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Spanish; Castilian Pages 260 [252] Year 2022
Susana Rodríguez Rosique José Luis Cifuentes Honrubia (eds.) Configuración informativa y estructuración lingüística Evidencialidad, intersubjetividad y miratividad
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I bero Vol. 88
i n g ü í s t i c a
a m e r i c a n a
directores
Mario Barra Jover, Université Paris VIII Ignacio Bosque Muñoz, Universidad Complutense de Madrid, Real Academia Española de la Lengua Antonio Briz Gómez, Universitat de València Guiomar Ciapuscio, Universidad de Buenos Aires Concepción Company Company, Universidad Nacional Autónoma de México Steven Dworkin, University of Michigan, Ann Arbor Rolf Eberenz, Université de Lausanne María Teresa Fuentes Morán, Universidad de Salamanca Daniel Jacob, Albert-Ludwigs-Universität, Freiburg im Breisgau Johannes Kabatek, Universität Zürich Eugenio R. Luján, Universidad Complutense de Madrid Ralph Penny, University of London
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S us ana Rodrígu e z Ro s i q u e José Luis Cifuentes Ho n r u b i a ( e d s . )
Configuración informativa y estructuración lingüística E v idencialidad, in tersubjetividad y miratividad
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Este libro es resultado del proyecto Gestión de la Información y Estructuración Lingüística: Explicaciones y Aplicaciones (GESTINF) (FFI2017-85441-R), financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad del Gobierno de España.
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ÍNDICE
Susana Rodríguez Rosique y José Luis Cifuentes Honrubia Configuración informativa y estructuración lingüística en las lenguas románicas. Mapa de coordenadas................................................................. 9 Gerda Haßler El conocimiento compartido y el origen del saber: un análisis de marcadores de la estructura informacional y de la evidencialidad en lenguas románicas......................................................................................... 23 Anja Hennemann Tiene aspecto de carne masticada. Las construcciones esp. Tener aspecto (de) y portug. Ter aspecto (de): entre evidencialidad, modalidad e (inter) subjetividad................................................................................................... 53 Nicole Delbecque Rutinas construccionales con cierto: selección dialógica de información presupuesta.................................................................................................... 73 Susana Rodríguez Rosique ¿Evidencialidad, intersubjetividad o argumentación? El futuro persuasivo en español...................................................................................................... 125 Hella Olbertz Reportativos, citativos y mirativos en el español andino ecuatoriano: un análisis discursivo-funcional......................................................................... 153 Carolina Figueras Bates Los marcadores conversacionales en español: el caso de anda, vaya y mira............................................................................................................... 179 José Luis Cifuentes Honrubia Qué va y qué ir a + infinitivo: negación y exclamación............................... 213 Sobre los autores........................................................................................... 249
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CONFIGURACIÓN INFORMATIVA Y ESTRUCTURACIÓN LINGÜÍSTICA EN LAS LENGUAS ROMÁNICAS. MAPA DE COORDENADAS Susana Rodríguez Rosique Universidad de Alicante José Luis Cifuentes Honrubia Universidad de Alicante
El modo en el que la configuración informativa se refleja lingüísticamente es una cuestión que ha preocupado a filósofos y lingüistas desde siempre. Cualquier tipo de interacción, como la que representa una conversación, constituye una actividad conjunta, pues en ella intervienen al menos dos participantes que han de coordinar sus acciones individuales (Clark 1996: 19), tal como sucede cuando bailamos un vals o interpretamos un dúo al piano. Este mecanismo de coordinación impone un requisito: las personas que intervienen en un acto comunicativo han de poseer algún tipo de conocimiento de fondo, o común, antes de verse envueltos en el desarrollo de la actividad. El conocimiento compartido ―o common ground (Stalnaker 1978)― surge de la suma de las suposiciones, creencias o cualquier otra información previa que posean los hablantes y se alimenta, fundamentalmente, de dos tipos de fuentes: las comunitarias y las personales (Clark 1996: 100-116). El conocimiento compartido comunitario emerge de la existencia de comunidades culturales; es decir, de grupos de personas que comparten entre sí algún tipo de información del que otras personas carecen, como el género, la nacionalidad, la formación académica, las costumbres, etc. El conocimiento compartido personal, por su parte, surge de las experiencias conjuntas que vivimos con otras personas y está articulado a través del parámetro de la familiaridad ―los otros nos pueden resultar más o menos cercanos en función del número de experiencias comunes que hayamos compartido―. Este cruce de coordenadas (informativas) entre lo comunitario y lo personal provoca que cualquier acto comunicativo vaya prece-
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dido de una pregunta inicial (Gutiérrez Ordóñez 1997: 26), que nos obliga constantemente a aventurar hipótesis sobre lo que creemos que el otro sabe para poder así organizar lingüísticamente nuestra contribución. No obstante, a pesar del conocimiento de fondo que gobierna la interacción, desde una perspectiva cognitiva se asume que la mente de un individuo solo puede centrarse en un pequeño segmento de todo lo que sabe (Chafe 1994; Dryer 1996). La limitación de la conciencia determina el alcance de aquello en lo que nos podemos centrar: no podemos pensar simultáneamente en nuestros años de instituto o en nuestra época como estudiantes en la universidad; podemos evocar el recuerdo de un profesor, de una anécdota o de una preferencia musical. En términos informativos, intuitivamente se suele asumir que una idea nueva es aquella previamente desconocida por el destinatario; sin embargo, para explicar la distinción entre Anoche hablé con Ana y Anoche hablé con ella, lo importante no es si el destinatario conoce o no el referente, sino si la idea de esta persona estaba previamente inactiva en la conciencia del destinatario y se activa en ese punto de la conversación gracias al enunciado del hablante, o si ya estaba previamente activada y con el enunciado se mantiene en el foco de la conciencia (Chafe 1994: 5356). Desde el punto de vista estructural, por tanto, el concepto de información conocida se ha vinculado tradicionalmente con dos parámetros (Prince 1981, 1992; Lambrecht 1994): con el conocimiento compartido y con la saliencia cognitiva. Si bien durante mucho tiempo la configuración informativa ha estado relacionada con el ámbito de la estructura informativa, recientemente, con el auge de nuevas categorías, empieza a abordarse también desde otros puntos de vista. En su concepción clásica, la evidencialidad es una categoría lingüística vinculada con la fuente de información y con el modo de acceso a la misma (Willett 1988; Aikhenvald 2004). A partir de los primeros estudios de Boas (1911, 1938, 1947), se empieza a asumir que algunas lenguas exhiben morfemas obligatorios que expresan la fuente de información y especifican cómo esta información ha sido adquirida; es decir, permiten distinguir si la información ha sido directamente presenciada (por medio de la percepción visual, auditiva, o mediante otros sentidos), o si se ha accedido a ella de forma indirecta, ya sea como información relatada por otros o como información inferida a partir de un proceso de razonamiento. A esta categoría se la empieza a denominar evidencialidad. El término se difunde a través de las propuestas de Jakobson ([1957] 1971) y se instaura definitivamente como noción lingüística gracias al volumen editado por Chafe y Nichols (1986). Desde su llegada a la lingüística, se pueden diferenciar dos tendencias en los estudios y trabajos que giran en torno a la evidencialidad, en función de cómo se conciba el fenómeno. Por un lado, existe una tendencia que defiende el carácter exclusivamente gramatical de la evidencialidad como categoría, que resulta especialmente rentable para algunas lenguas, como las amerindias. Los seguidores de
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esta opción están especialmente interesados en el perfil gramatical de la evidencialidad, y se suele insistir aquí en la necesidad de diferenciar una evidencialidad gramatical de una evidencialidad léxica. Asimismo, desde esta perspectiva, se subraya la diferencia entre evidencialidad gramatical y estrategias de evidencialidad (Aikhenvald 2004). Para Aikhenvald, la evidencialidad gramatical remite a información sobre la fuente que aparece codificada de forma obligatoria en la gramática de algunas lenguas, por lo que la ausencia de estas marcas desembocaría en una oración agramatical; por el contrario, la autora define las estrategias de evidencialidad como aquellas formas gramaticales que desarrollan significados evidenciales como extensión ―o efecto colateral― de otras categorías, pero que no tienen como significado primario la expresión de fuente de información. Precisamente el análisis de esas estrategias se convierte en una vía rentable en las lenguas románicas, que acaba desembocando en la asunción de la evidencialidad como una categoría semántico-cognitivo-funcional (según las respectivas propuestas de Squartini 2008 o de Boye y Harder 2009) y que constituye, por otro lado, la segunda tendencia en el análisis del fenómeno. De esta forma, esta segunda manera de entender la evidencialidad está embrionaria e inextricablemente ligada a la primera. En la lingüística reciente existen algunos pilares que sostienen esta segunda tendencia.1 Así sucede, por ejemplo, con los trabajos editados por Marín-Arrese y sus colaboradores (2004, 2014, 2017), con el volumen editado por Diewald y Smirnova (2010), con el monográfico de Journal of Pragmatics editado por Marta Albelda (2015) o con el reciente volumen editado por González, Izquierdo y Loureda (2016) en Iberoamericana.2 Asimismo, esta perspectiva, latente ya desde los orígenes de la categoría, ha permitido poner la evidencialidad en diálogo con otras categorías. En este sentido, destaca su vinculación con una de sus hermanas gemelas ―la modalidad―, como pone de manifiesto el trabajo fundacional de Van der Auwera y Plungian (1998) y el debate lingüístico que surge tras él. Pero también abre la puerta a su relación con otras categorías. Es precisamente en esta senda donde se pueden empezar a trazar puentes entre la evidencialidad y el conocimiento compartido (Rodríguez 1 Más allá de los trabajos colectivos, pueden aislarse también trabajos individuales, algunos que destacan por pioneros, como la propuesta de Schwenter (1999) sobre la vinculación entre (de)queísmo y evidencialidad; y otros que resaltan por abarcadores y transversales, como el análisis diacrónico de Antolí Martínez (2015) sobre la evidencialidad en el catalán antiguo, o el basamento teórico que se despliega en la tesis de Izquierdo Alegría (2016). 2 En esta tendencia se situaría también el reciente interés por la vinculación entre la evidencialidad y los géneros discursivos, como demuestran el volumen editado por Cornillie y De Cock (2015), la tesis de Dorota Kotwica (2016), el monográfico de Pragmatics and Society, editado por Albelda y Estellés (2018), o el volumen editado por Figueras Bates y Cabedo (2018).
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Rosique y Antolí Martínez 2020; Maldonado y De la Mora 2021). En términos teóricos, la vinculación entre una y otro emerge ya en algunas propuestas que surgen dentro de los estudios de evidencialidad, como sucede con el modelo de Bermúdez (2005). De acuerdo con el autor, la descripción tradicional de evidencialidad ―como la representada, por ejemplo, en el esquema de Willett (1988)― presenta problemas al dejar fuera valores claramente relacionados con la fuente de información, como el conocimiento compartido. Para solucionarlo, Bermúdez (2005) propone añadir una nueva dimensión a la descripción del dominio evidencial: junto al modo de acceso a la información y a la fuente de información, el autor incorpora un continuo que discurra entre el acceso privativo a la información ―o restringido al hablante― y el acceso irrestricto o universal, como se revisará en las contribuciones de Haßler, Hennemann y Rodríguez Rosique en este volumen. La propuesta de Bermúdez permite que la evidencialidad se instale en el ámbito discursivo y traza un puente directo a su vinculación con la configuración informativa, pero también desencadena una pregunta: cuál es la relación entre los tres parámetros que conforman el dominio evidencial; es decir, ¿gozan los tres del mismo estatuto dentro del dominio? La respuesta a esta pregunta se encuentra, en parte, en el modelo de la (inter) subjetividad3 planteado por Nuyts (2001a, 2001b, 2012). Desde esta perspectiva, la (inter)subjetividad surge como una revisión crítica de la distinción establecida por Lyons (1977) entre una modalidad epistémica subjetiva y una modalidad epistémica objetiva. Nuyts (2001a, 2001b) propone desplazar la distinción de Lyons, basada en la calidad de la evidencia y en la evaluación epistémica surgida tras ella, a la perspectiva de los participantes en la interacción. En este sentido, despliega un continuo en el que uno de los polos indicaría que solo el hablante tiene acceso a la evidencia (subjetividad), y el polo opuesto indicaría que la evidencia es conocida ―o accesible― por un grupo más amplio de gente (intersubjetividad): cuando el hablante presenta una información como subjetiva, asume una responsabilidad personal en su evaluación epistémica; cuando una información se presenta como intersubjetiva, la responsabilidad es compartida. La (inter)subjetividad surge como un nuevo parámetro de la evidencialidad, aunque con un alcance distinto a aquellos que especifican fuente de la información. Posteriormente,
En realidad, el concepto de (inter)subjetividad remite a otras propuestas, como la concepción cognitiva del fenómeno, representada por el modelo de Langacker (1987: 128, 1990), o la de corte más interactivo, representada por el modelo de Traugott (2010). El propio Nuyts contrasta los tres modelos. Si la propuesta de Nuyts se explota en sus derivaciones discursivas, la de Langacker resulta rentable en términos de organización conceptual y su reflejo gramatical, mientras que la de Traugott apela a la interacción como modelo de cambio lingüístico. Los tres modelos de (inter)subjetividad se explorarán a lo largo de los trabajos que incluye este libro. 3
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Nuyts (2012) ha matizado que la (inter)subjetividad no constituye un nuevo parámetro de la evidencialidad, sino que se erige en categoría semántica independiente; en términos prácticos, se convierte en una herramienta discursiva que negocia la postura de los hablantes en la interacción conversacional. Esta nueva propuesta, sin embargo, abre la puerta a la difícil tarea de distinguir entre esta concepción de la (inter)subjetividad y otras nociones semántico-discursivas, como la (contra) argumentación (cf. Portolés 2020) o la atenuación (cf. Albelda 2016; Figueras Bates y Kotwica 2020), entre otras.4 Si la información conocida se ha asociado con la evidencialidad, la información nueva se ha vinculado con la miratividad. La miratividad surge originariamente como un subcampo de la evidencialidad. Aksu-Koç y Slobin (1986) detectan que el perfecto en turco (-mīş) puede usarse tanto para indicar evidencialidad indirecta (inferencial o reportada) como para marcar casos de percepción directa que denotan sorpresa o falta de preparación psicológica del hablante para asumir una determinada información. Posteriormente, DeLancey (1997) relaciona los datos de Aksu-Koç y Slobin con lo que sucede en otras lenguas. Por ejemplo, en la lengua hare (una lengua indígena atabascana de América del Norte), la partícula final de oración -lõ puede denotar tanto evidencia indirecta de un evento pasado como evidencia directa de un evento presente e inesperado. Igualmente, las lenguas tibetanas (como el sunwar o el tibetano de Lhasa) codifican en su sistema copular una distinción mirativa que, en el caso del tibetano moderno, está además relacionada con las nociones de volición y control, y con la marcación de persona. Asimismo, el autor propone vincular estos hechos con la peculiaridad del coreano, donde las marcas de conocimiento nuevo se emplean justo después de que el hablante descubra la información. Todos estos fenómenos llevan a DeLancey (1997) a reclamar la independencia de la categoría que marca el estatus de una proposición con respecto a la estructura general de conocimiento que tiene el hablante.5 De manera más específica, la 4 La vinculación de la evidencialidad con propuestas discursivas de mayor alcance se observa también en otros modelos discursivos, como sucede con la teoría polifónica. Esta conexión permite situar los primeros trabajos de Reyes (1990, 1994, 2002) o el desarrollo posterior de modelos como el de García Negroni (cf., por ejemplo, García Negroni 2016). 5 Frente a la defensa de la independencia categorial de la miratividad (DeLancey 1997, 2001, 2012; Aikhenvald 2012; Hengeveld y Olbertz 2012; Peterson 2013), Lazard (1999) plantea que, a diferencia de lo que ocurre con la evidencialidad, la miratividad rara vez aparece como categoría independiente de la expresión de otras ideas. Para el autor, muchos de los ejemplos que se analizan como mirativos solo interponen, entre el hablante y su enunciado, una referencia inespecífica al origen de la información, por lo que encajarían mejor en la categoría de mediativos habilitada por Guentchéva (1996). Para una crítica reciente a la existencia de la miratividad como categoría independiente, véase también Hill (2012).
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miratividad captura la tendencia natural en las lenguas a diferenciar entre la información sobre el mundo que forma parte integrada del conocimiento del hablante y la información que no forma parte de la estructura general del conocimiento del hablante. La autonomía de la miratividad como categoría independiente también se ve avalada por los datos que llegan desde la psicología, la cognición o la adquisición de lenguas (Peterson 2013). Desde estos ámbitos, la sorpresa se considera una de las emociones primarias. Si la sorpresa es una emoción universal, Peterson se pregunta por qué la categoría que se encarga de ella no iba a ser una categoría lingüística universal. No obstante, tal como hizo con la evidencialidad, Aikhenvald (2012) propone diferenciar entre miratividad gramatical ―la que está codificada en la gramática de una lengua― y estrategias de miratividad ―extensiones de categorías no esencialmente mirativas que pueden desarrollar valores mirativos―. A ello habría que añadirle otros recursos de los que dispone una lengua para expresar valores vinculados con la sorpresa, sin que hayan de estar necesariamente codificados en su gramática; en este sentido, la autora señala que una lengua puede expresar sorpresa mediante el léxico, las interjecciones, las exclamativas o incluso una entonación especial. Para Peterson (2013), esta posibilidad múltiple ratifica el estatuto de la miratividad como categoría independiente, pues el hecho de que algunas lenguas usen otras categorías para expresarla solo corrobora la naturaleza heterogénea de su realización lingüística, que puede concretarse de forma léxico-semántica, gramatical o morfológica. En su intento por definir semánticamente la categoría, Aikhenvald (2012) ha esbozado lo que denomina abanico de valores mirativos, entre los que se encuentran el descubrimiento y la revelación o realización repentina, la sorpresa, la mente no preparada, la contraexpectativa, o la información nueva. En su opinión, todas estas nociones constituyen una reacción hacia una determinada información. La miratividad se puede asociar, por tanto, con un componente evaluativo ―vinculado con esa idea de sorpresa y de mente no preparada― y con un componente informativo ―relacionado con la información nueva―. Con respecto a este último, la relación entre la miratividad y la información nueva no está exenta de controversia. Si, desde el punto de vista de la estructura informativa, la información nueva siempre se evalúa desde la perspectiva del destinatario, no sucede lo mismo con la miratividad. Así, Hengeveld y Olbertz (2012) insisten en que la miratividad puede estar relacionada con información nueva para el destinatario o nueva para el hablante. Igualmente, Aikhenvald (2012) propone que la miratividad puede asociarse a información nueva para el destinatario, nueva para el hablante o nueva para el personaje principal de una historia. Peterson (2013), por su parte, considera que la información nueva es una condición necesaria, pero no suficiente, para definir la categoría, pues no toda la información nueva ha de estar necesariamente vinculada con la miratividad.
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Por lo que respecta a su componente evaluativo, si los inicios de la miratividad suponen la marcación de fronteras con respecto a la evidencialidad, su consolidación como categoría tiene que vérselas con la exclamatividad ―algo que se acentúa aún más en los análisis de las lenguas románicas, en particular, e indoeuropeas, en general―. En este sentido, Rett (2011) y Rett y Murray (2012) identifican la exclamación en inglés con la miratividad ―o con la codificación de “exceeded expectations”―; como consecuencia, desde esta perspectiva la miratividad se caracteriza como un operador ilocutivo. Por el contrario, para Olbertz (2009) y Hengeveld y Olbertz (2012), la exclamatividad, en su forma gramaticalizada, es un tipo de oración, constituye un concepto ilocutivo, y expresa la evaluación del hablante sobre un contenido proposicional presupuesto; por su parte, la miratividad refleja una distinción modal, no constituye un tipo de oración, y no está necesariamente ligada al hablante, sino que forma parte de las proposiciones que son asertadas y cuestionadas. Al mismo tiempo, cuando se desciende al ámbito de la exclamatividad, surge la distinción entre exclamación ―como acto de habla expresivo que convoca una emoción, o una actitud no neutral del hablante (Alonso Cortés 1999; Castroviejo 2008)― y exclamativas ―estructuras en las que existe alguna pista léxica o sintáctica que apunta hacia el acto de habla expresivo―. Eso lleva a Bosque (2017) a diferenciar entre exclamativas primarias y exclamativas secundarias ―aquellas en las que solo la entonación determina su condición de exclamativas―.6 El dibujo, por tanto, de una nueva categoría implica de nuevo establecer relaciones con categorías aledañas. Por el sendero que trazan los bordes de todas ellas discurre este libro. El presente volumen recorre transversalmente las distintas propuestas teóricas que aquí se han esbozado a través de la aplicación a ejemplos concretos de una lengua en particular o a contrastes entre diversas lenguas románicas; en algunos casos, incluso, se aborda el influjo de lenguas amerindias, como el quechua, sobre el español, lo que introduce un escenario distinto. Asimismo, los capítulos se han dispuesto siguiendo un movimiento pendular que iría desde el extremo representado por la información dada por asumida hasta el extremo opuesto, constituido por la información que nos sorprende. En este sentido, los cuatro primeros capítulos se acercan a distintas estructuras desde la óptica de la información conocida y su interacción con la evidencialidad y la intersubjetividad, mientras que los tres siguientes se dedican a explorar los límites informativos de la miratividad. El primer capítulo, “El conocimiento compartido y el origen del saber: un análisis de marcadores de la estructura informacional y de la evidencialidad en lenguas románicas”, de Gerda Haßler, aborda la vinculación entre estructura in Para un recorrido por la línea que discurre entre miratividad y exclamatividad, puede verse también Sánchez López (2020). 6
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formacional y evidencialidad a partir del modelo comunicativo del conocimiento compartido (common ground). Esta contribución analiza un conjunto de adverbios que pueden marcar evidencialidad y estructura informativa a través de un análisis de corpus y estudia las posiciones sintácticas en las que aparecen. En este sentido, el trabajo presta atención a determinadas predicaciones secundarias, pero, a partir de un contraste entre corpus de español, francés, portugués e italiano, se abre la puerta a una lista mayor de construcciones sintácticas que pueden funcionar de manera semejante. El trabajo de Anja Hennemann, “Tiene aspecto de carne masticada. Las construcciones esp. Tener aspecto (de) y portug. Ter aspecto (de): entre evidencialidad, modalidad e (inter)subjetividad”, se acerca a las estructuras Tener aspecto (de), en español, y Ter aspecto (de), en portugués, desde la Gramática de Construcciones. Desde esta perspectiva, se describen como expresiones evidenciales, modales e (inter)subjetivas, por lo que no solo sirven como pretexto para abordar estas categorías semántico-funcionales, sino que se usan como forma de reivindicar un nuevo modelo de evidencialidad. En este sentido, se apela a la diferencia entre base y modo de acceso (privativo vs. compartido) a la información y se incide en la necesidad de incluir estas dimensiones como parte del modelo descriptivo evidencial. Nicole Delbecque, en su trabajo “Rutinas construccionales con cierto: selección dialógica de información presupuesta”, analiza la forma modal epistémica cierto en una serie de construcciones para determinar que su función esencial es aseverar dialógicamente una información presupuesta. En este sentido, el elemento combina varios planos de significación discursiva: el modal, el dialógico-intersubjetivo, el pragmático-interaccional y el argumentativo. Tras una reflexión introductoria sobre la contribución de cierto a la estructura informativa del discurso, se examina cómo su significado lo capacita para objetivar un compromiso subjetivo proyectándolo en un common ground intersubjetivo. Posteriormente, la autora define la noción de dialogicidad y la sitúa con respecto a la de polifonía, para pasar revista después al uso recurrente de cierto en una variedad de esquemas construccionales. Entre las configuraciones predicativas, la autora destaca la construcción copulativa con ser y cláusula sujeto, la correspondiente construcción focal y sus variantes, y la construcción transitiva compleja. Por lo que respecta a los patrones argumentativos transpredicativos, Delbecque distingue el esquema adversativo, el pseudoconcesivo, el (pseudo)acomodadizo, el pseudocondicional simple o acomodadizo, y el ampliador sin verbo rector. Finalmente, se abordan también los refuerzos confirmativos incidentales (semi)fijados ¿no es cierto?, bien es cierto, es cierto y cierto. Susana Rodríguez Rosique aborda también la relación entre configuración informativa, evidencialidad, intersubjetividad y otras categorías discursivas, como
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la argumentación, en su trabajo “¿Evidencialidad, intersubjetividad o argumentación? El futuro persuasivo en español”. En concreto, la autora se detiene en un uso particular del futuro morfológico en español que tradicionalmente se ha englobado bajo la etiqueta de futuro de necesidad. Si bien el futuro de necesidad (como el que representa la aparición de esta forma verbal en estructuras implicativas ―condicionales o causales/consecutivas― que operan en el nivel epistémico) es propio de registros formales y característico del discurso científico, lo que aquí se denomina futuro persuasivo exhibe una alta rentabilidad en la interacción. A partir de aquí, Rodríguez Rosique determina cuáles son las características de este futuro persuasivo: aparece con la segunda persona, está restringido léxicamente a verbos de conocimiento que han evolucionado hacia valores ilocutivos, y forma paradigma con verbos modales y con el imperativo. Desde una perspectiva general, este valor del futuro morfológico se pone en relación con otros valores discursivos, como el concesivo y el mirativo, y se tiende un puente que permite también vincularlos con los valores temporal y epistémico. En este sentido, se proporciona una definición unitaria del futuro en español basada en una instrucción de naturaleza originalmente deíctica y que se concreta en ‘distancia hacia delante’. Dicha instrucción puede operar en distintos niveles de significado y cruzarse, así, con diversas categorías semántico-discursivas. Este camino de proyección demuestra también que el proceso de gramaticalización del futuro morfológico en español todavía no ha terminado. La contribución de Hella Olbertz, “Reportativos, citativos y mirativos en el español andino ecuatoriano: un análisis discursivo-funcional”, permite que la miratividad entre en escena. La autora se aproxima a la expresión de contenido reportativo, citativo y mirativo en el español de la sierra ecuatoriana a través del análisis del dizque reportativo, del dizque citativo y del perfecto compuesto mirativo, respectivamente. Olbertz destaca que, si bien los dos primeros casos suelen darse en el habla de gente humilde bilingüe cuya lengua materna es el quechua, el perfecto mirativo emerge en la lengua general de las tierras altas ecuatorianas, incluso en aquellos hablantes que han recibido instrucción académica y que provienen de áreas urbanas. A partir del análisis de estas tres estructuras, el objetivo principal del trabajo se centra en describir las nociones reportativa, citativa y mirativa desde el modelo planteado por la Gramática Discursivo-Funcional. Para ello, Olbertz aísla las características lingüísticas de las nociones reportativa, citativa y mirativa; determina cuáles son las propiedades que dichas nociones tienen en común; y, finalmente, plantea cómo puede contribuir el modelo discursivo-funcional a la explicación de estos hechos lingüísticos. Ya en el terreno de la miratividad, Carolina Figueras Bates se acerca a los marcadores anda, vaya y mira en su trabajo “Los marcadores conversacionales en español: el caso de anda, vaya y mira”. En contraste con la visión polisémica muchas veces adoptada en el tratamiento de estas unidades, la autora opta por
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un planteamiento simplificador y sugiere que el contenido de los tres puede concretarse en un significado básico del que se derivan inferencialmente efectos de sentido particulares, lo que redunda en el tratamiento unificado de la semántica y pragmática de anda, mira y vaya desde el marco que ofrece la Teoría de la Relevancia. De manera más específica, Figueras Bates propone que los tres marcadores comparten la instrucción de derivar una descripción actitudinal o emocional sobre un constituyente o una proposición (o incluso sobre un evento u objeto percibido); a partir de ahí surgen los significados mirativos, de expresión de sorpresa y contraexpectativa, identificados en la bibliografía. Finalmente, José Luis Cifuentes Honrubia explora las relaciones entre configuración informativa, miratividad y exclamatividad en su contribución “Qué va y qué ir a + infinitivo: negación y exclamación”. El autor parte de un trabajo anterior sobre quia, ca y qué haber de + infinitivo para analizar las estructuras exclamativas de valor negativo qué ir a + infinitivo y qué va a partir de los datos obtenidos en un estudio de corpus que toma como base tanto el CORPES XXI como el CDH. El estudio, por tanto, tiene un doble objetivo: por un lado, se examinan tanto el funcionamiento como el uso de estas estructuras en el plano sincrónico; por otro, se acude a los orígenes de estas construcciones para proporcionar una explicación conjunta. A partir de aquí, el autor propone que qué ir a + infinitivo y qué va manifiestan modalidad epistémica negativa de forma intensificada, tanto en el significado, por la escala alta de rechazo que suponen, como por la forma, por la intensificación enfática de forma y entonación. Es precisamente esta intensificación la que se correlaciona con la sorpresa que implica la valoración epistémica. De manera más específica, el valor de qué va es expresar rechazo o negación hacia algo señalado previamente, sea en otro turno de palabra o en el propio hablante. Qué ir a + infinitivo, por su parte, constituye una construcción, con variación personal y temporal, que posee un significado equivalente. Asimismo, Cifuentes insiste en que la característica fundamental para que emerja el carácter negativo o de rechazo de estas estructuras es que repitan un contenido ya dado previamente. Referencias Aikhenvald, A. (2004): Evidentiality. Oxford: Oxford University Press. ― (2012): “The essence of mirativity”. Linguistic Typology 16: 435-485. Aksu-Koç, A. y D. I. Slobin (1986): “A psychological account of the development and use of evidentials in Turkish”, en W. Chafe y J. Nichols (eds.): Evidentiality: The linguistic coding of epistemology. Norwood: Ablex, 159-167. Albelda, M. (2015) (ed.): “Evidentiality in non-evidential languages: Are there evidentials in Spanish?”. Journal of Pragmatics 85: 135-137.
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EL CONOCIMIENTO COMPARTIDO Y EL ORIGEN DEL SABER: UN ANÁLISIS DE MARCADORES DE LA ESTRUCTURA INFORMACIONAL Y DE LA EVIDENCIALIDAD EN LENGUAS ROMÁNICAS Gerda Haßler Universidad de Potsdam
En este trabajo analizaremos el solapamiento y la diferencia que existe entre las categorías estructura informacional y evidencialidad. La base del análisis es el modelo comunicativo del conocimiento compartido (common ground), que se concibe como un desarrollo continuo en los conocimientos de los interlocutores en un acto comunicativo. Esta contribución tiene dos objetivos. Primero, se intentará analizar algunos adverbios que pueden marcar la evidencialidad y la estructura informativa. Tales adverbios que cumplen las dos funciones han sido aislados mediante un análisis de corpus. Segundo, se estudiarán las posiciones sintácticas en las cuales se encuentran los elementos marcados. Hemos observado que son, sobre todo, ciertos predicados secundarios que se destacan como marcadores evidenciales e informacionales, pero la lista de otras construcciones sintácticas es extensa. Los corpus del español, francés, portugués e italiano constituyen la base para este análisis. 1. El conocimiento compartido (common ground, CG) y su relevancia para la evidencialidad Empezaré por la explicación del concepto conocimiento compartido y de su relevancia para la evidencialidad. El conocimiento compartido es la información que el hablante y el destinatario han aceptado como un conocimiento común y que utilizan como base de la comunicación. El objetivo de la comunicación es transmitir información y, por ende, ampliar el conocimiento compartido. Enunciando una
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aserción, el hablante quiere integrar el contenido de la misma en los conocimientos del interlocutor y así ampliar el conocimiento compartido (Krifka 2012: 376):
Input CG c
Aserción p
Output CG c’
Gráfico 1. El conocimiento compartido (c) (según Krifka 2012: 376)
En esta noción de conocimiento compartido se distingue la base cognitiva común y la distribución de este conocimiento compartido. En el siguiente ejemplo, el hablante evoca el conocimiento compartido y lo marca evidencialmente como una conclusión. En el ejemplo (1) se transmite una aserción p = que alguien atacó a balazos la Casa del Gobierno. (1) Un hombre, con las facultades mentales aparentemente alteradas, atacó a balazos la Casa de Gobierno. (Real Academia Española, CREA, prensa, Clarín, 21/12/1987)
Esta aserción está anclada a un conjunto de conocimiento compartido sobre las razones de tal acto, por ejemplo: {la intención de derrocar al gobierno la profunda decepción de una persona la disposición a usar la violencia las facultades mentales alteradas etc.}
predicación secundaria
Gráfico 2. La predicación secundaria donde se evoca una parte del conocimiento compartido
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El locutor selecciona una razón de este conocimiento compartido en torno a las posibles razones y la marca como resultado de sus reflexiones sobre el fondo de su nivel de información. En este punto entran en contacto las nociones de conocimiento compartido y evidencialidad. El adverbio aparentemente, que se considera como un marcador evidencial, selecciona en este caso también una razón para explicar el comportamiento del hombre en cuestión. La construcción con las facultades mentales aparentemente alteradas es una predicación secundaria que se puede sacar del fondo y colocar en primer plano: (1’) Es un hombre con las facultades mentales aparentemente alteradas que atacó a balazos la Casa de Gobierno. Adverbios como aparentemente pueden interpretarse como marcadores evidenciales y tienden a tener un significado inferencial (Anscombre et al. 2009; Cornillie 2010; Figueras 2017; Haßler 2004a; Haßler 2010; Torner 2016). En muchos casos, tales adverbios aparecen en predicaciones secundarias. La evidencialidad puede también expresar la actitud del hablante, porque la especificación del origen del saber y el modo de acceso al conocimiento pueden indicar también la actitud y el compromiso del hablante frente a la validez de la información transmitida. Esta actitud y este compromiso pueden ser la razón por la cual se topicaliza un elemento de la oración, por medio del cual se hace recordar el conocimiento común o compartido al destinatario. Entendemos la evidencialidad como una categoría funcional que se refiere a la base perceptiva y epistemológica que permite al hablante producir un acto de enunciación y la definimos deliberadamente según la definición más antigua de Graciela Reyes, formulada en un marco pragmático: Se llama evidencial (por préstamo del inglés evidential) a un tipo de significado transmitido, en determinados contextos, por ciertas formas del verbo y por algunas construcciones adverbiales. Este significado se produce cuando el hablante tiene la intención de expresar algún escrúpulo acerca del conocimiento de lo que afirma, especialmente cuando quiere indicar que es algo que ha inferido o que le han contado. (Reyes 1994: 25)
Con esta definición se subraya que la intencionalidad del uso de marcadores evidenciales es importante en lenguas que no tienen marcadores evidenciales obligatorios que deben introducirse debido a exigencias gramaticales. En las clasificaciones tradicionales que siguen a Willett (1988), la evidencialidad ―que se expresa mediante marcadores obligatorios― se subdivide en dos
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tipos, a saber, evidencialidad directa e indirecta. Los marcadores evidenciales directos se utilizan cuando el orador es o ha sido testigo de la acción o del estado de cosas que presenta. Los marcadores evidenciales indirectos, en cambio, indican que el hablante no ha presenciado la acción o el estado de cosas presentado, sino que ha oído hablar de él a otras personas o ha deducido lo que dice a partir de diversos tipos de evidencia. Cuando la proposición se infiere, se trata de marcadores inferenciales. Cuando los marcadores indican que la información de la proposición ha sido transmitida por otros hablantes, se denominan marcadores de oídas, reportativos o citativos. En correspondencia con la noción más refinada de un marcador que tiene una función doble ―en nuestro caso una interpretación evidencial y un mundo posible―, Krifka (2012) sugiere hacer un modelo sobre la base del conocimiento compartido como un par de dos conjuntos de índices, un conjunto de interpretaciones admisibles (I) y un conjunto de mundos posibles (W). La comunicación consiste en cambios subsecuentes del conocimiento común. Aquí consideramos dos tipos de cambio: el cambio descriptivo, que deja constantes las interpretaciones y reduce el conjunto de mundos posibles, y el cambio definitorio, que no afecta a los mundos posibles, sino que cambia las interpretaciones: cambio descriptivo: ⟨I,W⟩ + DES(⟦Φ⟧) = ⟨I, {w∈W|∃i∈I ⟦Φ⟧i,w}⟩ cambio definitorio: ⟨I,W⟩ + DEF(⟦Φ⟧) = ⟨{i∈I |∀w∈W ⟦Φ⟧i,w}, W⟩
El conocimiento compartido consiste no solo en un conjunto de proposiciones que están mutuamente aceptadas, sino también en un conjunto de entidades que ya han sido introducidas en el conocimiento compartido previamente. Krifka (2012) introduce también una distinción entre common ground content ‘contenido del conocimiento compartido’ y common ground management ‘gestión del conocimiento compartido’. Esta distinción es importante para nuestro análisis, ya que podemos asociar los aspectos de la estructura de la información que tienen un impacto condicionado por la verdad con el contenido del conocimiento compartido y los que se relacionan con el uso pragmático de las expresiones con la gestión del conocimiento compartido. Estos últimos incluyen marcar el origen del conocimiento del hablante o la forma en que fue adquirido. Existen marcadores que siempre anclan un enunciado a la verbalización del conocimiento compartido. Un ejemplo de tales marcadores es la palabra mica, que es muy común en el italiano hablado. En su innovadora monografía sobre la sintaxis de la negación en las lenguas románicas, Zanuttini (1997) presenta el siguiente par de ejemplos, contrastando la forma estándar de la negación (non V) con la forma no canónica (non V mica):
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(2) Gianni non ha la macchina. (3) Gianni non ha mica la macchina. Zanuttini describe la diferencia pragmática entre estos dos ejemplos de la siguiente manera: como se discutió por primera vez en Cinque (1976), el uso de mica está pragmáticamente restringido a aquellos contextos en los que la contraparte no negativa de la proposición expresada por la oración se asume en el discurso. Para que mica se entienda de forma acertada en (3), es necesario que la proposición Gianni tiene un coche esté implicada por el conocimiento compartido. Si tal proposición no forma parte del conocimiento compartido, la presencia de mica hace que la frase no sea lícita (Zanuttini 1997: 61; cf. Schwenter 2006). Al mismo tiempo, por supuesto, mica también expresa el énfasis, es decir, enfoca la negación. Los hablantes marcan, a menudo, que la información expresada es o bien de conocimiento compartido, conocida tanto por el hablante como por el oyente, o bien exclusiva del hablante y, en consecuencia, nueva para el oyente. Este aspecto de la evidencialidad no tiene cabida en muchos modelos de la misma, simplemente porque no tiene nada que ver con cómo o dónde se obtuvo la información, sino solo con quién tiene acceso a ella. Como se adelantó en el primer capítulo de este volumen, Bermúdez (2005: 61) propone una descripción alternativa del dominio semántico de la evidencialidad que intenta resolver estos y otros problemas relacionados: Modo de acceso a la información
Fuente de la información
Acceso a la información
cognitivo
externa
universal
sensorial
interna
exclusivo
Gráfico 3. El dominio de la evidencialidad (según Bermúdez 2005: 61)
La evidencialidad se describe aquí mediante tres parámetros independientes: fuente de información (interna ↔ externa), modo de acceso a la información (sensorial ↔ cognitivo) y acceso a la información (exclusivo ↔ universal), todos ellos interpretados como continuos bipolares. Entonces, los subdominios tradicionales de evidencialidad pueden ser definidos según sus valores prototípicos. La evidencia sensorial directa en la clasificación de Willett (1988), por ejemplo, se define por los valores acceso perceptivo a la información, fuente de información propia y, por defecto, acceso exclusivo.
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Tipos de fuentes de información
indirecto
directo acceso perceptivo a la información fuente de información propia acceso exclusivo atestado
visual auditiva otras sensoriales
reportado
inferido
segunda mano tercera mano folclore
resultados de razonamiento
Gráfico 4. Tipos de fuentes de información (cf. Willett 1988: 57)
2. Los marcadores evidenciales y la estructura informacional Entendemos por estructura informacional los recursos y procesos existentes en las lenguas que ayudan a los hablantes a tomar en cuenta el estado actual de la información de los destinatarios y, con eso, facilitar el flujo de la información (cf. Krifka y Musan 2012). Esta definición se apoya en la comprensión de la comunicación como un cambio continuo de la base común, o sea, del conocimiento compartido. Como explican Krifka y Musan (2012: 2), los hablantes planifican sus aportaciones a la conversación teniendo en cuenta la base común. Utilizo su ejemplo traducido, en el cual un hablante dice: (4) Tengo un gato y tuve que llevar mi gato al veterinario. La primera oración en este ejemplo aporta la información de que “el hablante tiene un gato” a la base común del conocimiento compartido. El grupo nominal en la segunda oración presupone eso, el hablante puede utilizarlo porque su referencia puede ser considerada como saliente en el conocimiento compartido después de la exteriorización de la primera oración. La segunda oración añade la información de que el hablante tuvo que llevar su gato al veterinario. El destinatario recibe la información y, así, la base común se enriquece continuamente durante la comunicación. Como la base común siempre está desarrollándose, el concepto de
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embalaje de la información, introducido por Chafe (1970), parece especialmente propicio. Observemos otro embalaje de la información dado en el ejemplo (5): (5) #Tuve que llevar mi gato al veterinario y tengo un gato. En este ejemplo (5), la segunda oración introduce la información que ya estaba presente en la base cognitiva común. El hablante puede también dejar la inferencia de la información a su interlocutor, utilizando el grupo nominal simplemente en una oración. Este cambio mínimo de la base común es posible (6), pero probablemente no funciona en casos como (7), que contradicen el saber del mundo (Krifka y Musan 2012: 2): (6) Tuve que llevar mi gato al veterinario porque había cogido un constipado. (7) #Tuve que llevar mi gorila al veterinario porque había cogido un constipado. Otro ejemplo de embalaje de la información se puede ver en la oración siguiente: (8) En cuanto a mi gato, prefiere comida seca. La construcción antepuesta en cuanto a mi gato hace constar aquello sobre lo que el enunciado va a dar una información (Krifka y Musan 2012: 3). No se trata de una parte de la oración dislocada a la izquierda, como en el ejemplo (9), sino que se trata de un elemento adicional, fuera de la estructura de la oración, que sirve a la gestión de la información. (9) Al gato, ya le he dado comida. Para simplificar el problema del embalaje de la información, suponemos tres dimensiones de estructuración en las cuales la estructura informacional permite la presentación del contenido. Seguimos esencialmente en esta clasificación a Gutiérrez Ordóñez (1997) y utilizamos sus ejemplos: Primero, la estructura informacional permite caracterizar una parte de la oración como respuesta correspondiente a cierta pregunta, situación o continuidad textual. Esta respuesta no tiene que estar focalizada, por eso la llamamos simplemente rema: (10) ¿Qué estás leyendo? / Estoy leyendo el periódico.
