cuarenta y cuatro versiones hispánicas de nuestros cuentos. Ya queda dicho que en la tradición hispánica no hay más vestigios de las numerosas versiones europeas del Grupo Primero que la extraordinaria
versión de Timoneda, Patrañuelo 3. Por no hallar versiones de la tradición moderna que continúen un cuento muy semejante, hay que concluir o que la versión literaria de Timoneda no es de fuentes tradicionales hispánicas o que la tradición del Grupo Primero se olvidó por completo en España. El olvido completo de una tradición es muy inverosímil. Nuestro Tipo VIII es algo semejante. Por esto opino que los tipos del Grupo Primero nunca fueron conocidos en España, excepto en alguna versión literaria. El cuento del jorobadito de las Mil y una noches, conocido en versiones populares en Castilla y en Puerto Rico, puede ser de origen literario. Los verdaderos tipos tradicionales y antiguos, por más que los conozcamos solamente en versiones modernas, son para España los del Grupo Segundo. En el número de las cuarenta y cuatro versiones hispánicas, todas de la tradición moderna, no incluimos, por consiguiente, la versión literaria y única que conocemos, la de Timoneda. Menéndez y Pelayo y otros creen que está basada en la versión italiana de Masuccio (Orígenes II, lii, nota 4). Ya queda dicho que pertenece al Tipo III del Grupo Primero. Para la tradición hispánica no significa nada una sola versión literaria que no llegó a popularizarse. Tampoco incluimos en nuestro estudio de las versiones hispánicas la versión literaria de Palacio Valdés X, 279-288, interesante adaptación literaria de nuestra tradición, en la cual unos locos sacan un cadáver de una sala de disección y lo llevan a la casa de un hombre, le hacen salir de su casa con palabras injuriosas, y éste, para castigar su alevosía, «mata» al cadáver que los locos le ponen delante en el momento que descarga el golpe. Las cuarenta y cuatro versiones hispánicas consisten en ocho españolas peninsulares, treinta y una versiones españolas de América (nueve de éstas de Nuevo Méjico) y cinco versiones portuguesas. Tres versiones pertenecen al Tipo V del Grupo Primero, y treinta y seis pertenecen a los diversos tipos del Grupo Segundo. A continuación doy un análisis detallado de todas las versiones hispánicas. Tres versiones pertenecen al Tipo V, el tipo del jorobadito de las Mil y una noches, una versión castellana y dos de Puerto Rico: Espinosa, Castilla 332: A4, C, C13, C16, G. Mason-Espinosa PRF VI, 26: A4, C, C13, C16, G. Ibíd. VI, 28: A4, C, C13, C16, G. En la segunda versión de Puerto Rico hay una pequeña variación en el principio. Una mujer sola llama al cantor jorobado para que la divierta, y ella sola lleva el cuerpo del jorobadito a la puerta del médico en la primera aventura.
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V. CUENTOS PICARESCOS
Diez versiones pertenecen al Tipo VI, con elemento B en nueve versiones, 90%; elemento D en ocho versiones, 80%; D1 en cinco, 50%; D2 en dos, 20%; F4 en cinco, 50%. Cuentos 176: B, D, D1, D2. Mason-Espinosa PRF II, 44: B, D, D1. Mason, Tepecanos 20: B, D, F4. Rael 308: B, F4. Rael 309: B, D, F4. Rael 310: B1, D, F4. Rael 311: B, D, D1, F7. Wheeler 164 (mezclada con elementos de Cuentos 175): B. Wheeler 165: B, D, D1, D2, F4. Parsons, Cape Verde I, 125: B, D, D1. Hay, además, una versión mejicana, Wheeler 158, que pertenece a una variante extraordinaria de este tipo, un tipo enteramente nuevo, con elementos B6, D3, D4, D5: Una mujer muere de muerte natural y su marido la entierra con cien pesos para que «vaya al cielo». Un pícaro, amigo suyo, la desentierra, roba el dinero y lleva el cuerpo a la casa del viudo. Creyendo que su mujer necesita más dinero para salvarse, la hace enterrar con cien pesos más. El pícaro vuelve a desenterrarla. La entierran con cien pesos más, el pícaro la desentierra otra vez, y por cuarta vez el viudo hace enterrar a su mujer con doscientos pesos más. Todo lo roba el pícaro, la vuelve a enterrar y se marcha a otro pueblo. Veintitrés versiones, 52% de todas las versiones hispánicas, pertenecen al Tipo VII, con elemento B1 en veinte versiones, 87%; B2 en tres, 13%; E en ocho, 35%; E1 en diez, 43%; E2 en dos, 9%; F4 en cinco, 22%; F5 en una, 5%, y F6 en tres, 13%. Cuentos 189: B2, E1 (bis), F6. Espinosa, Castilla 328: B1, E2. Espinosa, Castilla 329: B2, E1, F5. (Elemento B2 es una variante en la cual un carretero mata a otro.) Andrade 1: B1, E2, F4. Andrade 2: B1, F6. Andrade 3: B1, E2, F4. Andrade 4: B1, E4. Andrade 6: B1, E5. Cabal CTA 169-173: B1, E, E1. Espinosa VII, 12 (I) (mezclada con elementos de Cuentos 168): B1, E, E1. Espinosa SFNM 53 (mezclada con elementos de Cuentos 168): B1, E, E1. JAFL XXXI, 473-474: B1, E.
JAFL XLV, 304-306 (mezclada con elementos de Cuentos 163 y 172): B1, E1. Mason-Espinosa PRF I, 75: B2, C6, E1, E3. Portell Vilá 97: B1, C6, F6. Radin-Espinosa 128: B1, E1. Rael 277: B1, E, E1. Rael 279 (mezclada con elementos de Cuentos 172): B1, E1. Rael 280: B1, E, F4. Wheeler 171 (mezclada con elementos de Cuentos 181188): B1, F4. Wheeler 173 (mezclada con elementos de Cuentos 181188): B1, F4. Parsons, Cape Verde I, 26 (mezclada con elementos de Cuentos 146 y Aarne-Thompson 327): B1, E, E5. Parsons, Cape Verde I, 26a (mezclada con elementos de Aarne-Thompson 327): B1, E, E5. Dos versiones, las dos castellanas y las únicas que establecen el tipo, pertenecen al Tipo VIII, el extraordinario tipo hispánico en el cual una mujer es desenterrada por su marido o hijo para quitarle el dinero o morcillas que se ha «llevado». Espinosa, Castilla 330: B5, C6, F5. Espinosa, Castilla 331: B5, C4a, C6, C16, F5. Quedan sin clasificar cinco versiones, Braga I, 109, Gomes 1, 74-76, Mason-Espinosa PRF I, 40, 41 y Wheeler 161. La versión portuguesa de Braga podría clasificarse como una variante extraordinaria de nuestro Tipo VII, con algunos elementos del Grupo Primero. Lleva elementos B, C, C6, E2 y F5a. La de Gomes, con elementos B3 y C, es muy fragmentaria. Las dos versiones de Puerto Rico son variantes imperfectas de nuestro Tipo VII. En versión 40 una mujer desea envenenar a un tonto, pero éste la da el veneno a su marido. Ponen entonces el cuerpo en el tronco de un árbol de un jardín. El amo del jardín sale y le «mata» (variante de elemento E1). En versión 41 un tonto canta como gallo en la chimenea del palacio, y el rey sale y le «mata». Ponen el cuerpo del muerto en un asno y los vasallos del rey le «matan» (elemento E1). Las dos versiones desarrollan, además, diversos elementos de Cuentos 181-188. La versión mejicana de Wheeler 161 es una mezcla curiosa de Cuentos 176 y Cuentos 193. Contiene variantes de elementos B y B2, elemento F1 de Cuentos 193, variante de E, y F3 de Cuentos 193: Empieza algo como Cuentos 193, elemento A. El hermano que pierde su vaca le echa la culpa a su hermana y la mata. Pone su cuerpo en una
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
troja y lo cubre con maíz. Allí llega el hermano y «mata a la hermana accidentalmente». Le paga a su hermano porque la entierre. Sigue elemento F3 de Cuentos 193, y otra vez le pagan al matador por enterrarla. Es una variante extraordinaria de nuestro Tipo VII. Las tres versiones de nuestro Tipo V y tres versiones del Tipo VII o variante, Braga I, 109, Mason-Espinosa I, 75 y Portell Vilá 97, llevan uno, dos y hasta tres elementos de las versiones medievales del Grupo Primero. La de Braga lleva, además, el extraordinario elemento F5a, la muerte del sacerdote que huye en su yegua del caballo que carga el cuerpo del muerto, cuando da con la cabeza contra la viga de un portón. En la tradición hispánica primitiva la forma fundamental del Tipo VI era tal vez B, D, D1, D2, F4, y la forma fundamental del Tipo VII era tal vez B1, E, E1, F4. Más tarde, cuando la nueva forma pasó a la América Española, ya se había desarrollado la variante VIIA, igual a VII, excepto que llevaba para elemento final F6 en vez de F4. Nuestra versión malagueña 176 es una buena versión del Tipo VI, pero, omite elemento F4. Nuestra versión montañesa 189 es una excelente versión del Tipo VIIA. Hay todavía otro grupo importante de cuentos relacionado con los dos grupos establecidos para Cuentos 176, 189 y los cuentos medievales, el grupo al cual pertenece el tipo de Cuentos 193, que más adelante estudiamos. En dos de los tres tipos de este grupo encontramos variantes muy notables del motivo de la mujer «varias veces muerta». En general, el grupo es tan diferente de los dos grupos que acabamos de estudiar, que hay que estudiarlo aparte. El episodio de la mujer «varias veces muerta» es fundamental en Cuentos 176, 189, pero no lo es en Cuentos 193. Las versiones de Cuentos 193 que llevan este episodio, elemento F y variantes, son las seis siguientes: Tipo I: Espinosa, Castilla 327; Andrade 15; Mason-Espinosa PRF II, 4b; Rael 304. Tipo II: Andrade 16; Mason-Espinosa PRF II, 4a. Véase nuestro estudio de este cuento.
C. El tonto y la princesa 177. La princesa que nunca se reía 178. La princesa que nunca se reía 179. El Conde Abel y la princesa 180. La camisa del día de la boda BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia 4, 38; Durán I, 308-316; Espinosa, Castilla 224, 232, 233, 234, 245; Michaëlis, Estudos 143; Sánchez Pérez 96.—Españolas de América: Andrade 22; Arellano 115; Espinosa SFNM 38, 60, 61, 67, 68, 69; JAFL XL, 137139; XLVIII, 166-167; Mason-Espinosa I, 18, 50, 51, 51a, 51b, 51c, 51d, 51e, III, 17a, 17b; Rael 9, 216, 236, 314, 315, 316; Wheeler 166, 167, 168, 169.—Portuguesas: Barbosa 12; Braga I, 93; Coelho 43, 45; RL XVIII, 210211; Romero I, 26.—Portuguesa de las islas de Cabo Verde: Parsons, Cape Verde 50.—Portuguesa de Goa, India: JAFL L, 30-32.—Italianas: Archivio V, 199; BoltePolívka I, 445-446 (Alamanni); Coronedi-Berti 15; Crane 110-114; Gonzenbach I, 18; Nerucci 22; Pentamerone IV, 10; Pitré II, 105; Straparola IV, 4.—Corsa: RTP XXII, 321-323.—Francesas: Cosquin II, 44; RTP XII, 538-540, XXIX, 79-80.—Bretonas: Luzel, Légendes II, 30; RTP IX, 272-293, XXII, 114-119; Sébillot I, 23.—Flamencas: De Mont y De Cock 143-151, 345-355.—Latinas: Philippson 4.—Alemanas: Alemannia XXIV, 181-182; Bolte-Polívka I, 444; Gesammtabenteur I, 10; Gredt 916; Grimm 52, 64, 165; Jahn 70-75; Jahn, Schwänke 10-18; Jegerlehner 112; Kuhn II, 13, 17; Lemke II, 101-106; Pröhle 2; Zingerle 2, 45; ZVFV XVI, 281-284.—Islandesas: Arnason II, 342; Rittershaus 47.—Danesas: Haavio II, 13-16.—Noruega: Stroebe I, 14.—Holandesas: Volkskunde II, 154-155, 155-157, 158-160, 161-167.—Irlandesa: Kennedy, Fireside Stories 114-116.—Inglesas de América: Gardner 137-139; JAFL XLVII, 297.—Finlandesas: Aarne FM 900; FL V, 323-324.—Eslavas: Tille 233-234, 235237, 239-240, 243-245.—Gitanas: Germania XXXIII, 342-347.—Griega: Hahn II, 113.—Árabes: RTP XXIV, 4-20.—Africana de América: Parsons, Andros 77.—Indias de Norteamérica: JAFL XXIX, 337-340, XXXV, 74-76; Thompson NAI 86.—Filipina: Fansler 35.—Clasificación y estudios especiales: Aarne, Estnische Märchen 570, 571, 850, 853, 900; Aarne-Thompson 570, 571, 850, 853, 900; Bolte, Singspiele 31-34; Bolte-Polívka I, 443-449, II, 39-44, III, 267-274; Chauvin V, 128-129; Cosquin II, 100-101; Espinosa, en Homenatge a Antoni Rubio i Lluch III, 621-629; Hackman 900; Histoire Littéraire XIX, 734-749; Liebrecht 116-117; Maspéro 184-185;
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V. CUENTOS PICARESCOS
Michaëlis, Estudos 133-153; Philippson 3-101; Thompson ENAI 411-414; Volkskunde II, 153-167; ZVFV VI, 67; Thompson D733, F54, F54.1, F54.2, H341, H341.1, H341.2, H341.3, H342, H342.1, H461, H465, H1112, K1331, K1358, K1361, K1815, K1816.7, K2112.1, L113.1.0.1, T45, T455.1. El estudio preliminar del tema de la princesa orgullosa que rechaza a todos su pretendientes, y a uno en particular por un motivo especial, falta de maneras cortesanas, fealdad personal, etc., ha sido trazado por Bolte y Polívka en su estudio del cuento de Grimm 52, en I, 443-449, y por Ernst Philippson en FFC L, 1-99. El interesante estudio de Philippson reúne la mayor parte de las versiones europeas y orientales publicadas hasta el año 1923, la fecha de su publicación, organiza los materiales para cada país de Europa, y trata de establecer de una manera general los arquetipos para cada región, pero deja mucho que desear. Son de grande interés y de importancia especial las observaciones que hace sobre los tipos del cuento de desarrollo cortesano durante la Edad Media, pero algunas de sus conclusiones no me parecen justificadas. Es muy dudoso, que el tipo fundamental del cuento sea de origen germánico, como Philippson cree, y así no debemos tomar muy en serio su afirmación que el motivo de la venalidad para ganarse el amor de la princesa orgullosa es de origen juglaresco y no germánico. ¿Desde cuándo se ha creído que la venalidad es patrimonio único de los pueblos románicos, y que en los países germánicos no tuvieron igual desarrollo que en otros países de Europa las costumbres e ideas juglarescas? La teoría, al parecer preconcebida, de que el tema es de origen germánico, y la otra de que la moral de algunas versiones no puede ser germánica, sorprenden al investigador en una obra que en algunos casos le ofrece tan valiosas conclusiones. El estudio definitivo de nuestro cuento, por consiguiente, está todavía por hacer. Como en muchos otros casos de cuentos que se documentan en versiones muy semejantes y en otras muy diversas, primero tenemos que saber qué versiones hay que incluir como pertenecientes al tema fundamental. En páginas 80-82 de su estudio, Philippson habla con toda claridad de esta dificultad preliminar, pero después no hace una clasificación definitiva de los tipos que en realidad pertenecen al tema fundamental. El número de versiones que examina no es bastante grande para hacer una clasificación definitiva. Para la tradición hispánica sus materiales son muy insignificantes, tres versiones; y no hay prueba alguna para creer, como él cree, que las versiones hispánicas sean de origen francés e italiano. Como veremos más adelante, yo he examinado cuarenta y ocho versiones
hispánicas, que se dividen en seis tipos diferentes, todos bien conocidos en la tradición de Europa, pero no podemos decir ahora en qué país o países se formaron primeramente estos tipos. En las observaciones siguientes no pretendo yo hacer el estudio definitivo de nuestro tema. Examinaré las versiones hispánicas en todos los elementos que las constituyen y haré una clasificación definitiva de sus tipos, para establecer de una manera general su relación con los tipos semejantes de Europa, para determinar, en fin, qué versiones hay que incluir y cuáles hay que descartar del material que verdaderamente pertenece al tema de la princesa orgullosa que rechaza a todos sus pretendientes, y a uno por motivos especiales, para ser después deshonrada por su novio disfrazado de mendigo, criado, juglar, etc. El cuento de la princesa que nunca se reía resulta en la tradición hispánica un cuento de tipo muy distinto de los otros, que tal vez hay que estudiar aparte, pero en Cuentos 177, y en alguna que otra versión, lleva los importantes elementos del engaño de la princesa con las prendas preciosas, que la llevan a su deshonra y humillación, fundamentales en las versiones típicas de nuestro tema de la princesa orgullosa. Reuniendo para el estudio siguiente todas las versiones hispánicas de estos dos temas al parecer distintos y clasificando todos los elementos fundamentales que las constituyen, podemos ver claramente su relación y sus diferencias notables. Entre unas y otras las cuarenta y ocho versiones hispánicas contienen los siguientes elementos o motivos fundamentales: A. Una princesa orgullosa rompe con su prometido porque no tiene maneras cortesanas. Cuando come, se le cae la comida en la barba; recoge y se come una guinda, granada, manzana u otra fruta que se le cae al suelo; se mancha la ropa con la comida; o divide una pera o manzana, da una parte a su prometida y se mete la otra mitad en la boca. A1. Una princesa orgullosa rechaza a todos sus pretendientes, hallándoles faltas a todos. En algunas versiones el rey, su padre, promete casarla con el primero que se presente, ya sea rico o pobre. A2. Una princesa orgullosa rechaza a todos sus pretendientes. No se dice por qué motivo. A3. Un rey promete su hija en matrimonio al que adivine dónde tiene un lunar, pelo o pelos la princesa; o al que adivine de qué material es un artículo de vestir de la princesa. A3a. Un rey promete su hija en matrimonio al que le cuente la mentira más grande. A3b. Un rey promete su hija en matrimonio al más rico de sus pretendientes.
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A4. Un rey promete su hija en matrimonio a quien la haga reír. A5. Un rey promete su hija en matrimonio a quien la sane de una enfermedad. A6. Una princesa rechaza a su novio porque es pariente suyo. A7. Un joven se hace el tonto para poder visitar a su novia. B. El novio rechazado se marcha, pero vuelve disfrazado de mendigo, o criado, provisto de tres objetos maravillosos, o de tres prendas preciosas. En algunas versiones un desconocido le regala los tres objetos maravillosos. B1. El novio vuelve de violinista o cantor. B2. El novio disfrazado declara que ha hallado las tres prendas preciosas en el jardín del palacio donde trabaja. B3. El novio vuelve de vendedor de puercos. B3a. El novio rechazado vuelve disfrazado de mendigo o pastor, y a veces «tuerto», y cuenta la mentira más grande. B4. Un desconocido, generalmente un tonto, de maneras muy diversas, hace reír a la princesa. B5. Un príncipe u otro personaje principal llega adonde otro príncipe está para casarse con una princesa, provisto de tres prendas preciosas, y se propone casarse él mismo con la novia. C. Al que hace reír a la princesa le exige el rey tres tareas. La primera tarea es por regla general cuidar de cien liebres sin que pierda ninguna. C1. La segunda tarea es por regla general llenar un saco de verdades o de mentiras. C2. La tercera tarea es que duerma con la princesa y con otro pretendiente y que amanezca abrazado con la princesa. C3. Otras tareas difíciles. D. El mendigo o criado de A y variantes se presenta en el palacio para vender sus prendas preciosas o enseñar sus objetos mágicos. Vende la primera de tres prendas o el primero de tres objetos maravillosos a la princesa por verle el pie, por darle un abrazo o por dejarle dormir en la sala de sus habitaciones. D1. Vende la segunda prenda por verle a la princesa la rodilla, el tobillo, por otro abrazo, un beso, o por dormir en la antecámara de sus habitaciones. D2. Vende la tercera prenda por dormir con la princesa, o porque prometa decir siempre no o siempre sí y así duerme con ella. D3. Cuando duerme con la princesa o en su habitación, el protagonista sólo se escapa con la camisa del día de la boda de B5, o bien sólo consigue que la princesa le diga dónde tiene el pelo, pelos, o lunar de A3.
D4. El protagonista adivina la verdad de A3. D5. Se burla de la princesa, de la reina y del rey, y así llena su saco de verdades. D6. La princesa se entrega al pretendiente disfrazado por amor. E. El mendigo o criado se marcha del palacio del rey con su prometida. En la mayoría de las versiones se marchan los novios por necesidad cuando la princesa ya está encinta. E1. La princesa sufre muchos trabajos y humillaciones en el camino y al llegar al palacio del príncipe disfrazado de mendigo. E2. Alude con tristeza al rico y noble pretendiente por ella rechazado. E3. Llegan a una choza miserable, donde su marido la pone a vender cacharros. Él mismo, disfrazado, se los rompe. F. Reconocimiento y bodas. Cuando llegan a los palacios del príncipe éste abandona su disfraz, se hace conocer y celebra sus bodas con pompa y alegría. F1. Boda estorbada. Este elemento se halla en las versiones que contienen elemento B5. El héroe muestra la camisa robada y se casa con su novia. F2. Bodas. Las versiones hispánicas se dividen en tres grupos fundamentales y diferentes. Grupo Primero. El cuento de la princesa orgullosa humillada por un pretendiente desdeñado. Tipo I. Contiene uno de los elementos A, A1 A2, elemento B o B1, elementos D, D1, D2, algunas veces elemento E, elementos E1, E2 y elemento F. Este es el tipo primitivo y fundamental de toda Europa. Nada tiene de germánico ni en su origen ni en su desarrollo. Es la forma general y fundamental que por caminos muy distintos de los míos establece Philippson en páginas 86-87 para toda Europa. Pertenecen a este tipo las cuatro versiones siguientes: Cuentos 179, con elementos A, B, B2, D, D1, D2, E, E1, E2, F; Durán I, 308-316, con elementos A, B, D, D1, D2, E, E1, F; Espinosa, Castilla 233, con elementos A, B, D, D1, D2, E, E1, E2, F; Espinosa SFNM 61, con elementos A, B1, D, D1, D2, E1, F. Hay además cuatro variantes notables: Cuentos 177, que lleva el principio del Tipo V, con elementos A4, B, D, D1, D2, F2; Sánchez Pérez 96, con elementos A4, B, D, D1, D2, F2, y detalles sacados de elementos de Cuentos 153; la versión castellana incompleta del siglo XVIII, Michaëlis, Estudos 143, con elementos E, E1, F; y la
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versión portorriqueña de Mason-Espinosa PRF I, 51e, con elementos A, A3, B3, D, D1, D2, D4, E1, E2, F.
D, D1, D4, F2, 51c, con A3, B3, C2, D, D1, D2, D4, F2, 51d, con A3, B3, D, D1, D2, D4, F2.
Tipo IA. Este tipo es idéntico al Tipo I, excepto que carece de los importantes elementos D, D1, D2. Es a todas luces una variante antigua del tipo primitivo y fundamental. Pertenecen a este tipo las cuatro versiones siguientes: Ampudia 38, con elementos A, A1, B, E1, E2, F; MasonEspinosa PRF III, 17a, con A1, B, E1, E2, F, y 17b, con A1, B, E1, E2, F. Hay además una variante incompleta: Espinosa, Castilla 232, con elementos A1, F2, E1, E2, E3 y variante de F1.
Tipo IVA. Mezcla de Tipo IV y Tipo I del Grupo Primero. Pertenece a este tipo una versión: Mason-Espinosa PRF I, 51e, con elementos A, A3, B3, D, D1, D2, D4, E1, E2, F.
Tipo II. Este tipo es idéntico a IA, pero lleva además el importante elemento D6 (la princesa se entrega al desconocido por amor). Es un desarrollo enteramente nuevo, y se halla en la tradición hispánica solamente en las cuatro versiones portuguesas, una de ellas la famosa del Don Duardos de Gil Vicente: Barbosa 12, con elementos A, B, D6, E1, F; Coelho 43, con elementos A, B, D6, E1, E2, F; Gil Vicente II, 181-251, con B, D6, E1, F; JAFL L, 30-32, con elementos A, B1, D6, E, F. Tipo III. El tipo hispánico de la boda estorbada. Es un tipo semejante al Tipo I, pero carece de elementos E, E1, E2, y termina con los detalles de la boda estorbada, mediante elemento D3, que se halla con ligeras variantes en algunas versiones de Cuentos 5-8 (elemento F1). Pertenecen a este tipo las cinco versiones siguientes: Cuentos 180, con elementos A6, B, D, D1, D2, D3, F1, F2; Espinosa, Castilla 234, con elementos A7, variante de B5, D, D1, D3, F1; Espinosa SFNM 60, con B5, D, D1, D2, D3, F1, F2; JAFL XL, 137-139, con elementos A3b, B, D1, F2; Coelho 45 (incompleta), con A2, C, D2, F1, F2. Grupo Segundo. El cuento de la princesa prometida al que adivine en qué parte de su cuerpo tiene un pelo, un lunar, etc. Véase Cuentos 12, que pertenece a un tipo de cuento, Aarne-Thompson 850, Grimm 114, relacionado con los cuentos de este grupo. Tipo IV. Contiene elementos A3, B3, algunas veces C2, los importantes elementos del engaño de la princesa con las tres prendas preciosas, D, D1, D2, en este caso tres preciosos porceles, elemento D4 y F2. Pertenecen a este tipo las seis versiones siguientes: Andrade 22, con elementos A3, B3, C2, D, D1, D2, D4, F2; Arellano 115, con A3, B3, D, F2; Mason-Espinosa PRF I, 51, con A3, B3, C2, D, D1, D2, D4, F2, 51a, con A3, B3,
Tipo IVB. Esta variante extraordinaria del Tipo IV lleva elementos A, A3a, B3a, F2. Es el cuento de la princesa orgullosa que rechaza a todos sus pretendientes y que su padre promete en matrimonio a quien diga la mentira más grande. Es un tipo relacionado con el de Aarne-Thompson 852, Grimm 112, pero es mucho más sencillo y termina con el matrimonio del héroe con la princesa. Pertenecen a este tipo tres versiones hispánicas. Dos de ellas son versiones perfectas del tipo, con los elementos arriba citados: Espinosa, Castilla 224; Wheeler 169. Aun los detalles de la mentira son idénticos en las dos versiones. Una versión, la andaluza de FCaballero 1, 78-80, lleva elementos A3a y B3a, pero falta elemento F2. La princesa no se casa con el pastor embustero, pero le hace director de la Gaceta. Grupo Tercero. El cuento de la princesa que nunca se reía. Véase Aarne-Thompson 571-574. Tipo V. El cuento de la princesa que nunca se reía y a quien un desconocido hace reír ese maneras muy diversas. Contiene elementos A4, B4, algunas veces uno, dos o los tres de elementos C, C1, C2 y elementos F2. Pertenecen a este tipo las diez versiones siguientes: Cuentos 178, con elementos A4, B4, C, C1, C2, F2; JAFL XLVIII, 166-167, con elementos A4, B4, F2; MasonEspinosa PRF I, 18, con A4, B4, F2, 50, con A4, B4, C2, F2, 314, con A4, B4, F2, 315, con A4, B4, F2, 316, con A4, B4, C, C1, C2, D5, F2; Wheeler 167, con A4, B4, F2, 168, con A4, B4, F2; Romero I, 26, con A4, B4, (y termina como Aarne-Thompson 559). Tipo VI. Cuento muy semejante al Tipo V, pero que termina de una manera muy diferente, con los detalles de la apuesta que el pretendiente victorioso hace con su amo u otro, que la princesa con quien ya se ha casado le va a llevar la comida al campo donde trabaja con otros labradores. Pertenecen a este tipo las tres versiones hispánicas siguientes Espinosa SFNM 68, con elementos A4, B4, F2 y los otros detalles arriba mencionados; Espinosa SFNM 69, con los mismos elementos; Wheeler 166, con los mismos elementos.
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Quedan sin clasificar las cuatro siguientes versiones hispánicas: Ampudia 4, con elementos A5, C, C1 y F2; Espinosa, Castilla 245, mezcla extraordinaria de elementos de Aarne-Thompson 921, Cuentos 15, con Aarne-Thompson 853, con elementos D2 y F2 de nuestro tema; y Braga I, 93, y Parsons, Cape Verde I, 50, versiones obscenas que desarrollan solamente la variante de D2, decir siempre que no. Véase para el último motivo, Bolte, Singspiele 31-33, y Aarne-Thompson 853, IV. Todas estas versiones están relacionadas, pero es muy dudoso que la relación sea original y primitiva. El Grupo Primero es, desde luego, el verdadero grupo del cuento de La princesa orgullosa, Aarne-Thompson 900, el que estudia Philippson. El Grupo Segundo, el cuento de las señales de nacimiento de la princesa, es en realidad un cuento de origen y desarrollo enteramente distintos, AarneThompson 850, que en algunas versiones de nuestro Tipo IV lleva los elementos del engaño de la princesa por medio de tres preciosos porceles, desarrollados de los elementos D, D1 y D2 de las versiones del Grupo Primero. El Tipo IV lleva también los elementos de las tareas difíciles, elementos C, C1, C2, que se han incorporado en algunas versiones de los tres grupos de nuestros cuentos, por ejemplo en Coelho 45 del Tipo I, en Andrade 22 y Mason-Espinosa PRF I, 51, 51a, 51c, del Tipo IV, y en Cuentos 178, Mason-Espinosa PRF I, 50, y Rael 316 del Tipo V, y se hallan en otros tipos semejantes. Véanse para todo esto mis estudios de Cuentos 5-8 y 12, Aarne-Thompson 851-853. Elementos C y C1, cuidar liebres y llenar un saco de verdades o mentiras, se hallan también en algunas versiones del Grupo Tercero, y son elementos importantes de cuentos de tipos muy distintos, como en Aarne-Thompson 570 y Grimm 165. El Grupo Tercero, el de La princesa que nunca se reía, tiene en la tradición de Europa tipos muy diversos, AarneThompson 559, 571-574, Grimm 64 (véase Bolte-Polívka II, 39-44), Pentamerone III, 5, etc. De los dos que hallamos en la tradición hispánica, el Tipo V es uno de los más corrientes en Europa, pero sin elementos C, C1, C2, que, como ya queda dicho, pertenecen propiamente al Grupo Segundo, y el Tipo VI parece de desarrollo hispánico. Cuentos 177-180 pertenecen, por consiguiente, a tres tipos de cuentos muy distintos, por más que en las versiones actuales algunos de sus elementos fundamentales pasen de unos a otros, o bien pertenezcan a otros tipos semejantes. Cuentos 177, variante incompleta del Tipo I del Grupo Primero, empieza con elemento A4 del Tipo V del Grupo Tercero, pero cambia al Tipo I con elemento B, y así termina regularmente, excepto que no lleva ninguno de elementos E, E1, E2. Cuentos 178 es una excelente versión del Tipo
V, y añade los elementos ajenos C, C1, C2. Cuentos 179 es una versión perfecta del Tipo I. Cuentos 180 es una versión perfecta del Tipo III del Grupo Primero, el tipo hispánico de la princesa orgullosa y la boda estorbada. Tres versiones, Cuentos 177, 179 y 180, pertenecen al Grupo Primero, y una versión, Cuentos 178, pertenece al Grupo Tercero, La princesa que nunca se reía. La manera de cómo el protagonista hace reír a la princesa, crepitus ventris, es un desarrollo vulgar tal vez de origen moderno. De las tres versiones del Grupo Primero solamente dos están completas, Cuentos 179 y 180, y las dos pertenecen a tipos diferentes, el original y primitivo, Tipo I, y el semejante de La boda estorbada, Tipo III. El elemento nuevo de la boda estorbada del Tipo III parece de desarrollo hispánico. Su origen hay tal vez que explicarlo como desarrollo del motivo semejante de otros cuentos en los cuales la heroína y esposa o primera novia, también provista de tres objetos maravillosos, compra de la nueva novia tres noches con el príncipe encantado para recordarle su vida pasada, y por fin desbarata la nueva boda y se marcha con su marido o novio, Cuentos 122-125, 127130, Aarne-Thompson 313, 425, etc. Al Tipo I, el original y primitivo de la princesa orgullosa, pertenecen sólo cuatro versiones hispánicas completas, una leonesa de Astorga, la literaria y artificial de Durán I, 308316, una castellana y una nuevomejicana. Cuentos 179: A, B, B2, D, D1, D2, E, E1, E2, F. Durán: A, B, D, D1, D2, E, E1, F. Espinosa, Castilla 233: A, B, D, D1, D2, E, E1, E2, F. Espinosa SFNM 61: A, B1, D, D1, D2, E1, F. Al Grupo Primero, sin embargo, que incluye todas las versiones del cuento de la princesa orgullosa que desdeña a sus pretendientes en sus tres Tipos I, II y III, pertenecen veintiuna versiones hispánicas, completas e incompletas, 43% de todas. Tipo I: Cuentos 177, 179; Durán I, 308-316; Espinosa, Castilla 233; Espinosa SFNM 61; Michaëlis, Estudos 143; Mason-Espinosa PRF I, 51e. Tipo IA: Ampudia 38; Espinosa, Castilla 232; MasonEspinosa PRF III, 17a y 17b. Tipo II: Barbosa 12; Coelho 43; Gil Vicente II, 181251; JAFL L, 30-32. Tipo III: Cuentos 180; Espinosa, Castilla 234; Espinosa SFNM 60; JAFL XL, 137-139; Coelho 45. Los orígenes del cuento de la princesa orgullosa han sido estudiados por Bolte y Polívka y por Philippson, como ya queda dicho. Hay una versión alemana del siglo XIII, la de Konrad von Würzburg (véase Gesammtabenteur 10); no es versión del Tipo I por mí establecido, y considerado como general y fundamental por Philippson en páginas 86-87.
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Pertenece al Tipo II, como la versión de Don Duardos de Gil Vicente, en la cual la heroína se entrega al desconocido por amor, elemento D6. Hay versiones alemanas modernas semejantes. Véase Bolte-Polívka I, 444. Philippson considera a este tipo una elaboración posterior a las primitivas del Tipo. La versión de Jon Haldórsson del siglo XIV, de origen francés, Clarussaga (Philippson 4), es una versión perfecta del Tipo I, fundamentalmente idéntica a Cuentos 179. En el siglo XVI se documentaron dos versiones italianas, la de Luigi Alamanni (Philippson 4-5) y la del Pentamerone IV, 10, las dos excelentes versiones del Tipo I. Hay versiones semejantes en la tradición moderna de Italia, por ejemplo Pitré II, 105. Las versiones francesas modernas son en su mayor parte del Tipo II, como la de Don Duardos de Gil Vicente, y la antigua versión de Konrad von Würzburg del siglo XIII: Cosquin II, 44; RTP XII, 538-540.
D. Juan tonto 181. Juan el tonto y María la Lista 182. Juan el Tonto y María la Lista 183. Juan Tonto y su mujer 184. Juan Tonto va a vender miel 185. Las señoritas del manto negro 186. Juan el Tonto 187. Juan Tonto 188. Juan Tonto 147. El anillo de la princesa (primera parte) BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia 42; Cuentos 147; Curiel Merchán 47-49, 5557, 97-99, 303-305, 361-367, 370-372; Espinosa, Castilla 250, 251, 351, 359, 363, 369, 371, 372, 373, 374; Sánchez Pérez, 71.—Españolas de América: Andrade 7, 9, 26; Arellano 116, 117, 118, 119, 120, 122, 123; Cadilla de Martínez, Cuentos 43-49, 51-53, 55-59, 61-63, 65-67, 8184; Di Lulio 205-210; JAFL XXXI, 473-474, XLII, 160, XLV, 350-352, XLVIII, 170-171; Mason-Espinosa PRF I, 1a, 1b, 1d, 1g, 2, 3, 4, 4a, 4b, 4e, 4f, 5, 7, 7a, 11, 14, 25, 25a; 25b; 41; 48; 54; 55; 56; 69; Montenegro 51-54; Rael
326, 331; Rael, Apéndice 31; TFSP XII, 47-49; Wheeler 158, 171, 172, 173.—Portuguesas: Athaide Oliveira II, 354, 361, 397; Barbosa 35; Braga I, 75, 114; Vasconcellos, Tradicões 294-295.—Portuguesas de las islas de Cabo Verde: Parsons, Cape Verde 65, 93.—Portuguesas de Brasil: Gomes I, 64-74; Romero III, 14.—Catalanas: Alcover II, 166-173, III, 177-190, VIII, 24-40; Maspons y Labrós III, 44-48, 93-100.—Italianas: Andrews 22; Archivio X, 4756, 313-315, XXIV, 153-154; Bertoldo 117-118, 147-148, 173; Busk 369; Busk, Roman Legends 371-374; Crane 99, 100, 104; Gonzenbach 37, 82; Köhler I, 336-341; Morlini 49; Nerucci 21, 35; Pentamerone 1, 4; Pitré III, 189, 190 (trece versiones); Schneller 57; Straparola XIII, 4.—Francesas: Bladé III, 104-119, 123-129; Carnoy 3942, 267-273; Carnoy, Picardie 178-185, 189-195; Cosquin I, 22, II, 58, 63, 178-183; Köhler I, 97-99; La Tradition XXI, 193-197, 200-202; Meyrac 434-439; Pineau, Contes 273-289; RLR XXIX, 149, 152, XXXI, 578-582; RTP V, 560-561, XI, 359-361, 460-461; Sébillot, Auvergne 8189; Sébillot, Landes 261-265.—Francesas del Canadá: JAFL LIII, 149-151; Lambert-Lanctot 102.—Francesa de Misuri: Carrière 63.—Francesas de Haití: JAFL L, 274-281, 284-288.—Flamencas: De Mont y De Cock 99-104, 116119, 120-121, 191-193, 193 (nota), 202-206, 207-209; RTP V, 249; Volkskunde I, 8-9, II, 48, X, 36-38.—Belgas: Wallonia I, 98-99, 118-119, III, 132.—Bretonas: Luzel III, 393-399; RTP XI, 437-439, 439-442, 504-506, XII, 50-52, XXIV, 140-143; Sébillot I, 33; Sébillot, Joyeuses Histoires 148-160 (tres versiones).—Vascuences: Cerquand II, 1011, 12-16; Vinson 93-98; Webster 6-10.—Latina: Hervieux II, 195.—Alemanas: Bebel I, 26, III, 148; Bechstein, Sagenschatz I, 38; Birlinger 2, II, 367-369; Boner 36; Busch 36; Firmenisch III, 510; Grimm 32, 59; Haltrich 65, 66; Jahn 16; Jahn, Schwänke 48-53, 100-110; Jegerlehner 136-139; Jegerlehner, Unterwallis 30-34, 83-84; Knoop, Volksagen 114-116; Kuhn-Schwartz 355-356; Lemke II, 251-252; Meier 52; Montanus 259-260; Schambach-Müller 28; Waldis, Esopus II, 99; Wendunmuth I, 81;.Zaunert 93-94; ZFDM II, 386-388; ZFDPh VIII, 79-80, 91-99; Zingerle 1, 24, 50-51, 254-258; 2, 34, 48, 255; ZVFV VI, 73, XVI, 281.—Islandesas: Arnason II, 606-609; Rittershaus 96, 112, 114, 350.—Holandesas: Germania XIV, 88-89; Volkskunde XIII, 119-121, XIV, 115-117, XV, 231-232.—Inglesas: Chambers 101, 251.—Escocesa: Campbell II, 48.—Eslavas: Anthropophyteia IV, 387-389; Krauss I, 52, II, 232-235, 237-239; Leskien-Brugman 38, 467-469; Ralston 4953; Schischmanoff 94; ZVFV IX, 403-405.—Gitanas: Groome 70-71.—Magiar: Jones-Kropf 80-83.—Griegas: Halm I, 34, II, 126; Legrand 177-180.—Berberiscas:
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Rivière 179-182; RTP XI, 498-499; Stumme, Tazerwalt 7, 22.—Judía: RTP VIII, 28-29.—Africanas: Baissac 68-74; Frobenius I, 216-221.—Africanas de América: Beckwith 109; Parsons, Andros 46.—Antillanas: Parsons, Antilles I, 89-90, 139, 266-267, 337-338, II, 44-45, 191-192, 240241, 342-343, 142, 534; Schont 27-37.—Indias: Indian Antiquary IV, 257-259; Jataka 44, 45; Panchatantra I, 293, 478, II, 154-155; Panchatantra, Alemany I, 22; Parker 58; Swynnerton 13.—Indias orientales: De Vries, Oost Indië II, 6-10.—Indias de Norteamérica: Benedict, Cochiti 180; Mason, Tepecanos 19; Thompson NAI 87.—Chinas: Chavannes II, 254, 281; Eberhard 269-273, 277.—Filipinas: Fansler 20c, 49; JAFL XX, 106-107.—Clasificación y estudios especiales: Aarne, Estnische Märchen 1381, 1642; Aarne-Thompson 1006, 1009, 1381, 1586, 1642, 1643, 1653A, 1685, 1696; Archiv SP XXII, 309; Archivio X, 45-47; Boccaccio VIII, 6; Boggs 1586, 1642, 1643, 1653, 1683A, 1685, 1690, 1693, 1696, 1703, 1705; Bolte-Polívka I, 5960, 311-322; Cerquand II, 11-12; Chauvin II, 118, VI, 125126, VII, 155-158; Clouston I, 55-57, II, 255-256; Cosquin I, 238-245, II, 178-183; Crane 293-294, 378-380; De Mont y De Cock 104-105; FFC 37, 1210, 1386; Hackman 1381, 1685; Köhler I, 97-99, 99-100, 336-338, 341-342, 436-437; Max Müller II, 229-230; Meyrac 439-440; Montanus 591; Panchatantra I, 292-293; Parsons, Antilles III, 206; Pitré III, 371-379; RTP XI, 498-499, 499; Schumann 391-392; Thompson ENAI 416-419; Volkskunde X, 38-43; ZFDPh VIII, 73-101; ZVFV VI, 73, 269-271; Thompson J1193.1, J1851, J1851.1.2, J1853, J1853.1, J1853.1.1, J1881, J1881.1, J1881.3, J1881.2.1, J1902.1, J1904.1, J1911.1, J2080, J2129.4, J2133.6.1, J2461.1.1, J2462, J2462.2, K335.1.1, K825, K1442, K1462, T251.6. Los cuentos de Juan Tonto, personaje tradicional que todo lo hace mal, pero no de propósito como el pícaro Pedro de Urdemalas, sino porque es tonto y no sabe lo que hace, son popularísimos en la tradición de Europa, y no son desconocidos en la tradición oriental. Dos o tres de los elementos que constituyen las numerosas versiones pueden ser, y en muchas versiones son, versiones completas, chistes o cuentecillos populares que se cuentan de un tonto. Un buen cuentista, uno que sabe una larga serie de los elementos de estos cuentos los reúne a veces en una sola narración, como la buena viejecita castellana que me contó Cuentos 181, con once elementos de nuestra clasificación, el más largo de todos los cuentos hispánicos de Juan Tonto que yo conozco; pero algunos de éstos y otros elementos se hallan muchas veces unidos a otros en tantas y tan diferentes versiones que sería imprudente considerar a esta versión como un tipo fijo. Cuentos 183 y 185, por otra
parte, con elementos que desarrollan una narración completa y lógica, ninguno de los cuales puede omitirse, pueden representar verdaderos tipos de nuestros cuentos. Las versiones hispánicas que yo he examinado de todos estos cuentos son ciento dos: veintiséis españolas peninsulares (nueve de ellas las que ahora estudiamos, Cuentos 147, primera parte, y Cuentos 181-188); sesenta españolas de América; diez portuguesas y seis catalanas. La mayoría de ellas son muy breves, y reúnen dos o tres o cuatro elementos de nuestra clasificación, y de maneras muy diversas, a menudo mezclados con elementos de otros cuentos. El elemento de la abuela o madre muerta accidentalmente, elemento B1 de nuestra clasificación de Cuentos 176, 189, y aun motivo o motivos del cuerpo varias veces «muerto», elementos D, E, F, y sus variantes de estos cuentos, se halla en algunas versiones hispánicas de Juan Tonto, por ejemplo en Mason-Espinosa PRF I, 41, y Wheeler 171, 173, tal vez por confusión con el motivo semejante del hermanito accidentalmente muerto por el tonto de algunas de las versiones de Juan Tonto, elemento G de nuestra clasificación. Siendo tan breves la mayoría de nuestras versiones y tan variables sus elementos, sustituyéndose unos por otros en versiones muy semejantes, no es posible con los materiales que ahora poseemos establecer los tipos de una manera satisfactoria. Quince de las ciento dos versiones hispánicas documentan solamente el chiste del tonto que les vende la miel a las moscas, se queja ante el alcalde y da un palo en la cabeza al alcalde, o a otra persona para matar una mosca, elementos F y F2 de nuestra clasificación. Este chiste tal vez habrá que considerarlo también como un tipo definitivo, porque se halla también algunas veces en versiones más largas, Cuentos 184, 185, Maspons y Labrós III, 93-100, etc. El cuentecito del tonto que lleva una puerta arriba de un árbol o la sube al techo de su casa, y la deja caer sobre unos ladrones, y recoge su dinero cuando éstos huyen, es también frecuente como versión completa, elementos I-I3 de nuestra clasificación. Se halla en nueve versiones hispánicas que no llevan otros elementos, pero se halla también en versiones que contienen muchos otros elementos, como Cuentos 184, Ampudia 42. Este motivo es muy bien conocido en la tradición de Europa, ya sea como cuentecito separado y completo o como elemento de versiones más largas, y se halla hasta en cuentos de tipos enteramente diferentes de los que ahora estudiamos: Aarne-Thompson 1653, Parsons, Cape Verde I, 65, Grimm 59, elemento F, etc. La clasificación siguiente de los elementos de los cuentos de Juan Tonto incluye solamente las nueve versiones que ahora estudiamos, Cuentos 147, primera parte, y Cuentos
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V. CUENTOS PICARESCOS
181-188. Contienen estas versiones entre unas y otras los siguientes elementos o motivos fundamentales: A. Juan va a cierto pueblo por un cochinito. Suelta el cochinito y le dice que se vaya «ande la María», pero el cochinito no llega a su casa. A1. Juan va a comprar un cochinito. Le piden sólo veinte duros por él, pero insiste en pagar veinticuatro porque eso le habían dicho que pagara. B. María le dice que debió atar el cochinito a la cola del asno. Le envían a comprar una caldera. La ata a la cola de su burra y llega a casa toda rota. B1. María le dice que debió traer la caldera puesta a la cabeza. Le envían por pez para arreglar la caldera, la lleva en la cabeza, se derrite, y Juan llega a casa pegado a la silla. B2. María le dice que debió traerla envuelta en un trapo mojado con agua. Le envían a comprar sal. La envuelve en un trapo, viene mojando el trapo a menudo, y cuando llega a casa toda la sal ha desaparecido. B3. María le dice que debió traer la sal en las alforjas de la silla. Le envían a comprar unos cacharros, los trae en las alforjas, y llegan todos rotos. B4. Envían a Juan a traer agua en un cántaro. Ata el cántaro a un cochinito y se hace pedazos. B5. Envían a Juan a llevar un cubo al río. Lo lleva arrastrando con una cuerda y llega roto. C. María deja a Juan cuidando una pava que tiene echada con muchos huevos. Juan mata la pava, la asa y se la come. C1. Cuando María vuelve, halla a Juan echado en los huevos, casi todos rotos, diciendo: «¡Estoy en clo! ¡Estoy en clo!» D. María envía a Juan por leña. Le dice que se suba en el burro. Monta el burro y se queda en la cuadra todo el día. D1. María monta a Juan en el asno, echa el asno fuera de la cuadra y el asno llega al monte con Juan. D2. Juan se apea del asno, y corta leña por todas partes. Los guardias le mandan que corte sólo en cierto lugar. Juan no obedece y los guardias le matan. E. Envían a Juan a cuidar ovejas. Juan halla una bolsa llena de monedas de oro, recoge sólo algunas monedas, y deja las demás. Vuelve con su mujer por las demás. E1. Ídem. Le lleva todo el dinero a su mujer. E2. María le tira buñuelos al asno, o a Juan. E3. Durante la noche el asno rebuzna delante de dos velas que María enciende. E4. María trata de enseñarle a Juan a leer. Juan sólo repite, «¡Ba, ba, ba! ¡Allá van mis ovejas! « L. Juan les dice a los que han perdido el dinero que él
lo ha hallado. María lo niega, y Juan dice que encontró el dinero cuando llovían buñuelos y el asno decía misa. E6. Ídem, Juan dice que él halló el dinero cuando llovían buñuelos y él aprendía la cartilla. E7. En vez de cobrar la bolsa de dinero, los que la han perdido se dan a María cuatro duros más. E8. Mientras que arguyen, llegan los oficiales, hallan la bolsa y la entregan a sus dueños. F. Envían a Juan a vender miel. Las moscas se comen la miel, y Juan dice que les vendió la miel a las «señoritas del manto negro» y que volverá a cobrar. F1. Ídem. Las abejas le atacan. Deja la miel y dice que vendrá a cobrar. F2. Juan lleva su queja al alcalde. El alcalde le dice que donde quiera que vea una mosca o abeja que le dé un palo y la mate. Juan ve una mosca en la calva de un hombre (algunas veces el alcalde mismo) y da un terrible golpe en la cabeza de éste. F3. El alcalde le dice que no dé el golpe a una persona, sino sobre un objeto. Juan rompe un espejo para matar una mosca. F4. Juan va a vender trigo, y se lo tira a unas ranas que encuentra en el camino. F5. Juan va a vender unos perniles de tocino, y los cambia por un perro y un gato. G. La madre de Juan le deja cuidando a su hermanito. Le dice que si le ve un piojo que lo mate. Juan mata a su hermanito creyendo matar un piojo. H. La madre de Juan le envía a misa, y le dice que haga lo que hagan los demás. Cuando oye hablar al sacerdote, da voces para imitarle, y le echan de la iglesia a palos. H1. Ídem. Juan entra por error en una carnicería, ve al carnicero picando carne y hace lo mismo. Le echan de la carnicería. H2. Juan va a la iglesia y se halla en un bautizo. Le invitan a la fiesta y come y bebe como todos los demás. I. Juan y su madre van a ir al monte por leña. La madre le dice: «Vuelve la puerta y vente a por leña». Juan quita la puerta y se la lleva a hombros. I1. Juan y su madre ven a unos ladrones y se suben en el techo de la casa o arriba de un árbol con la puerta. Juan deja caer la puerta y le corta la lengua a uno de los ladrones. I2. El ladrón les grita a sus compañeros, cuando huyen: «¡Veniz, que son doz!» Sus compañeros creen que dice «doce», en vez de «dos», y siguen huyendo. I3. Juan y su madre recogen el dinero de los ladrones. J. Envían a Juan a vender dos perniles de tocino. Entrega los perniles a dos perros, y dice que otro día volverá a cobrar el precio.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
D. Envían a Juan a vender dos cabras. Ata las cabras a dos imágenes, y dice que volverá a cobrar el precio. J2. Envían a Juan a vender un pedazo de paño. Deja el paño sobre la imagen de una Virgen «corita», y dice que volverá a cobrar. K. Juan va a cobrarles a los perros por los perniles de tocino, los perros no pagan, y Juan les da una paliza. Los amos de los perros pagan por los perniles. K1. Juan va a cobrarles a los santos por las cabras. Cuando ve que no pagan rompe las imágenes, y halla una bolsa llena de dinero detrás de una imagen. K2. Juan va a cobrar por el paño, y cuando la Virgen no paga rompe la imagen. L. La madre de Juan le da confites para que se los dé a su novia. Juan se los come y a su novia le tira piedrecitas. L1. Juan quiere buscar novia y su madre le dice que le eche los ojos a alguna moza del pueblo. Juan le saca el ojo a un carnero y se lo tira a una moza. M. Juan va por vino y lo derrama todo por el suelo. M1. Juan va por hogazas de pan, y para no mancharse las alpargatas con el vino pone quesos de paraderos. M2. Envían a Juan por una agujas. Las trae en un saco de paja y todas se pierden. N. Hay que subir un asno a una torre. Juan aconseja que le aten una cuerda al cuello y que así le tiren para arriba. Muere el asno ahorcado, y a Juan le dan una paliza. N1. Hay que medir la altura de una torre. Ponen escriños uno sobre otro, y sólo faltan dos. Juan aconseja que quiten dos de abajo para ponerlos arriba. Así lo hacen y todos los escriños caen abajo. Le dan a Juan otra paliza. O. La madre de Juan le dice que se hinque de rodillas y rece cuando pasa una procesión del Santísimo. Después Juan lo hace y reza cuando pasa la gaita. P. Ofrecen un premio a quien haga un tarugo que quepa en un agujero sin verlo. Juan quiere ver el agujero primero, y le dan palos; o bien gana una novia por sabio. Q. La madre de Juan es también tonta. Cuando Juan le anuncia la muerte de una oveja o becerro, ella le aconseja que le dé «erba». Si a las nueve versiones españolas que ahora estudiamos añadiésemos las otras versiones hispánicas y todas las otras de nuestra bibliografía el número de elementos o incidentes fundamentales se multiplicaría dos o tres veces. La mayoría de aquéllos que con más frecuencia se repiten, sin embargo, se hallan en nuestras nueve versiones, y son, como ya queda dicho, muy bien conocidos en la tradición de Europa, y algunos en la tradición oriental. La clasificación de nuestras
nueve versiones españolas, según la enumeración de elementos para todo el grupo, es la siguiente: • Cuentos 147, primera parte: C, D1, F4, F5. • Cuentos 181: A, B, A1, B2, B3, B4, C, C1, D, D1, D2. Esta es la versión hispánica más larga que conozco. Versión hispánica semejante: Alcover II, 166-173. • Cuentos 182: E, E2, E3, E5, E7. • Cuentos 183: E1, E3, E4, E6, E8. Este tipo, que contiene cuatro o más de elemento E y variantes, no es muy popular en la tradición hispánica. Versiones semejantes son: Espinosa, Castilla 373, 374; Montenegro 51-54; Rael 331. Cuentos 184: F, F2, F3, H, H1, H2, I, I1, I2, I3. Este es el tipo más popular en la tradición hispánica. Las versiones semejantes son muy numerosas, aunque todas muy breves, predominando en ellas elementos F y H y variantes: Andrade 7, 9, 26; Arellano 116; MasonEspinosa PRF I, 4, 4a, 4b, 4d, 4e, 4f, 25b, 54, 55, 56; Rael 326; y otras. Cuentos 185: J, J1, J2, F1, F2, K, K1, K2. Versiones hispánicas semejantes, pero más breves: Arellano 120; Mason-Espinosa PRF I, 3; Athaide Oliveira II, 397. Cuentos 186: L, M, A1, A, B5, N, N1. Cuentos 187: L1, O, B5, G, M2. Versiones hispánicas semejantes a Cuentos 187, con uno o los dos de elementos G y M2: Arellano 117, 118, 119; Mason-Espinosa PRF I, 5, 48. Cuentos 188: Q, P. El tipo de Aarne-Thompson 1653, tres o cuatro de elementos I-I3, la última parte de Cuentos 184, se halla en nueve versiones hispánicas como cuento separado, como ya queda dicho, pero en ninguna de Cuentos 147, 181-188. La mejor de las nueve es Espinosa, Castilla 363. Los datos bibliográficos fundamentales para todos estos cuentos en la tradición de Europa y de Oriente, aunque muy incompletos para la tradición hispánica, se hallan en Bolte-Polívka I, 59-67, 311-322, estudio de Grimm 32, que contiene elementos C, C1, L1, M2 de nuestra clasificación, 520-525 y 527-528. Véase, además, Aarne-Thompson 1009, 1381, 1586, 1642, 1643, 1653; Clouston I, 55-57; Cosquin I, 238-245 y II, 178-183; y Somadeva V, 67-97 y 139-142. El cuentecito de la miel vendida a las moscas y el palo dado en la calva del alcalde, u otra persona, elementos F y F2, arriba mencionado, se halla ya en su forma fundamental en los puentecitos orientales de Jataka 44 y Panchatantra I, 22. Véase, además, Bolte-Polívka I, 519 y Chauvin II, 118.
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V. CUENTOS PICARESCOS
190. De media un celemín 191. Perico Argumales BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Curiel Merchán 29-31, 365; Espinosa, Castilla 270.—Españolas de América: Laval, Carahue II, 21; Mason-Espinosa PRF I, 49, 49a.—Portuguesa: Braga I, 75.—Catalanas: Alcover I, 19-22, 128-132; Maspons y Labrós I, 79-81; Salvator 125-132.—Italianas: Archivio X, 48-49; Crane 288; Gonzenbach II, 75; Pitré III, 190.—Francesas: Bladé III, 137-141; Carnoy, Picardie 186-188; La Tradition XXI, 198-200; Mélusine I, 109110; Moncaut 101-107; RTP XI, 321-322, XV, 422423, XX, 94-95, XXIII, 350-352.—Francesa del Canadá: JAFL LIII, 147-148.—Flamencas: De Mont y De Cock 209-211; Wallonia I, 197-199.—Bretonas: RTP IX, 347; Sébillot I, 34.—Alemanas: Busch 16; Germania XIV, 88; Grimm 143; Haltrich 68; Montanus 301-302; Rochholz 86; Stroebe I, 164-168; Zingerle 1, 10.—Islandesas: Arnason II, 596-602; Rittershaus 429-438.—Inglesas: FLR III, 2, 153-155; Jacobs 2, 211-214.—Irlandesas: Jacobs 2, 211-214; Kennedy, Fireside Stories 30-33.—Inglesas de América: JAFL III, 292-295.—Finlandesas: Haavio 94-224.—Eslavas: Bohem-Specht 262-263; Coxwell 666, 834-836; Krauss II, 107.—Georgianas: Mélusine I, 252-253; Wardrop 165-167.—Magiar: Jones-Kropf 80-81.—Griegas: Hahn I, 3, II, 111.—Árabes: Chauvin VII, 155.—Indias orientales: Parker I, 14.—Chinas: Chavannes III, 72-77, 408.—Clasificación y estudios especiales: Aarne, Estnische Märchen 1696; Aarne, Schwänke 16-90; AarneThompson 1696; Archiv SP XIX, 257; Boggs 1696; BoltePolívka III, 145-151; Chauvin VII, 113; FFC LXXXVIIT, 94-224; Haavio, Kettenmärchenstudien; JAFL XLVI, 7879; Laport 1696; Montanus 602-603; Parker I, 135-136; Thompson J2461, J2461.2, J2516. En el importantísimo estudio Kettenmärchenstudien de Haavio, publicado en FFC LXXXVIII, citado en nuestra bibliografía, se han resuelto ya de una manera definitiva algunos de los problemas fundamentales sobre los orígenes y la clasificación de los tipos originales y primitivos de los cuentos acumulativos del grupo «¿Qué debí haber dicho?», al cual pertenecen nuestras versiones 190, 191. Estos cuentos han tenido en Europa un desarrollo extraordinario, algunas veces con elementos nuevos y muy especiales, pero su origen es oriental. Haavio ha reunido y estudiado unas doscientas sesenta y seis versiones orientales y occidentales, desde la antigua versión china de Chavannes III, 408, hasta las últimas versiones modernas de Europa y países de cultura europea, y
ha hecho una clasificación detallada de los elementos o motivos fundamentales que las constituyen, con observaciones muy interesantes y muy valiosas sobre los orígenes de cada uno de los elementos. Estos elementos fundamentales son, según Haavio, veinticinco, desde A hasta Y, algunos de ellos con una, dos o más variantes. Casi la mitad de las versiones estudiadas por Haavio son finlandesas y eslavas. De los países románicos estudia veintiuna versiones, apenas el 8%; de España, sólo cinco, menos del 2% de todas. En las páginas que siguen estudio yo las trece versiones hispánicas que he examinado, las clasifico a base del estudio de Haavio y trato de establecer los tipos hispánicos. De los veinticinco elementos fundamentales que forman las doscientas sesenta y seis versiones estudiadas por Haavio diez se hallan en diversas combinaciones o formas en las trece versiones hispánicas, pero éstas contienen, además, algunos otros que no hallamos en su clasificación. Los diez elementos de la clasificación de Haavio que hallamos en nuestras trece versiones hispánicas son los siguientes: A. El joven tonto enviado por su madre por una pequeña cantidad de trigo pasa por donde se halla un sembrador y exclama: —¡Que Dios dé una pequeña cantidad! (¡De media un celemín!, o algo parecido). El sembrador le da una paliza y el joven vuelve a su casa y cuenta a su madre lo que le ha pasado. La madre dice: —Has debido decir, «¡Que Dios dé mucho! (¡Que salga mucho!, o algo así)». B. Se marcha de nuevo y se encuentra con unos que llevan un muerto a enterrar, y exclama: —¡Que haya (salgan) muchos! Le dan otra paliza, y el joven vuelve a su casa. La madre le dice: —Has debido decir, «¡Que Dios reciba su alma!» C. Se marcha de nuevo y se encuentra con unos que acompañan a unos recién casados o que están para casarse, y exclama: —¡Dios reciba vuestras almas! Le dan otra paliza. Su madre le dice: —Has debido decir, «¡Alegría y regocijo!» (¡Que Dios los guarde!). G. El joven llega a un sitio donde dos hombres se hallan cerca de una fuente, y les echa agua como quien apaga un incendio. Le dan una paliza. Su madre le dice —Debiste meter la cabeza entre los dos, o bien decir, «¡Alegría y regocijo! ¡Buena suerte!» I. El joven se marcha de nuevo y se encuentra con dos hombres que se matan a golpes, y exclama: —¡Alegría y regocijo! Le dan una buena paliza y vuelve a su casa. Su madre le dice: —Has debido decir: «¡Que Dios los separe!» M. El joven se marcha de nuevo (en L la madre le dice que ha debido decir, «¡Que salgan muchos!») y se encuentra con uno que tiene un chichón en la cabeza o una postemilla
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
en la cara, y exclama: —¡Que salgan muchos! (¡Muchos y grandes!). Le dan una paliza, y el joven vuelve a su casa. La madre se dice: —Has debido decir, «¡Que no salga ninguno!» (¡Que uno se seque y el otro no nazca!) N. El joven se marcha de nuevo, y se encuentra con unos que están ahogándose en un pozo o en un río, o atascados en el lodo (algunas veces son dos cerdos u otros animales en vez de hombres), o con uno que está sembrando algo, y exclama: —¡Que no salga ninguno! (¡Que no salga nada! ¡Que uno se seque y es otro no nazca!) Le dan otra paliza, y vuelve a su casa. La madre le dice: —Has debido decir: «¡Como salió uno que salga el otro!» O. El joven se marcha de nuevo y se encuentra con un tuerto, y exclama: —¡Como salió uno que salga el otro! El tuerto le da una paliza y el joven vuelve a su casa. La madre le dice: —Has debido decir, «¡Que no salga ninguno!» Q. Se marcha el joven de nuevo (en P la madre le dice que ha debido decir «¡Que salgan muchos!», o «¡Muchos y gordos!») y se encuentra con uno que está sacándose piojos, y exclama: —¡Que salgan muchos! El piojoso le da una paliza, y cuando vuelve adonde está su madre ésta le dice: —Has debido decir, «¡Que no salga ninguno!» W. Se marcha el joven de nuevo (en Y la madre le dice que ha debido decir, «¡Que se salga todo!») y se encuentra con unos hombres que llevan miel, vino o aceite en barriles en unos carros, y la miel, vino o aceite va saliéndose, y exclama: —¡Que se salga todo! Le dan una paliza y vuelve a su casa. La madre le dice: —Has debido decir, «¡Que no salga nada!» Las versiones hispánicas contienen, además, los tres elementos siguientes: 1. ¡Que sople mucho viento! (A unos que caminan o navegan contra el viento). 2. ¡Que no caiga ninguno! (A unos que preparan sus redes para coger peces). 3. ¡Que salgan todos! (A unos ladrones que están escondidos). Este elemento es una variante importante de elemento Q, que merece clasificación separada. Solamente cinco elementos ocurren con frecuencia notable para formar tipo hispánico mita bien caracterizado. Los trece elementos ocurren con la frecuencia siguiente: Elemento N, en once versiones, 84%. Elemento O, en nueve versiones, 69%. Elemento A, en siete versiones, 54%. Elemento B, en cinco versiones, 38%. Elemento W, en cuatro versiones, 31%. Elemento I, en tres versiones, 23%. Elemento M, en tres versiones, 23%.
Elemento C, en dos versiones, 15%. Elemento 1, en dos versiones, 15%. Elemento G, en una versión, 7,7%. Elemento Q, en una versión, 7,7%. Elemento 2, en una versión, 7,7%. Elemento 3, en una versión, 7,7%. Algunas versiones hispánicas, y otras también, llevan además algunos elementos de Cuentos 181-188. Las hispánicas llevan principalmente elementos A, A1, C, C1, G. Elemento N de las versiones hispánicas tiene ordinariamente las dos variantes establecidas por Haavio: hombres que se ahogan o que están atascados en el lodo o en un pozo, o animales atascados. Tres versiones llevan la primera y dos versiones la segunda variante. Hay además dos versiones, que llevan una variante notable, A1: Que no salga ninguna de las flores o legumbres que un sembrador planta o cultiva. Considerando solamente los trece elementos fundamentales que en realidad pertenecen al grupo de cuentos «¿Qué debí haber dicho?» y no aquellos que en alguna que otra versión se han incorporado de Cuentos 181-188 y otros cuentos semejantes, las trece versiones hispánicas, con sus varios elementos, son las siguientes: Cuentos 190: A, W, N, O, Q. Cuentos 191: N3. Curiel Merchán 29-31: N, O, M. Curiel Merchán 365: A, B, N. Espinosa, Castilla, 270: A, B, N, O. Laval, Carahue II, 21: A, W, N, O. Mason-Espinosa PRF I, 49: A, W, N, O. Mason-Espinosa PRF I, 49a: A, W, N, O. Braga I, 75: B, I, C. Alcover I, 19-22: B, N3, M. Alcover I, 128-132: I, C, N, O, M. Maspons y Labrós I, 79-81: A, B, N, O. Salvator 125-132: G, I, N, O. De tan pocas versiones se pueden establecer dos tipos hispánicos, y sólo uno de ellos bien caracterizado. Estos tipos son los siguientes: Tipo I. Contiene elementos A, W, N, O. Es el único tipo hispánico bien caracterizado, y que seguramente representa uno de los tipos primitivos o arquetipos de la tradición hispánica. Se encuentra en cuatro versiones españolas perfectas, una castellana y tres hispanoamericanas. Las cuatro versiones perfectas del tipo son: Cuentos 190; Laval, Carahue II, 21; Mason-Espinosa PRF I, 49 y 49a. Hay además dos variantes notables del Tipo I, que llevan elementos A, B, N, O, una castellana y una catalana: Espinosa, Castilla 270; Maspons y Labrós I, 79-81.
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V. CUENTOS PICARESCOS
La versión extremeña de Curiel Merchán 365, la última parte de una versión de Cuentos 181, es una versión incompleta de esta variante del Tipo I, con elementos A, B, N. Tipo II. Contiene elementos I, N, O o M, N, O, y puede además llevar elemento G o elementos C, M. Hay sólo tres versiones de este tipo: Salvator, con elementos G, I, N, O; Alcover I, 128-132, con elementos I, C, N, O, M; y Curiel Merchán 29-31, con elementos M, N, O. Es posible que las dos versiones siguientes sean variantes imperfectas del Tipo II: Braga 1, 75, con elementos B, I, C; Alcover I, 19-21, con elementos B, N3, M. Nuestra versión montañesa 191 es de un tipo distinto, en el cual entra elemento Q (el encuentro con el piojoso), que, según Haavio, se halla solamente en tres de las 266 versiones estudiadas por él, dos eslavas y una alemana. Podemos llamar a este tipo, por lo menos provisionalmente, Tipo III. El Tipo I, el único tipo hispánico definitivamente caracterizado, y que se halla en más de la mitad de las versiones si incluimos las variantes castellana, extremeña y catalana, no se halla en ninguna otra parte del mundo. La verdad es que elemento W de este tipo se halla sólo en dos de las versiones no hispánicas estudiadas por Haavio, una versión alemana y una eslava. Los otros tres elementos del tipo, A, N, O, se hallan principalmente, pero siempre combinados con otros elementos para formar tipos muy distintos de nuestro Tipo I, en versiones celtas e inglesas. Esto parece demostrar que este tipo hispánico es un tipo antiguo de tradición celta que sólo en España se conserva en su arquetipo primitivo, y que mezclado con otras formas, tal vez de origen oriental, ha desarrollado formas análogas en la tradición moderna de Irlanda e Inglaterra. Sea como fuere, este Tipo I hispánico no parece de origen oriental. Sólo elemento A se halla en la tradición oriental antigua. Elementos W y N son de desarrollo europeo, elemento W siendo frecuente sólo en España, 31%, y elemento N en España, 84%, y en la tradición celta, como ya queda dicho, y elemento O, que se halla en el 69% de las versiones hispánicas, se halla además sólo en algunas otras versiones del suroeste de Europa. El Tipo I hispánico es el que más se aparta de la antigua tradición oriental, como en un momento veremos. De los Tipos II y III poco podemos decir, por hallarse sólo en unas cuantas versiones, algunas imperfectas. Hay que notar, sin embargo, que en estos tipos se hallan algunos
de los elementos que, según Haavio, son definitivamente de origen oriental: B en tres versiones, C en dos versiones, G en una versión. Según Haavio, páginas 209-211, se pueden establecer tres tipos primitivos y fundamentales de nuestros cuentos, los arquetipos originales de las tradiciones de Oriente y Occidente. Tipo I. La madre envía a su hijo (que es tonto) a comprar (o a moler) una pequeña cantidad de trigo. El joven va gritando por el camino: —¡Que Dios dé una pequeña cantidad! (¡De media un celemín!) A. El joven pasa por donde se halla un sembrador y exclama: —¡Que Dios dé una pequeña cantidad! El sembrador le da una paliza, y el joven vuelve a su casa y cuenta a su madre lo que le ha pasado. La madre le dice: —Has debido decir, «¡Que salga mucho!» («¡Que Dios dé mucho!») B. Se marcha de nuevo el joven y se encuentra con unos que llevan un cuerpo muerto a enterrar, y exclama: —¡Que salgan (haya) muchos! Le dan otra paliza, y el joven vuelve a su casa. La madre le dice: —Has debido decir, «¡Que Dios reciba su alma!» C. Se marcha de nuevo y se encuentra con unos que acompañan a unos recién casados o que están para casarse, y exclama: —¡Dios reciba vuestras almas! Le dan otra paliza, y vuelve a su casa. La madre le dice: —Has debido decir, «¡Alegría y regocijo!» («¡Que Dios os guarde!») S. Llega a un sitio donde unos cazadores acechan a unas aves y hace mucho ruido. Le dan otra paliza, y vuelve a su casa. La madre le dice: —Has debido hacer una reverencia y pedirles un pedazo (de ave) para asar. T. Llega adonde cierto individuo hace su necesidad, se le acerca y le hace una reverencia, y le pide un pedazo de porquería para asar. El hombre le da una buena paliza, y el joven vuelve a su casa. La madre le aconseja que escupa. U. El joven se encuentra con otro individuo, le escupe, y le da éste otra buena paliza. Tipo II. Tiene elementos A, B, C, T y U del Tipo I, y añade los dos elementos siguientes: E. El joven llega a un sitio donde ocurre un incendio, y declara y grita que es un día de alegría y regocijo. (Véase elemento C.) Los que extinguen el incendio le dan una paliza. La madre le aconseja que a un incendio debe echar agua. F. El joven llega a un sitio donde arde una hoguera, le echa agua y la apaga. Le dan otra paliza. La madre le dice: —Has debido decir, «¡Que caliente o arda bien!»
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Tipo III. Contiene elementos A, B, C y E del Tipo II, y añade los dos elementos siguientes: G. Llega el joven a un sitio donde se hallan dos hombres cerca de una fuente, y les echa agua encima, como quien apaga un incendio. Le dan palos y vuelve a su casa. Su madre le dice: —Has debido meter la cabeza entre los dos. H. El joven se encuentra con dos perros que pelean y se muerden atrozmente. Mete la cabeza entre los dos y los perros le muerden hasta dejarle muerto. Versiones muy semejantes al Tipo I, que seguramente podemos llamar versiones del tipo, encuentra Haavio en India, Italia, Grecia, Rusia y Finlandia. A este tipo pertenecen la versión antigua de India, siglo V, de Chavannes 408, con elementos A, B, C, S, G, y la griega de Hahn con elementos S, B, C, T, U, I, H. No hay versiones románicas, excepto en Italia. Versiones semejantes al Tipo II las hay de casi todos los países de Europa, por lo menos en versiones imperfectas o variantes del tipo. Haavio incluye entre éstas versiones españolas, pero la verdad es que no las hay ni por asomo. En la tradición hispánica no hay versiones de los tipos primitivos establecidos por Haavio. Versiones del Tipo III, o variantes, halla Haavio en Grecia, Rusia, Estonia, Finlandia, Suecia y en el Japón. La versión japonesa, Haavio 102, lleva elementos E, F, I, H. En la tradición hispánica, por consiguiente, los tres tipos primitivos, o variantes de ellos, establecidos por Haavio para Oriente y Occidente no se han conservado. Podría creerse que las tres versiones que contienen siquiera dos elementos del Tipo I, Braga I, 75, con elementos B, I, C, Espinosa, Castilla, con elementos A, B, N, O, y Maspons y Labrós I, 79-81, con los mismos elementos, sean variantes imperfectas del Tipo I, que contiene A, B, C, S, T, U, pero las dos últimas me parecen más bien variantes del Tipo I hispánico, que es A, W, N, O, como ya queda dicho. Nuestro tipo hispánico absolutamente seguro, Tipo I, no es de origen oriental, excepto en su primer elemento, A, y tal vez en la trama general del cuento de un tonto que, siguiendo siempre los consejos literalmente, se equivoca cada vez que habla. Es una forma de desarrollo occidental, tal vez celta, como ya queda dicho antes, o tal vez de fuentes celtas primitivas, pero definitivamente establecido en la forma A, W, N, O y la variante A, B, N, O, en la tradición hispánica. Es de notar también que en ninguna de las versiones españolas encuentra el tonto su muerte, como corrientemente ocurre en otras versiones de Europa, empezando con la más antigua de todas, la alemana de
Montanus, 301-302 (Gartengesellschaft 50), Ein narr wolt ein sack mit mal in der mulen holen, excepto en nuestra versión 191, que tiene sólo elementos Q, N3, y en la cual María, que es la mujer en vez de la madre del tonto, mata a su marido cuando vuelve del molino y pregunta si ha llegado la harina (la había vaciado del saco para que llegara sola). Compárese elemento A de Cuentos 181-188. Ya queda dicho que la antigua versión de India del siglo V, Chavannes III, 408, contiene elementos A, B, C, S, G. Es una buena variante del Tipo I establecido por Haavio para las versiones primitivas. La versión alemana de Montanus, del siglo XVI, la más antigua que conocemos de Europa, contiene elementos A, I, C, D, T, E, y es una variante incompleta del Tipo II de Haavio. Hay una versión occidental de principios del siglo XVIII, Rittershaus 429-431, que contiene elementos B, D, C, R, variante del Tipo I. Para más detalles véase Haavio 103, 114 y 208-224, y Aarne, Schwerhörige 16-90, estudio sobre los curiosos cuentecillos que tratan de sordos que dicen tonterías por no oír lo que se les dice, como en Cuentos 30, y nuestros estudios de Cuentos 14 y Cuentos 271-280.
E. Varios 192. Juan de las Cabras BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia 190; Curiel Merchán 200-202, 275-279; Espinosa, Castilla 333, 334, 335, 336, 337.—Españolas de América: Andrade 279; Espinosa SFNM 63; Laval, Cuentos 22; Mason-Espinosa PRF I, 53, 53 a, II, 43; Montenegro 146-150; Rael 356, 357; Wheeler 175, 176.—Portuguesa: Barbosa 30.—Potuguesas de las islas de Cabo Verde: Parsons, Cape Verde I, 8, 8a.—Catalanas: Alcover X, 4771; Maspons y Labrós III, 93-100.—Italianas: Archivio XIII, 274-277; Busk 336-339; Cosquin II, 340; Gonzenbach 82; Pitré III, 162.—Francesas: Cosquin II, 81, 340; Orain
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V. CUENTOS PICARESCOS
II, 106-111; Pineau, Poitou 40-57; Sébillot, Folklore IV, 247-248, 284.—Retorromana: Decurtins II, 99.—Noruega: Dasent, Fjeld 258-266.—Griega: Kretschmer 29.—Africana: Frobenius IV, 21.—Clasificación y estudios especiales: Aarne-Thompson 1538, 1551; Boggs 1538; Bolte-Polívka III, 114, nota 1; Chauvin VII, 152; Hackman 1538; Histoire littéraire XIX, 734-747; ZVFV VI, 164; Thompson H55, J1575, K1817.1, K1825, K1825.1.3, K1826.1, K1828, P171, Q472. Nuestro cuento castellano de Juan de las Cabras es una versión de un cuento muy bien conocido en Europa, aunque, a juzgar por el reducido número de versiones publicadas, no es uno de los más populares. El número de versiones que yo he podido examinar apenas llega a cuarenta y ocho, y de estas veinticinco, o más de la mitad, son hispánicas. No conviene tratar de establecer tipos generales para Europa de tan pocas versiones. En las siguientes observaciones, por consiguiente, haré solamente el estudio de las versiones hispánicas. De nuestras veinticinco versiones hispánicas nueve son españolas peninsulares, once son españolas de América, tres son portuguesas, dos de éstas de las islas de Cabo Verde, y dos son catalanas. Encontramos en ellas los siguientes elementos o motivos fundamentales: A. Un joven va a vender una vaca, un cerdo, un buey, una gallina u otro animal, y unos ladrones, frecuentemente unos frailes, le engañan y le roban su animal. A1. Un joven va a pacer sus ovejas o vacas, pasa por donde viven unos ladrones, o frailes, y éstos le roban su ganado. A2. Un joven se marcha con su vaca, oveja u otro animal, porque la reina quiere que la mate. Se la roban unos ladrones. A3. Un joven va a vender huevos, y unos ladrones se los quitan por engaño. A4. Un joven va a vender una vaca, cerdo, etc., como en A. Unos ladrones le quitan su animal, diciéndole que no es lo que él dice, sino otro animal, buey en vez de cerdo, asno en vez de vaca, etc. A5. Un joven, algunas veces tonto, marca con un hierro caliente a unos ladrones que vienen a robar el tesoro del rey. De las quemaduras uno de los ladrones cae en la cama, y sus compañeros buscan un médico. B. El joven se marcha disfrazado de doncella para la casa donde viven los que le han engañado. El capitán de los ladrones, o el abad del convento de frailes, se lo lleva a su habitación, y allí el joven se hace conocer, le da una buena paliza, cobra una grande suma de dinero y se marcha.
B1. El joven se marcha en busca de sus engañadores, disfrazado de doncella. Llega, come y bebe con ellos, se queda solo con el capitán o abad, se hace conocer, le da dos o tres cuchilladas, cobra una suma de dinero y se marcha. B2. El joven se marcha en busca de sus engañadores, disfrazado de mendigo. Por lástima los ladrones o frailes le reciben en su casa, y le llevan a dormir a la habitación del capitán o abad. Le da una paliza como en B. B3. El joven se marcha en busca de sus engañadores, disfrazado de mercader. Cuando se queda solo con el capitán o abad, se hace conocer, le da una buena paliza, cobra una suma de dinero y se marcha. B4. El joven va a la casa de los ladrones o frailes, sin disfraz alguno, cuando sabe que se halla solo el capitán o abad. Sigue la paliza, etc. B5. El joven llena tres barriles de porquería con un poco de miel; arriba, y los vende a sus engañadores por el precio del animal que le han robado. C. El joven se marcha de nuevo a cobrar dinero de sus engañadores, disfrazado de médico. Cuando llega, le invitan ellos a que entre a curar al que había recibido la paliza y que estaba muy enfermo. Envía a los compañeros del capitán o fraile al pueblo por engaño, generalmente a buscar algún remedio, y cuando está solo con su víctima, se hace conocer otra vez y le da otra paliza, cobra más dinero, y se marcha, dejando al pobre capitán o fraile medio muerto. C1. Igual a elemento C, excepto que el joven mata al capitán o fraile a palos y se marcha con todo el tesoro de la casa. D. Otra vez se marcha el joven a cobrar más dinero de sus engañadores, disfrazado de cura. El que ya ha recibido dos palizas está en peligro de muerte y quiere ver a un sacerdote. Llega el joven, entra en la habitación de su víctima, le da otra paliza y se marcha con más dinero. E. El joven va a la casa de sus engañadores con un compañero. El compañero llega por una parte y grita que él es «Juan de las Cabras», o cualquiera que sea su nombre, y que viene por su paga, Sus engañadores le siguen para vengarse. Entonces el joven llega por otra parte, halla solo al capitán o fraile, le da otra paliza, cobra más dinero y se marcha a casa. F. Los ladrones quieren vengarse. El joven destruye la casa de los ladrones y se marcha con todos sus tesoros. F1. Cuando los ladrones o frailes vienen a la casa del joven a vengarse, el joven se defiende hasta que llegan las autoridades. G. Los ladrones o frailes envían a dos de los suyos a pagarle al joven lo que le deben, el joven recibe la paga (los encierra en una habitación, donde todos se ensucian), les quita sus ropas y los despacha a su casa en cueros.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Para la tradición hispánica, y tal vez para la tradición de Europa en general, el tipo primitivo y fundamental, el arquetipo occidental, desarrollado tal vez en Europa de elementos principalmente de origen occidental, es, el tipo A, o variantes A1, A2, A3, A4 y B, C, D. En las veinticinco versiones hispánicas solamente los motivos A, o variantes A1-A4, B, C, D, ocurren con frecuencia notable, 21, 16, 20 y 13 veces, respectivamente, o sea 84%, 64%, 80% y 52% de las versiones. Forman estos cuatro motivos, con el robo del animal que el protagonista sale a vender, y los disfraces de doncella, médico y sacerdote, respectivamente, con los episodios de las tres palizas y la venganza del joven que cobra multiplicada la paga por su animal, un cuento completo, de desarrollo lógico y de carácter definitivamente europeo y medieval. Es uno de los mejores cuentos picarescos de la tradición de Europa, y parece que España, donde encontramos sus mejores versiones, es el país donde se formó el arquetipo europeo. Las variantes más notables del principio del cuento son: A, ocho veces, 32%; A4, nueve veces, 36%. Elemento A5 se halla en seis versiones, y elemento G en seis, cuatro de ellas versiones españolas peninsulares de Tipo IA. El motivo del disfraz para engañar a alguien se halla, claro es, en las tradiciones de todos los pueblos y de todas las épocas. En la literatura oriental el disfraz del amante para llevar adelante sus intrigas amorosas es particularmente frecuente, y este motivo ha tenido en Europa también un desarrollo extraordinario. Los diversos motivos relacionados con los disfraces de nuestros elementos B, C, D y variante, por otra parte, se hallan en cuentos semejantes a Cuentos 192 y en otros muy diferentes. Thompson, Motif-Index K1817, K1825, K1826, K1828. Los tipos actuales de la tradición hispánica son los siguientes: Tipo I. Contiene uno de los elementos A, A1, A2, A3, A4, elemento B o B3, C y D, y en alguna versión F o G. Pertenecen a este tipo ocho versiones hispánicas, 32% de todas, siete de ellas versiones perfectas del tipo. Ampudia 190: A, B, C, D, F. Curiel Merchán 275-279: A, B, C, D, F, variante. Espinosa SFNM 63: A4, B, C, D, G. Mason-Espinosa PRF I, 53: A, B, C, D. Wheeler 175: A3, B, C, D. Wheeler 176: A1, B3, C, D. Parsons, Cape Verde I, 8: A, B, C, D. Una versión carece de elemento B, Montenegro 146150: A4, C, D.
Tipo IA. Contiene elementos A4, B, a veces B3 ó B5, C y G. Esta variante del Tipo I carece de elemento C, y lleva casi siempre elemento G, que se halla solamente en una versión del Tipo I. Es el tipo por excelencia de las versiones castellanas. Pertenecen a este tipo siete versiones, 28% de todas, seis de ellas versiones perfectas del tipo. Espinosa, Castilla 333: A4, 13, C, G. Espinosa, Castilla 334: A4, B, C, G. Espinosa, Castilla 335: A4, F3, C, G. Espinosa, Castilla 336: A4, B, B5, C, G. Espinosa, Castilla 337: A4, B, B3, C. Barbosa 30: A4, B, C, G. Hay además una variante notable, Laval, Cuentos 22: A2, B1, C1, F1. Tipo IB. Esta variante extraordinaria del Tipo I contiene elementos A6, A1, B ó B2, C y E. Pertenecen a este tipo dos versiones. Cuentos 192: A1, B2, C, E. Maspons y Labrós III, 93-100: A, B, C, E. Hay una variante incompleta del Tipo I, Andrade 279, que lleva solamente elementos A y B. La variante portuguesa de Parsons, Cape Verde I, 8a, es un cuento (le animales, en el cual el lobo se disfraza de señorita para vengarse del león, variante de elemento B. Esta versión no tiene relación directa con nuestro tema. Elemento G se halla también en cuentos de otros tipos, en Mason-Espinosa PRF I, 52, por ejemplo. Tipo II. Contiene elementos A o variantes A3, A4, siempre A5, B, C, D y E. Este tipo es muy semejante al Tipo I, pero añade el extraordinario elemento A5, que se halla en cuentos de otros tipos, en Cuentos 133-135, por ejemplo. Véase para este motivo Thompson H55, P171 y Q472. Pertenecen a este tipo seis versiones, dos versiones perfectas y cuatro incompletas. Rael 357: A3, A5, B, C, D, E. Alcover X, 47-71: A4, A5, B, C, D, E. Mason-Espinosa PRF 1, 53a: A5, C, D. Mason-Espinosa PRF 11, 43: A, A5, D. Rael 356: A, A5, B4, D. Curiel Merchán 200-202: A5, C. Del Tipo I hispánico conozco sólo una buena versión europea no hispánica, la de Cosquin II, 81, con elementos A, B, C, D, y dos versiones incompletas, Gonzenbach 82, con elementos A, B, C, y Sébillot, Folklore IV, 247-248, con los mismos elementos. Al Tipo I hispánico pertenece también la interesantísima versión africana de Frobenius
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V. CUENTOS PICARESCOS
IV, 21, con elementos A, B, C y una variante muy notable de D: Entierran sus compañeros al capitán de los ladrones con todos sus tesoros como si hubiese muerto. El joven va entonces disfrazado de sacerdote a llorar y rezar sobre su tumba. Se queda allí solo por fin y roba todos los tesoros, y hasta se come toda la comida y se bebe todos los licores que han sido dejados allí para el muerto. Esta versión africana es, al parecer, de origen europeo, y pasó a África tal vez de España por caminos árabes durante la Edad Media. En la tradición europea no hispánica parece que el tipo más popular de nuestro cuento es el Tipo II hispánico, o uno muy semejante. Las siguientes son versiones incompletas de este tipo: Archivio XIII, 274-277, con elementos A5, B, C; Busk 336-339, con elementos A5, B, C; Cosquin II, página 340, una versión provenzal, con elementos A5, B, C, y una italiana con elementos A5, B, C, y otros diferentes. No conocemos versiones medievales de nuestro cuento, pero sí de algunos de sus motivos fundamentales, como puede verse en las citas de Thompson, Motif-Index, ya citado. La historia de Trubert, poema francés del siglo XIII, mencionada por Cosquin II, página 341, y por Bolte-Polívka en III, 394-395, no tiene más relación con nuestro cuento que una variante de elemento C: Trubert va disfrazado de médico al palacio de un duque que ningún mal le ha hecho, cuando oye decir que éste se halla enfermo. Hace que le dejen solo, le ata a un árbol por engaño, y le da una buena paliza. Declara que es enemigo del duque. Los demás episodios del poema nada tienen que ver con nuestro tema. Hay entre ellos una variante de elemento D2 de Cuentos 177-180. Véase Histoire Littéraire XIX, 734-747. Véase también mi estudio de Cuentos 37 y 38, que contienen algunos elementos muy semejantes a los de Cuentos 192. Cuentos 137 lleva los elementos de la joven que se disfraza de médico y de barbero para darle dos palizas al capitán de los ladrones, que después se casa con ella.
193. Juan Bobo BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia 42, 67; Cervantes, La cueva de Salamanca; Curiel Merchán 86-88; Espinosa, Castilla 297, 325, 326, 327.—Españolas de América: Andrade 14, 15, 16; Di Lulio 235-237; Mason-Espinosa PRF I, 35, II, 4a, 4b; Rael 302, 303, 304, 307; TFSP XII, 36-41; Wheeler 159.—Portuguesas: Athaide Oliveira I, 146, 184, II, 315.—Italianas: Nerucci 21; Sercambi 7-8.—Francesas: Germania XVIII, 159; Meyrac 511-515; MR V, 132;
RTP IX, 345, XI, 357.—Francesa de Misuri: Carrière 66.—Bretona: Luzel III, 426-438; De Mont y De Cock 154-162, 162 (nota), 167-172.—Vascuence: Cerquand II, 24.—Alemanas: Archiv FLG VI, 143-149; Bartsch I, 480-483, 488-492; Birlinger 2, II, 367-369; Bolte-Polívka II, 1-5 (tres versiones); Busch 28-30; Clouston II, 249251, 251-252; Germania XIX, 152-158; Gredt 478-480; Grimm 61; Haltrich 62; Jahn 125-139, 519-522; Jahn, Schwänke 125-139; Kehrein 2, 98-99; Köhler I, 236237, 237-238, 238; Müllenhoff 461-464; Orient und Occident II, 491-492; Schell 364-372; Schuman I, 6; Strackerjan II, 286-288; Waldis, Esopus IV, 66; Zingerle 1, 5-9.—Danesas: Anderson I, 11-27; Köhler I, 243244.—Islandesas: Clouston II, 244-248; Rittershaus 439, 440, 444, 445-450.—Noruegas: Clouston II, 233-237; Dasent 327-333; Dasent, Fjeld 184-197; Stroebe II, 233239.—Holandesas: RTP II, 425-427; Volkskunde IV, 4447, XIII, 240-244.—Escocesas: Campbell II, 39; Köhler I, 231-232, 232-233.—Irlandesas: Clouston II, 229-232; Jacobs 4, 54-63; Köhler I, 246, 247-248; Lover V, 194223.—Inglesas de América: Gardner 177-180; JAFL IV, 248-249, XLVII, 309.—Lituana: Schleicher 177-180.— Árabe: Clouston II, 271-273.—Aramea: Bolte-Polívka II, 16.—Berberiscas: Rivière 61-66; ZVFV V, 59.—Africana: Baissac 44-56.—Africanas de América: Beckwith 108; Fauset NS 1 (tres versiones); JAFL XL, 253-255.—Indias: Bompas oriental: De Vries, Oost Indië II, 117-119.— Filipinas: Fansler 20a, 20b, 20c, 20d, 20e.—Clasificación y estudios especiales: Aarne-Thompson 1535; Boggs 1535; Bolte-Polívka II, 1-6, 18; Hackman 1535, 1539; Köhler I, 238, 252; Stepphun, Das Fabel vom Prestre comporté und seine Versionen; Volkskunde IV, 44; ZFV XIII, 412, 420; ZFRPh II, 350-351; Thompson J1344, K114, K114.1, K121, K443, K443.1, K841, K941.1, K941.2, K1051, K1271, K1515, K1542, K1555, K1556, K1574. Este cuento pertenece al grupo general de cuentos picarescos en los cuales el protagonista hace dinero por engaño, Cuentos 172-174, 176, 189, etc., como ya queda dicho en mi estudio de estos cuentos. Nuestra versión montañesa 193 pertenece a un grupo especial dentro del grupo general, que desarrolla principalmente los siguientes elementos de la clasificación de Bolte-Polívka II, 1-18 para el grupo general: E. Un pícaro vende las cenizas de su casa (quemada por su rival o sus rivales) por mucho dinero por engaño. El rival quema su casa, pero no hace dinero con las cenizas. E1. El pícaro cobra dinero por unas joyas que dice que le han robado.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
F. El pícaro vende un pájaro que adivina. F1. Vende una piel o un pájaro que adivina a una adúltera. F2. Vende una piel o un pájaro que adivina al marido de la adúltera. F3. Cambia una piel o un pájaro que adivina por la caja en la cual está escondido el amante. F4. Deja caer sobre unos ladrones una piel o una puerta, huyen éstos, y él recoge su dinero. F5. Pretende haber vendido una piel por mucho dinero. G2. Los diferentes elementos de la mujer «muerta» y enterrada varias veces para cobrar dinero (Cuentos 176, 189). H. Van a echar al pícaro en el mar. Lo tienen ya atado dentro de un saco. «No me quiero casar con la hija del rey.» Con este engaño u otro semejante hace a otro meterse en el saco y él se escapa. I. Vuelve el pícaro a su pueblo con mucho ganado. Generalmente vuelve con el ganado del pastor a quien ha engañado haciéndole meterse en el saco. El rival quiere que a él también le echen en el mar para obtener mucho ganado. Le echan y se ahoga. Algunas veces hay más de un rival. Elemento G2 es en realidad una serie de diferentes y muy diversos elementos. No es absolutamente seguro que estos elementos de la mujer varias veces «muerta» pertenezcan propiamente a las versiones del grupo especial al cual pertenece nuestra versión 193, pero se hallan desarrollados de una manera muy bien caracterizada en dos de sus tipos, como más adelante veremos, Elementos H e I se hallan también en numerosos cuentos, Cuentos 163-167, 172174, Cuentos 35, nuestro cuento actual y muchísimos otros. En las versiones de Cuentos 163-167, 172-174, 193 se hallan con tanta frecuencia, que podemos decir con toda seguridad que son elementos fundamentales de ellos. Véase también JAFL XLIII, 201-204. Nuestro grupo especial, sin embargo, se divide en tipos muy distintos. El único motivo general y fundamental que da unidad al grupo es el motivo de pícaro que perseguido por su rival o rivales vende una piel por engaño, o pretende haberla vendido, y de esta manera hace mucho dinero. El número total de versiones que yo he examinado y estudiado que seguramente pertenecen a nuestro grupo especial es ciento trece, veintitrés de ellas hispánicas. Para este grupo hay que hacer una clasificación nueva y muy distinta de la general de Bolte-Polívka. Nuestras versiones contienen entre unas y otras los siguientes elementos fundamentales:
A. Hay dos rivales, generalmente hermanos, uno pobre, el otro rico. El pobre es además pícaro. (En algunas versiones hay más de un rival: los vecinos del pobre. En nuestras observaciones hablaremos siempre de un rival para mayor claridad). El pícaro trabaja con los caballos, u otros animales del rico, y siempre anda diciendo que son suyos. El rico por fin se enfada y mata un caballo, una vaca u otra bestia del pobre. El pícaro desuella su bestia y se marcha a vender la piel. A1. Ídem. Unos cuervos pican en la piel, coge el pícaro uno y se marcha con él. A2. El pícaro mata una bestia suya o de su hermano, algunas veces por error, queriendo matar un pájaro u otro animal. Otras veces sus vecinos matan una bestia suya. La desuella y se marcha a vender la piel. A3. Ídem. Unos cuervos pican en la piel, coge el pícaro uno y se marcha con él. A4. Un pícaro tiene una vaca u otra bestia. Se muere ésta de flaca, el pícaro la desuella y se marcha a vender la piel. A5. Un pícaro encuentra un cuervo y se marcha con él. B. El pícaro llega a una casa donde le dan posada (o si no le dan posada se acuesta en la caballeriza, en un pajar, etc.) y observa todo lo que ocurre. La mujer de la posada recibe a su amante, le da de la mejor comida y de las mejores bebidas que tiene, etc. Cuando el marido llega, el amante se esconde y la mujer esconde la comida, etc. El pícaro se presenta de alguna manera, B1. El pícaro llega a una posada, y al entrar, esconde dinero en diferentes partes de la escalera. Pide comida para él y para su cuervo. B2. El pícaro llega a una casa (algunas veces con su piel). C. El pícaro declara que tiene una piel, un libro, o un pájaro que adivina. Adivina dónde hay comida, bebidas, etc. En algunas versiones la mujer saca todo y comen. En algunas versiones la piel o el pájaro adivina también dónde está escondido el diablo (el amante). C1. El pícaro declara que tiene una piel, un libro o un pájaro que adivina. Adivina dónde se halla el dinero (que el pícaro ha escondido). Vende la piel, el libro o el pájaro al amo o al ama de la posada por mucho dinero. C2. El pícaro declara que tiene una piel, un libro o un pájaro que adivina. Vende la piel o el pájaro por mucho dinero. C3. El pícaro mismo (o estudiante) es adivino y mágico. Adivina dónde hay comida, bebida, etc. Todos comen. Adivina también dónde está escondido el diablo (el amante) o dónde están escondidos los diablos. D. El pícaro vende la piel, el libro o el pájaro que adivina al amante o a la mujer adúltera por mucho dinero.
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V. CUENTOS PICARESCOS
D1. El pícaro vende la piel, el libro o el pájaro que adivina al marido de la mujer. D2. El pícaro cambia la piel o el pájaro que adivina por la caja en la cual está escondido el amante. D3. Deja libre al amante por mucho dinero. D4. El marido descubre al amante (el diablo) y le da una paliza. Algunas veces lo mata. D5. El pícaro vende la piel por mucho dinero, o por una moneda falsa, mediante la cual hace mucho dinero. D6. El pícaro se sube a un árbol con su piel, la deja caer sobre unos ladrones que están contando su dinero, huyen éstos y recoge él su dinero. D7. El pícaro, algunas veces acompañado de su hermano, u otro, se sube a un árbol con una puerta, la deja caer sobre unos ladrones, huyen éstos y recoge él su dinero. D8. El pícaro hace mucho dinero de otras maneras, lo halla en un árbol, etc. E. El pícaro vuelve a su pueblo con mucho dinero. En algunas versiones descubre el rival su riqueza cuando el pícaro le pide su almud para medir su dinero y deja unas onzas pegadas en él. (Véase elemento B de Cuentos 175.) Dice el pícaro que vendió la piel por todo su dinero. El rival mata (o rivales matan) todas sus bestias y va a vender (o van a vender) las pieles. No se las compra nadie. F. El rival se enfada y va a matar al pícaro. Mata a la madre, abuela, suegra o mujer de éste por error. En algunas versiones la mujer ha muerto de muerte natural, y el pícaro la pone para que su rival la «mate». Le paga al pícaro por enterrarla. F1. El rival va a la casa del pícaro con intención de matar a la madre, abuela o mujer de éste. La mata. F2. El pícaro declara que hizo dinero vendiendo el cuerpo de la mujer muerta. El rival mata a su madre, abuela o mujer, para hacer dinero. Fracasa. F3. Es pícaro lleva a la mujer muerta y la pone de pie en un sitio, o la lleva sentada en un carro, y pide vino o cerveza para él y para ella. El que le lleva la bebida a la mujer se enfada cuando no quiere beber y la «mata». Le pagan al pícaro por enterrarla. F4. El pícaro lleva a la muerta sentada en un carro. El rival se acerca, la reconoce, y la «mata» a golpes. F5. El pícaro pone el cuerpo de la muerta como si estuviese vendiendo fruta, legumbres, pasteles, etc. Los que se acercan a comprar la «matan» porque no habla o por otro motivo. Le pagan al pícaro por enterrarla. F6. El pícaro lleva el cuerpo de la muerta de pie a un médico para que la cure. El médico la toca y ella cae. Cree que la ha hecho caer y matarse. Le paga al pícaro por enterrarla. G. El rival quema la casa del pícaro. Recoge éste las cenizas en un saco y se marcha a venderlas. Dice que son
alhajas (y algunas veces pone algunas sobre el saco para que se vean) y vende las cenizas por mucho dinero. El rival quema su casa y va a vender las cenizas, pero no vende nada. G1. Ídem. Deja el saco de cenizas en una casa, diciendo que son alhajas. Alguien las roba o las mira. Le pagan mucho dinero por el robo o por haberlas «cambiado» en cenizas, mirándolas. Termina como G. G2. El rival le ensucia la casa al pícaro. Recoge éste toda la porquería y se marcha a venderla. Unos cerdos se la comen, y el pícaro cobra mucho dinero, diciendo que le han comido su tesoro. El rival recoge porquería y sale a venderla, pero no vende nada. Le dan una paliza. G3. El pícaro deja una cesta u otro objeto en una casa. Alguien se la roba y le pagan mucho dinero por el robo. H. Como en Cuentos 172-174 y en el grupo general de Bolte-Polívka. I. Como en Cuentos 172-174 y en el grupo general de Bolte-Polívka. Elemento B desarrolla un tema semejante a la primera parte del ya muchas veces citado cuento de Hildebrand, Aarne-Thompson 1360C, estudiado por Anderson. Véase nuestro Tipo IV. Elementos D6 y D7 son fundamentalmente el mismo motivo de elementos I, I1, I3 de Cuentos 181-189, particularmente Cuentos 184, Ampudia 42, y se halla en otros cuentos muy diferentes, como Aarne-Thompson 1653, Parsons, Cape Verde I, 65, Grimm 59 (elemento F), etc. Véase mi estudio de Cuentos 181-188. En los cuentecillos del tipo de Aarne-Thompson 1653 este motivo se desarrolla en un cuento independiente y completo, y muy bien caracterizado. Elementos F y variantes son muy semejantes a algunos de los elementos de la última parte de Cuentos 176, 189, Grupo II, Tipo VI, como ya queda dicho, y se hallan en dos de los tipos de nuestro grupo. De los numerosos elementos propios de Cuentos 176, 189, sin embargo, sólo tres se hallan en nuestro grupo actual, C23, alguna variante de E, y E1, en unas dos o tres versiones. Elementos F y variantes de nuestro grupo, por consiguiente, no están sacados de los de Cuentos 176, 189. Son semejantes, pero parecen ser de desarrollo independiente, elementos propios de los dos tipos que más adelante establecemos para el grupo. De las ciento trece versiones por mí estudiadas noventa y siete son occidentales de Europa y países de cultura europea en América, y doce son orientales y africanas, entre éstas cinco de las islas Filipinas. Las versiones occidentales son germánicas, románicas, celtas, rusas, griegas y lituanas; las orientales y africanas de India, Madagascar, Filipinas, Indias Orientales, África, Las ciento trece versiones se dividen en tres tipos importantes:
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Tipo I. El cuento de la piel o del pájaro que adivina. Contiene uno de los cuatro elementos A, A1, A2, A3 (A2 en el 40% de las cuarenta y tres versiones del tipo), elementos B y C, dos o tres de los elementos D, D1, D2, D3 elemento E, casi siempre elemento F, y uno o dos de elementos F2, F3, F5, y elementos H, I. Un tipo perfecto y típico del arquetipo primitivo sería tal vez A, B, C, D1, D2, D3, E, F, F2, F3 ó F5, H, I. Cuarenta y tres versiones, o sea el 38% de las versiones estudiadas, pertenecen al Tipo I, todas occidentales. Esto parece indicar que este tipo, el más bien caracterizado de los tres, y el que nos cuenta las interesantes aventuras de la mujer que entretiene a su amante y del pícaro que observa todo lo que hace y pretende tener una piel o pájaro que adivina para vendérselo a ella o al marido, etc., es de desarrollo occidental. Algunas versiones típicas del Tipo I son las siguientes:
F3, F5, algunas veces elemento G o variantes, y elementos H, I. Es semejante al Tipo I, pero no lleva elementos B, C. En vez de ellos lleva elemento D5 ó D6. El nuevo elemento G o variante, que se halla en siete versiones, se halla también en tres versiones del Tipo I, en Cuentos 193, Bolte-Polívka II, 1-3, Jahn, Schwänke 125-139, y en siete del Tipo III. El Tipo II lleva como uno de sus elementos característicos elemento F2: El pícaro declara que ha vendido el cuerpo de la mujer muerta por mucho dinero; el rival mata a su madre, abuela o mujer, para hacer dinero, y fracasa. Este elemento se halla en dieciocho de las veintiocho versiones del tipo, o sea el 64%. En el Tipo I se halla sólo en siete versiones, 17%, y en el Tipo III no se halla en ninguna, por carecer este tipo de elemento F y todas sus variantes. Pertenecen al Tipo II veintiocho versiones. Algunas versiones típicas, son las siguientes:
Anderson I, 11-27: A, B, C, D1, D2, D3, E, «F», F3, H, I. Bartsch 480-483: A3, B, C, D1, E, F, F3, F5, H, I. Clouston II, 233-237: A, B, C, D2, D3, E, F, F3, F5, H, I, Dasent 327-333: A, B, C, D2, D3, E, F, F5, H, I. Jahn 519-522: A2, B, C, D1, E, F, F3, F5, H, I. Stroebe II, 233-239: A2, B, C, D2, D3, E, F, F2, H, I. Algunas versiones no llevan elemento F y variantes, la mujer varias veces «muerta», etc., quince de las cuarenta y tres versiones, o sea el 33%. Algunas de estas versiones son las siguientes:
Birlinger II, 367-369: A2, D6, E, F, F2, F5, H, I. Köhler I, 231-232: A2, D5, E, F, F2, G1, H, I. NINQ V, 82-83: A2, D6, E, F, F2, F5, G, H, I. Rittershaus 439-440: A2, D5, E, F, F5, H, I. RTP II, 425-427: A, D6, E, «F», F2, F3, H, I. Pertenece al Tipo II la versión alemana de Schumann del siglo XVI, Nachtbüchlein I, 6: A2, D5, E, F, F5, G, H, I.
Busch 28-30: A2, B, C, D2, D3, E, H, I. Clouston U, 251-252: A1, B, C, D2, D3, E, H, I. Grimm 61: A3, B, C, D1, E, H, I. Schell 364-372: A3, B, C, D1, E, H, I. Las versiones hispánicas las estudiamos todas juntas más adelante. Tipo IA. Este tipo es una variante notable del Tipo I, que encontramos sólo en nuestra versión montañesa 193. Es, al parecer, un tipo igual en todos respectos al Tipo I, excepto en las notables variantes B1 y C1: El pícaro llega con su cuervo a una posada y esconde dinero en tres partes diferentes de la escalera. Vende su pájaro adivino al ama de la posada cuando adivina dónde está escondido el dinero. No lleva elementos F y variantes. No conozco otras versiones de este tipo. Tipo II. Contiene elemento A ó A2, elemento D5 ó D6, elementos E, F, casi siempre F2, y uno o dos de elementos
Tipo III. Este tipo es el más sencillo de todos. Contiene elemento A2, elemento D6 (elemento D5 en vez de D6 en cinco de las treinta versiones; elemento D6 en quince versiones), elemento E, elemento G o variantes en algunas versiones (seis de las treinta), y elementos H, I. El tipo es sencillísimo: Un pícaro mata su bestia, se muere su bestia flaca, o se la matan sus vecinos. Se marcha a vender la piel, se sube a un árbol, deja caer la piel sobre unos ladrones, huyen éstos y recoge su dinero. Dice que ha hecho dinero con su piel, matan los demás sus bestias para hacer dinero de las pieles, y fracasan. Van a echarle en el mar, otro toma su lugar, y se escapa. Los rivales se echan en el mar a buscar ganado y se ahogan. Las siguientes son algunas de las versiones típicas del Tipo III: Clouston II, 278-280: A2, D6, E, G, H, I. Fansler 20b: A2, D6, E, H, I. Nerucci 21: A2, D6, E, H, I. Thorburn 184-185: A2, D6, E, H, I. Volkskunde IV, 44: A2, D6, E, H, I. De las treinta versiones de este tipo, quince, o sea el 50% de las versiones, son orientales y africanas. Ocho son
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V. CUENTOS PICARESCOS
orientales de India, Indias Orientales, Filipinas, las demás africanas. Esto parece indicar que este tipo es de origen oriental. El desarrollo de elementos F y variantes en los Tipos I y II ocurrió en Europa durante la Edad Media, porque la versión del siglo XVI de Schumann I, 6, ya contiene estos elementos bien desarrollados. El Tipo I es de desarrollo, al parecer, independiente, con los nuevos y muy notables elementos B, C y variantes, en vez de D5, D6. Es también de desarrollo occidental, pero seguramente tan antiguo como el Tipo II. Si el Tipo II se desarrolló primero, con mezcla de elementos de Cuentos 176, 189, es un problema muy difícil de resolver. Por ahora opino que el desarrollo es independiente. Los objetos, animales, aves, que adivinan se hallan con frecuencia en las tradiciones de Oriente y de Occidente. Véase Thompson D1025, D1310, D1311, K114. Tipo IV. Empieza con la partida del marido, como en el cuento de Hildebrand, Aarne-Thompson 1360C. Contiene después elementos B o variante, C ó C3, y alguna vez D4. Pertenecen a este tipo cinco versiones, una alemana, Waldis, Esopus IV, 66, y cuatro hispánicas. Véase nuestro Tipo IV. Volvamos ahora nuestra atención a las versiones hispánicas. Son éstas veintitrés, nueve españolas peninsulares, trece españolas de América y una portuguesa. Al Tipo I pertenecen diez versiones. Cinco de ellas son versiones perfectas del tipo: Espinosa, Castilla 325: A, B, C, D, E, F, G, G2, H, I. Espinosa, Castilla 327: A, B, C, D1, E, F, F2, F3, H, I. Andrade 15: A, B, C, D1, D4, FI, F2, H, L. Mason-Espinosa PRF II, 4b: A, B, C, D, D2, E, F, F2, F3, H, I. Rael 304: A, B, C, D1, D2, E, F, F2, F4, H, I. Cinco son versiones incompletas: Ampudia 67: A3, B, C, D1. Espinosa, Castilla 326: A3, B, C, DI, D6, H, I. Andrade 14: A, B, C, D1, E. Mason-Espinosa PRF I, 35: A5, B, C, D. Athaide Oliveira I, 184: A, B, C, D1, D2, E, F. Hay además una versión fragmentaria, Curiel Merchán 86-88, que contiene solamente elementos B, C. Al Tipo IA pertenece una versión, nuestra montañesa 193, como ya queda dicho: A3, B1, C1, E, G, G2, H, I. Al Tipo II pertenecen tres versiones, las tres incompletas: Andrade 16: A, D5, F1.
Di Lulio 235-237: A2, A3, D5, E, F. Mason-Espinosa PRF II, 4a: A, D8, E, F, F2, F3. Al Tipo III pertenecen cuatro versiones, sólo una de ellas, la de Ampudia, bastante completa: Ampudia 42: D7, G1, H, I. Rael 307: D6, E, G. TFSP XII, 36-41: A2, D8, E. Wheeler 159: D6, E. Tipo IV. Este tipo, relacionado con el famoso tema de Hildebrand, estudiado por Anderson en su obra Der Schwank vom alten Hildebrand, citada en nuestro estudio de Cuentos 93, es uno de los más sencillos de todos. Es el tipo que desarrolló Cervantes en uno de sus mejores entremeses, La cueva de Salamanca. De este tipo hallamos en la tradición hispánica moderna tres versiones: Espinosa, Castilla 297, Athaide Oliveira I, 146, y II, 315. Los elementos fundamentales de las tres versiones modernas son los mismos del entremés cervantino. El entremés cervantino contiene los siguientes elementos fundamentales: 1. La partida del marido, como en el tema de Hildebrand, el entremés de Chirlos Mirlos citado en la obra de Anderson, y Cuentos 93, y los preparativos que hace la mujer infiel para recibir y regalar a su amante. 2. Elemento B de Cuentos 193. El estudiante (el pícaro de Cuentos 193) se va a dormir al pajar antes de la llegada del marido. Ha visto todo, pero promete no decir nada. 3. Elemento C3 de Cuentos 193. El estudiante mismo es adivino. Hace salir a los diablos (el sacristán y el barbero) de donde están escondidos, con la comida, bebidas, etc. Todos se divierten y comen, incluso el marido. La versión portuguesa moderna de Athaide Oliveira I, 146, contiene los mismos elementos fundamentales de 1, 2 y 3, pero termina con elemento D4, la paliza del fraile, que se halla en las dos versiones siguientes que llevan elemento C en vez de C3. El cuento castellano de Espinosa, Castilla 297 y la versión portuguesa de Athaide Oliveira II, 315, son también fundamentalmente idénticos a los del entremés cervantino. Contienen los siguientes elementos: 1. Como en el entremés. 2. Elemento B de Cuentos 193. 3. Elemento C de Cuentos 193. El estudiante posee un libro adivino. 4. Elemento D4, la paliza. La versión portuguesa lleva, además, elemento D1.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
La única versión no hispánica que yo conozco de este tipo es la alemana del siglo XVI de Waldis, Esopus IV, 66. Contiene esta versión los siguientes elementos: 1. Como en el entremés de Cervantes. 2. Elemento B. 3. Elemento C3, como en el entremés de Cervantes y en la versión portuguesa de Athaide Oliveira I, 146. 4. Elemento D4, la paliza. Nuestro Tipo IV es seguramente uno de los más antiguos de Europa. Las cinco preciosas versiones citadas, dos del siglo XVI, española y alemana literarias, pero sacadas de fuentes populares, y las tres hispánicas modernas, son tan semejantes entre sí, que podemos considerar al tipo como uno de los arquetipos primitivos de Europa. Puede muy bien ser el prototipo de nuestro Tipo L La forma primitiva llevaba siempre elemento D4. Hay versiones semejantes a nuestro Tipo IV, con variantes de elementos B, C y C3, pero que están relacionadas con los tipos de Cuentos 31-33, Tipo IV: Hans Sachs (Bolte-Polívka II, 18); MR V, 132 (siglo XIV). Según Bolte-Polívka, el cuento se halla en la Scala Coeli. En vista de nuestras cinco excelentes y completas versiones del Tipo I, es raro que nuestra versión 193 sea la única que hasta ahora conocemos del Tipo IA. Las dos versiones nuevomexicanas de Rael 302, 303, no pertenecen a ninguno de nuestros tipos, pero contienen elemento B de Cuentos 175 y elemento F2 de nuestro cuento 193.
194. Don Juan Chiruguete mata ocho y espanta siete 195. Juanillo el Oso y el pastor BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Curiel Merchán 112-113; Espinosa, Castilla 280; Sánchez Pérez 80.—Españolas de América: Andrade 25, 28, 175, 176, 177; Arellano 127, 128; BTPE I, 121-125; Espinosa SFNM 64; JAFL XXXI, 475-476, XLVIII, 158-159; Mason-Espinosa PRF II, 20, III, 20, d2; Rael 291, 337, 338, 339, 341; Wheeler 177.—Portuguesas: Athaide Oliveira I, 46, II, 319, 377; Braga I, 79.—Portuguesa de las islas de Cabo Verde: Parsons, Cape Verde I, 41.— Portuguesa de Brasil: Romero 18.— Catalana: Alcover I, 44-56.—Italianas: Andrews 44; Archivio III, 533-534, IX, 277-278, X, 89-91, XIX, 196-199; Crane 94-96; Gonzenbach 41; JREL VII, 13-16, VIII, 246-250; Pitré II, 83; Schneller 53, 54.—Corsa: Ortoli 26.—Francesas: Bladé III, 5; Cosquin I, 8, 25.—Francesas del Canadá: JAFL LIII, 141-145; MBarbeau 20.—Flamencas: De
Mont y De Cock 125-132, 179-186; FFC XXXVII, 61, 73.—Bretonas: RTP IX, 336, 337-338, XI, 443-444, XVIII, 363-366, XXXII, 93-96.—Vascuences: Cerquand III, 61; Vinson 46-56; Webster 6-10.—Rumana: Folklore L, 155-156.—Alemanas: Bartsch I, 501-507; Birlinger 1, I, 356-357; Birlinger 2, II, 364-366; Germania XVII, 92; Grimm 20; Haltrich 28; Knoop, Volkssagen 190-192; Kuhn 11; Kuthmayer 17; Lemke II, 137-139; Meier 37; Montanus 19-24, 479-483; Müllenhoff 442-445; Pröhle 47; Schambach-Müller 21, 299; Schönwerth II, 280-288; Schulenburg, Volkstum 22-23; Zingerle 2, 12, 108-109, 111-112.—Islandesas: Rittershaus 107, 108.—Noruegas: Dasent 113-115; Volkminnelag I, 3-5; ZFDM II, 203206.—Sueca: Thorpe 245-249.—Holandesas: BoltePolívka I, 152-154; Volkskunde XIV, 36-39, XVI, 100103.—Inglesa: Jacobs 2, 78-81.—Escocesa: Campbell II, 45.—Inglesa de América: JAFL XXXVIII, 351-354.— Eslavas: Afanasiev 26-31; Bain 150-151; Dirr 2; Germania XV, 176-181, 181-183; Krauss I, 427-431; Veckenstedt 68-72; Wratislaw 150-153.—Gitanas: Groome 22, 80.— Albanesa: Dozon 3.—Griega: Hahn I, 18.—Armenia: Macler 121.—Africana: Frobenius IX, 75.—Indias: Cosquin II, 353; Frere 16; Jataka 80; Panchatantra I, 508, II, 550.—Indias orientales: De Vries, Oost Indië II, 8788.—Indias de Norteamérica: JAFL XXVI, 83-84, 229234.—Persa: Clouston I, 142-146.—Tártara: RTP XXIII, 57-58.—China: Chavannes II, 301.—Clasificación y estudios especiales: Aarne-Thompson 1049, 1060, 1062, 1088, 1115, 1640; Archivio X, 91-92; Bebel III, 114; Boggs 119, 120, 136; Bolte-Polívka I, 148-165; Campbell II, 341-342; Clouston I, 133-154; Hackman 1064, 1062, 1115, 1640; Jacobs 2, 249; JREL VII, 16, VIII, 250, 253; Köhler I, 69, 86, 262, 290, 328-329, 477, 510, 564, II, 85-87; Rittershaus 383, 385-386; Thompson ENAI 430433; Thompson G524, K18, K18.1, K18.3, K61, K62, K81, K81.1, K525, K731, K771, K890, K1062, K1951, K1951.1, K1951.2, K1951.3, J2400. Cuentos 194 y 195 son versiones del popularísimo cuento del cobarde jactancioso, un pícaro de baja condición que se las echa de valiente por haber matado muchas moscas de un solo golpe, u otra hazaña semejante, y que después se sale siempre con la suya accidentalmente, se casa con la hija de un rey, y derrota a un ejército enemigo, Grimm 20, Aarne-Thompson 1640. El cuento ha sido estudiado ya con abundantes materiales bibliográficos por Bolte y Polívka en I, 148-165. Las mejores formas del cuento son europeas. Los tipos fundamentales son, al parecer, de elaboración europea, pero algunos de sus elementos fundamentales se hallan ya
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V. CUENTOS PICARESCOS
bien desarrollados en cuentos orientales. La clasificación de los elementos fundamentales del cuento, sacada de las que hacen Bolte y Polívka en I, 149, y Aarne-Thompson 1640, con algunas modificaciones mías para las versiones hispánicas (añado los nuevos elementos B6 y B7), es la siguiente: A. Un pícaro de baja condición se las echa de valiente por haber matado muchas moscas de un solo golpe. Se pone un letrero que proclama sus hazañas («Don Juan Bolondrón Mata-Siete de un Trompón», etc.). B. El rey le envía a luchar con un gigante u ogro enemigo. El pícaro busca al gigante y le desafía a probar con él sus fuerzas y habilidades. B1. Desafía al gigante a ver quién aprieta una piedra con la mano y le saca más agua. El pícaro coge un queso, un huevo, una esponja, etc., y gana. B2. Desafía al gigante a ver quién tira una piedra más lejos. El pícaro suelta un pájaro, un corcho que el viento se lleva, etc., y gana. B3. Desafía al gigante a ver quién puede traer una carga más grande de leña, árboles, etc. El pícaro empieza a atar el monte, y el gigante se espanta y se declara vencido. B3a. Desafía al gigante a ver quién puede traer una cantidad más grande de agua. Etc. B4. Desafía al gigante a ver quién puede doblar el árbol más grueso. El árbol lanza al pícaro tan lejos, que ya no vuelve. B5. Deja un muñeco de sangre u otro objeto en su cama. El gigante «mata» a este muñeco o lo que sea, creyendo matar al pícaro. B6. Desafía al gigante a ver quién come más. El pícaro se mete la comida en un morral, y gana. B7. Desafía al gigante a ver quién corre más. Pretende abrirse la panza con un cuchillo para correr más. El gigante se abre la panza para correr más, y muere. C. El rey quiere probar la valentía del pícaro y le somete a otras muchas pruebas. Si sale victorioso, le promete su hija en matrimonio. C1. El pícaro mata a dos gigantes. Tira piedras entre ellos, se enfadan, se pelean y se matan. C2. El pícaro mata un unicornio, una serpiente, u otra bestia feroz, de diversas maneras. Si es animal que lleva cuernos que ataca al pícaro, se sube éste a un árbol, mete la bestia un cuerno en el árbol y se queda allí cogido, y el pícaro le mata. Otras veces, el pícaro deja caer su daga de miedo, cae ésta en la boca del animal y le mata. C3. El pícaro mata un jabalí. Generalmente huye del animal, los soldados del rey le matan, y el pícaro dice que le quería traer vivo. D. Se casa el pícaro con la hija del rey.
D1. Descubre la princesa su humilde condición cuando el pícaro habla, en sueños. D2. Los soldados del rey espían, el pícaro los descubre y huyen. D3. El pícaro finge dormir y habla «en sueños» de sus hazañas. Los soldados le oyen y huyen despavoridos a avisar al rey. E. El pícaro va a la guerra. Huye, se agarra a un árbol (o a una cruz del camino), lo arranca y lo menea, y el enemigo huye. E1. Va a la guerra montado en el caballo de un héroe muerto. El caballo ataca a los enemigos, y creyendo éstos que el héroe había resucitado, huyen. E2. Va a la guerra. Huye y se desnuda. Sus soldados se desnudan también. El enemigo se espanta y huye. La mayoría de los elementos B y variantes se hallan en otros cuentos. Elementos B3 y B4 se hallan en AarneThompson 1049, Grimm 183. Elementos B1, B2, B3, B6 y B7 se hallan en Cuentos 163-167, elementos C3, C4, C1, C6 y C10, respectivamente, de nuestra clasificación de Cuentos 163-167. Véanse los Tipos II y V de estos cuentos. Estos tipos de Cuentos 163-167 se hallan en versiones muy bien caracterizadas, pero seguramente elementos C1, C3, C4, C6 y C10 son en ellos un desarrollo especial y nuevo, tal vez por confusión con los mismos o semejantes elementos de Cuentos 194, 195. Véase Bolte-Polívka III, 333-335 y Köhler II, 290-291. Nadie ha tratado de establecer hasta ahora los tipos fundamentales de todos estos cuentos. Estudiando y analizando todas las versiones de nuestra bibliografía, se ve, desde luego, que para la tradición general de Europa hay tres tipos fundamentales: Tipo I. Contiene elemento A, dos o tres de elementos C y E1. Este tipo, carece por completo de elementos B y variantes. Es el tipo del cobarde jactancioso propiamente dicho. Pertenecen a este tipo las siguientes versiones europeas no hispánicas: Andrews 44; Cosquin I, 8; Crane 94-96; Montanus 479-48 3; RTP IX, 336; Schneller 54; Rittershaus 379-380 (dos versiones). Tipo II. Contiene elemento A, dos o tres de elementos B y variantes, dos o tres de elementos C y variantes, elemento D o D1, y elemento E o E1. Este tipo combina elementos de Tipos I y III. Es el cuento del cobarde jactancioso mezclado con el cuento del gigante u ogro vencido por un pícaro. Pertenecen a este tipo las siguientes versiones: Bartsch 501-507; Birlinger 1, 356-359; Grimm 20; Kuhn 11; Lemke
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Athaide Oliveira I, 46 (mezclado con elementos de Cuentos 5-8): A, D3, E1. Braga I, 79: A, D1.
