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Spanish Pages 520 Year 1978
GUILLERMO LORA
CONTRIBUCION A LA HISTORIA POLITICA DE BOLIVIA
COLECCION HISTORIA Y DOCUMENTOS - ISLA
GUILLERMO LORA
SOÜTRIBUCBON A LA HISTORIA POLITICA DE BOLIVIA
TOMO II
Ediciones ISLA Casilla 4311 La Paz — Bolivia
19 7 8 I
CAPITULO VIII LA CONTRARREVOLUCION DE JULIO DE 1946 Actitud del POR. Relaciones con Lechín. En 1945, el POR, a tra vés de su dirección nacional que ya se encontraba en La Paz, tomó con tacto con el Secretario Ejecutivo de la FSTMB. Este hecho tuvo inme diatas repercusiones dentro y fuera de la organización partidista. Por primera vez el trotskysmo iba a trabajar coordinadamente con un ele mento que ya se había convertido en la figura de mayor relieve dentro del sindicalismo minero y que era, conocido militante del partido oficial.
El paso dado involucraba peligros y uno de ellos radicaba, pre cisamente, en que el POR fuese arrastrado por la corriente de despres tigio del MNR. El PIR, convertido en acérrimo adversario del trotskys mo, se orientó en ese sentido en su campaña diaria, es entonces que acuña el término nazi-trotskysmo, para dar a entender que los poristas estaban al servicio del gobierno. Esta situación crítica, en la que se co rría el riesgo de que se perdiese la verdadera fisonomía del partido y, además, todo el trabajo realizado hasta ese momento, obligaba a dife renciarse con mucha claridad del gobierno Villarroel—Paz Estenssoro, no únicamente del MNR; a oponer el programa de la revolución proleteria a las limitaciones del nacionalismo de contenido burgués. Coloca dos en una actitud polémica contra todos los sectores políticos, los mi litantes poristas fueron empujados a exagerar su anti-stalinismo y su anti-movimientismo. Todas las campañas realizadas durante esta época deben analizarse partiendo de esta realidad. Urgía aparecer publicamen te como dirección revolucionaria. Al mismo tiempo, existía la perspec tiva de llegar hasta el grueso de las masas a través del líder de la Fe deración de Mineros; ésta fue la verdadera razón por la que se estable cieron relaciones con Lechín, en ese momento una discutida figura del mundo político y sindical. En el plano internacional y desde los tiempos de Marx, se podían encontrar numerosos ejemplos de cómo los revolucio narios utilizaron los canales de Las direcciones sindicales para llegar hasta las masas. No se puede olvidar que el divorcio entre el partido y la clase obrera no puede ser fácilmente superado y es preciso utilizar todas las coyunturas que puedan presentarse.
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El POR fue colocado ante una excepcional oj»rvumdad. llevar su programa hasta un combativo sector del proletariado Dos circuns tancias podían tornar exitoso el trabajo trotskysta: La extrema debili dad ideológica y programática del nacionalismo, consecuencia de sus limitaciones de clase y de su desgaste inevitable en el ejercicio del po der (era fácil demostrar la ruptura entre las promesas demagógicas y las realizaciones sumamente pobres); la actitud suicida asumida por el stalinismo (PIR), que al verse repudiado por los trabajadores debido a su alianza con la rosca, inventó La teoría de que los obreros eran tam bién nazi-fascistas, les dio las espaldas, los abandonó y combatió. En cierta manera, el campo estaba libre para un buen trabajo.
Todas estas circunstancias obligaban a realizar una labor de gran envergadura, a aparecer públicamente enarbolando el programa trotskysta, a publicar un periódico destinado a esclarecer la situación política, a divulgar ampliamente los puntos de vista dea POR. Lechín era una estrella que iba en rápido ascenso. Ya se había realizado el segundo congreso minero, que tuvo lugar en Potosí el 1’ de julio de 1945, donde demostró su enorme capacidad de maniobra y de manipuleo de los aparatos burocráticos. Logró el desplazamiento de Emilio Carvajal y él quedó como Líder indiscutido. El congreso sancionó simplemente las consecuencias de una batalla ganada previamente an te el Ministro de Trabajo. Antes de conectarse con el POR era ya una figura política y sindical destacada, el oficialismo no podía prescindir de él; pero también el trotskysmo ya había logrado éxitos significati vos en su carrera por convertirse en una real tendencia política nacio nal. Ante los ojos de Lechín apareció como una dirección revoluciona ria, como alternativa al declinante nacionalismo.
El dirigente minero se presentó a la dirección del POR como un elemento que era consciente de las limitaciones del nacionalismo del MNR, convencido de que no podía cumplir satisfactoriamente el papel de dirección revolucionaria de las masas. Algunos años después demos tró, en los hechos, haber revisado posición tan tajante, que en 1945 im presionó vivamente a los dirigentes peristas. La primera impresión que dejó fue la de alguien que busca desesperadamente un camino revolu cionario. En ese entonces se creyó, acertadamente, que era deber del partido aprovechar a ese descorazonado movimientista, adoctrinarlo y procurar convertirlo en militante porista. Efectivamente, Juan Lechín, con más edad que toda la militancia paceña, excepción hecha de Alandia, había concurrido a la guerra del Chaco y pertenecía a la generación de Hernán Siles Zuazo, asistió durante un tiempo a los cursos de cana citación que se daban en una célula del POR que funcionaba en la Pla za Abaroa, Entonces afloraron algunas de sus características que mar carán a fuego toda su existencia: arrastraba una serie de vínculos so ciales. comerciales y obligaciones de tipo hogareño que hacían suma mente difícil su total entrega a la causa revolucionaria e inclusive la estricta observancia de una conducta militante que necesariamente aca rrea conflictos y sinsabores, su pasado se proyectó decisivamente sobre — 6 —
su presente y porvenir; su cerebro era una hoja casi en blanco y tenía capacidad para absorver rápidamente lo substancial de una charla, se informaba conversando alrededor de una taza de café y no leyendo, co mo es habitual; carente de una férrea disciplina intelectual no estaba preparado para emprender largos y sistemáticos estudios; venía impul sado por una ilimitada ambición de concentrar los resortes del poder en sus manos y de lograr éxitos personales, no buscaba realizarse en la lucha y victoria de la clase obrera, sino subordinarla a sus propios intereses, caldo de cultivo del aventurerismo y del oportunismo sindi cales. En resumen, llegó hasta el POR totalmente contrahecho, de masiado viejo para poder ser fácilmente remodelado, si se quería liacer de él un militante revolucionario. Pero, lo valioso era que estaba dis puesto a trasmitir la teoría y consignas polistas a los obreros, aprove chando, sobre todo, su prestigio de dirigente sindical. No oponía el nacionalismo al marxismo, sino que buscaba armarse ideológicamente para hacer frente a los nacionalistas. Esta coyuntura había que apro vecharla a fondo y así se hizo. Durante bastante tiempo Lechín actuó como el hilo conductor entre la vanguardia y las masas. Tiene que subrayarse que no se buscaba sólo esto, sino convertir al dirigente la boral en un verdadero revolucionario. Todo hace suponer que Lechín, por su parte, esperaba apoyarse en el POR, en su doctrina, en su empuje juvenil, en su honestidad, en su aparato, en ese momento por demás rudimentario, para elevarse mucho más como caudillo político, para sobrevivir a la ruina del MNR. Recorrió parte de este camino y como contaba con el poderoso apoyo de los trabajadores organizados, en cierto momento, pretendió elevarse como una potencia política por encima de los propios partidos, espe rando que éstos se pusiesen al servicio de su ambición de caudillo in controlado.
Realmente es una lástima que Lechín no hubiese podido con vertirse en marxista, no por falta de aptitudes personales para ello, pues posee talento natural y un admirable olfato que le ha permitido capear- muchos temporales, sino por haber tomado contacto con un partido revolucionario demasiado tarde y porque su carrerismo le im pidió comprender el valor decisivo de la teoría en la actividad política. El conducto por el cual Lechín llegó hasta el POR fue Balleste ros, que ha tenido una importante, aunque fugaz, intervención en e’ movimiento sindical minero. Era uno de los pocos elementos que que daron junto al partido después de la represión de 1942. Venido de un hogar pobre y destrozado por los vaivenes de la vida, se vió obligado, muy joven, a trasladarse a las minas en busca de trabajo, cosa común entre los hijos de la clase media pauperizada. Ancló en Colquiri, don de logró obtener un puesto'de empleado del montón. En contacto con los obreros, recordó el contenido de las charlas que escuchó de boca de los peristas en el barrio de Chijini e intentó materializarlo en la práctica diaria, Apareció como un joven procedente de la ciudad y armado de ideas izquierdistas, revolucionarias. No se debe olvidar que
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Colquiri, que está muy cerca de Oruro, era una de las pocas minar donde persistía la influencia pirísta, encarnada en el dirigente Adán Rojas, que después formará parte del Bloque Minero Parlamentario dirigido por los poristas.
En el segundo congreso minero, Ballesteros logró, contando con c» apoyo de Lechín, ser designado como representante ante la Caja de Seguro Social y, además, cumplía las funciones de secretario de actas de la Federación de Mineros, cuyas oficinas estaban instaladas en el vetusto edificio ubicado sobre La Plaza Murillo, en la esquina formada por las calles Comercio y Socabaya. Una vez en La Paz, buscó a la di rección del POR y desde entonces trabajó como militante por muchos años, hasta que fue expulsado por haber cooperado públicamente al Ministro de Gobierno Mollinedo en el conflicto huelguístico de 1949. Lechín, como consecuencia del gran peso que adquiría como po lítico y dirigente sindical y porque, según la rosca y el stalinismo, con trolaba al movimiento obrero con métodos propios y al servicio del go bierno, del fascismo, se convirtió en el centro de los ataques de la reacción y del stalinismo, éste último estaba decidido a destruirlo co mo líder obrero recurriendo, como es habitual en él, a la mentira, a la calumnia y al insulto. El POR, en la medida en que Lechín era víctima de ataques injustos, de las acusaciones más diversas, como emergen cia de las actitudes revolucionarias que asumía, salía en su defensa, esforzándose por presentar los problemas dentro del marco de su con cepción política.
Uno de los casos más bullados en la sistemática lucha de la derecha contra Lechín y que permitió poner al desnudo que los ene migos de la revolución usaban invariablemente calumnias y falsifica ciones, fue el llamado “enojoso asunto Lechín—Dahume". No pocos dirigentes sindicales estaban acostumbrados a obte ner coimas con las dos manos: con la izquierda de los gobiernos lla mados nacionalistas y con la derecha de las grandes empresas. Lechín lecibió, en el mes de julio de 1945, oferta de parte del Gerente de la empresa Hochschild, Lloyd E. Dahume, de un regalo de 400 dólares y de 50.000 bolivianos, para que resolviese en favor de aquella algunos problemas laborales. Había el antecedente de que dicho gerente iba pregonando que los “dirigentes sindicales eran unos bellacos", segu ramente porque algunos se beneficiaron con las dádivas empresariales. Lechín acepto la coima y de inmediato puso el hecho en conocimiento de algunos sindicatos. El 20 de julio le fueron entregados el cheque y e: dinero en efectivo, que el dirigente minero entregó a la Dirección de Policías para su cobro, y su importe fue depositado en la cuenta bancari? de dicha institución. Todos los trámite# los verificó el Banco Cen tral. Inmediatamente después hizo a la. prensa la denuncia de soborno. En realidad se tenían las pruebas materiales de que las grandes empre sas estaban vivamente interesadas en corromper al movimiento obrero. — 8 —
El embajador norteamericano, en una nota enviada al Departa mentó de Estado de los EE.UU., sostuvo “que el movimiento obrero bo liviano es ilegal y sus dirigentes son chantajistas que buscan benefi cios personales,.Como si esa hubiera sido la señal convenida, el PIR regló todas sus baterías contra Lechín, que suponía fue cogido infraganti recibiendo una jugosa coima. El 8 de octubre de 1945, Abelar do Villalpando sentó denuncia ante la Convención Nacional en sentido de que el Secretario Ejecutivo de la FSTMB había cobrado el cheque girado por Dahurne. El nudo de la cuestión radicaba en que Lechín recibió el cheque, pero lo cobró la Dirección de Policías. lo que lo po nía a salvo de cualquier acusación de recibir coimas. El POR redactó el folleto titulado La verdad sobre el asunto Lzcbin -Dahume, que se distribuyó en grandes cantidades y apareció suscrito por Mario Torres y Ballesteros a nombre del Comité Directivo de la FSTMB.
En dicho documento se acusa al PIR no sólo de utilizar la calum nia y la falsificación en su lucha contra los obreros revolucionarios, sino de haberse convertido en un sirviente de la gran minería. Es visible el esfuerzo que se hace para presentar la-verdadera fisonomía revolucio naria que estaba adquiriendo la Federación de Mineros gracias a la creciente influencia del POR: “El fin y los medios se correlacionan dialécticamente, responde mos los revolucionarios. Los fines mezquinos, reaccionarios, sólo pueden recurrir a medios también mezquinos e indignos. La calumnia y la de magogia son armas predilectas que utiliza el reformismo, porque su fin es mantener por todos los medios una putrefacta y caduca sociedad. Tal es el caso del PIR, que para luchar.' contra. . la FSTMB no ha teni do más camino que recurrir a la calumnia... En el caso presente, co rno siempre, el PIR ha obrado bajo las órdenes de los grandes rosque ros ... La justicia social, la transformación revolucionaria de la socie dad son fines demasiado nobles y elevados para que podamos conseguir los mediante la calumnia, el chantaje o la claudicación... La FSTMB ha demostrado su posición revolucionaria en la lucha diaria, no ha olvi dado su condición de vanguardia de la clase obrera..
El 2 de enero de 1946, Lechín suscribió una violentísima nota al embajador norteamericano; “La calumnia, aparentemente personal, adquiere un verdadero contenido político; la razón de tal hecho hay que buscarla en las rela ciones que mantienen los trabajadores de las minas y los representan tes del capital... El embajador de los EE.UU. no ha pecado... de lige reza al lanzar tan temeranh afirmación sobre la conducta del Secreta rio Ejecutivo de la FSTMB, al hacerla ha seguido consecuente con la franca aversión que tiene el capitalismo hacia las organizaciones de contenido revolucionario... La política imperialista, esencialmente avasalladora y esclavizante, precisa de agentes diplomáticos que ha
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gan honor a los fines que persigue el capitalismo... Una maquinaria de propaganda internacionalmente montada, excelentemente montada, cuesta el oro acumulado a expresas de la miseria de muchos pueblos y utilizando mil medios, se encarga de enceguecer a las masas oprimi das y explotadas por el imperialismo norteamericano..
Cuando mucho más tarde Lechín peregrinará buscando el res paldo del imperialismo yanqui, éste demostró no haber olvidado todo lo que el dirigente sindical dijo e hizo bajo la influencia del POR en sus primeros años de actividad. También en la nota al embajador nortea mericano se delinea la posición revolucionaria de los mineros: “La calumnia con la que pretende manchar a la Federación de Mineros el embajador de los EE.UU. es el arma más común que utilizan los imperialistas en la descomunal batalla entre explotados y explotado res, entre oprimidos y opresores... La verdad, el heroísmo.y el sacrifi cio son armas que sólo pueden convenir a objetivos revolucionarios, va le decir, antiimperialistas. El sacudimiento de la putrefacta sociedad capitalista será progreso y será verdad. La clase obrera y el imperialis mo son extremos polares en la lúcha de clases, la primera batalla por el futuro mismo de la humanidad y el segundo porque el imperio de la miseria y de la ignorancia, ‘planificadas’ en escala internacional, con tinúen sirviendo de base a la prepotencia de un puñado de poderosos. Los intereses obreros y capitalistas son antagónicos e irreconciliables. No puede, pues, extrañarnos que el imperialismo escoja los medios más viles para destruir a sus verdaderos enemigos... El imperialismo (que en Bolivia se llama rosca) pretende destruir por todos los medios a le. FSTMB que es entidad revolucionaria y por tanto antiimperialista, pa ra que ocupe su lugar alguna otra que sea grata a los intereses del ca pitalismo. En tal intento el embajador de los EE.UU. ha sido secunda do por los nuevos lacayos del capitalismo, lacayos que actúan en el se no mismo de la clase obrera, tales como Abelardo Villalpando, Donato Flores Gironda, Guillermo Guillén, etc...” (1).
Los contactos y trabajo en común del POR con Lechín ocasionó una violenta crítica dentro de las propias filas trotskystas. Muchos ele mentos alineados junto al Comité Regional de Cochabamba y Warqui a la cabeza de él, criticaron al secretario general del partido por traba jar junto a “un nazifascista”. Esta reacción demuestra que la gran pre sión ejercitada por la campaña pirista y rosquera encontraba eco en el seno del POR. Pese a que el paso dado fue calificado como un grave error que comprometía la limpidez de la conducta del trotskysmo, no motivó una discusión interna. Desde fuera, la acción de los jóvenes que traba jaban dentro del movimiento obrero arrolló todas las resistencias internas. Es oportuno recordar que, mucho tarde, Warqui se desplazó, precisamente, hasta las posiciones lechinistas y convirtió al líder mi nero en su ídolo de tumo, esto cuando encarnaba la contrarrevolución. '!) FSTMB, La verdad sobre el asunto Lechín-Dahume. La Paz, enero de 1946.
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Unicamente los Comités Regionales de La Paz y de Oruro aquila* taron en todo su alcance la medida adoptada, que indudablemente cho caba con la campaña combinada de la rosca y el stalinismo e ímportab ■ romper un prejuicio. A La dirección nacional no se le pidió que sirviese de amanuense a un dirigente que gozaba de gran popularidad, para verter en castellano pasable sus ideas, como insinuaron algunos, sino que se presentó ante ella un auxiliar dispuesto a moverse dentro de las perspectivas y planes del POR. Catalogar a Lechín como nazifascista (sus múltiples defectos y deficiencias no podían englobarse dentro de esta caracterización) era la arbitrariedad llevada al extremo. Aparecía, a todo el que quería ver, como un diligente que buscaba, que la clase obrera si guiese su propio camino, lo que le obligaba a entrar en constantes fric ciones con las autoridades; que se aproximaba al marasmo para supe rar las limitaciones del nacionalismo. Con seguridad que actuaba así para convertirse en una imbatible fortaleza política. El acentuado es tatismo del gobierno Villarroel le parecía insuficiente para aniquilar a la rosca y asi llegó a la conclusión de que era necesario expropiarla eco nómicamente y entregar las minas a los obreros. Nos hemos referido a las fricciones de Lechín con las autoridad del poder Ejecutivo, pues solo hasta ahí llegó su evolución, lo que cierta mente puede interpretarse como el comienzo de un distanciaminto ideo lógico con el MNR. En ningún momento hubo una ruptura total y tajan te con el gobierno; algo más, el Ministerio de Trabajo concluía contrr lando I02 movimientos de Lechín y éste se aproximaba con frecuencia hacia aquel, haciéndole concesiones de su parte a cambio de otras.
En esta situación, que aparecía bastante complicada y enturbiada por las ambiciones del dirigente minero, el POR se trazó una linea cla ra: utilizar los contactos con Lechín para llevar hasta los trabajadores su programa, formar militantes y células partidistas. Unicamente éstas últimas podían considerarse puntales seguros en el trabajo revolucio nario. Desde el primer momento hubo desconfianza acerca de los ver daderos propósitos de Lechín y de sus posibilidades de evolucionar hasta el extremo de convertirse en trotskysta. El POR, ni antes ni después de haber entrado en relaciones con Lechín, consideró que la política estatista del nacionalismo podía lo grar la transformación económica y social del país. El “derecho" del Estado para intervenir en la vida interna de las empresas se vió acen tuado por las necesidades que tenia aquel de garantizar su esta bilidad. Tomamos al azar un ejemplo para ilustrar esta política. A raíz del apresamiento de Carlos Garret, alto empleado de la empresa Patino, a comienzos del año 1943, la gerencia general de dicha entidad envió, desde Nueva York, un cablegrama al Presidente mostran do su preocupación porque “funcionarios del gobierno estén intervi niendo en la organización de la Compañía, pidiendo la destitución de algunos empleados y el apresamiento a otros’’. La respuesta pone en evidencia la orientación del gobierno: ",.. suponemos que toda la reclamación proviene de la detención del em — 11 —
picado Carlos Garret... en vista de las acusaciones que existen contra él, por ser uno de los que atenta contra la producción creando un clima de intranquilidad en los obreros... Esta función legítima que el Estado desarrolla no puede renunciarla en ningún caso... Como los emplea dos de la Patino no gozan de extraterritorialidad ni están sujetos a fue ro, tienen que someterse a las normas comunes a todos los ciudadanos... la producción está asegurada en provecho de las NN.UU. porque el go bierno tiene la decisión firme de cumplir con los pactos solemnes que ha contraído Solivia a raíz de la Carta del Atlántico y el Pacto con las NN.UU.... y, para su cumplimiento usará sin vacilaciones los medios le gales que le dan la Constitución y las disposiciones emergentes al esta do de guerra, contra todos los que dificulten o perturben la produc ción. .(1). Por su parte, las autoridades de gobierno estaban seguras que Lechín les aseguraría indefinidamente el control sobre el movimiento sindical minero, que comenzó a ser considerado como el más podero so. No bien se dieron cuenta que el POR ejercía influencia ideológica sobre él, fueron estrechando el cerco que habían tendido alrededor del líder.
Crítica al nacionalismo desde la izquierda.
El Partido Obrero Revolucionario asumió con referencia al go bierno Villarroel-Paz Estenssoro una posición novedosa y única dentro del amplio espectro de la izquierda. Era severamente critica y señalaba que el régimen nacionalista, debido a su naturaleza de clase, no tenía posibilidades de consumar la liberación nacional (problema planteado por el mismo MNR, por todos los partidos de izquierda y por las orga nizaciones laborales) ni tampoco las tareas democráticas pendientes. Ni el estatismo, ni la política reformista eran suficientes para alcanzar tales objetivos. El gobierno nacionalista consideraba que la revolución estaba ya realizada y que había llegado el momento de institucionalizarla. Los teóricos del MNR dijeron que eran utópicos los intentos de pretender ir más allá del marco capitalista, esto por el atraso de Bolivia y de su naturaleza semi-feudal. A este intento de estrangulamiento del proce so revolucionario, el POR opuso la estrategia de la revolución social acaudillada por la clase obrera y la dictadura del proletariado. Nadie vio un peligro en esta proposición y se creía que, por ser una meta muy lejana e impracticable, no podía arrastrar detrás de sí a los trabajado res. Sólo cuando la prédica porista fue ganando a capas siempre más amplias de los explotados, los organismos de represión y los teóricos del gobierno volcaron su atención y sus ataques sobre el POR. El gobierno Villarroel había propuesto un amplio programa re formista en favor de los explotados, pero la poderosa presión ejercitada (1) El Diario. La Paz. 2 ele marzo de 1944.
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sobre él por las empresas privadas, que resultó inevitable desde el mo mento que basó toda su política en la defensa de la propiedad privada sobre los medios de producción, limitaron en, gran medida su ejecución y sus alcances. El stalinismo (PIR) se mostró incomodado porque el MNR en el poder le había usurpado parte de su programa mínimo (re formas del capitalismo); ambos partidos se confundían en el reformismo. La presencia del POR se tornó amenazante cuando planteó y de mostró la posibilidad de poder movilizar a las masas hacia el poder partiendo de su atraso político y de sus necesidades más sentidas, es decir, cuando planteó una serie de reivindicaciones transitorias, lo que le permitió vincular estrechamente, convertir en una unidad, la lucha por las reformas y la lucha por la conquista del poder. Lo que a todos los anti-trotskystas les parecía algo inalcansable, la revolución proleta ria, se presentó como una alternativa en la política boliviana.
Desde el primer momento en que el POR se puso en contacto con la Federación de Mineros, en cuyo seno se contaba con la decisiva y previamente planificada acción de Lechín, con el trabajo del militan te Ballesteros y con la complaciente tolerancia de Mario Torres, plan teó, como plataforma de los mineros y del proletariado en general, un programa de transición inspirado en el de la Cuarta Inter nacional. Acaso sin que los adversarios del trotskysmo se diesen cuenta, los obreros, al hacer suyo el planteamiento de reivindicaciones transi torias, se colocaban ideológica, política y sindicalmente mucho más allá de las plataformas reformistas ofertadas por el MNR y el PIR, que para estos partidos constituían osadas actitudes políticas que linda ban con la demagogia. De esta manera el POR, que demostró tener una gran superioridad en el trabajo en el seno de las masas, podía conquis tarlas rápidamente y convertirlas en antimovimíentistas y antipiristas, casi de una manera natural, porque la misma lucha por la satisfacción de sus necesidades inmediatas las llevaba a esa meta. Esta actividad obligaba al trotskysmo no sólo a diferenciarse del nacionalismo de con tenido burgués que detentaba el poder, sino a poner al desnudo su ver dadera naturaleza, su incapacidad para transformar el país y, sobre to do, la inevitabilidad de su entrega al imperialismo y a la reacción crio lla. Para los jóvenes e inexperimentados núcleos peristas ésta era una tarea titánica. Se cometieron muchos errores, habían muchas flaque vas. disimulados por la justeza del programa, y se fue aprendiendo en el calor de la batalla. La postura adoptada por el POR era inconfundible. Se diferencia ba de la política de la rosca, porque volcaba a los explotados, contra los empresarios; del gobierno nacionalista, en la medida en que formuló la necesidad de llevar el proceso revolucionario más allá del capitalismo, y también del stalinismo, porque planteó la. lucha a muerte contra la rosca y la independencia política y organizativa de la clase obrera Observada en perspectiva, se comprueba que fue todo un acierto polí tico y le habilitó para dar, casi inmediatamente después, un enorme salto como dirección de las masas. Este trabajo permitió que el POR se estructuras como organización nacional y como programa.
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La posición oficial del POR frente al gobierno Villarroel —Paz Estenssoro constituye la primera aplicación de la teoría de la revolución permanente en el análisis de una situación política concreta y en la fi jación de la línea política del partido. El problema que se presentó no era tan simple ni tan claro como podría imaginarse Aparecía complicado y enturbiado por muchos rasgos novedosos del nacionalismo en el poder, por sus protestas de antiimperialismo, por los ataques que soportaba por parte de la rosca y de la metrópoli, por la campaña desatada contra él por el stalinismo, que seguía teniendo influencia en las universidades y en vastos sectores sindicales. La línea política revolucionaria (no reducida a algunas actitudes tácticas) tiene necesariamente que diferenciarse con las que adoptan el reformismo, las tendencias nacionalistas o las que pregonan el colabo racionismo clasista, en este sentido debe ser única. Por esto mismo, es preciso el manejo adecuado del marxismo en los análisis políticos y es tar profundamente convencido de la justeza de la posición adoptada, para aparecer enarbolando una bandera contra viento y marea, y estar dispuesto a soportar los embates de todas las trincheras políticas.
Dentro del POR se fueron dibujando dos corrientes, por sus cri terios polit;eos, por la forma de enfrentar los problemas que se presen taban y hasta por su concepción organizativa: una que realizaba un trabajo firme de penetración en los medios obreros, que soportaba la presión de éstos y que, bien o mal, traducía sus ideas y aspiraciones en lenguaje trotskysta; la otra que se movía en las universidades, entre los maestres, en las ciudades y que sabía muy poco de las minas (la prensa todavía no le daba mucha importancia), denunciaba en sus plan teamientos, en su resistencia o desdén a algunas determinaciones de la dirección nacional, etc., la influencia sobre ella del PIR, esto aunque proclamaba en voz alta su furioso anti-stalinismo, e inclusive de la des comunal propaganda anti-movimientista (antifascista) que realizaba la derecha. La propia línea de la dirección nacional mostraba las huellas de haber sido forjada en medio de la lucha (y en la lucha los adversa rios se influencian recíprocamente) con el stalinismo y la rosca. El POR usaba el término nazifascista, como los demás sectores políticos, para atacar o tipificar al gobierno Villarroel-MNR. Esto fue un equívoco, fue el precio que se pagó por no haber podido( tal vez no hubo fuerzas para ello) sobreponerse a la montaña de papel impreso que se destinó a combatir el nazifascismo de Villarroel. Sería una imperdonable li gereza, por no decir una muestra de mala fe, confundir- la política del POR con la del PDA, por ejemplo, sólo porque ambos utilizaron el término nazifascista para referirse al gobierno Villarroel. La primera y más importante diferencia radica en que el trotskysmo no se confor maba con enarbolar esa etiqueta, limitando toda su concepción po lítica y su acción a ese hecho; no buscaba que el nazifascismo fuese derrotado para entregar el poder a la rosca, sino que proclamaba la dictadura del proletariado levantándose sobre los escombros de la ros — 14 —
ca, del stalinismo y del nacionalismo burgués. El PLR y la rosca com batían al régimen Villarroel -MNR desde la derecha, buscando some terlo a la democracia capitalista, al imperialismo. La crítica del POR venía de la izquierda y pretendía alertar a las masas para que no creye sen en las promesas, (demagogia) del nacionalismo, sino para que, si guiendo su propia línea, se encaminasen a estructurar la dictadura del proletariado. Lo de nazifascismo apenas si era un adjetivo utiliza do en la virulenta campaña que desencadenó el POR contra los que pretendían perpetuarse como dirección de la clase obrera.
Esa era la línea oficial del POR. Sin embargo, algunos Comi tés Regionales, particularmente los de Cochabamba y Sucre, ponían demasiado énfasis, actitud extraña al partido como tal, acerca de la naturaleza fascista del gobierno Villarroel, esto como una concesión a la campaña stalinista, sobre todo. Esta es una muestra de la falta de homogeneidad del partido, de la ausencia de una rica vida interna, de una permanente discusión sobre los problemas nacionales y sobre la línea política partidista. Pese a que el POR ya se había transforma do y crecido enormemente, seguía arrastrando las consecuencias de lo que fuera su estructura organizativa federalista. Y en el futuro con tinuará enfrentando problemas en este plano. La campaña propagandística del trotskysmo y toda su orienta ción política, no se detenían en denunciar, como lo hacían tanto stalinistas, marofistas y rosqueros, la bestialidad de la represión del go bierno contra los conspicuos hijos de la reacción. La conspiración que desembocó en las jornadas del 21 de julio de 1946 tuvo como principal eje los fusilamientos de Chuspipata, Challacollo, la leyenda negra acerca de las torturas en el regimiento Calama, etc. El POR no se pro nunció ni se pronuncia en contra del empleo del terror, aunque sea gubernamental, cuando éste va dirigido contra los trajines golpistas de la rosca. Levantó su voz de protesta no bien la represión fue descar gada contra los obreros, contra los campesinos y contra el POR. Esta actitud tan opuesta del POR, por una parte, del FDA y de los marofis tas, por otra, ante uno de los aspectos más candentes y apasionantes de la realidad política, presentada por todos como la piedra de toque para el movimientismo y para los opositores, sólo podía explicarse por que el trotskysmo y las otras gamas del presunto izquierdismo bolivia no tenían una concepción política diferente y opuesta, con referencia al MNR—Radepa y eü imperialismo.