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La posición de este rema se encuentra normalmente postpuesto al tema, al final de la frase, donde se puede encontrar también el sujeto de la oración. Por ejemplo, en la frase (11) del interlocutor B, el objeto directo se encuentra al inicio de la frase y el sujeto al final, respondiendo a la pregunta (11) A: (11) A: [¿Quién trajo los pasteles anoche?] B: Los pasteles los trajo papá. Segundo, con este orden marcado de palabras, ya se puede hablar de focalización. Es posible poner un foco en una parte de la oración, sea para destacar un contraste a lo dicho o para corregirlo. Además del orden de las palabras, se puede utilizar el acento para focalizar elementos de un enunciado. En el ejemplo (12), la segunda sílaba de la palabra decano está acentuada, lo que se expresa aquí por mayúsculas, y se utiliza una frase escindida: (12) El deCANo es quien convocó junta. Tercero, es posible restringir la referencia del asunto de la oración, es decir, proceder a una topicalización: (13) Los libros, no sabemos ya dónde ponerlos. Aquí el hablante anuncia que va a decir algo sobre los libros, y por eso pone este objeto directo al inicio de la oración. Tal vez los libros ya habían sido mencionados en la conversación anterior y el hablante retoma el tema. La estructura no marcada sería en este caso No sabemos ya dónde poner los libros. Pero esta no es una forma de iniciar una conversación sobre libros, y el problema de cómo colocar los libros tampoco se enfocaría en este caso. El análisis de la estructura informacional en sus dimensiones de tema y rema, de foco y trasfondo, de tópico y comentario (cf. Gutiérrez Ordoñez 1997) considera la activación de la información transmitida y su interacción con el conocimiento compartido de los interlocutores. Los ejemplos mencionados de gestión de la información y del cambio de la base común del saber son típicos de los estudios sobre la estructura informacional en dos aspectos: se trata de ejemplos inventados para probar reflexiones teóricas o documentar conceptos introducidos. Además, corresponden a situaciones inmediatas de comunicación en las cuales los hablantes son supuestos como presentes y se utiliza la lengua oral. En el lenguaje hablado se utilizan construcciones sintácticas no canónicas, como, por ejemplo, construcciones de doblado de objeto en español, dislocaciones a la derecha o dislocaciones a la izquierda. La supresión o
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la reducción de estos elementos lingüísticos en el lenguaje escrito, sin embargo, no genera problemas en el embalaje de la información. En el lenguaje escrito existen posibilidades de embalaje que compensan los del canal acústico y la inmediatez. El solapamiento entre las categorías de evidencialidad y estructura informacional cobra especial relevancia cuando se recuerdan elementos de conocimiento compartido en un enunciado. Normalmente, esto ocurre mediante la topicalización en la periferia de la frase o en oraciones enteras antepuestas al enunciado que transmite la información principal. En el ejemplo siguiente (14), se evoca una componente del conocimiento compartido, el de que “no compramos o vendemos en función de lo que diga la prensa”. Esta parte antepuesta de la frase compleja está marcada evidencialmente como una deducción del conocimiento compartido: (14) Evidentemente no compraremos o venderemos en función de lo que diga la prensa; pero la noticia de ayer de expansión fue sin duda, relevante. (rankia. pe, 59395842/20302652522)1 La evocación de elementos del conocimiento compartido suele aparecer en la parte previa de la frase. En el ejemplo (15) la victoria de los bizantinos está utilizada como el tópico y marcada aparentemente como inferida del conocimiento público; el método para obtener esta victoria se añade como comentario: (15) Aparentemente los bizantinos ganaron tácticamente al inicio, haciendo retroceder a los búlgaros hasta el río y obligándoles a cruzarlo en retirada. (wikipedia.org, 8248/3355109) El tópico es la parte de la oración que denota la información accesible en el discurso que es el asunto de interés común para el hablante y el destinatario. La noción de accessibility (‘accesibilidad’) se remonta al trabajo de Ariel (1990, 1991); Lambrecht (1994: 109) utiliza el término identifiability (‘identificabilidad’) para la misma noción. La noción de interés común se remonta a los trabajos de Reinhart (1982), para quien el tópico es una dirección o ficha bajo la cual la información entrante se almacena o clasifica en el conjunto del contexto (Pereltsvaig 2004: 326). Incluso podría debatirse si en algunos casos el indicar el origen del conocimiento compartido puede considerarse como una topicalización. En el siguiente Los ejemplos (14) a (17) fueron extraídos de Sketch Engine a partir del corpus Spanish Web 2018 (esTenTen18). 1
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ejemplo (16), evidentemente precede y enmarca el enunciado, después sigue un enunciado sobre el evento topicalizado: (16) Evidentemente, próximamente empezará un evento de navidad que todavía se mantiene en secreto. (foroactivo.mx, 59394672/20302436293) En la mayoría de los casos, el elemento evidencial topicalizado precede al núcleo de la oración, pero se encuentran también casos en los cuales el tópico aparece postpuesto. En el ejemplo (17) se presenta un curso y la información sobre el formato en vídeo ―ya conocida por los destinatarios― se añade, por así decirlo, para recordárselo una vez más. (17) El curso más completo de la lista, que consta de más de 60 lecciones, evidentemente todas ellas en vídeo. (edu.mx, 59395995/20302684655) Este tipo de construcciones llamadas antitópicas son ya conocidas y descritas en otros contextos. Lambrecht (1981) utiliza el siguiente ejemplo francés en el que se produce el antitópico du vin y es anticipado por el pronombre en: (18) Il en boit tous les jours, du vin. (Lambrecht 1981: 85) La mayoría de los expertos parecen estar de acuerdo en que existe una asimetría funcional entre las dos periferias. Varios estudiosos (cf. artículos en Beeching y Detges 2014) declaran que la diferencia consiste en que la periferia izquierda de la frase sirve principalmente para establecer significados subjetivos, mientras que la periferia derecha se especializa básicamente en crear significados intersubjetivos. Detges y Waltereit (2014: 42), entre otros, afirman que los constituyentes de la periferia izquierda sirven para anclar los elementos subsiguientes en contraste con la periferia derecha, que es el lugar donde se puede negociar el enunciado completo (Fant, Bartning y Österberg 2020: 91). Los representantes del grupo Val.Es.Co de la Universidad de Valencia han propuesto un enfoque más radical. Así, los trabajos de Estellés Arguedas y Pons Bordería (2014), Salameh Jiménez, Estellés Arguedas y Pons Bordería (2018) y Pons Bordería (2018) ponen en cuestión la base teórica de la investigación que consiste en plantear una división fundamental entre unidad central y periferias. En su lugar, abogan por la aplicación del modelo de segmentación de unidades de discurso elaborado por su grupo de investigación (Briz Gómez y Grupo Val. Es.Co 2003. La mayoría de los constituyentes de la periferia izquierda son expresiones no referenciales y no procedimentales. La primera categoría no referencial es la de
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las conectivas, que quizá sea la clase de marcadores del discurso más descrita. Su función es conectar la unidad a la que preceden con el discurso anterior, independientemente de que introduzcan una cláusula, una frase o un enunciado completo. Desde el punto de vista estructural, existen dos tipos de conectivas: las conjunciones que aparecen al inicio de cláusula y las conectivas adverbiales que aparecen al inicio de la frase o de enunciado. Aunque es discutible que las conjunciones deban considerarse verdaderos constituyentes de la periferia izquierda, teniendo en cuenta su incrustación en la oración, hemos optado por incluirlas debido a su función pragmática, que es la misma que la de las conectivas adverbiales: así, por ejemplo, una conectiva adverbial como entonces cumple la misma función que la frase conjuntiva así que (Fant, Bartning y Österberg 2020: 99). Algunos adverbios evidenciales pueden considerarse como partes del conjunto de estas expresiones procedimentales. 3. Las predicaciones secundarias Los adverbios que marcan la evidencialidad y al mismo tiempo establecen una relación con el conocimiento compartido aparecen principalmente en las predicaciones secundarias. Para explicar esto, tendremos que ampliar considerablemente la noción de predicación secundaria, partiendo del criterio funcional de una información adicional añadida a la predicación de la oración central. Pero primero trataremos la comprensión básica de la predicación y la predicación secundaria (cf. Arrivé 1964; Demonte y Masullo 1999; Haßler 2004b; Porroche Ballesteros 1990; Salvi 2001). Consideramos que una proposición es la representación de un estado de cosas al que se le puede asignar un valor de verdad, y las proposiciones se pueden codificar mediante una relación de predicación, por ejemplo, en forma de oraciones declarativas. La consideración de los predicados que constan de dos partes, en los que una determinada propiedad está conectada con una cópula, se inscribe en una larga tradición gramatical y, en principio, parece plantear pocos problemas. A lo sumo, se plantea la cuestión de las diferentes clases de elementos que pueden aparecer en la función del atributo y se responde con referencia a diferentes categorías. Los grupos adjetivales (19), los grupos nominales (20) o los sustantivos no determinados (21) aparecen como atributos del sujeto, al igual que los grupos preposicionales (22), pronombres y cuantificadores (23), oraciones relativas sustantivas (24), adverbios (25) y, en el habla coloquial, oraciones condicionales temporales e hipotéticas (26). (19) Pedro es amable. (20) Pedro es un excelente jugador de bridge.
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(21) Pedro es ingeniero. (22) Pedro está de muy mal humor. (23) Los alumnos son muchos. (24) El culpable no era el que pensábamos. (25) Pedro está bien. (26) La inflación es cuando/si el dinero pierde su valor. En todas estas oraciones sería posible mostrar la adquisición de la información transmitida a partir de la observación visual, de rumores o de inferencia mediante la inserción de un marcador evidencial. En estas oraciones evidencializadas se refiere a la predicación principal: (19’) Pedro es aparentemente amable. (20’) Pedro es visiblemente un excelente jugador de bridge. (21’) Pedro obviamente es ingeniero. (22’) Pedro está evidentemente de muy mal humor. (23’) Los alumnos visiblemente son muchos. (24’) El culpable obviamente no era el que pensábamos. (25’) Pedro aparentemente está bien. (26’) La inflación es evidentemente cuando/si el dinero pierde su valor. Otro problema lo plantea la naturaleza de los verbos que pueden asignar atributos de sujeto (27). Además de la cópula simple, aparecen verbos parecidos a la cópula que combinan una atribución de rasgo con referencia a la aspectualidad de la atribución (seguir, resultar) o con modalizaciones (parecer), y en los que normalmente no se permite una pronominalización del atributo (28). (27) Pedro estaba/parecería/se quedará/permanecerá enfadado. (28) Pedro lo estaba/lo parecía/*lo permanecerá. Con estos verbos, parece perfectamente posible una evidencialización. Además, hay verbos transitivos e intransitivos que pueden atribuir ocasionalmente atributos. En estos casos, sin embargo, la pronominalización del sujeto predicativo no es posible: (29) Llegó a casa borracho. (29a) *Lo llegó a casa. (29b) Llegó a casa. Estaba borracho. Mientras que la función de la cópula en las construcciones con atributos de sujeto se limita a la expresión de los rasgos flexivos del verbo, los verbos
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más específicos añaden características aspectuales y modales. En cambio, los verbos que atribuyen ocasionalmente rasgos al sujeto o al objeto conservan su flexión, pero pueden asociar adicionalmente un elemento que puede ser tomado como un acortamiento de una oración de cópula, como en el caso del ejemplo (29b). Por el contrario, los verbos de opinión y de nombramiento tienen la propiedad de atribuir características a los complementos directos. Los atributos de este tipo no son componentes del grupo nominal, como sería el caso de los adjetivos de uso epitético. La frase (30) tendría, por tanto, dos lecturas posibles, por un lado, con el verbo encontrar como ‘resultado de la búsqueda’ y el grupo nominal esta explicación extraña (3a) y, por otro lado, con encontrar como ‘opinar sobre algo’ y la asignación predicativa de extraña a la explicación (3b): (30) Encontró esta explicación extraña. (30a) Encontró [esta explicación extraña]. → La encontró. (30b) Encontró [esta explicación] extraña. → La encontró extraña. (30c) Esta explicación era extraña. El atributo del complemento de objeto tiene la misma relación con el objeto directo que el atributo del sujeto correspondiente tiene con el sujeto (30c). En un sentido más amplio, se pueden distinguir diferentes tipos de atributos del complemento de objeto. El primer grupo incluye los complementos predicativos que se pueden interpretar como oraciones reducidas con un atributo de sujeto (31): (31) Considero el trabajo excelente. ← Considero que el trabajo es excelente. Además, varios verbos transitivos permiten añadir un elemento atributivo a su complemento directo: (32) Me devolvió el libro todo roto. Tales atributos secundarios deben expresar propiedades temporales, no permanentes, de sus objetos. Por esta razón, se excluyen frases como (33) y (34), a diferencia de (35). Valoraciones como (36) tampoco son posibles como predicativas de este tipo en contraste con (37): (33) *La carne, la come vacuna. (34) *Los libros, los lee policíacos. (35) El café, lo toma descafeinado.
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(36) *La carne, la come excelente. (37) La carne, la come cruda. En general, se puede decir que los atributos secundarios son aquellos constituyentes de una oración que modifican simultáneamente el predicado verbal y un sintagma nominal de la misma oración y que son congruentes con el núcleo nominal en género y número. Mientras que en oraciones como (31) el atributo es obligatorio, es decir, seleccionado por el verbo matriz en la cláusula principal, tales construcciones se llaman también predicados secundarios. Se distingue entre predicativos obligatorios, seleccionados léxicamente (Demonte 1991: 158), y predicados secundarios, que pueden conectarse tanto al sujeto como al objeto. Los ejemplos (38) y (39) son atributos secundarios orientados al sujeto, al igual que los de (40), (41) y (42), mientras que los de (43) y (44) son atributos secundarios orientados al objeto. En ambos casos, no tienen carácter de argumento, sino que actúan como adjuntos (Demonte 1991: 159): (38) Marta despidió a su hijo tristísima. (39) Irene sonrió contenta. (40) María pasaba distraída. (41) El barco se hundió lento. (42) El profesor saludó a los estudiantes disgustado. (43) Luis come la carne cruda. / La come cruda. (44) Demetrio pintó la casa roja. / La pintó roja. En los ejemplos permitidos por la base semántica descrita, parece posible una combinación con marcadores evidenciales como aparentemente, evidentemente, visiblemente y obviamente. La evidencialización puede extenderse a todo el enunciado (45), así como referirse únicamente al rasgo atribuido, que siempre está enfocado ((46), (47), (48)). En este caso, además del marcaje evidencial, también se produce un subrayado del foco: (45) Evidentemente el café, lo toma descafeinado. (46) Me devolvió el libro visiblemente todo roto. (47) El café, lo toma aparentemente descafeinado. (48) La carne, la come obviamente cruda. Para este estudio, la noción de predicación secundaria se extiende a la información más allá de la predicación de la oración principal, considerando, entre otros, también los accesorios de constituyentes nominales. En el ejemplo (49), la construcción excelente retratista no forma parte del núcleo de la oración, sino
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que es una aposición. En cuanto a la estructura informacional, la aposición no se focaliza, en cambio precisa o aclara la referencia de un grupo nominal en una construcción parentética (Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española 2009: 849): (49) Adams, excelente retratista, abrió taller en Caracas y llegó a compenetrarse profundamente con la sociedad caraqueña. (Real Academia Española, CORPES, Noriega, Simón: Venezuela en sus artes visuales. Mérida: Ediciones Puerta del Sol, 2001) Con esta aposición se evoca el conocimiento sobre un personaje que se llama Adams, sobre el que se da la información adicional de que es un excelente retratista. También en el ejemplo de la Nueva gramática de la lengua española se ofrece información de fondo que ya se puede deducir de la oración principal. (50) Los búlgaros, cansados y con una motivación relativa, deberán reponer fuerzas. (Mundo 16/7/1994, citado según Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española 2009: 851) La construcción cansados y con una motivación relativa recuerda el conocimiento compartido y lo evoca, lo que se podría apoyar por un marcador evidencial, caracterizando esta parte de la oración como una inferencia (Estrada 2008): (50a) Los búlgaros, evidentemente cansados y con una motivación relativa, deberán reponer fuerzas. 4. Marcadores evidenciales y conocimiento compartido En este apartado se examinan los marcadores evidenciales españoles aparentemente, evidentemente, obviamente y visiblemente en el contexto de marcadores de conocimiento previo y compartido. Todos los ejemplos utilizados en esta sección y en las siguientes se han obtenido de Sketch Engine. Suponemos, por supuesto, que estos marcadores también pueden señalar el enunciado de primer plano como evidencial. Así, por ejemplo, en el enunciado (51), obviamente se refiere a la proposición
y la caracteriza como una conclusión del hablante o como escuchada de otras personas. En (52) se declara algo como un error de una manera absoluta que nadie puede contestar.
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(51) Obviamente, la pintura europea influenció sus obras hasta mediados de la década de 1940. (wikipedia.org, 3421/1058316)2 (52) Obviamente es erróneo. (wikipedia.org, 7010/2670962) Pero, ya en estos usos de obviamente, los locutores apelan a los conocimientos previos de los interlocutores y a su disposición a aceptar el nuevo hecho transmitido como si estuvieran de acuerdo con él. En otros usos, los adverbios evidenciales se refieren a una parte del núcleo de la oración cuyo contenido se presenta como inferido u obtenido a partir de rumores. En los siguientes ejemplos son los atributos del sujeto asesinado y libre para editarlo. (53) Víctor es aparentemente asesinado después de caer en el paisaje colapsante. (wikipedia.org, 1831/363267) (54) Eres, obviamente, libre para editarlo, pero no creo que hacerlo light sea una buena idea. (wikipedia.org, 26994/13017390) Se plantea la cuestión de cómo tratar que los marcadores evidenciales aparezcan entre comas, lo que se representaría en la lengua hablada mediante pausas cortas. Aunque se podría suponer una mayor vinculación del marcador con el adjetivo que aparece postpuesto, en caso de que no se coloquen las comas, esto no influye en la función evidencial y la estructura informacional. Sin embargo, si el marcador de evidencialidad se refiere solo a una parte del atributo, no se hacen cortes ni se colocan comas. En el siguiente enunciado la relación entre evidentemente y difícil es muy estrecha: (55) La cuantificación de la influencia política es algo evidentemente difícil. (wikipedia.org, 6702/2523584) Si la evidencialización se refiere a toda la predicación, es obviamente irrelevante que el marcador de evidencialidad preceda o siga a la forma verbal conjugada: (56) La ciudad fue aparentemente abandonada después de las campañas del emperador de los sasánidas Sapor I, en el año 241. (wikipedia.org, 7357/2809328) Este y los siguientes ejemplos se extrajeron con Sketch Engine a partir de los siguientes corpus: Spanish Web 2018 (esTenTen18), French Web 2017 (frTenTen17), Italian Web 2010 (itTenTen), Portuguese Web 2011 (ptTenTen11). 2
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(57) Ámbito regional ya que la integran la Junta de Andalucía y la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA), y el resto obviamente son organismos provinciales o locales, pero al fin y al cabo lo integran todos los organismos posibles a escala nacional-regional-local. (wikipedia.org, 2012/444634) En algunos casos el marcador evidencial puede focalizar también un constituyente de una oración. Esta focalización suele ocurrir al final de la frase y puede estar subrayada por la segmentación, como en el siguiente ejemplo: (58) Michael Williams ha denominado acertadamente a esto carga de la prueba (defence commitment) de las exigencias del saber, exigencias que se basan ya, evidentemente, en el socrático logon didonai. (org.ar, 59395811/20302648181) Sin embargo, con mucha frecuencia, los marcadores de evidencialidad estudiados indican inferencias extraídas del conocimiento compartido que no pertenecen al primer plano de la información comunicada. Se trata de constituyentes no focalizables que se recuerdan y se mencionan para una mejor comprensión del conjunto del enunciado. Dichas evidencializaciones se producen a menudo en relación con formas no personales de los verbos, como los participios y los gerundios, que resultan apropiadas para denotar antecedentes, presuposiciones o acciones subordinadas. Las construcciones que aparecen como inferencias y explican la acción principal pueden aparecer después del núcleo de la oración, como en los siguientes ejemplos: (59) Arsenal luego se sacrifica una vez más volando hacia el sol, aparentemente librándose de Ultron en el proceso. (wikipedia.org, 6105/2234100) (60) En Los límites de la Fundación introduce el planeta “Gaia”, obviamente basándose en la hipótesis Gaia. (wikipedia.org, 28890/14195152) (61) Lo conocía todo el mundo porque tenía siglos de uso, pasaba por los mejores pueblos de las viejas misiones jesuíticas, obviamente instalados en las mejores tierras. (wikipedia.org, 36054/17483418) Por otro lado, estas construcciones pueden ocurrir también como inserciones parentéticas que también se marcan como inferidas e indican el conocimiento compartido: (62) Igualmente herida, y evidentemente afectada por la suerte de él, la chica se lamenta. (foroactivo.com, 59412545/20305933020)
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El paréntesis en (63) es en realidad superfluo, puesto que ya se afirma con el tema de la oración que este es el grupo central, pero subraya de nuevo el conocimiento compartido que es importante para la comprensión del enunciado. En el ejemplo (64) se inserta una conclusión más larga como explicación: (63) El grupo central, considerado evidentemente el principal, muestra todo el desarrollo del Orden hasta la muerte de San Francisco. (wikipedia.org, 7936/3068133) (64) Rick Price, bajista del grupo, tocó el bajo en la canción originalmente pero no fue acreditado, aparentemente debido a que su aportación se perdió debido a las sobregrabaciones añadidas a la pista, por lo que Lynne tuvo que añadir una nueva línea de bajo. (wikipedia.org, 1402/190815) En el caso de los marcadores de evidencialidad aparentemente, evidentemente y obviamente, no suele quedar claro si el acceso al conocimiento mediado que caracterizan es una inferencia, la mediación de otros o la propia percepción. Se trata, pues, de un fenómeno que podría denominarse evidencialidad inespecífica. Por el contrario, la función del marcador visiblemente está aún más fuertemente conectada con su significado etimológico y orientada a indicar el conocimiento visualmente experimentado (Dendale, Vanderheyden e Izquierdo Alegría 2020). En los siguientes ejemplos, el estado comunicado de la persona que aparece como sujeto de la oración se ha percibido visualmente a través de los rasgos físicos: (65) El jefe de Policía, visiblemente molesto y apenado me dijo: que no creía que se me detendría y prometió hablar con el presidente. (wikipedia.org, 5939/2154750) (66) Entonces, visiblemente en estado de plena ira, el auto destruye los laterales de ladrillo del portón del cementerio y escapa. (wikipedia.org, 55483/27194595) Además de las formas no personales de los verbos, hay más contextos en los cuales los adverbios evidenciales pueden evocar el conocimiento compartido. Hemos encontrado muchas construcciones adjetivales postpuestas y asociadas a los marcadores de evidencialidad que se utilizan para señalar conclusiones sobre la base del conocimiento compartido. (67) Este proviene principalmente del tráfico ilegal de drogas, y también de empresas aparentemente legales como la construcción, los restaurantes y supermercados. (wikipedia.org, 43/14380) (68) Stephen Baxter usó la 3-esfera en su cuento Dante and the 3-Sphere, una historia en la que científico y teólogo aparentemente loco “se da cuenta” de que Dante en la “Divina Comedia” se refiere a una transversal a través de múltiples 3-esferas. (wikipedia.org, 1691/325284)
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(69) Creemos que estos retrasos evidentemente notables, han influenciado para que los usuarios opten por no descargar el nuevo software. (iphoneate.com, 59399211/20303313468) (70) Comprar palabras no evidentemente comerciales ayuda mucho. (aeurus.cl, 59395350/20302566946) (71) “En estos momentos, mis pensamientos van hacia las víctimas de estos ataques evidentemente terroristas, para sus allegados y para todos los habitantes de París”, dijo en declaraciones. (wikipedia.org, 6701/2514423) (72) Dumbledore con el mago tenebroso Grindelwald lleva a resultados obviamente terribles, ya que comienza a interesarse en la magia oscura misma, descuida sus responsabilidades hacia su hermana menor y finalmente causa su muerte. (wikipedia.org, 45843/22090996) (73) Me pongo como ejemplo: mi familia paterna es de origen judío (obviamente, sefardí), pero yo soy musulmana. (wikipedia.org, 47138/22744472) Radatz (2001: 116) afirma que las posibilidades interpretativas de los adjetivos postpuestos surgen únicamente de la semántica del adjetivo y del sustantivo y que la posición del adjetivo no influye en ello. Mientras que él asigna solo un papel marginal a los factores sintácticos para el comportamiento posicional del adjetivo atributivo, Hennemann y Plötner (2015) han demostrado que las restricciones sintácticas pueden desempeñar un papel bastante decisivo dependiendo del contexto. La asociación de los marcadores de evidencialidad con el adjetivo es un factor que puede condicionar la postposición del adjetivo. En los ejemplos (67) hasta (73), los marcadores evidenciales alcanzan y modifican solamente a los adjetivos y los marcan como deducidos desde una base de un conocimiento común. Utilizando la construcción , involucra al destinatario refiriéndose a su conocimiento. También las aposiciones pueden transmitir información adicional sobre el sujeto del enunciado que no puede ser enfocada. Junto con un marcador de evidencialidad, el contenido de la aposición puede representarse como inferido y situado en el conocimiento compartido de los interlocutores. En el ejemplo siguiente, los interlocutores ya saben que el puntero es el más inteligente y equilibrado, y con aparentemente se apela a este conocimiento compartido: (74) El Puntero (Wylie Times): aparentemente, el más inteligente y equilibrado de los Minutemen, es el único que pareciera tener escrúpulos en su trabajo. (wikipedia.org, 1289/161647) Al tratarse de una información secundaria, solo recordada, estas aposiciones también pueden escribirse entre paréntesis:
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(75) Muchos lectores escribieron al editor y recibieron una carta, pero en lugar de una escena adicional, la carta detallaba los problemas legales (obviamente ficticios) que Goldman y sus editores encontraron con Morgenstern y sus derechos de autor. (wikipedia.org, 33133/16206786) Las construcciones que transmiten información de fondo están frecuentemente vinculadas a un marcador de evidencialidad y se colocan entre paréntesis. Pueden ser grupos nominales (76), pero también oraciones de diversa complejidad ((77), (78), (79)). Con este recurso se recuerdan los conocimientos compartidos como información de base explicativa: (76) La secretaria (visiblemente en edad jubilable) arrastra los pies, se aproxima al pasillo con una libreta, han pasado dos horas más y en un quejido de dolor obrero logra expeler: Jesús Silva, que pase Jesús Silva. (aporrea.org, 65503/31117952) (77) Por un lado, y al menos en la provincia de Albacete, tiene un substrato bastante importante del idioma aragonés y del idioma valenciano (que, obviamente, no son dialectos) y, por otro, tiene obvias influencias de los dialectos murciano y andaluz. (wikipedia.org, 18130/8337510) (78) ¿No te bastan todas las demostraciones que puse? (Evidentemente no te bastan, posiblemente porque no las viste). (wikipedia.org, 1647/308087) (79) 1º paso: el oligo b- (constituido por el cebador y el promotor de T7) se una a su secuencia complementaria específica presente en el extremo del ARN (o ADN) del virus que deseamos estudiar y detectar. (Suponemos obviamente que el virus está presente en la muestra, ya que en caso contrario no se produciría el proceso NASBA de amplificación). (wikipedia.org, 12028/5147990) Los antitópicos también cumplen una función recordatoria, asegurando el reconocimiento del tema. La información marcada evidencialmente en la secuela de la oración (80) finalmente aclara de nuevo que se trata de una señal de respeto. En el ejemplo (81), el autor coloca el marcador de evidencialidad solo en la periferia derecha de la oración, dejando claro que no se trata de una afirmación, sino de una conclusión extraída de la situación de los hechos: (80) De hecho, Aniceto concedió la administración de la eucaristía en la iglesia de Policarpo, evidentemente como una señal de respeto. (wikipedia.org, 16282/7381821) (81) Los apoyos reales que pudiera haber recibido Israel se pueden añadir, obviamente. (wikipedia.org, 15000/6638137)
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Menos común es el uso de marcadores de evidencialidad con elementos focalizados, como en el ejemplo (82) de afirmación: (82) Continuada en toda América en los últimos años ha sido Mago de Oz. (elbondi. com, Evidentemente sí, estoy de acuerdo contigo, los que han tenido una presencia más 59396119/20302711631). (wikipedia.org, 16275/7375243) 5. Marcadores evidenciales y conocimiento compartido en otras lenguas románicas Para comparar con otras lenguas románicas, consideramos los marcadores de evidencialidad adverbiales en francés, portugués e italiano en las siguientes posiciones: antes y después de la oración central (periferia izquierda y derecha), en construcciones adjetivales postpuestas, en inserciones parentéticas y en aposiciones. En primer lugar, daremos algunos ejemplos de las posiciones sintácticas de los marcadores de evidencialidad y luego (sección 6) evaluaremos los resultados. 5.1. Marcadores evidenciales antes de la oración central (83) fr. Bon, évidemment, nous sommes aussi des étrangers à leurs yeux, mais là bas je n’ai jamais été sollicité pour de l’argent, contrairement à l’Afrique […]. (https://petitesbullesdailleurs.fr/2013/05/23/sawai-itepo-village-weda-halmahera/) (84) fr. Apparemment, même Obama, président des états unis, ne croit plus lui même en sa fonction ni en son pays! (http://lesmoutonsenrages. fr/2014/07/07/economie-une-offensive-mondiale-contre-le-dollar/) (85) fr. Visiblement, notre témoin du futur se plaît à entretenir le mystère, à jouer les prolongations. (http://www.republicain-lorrain.fr/edition-debriey/2016/01/01/2016-les-predictions-d-une-voyante-de-jarny) (86) it. Ovviamente, secondo questa tesi, non c´è una differenza tra terrorismo internazione e terrorismo interno […]. (http://www.peacelink.it/mosaico/a/867.html) (87) it. Evidentemente non ti sto simpatica, non importa, ma hai interpretato male il mio messaggio. (http://aktablabla.blog.tiscali.it/2008/03/31/morire_ per_la_fede_1876892-shtml/) (88) pt. Obviamente, além das dicas acima mencionadas, a comunicação adequada é um factor importantíssimo também, que já é a responsabilidade da vossa equipa de Apoio ao Cliente. (http://blog.precos.com.pt/)
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(89) pt. Evidentemente, isto não faria sentido nenhum. (http://www.speakerscorner.org.pt/node?page=7) 5.2. Marcadores evidenciales después de la oración central (90) fr. Nous prenons deux entrées avec deux consommations, alcoolisées, évidemment. (http://sophie973.blogs.fr/page_17.html) (91) fr. La France toujours un peu à la traine, par rapport à d’autre pays moins avancés, apparemment. (https://humanoides.fr/lexosquelette-hal-bientot-utilise-dans-les-hopitaux-europeens) (92) it. È una battuta, ovviamente. (http://www.stpauls.it/jesus06/0409je/ 0409je52.htm) (93) it. Nella strada che porta al Sandone, inoltre, è stato istituito il senso unico di marcia, per evitare che i conducenti commettano errori sono stati posizionati altri jersey con un cavalletto, una soluzione evidentemente temporanea. (http://www.ilcittadino.it/IlCittadino/Interni/2010/08/ rifiuti2.asp) (94) pt. Enfim, não descobri nada, quer dizer, até descobri, mas não fui original, obviamente jonasnuts. (http://blogs.sapo.pt) (95) pt. A banda sonora, evidentemente (http://pedroroloduarte.blogs.sapo. pt/2010/08/) (96) pt. Os relatos de abuso de posição pelos concentrados de media são feitos em surdina, evidentemente, mas são. (http://pauloquerido.pt/2010/02/) 5.3. Marcadores evidenciales en construcciones adjetivales postpuestas (97) fr. On n’impose pas une politique désapprouvée par huit Français sur dix sans prendre le risque, évidemment imprévisible, d’une révolte. (http:// politique.blogs.ouest-france.fr/index-47.html) (98) fr. Dernièrement, une annonce sur le bon coin m’a d’ailleurs paru intéressante : une 1.2 LS peu kilométrée en boite automatique, apparemment très bien entretenue. (http://www.forum-auto.com/marques/lancia/ sujet1038.htm) (99) fr. Peu après, mené avec charme et maestria par une chef d’orchestre inspirée et visiblement ravie de l’accueil enthousiaste du public, le bloco entraîne jeunes et vieux, enfants et parents, badauds et initiés, raides et danseurs avec des rythmes qui font battre nos cœurs. (http://blocodaqui.free.fr/ Site/index.php/revue-de-presse) (100) fr. Dans notre cas, il gesticule l’air visiblement contrarié. (http:// dromed.tutoriel.free.fr/m-conversation.php)
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(101) it. Qui troviamo come prima portata il sostanzioso Giù la testa di Sergio Leone, ovviamente restaurato a cura della Cineteca di Bologna; cui ha fatto seguito il documentario. (http://www.cinemavvenire.it/cannes/le-journal-de-cannes-21-maggio-2009) (102) it. Ma per lo più si tratta di situazioni particolari, con disagi pronunciati e patologie evidentemente familiari. (http://www.stpauls.it/fa_ oggi00/0398f_o/0398p22.htm) (103) pt. Caso para perguntar, para que serve este órgão quando a única coisa obviamente inconstitucional na lei é a a alínea que proíbe um casal gay de adoptar. (http://spectrum.weblog.com.pt/arquivo/2010/04/) (104) pt. Por isso me parece que Catarina já está em autópsia pós-mitológica: análises académicas, rixas de historiadores, coisas evidentemente importantes e interessantíssimas, mas que por isso mesmo convivem mal com as reacções emocionais de alguns, ainda agarrados à mortalha simbólica do mito. (http://estudossobrecomunismo.weblog.com.pt/arquivo/186502.php) 5.4. Marcadores evidenciales en inserciones parentéticas y en aposiciones (105) fr. L’utilisateur devra donc y souscrire spécialement (mais c’est évidemment gratuit). (http://actu.typepad.fr/securite/page/14/) (106) fr. L’intelligence extraterrestre (EI) a tenté de répondre à ses transmissions sous forme de code binaire qu’elles utilisent couramment pour des communications à longue distance (évidemment, ces énergies agissent instantanément à distance et ne se limitent pas à la vitesse de la lumière) et demandent qu’il cesse envoi. (http://cristalain.over-blog.fr/page/8) (107) fr. Le Dueliste ne peut utiliser ces capacités que s’il est sans armure et n’utilise qu’une arme de corps à corps (apparemment limité au armes légères et/ou (?) perforantes dans NWN2). (http://www.nwn2.fr/forum/ viewtopic.php?t=669&highlight=) (108) fr. Première location, apparemment complètement neuf, disponible décembre 2017. (https://www.pap.fr/annonce/locations-appartementchatenay-malabry-92290-g43277) (109) fr. L’inspecteur, visiblement très mécontent, reprend le collègue: “Monsieur, vos propos n’engagent que vous”. (http://lestroiscouronnes. esmeree.fr/actu/actu-en-direct-de-lille-journee-professionnelle-sur-le-learning-centre-des-profs-docs-de-l-academie-denoncent-le-scandale) (110) fr. Ce jeune homme, visiblement assez ivre, ne vous dira pas le contraire! (http://www.lepiredunet.fr/loosers/video) (111) fr. Merci pour ta réponse LeBret, la programmation du clavier n’est pas indispensable pour le moment, c’était juste pour ne pas prendre le cla-
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vier si le nouveau modèle était sur le point de sortir (ce qui n’est visiblement pas le cas). (http://forum.bepo.fr/viewtopic.php?id=531) (112) it. Durante la mia attesa per la salita di Davide speravo di vedere qualche orsetto (da lontano ovviamente), ma nulla di che, ero letteralmente circondata da scoiattoli grassocci che speravano nella mia carità. (http://www.americaontheroad.it/modules.php?name=News&file=print&sid=245) (113) it. Un altro fattore chiave della formazione in rete è la possibilità di creare “aule” (evidentemente virtuali) dove un gruppo di partecipanti può “incontrarsi” per approfondire specifici argomenti del corso, per socializzare diverse modalità di lavoro, ecc. (http://www.descrittiva.it/calip/icaro2000/ articolazione_02.htm) (114) it. Interessante il fatto che i militari hanno fornito dei dati, ovviamente i “loro” dati, sulle vittime del terrorismo. (http://www.peacelink.it/mosaico/a/867.html) (115) pt. Reparo, por exemplo, que há grandes empresas de retalho, nesta altura do ano, a pedir aos clientes se querem arredondar a factura da sua compra (obviamente para um valor superior), destinando esse dinheiro extra à solidariedade social. (http://voodaspalavras.blogs.sapo.pt/2010/12/) (116) pt. Agora revoluções e afins... existem unicamente dois casos (mais do que lamentáveis evidentemente) de agressão a civis. (http://bde.weblog. com.pt/arquivo/140154.html) (117) pt. Do vasto painel destas personagens, impõe-se aqui recordar o “Batatinha”, obviamente um gordo, mas de uma gordura absurdamente esférica e maciça. (http://memoria-inventada.weblog.com.pt/arquivo/2005/05/) 6. Discusión de los resultados del análisis Los ejemplos citados en (83) a (117) de otras tres lenguas románicas (del francés, del italiano y del portugués) confirman los resultados ya descritos en detalle para el español. Con los adverbios aparentemente, obviamente, evidentemente y visiblemente, y sus equivalentes en otras lenguas románicas, se hacen marcas evidenciales. Como muestran nuestros ejemplos, en las lenguas románicas, que no tienen marcadores de evidencialidad gramaticalizados, no es posible una asignación precisa a esos tipos de evidencialidad. Los marcadores es./it./pt. visiblemente y fr. visiblement parecen estar especializados en la representación de un enunciado sobre percepciones visuales o conclusiones de las mismas, pero incluso en estos casos la referencia a una fuente óptica de conocimiento es dudosa (cf. 85) y a
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menudo se representan estados mentales que son captados por rasgos visibles (65, 66, 99, 100, 109, 110). En lenguas que tienen morfemas especializados, la expresión del origen de la información no tiene nada que ver con un dictamen sobre su validez. Se puede utilizar, entre otros, un evidencial que denota inferencia o referencia sin restringir la certeza de la información. Por otra parte, hay una tendencia cognitiva general que consiste en atribuir más certidumbre epistémica a informaciones adquiridas por percepción visual que a las provenientes de otros sentidos o incluso de inferencias. La evidencialidad es una categoría jerárquica con todas sus consecuencias para la capacidad de predicción de recursos especializados en sus subcategorías: percepción visual inmediata > percepción no visual > oír decir > inferencia Si una lengua tiene medios especializados para marcar la inferencia como acceso al conocimiento comunicado, también tiene marcadores para los rumores y, a fortiori, para la percepción inmediata, especialmente la visual. Hay lenguas que no van tan lejos en la gramaticalización de los marcadores de evidencialidad y distinguen solo el conocimiento directo experimentado a través de los sentidos de los rumores y las inferencias. La consideración de las lenguas románicas, que, como se ha señalado varias veces, no tienen marcadores de evidencialidad gramaticalizados, podría dar razón para ver un reflejo de la escala de la evidencialidad en el marcador visiblemente, que está más especializado en el acceso visual, pero tampoco está gramaticalizado ni es obligatorio. Una vez distinguidos los recursos evidenciales y modales en algunas lenguas, preferimos una definición de la evidencialidad en el sentido pragmático y basada en la función semántica de marcar el acceso a las fuentes del saber del hablante. Es contingente con la modalidad epistémica (cf. Boye 2012; Cornillie 2009; De Haan 1999, 2001), y, por eso, en lenguas que carecen de morfemas especializados, los recursos léxicos y gramaticales de las dos categorías se utilizan respectivamente de una manera que se podría llamar metonímica. Así, en los ejemplos mencionados en este artículo se utilizan adverbios que por su primera significación denotan el acceso al saber del hablante, pero de ninguna manera son la expresión de una fuente muy fiable que normalmente sería la percepción visual. Se trata de elementos pragmaticalizados que, en este caso, restringen la fiabilidad de la información (Hennemann 2013; Haßler 2004a, 2010, 2015). Como, según la opinión general, los adverbios evidenciales son adverbios de frase, su posición preferida debería ser la posición inicial. Nuestro análisis de los adverbios visiblemente, evidentemente, aparentemente y obviamente y de sus equivalencias en otras lenguas románicas muestra que no es así en realidad. La restricción semántica caracteriza visiblemente como el adverbio más evidencial,
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es decir, que en la mayoría de los casos está relacionado con algo visual. Pero es por estas restricciones que visiblemente tiene dificultades para funcionar como adverbio de frase. Modifica a un elemento, normalmente un participio de un verbo de emoción. Para el adverbio evidentemente, es interesante estudiar su uso en textos de siglos pasados. Se utilizaba en textos del siglo xvi en relación con un verbo que expresa la acción de ver (118) o inmediatamente relacionado con la palabra experiencia (119). (118) Mas veremos evidentemente la grandeza no medida de este amor que decimos, si miráremos la muchedumbre y la dificultad de las cosas que son necesarias para conservarle y tenerle. (León, Fray Luis de, De los nombres de Cristo, 1583) (119) A lo qual se responde que, por ser la tal culebrina de la largueza y grosseza hordinaria que comúnmente el día de oy se usa, pero aún tiraría menos que aquélla, lo que evidentemente la experiencia nos demuestra. (Collado, Luis, Plática manual de artillería, 1592. Cristina Blas Nistal, CILUS (Salamanca), 2000) Pero la restricción semántica a la vista era menos fuerte y permitía la extensión del adverbio al uso con verbos del conocimiento (saber, conocer, probar, mostrar). La relación de denominaciones del conocimiento y de la vista que fue la base de muchas metáforas ha sido favorable a esta extensión del adverbio evidentemente: (120) Decimos cuatro palabras. La primera, todos ó casi todos conocieron evidentemente su santidad, su buena vida inculpable, su inocencia y que no merecía muerte. (Cabrera, Fray Alonso de, De las consideraciones sobre todos los evangelios de la Cuaresma, 1598) (121) De sus milagros, que, hechos en confirmación de su doctrina, probaban evidentemente ser así. (Cabrera, Fray Alonso de, De las consideraciones sobre todos los evangelios de la Cuaresma, 1598) La restricción a las acciones de ‘ver’ y ‘conocer’ se ha perdido en el uso actual de evidentemente, que ha llegado a ser un adverbio ampliamente utilizado. Las posiciones sintácticas de aparentemente corresponden a una gama muy larga de matices semánticos, que van desde la afirmación de la visibilidad y de la seguridad del hablante (como en (98), (107) y (108)) hasta la inserción de aparentemente en paréntesis para marcar su inseguridad ((1), (15) y (84)). Muchas veces está utilizado en conclusiones que no dependen de indicios visuales y las
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marca como más o menos seguras ((53), (56), (59), (64), (67) y (91)) o incluso poco probables ((68) y (74)). Esta reducción de la responsabilidad del hablante es la causa principal del uso excesivo de los adverbios evidenciales. Como hemos visto, se han producido cambios semánticos que reducen su posibilidad de expresar el origen visual del conocimiento transmitido, pero han aumentado su función evidencial en todas las posiciones sintácticas. En la literatura sobre la evidencialidad se han distinguido otras dimensiones, en particular en el ámbito del conocimiento compartido. Nuyts (2001a, 2001b) y Cornillie (2007) distinguen entre la evidencialidad, centrada en la fuente y el modo de conocimiento, y la dimensión evidencial, que incluye el estado (inter)subjetivo del conocimiento. La primera noción se refiere a los diferentes tipos de conocimiento implicados, mientras que el segundo concepto reside en el estado compartido de la evidencia (y la proposición derivada de ellas) (cf. Cornillie 2022). Al considerar el papel de los adverbios estudiados para marcar la estructura de la información, se descubrieron algunos puntos de vista nuevos que no se habían investigado antes. Los marcadores de evidencialidad se utilizan con frecuencia en la periferia izquierda y derecha de la oración, en las inserciones parentéticas y en el contexto de los adjetivos postpuestos. Marcan las inferencias como una forma de acceder a la información, pero al mismo tiempo también hacen referencia al conocimiento compartido de los interlocutores. Estos usos de los adverbios demuestran una vez más la necesidad de considerar la interacción de la evidencialidad con otras categorías. Referencias Anscombre, J. C. et al. (2009): “Apparences, indices et attitude énonciative: le cas de apparemment”. Langue Française 161 (1): 39-58. Ariel, M. (1990): Accessing NP Antecedents. London: Routledge. ― (1991): “The function of accessibility in a theory of grammar”. Journal of Pragmatics 16: 141-161. Arrivé, M. (1964): ‟Attribut et complément d’objet en français moderne”. Le Français Moderne 4: 241-258. Beeching, K. y U. Detges (2014) (eds.): Discourse functions at the left and right periphery. Crosslinguistic investigations of language use and language change. Leiden: Brill. Bermúdez, F. W. (2005): Evidencialidad: La codificación lingüística del punto de vista. Tesis doctoral. Stockholm: Stockholms Universitet. Disponible en . Boye, K. (2012): Epistemic meaning. A crosslinguistic and functional-cognitive study. Berlin / Boston: De Gruyter. Briz Gómez, A. y Grupo Val.Es.Co (2003): “Un sistema de unidades para el estudio del lenguaje coloquial”. Oralia 6: 7-61.