II, 137-139; Meier 37; RTP XVIII, 363-366; Schönwerth II, 280-288. Tipo III. Contiene elemento A (pero no en todas las versiones), y dos, tres o cuatro de elementos B y variantes (pero elementos B6 y B7 se hallan solamente en versiones hispánicas). Este tipo, que no siempre lleva elemento A, y nunca elementos C, D y E y sus variantes, es en realidad un cuento muy distinto del tema del pobre mata-moscas jactancioso. Es el tipo del gigante u ogro tonto vencido por un pícaro. En sus formas primitivas debió de ser un cuento enteramente distinto de nuestro Tipo II, pero con la adición de elemento A, como en nuestra versión hispánica 195. Hay que observar que en la tradición de Europa fuera de España elemento A es rarísimo en este tipo. Pertenecen a este tipo las siguientes versiones europeas: Archivio III, 533-534; Bladé III, 5; Cosquin I, 25; Gonzenbach 41 (contiene elemento A); JREL VIII, 246250; Köhler I, 477; Müllenhoff 442-445; Webster 6-10.
Sólo las tres primeras son versiones completas: Andrade 175, Mason-Espinosa PRF II, 20 y Rael 338. Las nueve que siguen son versiones bastante completas; y las últimas seis son versiones incompletas y fragmentarias. Al Tipo II pertenecen dos versiones hispánicas, una castellana y una nuevomejicana. Cuentos 194: A, B, B1, B2, B6, B7, C, D. Rael 341: A, B1, B2, C1, C2, C3, D3. Al Tipo III pertenecen seis versiones hispánicas, dos de ellas versiones perfectas del tipo. Cuentos 195: A, B, B2, B3, B7. Espinosa, Castilla 280: B, B1, B2, B3, B5, B7. Curiel Merchán 112-114: A, B, B2, B7. Andrade 25: B1, B2, B3, B3v. Andrade 28: B3, B3v. Mason-Espinosa PRF III, 20d2: B1, B2.
Volvamos ahora nuestra atención a las versiones hispánicas. Son éstas treinta y cinco versiones españolas peninsulares; dieciocho versiones españolas de América; seis versiones portuguesas, y una versión catalana. Dieciocho de ellas, 60% de todas, pertenecen al Tipo I arriba establecido para la tradición europea. Elemento A se halla en todas las versiones hispánicas de este tipo. Elemento D se halla en diez versiones. Elemento El termina el cuento en seis versiones, y E en solamente dos versiones. Las versiones del Tipo I, una española peninsular, trece españolas de América, tres portuguesas y una catalana, son las siguientes: Andrade 175: A, C2, C3, D, E1. Mason-Espinosa PRF II, 20: A, C4, D, D3. Rael 338: A, C2, D, E1. Sánchez Pérez 80: A, C3, D, D1. BTPE I, 121-125: A, C3, D1, D2. Alcover I, 44-56: A, C2, C3, D1, D2, D3. Romero 18: A, C1, C3, D1, D2, D3. Arellano 127: A, C3, D. Arellano 128: A, C2, D. Espinosa SFNM 64: A, D, E1. Rael 337: A, D, E1. Parsons, Cape Verde I, 41: A, D, E. Andrade 176: A, E1. JAFL XXXI, 475-476: A, D. Rael 339: A, D3. Wheeler 177: A, E.
Las dos primeras versiones, Cuentos 195 y Espinosa, Castilla 280, y la incompleta de Curiel Merchán 112-114, nos ayudan a establecer una forma especial hispánica del Tipo III, la que termina con el extraordinario elemento B7: El pícaro pretende abrirse la panza para correr más, y el gigante para imitarle se abre la panza de verdad y muere. Este elemento, sin embargo, se halla en una de las dos versiones del Tipo II, nuestra versión Cuentos 194. En su forma hispánica perfecta es el cuento del matamoscas jactancioso que lucha con el gigante, le vence siempre, y por fin lo hace destriparse y morir. Las tres versiones restantes del Tipo III son versiones muy fragmentarias. Compárense con las versiones de este tipo las versiones de los Tipos II y V de Cuentos 163-167, arriba citadas, que contienen elementos B1, B2, B3, B6, B7, entre otros muy diferentes, como ya queda dicho, y las de Grimm 183, estudiadas por Bolte-Polívka en III, ya citados. La versión dominicana de Andrade 25 termina con elementos H, I de Cuentos 172-174. Es posible que al Tipo III pertenezca también la versión nuevomejicana de Rael 291, que lleva elementos B2, D y elemento C5 de Cuentos 163-167 (agujerear un pino con el dedo), elemento que se halla en alguna que otra versión de los cuentos que ahora estudiamos, en Curiel Merchán 112-114, por ejemplo. Tres de nuestras versiones hispánicas son fragmentarias y se hallan mezcladas con otros cuentos: Andrade 177, con elemento A; Athaide Oliveira II, 319, con elemento B2, y 377, con elemento B7.
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V. CUENTOS PICARESCOS
De todas las treinta versiones hispánicas, por consiguiente, el número de versiones completas de los diversos tipos es muy reducido. Del Tipo I hay solamente tres versiones completas, la versión dominicana de Andrade 175, la portorriqueña de Mason-Espinosa PRF II, 20, y la nuevomejicana de Rael 338, y nueve versiones bastante completas, la castellana de Sánchez Pérez 80, las dos portorriqueñas de Arellano 127 y 128, la chilena de BTPE I, 121-126, las dos nuevomexicanas de Espinosa SFNM 64 y Rael 337, las portuguesas de Romero 18 y Parsons, Cape Verde I, 41, y la catalana de Alcover I, 44-56. Las restantes son versiones incompletas. Del Tipo II hay dos versiones de forma especial hispánica, Cuentos 194 y Rael 341. Del Tipo III hay cinco versiones hispánicas, dos de ellas perfectas. De todos los tipos hay solamente siete versiones completas. Según Polívka, Märchen wissenschaftliche Studien (citado en Bolte-Polívka I, 164-165), nuestro cuento se halla en sus formas fundamentales en muchas parte de Europa y Asia: en India, en Rusia, en Alemania desde fines de la Edad Media, etc. La versión de Montanus 1924, del siglo XVI, contiene elementos A, C2, D1, D2, C3. Es uno de los arquetipos de nuestro Tipo I. Las versiones más antiguas que conocemos son orientales, pero éstas contienen sólo algunos de los elementos fundamentales de los cuentos completos de la tradición moderna, particularmente elementos C y variantes, o variantes de ellos. La versión más antigua de todas, la budista china de Chavannes II, 301, es la siguiente: Una mujer perversa despacha a su marido en un largo viaje y le da para comer 500 píldoras. Una noche se sube a un árbol y deja abajo las píldoras. Llegan 500 ladrones que acababan de robar los tesoros de un rey, duermen al pie del árbol, se comen las píldoras y mueren. El cobarde jactancioso baja del árbol, hiere los cuerpos muertos de los ladrones con su daga y declara a los soldados del rey que él ha matado a los 500 ladrones. Llevan al héroe al palacio del rey, y éste le envía a matar un tigre. El cobarde huye del tigre y se sube a un árbol. Su daga se le cae y entra en la garganta del tigre, y le mata accidentalmente. La última parte de este cuento antiguo es una variante preciosa de elemento C3, tal vez la versión primitiva de este elemento. Otra versión oriental antigua es la de Jataka 80, que contiene variantes muy notables de elementos C3 y E: Con la ayuda de Buda un cobarde jactancioso va a servir a un rey. Le envían a matar un tigre, huye de él, y los soldados del rey salen y matan al tigre. El cobarde entonces sale de donde estaba escondido y declara, muy
enfadado, que él traía al tigre para cogerlo vivo. El rey le envía entonces a la guerra montado en un elefante, el enemigo huye, y otra vez el cobarde sale victorioso. En esta versión oriental hallamos ya el incidente del cobarde que se ensucia en sus ropas y montura, y que se halla en algunas versiones hispánicas que llevan elemento E1. Para otras versiones orientales que contienen estos elementos y algunos otros, véase Benfey, Panchatantra I, 508, y II, 550; Frere 16; Steel-Temple 89; De Vries, Oost Indië II, 87-88; y Frobenius IX, 75. Para más detalles sobre los orígenes y la difusión en Oriente y Occidente de los diferentes elementos de nuestro cuento, particularmente elementos B, C, E y sus variantes, véase Bolte-Polívka I, 161-165, que citan todas las antiguas versiones orientales y muchas modernas, Cosquin I, 96-102, Aarne-Thompson 1060, 1062, 1088, 1115, 1640 y, sobre todo, Thompson G524 (elemento B7 de las versiones hispánicas del Tipo III), K62 (elemento B1), K81 (elemento B6), K525 (elemento B5), K731 (elemento C3), K771 (elemento C2), K1951 (elemento A) y K1951.2 (elementos E, E1).
196. Ladrón y pícaro BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Espinosa, Castilla 317, 318.—Españolas de América: Andrade 19, 134; AUC XCII, 50-60; Espinosa III, 5, 8; Espinosa SFNM 57; Rael 349, 350, 355; Wheeler 27, 176, 178, 179.—Portuguesas de las islas de Cabo Verde: FL XXVIII, 411-412; Parsons, Cape Verde I, 28, 29, 30, 31.—Catalanas: Alcover I, 150-164; Maspons y Labrós III, 67-70.—Italianas: Andrews 30; Boccaccio III, 2; Coronedi-Berti 39; Pentamerone V, 7; Straparola I, 2; Weber 4.—Francesas: Bladé III, 5; Cénac-Moncaut 99101; Cosquin II, 70; Meyrac 428-430, 430-431; RTP IX, 343, XI, 102-104, XXIV, 345-347.—Belga: Wallonia IV, 102-104.—Flamencas: De Mont y De Cock 323330; Wallonia IV, 102-104.—Bretona: Sébillot I, 32.— Vascuence: Webster 140-146.—Alemanas: Grimm 192; Jahn 53; Jegerlehner 53-55; Kuhn-Schwartz 362-366; Lemke II, 81-88; Meier 155; Pröhle 49; SchambachMüller 316-319; Wisser 1, 252-266; ZVFV, NF I, 7175.—Islandesa: Arnason II, 609-622.—Noruega: Stroebe II, 67-81.—Holandesa: Volkskunde I, 289-292.—Inglesa: Clouston II, 43-44.—Escocesa: Campbell II, 40.— Irlandesas: Clouston II, 44-47; Jacobs 5, 13-28.—Inglesas de América: JAFL XXVI, 224-228, XLVII, 308.—Eslavas: Coxwell 586-589; Krauss I, 257-262; Leskien-Brugman
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
480-483; Schleicher 13-20; Veckenstedt 228-229.— Gitanas: Groome 41-46, 46-48, 48-49, 49.—Albanesa: Dozon 169-175.—Griegas: Herodoto II, 121; Kretschmer 16; Legrand 205-216.—Egipcia: Maspero 181-185.— Indias: Clouston II, 51-52; Knowles 104-123; NINQ III, 171-172; Somadeva III, 126.—Indias orientales: De Vries, Oost Indië II, 385.—Indias de Norteamérica: JAFL L, 182-184.—China: Eberhard 354.—Clasificación y estudios especiales: Aarne-Thompson 1525A, 1737; Boggs 1525, 1737; Bolte-Polívka III, 379-406; Chauvin VIII, 185-186; Clouston II, 115-160; Cosquin II, 274281; Fansler 71-75; FL XXVIII, 412-414, XXX, 227234; Groome 50-53; Meyrac 431; Orient und Occident 303-313; Volkskunde I, 292-295; Thompson J1141, J1675.1.1, K301, K305.1, K332, K341, K341.1, K341.4, K341.5.1, K341.6, K341.7, K341.10, K362, K362.2, K407.1, K477, K841. Los cuentos de ladrones son legión. Los de ladrones que son al mismo tiempo pícaros se dividen en dos grupos principales, el grupo de cuentos del tesoro del Rey Ramsínito, Aarne-Thompson 950, y el grupo de cuentos del maestro ladrón, Aarne-Thompson 1525. Los cuentos del Grupo Primero pertenecen a un tipo bien conocido, el famoso cuento oriental y egipcio de Herodoto II, 120 y Maspéro 180-185. Los del Grupo Segundo pertenecen a tipos muy diversos. En la tradición de Europa hay versiones de ambos grupos, y además versiones que mezclan elementos de los dos. En la tradición hispánica son frecuentes las versiones que combinan la primera parte de Aarne-Thompson 1525 con la última parte del cuento del Rey Ramsínito, y hay algunas en las cuales hay además elementos del famoso cuento del Muñeco de Brea, Cuentos 35, ya tratado. La clasificación general de los dos grupos principales, con abundantes notas bibliográficas, y la clasificación detallada de uno de los tipos del Grupo Segundo, Grimm 192, se halla en Bolte-Polívka III, 379406. En la bibliografía nuestra no citamos las versiones del Grupo Primero, el cuento del Rey Ramsínito, BoltePolívka III, 395-406, ni los numerosos estudios sobre este cuento, excepto las versiones hispánicas mezcladas con elementos de los dos grupos. Nuestra versión sevillana 196 pertenece al Tipo II del Grupo Segundo. El número de versiones hispánicas que yo he podido reunir de estos cuentos, solamente veintidós, es demasiado reducido para establecer los tipos fundamentales de una manera definitiva. La mayoría de ellas son versiones incompletas. Diecinueve de ellas pueden clasificarse, por lo menos provisionalmente, bajo cuatro tipos fundamentales.
Las tres restantes son versiones que combinan elementos de tipos muy distintos. Los motivos o elementos fundamentales que hallamos en las veintidós versiones hispánicas son los siguientes: A. Tres hermanos salen de la casa de sus padres, y cada uno aprende su oficio. Uno de ellos, generalmente el menor, aprende a ladrón. El rey u otro personaje principal quiere probar la destreza del ladrón y le envía a robar. B. El ladrón roba dos cabras, ovejas o vacas, primero con la burla de los zapatos, u otras cosas que el ladrón deja por el camino, y después imitando el balido de las cabras, etc. Véase Aarne-Thompson 1525D y Thompson K341.6 y 341.7. B1. Ligera variante de B. B2. El ladrón roba las vacas del rey «ahorcándose» en el bosque, donde le ven colgado. B3. Un ladrón roba los huevos de un nido de águila u otra ave, y el ladrón principal (el protagonista del cuento) se los roba a él sin que lo sienta. Este elemento es una variante de Thompson K301.5. B4. El ladrón roba mucho dinero de diversas maneras, y se lo lleva a su madre. C. El ladrón roba los bueyes del rey o de otro personaje principal. Grita y hace creer que han apuñalado a alguien; salen todos a ver lo que ocurre, y entonces roba los bueyes. D. El ladrón roba el caballo que cuidan los guardias del rey. Emborracha a los guardias. Véase Aarne-Thompson 1525A, elemento II, Thompson K341.5. D1. Ligera variante de D. E. El ladrón roba la sábana y el anillo de la reina. Se presenta en la oscuridad de la noche con un muñeco lleno de agua en las habitaciones de los reyes. El rey «mata» al muñeco. Cuando van a enterrarlo él y la reina, el ladrón roba la sábana, etc. Véase Aarne-Thompson 1525A, elemento III, y Thompson K362.2. F. El ladrón se acuesta con la mujer del juez. Les paga a unos golfos porque griten y hagan como que pelean. Sale el juez a ver qué pasa, y entonces el ladrón pícaro sube, se acuesta con la mujer y deja un cuerno debajo de la almohada. F1. El ladrón se acuesta con la mujer de su tío, se ensucia en la cama, y le roba su dinero. G. El ladrón coge al párroco y al sacristán y los mete en un saco. Les dice que va a llevarlos al cielo y se los lleva al rey. Véase Aarne-Thompson 1525A, elemento IV, y Thompson K841. Nuestros elementos D, E, G, son elementos B, C, D, respectivamente, de la clasificación de Bolte-Polívka III, 379, para el cuento 192 de Grimm, semejante a Aarne-
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V. CUENTOS PICARESCOS
Thompson 1525A. Además de los elementos arriba mencionados, entran en las versiones hispánicas algunos del cuento de Ramsínito del Grupo Primero y del cuento del Muñeco de Brea, Cuentos 35. No son elementos fundamentales de los tipos diversos del Grupo Segundo, al cual pertenecen la mayoría de las versiones hispánicas. Verdaderas versiones hispánicas populares del cuento del Rey Ramsínito, sin mezcla alguna con los tipos del Grupo Segundo, no conozco yo ninguna. Examinemos ahora las versiones hispánicas. Son éstas veintidós, como ya queda dicho. Diecinueve de ellas nos ayudan a establecer provisionalmente cuatro tipos fundamentales. Tipo I. El famoso cuento del Rey Ramsínito, Herodoto II, 121, Aarne-Thompson 950. Pertenecen a este tipo tres versiones hispánicas: la versión nuevomejicana de Espinosa III, 8, y dos portuguesas de las islas de Cabo Verde de Parsons, Cape Verde I, 29, 31. Ninguna es versión perfecta del tipo. Las tres empiezan con dos o tres variantes de elementos B (B3 en las primeras dos versiones), C, D. La segunda versión portuguesa está mezclada con el cuento del Muñeco de Brea, Cuentos 35. Véase nuestro estudio de este cuento, FL XXX, 227-234, y JAFL XLIII, 132, 162. Tipo II. Contiene elementos A, B o variante, C, F o F1. El tipo se distingue de los demás del Grupo Segundo principalmente por el extraordinario elemento F o F1, Thompson K341.10. Pertenecen a este tipo dos versiones españolas peninsulares, una de ellas incompleta. Cuentos 196: A, B, C, F. Espinosa, Castilla 317: A, B4, F1. Hay además una variante extraordinaria del Tipo II, mezclada con elementos del Tipo I del Grupo Primero, y que no lleva elemento F o F1. Espinosa SFNM 57: A, B, C, variante, etc. Tipo III. Contiene elementos A o A1, B, B1 ó B3, o bien B, B1. Pertenecen a este tipo seis versiones. Espinosa, Castilla 318: A1, B, B1. Andrade 19: B, B1. Rael 349: A, B. (Esta versión nuevomejicana lleva además el elemento de la capa prestada, Aarne-Thompson 1642, V, elemento D de Cuentos 197). Rael 350: B, B1.
Wheeler 27 (mezclada con elementos del Tipo I del Grupo Primero): A, B3. Wheeler 178: A1, B. Tipo IIIA. Hay dos variantes extraordinarias del Tipo III, que llevan elemento E del Tipo IV. Espinosa III, 5: A, B, E. Alcover I, 150-164: B, E, variante. Tipo IV. Contiene elementos A, D, E, G. Es el tipo de Aarne-Thompson 1525A, Grimm 192. Pertenecen a este tipo cinco versiones hispánicas, dos de ellas incompletas. Andrade 134: A, D, D1, G. Rael 355: D, E, G. (Termina con elementos H, I de Cuentos 163-167). Maspons y Labrós III, 67-70: D, E, G. AUC XLII, 50-60 (empieza con una variante extraordinaria de C, robar trigo): D, E. Wheeler 176: A, D. Quedan sin clasificar tres versiones: Parsons, Cape Verde I, 28, con elementos B, D1, y 30, con elementos B repetido, D y algunos elementos del Tipo I; Wheeler 179, con elementos A, B2, D. Para más detalles sobre las versiones de todos estos tipos y de otros semejantes en la tradición de Europa, Asia y África, y sobre los orígenes y desarrollo de sus elementos fundamentales, véase el estudio de Bolte-Polívka ya citado.
197. Los cuatro estudiantes BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Curiel Merchán 16-18; Espinosa, Castilla 431, 432, 433, 434; Libro de los Enxemplos 68; Timoneda, Patrañuelo 18.—Españolas de América: Andrade 133; Rael 358, 359; Rael, Apéndice 43, 53.—Portuguesas: Athaide Oliveira I, 38; Braga 179.—Catalana: Maspons y Labrós, Cuentos 44-49.—Italianas: Sabadino delli Arienti (RF XXVI, 725726); Straparola XIII, 2.—Francesas: MR I, 4; RTP VI, 143-144; Villon liii-lix.—Flamenca: De Mont y De Cock, 217-222.—Latina: Morlini 13.—Alemana: Hans Sachs FS I, 296-298.—Griega: RTP VIII, 323-324.—Turca: ZVFV XIII, 423-424.—Árabes: Chauvin VI, 126.—Clasificación y estudios especiales: Aarne-Thompson 1642, V; Bédier 447-448; Boggs 1848; Bolte-Polívka I, 65-67; Germania I, 269; Histoire Littéraire XXIII, 139-140; Köhler I, 489490; ZVFV XIII, 420-426; Thompson H1151.2, H1151.3, J1151.2, K455.4.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Este interesante cuento montañés pertenece a un grupo de cuentos literarios y populares en los cuales se desarrollan por regla general dos motivos fundamentales: 1. Dos, tres o cuatro pícaros consiguen vino, pan y pollo o pavo por engaño. 2. Un ladrón se presenta ante el juez con una capa que le ha prestado el acusador. Cuando el acusador dice que la capa es suya, le toman por loco. El primero de estos dos motivos tiene formas muy diversas, y en alguna que otra versión constituye todo el cuento. El segundo motivo es un desarrollo extraordinario de las burlas del ladrón engañador; es, al parecer, de origen oriental, y se halla también como cuentecillo independiente. Las versiones literarias y populares y tradicionales que yo conozco son solamente veintidós, trece de ellas hispánicas. Las versiones literarias son bien conocidas en Europa desde fines del siglo XV cuando aparece la versión italiana de Sabadino delli Arienti (1483). Del siglo XVI tenemos la versión latina medieval de Morlini 13, y la española de Timoneda, Patrañuelo 18. Algunas formas del primer motivo son más antiguas, MR I, 4, por ejemplo. Entre unas y otras las veintidós versiones que yo conozco contienen los siguientes elementos fundamentales: A. Dos, tres o cuatro pícaros obtienen vino, pan y pescado o pollo, a pavo por engaño. El que obtiene el pollo o pavo (en algunas versiones cada uno de los que obtienen vino, pan, pescado, etc.) dice que es para el cura u obispo, u otro señor principal, y que éste pagará. A1. Un pícaro compra pan, manteca, gallinas o huevos, y dice que el cura u obispo u otro señor pagará. A2. Un pícaro regala una moneda de oro a tres ciegos. Comen en una fonda y, cuando van a pagar, ninguno puede «encontrar» la moneda. El pícaro declara que el cura pagará. A3. Un pícaro pide dinero prestado y rehúsa pagar su deuda. A4. Un pícaro roba un asno y va a venderlo al amo. Le habla al burro en el oído y el burro menea la cabeza «diciendo» que no, que no pertenece al amo. El pícaro se lo vende al amo. A5. Un cristiano le ruega a Dios que le dé dinero. Un judío le ofrece cierta suma si injuria a las autoridades y ensucia una mezquita. A6. Un pobre hombre oye decir al cura de su parroquia que el que da limosna al menesteroso recibirá de Dios el triple. Otro día le regala su única oveja al primer mendigo que se presenta. Llega por casualidad una vaca a su casa y cree que Dios se la ha enviado.
B. Uno de los engañados, generalmente el que ha vendido el pollo, se encuentra con su engañador o con el que «había de pagarle». Todos creen que el querellante está loco. B1. Uno de los engañados entra en un confesionario para cobrar su paga del cura, o se queda esperando fuera del confesionario para que el cura salga y le pague. El cura cree que está loco. B2. El amo de la posada va a cobrar por la comida. Entre tanto, el pícaro va y le dice al cura que después de terminar la misa, exorcice a un pobre endemoniado que anda por todas partes diciendo «Vengo a que me paguen». Etc. B3. Uno de los pícaros le dice al que le ha vendido pan, manteca, o lo que sea, que vaya a ver al cura para que le pague. Entre tanto, va y le dice al cura que después de terminar la misa exorcice a un pobre endemoniado que anda por todas partes diciendo: «Vengo a que me paguen». Así lo hace el cura. Todos tienen al cobrador por loco. B4. Uno de los engañadores entra en un confesionario. Le declara al cura que a veces le dan ganas de matar, y que en ese momento le han venida, las ganas. El cura huye y el pícaro le roba su capa. C. Los pícaros van con su comida, vino, etc., a un café, donde les preparan todo, y comen y beben a su gusto. Pretenden pelearse por pagar cada uno la cuenta. Por fin deciden vendar a la posadera, y que pagará aquel a quien ella coja. Todos se escapan y coge ella a su marido, que llega en aquel momento. Véase Thompson K455.4. Este elemento se halla solamente en tres versiones, las tres hispánicas: Cuentos 197; Espinosa, Castilla 432; Maspons y Labrós, Cuentos 44-49. Véase, sin embargo, C1. C1. Los pícaros, después de obtener el pavo y el pan, variante de elemento A, obtienen el vino pretendiendo pelearse por pagar cada uno la cuenta. Se escapan sin pagar, y se van a comer y beber donde nadie los ve. C2. Los pícaros se encuentran con unos ciegos, les hacen cantar, y luego los dejan dándose palos. D. Uno de los engañados coge a su engañador y quiere llevarle ante el juez para reclamar su paga. El pícaro declara que no puede ir porque no tiene capa y el querellante le presta una. Cuando éste declara que la capa es suya, el juez le toma por loco. Véase Thompson J1151.2, AarneThompson 1642, V, Bolte-Polívka I, 59, 65-67. D1. El amo de la vaca de elemento B5 viene por ella. El que la tiene se niega a entregársela. El amo de la vaca quiere llevarle ante el juez para reclamar su animal, pero éste dice que no puede ir porque no tiene zapatos. El querellante le presta un par de zapatos. Cuando el querellante declara que los zapatos del pobre son suyos, el juez le toma por loco.
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V. CUENTOS PICARESCOS
E. Después de salirse con la suya, el supuesto engañador (elemento A3) le devuelve al querellante dinero y capa. Este elemento se halla solamente en la versión de Timoneda. En el cuadro siguiente hago el análisis detallado de cada una de las veintidós versiones de nuestra bibliografía, todas, excepto las muy fragmentarias que contienen solamente uno de los diferentes elementos. Grupo Primero. Versiones europeas literarias de los siglos XIII-XVI. Hans Sachs FS I, 296-298: A, B1. MR I, 4: A2, B2. Morlini 13: A1, B1. Sabadino delli Arienti, versión del año 1483 (RF XXVI, 725-726): A3, D. Timoneda, Patrañuelo 18: A3, D, E. Villon LIII-LIX: A3, B1. Grupo Segundo. Versiones de origen oriental. Versión griega de RTP VIII, 3 23-32 4: A5, D. Versión turca del siglo XIV de ZVFV XIII, 423-424: A5, D. Grupo Tercero. Versiones de la tradición oral moderna, casi todas hispánicas. Andrade 133: A, B. Athaide Oliveira I, 38: A, B1. Braga 179: A1, B1. Cuentos 197: A, C, D. De Mont y De Cock 217-220: A, B, B3, C. De Mont y De Cock 221-222: A6, D1. Curiel Merchán 16-18: A, B4, C1, variante. Espinosa, Castilla 431: A, B, B4, C1, D. Espinosa, Castilla 432: A, C. Espinosa, Castilla 433: A, B1. Espinosa, Castilla 434: A, B. Maspons y Labrós, Cuentos 44-49: A, C, C2. Rael 358 (mezclada con elementos de Aarne-Thompson 854): A, A4, B, D. Rael 359: A, B1, D. De todas nuestras versiones podemos establecer cinco tipos, tres de ellos con variantes notables. Tipos primitivos y fundamentales. Los tipos primitivos y fundamentales son tres. Tipo I. Contiene elementos A o A1 y B o B1. Este es el tipo más sencillo y tal vez el más antiguo de todos. Unos pícaros obtienen pavo, pan y vino por engaño. Los engañados
van a cobrar su paga y se les tiene por locos. En las versiones que llevan elemento Al se trata solamente de un pícaro. Pertenecen a este tipo ocho de nuestras veintidós versiones, el 36%. Tres son del siglo XVI, una alemana, una latina y una francesa. La más antigua es la latina de Morlini. Cinco son hispánicas de la tradición oral moderna, dos castellanas, una española de América y una portuguesa. Hans Sachs FS I, 296-298: A, B1. Morlini 13: A1, B1. Villon LIII-LIX: B1. Espinosa, Castilla 433: A, B1. Espinosa, Castilla 434: A, B. Andrade 133: A, B. Athaide Oliveira I, 38: A, B1. Braga II, 179: A1, B1. Tipo IA. Contiene elementos A2, B2. Este tipo se distingue no solamente por llevar elemento A2, sino principalmente por elemento B2, con el gracioso y extraordinario elemento del doble engaño con el posadero y el cura para realizar el «exorcismo» del posadero engañado. Pertenece a este tipo solamente una de nuestras versiones, la más antigua de todas, una fabliau francesa del siglo XIII. MR I, 4: A2, B2. Hay una versión flamenca moderna del Tipo IV que lleva elemento B3, variante de B2, De Mont y De Cock 217-220. Tipo II. Contiene elementos A, C, en una versión también C2. Pertenecen a este tipo dos versiones modernas, una castellana y una catalana, pero el tipo debe de ser muy antiguo. El nuevo elemento C se halla en versiones de los Tipos V y variante VA, también modernas. Espinosa, Castilla 432: A, C. Maspons y Labrós, Cuentos 44-49: A, C, C2. Tipo III. Contiene elementos A3 y D, en una de las dos versiones E. Este tipo lleva ya elemento D, el motivo de la capa prestada. Pertenecen a este tipo dos versiones de nuestra bibliografía, una italiana del siglo XV y una española del siglo XVI. Sabadino delli Arienti (en RF XXVI, 725-726): A3, D. Timoneda, Patrañuelo 18: A3, D, E. Elemento E, que se halla en la versión de Timoneda entre todas las que contienen elemento D, es seguramente una añadidura que no pertenece al tipo primitivo y fundamental.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Tipo IIIA. Contiene elementos A5 y D. Esta variante del Tipo III es también muy antigua y seguramente de origen oriental. Pertenecen a este tipo dos de nuestras versiones. Versión griega de RTP VIII, 323-324: A5, D. Versión turca del siglo XIV, de ZVFV XIII, 423-424: A5, D. Hay además una versión extraordinaria del Tipo III que empieza con elemento A6, el motivo del pobre labriego que «recibe una vaca de Dios por la oveja que da a un mendigo». De Mont y De Cock 220-221: A6, D1. La versión española medieval del Libro de los Enxemplos 68 es muy semejante en el principio, pero termina de una manera muy diferente: Una pobre mujer oye el sermón del cura, vende la única vaca que posee y da todo el dinero que recibe a los pobres (variante de elemento A6). Un día va a misa, y el cura ve una vela encendida delante de ella. Le pregunta quién es y cuenta ella todo lo que le ha ocurrido. Creyendo que la vela encendida es una señal del cielo, el cura manda que le den cien vacas como premio de su extraordinaria caridad. Tipos desarrollados de los anteriores. Tipo IV. Contiene elementos A, B, B3. Este tipo combina elementos de los Tipos I y II. El tipo original debió de ser A, B, C. El nuevo elemento B3, semejante a B2 de la versión francesa del siglo XIII de MR I, 4, del Tipo IA, es una variante de este elemento. Pertenece a este tipo una versión flamenca moderna. De Mont y De Cock 217-220: A, B, B3, C. Tipo V. Este tipo lleva elementos de los Tipos I, II y III. Contiene elementos A, C, D o A, B, B4, C1, D. El tipo original debió de ser A, C, D, combinación de Tipos II y III, el tipo de nuestra versión Cuentos 197. La forma que admite elementos B y B4 es de desarrollo posterior. Pertenecen a este tipo tres versiones hispánicas modernas. Cuentos 197: A, C, D. Curiel Merchán 16-18: A, B4, C1. Espinosa, Castilla 431: A, B, B4, C1, D. Tipo VA. Esta variante del Tipo V contiene elementos A, (A4), B ó B1, D. Carece de elemento C o C1. Pertenecen a este tipo dos versiones nuevomexicanas. Rael 358: A, A4, B, D. Rael 359: A, B1, D.
Del Tipo I hay cinco versiones hispánicas: Espinosa, Castilla, 433, 434, Andrade 133, Athaide Oliveira I, 38, y Braga II, 179. Del Tipo II hay dos, Espinosa, Castilla 432, Maspons y Labrós, Cuentos 44-49, las únicas del tipo. Del Tipo III hay una versión hispánica, la de Timoneda, Patrañuelo 18. Del Tipo IV no hay versiones hispánicas. Del Tipo V hay tres, Cuentos 197, Curiel Merchán 16-18, y Espinosa, Castilla 431, las únicas del tipo. Y del Tipo VA hay dos versiones, Rael 358, 359, también las únicas del tipo. Motivos semejantes a elemento B2 ó B3, el «exorcismo» del engañado, se hallan en otros cuentos de tipos muy diferentes de los que ahora estudiamos, si bien en algunos de ellos se trata también de unos estudiantes que engañan a un posadero para no pagar por su comida. Uno de los tipos más notables de éstos es el de Espinosa, Castilla 431, 432, 433, 434, cuatro preciosas versiones castellanas, cuyo tema fundamental es el siguiente: Tres estudiantes le apuestan a un posadero a que no asa un cochinillo sin dejar de decir «freír». Tiene que decir «freír» sin cesar. En caso contrario se obliga a darles la merienda a los estudiantes por nada. Uno de los estudiantes se queda con el posadero, y los otros dos se marchan a la iglesia a decirle al cura que rece una oración por el pobre posadero porque se ha vuelto loco. La mujer y las hijas del posadero oyen la oración y se marchan a su casa. Encuentran al posadero asando el cochinillo y diciendo solamente «freír, freír, freír». Le creen loco, y para explicar todo pierde la apuesta.
198. Juan, Maruxa y el cura BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Isopo A, Coletas 12; Isopo 2, Coletas 12; Liebrecht 137138.—Española de América: JAFL XLVIII, 177-178.— Portuguesa: GFR IV, 192-193.—Italianas: Boccaccio VII, 9; Liebrecht 133-137 (tres versiones); Novelle Antiche 39; Romana X, 18-23; Wesselski 64-65.—Francesas: La Fontaine IV, 308-317; Liebrecht 124-128; Marie de France XL, XLIV, XLV; MR III, 54-57; Tristán V, 233-284.— Latinas: Du Méril 350-373; Jacques de Vitry 251; Morlini 158-161; Steinhöwel L153; Wright, Latin Stories 1, 14, 91.—Alemanas: Gesammtabenteur 33; Liebrecht 128-130 (tres versiones); Steinhöwel A153.—Danesa: Liebrecht 130131.—Islandesa: Liebrecht 132-133.—Noruega: Liebrecht 131-132.—Inglesas: Aesop II, 285-287; Canterbury Tales 469-470.—Eslava: Liebrecht 139-141.—Árabes: Burton SN I, 239; Chauvin VI, 126, VIII, 98, IX, 39; Cuarenta Visires,
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V. CUENTOS PICARESCOS
Gibb 303; RTP XVII, 156-157.—India: Clouston I, 177179.—Persa: Clouston I, 177-179.—Clasificación y estudios especiales: Aarne-Thompson 1423; Bédier 468; Catalogue of Romances III, 21; Chauvin VI, 126, VIII, 98, IX, 39; Clouston I, 177-179; Handwörterbuch I, 95b; JREL I, 314; Köhler II, 568-569, 669; La Fontaine IV, 308-317; Lee, Decameron 236-244; Liebrecht 124-141; Montanus 628629; Romana X, 21-23; Wesselski 214-215; ZVFV VIII, 7982; Thompson K1518. Este cuento es una versión del bien conocido cuento medieval del árbol encantado. Nuestra versión asturiana pertenece al tipo del cuento de Boccaccio, Decamerone VII, 9, Thompson, Motif-Index K1518, Aarne-Thompson
1423. El cuento tiene, sin embargo, otras formas, entre ellas la extraordinaria versión de Isopo A, Coletas 12. Las versiones literarias de la Edad Media, que se hallan desde el siglo XII, las de Marie de France, Boccaccio, Chaucer, Esopos del siglo XVI, etc., citadas en nuestra bibliografía, son, al parecer, las fuentes de las rarísimas versiones modernas. Estas versiones, entre ellas nuestra versión asturiana, no son, por consiguiente, verdaderas versiones populares y tradicionales, sino de origen literario y popularizadas. Nuestra versión asturiana y la nuevomejicana de JAFL XLVIII, 177-178, son las únicas que yo conozco de la tradición hispánica moderna. El cuento es de origen oriental. Véase Lee, Decameron 236238.
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VI. CUENTOS de animales A. El lobo • B. La zorra • C. Carreras entre animales D. La leyenda del sapo • E. Cuentos de animales varios F. Cuentos acumulativos
A. el lobo
199. Buen día de vianda para el lobo Venía una vez un lobo por un camino buscando algo que comer. Y encuéntrase en medio del camino con unas mantecas de cochino que había perdido un tocinero que iba al pueblo de Bocos. Y se acercó el lobo a cogerlas, pero al tiempo se tiró un pedo y dijo: —No, no quiero cogerlas, que hoy es buen día de vianda porque me ha soplao el trasero. Y se fue. Y andando, andando, llegó ande estaban dos carneros, y al punto les dijo: —¡Ah, carneritos, que vengo muerto de hambre y los voy a comer! Y los carneros le dijeron: —Mire usté, señor lobo, nosotros no sentimos que nos coma. Ya que nos va a comer cómanos usté, pero antes queríamos que repartiera esta tierra, que nosotros no sabemos cómo hacer pa repartir el terreno entre los dos. —Yo les ayudaré a repartir la tierra, con tal de que después me los coma —dijo el lobo—. Y los carneros le dijeron: —Bueno, pues póngase usté en el medio allí y nosotros nos vamos a poner en las puntas. Y el lobo se paró en el medio y los carneros en las puntas y de allá corrieron y le dieron un fuerte topetazo y le dejaron al lobo medio espaldillao. Y estuvo el lobo ai un tiempo, y cuando ya pudo andar se levantó y dijo: —¡Ay! ¿Quién me mandaría a mí dejar aquellas mantecas tan grasientas? Pero ha de ser hoy buen día de vianda, porque me ha soplao el trasero.
Y se fue de ai anda y anda, hasta que al llegar a otro camino se encontró con una yegua con un potrillo y la dijo: —¡Ay, que vengo muerto de hambre y me voy a comer su potrillo! Y la yegua le dijo: —Si se lo ha de comer cómaselo usté en hora buena, pero lo que siento es que traigo una espina por aquí en una pata y quisiera que usté me la sacaría. Y el lobo la dijo que estaba bueno, que con mucho gusto la sacaría la espina, ya que de todos modos se iba a comer el potrillo. Y se arrimó el lobo a sacarla la espina y dale la yegua una fuerte patada que le llevó la mitad de las muelas. Y ai se quedó clamando y la yegua se escapó con su potrillo. Y empezó el lobo a clamar: —¡Ay! ¿Quién me mandaría a mí dejar aquellas mantecas tan grasientas? Pero no estoy contento con ésta, que ha de ser hoy buen día de vianda porque me ha soplao el trasero. Y a poco tiempo se levantó y se puso otra vez en marcha y llegó a la orilla del Duero. Y allí a la orilla del Duero había una cerda bebiendo agua con sus lechones. Y se le acercó el lobo y le dijo: —¡Ay, cerdita, que vengo muerto de hambre y me voy a comer tus lechoncitos! Y la cerda le dijo: —Si se los ha de comer usté, cómaselos, pero siento decirle que todavía no están bautizaos, y si usté quisiera ayudarme a bautizarles se les comerá después. Y el lobo dijo: —Bueno, cerdita, bueno, vamos pronto al bautizo, y dime como los hemos de bautizar. Pero aprisa, aprisa, que ya me caigo de hambre.
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
Y le llevó la cerda a la orilla del Duero y cuando el lobo no la vio le dio una hocicada y le tiró a mitá del río. Y se escapó la cerda con sus lechones pa la cuadra y el lobo apenas que pudo salir del río bien mojao. Y cuando salió del río empezó otra vez a clamar: —¡Ay! ¿Quién me mandaría a mí dejar aquellas mantecas tan grasientas? Pero no estoy yo contento con ésta, que ha de ser hoy buen día de vianda porque me ha soplao el trasero. Conque vase de ai el lobo y tira por otro camino y llegó a unas corralizas ande había unas cabras. Y el lobo las dijo: —¡Ay, cabritas, qué hambre traigo! ¡Me las voy a comer! Y salieron las cabras corriendo y se treparon a las paredes de las corralizas, y de allá le gritaron al lobo: —Mire usté, señor lobo, que no sentimos que nos coma. Si nos ha de comer, cómanos, pero sentimos una cosa y es que estamos cantando las vísperas y queríamos que nos dejara acabar de cantarlas. Y al decir esto decían las cabras: —¡Bacacá, bacacá, bacacá! Y el lobo dijo que estaba bueno, que cantaran las vísperas. Y se acercó a las paredes. Y entonces las cabras empezaron a tirarle con los cantos choscos que había en las paredes y le dejaron ai tirao y casi muerto, y las cabras se escaparon pa la cuadra del amo. Y ya unas horas después salió el pobre lobo al camino y empezó a clamar: —¡Ay! ¿Quién me mandaría a mí dejar aquellas mantecas tan grasientas? Pero no estoy contento con ésta, que ha de ser hoy buen día de vianda porque me ha soplao el trasero. Y se fue seguido, seguido, hasta que llegó a un pinar y ai se puso a descansar a la sombra de un pino. Y no vio el lobo a un hombre que estaba arriba escañándolo con un hacha. Y se estuvo ai un rato a ver si pasaba algún animal pa comérselo. Pero como no pasaba ninguno al fin se enfadó y empezó a quejarse y a clamar: —¡Ay! ¿Quién me mandaría a mí dejar aquellas mantecas tan grasientas? ¡Ay! ¿Quién me mandaría a mí meterme a partir tierras sin ser estorador? ¡Ay! ¿Quién me mandaría a mí sacar espinas sin ser herrador? ¡Ay! ¿Quién me mandaría a mí bautizar sin ser cura? ¡Ay! ¿Quién me mandaría a mí cantar vísperas sin ser sacristán? ¡Y yo que creía que iba a ser hoy buen día de vianda porque me había soplao el trasero! ¡Ay! ¡Si cayera ahora, un rayo y me partiera la cabeza! Y a ese momento el hombre que estaba arriba del pino le tiró con el hacha y le dio en la cabeza y le mató. Y colorín colorao, que este cuento se ha acabao. Valdearcos, VALLADOLID.
200. El lobo madrugador Éste era un lobo que madrugó mucho una mañana y se espurrió muy espurrío y se tiró un peo, y dijo: —Hoy voy a ser yo de suerte, que me ha dao un trisco el rabo. Y llegó á un prao donde estaban paciendo cuatro carneros, y cuando llegó les dijo: —Yo me comería gustoso a vosotros. Y ellos le dijeron: —Pues mire usté; no nos coma. Sí, nos comerá usté, pero quisiéramos que usté nos ayudara a dividir este prao. Quisiéramos que se hicieran cuatro cachos, uno para cada uno de nosotros. El lobo dijo que estaba bien, y entonces le dijo uno de los carneros: —Pues ahora, póngase usté en el medio, que nosotros nos pondremos uno en cada pico. Y así lo hicieron, y empués que estaba ya bien en el medio le arremetieron los cuatro y le dieron tan güenas cornadas que casi acabaron con él. Y el pobre del lobo salió huyendo y gritando. Pero logo que ya staba lejos y que ya no vía a los carneros paró a descansar un poco y dijo: —Hoy no me contento con eso, porque como me ha dao un trisco el rabo tengo que tener buena suerte. Y llegó a la puerta de un molino y vio una cerda con unos cerducos y le dijo: —Yo me comería gustoso uno de sus cerducos. Buenas ganas tenía la cerda de que el lobo le comiera los cerducos, y le dijo al lobo: —Bueno, se los comerá usté. Pero mire que no están bautizaos, y quiero que usté me ayude a bautizarlos. Póngase usté en el caz del molino que yo se los traeré pa que los bautice. Y vino la cerda con un cerduco y a ese tiempo le dio un hocicazo al lobo y lo tiró abajo, adentro del molino hasta los rodetes. Y anduvieron dando vueltas los rodetes con el pobre del lobo hasta que le dejaron bien molío. Pero se escapó el lobo con la vida y logo se alejó y dijo: —Pues no; yo no me conformo con ésta, que ha de ser día de suerte para mí porque esta mañana me ha dao un trisco el rabo. Y de ai salió y se encontró con una yegua que andaba paciendo en un prao con un potruco. Y se acercó y le dijo a la yegua: —Yo de buena gana me comiera su potruco, que traigo mucha hambre. Y la yegua le dijo:
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—Bueno, se lo comerá usté. Pero quisiera que me mirara a ver si le falta algún clavo a esta herradura. Y cuando el lobo fue a ver si le faltaba un clavo a la herradura, le dio un ancazo y le derribó todos los dientes. Y colorín colorao, cuento acabao. Tudanca, CANTABRIA.
201. El lobo, la chona y la zorra Una buena mujer tenía cerdos y los echó al monte un día para que se alimentaran. Y vino el lobo y le dice a la chona que tenía hambre y se quería comer un chon pequeño. Y entonces la chona madre le dijo que no podía ser porque no estaba bautizado. Y el lobo dijo: —Yo no sé bautizar. Y la chona le dijo: —Yo te enseñaré. Mira, coge un poco de agua y yo te diré lo que has de hacer. Entonces la chona le empujó con el hocico y le tiró en el río. Se fue la chona con sus choncitos y el lobo se quedó llorando, diciendo al salir que la chona le había engañado. Siguió el lobo más arriba y se encontró con una zorra y dos zorrucos, y la dijo: —Me ha engañado la chona y me ha tirado al agua, y yo tengo ahora mucha hambre. Déjame comer un zorruco. Y dijo la zorra: — ¡Ay, tan guapucos como son! ¿Te gusta el queso, lobo? Y le llevó a un pozo donde se veía la luna en el agua y le dijo: —Mira, aquí hay queso. Mira, te bebes el agua del pozo y cuando llegues al fondo te comes todo el queso. Se puso el lobo a beber agua, y entretanto la zorra se escapó con sus zorrucos. Por fin el lobo, bien harto de beber agua, vio que estaba solo y dijo: —Esa zorra me ha engañado como la chona. Se fue el lobo llorando y se encontró a unas yeguas que se ponían en corro cuando vieron venir al lobo para defender a sus potrucos. El lobo llegó y las dijo a las yeguas que tenía mucha hambre, que le dejaran comer una cría. Una de las yeguas le dijo que si quería comer un potruco que la sacara primero una espina que tenía en una pata. Al ponerse el lobo a sacarla la espina le dio la yegua una terrible patada, acabando la obra las otras yeguas, que dejaron al lobo medio muerto. Salió el lobo rodando por el monte abajo y llegó a la carretera donde encontró a un arriero con dos mulas y le
dijo que ya que todos le habían engañado pensaba comerse una de las mulas. El arriero le preguntó al lobo que si quién le llevaría el carro si le comía la mula. Y le preguntó si le gustaba el tocino y el pan. El lobo dijo que sí, y el arriero le dio tocino y pan para que comiera, y cuando estaba comiendo el arriero echó a correr con sus mulas. El lobo muy entretenido se comió primero el pan y después se puso a comer el tocino. Pero el tocino estaba sellado y no se lo pudo comer. Y se quedó llorando muerto de hambre, diciendo que el arriero también le había engañado. Anduvo otro poco y se encontró con dos carneros a quienes les contó todo lo que le había sucedido, y les dijo que se iba a comer uno de ellos. Dijeron ellos que estaba bien, pero que antes debía ventilar qué parte les correspondía a cada uno de ellos en un prado que iban a pastar, y que para ello se pusiera él en medio de los dos carneros. Así lo hizo el lobo, y los carneros, uno por delante y otro por atrás, le dieron de cornadas, dejándole casi muerto. Estaba nevando, y cuando se encontró mejor tropezó el lobo con un rebaño de cabras a quienes contó cómo todos le habían engañado y que tenía que comer una de ellas. Las cabras le dijeron que sí, que estaba bien, pero que fuera con ellas a misa y la cantara. Había por allí un hoyo y allí le dijeron las cabras que era la iglesia y que allí se pusiera a cantar y que ellas rezarían desde fuera. Empezó el lobo a aullar y las cabras a berrar, y al oír los ruidos llegaron los vecinos y le mataron por fin. Villacarriedo, CANTABRIA.
202. El lobo desollado vivo Iban todos los días dos carruqueros con dos carretas por un camino a vender peras a un pueblo. Y había una zorra que cuando ellos no se cuidaban salía por ai y se subía a las carretas y tiraba de arriba las peras y luego se bajaba a comérselas. Y sucedió esto por unos tres días o más y dijeron los carruqueros: —Pero, hombre, faltan siempre peras de las carretas. Aquí algo hay. Ya veremos qué es lo que pasa. Conque en eso se encontró la zorra con el lobo en el camino y la dijo: — ¡Hola! ¿Qué haces tú por aquí? Y la zorra le respondió: —Pues, anda, que bien que me he hartao de peras. Calla; no se lo vayas a decir a nadie. Han pasao por aquí dos carruqueros con dos carretas llenas de peras y ¿sabes lo
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
que he hecho? Pues me he tirao al camino y me han tirao de las carretas muchas peras y he comido hasta hartarme. He llenao bien la panza. Y el lobo, que buen hambre traía, la dijo a la zorra: —¡Ay, quién tuviera esa suerte! Y como la zorra le tenía miedo al lobo se le acercó y le dijo con mucha confianza: —Pues mira, amigo lobo. Yo te diré cómo hago yo. Voy por ai cuando pasan los carruqueros y me tiro en el camino y me hago la muertecina y se apean ellos y me suben a la carreta y ai me harto de peras y luego me escapo. Y el lobo se lamía las patas cuando la zorra hablaba de las peras. Y la zorra le dijo al lobo que la siguiera, que ella le diría por onde pasaban los carruqueros. Y salieron la zorra y el lobo por el camino alante. Y cuando ya habían andao un rato se paró el lobo y le dijo a la zorra: —Mira, amiga zorra, que yo traigo mucha hambre y mejor es que te coma ahora a ti que esperar esas peras. —Pero, mira —le dijo la zorra—, si a los dos días de seguro vienen. Por aquí pasan siempre. Y una cosa te advierto: que cuando veas que te cogen los carreteros no vayas a huir. Hazte el muertecino, que así hago yo. Los carreteros dirán que te van a matar y sacarán navajas y dirán que te van a desollar también. Pero tú no hagas caso, que así dicen cuando me cogen a mí. No te vayas a mover. Tú siempre quietecito, quietecito y no hagas caso de lo que digan o hagan, que te subirán a la carreta y ai te vas a hartar de ricas peras. —Güeno, güeno —dijo el lobo—. ¿Dices, amiga zorra, que a los dos días pasan? Pues aquí me voy a estar en espera de ellos. —Sí, sí —le dijo la zorra—. Y no seas tonto, que has de hacer como yo te digo y verás cómo te vas a hartar de ricas peras. Conque se fue la zorra muy contenta de haberse escapao de las garras del lobo y el lobo se quedó esperando a los carruqueros. Y a los dos días de esperar ya el lobo se moría de hambre y ya empezaba a maldecir a la zorra cuando vio venir a los dos carruqueros por el camino con sus dos carretas llenas de peras. Y dijo: —No me ha engañao la zorrita. Allí vienen las carretas llenas de ricas peras. Y diciendo esto se tiró en el medio del camino y se hizo el muertecino. Y ai estuvo en espetativa hasta que llegaron los carruqueros y dijeron: —Toma, ai está otro lobo aguardando las peras como a de antaño.
Y se apearon de las carretas y fueron ande el lobo, y viendo que no se movía le dio uno de ellos una patada y dijo: —¡Me cago en dies! ¡Si está muerto! Y sacaron las navajas y comenzaron a desollarle. Y el lobo pasaba mil tormentos, pero ni se movía. Estaba quietecito, quietecito, sufriendo y acordándose de las ricas peras. Y los carruqueros le desollaron entero, dejándole sólo las patitas y la cabeza sin desollar. Y dijeron ellos: —Ahora sí que está éste bien arreglao. Ahora sí que no volverá a comer peras. Y luego se subieron los carruqueros a las carretas con la piel del lobo y le dejaron ai en el camino sufriendo, medio muerto, y se fueron. Y de tanto que sufría el lobo empezó a clamar y a sus gritos vino la zorra y dijo: —Pero, ¿qué es esto? ¡Cómo clama el lobo! Y llegó ande el lobo y le preguntó: —Pero, amigo lobo, ¿qué te ha pasao? —Me ha pasao que me han desollao vivo, amiga zorra. Me han quitao todo el pellejo y yo callao. Y tú tienes la culpa, tunanta, que si puedo ahora sí te voy a comer. Y la zorra que vio que el lobo estaba muy enfadao echó a correr por una calada de zarzas que había cerca. Y el lobo echó a correr también tras la zorrita y le gritaba: —¡Ay, tunanta, traidora, que tú me la has de pagar! Y la zorra se metió por la calada de zarzas y pasó corriendo y se escapó. Pero el lobo, como estaba tan escarnao; luego que se metió entre las zarzas se detuvo y ya no se atrevió a colarse ni pa atrás ni pa alante. Y como no podía salir, allí se quedó. Y la picarona de la zorra, cuando le vio ya bien cogido entre las zarzas, le gritó: —Eh, el de las calzas y el sombrero, ¿qué tal te fue con el carruquero?
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Mucientes, VALLADOLID.
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203. El lobo pierde el rabo Iba una zorra por un camino mu hambrienta y vio vení uno sardinero que venían en su borrico con las albarda llena e sardina. Y va la zorra y se hace la muertecina y se tumba en medio er camino. Y llegan aquello y dice uno: —Misté que zorrita má bonita stá ai en er camino. Pobrecita, que seguramente se ha muerto de hambre. Y se apea de su borrico y coge a la zorra, que sigue haciéndose la muertecina, y la sube a las albardas pa llevásela a su casa. Se van de ai y mientra ello van conversando va la zorra atracándose e sardina. Y cuando ya había llenao bien la panza cuando aquéllo no la ven va y se tira a tierra y ai se queda. Y aluego que aquéllo ya van mu lejo se va la zorra pa su cueva contenta. Pero en er monte se encuentra con er lobo y le dice: —Güeno día, comá zorra, ¿de ónde viene sté con esa panza que paece que ha andao comiendo mucha gallina? —Cállese sté, compá lobo —le contesta la zorra—, que he ido ar río a comé sardina. Stá er río lleno y he comío hasta que me he hartao. —Vamo a vé, que yo ya me muero de hambre como que ya hace tre día que no encuentro un bocao e carne —le dice er lobo—. Lléveme osté ande stán la sardina, que si no e verdá lo que dice esta ve me la como a sté. Y la zorra le dice: —Pero, misté, compá lobo, que nos hace farta una cesta pa cogé la sardina. Y van a buscá la cesta, la zorra alante y er lobo atrá, porque er lobo no le tenía confianza a la zorra. Y andando, andando, ya la zorra iba muerta e fatiga y no sabía cómo escaparse der lobo. Y ar llegá ande er sendero daba una güerta echó a corré la zorra, po un atroche creyendo que er lobo no la había visto. Pero er lobo que la llevaba a una vista dio do sarto y cogió a la zorra po rabo y le dice: —Poco a poquito, comá zorra, que no me vaya sté a engañá Y la zorra le contesta mu tranquila: —Na, compá lobo, que no le dé cudiau. Si es que he cogido po aquí pa llegá má pronto ar río. Suérteme osté. Y la sortó er lobo y siguieron alante. Y ya llegaron ande habían dejao unos arrieros una cesta y cogió la zorra una y se fueron ar río. Y le dijo la zorra ar lobo: —Güeno, compá lobo, ahora déjeme osté atale la cesta ar rabo aluego entra sté y verá como se llena la cesta e sardina.
Y le ató la cesta ar rabo y entró er lobo, ar río. Y empezó a dá güerta por el agua. Y la zorra empezó a tirarle cantito en la cesta. Y cuando venía una corriente mu fuerte decía er lobo: —¡Comá zorrita, comá zorrita, venga sté, que me ahogo! Y la zorra le gritaba: —¡Tenga sté paciencia, compá lobo, que ya se va llenando la cesta e sardina! Y seguía tirándole cantito en la cesta. Y cuando ya se iba llenando la cesta e cantito ya er lobo apena se podía sostené en el agua y le gritaba a la zorra: —¡Comá zorrita, comá zorrita, venga sté, que me ahogo! Y la zorra entonce echó a corré y no gorvió la cabeza hasta llegá a su cueva. Y er lobo cuando ya vio que se iba hundiendo empezó a dá sarto po el agua hasta que la corriente lo llevó ande había un árbol y se agarró a é. Pero la corriente era tan fuerte y la cesta e cantito staba tan pesá que se le arrancó er rabo. Y entonce se tiró en el agua otra ve y salió nadando a tierra sin rabo. Sevilla, SEVILLA.
204. El lobito de Sierra Morena Éste era un lobo que andaba por er campo a sus aventuras. Y coge un día un collado arriba y se encuentra con un cordero y le dice: —¡Hola, compae cordero! ¿Cómo stá uté? Y le contesta er cordero: —Mu bien, mu bien, compae lobo. Y ¿qué le trae a uté por aquí? —Ande uté, compae cordero, que vengo con más hambre que Dios. No hay más remedio que me lo vi a comé. Y va y le contesta er cordero: —Güeno, compae lobo. Pero ya que uté me va a comé vi a pedile un favó, y es que me ayude a medí un terreno que tengo que heredá de mis padre. —Y ¿qué quieres que jaga? —le dijo er lobo—. Y le dijo er cordero: —Pue va uté y se pone ar lao der troncón de encina que hay allá y yo me vi a poné allá en lo arto e la cuesta pa echá un cárculo sobre este terreno pa vé como lo hay que medí. Güeno, pue va er lobo y se pone ar lao e la encina y er cordero va y se sube a lo arto e la cuesta y desde allí se viene corriendo y ar llegá machaca ar probe lobo pero de verdá. Y
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er lobo der gorpe le quebró er cordero tre costilla, y echa a corré por er campo sin sabé a dónde y mu desgustao. Y sigue andando alante, alante, hasta que se encuentra con una yegua paría y le dice: —¡Hola, comae yegua! ¿Qué anda jaciendo uté por aquí? Y le dice la yegua: —Pue ya verá uté, compae lobo; que ando por aquí a vé si pillo arguna hierba en esta pradera. Y er lobo le dice: —Pue misté, comae yegua, que en eso de comé ando yo mu mal. Y como no hay que espreciá lo que tengo elante ahora mismo me vi a comé su potrillo. Y la yegua le dice: —Pue misté, compae lobo, que si se va uté a comé mi potrillo mejó e que nos coma a lo do. Pero yo tengo una espina en una pierna y como pué la espina atravesársele a uté en la garganta y pué uté morirse comiéndome, lo mejó é que me saque primero la espina. Y er lobo se acerca y le dice: —A vé ande stá esa espina. Y la yegua le dice: —Acérquese uté pa que vea, bien. Y va a acercarse er lobo a vé ande tiene la espina y entonce le arrima la yegua una patá que le rompe toa la muela y er lobo se queda ai aturdido y la yegua y su potrillo se escapan y se van. Y espués de uno momento se alevanta er lobo y pilla y se va y llega ande staba una cabra bebiendo agua en un arroyo. Y le dice a la cabra: —¡Hola, comae cabra! ¿Qué jace uté por aquí? —Pue, ¿qué he de jacé? —le dice la cabra—. Ando por aquí buscando hierba pa comé y agua pa bebé. Y le dice er lobo: —Pue ya se acabó er tiempo de andá pillando rama. Ni yo paso de la cruz ni uté pasa de aquí. Rece uté lo que ha de rezá que ahora mismo va a morí. Y la cabra le dice: —Pero, por Dios, compae lobo, tenga uté caridá, que yo soy una probe cabra que nunca le jago mal a uté. Vamo a buscá la vida junto, que yo le ayudaré a buscá arguno cordero y cabritillo. —Que no me venga uté con cuento, comae cabra, que ahora mismo me la vi a comé. Y la cabra, cuando ya vido que er lobo se la iba a comé, va y le dice: —Güeno, compae lobo, cómame uté, pero ante e comeme cánteme uté una copla pa morí contenta.
Y empieza er lobo a ullá. Y le dice la cabra: — ¡Ay, compae lobo, qué retebién canta uté! Y sigue er lobo ullando hasta que llegan lo perro y lo pillan y empiezan a espeazalo. Y cuando lo perro lo stán escuartizando grita er lobo: —Esto me pasa a mí por medior de tierras, por sacaor de espinas y cantaor de sierra. Mi vida cualquiera que la entienda; y aquí fallece er lobito de Sierra Morena. Córdoba, CÓRDOBA.
205. El lobo va a comer gallinas Una zorra iba too lo día a un corrá a comé gallina. Y no había otra entrá que un boquete por onde apena cabía la zorra, y la zorra siempre tenía la alvertencia de comé solo do gallina ca ve que iba ar corrá pa no ponerse mu gorda y no podé salí. Depué que se comía una gallina iba y se probaba en er boquete pa vé si se podía comé otra. Y aluego se comía otra y se probaba y vía que ya no podía comé má y se iba a su cueva. Y el amo e la gallina, que vía la farta too lo día de do gallina, dijo: —La zorra me stá comiendo la gallina y la vi a pillá. Y encuéntrase la zorra con er lobo y le dice er lobo: —¡Hola, comae zorra! ¿De ande viene uté tan de mañana? Y le contesta la zorra: —¿De ónde he de vení, compae lobo? Vengo de comé gallina en un corrá que hay aquí cerca. Si quiere uté comé gallina hasta hartarse, venga uté conmigo esta noche y yo le llevaré ar corrá. Güeno, pué er lobo le dijo que iría con ella y quedaron en í junto po la noche. Y apena había oscurecío cuando llega er lobo a la cueva e la zorra y le grita: —¡Comae zorra, sarga uté, que ya e tarde! ¡Comae zorra, sarga uté, que ya e tarde! Y salió la zorra y se fueron ar corrá. Y en er camino le dijo la zorra ar lobo: —Mucho cudiau, compae lobo, que no lo vaya a cogé el amo e la gallina. Uté se atraca e gallina y yo staré cudiando en er boquete por onde tenemo que entrá y salí. Llegan ar corrá y la zorra entra primero por er boquete y aluego er lobo. Y va la zorra y coge una gallina y er lobo
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otra y en un momento la devoran. Y va entonce la zorra ar boquete y sale y entra pa vé si cabe bien y pa vé si pué comé tavía otra. Y er lobo le dice: —¿Qué anda haciendo uté allá, comae zorra? Y le dice ella: —Na, compae lobo. He salío a vé si no anda el amo por ai. No hay cudiau. Vaya uté a cogé otra gallina. Y van otra ve y cogen ca uno una gallina, y depué de comé la zorra va otra ve ar boquete y se preba a ve si cabe. Y ve que pué salí, pero que ya no pué comé ma. Y er lobo le dice otra ve: —Comae zorra, ¿qué anda haciendo uté por allá? —Viendo a vé si anda arguno por ai —le contesta la zorra—. Y er lobo, que no tenía la alvertencia e la zorra de í a ve si podía salí por er boquete, entró otra ve a cogé otra gallina. Y ya sin hacele caso a la zorra, entró ande staban la gallina y se atracó hasta que ya parecía una bola. Y ar caraqueo e la gallina salió el amo con un güen garrote. Y la zorra, cuando le vio vení echó a corré y se salió por er boquete. Y er lobo echó a corré tamié, pero ar llegá ar boquete no pudo salí, y el amo er corrá lo cogió y lo mató a palo.
—¡Ay, amigo lobo, que el queso es grandón! Mire, asómese usté. Y sé asomó el lobo y vio la luna y creyó que era un queso grandón. Pero el lobo, sospechoso, la dijo a la zorra: —Pues, bueno, amiga zorra, entre usté por el queso. Y la zorra se metió en uno de los cubos y entró por el queso. Y desde abajo le gritaba al lobo: —¡Ay, amigo lobo, qué grandón está el queso! No puedo con él. Venga usté a ayudarme a subirle. —Pero no puedo yo entrar —la decía el lobo—. ¿Cómo voy yo a entrar. Súbalo uté sola. Y la zorra le dijo: —Pero, no sea usté torpe. Métase usté en el otro cubo y verá cómo así entra fácilmente. Y se metió la zorra entonces en el cubo onde había bajao. Y el lobo se metió en el otro cubo, y como pesaba más, se deslizó pa abajo y la zorra subió pa arriba. Y ai se quedó el lobo buscando el queso y la zorra se fue muy contenta a ver a sus zorritos. Valladolid, VALLADOLID.
207. El lobo cree que la luna es queso
Sevilla, SEVILLA.
206. El lobo cree que la luna es queso Andaba el lobo muy hambriento y ya no sabía qué hacer pa coger algún animal pa comérselo. Y por ai encuéntrase con la zorra y le dice: —Oiga, usté, señora zorra, que me la voy a comer. Ya me muero de hambre y algo tengo que comer. Y la zorra le dijo: —Pero, mire usté que estoy muy flaca. No soy más que huesos y pellejos. —No, que usté estaba muy gordita el año pasao. —El año pasao sí que estaba gordita, pero ahora tengo que darles de mamar a mis cuatro zorritos y apenas hallo bastante pa crear leche pa ellos. —Que no me importa —la dijo el lobo—. Y ya iba a darle primera mordida cuando la zorra le dijo: —Deténgase usté, por Dios, señor lobo. Mire que yo sé ande vive un señor que tiene un pozo lleno de quesos. Vamos al pozo y verá usté come le digo verdá. Y se fueron la zorra y el lobo a buscar los quesos. Y llegaron a una casa y pasaron unas tapias y llegaron ande el pozo y la luna se reflejaba en el agua y parecía un queso. Y se asomó la zorra y volvió y le dijo al lobo:
Iba un carguero por un camino con su carreta llena de quesos. Y en el camino se encontró con una zorra que se estaba haciendo la muerta. Y creyó que estaba muerta y dijo: —Pobre zorra. Voy a llevármela, que para algo ha de servirme su piel. Y se apeó de la carreta y la puso encima de las banastas. Y luego que comenzó a caminar la carreta, la zorra empezó a tirar los quesos. Y cuando ya había tirao varios se tiró ella también de la carreta. Y el pobre carguero, cuando lo supo, ya la zorra andaba escapada con los quesos. Y cuando iba la zorra para su casa con los quesos se encontró con el lobo y le dijo: —Buenos días, amigo lobo. ¿Cómo está usté? Y la contesta el lobo: —Muy buenos los tenga usté, amiga zorra. ¿De ónde viene usté con tan buenos quesos? Y la zorra va y le dice: —Pues, mire usté, amigo lobo, que allí en el pozo de la dehesa los hay y muy buenos y ricos. Si usté quiere, yo le llevaré y recoge usté todos los que le dé la gana. —Bueno, bueno—le contesta el lobo—. Y se marcharon a buscar el pozo ande estaban los quesos. Y ya llegaron al pozo y en el agua se reflejaba la luna, y la zorra le dice al lobo:
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—Mire usté, amigo lobo. ¿Verdá que son ricos y buenos? Y el lobo le dijo: —Pero, mire usté, amiga zorra, que yo no veo más que uno. —Claro, porque todos están apilonaos. Sólo se ve el que está más arriba. Y el lobo entonces le dice a la zorra: —¿Y cómo bajaremos a recoger esos quesos? Y la zorra le contesta: —Hay que meterse en el pozo. Métase usté en la herrada y así baja a recogerlos. Y se metió el lobo en la herrada y la zorra le dejó caer pa abajo de golpe. Y allá cayó el lobo en el agua y ai andaba chapaleando sin poder salir, y le gritaba la zorra: —¡Ay, amiga zorra, que me hogo! ¡Ay, amiga zorra, que me hogo! Y la zorra desde arriba le decía: —¡Enturbia, enturbia el agua, que ya vendrá el amo del pozo a darte una fuerte paliza! Y se fue la zorra y le dejó solo en el fondo del pozo. Y otro día vino el amo del pozo y le halló allí y le mató a palos. Zamora, ZAMORA.
208. Vicente, Vicente, deja la soga y vente Una vez iban por un camino una zorra y un lobo. La zorra se llamaba Mariquita, y el lobo se llamaba Vicente. Y andando, andando, se encontraron en el camino una soga. Y empezó a decir la zorra: —¿Qué haremos con esta soga? ¿Qué haremos con esta soga? Y el lobo la dijo: —Pues mira, zorrita, vamos a un prao a coger una vaca pa comérnosla. Y fueron andando hasta que llegaron a un prao onde estaba una vaca. Y la zorra se subió arriba de la vaca y la ató los cuernos con la soga. Y luego que ya la ató de los cuernos se apeó Mariquita y ató con la otra punta de la soga a Vicente del pescuezo. Conque a eso empezó la zorra a hacerle fiesta a la vaca pa que se llevara a Vicente a rastro. Y a eso echó la vaca un bufío y echó a correr a la casa el amo con Vicente a rastro. Y ya que iba muy lejos, la zorra le gritaba al lobo: —Vicente, Vicente, deja la soga y vente. Vicente, Vicente, deja la soga y vente. Y Vicente la contestaba:
—Si la soga no se rompe y el nudo no se desata, iremos a parar en casa el amo e la vaca. Conque ya llegó la vaca a la casa el amo con el lobo a rastro. Y salió el amo y desollaron a Vicente a zurrón cerrao y lo dejaron irse a morir al campo. Jaraíz de la Vera, CÁCERES.
209. El lobo va a comer sardinas Andaba la zorra paseando con sus zorritos por el campo y llegó a un río donde estaba el agua muy clara y se pusieron a beber. Y llegó el lobo y le dijo a la zorra: —Buenos días, señora zorra. Buena hambre traigo y voy a comerme uno de sus críos. —No, no, señor lobo —le respondió la zorra—. Mire que yo traigo en esta cesta muchas sardinas, y yo le daré pa que no se muera de hambre. Y le dio la zorra una sardina al lobo. Y el lobo se comió la sardina y se lamió las uñas, diciendo: —¡Ay, con qué gusto me comería yo otra sardina! Y le daba la zorra otra y se la comía el lobo y volvía a decir: —¡Ay, con qué gusto me comería yo otra sardina! Y entonces fue la zorra y le dijo al lobo que fuera con ella a la orilla del río y le enseñaría dónde había muchas sardinas. Y le dijo que se metiera en la cesta que estaba en el agua y allí vendrían las sardinas. Y se metió el lobo en la cesta, y la zorra le echaba piedrecitas en la cesta y le decía: —Todavía no coma, señor lobo, que deje usté que se llene la cesta de sardinas. Y el lobo se iba hundiendo en el agua y le decía a la zorra: —¿Comienzo ya? —No, todavía no. Espere usté hasta que se llene la cesta. Y esperó el lobo hasta que se hundió la cesta en el agua con el peso de las piedras y se hogó.
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Salas de los Infantes, BURGOS.
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210. El zorro engañado por el burro y el león El león estaba enfermo en la cama y no podía salir a caza. Mandó llamar a los animales pa ver cuál de ellos podía ir por ai a buscar caza. Y todos decían que escaseaba la caza mucho. Y ai entre los animales andaba el zorro, y como los otros le vían con mal ojo no sabia qué hacer pa que el león no se lo comería a él. Y fue y le dijo al león: —Real majestá, deje usté, que yo le traigo a comer. Y salió el zorro en busca de caza pal león. Y anduvo el zorro toda la mañana buscando liebres y conejos, pero no halló nada. Y al fin encuéntrase con el burro y le dice: —¡Hola, amigo burro! Tempranito anda usté por estos praos. —Tampoco sale usté muy tarde, señor zorro —le respondió el burro—. Y por ai comenzaron a hablar, hasta que el zorro le dijo que el león iba a tener una consulta de todos los animales. Pero el zorro lo que quería era llevárselo al león pa que se lo comería. Y el burro le dijo que bueno, que también él iría a la consulta. Y el zorro se fue adelante, porque el burro no conocía el camino. Conque bueno: pues llegaron a la cueva del león. Y le dijo el zorro al burro que se quedara ai a la entrada un momento mientras entraba a anunciarle. Y entró el zorro y le dijo al león que ai traía al burro pa que se lo comería. —Bueno, bueno; que venga pronto —le dijo el león—. Y salió el zorro y le dijo al burro que le siguiera. Y se dirigió el zorro a la entrada primero, y a ese momento dio una vuelta el burro y le arrimó de coces en las costillas. Y el pobre zorro fue a dar a la cama del león y ai se lo comieron todos los animales. Quintanilla del Coco, BURGOS.
211. El lobo engañado por la zorra y el león Este era un lobo que se metió de pescador de truchas. Pasó la zorra por donde el lobo andaba pescando. Cogió un cesto grande, lo llenó de cantos y se lo ató al lobo a la cola, diciéndole que eran truchas para que se las comiera. Fue entonces la zorra y les dijo a las gentes que el lobo se estaba comiendo todas las truchas del río. El pueblo se fue entonces a matar al lobo para que no se comiera las truchas. Hallaron al lobo con el cesto de cantos atado a la cola y le cogieron. Entonces discurrieron desollarle vivo porque había hecho tantas maldades. La zorra les dijo que no le desollaran los manguitos
y la cabeza, porque esas eran parte venenosas. Y así le desollaron vivo, pero le dejaron los manguitos y la cabeza por ser partes venenosas. Entonces le dejaron irse por los montes. Un día encontró la zorra al león en una cueva, que estaba de calenturas y buscaba una medicina que le curara. El león le dijo a la zorra que entrara. Pero las calenturas del león no eran sino mañas para comerse a los animales que entraran en la cueva. La zorra no quiso entrar, porque sospechó la trampa, y le dijo al león: —Yo veo las pisadas de los que entran, pero no veo las de los que salen. El león había reunido a todos los animales para ver si se comía algunos, y la zorra por fin le dijo: —Por allí anda un lobo que trae guantes y sombrero y te lo voy a traer para que te lo comas. Se fue la zorra a buscar al lobo y le encontró descansando debajo de un encino. —Vamos, hermano lobo, a curar al león, que está enfermo de calenturas —le dijo la zorra—. El lobo no sospechaba la trampa de la zorra, se fue con ella a donde estaba el león y le hizo entrar en la cueva. El león se abalanzó sobre el lobo y le devoró en un decir amén. Y de esta manera murió el pobre lobo. Liébana, CANTABRIA.
212. Las tres cabritas y el lobo Estas eran tres cabritas que iban todos los días a pacer a un monte. Y había un lobo en las afueras del pueblo que siempre estaba pensando a ver cómo se las comía. Y un día fue la mayor de las cabritas sola a pacer y se encontró al lobo. Y el lobo quería comérselas a las tres y le dijo: —Oye, cabrita, hoy a las doce vas a mi casa con tus hermanas y os daré frutas y comida, que de todo tengo en mi casa. Y fue la cabrita y les contó a sus hermanas lo que le había dicho el lobo; pero como comprendían las intenciones del lobo, dijeron las tres que no irían, porque el lobo se las iba a comer. Y entonces dos de las cabritas se fueron al campo y se quedó sola la menor. Y a las doce, cuando el lobo vio que las cabritas no venían a su casa, fue a casa de las cabritas, y imitando la voz de sus hermanas, dijo: —Abre, cabrita, que somos nosotras. Y la pobre cabrita creyó que eran sus hermanas y se levantó a abrir y halló el cerrojo y le abrió al lobo. Y el lobo
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se echó sobre ella y se la comió. Y después de comérsela salió corriendo, dejando la puerta abierta. Cuando las otras dos volvieron vieron lo que había pasao y se encerraron en su casita. Y ya discurrieron poner en la puerta unos ganchos con unas puntas muy afiladas pa que se enganchara el lobo. Y vino el lobo otro día y llamó en la puerta y dijo, creyendo que estaba sola una de las cabritas: —Abre, cabrita, que soy tu hermanita. Y le contestó una de las cabritas: —Mira, que estoy en la cama. Dale un empujón a la puerta, que sola se abrirá. Y se levantó el lobo y le dio a la puerta un fuerte empujón con la panza y se enganchó en las puntas de los ganchos y se destripó y murió al momento.
Y ellas respondieron: —Nos llamamos Gorda, Flaca y Sostra. Y el lobo dijo: —Es verdá; no sois las del otro día. Y se escaparon las cabritas, y el lobo se quedó esperando a las otras. Y ya fueron a los dos meses las cabritas al mismo monte a comer y otra vez encuéntranse al lobo. Y el lobo les dijo: —Ya no me engañáis, embusteras, que ahora sí os voy a comer. Y las cabritas, muy sorprendidas, dijeron: —Pero, hombre, si nosotras no le hemos engañao a usté, señor lobo. Si nosotras no somos las del otro día. —Pues, ¿cómo os llamáis? —les preguntó el lobo—. —No nos acordamos—dijeron las cabritas. —Yo sí que me acuerdo —dijo el lobo—. Os llamáis Gorda, Flaca y Sostra. Y como a ese tiempo llegaba el amo con dos galgos, las cabritas echaron a correr y le gritaron al lobo: —Sí; nos llamamos Gorda, Flaca y Sostra. Y tú, alza el rabo y sopla. Soria, SORIA.
Soria, SORIA.
214. La raposa y el lobo 213. Gorda, Flaca y Sostra Estas eran tres cabritas que iban todos los días a comer a un ribazo, y un día se encontraron al lobo. Y el lobo les dijo: —Cabritas, os voy a comer. Y las cabritas le dijeron: —No, amigo lobo, no nos comas, que vamos a comer a un ribazo y cuando volvamos estaremos muy gorditas y entonces nos comes. Y las cabritas ya no volvieron al monte por tres meses. Pero a los tres meses volvieron, y cuando iban ya pa el ribazo encontraron otra vez al lobo. Y les dijo el lobo: —Ahora sí os voy a comer, que el otro día me habéis engañao. Y las cabritas le dijeron: —No, amigo lobo, no nos comas, que nosotras no somos las del otro día. Y el lobo les preguntó: —¿Pues cómo os llamáis?
Una vez yera una raposa que se chamaba Maruxa ya un tsobu que se chamaba Xuan, ya casárunse. Salieron pul monte ya matarun un curdeiru. Xuan quería cumelu; pero Maruxa, que estaba preñada, dixutse que yera mejor deixalu pal día del boutizu, ya Xuan dixutse que buenu. Al outru día Maruxa dixutse que tenía que ir a un boutizu va marchóu a cumer al curdeiru. A la nueite, cuandu vulviú Xuan preguntóutse cumu se chamaba el nenu ya etsa dixutse que Empecélu. Yera que cumenzara a cumer el curdeiru. Al outru día igual, ya al vulver dixutse que el nenu chamaba Demediélu. Yera que lu demediara. Yal outru día igual, ya dixu que se chamaba Acabélu. Yera que lu acabara. Pariú Maruxa, ya Xuan foi a buscar el curdeiru, peru faltaba ya vulviú pa casa muy enfadau riñendu cun Maruxa. Etsa dixutse que etsa que nun fora, que fora él, ya si nun, pa desengañase, tumbase a durmire lus dous yal que tse sudaran las narices primeiru que yera el que lu cumiera. Tumbárunse ya cumu Xuan se durmiú en seguida Maruxa mixoutse pu las narices ya chamóulu, ya claru, él cumu
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
nun tenía memoria ninguna tuvu que aguantase cuna culpa. Eduardo Martínez Torner, 1913 Lumajo, LEÓN.
215. Los conejos y el lobo Pue señó, que ésta era una ve que vivían un conejo y una coneja en una gazapera y tenían cuatro gazapito. Y un día pue andaban too juera e la gazapera pillando unas hierbita pa comé cuando vido er conejo ar lobo vení por una cuesta abajo derecho a la gazapera. Y va y les dice a la coneja y a lo gazapito: —¡A la gazapera pronto, que allá viene er lobo! Y echaron a corré y se metieron en la gazapera. Y er conejo se quedó allí juera escondío pa vé que iba a jacé er lobo. Conque llega er lobo cuando la coneja y lo gazapito entraban en la gazapera y dice: —Allá va la coneja a dá de mamá a su gazapito. Cuanto que entre la pillo con toos ello y me lo como. Y er conejo que staba oyendo too da un sarto y se mete en la gazapera y le dice a la coneja: —Mía que er lobo sus quiere comé. Y la coneja muy asustá le dice ar conejo: —Pue mía que tú como macho que ere te buscas astucia. Y le dice er conejo: —Pue güeno, mía que yo me vi a salí ar campo a ve como lo entretengo, y mientra que yo lo entretengo por ai tú va a buscá otra gazapera y te mudas a ella con nuestros hijo. Y asín lo hizo. Se sale er conejo de la gazapera dando sarto y bailando elante er lobo y dándose toa la astucia posible pa entretenerlo, venga que venga a sartá y venga que venga a bailá hasta que se retiró con er lobo mu lejo de la gazapera. Y en esa entremedia la coneja salió de la gazapera con su gazapito y jué a buscá otra gazapera y se metió en ella con lo gazapito. Y er conejo baila que te baila elante er lobo. Y ya jué y se subió a lo arto de una piedra mu arta y comenzó a darse con la mano en la cara como si no pudiera vé mu bien. Y dice entonce er lobo: —Este conejo no ve bien. ¡Qué ocasión pa comémelo! Y er conejo que le oye le dice: —Yo te cuqueo, pero no te veo.
Y otra ve decía er lobo: —Esta es la ocasión pa comémelo. Y le dice ar conejo: —Por cierto será, pero de mi garra no te escaparás. Ahora me voy a tu local y a tus hijos me vi a tragá. Y er conejo le dice: —Hombre, una poca e caridá ya que te vas a jartá de comé. Y er lobo le dijo: —Que ya no hay má caridá, que me vi a comé a la coneja y a lo gazapito ahora mismo. Y echó a corré pa la gazapera y er conejo detrá. Llega er lobo a la gazapera y claro ya la coneja y lo gazapito no staban allí. Y empieza er lobo a escarbá y a escarbá tierra. Y er conejo que acechaba a su lao ya sabía que no staban allí la coneja y lo gazapito, pero pa entretenelo y cansalo le decía: —¡Ande osté, amigo lobo, tenga osté caridá! Y er lobo na; venga que venga a escarbá y venga que venga a escarbá. Y se encontró con una raíce de taraje y mu ensultao las esbarataba y la tiraba pa arriba y decía: —No stá mu mal mi viaje, que por comeme los gazapo me como la raí de un taraje. Y er conejo se daba con la mano en la cara otra ve y le decía ar lobo: —¡Amigo lobo, amigo lobo, que tenga osté caridá! Y er lobo le contestaba: —¡Te digo que ya no hay caridá! ¿Que no me ves trabajá? Y venga que venga escarbá y venga que venga a escarbá, pero escarbaba tierra y sacaba raíce y piedra, pero no éncontraba a la coneja ni a lo gazapito. Pue ai stuvo er lobo escarbando y sacando raíce y piedra hasta que cayó muerto e fatiga. Y er conejo cuando ya lo vido muerto en tierra se allegó ande staba y le dijo: —Lobo, tú eres mu astuto, pero er conejo lo es má; er rey de Sierra Morena, asín te puedes llamá. Te jartas de comé raíce y mueres de trabajá. Córdoba, CÓRDOBA.
216. Cabrín cabrates y lobín lobates Estaba cabrín cabrates encima de una peña peñates. Y llegó el lobín lobates y le dijo: —Bájate, cabrín cabrates, de esa peña peñates. Y cabrín cabrates le contestó:
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
—No quiero, lobín lobates, que tú te has comido a mis padres padrates y si bajo me comerás a mí comerates. Y lobín lobates entonces le dijo: —Bájate, cabrín cabrates, que no te voy a comer comerates porque hoy es viernes viernates.
Y cabrín cabrates le contestó: No quiero, lobín lobates, que al hambre no hay pecates.
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Zamora, ZAMORA.
B. la zorra
217. El mingo y la maruxa (El gato y la zorra) Pasteando en los prados de un pueblo se encontraban el mingo y la maruxa, entretenidos en su caza de grillos y ratones. La maruxa le dijo al mingo: —Yo tengo mucha hambre. Mi caza no me da lo suficiente para poder alimentarme. Te voy a comer. El mingo le contestó: —No me comas ahora. Estoy muy flaco. Y la maruxa le dijo: —Pues entonces, ¿cuándo te voy a comer? Y el mingo le respondió: —Mira tú que en este pueblo suelen regalarme para antrueyo con buenos pucheros de carne y entre ellos mezclan buenos chorizos. Y para yo alimentarme sé hacer la sisa de esos menesteres cazándolos cuando que a mí me parece. Y de ese modo me engordo. Luego yo te llamaré para que me comas. Y la maruxa le dijo: —Pero dime, hombre, cómo te he de llamar. Y el mingo le dijo: —Mira, ven conmigo y te voy a indicar. Tomaron los dos el camino y llegaron tras de los techos del amo del mingo, éste con grandes deseos de que saliera la perra de su atrio pa que le batiera las ancas a la maruxa. Visto que la perra no salió el mingo le dio las indicaciones a la maruxa. Le dijo: —Pues mira. Yo me llamo Mingo. No tienes más que decir sino «Mingo, ¿no sales a mixar?» Y entonces saldré yo y me comerás. No tengo nada más que te decir. Porque cuando es carnaval ya lo sabes.
Pasó la maruxa muy intranquila ese trayeto de tiempo que mediaba para el antrueyo. Y llegado el paso del día tan deseado se aproximó a los techos de la casa del amo del mingo y llamó en alta voz: —Mingo, ¿no sales a mixar? Y el mingo le contestó: —Hoy no salgo. Saldré mañana. Al día siguiente se aproximó otra vez la maruxa y volvió a llamar en alta voz: —Mingo, ¿no sales a mixar? Y el mingo le contestó: —No, no salgo a mixar. Pero conseguí con mi amo que te proporcione una buena caza y en este momento la está equiparando para llevarla y que te alimentes. Y la maruxa, muy impaciente, le dijo: —Que sea pronto, porque tengo mucha hambre. Y el patrón del mingo preparó en un saco la mercancía, que era la perra para que matara a la zorra. Cuando la zorra vio salir de la puerta su mercancía sospechó una trampa y se largó a más distancia. El patrón del mingo le dijo a la zorra: —No te largues, que ya te llevo la caza. Pero la zorra se puso a olfatear con la nariz y le contestó: —A perruño me huele. Me voy largando. Y se largó a un peñasco más arriba. El patrón le decía: —No te largues, que muy lejos no puedo llegar. La carga me pesa mucho. Y viendo que ya no la podía alcanzar le soltó el saco y la perra y los perritos que iban dentro salieron corriendo tras de la maruxa. La maruxa, viéndose en gran apuro, siguió monte traviesa gritando:
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
—Valedme, zancas, que en este mundo todo son trampas. Por fin llegó al alto del peñasco, donde se vio libre de la perra y los perritos que la perseguían. Y lamiéndose las uñas por verse libre de la acometida se le metía la cola por entre las patas y ella decía: —¡Ah, rabo zorro, como tirabas para atrás para que la perra me comiera! Pravia, ASTURIAS.
218. La zorra y la cigüeña La cigüeña hizo su nido en un árbol y allí vivía con sus crías. Un día vino la zorra y le dijo que tenía hambre y que quería que le diera un hijo. La cigüeña le dio uno y la zorra se lo comió. Otro día vino la zorra otra vez y le dijo a la cigüeña: —Dame otro hijo tuyo, que traigo mucha hambre. —No; no te lo doy. No tengo hijos para dar. Si quieres comer hijos tenlos tú. Y la zorra le dijo: —Mira, que si no me lo das, cuando vayas a buscar comida para ellos tiro el árbol y me los como todos. Y mojaba la zorra el rabo en una lamiza y daba coletazos en el árbol y decía: —Mira qué hachazos doy. Y la cigüeña no sabía qué hacer para disunirse de la zorra, y le dijo por fin: —Oye, zorrita, que hoy hay una boda en el cielo. Te convido a la boda y puedes ir y atracarte de pollos y chorizos. —Sí —le dijo la zorra—; tú, que tienes alas, bien puedes subir, pero yo, que no las tengo, ¿cómo podré subir? Y la cigüeña le dijo: —Mira, que es una cosa muy fácil. Yo te subiré. Yo te subo en mis alas. Y llevó a la zorra a un pico donde se había de subir para llevarla de allí. Y allí la dejó. Y cuando la cigüeña se iba le gritó la zorra: —Dime, cigüeña, ¿cuándo será? —Un día de muchos truenos —le respondió la cigüeña—. Y llegó un día de muchos truenos y la zorra subió al pico donde le había dicho la cigüeña y se puso a aguardar. Llegó la cigüeña y la colocó sobre sus alas y emprendió su vuelo. Y voló la cigüeña a una altura grande y se dio media vuelta y tiró a la zorra abajo.
La zorra se dio un buen golpazo, y cuando se levantó del suelo medio muerta dijo: —Si de esta salgo y no me muero, no quiero más bodas en el cielo. Y por eso dice el refrán: No quiero más bodas en el cielo. Tudanca, CANTABRIA.
219. La zorra y la cigüeña Convidó la zorra a la cigüeña a comer puches en un canto. Y la zorra con la lengua se comió todo en un momento y la cigüeña apenas pudo dar dos piquetazos y se quedó sin comer. Y otro día fue la cigüeña y convidó a la zorra a comer puches en una aceitera. Y la cigüeña metía el pico y poco a poco se los fue comiendo, mientras que la zorra no comía sino lo que caía por fuera. Pero no contenta con eso fue la cigüeña y envitó a la zorra a subir al cielo a las bodas de su hermano. Y la zorra dijo a la cigüeña: —Pero yo no puedo volar. ¿Cómo voy a subir al cielo? —Yo te subo en mis alas —le dijo la cigüeña—. Conque se subió la zorra en las alas de la cigüeña y se remontó la cigüeña al cielo. Y cuando ya iban muy alto dijo la zorra a la cigüeña: —Tú meringué y yo meringuela, harta de puches y bien caballera. Y la cigüeña volaba y volaba y no hacía caso de lo que la zorra decía. Conque ya cuando iban más alto dijo otra vez la zorra: —Tú meringué y yo meringuela, harta de puches y bien caballera. Y la cigüeña le dijo entonces: —Mira, zorrita, no me marees, porque si me mareas te tiro al suelo. Y cuando ya iban muy alto, muy alto, le dijo la cigüeña a la zorra:
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
—Oye, zorrita, ¿qué vestido traes pa la boda? Y antes de que la zorra contestara dio una vuelta y la tiró abajo. Y la zorra cuando venía cayendo miraba los cantos abajo y decía: —Apartaos, canchos, que sos destripo. Y dio el golpazo en el suelo y le gritó a la cigüeña: —Si de esta salgo y no muero, no quiero más boditas en el cielo. Jaraíz de la Vera, CÁCERES.
220. La zorra y el grajo Estaba una ve una zorra comiéndose una liebre que había cogido cuando ya había acabao e comerse a la liebre vido a un grajo que staba ai cerca esperando a que la zorra se juera pa vé si pillaba un bocao e carne. Y dijo la zorra: —Vi a vé si pillo a ese grajo pa comé mañana. Güeno, pue er grajo acechaba a la zorra pa vé si pillaba un bocao e carne cuando de repente la zorra dio un sarto pa cogelo. Pero er grajo dio un güelo y se escapó. Y empezó a gola arrededó de la zorra y la zorra venga que venga a dá sarto a vé si podía cogé ar grajo. Pero se cansó de dá sarto y er grajo golando por el aire. Conque le dice er grajo a la zorra: —Güeno, comae zorra, ya ve osté que es imposible que osté me pille. Ahora lo mejó es que seamo güenos amigo. —Güeno —le dice la zorra—. Pero la zorra siempre viendo a vé como pillaba ar grajo pa coméselo. Y le dice ar grajo: —¿Quieres í a comé carne de oveja conmigo? —Sí, sí, comae zorra, con mucho gusto —le contesta er grajo—. Y lo convida entonce la zorra pa í enseguía. Y van y encuentran una oveja muerta que ya la zorra sabía ande staba y se jartan lo do de comé carne. Y ya que stán bien jartao de comé dice la zorra: —Güeno, pues ya hemo comido hasta jartasno. Vaya osté con Dios, compae grajo, y hasta mañana. Y al otro día van otra ve ande staba la oveja a comé carne. Pero habían venido los otro animale y se habían comido too. Conque ar vé eso dice la zorra: —Pue no hay má remedio que í a vé si podemo robá por ai argún queso. Y le dice er grajo:
—Dice bien, comae zorra. Misté, que aquí cerca hay una cabaña e pastore, y como osté pué í a escondillas, a escondillas por la mata sin que nadien la vea, es mejó que vaya osté. Porque si voy yo golando me ven y me pillan. Güeno, pue jué la zorra y se robó un queso y gorvió en seguía con é y se lo comieron. Pero la zorra se lo comió casi too, y er probe grajo sólo dio uno cuanto piquetazo y se quedó con hambre y mu desgustao con la zorra. Y se va y dice: —¿Cómo vi a apañá yo pa pillá a la zorra que me tiene mu desgustao? Y al otro día se encuentra a la zorra que va de cacería y le dice: —Hola, comae zorra, ¿ánde va osté tan tempranito por este monte? Y contesta la zorra: —Pue vi a vé si encuentro por aquí argún conejo o arguna liebre, que ya ando con hambre otra vé. Y osté, compae grajo, ¿qué me cuenta? —Cállese osté, comae zorra —le dice er grajo—, que yo vi ahora mismo a una boda en er cielo, que me vi a jartá de comé de durce y de jamone y de chorizo y de too. Y la zorra, le dice: —Vamo, compae grajo, que no sea osté malo. Si quisiera osté que yo también juera a esa boda pa jartarme de comé. Y er grajo dice entonce: —Ahora es la ocasión de vengarme con mi comae zorra. Y va y le dice: —Comae zorra, dígame osté la verdá. ¿Osté se marea? Y la zorra le contesta: —Yo no. Y er grajo le dice: —Güeno, pue entonce osté pué í. Súbase osté encima de mí y asín vamo lo do a la boda. Güeno, pue se sube la zorra encima der grajo y da aqué un güelo y se remonta en el aire. Y cuando ya iban mu arto, mu arto, que ya no se vían la casa ni los árbole, le dice er grajo ala zorra: —Comae zorra, agárrese osté bien que vamo a subí una graílla. Y la zorra dice: —Voy bien agarrá. Cuando en ésa sube er grajo y da una güerta y se esprende la zorra y cae pa abajo. Y ar vé una piedra blanca gritaba la zorra cuando ya iba llegando a tierra: —Apartaos, cabrita blanca, que sus mato. Y cayó la probe y se aplastó en una piedra y ai quedó muerta. Y bajó entonce er grajo y empezó a picotear y comió carne de zorra hasta que se jartó. Y a cá piquetazo decía:
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
—Comae zorra, yo he cumplido mi deber; y osté, probecita, pegá a una paré. Córdoba, CÓRDOBA.
221. El gato Laureano Este era un gato que se llamaba Laureano y todos los días iba a un monte a cagar. Y un día cuando fue al monte a cagar lo cogió la zorra. Y al cogerlo le dijo: —¡Ay, qué ganas tenía de cogerte a ti, Laureano! Ahora sí que me voy a hartar de comer carne tiernecita. Y se fue con el gato pa su casa. Y en el camino le dijo el gato a la zorra: —Oye, zorrita, te diré una cosa. —Dilo prontito —le dijo la zorra—, que ya vamos llegando a mi casa y no tengo ganas de hablar. Ya en unos momentos te estaré comiendo la tripa. Y el gato le dijo: —Pues, mira, zorrita, que mañana se va a casar la hija de mi amo y me van a dar muchas tajadas de carne y mantecas y comeré hasta que me harte. Y para pasao mañana ya estaré muy gordito y muy rico y entonces me comes. Y la zorra le dijo: —Dices bien; si te dan tajadas y mantecas estarás muy gordito pasao mañana. Pero no dejes de venir pasao mañana, que aquí mismo en este monte te espero. Y soltó la zorra al gato y se fue corriendo el gato pa su casa que parecía que el viento lo llevaba. Y pasaron dos días y el gato no fue al monte. Y la zorra estaba ya muy enfadada, pero esperó un día más. Y pasaron tres días y el gato no fue al monte. Y entonces la zorra fue por los alrededores de la casa y empezó a llamar: —Laureano, Laureano, ¿que no sales al monte? Laureano, Laureano, ¿que no sales al monte? Y el gato asomó la cabeza por una ventana y le gritó: —Aquí no hay Laureano que valga, que desde aquel día me cago en casa. Soria, SORIA.
222. Xuan, el oso y la raposa En una ocasión estaba un paisano que se llamaba Xuan semando pan. Los bueis eran malos y él decía: —Mal oso vos coma.
A la tarde vien el oso a catar los bueis y diz él: —Bueno, ahora vengo por los bueis. Todo el día andes diciendo «Mal oso vos coma», y ya estoy aquí. —Déjame acabar de semar la tierra, que me falta poco. Entós el oso chóse tras un mato y llegó la raposa y dixo: —¿Qué tienes, Xuan, que estás tan triste? —Que vino el oso y me quier comer los bueis. —Vaya, pues calla la boca, que si me das un corderín yo te lo arreglo. —Sí, sí, de buena gana. Entonces dixo la raposa: —A, Xuan, ¿qué ye aquéllo que está detrás de aquel mato? Dixo el oso a Xuan: —Dile que ye un tronco. —Non, si fuera tronco tú lo echaras en la corza. —Faite que me echas —diz l’oso—. —Non, si fuera tronco cortárasle aquella patona que espurre pa allá. —Faite que me lo cortas —diz l’oso—. Va Xuan, garró l’azá y cortóle la cabeza. Después pa pagar el corderín a la raposa metió todos los perros del llugar en el corral y mandó a la raposa dir por la cordera. La raposa metióse allí y los perros colgáronse de ella. Entós la raposa quería subir pal payar y non podía y decía: —Arría, culu, arría zancas, que en esti mundo tó ye trampas. Eduardo Martínez Torner, 1913 Llanuces, ASTURIAS.
223. La rapiega y la raposa Una vez yera una rapiega ya una raposa que andaban xuntas, la rapiega ya muitu más lista que la raposa, peru la raposa tenía más fuerza ya pudía cun etsa. Un día la zorra que tenía muita fame tumbouse como muerta en medio d’un camín, ya pasóu un tíu cun bollus ya chóula pa la cesta. Etsa empezou a tirar bollus muy apriesa. Ya desque tiróu bastantes tiróuse etsa ya chevoulos pa donde estaba la rapiega. Pero cumu la rapiega yera muy tuna dixuche a la zorra que bien estarían unas truitas pa cunus bollus. —¿Ya cumu las cazaremos? —dixu la zorra—. —Pues mira; mete el rabu nesta tsaguna hasta pu la mañana ya verás las truítas cumu salen tras dél. La zorra metiú el rabu, ya cumu de nueite cayú una gran xelada quedóuse sin puder sacalu, tira que tira. Ya la
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
rapiega, cumiendu lus bollus a toda priesa fiendutse una gran figa. Eduardo Martínez Torner, 1913 Villablinos, LEÓN.
224. El galgo y la zorra Se juntaron el galgo y la zorra a gallinas. Y el galgo lo que quería era sacarle el pellejo a la zorra y la dijo: —Oye, zorrita, tú, que eres señorita, dime cuáles te gustan más, las blancas o las negras. Y la zorra respondió: —A mí, las negras, que tienen la carne más tierna. —Pues, vámonos —dijo el galgo—. Y salieron a buscar gallinas. Pero el galgo la tenía rabia a la zorra y tenía muchas ganas de comer pellejo de zorra, y no sabía qué maña darse para zurrarla. Y la dijo a la zorra: —Bueno, pues ahora, vas tú y te escondes ai onde yo te diga, en un pilón de paja. Y fue la zorra a esconderse en la paja; y al dar la vuelta le dio el galgo una mordida en una nalga, y salió la zorra como el viento y se escapó del galgo. Y ai en el camino por onde iba huyendo se encontró con un ciego que estaba tocando el violín y le dijo: —¡Sí; sí, así como vemos, bueno está pa fandango!
225. El gallo y la zorra Andaba un gallo escarbando tierra mu lejo de su casa cuando llega una zorra y echa a corré a cogelo. Y er gallo dio un güelo y se subió a un árbol. Y se acerca la zorra y le dice: —No s’asuste osté. Si vengo a decile que ha llegao una orden der rey que todo seamo hermano. Apéese osté. Y a ese momento güerve la cabeza y ve vení un garfio, y le dice ar gallo: —Ya me voy, que pué que aqué no entienda bien la orden. Santiponce, SEVILLA.
226. La zorra y las uvas verdes Era una vez una zorra que entró en un güerto a buscar qué comer. Y vio una parra de uvas muy ricas y dijo: —Aquí vas a llenar la tripa, zorrita. Pero al acercarse a la parra vio que estaban muy alto y no podía alcanzarlas. Y se sentó a mirarlas un rato y dijo: —Están como agraces; las dejaré para los rapaces.
Aguilar de Campoo, PALENCIA.
León, LEÓN.
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C. carreras entre animales
227. El erizo y la liebre Vivían un erizo y una eriza en el campo. Y un día se levantó el erizo muy temprano y le dijo a la eriza: —Hazme el almuerzo, que me voy a dar una vuelta por el campo. Y salió el erizo al campo y se encontró con la liebre. Y la liebre se dice: —¡Buenos días, amigo erizo! ¿Ande vas tan de mañana? Y el erizo le contesta: —Pues correteando por aquí, dando una vuelta por el campo. Y la liebre le dice: —¿Quieres que hagamos una apuesta? —Sí. ¿A qué? —Pues a correr. Y dice el erizo: —¿Y qué vamos a apostar? —Cinco duros y una botella de aguardiente. Y ya dice el erizo: —Güeno, apostamos, pero no ahora. Mañana sí. Y quedaron a salir otro día a correr al campo. Conque se fue el erizo a su casa y le dice a la eriza: —Sabes que me he encontrao con la liebre y hemos hecho una apuesta a ver quién corre más. —Pero, ¿qué has hecho? —le dice la eriza—. ¿Cómo vas a correr más que la liebre? Y la contesta el erizo: —Pues muy bien lo vamos a arreglar. Te vienes tú conmigo muy tempranito y nos vamos a una tierra arada, y tú te pones a la punta de un surco y yo me voy con la liebre a la otra punta de onde hemos de partir. Y allá me quedo yo
y cuando la liebre ya vaya llegando ande tú estás, gritas: «Ya estoy aquí yo», y verás cómo le ganamos la apuesta. Conque muy tempranito se levantaron el erizo y la eriza y se fueron al campo ande había una tierra arada. Y la eriza fue y se puso a una punta de un surco. Y el erizo se fue a encontrar a la liebre. Y llegó la liebre y le dijo al erizo: —¡Buenos días, amigo erizo! ¿ónde quieres hacer la carrera? —Por aquí por este surco que está derecho—contestó el erizo—. Conque se fueron el erizo y la liebre a partir a la punta onde dijo el erizo. Y dijo el erizo: —¡Ala! ¡Vamos! Y dio la liebre un salto y echó a correr como el viento. Y cuando ya iba llegando a la otra punta del surco saltó la eriza y gritó: —¡Ya estoy aquí yo! Y la liebre, muy sorprendida, dijo: —Nada, nada; que vamos otra carrera pa atrás. Y la eriza dijo: —Güeno. ¡Ala! ¡Vamos! Y parió la liebre otra vez como el viento. Y cuando ya iba llegando a la otra punta del surco ya la esperaba el erizo y dio un salio delante de la liebre y gritó: —¡Hola, comadre liebre! ¡Ya estoy aquí yo! Y la liebre ya cansada dijo: —Sí, que me has ganao. Pero no; todavía no, que vamos a otra carrera. —Pues vamos —dijo el erizo—. ¡Ala! ¡Vamos! Y otra vez echó a correr la liebre que parecía que el viento la llevaba.
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
Pero al llegar a la otra punta del surco saltó otra vez la eriza delante de ella y gritó: —¡Ya estoy aquí yo! Conque ya la liebre con eso ya casi se dio por vencida. Pero dijo: —Todavía vamos a otra carrera. Esta es la última. Y la eriza le dijo: —Güeno, pues no perder tiempo. ¡Ala! ¡Vamos! Y echó a correr la liebre, pero ya muy cansada. Y cuando llegó a la otra punta del surco saltó el erizo delante de ella y gritó: —¡Hola, comadre liebre! ¡Ya estoy aquí yo! Y la liebre cayó reventá de tanto correr. Y ai en el campo se quedó la liebre reventá. Y el erizo y la eriza se fueron pa su casa con sus cinco duros y su botella de aguardiente. Rasueros, ÁVILA.
228. El sapo y la zorra Güeno, pue misté que había una ve un sapo que staba escarbando tierra en una pradera, asín como scarban tierra lo sapo. Cuando llega una zorra hambrienta y dice: —Ese sapo me vi a pillá y anque sea sapo me lo vi a comé. Y se jué acercando poco a poquito cuando se alevanta er sapo y da una güerta y se tumba pa atrás a descansá. Y ve entonce a la zorra y le dice: —Hola, comae zorra, ¿cómo stá oté? Y la zorra dice: —¡Me cago en dié! ¡Ya me se escapó! Y llega y le dice ar sapo: —¡Hola, hola, compae sapo! Pue vengo de caza a vé qué pillo por aquí pa comé. ¿Qué jace oté escarbando esa tierra? —Pue miste, comae zorra —le dice er sapo—, que como stan lo tiempo tan malo estoy arreglando esta tierra pa sembrá un pujal a vé si cosecho argo pal invierno que viene. —¿Qué va oté a sembrá, compae sapo? —le pregunta la zorra—. Y er sapo le contesta: —Pue una semilla de trigo, que es lo que má provecho da.
Y la zorra, como vido que era verdá que er sapo estaba escarbando la tierra cuando ella llegó, dijo: —Es cierto. Ese gachó va a tené que comé cuando llegue el invierno. Y jué y se allegó más ande staba er sapo. Pero er sapo, creyendo que la zorra iba a pillalo, dio un sarto y se puso encima de una piedra mu arta. Y le dice la zorra: —Pero, compae sapo, ¿por qué juye oté? Si es que le quería decí que yo le pueo ayudá a oté a escarbá la tierra y sembrá ese pujal. Y er sapo le dice: —No, si es que he sartao aquí ande jace má sol. Y güeno, si oté quiere no pondremo a escarbá junto, que asín acabaremo ante. Güeno, pue van onde staba er sapo escarbando tierra y le dice er sapo a la zorra: —Comae zorra, oté escomienza de este lao y yo por allá. Y escomienza la zorra a escarbá. Y venga a escarbá y vaya a escarbá. Y arguna vece golaba la tierra hasta ande staba er sapo, y le gritaba er sapo: —¡Me cago en dié, comae zorra! ¡Qué bien sabe oté trabajá! Y er sapo apenas alevantaba uno peacito e tierra poco a poquito pa no cansase. Cuando ya la zorra cayó pa atrá de fatiga y le dijo ar sapo: —Compae sapo, ¿está ya arreglá la tierra? Y er sapo, que no deja de escarbá, le contesta: —Pero, comae zorra, ¿oté stá ya cansá? Si apena vamo escornenzando a trabajá. Y se alevanta la zorra y escomienza otra ve a escarbá tierra. Y venga a escarbá y venga a escarbá y por toa parte sartaba la tierra que la zorra alevantaba. Y se encontró una raí mu juerte y le dice ar sapo: —Compae sapo, la raíce, ¿la dejamo o la tenemo que arrancá? Y er sapo le dice: —Hay que arrancala, comae zorra, que si la dejamo la cosecha no da güen resurtao. Y escomienza la zorra a escarbá y a mordé hasta que estrozó la raí y la arrancó. Y entonce cayó pa atrá de fatiga y le dijo ar sapo: —Compae sapo, ¿está ya arreglá la tierra? Y er sapo, sin deja de escarbá, le contesta: —Pero, caramba, comae zorra, ¿oté stá ya cansá? Si apena vamo escomenzando a trabajá. Y le dice entonce la zorra: —Sí, compae sapo. Es verdá que stoy cansá. Estoy lacia de trabajá. Ya no pueo má. Y ai se quea la zorra tumbá y con la lengua de juera.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Y er sapo sigue escarbando tierra poco a poquito y de en cuando en cuando echa un peacito e tierra pa que la zorra vea que escarba. Y le dice la zorra: —Compae sapo, y ¿cuándo es la cosecha? Y er sapo le dice: —Eso, comae zorra es en er verano. —Caramba, que eso es muncho esperá —dice la zorra—. —Y depué viene er tiempo cuando tenemo que trillá —le dice er sapo—. Y la zorra le dice entonce: —Y cuando ya sté trillao er trigo, ¿pa quién va a sé? Y er sapo, que le tenía siempre un poco e recelo a la zorra, le dice: —Eso, como oté quiera, comae zorra. Si oté quiere que vayamo a media pues a media. Y dice la zorra: —Güeno, pue vamo a media. Y se va entonce er sapo a escarbá otra ve. Y la zorra se quea tumbá tavía un rato y aluego se alevanta y le dice ar sapo: —Compae sapo, ya yo stoy completamente lacia. Me vi a descansá a mi cueva y mañana vengo a escarbá ma. Y pilla la bicha y se va a su cueva. Y cuando ya staba sola decía: —¿No me quedrá engañá ese gachó? Pero si me engaña lo pillo y me lo como. Y otro día llega la zorra mu tempranito a la pradera y se encuentra que er sapo ya staba escarbando. Y llega y le dice: —Hola, compae sapo, ¿ya vamo acabando de arreglá la tierra? Y er sapo, que na escarbaba, le contesta: —Ande oté, comae zorra, que ya me paece que stá too arreglao. Ya no hay má que di yo por er trigo pa sembralo. —¿Y ánde va oté a buscá er trigo? —le dice la zorra—. —Descuide oté que yo lo iré a buscá —le contesta er sapo. Quédese oté aquí cudiando er terreno que no vengan otro bicho a pisotealo y yo me iré a traé er trigo pa la siembra. Güeno, pue se queda la zorra y pilla er sapo y se va por er campo a buscá er trigo. Y anda de muñiga en muñiga recogiendo uno grano de trigo. Y cuando ya tiene uno cuarenta o cincuenta grano güerve con ello y se los enseña a la zorra y le dice: —Ya vengo con er trigo. Y lo esparrama por la tierra y le dice a la zorra: —Ahora, comae zorra, a trabajá. —Pero ¿tenemo que escarbá otra ve? —le dice la zorra—.
Y er sapo le dice: —Ya lo creo que tenemo que escarbá, comae zorra. Si ahora tenemo que cubrilo too pa que sarga depué. Y empieza la zorra a escarbá como ante. Y venga a escarbá y venga a escarbá hasta que cayó pa atrá de fatiga. Y er sapo la jacía escarbá pa que se cansara pa vé cómo se escapaba e su garra. Y ya le dice er sapo: —Güeno, comae zorra; me paece que ya stá too bien arreglao. Ahora yo me quedo cudiando er pujal pa que no vengan otro bicho a esbaratá la tierra y oté se pué di hasta que venga er tiempo e la cosecha. Y decía la zorra: —¿No me quedrá engañá ese gachó? Pero si me engaña lo pillo y me lo como. Güeno, pue se jué la zorra y se quedó er sapo cudiando la tierra. Y too lo día venía la zorra a vé si er sapo staba tavía en er pujal. Pero no se acercaba pa que er sapo no la viera. Cuando ya arcanzaba a velo se iba y decía: —No me engaña compae sapo. Ai stá cudiando la tierra. Y er probe sapo de noche jacía un bujero y ai se staba pa que no lo pillara la zorra. Y de día staba sentao en una piedra. Y ar mé ya había salido en er terreno muncha yerba. Y llega la zorra un día y se encuentra ar sapo dormío encima de la piedra y dice: —Esta es la ocasión. Vi a comeme a ese gachó. Y se le va acercando poco a poquito. Pero cuando ya va a dá er sarto pa pillalo da er sapo una güerta y la ve y le dice: —Hola, comae zorra, ¿qué va oté a jacé? Y la zorra le contesta: —Pue na, que como vi que staba dormío iba a espertalo pa preguntale cómo va la labó. Y er sapo le dice: —Miste cómo stá ya. Y le enseñó toa las yerba que había. —Y ¿cuándo es la cosecha? —dice la zorra—. —Pue ya es cosa de uno cuatro o cinco día —le dijo er sapo —Güeno —le dice la zorra—, pue entonce vengo a ayudale. Y pilla y se va otra ve mu desgustá porque no había podio pillá ar sapo. Y er sapo cuando se quedó solo otra ve decía: —Pero ¿cómo me escaparé de esa bicha? Y esa noche cuando staba metío en su bujero llegó una piara e ganao y se comió toa las yerbas y pisoteó too. Y al otro día llega la zorra y le dice ar sapo:
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
—Pero compae sapo, ¿qué es lo que pasa que la labó está toa tumbá? Y er sapo le dice: —Cállese oté, comae zorra, que anoche ha llegao una piara de ganao y hemo jecho ya la trilla y too. Ahora no hay má que medí too pa que a ca uno le toque la metá. —Y ¿con qué lo vamo a medí? —dijo la zorra—. Y como er sapo lo que quería era escaparse dijo: —Espere oté, comae zorra, que yo voy por la medía. Pero la zorra le dice: —Miste, compae sapo, que a mí me paece que eso es poco pa lo do. Vamo a jacé una apuesta a vé quién se queda con too er trigo. —Güeno —dice er sapo—, er que mida má ligero má fanega se lo lleva. —No —dice la zorra—, er que corra y mida má ligero se lleva too er trigo. No ponemo mu lejo der montón de trigo y echamo una carrera y er que llegue y mida má ligero se lleva too er trigo. Y el sapo le dice a la zorra: —Güeno, comae zorra; pero como yo no he dormío en toa la noche déjeme oté descansá y mañana venemo a la carrera. Y se va er sapo y busca otro sapo y cuando llegó la noche jué y lo metió en er montón de yerba. Y otro día jué a esperá a la zorra. Cuando llega la zorra mu contenta porque creía que iba a quedase con er montón de trigo y le dice: —Hola, compae sapo, ya stoy yo aquí. Y er sapo le dice: —Yo tamién, comae zorra. Vamo a la carrera. Y van y se ponen mu lejo der montón de yerba y dice la zorra: —Uno, do, tre —y parte a corré como er viento—. Y er sapo sólo dio un sarto y se quedó ande staba. Y cuando ya la zorra iba a medio camino le gritó ar sapo: —Compae sapo, compae sapo, ¿ánde viene oté? Y el otro sapo que staba metío en er montón de yerba sarta y grita: —¡Catorce! Y la zorra, viendo que staba perdida, le dice: —¡Cucha, compae sapo, que má pie que tú no tiene ni Jesú! Too es pa ti. Y pilla la bicha y se va ar monte diciendo: —Eso saco con anda metiéndome con ese gachó. Córdoba, CÓRDOBA.
229. El sapo y la zorra Pué esto eran un sapo y una zorra que tomaron un terreno y sembraron trigo a media. Y cuando se llegó er día cuando iban a sembrá er trigo fue er sapo y llamó a la zorra y le dijo: —Comae zorra, venga sté que ya he venío a sembrá. Y le contestó la zorra: —¡Ay, compae sapo, que no pueo salí! ¡Si viea sté lo malita que stoy! Y la zorra no staba mala. Lo que pasaba era que no quería trabajá y quería que er sapo sembrara too er trigo. Güeno pue fue er sapo, y solo stuvo trabajando too er día hasta que sembró too er trigo. Y cuando ya staba sembrao er trigo venía er sapo a convidá a la zorra pa í a trabajá er terreno y regá, pero la zorra siempre le icía que no podía salí a su cueva porque staba malita. Y así stuvo too er verano hasta que ya se maduró er trigo y se llegó er tiempo e cortalo y trillalo. Y fue er sapo entonce a llamó otra ve a la zorra y le dijo: —Ande sté, comae zorra, que ya tenemo que cortá er trigo y vé cómo lo vamo a trillá. Y le contesta la zorra: —¡Ay, compae sapo, si viea sté lo malita que sigo! Güeno, pue se fue er sapo y solo stuvo cortando y recogiendo er trigo y lo llevó a la era y lo trilló. Y así sucedió que como la zorra staba siempre malita aqué tuvo que hacelo too. Güeno, pué cuando ya staba trillao y too mu limpio en un montón llega la zorra y le dice ar sapo: —¡Güeno día, compae sapo! ¿Cómo stá sté? Y le dice er sapo: —Mu bien, comae zorra. ¡Qué gusto de vela a sté po aquí! Vamo ora a dividí er trigo. Y va la zorra y le dice: —Pué misté, compae sapo, que yo he pensao una cosa, que ya que er trigo es poco y pa uno solo es argo, pero pa do na, lo mejó es que hagamo una apuesta a vé quién se queda con too er montón. Y er sapo vía er montón de grano limpio en la era y decía: —Si me quedrá jugá una mi comae zorra pa quedarse ella con too er montón endepué que yo he hecho too er trabajo. Y va y le dice a la zorra: —Güeno, comae zorra, y ¿qué apuesta vamo a hacé? Y la zorra le contesta: —Pué vamo a echá una carrera a vé quién corre má. No ponemo ar otro lao der terreno y er que llegue primero ar montón de trigo se queda con é.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Güeno, pué acertó er sapo y quedaron en vení a la carrera otro día. Conque otro día mu de mañanita va er sapo y lleva mucho sapo amigo y lo pone de trecho en trecho por onde iban a corré, y er úrtimo sapo lo enterró en er montón de trigo. Y ya llegó la zorra y le dice: —Güeno, compae sapo, ¿estamo ya? —Ya stamo —le dice er sapo y van y se ponen lo do en una punta der terreno y echan a corré—. Y la zorra corría como er viento y le gritó ar sapo: —¡Vamo, compae sapo! ¿Ánde viene usté? Y un sapo que staba alante le contesta: —¡A corré, comae zorra, que aquí vengo yo alante! Y la zorra echó a corré con má gana y vorvió a gritá: —¡Vamo, compae sapo! ¿Ánde viene usté ahora? Y contesta otro sapo que staba alante: —¡A corré, comae zorra, que aquí vengo yo alante! Y la zorra echaba a corré má y má, pero siempre que le preguntaba ar sapo onde iba le contestaba er que staba alante con lo mismo. Y cuando ya iba llegando la zorra ar montón gritó: —¡Vamo, compae sapo, que ya voy llegando ar montón! ¿Ánde viene usté? Y er sapo que staba enterrao sale y grita: —¡Veinte y taja! Y la pobre zorra dice: —Me he fastidiao, compae sapo. Usté se ha ganao er montón de trigo. Santiponce, SEVILLA.
230. El sapo y la zorra María García (la zorra) y el sapo hicieron una apuesta a ver quién llegaba primero desde Pontio hasta Torraluco1 de la Valsemana. Cuando ya estaban para partir corriendo la zorra le dijo al sapo: —Bueno, vamos a ver. ¿Cuál echa a andar adelante? Y el sapo le respondió: —A mí no me corre prisa. Puede usté echar a andar. Y la zorra, de tantas ganas que tenía de salir corriendo, pega un salto, y el sapo en ese momento da una vuelta y se le pone en el rabo. Y partió la zorra como el relámpago. Pero al llegar al Torraluco de la Valsemana, el sapo dio un salto y cayó adelante. Y la zorra le dice: 1
Pueblo y peña, respectivamente, del valle de Tudanca. N. de E.
—¡Jigas pal demonio! ¿Cómo hiciste? En maneras del rey de Judas, ¿cómo has llegao? Tudanca, CANTABRIA.
231. El escuerzo y la zorra Estaba una zorra comiendo uvas de una parra y salió un escuerzo y le dice: —¡Hola, amiga zorra! ¿Comiendo las uvas del vecino, eh? Y la zorra le contesta: —¡Vamos, amigo escuerzo! ¿Que usté es el guardián de la parra? —¡Qué guardián he de ser! —le dice el escuerzo—. He salido pa ver si quiere usté hacer una apuesta a ver quién corre más. Conque hicieron la apuesta y fueron a ponerse onde iban a partir a correr. Y dijo el escuerzo: —¡Ya vamos! ¡A la una!... Y dio un salto la zorra y partió a correr. —Que no —dice el escuerzo—, que todavía no vale. Y se ponen otra vez y dice el escuerzo: —¡A la una! ¡A las dos!... Y otra vez dio un salto la zorra y echó a correr. Y la llama el escuerzo y le dice: —Que no, que todavía no vale. Y ya van y se ponen otra vez y dice el escuerzo: —¡A la una! ¡A las dos! ¡A las tres! Y echa la zorra a correr con todas sus fuerzas. Pero al primer salto que dio, el escuerzo saltó y se le agarró al rabo. Y onde iba la zorra corriendo le gritaba al escuerzo: —Amigo escuerzo, ¿ónde vienes? Y aquél, agarrao al rabo y callao. Y como el escuerzo no contestaba volvía a gritar la zorra: —Amigo escuerzo, ¿ónde vienes? Y cuando ya iba la zorra llegando a la otra punta de la carrera dio el escuerzo un salto y cayó sentao en un canto adelante de la zorra. Y cuando la zorra gritó al llegar: «Amigo escuerzo, ¿ónde vienes?», le dijo el escuerzo desde el canto: —¡Ya yo hace rato que estoy aquí! Cuenca, CUENCA.
232. El lobo y las abejas Andaba el lobo entre los animales diciendo que él era el animal que más corría. Y le oyeron las abejas y le dijo una de ellas:
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
—¡Qué ha de ser usté el animal que más corre! Nosotras las abejas volamos más aprisa. Y si no lo cree vamos a hacer una apuesta a ver quién llega primero arriba de aquel monte. Y como estaban ai todos los animales el lobo no pudo menos de acetar. Y se juntaron todos los animales a ver la carrera. Y unos decían que iba a ganar el lobo y otros decían que no, que las abejas ganarían la apuesta. Y fueron las abejas y le jugaron una trampa al lobo. Y mandaron una abeja a que corriera con el lobo. Y echó el lobo a correr con la cola tiesa y levantada en alto. Y la abeja salió volando al lado del lobo.
Y las otras abejas se le fueron al lobo derecho al pozo, picándole. Y el lobo se detuvo a quitarse las abejas que le picaban en el pozo y ai se estuvo hasta que la abeja llegó al monte primero y ganó la apuesta. Y los otros animales que vían al lobo, dando saltos y mordiéndose en el pozo le gritaban:
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—Corre al río, lobo zancudo; métete al agua a lavarte el culo. Palazuelos de Muño, BURGOS.
D. La leyenda del sapo
233. El sapo y la rana
234. El sapo y la rana
Antes, ¿sabe usté?, dicen que el sapo era muy buen mozo. Y dicen también que tenía rabo, pero que ahora no le tiene porque se le cambió al topo por los ojos. Y por eso el sapo tiene los ojos saltaos y el topo no tiene ojos. Y la rana era la mujer del sapo. Y un día andaban paseándose por el monte y la rana estaba preñada. Y pasaban muchos animales y se reían de la rana y del sapo. Y uno de los animales, cuando vio que la rana iba con tamaño bulto, quiso burlarse del sapo y le dijo: —¡Parece mentira! Y el sapo le contestó: —¡Sí, preñadita! ¡Y de buen mozo! Pero los animales todavía siguieron riéndose. Y entonces vio el sapo que venía por el camino una carreta chirriando y les dijo: —¡Sí, y no sólo buen mozo, sino que fuerte! Esperen ustedes, que voy a volcar la carreta. Y va y métese en un hoyito del camino por onde iba a pasar la rueda y empieza a hincharse. Y pasó el carro y la rueda aplastó al pobre del sapo, que se quedó pataleando y gritando: —¡Qué erréla! ¡Qué erréla! Y Dios le tuvo lástima al sapo y le revivió; pero ya quedó pa siempre aplastao y feo.