Piristas, marofistas y rosqueros, consideraban que la lucha con tra el fascismo obligaba a olvidar no sólo la división y contradicciones clasistas de la nación oprimida, sino a aliarse con la metrópoli impe rialista, bautizaba por movimientistas y sus opositores como una “democracia’’. Esta teoría, enérgicamente rechazada por el POR, que sostuvo que el peligro fascista, una excrecencia del capitalismo mono polista en su período de descomposición, sólo podía ser sobremontado con la victoria de la revolución proletaria, volverá a ser formulada, con pequeñas variantes, por el nacionalismo en la oposición. El propio — 15 —
gobierno Viilarroel—MNR adelantó la tesis en sentido de que la lucha por la liberación nacional obligaba a todas las clases sociales a unir se alrededor del oficialismo, olvidando momentáneamente sus intere ses específicos. El anti-imperiaHsmo y anti yanquismo del MNR apa recían diariamente en su propaganda. El POR añadió el adjetivo nazifascista al gobierno Viilarroel— Paz Estenssoro partiendo del antecedente del filo-nazismo del equipo de La Calle, una inclinación apenas disimulada. Su rápido y total vuelco hacia las posiciones de la “democracia" norteamericana, fue otra mues tra del oportunismo y de la demagogia de los nacionalistas. La prédica perista destinada a alertar a los explotados acerca de las limitaciones del nacionalismo de contenido burgués (explicando esas limitaciones a la luz de sus intentos de realizar las tareas demo cráticas), de su destino de entregarse al imperialismo y a la reacción, traicionando sus promesas y protestas "revolucionarias”; la crítica desde la izquierda contra los gobiernos nacionalistas y las pretensio nes de uncir al proletariado al carro burgués; la lucha sistemática en favor de la revolución y dictadura proletarias, como el camino revolu cionario para sobrepasar al nacionalismo, que, en determinado mo mento, se torna contrarrevolucionario en la medida en que pretende estrangular el proceso de transformación dentro del marco capitalista, todo esto que se dijo, a veces en forma de simple esbozo, como un ade lanto no expuesto con toda precisión, se incorporó a las bases progra máticas del POR. Esta clara y tajante definición dei nacionalismo, se convirtió en el eje de su política diaria y le permitió adquirir una. enor me fortaleza ideológica, que le salvó de zozobrar frente a las engaño sas promesas del nacionalismo y de la reacción, enarboladas tantas veces en la historia boliviana.
Ni duda cabe que un gobierno o una situación política cuales quiera pueden y son impugnados y combatidos desde la derecha y desde la izquierda; resulta absurdo reducir toda la cuestión a la sim plista identificación de ambas posiciones con el argumento de que ata can al mismo adversario. Tratándose del POR, el problema apareció totalmente enturbiado porque sus adversarios actuaron de mala fe. La derecha, cuyos argumentos concluye repitiendo el stalinisino, ataca a los nacionalistas por sus medidas autoritarias, porque de trás de ellos se encuentran las masas y, por esto, considera que abren el camino al comunismo; ataca su estatismo, la antesala, según ella, de un régimen socialista. En síntesis: la oposición derechista está di rigida contra el extremismo o la amenaza extremista que supone «il nacionalismo, repudia el radicalismo que pretende descubrir en éste.
La organización marxista combate al nacionalismo porque cons tituye un obstáculo en la lucha por el comunismo, porque desvía a las masas de su camino revolucionario y porque no tiene capacidad para resolver las tareas democráticas. Lucha contra él por su reformismo,
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porque es burgués y porque está condenado a capitular ante el enemi go foráneo.
Constituye, pues, una tremenda arbitrariedad confundir a dere cha e izquierda por el hecho dje que ambos atacan al nacionalismo, par tiendo de posiciones contrarias y buscando finalidades también con trarias. La particular posición adoptada por el POR frente al gobierno Villarroel—Paz Estenssoro, ciertamente la única marxista dentro y fuera del país, lo convirtió en víctima de los enconados ataques que pro venían de dos extremos: de los dueños del poder y del frente rosca-stalijiisnio. Al partido no se le ocurrió en momento alguno identificar a ambos extremos por el sólo hecho de que lo combatían. La doble persecución de que era objeto era consecuencia inevitable de su ubicación política y, de manera indirecta, confirmaba su alineación revolucionaria.
Para los teóricos del nacionalismo, la posición porista que criti caba y atacaba al gobierno, que movilizaba a los obreros contra él y el capitalismo, resultaba contrario a los objetivos nacionales y era proim perialista (por tanto pro-rosquera), porque debilitaba el frente nacional y tendía a anular- la resistencia boliviana frente a las: presiones venidas del exterior. Su mayor pecado consistió en pregonar la revolución y dic tadura proletarias, consignas catalogadas por moros y cristianos como utópicas y como atentatorias a la necesaria unidad nacional en la lu cha contra el imperialismo o contra el nazifascismo.
El argumento porista central contra las impugnaciones del na cionalismo consistía en sostener que la opresión imperialista, . cierta mente que nacional y no únicamente ejercitada sobre el proletariado, avivaba la lucha de clases, lejos de atenuarla o postergarla. La libera ción nacional, que es la tarea que genera la presencia del imperialismo en el país, obliga a acentuar la lucha política (la lucha política es la expresión genuina de la lucha de clases) alrededor del tema de-qué clase social, vale decir, qué dirección política, es capaz de consumar dicha tí. rea. Por otro lado, la incapacidad del nacionalismo de contenido bur gués para destruir la propiedad privada (lo más que puede hacer, en sus momentos de mayor radicalización, es limitarla) no le permite impedir que la rosca y el imperialismo sigan conspirando y concluyan por absorver al nacionalismo o destruirlo. De aquí se deduce que únicamente la revolución proletaria victoriosa puede acabar con la rosca y el imperia lismo, porque importará la destrución de su poderío económico. El stalinismo y la rosca acusaron al POR de sostén del nazífascismo, esto porque se negaba á sumarse a la política de frente popular y de unidad nacional contra el gobierno Villarroel—Paz Estenssoro, porque denunciaba esta política como capituladora ante la burguesía y el imperialismo y, por tanto, traidora a los intereses del país y de la clase obrera. — 17 —
Cuando el POR movilizó a los obreros (lo hizo planteando la sa tisfacción de sus necesidades inmediatas), el stalinismo sostuvo que asi se saboteaba a las democracias y se beneficiaba al nazismo. Esta mo vilización necesariamente chocaba con el gobierno, interesado, según dijo, de asegurar* la normal producción de minerales al servicio de la causa de los aliados, pero, al mismo tiempo, perjudicaba seriamente al capital financiero. Úna posición revolucionaria, la del POR, resultaba repudiada por el PIR y el FDA y perseguida por el nacionalismo de con tenido burgués. La lucha por la independencia de clase y por la revolución prole taria,fue señalada como pro—movimientista porque, se sostuvo, debili taba el frente nacional contra el fascismo. Según el stalinismo no era momento de la lucha de clases y de que el proletariado enarbolase sus propias banderas, sino de cerrar filas junto a todas las clases sociales “democráticas” para aplastar al enemigo común,
Partiendo de tales antecedentes el POR fue sindicado como nazitrotskysta, como sirviente del gobierno nacionalista. La acusación, re petida en grande por todas las organizaciones y órganos de prensa de pendientes del FDA, fue considerada como valedera por muchos obser vadores que pasaban de imparciales.
Tomamos ai azar* un ejemplo de lo que fue la campaña anti-trotskysta en esa época. El POR se había convertido en el cerebro y nervio de la gran agitación que sacudió las minas después del 21 de julio. El congreso universitario reunido en Santa Cruz en el mes de diciembre de 1946 y que obedecía las instrucciones impartidas por el PIR, se creyó obligado a lanzar la siguiente resolución: "Considerando: Que, en los últimos meses se ha agudizado la agitación demagógica en los distritos mineros, instigada por trafican tes del movimiento sindical que sirvieron incondicionalmente a la dic tadura Villarroel—Paz Estenssoro. “Considerando: Que ninguno de los pretendidos dirigentes de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Solivia, ha surgido del seno auténtico del subsuelo boliviano, ni pertenece a los legítimos cuadros de los proletarios de las minas.
“Que la unidad de la clase trabajadora de Bolivia contra la que sistemáticamente vienen alentando los ex-agentes de Villarroel—Paz Estenssoro, es fundamental para lograr la vigencia de las reivindicacio nes obreras, obtenidas festinatoriamente por el régimen depuesto en disposiciones que no han llegado a verificarse:
“Resuelve: P Apoyar decididamente las reivindicaciones legítimas de los trabajadores mineros y declarar traidores al proletariado bolivia no a los ex-agentes del régimen depuesto, que se han convertido en las quintas columnas al servicio de la resurrección del MNR”. — 18 —
Este sabroso documento aparece firmado por los piristas Oscar Gómez, Alfredo Harvey y Hugo Poppe. El POR sufrió una enconada persecución por parte del gobierno que surgió de la'-cor.trarrevolución del 21 de julio de 1946, bajo la acu sación de que había servido incondicionalmente al gobierno Víllarroel. La CSTB, tan acremente combatida por los trotskystas y por los mine ros, se hizo eco de esta sucia y mentirosa campaña, al extremo de que, de tarde en tarde, el partido' recurría a los periódicos para colocar los puntos sobre las íes. Én El Diario de La Paz encontramos la siguiente crónica: "Dirigentes del Partido Obrero Revolucionario se han aproxi mado a nuestra redacción para protestar por las acusaciones que hi ciera el Secretario General de la CSTB, en sentido de que esta agrupa ción política comulgaba con el nazifascismo de Víllarroel, acusaciones que las califican de ensidiosas por cuanto, dicen, la trayectoria de este Partido es la más limpia de todas. Además, expresan, que Gironda es un artesano que no puede ser representante del proletariado, como se autodenomina, por cuanto pertenece a la clase explotadora, es, afirman, propietario de una empresa de transportes que explota el trabajo de sus obreros” (1). El debate acerca de la posición adaptada por el POR frente al nacionalismo no acabó con la contrarrevolución de julio, sino que se proyectó al futuro y cobró mucha virulencia después de 1952, cuando nuevamente los revolucionarios tuvieron que definir su estrategia fren te al MNR en el poder.
Los ataques de la izquierda nacional al POR fueron, al mismo tiempo, una defensa del nacionalismo burgués, del MNR y del villarroelismo; este partido no pudo menos que echar mano a los escritos de Ramos, Peñaloza y otros elementos de la misma orientación, en su afán de fundamentar teóricamente sus diatribas anti-trotskysmos. Los Ramos y compañía comenzaron deformando el marxismo y el trotskysmo para poder justificar- su anti-porismo, luego pasaron a la práctica de tomar únicamente lo que consideraban positivo de los escritos de Trotsky, para concluir renegando compleamente de éste, de Marx y de Lenín.
Trotsky ante la Revolución Nacional Latinoamericana de Juan Ramón Peñaloza, que tan generosamente fue difundido por el MNR den tro de Solivia, no es otra cosa que el esbozo biográfico de Trotsky, to mado como pretexto para atacar al POR boliviano. El autor pretende demostrar que los trotskystas del altiplano son nada menos que anti leninistas y anti-trotskystas. Sin embargo, el mérito de este docu mento radica en que muestra en toda su denudez los fundamentos na cionalistas del anti-porismo, lo que permite descubrir la falsedad de todo el planteamiento. (1) El Diario, La Paz, 21 de diciembre de ¡948.
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La clave de los razonamientos de la izquierda nacional se encuen tra en el siguiente párrafo por demás extraño: ‘'aquellos que preten den adaptar la táctica leninista de 1917 a países en donde el proletaria do y el pueblo en general están recién balbuceando las primeras letras del alfabeto de la lucha democrática, identificando estas condiciones con las de una Rusia destrozada por la guerra y a esas masas con los desesperados millones de campesinas y obreros con uniforme de solda dos que en 1917 abandonan hambrientos los frentes de batalla, son tontos o granujas o ambas cosas a la vez.” (2).
En realidad, está en discusión el objetivo estratégico y no simple mente una medida táctica; no se dice pero se trata de oponer la parti cipación del partido del proletariado en un gobierno (democrático) a la dictadura del proletariado. Los países latinoamericanos estarían ma duros para la primera estrategia, mas no para la segunda. Por este ca mino se llega a la teoría stalinista de la revolución por etapas. Peñaloza dice de manera desnuda lo que Ramos expresó de forma encubierta: hay que retomar a la fórmula leninista de 1905 porque habla de la participación del partido del proletariado en un gobierno provisional, claro que Lenín se refería a un proceso revolucionario en el que la clase obrera jugaría un rol decisivo y de dirección. El plantea miento revolucionario resulta totalmente trastrocado por los “teóricos” rioplatenses, que aconsejan ingresar' a los gobiernos nacionalistas para apuntalarlos, lo que supone que el proletariado pierda su independencia política y se convierta en la izquierda del gobierno burgués. Invocando a Lenin llegan a formular una política menchevique. Ya sabemos que plantean una coartada para desvirtuar la crítica a sus formulaciones: presionando desde dentro se puede siempre lograr que los gobiernos na cionalistas se transformen en socialistas.
Cuando el escrito se refiere a Solivia el anterior planteamiento adquiere nitidez: “un ejemplo cercano de aplicación de la estrategia leninista de 1905 nos lo ofrece la revolución actualmente en curso en Bolivia..., se ha constituido en este país un gobierno revoulcionario democrático que ha nacionalizado las minas... e iniciado la revolu ción agraria... La COB participa en este gobierno con dos ministros obreros. Con esta participación la COB demuestra a las grandes masas del país que la clase obrera está presente en la tarea de concretar los grandes objetivos de la revolución democrática antiimperialista...; que a través de sus ministros vigila atentamente, desde el centro mismo del poder, la política y acción del partido pequeñoburgués, del MNR..., y que... mediante los recursos que la posesión de las palancas guberna tivas proporciona, asegura y consolida posiciones a la única clase con secuentemente revolucionaria, el proletariado”. " । Informe en mayoría de la Comisión designada por el III congreso interamericana de defensa del continente, El marxismo en Bolivia. Santiago de Chile. 1957.'
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PCB— y de otros partidos marxistas menores (PIR, POR), indudable mente para cumplir el programa de aquel partido y no para otra cosa. Ya veremos más adelante que el stalinismo en su nueva versión se li mitó a servir de instrumento al régimen movimientista, al que adornó con todos los atributos revolucionarios imaginables, olvidando que en el pasado se alió con la rosca para derribar a Villarroel.
Los anticomunistas dieron pruebas de ser también técnicos en la falsificación. Como quiera que el partido trotskysta boliviano, y esto porque como tendencia la IV Internacional no era decisiva, no podía convertirse en la clave capaz de demostrar fehacientemente el “comu nismo” de los gobiernos movimientistas anteriores al de Siles Zuazo cuya “rectificación de la linea revolucionaria" aplauden, al POR 1? atribuyen las posturas más disparatadas, haciéndose eco de lo que es cribieron sobre él stalinistas y rosqueros: “El POR se suma al intento del gobierno y del MNR (1943-46 A.S.) para desplazar al PIR de las zo nas mineras..(1).
Sin embargo, se vieron obligados a presentar una síntesis de la Tesis de Pulacayo que consideran utilizable para pustificar tanto su te sis acerca del "comunismo” de Paz Estenssoro como la curiosa conclu sión de que “los planteamientos revolucionarios del comunismo bolivia no condensan en forma más clara las aspiraciones de los demás grupo* políticos y sociales del Altiplano aliados del MNR. Los programas del PIR, del POR, de la RUB, de la FSTMB y del MNR son coincídentes en gran parte de esos planteamientos revolucionarios del comunismo” (2V Lo trascrito es incomprensible. A nadie se le había ocurrido antes sos tener que el programa del POR y la Tesis de Pulacayo no eran sino una repetición de los documentos y consignas nada menos que del sta linismo (PCB), ¿Cómo ignorar que estos programas fueron aprobados e impuestos contra el stalinismo, precisamente?. Una de las claves de las capciosas interpretaciones de El marxis mo en Bolivia radica en que toma como punto de partida de todo el proceso político y sindical el primer congreso de la COB (1954), lo que le obliga a observar los hechos y las ideas con un lente deformante por que abarca a un solo instante, a un pequeño segmento, y no a la gran curva del desarollo de las luchas revolucionarias. Las milicias armadas el control obrero, la reforma agraria, no son analizados a la luz ds los tradicionales planteamientos hechos en el campo sindical y político, a la luz de la historia, sino que se los considera como copias d? los es critos de Anaya, de algún volante del PCB o de cierto pasaje de las obras completas de L?nín.
El mencionado libro no atina a presentar adecuadamente el tol de los partidos políticos y de las clases sociales en el proceso revolucio nario. No t=ma la suficiente capacidad para comprender las verdaderas (1) Op. cit. (2) Op. cit.
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¡r~j ecciones de la Tesis de Pulacayo, incomprensión que está lejos dr atenuarse porque se la califique como la “carta magna del marxismo — Solivia", que, aunque intencionalmente elogiosa, exterioriza la ex confusión de sus autores.
Enrique Hertzog, que como nadie se empeñó en demostrar que e£ gobierno movimientista era el comunismo en el poder, esto a fin de k'zrar que el imperialismo norteamericano lo derribase y devolviese el poder a la rosca, desarrolló la teoría de que todos los partidos marxistas y la FSTMB, inspirada por la diabólica Tesis de Pulacayo, respaldaban y orientaban al MNR (1).
Jorge Siles Salinas, presentado por la clericanalla como la ene^mac’ón misma del genio, al teorizar acerca de la manera de fascis tirar Bolivia se ve obligado a referirse a la Tesis de Pulacayo. Era en ese momento una especie de teórico del falangismo bifronte/ Represen tante de la derecha cerradamente anti-marxista, repudió el viraje de magógico e izquierdizante de algunos dirigentes de FSB. Socialcristiano de derecha, cree descubrir en el documento de los mineros una pauta de lo hecho por el MNR: “No será el autor,.. el primero en señalar en qué forma puntual el gobierno del MNR ha hecho efectivos los princi pales enunciados del programa de Pulacayo. Vóces autorizadas han aecho incapié una y otra vez acerca de la coincidencia de tales postu lados con las realizaciones del actual gobierno. En rigor, una simple lectura dei citado documento bastaría para demostrar hasta qué punto el mismo ha servicio de pauta para la obra del régimen. En cualquier supuesto, la semejanza doctrinal que la política del gobierno boliviano presenta en relación con las orientaciones de la tesis minera, no parece que podría obedecer sino a la más estrecha identidad ideológica. Léase, por ejemplo, el punto 4^, relativo a la revolución democrático-burguesa que inaplazablemente debe realizarse" (2). Lastima que el intelectual no hubiese entendido lo que leyó. La Teris no abandona en momento alguno el principio de la transformación de la revolución democrática en socialista, lo que violenta todos los supuestos teóricos y prácticos del nacionalismo.
Los más torpes entre los derechistas sostienen que la Tesis de Pulacayo está al servicio del Kremlin (3).
Al bando de los que afirman que el programa de Pulacayo sirve únicamente al MNR (según el stalinismo pirista porque el POR es nazifascista) y que éste ampara al trotskysmo, se sumaron los marofistas, f 1) Enrique Herzcg, Bal i vía, nuevo Atolón de Bikini, Buenos Aires, 1956. (Z) Jorge Siles S, La aventura y el orden, reflexiones sobre la revolución boliviana, San tiago de Chile. 1956
Trabajo y que pasará a la historia como el autor de la descomunal ma sacre blanca de Catavi de 1947 En el llano actuaba como sonorte ofi cialista un pequeño gruño stallnista, dirigido por Adán Rojas, salido de Colquiri y diputado obrero en ese momento.
Mendizábal demostró oue el gobierno estaba decidido a golnaar fuerte v se esmeró en diferenciarse de la política que seguían los mina ros: “El proceso democrático que pretendemos alcanzar, no se prest-’ f Ja demagogia ni a la prédica de folletines revolucionarios. Con el sig ilo de la dictadura proletaria y la guerra interna, contrariamente a todo ti) Consejos tácticos (como retroceder sin ser destrozados), Colquiri, Junio de IW
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de táctica revolucionaria, se ha ahogado ambiente obrero precipitar a las masas en levantamientos anarquizantes que sola estabilidad nacional. Os llamo a reconstruir la democracia bo7r^_na El desorden, él caos, la demagogia nos llevan por el camino de >. disc’nc'ón, pues, armas son éstas que utiliza el fascismo1'. Lechín, sin querer, apareció como abanderado de La Tesis de Pziacayo: “Hemos preferido seguir el escabroso camino de la lucha de xases antes que seguir el sendero del ministerialismo. Orgullosos po dónos decir que pese a todas las insinuaciones no hemos querido cam biar el puesto magnífico de revolucionarios por la situación de minis iros burgueses".
El documento de la FSTMB constata un cambio en la situación política y acomoda a él su táctica. Había pasado el ascenso de masas que imprimió su sello al congreso de Pulacayo. Fueron denunciadas las maniobras gubernamentales contra el movimiento obrero y se señaló que “El plan rosquero que se ejecuta an te nuestra vista tiende a destruir al movimiento obrero por dos mediosbien corrompiéndolo (entregar un ministerio a la FSTMB. por ejemplo) o haciéndolo desaparecer como organización” (1). El gobierno conclu yó adoptando el camino de la represión sangrienta
El retroceso hizo aflorar las deficiencias y debilidades organiza tivas de la FSTMB que, por otro lado, caracterizan a todo el movimiento sindical boliviano.
En vista del éxito obtenido por la gran minería en San José y Oploca, la Patiño comenzó a nurgar a su personal. El congreso cono ció que 140 obreros y empleados de la empresa Catavi habían sido re tirados. Los obreros conminaron al gobierno a ordenar el retorno de los despedidos. El congreso minero acordó recurrir a la huelga general en caso de que los empresarios continuasen con los despidos arbitrarios. La huelga no pudo materializarse, resultó tardía. Se habían producido las derrotas de San José, Oploca, Catavi v más tarde de Viloco, siempre como imposición de los planes patronales, y de la huelga general, acontecimientos que generalizaron el retroceso obrero La fracción porista de la FSTMB demandó un reajuste de la dirección y la aplicación de los acuerdos de Colquiri, lo que trajo como consecuencia una dura y porfiada pugna con Lechín y sus allegados. Los viejos dirigentes sindicales querían únicamente mantenerse en su'? puestos y para lograr ese fin abandonaron todas sus viejas posturas re volucionarias. Es esto lo que denunciaron y combatieron los poristas. H)
Op cit.
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20 de Agosto de 1946, El POR decidió conmemorar públícament" el sexto aniversario del asesinato del León Trotsky, El hecho adquirió enorme significación política porque demostró la influencia porista en el seno ds las masas y su crecimiento orgánico. .
Una abigarrada multitud, compuesta preponderan temen te por trabajadores mineros de San José, se concentró en la Av. Cívica d" Oruro colindante con los desperdigados campamentos obreros de “E1 Socavón”, alrededor de la bandera del POR (enseña roja ostentando i • hoz y el martillo cruzados por un enorme cuatro) de las pancartas v de los retratos de Trotsky. Los peristas habían ya debutado como orado res ante grandes concentraciones obreras, pero era la primera vez au? e1 POR organizaba un acto público de tales (dimensiones y bajo su respon sabilidad partidista.
Los obreros desfilaron por las calles coreando las consignas t' ot^kystas. El mitin se realizó venciendo la oposición del PIR que se en contraba encaramado en el poder. A su tomo, los peristas imprimieron n acentuado matiz anti-stalinista a su acto. No faltaron los choques entr-’ activistas y los panfletos de homenaje a Trotsky fueron respondidos ñor diatribas impresas. La prensa orureña se hizo eco de el desafío trot=~ kysta, que ese carácter tuvo la concentración para la asustada feudalburguesía.
El mitin constituvó toda una proeza: no resultaba fácil, en ese en tonces, movilizar a los trabajadores para rendir homenaje n la memoria de llíder ruso, debido al atraso de las masas, a la extrema incultura del País v al hecho de oue p! POR estaba dando sus primeros pasos como ganización multitudinaria. El gobierno, acertadamente, entendió el como una seria advertencia de lo que serían las futuras acciones pe ristas y se esmeró en extremar las medidas represivas. El acto público en homenaje a León Trotsky se realizó única mente en la ciudad de Oruro, lo que puso de manifiesto la extrema de sigualdad del desarrollo porista en escala nacional. El Comité Reg'on-’ orureño vibraba al unísono con el radicalizado proletariado de las mi nas y demostraba una ilimitada pujanza, propia de sus cuadros jóve nes. En la ciudad minera estaba concentrado lo mejor del Partido. Lnotros comités regionales se movían con mucho retraso y pesadamente su crecimiento era extremadamente lento y no habían logrado emanci parse de las viejas formas de organización.
Documentos d° la época permiten precisar’ que fue el 25 de agos to de 1946 que se realizó ese primer mitin público del POR con motivo del aniversario del asesinato de León Trotsky, El hecho, según todos los observadores, fue por demás significativo. El Partido que recién irrum pía en el escenario arrastró a los trabajadores, particularmente a ios mineros, y a los estudiantes, a exteriorizar su admiración por el funda dor de 1» IV Internacional y su repudio al stalinismo. repudio oue era ya uno de los rasgos distintivos del proletariado organizado. Que en la — 104 —
.^irisada Bolivia, país en el que sólo los iniciados sabían lo que signifi
caba Trotsky, hubiese tenido lugar semejante manifestación prueba L
aame influencia porista en el seno de las masas. No era casual que Cr:ro hubiese sido su escenario, en ese entonces era la fortaleza s militantes stalinistas, armados y organizados en milicia,*; de antemano, fueron los que masacraron a las trabajadores mineros, ante el pueblo que, horro rizado y desorientado, se concretó a especiar” (2), Los piristas, debidamente armados, formaron grupos de 15 per sonas con sus respectivos comandantes. Antes de que la manifestación que se descolgó de Pailaviri llegase a la plaza principal “fue recibida con ráfagas de ametralladoras, ubicadas en forma estratégica en 1 Prefectura, la Policía y el cuartel. En estas7"circunstancias se inicia una cacería realmente indescriptible de trabajadores mineros; se los perseguía con saña, era suficiente que una persona mostrase la vesti dura peculiar de minero para que fuera baleado” (3).
Las declaraciones de los sobrevivientes de la carnicería que lo gró reunir el Bloque Minero y que sirvieron de documentos probato rios de sus afirmaciones en el parlamento, indican que las autorida des ordenaron a carabineros y militantes piristas para que destruyesen con descargas de dinamita a los obreros asesinados, esto para indicar, más tarde, que fueron victimados por los propios mineros. Sin embar go, el informe elevado por Pedrazas al Ministerio de Gobierno indica que casi todos los heridos y muertos mostraban impactos de bala de fusil, y sólo excepcionalmente debido a otras causas, entre ellas des cargas de dinamita. Pedrazas dijo eso porque estaba seguro de contar con la aprobación de sus actos por parte de las autoridades superiores.
Los pocos y leves desperfectos de los edificios, cuyas fotografías fueron difundidas por Las autoridades para probar su afirmación de que los mineros buscaban arrasar con la histórica ciudad, demuestran, más bien, que se hizo poco uso de dinamita y que se cuidó de no per judicar a la población. La persecución y carnicería de obreros duró toda la noche dsl 28. Los mineros, al no poder repeler la capacidad de fuego de solda dos y stalinistas, huyeron por los caminos que conducen a Cinti y a otras regiones. Algunos “agarraron sus camas y abandonaron los cam(I) Op. cit. (2) Op. cit. (3) Op. cit
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uamentos, huyendo de la persecución. Pero las huestes armadas de la ciudad, ios perseguidores oe los mineros, fueron a actuar a pleno can. pamemo y ahí se cometieron los mayores atropellos. Los piquetes de civiles que llevaban gorras de soldados, en su mayor parte universicnos, asesinaron a toao trabajador que transitaba por el campamento” (1). Se cuenta que en el campamento minero de Pailaviri, los piris tas, encabezados por Víctor Sanjinés, de larga trayectoria sindical y siempre dentro de los cuadros stalinistas, que portaba una pistola ame tralladora, asesinaron a obreros y mujeres. “En su desesperación los trabajadores levantaban banderas blancas, pero los piristas ingresa ban a las habitaciones y victimaban incluso a quienes de rodillas im ploraban clemencia. Se llegó al extremo de violar a mujeres aterrori zadas” (2),
Oficialmente se indicó que el número de muertos fue de 23, pero todos los observadores aseguran que la cifra fue deliberadamente disminuida; como es habitual en las masacres obreras, muchos muer tos sin familiares o de origen muy humilde, fueron catalogados como desaparecidos. “Pero los muertos en Potosí no son 23, pasan de 300. La mayor parte fueron trasladados en carros .basureros y han sido se pultados en forma clandestina, sus nombres figuran ahora como de saparecidos ... Las viudas que aún viven en el campamento de la Uni ficada, sostienen que las autoridades les han dicho que sus esposohan desaparecido. Se comprenderá fácilmente que esa desaparición u. centenares de hombres es inexplicable como simple evasión de la c. dad. La nomina de personas desaparecidas es numerosa. Las viudas han enviado al Bloque Minero una nota indicando que sus esposos y sus hijos no pueden ser hallados después de los sucesos dei 2& 29 de enero La mayor parte de los desaparecidos pertenecen a la clase indígena. Indudablemente no todos los deudos nan enviado nóminas, reclama ciones, ni oficios para hacer constar que fuera de los datos proporcio nades por las autoridades hay un gran número de obreros que simple mente nan desaparecido”, (3). Seria pueril dedicarse a discutir acerca del número exacto de los muertos. Nos encontramos ante un descomunal cri men cometido por el stalinismo contra los trabajadores mineros potosinos, contra toda la clase obrera boliviana, y que, desgraciadamente, no iia sido aún debidamente comprendido, pues pone ai desnudo el carác ter contrarrevolucionario y criminal de quienes se reclaman del marxieninismo. Los delegados de los mineros potosinos que asistieron al cuarto congreso de la FSTMB (Colquin, junio de 1948) prestaron una de tallada y estremecedora información acerca de la sucia masacre pro tagonizada por la dirección pirista, La reunión obrera aprobó una re solución que constituye lápida imperecedera para el stalinismo y que (1) G. Lora, op. cit. (2) Op. cit. (3) G. Lora, op. cit.
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i-rentablemente no ha sido suficientemente difundida. La resolución ±jce. “El cuarto congreso nacional de Trabajadores Mineros de Bolivia, ■ da la información de los delegados de los sindicatos mineros de Potosí. “Declara culpables de la masacre del 29-29 de enero de 1947 a1 ei-Prefecto, Abelardo Villalpando, al ex Jefe de Policía. Gualberto Pe* i-azas, al Jefe de Tránsito, Gualberto Moncayo, y a Víctor Sanjinés. todos militantes del PIR.
“Colquiri, 10 de junio de 1947’* (1).
No se trata, como se ha visto, de una sindicación en sentido de que determinadas autoridades habrían ocasionado la muerte de obre ros. sino de una masacre consumada ante la mirada atónica de todo un pueblo, de una masacre cuidadosamente preparada y dirigida. Los revolucionarios, y menos los obreros, no pueden olvidar tan nefasto cri men.
Sus autores, y junto a los autores la ideología política que pro fesan, tienen que ser considerados como enemigos y asesinos de traba jadores y, por esto mismo, no pueden tener ingreso a las filas sindica les. no puede permitírseles sigan hablando a nombre de la revolución, porque lo hacen únicamente para encubrir sus crímenes. Que la masacre de Potosí fue premeditada se demuestra ñor •>' cuidado que pusieron las autoridades policiales y la dirección plristn para ocultarse detrás de una supuesta movilización popular de auto defensa del pueblo potosino. Consumado que fue el crimen, la policaís. En La Paz se dedicaba mayor atención a los barrios populares (Vi lla Victoria, avenida Buenos Aires, Chijíni, Pérez Velasco. etc.). bien se utilizaban, en menor medida, los servicios de canillitas y de di? tribuidores para el interior. El impacto de Lucha Obrera fue inmediato, desde el primer nú mero,. lo que demuestra que la opinión pública esperaba ansiosa la pa labra del trotskysmo, para ella era una nueva posición política, una vi gorosa oposición al gobierno 'naquero, que car. despiadadamente gol peaba a la mayoría nacional. Su tiraje llegó a diez mil ejemplares, en una época en que sólo las ediciones dominicales de La Razón y El Diarii se aproximaban a esa cifra Que fue la respuesta política que se espe raba* se demuestra por la ansiedad con que absorbían los barrios po pulares los ejemplares de múltiples colores. Otra novedad consistía ecine los campesinos que se aproximaban al POR adquirían cientos de ejemplares de Lucha Obrera, sólo algunos de estos se leían en grupos o en familia en las comarcas alejadas, los más eran simplemente guarda— 137 —
das por los hombres de la gleba que esperaban que el POR les devolviese la tierra usurpada por el gamonalismo. A los redactores se les planteó un angustiante problema; ¿cómo llegar hasta los más amplios sectores, donde domina el analfabetismo y los “leídos" sólo manejan unas cuantas palabras? La respuesta dada constituye una innovación y un avance en el camino de lograr un perió dico revolucionario destinado a las grandes masas dentro de las carac terísticas culturales de Bolivia. Se hicieron ediciones bilingües, con columnas en aymará y quechua, además de que incluían historietas y siempre una caricatura que expresaba gráfica y humorísticamente (me jor, irónicamente) la consigna central del periódico. La primera expe riencia que se logró asimilar enseñaba que es preciso contar con guír^ que puedan leer y explicar el contenido del periódico a los obreros más atrasados y a los campesinos. Siguiendo este ejemplo, más tarde, apa recen camaradas especialistas en traducir los artículos fundamental^ a las. lenguas autóctonas para ayudar a que sean asimilados por los obreros analfabetos y de pocos conocimientos del castellano; esa labor cumplieron, por ejemplo, Isaac Camacho y César Lora.