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TIENE ASPECTO DE CARNE MASTICADA. LAS CONSTRUCCIONES ESP. TENER ASPECTO (DE) Y PORTUG. TER ASPECTO (DE): ENTRE EVIDENCIALIDAD, MODALIDAD E (INTER)SUBJETIVIDAD Anja Hennemann Universidad de Potsdam
1. Introducción (1) […] este tiene aspecto de carne masticada1. (arabespanol.org) ¿Entonces es carne masticada o no? Es decir, a partir de esta estructura cabe plantearse si el plato que se tiene delante contiene carne ya masticada o si solo tiene pinta de carne masticada. Las construcciones idiomáticas tener aspecto (de) en español y su equivalente portugués ter aspecto (de) marcan una información codificada en una proposición con respecto a tres dominios: el de la evidencialidad, el de la modalidad epistémica y el de la (inter)subjetividad. De algo que es visualmente percibido se infiere el aspecto (de carne masticada) que está verbalizado (evidencialidad). Al mismo tiempo, es posible que la afirmación no sea cierta y el hecho verbalizado se encuentre entre la improbabilidad y la seguridad (modalidad epistémica > inseguridad posible). De todas maneras, se puede tratar de una inferencia subjetiva ―a) Si hay solamente una persona que ve lo que tiene pinta de carne masticada o b) Si hay más personas que lo ven, pero el hablante es la única persona que asocia lo que ve con carne masticada― o de una inferencia intersubjetiva, cuando haya más personas que piensan lo mismo o el aspecto descrito es al menos intersubjetivamente comprensible. Todos los ejemplos que se encuentran en esta contribución han sido tomados tal y como aparecen en los corpus y no se ha realizado ninguna modificación o corrección. 1
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En este sentido, la presente contribución describe, en primer lugar, tener aspecto (de) y ter aspecto (de) como construcciones idiomáticas, analizando tanto la forma como el significado de tener aspecto (de) y ter aspecto (de) en el contexto de la gramática de construcciones (sección 2 y 2.1), antes de pasar a las categorías semántico-funcionales de la evidencialidad, la modalidad (epistémica) y la (inter) subjetividad, y de tratar la interconexión de estas categorías (sección 2.2). En este contexto, se lleva a cabo un análisis cualitativo de ejemplos de los corpus Corpus del Español y Corpus do Português; en concreto, de la parte “web/dialects”, donde se encuentran ejemplos de diferentes páginas web, blogs y foros en línea de distintas variedades españolas y portuguesas, respectivamente. El registro característico de la sección “web/dialects” encaja en la oralidad conceptual (cf. Koch y Oesterreicher 1994: 587). Por último, en la sección 3, se resumen los resultados y se presentan las conclusiones. 2. Tener aspecto (de) y ter aspecto (de) desde el punto de vista construccional Las construcciones idiomáticas fueron el objeto de estudio original de la gramática de construcciones, la Berkeley Construction Grammar. Originalmente, la gramática de construcciones representaba el vínculo entre las unidades fraseológicas y la gramática: “Early studies in Construction Grammar were devoted to the study of different kinds of idioms” (Gries 2013: 100; cf. también Ziem 2018: 3, 11). Esto se hizo evidente en los primeros estudios de la gramática de construcciones, por ejemplo, de Fillmore, Kay y O’Connor (1988) o Kay y Fillmore (1999). Los análisis de las construcciones X let alone Y (Fillmore, Kay y O’Connor 1988) o What’s X doing Y (Kay y Fillmore 1999) ponen de manifiesto que la atención se centró en estructuras que pueden describirse como parcialmente esquematizadas y, en cierto sentido, idiomatizadas, porque el conjunto de forma y significado de estas construcciones no puede captarse mediante el recurso al conocimiento gramatical/léxico preexistente (cf. Fillmore 2013: 126-127). Tales construcciones “are larger than words, which are like words in that they have to be learned separately as individual whole facts” (Fillmore, Kay y O’Connor 1988: 504; véase también Hennemann 2020: 54-55). En la Radical Construction Grammar (Croft 2001), se distinguen tres tipos de modismos (expresiones idiomáticas): modismos que son idiosincráticos a nivel léxico, modismos que son idiosincráticos a nivel sintáctico y modismos que son idiosincráticos a nivel de significado. Las expresiones idiomáticas son expresiones lingüísticas que son sintácticamente o semánticamente idiosincráticas de varias maneras (cf. también Toledo 2004: 12), pero son más grandes que las palabras y, por lo tanto, no pueden ser simplemente asignadas al léxico sin al-
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gún mecanismo especial. Hay modismos que son léxicamente idiosincráticos y utilizan elementos léxicos que no se encuentran en ningún otro lugar o solo en cierta combinación, por ejemplo, como sucede en kith and kin ‘familia y amigos’ (Croft 2001: 15). Estos modismos son sintáctica y semánticamente irregulares, ya que las palabras desconocidas no tienen ningún estatus sintáctico o semántico independiente. Otros modismos utilizan palabras conocidas, pero su sintaxis es idiosincrática, como en all of a sudden o in point of fact. Por la idiosincrasia en el nivel de la sintaxis, se denominan modismos extragramáticos. “Still other idioms use familiar words and familiar syntax but are semantically idiosyncratic, such as tickle the ivories ‘play the piano’” (Croft 2001: 15). La última categoría mencionada por Croft (2001) está descrita por Wulff (2013) como sigue: ‘Familiar pieces familiarly arranged’ covers […] expressions like pull X’s leg (with X being a lexically unspecified slot that can be filled with a human referent) […]. These differ from the other types of idiomatic expressions only that their component words “are arranged in a way that reflects the regular grammatical patterns of the language” (Evans and Green 2006: 645). (Wulff 2013: 277)
Un ejemplo famoso es viejo verde. Desde el punto de vista morfosintáctico no es idiosincrático, sino que solo lo es desde el punto de vista semántico. No existe un viejo azul ni un joven verde. Viejo y verde están completamente idiomatizados exactamente en esta combinación de palabras (Hennemann 2016: 56). Otro ejemplo es esp. abeja ocupada/portug. abelha ocupada. Cuando se oye hablar de una abeja/abelha ocupada, como en el caso de viejo verde, se trata de un sustantivo con un adjetivo asociado, pero el hecho de que es una persona atareada hay que aprenderlo, porque aquí el significado tampoco se deriva de la suma de los significados de las partes constituyentes. Por lo tanto, la característica más importante de las construcciones idiomáticas es que su significado no puede derivarse de la suma de los significados individuales de los constituyentes (cf. también Konecny 2010: 93, 101). Dicho todo esto, está claro que se trata de modismos verbales en los casos de tener aspecto (de) y ter aspecto (de). El núcleo de la construcción española representa el sustantivo aspecto (del lat. aspectus), que, a su vez, tiene varios significados: 1. m. Apariencia de las personas y los objetos a la vista. El aspecto venerable de un anciano. El aspecto del campo, del mar. 2. m. Elemento, faceta o matiz de algo. Los aspectos más interesantes de una obra. 3. m. Particular situación de la vista que tiene un edificio respecto de su orientación. Aspecto norte de la fachada de un palacio.
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4. m. Astron. Fases y situación respectiva de dos astros con relación a las casas celestes que ocupan. 5. m. Gram. Categoría gramatical que expresa el desarrollo interno de la acción verbal, según se conciba esta como durativa, perfecta o terminada, reiterativa, puntual, etc. (https://dle.rae.es/aspecto) Los significados de portug. aspecto son descritos de una manera muy similar: 1. Face exterior de algo ou de alguém; aparência: aspecto físico. 2. Cada uma das formas através das quais algo pode ser entendido ou explicado; ângulo: aspecto social; aspecto econômico. 3. Ponto de vista; maneira de ver alguma coisa. 4. [Gramática] Categoria gramatical que expressa a maneira utilizada para encarar o processo verbal: aspecto durativo; aspecto cessativo. (https://www.dicio.com.br/aspecto/) Para ambas construcciones, tener aspecto (de) y ter aspecto (de), el primer significado mencionado es el que se aplica. Desde el punto de vista léxico, las construcciones son regulares; desde la perspectiva sintáctica, también son regulares; pero, desde el punto de vista semántico, son irregulares (cf. la tabla en Wulff 2013: 276): Léxico
Sintaxis
Significado
Partes desconocidas, compuestos de forma desconocida
irregular
irregular
irregular
Partes conocidas, compuestos de forma desconocida
regular
irregular
irregular
Partes conocidas, compuestos de forma conocida
regular
regular
irregular
Expresiones sintácticas regulares
regular
regular
regular
Tabla 1. Tipos de modismos, comparados con construcciones sintácticas regulares (traducido; cf. Wulff 2013: 276)
En resumen, las construcciones tratadas aquí son idiosincráticas porque su significado no es el resultado de la suma de sus componentes individuales y tienen que estar cognitivamente arraigadas (entrenched) en el léxico mental de los hablantes. Se puede decir que los modismos son idiosincráticos en diferentes niveles y, como consecuencia, pueden ser idiomáticos en diferentes grados (cf. también
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Toledo 2004). El beneficio analítico de un enfoque construccional está en la posibilidad de poder diferenciar entre los distintos grados de idiomaticidad y al mismo tiempo proporcionar una herramienta útil con el fin de un análisis fraseológico (cf. Ziem 2018: 11; cf. también Dobrovol’skij 2018). 2.1. El lado formal de las construcciones Desde el punto de vista formal, las construcciones tener aspecto (de) y ter aspecto (de) constan de los siguientes constituyentes: Constituyentes Construcción
Verbo
Frase nominal
Preposición
tener aspecto (de)
tener
aspecto
de
ter aspecto (de)
ter
aspecto
de
Tabla 2. Los constituyentes de tener aspecto (de) y ter aspecto (de)
En la práctica, las construcciones examinadas aquí están siempre integradas en una construcción sintáctica más amplia. Tener aspecto (de) y ter aspecto (de) se utilizan siempre con un sustantivo de referencia, que por supuesto también puede ser un sujeto nulo. Estas construcciones idiomáticas pueden ir seguidas de una frase adjetiva, verbal (en infinitivo) o nominal, por lo que en la conexión con una frase adjetiva no se utiliza la preposición de y el sustantivo de referencia y el adjetivo deben ser congruentes en género y número (cf. también Hennemann 2021 sobre avoir l’air (de) y tener el aire (de)). Esquemáticamente, la construcción idiomática puede, por tanto, insertarse en una construcción sintáctica más amplia de la siguiente manera: Sustantivo (de referencia)
Construcción Idiomática
Conexión NP | AdjP | VP
Pepe
tiene aspecto
feliz
Pepe
tem aspecto de
estar feliz
Pepe
tiene aspecto de
chico feliz
Tabla 3. Tener aspecto (de)/ter aspecto (de) como componente de una construcción más compleja
En los ejemplos (2) y (3), tener aspecto (de) y ter aspecto (de) van seguidos de una frase adjetiva y de una frase nominal indefinida, respectivamente: (2) Un pingüino en fase de muda tiene aspecto hinchado y deslucido; pierde las plumas en grandes superficies. (wikifaunia.com)
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(3) […] sua relação com o companheiro com quem vivia para se atirar a um rapaz que tem aspecto de ser filho de ela, ahahahha. (casadossegredostvi. blogspot.com) En ambos ejemplos se describe el aspecto, la apariencia del sujeto ―un pingüino en (2) y um rapaz en (3)―. En ambas lenguas es cierto que cuando se utiliza una frase adjetiva, como en (2), se omite la preposición de, mientras que con una frase verbal (aquí con predicativo), como en (3), es obligatoria. Como ya indica el ejemplo (1), cuando la construcción tener aspecto (de)/ ter aspecto (de) va seguida de una frase nominal, el uso de la preposición de es obligatorio y el artículo puede ser omitido, por lo que el sustantivo mencionado tiene carácter genérico: (4) […] pero de todas formas el man es chiquitico, es hasta ridículo, tiene aspecto de abuelita, pero aun así todos se asustan. (agaviria.blogspot.com) (5) […] aquele corrimento que coça infernalmente e tem aspecto de leite talhado. (blimunda7luas.blogspot.com) A continuación, me ocuparé del lado funcional de las construcciones tener aspecto (de) y ter aspecto (de) y, por consiguiente, mostraré la interrelación entre la evidencialidad, la modalidad y la (inter)subjetividad. 2.2. El lado funcional: evidencialidad, modalidad epistémica e (inter)subjetividad En las lenguas tratadas aquí, el español y el portugués, la evidencialidad es una categoría semántico-funcional, es decir, una categoría de contenido. Por tanto, se aplica un concepto de evidencialidad bastante amplio porque el núcleo gramatical de la evidencialidad ―como se da, por ejemplo, en Tuyuca (Barnes 1984)― no existe ni en español ni en portugués (véase también Haßler 2016: 8). La evidencialidad “(i) es una categoría translingüística (funcional) que expresa el acceso a la información”, “(ii) tiene alcance sobre una proposición o un estado de cosas” y “(iii) las expresiones evidenciales no pueden formar parte de la predicación” (Cornillie 2021: 59). En este contexto, en el presente estudio se entiende la evidencialidad de la siguiente manera: In languages that do not possess a grammatical system of evidentiality, evidentiality is expressed by evidential expressions which may be lexical or grammatical in nature. Whether an expression is evidential or evidentially used is determined by meaning aspects that are encoded by a particular expression and possibly additionally by meaning aspects that are contributed by contextually provided information. An expression is
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evidential or evidentially used if it expresses the source of information, i.e. evidence, for the transmitted information. (Hennemann 2013: 127)
El término de evidencia comprende diferentes subtipos que se dividen normalmente en evidencia directa y evidencia indirecta. Por evidencia directa se entiende percepción sensorial, sobre todo, la percepción visual; y, por evidencia indirecta, la evidencia reportativa, que indica que el hablante se enteró de un cierto hecho por terceros (véase, por ejemplo, Boye 2010: 291-292). En algunos estudios, la evidencialidad indirecta también se refiere a los medios de expresión que indican que el hablante infirió los hechos a partir de indicios o experiencias previas. No obstante, la categoría de la inferencia ya ha sido discutida varias veces, porque ocupa un lugar intermedio, ocupa un lugar en la interfaz entre evidencia directa e indirecta (véase Hennemann 2013, 2017). Los signos perceptivos, por ejemplo, entran en el ámbito de las evidencias directas, pero luego son procesados cognitivamente de forma indirecta por el hablante, que obtiene una conclusión a partir de estos signos perceptivos. Además, el dominio de la inferencia está estrechamente relacionado con la modalidad epistémica, en particular, con el grado de la verdad de la conclusión inferida o con el grado de la probabilidad.2 En las lenguas en las que la evidencialidad es una categoría de contenido, es decir, una categoría semántico-funcional (y no gramatical), para expresar la evidencialidad se utilizan otros medios de expresión que en realidad tienen funciones principalmente aspectuales o modales; en este caso se habla también de estrategias evidenciales. Una estrategia evidencial es “an extension for a non-evidential category (such as tense, aspect, or modality) to refer to an information source” (Aikhenvald 2018: 48). “Other means ―conditional modality, perfect, perfective, or different kinds of complement clauses― may be co-opted to express similar meanings, as what is known as ‘evidentiality strategies’” (Aikhenvald 2018: 4). Así se puede constatar que los medios de expresión que marcan la fuente de información de un hecho presentado en una proposición son a veces difíciles de distinguir de la categoría de modalidad epistémica (Hennemann 2013: 31-38). La modalidad epistémica es el tipo de modalidad que produce medios de expresión que a su vez pueden describirse como estrategias evidenciales; se refiere, por ejemplo, a la realización de actitudes validativas/valorativas del hablante (Volkmann 2005: 454), que se utilizan para evaluar un estado de cosas presentado en una proposición en términos de su existencia o validez (cf. Volkmann 2005: 53). Dado que estas evaluaciones o valoraciones se pronuncian sobre el grado de certeza de La modalidad epistémica expresa “the evaluation of the chances that a certain hypothetical state of affairs under consideration (or some aspect of it) will occur, is occurring or has occurred in a possible world” (Nuyts 2001a: 21). 2
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los hechos (cf. Haßler 2016: 307), es obvio que esto se hace teniendo en cuenta las evidencias subyacentes. Por lo tanto, en español y portugués, los medios de expresión rara vez son evidenciales per se. Por el contrario, las construcciones modales, por ejemplo, se utilizan de forma evidencial, por lo que la incrustación contextual también desempeña un papel importante (cf. también Hennemann 2013: 127). Las construcciones que se sitúan, por un lado, entre la evidencialidad directa e indirecta (donde se sitúa la inferencia) y, por otro lado, entre la evidencialidad y la modalidad parecen especialmente interesantes. En esp. tener aspecto (de) y portug. ter aspecto (de), la percepción y la inferencia van de la mano; la percepción visual y la inferencia derivada de ella interfieren en estas construcciones idiomáticas. Además, la conexión con la modalidad epistémica es obvia: como muestran tanto los ejemplos de arriba como los ejemplos (6)-(7), la consecuencia resultante de la inferencia es un significado que también parece modal, porque se aborda la posibilidad de no cumplir con la impresión: (6) Masa fecal compacta que radiográficamente tiene aspecto de tumor. (proteccioncivil.org) (7) […] o livro tem aspecto de ser pesado e volumoso, difícil de transportar para a praia […]. (www100cabecas.blogspot.com) En el ejemplo (6), se trata de una masa que solo visualmente tiene pinta de tumor; es decir, que su apariencia recuerda a la de un tumor, pero es posible que no lo sea. Una cuestión literalmente más ligera es la que aparece en el ejemplo (7): puede que el libro no pese tanto y que sea menos voluminoso de lo que parece ser a primera vista y por eso no es tan difícil llevarlo a la playa. El hablante en (6) y (7) ―y también, claro, en los ejemplos anteriores― atribuye a los sujetos (masa fecal y o livro) una propiedad a la que ha llegado por inferencia. En ambos casos, la apariencia externa ha llevado a una suposición que tampoco tiene que ser cierta. Así, la evidencialidad y la modalidad epistémica son, por tanto, categorías (inter)subjetivas. “Para el fin de este estudio conviene definir la (inter)subjetividad como la sugerencia del hablante de que comparte o no la evidencia con otros participantes” (Cornillie 2016: 229). Las categorías son subjetivas porque es el hablante quien marca su percepción o su actitud ante los hechos presentados (véase también Traugott 2010: 30). Es “the speaker’s indication that (s)he alone knows (or has access to) the evidence and draws conclusions from it” (Nuyts 2001b: 393). También pueden ser intersubjetivas porque una cierta percepción es posiblemente compartida por otros y, en consecuencia, parece ser intersubjetivamente comprensible. Nuyts (2001b: 394) habla de la “indication that the evidence is known to (or accessible by) a larger group of people who share the same conclusion based on it”. Esto es comparable con la teoría de Clark (1996), quien diferencia entre las
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fuentes comunitarias y las fuentes personales, o con la teoría elaborada en Bermúdez (2005), donde se distingue entre los términos de acceso privativo y acceso compartido a la información. De esta manera se puede plantear este esquema:
(Inter)subjetividad
Evidencialidad
Fuente comunitaria
Modalidad epistémica
Fuente personal
Esquema 1. La interconexión de la evidencialidad y la modalidad epistémica como categorías (inter)subjetivas y los posibles accesos a las fuentes
En Hennemann (2013) muestro que las categorías semántico-funcionales de la evidencialidad y la modalidad epistémica pueden ser entendidas como dos subcategorías de la categoría superior perspectiva del hablante: The categories of evidentiality, epistemic modality, subjectivity […] are encompassed by the notion of speaker’s perspectivisation because they all bring to the fore the speaker’s perspective of the narrated event ―even in the case of polyphony, where the speaker shows that he is able to include further perspectives. Speaker’s perspectivisation is the superordinate category, while the strategy of perspectivising a certain [p] represents the process. The outcome of this process consequently is the verbalised speaker’s perspective. (Hennemann 2013: 125)
De este modo, hay que añadir que la perspectiva del hablante que marca la información transmitida mediante una expresión modal o evidencial puede ser intersubjetiva y, por ello, compartida con al menos una persona, por lo que se puede hablar de fuente comunitaria. De acuerdo con algunos autores como Bermúdez
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(2005), Downing (2001) o Haviland (1987), aludir al posible conocimiento compartido entre hablante y oyente, y, por ende, al acceso compartido a la información, es un factor muy importante en la representación de la evidencialidad (véase también Cornillie 2021). Así, como se introdujo en el primer capítulo y como se ha comentado en la contribución de Haßler, Bermúdez (2005) añade una nueva dimensión para poder describir la categoría de la evidencialidad de una manera más adecuada. Propone distinguir entre el acceso privativo a la información y el acceso compartido (Bermúdez 2005: 16). Modo de acceso a la información
Fuente de información
Acceso a la información
cognitivo
otros
compartido
sensorial
personal
privativo
Esquema 2. Dimensiones de la evidencialidad (ligeramente adaptado; cf. Bermúdez 2005: 17)
Un medio de expresión que alude al hecho de que el hablante suponga compartir la información con otro hablante es el pretérito imperfecto. Bermúdez (2005) explica que el pretérito imperfecto es empleado si el hablante quiere señalar que el interlocutor también tiene acceso a la fuente de información: Esta oposición entre acceso privativo o acceso compartido a la información es evidencial en el sentido de que se relaciona con la fuente de la información y el acceso de los participantes a ella: tanto el hablante como el oyente lo tienen en [(a)] […], solo el hablante en [(b)] […]. (Bermúdez 2005: 16) (a) … y simplificando nos da entonces 1,5 por la raíz cuadrada de 2, y la raíz cuadrada de 2 era 1,4142, así que el resultado final… (b) … y simplificando nos da entonces 1,5 por la raíz cuadrada de 2, y la raíz cuadrada de 2 es 1,4142, así que el resultado final… (Bermúdez 2005: 15)3
3 El hecho más importante que hay que mencionar es que Bermúdez (2005) señala que su oposición “acceso privativo” frente a “acceso compartido” no está vinculada con el acceso al tipo de fuente de información, sino solo con la cuestión de si tanto el hablante como el oyente tienen acceso a ella o solo el hablante.
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A continuación, Bermúdez (2005: 16) explica que en el ejemplo (a) el hablante, al utilizar el pretérito imperfecto, señala al interlocutor que él también tiene/ debe tener acceso a la fuente de información, es decir, al resultado intermedio. El hablante hace recordar al interlocutor. En el ejemplo (b), en cambio, al utilizar el presente, el hablante informa al interlocutor presentando el resultado intermedio como una información nueva y desconocida. En este sentido, “evidentials encode not only what a speaker knows and how he knows it; but also what an addressee can be taken to know or should know or apparently (perhaps culpably) fails to know” (Haviland 1987: 343). Por tanto, Downing (2001) también describe las expresiones evidenciales como recursos interactivos para redefinir el common ground entre los interlocutores (cf. Downing 2001: 251). El adverbio obviamente, por ejemplo, se refiere al hecho de que la información puede obtenerse de las evidencias disponibles, que son obvias no solamente para el hablante, y que el adverbio, por lo tanto, es más intersubjetivo que subjetivo (sobre obviously véase también Simon-Vandenbergen y Aijmer 2007: 38, 147, 150). En cualquier caso, “the shared or non-shared status of the information should be differentiated from the shared (intersubjective) or non-shared (subjective) reference to the specific evidence used for the statement” (Cornillie 2007: 25). Volviendo al ejemplo (1): no solo el hablante, sino también los otros interlocutores pueden ver lo que se encuentra en el plato, pero no todos verbalizarían que tiene aspecto de carne masticada. Así, comparten el acceso a la evidencia, pero no infieren lo mismo. De todos modos, el significado o la función de las construcciones examinadas aquí pueden ser descritos como evidenciales/modales/(inter)subjetivos, es decir, la marcación de la percepción y la inferencia derivada de ella se dan juntas. Alguien o algo es percibido por el hablante de una manera determinada y de ello se deriva una inferencia. A partir de una apariencia, por ejemplo, se deduce que alguien ―aquí un oso panda― es “amoroso” o que a paisagem es “monótono”: (8) De acuerdo, el oso panda tiene aspecto amoroso y es achuchable, pero además de protector, es fiero […]. (soporte.pandasecurity.com) (9) A paisagem tem aspecto monótono, ou seja, poucas variações vegetais ou naturais […]. (meioambiente.culturamix.com) Lo interesante de las construcciones es que la percepción y la inferencia resultante se suceden de forma bastante directa y se unen en una construcción. Como explica Bermúdez (2004, 2005), “el conocimiento que proviene […] de la inferencia tiene su fuente en el yo: es el yo el que infiere o deduce […]. Por el contrario, la cita y el rumor tienen su fuente en los otros” (Bermúdez
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2004: 10). Así, las inferencias y cualquier tipo de percepción tienen en común que en su interpretación tiene que estar implicado un solo hablante, mientras que, por ejemplo, los rumores implican automáticamente a terceros. El modelo de clasificación de las subcategorías de evidencialidad de Plungian (2001: 353) se basa en el criterio de la implicación del hablante (véase también De Haan 2001, 2005). Por lo tanto, Plungian hace una distinción principal en su modelo entre evidencias personales y evidencias mediadas. Las primeras se dividen en evidencias directas (percepción propia) y evidencias reflejadas (inferencia). La razón por la que estos dos tipos de evidencias se resumen como evidencia personal es que, en las lenguas que ha investigado Plungian (2001), la distancia del hablante respeto a los hechos es el criterio decisivo. Si los hechos le son transmitidos al hablante por un tercero, esto significa que el propio hablante ha estado menos involucrado en el proceso (véase también Hennemann 2013: 69). Evidencia directa
Evidencia indirecta Evidencia reflejada (inferencias/presunciones)
Evidencia mediada (citativa)
Evidencia personal Esquema 3. La estructura interna de la evidencialidad (traducida; Plungian 2001: 353)
La agrupación de las evidencias directas y reflejadas como formas de evidencias personales en el modelo de Plungian (2001) es también aplicable a las construcciones estudiadas aquí, tener aspecto (de) y ter aspecto (de). Si una figura de Minecraft, un ghast (10) o una criança (11), tiene solamente pinta de medusa o de estar enferma, se trata de una verbalización de una percepción personal que ha dado como resultado una inferencia personal y subjetiva (a lo mejor intersubjetiva): (10) Un ghast recuerda a un fantasma, excepto que tiene aspecto de medusa. (es. minecraftwiki.net) (11) A criança tem aspecto doente, mesmo sem febre e costuma ficar quietinha […]. (pediatrio.blogspot.com) Al mismo tiempo puede ser que otros hablantes o interlocutores no lleguen a la misma conclusión, porque para otros el ghast no tiene nada que ver con una medusa o la niña no tiene pinta de estar enferma. De todos modos, como muestran estos casos, la apariencia es la base de una conclusión inferida, y la inferencia
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[…] no puede clasificarse como una fuente de la información, porque no es una fuente. En cambio, lo que pasa cuando el/la hablante produce una inferencia es que este/a se basa en alguna fuente de la información para hacer una conclusión inferencial. De ahí que la inferencia se refiera a un proceso epistemológico, más que a un origen de la información. Una aproximación alternativa al papel del conocimiento en el marco de la evidencialidad es centrarnos en el modo de acceso, distinguiéndolo de la base evidencial. (Cornillie 2021: 61)
Por ello, en los estudios recientes sobre la evidencialidad, se distingue entre la base y el modo de acceso a la información (véase Cornillie 2021: 62; también Izquierdo Alegría 2016, 2019; Izquierdo Alegría y Cornillie 2017; Hennemann 2021; Kotwica 2018).4 En este contexto, Cornillie (2021: 61-62) explica que en las lenguas con evidencialidad como categoría de contenido, es decir, como categoría semántico-funcional, parece útil distinguir entre la base (la evidencia) y el modo de acceso a ella. “Una aproximación refinada que disocie la base del modo de acceso puede combinar las dos dimensiones de distintas maneras y, por tanto, es más analítica” (Cornillie 2021: 61). Por ejemplo, en Veo que Pepe ha jugado al fútbol, igual que en Parece que Pepe ha jugado al fútbol, la base para la proposición ―Pepe ha jugado al fútbol― puede ser la pelota misma. La pelota que antes estuvo limpia ahora está sucia, o la pelota que antes estuvo colocada en un rincón del pasillo ahora se encuentra en la puerta de casa. De todos modos, se trata de una evidencia perceptiva. Sin embargo, los tipos de acceso que llevan al hablante a producir las frases son diferentes. En Veo que Pepe ha jugado al fútbol, se trata de un acceso directo expresado por un verbo de percepción, mientras que en Parece que Pepe ha jugado al fútbol, se verbaliza un acceso inferencial, ya que el hablante infiere que Pepe ha jugado al fútbol a partir de la pelota. Para ello, se utiliza un verbo con significado inferencial (para otros ejemplos, véase también Cornillie 2021: 61-62). Si trasladamos estas reflexiones a las construcciones tener aspecto (de) y ter aspecto (de) como en (12) y (13), entonces, con la pelota, la base está presente, la percepción visual representa el tipo de acceso a este hecho dado, y de esto se infiere que Pepe ha jugado con la pelota: (12) La pelota tiene aspecto de estar usada. (13) A bola tem aspecto de bola utilizada.
4 Kotwica (2018) también se ocupa del acceso en la evidencialidad visual o del acceso en la evidencialidad inferencial (cf. Kotwica 2018: 54-56), pero no trata las construcciones que combinan ambos accesos en sí mismas, es decir, que se encuentran en la intersección de ambos subtipos de evidencialidad.
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Esto, a su vez, da lugar a la expresión modal de la posibilidad de ‘no cumplir con la impresión’ o ‘pero puede que no’, lo que en el ejemplo (14) está formulado explícitamente mediante pero que no es tal cosa ―el coche parece ser adecuado para el terreno―, pero no es así: (14) Un SUV es un coche que tiene aspecto de todoterreno, pero que no es tal cosa. (motorpasion.com) (15) Ele estava entrando num cafe, tinha aspecto de pessoa muito feliz! (psicologaresponde.wordpress.com) La persona descrita en el ejemplo (15) igualmente puede estar triste o por lo menos no contenta, pero tiene pinta de persona muy feliz. Aunque el modelo representativo de la estructura interna de la evidencialidad propuesto por Izquierdo Alegría y Cornillie (2017) ―para las lenguas que tienen estrategias evidenciales― no aborda los significados de las construcciones que se encuentran en la interfaz entre evidencialidad y modalidad, su modelo es actualmente, en mi opinión, el más representativo para captar la evidencialidad como categoría semántico-funcional. En el esquema siguiente también añado las dimensiones de acceso privativo (subjetividad) y acceso compartido (intersubjetividad) en el modelo propuesto por Cornillie (2021: 62). Destaco en color gris el vínculo entre la base y el modo de acceso, que es crucial para las construcciones tener aspecto (de) y ter aspecto (de):
Acceso privado (subjetividad) y acceso compartido (intersubjetividad)
Evidenciales codifican el modo de acceso Directo
Bases
Interna
Reportativo
Sensorial
Inferencial
Discursiva
Cognitiva
Esquema 4. Bases y modos de acceso según Izquierdo Alegría y Cornillie (2017) y Cornillie (2021: 62), ampliado por las dimensiones de subjetividad e intersubjetividad (véase también Hennemann 2021)
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En los ejemplos (16) y (17) se vuelve a mostrar esta interrelación entre la percepción (sensorial: visual) y la inferencia resultante: (16) Tiene aspecto de mujer fuerte, aún atractiva, toda vestida de negro, y sonrisa […]. (elblogdejuanjopereyra.blogspot.com) (17) Acho que vi um telemóvel e mais instrumentos do mesmo género. Tinha aspecto de intelectual louco, mas acabou por olhar para mim […]. (papaleguas.wordpress.com) En estos dos ejemplos con sujeto elidido queda claro que, a partir de una apariencia o de un comportamiento que es visualmente perceptible, se infiere que sería una mujer fuerte y un loco intelectual respectivamente. Así, se describe el efecto de dos sustantivos de referencia (aquí personas) en el hablante, que posiblemente sea intersubjetivo, pero, en todo caso, subjetivo. La única afirmación que se hace es que los sujetos parecen ser/tienen pinta de/tienen aire de mujer fuerte o intelectual louco. Mientras los ejemplos (16) y (17) contienen las construcciones idiomáticas seguidas por frases nominales, en (18) y (19) se trata de frases adjetivas: (18) Elena tenía aspecto monjil, con su semblante ovalado y color de cera y las polleras largas. (biblioteca.derechoaleer.org) (19) […] gosto de homens que tem aspecto arrumado […]. (anossavida.pt) Como ya se ha mencionado, en el contexto de las frases adjetivas, como en (18) y (19), se omite el uso del constituyente preposicional de en ambas lenguas. Al contrario, si las construcciones examinadas están relacionadas con frases verbales, el uso de la preposición de es obligatorio: (20) La fe cristiana reclama el coraje de una extrañeza inquisitiva ante un mundo que no tiene aspecto de haber sido salvado. (mercaba.org) (21) Mas essa gente não tem aspecto de ser religiosa mas sim satanica! (casadasaranhas.wordpress.com) Los últimos ejemplos presentados aquí también muestran que mediante las construcciones tener aspecto (de) y ter aspecto (de) el hablante expresa su interpretación de algo percibido. Por lo tanto, puede ser que no corresponda con la impresión.
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3. Conclusión Este estudio ha demostrado que las construcciones tener aspecto (de) y ter aspecto (de) pueden describirse como modismos verbales o construcciones idiomáticas, ya que su significado va más allá de la suma de los significados de los constituyentes individuales. Desde el punto de vista formal, se puede afirmar que la preposición de se utiliza como componente de las construcciones idiomáticas en conexión con las frases nominales y verbales, pero no en conexión con frases adjetivas. Desde el punto de vista funcional, se ha demostrado que con las construcciones estudiadas aquí se expresan estrategias evidenciales en las que la percepción y la inferencia van de la mano como subtipos de evidencialidad. El significado resultante se sitúa en la interfaz entre evidencialidad y modalidad epistémica, ya que se expresa la posibilidad de “no cumplir con la impresión” o “falsa apariencia”. Así, el contenido de la proposición expresado es, sobre todo, subjetivo y ―dependiendo de que el acceso a la fuente y la interpretación resultante sean compartidos o no― puede ser intersubjetivo. En este contexto, el modelo reciente de Izquierdo Alegría (2016, 2019), Cornillie (2021) o de Izquierdo Alegría y Cornillie (2017) parece especialmente adecuado para representar las construcciones tener aspecto (de) y ter aspecto (de) (véase también Hennemann 2021). Este modelo diferencia entre la base y el modo de acceso a la información. Al mismo tiempo, tiene en cuenta las diferentes posibilidades de interacción entre la base y el modo de acceso, lo que significa que las construcciones idiomáticas estudiadas aquí también encuentran un lugar concreto en el modelo. Referencias Aikhenvald, A. Y. (2018): “Evidentiality: The Framework”, en A. Y. Aikhenvald (ed.): The Oxford Handbook of Evidentiality. Oxford: Oxford University Press, 1-55. Disponible en [consulta: 03 de mayo de 2021]. Barnes, J. (1984): “Evidentials in the Tuyuca verb”. International Journal of American Linguistics 50 (3): 255-271. Bermúdez Weichmeister, F. (2004): “La categoría evidencial del castellano: metonimia y elevación del sujeto”. Boletín de Lingüística 22: 3-31. Disponible en [consulta: 23 de julio de 2008]. ― (2005): Evidencialidad. La codificación lingüística del punto de vista. Tesis doctoral. Stockholms Universitet. Disponible en [consulta: 27 de noviembre de 2007]. Boye, K. (2010): “Evidence for what? Evidentiality and scope”. STUF 63 (4): 290-307. Clark, H. H. (1996): Using Language. Cambridge: Cambridge University Press.
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RUTINAS CONSTRUCCIONALES CON CIERTO: SELECCIÓN DIALÓGICA DE INFORMACIÓN PRESUPUESTA* Nicole Delbecque KU Leuven
1. Planteamiento: presuposición informativa El presente estudio tiene por objetivo examinar el papel que la forma modal cierto desempeña en la estructura informativa del discurso, entendida como el resultado de la acomodación de la organización discursiva a los conocimientos de los receptores.1 ¿Qué valor informativo, comunicativo y argumentativo añade esta modalización? Sin marca modal, la proposición2 declarativa se interpreta por defecto como el reflejo de lo que genuinamente cree (saber) el enunciador.3 Este puede manifestar su posicionamiento con una marca modal y así reforzar o rebajar el valor asertivo de su enunciado. La hipótesis es que cierto hace algo más que recalcar la credibilidad del contenido acotado. Lo impone como representación acertada de la realidad y lo sustrae
* Esta investigación se enmarca en el proyecto Gestión de la Información y Estructuración Lingüística (GestINF): Explicaciones y Aplicaciones (FFI2017-85441R), concedido por el Ministerio de Economía y Competitividad del Gobierno de España. 1 Con el término receptor se designa tanto al lector como al interlocutor y con enunciador, tanto al autor como al locutor. 2 Por proposición se entiende la representación mental de un estado de cosas (acción, actividad, proceso, suceso, estado). 3 La máxima de calidad (Grice 1975) dice: “Intente que su contribución sea verdadera”. Presenta dos vertientes: “No diga usted lo que crea que es falso” y “No diga algo de lo que no tiene pruebas suficientes”. Las máximas griceanas describen cómo los hablantes derivan las implicaturas. Estas no equivalen a implicaciones lógicas de lo que se dice, sino que corresponden a la información implícita que el receptor saca de lo dicho.