La Catalina era la rana y Gregorio era el sapo. Los dos vivían en un charco y pecaron los dos en el charco. Y al pecar ellos y al verse ella preñada se fueron a Roma a que los perdonara el papa, pa casarse. Y según iban por el camino la Catalina daba saltos y Gregorio iba muy despacio. Y en cuando en cuando la Catalina miraba pa atrás y miraba a Gregorio y decía: —¡Gregorio! ¡Vamos, hombre! Y Gregorio contestaba: —¡Cha poy! (Ya voy. ) Y seguían más alante y otra vez miraba pa atrás la Catalina y miraba a Gregorio y decía: —¡Gregorio! ¡Vamos, hombre! Y Gregorio otra vez contestaba: —¡Cha poy! Y luego ya vieron venir un carromato (de mulas) y la dijo Gregorio a la Catalina: —Cachalina, achá viene un carromato. Lo voy a volcar y va a hacer «Gua, gua». Y ya llegó el carro y se puso Gregorio debajo de la rueda, y la rueda al pasar le estripó. Y la Catalina, creyendo que iba tras de ella miró pa atrás y le vio pataleando ya medio muerto, y comenzó a llorar y a decir: —¡Ay, ay, ay! ¿Qué hago yo ahora, ni casada, ni viuda, ni soltera, y preñada? Y Gregorio, ya en las últimas y todavía pataleando, gritó: —¡Pero de buen mozo!
Santander, CANTABRIA.
Jaraíz de la Vera, CÁCERES.
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
235. El sapo y la rana
Y pregunta el sapo: —¿De qué color? Y la sapa dice: —De verde y amor.
Iban el escuerzo y la rana por un camino, y la rana iba preñada. Y al llegar a un arroyo la rana dio un salto y fue a dar al otro lao. Pero el escuerzo no podía pasar. Lo estuvo pensando por un rato y al fin dio un salto, pero cayó en medio del arroyo todo cubierto de tierra. Y la rana, que no lo podía ver, creía que estaba ya sepultao y empezó a llorar, y decía: —¡Ay de mi, que me he quedao solita, preñadita y en tierra ajena! ¡Ay de mí, que me he quedao solita, preñadita y en tierra ajena! Y con eso el escuerzo cobró fuerzas y dio un salto y fue a dar al lao de la rana, y le dijo: —¡Pero de buen mozo!
Zamora, ZAMORA.
238. El sapo Éste era un sapo que quería subir una escalera, y se tardó siete años. Y cuando ya iba al último tranco se cayó de golpazo y dijo: —¡Caramba, lo que son las prisas! Y por eso cuando una persona se tarda mucho tiempo pa hacer una cosa y luego sale mal dice la gente: «Te ha pasao lo del sapo. Después de los siete años las prisas».
Calatañazor, SORIA. Tudanca, CANTABRIA.
236. El sapo y la rana 239. El sapo Una vez iban el sapo y la sapa por un sendero, y llovía mucho. Y llegaron a un arroyo onde bajaba mucha agua y escomenzaron a pasar. La sapa, como es más lista y pesa menos, pasó primero y se sentó en un canto al otro lao del arroyo. Pero el sapo, que caminaba muy despacio, lo cogió una corriente muy fuerte y ya se lo llevaba. Y cuando ya se lo llevaba la corriente; decía: —¡Ay, que me ahogo! ¡Ay, que me ahogo! ¡Adiós, sapa! ¡Que me lleva! ¡Adiós, sapa! ¡Que me lleva! Y la sapa desde el canto le gritaba: —¡Adiós, sapo! ¡Adiós, buen mozo, pantorrolludo y jugador de pelota! Y entonces el sapo con los cariños que le decía la sapa cobró fuerzas y dio un salto y cayó al otro lao del arroyo al ladito de la sapa, y le dijo: —¡Y buen tirador de barras en Toledo! Soria, SORIA.
Un sapo iba caminando por un sendero y llegó ande había un río. Y se puso a pensar por largo tiempo a ver cómo pasaba el río. Y al fin determinó dar un salto. Y dio el salto y cayó en medio del río. Y ya salió a la otra orilla medio hogao, y dijo: —¡De eso sirven las prisas! Y por eso dice la gente: «Eso es como el salto del sapo». Huesca, HUESCA.
240. El sapo Éste era un sapo que subía por una escalera muy alta, muy alta, y se tardó siete años pa subir. Y al llegar ya al último escalón cayó de golpazo a tierra. Y al llegar abajo dijo: —¡Me cago en las prisas! Reinosa, CANTABRIA.
237. El sapo y la sapa Estaba la sapa encima de un teso, Y vino el sapo y le dio un beso. Y dice la sapa: —¿Adónde vas ora? Y el sapo contesta: —Voy a Madrid. Y dice la sapa: —Tráeme un mandil.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
241. El sapo
—Ya no vuervo a andar tan apriesa, que por eso me he caído.
Un sapo subía por una escalera muy alta y se tardó siete años, y apenas llegó al último escalón cuando se rasbaló y cayó de golpe a tierra. Y cuando dio el golpazo gritó: —¡Lo que son las prisas! Santotis, CANTABRIA.
242. El sapo Una vez iba el sapo a una boda. Y en el camino había una cuesta muy alta y se tardó siete años pa subirla. Y al subir arriba dio un tropezón en un cavón y rodó abajo por el otro lao. Y al llegar abajo gritó: —¡Malditas sean las prisas, que para nada son buenas!
Sevilla, SEVILLA.
244. El galápago El galápago iba una ve a una boda y cuando ya llegó a la casa onde iba a ser la boda se tardó tres días bajando un escalón y se cayó. Y cuando se cayó dijo: —Ya no vuervo a andar apriesa en toa mi vida. Si he venido más espacio no me caigo. Córdoba, CÓRDOBA.
245. El escarabajo Santander, CANTABRIA. El escarabajo se tardó diez años subiendo una escalera, y cuando llegó arriba sé cayó. Y cuando llegó abajo dijo: —¡Pues malditas sean las prisas!
243. El sapo Un sapo se tardó siete años pa subí una escalera. Y cuando ya iba llegando al úrtimo escalón cayó abajo, y dijo:
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Palencia, PALENCIA.
E. cuentos de animales varios
246. El león, el grillo y el zorro Salió un día el grillo a pasear y pasó por ai el león y le pisó. Y le dijo el grillo: —Desvergonzao, ¿por qué me pisas? Y el león se arrecató y le respondió: —Pero, ¿qué dices, tú, escorpión, sabandija? ¿Qué vales tú? Y entonces el grillo se enfadó de veras y le dijo al león: —¿Que qué valgo yo, escorpión, sabandija? Yo soy el grillo, que vale más que tú. Si tú no eres naide comparao conmigo. Y el león dijo: —¿Cómo? Hágote saber que yo soy el rey de todos los animales, y soy el más fuerte de todas las fieras. —Pues no —le respondió el grillo—, dices que eres el animal más fuerte de todos los animales y el rey de todos; pues yo que soy ruin, yo, el grillo, puedo más que tú. Y cuando quieras vamos a salir a campaña, al desafío los dos. Y se desafiaron y se fue cada uno para su casa a reunir sus soldaos. Y fue el león y juntó a todas las fieras del monte, los leones y tigres, y los zorros, osos y otros animales feroces para pelear con el grillo. Y el grillo juntó también a sus soldaos, las moscas, los moscardones, las aviespas, sabandijas y cucarachas. Y otro día era el desafío y salieron todos a la pelea. Y cuando el león vio venir al enemigo tiraron suerte pa ver quién iba primero al encuentro. Y le tocó al zorro salir a encontrarse primero con el enemigo. Y el león le dijo: —Bueno, siñor zorro, vaya usté primero, que a usté le ha tocao la suerte de entrar primero en batalla.
Y salió el zorro muy valiente en dirección de donde se vía una nube de aviespas, moscardones y otros soldaos del grillo. Y cuando el grillo vio venir al zorro sólo le envió una aviespa pa que peleara con él, y la aviespa en seguida le picó en los ojos, en las orejas y en el hocico y en el trasero, y el zorro echó a huir, que no corría, sino volaba. Y en su carrera decía: —Ayudadme, compañeros, que no puedo ya. Y llegó el zorro a onde estaban sus compañeros, pero la aviespa le seguía picando. Y el león le dijo: —Mira, ai está el río. Entra, entra, pa que se vaya la aviespa. Y el zorro tenía miedo entrar, pero como vio la luna que se reflejaba en el agua y le decía el león que entrara a comerse el queso entró el zorro en el agua. Y como no hallaba el queso sacaba la cabeza a preguntarles a los compañeros dónde estaba el queso y entonces la aviespa le daba otros buenos piquetes. Y por miedo de que le picara la aviespa ya no sacó el zorro la cabeza y se hogó en el río. Y cuando el león vio que el zorro ya no salía empezó a gritarle: —Zorro, sal. Zorro, sal, que ya la aviespa se fue. Y los otros animales contestaban: —¿Cómo ha de salir si está hogao? Y entonces dijo el león: —¿Pues cómo la aviespa ha salido? —Pues porque no entró en el agua. Dejó muerto al zorro y ahora se ha ido con sus soldaos. Y el grillo le dijo al león: —Ya ve usté que somos valientes, porque le hemos podido ganar al animal más fuerte del mundo, el que decía que era el rey de los animales. Yo soy el rey de los animales.
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Reinosa, CANTABRIA.
VI. CUENTOS DE ANIMALES
247. El grillo y el mono
moscardones. Y después anduvieron todos por mucho tiempo con el culo hinchao.
Éste era un grillo que salió una mañana a buscar la vida. Y pasó un mono y písalo. Y se alevanta el grillo con mucho coraje y le dice: —¡Pues vaya una gracia de usté, amigo! Anda usté como si fuera el dueño de todas estas tierras. Y el mono, como vido que le hablaba así un bicho tan pequeño, le dice: —¡Toma, usté sí que tiene gracia de hablarme a mí de esa manera! Cállese usté si no quiere que le aplaste de una pisada. Y ya el grillo le dijo: —Oiga usté una palabra. Si tan valiente se cree le desafío a usté pa cuando quiera a una batalla. Y el mono se rió de él, y le dijo: —Pero, gusano de la tierra, ¿qué batallas quieres tú? ¿Que no sabes tú que con sólo una pisada te aplasto? —No importa —le dijo el grillo—. Ven mañana aquí con tus guerreros y yo vendré con los míos. Y ya quedaron pa venir allí a la batalla. Y fue el mono y buscó unos cuantos lobos y zorras y leones y los preparó pa la batalla. Y el grillo fue y alcontró unos moscardones y unas avispas y abejas y llegó al lugar onde se había alcontrao con el mono. Y ya vido el mono que no se vía nada onda estaba el grillo y gritó: —¿Ande estás, gusano, que no te veo? Y ya salió el grillo y le dijo: —Aquí estamos esperando. Envía alante tus soldaos. Y les dijo el mono a sus soldaos: —¡Alante, soldaos, a aplastar el grillo con sus gusanos! Y el grillo les gritó a los suyos: —¡Alante, avispas, y abejas y moscardones! ¡Alante, alante, y primero al culo! Y salieron todas las avispas y las abejas y los moscardones y volaron derecho al culo de los lobos y zorras y leones y escomenzaron a picarles. Y todos salieron huyendo. Y el mono que más atrás se quedaba les gritaba a los demás: —¡Volveos, compañeros, que también en mi culo pican! Y el grillo le gritó: —¿Te das por vencido, cobarde? Y el mono le contestó: —¡Por Dios, amigo grillo, que me dejen tus compañeros! Y corriendo, corriendo, llegaron todos al río y al se metieron todos pa que se fueran las avispas y abejas y
Soria, SORIA.
248. El grillo y el toro Güeno, pue cuentan que una ve staba er grillo metío en su bujero ebajo de una moñiguera cuando pasa er toro y pisa la moñiguera. Y como casi aplastó ar probe grillo sale er grillo y le dice mu ensultao: —¡Vaya que tiene osté una gracia, compae toro! Paece que osté manda toas esta pradera. Podía osté andá con má cudiao y no pisó mi casa. Y er toro, que ni vía ar grillo, dice: —¿Quién es ése insolente que me jabla asina? Y le contesta er grillo: —Soy er grillo, que si pequeño soy me atrevo a peleá con osté er día que osté quiera. Güeno, pue entonce er toro se agachó muncho hasta que lo pudo vé y le dice: —Güena gana tiene esté de bromeá, compae grillo. ¿Cómo vi a peleá yo tan juerte y grande que soy con osté, probe animalejo, que apena se alevanta de la tierra? Y le dice er grillo: —Pue ya le digo que er día que osté quiera vamo a la pelea. Traiga osté too lo bicho que manda por lo prao y yo traré los que yo mando y vamo a la pelea. Y er toro ya más ensultao que er grillo, le dice: —Güeno, pue vamo mañana en este mismo sitio. Y se retiró entonce er toro. Y otro día jué y juntó too los bicho que gobernaba, como lo caballo, lo mulo, y los asno, la vaca y lo toro, y llegó a medio día ar lugá ande había pisao ar grillo y grita: —Compae grillo ¿ánde stá osté? Y er grillo, que ya había llegao ante con too lo bicho que é gobernaba, como los moscardone, las abeja, las avispa der monte y lo mosquito, le contesta: —¡Ande osté, compae toro, si ya hace dos hora que stamo esperando! Y er toro que nada vía le dice: —Pero, ¿ánde stán, que no podemo vé naa? —Aquí stamo, que saldremo a la pelea cuando osté diga —le contesta er grillo—. Y er toro entonces le dice: —¡Pue sargan ahora mismo, que ya nosotros stamo todos aquí! Y dice er grillo a la avispa que los dirigía:
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
—Comae avispa, dé osté las órdenes. Y la avispa dio un zumbido y salieron too lo moscardone y toa las avispa y toa las abeja y mosquito, y venga que venga a picá a los toro y vaca y caballo y mulo y too er ganao mayó. Y como no se podían defendé ni peleá con eso bicho que por toa parte se les metían y les picaban toos echaron a juir. Y ar llegá ar río er toro se mete y les grita a los demá bicho: —Compañero, ar río, que semo perdío. Córdoba, CÓRDOBA.
249. El burro, el oso, el lobo y la zorra Era éste un arriero que tenía muchos burros y carretas y hacía la vida vendiendo leña. Y una vez iba por el monte con muchas cargas de leña en sus burros y uno de sus burros se cayó de cansao que iba. Y vido el arriero que el burro estaba muy viejo y muy flaco, y dijo: —Este burro ya no sirve pa cargar leña. Vale más dejarlo aquí en el monte a que se mantenga solo pa ver si así engorda. Y le quitó la carga y lo dejó solo en el monte. Y le puso una manta que le colgaba hasta las patas de atrás pa que no le picaran las moscas en las mataúras. Y por ai anduvo el pobre burro comiendo hierbas hasta que un día encuéntrase a un oso. Y le dice el oso: —Buenos días, amigo burro. ¿Qué haciendo por este monte? Y el burro le dice: —Pues mire ustez, amigo oso, que porque estoy ya viejo y flaco mi amo no me quiere y me ha dejao solo pa que haga la vida. Y ando por aquí en este monte buscando algunas hierbas con que llenar la tripa. —Pues, no se apure ustez —le dice el oso—, que por aquí se encuentra siempre mucho que comer. Y era que el oso ya le había echao el ojo al burro pa pillarlo y comerlo. Y ya le dice el oso: —Oiga ustez amigo burro, vamos a una apuesta a ver quien pasa el río y vuelve a este lao primero. —Güeno, güeno —le dice el burro—. Salga ustez alante, cuando quiera. Y salió el oso alante y se metió en el río. Y el burro salió después y se quedó en el medio del río. Y ya llegó el oso al otro lao muy contento y escomenzó a pasar pal otro lao. Y el burro pasó y se metió en el río de vuelta y se paró en el medio. Y ya el oso regresó y le gritó al burro:
—¡Que le he ganao, amigo burro! ¡Que le he ganao! Y ya salió el burro del agua y le dijo al oso: —¿Cómo que me ha ganao? Si yo he estao cogiendo peces. —¿Cómo que cogiendo peces? —Pues claro, mírelos ustez. Y le enseñó el burro la manta llena de mierda onde se había cagao de miedo en el medio del río. Y el oso al ver el bulto en la manta dijo: —¡Jolines, que es verdad! Ustez es el que me ha ganan a mí. ¡Jolines! Y el burro ya cobró más confianza y ya no le tuvo tanto miedo al oso. Y dijo entonces el oso: —Güeno, güeno; ya me ha ganao ustez una vez, pero no estoy conforme con eso. Vamos ahora a una apuesta a ver quién mata más piezas esta tarde. —Güero, güeno —le dijo el burro—. Y salieron cada uno por su parte a cazar. Y el burro estuvo ai cogiendo todas las moscas y moscardones y avispas y tábanos que se le paraban en las mataúras. Que se le prendía uno que lo cogía; que se le prendía otro que también lo cogía. Y así estuvo hasta que cogió unos cien bichos y los puso en una piedra pa que los viera el oso. Y ya llegó el oso muy contento con dos liebres y un conejo y le gritó al burro: —¡Hola, amigo burro! ¿Qué tal? Aquí traigo yo tres bichos que he matao. Mírelos ustez; dos liebres y un conejo. A ver ustez. Enseñe su caza. ¿Cuántos? ¿Cuántos? Y dio el burro un rebuznido y le dijo: —Nada, nada es eso pa lo que yo he cogido. Ustez tres y yo ciento. Acérquese ustez y verá los bichos que yo he cazao. Y ya le enseñó los bichos que había en la piedra. Y los contó el oso y dio: —Es verdaz, amigo burro. Me ha ganao otra vez. No hay duda. Y ahora le convido a ustez a vivir conmigo en mi cueva. Y se fue el burro con el oso a vivir en la cueva del oso. Y llegaron a la cueva y el oso hizo lumbre y luego se sentaron. Y el burro estaba ya temblando de miedo. Y ya con la calor de la lumbre más miedo le daba al burro. Y ya le dieron ganas de cagar y alevantó el rabo pa arriba con el culo hacia el oso. Y ya escomenzó a hinchársele el culo y ya venia una bola de mierda saliendo. Y todo era miedo que tenía el burro. Y el oso al ver eso le grita muy alarmao: —¡Pero, por Dios, amigo burro! ¿qué es eso? Y el burro le contesta:
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
—Nada, nada, amigo oso, que éste es el cañón pedrero, que con un tiro aplasta un monte. —Pues, ¡por Dios amigo burro, que no dispare! Por Dios que tenga ustez cuidao de no disparar. Y el burro, que ya el miedo no le dejaba resistir más, puso el culo hacia el boquete de la cueva y dio un rebuznido y descargó el cañón pedrero con tanto ruido que el oso dio un rugido muy fuerte y gritó, saliendo a toda prisa de la cueva: —¡Por Dios, compadre burro, que no me mate! No vuelva ustez a disparar que me da el cañonazo y me mata. He cerrao los ojos pero por los oídos me han pasao silbando las balas. Y le dijo el burro: —¡Por Dios, compadre oso, que no se asuste ustez! Si el disparo ha sido na más que pa que vea ustez la fuerza del cañón pedrero. Pero es de seguro y ustez na tiene que temer. Pero el oso no se contentó con eso y salió de la cueva y echó a correr dejando al burro de dueño solo de la cueva. Y ya iba lejos y le gritaba el burro: —¡Por Dios, compadre burro, que no me vaya a disparar el cañón! ¡Mire ustez que soy su amigo y compadre y voy a traer que comer! ¡En seguida vuelvo! Pero ni por un momento tenía el oso idea de volver ande estaba el burro. Y se fue el oso camino alante por un sendero y se encontró con el lobo, y le dice el lobo: —Muy güenos días, compadre oso. ¿Qué, anda haciendo ustez por aquí? Y el oso le dijo: —Amigo lobo, no sabe ustez lo que me ha pasao. Me he encontrao con un animal que llaman burro; que ése sí que es el más fuerte de todos. No puede nadien luchar con él. A mí me ha ganao en todo y me he tenido que escapar de él porque tiene un cañón pedrero que de un cañonazo tumba un monte. Pa que yo viera la fuerza del cañón tiró un disparo y hasta la cueva tembló. Y las balas pasaron zumbando cerca de mi cabeza. Y me he escapao por miedo de que se le dispare el cañón de repente y me mate. Y el lobo escomenzó a reírse, y le dijo: —Güeno, y ¿cómo es ese animal? Y le dijo el oso: —Pues mire ustez, amigo lobo. Es un animal así poco más alto que yo. Tiene cuatro patas largas, y tiene unas orejas como espigas de trigo. —Esos me los como yo todos los días —le dice el lobo—. Vamos conmigo y ya verá como a mí no me hace nada. Y entre los dos lo comemos.
Y el oso no quería volver ande estaba el burro. Pero tanto le rogó el lobo que al fin dijo: —Güeno, güeno, iremos, pero solamente que vaya ustez muy alante y yo atrás. Y ya dijo el lobo: —Pues haremos una soga y me la ata ustez al pescuezo y viene atrás con la soga pa que tire de la soga si me veo en peligro. Conque hicieron una soga mucho larga, mucho larga, y se la ató el oso, al lobo, al cuello. Y salió el lobo alante y el oso, con miedo, atrás. Y ya vieron venir al burro. Y el burro, cuando los vido, se paró en medio del camino y escomenzaron a temblarle las patas. Y escomenzó a rebuznar y a cagar y a tirarse pedos. Y el lobo dio un alarido y gritó: —¡Ay que me mata! ¡Ay, compadre oso, que tire ustez! ¡Ay, compadre oso, los cañonazos! ¡Bien decía ustez! Y el oso empezó a tirar con todas sus fuerzas y le arrancó la cabeza al lobo. Y cuando el oso vido que en la punta de la soga venía sólo la cabeza del lobo dijo: —¡Pobre compadre lobo! No me quiso crer. Yo bien le decía que no fuera a encontrar al burro. Y se quedó el burro solo en el monte y ya no le molestaron más los demás animales. Soria, SORIA.
250. El burro y el león Pue vamo a ve que dicen que había una ve un león que tenía una güerta ende vivía é solo y no dejaba a los otro animale llegá. Y ai tenía é de too, y como era er león pue los otros animale le tenían mieo y no se acercaban. Güero, pue un señó tenía un burro mu flaco y ya mu viejo que pa na servía, y dijo: —Ya este burro stá tan viejo y tan flaco que ya de na me pué serví. Lo mejó es que lo deje salí por ai a que busque su vida solo po lo bosque y po lo prao. Güeno, pue va er señó y suerta ar burro a que busque la vida. Y se va er burro por una senda y llega sin sabelo a la güerta der león. Y como er león andaba fuera entra er burro y come allí de too lo que hay hasta que se queda que no pué ya andá de tanto comé y va y se tira en er suelo a descansá. Cuando en eso llega er león y ar velo le dice: —¡Me cago en l’as, compá burro! Pero y ¿qué anda haciendo té po aquí en esta güerta? Y le dice er burro:
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—Cállese uté, compá león, que ya le diré lo que me pasa. Pue verá uté que como ya staba viejo y flaco y ya no le servía a mi amo pa na, pue va y me echa fuera a que busque yo la vida solo, y me he metío por esta güerta ande hay mucha güena hierba y he comío hasta que ya no pueo movesme. Y er león le dice: —Pero, compá burro, ¿uté no sabe que esta güerta es mía? Y entonce le contesta er burro: —Dispénseme uté, compá león, que yo no lo sabía. Y er león dice: —Güeno, pue ya que ha tenío uté la gracia de metese aquí cuando los otro animale too me tiemblan y ni se acercan po aquí vamo a jacé una apuesta a vé quién se quea con la güerta. Vamo a vé quién sarta primero un vallao. Y er que lo sarte primero se quea con la güerta. Güeno, pue vamo que fueron a sartá er vallao y er león de un sarto se puso al otro lao der vallao. Y er burro, ¿sabe uté? Pue va y da un sarto y cae arriba der vallao con la panza sumida en la tapia y sin podé caminá ni pa atrá ni pa alante. Y le dice er león: —Vamo, compá burro, que ya stoy yo deste lao. Y le dice er burro: —Cállese uté, compá león, que yo tavía no he dao er sarto. —Pu entonce, ¿qué diabro stá haciendo uté ai? —le dice er león—. Y er burro le contesta con muncha importancia: —¿No lo ve uté, compá león? Pue que estoy aquí viendo a vé qué me pesa má si er culo o la cabeza. —¡Me cago en la mar! —dice er león—. Uté sí que es mu listo, compá burro. Y ya se apea er burro y le dice er león: —Güeno, pue entonce vamo ahora a apostá a ve quién caza má. Vamo a cazá y a la güerta veremo quién gana y er que gane se queda con la güerta. Güeno, pue vamo que se va ca uno po su camino. Y er burro llega ande hay muncha hierba y se atraca hasta que ya no pué moviese y se tumba a descansá Y de tanto que había comío empieza a echá peos y a echá juera el estantino. Y vienen entonce tre cuervo y dicen: —¡Me cago en la mar, si aquí stá un burro muerto! Y llegan y empiezan a picale el estantino y les suerta er burro un chorro e mierda y lo mata en seguía. Y ai se quea tumbao esperando a que pase er león. A lo poco momento pasa er león y cuando ve a aqué allí tumbao y lo tre cuervo muerto y llenó e mierda le grita ar burro: —¿Qué cochina es ésa, compá burro? Vamo a vé quién ha cazao má. Misté, que yo traigo aquí tre conejo, tre liebre y un cordero.
Y se alevanta er burro y le dice ar león: —¡Me cago en la mar, compá león! ¡Si uté paece que no vale mierda! Uté que dice que es er rey e los animale se contenta con cazó lo que anda. Yo cazo lo que güela. Misté eso tre cuervo que he cogío. Y dice er león: —Me he fastidiao, compá burro. Me ha ganao uté. Pero ahora vamo a lo úrtimo. Vamo a peleá, y er que puea má se queda con la güerta. Güeno, pue que va er león a dá er primé sarto pa atacá ar burro cuando va er burro y empieza a jacé: —¡Jii, joo, jii, joo, jii, joo! Y er león ar oí eso se detiene y echa a juí, diciendo: —¡Me cago en la mar, compá burro, que si hace uté eso no hay quien se meta con uté! Y se va juyendo, y en er monte po onde iba se encuentra con unía zorra, y le dice la zorra: —¿Ande va té, compá león? Y er león le contesta: —¡Cállese uté, comá zorra, que po al anda compá burro con uno jumo que er diabro que se vaya a meté con é! Y la zorra le dice: —¿Er burro? ¿Qué me cuenta uté der burro? Si yo me he comío burro muncha vece. —No, comá zorrita, no diga uté eso, que uté no le conoce. Y entonce la zorra le dice ar león: —Fue vamo a ve ande stá, compá león. —Vaya uté si quiere —le dice er león—, que ya yo lo he visto y no quiero gorvelo a vé. Sevilla, SEVILLA.
251. El tragaldabas Ésta era una agüela que vivía sola con sus tres nietas que tenía. Y las tenía haciendo media. Y pa que trabajaran aprisa les dijo un día: —Hoy cada una cuando acabe la labor puede irse a la bodega a comer pan y miel. Y la menor de las tres acabó primero y la agüela la dijo: —Güeno, pues si has acabao vete a la bodega a comer pan y miel. Y se fue la menor muy contenta pa la bodega a comer su pan y miel. Y al entrar en la bodega estaba allí el tragaldabas y la cantó:
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
—Pequeña, por pequeña, no vengas acá, que soy el tragaldabas y te voy a tragar. Pero la niña no hizo caso y entró en la bodega. Y allí estaba el tragaldabas esperándola y se la tragó viva. Y la agüela dijo: —¡Cómo tarda la pequeña! Estará comiendo mucho pan y mucha miel. Y ya dijo la hermanita mediana: —Agüela, ya yo he acabao también. Y la agüela la dijo: —Güeno, pues si has acabao vete a la bodega con tu hermana a comer pan y miel. Y al entrar en la bodega cantó el tragaldabas: —Mediana, por mediana, no vengas acá, que soy el tragaldabas y te voy a tragar. Pero tampoco la mediana hizo caso y entró en la bodega, y el tragaldabas se la tragó viva también. Y ya acabó también su labor la hermana mayor, y dijo: —Agüela, ya he acabao yo mi labor también. Y la agüela la dijo: —Güeno, pues si has acabao puedes ir tú también a comer pan y miel. Y se fue la hermana mayor pa la bodega. Y al entrar en la bodega cantó el tragaldabas: —Mayor, por mayor, no vengas acá, que soy el tragaldabas y te voy a tragar. Pero la hermana mayor no hizo caso tampoco y entró en la bodega, y el tragaldabas se la tragó viva como a las otras dos. Y cuando ya tardaban mucho dijo la agüela: —Pero, ¿por qué tardarán tanto mis nietecitas? Voy a ver qué les ha pasao. Y se marchó pa la bodega pa ver qué hacían. Y al entrar en la bodega cantó el tragaldabas: —Agüela, por agüela, no vengas acá, que soy el tragaldabas y te voy a tragar. Y la agüela, que ya sabía quién era el tragaldabas, tuvo miedo y no entró. Se fue a su casa y se puso a llorar a la puerta. Y pasó por allí un carretero, y la dijo: —Agüela, ¿por qué llora? Y ella le contestó: —¡Ay, señor! Que en la bodega está el tragaldabas y se ha tragao a mis tres nietecitas. Y el carretero la dijo:
—Pues no se apure usté, agüela, que ya verá usté cómo se las traigo a las tres a su casa. Y ya fue a la bodega a buscar a las tres hermanas. Y el tragaldabas cantó: —Carretero, por carretero, no vengas acá, que soy el tragaldabas y te voy a tragar. Y el carretero no hizo caso y entró en la bodega. Y al entrar lo cogió y se lo trago vivo. Y entonces más lloraba la agüela. Y pasó por al una avispa y la preguntó: —Agüela, ¿qué tiene usté que llora tanto? Y ya la agüela la contó a la avispa lo que le había pasao. Y la avispa la dijo: —No se apure unté, que verá qué presto vienen a casa todos. Y se fue la avispa a la bodega a buscar a las tres hermanas y al carretero. Y al entrar en la bodega cantó el tragaldabas: —Avispa, por avispa, no vengas acá, que soy el tragaldabas y te voy a tragar. Pero la avispa no le hizo caso. Entró volando y antes de que el tragaldabas lo supiera ya le estaba dando piquetes en el culo. Y tanto le estuvo picando en el culo que por fin lo abrió tanto que por al salieron las tres hermanas y el carretero. Y todos se fueron a casa muy contentos. Y la avispa no salía de la bodega. Y la agüela decía: —Pero ¿por qué no sale la avispa de la bodega? Y ya vieron que salía de la bodega el tragaldabas, y la avispa todavía iba picándole en el culo. Y cuando ya el tragaldabas iba muy lejos se volvió la avispa a la casa de la agüela. Y el tragaldabas ya no volvió a la casa. Astorga, LEÓN.
252. El lobo y la hormiguita Ésta era una madre que tenía tres hijas que iban a la escuela. Y un día cuando se fueron a la escuela la madre les dijo que si aprendían bien sus lecciones cuando volvieran podían ir a la cueva a comer pan y miel. Y llegó primero la mayor de la escuela y se dijo a su madre que ya había aprendido bien su lección. Y la madre le dijo: —Güeno pues ve a la cueva y come pan y miel.
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Y fue la muchacha a la cueva y cuando abrió la puerta oyó al lobo que le decía desde adentro e la cueva: —Si pasas a la escalerita te trago con la cucharita; y si pasas al escalón te trago con el cucharón.
cueva y no han vuelto? Y ahora mismo ha ido un señor a por ellas y él también se ha quedao en la cueva. Y entonces la hormiguita le dijo: —Pues mire usté, que yo se lo arreglo todo. Y fue a la cueva y abrió la puerta. Y pronto oyó al lobo que le dijo:
Pero la mayor no hizo caso y entró, y el lobo se la tragó. Y al poco rato ya llegó la hija segunda y le dijo a su madre que ya había aprendido bien su lección. Y la madre le dijo: —Güeno, pues ve a la cueva a comer pan y miel. Y se fue la hija segunda a la cueva a comer pan y miel y al abrir la puerta le dijo el lobo: —Si pasas a la escalerita te trago con la cucharita; y si pasas al escalón te trago con el cucharón. Pero la hija segunda tampoco hizo caso y entró en la cueva, y el lobo se la tragó. Conque ya llegó la hija menor y le dijo a su madre que ya había aprendido bien sus lecciones. Y la madre le dijo: —Güeno, pues ve a la cueva a comer pan y miel. Y se fue en seguida la menor a la cueva a comer pan y miel, pero al abrir la puerta la dijo el lobo: —Si pasas a la escalerita te trago con la cucharita; y si pasas al escalón te trago con el cucharón. Pero la hija menor tampoco le hizo caso al lobo y entró en la cueva, y el lobo se la tragó como a las otras. Y como sus hijas no volvían, la madre empezó a llorar. Y ya pasó por allí un arriero con su carro y sus bueyes, y le preguntó a la mujer por qué lloraba. Y la mujer le dijo que lloraba porque sus tres hijas habían ido a la cueva a comer pan y miel y todavía no volvían. Y dijo el hombre que él iría a ver por qué no volvían las niñas. Y fue a la cueva y al abrir la puerta le dijo el lobo: —Si pasas a la escalerita te trago con la cucharita; y si pasas al escalón te trago con el cucharón. Y el hombre entró sin hacerle caso al lobo y al llegar ande staba el lobo, éste se lo tragó. La madre se puso a llorar otra vez. Y ya llegó una hormiguita y le preguntó: —¿Por qué llora? Y la mujer le contestó: —¿Cómo no he de llorar, si mis tres hijas fueron a la
—Si pasas a la escalerita te trago con la cucharita; y si pasas al escalón te trago con el cucharón. Y la hormiguita le contestó desde la puerta: —Yo soy una hormiga de mi hormigal; te tiro un mordisco y te hago brincar. Y luego entró en la cueva sin que el lobo la viera y le dio un mordisco en la tripa y al momento salieron las tres hijas y el arriero. Yebra, GUADALAJARA.
253. El medio pollico Éstas eran dos señoras que echaron una llueca y en la llueca les salió un pollico. Pero ellas querían cada una un pollico y como les salió solamente uno lo partieron en dos partes. Y una se comió su medio pollico y la otra lo tiró al balaguero. Y allí en el balaguero se puso el medio pollico a escarbar y se encontró una bolsa de dinero. Y pasó por allí un parrillano y le dijo: —Dame esa bolsa de dinero, que a los ocho días yo pasaré por aquí a devolvértela. Y se la dio el pollico y se fue el parrillano. Y ya pasaron los ocho días y el parrillano no volvía. Y se fue el medio pollico a buscarlo. Y andando, andando por su camino se encontró una zorra. Y le dijo la zorra: —Medio pollico, ¿dónde vas, que te voy a comer? Y el medio pollico le contestó: —No, no, no me comas. Métete en mi culico, que yo te taparé con mi trapico. Y ya va más andando, más andando, y se encuentra con un lobo. Y le dice el lobo: —Medio pollico, ¿dónde vas, que te voy a comer? Y el medio pollico le dice: —No, no, no me comas. Métete en mi culico, que yo te taparé con mi trapico. Y ya va más andando, más andando, y se encuentra con un gato. Y le dice el gato:
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
—Medio pollico, ¿dónde vas, que te voy a comer? Y el medio pollico le contesta: —No, no, no me comas. Métete en mi culico, que yo te taparé con mi trapico. Y ya va más andando, más andando, y se encuentra con un guijarral. Y le dice el guijarral: —Medio pollico, ¿dónde vas, que te voy a comer? Y le dice el medio pollico: —No, no, no me comas. Métete en mi culico, que yo te taparé con mi trapico. Y ya va más andando, más andando, y se encuentra con el río Júcar. Y le dice el río: —Medio pollico, ¿dónde vas, que te voy a hogar? Y le dice el medio pollico: —No, no, no me comas. Métete en mi culico, que yo te taparé con mi trapico. Y ya se va el medio pollico a la casa del parrillano y llama a la puerta y le dice: —Pío, pío, pío, quiero lo que es mío. Pío, pío, pío, quiero lo que es mío. Y el parrillano le dice a la parrillana: —Mételo en la cuadra de las gallinas, que lo picoteen y se lo coman. Y entonces el medio pollico soltó a la zorra, y la zorra se comió a todas las gallinas. Y se va el medio pollico entonces otra vez a la puerta de la casa del parrillano y dice: —Pío, pío, pío, quiero lo que es mío. Pío, pío, pío, quiero lo que es mío. Y entonces le dice el parrillano a la parrillana: —Échalo a las mulas, que lo pisoteen. Y entonces el medio pollico soltó al lobo, y el lobo se comió a todas las mulas. Y se va el medio pollico entonces a la puerta de la casa del parrillano y dice: —Pío, pío, pío, quiero lo que es mío. Pío, pío, pío, quiero lo que es mío. Y le dijo el parrillano a la parrillana: —Échalo con los conejos, que se lo coman. Y entonces el medio pollico soltó al gato, y se comió a todos los conejos. Y otra vez se va el medio pollico a la puerta de la casa del parrillano y dice: —Pío, pío, pío, quiero lo que es mío. Pío, pío, pío, quiero lo que es mío. Y dice entonces el parrillano a la parrillana: —Mételo en la tenaja de aceite que se ahogue.
Y entonces el medio pollico soltó el guijarral y rompió la tenaja. Y se va otra vez el medio pollico a la puerta de la casa del parrillano y dice: —Pío, pío, pío, quiero lo que es mío. Pío, pío, pío, quiero lo que es mío. Y el parrillano entonces le dice a la parrillana: —Súbelo a la hoguera que hay en la plaza pa que lo asen. Y entonces el medio pollico soltó el río Júcar y apagó la hoguera y se llevó a la gente de la plaza. Y otra vez se va el medio pollico a la puerta de la casa del parrillano y dice: —Pío, pío, pío, quiero lo que es mío. Pío, pío, pío, quiero lo que es mío. Y entonces ya dice el parrillano a la parrillana: —Toma, mujer, dale sus cuartos y que se vaya. Y le dieron al medio pollico sus cuartos y se fue... Pero a medio camino se puso a contar sus cuartos y vio que le faltaba un céntimo. Y se volvió a la casa del parrillano y llegó diciendo: —Pío, pío, pío, quiero lo que es mío. Pío, pío, pío, quiero lo que es mío. Y entonces el parrillano, de la ira que le dio, cogió al medio pollico y le cortó la media cabeza. Y lo asaron y se lo comieron. Y colorín colorao, por tu boca se ha escapao. Y colorín colorao, cuento acabao. Cuenca, CUENCA.
254. El pollito Éste era un hombre que tenía un pollito y lo mandó un día por la mazorquita der ray de Oro. Y se marchó er pollito alante, alante. Y en er camino se encontró un montón de piedras, y le dijo: —Amigo montón de piedras, ¿te quieres vení conmigo? Y contesta el montón de piedras:
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—Y ¿dónde me meto? Y er pollito le dice: —Métete en mi culito, que yo atrancaré con mi palillito. Y sigue er pollito pa alante y se encuentra una zorra y la dice: —Amiga zorra, ¿te quieres vení conmigo? Y contesta la zorra: —Y ¿dónde me meto? Y er pollito va y le dice: —Métete en mi culito, que yo atrancaré con mi palillito. Y sigue er pollito pa alante y se encuentra un río y le dice: —Amigo río, ¿te quieres vení conmigo? Y er río contesta: —Y ¿dónde me meto? Y le dice er pollito: —Métete en mi culito, que yo atrancaré con mi palillito. Güeno, conque ya llega er pollito ar palacio der ray de Oro y va y monta ar tejao y canta: —¡Quiriquí! ¡La mazorquita der ray de Oro la quiero aquí! Y sale er ray de su palacio y le dice a su criao: —Anda y ve ar tejao y coge aqué pollo y lo echas ar pozo. Y va er criao y coge ar pollito y lo echa ar pozo. Y aluego que er pollito se ve en er pozo dice: —Amigo montón de piedras, sarga uté. Y sale er montón de piedras y llena er pozo y sale er pollito der pozo y va otra ve y se monta en er tejao der palacio. Y entonce güerve a cantá: —¡Quiriquí! ¡La mazorquita der ray de Oro la quiero aquí! Y entonce le dice er ray a su criao: —Anda y ve a vé qué ha pasao en er pozo. Y va er mozo y güerve y le dice ar ray: —Está too lleno e piedras. Conque entonce le dice er ray: —Anda y ve y coge ar pollito y échalo ar corrá con los gallos ingrese, de éso que se pelean muncho. Y fue er criao y cogió ar pollito y lo metió en er corrá con lo gallos ingrese. Y lo gallos empezaron a picotealo. Y cuando ya staba mu picoteao e los gallo ingrese dice er pollito: —Amiga zorra, sarga uté. Y salió la zorra rabiando y se comió a too lo gallos en un momento. Y sartó entonce la zorra por er arto der corrá y se escapó.
Y se fue entonce er pollito otra ve ar tejao der palacio y cantó: —¡Quiriquí! La mazorquita der ray de Oro la quiero aquí! Y sale er ray y le dice ar criao: —Anda y ve a vé qué pasa en er corrá. Y va er criao y güerve y le dice ar ray: —Señó, en er corrá no hay ni plumas. Conque entonce le dice er ray: —Pue anda y ve y le coges y lo echas al hosno. Y va er criao y coge ar pollito y lo echa al hosno. Y cuando ya staba er probe medio quemao dice: —Amigo río, sarga uté. Y salió er río y apagó al hosno. Y se va er pollito medio quemao y monta ar tejao der palacio otra ve y canta: —¡Quiriquí! ¡La mazorquita der ray de Oro la quiero yo aquí! Conque sale er ray mu enfadao y le dice ar criao: —Anda y ve qué le ha pasao al hosno. Y va er criao y güerve y le dice ar ray: —Señó, el hosno stá apagao. Y le dice er ray entonce: —Güeno, pue anda y ve y coge ar pollito y me lo guisa pa comémelo. Y coge er criao ar pollito y lo guisa. Pero como no sabía guisá lo guisó entero. Y cuando ya staba er pollito guisao entero er criao se lo llevó ar ray, y er ray se lo comió. Y aluego ya fue er ray a cagá y cagó ar pollito entero. Y salió corriendo er pollito y se montó otra ve en er tejao der palacio der ray y cantó: —¡Quiriquí! ¡La mazorquita der ray de Oro la quiero aquí! Y entonce er ray, como ya staba aburrido der pollito, le dijo a su criao: —Anda y ve y le das la mazorquita. Y fue er criao y se la dio y er pollito mu contento fue y se la entregó a su amo. Y se acabó er cuento con pan y pimiento, y rábano asao pal que lo ha escuchao. Córdoba, CÓRDOBA.
255. Los animales inútiles, el lagarto y el lobo Pues, señor, que eran éstos unos señores que tenían un gallo ya un poco viejo, y dijeron: —Ya este gallo no sirve pa na. Y llamó el amo a la criada y le dijo:
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
—Oye, tú, María, mira que mañana vas y te coges el gallo y lo matas. Ya está viejo, pero la carne no está pa despreciar. Y el gallo, que andaba por el tejao, que se oye lo que andan diciendo, y dice: —¿Conque ésas tenemos? ¡Carajo! Pues me escapo y no me pillan, anque sea viejo. Y cuando llegó la noche escápase el gallo solo pal monte. Y otro día, cuando la María fue a buscarlo, ya no había gallo en el corral. Bueno, pues de ai se fue el gallo andando hasta que encuéntrase con un burro viejo que ya no era más que las costillas. Y el gallo muy estirao le dice: —Buenos días, compañero. ¿Ande güeno por este monte? —Pues nada —responde el burro—, nada más que como ya estoy viejo no puedo con la carga, mi amo dice que ya no sirvo pa na y me ha echao al monte a que haga la vida. Y el gallo le dice: —Pues mira, que a mí me ha pasao algo así. Sólo que a mí me iban a matar y antes que me echaran en el caldo me he escapao yo pal monte sin que nadien me echara. —Bueno, bueno —le dice el burro— pues ahora seguimos juntos y nos haremos compañía. Conque se marcharon de ai el gallo y el burro, el burro paso a paso porque ya estaba viejo, y el gallo muy estirao y siempre muy tieso y valiente. Y por el camino ande iba se encontraron con un toro, y le dijo el gallo: —Buenos días tenga usté, señor toro. Y usté, ¿qué le trae por este monte? Y el toro les contó que como ya estaba viejo, el amo lo había echao del corral pa que se fuera solo por el monte a hacer la vida. —Bien estamos con tan malos amos —dijo el gallo—. Y ya le contaron al toro lo que les había pasao a ellos. Y el burro le dijo: —Mire usté, señor toro, que a mí lo que mejor parece es que usté se venga con nosotros, que así nos haremos todos compañía. Y se fue el toro con ellos. Y a poco que caminaron vieron venir un galgo sarnoso por el camino. Y el gallo, muy estirao, como siempre, se adelantó a saludarlo, y le dijo: —Muy buenas, señor galgo. ¿Ánde güeno tan tempranito por este monte? Y ya les contó el galgo que porque estaba ya viejo y sarnoso, el amo le había echao pa que se fuera soso a hacer la vida. Y el gallo, muy endinao, le dijo: —¡Carajo! ¡Güenos amitos que tenemos todos! Pero no se apure usté, señor galgo, que venga con nosotros y todos juntos nos haremos compañía.
Y ya le contaron al galgo lo que a ellos les había pasao. Y el pobre galgo dijo que sí, que se iría junto con ellos. Y se fueron. Cuando ya iban en la cumbre del monte vieron subir por una cuesta a un pobre gato negro, que andaba por el monte muerto de hambre y mayando como desesperao. Y luego que ya se acercaron le gritó el gallo: —¡Señor gato! ¡Señor gato! Y ya se detuvo el gato y se allegó ande estaban ellos. Y le dice entonces el gallo: —¿Qué le pasa a usté, señor gato? ¿Por qué tan asolao, mayando por este monte? Y el gato les dijo: —Pues me pasa que ya hace más de una semana le comí un cacho de carne al amo y me arrimaron una paliza y me echaron de la casa. Y como tengo miedo que me arrimen otra y no me dejen güeso güeno me he escapao pal monte. Y na encuentro que comer. Y el gallo le dijo: —No se apure usté, señor gato, que comida hallaremos. Véngase usté con nosotros, que todos nos haremos compañía. Y le contaron al gato lo que a cada uno de ellos le había pasao. Y se fue el gato con ellos. Y ya iban todos muy contentos por el camino y el gallo les iba diciendo cómo debían hacer pa conseguir comida. Y al pasar por unos cantos grandes que había al lao del camino vieron un fardacho que estaba metido entre dos piedras calentándose al sol. Y cuando pasaban levantó el fardacho la cabeza y dijo: —¿Quién pasa? Y los animales no le respondieron. El gallo, que era el más valiente de todos, tampoco dijo palabra. Y era que no había visto un bicho como el fardacho. Y ya se salió el fardacho de su cueva y se allegó a los otros y les dijo: —Buenos días tengan ustedes. Y ya el gallo se estiró y le dijo: —Buenos días tenga usté. ¿Quién es usté? Y el fardacho dijo: —Yo soy el fardacho, buen amigo y buen compañero. Y dijo entonces el gato: —Es verdá lo que dice el fardacho. Ya me acuerdo de que a mí me ayudó una vez a matar un ratón. Y ya le contaron al fardacho lo que les había pasao a cada uno de ellos. Y el gallo le dijo: —Si quiere usté acompañarnos, puede usté venirse con nosotros, que todos semos muy buenos amigos y todos juntos vamos por ai a hacer la vida. Y el fardacho les dijo
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
que con mucho gusto, y todos juntos se marcharon por el camino. Y ya se hacía tarde y todavía no encontraban qué comer. Y el burro ya apenas podía caminar del hambre que tenía. Y el galgo sarnoso ya se moría de sé. Y llegaron a un río y bebieron todos agua. Y al pasar el río el fardacho dijo que quería estarse en el agua un rato. Y los otros animales se enfadaron, pero como le tenían un poco de recelo no dijeron na. Y cuando ya pasó el rato el fardacho en el agua dijo que ya podían marcharse. Y ya les iba cogiendo la noche cuando devisaron una luz. Y el fardacho, como era pequeño y no podía ver la luz, dio un salto y se subió encima del toro. Y vio la luz y dijo: —Sí, sí, esa es una luz. Es una casa. Vamos allá pa ver si llenamos la tripa. Y siguieron caminando. El galgo ya no pudo caminar y se subió encima del Ebro pa descansar un poco. Y ya se allegaron a la casa y se adelantó el gallo pa ver qué había. Y eran unos ladrones que estaban comiendo de todos los manjares que hay. Y volvió el gallo y les contó a los demás animales lo que era. Y les dijo: —Miren ustedes lo que vamos a hacer. Nos allegamos todos en que nos sientan y cada uno se pone en un lugar y canta muy alto, muy alto pa que se espanten y se vayan. Y así lo hicieron. Fue el gallo y se trepó al tejao. Y el fardacho fue y se metió abajo de una tabla de la puerta. El toro y el burro se pusieron junto de la ventana. Y el galgo y el gato se metieron atrás de la puerta, a la salida. Y todos a un tiempo empezaron a cantar. El gallo desde el tejao cantaba: —¡Quiquiriquí! ¡Quiquiriquí! El toro cantaba: —¡Mjoo! ¡Mjoo! ¡Mjoo! El burro cantaba: —¡Gajonc! ¡Gajonc! ¡Gajonc! Y el galgo cantaba: —¡Guau, guau! ¡Guau, guau! El gato cantaba: —¡Miau, miau! ¡Miau, miau! Y el fardacho debajo de la tabla cantaba: —¡Juiu, juiu! ¡Juiu, juiu! Y los ladrones se cagaron de miedo al oír todo ese ruido. Salieron todos de la casa huyendo, y el capitán gritaba: —¡Los demonios! ¡Carajo! ¡Los demonios! ¡Son los demonios que vienen por nosotros! ¡Los demonios! ¡Carajo! ¡Los demonios! Y huyeron y huyeron hasta que ya ni vían la luz de la casa. Y entonces bajó el gallo del tejao y les gritó a los otros compañeros:
—¡Ala, compañeros! ¡Ala, ala! ¡A lo gordo! ¡A lo gordo! ¡Vamos a la comida! ¡Ala, ala! ¡A hartarnos! ¡A llenar la tripa de manjares, que aquí hay de todo! Y entraron todos en la casa y comieron hasta que se hartaron. Y decía el fardacho: —¡Carajo! ¡Si estoy de queso que no me puedo mover! Y el galgo decía: —Me he atracao de carne que estoy como una bola. Y el gallo, más tieso y más estirao que nunca, les decía: —Yo bien les decía que juntos veníamos mejor. Y ya después de hartarse todos, les dijo el gallo: —Bueno, pues ahora lo que a mí me parece es que esos ladrones pueden volver. Vamos a ponernos otra vez en algún sitio pa darles una güena zurra si vuelven. Pero ahora no con cantar, sino a la patada y a la mordida y al piquetazo pa matarlos y que nos dejen en paz. Y se subió el gallo otra vez al tejao. El gato se arrinconó a un ladito de la lumbre. El galgo se puso a la puerta, al salir. El toro se escondió cerca de la puerta onde estaba muy oscuro por un lao; y el burro por el otro, de culo pa la puerta. Y el fardacho se metió en un boquete que había en la paré de la entrada. Y ya puestos todos en sus sitios les dijo el gallo desde el techao que se callaran, que ya se acercaba uno. Y era que los ladrones ya se habían decidido a volver a la casa y habían escogido a dos pa que se allegaran a investigar. Y cuando ya iban llegando uno de ellos se atemorizó y no quiso llegar. Y por eso sólo iba llegando uno. Y ya llegó y como vio que no había ruido le gritó al otro que se quedaba atrás: —¡Ala, que no hay nadie! ¡Venga usté, que ya está sola la casa! Pero aquél no se atrevía y le decía: —¡Cuidao, que yo no me arrimo! Y ya llegó aquél solo y entró en la casa. Y le dejaron entrar. Pero como todo, estaba oscuro se allegó el hombre a la lumbre pa encender una luz. Y a ese momento salta el gato de su rincón y aráñale la cara. Y dio el pobre hombre un salto pa atrás y gritó: —¡Por Dios y Santa María, que me han arrancao las narices! Y echó a huir pa afuera. Pero en la oscurana no vía bien y dio un tropezón en la puerta y se cayó, y ai ande estaba caído le dio el galgo una mordida en el culo, y el fardacho le metió los colmillos en un tobillo. Y ya se levantó y echó a huir puerta afuera cuando arrímale el burro un par de coces en la panza y por otro lao dale el toro una mochada en el culo. Y del techao el gallo cantaba: —¡Quiquiriquí! ¡Quiquiriquí!
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Y llegó el pobre ande sus compañeros clamando a Dios y todo estropeao. Y cuando ya pudo explicarse les dijo: —No había ruido en la casa y me metí. Pero al allegarme a la lumbre pa encender una luz, uno que había allí al lao me arrancó las narices con una rastra. Y de ai me he escapao en seguida, pero al pasar por la puerta me dieron un golpe y me echaron a tierra y ai onde estaba me dieron un pinchazo en el culo con unas tenazas y otro en el tobillo. Y al salir afuera había uno que me apaleó la panza y otro que me dio con una maza en los riñones. Y cuando ya me había escapao oí a uno que gritaba desde el tejao: «¡Tráiganmelo aquí! ¡Tráiganmelo aquí!» Conque ya se fueron de ai los animales otro día bien hartos de comer y cargaos de lo que habían podido comer. Y el fardacho, como no podía ir muy aprisa se subió arriba del toro. Y ya bajaban por el otro lao del monte cuando vieron venir un lobo. Y les dijo el fardacho: —Mucho cuidao con el lobo, que yo de lobos no me fío. Y el gallo, que siempre se las echaba de valiente, dijo: —Pues yo no le tengo miedo. —Ni yo —dijo el gato—. Y cuando decían esto ya el lobo se allegaba chasqueando los dientes. Y se adelantó el gallo y le dijo: —Buenos días, señor lobo. ¿Cómo está usté? —Muy bien estoy, señor gallo —dijo el lobo—. Gustoso me voy a comer a uno de ustedes, que buen hambre traigo. —Pero, hombre, ¿qué dice usté, compañero —se dice el gallo—, si todos semos amigos? Ya le daremos a usté de comer. —Pues que venga pronto —dijo el lobo—, que si no ya me le comeré a usté de buena gana. Y le dieron al lobo un cacho de carne que traían. Y lo devoró en un momento y pidió más. Y le dieron otro cacho y también en un momento lo devoró. Y ya dijo el lobo: —Buenos compañeros están ustedes. Y el gallo le dijo: —Pues, mire usté, véngase con nosotros, que juntos nos la arreglamos muy bien. Y el fardacho llamó al gallo y le dijo a solas: Oye, tú, mira bien lo que haces, que a mí el lobo siempre me huele mal. Y le dijo el gallo: —Pero, hombre, no te acobardes. Si el lobo es buen amigo. Y volvió el gallo ande el lobo y le dijo: —Sí, sí, que dicen todos los compañeros que usté puede venirse con nosotros. Y se fueron todos juntos y el lobo con ellos. Y el fardacho
no se allegaba ande el lobo. Siempre iba un poco retirao y con miedo. Y cuando el lobo y el gallo iban adelante hablando les dijo el fardacho a los otros: —Mucho cuidao con el lobo, que ya yo me lo conozco. Pero a mí no me pilla, que yo no me le allego. Allá el gallo que tanta confianza le tiene. Y va al anochecer llegaron a una muralla y ai se pararon y dijo el gallo: —Güeno, pues ahora a ver quién va a buscar algo pa comer. —Yo iré —dijo el lobo, y se fue solo sin convidar a nadien—. —Ya ven ustedes lo que les digo —dijo el fardacho—. No quiere que le acompañemos. Sólo le gusta andar. Ya verán ustedes lo que nos pasa con el lobo si no le dejamos. A mí lo que me parece es que ahora mismo debemos huir. —Que no —dijo el gallo—; eso sería una cobardía. Y en ésas estaban cuando llegó el lobo con un cordero que se había matao en un corral. Y los otros le recibieron muy contentos. Y escomenzó el lobo a comerse el cordero solo. Y se lo comió todo hasta que no dejó más quedas tripas y los güesos. Y entonces les dijo a los otros: —Güeno, amigos, a comer ahora ustedes lo que he dejao, que todavía hay bastante para todos. Y ya vieron los otros que lo que decía el fardacho era verdá. Pero como le tenían miedo al lobo nadien decía na. Y se allegaron el galgo y el gato a roer unos güesos. Y el lobo, ya que había llenao la tripa se echó a dormir. Y mientras dormía, los otros animales se ayuntaron y dijo el fardacho: —¿Qué les decía yo? Ahora ven que el lobo es un malvao. Ya yo bien se lo decía. Del lobo no hay que fiarse. Él se comerá siempre todo y a nosotros nos dejará los güesos, y cuando no haya güesos nos querrá comer a nosotros. Y dijeron todos que el fardacho tenía razón. Y dijo el gallo: —Y ¿cómo nos vengaremos? —Déjamelo a mí —le dijo el fardacho—. Y ya los demás se echaron a huir pa que el lobo no los pillara. Todos se retiraron cuando el lobo dormía. Y caminaron aprisa y se metieron en un bosque. Y ya el fardacho les había dicho lo que iba a hacer. Y fue y se metió en un intestino que había sobrao y ai se estuvo quieto, quieto. Y despertó el lobo y vio que no había nadien. Y dijo: —Toma, ya se han ido y me han dejao solo. Que se vayan los holgazanes, que a mí ni falta que me hacen. Y se arrima el lobo y ve los intestinos que han dejao y dice:
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—Otra; conque ni lo que les he dejao quisieron comer. Güeno, pues mejor pa mí. Y va y se arrima a comerse lo que quedaba. Y ya tenía hambre otra vez después de dormir y ve el intestino onde se había metido el fardacho y trágaselo como si fuera agua. Y a poco escomenzó el lobo a sentir pinchazos en la panza y escomenzó a tocarse la barriga, pero nada que se hallaba. Y era que el fardacho ya le andaba mordiendo la tripa adentro. Y de repente oyó que decían adentro e su barriga: —¡Alacú! ¡Alacú! —Pero, ¿qué diablos será esto? —decía el lobo—. Y el fardacho, más fuerte le apretaba con los pinchazos en la tripa. Y ya tanto le hizo de daño el fardacho que el lobo escomenzó a enfermar. Ya pa la tarde ya andaba cayéndose de debilidá. Y el fardacho todavía seguía cantando: —¡Alacú! ¡Alacú! Y ya sacó el fardacho la cabeza por el culo del lobo y le gritó: —¡Alacú! ¡Alacú! ¿Qué tal te ha ido con el fardacho? ¿Volverás a matar carne y comértela solo? Y el lobo ya casi no podía hablar de débil que estaba. Y le dijo al fardacho: —¡Salte, fardacho, por Dios! ¡Te ruego que te salgas, que te prometo convidarte con lo que mate! Y el fardacho le dijo: —Pues arrima el culo a un pino y me salgo. Y fue el lobo y arrimó el culo a un pino y por ai se salió el fardacho más veloz que el viento y se trepó arriba del pino. Y de allá le gritaba al lobo: —¡Alacú! ¡Alacú! ¿Qué tal te fue con el fardacho? Y ya el lobo arrastrándose casi se fue por el monte solo. Y a poco encuéntrase con siete lobos más, y le dicen: —Pero, hombre, ¿qué te ha pasao? ¿Qué tienes que apenas te vas arrastrando? Y el lobo ya les contó lo que le había pasao con los animales y lo que el fardacho había hecho con él. —Güeno, güeno —dijo uno de los lobos—. ¿Tú dices que se ha subido a un pino? Pues verás cómo nos subimos al pino y le pillamos. Y fueron los lobos ande estaba el fardacho en el pino. Y le gritó de abajo un lobo: —Ya verás, pícaro, cómo te cogemos y te comemos por lo que has hecho con nuestro hermano. Y el fardacho les gritaba: —¡Alacú! ¡Alacú! —Yo no me arrimo —dijo el lobo malo, y quería escaparse—.
Pero ya los otros lobos le dijeron cómo iban a coger al fardacho. Y se allegaron al pino y escomenzaron a ponerse unos encima de otros arrimaos al pino pa llegar hasta ande estaba el fardacho. Y el lobo malo, como tenía miedo estar cerca del fardacho les dijo: —Yo me pongo abajo y ustedes se suben más arriba. Y ya iban llegando ande el fardacho cuando da un salto por encima de todos pa abajo y grita: —¡Alacú! ¡Alacú! ¡En el mismo culo me meto! ¡En el mismo culo me meto! Y el lobo malo, que estaba abajo, cayó al suelo de susto y todos cayeron descalabraos. Y cuando ya se alevantaron todos cojos y descalabraos oyeron al fardacho que desde arriba de otro pino les gritaba: —¡Alacú! ¡Alacú! Y ya los lobos no quisieron meterse con él. Y así todos estropeaos se fueron y dejaron al otro lobo muriéndose onde había caído desmayao de susto. Soria, SORIA.
256. Los músicos de Móstoles Tenía un amo un burro viejo que ya no podía con la carga y fue y le echó por el campo a su suerte porque ya no servía pa nada y no quería mantenerle más. Y andaba por ai el burro cogiendo unas hierbitas pa comer cuando se encontró con un perro. Y el perro le dice: —¿Cómo por aquí, burro? Y el burro le respondió: —Pues ya ves que, como soy viejo, mi amo no me quiere. Ya no puedo con la carga y no sirvo pa nada. Por eso mi amo me echó por el campo pa que yo haría solo la vida. Y tú, perro, ¿cómo por aquí? —le pregunta el burro—. —Pues mira, que yo le di una mordisca a mi amo, y como me iban a pegar una paliza me he escapao y aquí ando solo buscando qué comer. Y el burro entonces le dijo: —¿Quieres venir conmigo a dar música a Móstoles? Y el perro respondió que sí, que estaba güeno. Y se fueron el burro y el perro a dar música a Móstoles. Y diendo andando por el camino se encontraron con un gato. Y el burro le dijo: —Calla, tú, gato. ¿Cómo por áquí? —Y el gato dijo: —Pues, ya verán. Le he comido la carne a mi amo y me han pegao una paliza y me he escapao pa que no me pegarían otra.
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—Güeno, güeno, hombre —le dijo el burro—, vente con nosotros, que vamos a dar música a Móstoles. Y el gato dijo que estaba güeno. Y salieron los tres, el burro, el perro, y el gato juntos a dar música a Móstoles. Y más alante, más alante encontraron en el camino a un gallo, y el burro le dijo. —Pero, hombre, gallo, ¿cómo tú por aquí? Y el gallo respondió: —Veréis lo que pasa. Como mañana es el santo de mi amo oí decir que iban a matar a Perico, y me he escapao pa que no me maten y me coman. No me hace gracia que me coman ni pal santo de mi amo. Y el burro le dijo: —Pues, mira tú, nosotros vamos juntos a dar música a Móstoles. Vente con nosotros. Y dijo el gallo que estaba güeno, y salieron juntos el burro, el perro, el gato y el gallo a dar música a Móstoles. Y andando, andando, llegaron a Móstoles y se pararon a la puerta de una casa onde estaban poniendo la cena. Y en esta casa vivían una cuadrilla de ladrones. Y ai onde se pararon a la puerta el burro se puso a roznar, el perro a ladrar, el gato a mayar y el gallo a cantar. Y se levantaron los ladrones de la mesa y salieron huyendo. Y el que iba alante gritaba: —¡Jesús! ¿Qué es esto? Seguramente son demonios que nos manda el Señor a los que vivimos en mala forma. Y cuando ya los ladrones se habían ido entraron el burro, el perro, el gato y el gallo a la casa y comieron todo lo que les dio la gana. Y luego subió el gallo al techo a dormir. Y el burro se fue a la cuadra a descansar. Y el gato se metió a un lao de la lumbre, y el perro se fue al muladar. Y cuando ya estaba todo muy quieto creyeron los ladrones que ya no había nadien en la casa y volvieron. Pero ninguno se atrevía a entrar. Y dijo el capitán: —¿Qué vamos a dejar los intereses allí? ¿Quién va a por ellos? Y uno que decía que era muy valiente dijo: —Yo voy, que yo soy el más atrevido. Y va y coge una linterna y entra en la casa. Y se acercó a la lumbre pa encenderla. Y al acercarse a la lumbre le da el gato dos fuertes arañazos en la cara. Y sale el valiente huyendo por la cuadra y al pasar le arrima el burro dos fuertes patadas. Y al salir por el corral sale el perro del muladar y le da dos fuertes mordiscas en las nalgas. Y el gallo cantaba desde el tejao: —¡Traédmele aquí! ¡Traédmele aquí! Y el valiente llegó ande los compañeros y les dijo: —Allí no hay quien entre. Yo entré y fui a encender la lumbre y un monstruo que había hacia la lumbre me dio dos fuertes arañazos en la cara. Al pasar por la cuadra otro
me dio dos fuertes patadas, y al pasar por el corral otro me dio dos fuertes mordiscas en las nalgas, que duelen como puñalades. Y un juez que estaba arriba en el tejao gritaba: «Traédmele aquí! ¡Traédmele aquí!» Valladolid, VALLADOLID.
257. Los tres gorrinicos Éstos eran tres gorrinicos que iban por un camino porque habían quedao sin madre y tenían que salir a ganarse la vida. Y en el camino se encontraron con un montoncito de paja y dijo el mayor: —¿Queréis que hagamos una casa y vivamos aquí los tres juntos? —Sí, sí —dijeron los dos menores—. Y se pusieron a hacerla. Y ya que estaba hecha la casa dijo el mayor: —Voy a meterme adentro a ver cómo corre el cerrojo. Y se metió adentro y dijo: —Ésta es pa mí solo. Y ai se quedó solo, encerrao. Conque ya se fueron los otros dos solos, caminando, caminando. Y se encontraron con otro montoncito de paja, y dijo el mayor de los dos: —¿Quieres que hagamos una casita y vivamos aquí los dos juntos? —Sí, sí —dijo el otro—. Y se pusieron a hacerla y cuando ya estaba hecha dijo el mayor de los dos: —Voy a meterme adentro a ver qué tal corre el cerrojo. Y se metió y dijo: —Esta casita es pa mí. Aquí me quedo yo. Y el menor de los gorrinicos no tuvo más remedio que marcharse solo adelante. Y en el camino se encontró con una bolsa de dinero. Y fue y buscó un herrero y le dice: —Herrero, herrero, si me hace una casita de hierro le doy este dinero. Y el herrero le hizo la casita de hierro. Y se la llevó el gorrinico al campo y se metió en ella. Conque ya llega el lobo a la casa del gorrinico mayor y le dice: —Ábreme, que soy tu madre y te traigo de comer. Y el gorrinico mayor le contesta: —No, no, no te abro, que eres el pícaro lobo y me quieres comer. Y el lobo va y le dice:
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—Mira, que si no abres hundo la casa a pedos. Y le dice el gorrinico: —Húndela. Y se echa el lobo un pedo y hunde la casa y se comió al gorrinico mayor. Conque ya se fue el lobo caminando por el camino y llegó a la casa del gorrinico mediano y le dice: —Ábreme, que soy tu madre y te traigo de comer. Y el gorrinico le contesta: —No, no, no te abro, que eres el pícaro lobo y me quieres comer. Y va el lobo y le dice: —Mira que si no abres hundo la casa a pedos. Y el gorrinico mediano le contesta: —Húndela. Y se echa el lobo un pedo y hunde la casa, y se comió al gorrinico. Y se marchó el lobo por el camino, y más adelante se encuentra con la casa del gorrinico menor, y le dice: —Ábreme, que soy tu madre y te traigo de comer. Y el gorrinico menor le contesta: —No, no, no te abro, que eres el pícaro lobo y me quieres comer. Y le dice el lobo: —Mira, que si no me abres hundo la casa a pedos. —Húndela —le dice el gorrinico—. Conque empieza el lobo a echar pedos, pero por muchos que echó no pudo hundir la casita. Y ya cuando ve que no puede hundir la casita le dice al gorrinico: —Oye, gorrinico, te convido a comer conmigo. Yo sé onde hay un patatal que cría unas patatas mu gordas, mu gordas. Y el gorrinico le dice: —¿A qué horas iremos? Y el lobo le contesta: —A las seis. Conque se va el lobo al monte a dormir. Y el gorrinico va y se levanta a las cinco y se marcha al patatal y coge sus patatas y se las come y se vuelve a su casa. Y cuando llegó el lobo creyó que el gorrinico todavía estaba durmiendo y le dice: —¡Anda, gorrinico, levántate, que ya son las seis! Y el gorrinico le contesta: —¡Anda, anda, que ya las he cagao yo enteras! Y el lobo le dice entonces: —Güeno, pues pa mañana te convido a comer judías. Yo sé onde hay un judial onde hay unas judías mu ricas y mu gordas. —¿A qué horas iremos? —le dice el gorrinico—. Y el lobo le dice:
—A las cinco. Conque va el gorrinico mu tempranito y pilla el portante y se levanta a las cuatro y coge un saco y va al judial y lo llena y se viene corriendo a su casita. Y a las cinco llega el lobo y le grita: —¡Anda, anda, gorrinico; levántate, que ya son las cinco! Y el gorrinico le contesta: —¡Anda, anda, que ya yo las he cagao enteras! Y el lobo ya va y le dice: —Güeno, gorrinico. Ahora te convido a comer peras. Hay un peral con unas peras mu ricas y mu gordas. ¡Ay, qué peras más ricas! —¿A qué horas iremos? —le dice el gorrinico—. —A las tres —le dice el lobo—. Conque otro día se levantó el gorrinico a las dos y se fue a buscar las peras. Pero el lobo, que ya no quería que el gorrinico le estuviera engañando, pilló el portante y se fue a la una a esperar al gorrinico. Y llenó el gorrinico medio saco de peras cuando ya salió el lobo a cogerlo. Y echó a correr el gorrinico y el lobo tras él. Y apenas pudo llegar el gorrinico a su casita y cerró el cerrojo y dejó el rabo fuera. Y el lobo le cogió por el rabo que quedaba fuera y no hacía más que venga a estirar y venga a estirar. Y el gorrinico, que ya se creía que el lobo le iba a arrancar el rabito, comenzó a decirle: —¿Estira, estira, que de una reíz de nabo estiras! Y soltó el lobo el rabo del gorrinico creyendo que era una reíz de nabo, y entonces el gorrinico le gritó: —¡Mamola, mamola, que era mi cola! Con eso el lobo se puso furioso, y dijo: —Este gorrinico no me se escapa. Me lo he de comer como a los otros. Ya tres veces ha pillao el portante y me se ha escapao, pero me lo he de comer. Y fue y se subió a la chimenea pa bajar a comerse al gorrinico. Y el gorrinico fue y puso una caldera con agua hirviente. Y dijo le lobo: —Mira, gorrinico, que me echo abajo por la chimenea y te como. Y se echó por la chimenea y se abrasó en la caldera de agua hirviente. Cuenca, CUENCA.
258. La pega y sus peguitos Había una vez una pega que vivía en un ponjo donde tenía un nido con varios peguitos. Todos los días venía un zorro y le decía a la pega:
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
259. La zorra y el alcaraván
—Peguita, dame un peguito, que si no, te corto el ponjo. La pega, con grande dolor de su corazón, le tiraba del ponjo un peguito y el pícaro del zorro se lo comía. Volvía el zorro y pasaba siempre lo mismo. El zorro le decía a la pega que le diera un peguito y que si no le cortaba el ponjo, y la pega, con grande dolor de su corazón, le tiraba uno. Ya el zorro acababa con los peguitos cuando llegó un día a visitar a la pega su primo, el alcaraván. Cuando éste se enteró de lo que pasaba le dijo a su prima, la pega: —Si el zorro viene otra vez no le des un peguito. Y si te dice que te corta el ponjo le dices tú: «El hocil sí corta el ponjo, pero no el rabo el raposo». Se fue el alcaraván y a poco llegó el zorro y le dijo a la pega: —Peguita, dame un peguito, que si no, te corto el ponjo. Y la pega le respondió como le había dicho su primo, el alcaraván: —El hocil sí corta el ponjo, pero no el rabo el raposo. El zorro le dijo entonces a la pega: —¿Quién te ha dicho que me dijeras eso? Seguramente fue tu primo, el alcaraván. Pues yo le pillaré culo arriba en un cascajal. Y, con efecto, el zorro se dio maña para coger al alcaraván. Le cogió y se lo tragó vivo. El pobre alcaraván le decía desde la tripa: —Suéltame, hermano zorro. Déjame salir. El zorro se negaba a ello y por fin le dijo el alcaraván: —Ya que no quieres dejarme salir por lo menos vete delante del ponjo de mi prima, la pega, y grita desde allí bien alto para que todos se enteren: «Alcaraván comí». Así lo hizo el zorro. Fue y se puso delante del ponjo de la pega y gritó muy alto: —¡Alcaraván comí! Pero al gritar abrió la boca tan grande que el alcaraván se escapó y exclamó: —¡A otro, que no a mí! Toro, ZAMORA.
Iba una zorra por un camino y se encontró con un alcaraván y lo cogió y le dijo: —¡Ay, alcaraván, que te voy a comer! Y el alcaraván la dijo: —Güeno, güeno, zorrita; me comerás, pero antes quiero que cantes tres veces, que mucho me gusta oír tu voz. Y la zorra le dijo: —Y ¿qué quieres que diga? Y le dice el alcaraván: —Te ruego que grites: «Alcaraván comí». Y abrió la zorra la boca un poquito y dijo muy quedo: —¡Alcaraván comí! —No, que así no te va a oír nadie. Tienes que decirlo en voz alta. Y ya abrió la zorra la boca un poco más y dijo: —¡Alcaraván comí! Pero como todavía no abría la boca bastante le dijo el alcaraván: —No, zorrita, que nadie te va a oír. Tienes que decirlo recio. Conque ya la zorra abrió la boca y dijo: —¡Alcaraván comí! Pero todavía no se podía escapar el alcaraván, y la dijo: —Mira, zorrita, que es mejor que me pongas a un laíto pa que lo digas recio sin que yo te moleste. Y la zorra lo puso a un lao y gritó: —¡Alcaraván comí! Y en ese momento el alcaraván dio un vuelo y le gritó a la zorra: —¡A otro bobo, pero no a mí! Y se escapó y la dejó con tantas. Rasueros, ÁVILA.
260. El gallo, el burro y el buey Éste era un señor que tenía una finquería y tenía un gallo, un burro y un buey. Y como el burro y el buey trabajaban y el gallo no, un día fue el gallo y le dijo al burro: —¡Vaya, que eres ganso y bobo, que trabajas siempre y nunca descansas! Con razón te dicen burro. Te trae el amo siempre cargao y no te da ni un momento de descanso. Y como el burro vio que era verdá lo que el gallo le decía, dijo:
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—Es verdá. Pero, ¿cómo hago pa trabajar menos? Y ya fue el gallo y le metió mal y le dijo: —Pues nada; todo lo que tienes que hacer es dar patadas cuando te echen una carga y dar saltos y tirar la carga al suelo y verás cómo te dejan pronto y no trabajas tanto. Güeno, pues el burro se creyó de lo que le dijo el gallo y cuando el amo lo llevó a arar otro día empezó a dar patadas y a brincar. Y el amo entonces lo llevó a la casa y le dijo a su mujer: —Toma, que el burro está más malo, que no puedo arar ya con él. En vez de tirar del arao empieza a dar patadas y a dar brincos. Ahora lo mejor es llevar al buey a arar. Conque entonces meten al buey a trabajar en la finquería y el burro ya no hace nada. Pero el burro no se contenta con no hacer nada, sitio que va a meterle mal al buey, y le dice: —¡Vaya que eres ganso! ¿Que no ves que siempre estás trabajando y nunca tienes descanso? Hazte el malo y verás cómo te suelta el amo y no te hace trabajar tanto. Mira que yo trabajaba asín, pero vino el gallo y me dijo que no fuera tan ganso y bobo y que diera patadas cuando me llevaran a tirar del arao. Y asín lo he hecho y ya ves que ahora descanso y no trabajo. El buey entonces va y se hace el malo y entonces el amo pone otra vez al burro a trabajar y deja suelto al buey a que descanse. Y entonces el burro dice: —¡Carai, que ahora sí que me han dao a mí todo el trabajo! Voy a meterle mal al buey pa que lo pongan a trabajar como antes y me dejen descansar a mí. Y va y le dice un día al buey: —Mira, que dicen los amos que como ya estás enfermo y no puedes trabajar te van a matar. Y le contesta el buey: —Y entonces, ¿qué hago pa que no me maten? —Pues sales por ai retozando pa que digan que ya stás bueno y fuerte, y entonces no te matan —le dijo el burro—. Y va y sale retozando el buey y dice el amo: —¡Carai, que ya el buey está fuerte y ya puede trabajar otra vez! Y lo ponen otra vez a trabajar. Y los pusieron a trabajar juntos y empezaron a hablar y los oyó el amo. Y ya fue el amo y les preguntó quién era el que les había metido mal y contestaron ellos que el gallo. Y entonces el gallo, por enredista, lo mataron los amos y se lo comieron. Toledo, TOLEDO.
261. El león y el hombre El león y los otros animales estaban en consulta, y el león les decía: —Yo soy el animal más fuerte del mundo. No hay quien pueda conmigo. Y así estaba contando sus hazañas cuando le dice el tigre: —Hombre, no; no digas eso. Hay en el mundo uno más fuerte, pero mucho más fuerte que tú. –¿Y quién es? —dijo el león—. Y el tigre le respondió: —Es el hombre. —¿Quién es el hombre? —dijo el león—. Y todos los animales que habían visto al hombre empezaron a decirle cómo era el hombre. Y el león por fin dijo: —Pues me voy a buscar al hombre pa ver quién puede más, yo o él. Y se fue el león en busca del hombre. Y primero encontró a un pastor, y le dijo: —¿Eres tú el hombre? Yo busco al hombre. Y el pastor le dijo: —No, yo soy un pastor. Y se fue el león buscando, hasta que encontró a un viejo y le dijo: —¿Eres tú el hombre? —No —le respondió el viejo—; yo no soy el hombre. Yo lo he sido, pero ahora no. Y siguió el león en busca del hombre. Y subiendo una cuesta encontró al hombre, que bajaba; se paró y le preguntó si era el hombre. Y el hombre, sin responder palabra, descargó su escopeta y le metió una bala en el lomo. Y echó a huir el león y llegó cansado y herido ande los otros animales y les dijo: —Es verdad; sí, es verdad que el hombre es más fuerte que yo. Ahora mismo le he encontrao, y de un pedo que ha tirao todo el lomo me ha raspao. Salas de los Infantes, BURGOS.
262. El oso y el hombre El oso les estaba contando a los otros animales las muchas matanzas que había hecho, y decía que él era el más fuerte de todos los animales del mundo. Y unos decían que no, que era más fuerte el león, y otros decían que más fuerte era el elefante. Y el zorro le dijo que con el hombre
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
no podía nadien, que ése era el más fuerte de todos. Y el oso se resintió y le preguntó al zorro: —Y ese hombre, ¿quién es? Quisiera yo encontrarle pa ver quién puede más. Y el zorro le dijo: —Quiera Dios que nunca le encuentre, porque si le encuentra le mata. A mí me ha dao buenas palizas y eso que siempre ando huyendo de él. —A mí no me la pega —dijo el oso—. Voy a buscarle hasta que le encuentre y veremos quién puede más. Y salió el oso a buscar al hombre pa pelear con él. Y por todas partes encontraba animales y les preguntaba si habían visto al hombre. Y algunos le daban razón de que le habían visto pasar, pero, como le tenían miedo, salían huyendo de él siempre. Y andando, andando encontró el oso a un niño y le preguntó sí era el hombre. Y el niño le respondió: —No, yo no soy el hombre, pero espero serlo algún día. Y se retiró el oso y subía una cuesta muy alta cuando encontró a un viejo, y le dijo: —¿Eres tú el hombre? Y el viejo le respondió: —No, yo no soy el hombre. Yo he sido el hombre, pero ahora no; ahora soy un viejo sin fuerzas. Y el oso siguió buscando al hombre, hasta que bajando una cuesta se encontró con un cazador, y le preguntó: —Oye, ¿eres tú el hombre? Dicen que el hombre es más fuerte que yo, y yo se busco pa pelear con él y vencerle. Y el cazador, sin responder nada, le descargó la escopeta y le dio un balazo en el lomo. Y el oso, viéndose herido, dio un grande salto pa agarrarse con el hombre y devorarle. Pero el cazador entonces sacó su puñal y le metió unos estacazos en las costillas. Y el oso, viendo que estaba perdido, echó a huir y pronto se metió por el monte onde ya no le pudo seguir el cazador. Y llegó el oso ande estaban los otros animales, y les dijo: —Es verdad que el hombre es más fuerte que yo. Le he buscao y le he encontrao. Me ha tirao un pedo y me ha atontao. Y se ha sacao un pelo del culo y me ha acribillao. Barbadillo del Mercado, BURGOS.
263. Oír, ver y callar Éste era un cura que vivía con su ama. Y tenían gallinas y gallos. Y mataron todos los gallos y se los comieron y quedaron solamente tres.
Y los tres gallos que se quedaron cantaban todas las noches. Cantaban a medianoche, a las tres de la mañana y a las seis. El primer gallo cantaba: —Lo que pasa en este lugar... Y el segundo gallo cantaba: —No se puede tolerar. Y el tercero cantaba, por último: —El cura duerme con el ama. Esto cantaban los gallos tres veces cada noche. Y el cura le dijo al ama: —Uno de los gallos es el que canta eso. Es necesario ponerle a la tormenta y comérnoslo, que buenas ganas tengo yo de comer gallo. Y otro día mataron al gallo que ellos creyeron que era el que cantaba; lo pusieron a la tormenta y se lo comieron muy contentos, creyendo que ya no iba nadie a saber lo que hacían. Y la segunda noche empezaron los gallos a cantar otra vez. A medianoche se les oyó cantar otra vez. Uno cantaba: —Lo que pasa en este lugar... Y el segundo cantaba: —No se puede tolerar. Y luego el otro cantaba otra vez, y decía: —El cura duerme con el ama. Y discurrieron el cura y el ama otra vez, y otro día mataron a otro gallo, el que creyeron que era el que cantaba. Y lo pusieron a la tormenta y se lo comieron muy a gusto. Y entonces dijo el cura: —Ahora sí no hay cuidao, que ya no queda más que un gallo y solo no se atreverá a cantar. Y el gallo que quedaba discurrió la cosa, y dijo: —No, a mí no me pillan. Ya han puesto a mis dos compañeros a la tormenta. Yo cantaré de otra manera. En este mundo el que quiera vivir bien y que no le pongan a la tormenta, que oiga, vea y calle. Y otra vez volvió a cantar el gallo. Y cantó tres veces de esta manera, a medianoche, a las tres de la mañana y a las seis:
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—El que en este mundo ha de gozar oír, ver y callar. Retuerta, BURGOS.
264. Un bien con un mal se paga Un campesino caminaba una vez por una carretera y se encontró con una culebra casi helada de frío. La levantó del suelo y se la metió en la alforja. Allí se calentó la culebra y luego que se animó le dijo al campesino: —Ahora te voy a comer. El hombre le dijo a la culebra que cómo era posible que después que él le había hecho tanto bien se lo quisiera comer. Pero la culebra le dijo: —No importa. Un bien con un mal se paga. Convinieron por fin en someter el asunto a tres jueces: el asno, el buey y la zorra. Llegó primero el asno y le dijeron lo que pasaba. El asno, como le tenía miedo a la culebra, le dio la razón, y dijo: —Sí, un bien con un mal se paga. Después llegó el buey, y como también le tenía miedo a la culebra, dijo: —Sí, un bien con un mal se paga. Ya no era necesario buscar a la zorra, porque la culebra dijo que ya dos de los jueces habían fallado en su favor. Pero el hombre insistió y esperaron a la zorra. Llegó la zorra y le contaron lo que pasaba. La zorra dijo que el asunto era grave y que tenía que saber todos los detalles para poder determinar quién tenía la razón. Pidió que la culebra se metiera en la alforja donde estaba para ver ella todo. Se metió la culebra en la alforja para que viera la zorra cómo estaba, y entonces le dijo la zorra al hombre: —Ahora que la tiene en la alforja mátela para que vea que un bien no se paga con un mal. Y allí mismo mató el campesino la culebra. León, LEÓN.
265. La zorra y el erizo Iba una zorrita huyendo por el sendero de un monte cuando le sale al encuentro un erizo, y le dice: —Amiga zorrita, ¿ánde va usté con esas prisas? ¿Qué le pasa? Y la zorrita le contesta:
—Pues, ¿ánde he de ir, amigo erizo? Si se está quemando el monte. ¿Qué no sabe usté que se está quemando el monte? —¿Que se está quemando el monte? —Sí, amigo erizo, que se está quemando el monte, y no hay que perder tiempo. Mire usté por aquel valle y verá ya venir las llamas. Y el erizo, como tiene los ojos tan pequeñitos, no podía ver nada. —Que no veo nada —dijo el erizo—. Y la zorrita le dice: —Güeno, pues ya que usté que no pué ver, ascuche usté, que podrá sentir el ruido de la lumbre. Y se puso el erizo a ascuchar, pero nada pudo sentir, y dijo: —Que no siento nada. Y con eso ya la zorrita le dijo que no podía esperar más y se iba pa otro monte, porque la lumbre ya se acercaba. Y ya se iba cuando le grita el erizo: —Pero, amiga zorrita, ¿no ve usté que yo no puedo correr y que me voy a morir aquí quemao en este monte? Ya que me voy a morir solo aquí y abandonao déme usté siquiera un beso. Y la zorrita le dijo: —Güeno, pues le voy a dar el beso pa que se quede usté contento. Y fue la zorrita a darle el beso, y agárrasele el erizo al cuello bien agarrao con sus garras. Y con los dientes se agarró bien también. Y la zorrita le dijo: —Pero, amigo erizo, no sea usté tuno. Dijo usté que quería un beso. Déjeme usté. —Que no la dejo. —Compadre erizo, déjeme usté. —Comadre zorrita, que no la dejo. —Pues, ¿qué quiere usté, compadre erizo? —Que me lleve con usté, comadre zorrita. —Pero, ¿que no ve usté que está muy pesao y no podré llevarlo? —Que no estoy pesao y bien puede llevarme. —¡Válgame Dios, compadre erizo! ¿Qué voy a hacer? —¡Válgame Dios, comadre zorrita! ¿Qué haría yo solo en este monte que se está quemando? Y como ya vido la zorra que la lumbre se allegaba salió corriendo con el erizo agarrao a su cuello pa otro monte. Y llegaron al otro monte y cayó la zorra a tierra de cansada. Y ya se apeó el erizo y le dijo a la zorra: —Muchas gracias. Ya ves que los dos nos hemos salvao.
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Soria, SORIA.
VI. CUENTOS DE ANIMALES
266. El gato, el perro y los lobos Éstos eran un gato y un perro que vivían con sus amos en pueblos distantes. Y un día el gato le robó una longaniza al amo, y el perro le robó al suyo una torta de pan. Y cuando fueron a confesarse el cura les dio de penitencia que fueran en peregrinación a Roma. Ya se pusieron en camino pa Roma cada uno de su pueblo y en el camino se encontraron. Y le dijo el perro al gato: —¡Hola, señor gato! ¿Para dónde va usté? Y el gato contestó: —Pues, amigo, le he robao una longaniza al amo y el confesor me dio de penitencia que hiciera una peregrinación a Roma. Y el otro le dice: —¡Toma, pues a mí me pasa igual! Yo le he robao al amo una torta de pan y el confesor me ha dao la misma penitencia. Y ya decidieron ir a Roma juntos pa hacerse com-pañía. Y se les hizo de noche en un monte y vieron muy lejos una lumbre y fueron allá. Y cuando ya llegaban vieron que la lumbre aquella estaba rodeada de siete lobos. Y se acercaron el gato y el perro, y al verlos los lobos huyeron de miedo. Y entonces el perro y el gato se subieron a un árbol que había al pie de la lumbre. Y entonces los lobos se allegaron a la lumbre a comer comida que allí habían dejao. Y en este medio tiempo dijo el perro al gato: —Tengo ganas de mear. Y el gato le dice: —Aguárdate un poco, mira que están allí abajo. Y el perro le dice: —Pero es que tengo muchas ganas de mear. Y va y le dice el gato: —Vaya, pues, si te empeñas en ello, mea. Y al levantarse el perro a mear cayó pa abajo encima de los lobos, destrozando unas ramas del árbol, y a uno de los lobos se le espetonó una jara pol culo. Y todos los lobos echaron a huir. Y el que llevaba la jara en el culo era el que menos podía correr y les gritaba a los demás: —¡Aguardaime, compañeros! ¡Aguardaime, compañeros! Pero los otros no le aguardaban. Y al ver eso bajó el gato del árbol y se comieron los dos la comida que había allí. Y después se sentaron a la lumbre a descansar. Y el gato se puso a lavarse la cara, y el perro se puso después a escarbar pa echarse. Y ya los lobos volvieron a ver qué había. Y desde lejos enviaron a uno a que se allegara. Y se allegó un poco y vio que el gato se estaba lavando la cara y que el perro estaba escarbando la tierra y volvió y les dijo a sus compañeros:
—Allí no debemos llegar. El uno nos las está jurando y el otro nos está haciendo la hoya pa enterrarnos. Y todos se asustaron y echaron a correr por el monte. Y el gato y el perro se quedaron de dueños de la lumbre y de toda la comida. Zamora, ZAMORA.
267. El pastor y la zorra Éste era un pastor que cuidaba un rebaño de ovejas y todos los días venía una vieja zorra a molestar al rebaño y a llevarse un cordero. Y ya cuando el pastor vio que no había manera de ahuyentar a la zorra dijo un día: —Ahora vamos a ver si se sale la zorra con la suya. Si viene hoy voy a correr tras ella hasta cogerla y matarla. Y al día siguiente, cuando salió al campo con su rebaño, salió otra vez la zorra a coger un cordero. Y cuando cogió el cordero echó a correr y el pastor echó a correr tras ella. Y cuando ya el pastor la iba alcanzando se metió la zorra por entre unas matas altas. Y a ese momento la cogió el pastor del rabo. Y la zorra se detuvo y empezó a gritar: —Tira, tira, que de una raíz de retama tiras. Y el pobre pastor, creyendo que tiraba de una mata de retama en vez del rabo de la cola, soltó a la zorra y se le escapó entre las matas. Cuenca, CUENCA.
268. El oso, el lobo y la zorra Caminaban juntos el oso, el lobo y la zorra en busca de comida. Y al subir una cuesta se encontraron con un corcho de miel. Y la zorra, como sabía que ella era la más vieja de todos, dijo: —El que más años tenga se lo lleva. Y dice el lobo: —Yo tengo desde que nació la grama. Y la zorra salta y le dice: —Cuando nació la grama ya estaba la zorra en España. Y el oso, que hasta ahora no había dicho nada, fue y puso la mano en el corcho, y dijo: —Yo tengo ocho, pero cuidao del que le ponga la mano al corcho.
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Bamba del Vino, ZAMORA.
Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
269. El oso, el lobo y el raposu
270. El lobo, el tejón y la cigüeña
El oso, el lobo y el raposu iban una vez caminando por un monte y deprendieron una colmena. Y dixo el raposu: —Vamos a partirla por edaes. Y dixo el lobo: —Yo tengo doscientus años. Diz entonces el raposu: —¡Ay, Dios! Doscientos años ya tenía yo cuando el roble nació. Y diz el lobo: —Yo tengo once y voy pa la ucena, pero de los dos ningún me come la colmena.
Ésto eran un lobo y un tejón y una cigüeña que iban por un camino buscando qué comé. Y se encontraron con un corcho e miel y dijo er tejón, que era er má astuto e lo tre: —Er que tenga má edá se lo lleva. Güeno, pue entonce le dice er lobo ar tejón: —Amo a vé. ¿Qué edá tiene tú? Y dice er tejón: —Cuando la grama nació cien año tenía yo. Y sarta entonce la cigüeña y dice: —Pue ante que la grama naciera tenía cien año mi hija Manuela. Y er lobo va y coge er corcho e miel y dice: —Pue yo no tengo má que ocho, pero a vé quién se lleva er corcho.
Eduardo Martínez Torner, 1913.
Santiponce, SEVILLA.
Llanuces, ASTURIAS.
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F. cuentos acumulativos
271. La hormiguita Ésta era una hormiguita que estaba una vez barriendo su portalito y se encontró un ochavito. Y dijo: —¿Qué me compraré con este ochavito? ¿Cintas y alhajas? No, que me llamarán coqueta. ¿Confites? No, que me llamarán golosa. Y así estuvo pensándolo por mucho tiempo y por fin se decidió a comprarse unas cintas y seda pa hacerse un vestido. Y se puso muy majita y se sentó a la puerta de su casita. Y pasó un rebaño por allí y le dijo el cordero a la hormiguita: —Hormiguita, hormiguita, ¡qué majita que estás! Y la hormiguita le dijo: —Lo sé, que lo sé, que tú no me lo das. Y ya le dijo el cordero: —Hormiguita, hormiguita, ¿te casas conmigo? Y entonces la hormiguita le contestó: —¿Cómo harás por la noche? Y el cordero le dijo: —¡Be, be, be! Y la hormiguita entonces le contestó: —No, no que me asustarás. Y se fue el cordero y después pasó un toro y le dijo a la hormiguita: —Hormiguita, hormiguita, ¡qué majita que estás! —Lo sé, que lo sé, que tú no me lo das. —Hormiguita, hormiguita, ¿te casas conmigo? —¿Cómo me harás por la noche? —¡Mu, mu, mu! —No, no —le dijo la hormiguita—, que me asustarás y me toparás.
Y ya pasó un perro y también le dijo a la hormiguita: —Hormiguita, hormiguita, ¡qué majita que estás! —Lo sé, que lo sé, que tú no me lo das. —Hormiguita, hormiguita, ¿te casas conmigo? —¿Cómo me harás por la noche? —¡Guau, guau! ¡Guau, guau! —No, no, que me morderás. Y ya pasó el gato y le dijo a la hormiguita: —Hormiguita, hormiguita, ¡qué majita que estás! —Lo sé, que lo sé, que tú no me lo das. —Hormiguita, hormiguita, ¿te casas conmigo? —¿Cómo me harás por la noche? —¡Miau, miau! ¡Miau, miau! —No, no, que me asustarás y me arañarás. Y pasó después un saltamontes y también le dijo a la hormiguita: —Hormiguita, hormiguita, ¡qué majita que estás! —Lo sé, que lo sé, que tú no me lo das. —Hormiguita, hormiguita, ¿te casas conmigo? Y la hormiguita le preguntó entonces: —¿Cómo me vas a hacer de noche? Y el saltamontes le contestó: —Te haré cosquillitas en la oreja. Y la hormiguita le dijo: —No, no, que me despertarás y no podré dormir. Y logo pasó un ratoncito y le dijo a la hormiguita: —Hormiguita, hormiguita, ¡qué majita que estás! —Lo sé, que lo sé, que tú no me lo das. —Hormiguita, hormiguita, ¿te casas conmigo? Y la hormiguita le dijo entonces: —¿Cómo me harás por la noche? Y le contestó el ratoncito:
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
—¡I, i! ¡I, i! Y entonces dijo la hormiguita: —Sí, sí, que me arrollarás y me dormiré. Y se casaron el ratoncito y la hormiguita. Y cuando se metieron en su casita pusieron la comida a cocer. Y cuando puso la hormiguita el puchero en la lumbre le dijo al ratoncito: —Quédate al cuidando el puchero mientras yo voy a por cortecitas de queso, que yo sé que te gustan mucho. Y se quedó el ratoncito cuidando el puchero y se fue la hormiguita. Y logo él fue a ver si el puchero hervía o no y se cayó en él y se hogó. Y a poco volvió la hormiguita y llamó a la puerta. Pero como nadie respondía ni venía el ratoncito a abrir empezó a gritar: —Ratoncito mío, ratoncito mío, ¿dónde estás que no vienes a abrir la puerta? Ratoncito mío, ratoncito mío, ¿dónde estás que no vienes a abrir la puerta? Y como vio la hormiguita que nadie le respondía fue y les dijo a las hormigas vecinas que había dejao al ratoncito cuidando el puchero y que no abría la puerta. Y le dijeron las vecinas que entraran a ver qué había. Y entraron las vecinas por el tejao. Y la que iba adelante dijo al entrar: —¡A carne me huele! ¡A carne me huele! Y cuando entraron hallaron al ratoncito muerto en el puchero. Y empezó la hormiguita a llorar, pero las otras hormigas le dijeron que no llorara tanto, que con el tiempo encontraría otro marido. Pero ella no se consoló, se vistió de luto y iba todos los días a la iglesia a rezar. Soria, SORIA.
272. La hormiguita Ésta era una hormiguita que era muy mujer de su casa. Y un día estaba barriendo el patio de su casa y se encontró un ochavito. Y dijo: —¿Qué me compraré con este ochavito? ¿Castañas? No, no, que son golosinas. ¿Confites? No, no, que también son golosinas. ¿Almendras? No, no, que también son golosinas. ¿Unas cintitas? Sí, sí, pa ponerme muy guapita. Y se compró las cintitas y se las puso en el pelo y estaba muy guapita. Y se sentó en el balcón de su casita a ver quién pasaba. Y pasó un cerdo, y la dice: —Hormiguita, hormiguita, ¡qué guapita estás! Y la hormiguita le dice:
—Hago bien, que tú no me lo das. Y el cerdo va y le dice: —Hormiguita, hormiguita, ¿te quieres casar conmigo? —¿Cómo vas a arrollar al niño? —le dice la hormiguita—. Y el cerdo hace: —¡Juinc, juinc, juinc, juinc, juinc, juinc! —No, no —le dice la hormiguita—, que le vas a comer. Y se fue el cerdo. Y a poco pasó el cordero, y la dice: —Hormiguita, hormiguita, ¡qué guapita estás! Y la hormiguita le dice: —Hago bien, que tú no me lo das. Y va el cordero y la dice: —Hormiguita, hormiguita, ¿te quieres casar conmigo? —¿Cómo vas a arrollar al niño? —le dice la hormiguita—. Y el cordero hace: —¡Be, be, be, be, be, be! —No, no, que le vas a despertar —le dice la hormiguita—. Y se fue el cordero. Y a poco tiempo pasó el perro, y la dice a la hormiguita: —Hormiguita, hormiguita, ¡qué guapita estás! —Hago bien, que tú no me lo das —le dice la hormiguita—. Y va y dice el perro: —Hormiguita, hormiguita, ¿te quieres casar conmigo? —¿Cómo vas a arrollar al niño? —le dice la hormiguita—. Y el perro hace: —¡Guau, guau, guau! —No, no, que le comerás —le dice la hormiguita—. Y se fue el perro. Y poco después pasó el gato y la dice: —Hormiguita, hormiguita, ¡qué guapita estás! —Hago bien, que tú no me lo das —dice la hormiguita—. Y el gato va y le dice: —Hormiguita, hormiguita, ¿te quieres casar conmigo? —¿Cómo vas a arrollar al niño? —le dice la hormiguita—. Y el gato hace: —¡Miau, miau, miau! —No, no, que le comerás —le dice la hormiguita—. Y el gato se fue. Y a poco pasó el ratoncito, y la dice a la hormiguita:
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
—Hormiguita, hormiguita, ¡qué guapita estás! Y la hormiguita le dice: —Hago bien, que tú no me lo das. Y el ratoncito la dice: —Hormiguita, hormiguita, ¿te quieres casar conmigo? Y la hormiguita le dice: —¿Cómo vas a arrollar al niño?: Y el ratoncito hace: —¡E, e, e, e, e, e! Y entonces dice la hormiguita: —Sí, sí, me caso contigo, que tú le arrollarás bien y le dormirás. Y ya se casaron la hormiguita y el ratoncito y se fueron a vivir a la casita de la hormiguita. Y ya fue la hormiguita y puso el puchero a la lumbre y le dijo al ratoncito: —Ratoncito, ten tú cuidao del puchero, que yo me voy a lavar al río. Y se fue la hormiguita con sus ropitas a lavarlas al río. Y a poco que se fue, el ratoncito fue a mirar el puchero a ver si se cocía y se cayó adentro y se hogó. Y ya volvió la hormiguita de lavar y llamó en la puerta, pero nadie contestaba. Y como vio que no contestaban dijo: —Ratoncito, ratoncito, abre, que soy tu mujercita, la hormiguita. Y él, como estaba muerto, no contestaba. Y otra vez le dijo la hormiguita: —Ratoncito, ratoncito, abre, que soy tu mujercita, la hormiguita. Pero nadie contestaba. Y entonces fue la hormiguita y buscó un herrero pa que descerrajara la puerta. Y vino y descerrajó la puerta y entró la hormiguita y halló al ratoncito muerto en el puchero. Y se puso la hormiguita a llorar. Y ya las otras hormiguitas vinieron a consolarla y la dijeron que no llorara tanto, que ya encontraría otro ratoncito con quien casarse. Y colorín colorete, por la chimenea sale un cohete. Y colorín colorao, cuento acabao. Parral de Biovela, SEGOVIA.
273. La hormiguita Ésta era una hormiguita que iba andando por unos tejaos. Y andando, andando, se encontró un ochavito, y dijo: —¿En qué le gastaré? ¿En caramelos? No, que es golosina. ¿En cintitas para el pelo? Sí, sí, pa ponerme guapita. Y siguió andando por los tejaos y se encontró otro ochavito, y dijo:
—¿En qué lo gastaré? ¿En castañas? No, que es golosina. ¿En una camisita? Sí, sí, pa ponerme guapita. Y siguió andando y se encontró otro ochavito, y dijo: —¿En qué le gastaré? ¿En almendras? No, que es golosina. ¿En unas enagüitas? Sí, sí, pa ponerme guapita. Y siguió andando y se encontró otro ochavito, y dijo: —¿En qué le gastaré? ¿En confites? No, que es golosina. ¿En un vestidito? Sí, sí, pa ponerme guapita. Y siguió andando y se encontró otro ochavito, y dijo: —¿En qué le gastaré? ¿En chocolate? No, que es golosina. ¿En unas botitas? Sí, sí, pa ponerme guapita. Y fue la hormiguita y se compró todo lo que decía con sus cinco ochavitos: las cintitas, la camisita, las enagüitas, el vestidito y las botitas. Y se vistió y estaba muy guapita y muy majita. Y ya salió a paseo y se encontró con el cerdo, y la dice: —Hormiguita, hormiguita, ¡qué guapita que stás! Y la hormiguita le contesta: —Hago bien, que tú no me lo das. Si tú me lo dieras más guapa estuviera. Y ya le dice el cerdo: —Hormiguita, ¿te quieres casar conmigo? Y la hormiguita le dice: —¿Cómo vas a arrollar al niño? Y el cerdo dice: —¡Juinc, juinc, juinc! —No, no —le dice la hormiguita—, que me le comes. Y luego se encontró con el perro, y la dice: —Hormiguita, hormiguita, ¡qué guapita que estás! —Hago bien, que tú no me lo das. Si tú me lo dieras más guapa estuviera. Y entonces el perro la dice: —Hormiguita, ¿te quieres casar conmigo? Y la hormiguita le dice: —¿Cómo vas a arrollar al niño? —¡Guau, guau, guau! —dice el perro—. Y la hormiguita le dice: —No, no, que me le comerás. Y luego se encontró la hormiguita con el gato, y la dice: —Hormiguita, hormiguita, ¡qué guapita que estás! —Hago bien, que tú no me lo das. Si tú me lo dieras más guapa estuviera. Y ya la dice el gato: —Hormiguita, ¿te quieres casar conmigo? —¿Cómo vas a arrollar al niño? —¡Miau, miau, miau! —No, no, que me se comerás. Y siguió la hormiguita en su paseo muy orgullosa y muy majita. Y se encontró después con el toro, y la dice:
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
—Hormiguita, hormiguita, ¡qué guapita que estás! —Hago bien, que tú no me lo das. Si tú me lo dieras más guapa estuviera. Y ya le dice el toro: —Hormiguita, ¿te quieres casar conmigo? —¿Cómo vas a arrollar al niño? Y el toro hizo: —¡Umú, umú, umú, umú! —No, no, que le vas a despertar. Y ya andando, andando en su paseo se encontró con el ratoncito. Y el ratoncito la dice: —Hormiguita, hormiguita, ¡qué guapita que estás! —Hago bien, que tú no me lo das. Si tú me lo dieras más guapa estuviera. Y ya la dijo el ratoncito: —Hormiguita, hormiguita, ¿te quieres casar conmigo? Y la hormiguita le dice: —¿Cómo vas a arrollar al niño? Y el ratoncito hace: —¡Ea, ea, ea, ea, ea, ea! —Sí, sí, me caso contigo, que le vas a arrollar y dormir. Y se casaron la hormiguita y el ratoncito y se fueron pa su casita. Y ya cuando era noche se acostaron. Y a medianoche dijo el ratoncito: —Hormiguita, hormiguita, que me quiero mear. Y la hormiguita le dijo: —Debajo de la cama está el orinal. Y se bajó el ratoncito. Y la hormiguita estuvo largo tiempo esperando a que subiera el ratoncito. Y cuando ya vio que tardaba mucho le dijo: —Ratoncito, ratoncito, ¿que no subes? Y el ratoncito nada contestaba. Y otra vez dijo la hormiguita: —Ratoncito, ratoncito, ¿que no subes? Y el ratoncito nada contestaba. Y ya dijo la hormiguita otra vez: —Ratoncito, ratoncito, ¿que no subes? Y entonces contestó el gato, que estaba debajo de la cama: —¡Miau, miau, miau, que en mi trípole está! Segovia, SEGOVIA.
274. La mariposita Ésta era una mariposita que estaba sentadita en su balcón y pasó por ai un ratoncito, y le dijo: —Mariposita, mariposita, ¿te quieres casar conmigo?
Y la mariposita, como le vio tan guapito, le dijo: —Sí, sí, me casaré contigo. Y se casaron y se fueron a vivir en la casa de la mariposita. El domingo por la mañana se levantó la mariposita muy tempranito y puso la olla y le dijo al ratoncito: —Ratoncito mío, cuida la olla, que yo voy a misa y a por flores pa la mesa. Y se fue la mariposita, y a poco que se había marchao fue el ratoncito a ver si la olla hervía, y en vez de coger la cuchara grande cogió la pequeña, y se cayó en la olla y se hogó. Conque en ese medio tiempo llegó la mariposita y llamó: —¡Ratoncito mío, abre! Pero nadie contestaba. Y dice ella: —Estará a jugar a la plazuela con sus amigos. Voy a entrar. Y como la puerta no estaba cerrada con llave la abrió y entró. Y todo estaba como cuando ella se había ido a misa y a por flores. Y puso las flores sobre la mesa y se fue a ver la olla. Y ya todo estaba muy bien cocido, y dice: —Mientras viene el ratoncito voy yo a comer un poco. Y empezó a comer y en cuanto más comía más le gustaba, y decía: —¡Ay, pero qué carne más rica! ¿De dónde habrá traído el ratoncito esta carne tan rica pa echar en la olla? Y siguió comiendo hasta que se encontró la piel y la cabecita del ratoncito, y dice: —¡Ay, Dios mío! ¡Si es mi ratoncito! ¡Pobrecito ratoncito mío, que me lo he comido! Y se puso al balcón a gemir y a llorar. Y ya pasó por allí un pajarito, y le dice: —Mariposita, ¿por qué lloras? —Porque el ratoncito se ha caído a la olla, y yo, como buena mariposita, le gimo y le lloro. Y dice entonces el pajarito: —Pues yo, como buen pajarito, me corto el pico. Y se fue volando el pajarito y se encontró con la paloma, y ésta le dice: —Pajarito, ¿por qué te has cortao el pico? —Porque el ratoncito se ha caído a la olla, y la mariposita le gime y le llora, y yo, como buen pajarito, me he cortao el pico. Y dice entonces la paloma: —Pues yo, como buena paloma, me corto la cola. Y se fue volando la paloma de allí y ya llegó a su palomar. Y le pregunta el palomar: —Paloma, ¿por qué te has cortao la cola? —Porque el ratoncito se ha caído a la olla, y la mariposita le gime y le llora, y el pajarito, como buen pajarito se ha
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
cortao el pico, y yo, como buena paloma, me he cortao la cola. Y dice entonces el palomar: —Pues yo, como buen palomar, me arruino. Y entonces la fuente que estaba debajo del palomar le dice: —Palomar, ¿por qué te arruinas? Y contesta el palomar: —Porque el ratoncito se ha caído a la olla, y la mariposita le gime y le llora, y el pajarito, como buen pajarito, se ha cortao el pico, y la paloma, como buena paloma, se ha cortao la cola, y yo, como buen palomar, me arruino. Y dice entonces la fuente: —Pues yo, como buena fuente, dejo mi corriente. Entonces los niños que venían a por agua le dicen a la fuente: —Fuente, ¿por qué dejas tu corriente? Y la fuente contesta: —Porque el ratoncito se ha caído a la olla, y la mariposita le gime y le llora, y el pajarito, como buen pajarito, se ha cortao el pico, y la paloma, como buena paloma, se ha cortao la cola, y el palomar, como buen palomar, se arruina, y yo, como buena fuente, dejo mi corriente. Y dicen entonces los niños: —Pues nosotros, como buenos niños, rompemos los cantarillos y nos vamos a casa. Y se encuentran los niños con la reina, y les dice: —Niños, ¿por qué habéis roto vuestros cantarillos? Y los niños la dicen: —Porque el ratoncito se ha caído a la olla, y la mariposita le gime y le llora, y el pajarito, como buen pajarito, se ha cortao el pico y la paloma, como buena paloma, se ha cortao la cola, y el palomar, como buen palomar, se arruina, y la fuente, como buena fuente, ha dejao su corriente, y nosotros, como buenos niños, hemos roto nuestros cantarillos y nos vamos a casa. Y dice entonces la reina: —Pues yo, como buena reina, me quito la mantilla blanca y me pongo la negra. Y llega el rey y le dice a la reina:
—¿Por qué te has quitao la mantilla blanca y te has puesto la negra? Y contesta la reina: —Porque el ratoncito se ha caído a la olla, y la mariposita le gime y le llora, y el pajarito, como buen pajarito, se ha cortao el pico, y la paloma, como buena paloma, se ha cortao la cola, y el palomar, como buen palomar, se arruina, y la fuente, como buena fuente, ha dejao su corriente, y los niños, como buenos niños, han roto sus cantarillos y se han ido a casa, y yo, como buena reina, me he quitao la mantilla blanca y me he puesto la negra. Y dice entonces el rey: —Pues yo, como buen rey, me quito los pantalones y me quedo en calzoncillos y echo a correr. Ávila, ÁVILA.
275. Las bodas del tío Perico Un gallo estaba envitado a ir a la boda de su tío Perico. Y se lavó y se peinó y se vistió muy bien y salió pa la boda. En el camino se encontró con una moñigada que contenía mucha cebada, y dijo: —¿Me la comeré o no me la comeré? Si me la como me mancho el pico y no voy a las bodas del tío Perico. No; no me la quiero comer. Y se fue seguido, seguido. Y caminando, caminando, se encontró con otra moñigada que también tenía mucha cebada, y se paró a verla y dijo: —¿Me la comeré o no me la comeré? Si me la como me mancho el pico y no voy a las bodas del tío Perico. No; que no me la voy a comer. Y se fue seguido, seguido, caminando, pa llegar temprano a las bodas de su tío Perico. Y caminando, caminando, se encontró otra vez con una moñigada, se paró un rato a verla y dijo: —¿Me la comeré o no me la comeré? No sé si me la como o no. Y tenía ya tanta hambre, que al fin dijo: —Sí, me la voy a comer. Y se la comió y se manchó el pico. Y entonces se puso a llorar. Y después de llorar un largo rato dijo: —Ahora sí que me he manchao el pico y no puedo ir a las bodas del tío Perico. Y en el camino se encontró con una malva, y le dijo: —Malva, malva, límpiame el pico, que me lo he manchao y no puedo ir a las bodas del tío Perico.
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
Y la malva respondió: —¡No quiero! ¡No quiero! Y entonces se encontró a una oveja, y le dijo: —Oveja, oveja, come a malva, que malva no quiere limpiarme el pico y no puedo ir a las bodas del tío Perico. Y la oveja respondió: —¡No quiero! No quiero! Y luego se encontró el gallo con un lobo, y le dijo: —Lobo, lobo, come a la oveja, que no quiere comer la malva, y la malva no quiere limpiarme el pico y no puedo ir a las bodas del tío Perico. Y el lobo respondió: —¡No quiero! No quiero! Y el gallo se encontró entonces con el perro, y le dijo: —Perro, perro, come al lobo, que el lobo no quiere comer la oveja, y la oveja no quiere comer la malva, y la malva no quiere limpiarme el pico y no puedo ir a las bodas del tío Perico. Y el perro dijo: —¡No quiero! No quiero! Y se encontró entonces con el palo, y le dijo: —Palo, palo, pega al perro, que no quiere comer al lobo, y el lobo no quiere comer la oveja, y la oveja no quiere comer la malva, y la malva no quiere limpiarme el pico y no puedo ir a las bodas del tío Perico. Y el palo respondió: —¡No quiero! ¡No quiero! Y el gallo se encontró con la lumbre, y la dijo: —Lumbre, lumbre, quema al palo, que el palo no quiere pegar al perro, y el perro no quiere comer el lobo, y el lobo no quiere comer la oveja, y la oveja no quiere comer la malva, y la malva no quiere limpiarme el pico, y no puedo ir a las bodas del tío Perico. Y la lumbre respondió: —¡No quiero! ¡No quiero! Y fue el gallo entonces y se encontró con el agua, y la dijo: —Agua, agua, apaga la lumbre, que la lumbre no quiere quemar el palo, y el palo no quiere pegar al perro, el perro no quiere comer al lobo, y el lobo no quiere comer la oveja, y la oveja no quiere comer la malva, y la malva no quiere limpiarme el pico y no puedo ir a las bodas del tío Perico. Y el agua dijo: —¡No quiero! ¡No quiero! Y se encontró con la vaca, y la dijo: —Vaca, vaca2, bebe el agua, que el agua no quiere apagar
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Cuando el cuento se cuenta a los chicos, se suele parar aquí y preguntar: «¿Dónde íbamos?» Y al chico que dice: «En la vaca», se le contesta: «Álzale el rabo y bésale la caca». El que es listo responde: «Bésasela tú, que a mí no me hace falta», y se continúa con el cuento.
la lumbre, y la lumbre no quiere quemar el palo, y el palo no quiere pegar al perro, y el perro no quiere comer al lobo, y el lobo no quiere comer a la oveja, y la oveja no quiere comer la malva, y la malva no quiere limpiarme el pico y no puedo ir a las bodas del tío Perico. Y la vaca respondió: —¡No quiero! ¡No quiero! Y entonces se encontró el gallo con el cuchillo, y le dijo: —Cuchillo, cuchillo, mata la vaca, que la vaca no quiere beber el agua, y el agua no quiere apagar la lumbre, y la lumbre no quiere quemar el palo, y el palo no quiere pegar al perro, y el perro no quiere comer al lobo, y el lobo no quiere comer a la oveja, y la oveja no quiere comer la malva, y la malva no quiere limpiarme el pico y no puedo ir a las bodas del tío Perico. Y el cuchillo respondió: —¡No quiero! ¡No quiero! Y fue el gallo ande el herrero, y le dijo: —Herrero, herrero, rompe el cuchillo, que el cuchillo no quiere matar la vaca, y la vaca no quiere beber el agua, y el agua no quiere apagar la lumbre, y la lumbre no quiere quemar el palo, y el palo no quiere pegar al perro, y el perro no quiere comer al lobo, y el lobo no quiere comer a la oveja, y la oveja no quiere comer la malva, y la malva no quiere limpiarme el pico y no puedo ir a las bodas del tío Perico. Y el herrero respondió: —¡No quiero! ¡No quiero! Y fue entonces el gallo ande la muerte, y la dijo: —Muerte, muerte, llévate al herrero, que el herrero no quiere romper el cuchillo, y el cuchillo no quiere matar la vaca, y la vaca no quiere beber el agua, y el agua no quiere apagar la lumbre, y la lumbre no quiere quemar el palo, y el palo no quiere pegar al perro, y el perro no quiere comer al lobo, y el lobo no quiere comer a la oveja, y la oveja no quiere comer la malva, y la malva no quiere limpiarme el pico y no puedo ir a las bodas del tío Perico. Y la muerte le respondió: —¡No quiero! ¡No quiero! Y el gallo fue entonces ande Dios, y le dijo: —Dios, Dios, envía a la muerte a que se lleve al herrero, que el herrero no quiere romper el cuchillo, y el cuchillo no quiere matar la vaca, y la vaca no quiere beber el agua, y el agua no quiere apagar la lumbre, y la lumbre no quiere quemar el palo, y el palo no quiere pegar al perro, y el perro no quiere comer al lobo, y el lobo no quiere comer a la oveja, y la oveja no quiere comer la malva, y la malva no quiere limpiarme el pico y no puedo ir a las bodas del tío Perico.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Y entonces Dios envió la muerte a que se llevara al herrero. Y entonces la muerte quería llevarse al herrero, y el herrero quería romper el cuchillo, y el cuchillo quería matar la vaca, y la vaca quería beber el agua, y el agua quería apagar la lumbre, y la lumbre quería quemar el palo, y el palo quería pegar al perro, y el perro quería comer al lobo, y el lobo quería comer a la oveja, y la oveja quería comer la malva. Y entonces la malva le limpió el pico al gallo, y el gallo entonces se puso muy contento y fue a las bodas del tío Perico. Barbadillo del Mercado, BURGOS.
276. Las bodas del tío Francisco Era una vez un gallo que iba a las bodas del tío Francisco. Y en el camino por donde iba se encontró una mierda. Y como iba tan limpio y tan bien arreglao dijo: —No, no me voy a comer esa mierda porque si me la como me ensució el pico y no podré ir a las bodas de mi tío Francisco. Y se pasó. Pero se puso a pensar en que iba sin comer y se volvió y se comió la mierda. Y luego que vio que se había ensuciao el pico dijo: —Ahora sí que me he ensuciao el pico y no podré ir a las bodas del tío Francisco. Y se puso muy triste. Y fue adonde estaba la malva, y le dijo: —Malva, malva, límpiame el pico pa poder ir a las bodas del tío Francisco. Y la malva dijo: —¡No quiero! Y fue el gallo adonde estaba la oveja, y le dijo: —Oveja, oveja, come a malva, que malva no me quiere limpiar el pico y así no podré ir a las bodas del tío Francisco. Y la oveja dijo: —¡No quiero! Y fue el gallo adonde estaba el lobo, y le dijo: —Lobo, lobo, come a oveja, que oveja no quiere comer a malva, y malva no me quiere limpiar el pico y así no podré ir a las bodas del tío Francisco. Y el lobo dijo: —¡No quiero! Y fue el gallo adonde estaba el perro, y le dijo: —Perro, perro, come lobo, que lobo no quiere comer oveja, y oveja no quiere comer malva, y malva no me quiere limpiar el pico y así no podré ir a las bodas del tío Francisco.
Y el perro dijo: —¡No quiero! Y fue el gallo adonde estaba el palo, y dijo: —Palo, palo, pega a perro, que perro no quiere comer lobo, y lobo no quiere comer oveja, y oveja no quiere comer malva, y malva no quiere limpiarme el pico y así no podré ir a las bodas del tío Francisco. Y el palo dijo: —¡No quiero! Y fue el gallo adonde estaba, la lumbre y le dijo: —Lumbre, lumbre, quema palo, que palo no quiere pegar a perro, y perro no quiere comer lobo, y lobo no quiere comer oveja, y oveja no quiere comer malva, y malva no me quiere limpiar el pico y así no podré ir a las bodas del tío Francisco. Y la lumbre dijo: —¡No quiero! Y fue el gallo adonde estaba el agua, y le dijo: —Agua, agua, apaga lumbre, que lumbre no quiere quemar palo, y palo no quiere pegar a perro, y perro no quiere comer lobo, y lobo no quiere comer oveja, y oveja no quiere comer malva, y malva no quiere limpiarme el pico y así no podré ir a las bodas del tío Francisco. Y el agua dijo: —¡No quiero! Y fue el gallo adonde estaba el burro, y le dijo: —Burro, burro, bebe agua, que agua no quiere apagar lumbre, y lumbre no quiere quemar palo, y palo no quiere pegar a perro, y perro no quiere comer lobo, y lobo no quiere comer oveja, y oveja no quiere comer malva, y malva no me quiere limpiar el pico y así no podré ir a las bodas del tío Francisco3. Y el burro dijo. —¡No quiero! Y el gallo fue adonde estaba el cuchillo, y le dijo: —Cuchillo, cuchillo, mata burro, que burro no quiere beber agua y agua no quiere apagar lumbre, y lumbre no quiere quemar palo, y palo no quiere pegar a perro, y perro no quiere comer lobo, y lobo no quiere comer oveja, y oveja no quiere comer malva, y malva no me quiere limpiar el pico y así no podré ir a las bodas del tío Francisco. Y el cuchillo dijo: —¡No quiero! Y fue entonces el gallo adonde estaba el herrero y le dijo: 3
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Cuando el cuento se cuenta para burlarse de alguno acaba aquí, o bien al contar el cuento entero aquí se detiene un momento el recitador, y al que pregunta: «¿Y el burro?», se le contesta: «Álzale el rabo y bésale el culo».
VI. CUENTOS DE ANIMALES
—Herrero, herrero, rompe cuchillo, que cuchillo no quiere matar burro, y burro no quiere beber agua, y agua no quiere apagar lumbre, y lumbre no quiere quemar palo, y palo no quiere pegar a perro, y perro no quiere comer lobo, y lobo no quiere comer oveja, y oveja no quiere comer malva, y malva no quiere limpiarme el pico y así no podré ir a las bodas del tío Francisco. Y el herrero dijo: —¡No quiero! Y fue el gallo adonde estaba la muerte, y le dijo: —Muerte, muerte, llévate herrero, que herrero no quiere romper cuchillo, y cuchillo no quiere, matar burro, y burro no quiere beber agua, y agua no quiere apagar lumbre, y lumbre no quiere quemar palo, y palo no quiere pegar a perro, y perro no quiere comer lobo, y lobo no quiere comer oveja, y oveja no quiere comer malva, y malva no me quiere limpiar el pico y así no podré ir a las bodas del tío Francisco. Y la muerte dijo: —¡No quiero! Y entonces fue el gallo adonde estaba Dios, y le dijo: —Dios, Dios, envía muerte a que se lleve a herrero, porque herrero no quiere romper cuchillo, y cuchillo no quiere matar burro, y burro no quiere beber agua, y agua no quiere apagar lumbre, y lumbre no quiere quemar palo, y palo no quiere pegar a perro, y perro no quiere comer lobo, y lobo no quiere comer oveja, y oveja no quiere comer malva, y malva no quiere limpiar el pico y así no podré ir a las bodas del tío Francisco. Y Dios envió la muerte. Y la muerte quería llevarse a herrero, y herrero quería romper cuchillo, y cuchillo quería matar burro, y burro quería beber agua, y agua quería apagar lumbre, y lumbre quería quemar palo, y palo quería pegar a perro, y perro quería comer lobo, y lobo quería comer oveja, y oveja quería comer malva. Y entonces malva fue y le limpió el pico al gallo, y de esta manera pudo ir a las bodas del tío Francisco. Soria, SORIA.
277. Llegó un gatu y mató al ratu Una vez estaben una vieya y un vieyu comiendo un bocau de queso. Y en esto vieno un rato y zampóyoslu. Llegó un gatu y mató al ratu, porque el ratu comió el quesu de la vieya y el vieyu. Llegó un perru y mató al gatu, porque el gatu mató al ratu, porque el ratu comió el quesu de la vieya y el vieyu.