Lentamente se fue creando un estilo periodístico único en el país v que, en su punto más elevado de evolución, fue capaz de presentar los problemas políticos y las ideas partidistas más complicados en un breve artículo de no más de 600 palabras, en lenguaje claro, utilizando términos y ejemplos comunes para.el obrero y campesino. Estos bre vísimos artículos —despreciables para los “teóricos"— deben estar es critos en tono vehemente y siempre polémico, confrontando las posi ciones del POR con las de los otros partidos de “izquierda" y de derecha.
Los primeros números de Lucha Obrera se diferencian muy ño co del común de los periódicos. A veces se utilizaba con fruición un len guaje rebuscado, como si se hubiese tenido la intención de apabullar con una montaña de sabiduría a un auditorio formado exclusivamente por iniciados e intelectuales universitarios. Los artículos eran largos y obligaban a recurrir a numerosos pases en el armado y no en cas oportunidades se distinguían por ser muy abstractos. En resumen: se confeccionaba un periódico poco comprensible para las masas a quie nes estaba dedicado. Cuando se comprobó oue los obreros no seguían los pases y cortaban su lectura allí donde ocncluía la página, fue prec; m entrenar a los redactores hasta que aprendiesen a sintetizar sus escri tos, ñero sin utilizar el fácil recurso de las abreviaturas, pues éstas ge neralmente escapan al conocimiento de las mayorías. La continua v se vera crítica y autocrítica contribuyeron a lograr este resultado, indis pensable para hacerse entender con las capas más amplias de obreros. Se aprendió, después de múltiples tropezones, que para escribir en forma sencilla y breve, accesible a todos los lectores, es preciso que el redactor domine de manera total y perfecta un determinado tema. Es necesario penetrar en todos los vericuetos de la taoría y de los prob’ mas políticos para poder volcar en letras de molde una sencilla expli-
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essjn de estas ideas. Sólo el que trabaja sin. cesar puede concluir domi ■ssTjÓo un estilo terso y vibrante. Un estilo enrevesado, una redacción d’ fiel de seguir, generalmente reflejan oscuridad en las ideas y una falta A debida comprensión de la teoría. Así Lucha Obrera comenzó educande a sus propios redactores. Casi de manera automática, los militantes y simpatizantes que zrzba jaban en las minas, las fábricas y las haciendas se convirtieron en eceresponsales del periódico porista, que gracias a esta valiosa cooperareflejó en sus páginas todo lo que sucedía en los lugares de trabaSin estos auxiliares sería imposible redactar un periódico que tien í convertirse en ser hecho por los obreros, lo que puede ser posible s. ias células partidistas trabajan seriamente en criticar y elaborar p” convenido. Es claro que Lucha Obrera no llegó a esta altura, pero dio ürunos pasos positivos en ese sentido.
El periódico dependía, en todos los aspectos, del Comité Central •i en las reuniones de este organismo se definía su línea Política v tam bién su contenido fundamental, el artículo central de la edición, etc. M-embros del Comité Central y del CR de La Paz tenían a su cargo confección, distribución, financiación, etc. Lucha Obrera era un perió dico político, vocero del POR, de su Comité Central, llevaba al exterior La línea política oficial y no las ocurrencias de sus redactores. Debido a la gran resonancia que logró el periódico porista, las autoridades y el stalinismo planearon la mejor forma de silenciarlo. Lanzaron a la circulación la especie de que el periódico porista no era más que una máscara destinada a facilitar la propaganda y resu rrección del fascismo. Esto explica que Lucha Orera hubiese dedicado mucho espacio a esta cuestión. Se dijo también que recibía gruesas su mas de dinero del exterior, por esto aparecía una notita en recuadro explicando cómo se financiaba el periódico. La industria gráfica en Bolivia depende casi íntegramente las grandes empresas y del Estado, que necesita imprimir una abultada propaganda y mucho material. Junta a este hecho se tiene la circuns tancia de que el papel y demás insumos de la industria se importa*1 en su integridad, siendo, por tanto, fácil su control por parte de H*autoridades. En 1947 había alguna escasez de papel. Cuando LiichObrera llegó a su octavo número (11 de mayo), después de sortear boycot en la provisión de papel, lo que le obligó a reducir el número d" sus páginas, el Ministerio de Gobierno envió una circular a las imprr'” tas indicándoles que se abstuviesen de imprimir el periódico corista. Las ediciones quedaron temporalmente suspendidas hasta que el 21 d'1 febrero de 1948 se pudo trabajar el número nueve en la Editorial Univo so en formato mavor y con una buena presentación. Con el número once í6 de marzo da 1948) Lucha Obrera ingresa a su segundo año de vida, después de haberse superado enormemente y haber sabido vencer todas las dificultades qu? sus enemigos pusieron en su camino.
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Apenas esta edición pudo ganar la calle, porque fue formalmente prohibida por el Ministerio de Gobierno y perseguidos su director y re dactores. Las campañas y propaganda emprendidas por el POR a tra vés de su periódico molestaron muchísimo al gobierno restaurador y a las grandes empresas. Las autoridades estaban seguras que su draconr na orden silenciaría definitivamente al trotskysmo; pero éste tenía decidido llegar hasta las masas venciendo todos los obstáculos que pu diesen aparecer. La determinación gubernamental de suprimir Lucha Obrera fu0 respondida con la única maniobra que puede ejecutar un partido ra voluckmario: la clandestinidad tanto de su cuerpo de redactores de su impresión. Posteriormente, en circunstancias análogas recu rrió al mimeógrafo. prodigoso aparatito que permite seguir desa.... liando las actividades políticas, sobre todo en un país como Solivia, don de los cortos tirajes son suficientes debido a la poca densidad de la población.
En 1948 fue tomada una determinación realmente sorprenda te: continuar las ediciones en imprenta. Por la pequeñez y particula ridad de La Paz fia mayor concentración humana de Bolivia, que. sin embargo, no tenía en esa época ni medio millón de habitantes, no han podido montarse con éxito imprentas clandestinas.
Como siempre, los recursos económicos del partido eran insten1 ficantes. Algunos camaradas parlamentarios pusieron cuotas extro ndiñarías, para comprar una considerable cantidad de tinos con sus chiva letes. A eso se reducía la imnrenta clandestina del POR y qns "’^n gran movimiento a la policía Mientras Lucha Obrera se editó a tino movible ios órganos de de presión no lograron descubrri las guardia* los trotskystas. La “imprenta” fue decomisada mucho más tarde, cuan do los tinos estaban cubriéndose de polvo en el rincón de una casa que fue inspeccionada por la policía; cayó por casualidad y seguramente los agentes no se percataron que con ese montón de plomo se llevaban una misteriosa imprenta. Se pudo burlar la vigilancia montad? por los sabuesos norque los tipos se trasladaban fácilmente v se puede decir que llevándolos bajo brazo. Los redactores se convirtieron en caiistas y componían con ios adminículos más sorprendentes, pues carecian.de componedores en un piso de tierra, desigual y polvoriento, servía de mesa donde se ar maban las páginas.
El número doce apareció sin fecha, de sólo dos páginas ” con un descomunal titular que decía: "Edición clandestina”, expresando así M voluntad de seguir llegando hasta los obreros pese a la oposición poli cial. Las posteriores ediciones, hasta el número 21, salieron con doc?
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este fue uno de ios numerosos errores cometidos, pues no se - *— =’- cuenta que tan titánico esfuerzo, noches íntegras trabajando -i luz macilenta de un pedazo de vela, concluirían destrozando i. ente a los cuadros, cosa que ocurrió. La composición se hacía en .—-.aos de ios extramuros de la ciudad y la impresión se lograba —.Techando viejas prensas de pequeñas imprentas sin clientela v -alimentarias.
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Luego, cuando vinieron tiempos mejores. Lucha Obrera retornó a grandes imprentas y cuando volvieron a arreciar las persecución■ puiauaíes se recurrió a tas ediciones mimeografiadas. Camoiaron los dirsíores. reflegando luchas internas, encarcelamientos de algunos mili-jntes, etc. hasta aproximadamente el número cien, época en que se -■.'Aluce la escisión de 1954-55. El contenido y calidad del periódico fue* ron totalmente desiguales de acuerdo a la época. Con todo, Lucha Obrera penetre en las masas y logró ganar su rariño, se incorporó a la tradición porista. Cuando sobrevino la lucha ‘.-acciona! contra el revisionismo pablista, la dirección y orientación del p-zriodico iban de un extremo a otro, reflejando en sus págnas las vi cisitudes de esa lucha. Aún en circunstancias tan difíciles, el periódico oemostró ser un instrumento poderoso .
Las condiciones en que se produjo la inevitable escisión del POR fueron totalmente desfavorables para la fracción marxista, revoluciona ria y que encarnaba el programa trotskysta, lo que dió lugar a que los usurpadores se apropiaran del periódico partidista y de su nombre que eran tan valiosos. No hubo más remedio que comenzar de nuevo en este terreno y se decidió publicar Masas. Durante el sexenio apareció la primera revista teórica de alcance nacional, bajo el rótulo de Cuadernos Marxistas. Vieron la luz 21 núme ros, hasta que la represión y la eliminación de sus redactores del esce nario hicieron imposible que siguiese publicándose. Su antecedente más directo puede encontrarse en Documentos de la primera época, pero es ta revista respondía a las limitadas necesidades del Comité Regional u Oruro. Lucha Obrera emprendió grandes campañas esclarecedoras de la naturaleza contrarrevolucionaria del stalinismo y del PIR, del opor tunismo derechista del marofismo, de la traición de las organizaciones obreras de corte artesanal como la CSTB. Ni duda cabe que la batalla frontal y básica se libraba contra la rosca y el imperialismo.
Cuadernos Marxistas obedecía a la inspiración y dirección de Escobar y cuando fue desterrado cesó de existir. En sus páginas se ei. cuentran documentos y análisis de la realidad boliviana y de sus múl tiples problemas, debido a la pluma de militantes peristas, junto a lo escritos de los clásicos, seleccionados con el criterio de que pudiesen ayu dar en la capacitación de la militancia boliviana o bien que esclarecie
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sen los problemas programáticos que comenzaban a debatirse merece subrayarse la colección y selección de “documntos sobre los países atr„ sados”, que fueron reunidos en cinco volúmenes. Un poco más tard'esos textos servirán en el debate acerca del problema nacional y del ro de la burguesía. La preocupación de editar una revista teórica nació del conven cimiento de que el periódico, sobre todo cuando va dirigido a las gran des masas y adquiere un carácter esencialmente agitativo, no puede sus tituirla, sobre todo como instrumento capaz de elevar el nivel ideológico de la milítancia y dedicar mucho espacio y tiempo a los análisis críticos y autocríticos.
A la semana de haber triunfado la contrarevolución del 21 d? julio, el PiR, que se apresuró a apropiarse de una imprenta de los na cionalistas derrocados, lanzó a la circulación su propio periódico, seguro de que le ayudaría no sólo a desorientar a los trabajadores, sino a con ducirlos a sus filas. El diario pirista, cuyo primer número apareció el primero de agosto de 1946, se llamó Libertad, para dar a entender que era el único vocero que encarnaba el ideario de los campeones que hicieron posible las jornadas de barbarie tan frescas en la memoria de todos ( la campaña pirista buscaba convencer que el stalinismo fue la fuerza que "real mente consumó la “revolución libertadora”), en este setnido entró en competencia, en condiciones desfavorables, con La Razón, El Diario y otras hojas ocasionales. Tuvo dos directores; primero Severo Clavijo, directamente cola borado por Augusto Gottret, que en su calidad de jefe de redacción, era el encargado de imprimirle estructura periodística; luego, Héctor Ana ya (hermano ds Ricardo), que tenia en Mario Cornejo, periodista de oficio, a su principal auxiliar.
Libertad, que tenia la misión de fundamentar la política de contubenio del P1R con la rosca, apareció demasiado stalinista, más sta¡inista que el partido cuya ideología decía propagar. La primera página estaba casi integramente dedicada a noticias internacionales, en las que menudeaban el endiosamiento de Stalin y los desmedidos elogios a ioc países imperialistas "democráticos”. Incluía una sección deportiva, otra de crónica social, etc. Apareció con ínfulas de gran periódico. Además de su campaña contra el nazi-trotskysmo, su preocupa ción central consistía en demostrar que el PIR estaba muy lejos de caer en el infantilismo utópico de la revolución y dictadura proletarias (con signas que eran ampliamente difundidas por el POR), que se limitaba a propugnar la revolución democrático-burguesa, una versión vargon zante de la revolución burguesa o democrática, cuya ejecución había comenzado —informaba Libertad— bajo la dirección de la Junta de Go bierno y que fue continuada por el "gabinete de unidad nacional” de — 142 —
Hertzog, en el que estaban presentes los ministros piristas. Al mismo nempo, el periódico defendía la obra y orientación gubernamentales, era, cues, oficialista. A medida que el PIR se encargaba de difundir y justificar sus -deas, se iba ensanchando el abismo que le separaba de las masas explo tadas. Libertad se convirtió en el periódico de las capas pequeno-burgu-sas contrarrevolucionarias, y en momento alguno logró alcanzar el iu. pacto y la gran difusión que tuvo Lucha Obrera.
Otro periódico “izquierdista” de la época fue Batalla, editado por ei PSOB y que, con frecuencia, aparecía bajo la dirección de Carlos Sa tazar, una especie de teórico que pretendía dar consistencia a los dis lates literarios de Marof. Careció de importancia porque apareció cuan do el marofísmo ya se precipitaba a la ruina y su desprestigio crecía a diario. Era curiosamente antiporista y antisectario (el POR y la IV In ternacional eran, para el centrismo marofista, la encamación misma del sectarismo), se esforzaba por fundamentar y defender un socialismo boliviano y democrático, esto en oposición aj nazi-fascista MNR, que era combatido con inigualable saña. La masacre blanca de Catavi.—
Los obreros bolivianos hablan tanto de masacres blancas como de rojas. Las últimas son las brutales_y periódicas sangrías a las que los someten los empresarios y los dueños del poder político, buscando así imponer la "paz social” de las tumbas. Es una vieja práctica y la historia de los explotados bolivianos, y en gran medida también la del trotskysmo, aparecen como la historia de descomunales masacres, ope raciones punitivas en las que el ejército, invariablemente aplastado en las contiendas internacionales, ha adquirido una insospechada efica cia. No pocos generales han ganado sus galones como recompensa por haber hecho correr sin medida sangre proletaria.
A fines de 1947, las masas acuñaron la expresión “masacre blan ca” para designar otra peculiar forma de sangría de la clase obrera. Se trata de los despidos masivos que permiten a los empresarios y a los gobernantes eliminar dé los centros de trabajo a todo elemento catalo gado como "agitador” y que es aquel que protesta contra los abusos, y se opone al agravamiento de los métodos de explotación. Estamos an te una autoritaria manera de imponer “la paz social” cerrando la beca de los obreros.
Con anterioridad eran frecuentes ios despidos arbitrarios de gru pos de trabajadores, pero el Ministro de Trabajo pirista Mendizabal ins titucionalizó la forzada cesantía de la totalidad de los dependientes de una empresa, lo que permite a los capitalistas recontratar a los más su misos como si fueran nuevos, etc.
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El PIR ingreas a la historia no sólo como autor de la masacre blanca de Caiavi de 1947, sino como el creador de un odioso y despiadado mé todo represivo que ha sido puesto en manos de la clase dominante. i tratar conflictos de ninguna naturaleza, nll país vivía aún el momen to revolucionario y la Junta de Gobierno obraba con temor y hasta con incertidumbre. El gobierno tenia a ios sindicatos mineros que se en peñaban en sostener' su pliego de peticiones, pero, temía más a ia Em presa Fauno Mines Enterpnce que conservaba vigorosamente su upo $ición a las peticiones obreras”.
El texto anterior es por demás elocuente y proviene de persona, autorizada, acerca de cómo el stalinismo actuó sistemáticamente contra los obreros y como simple marioneta de la poderosa Patino. El marofista Alipio Valencia, m su condición de Inspector Gene ral de Trabajo (por eso decía el POR que los del PSOB colaboraron con la rosca como vulgares pinches), conformó el Tribunal Arbitral que emitió su fallo ‘accediendo a la demanda obrera de salario mínimo, fi jando los reajustes para contratos en una escala que iba del 2 al 30% y recordando el cumplimiento del Art. 55 de la Ley del Trabajo. Laudo que fue rechazado tanto por la empresa como por los obreros, que dije ron “era contrario a toda consideración de equidad y justicia y consti tuía una ofensa a la dignidad de los trabajadores”. Los mineros tenían aún ligeras esperanzas de que el gobierno, actuase con equidad, sobre todo empujado por la actitud vigilante de Lechín y de la FSTMB. Como tantas veces ocurre, la clave de la solución favorable de los conflictos fue desplazada de la propia movilización de los obreros (acción directa) hacia las maniobras que podrían hacerse ante los gobernantes para in clinarlos a la izquierda. Eso se desprende de una conferencia habió.; entre los dirigentes de Siglo XX-Catavi y la FSTMB: Pajarito Rivero, viejo y belicoso obrero y dirigente de Miraflores que nunca se sometió completamente a la Federación de Mineros, expre só clara y desafiantemente su opinión: “Si el fallo (del Tribunal Arbi tral )fucra conveniente, si la Federación de Mineros nos asegura que va a ser favorable, entonces no perderíamos el buen concepto de Juan Le chín como representante de todos los mineros de Bolivia. De ahí que incluso hemos suspendido los festejos del Primero de Mayo” (1). La respuesta de Lechín se ajustaba a la realidad, pero no pudo ocultar su habitual tono prepotente: “El laudo arbitral, como es de ri gor, ha sido dictado por los jueces y no por la Federación como piensa compañero Rivero... Existe el antecedente de que los fallos están a merced del tribunal y no de nosotros”. Los dirigentes sindicales se apresuraron en expresar- su posición al laudo y apenas si pudieron ocultar un dejo de reproche a la FSTMB por no haber obtenido un mejor fallo. Ara ujo de Catavi, que se convirtió en veterano burócrata y murió en su escritorio de la secretaría permanen(I) Conferencia teleeráfica entre el Sr. Lechín y el sindicato de LiaUagna, 1* de mayo de 1947,
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te de la Federación, fue el primero en decir su inconformidad. Rívero volvio a arremeter: “Compañero Lechín, Ud. aquí presente en gran asamblea dijo que si empleados y obreros habían pedido el 60% con es cala era nuestro deber no ceder en este punto". Los mineros dieron el plazo de cinco días para que las autorida des rectificasen el laudo e ingresaron a la huelga el 8 de mayo Se ar gumentó que la escala de aumentos era absurda, pues se daba el caso de que muchos operarios llegaban a ganar más que sus jefes. Los huel
guistas se apresuraron a organizar una policía sindical, que era el nom bre que entonces se daba a las milicias armadas. Baicelli sostiene que la empresa “despidió a 125 obreros y diri gentes, a la vez que lograoa que el gobierno ordenara la concentración de luerzas del ejército de las tres armas en el distrito de €ataví-Llallagua. incluyendo diez aviones. Con ello se poma en evidencia la decisión de la Empresa de proceder a una provocación que justificara la masa cre" (1).
El gobierno podía legalmente declarar obligatorio el laudo, idea que fue planteada dentro del gabinete, pero el equipo ministerial se movía bajo la decisiva presión de la Patiño, interesada únicamente en el despido masivo de los obreros, a fin de poder llevar adelante sus pla nes políticos y administrativos. Alfredo Mendizabal hizo conocer a su oficial mayor el proyecto Je'decreto que el Presidente Hertzog puso en consideración de sus co labora dores y que, en síntesis decía: “en el presente caso, por tratarse de un momento de transición que se pretende aprovechar por elemen tos subversivos, induciendo a las masas a la violencia, y al gobierno a producir actos de fuerza; que los trabajadores mineros tienen una tesis central suscrita en Pulacayo y a la cual obedecen y han de darle cumplimiento; que ha quedado patentizado el propósito deliberado de los dirigentes sindicales, que consiste en provocar conflictos periódicos para implantar el odio de clases, la revolución social y la guerra civi’..., y que los dirigentes de la FSTMB al admitir estos propósitos obedecen consignas del nazifascismo derrocado el 21 de julio... habiendo uno de ellos, el diputado Lora, expresado recientemente que los mineros, de acuerdo a la declaración de Pulacayo, opondrán la fuerza a las medidas que adopte el gobierno para reprimir la huelga. "p El gobierno se abstiene de hacer uso de las facultades señala das por el inciso c) del Art. 113 del Código del Trabajo" Ese inciso se refiere a la posibilidad de declarar’ la obligatoriedad del laudo. '•29 La Empresa Patiño procederá a la liquidación del desahucio e indemnización que corresponde al que ha abandonado el trabajo por 111 Agustín Barcelíi, Medio Siglo de luchas sindicales revolucionarias en Bolivia, La Paz, i957.
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zm.Anuencia del voto resolutivo del 2 de mayo, en su integridad, de -acuerdo a las disposiciones pertinentes...” Lo que equivale al despido zc woo el personal, esto porque la nuelga fue general.
'3'' La Empresa... procederá a la reorganización inmediata de tus "utvas operaciones..
El superestado Labia decidido ya el despido de todo el personal, vu. eliminación ae las actividades poutica y sindical, la üjacion de salarios capaces o¿ incenuvar una mayor proauccion. Para que ei plan mese ■'loOie lúe acompañado de una sistemática campaña contra ios dirigentes s.nmcaies y contra ei rorí. cuando la Patiño pretendió demostrar que sus pianes antioOreros eran patrióticos y que buscaban sacar a flote a n .arrumada actividad minera, acumulo tona la propaganda que realizaba el LruLsKysmo en ios medios obreros y en el seno de la i’tíTáiJB. El gooiernu > la Patñio sabían que, en el fondo, el problema era básicamente político. El POH y la FSTMB consideraban que sólo una granítica unidad de los mineros y la activa solidaridad de las otras minas podían obligar ü ias autoridades a retroceder en el cumpluiuento de sus nefactos planea. •Se esperaba una represión sangrienta y no la masacre blanca. El proyecto de decreto presentado al gabinete por Hertzog fue, con toda seguridad, redactado por la gerencia de la Patiño, pues reproducé todos los planteamientos que hizo esta empresa, el 24 de julio, con miras a ¡a reorganización de ios trabajos mineros y evitar que continúe la interíe rencia sindical, la indisciplina, la merma de los índices de producción, el crecimiento del robo (1). El aumento de la producción se condicionaba a la destrucción del sindicalismo revolucionario, a “la neutralización de la política’’ y a la sustitución de aquel por organizaciones que se movn sen dentro "de ios limites marcados por la ley’’ y dispuestas a respetar la autoridad de la gerencia y del personal técnico y administrativo. Se dispuso, el 23 de mayo, el retiro de 27 obreros, casi todos diri gentes, y se demandó la recuperación de “los rifles, ametralladoras, pis tolas y demás armas ilegalmente retenidas en poder de los sindicatos”. La empresa que dictaba normas de conducta al gobierno, sintetizó sus medidas punitivas en la demanda de seleccionar “un máximun de 40ü persona? indeseables para su retiro inmediato, con plena colaboración de las autoridades". Se hacia este pedido sabiendo que iba contra la ley, que prohíbe despidos de especie alguna durante el transcurso de un conflicto obrero-patronal.
Presiones y trámites sobre el Ejecutivo apenas si lograron el envío de comunicaciones a la Patiño para que los despedidos volviesen a su trabajo, pero ésta se limitó a ignorar tales conminatorias. i U Patiño Mines 8 Ent, Coas i lnc), Los conflictos sociales en IM". La Paz 1948
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El Bloque Minero y el POR se lanzaron a ganar a la opinión públi ca en favor de la causa obrera. El Bloque hizo aprobar en Diputados, cu.i fecha 24 de julio, una minuta de comunicación recordando al Ejecutiva que estaba obligado a ordenar el retorno a la empresa de los obreros des pedidos ilegal y prepotentemente. Dentro de la mecánica parlamentaria, la minuta ae comunicación no tiene más que carácter diplomático, puede ser simplemente ignorada por el destinatario; sirve únicamente como recurso publicitario, pero la gran prensa había cerrado sus columnas a los •‘agitadores”. El Presidente Hertzog se limitaba a firmar los documentos que k enviaba la Patiño, como se demuestra por la siguiente e inesperada co municación que envió a la autoridad política de Uncía (25 de junio >: •‘Obreros que han recibido su desahucio por empresa deben abandonar lugar brevedad posible no permitiéndoseles quedarse allí bajo ningún pretexto, caso contrario serán considerados agitadores, enemigos orden público”. El “demócrata” pursista aparece anticipándose a las deshuma tuzadas medidas represivas que más tarde pondrá en práctica Banzer Los sindicatos de Catavi —Siglo XX destacaron una comisión a La Faz a fin de que, junto a la FSTMB, lograse la modificación del laudo arbitral. Con anterioridad viajaron a* ese centro minero comisiones de todo tipo (periodistas, abogados, legisladores) y todas dijeron que los explotados tenían razón, pero la Patiño, que tenía el poder económico, político y militar en un puño, podía decidir contra la opinión de todas las comisiones. El gobierno se mqstró insensible a las sugestiones obre ras. El pleito había vuelto a radicarse en las minas.
El Ejecutivo, que descontaba que la terquedad de los “extremis tas” persistiría en el paro, conminó a los trabajadores a retornar a su> labores antes de poder discutir’ las emergencias del laudo; éstos inespe radamente acataron la conminatoria, pero encontraron cerradas las puertas de las bocaminas porque la Patiño había declarado el lock-out, para obligar asi al Ejecutivo a emplear mano dura contra los sindicatos. Como era ya habitual, los técnicos fueron evacuados rumbo a Oruro, pa ra demostrar de que no contaban con garantías para sus vidas debido a la prepotencia sindical. Es entonces que los piristas presionaron en el gabinete en sentido de jugar una carta inconfundiblemente demagógica: ordenar la reanu dación de las labores bajo la dirección de ingenieros nacionales y de cuerpo de laboreros. Se quería dar a entender que el gobierno estaba por encima de empresarios y obreros y se buscaba neutralizar y ganar la con fianza de estos últimos. Una Resolución Suprema autorizó la continua ción de labores a partir del 23 de mayo, que fue posible gracias al entu siasmo de los trabajadores. La empresa se vió colocad? ante un hecho consumado (1). lf Resolución Suprema del 21 de mayo de 1947. "Notificará a la empresa . Patiño 1? reapertura de labores el día viernes 23 del corriente a horas 7 con la presencia de los señores ministros de Gobierno y de Trabajo".
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La Patino, siempre con la colaboración del gobierno y del st-a.linxsmo, comenzó a ejecutar una otra maniobra para poder, en último ter mino, cumplir su plan de despido masivo de los obreros, El golpe directo había fracasado, la opinión pública estaba en contra del desanucio de ■-odas los obreros, que se lo suponía equivalente a la desocupación masiva. La maniobra comenzó apoyándose en el honesto deseo de una pequeñí sima parte del personal que deseaba abandonar la empresa por tener muchos años de antigüedad, estar enfermos, viejos, etc.
Ej 28 de agosto se informó desde Catavi que en las reuniones de las secciones Socavón Patino y Miraflores una mayor de trabajadores reiteró su voluntad de lograr la revisión del laudo, “sin embargo, hubieron gru pos que pidieron sus liquidaciones, éstos alcanzaron, especialmente en sección interior mina, algo más de 300 obreros, también los empleados, casi en su totalidad, hicieron este mismo pedido” (1). Entre tanto los dirigentes perdían el tiempo en trámites y aje treos ante las autoridades en La Paz, la Patiño, utilizando a pirlstas. pursistas, realizó una activísima campaña entre los obreros, buscando con vencerles de las bondades del despido masivo, del cambio de sistema* de trabajo y de salarios. Los campesinos aceptaban la solución a un lar go período de conflictos, huelgas, etc. Había cansancio entre los tra bajadores y desilusión por el contenido del laudo arbitral, lo que fací litaba el éxito de los trajines empresariales.
El 4 de septiembre los krumiros lograron arrastrar a algunos tra bajadores a una manifestación que culminó frente a las oficinas d^ i' gerencia de Cata vi y, según las autoridades, los participantes pedían a gritos sus liquidaciones. El dirigente Dávila (después se comprobó oue obedecía directa mente al Ministerio de Gobierno) informó a la FSTMB sobre tales acon tecimientos: “les informo que esta mañana abandonaron trabajo mina más de 2.000 hombres instigados por quinta columnistas v se apersona ron gerencia Catavi pidiendo liquidación total, indiscutiblemente que estos fueron empujados por empleados”. Es nosible que Dávila ya hubie se estado trabajando en favor del despido de obreros y en ése caso la cifra que consigna en su Informe seguramente era muy abultada. La desorientación que se apoderaba de las filas sindicales se tradujo en desconfianza hacia la FSTMB. Dávila añadió: ‘Como cunde indisciplina y tememos desborde masas muy urgente que compañero Lechín se haga Presente en ésta de inmediato, ya que cualquier demora motivará roe^s lamentables”. El malestar se apoderaba también de los miembros rh n FSTMB. decepcionados por no haber podido entenderse con el gobier»’ » oese a su actitud conciliadora y claudicante. No se daban cuenta que gobierno y empresa Patiño estaban golpeando juntos y fuerte nornnencontraron una coyuntura favorable que buscaban desde hacía tiempo IB Conferencia entre diputado Trtrres y Catavi. La Paz,
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tje agosto, de 1947.
La respuesta de Lechín a Dávila fue digna de él: “Si trabajado:"" dudan honradez Federación estaré mañana medio día para ser juzgado en gran asamblea y los trabajadores imnonerme castigo oue merezca, Pero como estoy dispuesto a recibir cualquier sanción nido qu? antes de ser llevados por traidores a un desastre esperen mi llegada” (1). El desolante del líder denuncia que no sabía a ciencia cierta lo que le sucedía. Estaba pagando las consecuencias de su oportunismo.
La gran prensa abultó cifras y el grado de belicosidad de las ma nifestaciones, lo que le permitía realizar una descomunal pronaganóa en favor del desoído masivo pedido por los propios obreros, la figm" había variado totalmente: ya no se trataba de que el gobierno impusie se, contra la oposición de los trabajadores,'a nombre de la salvar^*' de las minas, las medidas pedidas por la Patifio, sino de que estaba o1''’ gado a oir lo que solicitaban a gritos los manifestantes. En est ' " el verdugo obraba jesucristianamente: cortaba el cuello de la víctiviu porque ésta así lo pedía a voces y desesperadamente. La confusión se había apoderado de las masas en general, les pa recía sosprendente que los propios mineros solicitasen sus liquidación*. R, Arce. Los conflictos sociales en 194*. La Paz. 1919.
(3> Tesis Política del PIR, La Paz, 1956.
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CAPITULO X La masacre roja de Siglo XX. El mamertazo.
Demetrio Canelas, que tan inútilmente bregó por hacer posible una democracia basada en el pongueaje, considero que su conmilitón Hertzog, que venía políticamente de una de las ramas más derechistas del liberalismo, se perdió frente al poder sindical, víctima del complejo de inferioridad y que su inoperancia contribuía a fortalecer al movi miento obrero. Eso es lo que pensaban los sectores más avanzados y democráticos de la clase dominante, que se esforzaban por embridar al pueblo boliviano con ayuda de la ley y de la sacrosanta Constitución. Para la, gran minería un gobierno era bueno si lograba domesti car a las masas en beneficio de las mayores ganancias de las empresa1* importando muy poco los métodos que se empleasen para conseguir tal finalidad.