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a todo cuestionamiento por asimilarlo a una información ya establecida y aceptada, a nivel grupal o colectivo, como hecho inobjetable. Significa que cierto no incide solo en la modalidad del enunciado, sino que afecta también la modalidad ilocutiva de la enunciación.4 Calificando algo como cierto, el enunciador se libera de su responsabilidad enunciativa, a la vez que legitima su intervención. Así, en (1), el nosotros inclusivo del verbo epistémico (sabemos) hace que los lectores se reconozcan en seguida en el diagnóstico del estado general de los conocimientos.5 En (2), el periodista da valor fáctico a lo aseverado por Drezner,6 lo cual justifica que acomode su posición a la de esta autoridad y que los lectores se sientan invitados a hacer lo mismo.7 En la interrogación de (3), el enunciador pide acceso a las pautas del lenguaje matemático para determinar si es apropiado que se sume a la proposición, es decir, si acierta al aceptarla como correcta. (1) El pasado 8 de junio se celebró el día Mundial del Océano y es cierto que sabemos pocas cosas sobre él. Hoy descubriremos grandes secretos que residen en el interior del agua salina que compone las 3/4 partes de la Tierra. (https://escueladesurflasdunas.com, 27/6/2014) (2) Daniel Drezner afirmó que “toda la política es global”, lo cual es especialmente cierto para los Estados Unidos dadas las grandes consecuencias que puede tener su agencia en todo el mundo. (Linguee, globalaffairs.es) (3) ¿Es cierto que el 0 es mayor que cualquier número negativo? (Google) En términos discursivo-argumentativos, la convalidación del posicionamiento epistémico se justifica por el anclaje del contenido proposicional en un common ground, o sea, por ser informativamente presupuesto.8 La presuposición informativa se define como presunta información de fondo, de la que el enunciador asume, o hace como si asumiera, que está compartida por otros (Prince 1978: 898; Stalnaker 2002: 708 y ss.). Se trata, pues, fundamentalmente de una actitud Sobre las nociones de enunciado y enunciación, véase Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua (2009: §1.13). 5 En unos pocos segundos, Google depara más de dos millones de ocurrencias de “es cierto que sabemos”. 6 Daniel W. Drezner es profesor de política internacional en la Universidad Tufts (EE. UU.). 7 En (2), la consciente integración intelectiva (es especialmente cierto) va introducida por una unidad evidencial reportativa (Drezner afirmó). Este tipo de combinación produce un efecto polifónico (apartado 3). 8 Respecto de denominaciones como (base de) creencias compartidas o (base de) conocimientos compartidos, el término common ground ‘base común’ refleja una acepción más amplia de la aceptación de una determinada representación de la realidad. 4
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proposicional de carácter social, público. Al mismo tiempo, sin embargo, no se precisa el perfil ni el ámbito de la comunidad implicada; el alcance de la vigencia asumida queda por inducir del contexto y de los conocimientos enciclopédicos disponibles. Formas retóricas como sabemos que / como bien se sabe / no hace falta recordar que… también refuerzan la aserción proyectando su contenido sobre un common ground en términos de conocimientos comunes, pero tienen un alcance comunicativo menor que cierto. Esta forma opera simultáneamente en cuatro niveles de significación. Aunque forman un continuo, conviene distinguirlos analíticamente. Al intensificar el acto informativo, (re)afirma la adhesión del enunciador a la asunción supuestamente compartida de facticidad acordada a la proposición (nivel (i)). Este valor semántico-conceptual subyace a las demás capas de significación. Al declarar que deposita su confianza en una representación existente, el enunciador señala que su intervención es reactiva, que se hace eco de uno o varios discursos previos, o sea, que tiene carácter dialógico; no precisa si retoma una representación del mundo compartida entre muchas personas o solo entre unas pocas (nivel (ii)). Al asegurar su credibilidad legitimando su adhesión personal con el sello de la intersubjetividad, el enunciador no solo cuida su propia imagen, sino también la de sus receptores. En efecto, si estos ya han integrado la información en su modelo mental, les conforta en su estatus de sabedores y muestra que sintoniza con ellos. Y, en el caso contrario, si no tienen la información mentalmente presente o ni siquiera almacenada en su memoria, les ofrece la posibilidad de acogerla sobre la marcha y darse por enterados (nivel (iii)). Realizando el ajuste a una visión consensual, cierto también funciona argumentativamente como un beneplácito: prepara el terreno para reflexionar sobre el marco interpretativo en que integrar la representación incontrovertida, o sea, autoriza a (re)examinar y (re)evaluar las implicaturas9 asociables a esa información presupuesta (nivel (iv)). En resumen, cierto combina (i) certificación de conformidad con el dominio concernido, (ii) alineación dialógica con otro(s) discurso(s), (iii) maximización de la convergencia interpersonal, y (iv) licencia para discurrir y (re)considerar posibles interpretaciones e inferencias pragmáticas.10 Los niveles de interpreta-
9 Por implicatura o inferencia pragmática se entiende el significado tácito adicional al explícito que se obtiene a partir del conocimiento compartido entre los hablantes, el contexto situacional y la intención comunicativa. 10 La identificación de las inferencias posibles o esperables se basa en los supuestos conocimientos extralingüísticos que pertenecen al saber implícito compartido por el enunciador y el receptor. Esos conocimientos se pueden definir en términos de lugares comunes o topoi (Ducrot 1994), contextos cognitivos pertinentes (Sperber y Wilson 1986) o modelos cognitivos idealizados (Lakoff 1987).
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ción contemplados ((i)-(iv)) se entrelazan y no son siempre fáciles de identificar, incluso cuando se dispone de bastante información situacional y contextual. Las dimensiones modal y dialógica (niveles (i) y (ii)) se comentan más en detalle en los apartados 2 y 3, respectivamente. Luego, la atención se centra en cómo cierto contribuye al trabajo de imagen (nivel (iii)) y la orientación argumentativa (nivel (iv)) tanto en esquemas predicativos (apartado 4) como transpredicativos (apartado 5) y usos incidentales (apartado 6). 2. Modalidad epistémica intersubjetiva: objetivación de un compromiso subjetivo El dominio de la modalidad epistémica, al que pertenece el vocablo cierto, abarca un conjunto de formas de conocimientos y creencias que condicionan la manera de entender e interpretar el mundo. En términos de lógica modal, cierto expresa el reconocimiento de una realidad. En la escala paradigmática de probabilidad, ese valor semántico-conceptual supera en positividad calificaciones alternativas como seguro, probable, posible. Cierto indica la máxima probabilidad de que un determinado estado de cosas se produzca, se esté produciendo o se haya producido. Así se desprende de los tratamientos lexicográficos. Las primeras subentradas de cierto en el Diccionario de uso del español (DUE) y el Diccionario del español actual (DEA) se centran en las nociones de verdad y ausencia de duda respecto de la conformidad de las cosas con el concepto que de ellas forma la mente: 1. Sustituye a “verdadero” en su significado lógico de “conforme a la verdad” en los casos en que este adjetivo no es usual […]. 2. Se aplica a las cosas acerca de las cuales no se tiene ninguna duda […] o a aquellas que no dejan lugar a duda […]. 3. (“de”) Junto con “estar”, aplicado a personas, significa tener la certeza o seguridad de cierta cosa […]. (Moliner 2007: 632) 1. Verdadero o que responde a la verdad […]. 2. Seguro o que no tiene duda […]. (Seco, Andrés y Ramos 1999: 1040)
Al priorizar el valor de ‘verdad’ como propiedad abstracta perteneciente a una determinada representación, estas definiciones enlazan con la tradición de la lógica modal, interesada sobre todo en la aplicación de un cálculo de probabilidad a contenidos proposicionales. Esta concepción objetiva, en términos de fáctico versus falso, posible versus imposible, no da protagonismo al conceptualizador como fuente, enunciador o reproductor del juicio epistémico. Se distingue de la
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modalidad epistémica subjetiva, que sí incluye su competencia judicativa para evaluar la credibilidad de un determinado contenido (cf. Lyons 1977: Capítulo 17).11 A esta dimensión aluden la tercera subentrada del DUE (tener la certeza) y la segunda del DEA (no tiene duda): el efecto de certeza y seguridad remite a la confianza del enunciador en la verdad de la proposición. Desde el punto de vista enunciativo, formular un juicio epistémico entraña el compromiso del enunciador (cf. Palmer 1986: 51 y ss.). Reconocer que, en el discurso, la confianza en la verdad de algo va inextricablemente vinculada al punto de vista de los conceptualizadores lleva a sostener una visión subjetiva de la modalidad epistémica. Significa que cierto da notabilidad cognitiva al contenido y firmeza a la posición del enunciador. Tener en cuenta su actitud evaluativa encaja en una visión inclusiva, que no separa la vertiente objetiva de la perspectiva de quien certifica la conformidad con las normas de la verdad. Al respecto, es de notar que el participio conocido figura en la primera subentrada del Diccionario de la lengua española (DLE). Esta alusión a la acreditación por conocedores también caracteriza la definición de certeza: en la calificación del “conocimiento” como “seguro y claro” se refleja el carácter resolutorio y nítido del juicio (subentrada 1) y en la paráfrasis “firme adhesión […] sin temor de errar” (subentrada 2), el apoyo asumido sin reservas a un juicio reconocido como certero. Cierto: 1. adj. Conocido como verdadero, seguro, indubitable. (Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua 2001: en línea) Certeza: 1. f. Conocimiento seguro y claro de algo. 2. f. Firme adhesión de la mente a algo conocible, sin temor de errar. (Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua 2001: en línea)
La asimilación a un conocimiento implica que cierto y certeza no se conciben sin referencia al estado mental-cognitivo de seres cognoscentes que efectúan la categorización modal. La idea de discernimiento también se desprende de la etimología. Las nociones de selección y distintividad son, en efecto, cónsonas con el origen semántico del vocablo: cierto viene del latín cěrtus ‘decidido’ y cěrtum ‘cierto, asegurado’, adjetivo y adverbio de valor perfectivo, formados a partir de cěrněre, que Corominas y Pascual (1980: 70-71) traducen por ‘decidir’, pero que
“The term subjectivity refers to the way in which natural languages, in their structure and their normal manner of operation, provide for the locutionary agent’s expression of himself and his own attitudes and beliefs” (Lyons 1982: 102). 11
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también significaba ‘cerner’,12 ‘cribar’, ‘discernir’, ‘discriminar’, ‘distinguir’, ‘separar’, ‘tamizar’, ‘zanjar’ (Corominas [1961] 19873:146-147). En las imágenes evocadas por estos verbos se manifiesta la noción de retención por filtración. En la proyección metafórica de lo concreto a lo abstracto se mantiene la visión resultativa de una categorización plenamente acertada. Se realiza el afán subjetivo de objetivar la existencia de lo que se destila. Resumiendo, lo propio de una verdad objetiva es que se impone a toda conciencia lúcida dispuesta a registrarla. Al declarar cierta una cosa, el enunciador la presenta como obvia para quienquiera que la tenga a su alcance. Al igual que basta abrir los ojos para ver, calificar algo de cierto es una manera de señalar que la evidencia fáctica es tal que para captarla basta una mente despierta. En términos pragmático-discursivos esto implica que la información es objeto de consenso y no puede ser cuestionada. El alcance supraindividual de la predicación mediante cierto explica que se combine habitualmente con ser, la cópula que valida una categorización no-deíctica (Delbecque 2000).13 Señala que el enunciador recoge algo situándolo al mismo tiempo en un common ground. En (4), por ejemplo, el columnista discurre sobre la cuestión de la mediatización (el interminable debate), reavivada por el papel de los paparazzi en el final trágico de la princesa (la persecución nocturna…). El refuerzo asertivo (Es cierto que…) marca un punto de inflexión en su exposición: amplía el propósito comparando la exposición de personajes públicos a la de gente corriente. Da así prominencia discursiva a una realidad que sus lectores reconocerán como indiscutible. Partiendo de esta base presuposicional (dando por descontado), se interroga sobre la defensa de la privacidad frente a la demanda morbosa de un cierto público. (4) La muerte de Diana Spencer, destrozada tras chocar su automóvil con una pilastra al circular por París a velocidad vertiginosa para eludir la persecución nocturna de unos fotógrafos, lleva hasta sus más trágicas consecuencias el interminable debate en torno a la creciente invasión de la intimidad por los medios de comunicación en los países democráticos. Es cierto que la mayor exposición a los focos del escenario iluminado de los personajes públicos, Cerner: 1. tr. Separar con el cedazo la harina del salvado, o cualquier otra materia reducida a polvo, de suerte que lo más grueso quede sobre la tela, y lo sutil caiga al sitio destinado para recogerlo. 2. tr. Atalayar, observar, examinar. 3. tr. Depurar, afinar los pensamientos y las acciones (Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua 2001: en línea). 13 La combinación de cierto con estar y sujeto de persona no se da sino muy esporádicamente (Delbecque 2009: 639-641). 12
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que asumen de forma voluntaria un papel social cuyos beneficios son indisociables de sus costes, les diferencia de la gente corriente, instalada por necesidad o por gusto en la mera cotidianidad. Aun dando por descontado ese déficit relativo de penumbra en perjuicio de los famosos, ¿existen fronteras que los medios de comunicación escritos y audiovisuales nunca deberían traspasar en su labor informativa sobre unos hombres y mujeres a quienes la relevancia simbólica o la actividad profesional han convertido en noticia para lectores o televidentes deseosos muchas veces de existencias vicarias? (Real Academia Española, CREA, J. Pradera, “Democracia amarilla”, El País Internacional, 8/9/2002) En este ejemplo, cierto no solo opera una segmentación que estructura el discurso, sino que, por su semantismo, lleva al receptor a mirar el asunto por el prisma de un common ground. Este efecto se consigue de forma automática porque cierto codifica la (con)validación de algo que se presenta como información presupuesta, es decir, como una base, una evidencia bien asentada, de la que el enunciador no se distancia ni disocia.14 De ahí que esa base,15 en cierto sentido evidencial, no tiene que ser aducida explícitamente ni catalizada por el recurso a marcas de evidencialidad. De por sí, cierto no apunta a la fuente de la información ni a la manera de acceder a ella.16 Estrictamente hablando, no es una forma evidencial, porque no muestra el tipo de evidencia, en el sentido de que no aduce una prueba determinante que justifique la afirmación fáctica.17 Más allá de su intervención corrobo Martín Zorraquino y Portolés Lázaro (1999: 4147-4158), entre otros, utilizan el término en este sentido. 15 Recordando que siempre se parte de alguna base de información, Izquierdo Alegría (2019: 225) distingue tres tipos principales: “Bases sensoriales (estímulos captados por los sentidos), enunciativas (el contenido de enunciados emitidos por otros hablantes) o cognitivas (datos almacenados en la memoria del hablante)”. Muestra que, al igual que la mención de una fuente, son compatibles con diferentes modos de acceso, por lo que solo estos últimos resultan efectivamente distintivos de las unidades evidenciales. 16 A diferencia de formas como aparente(mente) o visible(mente), por ejemplo. 17 La justificación es la primera las de cuatro características que Anderson (1986: 274) retiene en su definición de evidencialidad. Y, para Nuyts (2001: 27), “evidentiality concerns the speaker’s indication of the nature (the type and quality) of the evidence invoked for (assuming the existence of) the state of affairs expressed in the utterance. This does not involve any explicit evaluation in terms of the state of affairs being true or not”. Véase también la definición propuesta por Willett (1988: 54), que se basa en una taxonomía de las fuentes de información. A los anglicismos evidencial y evidencialidad varios autores franceses prefieren los tecnicismos médiatif y médiativité, porque hacen inequívocamente referencia a la vía o modo de acceso al conocimiento, o sea, a la mediación epistémica, a diferencia de évidence, que en francés denota el asentimiento por la mente de lo que capta sin necesitar indicación ni prueba (Guentchéva 1996: 13). 14
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rativa, por definición subjetiva, el enunciador apunta, sin embargo, a una visión intersubjetivamente compartida. El proceso evaluador, tal como se explicita en la construcción semicopulativa de constatación con estimarse, parecer o resultar,18 sitúa la aserción respecto de un contexto cognitivo exterior. Sobre todo, tratándose de materias técnicas, la información presuposicional se remite así al common ground vigente entre expertos. En (5), por ejemplo, se estima cierto introduce una concepción firmemente establecida (Se han volcado en conocer… A fin de cuentas…) a partir de investigaciones en varias disciplinas. Los lectores familiarizados con los métodos de los neurólogos, endocrinólogos, psicólogos, etc. podrán hacerse una idea de cómo se ha realizado la averiguación. Aun si con tales indicios es posible remontarse a ciertos procesos de comprobación, el enunciador se limita a dejar constancia del estado de la ciencia tal como queda plasmado en las publicaciones de los expertos, sin especificar por qué vía(s) ha accedido a la información y aún menos cuáles son las fuentes autoritativas. En su declaración de certeza no hace sino presentar una evidencia ya consensuada y objetivada. (5) Neurólogos, endocrinólogos, psicólogos, etc. se han volcado en conocer por lo menos el cómo del desarrollo de tales fenómenos diversos que a nosotros se nos plantean. A fin de cuentas, se estima cierto que dos tercios de la inteligencia parecen proceder de la herencia; y el resto, del entorno […]. (Real Academia Española, CREA, G. Chic García, El comercio y el Mediterráneo en la Antigüedad, 2009: 12) En una concepción amplia, sin embargo, como la de Chafe (1986: 271), el dominio de la evidencialidad da cabida a toda forma que exprese la actitud ante el conocimiento.19 También a la luz de estudios recientes que abogan por una visión globalizadora, se puede ver una relación tangencial entre el modalizador epistémico cierto y el dominio de la evidencialidad.20 Así, Boye (2005: 74 y ss.) esboza una escala global de epistemicidad según un continuo entre cuatro dominios, yendo de lo no fáctico o hipotético a lo fáctico, y en el que el dominio de la evidencialidad es intermedio entre el dominio de la modalidad epistémica y el 18 En combinación con cierto, el complemento indirecto que admiten parecer y resultar podría justificarse para realzar puntos de vista contrastados. En el uso, sin embargo, apenas se da. 19 Para Chafe (1986: 271), es evidencial “any linguistic expression of attitudes toward knowledge”. 20 Sobre la recepción y el tratamiento de la noción de evidencialidad en la lingüística hispánica, véase Izquierdo Alegría, González Ruiz y Loureda Lamas (2016: 20-26) y sobre la relación entre epistemicidad y evidencialidad, véanse Dendale y Tasmowski (2001: 341-343) y Cornillie, Marín-Arrese y Wiemer (2018: 20-27).
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de la facticidad.21 Cornillie y Pietrandrea (2012: 2110), por su parte, toman como macrocategoría una noción ampliada de modalidad, en la que calificaciones evidenciales cumplen una función narrativa e interaccional. En suma, el compromiso epistémico expresado mediante cierto funciona como un predicado fáctico: confirma el reconocimiento post hoc de un contenido ya asimilado a la representación certera de una determinada realidad (nivel (i)). El alcance intersubjetivo es particularmente manifiesto cuando el enunciado recoge una visión, creencia u opinión común, perteneciente al acervo cultural, la memoria colectiva o la sabiduría popular, sin origen bien preciso (cf. (1), (3), (4)). Por referirse a información presuposicional, la certificación no requiere de mayor justificación o legitimación exterior. Sin embargo, el que la facticidad se dé por sentada no impide que la declaración de certeza participe, secundaria y encubiertamente, de una estrategia de evidencialidad22 al haber alguna expresión evidencial en el contexto. Mencionar una voz eminente (2) o categorías relevantes de expertos (5) da una imagen más encarnada, más cercana, del dominio de conocimiento concernido. Pero cierto cumple siempre la misma función reasertiva: califica de adecuada la adhesión a un (creer) saber ya existente o una convicción ya adquirida. Marca un posicionamiento en esencia dialógico (apartado 3), que produce un efecto de consenso y facilita el desarrollo argumentativo (niveles (iii) y (iv)), como se ilustrará más adelante. 3. Dialogicidad con o sin efecto polifónico El juicio epistémico expresado mediante cierto no se limita a la validación de eventos y estados de cosa empíricamente comprobables. Cubre también conceptualizaciones que no pueden adquirirse por experiencia, análisis, verificación y reflexión propias, sino que van consignadas en declaraciones o escritos que hacen fe. En efecto, cantidad de conocimientos y saberes enciclopédicos se asientan por procuración: mucho de lo que creemos saber a ciencia cierta está basado en fuentes externas, a menudo secundarias, y no revisables. Es práctica común confiar en la veracidad de las más diversas representaciones de la realidad trasmitidas en discursos que sustentan sistemas de formación e información (educación, medios Boye (2012: 19) considera que los significados de modalidad propiamente epistémica expresan soporte epistémico (epistemic support), mientras que los significados evidenciales cubren el área de la justificación epistémica (epistemic justification). 22 Aikhenvald (2004: 105): “Categories and forms which acquire secondary meanings somehow related with information source”. Sobre la noción de evidentiality strategy, véase Aikhenvald (2004: 144, 106-151). 21
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de comunicación). Esto incluye la aceptación de principios generales, ideas tradicionales y lugares comunes asimilados a leyes de vida que, por definición, gozan de una amplia adhesión pública. Con cierto el enunciador hace una intervención discursiva reactiva (nivel (ii)). No expresa un compromiso aislado, sino que suma su validación a la de otras voces enunciativas. Dicho de otro modo, reconduce un contenido ya estatuido, es decir, que ya ha sido (real o supuestamente) objeto de aserción por otro enunciador. Significa que cierto es una forma modal epistémica dialógica, es decir, orientada hacia otros discursos, con los que entra explícita o implícitamente en interacción.23 Esto implica que, al calificar algo de cierto, el enunciador vincula su posición a la expresada en otro(s) discurso(s), incluyendo posiblemente uno suyo en otro momento. En la noción de dialogicidad se concilian las dimensiones objetiva y subjetiva descritas en el apartado 2. No solo da cabida a la intersubjetividad objetivizante, asociada primariamente a objetos de conocimiento situados en el dominio público (Delbecque 2009: 631), sino también a la subjetivización, vinculada más estrechamente con los usos interlocutivos (Maldonado 2018: 1136). El enfoque dialógico, inspirado en Bajtín ([1979] 1984: 278-301),24 un semiólogo ruso, permite precisar la intersubjetividad y posible polifonía25 que caracteriza a los contextos en que aparece la forma cierto. Designa la orientación de un enunciado hacia otro(s) enunciado(s) y otro(s) enunciador(es). Al igual que en el espacio 23 Se distingue entre dialógico/dialogicidad y dialogal/diálogo. Dialogal designa lo interlocutivo, el encadenamiento de turnos de habla, o sea, la alternancia en el tiempo entre discursos de un número indeterminado de interlocutores que de alguna manera se responden unos a otros. Por dialógico, en cambio, se entiende la heterogeneidad de voces en un discurso, la orientación hacia otros discursos. La dialogicidad se define, pues, como interdiscursiva: ve al hablante-enunciador menos como un creador de sentido que como un coactor que participa en el proceso social de reconstrucción permanente de significación a partir de una infinidad de discursos reales o potenciales. 24 De una lengua a otra varía la grafía: se escribe Mikhaïl Bakhtine en francés, Mihail Bakhtin o Bahtin en inglés, Mijaíl Bajtín en español. 25 El enfoque dialógico difiere del enfoque polifónico de la heterogeneidad enunciativa. Este se inscribe en una concepción teatral de la enunciación: muchos enunciados son comparables a un escenario en que intervienen varios personajes que dialogan unos con otros; a través de sus voces enunciativas se manifiestan puntos de vista diferentes. Así, la negación es un caso típico en que cristalizan voces abstractas opuestas: un supuesto punto de vista de polaridad positiva coexiste con el punto de vista de polaridad negativa, que rechaza al primero. El enfoque polifónico se ha desarrollado esencialmente en el marco de una pragmática para la que el discurso no constituye una categoría de análisis (Ducrot 1984: 171-233). El enfoque dialógico, en cambio, no separa enunciación y discurso, sino que aborda la enunciación desde el ángulo de las relaciones interdiscursivas.
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toda posición se mide en relación con otras entidades y se define en términos de coordenadas, de la misma manera no se puede construir un punto de vista que no se sitúe respecto de otros. Así, un enunciado es asimilable a un posicionamiento: contiene reacciones/respuestas a otros enunciados. El enunciador plantea cuestiones y las responde él mismo, opone objeciones que él mismo refuta, etc. Cierto es una de las formas que muestran el carácter reactivo del enunciado: corresponde a la simulación convencional de un intercambio verbal, incluso cuando no lo hay. Es de notar que un enunciado dialógico es monologal, en el sentido de que emana de un solo enunciador, y al mismo tiempo es interdiscursivo porque se hace eco de discursos previos, ajenos o no, reales o supuestos, con los que interactúa. Con cierto se capta la interacción modal epistémica de un (segmento de) enunciado o una secuencia de enunciados con otros discursos. El enunciador señala que actualiza un contenido ya asumido por otro(s), bien sea realmente, bien sea en la representación que desea transmitir.26 Si esta forma modal no fuera dialógica, o sea, si se limitara a introducir la toma de posición particular del enunciador en el momento de habla, admitiría el refuerzo mediante una locución asertiva (a mi juicio / en mi opinión), como lo hacen predicados epistémicos como correcto y exacto, lo que no se encuentra atestiguado.27 Cierto convierte, pues, la aserción en una unidad dialógica: la presenta como el resultado de la interacción entre por lo menos dos discursos. Confirma la veracidad, lo certero y relevante de una conceptualización ya existente, haciendo caso omiso de toda necesidad de justificarla o de examinar cómo se obtuvo, según qué criterios. El enunciador se sitúa en una posición dialéctica acogedora respecto del contenido de otras aserciones señalando que lo asume a su vez, o que lo asume otra vez si ya lo tenía asimilado o así lo había comunicado antes. En principio, la alteridad enunciativa hacia la cual se orienta el decir acotado mediante cierto puede repartirse sobre tres tipos de convergencia interdiscursiva: con un discurso real o imaginado (a) de terceros, sean identificables o anónimos, (b) del interlocutor y (c) del propio enunciador (Bres, Kowakowska y Sarale 2019: 12 y ss.). Parafraseando, el enunciador articula un yo aserto que… para (a) confirmar algo que dice / ha dicho / diría fulano o se dice / se podría decir en general; puede hacerlo para (b) asentir a un tú dices / has dicho / dirás que; o incluso puede (c) recapacitar un yo he dicho / podría decir que. La modalización dialógica se aplica a un dictum al que se atribuye el estatus de un enunciado o, por lo menos, se lo presenta como tal (Bres 1999: 72; Bres y Mellet 2009: 8). A menudo, sin embargo, no se encuentran huellas lingüísticas de tal enunciado previo. De ahí que sea preferible considerar que se trata de la representación de un contenido ya presente (Bres, Nowakowska y Sarale 2019). 27 Con la reserva, por supuesto, de que ausencia de evidencia no es evidencia de ausencia. 26
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El tipo (a) es el más general. Se puede denominar intertextual para distinguirlo de los otros dos tipos de relación interdiscursiva.28 La interacción se hace con un discurso ajeno: el discurso integra una información general o específica comunicada anteriormente por otro(s). La relación es transparente cuando se retoma en términos idénticos o semejantes a una observación formulada antes por un tercero identificable o cuando se trata de una verdad o un principio general contenido en una frase hecha o una expresión fraseológica, por definición comúnmente conocida y (parcialmente) invariable. Así, en (6), la conjunción causal explicativa puesto que eleva al rango de hecho consabido la justificación que sigue, y es cierto contribuye a legitimar la argumentación: al recalcar que hay consenso sobre la validez del enunciado sentencioso (en forma impersonal entrecomillada: “enseñando se aprende”), no solo se declara la adhesión del propio enunciador a este principio general, sino que, al mismo tiempo, se da por supuesta la de los demás. (6) Los jóvenes actuales de los países tecnológicamente avanzados suelen saber más que los mayores en cuanto a informática y a otras materias, siendo psicológicamente útil que compartan sus conocimientos con los demás alumnos, con sus padres y con el propio profesor, puesto que es cierto que “enseñando se aprende”. (Real Academia Española, CREA, R. Rodríguez Delgado, Del universo al ser humano, 1997) La coincidencia formal con una frase hecha facilita el procesamiento, pero no es condición sine qua non para la comprensión. Lo es tanto menos cuanto que a menudo se (re)actualizan conceptualizaciones presupuestas, no necesariamente explicitadas en el contexto previo: circulan en la comunidad y proceden de varios discursos o se remontan a orígenes múltiples y difusos. Aun así, el receptor recibe la señal de que el enunciador adopta un punto de vista consensual29 y le invita a recuperar las voces enunciativas que resuenan en la suya. Si en muchos casos la relación dialógica se establece con discursos pertenecientes a terceros o, por lo menos, presentados así, también es posible interactuar anticipativamente con un discurso atribuible a algún enunciador potencial o imaginario. 28 Por intertextualidad se entiende la relación de un texto con otro(s) texto(s). La noción de interdiscursividad, por su parte, es más amplia, más fluida y más compleja: el discurso no solo se produce en interacción con textos, sino también con las producciones mediáticas de una época, las conversaciones en diversos entornos sociales, determinadas maneras de hablar, recuerdos y relatos familiares, rumores y fantasías colectivas, ideologías históricamente arraigadas, creencias religiosas y otras. 29 Mutatis mutandis, en una interrogación, como en el ejemplo (3), el enunciador procura saber si está en lo cierto, o sea, si la proposición es consensualmente considerada correcta.
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Las nociones de dialogicidad y polifonía no son mutuamente exclusivas, sino complementarias. En (2), corren parejas: enfocándose en los EE. UU., el periodista ilustra dialógicamente la idea entrecomillada, a la vez que comparte el escenario con la voz enunciativa del citado Drezner. Un discurso plural, como (1), es polifónico en sentido amplio. Para que haya polifonía en sentido estricto, debe haber puesta en escena por el enunciador de una subjetividad otra que la suya. En el discurso indirecto libre y en el condicional epistémico, por ejemplo, hay polifonía porque se representa el punto de vista que resulta de la actividad perceptual de otro(s) que el enunciador. El receptor puede así ponerse en el lugar de esos otros. Al haber polifonía, es como si la voz del enunciador se borrara del proceso de enunciación para prestar su voz a un personaje con el fin de verbalizar las percepciones de este. Hay dialogicidad, en cambio, cuando la desmultiplicación de las posiciones enunciativas dentro de un mismo discurso es debida a la interacción interna con un discurso distinto, como es el caso cuando se establece una relación con el discurso de otro enunciador cuya observación el enunciador representa, asumiéndola a su vez. Lo ilustra la plurivocidad del fragmento (7). En su discurso, el periodista da cabida a varias voces o puntos de vista. El arranque modal presuposicional (Es cierto que) indica que no introduce un hecho separado, sino uno estrechamente relacionado con la información precedente. Se suma a la marca de evidencialidad citativa (como denuncia Israel), que facilita la inferencia de que hay una relación de causa-efecto. Sin la combinación de estas dos marcas, el lector habría podido inducir que la noticia acababa de llegar al periódico (los integristas llevan a cabo sus ataques…), o sea, que el reportero no se había enterado antes o así lo pretendía. Al integrar la voz de la parte adversa, reconociéndole su parte de verdad, el periodista enmarca este episodio en la lógica de un conflicto en que los agresores de hoy son los agredidos de ayer, y aparecen como corresponsables de la espiral de violencia. Con esta estrategia discursiva se evita toda sospecha de partidarismo. (7) Probablemente, la diplomacia de EEUU ―que había permanecido en hibernación mientras las cosas marchaban bien para Israel― convoque a las partes para un acuerdo que devuelva la calma al norte de Israel y al sur del Líbano. Pero el Ejército judío no ha lanzado 16.000 proyectiles para conseguir algo tan trivial como el cese de los disparos de “katiushas”. Lo que se pretendía era liquidar el dispositivo militar del Hezbolá y, por otra parte, forzar a Beirut a que desmantelara el brazo político de dicha organización. Pero, tal y como ocurrió en la invasión de 1982, los estrategas israelíes volvieron a darse de bruces con las complejidades del Líbano. Los ataques apenas han afectado a Hezbolá y ahora la masacre del jueves ha puesto en
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evidencia que los “bombardeos digitalizados” solo sirven para diezmar a los civiles. El prestigio de Hezbolá se ha incrementado de forma meteórica. Es cierto que, como denuncia Israel, los integristas llevan a cabo sus ataques parapetándose en la población civil. Cabe destacar que en la víspera de la tragedia de Kafer Cana, un comando islamista asesinó a dos agentes de la ONU que trataban de impedir que dispararan desde una de las casas de la aldea. Pero Peres desdeñó la posibilidad de sacarle partido a estas barbaridades. Deslumbrado por las proezas de la Fuerza Aérea, Peres incurrió en el mismo error que cometieron los artífices de la invasión de 1982 al suponer que un problema político ―Hezbolá― puede ser resuelto mediante la fuerza bruta. En el balance final, Hezbolá e Irán (su valedor financiero y espiritual), dos grandes enemigos del proceso de paz de Oriente Medio, se perfilan como los únicos beneficiados con la ofensiva. (Real Academia Española, CREA, El Mundo, 20/4/1996) En cuanto a la dialogicidad del tipo (b), se da típicamente en el género dialogal: la validación se hace eco de una información proveniente de un interlocutor. Puede ser la reacción al turno de habla anterior, como en el ejemplo (8). En esta situación dialogal, el enunciador asegura la continuidad discursiva confirmando que abunda en el sentido del interlocutor previo, aun si solo recoge la segunda parte de su intervención. Asimismo, pone bajo el signo del consenso la elaboración que ofrece a continuación, asumiendo el papel de portavoz de la comunidad de los científicos (somos incapaces). (8) Desde aquellas madrugadas leridanas la ciencia ha desvelado muchas cosas, pero quizá también ha topado con sus límites… Es cierto que la ciencia tiene unos límites. No solo somos incapaces de responderlo todo, sino incluso de hacer las preguntas adecuadas. (Real Academia Española, CREA, Muy Interesante, n. º 195, 8/1997) Esta relación dialógica puede denominarse interlocutiva. Se da, sin embargo, tanto en los géneros monologales como dialogales, puesto que también se obtiene una forma de heterogeneidad enunciativa cuando se anticipa o imagina la reacción de un interlocutor, que puede ser ficticio, o un futuro lector desconocido. Es lo que ocurre en el ejemplo (1), que forma parte de la introducción a un artículo narrativo-expositivo. Además de dejarse impregnar por el discurso de otros (tipos (a) y (b)), el enunciador también puede dialogar consigo mismo, respondiendo a su voz interior, por así decirlo (tipo (c)). En una especie de diálogo interno, se toma a sí mismo como
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interlocutor primario al retomar un discurso propio o al activar un contenido que (pretendidamente) ya tiene asumido. En (9), por ejemplo, Julián Marías medita sobre rememoraciones suyas, sean reales o ficticias. Esta relación puede llamarse autodialógica o intralocutiva. (9) En todos estos trasiegos había algo de guasa recíproca, pero lo cierto es que el profesor, amparado en nuestra amistad, me estaba imponiendo unas condiciones vanas que nadie podría hacer nunca prevalecer. (J. Marías, Negra espalda del tiempo, 1998: 70). Huelga decir que hay varias superposiciones posibles. En (8), por ejemplo, el enunciador puede interactuar al mismo tiempo con el discurso de su interlocutor y con un discurso externo. En (10), parecen amalgamarse los tres tipos de relación dialógica: una interdiscursiva con una verdad tautológica (un crimen es un crimen), una intralocutiva con un discurso previo del propio enunciador y una interlocutiva anticipativa con una reacción potencial. Tales confluencias dialógicas dan una gran densidad al discurso, consolidan la sintonización interpersonal (nivel (iii)) y abren camino al desarrollo de la argumentación, posiblemente en sentido reorientativo (nivel (iv)) (cf. 5.1.). (10) Ya sé que hay quien dice que el problema vasco solo incumbe a los vascos. Tal vez sería así si la magnitud de los hechos no trascendiera esos límites geográficos. Es cierto que un crimen es un crimen allí donde se cometa, pero mi experiencia vital hace que a mí no me afecte igual un crimen cometido en Cachemira que en Bilbao. No es ilógico y contradictorio, sino humano. (Real Academia Española, CREA, E. Mendoza, “¡Basta ya!”, El País, 23/9/2000) Queda establecido que la interdiscursividad opera más allá del ámbito dialogal y abarca un dominio comunitario de contornos a menudo imprecisos. La relativa vaguedad del espacio dialógico (nivel (ii)) en que cierto sitúa una información presuposicional (nivel (i)) reviste su certificación de un interés comunicativo particular. Además de poner el estatus ontológico de lo confirmado a salvo de todo debate, su proyección en un common ground perfila al enunciador como avezado y enterado, a la vez que realza la imagen positiva del receptor. En efecto, en caso de que este ya conozca la información, verá confortada su propia convicción y apreciará la marca de adhesión por parte del enunciador. En caso de que no la tuviera mentalmente presente o la desconociera, se verá reconocido como (potencial) copartícipe y tenderá a alinearse por mimetismo con la visión transmitida. Y, aunque la inducción de un consenso interpersonal (nivel (iii)), en principio, no rebasa los límites del contenido situado en el ámbito del modalizador epistémico,
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pone al receptor en disposición de acordar el mismo crédito al razonamiento que el enunciador desarrolla a partir de ahí, incluso cuando sigue derroteros inferenciales distintos a los habituales o canónicos (nivel (iv)). La relativa prominencia de los cuatro niveles de significación puede variar según el contexto y, en particular, la configuración sintáctica en que cierto se integra. A continuación, esto se comprueba primero en los esquemas oracionales más característicos (apartado 4), antes de pasar revista a una serie de esquemas argumentativos transpredicativos que cierto contribuye a modelar (apartado 5) y abordar brevemente ciertos usos incidentales (apartado 6). Por razones de espacio, la ilustración se limita a unos pocos ejemplos representativos, tomados en su mayoría de los materiales correspondientes a España en el CREA (Real Academia Española). 4. Esquemas construccionales predicativos Tres tipos de construcción son particularmente productivos: la construcción copulativa con ser y cláusula sujeto (4.1), la correspondiente construcción focal y sus variantes (4.2) y la construcción transitiva compleja (4.3). 4.1. Es cierto que + cláusula sujeto La combinatoria semilexicalizada [es cierto que], ya ilustrada en (1)-(4), (6)-(8) y (10), no solo se deja analizar composicionalmente, sino también de manera unitaria, como un operador modalizador.30 A diferencia de expresiones epistémicas como es bien sabido, cabe reconocer, está comprobado, que también aseveran la conformidad del contenido de la cláusula con la verdad, cierto marca la información como supuestamente dada y confiere a su enunciación una dimensión dialógica confirmativa. En contextos interlocutivos, funciona fácilmente como una marca de cortesía positiva, señalando que el enunciador abunda en el sentido del interlocutor. Sin embargo, en comparación con expresiones como de acuerdo, en efecto, así es, tiene usted razón, que también realizan un acto de asenso complaciente, cierto aporta una convalidación consensual cuyo alcance intersubjetivo rebasa el dominio de los dialogantes. No extraña, pues, que [es cierto que] se use mayormente en esquemas transpredicativos (apartado 5). En principio, [es cierto que] denota congruencia con verdades generales o hechos comprobados. Con una orientación al futuro, en cambio, es como si el En esta construcción, la frecuencia del atributo cierto es muy superior a la de seguro. En CREA, España, se dan 2831 ocurrencias de Es/es cierto que (1157 + 1674) por 271 de Es/ es seguro que (46 + 225). 30
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enunciador asumiera una facticidad todavía no establecida. En (11), Cleopatra pretende hacer una predicción absoluta (moriré, no volveré); aparenta asumir con certeza anticipativa la suerte que le reservan los romanos. Sin el comentario explicativo (fingido acatamiento), la ironía encubierta hacia el bárbaro podría pasar desapercibida. (11) Cleopatra recobró el sentido exacto de la situación, la necesidad de burlar al bárbaro con su fingido acatamiento. ―¡Morir en Roma! Es cierto que moriré allí. Es cierto que ya no volveré a ver el mar de Alejandría ni a sentir las golondrinas en los templos del Nilo… (Real Academia Española, CREA, T. Moix, No digas que fue un sueño, 1986) En (12), se plantea la cuestión de saber si la redistribución de los votos a nivel municipal se confirmará a nivel regional y nacional. Dubitativo respecto del anuncio de un salto a una nueva era, el comentarista comparte, sin embargo, la expectativa de algo diferente. El atributo cierto subraya la validez intersubjetiva de esta previsión, por vaga que sea (nueva correlación de fuerzas), y su adecuación a la información disponible. Los predicados evidenciales de corte perceptual-inferencial (no está claro…, sí parece…) traducen el carácter necesariamente conjetural de la estimación. (12) Las elecciones municipales celebradas el domingo han transformado el mapa político catalán. No está claro que a partir del 28-M vaya a comenzar el siglo xxi, como apuntó algún político durante la campaña, pero sí parece cierto que se plantea una nueva situación y, por tanto, una nueva correlación de fuerzas que determinará el futuro. Un futuro cuyo horizonte inmediato pasa por unas elecciones autonómicas y otras generales. Para comenzar, Jordi Pujol ha perdido un sucesor y la izquierda catalana ha ganado un contrincante verosímil para disputar la presidencia de la Generalitat al líder nacionalista. (Real Academia Española, CREA, El Mundo, 30/5/1995) 4.2. La construcción focal [[lo (que (sí) es/parece)] cierto es que…] En posición preverbal, el atributo desempeña una función focalizadora: realza el filtro epistémico que se aplica al contenido de la proposición. Señala el paso a una información presentada como contextualmente pertinente y cuya veracidad es comúnmente reconocida. Se puede parafrasear combinando la vertiente epistémica de certeza ‘hay que reconocer’ (nivel (i)) y la dialógica confirmativa ‘en efecto’, ‘de hecho’ (nivel (ii)). El enunciador muestra que asume esta particular
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selección de información presuposicional y la pone de relieve como hito significativo en el desarrollo de su discurso. Esta configuración lineal también refuerza su imagen en términos de certeza, asertividad, autenticidad, firmeza y fiabilidad (nivel (iii)). En función del contexto, podrá producir un acercamiento interpersonal, acompañado o no de un efecto de persuasión (nivel (iv)). Se pueden distinguir tres tipos de construcción focal: mientras que la construcción pseudohendida presenta una configuración sintáctica elaborada (4.2.1), el atributo antepuesto puede estar simplemente nominalizado (4.2.2) o permanecer escueto (4.2.3). La segunda configuración es con creces la más habitual.31 4.2.1. Lo que (sí) es cierto es que + cláusula La construcción pseudohendida es una oración copulativa que se compone de una relativa libre en anteposición y una subordinada sustantiva sujeto postverbal que constituye el foco. Apunta a un contenido proposicional directa o indirectamente interpretable por el contexto (cf. Sedano 1990: 67-89). Cuando el interés se centra en eventos destacables en el curso de una narración, prevalecerán fórmulas como lo que pasa/ocurre/sucede es que o lo que pasó/ocurrió/sucedió fue que, etc.; en cambio, cuando el enunciador-conceptualizador supone cooperativamente32 que para el destinatario tiene importancia la actitud epistémica acordada a ciertas informaciones, las puede abordar desde su propia perspectiva (con fórmulas del tipo lo que creo/pienso/opino) o puede ampliar su alcance a un número indefinido de personas (lo que se cree/se piensa/se opina). Por su parte, la puesta de relieve introducida por el pronombre relativo neutro y la cópula ser,33 en combinación con el atributo cierto, interrumpe el flujo discursivo para priorizar una determinada proposición frente a otras. Detiene la atención en una información presuposicional sin remitir abiertamente a ningún agente epistémico particular. Se trata de recalcar que el contenido focalizado merece este posicionamiento epistémico categórico, tanto respecto de eventuales alternativas como de la posición atribuida al receptor.