Vieno un palu y mató al perru, porque el perru mató al gatu, porque el gato mató al ratu, porque el rato comió el queso de la vieya y el vieyu. Vieno el fueu y quemó al palu, porque el palu mató al perru, porque el perru mató al gatu, porque el gato mató el rato, porque el rato comió el quesu de la vieya y el vieyu. Vieno el agua mató al fueu, porque el fueu quemó al palu, porque el palu mato al perru, porque el perro mato al gato, porque el gana mato el rato porque el ratu comió el quesu de la vieya y el vieyu. Vieno un güé y bebió el agua, porque el agua mató al fueu, porque el fueu quemó al palu, porque el palu mató al perru, porque el perro mató al gato, porque el gatu mató el ratu, porque el ratu comió el quesu de la vieya y el vieyu. Vieno el oso y mató al güé, porque el güé bebió el agua, porque el agua mató al fueu, porque el fueu quemó al palo, porque el palu mató al perru, porque el perru mató al gatu, porque el gatu mató el ratu, porque el ratu comió el quesu de la vieya y el vieyu... —¿ónde íbamos? —Al oso. —Bésame en culo, goloso. Eduardo Martínez Torner, 1913. Llamo, ASTURIAS.
278. La calzaderilla Fui a la escuela y se me perdió una calzaderilla. Se la encontró mi perrilla; no me la quiso dar sin que yo le diera un bocadito de pan del arca. Fui al arca a que me diera el pan; no me lo quiso dar sin que le diera la llave de un herrero. Fui al herrero a que me diera la llave; no me la quiso dar sin que le diera carbón el carbonero. Fui carbonero a que me diera el carbón; no me lo quiso dar sin que le diera el zancarrón de un becerro el carnicero. Fui al carnicero a que me diera el zancarrón de un becerro; no me lo quiso dar sin que le diera la leche de una vaca. Fui a la vaca a que me diera la leche; no me la quiso dar sin que le diera la hierba del prado. Fui al prado a que me diera la hierba; no me la quiso dar sin que le diera el agua de las nubes. Fui a las nubes a que me dieran el agua; no me la quisieron dar sin que le diera la pluma de una paloma. Fui a la paloma a que me diera la pluma. La paloma me dio la pluma, yo les di la pluma a las nubes, las nubes
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
le dieron agua al prado, el prado le dio la hierba a la vaca, la vaca le dio la leche al carnicero, el carnicero le dio el zancarrón del becerro al carbonero, el carbonero le dio el carbón al herrero, el herrero le dio la llave al arca, el arca le dio el pan a la perrilla, y la perrilla dio mi calzaderilla, y yo me fui muy contento a la escuela.
dio la pluma al herrero, el herrero dio la llave al arquilla, el arquilla dio el pan a la perrilla, y la perrilla me dio mi calzaderilla. Garray, SORIA.
280. ¿De dónde vienes, ganso?
Calatañazor, SORIA.
279. La calzaderilla Yendo por al calle alante me encontré una calzaderilla. La cogió mi perrilla. Se la pedí a mi perrilla, no me la quiso dar sin darle el pan el arquilla. Fui a la arquilla a pedirle el pan; no me lo quiso dar sin darle la llave el herrero. Fui al herrero a pedirle la llave; no me la quiso dar sin darle la pluma el águila. Fui al águila a pedirle la pluma; no me la quiso dar sin darle el cascabel el gato. Fui al gato a pedirle el cascabel; no me lo quiso dar sin darle la leche la vaca. Fui a la vaca a pedirle la leche; no me la quiso dar sin darle la hierba el prao. Fui al, prao a pedirle la hierba; no me la quiso dar sin darle el agua las nubes. Fui a las nubes a pedirles el agua. Y las nubes dieron el agua al prado, el prado dio la hierba a la vaca, la vaca dio la leche al gato, el gato dio el cascabel al águila, el águila
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—¿De dónde vienes, ganso? —De tierras de garbanzo. —¿Qué traes en el piquito? —Un cuchillito. —¿Dónde lo has afilao? —En una tejita. —¿Y la tejita? —El agua la tiene. —¿Y el agua? —Los bueyes se la bebieron. —¿Y los bueyes? —Se fueron al monte a por leña. —¿Y la leña? —La vieja la ha quemao. —¿Y la vieja? —Está con los frailes. —¿Y los frailes? —Diciendo misa. —¿Y la misa? —Debajo de tu camisa Valladolid, VALLADOLID.
estudios de los cuentos de animales
L
os cuentos de animales se dividen en dos grupos generales, los cuentos totémicos que documentan tradiciones y mitos relacionados con los orígenes animales del hombre, y los cuentos esópicos, o apólogos, en los cuales los animales sienten, piensan, hablan y obran como seres humanos y racionales. Los primeros pertenecen a una época cuando el hombre salvaje y primitivo empieza a pensar en su origen y trata de explicar los fenómenos de la naturaleza que le rodea, y los segundos pertenecen a una sociedad ya civilizada y organizada, con sus leyes de conducta personal y social ya bastante bien desarrolladas. Los cuentos del primer grupo no tienen en Oriente y Europa la importancia de los del segundo. En Oriente y en Europa la mayoría de los cuentos de animales son cuentos esópicos, o apólogos. En ellos los animales obran como hombres de una sociedad organizada, llevan las virtudes y los vicios de los hombres y, en general, podemos sustituir en ellos hombres por animales y el cuento queda igual que antes en su significado moral. Hay versiones populares y tradicionales de cuentos que se diferencian sólo en el hecho de llevar unos caracteres animales y otros caracteres humanos como protagonistas. Los orígenes de los cuentos de animales de Europa, particularmente en su relación con los cuentos de animales de Oriente, han sido estudiados por Benfey en su magistral estudio del Panchatantra del año 1859, y por otros autores citados en nuestra bibliografía. Este estudio no nos pertenece ahora. Lo haremos para cada cuento o grupo de cuentos relacionados de nuestra colección. En nuestros cuentos populares españoles, sin embargo, hay un grupo tercero que contiene cuentos de animales que no pertenecen ni a uno ni a otro de los dos grupos generales
arriba mencionados, un grupo que contiene cuentos de orígenes y carácter muy diversos. Estos son algunas veces de origen oriental, otras veces de origen europeo, y en algunos casos cuentos formados en Europa de motivos o elementos orientales. Los cuentos de este grupo contienen muchas veces elementos de los del grupo segundo o esópico, y algunos de ellos se caracterizan por llevar al mismo tiempo caracteres humanos y animales, como algunos de los cuentos esópicos. El grupo especial de cuentos del sapo y la rana, Cuentos 233-245, tiene en España un desarrollo especial. Los cuentos de grupos A, B, C y D, Cuentos 199-245, son de carácter esópico o de apólogo oriental, y la mayoría de ellos, como más adelante veremos, son de origen esópico, clásico y oriental. Los orígenes de estos cuentos han sido estudiados por Benfey en la obra arriba citada, y también por otros eruditos. Para los grupos A y B véanse en particular los estudios de Foulet, Le Roman de Renard, Kaarle Krohn, Bär (Wolf ) und Fuchs, Paulin Paris, Les aventures de maitre Renart et d’Ysengrin son compère, suivies de nouvelles recherches sur le Roman de Renart, Léopold Sudre, Les sources du Roman de Renart, Lucien Walter Wienert, Die Typen der GriechischRömischen Fabel, citados en nuestra bibliografía. Según las opiniones más autorizadas, los cuentos europeos que podemos llamar esópicos, a los cuales pertenecen todos los de nuestros grupos A, B, C y D, Cuentos 199-245 y algunos otros de otros grupos, ya sea los literarios de la Edad Media, como los del poema francés Roman de Renart del siglo XIII y sus otras formas de Alemania y otros países, o los populares y tradicionales de colección moderna, son en su mayor parte de origen clásico y oriental. Muchos de ellos vienen directamente de fuentes esópicas clásicas, difundidos en la Edad Media por clérigos y maestros que sabían latín,
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
y los contaban para divertir o para satirizar las costumbres de su tiempo. Los cuentos esópicos pueden aprovecharse para satirizar la sociedad humana en todas las épocas por su carácter humano universal. En sus formas métricas llamadas fábulas las colecciones latinas de la Edad Media eran conocidas bajo los nombres de Aviano, Rómulo y Fedro, al lado de Esopo, y todas ellas llegaron a popularizarse de una manera extraordinaria. Pero todas estas versiones de origen latino medieval tienen su raíz en fuentes orientales mucho más antiguas, cuentos de animales venidos de India y Persia por intermedio de versiones griegas, judías y árabes. Estas llegaron a Europa durante la Edad Media por Bizancio, por Italia y Grecia, y más tarde por España, con los árabes. Pero también es cierto que muchos de los elementos o motivos fundamentales de estos cuentos son de origen oriental mucho más antiguo, motivos de cuentos que vinieron a Europa en tiempos prehistóricos con los mismos pueblos indoeuropeos que emigraron a Europa de Oriente y llevaron consigo sus lenguas, sus costumbres y sus tradiciones. En España el caudal de cuentos orientales es mucho más rico que en otras partes de Europa por razones que todo el mundo sabe. Los árabes dominaron en la Península Ibérica por muchos siglos, y durante los siglos X, XI y XII desarrollaron en España una cultura brillante, que influyó de una manera muy notable sobre la cultura hispana. En el siglo XII el judío converso Pedro Alfonso tradujo al latín la colección de apólogos orientales llamada Disciplina Clericalis, y si bien Juan de Capua dio a Europa una excelente traducción latina del Panchatantra en el siglo XIII en su Directorium vitae humane, una versión española traducida del árabe apareció en España en el mismo siglo, el Libro de Calila y Dimna. Ambas obras vienen de la versión árabe del siglo VIII de Abdalá Benalmocafa, hecha directamente de fuentes orientales sacadas del Panchatantra. Las fuentes esópicas clásicas, sin embargo, no se olvidaron en España. Algunos Esopos de la Edad Media llegan a España por medio de redacciones francesas, y Juan Ruiz los llama, como es natural, Ysopetes. Las fuentes hispánicas de los cuentos esópicos son, por consiguiente, muy numerosas. Llegan a España en épocas diferentes por caminos literarios y tradicionales, fuentes esópicas clásicas propiamente dichas, Aviano, Fedro, Rómulo, Esopo, los cuentos antiguos orientales del Panchatantra y otros libros por medio de la Disciplina Clericalis, el Libro de Calila y Dimna, el Libro de los Gatos, y otras obras semejantes, y por fin las antiguas tradiciones hispánicas de origen oriental prehistórico. Cuando estudiamos las versiones recogidas de la tradición oral moderna, hay que pensar también en las formas literarias popularizadas de los siglos
XV y XVI en adelante por medio de los Esopos. La primera edición española conocida de este nombre es la de 1489, reproducida en facsímile por la Academia Española con un interesante prólogo de Emilio Cotarelo4. Estudiaremos nuestros cuentos separadamente según sus tipos fundamentales.
A. El lobo Los cuentos de este grupo pertenecen a tipos muy diversos, y por eso será necesario estudiarlos según los tipos relacionados y no siempre según el orden que llevan en nuestra colección. Estos cuentos, en los cuales por regla general el lobo es vilmente engañado por la zorra (algunas veces los protagonistas son otros animales), una, dos, tres, cuatro, cinco o más veces, son tan numerosos que es imposible reunirlos todos. Por otra parte, los elementos o motivos fundamentales que los constituyen son tan diversos que su clasificación según tipos fijos definitivamente caracterizados es casi imposible. Los episodios más frecuentes, por ejemplo motivo G o variante, C o variante o L o variante, constituye algunas veces todo el cuento. El lobo puede ser engañado, como ya queda dicho, una, dos, tres, cuatro o más veces por la zorra, y el cuento puede llevar cualquier número de episodios, aun uno solo. Lo verdaderamente extraordinario es que, a pesar de este carácter episódico y circunstancial de las versiones, hay, al parecer, algunos tipos bien caracterizados.
B. La zorra Los cuentos de este grupo llevan de protagonista a la zorra en vez del lobo, pero son muy semejantes a los del grupo A. Nuestra división en los dos grupos A y B, según el protagonista, lobo o zorra, es un poco arbitraria. Los cuentos se dividen en grupos relacionados por sus elementos fundamentales, y hay grupos que contienen cuentos de ambas divisiones. Cuentos 213, 215, del grupo A, y Cuentos 217, 221, del grupo B, por ejemplo, están relacionados y hay que estudiarlos juntos. Teniendo en cuenta la presencia de elementos comunes a unas y otras versiones y la semejanza general de las trampas de que se vale la zorra para burlarse del lobo, y de los otros animales para burlarse de la zorra, yo he tratado 4
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El estudio definitivo y comparativo de esta primera edición española
de Esopo en su relación con los otros Esopos de Europa de los siglos anteriores y de los siglos XV y XVI está todavía por hacer.
Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
de hacer las clasificaciones más generales posibles de los elementos fundamentales de los cuentos que considero relacionados. Para los dos grupos A y B incluiré aun versiones semejantes de cuentos africanos y americanos que seguramente pertenecen a otros tipos de cuentos, mezclados con elementos de cuentos europeos de carácter esópico. Las versiones hispanoamericanas del cuento del Muñeco de brea, Cuentos 35, ya estudiado, terminan por regla general con elementos esópicos de nuestros grupos A y B y elementos nuevos tal vez de origen americano indio.
A. El lobo (y la zorra) 199. Buen día de vianda para el lobo 200. El lobo madrugador 201. El lobo, la chona y la zorra 204. El lobito de Sierra Morena BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia 159; Cabal 172-174; Calila e Dimna 23; Curiel. Merchán 139-141, 283-284; Espinosa, Castilla 30, 31; Isopo A III, 2, Extravagantes 1, 10; Isopo 1, III, 2, Extravagantes 1, 10; Isopo 2 III, 2, Extravagantes 1, 10; Isopo 3 III, 2, V, 1, 11; Isopo 4, 28; Libro de Buen Amor 264-269, 298-303; Libro de los Enxemplos 128; Samaniego V, 2; Sebastián de Mey 22, 27.—Españolas de América: Mason-Espinosa PRF V, 78, 79. —Portuguesa: RL XIV, 56-57.—Catalana: Llull 45-46.—Italianas: Archivio XXIV, 82-83; Esopo Zuccarino 42; Firenzuola 19; Galfredo 42; PMLA XXI, 246-247.—Francesas: Carnoy, Renart 21, 26-27, 27-28, 42, 61, 65, 75-76, 76; Corrozet 20, 32, 104; Esopo 281; Isopet I, 41, II, 23, III, 35; Isopet de Chartres 21; Isopet de Lyon 43; La Fontaine I, 390-393, III, 292-296; Marie de France, 93; Mélusine X, 157-158; Regnier 28-29; Roman de Renard II, 248-250, 251-253.—Flamenca: Wallonia II, 101.—Vascuence: Cerquand IV, 115.—Rumana: ZVFV IX, 87.—Latinas: Babrius 237-239; Dialogus Creaturarum 53; Disciplina Clericalis 4; Du Méril 195-196, 253, nota 4, 257-258; Grimm; Reinhart 429-431; Gualterius 42; Halm 334; Hervieux II, 173, 256, 272, 284-286, 304, 336-337, 405, 435, 470, 493, 532, 550-551, 583-584, 613-614, 682-683, 735, 752, IV, 365-366, 415, 447-448, V, 126, 375, 377, 461; Jacques de Vitry 197; Marie de France lxiii-lxiv; Novus Aesopus 24; Reinardus III, v. 1229-1758; Reinardus Vulpes I, 3; Romulus III, 2; Steinhöwel L42, L81, L90; Voigt 79; Wright, Latin Stories, Appendix, II, 9.— Alemanas: Anzeiger KDV, V, 452; Boner 82-84; Dähnhardt IV, 257-258; Fridank 196-197, 433, nota 141; Germania
XXIV, 412-414; Goethe, Reineke 139-142; Grimm 86; Grimm, Reinhart CCLXII; Haltrich 109, 114; Haltrich, Volkskunde 22a, 45-51, 51-53, 53-55; Hans Sachs IX, 140142, XVII, 459-464; Kuhn, Märkische 299-304; Lessing I, 28; Pauli 173; Ramler IV, 37; Reineke Fuchs VIII, 25-81; Reinke de Vos II, 6; Steinhöwel A81, A107a, A164b; Waldis, Esopus I, 63-65; Wendunmuth III, 128-129, IV, 271; Wolf, Hessische 419-421; Zaunert 204-207.—Inglesas: Aesop II, 128-129, 156-164; Croxall 128; Reynard The Fox 76-78; Townsend 153.—Inglesa de América: Coyote Wisdom 2124.—Escocesa: Campbell III, 110-111.—Eslavas: Archiv SP VII, 312; Böhm 54b; Gerber 32-33, 34; Hins 46-48; Krauss 1, 1-4; Léger 157-163.—Griegas: Aphthonius 9; Hahn 122-123.—Turca: Turkish Fables 18-19.—Árabe: Chauvin II, 87. —Berberiscas: Basset, Nouvelles 26-27, 43-44; Rivière 141-142.—Africana: Basset, África 25-27.— Indias: Panchatantra II, 37; Panchatantra, Alemany I, 49-51; Panchatantra, Lancereau I, 5; Thorburn 221-222.—China: Chavannes 346.—Clasificación y estudios especiales: AarneThompson 122A, 227; Bolte-Polívka II, 206-210; Chauvin II, 164-167; Gerber 47-48, 48-50, 65-66; Grimm, Reinhart CLXXXIII; Haltrich, Volkskunde 496-497, 513; JAOS XXXIX, 20; Panchatantra 1, 494-495; Sudre 333, 337-338; Thompson ENAI II, 438; Wallonia II, 101; Wesselski 250251; Thompson J624.1, J2137.6, K550, K561.1, K566, K579.5.1, K1021, K1021.1, K1021.2, K1121.1. Estos cuentos pertenecen a un grupo muy bien conocido de cuentos esópicos, cuyos elementos fundamentales son en su mayor parte de tradición europea literaria y esópica. Algunos de sus elementos se hallan en las colecciones más antiguas de las fábulas latinas de Aviano, Babrio, Fedro y Rómulo, pero algunos de sus elementos, elemento B3 por ejemplo, son de origen oriental y se hallan en el Panchatantra, Calila y Dimna, y sus imitaciones. Las mejores versiones, las más largas y completas, son las de los Esopos y las versiones hispánicas de la tradición moderna. Las versiones que yo he podido reunir de estos cuentos contienen entre unas y otras los siguientes motivos o elementos fundamentales: A. El lobo cree que su crepitus ventris es señal de buen agüero y que va a encontrar mucho que comer. A1. Ídem. Desprecia además unas mantecas que encuentra en el camino. B. El lobo se encuentra con una yegua y un potrillo. Va a comerse al potrillo, pero la yegua le ruega que le saque una espina de un pie, que lea una carta que lleva en el pie, o que vea si le falta un clavo a la herradura, y le da una coz que lo mata o lo deja medio muerto.
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
B1. El lobo va a comerse a una de las dos mulas de un muletero, pero éste le tira pan y tocino y se escapa con sus mulas. El tocino está sellado y el lobo no puede comer. B2. La mula o caballo le dice al león o lobo que su nombre está escrito en su pezuña. Va el león a leerlo y recibe una coz que le deja medio muerto. B3. El león o lobo, que pretende ser médico, encuentra al caballo y va a sacarle una espina de un pie (casi siempre es engaño del caballo), y recibe una coz que le deja medio muerto. C. El lobo va a comerse a dos carneros. Le ruegan ellos que les ayude a medir un prado, y casi le matan de un topetazo de entrambos. C1. El lobo va a comerse a un carnero. El carnero le ruega que le ayude a medir un prado, y casi le mata de un topetazo que le da contra un árbol. C2. El lobo va a comerse a una cabra. Va ésta a dar un salto para caer en su boca y le da un fuerte topetazo. C3. El lobo va a lamer la sangre que sale de las frentes de unos carneros que pelean a topetazos, y muere aplastado entre ellos. D. El lobo va a comerse a unos lechones. La puerca le ruega que los bautice primero, y así logra empujarle en el río, de donde el lobo sale medio ahogado. D1. Ídem. La puerca empuja al lobo en el rodezno de un molino, de donde sale muy mal herido. E. El lobo va a comerse a unas cabras. Le ruegan éstas que les ayude a cantar las vísperas o a cantar coplas, o que oiga o cante la misa con ellas. Aúlla el lobo y llegan unos hombres con sus perros y le matan, o se escapa muerto de miedo. E1. Ídem. Las cabras apedrean al lobo. E2. El lobo quiere comerse a una cabra. La cabra le ruega que la deje oír o cantar una o dos misas. Bala la cabra y llegan unos vecinos y le dan al lobo una buena paliza o lo matan. E3. El lobo quiere que una puerca le dé uno de sus porceles para comérselo. La ruega ella que se espere a que oigan misa. Gruñe la puerca y se acercan muchos cerdos y atacan ferozmente al lobo. E4. El lobo va a comerse a unos gansos. Le ruegan que los permita cantar o rezar antes de comérselos. Los gansos graznan y graznan hasta que el lobo se aburre y se va. E5. Ídem. Le ruegan que los permita llamar a sus parientes. Llegan otros animales y el lobo huye. E6. El lobo va a comerse a un gato. El gato le ruega que silbe mientras él baila. Llegan unos perros y hacen huir o matan al lobo. F. El lobo, desesperado, se echa debajo de un árbol, se lamenta de su mala suerte, y desea que le mate un rayo o un
cuchillo. Un leñero que está en el árbol deja caer su hacha, le da al lobo en la cabeza y le mata. F1. Ídem. El lobo queda vivo, pero muy mal herido. El tipo fundamental y completo es el que contiene todos estos elementos o variantes de ellos. Es, al parecer, un tipo de elaboración europea, hallándose solamente en las versiones de los Esopos del siglo XV en adelante y en la tradición moderna. La tradición moderna, particularmente la hispánica, conserva el tipo esópico de los siglos XV y XVI con tan notable fidelidad que no tenemos la menor duda de su origen literario. Los Esopos abundan por todas partes de Europa desde el siglo XV en adelante y sus cuentos siguen ejerciendo su influencia a través de los años. Sus primeras formas han seguido publicándose con cambios muy insignificantes. La versión española del año 1489, Isopo A de nuestra bibliografía, es con cambios insignificantes la misma que ve la luz en los siglos venideros, la del año 1818, por ejemplo, Isopo 2; y todas las redacciones españolas que derivan de Isopo A son en todos respectos idénticas a la edición latina y alemana de Steinhöwel del año 1474, o poco después, edición de Ulm sin año, pero antes de 1483, edición de Augsburgo. La edición latina de Steinhöwel es la más antigua redacción que aparece en Europa de los Esopos completos, tan populares del siglo XVI en adelante. Estos primeros Esopos europeos, y también los Isopetes franceses e italianos de los siglos XIII y XIV, como Isopet I, Isopet II, Isopet III, Isopet de Lyon, Galfredo, etc., de nuestra bibliografía, vienen directamente de fuentes clásicas. Babrio del siglo III, Aviano del siglo IV, Rómulo del siglo X, etc., y muchas otras obras latinas, tan populares en la Edad Media como los primeros Isopetes del siglo XIII, vienen de Fedro, el Phaedrus de nuestra bibliografía, que es la primera obra de Europa, siglo I, que reúne en una importante colección los cuentos esópicos. Phaedrus es en realidad el «Esopo» latino más antiguo de que tenemos noticias seguras. Sus fuentes orientales, Jatakas, Panchatantra, Calila y Dimna, etc., han sido ya mencionadas. La opinión de Jacobs (véase su edición del Esopo de Caxton, tomo I, páginas 34-40) de que Phaedrus se deriva de una obra griega de Demetrius Phalereus, que vivió hacia fines del siglo IV antes de Cristo, no ha sido aceptada por todos los folkloristas. Ya queda dicho que el tipo fundamental y completo del grupo de cuentos que ahora estudiamos, Cuentos 199, 200, 201, 204, contiene todos los elementos de nuestra clasificación o variantes de ellos. Este es Tipo I de este grupo, europeo medieval esópico. Las siguientes once versiones de nuestra bibliografía pertenecen a este tipo.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Tres versiones latinas medievales. Grimm, Reinhart 429-431: A1, B, C, D1, E, F. Hervieux II, 284: A1, B, C, D, E, F1. Steinhöwel L, 90: A, B, C, D, E, F1. Cuatro versiones hispánicas literarias esópicas. Isopo A, Extravagantes 10: A1, B, C, D1, E, F1. Isopo 1, Extravagantes 10: A1, B, C, D1, E, F1. Isopo 2, Extravagantes 10: A1, B, C, D1, E, F1. Isopo 3, V, 11: A1, B, C, D1, E, F1. Dos versiones castellanas de la tradición moderna. Cuentos 199: A1, B, C, D, E, F. Espinosa, Castilla 30: A1, B, C, D, E, F. Dos versiones alemanas literarias esópicas. Hans Sachs XVIII, 459-464: A, B, C, D, E, F1. Steinhöwel A, 164b: A, B, C, D, E, F1. Hay ocho variantes del Tipo I que omiten, tal vez por olvido, elemento A o elemento F o variante, o bien elemento D o E; es decir, llevan cinco de los seis elementos fundamentales del tipo. Una versión española del siglo XIV. Libro de Buen Amor: A, B, C, D1, E. Tres versiones españolas de la tradición oral moderna. Ampudia 159: A, B, C, D, F. Mason-Espinosa PRF V, 78: B, C, D, E, F. Mason-Espinosa PRF V, 79: B, C, D, E, F. Cuatro versiones alemanas modernas. Germania XXIV, 412-414 (contiene además elementos B, C5 de Cuentos 202, 203, 209, 223): A, B, C, D, F. Haltrich, Volkskunde 45-51: B, C, D, E, F. Haltrich, Volkskunde 51-53: B, C, D, E, F. Wolf, Hessische 419-421: A, B, C, E, F. Diecinueve versiones de nuestra bibliografía pertenecen al Tipo I, europeo medieval esópico fundamental, once completas y perfectas, seis de ellas hispánicas, y ocho casi perfectas, cuatro de ellas españolas. Diez de las versiones del tipo, 53%, son españolas. Las únicas versiones perfectas del tipo de la tradición oral moderna son dos castellanas, Cuentos 199 y Espinosa, Castilla 30. Hay que observar que en la tradición oral moderna todas las versiones hispánicas, excepto Espinosa, Castilla 30, Mason-Espinosa PRF V, 78 y tres de las europeas no hispánicas, elemento C viene inmediatamente antes en vez de después de elemento B. Cuentos 201 lleva el orden D, B, B1, C, E; Espinosa, Castilla 30 lleva el orden A, B, C, E, D, F; Mason-Espinosa PRF V, 78 lleva el orden D, B, E, C, F. Las versiones fragmentarias de dos, tres o cuatro elementos rara vez siguen el orden tradicional de los Esopos. Las siguientes versiones de nuestra bibliografía llevan solamente dos, tres o cuatro de los elementos fundamentales
del Tipo I. Todas son variantes más o menos fragmentarias del Tipo I o por lo menos en algunos casos, tal vez formas tradicionales que existieron antes de la formación del tipo perfecto. Ocho versiones con cuatro de los elementos fundamentales, versiones incompletas del Tipo I, cinco españolas y tres alemanas. Cuentos 200: A, B, C, D1. Cuentos 201 (contiene también elemento A7 de Cuentos 206, 207): B, C, D, E. Curiel Merchán 283-284: B, C, D, F. Cabal 172-174: A, B, C, F1. Espinosa, Castilla 31: B, C, D, F. Haltrich, Volkskunde 53-55: B, C, D, F. Kuhn, Märkische 299-304: B, C, D, F. Zaunert 204-207: B, C, D, F. Once versiones con dos o tres de los elementos fundamentales. Archivio XXIV, 82-83: C, D, E. Cerquand IV, 115: B, D, E. Cuentos 204: B, C1, E. Gerber 39: C2, D. Gerber 40: B, C2. Hins 46-48: C2, D. Krauss I, 4: B, C, F. Léger 157-161: B2, C2. Mélusine X, 147-158: B, D, E. RL XIV, 56-57 (contiene también elementos B, C2 de Cuentos 208): A, B1, D. Roman de Renart II, 248-250: B, C. Hay una versión extraordinaria del Tipo I, la hispánica extremeña de Curiel Merchán 139-141, que merece atención especial. Lleva elementos B, C, D, F1, en el orden D, B, C, F1; pero entre C y F1 lleva dos elementos nuevos y extraordinarios, el de un jamón y el de un queso que el lobo encuentra en el camino y que «hablan» y le aconsejan que no los coma, el jamón por salado y el queso por duro. Estos elementos extraordinarios podríamos clasificar como E7 y E8. No conozco otras versiones semejantes, pero no dudo que las haya en la tradición hispánica y en otras partes de Europa. Tres de los elementos de nuestro cuento, elementos B, C, E, o variantes de ellos, se hallan frecuentemente como cuentecillos o fábulas independientes. Ciento treinta versiones citadas en nuestra bibliografía llevan sólo uno de los elementos B, C, E, o variantes. De elemento E hay también muchas variantes que no citamos aquí porque pertenecen a otros tipos de cuentos, Cuentos 213, 215, 216, 217, 221, 225, que más adelante estudiamos. El más frecuente de
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
los tres elementos B, C, E, que se halla como cuentecillo independiente es elemento B, o variante, el cual ocurre en ochenta y ocho versiones, 67% de todas las que sólo llevan un elemento. Siguen C y E, o variantes, con veinticuatro y dieciocho versiones cada uno, respectivamente. De las ochenta y ocho versiones que sólo llevan elemento B o variante, veinte llevan elemento B, veintidós llevan elemento B2, y cuarenta y seis, o más de la mitad de ellas, llevan elemento B3. La mayoría de las últimas versiones se hallan en los fabulistas latinos y en los Esopos medievales. Es la fábula o cuentecillo del león y del caballo de Phaedrus III, 2, Romulus III, 2, Jacques de Vitry 152, Isopet I, 41, Isopet III, 35, Isopet de Lyon 43, Galfredo 42, La Fontaine V, 8, Isopo A, III, 2, Isopo 1, III, 2, Isopo 2, III, 2, Libro de Buen Amor 298-303, Sebastián de Mey 22, Steinhöwel III, 2, etc. De las veintidós versiones de B2 seis son sacadas de los Esopos, Extravagantes 1. Las veinte versiones de B se hallan en su mayor parte en la tradición moderna, pero hallamos algunas en versiones literarias de la Edad Media y del siglo XVI: Babrius 122, Carnoy, Renart 26-27, 42, 61, Hervieux II, 272, Sebastián de Mey 27. De las veinticuatro versiones de elemento C, o variante, doce llevan elemento C, nueve llevan elemento C3, dos C1, y una C2. De las doce que llevan elemento C ocho son esópicas de la Edad Media. Las nueve versiones de elemento C3 son todas orientales: Calila e Dimna 23; Chauvin II, 87, Firenzuola 8; Hervieux V, 126 (Johannis de Capua, Directorium humanae vitae, Capítulo II), 461 (Raimundi de Biterbis, Liber Kalilae et Dimnae, Capítulo IV); Panchatantra I, 4; Panchatantra, Alemany I, 4; Panchatantra, Lancereau I, 5; y la interesante variante de Chavannes II, 346 (Un viajero va a pasar por entre dos cabras que pelean y éstas le dan un fuerte topetazo). Las dos versiones de C1 son esópicas de la Edad Media, Carnoy, Renart 42, y Reinardus III, 1229-1758, y la versión C2 es de la tradición moderna de Estonia, Dähnhardt IV, 257-258. De las dieciocho versiones de elemento E, o variante, siete llevan elemento E, cuatro llevan E4, dos llevan E5, dos llevan E6, dos llevan E2, y una lleva E3. De las siete versiones de E, tres son esópicas medievales, Du Méril 252, Hervieux II, 550-551, 613, IV, 415, y dos son de la tradición moderna, Haltrich 109, Voigt 79. Todas las demás son de la tradición moderna, excepto la de E2, Hervieux II, 613-614, la de E3, Hervieux II, 784, una de las de E5, Hervieux 447-448, y las dos de E6, Hervieux IV, 415, Pauli 173. Para la bibliografía de los diversos cuentos que llevan elemento E4 con otros ajenos a nuestros Cuentos 199, 200, 201, 204, véase en particular Bolte-Polívka II, 206-210.
Nuestro Tipo I fundamental y primitivo, con elementos A, B, C, D, E, F, algunos en alguna que otra variante, es un cuento de formación occidental. Lo hallamos en nuestra bibliografía en once versiones perfectas, como ya queda dicho, seis de ellas hispánicas, y en ocho versiones en las cuales sólo falta uno de los elementos, versiones casi perfectas, cuatro de ellas españolas. Hay además en nuestra bibliografía ocho versiones bastante completas que llevan cuatro de los seis elementos fundamentales, cinco de ellas hispánicas. Es un tipo que se formó en Europa de elementos de origen esópico griego y latino y de origen oriental. Es un cuento europeo y no se halla en su forma fundamental en ninguna versión oriental antigua o moderna. La más antigua versión perfecta del tipo I que conocemos es la latina medieval de mediados del siglo XV de Hervieux II, 284, Monachii Romuleae et Extravagantes Fabulae 36 (De infortunio lupis). Unos años más tarde lo encontramos en los primeros Esopos. La más antigua versión que yo conozco que lleva por lo menos cinco de los seis elementos fundamentales del tipo perfecto, es la española del siglo XIV de Juan Ruiz, Libro de Buen Amor 766-779, con elementos A, B, C, D1, E. De las veintisiete versiones del Tipo I, versiones perfectas once, casi perfectas ocho (con cinco de los seis elementos), y bastante completas ocho (con cuatro de los seis elementos), quince, o sea el 55% de todas, son hispánicas. No entra en esta cuenta la extraordinaria versión de Curiel Merchán 139-141. Nuestra versión castellana 199 y la castellana de Espinosa, Castilla 30, son, como ya queda dicho, las únicas versiones perfectas de la tradición moderna. La versión de cinco elementos de Juan Ruiz, ya citada, es la más antigua de Europa. Este famoso cuento esópico formado en Europa de elementos clásicos griegos, latinos y orientales, puede ser un cuento hispánico en su origen y formación.
202. El lobo desollado vivo 203. El lobo pierde el rabo 209. El lobo va a comer gallinas 211. El lobo engañado por la zorra y el león 223. La rapiega y la raposa BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Cabal 233; Curiel Merchán 49-50, 241-242; Espinosa, Castilla 1, 2, 3, 4, 202 (última parte); Isopo A, Extravagantes 9; Isopo 1, Extravagantes 9; Isopo 2, Extravagantes 9; Isopo 3, V, 9.—Españolas de América: Espinosa SFNM 110; Mason-Espinosa PRF V, 40; Tía Panchita 163-167.—
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Portuguesas de Brasil: Smith 555-556, 558.—Italianas: Anderson, Novelline 66; Archivio V, 207; Pitré IV, 177-179, 186-187.—Francesas: Adam 50; Bozon 64-65; Carnoy, Renart 20, 31-32, 44-45, 58, 65, 67-68, 86; Cosquin II, 159, 161; JREL IX, 399-400; Le Bestiaire 1, 1307-1340, 2, 1775-1796; Marie de France 59; Mélusine X, 211-212; Rolland I, 150; Roman de Renard I, 131-136, III, 377-510, VI, 755-766, XIV, 557-617; RTP II, 231, III, 615-616, XXII, 326-328; Sébillot, Folklore III, 64; Sébillot, Landes 273-274; Sébillot, Provinces 336.—Francesa de Luisiana: Fortier 109-110, 115-116.—Flamencas: Dähnhardt IV, 228-229; Laport 2, 2A.—Bretonas: RTP I, 364; Sébillot, Traditions II, 117.—Retorromana: Dähnhardt IV, 222.— Latinas: Aelianus VI, 24; Grimm, Reinhardt 425-427; Hervieux II, 282, 308-309, IV, 220, 303; Odonis de Ceritona 74; Phaedrus, Appendix 22; Reinardus Vulpes I, 2; Steinhöwel L89.—Alemanas: Bechstein, Märchenbuch, 112-114; Bolte-Polívka II, 109, 112-113; Cosquin II, 159160; Firmenisch I, 352, III, 172-173, 842; Fischer 249251; Germania XXXIII, 265-266; Goethe, Reineke, 7-8, 211-212; Grimm, Reinhart cclxxxvi-cclxxxviii; Haltrich, Volkskunde 5 (ii), 35-36, 37-39, 44-45; Hans Sachs FS V, 300-302; Haupt II, 208-209; Jahn 439-441, 443; Kuhn, Märkische 297-299; Lemke II, 219-221; Physiologus 31; Reinhart Fuchs 720-804; Reinke de Vos IV, 1; Steinhöwel A89; Strackerjan II, 94; Veckenstedt 6; Waldis, Esopus I, 380-382, II, 177-180; Wisser 3, II, 37; Woeste 39-40; ZVFV XV, 345-346.—Danesa: Folkeminnelag I, 36.— Noruegas: Dähnhardt IV, 222; Dasent 210.—Suecas: Dähnhardt IV, 222, 223, 226, 227.—Holandesas: Dähnhardt IV, 222, 228; Reinaert de Vos 6283-6354; Volkskunde II, 65-66.— Inglesas: Aesop V, g; Reynard The Fox 119-120.—Escocesas: Campbell I, 280-281, 286-287; Dähnhardt IV, 221.— Irlandesa: Jacobs 5, 38.—Inglesas de América: JAFL XXX, 214-215, XLVII, 291.—Finlandesas: Dähnhardt IV, 250; Germania XV, 162-168; JSF VI, 46; Krohn 121-122; Poestion 7-9, 17-18.—Eslavas: Archiv SP XVII, 583; Dähnhardt IV, 223, 227, 230, 255-256, 256; Gerber II, 12-13, 15; Gubenatis II, 128-129, 129; Hins 24-28; Jurkschat I, 9; Krauss, I, 8; Krilof 113-114; Léger 219-222.—Griegas: Garnett II, 325-328, 333; Hahn 86.— Judías: Berachja 99; Bolte-Polívka IV, 342 (99); Jacobs 6, 170-172.—Africanas: Basset, Africa 145; Bleek 16-17; Cosquin II, 160; Dähnhardt IV, 224-225; Ellis 2, 294-275; Jacottet I, 14-16; JAFL XXVI, 8-9.—Africanas de América: Harris 1, 120-124; Harris 2, 17, 306; JAFL IV, 52-53, XII, 112-113, XXVI, 6, XXX, 172-173, XXXII, 395, XXXIV, 2, 67, XXXV, 276-277, XL, 220, 232, XLI, 511-512; Jones 41, 90-91; Parsons, Andros 10-11, 88-89 (i), 89 (ii), 89 (iii);
Parsons, Sea Islands 25 (i), (ii), 26; South Carolina Folktales 40-41.—Antillanas: Parsons, Antilles I, 100-101, 117118.—India: Parker 209-210.—Indias de Norteamérica: Adamson 43; Boas, Salishan 62, 169; CNAE VI, 98, 570571; Dorsey, Caddo 55; JAFL VI, 179-180, 180, XIV, 248, XV, 173, XXVI, 72-75, XXVIII, 256, XXIX, 327328, 408-409, XXXI, 230-231, XXXVI, 371-372; RBAE II, 77.—Tártara: Dähnhardt IV, 224.—Clasificación y estudios especiales: Aarne-Thompson 1, 2; Archiv SP VII, 312-313, XVII, 582, XIX, 249; Dähnhardt IV, 219-231; Fortier 109; Grimm, Reinhart ccxvii; Hackman 1; Hanauer 273-274; Harris 1, xi, 72-75; JAFL XXXIV, 11-12; Köhler I, 69-70, 197; Krohn 25-54; Müllenhoff 606; Orient und Occident II, 305-313; Panchatantra I, 179-184; Parker 209-210; Parsons, Andros 10; Philologus VIII, 134; Smith 554-555; Sudre 159-179; ZRPh XV, 348-352; Thompson K371.1, K1021, K1021.2, K1026. Estas cinco versiones españolas pertenecen a un grupo de cuentos que llevan uno, dos o los tres de los siguientes elementos fundamentales, o variantes de ellos: A. La zorra o la liebre, u otro animal, se hace la muerta para robar, y unos arrieros la suben en su carro lleno de quesos, pan o peces. La zorra o liebre tira mucha comida del carro y se escapa para comérsela después. A1. Ídem. La zorra se atraca de comida y se escapa. A2. La zorra o liebre salta sobre un carro lleno de quesos, pan o peces. Tira mucha comida del carro y se escapa. A3. La zorra roba fruta, quesos o peces a unos arrieros. Aconseja al lobo que se haga el muerto para que le suban al carro y así podrá robar. Los arrieros cogen al lobo. A4. La zorra se hace la muerta y unos arrieros la suben en su carro lleno de quesos, pan o peces. Tira mucha comida, pero un lobo que la sigue se la come toda. A5. La liebre se hace la muerta varias veces. La zorra va a levantarla y la liebre le roba su comida. A6. El lobo u otro animal se hace el muerto. Un arriero se lo lleva a su casa. El lobo se come al arriero y a sus cerdos. A7. El lobo, u otro animal, se hace el muerto y así logra coger a otro animal. A8. Un jaguar, u otro animal, se hace el muerto para coger a la zorra. La zorra le da una coz en la panza y se escapa. A9. El lobo, u otro animal, se hace el muerto para robar quesos, pan o peces. Unos arrieros le cogen. A10. Un animal imita al animal de elemento A. Un arriero pasa por encima de él con su carro. B. El lobo y la zorra van al río o a una laguna a coger peces. La zorra ata una cesta a la cola del lobo para que entre
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
en el agua a coger peces. Mientras el lobo pesca, la zorra le llena la cesta de piedras. B1. Ídem. El lobo entra a coger peces en una cesta, y la zorra la llena de piedras. B2. Ídem. La zorra ata una olla al cuello del lobo, y después la llena de piedras. B3. La zorra, el lobo u otro animal va a coger peces con la cola. La cola se le hiela en el río. Por fin se escapa, algunas veces sin cola. B4. El lobo, u otro animal, bebe agua de un río o de una laguna. Se hiela la cola en el río, y otro animal se la corta para que se suelte. B5. El lobo, u otro animal, cubre la luna (otro animal le dice que es un queso) sobre el hielo. Se le hiela la cola, y cuando quiere escaparse se le arranca. B6. El lobo, u otro animal, va a coger peces con la cola. Algunos peces pican y el lobo los coge y se los come. B7. El lobo roba agua con un cubo atado a la cola. Un pez o cangrejo le corta la cola. C. El lobo, u otro animal, es desollado vivo, excepto las patas y la cabeza (las calzas y el sombrero). C1. Ídem. Cuando el lobo encuentra a la zorra quiere vengarse, pero la zorra le hace pasar por un zarzal donde se pica y muere. C2. Los vecinos matan al lobo. C3. El lobo se ahoga en el agua. C4. El lobo se escapa medio ahogado y sin rabo. C5. El lobo recibe una fuerte paliza, pero se escapa, algunas veces sin rabo. C6. Se le deshiela la cola al lobo y se escapa. Hay tres grupos importantes de todos estos cuentos: Grupo I. Las versiones de este grupo contienen elementos A y C, o variantes de ellos. Algunas veces falta elemento C. Es el cuento de la zorra que se hace la muerta para robar comida, algunas veces con la paliza o muerte del lobo, u otro animal, que quiere imitarla, Aarne-Thompson 1. Grupo II. Las versiones de este grupo contienen elementos B y C, o variantes. Algunas veces falta elemento C. Es el cuento del lobo pescador con el rabo engañado por la zorra, Aarne-Thompson 2. Grupo III. Contienen las versiones de este grupo elementos A, B, C, o variantes. Combinan elementos de los cuentos de los Grupos I y II. Las versiones de los tres grupos que yo he podido examinar son doscientas seis. El número de versiones hispánicas es
muy reducido, solamente diecinueve. Los tipos de cada uno de los grupos son muy diversos. Examinaremos cada grupo aparte para establecer los tipos importantes de cada uno. Grupo I, con ochenta y cuatro versiones, siete de ellas hispánicas. Los tipos que ocurren con mayor frecuencia, al parecer los tipos fundamentales, son los siguientes: Tipo A7, con 18 versiones, o sea el 21,4%. Tipo A5, con 14 versiones, o sea el 16,6%. Tipo A3, C5, con 13 versiones, o sea el 15,4%. Tipo A, con 8 versiones, o sea el 9,5%. Tipo A4, con 6 versiones, o sea el 7%. Las versiones del tipo predominante A7 tienen una extensión geográfica muy notable fuera de Europa. Hay versiones africanas, orientales, caribes e indias de América. Las versiones europeas son solamente cinco, dos de ellas latinas medievales y ninguna hispánica. Cito a continuación las dieciocho versiones: Carnoy, Renart 65, 86; Ellis 2, 274-275; Hervieux IV, 220 (Odonis de Ceritona 49), y 303 (Odonis de Ceritona, Parabolae 99); Jacottet 14-16; JAFL IV, 52, y 52-53, XXVI, 8-9, XXXI, 230-231, XXXVI, 37-72, XLI, 511-512; Laport 2A; Le bestiaire 1307-1340; Parsons, Andros 43, I, II y III; Parsons, Antilles I, 100-101. Las versiones del Tipo A5 son casi todas africanas o de origen africano: Fortier 109; Hackman 1; Hanauer 273274; Harris, Introducción xi, y 72-75; JAFL XXX, 172173, XXXIV, 11-12, XL, 232; Parker 209-210; Parsons, Andros 8; Parsons, Antilles I, 117-118; Smith 554, 555, 558. No hay versiones hispánicas. Las versiones del Tipo A3, C5 son africanas, indias de América y europeas: CNAE VI, 570-571; Cosquin II, 160; Firmenisch I, 352; Fortier 115-116; Harris 2, 17; JAFL XIV, 248, XXXII, 395; Parsons, Sea Islands 25, II; Roman de Renart VI, 755-766, XIV, 557-617; RTP III, 615-616; Sébillot, Landes 273-274; Waldis, Esopos IV, 73. Las siete versiones hispánicas de este grupo no pertenecen a ninguno de los tipos importantes arriba establecidos. Las versiones hispánicas son las siguientes: Cuentos 202, con elementos A3, C1; Curiel Merchán 49-50, con elementos A3, C, y 241-242, con elementos A3, C, C1; Espinosa, Castilla 1, con elementos A3, C; Espinosa, Castilla 2, con elemento A1; Espinosa. SFNM 110, con elementos A4, C; Tía Panchita 163-167, con elementos A, A10, C5. La última versión se halla en forma casi idéntica en una versión alemana, Jahn 556, y en una africana de América, Parsons, Sea lslands 26.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Cuatro de las siete versiones hispánicas del Grupo Primero, o sea el 57%, pertenecen al Tipo A3, C o C1. Grupo Segundo, con ochenta y seis versiones, siete de ellas hispánicas. Hay tipos muy diversos, dos de ellas de frecuencia notable: Tipo B3, con 29 versiones, o sea el 34%. Tipo B3, C5, con 20 versiones, o sea el 23%. Tipo B, C5, con 13 versiones, o sea el 15%. Tipo B5, con 4 versiones, o sea el 5%. Las versiones del tipo más importante del grupo, B3, son principalmente indias y africanas de América y de la Europa septentrional: Adam 50 (con elementos de Cuentos 214); Adamson 43; CNAE VI, 98; Cosquin II, 161; Dähnhardt IV, 222 (tres versiones germánicas), 222-223, 223 (dos versiones de Estonia), 228-229; Dasent 23; Firmenisch III, 842; Folkeminnelag I, 36; Goethe, Reineke XI, 1-19; Gubernatis II, 129; JAFL XXVIII, 256, XXIX, 408-409, XXX, 214-215, XXXIV, 12, 67, XLVII, 291; Lemke II, 219-221; Reinardus Vulpes I, 2; Reinke de Vos IV, 1; Volkskunde II, 6566; Waldis, Esopus III, 91; Wisser 2, II, 37; Woeste 39-40. Las versiones del importante Tipo B3, C5 son en su mayor parte europeas de tradición latina medieval y moderna, con alguna que otra versión oriental o africana: Bolte-Polívka II, 112-113; Carnoy, Renart 20 (versión latina), 44-45; Dähnhardt IV, 224, 250, 256; Firmenisch III, 172-173; Germania XV, 162-168, XXXIII, 265-266; Gubernatis II, 128-129; Haltrich, Volkskunde 7; Hans Sachs FS V, 300-302; Harris 1, 120-124; Laport 2; Odonis de Ceritona 74; Reinaert de Vos 6283-6354 Reinhart Fuchs 720-804; Reynard The Fox 119-120; Roman de Renart III, 377-510; Sébillot, Folklore III, 64. Las versiones del Tipo B, C5 son en su mayor parte esópicas medievales y del siglo XVI. Cuatro de ellas son de los Esopos españoles antiguos y modernos. Hay que advertir que las versiones de los Esopos y nuestra versión 211 van seguidas por el cuento del león enfermo, Cuentos 210, 211, que más adelante estudiamos. Siguen las versiones de este tipo: Aesop V, 9; Anderson, Novelline 66; Cuentos 211; Hervieux II; 282-283, 308; Isopo A, Extravagantes 9; Isopo 1, Ibíd.; Isopo 2, Ibíd.; Isopo 3, V, 9; JAFL XXVI, 6; Marie de France 59; RTP II, 231; Steinhöwel, Extravagantes 9. Al Grupo Segundo pertenecen siete versiones hispánicas: las cuatro versiones de los Esopos y Cuentos 211 del Tipo B, C5 que acabamos de citar, y dos que no pertenecen a ninguno de los tipos importantes, nuestra
versión castellana Cuentos 209 y la asturiana de Cabal 233, las dos del Tipo B1, C3. Este último es, al parecer, un tipo hispánico bien caracterizado. No conozco versiones semejantes. Grupo Tercero, treinta y seis versiones, cinco de ellas españolas. Hay por lo menos cuatro tipos importantes: Tipo A, B3, con 9 versiones, o sea el 25%. Tipo A, B3, C2 ó C5, con 10 versiones, o sea el 28%. Tipo A, B o A, B y C2, C3, C4 ó C5, con 7 versiones, o sea el 19%. Tipo A2, B3 ó A2, B3, C5, con 4 versiones, o sea el 11%. Las versiones del Tipo A, B3 son todas europeas o de origen europeo, dos de ellas hispánicas: Cuentos 223; Mason-Espinosa PRF V, 40; Dähnhardt IV, 227-228 (dos versiones); JAFL XXIX, 327-328; Jahn 557; Léger 219222; Poestion 1, 2. Las versiones del Tipo A, B3, C2 ó C5, son también todas europeas: Cosquin II, 159-160; Fischer 249-251; Gerber 1; Grimm, Reinhart Fuchs cclxxxvi-cclxxxvii; Hins 24-28; Jacobs 6, 170-172; Krohn 121-122; Kuhn, Märkische 15; RTP XXII, 326-328; ZVFV XV, 345-346. Las siete versiones del Tipo A, B o A, B y C2-C5 son todas de la tradición moderna de Europa, tres de ellas españolas: Cuentos 203; Espinosa, Castilla 3, 4; Cosquin II, 159; Dähnhardt IV, 226-227; Gerber 6; Pitré IV, 277 Las tres versiones españolas llevan elementos A, B, C4. La versión de Espinosa, Castilla 4 lleva además elemento C, y elemento E de Cuentos 214 (F de Cuentos 267). De nuestras cuatro versiones del Tipo A2, B3 ó A2, B3, C5, dos son europeas, Haupt II, 208-209, y Veckenstedt 6, las dos con elementos A2, B3; y dos son indias de América, JAFL VI, 179-180, y 180, con elementos A2, B3, y A3, B3, C5, respectivamente. Las cinco versiones españolas de este grupo, por consiguiente, pertenecen a tipos importantes y bien caracterizados. Cuentos 203 y Espinosa, Castilla 3, 4, pertenecen al Tipo A, B, C4; Cuentos 223 y Mason-Espinosa PRF V, 40 pertenecen al Tipo A, B3. De las diecinueve versiones hispánicas que pertenecen a los tres grupos, solamente diez pertenecen a tipos importantes de nuestra clasificación, Cuentos 211 y las cuatro versiones de los Esopos españoles antes citados, Tipo B, C5 del Grupo Segundo, todas seguidas del cuento del león enfermo, Cuentos 210, 211, y las cinco del Grupo Tercero que acabamos de citar. De las cinco versiones españolas nuestras, Cuentos 202, 203, 209, 211 y 223, solamente Cuentos 203, 211 y 223 pertenecen a tipos arriba establecidos para la
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
tradición general de Europa y Oriente, Tipo A, B, C4 del Grupo Tercero, Tipo B, C5 del Grupo Segundo y Tipo A, B3 del Grupo Tercero, respectivamente. Cuentos 202, con elementos A3, C1 del Grupo Primero, y Cuentos 209, con elementos B1, C3 del Grupo Segundo, no pertenecen a tipos importantes de nuestra clasificación. Cuentos 207, que estudiamos más adelante, empieza con elemento A, pero pertenece en realidad al Grupo Primero de Cuentos 206, 207, terminando con elementos A2, C2 de esos cuentos. A continuación doy una clasificación separada de las diecinueve versiones hispánicas. Todas son españolas, a excepción de una versión esópica catalana: tres esópicas literarias, doce españolas peninsulares y tres españolas de América. Hago la clasificación según la importancia de los tipos, sin tener en cuenta los grupos generales. Al Tipo B, C5 (y el episodio del león enfermo de Cuentos 210, 211) pertenecen cinco versiones: Cuentos 211; Isopo A, Extravagantes 9; Isopo 1, Extravagantes 9; Isopo 2, Extravagantes 9; Isopo 3, V, 9. Al Tipo A3, C o C1 pertenecen cuatro versiones castellanas: Cuentos 202; Curiel Merchán 49-50 y 241-242; Espinosa, Castilla 1. Al Tipo A, B, C4 pertenecen tres versiones, una andaluza y dos castellanas: Cuentos 203; Espinosa, Castilla 3, 4. La versión de Espinosa, Castilla 4 lleva además elemento E de Cuentos 214, como ya queda dicho. Al Tipo B1, C3 pertenecen dos versiones, una asturiana y una castellana: Cabal 233; Cuentos 209. Al Tipo A, B3 pertenecen dos versiones, una asturiana y una portorriqueña: Cuentos 223; Mason-Espinosa PRF V, 40. Al Tipo A1 (fragmentario seguramente) pertenece una versión castellana: Espinosa, Castilla 2. Al Tipo A4, C pertenece una versión nuevomejicana: Espinosa SFNM 10. Al Tipo A, A10, C5 pertenece una versión costarricense: Tía Panchita 163-167. Para más detalles sobre los orígenes y la difusión de los elementos de todos estos cuentos en tradición de Oriente y de Europa, con abundantes notas bibliográficas, véanse en particular las obras siguientes: Archiv SP VII, 312-313, XVII, 528, XIX, 249; Dähnhardt IV, 219-225, 230-231; Köhler I, 69-70, 197; Krohn 25-54; Orient und Occident II, 305-313; Benfey, Panchatantra I, 179-184; Philologus VIII, 134; Sudre 159-179 (discute los orígenes etiológicos de algunos de los elementos o motivos fundamentales); ZRPh XV, 348-352; y Thompson K371.1, K1021, K1021.2, K1026.
205. El lobo va a comer gallinas BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia 166; Isopo A, Extravagantes 12; Isopo 1, Extravagantes 12; Isopo 2, Extravagantes 12; Isopo 3, V, 14.—Españolas de América: Espinosa SFNM 106, 110; Teotihuacán 303, 304.—Portuguesa: Braga II, 247.— Portuguesa de las islas de Cabo Verde: Parsons, Cape Verde 7.—Italianas: Anderson, Novelline 65, 66; Archivio V, 206207; FL XXXIX, 241-243; Weber 345-346.—Francesas: Adam 416; Bladé III, 159-162; Bladé, Agenais 26-28; Bozon 184-186; Carnoy, Renart 35, 35-36; 50, 54, 5859, 66-67; Cosquin II; 156-159; Esope 30, 107; Historia Francorum 108; JREL IX, 400; La Fontaine I, 251-253; Rolland I, 149; Roman de Renard VI, 231-279, XIV, 199540, 647-813; RTP XIX, 212; Sébillot, Folklore III, 68-69; Sébillot, Provinces 65, 320-323.—Francesa de Luisiana: JAFL LVI, 43-44.—Flamenca: Laport 41.—Bretona: RTP XXIII, 91-92.—Latinas: Babrius, Aesopus 86; Catalogue of Romances III, 374; Dähnhardt IV, 233; Hervieux IV, 198, 324, 407, 437; Horacio, Epist. I, 7, 29-33; Jacques de Vitry 174; Migne XXII, 726; Speculum Sapientiae III, 12.—Alemanas: Alberus 28; Bolte-Polívka II, 108-109; Curtze 173-176; Fischer 251-254; Germanía II, 306; Goethe, Reineke III, 108-331; Grimm 73, 74; Grimm, Reinhart cclxv, 499-560; Haltrich, Volkskunde 31-33, 41-43; Hans Sachs FS I, 183-184, 244; Jahn I, 441-444, 444-446; Kuhn, Märkische 296-297; Lemke II, 220-221; Steinhöwel pág. 222; Veckenstedt 423; Wackernagel II, 257, Waldis Esopus I, 80-81, III, 93; Wendunmuth VII, 44; Wisser 2, 32-34; ZDMG XII, 153, XLVIII, 396.— Holandesa: Reinaert de Vos 1519-I581.—Inglesa: Reynard the Fox 30-31.—Eslavas: Afanasiev II, 43-44; Dähnhardt IV, 255-256; Jurkschat 1, 38-40; Krauss I, 7.—Griegas: Garnett II, 331-332; Hahn 86, 94; RTP VIII, 30-31, 321-322.—Árabe: Chauvin III, 49-50.—Judía: ZVFV VI, 150.—Africanas: Frobenius XII, 291-292, 327, 327-328.—Africana de América: JAFL XXXII, 400.— Indias: Panchatantra V, 7; Panchatantra, Alemany V, 7; Panchatantra, Lancereau V, 7.—Indias de Norteamérica: JAFL XXIX, 327-328.—Persas: Chauvin III, 45; Clouston, Persian Garden 241-243.—Clasificación y estudios especiales: Aarne FM 100; Aarne-Thompson 36, 41; BoltePolívka IV, 318, IV, 332; Bozon 296-297; Chauvin III, 45, 49-50; Dähnhardt IV, 232-235; FFC XXVIII, 71-77, LVI, 60; Grimm, Reinhart cclxv; Köhler I, 105-108; Krohn 8993; Roman de Renart IV, 704-730, XIV, 202-538; Sébillot III, 66-67, 365; Sébillot, Folklore III, 68-69; Sudre 237249; Thompson ENAI 438; Veckenstedt 97; ZDMG XII,
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
153-155; ZRPh XV, 172-177; Thompson J581.1, J2137.6, K1022, K1022.1, K1384. Pertenece esta preciosa versión sevillana a un grupo de cuentos en los cuales un lobo, u otro animal, va a robar gallinas, generalmente acompañado de otro animal, o bien va a una boda u otro sitio invitado por otro animal a atracarse de comida, y come tanto que no puede salir por el agujero por donde ha entrado, Aarne-Thompson 41, o insiste en «cantar» después de comer, Aarne-Thompson loo. Llegan los vecinos y cogen al lobo, y en la mayoría de las versiones le dan una fuerte paliza o le matan, elementos C2 y C5 de Cuentos 202, 203, etc. Las versiones que yo he podido examinar de estos cuentos llegan a ciento tres, diez de ellas hispánicas. Contienen entre unas y otras los siguientes elementos o motivos fundamentales: A. El lobo y la zorra van a un gallinero o a una boda a robar gallinas u otra comida. El lobo come tanto, que no puede salir donde ha entrado. A1. El lobo solo va a robar gallinas. Come tanto, por el aguiero por donde ha entrado. A2. El lobo es cogido cuando vuelve a robar gallinas por segunda vez. A3. El lobo o zorra se mete en el hueco de una encina a comerse las provisiones de unos pastores. Come tanto que no puede salir. A4. Una culebra se mete en un botijo de vino, y bebe tanto, que no puede salir. A5. Un lobo, u otro animal, generalmente por consejo de otro animal, mete la cabeza, o pies y cabeza, en una trampa buscando comida, y allí se queda cogido. A6. Ídem. La trampa es una cuña en un árbol. A veces otro animal le empuja en la cuña. B. El lobo, u otro animal, va a comer en casa de un perro. Insiste en «cantar» después de comer, y llegan los vecinos y le cogen. Versión hay en la cual los dos animales bailan y cantan. B1. El asno se escapa de su casa y se asno y el amo los coge a los dos. B2. El lobo toca la flauta por la cabra. [Véase también elementos E y variantes de Cuentos 199, etc.] C. El lobo es desollado vivo, excepto las patas y la cabeza (las calzas y el sombrero). Elemento C de Cuentos 202, 203, etc. C1. Ídem. Cuando encuentra a la zorra quiere vengarse, pero la zorra le hace pasar por un zarzal donde se pica y muere. C2. Los amos del gallinero o corral, o unos vecinos, hallan al lobo encerrado en el corral y lo matan.
C3. El lobo recibe una fuerte paliza, pero se escapa; o el asno recibe una paliza al volver a casa. C4. Cogen al lobo y lo tienen de esclavo. Al fin se escapa. C5. La zorra, u otro animal, se escapa, pero muy mal herida. C6. Ayunando, o vomitando, el lobo, culebra, o el animal que sea, por fin logra salir del agujero, botella, etc. C7. La zorra se hace la muerta. El amo de gallinero o corral la tira fuera para enterrarla, y entonces la zorra se escapa. Véanse elementos A y variantes de Cuentos 202, 203, etc. C8. El animal cogido en la trampa de elementos A5 y A6 es violado por otro animal. Véase Aarne-Thompson 36, Thompson K1384. Nuestras ciento tres versiones se dividen en dos grupos. Las del Grupo Primero llevan elementos A y C, o variante de ellos, y las del Grupo Segundo llevan elementos B y C, o variantes. Estudiemos cada grupo aparte. Grupo Primero, ochenta y seis versiones, cinco de ellas hispánicas. Los tipos dominantes y fundamentales son los siguientes: Tipo A, C3, con 39 versiones, o sea el 43%. Es el tipo predominante. Hay versiones orientales, de los indios de América y de todas partes de Europa, pero la mayor parte de las versiones son latinas medievales y francesas y alemanas de la tradición moderna, ocho, ocho y doce de las treinta y siete, respectivamente. Hay una versión hispánica de este tipo, la asturiana de Ampudia 166. Tipo A, C2, con 12 variantes, o sea el 14%. Este es el tipo al cual pertenece nuestra versión sevillana 205. Hay versiones orientales, latinas medievales y europeas modernas: dos versiones hispánicas, Cuentos 205 y Parsons, Cape Verde I, 7; una versión italiana, Archivio V, 206-207; una francesa, Sébillot, Folklore III, 68-69; tres versiones germánicas, Bolte-Polívka II, 108, Grimm 73, Laport 41; tres versiones latinas medievales, Hervieux IV, 324 y 437, y Mime XXII, 726; una versión persa, Chauvin III, 45; y una africana, Frobenius XII, 327-328. Tipo A (o A1), C6, con 11 versiones, o sea el 13%. Este es el extraordinario tipo del animal que se escapa del sitio donde ha sido cogido, ayunando o vomitando. Hay versiones orientales, latinas antiguas y medievales, y de la tradición moderna de Europa. No conozco versiones hispánicas. Cito todas las versiones del tipo: Alberus 38; Babrius 86; Frobenius XII, 327-328; Hans Sachs FS I, 60, III, 115; Horacio, Epist. I, 7, 29-33; Jacques de Vitry 174; JREL IX, 400; La Fontaine III, 17; Waldis, Esopus I, 44; ZVFV VI, 150. Hay además dos versiones muy semejantes, del Tipo A2, C2: Esope 30; Grimm, Reinart cclxv.
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
Tipo A2, C3 (ó C5), con 5 versiones, o sea el 6%. Tipo A6, C8, con 5 versiones, 6%. De las cinco versiones hispánicas de este grupo, una de ellas, como ya queda dicho, pertenece al tipo predominante A, C3, Ampudia 166. Dos de ellas pertenecen al importante Tipo A, C2, Cuentos 205, y Parsons, Cape Verde 7. Las dos versiones restantes no pertenecen a tipos generales: Braga II, 247, con elementos A1, C7, y Espinosa SFNM 106, con elementos A2, C, y otros especiales de cuentos americanos. El Tipo A, C3, el más frecuente de todos, 43% de las versiones de este grupo, y 38% de las de los dos grupos, es, al parecer, de origen europeo. Según Dähnhardt IV, 233, la más antigua versión que conocemos de este tipo es la latina medieval de Odonis de Ceritona, Posterior Additio 5 (en Hervieux IV, 405). Grupo Segundo, diecisiete versiones, cinco de ellas hispánicas. Los tipos fundamentales son los siguientes: Tipo B (o B1), C3, con 8 versiones, o sea el 41%. La mayoría de las versiones son orientales: Bolte-Polívka II, 73; Chauvin III, 49; Grimm, Reinhart Fuchs 499-560; Panchatantra V, 7; Panchatantra, Alemany V, 7; Panchatantra, Lancereau V, 7; Roman de Renart XIV, 199-540; Waldis, Esopus III, 93. Tipo B, C2, con 6 versiones, o sea el 35%. Cinco de las versiones son esópicas, cuatro de Esopos españoles, y una es de tradición griega moderna: Isopo A, Extravagantes 12; Isopo 1, Ibíd.; Isopo 2, Ibíd.; Isopo 3, V, 14; Steinhöwel, Extravagantes 12; RTP VIII, 30-31. Las cinco versiones hispánicas de este grupo son las cuatro esópicas del Tipo B, C2 arriba citadas, y la versión nuevomejicana de Espinosa SFNM 100, que lleva elementos B11, C. Para más detalles sobre los orígenes orientales y europeos de estos cuentos y sobre el simbolismo primitivo de los diferentes elementos o motivos fundamentales que contienen, véase en particular: Bozon 296-297; Chauvin III, 45; Dähnhardt IV, 232-235; Graf en FFC XXXVIII, 71-77; Krohn 89-93; Köhler I, 105; Regnier I, 250-253; Sébillot, Folklore III, 68-69; Sudre 237-249; ZDMG XII, 153-155; ZRPh XV, 172-177; Thompson J581.1, K1022.1 y K1384.
206. El lobo cree que la luna es queso 207. El lobo cree que la luna es queso BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia 165; Cabal 181-183; Curiel Merchán 195196; Espinosa, Castilla 14, 15; Isopo A, I, 5, Coletas 9,
Remigio 3; Isopo 1, I, 5, Coletas 9, Remigio 3; Isopo 1, I, 5, Coletas 9, Remigio 3; Libro de Buen Amor 226227; Libro de los Enxemplos 307; Libro de los Gatos 14; Samaniego V, 12; Trueba, Narraciones 91.—Españolas de América: Arellano 103; Espinosa III, 7; Espinosa SFNM 107; JAFL XXV, 237-238, 240, XXIX, 550, XXXI, 454, 473, XXXIII, 49; Mason, Tepecanos 2; Mason-Espinosa PRF V, 1, 8, 11, 19, 86; Radin-Espinosa 65, 66; Rael 371, 374, 375, 376, 379, 380, 381; Wheeler 187, 188, 189.—Portuguesas: Caróchinha 32-34; Coelho 7; Isopo 4, 5.—Catalanas: Alcover IV, 158-,60; Isopo 3, I, 5, VI, 4, VIII, 9; Llull 18-19.—Italianas: Esopo Zuccarino 5; Firenzuola 43; Galfredo 4; Pitré IV, 187; PMLA XXI, 253-255; Pulci I, 261-262.—Francesas: Barbazan-Méon IV, 175; Carnoy, Renart 45, 62-63; Corrozet 4, 71; Esope 38, 40, 176, 185; Etienne de Bourbon 266; Isopet I, 5, II, 11, III, 1; Isopet de Chartres 9; Isopet de Lyon 5; JREL IX, 399-400; La Fontaine III, 5, VI, 17, XI, 6; Marie de France pág. lxvii, 5, 194-195; Roman de Renard I, 147156; RTP 611-612.—Flamenca: Laport 32.—Bretonas: RTP I, 363-364, V, 438; Sébillot I, 56.—Latinas: Aesopus 4; Dialogus Creaturarum 100; Disciplina Clericalis 23; Disciplina Clericalis F 27; Du Méril 187, 234-235; Faerno 53; Grimm, Reinhart 425; Hervieux II, 14, 45, 131, 133, 160, 235, 247, 264, 306, 318, 353, 384, 390, 419, 456, 476, 516, 567-568, 598, 657-658, 717, 747, 759; IV, 418, 441-442, V, 103-109, 133-135, 223-226, 340, 441, 467468, 580-583, 755-756; Jacques de Vitry 18; Odonis de Ceritona 19, 61; Phaedrus I, 4; Speculum Historiale III, 2; Steinhöwel L5, L100, L150; Wright, Latin Stories 57, App. 139.—Alemanas: Alberus 3; Boner 9; Germania XXXIII, 258; Goethe, Reineke 215-218; Haltrich, Volkskunde 3637; Lassberg II, 41-44; Pauli 426; Steinhöwel G65b, G100, G246b; Waldis, Esopus 27, I, 4, II, 32-35; Wendunmuth II, 35, VII, 26; ZVFV VI, 158-159.—Holandesa: Reinaert de Vos 6425-6465.—Inglesas: Aesop 195-196, I, 5; Anglia IX, 470-476; Clouston, Noodles 44-46, 92; Croxall 5, 9; Field 18, 48-49; PMLA XXIII, 498; Townsend 11, 21-22, 191; Wells 184.—Inglesas de América: JAFL XXXI, 79, XLVII, 293, 302.—Eslavas: Gubernatis II, 133; Krauss I, 28-33; Krylov IX, 4.—Griegas: Aphthonius 35; Babrius, Aesopus 79; Halm 45, 233.—Árabes: Chauvin II, 85, 88, III, 78.— Judía: Clouston, Persian Garden 240-241.—Africanas de América: Harris 1, 75-79; Harris 2, 100-107; JAFL XXX, 214, XXXII, 394-395, XXXIV, 16, 16-17, XXXV, 302, XL, 227, XLI, 532; Parsons, Andros 106; Parsons, Sea Islands 123, 155, 1.—Indias: Calila e Dimna 25; Calila y Dimna 48-49; Clouston, Noodles 44-45, nota; FL III, 517; Hitopadesa II, 9, III, 4; Jataka 374; Kalilah and Dimnah
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
26-28, 135-137; Kalilah et Dimnah A, 74-79; Kalilah et Dimnah B, 327, 343, 382; Kalilah wa Dimnah 11, 34-36; Panchatantra I, 8, III, 1, IV, 8; Panchatantra, Alemany I, 8, III, 1, IV, 11; Panchatantra, Lancereau I, 9, III, 2, IV, 9; Parker II, 385; Ralston-Schiefner 45; Somadeva V, 4950, 101-102; Swynnerton 154.—Indias de Norteamérica: BBAE XXIX, 329, XLI, 305-306, 306; Benedict, Cochiti 147-148, 148; Boas, Indianische Sagen 80, 168, 252-253; Boas, Keresan 158; CNAE VI, 562; Dorsey, Caddo 60; Dorsey, Osage 17; JAFL XIV, 162, XV, 84, XXV, 55-56, 202-203, 211-214, XXVI, 325, XXVIII, 356, XXX, 432433, XXXII, 281, XXXVI, 374-375, XXXVII, 55, 58, XLIX, 120-121; Kroeber 238; McClintock 345; PaAM II, 29, IV, 109, XIII, 298, 298-299; PASS VII, 117, 179; Parsons, Isleta 421-423; Parsons, Tewa 159; RBAE XIV, 164, XIX, 289, XXXI, 141-145, 740, 740-741, 745; Russell 214; Taytay’s Tales 6-7; Thompson NAI 54.—Clasificación y estudios especiales: Aarne-Thompson 31, 32, 34; Bolte y Polívka IV, 320-321; Bozon 249, 282; Field 18-19, 4849; Foulet 289-322; JAFL XIV, 162; JAOS XXXIX, 2428; Köhler I, 107; Panchatantra I, 79, 179-180, 347, 468469; RBAE XXXI, 699, 741; Roman de Renart 36; Sudre 226-236; Thompson NAI 295; Wallonia I, 99; ZRPh XV, 352-361; Thompson J1791.11, J1791.3, J1791.4, J1792, K651, K652. El motivo fundamental de estos cuentos es el engaño de un animal por otro, creyendo el animal engañado que lo que se refleja en el agua es algo diferente de lo que es. Este motivo tiene formas muy diversas, siendo la más frecuente la que hallamos en nuestras dos versiones españolas 206, 207: El lobo cree que la luna que se refleja en el agua es un queso. Esta forma del motivo es de origen europeo, pero se ha difundido por todas partes del mundo. El motivo semejante del animal u hombre engañado por las apariencias, y no por engaño de otro, creyendo también que lo que ve reflejado en el agua es algo diferente de lo que es, el objeto mismo o el animal mismo o la persona misma en vez de su sombra o reflejo, por ejemplo, es, al parecer, de origen oriental, pero sus formas más características, como el Tipo B2 de nuestra clasificación, son esópicas medievales y europeas. Las versiones de los cuentos que contienen estos motivos fundamentales y otros semejantes o necesarios para completar el cuento que yo he podido examinar son doscientas setenta y una. Los elementos fundamentales, y sus numerosas variantes, que todas éstas contienen, son los siguientes: A. La zorra, u otro animal, convida al lobo, o a otro animal, a que baja a comerse un queso (el reflejo de la luna)
que se halla en el fondo de un pozo. El lobo entra en un cubo y baja al fondo del pozo mientras que la zorra sube en el otro. A1. Ídem. La zorra no está dentro del pozo. El lobo entra en un cubo, y la zorra le deja caer al fondo. A2. Dos hombres van a sacar un queso (casi siempre es el reflejo de la luna) de un pozo. Uno deja caer al otro en el pozo. A3. La zorra lleva al lobo a comerse un queso que se halla en una laguna o en un torrente. Empuja al lobo en el agua. A4. Ídem. El lobo da un salto y cae en el agua. A5. Ídem. El lobo lleva una piedra atada al cuello. A6. El lobo, o la zorra, y la cabra entran en un pozo a beber agua; o bien el lobo o zorra se ha caído en el pozo accidentalmente, e invita a la cabra a que entre a beber agua. A6a. El lobo y la zorra van a beber agua de un pozo. El lobo coge a la zorra de una pata y la zorra bebe. Tira y la sube. La zona coge al lobo de una pata. Cuando bebe, le suelta y el lobo cae en el agua. A7. La zorra, u otro animal, lleva al lobo, o a otro animal, a comerse un queso (en todos los casos el reflejo de la luna) que se halla en un pozo, en una laguna o en un río. El lobo trata de beberse toda el agua para llegar al queso. A8. El lobo y la zorra echan una carrera para ver cuál de los dos coge un queso (una piedra que la zorra ha sacado de una laguna para el caso). El lobo ha bebido antes mucha agua. B. Un animal ve en el agua el reflejo de comestibles y salta en el agua para cogerlos; o ve el reflejo de una mujer y salta en el agua para cogerla. B1. Un animal suelta la comida que lleva en la boca para coger la que ve reflejada en el agua, y se queda sin comida. Este elemento constituye todo el cuento en numerosas versiones latinas medievales, y en muchas otras. Thompson J1791.4. B2. El león ve su imagen en el agua, cree que es otro león, y da un salto en el agua para devorarlo. B3. Un animal, o una persona, se escapa de su perseguidor cuando éste se tira en el agua donde ve el reflejo del otro. B4. Un hombre ve el reflejo de la luna en un pozo, cree que es un queso, y se tira en el agua para cogerlo. B5. Un animal, o un hombre, ve el reflejo de la luna o de otro objeto, en el agua, cree que es un queso o una moneda de oro, y trata de sacarlo con cabestros, rastrillos o de otra manera. B6. Un animal se libra de sus perseguidores diciéndoles que la luna que se refleja en el agua es el rey de las fieras y que deben salir huyendo en seguida.
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
B7. Unos monos ven el reflejo de la luna en un pozo, creen que es un queso, o que la luna se ha caído en el pozo, y hacen una cadena de sí mismos para coger el queso o sacar la luna. La cadena se rompe y todos caen en el agua. B8. Un hombre ve el reflejo de algún objeto o de un pájaro en el agua y cree que es oro, y salta en el agua para cogerlo. Para otras variantes de elemento B, véase Thompson J1791, J1792. C. El lobo bebe agua hasta que ya no puede más. C1. El lobo bebe agua hasta que revienta y muere. C2. El amo del pozo mata al lobo; o unos vecinos matan al lobo, C3. El lobo se ahoga en el agua. C4. El lobo se escapa medio ahogado. C5. El lobo recibe una fuerte paliza. C6. El lobo, zorra o el animal que sea, se escapa del pozo por encima de una cabra. C7. El hombre, o animal, que salta en el agua sale muy lastimado, y ve entonces el verdadero objeto o fruta que buscaba en el agua. C8. Otras variantes de elemento C en las cuales el lobo es maltratado, mal herido o quemado vivo (en variantes africanas y americanas). Los cuentos que contienen estos elementos se dividen en dos grupos importantes según sus motivos fundamentales A, o variante, y B, o variante. Grupo Primero. Las versiones de este grupo llevan elemento A, o variante, y elemento C, o variante. Un animal es engañado por otro. En algunos de los tipos falta elemento C. Grupo Segundo. Las versiones de este grupo llevan elemento B, o variante, y elemento C, o variante. Un animal u hombre se engaña él mismo. En algunos de los tipos falta elemento C. Al Grupo Primero pertenecen ciento veinticinco versiones de nuestra bibliografía, o sea el 46% de todas. De ellas podemos establecer cuatro tipos fundamentales, el Tipo I con cuatro variantes, el Tipo II con dos variantes y el Tipo IV con dos variantes. Siguen los tipos con el número de versiones de cada uno: Tipo I, con elemento A, cuarenta y dos versiones, o sea el 33,6%. Tipo IA, con elementos A, C5, ocho versiones. Tipo IB, con elementos A, C2 ó C3, cinco versiones. Tipo IC, con elementos A1, C2, dos versiones.
Tipo ID, con elementos A2, C3 6 C4, cuatro versiones. Tipo II, con elementos A3, C4 ó C8, seis versiones. Tipo IIA, con elementos A4, C3, C4, ó C8, doce versiones. Tipo IIB, con elementos A5, C4 ó C8, ocho versiones. Tipo III, con elementos A6, C6, dieciocho versiones. Tipo IIIA, con elemento A6a, una versión castellana. Tipo IV, con elementos A7, C1, doce versiones. Tipo IVA, con elementos A7, C, cinco versiones. Tipo IVB, con elementos A8, C1, dos versiones. Las cuarenta y dos versiones del Tipo I, el bien conocido cuento del lobo que entra en un cubo a comerse un queso (el reflejo de la luna) que se halla en el fondo de un pozo mientras que la zorra sube en el otro cubo, son en su mayor parte europeas de origen esópico medieval. Hay algunas versiones africanas y orientales. Sigua nuestra lista completa: Aesop II, 276-278; Aesopus 4; Anglia IX, 470476; Bozon 128, y variante; Cabal 181-183; Caróchinha 32-34; Chauvin III, 78; Cuentos 206; Disciplina Clericalis 23; Disciplina Clericalis F, 27; Espinosa SFNM 107; Germania XXXIII, 258; Grimm; Reinhart 425; Harris 1, 75-79; Hervieux V, 755-756; Isopo A, Coletas 9; Isopo 1, Ibíd.; Isopo 2, Ibíd.; Isopo 3, VIII, 9; JAFL XXXII, 394395, XXXIV, 16-17 (dos versiones), XL, 227, XLI, 532, XLVII, 293; La Fontaine XI, 6; Libro de los Enxemplos 307; Odonis de Ceritona 19; Parsons, Sea Islands 155 (I); Pitré IV, página 187; Pulci IX, 73-76; Reinaert de Vos 6425-6465; RTP III, 611-612; Sébillot I, 56; Steinhöwel L, 150; Steinhöwel A, 246b; Trueba, Narraciones 91; Waldis, Esopus IV, 81; Wheeler 189; Wright, Latin Stories 57; ZVFV VI, 158-159. Las versiones hispánicas que pertenecen a este tipo son once, 26% del tipo: una versión literaria del siglo XIV del Libro de los Enxemplos 307, sacada tal vez de la Disciplina Clericalis 23; cuatro versiones de los Esopos españoles de nuestra bibliografía; una versión literaria moderna, Trueba, Narraciones 91; dos versiones peninsulares de la tradición moderna, Cuentos 206 y Cabal 181-183; dos versiones españolas de América, Espinosa SFNM 107, y Wheeler 189; y una versión portuguesa, Caróchinha 32-34. Hay que advertir que las versiones de la Disciplina Clericalis, de los Esopos, y alguna que otra, son en realidad versiones de Cuentos 222. Aquí documentamos solamente su último elemento, D6, que es nuestro elemento A. Las ocho versiones del Tipo IA son esópicas y literarias de la Edad Media, y modernas de Europa: Carnoy, Renart 45; Goethe, Reineke XI, páginas 215-218; Haltrich,
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Volkskunde 6; Hervieux IV, 441-442; Libro de los Gatos 14; Odonis de Ceritona 19; PMLA XXIII, 498; Wells 184. Las cinco versiones del Tipo IB son: Clouston, Persian Garden 240-241; Laport 32; PMLA XXI, 253-255; la versión extremeña de Curiel Merchán 195-196; y la castellana de Espinosa, Castilla 15. Las dos versiones del Tipo IC son hispánicas: la versión catalana de Alcover IV, 158-160, y nuestra versión zamorana 207. Nuestra versión 207 empieza con elemento A de Cuentos 202, 203. Las cuatro versiones del Tipo ID son americanas, al parecer de origen africano: JAFL XXXI, 79; XXXV, 302, XLVII, 302; Parsons, Sea Islands 123. Las seis versiones del Tipo II son una francesa, una india de América y cuatro españolas de América: Parsons, Tewa 159; Radin-Espinosa 65; Rael 374; RTP III, 611-612; Wheeler 187, 188. Las doce versiones del Tipo IIA son cuatro indias de Nuevo Méjico, cinco hispanoamericanas, una africana, una esópica griega y una francesa: Benedict, Cochiti 148; Esope 38; Harris 2, 19; Kroeber 238; JAFL XXV, 237-238, XXXI, 454, XXXIII, 49; JREL IX, 399-400; Mason-Espinosa PRF V, 19; Rael 371, 375, 380. Las ocho versiones del Tipo IIB son todas hispanoamericanas o indias de Nuevo Méjico de origen español: Arellano 103; Boas, Keresan 158; Mason-Espinosa V, 1 y 11; Parsons, Isleta 421-423; Rael 379, 381; Taytay 6-7. Las dieciocho versiones del Tipo III son todas esópicas medievales o posteriores, con alguna que otra moderna de origen literario: Aesop 195-196; Barbazan-Méon IV, 175; Corrozet 71; Croxall 9; Esope 40; Halm 45; Hervieux II, 45; Isopo A, Remigio 3; Isopo 1, Ibíd.; Isopo 2, Ibíd.; Isopo 3, VI, 4; JAFL XXX, 214; La Fontaine III, 5; Samaniego V, 12; Steinhöwel L, 100; Steinhöwel A, 100; Townsend 2122; Waldis, Esopus III, 27. La única versión del Tipo IIIA es la castellana de Espinosa, Castilla 14. Las doce versiones del Tipo IV son esópicas de la Edad Media o modernas de ellas derivadas, dos de ellas hispánicas: Coelho 7; Esope 176; Hervieux II, 14, 131, 598; JAFL XXV, 202-203, XXVIII, 356, XXIX, 550; Marie de France, Introducción, página lxvii, y número 58; Radin-Espinosa 66 (precedida del cuento del Muñeco de brea, Cuentos 35); Townsend 191. Las cinco versiones del Tipo IVA son tres hispánicas y dos eslavas: Ampudia 165 (lleva elementos A, C5); Cuentos 201 (lleva elementos A, C y otros elementos de Cuentos 199, 200, 201, 204); Gubernatis II, 133; JAFL XXXI, 473; Krauss I, 28-33.
Las dos versiones del Tipo IVB son: Benedict, Cochiti 147-148; RTP V, 438. De las ciento veinticinco versiones del Grupo Primero, cuarenta y tres, o sea el 34%, son hispánicas. Al Tipo I pertenecen once versiones, entre ellas Cuentos 206. Al Tipo IA pertenece una versión, Libro de los Gatos 14. Al Tipo IB pertenecen dos versiones, Curiel Merchán 195-196 y Espinosa, Castilla 15. Al Tipo IC pertenecen dos versiones, Alcover IV, 158160, y Cuentos 207. Al Tipo II pertenecen cuatro versiones. Al Tipo IIA pertenecen cinco versiones. Al Tipo IIB pertenecen cinco versiones. Al Tipo III pertenecen cinco versiones esópicas. Al Tipo IIIA pertenece una versión, Espinosa, Castilla 14. Al Tipo IV pertenecen cuatro versiones. Al Tipo IVA pertenecen tres versiones. Al Grupo Segundo pertenecen ciento cuarenta y seis versiones de nuestra bibliografía, el 54% de todas. De ellas podemos establecer seis tipos fundamentales, algunos de ellos con variantes notables: Tipo V, con elementos B, C4, once versiones. Tipo VA, con elementos B, C2 ó C3 ó C8, cinco versiones. Tipo VB, con elementos B, C7, siete versiones. Tipo VI, con elemento B1 (el popularísimo cuento literario del perro que ve en el agua la sombra o el reflejo de la carne que lleva en la boca, salta para cogerla, y al abrir la boca pierde la carne), setenta versiones, o sea el 48% de todas las del Grupo Segundo. Tipo VII, con elementos B2, C3, diecinueve versiones. Tipo VIIA, con elementos B2, A, dos versiones. Tipo VIII, con elementos B3, C2 ó C3 ó C8, diez versiones. Tipo VIIIA, con elementos B3, C7, cinco versiones. Tipo IX, con elemento B5, seis versiones. Tipo X, con elemento B6, once versiones. Las once versiones del Tipo V son todas indias de América, excepto una africana de América: JAFL XV, 84, XXXII, 281 (dos versiones), XXXVI, 374-375, XXXVII, 55, 58; PAES VII, 117, 179; PMLA II, 29, XIII, 298-299; Parsons, Andros 106 (africana). Las cinco versiones del Tipo VA son tres indias de América y dos europeas: Dorsey, Osage 17; JAFL XXV, 5556; PaAM IV, 109; Roman de Renart I, 147-156; RTP I, 363-364. Las siete versiones del Tipo VB son todas indias de América: CNAE VI, 562; JAFL XIV, 162; McClintock 345;
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
PaAM XIII, 298; RBAE XIV, 164; Russell 214; Thompson NAI, 54. Las setenta versiones del Tipo VI son en su mayor parte europeas y esópicas, latinas medievales y de los Esopos de ellas derivadas. Veinticinco de nuestras versiones se hallan en Hervieux. Todas las versiones populares modernas son de origen literario. Las antiguas versiones orientales que hallamos en el Panchatantra son variantes primitivas del tema fundamental. Un chacal pasa un río con un pedazo de carne en la boca, ve un pez en el agua (y no la sombra de la carne), abre la boca para cogerlo y pierde la carne. Véase Benfey, Panchatantra I, 468-469. Esta misma variante oriental se halla en Jataka 374. Las diecinueve versiones del Tipo VII son en su mayor parte orientales, pero hay algunas que han pasado a la literatura esópica medieval: Calila y Dimna 25; Chauvin II, 88; Du Méril 234; Firenzuola 43; FL III, 517; Hervieux V, 133-135, V, 467-468; Hitopadesa II, 9; Kalilah and Dimnah 26-28; Kalilah et Dimnah B, 343; Kalilah wa Dimnah 3436; Llull 18-19; Panchatantra I, 8; Panchatantra, Alemany I, 8; Panchatantra, Lancereau I, 9; Parker II, 385; Somadeva V, 49-50; Swynnerton 154; Wendunmuth VII, 26. Las dos versiones del Tipo VIIA son Carnoy, Renart 6263; Lassberg II, 41-44. Las diez versiones del Tipo VIII son todas indias de Norteamérica: Boas, Indiasnische Sagen 80, 114, 168, 252-253; Dorsey, Caddo 97; JAFL XXX, 432-433; RBAE XXXI, 141-145, 740, 740-741, 745. Las cinco versiones del Tipo VIIIA son también indias de Norteamérica: BBAE LIX, 305-306, 306, 325; RBAE XIX, 298, XXIX, 329. Las seis versiones del Tipo IX son europeas o hispanoamericanas de origen europeo: Clouston, Noodles 44-46, 92; Field 18, 48-49; JAFL XXV, 211-214; Mason-Espinosa PRF VI, 86. Las once versiones del Tipo X son todas orientales: Calila y Dimna 48-49; Hervieux V, 223-226, 580-583; Hitopadesa III, 4; Kalilah and Dimnah 135-137; Kalilah et Dimnah A, 74-79; Kalilah et Dimnah B, 382; Panchatantra III, 1; Panchatantra, Alemany III, 1; Panchatantra, Lancereau III, 2; Somadeva V, 101-102. De las ciento cuarenta y seis versiones del Grupo Segundo solamente ocho son hispánicas. Al Tipo VI pertenecen seis versiones, cinco de los Esopos españoles de nuestra bibliografía, y la versión de Libro de Buen Amor 226-227. Al Tipo IX pertenecen dos versiones, las dos hispanoamericanas: JAFL XXV, 211-214; Mason-Espinosa PRF VI, 86.
Hay siete versiones hispánicas de nuestra bibliografía, Mason-Espinosa PRF V, 19 del Tipo IIA, Mason-Espinosa PRF V, 1 y 11 del Tipo IIB, y además cuatro versiones que no pertenecen a ninguno de nuestros tipos, pero que llevan variantes de elementos A4 y A5, Espinosa III, 7, Mason, Tepecanos 2, Mason-Espinosa PRF V, 8, y Rael 376, que desarrollan muchos elementos ajenos a nuestros Cuentos 206, 207. Estos elementos son: el cuento del Muñeco de brea, Cuentos 35, el cuentecillo del conejo, u otro animal, que le pone freno y silla al tigre y lo monta como si fuera caballo: Thompson K1241, el motivo del conejo que se burla del coyote o lobo haciéndole sostener una piedra que le dice que está para caer, o apedreándole metido en un saco porque se «acerca una tormenta», Thompson K1251, K713.1.1, y el motivo del animal que hace al coyote o lobo meterse en la lumbre, Thompson K844. Hay otras muchas versiones españolas de América semejantes a las que arriba citamos y que contienen algunos de sus elementos y otros que no citamos, pero que no contienen variantes de elemento A o de otros de Cuentos 206, 207. No tomando en cuenta elemento A de nuestros cuentos, todas esas versiones hispanoamericanas están relacionadas y merecen un estudio comparativo que no nos pertenece ahora. Para más detalles sobre los motivos fundamentales de nuestros Cuentos: 206, 207, véase en particular: AarneThompson 31, 32, 34; Bolte-Polívka II, 116, IV, 120-121; Bozon, páginas 249, 282; Field 18-19, 48-49; Foulet 289322; JAFL XIV, 162; Köhler I, 107; Panchatantra, Benfey I, 79, 179-180, 347, 468-469; RBAE XXXI, 699, 741; Roman de Renart, página 36; Sudre 226-236; Thompson NAI 295; ZRPh XV, 352-361; y Thompson J1791, J1792, K651, K652.
208. Vicente, Vicente, deja la soga y vente BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Isopo A, Extravagantes 7, 14; Isopo 1, Extravagantes 7, 14; Isopo 2, Extravagantes 7, 14.—Españolas de América: Espinosa SFNM 110; Montenegro 69-72; Rael 368.—Portuguesas: RL XIV, 56-57; Vasconcellos, Estudos II, 318-319.—Catalanas: Isopo 3, V, 7, 16.— Francesas: Carnoy, Renart 79; Rolland I, 152; Roman de Renart I, 325-332: Latinas: Hervieux II, 279-280, 293296, 308; Steinhöwel L87, L94.—Alemanas: Fischer 254-255; Grimm 132; Hans Sachs FS IV, 261-263; Jahn II, 559; Steinhöwel A87, A94; ZVFV XV, 345-346.— Noruegas: Dähnhardt IV, 239, 304-305.—Holandesa:
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Volkskunde XV, 112-113.—Inglesa: Aesop II, 141143.—Finlandesas: Dähnhardt IV, 237, 237-238.— Eslava: Krauss I, 2.—Griegas: Hahn 93; Kretschmer 21.—Turca: Radloff II, 371.—Africanas: Bleek 13; Frobenius VIII, 4g, 107-108.—Africanas de América: Harris 2, 2, 36; JAFL XXX, 229, XXXVIII, 218, XL, 222; Jones 33, 45.—Indias orientales: Thorburn 221222.—Indias de Norteamérica: CNAE VI, 96-98; JAFL XXVI, 292; Parsons, Isleta 424.—Clasificación y estudios especiales: Aarne-Thompson 47A; Bolte-Polívka III, 74-77; Dähnhardt IV, 235-239; Krohn 70-74; Sudre 598-200; Volkskunde XV, 113; ZVFV XV, 345, nota; Thompson K1022.2, K1047. El tema o motivo del animal llevado por engaño, atado a otro animal las más veces, adonde le matan, se ahoga o le dan una fuerte paliza, se halla en cuentos de tipos muy diversos. Los que seguramente podernos considerar relacionados contienen los siguientes elementos fundamentales: A. Dos animales (la zorra y el lobo en nuestra versión 208) hallan una soga y deciden coger con ella una vaca para comérsela. B. Encuentran una vaca. La zorra ata una punta de la soga al cuello del lobo y la otra punta a los cuernos de la vaca, o al cuello del asno. La vaca, o el animal que sea, arrastra al lobo a la casa del amo. B1. El león ata su cola a la del lobo para llevarle a visitar al asno. Le arrastra por el campo. B2. El lobo quiere comerse al asno. El asno quiere que se lo coman en el bosque. El asno se ata al lobo para conducirlo al bosque, pero se lo lleva a la casa de su amo. B3. El lobo ata la zorra a un caballo «muerto». El caballo sale corriendo y dando coces. B4. La zorra ata su cola a la de un asno «muerto». El asno le arrastra por el campo. B5. La zorra empieza a comerse a un asno «muerto». Se levanta éste dando coces. B6. El lobo quiere comerse a un caballo. Coge al caballo de la nariz o de la cola, y éste lo arrastra por el campo. En las versiones de los Esopos se lo lleva arrastrando hasta la casa de su amo. B7. Una liebre ata un chacal a un caballo marino, y éste la arrastra en el agua. B8. Un animal ata a dos animales, uno al otro. Tiran éstos hasta que caen rendidos. B9. El lobo quiere comerse a un asno. El asno declara que acaban de nombrarle alcalde, y lleva al lobo a la casa de su amo.
B10. Un animal se duerme sobre un carro o trineo. El caballo que tira del carro o trineo lo deja caer sobre una caballeriza. B11. Un lobo hambriento quiere comer carne y va a morder el trasero de un asno. El asno le coge con el ano y se lo lleva arrastrando a la casa de su amo. C. El lobo es desollado vivo, excepto las patas y la cabeza. C1. El amo corta la soga sin querer, y el lobo se escapa. C2. Matan al lobo. C3. El lobo se ahoga. C4. El lobo recibe una fuerte paliza, pero se escapa. Las versiones que yo he podido reunir de los cuentos que contienen estos elementos son solamente cincuenta y ocho, quince de ellas, o sea el 26%, hispánicas. Es un número de versiones muy reducido, pero nos ayudan a establecer provisionalmente los siguientes tipos, los cuatro primeros con bastante frecuencia para considerarlos como tipos fundamentales y primitivos: Tipo B2, C4, C1, 10 versiones, o sea el 17%. Tipo B3, 9 versiones, o sea el 15%. Tipo B6, C2, 7 versiones, o sea el 12%. Tipo B4, ó B4, C, o variante, 7 versiones, o sea el 12%. Tipo B6, 4 versiones, o sea el 7%. Tipo B, C2, 3 versiones, o sea el 5%. Tipo B11, C3, 3 versiones, o sea el 5%. Tipo B7, C3, 2 versiones, o sea el 4%. El Tipo B2, C4, C1, el que ocurre con mayor frecuencia, es el famoso cuento esópico del asno que le ruega al lobo que quiere comérselo que se lo coma en el bosque, y lo lleva atado a él a la casa de su amo, donde el lobo recibe una paliza, pero se escapa, gracias a que el amo corta la soga sin querer. Las diez versiones son dos latinas medievales, una francesa antigua, una alemana del siglo XVI, y seis versiones de los Esopos de los siglos XV en adelante, cuatro de éstas hispánicas: Aesop V, 7; Carnoy, Renart 79; Hans Sachs FS IV, 405; Hervieux II, 279-280, 308; Isopo A, Extravagantes 7; Isopo 1, Ibíd.; Isopo 2, Ibíd.; Isopo 3, V, 7; Steinhöwel, Extravagantes 7. Las nueve versiones del Tipo B3 tienen una difusión extraordinaria. Cinco son germánicas, una es finlandesa, una es india de América, una es inglesa de Norteamérica, y una es africana de Norteamérica: Dähnhardt IV, 237-238, 238; Dasent, Fjeld 127-129; Grimm 132; JAFL XXVI, 292, XXXVIII, 218, XL, 222; Jahn 559; Volkskunde XV, 112-113. Las siete versiones del Tipo B6, C2 son una medieval latina y seis de los Esopos: Aesop V, 14; Isopo A, Extravagantes 14; Isopo 1, Ibíd.; Isopo 2, Ibíd.; Isopo 3, V, 16; Hervieux II, 293-296; Steinhöwel, Extravagantes 14.
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
Nuestro tipo es en realidad solamente la última parte de este cuento esópico. La primera parte del cuento trata de cómo el lobo, que es el padrino de zorrito, le enseña a matar caballos, cogiendo a una yegua de las narices y ahogándola. El zorrito quiere imitar a su padrino en la última parte del cuento. Esta parte es nuestro Tipo B6, C2. Es extraordinario que nuestra versión extremeña 208, de un tipo muy diferente, Tipo A, B, C, lleve para expresar la lamentación irónica de la zorra traidora casi las mismas palabras que las versiones latinas para expresar la lamentación desesperada de la madre zorra. En nuestra versión 208 la zorra le grita irónicamente al lobo al cual la vaca lleva arrastrando: —Vicente, Vicente, deja la soga y vente. En Isopo A, Extravagantes 14, que puede servir de ejemplo de todos los Esopos y de las versiones latinas medievales, la desconsolada madre zorra le grita al zorrito, al verle cogido a la yegua que le arrastra a la casa de su amo: —¡O fijo Benitillo, suelta la yegua, y torna para acá salvo! Las siete versiones del Tipo B4, ó B4 y C o variante, son en su mayor parte africanas: Harris 2, 236; Bleek 13; CNAE VI, 96-98 (india de Norteamérica); Fischer 254255; Kretschmer 21; Roman de Renart IX, 1640-1885. Las cuatro versiones del Tipo B6 son del Norte de Europa: Dähnhardt III, 22, IV, 237-238, 239, 304-305. Las tres versiones del Tipo B, C2 son hispánicas: RL XIV, 56-57 (empieza con elementos A, B1, D de Cuentos 199); Montenegro 69-72; Vasconcellos, Estudos II, 318-319. Las tres versiones del Tipo B11, C son dos españolas de América, las dos nuevomexicanas, y una del pueblo indio de Isleta, Nuevo Méjico: Espinosa SFNM 110; Rael 368; Parsons, Isleta 424. Las dos versiones nuevomexicanas empiezan con variantes de elemento A de Cuentos 202, 203, etc. Como no conozco otras versiones de este tipo supongo que sea tipo indio de Norteamérica y que las dos versiones nuevomexicanas son, en cuanto a elementos B11, C, de origen indio. Sería este caso uno de los rarísimos que encontramos de influencia india en los cuentos españoles de Nuevo Méjico. Las dos versiones del Tipo B3, C2 son alemanas: ZVFV XV, 345-346 y 545. Las dos del Tipo B7, C3 son africanas: Frobenius VIII, 49; Jones 80-81. Volvamos ahora nuestra atención a las versiones hispánicas. Son éstas quince, o sea el 26% de las cincuenta y ocho versiones, como ya queda dicho. Nuestra versión Cuentos 208 pertenece a un tipo único, A, B, C. No conozco otras versiones de este tipo o de un tipo semejante. La versión tiene un desarrollo tan natural y
lógico que debe de ser un tipo hispánico antiguo. Su relación con el antiguo y predominante Tipo B2, C4, C1 ha sido ya indicada, pero los dos tipos son muy distintos. Al Tipo B2, C4, C1 pertenecen cuatro versiones hispánicas, las de los Esopos, Extravagantes 7, o V, 7. Al Tipo B6, C2 pertenecen también cuatro versiones hispánicas, las de los Esopos, Extravagantes 14, o V, 16 (la última parte del cuento en todos los casos, como ya queda indicado). Al Tipo B, C2 pertenecen tres versiones hispánicas, dos portuguesas y una peruana: RL XIV, 56-57; Vasconcellos, Estudos II, 318-319; Montenegro 69-72. Las dos restantes versiones hispánicas son las del Tipo B11, C3, que, como ya se ha dicho, pueden ser de origen indio de Norteamérica: Espinosa SFNM 110; Rael 368. Véase también la última parte de Cuentos 249, donde el oso ata al lobo del cuello con una soga, y sale huyendo del burro tirando del lobo hasta arrancarle a éste la cabeza. La historia de desarrollo de algunos de los motivos fundamentales de nuestros cuentos, con abundantes notas bibliográficas, ha sido tratada en las siguientes obras: BoltePolívka III, 74-77; Dähnhardt IV, 235-239; Grimm, Reinhart cxxxi-cxxxiii; Krohn 70-74; Sudre 198-200. Véase además Thompson K1022.2 y K1047.
210. El zorro engañado por el burro y el león 211. El lobo engañado por la zorra y el león BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia 163, 174; Calila e Dimna 56; Isopo A, III, 20, IV, 12, Extravagantes 9; Isopo I, III, 20, IV, 12, Extravagantes 9; Isopo 2, III, 20, IV, 12, Extravagantes 9; Libro de Buen Amor 892-903; Samaniego IV, 25; Sebastián de Mey 50; Timoneda, Patrañuelo 17; Tirso de Molina, El Pretendiente al Revés I, xii.—Españolas de América: JAFL XXV, 203; Rael 367, 388.—Catalanas: Isopo 3, III, 20, IV, 17, V, 9.— Italianas: Galfredo 73, 82.—Francesas: Bozon 142; Carnoy, Renart 43; Esope 196, 199, 205; Kalilah wa Dimnah 4547; La Fontaine VI, 14, VIII, 3; Marie de France 29, 36, 59, 61, 68, 70; Pineau, Contes 199-200; Roman de Renard I, 311-327; RTP IX, 224; Ysopet, Vignay 28.—Belga: Laport 50.—Latinas: Avianus 5, 14, 30; Babrius 95, 103; Carnoy, Renart 21-22; Dialogus Creaturarum 44; Du Méril 135, 135-136, 137; Ecbasis 92-131; Faerno 74, 99; Gesta Romanorum 83, App. 87; Hervieux II, 149, 153, 187-188, 223, 244-245, 282-283, 304-305, 308-309, 370, 444, 451, 502-503, 509, 538-539, 544, 550, 561562, 562-563, 604-606, 606-607, 616-618, 622-623,
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
650-651, 695-701, 710-711, 743-744, 449, III, 502, 503504, 506, 507, 508, 510-511, IV, 412-413, 431-432, V, 255-256, 353-354, 629-630; Horacio Epístolas I, i, 70-75; Livio I, 7; Isengrimus Abbreviatus 365-514; Lucilio 919924; Marie de France lxvi, lxvii; Paulus Diaconus VI, 1; Phaedrus IV, 13; Reinardus Vulpes II, 83-138; Romulus IV, 12; Speculum Morale III, iii, II; Steinhöwel L60, L72, L89.—Alemanas: Grimm, Reinhart 162-434; Pauli 494; Pfeffel III, 82; Reineke Fuchs X, 263-324; Reinhart Fuchs 1865-1934; Reinke de Vos III, 12; Steinhöwel A60, A72, A89; Waldis, Esopus I, 43, IV, 77; Wendunmuth I, 84, VII, 25.—Holandesa: Reinaert de Vos 5946-6018.—Inglesas: Aesop III, 20, IV, 12, V, 9; Croxall 143; Townsend 25-26, 171-172.—Finlandesa: Graf 24.—Eslavas: Krauss I, 1516.—Griegas: Aphthonius 8; Halm 246, 255; Aesopus 72, 137; Platón, Alcibiades XVII.—Árabes: Kalilag und Damnag 51-52.—Judías: Berachja 23, 85; Kalilah et Dimnah A, 140143.—Africanas: Bleek 10; Chatelain 189; Hambruch 3334.—Africanas de América: Beckwith 18; Fauset I, 6; JAFL XXX, 175, 222; Jekyll 20-22.—Indias: Bompas 335-336; Gubernatis I, 377; Jataka 58; Kalilah and Dimnah 165167; Panchatantra III, 14, IV, 2; Panchatantra, Alemany III, 15, IV, 2; Panchatantra, Lancereau III, 15, IV, 3; Skeat 3-4.—Clasificación y estudios especiales: Aarne-Thompson 50; Beckwith 243; Chatelain 189-191; Chauvin II, 99; Graf 13-25; Harry 54-60; JAFL XXIV, 422, nota; Krohn 21-24; Panchatantra I, 381-382, 430-433; Paulus Diaconus 191193; Sucre 101-123; Wendunmuth VII, 153: Thompson J644.1, J811.1, J811.1.1, J811.2, K961, K1632. Según Graf, página 15, el tema general del rey de los animales que llama a su corte a sus súbditos se divide en tres grupos fundamentales de cuentos: Grupo Primero. El cuento del león enfermo. Grupo Segundo. El cuento del león enfermo que llama a los animales a su corte. Grupo Tercero. El cuento del león que llama a los animales a su corte. Las formas más antiguas de estos cuentos son las esópicas griegas, como Esope 196, 205 de nuestra bibliografía, nuestros Tipos A2 y A4, respectivamente. En Europa la versión longobarda de Paulus Diaconus VI, 1, del siglo VIII, versión del Tipo A4, es, al parecer, la más antigua que conocemos. Después encontramos los Tipos A2 y A4 en numerosas versiones medievales desde el siglo XII en adelante. La clasificación general de Graf es un poco arbitraria, pero nos ayuda a establecer la cronología del desarrollo del tema fundamental. La verdad es que en todos estos
cuentos la enfermedad del león, real o fingida, no es sino un pretexto utilizado para engañar a algún animal, el lobo las más veces, para que el león se lo coma, o para desollarlo vivo y cubrirse el león con su piel para sanar de su enfermedad. En la mayoría de los cuentos la zorra es la consejera, y para salvarse engaña al asno o lobo, aunque en alguna que otra versión, Cuentos 210, por ejemplo, el asno le da a la zorra una coz y da con ella en las garras del león, el cual la devora en seguida. El motivo fundamental, por consiguiente, es el tema del león enfermo que, con pretexto de su enfermedad y con la ayuda de la zorra, coge por engaño y se come a otro animal, o lo desuella para cubrirse con su piel y sanar de su enfermedad. La variante notable de Cuentos 210 es una rara excepción. El motivo fundamental se halla documentado en formas muy diversas. Todas estas formas o variantes del motivo fundamental son en realidad los diferentes tipos de nuestros cuentos. Yo he examinado ciento sesenta y nueve versiones de estos cuentos, entre ellas veintidós hispánicas. Todas estas versiones contienen ocho variantes importantes de nuestro tema, cada una de ellas uno de los tipos fundamentales. Estos tipos son los siguientes: A. El león está enfermo. La zorra lleva al asno a la cueva del león para que el león se lo coma, pero el asno da coces a la zorra hasta llevarla al alcance del león, el cual la devora en seguida. A1. El león está enfermo. La zorra lleva al lobo a la cueva del león, y éste devora al lobo en seguida. A2. El león está enfermo y devora a todos los animales que llegan a su cueva. La zorra no quiere entrar porque ve los rastros de los que entran, pero no los de los que salen. A3. El león o tigre está enfermo, y prueba a todos los animales, excepto al venado. Este llega tarde porque dice haber estado soñando que carne de príncipe sanará al león o tigre. Se come el león o tigre a un príncipe. A4. El león está enfermo. La zorra recomienda que desuellen al lobo y que el león se cubra con su piel. El lobo es desollado vivo, excepto las patas y la cabeza, y la zorra se burla de él. A5. Ídem. La zorra recomienda corazón de asno (en algunas variantes también las orejas). Matan a un asno, pero la zorra se come el corazón y dice que el asno no tenía corazón. A6. Ídem. La zorra recomienda hígado de lobo (de siete años de edad). Matan al lobo y le sacan el hígado. Se lo come el león y sana. A7. El león llama a los animales a su corte. A cada uno le pregunta si le huele (al león) la boca bien o mal, y a todos los mata y se los come, ya digan que sí o que no.
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
La mona le dice que la boca le huele muy bien, y el león le perdona la vida por un tiempo. Por fin los médicos recomiendan al león carne de mona, o bien le dan al león ganas de comer carne de mona, y la matan en seguida y el león se la come. A8. El león llama a todos los animales y le pregunta a cada uno cómo huele la cueva, o la leona, su consorte. Unos dicen que la cueva, o leona, huele bien, otros dicen que huele mal. La zorra dice que está acatarrada y que por eso no puede responder a la pregunta del león. La lista de los tipos, ordenados según la mayor frecuencia con que cada uno ocurre, es la siguiente: Tipo A2, 55 versiones, o sea el 32% de las versiones. Tipo A4, 46 versiones, o sea el 27%. Tipo A5, 32 versiones, o sea el 19%. Tipo A7,22 versiones, o sea el 13%. Tipo A o A1, 6 versiones. Tipo A6, 3 versiones. Tipo A8, 3 versiones. Tipo A3, 2 versiones. Las versiones del Tipo A2 son de origen oriental, pero las hallamos por todas partes de Oriente y Occidente, en versiones latinas clásicas, en versiones esópicas griegas y latinas medievales, en los Esopos y en algunas versiones modernas de origen literario. Treinta y tres, o sea el 60% de las cincuenta y cinco versiones del tipo, son de Hervieux y de los Esopos de nuestra bibliografía. Las versiones orientales más bien conocidas son Jataka 58; Panchatantra III, 14; Panchatantra, Alemany III, 4; Panchatantra, Lancereau III, 15. De la época latina clásica tenemos dos versiones muy bien conocidas, Horacio, Epístolas I, 1, 70-75, y Lucilio 919-924. En la tradición literaria de la Edad Media y en el siglo XVI, fuera de las versiones latinas de origen esópico que hallamos en Romulus IV, 12, y las demás de Hervieux, y de los Esopos, algunas de las más bien conocidas son las siguientes: Dialogus Creaturarum 44; La Fontaine VI, 14; Marie de France, Introducción, página lvi; Tirso de Molina, El pretendiente al revés I, 12; Wendunmuth VII, 25. Hay que advertir que las versiones del Panchatantra, del Tipo A2 van unidas al motivo de la cueva que habla. El chacal ve las huellas de los que entran, pero no las de los que salen, y, además, habla con la cueva, y el león que está escondido dentro responde. Extraña el chacal que una cueva hable y se retira. Este motivo se halla también en cuentos indios de América. Véase Thompson K607.1, JAOS XXXV, 58, y JAFL XXIV, 422. Las versiones del Tipo A4 son todas, al parecer, de origen y desarrollo occidental. Hay dos variantes del tipo, las
que llevan elemento A4 sencillo, y las que llevan este elemento precedido del Tipo B, C5 de Cuentos 202, 203, etc., el cuento del lobo pescador con una cesta que lleva atada a la cola, y que es cogido cuando la zorra le llena la cesta de piedras y recibe una fuerte paliza. De las cuarenta y seis versiones del tipo, treinta y seis pertenecen a la variante primera, Tipo A4, y diez pertenecen a la variante A4 precedida del Tipo B, C5 de Cuentos 202, 203, etc. Las versiones del Tipo A4 sencillo son las siguientes: Aesopus 72; Ampudia 174; Avianus 5; Berachja 85; Bleek 19-20 (lleva también elemento A2); Bompas 335336 (la única versión oriental de nuestra bibliografía); Carnoy, Renart 21-22, 43; Ecbasis 93-132; Esope 205; Faerno 99; Graf 24; Grimm, Reinhart 163-434; Halm 255; Hervieux II, 304-305, 561-562, 604-606, IV, 431432; Isengrimus Abbreviatus 365-514; La Fontaine VIII, 3; Laport 50 (lleva también elemento A1); Marie de France 68, e Introducción página lxvii; Pauli 494; Paulus Diaconus VI, 1; Pineau 199-200; Rael 367; Reinardus Vulpes II, 83-138; Reinhart Fuchs 1865-1934; Roman de Renart I, 311-327; RTP IX, 224; Samaniego IV, 25; Sebastián de Mey 50; Speculum Morale III, 3, 11; Townsend 171-172; Waldis, Esopos IV, 77. Las versiones de la variante segunda, o Tipo A4 precedido del cuento del Tipo B, C5 de cuentos 202, 203, etc., son las siguientes: Aesop V, 9; Hervieux II, 282-283, 308-309; Isopo A, Extravagantes 9; Isopo 1, Ibíd.; Isopo 2, Ibíd. ; Isopo 3, V, 9; Marie de France 59; Steinhöwel L, 89; Steinhöwel A, 89. Estas diez versiones de la variante segunda del Tipo A4, todas esópicas latinas medievales (incluyendo entre éstas la de Marie de France 59) y de los Esopos, son seguramente de desarrollo tardío, una mezcla del verdadero tipo antiguo y primitivo con el Tipo B, C5 de Cuentos 202, 203, etc. Las versiones más antiguas que conocemos, como Esope 205, Ecbasis 93-132, y Paulus Diaconus VI, I, siguen fielmente el Tipo primitivo A4, sin mezcla de otros tipos. El tipo antiguo se conserva también en algunas versiones de la tradición moderna, la versión nuevomejicana de Rael 367, por ejemplo. Esta versión hispánica de tradición oral moderna es idéntica a la hispánica del siglo XVI de Sebastián de Mey 50. El Tipo A5 es un cuento de origen oriental que ha tenido una difusión extraordinaria en Occidente. Nuestras treinta y dos versiones son: Aimoin, en Du Méril 135-136; Avianus 30; Babrius 95; Bozon 142; Calila e Dimna 56; Chauvin II, 99; Du Méril 137; Esope 199; Fredegarius, en Du Méril 135; Gaster 244; Gesta Romanorum 83; Gubernatis I,
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
377; Hervieux II, 606-607, III, 502, 503-504, 506, 507, 508, 510-511, V, 255-256, 353-354, 629-630; Kalilag und Dimnag 51-52; Kalilah and Dimnah 165-167; Kalilah et Dimnah A, 140-143; Libro de Buen Amor 892-903; Marie de France 70; Panchatantra IV, 2; Panchatantra, Alemany IV, 2; Panchatantra, Lancereau IV, 3; Somadeva V, 130132; Wendunmuth I, 84. Según ha indicado Keidel en ZVLG, N. F., VII, 264-267, hay tres variantes de este tipo, la forma oriental en la cual el asno es la víctima, la variante de la mayoría de nuestras versiones, la forma clásica en la cual el ciervo es la víctima, y la forma europea medieval en la cual la víctima es un jabalí. La última variante, la de Avianus 30, Gesta Romanorum, 83, es ya bastante diferente de las otras: Un jabalí destruye las plantas o frutas de un huerto, el amo del huerto lo coge y quiere comerse su corazón. Se lo come el cocinero y declara que el jabalí no tenía corazón. Para más variantes de esta forma de nuestro Tipo A5, véase particularmente Oesterley, Gesta Romanorum 725-726. Para el episodio del animal o persona que se come el corazón u otra parte de un animal muerto y declara que no tiene corazón, etc., véase también elemento B de Cuentos 168-171, y Benfey, Panchatantra I, 430-433. Las veintidós versiones del Tipo A7 son todas esópicas y latinas medievales: Aesop III, 20; Avianus 14; Galfredo 73; Hervieux II, 149, 187-188, 223, 444, 502-503, 538-539, 562-563, 616-617, 650-651, 695-702, 743-744; Isopo A, III, 20; Isopo 1, Ibíd.; Isopo 2, Ibíd. ; Isopo 3, Ibíd.; Maria de France 29; Phaedrus IV, 13; Steinhöwel L, 60; Steinhöwel A, 60. Las tres versiones del Tipo A8 son las siguientes: Ampudia 163; Krauss I, 15-16 y Rael 388. Algo semejante al tema de Tipos A7 y A8 es el cuento del caballero envidioso que hace creer a un rey que un vasallo suyo ha dicho que le huele mal (al rey) la boca, pero que sufre él mismo el castigo de su traición. Este es el cuento de Gesta Romanorum, Appendix 87, Timoneda, Patrañuelo 17, etcétera. Véase la abundante bibliografía citada por Oesterley en su edición de Gesta Romanorum, página 749. Las seis versiones del Tipo A o A1 son las siguientes: Cuentos 210; Cuentos 211 (empieza con Tipo A2); Kalilah wa Dimnah 45-47; Laport (termina con Tipo A4); Marie de France 61; Pfeiffel III, 82. Las dos versiones del Tipo A3 son Hambruch 33-34 y Skeat 3-4. Las versiones hispánicas de estos cuentos son veintidós, o sea el 13% de las ciento sesenta y nueve de nuestra bibliografía.
Al Tipo predominante A2 pertenecen seis versiones hispánicas: Cuentos 211 (lleva también elemento o Tipo A1, y Tipo B, C5 de Cuentos 202, 203, como ya queda indicado); las cuatro versiones de los Esopos españoles de nuestra bibliografía, Isopo A, IV, 12, Isopo 1, IV, 12, Isopo 2, IV, 12, Isopo 3, IV, 17; y la versión mejicana de tradición moderna de JAFL XXV, 203. Al Tipo A4 pertenecen tres versiones: Ampudia 174; Rael 367; y la versión del siglo XVI de Sebastián de Mey 50. Al Tipo A4, variante precedida por el Tipo B, C5 de Cuentos 202, 203, etc., pertenecen cuatro versiones, las de los Esopos españoles de nuestra bibliografía, Extravagantes 9, o V, 9. Al Tipo A5 pertenece una versión, Libro de Buen Amor 892-903. Es raro que esta versión literaria del siglo XIV no se halle en la tradición moderna de España. Al Tipo A7 pertenecen cuatro versiones de los Esopos españoles de nuestra bibliografía, III, 20. Al Tipo A8 pertenecen dos versiones, Ampudia 163, y Rael 388. En la versión nuevomejicana de Rael, la osa, la mujer del león, declara que a éste le huelen mal los pies. Termina el cuento de la manera usual. Al Tipo A o A1 pertenecen nuestras dos versiones de Cuentos 210 y 211, la segunda mezclada con elemento o Tipo A2 (véase este Tipo), y Tipo B, C5 de Cuentos 202, 203, como las versiones del Tipo A4, variante segunda. Nuestra versión burgalesa 210 es una versión perfecta y sencilla del Tipo A, Thompson K1632. Es la única versión que yo conozco de la forma o variante A del Tipo A o A1. Las cinco versiones restantes del tipo llevan elemento A1. Thompson K1632 no cita sino Cuentos 210, citado Boggs 505. Nuestra versión montañesa 211 contiene en realidad tres cuentos diferentes: Tipo A1, Tipo A2 y Tipo B, C5 de Cuentos 202, 203. El último tipo de cuento se halla en la tradición de Europa mezclado con A4 y no con A2, como ya se ha indicado. Para más detalles, véase en particular: Graf 13-25, Krohn 21-24 y Sudre 101-123. El Tipo A2 ha sido estudiado además por Benfey en Panchatantra I, 381-382. Karl Neff, en su edición de Paulus Diaconus, arriba citado, páginas 191-193, hace algunas observaciones valiosas sobre la historia del Tipo A4, y cita algunas versiones que yo no he podido examinar.
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No es este caso el único en que Thompson ha cambiado mi españolísimo apellido por el del folklorista que cataloga mis cuentos.