Hertzog era un hombre de la gran minería, pero tenía la debili dad de apegarse a las apariencias, a las formalidades democrática Cumplía los dictados de la Patino, pero, según esta empresa, cometió el error de permitir que las masas y los conspiradores volviesen a 1°V'" tar la cabeza, de manera que la victoria de la contrarrevolución de julio de 1946, la masacre blanca de 1947, corrían el serio riesgo de quedar reducidas a cenizas bajo el empuje revolucionario de los explotados.
El superestado minero consideraba que para acabar con la agi tación social y política, que crecía a diario, se precisaba un gobierno de mano fuerte, con una amplia capacidad de maniobra por haberse li berado de las ataduras seudodemocráticas. Si la masacre blanca de Ca tavi no había logrado acabar definitivamente con la agitación y !o: agitadores y sí, a la larga, se había convertido, más bien, en bandera enarbolada en la nueva arremetida de las masas, era, pues, preciso con sumar una descomunal sangría del movimiento obrero, de manera que asegurase la “paz social” y el predominio de las grandes empresas por tiempo indefinido.
Como quiera que Hertzog no se atrevió a despojarse de todo >egalismo, a actuar como un verdadero dictador frente a las masas enea— 156 —
>I superestado minero creyó que lo más aconsejable era susen la presidencia por otro elemento que se acomodase mejor a sa punes. No hubo un golpe de fuerza destinado a derrocar al dueño •n para luego encumbrar a un faccioso, tampoco se registró una sfiada discrepancia política en el seno del oficialismo, tan aguda que -OL-¿ase a su figura más importante a dejar la presidencia e use a iU 25lü lo que sí nubo fue la autoritaria decisión del superestdo minero sentido de modificar radicalmente los métodos de gobierno, a fin de permitiese el aplastamiento total y definitivo del movimiento obre ra. tumo exigía el despótico reinado de la gran empresa. gtxrio
Este cambio de métodos de gobierno, lo fundamental, exigía ímz»x.eigab!emente un cambio de personas, problema considerado cuino K-.-unaarío por los verdaderos amos de la situación. juus personajes centrales a los que se jaqueó con este malabaris.tíj de uguras políticas en las cumbres del oficialismo, eran el movimien:o_vurer¿>. que se encontraba marchando en actitud amenazante, y ei que de un modo vigoroso orientaba a los trabajadores y daba un cvXiU-Judo revolucionario a sus luchas. Es a éstos a ios que había que .•v.-.pitar y la gran minería eligió bien al verdugo que tenía la suficiensangre fría y coraje personal para asestar el golpe de gracia. Estaban totalmente equivocados los que no veían más allá del -^explicable malabarismo con personajes políticos que había tenido lu¿ :.r en el Palacio Quemado, para unos sorpresivo y para los más listos necesario para la estabilidad del régimen salido de la victoria del 21 de y.:ho. Lo que importaba, en verdad, era el profundo cambio de métodos de gobierno que se operó, porque este cambio selló el destino tanto del movimiento obrero como del revolucionario, la política boliviana del futuro mostrará las huellas impresas por este acontecimiento. En el primer momento, las víctimas sentenciadas por la granminería. no se percataron de la verdadera significación para ellas del cambio operado en la situación política, persistieron en su vieja táctica, sin darse cuenta que el cambio de métodos de gobierno las colocaba en condiciones de inferioridad. Paralelamente al crecimiento de la ola revolu cionaria se desarrolla también la contrarrevolución, si ésta logra ases tar con éxito un golpe preventivo (eso hace la gran minería a mediados de 1948), puede colocar en situación desfavorable a la revolución o bien aplastarla en germen.
No es indiferente la. sustitución del limitado legalismo (o formu lismo legalista) por el fusil. Los que consideran que no hay diferencia entre ambas situaciones o los que prefieren la tiranía del fusil a la seudodemocracia, caen en una desviación ultraizquierdista: una dicta dura abierta justificaría y facilitaría el terrorismo y el foquismo. Puede ser así para un limitado grupo de activistas, pero no lo es para el movi miento de masas, que en su ascenso va imponiendo la vigencia de las — 157 —
garantías democráticas, como el ambiente propicio para su propio desarrollo.
Es cier to que el régimen burgués más democrático y la seudodemocracia precisan del fusil, en diferente grado, para imponer sus deci siones a la sociedad; pero cuando el fusil se adueña de todo el poder, cancela muchas posibilidades que favorecen la lucha de las masa?.
El presidente constitucional Enrique Hertzog, cediendo a la cor. mrnatoria hecha por la gran minería, solicitó licencia de su alto cargo el 7 de mayo de 1948, que el 18 de octubre se transformó en renuncia irrevocable elevada a consideración del congreso. Estos hechos y estas fechas se convirtieron en verdaderos hitos en la política represiva ejer citada contra el movimiento obrero. Lo que cuenta en definitiva no es el hecho de que un determinade gobierno sea constitucional o de facto, sino que sea capaz de ser viable en una determinada situación política. El régimen constitucional de Hertzog dejó de acomodarse a las necesidades concretas de la gran minería, pese a que la candidatura de este político fue respaldada y iinanciada por la. empresa Patiño. Se autodefine en su carta de renuncia a la presidencia como un combatiente al lado de los poderosos; “Había combatido junto con ellos a los gobiernos de Toro, de Busch y de Viilarroel”. La rosca esperaba que Hertzog destruyese al movimiento revolu cionario, aplastando a las organizaciones sindicales y a los partidos mar xistas. Le tenían sin cuidado los métodos que pudiese utilizar ei Ejecu vivo para materializar dicho propósito; se limitaba a señalar un objet» • o a los políticos de derecha. Hertzog comenzó utilizando una serie de recursos dívisionistas y de conupción de los cuadros sindicales, negándose a seguir el camino de la represión violenta, que llevaba implícito el peligro de agudizar la lucha y acaso concentrarla alrededor del poder. La prensa de la derecha expresó su conformidad coi» el programa de agotar primero todos los medios pacíficos en la lucha contra la amenaza roja. Este programa fue complementado con los planes dívisionistas de los sindicatos. Antes e inmediatamente después de las elecciones de enero, Hert zog buscó atraerse a sectores obreros de izquierda, incluso a aquellos que visitab)emente seguían manteniendo relaciones con el MNH. Más tarde, ya convertido en Presidente, confesó que mantuvo relaciones con Le chín y obtuvo de éste seguridades de su cooperoción. Estos empeños buscaban desembocar en un gobierno de “unidad nacional" y obrerista, que habría resuelto fácilmente el problema sindical. El fracaso de la maniobra y la belicosidad de los trabajadores lo colocó ante la urgencia de neutralizarlos y acallarlos. Es en tales circunstancias que utiliza los st-rvicos del PIR en su intento de eliminar de las filas obreras a los elementos revolucionarios y a los políticos catalogados como naxi-trots-
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Jcystas. La experiencia demostró que la medida fue inoportunamente tomada y que sus ejecutores fueron mal elegidos, pues se encontraban totalmente desprestigiados. No tardaron en ser arropjados de los sindi catos y la CSTB cayó en el peor de los descréditos. El POR, analizando este período, sostuvo que las drásticas medi das puestas en ejecución, como la masacre blanca, por ejemplo, lo más que podían hacer era empujar al movimiento obrero a una momentá nea postración y que éste volvería pronto al ataque; que el gobierno "democrático” y constitucional, habiendo agotado todas sus posibilida des de maniobra política, no tenía más recurso que utilizar la violen cía y la masacre para eliminar' la amenaza que significaba el prolet.. Hado en ascenso.
El pronóstico se refería al régimen de gobierno y no a las persoiras, poco importaba que un presidente fuese sustituido por otro, si la maniobra contribuía a efectuar dicho plan. Hertzog no se cansaba de repetw su sentencia más preferida: "Mi gobierno no se manchará con sangre”. No tardó en ocupar' su lugar Mamerto Urriolagoitía. dispuesto a hacerla correr muy generosamente. Contra la previsión patronal y gubernamental, resurgieron po tentes y bien templados los sindicatos de Siglo XX-Catavi, Huanuni, Vitoco, etc., como resultado de movimientos clandestinos que lograron sobreponerse a los obstáculos ideados por las empresas y el gobierno, que buscaban así aislar a tos centros mineros. Estos últimos fueron ma terialmente cercados por fuerzas del ejército y de la policía, para evi tar que los dirigentes "extremistas” pudiesen filtrarse y difundir entre los odreros su nefasta influencia. Las autoridades se orientaban confor me a un criterio cerradamente policial: si se marginaba de las minas a tos "agitadores”, los obreros confinarían indefinidamente en calma, sin comprender que las propias condiciones de vida y de trabajo podían crear las condiciones favorables para que aflorasen las ideas revolucionarias que yacían adormecidas en la subconciencía de la clase. La última caída jugada por Hertzog fue la de idear* y apuntala, el movimiento llamado de los “sindicatos libres” (acertadamente califica dos por los trabajadores como "sindicatos amarillos”), creyendo que és tos podrían dividir y anular a la FSTMB, contribuyendo así a sepultar a la Tesis de Pulaeayo, que era considerada como la causante de toda las desgracias. Estos supuestos “sindicatos” (se reducían a grupúscuto de traficantes) se movían dirigidos y financiados por el imperialismo, por la ORIT. Hertzog se afanaba porque su política francamente antiobrera apareciese como “popular”, razón por la que contrató los servicios de algunos "izquierdistas” y traficantes conocidos. Tristón Marof, esta vez actuando como Gustavo Navarro, fue llamado a ocupar- la secreta ría privada de la Presidencia; el renegado no tendrá el menor empacho de proseguir sus funciones de amanuense de los personeros de la rosca, inclusive bajo el mando de! carnicero Urriolagoitía.
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El POR desarrolló una sistemática campaña para denunciar el carácter divisionista. gubernamental, patronal e imperialista, de los sindicatos ‘'libres".
Hertzog abandonó la presidencia aduciendo razones de salud y fue llevado a Chulumani como prisionero de la gran minería. Bien pron to se puso en evidencia que tal manipuleo del cargo de presidenta tuvo como razón fundamental el cambio de métodos de gobierno impuesto por el superestado. El Diario de La Paz sostuvo que Hertzog “soportaba un indisimulado confinanmiento”. El PURS, seguramente para conso lar al personaje que había sido tan mal tratado por la minería, le pro puso convertirlo en su jefe. En marzo de 1950, el ex-presidente envió una violenta carta al entonces j?f» pursista Edmundo Vásquez (muerto en lamentables con diciones ue miseria y en un asilo de ancianos de La Paz, ej 10 de enero de 19 o), uno de los engranajes que el superestado puso en movimiento pura encumbrar a Urriolagoitia. Vásquez acusó a Herzog de haber de mostrado extrema debilidad frente a los enemigos del gobierno; este úlLmo respondió: ‘ Procurar tregua en las pasiones políticas no es delito ni falta, como parece desprenderse de muchos párrafps de su carta; tam poco hay en ello debilidad... ¿Cree Ud., Dr. Vásquez, que el gobierno debía anticiparse en el uso de la violencia cuando se presentaron las de mandas obreras? Nunca creí que esta fuera una solución... Encuentro profundamente injusto eso de decir: el gobierno se dejó arrastrar por la corriente, no pudo a tiempo reprimir ese desborde, etc. Su reproche al canza también al Dr. Mollinedo (Ministro de Gobierno), porque yo re cnazo de plano la malévola insidia que se ha hecho correr de que me hubiera opuesto a medidas propuestas por él... ¿Cómo quiere Ud. que reprimiéramos ese desborde?’’. Un poco después Urriolagoitia dió la res puesta masacrando a los mineros. Vásquez sindicó a Hertzog de haber tolerado demasiado a los dirigentes sindicales (1). El “demócrata” que quedo tan mal parado pasa revista a todas las medidas represivas contra los lideres obreros, incluyendo la masacre blanca de Catavi, que tomó "legaímente” para servir mejor a las grandes empresas. Antecedentes del conflicto de Siglo XX: La presidencia de Urriolagoitia se inicia teniendo como telón de fondo una descomunal con vulsión social, que exteriorizaba el empobrecimiento de las masas y del país. La cotización del estaño cayó de 99 a 70 centavos de dólar la libra fina. La minería pretendió salir a flote a costa del empeoramien to de la economía de los trabajadores y dei Estado. La Asociación de Mineros pidió al gobierno un mejor trato, la estabilidad impositiva, garantías frente a las amenazas de expropiaciones, nacionalizacio nes, etc. (1) Edmundo Vásquez. Boiivíu en la encrucijada comunista, Lima. 195.:
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Las grandes empresas pusieron en marcha su descomunal apapublicitario y para mejorar su eficacia contrataron los servicios ouidotiero Rafael Ordorica.
íiXo
Los obreros de Catavi-Siglo XX habían planteado un sustancial isie de sus salarios. A las autoridades se les antojaba que e] pleito, Xrga y dificultosamente tramitado, había concluido con el consabido feudo arbitral. Sin embargo, el documento evacuado bajo la presiden cia de las autoridades del Ministerio de Trabajo fue rechazado tirito •t la empresa Patino como por los sindicatos. A ios obreros, y también a los miembros de la FSTMB y del Blov-U- Minero, el aumento de 17 Bs/día que establecía el laudo arbitral lee pareció un ultraje a la miseria de aquellos. Los altos dirigentes Sin ocales y parlamentarios actuaban, al menos oficie Imente. en ese sen tido. En la primera quincena de mayo de 1949 hubieron asambleas en Siglo XX y Catavi y en las que expreso Lora (el dirigente porista ac tuaba en su condición de jefe del Bloque Minero): “El Estado burgués *1 servicio de la Patino ha ultrajado nuevamente al proletariado boli’.lano arrojándole un despreciable mendrugo de 17 Bs. de aumento, con el afán peregrino de sobornar la conciencia del proletariado" (1 )*
La empresa Patino había logrado montar cuidadosamente una des comunal represión del movimiento obrero y para el efecto se encontra ban acantonados en el distrito varios regimientos dej ejército y fracciones de carabineros. Como parte de su siniestro plan, tenía sobornados a al gunos miembros de la FSTMB y demostró poseer informes minuciosos acerca de las discrepancias internas que tenían escisionada a su alta dirección,
Alberto Dávila (Secretario del Régimen Interno de la Federación) no bien se conoció el laudo, hizo declaraciones públicas que contraria ban las afirmaciones de Lechín, Torres y de los miembros del Bloque Minero: “Estoy seguro que los trabajadores de Catavi, previa informa ción oficial de los términos del Laudo Arbitral, sabráh comprender, ajus tándose a la realidad de la época en que vivimos, lo justificado de su texto. En esta forma tengo la esperanza que terminará la beligerancia que existe entre los trabajadores de aquel asiento minero y la empres?.”.
Después de 1952 fue encontrado un amplio informe sobre los acontecimientos de Siglo XX, redactado por los personaros de la Patino en Bolivia y destinado a su directorio en Nueva York. De su texto, que fue difundido íntegramente por el POR, se infiere que dicha empresa tenía catalogados a los miembros de la FSTMB en dos sectores clara mente diferenciados y en permanente pugna: uno de ellos comprendía a los amigos del diálogo y la pacificación social (Lechín, Dávila, To rres, etc.); el otro estaba conformado por los militantes peristas y pai tidarios de la violencia y de la temible Tesis de Pulacayo (Lora y sus se(1) Ja» Mañana, Oruro. 13 de mayo de 1049.
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guidores) (1). La empresa Patiño habla de Lechín y de Torres, con ma yor razón de Dávila, Araujo, etc., en términos francamente elogiosos, contrariamente, se esmera en vituperar contra Lora y los peristas, a los que responsabiliza de todas las calamidades de la minería y del país.
Demás está decir que el Gobierno desarrolló una tesis similar: la masacre minera fue atribuida exclusivamente a los agitadores que abu saron de las garantías democráticas y de la inmunidad parlamenatria; “Iniciada su acción conspira toria (de los agitadores)..ha venido asu miendo formas cada vez más agresivas y violentas, hasta culminar. . en los inauditos crímenes consumados en la mina Siglo XX”. Los agi tadores se limitaban a cumplir un plan elaborado por el MNR y el POR. que buscaba el estallido de la guerra civil, como resultado del estallido simultáneo “de una huelga géneral en toda la república...; sublevacio nes indigenaies en diversos puntos del altiplano; ataques armados a Yaciúba, Villazón..., manifestaciones subversivas en las ciudades...; finalmente la violenta apropiación de las minas por los obreros que las trabajan”. En esta especie de división de trabajo subversivo "los agita dores mineros Lechín, Lora, Torres y otros, tomaron a su cargo el le vantamiento de los trabajadores mineros y la organización de la huel ga general...” El apresamiento de dirigentes sindicales y de parla mentarlos fue presentado como una simple e indispensable medida de fensiva: “fueron detenidos sus principales organizadores y dirigentes (de la subversión), algunos de los cuales ostentaban la condición de repre sentantes nacionales" (2). Resulta que los moderados y conciliadores de la Federación d» Mineros aparecían, al menos públicamente, suscribiendo temerarios do cumentos y marchando detrás de los endemoniados peristas. Según el informe de la Patiño, los trotskystas se habían especializado en agitar a las bases obreras, a fin de hacerlas aprobar sus posiciones extremistas, lo que les permitía imponerlas a ios moderadas y arrastrarlos detrás de SÍ.
El enemigo principal, tanto para el sunerestado minero como para las autoridades del Poder Ejecutivo, eran los militantes poristas incrustados en la cúspide de la FSTMB y del Bloque Minero, y no los moderados que se agrupaban alrededor del veleidoso y oportunista Le chín. Pese a que el golpe principal estaba reglado contra el POR, en su condición de abanderado y ejecutor de la Tesis de Pulacayo, la repre sión también alcanzó a los moderados, en los que, en cierta manera, se apoyaba la empresa Patiño en su lucha contra el trotskysmo. No queda ba más remedio que perseguir a los dirigentes que eran considerados in ofensivos para la propiedad privada y casi sus amigos, si se deseaoa extirpar de raíz la influencia de los poristas en las filas obreras y, principalmente, en las mineras. < i > Los trágicos sucesos de mayo de 1949. incluido en La burocracia sindical y la ma. sacre de Siglo XX. La Paz, 1963. 12) Mamerto Urriolagoitía, Mensaje al H. Congreso Ordinario de 1949. La Ptiz. 1949
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Cnallapala y Oruro, asientos, de guarniciones militares desde via ja data, han sido siempre considerados, por el alto mando militar, corno puntos estratégicos para el control de las minas del grupo Patino, y posteriormente Lagumllas, situada muy cerca de Uncía y sobre un im portante camino carretero. Claro que Huanuni, ubicado en un angos to territorio que constituye el único acceso natural a Siglo XX, puede funcionar como una llave maestra si se pretende aislar a éste último.
Ante ei conilicLo social que iba tomándose sumamente grave, fue ron trasladados a la Empresa Minera Oatavi los regimientos Ingavi, colorados, Andino y cientos de carabineros (1 >. Ante el conflicto social que iba tornándose sumamente grave, íuectertamente la infantil finalidad de amedrentar a los obreros; que habían ganado las calles y estaban decididos a luchar para imponer sus objetivos: era el resultado de una gravísima decisión tomada en los más altos mve les expresaríais y de gobierno: eliminar del escenario a cierto número de diligentes y, en el hipotético caso de que las masas cometiesen excesos ahogarlas en un descomunal baño de sangre. Conociendo la mentalidad de gerentes y ministros, se puede deducá que estaban seguros que el sorpresivo apresamiento y destierro de los agitadores, dejaría a los obreros desorientados y dispuestos a acatar las decisiones de la Patino y cooperar con ella. Para estos señores las ma sas son simples instrumentos en manos de los agitadores, sin voluntad y sin ninguna capacidad para crear nada. La solución era pues colocar al margen de las minas a los portadores de las consignos de la Tesis de Pulacayo.
El grueso de los trabajadores no se preocupaba de preguntarse a dónde conduciría la tensa situación creada, que de manera impercentible se transformaba de planteamiento económico en contienda polí tica, se movilizaba confiado en la dirección de sus dirigentes y parti cularmente de ios personeros de la Federación de Mineros que permanecían en el distrito desde hacia algún tiempo. No actuaban por su cuen ta, sino que lo hacían como sindicato que contaba con su tradicional equipo de comando. Contrariamente, el gobierno y la empresa Patino ya sabían lo que tenían que hacer, habían concluido un plan de provocación y retomaron la iniciativa. Cuando comenzaron a desarrollarse las medidas que traían entre manos las fuerzas represivas, los únicos desorientados fue ron los trabajadores y seguramente sus estratas más rezagadas recién se convencieron de que ei gobierno rosquero era su peor enemigo y los jefes castrenses engranajes de un descomunal apaarto represivo volcado contra ellos. Los sucesos. El relato de Rene López adquiere significación por que en 1949 era oficial del regimiento colorados y tuvo directa particii2t Rene López Murillo, Los restauradores. La Paz,
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pación en el desarrollo de los acontecimientos. Nos proporciona datos que confirman nuestra tesis de que la provocación del apresamiento de los dirigentes obreros era un premeditado plan gubernamental: “Entre el 26 y el 27 de mayo un cifrado de la Presidencia orde naba al coronel Roberto Ramallo —Comandante del Regimiento Ingavi— que capturara y remitiera a La Paz a los dirigentes Mario Torres, Guillermo Lora, César Toranzo, Nelsón Capellino y Carlos Guarachi” ll). Lo que sigue en Los restauradores no corresponde exactamente a la verdad y seguramente se basa en informaciones tomadas de segunda mano. Lora uno de los protagonistas de los sangrientos sucesos, los tra ta en tres escritos de fechas diferentes (2).
Aproximadamente a horas 10 del día sábado 28 de mayo de 194L, i >s dirigentes de la FSTMB (Lora, Torres y Capellino) fueron llamados, con carácter de urgencia, a la oficina telegráfica de Catavi para conic rendar con el Ministro de Trabajo, notificación que fue transmitida por Beltrán, auxiliar de la oficina de telégrafos de Llallagua. Estaba dentro de lo normal la realización de ese tipo de conferencias desde Calavi. Beltrán y su jefe se movían, como se desprende de los acontecimien tos, bajo las órdenes del coronel Ramallo. el mayor de carabineros Ro dríguez que timoneaba a los policías, y la misma gerencia de la Pí.t’f o. Más tarde, el telegrafista Loayza de Catavi telefoneó a los diligentes de Siglo XX dándoles la noticia de que los miembros de la FSTMB fueron conducidos a Oruro, a fin de que prestasen algunas declaraciones rnti naria®. Se quería calmar y desorienta)' a los trabajadores. Torres llamó a los otros dirigentes para que se embarcasen en una camioneta oficial. Lora fue el ultimo en acudir al llamado, pues se encontraba haciéndose limpiar los zapatos y estaba seguro que la camioneta fue pedida por Torres. lo que tampoco era extraordinario. Abordaron el vehículo, ade más de los nombrados, Guarachi, Secretario General del Sindicato de Catavi y Toranzo.
Los dirigentes sindicales tenían decidido no abandonar los lími tes del distrito minero porque temían, precisamente, ser apresados por los efectivos militares. La situación de Lora era particular. Vivía en el propio local sindical de Siglo XX. lo que le permitía vigilar de cerca el desarrollo del conflicto y dedicar gran parte de su tiempo a capacitar a grupos de obreros, que montaban guardia en el sindicato. Al mismo tiem po, vigilaba los movimientos principalmente de Toranzo y Capellino, que públicamente aparecieron comprometidos con el Ministro de Gobierno Mollinedo. y en menor medida de Torres, que siempre estaba inclinado a concluir componendas con los empresarios o con el gobierno. Se esme(Ii R. López, op. cit. (S) I.i> que ocurrió en Catavi. Tejnuw». 1949; Desarrollo de Jos sucesos de Si el o XX según datos del proceso judicial. La Paz. 1951 (inédito]; Conducta de la burocracia sindical durante el setenio, 1.a Paz, junio de 1963, que aparece como introducción a La buro cracia sindical y la masacre de Siglo XX, La Paz, 1963.
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rsoe. en que no mantuviesen solos conferencias con las autoridades de Paz Es por estas razones que se animó a trasladarse a Catavi.
Cuando la camioneta llegó al cruce de los caminos de Uncía y Cita vi. a unos 2000 metros de Llallagua. fue interceptada por unos cien '■-'^omeros fuertemente armados, que previamente habían tomado ;-,sesiones en las rugosidades del terreno. Los dirigentes opusieron te naz resistencia a los soldados que tenían la misión de apresarlos, este por irnos 30 minutos y en espera de que apareciesen vehículos en ese c°rninc de tanto tránsito, cosa que no ocurrió. Finalmente, fueron reduci das a la impotencia a golpes de culata y embarcados en un camión, de ~iropiedad de la Patiño, que había sido apostado en el camino que con duce a Uncía. Los que prepararon cuidadosamente la operación (el ge rente, norteamericano Dillinger y ei Cnl. Ramallo), habían dispusto la oaralización de todo tránsito de vehículos entre Llallagua, Uncía y Ca tavi. lo que podía permitirles ejecutar pacientemente el apresamiento ordenado desde la Presidencia de la República. El camión, con cinco dirigentes obreros, custodiados por treinta carabineros armados hasta los dientes y que formaban un cerco cerrado alrededor de aquellos, se dirigió velozmente a Oruro. En la calle Bolí var de esta ciudad los presos intentaron inútilmente fugar, motivo onr el que tuvieron que -soportal" una bruta golpiza, habiéndoseles deposi tado en el local policial, donde ya se encontraban varios dirigentes sin dicales que habían sido traídas desde Huanuni.
A las 24 horas todos los presos fueron trasladados en un colecti vo, que no hizo escala en ningún punto y bajo pretexto alguno, has!"1 el Alto de La Paz y encerrados en el retén policial d£ la ceja, para lue go ser conducidos al regimiento de carabineros “21 de julio” de la ciu dad (calle Colombia), donde encontraron a otros políticos que habían sido aprehendidos. El 30 de mayo un avión condujo a todo el gruño, a través de la imponente altiplanicie y los volcanes apagados de la cor dillera occidental, hasta Antofagasta. Mientras tanto ya había sirtn consumada la masacre de los mineros y un enfurecido movimiento huei guístico, síntesis de repudio v protesta, se propagaba por todo el pa G. Lora, op, cit.
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ere de obreros, porque fue ejecutado por los sirvientes del capitalismo internacional para que la barbarie y la explotación, se encaramen sobre el país. La muerte de los rehenes fue una medida obligada a los traba jadores que desesperadamente luchaban por la persistencia de los sindi catos y, por tanto, por su liberación y del pueblo todo. No es posible identificar’ la violencia empleada por la reacción con la violencia que utilizan los explotados en su lucha, y mucho menos lavar de toda culpa a la feudal burguesía’’ (1).
No todo se limitó a la publicación del panfleto que pocos leyeron, Lora consideró que su deber, y de su partido, consistía en presentarse en Solivia para pasar, en el seno del parlamento, de acusado a acusador’ de la mostruosa masacre de Siglo XX, de las cpbardes provocaciones y, sobre todo, de la campaña desatada en escala mundial contra los mineros bolivianos. Un buen dia, después de haber viajado clandestina mente de Santiago á La Paz, apareció en la Cámara de Diputados exi giendo el verificativo de una reunión para acusar’ al gobierno y a las grandes empresas mineras como a los únicos culpables de la masacre de mineros. El Presidente de la Cámara y la mayoría domesticada sólo atinaron a suspender sus deliberaciones. Las autoridades rápidamente concentraron en la Plaza Murillo a sus secuaces, policías, etc. embria gados que pedían a voces la cabeza del diputado minero. Parlamentarios Op. cit. (21 Op cit. (3> Op. cit.
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la del exterior. Contrariamente, ios observadores extranjeros no podían explicarse qué ocurría en el POR boliviano. Sus espectaculares victo rias y su gran influencia política en el ámbito nacional les permitía es perar que dicho partido les ofreciese el ejemplo de una organización bolchevique funcionado a ¡a perfección; si dirigían sus niñadas al al tiplano era para aprender a convertirse en una organización de masas. Lo que ahora veían era nada menos que un grupo venido a menos y por momentos virtualmente paralizado. La decepción al observar esta realidad se tradujo en la negación del carácter trotskysta del POR, que ese fue el caso de los dirigentes de la sección peruana. La concentración de nuevos elementos en los diversos partidos trotskystas latinoameri canos se realizaba, en alguna forma, alrededor de los éxitos sin prece dentes del POR. Su profunda crisis, que fue aprovechada y magnifica da por la propaganda de las corrientes adversas, no pudo menos que ser perjudicial para los partidos extranjeros y el desaliento se apoderó inclusive de las capas dirigentes. Nadie en la Internacional pudo ex plicarse adecuadamente las causas de la aguda crisis del POR boliviano.
Tomás Robles del Perú, que asistió a varios congresos del POR y en los que siempre guardaba discreto silencio, enrió alarmantes in formes al Secretariado Internacional y al SWP, en los que afirmaba que el partido boliviano, carecía de línea política definida; que elementos caracterizados (Escobar y otros) mantenían, a espaldas de la organi zación. relaciones con el MNR; que constituía un error afirmar que en Bolivia existiese un partido cuartainternacionalista. No se sabe cómo reaccionó el Secretariado Internacional ante un informe tan desolador. El SWP, en su respuesta a la sección perua na, indicaba que tenía del POR boliviano una opinión muy diferente a la de T. Robles; que las secciones latinoamericanas de la Cuarta Inter nacional eran muy jóvenes y que, por esto mismo, se tendría inevitable mente que lamentar por algún tiempo una serie de errores, producto, en la mayor parte de los casos, de la impaciencia. El SWP continuaba vivamente impresionado por el sorprendente trabajo de los bolivianos y consideraba que el POR había realizado en América Latina una labor más intensa que ninguna otra sección y estaba seguro que salvada su crisis ocuparía la vanguardia en las luchas del proletariado. El Pleno del Comité Central de fecha 27 de septiembre de 1948 decidió que el octavo congreso se reuniese en La Paz, el 27 de noviem bre del mismo año. La fecha tuvo que ser postergada una y otra vez, hasta que finalmente la reunión tuvo lugar en el mes de febrero de 1949. La dirección introdujo una novedad en los trabajos preparato rios. Las tesis y documentos del congreso estaban encargados a los co mités regionales, que debían ser enviados “en ocho ejemplares.... para su discusión en los organismos regionales”. De esta, manera la direc ción nacional quedaba reducida a la condición de simple buzón de co
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rreo. Demás está decir que la innovación dió resultados catastróficos, ningún comité regional elaboró las esperadas tesis.
En la convocatoria se reconoció representación a "las minorías de los comités regionales, constituidas y reconocidas por tales organis mos. .(1).
En el temario se incluía, además de los informes del Secretario General y de los comités regionales, la “revisión de las resoluciones vo tadas por la sexta y séptima conferencias nacionales del Partido". En este punto adquirió importancia la revisión de las sanciones impuestas al grueso del equipo dirigente por los dos congresos precedentes. La discusión más importante giró alrededor del informe político presentado por el Secretario General y se puso en claro que la dirección nacional no podía eludir su obligación de elaborar' y poner a consi deración de la militancia los documentos políticos fundamentales. En el Ínterin, el Comité Central levantó las sanciones impuestas a algunos elementos, con el ar gumento de que en La Paz no se podía ni siquiera constituir el Comité Regional debido a la carencia de militantes capaci tados. Esta conducta del Comité Central fue ratificada por el congreso. El octavo congreso acordó la concurrencia del POR, particular mente del Comité Regional de La Paz, a las elecciones municipales que tuvieron lugar a fines de 1949.