31 CREA-España depara 113 ocurrencias de [Lo/lo que es cierto], 2631 de [Lo/lo cierto es que] y 184 de [Cierto/cierto es que]. Además de las variantes comentadas a continuación, estas frecuencias también incluyen elaboraciones más esporádicas, como Lo [que en todo caso es / que es absolutamente / único que hay de] cierto es que. 32 Prince (1978: 890 y ss.) asocia el uso discursivamente coherente de la pseudohendida en inglés a la normativa que el hablante cooperativo maneja respecto de la situación de habla y las expectativas que asume presentes en la mente del destinatario. 33 Parece, con su dimensión evidencial, no alterna sino marginalmente con es (7 veces, 6 %).
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En (13), la respuesta de Juan José Millás va directamente al meollo de la cuestión. [Lo que es cierto es que] le permite ajustar el foco a su conveniencia, esquivando la pregunta potencialmente polémica y tomando la perspectiva consensuada de los lectores antes de implicar a los autores y editores. (13) –¿Es el momento de la joven narrativa española o es un montaje editorial? –Lo que es cierto es que los lectores españoles están leyendo novelas españolas y eso es bueno. Por un lado los escritores españoles han demostrado que tienen capacidad para conectar con el público, cosa que no ocurría antes porque las novelas eran ilegibles, y por otro, los editores han detectado esa demanda y la han cubierto. También es cierto que se nos traduce en igualdad de condiciones. –¿No es artificial, entonces? –¡Ah, no! Por supuesto que no es artificial, si se vende es porque hay cosas que vender. Es como cuando se dice si fue una operación comercial el boom de la novela latinoamericana. A mí qué me importa que fuera una operación comercial si había cosas excelentes que vender. (Real Academia Española, CREA, Tiempo, 15/1/1990) Muchas pseudohendidas llevan el adverbio afirmativo enfático sí, que marca insistencia y contraste (cf. Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua 2009: §40.4.e.).34 Es típico de respuestas aclaratorias por parte de actores sociales: el entrevistado introduce así una dimensión focal en la cláusula relativa ―o, por lo menos, hace que el foco del enunciado recaiga también en el atributo―, diferenciándolo de otros no retenidos, que ciertos receptores pueden tener presentes.35 La fórmula refuerza el impacto de una puntualización de autoridad ante una pregunta crítica: en (14), el presidente de Iberia asume la austeridad de su gestión del personal; se muestra capacitado para cerrar el debate afirmando tajantemente algo que no estima en absoluto cuestionable. La disposición a hacer frente a posibles disensiones o polémicas se desprende con aun más fuerza cuando al sí lo apoya la conjunción expletiva que, como en la reproducción de las palabras del entrenador en (15). (14) –¿Eso es lo que ha motivado que desde que usted llegó a la presidencia no se haya renovado un solo contrato temporal en Iberia? 34 Sí aparece en 94 de los 113 casos (el 83,2%); en 8 de los 94 casos se apoya en la conjunción expletiva que. 35 No significa necesariamente que en el discurso previo se hayan presentado calificaciones competidoras (como incierto, probable, evidente o claro) o contenidos alternativos, pero sí sugiere que el enunciador los tiene implícitamente en cuenta.
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–Los contratos temporales de Iberia suelen hacerse en la temporada alta. Lo que sí es cierto es que yo he dado orden de que toda renovación de contrato y petición de incremento de plantilla pase directamente por mí. No se ha renovado ningún contrato y hay instrucciones claras de sujetar el incremento de plantilla. (Real Academia Española, CREA, Cambio 16, n. º 985, 8/10/1990) (15) Para Aragonés “la tendencia que lleva el fútbol ha hecho que […]. Antes se jugaba con tres defensas y ahora con cuatro o cinco. Lo que sí que es cierto es que hay en España cuatro o cinco jugadores en esas posiciones bastante interesantes”. (Real Academia Española, CREA, El Mundo, 17/2/2003) 4.2.2. Lo cierto es que… El dispositivo focalizador se limita generalmente a la nominalización del atributo modal antepuesto a la cópula ser. La categorización abstracta mediante el artículo neutro tematiza la calificación epistémica y le da un carácter categórico, extremo y absoluto, vinculado endofóricamente al contenido de la cláusula sujeto postverbal, establecido así como información presuposicional, sustraída a toda duda o discusión. Al operar estructuralmente una segmentación del texto, este esquema construccional suscita una impresión de discontinuidad parecida a la creada por la pseudohendida (4.2.1). Al mismo tiempo, sin embargo, da un perfil individuado al contenido proposicional seleccionado y garantiza la unicidad de la atribución. Al introducir una conformación altamente predecible a partir de las expectativas creadas por el contexto previo, [lo cierto es que] suele revelar un esfuerzo sintetizador, por lo que contribuye a la coherencia discursiva. En (16), se pasa de una afirmación general (siempre […] especial) a una más específica, también basada en saberes enciclopédicos (facultades y orígenes sobrenaturales). En (17), el balance positivo (ha conseguido) se hace eco de la declaración programática de Yves Saint Laurent. (16) El gato posee una historia milenaria y su imagen siempre ha sido para el hombre algo muy especial. Será por su fascinante aspecto o por sus peculiares cualidades; lo cierto es que a menudo, para bien y para mal, se le han atribuido facultades y orígenes sobrenaturales. (Real Academia Española, CREA, A. Murante, El gato siamés, 2001) (17) “Quiero entregar a la mujer un vestuario elemental y eterno, que la proteja del ridículo” ―dice Saint Laurent―. Y lo cierto es que a lo largo de más de 30 años de creación ininterrumpida ha conseguido esto y… muchas cosas más. (Real Academia Española, CREA, J. Figueras, La moda, sus secretos y su poder, 1997)
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Refuerzos internos a la parte focalizadora de la construcción enaltecen el interés argumentativo de la información compartida. Adverbios intensificadores (realmente, verdaderamente) son valorativos y participan de una estrategia persuasiva (18). El adversativo restrictivo único, en cambio, induce una visión limitativa: en (19), la aserción coorientada del experto (confirma estas dudas) insinúa que es más bien poco lo que se sabe. (18) El modelo del pantalón y las medias usados por los montañeros, suelen ser como el que aquí recomendamos. Lo realmente cierto es que la comodidad y ligereza de este atuendo lo hacen sumamente eficaz. Todos cuantos han usado tales prendas, han llegado a la misma conclusión que yo: La resistencia y la rapidez del paso en el cazador, aumentan considerablemente. (Real Academia Española, CREA, C. Gracia Monterde, Tras la caza menor, 1996) (19) Juan Badiola, director del grupo de investigación sobre la EEB en España, confirma estas dudas: “Lo único cierto es que hay una nueva variante de Creutzfeld-Jakob, que se conoce desde el año pasado […]”. (Real Academia Española, CREA, El Mundo, 26/6/1997) Destaca la fuerte proporción de oraciones adversativas.36 Introducen una contraposición respecto de lo que precede. En (20), la orientación contraargumentativa es de talante más bien polémico: desmonta lo pretextado por Spencer. (20) Spencer explicó que vendía el cuadro para sufragar los gastos universitarios de su hijo lord Spencer, el padre de lady Di. Pero lo cierto es que en cuanto vendió el Holbein, el conde se fue a París y se compró un Bugatti de carreras. Cambiar un Holbein por un Bugatti es una excentricidad típicamente inglesa. (Real Academia Española, CREA, La Vanguardia, 3/4/1995) 4.2.3. Cierto es que… La forma escueta del atributo en posición preverbal también representa un refuerzo presuposicional y combina su función modal con una función estructuradora del discurso. Sin embargo, no provoca una disrupción como lo hace la pseudohendida (4.2.1) y tampoco representa una segmentación tan marcada como cuando lleva determinante (4.2.2). Introduce una reformulación o reconsideración en conexión En CREA-España, las conjunciones Pero/pero y Mas/mas introducen 490 ocurrencias, el 18,6 % de las 2631 de [lo cierto es que]. Los 44 casos de [Lo/lo único cierto es que] y los 9 con adverbio intensificador no van incluidos en el recuento. 36
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con la aserción que se acaba de hacer, dando así un nuevo impulso al tópico discursivamente activo. El dispositivo [cierto es que] responde a un interrogante que la aserción previa pudiera plantear. En comparación con las construcciones focales más articuladas, la conexión dialógica con el contexto previo es más directa (nivel (ii)). Interviene fácilmente en contextos organizados en torno a un nosotros inclusivo. En (21), por ejemplo, el autor pasa de un concepto connotado negativamente (la falacia de control) a uno más difuso (una cierta percepción de control); paralelamente, amplía la base deíctica de la primera persona del plural: mientras que el predicado del decir (habíamos hecho alusión) implica su sola voz enunciativa, el sujeto nominal (las personas) confirma la genericidad de la aserción introducida por cierto y hace que la conmutación efectuada por la desinencia del segundo verbo (precisamos) integre también a los receptores produciendo, desde la perspectiva de la cortesía lingüística, un efecto de comunidad y solidaridad (nivel (iii)).37 Con el reconocimiento de esta necesidad se gana el interés por los consejos expuestos en las líneas siguientes (nivel (iv)). (21) Habíamos hecho alusión a la falacia de control como uno de los rasgos socioculturales que atraviesan algunos sectores del mundo occidental. Cierto es que las personas precisamos de una cierta percepción de control de nosotros mismos y de nuestras relaciones. Y esta necesidad toma muchas formas en nuestro lenguaje cotidiano: fuerza de voluntad, responsabilidad, dominio, seriedad, etc. (Real Academia Española, CREA, Á. Enríquez Soriano, Estrés. Cómo aprender en la encrucijada, 1997) En (22), la certificación (nivel (i)) se enfoca en la objetivación del retrato esbozado por fuentes cercanas a la cabila bereber (los propios moros afirmaban…, hasta se decía) (nivel (ii)). La convergencia interdiscursiva se plasma en una cadena isotópica: en asesinatos, tiros, envenenamientos… resuena feroces, traidores, degollar. Pero este discurso descriptivo no persigue la empatía del receptor (nivel (iii)), y en la conexión causal-explicativa establecida por la acreditación apenas se nota una orientación argumentativa (nivel (iv)). (22) Sea como fuere, los propios moros de Tetuán afirmaban que los beniurriagueles eran feroces y traidores, y que por una peseta eran capaces de degollar a uno. Cierto es que abundaban los asesinatos, a tiros y mediante envenenamiento, y hasta se decía que el varón que llegada la época de casarse no Para un análisis detallado de los efectos pragmático-retóricos de este tipo de construcción, véase De Cock (2010). 37
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había matado a nadie no era un hombre. El urf, o costumbre rifeña, abocaba al homicidio, porque no permitía lavar las ofensas con dinero […]. (Real Academia Española, CREA, L. Silva, Del Rif al Yebala. Viaje al sueño y la pesadilla de Marruecos, 2001) En un texto de opinión, en cambio, sí cuentan las dimensiones interpersonal y argumentativa (niveles (iii) y (iv)). El fragmento (23) termina un cuestionamiento a raíz del fracaso del transbordador Columbia que costó la vida a los siete tripulantes.38 Según los expertos citados, la exploración espacial mediante vuelos tripulados no se justifica científicamente. Cierto es que introduce un período en que el enunciador abunda en el mismo sentido, apuntando al subterfugio propagandístico oficial (la NASA vende…) (niveles (i) y (ii)). Tras consolidar la crítica (reprochable, excesivo) (nivel (iii)) y la expectativa de una condena radical (nivel (iv)), echa repentinamente marcha atrás (Al contrario,…) para, sin menoscabo de lo expuesto, abogar a favor de la exploración espacial tripulada en nombre de valores que califica de superiores. (23) El físico Robert Park y el astrofísico real Marten Rees opinan que el retorno científico que ofrecen las sondas es mucho mayor que el realizado por los vuelos espaciales tripulados. Cierto es que la NASA vende a los transbordadores y la estación espacial como laboratorios científicos, aunque la mayor parte del retorno es tecnológico. En ese sentido, es reprochable que se estén poniendo en peligro vidas humanas cuando no hay nada especial en juego. El precio a pagar está resultando excesivo. Al contrario, sí me parece justificada, de sobra, la exploración espacial tripulada. No por el retorno científico. Pisar la Luna en condiciones tan precarias fue sin duda un acto temerario. Tan temerario como viajar a las Indias por el Occidente. Pero el eco de Armstrong aún vibra con intensidad en nuestra sociedad y su pisada aún está fresca en nuestras memorias. Tan intensa como la hazaña de Colón, tan fresco como el desembarco en San Salvador. (Real Academia Española, CREA, Astronomía Digital, n. º 11, 30/12/2003) 4.3. El predicado complejo dar/tener por cierto La construcción transitiva compleja, con por cierto como complemento predicativo, hace interpretar los verbos dar y tener como predicados de percepción mental. Mientras que el verbo sitúa el contenido proposicional en el dominio de El título del artículo reza: “Reflexiones sobre el desastre del transbordador Columbia”.
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control de un determinado agente epistémico, el predicado secundario cierto lo eleva al rango de información presuposicional.39 En (24), la pretensión de control sobre una realización futura deriva su validez del reconocimiento intersubjetivo de un fenómeno estereotipado bien conocido (esa sopesada expectativa del caminante). En (25), el enunciador (Antonio) hace acto de contrición para congraciarse con su esposa: con los predicados epistémicos fácticos (sé…, reconozco…) se muestra comprensivo y perspicaz, y con el imperativo (ten por cierto) la insta, a mayor abundamiento, a reconocer como válida su visión contrafactual de un mundo regido por las mujeres. (24) Se aplacaban los cofrades esperando la cazuela, con esa sopesada expectativa del caminante que da por cierto el refugio final, la morada reparadora. (Real Academia Española, CREA, L. M. Díez Rodríguez, La fuente de la edad, 1993) (25) –Sé lo que te preocupa de las guerras ―exclamó, riendo―. ¡Las sobremesas! No encontró la complicidad de Octavia. Solo su estupor. –Reconozco que los maridos podemos ser muy pesados cuando, al regresar de las batallas, nos ponemos a contarlas. Si por las esposas fuese, ten por cierto que siempre habría paz. –¿Esto piensas de tu esposa? Es triste que solo una guerra pueda darte motivos para considerarla un poco. (Real Academia Española, CREA, T. Moix, No digas que fue un sueño, 1986) 5. Esquemas argumentativos transpredicativos El refuerzo asertivo [es cierto que] caracteriza varios patrones combinatorios transpredicativos que corresponden a procedimientos pragmático-retóricos relativamente estereotipados. A una proposición p de tipo temático, le sigue una proposición q que recibe el foco, presentativo-intensificador o contrastivo, según el contexto. Por el carácter incremental de la interpretación, la secuencia corresponde a una escala argumentativa ascendente. Se perfila un movimiento discursivo que abre el camino para defender una perspectiva complementaria q. Cuando el patrón es bifásico, p sirve de punto de anclaje para la discusión. Cuando el patrón es trifásico, p se da en reacción a una proposición x, que constituye el marco de referencia, y q vuelve sobre x. Sea el esquema bifásico o trifásico, la En CREA-España, dar/tener se combinan ocho veces más con por seguro que con por cierto (88 versus 11 ocurrencias). 39
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finalidad comunicativa consiste, sobre todo, en hacer aceptar las inferencias asociadas a q, las cuales pueden ―aunque no deben― divergir respecto de las inferencias asociadas a p. De manera general, cierto recalca la implicación del enunciador en su línea de razonamiento. En función de varios parámetros, entre otros, peso informativo, relación social (íntima vs. distante) e intención (entretener vs. convencer), tales concatenaciones pueden contribuir tanto a producir una cierta tensión en la comunicación como a relajarla. En la medida en que el enmarque epistémico puede revelar un trabajo de imagen y suavizar la relación interpersonal, lo que atenúa no es el valor de verdad de la proposición, ni el acto asertivo. Pero sí se le superpone como aviso de un posible o hipotético choque que puede experimentar el receptor al verse confrontado con una revisión o ampliación de las implicaturas pertinentes respecto de un determinado asunto. Seis patrones son particularmente recurrentes: el adversativo (5.1), el pseudoconcesivo (5.2), el (pseudo)acomodadizo (5.3), el pseudocondicional simple (5.4) o acomodadizo (5.5) y el ampliador sin verbo rector (5.6). Los nexos utilizados permiten hacer justicia al contenido de los enunciados enlazados y desarrollar una visión equilibrada y matizada que engloba puntos de vista a veces divergentes. En contextos conversacionales, esos patrones reflejan un trabajo de imagen basado en una actitud expresamente cooperativa. En textos expositivos y narrativos, por definición sujetos a mayor planificación, se observa una progresión temática e informativa más compleja. 5.1. Esquema adversativo: es cierto que p, pero ((también) es cierto que) q La aserción p introducida por [es cierto que] va seguida de una aserción q introducida por un nexo adversativo, generalmente la conjunción pero. Este formato corresponde a un esquema argumentativo básico. Al retomar un discurso preexistente, siquiera adaptándolo de paso, p muestra que el enunciador se inscribe en una (supuesta) corriente general. Efectúa así una especie de captatio benevolentiae que prepara el terreno para la enunciación de un q que, a juzgar por el nexo, es adversativo, pero, en realidad, solo marca un contraste enunciativo con algo que es válido al mismo tiempo: q no tiene el efecto de desvirtuar la aserción anterior, sino que contribuye a priorizar una consideración complementaria. Produce, paradójicamente, un efecto confirmativo a nivel enunciativo, aduciendo factores que no deniegan la situación descrita en p, sino que la explican y matizan. La divergencia no se sitúa, pues, al nivel de los contenidos, sino al de las implicaturas. Por eso, en este patrón construccional adversativo, la declaración de certeza se puede calificar de confirmación diplomático-concesiva.
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En (26), se discute la implantación de un parque eólico: en p el enunciador se alinea con el principio argumentativo, o topos,40 subyacente a la intervención anterior. La puntualización que añade en q (está fuera) confirma su actitud más laxa respecto de la ubicación ya precisada en p (en el límite). En (27), ante un balance mitigado (resultados no […] satisfactorios), se abordan sucesivamente el pro y el contra de los implantes artificiales: q invoca un motivo de reserva, sin por eso menguar su mérito, realzado en p (salvado y prolongado muchas vidas…). (26) –Pero los grupos ecologistas afirman que se encuentra dentro de zonas de valor ecológico que han resultado dañadas… –Es cierto que está en el límite del Parque Natural de Fuentes Carrionas, pero está fuera del parque. Porque si estuviera dentro del parque, que podría estarlo, el proyecto habría sido sometido a una mayor tramitación. (Real Academia Española, CREA, El Norte de Castilla, 27/11/2000) (27) Pese a que ya hace casi treinta años que se vienen implantando estas prótesis, los resultados no son definitivamente satisfactorios. Cierto es que han salvado y prolongado muchas vidas (la sustitución de válvulas cardíacas es un hecho bastante frecuente en la cirugía cardiovascular): pero el principal problema de estas prótesis sigue latente. (Real Academia Española, CREA, R. Rodríguez; J. Gavilanes, Nuevas tecnologías en biomedicina, 1988) No se trata de un cambio de tópico, sino de un desplazamiento del foco de interés dentro del ámbito del tópico discursivamente activo. Las relaciones de correferencia lo atestiguan (el parque (26), estas prótesis (27), normalmente… esta regla (28)). El aspecto abordado en q enriquece la comprensión: en (27) matiza el éxito de los implantes, en (28) relativiza la relación entre altura, temperatura y sensación térmica. (28) La variación de la temperatura a medida que ascendemos en la atmósfera es más complicada que la de la presión, ya que oscila considerablemente según la altura a la que nos encontremos. Cierto es que a mayor altura normalmente uno siente más frío, si no, pregunten a los alpinistas que a menudo coronan montañas de gran altura. Pero esta regla no siempre se cumple, incluso a miles de metros de distancia de la superficie. (Real Academia Española, CREA, M. Picazo, Los grillos son un termómetro, 2000) Por topos se entiende una regla que se supone comúnmente admitida. Le suele corresponder una correlación gradual. En (26), por ejemplo, cuanto más nefasto un proyecto amenaza ser, tanto menos aceptable es. 40
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Para recalcar el valor argumentativo de la información complementaria aducida en q, se puede repetir la validación modal epistémica [es cierto que] introduciéndola con el adverbio conjuntivo focal presuposicional incluyente también. En (29), esta expansión permite contrarrestar la orientación negativa de p (no existe…); la fuerza persuasiva de q se manifiesta típicamente en el uso de superlativos (muy diferentes… mejor…). (29) La elección de una agencia de publicidad es una misión importante, que en bastantes ocasiones no suele acometerse con la profundidad que sería deseable. Cierto es que no existe una agencia ideal, pero también es cierto que hay agencias muy diferentes, por lo que el anunciante tiene que encontrar la agencia que mejor pueda adaptarse a sus necesidades. (Real Academia Española, CREA, E. Ortega Martínez, La dirección publicitaria, 1991) Con [no menos cierto] la contraposición de q a p se ve convertida en una comparación de superioridad. En (30), el foco superlativo de la pseudohendida (lo más importante) confirma que q reevalúa en sentido positivo lo que p presenta bajo una luz negativa (se ha tardado casi un año), y el desarrollo argumentativo culmina en la reflexión conclusiva (no irremediablemente tarde). Otra vez, el contraste entre p y q es inferencial o indirecto: se alude a una implicación presupuesta de p con el fin de relativizarla a favor de otra que se impone en su lugar como inferencia asociada a q. (30) Es cierto que se ha tardado casi un año en dar con su paradero. Pero no es menos cierto que lo más importante es que, al final, se le ha detenido. Tarde pero no irremediablemente tarde. (Real Academia Española, CREA, La Vanguardia, 28/2/1995) La conformidad declarada con el discurso prevalente da margen para añadir un comentario q que acota las inferencias posibles de p. Sin poner en tela de juicio la información presuposicional p, la observación q no está totalmente en consonancia con las inferencias que p supuestamente inspira, e invita a revisar, por lo menos en parte, la opinión derivada de p. Adverbios de foco aditivo que vienen en apoyo de q, a su vez reforzados por el predicado epistémico [es cierto que], manifiestan con toda claridad la estrategia contraargumentativa, a veces, como en (29) y (30), hasta el punto de que se explicite la conclusión alternativa que el enunciador quiere imponer. 5.2. Esquema pseudoconcesivo: p …, aunque (sí) es cierto que q Al igual que el esquema adversativo (5.1), el pseudoconcesivo pone en juego un contraste indirecto entre p y q. Responde, sin embargo, a una estrategia dife-
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rente. El que la apódosis (p) preceda a la prótasis concesiva (q) y que esta vaya introducida por [aunque es cierto que] da a este período un perfil enunciativo y argumentativo particular. A diferencia de la concesiva estándar, que precede a la apódosis y constituye un contraargumento débil, de alcance discursivo secundario (cf. Rodríguez Rosique 2008: 190 y ss.), el orden inverso y la adición del predicado modal epistémico convierten la proposición restrictiva q en la aserción más fuerte. La conjunción concesiva aunque señala que q influye en el ámbito inferencial de p, y el predicado epistémico refuerza el impacto rectificativo de q. La elaboración ofrecida en q no hace, sin embargo, referencia a un obstáculo ni tiene connotación negativa, sino que guía el procesamiento de la información activada en p hacia una comprensión más precisa, más definitiva, de modo que q supera a p en importancia informativa. El impacto asertivo superior de q justifica que su relación con p se califique de pseudoconcesiva: q añade una aserción a la luz de la cual se reevalúa el alcance inferencial de p. Las precisiones aportadas en q no inhiben la aceptación del contenido de p como tal, sino que operan un reajuste a nivel inferencial. La adaptación obtenida suele confluir más certeramente que p con un planteamiento proposicional x, previo a p. El nexo conjuntivo compuesto [aunque sí] en combinación con [es cierto que] facilita la transición a una reformulación dialógica más elaborada y más firmemente asumida. En (31), el autor sintetiza primero la visión de futuro que se desprende de las observaciones científicas que acaba de reseñar. En el nosotros comunitario (llevamos, reaccionemos) se trasluce su implicación y su voluntad de movilizar a la opinión pública. En la apódosis p la formulación lacónica de la correlación entre rapidez y efectividad (cuanto antes… mejor) admite la inferencia de que todavía queda tiempo para reaccionar. La prótasis q, por su parte, subraya el grado avanzado del proceso en marcha (ya),41 al tiempo que lleva la predicción global (en unos decenios, a la humanidad) al ámbito familiar concreto (nuestros nietos, indefectiblemente, consecuencias negativas). Esta especificación hace percibir la urgencia de forma mucho más apremiante y responsabiliza ante la conclusión inescapable de que cuanto más se espera, tanto peor será el futuro. (31) Casi con toda seguridad, de seguir por el camino que llevamos, en unos decenios se le plantearán a la humanidad problemas muy serios. Cuanto antes reaccionemos mejor será, aunque es cierto que ya es bastante tarde y que nuestros nietos sufrirán, indefectiblemente, algunas consecuencias negativas de la pérdida actual de biodiversidad. (Real Academia Española, CREA, M. Delibes de Castro, Vida. La naturaleza en peligro, 2001) Véase Delbecque (2006: 45 y ss.) y Delbecque y Maldonado (2011: 79 y ss.).
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En (32) también se observa la misma progresión informativa. En p la inespecificidad de la construcción existencial presentativa (hay gente…) simplemente insinúa que hay pocos creyentes. En q, en cambio, su categorización como minoritarios (son los menos) tiene un claro efecto de lítote42 y enlaza consensualmente con el planteamiento formulado por el entrevistador, como se corrobora a continuación (un bicho raro). (32) –En un ambiente muy distante del pensamiento cristiano como es el del cine, ¿cómo se siente? –Hay gente que cree, aunque es cierto que son los menos. Al principio te ven como un bicho raro, pero repito que soy muy afortunada porque tengo encendida la llama de la fe. (Real Academia Española, CREA, La Razón, 1/12/2004) En (33), el esquema pseudoconcesivo permite resumir un proceso de concertación entre los ciudadanos.43 De cara a grupos de presión que representan intereses divergentes, el concejal responsable aduce primero datos comparativos que relativizan el problema de la seguridad vial de los ciclistas. Interpretada como lítote, la formulación que se le atribuye (no… demasiado alto…) sugiere que el número de accidentes es suficientemente limitado, o sea, aceptable. De ser estable, no sería motivo de mayor preocupación. A la luz de su evolución desfavorable (han aumentado), sin embargo, la inacción no es justificable. La reorientación abrupta de la argumentación se marca icónicamente en el punto que separa p de q. El adverbio sí refuerza la confirmación dialógica de un hecho ya comentado antes y cuya relevancia justifica los esfuerzos colectivos de prevención planteados a continuación. A partir de q el discurso se enriquece con una dimensión polifónica. (33) El concejal de Circulación, el socialista Francesc Narváez, no cree que el número de accidentes con ciclistas en las calles de Barcelona sea demasiado alto en comparación con otras ciudades. Aunque sí es cierto que han aumentado, por el aumento de la afición a la bicicleta. Para prevenir la proliferación de accidentes, la Comissió Cívica de la Bicicleta, donde se integran asociaciones de usuarios, fabricantes, asociaciones de consumidores y el propio Ayuntamiento ha impulsado un manifiesto para la seguridad viaria donde pide prudencia tanto a conductores como a ciclistas. Se atenúa la expresión sin por ello dejar de dar a entender lo que en realidad se quiere decir. En este ejemplo, es una forma velada de admitir que hay poquísimos creyentes. 43 Los detalles vienen explicados en lo que precede al fragmento. 42
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La principal recomendación es que los ciclistas, al igual que los usuarios de las motocicletas, usen casco cuando salgan de casa con sus dos ruedas. (Real Academia Española, CREA, La Vanguardia, 17/6/1994) Al igual que el esquema adversativo, el pseudoconcesivo recalca la fuerza argumentativa superior de la información contenida en q. La principal diferencia es que el esquema adversativo es más bien el reflejo de una estrategia contraargumentativa, mientras que el esquema pseudoconcesivo da paso a una puntualización con la que el enunciador se declara de acuerdo con la comunidad de expertos (31), el entrevistador (32) o una diversidad de actores sociales y políticos (33). Dicho de otro modo, este esquema está genuinamente orientado hacia el refuerzo de la solidaridad interpersonal, a diferencia del presentado a continuación. 5.3. Esquema (pseudo)acomodadizo: x […] Bien es cierto que p… (pero q) La fórmula convencionalizada [bien es cierto] introduce un enunciado reactivo p, de manera que la reafirmación de una proposición antecedente x se asimila a apoyo incondicional. Se enfatiza la orientación positiva del asentimiento, puesto que el operador enunciativo afirmativo bien señala aceptación y valoración benevolente (cf. Delbecque 1994: 454 y ss.). Sin embargo, la finalidad comunicativa perseguida no se limita a consolidar el (presunto) consenso. En realidad, p suele aportar una profundización aclaratoria tan significativa que modifica el alcance de la proposición x. Por eso, el esquema puede calificarse de (pseudo)acomodadizo. Varios indicios sugieren que la secuencia [bien es cierto que] está en vías de gramaticalización como locución conjuntiva: va invariablemente en presente, ocasionalmente separada de x solo por una coma, e introduce a veces un segmento no oracional. Esto la acerca a las locuciones adverbiales que funcionan como marcadores discursivos que estructuran la información (cf. apartado 6.2). Se podría denominar marcador discursivo especificador, puesto que marca una puntualización que lleva el planteamiento propuesto a un nivel de comprensión más matizado.44 Se dan esencialmente dos tipos de patrón: [x-.-p] y [x-.-p-q]. En el patrón bimembre, p enmienda la interpretación asociada a x, sin luego volver explícitamente sobre su pertinencia. En el trimembre, en cambio, p matiza el contenido Hasta cierto punto su función discursiva se parece a la vez a la de los comentadores y a la de los digresores, tal como los definen Martín Zorraquino y Portolés Lázaro (1999: 4081 y ss.). 44
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x, para ponerlo en perspectiva en q; aquí p sirve de transición a una proposición adversativa q, que restringe las inferencias posibles de x y p.45 5.3.1. x […] Bien es cierto que p… En el patrón bimembre se amplía la información dada en x procurando situarla de forma más comprensiva. En (34), se relativiza la noción de milagro, señalando que el éxito espectacular no surge de la nada, sino que se apoya sobre una situación de partida favorable (el voleibol femenino… más abierto…). En (35), la reformulación concesiva mediante el gerundio no perifrástico (representando…) ya sugiere que la vinculación de los toros al tradicionalismo no implica que sean totalmente asimilables a esa España anquilosada; la elaboración ulterior (al mismo tiempo…) destaca precisamente que encarnan valores esenciales para el futurismo, diametralmente opuestos al inmovilismo (dinamismo vitalista y violencia como afirmación…). En (36), se pudiera deducir del calificativo pequeñas en x que las sucesivas campañas no permitieron sino un avance limitado; [bien es cierto que] prepara una rectificación valoradora antiorientada (sustancial incremento presupuestario… campañas de hasta tres meses de duración). (34) Un técnico surcoreano logró el milagro de llevar al equipo femenino de un país que solo había destacado algo en fútbol, a la cima mundial de un deporte. Bien es cierto que el voleibol femenino estaba más abierto que el masculino, e incluso que otras modalidades, a la entrada en la élite. Se trataba de ordenar la materia prima existente y dirigirla con firmeza. (Real Academia Española, CREA, El País, 18/7/1996) (35) Hasta cierto punto resulta sorprendente que los toros no significasen para Marinetti un resabio más de esa España anquilosada. Bien es cierto que, representando al tradicionalismo que el poeta repudiaba, al mismo tiempo en la fiesta se da ese dinamismo vitalista y la violencia como afirmación de la individualidad que están en la entraña del futurismo. (Real Academia Española, CREA, ABC Cultural, 16/2/1996) (36) Cancho Roano se vino excavando en pequeñas campañas anuales desde 1978 hasta 1994, bien es cierto que con un sustancial incremento presupuestario en los últimos años (sobre todo entre 1988 y 1990) gracias, entre otras cosas, a la generosidad de la iniciativa privada representada por D. Bartolomé Gil En CREA-España, el patrón bimembre se da 62 veces (52 %), y el trimembre 57 veces (48 %). Los totales se obtuvieron tras filtrar ocurrencias del tipo más bien es cierto; ahora bien, es cierto; muy bien, es cierto. 45
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Santacruz, que permitió la realización de campañas de hasta tres meses de duración. (Real Academia Española, CREA, Arqueoweb. Revista sobre Arqueología en Internet, 4/2001) 5.3.2. x […] Bien es cierto que p… pero q En el patrón trimembre [x-p-q] p va generalmente separado de x por un punto. Esta segmentación fuerte facilita la percepción de una progresión dialógica en la reflexión: p funciona como eslabón intermediario que propone una primera ambientación de la situación descrita en x, antes de que la adversativa restrictiva q la recalibre (cf. 5.1). En (37), el miembro conclusivo q (no es normal) previene contra el sueño de hacer fortuna, contemplado en p, al tiempo que hace de contrapeso al otro extremo, la ruina evocada en x. En (38), x presenta dos personajes absortos en su discusión (enfrascados); p hace hincapié en condiciones que imposibilitan toda conversación seguida (de continuo… interrumpidos…); introducido con el nexo reforzado (pero no por eso), q aduce indicios conductuales (presteza y vehemencia con que retomaban…) que convalidan la imagen dada en x y contrarrestan la inferencia, suscitada por p, de que el entorno los distrae. (37) Una de las desventajas de los grandes festivales al aire libre es que, si no llenas, te arruinas. Bien es cierto que si va gente el cuerno de la abundancia no suelta frutas, sino pepitas de oro, pero esto último no es normal. (Real Academia Española, CREA, El País, 3/6/1980) (38) Tanto el barman como el de la pipa continuaban enfrascados en su discusión. Bien es cierto que de continuo eran interrumpidos por los camareros, pero no por eso perdían el hilo argumental a juzgar por la presteza y vehemencia con que retomaban la conversación cada vez que el del mostrador se deshacía de los pedidos. (Real Academia Española, CREA, J. M. Guelbenzu, El río de la luna, 1989) Ocasionalmente, q lleva la forma de una pseudoconcesiva. Es una manera de contestar el impacto de p y sugerir encubiertamente una pista para enmendar el aspecto deficiente de la situación presentada en x. El fragmento (39) forma parte de un estado de la cuestión sobre la función de psicólogos en instituciones estatales. Del servicio de inteligencia se sabe que apenas acude a ellos y tampoco se lo plantea (x). La satisfacción dada por sus protocolos de selección hasta la fecha (p) justifica el statu quo. A esto responde el hecho de que, a falta de criterio comparativo (q), no se sabe si son mejorables. Así se insinúa que podría revelarse útil incorporar más psicólogos.
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(39) La presencia de los psicólogos en estos procesos suele ser marginal, limitándose, cuando existe, a la administración de unas pruebas psicométricas de screening que no suelen provenir de ningún planteamiento institucional sobre si puede haber unas características psicológicas más interesantes que otras para ejercer funciones de obtención de información. Bien es cierto que la tradición de la selección de personal en estos órganos especializados de inteligencia ha venido funcionando, aunque también lo es que no se ha contrastado su eficiencia con respecto a ningún escenario alternativo. (Real Academia Española, CREA, Papeles del Psicólogo, n. º 88, 5/8/2004) Tanto en el patrón trimembre como en el bimembre del esquema (pseudo) acomodadizo, [bien es cierto que] indica que el enunciador considera legítimo declarar su adhesión a la veracidad de un aspecto particular p, en relación con la información x. En el patrón bimembre [x-p], la perspectiva complementaria o adicional p suele ser argumentativamente coorientada, aportando matices que afinan y a veces rectifican la comprensión de x. En el patrón trimembre [x-p-q], en cambio, p apunta a una inferencia antiorientada, por lo menos en apariencia: introduce un comentario concesivo-adversativo que permite sopesar el alcance de x y volver sobre su contenido proposicional, preparando así el terreno para una conclusión global que tiende a inclinarse a favor de la(s) inferencia(s) asociada(s) a x. Con todo, se puede considerar que la secuencia [bien es cierto que] tiende a funcionar como locución conjuntiva adversativa restrictiva tenue, tal como la califica Santos Río (2003: 228). El enlazamiento de una faceta antiorientada p y coorientada q enriquece la representación propuesta en x. 5.4. Esquema pseudocondicional: Si es cierto que p, [también lo es / no lo es menos] que q En el esquema pseudocondicional, la cláusula p introducida por la conjunción si combinada con la predicación [es cierto que] no funciona como prótasis hipotética, porque no condiciona la veracidad acordada a la apódosis q.46 No hay implicación lógica ni oposición entre lo declarado en p y en q.47 Al no haber relación de causa-efecto, se trata de una “pseudo-condicional” y p y q forman juntos un 46 Cuando la prótasis es genuinamente hipotética, como en (i), expresa una condición suficiente: su contenido no se asevera y es temporalmente anterior al de la apódosis: (i) Si es cierto que alguna vez soñó con ser famosa, ésta es su semana. (El Mundo, 12/9/1996) 47 No se puede introducir la apódosis con entonces ni con sin embargo.
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“período biafirmativo” (Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua 2009: §47.6a). Por lo general, las aserciones p y q recogen ambas un aspecto relacionado con el asunto abordado en la secuencia inmediatamente anterior x. El esquema pseudocondicional subraya dialógicamente el carácter limitativo de lo consabido recogido en p, y amplía esta communis opinio afirmando en q la validez de un enfoque complementario. A su vez, la confirmación del carácter incontrovertible de lo avanzado en q supone que se dispone de información circunstancial que justifica esta segunda aserción. El adverbio focal presuposicional incluyente también o la variante no menos crean una gradación comparativa de igualdad. Así, la utilidad de afirmar q se legitima y se explica, por lo menos en parte, a partir de la aserción de p. De hecho, estos adverbios conjuntivos no solo inducen la aceptación del contenido proposicional de q, sino que corroboran también la de p. Al mismo tiempo, la validación de p y q como representaciones certeras corresponde a circunstancias y condiciones propias a cada una. Prótasis y apódosis se certifican independientemente una de la otra. En (40), la doble afirmación se apoya en la información que aparece tres líneas antes (ha expulsado…). Aunque el adverbio también induce la validación simultánea de q y de p, el carácter incremental de la interpretación lleva a acordar más peso argumentativo a q que a p. Además, la conexión en términos de igualdad da fácilmente paso a un efecto de lítote. La idea de que se dice más al declarar menos va en beneficio de la fuerza argumentativa de q. Considerando que es lo mínimo que se pueda decir, se infiere que puede ser un caso de superioridad. La validación de q entraña la revisión de la(s) implicatura(s) que p pudiera conllevar sin la presencia de q. (40) Habida cuenta de las relaciones del conde de Aranda con el fallecido filósofo Voltaire, que le había descrito en su día como “el célebre conde de Aranda que ha expulsado a los jesuitas de España y que echará a otra mucha canalla”, no era de extrañar que el traductor de una de sus obras gozara de todas las simpatías del nuevo primer secretario. La frase de Voltaire había sido de todas maneras una verdad a medias. Si era cierto que Aranda expulsó a los jesuitas, también lo era que la otra canalla, que no era sino la Inquisición, había sabido sobrevivirle. (Real Academia Española, CREA, J. M. Fajardo, La epopeya de los locos, 1990) En (40), la ponderación produce una doble implicatura: por un lado, p sugiere que era legítimo prever que la expulsión de los jesuitas significaría el fin de la Inquisición; por otro, q indica que Voltaire subestimó la resistencia de esta institución, sobreestimando al mismo tiempo el dinamismo de la política liberal-progre-
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sista encarnada por el conde de Aranda. El enunciador-cronista hace así justicia a la historia sin menoscabo de la expectativa de acabar con la Inquisición, implícita en la declaración del filósofo francés.48 En la variante que lleva la doble negación no… menos opera la ley de inversión, más claramente interpretable como lítote que también: de la negación de inferioridad no solo se induce la afirmación de igualdad, sino también la insinuación de superioridad, de modo que la aserción q se encuentra focalizada de manera más enfática.49 En (41), la implicatura relativamente convencionalizada de p es que un campo de investigación todavía reciente no suele producir estudios de alta calidad; frente a este topos común,50 el enunciador destaca en q la excelencia del volumen temático que presenta, antes de añadir, a modo de conclusión, una cita encubierta sacada de la última contribución al libro comentado, lo cual realza el carácter a la vez polifónico de la reseña. (41) Interesante es el “estado de la cuestión” final a cargo de Luís Díaz, Arpide y Fabregat. Si es cierto que este tipo de estudios en Castilla y León son relativamente recientes, no lo es menos que estamos en un momento brillante y prometedor. Este libro es un buen botón de muestra. (Real Academia Española, CREA, ABC, 10/7/1988) 48 Para Voltaire, fallecido en 1778, era claro que la expulsión de los jesuitas en 1767 llevaría a la abolición de la Inquisición. Esta previsión se cumplió en 1808 bajo el mando de Napoleón Bonaparte. 49 La noción de superioridad se sitúa en el nivel enunciativo: para el enunciador es más importante declarar q que p. No significa que lo avanzado en q sea más cierto; de hecho, el esquema pseudocondicional no depara ejemplos de esta expresión de superioridad. En las escasas ocurrencias de [más cierto] está en juego el crédito variable que se concede a una u otra versión de la realidad. Puede tratarse de algo pasado (i), futuro (ii) o atemporal (iii): (i) El fiscal Antonio Salinas introdujo su propia versión de los hechos: “¿No es más cierto que el local se compró como centro para la financiación del PSOE?”. “Eso en absoluto es cierto. Mi interés en la compra de la empresa era estrictamente por el local”, replicó Sala. (Real Academia Española, CREA, El País, 4/9/1997) (ii) Queridísima mía: Corre un rumor por la prisión, cada día más fuerte, y siento que cada día es más cierto que pronto estaremos juntos. Muy pronto, chiqueta. (Real Academia Española, CREA, D. Chacón, La voz dormida, 2002) (iii) No es verdad que se muere de una vez, es más cierto que se muere de muchas. (Real Academia Española, CREA, L. M. Díez Rodríguez, El oscurecer (Un encuentro), 2002) 50 Este principio de inferencia descansa en el concepto de topos, originalmente descrito por Aristóteles, retomado por Ducrot (1994: 217 y ss.) y posteriormente clasificado como “common topos” (Eggs 2002: 81): “Logical-rational guarantee that legitimizes the inferring of conclusions on the basis of a configuration of given premises”. Un topos no permite descubrir los términos de una relación argumentativa, sino que legitima su puesta en relación, incluso cuando se trata de refutar la regla habitual, como es el caso en (41).