VI. CUENTOS DE ANIMALES
212. Las tres cabritas y el lobo BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Espinosa, Castilla 32, 33, 34; FCaballero 1, 50-52; Isopo A, II, 9; Isopo 1, II, 9; Isopo 2, II, 9.—Españolas de América: Arellano 134; Mason-Espinosa PRF V, 20, 35.—Portuguesas: Isopo 4, 58; RL I, 61, 61-62.—Catalanas: Isopo 3, II, 9; Maspons y Labrós III, 134-140.—Italianas: Coronedi-Berti 21; Crane 86; Esopo Zuccarino 29; Galfredo 29; Gubernatis II, 151; Nino III, 65-69; Rolland I, 121-122.—Francesas: Archiv SNS LXXXI, 266-270; Bladé III, 189-191; Carnoy 5, 13-15; Carnoy, Renart 78-79; Corrozet 24, 46; Cosquin II, 66, 66, variante; Isopet I, 29, III, 23; Isopet de Lyon 30; La Fontaine IV, 15; Marie de France 89; Mélusine III, 271-272, 354, 397-398, 428-429, VI, 237-238, IX, 90-91, 264; Meyrac 464-465; Perrault 97-99; Pineau, Contes 187196; Rolland I, 131-134, 134-135; RTP III, 292-293, XV, 424-425, XIX, 102-103; Sébillot II, 325, 339.—Francesa de Misuri: Carrière 3.—Belgas: Laport 123, 123 variante, 123A, 123B, 123C, 123C variante, 333; La Tradition III, 111, 111-112; Wallonia I, 60-62, IV, 13-15, VI, 92, 93.— Rumana: ZFDM I, 469-471.—Latinas: Ademar 62; BoltePolívka I, 236; Faerno 58-59; Hervieux II, 153, 159-160, 253-254, 330, 358, 390, 416, 430, 465, 487, 611; Horacio, Ars Poet, 340; Romulus II, 10; Steinhöwel L20.—Alemanas: Alberus 12; Alemania XIII, 135; Bechstein, Märchenbuch 35-41, 224-227; Bolte-Polívka I, 37; Boner 33; Firmenisch II, 64, 70; Grimm 5, 26, 26 suplemento; Grimm, Reinhart 346; Haltrich, Volkskunde 42; Kehrein 96; Schneller 6; Steinhöwel A20; Tieck II, 327-362; Waldis, Esopus I, 24; Wendunmuth VII, 40; ZFDPh XXIX, 203-204; ZVFV X, 415-417.—Sueca: Bolte-Polívka I, 236.—Holandesas: Volkskunde XV, 110, 111.—Inglesas: Aesop II, 9; Croxall 111.—Escocesas: Campbell III, 103-104, 104-105, 105.— Inglesas de América: JAFL XXXIV, 69-70.—Eslavas: Krauss I, 28-33, 50-52; MacCulloch 49.—Rusas: Bolte-Polívka I, 42; Gerber 41, 42; Gubernatis I, 406, 407-408; Meyrac 465-466.—Húngara: Dähnhardt IV, 277-278.—Griegas: Esope 98, 222; Garnett II, 330-331; Hahn 85; Hesíodo, Teogonía 497; RTP VIII, 30-31.—Judía: Bolte-Polívka I, 38.—Africanas: Bleek 7; FL XXI, 492-493; FLJ VII, 167-168; Hollis 153-155; Jacottet 62-69; MacCulloch 49; Rattray II, 14-20; Tremearne 401-403.—Africanas de América: Beckwith 17a, 17c, 17d, 91; Harris 2, 236-241, 251-254; 257-261; JAFL IV, 53-54, XI, 288-289, XXXIV, 18; Jekyll 23-25, 108-113; Parsons, Andros 4, (1), (II), 5, (I), (II), 6, 7; Parsons, Antilles I, 216-217; Parsons, Sea Islands 35, 36 (I), 36 (II).—India de Norteamérica: Thompson ENAI II, 439.—China: Eberhard 11.—Tártara: MacCulloch
49.—Polinesia: MacCulloch 49.—Clasificación y estudios especiales: Aarne-Thompson 123, 333; Beckwith 278; BoltePolívka I, 37-42, 234-237; Cosquin II, 249-252; Dähnhardt IV, 277-278; Gerber 81-82; Haltrich, Volkskunde 522; JREL III, 210, nota 3; Köhler I, 107-108, 136; La Fontaine IV, 15; Laport 123, A, B, C, 333; MacCulloch 49-50; Meyer 123, 333; Volkskunde XV, 111; Thompson F913, J2133.7, K311.3, K2011, Q426. Nuestro cuento soriano 212 pertenece a un grupo de cuentos cuyo tema fundamental es el siguiente: Un lobo, cabra, u otro monstruo, se come o quiere comerse a unos niños o cabritos que se han quedado solos en casa. Cuando el lobo se come a los niños o cabritos la madre o hermana de éstos lo mata por engaño, y, en algunas versiones, los niños o cabritos salen vivos del vientre del monstruo. El tema fundamental, sin embargo, tiene variantes muy notables. Los tipos mejor conocidos en la tradición de Europa son Aarne-Thompson 123, el cuento de las cabritas y el lobo, y 333, Caperucita Encarnada. AarneThompson 124, Cuentos 251 y 257 son cuentos de tipos semejantes, pero no directamente relacionados con el grupo al cual pertenece Cuentos 212. Las versiones que yo he examinado y que seguramente hay que considerar relacionadas con Cuentos 212 y Aarne-Thompson 123 y 333, son ciento cuarenta y cuatro versiones completas y unas veinte incompletas. Contienen estas versiones los siguientes elementos fundamentales: A. Un lobo, u otro monstruo, encuentra a una niña en el bosque que va a casa de su abuela. La niña le dice al lobo dónde vive la abuela: El lobo se dirige a la casa de la abuela. B. Una mujer, o cabra, deja a sus hijos, o cabritos, en casa, diciéndoles que se cuiden del lobo. En algunas versiones les dice cómo han de hacer para saber quién es el lobo. B1. Una hermana mayor, o dos hermanas mayores, deja o dejan, a su hermanita menor en casa sola, diciéndole que se cuide del lobo. B2. Un lobo tiene una oveja, yegua, gallina, u otro animal en su casa o cueva. Deja al animal solo, diciéndole que se cuide del lobo. B3. Una abuelita, una niña o una cabra está sola en casa. B4. Un lobo quiere robar comida de una casa o del cielo, o carne del estómago de una vaca. B5. Un lobo quiere robar la hembra de otro animal.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
C. El lobo va a la casa donde están solas las niñas, cabritas, donde está sola la abuelita, niña, etc. Dice que es la abuela, la hermana, etc., de la niña o niñas, o de la cabrita o cabritas. No lo dejan entrar porque tiene las manos negras, porque su voz no es la de la madre, hermana, etc., o porque no repite correctamente la fórmula de la madre, hermana, etc. C1. El lobo vuelve a la casa con las manos blanqueadas, imita bien la voz de la madre o hermana, pero le reconocen y no le dejan entrar. C2. Vuelve a la casa con comida y golosinas, pero no le dejan entrar. D. Vuelve el lobo a la casa con las manos blanqueadas o imitando perfectamente la voz de la madre o hermana, y le dejan entrar. D1. El lobo se ha limpiado la garganta con un hierro caliente, ha dejado que las hormigas le piquen en la lengua, o se ha hecho hacer una «lengua nueva», y así puede imitar la voz de la madre o hermana, y le dejan entrar en la casa. D2. El lobo repite correctamente la fórmula de la madre o hermana, y le dejan entrar en la casa. D3. Dejan entrar al lobo cuando declara que es la madre, hermana, etc. D4. El lobo entra en la casa cuando las niñas o cabritas abren la puerta para que entre la madre, o hermana, que acaba de llegar. D5. El lobo entra en la casa de otra manera, generalmente forzando la puerta, pero algunas veces disfrazado de peregrino, en forma de cabra, etc. E. El lobo se come a todos los niños, o cabritos, a la niña, a la abuela, a una cabrita, etc. E1. El lobo se come a todas las niñas, cabritas, etc., excepto una. E2. El lobo se come solamente a una de las niñas, cabritas, etc. E3. El lobo come solamente comida. E4. El lobo, u otro animal, roba la hembra del animal en cuya casa ha entrado. F. El lobo se viste con las ropas de la abuela y se mete en su cama para esperar a la niña que encontró en el bosque. Cuando la niña llega el lobo se la come. F1. Ídem. La niña reconoce al lobo inmediatamente, huye de la casa y se escapa. F2. Ídem. El lobo mete a la niña en un saco y se marcha con ella. G. Un cazador, un leñador, o la madre de la niña halla al lobo dormido. Le abren la panza al lobo y salen vivas las niñas o cabritas que se ha comido, o sale viva la niña o cabrita que se ha comido.
G1. El lobo da un salto por encima de la lumbre, se le abre la panza, y salen vivas las niñas, etc. G2. La madre halla a su hija en el saco de elemento F2, la saca mete en el saco culebras, alacranes, etc. Estos bichos pican y muerden lobo. G3. La madre salva a sus hijas de otra manera. H. La madre le mete piedras al lobo en la panza después de sacarle las niñas. Le cose la panza. Cuando el lobo va a beber agua se cae en el agua y se ahoga. O bien la madre le empuja en el agua y el lobo se ahoga. H1. El lobo quiere huir, pero las piedras que lleva en la panza le hacen caer y muere. H2. La madre, niñas, o cabritas, ponen una caldera de agua hirviendo o unos ganchos delante de la puerta. El lobo cae en la caldera y se quema, o se clava contra los ganchos y muere. H3. Invitan al lobo a la casa y le hacen caer en una caldera de agua hirviendo. O le hallan en la casa y le hacen caer en una caldera de agua hirviendo. H4. Le dicen al lobo que no puede saltar por encima de una caldera de agua hirviendo. El lobo va a saltar y cae en la caldera, o le empujan cuando va a dar el salto. H5. El lobo llega disfrazado de peregrino y le dicen que entre por la chimenea. Cae en el fuego o en una caldera de agua hirviendo, y muere. H6. Invitan al lobo a la casa, y le ponen una silla de cera cerca del fuego. La cera se derrite, el lobo cae en el fuego y se quema y muere. H7. El lobo pide sopa. Le echan agua hirviendo en la garganta y muere. H8. Le dan al lobo comida en la cual han metido vidrio molido. El lobo come y muere. H9. Cuando el lobo va a entrar en la casa una de las niñas le cierra la puerta en la cara y le mata. H10. La cabra madre les ruega a las hormigas que piquen al lobo. Lo hacen y el lobo sale huyendo. Con este elemento terminan las versiones de Cuentos 251. H11. El lobo va a comerse a la niña, pero sólo muerde su caperucita encarnada, la cual tiene virtudes mágicas y le quema la boca al lobo. Sale éste huyendo, pero le encuentra la abuela, le coge en un saco, y le tira en un pozo, donde se ahoga. H12. El monstruo que ya se ha comido a la abuela (elemento E) va a comerse a la niña, pero ésta sale huyendo. El monstruo la sigue y se ahoga al pasar un río. H13. La cabra y sus cabritas matan al lobo de otra manera. Todas las versiones de cuentos que contienen estos elementos se dividen en cuatro grupos generales. Estos grupos son los siguientes:
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
Grupo Primero. Los cuentos de Caperucita Encarnada, Aarne-Thompson 333, con elementos A y dos, tres o más de elementos G, D, E, F, G, H, o variantes. Grupo Segundo. Los numerosos cuentos esópicos y latinos medievales del Tipo B, C. Grupo Tercero. Los cuentos de la cabra y sus cabritas, Aarne-Thompson 123, con tres, cuatro o más de elementos B, C, D, E, G, H, o variantes. Grupo Cuarto. Los cuentos del lobo que roba comida o la hembra de otro animal, con elemento inicial B4 ó B5, y tres o cuatro de elementos C, D, E, H, o variantes. A estos cuatro grupos podríamos añadir dos grupos más, indirectamente relacionados, que estudiamos más adelante: Grupo Quinto. Cuentos 251, Aarne-Thompson 124. Grupo Sexto. Cuentos 257. Estudiemos ahora cada uno de los primeros cuatro grupos, los tres primeros de los cuales están directamente relacionados con nuestra versión 212. Grupo Primero. Pertenecen a este grupo veintinueve versiones de nuestra bibliografía. Hay tres tipos fundamentales, uno de ellos con dos variantes: Tipo I. Contiene elementos A, E, F o F1. Este es el tipo más sencillo de Caperucita Encarnada. Pertenecen a este tipo cinco versiones: Mélusine III, 398, 428, VI, 237-238, IX, 90-91, 264. Tipo II. Contiene elementos A, D3, E, F, algunas veces G, H o H1. Pertenecen a este tipo siete versiones: Bechstein, Märchenbuch 35-41; Bladé III, 189; Grimm 26; Kehrein 96; Mélusine III, 271; Perrault 197-199; IZVFV X, 415-417. Tipo IIA. Contiene elementos A, D5 E o variante, algunas veces G2. Pertenecen a este tipo siete versiones: Archiv SNS LXXXI, 266-270; Gubernatis II, 151; Laport 333; Mélusine 252-254, 397-398; Schneller 6; Tieck II, 327-362. Tipo IIB. Semejante al Tipo IIA, pero sin elemento A, tal vez por olvido del narrador. Pertenecen a este tipo ocho versiones: Bolte-Polívka I, 38; Campbell III, 103-104, 104-105, 105; Laport 123, y variante; RL I, 61-62; Nino III, 12.
Tipo III. Contiene elementos A, C o E1 y H5. Pertenecen a este tipo dos versiones: Grimm 26, variante; Roland I, 134-135. Las versiones de todos los tipos del Grupo Primero son europeas. Los cuentos son de formación occidental, si bien algunos de sus elementos fundamentales tienen variantes orientales. De las veintinueve versiones del grupo hay solamente una versión hispánica, la portuguesa de RL I, 61-62, con elementos D5, E, versión fragmentaria y muy estropeada del Tipo IIB. Verdaderas versiones de los tipos fundamentales y completos de Caperucita Encarnada, como Grimm 26 y Perrault 197-199, del Tipo II, no se hallan en la tradición hispánica. Las que se hallan en los libros de cuentos editados para niños, como las ediciones populares de Calleja y otras semejantes, son traducciones de versiones alemanas y francesas. Parece que el cuento es de origen germánico. Grupo Segundo. Las versiones de este grupo pertenecen a un tipo único, Tipo IV, con elementos B, C. Es el cuento de la cabra que deja sola a su cabrita (o cabritas), diciéndole que se cuide del lobo. Llega el lobo, pero no engaña a la cabrita. Es un cuento medieval de carácter moral. Las treinta y ocho versiones de nuestra bibliografía que pertenecen a este tipo son todas latinas medievales o esópicas. La más antigua es la de Romulus II, 10. No hay, al parecer, versiones de la tradición moderna. Las treinta y ocho versiones de nuestro Tipo IV son las siguientes: Ademar 62; Aesop II, 9; Alberus 12; Alemania XIII, 135; Boner 33; Corrozet 24; Croxall 111; Esope 222; Esopo Zuccarino 29; Galfredo 29; Grimm, Reinhart 346; Hervieux II, 153, 159-160, 253, 330, 358, 372, 390, 416, 430, 465, 487, 611; Isopet I, 29; Isopet III, 23; Isopet de Lyon 30; Isopo A, II, 9; Isopo 1, II, 9; Isopo 2, II, 9; Isopo 3, II, 9; Isopo 4, 58; La Fontaine IV, 15; Marie de France 89; Romulus II, 10; Steinhöwel L20, A20 (versiones latina y alemana); Waldis, Esopus I, 24; Wendunmuth VII, 40. La versión griega de Esope 222 es variante del tipo: Un lobo persigue a un cordero. Se esconde éste en un templo. Le ruega el lobo que salga, porque si no lo han de sacrificar en el templo. El cordero no la hace caso al lobo y se queda dentro. Grupo Tercero. A este grupo pertenecen sesenta y una versiones. Hay tres tipos fundamentales, con sendas variantes. Tipo V. Contiene elementos B, C, D, E o E1, G, y algunas veces H o H1. Este es el cuento de la cabra y sus cabritas, Aarne-Thompson 123.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Pertenecen a este tipo veintidós versiones europeas y africanas de África y América: Bechstein, Märchenbuch 224-227; Beckwith 91; Bolte-Polívka I, 37; Dähnhardt IV, 277-278; Espinosa, Castilla 32, 33, 34; Grimm 5; Gubernatis I, 406; Haltrich, Volkskunde 80-85; Harris 2, 257-260; Jacottet 62-69; JAFL XXXIV, 18; Krauss I, 50-52; Mason-Espinosa PRF V, 35; Pineau, Contes 188196; Rattray II, 14-20; RTP III, 292-293; La Tradition III, 111-112; Tremearne 401-403; Volkskunde XV, 110, 111. Tipo VA. Contiene elementos B, D, G3. A esta variante incompleta del Tipo V pertenecen dos versiones valonas: Laport 123C y variante. Tipo VI. Contiene elementos B, C, algunas veces C1, D, D1 ó E1, y uno de los elementos H2-H6. A este tipo pertenecen veinte versiones europeas y africanas: Carnoy 13-16; Coronedi-Berti, 21; Cosquin II, 66, y variante; Cuentos 212; FCaballero 1, 50-52; JAFL XXXIV, 69-70; Laport 123A, 123B; La Tradition III, 111; Maspons y Labrós III, 134-1440; Meyrac 464-465, 465-466; Parsons, Antilles I, 216-217; Renel I, 418-419; Rolland I, 131-134; RTP XV, 425, XIX, 102; Thompson ENAI II, 439; ZFDM I, 469-471. La versión de los indios de América de Thompson es seguramente de origen africano. Tipo VIA. Contiene elementos B, C, D o D2. A este tipo pertenecen seis versiones europeas y africanas: FL XXI, 492-493; FLJ VII, 167-168; Gubernatis I, 407408; Harris 2, 236-241, 251-254; Ralston 165. Tipo VII. Contiene elementos B2, C, D2, E, algunas veces G y H4. Pertenecen a este tipo diez versiones europeas: Cosquin I, 250; Firmenisch II, 64, 70; Garnett II, 330-331; Gerber 42; Hahn II, 85; Krauss, I, -28-33; Kuhn II, 90-93; RTP VIII, 30, 30-31. Tipo VIIA. Contiene elementos D2, E, G1. Pertenece solamente una versión rusa: Gerber 41. Grupo Cuarto. Los cuentos de este grupo son ya muy diferentes de los cuentos de los tres primeros grupos. Un lobo, u otro animal, roba comida o la hembra de otro animal. Hay dieciséis versiones que se dividen en dos tipos importantes según el elemento inicial B4, el lobo roba comida, o B5, el lobo roba la hembra de otro animal.
Tipo VIII. Contiene elementos B4, D2, E3, y algunas veces H3. Pertenecen a este tipo doce versiones de nuestra bibliografía, todas africanas de América: Beckwith 17a, 17c, 17d; JAFL IV, 53-54, XI, 288-289; Jekyll 23-25; Parsons, Andros 4, I, II, 5, I, II, 6, 7. Tipo IX. Contiene elementos B5, C, D1 ó D2, D5 y H4. Pertenecen a este extraordinario tipo cuatro versiones, todas también africanas de América: Jekyll 108-113; Parsons, Sea Islands 35, 36, I, II. Los cuentos de los Grupos Primero, Segundo y Tercero están directamente relacionados, Tipos I-VII y variantes. Los del Grupo Cuarto, Tipos VIII y IX, que acabamos de clasificar, y los de los Grupos Quinto y Sexto, Cuentos 251 y 257, que más adelante estudiamos, los podemos clasificar con ellos de una manera general, pero pertenecen en realidad a cuentos de tipos muy distintos de ellos. De las ciento veintiocho versiones de los Grupos Primero, Segundo y Tercero, que son los que están directamente relacionados, sólo trece versiones, o sea el 11%, son hispánicas. La clasificación de las versiones hispánicas, según los tipos, es la siguiente: Tipo IIB. Pertenece a este tipo una versión portuguesa imperfecta y muy estropeada: RL I, 61-62, con elementos D5, E, y otros ajenos al tipo. Una sirena del mar entra en una casa y se come a una niña. Las hermanas mayores se escapan con la ayuda de un animal. Tipo IV. Pertenecen a este tipo cinco versiones de los Esopos hispánicos: Isopo A, II, 9; Isopo 1, Ibíd.; Isopo 2, Ibíd.; Isopo 3, Ibíd.; Isopo 4, 58. Tipo V. Pertenecen a este tipo cuatro versiones, tres castellanas y una portorriqueña: Espinosa, Castilla 32, con elementos B, C, C1, D, E1, G, H, 33, con los mismos elementos, y 34, con elementos B, C, D, E1, G, H; MasonEspinosa PRF V, 35, con elementos B, C, C1, D, E1, H. Las cuatro son versiones perfectas del tipo. Tipo VI. Pertenecen a este tipo tres versiones, dos versiones españolas peninsulares y una versión catalana: nuestra versión soriana Cuentos 212, con elementos B1, D, E2, H2; Fernán Caballero 1, 50-52, con elementos B, C, D2, H10; y Maspons y Labrós III, 134-140, con elementos B, D, E3, H3, H13.
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
No tenernos versiones hispánicas de los Tipos I, III, VII. De nuestras versiones hispánicas de la tradición moderna, sólo siete versiones, las cuatro del Tipo V y las tres del Tipo VI, pertenecen a tipos típicos y bien definidos de la tradición de Europa. Nuestra versión soriana 212 es muy fiel al Tipo VI, pero termina con elemento H2. Las otras dos versiones hispánicas de este tipo, Fernán Caballero 1, 50-52, y Maspons y Labrós III, 134-140, terminan con elementos H10 y H13, respectivamente. Las restantes diecisiete versiones europeas del tipo terminan, nueve con elemento H5, tres con H3, dos con H4, una con H2, como la nuestra, una con H6 y una con H9.
214. La raposa y el lobo BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia 164; Cabal 169-172; Calila y Dimna 63-64; Curiel Merchán 134-136; Espinosa, Castilla 12, 13; FCaballero 1, 6-10.—Españolas de América: Arellano 108; Espinosa SFNM 108; Rael 402.—Portuguesas: Athaide Oliveira II, 263; Braga II, 146.—Portuguesa de las islas de Cabo Verde: Parsons, Cape Verde I, 24, 124.— Portuguesa de Brasil: Gomes I, 40-42.—Catalana: Alcover I, 256-268.—Italiana: Archivio V, 57-58.—Francesas: Adam 412-416; Bladé III, 195-198; Carnoy, Renart, 49, 54; Cosquin II, 54, 162; JREL IX, 391-400; Mélusine V, 310-311; Meyrac 458-459; Pineau, Poitou 3; Pineau, Contes 195; RLR IV, 315-317, XIV, 184-187; Roman de Renart XXIV, 219-314; RTP I, 241-242, XIX, 212; Sébillot, Landes 270-274, Provinces 65.—Francesas de América: Fortier 4, 13; JAFL XXX, 113-114.—Francesa de Misuri: Carrière 6 (primera parte).—Flamencas y valonas: Laport 15, 15A; Volkskunde II, 110-112, XV, 112-113; Wallonia III, 58-59.—Vascuences: Cerquand IV, 114; Webster 43-45.—Latina: Johannis de Capua H, 289.—Alemanas: Bolte-Polívka I, 9; Dähnhardt IV, 241242; Engelien-Lahn 166-168; Firmenisch I, 91-92; Grimm 2; Haltrich, Volkskunde 74-76; Müllenhoff 28; Wisser 2, 34-37.—Danesa: Dennet 23.—Islandesas: Arnason 606-609; Rittershaus.—Noruegas: Dasent 379-380; Folkeminnelag I, 34-36.—Escocesa: Campbell III, 108110.—Inglesas de América: JAFL XXX, 215-216, XLVII, 292, 388.—Finlandesa: Krohn 74-75.—Rusas: Gerber 14, 15; Gubernatis II, 128-129 (tres versiones); Hins 29-35 (dos versiones); Krauss I, 39-41. —Griega: Hahn II, 89.— Turca: Radloff III, 369-372.—Árabe: Chauvin II, 104.— Africanas: Bleek 90; Dähnhardt IV, 34; Dayrell 53-54;
Frobenius III, 13-16; Globus XXXIV, 366; Junod 102-103; Rivière 89-90.—Africanas de Norteamérica: Beckwith 9; Christensen 73-80; Fauset I, 28 (cinco versiones); Harris 1, 17; 3, 80-85; JAFL XXX, 192-193 (dos versiones), XXXIV, 2-5 (cuatro versiones), XXXV, 253-256 (cuatro versiones), XXXVIII, 221-222, 240-241, 269-270, XL, 235-239 (cinco versiones), XLI, 486-487, 494, 509, 536; Jones 24; Parsons, Andros 1; Parsons, Sea Islands 2, I-IV (cuatro versiones), 3 I-II (dos versiones), 4, 5, 6.—Antillanas: Parsons, Antilles I, 23-24, 77-78, 104-105, 386-389, 393395, 397, II, 25, 92, 333, 335, 432-433, 483-484; Schont 80-82.—Indias de Norteamérica: BRAE XXIX, 113; JAFL XXVI, 72-95, XXXVIII, 128-130, Taytay’s Tales 3-4.— Clasificación y estudios especiales: Aarne-Thompson 5, 15; Beckwith 238; Bolte-Polívka I, 9-13; Calila y Dimna 3334; Chauvin II, 92; Cosquin II, 161-162; Dähnhardt IV, 241-243; Gerber 52; Globus XXXV, 366; Hackman 15; Historia septem sapientum I, 4; Köhler I, 105-106; Krohn 74-81; Laport 15, 15A; Libro de los Engaños 48; Meyer 15; Panchatantra I, 283, 596-597; Panchatantra, Alemany I, 21; Panchatantra, Lancereau I, 22; Parsons, Antilles III, 94-95; Rittershaus 350-351; Romana VIII, 596; Sébillot, Folklore III, 63-64; Sudre 201-202; Thompson ENAI II, 437; Thompson K372, K401, K401.1, K543. Este cuento leonés es una versión del cuento europeo de la zorra que se come la comida, manteca, miel, etc., que pertenece a ella y a otro animal, o que los dos animales han robado, declarando cada vez que va secretamente a comerse la comida que va a un bautizo, a una boda, etc., Aarne-Thompson 15. Los elementos fundamentales que hallamos en unas ciento treinta y cuatro versiones que yo he examinado son los siguientes: A. Dos animales, generalmente una zorra y un lobo u oso, son come pañeros. Hallan o roban comida, manteca, miel, etc., y la guardan para comérsela más tarde. B. La zorra va secretamente a comerse la comida, generalmente tres veces, y cada vez declara que va a un bautizo, a una boda o a visitar a un pariente enfermo. B1. Ídem. Después de comerse la comida la zorra llena la olla que la contenía de tierra, piedras o porquería, y pone manteca o miel encima. Otras veces pone ratones muertos alrededor de la olla. Al lobo le dice que la comida se ha podrido o que se la han comido los ratones. B2. La zorra se come la comida secretamente, pero no da explicaciones. C. Con palabras que sólo ella comprende, la zorra declara que se ha comido toda la comida: empecélo, demediélo, acabélo.
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D. La zorra le unta manteca, miel, etc., al lobo, en la cola, en las patas, etc., mientras que éste duerme. Después declara que el lobo ha sido el ladrón. D1. Para probar quién ha sido el ladrón los dos animales saltan por encima del fuego. El inocente lobo sale culpable. D2. Para probar quién ha sido el ladrón los dos animales se purgan. El inocente lobo sale culpable. D3. Elemento semejante a D, pero el verdadero ladrón sale culpable. D4. Elemento semejante a D1, pero el verdadero ladrón sale culpable. D5. Elemento semejante a D2, pero el verdadero ladrón sale culpable. E. El lobo, airado con la zorra porque se ha comido la comida, persigue a la zorra. Se mete ésta en su cueva o en el hueco de un árbol. El lobo la coge de una pata, pero la zorra declara que está mordiendo la raíz de un árbol, y así logra escaparse. E1. Cuando el animal ladrón es descubierto por el otro, sale huyendo y se escapa. F. El conejo sube al árbol para averiguar quién se ha comido los quesos, pero antes ha subido ya una piedra. La deja caer sobre la cabeza del leopardo y lo mata. Nuestras ciento treinta y cuatro versiones se dividen en tres tipos fundamentales. Tipo I. Contiene elementos A, B, C, D o variante, o siquiera tres de ellos. Hay cuatro variantes del tipo. Tipo II. Contiene elementos A, B2, y algunas veces D o E1. Hay una variante del tipo que lleva elementos B2, D. Tipo III. Contiene elementos A, B, E. Examinemos ahora cada uno de estos tipos en sus diferentes variantes. Tipo I. A este tipo y variantes pertenecen ciento once versiones de las ciento treinta y cuatro que se pueden clasificar en los tres tipos arriba mencionados, o sea el 82,8% de todas las versiones. Es el tipo general de la tradición de Europa y de algunas partes de África. Hay cuatro variantes del tipo, como ya queda dicho, pero las diferencias son en algunos casos insignificantes. Tipo I: A, B, algunas veces C, D (o D1 ó D2), cincuenta y tres versiones. Tipo IA: A, B, algunas veces C, D3 ó D5, cuatro versiones. Tipo IB: A, B, algunas veces C, cuarenta y nueve versiones.
Tipo IC: B, algunas veces C, D, cuatro versiones. Tipo ID: A, B, C, y el extraordinario elemento F, una versión. Las cincuenta y tres versiones del Tipo I son europeas y africanas, y americanas de origen europeo y africano: Adam 412-416; Alcover I, 256-268; Archivio V, 57-58; Arellano 108; Athaide Oliveira II, 263; Campbell III, 65; Cerquand IV, 114; Christensen 73-80; Cuentos 214; Curiel Merchán 134-136; Dähnhardt IV, 34, 241-242; Dasent 379-380; Engelien-Lahn 166-168; Espinosa, Castilla 12; Fauset I, 28, II, 28, IV; FCaballero 1, 6-10; Fortier 19; Frobenius III, 14; Gerber 14, y variante; Gubernatis II, 128-129; Harris 1, 80, 3, 80-86; JAFL XXX, 113-114, 193, 215-216, XXXIV, 2-3, 3 (variante, 3-4, 4-5 XXXV, 255, XXXVII, 221-222, XL, 235-236 (dos versiones), 237-239 (dos versiones), XLI, 509; Krauss I, 39-41; Krohn 74-75; Meyrac 458-459; Müllenhoff 28; Parsons, Andros 1; Parsons, Sea Islands 3, I, II; Pineau 195; RLR IV, 315-317; RTP I, 241-242; Sébillot, Provinces 65; Volkskunde II, 110-112, XV, 112113; Wisser, Ostholstein 34-37. Las cuatro versiones del Tipo IA son tres europeas y una africana de América: Cabal 169-172; Dennet 23; Fauset I, 28, V; Pineau, Poitou 39-41. Las cuarenta y nueve versiones del Tipo IB son europeas y africanas: Ampudia 164; Arnason 606-609; Bladé III, 195-198; Bolte-Polívka I, 9; Braga II, 246; Cosquin II, 54, y páginas 162; Espinosa, Castilla 13; Fauset I, 28, III; Fortier 33-35; Gerber 15; Grimm 2; Haltrich, Volkskunde 74-76; JAFL XXVI, 72-75, XXX, 192-193 (dos versiones), XXXIV, 4-5, XXXV, 253, XXXV, 254255, XXXVIII, 128-130, 240, 240-241, 269-270, XL, 236-237, XLI, 486-487, 494, XLVII, 292; Jones 53-57; JREL IX, 399-400; Laport 15A; Parsons, Antilles I, 7778, 104-105, 386-393, 393-396, 397-398; Parson, Cape Verde I, 124; Parsons, Sea Islands 2, I, II, III, IV; Radloff III, 369-372; Rael 402; Rittershaus 349; Rivière 89-90; RTP XIX, 212; Schont 80-82; Sébillot, Landes 270-274; Webster 43-45. Las cuatro versiones del Tipo IC son africanas de América: Beckwith 9; Gubernatis II, 129; JAFL XLVII, 388; Parsons, Sea Islands 5. La versión única del Tipo ID es la portuguesa de Brasil de Gomes I, 40-42. Tipo II. A este tipo y variante pertenecen veinte versiones. Hay dos variantes importantes. Tipo II: A, B2, y algunas veces D o E1, nueve versiones. Tipo IIA: B2, D, once versiones.
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
Las nueve versiones del Tipo II son ocho europeas, una africana de Madagascar y una del siglo XIII de Juan de Capua, de origen oriental: Bolte-Polívka I, 9; Carnoy, Renart 49, 54; Espinosa SFNM 108; Firmenisch I, 91-92; Folkeminnelag I, 34-36; Globus XXXIV, 366; Laport 15; Roman de Renart XXIV, 219-314. La versión noruega de Folkeminnelag I, 34-36, lleva elemento E del Tipo III. Las once versiones del Tipo IIA son africanas, indias de América y europeas: BBAE XXIX, 113; Bleek 18; Dayrell 53-54; Gubernatis II, 128; JAFL XXXV, 256, XLI, 536; Junod 102-103; Parsons, Cape Verde I, 24; Parsons, Sea Islands 4, 6; Taytay 3-4. Tipo III. Este tipo se caracteriza por el nuevo elemento E. La zorra perseguida por otro animal, o por un hombre, se esconde en su cueva, entre unas ramas, o en el hueco de un árbol, y el que la persigue la coge de una pata, pero la suelta cuando la zorra le dice que está tirando de la raíz de un árbol. Este elemento pertenece también a otros tipos de cuentos, Cuentos 257, 267, por ejemplo, y a veces constituye un cuento completo. Véase Thompson K543, Aarne-Thompson 5, Krohn 62-67 y Bolte-Polívka II, 117, nota 2. Pertenecen a nuestro Tipo III solamente tres versiones, una versión africana de Norteamérica, una versión albanesa y una francesa: Fauset I, 28, I; Hahn II, 89; RLR XIV, 184-187. Las versiones hispánicas de nuestro cuento son dieciséis. Catorce pertenecen al Tipo I y dos al Tipo II. Sigue la clasificación detallada de las versiones hispánicas. Tipo I, siete versiones, todas con elementos A, B, C, D, o sea versiones perfectas del tipo: Alcover I, 256-268; Arellano 108; Athaide Oliveira II, 263; Cuentos 214; Curiel Merchán 134-136; Espinosa, Castilla 12; FCaballero 1, 6-10. Tipo IA, una versión, con elementos A, B, C, D3: Cabal 169-172. Tipo IB, cinco versiones, todas con elementos A, B, C, versiones perfectas del tipo: Ampudia 164; Braga II, 246; Espinosa, Castilla 13; Rael 402; Parsons, Cape Verde I, 124. Tipo ID, una versión portuguesa de Brasil, Gomes I, 40-42, la única de este tipo. Tipo II, una versión, la nuevomejicana de Espinosa SFNM 108, mezclada con elemento B1 de Cuentos 206. Tipo IIA, una versión, la última parte del cuento portugués de Parsons, Cape Verde I, 24. La versión nuevomejicana de Rael 402, del Tipo IB, es notable por su mezcla de palabras inglesas, particularmente
en elemento C, empleando formas hispanizadas de palabras inglesas, lil big gon (little bit gone) por empecélo, jafgón (half gone) por demediélo, y olgón (all gone) por acabélo. La versión puede ser desde luego de tradición inglesa, traducida al español y conservando los anglicismos de las fórmulas fijas que en Nuevo Méjico el pueblo de habla española comprende perfectamente. Podría tratarse también de una versión española tradicional, como las otras tres de este tipo, antigua y bien conocida, que un narrador listo y bromista ha querido embellecer con un simbolismo más oscuro para los nombres de los supuestos ahijados. El bien conocido cuento de Calila y Dimna 63-64, Hervieux V, 289 (Juan de Capua, Directorium humanae vitae), Benfey, Panchatantra I, 396-597, Chauvin II, 104, etc., lleva al principio elemento A, como muchos de los tipos de nuestro cuento, pero termina de una manera muy diferente. Pertenece en realidad a un tipo de cuento que no tiene otra relación con los cuentos que ahora estudiamos. Dos palomas, macho y hembra, llevan trigo y cebada a su nido y guardan su provisión para el invierno. El macho se marcha entonces, y como halla comida en abundancia, no vuelve hasta pasado ya el invierno, cuando ya es otra vez verano. Van entonces los dos a ver su nido. Las semillas se han secado y no llenan el nido, el macho cree que la hembra se ha comido la mayor parte de ellas, y la mata en seguida. Cuando llegan el invierno y las lluvias, las semillas se hinchan y llenan otra vez el nido. Entonces el macho se da cuenta de su injusticia, se arrepiente, y se deja morir de hambre y sed al lado de su compañera muerta. Para más detalles acerca de los orígenes, formas primitivas y difusión de nuestro cuento en la tradición de Europa y de África, véase en particular: Bolte-Polívka I, 9-13; Cosquin II, 161-162; Dähnhardt IV, 241243; Köhler I, 105-106; Krohn 74-81; Sudre 201-202; Thompson K372, K543.
213. Gorda, Flaca y Sostra 215. Los conejos y el lobo 217. El mingo y la maruxa 221. El gato Laureano BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia 162; Cabal 177-178, 183-184, 235-236; Espinosa, Castilla, 44; Samaniego V, 18.—Catalana: Alcover IV, 458-160.—Italiana: Gubernatis II, 137.—Francesas: Barbazan-Méon III, 53-55; Carnoy 8-11; Carnoy, Renart
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
59-60; Esope 184; La Fontaine IX, 10; Marie de France 93; Mélusine X, 268-269, 269-270; Rolland I, 135.—Belgas: Laport 138, 138 variante.—Vascuences: Cerquand IV, 114, 138-141, 141-142; Webster 45-46.—Latina: Hervieux II, 278-279.—Alemanas: Erk-Böhme I, 162; Grimm 86, Haltrich, Volkskunde 15 (ii), 22b; Jahn 261, 262; Uhland IV, 193, 194; Waldis, Esopus III, 63, IV, 87.—Danesa: Dasent, 275-276.—-Inglesa: Townsend 137.—Griegas: Aesopus 94; Halm 134, 231.—Africanas de América: Jones 16, 57.—Clasificación y estudios especiales: AarneThompson 122 A, B, C, 125; Boggs 72A; Bolte-Polívka II, 206-210; FFC LVI, 118, 119, 120; Grimm, Reinhart clxxxiii, cxc, cxcii-cxciii; Grimm-Schneller 345; Haltrich, Volkskunde 504-505; La Fontaine IX, 10, nota; Sébillot, Folklore III, 66; Uhland IV, 193-196; Waldis, Esopus II, 180-181; ZFV XVII, 429-430; ZRPh XV, 136-153; Thompson K550, K553, K561.1, K561.2, K562. El tema fundamental de estos cuentos es el mismo: el escape por engaño de un animal que está para ser devorado por otro. Los cuatro están estrechamente relacionados y hay que estudiarlos juntos. No todos los cuentos que desarrollan este tema, sin embargo, están relacionados. En nuestros cuatro cuentos se trata del escape de un animal que está amenazado por otro antes de ser cogido. En otro grupo de cuentos que desarrollan el mismo tema, Cuentos 225, el animal que va a ser devorado ha sido ya cogido por el otro, y después logra escaparse por engaño, o bien es devorado. Las versiones de ese grupo no están directamente relacionadas ron las de nuestro grupo actual y hay que estudiarlas separadamente. Nuestras versiones 213, 215, 217, 221 y todas las demás de nuestra bibliografía que están seguramente relacionadas con ellas, cuarenta y tres versiones, llevan entre unas y otras los siguientes elementos o motivos fundamentales: A. Un animal, generalmente una zorra, o un lobo, se encuentra con otro, una gallina, una cabra, un gato (algunas veces dos o tres, o más animales juntos), y quiere comérselo. Declara el animal amenazado que está demasiado flaco, que hay que esperar hasta que engorde. Dice el otro que tiene razón, que esperará. A1. Ídem. Promete el animal amenazado que si no vuelve más tarde, el otro puede comerse a sus hijos, o bien los deja para si no vuelve. A2. Ídem. Declaran dos cabritas que se escapan que más tarde vendrá otra cabrita más gorda. A3. Un lobo o una zorra coge a una gallina. Sale la dueña de las gallinas y declara que la gallina está clueca y le
hará mal al animal que se la coma, que venga más tarde por los polluelos. B. Un lobo se encuentra con unas cabritas y quiere comérselas. Piden permiso para bailar antes de ser devoradas. Bailan y brincan, y saltan por encima de unas tapias y se escapan. B1. Ídem. Le ruegan las cabritas al lobo que toque la flauta. Lo hace, vienen unos perros y tiene que salir huyendo. B2. Los animales amenazados piden permiso para ir a misa, ir a confesarse, cantar en el coro, etc. Entran en la iglesia y dejan al lobo afuera. B3. Un lobo llega adonde se hallan dos conejos con su cría de conejillos. Quiere comérselos. El conejo padre lo entretiene de diversas maneras; hasta que la coneja se escapa con sus conejillos a otra madriguera. C. El animal amenazado se queda en casa. Llega el otro para ver si ha engordado, etc., pero declara el primero que ya no sale al campo, que se queda siempre en casa. C1. Llega el lobo, o el animal que sea, para comerse al otro, según el convenio. Sale el amo de las gallinas, cabras, o lo que sean, con sus perros. El lobo se escapa malherido, o los perros lo matan. C2. Declaran los animales amenazados que no son los mismos de antes, y se escapan. C3. Se presenta la más grande de las cabras, y mata al animal amenazador. C4. Los animales amenazados salen huyendo y se escapan. C5. El lobo canta fuera de la iglesia mientras que espera a las cabritas. Llegan unos vecinos con sus perros. El lobo se escapa malherido o los perros le matan. D. Cuando el lobo viene a comerse a las cabritas, éstas llevan hierbas en los cuernos, excepto una. Le dicen al lobo que llevan cabezas de lobos en los cuernos, excepto una, la cual espera llevar la suya. El lobo se espanta y sale huyendo. D1. Un león o lobo va a comerse a una cabra. Pregunta a la cabra qué hace. Contesta ésta que está comiendo piedras, y que a él se lo comerá también. El león o lobo se espanta y sale huyendo. D2. Un lobo quiere comerse a un ganso. El ganso le enseña la punta de su cola y le dice que es una pistola. Se espanta el lobo y sale huyendo. E. El lobo escarba para coger a los conejillos que se han metido en la madriguera, hasta que se cansa y abandona la tarea, o bien hasta que cae muerto de fatiga. F. El animal amenazador no cae en el engaño, coge al otro, y se lo come en seguida. Este elemento ocurre sólo en tres de nuestras cuarenta y tres versiones. Nuestras cuarenta y tres versiones nos ayudan a establecer seis tipos diferentes o variantes de ellos. Las versiones más sencillas consisten sólo en un elemento, las más largas en tres
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
elementos. Con un número tan reducido de versiones no es probable que todos nuestros tipos sean fundamentales y generales. Sólo dos de ellos, Tipo I, con elementos A, C o C1, y Tipo V, con elemento B, ocurren con bastante frecuencia para que los consideremos como tipos fundamentales y primitivos. Tipo I ocurre en once versiones. Tipo V en ocho o sea el 26% y 19%, respectivamente, de todas las versiones. Hay además cuatro versiones de variantes del Tipo I, y cinco versiones de variantes del Tipo V. Incluyendo las variantes de los tipos, por consiguiente, hay quince versiones del Tipo I, y trece del Tipo V, 35% y 30%, respectivamente, de todas las versiones. Podemos considerar a los Tipos I y V como tipos fundamentales y primitivos. Los demás, Tipos II-IV y VI, hay que considerarlos como tipos fundamentales solamente de una manera provisional. Sigue el análisis detallado de los seis tipos, con el número de versiones de cada uno, seguido de un estudio de las versiones de cada uno de los tipos. Tipo I, con elementos A, C (C1 en una versión), once versiones, o sea el 26% de todas las versiones. Tipo IA, con elementos A, C o C2, C1, dos versiones. Tipo IB, con elemento A, tres versiones. Tipo II, con elementos A o A1, D, tres versiones. Tipo IIA, con elemento D1 ó D2, dos versiones. Tipo III, con elementos A2, C3 ó C4, dos versiones. Tipo IIIA, con elemento A2, una versión. Tipo IIIB, con elementos A3, C1, una versión. Tipo IV, con elementos A, F, dos versiones. Tipo V, con elemento B, ocho versiones, o sea el 19% de todas las versiones. Tipo VA, con elemento B1, tres versiones. Tipo VB, con elemento B2, elementos B2, C5, o elementos B2, F, cinco versiones. Tipo VI, con elementos B3, E, una versión: Cuentos 215. Tipo I es, como ya queda dicho, uno de los dos tipos fundamentales y primitivos. Se halla en once versiones, y hay además cuatro versiones de variantes del tipo, Tipo IA, dos versiones, Tipo IB, dos versiones. Las quince versiones son europeas (una es africana de América, seguramente de origen europeo). Las once versiones del Tipo I son las siguientes: Ampudia 162; Cabal 183-184; Cuentos 221; Esope 184; Halm 231; La Fontaine IX, 10, y variante de la nota de Regnier; Mélusine X, 267-270 (dos versiones); Samaniego V, 18; Waldis, Esopus III, 63. Las dos versiones del Tipo IA son nuestras dos españolas peninsulares, Cuentos 213 y 217.
Las dos del Tipo IB son Alcover IV, 158-160, Carnoy 8-11 y Jones 57. Las tres versiones del Tipo II son: Cerquand IV, 114, 116; Gubernatis II, 138. Las dos versiones del Tipo IIA son Jones 16 y Haltrich, Volkskunde 15, II. Las dos versiones del Tipo III son europeas: Dasent 275276; Laport 138, variante. La versión del Tipo IIIA es también europea: Laport 138. La versión del Tipo IIIB es la española de Cabal 177-178. Las dos versiones del Tipo IV son la española de Cabal 235-236, y la esópica medieval de Hervieux II, 278-279. El Tipo V es, como ya queda dicho, uno de los dos tipos fundamentales y primitivos. Se halla en ocho versiones, y hay además cinco versiones de variantes del tipo. Las ocho versiones del Tipo V son todas europeas: Barbazan-Méon III, 53-55; Erk-Böhme I, 162; Haltrich, Volkskunde 22b; Jahn 262, 561; Uhland IV, 193, 194; Waldis, Esopus IV, 87. Las tres versiones del Tipo VA son Aesopus 94; Halm 134; Townsend 137. Las cinco versiones del Tipo VB son: Carnoy, Renart 59-60; Cerquand IV, 115; Marie de France 93; Rolland I, 135; Webster 45-46. La versión del Tipo VI es nuestra versión española 215. Las versiones hispánicas de nuestro tema son diez, o sea el 23% de las cuarenta y tres de nuestra bibliografía. Al Tipo I pertenecen cuatro versiones. Tres de ellas llevan elementos A, C: Ampudia 162; Cabal 183-184; Cuentos 221. La literaria de Samaniego V, 18, lleva elementos A, C1. Al Tipo IA pertenecen dos versiones, las dos que establecen esta variante del Tipo I: Cuentos 213, con elementos A, C2, C1, y Cuentos 217, con elementos A, C, C1. Al Tipo IB pertenece una versión, la catalana de Alcover IV, 158-160. Esta versión contiene en realidad elementos de dos cuentos distintos. Empieza con una variante de elemento A de nuestro tema: Una zorra se encuentra con una oveja y su cordero. Quiere comerse al cordero, pero la oveja le dice que está demasiado flaco y que hay que esperar quince días para que engorde. Le promete además un queso. Termina con una variante de elemento A4 de Cuentos 206 (la zorra entra en un cubo y cae de golpe al fondo del pozo, donde muere ahogada y apedreada). Al Tipo IIIB pertenece una versión, Cabal 177-178, con elementos A3, C1. Al Tipo IV pertenece una versión, Cabal 235-236. Al Tipo VI pertenece una versión, Cuentos 215, la que establece el tipo.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
De los Tipos II y variante, III, IIIA, V, VA, VB, no hay versiones hispánicas. Todas las versiones hispánicas de nuestro tema son españolas peninsulares, con excepción de la catalana de Alcover del Tipo IB. Queda sin clasificar una versión hispánica, la castellana de Espinosa, Castilla 44, que empieza con una variante de elemento A, pero termina con una variante de elemento E1 de Cuentos 257: Una viejecilla va a llevarle comida a su marido. La encuentra un lobo y quiere comérsela. Le declara ella que se espere, que a la vuelta estará más gordita. Lo mismo le ocurre con otros dos lobos. Para que vuelva, el marido le hace un tambor de la piel de su burro, la mete en él y la echa a rodar a casa. Cada uno de los lobos que está esperando a la viejecilla le pregunta al tambor por ella, y ella responde: —¡Altunturuntún, que yo no la he visto! De esta manera se escapa del lobo.
216. Cabrín cabrates y lobín lobates BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Aitken MS; Ampudia 167, 197; Cabal 235-236; Espinosa, Castilla 35, 36, 37; Isopo A, Aviano 19; Isopo 1, Aviano 19; Isopo 2, Aviano 19; Isopo 3, VII, 17; Samaniego III, 9, IV, 15.—Italianas: Galfredo 94; PMLA XX, 412.—Francesas: Archivio VI, 571; Esope 220; Rolland I, 136.—Latinas: Aesopus 106; Avianus 26; Hervieux III, 279, 342, 363, 407-408, 442, 478, 486, 497, IV, 361; Steinhöwel L133.— Alemanas: Boner 90; Steinhöwel A218b; Waldis, Esopus I, 78; Wendunmuth VII, 118.—Inglesas: Aesop, Aviano 19; Croxall 76; Townsend 65, 159.—Griegas: Halm 270, 284.—Clasificación y estudios especiales: Aesop I, 75-77; Boggs 127; FFC LVI, 53, 96; Sudre 294; Thompson K815, X2061.4, K2061.5. Cuentos 216 es una preciosa versión de un tema folklórico muy sencillo: Un lobo, u otro animal, ve a otro al cual quiere devorar, generalmente una cabra que se halla encima de una peña, u otro sitio, y con palabras engañosas le ruega que baje adonde él está. Algunas veces el lobo logra su intento, otras veces no. Este tema está relacionado con otros muy semejantes en los cuales un animal quiere coger a otro por engaño para devorarlo, como Cuentos 212, 225, AarneThompson 61, 62, 242, Steinhöwel 141, y otros temas, pero tiene un desarrollo especial y muy bien definido que merece un estudio separado de todos los demás. Las versiones que yo he reunido de este tema especial y que seguramente están directamente relacionadas son cuarenta y una. Contienen éstas los siguientes elementos fundamentales:
A. Un lobo ve a una cabra que está encima de una alta peña y le ruega que baje adonde él está con intención de devorarla. A1. Un lobo ve a una cabra, oveja o cordero, arriba de una peña, o en otro sitio, y le ruega que baje a hablar con él, a darle un beso, a traerle agua, etc., con intención de devorarla. B. La cabra, oveja, o lo que sea el animal amenazado, sospecha la trampa y no baja, o no se acerca adonde está el lobo. C. La cabra, oveja, etc., cae en la trampa y es devorada por el lobo. Hay que observar que en este grupo especial del tema general, el animal amenazado se escapa solo, sin ayuda de nadie, o bien cae en la trampa y es devorado. En Cuentos 225, que estudiamos más adelante, y en otros grupos semejantes, el animal amenazado se escapa muchas veces con la ayuda de los perros del amo, o de otra manera semejante. Las cuarenta y una versiones de nuestro grupo se dividen en dos tipos fundamentales o variantes de ellos. La división es muy sencilla. Las versiones del Tipo I terminan con elemento B, el escape del animal amenazado, y las del Tipo II terminan con elemento C, el animal amenazado es devorado. Hay treinta y cuatro versiones del Tipo I y variantes, el 83% de todas, y siete versiones del Tipo II, 17%, distribuidas de la manera siguiente: Tipo I, con elementos A, B, veintiocho versiones, o sea el 68% de todas las versiones. Tipo IA, con elementos A1, B, seis versiones, 14%. Tipo II, con elementos A, C, siete versiones, 17%. Las veintiocho versiones del Tipo A son todas esópicas, literarias, excepto dos españolas de la tradición moderna, una de éstas Cuentos 216; Aesop, Avian 19; Ampudia 167; Avianus 26; Boner 90; Croxall 76; Cuentos 216; Esope 220; Galfredo 94; Halm 270; Hervieux III, 279, 342, 363, 407-408, 442, 478, 486, 497; Isopo A, Avian 19; Isopo 1, Ibíd.; Isopo 2, Ibíd.; Isopo 3, VII, 17; PMLA XX, 412; Samaniego IV, 15; Steinhöwel L133; Steinhöwel A, 218b; Townsend 159; Waldis, Esopus I, 78; Wendunmuth VII, 118. Las seis versiones del Tipo IA son: Aesopus 106; Cabal 235-236; Halm 284; Hervieux IV, 361; Samaniego III, 9; Townsend 65. Las siete versiones del Tipo II son de la tradición oral moderna de Europa: Aitken MS; Ampudia 197; Archivio VI, 571; Espinosa, Castilla 35, 36, 37; Rolland I, 137. La forma occidental primitiva de nuestro cuento es seguramente el Tipo I, con elementos A, B, que ocurre en
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
veintiocho de las cuarenta y una versiones que documentamos, o sea en el 68% de ellas. Siete de ellas son españolas. Este tipo occidental, primitivo y fundamental, el más antiguo de todos, es seguramente de origen esópico medieval, un desarrollo tal vez de versiones de las dos fábulas del lobo y el cabrito, Romulus II, 10, Isopo A, etc., II, 9, Isopo A, Aviano 27, etc., Steinhöwel 141. Las versiones hispánicas de nuestro tema son catorce, todas son españolas peninsulares. Cuatro son de los Esopos, y dos son las literarias de Samaniego. Las ocho restantes son de la tradición oral moderna. De las catorce versiones siete pertenecen al Tipo I, dos pertenecen al Tipo IA, y cinco pertenecen al Tipo II. Al Tipo I pertenecen: Ampudia 167; Cuentos 216; Isopo A, Aviano 19; Isopo 1, Aviano 19; Isopo 2, Aviano 19; Isopo 3, VII, 17; Samaniego IV, 15. Al Tipo IA pertenecen dos versiones: Cabal 235-236; Samaniego III, 9. Hay que observar que la versión asturiana de Ampudia 167 termina con los mismos versos que la versión literaria de Samaniego, denunciando desde luego su origen literario. Al Tipo II pertenecen: Aitken MS; Ampudia 197; Espinosa, Castilla 35, 36, 37. Algunas de las versiones hispánicas se distinguen de todas las demás por su notable forma artística, con latinismos asonantados y simbólicos. Esta nueva elaboración es un ejemplo extraordinario del espíritu artístico del pueblo español, que reviste un tema tan sencillo de una forma poética, atractiva y humorística, y que una vez creada, es fácil de recordar, y por eso tiende a permanecer en la tradición oral sin cambios importantes. Las versiones españolas que tienen esta forma especial son Aitken MS, Ampudia 197 y Cuentos 216. Doy en seguida la versión de Aitken MS, versión recogida por la señora Bárbara Aitken, de Londres, en el pueblecito de Quintanas de la Sierra, Burgos, en 1926, y que no ha sido todavía publicada: —Cabra, cabratis, baja, bajatis. —No, amigo lobatis, que si bajo me agarras del galgarranatis. —No, cabra, cabratis, no te agarro del galgarranatis. Y bajó la cabra, cabratis, y la agarró el lobo. del galgarranatis. —¡Ay, amigo, lobatis! ¿No me decías que no me agarrabas
del galgarranatis, hoy que es viernes viernatis? —Cabra, cabratis, a necesitatis no hay pecatis. Para más detalles sobre el tema de Cuentos 216, véase Aesop I, 75-77; FFC LVI, 53, 96; Sudre 294; Thompson K815, K2061.4, K2061.5. Véase también nuestro estudio de Cuentos 225. Todos los tipos de los cuentos relacionados con Cuentos 212 y 225 tienen también relación indirecta con Cuentos 216. En algunos de los tipos, Tipos III y IV, y variantes de Cuentos 225, por ejemplo, los motivos fundamentales son los mismos que hallarnos en Cuentos 216, Tipo IA. Se diferencian solamente en que en los Tipos de Cuentos 225 un lobo o una zorra quiere devorar (algunas veces devora) a un gallo o a una gallina, mientras que en Cuentos 216, Tipo IA, como en los otros tipos de este cuento, un lobo o una zorra quiere devorar a una cabra o cordero. Entre los otros tipos de Cuentos 216 y Cuentos 225 hay diferencias más importantes.
B. La zorra (y el lobo) 218. La zorra y la cigüeña 219. La zorra y la cigüeña 220. La zorra y el grajo BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Calila e Dimna 31; Espinosa, Castilla 21, 22, 23; Isopo A, I, 14, Aviano 2; Isopo 1, Aviano 2; Isopo 2, I, 14, Aviano 2; Libro de los Gatos 1; Samaniego II, 5, IV, 11.—Españolas de América: Andrade 244; Antología folklórica argentina 85-86; Di Lulio 250, 259; Mason-Espinosa PRF V, 61, 66; Rael 377, 380.—Portuguesas: Barbosa 14; Caróchinha 6; Coelho 7, 8; Isopo 4, 14.—Portuguesas de Brasil: Pimentel 291-293; Romero I, 45, 47, II, 10.—Catalanas: Isopo 3, I, 14, VII, 8.—Italianas: Doni 93; Esopo Zuccarino 14; Galfredo 13, 33; Kalilah wa Dimnah 48-49.—Francesas: Archivio VI, 572; Corrozet 27; Esope 351; La Fontaine
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
I, 18, X, 2; Marie de France 12.—Rumana: Gaster 5.—Latinas: Ademar 63; Avianus 2; Babrius 115; Du Méril 255, 269, 273-274; Faerno 77-78; Gualterius 33; Hervieux II, 154, 166, 167, 209-210, 249, 254, 268, 306-307, 322, 359, 391, 423, 432, 459, 466, 480, 489, 520-511, 574, 626-627, 663-664, 723, III, 265-266, 320-321, 353-354, 373, 431, 463-464, 469, 480, 491, IV, 302, 378-380, 422, V, 152-153, 483; Jacques de Vitry 165; Marie de France, Introducción lxvii; Odonis de Ceritona 5, 9; Phaedrus I, 26, II, 6; Romulus I, 13; Steinhöwel L14, L116; Wright, Latin Stories, Appendix I, 13.—Alemanas: Alberus 28; Boner 17, 64; Steinhöwel A74b, A203a; Waldis, Esopus I, 10, 27, 87; Wendunmuth VII, 29, 173.—Inglesas: Aesop I, 14, II, 13, Avian 2; Croxall 19; Townsend 19-20.—Inglesas de América: JAFL XXX, 198-199, XXXV, 262-264.—Rusas: Gerber 23, 27.—Griegas: Aesopus 61; Gubernatis II, 197; Halm 34, 415, 419; Kretschmer 23; Plutarch, Symposiacs I, i, 5.—Árabes: Chauvin II, 90; Kalilah and Dimnah 48-49.—Judía: Kalilah et Dimnah B, 351.—Africana: Frobenius III, 10.—Indias: Hitopadesa IV, 2, 5; Jacobs 3, 100-102; Jataka 178, 215, 294, 295; Liebrecht III; Panchatantra I, 13; Panchatantra, Alemany I, 13; Panchatantra, Lancereau I, 14; Pilpay I, 22; Somadeva II, 55-56.—Indias de Norteamérica: BBAE XLVII, 25-26; JAFL VI, 49, XI, 265, XLVIII, 104-105.—India de Suramérica: Barroso 137.—Clasificación y estudios especiales: Aarne, Estnische Märchen 60, 225; Aarne FM 60, 225; AarneThompson 60, 225, 226; Aesop I, 61-62, 65-66, 182, 241; Boggs 57A; Dähnhardt IV, 269-271; Catalogue of Romances III, 37; FFC LVI, 54, 98; Galfredo 33, notas; Gerber 6869; Grimm, Reinhart cclxxxi; Haltrich, Volkskunde 510; La Fontaine I, 18, notas de Regnier; Jacques de Vitry, p. 202; Loiseleur Deslongchamps 38; Panchatantra I, 239-240, 241; Thompson ENAI 449, 450; Thompson A2211.11, K1041. Estos tres cuentos son versiones de un tema muy bien conocido en la antigua literatura oriental y europea medieval: Un ave, generalmente un águila, lleva volando a otro animal, generalmente una tortuga, a un sitio determinado por diversos motivos, y lo deja caer de una grande altura, muriendo éste en la caída. La mayoría de las versiones hispánicas se diferencian de las demás de Europa por llevar algunos cambios importantes en la primera parte del cuento, particularmente la venganza del águila o de la cigüeña, que deja caer a la tortuga o zorra porque ésta la hace enfadarse o la aburre de tanto hablar, o porque la había agraviado antes. En algunas versiones hispánicas hallamos además una mezcla del tema fundamental con el cuento esópico de la doble invitación
entre la cigüeña y la zorra, Phaedrus I, 26, Isopo A, II, 13, Aarne-Thompson 60. De aquí el agravio y la venganza de la cigüeña en estas versiones. Las versiones que documentamos de este tema en nuestra bibliografía son ciento ocho. Los elementos que contienen y que nos ayudan a establecer los tipos fundamentales son los siguientes: A. Una tortuga promete enseñarles a las aves las piedras preciosas, u otras maravillas, si la llevan volando por el aire. Un águila la lleva. A1. Un águila, u otra ave, lleva a otro animal por el aire para enseñarle a volar. A2. Una tortuga quiere que las aves la lleven volando a un sitio donde haya agua. Dos aves asidas a las puntas de un palo con la boca la llevan volando, asida también al palo. A3. Un águila, cigüeña, u otra ave, lleva volando a una zorra, u otro animal, a unas bodas en el cielo o a una fiesta. A4. Un águila, u otra ave, coge a una tortuga o a un caracol, u otro animal, y se va volando con él con intención de comérselo. Hay variantes en las cuales el águila coge una nuez en vez de un animal. A5. Un águila, u otra ave, lleva a otra volando por el aire para salvarla de un cazador. A6. Un sapo se esconde en la caja de una guitarra, y lo lleva en ella el águila guitarrista a unas fiestas en el cielo. B. El águila, la cigüeña, etc., deja caer a la tortuga porque ésta no cumple con su promesa, porque se queja del dolor que le causan las garras del águila, porque habla sin necesidad, etc. La tortuga muere en la caída. B1. El águila, la cigüeña, etc., deja caer a la tortuga, zorra, etc., porque ésta la hace enfadarse de tanto hablar, porque se aburre, etc. B2. La tortuga quiere responder con palabras vanas a las gentes que se admiran al verla volar, pero cuando abre la boca para hablar suelta el palo (elemento A2), cae al suelo y muere de la caída. B3. El águila, la cigüeña, etc., deja caer a la tortuga o zorra para vengarse de un agravio. —¡Si de ésta salgo y no muero, no quiero más bodas en el cielo! —exclama la tortuga o zorra, al caer al suelo—. B4. Una corneja aconseja al águila (de elemento A4) que deje caer a la tortuga, al caracol, etc., para que se le rompa la concha. El águila sigue el consejo de la corneja. Muere la tortuga, etc., de la caída. y el águila y la corneja se la comen. B5. El animal llevado por el aire por una ave se aburre y declara que quiere volver a su casa. El ave lo vuelve a su casa. B6. Al volver del cielo, el sapo de elemento A6 se esconde otra vez en la caja de la guitarra. El águila advierte la
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maniobra, pone la guitarra boca abajo, y en cuanto empieza a volar, el sapo cae a tierra mal herido. B7. El ave que lleva a un conejo a unas bodas en el cielo lo deja allí olvidado. La Virgen lo baja con una cuerda, pero el conejo menea la cuerda, la Virgen la suelta, y cae el conejo al suelo y muere de la caída. Nuestras ciento ocho versiones se dividen en cinco tipos fundamentales, o variantes de ellos: Tipo I, con elementos A, B o B1, veintisiete versiones, o sea el 25% de todas las versiones. Tipo IA, con elementos A1, B, seis versiones. Tipo IB, con elementos Al, B5, una versión. Tipo II, con elementos A2, B2, diecinueve versiones. Tipo III, con elementos A3, B3, seis versiones. Tipo IIIA, con elementos A3, B3, precedidos del cuento de la doble invitación, Phaedrus I, 26, etc., ocho versiones. Tipo IIIB, con elementos A3, B3, una versión. Tipo IIIC, con elementos A3, B1, tres versiones. Tipo IIID, con elementos A3, B7, una versión. Tipo IV, con elementos A4, B4, treinta y dos versiones, o sea el 30% de todas las versiones. Tipo V, con elementos A6, B6, una versión. Las veintisiete versiones del Tipo I son todas occidentales, esópicas y latinas medievales, excepto una hispánica de Puerto Rico, seguramente de origen literario: Aesop, Avian 2; Aesopus 61; Avianus 2; Croxall 19; Du Méril 269, 273274; Hervieux III, 265-266, 320-321, 373, 431, 463-464, 469, 480, 491, IV, 302, 422; Isopo A, Aviano 2; Isopo 1, Ibíd.; Isopo 2, Ibíd.; Isopo 3, VII, 8; Libro de los Gatos 1; Mason-Espinosa PRF V, 61; Odonis de Ceritona 5; Samaniego IV, 11; Steinhöwel L, 116; Steinhöwel A, 203a; Waldis, Esopus I, 87. Las seis versiones del Tipo IA son todas esópicas: Babrius 115; Poner 64; Esope 351; Halm 419; Hervieux III, 353354; Townsend 19-20. La versión del Tipo IB es la de Promptuarium Exemplorum 26 (Marie de France, Introducción lxvii). Las diecinueve versiones del Tipo II son todas orientales de origen, pero hallamos algunas en la literatura esópica medieval: Calila y Dimna 31; Chauvin II, 90; Doni 93; Hervieux V, 152-153, 483; Hitopadesa IV, 2; Jacobs 3, 100-102; Jataka 215; Kalilah and Dimnah 48-49; Kalilah et Dimnah B, 351; Kalilah wa Dimnah 48-49; La Fontaine X, 2; Liebrecht 111; JAFL XXX, 198-199; Panchatantra, I, 13; Panchatantra, Lancereau I, 14; Panchatantra, Alemany I, 13; Pilpay I, 22; Somadeva II, 55-56. En la versión de Jataka 215, tal vez la versión oriental más antigua de todas, las cigüeñas llevan a la tortuga volando por el aire a visitar su casa, y no en busca de agua.
Las seis versiones del Tipo III son todas hispánicas, excepto una inglesa de Norteamérica: Cuentos 218 (precedida de elemento A de Cuentos 258); Cuentos 220 (precedida de algunos elementos ajenos a nuestro cuento que motivan el agravio de la cigüeña); JAFL XXXV, 262264 (precedida de algunos elementos ajenos a nuestro cuento); Pimentel 291-293; Romero I, 45, II, 10. Las ocho versiones del Tipo IIIA, mezcla de Tipo III con el cuento de la doble invitación entre la cigüeña y la zorra, son todas hispánicas: Barbosa 14; Caróchinha 6; Coelho 7; Cuentos 219; Espinosa, Castilla 21, 22, 23; Rael 377. La versión del Tipo IIIB es la africana de Frobenius III, 10. En esta versión un águila sube a un chacal adonde halla muchos polluelos, pero cuando ya la gallina no da más, deja caer a la zorra al suelo. Se escapa medio muerta. Las tres versiones del Tipo IIIC son dos españolas de América y una india de Suramérica: Andrade 244; Di Lulio 259; y Barroso 137. La versión dominicana de Andrade es una variante del tipo: Una cigüeña lleva a un caimán a una fiesta, se cansa y lo deja caer. Se rompe una pata y tres costillas. La versión del Tipo IIID es la portorriqueña de MasonEspinosa PRF V, 66. Las treinta y dos versiones del Tipo IV son todas esópicas, latinas medievales, y algunas modernas de origen literario: Aesop I, 14; Alberus 28; Boner 17; Esopo Zuccarino 14; Galfredo 13; Gubernatis II, 197; Halm 415; Hervieux II, 167, 249, 322, 423, 459, 480, 520-521, 574, 663-664, 723; Isopo A, I, 14; Isopo I, Ibíd.; Isopo 2, Ibíd.; Isopo 3, Ibíd.; Isopo 4, 14; Marie de France 12; Odonis de Ceritona 9; Phaedrus II, 6; Romulus I, 13; Samaniego II, 5; Steinhöwel L, 14; Steinhöwel A, 74b; Waldis, Esopus I, 10; Wendunmuth VII, 173; Wright, Latin Stories, Appendix I, 13. En la versión de Aesop I, 14, el águila lleva una nuez en vez de un caracol o una tortuga. La versión del Tipo V es la argentina de Antología folklórica argentina 85-86. Es, al parecer, un cuento europeo del Tipo III, con mezcla de las astucias del sapo. Véase Cuentos 233-245. La explicación de cómo adquirió el sapo las manchas en la piel (las cicatrices de la caída), puede ser un motivo de origen americano. Según una nota de página 86, se han encontrado en la Argentina ocho versiones de este extraordinario tipo. Quedan por clasificar tres versiones de nuestra bibliografía: la versión rusa de Gerber 27, que lleva solamente elemento A5; Jataka 178, que cuenta el episodio de la tortuga que no quiere irse al río con los peces y muere por falta de agua, cuento muy ajeno a nuestro tema, pero seguramente relacionado con el cuento de Jataka 215 del Tipo II; y
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Gaster 5 (antiguo ejemplo judaico, en el cual se cuenta que Alejandro el Grande se hizo llevar por el aire a una grande altura, hasta que se le cerraron los ojos de frío, por dos águilas a las cuales les había puesto comida apetitosa en palos de manera que volaron para querer alcanzarla, versión relacionada también con nuestro Tipo II). Las versiones hispánicas de nuestra bibliografía son treinta, o sea el 27% de todas las versiones. Al Tipo I pertenecen siete versiones hispánicas: cuatro de los Esopos; Libro de los Gatos 1; Mason-Espinosa PRF V, 61; y la literaria de Samaniego IV, 11. Al Tipo III pertenecen cinco versiones de las seis del tipo, todas ya citadas. Al Tipo IIIA, mezcla del Tipo III con el cuento de la doble invitación para la comida, pertenecen ocho versiones hispánicas, todas las de este tipo, ya citadas. Al Tipo IIIC pertenecen dos versiones, la dominicana de Andrade 244, y la argentina de Di Lulio 259. La versión de Mason-Espinosa PRF V, 66, es la única que pertenece a nuestro Tipo IIID. Al Tipo IV pertenecen seis versiones: cinco de los Esopos; y la literaria de Samaniego II, 5. Al Tipo V pertenecen la versión argentina ya citada, y las otras ocho citadas en Antología folklórica argentina 86. Ha de observarse que de las treinta versiones hispánicas de nuestra bibliografía, dieciséis, o más de la mitad de ellas, pertenecen al Tipo III, o variantes. Todas las versiones de este tipo son solamente diecinueve. El 84% de ellas son hispánicas. El Tipo III es, por consiguiente, un tipo hispánico en casi todas sus variantes. El Tipo IIIA es sin duda un desarrollo antiguo en la tradición española, porque de las ocho versiones del tipo, con la mezcla extraordinaria del Tipo III con el cuento de la doble invitación para motivar el agravio y venganza de la cigüeña, tres son portuguesas, cuatro son españolas peninsulares, nuestra versión Cuentos 219, Espinosa, Castilla 21, 22, 23, y una es del último rincón del antiguo imperio español de América, Nuevo Méjico, Rael 377. Las versiones hispánicas del Tipo III y variantes terminan, por regla general, con el bien conocido refrán castellano: «Si de ésta escapo y no muero, no quiero más bodas en el cielo». No sé si el refrán es anterior al cuento, o si del cuento salió el refrán. Hay un grupo de cuentos algo parecidos a los que acabamos de estudiar, pero que no tienen, al parecer, relación directa con ellos, los cuentos que desarrollan el tema de las alas prestadas para volar. Este tema se halla principalmente en versiones africanas y de los indios de América. Versiones hispánicas no conozco yo ninguna. El desarrollo general de
este tema es el siguiente: Un animal que por su naturaleza no vuela, desea volar. Las aves se quitan algunas de sus plumas, se las ponen y tratan de enseñarle a volar. Como apenas da unos saltos, las aves le suben por el aire, y cuando ya han subido muy alto le quitan las plumas y le dejan caer a la tierra, muriendo el infeliz de la caída. Hay tipos muy diversos, y en algunos hay elementos sobrenaturales. Para la bibliografía de este tema véase particularmente: AarneThompson 225; Parsons en JAFL XXX, 231-232, XXXI, 216-220, Cape Verde I, 101, 102 (cuentos seguramente de origen africano); Tremearne 265-266; Thompson ENAI, 449, Thompson K1041.
222. Xuan, el oso y la raposa BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia 161, 176; Cabal 178-181, 234-235; Isopo A, IV, 3, Aviano 1, Coletas 9; Isopo 1, IV, 3, Aviano 1, Coletas 9; Isopo 2, IV, 3, Aviano 1, Coletas 9; Libro de los Enxemplos 307; Sebastián de Mey 12, 36.—Españolas de América: Antología folklórica argentina 71-72; Rael 370.—Catalanas: Isopo 3, IV, 3, VII, 5, VIII, 9.—Francesas: Barbazan-Méon II, 21; Corrozet 75, 102; Disciplina Clericalis F 27; La Fontaine IV, 16; Marie de France 30, y página 343; Roman de Renart IX, 35-1448.—Latinas: Bebelius 125; Disciplina Clericalis 23; Du Méril 262, nota 1 (dos versiones); Faerno 96-97, 113-114; Hervieux II, 78-79, 149, 224-225, 270, 303-304, 403-404, 445, 504, 540, 618, 701-702, 744, III, 265; 319, 353, 402, 430, 462-463, 468, 480, 491, V, 755-756; Krohn MF 62; Steinhöwel L115, 150; Wright, Latin Stories 77; ZFDA XXIII, 312.—Alemanas: Boner 63; Grimm, Reinhart 328-330, 330-333, 348-349; Haltrich 88; Haltrich, Volkskunde 32; Krohn MF 65, Dd; Liebrecht 211-212; Pauli 90; Steinhöwel A, 202a, 246b; Waldis, Esopus I, 86, III, 44; Wendunmuth VII, 41.—Danesas: Krohn MF 64, Dc 1, 65, Dc 2.—Islandesa: Krohn MF 35.—Noruegas: Krohn MF 20, Db 2, 64, Db.—Suecas: Krohn MF 19, Da 1, Da 2, Da 3, 64, Da 1, Da 2, Da 3.—Inglesas: Aesop IV, 3, Avian 1, Alfonce 9; Croxall 24; Townsend 93-94, 201-202.—Finlandesas: Krohn MF 12, Ab 1, Ab 2, 13, Aa 1, Ad 2, Ad 3, Ad 4, Ae 3, Ae 4, 14, Ae 5, Ag 1, Ag 2, Ah, 15, Ai 1, Ai 2, Ai 3, Ai 4, Ai 5, 15-16, Aj 1, 16, Aj 3, Aj 5, Aj 6, Aj 7, Aj 9, Al 1, 17, Al 2, Al 5, Al 6, Al 7, Al 8, Al 10, Am 1, 17-18, Am 2, 18, A, Am 3, Ao, Aq, 62, 64, Ak.—Eslavas (de Estonia y Rusia): Gerber 26; Grimm Reinhart cclxxxvii-ccxc (dos versiones); Jurkschat I, 14; Krauss I, 6; Krohn MF 23, Ha 2, Ha 3, Ha 4, Ha 5, 24, Hb, Hc 1, Hc 2, Hc 3, 25, He 2; Leskien-Brugman 517-
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519 (nueve versiones).—Lituanas: Leskien-Brugman 352353, 516-517; Schleicher 8-9.—Laponas: Krohn MF 18, Bb 1, 19, Bb 2.—Griegas: Aesopus 127, 138; Aphthonius 39; Avianus Babrius 16; Babrius, Aesopus 50; Esope 34, 223; Hahn II, 94; Halm 35, 35b, 275.—Clasificación y estudios especiales: Aarne FM 154; Aarne-Thompson 154; Boggs 154; Bolte-Polívka I, 518, nota 1; Du Méril 262, Nota; Gerber 9; Grimm, Reinhart ccxc-ccxci; Gubernatis II, 112-113; Hackman 154; Hahn página 497; Haltrich, Volkskunde 518; Harry 49-50; Krohn MF 11-37; La Fontaine IV, 16 (Notas de Régnier); Roman de Renart II, 58-61; Rothe 197-202; Sudre 189-203; Thompson C25, K235, K235.1, J2144. Este cuento pertenece a un grupo muy importante y numeroso de cuentos directamente relacionados que contienen los siguientes elementos o motivos fundamentales: A. Un labrador maldice a sus bueyes porque no tiran bien del arado, exclamando: —¡Que un oso (o lobo) os coma! Le oye el oso y se acerca para comerse a los bueyes. El labrador le ruega que espere hasta terminar el trabajo o le promete otra cosa en lugar de los bueyes. A1. Un labrador se encuentra con un oso que quiere comérselo a él o a sus bueyes. El labrador le promete una vaca u otra cosa. A2. Un oso le promete a un labrador cuidar de la cosecha para que no se la coman los pájaros u otros animales si le entrega una parte de ella. El labrador siempre le engaña. A3. Ídem. El oso, agraviado, pide la vida del labrador o un buey. El labrador le promete lo que pide si le permite irse a su casa. A4. Una serpiente, u otro animal, amenaza a un labrador y no le permite cargar a su asno con leña o hacer otra faena. A5. Una nodriza, algunas veces la madre misma del niño, se enfada con un niño que no quiere dejar de llorar, y exclama: —¡Ojalá que te lleve (o coma) el lobo! Un lobo oye todo y llega para llevarse al niño. Se está esperando toda la noche. A6. Una mujer promete su hijo al oso cuando tenga el hijo quince años. Cuando el hijo tiene quince años, llega el oso para que se lo entreguen. A7. Un labrador se encuentra con un oso y le dice que ya se van acercando los que le buscan para matarle. A8. Un hombre se encuentra con una zorra cogida en una trampa y le da libertad. B. Llega una zorra y se ofrece de medianera para hacer las paces. Al labrador le promete librarle del oso si le paga dos gallinas o una vaca. Al oso le promete un queso en vez de los bueyes.
B1. Llega una zorra y promete al labrador librarle del oso si le paga dos gallinas, una vaca o un cordero. B2. Ídem. La zorra se dirige al bosque y hace ruidos para imitar el vocerío de los cazadores para espantar al oso. C. Cuando la zorra vuelve, el oso se esconde cerca del labrador. La zorra le pregunta al labrador qué es lo que se ve escondido. El oso le dice al labrador que diga que es un tronco. De esta manera, fingiendo el oso que es un tronco y por medio de otros engaños de la zorra y del labrador, ata éste al oso, lo sube en su carro y le mata con su hacha. En algunas versiones el labrador mismo es el que le dice al oso que finja ser un tronco para escaparse de los «cazadores». C1. Ídem. El labrador acuesta al oso en el suelo y lo cubre de tierra. Lo mata con su hacha. C2. El labrador mata al oso de otra manera. C3. E labrador o la zorra le corta la cola al oso. C4. Un lobo, o una zorra, perseguido por un cazador, huye por el monte y se encuentra con un leñador, a quien le ruega que le ayude a esconderse para escaparse. El leñador le ayuda a esconderse y promete protegerle, pero cuando llega el cazador y pregunta por el lobo, el labrador indica con la mano en una dirección y con los ojos mira en la dirección donde está escondido el lobo. El cazador no entiende las señas del leñador y la zorra se escapa, pero no puede darle las gracias al leñador que ha querido engañarla. En muchas versiones este episodio es un cuento separado y completo. Véase nuestro Tipo V. D. La zorra lleva al oso o lobo a un pozo para entregarle un queso (el reflejo de la luna en el agua). Se mete ella en un cubo y baja a buscar el «queso». Le grita entonces al oso que se meta en el otro cubo para bajar adonde está el queso. Cuando el oso baja, sube la zorra y deja al oso en el fondo del pozo. Este episodio es elemento A de Cuentos 206, en muchas versiones un cuento separado y completo. D1. El labrador se marcha a su casa para traer la paga de la zorra. Vuelve con dos perros en vez de dos pollos, algunas veces metidos en un saco. Los perros hacen huir a la zorra. D2. Ídem. Los perros cogen a la zorra y la matan. D3. El labrador se marcha a su casa para traer la paga de la zorra. Vuelve con un saco vacío. La zorra cree que dentro del saco están los pollos y salta adentro. El labrador cierra el saco y después mata a la zorra. D4. El labrador le dice a la zorra que vaya a su casa por la paga. Salen los perros y atacan a la zorra. Algunas veces la matan, otras veces se escapa, pero muy mal herida.
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D5. Ídem. Matan a la zorra de otra manera; a palos, por ejemplo. D6. La zorra recibe su paga: una gallina, dos pollos, las tripas del oso muerto, u otra cosa. D7. El lobo, que espera toda la noche para que le entreguen el niño llorón, recibe una buena paliza y sale huyendo. Cuando llega a su cueva, exclama: —¡Quién se fía de la palabra de una mujer! E. La zorra que huye de los perros descubre que de todos los miembros de su cuerpo, la cola es la que más le estorba cuando corre. Cuando llega a su cueva se queja porque la cola no le ha ayudado a correr. E2. Ídem. Ofrece la cola a los perros y se escapa, pero sin cola. E2. Se mete la zorra en su cueva, los porros la cogen de la cola, la sacan afuera y la matan. El número de versiones que hemos reunido y estudiado llega a ciento setenta y dos. Se dividen éstas en cinco tipos fundamentales, alguno de éstos con variantes notables: Tipo I, con elementos A, B, D, trece versiones. Tipo IA, con elementos A1 ó A4, B1, D1, dos versiones. Tipo II, con elementos A, B1 ó B2, C ó C1, uno de elementos D-D5, algunas veces E o E1, once versiones. Tipo IIA, con elementos A, B2, C, y a veces D6, siete versiones. Tipo III, con elementos A1, B1 ó B2, C o variante, uno de elementos D-D5, a veces E o E2, veintiuna versiones. Tipo IIIA, con elementos A1 ó A4, B2, C, doce versiones. Tipo IIIB, con elementos A1 ó A4, B1 ó B2, C ó C3, a veces D6, siete versiones. Tipo IIIC, con elementos A6 ó A7 ó A8, C, cuatro versiones. Tipo IIID, con elementos A2 ó A3, B2 C, a veces D, cuatro versiones. Tipo IIIE, con elementos B2, C, dos versiones. Tipo III, versiones fragmentarias y estropeadas, dos versiones. Tipo IV, con elementos A5, D7, treinta y seis versiones. Tipo V, con elemento C4, cuarenta y cuatro versiones. Tipo VI, con elemento E o variante, siete versiones. Las trece versiones del Tipo I, el famoso cuento de la Disciplina Clericalis de Pedro Alfonso, son todas alfonsinas o esópicas medievales y modernas de ellas derivadas: Aesop, Alfonce 9; Barbazan-Meón II, 21; Disciplina Clericalis 23; Disciplina Clericalis F, 27; Hervieux V, 755-756; Isopo A, Collectas 9; Isopo 1, Ibíd.; Isopo 2, Ibíd.; Isopo 3, VIII,
9; Krohn MF 35 (versión islándica del siglo XIII o XIV); Libro de los Enxemplos 307; Steinhöwel L150, A246b. Las dos versiones del Tipo IA son de la tradición oral moderna, una española de Nuevo Méjico, la otra lituana: Rael 370; Schleicher 8-9. Las once versiones del Tipo II son tres hispánicas, seis finlandesas y una sueca de la tradición oral moderna, y una francesa medieval: Ampudia 176; Cabal 178-181; nuestra versión asturiana Cuentos 222; Krohn MF 12, Ab 2, 13, Ad 1, 13, Ad 2, 13, Ad 3, 14, Ah, 15, Ai 4, 19, Da 2; Roman de Renart IX, 35-1448. La siete versiones del Tipo IIA son seis, todas finlandesas modernas y una española de Argentina: Krohn MF 13, Ae 3, 13, Ae 4, 14, Ag 1, 15, Ai 3, 16, Al 1, 17, Al 10; Antología folklórica argentina 71-72. Las veintiuna versiones del Tipo III son dieciséis rusas, dos finlandesas, una sueca, una noruega y una griega: Gerber 26; Hahn 94; Krohn MF 12, Ab 1, 15, Al 2, 19, Da 1, 20, Db 2, 23, Ha 2, 23, Ha 3, 23, Ha 4, 23, Ha 5, 24, Hb, 24, Hc 1, 24, Hc 2, 24, Hc 3, 25, He 2; Leskien-Brughman 352-353, 516-517, 517 (tres versiones), 518-519. Las doce versiones del Tipo IIIA son todas finlandesas: Krohn MF 13, Ad 4, 14, Ae 5, 15-16, Aj 1, 16, Aj 3, 16, Aj 9, 17, Al 5, 17, Al 8, 17, Am 1, 17-18, Am 2, 18, Aq 18, A?, 19, Bb 2, Las siete versiones del Tipo, IIIB son todas finlandesas: Krohn MF 14, Ag 2, 15, Ai 5, 16, Aj 5, 16, Aj 6, 17, Al 2, 17, Al 6, 17, Al 7. Las cuatro versiones del Tipo IIIC son dos finlandesas, una lapona y una sueca: Krohn MF 18, Am 18, Am 3, 18, Ao, 18, Bb 1, 19, Da 3. Las cuatro versiones del Tipo IIID son dos alemanas, una finlandesa y una de Estonia: Grimm, Reinhart cclxxxviiiccxe; Haltrich 88; Haltrich, Volkskunde 32; Krohn MF 15, Ai 1. Las dos versiones del Tipo IIIE son una de Estonia y una finlandesa: Grimm, Reinhart cclxxxvii-cclxxxviii; Krohn MF 16, Aj 7. Las dos versiones fragmentarias y estropeadas del Tipo III son una española de Méjico y una rusa: JAFL XXV, 247, con elementos A1, D1 y otros ajenos a nuestros cuentos; Leskien-Brugman 517-518, con elementos D1, E, y otros. Las treinta y seis versiones del Tipo IV, el famoso cuento de la nodriza y el niño llorón, son todas esópicas antiguas y modernas o derivadas de ellas: Aesop, Avian 1; Aesopus 138; Aphthonius 39; Avianus 1; Babrius 16; Boner 63; Corrozet 102; Croxall 24; Du Méril 262, Notas (dos versiones); Esope 223; Faerno 96-97; Grimm, Reinhart 330-333; Halm 275; Hervieux III, 265, 319, 353, 402,
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430, 462-463; 468, 480, 491; Isopo A, Aviano 1; Isopo 1, Aviano 1; Isopo 2, Aviano 1; Isopo 3, VII, 1; La Fontaine IV, 16; Marie de France p. 343; Pauli 90; Sebastián de Mey 12; Steinhöwel L115, A202a; Townsend 201-202; Waldis, Esopus I, 86; Wendunmuth VII, 41. El Tipo V de nuestra clasificación, con elemento C4, no tiene relación directa con los otros tipos. Lo citarnos porque elemento C4 está directamente relacionado con algunos de los elementos de los tipos fundamentales I-III, elementos D, E, y variantes. Las cuarenta y cuatro versiones del Tipo V son en su mayor parte esópicas antiguas y medievales o de ellas derivadas: Aesop IV, 3; Aesopus 127; Ampudia 161 (la única versión española de la tradición moderna); Babrius, Aesopus 50; Bebelius p. 125; Corrozet 75; Esope 34; Faerno 113-114; Grimm, Reinhart 328-330, 348-349; Halm 35, 35b; Hervieux II, 78-79, 149, 224-225, 270, 303-304, 403-404, 445, 504, 618, 701-702, 744; Isopo A, IV, 3; Isopo 1, IV, 3; Isopo 2, IV, 3; Isopo 3, IV, 3; Krohn MF 62 (dos versiones), 64, Ak, 64, Da 1, 64, Da 2, 64, Da 3, 64, Db, 64, Dc 1, 65, Dc 2, 65, Dd; Liebrecht 211-212; Marie de France 30; Sebastián de Mey 36; Townsend 93-94; ZFDA XXIII, 312; Waldis, Esopus III, 44. Las versiones del Tipo VI, con elemento E o variante, son todas de la tradición oral moderna: Cabal 234-235; Jurkschat I, 14; Krauss I, 6; Leskien-Brugman 518-519 (cuatro versiones). Las versiones hispánicas de nuestro cuento son veintitrés, o sea el 13% de todas las de nuestra bibliografía. Al Tipo I, el de la Disciplina Clericalis, pertenecen cinco versiones, cuatro esópicas y una literaria del siglo XV: Isopo A, Collectas 9; Isopo 1, Collectas 9; Isopo 2, Collectas 9; Isopo 3, VIII, 9; Libro de los Enxemplos 307. Todas son versiones perfectas del tipo, con elementos A, B, D, idénticas a la versión de la Disciplina Clericalis. Al Tipo IA pertenece una versión nuevomejicana, Rael 370, con elementos A4, B1, D1, y algunos elementos de Cuentos 225. Al Tipo II, y variante IIA, el tipo fundamental por excelencia de la tradición oral moderna, pertenecen cuatro versiones hispánicas, tres asturianas y una argentina, el 22% de todas las versiones de este tipo: Ampudia 176, con elementos A, B1, C, D1, E; Antología folklórica argentina 71-72, con elementos A, B2, C; Cabal 178-181, con elementos A, B2, C, D1; Cuentos 222, con elementos A, B1, C, D4. Del Tipo III y variantes, que llevan sesenta y dos versiones de nuestra bibliografía, hay solamente una versión hispánica, la mejicana de JAFL XXV, 247, muy
estropeada, con elementos A1, D1, y otros ajenos a nuestro cuento. Al Tipo IV, el cuento de la nodriza y del niño llorón, pertenecen cinco versiones hispánicas, cuatro esópicas y una de Sebastián de Mey: Isopo A, Aviano 1; Isopo 2, Aviano 1; Isopo 2, Aviano 1; Isopo 3, VII, 1; Sebastián de Mey 12. Al Tipo V, que, como ya queda dicho, no tiene relación directa con nuestros cuentos, pertenecen seis versiones hispánicas, cuatro esópicas, una de Sebastián de Mey y una asturiana moderna: Ampudia 161; Isopo A, IV, 3; Isopo 1, IV, 3; Isopo 2, IV, 3; Isopo 3, IV, 3; Sebastián de Mey 36. Al Tipo VI pertenece una versión hispánica, la asturiana de Cabal 234-235. Volvamos ahora nuestra atención a la historia de la formación de los diversos tipos. Desde luego hay que apartar Tipos V y VI. Tipo V no tiene relación directa con nuestros cuentos, y Tipo VI es un episodio que a veces constituye una parte de nuestro cuento y que a veces también se halla, como el Tipo V, como cuentecillo separado y completo. Para un estudio especial del Tipo V, véase en particular Krohn MF, 61-65. El único estudio serio de nuestro cuento fue hecho también por Krohn, arriba citado, páginas 11-37. Krohn no cree que el cuento moderno de los Tipos II y III y variantes venga directamente del Tipo I, el de la Disciplina Clericalis, por más que éste sea el más antiguo que ahora conocemos. Según Krohn MF, páginas 11-12, la forma primitiva de nuestro cuento, la más antigua de todas, fue una que contenía en general los siguientes elementos de nuestra clasificación: A, B2, C, D1, E2. Este arquetipo teórico de Krohn no es más que una de las formas perfectas y típicas del Tipo II nuestro, la versión asturiana de Ampudia 170, por ejemplo, pero no veo motivos para considerar a esta forma como el arquetipo primitivo y fundamental de todos. Yo no veo dificultad alguna en considerar al Tipo I, el tipo de la Disciplina Clericalis, como una forma literaria y algo incompleta del arquetipo primitivo del cual se deriva. Y aun este arquetipo primitivo de los Tipos fundamentales I, II y III y variantes tiene una relación directa con el Tipo IV, y puede muy bien ser un desarrollo extraordinario y nuevo de este tipo esópico antiguo. En el Tipo IV el lobo espera pasivamente toda la noche a que le entreguen el niño prometido, pero se aburre y se va desengañado. En nuestro Tipo I el oso o lobo no espera pasivamente los bueyes que el labrador le ofrece, sino que se acerca a reclamarlos. Para salvar al labrador se añade el elemento de la zorra medianera, como en otros cuentos, Cuentos 264, por ejemplo, que lleva al fin algunos elementos semejantes a los de Cuentos 222. El arquetipo primitivo
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y fundamental de nuestro cuento, por consiguiente, una vez formado a base del Tipo IV, anterior a él, era tal vez un cuento que contenía elementos A, B1 ó B2, D y D1 de nuestra clasificación. De tal arquetipo primitivo se deriva el Tipo I de la Disciplina Clericalis y de los Esopos que de ella derivan, con el olvido de elemento D1, el elemento de la zorra engañada por el labrador, como ella había engañado al lobo. El cuento de la Disciplina Clericalis no está completo. Lleva elemento B, pero no elemento D1 necesario para completarlo. Es difícil creer que no perteneciera elemento D1 o una forma semejante al arquetipo primitivo que imperfectamente documenta el Tipo I. Este elemento o una forma muy semejante se halla en otros cuentos, el episodio final de Cuentos 41 y elementos F, G de Cuentos 264, por ejemplo. La variante del Tipo I, Tipo IA, conserva elemento D1, pero falta elemento D. Una vez desarrollado el arquetipo primitivo del Tipo I y el fundamental y más antiguo de todos, con elementos A, B1 ó B2, D y D1, encontramos un desarrollo extraordinario y enteramente nuevo, el episodio de la muerte del oso engañado por la zorra y el labrador, fingiendo ser un tronco, etcétera, elemento C o variante C1. Este extraordinario episodio se halla principalmente en versiones de la tradición oral moderna, pero en la variante C1 se halla ya en una versión literaria de la Edad Media, Roman de Renart IX, 856-929. El episodio se halla en sesenta y siete versiones de los Tipos II y III y variantes. Cincuenta y cinco, o sea el 82% de todas, son del Norte de Europa y de Rusia. El arquetipo fundamental de los tipos que llevan elemento C o variante fue sin duda alguna nuestro Tipo II, el tipo perfecto y por excelencia de la tradición oral moderna. Es de notar que de las once versiones de este tipo que ahora conocemos tres son españolas de Asturias. El Tipo IIA, tal vez tan antiguo como el Tipo II, es notable por llevar en tres de sus siete versiones elemento D6. Del Tipo II se desarrollaron después los Tipos III y variantes. Hay un cuento latino medieval, Wright, Latin Stories 77, relacionado en su principio con nuestros Tipos I y IV, que merece atención especial: Cierto abogado, usurero y sin misericordia, iba un día a un pueblo cuando de repente se le apareció el diablo. Nuestro abogado lo reconoció en seguida, pero de ninguna manera pudo librarse de él. Caminando el diablo al lado del abogado, se encontraron con un porquero, que enfadado con uno de sus cerdos porque se desviaba del camino, le gritó: —¡Ojalá que te lleve el diablo! —Llévate lo que te ofrecen —dijo el abogado al diablo—. —No lo dice de corazón —contestó el diablo—. Siguiendo su camino llegaron a un pueblo, donde oyeron a una madre
decirle a su niño que lloraba sin cesar: —¡Ojalá que te lleve el diablo! —Has ganado un alma —dijo el abogado al diablo—. —No lo dice la madre de corazón —dijo el diablo—. Llegaron por fin a la ciudad adonde iba el abogado, y al verle, las gentes empezaron a gritar: —¡Ojalá que te lleve el diablo! —Lo que ésos dicen lo dicen de corazón —dijo el diablo—; y se llevó consigo a nuestro abogado. Sigue el texto latino de Wright: De advocato et diabolo. Horno quidam erat diversarum villarum advocatus, immisericors, avarus, faciens graves exactiones in sibi subditos. Die quadam, cum propter exactionem faciendam ad villam unam properaret, diabolus in specie hominis se illi in itinere sociavit, quem tam ex horrore quam ex mutua collucutione diabolum esse intellexit. Ire cum eo satis timuit; nullo tatuen modo, neque orando neque cruce signando, ab eo separari potuit. Cumque simul pergerent, occurrit eis homo quidam pauper porcum in laqueo ducens. Cumque porcus huc illucque divertetur, iratus homo clamavit, «Diabolus te habeat!» Quo verbo audito, advocatus sperans se tali occasione a diabolo liberari, ait illi, «Audi, amice: porcus isle est tibi datus; vade, tolle illum.» Respondit diabolus, «Nequaquam mihi illum ex corde donavit, et ideo illum tollere non possum.» Deinde transeuntes per aliam villam, cum infans fleret, mater in foribus domus stans, turbida voce dicebat, «Diabolus te habeat! Quid me fletibus tuis inquietas?» Tunc advocatus dixit, «Ecce bene lucratus es animam unam! Tolle infantem, quia tuus est.» Cui diabolus, ut prius, «Non mihi illum dedit ex corde: sed talis est consuetudo hominibus loquendi cum irascuntur.» Incipientibus autem appropinquare loco ad quem tendebant, homines a villa longe videntes, et causam ejus adventus non ignorantes, omnes una voce simul clamabant, dicentes, «Diabolus te habeas, ac diabolo venias!» Quo audito, diabolus caput movens at cachinnans ait advocato, «Ecce, isti dederunt te mihi ex intimo corde, et ideo meus es.» Ac rapuit eum in ipsa hora diabolus, et quid de eo fecerit ignoratur. Verba mutuae confabulationis ac facta istius, per famulum advocati, qui secum fuit in itinere, declarata sunt.
224. El galgo y la zorra Este cuentecillo es uno de los más interesantes de la tradición moderna, pero, a juzgar por el número de las versiones conocidas, no es uno de los más populares. La
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
zorra que huye de un perro o de unos perros nada tiene de particular. El motivo extraordinario de nuestro cuento consiste en las palabras de la zorra al encontrarse con un ciego que toca el violín o con un violín u otro instrumento, cuyas cuerdas la zorra hace sonar al pisarlas. El cuento debe de ser muy antiguo en la tradición hispánica y ha dado origen al bien conocido refrán: Para música estamos, dijo la zorra. Conozco solamente cinco versiones de este cuento, todas españolas peninsulares: la fábula literaria de Hartzenbusch citada en Fábulas y Cuentos, página 48; nuestra versión Cuentos 224; la versión extremeña de Curiel Merchán 33-34; y la versión castellana de Espinosa, Castilla 24. La última versión empieza con el episodio fundamental de Cuentos 225, lleva el motivo fundamental de Cuentos 224, y termina con elemento C4 de Cuentos 222. Nuestras cinco versiones contienen los siguientes elementos fundamentales: A. Una zorra huye de un perro que ha querido comérsela y que lleva, casi a la cola. A1. Una zorra huye de unos perros que llegan de repente, cuando la zorra quiere engañar a unas gallinas. A2. Una zorra huye de unos perros que un pastor ha llevado en un saco en vez de unas gallinas prometidas. B. Una alondra vuela y canta por encima de la zorra que huye, y le dice que oiga su voz sonora. —Para música vamos —dice la zorra—. B1. La zorra que huye se encuentra con un ciego que toca el violín y le dice, al pasar: —Sí, sí; así como vamos bueno está para fandango. B2. La zorra que huye pisa accidentalmente las cuerdas de un violín u otro instrumento que encuentra en el camino, y, al oír la música, exclama: —Sí, pues para sones voy yo ahora. B3. Ídem. La zorra exclama: —¡Ajo! ¡Qué ocasión para bailar si yo tuviera espacio! B4. La zorra que huye pasa por donde unas zorras celebran una boda y bailan. La convidan al baile, y contesta la zorra: —Pa bailes estoy yo. Hay cuatro tipos importantes de nuestro tema, que se diferencian por las diversas variantes de elemento B. Tipo I, con elementos A, B. Tipo II, con elementos A, B1. Tipo III, con elementos A1, B2 ó B3. Tipo IV, con elementos A2, B4, y elemento D2 de Cuentos 222. Al Tipo I pertenece la bien conocida fábula literaria de Hartzenbusch:
Una zorra iba huyendo por una loma de un mastín que llevaba casi a la cola. Por encima volando la ve una alondra, que en el aire piaba muy sin zozobra. —Oye —dice a la que huye mi voz sonora. —¡Para música vamos! —dijo la zorra—. Divertir quiere a todos cierta persona, y por no ser a tiempo los incomoda. Al Tipo II pertenece nuestra versión Cuentos 224. Al Tipo III pertenecen dos versiones: Ampudia 168, con elementos A1, B3; y Espinosa, Castilla 24, con elementos A1, B2. Esta última versión lleva, como ya queda dicho, el principio de Cuentos 225, elementos A y B, y termina con elemento C4 de Cuentos 222. Al Tipo IV pertenece la versión extremeña de Curiel Merchán 33-34. Según el Gran diccionario de la lengua castellana de Aniceto Reyes, cinco tomos, Barcelona, s. v. música, hay una fábula literaria de Federico Muntadas, muy semejante, al parecer, a la de Hartzenbusch del Tipo I. En el Diccionario de Autoridades, s. v. música, está citado el refrán que mencionamos arriba de la siguiente manera: «Para música estamos, dixo la zorra. Modo de hablar, con que se nota al que fuera de propósito, y con pretexto de diversión, embaraza para lo principal del intento. Lat. Nec pulsare lyram fas est.» En la última edición del Diccionario de la lengua española, 1939, encontramos, como en ediciones anteriores, repetidas casi verbatim las palabras del Diccionario de Autoridades: «Para música vamos, dijo la zorra. Ref. con que se nota al que, fuera de propósito y con pretexto de diversión, embaraza al que está ocupado en asunto serio.» Otros diccionarios repiten más o menos lo mismo. Como no tengo a la mano más versiones de este tema que las cinco versiones españolas peninsulares citadas, una literaria de mediados del siglo XIX, y cuatro de la tradición oral moderna, no es posible llegar a conclusión alguna sobre los orígenes de nuestro cuento.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
225. El gallo y la zorra BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia 184; Cabal 234; Cossío-Solano II, 131; Cuentos 225; Espinosa, Castilla 24; Isopo A, III, 8; Isopo 1, III, 8; Isopo 2, III, 8; Isopo 3, III, 8; Lucanor 12; Menéndez Pidal PP 273, 274; Samaniego II, 9, IV, 14.—Españolas de América: Espinosa VII, 29; Rael 370.—Portuguesas: Athaide Oliveira I, 6; Braga II, 248; Caróchinha 6; Coelho 7.—Italiana: Poggio 79.—Francesas: Bozon 61; Carnoy, Renart 23-24, 29-30, 53; Corrozet 57, 111; Graf 31; La Fontaine II, 15; Marie de France 61; Roman de Renart I, 104-107, 1691-1698, II, 291-601, Va, 759-762.—Latinas: Aesopus 36; Du Méril 253, Nota; Faerno 29, 57-58; Graf 28; Grimm, Reinhart cxcii; Hervieux II, 311, 599-600, 644, IV, 198, 361, 446-447; Jacques de Vitry 20, bis; Marie de France lxviii; Speculum Sapientiae II, 15; Steinhöwel L 164; Voigt 4.—Alemanas: Alemannia IX, 237; BoltePolívka II, 207; Euling 89-90; Grimm, Reinhart 176-216; Grimm, Reinhart Fuchs cclxiv; Grimm, Reinhart cclxiv, 176-216; Haltrich 113; Haltrich, Volkskunde 511; Reineke Fuchs I, 217-234; Steinhöwel A 164; Waldis, Esopus IV, 2; Wendunmuth III, 128; Ramler II, 59; ZFDA V, 406-409; ZVFV XVII, 430-432 (dos versiones).—Holandesa: Reinaert de Vos 355-372.—Inglesas: Aesop, Poge 7; Croxall 126, 182; Townsend 155-156; Reynard The Fox 8-9.—Escocesa: Campbell I, 270.—Eslavas: Gerber 17, 18; Graf 31, 33; Hins 112-113; Krauss II, 10, 38.—Lituanas: Graf 31, 33; Schleicher 100.—Griegas: Esope 180, 335; Halm 14, 225. —Árabes: Chauvin II, 94, 202, V, 240-241.—Berberisca: Basset 9.—Africana de América: Harris I, 19.—Indias: Benfey, Panchatantra I, 310; Jataka 383, 448; Thorburn 222-223; RTP XV, 647-648.—Indias Orientales: Bijdragen XVIII, 61.—India de Norteamérica: Thompson NAI 259260.—Clasificación y estudios especiales: Aarne, Estnische Märchen 154; Aarne-Thompson 6, 61, 62; Aesop I, 252, 267; Anderson, Novelline 67; Basset 146-147; Benfey, Panchatantra I, 309-310, 609-610; Boggs 61, 62; Bozon 255; Du Méril 253; Gerber 66-67; Graf 25-47; Grimm, Reinhart cxxii-cxxiv; Gubernatis II, 136-138; Haltrich, Volkskunde 511-513; JSavants 665; La Fontaine II, 15, Notas de Régnier; Meyer 6, Notas; Montanus 596; Notices et Extraits X, 2, 17; PMLA XXII, 33-55; Rothe 126-129; RTP X, 179; Sudre 60-61, 273-288; Thompson NAI 359; Voigt 35-36; Wackernagel II, 257-258, 272-273; Thompson J1421, K334.1, K561, K561.1, K721, K815, K815.1. Nuestra versión sevillana Cuentos 225 es un cuento de origen literario esópico popularizado. Es una versión
idéntica a Esopo III, 8. Se halla en la mayoría de los Esopos medievales y modernos, en todos los Esopos hispánicos de nuestra bibliografía, en Steinhöwel, La Fontaine, Samaniego, etc. El cuento es muy sencillo: La zorra quiere coger al gallo por engaño, declarando que ha llegado una orden que impone la paz y amistad entre todos los animales. Se acercan unos perros, y la zorra huye, diciendo que no es probable que los perros entiendan la orden o hayan oído hablar de ella. Este es el tema fundamental, pero en algunas versiones esópicas y en muchas versiones populares encontramos variantes muy notables. Unas y otras, pero todas, al parecer, estrechamente relacionadas, contienen los siguientes elementos fundamentales: A. Una zorra quiere coger a un gallo por engaño, diciéndole que baje de un árbol donde está, porque ha llegado una orden (en algunas versiones declara que la orden la ha proclamado el rey de los animales) que impone la paz y amistad entre todos los animales. A1. Ídem. Declara la zorra que ha llegado una orden que exige que todos los animales deben andar por el suelo. A2. Una zorra quiere coger a un gallo, una gallina, u otra ave, o aves, por engaño, rezando juntos; predicando la zorra; rogándole al ave que baje a hablar con ella; o rogándole que baje a confesar a la zorra, o a confesarse con ella. A3. Ídem. La zorra quiere engañar al ave por medio de la lisonja, diciéndole que baje a abrazar a la zorra o a darle un beso; o bien amenazando al ave. El motivo de la lisonja se halla algunas veces unido a elemento A. A4. Ídem. La zorra quiere engañar a un gallo, rogándole que baje a sacarle un diente malo que tiene. El gallo no está al principio subido en un árbol. Cuando la zorra le ruega que se acerque a sacarle un diente malo que tiene, el gallo le dice que cierre los ojos, y cuando la zorra obedece se escapa a un árbol, o a un tejado. B. La zorra ve que se acercan unos perros y huye, declarando que los perros tal vez no entiendan la orden o no hayan oído hablar de ella. B1. El gallo declara que bajará del árbol, pero que primero hay que avisarle al portero o amo para que lo deje salir. La zorra se acerca al hueco del árbol o a una puerta, y salen los perros tras la zorra. La zorra se escapa mal herida, o la matan los perros. B2. El gallo canta y despierta al amo, y sale éste con sus perros. La zorra se escapa mal herida, o la matan los perros. B3. El gallo, gallina, o el ave que sea, se escapa huyendo, o de otra manera. B4. No baja el gallo del árbol.
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
C. El gallo, la gallina, o el ave que sea, cae en el engaño, y es devorado por la zorra. C1. Ídem. El gallo es cogido, pero después se escapa. Yo he examinado ciento una versiones de este tema. Todas ellas pueden clasificarse bajo cuatro tipos fundamentales o variantes de ellos: Tipo I, con elementos A, B, treinta y cinco versiones, o sea el 35% de todas. Este es el tipo fundamental esópico, definitivamente de formación europea, si bien hay versiones orientales que pudieron servir de prototipos; como más adelante decimos. Tipo IA, con elementos A, B, pero precedido del episodio del escape del gallo, que es al principio cogido, cuando hace hablar a su captor por engaño (tipo de cuento que discutimos al fin de este estudio), cuatro versiones. Tipo IB, con elementos A, B2 ó B3, seis versiones. Tipo IC, con elementos A, C, una versión. Tipo ID, con elemento A sólo, siete versiones. En estas versiones se da por entendido el escape del animal, aunque no queda indicado de qué manera. Es posible clasificar estas versiones con elemento A y una variante de B3, Tipo IB. Tipo II, con elementos A1, B o B1, cinco versiones. Tipo IIA, con elementos A2, B o B1, seis versiones. Tipo IIB, con elementos A2, B2 ó B3, cuatro versiones. Tipo IIC, con elementos A2, C, diez versiones. Tipo IID, con elementos A2, C1, dos versiones. Tipo III, con elementos A3, B o variante, ocho versiones. Tipo IIIA, con elementos A3, C, siete versiones. Tipo IV, con elementos A3 ó A4, B4, cuatro versiones. Las treinta y cinco versiones del Tipo I son, como ya queda dicho, esópicas. Las versiones populares modernas son de origen literario. Las versiones son: Aesop, Poge 7; Ampudia 184; Athaide Oliveira I, 6; Bijdragen XVIII, 61; Bozon 61; Braga II, 248; Campbell I, 277; Caróchinha 6; Chauvin II, 202, V, 240-241; Coelho 7; Croxall 126; Cuentos 225; Espinosa, Castilla 24; Faerno 29; Graf 28, 31 (dos versiones); Hervieux II, 599-600; Hins 112-113; Isopo A, III, 8; Isopo 1, Ibíd.; Isopo 2, Ibíd. ; Isopo 3, Ibíd.; Krauss II, 10; La Fontaine II, 15; Marie de France 61, y página lxviii de Introducción; Poggio 79; Rael 370 (precedida del cuento Tipo IIIA de Cuentos 222, ya estudiado); Ramler II, 59; Samaniego IV, 14; Steinhöwel L164; Steinhöwel A164; Thompson NAI, 259-260; Waldis, Esopus IV, 2; Wendunmuth III, 128.
El cuento o fábula de la paz entre los animales es definitivamente de formación europea medieval, pero no es de origen europeo, como opina Lancaster en PMLA XXII, 52. En Jataka 448, uno de los prototipos orientales de nuestra fábula, Tipo IB, abajo citado, un halcón que quiere devorar a una gallina por engaño le declara que no tema que ya él se ha convertido en un animal pacífico. Las cuatro versiones del Tipo IA, nuestro Tipo A, B, precedido del episodio del escape por engaño del gallo que ha sido antes cogido por la zorra, haciéndole hablar y escapándose cuando abre la boca, son tres literarias medievales, y una nuevomejicana moderna: Carnoy, Renart 23-24; Espinosa VII, 29; Roman de Renart II, 291-601; ZFDA V, 406-409. En estas cuatro versiones hay seguramente una mezcla del tipo ordinario del escape del gallo, Thompson K561.1, Esopo, Extravagantes 3, con nuestro Tipo I. Las seis versiones del Tipo IB son todas esópicas medievales y antiguas, y la interesantísima versión oriental de Jataka, arriba citada: Carnoy, Renart 29-30; Halm 225; Hervieux II, 644, IV, 361; Jacques de Vitry 20 bis; Jataka 448. La versión del Tipo IC es la de Hervieux II, 311. Las siete versiones del Tipo ID, a las cuales podemos añadir una variante de elementos B3, como ya se ha dicho, son las siguientes: Carnoy, Renart 53; Krauss II, 38; Reinaert de Vos 355-374; Reineke Fuchs I, 217-234; Reynard The Fox 8-9; Roman de Renart I, 1691-1698; Schleicher 100. Las cinco versiones del Tipo II son una esópica y cuatro eslavas: Corrozet 111; Graf 31 (dos versiones), 33; Gerber 17. Las seis versiones del Tipo IIA son las siguientes: Aesopus 36; Basset 1, 9; Croxall 182; Grimm, Reinhart, página cclxiv; Halm 225; RTP XI, 647-648. Las cuatro versiones del Tipo IIB son las siguientes: Grimm, Reinhart, página cxcii; Thorburn 222-223; Voigt 149; ZVFV XVII, 430-431. Las diez versiones del Tipo IIC son esópicas antiguas y medievales, con alguna que otra versión oriental: Alemannia IX, 237; Bolte-Polívka II, 207; Chauvin II, 94; Corrozet 57; Faerno 57-58; Halm 14; Harris 1, 95-97; Hervieux IV, 198, 446-447; ZVFV XVII, 431-432. Las ocho versiones del Tipo III son esópicas antiguas y medievales, una lituana moderna, y una oriental antigua, seguramente la versión prototipo de todas las de este tipo: Esope 180, 335; Du Méril 253, nota; Faerno 29; Graf 33; Jataka 383; Roman de Renart I, 104-107; Townsend 155-156. Las siete versiones del Tipo IIIA son europeas medievales, con alguna que otra de la tradición moderna de origen literario: Benfey, Panchatantra I, 310; Grimm, Reinhart
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176-216; Haltrich 113; Haltrich, Volkskunde 511; Lucanor 12; Roman de Renart 759-762; Speculum Sapientiae II, 15. Las cuatro versiones del Tipo IV son todas hispánicas de la tradición moderna, tres de ellas en forma de romance: Cabal 234; Cossío-Solano 348; Menéndez Pidal PP, 273, 274. Las versiones hispánicas de nuestro tema son diecisiete, o sea el 17% de todas las versiones documentadas en nuestra bibliografía. Al Tipo I pertenecen trece versiones: cuatro versiones literarias de los Esopos de nuestra bibliografía, III, 8; Ampudia 184; Athaide-Oliveira I, 6; Braga II, 248; Caróchinha 6; Coelho 7; nuestra versión sevillana Cuentos 225; Espinosa, Castilla 24 (empieza con elementos A1, B2 de Cuentos 224, sigue con el episodio de Tipo I de 225, y termina con elemento C4 de Cuentos 222); la versión nuevomejicana de Rael 370 (precedida del cuento Tipo IIIA de Cuentos 222); y la versión literaria de Samaniego IV, 14. Al Tipo IA pertenece una versión nuevomejicana, Espinosa VII, 29 (precedida del cuento del gallo que una vez cogido por la zorra logra escaparse por engaño). Al Tipo IIIA pertenece la versión medieval de Lucanor 12. Al Tipo IV pertenecen cuatro versiones, todas las que documentamos de este tipo, y tres de ellas en forma de romance: Cabal 234; Cossío-Solano II, 131; Menéndez Pidal PP, 273 y 274. En este tipo parece que tenemos, por consiguiente, un tipo de desarrollo hispánico. Es un tipo nuevo, formado a base del Tipo I, el arquetipo primitivo de la tradición europea medieval. Doy a continuación una de las versiones de este nuevo tipo hispánico, la versión poética de Cossío-Solano (las dos restantes en forma de romance son las de Menéndez Pidal: —Mucho madruga la zorra pa estar el tiempo tan malo. —No madrugo mucho, amigo, para el oficio que traigo; en este lado derecho yo traigo un diente muy malo; sácamelo tú si puedes, que yo te haré otro mandado. —Cierra los ojos, zorrita. Y el gallo subió al tejado. —Baja acá, pito, pitón, baja acá, pitón de un gallo. —Una vez que me cogiste me pelaste todo el rabo; y otra vez que me cojas no me dejas hueso sano.
Hay un grupo de cuentos semejantes a los del grupo que acabamos de estudiar, que desarrollan el tema de la manera siguiente: Un lobo o zorra se encuentra con un gallo, y para cogerlo por engaño le dice que su abuelo (del gallo) cantaba divinamente, con los ojos cerrados, que cierre los ojos y cante, etc. El gallo, vencido por la lisonja, canta con los ojos cerrados, y el lobo lo coge. En algunas versiones el gallo es devorado en seguida, como en Tipos IC, IIC, IIIA y IVA de nuestro Cuentos 225, y en el Tipo II de Cuentos 216, pero en la mayoría de las versiones sigue un episodio muy notable y muy diferente con el escape del gallo por engaño. En esta parte del cuento el gallo es el engañador y no el lobo. El gallo le dice al lobo que pronuncie alguna palabra, o bien le dice que diga que él (el gallo) es suyo cuando los amos del gallo salen y le gritan al lobo que lo suelte, el lobo abre la boca para hablar, y el gallo se escapa y vuela a un árbol. Es el cuento de Esopo, Extravagantes 3, Samaniego VI, 4. Las versiones son muy numerosas. Para la bibliografía de este grupo especial, cuyas versiones no han sido incluidas en nuestra bibliografía, véase particularmente: Aarne-Thompson 6, 61; Aesop I, 253; Anderson, Novelline 67; Benfey, Panchatantra I, 309-310, 609-610; Chauvin II, 200; Du Méril 253; Gerber 24; Graf 25-47; Grimm, Reinhart cxxii-cxxiv; Haltrich, Volkskunde, página 511; JSavants 665; Meyer 6; Montanus, página 596; Rothe 126-129; RTP X, 179; Voigt, páginas 35-36; Wackernagel II, 257-258, 272-273; Thompson K561, K561.1, K721. Versiones hispánicas de la tradición moderna conozco yo solamente tres: dos hispanoamericanas: Mason-Espinosa PRF V, 48, y Radin-Espinosa 78; y Braga II, 243. Espinosa VII, 29 principia con el elemento del escape del gallo por engaño, y termina con elementos A, B de Cuentos 235, y pertenece al Tipo IA de nuestro grupo, como ya queda indicado. Véase también Cuentos 258, que termina con el escape del alcaraván de la misma manera que el gallo en las versiones de este grupo. El escape en este cuento, sin embargo, es de desarrollo nuevo en la tradición hispánica y de Europa, porque en las versiones orientales de las cuales se derivan las versiones europeas la zorra coge y se come al alcaraván.
226. La zorra y las uvas verdes BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Espinosa, Castilla 25; Isopo A, IV, 1; Isopo 1, IV, 1; Isopo 2, IV, 1; Samaniego IV, 6; Sebastián de Mey, 9.—Portuguesa: Athaide Oliveira II, 353 Catalana: Isopo 3, IV, 1.—Francesas: Amis et Amiles 570-574; La Fontaine III, 11, y página 234, Nota; RTP IV, 31; Ysopet Vignay 25.—Latinas: Babrius 19;
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Du Méril 140, Nota 4, 144, Nota 2; Faerno 19; Hervieux II, 188, 243, 444, 503, 549, 631, 651; Phaedrus IV, 3; Romulus IV, 1; Scala Celi 292; Speculum Historiale II, 7; Steinhöwel L61.—Alemanas: Lessing II, 21; Ramler I, 8; Steinhöwel A130b; Waldis, Esopus III, 73.—Inglesas: Aesop IV, 1; Croxall 14; Townsend 133.—Rusa: Krylov VI, 17.—Griegas: Esope 32; Halm 33.—India: Benfey, Panchatantra I, 136-137.—Indias Orientales: Bijdragen XVIII, 56.—Clasificación y estudios especiales: Aesop I, 52, 140, 153, 182, 248; Apperson 268; Benfey, Panchatantra I, 136-137; Du Méril 141-142; FFC LVI, 63, 124-125; La Fontaine III, 11, Notas; Liebrecht, Volkskunde 103; Orient und Occident II, 751; Waldis, Esopus II, 133-134; Thompson J871. Esta brevísima fábula es de origen oriental. Sus formas típicas y más bien conocidas son esópicas literarias griegas y latinas y de la Edad Media, transmitidas sin cambios notables hasta la época moderna en formas literarias y populares. Fedro compuso la fábula en seis versos, La Fontaine en ocho, y Samaniego en doce. Doy las tres a continuación: 1 Fame coacta vulpis alta in vinea uvam adpetebat summis saliens viribus; quam tangere ut non potuit, discedens ait: Nondum matura est; nolo acerbam sumere. Qui facere quae non possunt verbis elevant, adscribere hoc debebunt exemplum sibi. 2 Le renard et les raisins. Certain renard gascon, d’autres disent normand, mourant presque de faim, vit au haut d’une treille des raisins murs apparemment et couverts d’une peau vermeille. La galand en eut fais volontiers un repas; mais comme il n’y pouvait atteindre: «Ils sont trop verts, dit-il, et bous pour des goujats.» 3 La zorra y las uvas. Es voz común que a más del mediodía en ayunas la zorra iba cazando; halla una parra; quédase mirando de la alta vid el fruto que pendía. Causábale mil ansias y congojas
no alcanzar a las uvas con la garra, al mostrar a sus dientes la alta parra negros racimos entre verdes hojas. Miró, saltó y anduvo en probaduras, pero vio el imposible ya de fijo; entonces fue cuando la zorra dijo: —No las quieto comer. No están maduras. La forma oriental, sin embargo, aunque seguramente de fuentes esópicas, nos ofrece en la versión más antigua que co nocemos, Benfey, Panchatantra I, 136-137, una variante muy distinta de la forma típica de Occidente: Un león pasa por debajo de un mango y desea comer de su fruto, pero no alcanza a cogerlo. Entre tanto se acerca un cuervo y come gustoso del fruto. Las versiones de la tradición oral moderna son, al parecer, rarísimas. Yo conozco solamente cuatro, tres de ellas hispánicas: nuestra versión leonesa Cuentos 226; la castellana de Espinosa, Castilla 25; la portuguesa de Athaide Oliveira II, 352; y la de las Indias Orientales de Bijdragen XVIII, 56. Tres de las cuatro versiones son versiones perfectas del tipo esópico de Occidente citado en dos versiones griegas medievales, en dieciséis versiones latinas medievales y en otras veinte españolas, francesas, inglesas, alemanas, todas literarias, de nuestra bibliografía: Cuentos 226, la versión portuguesa de Athaide Oliveira, y la de las Indias Orientales. Nuestra versión Cuentos 226 es muy semejante a la versión española de los Esopos hasta en el lenguaje. La versión castellana de Espinosa, Castilla 25, sin embargo, aunque seguramente de tradición esópica directa como las otras versiones modernas, se separa ya notablemente de ellas en los detalles, y puede muy bien representar una antigua forma esópica algo diferente de la bien conocida de Occidente. Doy a continuación esta extraordinaria versión occidental: La zorra y las uvas. Pues era una zorra que andaba a uvas en un majuelo. Era una noche de nublados, y cuando daba relámpago, veía las uvas, cortaba un racimo quedaba a oscuras otra vez y decía: —¡A luz! ¡A luz! (en tono agudo). La sintió al guarda, la soltó un tiro y la pegó en las nalgas. Y salió corriendo la zorra y decía: —¡Aagrias! ¡Aagrias! (en tono agudo). La tradición proverbial que se refiere a las uvas agrias cuando se desdeña lo que no se puede lograr es muy bien conocida en la literatura de Europa, y es raro no encontrar versiones tradicionales modernas fuera de las cuatro citadas.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
En la literatura inglesa los proverbios y frases proverbiales sobre la zorra y las uvas agrias son muy bien conocidos. Véase, por ejemplo, Apperson 268.