Esta actuación pública del partido constituyó una dura prueba para una gran parte de la militancia, incluidos no pocos dirigentes, que seguían viviendo bajo el impacto de la descomunal victoria logra da en las precedentes elecciones generales. Se les antojaba que er a su ficiente que el POR presentase una lista de candidatos o aparecrese su • sigla en las paredes, para que todos los explotados depositasen sus vo tos por él. Muchos hablaban de que la crisis del POR (una de sus crisis más largas y profundas) era el resultado del retroceso temporal del mo vimiento obrero, pero se negaban a aplicar este mismo criterio cuando se trataba de determinar las reacciones posibles de las masas frente a su partido de vanguardia. Lo primero que debía haberse determinado era que las condicio nes políticas habían sufrido una profunda modificación con relación a las últimas elecciones, modificación que no permitía esperar una vic toria trotskysta. Las masas habían comenzado nuevamente a movilizar se, pero su radicalización no pasaba por el POR, sino por el MNR.
Cuando estuvieron en vigencia los Comités de Coordinación y Cuatripartito, el POR propuso a los partidos “revolucionarios” y de “izquierda”, entre ellos al PIR y al MNR, la conformación de un frente
ser respetadas v otra muv distinta el entregar la dirección continente1 a elementos ignorantes y desorbitados. Esta dirección. que entono^ se mostraba servil frente al grupo de Pablo, podía adoptar las nosicio nes más disparatadas en perjuicio directo del movimiento trotskysta La promesa de la Internacional era la de costear los pasajes de ida y retorno de Escobar. Cuando surgieron las discrepancias, ios pasajes de vuelta no le fueron entregados, lo que determinó que no hubiese podido estar presente en Bolivia durante las jornadas del 9 de abril de 1952.
La tendencia nacionalista.— A f’nes de 1946 apareció en Cochabamba un breve folleto (44 páginas compuestas con tipos movibles) bajo el título de Fines v m**‘ dios de la revolución democráticoburguesa (Crítica del FDA V de los ex-socialista de) PIR) y firmado por A, Lavalle, que era el seudónimo da un joven judio, dotado de talento y de una disciplina propia de las familias europeas v aue estaba por encima de los hábitos desordenados de los mil’tan tes bolivianos. Hizo rápida carrera dentro del Comit^ Regional de Cochabamba y comenzó a perfilarse como un teórico
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La prensa trotskysta norteamericana registró sus crónicas del 21 de julio de 1946, concebidas dentro de la línea de su folleto.
Tiene importancia lo que escribió el joven Lavalle, aunque se trate de un ensayo primerizo y donde hay muchas cosas inmaduras, porque representa, en el plano teórico, a una tendencia desviacionista que comenzaba a tomar cuerpo en el valle cochabambino. Lavalle era una especie de líder de un grupo de jóvenes que se había aproximado al POR. f
La propaganda trotskysta logró trasponer los muros de la uni versidad y el partido cosechó algunos frutos entre las capas intelectualizadas de los estudiantes. No todos los que golpearon las puertas de! trotskysmo en ese momento quedaron definitivamente en él. algunos fueron a parar a las trincheras enemigas.
Víctor Zanier trocó sus simpatías por el trotskysmo por un d” doso y maleable stalinismo; cuando militó y traficó dentro del MNR era yá un jurado antiporista. Héctor Cosío supo combinar su exciuisitez de poeta con la versatilidad política. Durante un tiempo merodeó n A. Lavalle. Fines y medios de la revolución demoeráticu- burguesa, Cocha bamba s/f.
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La actitud de los diferentes comités regionales poristas frente a la llamada guerra civil del MNR (agosto de 1949) fue contradictoria, aunque la dirección nacional consideraba que los movimientistas ha bían planeado algunas acciones simultáneas para apoderarse del po der dentro de su concepción golpista. Si bien los trotskystas podían salir a las calles junto a las masas, no les correspondía sumarse al golpismo como tal. La dirección del MNR se aproximó a las direcciones re gionales poristas en busca de apoyo, sobre todo allí donde se descarta ba que podían controlar a los explotados.
A. Cabezas proporciona ef siguiente testimonio sobre lo que ocu rrió en Sucre: “Durante la guerra civil de 1949, cuando el MNR. a espal das de las masas y por temor a las mismas, sacrificaba a su militancía en aventuras puramente golpistas, los dirigentes de este partido pidieron del POR una intervención directa y decidida en el golpe de agosto de aquel año, Agar Peñaranda, saludó con sincero entusiasmo la arremeti da antirosquéra emenerrista, pero se opuso a que la militancia porista tomara las armas junto a los grupos desesperados que no apelaron en ningún momento a la acción directa de las masas para el triunfo revolu cionario. Marcel afirmó resueltamente que el Partido del proletariado, fiel a las enseñanzas del marxismo-leninismo, no era una secta de auda ces deseosos de apoderara? del mecanismo estatal burgués, sino la direc ción consciente del proletariado en su lucha revolucionaria como cau dillo de la nación oprimida" (1). En Potosí se siguió otra orientación: fue concluido un acuerdo entra el MNR y el POR en apoyo de los insurgentes y el último partido designó representantes ante la Junta Revolucionaria. En Los Tiempos de Cochabamba se consignó la información que trascribimos: “Firmado por el secretario regional del POR, señor Claudio Pe ralta, este partido dirigió a la Junta Revolucionaria del MNR una nota de adhesión al movimiento revolucionario, manifestando que. en asam blea del partido, se eligió como representantes ante las Juntas de Go bierno a los señores Ernesto Sánchez, Armando Chávez y Juan José chu ra’’ (2). Re llegó a constituir un comité revolucionario mixto que difundió el siguiente comunicado: “1. Los trabajadores deben controlar los puestos de la administra ción pública, “2. Los trabajadores deben formar Juntas Revolucionarias de Go bierno.
“3. La clase trabajadora debe permanecer alerta, para no permi tir que fracase la revolución.
Tarqui. Op. cit.
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las realizaba bajo cuerda, sin mostrar las manos. Era una de sus preo cupaciones bar rer a los trotskystas de la COB, pues así podría maniobrar a su antojo, libre de un control y critica que consideraba odiosos y pe ligrosos. No fué extraño, por ejemplo, de! asalto a mano armada a la COD de Santa Cruz, a fin de poder sustituir al delegado porista Escobar por otro elemento adicto al oficialismo. "El gobierno del MNR lanzó su anatema contra sus agentes de Santa Cruz, enrrastrándoles el hecho de que el centro que hasta ayer era un baluarte movimientista, ahora repudiara todo contacto con el MNR... Retrotrayendo las luchas sindicales a los tiempos del salvajis mo, comenzó un hostigamiento que, en un momento en que la incapaci dad de conseguir apoyo popular produjo fuerte desesperación, condu jo a Sandóval Morón a atacar a balazos a la COD. hiriendo a tres diri gentes sindicales. Por su parte, otro jerarca, o aspirante a tal, Barbery, alardeando de izquierdismo, quizo conseguir su objetivo por la vía del entendimiento y las negociaciones; al ver la inutilidad de sus recursos ... manifestó que en caso de no producirse el cambio de delegados a breve plazo ‘estaba autorizado para proceder aunque sea a balazos” (1,
Este enemigo del POR creyó que el ingreso masivo de un impor tante equipo trotskysta al MNR le podría ayudar a destruir a aquel partido. Por esta razón alentó los trabajos de Moller y Cía. Se ha comprobado que este elemento trabajó con el Comité Político movimientista antes de su ruptura con el POR. Los camaradas trotskystas, sabiendo que Moller era una de las cabezas visibles de la FOL, no descubrieron, en el primer momento, sus verdaderas intenciones. Lo caracteriza una euforia que linda con la torpeza, por eso fué dejando prueba documental de su trabajo anVtrctskysta.
Estaba interesado en precipitar una ruptura y en aparecer como dirigente de un POR que pudiese ejecutar el entrismo. Se atropellaba en su trabajo buscando concluir rápidamente toda la maniobra, a fin de que Escobar se viese colocado ante los hechos consumados. Se esme raba en dar muestras de no querer romper con éste, pero se esmeraba tzmbién en deformar sus ideas y sus planes. La FOL tenía decidido em prender una polémica a fondo, a fin de dejar las referencias teóricas que permitiesen el reagrupamiento de la militancia trotskysta; Moller creyó que el período de la discusión era cosa del pasado y se lanzó a consumar una serie de operaciones que facilitasen la materialización de sus propósitos. El BP paritario prácticamente no funcionó, lo que fué utilizado por Moller como un pretexto para declarar a la FOL en dirección de]
(1)
Lucha Obrera. N’ 59, La Paz. 29 de diciembre de 1953
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POR. Eso se desprende de la circular que remitió no bien Escobar aban* donó del país:
“1. La fracción de la minoría que después de la XI conferencia se ha transformado en mayoría, a fin de evitar confusiones ha resuelto denominarse FOL, cuyo Secretariado está compuesto por los es. Zapata (Secretario General), Nina (este seudónimo está sobrepuesto con thV verde al de Alba (Secretario de hacienda), Mílton (Secretario S'ndical' y Apaza (Relaciones Mineras)... El c. Escobar (Secretario Político} s halla ausente”. (2). Todo esto era nuevo. Por razones de seguridad Moller firm^b Zapata y éste nombró para la dirección a algunos conocidos naciona listas, que después ingresaron al MNR. Es la primera vez que Apaza (César Lora) aparece en la dirección de la FOL, aunque había realiza do un buen trabajo en Siglo XX y se constituirá, un poco después, en una de las fortalezas ds los trotskystas.
“2. Los intentos de nuestra parte para reunir al BP han sido frustrados y hasta la fecha nos hemos visto en la imposibilidad de reu* nirlos... Se ha realizado una sola reunión conjunta en la que se ha acordado lo siguiente: no enviar a las bases ningún documento sin el conocimiento del Buró Político o al menos con el conocimiento de ioL dos Secretarios Generales. Pero la fracción de Walker no ha cumplido cor esta resolución y ha violado lo acordado, por tanto nosotros nos senti mos liberados de tal compromiso” (3).
Moller se distingue por ser bastante arbitrario, comenzó a di vulgar documentos públicamente, creando un grave malestar en todo el partido y en la FOL. El Comité Regional de Sucre, dominado por los trots kystas, exteriorizó su molestia por esa inconducta: “Que en los momen tos actuales y dadas las circunstancias imperantes en Solivia, el POR debe presentarse como la dirección política de las masas obrero-campe sinas que se desprenden del partido de gobierno en busca de su vertía dera vanguardia; que para el cumplimiento pleno de este objetivo es necesario, asimismo, fortalecer política y organizativamente al Partido, lejos de dividirlo y atentar contra en misma integridad...; que la frac ción Masas no podía ni debía recurrir a los mismos métodos de los que se valió el BP de la FPI..(1). Moller escribió una carta a Escobar sugiriendo la posibilidad de ejecutar una maniobra entrista en el MNR. Este último respondió que en general y en principio, no podía rechazarse dicho método, pero que su oportunidad y forma de aplicación dependían de circunstancias po(2) POR FOL, Circular, La P;¡«, 2fi dé mayo de 19S4. (3) Op. cit (1> Resolución ci«* CR del POR de Sucre, s/!.
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líricas concretas. Añadía que lo que sí no podría aceptarse en Solivia seria el entrismo de los dirigentes del POR. En escala mundial los trotskystas discutían apasionadamente el entrismo en el seno de los partidos stalinistas que propugnaba el pablismo. Este antecedente permitía es perar que los pablistas criollos se felicitaran por el trecho de que un sector disidente de la FOL hubiese decidido emprender la aventura del ingreso de todos sus miembros en el seno del partido nacionalista, a fin de sumarse al lechinismo. Si a elementos sin principios como eran los seguidores aborígenes de los posadistas rioplatenses, se les hubiese exi gido consecuencia con sus absurdos enunciados, se les podía haber recor dado que estaban impedidos de renegar’ del entrismo de Moller y Cía. porque tendía a fortalecer el ala izquierda del MNR, a darle un programa trotskysta y una dirección nacional, condiciones todas que fueron for muladas como requisitos indispensables para hacer posible el advere miento del gobierno obrero-campesino. Los únicos que con toda autoridad podían criticar a los “entr’stas” eran los trotskystas de la FOL, desde el momento que esa conducta contrariaba sus postulados y constituía una capitulación ante los nacio nalistas, Escobar, no bien retornó de Europa, se tuvo que enfrentar con la famosa “Conferencia” que habían montado Moller y sus amigos con la finalidad exclusiva de aprobar- el ingreso masivo en el partido de biemo, pese a que se dió cuenta que se trataba de una descomunal im postura. Desenmascaró a quienes habían decidido entregarse al ofi cialismo y señaló con claridad los objetivos perseguidos por los “entris tas". Los’que iban a realizar la operación eran elementos pequeño-burgueses quebrados, unos por cansancio, otros por frustraciones persona les y los más por la miseria. El ingreso al MNR aparecía para ello'? como la única tabla de salvación, les abría un anchuroso camino al co rrer ismo y al enriquecimiento. Era absurdo e infantil suponer que quie nes se aprestaban a consumar una vil traición al que en ese momento era su partido por motivos personales y subalternos, tuviesen en mente luchar dentro del oficialismo oor imponer el programa trotskysta. La desviación nacionalista les sirvió para encubrir el abandono de las po siciones revolucionarias y la total capitulación ante las ideas y direc ción pequeñoburguesas. Como dijo Escobar, el entrismo se convertía en un vulgar entreguísmo. La FOL rompió tajante y definitivamente con los entristas.
Para el MNR (y también para Lechín) el ingreso de Moller y sus amigos tenía una significación claramente determinada: destruir al POR. La FOL se dió perfecta cuenta que los entreguistas serían utili zados como instrumentos en la grao lucha que el gobierno, contando con la venia del lechinismo, había desencadenado contra el trotskysmc, considerado como el más peligroso adversario del nacionalismo. Efec tivamente fue así, se puso en manos de los entreguistas una serie d: medios y de recursos para que arremetiesen contra el POR, contra Esco bar y sus parciales, Moller, ex-miembro de la FOL, volcó toda su obia. su sinverguenzura v su mala fé. contra sus compañeros de ayer. Como era de esperarse, los pablistas fueron excluidos de los ataques y, más — 283 —
bien, los entreguistas se entendieron con ellos y realizaron trabajo.1 conjuntos encaminados a extirpar de los sindicatos a los militantes del POR. El verdadero director de estas maniobras, campañas y bellaque rías era el señor Lechín, que estaba seguro de destruir para siempre a los trotskystas. Apareció con toda claridad que el MNR había jugado una de sus cartas más serias para deshacerse de un adversario político y éste era el trotskysmo. Hasta ahora no se ha subrayado lo suficiente el sucio papel, aunque subalterno, jugado por los pablistas en la lucha movimientista contra el POR. Un lechinista incrustado en COMIBOL. contrató (éste es el término exacto) los servicios de los pablistas para qu< actuasen como puntas de lanza en las organizaciones obreras y com batiesen a los trotskystas como a enemigos jurados del “líder de los trabajadores". Barca, entonces un esforzado activista del pablísmo y que más tarde sa convertirá en expulsador de Javier y sus amigos, fue instalado en una oficina contigua a la del “director obrero" para que desde ahí motorizase la campaña antiporista en las minas. El objetnvo de Moller no era otro que el de volcar a toda la FOL hacia el entrismo, para esto se esforzó por presentar la táctica del fren te antiimperialista como sinónimo de cooperación con el nacionalismo como el esfuerzo de borrar en lo posible las diferencias existentes entre el POR y el MNR y, lo que era por demás urgente, como entrismo en el nacionalismo. Se procedió al potenciamiento político de la fracción na cionalista del Comité Regional de Cochabamba, a fin de que timonease la operación en escala nacional. El 30 de junio se realizó un ampliado del CR de Cochabamba para aprobar una resolución que constituye el punto de arranque de la maniobra pública hacia el entrismo: “La táctica del FUA,... fue aplicada en Bolivia por nuestro par tido en el período 1949 —1950, permitiéndosenos aproximarnos y lu char codo a codo con las masas del MNR contra la dominación feudalburguesa, así como también popularizar las consignas de unidad sindi cal ... gracias a la cual han sido posibles las conquistas obtenidas a par tir del 9 de abril" (1).
Este párrafo está lleno de falsedades. Se refiere sin nombrarlos a los Comités de Coordinación y Cuatripartito, que, como hemos visto, no lograron proyectarse en el frente antiimperialista por los obstáculos que le opusieron movimientistas e izquierdistas de toda especie. No pue de presentarse la unidad sindical como frente antiimperialista y es esta confusión la que propagaron los entreguistas. Si se admitiese que est? frente hizo posible la victoria de abril y las conquistas logradas la realiza ción de con posterioridad, habría que convenir que no es más que la su bordinación del proletariado y de ios partidos marxistas a la dirección política de la burguesía, importando poco que ésta se exprese por su ala izquierda.
G. Lora. La revolución boliviana,
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ma y en las tradiciones poristas, pudieron sobrevivir políticamente a la más profunda crisis del POR boliviano. Ese puñado quedó aislado sin medios materiales, sin más recursos que sus ideas y su coraje para seguii luchando. Los pablistas se llevaron todo el aparato, los bienes del Par tido y hasta el nombre de su periódico.
Los adversarios del trotskysmo, que son los adversarios de la revolución (movimientista, lechinistas, stalinístas, demócratas, rosque ros, pablistas, etc,), estaban seguros que la crisis de 1954-1955 se convir tió en el sepulcro del POR. Se olvidó que durante esa crisis fueron plantados los hitos ideo lógicos y programáticos de la futura actividad, los senderos por los cuales recorrerían las masas y la revolución misma. Los trotskystas salieron de la más dura y cruenta prueba fuertemente armados en el dominio de las ideas, con una concepción depurada acerca del destino del nacionalismo y de las tareas que incumbían al POR. Actuaron en esa vorágine devoradora de pasiones que son la po lémica y lucha políticas, como fríos analistas, sopesando los factores ne gativos y positivos para la actuación partidista. Así como supieron so portar la tormenta con pasmosa serenidad, también supieron no em briagarse con absurdas ilusiones; sabían que la hora del POR estaba por llegar y que cualquier aventura podría comprometer ese porvenir preñado de magníficas promesas. Al obligado desplazamiento hacia la derecha del MNR, a sus compromisos cada vez más evidentes con el imperialismo, correspondería una acentuación de la diferenciación po lítica entre las masas y el gobierno nacionalista, entonces los explota dos coincidirían con la linea política del POR y estarían en pleno cam po de batalla los cuadros poristas para acaudillar a su clase hacia la victoria. Esta síntesis resume todas las polémicas, todos los documentos, las tesis y el programa que lenta y dolorosamente fué elaborando el par tido trotskysta boliviano. Estos elementos teóricos han constituido la argamaza con la que se ha reestructurado el POR. Los nuevos militantes, casi todos obreros, han logrado superarse, disciplinarse y homogeneizar su pensamiento en este marco ideológico y político.
Pocas veces se ha presenciado tan colosal proeza como la lenta y persistente transformación de ese puñado de trotskystas en un partido ideológicamente poderoso, militante en el seno de las masas y debidamen te preparado para alcanzar la victoria. ¡Nuestro homenaje a los cons tructores dsl POR, a quienes la adversidad no pudo doblegar! La escisión pareció, en los primeros momentos, haber destruido al trotskysmo, pero a la larga lo ha fortalecido. El POR se ha impuesto a su crisis y a sus enemigos, gracias al vigor y justeza de su programa, que es lo que cuen ta en definitiva. Sus enemigos, que daban la apariencia de ser podero sos, han ido desapareciendo uno tras otro del escenario. — 303 —
Masas.
El número uno de Masas vio la luz pública en. La Paz coincidid, do con el primer congreso de la COB y lleva como fecha el mes de no viembre de 1954. Aparece como director Guillermo Lora.
El nacimiento de este periódico obedeció a objetivos concretos. La crisis interna del POR, en cierto momento de su desarrollo, silencio a la fracción trotskysta, esto cuando urgía analizar teóricamente los problemas partidistas y políticos del país. Unicamente la dilucidación marxista de las diversas facetas de la crisis partidistas de las perspecti vas dei nacionalismo de contenido burgués, podía salvar al partido y lograr el reagrupamiento de su militancia. Los trotskystas precisaban un instrumento teórico para continuar’ su batalla en defensa del pro grama dei POR, que equivalía nada menos a la defensa de los intere ses de la revolución. Masas fué la respuesta de estas acuciantes exigen cias. -
A fines de 1954 el POR no se presentaba todayia formalmente es cindido, unos y otros seguían hablando de la unidad, pero las fracciones ya funcionaban como partidos diferentes, tanto en el seno de la mili tancia como en el de las masas. Los pablistas lograron apoderarse del aparato partidista y estaban interesados en acallar a los trotskystas y desarrollar una actividad exterior que contrariaba flagrantemente el programa del POR. La tarea que se imponía a los revolucionarios era delicada y urgente: poner a salvo el programa del partido y desenmas carar a los revisionistas. En estas condiciones la disciplina partidista fué sobrepasada pol la lucha fraccional y los usurpadores de la dirección y de todos los resortes partidistas, pretendieron utilizar los estatutos para acallar a ios trotskystas y apuntalar su acción contraria al programa y a las tra diciones del partido. Esto explica por qué Masas salió como vocero pú blico. La orientación que reciben los militantes busca su correcta ac tuación en Jos medios obreros. No se trataba en esa época de discutir únicamente problemas limitadamente internos del Partido, sino de impartir orientaciones políticas y programáticas, que necesariamente deben ser lo más ampliamente difundidas. El carácter público de Masas se debió pues a la partic|ular situación en que se encontraba la lucha fraccional. Se marchaba directa e indefectiblemente hacia la formalización de la ruptura ya producida en los hechos, es en este proceso que entronca Masas y éste justifica y explica sus características. ‘•Masas*' de la primera época es una pequeña publicación (forma to diez y seis y d? igual número de páginas), que aparecía mensualmen te, ésto hasta el número doble 7-8. Los artículos eran largos análisis teó ricos de los problemas políticos, sin caer en la discusión academista. Cuando los articulistas tomaban un problema teórico lo relacionaban con una situación política concreta del país, como si aquel no fuera más que un pretexto para ilustrar lo que el partido decía sobre las cuestio — 304 —
nes de todos los días. La excepción de esta forma de escribir el perió dico se tiene en las pequeñas notas sobre denuncias obreras, notas sindi cales y “actividades del Partido”. Se trataba de un periódico teórico destinado, fundamentalmente, a la militancia y a la avanzada obrera que simpatizaba con el trotskysmo. Un ejemplo de este tipo de periodismo dedicado básicamente al esclarecimiento teórico de los problemas, como consecuencia de la cri sis partidista, lo tenemos en ei amplio artículo escrito como prólogo al folleto de Trotsky Problemas de la Guerra Civil, cuya primera traduc ción al castellano fué hecha por Marcel: “Definimos el presente mo mento político como el de tránsito entre el período de momentánea de presión del movimiento revolucionario y un nuevo ascenso, cuyos pri meros y elocuentes síntomas presenciamos.., Las masas se mueven de una posición incondicional de apoyo al gobierno..., hacia la critica y la oposición abierta a la que hasta ahora es su dirección política... La superación revolucionaria de la actual situación política se consumará cuando la dirección de las masas pase del partido pequeño-burgués al del proletariado.... la dirección debe pasar del MNR —incluyendo su izquierda— al POR. . .” (1). El Nv 1 contaba con sólo cuatro páginas y estaba dedicado a ana lizar el congreso de la COB. Denuncia la burocratización sindical, pro porciona un programa y el marco ideológico que deberían imperar en la reunión. En el número dos se hace un balance del evento obrero (2). Pese a que Masas tenía un carácter dominantemente teórico ,no dejó de atraer la ateción de la policía y su número cinco (marzo 1955) inicia la larga cadena de ediciones secuestradas. Comenzó editándose en la editorial Trabajo de Síñani, pero el número seis (incluyendo los originales) fué integramente incautado. Hubo un obligado retardo por la búsqueda de un mim-eografo y el número doble 7-8 (mayo 1955) apareció con la cooperación de los ex-marofistas de la Liga Socialista, que se distinguirá más tarde por su cerril odio al POR.
Nuevamente desde el Nv 9 y hasta el 24 inclusive, volvió a com ponerse en linotipo, esta vez en formato tabloide y como quincenario. Este cambio de forma y contenido se debió a una modificación de la situación política. Los obreros se agitaban y arremetían contra el go bierno movimientista, sobre todo como consecuencia de la estabiliza ción monetaria (disminución del salario real), y se presentó la urgencia de que Masas se transformase en periódico de agitación. El número 24 volvió a ser incautado y el gobierno prohibió su impresión.
El N° 25 (diciembre 1954) aparece como una simple hoja multicopiada y se refiere a la estabilización. “El obrero con su actual salario Cl> Masas, N? ti, La Paz, abril de 1955. Masas, N“ 1, La Paz, noviembre de 1954.
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sólo puede comprar la 5ta. parte de los artículos de primera necesidad que compraba antes del decreto de estabilización”. Desde entonces se verá obligado a recorrer todos los caminos de la clandestinidad, crean do un formato típico y una particular composición para hacerla íácimente accesible a los obreros, pese a la técnica rutinaria empleada. Só lo por breves períodos aparecerá confeccionado en imprenta.
Después del golpe gorila de agosto de 1971, Masas se editó en Santiago de Chile, volvió a tener un contenido teórico, necesario para realizar un balance autocrítico de la experiencia vivida y para armar ideológicamente al partido. Ingresaba a Bolivia cumplidamente reco rriendo múltiples caminos. Apareció en el exilio desde el N9 400 al 426 (septiembre 1971 a marzo de 1973). Durante la lucirá fraccional de 1974-1975 constituyó el valioso instrumento en la defensa del programa trotskysta y en la orientación de la militancia. Bajo la opresión gorila su reproducción en varios países le permitió una amplísima difusión.
En el momento en que se escriben estas páginas ha sobrepasado el medio millar de ediciones. Es notable no únicamente su larga vida (22 años) sino su aparición regular, única manera de calar hondo en los medios obreros. Acaso lo más remarcable del periódico consista en el particulai estilo que ha. logrado desarrollar’, con miras a ser leído y asimilado por todos los obreros. Si tomamos en cuenta el momento y circunstancias en que aparece, no se puede pasar por alto que vino al mundo con la finalidad de volver a poner en pie al POR, de imprimirle un alto contenido pro gramático. Se puede decir que Masas constituyó el elemento básico que permitió a los arquitectos políticos forjar y modelar un partido dentro del marco programático del trotskysmo. Ni duda cabe que fué un orga nizador y un orientador político de primera calidad. Pero, no es un periódico cualquiera, sino el vocero de un partido revolucionario; que es carne de la carne del proletariado boliviano. En sus páginas se registran la vida, las convulsiones, las dudas, las oscila ciones/ los aciertos, las victorias y las derrotas tanto del POR como de la clase obrera. El militante porista vive dentro de su ciase, es su orien tador por excelencia, por esto mismo el periódico trotskysta es un au téntico e insustituible insrumento en el trabajo diario de los activistas politizados. En la voluminosa colección de Masas no sólo se encuentran las noticias sobre la vida de los trabajadores y de sus organizaciones, las denuncias de los atropellos capitalistas y gobernantes, sino, y esto es muy importante, las orientaciones de las grandes líneas según las cuales se desarrolla la actividad de los trabajadores organizados.
Generalmente aparecieron ediciones multícopiadas en ocho y diez páginas, pero, de tarde en tarde, encontramos los gruesos volúme — 306 —
nes conteniendo las orientaciones dadas a esto un malabarista de la política dijo que tado lo que debían resolver los trabajadores. te de la aplicación del programa trotskysta
los congresos obreros. Por Masas escribía por adelan No. Se trataba simplemen a un caso concreto (1).
Finalmente, en Masas se encuentran registradas las grandes ba tallas ideológicas libradas por el POR: contra el nacionalismo, contra las desviaciones foquistas, contra la izquierda nacional, contra el gori lismo, etc. Así como no podría escribirse la historia del POR sin consultar la colección de Masas, tampoco se *a puede ignorar tratándose del mo vimiento obrero, es decir, del aspecto más importante de la historia bo liviana. ¿Quiénes escriben ese periódico tan importante, tan palpitante como la misma clase obrera? Hombres simples, revolucionarios forja dos dentro del POR, íntegramente entregados a su clase y a su causa.
No es suficiente el periódico de agitación, hace falta la publicación teórica. Por eso bajo el sello de Ediciones Masas aparecieron los volúme nes teóricos, unos en imprenta y otros en multicopia. Desde 1955 a 1964 vieron la luz treinta y cuatro volúmenes de material político y sindical. * * * * Los pablistas bolivianos se convirtieron en el grupo más impor tante del Secretariado Unificado, cuando esta organización concluyó capitulando en toda la línea ante el foquismo pequeño burgués y aven turero. En cierto momento los pablistas confiaban que las acciones ar madas “trotskystas” en Bolivia permitirían su remozamlento.
El voluntario aislamiento de las masas tuvo catastróficas conse cuencias. El pablismo ha concluido como un minúsculo grupículo de aventureros parlanchines. La única acción armada que se les conoce es el asalto a una gasolinera, que por extraña casualidad ese día no había registrado ventas de consideración. No podía esperarse un mayor golpe para el revisionismo pablista. Este ridículo fin es, en gran medi da, la consecuencia de una política totalmente equivocada y antitrotskysta. (1) Rene Zavaleta El asalto potista, La Paz, 1960.
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CAPITULO XIII i
LA LUCHA CONTRA LOS GOBIERNOS MOVIMIENTISTAS Características del trabajo partidista. La escisión formalizada en 1956 tuvo importantes consecuencias en el trabajo partidista. La norma que se impuso fue la de reagrupar a la militancia y ganar a nuevos elementos alrededor de las ideas programáticas, de donde provenía la transcendental significación de
Masas.
El trabaja fundamental de penetración se orientó al sector obre ro, principalmente, al minero, y secundariamente al estudiantil. El Comité Local de Siglo XX se convirtió en el principal objetivo de las preocupaciones de la dirección nacional. La afluencia de nuevos mili tantes era impresionante, pero creaba una serie de problemas, algunos de ellos inéditos.
La orientación política del POR era la de arrancar a las masas del control movimientista, inclusive el 'echinismo, que en el campo sindical se tradujo en la lucha contra la burocracia sindical, de la que los poristas aparecieron como sus caudillos más importantes. La inde pendencia de la clase (ni duda cabe también la independencia sindical) fue colocada como el eje central de la actividad diaria y de la campaña propagandística.. Se explicaba que esa independencia de clase significa ba que el proletariado debía liberarse política y organizativamente de los partidos de las otras clases sociales, por muy radicalizados que apare ciesen.
Como consecuencia, ios activistas del POR se convirtieron en ele mentos atacados y perseguidos por el oficialismo en sus variadas mani festaciones, por la rosca y sus partidos y también por las diferentes capillas izquierdistas y presuntamente marxistas. En cierta manera el trotskysmo aparecía como voz aislada, pero que tenía buena acogida en los medios obreros, porque interpretaba su paulatina radicalización y les señalaba pautas para su futura actuación. Esta realidad constitu yó una dura prueba de fuego para la nueva militancia. Algunos se trans formaron en recios cuadros templados en la dura lucha, pero otros se — 308 —
quebraron, demostraron no tener suficiente temple para sobrellevar las consecuencias inherentes a la actividad revolucionaria. El combate librado contra los gobiernos movimientistas fue ei más largo y difícil protagonizado por el POR. Primero en la teoría y des* pues en la práctica, demostró la incapacidad del MNR para cumplir de bidamente las tareas democráticas, como expresión, moderada o radicali zada, de la burguesía nacional; su ineluctable destino de capitular y en tregarse totalmente al imperialismo; su vocación a traicionar los intere ses nacionales y populares. La interpretación y confrontación que par tían del análisis político para ir a la realización en el terreno de los hechos correspondían a un proceso histórico que no se dió en un solo instante y que, más bien, abarcó varios quinquenios. El pronóstico po lítico (la actuación revolucionaria seguía por este pronóstico) necesaria mente se adelantaba en algo a los sucesos y la interpretación de ‘os hechos ya ocurridos estaba impregnada de proyecciones hacia el futuro La línea política del POR, esta vez producto del afinado manejo del método marxísta y de los elementos de la teoría de la revolución per manente, penetraba en la clsae obrera a través de su minoría más avan zada y con direcctión hacia las capas más amplias y atrasadas, comen zando, a veces, por encontrar resistencia en éstas. Esa línea, que es taba ya adelantada con relación a las conclusiones a las que había lle gado la avanzada de la clase y que por eso era capaz de ofrecerle el de rrotero que iba a recorrer, ayudándole así a acelerar el proceso de su evolución, aparecía muy distanciada de las gruesas capas obreras, con frecuencia incomprensible para ellas porque no habían madurado para poder elevarse hasta el programa revolucionario. Los activistas del POR en los comienzos de la diferenciación política MNR —masas, encontra ban la repulsa del grueso de los smdicalizados, que a veces aparecían indentificados con el antitrotskysmo del gobierno movímientista. Para persistir dentro la línea, porísta, en condiciones tan difíciles, se precisa ba una profunda convicción política, una cabal comprensión del pro ceso que se vivía.