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La repetición del atributo cierto en q sugiere un cierto talante polémico. En (42), la inauguración del nuevo Teatro Real motiva una toma de posición a favor de una visión moderna. Ahora bien, según cómo los lectores vean la ópera, podrá variar la vinculación conceptual que establezcan entre p y q. Quienes compartan la visión estereotipada del público general, podrán sacar de p la inferencia de que las obras maestras no son sino reliquias del pasado, veneradas como objetos inmutables (como visitar un antiguo museo); esto los llevará a ver en la declaración q un argumento a favor de una programación innovadora. En cambio, los conocedores del mundo de la ópera darán otro sentido a la concatenación de p y q: conscientes de que el repertorio clásico también se presta a puestas en escena contemporáneas muy diversas, inferirán que con p los firmantes del artículo aluden a la tendencia de montar las producciones de manera poco creativa, de modo que verán en la aserción q más bien la intención de promover nuevos recursos teatrales, lo cual se ve corroborado en el párrafo siguiente. (42) Pensar en ópera no debe ser como visitar un antiguo museo. Si es cierto que los aficionados desean contemplar las obras maestras del repertorio, no es menos cierto que para cualquiera que ame de verdad cualquier manifestación artística, renunciar al futuro es condenarse de antemano a una agonía intelectual. Si de algo debe servir el futuro Teatro Real es como instrumento al servicio de la creación, sea ésta musical, dramática o escénica. La ópera es un género interdisciplinar: la creación tiene aquí un amplio campo en el que manifestarse. Entran aquí naturalmente los compositores, escritores y coreógrafos, pero también los escenógrafos, pintores, cineastas y también en los pioneros ―hoy― de las nuevas tecnologías y la realidad virtual. (Real Academia Española, CREA, ABC Cultural, 12/4/1996) La prótasis p prescinde a veces del predicado epistémico. Basta que un adverbio presuposicional focal encabece la apódosis q para que, retroactivamente, la aserción de facticidad se aplique también a p. Esta variante de p solo corresponde a contenidos tan obvios, tan comúnmente asumidos, que no necesitan ser recalcados, a diferencia de q, cuyo contenido proposicional gana así en importancia comunicativa. En (43), las aserciones hechas en p y en q se concilian en una lectura coherente a condición de adoptar una visión evolutiva de la noción de simbiosis: atribuyendo el impulso inicial a la investigación fundamental, se puede al mismo tiempo reconocer que aplicaciones prácticas (tecnologías ya existentes) pueden a su vez fecundar la ciencia. Así, la primacía de la ciencia básica sobre la aplicada no se contesta como principio general, sino que se reinterpreta a la luz de la observación
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de que el progreso científico puede a su vez ser tributario de avances tecnológicos. Por retroacción, la comprensión de p se ajusta a los límites impuestos por q. (43) La historia del electrón muestra de modo incomparable la simbiosis entre ciencia básica y tecnología, pues si ésta es el resultado de aquélla, no es menos cierto que los grandes descubrimientos son posibles gracias a avances en tecnologías ya existentes. Así, el desarrollo de las técnicas de alto vacío fue crucial para el estudio de los rayos catódicos que permitió a Thomson concluir que se trataban de “cargas de electricidad negativa transportadas por partículas materiales”. (Real Academia Española, CREA, El País, 21/5/1997) A nivel enunciativo, [si es cierto que] enfatiza retóricamente la veracidad de la información temática p. Esta se da por sentada en anticipación a la integración epistémica de una información complementaria q, que recibe un mayor realce discursivo. Del paralelismo establecido con la apódosis q se desprende la confrontación con una perspectiva alternativa. La secuencia relacionante anafórica [también/no menos cierto] anuncia que se negocia una adaptación conceptual de las inferencias derivables de p. Con esta estrategia argumentativa se construye un significado global bifocal que hace justicia a facetas de la realidad menos atendidas, a veces paradójicas o no directamente conciliables con la visión ya asentada. Al realzar la veracidad de q, esta combinación repercute a la vez en p, produciendo un efecto de sentido concesivo-restrictivo, que se expresa de forma más manifiesta con la locución conjuntiva concesiva si bien, como se verá en el apartado siguiente. 5.5. Esquema pseudocondicional acomodadizo: si bien es cierto que p, [también/ no menos] cierto es que q La secuencia [si bien es cierto que] da un valor acomodadizo a la prótasis antepuesta p. Como en el esquema pseudocondicional (5.4), la conjunción condicional si funciona como una marca preventiva que suspende la línea argumentativa derivable de p, invitando a mirar más allá para reconsiderar cierta(s) inferencia(s) de p tomando en cuenta lo que se agrega en q. Ahora, sin embargo, el adverbio bien suaviza esa suspensión: sugiere que p es fácil de acceso y se aserta sin reservas ni dificultad alguna. Esta marca enunciativa aprobatoria señala la conveniencia de renovar la certificación de p: da paso a la aprehensión argumentativa de que p representa información básica que merece ser debidamente atendida, o sea, que no se puede pasar por alto al incluir otros datos en la reflexión, en particular los contenidos en q. El adverbio presenta la particularidad de ser simultáneamente integrable en el nexo conjuntivo [si bien] y en la expresión pseudoconcesiva semigramaticalizada
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[bien es cierto que] (cf. 5.3). En tanto formante de [si bien], el adverbio enfatiza la polaridad afirmativa de la cláusula y la convierte en “no hipotética tónica” (Santos Río 2003: 230). De por sí, esta locución conjuntiva concesiva ya introduce información presupuesta, presentada como temática y (supuestamente) compartida (Montolío 1999: 3724). Es de uso general en la lengua culta para indicar que no se trata de una relación lógica de implicación (Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua 2009: §47.16.m.). De ahí que, por encima del predicado epistémico [es cierto], [si bien] tenga ámbito sobre p [si bien p], señalando que su veracidad no afecta a la de q. Y respecto de [es cierto que], bien marca la buena disposición del enunciador para reconocer el carácter no predictivo de p y razonar a partir de ahí. La fórmula completa [si bien es cierto que] indica que la aserción de la prótasis p corre pareja con la de la apódosis q, introducida por un adverbio focal presuposicional incluyente y cuya certificación también se ve generalmente recalcada mediante [es cierto que]. La ampliación del panorama se realiza, pues, sin menoscabo del interés concedido a la primera información. El fragmento (44) sigue a apartados centrados en todo lo relacionado con tiendas de acampar (categorías, recomendaciones de manutención, etc.). La insistencia con que sus ventajas se confirman en p hace que esta opción no resulte desaventajada respecto de la alternativa abordada en q. Se obtiene una visión equilibrada entre lo que es de interés general (p) y lo que interesa a quienes quieran salir de los caminos trillados (q), como se especifica en el párrafo siguiente. (44) cobijos y refugios en el campo Si bien es cierto que la instalación de una tienda de acampar es el método más rápido y cómodo de hacerse con un habitáculo para pasar la noche en el campo, también es cierto que la construcción de un chozo es el más natural. Tal vez haya ocasiones en que pensemos pernoctar varias noches en un lugar alejado o donde no nos interese transportar una tienda ni siquiera pequeña. Quizá nos interese construir un cobijo de ramas para ser utilizado como escondite para la observación de animales. En cualquier caso, la construcción de un chozo puede constituir una gran aventura y además resultar de gran utilidad. (Real Academia Española, CREA, A. Ruiz, Acampar. Manual práctico, 1993) En (45) se da un movimiento discursivo similar. El esquema pseudocondicional acomodadizo señala que la presentación del CD-ROM como soporte imprescindible no rebaja en nada la apreciación por el PC, cuyas funcionalidades se acaban de detallar en los apartados precedentes. En el balance resalta que el PC
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(con su capacidad de almacenamiento… cada vez mayor) ni siquiera desmerece en el terreno donde el CD-ROM es la respuesta a nuevas necesidades. (45) 4. CD-ROM […] Los CD-ROM se han convertido en un elemento imprescindible en el mundo de los ordenadores, y quizás sea uno de los mayores avances que se hayan producido en la informática desde sus inicios. Surgieron como una respuesta a la necesidad de dispositivos que permitieran almacenar cantidades de información cada vez más grandes, pero las ventajas que han aportado al mundo de la informática, y en especial al de multimedia, han sido muchas más. Si bien es cierto que los ordenadores personales han evolucionado de una forma brutal en los últimos tiempos, y que la capacidad de almacenamiento que soportan es cada vez mayor, también es cierto que la información a almacenar ha sufrido un aumento, en proporción, mucho mayor. Hace unos años solo se almacenaban datos en formato de texto […]; pero en la actualidad la mayoría de las aplicaciones existentes utilizan infinidad de imágenes, animaciones y sonido, que necesitan un espacio de almacenamiento enorme, por lo que se hacen indispensables una serie de dispositivos que soporten esa cantidad de información. Como respuesta han surgido en el mercado multitud de soportes, desde discos duros […], a discos magneto-ópticos, pero principalmente, y sobre todo en el mundo de los PC, la respuesta ha sido las unidades CD-ROM. (Real Academia Española, CREA, I. de Bustos Martín, Multimedia, 1996) En (44) y (45), la repetición de [es cierto que] produce un efecto de equiponderancia entre recursos complementarios en un determinado dominio (respectivamente, acampada e informática): se invita a una reflexión comparativa que avalora, en q, el cumplimiento de demandas más exigentes (con chozos y CDROM), sin rebajar la utilidad de artefactos más familiares (tiendas y PC), sino reconfirmando, en p, su carácter básico. A veces, la prótasis p solo se apoya en el añadido confirmativo (bien), mientras que la predicación aseverativa [es cierto que] sirve de nexo anafórico introductor para la apódosis q. En p se trata entonces de recoger una visión común como punto de partida complaciente para dar acceso, en q, a una dimensión menos obvia o todavía poco reconocida o mal entendida más allá del ámbito restringido de los iniciados. En (46), por ejemplo, el reseñador da a escuchar la voz enunciativa de una experta (la doctora en Filosofía).51 En sintonía con la visión tradicional (here Teresa Rodríguez de Lecea, responsable de una edición de las obras completas de Fernando de los Ríos, hizo una presentación a la que asistió el periodista. 51
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da…), p funciona como captatio benevolentiae en aras de afianzar la información recalcada en q (su mayor empeño…). Este dispositivo tiene el efecto retórico de hacer pasar por bien asimilada e inobjetable una información q posiblemente nueva para la mayoría de los lectores. (46) Para la doctora en Filosofía, la mayor peculiaridad de Fernando de los Ríos es que, si bien hereda el espíritu de la Institución Libre de Enseñanza ―como discípulo de Giner de los Ríos―, también es cierto que su mayor empeño fue siempre entroncar esa corriente de pensamiento con la tradición muy española de los juristas de los siglos xvi, xvii y xviii. Célebre es su frase: “Nosotros, los últimos erasmistas”. (Real Academia Española, CREA, ABC Electrónico, 20/11/1997) Cuando la conjunción concesiva aunque introduce p, el foco comunicativo se desplaza ostensiblemente hacia una apódosis explicativo-restrictiva, de valor contraargumentativo. Se obtiene así un efecto paradójico: el contenido de q no es incompatible con el de p, sino que impone un recorrido interpretativo crítico que relativiza y subvierte en mayor o menor medida las implicaturas de p. En (47), esta dialéctica es reductora: los avances registrados (acuerdo […] notable ampliación) resultan menos significativos a la luz del elevado peso que guarda el otro procedimiento (numerosos ámbitos). (47) Aunque el acuerdo prevé una notable ampliación del voto por mayoría cualificada, no es menos cierto que numerosos ámbitos siguen estando sometidos a la unanimidad. (Real Academia Española, CREA, E. García de Enterría; A. Tizzano; R. Alonso García, Código de la Unión Europea, 1996) La articulación completa del esquema pseudocondicional acomodadizo, ilustrada en (44) y (45), hace que la atención otorgada paralelamente a q no rebaje la valoración intrínseca otorgada a p. Los formatos alternativos, en cambio, refuerzan unilateralmente el peso asertivo de q, induciendo reservas, menores (46) o mayores (47), respecto de las inferencias derivables de p. 5.6. Esquema ampliador: respecto de x, cierto que p, pero también q En el esquema ampliador, cierto no va unido a una cópula como atributo modalizador, sino que forma una unidad lexicalizada con la conjunción subordinante. Sin verbo rector, [cierto que] introduce una oración declarativa p que entra en un patrón transpredicativo cuando lleva aparejada una contraparte q, introducida por [pero también]. La definición de [cierto que] como operador “modalizador epis-
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témico reactivo afirmativo” (Santos Río 2003: 245) subraya su carácter altamente pragmaticalizado. El enunciador muestra que considera lógico o normal reconocer lo certero de p. Suele tratarse de una faceta de la realidad que viene naturalmente en mente por corresponder a una concepción dominante directamente relacionada con el tópico discursivo activo (x). Darla por sentada (p) permite ampliar la visión de manera consensual (q). En (48), el mercado liberal globalizado constituye el marco de referencia (x). En p se reconoce que se suele pensar inmediata y primariamente en multinacionales norteamericanas. Mostrar comprensión por este sesgo allana el terreno para dirigir la mirada a ubicaciones más desatendidas (europeas, y asiáticas) (q) y no responsabilizar solo a Norteamérica. (48) A diferencia de hace doscientos o cuatrocientos años, el mercado es un fenómeno tremendamente descentralizado, y crecientemente liberado de ataduras políticas unívocas a un país. Cierto que hay grandes empresas globales norteamericanas, pero también las hay europeas, y asiáticas. (Real Academia Española, CREA, El País, 17/3/2003) En (49) la repetición de [cierto que] recalca aún más el efecto compensador de q respecto de p. La imposibilidad de ver la calle desde la terraza (p) va en contra de las expectativas habituales.52 Al convertir esta singularidad en ventaja, el comentario negativo sobre la calle (q) corrobora la prioridad dada a la amenidad del entorno privado, abarrotado de vegetación (x). (49) La terraza era mínima, aunque muy bien aprovechada y cuidada. Tenían petunias, trinitarias, glicinas, diplademias, plantas del incienso, dos manzanos, tres naranjos, un álamo, un sauce, en fin, veinte o treinta macetas, de bonsáis algunas de ellas, pegadas por supuesto al suelo o a unos palés de madera. Cierto que imposibilitaban de todo punto asomarse a la calle, pero también cierto que la calle no merecía la pena. (Real Academia Española, CREA, A. Gala, Los invitados al jardín, 2002) De las dos perspectivas enunciativas reunidas en el mismo movimiento discursivo, la primera confirma un hecho vinculado al tópico discursivo, mientras que la segunda fija la atención en una realidad generalmente menos atendida. Una terraza se define canónicamente como un sitio donde sentarse al aire libre y “desde el cual se puede explayar la vista” (Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua 2001: en línea [DLE]). 52
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6. Refuerzos confirmativos incidentales El juicio epistémico puede aplicarse a un (segmento de) enunciado mediante fórmulas que mantienen la intervención del enunciador fuera de toda relación de dependencia sintáctica. A continuación, se pasa revista a tres disjuntos parentéticos lexicalizados con estructura de cláusula, a saber, ¿no es cierto? (6.1), bien es cierto (6.2) y es cierto (6.3). A la luz de su (semi)fijación, su (relativa) movilidad posicional y su carácter paratáctico como unidad entonativa delimitada por pausas, estos refuerzos pueden analizarse como operadores discursivos modalizadores. Comparten algunas de las propiedades de cierto, que también puede presentarse como enunciado independiente u operador de refuerzo confirmativo (6.4). El ámbito de los incisos viene determinado en gran medida por su posición y el tipo de construcción o secuencia adyacente. El carácter parentético de estos refuerzos los vincula directamente al punto de vista del enunciador y da particular prominencia a los niveles de significación procedimental de cierto, a saber, la consecución de sintonía interpersonal (iii) y el acceso a una reconsideración de las implicaturas (iv). Esto puede dar la impresión de una mayor subjetivación que cuando el predicado cierto forma parte integrante de una estructura sintáctica regular simple o compleja (apartados 4 y 5). Sin embargo, siguen siendo expresiones de actitud epistémica y quedan en pie sus otras dimensiones significativas: la certificación del carácter presuposicional de la información (i) y su conexión dialógica con un discurso previo (ii). No se trata, pues, de un típico caso de pragmaticalización. 6.1. El apéndice confirmativo ¿no es cierto? La dimensión presuposicional de cierto explica que la expresión interlocutiva ¿no es cierto? funcione como una pregunta retórica y se haya podido convencionalizar como pregunta-etiqueta, es decir, como “apéndice confirmativo” (Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua 2009: §42.8c).53 Su forma articulada sugiere que no es un simple comodín expletivo, intercambiable con una coletilla fática mono- o bisilábica, sino que establece un vínculo discursivo expreso como enmarque modal-justificativo orientado empáticamente hacia el interlocutor. El enunciador recalca su certeza sobre el estado de cosas que acaba de explicitar, señalando que da por supuesto que es compartida, en particular por su interlocutor (niveles (i), (ii) y (iii)). En vista de un buen entendimiento, le impone una respuesta positiva (nivel (iv)). Este efecto retórico de acercamiento Destaca su frecuencia en las áreas rioplatense y andina (Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua 2009: §42.8c). 53
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mutuo se ilustra en (50). Penélope no solo muestra su deseo de mantener la comunicación, sino que pretende comprobar la recepción de sus palabras solicitando el explícito asentimiento de Ulises. (50) Penélope. ― […] Qué tentación la tuya: descansar, inventarte de una vez a Ítaca y al amor en familia, ¿no es cierto? Ulises. ― (Confesándose.) Sí, Penélope. Pero mi sino es éste... (Real Academia Española, CREA, A. Gala, ¿Por qué corres, Ulises?, 1994) 6.2. Bien es cierto: corroboración aprobatoria El inciso [bien es cierto], además de confirmar la adecuación de lo dicho a las normas de la verdad, corrobora lo bien fundado de traerlo a colación. Este refuerzo muestra la convicción del enunciador de dar el debido relieve a una información presuposicional. La valoración positiva, inherente al significado de bien, diferencia [bien es cierto] de incisos confirmativos como cierto, efectivamente o en efecto, que no presentan tal matiz de aprecio personal orientado a la protección de la propia imagen del enunciador. En (51), el yo hace examen de conciencia. Se autocritica por haberse comportado ofensivamente con mendigos. El inciso aparece en el momento en que se vuelve más indulgente consigo mismo: [bien es cierto] valida su convicción de no haberles forzado (No los obligué). Toma esto como circunstancia atenuante para considerar lo sucedido desde una perspectiva menos dañosa para su imagen (transacción […] pacto…), en alivio de los reproches que se estaba haciendo (no debí… no debí… ofensivo… decidí…). (51) Hoy me doy cuenta de dos cosas: la primera y menos importante es que no debí insistirles una vez aceptado el dinero y el trato, no debí repetir “Pero váyanse a la otra esquina, ¿eh?”, poniendo de antemano en duda su cumplimiento de lo acordado (lo peor fue ese “¿eh?” ofensivo). La segunda resulta más grave, y es que, por tener dinero, decidí los movimientos de dos personas ayer por la mañana. […] No los obligué, bien es cierto, fue una transacción o un pacto, a mí me compensaba gastar un billete para trabajar en paz (ganaría más billetes mientras trabajaba) y para ellos no sería vital estar en mi esquina, sin duda preferían irse a la de más arriba y quedarse con mi billete a seguir en la mía sin el billete, por eso aceptaron y se desplazaron. (Real Academia Española, CREA, J. Marías, Corazón tan blanco, 1994) En contextos informativos, el aviso corroborativo se inserta a veces en posición interna para enfocar un aspecto que por su forma sintáctica parece secundario
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y omisible. En (52), la subordinada concesiva no hace sino explicitar el corolario negativo de lo anterior, o sea, algo fácilmente deducible (se omite… > se pierde…). El inciso se utiliza tanto por motivos de exposición como por cuestión de cortesía: permite pensar que no se subestima la capacidad intelectiva de los receptores, por un lado, y, por otro, que el excedente de información tiene justificación didáctica, lo que protege la imagen de los autores. En (53), la inflexión del razonamiento se produce en una predicación secundaria que confirma la obviedad de que ningún presidente gobierna solo (secundado…). El inciso subraya el interés de extender los méritos del éxito a su brazo derecho para entender mejor el régimen ruso. (52) Este tipo de composición por módulos se reconoce por el hecho de que, si se omite la lectura de alguno, el resto del texto es perfectamente comprensible, aunque, bien es cierto, se pierde información. (Real Academia Española, CREA, J. A. Pascual; L. Alcalde; L. Castro, Lengua castellana, 1997) (53) La próxima privatización de la compañía petrolífera “Rosneft” pondrá a cada uno en su sitio. Por ahora, como siempre, el único que ha salido reforzado de esta nueva crisis ha sido Yeltsin, secundado, bien es cierto, por el primer ministro, Víctor Chernomirdin, quien, en río revuelto, ha sacado a relucir su flexible caña de pescar. (Real Academia Española, CREA, ABC Electrónico, 22/9/1997) Además de hacer notable una dimensión que asegura una comprensión más completa, el uso parentético de [bien es cierto] muestra la satisfacción del enunciador de no limitarse a una visión unilateral. 6.3. Es cierto: reconocimiento estratégico El refuerzo asertivo [es cierto] enmarca estratégicamente un contenido ya discursivamente activo o cuya activación se presenta como esperado o esperable. Este recurso ilocutivo permite identificar la base informativa respecto a la cual el enunciador se posiciona, ajustándola a su propia perspectiva cognitiva. Demuestra su consideración por el contenido seleccionado a la vez que realza su propia credibilidad y competencia. En (54), la respuesta empieza por retomar ecoicamente el planteamiento de la pregunta (novela negra… auge). Con [es cierto] en posición final de enunciado el entrevistado da por sentada esta base consensual y pasa legítimamente a aclarar su posición personal (yo…). (54) –¿No están todos un poco pesaditos con la novela negra? –La novela negra está en auge, es cierto. Yo, de todas maneras, no llego a considerarme como un novelista negro al uso. Aparentemente tengo dos
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registros bien diferenciados: uno vamos a llamarlo puramente realista (“Historias del Kronen”, “Mensaka”) y otro vamos a llamarlo puramente policiaco […]. (esTenTen18, El Mundo.es) Como inciso, [es cierto] es un recurso probado para mantener un debate a la vez serio, cortés y eficaz. Traduce la adopción de una actitud comprensiva, en apariencia incluso concesiva, ante una realidad que requiere ser tratada con tino si se quiere guardar el control de la situación. Así, en (55), la iniciativa de la oposición (ustedes han presentado) es reconocida como un reto (65 enmiendas) al que el ministro (nosotros) responde justificando su política (15 puntos). También en temas menos litigiosos, la posición interna del inciso modalizador deja entrever una aceptación no exenta de reservas y genera la expectativa de una puntualización, generalmente formulada de forma adversativa. En (56), nada más validado el aporte siquiera provisional (el borrador…), se le opone una objeción que desvirtúa su posible impacto. (55) […] eso es lo que vamos a seguir haciendo en el año 2004: incidir en las recetas que han funcionado, incidir en las recetas que los ciudadanos conocen bien, porque son las recetas aplicadas por el Partido Popular. Y, frente a ellos, ustedes han presentado ―es cierto― un conjunto de sesenta y cinco enmiendas que, para su análisis, nosotros hemos agrupado en quince puntos. Lo primero de todo ello es que ni una sola de las enmiendas que ustedes presentan va acompañada de un estudio económico […]. (esTenTen18, ccyl.es) (56) El borrador ―es cierto― hace referencia a la oficina judicial, pero obvia que el actual Ministerio de Justicia la ha paralizado totalmente tanto en su creación como en su despliegue. (esTenTen18, congreso.es) La interpolación de [es cierto] caracteriza sobre todo discursos de talante crítico, aleccionador o polémico. Sugiere que el enunciador acepta tomar como punto de partida para la discusión una realidad fáctica que no puede negar, pero sí escudriñar y comentar como experto. Desde una posición más bien distante, se autoriza a reseñar las insuficiencias o deficiencias de lo que tiene delante. Este inciso puede formar parte de una estrategia de cortesía hacia el receptor: compensa por actos de habla que pueden suponer una amenaza para su imagen. 6.4. Cierto: marcador discursivo confirmativo-concesivo Sin verbo rector ni otro elemento constructor, cierto conserva el valor de confirmación del compromiso epistémico asociado a una información presuposicional. Formalmente, puede ser calificado de “adjetivo inmovilizado” que “expresa
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asentimiento o confirmación”, catalogable como adjetivo adverbial o “adverbio oracional reactivo”, “aunque no ha llegado aún al extremo de transcategorización a que ha llegado el reactivo bueno” (Santos Río 2003: 245). En su uso absoluto puede verse un recurso de protección de la propia imagen. En (57), el enunciador, interpelado, guarda distancia y deja planear una cierta ambivalencia: su respuesta escueta puede referirse tanto al acto de habla (diste a entender) como al contenido proposicional (inspiran confianza). Aviva, además, la curiosidad del interlocutor ante un marco interpretativo no aclarado. (57) –¿Cómo estás tan seguro de que no ejerzo ninguno de esos oficios? –Lo sabes de sobra. Ya te dije antes que pareces un jipi. –Sí. Y diste a entender que los jipis te inspiran confianza. –Cierto. –¿Solo confianza? –Confianza y complicidad. Son mis hermanos. (Real Academia Española, CREA, F. Sánchez Dragó, El camino del corazón, 1993) Por lo general, sin embargo, [cierto] funciona como un disjunto de modalidad del enunciado. Aunque es insertable en cualquier punto, presenta una clara predilección por la posición inicial. Al acompañar su asentimiento de algún comentario, el enunciador muestra su implicación y minimiza la distancia interpersonal. Adoptando los mismos términos que su interlocutor, como en (58), le indica que los considera apropiados, lo cual produce un efecto de cortesía positiva y refuerza el acuerdo intersubjetivo sobre el tema del intercambio (mala planificación). (58) –Madrid está mal hecha. –Mal planificada. –No cabemos. –Cierto, no cabemos. Y todos pasamos por el centro. –Culpable: ¿el conductor o la Administración? –Más la Administración. (Real Academia Española, CREA, Cambio 16, n. º 945, 1/1/1990) Sin perder su valor modal epistémico ni su resonancia dialógica, [cierto] se mueve en el continuo entre disjunto intensificador y marcador del discurso. También en discursos monologales el asentimiento se integra en un movimiento argumentativo en que [cierto] allana el terreno para una profundización de signo adversativo que ocupa el primer plano. La secuencia [Cierto. Pero…] instaura una dinámica dialéctica que suele imponer la reconsideración del marco interpretativo y de las implicaturas asociadas al segmento textual precedente. Aunque la
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configuración es distinta, se obtiene la misma línea de razonamiento que con el esquema transpredicativo [Es cierto que p, pero (también) q] (apartado 5.1): (59) y (60) ilustran dos variantes del dispositivo [p. Cierto. Pero q]. En (59), q añade parámetros suplementarios que matizan lo beneficioso de p (hipotecas baratas) y llevan a una visión más completa. En (60), la protagonista se lanza, para sus adentros, en un raciocinio sofístico convenciéndose de que su pretendiente presenta un riesgo suicida: aunque reconoce que por su edad es poco probable (no... joven), se inclina por otorgar más peso a q, la excepción a la regla. (59) Con los tipos de interés (2,75%) por debajo del IPC (4%), algunos expertos aconsejan endeudarse en lugar de inmovilizar los ahorros. […] Las hipotecas están más baratas que nunca. Cierto. Pero la carestía de la vivienda obliga a suscribir préstamos a más de 30 años, con lo que la planificación no debe ser a corto plazo. Dicen algunos expertos que el “plan de endeudamiento” de las familias debe contemplar los altibajos de los tipos de interés. (Real Academia Española, CREA, El Mundo. Su vivienda (Suplemento), 17/1/2003) (60) ¿Y si Jean de Bornecourt, rechazado, se suicidaba…? Al fin y al cabo, no hacía mucho que un guapo muchacho se había dado muerte con su pistola, en el Bois, por causa del amor frustrado de una conocida actriz. Monsieur de Bornecourt ya no era joven, cierto, pero también algunos hombres adultos se pierden en la locura del amor. Y ella no quería ser responsable de una muerte… (Real Academia Española, CREA, Á. Caso, El peso de las sombras, 1996) Tanto de (57)-(58) como de (59)-(60) se desprende que la esquematización de [cierto] como marcador, es decir, como ítem cuya funcionalidad primaria es pragmática, no equivale a la remoción de su cometido semántico-conceptual. Como en sus usos predicativos, apunta a un factor objetivo que el enunciador acepta tomar en consideración. Desde su perspectiva subjetiva, validarlo connota una aceptación confirmativo-concesiva, o sea, más conciliatoria que la variante predicativa [es cierto] (apartado 6.3). No se mitiga el compromiso epistémico, ni la aserción, ni su alcance intersubjetivo. Si algo se atenúa, es que, en el balanceo con una perspectiva complementaria, esta lleva la preferencia del enunciador. En efecto, la presencia del marcador [cierto] suele revelar una actitud deliberativa y, en el razonamiento que desemboca en una toma de posición comedida y mejor fundamentada, la información presentada como presuposicional no aparece como la más determinante. En efecto, tanto su marco de interpretación como las implicaturas que entraña resultan de alguna manera negociables. Al adoptar una actitud receptiva y acogedora, el enunciador se asegura el crédito necesario para aducir información que completa el panorama y lleva a revisar la orientación argumenta-
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tiva, puesto que deja espacio para “ideas alternas”, como las denomina Maldonado (2018: 1138). En el uso de cierto se trasluce, pues, la intención de influir en el proceso inferencial y, generalmente, de conducir a una mejor comprensión de las cosas, sin afán de debatir ni polemizar. 7. Reflexiones finales A lo largo del análisis se ha visto que la modalidad epistémica expresada mediante cierto tiene un carácter asertivo particular, selectivo y a menudo contrastivo, en que confluyen varios planos de significación. Más allá del compromiso firme y categórico del enunciador con la verdad (nivel (i)), cierto pone de relieve la conformidad de lo asertado con la realidad de los hechos y lo eleva al rango de información presupuesta. Al corroborar su pertenencia a un common ground (nivel (ii)), asegura su legitimidad y plena fiabilidad. La postura de aceptación dialógica inequívocamente asumida le vale al enunciador una imagen positiva, a la vez que acoge al receptor en una base de conocimiento consensuado. Esta sintonía interpersonal (nivel (iii)), basada en el perfil juicioso del enunciador, fortalecido por una conceptualización asimilada a un diagnóstico exento de sesgo interpretativo, lo pone en condiciones de (re)orientar la línea de razonamiento guiando el procesamiento de las inferencias de manera convincente en una dirección a veces inesperada (nivel (iv)). Los cuatro planos de significación son operativos en todas las configuraciones sintácticas distinguidas, aunque su relativa prominencia puede variar en función del contexto. En textos informativo-expositivos, el refuerzo confirmativo (i) de una información presuposicional (ii) no suele corresponder tan abiertamente a una motivación procedimental-discursiva ((iii)-(iv)) como en situaciones de debate y confrontación. Cuando cierto viene integrado en esquemas transpredicativos, sin embargo, destacan claramente las dimensiones interaccional (iii) y argumentativa (iv). Se trata, en efecto, de figuras discursivas al servicio de una dialéctica argumentativa apoyada en un espacio de consenso, parcial o provisional, que invita a la reflexión sobre el marco interpretativo en que integrar la información. La tendencia a la lexicalización y pragmaticalización, observable en varios usos de [(si) (bien) es cierto (que)], culmina en el valor ilocutivo más o menos convencionalizado de los refuerzos confirmativos incidentales reseñados. Una importante parte del amplio potencial construccional de cierto queda por abordar en un estudio futuro, en particular, sus usos adnominales y el marcador discursivo por cierto. También sería interesante comparar los usos de cierto con los de claro, en efecto, exacto, por supuesto, seguro, verdad y otras formas confirmativas.
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¿EVIDENCIALIDAD, INTERSUBJETIVIDAD O ARGUMENTACIÓN? EL FUTURO PERSUASIVO EN ESPAÑOL* Susana Rodríguez Rosique Universidad de Alicante
1. Introducción. De CANTARE HABEO a cantaré: ¿última parada? El futuro morfológico en español deriva de una antigua perífrasis de obligación, equivalente a una estructura actual con deber/haber de/tener que + infinitivo.1 En concreto, Benveniste (1968: 89-90) destaca que la mayoría de infinitivos que empiezan a aparecer en la construcción serían de naturaleza pasiva ―algo que sucede inicialmente en oraciones subordinadas y, especialmente, en estructuras semejantes a las de relativo―, por lo que, en opinión de Bybee, Perkins y Pagliuca (1994: 261-262), la traducción estaría vinculada con un sentido de predestinación, o de “lo que debe ser hecho / lo que ha de hacerse”, más que con una obligación personal.2 Fleischman (1982: 58-59) disecciona la trayectoria semántica que recorre CANTARE HABEO, desde el significado de posesión inicial que originariamente exhibía habeo, a partir de un trazado paralelo con estructuras actuales en inglés y francés. La autora propone los estadios de (1) a (3): * Esta investigación se enmarca en el proyecto Gestión de la Información y Estructuración Lingüística (GestINF): Explicaciones y Aplicaciones (FFI2017-85441R), concedido por el Ministerio de Economía y Competitividad del Gobierno de España. 1 Company (2006: 354-355) especifica los contextos que caracterizan el inicio del cambio en las lenguas romances y dibuja una situación en la que convergen distintas perífrasis modales susceptibles de expresar posterioridad. Para la evolución de las perífrasis con sentido de obligación en la historia del español, puede verse Garachana (2016). 2 De hecho, Bybee, Perkins y Pagliuca (1994: 262) consideran que la traducción al inglés más próxima a la estructura original sería con be to, más que con have to.
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SUSANA RODRÍGUEZ ROSIQUE
(1) I have a letter to write / J’ai une lettre à écrire. (2) I have to write a letter / J’ai à écrire une lettre. (3) Later today? I have to go jogging at six, then I’m having dinner with a friend. En (1) se observa todavía un valor de posesión principal y un sentido de obligación añadido (tengo una carta que {debe/ha de/tiene que} ser escrita, tengo una carta que está para {escribirse/ser escrita}). En (2) la estructura se ha convertido en una única unidad sintáctica y semántica ―ha sufrido un proceso de reanálisis―, por lo que to (en inglés) o à (en francés) ya no se conciben como parte del infinitivo: la partición en (2) sería I have to + write a letter, frente a la segmentación en (1), que sería I have a letter + to write; asimismo, en la estructura de (2) no es necesario especificar el objeto (I have to write). A partir del nuevo valor de obligación, se deriva un efecto de futuridad, pues se asume que el evento se producirá en un momento posterior. Esto es lo que parece estar sucediendo en algunos usos actuales de have to en inglés, que no expresan un sentido prototípico de obligación, como refleja (3), y que implican de manera fuerte un valor de posterioridad temporal. En términos de gramaticalización, el paso de la forma analítica (CANTARE HABEO) a la forma sintética (cantaré) constituye un caso paradigmático. En efecto, refleja el proceso por el que una forma inicialmente léxica (haber) se convierte en una unidad gramatical (un morfema flexivo de futuro), pasando por los estadios intermedios de auxiliar y clítico, según predice el continuo de gramaticalización (Bybee [1993] 1999; Hopper y Traugott [1993] 2003) y como refleja la figura 1 (Benveniste 1968: 89-90; Fleischman 1982: 50-127; Bybee, Perkins y Pagliuca 1994: 258-264; Pérez Saldanya 1998: 277-296; Cuenca y Hilferty 1999: 158; Company 2006, 2012: 673-674; Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua 2009: 1768; Garachana 2015: 338): CANTARE HABEO > CANTAR HE > cantaré Figura 1. Evolución del futuro sintético en español desde la antigua perífrasis de obligación
Este proceso de reanálisis conlleva una serie de consecuencias (Bybee [1993] 1999; Hopper y Traugott 1993 [2003]): fonéticas, ya que la unidad ha sufrido una considerable reducción del cuerpo fónico; morfológicas, pues de ser un elemento con flexión ha pasado a convertirse en un elemento de flexión; distribucionales, puesto que, como morfema, depende ahora de una raíz léxica sobre la que marcar posterioridad; léxicas, pues viene de una clase amplia con significado léxico ―la de los verbos―, pero se incorpora a una clase cerrada con significado funcional;
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y de frecuencia, en el sentido de que pasa de ser relativamente usado a convertirse en obligatorio (cf. Pérez Saldanya 1998: 277-296; Cuenca y Hilferty 1999: 156157; Company 2012: 688; Garachana 2015: 338). En la actualidad, el valor de obligación originario que la perífrasis exhibía puede recuperarse a través de ciertos efectos contextuales vinculados con las particularidades específicas de los enunciados y de la situación comunicativa, como se observa en los ejemplos de (4) a (6). Así, si el futuro está vinculado a la primera persona, el hablante se siente en la obligación de cumplir una promesa ―(4)―; si aparece en la segunda persona, la obligación se traslada al destinatario, que se ve empujado a llevar a cabo una determinada acción ―(5)―; y, si aparece con una tercera persona indeterminada y remite a lo que sucede casi siempre, se entiende como una especie de verdad universal ―(6)―. A pesar de estos valores modales, el futuro desempeña una labor temporal en los ejemplos de (4) a (6), en la medida en que se utiliza para localizar el evento como posterior al ahora comunicativo (Dahl 1985: 106-107). (4) Mañana te compraré un helado. (5) La semana que viene ordenarás tu habitación. (6) Todos moriremos algún día. No obstante, de manera paralela a estos efectos contextuales que se derivan de los casos en los que el futuro desempeña una función temporal, algunas gramáticas (Fernández Ramírez 1986: 293-295; Pérez Saldanya 2002: 2638-2639) hablan específicamente de un futuro de necesidad, que se suele describir en los siguientes términos: Con el futuro de necesidad presentamos la acción o el hecho como acontecimientos previstos o esperados, bien por las condiciones previas o las circunstancias que nos llevan a esa conclusión, bien por nuestra convicción, razonada o no, de que así sucede. (Fernández Ramírez 1986: 293)
Como casos representativos de este futuro de necesidad, se suelen presentar ejemplos como los siguientes: (7) Si los dos ángulos valen uno recto, el otro será ángulo recto. (8) Como ambos atributos coinciden radicalmente, resultará que se anulan.3
3 Pérez Saldanya (2002: 2639) presenta ejemplos semejantes para el catalán, como Com la llengua, tot i essent una, no és viva sinó en munió de dialectes i varietats, naturalment hi haurà fets universals en tot el domini, que descobriran la trama general característica de tota la familia de dialectes.