C. Carreras entre animales 277. El erizo y la eriza 228. El sapo y la zorra 229. El sapo y la zorra 230. El sapo y la zorra 231. El escuerzo y la zorra 232. El lobo y las abejas BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia 173, 175; Espinosa, Castilla 10, 11, 52, 53, 54, 55, 56; Libro de los Gatos 58; Sebastián de Mey 19.— Españolas de América: AFC IV, 100-109 (dos versiones); Di Lulio 259-262; Espinosa SFNM 113; JAFL XXV, 214215: Jiménez Borja 29; Mason-Espinosa PRF V, 62, 80; Portell-Vilá 81; Radin-Espinosa 49, 97; Saunière 11; Teotihuacán II, 300-301; Wheeler 220.—Portuguesa: Athaide Oliveira II, 326.—Portuguesas de Brasil: Cornell Era III, número de enero de 1871; Romero II, 19, 20; Santa-Ana Nery 191-192.—Portuguesas de las islas de Cabo Verde: Parsons, Cape Verde I, 100, I y II.—Catalana: Isopo 3, VIII, 12.—Italianas: Archivio XXIV, 81; Basset 139; Dähnhardt IV, 47 (dos versiones), 79-80 (dos versiones), 163-164 (dos versiones); Gubernatis II, 208; Mélusine I, 194-195; ZVFV X, 58.—Francesas: Bladé III, 218-220; Corrozet 94; Dähnhardt IV, 72, 165, 196; La Fontaine VI, 10; Mélusine I, 193; Rolland II, 293, III, 6163, 208-209 (dos versiones); RTP I, 389-390, VI, 314-315 (dos versiones), XII, 549; Sauvé 319-320; Sébillot, Folklore III, 338 (dos versiones), Traditions II, 215.—Francesa de Luisiana: Dähnhardt IV, 56.—Flamencas: Dähnhardt IV, 166-167, 170, 172-173 (tres versiones), 196; Wallonia II, 100, VI, 48.—Bretona: Sébillot, Bretagne Enchantée 251253.—Rumanas: Dähnhardt IV, 171, 183 (tres versiones); RTP VIII, 595 (dos versiones).—Latinas: Bolte-Polívka III, 280, 342-343, 351; Dähnhardt IV, 71, 161; Faerno 159-
160; Hervieux II, 755, IV, 230, 264, 448-449; Wright Latin Stories 171-173.—Alemanas: Anzeiger DA IV, 312-313; KDV III, 312; Bartsch I, 518; Bechstein, Märchenbuch 131-137; Bolte-Polívka III, 285, 351-353 (tres versiones); Curtze 171; Dähnhardt IV, 80-84 (cinco versiones), 165, 170-171 (cuatro versiones), 174-175 (dos versiones), 179182 (seis versiones), 193-195 (nueve versiones); Firmenisch I, 186, 210-211, 214-216, III, 769; Fischert III, 262-271; Gerber 68; Germania VI, 91; Grimm 171, 172, 187; Grimm, Kleinere Schriften IV, 364; Haas 155; Haltrich (edición de 1882) 112; Haltrich, Volkskunde 56, 510; Jahn 595, 598; Klaus Groth I, 181-185; Kuhn, Märkische 243, 293-294; Pröhle 64; Reusch 34; Reuter II, 59; Schulenberg 81; Simrock, Kinderbuch 394; Strackerjan II, 106; Swainson 124; Waldis, Esopus III, 76; Woeste 39; Wossidlo II, 314.—Danesas: Dähnhardt IV, 81, 174.— Suecas: Bolte-Polívka III, 350; Dähnhardt IV, 92, 94 (dos versiones).—Holandesas: Dähnhardt IV, 169-170 (dos versiones), 195; Schambach-Müller 319; Volkskunde XV, 72-75 (cinco versiones).—Inglesas: Bolte-Polívka III, 284; Croxall 156; Nashe III, 202-204; Notes and Queries I, iii, 3, I, v, 364; Townsend 9-10.—Escocesas: Campbell 1, 285; Dähnhardt IV, 166; FLJ IV, 16.—Irlandesas: Dähnhardt IV, 171-172 (tres versiones); FL V, 197; FLR IV, 108; Swainson 36.—Inglesas de América: JAFL XXX, 209, 214.—Finlandesas: Dähnhardt IV, 81 (dos versiones), 92 (dos versiones), 94 (dos versiones); Gerber 68.— Lapona: Poestion 4.—Eslava de Bosnia: Dähnhardt IV, 79.—Rusas: Dähnhardt IV, 84-85, 168, 183; Gerber 22.—Polacas: Dähnhardt IV, 71, 171 (dos versiones).— Lituanas y letonas: Dähnhardt IV, 71-72, 81, 92-93, 182183.—Húngara: Dähnhardt IV, 184.—Gitanas: Dähnhardt IV, 64, 82.—Griegas: Dähnhardt IV, 168; Esope 352; Halm 420, 420b; Pineau 95.—Armenias: Dähnhardt IV, 47, 78-79 (dos versiones).—Árabes: Basset, Loqman 20; Chauvin III, 32.—Arameas y sirias: BoltePolívka III, 353; Dähnhardt IV, 78; Lansberger 38.— Berberiscas: Basset 6; Dähnhardt IV, 68-69 (tres versiones); ZFE XVIII, 682.—Maltesa: Dähnhardt IV, 70.—Judías: Berachja 39; Dähnhardt IV, 161-162; ZFDM I, 2.— Africanas: Barker-Sinclair 155; Basden 274; Basset, Africa 277-281; Bleek 16; Clouston I, 268-269, 271-272; Cronise-Ward 152-159; Dähnhardt IV, 50-54 (seis versiones), 67-68 (dos versiones), 74-75 (tres versiones), 94-96 (dos versiones), 285-286 (dos versiones); Ellis, West Africa 189-190, 199-200; FL XXXVI, 182-185; FLJ II, 79-80, 166-168; Frobenius III, 13-16; Frobenius XII, 348-353 (nueve versiones); Jacottet, Haute Zambèze II, 4041; JAFL XXVII, 277; Kidd 239; La Tradition XX, 270;
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
Nassau 65-68, 95-98; Pechuel-Loesche 106; Preuss, Nayarit 209-210; Renel II, 150-152, 229-231, 296-297; RTP X, 390-392; Smith-Dale 15; Weeks 214-215; ZFE XIX; 340341.—Africanas de América: Beckwith 65-66 (dos versiones); Edwards 69-70; Fortier 34-37; Harris 86-91, 124-129; Hartt 12; Herskovits 25, 26; JAFL XI, 284-285, XXX, 174 (tres versiones), XXX, 189, 225-226 (tres versiones), XXXII, 394, XXXV, 271; Jekyll 39-43; Jones III, 5-6, 15-16; Lippincot’s Magazine XX, 751; Nation XII, 127; Parsons, Andros 102 (dos versiones), Sea Islands 79 (dos versiones).—Antillanas: Parsons, Antilles I, 1617, 180-187, 203-204 , II, 36-37, 331-332, 428-429, 503-505.—Indias: Bompas 328-329; Dähnhardt IV, 67, 169; Grierson III, iii, 233; Parker 1, 241-243, 244.— Indias Orientales: Bezemer 20-23, 388-389; Bijdragen XLVI, 133-134; Dähnhardt IV, 64, 77; De Vries, Oost Indië I, 46-47; Fansler 430; Globus 67, 387; Hunbruch, Südsee 196-197.—Indias de Norteamérica: BBAE LIX, 307 (dos versiones); Benedici, Cochiti 147-148 (dos versiones); Boas, Keresan 165-167; Cushing 277-284; Curtis VII, 111-112 (dos versiones); Dähnhardt IV, 97; Dorsey, Arikara 143; Dorsey, Caddo 104-105; Goodwin 44; JAFL VI, 170-171, XII, 168, XXVI, 202-203, XXXI, 221-222, XXXVII, 54, 70, XLIX, 83-84; Lumholtz II, 306-307; Money 270-271; Opler 238-240 (dos versiones); Opler, Apache 200 (dos versiones); PaAM II, 274, VIII, 236-237 (dos versiones), XXIV, 73; RBAE XIX, 290-291; Swainson 65; Teit 102; Thompson NAI 36.—Indias de Sudamérica: Archivos VI, 137; Dähnhardt IV, 57-58; Globus 28 (dos versiones); Hartt 7-10; ICA XIV, ii, 686688; Koch-Grünberg II, 139; Lenz, Estudios VI, 185-189 (dos versiones); Rolland III, 5; Smith 543-545, 549; ZFE XIX, 341-342, 675; ZVFV XVI, 160.—Chinas: Dähnhardt IV, 169; Journal Asiatique II, 541.—Filipinas: Cole 89; Fansler 82, y variante; JAFL XX, 315.—Siamesas: Globus 67; Gubernatis II, 369-370; Hambruch 5, 6; Skeat 33.—Anamitas: Dähnhardt IV, 62, 76 (dos versiones).— Japonesas: Chamberlain 14; FLJ VI, 18.—Polinesias: Bolte-Polívka III, 343; Clouston I, 267-268 (dos versiones); Dähnhardt IV, 96-97.—Clasificación y estudios especiales: Aarne, Estnische Märchen 275, 1074; Aarne FM 250, 275, 280, 1074; Aarne-Thompson 221, 250, 275, 280, 1074; AFC IV, 102-107, 109-112; Anzeiger KDM IV, 313-314; Archivos VI, 137-141; Basset 139; BBAE LIX, 307, Nota; Beckwith, 261; Boggs 275; BoltePolívka III, 278-285, 339-355; BPW VIII, 507-508; Brand-Ellis III, 194-200; Chauvin III, 32; Clouston I, 266-273; Curtze 171; Dähnhardt III, 141-151, IV, 46-97, 185 -197, 284-286; Dähnhardt, Märchenforschung 1-54;
De Vries, Oost Indië I, 359-360; Dixon 192, 334; Dorsey, Osage 17; Fansler 445; FFC LVI, 44, 54, 114, 135; Gartenlaube (1878), página 703; Gerber 68; Germania VI, 80-106; Globus 11-12, 67-387; Grimm, Kleinere Schriften IV, 363-365; Grimm, Reinhart XLIII-XLV; Grinnell 156; Gubernatis II, 208-209; Haas 154; Hackman 221, 250, 1074; Haltrich, Volkskunde 510; Hambruch, Südsee 347; Horacio, Carmen IV, iv, 1-4; Ingersoll 81-82; Jacottet, Haute Zambeze 40-41, Nota; JAFL I, 13-15, XXV, 249, XXIX, 409, XXXI, 221, Nota 2; Köhler I, 70, 136, 197, 535-536; Kuhn, Herabkunst 107-110; La Fontaine VI, 10, Notas de Régnier; Laport 275; Lippincot’s Magazine XX, 751-752; Literaturblatt II, 154, VI, 417; Nation XII, 127; PaAM II, 28, IV, 111; Parker I, 244; Parsons, Andros 102, Nota 1; Parsons, Antilles III, 78-81; Parsons, Cape Verde I, 308-309; Plinio, Historia Natural X, 74; Rolland II, 293, III, 3-5; Schiller II, 17; RTP I, 389-390; Sébillot, Folklore III, 167, 338; Swainson 36; Thompson ENAI 441, 448-449; Thompson NAI 62, 298, 302; Uhland III, 164; Vallancey IV, 96-97; Volkskunde XV, 75; Wienert 44; Wossidlo II, 23, 32, 45, 104, 212; ZFDM I, 2-3, 381-383; , ZFE XIX, 340-342, 674-675, LII, 29; ZVFV XVI, 163, XXV, 269-279; Thompson B236.0.1, K3.1, K11, K11.1, K11.2, K11.3, K81.2, K82.2, K1840. Los cuentos populares que tratan el tema de las carreras entre animales o vuelos entre aves son muy numerosos y de tipos muy diversos. Se hallan en versiones sacadas de la tradición oral moderna de todas partes del mundo, y algunos de sus tipos fundamentales son muy antiguos y de tradición esópica y bizantina. El mejor estudio que hasta ahora se ha hecho de este tema es el de Dähnhardt en su Natursagen IV, 46-97, donde reúne un número grande de versiones y establece tres formas fundamentales del tema. Estas tres formas son las siguientes: 1. El cuento de la tortuga paciente que triunfa sobre la liebre negligente y descuidada que se duerme en el camino. Es el cuento esópico de Halm 420, Waldis, Esopus III, 76, La Fontaine VI, 10, etc. Su forma primitiva, según Dähnhardt IV, 46, es la de Halm 420. 2. El cuento de la victoria del erizo listo sobre el venado, con la ayuda de sus parientes o compañeros colocados a lo largo de la carrera. Se halla ya en el siglo XIII en Wright, Latin Stories 171-173, y en otros autores. Véase Dähnhardt IV, 70, y Bolte-Polívka III, 343-346. 3. El cuento de la victoria del cangrejo listo sobre la zorra, agarrándosele al cuello o a la cola al partir, y saltando
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
adelante al final. Esta forma aparece también en la Edad Media. Véase Bolte-Polívka III, 350-351. Una de sus mejores formas latinas medievales, la de las Fabulae Aesopicae de Camerarius, del siglo XVI, citada por Bolte-Polívka, es la siguiente: Suscepto cursus certamine inter vulpem et testudinem, dicitur testudo se caudae vulpinae implicuisse et ita hanc a currente vulpe raptatam fuisse ad locum praefinitum, a quo cum proxime abesset vulpes, respexisse fertur et per iocum dixisse, non se putasse tam celerem esse testudinem, cum illa de cauda ad signum conversa arrepere perrexit et non animadvertente vulpecula illud tenuit. Según Dähnhardt, las tres formas que establece son de origen bizantino o griego. Las formas griegas, es verdad, han alcanzado una definición extraordinaria en la literatura europea medieval y posterior, pero en la tradición popular moderna hay muchas otras formas cuyo origen no es fácil de establecer. En algunas formas el tipo es tan sencillo que puede ser de formación original e independiente en más de una región. Entre los indios de América y en África, en particular, hay tipos originales que no se hallan en Europa. Además del importantísimo estudio de Dähnhardt tenemos también el estudio de Bolte-Polívka III, 339-355. Este trabajo es particularmente notable por el número de versiones que reúne de todas partes del mundo, pero los autores no tratan de establecer los tipos, siguiendo, en general, la clasificación sencilla de Dähnhardt . Gracias a las numerosas versiones citadas por Dähnhardt y por Bolte-Polívka, y a muchas otras que ellos no pudieron ver, yo he podido examinar unas cuatrocientas versiones del tema, al parecer relacionadas. Algunas de éstas están demasiado estropeadas para considerarlas versiones completas; otras tratan de luchas diversas entre animales, en vez de carreras o vuelos. Descartando estas versiones para estudiar solamente aquellas que tratan de carreras o vuelos, el número de versiones del tema fundamental llega a trescientas setenta y cinco. Estas son seguramente mucho más de la mitad de las que hasta ahora se han publicado y me parecen bastantes para establecer, por lo menos de una manera provisional, los tipos fundamentales de todas, no solamente sus formas generales. Estudiando estas trescientas setenta y cinco versiones de una manera objetiva para establecer los grupos relacionados y dentro de éstos los tipos fundamentales con sus variantes, sin pensar a priori en una evolución gradual desde tres formas originales únicas hasta los numerosos tipos que ahora encontramos en la tradición oral, yo he tenido que hacer una clasificación nueva de los elementos fundamentales.
Algunos de ellos, como es natural, son los mismos de las clasificaciones de Dähnhardt y de Bolte-Polívka, pero la mayoría de ellos son enteramente nuevos. Los elementos o motivos fundamentales que constituyen nuestras trescientas setenta y cinco versiones son los siguientes: A. la liebre, zorra, u otro animal, se burla de la tortuga, del sapo, erizo, u otro animal, porque éste anda o corre muy despacio. Desafía éste a la liebre, zorra, etc., a una carrera. A1. El animal menos ligero se jacta de su habilidad para dar saltos o correr, y desafía al animal más ligero a una carrera, o bien hace que el otro le desafíe a él a una carrera. A2. Dos animales se desafían a rara carrera. El motivo no está indicado. A3. El desafío lo arregla un tercer animal, uno que no entra en la carrera. A4. Dos animales luchan por el amor de una joven, o para decidir otra disputa particular. Se desafían a una carrera. A5. La zorra u otro animal, y el sapo, u otro animal, son compañeros y cultivan un terreno. Para decidir a cuál de los dos ha de pertenecer la cosecha se desafían a una carrera. En algunas versiones sólo uno de los animales cultiva el terreno. El otro animal quiere quitarle la cosecha, y por eso se desafían a una carrera. A6. Las aves deciden elegir rey al que vuele más alto o más lejos. A7. Dios propone el vuelo. El ave que vuele más alto o más lejos ha de ser rey. A8. El diablo desafía a una joven a una carrera. Si ella pierde se casará con el diablo, y se condenará. B. El animal más ligero, la liebre, zorra, etc., se detiene en el camino para descansar, o se duerme en el camino, y el menos ligero, la tortuga, el sapo, etc., gana la carrera. B1. La carrera ha de ser hasta cierto punto determinado, adonde han de llegar otro día. El animal más ligero no se pone en marcha hasta otro día. El animal menos ligero sale en seguida y gana la carrera. B2. Ídem. El animal más ligero no se entrena y corre perezosamente. El menos ligero se entrena durante muchos días, y gana la carrera. B3. Ídem. El animal menos ligero llega tarde, pero logra pasar por donde no puede pasar el otro, y de esta manera gana la carrera. B4. El animal más ligero le da alguna ventaja al menos ligero: envenado nada en el agua con el sapo, etc. B5. Ídem. El animal más ligero corre con piedras atadas a los pies.
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
C. El animal menos ligero, generalmente un erizo, sapo o tortuga, va muy de mañana adonde han de correr, y deja a su mujer en el final de la carrera. La mujer del erizo, sapo o tortuga, grita cuando el animal ligero va llegando, y declara que ha ganado. C1. Ídem. Deja a un compañero suyo en una punta de la carrera en vez de su mujer. En algunas versiones el animal menos ligero ha de correr por debajo de la tierra. C2. Muy semejante a C en todos sus detalles; pero al fin, la mujer exclama que ha llegado antes y que ya ha desgranado catorce fanegas de maíz, etc. C3. El animal menos ligero pone a muchos compañeros suyos a lo larga de la carrera. Cada vez que el animal más ligero pregunta por el otro, responde uno que está delante de él. C4. Ídem. La carrera es por debajo de la tierra. C5. La carrera es a lo largo de un río, o en una laguna. C6. Ídem. La carrera es a lo largo de unos pozos. C7. El sapo, u otro animal, le apuesta al elefante que puede saltar sobre él. Pone a su mujer del otro lado, como en elemento C, y engaña al elefante. C8. La lucha consiste en ver cuál de dos animales llega primero al otro lado de un río, de un salto. El animal que salta menos lejos pone a su mujer al otro lado del río, como en elemento C, y gana. D. Carrera de la zorra y el sapo. El sapo salta sobre la cola de la sorra, o se agarra a la cola de la zorra. Al llegar al fin de la carrera, salta por encima y cae delante de la zorra. D1. Ídem. Cuando va llegando al fin de la carrera, la zorra da una vuelta y da con el sapo diez pies más adelante. La zorra se declara vencida. D2. La lucha consiste en dar un salto a través de un río. El sapo se agarra del cuello de la zorra, y gana como en elemento D. D3. Ídem, pero termina como elemento D1. D4. Dos peces nadan contra una corriente. Uno de ellos salta sobre la cola del otro, y gana como en elemento D. E. Las aves vuelan para ver cuál vuela más alto. El reyezuelo se sube sobre el águila. Cuando el águila se cansa, el reyezuelo sale volando y vuela todavía más alto, y gana. E1. Las Aves se reúnen para ver cuál vuela más lejos. Un pájaro pequeño se sube sobre otro, y cuando el otro se cansa de volar sale volando, y vuela más lejos todavía. E2. El águila lleva al reyezuelo sobre su espalda, pero gana de todos modos. E3. El búho y el reyezuelo son compañeros. El búho lleva al reyezuelo sobre su espalda para que éste gane el vuelo y sea rey. E4. La tortuga y el águila se desafían a un vuelo desde una altura hasta el suelo. El águila lleva a la tortuga
volando por el aire, la deja caer, y la tortuga llega al suelo primero. F. Se citan las aves para ver cuál de ellas llega primero a la tierra, volando desde una grande altura. El reyezuelo se sube sobre un águila que vuela muy alto, con una piedra, o bien vuela él mismo con la piedra, y cuando emprenden el vuelo hacia la tierra deja caer la piedra, y ésta lo tira para abajo y gana. F1. El conejo desafía a la tierra a una carrera. El conejo corre mucho, pero la tierra está siempre delante de él. F2. La carrera es circular. El sapo de un salto al otro lado y cae donde termina la carrera y gana; o el coyote corre una parte del camino y se vuelve (a comerse la comida), y gana. F3. Carrera del lobo y de las abejas. Una de las abejas sale volando. Otras le pican al lobo debajo de la cola y se detiene para librarse de ellas. Pierde el lobo la carrera. G. Los peces se citan para ver cuál de ellos llega primero nadando a cierto punto determinado. El pez que esperaba llegar primero y que no lo logra tiene desde entonces la boca torcida. H. El animal menos ligero gana la carrera. H1. Vuelo de las aves a cierto sitio determinado. El reyezuelo llega primero. H2. El reyezuelo gana por su habilidad. No se menciona el vuelo de las aves, pero se entiende. I. Ninguno de los contendientes sale vencedor. I1. El reyezuelo sale vencedor, pero el águila le convence de que no puede ser rey. El águila será rey y el reyezuelo «reyezuelo». I2. Al vencedor no se le da el premio prometido, pero se le concede algo. J. El animal que pierde la lucha muere, rendido de fatiga. J1. El animal que pierde la lucha se mata. J2. El animal que pierde la lucha gasta las patas; corre hasta que cae rendido; etc. J3. Al animal que pierde la lucha le mata el que gana, o le matan los que ganan, porque no quiere pagar lo que debe. J4. El animal derrotado mata al contendiente que le engaña. J5. El animal derrotado quiere matar al que le engaña, pero no lo logra. J6. El animal derrotado hace daño al que gana. K. El águila vuela tan alto con el reyezuelo, que a éste se le chamuscan las alas. K1. El reyezuelo, escapándose de las aves a quienes ha engañado, se esconde en un árbol.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
K2. El búho por haber dejado escaparse al reyezuelo, se ve obligado a volar de noche para escaparse de las demás aves, las cuales le odian. Hay cinco grupos generales. Dentro de cada uno de estos grupos hay tipos diferentes, o variantes de ellos, pero todos estrechamente relacionados. Cuatro de los grupos están relacionados. Es muy difícil establecer una relación directa en la evolución de los cuatro grupos de uno a otro, pero sí podemos trazar la historia de la evolución de los tipos dentro de cada grupo. En el Grupo Quinto he reunido algunos tipos rarísimos que no están relacionados. Sigue la clasificación de los tipos de los cinco grupos, con el número de versiones que pertenecen a cada grupo o tipo. Grupo Primero. Pertenecen a este grupo treinta y cuatro versiones de nuestra bibliografía, tres de ellas hispánicas. Forma general: Un animal muy ligero, liebre, zorra, venado, etc., y uno que anda o corre muy despacio, tortuga, sapo, erizo, etc., se desafían a una carrera. El animal más ligero es perezoso y descuidado, se detiene a descansar, se duerme en el camino, o sale demasiado tarde, o bien no puede pasar por cierto sitio, o le da grandes ventajas al animal menos ligero, y pierde la carrera. Hay tres tipos fundamentales y bien definidos de este grupo, el primero de ellos con cuatro variantes: Tipo I, con elementos A, B, H, catorce versiones, o sea el 41% del grupo. Tipo IA, con elementos A2, B, H, siete versiones. Tipo IB, con elementos A4, B o B1, H, tres versiones. Tipo IC, con elementos A o A1, B2, H, dos versiones. Tipo ID, con elementos A2, B1, B3, H, una versión. Tipo II, con elementos A, B3, H, tres versiones. Tipo III, con elementos A2, B4 ó B5, H, cuatro versiones. Grupo Segundo. Pertenecen a este grupo ciento cincuenta y ocho versiones, veintiuna de ellas hispánicas. Forma general: Empieza como en el Grupo Primero. El animal menos ligero va y pone a su mujer o a un compañero suyo en el final de la carrera para que parezca que ha llegado primero, o bien pone muchos compañeros suyos a lo largo de la carrera, los cuales van siempre anunciándose delante del animal ligero. En este grupo hay dos tipos fundamentales, el primero con cinco y el segundo con cuatro variantes: Tipo IV, con elementos A o A1, y C o C1, H (y en algunas versiones elemento J o variante), veintiuna versiones.
Tipo IVA, con elementos A2, C, H (y en algunas versiones elemento J o variante), ocho versiones. Tipo IVB, con elementos A4, C o C1, H, tres versiones. Tipo IVC, con elementos A5, y C o C1, ó C2, H, once versiones. Tipo IVD, con elementos A8, C, H, cuatro versiones. Tipo IVE, con elementos A o A1, y C7 6 (8, II, cinco versiones. Tipo V, con elementos A o A1, C3 (C4 ó C5 en cinco versiones), H (y en algunas versiones elemento J o variante), cuarenta y cuatro versiones, o sea el 28% del grupo. Tipo VA, con elementos A2 ó A3 y C3, H (en algunas versiones elemento J o variante), cuarenta y tres versiones, o sea el 27% del grupo. Tipo VB, con elementos A4, C3, doce versiones. Tipo VC, con elementos A5, C3, cinco versiones. Tipo VD, con elementos A6, C3, dos versiones. Grupo Tercero. Pertenecen a este grupo ciento cincuenta y cinco versiones, siete de ellas hispánicas. Forma general: Empieza como en los dos grupos anteriores. El animal menos ligero salta sobre el otro al partir, generalmente agarrado a la cola o al cuello de éste, y al llegar al final de la carrera da un salto y cae delante para ganar la carrera. En algunos de los tipos se trata de aves que vuelan para elegir rey, o peces que nadan, con resultados semejantes. Hay dos tipos fundamentales y muy bien definidos, el primero con cinco y el segundo con cuatro variantes: Tipo VI, con elementos A o A1, ó A2 y D o D1, H (en algunas versiones elemento I o J), cincuenta y seis versiones, o sea el 36% del grupo. Tipo VIA, con elementos A o A2, D o D1 y B, B1 ó B2 del Grupo Primero, H, tres versiones. Tipo VIB, con elementos A4, D o D1, H, cinco versiones. Tipo VIC, con elementos A5, D o D1, H, siete versiones. Tipo VID, con elementos A6, D o D1, H, tres versiones. Tipo VIE, con elementos A, D4, H, cinco versiones. Tipo VII, con elementos A6, E o E1, H (y en algunas versiones elemento J o K, o variantes), cincuenta y cinco versiones, o sea el 35% del grupo. Tipo VIIA, con elementos A6 ó A7, E o E1, H, e I o I1, cinco versiones. Tipo VIIB, con elementos A o A2, ó A4, y E o E1, H (en algunas versiones elemento J o K, o variantes), diez versiones.
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Tipo VIIC, con elementos A2 o A4, E2 ó E3 (alguna vez H), J, o variantes, tres versiones. Tipo VIID, con elementos A6, E2, tres versiones. Grupo Cuarto. Pertenecen a este tipo dieciocho versiones. Forma general: Los peces se citan para elegir rey, y convienen que ha de ser rey el que llegue primero nadando a cierto sitio determinado. Algunas veces son otros animales que se desafían a una carrera por otros motivos. Pero en todas estas versiones el animal que esperaba salir victorioso y no lo logra se queda para siempre con la boca torcida (de envidioso). Hay solamente un tipo fundamental, con dos variantes: Tipo VIII, con elementos A6, G, quince versiones, o sea el 83% del grupo. Tipo VIIIA, con elementos A2 ó 43, G, tres versiones. Grupo Quinto. Ya queda dicho que los tipos de este grupo no están relacionados como los de cada uno de los otros grupos. Son todos tipos diferentes y rarísimos. Es posible que no todos sean tipos fundamentales. Son en realidad cinco tipos de cuentos, en diez versiones, que no caben en la clasificación definitiva de los cuatro grupos primeros. Los cinco tipos son los siguientes: Tipo IX, con elementos A1, F3, una versión, Cuentos 232. Tipo X, con elementos A6, F, I2, una versión. Tipo XI, con elementos A o A1, ó A6, y H o variante, y en una versión también I1, I2, y K1, cinco versiones. Tipo XII, con elementos A2, F2, dos versiones. Tipo XIII, con elementos A, F1, J, una versión. Los tipos que ocurren con frecuencia notable, siquiera en más del 10% de las trescientas setenta y cinco versiones, son solamente cuatro. Estos cuatro tipos predominantes son los siguientes: 11. Tipo VI, cincuenta y seis versiones, o sea el 15% de las versiones. 12. Tipo VII, cincuenta y cinco versiones, o sea el 14,7% de todas las versiones. 13. Tipo VA, cuarenta y tres versiones, o sea el 11,5% de las versiones. 14. Tipo V, cuarenta y cuatro versiones, o sea el 11,7% de las versiones. Todos estos tipos pertenecen a nuestros Grupos Segundo y Tercero. Pertenecen a ellos ciento noventa y ocho versiones, o sea el 53% de todas. Ninguno de los veintisiete tipos restantes ocurre con mayor frecuencia del 5,6% de las versiones, y es de notar que el Tipo I, la forma primitiva griega del Grupo Primero,
no ha alcanzado gran difusión en la tradición popular. Sólo catorce de nuestras versiones, o sea el 3,7% de todas, pertenecen a este tipo, y todas son literarias. Es la versión de Sebastián de Mey 19; pero no hay versiones españolas en la tradición oral moderna. Siguen en el orden de su frecuencia seis tipos más: 15. Tipo IV, veintiuna versiones, o sea el 5,6% de las versiones. 16. Tipo VIII, quince versiones, o sea el 4%. 17. Tipo I, catorce versiones, o sea el 3,7%. 18. Tipo VB, doce versiones, o sea el 3,2%. 19. Tipo IVC, once versiones, o sea el 2,9%. 10. Tipo VIIB, diez versiones, o sea el 2,7%. Si clasificamos cada uno de los tipos con sus diversas variantes, los resultados son muy diferentes. Los tipos más importantes en el orden de su frecuencia son los siguientes: 11. Tipo V y variantes, ciento seis versiones, o sea el 28% de todas las versiones del tema general. 12. Tipo VI y variantes, setenta y nueve versiones, o sea el 21%. 13. Tipo VII y variantes, setenta y seis versiones, o sea el 20%. 14. Tipo IV y variantes, cincuenta y dos versiones, o sea el 13,6%. 15. Tipo I y variantes, veintisiete versiones, 7%. 16. Tipo VIII, dieciocho versiones, 4,8%. Las catorce versiones del Tipo I son todas esópicas de origen griego: Chauvin III, 32; Clouston I, 266-267; Croxall 156; Faerno 159-160; Halm 420, 420A; Isopo 3, VIII, 12; La Fontaine VI, 10; Lansberger 38 (Dähnhardt IV, 46); Pavesio 150 (Dähnhardt IV, 47); Sebastián de Mey 19; Townsend 9-10; Verdizotti 80 (Dähnhardt IV, 47); Waldis, Esopus III, 76. Las siete versiones del Tipo IA son esópicas griegas, o bien africanas e indias de América: Corrozet 94; Dähnhardt IV, 97; Esope 352; JAFL XXX, 214, 174, 225-226; Opler, Apache 200 (5). Las tres versiones del Tipo IB son dos de Samoa y una india de América: Bolte-Polívka III, 343; RBAE XIX, 290291; Dähnhardt IV, 96-97. Las dos versiones del Tipo IC son una latina medieval y una de Armenia: Bolte-Polívka III, 324-343 (de Libanius, siglo IV); Dähnhardt IV, 47. La versión del Tipo ID es suiza: Dähnhardt IV, 82. Las tres versiones del Tipo II son holandesas: Volkskunde XV, 74-75 (dos versiones); Wallonia II, 100. Las cuatro versiones del Tipo III son tres indias de Norteamérica y una española de Méjico: JAFL VI, 170-
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171, XII, 168; PaAM II, 274; Radin-Espinosa 49. La última versión es, al parecer, de origen indio. Añade algunos elementos que no pertenecen al tema fundamental. Las veintiuna versiones del Tipo IV son en su mayor parte europeas, pero hay algunas africanas: Ampudia 173; Athaide Oliveira II, 326; Bechstein, Märchenbuch 131137; Dähnhardt IV, 52, 67 (dos versiones), 72; Espinosa, Castilla 55, 56; Firmenisch I, 210-211, 214-216; Fischart III, 262-271; Klaus Groth I, 181-185; Parsons, Cape Verde I, 100, I; Pechuël-Loesche 106; Radin-Espinosa 97; Rolland III, 208-209; RTP VI, 314-315, 315; Sébillot, Bretagne Enchantée 70; Sébillot, Folklore III, 338. Las ocho versiones del Tipo IVA son europeas y africanas: Archivio XXIV, 81; Cuentos 227; Dähnhardt IV, 71 (dos versiones, una latina del siglo XV, y otra polaca moderna); Notes and Queries I, iii, 3, I, v, 364; ZFE XVIII, 682, XIX, 340-341. Las tres versiones del Tipo IVB son africanas: Beckwith 60b: Dähnhardt IV, 67-68; Parsons, Antilles II, 331-332. Las once versiones del Tipo IVC son esópicas medievales y europeas y africanas modernas: Basset 14-15; Bolte-Polívka III, 344-345; Cuentos 228; Dähnhardt IV, 68-69, 69, 70; Frobenius III, 4; Grimm 187; JAFL XLIX, 83-84; Wrigth, Latin Stories 171-173; ZFDA XII, 527529 (versión latina del siglo XIII). Las cuatro versiones del Tipo IVD son suecas y finlandesas: Bolte-Polívka III, 350; Dähnhardt IV, 94 (tres versiones). Las cinco versiones del Tipo IVE son africanas y orientales: Basset, Africa 277-281; Clouston I, 271272; Dähnhardt IV, 51-52; Journal Asiatique II, 541; Thompson NAI 74. Las cuarenta y cuatro versiones del Tipo V son africanas y asiáticas, y alguna que otra hispánica o india de América: AFC IV, 107-109; Archivos VI, 137; Basset, Africa 277281; Bezemer 20-23; Bijdragen XLVI, 133-134; Bompas 328-329; Cole 89; Dähnhardt IV, 50-51, 51-52, 53, 62, 64 (dos versiones), 74-75; Dorsey, Arikara 143; Ellis, West Africa 199-200; Espinosa SFNM 113; Fansler 82, y variante; Folklore XXXVI, 182-185; Frobenius XII, 349350; Globus 28, 67; Goodwin 44; Hartt 7-10; Herskovits 25; JAFL XXVII, 277; Jiménez Borja 19; Jones 5-6; Kidd 239; La Tradition XX, 270; Opler 239-240; Orient und Occident III, 497; Parker I, 241-243, 244; Parsons, Andros 54, I; Portell Vilá 81; Renel II, 98; Romero 20; RTP X, 390-392; Santa-Anna Nery 191-192; Teit 102; ZFE XIX, 341-342; ZVFV XVI, 160. Las cuarenta y tres versiones del Tipo VA son africanas, asiáticas, indias de América, y alguna que otra versión
hispánica de América: AFC IV, 100-102; Basden 274; Basset 6; BBAE LIX, 307 (dos versiones); Beckwith 60a; Bleek 16; Clouston I, 267; Cornell Era, enero de 1871; Curtis VII, 111-112; Cushing 277-284; Dähnhardt IV, 5253, 57-58, 71-72; De Vries, Oost Indië I, 46-47; Dorsey, Caddo 104-105; Fansler 82, variante; Griersom III, iii, 233; Gubernatis II, 369-370; Hambruch 6, 44; Harris 18; ICA XIV, 686-688; JAFL XX, 315, XXV, 214-215, XVI, 202-203, XXX, 174, y variante, 226 (dos versiones, la segunda y la tercera), XXXI, 221-222, XXXII, 394, XXXVII, 54; Jekyll 12; Köch-Grünberg II, 139; MasonEspinosa PRF V, 62; Mooney 270-271; PaAM VIII, 237; Parsons, Sea Islands 70, I y II; Preuss, Nayarit 209-210; Skeat 33; Smith Dale II, 15. Las doce versiones del Tipo VB son africanas, africanas de América, y una brasileña tal vez de origen africano: Dähnhardt IV, 53-54, 56; Edwards 69-70; Frobenius XII, 349, 351-352, 352; Hartt 12; JAFL XI, 284-285, XXXV, 271; Nassau 95-98; Romero II, 19; Parsons, Andros 54, II. Las cinco versiones del Tipo VC son europeas, hispánicas de América, y una africana: Cuentos 229; Dähnhardt IV, 69; Mason-Espinosa PRF V, 80; Rolland III, 61-64; Wheeler 220. Las dos versiones del Tipo VD son africanas: Lippincott’s Magazine XX, 751; Nation XII, 127. Las cincuenta y seis versiones del Tipo VI son europeas antiguas y modernas, y alguna que otra africana o india de Norteamérica: Ampudia 175; Basset 139; Bolte-Polívka III, 351 (dos versiones, una alemana del siglo XIII, y otra latina del siglo XVI), 352, 353; Chamberlain 14, I; Clouston I, 267-268, 268-269; Cuentos 230 y 231; Dähnhardt IV, 74, 76 (dos versiones), 77, 79 (dos versiones), 79-80, 80, 80-81, 81 (cinco versiones), 82, 83-84, 84-85, 94, 285; Espinosa, Castilla 52, 53, 54; FLJ II, 166-168; Gerber 22, y página 68 (dos versiones); Globus 28; Haltrich 112; Haltrich, Volkskunde 56, 510; Hambruch 5; JAFL XXX, 209; Kuhn, Märchische 243; Renel II, 229-231, 296-297; Rolland III, 5; Saunière 11; Sauvé 319-320; Sébillot, Folklore III, 338; Teotihuacán II, 300-301; Wallonia VI, 48; ZFE XIX, 675; ZVFV X, 58. Las tres versiones del Tipo VIA son dos araucanas y una francesa: Lenz, Estudios VI, 185-189 (dos versiones); Rolland III, 208. Las cinco versiones del Tipo VIB son dos africanas, dos africanas de América y una india de Norteamérica: Ellis, West Africa 189-190; FLJ II, 79-80; PaAM VIII, 236; Parsons, Antilles II, 331, 331b. Las siete versiones del Tipo VIC son griegas, orientales e indias de América: Boas, Keresan 165-167; Bolte-Polívka
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III, 353; Dähnhardt IV, 78 (dos versiones), 78-79, 285286; Pineau 95. Las tres versiones del Tipo VID son dos africanas y una japonesa: Barker-Sinclair 155; Dähnhardt IV, 75; FLJ VI, 18. Las cinco versiones del Tipo VIE son todas del extremo Norte de Europa: Dähnhardt IV 92 (tres versiones), 92-93; Poestion 4. Las cincuenta y cinco versiones del Tipo VII son en su mayor parte germánicas, con alguna que otra eslava o rumana: Anzeiger IV, 312-313; Anzeiger KDV III, 312; Bartsch I, 518; Berachja 39; Bezemer 388-389; Bolte-Polívka III, 280; Campbell I, 285; Curtze 171; Dähnhardt IV, 161, 163-164, 164, 165, 166-167, 170, 171 (tres versiones), 172, 172-173, 173 (dos versiones), 174 (dos versiones), 175, 179, 179-180, 181, 182, 183 (dos versiones), 184; Firmenisch I, 186, III, 769; FL V, 197; Germania VI, 91; Grimm, Kleinere Schriften IV, 364; Haas 153; Jahn 595; Kuhn, Märchische 293-294; Mélusine I, 193-195 (dos versiones); Rolland II, 293; Pröhle 64; RTP VIII, 595 (dos versiones), XII, 549; Schambach-Müller 319; Strackerjan II, 106; Swainson 36, 124; Volkskunde XV, 72-74 (dos versiones); Woeste 39; Wossidlo II, 314; ZFDM I, 2. Las cinco versiones del Tipo VIIA son europeas medievales y modernas: Dähnhardt IV, 168 (dos versiones), 170; RTP I, 389-390; Sébillot, Traditions II, 215. Las diez versiones del Tipo VIIB son europeas: Basset 139; Bladé III, 218-220; Dähnhardt IV, 161-162, 165, 166, 169-170; Globus 67; Gubernatis II, 208; Herskovits 26 (versión africana de Guayana Holandesa de origen europeo); Jurkschat I, 11. Las tres versiones del Tipo VIIC son de Asia, Irlanda y de los indios de Norteamérica, respectivamente: Dähnhardt IV, 169; FLJ IV, 108; Swainson 65. Las tres versiones del Tipo VIID son europeas: Dähnhardt IV, 171 (dos versiones); Grimm 171. Las quince versiones del Tipo VIII son todas germánicas: Bartsch I, 518; Bolte-Polívka III, 284, 285, nota; Dähnhardt IV, 193-194, 194 (cinco versiones), 195 (dos versiones); Grimm 172; Jahn 598; Nashe III, 202-204; Reuter II, 59. Las tres versiones del Tipo VIIIA son también germánicas: Dähnhardt IV, 194, 195, 196. La única versión del Tipo IX es nuestra versión burgalesa 232. La única del Tipo X es Dähnhardt IV, 169, número 14. Las cinco versiones del Tipo XI son: Opler 238-239; Opler, Apache 200 (4); Reusch 39-40; Curtis VII, 111-112; Parsons, Cape Verde I, 100, II,
Las dos versiones del Tipo XII son: la mejicana de Lumholtz II, 306-307; y la india de Norteamérica de PaAM XXIV, 73. La única versión del Tipo XIII es la sudanesa de Dähnhardt IV, 94-95. Las versiones hispánicas de nuestro tema son treinta y cinco, o sea el 9,3% de todas. Pertenecen éstas a los tipos siguientes: Tipo I, dos versiones, las dos literarias, pero no de los antiguos Isopos: Sebastián de Mey 19; Isopo 3, VIII, 12. Tipo III, una versión mejicana: Radin-Espinosa 49. Como las tres restantes versiones de este tipo son indias de Norteamérica, es probable que la versión mejicana sea de origen indio. Véase, sin embargo, Tipo IV. Tipo IV, seis versiones, una asturiana, dos castellanas, una mejicana y dos portuguesas: Ampudia 173; Athaide Oliveira II, 326; Espinosa, Castilla 55, 56; Parsons, Cape Verde I, 100, I; Radin-Espinosa 97. Las versiones de este tipo, y también las del Tipo IVA, son europeas y africanas, como ya queda dicho. Tipo IVA, una versión, nuestra versión castellana Cuentos 227. Tipo IVC, una versión, nuestra versión castellana Cuentos 228. Tipo V, seis versiones, cuatro españolas de América y dos portuguesas del Brasil: AFC IV, 107-109; Espinosa SFNM 113; Jiménez Borja 19; Portell Vilá 81; Romero II, 20; Santa-Anna Nery 191-192. Las versiones de este tipo, y también las de los Tipos VA y VB, son en su mayor parte orientales, africanas e indias de América. Nuestras seis versiones hispánicas del Tipo V, todas americanas, pueden muy bien ser de origen africano o indio. Tipo VA, cuatro versiones. AFC IV, 100-102; Cornell Era, enero de 1871; JAFL XXV, 214-215; Mason-Espinosa PRF V, 62. Tipo VB, una versión: Romero II, 19. Tipo VC, tres versiones: nuestra versión sevillana Cuentos 229; Mason-Espinosa PRF V, 80; Wheeler 220. Este tipo es europeo y africano. Tipo VI, ocho versiones, seis españolas peninsulares y dos españolas de América: Ampudia 175; nuestra versión montañesa Cuentos 230, y nuestra conquense Cuentos 231; Espinosa, Castilla 52, 53, 54; Saunière II; Teotihuacán II, 300-301. En nuestra versión soriana, Cuentos 265, última parte, encontramos una variante de elemento D: El erizo se escapa de un incendio agarrado al cuello de la zorra. Tipo IX, la única versión de este tipo, nuestra versión castellana 232. Es una mezcla de la versión general del Tipo
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III con elementos de Cuentos 246-248, Aarne-Thompson 222. Tipo XI, una versión: Parsons, Cape Verde I, 100, II. Hay otros tipos de cuentos semejantes a algunos de nuestros tipos que no hemos incluido en nuestro estudio porque no entra en ellos el importantísimo episodio de la carrera o vuelo. Empiezan estos cuentos con elementos semejantes a A y variantes, siendo el más frecuente A6, pero terminan con una lucha por medio de diversas capacidades o habilidades. Los que con más frecuencia ocurren son los de los tipos siguientes: 1. El cuento africano semejante a los de nuestro Tipo V, pero en el cual no hay carrera, sino una lucha para ver cuál de dos animales puede comer y beber más. Uno de ellos, el más pequeño, busca la ayuda de sus compañeros o parientes, y declarando que tiene que ir al bosque a orinar se queda allí y vuelve un compañero o pariente suyo a beber y comer. Se repite este motivo, comiendo y bebiendo todos, hasta que el animal engañado revienta de comer y beber. Pertenecen a este tipo las siguientes versiones de nuestra bibliografía: Benedict, Cochiti 147-148; Dähnhardt IV, 95-96; Fortier 14; Nassau 65-68; y Weeks 214-215. Véase también Thompson K81.2, K82.2, K1840. 2. Empieza con elemento A6, variante. Ha de ser rey el pájaro, u otro animal, que se acerque más a la tierra. El que gana es uno que se mete en una agujero. Algunas versiones de este tipo son: Dähnhardt IV, 170, 171 (dos versiones), 181, 182; Schulenberg 81; Simrock, Kinderbuch 394; Volkskunde XV, 73-74. Algunas de estas versiones, por ejemplo Dähnhardt IV, 181, 182, van precedidas del verdadero cuento del Tipo VII, o variante. 3. Empieza de igual manera. Ha de ser rey o ganar la lucha el animal que tire más lejos una piedra u otro objeto. Gana el que tira un murciélago, o pájaro, que se lleva la piedra volando, o bien parece ser la piedra misma. Las versiones son africanas: Frobenius XII, 348, 350, 351. Es en realidad elemento C4 de Cuentos 163-167 y elemento B2 de Cuentos 194-195. 4. El cuento medieval del lobo que desafía a la liebre a una lucha. Cree el lobo que la liebre va a batirse con él, y empieza el ataque la liebre sale huyendo, el lobo tras ella. Por fin es lobo cae rendido de fatiga y el león decide que la liebre ha ganado la pelea (no la carrera). Las siguientes versiones son de este tipo: Hervieux IV, 230, 264, 448-449; Libro de los Gatos 58. 5. Diversos tipos: Cronise-Ward 152-159; Dähnhardt IV, 171, números 3 y 4, 196, número 3 (semejante a Tipo VIII); Frobenius XII, 348-349, 352-353; Harris 26; Jones 7.
Los arquetipos primitivos. El desarrollo de las numerosas variantes de los tipos principales pudo haber sido el siguiente: Grupo Primero. Tipo I. Arquetipo primitivo 1. De este tipo se desarrolló primero Tipo IA, y después Tipo IB. Tipo II es un desarrollo posterior de Tipo I, y Tipo III es un desarrollo de Tipo II. Tipos IC y ID son desarrollos tardíos de Tipo I y IA, respectivamente, con mezcla de Tipo II. Grupo Segundo. Tipo IV. Arquetipo primitivo 2. De este tipo se desarrollaron primeramente los Tipos IVA y IVB. Tipo IVC es un desarrollo especial y tardío de Tipo IV, con elementos de cuentos que contienen el motivo de los animales compañeros en el trabajo, Aarne-Thompson 9. Tipo IVD es un desarrollo medieval de Tipo IVB, y Tipo IVE es un desarrollo tardío del Tipo IV. Tipo V. Arquetipo 3. Este tipo puede ser un desarrollo antiquísimo del Tipo IV, anterior tal vez al desarrollo de las primeras y más antiguas variantes del Tipo IV, pero puede también haber tenido origen independiente. De Tipo V se desarrollaron sucesivamente las variantes VA y VB. Tipo VC es un desarrollo de Tipo V con mezcla del motivo de los animales compañeros. Tipo VD es un desarrollo tardío de Tipo VII y del fin de Tipo V. Grupo Tercero. Tipo VI. Arquetipo primitivo 4. De este tipo se desarrollaron Tipos VIA, con elementos de Tipo I, VIB, VIC, con el motivo de los animales compañeros, y VIE. Tipo VD es un desarrollo de Tipo VII con el principio de Tipo VI. Tipo VII. Arquetipo primitivo 5. El primer desarrollo de este tipo es VIIA. Después se desarrolló Tipo VIID. Tipos VIIB y VIIC son una mezcla de elementos de dos arquetipos primitivos. Tipo VI y Tipo VII. Grupo Cuarto. Tipo VIII. Arquetipo primitivo 6. De él se formó Tipo VIIIA. Estos seis tipos, Tipos I, IV, V, VI, VII y VIII, son, en mi opinión, los arquetipos primitivos y fundamentales que
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podemos establecer para los Grupos Primero a Cuarto. De ellos se formaron los veintiséis tipos o variantes de tipos restantes de estos grupos. El total de tipos actuales diversos, incluyendo los seis arquetipos, llega a treinta y uno. Los tipos restantes de nuestra clasificación, los de Grupo Quinto, por rarísimos, hay que considerarlos como tipos sólo de una manera provisional. Los orígenes de los arquetipos. Arquetipo primitivo 1: Tipo I. Es de origen griego. En su forma fundamental ha permanecido como tipo literario. En sus diversas variantes se ha difundido por Asia, África y América. Arquetipo primitivo 2: Tipo IV. Es de origen europeo, tal vez griego. La mayoría de las versiones son europeas. Después el tipo se difundió en sus diversas variantes por Europa, África y América. Arquetipo primitivo 3: Tipo V. Puede ser de origen europeo, desarrollo del Arquetipo primitivo 2; pero como la mayoría de sus versiones son africanas, orientases e indias de América, casi exclusivamente africanas en las variantes del tipo, el arquetipo puede muy bien ser de origen africano. Las versiones americanas son, al parecer, de origen africano. ¿Podrían éstas ser de origen independiente? Arquetipo primitivo 4: Tipo VI. Esta forma es tal vez de origen griego, De Grecia pasó a otras partes de Europa, a Asia, África y América. Arquetipo primitivo 5: Tipo VII. Es un tipo, al parecer, de origen germánico. Las variantes pasaron al Sur de Europa en la época medieval, y después a Asia y América. Arquetipo primitivo 6: Tipo VIII. Es también de origen germánico. Contra la opinión de Dähnhardt, no creo, por consiguiente, que todos los tipos sean de origen bizantino. Sólo los Arquetipos 1, 2 y 4 son definitivamente de origen bizantino. El Arquetipo 3 puede ser de origen africano; y los Arquetipos 5 y 6 parecen ser de orígenes germánicos.
D. La leyenda del sapo 233. El sapo y la rana 234. El sapo y la rana 235. El sapo y la rana 236. El sapo y la rana 237. El sapo y la sapa 238. El sapo 239. El sapo 240. El sapo 241. El sapo 242. El sapo 243. El sapo 244. El galápago 245. El escarabajo BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Espinosa, Castilla 58, 59, 60; Isopo A, Aviano 11; Isopo 1, Aviano II; Isopo 2, Aviano II; Libro de los Gatos 7.— Portuguesa: Athaide Oliveira II, 329.—Catalana: Hisopo 3, VII, 11.—Italiana: Galfredo 88.—Francesas Archivio VI, 566; La Fontaine V, 18; Marie de France 51; SATF 76, 359360.—Rumana: Dähnhardt II, 246.—Latinas: Avianus 14; Babrius 56; Hervieux III, 272, 329, 358, 393-394, 436, 476, 483, 494, IV, 187-1888, 438-439; Steinhöwel L125; Wright, Latin Stories 56.—Alemanas: Boner 79; Steinhöwel A, 125.—Inglesas: Townsend 56, 134.— Húngara: Dähnhardt II, 247.—Griegas: Esope 67; Halm 364.—India: Sacred Books of the East XXXIX, 388.— Clasificación y estudios especiales: Aarne-Thompson 247; BTPE VIII, 253; Dähnhardt II, 242-250, III, 135; Villalón II, 11; Thompson A2247.5, A2332.6.5, A2378.1.4, A2378.2.7, A2433.3.20, A2433.3.21, X938. Para las numerosas versiones de algunos de los tipos no relacionados con nuestras versiones hispánicas de los Grupos Primero, Segundo y Tercero, damos en la bibliografía solamente algunas versiones típicas. No se ha tratado de agotar la bibliografía de esas versiones. No todos nuestros cuentos 233-245, que incluimos en el grupo que llamamos La leyenda del sapo están relacionados. Los une solamente el motivo burlesco de la fealdad, torpeza y holganza del sapo, u otro animal, que se jacta de su hermosura, fuerza y habilidad. El sapo, en fin, aunque feo, torpe y holgazán, se las echa siempre de buen mozo, fuerte y listo. Yo conozco solamente diecisiete versiones de estos cuentos, todas hispánicas. Hay muchos cuentos en la tradición de Europa que tratan, es verdad, los motivos
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
abajo mencionados, pero en cuentos de tipos muy distintos. Nuestras versiones no son seguramente originales y únicas de España. Las versiones 238-245, en particular, parecen cuentos tradicionales antiguos que deben de pertenecer a la tradición general de Europa. Por ahora, sin embargo, hay que considerarlas como versiones de tipos que pertenecen casi exclusivamente a la tradición hispánica. Más adelante citamos tipos algo semejantes. Los elementos o motivos fundamentales, cada uno de ellos un cuento completo en la mayoría de los casos, que constituyen nuestras diecisiete versiones son los siguientes: A. El sapo y la rana, su mujer, van de paseo, la rana preñada. Los otros animales se burlan de ellos, y el sapo, indignado, les grita: —¡Pero de buen mozo! A1. Siguen los animales con sus burlas. El sapo ve venir un carro, y declara que además de ser buen mozo, es también fortísimo, y se hincha para volcar el carro. La rueda le aplasta, y al morir, exclama: —¡Que erréla! ¡Que erréla! A2. En el camino un buey pisa al sapo. El sapo se las echa de fuerte y declara que está sujetando al buey. Sale cojo. A3. El sapo y la rana pecaron, y se marcharon a Roma a pedir perdón. En el camino el sapo ve venir un carro, y quiere volcarlo. Una rueda le aplasta. La rana se lamenta de verse ni casada, ni viuda, y preñada. —¡Pero de buen mozo! —exclama el sapo al morir—. A4. Un sapo y una rana iban por un camino, la rana preñada. Al pasar un arroyo, el sapo cae en el medio del agua y del lodo. La rana, creyéndole ahogado, exclama: —¡Solita y preñada y en tierra ajena. El sapo da un salto y cae a su lado, y le dice: —¡Pero de buen mozo! A5. Ídem. Cuando la rana cree que el sapo ya se ha ahogado, exclama: —¡Adiós, buen mozo, pantorrilludo, jugador de pelota! El sapo da un salto y cae a su lado y grita: —¡Y buen tirador de barras en Toledo! A6. El sapo y la rana llegan a un río. La rana salta por encima del río fácilmente. El agua se lleva al sapo. Una cigüeña se lo lleva por el aire. Declara el sapo que lleva a la cigüeña «allá muy alto». Cuando la rana exclama que se ha quedado solita y preñada, grita el sapo desde lo alto: —Pero de jugador de barras, tocador de guitarra y poseedor de los más hermosos ojos del mundo. A7. El sapo y la rana se casaron y se marcharon a Madrid. La rana iba preñada. Cuando llegaron a Madrid, la rana exclamó: —¡Ay, qué será de mí, preñada y en tierra ajena! —Pero de buen mozo —contestó el sapo—. A8. El sapo acaricia a la sapa o rana, y le promete trajes hermosos.
B. El sapo le cambia su cola al topo por los ojos. B1. Dios revive al sapo de elemento A1 ó A2, pero el sapo queda aplastado y feo. C. Un sapo, o escarabajo, subía una escalera o cuesta. Tardó siete (o diez) años para subir. Al dar el último salto, o al llegar al último escalón, cayó abajo de golpe, y exclamó: —¡De eso sirven las prisas! C1. Un sapo subía una escalera, y al llegar al último escalón cayó abajo de golpe, y exclamó: —¡De eso sirven las prisas! C2. Un sapo o galápago, fue a una boda. Después de llegar, tardó tres días bajando una escalera, y al llegar al último escalón se cayó de golpe, y exclamó: —¡De eso sirven las prisas! C3. Un sapo iba de viaje y llegó a un río. Se puso a pensar largo tiempo para ver cómo pasaba. Por fin decidió dar un salto, y cayó en medio del río. Salió medio ahogado y exclamó: —¡De eso sirven las prisas! C4. Un sapo se va a Madrid a hacer la vida. Después de caminar por doscientos años, llega a Madrid y da un salto por encima de un terrón, se rompe una pata, y exclama: —¡De eso sirven las prisas! C5. La rana está enamorada de los ojos del sapo. Después de estar pensándolo dos días, el sapo da un salto para salir del charco, cae de espaldas y se da un fuerte golpe. —¡De eso sirven las prisas! —exclama—. Nuestras diecisiete versiones se dividen en tres grupos de cuentos muy distintos: los que tratan el tema del sapo jactancioso, los que tratan el tema del sapo torpe y holgazán, pero siempre satisfecho, y los que llevan elementos de los dos primeros grupos. Grupo Primero. Es tema del sapo jactancioso, el sapo feo y torpe, que siempre se las echa de buen mozo, fuerte y listo. Pertenecen a este grupo seis de nuestras versiones. Hay tres tipos distintos, dos de ellos con una variante cada uno: Tipo I, con elementos A, A1, B, B1: Cuentos 233. Tipo IA, con elemento A3: Cuentos 234. Tipo II, con elemento A4: Cuentos 235. Tipo IIA, con elemento A5: Cuentos 236. Tipo IIB, con elemento A7: Espinosa, Castilla 58. Tipo III, con elemento A8: Cuentos 237. No conozco otras versiones verdaderamente semejantes. Los cuentos en los cuales hallamos algunos de los elementos o motivos fundamentales, pero en tipos enteramente distintos, son muy numerosos. Son éstos la mayor parte
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de los que citamos en nuestra bibliografía. Daré algunos ejemplos de los tipos más bien conocidos. 1. El animal buen mozo. El cuento medieval del sapo y su hijo (o la rana y su hijo), al cual considera el más hermoso de todos los animales: Se reúnen los animales en consejo. El sapo o la rana se marcha para asistir al consejo, pero olvida sus zapatos. Se los envía su madre por medio de la liebre. Para saber de seguro cuál es el sapo, la madre de éste le dice a la liebre que ha de ser el más hermoso de todos los animales. En algunas versiones la madre del sapo envía comida en vez de zapatos. Algunas de las versiones más bien conocidas son las siguientes de nuestra bibliografía: Hervieux IV, 187-188 (Odonis de Ceritona 14), 438-439; Libro de los Gatos 7; Wright, Latin Stories 56. En algunas versiones modernas del Este de Europa, citadas por Dähnhardt II, 245-246, el cuento es el siguiente: La Virgen envía comida al Niño Jesús por medio de una tortuga o lagarto, diciéndole que se lo dé al niño más hermoso que salga de la escuela. Cada madre le da la comida a su propio hijo. La Virgen se ríe y concede el don de la inmortalidad al animal, tortuga, lagarto, o lo que sea, que le ha traído alegría en medio de sus pesares. 2. El animal buen mozo. El cuento esópico de la mona y su hijo, al cual considera el más hermoso de todos los animales: Júpiter desea ver a los recién nacidos de todos los animales, para saber cuál es el más hermoso. Se presenta la mona con su hijo feo y deforme, y declara que su hipo es el más hermoso de todos. Se ríen todos los animales. Algunas versiones son las siguientes: Avianus 14; Babrius 56; Poner 79; Halm 364.; Hervieux III, 272, 329, 358, 393-394, 436, etc.; Isopo A, Aviano 11; Isopo 1, Aviano 11; etc.; SATF 76, 359-360; Steinhöwel L125; Waldis, Esopus I, 81. Hay un cuento de tipo medieval semejante sobre el búho y su cría citado en Dähnhardt II, 242-243. 3. El animal buen mozo. El cuento esópico semejante a los dos tipos anteriores: La mona cree que su hijo es el más hermoso de todos los animales, y va y se lo enseña al león, u oso. El león, u oso, va a besarlo, y se lo come. Versiones de este tipo son las siguientes: Galfredo 88; Marie de France 51. 4. El animal buen mozo. El cuento del cazador que mata las aves más feas: Un pájaro le ruega a un cazador que no le mate sus crías, las cuales son las más hermosas de todas las aves. Mata el cazador las avecillas más feas, pero éstas son precisamente las crías que su madre consideraba las más hermosas de todas.
Este tipo de cuento se halla principalmente en versiones modernas: Aarne-Thompson 247; Dähnhardt II, 244. 5. El sapo jactancioso de su poderío y de sus habilidades se halla ya en un antiguo texto taoísta chino, citado en Sacred Books of the East XXXIX, 38: Un sapo feísimo vive en un pozo pestilente. Pasa por allí la tortuga del Mar de Oriente, y el sapo le declara que su dominio en el pozo es absoluto, que nadie le molesta, ni camarones, ni cangrejos, ni otros bichos, y que nadie como él da saltos o sabe nadar. 6. El cuento esópico del sapo aplastado por las ruedas de un carro. Dos sapos son vecinos. Uno vive en un charco, y el otro vive en un callejón. El del charco ve el peligro de su vecino y le invita a que vaya a vivir con él en el charco. El del callejón no quiere abandonar su sitio, y unos días después pasa por allí un carro, y muere aplastado por una de sus ruedas. Compárese elemento A3. Versiones de este tipo son: Esope 67; Townsend 134. En algunas versiones modernas encontramos un cuento algo parecido: La Virgen María, afligidísima por la muerte de Jesús, se encuentra con la rana, u otro animal. Le dice a la Virgen que no se aflija, que ella tenía varias hijos (cuatro o más), y que todos murieron aplastados por la rueda de un carro. Véase Dähnhardt II, 247-248. Para el motivo des sapo que le cambia la cola al topo por los ojos, quedando el topo casi ciego y el sapo sin cola y con los ojos saltados, véase Thompson A2247.5, A2332, A2378, A2433. La tradición es muy bien conocida en España. Véase Villalón II, 11, y BTPE VIII, 253. Véase también Dähnhardt III, 54 y 135. Grupo Segundo. El tema del sapo torpe y holgazán, pero siempre satisfecho. Pertenecen a este grupo diez de nuestras versiones. Hay solamente un tipo, con cuatro variantes. Tipo IV, con elemento C, cuatro versiones: Cuentos 238, 240, 241, 245. Tipo IVA, con elemento C1: Cuentos 243. Tipo IVB, con elemento C2, dos versiones: Cuentos 242, 244. Tipo IVC, con elemento C3: Cuentos 239; Espinosa, Castilla 59. Tipo IVD, con elemento C4: Espinosa, Castilla 60. Otra variante de nuestro Tipo IV es la versión francesa de Archivio VI, 566: Un caracol tarda siete años para pasar un puente. Cuando acaba de pasar se cae el puente, y el caracol, muy satisfecho, exclama: —¡Qué bien que pasé tan aprisa! Si no, me mata el puente.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
No conozco otras versiones semejantes. En Thompson X938 se cita sólo a Boggs 288C, pero Boggs no cita más que las versiones mías, omitiendo una de las ocho. Grupo Tercero. Este grupo combina elementos de los dos primeros grupos. Tenemos solamente un tipo, Tipo V, y una versión, la portuguesa de Athaide Oliveira II, 329. Lleva elementos C5, A2 y A6. Todas las versiones de nuestros tres grupos, con excepción de la variante francesa del Tipo IV arriba citada, diecisiete versiones, son hispánicas, todas españolas peninsulares, excepto la portuguesa del Grupo Tercero, Tipo V, único.
Kleinere Schriften IV, 363; Hans 143; Steinhöwel A110a; Waldis, Esopus I, 34.—Inglesas: Aesop III, 4; Croxall 173; Townsend 4, 176.—Rusas: Bain 232-249; Bolte-Polívka II, 436 (dos versiones); Dähnhardt IV, 205.—Griegas: Esope 251; Halm 234.—Árabe: Chauvin II, 81.—Judías: Berachja 26, 37; ZFDM I, 1.—Africanas: Frobenius VIII, 253-255, IX, 115-116, XI, 128-129; Lederbogen, Kameruner 49-50; Monteil 42-44.—Africana de América: Harris 87-100.—Indias: Jataka 357; Panchatantra I, 15; Panchatantra, Alemany I, 15; Panchatantra, Lancereau I, 16; ZDMG LXI, 36.—Indias Orientales: Bezemer, página 292; De Vries, Oost Indië II, 243-245.—India de Norteamérica: Opler, Apache 199-200.—India de Sudamérica: Augusta 275-277.—Persa: Bolte-Polívka II, 437.—Filipinas: Fansler 57, página 381; JAFL XX, 314.— Clasificación y estudios especiales: Aarne-Thompson 222; Benfey, Panchatantra I, 244-246; Bleek 17; Boggs 222; Bolte-Polívka II, 435-438; Dähnhardt IV, 199-208; Fansler 381; Loiseleur Deslongchamps 38; Nassau 21; Warnke 181-182, 211; Wossidlo II, 53; Thompson B261, K2323, K2323.2, K2324, K2351.3.
E. Cuentos de animales varios 246. El león, el grillo y el zorro 247. El grillo y el mono 248. El grillo y el toro BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Cuentos 246, 247, 248; Espinosa, Castilla 50; Isopo A, III, 4; Isopo 1, III, 4; Isopo 2, III, 4.—Españolas de América: Andrade 249, 253; Di Lulio 263-265; Espinosa SFNM 111; Hispania XXIII, 139-140; JAFL XXVIII, 390-393, XLV, 344-345; Radin-Espinosa 94; Rael 382, 383, 384, 385; Teotihuacán 301; Wheeler 193.—Portuguesas: CardosoPinto II, 218-219; Consiglieri-Pedroso 1; Isopo 4, 30.— Catalana: Isopo 3, III, 4.—Italianas: Esopo Zuccarino 44; Galfredo 44.—Francesas: Isopet I, 45; Isopet II, 2; Isopet III, 39; Isopet de Chartres 2; Isopet de Lyon 45; La Fontaine II, 5, 9; La Tradition IV, 70; Marie de France 23, 65.—Flamencas: Dähnhardt IV, 201-202 (dos versiones); De Mont y De Cock 74-75; RTP X, 302-303.—Bretona: Luzel III, 231-246.—Latinas: Ademar 30; Aesopus 149; Etienne de Bourbon 297; Gabriae Fabulae 28; Hervieux II, 144, 240, 257, 338, 361, 393, 436, 471, 494, 532, 560, 584, 601, 683, 736, 761; Jacques de Vitry 153; Romulus III, 4; Speculum Historiale IV, 5; Steinhöwel L44; Wright, Latin Stories, Appendix II, 10.—Alemanas: Alberus 34; Bartsch I, 23; Boner 44; Curtze 31; Dähnhardt IV, 200201; Germania XIII, 472-478; Grimm 102; Grimm,
Ya se han estudiado algunos grupos de cuentos que tratan de carreras y otras contiendas entre animales, para decidir qué animal ha de ser rey, o por otros motivos, Cuentos 227-232, y algunos otros. En Cuentos 246-248 luchan los animales porque uno de ellos, el más pequeño, despreciado y ofendido, desafía al más grande y poderoso a una batalla. En estos cuentos, en otros muchos semejantes, el animal más pequeño, un insecto o ave, busca la ayuda de todos sus semejantes, y el animal más grande, un cuadrúpedo, busca la ayuda de todos los cuadrúpedos, para batirse un bando contra el otro en campal batalla. Además de los cuentos de este grupo especial hay otros muchos tipos de cuentos semejantes, y algunos hay en los cuales los protagonistas y contendientes son sólo dos, y en éstos la lucha es algunas veces por motivos de venganza, como en algunos tipos de cuentos de animales de carácter muy distinto. Los cuentos de todos estos tipos que podemos considerar directa o indirectamente relacionados se dividen en tres grupos importantes y muy distintos. Grupo Primero: Cuentos 246-248, y todos los cuentos con ellos relacionados. Grupo Segundo: Los numerosos cuentos de los animales cobardes (algunas veces los de uno de los bandos son seres humanos) que huyen sin motivo, o bien interpretando mal alguna señal del enemigo. A este grupo pertenecen
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los diversos tipos de Aarne-Thompson 104, el cuento de la batalla entre los animales domésticos y los salvajes, y en la cual el gato levanta la cola y los animales salvajes huyen, creyendo que la cola del gato es una escopeta; Grimm 48, y algunos de los que estudian Bolte y Polívka en I, 425-427; los cuentos del tipo de Bartsch 23; y hasta algunos de los de los tipos de Cuentos 255, 256 y 266, que más adelante estudiamos. Véase Thompson K2323, K2323.2, K2324, K2351.3. Grupo Tercero: Los cuentos de luchas entre dos animales por rencor o venganza, pero en los cuales el vencedor gana la victoria mediante la ayuda de otros animales, insectos y aves, como en Jataka 357 (Un elefante destruye los huevos ele una codorniz. Busca ésta la ayuda del cuervo, de la mosca y de la rana. El cuervo le saca al elefante los ojos, y la rana le hace caer en un pozo, donde muere. ); Chauvin II, 81 (cuento muy semejante); De Vries, Oost Indië II, 243-245; y otros cuentos orientales. Véase también Benfey, Panchatantra I, 244-246, y las notas de Chauvin, arriba citado. La relación directa entre estos tres grupos de cuentos no es segura, a pesar de tener algunos elementos comunes. Los del Grupo Segundo parecen estar, por lo menos indirectamente, relacionados con los del Grupo Primero, pero los del Grupo Tercero pertenecen, al parecer, a un grupo independiente. Estudiaremos ahora solamente los del Grupo Primero, que son los que más nos interesan por pertenecer a este grupo nuestras versiones 246-248. En todas las versiones de este grupo el motivo capital de nuestro cuento es la victoria de los animales pequeños, y, al parecer, los más débiles, insectos o aves, o ambos, sobre los cuadrúpedos, y casi nunca falta el motivo de las burlas de los animales que pierden la lucha sobre alguno de su mismo bando. El número de versiones que hemos podido reunir de cuentos de este grupo, si omitimos las versiones fragmentarias e incompletas, llega solamente a noventa y seis. Cuarenta y cuatro, sin embargo, son versiones esópicas y literarias de un tipo bien conocido, nuestro Tipo V, de manera que el número de las versiones restantes llega sólo a cincuenta, un número demasiado reducido para establecer los tipos de una manera definitiva. Algunos de ellos, sin embargo, se hallan muy bien caracterizados, y podemos considerarlos provisionalmente como tipos fundamentales. Entre unas y otras las versiones de nuestro grupo contienen los siguientes elementos fundamentales: A. El león, u otro cuadrúpedo, se burla del grillo, u otro insecto (o águila, u otra ave), o le maltrata, declarando
a veces que no debe molestarle porque es el rey de los animales. A1. El ratón, u otro cuadrúpedo, disputa con el gorrión, u otra ave, sobre la repartición de la cosecha. A2. El escarabajo, u otro insecto, se mete en el ano del lobo, u otro cuadrúpedo, que está durmiendo, y le da un susto. A3. Una avispa le pica a un asno en la oreja. B. El grillo, o lo que sea el animal ofendido, desafía al león, etc., a una batalla. B1. El cuadrúpedo y el ave se citan para decidir la disputa por medio de una batalla con la ayuda de sus amigos. B2. Cuando sale el escarabajo del ano del animal de elemento A2, éste se burla de él. El escarabajo le desafía a una batalla. B3. El asno desafía a la avispa a pelear con él. Se citan para una batalla entre los asnos y las avispas. C. Cada uno de los contendientes reúne sus huestes. El león reúne a los osos, zorros, lobos, etc., y el grillo a las abejas, moscas, etc., y la batalla empieza. (En algunas versiones: Los cuadrúpedos y las aves entran en batalla). C1. Los cuadrúpedos y las aves se reúnen para la batalla. Las aves llevan la ventaja. C2. El asno busca el consejo del león, y éste recomienda que los asnos se cubran todas las aberturas del cuerpo con cueros y correas. C3. Los moscones acuden a la batalla sin armas, pero los monos llevan palos. Algunas veces el moscón no trae compañeros. D. Las abejas, etc., pican a los enemigos en los ojos, narices, etc. Huyen éstos, se esconden en el agua, y el grillo sale victorioso. (En las versiones en las cuales hay sólo dos contendientes, como en Tipo II: El moscardón, o el insecto que sea, pica al león en los ojos, narices, etc., hasta que le vence). D1. Ídem. La zorra sale huyendo y se mete en el agua para escaparse, y grita a los otros que huyen: —¡A la laguna, soldados, que así hice yo! (Véase Cuentos 232, fin). D2. Ídem. La zorra sale huyendo y se mete en el agua (de una laguna o un río) para escaparse. Se ahoga. D3. La zorra o lobo va de capitán de los cuadrúpedos (y algunas veces declara que llevará la cola en alto como señal de que van venciendo). Las abejas le pican a la zorra en el ano. Baja ésta la cola y huye. D4. El ciervo va de capitán de los cuadrúpedos, y lleva sobre el ano un palo a manera de escudo. Los reznos y avispas le pican tanto que suelta un crepitus ventris y rompe el palo. Huye despavorido, y los demás huyen tras él.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
D5. Los asnos entran en la lucha con todas las aberturas del cuerpo cubiertas con cueros, pero las avispas los pican en la barriga, los asnos rompen las correas, y son vencidos. D6. Los moscones les pican en la frente a los monos, y éstos queriendo matar a los moscones a palos, se matan unos a otros. Algunas veces un moscón solo hace que el mono se mate. D7. El murciélago pasa de un bando a otro para ir siempre con los que van ganando la batalla. Cuando van ganando las aves declara que es ave, y cuando van ganando los cuadrúpedos declara que es cuadrúpedo. Ganan la victoria las aves. Por tramposo y traidor los animales de ambos bandos le despluman y le condenan a volar solamente de noche. D8. El murciélago es tramposo y embustero, y así logra escaparse del peligro en dos o más ocasiones. (Este elemento constituye todo el cuento). E. El insecto que vence a su contendiente canta su victoria, pero va a morir cogido en una telaraña. Los tipos fundamentales son, al parecer, los siguientes. El Tipo V es absolutamente seguro, con cuarenta y cuatro versiones literarias de la Edad Media o modernas halladas sobre ellas. Tipo I, con elementos A, B, C, D, el tipo de nuestra versión hispánica Cuentos 247, diez versiones. Incompletas, con elementos A, B, C1, dos versiones. Tipo IA, con elementos A, B, C, D1, el tipo hispánico de Cuentos 248, trece versiones, once de ellas hispánicas. Tipo IB, con elementos A, B, C, D2, el tipo de Cuentos 146, dos versiones. Tipo IC, con elementos A, B, C, D3, cinco versiones. Incompleta, con elementos C, D3, una versión. Tipo ID, con dos o tres de elementos A1, B1, C1, D, seis versiones. Tipo II, con elementos A, B, D, E, o sencillamente B, D, E, tres versiones. Tipo III, con elementos A2, B2, C, D4, cuatro versiones. Tipo IIIA, con elementos A3, B3, C2, D5, dos versiones. Tipo IV, con elementos A, B, C3, D6, tres versiones. Tipo V, con elementos 131, C1, D7, o sencillamente C1, D7, cuarenta y cinco versiones. Tipo VI, con elemento D8, tres versiones.
Las diez versiones del Tipo I son siete hispánicas, una francesa y dos norteafricanas: Andrade 249, 253; CardosoPinto II, 218-219; Cuentos 247; Frobenius VIII, 253-255, XI, 128-129; JAFL XXVIII, 390-392; La Tradition IV, 70; Radin-Espinosa 94; Wheeler 193. Versiones incompletas: una versión filipina, Fansler 381, y otra bretona, Luzel III, 231-246. Las trece versiones del Tipo IA, son once hispánicas, seis de ellas españolas de América, y dos indias de América: Augusta 275-277; Cuentos 248; Espinosa, Castilla 50; Espinosa SFNM 111; Hispania XXIII, 139-140; Opler, Apache 199-200; Rael 382, 383, 384, 385; Teotihuacan 301; Consiglieri-Pedroso 1. Las dos versiones del Tipo IB son una española peninsular y una española de América: Cuentos 246 (mezclada con elementos A3 y C3 de Cuentos 206-207); JAFL XLV, 344-345. Las seis versiones del Tipo IC son todas alemanas: Dähnhardt IV, 200-202 (tres versiones); Grimm 102; Haas 143; Curtze 31 (incompleta con elementos C, D3). Las seis versiones del Tipo ID son cuatro eslavas, una flamenca y una africana: Bain 232-249; Bolte-Polívka II, 436 (= Kuliš II, 31 y Romanov III, 172); Dähnhardt IV, 205; Montiel 42-44; RTP X, 302-303. Las tres versiones del Tipo II son esópicas: Aesopus 149; Halm 234; La Fontaine II, 9. Las cuatro versiones del Tipo III son dos latinas medievales, una alemana y una francesa antigua: Germania XIII, 472-478; Hervieux I, 560, 561; Marie de France 65. Al Tipo IIIA pertenecen la versión judía de ZFDM I, 1, y tal vez también Berachja 26. Véase Bolte-Polívka IV, 335. Las tres versiones del Tipo IV son dos filipinas y una de Malasia: Fansler 57; JAFL XX, 314; Bezemer, 292. Las cuarenta y cinco versiones de nuestra bibliografía que pertenecen al Tipo V son todas esópicas antiguas y medievales, o derivadas de ellas. Es el famoso cuento del murciélago traidor que en la batalla entre los cuadrúpedos y las aves se pasa de un bando a otro para ir siempre con los que van ganando la batalla. Terminada la batalla, los animales de ambos bandos le despluman y condenan a volar solamente de noche, por tramposo y traidor. Véase elemento D7. Sigue la lista de nuestras cuarenta y cinco versiones del Tipo V: Ademar 30; Aesop III, 4; Alberus 34; Berachja 37; Boner 44; Croxall 173; Esopo Zuccarino 44; Etienne de Bourbon 297; Gabriae Fabulae 28 (avestruz en vez de murciélago); Galfredo 44; Hervieux II, 144, 240, 257, 338, 361, 393, 436, 471, 494, 532, 584, 683, 736, 761; Isopet I, 45; Isopet
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
II, 2; Isopet III, 39; Isopet de Chartres 2; Isopet de Lyon 45; Isopo A, III, 4; Isopo 1, Ídem; Isopo 2, Ídem; Isopo 3, Ídem; Isopo 4, 30; Jacques de Vitry 153; Marie de France 23; Romulus III, 4; Speculum Historiale IV, 5; Steinhöwel L44, A110a; Townsend 176; Waldis, Esopus I, 34; Wright, Latin Stories, Appendix II, 10. Las tres versiones del Tipo VI, relacionado con Tipo V, son tres esópicas literarias: Esope 251; La Fontaine II, 5; Townsend 4. Algunas observaciones sobre las versiones hispánicas. Las versiones hispánicas de nuestro grupo, prescindiendo de las versiones hispánicas de origen literario y esópico del Tipo V, son veinte, y todas pertenecen al Tipo I con sus dos variantes Tipo IA y Tipo IB. Todas las versiones completas de estos tres tipos son veinticinco, y veinte, o sea el 80%, son hispánicas. Las cinco restantes son una francesa, dos indias de América y dos norteafricanas, como ya queda dicho. Hay además dos versiones incompletas del Tipo I, una francesa y otra filipina. Las dos versiones indias completas y la versión filipina pueden ser de origen español. Siendo la gran mayoría de las versiones de los tres Tipos I, IA y IB hispánicas, el 80% de las versiones completas, podemos decir que el Tipo I con sus dos variantes notables IA y IB es un tipo hispánico primitivo y fundamental. En su forma fundamental A, B, C, D (Tipo I) se halla en siete versiones hispánicas, una de ellas nuestra preciosa versión soriana Cuentos 247. Es posible que las dos versiones norteafricanas sean de origen hispánico. En la variante A, B, C, D1 (Tipo IA) se halla en once versiones hispánicas, una de ellas nuestra versión andaluza 248. En la variante A, B, C, D2 (Tipo IB) se halla en nuestra versión montañesa 246, y en la versión mejicana de JAFL XLV, 344-345, las únicas versiones de este tipo. Es raro que la variante A, B, C, D3 del Tipo I, o esa Tipo IC, tan semejante a Tipo IB, siendo la única diferencia notable la presencia de elemento D3 en vez de D2, no se haya encontrado en la tradición española. Pero es también de extrañar que en Alemania, donde se hallan todas nuestras seis versiones del Tipo IC, no se hayan encontrado versiones del tipo hispánico fundamental en ninguna de sus variantes A, B, C, D, o A, B, C, D1, ó A, B, C, D2, Tipos I, IA y IB. Las diferencias entre el Tipo I y sus dos variantes IA y IB son tan insignificantes que podemos muy bien unirlas en un mismo arquetipo primitivo y fundamental. El Tipo IB, con elementos A, B, C, D2, está mezclado en Cuentos 246 con elementos A3, C3 de Cuentos 206-207, como ya queda indicado. El tipo no es original, sino de desarrollo tardío en España. Nuestra versión 246, prescindiendo de estos elementos añadidos de otros cuentos, y la mejicana de JAFL
XLV, 344-345 son versiones del Tipo I o del Tipo IA. Estos dos tipos se diferencian sólo en terminar uno con elemento D, el otro con elemento D1, elementos casi idénticos. En los dos casos los animales que huyen se meten en el agua para escaparse de los insectos, abejas, avispas, etc., que les pican por todas partes, notablemente debajo de la cola, en elemento D1, invitados a gritos por el lobo o zorra, que es el primero de los animales que huye, por más de habérselas echado de valiente. Elemento D1, por consiguiente, no es más que un desarrollo de elemento D, natural, gracioso y artístico. Nuestras diecinueve versiones hispánicas, por consiguiente, son fundamentalmente iguales, y nos permiten establecer el arquetipo primitivo y fundamental de la tradición hispánica. Tenía y tiene el arquetipo hispánico primitivo elementos A, B, C, D, pero inmediatamente las variantes desarrollan elemento D en D1. Nuestros tres Tipos I, IA y IB, por consiguiente, hay que considerarlos como variantes del arquetipo hispánico primitivo A, B, C, y D o D1. Las veinte versiones hispánicas que establecen de una manera definitiva este arquetipo hispánico se hallan en regiones muy apartadas del mundo hispánico. Cuatro son versiones españolas peninsulares de Córdoba, Palencia, Reinosa y Soria: Cuentos 246, 247, 248; Espinosa, Castilla 50. Catorce son versiones españolas de América, de Argentina, California, Méjico, Nuevo Méjico y Santo Domingo: Andrade 249, 253; Di Lulio 263 265; Espinosa SFNM 111; Hispania XXIII, 139-140; JAFL XXVIII, 390-392, XLV, 344-345; Radin-Espinosa 94; Rael 382, 383, 384, 385; Teotihuacan 301; Wheeler 193. Dos son versiones portuguesas: Cardoso-Pinto II, 218219; Consiglieri-Pedroso 1.
249. El burro, el oso, el lobo y la zorra 250. El burro y el león BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Espinosa, Castilla 28; Isopo A, IV, 10, Aviano 4; Isopo 1, IV, 10, Aviano 4; Isopo 2, IV, 10, Aviano 4; Libro de los Gatos 42.—Españolas de América: Rael 395, 396; Wheeler 206, 207.—Catalana: Isopo 3, IV, 10.—Italianas: Anderson, Novelline 71; Ortoli 19; Straparola X, 2.—Francesas: Corrozet 104; Isopet II, 8; Isopet de Chartres 7; La Fontaine II, 19, V, 14, 21; Marie de France 35.—Latinas: Avianus 5; Faerno 95; Hervieux II, 10, 224, 271, 304, 336, 450, 508, 543, 550, 622, 708, 748; Morlini, 4; Romulus IV, 10; Speculum Sapientiae I, 16; Steinhöwel L70; Wright, Latin
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Stories, Appendix 26.—Alemanas: Boner 67; Steinhöwel A, 140a.—Inglesas: Aesop IV, 10, Avian 4; Croxall 67, 115; Townsend 78.—Griegas: Aphthonius 10; Esope 266, 267, 269, 279, 281; Halm 323, 324, 333.—Judías: Berachja 47, 65.—Africana: Bleek 13.—Africana de América: Harris 2, 49.—Indias: Hertel 66; Hitopadesa III, 3; Jataka 189; Panchatantra I, 2, IV, 7; Panchatantra, Lancereau IV, 8; Somadeva V, 99-100.—Indias Orientales: Bezemer 148; De Vries, Oost Indië II, 219-220; Hambruch 16, 7; Skeat 41-48.—China: FL XX, 518.—Clasificación y estudios especiales: Aarne-Thompson 47B, 118, 1060; Boggs 103A; Aesop I, 57-58; Benfey, Panchatantra I, 462-464; De Vries, Oost Indië II, 382; Jataka 172, 188; Panchatantra, Lancereau 383-384; Régnier I, 407-408; Thompson J951.1, J952.2, J953.4, K1715, K1715.3. En la tradición popular es asno es considerado uno de los más torpes y cobardes de los animales y, como el sapo de Cuentos 233-245, uno de los más vanos y jactanciosos. El tema general del asno torpe y cobarde, vano y jactancioso, se halla en cuentos muy numerosos y de tipos muy diversos. Algunos hay en los cuales el asno torpe y cobarde se las echa de listo y valiente, y si bien en la mayoría de los diversos tipos el asno resulta burlado, muchas versiones hay en las cuales se sale con la suya por casualidad o por engaño. Las versiones del tema general se dividen en dos grupos importantes: Grupo Primero. El tema del asno torpe, vano y jactancioso que se las echa de importante y de valiente, pero que es siempre burlado o muerto. Grupo Segundo. El tema del asno torpe y cobarde que también se las echa de importante y valiente, pero listo, que no es burlado, sino que se sale con la suya por casualidad o por engaño. Nuestras versiones 249, 250 pertenecen a este grupo. Los cuentos del Grupo Primero no están directamente relacionados con los del Segundo. Son en su mayor parte cuentos esópicos antiguos y medievales o de la antigua tradición oriental. Hay cuatro tipos importantes, uno de ellos con una variante notable. Tipo I. El cuento del asno cargado de una imagen o de reliquias. Un asno pasa por las calles de una ciudad cargado de una imagen o de reliquias. Cuando las gentes veneran a la imagen o las reliquias el asno vanidoso cree que a él es a quien veneran: Esope 266; Faerno 95; Halm 324; La
Fontaine V, 14; y otras versiones. Véase Régnier I, 407-408, y Thompson J953.4. Tipo II. El asno vestido con la piel del león. Un asno se viste con la piel de un león, y todos los animales huyen de él, creyendo que es el león. Es descubierto por casualidad cuando rebuzna y los animales se burlan de él, o le descubre su amo cuando le ve las orejas y se lo lleva a casa: Aesop, Avian 4; Aphthonius 10; Avianus 5; Berachja 47; Boner 67; Esope 267, 279; Faerno 88; Isopo A, Aviano 4; Isopo 1, Ibíd.; La Fontaine V, 21; Libro de los Gatos 22 (dos asnos en vez de uno); y otras muchas versiones que podríamos citar. Véase Jacobs, Aesop I, 57-58 y 259, y Régnier I, 431-433. Tipo IIA. El asno es vestido por su amo con la piel de un león o tigre para que pastee sin ser molestado. Unos labradores le descubren cuando rebuzna y le dan una buena paliza, o bien un labrador disfrazado con la piel de una burra so atrae y lo descubre: Halm 333; Hitopadesa III, 3; Jataka 189; Panchatantra IV, 7; Panchatantra, Lancereau IV, 8; Somadeva V, 99-100; y otras versiones orientales. Véase Benfey, Panchatantra I, 462-464. Tipo III. El cuento esópico des asno rebuznador. Un asno se encuentra con un león. El asno rebuzna de una manera aterradora y espanta a todos los animases. En algunas versiones el león devora a los animales que huyen del asno rebuznador. El asno se las echa de valiente, y declara que los animales le tienen miedo, pero el león, que le conoce muy bien, se ríe de él: Aesop IV, 10; Berachja 65; Croxall 67; Hervieux II, 10, 244, 271, 304, 336, 450, 508, 543, 550, 622, 708, 748; Isopo A, IV, 10; Isopo 1, Ibíd.; La Fontaine II, 19; Marie de France 35; Romulus IV, 10; Morlini, Fabula 4; Steinhöwel L70, A140, Speculum Sapientiae I, 16; y otras muchas versiones. Tipo IV. El cuento del asno vanidoso devorado por el león. Un asno y un gallo son compañeros. Se encuentran con un león. El gallo canta y el león se espanta y sale huyendo. El asno cree que huye de él y le sigue para ahuyentarlo lo más posible. Se vuelve el león, le ataca, y se lo come: Croxall 115; Esope 267; Halm 323; Townsend 78; y otras versiones. Véase Thompson J952.2. Estudiemos ahora las versiones del Grupo Segundo, que son las que más nos interesan. Las versiones completas son solamente nueve, entre éstas nuestras versiones 249, 250, y todas de la tradición oral moderna, excepto una de Straparola. Entre unas y otras contienen los siguientes elementos fundamentales:
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
A. Un asno viejo y flaco es abandonado en el monte por su amo porque ya no le sirve para nada. Véase elemento A de Cuentos 255, 256, 266. A1. Un asno viejo y flaco es maltratado por su amo, y por consejo de otro animas, un oso, lobo, zorra o coyote, se escapa a las montañas. B. El asno se encuentra con un león, oso, u otro animal, y los dos se van de compañeros a cazar, o a ver cuál de ellos es más fuerte. B1. Ídem. Hacen una apuesta para ver cuál de ellos es mejor cazador. B2. Ídem. Hacen una apuesta para ver cuál de ellos pasa un río. B3. Ídem. La apuesta es para ver cuál de ellos puede saltar sobre una muralla. (En algunas versiones de elementos B hasta B3 el animal que gane la apuesta ha de quedarse de dueño del territorio donde se hallan). B4. Ídem. La apuesta es para ver cuál de ellos da el golpe más fuerte en una piedra. B5. Un asno prohíbe que el león beba agua de un pozo, a no ser que le traiga algunas aves. C. El león mata liebres y conejos, pero el asno coge y mata más de cien moscardones, avispas y otros insectos que le pican en las mataduras del lomo. Como el asno mata bichos que vuelan y el león sólo de los que andan sobre la tierra, el león se da por vencido. C1. Ídem. El asno se echa en el suelo a descansar. Vienen muchos cuervos, u otros pájaros, a comer de su carne, creyéndole muerto, y el asno los mata a patadas. C2. Ídem. El asno mata a las aves, ensuciándose sobre ellas de repente. C3. Al pasar el río (Elemento B2) el asno se ensucia en su manta, y declara que ha cogido peces. El león se da por vencido. C4. El asno da un golpe en la piedra y hace salir chispas de ella. El león se da por vencido. C5. El león salta sobre la muralla fácilmente. El asno da el salto muerto de miedo, y se queda encima de la muralla, sin poder moverse ni para atrás ni para delante. Cuando baja, declara que sólo quería saber qué pesaba más, su culo o su cabeza. El león lo cree muy listo y se declara vencido. C6. El león prueba sus fuerzas arrancando y despedazando árboles. C7. Rebuzna el asno de miedo, y empieza a ensuciarse de una manera violenta y ruidosa. Cree el león que está disparando cañonazos y huye despavorido. D. El león se encuentra con el lobo o con la zorra, y le cuenta lo que le ha pasado con el asno (elemento C o
variante hasta C3). Van los dos a ver al asno. Rebuzna el asno y da coces, y los dos huyen despavoridos. D1. Ídem. Rebuzna el asno y mata al león a coces. El lobo o la zorra huye y se escapa. D2. Ídem. El lobo va atado al león. Cuando el asno rebuzna, el león se espanta y sale huyendo, tirando del lobo hasta que le corta la cabeza. D3. Ídem. Cuando el lobo o la zorra desea ir a ver al asno, el león se niega, declarando que ya no quiere volver a ver al asno. D4. El lobo va a devorar al asno. El asno le ruega que le saque un clavo que lleva en el pie. Va el lobo a sacarle el clavo, y el asno lo mata a coces. (Este elemento es un cuento esópico muy bien conocido y que se halla en numerosas variantes, o como uno de los elementos fundamentales del cuento del lobo madrugador, Cuentos 199, elemento B y variantes). D5. El oso ataca al asno. El asno huye y rompe un árbol a coces. Saltan unas astillas y se le clavan al oso en los ojos y le ciegan. Llega el león, que es amigo del asno, y devora al oso. D6. El lobo ataca al asno. Después es igual a D. E. El asno se queda de dueño del bosque o monte. E1. El león se muere de sed. E2. Vuelve el asno a su casa, y come tanto que revienta y muere. Los amos envenenan su carne, come el león de ella, y muere también. Las nueve versiones de la tradición oral moderna, excepto una de Straparola, están todas relacionadas, pero de tan pequeño número no podemos establecer tipos definitivos. Seis versiones son españolas peninsulares y americanas: Cuentos 249, con elementos A, B2, C3, B1, C, C7, D2, E; Cuentos 250, con elementos A, B3, C5, B1, C2, B, C7, D3; Espinosa, Castilla 28, con elementos A, B, B4, B1, C1, C4, C7, D2; Rael 395, con elementos A1, B, D5, D6, E2; Rael 396, con elementos B, C6, C7, D5; Wheeler 206, con elementos B5, C1, E1. Las tres versiones restantes son italianas, dos de la tradición moderna y una la de Straparola: Anderson, Novelline 71, con elementos A, B, C1, D2; Ortoli, con elementos B2, B3, C3, C5, E; y la versión literaria de Straparola X, 2, con elementos A1, B, B3, C5, B2, C3, B1, C1. Las mejores versiones, y las que pertenecen, al parecer, a un tipo primitivo son nuestras dos versiones Cuentos 249, 250, y la italiana del siglo XVI de Straparola. Las tres tienen en común elemento A o variante A1, elemento B2 ó variante B3, elemento C o variantes C1, C2, o sea cuatro elementos idénticos o muy semejantes. Hay algunas versiones fragmentarias que contienen uno o dos elementos de nuestros cuentos: Bezemer 148;
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Bleek 13; De Vries, Oost Indië II, 219-229; FL XX, 518; Hambruch 16, 7; Harris 2, 49; Hertel 66; Jataka 172 y 188; Panchatantra I, 2 (asno rebuznador); Skeat 41-48; Wheeler 207; y otras que podríamos citar. Véase también Thompson K1710 hasta K1756.
251. El tragaldabas 252. El lobo y la hormiguita BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Cabal 167-68; Espinosa, Castilla 471, 472, 483, 484, 485, 486, 487.—Españolas de América: Andrade 246; Arellano 97; BDR IV, 103-105; Mason-Espinosa PRF V, 70, 83, 84, 85, 86; Wheeler 191.—Portuguesas: Athaide Oliveira II, 389; Coelho 3.—Catalana: Ferrer-Ginart 11-14.—Eslavas y escandinavas: Taylor en JAFL 81 (2015), 83 (2027, 2027A, 2028).—Clasificación y estudios especiales: Aarne-Thompson 2015, 2027, 2028; Boggs 333; Bolte-Polívka I, 348, Nota, II, 100, 104; Thompson Z31.3.2, Z31.3.4, Z31.4.1. En nuestro estudio de Cuentos 212 hemos dado una clasificación general de la mayoría de los cuentos que tratan de lobos, cabras, u otros monstruos, que se tragan a quieren tragarse niños, cabritos u otros anímales. Allí quedaron establecidos seis grupos generales: Grupo Primero. Los cuentos de Caperucita Encarnada, Aarne-Thompson 333, con elemento A y dos, tres o más de elementos C, D, E, F, G, H, o variante, de Cuentos 212. Grupo Segundo. Los cuentos esópicos y latinos medievales que contienen elementos B y C de Cuentos 212. Grupo Tercero. Los cuentos de la cabra y sus cabritos, Aarne-Thompson 123, con tres, cuatro o más de elementos B, C, D, E, F, G, H, o variante, de Cuentos 212. Grupo Cuarto. Los cuentos del lobo que roba comida o la hembra de otro animal, con elemento inicial B4 ó B5, y tres o cuatro de elementos C, D, E, H, o variante, de Cuentos 212. Grupo Quinto. Cuentos 251, 252, y los cuentos con ellos relacionados. Grupo Sexto. Cuentos 257. Los tres primeros grupos están directamente relacionados, y se han considerado en nuestro estudio de Cuentos 212, que pertenece al Tipo II del Grupo Tercero. Los dos últimos grupos hay que tratarlos cada uno separadamente.
Los cuentos del Grupo Quinto, que son los que ahora nos interesan, no están directamente relacionados ni con los de los primeros cuatro grupos, ni con los del Grupo Sexto, que estudiamos más adelante. El tema general de los cuentos del Quinto Grupo es el siguiente: Un animal dañino, cabra, lobo, u otro animal, o bien un monstruo llamado el tragaldabas, amenaza a todos los que se acercan adonde se halla, y en muchas versiones se los traga. Una hormiguita, avispa, u otro insecto, corre al animal o monstruo, y salva a los que han sido tragados por el animal. Entre unas y otras las versiones del tema general de este grupo contienen los siguientes elementos fundamentales: A. Tres hermanas viven con su madre o con su abuela, y con permiso ele ella bajan, una cada vez, a la bodega para comer pan y miel, u otra comida. Un lobo, una cabra, u otro animal o monstruo, las amenaza, y les dice que si entran se las va a comer. 1. En algunas versiones la madre o abuela va a ver qué pasa y es amenazada también. 2. En algunas versiones un carretero, u otra persona, va a ver qué pasa, y es amenazado también. A1. Una madre o abuela envía a tres hermanas, una cada vez, a una huerta por legumbres. Allí encuentran una cabra, u otro animal, que las amenaza y les dice que se las va a comer. A2. Unos viejecillos tienen una huerta. Una cabra, u otro animal, entra a comerse las legumbres. Los dueños de la huerta, el viejecillo, la viejecilla, y en algunas versiones la hija o nieta, van, uno cada vez, a decirle al animal dañino que se salga de la huerta, pero el animal le dice a cada uno de los que se lo va a comer. A2a. Una madre envía a su hija al corral por leña. Allí encuentra una cabra que la amenaza. Van sucesivamente a correr a la cabra la madre y tres diferentes hombres, y a todos los amenaza y no se va. A3. Una cabra entra en una huerta. El amo, un buey, y un caballo, o un gato, un perro, y otros animales, van, uno cada vez, a decirle a la cabra que se salga de la huerta, pero la cabra los amenaza a todos. A3a. Una mujer vuelve a su casa y halla a una cabra, u otro animal, que no quiere salir y no la deja entrar. En una versión las niñas están en la casa y se esconden cuando entra la cabra. A4. Una cabra no quiere volver a su casa. A5. Un conejo va por legumbres a su huerta, y cuando vuelve a su casa, halla en ella a una cabra que le amenazada y no le deja entrar. A6. Un gato se mete en una colmena y no deja entrar a las abejas.
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
A7. Una niña siembra semillas de calabaza. Cuando ya hay calabazas en la huerta, la niña va a verlas, y una calabaza la sigue y la amenaza. A8. Un pájaro encantado sigue a un joven. El joven huye. B. La cabra, o lo que sea el animal o monstruo, se traga a las hermanas, una cada vez, y en algunas versiones también a un carretero, u otra persona, soldados, etc. B1. Un monstruo se traga vivos a varios caballos, y otros animales, y después a los amos de ellos. B2. Un gato, u otro animal, se come diferentes comidas, algunos objetos y animales, y por fin se come a su amo. B3. Una vieja comilona se come una inmensa cantidad de comida. Se encuentra después con un cochinillo, al cual también se come. C. Llega una hormiga o avispa, se entera de lo que ha ocurrido, y se ofrece a correr al animal dañino o monstruo amenazador, y (en las versiones que llevan elemento B) hacerle echar fuera a las personas que se ha tragado (si le pagan por su trabajo en algunas versiones). C1. Llegan sucesivamente un buey y un caballo, y en algunas versiones otros animales, los cuales luchan con el animal, pero al fin huyen. Llega entonces una hormiguita que se ofrece a correr al animal. C2. Llegan sucesivamente un lobo y una zorra, a quienes la mujer de elemento A3a paga un cordero y una gallina porque le ayuden, pero la engañan y se marchan. Por fin llega una hormiguita y ofrece su ayuda como en elemento C. C3. El muchacho que cuida a la cabra que no quiere volver a su casa busca la ayuda de varios animales, pero ninguno la hace volver. Por fin llega una hormiga. C4. El conejo busca la ayuda de un buey, un perro, un gallo, y por fin de una hormiga, sucesivamente. Véase elemento A5. En algunas versiones las abejas son las que buscan la ayuda de los animales citados Véase elemento A6. C5. La niña perseguida por la calabaza amenazadora llega por fin a la casa de una cabrita. C6. El joven seguido por el pájaro amenazador se encuentra con un mulo, un buey y un toro, sucesivamente, pero ninguno puede ayudarle. Por fin se encuentra con una hormiga. D. La hormiga o avispa va adonde está el animal. (En algunas versiones el animal amenaza a la hormiga). Se le sube y le pica en el culo. El animal lo abre y salen vivas las tres hermanas y las otras personas y cosas que se ha tragado. D1. Una de las tres hermanas a quien el animal se ha tragado le rasguña la panza hasta que se la rompe, y salen vivas las tres hermanas.
D2. La hormiga va adonde está el animal. Se le sube y le pica en los ojos, en la panza y por todas partes, y el animal sale huyendo y ya no vuelve. D3. El gato le rompe la panza al animal a rasguñazos, y sale todo, comidas, objetos y personas. D4. Todos los animales le tienen miedo al animal, excepto la hormiga. La hormiga le pica por todas partes hasta que le mata, o bien cuando el pica en los ojos el animal se deja caer sobre unas piedras y se mata. D5. La cabrita mata a la calabaza amenazadora a coces. El número de versiones de que disponemos es demasiado reducido para establecer todos los tipos de nuestro grupo de una manera definitiva. Hay por lo menos los ocho tipos siguientes: Tipo I, con elementos A, B, C, D. Es el tipo hispánico del Tragaldabas, Cuentos 251 y 252. Tipo IA, con elementos A1, B, D1. Es un tipo muy semejante al Tipo I. La hormiga no es la libertadora, sino una de las hermanas que han sido tragadas, la cual le rompe al monstruo la panza a rasguñazos. Tipo II, con elementos A2, C, D2. Es el cuento hispánico de la cabra amenazadora que la hormiga corre de la huerta, picándole por todas partes. Tipo IIA, con elementos A2a, C, D2. Tipo IIB, con elementos A3, C1, D2. Esta variante del Tipo II trae en elementos A3 y C1 a los diferentes animales que tratan de correr a la cabra de la huerta antes de que llegue la hormiga. Es también un tipo hispánico. Tipo III, con elementos A3a, C2, D2. Este es el tipo hispánico de la cabra, u otro animal, que se mete en la casa de una mujer, y cuando ésta vuelve no la deja entrar. La engañan sucesivamente un lobo y una zorra para que les dé un cordero y una gallina; pero llega una hormiguita y corre al animal amenazador. Tipo IV, con elementos A4, C3, D2. Es el cuento de la cabra que no quiere volver a su casa. Busca el muchacho que la cuida la ayuda de una hormiga, y ésta, picándole por todas partes, la hace volver a su casa, Aarne-Thompson 2015. Tipo V, con elementos A5 ó A6, C4, D4. Es el cuento hispánico del animal que se mete en la casa de otro y no sale hasta que una hormiga no le pica por todas partes. Tipo VI, con elementos B1, D3. Es el tipo escandinavo y eslavo del Tragaldabas que se come a unos caballos y
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otros animales, y por fin a los amos de ellos. Un gato le rompe la panza a rasguñazos, y todos salen vivos. Véase Aarne-Thompson 2028, y Taylor en JAFL XLVI, 83, que cita muchas versiones. Tipo VII, con elemento B2. Este es el cuento del gato comilón, que se come muchas comidas, objetos, y por fin a su amo. Come demasiado. Véase Aarne-Thompson 2027, y Taylor en JAFL XLVI, 83, que cita algunas versiones escandinavas. Tipo VIIA, con elemento B3. Esta variante del Tipo VII es el cuento de la vieja comilona que se come todo lo que encuentra, incluyendo un cochinillo entero, Taylor en JAFL XLVI, 83, número 2027A. Tipo VIII, con elementos A7, C5, D5. Es el cuento hispánico de la calabaza encantada que sigue y amenaza a una niña. La protectora es una cabrita, que mata a la calabaza encantada a coces. Tipo VIIIA, con elementos A8, C6, D2. Es el cuento hispánico semejante al anterior del pájaro encantado que sigue y amenaza a un joven. El mulo, el buey y el toro no pueden ayudarle, pero por fin la hormiga hace huir al pájaro, picándole por todas partes. Estos ocho tipos pertenecen todos a nuestro Grupo Quinto. Los Tipos I, II, III, V, VIII, y variantes, son hispánicos exclusivamente. Todas las veintidós versiones de nuestra bibliografía, excepto las que citamos de Taylor, son hispánicas y pertenecen a estos tipos. Ellas nos ayudan a establecerlos, siquiera de una manera provisional. Los Tipos IV, VI, VII, y variantes, de nuestra clasificación son los tipos ya establecidos de Aarne-Thompson 2015, 2028, 2027, Taylor en JAFL XLVI, 2015, 2028, 2027. No conozco versiones hispánicas de estos tres tipos, al parecer escandinavos y eslavos. Volvamos ahora nuestra atención a nuestras veintidós versiones hispánicas. Son éstas diez españolas peninsulares (ocho castellanas, una leonesa y una asturiana), nueve españolas de América (seis de Puerto Rico, una de Santo Domingo, una mejicana y una nuevomejicana), dos portuguesas y una catalana. Todas nuestras versiones hispánicas pertenecen, como ya queda dicho, a los Tipos I, II, III, V, VIII y variantes. Al Tipo I (A, B, C, D) pertenecen siete versiones, seis castellanas y una leonesa: Cuentos 251, 252; Espinosa, Castilla 483, 484, 485, 486, 487. Al Tipo IA (A1, B, D1) pertenece una versión catalana: Ferrer-Ginart 11-14. Al Tipo II (A2, C, D2) pertenecen tres versiones españolas de América (una portorriqueña, una nuevomejicana
y una mejicana): Arellano 97; BDR IV, 103-105; Wheeler 191. Al Tipo IIA (A2a, C, D2) pertenece una versión castellana: Espinosa, Castilla 472. Al Tipo IIB (A3, C2, D2) pertenecen cuatro versiones de Puerto Rico: Mason-Espinosa PRF V, 83, 84, 85, 86. Al Tipo III (A3a, C2, D2) pertenecen dos versiones, una castellana y una portuguesa: Espinosa, Castilla 471; Athaide Oliveira II, 389. Al Tipo V (A5 ó A6, C4, D4) pertenecen dos versiones, una asturiana y una portuguesa: Cabal 167-168; Coelho 3. Al Tipo VIII (A7, C5, D5) pertenece una versión de Puerto Rico: Mason-Espinosa PRF V, 70. Al Tipo VIIIA (A8, C6, D2) pertenece una versión de Santo Domingo: Andrade 246. Véase además Bolte-Polívka I, 348, Nota, II, 100, 104, y Thompson Z31.3.2, Z31.3.4, Z31.4.1. Nuestros cuentos pertenecen también al grupo general de cuentos acumulativos de fórmulas fijas. Véase Taylor en JAFL XLVI, 77-88, y nuestros estudios de Cuentos 14, 57-59, 190-191, y sobre todo de Cuentos 271-280.
253. El medio pollico 254. El pollito BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia183;CurielMerchán11-13,37-39,152-153,196-200, 290-292; Espinosa, Castilla 401, 402.—Españolas de América: JAFL XLV, 348-350; Laval, Cuentos 14; Mason-Espinosa PRF V, 36, 37, 38; RDHL XXX, 298-301, XXXII, 529-532 (dos versiones).—Portuguesas: Athaide Oliveira I, 17; Caróchinha 10; Coelho 11; Vasconcellos, Tradicões 311.—Portuguesas de Brasil: Pimentel 90-96; Romero 4.—-Catalanas: Alcover VI, 46-52; Archiu I, 34-35; Bertrán y Bros 133.—-Italianas: De Nino III, 3; Pitré III, 129.—-Francesas: Archiv SNS XXX, 376; Arnaudin 81 y 239; Bladé III, 221-228 (dos versiones); Carnoy, Picardie 211-217; Dardy II, 49; Lambert 30; Marelle 27-32; Mélusine I, 181-183; Meyrac 454-455; Pineau, Contes 169-195; Revue des Provinces VI, 686-690; RLR XV, 105; Roche 117-125; Rogue-Ferrier 3; RTP IV, 422-424, VI, 481-482, X, 362, XVII, 512-513, XIX, 214-216, XXII, 433437, XXXI, 44-46; Sébillot II, 61; Sébillot, Joyeuses Histoires 205-210; Sébillot, Provinces 56.—Francesa del Canadá: Lambert-Lanctot 104.—Francesa de Misuri: Carrière 44.—Bretona: RTP XXII, 437-440.—Flamencas: De Mont y De Cock 75-78; Volkskunde I, 151-153.—Belgas: Wallonia I, 11-13, 48-49.—Rumana: Kremnitz 4.—Alemana: Haltrich 45.—Finlandesa: Schreck II, 10.—Eslavas: Afanasiev I, 32-35;
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
Archiv Vereins SL XXXIII, 639-640; Böhm 52; Kallas 25, y variante; Krauss I, 26.—Griegas y albanesas: Dozon 23; Hahn II, 85.—-Berberisca: Basset 42.—Antillana: Parsons, Antilles II, 153-154.—India: NINQ III, 83-84.—India de Norteamérica: Benedit, Cochiti 182-184.—India de Sudamérica: RDHL XXX, 301-304.—Clasificación y estudios especiales: Aarne-Thompson 715; Basset 187190; Boggs 715; Boggs en FFC XLIV, Número III; Böhm 124-125; Bolte-Polívka I, 258-259; Parsons, Antilles III, 301; Rogue-Ferrier 25; RTP XXII, 433, 437, XXV, 82-83, XXIX, 27-34; Sébillot, Folklore III, 253-254; Wallonia I, 48-49; Thompson B170, B171, B171.1, B441, B442, D915.2, D1010, D1382.8, F311.1, K481. Este cuento no es de los más populares de Europa. Es popular solamente, en España y Francia. De las setenta y tres versiones que reunimos en nuestra bibliografía, cincuenta y una, o sea el 70% de todas las versiones, son hispánicas y francesas: hispánicas veinticinco, o sea el 34,3%; francesas veintiséis, o sea el 35,7%. El total de versiones fuera de España y Francia es sólo veintidós: cinco versiones eslavas; cuatro belgas y flamencas; dos italianas; dos alemanas, y una india oriental, india de Norteamérica, india de Sudamérica, griega, albanesa, rumana, berberisca y finlandesa, respectivamente. Las setenta y una versiones del cuento llevan entre unas y otras los siguientes elementos fundamentales: A. El protagonista del cuento es medio pollo, medio gallo o media gallina. Por regla general su amo lo tira en un montón de estiércol. El amo ha llegado a poseer el medio pollo, gallo o gallina de diversas maneras: posee medio pollo; posee un pollo, lo divide en dos partes, guisa y se come la mitad, y deja viva la otra mitad; dos individuos poseen un pollo, riñen y lo dividen, uno de ellos vende su mitad o la guisa y se la come, mientras que el otro se queda con su mitad viva. A1. Ídem. Una clueca saca muchos pollitos, entre ellos medio pollo; dos personas dividen un huevo en dos partes y uno de ellos se come su mitad, mientras que una clueca saca medio pollo de la otra mitad; un tonto se come todos los huevos de una clueca, excepto medio huevo, y del medio huevo la clueca saca medio pollo. A2. Medio Pollo posee virtudes mágicas. A3. El protagonista es un pollo, un gallo, o una gallina; un gallo gigantesco, un pato, u otra ave. A4. Una vieja da a luz a un niño muy pequeño. Este niño es el protagonista de nuestro cuento. B. Medio Pollo, o lo que sea nuestro protagonista, escarba y escarba hasta que encuentra una moneda, algunas
monedas, u otras prendas. Por la fuerza o por el engaño le quitan su hallazgo, y se marcha a reclamarlo, generalmente al palacio del rey. En algunas versiones se marcha a llevarle su hallazgo al rey. Ba. El niño de elemento A4 halla un vaso de plata. Se lo roba el rey, y el niño se marcha al palacio del rey a reclamarlo. B1. Ídem. Medio Pollo se marcha a comprar grano de los graneros del rey o de otra parte, con su dinero, algunas veces enviado por su amo. En algunas versiones hace el trato y se marcha a su casa, pero se vuelve a deshacer el trato, porque le dicen que le han engañado. B2. Medio Pollo va a cobrar deudas o a entregar dinero a alguien, algunas veces enviado por su amo. B3. Medio Pollo sale a dar un paseo o se marcha para ir a una fiesta, algunas veces después de haber encontrado dinero. B4. Medio Pollo encuentra unas monedas, compra unas cintas, y se marcha para casarse con la hija del rey. B5. Medio Pollo encuentra dinero y su amo le envía a buscar más. B6. Medio Pollo no pone huevos o no tiene qué comer, y su amo le echa de casa. B7. Una vieja le da de comer a Medio Pollo. Se marcha Medio Pollo, pero inmediatamente vuelve, diciendo que la vieja le ha robado su cuchara. Lo niega ella y se marcha Medio Pollo a quejarse al rey. B8. Medio Pollo encuentra un papel que no vale nada, y va y se la entrega al rey. B9. El amo vende un medio pollo a la reina. B10. Un ave va a buscar a su compañera, que ha sido capturada por un rey. B11. Un pollo se marcha a dar informes al rey de una revuelta de las gallinas, que se quejan de que el hombre las mata, o a quejarse porque su amo le ha regañado. B12. Medio Pollo se escapa de un corral donde le han encerrado. B13. Medio Pollo se encuentra con un hombre, el cual le echa en un pozo. B14. Medio Pollo sigue al ladrón del molino de su amo. C. En el camino por donde va, Medio Pollo se encuentra con una zorra. La zorra le amenaza y Medio Pollo le dice: —Métete en mi culito, y yo te taparé con mi palillito—, o algo semejante. Se mete la zorra en el culito de Medio Pollo, y sigue éste su camino. En vez de zorra el animal es algunas veces un gato, un coyote, garduño o un búho. (Hay que advertir que en algunas versiones Medio Pollo se lleva los animales u objetos de elemento C y variantes, no en su culito, sino en sus espaldas, en una pata u otra parte de su cuerpo).
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C1. Medio Pollo se encuentra con un lobo, un león, un tigre, un oso, un toro, un chacal, un perro, un gato, una piedra, un hacha, una soga y palo, o unas abejas. Etc. C2. Medio Pollo se encuentra con agua (un río, una fuente, un lago, un mar, etc.). Etc. C3. Medio Pollo se encuentra con unas abejas, avispas u hormigas. (En este elemento las abejas obran de una manera muy distinta de la de elemento C1. Compárense elementos D1 y D3). Etc. C4. Medio Pollo se encuentra con unas piedrecitas, unos martillos, un búho, o bien con unos olleros. (En este elemento el búho obra de manera muy distinta de la de elemento C). Etc. C5. Medio Pollo se encuentra con un pino, una piedra o un mollejón. Etc. C6. Medio Pollo se encuentra con una escalera o con un montón de piedras. Etc. C7. Medio Pollo se encuentra con fuego (sencillamente fuego o un rastrojo que arde). Etc. C8. Medio Pollo se encuentra con un ejército, con unos bueyes, con unas víboras o con unas montañas. Etc. C9. Medio Pollo se encuentra con un muletero y sus mulas. Etc. C10. Medio Pollo se encuentra con un ratón. Etc. C11. Medio Pollo se encuentra con un cerdo. Etc. C12. Medio Pollo se encuentra con escarabajos. Etc. C13. Medio Pollo se encuentra con unos ladrones. Etc. C14. Medio Pollo se encuentra con una zarza. Etc. C15. Medio Pollo se encuentra con el sol. Etc. C16. Medio Pollo se bebe el agua del pozo de elemento B13. D. Llega Medio Pollo al palacio del rey, u otro lugar, a cobrar su dinero, o a lo que sea. Para librarse de él, el rey u otra persona manda que se le encierre en el gallinero con las gallinas. Medio Pollo deja salir al animal de elemento C, y éste mata y algunas veces se come a las gallinas. D1. Ídem. Encierran a Medio Pollo en la caballeriza con los caballos, mulas, vacas, ovejas o elefantes. Medio Pollo deja salir al animal de elemento C1, y éste mata y algunas veces se come a los caballos, mulas y otros animales de la caballeriza. Cuando en elemento C1 hay saga y palo, la soga ata a los caballos y el palo les da palos. Cuando hay abejas, éstas pican a los animales por todas partes. Cuando hay un hacha, ésta corta los cuernos a las reses. D2. Ídem. Meten a Medio Pollo en un horno, u otro lugar donde hay fuego, para que se queme. Medio Pollo deja salir el agua de elemento C2 o de C16, y apaga el fuego. Algunas veces el agua se lleva la cama a la cual ha sido atado el medio pollo.
D3. Ídem. Encierran a Medio Pollo en una habitación, o salen varias personas a matarle. Medio Pollo deja salir las abejas u otros insectos de elemento C3, y éstas les pican a las personas que están en la habitación o a los que quieren matar a Medio Pollo, y todos huyen despavoridos. D4. Ídem. Meten a Medio Pollo en una olla de aceite para que se ahogue. Medio Pollo deja salir los objetos o personas de elemento C4. Los objetos rompen las ollas o los olleros llenan su ollas de aceite, y nada le pasa a Medio Pollo. D5. Ídem. Llevan a Medio Pollo a una copera o a una iglesia, o lo ponen sobre una mesa. Deja salir los objetos de elemento C5, y éstos rompen vasos y platos, santos, o sea todo lo que hay en la copera, iglesia o mesa. D6. Ídem. Meten a Medio Pollo en un pozo. Deja salir la escalera o el montón de piedras de elemento C6. Sube por la escalera o cuando el pozo se llena de piedras. D7. Ídem. Meten a Medio Pollo en una caballeriza o lo entierran y lo tapan con pedazos grandes de hielo. Deja salir el fuego de elemento C7, y el fuego quema la caballeriza o derrite el hielo. D8. Ídem. Envían un ejército a atacar a Medio Pollo. Deja salir el ejército, las montañas o las víboras de elemento C8 ó el toro de C1, y destruye el ejército del rey o de sus enemigos. D9. Ídem. Meten a Medio Pollo en el granero o en una habitación donde guardan los tesoros del rey. Medio Pollo deja salir al muletero y (mulas de elemento C9, y éstos se marchan con el Medio Pollo y con todos los tesoros del rey (dinero, alhajas, o lo que sea). D10. Ídem. Meten a Medio Pollo en una cesta llena de hilos. Deja salir al ratón de elemento C10, rompe éste la cesta y Medio Pollo se escapa. D11. Ídem. Meten a Medio Polio en un batatal. Deja salir al cerdo de elemento C1, se come éste las batatas y Medio Pollo se escapa. D12. Ídem. Meten a Medio Pollo en un retrete. Deja salir Medio Pollo los escarabajos de elemento C12, hacen éstos bolas de excremento y las tiran por todas partes. D13. Ídem. Meten a Medio Pollo en una caballeriza. Deja salir a los ladrones de elemento C13, roban los caballos, y se marchan a su casa. D14. Ídem. Cuando el ejército del rey de elemento D8 ha pasado el río, Medio Pollo deja salir la zarza de elemento C14 y la zarza le protege. D15. Ídem. Llevan a Medio Pollo al patio o jardín para que se hiele de frío. Deja salir al sol y el sol le calienta. D16. Ídem. Meten a Medio Pollo en un arca de monedas de oro. Medio Pollo se traga las monedas. Finge la muerte y se escapa.
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
D17. Ídem. El agua de elemento C2 inunda todo, y ahoga o casi ahoga a todos los enemigos de Medio Pollo. E. Le dan a Medio Pollo su dinero o alhajas, y algunas veces más aun. Se marcha victorioso a su casa. E1. Vuelve Medio Pollo a su casa con el dinero que ha cobrado, y lo entrega a su amo. E2. Devuelve el rey al ave la compañera que le había quitado, y las dos aves se marchan a su casa. E3. Medio Pollo se queda viviendo en la casa del rey. E4. Medio Pollo se casa con la hija del rey. E. Muere el rey y hacen rey a Medio Pollo. E6. Medio Pollo vomita los animales u objetos que todavía quedan, dentro de él. E7. Medio Pollo se escapa y se marcha a su casa. E8. Medio Pollo vende su alhaja por oro y se marcha a su casa. E9. Medio Pollo logra vencer a todos sus enemigos, obtiene todo, pero después todo desaparece. F. Matan a Medio Pollo. En algunas versiones lo guisan, y el rey o un caballero se lo comen. G. Medio Pollo resucita y saca la cabeza por la boca del rey o del caballero. Van a cortarle la cabeza y matan al rey o al caballero. G1. El rey va a cagar. Caga al pollo vivo, y éste va otra vez a reclamar su prenda. H. Una persona envidiosa envía su pollo o gallina para ver si puede encontrar dinero o alhajas. Vuelve sólo con tierra. Hay solamente un tipo fundamental de nuestro cuento, tal vez la forma primitiva, pero encontramos además tres variantes notables. Tipo I, con los siguientes elementos: uno de elementos A, A1, A3, A4; uno de B, Ba, B1, B2, B3; rarísimo, uno de elementos B4-B14; tres o cuatro de elementos C-C16, generalmente C, C1, C2, ó C, C1, C2, C3; tres o cuatro de D-D15; uno de E, E1, E7. Este es el tipo fundamental. Se halla en cuarenta y seis versiones, o sea el 63% de todas. De éstas, treinta y siete, o sea el 80% del tipo, son hispánicas y francesas. Pertenecen a cate tipo las siguientes versiones: Versiones hispánicas. Dieciséis versiones, U sea el 35% del tipo: Alcover VI, 46-52; Ampudia 183; Athaide Oliveira 1, 17 (con un niño de protagonista, elemento A4); Caróchinha 10; Coelho 11; Curiel Merchán 11-13, 196-200, 290-292; Espinosa, Castilla 401; JAFL XLV, 348350; Laval, Cuentos 14; Mason Espinosa PRF V, 37, 38;
Pimentel 90-96; Romero 4; Vasconcellos, Tradicões 311. La versión extremeña de Curiel Merchán 290-292 está muy estropeada, pero pertenece al tipo. Versiones francesas. Veintiuna versiones, o sea el 45% del tipo: Archiv SNS XXX, 376; Arnaudin 239; Bladé III, 221-224, 225-228; Dardy II, 43; Lambert-Lanctot 104; Marelle 27-32; Mélusine I, 181-183; Pineau, Contes 163175; Revue des Provinces VI, 686-690; RLR XV, 105; Roche 117-125; Rogue-Ferrier 3; RTP IV, 422-424, VI, 481-482, X, 362, XIX, 214-216, XXII, 433-437, XXXI, 44-46; Sébillot, Joyeuses Histories 205-210; Sébillot, Provinces 56. Otras versiones: Benedict, Cochiti 182-184; De Mont y De Cock 75-78; NINQ III, 83-84; Pitré III, 129; RDHL, XXX, 301-304; RTP XXII, 437-440; Volkskunde I, 151153; Wallonia I, 11-13, 48-49. Tipo IA, con los siguientes elementos: uno de elementos A, A1, A3; uno de B, B1, B2, B3, B4, B6, B9; dos o tres de C-C13, generalmente C, C1, C2; dos o tres de D-D13, generalmente D, D1, D2; , algunas veces D9; siempre D17; y uno de E-E7, generalmente E7. Esta variante del tipo fundamental lleva siempre elemento D17, la derrota completa de los enemigos ese Medio Pollo cuando éste deja escapar el agua de elemento C2. Este tipo se halla sólo en doce, o sea el 16,4% de todas las versiones, todas románicas. Pertenecen a este tipo las siguientes versiones: Versiones hispánicas. Seis versiones, o sea el 50% del tipo: Bertrán y Bros 133; Espinosa, Castilla 402; MasonEspinosa PRF V, 36; RDHL XXX, 238-301, XXXII, 529530, 531-532. Versiones francesas. Cinco versiones, o sea el 42% del tipo: Carnoy, Picardie 211-217; Lambert 30; Meyrac 454455; RTP XVII, 512-513; Sébillot II, 61. Una versión italiana: De Nino III, 3. Tipo IB, con los siguientes elementos: A o A3, generalmente A3; uno de B, B1, B3, B6; rarísimo o adicional, B1 ó B13; dos, tres o cuatro de C-C16, generalmente C, C1, C2; dos, tres o cuatro de D, D1, D2, D3; siempre D16; E1; y H. Este tipo se halla solamente en versiones alemanas, eslavas, del Sudeste de Europa y en una versión berberisca, total nueve versiones, o sea el 12,3% de todas las versiones: Afanasiev I, 32-35; Archiv Vereins SL XXXIII, 639-640; Basset 42; Böhm 52; Dozon 23; Hahn 85; Haltrich 45; Krauss I, 26; Kremnitz 4. Tipo IC, con los siguientes elementos: A o A3, generalmente A3; uno de B, B1, B2 ó B14; dos, tres o cuatro de C-C6, generalmente C, C1, C2; dos, tres o cuatro de D-D6, generalmente D, D1 D2; uno o dos de E, E1, F, y G6, G1.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Esta es la variante más importante del tipo fundamental I. Se halla sólo en cinco versiones, dos españolas, dos eslavas y una finlandesa. Se caracteriza este tipo por dos elementos nuevos, F y G o G1: Un rey u otro personaje manda matar a Medio Pollo, lo guisan y se lo comen. De esta manera termina el cuento en una de nuestras versiones españolas, Cuentos 253. En tres versiones, dos eslavas y una finlandesa, el pollo revive y saca la cabeza por la boca del que se lo ha comido, uno de los criados va a cortarle la cabeza con un hacha y por equivocación mata al rey o quien quiera que sea el que se ha comido a Medio Pollo, elemento G. Y en una versión española, Cuentos 254, encontramos el colmo de la fantasía vulgar, con elemento G1, saliendo el pollo vivo y entero del vientre del que se lo ha comido. Las cinco versiones de este tipo son las siguientes: Dos versiones hispánicas peninsulares, Cuentos 253, 254; dos versiones eslavas, Kallas 25, y variante; una versión finlandesa, Schrech II, 10. Esta variante debe de ser muy antigua. Las tres versiones que terminan con elementos F y G, dos eslavas y una finlandesa, y las dos españolas peninsulares, Cuentos 253, 254, que terminan con elementos F y G, G1, respectivamente, son muy semejantes. En la formación de esta variante la primera forma fue, al parecer, la de Cuentos 253, terminando sencillamente con elemento F, Medio Pollo matado, guisado y comido. Después se desarrollaron las versiones con elemento G del Este y Norte de Europa, y, finalmente, la versión española de Cuentos 354, que termina con elemento G1. Es muy probable que la forma que termina con elemento F es muy antigua en España. Los elementos G y G1 parecen posteriores y no muy antiguos, pero están en armonía con el carácter siempre vencedor de Medio Pollo. Volvamos ahora nuestra atención a las versiones hispánicas. Son éstas veinticinco, o sea el 34,3% de todas las versiones de nuestra bibliografía. No incluimos en esta cuenta dos versiones a todas luces de origen hispánico, la versión india de Nuevo Méjico, Benedict, Cochiti 182-184, y la de los indios araucanos de Chile, RDHL XXX, 301304, las dos del Tipo I. Incluyéndolas, tendríamos veintisiete versiones hispánicas, el 37% de todas las versiones. Las veinticinco versiones hispánicas se dividen según los tipos y procedencia de la manera siguiente: Tipo I. Dieciséis versiones, el 35% de todas las del tipo, 64% de todas las hispánicas. Cinco versiones españolas peninsulares: Ampudia 183; Curiel Merchán 11-13, 196-200, 290-292 (versión muy estropeada); Espinosa, Castilla 401.