Fue ésta situación la que obligó a los militantes a alcanzar nive les muy elevados de politización. Su educación dentro de las células estaba por encima de toda abstracción y tenía como tema principal la explicación de lo que estaba sucediendo a la vista de todos y que gol peaba despiadadamente a quienes intervenían en la lucha de las masas.
Al mismo tiempo, permanentemente fue generado sintomas de desviación sindicalista. Ciertos militares, y esto sepresentaba con fre cuencia, inclusive en Siglo XX, donde las masas con rapidéz se coloca ban frente al gobierno movímientista, exteriorizándola en sus inicios a través del entusiasmo respaldo al lechinismo, desarrollaron la teoría de que la propaganda del partido debía acomodarse al estado de ánimo de la mayoría obrera, resto para no violentarla. Esta crítica a la forma ra dical (porque buscaba descubrir la raíz misma de los fenómenos) en que se presentaban los postulados del partido, que en el fondo era una crí-
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tica a su misma línea política, se encubría en cuestiones paramen' formales como la demanda de no utilizar adjetivos hirientes, un len guaje muy duro y que la crítica debería ser fraternal, etc, La política para los peristas es una constante lucha, una polémica Con los otros sectores políticos de izquierda y con la reacción. La ironía, inclusive el adjetivo hiriente, son recursos habituales y a veces necesarios en esta batalla. Por otro lado, la propaganda partidista está destinada a las masas y éstas no conocen el lenguaje diplomático, lleno de sobreenten didos, de insinuaciones indirectas, etc., que es incomprensible para el hombre de la calle. Lo que ocurría era que la línea política del POR cho caba violentamente con la conducta nada revolucionaria del gobierno movtmientista y de sus diversos sectores, era éste choque que se tradu cía en las críticas también violentas, exteriorizadas en un lenguaje ■' vaz, lleno de ironía y de adjetivos, fácilmente comprensibles para 1-' masas. No nos engañemos. Los que pedían cambiar el tono de los e tículos, los que mutilaban los titulares de Masas, demostraban de ma nera apenas velada su desacuerdo con la política trotskysta, exterior i ban su miedo a la revolución, que es la agudización del choque de las clases sociales en pugna. Los revolucionarios no se acomodaban a los prejuicios e ideas erró neas que dominaban a los obreros atrasados, sino que combatían estos obstáculos que impiden la evolución de su conciencia clasista., les sacu dían de los hombros, como diría Trotsky, para que se diesen cuenta de su1-' equívocos. Esta actitud poco complaciente con el atraso de las masas puede despertar la resistencia momentánea de éstas a la propaganda revolucionaria, pero no existe otra conducta si se quiere educar a los explotados y ayudarles a salir de su postración. Los camaradas que agachaban la cabeza ante el atraso de los obreros concluían repudiando la lucha por objetivos políticos, Pues és tos eran los oue despertaban las resistencias, para limitarse a los ob jetivos inmediatos, a la actividad puramente sindicalista. La desviación economicista concluía apartándolos del programa revolucionarios. Un ejemplo de este proceso tenemos en el caso del en cargado del Comité Regional de Oruro Se trataba de un profesor m1* activo y bastante vinculado al movimiento sindical. Comenzó rechazan do el tono polémico del periódico y asustándose porque nuestras posi ciones no siempre encontrasen el aplauso de los sectores mayoritarios de los trabajadores: después se dejó abosorber por la lucha puramente sindical. Finalmente, apareció involucrado en un pacto con un sector movimientista, lo que contrariaba la táctica sindical del POR. Fue ex pulsado y concluyó dedicándose exclusivamente a su profesión.
El POR fue fracturado por su eslabón pequeño burgués y al rees tructurarse sufrió un profundo vuelco en su composición social, la mi litancia venida de la clase obrera fácilmente alcanzada al 90% del to tal. Esta situación se presentaba por primera vez en la historia del POR y creó problemas también nuevos.
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El rápido ensanchamiento del trotskysmo en los medios obreros se reflejó en la caída vertical del nivel teórico de la organización. No pocas veces las posiciones adoptadas instintivamente sustituían a la lu cha política. Había un tremendo abismo entre el bajísimo nivel de los militantes obreros y la gran calidad teórica del periódico y del peque ño núcleo dirigente. El periódico y la dirección encamaban el progra ma y la tradición partidistas, constituían, en cierta manera, el partido mismo. El rezagamiento de la militancia obrera se convirtió en un peso muerto para el funcionamiento de la organización. La dirección seña laba la línea política casi sin ningún contrapeso del resto del partido, lo que ciertamente constituye un grave defecto y que tiene consecuen cias negativas. Automáticamente se presentó la tendencia de la divi sión del trabajo entre la dirección encargada de pensar y el grueso de los militantes que se conformaban simplemente con obedecer las instruc ciones venidas de arriba.
El POR tenía plena conciencia de esta su debilidad y se empeñó a fondo para superarla. Se prestó mucha atención a la edición de folle tos teóricos, fue creada la escuela de cuadros anual para todos los Co mités Regionales y éstos, a su turno, realizaban otras escuelas. Las reu niones nacionales de la dirección adquirieron el carácter de centros de capacitación, se explicaban más que discutían los problemas políticos de1 país y de la clase obrera; las tesis aprobadas en los congresos y amplia dos del partido tenían un marcado carácter de textos de capacitación. El equipo obrero de Siglo XX, cuyas cabezas visibles eran César Lora e Isaac Camacho, que sin discusión eran lo mejor que tenía el POR entonces y que logró imprimir su huella, tanto en los aspectos positivos como negativos, en toda la organización partidista, se sabía poseedor de una línea política justa, pero perdía esa seguridad cuando tenía que enfrentarse con las masas en el marco sindical, no podía plantear y defender, frente a los adversarios e inclusive a los amigos, las tesis pe ristas. Los camaradas mineros vivieron momentos angustiantes cuan do, por inexperiencia y falta de madurez, no lograban sacar de su seno a un buen expositor; a los mejores entre ellos se les trababa la lengua cuando tenían que hablar en las asambleas sindicales. Una y otra vez. Siglo XX planteó la necesidad de que la dirección enviase a un militan te experimentado para que pudiese cumplir la función de expositor de la línea partidista. La respuesta que dio el partido a esos magníficos ca maradas puede sei-vir de norma para todos los casos similares: los ca maradas deben y tienen que aprender a superar sus limitaciones en le lucha diaria y sin temor a ios fracasos momentáneos, deben sacar a los oradores, así se forjan los auténticos dirigentes de la clase. La rápida maduración del equipo de Siglo XX, sobre todo en el marco sindical, se debió a su acelerada politización. Toda vez que se presentaban cuestiones delicadas en el campo obrero, el grupo dirigente se trasladaba a Oruro, donde discutían con el camarada Escobar y es cuchaban sus explicaciones, generalmente durante toda una noche pa ra aprovechar el tiempo.
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El avance fue rápido tratándose de la asimilación de los rudimen tos del marxismo y del programa del POR, lo que no supone que ha biendo alcanzado ese nivel pudiesen ser considerados como cuadros de dirección. El dirigente porista es aquel que puede resolver los más in trincados problemas políticos con su cabeza, porque posee los elemen tos teóricos indispensables para hacerlo. En ésta medida ingresa a la alta esfera del manejo de las ideas y se convierte en un elemento crea dor de la actividad teórica. Solo así puede contribuir a asimilar y ge neralizar la experiencia de la clase, es decir, trabajar por el cumplimien to de una de las funciones básicas del partido revolucionario. Cuando los camaradas mineros llegaron a cierto grado de capa citación, a poseer los conocimientos esenciales para considerarse mili tantes se estancaron, y algunos de ellos, los excepcionalmente dotados, siguieron progresando pero muy lentamente. No se logro que pudiesen manejar adecuadamente y por su cuenta los elementos de la teoría marxista, lo que ciertamente impidió su debida formación, su transforma ción en auténtica dirección y perjudicó a la organización en general.
Este es uno de los grandes problemas con el que choca el desa rrollo del POR boliviano. Como quiera que los dirigentes a la altura del programa, elaborado con tanta precisión a lo largo de la rica historia del partido, son muy pocos, éstos monopolizan los trabajos decisivos (a las largas este monopolio obstaculiza la evolución de toda la organiza ción) y concluyen imponiendo, pese a sus buenos deseos de que las cosas no sucedan así, sus ideas. La carencia de verdaderos cuadros de alta y mediana dirección es una deficiencia crónica que se transforma en una debilidad organizativa. No pocas veces los dirigentes nacionales tienen también que cumplir las tareas de la dirección media. Se puede de cir que siempre se precisan más dirigentes a todo nivel. Seguramente, como ningún otro partido político y como en nin guna otra parte, el POR boliviano ha dedicado y dedica gran parte de sus esfuerzos y recursos a la tarea de elevar el nivel teórico y político de toda la organización, de manera que efectivamente esté a la altura de su programa. El desface existente entre el nivel programático y el de la militancia se debe, como ya se ha apuntado, al tremendo atraso cultural del país. Es este obstáculo objetivo el que debe vencerse. Un dirigente de alto nivel se forma tras un largo y dificultuoso proceso se lectivo, de manera que sólo una pequeñísima minoría es la que postulapara llegar hasta esas alturas. La lucha de clases en Bolivia es por de más despiadada y sangrienta, lo que determina que con frecuencia las fuerzas represivas eliminen físicamente a los cuadros de la más alta dirección, asestando asi golpes irreparables el partido y a la revolución. La desaparición de un dirigente no solo importa la pérdida de un va lioso capital, acumulado a lo largo de los años, sino que es, a: veces una pérdida irreparable. Después de la escisión, el POR se vio obligado, por algún tiempo, a realizar amplia campaña esclarecedora con referencia a las posiciones y conducta de los pablistas. — 312 —
Acertadamente el partido ha establecido la regla de que debe ocuparse únicamente de las fuerzas políticas enemigas que por su peso o sus ideas constituyan un peligro o una amenaza para sus actividades en el seno de las masas. Los pablistas en esos lejanos años contaban aún con alguna militancia y sobre todo con ciertos enclaves en los medios obreros (en la escisión se fueron con la mayor parte de la militancia), lo que obligaba a preocuparse de ellos; por otra parte, reinaba una ine vitable confusión acerca de cuál de los sectores era verdaderamente el POR, confusión aoentuada porque los pablistas se llevaron Lucha Obrero. Ocurría con frecuencia que los excluidos del POR se diesen mo dos, recurriendo a su cinismo, para apropiarse del trabajo de los trots kystas, Con todo, esta campaña duró poco. No bien los pablistas comen zaron a desinflarse, las publicaciones del partido no se preocuparon más de ellos. Su megalomanía y utopismo delirante concluyeron convirt’éndolos en motivo de mofa y en nombre de la clase tuvo el acierto de bau tizarlos con el nombre de cantinflas. Antes de que acabasen como foquistas verbales, la caricatura posadlsta tuvo la ocurrencia de despren derse del original.
En abril de 1962, el Buró Latinoamericano (en su momento la criatura más preciada de Pablo, A.S.) reunió a la llamada “Conferencia extraordinaria de la IV I" con la finalidad de superar su crisis de creci miento. Luis (Posadas) informó sobre el “combate llevado por la ten dencia bolchevique en el seno de la Internacioanl contra el conserva tismo de una parte de los dirigentes precedentes, los intelectuales euro peos del exSI”. Estos no eran otros que los pablistas, a los que tan obse cuente y largamente sirvieron los posadistas rioplatenses. “Los dirigentes intelectuales europeos —continuúa el comunicado de la Conferencia— eran hostiles a la lucha emprendida por el equipo formado en América Latina, bajo la conducta y con las concepciones BLA, para construir verdaderas secciones con un espíritu bolchevique". Los amos y maestros de ayer son calificados de incapaces, de haber abandonado las posiciones marxistas revo'ucionarias de la IV II, de haber“capitulado ante el pacifismo y el humanismo pequeñoburgués”, etc. Seguidamente Pablo, Mandel, Franck y sus seguidores fueron colo cados al margen de la Internacional “posadista" (1).
La gran batalla del POR fue librada contra los gobiernos movimíentístas, lo que le permitió colocarse a la cabeza del ascenso de ma sas. Los altos dirigentes del MNR, como Siles Zuazo, por ejemplo, no pudieron menos que reconocer que la ruina de este partido se debía a la sistemática campaña del trotskysmo. que logró arrancarle a las ma sas que en 1952 le dieron tanta fuerza. Será más exacto decir que el . En los conflictos laborales que siguieron los obreros designaron invariablemente comités de huelga.
Sobre los problemas de la unidad obrera, el congreso adoptó un documento redactado dentro de la línea de La Tesis Sindical.
En las filas del POR crecía la inquietud por el aislamiento en el plano internacional y surgieron ideas acerca de la necesidad de pro el» POR, Op. cit. (2) Op. cit.
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picíar un movimiento trotskysta latinoamericano tido boliviano (1).
alrededor del pai-
El Comité de Huelga, como expresión de la radicalización de las bases sindicalizadas, rápidamente se ha extendido como práctica a los sectores más diversos de la clase obrera y también de los explotados en general. Lo que tiene que recalcarse es que su iniciación tuvo lugar- en tre los mineros y que en su aparición en Bolivia tuvo activa participa ción el Partido Obrero Revolucionario y particularmente su Comité Re gional de Siglo XX. Para los trotskystas que animaron los primeros co mités de huelga se trataba de poner en pie una dirección dinámica y ca paz frente a la poltronería de la burocracia, tan inclinada a entenderse con el oficialismo y a capitular ante él.
Masacre de Huanuni. Problema electoral. XVII y XVIII congresos del POR. El gobierno silista logró controlar al Comando movimientista y a un fuerte núcleo de diligentes sindicales (Bloque Reestructurador) ubicados en el distrito minero de Huanuni, que durante algún tiempo se convirtió en un puesto de control de los pasos que daba el radicalizado núcleo de Siglo XX-Catavi. 'Los silistas constituían una brigada de cho que muy bien armada y que imponía su voluntad despóticamente. Las tendencias obreras opositoras al oficialismo, incluida la lechinista, ac tuaron en un solo frente buscando ganar el control del sindicato de Huanuni a través de la acción de los trabajadores. Se pensaba que de esta manera se llegaría a neutralizar o eliminar al Comando movimien tista, que era una amenaza permanente para la clase obrera. Las ar mas de fuego de Huanuni se encontraban al servicio de la reacción, esto era lo que contaba en definitiva. En las elecciones sindicales del 24 de diciembre de 1959 se impu so la lista del bloque de izquierdas (pacto POR-lechinismo), encabeza da por Quiroz, Saral y Guarayo, contra la fórmula silista timoneada por Zambrana, por 1.300 votos contra 700. Ante este evidente fracaso del oficialismo se esgrimió el argumento ideado por Celestino Gutié rrez, un elemento derechista joven, temerario y aventurero, en sentido de que los 2.000 obreros que no habían sufragado, no importa por qué razones, eran comandistas. Ya se habían producido choque de alguna importancia durante la elección de representantes de sección (los co mandistas controlaban Duncan y Harrison y la oposición Cataricagui, Santa Elena, el mismo pueblo, etc, etc.). Cuando la FSTMB, el 9 de enero de 1960, posesionaba a los ven cedores, sufrió ultrajes de parte del feroz comandista Wilfredo Siñani y de sus seguidores. Las autoridades pudieron neutralizar la reacción (1)
BP del POR. Circular a los Comités Regionales, La Paz. 7 de marzo de 1959,
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obrera contra los provocadores guevaristas (los conmandistas se transfor maron más tarde en militantes del PRA) con el ardid del levantamien to de proceso informativos contra éstos. Lamentablemente la FSTMB no hizo nada positivo para consolidar la victoria de la izquierda, lo que alentó los proyectos comandistas de asaltar la dirección sindical. Entretanto menudearon las fricciones entre obreros y comandistas, que culminan en la agresión a bala del trabajador Molina por Siñani. En respuesta se organizó un comité de huelga y se fue al paro d? labores exigiendo que los comandistas abandonen el distrito. La opera ción fracasó porque las bases no fueron debidamente movilizadas. La prepotencia de los oficialistas llegó a su paroxismo cuando el 22 de ene ro, ciento veinte elementos convocados por los comandistas proclaman a Zambrana y Gutiérrez como dirigentes sindicales. Hay que advertir que el Comando del MNR era un grupo de matones que utilizaba el terrorismo para imponer a los obreros sus decisiones arbitrarias. La izquierda respondió con una multitudinaria manifestación. “Esta manifestación pacífica es recibida con ráfagas de ametralladoras, resultando heridos 5 manifestantes, habiendo muerto uno de ellos más tarde. Es esta masacre la que determina que se movilicen los sindicatos de Siglo XX-Catavi, que ya habían ingresado a la huelga en solidaridad con Huanuni” (1).
Mientras se informaba a los obreros de Siglo XX sobre tales acon tecimientos, los de Huanuni se habían concentrado en el ingenio Santa Elena.
Los mineros de Siglo XX-Catavi. portando armas, decidieron trasladarse a Huanuni en ocho camiones, con la finalidad de realizar una gran manifestación, que debía culminar con la posesión de los dirigen tes que habían triunfado en elecciones democráticas. La columna ver tebral del contingente que se movilizó estaba conformada por militan tes de los partidos marxistas, que, además, eran los únicos que tenían armas. “Los reestructuradores, a pesar de creer firmemente que los mine ros de Siglo XX-Catavi no se atreverían a desafiar su potencialidad bélica, ubicaron sus ametralladoras en puntos estratégicos” (2). A las 16 y 15 del 22 de enero de 1960 aparecieron los camiones re pletos de trabajadores de Siglo XX y cuando se encontraban a la altura de Santa Elena, recibiendo el saludo de sus compañeros de Huanuni, Igs comandistas dispararon contra la multitud, derribando a dos obreros que cayeron al río. Esta advertencia decidió a los mineros a tomar Huanuni por la fuerza. “Bajo un cerrado tiroteo, Siglo XX-Catavi inició la ofensiva (1> G. Lora, T. Agiárre (2) Op. Cít.
, La Masacre de Huanuni, La Paz, 1960.
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hacia la plaza. Se ejecutó una acción envolvente por la zona de Karazapato y la linea férrea. Los mineros se filtraron por las calles adyacentes a ¡a plaza... Los opositores que vivían en Huanuni ayudaron a armarse a los atacantes" (1).
El valor de los mineros de Siglo XX-Catavi se impuso sobre las ar mas de los coman distas que comenzaron a huir. Los trabajadores de Hua nuni, enfurecidos y recordando los ultrajes a que fueron sometidos por los comandistas, buscaron al cabecilla de éstos, Celestino Gutiérrez, le dieron muerte y lo colgaron. Este acto vandálico no fue del agrado de los peristas, que se encontraban comandados por César Lora, éste, afrontan do a la multitud enardecida, obligó a los trabajadores a descolgar al occi so. El Presidente Hernán Siles, que sabia perfectamente que perdía una de sus plazas fuertes y a uno de sus seguidores más bravos y diná micos, se trasladó rápidamente a Huanuni buscando imponer -como dijo- un clima de paz. No bien ingresó a la población fue ultrajado por los trabajadores, que se reían de sus ocurrencias y le arrojaban coca masticada al rostro, como muestra del desprecio que les despertaba.
Los militantes peristas intervinieron en esta acción armada de manera consciente, sabían que, en ese momento, no había otro camino para aplastar y expulsar del distrito minero de Huanuni a los coman distas y que la victoria sobre ellos no haría más que alentar la moviliza ción revolucionaria de las masas. Los trotskystas perdieron en la bata lla a tres de sus camaradas de Siglo XX: Alberto Mora (de la sección Beza de la mina), Hugo Butrón (sección Azul), Filiberto Balderrama (sección Siglo XX),
Como era ya norma, el Gobierno pretendió deformar los verdade ros alcances de la lucha librada en Huanuni. El POR, siguiendo su tra dición, asumió públicamente la responsabilidad que le correspondía en la toma de Huanuni: “Los militantes del POR han tenido activa parti cipación en la lucha contra los comandos “reestrusturadores"... Pode mos ya señalar que la actitud de Siglo XX-Catavi y de los sectores revo lucionarios de Huanuni, se inspiró en la necesidad de prevenir una in minente y descomunal masacre planeada por los reéstructuradores’’ (2). Una síntesis de los sucesos fue publicada en el 106 de Masas. El XVII congreso del POR fue convocado para el 27 de febrero de 1960 en la ciudad de La Paz. Una circular habla del carácter urgente que tenia la reunión (3) debido a los acontecimientos del Huanuni y a la proximidad de las elecciones presidenciales. (1) Op. cit. (2) Los sucesos de Huanuni y el POR, La Paz, 25 de enero de 1960. (3) BP del POR, Circular a los OCRE La Paz, 25 de enero de 1960
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De acuerdo al primer punto del temario se pasó revista al pano rama político, que continuaba dominado por el ascenso de masas, por la creciente influencia del trotskysmo y por la acentuación de la repul sa de los explotados a la política derechista del gobierno del MNR. Se apuntó que habían buenas condiciones para el crecimiento de la orga nización siempre que no se cometiesen gruesos errores. Se aprobaron la conducta del Partido en la toma de Huanuni y s los análisis realizados por la dirección.
En el problema electoral se ratificaron la táctica adoptada por el congreso anterior y el documento que fuera aprobado por el Pleno del CC realizado en Sucre y que se refiere la pronóstico de lo que sería el gobierno Paz-Lechín (fórmula que había sido proclamada por el MNR). Volvió a ser actualizado el problema de la inscripción del POR en la Corte Electoral y nuevamente con resultado adverso. El congreso de cidió que el Primero de Mayo se reuniese el Pleno del CC para ultimar detalles sobre la cuestión electoral, aunque también se tocaron proble mas sindicales de Siglo XX y de Potosí y algunos aspectos organizativos.
Se recordó a la milítancia que cualquier decisión adversa de la Corte Electoral no debía incidir en el aflojamiento de la campaña elec toral. El POR encontrándose ‘legalmente” marginado del juego electo ral, supo encontrar los medios para realizar una importante labor propa gandística, que le permitió arrinconar a los pablistas, que públicamente aparecían como sus competidores. Lo correcto era aprovechar al máxi mo el período electoral. El congreso y el Pleno del CC indicaron los nombres de los candi datos poristas.
Las elecciones tuvieron lugar’ en el mes de junio de 1960. El POR destacó piquetes de militantes a ios distritos electorales y a los centros de trabajo para hacer propaganda y explicar el sentido que tenia la pape leta de voto emitida por el Partido al margen de la Corte. En La Paz y otras ciudades se colocaron descomunales afiches que buscaban sinteti zar gráficamente la esencia del programa porista. En el proceso del es crutinio, los sufragios emitidos en favor del trotskysmo volvieron a per derse en medio de las cifras de los nulos y blancos. Excepcionalmente, en algunos distritos del Norte de Potosí, el POR, como fracción Lora, apa reció ocupando el segundo lugar, después del oficialista MNR. El XVII congreso conoció la preocupación que renaba en los medios sindicales por la propaganda oficialista que buscaba descargar todo el peso del desbarajuste económico y administrativo de Comibol so bre los hombros de los trabajadores. Dos problemas ensombrecían la si tuación de las minas nacionalizadas; la caída vertical de los índices de
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producción y la alarmante elevación de los costos. La cuestión tenia, ni duda cabe, contornos técnicos, pero su esencia era política. El MNR, des de el poder, había demostrado una total incapacidad para superar las dificultades propias de la industria extractiva. No creó nuevos métodos de explotación ni de organización; se limitó a consumir las reservas deja das por la gran minería y a amontonar a las empresas tal como las en contró.
Con referencia a 1952 53, había variado totalmente la actitud de los trabajadores frente a los problemas de Comibol. Durante la época en que fue dictada la nacionalización de las minas, los trabajadores, que entonces se identificaban con el gobierno, se esforzaban por aumentar la producción, por cuidar los bienes de la empresa, por vencer ellos mismos todos los obstáculos (se daban modos, por ejemplo, para subsanar la fal ta de materiales y de repuestos); se puede decir que toda su experiencia acumulada a través de los años y su enorme capacidad creadora estaban puestas al servicio de la nacionalización. De la misma manera que el obrero creía que el gobierno movimientista era su propio gobierno, tam bién estaba seguro que las minas eran suyas. Cuando comenzó a operarse la diferenciación política, el gobierno y la administración de las minas pasaron a ser considerados como explo tadores de los obreros mal pagados y que ya nada tenían en común con el régimen imperante. Desde ese momento el único incentivo capaz de lograr el aumento de la producción era el incentivo material, el aumen to de salarios, de los precios de contrato, etc. El congreso porista recomendó al CR de Siglo XX esbozar una res puesta a la propaganda antiobrera del movimientismo. Se esperaba—y así ocurrió— que los trabajadores politizados podrían ventajosamente de sentrañar los secretos de la producción y de la administración de Comi bol. Se partió del antecedente de que César Lora había logrado poner en claro muchos de los secretos de la administración dejada por la gran minería (secretos que servían para evitar las pérdidas, descargándolas sobre los obreros). De una manera excepcional, esta vez se pudo realizar un buen tra bajo en equipo entre el Secretario General del Partido y el CRi de Siglo XX. Las coclusiones sirvieron para fundamentar la campaña porista de entonces y del futuro, alrededor de la exigencia de una administración eficaz para Comibol y del establecimiento del control obrero colectivo Estos objetivos estaban subordinados a la estrategia de la revolución pro letaria. La verdadera solución de los problemas de Comibol sólo podían darla —y la darán— los proletarios desde el poder. Sorprendió a todos que los obreros poristas hubiesen dado una respuesta profunda a los problemas técnicos de las minas. En la prime ra mitad de 1960, la cúspide de la minería nacionalizada formuló su lla mado plan “técnico de reordenamiento” de la empresa. En el mes de ju
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lio se reunió una conferencia de la FSTMB para analizar tal propuesta, ta misma que fue rechazada y acremente impugnada. Los trabajadores invitaron a técnicos y políticos a pronunciar ante los mineros sobre los problemas planetados. Respondiendo a esa invitación, Escobar se limitó a exponer las indicaciones y análisis hechos por los militantes del CR de Siglo XX. Coincidiendo con los trabajadores, indicó que "la construcción y ampliación de ingenios, la construcción de socavones, la construcción de tal o cual usina eléctrica, son simplemente una serie de remiendos a una vieja técnica ya caduca. Construir’ una Sink and Float al lado de otra ya existente, importa simplemente tratar' un mayor volumen da mineral de ley ya conocida” (1). Los concurrentes a la Conferencia Mi nera señalaron acertadamente que detrás de algunas nimedades “técni cas” se ocultaban las verdaderas intenciones de Comibol: despido de obreros, descongelamiento de los precios de pulpería, etc. Todos los invitados hablaron de las bondades de ciertas medidas técnicas, pero únicamente el POR analizó la relación existe entre la técnica y la clase obrera. Comibol y el gobierno movimientista partían del supuesto de que los obreros carecían de capacidad para opinar en cuestiones técnicas, por eso, además de las presiones del imperialismo y de la reacción, el control obrero individual fue marginado. Sin embargo, en 1960 la empresa estatizada consultó a los trabajadores sobre las bondades de su plan, claro que lo hizo buscando el apoyo de éstos para poder salir de sus dificultades. Se había operado un giro de 18°: se les pedía su opinión sobre detalles técnicos. En la historia de la revo lución industrial menudean los casos de obreros inventores de máqui nas, etc. En esa época se sacó la conclusión de estos acontecimientos: es taba reconocida la capacidad de la clase obrera para intervenir en la dirección técnica de las minas; le correspondía, pues, luchar porque esto se efectivice. La campaña propagandística del POR girará en el futuro sobre este tema. Pero, en verdad, no se trata de que los obreros hagan la labor de los ingenieros; la cuestión es mucho más importante, la asexuada téc nica debía subordinarse a la política del proletariado, esto si se quería la solución de los grandes problemas del país: "No es suficiente que los buenos técnicos tengan sensibilidad so cial, es necesario que la técnica esté subordinada al interés de la clase obrera, no al interes del imperialismo ni al interés de la reacción enca ramada en el palacio de gobierno, no al interés de los saboteadores de la revolución. Que los buenos ingenieros no sean enemigos de los obre ros y que... los buenos técnicos tengan también una responsabilidad ante la clase obrera. En las minas nacionalizadas se han cometido ver daderos crímenes” (2). (1) La técnica y los obreros (conferencia ante los trabajadores), Catavi, 22 de junio de HHM. (2) Op. cit.
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El plan de Comibol y el pedido de la venia obrera para ejecutarlo, demostraban que el MNR había fracasado en la conducción técnica de las minas y que correspondía a los trabajadores ocupar su lugar. Correspondió al Partido adelantarse en mucho a lo que más tar de señalaron los especialistas como respuesta técnica a los problemas de Combiol. En Siglo XX y Catavi se dijo ante los trabajadores que lo que correspondía era construir nuevos ingenios, con una técnica que permitiese tratar minerales con menos de 0,80% de estaño, por que así lo imponía la naturaleza de los filones en explotación: “Nuestros ingenios Sink and Float (herencia de la gran minería, A. S.), los más modernos, únicamente pueden tratar minerales desde 0.80%. de ley. Si partimos de esta base, las minas tienen corta vida (pa ra Catavi Comibol calculó 6 años, A.S). Nosotros no podemos permitir que el país se hunda con el agotamiento de las reservas de minerales de 0.80% de ley. Tenemos que salvar a la minería boliviana que es la vida misma del país y para salvarla tenemos que dar la única respuesta que aconsejan la técnica y la ciencia: en BoÚvia tienen que construirse in genios capaces de tratar minerales de 0.50 y 0.80% de ley. La respuesta general de la clase obrera a las pretensiones de Comibol es, pues, adaptar los ingenios para recuperar minerales de ley más baja... La cíase obre ra debe estar armada para responder mina por mina, sobre cómo sal var la economía del país y sobre cómo salvar la economía de los traba jadores” (1). Era absurda la tarea de trasladar más carga de los socavo nes a los desmontes, pasando por los deficientes ingenios; se trataba (y sigue siendo ese el problema) de una mayor recuperación de estaño, que podía redundar en la disminución de los costos de producción. Los trotskystas salieron a la palestra, una y otra vez, en defensa de la minería y no se cansaron de denunciar al mala dirección técnica impresa por los gobiernos movimientistas. En 1962, con la firma de Isaac Camacho y Gárnica, fueron desenmascaradas las verdaderas cau sas del proyecto de paralización de la sección Block-Cavíng D-3 de Si glo XX: “... los trabajos del Block 3-D se iniciaron sobre la base de los ‘brillantes’... informes del ingeniero Susisky y que estimaba la exis tencia de 2.952.024 toneladas cúbicas de carga, con un promedio de ley de 0.73%... Estas cifras justificaron la inversión de enormes recursos de Comibol en la preparación de dicho Block. “¿Quién y quiénes son los responsables de una astronómica in versión en un proyecto que sólo a medias” ha podido ser explotado? Hasta ahora del Block 3-D se ha extraído únicamente el 50% de la carga calculada inicialmente...” (2), (1) Respuesta obrera al Plan de Comibol (conferencia en Sigo XX), Siglo XX 22 de Junio de 1960 (2) I Camacho, Garniel. Están destruyendo las minas en Masas N' 19?, Le Paz, 8 de Julio de 1962.