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(9) Comprenderás, Rafael, que esbozas una solución que tiene que parecerme perfecta. (Fernández Ramírez 1986: 293-294) Tanto Fernández Ramírez ―para el español― como Pérez Saldanya ―para el catalán― coinciden en que se trata de un uso típico de las demostraciones matemáticas o los principios generales, característico, por tanto, del discurso científico y del registro formal. En este mismo sentido, recientemente, Escandell Vidal (2014, 2018) ha calificado el futuro de necesidad como un uso obsoleto del futuro en español, propio de una gramática aprendida. Si se observan los ejemplos de (7) a (9) detenidamente, parece existir, sin embargo, una diferencia entre (7) y (8), por un lado, y (9), por otro. En los dos primeros casos, el futuro está albergado en sendas estructuras implicativas ―una condicional en (7) y una causal en (8)― a las que subyace una relación de causa-efecto que opera en el nivel epistémico. Estas construcciones parten de una premisa conocida, explicitan un proceso de razonamiento, y exhiben cierto nivel de complejidad, por lo que es comprensible que queden circunscritas a un registro formal (cf. Rodríguez Rosique 2017). El valor que aparece en (9), sin embargo, posee una mayor relevancia comunicativa: por un lado, ya no parece funcionar en el nivel epistémico, sino que ha saltado al discurso; por otro, lejos de estar restringido al registro formal, desempeña una labor importante en la interacción. Ejemplos como el de (9) representan casos de futuro persuasivo y constituyen el objetivo de este trabajo. En concreto, se pretende demostrar que, bajo la etiqueta de lo que tradicionalmente se ha considerado como futuro de necesidad, se puede aislar una estructura que exhibe una alta rentabilidad comunicativa y que, en realidad, no es más que un nuevo ejemplo que confirma el potencial discursivo del futuro morfológico en español (cf. Rodríguez Rosique 2018). Desde una perspectiva más general, este trabajo ofrece una explicación unitaria de los distintos usos del futuro basada en una instrucción deíctica de naturaleza originariamente espacial, que permite dar cuenta de cómo esta forma verbal interactúa con distintas categorías semántico-discursivas. 2. Una nueva función para un viejo futuro: el futuro persuasivo en español En efecto, frente a la obsolescencia que los autores atribuyen al futuro de necesidad, el futuro persuasivo, como el que aparece en (10), emerge como una estrategia interactiva muy poderosa. (10) ¿Qué esperabas? Creo que no tienes muy buena memoria. La dejaste con una llamada telefónica. ¿Te acuerdas? Pocas justificaciones, ganas de des-
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hacerte de un estorbo, ¿no? Reconocerás que no fue un comportamiento muy elegante. (Real Academia Española, CORPES, M. P. Janer, Pasiones romanas, 2005) Este uso del futuro, además, exhibe una serie de rasgos que le otorgan carta de naturaleza. En primer lugar, aparece indefectiblemente en segunda persona, normalmente del singular, como se observa en (11)-(13), pero el plural, aunque menos frecuente, no es imposible, como demuestra (14). (11) Tuve que entrar, pero mi problema fue que ya no pude dejar de trabajar porque hay un gran celo entre los colegas, ¿no es cierto?, que sigue habiendo y lo había mucho más en ese momento. Era la primera posibilidad que se daba a los periodistas para hacer cursos académicos. Entonces, comprenderás que no pude dejar ya el periodismo y tuve que hacerlo. (Real Academia Española, CREA, oral, s. f.) (12) Y si Antonio pide su cena en este mismo momento, pero de repente tiene algún antojo o desea entregarse a la bebida y, por tanto, deja de lado el plato, es preciso tener preparado otro para servírselo no bien se le antoje. Por lo cual entenderás que es necesario tener preparadas varias cenas a la vez, ya que resulta imposible adivinar la hora exacta en que puede producirse el capricho… (Real Academia Española, CREA, T. Moix, No digas que fue un sueño, 1986) (13) Si por el camino se ha quedado con unas cuantas imprentas de por aquí es mejor que haya sido así porque bien sabe Dios que hubieran cerrado de todos modos. Pero reconocerás que es un hombre muy ambicioso y que cuando se propone algo se ciega y lo busca caiga quien caiga. (Real Academia Española, CREA, J. Fernández de Castro, La novia del capitán, 1987) (14) La entrada solo costará 12 euros y dado lo limitado del local hemos calculado sitio para 36 personas, con sombreros incluidos. Comprenderéis que es lógico que sea solo para socios. (Real Academia Española, CORPES, Boletín de Ardillas, 3/12/2002) La preferencia por la segunda persona, en realidad, no es más que un reflejo formal de su desplazamiento hacia el discurso y la interacción, siguiendo la hipótesis de la intersubjetivización de Traugott (2010). No en vano, como sucede con los otros usos discursivos, los ejemplos de futuro persuasivo suelen aparecer en textos orales que reproducen una interacción conversacional ―(11)―, en textos literarios que pretenden imitar una conversación en tono coloquial ―(10), (12) y (13)― o en textos escritos, con cierto nivel de cercanía, que están dirigidos a un destinatario ―(14)―.
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En segundo lugar, el futuro persuasivo está restringido léxicamente; en concreto, aparece sistemáticamente con verbos de conocimiento, como reconocer, comprender o entender, según se observa en los ejemplos de (10) a (14). De nuevo, existe cierta tendencia de (inter)subjetivización por la que los verbos de conocimiento acaban desembocando en significados ilocutivos (Traugott y Dasher 2002: 190-195). Así, reconocer puede indicar tanto ‘establecer la identidad de algo’ como ‘admitir algo como cierto’; comprender remite tanto a ‘entender algo’ como a ‘encontrar justificados o naturales los sentimientos de otro’; y entender puede aludir desde a ‘tener idea clara de las cosas’ o ‘conocer’ hasta ‘conocer el ánimo o la intención de alguien’, ‘deducir’, ‘tener intención o mostrar voluntad de hacer algo’ e incluso ‘juzgar’ (Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua 2014). Son precisamente los significados ilocutivos de estos verbos los que aparecen con el futuro persuasivo. Igualmente, este valor del futuro es frecuente con estructuras complejas más o menos composicionales que denotan acuerdo entre hablante y destinatario, probablemente a partir de un significado originario de localización física común, como sucede con estar o coincidir [en 2. ª persona] + con alguien [normalmente con el hablante] + en algo [un asunto, concebido como conclusión], según se ve en (15) y (16): (15) Venga hombre, no fastidies… Estarás conmigo en que esto no tiene ningún sentido… (Real Academia Española, CORPES, J. Aparicio-Belmonte, El disparatado círculo de los pájaros borrachos, 2006) (16) Olvido. ―No sé, habla de la muerte con demasiada familiaridad, como si tratase a diario con ella. Coincidirás conmigo en que eso no es del todo normal. (Real Academia Española, CORPES, L. Roel, “Aullidos y humareda”. Aullidos y humareda. Las ratas van a la oficina, 2010) En tercer lugar, el futuro persuasivo forma paradigma con verbos modales, como tener que + infinitivo, o incluso con el imperativo, tal como refleja la paráfrasis de (10) que contiene (17): (17) {Reconocerás/Tienes que reconocer/Reconoce} que no fue un comportamiento muy elegante. Esto tampoco parece una casualidad, pues algunos autores (Myhill y Smith 1995; Myhill 1997; Traugott y Dasher 2002: 113-115) han puesto de manifiesto que existe cierta propensión en distintas lenguas a usar modales deónticos como mecanismo retórico para convencer al destinatario de que existe un acuerdo general entre un grupo de personas bastante amplio sobre algún tema, con el fin de que acabe accediendo y admita una determinada conclusión.
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Una vez que se han determinado las principales características que definen al futuro persuasivo, cabría preguntarse qué lugar ocupa en el mapa general que describe el comportamiento de esta forma verbal en el español actual. 3. Algo pasa con el futuro… Desde una perspectiva tradicional, el tiempo verbal se ha concebido como una categoría deíctica, en la medida en que localiza una situación con respecto al momento de enunciación (Bello [1847] 1970; Bull 1960; Comrie 1985). Para llevar a cabo esta labor de localización son necesarias tres relaciones temporales (anterioridad, simultaneidad y posterioridad), que pueden estar directa o indirectamente orientadas desde el origen. En términos de la correlación deíctica tiempo/ formas temporales, el futuro morfológico en español se ha interpretado tradicionalmente como una forma absoluta que indica posterioridad (Rojo 1974; Rojo y Veiga 1999); esto es, que sitúa el evento como posterior al ahora comunicativo, según la representación que la figura (2)4 hace del ejemplo (18): (18) Juan vendrá mañana (O + V) O
vendrá
Figura 2. Representación diagramática del futuro simple
No obstante, el futuro morfológico en español puede aparecer en contextos de no posterioridad, como ya puso de manifiesto Bello ([1847] 1970) y como se observa en (19). Estos casos se han relacionado tanto con la modalidad epistémica, pues el hablante evalúa la proposición como probable (Rojo 1974), como con la evidencialidad inferencial, pues el hablante introduce la 4 Desde esta perspectiva, la representación del futuro sería semejante a la del pasado, aunque en direcciones temporales opuestas. Sin embargo, algunos autores (Martin 1981; Stojanovic 2014) consideran que, frente a lo que ocurre con el pasado (que se entiende como inmutable, o definido, porque ha tenido lugar), el futuro es necesariamente especulativo. Por esta razón, proponen que la representación del tiempo como línea recta sería útil para el pasado (inamovible) y para el presente (perceptible), pero reivindican una estructura ramificada para el futuro que dé cuenta de su carácter abierto e indeterminado. Esta postura coincide con la de quienes asumen que, si bien la diferencia entre pasado y presente puede ser temporal, la que existe entre presente y futuro es de naturaleza modal (cf. Bertinetto 1979).
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proposición como el resultado de un cálculo o inferencia (Fernández Ramírez 1986: 295). (19) A: ¿Qué hora es? B: Serán las cuatro. (Bello [1847] 1970) A la hora de explicar este controvertido comportamiento, los estudios más recientes sobre el futuro se han dedicado bien a determinar el significado modal o evidencial de casos como (19), bien a intentar identificar el estatus de esta forma verbal. En este sentido, de acuerdo con algunos autores, el futuro es una forma esencialmente modal. Esta es la propuesta de Giannakidou y Mari (2012, 2013), quienes consideran que el futuro es un operador modal de necesidad epistémica que depende de la evidencia disponible, tanto en una lengua en la que aparece de forma analítica (en griego) como en una en la que aparece morfológicamente unido al verbo (en italiano). En opinión de Giannakidou y Mari (2012), en ausencia de cualquier otra información, la base epistémica del futuro se sostiene sobre conocimiento o evidencia indirecta en el momento de enunciación, por lo que la información queda indeterminada y el futuro se comporta como un evidencial inferencial, semejante a must/dovere/deber (de) + infinitivo. A partir de aquí, la lectura de posterioridad surgiría en aquellos casos en los que aparece información temporal, que las autoras califican como evidencia directa y que permite al hablante conocer el momento relevante para ubicar la eventualidad. La lectura temporal deriva, por tanto, de la lectura modal, como una restricción de dominio. De acuerdo con otros autores, sin embargo, el futuro es una forma esencialmente temporal incluso en casos como (19). Así, para De Saussure (2013), lo que cambia en estos ejemplos no es el valor temporal (que sigue remitiendo al futuro), sino la naturaleza del evento, que pasa de expresar p a expresar verificación de p. Este cambio de naturaleza se consigue a través de un cambio de perspectiva, pues el estado de cosas en (19) viene representado por una entidad localizada en el futuro que puede asertar su verdad: de ello se deduce que el hablante no puede asertar el evento en el presente (lo hace, alocéntricamente, en el futuro); y que su compromiso con el estado de cosas es más fuerte que la mera incertidumbre (lo que se concreta en alta probabilidad). El futuro ha sido definido incluso como un evidencial gramatical, como propone Escandell Vidal (2010, 2014).5 La autora (2014: 222) atribuye al futuro un En general, cuando se ha tratado la relación del futuro con la evidencialidad inferencial se ha hecho en términos de estrategia de evidencialidad, según Aikhenvald (2004). Esta parece ser la propuesta que se desprende del análisis de Squartini (2008) sobre el futuro en italiano. Una 5
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valor procedimental inalterable de naturaleza evidencial, pues presenta el evento como resultado de una inferencia por parte del hablante; en este sentido, codifica forma de conocimiento (inferencia) y fuente de información (el hablante). En el planteamiento de Escandell Vidal, el futuro constituye, pues, un evidencial gramatical en términos de Aikhenvald (2004), y, en consecuencia, los usos temporales o modales no son más que desarrollos pragmáticos de ese significado evidencial. Para Escandell Vidal (2010: 23, 2014: 225-226), cuando el hablante usa el futuro es porque no tiene una fuente mejor para el evento que su propia inferencia, bien porque el evento está en otro tiempo (usos temporales) o bien porque está en otro lugar (usos epistémicos). Desde perspectivas más generales, el futuro se ha catalogado como una forma modal porque el tiempo, en general, se concibe como un constructo modal. Así, en términos cognitivistas, tanto el tiempo como el modo son dos mecanismos de anclaje (o grounding), que permiten vincular la proposición con el momento de enunciación (Langacker 1991, 2008; Brisard 1997). Para Langacker (2008: 301), el tiempo se puede concebir metafóricamente como un cilindro, cuya cara principal es la realidad actual o el momento presente, que es el único que puede ser directamente experimentado. Este cilindro se va expandiendo continuamente a medida que aumentan las experiencias del sujeto. En esta representación del tiempo, el pasado está fijado, ya no puede ser directamente experimentado, sino que se accede a él a través de recuerdos; en cuanto al futuro, ni siquiera puede experimentarse indirectamente, solo se puede proyectar. En opinión del autor, el futuro en inglés (will) es un caso de realidad proyectada, que expresa la evolución de la realidad concebida hasta incorporar el evento proyectado, bien porque está localizado en el futuro (valor temporal) o porque queda pendiente (valor epistémico).6 A partir de la propuesta de Langacker, Brisard (1997: 276-277) caracteriza a
perspectiva más discursiva es la que defiende el trabajo de Hennemann (2014) sobre el futuro en español, basada en la concepción amplia de evidencialidad que plantean Boye y Harder (2009). Para Hennemann, cualquier futuro que aparezca acompañado de conjunciones causales, precedido de verbos subordinantes como calcular o concluir, o en el interior de cualquier estructura que apunte a un proceso de razonamiento, puede considerarse un futuro evidencial; en concreto, un futuro conjetural. 6 En términos más generales, Langacker (1991: 269-275) propone que todos los modales en inglés, entre los que incluye a will, derivan de verbos léxicos que indican algún tipo de propensión o potencia hacia la ejecución del evento, según explica la dinámica de fuerzas de Talmy (1988). Tras el proceso diacrónico de gramaticalización, esta propensión hacia el evento está presente en las dos acepciones ―dinámico-deóntica (root) o epistémica― que desarrollan. A la idea de propensión, en realidad, subyace la de camino y, por tanto, la de distancia, que, como se verá en la siguiente sección, permite explicar los usos del futuro en español incidiendo en su configuración espacial originaria.
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will por presentar el evento como no dado y no inmediato, pero observado desde un punto de vista privilegiado. Desde una óptica filosófica, Jaszczolt (2009) defiende que tanto el tiempo físico o real como el interno o psicológico son de naturaleza modal. Por un lado, según la autora (2009: 1-31), en física contemporánea, desde Einstein se asume que el tiempo metafísico es un constructo modal, en el sentido de que impone su relatividad (no es absoluto, sino que depende siempre de un marco de referencia). Por otro, las nociones de presente, pasado o futuro forman parte del tiempo psicológico o interno, y no existen fuera de la experiencia humana, donde el ahora tiene un estatus privilegiado. Como consecuencia, el tiempo interno se define como un desapego relativo de la certidumbre del ahora, bien porque se trata de una anticipación (del futuro) o bien porque se considera un recuerdo fragmentado (del pasado). 4. Más allá de la evidencia Tras este mapa de propuestas teóricas sobre el futuro, cabría preguntarse qué lugar ocupa en él el valor persuasivo, pues, de una parte, no parece reflejar un proceso de inferencia del hablante, sino que, en cierto modo, pretende hacer partícipe al destinatario de manera palmaria; y, de otra, parece estar estrechamente vinculado con la información que está presente en la situación comunicativa. Precisamente este segundo aspecto ha intentado rescatarse desde algunas propuestas teóricas vinculadas con la modalidad y la evidencialidad. Este es el planteamiento de Bermúdez (2005), para quien la concepción clásica de evidencialidad, como la que refleja, por ejemplo, el esquema de Willett (1988), presenta problemas descriptivos. Según se comentó en el primer capítulo, y como han abordado también las contribuciones de Haßler y Hennemann en este volumen, de acuerdo con Bermúdez, el planteamiento clásico solo atiende al tipo de evidencia, por lo que deja fuera del esquema valores vinculados con la fuente de información que apelan al conocimiento compartido. Para solucionarlo, el autor (2005: 16-17) propone añadir una nueva dimensión a la descripción del dominio evidencial, como refleja la figura 3. En efecto, junto al modo de acceso a la información (cognitivo o sensorial) y a la fuente de información (ajena o personal), Bermúdez introduce un nuevo parámetro: un continuo que discurra entre el acceso privativo a la información ―o restringido al hablante― y el acceso irrestricto o universal; en el punto medio de este continuo se situaría la información que se encuentra accesible solo para el hablante y el destinatario. La propuesta de Bermúdez representa un puente explícito
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MODO
FUENTE
ACCESO
DE ACCESO
DE
A
A LA INFORMACIÓN
INFORMACIÓN
LA INFORMACIÓN
Cognitivo
Ajena
Universal
Sensorial
Personal
Privativo
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Figura 3. Descripción del dominio de evidencialidad a partir de los parámetros de Bermúdez (2005: 17)
entre el terreno de la evidencialidad y el de la estructura informativa; sin embargo, el autor no esclarece el estatus que correspondería a cada parámetro dentro del dominio de la evidencialidad. Vinculada con la respuesta a esta cuestión, emerge la noción de (inter)subjetividad de Nuyts (2001a, 2001b). Esta concepción de la (inter)subjetividad surge originalmente como una revisión de la distinción planteada por Lyons (1977) entre modalidad epistémica objetiva y modalidad epistémica subjetiva. Tal como proponía Lyons (1977: 797-800), un enunciado como Alfred will be married puede dar lugar a dos interpretaciones: una subjetiva, que reflejaría la hipótesis más o menos intuitiva del hablante sobre el estado civil de Alfred; y otra objetiva, que escondería detrás casi un proceso detectivesco o un cálculo matemático por parte del hablante sobre la probabilidad objetiva de que este soltero de oro pueda tener pareja. A partir de aquí, Nuyts (2001a, 2001b) propone desplazar la diferencia con respecto a la calidad de la evidencia ―y a la evaluación epistémica que surja de ella― a la perspectiva de los participantes. A lo largo de un continuo, el polo subjetivo indicaría que solo el hablante tiene acceso a la evidencia y, por tanto, saca sus propias conclusiones de ello, por lo que, además, asume una responsabilidad personal en la evaluación epistémica; mientras que el polo intersubjetivo indicaría que la evidencia es conocida ―o accesible― por un grupo más amplio de gente, de manera que la responsabilidad en la evaluación sería compartida. En esta primera propuesta, la (inter)subjetividad se presenta como un nuevo parámetro de la evidencialidad, pero con un alcance distinto al de aquel que especifica la fuente de información. En un trabajo posterior, Nuyts (2012: 58) añade que, por una parte, se espera una marcación subjetiva cuando el evaluador cree que no debería implicar a nadie más en su evaluación modal ―bien porque no sabe la postura de los otros, bien porque su postura está en clara oposición con la de los otros―; por otra parte, se espera una marcación intersubjetiva cuando el evaluador quiere indicar, contra el destinatario, que su postura no es aislada ni estrictamente personal o arbitraria, o cuando el evaluador asume que él y su destinatario están
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de acuerdo y quiere expresarlo. Asimismo, en esta segunda formulación, Nuyts (2012: 62-64) propone que la (inter)subjetividad no constituye un parámetro de la evidencialidad. De manera más específica, el autor cree que se trata de una categoría semántica independiente, que está directamente relacionada con el papel del evaluador ―frente a otros― en el proceso de evaluación; es decir, que está más conectada con los individuos que hay detrás de las expresiones sobre los estados de cosas que con los estados de cosas en sí mismos. En la práctica, para Nuyts, esta dimensión se utiliza como una herramienta discursiva: un elemento de negociación de las respectivas posturas en la interacción conversacional. A partir de aquí, el autor defiende que su concepción de la (inter)subjetividad se sitúa frente a frente con respecto a la miratividad ―o a la categoría que evalúa el estatuto de una proposición en la estructura general de conocimiento que posee el hablante (DeLancey 1997)― y reivindica que ambas categorías comparten la propiedad de marcar el estatuto de la información en función de la posición del evaluador en el mundo discursivo. Volviendo al futuro persuasivo, en el modelo esbozado por Bermúdez (2005), podría pensarse que este constituye un caso de acceso universal a la información; o, al menos, de acceso compartido por hablante y destinatario. No obstante, y en línea con lo que se ha comentado a propósito de su propuesta, habría que determinar cómo se pasa de un valor inferencial (el que desarrolla el futuro en el ámbito epistémico y que especifica la fuente ―el hablante― y el modo de acceso ―la inferencia―) a este valor de acceso universal o compartido que hemos denominado futuro persuasivo. Igualmente, este uso persuasivo podría interpretarse como una marca intersubjetiva en los términos de Nuyts (2001b, 2012).7 Desde esta perspectiva, el futuro expresaría tanto que la postura del hablante no es aislada como que este introduce la proposición buscando el acuerdo con el destinatario. Existen, sin embargo, algunos aspectos de la intersubjetividad de Nuyts que deberían ser aclarados: por ejemplo, cómo interactúa la (inter)subjetividad con otras categorías discursivas como la (contra)argumentación ―en este sentido, véase la revisión crítica de Portolés (2020)―; o cómo se vehicula su relación con la configuración informativa ―es decir, de qué manera interactúa con los tándems información nueva vs. información conocida e información activada vs. información no activada―. A ello habría que añadir que, desde la perspectiva defendida en este trabajo, el futuro persuasivo ―repetido ahora en (20) con fines contrastivos― no es más que otro de los valores discursivos que puede exhibir el futuro morfológico en español, como también lo son el futuro concesivo (Squartini 2012; Rivero No en vano, el futuro concesivo ha sido analizado como intersubjetivo à la Nuyts por parte de Squartini (2012). Véase, al respecto, la revisión sobre esta explicación del futuro concesivo en Rodríguez Rosique (2015a). 7
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2014; Rodríguez Rosique 2015a) de (21) y el futuro mirativo (Rodríguez Rosique 2015b, 2019; Squartini 2018; Escandell Vidal y Leonetti 2019) de (22): (20) La dejaste con una llamada telefónica. ¿Te acuerdas? Pocas justificaciones, ganas de deshacerte de un estorbo, ¿no? ReconocerásFut. que no fue un comportamiento muy elegante. (Real Academia Española, CORPES) (21) : Porque piensan que así, consintiéndoles, lo mismo están más felices. […] : Sí, a los niños los haránFut. muy felices, pero no es eso lo que le interesa. (Azorín 2002: 374) (22) –A partir de ahora […] le dices a tu hermana que me llame don Enrique siempre que haya alguien delante […]. Y se había ido a escape a contárselo a ella, a su hermana Carmen: –¡SeráFut. idiota el tonto que tengo por marido! (F. Blanes García, El cura de Carboneras. Entrelíneas Editores, 2009, p. 95, de Google Books) Los distintos valores discursivos del futuro, entre los que se encuentra el futuro persuasivo, se pueden explicar de manera unitaria, al tiempo que se especifica su relación con los valores temporal y epistémico, si se acude a una reformulación deíctica de esta forma verbal basada en la configuración espacial que subyace al tiempo lingüístico en general y al tiempo gramatical en particular. 5. El futuro como instrucción deíctica En efecto, los distintos valores del futuro morfológico en español se pueden explicar de manera unitaria si se apela a una instrucción deíctica de naturaleza originariamente espacial que está justificada por la forma en la que concebimos el tiempo en general y la manera en la que se articula el tiempo gramatical en particular (cf. Rodríguez Rosique 2021). Existe evidencia tipológica suficiente que demuestra que, cuando hablamos del tiempo, no lo hacemos en términos temporales, sino espaciales, basados en la estructura del movimiento y de la localización (Fillmore [1971] 1997; Haspelmath 1997; Moore 2014). Como propone Clark (1973), los niños poseen conocimientos espaciales antes de adquirir los términos lingüísticos para describir el espacio. Dicho conocimiento prelingüístico está determinado por su aparato perceptivo y por su forma de moverse, y sobre él se erige no solo la adquisición del espacio, sino también la del tiempo. La determinación biológica desencadena, por tanto, un proceso de espacialización que nos lleva a contemplar el tiempo en una única dimensión ―perspectiva unidimensional―; en concreto, como un continuo
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asimétrico que se extiende en el eje horizontal (frontal/trasero), desde delante hacia atrás. Este proceso de espacialización se concreta en dos metáforas: desde la metáfora del ego en movimiento (moving ego), es el yo el que se mueve a través de distintos momentos o eventos y tiene el futuro delante y el pasado detrás, según refleja un enunciado como Estamos llegando al final de curso; desde la metáfora del tiempo en movimiento (moving time), el yo permanece estático y son los momentos temporales los que avanzan hasta nosotros desde el futuro para perderse en el pasado, según demuestra Tengo ganas de que llegue el fin de semana.8 La bibliografía ha puesto de manifiesto que existe variación cultural en los patrones de proyección (Núñez y Sweetser 2006; Pagán y Valenzuela 2017; Martines 2020). El chino, por ejemplo, exhibe una conceptualización vertical del tiempo, que se observa también en algunas expresiones de las lenguas indoeuropeas, como cuando hablamos de Alta o Baja Edad Media. Asimismo, se suele acudir reiteradamente al caso del aimara, que sitúa el futuro detrás y el pasado delante.9 De acuerdo con Núñez y Sweetser (2006), estos casos no constituyen un fenómeno distinto al de la espacialización, sino que representan elaboraciones más complejas de la proyección del espacio sobre el tiempo. Tomando este proceso de espacialización como fondo, estos autores proponen que la concepción específica del tiempo como movimiento relativo y su focalización en el eje delantero/trasero constituye un patrón dominante y saliente en términos tipológicos y que su base experiencial está tan arraigada que puede considerarse casi un universal. El proceso de espacialización que caracteriza la concepción temporal permite justificar la esencia misma del tiempo gramatical como categoría deíctica. Según Traugott (1978), las relaciones temporales de origen ―pasado― y las de meta ―futuro― están determinadas por la oposición (+/– proximidad) o, lo que es lo 8 La propuesta psicolingüística que explica la concepción espacial del tiempo a través de dos metáforas ha sido desarrollada desde distintos planteamientos cognitivistas. La Teoría de la Metáfora, de Lakoff y Johnson ([1980] 2001, 1999), la lleva hasta sus últimas consecuencias: para ellos no existe un concepto de tiempo que no sea en términos de movimiento en el espacio y relación entre eventos. Evans (2003), por su parte, defiende que la experiencia temporal es real ―no es un constructo metafórico de segundo orden― y está basada en la naturaleza temporal del procesamiento: el tiempo que transcurre desde que la información es percibida hasta que es procesada constituye el momento perceptivo y es la experiencia que tenemos del tiempo. No obstante, puesto que se trata de una experiencia subjetiva, necesita ser elaborada metafóricamente. Por ello, a partir de las metáforas esbozadas por la psicolingüística, el autor desarrolla el modelo complejo de ego en movimiento y el modelo complejo de tiempo en movimiento. 9 En aimara, no obstante, nos encontramos ante un sistema gramatical determinado evidencialmente, donde la distinción entre conocimiento personal y conocimiento no personal es relevante. A la organización gramatical subyace un modelo estático que orbita en torno a CONOCIMIENTO ES VISIÓN y que sitúa lo conocido ―lo que se ve― delante y lo desconocido ―lo que no se ve― detrás.
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mismo, proximidad vs. distancia. Así, mientras que el ámbito del ahora se definiría en términos de proximidad, el del no ahora lo haría en términos de distancia. A su vez, el no ahora se dividiría entre el pasado ―que se situaría detrás en el eje delantero/trasero― y el futuro ―que se localizaría delante―. La configuración espacial del tiempo lingüístico en general, y del tiempo gramatical en particular, justifica, por tanto, la descripción del futuro en español como una instrucción deíctica que invoca distancia hacia delante. Esta instrucción, además, no se agota en el ámbito de la temporalidad, sino que resulta tipológicamente productiva para expresar distancia en otros ámbitos (Fleischman 1989) y enlaza, igualmente, con el potencial deíctico de la instrucción de obligación originaria. Así, los diversos valores del futuro en español pueden explicarse de manera unitaria si se asume que esta forma verbal invoca una instrucción deíctica que se concreta en distancia hacia delante (Fleischman 1989) y que puede proyectarse sobre diversos niveles de significado (Sweetser 1990) a lo largo de un eje de (inter) subjetividad (Traugott 1989, 2010) gracias a sucesivas ampliaciones de alcance (Bybee, Perkins y Pagliuca 1994: 227; Traugott y Dasher 2002: 40). De esta manera, el futuro en español puede abandonar no solo el ámbito temporal, sino también el epistémico, y operar directamente sobre la enunciación. La figura 4 sintetiza el funcionamiento del futuro como instrucción deíctica de distancia hacia delante. + subjetividad Enunciación: distancia sobre el enunciado o acto de habla -Valores interpersonales vinculados con la intersubjetividad (Traugott) *Requisito: información previamente activada
Epistémico: distancia sobre la proposición -Evidencialidad: inferencia, cálculo, conjetura. Una deducción siempre es posterior a su evidencia -Modalidad: distancia positiva (probabilidad). Está sujeta a corroboración posterior *Requisito: dislocación
Contenido: distancia sobre el evento o situación (posterioridad) Distancia hacia delante
Figura 4. Significado del futuro como instrucción deíctica de distancia hacia delante (Rodríguez Rosique 2019: 98)
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En efecto, en el nivel del contenido, el futuro opera dentro de la proposición; la distancia se proyecta entonces sobre el evento, por lo que se entiende en términos de posterioridad. En el nivel epistémico, la distancia se proyecta sobre la proposición, por lo que puede interpretarse en términos modales o evidenciales. Desde una perspectiva modal, la distancia hacia delante se concibe como distancia positiva, por lo que la proposición se sitúa en el terreno que media entre la hipoteticidad y la certidumbre ―esto es, en la probabilidad― (Akatsuka 1985; Cornillie 2009; Rodríguez Rosique 2011); asimismo, la proyección se justifica porque se trata de una proposición sujeta a una corroboración posterior (Pérez Saldanya 2002; De Saussure 2013). Desde una perspectiva evidencial, la distancia hacia delante se interpreta como una inferencia, un cálculo o una conjetura del hablante (Squartini 2008), y la proyección se justifica porque toda deducción es posterior a su evidencia (Iglesias Recuero 2000; Langacker 2011; Martines 2017). No obstante, para que el futuro opere en el nivel epistémico, es imprescindible que se dé una circunstancia: esta forma verbal ha de estar dislocada (Rojo 1974; Rojo y Veiga 1999); es decir, ha de estar extraída de su contexto natural de posterioridad y situada en uno de simultaneidad. Finalmente, en el nivel de enunciación, la instrucción deíctica de distancia hacia delante se proyecta sobre el acto de habla, por lo que el futuro puede desempeñar diversas labores interpersonales (Pérez Saldanya 2002), vinculadas con el concepto de intersubjetivización de Traugott (2010). De nuevo, para que el futuro opere en este nivel es necesario que se cumpla un requisito: la información que aparece en esta forma verbal ha de haber sido previamente activada, y esto es algo que, normalmente, sucede en la interacción conversacional. Como en cualquier actividad conjunta (Levinson 1979; Clark 1996), cuando la gente toma partido en una conversación, trae consigo una serie de creencias, asunciones y todo tipo de información previa que constituye lo que Stalnaker (1978) denominó common ground, y que influye en la forma lingüística de nuestros enunciados (Gutiérrez Ordóñez 1997). Este conocimiento compartido emerge de nuestra pertenencia simultánea a diversas comunidades culturales, así como de las experiencias conjuntas que compartimos con otras personas (Clark 1996). Sin embargo, pese a todo el conocimiento de fondo que regula la actividad comunicativa, desde un punto de vista cognitivo se asume que nuestra conciencia solo puede centrarse en una pequeña porción de todo lo que sabemos (Chafe 1994: 28). En este sentido, de forma ortogonal a la noción de conocimiento compartido, surge la de información activada (Chafe 1976; Prince 1992; Lambrecht 1994): de toda la información que compartimos, existe una pequeña porción que el hablante asume que está perfilada en la mente del destinatario durante la interacción. La información activada no se evalúa en términos binarios, sino que se dispone a lo largo de un continuo (Dryer 1996), donde uno de los extremos estaría ocupado por
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el foco de activación ―o por aquella información que se considera especialmente prominente en la mente de la audiencia― y el extremo opuesto lo constituiría la información no activada. En el medio se situaría tanto la información semidesactivada (es decir, aquella que ha sido previamente activada, pero que ha ido perdiendo prominencia progresivamente) como la información accesible (esto es, aquella que no ha sido activada como tal, pero que puede vincularse con información activada gracias a relaciones de discurso). La figura 5 refleja este continuo de activación. Foco de atención +
Semidesactivada
Accesible
No activada –
Figura 5. Continuo de activación (Dryer 1996)
6. El futuro persuasivo en la interacción El futuro persuasivo no es más que otro ejemplo en el que esta forma verbal actúa en el nivel discursivo. Cuando la información que aparece en futuro ha sido previamente activada, la instrucción deíctica de distancia hacia delante se proyecta sobre la enunciación, y el futuro morfológico puede desempeñar distintas funciones interpersonales (Pérez Saldanya 2002) vinculadas con el concepto de intersubjetivización de Traugott (2010). En el caso del futuro persuasivo, la información que ocurre en esta forma verbal ha sido activada; de hecho, esto es lo que diferencia a los enunciados que aparecen en futuro persuasivo de los que aparecen con verbos modales o con imperativos, con los que aquel puede formar paradigma, como reflejaba (17) y como se repite ahora en (23): (23) {Reconocerás/Tienes que reconocer/Reconoce} que no fue un comportamiento muy elegante. En efecto, frente a lo que ocurre con el modal o con el imperativo, el futuro presenta la información como estrechamente ligada al discurso previo; en concreto, como directamente derivada de una información anterior. En términos informativos, la forma verbal se comporta de manera semejante a como lo hacen algunos marcadores identificados por Rodríguez Ramalle (2016) ―el que inicial reformulador, los usos ilativos de locuciones consecutivas y el uso reformulador de o sea que―, que presentan el enunciado construido como una inferencia a partir del discurso previo. No en vano, el futuro persuasivo suele ir precedido de
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elementos de naturaleza consecutiva, como entonces ―en (11), ahora en (24)― o por lo cual ―en (12), ahora en (25)―. No obstante, el futuro puede desempeñar por sí mismo esta función, sin necesidad de ir precedido de otro elemento que refuerce el carácter ilativo, como reflejan (10), ahora (26), y (14), ahora (27). Es más, el futuro persuasivo puede aparecer también junto a elementos de naturaleza contraargumentativa, como pero ―en (13), ahora en (28)―, lo que es habitual cuando se exige cierta negociación para alcanzar un acuerdo conversacional o para que se imponga una determinada conclusión. (24) Tuve que entrar, pero mi problema fue que ya no pude dejar de trabajar porque hay un gran celo entre los colegas, ¿no es cierto?, que sigue habiendo y lo había mucho más en ese momento. Era la primera posibilidad que se daba a los periodistas para hacer cursos académicos. Entonces, comprenderás que no pude dejar ya el periodismo y tuve que hacerlo. (25) Y si Antonio pide su cena en este mismo momento, pero de repente tiene algún antojo o desea entregarse a la bebida y, por tanto, deja de lado el plato, es preciso tener preparado otro para servírselo no bien se le antoje. Por lo cual entenderás que es necesario tener preparadas varias cenas a la vez, ya que resulta imposible adivinar la hora exacta en que puede producirse el capricho… (26) ¿Qué esperabas? Creo que no tienes muy buena memoria. La dejaste con una llamada telefónica. ¿Te acuerdas? Pocas justificaciones, ganas de deshacerte de un estorbo, ¿no? Reconocerás que no fue un comportamiento muy elegante. (27) La entrada solo costará 12 euros y dado lo limitado del local hemos calculado sitio para 36 personas, con sombreros incluidos. Comprenderéis que es lógico que sea solo para socios. (28) Si por el camino se ha quedado con unas cuantas imprentas de por aquí es mejor que haya sido así porque bien sabe Dios que hubieran cerrado de todos modos. Pero reconocerás que es un hombre muy ambicioso y que cuando se propone algo se ciega y lo busca caiga quien caiga. Desde el punto de vista de la estructura informativa, puede decirse que la información que aparece en futuro cuenta como inferible (Prince 1981) o accesible (Dryer 1996); es decir, el destinatario ha de trazar un puente ―bridging (Clark 1977)― entre la proposición que aparece en futuro y la información anterior gracias a relaciones de discurso (Garrido 2007; Duque 2016) que pueden estar a medio camino entre las de causa/resultado y las de evidencia.10 El futuro introduce una conclusión como resultado de un argumento previo (Clark 1977). Desde la perspectiva de las relaciones retóricas, sin embargo, parece que las relaciones de cau10
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Una vez que la información que aparece en futuro ha sido previamente activada, la instrucción deíctica de distancia hacia delante que invoca el futuro se proyecta sobre el enunciado; como consecuencia, el hablante se distancia de su acto de habla, lo que constituye un arma de doble filo: por un lado, presenta al destinatario una instrucción atenuada; pero, por otro, la conclusión que aparece en futuro se convierte en necesaria, en la medida en que es el propio destinatario el que la alcanza siguiendo el devenir discursivo. Evidentemente, la forma verbal ya no está operando aquí en el nivel temporal, pero tampoco en el epistémico: a diferencia de la función evidencial que el futuro desempeña en el nivel epistémico, la forma verbal ya no representa las inferencias del hablante, sino las que se pretende generar en el destinatario; es decir, el futuro constituye en estos casos una invitación a la inferencia (Rocci 2012). La figura 6 representa el nivel en el que funciona ahora el futuro y subraya el cambio con respecto al valor temporal y al epistémico.
Ahora [del hablante]
evento (después del momento de enunciación)
Nivel del contenido
Creencias [del hablante]
proposición (versión evidencial: inferencia posterior a una premisa) (versión modal: sujeto a corroboración posterior)
Nivel epistémico
Discurso previo [del hablante] Argumento
enunciado (conclusión posterior a un argumento)
Nivel de enunciación
Figura 6. Contraste del futuro persuasivo con el futuro temporal y el epistémico sa-efecto suelen restringirse a relaciones de contenido, por lo que la vinculación enunciativa (Sweetser 1990) que expresa el futuro persuasivo podría considerarse un tipo de relación de evidencia. Pero véase Duque (2016) para la cercanía existente entre las relaciones de cada grupo ―y las de causa-resultado y la de evidencia forman parte, precisamente, de las relaciones de causalidad―.
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El futuro se convierte así en una poderosa estrategia de argumentación, que obedece a las claves presentadas por Anscombre y Ducrot ([1983] 1994). En efecto, en términos de la Teoría de la Argumentación en la lengua, argumentar para C por medio de A (emplear A en favor de la conclusión C) es, para nosotros, “presentar A como si tuviera que llevar al destinatario a concluir C”, “dar A como una razón para creer C”. (Anscombre y Ducrot [1983] 1994: 46)
A la inversa, el futuro persuasivo presenta la información como si fuera una conclusión directamente derivada de un argumento previo. La figura 7 despliega este proceso argumentativo a partir del ejemplo (10), de nuevo repetido en (29): (29) ¿Qué esperabas? Creo que no tienes muy buena memoria. La dejaste con una llamada telefónica. ¿Te acuerdas? Pocas justificaciones, ganas de deshacerte de un estorbo, ¿no? Reconocerás que no fue un comportamiento muy elegante. Argumento: La dejaste con una llamada telefónica
Conclusión: No tuviste un comportamiento muy elegante
Figura 7. Despliegue del proceso argumentativo en (29)
En este proceso de argumentación, la forma verbal explota el potencial de identidad extendida, atribuida a elementos claramente argumentativos como claro (Portolés 2020). El hecho de que el futuro presente la información como derivada de la información activada ―accesible, al menos, para el hablante y el destinatario― sitúa a los participantes en un terreno común, en el que la conclusión emerge como más poderosa y, por tanto, la estrategia argumentativa aumenta su poder persuasivo. La forma verbal se convierte en estos casos en otro de los mecanismos puestos al servicio de la tarea de convencer a una audiencia dotada de una capacidad argumentativa que le permite evaluar la fuerza de las premisas empleadas y la pertinencia de las conclusiones obtenidas a partir de ellas, tal como propone el concepto de vigilancia epistémica (Mercier y Sperber 2011) y como se discute en la contribución de Figueras a este volumen.
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7. Conclusión: un nuevo eslabón en la cadena de cambio En definitiva, la etiqueta tradicional de futuro de necesidad funciona como cajón de sastre en el que se incluyen ejemplares de distinta naturaleza. Por un lado, se pueden encontrar aquí estructuras implicativas (condicionales o consecutivas) que operan en el nivel epistémico y que reflejan un proceso de razonamiento explícito. Estas estructuras suponen un alto nivel de complejidad en el procesamiento, lo que justifica que sean propias de un registro formal que exige un alto grado de elaboración, como sucede, por ejemplo, en el discurso científico. Pero, por otro lado, también se ha incluido aquí un tipo de construcción de naturaleza distinta que resulta especialmente productiva en la interacción y que exhibe una serie de rasgos característicos: siempre aparece en segunda persona, está restringida a verbos de conocimiento que han evolucionado hacia valores ilocutivos y forma paradigma con modales de obligación y con el imperativo ―aunque con restricciones en el comportamiento discursivo―. Todos estos rasgos apuntan hacia un proceso de subjetivización que resulta coherente con la evolución del futuro. En estos casos, la forma verbal ya no opera en el nivel temporal, pero tampoco en el epistémico; más bien realiza una función en el enunciado, en el sentido de que contribuye a un proceso de argumentación. Lo que hemos denominado futuro persuasivo representa, así, un nuevo caso de gramaticalización y, específicamente, de construccionalización (Traugott y Trousdale 2013; Traugott 2015), pues constituye una nueva asociación de forma y significado que abandona progresivamente la proposición para dirigirse hacia el discurso y hacia las relaciones entre el hablante y el destinatario. En términos más generales, el futuro persuasivo no es más que otro caso particular de una tendencia general que explica la rentabilidad discursiva del futuro morfológico en español, como sucede también con el futuro concesivo o el futuro mirativo. Todos estos casos se pueden explicar de manera unitaria y, a su vez, se pueden vincular con sus funciones temporal y epistémicas, si se asume que esta forma verbal invoca una instrucción de naturaleza originalmente deíctica que se concreta en distancia hacia delante y que puede operar en distintos niveles de significado, cruzándose, así, con distintas categorías semántico-discursivas. En definitiva, el futuro morfológico no constituye la última parada en el proceso de cambio, sino que, si se presta atención a las claves necesarias, representa en realidad un nuevo eslabón en la cadena. Referencias Aikhenvald, A. (2004): Evidentiality. Oxford: Oxford University Press. Akatsuka, N. (1985): “Conditionals and the epistemic scale”. Language 61 (3): 625-639.