Cuatro versiones españolas de América: JAFL XLV, 348350; Laval 14; Mason-Espinosa PRF V, 37, 38. Seis versiones portuguesas: Athaide Oliveira I, 17; Caróchinha 10; Coelho 11; Pimentel 90-96; Romero 4; Vasconcellos, Tradicões 311. Una versión catalana: Alcover VI, 46-52. Tipo IA. Seis versiones. Una versión española peninsular: Espinosa, Castilla 402. Cuatro versiones españolas de América: Mason-Espinosa PRF V, 36; RDHL XXX, 298-301, 529-530, 531-532. Una versión catalana: Bertrán y Bros 133. Tipo IB. Ninguna versión hispánica. Tipo IC. Dos versiones, las dos españolas peninsulares: Cuentos 253, 254. Queda sin clasificar una versión española peninsular, la extremeña de Curiel Merchán 152-153, tal vez variante del Tipo I, muy estropeada y con errores y repeticiones. En FFC XLV, número 111, páginas 140, The Halfchick Tale in Spain and France, el Sr. Ralph Steele Boggs ha publicado un estudio muy interesante y valioso sobre los orígenes y difusión de nuestro cuento en España y Francia. Reunió para su estudio nueve versiones hispánicas y dos de los indios de América tal vez de origen español, total once versiones hispánicas, según su cuenta, y veintidós versiones francesas, incluyendo entre éstas tres bretonas y dos valonas. El total de versiones estudiadas por Boggs llega, por consiguiente, a treinta y tres hispánicas y francesas. En la bibliografía mía hay cincuenta y una versiones hispánicas y francesas, veinticinco hispánicas y veintiséis francesas, sin contar entre ellas las indias de América o las bretonas y valonas. El Sr. Boggs ha llegado a la conclusión de que nuestro cuento de Medio Pollo es de origen castellano y que de Castilla pasó a Francia y a otras regiones de Europa. Yo no encuentro pruebas ni en el estudio del Sr. Boggs ni en el mío para tal conclusión. De todas las setenta y tres versiones europeas y americanas por mí estudiadas (una es de India, al parecer de origen europeo, NINQ III, 83-84), cuarenta y seis, o sea el 63% de ellas, pertenecen al Tipo I, que considero el tipo fundamental y primitivo, tal vez el arquetipo primitivo de nuestro cuento. De estas cuarenta y seis versiones del Tipo I, treinta y siete, o sea el 80% del tipo, son hispánicas y francesas, hispánicas dieciséis, 35% del tipo, francesas veintiuna, 45% del tipo. Ahora bien, del total de las veinticinco versiones hispánicas, dieciséis,
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
o sea el 64% de ellas, pertenecen al Tipo I, mientras que del total de veintiséis versiones francesas, veintiuna, o sea el 80% de ellas, pertenecen a este tipo fundamental. Esto parece demostrar que Francia es mucho más fiel que España a la forma primitiva y fundamental de nuestro cuento. A este tipo fundamental pertenecen además cuatro versiones belgas y flamencas, una bretona y las dos indias de América ya mencionadas, tal vez de origen hispánico. La variante IA de nuestro tipo fundamental es tan semejante al Tipo I que podría muy bien incluirse en él. Se caracteriza al final por elemento D17, el triunfo completo de Medio Pollo después de inundar todo con agua de elemento C2. El arquetipo teórico y primitivo de nuestro cuento formulado por Boggs en página 32 de su estudio incluye nuestro Tipo I y nuestra variante IA. Aun suponiendo que elemento D17 no pertenecía al arquetipo primitivo de nuestro cuento, su desarrollo es tan lógico y natural en vista de la frecuencia de elemento C2 y de sus diversos desenlaces, que no podemos insistir en separar del Tipo I y fundamental nuestra ligera variante IA. Uniéndolos en un mismo tipo, un nuevo Tipo I, en realidad el arquetipo formulado por Boggs y que tas vez debemos considerar el primitivo y fundamental, pertenecen a él cincuenta y ocho versiones de todas nuestras setenta y tres, o sea el 79,4% de ellas. No hay motivos para pensar en que Castilla o aun España pueda ser la cuna de nuestro cuento. Las versiones castellanas y las andaluzas y españolas de América de ellas derivadas son diecisiete, el 68% de todas las hispánicas. Nueve de ellas pertenecen al Tipo I por mí formulado, 53%, y catorce pertenecen al nuevo Tipo I que combina Tipos I y IA, 82,4% de ellas. Las versiones portuguesas son seis, el 24% de todas las versiones hispánicas, y todas pertenecen al Tipo I, 100%. Las versiones francesas son veintiséis, y de éstas, veintiuna, o sea es 81% de ellas, pertenecen al Tipo I, y todas, o sea el 100%, si unimos Tipos I y IA en uno. La tradición castellana, por consiguiente, es la que más se aparta del arquetipo primitivo y fundamental; y en vista de que las dos versiones castellanas de Cuentos 253 y 254 de nuestro tipo, IC, con los extraordinarios elementos F y G o G1, son casi idénticas a las tres adicionales del mismo tipo de Rusia y de Finlandia, es aún posible que el cuento pasara de Oriente a Occidente y no de Occidente a Oriente. A juzgar por la fidelidad a la tradición primitiva y general de Europa sugerida por los tipos fundamentales, y sobre todo por el arquetipo que une en un solo tipo a nuestros Tipos I y IA, podríamos llegar a la conclusión de que Francia, más bien que España, es la cuna de nuestro cuento, como podría deducirse de la tabla siguiente, que reúne los datos más importantes ya citados:
Tipo I
Tipos I y IA unidos
España (Castilla, Andalucía), América Española
9 de 16 versiones 56%
14 de 22 versiones 63,6%
Cataluña
1 de 16 versiones 6,3%
2 de 22 versiones 9%
Francia
21 de 26 versiones 81%
26 de 26 versiones 100%
Portugal
6 de 16 versiones 37,3%
6 de 22 versiones 9%
Según Boggs, páginas 24-25, los animales que le ayudan a Medio Pollo y que se hallan exclusivamente en casi una tercera parte de las versiones, son la zorra, el lobo y el agua, y en este orden: zorra, treinta veces; lobo, veinticuatro veces; agua, treinta y una veces, en las treinta y tres versiones por él estudiadas. Los datos míos son los siguientes: En setenta y siete de las setenta y tres versiones en las cuales se hallan estos tres animales, los tres, zorra, lobo y agua, se hallan exclusivamente sólo en dieciocho versiones, o sea en el 26,8% de ellas. En cuanto al orden indicado, sólo ocho de las sesenta y siete versiones lo llevan, el 12%, y de las veintidós versiones hispánicas, sólo una lleva este orden, la asturiana de Ampudia 183. En el cuadro siguiente indicamos el total de veces que ocurren estos elementos en las sesenta y siete versiones que los contienen y el orden más frecuente que, en general es, como indica Boggs, zorra, lobo, agua: 67 versiones de Europa y A mérica
21 versiones Hispánicas
Orden
1
2
3
4
1
2
3
4
Zorra
26
19
4
1
8
5
1
0
Lobo
15
23
8
2
3
6
0
0
Agua
10
8
28
11
4
2
9
0
La zorra se halla en primer lugar en veintiséis versiones de las sesenta y siete versiones, 38,8%; el lobo, en quince, 22,4%; y el agua en diez, 15%. En las versiones hispánicas: zorra, ocho, 38%; lobo, tres, 14,3%; agua, cuatro, 19%. El lobo se halla en segundo lugar en veintitrés versiones, 34,3%; la zorra, en diecinueve, 28%, y el agua, en ocho, 12%. En las versiones hispánicas: lobo, seis, 28,5%; zorra, cinco, 23,8%; agua, dos, 10%. El agua se halla en tercer lugar en veintiocho versiones, 41,8%; el lobo, en ocho, 12%, y la zorra, en cuatro, 6%.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
En las versiones hispánicas: agua, nueve, 42,8%; zorra, una, 5%; lobo, nunca. En las sesenta y siete versiones el orden es: zorra, veintiséis; lobo, veintitrés; agua, veintiocho; superando cada una de estas cifras a las otras del mismo orden de una manera muy notable, excepto en el segundo lugar, donde el lobo supera a la zorra por sólo cuatro veces. En las versiones hispánicas el orden es zorra ocho, lobo seis, agua nueve. Hay que observar que la presencia de abejas, avispas u hormigas en elementos C1 y C3 no es detalle que caracteriza solamente a las versiones francesas. Se encuentra también en tres versiones hispánicas, Mason-Espinosa, PRF V, 36, 37, Vasconcellos, Tradicões 311, en las dos versiones italianas de nuestra bibliografía, de Nino III, 3, Pitré III, 129, y en la versión de India, NINQ, 83-84. En páginas 8-12 de su estudio, Boggs cita dos versiones literarias de nuestro cuento, la francesa de Restif de Bretonne (1734-1806) y la de Fernán Caballero, publicada en su novela La Gaviota (ed. de Leipzig, 1881, páginas 66-71), que ha logrado mucha popularidad en libros para niños de habla inglesa. La versión de Restif de Bretonne, basada, al parecer, en el tipo fundamental, ha sufrido cambios muy importantes en la elaboración literaria. Un astrólogo deja a sus dos hijos un pollo encantado que tiene la virtud de que se le puede cortar la cabeza y volvérsela a poner; y además, si alguien le corta un trozo de carne y se lo come, se le puede cortar a éste después un trozo de carne y ponerlo otra vez en el pollo. Los dos hijos dividen el pollo en dos partes, y uno de ellos se come su parte. Después de diversas aventuras, el medio pollo que queda vivo lucha contra un príncipe que le ha robado su oro y logra vencerle, gracias a la ayuda de los tres protagonistas de elementos C, C1, C2, y después, con la ayuda de los mismos rescata a una madre e hija del poder de un hijo malvado que las había robado. Le cortan a éste un trozo de carne por el medio pollo que se había comido. El medio pollo mágico y aventurero es entonces desencantado y resulta que es un hermoso y gallardo joven. Era en realidad el hijo de la madre rescatada, que había sido cambiado en pollo por una bruja. La versión de Fernán Caballero parece también basada en el tipo fundamental, pero lleva también elementos muy diferentes y extraordinarios. Es una forma de la tradición europea rehecha de nuevo para hacer de ella un cuento moral. Una gallina pone un huevo y saca de él un medio pollo deforme y estropeado. Se marcha Medio Pollo al palacio del rey para buscar un cirujano que le ponga los miembros que le faltan. En el camino por donde va rehúsa su ayuda a un hilo de agua, al viento va una chispita de fuego, insultándolos vilmente. Llega por fin al palacio del
rey, lo cogen los cocineros, lo matan, lo meten en una olla de agua hirviendo, y lo sacan de allí y lo queman en un asador hasta que queda hecho carbón. Lo tiran entonces por la ventana, cae en un montón de estiércol, y de allí lo recoge el viento para llevarlo hasta un campanario. Allí llega a ser, negro, flaco y desplumado, azotado por la lluvia y empujado por el viento, una sencilla veleta. El gallito arrogante, pícaro y ladrón que consigue todo cantando y molestando a todos es bien conocido en la tradición de Oriente. Citaré sólo la siguiente versión hebraica de la tradición oral moderna de Palestina, publicada en Folklore XLII, 155-156: Este era un gallo que se encontró un grano de trigo y fue a que se lo moliera en harina una molinera vecina. La molinera lo hizo y le entregó su harina, pero el gallo reclamó también su grano de trigo. Se negaba la molinera, declarando que acababa de darle la harina molida del grano de trigo, pero tanto estuvo insistiendo y molestando el gallo, que para quitárselo de encima le dio por fin un puñado de harina. Se fue entonces el gallo con su harina a ver a tina panadera para que le amasara pan de su harina. Lo hace ella, y cuando le dan su pan reclama su harina. Para quitárselo de encima la panadera le da además una torta de pan. Así sigue con sus reclamaciones y sus hurtos. Da el pan a unos labradores y éstos le dan cebollas. Da las cebollas a unos pastores y éstos le tienen que dar un cabrito. Da el cabrito a unos pastores de camellos y éstos le dan un camello. Vende el camello y obtiene un bisonte. Vende éste a un padre de familia, que lo mata para comérselo. El gallo lo reclama y por fin recibe en pago la hija más bella de la familia. Con un grano de trigo se ganó una novia. De este tipo conozco solamente dos versiones hispánicas, las dos muy semejantes, la extremeña de Curiel Merchán 37-39, y la catalana de Archiu I, 34-35, con un hombre de protagonista en ambas, y que terminan como Cuentos 41: Después de diversos episodios muy semejantes a los de la versión judía arriba citada, el hombre recibe por paga una niña. Se marcha con ella en un saco y llega a la casa de la madrina de la niña. Allí la sacan y meten una perra, que después le muerde las narices al tramposo y ladrón.
255. Los animales inútiles, el lagarto y el lobo 256. Los músicos de Móstoles 266. El gato, el perro y los lobos BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Curiel Merchán 75-76, 95-97, 214-217; Espinosa, Cas tilla 38; FCaballero 1, 55-58; Fernández de los Ríos
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
136-139.—Españolas de América: Espinosa SFNM 102, 103, 104; Mason-Espinosa PRFV, 30, 31, 54, 55, 60; Rael 361, 362, 363, 364, 365, 366; Wheeler 201, 202.—Portugue sa: Braga I, 125.—Portuguesa de India: JAFL L, 37-38.—Catalanas: Alcover 1, 57-62; Maspons y Labrós II, 80.—Italianas: Andrews 32; Gonzenbach II, 66; Schneller 41.—Francesas: Bladé III, 167-173; Carnoy 4; Cosquin II, 45; La Tradition IV, 23; Mélusine X, 5-8; Roman de Renart I, 265-278; RTP XIX, 98-100, XX, 385-387; Sébillot I, 57, II, 63.—Francesa del Canadá: Lanctot 150.—Francesa de Misuri: Carrière 1.—Bretonas: RTP XII, 39-43, XXIV, 487-489.—Belga: Wallonia II, 17.—Flamencas: De Mont y De Cock 29-33, 51-54; Volkskunde XIV, 41-42, 79, XVI, 142-144.—Latinas: Bolte-Polívka I, 255; Grimm, Reinhart 19-24; Reinardus III, 1.—Alemanas: Bolte-Polívka I, 238240, 240-246; Engelien-Lahn II, 166-168; Firmenisch I, 91-92; Grimm 10, 27, 41; Haltrich 78, 98; Haltrich, Volkskunde 71-72; Kuthmayer 31; Lemke II, 238-242; Meier 3; Peter II, 205-207.—Noruega: Dasent, Fjeld 267-272.—Escocesa: Campbell I, 199-202.—Irlandesa: Kennedy 4-11.—Inglesas de América: JAFL I, 227-233 (tres versiones).—Eslavas de Europa: Archiv SP VIII, 113; Bolte-Polívka I, 249; Krauss I, 67-68.—Rusas: Afanasiev I, 36-40; Hins 118-119, 121-127 (dos versiones).—Polaca: Bolte-Polívka I, 251-252.—Húngara: Bolte-Polívka I, 254.—Albanesa: Bolte-Polívka I, 249-250.—Africanas: Stumme, Tazerwalt 4; ZDMG XLVIII, 401-403 (de Argel).—Africanas de América: JAFL XL, 258; Parsons, Andros 83.—India: Dixon 202-203.—Indias Orientales: Bolte-Polívka I, 254-255.—India de Norteamérica: Thompson NAI 75-77.—India de Sudamérica: ZVFV XVI, 164.—Japonesas: Anesaki 331; Cosquin II, 105106. (Véase además Aarne, Wanderschaft 1-91, análisis detallado de más de cuatrocientas versiones de Oriente y Occidente).—Clasificación y estudios especiales: Aarne, Estnische Märchen 121, 130, 210; Aarne FM 121, 125, 130; Aarne-Thompson 121, 125, 130, 210; Aarne, Wanderschaft 1-171 (particularmente 107-160); Archiv SP XXXI, 279; BBAE LIX 305; Benfey, Panchatantra I, 507; Boggs 121; Bolte-Polívka I, 75-79, 237-259, II, 530, Nota 3; Campbell I, 205-207; Cosquin II, 103-106; Crane 271-272; FFC XXXIII, 121, 125, Número 46, 130, Número 60, 130, Número 66, 130, 210, Número 78, 130, 210, Número 81, 121, 130; Gerber 74-78; Grimm KHM 47-48, 54; Grimm, Reinhart LXII-LXIII; Hackman 130; Haltrich, Volkskunde 520; JAFL I, 233-234, XXX, 495; Köhler I, 58, 187, 424; Lapori 130; Meyer 121, 130; PAES IX, 133; Sébillot, Folklore III, 67, 254; Sudre 205225; Thompson ENAI 440; Thompson NAI 302-303;
Wackernagel III, 78; ZVFV VI, 165-166, IX, 88; ZVLG XI, 69; Thompson B296, B296.1, F1025, K335.1.1, K1161, K1715.3, K1715.4. En uno de sus mejores trabajos de investigación folklórica, Die Tiere auf der Wanderschaft, FFC, I, Número 11, Hamina, 1913, Antti Aarne estudió los orígenes y la difusión de este cuento a base de unas cuatrocientas dieciocho versiones de todas partes de Occidente y algunas orientales, casi la mitad de todas finlandesas (unas doscientas dos), sacadas en su mayor parte de fuentes manuscritas. Antti Aarne examinó un número tan grande de versiones que algunas de sus conclusiones pueden considerarse como definitivas. Nuestro cuento ha sido estudiado también por Bolte y Polívka, I, 75, 79 y 237-260, quienes citan, entre otras muchas versiones, las interesantes versiones poéticas alemanas del siglo XVI de Hans Sachs y George Rollenshagen. A las extensas bibliografías de Aarne y de Bolte-Polívka he añadido yo sólo unas setenta y tres versiones, entre ellas veintinueve versiones hispánicas. Aarne nos da breves resúmenes de todas las versiones por él estudiadas. De todas las que podemos considerar versiones completas, incluyendo también las pocas nuestras, el número de versiones que estudiarnos llega a unas cuatrocientas cuarenta y cuatro. Entre unas y otras contienen éstas los siguientes elementos o motivos fundamentales6: A. Varios animales domésticos, a veces acompañados por animales salvajes, se marchan de sus casas porque sus amos van a matarlos para una fiesta, porque ya están muy viejos para trabajar y han sido abandonados por sus amos, porque no tienen qué comer, porque han robado comida a sus amos, o por otros motivos. A1. Ídem. Los animales deciden irse a la ciudad de los músicos. A2. Ídem. Los animales deciden irse a Roma de peregrinos, para confesar sus pecados, o por otros motivos. A3. Los animales han sido reunidos por una persona que desea ahuyentar a alguien, al diablo en particular, que está para llevarse a dicha persona o a un hijo suyo. A4. Uno de los animales de elemento A encuentra una cabeza de león o lobo. Se lleva la cabeza, y los animales fingen que han matado un león o lobo. A5. Los viajeros son tres, cuatro o más objetos mágicos: aguja, alfiler, bellota, cagajón, garrote, etc. 6
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La clasificación de los motivos fundamentales es mía. Ni Aarne ni
Bolte-Polívka han publicado los elementos del cuento, aunque Aarne debe de haber hecho una clasificación de ellos para llegar a las conclusiones que más adelante citamos.
Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
B. Los animales llegan a una casa o cueva y se posesionan de ella cuando los amos se hallan ausentes, cuando éstos duermen, o porque se trata de una casa o cueva abandonada. En algunas versiones los animales han sido alojados en la casa, o cueva o en una habitación cerca de ella, para ahuyentar al diablo u otro personaje (elemento A3). B1. Los animales llegan a una casa o cueva, donde viven unos ladrones o lobos. A veces llegan a la casa siguiendo una luz que han visto desde un bosque donde han pasado la noche. Los animales se acercan a las ventanas o a una abertura de la casa o cueva y, algunas veces subidos unos encima de otros, arman tal gritería que los ladrones o los lobos se salen de la casa y huyen despavoridos. Los animales se quedan en la casa. B2. La víctima misma de elemento E ha invitado a los animales a hospedarse en su casa. Le atacan cuando se retira a dormir, cuando entra en la casa, etc. B3. Los animales viven en una casa que ellos mismos han construido o que su amo ha construido para ellos. A veces llegan allí otros animales huidos. B4. Un pobre hombre se marcha en busca de aventuras y llega a una casa al parecer abandonada. Se esconde para ver quién llega. C. Los animales llegan a un sitio donde unos ladrones o lobos pasan la noche en una cueva o debajo de un árbol. Huyen los ladrones o lobos al ver llegar a los animales. Después de esto, los animales generalmente se suben a un árbol o encima de la cueva a pasar la noche. C1. Ídem. Los lobos no huyen. Por encargo del capitán de los animales, envían los lobos a un lobo por agua en una cesta. Como el agua se sale, se enfada el capitán de los animales y declara que le han roto su cesta. Envían a otro lobo y ocurre lo mismo. Por fin todos los lobos huyen de miedo. En algunas versiones los animales mismos van por agua y de esta manera se escapan y huyen. C2. Los animales, algunas veces huyendo de los ladrones o lobos de elemento C o C1, se suben a un árbol o al techo de una casa para pasar la noche. Llegan unos ladrones o lobos a pasar la noche debajo del árbol encima de los ladrones o lobos, y huyen éstos despavoridos. (Compárese elemento I1 de Cuentos 184, Thompson K335.1.1.) C3. Llegan unos lobos o ladrones a la casa de los animales que están en su propia casa (elemento B3), o a la casa donde se han metido (elemento B). C4. Los lobos reciben a los animales en su cueva con intención de comérselos, pero huyen despavoridos cuando éstos muestran su cabeza de lobo o de león y declaran que han matado unos lobos o leones y van a comerse una cabeza.
D. Los animales, algunas veces después de ahuyentar a los de elementos B o C o variantes, comen y se van a dormir, cada uno en un sitio diferente de la casa, cueva o árbol. D1. Uno de los animales lleva por engaño a uno de los ladrones o lobos a la casa o sitio donde se hallan sus compañeros. D2. La víctima misma de elemento E es la que provoca a los animales. E. Uno de los huidos o nuevos llegados de elementos B, C, D y variantes, vuelve a la casa, cueva o árbol a curiosear; el amo entra en su casa, llega el diablo; etc. Los animales le atacan, cada uno a su manera, le hieren y le hacen huir despavorido: el gato le araña, el perro le muerde, el cordero le da topes, el buey le avienta con las astas, el caballo le da coces, etc., y el gallo vocea desde las vigas: «¡Quiquiriquí! ¡Quiquiriquí!» E1. El que vuelve a curiosear ve a los animales y huye, sin acercarse. F. La víctima cuenta lo que le ha pasado de una manera fantástica: «Un zapatero me picó los ojos con su lezna; un sastre me dio tijeretazos»; etc. «Y por fin voceaba uno desde las vigas: ¡Traédmelo aquí! ¡Traédmelo aquí!» G. La víctima muere de sus heridas; o todos los de la casa o cueva mueren, huyendo o ahogados. H. Los animales se quedan de amos de la cueva. H1. Vuelven a las casas de sus amos. Nuestras versiones se dividen en dos tipos fundamentales, el primero con cuatro variantes, el segundo con dos. La diferencia capital entre los dos tipos fundamentales consiste en llevar elemento B o elemento Be, pero hay otras diferencias entre los dos tipos fundamentales en sus diversas variantes, y entre las variantes del mismo tipo. Sigue una clasificación de los dos tipos fundamentales y de sus diversas variantes. Tipo I. Contiene elementos A o A1, B, E, y algunas veces F. A este tipo pertenecen ciento ochenta versiones, o sea el 40,5% de todas las versiones. La mitad de ellas (noventa versiones) son del tipo A, B, E, F. Tipo IA. Contiene elementos A3, B, E, y algunas veces F. Pertenecen a este tipo treinta y tres versiones, 7,4%. Tipo IB. Contiene elementos A, B, C3, E, y algunas veces F. Pertenecen a este tipo cuarenta y ocho versiones, 10,8%. Tipo IC. Contiene elementos A, B3, C3, E, y algunas veces uno de los elementos D1, F, G. Pertenecen a este tipo cincuenta versiones, 11, 2%. Tipo ID. Contiene elementos A o A + A5, B o B2, E, y algunas veces F o G. Pertenecen a este tipo treinta y cinco versiones, 7,9%.
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
Tipo IE. Contiene elemento B4, y variantes extraordinarias de C3, E, F, H. Pertenece a este tipo una versión hispánica. Tipo II. Contiene elementos A o A1 ó A2, B1, D, E, y algunas veces F. Pertenecen a este tipo setenta y siete versiones, o sea el 17% de todas las versiones. Tipo IIA. Contiene elementos A o A1, dos o tres de elementos C, C1, C2, algunas veces B2, E, y uno, dos o los tres de elementos D, F, G. Pertenecen a este tipo solamente siete versiones. Tipo IIB. Contiene elementos A o BA1, A4, algunas veces uno de elementos B, B1, 2, algunas veces C1 y C2, C3 ó C4, E, y uno de elementos D, F. Pertenecen a este tipo solamente trece versiones. Comparemos esta clasificación general de tipos con los establecidos por Antti Aarne. Según Aarne, nuestro cuento es de origen oriental. Para él el arquetipo oriental primitivo es el siguiente (página 102 de su estudio arriba citado): Un huevo, un alacrán, una aguja, un cagajón o un pedazo de lodo y un mollejón salen a viajar por el mundo. Llegan a la casa de una vieja cuando ésta se halla ausente, y se esconden en diversos lugares de la casa con intención de hacerle mal: el huevo en la estufa, el alacrán en la palangana, la aguja en el suelo, el cagajón en la puerta y el mollejón arriba de la puerta. Entra la vieja en su casa y va a hacer lumbre en la estufa y el huevo se le revienta en la cara. Va a lavarse la cara y el alacrán la rasguña. Va a meterse en su alcoba y la aguja le pica los pies. Se resbala en el cagajón de la puerta y cae al suelo, y entonces cae el mollejón sobre ella y la mata. Este arquetipo oriental establecido por Aarne es en realidad una forma de nuestro Tipo ID, con elementos A o A + A5, B o B2, E, y algunas veces F o G. En el arquetipo oriental hay siempre elemento G. Tipo ID se halla en treinta y cinco de las cuatrocientas cuarenta y una versiones que estudiamos, aproximadamente el 8% de ellas. La mayoría son orientales, germánicas y eslavas: cinco malayas, cuatro japonesas, tres de India y Siberia, siete alemanas, cuatro germánicas de otra procedencia, siete eslavas, dos románicas y una de Hungría, Albania e indios de Norteamérica, respectivamente. Una de las dos románicas es la española de FCaballero 1, 55-58, y la otra es la italiana de Schneller 41. El número de versiones de este Tipo ID, considerado por Aarne como el arquetipo oriental primitivo, es muy reducido, el 8% de todas, pero las versiones orientales y esla-
vas, veintiuna de las treinta y cinco, o sea el 60% del tipo, parecen indicar el origen y procedencia del cuento. Disminuye notablemente el número de versiones del arquetipo desde Oriente a la región eslava, germánica y románica, 12, 7, II, 2, respectivamente, excepto en Alemania, donde la antigua forma oriental ha echado hondas raíces, con siete de las treinta y cinco versiones conocidas. Es muy notable la versión española de FCaballero 1, 55-58, la única del extremo de Occidente. Es una versión perfecta del arquetipo oriental, con elementos A + A5, B, E, G, y fundamentalmente idéntica a Grimm 41, Schneller 41, y a las versiones orientales japonesas y malayas citadas por Aarne en páginas 2-4 de su estudio. Según Aarne, páginas 151-152, el arquetipo europeo primitivo, desarrollado directamente del arquetipo oriental a través de la tradición del Este de Europa tenía dos formas fundamentales: Forma A: Un buey, un carnero, un cerdo, un ganso y un perro, huyen de casa porque los amos los van a matar para una fiesta. Cuando ya se acerca el invierno el buey construye una casa e invita a los otros animales a vivir con él. Cada uno de los animales se coloca en un sitio diferente de la casa para pasar la noche. Llega una manada de lobos, y envían a uno a ver quién vive en la casa. Los animales de la casa le atacan y le hieren despiadadamente: el buey lo avienta con las astas, el carnero le da topes, el cerdo y el perro le muerden, el ganso le picotea y el gallo canta desde las vigas. El lobo huye despavorido y al llegar adonde están sus compañeros les cuenta lo ocurrido de una manera fantástica, indicada ya en nuestro elemento F. Esta forma del arquetipo europeo primitivo establecido por Aarne es en realidad nuestro Tipo IC, con elementos A, B3, C3, E, y uno de D1, F, G. Forma B: Un buey, un caballo, un carnero, un gato, un ganso y un gallo huyen de casa porque los amos los van a matar para una fiesta o por otros motivos. Llegan a la cueva o casa de unos lobos, cuando éstos están ausentes, y cada uno se coloca en un sitio diferente de la cueva o casa. Vuelven los lobos y envían a uno a ver quiénes se han apoderado de su casa. Los animales le atacan y le hieren despiadadamente como en la forma A. Termina de la misma manera que forma A. Esta forma del arquetipo europeo primitivo es en realidad nuestro Tipo IB, con elementos A, B, C3, E, y algunas veces F. Estas dos formas del arquetipo europeo primitivo, según Aarne, contienen elemento C3, los lobos que llegan a la casa de los animales huidos o a su propia casa, en la cual se han metido los animales huidos durante su ausencia. En el
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arquetipo oriental primitivo establecido por Aarne y que considera la forma original de todos los tipos, en realidad una forma de nuestro Tipo ID, es una mujer, una vieja, la que vuelve a su casa y que se encuentra con los animales y objetos mágicos, que la atacan y matan. El cambio de una persona a uno de varios lobos es extraordinario. Mucho más cercano al arquetipo oriental de nuestro Tipo ID está nuestro Tipo I, en el cual el atacado y herido es una persona que vuelve a su casa, o que ha sido invitada, un duende, el diablo que va a una boda, u otra persona que por diversos motivos entra en la casa donde están escondidos los animales. Este nuestro Tipo I, con elementos A o A1, B, E, y a veces F, es el natural y lógico desarrollo del arquetipo oriental, nuestro Tipo ID, y el que más se acerca a él. Si prescindimos de las diferencias de los protagonistas del principio del cuento, sólo animales o animales y objetos mágicos, los demás elementos son casi siempre idénticos: B, E, F en Tipo I, y B o B2, E, F en Tipo ID. En vista de esto no podemos aceptar los Tipos IC y IB como los primitivos arquetipos de Europa, formas A y B, respectivamente, como cree Aarne. Hay otro motivo todavía que nos induce a creer que el Tipo I nuestro, o uno muy semejante, es el arquetipo europeo primitivo. Es el más popular y el más bien conservado de todos; el que se halla en mayor número de versiones de todas partes de Europa. Se halla en ciento ochenta versiones, o sea el 40,5% de las cuatrocientas cuarenta y cuatro que estudiamos. Este tipo es para mí el arquetipo primitivo de Europa. De éste se desarrolló primeramente nuestro Tipo IA, y después los Tipos IB y IC, que son las formas B y A de Antti Aarne. De desarrollo posterior es el Tipo II, con el nuevo elemento B1 en vez de B, y de éste se desarrollaron más tarde los Tipos IIA y IIB, formas evidentemente desarrolladas durante la Edad Media y conservadas en su mayor parte hoy en día en la tradición hispánica, con elementos sacados de otros cuentecillos de lobos de otras procedencias. Volvamos nuestra atención a las versiones medievales. Las más notables son las tres siguientes: Reinardus III, 1, del siglo XII, con elementos A, A4, B1, C4, E. Roman de Renart 1, 265-278, del siglo XII, con elementos A2, B, D, C3, E, G, y además C2, E (otros lobos que llegan a la casa), una forma muy semejante a nuestra versión zamorana de Cuentos 266 y a la versión nuevomejicana de Espinosa SFNM 102, de nuestro Tipo IIA. Ysengrimus de Nivardus, versión latina del siglo XII (Bolte-Polívka I, 255), la versión literaria más antigua que conocemos, con elementos A2, B1, D2, A4, C4, E, F,
versión muy semejante a la de Maspons y Labrós II, 80, y a otras hispánicas. Estas tres notables versiones medievales pertenecen a nuestros Tipos IIA y IIB, respectivamente. Del Tipo IIA hay solamente siete versiones en nuestra bibliografía y cinco de ellas son españolas, como más adelante veremos. Al Tipo IIB pertenecen trece versiones, seis de ellas hispánicas, cinco españolas y una catalana. El Tipo IIB, el de Ysengrimus de Nivardus, se caracteriza por llevar elementos A4, C4, motivos que se encuentran en la tradición de Europa como cuentecillo independiente y separado, Aarne-Thompson 125, Thompson K1715.3, y particularmente cuentos como el de Grimm, Reinhart 19-24. En la versión de Grimm, Reinhard, del siglo XIV, varios animales peregrinan por el mundo y se encuentran con la cabeza de un lobo, influencia tal vez de versiones de Cuentos 255, 256, pero en realidad en esta versión todavía aparece este episodio de la cabeza del lobo como cuentecillo distinto. El motivo se halla en cinco versiones hispánicas, mencionadas más adelante, en una versión francesa (Mélusine X, 5-8) y en una versión africana (Stumme, Tazerwalt 4). Como cuentecillo o motivo separado se halla en la tradición moderna de España, Argel, Bulgaria, Finlandia y Rusia. Véase Bolte-Polívka I, 257-258. Examinemos ahora las versiones hispánicas de todos los tipos. Son estas veintinueve, aproximadamente el 6,5% de todas. Al Tipo I pertenecen cuatro versiones, una portuguesa y tres españolas, de América: Braga 125, con elementos A, B, E, E1. Rael 362, con elementos A, B, E, F. Rael 365, con elementos A, B, E, F, G. Wheeler 201, con elementos A, B (y elementos de otros cuentos). No hay versiones hispánicas de los Tipos IA, IC. Al Tipo IB pertenece una versión, la nuevomejicana de Rael 366: A, B, C3, E1. Al Tipo ID, el arquetipo oriental primitivo establecido por Aarne, pertenece una versión hispánica, la andaluza de FCaballero 1, 55-58, única y extraordinaria versión del extremo Oeste de Europa, con elementos A + A5, B, E, G. Al Tipo IE pertenece la versión extremeña de Curiel Merchán 95-97, la única de este tipo y también extraordinaria. Lleva elemento B4 y variantes extraordinarias de elementos C3, E, F y H. En vez de animales de protagonistas tenemos en esta versión un hombre de protagonista,
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que se mete en una casa al parecer abandonada y que apalea, hiere y hace salir huyendo a tres animales que llegan: Un pobre hombre se marcha por el mundo en busca de aventuras, y llega a una casa abandonada, donde encuentra provisiones y una lumbre para calentarse. Come y descansa y se esconde en una habitación para ver qué ocurre. Llegan de relente tres animales salvajes, un oso, un lobo y una zorra, con miel, un carnero y gallinas, respectivamente; y sale el hombre de su escondite con un machete y un hurgón y les da tal paliza que todos huyen despavoridos. Siguen variantes de nuestros elementos E, F y H, quedando el pobre hombre de dueño de la casa. Queda sin clasificar una versión extraordinaria del Tipo IE, la versión extremeña de Curiel Merchán 242-244. Hay un hombre de protagonista, pero está en su propia casa. Llegan tres animales, los hace traerle provisiones por engaño y luego se burla de ellos despiadadamente, y termina el cuento con los motivos fundamentales de elementos C3, E y detalles de Cuentos 268-270: Una zorra, un lobo y un oso llegan a la choza de un pastor y piden posada por la noche. Consiente el pastor, pero exige que antes tienen que traerle, la zorra dos gallinas, el lobo dos corderos y el oso un panal de miel. Todo lo traen los animales y entran y se acuestan. Entonces el pastor y su mujer sacan a los tres animales, uno cada vez, y al lobo le meten un hierro caliente por el culo, a la zorra le dan una buena paliza y al oso le dan con el hiero un porrazo en la cabeza. Todos huyen, pero después vuelven a reclamar sus regalos. El pastor declara que todo se lo dará al más viejo. La más vieja es la zorra. Tiene mil años. —Pues yo —dijo el pastor— tengo ocho; el que tenga más, que meta la mano en el chozo.
Al Tipo IIA pertenecen cinco versiones hispánicas, una española peninsular y cuatro españolas de América:
Cuentos 266, con elementos A2, C, C2, D, E1. Espinosa SFNM 102, con elementos A, C1, C2, B2, D1, E, F. Espinosa SFNM 103, con elementos A, C2, D, E, H. Espinosa SFNM 104, con elementos A, C, H1. Rael 361, con elementos A, C1, C2, B2, D1, E, F.
Al Tipo IIB, el tipo de Reinardus Culpes y del Ysengrimus de Nivardus, pertenecen seis versiones hispánicas, una española peninsular, una catalana y cuatro españolas de América:
Al Tipo II pertenecen once versiones hispánicas, una catalana, cinco españolas peninsulares, cuatro españolas de América y una portuguesa de India: Alcover I, 57-62, con elementos A, B1, D, E, F. Cuentos 255, con elementos A, B1, D, E, F (y otros). Cuentos 256, con elementos A, B1, D, E, F. Curiel Merchán 214-217, con elementos A, B1, D, E, F, H. Espinosa, Castilla 38, con elementos A, B1, D, E. Fernández de los Ríos 136-139, con elementos A, B1, D, E, F.
JAFL L, 37-38, con elementos A, B1, D, E, F. Mason-Espinosa PRF V, 30, con elementos A, B1, D, E, F (Esta versión lleva además elementos C2 del Tipo IIA). Mason-Espinosa PRF V, 31, con elementos A1, B1, D, E, F. Mason-Espinosa PRF V, 54, con elementos A, B1, D. Mason-Espinosa PRF V, 55, con elementos A, B1, D, E, G.
Curiel Merchán 75-76, con elementos A, A4, B, C2, var. H. Maspons y Labrós II, 80, con elementos A2, A4, B, C4, E. Mason-Espinosa PRF V, 60, con elementos A, A4, C2, C4, E. Rael 363, con elementos A, A4, C1, C2, D1, E, F. Rael 364, con elementos A, A4, B2, C1, C2, D1, E, F. Wheeler 202, con elementos A, A4, B, C4, E, F.
Sólo cuatro de las versiones hispánicas, o sea el 13,8% de ellas, pertenecen al Tipo I, el arquetipo europeo fundamental por mí establecido. Al Tipo IB pertenece la versión nuevomejicana de Rael 366. Hay una versión andaluza que pertenece al Tipo ID, la única hispánica hasta ahora
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conocida, que pertenece, como ya queda dicho antes, al arquetipo oriental primitivo establecido por Antti Aarne. Al Tipo II pertenecen once versiones hispánicas, nueve de ellas versiones perfectas del tipo. Al Tipo IIA pertenecen cinco versiones, el 17%, y al Tipo IIB pertenecen seis, el 20,6%. Es de notar que de las veinte versiones de todas las cuatrocientas cuarenta y cuatro que pertenecen a los Tipos IIA y IIB, los semejantes a los tipos medievales de Reinardus Vulpes, Roman de Renart e Ysengrimus de Nivardus, once de ellas, o sea el 55%, son hispánicas. Las del Tipo IIA, son cinco de siete, o sea el 71% de todas las versiones conocidas del tipo. La tradición hispánica, por consiguiente, es la que conserva con más fidelidad la antigua tradición medieval.
257. Los tres gorrinicos BIBLIOGRAFÍA: Versiones hispánicas: FCaballero 1, 53-54; Portell Vilá 80.—Francesas: Carnoy 9-11; Cosquin II, 76; Meyrac 462; RLR XXXI, 588-591, XLII, 114-116; RTP XI, 421-424, XVIII, 452.—Francesa del Canadá: MBarbeau 40.—Bretona: Cosquin II, 316 (= Sébillot II, 32) .—Belgas y flamencas: De Mont y De Cock 80-82; Laport 124a; Wallonia VI, 155-156, VII, 68-70.—Italianas: Anderson, Novelline 72, 73, 74, 75, 76, 77, 78; Cosquin II, página 315; Crane 86-87, y páginas 271-272; Schneller 42.—Inglesas: Halliwell 55; Jacobs 1, 69-73.—Inglesas de Norteamérica: Gardner 100-101; JAFL, XV, 64-65, XXX, 175, 175-176, 186-187, XXXIV, 17-18, XXXV, 267-269 (dos versiones), XLVII, 293-294 (dos versiones); Lang, Fairy Book 101-106.—Árabe: RTP XVI, 173-177.—Africanas de Norteamérica: Harris 2, 8; Jekyll 26; Lippincott’s Magazine XX, 753-754; Parsons, Antilles II, 318-319.—India de Norteamérica: JAFL XIV, 250-251.—Clasificación y estudios especiales: Aarne-Thompson 124; Boggs 124; Bolte-Polívka I, 40-41; Cosquin II, 314-316, 247-248; JAFL XLVI, 78, número 124; Thompson ENAI 439; Thompson K543, K732, K891.1, Z81. Pertenece este cuento al Grupo Sexto de la serie de cuentos clasificados en nuestro estudio de Cuentos 212. Los primeros tres grupos, a los cuales pertenecen el popularísimo cuento de Caperucita Encarnada, Aarne-Thompson 333, el cuento latino medieval de Romulus II, 10, y el de La cabra y sus cabritos, Aarne-Thompson 123, están estrechamente relacionados. Los tres grupos restantes, aunque relacionados con ellos de una manera general, son ya muy diferentes. Véase nuestro estudio de Cuentos 212. Al Grupo Sexto pertenecen los cuentos que entre unos y otros contienen los siguientes elementos fundamentales:
A. Tres cochinillos se marchan por el mundo a hacer la vida porque su amo va a matarlos y comérselos, o por otros motivos. En algunas versiones los animases son un cochinillo y uno o dos gansos, o bien otros animales domésticos. A1. Varios animales han sido invitados a ir a Roma o a otro sitio. A2. Los protagonistas son tres personas. B. Los tres cochinillos construyen cada uno su casa, o bien construyen los tres la primera, dos la segunda y uno la tercera. El mayor se mete en la primera, que es de paja, y el lobo se lo come, etc. Véase elementos C y variantes. El mediano se mete en la segunda, que es de paja o de madera, y el menor se mete en la tercera, que es de hierro, de piedra o de ladrillo. Para construir su casa el cochinillo menor busca la ayuda de un herrero o albañil, pagándole con dinero que ha encontrado en el camino. En algunas versiones la madre les construye las casas a los cochinillos, según el gusto de cada uno. En las versiones en las cuales los animales son solamente dos, la casa del segundo es siempre de hierro o de piedra. C. Un lobo, una zorra u otro animal, llega a la casa del cochinillo mayor, le amenaza, destruye la casa fácilmente, en algunas versiones soplando fuertemente o a pedos, y se come al cochinillo. Lo mismo le ocurre al mediano. C1. Ídem. El lobo se traga vivos a los dos primeros cochinillos o a las dos primeras personas. C2. El lobo se lleva vivos a los dos primeros cochinillos a su cueva. D. El lobo no puede destruir la casa del cochinillo menor porque es de hierro, de ladrillo o de piedra. D1. Cuando el lobo trata de destruir la casa del cochinillo menor a pedos, se le rompe el ano y va a que se lo cosa un hombre. Después vuelve para que le haga un agujero. Sale el excremento con tanta fuerza que mata al hombre. E. El lobo invita al cochinillo menor para ir a comer legumbres a una huerta, para ver si lo engaña y se lo come. Lo convida para las seis, pero el cochinillo va a las cinco y ya está de vuelta en su casa cuando llega el lobo. Lo convida el lobo a comer peras u otra fruta y ocurre lo mismo. El cochinillo siempre se burla de él, le echa ceniza en los ojos o se la pega de otra manera. E1. El cochinillo va a una feria y se compra una caldera. Se encuentra con el lobo, se mete en la caldera y se echa a rodar hasta llegar a su casa. De esta manera se escapa otra vez del lobo. E2. El lobo encuentra al cochinillo, o a la madre del cochinillo, comiendo manzanas (algunas veces encima del manzano). El cochinillo le tira al lobo una manzana para que se la coma, le da en un ojo, o B1en el lobo va a cogerla, y el cochinillo se vuelve a escapar a su casa.
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E3. El cochinillo, o el hermano mayor en las versiones que llevan elemento A2, se esconde dentro de una calabaza. El lobo tira la calabaza por la ventana y cae dentro de la casa. F. El lobo echa a correr tras el cochinillo. Cuando ya el cochinillo va entrando en su casa, el lobo se coge de la cola. El cochinillo le hace creer que está tirando de una raíz, y el lobo lo suelta. [Véase Cuentos 214, elemento E, Cuentos 267, y Aarne-Thompson 5]. F1. El cochinillo deja al lobo entrar en su casa. Le dice entonces que van llegando unos perros. El lobo se mete en una caldera o caja, y allí lo mata el cochinillo. F2. El cochinillo lleva al lobo a coger peces en el río con la cola. Se le hiela la cola pegada al hielo y el cochinillo, para salvarle, se la corta. [Véase elemento B4 de Cuentos 202203, 209, 211, 223]. G. El lobo se decide a entrar por la chimenea para matar al cochinillo y comérselo. Pone el cochinillo una caldera de agua hirviendo, cae el lobo en ella y se quema y muere. En algunas versiones el cochinillo se lo come. En otras, el lobo cae directamente en el fuego de la chimenea y allí muere quemado. G1. Baja el lobo por la chimenea. El cochinillo le pica con un hierro caliente y el lobo huye despavorido. G2. El cochinillo invita al lobo a comer y le dice que espera afuera. Le da a beber sopa muy caliente o se echa agua hirviendo, y el lobo muere. G3. El lobo revienta de ira. G4. Cae una piedra de la casa y mata al lobo. G5. El lobo se sube al techo de la casa o da contra la puerta, se hiere contra unos ganchos afilados puestos allí por el cochinillo o por otro, y muere de las heridas. [Véase elemento H2 de Cuentos 212]. G6. El lobo pierde el rabo. H. Le abren la panza al lobo y salen vivos los animales o personas que se había tragado vivos. El número de versiones que hemos podido reunir de nuestro cuento llega solamente a cuarenta y cinco. De ellas podemos establecer dos tipos importantes, uno de ellos con tres variantes. Tipo I, con elementos (A), B, C, D, uno, dos o tres de elementos E, E1, E2, E3, elemento G, y a veces uno de elementos F, F1, G. Pertenecen a este tipo quince de nuestras versiones, o sea el 33% de ellas: Cosquin II, 76, y página 315; Cuentos 257; Halliwell 37-41; JAFL XIV, 250-251, XV, 64-65, XXX, 186-187; Jekyll 73-85; Lang, Fairy Book 101-106; RTP XI, 521-524, XVI, 173-177; y las cuatro versiones incompletas de Gardner 100-101, y JAFL XXX, 175-176, XXXV, 267269, XLVII, 294.
Tipo II, idéntico al Tipo I, pero sin elementos E y variantes. In su forma perfecta contiene elementos A, B, C, D, G. Es el tipo de Aarne-Thompson 124. Pertenecen a este tipo diez versiones, una de ellas incompleta, o sea el 22% de todas: De Mont y De Cock 80-82; Harris 2, 38-43; JAFL XXXIV, 17-18, XLVII, 293294; Lippincott’s Magazine XX, 753-754; MBarbeau 40; Parsons, Antilles II, 318-319; Portell Vilá 80; RTP XVIII, 452; Meyrac 460-462 (fragmentaria). Tipo IIA, idéntico al Tipo II, pero con elemento G2 en vez de G. Pertenecen a este tipo nueve versiones, o sea el 20%, ocho de ellas italianas: Anderson, Novelline 72, 73, 74, 75, 76, 78; Crane 86; JAFL XXXV, 267; Schneller 42. Tipo IIB, idéntico al Tipo II, pero con uno de elementos G3, G4, G5, en vez de G. Pertenecen a este tipo ocho versiones, una incompleta, 18%: Anderson, Novelline 77; Cosquin II, página 316; Crane 87; FCaballero I, 53-54; RLR XXXI, 588-591, XLII, 114-116; Meyrac 462. Tipo IIC, con elementos A, B, C, a veces D, y siempre D1. Pertenecen a este tipo las tres versiones siguientes, la última incompleta: Laport 124A; Wallonia VI, 155-156, VII, 68-70. Las versiones hispánicas de nuestro cuento son solamente tres, lo cual parece indicar que no es popular en la tradición de España: nuestra versión. Cuentos 257, del Tipo I, con elementos A, B, C, D, E, F, G; la cubana de Portell Vilá 80, del Tipo II, con elementos A, B, C, G; y la andaluza de FCaballero 1, 53-54, del Tipo IIB, con elementos B, C, variante de D, y G5. Nuestra versión conquense Cuentos 257, Si bien es en casi todos sus detalles una versión perfecta del Tipo I, lleva el extraordinario elemento F, que se halla en tres versiones del Tipo III de Cuentos 214, no hispánicas, y también como elemento principal de Cuentos 267, Aarne-Thompson 5. Véanse nuestros estudios de estos cuentos.
258. La pega y sus peguitos 259. La zorra y el alcaraván BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia 172; Calila y Dimna 18; Curiel Merchán 4547, 154-155; Espinosa, Castilla 16, 17, 18, 19, 20; Isopo A, Extravagantes 3; Isopo 1, Extravagantes 3; Isopo 2, Extravagantes 3; Lucanor 12; Samaniego VI, 4.—Españolas
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
de América: BDR IV, 101-103 (= JAFL XXVII, 137-138); Coyote Wisdom 8-10; Di Lulio 257; Espinosa SFNM 105; Mason-Espinosa PRF V, 48; Radin-Espinosa 77; Rael 369; Wheeler 216, 219.—Portuguesas: Athaide Oliveira I, 120; Braga II, 243; Vasconcellos, Estudos II, 319-320.—Portuguesa de las islas de Cabo Verde: Parsons, Cape Verde I, 110.—Catalana: Isopo 3, V.—Italiana: Anderson, Novelline 67.—Francesas: Archivio VI, 565566; Barbazan-Méon III, 53-55; Bladé III, 199, 204-211; Carnoy, Renart 33, 52-53, 56; Esope 14; Kalilah et Dimnah A, 306-309; La Fontaine XII, 18; Marie de France 51, 60; Mélusine X, 87-89, 269-270 (dos versiones); Meyrac 451452 (tres versiones); Petersen 33; Pineau, Contes 201-204; Rolland I, 148-149 (dos versiones); Roman de Renart II, 276-468, Va, 759-762, VI, 298-314, XI, 761-1374, XIV, 141-198 (dos versiones), XVI, 507-605, XVII, 1013-1397; Romania XXVII, 252, XXXVII, 267-268, 273-275; RTP V, 439, X, 32, 95, XXVIII, 317-319; Sébillot, Folklore III, 66.—Belgas, flamencas y valonas: Laport 61, 61B, 61C; Meyer 6 (ocho versiones), 61 (tres versiones); Petersen 2-6, 22 (cinco versiones); RTP III, 98, X, 243-294; Wallonia I, 36, II, 100-101.—Bretona: Sébillot , Joyeuses Histoires 64.—Vascuence: Cerquand IV, 114.—Rumana: ZRPh XV, 265.—Latinas: Ademar 30; Dialogus Creaturarum 61; Du Méril 137-138, 253-254; Graff 28; Grimm, Reinhart 220, 420; Grimm-Schneller 345; Hervieux II, 142, 274, 308, 598-599, IV, 198, 424, 446-447, V, 200201, 371-372, 772-775; Johannis de Capua D, 17, 346349; Johannis de Capua H, 17; MPhil IV, 44; Odonis de Ceritona 15, 50; Phaedrus, Dressler, Appendix II, 12; Reinardus IV, 887-1044; Romulus, Appendix 45; Speculum Sapientiae II, 15; Steinhöwel L83; Voigt 111112, 144-145.—Alemanas: Dähnhardt III, 237, IV, 284; Euling 89-90; Gerhard von Minden 46, 112; Graff 26 (tres versiones), 41; Grimm, Reinhart 11-176, 176216; Haltrich, Volkskunde 18, 20; Jahn 263; Hans Sachs FS VI, 157-158; Montanus 17; MPhil IV, 44; Pfeffel I, 176; Ramler VI, 51; Steinhöwel A83; Waldis, Esopus IV, 88; ZFDA V, 406.—Danesa: Graff 41-42.—Noruegas: Dasent, Fjeld 66-68; Graff 42 (tres versiones).—Sueca: Graff 37.—Holandesa: Fallersleben 7.—Inglesas: Aesop V, 3; Canterbury Tales, páginas 573-577; Dryden 249-256; Halliwell 61; Henryson II, 30-47.—Escocesas: Campbell I, 275, 279-280 (dos versiones), III, 105-106.—Finlandesas: FFC LXVI, 227A; Gerber 67; Graff 43 (dos versiones); Schreck 189, 211; Sudre 285.—Rusas y otras eslavas: Dähnhardt III, 238, IV, 283-284 (dos versiones); Gerber 19-23 (resúmenes de ocho versiones); Graff 43 (dos versiones); Gubernatis II, 137-138 (dos versiones);
Krauss I, 9, 10, 14; Hins 105-112 (dos versiones); Sudre 282.—Estonias y lituanas: Aarne, Estnische Märchen 61; Graff 42-43 (tres versiones); Schleicher 100.—Griegas y albanesas: Graff 43; Halm 225.—Armenia: Petersen 22.—Árabes: Chauvin II, 199; RTP IV, 103.—Arameas y sirias: Petersen 22, 29; Sudre 285.—Berberiscas: Basset 9; Rivière 145-147.—Africanas: Bleek 11, 12; Brownlee 32-41; Cerquand IV, 138 (Madagascar); Chatelain 30; Dähnhardt IV, 280-282 (tres versiones); Frobenius III, 1; Graff 37; Jacottet 36-40; Meinhoff, Nama 15; RTP IV, 103; Tour du Monde 214.—Africanas de América: Beckwith 12a, 12b, 59b; Harris 2, 146-154; JAFL XII, 229-230; Jekyll 77-78; Jones 109-110.—Indias: FL XL, 229-230; Jataka 187; Pilpay I, 7, IV, 5; Raju 106-108; Swynnerton, Indus 301-302; Thorburn 222-223.—Siberiana: Dähnhardt IV, 282-283.—Coreana: JAFL VI, 70-71.—Clasificación y estudios especiales: Aarne, Estnische Märchen 6; Aarne FM 6; Aarne-Thompson 6, 56, 61, 111, 122; Aesop I, 253; Basset 146-147: Beckwith 239-240; Benfey, Panchatantra I, 309-310, 609-610; Boggs 6, 57A, 61A, 62; Bolte-Polívka II, 206-210; Bruce 4-13; Chauvin II, 200; Dähnhardt III, 237-238, IV, 279-284; Du Méril 136-138, 144, Nota 1, 253, Nota 4; Espinosa SFNM 216; FFC LVI, 52, 97, 98, LX, 6; Furnivall 112-128; Graff 25-47; Gubernatis II, 59-69, 137-138; Hackman 6; Kalilah and Dimnah xxxvi-xxxviii; Meyer 6, 61; Meyrac 451-452; Montanus 596; MPhil IV, 39-65; Petersen, todo el libro; Roman de Renart Ia, 1669-1672; Romania XXXVII, 267268, 273-275; RTP IV, 103, X, 179, XI, 267-268; Sébillot, Folklore III, 66; Sudre 273-323; Voigt 36; Wackernagel II, 256-257, 272-273; Ward II, 176; Warnke 206-208; ZRPh XV, 136-137; Thompson K334.1, K522, K543, K551, K551.1, K551.3.4, K551.4, K551.8, K553, K561, K561.1, K561.1.1, K561.2, K562, K719, K721, K751, K815.1, K827.1. Véase también la bibliografía de Cuentos 225. Nuestra versión leonesa 258 es un tipo de cuento muy popular en la tradición hispánica. Es el famoso cuento árabe del Calila y Dimna de la paloma, la golpeja y el alcaraván, con un desarrollo nuevo y muy notable al final. La versión castellana 259 puede ser una versión incompleta que nos cuenta solamente la última parte del cuento, o bien un cuento independiente que pertenece a un grupo de cuentos semejantes, que tratan de las astucias de que se vale un lobo o una zorra para coger un gallo, u otra ave, y en muchas versiones, de las astucias de que se vale el gallo para escaparse de las garras de su apresador. Las numerosas versiones de todos estos cuentos contienen entre unas y otras los siguientes elementos fundamentales:
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
A. Una paloma, pega, u otra ave, vive en su nido en un árbol con sus críos. Llega un lobo, una zorra, u otro animal, y le dice a la paloma que le tire abajo uno de sus críos, amenazándola con derribar el árbol a colazos o de otra manera para comérselos todos. La paloma le tira uno de sus críos y el lobo se lo come. En algunas versiones este detalle se repite una vez. A1. Ídem. El lobo le dice a la paloma que sus críos son muy hermosos y que desea verlos muy de cerca. La paloma le tira uno o dos. Etc. A2. Ídem. El lobo obtiene su presa pretendiendo curar a las avecillas o enseñarles a leer, o cuando se queda con ellas para cuidarlas. A3. El lobo amenaza a un ave, o a unas aves de la misma manera que en elementos A, A1 y A2. El ave se espanta y salta del árbol, y el lobo la coge. A4. Un gallo está en un árbol y un perro duerme al pie del árbol. Cuando el lobo llega y empieza a amenazar o a halagar al gallo, el gallo le dice que abra la puerta de la casa donde se halla el guarda (el perro). B. Un ave amiga, generalmente el alcaraván, aconseja a la paloma que no entregue más críos al lobo. Le aconseja que le diga que no cortan árboles las colas de los lobos, sino las hachas afiladas, o bien que si el lobo sube al árbol volará ella a otro árbol. C. La paloma sigue el consejo del alcaraván y el lobo se marcha muy airado. En algunas versiones la paloma misma le dice quién ha sido su consejero; en otras el lobo lo sospecha. D. El lobo se encuentra con un ave, a veces el consejero de elementos B y C, y la coge de repente. Se supone que la coge por engaño, pero no se dice exactamente de qué manera. D1. El lobo coge su presa por engaño. Le dice que quiere ver y oírle cantar con los ojos cerrados, como cantaba su padre o abuelo. D2. Ídem. Le dice que salte o vuele de un árbol a otro, algunas veces con los ojos cerrados. D5. Ídem. El lobo desea saber dónde pone el ave la cabeza cuando hace mucho viento, para dormir. Es ave esconde la cabeza entre sus plumas, y entonces la coge el lobo. D4. Ídem. Después de muchas lisonjas, el lobo le ruega al ave que baje del árbol para darle un abrazo, un beso, etc.
D5. Ídem. El lobo invita al ave a que baje a rezar, a confesarse, etc. D6. Ídem. El lobo se hace el muerto para que el ave baje del árbol. D7. Ídem. El ave está haciéndole algún servicio al lobo cuando éste la coge de repente. E. Un lobo y un ave pasan la noche juntos. Se queja el lobo porque el ave duerme con un ojo abierto, y el ave responde que así debe dormir el que nada sabe de seguro acerca de su compañero. F. El ave se escapa por engaño. Le dice al lobo engañador que anuncie a voz en grito que se va a comer o que se ha comido ya a su presa, o que cante de gusto. Cuando el lobo abre la boca para hablar, el ave se escapa y se burla de su apresador. F1. Ídem. Le dice al lobo que regañe a los vecinos que le siguen y que les diga que el ave es muy suya. Cuando el lobo abre la boca para hablar, el ave se escapa. F2. Ídem. Un tercer animal hace hablar al lobo, o habla para responder a las preguntas del ave o de los vecinos. Etc. F3. Ídem. El ave hace al lobo rezar o lavarse antes de comérselo. De esta manera se escapa. F4. Ídem. El ave hace al lobo que la tire por un precipicio, en un matorral, u otro sitio, para que su muerte sea violenta. De esta manera se escapa. F5. Ídem. El ave le ruega al lobo que la permita estirar las patas y contemplar la belleza de la naturaleza. Así se escapa. F6. No hay engaño. El ave lleva al lobo a un sitio, donde se coma a otros animales. De esta manera se escapa. G. Un animal amigo salva al ave de las garras del lobo. G1. El ave obtiene una tregua para engordar. Se escapa. G2. El ave promete enseñar al lobo a volar. Le unta trementina, le pone plumas y se lo lleva volando. Cuando ya van a una gran altura lo deja caer y muere. [Véase elemento B3 de Cuentos 218-220]. H. El lobo se come a su víctima. H1. El lobo se come a otro animal después de que se le escapa el primero. Las versiones de nuestro tema se dividen en dos tipos importantes, el cuento literario arábigo-europeo del Calila y Dimna, y el cuento popular de él derivado que se halla principalmente en la tradición oral de España. Los llamaremos Tipo I y Tipo II.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
El Tipo I, el primitivo y fundamental y el más antiguo de Europa, el que encontramos en las diversas versiones del Calila y Dimna, no se halla en el Panchatantra. Pero en vista de que lo encontramos en las ediciones más antiguas del Calila y Dimna de Europa, en el Calila español y en la versión hebrea traducida al latín por Juan de Capua, hay que suponer que ya se hallaba en la versión árabe de la cual se derivan las versiones europeas. Por otra parte, la versión árabe primitiva es segura porque el cuento se halla en la edición árabe de Boûlâq de 1242, 1251 y 1285. Véase Chauvin II, 112, y la versión árabe de Mossoul en Johannes de Capua D, 346-349. De dónde y de qué manera entró este cuento en las versiones árabes del Calila y Dimna, son problemas que ahora no podemos resolver. Lo único que sabemos de seguro es que no se halla en ninguna versión del Panchatantra, y que en la forma que por primera vez aparece en las versiones árabes y europeas del Calila y Dimna, lleva elementos muy bien conocidos en la tradición medieval de Europa, que forman cuentos semejantes, pero en realidad muy distintos, y que, en vista de su extensa difusión en la tradición hispánica, el tipo hispánico de él derivado es también de origen medieval. El Tipo I, el primitivo y fundamental, contiene elementos A, B, C, D3, H. Es el tipo del Calila y Dimna árabe y de sus versiones europeas: Calila y Dimna 18; Chauvin II, 112; Hervieux V, 772-773 (= Raimundi de Bitterbis, Liber Kalilae et Dimnae 19); Johannes de Capua D, 17, y páginas 346-349 (= versión árabe de Mossoul); Johannes de Capua H, 17; Kalilah et Dimnah A, 306-309. Hay alguna que otra versión de este tipo en la tradición moderna de Rusia y de África: Krauss I, 10, con elementos A, B, C, D3, H, como en el Calila y Dimna; Dähnhardt IV, 281-283 (Nordeste de África), con elementos A, B, C, D6, H. El Tipo I es un cuento muy bien caracterizado. La versión moderna de Rusia parece de origen literario. En la versión africana moderna encontrarnos elemento D6 (la zorra se hace la muerta para coger al ave) en vez de elemento D3. Termina el cuento del Calila y Dimna con la muerte del ave cogida por engaño. El lobo se come a su víctima. El Tipo II contiene elementos A, B, C, D o variante, y F o variante. La forma perfecta del tipo contiene A, B, C, D, F. El fin del cuento es muy diferente. El animal que coge a la paloma, u otra ave, por engaño no devora a su víctima. El ave se escapa por engaño también, haciendo a su apresador abrir la boca para declarar que va a comérsela o por otro motivo. Este extraordinario detalle del engañador engañado, que también alcanza gran difusión en la
tradición de Europa, es un desarrollo nuevo que cambia el Tipo I del Calila y Dimna en una forma muy original que ha tenido arraigo especial en la tradición hispánica. Es también de notar que las versiones perfectas llevan elemento D en vez de D3. Se supone que el lobo coge al ave por engaño, pero las versiones no nos dicen de qué manera. Al Tipo II y variantes pertenecen diecinueve versiones de nuestra bibliografía. Las versiones perfectas del tipo, con elementos A, B, C, D, F, son siete españolas peninsulares, tres hispanoamericanas de Nuevo Méjico y una de Algarve, Portugal: Cuentos 258; Curiel Merchán 45-47; Espinosa, Castilla 16, 17, 18, 19, 20; BDR IV, 101-103 (= JAFL XXVII, 137-138); Espinosa SFNM 105; Rael 368; Athaide Oliveira I, 120. El Tipo II tiene algunas variantes notables. Tipo IIA, con elementos A, B, C, D3 (como en el Tipo I), y alguna vez una variante de F. Este tipo se halla en dos versiones africanas de nuestra bibliografía: Bleek 11, con elementos A, B, C, D3, y un elemento nuevo (el ave se escapa, pero no sin haber recibido fuertes golpes en el cuello que se lo dejan torcido para siempre); Jacottet 36-40, con elementos A, B, C, D3, F6. Tipo IIB, con elementos A, B, C, D6, F4. Hay tres versiones de este tipo, una finlandesa y dos africanas: Dähnhardt IV, 28o-281; FL XL, 229-230, con una variante de F en vez de F4; Schreck 189. Tipo IIC, con elementos A, B, C, D, F5. Hay una versión africana: Rivière 145-147. Tipo IID, con elementos A, B, C (una zorra es la que aconseja a la paloma, y cuando el lobo la encuentra le dice que se la va a comer), y variante de F5 (le dice la zorra al lobo que va a bañarse y se escapa). Hay una versión hispánica: Curiel Merchán 154-155. Tipo IIE, con elementos A, B, C, D, G2. Hay una versión africana: Brownlee 32-41. Cuando las primeras versiones del Tipo I del Calila y Dimna entraron en la tradición literaria y popular de Europa, existían ya en la tradición europea cuentos populares que contenían algunos de sus elementos. Estos elementos son en realidad cuentecillos que documentan motivos folklóricos muy antiguos y muy generales que relatan la captura de un ave por un lobo o por una zorra por engaño y su muerte o escape por engaño también ; la última parte de nuestros Tipos I y II. Las versiones del Tipo D1, F1 de Reinardus IV, 887-1044 y de Marie de France 60, son del siglo XII. Después se hallan en numerosas versiones, entre ellas Isopo, Extravagantes 3. El Tipo D, F3 es también del siglo XII, Barbazan-Méon III, 53-55, por ejemplo.
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
La relación de estos y otros cuentecillos semejantes, muy numerosos en la tradición medieval y moderna, con nuestros Tipos I y II del Calila y Dimna y de la tradición hispánica moderna, es muy difícil de establecer. Aun la relación directa de unos con otros de los que contienen solamente elementos D, E, F, G, H y sus numerosas variantes, no es siempre segura. Otro problema más importante todavía es la historia del desarrollo del Tipo II hispánico en su forma perfecta. Este tipo y estas variantes hispánicas han sido desconocidas por los que hasta ahora han estudiado estos cuentos. El tipo es un desarrollo nuevo y extraordinario del Tipo I del Calila y Dimna. El elemento nuevo del escape del ave por engaño ha sido sacado de alguno de los cuentecillos arriba citados que contienen solamente dos, tres o cuatro de los elementos D, E, F, G, H o variantes, algunos de los cuales, como ya queda dicho, son más antiguos que las primeras versiones europeas del Calila y Dimna. Estudiemos brevemente estos cuentecillos. Podemos dividirlos en tres grupos principales. Grupo Primero. Los cuentecillos de este grupo llevan elementos D1, D2, D4, H. La zorra coge un ave por engaño y luego se la come. Es el cuento moralizador del animal inocente o descuidado que se deja engañar por las astucias de la zorra. Algunas versiones notables de este grupo son las siguientes: Dähnhardt IV, 283-284 (con elementos D3, H); Graff 26 (dos versiones, D3, H), 29 (D4, H), 43 (D1, H); Haltrich, Volkskunde 20 (D4, H); Johannes de Capua IV, 4 (D4, F1); Lucanor 12 (D2, H); MPhil IV, 44 (D1, H); Roman de Renart Va, 759-762 (D4, H); Speculum Sapientiae II, 15 (D4, H); Voigt 144-145 (D4, H). Grupo Segundo. Los cuentos de este grupo llevan uno de elementos A4, D, D1, D4, y elemento G, escape del ave ya cogida por el lobo mediante la ayuda de un animal amigo, generalmente un perro. Algunas versiones de este grupo son las siguientes: Gerber 19 (D4, G), variante de 19 (D, G), 20 (D4, G), variante de 20 (D1, G), 21 (D4, G); Gubernatis II, 137-138 (D4, G); Halliwell 61 (A4, G); Halm 225 (A4, G); Roman de Renart XVII, 1013-1397 (D6, G); Romania XXVII, 252 (A2, G); ZFDA V, 406 (D, G). A este grupo pertenece el Tipo I de Cuentos 225, ya estudiado, y los otros tipos con él relacionados. Véase nuestro estudio de Cuentos 225. Grupo Tercero. Este es el grupo más importante de estos cuentecillos. En éstos, el ave cogida por engaño se escapa por
engaño también. Contiene por consiguiente, el fin de nuestro Tipo II de Cuentos 251 Hay en la tradición de Europa tres tipos importantes de este grupo, que clasificaremos según los elementos que contienen, como los de los dos primeros grupos. Tipo D1, F1. Este es el famoso cuento medieval de la zorra que coge a un gallo por engaño, halagándole y haciéndole cantar o dormir con los ojos cerrados, pero que pierde su presa cuando el gallo engaña a la zorra y la hace abrir la boca para regañar a los vecinos y decirles que el gallo es muy suyo. Las versiones son muy numerosas. Las de nuestra bibliografía son las siguientes: Ademar 301; Aesop V, 3; Anderson, Novelline 67; Archivio VI, 565-566; Campbell I, 279-280; Canterbury Tales 573-577 (versos 4472-4636); Carnoy, Renart 5253; Cerquand IV, 114; Dryden 249-256; Du Méril 253254; Gerhard von Minden 112; Gerhard von Minden, Niederdeutsche II, 46; Graff 28, 29, 42; Grimm, Reinhart 25-31 (versos 11-176); Grimm-Schneller 345; Hans Sachs FS VI, 157-158; Henryson II, 30-47; Hervieux II, 274, 308, 598-599, V, 371-372; Isopo A, Extravagantes 3; Isopo 1, Extravagantes 3; Isopo 2, Extravagantes 3; Isopo 3, V, 3; Krauss I, 14; Laport 61; Marie de France 60; Meyer 6, 61; Meyrac 451; Montanus 17; MPhil IV, 44; Petersen 2-6, 33, 47-63 (= Canterbury Tales, arriba citado); Pfeffel I, 176; Radin-Espinosa 77; Ramler VI, 51; Reinardus IV, 8771044 mediados del siglo XII); Rolland I, 148-149; Roman de Renart II, 276-468; Romulus, Appendix 45; RTP V, 439, X, 293-294; Steinhöwel V, 83; Wallonia II, 100-101. Variante del tipo, con elementos D, F1: Bladé III, 119; Campbell III, 63; Di Lulio 257; MasonEspinosa PRF V, 48; Meyrac 451-452; Roman de Renart XVII, 1070-1203; RTP X, 32, 95; Samaniego VI, 4; Sébillot, Folklore III, 60. Tipo D, F. Este es el tipo del fin de Cuentos 258. Las versiones son también muy numerosas: Braga 243; Cuentos 259; Cerquand IV, 138; Du Méril 137-138; Gerber 67; Gerhard von Minden 165-167; Graff 43 (dos versiones); Grimm, Reinhart 420; Peterson 29; Roman de Renart XVI, 507-605; RTP IV, 103 (dos versiones, una árabe, la otra de Madagascar); Schreck 194, 211; Sudre 285; Tour du Monde 214; Vasconcellos, Estudos II, 319-320. Variante del tipo, con elementos D, F2: Chauvin II, 199; Graff 43; Parsons, Cape Verde I, 100; Roman de Renart XIV, 164-170. Variante del tipo, con elementos D1, F:
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Fallersleben 7; Hervieux II, 142; Peterson 22; Phaedrus, Dressler, Appendix II, 12; Sébillot, Joyeuses Histoires 227. Tipo D o D1, F3. Este tipo es uno de los más populares de Europa. El ave cogida por el lobo le dice a éste que antes de comérsela debe lavarse o rezar. Cuando el lobo va a seguir su consejo, el ave se escapa y se burla de él. Las versiones de nuestra bibliografía que pertenecen a este tipo son las siguientes: Barbazan-Méon III, 53-55; Beckwith 12b, 59b (tigre y cabra en la primera versión, zorra y conejo en la segunda); Bleek 12; Campbell I, 17a; Dähnhardt III, 237, 238 (dos versiones); FFC LXVI, 227A; Graff 41-43 (diez versiones); Harris 2, 146-154; Jahn 263; Jekyll 77-78; Jones 109-110; Krauss I, 14; Laport 61B; Meinhoff, Nama 15; Mélusine X, 12; Meyer 6 (seis versiones); Meyrac 451; Petersen 22 (cinco versiones); Ramler III, 266-271; Roman de Renart XVI, 560-590; RTP III, 98; Schleicher 100; Sudre 285; Waldis, Esopus IV, 88; ZRPh XV, 265. Variante del tipo, con elementos D2 ó D3, F3: Laport 61C; Montanus 17; Petersen 22 (dos versiones); Rolland 1, 148. Otros tipos de cuentos relacionados con estos cuentecillos son los siguientes: El cuento de la paz entre los animases, citado ya entre los del Grupo Primero, Cuentos 225, Aarne-Thompson 62, Marie de France 61, Isopo A, III, 8, y otras muchas versiones. Véase nuestro estudio de Cuentos 225. El cuento del cuervo que deja caer el queso cuando la zorra le halaga para que cante, Aarne-Thompson 57, Halm 204, Isopo A, I, 8, etc., Romulus I, 8, y otras muchas versiones. Otros tipos semejantes han sido estudiados en nuestro estudio de Cuentos 225. Pata más detalles sobre estos cuentecillos de los Grupos Primero, Segundo y Tercero de tradición europea medieval y algunos de origen oriental, véase particularmente AarneThompson 6, 56, III, 122; Aarne FM 6; Aesop I, 232-234, 253; Basset 146-147; Benfey, Panchatantra I, 309-310, 609-610; Bolte Polívka II, 207-209; Chauvin II, 200; Dähnhardt III, 237-238, IV, 279-284; Graff 25-47; MPhil IV, 39-65; Petersen (todo el libro); Sudre 273-294; y las citas de Thompson de nuestra bibliografía. La historia del desarrollo de nuestros tipos es tal vez la siguiente: El Tipo I, el cuento arábigo-europeo del Calila y Dimna, es el primitivo y fundamental, es arquetipo oriental, cuya primera forma conocida aparece en las versiones del Calila y Dimna. Cuando las versiones del Calila y Dimna entraron
en la tradición de Europa, existían ya en Europa versiones de los cuentecillos de los Tipos D, H, y variantes, y D, G, y variantes, y sobre todo, numerosas versiones de los Tipos D1, F1 ó variantes D1, F y D, F. Apenas apareció en Europa el Tipo I se formó el nuevo Tipo II, derivado de él, con el nuevo elemento F o variante, el tipo por excelencia de la tradición hispánica, Cuentos 258 y las otras versiones hispánicas ya citadas. En España no echó raíces el arquetipo primitivo, el Tipo I. Los cuentecillos de origen antiguo, anteriores en algunos casos a la formación del Tipo I, como ya queda dicho, se hallan en la tradición de Europa por todas partes. Cuentos 259 es precisamente uno de éstos, o bien una versión fragmentaria. Es en realidad la segunda o última parte del Tipo II, Cuentos 258.
260. El gallo, el burro y el asno Nuestra versión toledana pertenece a un grupo de cuentos en los cuales el gallo u otro animal les mete mal a sus compañeros, aconsejándoles que no trabajen para el amo. El animal enredador y entrometido es castigado o lo matan. Las únicas versiones que yo conozco semejantes a la nuestra son la india mejicana de JAFL XXXIII, 13, seguramente de origen español, y la valona de Wallonia V, 159. En la versión mejicana un cerdo le mete mal al asno, diciéndole que trabaja mucho y está muy flaco, mientras que él, el cerdo, nunca trabaja y está muy gordo de tanto comer. El asno se ríe del cerdo y le dice que los amos lo van a matar para una boda. Entonces el cerdo no come y enflaquece; pero los amos lo matan para la boda de todas maneras. En la versión valona un caballo aconseja al asno que se haga el enfermo para que el amo no lo lleve a trabajar en el campo. El asno sigue su consejo, y entonces el amo se lleva al caballo a trabajar. Vuelve el caballo de trabajar y le dice al asno que si se hace el enfermo el amo lo matará. El asno vuelve al trabajo. En nuestra versión toledana el amo conoce el lenguaje de los animales, se da cuenta de los enredos y pregunta quién ha sido el enredador y entremetido. Responden el asno y el buey que ha sido el gallo, y el amo mata al gallo y se lo come. Véase también nuestro estudio de Cuentos 263 y AarneThompson 670, el cuento del hombre que entendía el lenguaje de los animales, tipos indirectamente relacionados con el nuestro en algunos de sus elementos fundamentales. El tipo de Aarne-Thompson 670 y variantes son muy populares en la tradición de Europa. Citaré aquí solamente
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
las siguientes versiones: FL XXXVIII, 202-204; MasonEspinosa PRF V, 57, 58; Parsons, Cape Verde I, 42; Wallonia IV, 113, 115. Véase además Bolte-Polívka I, 131-134.
261. El león y el hombre 262. El oso y el hombre BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia 170; Espinosa, Castilla 42, 43; Isopo A, Extravagantes 16, Aviano 13; Isopo 1, Extravagantes 16, Aviano 16; Isopo 2, V, 16, VI, 13.—Españolas de América: JAFL XXVIII, 304-398, XLV, 299-300; Laval, Cuentos 20; Mason-Espinosa PRF V, 72; Montenegro 63-66; Radin-Espinosa 67; Rael 397, 398, 399, 400.— Portuguesa: Cardoso-Pinto 215-216.—Catalanas: Isopo 3, V, 18, VII, 13.—Francesas: RTP XIX, 97-98; Sébillot, Landes 26.—Bretona: RTP XXX, 50-51.—Belgas, flamencas y valonas: Folklore Brabançon III, 135; Laport 157, y variante; Wallonia I, 186-189.—Rumana: Gaster 104.—Latinas: Avianus 17; Babrius, Aesopus 1; Dialogus Creaturarum 86; Hervieux III, 339-340, 359, 410-411, 437-438, V, 377-378; Steinhöwel L, 96, 127.—Alemanas: Bolte-Polívka II, 97; Boner 3; Curtze 33; Firmenisch II, 94; 693-694; Grimm 72; Haltrich 86; Haltrich, Volkskunde 29; Hans Sachs V, 276; Keller, Erzählungen 520; Kuhn II, 22; Pauli 18-20; Steinhöwel A, 182a, 212b; Waldis, Esopus II, 2; Wendunmuth VII, 97.—Inglesas: Aesop V, 16, Avian 13.—Rusa: Krauss I, 12.—Griega: Halm 403.—Berberisca: FL XXXV, 83-84.—Africanas: Bleek 23; Frobenius III, 14, IV, 10.—Africanas de Norteamérica: Beckwith 62; Fauset I, 38; Harris 2, 7, 57.—India de Norteamérica: JAFL XXX, 474-475.—Tibetana: Bolte-Polívka II, 10.—Clasificación y estudios especiales: Aarne, Estnische Märchen 157; Aarne FM 157; Aarne-Thompson 157; Beckwith 262; Benfey, Panchatantra I, 184; Boggs 157; Bolte-Polívka II, 96-100; Chauvin II, 86; FFC III, 157, XXXIII, 157, LX, 157, LXVI, 157, LXXVIII, 157, LXXXI, 157; Gaster 308-309; Grimm, Reinhart ccxvi; Hackman 157; Haltrich, Volkskunde 515516; La Fontaine III, página 231; Laport 157; Meyer 157; Sébillot, Folklore III, 63; Thompson ENAI II, 439; ZVFV VI, 158; Thompson J17. Los cuentos que tratan del león u otro animal vencido por el hombre son muy numerosos y pertenecen a tipos muy diversos. Las versiones de nuestra bibliografía, unas setenta y dos, pertenecen todas a un mismo tema. Entre unas y otras contienen los siguientes elementos fundamentales:
A. El león, oso, u otro animal, se las echa de valiente y declara que es más fuerte de todos los animales. La zorra u otro animal que le acompaña declara que mucho más fuerte es el hombre, y el león se marcha en busca de él. A1. El león u otro animal, algunas veces acompañado de la zorra, se marcha en busca del hombre para luchar con él. A2. El león aconseja a su hijo que no se encuentre con el hombre, a quien nunca podrá vencer. En algunas versiones que llevan este elemento se trata de dos leoncitos que reciben consejos del león. Uno obedece los consejos de su padre, el otro no. A3. El león, cogido en una trampa y apaleado por el hombre, aconseja a su hijo que no se meta con el hombre. El leoncito no obedece y se marcha en busca del hombre, el cual le engaña y le coge en otra trampa. En algunas versiones el leoncito se marcha en busca del hombre para vengar la muerte de su padre, a pesar de los consejos contrarios de su madre. B. Se encuentra el león con un muchacho y le pregunta si él es el hombre. El muchacho responde que no es el hombre, pero que espera serlo algún día. Se encuentra entonces el león con un viejecito y le hace la misma pregunta. Responde el viejecito que ha sido hombre, pero que ya no lo es. B1. Ídem. La zorra, que acompaña al león, es la que contesta a las preguntas del león. B2. El león se encuentra con un zapatero, un sastre, u otro hombre cobarde. Cada uno de ellos declara que no es el hombre. B3. Se encuentra el león con un buey, un caballo, un asno u otro animal, y cada uno de ellos declara que no es el hombre la causa de todos sus males. B4. Buscando al hombre, el león encuentra y mata una cabra u otro animal. Creyendo que es el hombre, se lo muestra a los otros animales. Le declaran ellos que no ha matado a un hombre, sino a una cabra. C. El león se encuentra con un cazador, un soldado, u otra persona, que le hiere, algunas veces mortalmente, con una bala de su escopeta, con sus flechas, con su cuchillo, o de otra manera. C1. Un cazador hace huir a todos los animales, excepto al león, al cual hiere con una bala de su escopeta. En algunas versiones no sabe el león quién le ha herido. Ni le ha visto siquiera. C2. Cuando se acerca a la trampa que un cazador le ha puesto para cogerlo, un león sigue el consejo de su padre y huye. El otro desobedece y es cogido en la trampa (Véase elemento A2.) C3. El león desafía a un leñador a pelear. El leñador le engaña y le coge de las patas en la cuña de un árbol.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
C4. Ídem. El hombre vence al león, engañándole de varias maneras. D. El león herido huye y se encuentra con la zorra o con su padre o madre, y confiesa que el hombre es más fuerte que él. D1. Ídem. Cuenta el león vencido su derrota de una manera fantástica. «Me han tirado un pedo y me han atontado», «Se ha sacado un pelo del culo y me ha acribillado» Etc. (Véase también elemento F de Cuentos 255). D2. La zorra, el padre o la madre del león, u otro animal, encuentra al león mortalmente herido y le pregunta quién le ha herido. Contesta el león que tal vez el hombre, pero que él no le ha visto, (Véase elemento C1). D3. El león muere de sus heridas, arrepentido de no haber seguido los Consejos de sus padres o de sus compañeros. De las setenta y dos versiones de nuestra bibliografía podemos establecer tres tipos fundamentales, cada uno de ellos con algunas variantes notables. Tipo I, los elementos A o A1, C o C1 y D o D1 ó D2. Este es el tipo más sencillo, el más antiguo en la tradición literaria y tal vez el arquetipo primitivo de todos los tipos del león se las hecha de valiente, desafía al hombre a pescar, es herido por él, y huye despavorido a confesar que el hombre es superior a él, o a declarar que ni siquiera sabe quién le ha herido. Pertenecen al Tipo I dieciocho versiones de nuestra bibliografía, catorce esópicas antiguas y medievales, dos africanas y una alemana medieval: Aesop, Avian 13; Avianus 17; Bleek 23; Boner 3; Hans Sachs V, 276; Harris 2, 57; Hervieux III, 339-340, 359, 410-411, 437-438, V, 377-378; Isopo A, Aviano 13; Isopo 1, Aviano 13; Isopo 2, VI, 13; Isopo 3, VII, 13; Steinhöwel L 127, A, 212b; Wendunmuth VII, 97. Tipo IA, con elementos C o C1, D o D1. En esta variante del Tipo I falta el elemento preliminar des león que se las echa de valiente con sus compañeros. Puede ser un desarrollo posterior al Tipo I, con el principio olvidado, pero se halla en versiones tan antiguas como las del Tipo I, y puede ser la fuente de él. Pertenecen al Tipo IA cuatro versiones de nuestra bibliografía, tres versiones esópicas antiguas y medievales y una versión alemana moderna: Babrius, Aesopus 1; Bolte-Polívka II, 97 (Rollenhagen); Halm 403; Waldis, Esopus II, 2. Tipo II, con elementos A3, B3, C4, D3. Este es el tipo mejor conocido en la literatura esópica de la Edad Media,
el cuento del leoncito que desobedece los consejos de su padre, busca al hombre para luchar con él, se deja engañar por el hombre y muere apaleado por él. Se halla este tipo en siete de nuestras versiones, pero muchas más se pueden encontrar en los Esopos medievales y modernos: Aesop V, 16; Isopo A, Extravagantes 16; Isopo 1, Extravagantes 16; Isopo 2, V, 16; Isopo 3, V, 18; Steinhöwel L, 96, A, 182a. Tipo IIA, con elementos A o A2, B3, C3, D o D3. Pertenecen a esta notable variante del Tipo II siete versiones, cuatro hispánicas, una alemana, una africana de la América del Norte y una argelina: Harris 2, 7; FL XXXV, 83-84; JAFL XXVIII, 394-398, XLV, 299-300; Pauli 18; Radin-Espinosa 67; Rael 398. Variante del Tipo IIA, con elementos A2, B3, C, D3: Fauset I, 39. Tipo IIB, con elementos A o A2, B4, C o C3, D. Pertenecen a este tipo dos versiones africanas: Beckwith 62; Frobenius III, 14. Tipo IIC, con elementos A2, C2, D o D3. En esta variante del Tipo II figuran dos leoncitos. Uno de ellos obedece los consejos de su padre, el otro no. Pertenecen a este tipo dos versiones, una latina, la otra alemana: Dialogus Creaturarum 86; Pauli 20. Variante del Tipo IIC, con elementos A2, variante de C2, variante de D3, una versión tibetana: Bolte-Polívka II, 100. Tipo IID, con elementos A, C4, y otros ajenos a nuestro cuento, una versión africana: Frobenius IV, 10. Tipo III, con elementos A ó A1 ó A2, B o B1 ó B2, C, D ó D1. Este es el tipo más popular de la tradición moderna. Es claramente un desarrollo del Tipo I, diferenciándose de él solamente por la presencia de los nuevos elementos B y variantes, que encontramos también en las versiones del Tipo II. Pertenecen al Tipo III veinticuatro versiones de nuestra bibliografía, el 33% de todas, once versiones hispánicas, seis alemanas, cuatro francesas y una eslava, flamenca y judía, respectivamente: Ampudia 170; Cardoso-Pinto 215-216; Cuentos 261, 262; Espinosa, Castilla 42, 43; Firmenisch II, 94; Folklore Brabançon III, 135; Gaster 103; Grimm 72; Haltrich, Volkskunde 29; Keller, Erzählungen 520-522; Krauss I, 12; Kuhn II, 22; Laval, Cuentos 20; Mason-Espinosa PRF V, 72; Montenegro 63-66; Rael 399, 400; RTP XIX, 97-98, XXX, 50-51; Sébillot, Landes 26; Wallonia I, 186-189. Tipo IIIA, con elementos A o A1, B o B1, C, D3. Pertenecen a esta variante del Tipo III cinco versiones, dos flamencas, y una alemana, india de la América del Norte
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
y española de Nuevo Méjico, respectivamente Firmenisch II, 693-694; Laport 157 y variante; Rael 397; JAFL XXX, 474-475. Volvamos nuestra atención a las versiones hispánicas. Son estas veinticuatro, es 33% de todas las de nuestra bibliografía, veintiuna españolas de España y América, dos catalanas y una portuguesa. Pertenecen nuestras versiones hispánicas a los tipos siguientes: Al Tipo I, el arquetipo esópico primitivo, pertenecen cuatro versiones de los Isopos, y al Tipo II pertenecen otras cuatro de los Esopos. Todas estas versiones son literarias, tres españolas y una catalana de cada tipo, y son idénticas a las de los otros grupos de Europa. Al Tipo IIA, notable ejemplo de una versión literaria medieval popularizada en la tradición moderna, pertenecen cuatro versiones hispánicas, la mitad de todas las del tipo, las cuatro españolas de Ampudia: JAFL XXVIII, 394-398, XLV, 299-300; Radin-Espinosa 67; Rael 398. Al Tipo III, el tipo popular por excelencia de la tradición moderna, 33% de todas las versiones, pertenecen once versiones hispánicas, 46% de todas las del tipo y 46% de todas las hispánicas. Cinco versiones españolas peninsulares: Ampudia 170; nuestras dos versiones de Cuentos 261, 262; Espinosa, Castilla 42, 43. Cinco versiones españolas de América: Laval, Cuentos 20; Mason-Espinosa PM V, 72; Montenegro 63-66; Rael 399, 400. Una versión portuguesa: Cardoso-Pinto 215-216. Al Tipo IIIA pertenece una versión nuevomejicana: Rael 397. Para más detalles sobre los orígenes y difusión de estos cuentos en la tradición de Europa, y sobre todo en su relación con otros tipos con ellos relacionados, véase Bolte-Polívka II, 96-100, Meyer 157 y Sébillot III, 63. De tipo muy diferente es el cuento oriental y europeo del mono cogido en la cuña de un árbol y apaleado por un hombre. Para este tipo véase Chauvin 11, 86, y Panchatantra, Lancereau 358. Para otros tipos, véase Chauvin II, 116, Benfey, Panchatantra I, 184, ZDMG XII, 152, ZFV VI, 152. El bien conocido cuento literario del león que se encuentra con un cuadro o una estatua de un león vencido por un hombre, y que declara que sería muy diferente si el artífice hubiera sido un león en vez de un hombre, popularísimo en la literatura esópica antigua y medieval, no tiene relación directa con nuestros cuentos. Véase, por ejemplo: Ademar 52; Corrozet 92; Halm 63; La Fontaine III, 10, y la bibliografía citada por Regnier; Marie de France
37; Romulus IV, 17; Voltaire X, 141-148; Wendunmuth I, 80; las numerosas versiones latinas citadas por Hervieux en tomos II y III; Thompson J1454.
263. Oír, ver y callar BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia 37; Libro de los Engaños 30-31.—Portuguesa: Athaide Oliveira II, 346.—Portuguesa de Brasil: Magalhães 259.—Italiana: Bertoldo 67.—Francesas: Mélusine X, 270-271; Romans sept sages P, 31-33; Ystoire sept sages P, 92-97; Violier des Histoires 66.—Latinas: Catalogue of Romances III, 206; Dialogus Creaturarum 21; Gesta Romanorum 68; Gesta Romanorum D, 182.—Alemana: Pauli 9.—India: FLJ I, 142-145.—Clasificación: Thompson A2237.1, B131.3, J551.1. Esta versión burgalesa del cuento de los tres gallos y la mujer adúltera es un ejemplo extraordinario de un cuento literario de la Edad Media que se ha hecho popular en la tradición hispánica. Yo conozco solamente otra versión moderna, la portuguesa de Brasil de Magalhães 259, pero hay muchos ejemplos de los últimos versos en la tradición hispánica moderna, empleados en circunstancias semejantes. Nuestra versión burgalesa 263 y la brasileña de Magalhães son tan semejantes en todos sus detalles a las versiones latinas que conocemos de la Gesta Romanorum y otras fuentes posteriores, que su origen de éstas es absolutamente seguro. En las versiones de la Gesta Romanorum y en las posteriores de ellas derivadas, la mujer adúltera y su enamorado no entienden los cantos de los gallos. Una criada sirve de intérprete. Este detalle no lo encontramos en nuestras dos versiones modernas. Hay otra diferencia notable. En la versión burgalesa los tres gallos repiten sus acusaciones dos noches seguidas, y la adúltera, creyendo que uno solo ha cantado, mata uno cada noche. En la versión brasileña, un gallo distinto canta las acusaciones la primera y segunda noches, como en las versiones latinas. En ambas versiones, el gallo que ha quedado vivo, viendo lo que les ha pasado a sus compañeros, decide ser prudente, y canta los versos, «Quien en este mundo ha de gozar —oír, ver y callar», que son en realidad una traducción libre de los versos latinos de las versiones de la Gesta Romanorum y otras medievales, «Audi, vide, tace, si vis vivere in pace». Las versiones latinas más bien conocidas y las más antiguas que conocemos con las de la Gesta Romanorum. En su estudio de la Gesta Romanorum el erudito alemán
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Wilhelm Dick documenta solamente en textos latinos de los siglos XIV-XV, unas treinta y tres versiones de nuestro cuento, todas de manuscritos de la Gesta Romanorum. Documenta también algunas versiones en traducciones alemanas, inglesas, etc. Una de las más antiguas, de mediados del siglo XIV, es la de su propio texto, Gesta Romanorum D, 182. Los cantos de los gallos en versos están citados en inglés antiguo además de latín, como en todas las versiones de la Gesta Romanorum, lo cual parece indicar autor inglés para toda la Gesta. Esto no quiere decir, sin embargo, que los cuentos de la Gesta sean de origen inglés. La versión de Gesta Romanorum D, 182, es la siguiente: Gordianus regnauit potens valde, in cuius regno erat quidam miles generosus, qui pulchram vxorem habebat, que sub eo adulterata est. Accidit semel, quod maritus eius ad peregrinandum perrexit. Illa veto statim amasium vocauit. Habebatque domina illa vnam ancillam, que miro modo cantus auium intellexit. Cmo veto amasius intraret, erant tune in curia III galli. Circa mediam autem noctem cum domina cum amasio jaceret, primus gallus cantare cepit. Domina cum hec audisset, [ait ancille]: «Dic, michi, karissima, quid dicit gallus in cantu suo?» Illa respindit: «Gallus dicit in canto suo, quod tu facis iniuriam domino tuo. Anglicis verbis:
Domina hec audiens dixit ancille sue: «Occidatur gallus ille!» Et sic factum est. Tempore debito post hec secundus gallus cantauit. Ait domina ancille: «Quid dicit gallus un canto suo?» Ait ancilla: «Sic dicit: ‘Socius meus occisus est pro veritate, et ego paratus sum mori pro eius amore’. Anglicis verbis: My fallau for ys soze-sau Hayt ylor is lyf an lyt ful lau.» Ait dotnina «Occidatur et gallus ille!» Et sic factum est. Cito post hec tercius gallus cantauit. Domina cum hoc audisset, dixii ancille: «Et quid dicit gallus ille?» Respondit:
Anglicis verbis: Yr and se an dolye stylle, Chiff you woylt af yi pese al yi wyl!»
Audi, vide, tace, si vis viuere in pace! Ait domina: Non occidatur gallus iste. Et sic factum est. La versión de Violier de Histoires, antigua traducción francesa de la Gesta Romanorum 66, es también el mismo cuento. Los últimos versos, los del gallo prudente, son los siguientes:
Ye koc seyt in yr sang, Yat you doyst yi usban wrang.»
«Audi, vide, tace, si tu vis viuere in pace!
La versión más bien conocida, la de Oesterley, Gesta Romanorum 68, es fundamentalmente idéntica: Gordianus regnavit, un cujus regno erat quidam miles generosus, qui pulchram uxorem habebat, que sub viro sepius erat adulterata. Accidit semel, quod maritus ad peregrinandum perrexit, illa vero in continenti vocabit amasium suum. Domina illa quandam ancillam habebat, que cantus avium intellexit; cum vero amasius veniret, erant tunc temporis tres galli in curia. Media nocte cum amasius juxta dominam jacuisset, primus gallus cantare cepit. Domina cum hoc audisset, ait ancille: Dic, michi, carissima, quid dicit gallus in cantu? Illa respondit: Gallus dicit in cantu suo, quod tu facis injuriam domino tuo. Ait domina: Occidatur gallus iste! Et sic factum est. Tempore debito post hec secundus gallus cantavit; ait domina ancille: Quid dicit gallus in cantu suo? Ait ancilla: Socius meus mortuus est pro veritate. Ait domina: Occidatur gallus! Et sic factum est. Post hec tercius gallus cantavit! Domina cum audisset, dixit ancille: Quid dicit gallus in cantu suo? Illa respondit:
Entendez, voys et te tais, si tu veulx vivre Lejourd’huy, sans la mort, en paix. De las versiones posteriores a las de la Gesta Romanorum, la mejor es la de Dialogus Creaturarum 21. Esta versión es ya algo diferente de las de la Gesta Romanorum y se acerca más a las versiones hispánicas modernas. El protagonista acusado por los gallos es un criado deshonesto y la adúltera no está mencionada. El criado mismo entiende los cantos de los gallos y hace matar a los dos primeros. Termina el cuento de la misma manera que los anteriores y con los mismos versos: Quidam paterfamilias habebat tres gallos in curia sua et domo, in quo habitabat inter alios servus quidam inhonestam vitam ducens. Quod considerantes galli, unos ex iis cantavit dicens: tale opus operatur in hoc, quod non placebit domino nostro. Hoc autem audiens inhonestus dixit: hic gallus non debet vivere, et fecit eum occidi. Altera autem die alius levabit vocem suam et cantavit dicens: pro
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
dicendo veritatem frater noster est jugulatus. Protinus malefactor ipsum intremit. Tertius autem sapiens fuit, ideoque cantare coepit et dicere: Audi, vide, tace, si tu vis vivere in pace. Propter quod in vita servatur. La versión alemana del siglo XVI de Pauli 9 es muy breve, pero fundamentalmente idéntica a las de la Gesta Romanorum. Para otras versiones de la Edad Media, véase Oesterley, Gesta Romanorum 68, bibliografía correspondiente, y Catalogue of Romances III, 206. En la tradición moderna de India hallamos un cuento muy semejante, documentado en FLJ I, 142-145: Una princesa es infiel a su marido durante su ausencia. Uno de dos loros que tienen en la casa acusa a la princesa de su infidelidad y los amantes lo matan. El otro loro se escapa y va a buscar a su amo para contarle todo. Sus palabras son casi idénticas a las del segundo gallo de nuestro cuento: «Al que dijo la verdad lo mataron, amo mío». Vuelve el marido a su casa y se venga, dándoles muerte a la princesa y al traidor. El cuento de la pega que acusa a la adúltera, pero en el cual es marido cree en las palabras falsas de la adúltera y mata a la pega acusadora, se halla en el Sendebar. Se halla en siete versiones antiguas del Sendebar, entre ellas la del Libro de los Engaños 30-31. Véase Historia septem sapientum I, notas de Hilka en páginas 6-8, Roman septe sages P, 31-33, Ystoire sept sages P, 92-97, etc. Las otras versiones de nuestra bibliografía, Ampudia 37, Athaide Oliveira I l, 46, Mélusine X, 270-271, tienen algunos elementos de nuestro cuento, pero pertenecen a tipos muy diferentes. Para otros casos análogos de gallos que acusan a las mujeres adúlteras, véase Thompson A2237.1. Las últimas palabras del canto del gallo prudente de nuestro cuento son proverbiales en la literatura popular. En la tradición española la frase proverbial, Oír, ver y callar, es en realidad un refrán que se halla ya en el Diccionario de autoridades y en los diccionarios modernos. Indica que no debe uno meterse en lo que no le importa. En la tradición de Europa encontramos a menudo las palabras de todo el canto del tercer gallo de nuestro cuento, citadas proverbialmente en circunstancias análogas a las de nuestro cuento, pero en cuentos de tipos muy diferentes, por ejemplo en Bertoldo (Oír, ver y callar, quien del mundo ha de gozar), y en Ampudia 37 (El que de este mundo ha de gozar, tiene que oír, ver y callar). Sin duda podrían recogerse de la tradición oral y literaria otros muchos ejemplos. El gallo castigado (matado las más veces) por entremetido y enredador se halla en otros muchos cuentos. Véase Cuentos 260, ya estudiado, Aarne-Thompson 670, y Thompson B131.3, J551.1.
264. Un bien con un mal se paga BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia 50, 171, página 134 (se citan cuatro versiones); Blasco Ibáñez, Cañas y barro 19-21; Espinosa, Castilla 41; Folklore Andaluz 319-320; Isopa A, I, 10, Extravagantes 4, 8; Isopo 1, I, 10, Extravagantes 4, 8; Isopo 1, I, 10, Extravagantes 4, 8; Libro de Buen Amor 1348-1353; Libro de los Enxemplos 2, 246; Samaniego II, 7.—Españolas de América: Andrade 259; Antología folklórica argentina 82-83; Espinosa VII, 19; JAFL XXV, 209-210, 247, XXVIII, 392-393, XXXI, 552-553, XL, 139-140, XLVIII, 121-124; Jiménez Borja 13; Laval, Carahue 18; Mason-Espinosa PRF V, 32, 56, 75; México Antiguo I, 295-303; Montenegro 113-117; Radin-Espinosa 86; Rael 386, 387; RCHG LXII, 227-229; Wheeler 195, 196, 197, 198.—Portuguesas: Athaide Oliveira II, 320; Isopo 4, I, 10; RL IV, 185-186.—Portuguesa de Brasil: Magalhães 192-194.—Catalanas: Alcocer I, 228-230; Isopo 3, I, 10, V, 4, 8.—Italianas: Andrews II; Crane 150-151, 354; Galfredo 10; Gonzenbach 69; MPhil I, 524; Pitré IV, 273, y variante de páginas 168-172; PMLA XXI, 247-252.—Francesas: Barbazan-Méon II, 73-74; Bladé III, 152-155; Cabinet des Fées XVII, 404-408; Cénac-Moncaut 213-215; Deschamps I, 120121; Esope 82; Isopet I, 10; Isopet III, 6; Isopet de Lyon 10; Jacques de Vitry 160; JREL V, 17; La Fontaine XI, 1; La Tradition III, 142; Marie de France 72; MPhil I, 500, 512 (dos versiones); Pilpay 248-254; Romania XXV, 513-516; Ysopet Avionet F, I, 10; Ysopet Avionet L, I, 10.—Flamencas: De Mont y De Cock 69-70 (dos versiones); Goyert-Wolter 196-197.—Rumana: Gaster 112.—Latinas: Ademar II, 65; Babrius II; Catalogue of Romances III, 14, 54; Dialogus Creaturarum 108; Disciplina Clericalis 7; Disciplina Clericalis F, 4; Gualterius 10; Etienne de Bourbon 225; Gesta Romanorum 141, 174; Gesta Romanorum D, 25, 27; Hervieux II, 134, 179, 248, 354, 385-386, 421, 457-458, 478, 625, IV, 285-286, 431; Johannis de Capua D, 139-140; Johannis de Capua H, 199; Krohn MF 40 (Göttinger Romulus); MPhil I, 505, 508, 524; Odonis de Ceritona 59; Phaedrus IV, 19; Romulus I, 10, II, 11; Steinhöwel L, I, 10, Extravagantes 4, 8.—Alemanas: Alberus 48; Birlinger 3, 219; Poner 13, 71; Curtze 3; Firmenisch III, 838; Goethe, Reineke IX, 226316; Haltrich, Volkskunde 64-65; Lessing II, 3; Luther, Tischreden (en La Fontaine III, 359-360); MPhil I, 508, 509 (dos versiones), 510; Steinhöwel A, I, 10, Extravagantes 4, 8; Waldis, Esopus I, 7, IV, 99; Wendunmuth V, 121; Zaunert 341-342.—Danesas: Dasent, Fjeld 110-114;
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Grundtvig-Strodmann II, 245- 249; Krohn MF 44, Dc1, 44, Dc2, 44, Dc3.—Noruegas: Clouston I, 264-265; Folkeminnelag I, 32-33; Krohn MF 44, Db1, 44, Db2.— Suecas: Krohn MF 43, Da1, 44, Da2, 44, Da3; MPhil I, 508.—Holandesa: Reinaert de Vos 4870-5050.—Inglesas: Aesop I, 10, V, 4, 8; Alphabet of Tales 705; Reynard The Fox 93-97.—Inglesas de Norteamérica: Coyote Wisdom 24-27; TFSP XII, 4-7 (de origen español).—Finlandesas: Krohn MF 42, Ab1, 42, Ab2, 42, Ab3, 42, Ac1, 42, Ac2, 42, Ae4, 42, Af1, 42, Af2, 42, Ag1, 42, Ag2, 42, Ah, 42, Aj1, 42, Aj2, 42, Aj3, 42, Aj4, 42-42, Aj5, 43, Aj6, 43, Aj7, 43, Aj8, 43, Aj9, 43, Ak1, 43, Ak3, 43, Al1, 43, Al4, 43, Al5.—Eslavas: Archiv SP I, 279, 6; Coxwell 847-848; Croxall 18; Gerber 28, 29; Hins 72-74; Krohn MF 45, Ha1, 45, Ha2, 45, Ha3; Leskien-Brugman 353-355, 520; MPhil I, 502, 507, 511.—Polacas: Krohn MF 45, Hd1, 45, Hd2.—Húngara: MPhil I, 510.—Magiar: Krohn MF 52.—Griegas y albanesas: Aesopus 141; Clouston I, 263-264; Hahn II, 87; Halm 96, 97, 97b; Krohn MF 46, Ia2; Legrand 187-189.—Turcas: Giese 54; Krohn MF 43, Cb.—Armenia: Benfey, Panchatantra I, 118.—Árabes: Benfey, Panchatantra I, 303; Chauvin II, 192, IX, 18; Krohn MF 46, Lb; MPhil I, 514, 515-516; RTP XV, 37-38.—Arameas y sirias: Cosquin, Études 615; PrymSocin, Syrische 74.—Berberiscas y marroquíes: Basset 140-142 (dos versiones); Basset, Nouvelles 200; Légey 64; Mornand 214-217.—Judías: Gaster, Exempla 441a, 441b; Grünbaum 411; MPhil I, 506-507.—Africanas: Baissac 23; Basset 16-17; Basset, Africa 182-183; Bleek 5, 6; Cardinall 123-124; Cendrars 268-271; Chatelain 18; Ellis, West Africa 220-221; Frobenius IX, 134-137, 385, 386; Harvard African Studies III, 332-333; Kidd 243-246; Krohn MF 47, Oa1; MacDonald II, 346-347; Monteil 53; MPhil I, 502 (tres versiones), 524; Possett 28-29; Renel II, 303-305; Rochemonteix 380-384; RTP I, 137-139, 140141; Tremearne, Head Hunters 327-328; Werner A, 244; Zeltner 81-84; ZVFV IV, 69-70.—Africanas de América: Harris 2, 46; Parsons, Andros 65; South Carolina Folk Tales 18-19.—Africana de la Guayana holandesa: JAFL XXX, 248-250.—Indias: Benfey, Panchatantra I, 113114; Bodding I, 2; Bompas 44; Frere 14; Gubernatis UU, 404; Indian Antiquary XII, 176-177, XXIX, 399401; Jacobs 3, 9; Jataka I, 43; MPhil I, 502; Orient und Occident III, 486-488; Panchatantra III, 5; Panchatantra, Lancereau III, 6; RTP I, 30-32; Skeat 20-21; SteelTemple 12; Steel-Temple, Punjab 107-110; Swynnerton 303-308.—Indias Orientales: Basset, Nouvelles 199; Bezemer 51-71; Bijdragen XLV, 219-220, LXXXIII, 296299, 312-314; Cappelle 330-332; De Vries, Oost Indië
I, 17-18; Parker III, 339-340.—Indias de Sudamérica: Barroso 138-140; Smith 553.—Persas: Chauvin II, 119, 120, FL XL, 230-231; MPhil I, 500, 501, 524; RTP XV, 648-649.—Melanesia: Dixon 197-198.—Clasificación y estudios especiales: Aarne, Estnische Märchen 155; Aarne FM 155; Aarne-Thompson 155; Aesop I, páginas 28, 235, 253; Ampudia, pagina 134; Archiv SNS CIX, 271277; Basset 140-144; Basset, Nouvelles 197-202; Boggs 155, 290; Bolte-Polívka II, 420; Chauvin II, 119, 121, 192, IX, 18; Clouston I, 262-265; Dixon 335, Nota 36; Euphorion IX, 609-611; FFC XXXIII, 155, XLVI, 155, LX, 155, LXVI, 155, LXXVIII, 155, LXXXI, 155; Gaster, Exempla, pagina 268; Gerber 71-72; Germania II, 249, VI, 508; Gonzenbach, página 247; Hackman 155; Hahn II, 492-493; Jacques de Vitry, páginas 200-201; JREL III, 146-147, V, 18; Köhler I, 50, 96, 412-413, 581; Krohn MF 61-65; La Fontaine II, página, 40-43, III, 1-3; MPhil I, 497-524; Panchatantra I, 113-120; PMLA XXI, 275276; Romania XXV, 537-540; RTP XIX, 319; SteelTemple 324; Waldis, Esopus I, 7, IV, 99, Anmerkungen; ZVFV VI, 166-167; Thompson B270, J15, J1172.3, K717, Q261, Q281, W154. Este es uno de los cuentos más populares de la tradición europea y oriental. En nuestra bibliografía hemos reunido unas trescientas diez versiones. Entre unas y otras contienen los siguientes elementos fundamentales: A. Un hombre se encuentra con una víbora casi helada de frío. De lástima, se la lleva a su casa, algunas veces metida en el seno, para calentarla y revivirla. En algunas versiones la víbora está atada a un árbol. A1. Un hombre halla una víbora en medio de un incendio. Por lástima, la saca del fuego. A2. Un hombre halla una víbora u otro animal cogida accidentalmente por una piedra, o su salida de una cueva o de un pozo impedida por una piedra u otro obstáculo. Por lástima, levanta el obstáculo y la víbora se ve libre. A3. Un hombre halla un león, tigre u otro animal, cogido en la cuña de un árbol o en una trampa. Por lástima, lo pone en libertad. A4. Un hombre halla un cocodrilo lejos del agua y casi muerto de sed. Por lástima, lo lleva adonde hay agua, a veces cargando con él. En algunas versiones los dos protagonistas principales del cuento son animales. A5. Para poder pasar un río, una víbora u otro animal se agarra al cuello de otro animal por engaño. A6. Un hombre da de comer a una víbora u otro animal que tiene en su casa o que encuentra por casualidad.
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
A7. Una víbora u otro animal, perseguida por unos cazadores, es protegida por un hombre. A8. Un hombre encuentra una víbora y está para matarla. B. Al verse libre o protegida, la víbora, o cualquiera que sea el animal libertado o protegido, manifiesta su ingratitud, declarando que va a devorar a su bienhechor, que va a comerle el corazón o hígado, o enroscándosele alrededor del cuello para picarle o ahogarlo. B1. La víbora le pica al bienhechor, y algunas veces éste muere envenenado. B2. La víbora de elemento A6 le pica al hijo del bienhechor cuando éste va a darle de comer e impensadamente le da un golpe con un palo, o porque el bienhechor la ha ofendido o maltratado, y el hijo muere envenenado. B3. La víbora se queda en la casa de su bienhechor, amenazándole y echando veneno por todas partes. En algunas versiones trata de envenenar la comida. B4. El hombre echa a la víbora de su casa o la mata. B5. Es hombre trata de matar a la víbora, pero no lo logra. B6. La víbora ahoga a su bienhechor impensadamente, queriendo acariciarle. B7. La víbora arruina al hombre que, después de haberle hecho muy rico, trata de matarla. C. El hombre se queja de la ingratitud de la víbora, y ésta conviene en dejar el asunto al falso de los tres primeros animales que pasen por donde se hallan o que encuentren en el camino. En algunas versiones los tres jueces son dos animales y un árbol. C1. Dejan el asunto al fallo de un solo animal, generalmente la zorra. C2. El juez que falla en favor del bienhechor es un profeta, Salomón o Jesús. C3. Un hombre baja del cielo con una señal maravillosa, y la víbora sale del vientre del bienhechor que se la ha tragado para protegerla. [Véase elemento A7]. C4. El bienhechor le ofrece pollos al animal ingrato. C5. El bienhechor declara que está dispuesto a que la víbora ingrata o el genio malévolo se lo coma, pero que no comprende cómo la víbora o genio haya podido salir de un agujero o lugar tan pequeño. De esta manera engaña al animal ingrato o al genio y le hace meterse otra vez en la trampa. [Este elemento ha sido sacado del cuento del Genio en la botella, Aarne-Thompson 331]. D. Los dos primeros animales de elemento C declaran que «un bien con un mal se paga», y fallan en contra del bienhechor.
D1. El animal tercero, o el único, generalmente la zorra, declara que para dar un fallo justo es menester que la víbora se meta otra vez en el sitio donde estaba cogida, que el león o tigre se meta otra vez en la trampa, que el cocodrilo sea atado y llevado otra vez adonde antes estaba, etc. D2. Los tres jueces fallan en contra del bienhechor. D3. El juez engaña a la víbora de otras maneras para salvar al bienhechor. E. Siguen todos el consejo de elemento D1, y entonces el bienhechor y los jueces dejan al animal ingrato en su trampa. E1. Matan al animal ingrato. E2. Para probar que cabe (elemento C5) el animal ingrato se mete otra vez en la trampa y allí lo dejan. F. El bienhechor promete regalar unos pollos a la zorra de elemento D1, pero, a veces por consejo de su mujer, le mete a la zorra en un saco perros (y gatos) en vez de pollos. G. Los perros corren a la zorra y casi la matan. G1. La zorra recibe una buena paliza en vez de pollos. G2. Los amos de la casa o los perros matan a la zorra. Nuestras trescientas diez versiones se dividen en seis tipos importantes, cuatro de ellos con algunas variantes notables. Tipo I, con elementos A o A1, y uno o dos de elementos B, B1, B3. Este es el tipo greco-oriental primitivo y fundamental y tal vez el más antiguo de todos: Una víbora salvada del frío o del fuego desea envenenar a su bienhechor. Algunas veces el bienhechor muere envenenado. Pertenecen a este tipo cuarenta y cinco de nuestras versiones, todas ellas orientales antiguas, griegas, latinas antiguas y medievales y esópicas de ellas derivadas: Aesop I, 10; Benfey, Panchatantra I, 03; Nober 13; Catalogue of Romances III, 14; Chauvin II, 119, 192; Deschamps I, 120-121; Esope 82; Etienne de Bourbon 225; Gualterius 10; Gubernatis II, 404; Halm 97, 97b; Hervieux II, 179, 354, 385-386, 421, 457-458, 478, IV, 285-286, 431; Isopet I, 10; Isopet III, 6; Isopet de Lyon 10; Isopo A, I, 10; Isopo 1, I, 10; Isopo 2, I, 10; Isopo 3, I, 10; Isopo 4, I, 10; Jacques de Vitry 160; Jataka I, 43; Lessing II, 3; Libro de Buen Amor 1348-1353; MPhil I, 515-516, 524; Odonis de Ceritona 59; Phaedrus IV, 19; Romulus I, 10; RTP I, 140-141; Samaniego II, 7; Steinhöwel A, 10, L, 10; Waldis, Esopus I, 7; Ysopet Avionet F, I, 10; Ysopet Avionet L, I, 10. Tipo IA, con elementos A, B, B4. Esta variante del Tipo I es tal vez tan antigua como el mismo Tipo I. El bienhechor no tolera la ingratitud de la víbora y la echa de casa o la mata.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Pertenecen a este tipo diez versiones, ocho greco-latinas y esópicas medievales, y dos de la tradición oral moderna: Ademar II; Corrozet 7; Croxall 18; Galfredo 10; Hervieux II, 134, 248, 625; FL XL, 230-231; Krohn MF 40 (Göttinger Romulus); Swynnerton 303-308. Tipo IB, con elementos A6, B2, y a veces B5. Esta es la primera variante notable del Tipo I. Es de origen oriental: Una víbora es protegida por un hombre. Su hijo va a darle de comer y la víbora le pica, algunas veces por venganza porque el bienhechor la había pisado, otras veces porque el hijo la maltrata impensadamente. El hijo muere envenenado. Pertenecen a este tipo catorce versiones, dos orientales del Panchatantra y once griegas, latinas medievales y esópicas de ellas derivadas: Aesop V, 8; Aesopus 141; Babrius II; Dialogus Creaturarum 108; Halm 96; Isopo A, Extravagantes 8; Isopo 1, Extravagantes 8; Isopo 2, Extravagantes 8; Isopo 3, V, 8; Libro de los Enxemplos 2; Panchatantra III, 5; Panchatantra, Lancereau III, 6; Steinhöwel A88, L88. En las versiones esópicas hay otros elementos ajenos a nuestro cuento. La víbora se trae al bienhechor la buena suerte. En las versiones del Panchatantra le trae dinero. En tres de las versiones, Dialogus Creaturarum 108, Halm 96, y en la versión española del Libro de los Enxemplos 2, el bienhechor quiere vengarse y trata de matar a la víbora, pero no lo logra. Después quiere hacer las paces, pero la víbora ya no se fía de él. Tipo IC, con elementos A6, B5, y a veces B7. El principio es semejante al de Tipo IB. Después, el bienhechor se enfada y hiere a la víbora cuando va a matarla para sacarle el tesoro que sospecha que tiene. Pertenecen a este tipo cinco versiones, todas latinas medievales o de ellas derivadas: (con elementos A6, B5, 137) Ademar 65; Marie de France 72; (con elementos A6, B5) Gesta Romanorum 141; Gesta Romanorum D, 25; Romulus II, 11. La versión fundamental del tipo es seguramente la de Ademar 65 y Marie de France 72. En las otras versiones, el elemento del labrador que va a pedirle perdón a la víbora después de tratar de matarla, elemento B5, es seguramente para evitar lo que documenta elemento B7 en las versiones arriba citadas. La versión de Marie de France, aunque literaria y muy artificiosa, viene directamente del cuento antiguo, conservado muy bien en Ademar 65. Tipo ID, con elementos A6, B3, B5. En esta variante del Tipo I la víbora ingrata trata de envenenar la comida de su bienhechor. Trata éste de matarla, pero no lo logra. Pertenecen a este tipo dos notables versiones europeas del Calila y Dimna: Johannis de Capua D, 139-140, y H, 199.