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. ver Masas, Ng 307, La Paz. 27 de noviembre de 1965. 13» C. Landívar, Recuerdos de C. Lora. J.C. Aguijar, I, Camacho, en Documentos N° 40, enero de 1976.
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Pagó su tributo —era un hombre de carne y hueso y no un pre destinado venido de un otro mundo- al período de confusión ideoló gica y política por la que atravesó el proletariado. En contacto con los activistas sindicales del MNR, magníficos luchadores pero que no distinguían las diferencias existentes entre trotskysmo y nacionalis mo, se inclinó hacia la lucha, más que hacia las posiciones, que desa rrollaban estos elementos.
Encontrándose castigado en Curahuara de Carangas, cuando hacía el servicio militar, se rebeló contra el comando de su regimiento juntamente con el movimientista Fellman Velarde y otros, habiendo si do sometido a proceso criminal y encarcelado en el Panóptico de La Paz.
Cuando estuvo en la cárcel tuvo nuevo y estrecho contacto con su hermano, quien le proporcionó material de lectura y le ayudó a de finirse como porista, que lo era ya cuando volvió a Siglo XX para tra bajar en el interior de la mina. César Lora ha sido el militante obrero que más altura política ha logrado alcanzar’, sin embargo, no pudo elevarse hasta el manejo permanente de los elementos teóricos. Tal fue su limitación principal. Era un magnífico propagandista y agitador, demostró cualidades extra ordinarias para aglutinar alrededor suyo a los trabajadores, pero no era un buen organizador.
En julio de 1965, César Lora e Isaac Camacho habían logrado poner en pie el sindicato clandestino de la Unificada de Potosí. De aquí partieron con dirección a Siglo XX, pasando por Sucre, para conectarse con el CR de esa ciudad y pensando qu£ esta vía era la más segura. De bían concurrir a una reunión próxima de los mineros. Isaac Camacho cuenta cómo ocurrió el asesinato:
"El 26 de julio partimos de la ciudad de Suci e... y supimos que agentes de la DIC nos buscaban en esa ciudad... Cuando pasábamos por el valle de Huañuma nos reconoció un tal Eduardo Mendoza y fue éste el que dió la voz de alarma a los elementos oficialistas... El 29 de julio llegamos a las proximidades de Sacana..., en la confluencia de los ríos Toracarí y Ventilla chocamos con un piquete de civiles que esta ba al mando de Próspero Rojas, Eduardo Mendoza y otro a quien lla maban Osio... Una vez apresados estábamos siendo conducidos a San Pedro, pero en el camino, a pocos metros del mencionado cruce de ríos, comenzaron a golpear bestialmente a César Lora. Cuando yo forcejeaba para libertarme escuché un disparo de revólver. No bien volteé la cabe za vi a César Lora en el suelo con la cabeza que le sangraba, casi in mediatamente murió” (1). (1) Alberto Saénz, Asi asesinaron a César Lora, La Paz, 1966,
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El Secretario General del POR abandonó la clandestinidad para acusar a los generales Barrientes y Ovando como autores del alevoso crimen. El capitán Zacarías Plaza (que más tarde apareció asesinado en Oruro), se había encargado de tender toda una red de gente aleccio nada en el Norte de Potosí por donde hay que pasar para llegar hasta Siglo XX, a fin de poder atrapar a los dirigentes poristas. Hubo necesidad de librar- toda una larga batalla para conseguir que los restos de César Lora, ejemplar revolucionario caído* en el puesto de combate, fuesen llevados a Siglo XX.
“Cuando llegó el ataúd de César Lora, la población toda del dis trito se concenti'ó para llorar a sus pies, las gentes humildes desafían las represalias de las autoridades para cumplir un deber con el caudillo: rendirle su postrer tributo. Los mineros, hieráticos bajo sus guardatojos, montaron guardia día y noche. De tarde en tarde llegaban, quién sabe desde qué lejanías, grupos de campesinos con ponchos negros, que, después de acuclillarse en cualquier rincón y beber el alcohol que ellos mismos traían y rociar el local del velorio, partían tan misteriosa mente como habían llegado. Así, misteriosamente, cuantas veces se habrán reunido con César Lora para conspirar” (1).
Una compacta multitud de más de quince mil personas llevó en hombros el cadáver del revolucionario hasta el cementerio de Llallagua. que se levanta sobre un femporio de estaño y sobre la sangre de cientos de luchadores caídos en las batallas, en las masacres y en los asesina tos. La larga, electrizada, y amenazante columna, repto lentamente midiendo los pasos, con los músculos tensos, los puños crispados, a lo largo de los campamentos cuando una gran vuelta para ingresar a Lla llagua, en cuya plaza, frente a la policía, hablaron los dirigentes poris tas y sindicales con verbo encendido, señalando el camino de la revolu ción, como tantas veces lo hiciera César- Lora. Las tropas gubernamen tales tuvieron el tino de permaneqer en sus cuarteles, en estado de apronte cansándose de contar las detonaciones de los cartuchos de dina mita. Un minero era enterrado por otros mineros. El POR entregó los restos de César Lora a los obreros de Siglo XX, que habían sido sus compañeros en su larga lucha, como muestra de que se identifica totalmente con la clase obrera y particularmente con los mineros.
En los discursos de adiós, en artículos de la prensa trotskysta. se dijo que el POR, que ios trabajadores, vengarían al camarada caído, que sabrían castigar* a los asesinos. Algunos han interpretado estas adverten cias como un brote de desesperación o como la confesión de que se había resuelto recurrir al terrorismo. Nada de esto. Se trataba de una posición debidamente meditada: la clase obrera con su victoriosa revolución, en la que el POR jugará un rol decisivo, vengará a su líder caído en la batalla. (1) Op. cit.
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Julio C. Aguilar, nacido en Oruro, era un auténtico obrero, un linógrafo que llegó al POR impresionado por la lucha que éste libraba contra los regímenes movimientistas y trayendo alguna experiencia sin dical. Radicado en Cochabamba, rápidamente se colocó en uno de los primeros lugares dentro del CR de esa ciudad.
Encontrándose cesante, viajó a su ciudad natal con la finalidad de conectarse con los trotskystas de las minas. En efecto, tuvo conversa ciones con César Lora y Camacho y acordó con ellos retornar a Cochabamba para impulsar la creación de sindicatos clandestinos y motorizar las actividades del CR del POR. Es de presumir que Aguilar comunico sus planes, por lo menos los sindicales y acaso también sus vinculaciones con los mineros poristas, a algunos compañeros de su gremio, porque la policía no tardó en controlar sus movimientos. El 31 de julio, dos días después de que fuera asesinado César Lora, fue secuestrado por la policía y desapareció para siempre. De nada va lieron las reclamaciones y protestas del POR y de diversas organizaciones obreras.
Masas sostuvo que seguramente los victimadores de los trotskystas se ciñeron la vieja orden de acabar físicamente con los dirigentes peris tas. “Lo ocurrido con Aguilar viene a demostrar que la orden seguía to davía en pie en julio de 1965“ (1). Isaac Camacho nació en Llallagua, donde todavía vive su madre, y pasó gran parte de su vida como si fuera hijo de la clase obrera, ob servando su martirio, su rebeldía, sus victorias y sus derrotas. Tuvo su época de estudiante en un colegio particular de La Paz y de desordenada bohemia, que es cuando comenzó a conectarse con el POR, aunque esa vez sólo por breve tiempo. Este era su pasado.
Un poco más tarde aparece en Siglo XX y toma dos decisiones que modificarían profundamente el sentido de su vida: ingresar' al POR, llevar una militancia disciplinada, y trabajar en el interior de la mina, en la más temible de sus secciones, la Block-Caving (verdadero cemen terio de hombres todavía agonizantes), a fin de soldarse ideológica y físicamente con el proletariado. Esta actitud que puede considerarse un sacrificio, le permitió realizarse como revolucionario. Desde este mo mento se convirtió en el amigo, camarada y casi hermano de César, le acompañará invariablemente en todas sus actividades. No poseía el talento natural de su amigo, pero si una firme volun tar, una admirable valentía y mucha habilidad como organizador. Sa bia hacerse apreciar con los trabajadores y supo dar de sí lo mejor a la causa revolucionaria. (1) Op dt.
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Sobrevivió dos años a César Lora, que fueron dos años de lucha, de martirologio y de sañuda persecución por parte del gorilismo y de la CIA; era el testigo acusador del asesinato de aquel, en esta medida estaba condenado a pagar con su vida su vertical adhesión a su memoria
Casi todo el lapso que media entre 1965 y 1967 transcurrió para él como vida clandestina, confinamientos y cárcel. Sin embargo de éstos, su po llenar el vacio dejado por César Lora, continuó orientando a los mine ros, quienes .en todo momento le reiteraron su confianza. Vivió y luchó en la masacre de San Juan de 1967. La policía le seguía de cerca porque suponía que era el poseedor del secreto del lugar donde se encontraban ocultas las armas de los trotskystas.
Apresado en julio de 1967, después del baño de sangre del 24 de junio, según informó una pequeña notícula de la prensa, fue bestial mente torturado, llevado de una prisión a otra (alguien leyó una inscrip ción que puso en una celda de la policía de Pura Pura, La Paz, segura mente para dejar la huella de sus desplazamientos, presintiendo lo que le esperaba); se lo interrogaba sobre los depósitos de armas y la red de cartuchos trotskystas. El Ministro de Gobierno Antonio Arguedas, un enfermo mental con ambiciones de caudillo político y que siempre cultivó un enfermizo odio a los trotskystas, informó que Issac Camacho fue desterrado a la Argentina. Investigaciones posteriores hechas por el Partido Obrero Re volucionario han llevado a la conclusión de que se trataba de una sim ple coartada para encubrir el asesinato perpetrado en una prisión es pecial que tenía el ministerio de Gobierno. Uno de los asesinos de Cama cho es el- famoso agente doble Antonio Arguedas. El IV Congreso de la COB y la Asamblea popular declararon már tires del proletariado boliviano a César Lora, Camacho y J.C, Aguilar. ¡Qué caro tuvo que pagar el POR su adhesión al proletariado, su coraje de haber permanecido, en la persona de sus mejores cuadros, den tro del país, junto a los trabajadores, para encabezar la lucha contra el gorilismo! Las filas trotskystas fueron diezmadas, muchos de los militantes se vieron arrojados a la cárcel y otros a la desocupación. Constituyó una dura prueba para la organización y determinados elementos concluye ron quebrados. Ei asesinato de los dirigentes César Lora e Isaac Cama cho constituyó una descomunal pérdida, el partido todo se vió debilita do, y el vacío dejado por eilos no ha podido ser llenado hasta ahora.
Reunión de Dirigentes del POR. EL
CODEP.
El 15 de agosto de 1965 tuvo lugar la primera reunión de dirigen tes del POR (podría considerarse un ampliado del Comité 'Central) des— 402 —
pues del asesinato de César Lora, sus acuerdos normaron la actividad de la organización durante gran parte de la lucha contra el gorilismo. Fue adoptada una plataforma de lucha que permitió el trabajo coordi nado de los trotskystas en el seno de las masas. El partido se encontraba empeñado en la lucha por recobrar el cadáver de César Lora que había sido secuestrado por las autoridades en previsión de disturbios que podían promoverse con motivo de su sepe lio. Esta arbitrariedad de las autoridades, dió lugar a una amplísima propaganda por parte del partido. La reunión comenzó rindiendo cálido homenaje al camarada ase sinado y se recomendó continuar "con la campaña encaminada a lograr el rescate de sus restos para que sean trasladados a Siglo XX; tampoco debe abandonarse la lucha por la conquista de las garantías necesarias que permitan al partido intervenir directa y activamente en el total esclarecimiento de tan cobarde y monstruoso crimen. Toda la mllitancia porista ha hecho suya la consigna de ‘¡César Lora será vengado!’. Demás está decir que el gorilismo no permitió tal esclarecimiento y esto por razones obvias”.
Por unanimidad se acordó entregar a los trabajadores y a las ma sas en general los objetivos principales por los cuales ofrendó su vida Cé sar Lora y que se conocen con el nombre de su testamento: “1. Reposición de los salarios y sueldos que estuvieron en vigencia hasta mayo último (1965).
“2. Reposición de la escala de precios de contratos y de todos los bonos que fueron establecidos antes de mayo. "3. Suspensión de la rebaja de cupos de pulpería y abastecimiento de los almacenes. ‘‘4. Restitución a sus trabajos de todos los obreros despedidos des pués de mayo. “5. Irrestricta libertad sindical... Respeto al fuero sindical... Derecho de los trabajadores de abrazar la ideología que crean conveniente. "Retiro de los efectivos militares y de carabineros de los centros de trabajo. “7. Garantías para la FSTMB y los sindicatos, a fin de que cum plan libremente sus funciones.
"8. Devolución de los bienes decomisados a las organizaciones obreros. Indemnización a los deudos de los trabajadores que han falle cido en el transcurso de la huelga general” (1). (1) Conclusiones de la reunión de dirigentes dej POR, La Paz, 15 de agosto de 1965.
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Superado el breve período en. el que se intentó controlar a las masas mediante posturas democratizantes, se inició la brutal arreme tida contra el pueblo boliviano, lo que venía a confirmar la tesis porista de que las tendencias derechistas del MNR al acentuarse se transforma ban en métodos fascistas de gobierno.
“El POR cree que cumple con un elemental deber de honestidad revolucionaria al alertar a todo el país acerca del apresurado avance del fascismo en el poder. Para complacer a las exigencias del imperialis mo, la Junta Militar ha destruido físicamente a las organizaciones obre ras y populares y ha demostrado que está dispuesta a eliminar a los dirigentes revolucionarios inflexibles. “Se ha procedido a la disminución de las remuneraciones..., con la finalidad de disminuir los costos de producción y crear buenas con diciones para la explotación imperialista del país’’ (1).
Las características de la lucha contra el gorilismo e:n ese momen to fueron señaladas de la siguiente manera: “La lucha contra el avance del fascismo tiene que formularse conu la lucha nacional (esto porque sus objetivos generales no interesan a una determinada clase social únicamente) por la defensa de las garan tías democráticas. Desde el Palacio quemado se ha delineado una política inconfundiblemente totalitaria: todo el que discrepa con la Junta Mili tar debe ser erradicado del país... Está tesis, por demasiado monstruosa, no merece ser discutida, corresponde rechazarla simplemente... El régi men militar ha destruido, de un solo brochazo, todas las garantías de mocráticas consagradas por la Constitución... No puede haber la me nor duda de que la población toda debe unirse, sin mostrar la menor fisura, para defender, en cada caso concreto, todo atropello a los dere chos incluidos en las leyes... Toda vez que se moviliza el ejército, para solucionar el más pequeño conflicto social, quiere decir que se busca aplacar' el descontento a bala. Es contra estos métodos cavernarios que tenemos que batallar si queremos que quede a salvo nuestra misma, li bertad individual. “La lucha contra la Junta Militar es... la lucha con tra el mismo imperialismo norteamericano... La acentuación del con trol de al William Harvry sobre la Comí bol; la entrega de las colas a los yanquis; la búsqueda desesperada de empresas extranjeras para que se hagan cargo de Matilde y el Mutún, etc., están demostrando que se tiene decidido desnacionalizar las minas. Este punto, junto al progra ma de imponer a bala la paz social y política, son exigencias del impe rialismo. “El pueblo todo resiste a las medidas antipopulares y antinacio nales del gobierno, pero lo hace de una manera desorganizada e instin(í)
Op. cit.
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tiva... La tarea más urgente consiste, precisamente, en dar forma or ganizada y política al descontento de la población, incluidos los cam pesinos. “Se puede hablar de un elemental frente único; pero no signifi ca que el partido olvide su propia estrategia. El proceso de la revolución y la conciencia de las masas ha madurado en la escuela de las traiciones cometidas por los partidos no obreros. La quiebra del MNR en el poder ha obligado a los bolivianos a radicalizarse hacia la izquierda. Los tra bajadoras cuando salen a las calles lo hacen con la certeza de que están peleando por sus propios intereses y porque su voluntad es ya no servir de escalera a nadie.
“La victoria del movimiento revolucionario, timoneado en la práctica por la clase obrera, no debe significar el retorno al pasado bo chornoso y lleno de capitulaciones. Ni la derecha rosquera ni el MNR tienen nada ya que ofrecer al pueblo... La salida al problema político tiene que ser la estructuración del gobierno propio de los bolivianos, d ' los obreros y de los campesinos. “Los poristas llamamos a todos los oprimidos, a todos los perse guidos y a todos los patriotas, a formar un solo frente para luchar baio el programa esbozado más arriba. Creemos que únicamente siguiendo este camino podremos derrotar a la barbarie fascista de los generales, de los instrumentos de la antipatria y del imperialismo. “La ilusión electoralista puede servir para distraer a los ilusos. La realidad es que los bolivianos hemos sido colocados ante la... lucha contra un poderoso ejército... Lo que está ocurriendo en las minas, donde los obreros se limitan a pedir que no se los mate de hambre y no se les cercene las conquistas sociales, nos demuestra que la situación política está evolucionando rápidamente hacia un enfrentamiento en tre el país y los generales, enfrentamiento que se solucionará no con ayuda de la papeleta electoral, sino con las armas en la mano” (1). El gorilismo decidió recurrir a las urnas para “legalizar” su dic tadura. Nunca las acciones tuvieron un cífrácter tan acentuando de farsa. El Estatuto Electoral fue acomodado a las necesidades de los generales en 1965. La campaña electoral, bastante ruidosa estuvo destinada a de sinflar a la creciente oposición con el señuelo de la constitucionalización. Masas expresó de la siguiente manera la opinión del POR en reiterada'1, ofertas de elecciones:
“Al demonio con los ofrecimientos de elecciones.— Todos los días leemos con una sonrisa las ofertas que hacen los masacrador-'s de IhiÍD Op cit.
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mar a elecciones y de dictar una amplia y generosa amnistía, siempre que los bolivianos nos portemos bien y hasta demos vivas a la bestia bicéfala... Cada día la fecha de las elecciones es postergada de 15 en 15 días. Esta burda maniobra busca ocultar la pugna en que están empeña dos los dos generales, pues ambos sueñan con perpetuarse en el poder... “La papeleta electoral no resolverá nuestros problemas y menos nos permitirá libertamos de los verdugos fascistas. Para los bolivianos no queda más que el camino insurreccional. Por eso podemos decir que va yan al diablo las promesas de constitucionalización. Un obrero respondió a las ofertas electorales con una frase gráfica y elocuente: ’yo me hago pis en las promesas de los generales’. Ahora Ovando sostiene que habrán elecciones si los mineros no molestan. Este chantaje debe ser rechaza do. Hay que luchar tenazmente contra los generales sin acordarnos de elecciones. Es explicable que los social cristianos se hagan eco de tales promesas, pero no los revolucionarios” (1).
El POR. como miembro del CODEP, hizo una gigantesca campa ña en favor de la abstención en las elecciones de 1966. El objetivo era el de dejar totalmente aislado al gorilismo, pero no se lo pudo materializar porque partidos de diferente matiz, incluyendo a algunos izquierdistas,, se prestaron al juego del oficialismo . Finalmente, la reunión de dirigentes peristas hizo un llamado a los trotskystas que andaban sueltos o que se encontraban decepciona dos de las absurdas posiciones del nablismo; “El POR se ha fortalecido enormemente en la lucha clandestina, pero nos parece absurdo no abrir las puertas de nuestra organización a todos los elementos que sincera mente deseen luchar por el programa revolucionario” (2).
Este llamado significaba que algunos elementos que hubiesen evolucionado hacia las posiciones del POR podían ingresar individual mente a su seno, pero es claro que no suponía un acuerdo o fusión con la organización pablista. como ésta interpretó dicha declaración. Dentro de la línea indicada más arriba, el POR ingresó al Conse jo Democrático del Pueblo1 que fue, hasta ese momento, la mayor expe riencia frentista de las fuerzas de izquierda. El Manifiesto inaugural del CODEP lleva como fecha el 31 def diciembre de 1965. El CODEP estaba confonmado por el PRIN, el MNR (sector de izquierda dirigido por Alderete), el POR, el PCB pekinés, el grupo Espar taco y también pudo filtrarse e] grupo posadista, que se hacía llamar PORT-IV I.1 2 (1) Masas. ÍP 307, La Paz. 27 de noviembre de 1965. (2) Conclusiones de la reunión de dirigentes del POR, La Paz, 15 de agosto de 1965.
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Este frente se organizó para aunar esfuerzos y luchar "contra la opresión militar y con el propósito de conseguir el ejercicio pleno de la democracia...” (1). Este documento muestra una fuerte influencia de los stalinistar pekineses y del nacionalismo, pues propugna “la constitución de un go bierno democrático, nacionalista y popular de los bolivianos y para los bolivianos”. Desde sus inicios el CODEP salió en defensa de las conquistas sociales anuladas por el gorilismo. La táctica del POR dentro del CODEP fue la siguiente: 1) Bata llar porque también fuese incluido el PCB moscovita, a fin de evitar la aparición de otro pequeño frente distraccionista y que podría evitar se cumpla la finalidad de presentar un poderoso frente capaz de imponer al gobierno el respeto de las garantías democráticas; 2) lograr influencia decisiva dentro del frente, lo que se afianzó trabajando en coordinación con los delegados del PRTN y de Espartaco. Los documentos y actitudes posteriores del CODEP mostraron la gran influencia trotskysta que había en su seno.
Se organizaron filiales del CODEP en las universidades, en las ciudades y también en los centros mineros. En Siglo XX estuvo prácti camente dirigido por I. Camacho. En Cochabamba, para citar sólo un ejemplo, las actividades del CODEP impulsaron a los militantes poristas a ajustar la organización partidista (2). El CODEP acordó debutar con un mitin público a realizarse en un cine de la Calle Comercio de la ciudad de La Paz. El solo anuncio de la constitución del frente inquietó a las autoridades, que resolvieron aplastarlo antes de que cobras? fuerza.
La gente que fue convocada al mitin y los dirigentes del CODEP se encontraron con las puertas cerradas del cine, en las que se había colocado un letrero que decía "clausurado”. Fue necesario concentrar a la gente en la Plaza Pérez Velasco, en las graderías de la calle Pichin cha, desde donde hablaron numerosos oradores.
El CODEP sólo tenía sentido si ganaba las calles si se convertí'1 rápidamente en la dirección reconocida de las masas, si lograba movi lizar a éstas. Buscando tal finalidad organizó actos de masas en las C' lies, pese a que recién consolidaba su estructura Interna y carecía recursos (sus reuniones se realizaban en un pequeño local facilitado por una organización gremial y se encontraba ubicado en la calle Chuquisaca). ÍD Manifiesto del CODEP. La Paz. 31 de diciembre de 1966. (2) Masas, N? 320, La Paz, 9 de Junio de 1966.
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El 9 de abril de 1966 realizó una de sus más grandes concentra ciones y desfiles, esto cuando el gorilismo actuaba como si fuera here dero de la “revolución nacional”. El CODEP se propuso convencer a las masas que eran ellas (y el CODEP como su dirección) la encarnación del proceso revolucionario abierto con su victoria «n las calles en 1952, y que, por tanto, les correspondía imponer una salida revolucionaria a la situación política imperante. La gente se concentró en la calle Tumusla, Garita de Lima y ca lles adyacentes. De esa altura se descolgó la manifestación portando pancartas, entonando estribillos y distribuyendo panfletos. Se había acordado realizar la manifestación sin oradores. Las consignas eran marcadamente antigorilas y antiimperialistas. Cuando la columna re corría la avenida Santa Cruz, una de las principales y más céntricas de la ciudad, y se estaba aproximando al edificio de la Comibol, fue di suelta con ráfagas de ametralladoras. El ministro Arguedas en persona dirigía un piquete armado que se había apostado en la esquina del Club de La Paz.
Estas severas medidas represivas descargadas sobre el naciente frente no hicieron más que potenciarlo, la opinión pública comenzó a dirigir su mirada hacía él.
El PCB moscovita se resistió a ingresar’ al CODEP con el argumen to fundamental de que hacerlo significaría para él reconocer a los po li ineses como partido y de que desde fuera tenía muchas ventajas para aplastarlos políticamente. Esta circunstancia se convirtió en uno de los factores que conspiró contra el éxito de CODEP. Los moscovitas in mediatamente, no sabemos si de acuerdo o no con su ex-militante Argue das, que siempre tuvo alrededor suyo a los stalinistas, sacaron de la manga de su chaqueta un frente de izquierda con el nombre de FLIN, que solamente-existía como sigla y en servicio directo del PCE. La con fusión se apoderó de las masas, que tenían ante sí a dos frentes que se llamaban igualmente de izquierda, que se reclamaban de la clase obre ra y que decían luchar por los objetivos de la revolución. El CODEP re sultó debilitado, fue desviada la avalancha de las masas que marcha ban a su seno. La carta más importante que jugó el CODEP y que resultó deci siva para su porvenir, fue la abstención en las elecciones barrícntistas de julio de 1966. El objetivo era por demás ambicioso: derrotar a Barrientos mediante el alejamiento de la farsa electoral de los partidos de iz quierda, d» los nacionalistas y hasta de los simplemente demócratas co mo los democristianos. La campaña en todo el país fue dejada en manos de los partidos integrantes del frente.
En lo que se refiere al POR, éste se empleó a fondo y desarrolló una descomunal propaganda que bien puede sintetizarse en su famoso afiche representando la bestia bicéfala, aplastando al pueblo y pugnan — 408 —
do por perpetuarse en el poder. Como trabajo partidista fue todo un éxito, pero para el CODEP resultó una frustración, nb se logró aislar al general Barrientes y numerosos partidos, incluyendo a los que se autocalificaban demócratas y marxistas, cumplieron el triste papel de ayu dar al gorila a aparecer como un político popular, y por añadidura, de mócrata porque permitía expresarse, hacer campañas electoral y proselitista a todo el espectro de las tendencias políticas.
Algunos esperaban que FSB (en ese momento atravesaba una d° sus agudas crisis porque sus alas derecha e izquierda se conducían co mo si fuesen partidos independientes, con direcciones y líneas políticas propias), se convirtiese en el polo aglutinante de h rosca: partiendo de esa suposición estaban seguros que el general presidente resultaría de rrotado en las ciudades, particularmente en las principales, lo que habría significado un grave revés para él. Los que pensaban así, sufrieron un fiasco. Alrededor de Barrientes se constituyó el Frente de la Revolución Boliviana con organizaciones minoritarias como el PIR, el PRA y el PSD (Luís Adolfo Siles fue postulado a la yicepresidencia) y el MPC. Tal fue la máscara civil y "popular” que permitió al gorilismo consumar un descomunal fraude electoral. Las autoridades votaron por los campesi nos y se dieron modos para llenar las ánforas con las fórmulas del gene ral. La rosca, se aglutinó alrededor de Barrientes y el FRB obtuvieron 677.805 votos de un total Je 1.099.994 con FSB el PDC. que frente al FRB resultaba la derecha tradicional, se colocó en segundo lugar, pe ro apenas logró un quinto de los votos del general. El MNR Andradista, cínicamente pro-yanqui y en el que figura ba el “antiimperialista” Céspedes, sufrió un fiasco debido a que su some timiento a Wall Street fue confesado a viva voz.
El FLIN (es decir, el PCB moscovita), simbolizó la presencia de la "oposición” marxista. Acumuló los votos de la "izquierda” y logró la. cifra no despreciable de 33.458. El Partido Liberal dió su último manotazo y apenas alcanzó a 11.000 votos. Los sufragios nulos y blancos, oue en su abrumadora mayoría correspondían al CODEP, sumaron 90.503. Ade más, hubo un porcentaje de gente que se quedó en sus casas, no sufragó, obedeciendo a la propaganda del frente. Los componentes del CODEP confiaban en una abstención abru madora, eso es lo que se planeó como requisito para posteriores actúa clones masivas y se consideraba que era el camino para que se trans formase rápidamente en una organización de masas. El general Barrientos, contando con la certificación de la OEA, cuyo representante obser vó el desarrollo de las elecciones, se consolidó políticamente, inclusive frente a Ovando, y pudo especular con su “popularidad” ratificada en las urnas.
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La, actividad del CODEP se replegó a su vida interna y así se ini ció el período de las discusiones acerca de la orientación que debía se guir. La influencia del POR se tornaba más y más decisiva. Habíase de terminado que la presidencia seria rotativa entre los delegados titulares de los partidos, que eran considerados como vicepresidentes. Cuando le llegó el turno al POR, los stalinistas pekíneses no concurrieron y pre sionaron a sus aliados para que siguiesen su ejemplo. Los parecía sumo mente peligroso el CODEP dirigido por los trotskystas y prefirieron di solverlo.
Cuando fue convocada la reunión de la Trícontinental en La Habana (la convocatoria estaba dirigida a todas las organizaciones antiimperialistas y no a los partidos stalinistas o a los grupos foquistas exclusivamente) el CODEP acordó su concurrencia por considerar que la constitución de un frente antiimperialista en escala continental for talecería al movimiento revolucionario latinoamericano y cambién al boliviano.
El POR creía que dicha reunión podía permitir dilucidar cuáles debían ser los métodos de lucha a emplearse para la victoria de la re volución; dicho de otra manera, creía que se podía demostrar, ante el auditorio latinoamericano la inviabilidad del foquismo. Es dentro de esta perspectiva que el POR formó parte de la delegación del CODEP que viajó a La Habana. Lo que en Bolivia no se sabía era que en el período preparatorio de la reunión los soviéticos habían logrado Inclinar en su favor a los cubanos, fuerza decisiva en ese momento dentro del movimiento revolu cionario latinoamericano. Este desplazamiento en las posiciones de los cubanos, constituyó un rudo golpe político para los chinos, oue se vie ron aislados en la Trícontinental y llevaron la peor parte. Dentro del esquema elaborado por cubanos v soviéticos, la, delegación del CODEP fue catalogada —cierto que arbitrariamente— como pro-china.
Estando la delegación en México encontró dificultades Pa ra trasladarse a la Habana, oue pudieron ser vencidas gracias a la inter vención en su favor de Salvador Allende. Se neleó oor llagar a La Habana porque se abrigaba la certeza dp que se podría demostrar que se trat* ba de la más auténtica representación de las masas bolivianas, no en vano representaba a un importante frente de las fuerzas de izmii^rda Sólo observando de cerca lo que sucedió en La Habana se pudo llr^ar o la conclusión de que la Trícontinental fue burocráticamente manejada, como si fuera propiedad exclusiva de soviéticos y cubanos. Los portavoces del CODFP fueron llevados, casi subrepticiamen te, al hotel Riviera. donde se encontraban unos pocos elementos de di ferentes países oue habían sido vetados como delegados. Alrededor de la delegación boliviana fue tendido una especie de cordón sanitario que ase
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guró su total aislamiento de los otros delegados y, ni qué decir de la Trícontinental. No se le otorgó los pases indispensables para que pudie se asistir a las reuniones como parte del público. Los estudiantes boli víanos que realizaban su aprendizaje en Cuba, se apersonaron al hotel Riviera no bien se anoticiaron del arribo de los dirigentes del CODE?, éste era por demás atractivo y despertaba curiosidad; pero no se pudo cumplir la promesa de hacerles conocer los proyectos y objetivos del frente porque recibieron de parte de las autoridades cubanas la connrnatoría de romper todo contacto con el Riviera. Se había solicitado que las credenciales del CODEP fuesen discu tidas en los organismos de la Trícontinental y en sus propias reuniones. De manera por demás extraña y anormal, fue el partido comunista cu bano, que llevaba la voz cantante al son de la música que tocaba Moscú el que envió a uno de sus personeros para indicar que el CODEP no po dría ingresar a la reunión de la Trícontinental porque para la Habana en Bolivia había un solo partido revolucionario y ese era nada menos que el partido comunista dirigido por el señor Monje. Los foquistas de liberadamente1 se pusieron en manos de su verdugo. A los pocos días, muy diplomáticamente le fueron entregados los pasajes para un avión que se dirigía a Moscú vía Praga, desde donde se podía viajar hacia Fran cia, con la advertencia de que la finalización del encuentro de la Tricontinental ocasionaría aglomeración en el traslado de los delegados.