Tipo IE, con elementos A6, a veces B, y B6. En esta extraordinaria variante del Tipo I la víbora mata a su bienhechor impensadamente por exceso de cariño. Pertenecen a este tipo seis versiones de la tradición oral moderna de España: Ampudia 10; Blasco Ibáñez, Cañas y barro 19-21; y las cuatro versiones semejantes que cita Ampudia en página 134, de Almería, Cáceres; Madrid y Segovia. Tipo II, con elementos A o variante, B, C2 ó C3. Este tipo, con el elemento de la intervención de un tercer personaje para salvar al bienhechor, es ya una forma nueva del Tipo I: El bienhechor se ve casi estrangulado por una víbora, o quiere la víbora comerle las entrañas cuando se la traga para protegerla. Jesús o un ángel del cielo manda a la víbora que se retire y que no moleste más a su bienhechor. Tenemos solamente dos versiones de este tipo, las dos árabes: Cosquin, Études 615; RTP XV, 37-38. Tipo III, con elementos A2, B, C5, E2. En este tipo encontramos por primera vez el elemento del engaño, mediante el cual el bienhechor amenazado logra escaparse de la víbora ingrata. El engañador es el mismo bienhechor, que manifiesta su sorpresa de que la víbora haya podido caber en un agujero tan pequeño. La víbora quiere probar que así ha sido, se mete otra vez en la trampa, y allí la deja el bienhechor. Este engaño recuerda desde luego el engaño semejante del cuento oriental del genio metido en la botella, Aarne-Thompson 331, del cual ha sido sacado seguramente para formar este tipo nuevo de nuestro cuento. Conozco solamente una versión del Tipo III, la flamenca moderna de De Mont y De Cock 69-70. Es en realidad el tipo intermedio entre nuestros Tipos I y II y las numerosas versiones populares de nuestros Tipos IV, V y VI, y variantes. No incluimos, claro es, en el Tipo III versión alguna del cuento del genio metido en la botella. Para más detalles sobre este último cuento, véase en particular: Benfey, Panchatantra I, 115-117; Chauvin VI, 23-25; Mil y una noches I, ix-xi. Las versiones orientales y europeas posteriores, algunas ya muy diferentes de la primitiva forma oriental, han sido estudiadas por BoltePolívka en II, 414-422, con el cuento de Grimm 99, AarneThompson 331. Véase además Thompson K717. De un tipo muy semejante a nuestro Tipo III, del cual deben de existir otras versiones en la tradición moderna, se desarrolló el cuento con un juez que sustituye al bienhechor , como el engañador que hace a la víbora ingrata volver al estado en que estaba, nuestro Tipo IV. Después se desarrollaron las formas semejantes de los Tipos V y XI. Las versiones que
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
llevan tres jueces, variantes de nuestros Tipos IV, V, VI, son, en mi opinión, de desarrollo posterior. Examinemos ahora los Tipos IV, V, VI, y variantes. Tipo IV, con elementos A o A1 ó A2 ó A3 (uno de los cuatro), B, C1, D1, E o E1. En este tipo el engañador ya no es el bienhechor mismo como en el Tipo III, sino un tercer personaje, un juez llamado a resolver la querella, generalmente la zorra. Es la forma más sencilla y primitiva de nuestro cuento con juez o jueces y ya en su desarrollo completo. Es el tipo que da origen y forma a todos los tipos posteriores. Para resolver la disputa mediante un juez que no tenía otro papel sino el de realizar el engaño del Tipo III, uno solo bastaba en la forma primitiva. Pertenecen al Tipo IV treinta y nueve versiones medievales y modernas de Oriente y de Europa. La más antigua de Europa es la de la Disciplina Clericalis. Versiones que empiezan con elemento A o A1: Archiv SP I, 279; Cappelle 330-332; Ellis, West Africa 220221; Gesta Romanorum 174; Gesta Romanorum D, 57; Romania XXV, 513-516; South Carolina Folk Tales 18-19. Versiones que empiezan con elemento A2 ó A3: Alcover I, 228-230; Alphabet of Tales 705; Antología folklórica argentina 82-83; Barroso 138-140; Barbazan-Méon II, 73-74; Basset, Africa 182-183; Boner 71; Chatelain 18; Chauvin IX, 18; Coyote Wisdom 24-27; Disciplina Clericalis 7; Disciplina Clericalis F, 4; Gonzenbach 69; Harris 2, 46; Kidd 10; Krohn MF 42, Af2, 42, Aj2, 42, Aj3, 43, Aj7, 43, Al5, 47, Oa1; La Tradition III, 142; Libro de las Enxemplos 246; MPhil I, 524 (dos versiones); Orient und Occident III, 486-488; Posset 28-29; Rael 387; RTP I, 137 139; Smith 553; Tremearne, Head Hunters 327-328; Werner A, 244; ZVFV IV, 69-70. Tipo IVA, con elementos A o A1 ó A2 ó A3 (uno de los cuatro), B, C, D, D1, E o E1, y a veces F, G o variante. Este es el primero de los tipos que llevan tres jueces en vez de uno. Pertenecen a este tipo ciento treinta versiones, o sea el 60% de todas las versiones que llevan uno o tres jueces. Sesenta versiones, 46%, llevan elementos F y G o variante, el episodio de la zorra traicionada por el bienhechor , que le promete pollos si falla en su favor y le entrega perros (y gatos) que la echan de la casa o la matan. Las versiones del Tipo IVA son orientales, africanas y europeas, entre ellas veinte finlandesas, veinte españolas de España y América, catorce alemanas, doce de India, ocho eslavas, siete francesas, seis italianas, dos portuguesas, etc., y una china. Versiones que empiezan con elemento A o A1: Athaide Oliveira II, 320; Basset 141-142 (dos versiones); Basset,
Nouvelles 200; Benfey, Panchatantra I, 118; Bompas 44; Cabinet des Fées XVII, 404-408; Chauvin II, 120; Coxwell 847-848; nuestra versión Cuentos 264; Espinosa, Castilla 41; Gaster 112; Gaster, Exempla 441b; Gerber 28; Giese 54; Grünbaum 411; Halm, 87; JAFL XLVIII, 121-124; Krohn MF 43, Cb, 43 Da1, 45, Ha1, 52; Mason-Espinosa PRF IV, 32; Mornand 214-217; MPhil I, 500 (dos versiones), 502, 506-507, 508; Pilpay 248-254; Prym-Socin, Syrische 74. Versiones que empiezan con elemento A2 ó A3: Alberus 48; Ampudia 171; Andrade 259; Andrews II; Basset, Nouvelles 199; Bijdragen XLV, 219-220; Birlinger 3, 219; Bladé III, 152-155; Bleek 5, 6; Cénac-Moncaut 213-215; Clouston I, 263-264; Crane 38, 49; Curtze 3; Dasent, Fjeld 110-114; Dixon 197-198; De Mont y De Cock 70, Nota; Espinosa VII, 19; Firmenisch III, 838; Folkeminnelag I, 32-33; Folklore Andaluz 319-320; Frere 15 (seis jueces); Goethe, Reineke IX, 226-316; GoyartWolter 196-197; Grundtvig-Strodtmann II, 245-249; Haltrich, Volkskunde 64-65; Harvard African Studies III, 332-333; Indian Antiquary XII, 176-177; Jacobs 3, 9; JAFL XXV, 209-210, XXVIII, 392-393, XXX, 248250; Jiménez Borja 13; JREL V, 17; Krohn MF 42, Ab1, 42, Ab2, 42, Ab3, 42, Ae1, 42, Ae2, 42, Ae4, 42, Af1, 42, Ag1, 42, Ag2, 42, Ah, 42, Aj1, 42-43, Aj5, 43, Aj8, 43, Aj9, 43, Ak3, 43, Al1, 43, Ak1, 43, Al5, 44, Da2, 44, Da3, 44, Db1, 44, Db2, 44, Dc2, 44, Dc3, 45, Ha2, 45, Hd1, 45, Hd2; Laval, Carahue 18; Legrand 187-189; Leskien-Brugman 353-355, 520; Luther, Tischreden (en La Fontaine III, 359-360); Mason-Espinosa PRF V, 56, 75; México Antiguo I, 295-303; Montenegro 113-117; MPhil I, 501, 502 (dos versiones), 508 (dos versiones), 509 (dos versiones), 510 (dos versiones), 512 (dos versiones); Parsons, Andros 65; Pitré IV, 273, y variante en páginas 168-172; PMLA XXI, 247-252; Rael 386; RCHG LXII, 227-229; RTP I, 30-32; Skeat 20-21; Steel-Temple 12; Steel-Temple, Punjab 107-110; TFSP XII, 4-7; Waldis, Esopus IV, 99; Wendunmuth V, 121; Werner A, 244; Wheeler 195, 198; Zaunert 241-242. Tipo IV, variantes incompletas y estropeadas: JAFL XXV, 247, versión española de Méjico, con elementos A3, B, C4, F, E; Krohn 43, Aj6, versión finlandesa, con elementos A3, variante de B, C1, E; Wheeler 197, versión española de Méjico, con elementos A2, B, C1, y algunos elementos de Cuentos 222. Tipo IV, variante extraordinaria: una versión marroquí, Légey 64. Lleva elementos A3, B, C, variante de D, variante de E (llevan al león a una trampa y allí lo dejan). Entonces el tejón salvador pide su paga, pero el hombre
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
que acaba de salvarse del león declara que va a comerse al tejón. Lleva entonces el tejón al hombre a «buscar un tesoro» y le conduce a un nido de víboras, donde le pican y muere. Tipo V, con elementos A4, B, C1, D1, E o E1, y alguna vez F y G o variante. Esta es la primera forma y la más popular del cuento del cocodrilo ingrato que quiere devorar al bienhechor que le ha salvado la vida, llevándolo del lugar seco donde se halla a un lago o río. Es un desarrollo del Tipo IV y lleva sosamente un juez. Pertenecen a este tipo diecisiete versiones de nuestra bibliografía, en su mayor parte esópicas antiguas y modernas, y algunas de la tradición moderna de África, Arabia, India y la América Española: Aesop V, 4; Cardinall 123-124; Indian Antiquary XXIX, 399-401; Isopo A, Extravagantes 4; Isopo 1, Extravagantes 4; Isopo 2, Extravagantes 4; Isopo 3, V, 4; Krohn MF 46, Lb; MacDonald II, 346-347; MPhil I, 502 (dos versiones), 505, 524; Rochemonteix 6; Steinhöwel, Extravagantes L, 4, A, 4; Wheeler 196. Tipo VA, con elementos A4, B, C, D, D1, E o E1. Este es el tipo del cocodrilo ingrato de tres jueces en vez de uno, desarrollado del Tipo V. Casi nunca lleva elementos F y G. Pertenecen a este tipo quince versiones de nuestra bibliografía, cinco de India, tres de las Indias Orientales, dos africanas, tres españolas de América y dos portuguesas: Baissac 23; Benfey, Panchatantra II, 113-114; Bezemer 5171; Bijdragen LXXXIII, 296-297; De Vries, Oost Indië 1, 17-18; Frobenius IX, 19; JAFL XXXI, 553-553, XL, 139140: Magalhães 192-194 (el animal ingrato es un pez en vez de cocodrilo; lleva elementos F, G2); Monteil 53; Parker III, 339-340t; Radin-Espinosa 86; Renel II, 303-305; RL IV, 185-186; Zeltner 81-84. Hemos de notar que las diecisiete versiones del Tipo V, las que llevan sólo un juez, son todas antiguas y medievales o de ellas derivadas, mientras que las quince del Tipo VA, con tres jueces, son todas de la tradición moderna. Lee versiones que llevan tres jueces son evidentemente posteriores a las que llevan sólo uno, En los tres tipos fundamentales, Tipos IV, V y VI, las versiones que llevan un juez son anteriores a las de tres jueces. La opinión de Benfey, Panchatantra I, 113-120, parece bien fundada. Krohn cree también que las versiones de un juez son anteriores a las de tres, pero cree que el tipo del cocodrilo ingrato, nuestro Tipo V, fue el primero que se desarrolló. Véase Krohn MF 53-57. Las investigaciones mías no apoyan esta teoría. Del Tipo I se desarrolló el Tipo II, del Tipo II se desarrolló el Tipo III, y del Tipo III se desarrolló el Tipo IV, el primero con juez, solamente uno del Tipo
IV se desarrollaron después todos los demás tipos, con un juez o con tres jueces. Tipos VI y variantes. Todos estos tipos son formas especiales del Tipo IV. A estos tipos pertenecen veinte versiones, en su mayor parte modernas. Tipo VI, con elementos A6 ó A7, B, C1, D1, E o E1, una vez F, G. Pertenecen a este tipo dos versiones africanas, una versión danesa y una judía: Basset 7; Cendrars 268-271; Clouston I, 264-265; Gaster, Exempla 441a. Tipo VIA, con elementos A1 ó A7, B, C1, D3, B4, E1. Pertenecen a este tipo dos versiones africanas, una versión danesa y una eslava: Frobenius IX, Apéndices 103, 104; Krohn MF 44, Dc1; MPhil I, 507. Tipo VIB, con elementos A6 ó A7, B, C, D, D1, E o E1, y en dos versiones G2. Pertenecen a este tipo nueve versiones, cuatro rusas y una árabe, latina, turca, india y de las Indias Orientales, respectivamente: Bijdragen LXXXIII, 312-314; Bodding 2; Catalogue of Romances III, 54; Gerber 29; Hins 72-75; Krohn MF 45, Ha3; MPhil I, 511, 514; RTP XV, 648649. Tipo VIC, con elementos A8, variante de C (la víbora ingrata es la que busca un juez para escaparse de las amenazas del hombre), D2, B4 (el hombre mata a la víbora). Pertenece a esta extraordinaria variante del Tipo VI solamente una versión, la literaria de La Fontaine XI, 1. Tipo VI, versiones incompletas y estropeadas, con elementos A1 ó A3, B, y variantes de C, D, D1 y E. Hay dos versiones de este tipo en nuestra bibliografía, una finlandesa y una griega: Krohn MF 42, Aj4, y 46, Ia2. Las versiones en las cuales hay uno o tres jueces, Tipos IV, V, VI y variantes son doscientas dieciocho. Ciento cincuenta y seis de ellas, o sea el 71%, llevan tres jueces, y sesenta y dos, 28%, llevan solamente un juez. Ya queda dicho que las que llevan solamente un juez son las más antiguas. Elementos F y G o variante, el episodio de la zorra traicionada por el bienhechor, que le mete en un saco perros (y gatos) en vez de pollos, un episodio sacado de otros cuentos, Cuentos 41, 222, por ejemplo, se hallan a menudo en las versiones de tres jueces, pero muy raras veces en las versiones de sólo un juez. Se hallan en sesenta y cinco versiones de tres jueces, sesenta y dos de ellas del Tipo IV y variantes, o sea el 42% de todas las que llevan tres jueces, y solamente en tres de las que llevan uno, es 5%. La verdad es que el Tipo IV es ya el cuento acabado y perfecto. De él se desarrolló después el Tipo V, como ya queda dicho. Todas las variantes de los Tipos IV y V y todas las variantes extraordinarias del Tipo VI son de desarrollo posterior. Con los nuevos elementos
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de tres jueces y con los elementos F y G o variante, sacados de otros cuentos, todos estos tipos posteriores no añaden en realidad nada extraordinario o nuevo al Tipo IV, que es el primitivo y fundamental con juez o jueces. Volvamos ahora nuestra atención a las versiones hispánicas. Son éstas cincuenta y cuatro, el 17,4% de todas las de nuestra bibliografía. Al Tipo I pertenecen siete versiones, tres esópicas españolas, una esópica catalana, una esópica portuguesa, una española literaria del siglo XIV, y una literaria del siglo XVIII; Isopo A, I, 10; Isopo 1, I, 10; Isopo 2, I, 10; Isopo 3, I, 10; Isopo 4, I, 10; Libro de Buen Amor 1348-1353; Samaniego II, 7. Al Tipo IB pertenecen cinco versiones, cuatro esópicas y una española literaria del siglo XV: Isopo A, Extravagantes 8; Isopo 1, Extravagantes 8; Isopo 2, Extravagantes 8; Isopo 3, V, 8; Libro de los Enxemplos 2. Al Tipo IE pertenecen seis versiones, todas españolas peninsulares (las únicas de este tipo en nuestra bibliografía): Ampudia 50; Blasco Ibáñez, Cañas y barro 19-21; cuatro versiones citadas en Ampudia, página 134. Al Tipo IV pertenecen cuatro versiones, una española literaria del siglo XV, dos españolas de América y una catalana: Libro de los Enxemplos 246; Antología folklórica argentina 82-83; Rael 387; Alcover I, 228-230. Al Tipo IVA pertenecen veintiuna versiones, cuatro españolas peninsulares, dieciséis españolas de América y una portuguesa: Ampudia 171; nuestra versión Cuentos 264; Espinosa, Castilla 41; Folklore Andaluz 319-320; Andrade 259; Espinosa VII, 19; JAFL XXV, 209-210, XXVIII, 392-393, XLVIII, 121-124; Jiménez Borja 13; Laval, Carahue 18; Mason-Espinosa PRF V, 32, 56, 75; México Antiguo I, 295-303; Montenegro 113-117; Rael 386; RCHG LXII, 227-229; Wheeler 195, 198; Athaide Oliveira II, 320. Al Tipo IVB pertenece una versión, la única de este tipo, la mejicana de Wheeler 197, con elementos A2, B, C1, y otros. Al Tipo VI, variantes incompletas y estropeadas, pertenece una versión hispánica, la mejicana de JAFL XXV, 247 con elementos A3, B, C4, F, E. Al Tipo V pertenecen cinco versiones, tres esópicas españolas, una esópica catalana y una española de América: Isopo A, Extravagantes 4; Isopo 1, Extravagantes 4; Isopo 2, Extravagantes 4; Isopo 3, V, 4; Wheeler 196. Al Tipo VA pertenecen cinco versiones, tres españolas de América y dos portuguesas: JAFL XXI, 552-553, XL, 139-140; Radin-Espinosa 86; Magalhães 192-194 (pez en vez de cocodrilo; lleva elementos F, G2); RL IV, 185186.
265. La zorra y el erizo Este cuento podría clasificarse con las versiones del Tipo VIF del Grupo Tercero de Cuentos 227, ya estudiado, terminando con una variante de elemento D2. El animal menos ligero salta sobre el otro al partir, generalmente agarrado al cuello o a la cola de éste, y, al llegar al final de la carrera, da un salto y cae delante para ganar la carrera. En nuestra versión 265, claro es, no se trata de una carrera entre animales rivales, sino sencillamente de la astucia de que se vale el erizo para escaparse del fuego. La única versión semejante que yo conozco es la extremeña de Curiel Merchán 74: Una zorra convida a un erizo para ir a comer uvas a una viña. Cuando llegan a la viña, la zorra se come todas las uvas y no deja nada para el erizo. Para vengarse, el erizo da aviso al amo de la viña, y sale éste y corre a la zorra a tiros. Termina el cuento con el episodio del escape del erizo del incendio de la misma manera que en nuestra versión 265. Una de las versiones de cuentos 264, la versión kurdistana de FL XL, 230-231, es muy semejante a la nuestra en el principio: Una víbora se hace amiga de una zorra y se le enrosca alrededor del cuello para pasar un río. En medio del río quiere picarle, pero la zorra la engaña y la mata. El detalle del abrazo o beso engañador se halla en otros cuentos, particularmente el de la zorra que engaña o quiere engañar a un gallo u otra ave, elemento A3 de Cuentos 258, por ejemplo. Véase también Thompson K815.
266. El gato, el perro y los lobos Véase nuestro estudio de Cuentos 255, 256.
267. El pastor y la zorra BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Cuentos 214, elemento E; Cuentos 257, elemento F; Espinosa, Castilla 4, 6.—Españolas de América: Antología folklórica argentina 78; JAFL XLIII, 218.—Francesas: RLR XIV, 187; Rolland I, 149.—Alemana: Krohn 63, Dd.— Danesa: Dasent, Fjeld 122-123.—Noruegas: Folkeminnelag I, 34-36; Krohn 63, Db1, Db2, Db3.—Suecas: Krohn 63, Da-D4 (cuatro versiones).—Finlandesas: Krohn 62, Aa, Ab, Ae, Ag, Ah, Aj-Am, Oo (diez versiones).—Laponas: Krohn 63, Ba1, Ba2.—Africanas: Baissac 288; Brownlee 19; FL X, 286-287; Nassau 17, 45; Smith-Dale II, 394-398;
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Theal, Kaffir 176.—Africana de Norteamérica: Harris 1, 60-62.—Antillanas: Parsons, Antilles I, 5-6, 390-392, 395396, II, 321.—Indias: Bompas 341-342; Frere 24; Gordon 65-69; Indian Antiquary III, 10; Steel-Temple, Punjab 230-233.—Indias Orientales: Bezemer 157-158; Bijdragen XLII, 406, XLV, 199, XLVI, 127, 140-141, LVIII, 413; De Vries, Oost Indië I, 328-329, II, 96; Dixon 190; Hambruch 16; Tijdschrift XXXVII, 39, XLI, 200, XLII, 359.—Indias de Sudamérica: Barroso 125; Hartt 29-30; Romero II, 18; Smith 542 -543 (dos versiones).—Clasificación y estudios especiales: Aarne FM 5; Aarne-Thompson 5; Bolte-Polívka II, 117, Nota 2; Dähnhardt IV, 245-246; De Vries, Oost Indië II, 368, 399; Hahn II, 495-496; Krohn 62-65; Parker III, 380; Parsons, Antilles III, 27; Thompson K543. Nuestro cuento conquense 267 es una versión típica del cuento oriental-africano-europeo del oso, tigre, lobo o perro que coge a una zorra u otro animal de la cola o de una pata cuando ésta se mete en su cueva o por entre unas matas, y que la suelta cuando la zorra le grita en tono de burla que está tirando de una raíz. En nuestra versión conquense un pastor ha tomado el lugar del oso, pero en las otras versiones españolas de nuestra bibliografía, Cuentos 214, elemento E, Cuentos 257, elemento F, y Espinosa, Castilla 4, 6, la tradición española sigue fielmente la forma ordinaria documentada en Aarne-Thompson 5, Thompson K543, y en la mayoría de las versiones orientales y europeas de nuestra bibliografía. Hay algunas versiones finlandesas y de otras partes de Europa, sin embargo, que terminan con un elemento adicional: El animal que suelta la cola o pata de la zorra, creyendo que es una raíz, coge una raíz en seguida. La zorra, viéndose libre, quiere seguir con la burla y le grita al oso que la tiene cogida de la cola o de una pata y pide misericordia. Continúa el oso tirando rabiosamente de la raíz hasta romperse los dientes o caer al suelo, rendido. Krohn, página 62, cree que ésta es la forma primitiva de nuestro cuento. En vista de que la mayoría de las versiones no contienen la segunda burla de la zorra, parece más lógico suponer que la forma antigua de este cuento contenía solamente la primera burla, el tipo de Aarne-Thompson 5, Thompson K543, y que la segunda burla de la zorra es de desarrollo posterior. Esta segunda burla es también elemento de otros cuentos, el final de Cuentos 215, por ejemplo. Nuestro cuento se halla algunas veces como elemento de otros cuentos, Tipo III de Cuentos 214, elemento E, Cuentos 257, elemento F, los dos arriba citados, y otros. Algunas de las versiones que citamos en nuestra bibliografía contienen elementos ajenos a nuestro cuento, pero ninguna son versiones de Cuentos 214 ó 257, ya estudiados.
268. El oso, el lobo y la zorra 269. El oso, el lobo y el raposu 270. El lobo, el tejón y la cigüeña BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Curiel Merchán 97; Espinosa, Castilla 26, 27; Isopo A, I, 6; Isopo 1, I, 6; Isopo 2, I, 6; Libro de Buen Amor 82-97; Libro de los Gatos 15; Sebastián de Mey 11.—Portuguesa: Isopo 4, 6.—Catalana: Isopo 3, I, 6.—Italianas: Esopo Zuccarino 6; Galfredo 6, 67; Górski 25, 49, 67-68; PMLA XX, 425426.—Francesas: Bozon 131; Corrozet 5, 64; Górski 31, 3536, 45-46, 61; Isopet I, 6; Isopet II, 9; Isopet III, 2; Isopet de Chartres 8; Isopet de Lyon 6; La Fontaine I, 6, y Notas de Régnier I, 75; Marie de France 11 (dos versiones); Roman de Renart XVI, 1181-1303; Ysopet Vignay 4.—Flamenca: Meyer 50.—Latinas: Ademar 9; Dialogus Creaturarum 20; Du Méril 183, Nota 6; Egbert von Lüttisch 1311-1327; Etienne de Bourbon 376; Górski 19, 32-33, 41, 60-62 (cuatro versiones), 66, 69-70; Gualterius 6; Hervieux II, 134, 160, 197, 235, 247-248, 264, 306, 353, 385, 419, 456, 476, 516517, 568, 658-659, 717-719 (dos versiones), 759, IV, 263, 416, 418 (dos versiones); Jacques de Vitry 156, 158; Novus Aesopus 9; Odonis de Ceritona 20; Phaedrus I, 5; Phaedrus, Dressler 5; Reinardus IV, 2; Romulus I, 6; Steinhöwel L, I, 6 y variante; Wright, Latin Stories 58, y Appendix I, 6, 7.— Alemanas: Alberus 7; Boner 8; Górski 9-10 (dos versiones), 26-27, 40, 64-65 (dos versiones); Grimm, Reinhart 388-390; Keller, Erzählungen 416-417, 514-515; Reinke de Vos III, 13; Steinhöwel A, 66a; Waldis, Esopus I, 5, 73; Wendunmuth VII, 23, 24; ZFDA VII, 351-352.—Holandesa: Reinaert de Vos 6066-6157.—Inglesas: Aesop I, 6; Croxall 21, 147; Reynard The Fox 115-116; Townsend 114.—Rusas: Górski 42-44 (dos versiones), 50-51, 72-73.—Polaca: Górski 4950.—Griegas: Aesopus 38; Babrius 67; Esope 207; Halm 258, 260.—Árabes: Chauvin III, 67; Redhouse 218225.—Argelina: RTP III, 317.—Judías: Berachja 12, 52, 69.—Africana: Górski 53.—Turca de Kurdistán: FL XL, 228.—Clasificación y estudios especiales: Aarne-Thompson 51; Aesop I, 166, 232; Basset 225-226; Basset, Mélanges 321; Bozon 283-284; FFC LVI, 59, 110, 148; Germania I, 271; Górski, Die Fabel von Löwenantheil (véase la bibliografía general); Grimm, Reinhart cclxii-cclxiii; Harry 50-54; Jacques de Vitro 198-200; La Fontaine I, 6, Notas de Régnier; Sacred Books of the East XX, 193-195; Sudre 124-140; Waldis, Esopus II, 30-31; Thompson J811-J811.2, J1451. Las numerosas versiones del famoso cuento esópico del reparto de la caza entre el león y otros animales, AarneThompson 51, son en su mayor parte de origen literario.
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
Las versiones de nuestra bibliografía son ciento treinta y dos. Contienen entre unas y otras los siguientes elementos fundamentales: A. Un león va a una cacería acompañado del onagro. Cogen varios animales. A1. Una vaca, una cabra y una oveja, y algunas veces otros animales, acompañan al león a una cacería. Cogen algún animal o algunos animales. A2. Un lobo y una zorra, un asno y una zorra o una zorra y un ave, acompañan al león u oso a una cacería. Cogen algún animal o hallan un jamón o un panal de miel. B. Es león hace es reparto de la caza. Hace tres partes iguales y declara que la primera parte se pertenece a él porque es el rey de los animales y la segunda porque es el compañero del onagro. En cuanto a la tercera parte, declara es león: —¡Ay de aquel que pretenda quitármela! De esta manera el león se queda con toda la caza. B1. El león hace el reparto de la caza, hace cuatro partes iguales y declara que la primera parte le pertenece porque era el rey de los animales, la segunda porque es el más fuerte de todos y la tercera porque es el más ligero de todos o porque él mismo ha cogido la caza. En cuanto a la cuarta parte. Declara: —¡Ay de aquel que se acerque a cogerla! B2. El león le ruega al lobo o asno de elemento A1 que haga el reparto. El lobo o asno divide la caza en partes iguales y da a cada uno su parte. El león se pone rabioso y mata al lobo o asno en seguida. Generalmente se lo come. En algunas versiones el león no mata al lobo o asno. Sólo se da un fuerte arañazo, arrancándole la piel de la cabeza. B3. El león le ruega a la zorra que haga ella el reparto. La zorra le da al león todo, excepto los huesos o una parte muy insignificante, o bien se dice al león que se coma él todo lo que quiera y que los otros se comerán lo que sobre. El león le pregunta a la zorra quién le ha enseñado a hacer un reparto tan justo, y la zorra declara que ha sido la cabeza del lobo o asno muerto, o bien las heridas de éste, su gorro rojo (cráneo ensangrentado), etc. B4. Ídem. La zorra divide la caza en tres partes. Da la primera parte al león, la segunda a la leona y la tercera al leoncito o a los leoncitos. C. El convenio es que la caza ha de pertenecer al más viejo de todos. La zorra, el lobo, etc., cuentan cada uno su edad, diciendo cada uno a cual más grande mentira. El león declara que él, aunque el más joven de todos, se va a quedar con toda la caza o con todo el hallazgo, terminando más o menos con las mismas palabras de elementos B y B1. C1. El convenio es que es más viejo ha de hacer el reparto. El león, aunque el más joven, hace el reparto y se queda con todo.
C2. El convenio es que la caza ha de pertenecer al más joven de todos. La zorra, el lobo, etc., cuentan cada uno su edad. El león, sin ser el más joven, se queda con toda la caza como en elemento C. Las ciento treinta y dos versiones de nuestra bibliografía se dividen en tres tipos fundamentales, cada uno de ellos con una variante notable: Tipo I, con elementos A, B. Este es el tipo primitivo, el más antiguo de todos, el famoso cuento esópico griego del león y del onagro: El león acompañado del onagro va a una cacería. Cogen varios animales. El león hace el reparto, quedándose con todo, según está indicado en elemento B. Las versiones de nuestra bibliografía que pertenecen al Tipo I, todas griegas, son solamente tres: Babrius 67; Esope 207; Halm 258. Tipo IA, con elementos A1 ó A2, B1. Este tipo, desarrollo del antiguo cuento griego del Tipo I, es el famoso cuento latino literario de la Edad Media, popularísimo en la literatura esópica, empezando por Phaedrus I, 5, y que por motivos difíciles de explicar lleva de compañeros del león animales carnívoros y herbívoros, por más que la caza consiste generalmente en animales. Las versiones de este tipo son las más numerosas, setenta y ocho, o sea el 59% de todas las de nuestra bibliografía. Son treinta y seis las versiones esópicas latinas antiguas y medievales, catorce francesas medievales y posteriores, once alemanas, en su mayor parte esópicas, cinco esópicas hispánicas, seis esópicas italianas, dos esópicas inglesas, dos rusas modernas, una polaca moderna y una judía medieval: Ademar, 9; Aesop I, 6; Alberus 7; Berachja 12; Boner 8; Bozon 131; Corrozet 5; Croxall 21; Dialogus Creaturarum 20; Du Méril 183, Nota 6; Esopo Zuccarino 6; Galfredo 6, 67; Górski 9, 10, 19, 25, 26-27, 31, 32-33, 35-36, 40, 41, 42, 43-44, 45, 46, 49, 49-50; Gualterius 6; Hervieux II, 134, 160, 197, 235, 247-248, 264, 306, 353, 385, 419, 456, 476, 516-517, 568, 658-659, 717-718, 718-719, 759, LV, 263, 418; Isopet I, 6; Isopet II, 9; Isopet III, 2; Isopet de Chartres 8; Isopet de Lyon 6; Isopo A, I, 6; Isopo 1, I, 6; Isopo 2, I, 6; Isopo 3, I, 6; Isopo 4, 6; Jacques de Vitry 156; Keller, Erzählungen 416-417; La Fontaine I, 6; Marie de France 11 (dos versiones unidas en un solo cuento); Novus Aesopus 9; Phaedrus I, 5; Phaedrus, Dressler I, 5; PMLA XX, 425-426; Romulus I, 6; Steinhöwel L, I, 6 variante; Steinhöwel A, 66a; Waldis, Esopus I, 5; Wendunmuth VII, 23; Wright, Latin Stories, Appendix I, 6, 7; Ysopet Vignay 4; ZFDA VII, 351-352.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Tipo II, con elementos A2, B2, B3. Este es un tipo derivado también directamente del Tipo I, pero con nuevos elementos de desarrollo popular, elementos B2 y B3, el reparto del infeliz lobo o asno, que en la mayor parte de las versiones de este tipo paga con su vida su estupidez, y el reparto final y justo de la zorra, que le da al león todo y deja para los otros animales sólo las sobras. Nunca falta la pregunta del león a la zorra y la famosa respuesta de ésta (elemento B3). Se halla este tipo en veintinueve de nuestras versiones, nueve versiones esópicas latinas antiguas y medievales, cuatro alemanas medievales, dos francesas, tres españolas literarias, dos medievales y una del siglo XVI, dos griegas antiguas, dos esópicas inglesas, dos árabes medievales y una flamenca medieval, italiana moderna, rusa moderna, africana moderna y kurdistana moderna, respectivamente: Aesopus 35; Chauvin III, 67; Corrozet 64; Croxall 147; FL XL, 228; Górski 53, 6062 (cinco versiones), 64-70 (cinco versiones), 72-73; Halm 260; Hervieux IV, 416; Libro de Buen Amor 82-97; Libro de los Gatos 15; Meyer 50; Odonis de Ceritona 20; Redhouse 218-225; Sebastián de Mey 11; Townsend 114; Waldis, Esopus I, 73; Wendunmuth VII, 24; Wright, Latin Stories 58. Tipo IIA, con elementos A2, B2, B4. Esta variante del Tipo II es también de desarrollo popular y se halla en versiones tan antiguas como las de este tipo. Pertenecen a este tipo doce versiones de nuestra bibliografía, cuatro versiones latinas antiguas y medievales, empezando con la famosa versión del Isengrimus o Reinardus del siglo XII, tres alemanas medievales, dos francesas, una antigua y una medieval, y una holandesa medieval, inglesa medieval y judía medieval, respectivamente: Berachja 52; Etienne de Bourbon 376; Grimm, Reinhart 388-390; Hervieux IV, 418; Jacques de Vitry 158; Zeller, Erzählungen 514-515; La Fontaine, Notas de Régnier I, 75; Reinardus IV, 2; Reinaert de Vos 6066-6157; Reinke de Vos III, 13; Reynard The Fox 115-116; Roman de Renart XVI, 1181-1303. Tipo III, con elementos A2, C o C1. Este es el tipo hispánico popular moderno. Se caracteriza por el nuevo elemento C o C1. Pertenecen a este extraordinario tipo ocho versiones, cinco españolas peninsulares, una versión latina del siglo X, una judía medieval y una rusa moderna: Berachja 69; Cuentos 268, 269, 270; Egbert von Lüttisch 1311-1327; Espinosa, Castilla 26, 27; Górski 50-51. Todas las versiones terminan con elemento C, excepto la latina del siglo X de Egbert von Lüttisch, que termina con elemento C1. Hay además una versión española peninsular incompleta, Curiel Merchán 97, el fin de una versión de Cuentos 255.
Tipo IIIA, que empieza con una extraordinaria versión de elemento A2 (El lobo cerval y la garza echan una carrera para ver cuál se queda con un pedazo de carne. Gana el lobo, pero la garza no se resigna y entonces convienen (elemento C) en que el más viejo se quedará con la carne. La garza gana la disputa, pero entonces (elemento C2) el lobo dice que el más joven se quedará con la carne, y la garza se hace bola y declara que en ese momento está saliendo del huevo). Hay sólo una versión de este tipo, la argelina moderna de RTP III, 317. Esta variante es un desarrollo popular y burlesco del Tipo III. Las formas más antiguas que conocemos de nuestro cuento son las versiones griegas del Tipo I, el cuento sencillo del león y del onagro cazadores. Es el tipo primitivo y fundamental, el arquetipo de todos los demás. Por ser un cuento tan sencillo y falto de interés, no llegó a hacerse frecuente ni en la tradición literaria ni en la popular. No se encuentran versiones de este tipo en la tradición popular medieval o moderna. En la tradición literaria de la Edad Media se ha conservado en unas cuantas versiones griegas. El tipo popular por excelencia en la tradición literaria de la Edad Media fue el Tipo IA, con elementos A1, B1, desarrollado directamente del Tipo I pero con tres animales compañeros del león cazador en vez de uno. Curiosamente los tres son animales herbívoros, la vaca, la cabra y la oveja, por más que la caza consiste en algún animal o animales. De las ciento treinta y dos versiones de nuestra bibliografía, setenta y ocho, o sea el 59% de las versiones, pertenecen a este tipo literario medieval. El león mismo hace el reparto de la caza con los mismos resultados del Tipo I, y repitiendo el león más o menos las mismas razones. El tipo empieza con la versión de Phaedrus I, 5 y Romulus I, 6. Después las imitaciones de Fedro y Rómulo son legión. Pero a pesar de su extraordinaria difusión en la literatura esópica, este tipo nunca llegó a hacerse verdaderamente popular en la tradición de Europa. De desarrollo posterior, siglo X u XI, son nuestros Tipos II y IIA. El Tipo II, con elementos A2, B2, B3, es todavía un tipo literario y esópico. Lo encontramos ya perfectamente desarrollado en la famosa versión latina de Odonis de Ceritona 20 del siglo XII y en el siglo XIV en versiones españolas (Libro de Buen Amor y Libro de los Gatos). Hay dos versiones griegas medievales, pero, al parecer, posteriores a la latina de Odonis de Ceritona, y tres versiones de la tradición oral moderna de África, Kurdistán y Rusia: Górski 53, 72-73, LF XL, 228. El Tipo IIA es muy semejante al Tipo II. Elemento B2, común a lo dos tipos, es en realidad el elemento nuevo y de capital importancia e interés en los dos tipos. Es un elemento de carácter popular. La única diferencia entre los
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
dos tipos consiste en que Tipo II lleva elemento B3 y Tipo IIA lleva elemento B4. Pero, a pesar de esta diferencia al parecer tan insignificante, nuestro Tipo IIA tuvo mayor arraigo en la tradición popular. Es un tipo desarrollado directamente del Tipo I como nuestro Tipo II, pero que fue preferido a éste en la epopeya de la zorra de orígenes literarios y populares de los siglos XI-XIII, empezando con la versión latina del siglo XII o antes del Isengrimus IV, 2, y continuando con la famosa versión francesa del Roman de Renart XVI, 1181-1303, la holandesa de Reinaert de Vos 6066-6157, la alemana de Reinke de Vos III, 13, y otras. Las versiones de los Tipos II y IIA llevan generalmente lobo en vez de asno. El asno de estos tipos es el onagro del Tipo I, que ya ha sido sustituido por el lobo en la versión griega de Halm 260 del Tipo II. Encontramos asno todavía en alguna que otra versión esópica y en la española del siglo XVI de Sebastián de Mey II. Nuestro Tipo III ha sido desconocido por los que hasta ahora han estudiado estos cuentos. Sudre, página 136, cita la versión latina de fines del siglo X o principios del XI de Egbert von Lüttisch, Fecunda Ratis 1311-1327, que lleva elementos A2 (león, zorra y garza se encuentran con unos jamones) y C1 pero no conoce otras versiones semejantes. Górski 53, cita una versión africana moderna del Tipo II, que lleva elemento C2 unido a elemento B2, y una verdadera versión de nuestro Tipo III, 50-51, versión rusa moderna. Hay también una versión judía medieval con elementos A2, C, Berachja 69, que no citan Górski y Sudre. Pero además de estas tres versiones de nuestro Tipo III (latina del siglo X u XI, judía del siglo XIII o XIV y rusa moderna), contamos ahora con cinco bellísimas versiones de la tradición oral de España que nos ayudan a establecer nuestro tipo de una manera definitiva, nuestros Cuentos 268, 269, 270 y Espinosa, Castilla 26, 27. De las ocho versiones hasta ahora conocidas de nuestro tipo, por consiguiente, cinco de ellas, o sea el 62%, son españolas peninsulares de la tradición oral moderna. Las ocho versiones del Tipo III son fundamentalmente idénticas, pero hay algunas diferencias en los detalles. Cuatro de las cinco versiones españolas peninsulares, Cuentos 268, 269, Espinosa, Castilla 26, 27, y la versión rusa, son idénticas en todos los detalles, con elementos A2 (zorra y lobo acompañan al oso y se encuentran con un panal de miel en las cinco versiones) y C, excepto que en la versión de Espinosa, Castilla 26 hay un episodio preliminar que no encontramos en ninguna de las otras, sin duda una añadidura ajena al cuento: El lobo y la zorra van primero a buscar caza y reciben cada uno una buena paliza. El lobo tiene que ir a traer comida.
Las otras tres versiones, la latina del siglo X u XI de Egbert von Lüttisch, la judía de Berachja y nuestra versión andaluza Cuentos 270 son casi idénticas a las anteriores, pero en elemento B2 llevan a la zorra y a un ave de compañeros del león de la primera o lobo de las otras, en vez de lobo y zorra, zorra y garza en Egbert von Lüttisch, zorra y paloma en la versión judía y tejón y cigüeña en la versión andaluza, y además, la versión latina lleva para terminar elemento C2, el más viejo va a hacer el reparto, en vez de elemento C, el más viejo va a quedarse con la comida, diferencia insignificante, porque el león u oso se queda con todo, insistiendo en ello con palabras idénticas en todos los cuentos del tipo. Nuestro Tipo III queda definitivamente establecido como uno de los tipos fundamentales. La versión argelina de RTP III, 317, con elementos A2, C, C2, antes citada, es, como ya queda dicho, una variante burlesca de nuestro Tipo III, o sea Tipo IIIA. De las ciento treinta y dos versiones de nuestra bibliografía, catorce, o sea el 10%, son hispánicas: cinco esópicas del Tipo IA; tres literarias medievales y del siglo XVI del Tipo II (Libro de Buen Amor 82-87, Libro de los Gatos 15 y Sebastián de Mey II); y las cinco versiones españolas peninsulares del Tipo III arriba citadas, y la incompleta de Curiel Merchán 97. No hay versiones hispánicas del Tipo IIA, el famoso tipo del Isengrimus y de la epopeya germanofrancesa de la zorra, desarrollado, al parecer, del antiguo cuento griego del Tipo I, con elementos nuevos sacados de la tradición oral de Europa. En su importante estudio, Les sources du Roman de Renard, citado en nuestra bibliografía general, páginas 124140, Sudre hace algunas observaciones muy valiosas sobre el desarrollo de nuestros Tipos I y II y variantes en la tradición literaria medieval, pero comete el error de considerar a nuestro Tipo IA como una continuación del Tipo I. Son, como ya queda dicho, dos tipos muy diferentes. El estudio de Górski, Die Fabel von Löwenantheil in ihrer geschichtlichen Entwicklung, citada en nuestra bibliografía, no es más que una buena clasificación de numerosas versiones, literarias en su mayor parte, de nuestros Tipos I y II y variantes.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
F. Cuentos acumulativos Los cuentos de nuestra colección clasificados como cuentos acumulativos pertenecen a los grupos más importantes de los clasificados por Aarne-Thompson y por Archer Taylor (obra abajo mencionada) como cuentos de fórmula (de palabras, rimas, acumulación de incidentes lógicos o ilógicos, que se repiten según fórmulas fijas o determinadas). Taylor, en Handwörterbuch (des deutschen Märchen), s. v. Formelmärchen, Band II, Lieferung 3, páginas 164-191, incluye bajo Formelmärchen (cuentos de fórmula) cuatro grupos principales: cuentos de cadena o encadenados; cuentos de preguntas; cuentos sin terminar; cuentos de nunca acabar. El estudio y clasificación de Taylor tienen que ver principalmente con los cuentos del grupo primero, los cuentos encadenados, al cual pertenecen todos nuestros cuentos acumulativos, Cuentos 271-280, y algunos otros ya estudiados, Cuentos 14, 62 y 251-252. Las diversas maneras de clasificar todos estos cuentos llamados cuentos de fórmula son debidas a la importancia que se da a la estructura (fórmula) o al contenido del cuento. En el cuento de fórmula propiamente dicho predomina la estructura fija, cualquiera que sea su contenido. En Cuentos 14, 190-191 y 251-252, predomina el contenido, y la estructura es auxiliar y complementaria. El estudio más importante que hasta ahora se ha hecho sobre todos estos cuentos, es el de Martti Haavio, Kettenmärchen I, en FFC LXXXVIII, 1929 (estudia en este primer tomo los cuentos del tipo de Aarne-Thompson 1696, nuestros Cuentos 190, 191), y Kettenmärchen II, en FFC LXXXIX, 1932 (estudia los cuentos de los tipos de AarneThompson 2021, 2022). Examinemos brevemente el primer tomo del estudio de Haavio, donde encontramos un resumen de los estudios que se han hecho sobre estos cuentos y de las opiniones más importantes que se han tenido sobre su origen y desarrollo. Según Haavio, los primeros cuentos encadenados discutidos por los eruditos fueron el famoso cuento de Las doce palabras retorneadas, Cuentos 14, o sea el Ehad mi yodea hebraico, y el del cabrito cabezudo, Grimm 72a, AarneThompson 2030, o sea el Had Gadya hebraico, los dos estudiados por Christoph Wagenseil en el siglo XVI. Los dos cuentos se hallan en el ritual hebraico, y Wagenseil creía que el primero era de origen hebraico y que el segundo era de origen caldeo. El primero es doctrinal y filosófico y no es propiamente cuento acumulativo, sino de repeticiones. El segundo es ya un verdadero cuento encadenado, y uno de los tipos originales del tema del fuerte, más fuerte y el más
fuerte de todos. Es un cuento religioso y simbólico. Según Hermann Von der Hart, autor del siglo XVIII, y muchos otros después de él, el cuento simboliza al pueblo de Israel (el cabrito) a quien Dios saca de la esclavitud de los egipcios, etc. Los dos peniques son Moisés y Aarón, el gato es Asiria, el perro Babilonia, el palo Persia, el fuego Alejandro el Grande, los bueyes son los sarracenos, el cuchillo es Godofredo de Bouillon, y el ángel de la muerte significa los turcos del año 1291. Christian Andreas Teuber, que escribe a mediados del siglo XVIII, no cree en el simbolismo establecido por Von der Hart. Cree que el cuento es muy antiguo y que fue utilizado por los hebreos para demostrar el poder de Dios. En su obra Kirchliche Verfassung der Heutigen Juden, publicada en 1738, Christoph Georg Bodenschatz nos da por primera vez descripciones exactas del ritual judaico, y unos años más tarde, en 1768, Johann Casper Ulrich, en su obra Sammlung jüdischer Geschichten, estudia los dos cuentos del ritual judaico y cita versiones alemanas conocidas ya desde 1557. Las versiones europeas no judaicas del cuento de Las doce palabras retorneadas eran conocidas, claro es, desde los primeros siglos de la Era Cristiana. Después fueron conocidas las versiones de Grimm 20, 80, Aarne-Thompson 2021, 2022, y otras semejantes de diversas procedencias, y su relación con las antiguas versiones hebraicas empezó a estudiarse, pero todavía a mediados del siglo XIX eruditos como Zunz y Halliwell creían que los cuentos encadenados tenían su origen en los dos cuentos hebraicos arriba citados. El primer estudio serio de los cuentos del tipo de Had Gadya fue el de August Stöber, Elsassische Volksbüchlein del año 1859, que estudia versiones alemanas, francesas, inglesas y de otras procedencias, y cree que en sus orígenes estos cuentos eran de carácter histórico y religioso. Reinhold Köhler creía también en el origen judaico de estos cuentos, pero en Kleinere Schriften II, 47, habla ya de una manera muy vaga de sus orígenes orientales. En Romania I, 221, Gaston París estudia principalmente versiones francesas. Declara que ha estudiado redacciones de Seppher Haggada hebraico de los siglos XIII, XIV y XV que no contienen el cuento del cabrito, el Had Gadya, y opina que los dos cuentos hebraicos no entraron en el ritual hebraico hasta el siglo XVI. En su famosa obra Popular Tales and Fictions del año 1886, W. A. Clouston cita numerosas versiones de nuestros cuentos de todas partes del mundo, y declara que sus formas primitivas son de India y anteriores a las primeras formas hebraicas. El folklorista francés Emmanuel Cosquin, por otra parte, llama la atención, en su obra Contes de Lorraine, sobre la existencia de muchos tipos
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
semejantes a los más bien conocidos que no tienen relación alguna con los cuentos del ritual judaico. Edouard Montet, en un extenso artículo publicado en Revue de l’histoire des religions, año 1890, opina que el cuento hebraico Had Gadya no es muy antiguo y no puede ser una de las fuentes primitivas del tema. Y, por último, Von der Leyen, en su obrita Das Märchen, del año 1909, cree que estos cuentos son de origen oriental y que vienen de India. En páginas 46-63 de su primer tomo, Haavio discute con exquisita erudición los orígenes de los cuentos encadenados. Da cuenta de las fiestas y ceremonias religiosas y populares para las cuales se cantaban y se cantan en Europa algunos de estos cuentos hebraicos, de India y de otras procedencias, y llega a la conclusión de que el origen de los cuentos encadenados hay que buscarlo en los rituales religiosos en los cuales había sacrificios de animales y plantas. Cree, en fin, que nuestros cuentos son de origen ritualista. El último trabajo de importancia que se ha hecho sobre estos materiales es el que hemos citado al principio de este estudio, Archer Taylor, Formelmärchen del año 1935. Taylor no apoya la teoría del origen ritualista de estos cuentos y cree que la mayor parte de ellos son de orígenes índicos. Pero Taylor anda muy descaminado cuando habla de las numerosas versiones de algunos tipos que se han encontrado en países escandinavos, creyendo que sólo allí existen. La verdad es que allí es donde más se han buscado recientemente. En la tradición hispánica la cosecha está todavía por hacer, y la mayor parte de los que se han encontrado no tienen tipos definitivos en la clasificación de Aarne-Thompson nuevamente explicada y arreglada por Taylor. Hagamos un breve resumen del artículo de Taylor. En § 5, páginas 171-174, Taylor estudia el cuento hebraico Ehad mi yodea, Cuentos 14. No añade, nada nuevo a nuestros conocimientos del problema. Cuando cita bibliografías españolas abundan los errores ortográficos. El cuento de Ampudia 194, que cita para el Tipo 2021 de AarneThompson, no se halla en la tradición de España y debe de ser de origen literario, inglés o flamenco. Sobre el origen y desarrollo de los otros tipos importantes de los cuentos encadenados hace Taylor muy valiosas observaciones. Según Taylor, el cuento del ritual hebraico Had Gadya se halla en todas partes del mundo. La bibliografía de Taylor sobre este tema, páginas 181-182, es la más abundante hasta ahora publicada. Sobre el Tipo 2031 de Aarne-Thompson, tan popular en la América Española, hace Taylor observaciones muy acertadas, particularmente sobre la relación de las versiones modernas con la antigua del Panchatantra III, 12, documentada en el Calila y en el Lucanor. La versión
española, tan popular en la América Española, no viene, claro es, directamente del Panchatantra, sino de una versión de India o de Persia anterior tal vez a la versión documentada en el Panchatantra. Si exceptuamos nuestros Cuentos 14, relacionado con el Ehad mi yodea hebraico, pero de origen índico, como ya queda demostrado en nuestro estudio de este cuento, los cuentos de fórmula hispánicos llamados de cadena o encadenados son cuentos de niños y para niños. Se cuentan por regla general en tono de recitado, y los que están compuestos de versos o de muchas repeticiones a veces se cantan. Su relación con el culto religioso no se ve por ninguna parte. Esto no prueba definitivamente que no sean la mayor parte de estos cuentos de origen ritualista como cree Haavio, pero por ahora nos parece dudoso. Su relación directa con los temas fundamentales y ritualistas de la tradición hebraica, el Ehad mi yodea y el Had Gadya, nos parece aún más dudosa. Hagamos ahora el estudio de nuestras versiones hispánicas. La clasificación de los cuentos encadenados de Aarne-Thompson no es satisfactoria. Con las nuevas adiciones y enmiendas de Taylor en JAFL XLVI, 77-88 es menos satisfactoria todavía. No se ha hecho más que meter aquí y allí tipos semejantes o diferentes para continuar una clasificación basada principalmente en los tipos germánicos y finlandeses antes establecidos por Aarne-Thompson. En un solo tipo, 2030, han tenido que meter a fuerza de fuerzas numerosas variantes desde A hasta K, sin agotar las variantes, que son en realidad tipos muy diferentes, tres de éstos hispánicos. Es inexplicable la manía de querer insistir en seguir esta extraordinaria cuanto imperfecta clasificación. Ya se han quejado otros antes que yo (véase JAFL XLVI, página 77), pero ni Thompson ni Taylor parecen estar dispuestos a arrostrar el problema y hacer la clasificación de nuevo. En el estudio siguiente de los cuentos hispánicos que podemos llamar encadenados no vamos a hacer una nueva clasificación. Trataremos de clasificarlos según la clasificación de Aarne-Thompson, pero cuando establecemos tipos nuevos con letras del alfabeto añadidas a tipos semejantes de Aarne-Thompson, no hay que considerar a estos tipos como sencillas variantes, sino como tipos diferentes. Por eso todos nuestros tipos hispánicos van clasificados primeramente como Tipos I, II, III, IV, etc. De esta manera se podrá referir a ellos como en los numerosos casos de nuestros cuentos ya estudiados, y quien cite una de nuestros tipos hablará de un tipo definitivo y bien establecido, y no de uno semejante a Aarne-Thompson tal y cual, como ya queda dicho en nuestra Introducción General.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
en Handwörterbuch, sub voce Formelmärchen, 164-169, y particularmente §11, y en JAFL XLVI, 77-88, y Tipo 2023; Thompson B280, B282, Z31.1.2, Z31.2.2, Z31.2.3.
271. La hormiguita 272. La hormiguita 273. La hormiguita 274. La mariposita BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia 180, 181, 182; Curiel Merchán 193, 194-195; Espinosa, Castilla 473, 474, 475, 476, 477, 478, 479, 420, 480a, 481, 481a, 482; FCaballero 1, 3-5; Rodríguez Marín I, 179; Sánchez Pérez 56.—Españolas de América: Arellano 99a, 99b, 99c; Carrizo, Catamarca 1477; JAFL, XXIX, 534-535 (dos versiones nuevomexicanas); Laval, Carahue I, 69-70; Mason-Espinosa PRF V, 24, 25, 26, 27, 28, 29; Mendoza 744-748 (cinco versiones mejicanas); Moya II, 330-336 (cinco versiones); Rael 393; Tía Panchita 18-26; Wheeler 203.—Portuguesa: Athaide Oliveira I, 69; Coelho 1.—Portuguesas de Brasil: Caróchinha 1; Pereira da Costa 517-521 (dos versiones).—Portuguesas de Las islas de Cabo Verde, de Madeira y de la India Portuguesa: Azevedo 457-459; JAFL XXXIII, 37-38 (dos versiones), L, 38-39; Parsons, Cape Verde I, 70.—Catalanas: Alcover VII, 305-315; Maspons y Labrós I, 58-60; Cuentos 12-17; Salvator 21-32.—Italianas: Anderson, Novelline 68, 69, 70; Archivio IV, 200-202; Crane 259, 376-377; Pitré III, 134, y pagina 95.—Francesas: Bladé III, 235-237; Carnoy 217-219; Cosquin I, 18, II, 74; Dardy II, 54; Legrand 183-185; Mélusine I, 193-194, 424-425, 552-553; RTP I, 3-4, 331, II, 110, 120, 152, V, 15-19 (cuatro versiones), VIII, 552; Sébillot I, 55, Auvergne 257, 259.—Francesas del Canadá y de Misuri: Carrière 72; Lanctot 151.—Belgas y flamencas: Laport 2036, 2036A; La Tradition XX, 170; Wallonia V, 59-60.—Alemanas: Böhme 1223, 1224, 1225; Grimm 30; Lemke II, 37-41 (dos versiones); ZVFV XVII, 132.—Danesas y noruegas: Clouston I, 302-304; Dasent, Fjeld 30-35.—Inglesas: Jacobs 1, 16; Notes and Queries I, i, 458, iii, 51.—Inglesas de América: CampbellSharp 119; JAFL XXVI, 134-135 (tres versiones), XXXV, 392-394 (dos versiones).—Escocesa: Chambers 5657.—Irlandesas: Notes and Queries I, ii, 75, 110.—Rusa: Coxwell 824-836.—Griega: Hahn I, 56.—Marroquí: Légey 59.—Africana: Frobenius I, 47.—Africana de América: Beckwith 56.—Georgiana: Wardrop 16.— Persa: Clouston I, 304-309.—Clasificación y estudios especiales: Aarne-Thompson 2021, 2022, 2023; AJPh XXXII, 294-312; Boggs 2020, 2023; Bolte-Polívka I, 293-295, II, 146-149; Cosquin I, 204-207, 282-284, II, 305-306; Crane 377; FL XVIII, 449; Haavio I, 1-93, II, 28-160; Jacobs 1, 251-253; JAFL XXXV, 392, 394-399; Moya II, 323-336; Notes and Queries I, ii, 74-75; Taylor
Nuestros Cuentos 271, 272, 273, 274 son cuentos infantiles de animales. Tienen muchas repeticiones, pero no son cuentos de fórmulas fijas. Las versiones del tema que hemos podido recoger de la tradición hispánica son cuarenta y siete. Las versiones que se publican en España y en otros países hispánicos en cuentos para niños, aunque seguramente basadas en versiones verdaderamente populares, no han sido incluidas en nuestra Bibliografía. Además de nuestras cuarenta y siete versiones del cuento de la cucaracha u hormiguita que halló un ochavo y después se casó con el ratoncito, contamos en nuestra bibliografía con diecisiete versiones de un tema semejante, el cuento infantil en verso de la tradición hispánica que relata las bodas del piojo y la pulga, y que termina de una manera semejante al de la cucaracha. Entre unas y otras las sesenta y cuatro versiones de estos dos cuentos semejantes contienen los siguientes elementos fundamentales: A. La cucaracha u hormiguita se encuentra un ochavo, compra vestidos elegantes y se viste muy bien. Llegan y pasan por su casa muchos pretendientes: el buey, el cerdo, el cordero, el perro, el gato, el ratoncito (alguna vez un arriero). Se casa con el ratoncito, enamorada de su dulce voz. A1. El piojo y la pulga se quieren casar, pero no lo hacen por falta de pan y de otras cosas. La vaca o la hormiga ofrece pan o trigo; el lobo o la zorra ofrece carne; el becerro u otro animal ofrece dinero; el mosquito ofrece vino; las moscas se ofrecen de cocineras; el ratón se ofrece para padrino y la cigüeña para madrina. No todos estos animales entran en todas las versiones. B. La cucaracha se va a misa o para hacer compras y deja al ratoncito cuidando el puchero. B1. El ratoncito se baja de la cama para hacer una necesidad. B2. Celebran las bodas del piojo y la pulga y empiezan a repartir el vino. C. El ratoncito se cae en el puchero y se ahoga. C1. Sale el gato, coge al ratoncito y se lo come. C2. Sale el gato (o salen los gatos) y se come (o se comen) al padrino. D. El duelo. Después de la trágica muerte del ratoncito de elemento C, los animales amigos, el rey y la reina, etc., manifiestan su duelo de diversas cuanto extraordinarias maneras. Véase Tipo I. E. El piojo y la pulga se escapan.
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
Nuestras sesenta y cuatro versiones se dividen en tres tipos importantes, dos de ellos estrechamente relacionados. Tipo I, con elementos A, B, C, D. Este es el tipo fundamental hispánico de la cucaracha que se casó con el ratoncito, y que termina con la trágica muerte de éste y el extraordinario duelo. Pertenecen a este tipo diecisiete versiones, seis españolas peninsulares, dos españolas de América, siete portuguesas y dos catalanas: Ampudia 181; Cuentos 274; Espinosa, Castilla 480, 481, 482; FCaballero 1, 3-5; Rael 393 (en elemento A falta el incidente de los diferentes pretendientes); Tía Panchita 18-16; Athaide-Oliveira I, 69; Caróchinha 1; Coelho 1; JAFL XXXIII, 37 38, y variante; Parsons, Cape Verde I, 70 (los protagonistas son hombre y mujer); Pereira da Costa 519-521; Alcover VII, 305-315 (versión muy estropeada en el principio); Maspons y Labrós, Cuentos 12-17. La segunda versión catalana es una variante del tipo y tiene alguna relación son el Tipo III. Comienza de esta manera: El piojo y la pulga, que se entiende que se han casado, llevan harina al perol. Se cae el piojo en el perol y se ahoga. Sigue el duelo. La versión esté también en verso como las del Tipo III. El extraordinario duelo de las versiones de este tipo, con sus numerosas y variadas formas, es muy bien conocido en la tradición de Europa. Se halla en Aarne-Thompson 2023, por ejemplo, desconocido, al parecer, en la tradición hispánica. Nuestro Tipo I, Aarne-Thompson 2023, no es muy popular fuera de España. Hay la posibilidad de que el duelo de nuestro tipo no sea fundamental, sino añadido al Tipo IA, que puede ser uno de los tipos primitivos de España juntamente con nuestro Tipo II. Los detalles del duelo en las diecisiete versiones de nuestro Tipo I son las siguientes: El pajarito se corta el pico o se saca las plumas en diez versiones; la paloma se corta las plumas y el palomar se derrumba en nueve versiones; el río o fuente se seca en doce versiones; la princesa o los criados del palacio rompe o rompen cántaro o cántaros y echa o echan a correr en diez versiones: la reina se pone luto en tres versiones, se va a la cocina sin camisa en dos versiones, se corta el cabello en una versión, se corta una pierna en una versión, se quita la toca en una, y se quema la falda en una; el rey se quita los pantalones en dos versiones, se corta los bigotes en dos, se quema el culo en dos, se saca un ojo en una, se quita la corona en una, se pone luto en una, se tira un pedo en una, y en todas las versiones echa a correr después. Tipo IA, con elementos A, B, C. Este tipo es igual al Tipo I, pero sin terminar. Omite elemento D, el duelo.
Como ya queda dicho, no sabemos si éste es el tipo hispánico primitivo o si es una variante del Tipo I, con el olvido total del duelo. Pertenecen a este tipo diecisiete versiones, cinco españolas peninsulares, diez españolas de América y dos portuguesas: Cuentos 271, 272; Curiel Merchán 193, 194-195; Espinosa, Castilla 479; Arellano 99a, 99b, 99c; Mason-Espinosa PRF V, 24, 25, 26, 27, 28, 29; Wheeler 203; Azevedo 457-459 (en verso y muy completa); JAFL L, 38-39 (de India Portuguesa). Tipo II, con elementos A, B1, C1. Este es un tipo muy sencillo, tal vez con el Tipo IA, uno de los primitivos y fundamentales de la tradición hispánica: la cucaracha u hormiguita se casa con el ratoncito, se baja éste de la cama y se lo come el gato. Ninguna de las versiones de este tipo termina con el duelo, elemento D. Pertenecen a este tipo once versiones hispánicas, todas españolas peninsulares, nueve de ellas castellanas: Ampudia 180; Cuentos 273; Espinosa, Castilla 473, 474, 475, 476, 477, 478, 480a, 481a; Sánchez Pérez 56. Hay además dos variantes muy notables de este tipo, las catalanas de Maspons y Labrós I, 58-60, y de Salvator 21-32. En la de Maspons y Labrós la ratita escoge al gato para marido casi de la misma manera que en elemento A. Van a casarse y el gato se la come. La de Salvator es muy notable y está mezclada con elementos de Aarne-Thompson 2032: La ratita halla un centavito como en el tipo regular y se casa por fin con un gatito. Se cae en la olla la ratita, la saca el gato y la deja debajo de un árbol para que se seque. Se le cae encima una almendra y le rompe la boca como en Aarne-Thompson (Taylor) 2032. El gato busca ayuda para remendarle la boca; vuelve y le lame la boca a la ratita, prueba la sangre y se la come. En las cuarenta y siete versiones de los dos tipos relacionados I y II la protagonista es generalmente una cucaracha (trece versiones), es muchas veces hormiga (diez versiones) o mariposa (nueve versiones), y alguna que otra vez rata (tres versiones), raposilla (tres versiones), araña (dos versiones), paloma, pulga o mujer (una versión). Tipo III, con elementos A1, B2, C2. Este tipo es el tema del piojo y la pulga, en algunas versiones piojo y liendre, de la tradición hispánica, contado por regla general en versos endecasílabos de arte mayor, aunque no siempre regulares, que nos relata lo siguiente: El piojo y la pulga no se pueden casar por falta de pan u otra cosa; por fin obtienen todo y se casan; celebran su boda con sus bienhechores, pero de repente llega el gato sin ser invitado y se come al padrino, a los músicos o a otros.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Pertenecen a este tipo diecisiete versiones hispánicas de nuestra bibliografía, dos españolas peninsulares, catorce españolas de América, y una portuguesa de Brasil: Ampudia 182; Rodríguez Marín I, 179 (cita otras versiones españolas peninsulares que yo no he podido examinar); Carrizo, Catamarca 1477 (termina todo en paz y con la bendición de la cabra, sin la trágica intervención del gato); JAEL XXIX, 534-535 (dos versiones nuevomexicanas); Laval, Carahue I, 15; Mendoza 744-748 (cinco excelentes versiones mejicanas); Moya II, 330-336 (cinco versiones argentinas); Pereira da Costa 517-518. Nuestros tres tipos son populares, solamente en la tradición hispánica. Las versiones semejantes son numerosas, es verdad, pero las verdaderas versiones de cada tipo son muy raras. Las pocas que se hallan son principalmente italianas y francesas, y aun éstas se hallan frecuentemente mezcladas con elementos de cuentos semejantes, AarneThompson 2022, Grimm 30, Aarne-Thompson 2022A y 2032, por ejemplo. Nuestros Tipos I y II se hallan en la tradición de Europa tan frecuentemente mezclados con elementos de AarneThompson 2022, que Taylor en la discusión de ellos en § 11 de su Formelmärchen habla de los dos tipos 2022 y 2023 como Si se tratase del mismo cuento. Cree que 2022 y 2023 (el nuestro de los Tipos I y II) pueden ser un desarrollo de Aarne-Thompson 2021, y sospecha que el cuento hispánico 2023, con elemento de escoger novio y el matrimonio de la protagonista, puede ser uno de los tipos primitivos y originales. En cuanto al origen y desarrollo de nuestros Tipos I y II, no podemos admitir que sean un desarrollo de AarneThompson 2021, por la sencilla razón de que este tipo no se halla, al parecer, en la tradición hispánica. Hay que separar definitivamente el tema hispánico, Aarne-Thompson 2023, del Tipo 2022. Los dos son muy diferentes, y se parecen solamente en llevar los dos el duelo extraordinario, si bien aun en éste hay diferencias notables. Algunas versiones notables no hispánicas de nuestros Tipos I y II, si bien algunas veces mezcladas con elementos de Aarne-Thompson 2022, son las siguientes: Tipo I: Archivio IV, 200-202; Bladé III, 235-237; Carnoy 217-219; Carrière 72; Clouston I, 302-304, 304309; Cosquin I, 18, II, 74; Coxwell 824-826; Crane 259; Frobenius I, 47; Jacobs I, 16; Lanctot 151; Laport 2036, 2036A; Mélusine I, 424-425; Pitré III, página 95; RTP II, 257; Sébillot I, 55, 64; Wallonia V, 59-61. Véase además Bolte-Polívka I, 293-295, donde se citan otras versiones o variantes de nuestro tipo. Tipo I, variantes. Beckwith 56; Lemke II, 37-41 (dos versiones); Pitré III, 134.
Tipo IA: Crane 376-377; Legrand 183-185. Tipo II: Anderson, Novelline 68, 69, 70. Las tres son versiones perfectas del tipo. Nuestro Tipo III tampoco es popular fuera de la tradición hispánica. Hay, sin embargo, algunas versiones muy semejantes: Böhme 1223, 1224 (todo termina con alegría y felicidad), 1225; RTP I, 331, II, 110; Sébillot, Auvergne 257-259. En vez de insectos los protagonistas de estas versiones son en su mayor parte pájaros u otras aves. Véase Thompson Z31.2.1. En la tradición inglesa, británica y americana, hay un cuento semejante al de nuestro Tipo III, el cuento del sapo enamorado que se casa o está para casarse con la rata. Termina el cuento feliz o trágicamente como en las versiones de nuestro tipo hispánico, pero los detalles son muy diferentes. En la tradición inglesa el cuento es muy antiguo, encontrándose versiones desde el siglo XVI. Las versiones modernas, en su mayor parte en verso, son muy numerosas. Véanse las valiosas observaciones y la extensa bibliografía de Albert H. Tolman y Mary O. Eddy en JAFL XXXV, 392399.
275. Las bodas del tío Perico 276. Las bodas del tío Francisco 277. Llegó un gatu y mató al ratu BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia 177, 179, 186; BTPE IV, 123-126; Curiel Merchán 77-78, 115-117, 120-121; Espinosa, Castilla 488, 489, 490, 491, 402, 493, 494, 495, 496; Laval, Cuentos 5; Llorca 175-176; Rodríguez Marín, Don Quijote I, 45-46.—Españolas de América: Arellano 18, 19, 20, 21; Carrizo I, 91; Draghi Lucero 331-332; Hague 98-99; JAFL XXV, 221-222, XXVII, 138-139, 222-224, XXXI, 482-483, XL, 131-132; Laval, Cuentos 4; Mason-Espinosa PRF V, 33; Mendoza 734-737; Radin-Espinosa 99; Rael 391, 392; Teotihuacán 396-397.—Portuguesas: Athaide Oliveira I, 84, 163, II, 312; Coelho 2, 4; RL VIII, 220.—Portuguesas de Brasil: Caróchinha 2; Magalhães 187-190, 203-207; Pereira da Costa 522-527; Revista FP II, 165; Romero 34.—Portuguesas de las islas de Cabo Verde y de Madeira: Azevedo 467-472; Parsons, Cape Verde I, 69.—Catalanas: Alcover IX, 144-149; Ferrer-Ginart 95-98.—Italianas: Archivio III, 69-71, VII, 79-80; Dähnhardt III, 526; De Nino III, 28; Doni 50; Pitré III, 131; RTP VI, 105.—Francesas: Archiv SNS LXXXI, 277-279; Barbazan-Méon II, 25; Bladé III, 238-245 (tres versiones), 249-252; Bozon 75;
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
Cosquin II, 34; Germania V, 467; La Fontaine IX, 7; Marie de France 73; Mélusine I, 256-258; Rochholz 152-153; Romania I, 108-110, 219-220; RTP III, 181-182, V, 545, 548-551 (dos versiones), V, 598-599 (dos versiones), VI, 102, 107, 372-373 (dos versiones), 502, VIII, 19, 429-430, X, 304-305, 662, XXVI, 169-171 (dos versiones), XXVII, 215; Stöber I, 436.—Francesa del Canadá: MBarbeau 73.—Belgas y flamencas: Germania V, 466; Laport 2037; RTP II, 494-495, VI, 374-375 (tres versiones); Wallonia 67-68.—Provenzales: RLR IV, 112-117 (tres versiones); RTP VI, 502.—Rumana: Gaster 109.—Latinas: Odonis de Ceritona 63; Régnier II, 515; Rochholz 155; Romulus, Appendix 61.—Alemanas: Archiv SNS XIX, 358-359; Böhme 1260 (tres versiones), 1261, 1262; Curtze 287-288; Erk-Böhme III, 1743, 1744, 1745, 1746; Firmenisch II, 62-64, 232-233, III, 22, 455-456, 794-795 (dos versiones); Germania II, 481, V, 463-465 (dos versiones); JAFL XVIII, 39; Kuhn-Schwartz 358-359; La Tradition II, 281-283; Meier 82, 84; Peter I, 45-47; Rochholz 149-152; Simrock, Kinderbuch 207-210, 215-221; Stöber I, 105; RTP V, 600.—Danesas y noruegas: Clouston I, 299-300; Dasent 238-245.—Holandesas: Haavio I, 15; JAFL II, 212; RTP V, 545-546, VI, 103-105 (dos versiones).—Inglesas: FLJ II, 277-278; Jacobs 1, 4; Jacobs 2, 80; JAFL XVIII, 35-36.—Escocesa: JAFL XVIII, 34-35.—Irlandesas: Jacobs 4, 102-107; JAFL XXXI, 117-119.—Húngaras: RTP XXIV, 272-273, XXV, 43-46.—Griegas: JAFL II, 211; RTP VII, 402-403.—Árabes: Chauvin VIII, 41-42; Mélusine I, 358-359; RTP VI, 372.—Berberisca: Rivière 137-138.—Judías: Clouston I, 291-293; Haavio I, 7; JAFL II, 209-210, XVIII, 33, XXIX, 416-417; Jewish Encyclopedia VI, 127; Rochholz 153.—Africanas: Barker Sinclair 177-180; Bleek 26; Clouston I, 309-310; FLJ II, 136-138; Frobenius III, 18, 19, 20; RTP VII, 311-313, 394-396.—Africanas de América: Beckwith, 138; Fauset NS 15 y variante: Germania II, 482; Parsons, Andros 61.—Antillanas menores: Parsons, Antilles I, 156, 491-492, II, 305-306, 351, 444-445.—Indias: Benfey, Panchatantra I, 374-375; Calila y Dimna 6; Hitopadesa IV, 6; Johannis de Capua D, 189-192; Johannis de Capua H, 239-241; Kalilah and Dimnah 148-150; Kalilah et Dimnah A, 107111; Kalilag und Damnag 72-74; Panchatantra III, 12; Panchatantra, Alemany IV, 9; Panchatantra, Lancereau III, 13; RTP VII, 400; Somadeva V, 109-110.—Indias Orientales: Bijdragen LXXXIII, 280-282; Clouston I, 311313; De Vries, Oost Indië I, 1-3, 48-49, 92-95, II, 205-206; Dixon 202; Germania II, 484; Hambruch 7.—India de Norteamérica: Taytays Tales 88-80.—Indias de Sudamérica: Augusta 155-157; Lenz, Estudios 200-202.—Finlandesa:
Dähnhardt 111, 48-49.—Rusas y lituanas: Gerber 99; Köhler III, 364.—Japonesas y coreanas: Archiv SNS LXXXI, 270-272; ZVFV XXI, 363-364.—Siamesa: RTP VI, 105-106.—Clasificación y estudios especiales: AarneThompson (Taylor) 2030 y numerosas variantes, 2031; Aesop I, 98-100; Basset 197-200; Benfey, Panchatantra I, 373-375; Boggs 2030A, 2030B, 2030C; Bolte-Polívka II, 100-108; Chauvin II, 97-98, V, 97-98; Cosquin II, 3541; Gaster 318-319; Germania II, 481-485, V, 463-467; Goebel en Handwörterbuch, sub voce birnli; Gubernatis II, 65; Haavio I, 5-93, II, 5-91; Jacobs 1, 245-246; Jacobs 4, 309-310; JAFL XVIII, 33-48, XXVII, 222-227; Jewish Encyclopedia, sub voce Had Gadya, y también Universal Jewish Encyclopedia, sub voce Had Gadya; Köhler I, 578, II, 47-56, III, 355-365; La Fontaine IX, 7, Notas de Régnier; Loiseleur Deslongchamps 49-50; Meier 317-320; Notes and Queries VII, viii, 321-322, 1x, 461-462; Panchatantra, Lancereau 378; Rochholz 153-156; Romania I, 220-225; RTP V, 545-547, 598-604, VI, 102-107, 371-375, 501-502, VII, 391-409; Stöber 129-135; Taylor en Handwörterbuch §§ 13, 14, 15; ZVFV XVII, 129-143; Thompson D342, H631, J1908.2, L392, Z41.1, Z41.1.2, Z41.2. Estos tres cuentos pertenecen al grupo de cuentos encadenados que podríamos llamar cuentos del fuerte, del más fuerte y del más fuerte de todos, Aarne-Thompson (Taylor) 2030 (con variantes para todas las letras del alfabeto, entre ellas algunos de nuestros tipos hispánicos), relacionado con el Had Gadya hebraico. Ateniéndonos por ahora solamente a nuestras versiones hispánicas, hemos reunido unas cincuenta y nueve versiones que pertenecen a este grupo. Entre unas y otras, nuestras versiones hispánicas contienen los siguientes elementos fundamentales: A. Una hormiguita, pájaro u otro bicho camina en la nieve y se rompe una patita. A1. Un saltamontes u otro bicho se cae en un pozo o de un árbol y se rompe una patita. A2. Un escarabajo u otro bicho se cae en el hielo y se rompe una pata o la cabeza. (Este elemento se halla en versiones no hispánicas muy semejantes a las hispánicas). A2a. La zorra le da un empujón al lobo y le hace caer sobre el hielo. A3. Un gallo u otra ave se marcha a las bodas de su tío, se encuentra unas boñigas en el camino y se detiene para comerse unos granos que contienen. De esta manera se ensucia el pico y yo no puede ir a las bodas si no encuentra quien le limpie el pico. B. Un insecto u otro animal ataca a otro insecto o a una mora, o un bicho cualquiera molesta a otro bicho.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
B1. Un ratón se come el queso de unos viejos. B2. Una zorra llega a la casa de un conejo y el gallo se esconde; llega la onza y el perro se esconde; llega otro animal y la onza se esconde. B3. A un mono o pájaro se le cae un grano de maíz o el hueso de un árbol frutal, o B1en se le cae un pedazo de dulce u otra cosa en el tronco de un árbol. En alguna versión, del hueso que se le cae sale un árbol cerca de otro árbol. B4. Una hormiguita planta tres garbanzos cerca de un peral. Los garbanzos no salen. B. Una cabra y una cabrita entran en una viña, destrozan todo y no quieren marcharse. B6. Una viejecita compra un pavo u otro animal y éste no quiere irse a casa con ella. C. La hormiguita u otro animal de elemento A o variante se queja de la nieve (o con el hielo), y la nieve responde que más fuerte es el sol que la derrite. La hormiguita se queja entonces del sol, y el sol responde que más fuerte es la nube que le tapa. Etc. La serie completa es: hormiga, nieve, sol, nube, viento, pared, ratón, gato, perro, palo, fuego, agua, buey (o vaca), cuchillo, herrero (u hombre), muerte, Dios. C1. El gallo de elemento A3 se encuentra con la malva y la ruega que le limpie el pico para poder ir a las bodas de su tío. La malva dice que no quiere, y entonces el gallo se encuentra con la oveja y le ruega que se coma a la malva porque no quiere limpiarle el pico. La oveja dice que no quiere. Entonces el gallo se encuentra con el lobo y le ruega que se coma a la oveja, etc. La serie completa es muy semejante a la de C: gallo, malva, oveja, sobo, perro, palo, fuego, agua, vaca, cuchillo, herrero, muerte, Dios. C2. El mono o pájaro de cemento B3 acude a la justicia para que se le devuelva su grano o hueso perdido, para que el jardinero saque su árbol y permita crecer al que ha salido del hueso perdido, o para que le den un hacha con que derribar el tronco del árbol y recobrar su pedazo de dulce u otra cosa. La justicia responde que no quiere o que no puede. Entonces acude sucesivamente al rey, a la reina, al ratón (para que roa las faldas de la reina), perro, palo, fuego, agua, buey, cuchillo, carnicero, muerte. C3. Mandan al perro para que muerda a la cabra y a la cabrita de elemento B5 para que se salgan de la huerta, o para que muerda al pavo de elemento B6 para que se vaya a casa, pero el perro dice que no quiere. Mandan entonces al paso para que se pegue al perro, etc. La serie es semejante a la de C, pero nunca llega a la muerte. En una versión al carnicero sigue la soga (para ahorcarle). D. Termina el cuento sencillamente con decir o inferir que Dios es el más fuerte de todos.
Da. Termina con decir u inferir que la muerte es el más fuerte de todos. Db. Termina con decir que el cuchillo o el buey es el más fuerte de todos. D1. Dios manda a la hormiguita que se vaya a casa (a sanar), y la hormiguita se va a casa y sana. D2. Dios manda a la hormiga que se vaya a robar (de ladrona). D3. El hombre mata a la hormiga. Otras hormigas le pican y tiene que echarse al agua para ahogarlas. D4. La muerte mata al hombre. D5. La pared se cae y todos se ahogan. D6. (Dios envía a la muerte para que amenace al hombre.) El hombre amenaza al cuchillo, el cuchillo amenaza al buey, el buey va a beberse el agua, el agua va a apagar el fuego, el fuego va a quemar el palo, etc., y, por fin la malva obedece y le limpia el pico al gallo; y el gallo se marcha entonces a las bodas ele su tío. D6a. La muerte amenaza al hombre, el hombre al cuchillo, el cuchillo, al buey, etc., y por fin la justicia devuelve al mono o pájaro el grano o hueso perdido, el jardinero saca su árbol para que crezca el del mono o para que salgan los garbanzos de la hormiguita, o la justicia le dé al mono un hacha para derribar el tronco y sacar su pedazo de dulce perdido, etc. D6b. La soga amenaza al carnicero, el carnicero al cuchillo, el cuchillo al buey, etc., y por fin el perro obedece y va a morder a la cabra y cabrita o al pavo. Cuando el perro va a morder a la cabra y cabrita, ya han llenado la panza y se han marchado. El pavo se va a casa. D7. Otro insecto u otro Bicho cualquiera ataca al primero de elemento B1, otro aun a éste, etc. La serie es semejante a la de C, pero termina siempre con el hombre. D8. El gato se come al ratón, el perro mata (y se come) al gato, el palo le pega al perro, etc., hasta que por fin el oso se come al buey. Nada más. D9. Llega el hombre y mata al último animal de elemento B2 que se ha escondido. E. Termina el cuento sin acabar, con una broma vulgar. Cuando se llega a la vaca, por ejemplo, el narrador se detiene por un momento y luego pregunta: —¿Dónde íbamos? Si alguno contesta correctamente: «En la vaca», el narrador le dice: —Álzale el rabo y bésale la caca. Otro animal puede sugerir otra rima semejante. Nuestras cincuenta y nueve versiones hispánicas se dividen en siete tipos importantes, dos de ellas con variantes notables. Tipo I, con elementos A o A1 (en una versión A2 y en otra A2a), C, D o Da o Db.
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
Pertenecen a este tipo trece versiones, una española peninsular, siete españolas de América y cinco portuguesas: Curiel Merchán 115-117; Carrizo I, 91; JAFL XXV, 221222, XXVII, 138-139, 222-224, XXXI, 482-483; RadinEspinosa 99; Rael 392; Athaide Oliveira I, 84, II, 312; Azevedo 467-472; Caróchinha 2; Coelho 2. En la versión de Curiel Merchán el protagonista del cuento es un gallo en vez de hormiguita. Tipo IA, con elementos A, C, D1. En esta extraordinaria variante del Tipo I Dios manda a la hormiguita que se vaya a casa. La hormiguita obedece y sana (recobra su patita). Pertenecen a este tipo cinco versiones, todas españolas de América: Arellano 18, 19, 20, 21; Laval, Cuentos 4. Variantes extraordinarias del Tipo I: JAFL XL, 131-132, con elementos A, C, D3; Rael 391, con elementos A, C, D5; Romero 34, con elementos A, C, D2 (Dios manda a la hormiguita que se vaya de ladrona). Versiones incompletas del Tipo I: Ampudia 186, con elementos A, C; Draghi Lucero 331-332, con elementos A, C; RL VIII, 220, con elementos C, D. Este tipo, con sus variantes, es el cuento hispánico de la hormiguita que se rompe una patita caminando en la nieve y que va a quejarse de la nieve, el sol, la nube, etc. Es uno de los cuentitos más populares de la tradición hispánica, pero conocemos solamente una versión española peninsular, la de Curiel Merchán 115-117, variante del Tipo L. El tipo es, al parecer, románico, conocido principalmente en versiones españolas de América, portuguesas, francesas y provenzales. Las versiones francesas y provenzales de nuestra bibliografía son las siguientes: Mélusine I, 256-258, Romania I, 108-110, RTP V, 502. La versión provenzal de Romania es como sigue: Una mosca y una hormiga viajan juntas por un camino y llegan a un río helado. La mosca echa a volar y pasa fácilmente, pero la hormiga da un salto y cae en el hielo y se rompe una patita. De allí en adelante el cuento es igual a nuestro Tipo L. La versión araucana de Augusta 155-157 de nuestro Tipo I es a todas luces de origen hispánico, sacada seguramente de la tradición chilena. Tipo II, con elementos A3, C1, D6. Con su variante IIA, abajo mencionada, es el tipo hispánico del gallo que después de ensuciarse el pico, logra que la malva se lo limpie y puede ir por fin a las bodas de su tío. Pertenecen a este tipo ocho versiones hispánicas, cinco de ellas castellanas: Ampudia 177; Curiel Merchán 77-78, 120-121; Cuentos 275, 276; Espinosa, Castilla 488, 491, 492. En la segunda versión de Curiel Merchán el gallo llega a la boda y lo matan y se lo comen.
Tipo IIA, con elementos A3, C1, E. Esta variante del Tipo II es idéntica al tipo fundamental, pero está sin terminar, interrumpida la narración por el elemento vulgar E. La verdad es que cualquier versión del Tipo II podría terminar de esta manera. Pertenecen a este tipo tres versiones españolas peninsulares: Espinosa, Castilla 489, 490; Laval, Cuentos 5. Tipo III, con elementos B, D7. Este tipo es muy popular en la tradición hispánica, pero desconocido por los que clasifican los cuentos. No se halla ni en Aarne-Thompson ni en Boggs, ni en versión ninguna fuera de la tradición hispánica. Es un cuentito infantil en verso, contado en tono de recitado o cantado. Pertenecen a este tipo once versiones hispánicas de nuestra bibliografía, seis españolas peninsulares, tres españolas de América y dos portuguesas de Brasil: BTPE IV, 123-126; Espinosa, Castilla 493, 494, 495, 496; Hague 98-99; Llorca 175-176; Mendoza 734-737; Pereira da Costa 522-527; Revista FP II, 165; Teotihuacán 396-397. La versión mejicana de Mendoza termina de una manera extraordinaria: Cuando el hombre se puso a cantar, vino su suegra y lo hizo callar. Hay algunas versiones no hispánicas muy semejantes: Chauvin VIII, 41-42; JAFL II, 211-212 (dos versiones griegas); Simrock, Kinderbuch 207-210. Tipo IV, con elementos B1, D8. Este tipo, AarneThompson (Taylor) 2030C, es muy raro. Se halla solamente en dos versiones asturianas: Ampudia 179; Cuentos 277. Tipo V, con elementos B2, D9. Este es un tipo extraordinario que se halla solamente en una versión hispánica de nuestra bibliografía, la portuguesa de Brasil de Magalhães 203-207. Tipo VI, con elementos B3, C2, D6a. Este es un tipo que se halla solamente en seis versiones portuguesas de nuestra bibliografía: Athaide Oliveira I, 163; Coelho 4; Magalhães 187-190; Parsons, Cape Verde I, 69. Tipo VIA, con elementos B4, C3, D6a. Este es el tipo que cita Rodríguez Marín en páginas 45-46 del tomo I de su edición de Don Quijote (edición de Clásicos Castellanos). No conozco otras versiones. Tipo VII, con elementos B5, C4, D6b. Este es el cuento de la cabra y cabritos que no quieren marcharse de la viña, muy semejante al tipo de Aarne-Thompson 2030, relacionado con el Had Gadya hebraico.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Pertenecen a este tipo tres versiones hispánicas, una española de América y dos catalanas: Alcover IX, 144-149; Ferrer-Ginart 95-98; Mason-Espinosa PRF V, 33 (con B6 en vez de B5). Este tipo, Aarne-Thompson 2030 es popularísimo en la tradición de Europa, si bien en variantes muy diversas, Grimm 72a, Aarne-Thompson 2030D, 2030E, 2030F, 2030G, 2030H (el tipo por excelencia de la tradición francesa), etc. Para la extensa bibliografía de estos cuentos en la tradición de Europa véase particularmente Bolte-Polívka II, 100-108, Jewish Encyclopedia, sub voce Had Gadya, y Taylor en Handwörterbuch, Formelmärchen, § 13. Muchas versiones están documentadas en nuestra bibliografía. Para la relación de los cuentos modernos con el Had Gadya hebraico véase el estudio de Haavio antes citado, Kohut en Revue des études juives XXXI, 240-246, Newell en JAFL XVII, 33-48, y ZVFV XXVII, 129-143. El estudio y clasificación definitiva de todos estos cuentos relacionados con nuestros siete tipos hispánicos está todavía por hacer. El Tipo 2030 de Aarne-Thompson, con sus numerosas variantes, y el Tipo 2031, incluyen en realidad una veintena de cuentos, entre estos nuestros siete tipos hispánicos, de tipos muy diferentes, y muy pocos de ellos están directamente relacionados con el Had Gadya hebraico. Tan antiguo como el Had Gadya, o tal vez aun más antiguo, es el famoso cuento brahmánico del Panchatantra III, 12: Una rata que se desprende de un gavilán cae en poder de un brahmán, y éste la cambia en una hermosa mujer. Desea casarla y la mujer escoge para esposo al sol por creerlo muy poderoso y fuerte; pero no le gusta a la novia porque quema. Desea uno todavía más fuerte. —Quién es más fuerte que el sol? —pregunta el brahmán al sol—. —La nube —contesta el sol—. Tampoco le gusta a la novia... —¿Quién es más fuerte que la nube? —El viento... —¿Quién es más fuerte que es viento? —La montaña. —¿Quién es más fuerte que la montaña? —El ratón. Llaman por fin al rey de los ratones, y la hermosa mujer está dispuesta a casarse con él. Para casarse con el ratón el brahmán la cambia a lo que antes era, una rata. Más o menos en la misma forma, el cuento se halla en otras muchas versiones orientales: Benfey, Panchatantra I, 374-375; Calila y Dimna 6; Hitopadesa IV, 6; Johannis de Capua D, 189-192; Johannis de Capua H, 239-241; Kalilah and Dimnah 148-150; Kalilah et Dimnah A, 107111; Somadeva V, 109-110. Las versiones literarias y populares derivadas directamente de las versiones orientales son muy numerosas en la tradición de Europa: Archiv SNS LXXXI, 270-272; Bozon 75; De Nino III, 28; Doni 50; Germania II, 484; Hervieux IV, 384-386; la Fontaine IX, 7; Marie de France 73;
Mélusine I, 358-359; Odonis de Ceritona 63; Régnier II, 515; Romulus, Appendix 67; RTP VII, 402-403, XXVII, 215; Tegethoff, Märchen 36 (= Marie de France 73); ZVFV XXI, 363-364. En vista de que el cuento de la rata metamorfoseada en mujer es un cuento principalmente literario y que no se encuentra en la tradición oral moderna de Europa, es muy dudoso que tenga una relación directa con las numerosas versiones modernas de nuestros tipos hispánicos y los numerosos tipos de Aarne-Thompson 2030 y variantes, por más que el tema general del fuerte, más fuerte y el más fuerte de todos sea el mismo en todos estos cuentos. No podemos rechazar por completo, sin embargo, la posibilidad de una relación directa entre el antiguo cuento en alguna de sus formas con nuestro Tipo I hispánico, que lleva al principio de la serie al sol, y también a la nube, viento, montaña y ratón de la antigua versión oriental y esópica medieval. El antiguo cuento oriental de Panchatantra y de Somadeva puede ser una forma primitiva, ya diferenciada de la original, de la cual vienen la forma oriental antigua y la forma que dio origen al cuento de Had Gadya hebraico. Y el cuento del Had Gadya, cualquiera que sea su origen, es sin duda la más antigua forma que conocemos, tal vez la primitiva y fundamental, de las numerosas versiones de los cuentos que se han clasificado por Aarne-Thompson y Taylor alrededor del Tipo 2030 y variantes. Se hallan éstos en la tradición moderna de Europa, Asia y África, y hasta entre los indios de América. Con nuestro cuento oriental de la rata metamorfoseada en mujer, verdadera fuente de algunas de las primeras formas de los cuentos que acabamos de estudiar, compárese también el cuento clásico y medieval de la gata enamorada de un joven hermoso y que también fue metamorfoseada en mujer, en este cuento por Afrodita compadecida. Al ver a un ratón la novia quiso cogerlo y la diosa la cambió otra vez en gata. Este cuento, conocido en la tradición griega cuatrocientos años antes de Cristo (véase Régnier I, 184), entró también en la tradición esópica de la Edad Media y posterior, pero no hay versiones verdaderamente populares: Babrius 32, Corrozet 47; Esope 76; La Fontaine II, 18; Waldis, Esopus I, 50.
278. La calzaderilla 279. La calzaderilla BIBLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia 178; Curiel Merchán 101-102; Espinosa, Castilla 497, 498, 499; Schindler, Romances 99.—Española de
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
América: Mason, Tepecanos 13.—Portuguesas: Athaide Oliveira I, 27; Cardoso-Pinto II, 221-224; Coelho 10, 13; Vasconcellos, Tradicões 172 y variante.—Portuguesas de Brasil: Romero 319-322 (dos versiones).—Portuguesas de las islas de Madeira: Azevedo 454-457, 463-467.—Catalanas: Alcover VII, 250-254; Maspons y Labrós III, 48-50; Serra i Boldú 1, 81-84.—Italianas: Archivio I, 130, 71-72; CoronediBerti 10; Crane 313.—Francesas: Cosquin I, página 282; Mélusine I, 218, 148-149; RTP III, 182-183, XIV, 47-48, XV, 220-222, XVI, 260.—Francesa del Canadá: MBarbeau 37.—Belgas y flamencas: Volkskunde XV, 75-77; Wallonia IV, 31-32.—Alemanas: Erk-Böhme III, 1747; Meier 80, 81; Simrock, Kinderbuch 200-203.—Inglesas: Jacobs 1, 34; JAFL XIII, 229.—Escocesa: Campbell I, 8.—Griegas: Abbot 325327 (dos versiones); Garnett 2, 345-347.—Árabes: Haavio II, 33 (dos versiones).—Berberisca: Basset 45.—Africanas: Haavio II, 34; Jacottet 276-281; Tremearne 367-372.—Africana de América: Herskovitz 254-257 (de Guayana Holandesa); Parsons, Sea lslands 173.—Indias: Haavio Ii, 31-33 (dos versiones).— India de Norteamérica: Cushing 413-422.—Turca: ZVLG X, 69.—Filipina: Cole 183-184.—Clasificación y estudios especiales: Aarne-Thompson (Taylor) 2032, 2032A, 2034, 2034A, 2034B; Boggs 2030D, 2032A; Bolte-Polívka II, 107108; Jacobs 1, 272; Notes and Queries VII, ix, 163; Taylor en Handwörterbuch, §§ 18, 19; Thompson Z41.3, Z41.3.1., Z41.5, Z41.5.2. Estos cuentos acumulativos pertenecen a un grupo especial que se distingue por la presencia de elementos que dependen unos de otros para la solución del enredo. El primer animal de la serie, a veces herido o de alguna manera desfigurado, busca remedio para su mal u otro apoyo material y el segundo pide otra cosa, etc. Se repiten peticiones y negaciones hasta que por fin un animal u objeto concede lo que se le pide, y satisfechos todos, el primer animal hace lo que se le pidió al principio y de cada manera se resuelve el asunto. Los cuentos hispánicos de nuestra bibliografía que pertenecen a este grupo de cuentos son solamente veintiuno. Entre unos y otros contienen los siguientes elementos fundamentales: A. Un gallo se rompe el pico o la cresta escarbando en la tierra y va a ver a un zapatero para que le componga el pico o la cresta. A1. El conejo, rata, u otro animal, se rompe la boca de tanto reír y va a ver al zapatero para que se la cosa. A2. El sapo le ruega a la pega que le tire una castaña de un árbol. La pega se la tira y le rompe la boca. Es sapo va a pedirle cerda a la burra para coserse la boca.
A3. La rata va a lavar la ropa, cae una nuez de un árbol y le rompe la gorra. Se marcha a ver al zapatero para que se la cosa. B. Un ratón, zorra u otro animal pierde el rabo y va a pedírselo al gato. Ba. Un mono u otro animal se tira en un camino por donde va a pasar un carro. Pasa el carro y se corta el rabo, y va a pedírselo al gato. B1. Un mono va a afeitarse y pierde el rabo (alguna vez se lo corta el barbero). Roba la navaja. Una vieja se la pide, pero el mono no quiere dársela. B1a. Un mono se tira en un camino por donde va a pasar un carro. Pasa el carro y le corta el rabo. El carretero le da una navaja. Un viejo se la pide y la rompe. B2. El gato y el conejo apuestan la cola a ver cuál de ellos se sube primero a lo alto de un árbol. El gato pierde y el conejo le corta la cola. El gato se la pide. B3. El gato y la zorra apuestan la cola a ver cuál de ellos se sube primero a lo alto de un árbol. La zorra pierde, pero el gato se la perdona si le trae leche. C. Perdí una calzaderilla. La halló mi perrilla y no me la quiso dar. Ca. Hallé una calzaderilla. La cogió mi perrilla y no me la quiso dar. C1. La liebre va a bautizar unas aguilitas y no quiere devolvérselas al águila. El águila va a ver al perro. D. El zapatero pide cebo o cuero de vaca, la vaca pide hierba del prado, el prado pide agua a las nubes, las nubes piden viento, el viento águila, el águila cordero, el gallo pide un cordero al pastor, el pastor pide un perro, el perro pide pan, el gallo pide pan al panadero, el panadero leña, el gallo pide leña al monte, el monte hacha, el gallo pide hacha al herrero, el herrero pide carbón, el gallo pide carbón al carbonero, el carbonero pide plata, y el gallo va y le pide plata al platero. D1. El zapatero pide cerdas o seda al cerdo, el cerdo pide bellotas al amo, el amo pide pan al panadero, el panadero pide harina al trigo, el zapatero pide trigo al campo, el campo pide agua a las nubes, las nubes piden humo al fuego, el fuego pide leña, y el zapatero pide leña al bosque. D1a. El zapatero pide cerdas al cerdo, el cerdo pide salvado al panadero, el panadero pide salvado al molino (o al molinero), el molinero pide trigo al labrador, el labrador pide estiércol de la paja del techo, por la paja piden dinero, y el zapatero pide dinero del tesoro del rey. D1b. El zapatero pide cuero al cerdo, el cerdo pide hierba de la huerta, la huerta pide agua al mar, el mar pide un hacha del bosque, el bosque pide perros del perrero, el perrero pide pan para los perros del panadero.
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
D2. El gato pide leche de la cabra, la cabra hierba del campo, el campo agua de la noria, la noria cubo del herrero, el herrero carbón del carbonero, el carbonero leña del bosque, el bosque pide tierra y Dios la da. D2a. El conejo o gato pide leche de vaca, la, vaca hierba del campo, el campo agua de la presa, la presa palo, el gato pide palo al herrero, el herrero pide zapatos al zapatero, y el zapatero pide pan para los labradores. D2b. El gato pide leche de vaca, la vaca hierba al mozo, el mozo zapatos al zapatero, el zapatero cerdas al cerdo, el cerdo harina al molinero, el molinero una piedra al cantero, el cantero picas, el zapatero pide picas al herrero, el herrero carbón, y la zorra va a pedir carbón a la ciudad. D2c. El gato pide leche de vaca, la vaca pide hierba de una vieja, la vieja pide zapatos al zapatero, el zapatero pide cerdas del cerdo, el cerdo pide lluvia de las nubes, las nubes piden fuego de las piedras, las piedras piden ríos de las fuentes. D2d. La zorra pide leche al pastor, el pastor pide zapatos, la zorra pide zapatos al zapatero, el zapatero cerdas al cerdo, el cerdo harina al molinero, el molinero pide picas, la zorra pide picas al herrero, el herrero pide carbón al carbonero. D3. La burra pide hierba al segador, el segador pide un carnero al pastor, el pastor un perrillo a la perra, la perra pan al panadero, y el panadero pide leña al herrero. D4. El perro no quiere amenazar al águila. La liebre va a decirle al palo que amenace al perro, pero el palo tampoco quiere. La liebre va a decirle al fuego que queme al palo, pero el fuego tampoco quiere; agua, buey, cuchillo, herrero. D5. El mono roba las sardinas de la viejecilla. Cambia las sardinas por harina y la harina por una jovencita. Una lavandera le da una camisa por la jovencita. Cambia la camisa por una viola, y se marcha con la viola muy contento. D5a. El viejo le da al mono una cesta por la navaja rota. El mono deja la cesta en la casa de una panadera. Rompe ella la cesta y tiene que darle al mono un pan. El mono se va muy contento a comerse su pan. D6. La perrilla pide pan del arca, el arca una llave del herrero, el herrero carbón del carbonero, el carbonero un zancarrón de becerro del carnicero, el carnicero leche de vaca, la vaca pide hierba del prado, el prado agua de las nubes y las nubes una pluma de la paloma. D6a. La perrilla pide pan del arca, el arca una llave del herrero, el herrero una pluma del águila, el águila pide el cascabel del gato, el gato leche de vaca, la vaca hierba del prado, el prado agua de las nubes. D6b. La perrilla pide pan del arca, el arca una llave del herrero, el herrero carbón del carbonero, el carbonero pide leche de vaca, la vaca hierba del prado, el prado agua del molino.
E. El carbonero recibe dinero o plata y le da carbón al herrero, el herrero da el hacha al monte, el monte leña para el panadero, etc., y el zapatero le arregla el pico o la cresta al gallo. Ea. Se da lo que se pide en todos los casos, y el zapatero de alguna manera cose o arregla la boca o pico del animal. Eb. Se da lo que se pide y el zapatero le arregla la gorra a la rata. E1. La tierra da leña al bosque y el ratón da leña al carbonero, el carbonero da carbón para el herrero, el herrero da el cubo de la noria, la noria agua para el campo, el campo hierba para la cabra, la cabra leche para el gato, y el gato entonces le devuelve el rabo al ratón. E1a. Las fuentes dieron los ríos, los ríos piedras, las piedras fuego, el fuego humo para las nubes, las nubes agua para el cerdo, el cerdo cerdas para el zapatero, el zapatero zapatos para la vieja, la vieja dio hierba para la vaca, la vaca leche para el gato, y entonces el gato va y le devuelve la cola al mono. La rehúsa el mono porque la encuentra ya podrida. E2. El herrero amenaza al cuchillo, el cuchillo al buey, etc., y por fin la liebre devuelve al águila sus aguilitas. E3. Las nubes dan agua (o el molino da agua) para el prado, el prado da la hierba, etc., y por fin la perrilla entrega la calzaderilla. E3a. La paloma da la pluma, las nubes el agua, etc., y por fin la perrilla entrega la calzaderilla. E4. Los labradores matan al conejo y al gato. (Este elemento seguramente no pertenece a la tradición primitiva). E5. La zorra no ayuda a hacer el carbón y el herrero la echa en el fuego con una horquilla. E6. La zorra va a buscar leña para hacer carbón y no vuelve. Nuestras veinte versiones hispánicas se dividen en cuatro tipos importantes, tres de ellos con variantes notables. Tipo I, con elementos A, D, E. Este es el Tipo 2032A de Aarne-Thompson (Taylor). Pertenecen a este tipo solamente dos versiones hispánicas de nuestra Bibliografía, las dos castellanas: Espinosa, Castilla 497, 498. Hay tres variantes notables. Tipo IA, con elementos A1, D1 ó D1b, Ea. A esta variante del Tipo I pertenecen dos versiones catalanas: Maspons y Labrós III, 48-50; Serra i Boldú 1, 81-84. Tipo IB, con elementos A2, D3, Ea. Pertenece a esta variante una versión asturiana: Ampudia 178.
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VI. CUENTOS DE ANIMALES
Tipo IC, con elementos A3, D1a, Eb. A esta variante pertenece una versión catalana: Alcover VII, 250-254. Tipo II, con elementos B, D2, E1. Este es el cuento del ratón que pierde la cola y que por fin la recobra, AarneThompson 2034. Pertenece a este tipo solamente una de nuestras versiones hispánicas: Azevedo 463-467. Hay dos variantes notables. Tipo IIA, con elementos Ba, D2c, E1a. Pertenece a este tipo una versión portuguesa de Brasil: Romero 320-322. Tipo IIB, con elementos B2 ó B3, D2a ó D2d, E4 ó E5. Pertenecen a este tipo cuatro versiones hispánicas, todas portuguesas: Cardoso Pinto II, 221-224; Coelho 13; Vasconcellos, Tradicões 172 y variante. Tipo III, con elementos B1, D5. Este es el tipo hispánico del mono que va a afeitarse y el barbero le corta el rabo, etc. Pertenecen a este tipo una versión española peninsular y tres versiones portuguesas: Curiel Merchán 101-102; Athaide Oliveira I, 27; Azevedo 454-457; Coelho 10. Hay una variante de este tipo, con elementos B1a, D5a, que podríamos clasificar como IIIA: Romero 319-320. Tipo IV, con elementos C, D6 ó D6a ó D6b, E3 ó E3a. Este es el cuento hispánico de la calzaderilla perdida y hallada, etc., Aarne-Thompson (Taylor) 2034B, Boggs 2030D. Pertenecen a este tipo tres versiones castellanas: nuestras dos versiones Cuentos 278, 279; Espinosa, Castilla 499. Hay una variante notable, Tipo IVA, con elementos C1, D4, E2, la versión mejicana de Mason, Tepecanos 13.
280. ¿De dónde vienes, ganso? B1BLIOGRAFÍA: Versiones españolas peninsulares: Ampudia 185; BTPE II, 137-139 (tres versiones); Espinosa, Castilla 461, 462, 463, 464, 465, 466, 467, 468; Folklore Andaluz 166; Rodríguez Marín I, 70; Sevilla 83.—Españolas de América: Cadilla Martínez 238; Cadilla Martínez, Juegos 94; Carrizo I, 47, 47a, 51; Carrizo, Catamarca 1476; Draghi Lucero 322-323; JAFL IV, 36-37 (dos versiones), XXIX, 516.—Portuguesas: Athaide Oliveira I, 90; Cardoso-Pinto I, 258-259; Coelho 5; RL IV, 380, XIX, 128, XXII, 136137 (dos versiones); Vasconcellos, Tradicões 49-51 (dos versiones).—Portuguesa de Brasil: Revista FP II, 163.—
Portuguesas de las islas de Madeira: Azevedo 473-478 (tres versiones).—Catalana: Archiu I, 22.—Francesas: Mélusine I, 77; RTP XXVI, 213 (dos versiones).—Francesas del Canadá: JAFL XXXIII, 313-314 (dos versiones).—Belga: Laport 2048.—Provenzales: RLR III, 212 (dos versiones).— Alemanas: Böhme 1234 (seis breves versiones).—Griega: Abbot, 324.—Clasificación y estudios especiales: AarneThompson (Taylor) 2011; Boggs 2018A; Taylor en Handwörterbuch §§ 6, 16; Thompson Z31.4.4. Estas rimas infantiles, y también la mayor parte de las versiones hispánicas de nuestra bibliografía, se emplean en los países hispánicos en juegos de niños de tipos muy diversos. Uno de los más populares es el juego conocido por el nombre de Pez Pecigaña, Pichirigaña, Pimpitigallo, Pipicigallo, Pipirigaña, Pipisigaña, Pipipicigaña, Pisingallo, Pispirigaña, Pispisigaña, Pizpirigaña, Pum Puñete, Puño Puñete. Los detalles del juego son muy diversos. Los niños se ponen de pie o se sientan en el suelo en redondel y colocan los puños unos sobre otros en una columna. El niño que hace de gallo va pellizcando los puños que hacen la columna uno por uno para darlos libres, y, entre tanto, va repitiendo las rimas de nuestras versiones. El juego termina de maneras muy diversas, a veces mandando el que hace de gallo al último niño que se dé con el puño en la frente. Pero, como ya queda dicho, el juego tiene formas muy diversas. En BTPE II, 134-140, hay una descripción de una forma conocida en Extremadura, documentada por Hernández de Soto en 1884, semejante a la que acabamos de mencionar para muchos países hispánicos, pero con algunos detalles muy diferentes. Para más detalles sobre el juego en la antigua tradición española, véase Rodríguez Marín, Cantos populares españoles I, página 114, nota 23, y particularmente su obra Varios juegos infantiles del siglo XVI, páginas 16 y siguientes. Nuestras rimas hispánicas modernas, pertenecen, por consiguiente, a un grupo hispánico de preguntas y respuestas que han sido y son aún cuentitos o juegos infantiles. Taylor, en Handwörterbuch, § 6, anda muy errado cuando declara que en España nuestro cuentecito, documentado, según él, en dos versiones (la nuestra de Cuentos 280 y la de Ampudia 185), lleva por argumento la enumeración de las partes anatómicas del ganso. Por otra parte, Taylor sospecha que nuestro cuento está relacionado con el Tipo 2030 de AarneThompson (Taylor). La relación, cree Taylor, es debida a contaminación y no a común origen. Pero los numerosos y diversos tipos de cuentos catalogados ahora bajo el Tipo 2030 de Aarne-Thompson (Taylor) son tantos y tan diferentes, que declarar en general que hay contaminación con este tipo es no decirnos nada. Las dos versiones que
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Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
menciona Taylor, Cuentos 280 y Ampudia 185, pertenecen al tipo principal de nuestro grupo, Tipo I abajo establecido, pero al grupo general pertenecen treinta y seis versiones hispánicas por mí conocidas y que muestran tipos muy bien caracterizados. Pensar en relaciones directas o indirectas entre cuentos de rimas de esta índole por encontrar en ellos series semejantes de elementos encadenados, es un método muy sencillo y muy interesante, pero la verdadera manera de clasificar estos materiales tiene que ser a base de la forma unida a las ideas expresadas, por pueriles que éstas parezcan. Como en los cuentos anteriores de fórmulas fijas o encadenados, trataremos de clasificar todos los elementos que las versiones contienen, buscando el principio y fin de cada uno de ellos, según la frecuencia notable del episodio o serie de preguntas y respuestas como elemento independiente y separado dentro de la serie entera de cada versión. La tarea es difícil, desde luego, pero nos parece la única manera de llegar a saber cuáles son los importantes elementos o partes independientes y separadas que pueden pertenecer a tipos diferentes, los verdaderos elementos separados, separables y transferibles. Hay que advertir que en la tradición hispánica hay juegos infantiles de carácter muy semejante a los que llevan nuestras rimas con sus preguntas y respuestas, que llevan otras rimas con preguntas y respuestas muy diferentes de las nuestras, y que llevan hasta los mismos nombres. En Llorca, página 114, hallamos el siguiente: —Pipirigaña —dice el director, señalando una tras otra las manos de los niños, sentados en torno de una mesa—.
Para la clasificación científica de los tipos de estos materiales folklóricos, por consiguiente, importan mucho más que los tipos de los juegos mismos las rimas que los acompañan. Entre unas y otras, nuestras treinta y seis versiones hispánicas contienen en sus rimas los siguientes elementos fundamentales:
—Mata la araña, un cochinito bien peladito. —¿Quién lo peló? —La pícara vieja que está en el rincón. Alza la mano, que te pica el gallo, con un moño azul y el otro canario.
A. A1. A1a. A2.
A2a. A2b. A2c. A3. A3a.
El niño, cuya mano coincidió con el último verso, se pone la mano en la frente. En JAFL XXIX, 507 hay una versión nuevomejicana semejante. Para otras versiones, véase particularmente BTPE II, 133-136, 149-151, Carrizo I, Nota y Notas en páginas 410-411, Laval, Carahue, página 76, y Rodríguez Marín I, 69, 71, 72 (número 70 pertenece a nuestro grupo).
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A3b.
—¿De dónde vienes, ganso? —De tierras de garbanzo. —¿Qué traes en el piquito? —Un cuchillito. —¿Dónde lo afilaste? —En una tejita. —¿Y la tejita? —El agua la tiene. (En el agua. La tiré al agua. La tiré al río). —¿De dónde vienes, ganso? —De tierras de garbanzo. —¿Qué traes en el piquito? —Tocino. —¿Quién lo coció? —Teja, mariteja. —¿Y la teja? —En el agua. —¿Dónde está el tocino? —El gato se lo comió. —¿Y el gato? —Fue por mato. —¿Y el mato? —El fuego lo quemó. —¿Y el fuego? —El agua lo apagó. Salí montado en mi caballo, me fui a la sierra, toqué cencerros, acudiaron los pastores comiendo torta y piñones. Yo tenía sed y les pedí agua. Dijeron que no había agua. —Cucuruco, mamagallo, monté a caballo. Tengo la mano cortada. —¿Quién te la cortó? —La India Juana. —¿Y la India Juana? —Fue a traer agua. —Pisingallo montó a caballo con la pierna cortada. —¿Quién se la cortó? —La perra vieja. —¿Y la vieja? —Fue a traer agua. —Pimpitigallo, esté listo mi caballo. —Pipirigaña, jugaremos a la cabaña. —¿Con qué? —Con el agua que cayó. —Pipirigaña, jugaremos a la cabaña. —¿Con quién? —Con el de la mano cortada. (Las manitas cortaremos). —¿Quién se la cortó? —El agua que llovió. —Pipirigaña, jugaremos a la cabaña. —Mariquita, bárreme esta escuela. —Con la manita cortada. —¿Quién te la cortó? —(El rey y) la reina. —¿Y la reina? —Fue por agua. (—¿Qué están haciendo? —Comiendo migajas.)
VI. CUENTOS DE ANIMALES
A3c. —Pipirigaña, jugaremos a la cabaña. Mariquita, bárreme esta escuela. —No te la puedo barrer porque tengo el dedo cortado. —¿Quién te lo cortó? —El hijo del rey. A3d. —Una vaca tenía un becerro con el rabo cortado. —¿Quién se lo cortó? —El hacha. —¿Y el hacha? —A cortar leña. —¿Y la leña? —El fuego la quemó. —¿Y el fuego? —El agua lo apagó. A3e. —Hazme un bollo. —No tengo sal. —Manda a buscar. —¿A quién? —Al chico. —Está manco. —¿Quién lo mancó? —Las piedras. —¿Y las piedras? —En el agua. A4. —Juan Cabrero trae calzas quemadas. —¿Quién se las quemó? —El fuego. —¿Y el fuego? —Arde en el monte. —¿Y el monte? —La cabra se lo comió. —¿Y la cabra? —Dio leche. A4a. —Carrujero, tu compañero tiene pan derrumbado. —¿Quién lo derrumbó? —El fuego. —¿Y el fuego? —En el bosque. —¿Y el bosque? —Las cabras se lo comieron. —¿Y las cabras? —A parir cabritos. —¿Y los cabritos? —Los cambiaron por odrinas. —¿Y las odrinas? —Fueron a buscar vino. A5. —¿De dónde vino el ganso? —De tierras de garbanzo. —¿Qué trajo en el ala? —Una cuchillada. —¿Quién se la dio —El rey que pasó. —¿Cuántos panes hay en el arca? —Veinticinco y el quemado. A6. —Juan Redondo dio un palo al pastor borrachento. —¿Y el palo? —El fuego lo quemó. —¿Y el fuego? —El agua lo apagó. A6a. —Está mala la tía. —¿Cómo la curaremos? —Con palos. —¿Y los palos? —El fuego los quemó. —¿Y el fuego? —El agua lo apagó. A6b. —Don Juan de la Bellota, que tiene la pipa rota. —¿Con qué la compondremos? —Con el palo.
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A7. A8. A9. A9a. A9b. A9c.
—¿Y el palo? —El fuego lo quemó. —¿Y el fuego? —El agua lo apagó. —¿Por qué lloras? —Me pegó Juana. —¿Dónde está Juana? —Fue a traer agua. —El rey y la reina se fueron por agua. —¿Qué haces? —Fermento. —¿Y el fermento? —En el pan. —¿Y el pan? —No tiene sal. —¿Y la sal? —La tiene la encajera (el encajero). —¿Y la encajera? —Es patituerta. —¿Quién la hizo patituerta? —El palo. —¿Y el palo? —El fuego lo quemó. —¿Y el fuego? —El agua lo apagó. —¿Qué haces? —Fermento. —¿Y el fermento? —No tiene sal. —¿Y la sal? —La tiene la encajera. —¿Y la encajera? —Fue al bosque. —¿Y el bosque? El fuego lo quemó. —¿Y el fuego? —El agua lo apagó. —¿Qué haces? —Fermento. —Hazme un bollo. —No tengo sal. —Mándala a buscar. —No tengo a quién. —Manda al chico. —Está manco. —¿Quién lo mancó? —La piedra. —¿Y la piedra? —En el río (agua). —¿Qué haces dentro? —Fermento. —Dame un bollo. —No tengo sal. —Anda a buscar. —No sé adónde. —En casa del conde. —Tiene la barriga como un galgo. A9d. —¿Qué haces? —Fermento. —¿Y el fermento? —En el pan. —¿Y el pan? —En el horno. —¿Y el horno? —Ardiendo en el fuego. —¿Y el fuego? —El agua lo apagó. A10. —Voy a buscar piedras de sal. —¿Para qué es la sal? —Para el pan. —¿Y el pan? —Para el perro. —¿Y el perro? —Para el ganado. —¿Y el ganado? —Para que dé leche. A10a. —Mi madre fue a buscar piedra de sal. —¿Para qué es la sal? —Para el pan. B. —¿Y el agua? —Los bueyes se la bebieron. —¿Y los bueyes? —Fueron a arar. —¿Y lo arado? —Las gallinas (o palomas) desparramaron. —¿Y las gallinas? —Están poniendo huevos.
Aurelio M. Espinosa • CUENTOS POPULARES
Ba. B1. B1a. B2.
—¿Y los huevos? —Los frailes se los comieron. —¿Y el agua? —Los bueyes se la bebieron. —¿Y los bueyes? —En la era. —¿Y la era? —Con trigo. —¿Y el trigo? —Las aves se lo comieron. —¿Y las aves? —Poniendo huevos. —¿Y los huevos? —Los frailes se los comieron. —¿Y el agua? —Los bueyes se la bebieron. —¿Y los bueyes? —Fueron por leña. —¿Y la leña? —La vieja la quemó. —¿Y la vieja? —Matando piojos. —¿Y los piojos? —Se los comieron las gallinas. —¿Y las gallinas? —Poniendo huevos. —¿Y los huevos? —Los frailes se los comieron. —¿Y el agua? —Los bueyes se la bebieron. —¿Y los bueyes? —Fueron por leña. —¿Y la leña? —La vieja la quemó. —¿Y la vieja? —Está con los frailes. —¿Y el agua? —Los bueyes se la bebieron. —¿Y los bueyes? —Arando. —¿Y lo arado? —Las gallinas lo desparramaron. —Y las gallinas? —Poniendo huevos. —¿Y los huevos? —Se los comieron los ratones escondidos por los rincones. B3. —¿Y el río? —Se so bebió el buey. —¿Y el buey? —Sembrando trigo. —¿Y el trigo? —Para hacer pan. —¿Y el pan? —Los frailes se lo comieron. B3a. —¿Y el agua? —La gallinita se la bebió. —¿Y la gallinita? —Poniendo huevos. —¿Y los huevos? —Los frailes se los comieron. B1b. —Puño, puñete, ¿dónde está la gallina? —Poniendo huevos. —¿Y los huevos? —Los frailes se los comieron. B3c. —¿Y el agua? —Se la bebió la vaca. —¿Y la vaca? —El carnicero la mató. B4. —¿Y el agua? —Los pollitos se la bebieron. —¿Y los pollitos? —Comiendo huesitos. —¿Y los huesitos? —Se los llevó el rey. B5. —¿Hay agua? —Una jarra. —¿Hay vino? —Un cuartillo. —¿Hay pan? —Un batán. —Pasaremos por la puerta de Alcalá. B6. —¿Y la leche? —Es para las viejas. —¿Y las viejas? —Dieron maíz. —¿Y el maíz? —Se lo comieron las gallinas. —¿Y las gallinas? —A poner huevos. —¿Y los huevos? —Los frailes se los comieron.
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B6a. B6b. B6c. C. C1. C1a. C1b. C1c. C1d. C1e. C2. C3. C3a. C4. C4a. C4b. C5. C6.
—¿Y el vino? —Las viejas se lo bebieron. —¿Y las viejas? —A sacar maíz. —¿Y el maíz? —Se lo comieron las gallinas. —¿Y las gallinas? —A poner huevos. —¿Y los huevos? —Los frailes se los comieron. —¿Y la leche? —Para hacer queso. —¿Y el queso? —Para la gallina. —¿Y la gallina? —Para poner huevos. —¿Y los huevos? —Para los frailes. —¿Y el pan? —Para la gallina. —¿Y la gallina? —Para poner huevos. —¿Y los huevos? —Para los frailes. —¿Y los frailes? —Diciendo misa. —¿Y los frailes? —Diciendo misa. —¿Y la misa? Debajo de tu camisa. —¿Y los frailes? —Diciendo misa. —¿Y la misa? —En tu camisa (envuelta en tu camisa). —¿Y el sermón? —En tu camisón (envuelto en tu camisón). —¿Y los frailes? —Diciendo misa. —¿Y la misa? —En ca la Tía Basilisa (Trapilisa). —¿Y el sermón? —En ca el Tío Simón (Polisón). —¿Y los frailes? —Diciendo misa. —Corre Mariquita, que te quito (quedas) sin camisa. (Corre, Maricón, que te quito el camisón). —¿Y los frailes? —Diciendo misa. —¿Y la misa? —Tápate esa marabisa (Tápate ésa, aunque te dé risa). —¿Y el hijo del rey? —Oyendo misa. —Tapa camisa. —¿Y los frailes? —Diciendo misa. —Ahinca el diente en la cagalina. —¿Y los frailes? —Diciendo misa en la capillita, con un papelito y agua bendita. —¿Y los frailes? —Diciendo misa, hecha ceniza. —¿Y los frailes? —Diciendo misa, —¿Y la misa? —Al cielo voló. (Se acabó). —¿Y los frailes? —Diciendo misa. —¿Y la misa? —Envuelta en un papelito. —¿Y el papelito? —Al cielo voló. —¿Y el rey? —A decir misita. —¿Y la misa? —Envuelta en un papelito. —¿Y el papelito? —Al cielo voló. —¿Y los frailes? —Diciendo misa. —¿Y la misa? —La oyeron los angelitos. (—¿Y los angelitos? —Se fueron al cielo). —¿Y los frailes? —Diciendo misa. —¿Y para qué es la misa? —Para salvarnos.
VI. CUENTOS DE ANIMALES
C7. C7a. C7b. C7c.
Hay además una variante incompleta del Tipo I, con elementos A, B2: Espinosa, Castilla 465.
—¿Y los frailes? —Diciendo misa. —¿Y la misa? —En el altar. —¿Y el altar? —En la iglesia. —¿Y la iglesia? —En la tierra. —¿Y la tierra? —Tú estás en ella. —¿Y los frailes? —Diciendo misa. —¿Y la misa? —En es misal. —¿Y el misal? —En el altar. —¿Y el altar? —En su lugar. —¿Y los frailes? —Diciendo misa. —¿Y la misa? —En el misal. —¿Y el misal? —En la iglesia. —¿Y la iglesia? —En la ciudad. —¿Y los frailes? —Diciendo misa. —¿Y la misa? —En el altar. —¿Y el altar? —En la tierra.
Nuestras treinta y seis versiones hispánicas son quince españolas peninsulares, ocho españolas de América, nueve portuguesas peninsulares, tres portuguesas del Archipiélago de Madeira y una portuguesa de Brasil, o sea veintitrés españolas y trece portuguesas que pertenecen a tipos bien caracterizados. Las versiones se dividen en tres tipos importantes, con algunas variantes notables. Tipo I, con elementos A o A1, B o B1, C-C4. Este es, al parecer, el tipo fundamental de la tradición hispánica, el de nuestra versión vallisoletana Cuentos 280, el tipo castellano por excelencia. La mayor parte de las rimas de este tipo están compuestas en versos pareados, la pregunta y la respuesta con la misma rima. Elemento C1 o variante es un desarrollo nuevo que no pertenecía al tipo primitivo, el cual terminaba acaso con elemento C o con alguna variante de elementos C3-C6. Esta terminación picaresca de elemento C1 ó variante, atraída por la rima, es un motivo semejante al que encontramos en el medio de Cuentos 275, interrumpido a veces para coger a uno de los oyentes en la trampa y darle una respuesta picaresca, ridícula y vulgar. Pertenecen al Tipo I seis versiones hispánicas, todas españolas peninsulares, cinco de ellas castellanas: Ampudia 185; Cuentos 280; Espinosa, Castilla 461, 462, 463, 464. Tipo IA, con elementos A1a, Ba, C4. Pertenece a esta variante del Tipo I una versión portuguesa de Brasil: Revista FP II, 163.
Tipo II, con elementos A2 o variante, B, C3-C5 á variantes. Este tipo se diferencia de los Tipos I y II en su desarrollo como juego infantil. Para los detalles del juego, véase en particular BTPE II, 135-140. Pertenecen a este tipo cuatro versiones, una española peninsular y tres españolas de América: Carrizo I, 47; Carrizo, Catamarca 1476; Draghi Lucero 322-323; Sevilla 83. Hay una variante del Tipo II, con elementos A2c, B3a, C1d: Cadilla Martínez, Juegos 94. Tipo IIA, con elementos A6 ó A7, o variantes, B, C-C4. Pertenecen a este tipo cuatro versiones, dos castellanas y dos españolas de América: Espinosa, Castilla 467, 468; Carrizo I, 47a, 51 (versión incompleta, con elementos A6b, B3c). Tipo IIB, con elementos A9 ó variante, B o Ba, C o C7 ó variante. Pertenecen a este tipo seis versiones, todas portuguesas: Athaide Oliveira I, 90; Azevedo 473-478 (tres versiones); RL IV, 380 (7), XXII, 136 (versión incompleta, con elemento A9c, y otros que no figuran en nuestra clasificación). Tipo IIC, con elementos A3, B3 ó variante, C-C4 ó variantes. Pertenecen a este tipo cuatro versiones, tres españolas peninsulares y una española de América: BTPE II, 137; Folklore Andaluz 166; JAFL IV, 36-37; Rodríguez Marín I, 70. Hay cinco variantes de este tipo, tres de ellas incompletas: BTPE II, 138, con elemento A3b, 138-139, con elementos A3c, C1e; Cadilla Martínez 238, con elementos B3b, C; Coelho 5, con elementos A3e, B2, C7b; RL XXII, 137, con elementos A3d, Ba, C2. Tipo IID, con elementos A4, B6 ó variante, C o C7. Pertenecen a este tipo dos versiones portuguesas: Vasconcellos, Tradicões 49-50, 50-51. Tipo III, con elementos A10 ó variante, B6 ó variante, C6. Pertenecen a este tipo dos variantes portuguesas: Cardoso-Pinto I, 258-259; RL XIX, 128 (8). Quedan sin clasificar dos versiones que no han sido incluidas con las treinta y seis arriba estudiadas: Espinosa, Castilla 466, con elementos A5, B5; JAFL XXIX, 516 (versión nuevomejicana), con elementos A8, B4, C4b.
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Editada bajo la supervisión del Departamento de Publicaciones del CSIC, esta obra se terminó de imprimir en el mes de junio de 2009 en Cyan, Proyectos y Producciones Editoriales, S. A.
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FUENTES ETNOGRáFICAS
FUENTES ETNOGRáFICAS
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Cuentos populares recogidos de la tradición oral de España
Introducción y revisión de Luis Díaz Viana y Susana Asensio Llamas
Introducción y revisión de Luis Díaz Viana y Susana Asensio Llamas
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Aurelio M. Espinosa
Cuentos populares recogidos de la tradición oral de España
Aurelio M. Espinosa
Cuentos populares españoles constituyen la más representativa colección en su género, con 280 textos recopilados en diversas regiones, entre los que predominan los de Castilla y León. Recogidos por el filólogo y folklorista Aurelio M. Espinosa durante su trabajo de campo en España en 1920, la abundancia e interés de las versiones que encontró en la Península pronto superaron sus previsiones, mostrando el tránsito de las narrativas de procedencia oriental hacia Europa y América, a través de la encrucijada cultural peninsular. La obra completa en tres volúmenes, con los estudios que Espinosa dedicó a sus etnotextos a lo largo de más de dos décadas, fue publicada por el CSIC entre 1946 y 1947. En 1992 fue reeditada por Luis Díaz Viana la selección de este material que —con carácter divulgativo— realizara el propio autor, pero la edición íntegra no había vuelto a publicarse. Ahora, los distintos tomos aparecen reunidos en uno, con una reordenación de los comentarios y una extensa Introducción que ayuda a comprender el contexto histórico, social y académico en que la obra se gestó y vio la luz. STOS
Luis Díaz Viana es profesor de investigación del CSIC, y ha sido profesor de Antropología en la Universidad de Salamanca e investigador asociado en la Universidad de California en Berkeley. Dedicado al estudio de la cultura popular, ha publicado tanto obras innovadoras, así El regreso de los lobos (2003), como otras sobre temas clásicos del folklore español: El Romancero (1990), Aproximación general a la Literatura de Cordel (2001-2002) o Leyendas populares de España (2008).
Cuentos populares recogidos de la tradición oral de España
19/6/09
Aurelio M. Espinosa
04 Cuentos Popul AF
Susana Asensio Llamas ha sido investigadora asociada y profesora en Columbia University y New York University, y en la actualidad trabaja en el CSIC. Ha publicado distintos trabajos sobre las culturas populares, emigradas e híbridas: músicas magrebíes en España, flamenco en EE.UU. y electronica en México. Etnomusicóloga de formación, ha transcrito, además, numerosas piezas de música popular española. ISBN: 978-84-00-08837-8
CSIC