Cuando la delegación del CODEP estaba abandonando territorio cubano, Fidel Castro pronunciaba, en el seno de la Trícontinental, su. diatriba antítrotskysta, en la que califica a los cuartainternacionalistas de provocadores y agentes del imperialismo. Este inesperado exabrupto no era otra cosa qu? la respuesta a la “teoría” de los posadistas en sen tido de qu.-' el Che murió asesinado en Cuba por voluntad de Fidel. El discurso al que nos referimos fue del agrado de los soviéticos y estaba elaborado partiendo de la irresponsable identificación de la secta posadista con la IV I. Es en esta oportunidad que los delegados de! CODEP, y entre és tos Escobar, viajaron a Pekín invitados por el gobierno chino, que esta ba debidamente informado de la línea política del POR.
Las impresiones de Escobar sobre la China de Mao y la extrema stalínización de su gobierno han sido publicadas sólo fragmentariamente. Los dirigentes chinos consideraban conveniente la formación dol CODEP, pero a condición de que se impidiese el ingreso a su seno del PCB moscovita. El SWP logró la exhibición de algunos documentos de la CIA norteamericana relacionados con la vigilancia y represión del movimiento trotskysta en los EE.UU. y en el mundo; entre esos docu mentos encontrarnos uno relacionado con el POR de Bolivia*
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“Pero los capítulos más amplios están dedicados a Bolivia duran te el periódico de 1965-68. Durante este período, la dictadura d=l Gral. Barrientes, que estaba íntimamente vinculada a Washington, tuve que enfrentar un intenso descontento social entre las masas bolivianas.
“La solicitud de la CIA para atender al régimen de Barrientes se muestra en un documento de abril de 1966 sobre los “planes del partido trotskysta boliviano para el Primero de Mayo”.
El documente informa acerca de una reunión del BP del POR realizada en La Paz el 18 de abril de 1966 y en la que tomaron decisio nes encaminadas a efectivizar los acuerdos adoptados por el CODEP con relación a la proyectada marcha del Primero de Mayo: “a) Publicar un número especial de Masas.
nos.
“b) Publicar un manifiesta al pueblo y a los trabajadores bolivia "cj Movilizar’ a todo el POR para el desfile del Primero de Mayo.
“d> Publicar y distribuir 100.000 volantes conmemorando el Pri mero desMayo. “e) En colaboración con otros grupos políticos pertenecientes al CODEP, emprender manifestaciones contra la Junta Militar y organizar fuerzas de choque defensivas para enfrentar cualquier ofensiva guber namental contra ellos" (1).
Surge la pregunta de cómo proseía la CIA un informe detallado so bre una reunión del BP, que nunca han dejado de ser reuniones cerrad2S. Es preciso recordar que en ese momento se vivía la triste expe riencia de la reunificación con los pablistas; éstos no asistían al CODEP, pero recibían información de los acuerdos en los diversos organismos partidistas. Por el texto trascrito se tiene la certeza de que la noticia se filtró en la reunión del BP, al que asistían los pablistas y que, como se constató ya entonces, informaban detalladamente a su gente sobre todo lo que se acordaba. Tampoco se debe olvidar que los pablistas habían co locado en un importante cargo de dirección al agente policial Silva Hay casi seguridad que era este elemento el que entregaba informa al Ministro del Interior Arguedas, para el que trabajaba a cambio de un sueldo. La comunicación a la CIA partió de los servicios de inteligencia bolivianos, que estaban dirigidos por técnicos norteamericanos. Existen algunos otros antecedentes ilustrativos acerca de la con ducta observada por el POR con relación a la táctica frentista. Barríen tos: Op. cit, (21 El nuevo siglo, Régimen Liberal, en Ultima Hora, La Paz, 6 de agosto de 1973. (3) El Diario, Op cit.
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se supo que los campesinos escucharon disparos; la aclaración no se dejó esperar, las metralletas que portaban los viajeros habrían disparado por la acción del fuego. Inmediatamente la opinión pública vinculó la muerte de Ba rrientes con el general Ovando, que desde los Estados Unidos vigilaba sigilosa y cuidadosamente todos los movimientos de aquel, quisn rumoreábase, habría manifestado que se opondría, utilizando todos los medios, a su retorno al siniestro Palacio Quemado. La desapari ción de Barrientos le allanaba, pues, el camino h?cia la Presidencia “Crimen o accidente? La verdad no pudo ser establecida, aun cuando la mayoría se inclina por lo primero” (1).
El helicóptero en que cayó Barrientos era el mismo que, bajo poderosas presiones, como se reveló después, la Gulf cedió al gobernante en calidad de “contribución política” para las elecciones de 1966.
Según los comentarios de periódicos, el buen sentido de milita res y civiles siguió al drama. Tuvo lugar lo insólito, la transmisión le gal del poder: el Vicepresidente constitucional, que además era vocero da la rosca, ocupó el lugar de Barrientos. Ovando se abstuvo de consu mar su golpe ya preparado, los postergó, a fin de que no se diese ma yor pábulo al rumor sobre su responsabilidad en la muerte de Barrien tos. “Pese a algunos intentos de obstrucción y a asomos de confusión, consecuencia del drama que en esos instantes vivía el país, se impuso la cordura, y los representantes de las FF.AA. expresaron que debían sos tener la continuidad constitucional. De ese modo, asumió el mando, en virtud de la sucesión legal, don Luis Adolfo Siles Salinas” (2). Todo hace suponer que la conducta de Ovando de respetar en ese momento la Constitución, para luego, cuatro meses después, violen tarla con un golpe de Estado, obedeció, al plan de heredar el capital po lítico de Barrientos y, sobre todo, el apoyo campesino. No bien fue sepul tado su jurado adversario, concentró a los caciques del agro y se hizo proclamar su “líder”. No hay necesidad de recalcar que la sucesión constitucional, fue considerada por Ovando como el puente debía lle varlo a la presidencia sin mayor contratiempo.
“Luis Adolfo Siles Salinas, hijo del Presidente Hernando Siles, her mano de otro político de la Falange, Jorge Siles (como rector de la UMSA, designado por el Gral. Banzer, dio pruebas inequívocas de su vocación contrarrevolucionaria A.S.), y hermanastro d(?l ex-Presidente movimlentista Hernán Siles Zuazo” (3>, no logró emerger con personalidad propia (11 E! Diario, op. cit. (21 Imana Castro, Las vicisitudes de la era nacionalista, en Hoy, La Paz, 6 de agosto de 1076. (31 E Diario op, cit.
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de la sombra proyectada por el caudillo Barrientos. Se declaró continua dor de la obra iniciada por el arbitrario general y quizo complementarla con una actuación "legalista”, apegada a la Constitución. El democra tismo chirle e intrascendente de Siles fue el fiel reflejo de la extrema debilidad y miopía de la burguesía nacional y del Partido Social De mócrata, del que era su personero. Apenas duró en el poder* cuatro meses y a este poco tiempo hay que añadir la continua actividad conspirativa del general Ovando,, co mo factores decisivos que no le permitieron gobernar efectivamente. Acertadamente se ha dicho que fue Presidente pero “que casi nunca tuvo” (el poder (1) y que “ el suyo fue un caso de suicidio político a cau sa del legalismo”. Ese intento de “legalizar” la política de mano dura del general Barrientes fue explicable porque la burguesía tributaria del imperialismo creía que por este camino podría satisfacer sus más aca riciados objetivos. Al rayar el alba del 26 de septiembre de 1969 le fue arrancado el poder, cuando mostraba su banda de Presidente constitucional por tierras cruceñas. Ovando levantó un dedo y Siles Salinas fue inmoviliza do, demostrándose así que el poder de las armas estaba monopolizado por el general y que las ampulosas declaraciones de la ley no sirven para nada cuando no cuentan con el respaldo de las bayonetas. Siles, que había agonizado en la Presidencia como instrumento y prisionero del ejército, fue destituido por una especie de ordenanza de cuartel que tomó el nombre de “Mandato de las Fuerzas Armadas”. Un avión lo llevó al balneario de Arica (Chile). El movimiento obrero, ya en pie pero un poco agotado por la sostenida lucha contra Barrientos, comenzó a reorganizar sus filas. El golpe de Estado de setiembre le abrió nuevas perspectivas.
El POR centró su atención sobre el general Barrientes y su obra y la conspiración ovandista, evidente para todo el que quisiese ver. El precario gobierno Siles fue presentado como una continuación del barrientismo y su “legalismo” como algo inoperante. Ovando la figura más visible del incruento golpe de opereta, no renegó de la política de Barrientes, sino que. contrariamente, procla mó su intención de continuarla, aunque también dijo que atendería lac demandas populares. El general golpista estaba decidido a adquirir mayores dimensiones de caudillo que el mismo Barrientes, por eso ago tó todos los medios para poder arrastrar a todo el país detrás de s>. em pezó su papel de gobernante sonriendo a derecha e izquierda. En el fon do. el gobierno Ovando constituyó una rectificación a lo que se hizo hasta ese momento y ostensiblemente se presentó como dispuesto a apropiara* (1)
El Diurio. op. cit.
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de las banderas d,'.; lucha de las masas; retornó a las normas democráti cas, dio garantías para el funcionamiento de los sindicatos, recuperó los recursos naturales de manos de la empresa imperialista, más con cretamente, nacionalizó la Gulf, etc. El viraje de Ovando hacia la posición nacionalista, izquierdizante y popular, quedó evidenciado cuando se rodeó do “un equipo de jó venes políticos animados de las mejores intenciones” (1) y que había cobrado autoridad por su política antibarrientista, particularmente co mo oposición parlamentaria declamatoria. La pequeña burguesía (loe estudiantes, por ejemplo) quedaron profundamente impresionados por este paso y creyeron que serían los opositores al barrientismo los que dirigirían la política gubernamental. La verdad era, conforme se demos tró por los sucesos posteriores, que Ovando precisaba a esos jóvenes pa ra aparecer como osado reformista y amigo de las masas. Una vez que los antibarri enlistas fueron utilizados y pretendieron desarrollar su pro pia política, acabaron siendo despedidos del equipo ministerial uno tras otro. El “Mandato” impuso al gobierno castrense y convirtió al ejército en una fuerza política por encima de los partidos y del propio país. Esta bleció objetivos democráticos y reformistas por demás modestos: ase gurar la soberanía nacional sobre los recursos naturales; consolidar y diversificar la industria minera, construir fundiciones y refinerías para minerales; política monetaria acorde con el plan de desarrollo na cional; mejorar las condiciones de vida de los trabajadores; política in ternacional independiente, etc. (2).
“Uno de los pasos más trascendentales y decisivos para la sobe ranía y el desarrollo del país, dado por este gobierno, fue sin duda la reversión de las concesiones hechas a la Solivian Gulf Oil Company y la estatización de todos sus bienes” (3). Mirándose en el espejo de Velasco Alvarado, Ovando ordenó el despliegue de las tropas del ejército para ocupar militar-mente las ofi cinas de la Gulf en la avenida, Santa Cruz de la ciudad de La Paz. Los jóvenes nacionalistas se esmeraron en llamar la atención sobre esta nacionalización, estaban seguros que la ruidosa operación les asegura ría un lugar en la hisotria como temibles revolucionarios. Las principa les figuras eran: Marcelo Quiroga, que de encarcelado por Barrientos se convirtió en Ministro de Minas y Petróleo; José Ortíz Mercado, mu-influenciado por las “teorías” de Abelardo Ramos; Oscar Bonifaz de la planilla del PDC; Alberto Bailey G, que se hizo notorio por sus eró(1) Ultima Hora, op. cit. (2> G. Lora. Documentos políticos de Rolivia, La Paz. 1070. (3) Ultima Hora. op. cit.
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nicas periodísticas acerca de la vida de los mineros y de codirector de Presencia pasó al Ministerio de Cultura; Mario Rolón Anaya; José L. Roca, intelectual socialcristiano; Mariano Baptista, Ministro de Educa ción, perdidoso candidato movimientista a la Presidencia. La nacionalización de la Gulf, dictada el 17 de octubre (esta fe cha fue utilizada como “el día d(e la dignidad”) fue precedida por la derogatoria el 26 de septiembre del entreguista Código del Petróleo del MNR, conocido como Código devenport y que fue redactado por es pecialistas norteamericanos que contaron con la complicidad de Lechín. Las masas habían librado grandes batallas enarbolando esta bandera, que ahora se convertía en medidas gubernamentales. Otra de las disposiciones de la Junta de Gobierno fue la deroga toria de la Ley de Seguridad del Estado dictada por Barrientes y así sr abrió la perspectiva d? la reorganización sindical y de su libre desen volvimiento. A este viraje hacia la vigencia de las garantías constitucio nales se le dió el nombre de “apertura democrática”, caballito d? b?íalia de todos los “izquierdistas" que pedían a voces el apoyo de las ma sas al nuevo gobierno, su alineación detrás de él, coro en el que lleva ban la voz cantante stalinistas y nacionalistas del más diverso pelaje.
El gobierno Ovando, contando con el adorno de los jóvenes opo sitores a Barrientes, debutó como una variante prometedora (es lo que decía la propaganda de los intelectuales pequeñoburgueses) del movi miento nacionalista encarnado en Velasco Alvarado y que tanta influ encia tuvo en los sectores radicales del ejército boliviano, para despla zarse rápidamente hacia la derecha militar. Siguiendo la línea trazada por el peronismo, la junta de Gobierno prometió ocupar una posición equidistante entre el capitalismo “cristiano” y el “comunismo ateo": en efecto, el “Mandato” prometió la efectivízación de “un nacionalismo que repudia al capitalismo occidental y al totalitarismo comunista y ateo”. No habían transcurrido muchos meses del golpe de septiembre y ya Ovando, había sido llamado el profesional de la simulación (1), porque en tan brevísimo tiempo cumplió todo el ciclo inevitable del nacionalismo de contenido burgués y que a veces exige el empleo de decenios. Por muy cazurro que hubiese demostrado ser Ovando, no tuvo la fuerza suficien te para destruir a la derecha castrense y menos para sobreponerse al imperialismo. Asustado por la perspectiva de un movimiento obrero que se aprestaba a dar serios golpes al gobierno nacionalista, a éste no le quiedó más remedio que abandonarse en manos del gorilismo y de los yan quis, buscando así su propia estabilidad. A pesar de la extraordinaria velocidad con la que fue cumplida la operación, resultó tardía porque Ovando ya no ofrecía garantías para imponer a las masas los designios (1) Jorge Gallardo De Torres a Bairaer, Buenos Aires, 1972. 1
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contrarrevolucionarios ni para satisfacer las ambiciones de los nume rosos generales que esperaban su turno, para usar y abusar del aparato estatal.
En Agosto de 1970 se acentúa la crisis del gobierno Ovando, pro movida por las presiones de derecha de los generales y de algunos gru pos nacionalistas, teniendo como telón de fondo el vigoroso resurgimien to del movimiento obrero. El general Torres fue destituido de su cargo de Comandante en jefe de las FF.AA., obedeciendo a las exigencias del go lismo mirandista, esto porque se perfilaba como candidato a la presi dencia gracias al apoyo de elementos nacionalistas incrustados en el gobierno. El viraje de Torres del falangismo hasta un nacionalismo izquierdizante era un secreto que lo manejaban únicamente los iniciados. Los golpes de Ovando contra la izquierda llegaron a su punto elevado con la clausura de Prensa, vocero de los periodistas, y el encarcelamien to de su director. Los jóvenes antibarrientistas que se habían sumado a las huestes del general Ovando comprendieron tardíamente que éste no estaba dis puesto a cumplir sus ideas confusas y llegaron a la conclusión de que, a pesar de la ilusión de tener el control de las armas, les hacia falta un partido político capaz de controlar y movilizar a las masas. El 3 de octubre de 1970 se inició la subversión castrense contra Ovando, encabezada por el general Rogelio Miranda, a la sazón co mandante de las FF.AA., conocido gorila y actualmente embajador en Londres. “Baptista y Boniíaz habían redactado la renuncia del Gral. Ovando dirigida a sus camaradas de las FFAA. Adriázola (actual can ciller) fue a comunicársela a Miranda, condicionándola sin embargo a la .conformación de un triunvirato militar donde necesariamente debía estar representada la fuerza aérea por el General Sattori” (1). El pro nunciamiento de Miranda fue rápidamente apoyado por el MNR. (fraccon Paz y Jáureguí), representada por Serrate y FSB, el MPC, el PRB, la derechista Liga Boliviana Anticomunista (Alfredo Candía), el PL y el PIR. Según Gallardo, el alto mando del ejército, buscando evitar la “resistencia civil militar de La Paz y Cochabamba”, marginó a Miran da y decidió la “formación de un triunvirato en la forma indicada por Ovando (2), conformado por los generales Efraín Guachalla, Fernando Sattori y el Contralmirante Alberto Albarracín. La vida de este “gobier no” fue apenas de unos minutos.
La posición del POR, Si se toma en cuenta la línea política desarrollada por el POR durante los gobiernos movimientistas, inclusive durante el período de (1) Op. cit (2) Op. cit.
* Ovando.
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mayor radical ización de éstos, y que puede sintetizarse como el empeño por movilizar a las masas para superar las limitaciones del nacionalis mo y orientarlas hacia la conquista del poder, siguiendo el camino de la independencia de clase del proletariado, a fin de que éste pueda con vertirse en la dirección de toda la nación, nadie podía esperar que apo yase al gobierno Ovando únicamente porque lucía el adorno de algunos intelectuales pequeñoburgueses, presuntuosos y totalmente extrañados a la clase obrera, olvidando que había masacrado a obreros y cogobernado con Barrientes. Se trataba de un gorila disfrazado de nacionalista. Si los intelectuales pequeñoburgueses se equivocaron acerca de las posibi lidades revolucionarias de su protector, el trotskysmo mantuvo su acti tud férrea frente a esta nueva variante de nacionalismo de contenido burgués: no colaborar con él, ni apoyarlo, sino movilizar a las masas siguiendo el camino de la lucha revolucionaria. Los análisis del POR partieron de hechos concretos que fueron revelados por la prensa y que se referían a las discusiones entre los EE.UU. y el gobierno militar acerca de hacer' desaparecer la amenaza de nacionalización de la GULF y la oferta de elevar la participación del Estado hasta el 50% de las utilidades obtenidas; por estas razones se concluyó que el gobierno no consumaría dicha nacionalización, pero ésta sucedió, probablemente por presión de los jóvenes nacionalistas que con sideraban que tal medida aseguraría una indefinida estabilidad y popu laridad del régimen. Con todo, la nacionalización de la Gulf, ni ninguna otra son suficientes para modificar la concepción del trotskysmo sobre los alcances y limitaciones del nacionalismo de contenido burgués. Lo que entonces se dijo acerca del camino que iba a recorrer un régimen que se presentó como osadamente revolucionario, quedó plenamente confirmado y más pronto de lo que podía esperarse. La pequeña burguesía y el estallnismo presentaban el golpe de Estado de Ovando como una verdadera revolución y hasta se les antoja ba ser la más profunda de toda la historia. El POR, que sabía perfecta mente que se seguía viviendo el ciclo movimientista, lo tipificó come un cuartelazo. ‘'Por el entroncamiento social de los conspiradores y por los métodos utilizados en la conjura se trata de un típico cuartelazo planeado y ejecutado a espaldas de las masas, en un momento en que éstas se aprestaban a pasar del temor y la espera al ataque” (1).
El cuartelazo, siguiendo la posición tercerista que decía repre sentar, pretendió ser justificado con el argumento de que el país estaba siendo empujado hacia el caos provocado por el “extremismo infantilista” (guerrillas, etc) y por la conspiración rosquera. El cuartelazo eli minó a una figura decorativa y legalizó la concentración dél poder r-n manos de Ovando, cosa que ya se había dado en los htechos. til El cuartelazo de
(te septiembre, en Masas N’ 3t>2. La Paz, Sept.— Oet. I%9.
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La alianza de Ovando con los nacionalistas opositores a Barrien tes fue lo que más desorientó a la opinión pública y dio pábulo a la es pecie de que el general se había convertido en revolucionario. Masas puso los puntos sobre las íes: “El radicalismo verbal, de un tono muy subido, y las medidas adoptadas por el gobierno Ovando, buscando rectificar a medias los despropósitos puestos en ejecución por la Junta Militar de 1964 y los gobiernos castrenses que le siguieron, obedece al empeño de ampliar la base de sustentación política del régimen gorila. Para huchos fue una sorpresa que el depositario del Mandato del ejército formase su primer gabinete ministerial con intelectuales conocidos por sus campañas na cionalistas y de denuncia de los excesos cometidos por las empresas im perialistas. Ni duda cabe que se trata de un gesto atrevido del genera de turno y que denuncia su oportunidad. Los ministros civiles (9 sobre 7 militares) ocupan puestos de segunda importancia y cumplen la fun ción de adorno destinado a alentarla idea de que se trata de un verda dero gobierno izquierdista y antiimperialista.
“Sin embargo y teniendo en cuenta antecedentes próximos, extra ña que no se hubiese echado mano de algunos dirigentes obreros y cam pesinos para convertirlos en mandatarios... La desmedida ambición de algunos intelectuales ha determinado que éstos se sumen al golpe con sumado por el estratega de las masacres obreras, aunque es evidente que su presencia no puede modificar- por sí sola, la esencia gorilista del régimen. Lo decisivo es que dentro dpi llamado “gobierno civil-militar’’ la única fuerza efectiva es el ejército. Los ministros civiles no son más que personas aisladas, que no cuentan con partidos políticos ni con fuerzas de ninguna naturaleza... Ninguno de ellos tiene posibilidad de imponer al gabinete y al mismo Ovando su criterio, porque para ello es necesario que tenga, previamente, potencialidad política... Cuando se presente la pugna de los presuntos izquierdistas con el equipo de de recha, ni duda cabe que los civiles serán simplemente despedidos poí no ser ya necesarios sus servicios” (1).
Al día siguiente del golpe, el POR se preguntaba si había falla do la maniobra ovandista. Pese a su demagogia y cinismo sin límites no logró arrastrar a las masas. En trato, los partidos pequeñoburgueses estaban seguros que el gobierno civil-militar transformaría radicalmente al país y consuma ría la liberación nacional, el trotskysmo se encargó de señalar, con la precisión que puede exigirse a un pronóstico político social, sus limitadí simas posibilidades: “El actual gobierno gorila no alcanzará en sus re tí ) Op. cit.
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formas a la obra movimientista...; no expulsará a los organismos que materializan la opresión norteamericana y, contrariamente, cooperará con ellos; no pondrá atajo a la acelerada concentración de la propiedad minera en manos del capital financiero foráneo. El Gral. Ovando ha pro clamado que busca la coexistencia de la propiedad estatal y la privada en manos del imperialismo), lo que supone el deseo confeso de que esta última aplaste a la primera;... que busca y garantiza la inversión de ca pítales extranjeros en la explotación de las riquezas nacionales...
“Lo más que pude hacer el gorila de turno es aplicar un tímido programa de reformas que cualitativamente no irá más allá de las rea lízaciones de Barrientes y Siles. Todo concluirá en los ensayos de intro ducir chirles rectificaciones a los excesos cometidos después de 1961 Pero, la obra revolucionaria osada y creadora estará ausente” (1).
Puede argumentarse que no era correcto llamar gorila al auspi ciador de la “apertura democrática”, se puede añadir que Ovando im primió rasgos bonapatistas a su gobierno. El POR llamó gorila a Ovan do de una manera deliberada, para subrayar, frente a la propaganda confusionista de los intelectuales y periodistas pequeñoburgueses, que el corresponsable de las mayores tropelías del gorila Barrientos, en su calidad de co-presidente y de Comandante en Jefe de las FF.AA , de las masacres obreras, estaba condenado a concluir en su tradicional posi ción reaccionaria. El POR durante los gobiernos nacionalistas uniformados acentuó su propaganda acerca de la necesidad de reafirmar, más que nunca, Ja independencia de clase del proletariado, esto porque los nacionalistas se esforzaron por disolverlo en el frente nacional. Fueron señaladas las siguientes grandes lineas de conducta:
“Es claro que no puede rechazarse toda concesión gubernamental toda rectificación del pasado, por tímida que sea; pero es deber elemen tal dejar claramente establecida su verdadera naturaleza y sus limita ciones. La lucha diaria exige asumir' una actitud militante frente a las mismas medidas demagógicas, a las promesas dichas para engatusar Lo correcto es radicalizar todas las medidas, demandar que se convier tan en realizaciones efectivas. Sí se concede dibertad sindical, se debe luchar por marginar toda ingerencia gubernamental y derechista en el movimiento obrero. Si determina un aumento salarial, se debe luchar porque ese aumento supere en mucho a los niveles existentes en mayo de 1965 (la reposición salarial no fue dictada por Ovando, G.L.i La li bertad sindical debe completarse con el cese de la persecusión contra los sindicalistas y revolucionarios, con el reconocimiento del control obrero, etc. (1> op. cit
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"Sería absurdo disolver a la masa obrera en un movimiento de respaldo al gobierno, esperando que así se podrá convertir en socialista al gorila mayor. El éxito de las demandas momentáneas y el mismo por venir de la revolución exigen que la clase obrera fortalezca sus propias organizaciones laborales y, sobre todo, su partido de vanguardia. Para esto es preciso comenzar enseñando a las masas a desconfiar de los pequenoburgueses que tan desaprensivamente utilizan un lenguaje ra dical; enseñarles a diferenciarse de los movimientos extraños a su clase, a lograr fisonomía ideológica y organizativa propia” (1).
Se percibe de lejos que lo anterior tuvo en cuenta la táctica que aparece en la Circular de marzo de 1850 do la La Liga Comunista y en la conducta observada por Lenín después de febrero de 1917. Acertadamente el POR indicó que los acontecimientos de sep tiembre marcarían "el punto de arranque de la movilización revolucio naria de las masas, del fortalecimiento de sus instrumentos de lucha”. Las masas, de una manera general, siguieron el camino trazado por el trotskysmo. Pese a que tan claramente fue planteada la posición del partido y que, repetimos, no era más que la aplicación de su línea política tra dicional, unos pocos, que en 1973'75 formarán la fracción nacional fo quista, oscilaron profundamente (más profundamente de lo que enton ces se supuso, pues muchas de sus actitudes oportunistas y que busca ban beneficios personales no se conocían entonces) hacia, las*posiciones nacionalistas. El inspirador de esos malos elementos estuvo a punto de ser expulsado de la organización, no sólo por su ovandismo, sino por que a espaldas de la dirección había recolectado dineros en los Comités Regionales contando fábulas acerca de focos armados que éste estaría dirigiendo en la región beniana. Más tarde se tomó conocimiento de que trabajó subrepticiamente con un grupo alineado dentro de la izquierda nacional. En las discusiones, los desviacionistas aparentaron someterse a la línea oficial POR y por eso permanecieron algunos años más den tro de las filas trotskystas. No cabe duda que la discusión fue deficiente y poco clarificadora. Algunos creerán que el ovandismo de los antiguos foquistas im portaba una radical rectificación política. Sin embargo, se trataba sim plemente de dos facetas de la ideología pequeño-burguesa. No es casual que un poco más tarde fusionen ambas posturas y se presenten como nacional-foquistas.
Tesis Política de la COB. En el mes de abril de 1970 sie reunió, en Siglo XX, el XIV congre so de la FSTMB y cuyas decisiones vinieron a corroborar la línea poli(1) op. dt.
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tica señalada por el POR. Se eligió un Comité Ejecutivo compuesto de 32 miembros, el 40 % de los cuales eran nuevos. La orientación dada por los mineros se convirtió rápidamente en norma para todo el movimiento obrero. La fracción porista asiste por primera vez a un congreso obrero de esta magnitud sin la dirección de César Lora e Isaac Camacho, que no sólo se distinguían por su total identificación con el programa y tác tica del partido, sino porque que se imponían sobre sus camaradas y los obreros gracias a su enorme autoridad moral y a su indiscutida conducta rectilínea.
Esta vez los potistas se agruparon alrededor de los trotskystas d¿ Siglo XX, pero su actuación se mostró oscilante y con marcada inclina ción tiacia las componendas, buscando lograr posiciones efímeras a cos ta de quebrantar la intransigencia ideológica. Esto sucedía por primera vez dentro del POR.
De Siglo XX se envió a la dirección del POR un proyecto de Tesis Política que estaba destinado al congreso minero. El escrito mostraba indiscutibles desviaciones nacionalistas. En La Paz, no sólo fueren eliminados los párrafos antimarxistas, sino reemplazados por otros que sintetizaban la teoría de la revolución permanente con relación al na cionalismo burgués. La fracción porista presentó al congreso el ejemplar enmendado; las enmiendas comprendían una gran parte del documen to.
Como es habitual en las reuniones obreras, la discusión funda mental alrededor de la Tesis tuvo lugar la Comisión Política, donde es taban concentradas las tendencias más importantes del movimiento obrero. La correlación de fuerzas determinó que los stalinistas pudiesen introducir al texto algunos párrafos que exteriorizan su concepción de la revolución por etapas, de la democrática y de los varios caminos hacia el socialismo, lo que ciertamente contraída toda la estructura del documento y le dió en carácter híbrido. El congreso eligió para la se cretaría de Hacienda a un porista. El primero de mayo de 1970 fue inaugurado el IV congreso de la COB, que, con pequeñísimas enmiendas, adoptó el documento aproba do poiJ los mineros. El POR lo apoyó decididamente y se dió el caso del curioso bloque con el PCB moscovita. A este congreso asistieron también el Secretario General y Miguel Alandia, representando a la organiza ción de escritores y artistas revolucionarios. Siguiendo una tradición' del movimiento obrero, en Siglo XX no fue discutida la inconducta de Lechín porque éste soportaba la ame naza de ser apresado por la policía y fue reelegido como Secretario Eje cutivo.
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Eli el congreso de la COB, al que concurrió Lechín, fue severa mente criticado. Se constituyó un fuerte bloque, en el que partid paron los trotskystas, para oponerse a su reelección en el cargo más elevado de la COB y (¿opugnando su reemplazo por el minero López. Por primera vez en toda la historia de la Central Obrera, Lechín no fue elegido por unanimidad y logró imponerse sólo por un peque ño margen de votos. Estas incidencias testimoniales el serio avan ce de la clase obrera en el camino de la superación del nacionalismo, in clusive de su expresión más izquierdista como es el lechinismo. La reelec ción de Lechín como Secretario Ejecutivo de la COB demuestra que a las figuras políticas y a los caudillos dentro del movimiento obrero no se los hace desaparecer de un plumazo o de la noche a la mañana, sino que su distanciamiento y ruptura política con las masas es todo un pro ceso de desplazamiento desde las capas más avanzadas hasta las más atrasadas de la clase. Lechín se apoyó en los sectores políticamente más rezagados, que en los congresos normalmente pueden reunir a la ma yoría de los delegados. Recolectó votos a cambio de carteras en la ci. rección y de otras recompensas. Si se considera de una manera global, o mejor, su línea maestra, la Tesis Política de la COB pone en evidencia que el movimiento obre ro marchaba firmemente hacia el reencuentro con la Tesis de Pulacayo. Esa línea puede resumirse como el rechazo y superación del nacionalis mo burgués, a fin de que las masas puedan consumar su propia revolu ción bajo la dirección política del proletariado, para instaurar la dictadui’a de la clase obrera y así asegurar la perspectiva socialista. El secre tario General del POR dijo, en el seno del congreso cobista, que su partido votaba en favor del documento teniendo en cuenta esta consi deración de principio (1). El desarrollo político posterior demostró que la posición adoptada por la dirección del POR fue justa, esto porque como dijeron sus portavoces dentro de la COB, las masas se movilizaron teniendo como eje la viga maestra de la Tesis y no los remiendos que lo gró introducir el stalinismo.
En el preámbulo de la Tesis se lee: “Proclamamos que nuestra misión es la lucha por el socialismo... Asumimos el papel dirigente de la revolución como genuinos representantes de los intereses nacionales. La alianza de obreros y campesinos con la gente pobre de las ciudadc.. y con todas las fuerzas antiimperialistas es la garantía de la victoria”(2) El capítulo primero, donde se encuentra la clave del documento, subraya la incapacidad de la burguesía nacional de los países atrasados para cumplir las tareas democráticas, es esta incapacidad, precisamen te la que permite al proletariado, joven y numéricamente pequeño, lle gar al poder: (1 I Masas, La Fas, junio de 1970.