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REPORTATIVOS, CITATIVOS Y MIRATIVOS EN EL ESPAÑOL ANDINO ECUATORIANO: UN ANÁLISIS DISCURSIVO-FUNCIONAL Hella Olbertz Universiteit van Amsterdam Universidade de Santiago de Compostela
1. Introducción En el español de la sierra ecuatoriana existen expresiones reportativas, citativas y mirativas.1 Las dos primeras se dan casi exclusivamente en el habla de la gente humilde bilingüe cuya lengua materna es el quechua y cuyo dominio del español varía en cada individuo. El ejemplo (1) ilustra la construcción reportativa. (1) hasta un año, hasta … hasta un año y medio dizque trabajan así por día (BQ 9a)2 La marca de evidencialidad reportativa indica que la fuente de la información presentada es externa al hablante. Como es común en las expresiones reportativas, esta información se puede deber a una fuente externa específica o simplemente a lo que se ha oído hablar. En (2) se presenta un ejemplo citativo. 1 Les agradezco a María Ares Rodríguez, Ventura Salazar García y un revisor anónimo sus valiosísimos comentarios a versiones anteriores de este trabajo, que mejoraron considerablemente su forma y contenido; si quedan errores, son míos. Debo las gracias también a Susana Rodríguez Rosique y José Luis Cifuentes Honrubia por darme la oportunidad de presentar y publicar este trabajo y a Kees Hengeveld y Leo Lemmers por su apoyo moral y lingüístico. 2 La codificación de las fuentes consta de la clasificación sociolingüística del hablante (cf. apartado 2) seguida del código de la grabación.
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(2) “si no me perdonas mátame que quiero morir de tus manos” dizque dice (BE 12a) Aunque aquí también se usa dizque, su función es distinta. Precede a un verbo de comunicación que introduce o cierra un enunciado en discurso directo, pareciendo así curiosamente redundante a primera vista.3 Además, se usa el perfecto compuesto4 para expresar la miratividad, es decir, para marcar el enunciado como novedoso o inesperado para el hablante y/o el oyente (Hengeveld y Olbertz 2012: 488). En el ejemplo (3), el perfecto compuesto indica que la información es novedosa para el oyente: (3) [sobre nombres comunes en la provincia de Cotopaxi] PM: ¿Y este nombre de P’ina, de tu hermana? FVT: Eh, Fina también sí hay. PM: Ah, Fina, no es P’ina. FVT: No, Fina ha sido. (BQ 7a) A diferencia de las dos expresiones mencionadas anteriormente, el uso mirativo del perfecto compuesto no se limita al español rural, sino que se da de modo general en las tierras altas ecuatorianas, incluyendo el habla urbana culta. El objetivo principal del presente trabajo es describir estas tres nociones a partir del modelo conocido como Gramática Discursivo-Funcional (Hengeveld y Mackenzie 2008). Se trata de una teoría que pretende servir como instrumento de análisis para las lenguas de una gran variedad tipológica y que parte del acto discursivo ―una entidad lingüística similar al acto de habla de Austin (1962)― como elemento básico, en vez de partir de la oración. Más concretamente, en este trabajo se pretende responder a las siguientes cuestiones: (i) ¿cuáles son las propiedades lingüísticas de las expresiones de las nociones reportativa, citativa y mirativa en el español de la sierra ecuatoriana?; (ii) ¿cuáles son las propiedades que tienen en común?; (iii) ¿cómo puede contribuir el modelo discursivo-funcional a explicar estos hechos lingüísticos? En función de estas cuestiones, lo que sigue a esta introducción se estructura en cuatro apartados. El apartado 2 introduce los datos en los que se basa este trabajo. El apartado 3 está dedicado a la descripción lingüística de cada construcción, que 3 “El uso frecuente engendra las repeticiones dizque dicen, dicen que dizque etc.” (Toscano Mateus 1953: 298). 4 Se prefiere evitar la etiqueta pretérito para el perfecto compuesto porque no tiene función pasada en la variedad descrita aquí.
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nos llevará a conclusiones sobre la naturaleza de las nociones individuales y de las propiedades funcionales que tienen en común.5 En el apartado 4 se introducen brevemente los aspectos relevantes del modelo discursivo-funcional, para después aplicarlo al análisis de las construcciones en cuestión. Las conclusiones se presentan en el apartado 5. 2. Fuentes de los datos Como ya se mencionó, el uso del perfecto compuesto con función mirativa no es específico del español rural, sino que ocurre también en la variedad monolingüe culta del español andino del Ecuador. Para la documentación de esta variedad, se emplearán notas de campo tomadas en mayo del año 2002 y en enero del año 2003 en la ciudad de Quito y sus alrededores. Los hablantes son una amiga quiteña, en cuyo apartamento estuve alojada, sus familiares, amigos y otras personas de su entorno. Las expresiones reportativas y citativas, por su parte, se dan exclusivamente en zonas rurales de contacto lingüístico con el quechua. La descripción de estas se basará en el Corpus de Salcedo (Muysken 1978), que consiste en 32 horas de conversaciones y narraciones grabadas en Salcedo, una ciudad a unos 2800 m de altura en la provincia de Cotopaxi, que entonces tenía entre 8.000 y 10.000 habitantes. La estructura social y sociolingüística de los hablantes grabados queda descrita con detalle en Muysken (1985: 380-382, 2005: 36-38). Para nuestro propósito, es suficiente una división (algo simplificada) en cuatro grupos de hablantes, basados en su dominio de las dos lenguas involucradas, por lo general relacionado directamente con su posición socioeconómica. Es importante notar que por bilingüismo se entiende aquí ‘hablar dos lenguas diariamente’, sin que implique un grado determinado de dominio de ambas (Appel y Muysken 1987: 3). Bilingües con predominio quechua (BQ): indígenas que vienen de sus comunidades a trabajar como cargadores6 o a vender en el mercado; suelen tener poca o ninguna educación formal; hablan quechua y algo de español. Bilingües con predominio español (BE): trabajadores cualificados indígenas que viven fuera de sus comunidades y que hablan más español que quechua; generalmente tienen por lo menos algunos años de educación primaria. 5 La presentación de los datos sobre dizque se basa parcialmente en Olbertz (2005), una publicación dedicada exclusivamente a la descripción de este fenómeno. 6 Su trabajo consiste en cargar bultos en su espalda para transportarlos a pie de un lugar a otro.
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Monolingües de habla local (M1): comerciantes mestizos; aunque la mayoría de ellos sabe algo de quechua, hablan español; suelen tener por lo menos educación primaria completa. Monolingües de habla culta (M2): mestizos o blancos terratenientes o con puestos administrativos; tienen por lo menos educación secundaria y forman la élite local. El corpus carece de formalidad, puesto que se grabaron conversaciones espontáneas, lo cual se le permitió al investigador porque conocía a los hablantes personalmente de dos largas estancias anteriores. Para este estudio se usan solamente las partes con hablantes identificables, que se dividen en conversaciones ―en las que participan los hablantes de los cuatro grupos― y narraciones de cuentos tradicionales por los hablantes bilingües. La distribución del uso de dizque en estos textos refleja la relevancia de la categorización sociolingüística de los hablantes. palabras
casos
‰
Bilingües con predominio quechua (BQ)
39 822
536
13,5
Bilingües con predominio español (BE)
28 446
174
6,1
Monolingües variedad del español local (M1)
39 952
33
0,8
Monolingües variedad del español culto (M2)
28 067
0
0,8
Total
136 287
743
5,5
Tabla 1. La distribución social del uso de dizque
Salta a la vista que dizque, sea cual sea su función, se da casi exclusivamente en el habla bilingüe, siendo su frecuencia más alta en los hablantes con predominio quechua. Por lo tanto, esta variedad del habla bilingüe constituirá la mayor fuente de los datos. Como ya se habrá notado en los ejemplos (1)-(3), el español de estos hablantes está marcado en cuanto al léxico y a la morfosintaxis. Sin embargo, el orden de constituyentes generalmente concuerda con las normas del español. 3. Descripción lingüística de la expresión de las tres nociones En el presente apartado se tratará cada una de las expresiones consideradas: reportativa (3.1), citativa (3.2) y mirativa (3.3). En todos los casos se comenzará presentando los datos relevantes para pasar después a discutir su relación con el quechua. Se terminará por especificar la función de cada uno de los valores con más detalle. Al final de este apartado (3.4) se explicarán las propiedades funcionales que las tres nociones tienen en común.
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3.1. Dizque reportativo La palabra reportativa dizque tiene su origen en el español medieval (Eberenz 2004) y parece haber sido bastante popular en la época colonial: aunque en España cayó en desuso después de la colonización de Hispanoamérica,7 pervive con cierta frecuencia, sobre todo, en México (cf. Olbertz 2007; De la Mora y Maldonado 2015, entre otros) y Colombia (Travis 2006; Grajales 2017). Sin embargo, en la presente sección se demostrará que el uso andino ecuatoriano es distinto del de las demás variedades. El uso reportativo de dizque aparece, sobre todo, en el habla bilingüe que se documenta en el Corpus de Salcedo: del total de 394 casos, 274 corresponden al habla bilingüe con predominio quechua, 87 al habla bilingüe con predominio español y 33 al habla monolingüe local. Considérense los siguientes ejemplos: (4) en Quito […] cuando hay guerra dizque cierran las puertas, el que quedó, quedó en la calle dizque muere, en la calle (BE 17a) (5) la duración de la planta dizque pasa de 100 años […] hasta cien años que puede resistir (BQ 9a) (6) doscientos sucres pagando por un voto […] dizque están dando arroz, azúcar, fideos que están dando repartiendo para que voten (BE 17a) (7) bueno dizque allí hay dizque hay huracanes grandes (BE 25a) Lo que llama la atención en estos ejemplos es la posición de dizque, casi siempre preverbal; solo en (7) el primero de los dos casos no ocurre delante de un verbo. De hecho, del total de 361 casos reportativos de dizque en el habla bilingüe, 327 aparecen en posición inmediatamente preverbal,8 lo cual corresponde al 90,6 %. Esta rigidez posicional resulta aún más llamativa si la comparamos con los datos colombianos y mexicanos documentados en CORPES: en la variedad colombiana, el 55,8 % de dizque se encuentra en posición preverbal y en la mexicana solo el 31,5 %. De hecho, la posición preverbal es conservadora, parecida a la posición predominante en el español peninsular hasta el siglo xvii.9 Además, la posición no solo es cuestión de sintaxis, sino que refleja los alcan Aunque desaparece de las fuentes documentadas en CORDE a comienzos del siglo xvii, Kany (1944: 168) cita una obra literaria decimonónica que imita el uso rural de diz que, con lo cual demuestra su vigencia en el habla popular. 8 En este cálculo se incluyen los verbos precedidos por pronombres proclíticos. 9 De los 82 casos de dizque que recogí en CORDE, 59 aparecen en posición preverbal, lo que equivale al 72 %. 7
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ces distintos del marcador reportativo. Generalmente, cuando dizque aparece en posición preverbal o inicial absoluta, suele tener un significado reportativo que no conlleva ninguna implicatura de duda por parte del hablante; esto vale tanto para las variedades de contacto con el quechua (cf. Babel 2009; Chang 2018) como para el español americano en general (cf. Travis 2006: 1284-1286; De La Mora y Maldonado 2015: 172; Grajales 2017: 258).10 Por otra parte, sobre todo en el español moderno mexicano, dizque suele incidir sobre cláusulas adverbiales y predicados nominales o adjetivales. De hecho, cuanto menor es el alcance de dizque, más fuerte es la implicatura de duda por parte del hablante (Olbertz 2007; Sanromán Vilas 2020). Volviendo al uso bilingüe en el Corpus de Salcedo, el enunciado marcado por dizque se presenta como información de fuente ajena, generalmente como algo de lo que se ha oído hablar o que se debe a ideas o creencias generales. Además de la falta de flexibilidad posicional de dizque y su función reportativa neutra, hay una propiedad que nos indica que la sintaxis de dizque se distingue de la de las demás variedades del español americano. (8) El sobrino no dizque dentra [sic]. A la puerta no más dizque está parado. (BQ 9b) (9) Entonces dizque comienza alzar ese costalito más pequeño y no dizque movía que era muy pesado la plata. (BE 12a) En (8) y (9) lo que se niega no es la palabra dizque, sino el complejo verbal entero. Así que el significado expresado de (8) y (9) se corresponde a (8a) y (9a): (8) a. El sobrino dizque no entra. Dizque se queda parado en la puerta. (9) a. Entonces dizque comienza a alzar ese costal más pequeño y dizque no lo movía ya que era muy pesada la plata.11 Hay un total de 17 casos de no dizque + verbo en el corpus y ninguno en el que la negación siga a dizque, lo cual indica que los hablantes perciben la palabra 10 Sin embargo, hay también estudiosos que sostienen que cualquier uso moderno de dizque implica alguna duda por parte del hablante; cf. Demonte y Fernández Soriano (2017). 11 En el original de este ejemplo queda suprimido el clítico de objeto directo lo, tendencia general en el español de las tierras altas ecuatorianas. Toscano Mateus (1953: 202-203) atribuye este hecho a la relación con el quechua. En mi opinión, sin embargo, este fenómeno no está necesariamente relacionado con el contacto lingüístico, ya que se dan fenómenos análogos tanto en el portugués brasileño (Cyrino 2003) como en el vasco (Gómez Seibane 2012). Una explicación tipológica relacionada con la posición baja en la escala de animación de los referentes de objeto directo (van der Ent 2005: 68) me parece más apropiada.
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dizque como parte del complejo verbal, como si fuese un clítico, similar a los pronombres átonos en el español monolingüe. Es difícil explicar este fenómeno, ya que no existe una relación directa con el sustrato quechua, que difiere esencialmente del español por ser una lengua aglutinante. En quechua, la reportatividad se suele expresar por medio del clítico -shi, que puede aparecer detrás del complejo verbal, pero que también puede modificar otro elemento del enunciado. La posición del sufijo varía dependiendo del elemento sobre el que incide, como explica Muysken (1977: 27), presentando los siguientes ejemplos: (10) a. kayna shamu-rka-shi ayer venir-ps-rep ‘ayer dizque vino’12 b. kayna-shi shamu-rka ayer-rep venir-ps ‘vino dizque ayer’ Sin embargo, según Gómez Rendón (2006), ‑shi ha venido perdiendo la función reportativa en el quechua ecuatoriano contemporáneo, y el valor reportativo se expresa generalmente por medio de la partícula nin, que es la forma petrificada basada en la tercera persona del singular del tiempo presente de la raíz verbal ni‑ ‘decir’.13 Este nin suele aparecer al final del enunciado, lo cual puede ―pero no necesariamente― equivaler a su posición detrás del complejo verbal, puesto que el orden SOV no es más que una tendencia (Muysken 1977: 172-174; Adelaar con Muysken 2004: 207). (11) Aguchu-ka na wasi-pi ka-rka-chu nin. Aguchu-top neg casa-loc cop-ps-neg rep ‘Dizque Agachu no estuvo en casa’. (Gómez Rendón 2006: 46) Dado el comportamiento sintáctico de dizque ilustrado en los ejemplos (4)(9), es posible que el dizque reportativo en el español bilingüe esté relacionado con el clítico ‑shi. En tal caso, la partícula enclítica quechua se correspondería con la partícula proclítica dizque en español; la proclisis se debería al orden de Las glosas son mías. Al final de este trabajo se encuentra una lista de abreviaturas. Muyken (2019) no menciona este valor de nin, aunque sí hay un caso de nin reportativo en un cuento narrado por un hablante de Salasaca, provincia de Tungurahua (Muyken 2019.: 208), que no contiene ningún caso de ‑shi. 12 13
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palabras del español (que se suele respetar incluso en la variedad bilingüe con predominio quechua, como ya se mencionó al final del apartado 2). Aunque hay que admitir que esta teoría es especulativa, tiene la ventaja de ofrecer una explicación tanto del curioso no dizque como al altísimo porcentaje de dizque en posición preverbal. Sea cual sea el origen de dizque reportativo en el español bilingüe, lo que podemos concluir es que, en esta variedad, dizque se comporta como una partícula preverbal y que, por lo tanto, la debemos considerar como elemento gramatical.14 Además, constatamos que dizque incide sobre el enunciado entero, con lo cual el valor reportativo carece de implicatura de duda con respecto a la veracidad del contenido proposicional. Al cerrar este apartado, cabe observar además que, al contrario de lo que afirman De la Mora y Maldonado (2015: 170), no es obligatorio marcar la evidencialidad reportativa ni en el quechua ecuatoriano (Muysken 1977: 28) ni en el español bilingüe del Ecuador. 3.2. Dizque citativo En el Corpus de Salcedo, el uso de dizque como marca del discurso directo ocurre, sobre todo, en los cuentos tradicionales contados por los hablantes bilingües; la mayor parte proviene de los bilingües con predominio quechua (11.969 palabras), mientras que la cifra de los hablantes con predominio español se queda en algo más de la mitad (6.033 palabras). Los siguientes ejemplos son representativos. (12) dizque dice “adónde te vas hombrecito?” dizque dice… dizque dice “señor estoy yendo a ver si se vende esas cositas por algún pueblo” (BQ 24a) (13) el patrón dizque dice, “ah” dizque dice “ven acá, ven acá… buen muchacho quiere trabajar conmigo” “bueno patrón” dizque dijo “ya… pero vamos a hacer una… una contrata […]” (BQ 10a) (14) “¿qué tal has andado?”… dizque pregunta el cóndor al oso Juan (BQ 13a) (15) entrando a la hacienda dizque pregunta “¿cuál es el patrón?” (BE 12a) Como se desprende de estos ejemplos, dizque precede a un verbo de comunicación ―en la mayoría de los casos, decir― delante o detrás del discurso directo. 14 Según López Izquierdo (2006), De la Mora y Maldonado (2015) y Travis (2006), entre otros, dizque está gramaticalizado en cualquier variedad por ser el resultado de un proceso de univerbación. Para una aproximación distinta, basada en la idea de que la univerbación es un proceso léxico en este caso, véase Olbertz (2007).
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Lo que más frecuentemente aparece es la tercera persona del presente dice, pero también se usa la del pretérito perfecto simple dijo (ejemplo 13) y, mucho menos frecuentemente, otros verbos de comunicación como preguntar (ejemplos 14 y 15). A diferencia de la función reportativa de dizque, la función citativa sí está claramente relacionada con el sustrato quechua. En esta lengua es obligatorio cerrar el discurso directo por medio de una forma de ni‑ ‘decir’ (Cole 1982: 13; Adelaar 1990: 2-8; Gómez Rendón 2006: 39-40).15 (16) “Ishkai allku-ta chari-rka-ngui” ni-n. dos perro-ac tener-ps-2sg decir-prs.3sg “‘Tuviste dos perros’, dice”. (Gómez Rendón 2006: 42) En caso de que se use otro verbo de comunicación, ni- aparece delante del verbo de comunicación seguido de un morfema de subordinación adverbial, generalmente ‑shpa,16 que se parece al gerundio español: (17) nuka wawki-ta riku-rka-ngui-chu ni-shpa tapu-wa-rka mi hermano-ac ver-ps-2-interr decir-sub preguntar-1obj-ps “‘Viste a mi hermano?’ (diciendo) me preguntó”. (Cole 1982: 13) Aunque los ejemplos (16) y (17) ilustran el quechua ecuatoriano, este rasgo es común a todas las variedades del quechua. En las citas dentro del discurso citado, nishpa puede aparecer delante del propio verbo ni‑ (Adelaar 1990: 6-7). El ejemplo (18) proviene de un corpus del quechua ecuatoriano recopilado por Gómez Rendón, mientras que (19) es un ejemplo peruano. (18) muyu-ta mashka-kri ni-shpa ni-n waiku-man. semilla-ac buscar-inc.3 decir-sub decir-3sg quebrada-al “(diciendo) dice ‘va a la quebrada a buscar semilla’”. (Gómez Rendón, com. pers.) (19) chay uk wakcha-wan tinki-chi-sak ñi-spa ñi-n este uno pobre-instr unirse-caus-fut.1sg decir-sub decir-3sg “‘la voy a casar con este pobre’ (diciendo) dice”. (Adelaar 1990: 7, adaptado)
Además de ‘decir’, ni‑ expresa una gran variedad de significados relacionados, p. ej., ‘intentar’ y ‘desear’, entre otros; cf. Adelaar (1990: 4-5) y Muysken (2019: 209) para algunos ejemplos en un texto narrativo. 16 La forma del subordinador adverbial depende de la identidad del referente agente de la cláusula principal. Si el referente sigue siendo el mismo, se usa ‑shpa; si cambia, se usa ‑kpi. 15
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La relación de dizque citativo con la marca obligatoria del discurso directo por medio de la forma de ni‑ y con la frecuencia relativa de nishpa en el sustrato quechua es obvia. Sin embargo, quedan dos cuestiones por resolver: en primer lugar, el uso generalizado de la marca de citación con el verbo decir en el español bilingüe y, en segundo lugar, la posición flexible de dizque dice, que puede introducir o cerrar el discurso directo, mientras que ni- en quechua únicamente aparece al final de la cita. En relación con el primer problema, si se concibe la narración como discurso citado, dizque con decir es análogo al quechua, y, en cuanto al segundo, la posición de dizque dice es consecuencia de la posición flexible del verbo de comunicación en el discurso directo del español. Finalmente, aunque la marca de citación ni-shpa se parece más al gerundio diciendo que a dizque, el que se emplee dizque probablemente se debe a la similitud funcional entre el citativo y el reportativo, ya que ambos sirven para presentar información de una fuente externa al hablante. Además, puede influir el orden de palabras: el gerundio del español debería seguir al verbo finito, mientras que la posición de nishpa es idéntica a la de dizque. 3.3. El perfecto compuesto mirativo Como es común en las expresiones mirativas, se trata de un valor secundario de otra expresión gramatical, en este caso el perfecto compuesto.17 Los ejemplos que se presentarán en esta sección provienen del habla quiteña. Los casos indiscutibles de miratividad son las construcciones con la cópula ser (cf. también Bustamante 1991: 218), ya que no suelen permitir una interpretación aspecto-temporal del perfecto compuesto. (20) [En unas aguas termales, la hablante y yo estamos en una piscina de poca profundidad cuando vemos a un hombre tirarse al agua en la piscina de al lado] Mira, esa piscina ha sido para nadar. (I. D., Papallacta 4/5/2002)18 (21) [En la tele se transmite en directo la toma de posesión del nuevo presidente; se ve una persona desconocida para la hablante, y luego resulta ser el presidente de Panamá] Ah… ha sido de Panamá. (I. D., Quito 15/1/2003) 17 Tanto el perfecto como la evidencialidad son fuentes frecuentes del mirativo, y parece que existen muy pocas lenguas con una forma mirativa específica (Hengeveld y Olbertz 2012). 18 La codificación consta de las iniciales del hablante (si se conocen), el lugar y la fecha de la enunciación.
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En construcciones de otra índole no se puede excluir una interpretación aspecto-temporal del perfecto compuesto, aunque la interpretación mirativa es la más probable en el contexto dado. (22) [La familia se ha reunido en un restaurante, llega el anfitrión y se asombra] ¿Ya han estado aquí? (F., Quito 12/5/2002) (23) [Un funcionario de la biblioteca universitaria vuelve del depósito, donde estuvo buscando una revista] Ha habido solo dos números. (Quito, 10/1/2003) Por otra parte, existen también casos que claramente contradicen la interpretación aspecto-temporal, como el siguiente ejemplo, que describe un evento futuro: (24) El año que viene ha sido bisiesto. (Toscano Mateus 1953: 260) El origen del uso mirativo del perfecto compuesto en el habla andina, probablemente, está en el quechua ecuatoriano. (25) alli hinti-mi ga-shka buen gente-cert cop-sd “buena gente ha sido” = ‘es buena gente’. (Muysken 1985: 392) (26) [al comer un caldo] alli-mi ga-shka buen-cert cop-sd “rico ha sido” = ‘está rico”. (Muysken 1985: 392) El sufijo ‑shka, llamado aquí sudden discovery tense ‘tiempo de descubierta repentina’,19 término introducido por Adelaar (1977) para el sufijo ‑na en el quechua de Tarma (Perú), no tiene función exclusivamente mirativa, ya que también puede servir para la expresión de eventos pasados en textos narrativos, donde típicamente ocurre al inicio: (27) shuk pobre kausa-shka uno pobre vivir-sd ‘érase una vez un hombre pobre’ (Muysken 1977: 60) Aunque las funciones no mirativas no son idénticas, la analogía entre el uso mirativo del sufijo ‑shka en el quechua ecuatoriano y del perfecto compuesto en Muysken (2019) adopta el término mirativo para especificar este tipo de casos.
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el español de la sierra ecuatoriana no puede ser una simple coincidencia. Así que, igual que en el caso del citativo, el del mirativo se debe a un calco del quechua. La pregunta que surge inmediatamente es: ¿cómo es posible que el mirativo haya llegado a formar parte de la variedad culta, mientras que el uso del citativo se limita al habla rural bilingüe? La respuesta está en la forma que toma el calco: “El léxico es el único elemento en la lengua del cual una persona puede estar completamente consciente” (Muysken 1985: 418). Por expresarse por medio de la construcción con dizque, que es una palabra, el citativo tiene el estigma de asociarse con el habla indígena, mientras que la expresión del mirativo es una construcción sintáctica, cuyo origen indígena no se percibe. Volviendo a las propiedades lingüísticas del mirativo, los casos ilustrados hasta aquí son compatibles con la definición de la miratividad por DeLancey (1997: 33-35), quien relaciona este fenómeno con el estado de conocimiento del hablante y, consecuentemente, atribuye la sorpresa expresada al hablante (cf. también DeLancey (2001).20 El siguiente ejemplo no cabe dentro de esta definición: (28) Me dieron penicilina a ver si era alérgico, y ¡he sido alérgico! (S., Quito 6/5/2002) En este caso no es el hablante quien está sorprendido, ya que para él su alergia carece de novedad, sino que su intención es sorprender a los oyentes. Además, en el quechua de Tarma,21 el sufijo mirativo ‑na se usa únicamente para sorprender al oyente, ya que aparece, sobre todo, en contextos narrativos (Adelaar 2013: 9699). Adelaar (2013: 100) aclara que la definicíón de DeLancey (1997, 2001) es demasiado restrictiva para acomodar el mirativo del quechua de Tarma, y prefiere una definición que incluye la posibilidad de que el hablante recurra al mirativo con la intención de sorprender al oyente (Hengeveld y Olbertz 2012). El mirativo del quechua de Tarma y de algunas otras variedades se presenta también en preguntas (Adelaar 2013: 104-105). Lo mismo ocurre en el español andino ecuatoriano: (29) ¿Y el hijo de la señora Anita no ha estado aquí? (Bustamante 1991: 216) (30) ¿De qué parte ha sido usted? (Bustamante 1991: 213) “The term ‘mirativity’ refers to the linguistic marking of an utterance as conveying information which is new or unexpected to the speaker” (DeLancey 2001: 369-370). 21 El quechua de Tarma es una de las pocas lenguas con un elemento con función exclusivamente mirativa. Esta lengua es una variedad del quechua mucho más conservadora que el quechua ecuatoriano. Para más detalles de clasificación, véase Adelaar con Muysken (2004: 183-191). 20
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Mientras que la pregunta de (29) puede ser una pregunta retórica, la de (30) sirve para dar a entender el interés del hablante en saber la respuesta. En resumen, la interpretación mirativa del perfecto compuesto es posible con cualquier enunciado que tenga aspecto léxico de estado,22 pero solo deja de ser ambiguo en las construcciones con la cópula ser. El mirativo español puede ocurrir en enunciados declarativos e interrogativos, que suelen ser simultáneos o posteriores al momento de habla. El mirativo español tiene su origen en el mirativo del quechua ecuatoriano. La miratividad puede servir para marcar el enunciado por ser novedoso o sorprendente para el hablante (y el oyente) o únicamente para el oyente. 3.4. La naturaleza interpersonal de las tres nociones Las tres nociones descritas a lo largo de las secciones anteriores tienen varias propiedades en común. Son todas específicas del español de la sierra ecuatoriana y todas están gramaticalizadas. El objetivo de la presente sección es demostrar que las tres nociones, además, carecen de función proposicional y, por tanto, sirven como operadores con función estratégica en la interacción. ¿Cómo averiguar la diferencia? Un elemento lingüístico tiene valor proposicional si se puede evaluar en términos de verdad, ya que las proposiciones pueden ser verdaderas o falsas, mientras que los actos de habla carecen de valor de verdad (Austin 1962), lo cual también vale para las expresiones modificadoras de estos (cf. Levinson 1983: 226-263). Para la identificación de los adverbios modificadores de los actos de habla, González Ruiz (2000) sugiere toda una serie de pruebas, de las cuales la negación es las más contundente: lo que tiene valor de verdad se puede marcar como falso negándolo, mientras que es imposible negar lo que no tiene valor veritativo. En los siguientes ejemplos se aplica esta prueba a las expresiones reportativa (31), citativa (32) y mirativa (33). (31) Bueno dizque allí hay dizque hay huracanes grandes [= ejemplo (7)] a. En Estados Unidos sí, pero en Europa no. b. *No, no dizque. (32) ¿Patrón se enoja conmigo? dizque dijo él (BQ 10a) a. No, claro que no se enoja. b. *No, no dizque dijo. (33) Ah… ha sido de Panamá [= ejemplo (21)] a. No, es de Canadá. ¿? b. No, no ha sido. La restricción del mirativo a estados de cosas estativos parece ser una tendencia general en el caso de las expresiones mirativas basadas en el aspecto resultativo, la cual se constata en lenguas muy diversas (Comrie 2000: 6). 22
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Estos ejemplos demuestran que sí es posible negar el contenido proposicional de los enuncidados, pero la negación no atañe a las expresiones reportativas, de cita y mirativas.23 La negación de estas da lugar a enunciados agramaticales en (31b) y (32b) y a un enunciado extraño en (33b), que para un hablante de la variedad quiteña resultaría incomprensible. La conclusión de esta prueba es que las nociones en cuestión no tienen función proposicional, sino estratégica o, dicho de otro modo, interpersonal. 4. Análisis discursivo-funcional de las expresiones reportativa, citativa y mirativa En el presente apartado presentaré un análisis lingüístico de las tres expresiones descritas a lo largo del apartado 3 como expresiones interpersonales dentro del marco teórico de la Gramática Discursivo-Funcional. Es necesario introducir algunas nociones teóricas relevantes para este análisis (4.1) antes de aplicarlas a las tres expresiones en cuestión (4.2). 4.1. La Gramática Discursivo-Funcional y el análisis interpersonal La Gramática Discursivo-Funcional (GDF) es una teoría funcional basada en la Gramática Funcional de Dik (1997), que se distingue de esta, entre otros detalles, por partir del Acto Discursivo como entidad básica. Al igual que la Gramática Funcional, esta teoría pretende formar parte de una teoría más amplia de la interacción verbal, cuyo lugar se especifica algo más en detalle en la GDF, tal como se ve en la Figura 1, cuya primera versión se encuentra en Hengeveld y Mackenzie (2008: 6). El Componente Gramatical, que está en el centro de esta teoría, consta de dos módulos principales: el de la Formulación, que incluye los elementos pragmáticos y semánticos que forman el contenido del enunciado, y el de la Codificación, que consiste en los elementos morfosintácticos y fonológicos que dan cuenta de la forma del enunciado. Los demás componentes son extralingüísticos, pero altamente relevantes para la interacción verbal. El Componente Conceptual representa la intención comunicativa y sirve de entrada para la formulación del Componente Gramatical. Este componente se puede caracterizar como “fuerza motriz” de la interacción verbal (Hengeveld y Mackenzie 2008: 7). En el Componente de Sali En Hengeveld y Olbertz (2012) sostenemos que la miratividad incide sobre la proposición. En un artículo sobre la expresión mirativa en el chino mandarín, Fang (2018) demuestra que la miratividad tiene función interpersonal. 23
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Formulación
Codificación
Componente Contextual
Componente Gramatical
Componente Conceptual
Componente de Salida
Figura 1. La gramática dentro de un modelo de la interacción verbal
da se producen sonidos en la lengua oral, signos en la lengua de signos o signos ortográficos en la lengua escrita, que son individualmente variables e imposibles de predecir. El Componente Contextual, finalmente, contiene todos los datos situacionales, es decir, el lugar y el tiempo en los cuales la interacción tiene lugar, así como la identidad y la relación mutua de los interlocutores. Además, se almacenan en este componente todos los aspectos de la interacción verbal, incluyendo los datos de salida, ya que todos estos pueden ser tematizados en la comunicación. A su vez, los datos del Componente Contextual entran en el Componente Conceptual, toda vez que, de acuerdo con la modificación del modelo propuesta por García Velasco (2014), la información contextual sirve de entrada para crear nuevas intenciones comunicativas. El Componente Gramatical da cuenta únicamente de los datos estrictamente lingüísticos, ya que las intenciones del hablante y los factores sociales y culturales forman parte de los componentes extralingüísticos. El Componente Gramatical, por su parte, es de índole modular, siendo su punto
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de partida el módulo interpersonal. En (34) se representa la estructura interna del Componente Gramatical. (34)
Nivel Interpersonal (pragmático) Formulación Nivel Representacional (semántico)
Nivel Morfosintáctico Codificación Nivel Fonológico
La estructura de la gramática es tal que el Nivel Interpersonal, relacionado con la interacción hablante-oyente, tiene precedencia sobre el Nivel Representacional, que, a su vez, es responsable del contenido proposicional (o descriptivo) en la Formulación. Como ya se vio en la Figura 1, la Formulación funciona como entrada para los niveles de la Codificación, que no tienen ningún efecto sobre el contenido pragmático y semántico especificado en la Formulación. Finalmente, cabe observar que la estructura del modelo se desarrolló a partir de la investigación en tipología lingüística. Sin embargo, esto no implica que el modelo presuponga la existencia de ciertos universales lingüísticos establecidos de antemano por la teoría; al contrario, se concibe como instrumento para la descripción de lenguas tipológicamente diversas. Pasemos ahora a la estructura interna del Nivel Interpersonal, que es lo más relevante para el presente estudio. (35) A: (F) (P1)H (P2)O (C: (Adscripción) (Referencia))24 24 Esta y todas las demás representaciones están simplificadas y no contienen nada más que la información estrictamente relevante para el análisis de las tres nociones interpersonales. Para información más detallada se recomienda recurrir a Hengeveld y Mackenzie (2008), Hengeveld y Mackenzie (2011) o un resumen actualizado de la teoría (Keizer y Olbertz 2018).
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En esta representación, A es el Acto Discursivo, unidad mínima de comportamiento comunicativo. Los componentes del Acto Discursivo son: el predicado ilocutivo F, que puede ser de naturaleza abstracta o léxica, los participantes en la interacción (P), cuyas funciones son las de Hablante (H) y Oyente (O), y, finalmente, el Contenido Comunicado (C), que “contiene la totalidad de lo que el hablante desea evocar al oyente” (Hengeveld y Mackenzie 2011: 16) con su acto discursivo y engloba los actos de Adscripción (en adelante, Ad) y de Referencia (en adelante, R). La Referencia alude a los individuos u otras entidades de las cuales se está hablando, a los que se adscriben predicados. Nótese, sin embargo, que el Nivel Interpersonal se relaciona exclusivamente con la acción lingüística de adscribir y referir, mientras que los significados descriptivos correspondientes se realizan en el Nivel Representacional. Para que estos conceptos queden más claros, veamos algunos ejemplos. El ejemplo (36) es un saludo, que carece de Contenido Comunicado y consiste solo en un predicado ilocutivo léxico (Fi) y los participantes (Pi)H y (Pj)O. (36) a. Hola. b. Ai: (Fi: hola) (Pi)H (Pj)O Como este enunciado carece tanto de significado descriptivo como de estructura morfosintáctica, se saltan los niveles irrelevantes, pasando directamente del Nivel Interpersonal al Nivel Fonológico. Ello implica que no es obligatorio pasar por todos los niveles indicados en (34). Por lo general, los Actos Discursivos sí tienen Contenido Comunicado, al que le corresponde un contenido descriptivo en el Nivel Representacional. Los elementos del Nivel Representacional que nos interesan aquí son: el Contenido Proposicional (p), que suele contener un Estado de Cosas (e), que a su vez contiene Predicados Léxicos (f) e Individuos (x). Tanto el Nivel Interpersonal como el Representacional pueden contener operadores (π), que representan elementos de modificación gramatical y pueden incidir sobre cualquier componente. El ejemplo (37), que es un Acto Discursivo exclamativo, incluye un Contenido Comunicado, cuyo contenido descriptivo se corresponde a un Contenido Proposicional en el Nivel Representacional. (37) a. ¡Qué guapa está María! b. NI: Ai: (Fi: excl) (Pi)H (PJ)O (Ci: (Adi) (Ri: María) ) NR: (pi : (prs prog ei: (fi: guap-Adj) (sg xi)) ) En el Nivel Interpersonal (NI) de (37b) se especifican la ilocución exclamativa (excl) y el nombre del referente María, ya que el nombre no tiene significado
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proposicional. En el Nivel Representacional (NR) se especifica el predicado adjetival guap-, cuya forma definitiva se expresará en el Nivel Morfosintáctico, y se representan los operadores semánticos de tiempo presente (prs) y aspecto progresivo (prog), valor aspectual codificado por la cópula estar (Hengeveld 1986). Además, en el Individuo (xi) se especifica el número por medio del operador singular (sg).25 El ejemplo (38a) es semánticamente análogo a (37a), pero contiene una alocución formal, que se representa por medio de un operador honorífico (h) en el participante Oyente en (38b). Además, el que el acto de Referencia en el Contenido Comunicado se haga al Oyente, es decir, a la segunda persona, se refleja en la indicación correspondiente en (Ri): (38) a. ¡Qué guapa está usted! b. Ai: (Fi: excl) (Pi)H (h Pj)O (Ci: (Adi) (Ri: 2)) En (39), cuyo Contenido Proposicional lo dejamos sin especificar, por favor se representa por medio de un operador de mitigación (mit) en el predicado ilocutivo (Fi) imperativo: (39) a. ¡No te vayas por favor! b. Ai: (mit Fi: imp) (Pi)H (Pj)O (Ci) Resumiendo, las propiedades más relevantes de la Gramática Discursivo-Funcional para el análisis de los operadores interpersonales del español de la sierra ecuatoriana son: (i) su relación con los conceptos mentales y con el contexto lingüístico y extralingüístico, representado en la Figura 1; (ii) la relación e interacción de los niveles de Formulación con los de Codificación; (iii) el papel primario del Nivel Interpersonal y su estructura interna; (iv) la interacción del Contenido Comunicado del Nivel Interpersonal con el Contenido Proposicional del Nivel Representacional; (v) el papel de los operadores en ambos niveles. 4.2. Los operadores interpersonales reportativo, citativo y mirativo Después de esta introducción teórica a las propiedades relevantes del modelo discursivo-funcional, esta sección está dedicada a su aplicación al análisis de los tres operadores interpersonales del español andino ecuatoriano, empezando con el operador reportativo. La información respecto al sexo femenino del referente (Ri) se debe al Componente Contextual. 25
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Recuérdese que dizque reportativo, en la variedad del español que se trata aquí, suele preceder al verbo y, consecuentemente, incidir sobre el enunciado entero. Los ejemplos (40a)-(40c) se representarán todos de la misma manera en (40d), por medio de un operador reportativo (rep) en el Contenido Comunicado. (40) a. el azúcar dizque está en Quito a siete sucres la libra. (BE 17a) b. ahí dizque canta el gallo, (BQ 9b) c. bastante vitamina dizque tiene (BQ 9a) d. A: (F: decl) (P1)H (P2)O (rep C) La realización del operador rep en forma de dizque es cuestión del Nivel Morfosintáctico, al igual que su posición delante del verbo. En cuanto a la ilocución declarativa en (F), se corresponde con la ilocución propia de los ejemplos de (40), que son representativos de los enunciados reportativos en el habla bilingüe. Puede que existan casos reportativos con ilocución exclamativa, e incluso interrogativa, pero no aparecen en el Corpus de Salcedo. En su función de operador citativo, dizque aparece seguido por un verbo de comunicación para marcar el discurso directo. Además, el discurso directo se presenta dentro de un contexto proposicional, como se aprecia en el siguiente ejemplo: (41) dizque dijo “bueno pues” dizque dice “pero bueno vamos a ver”, cuando estaba hablando así asoma pues que asomaba ese hombrecito de Chimborazo. (BQ 24a) Este ejemplo consta de tres Actos Discursivos: (41) a. dizque dijo “bueno pues” b. dizque dice “pero bueno vamos a ver” c. cuando estaba hablando así asoma pues que asomaba ese hombrecito de Chimborazo Aquí nos interesan solo los dos primeros, puesto que el último no contiene discurso directo. La siguiente representación corresponde a (41a): (41) a’. NI: Ai: (Fi: decl) (Pi)H (PJ)O (Ci: (Adi) (Ri: 3) (Rj)) NR: (pi: (ps ei: (fi: decirV) (sg xi)Ag) (cit Aj)) En esta representación (cuyos detalles se explicarán en la discusión de (41b’) infra), el discurso directo, con su operador de citación (cit Aj), está incrustado en
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el Nivel Representacional (NR), correspondiéndose con el acto de Referencia (Rj) en el Nivel Interpersonal (NI). La posibilidad de tener incrustaciones de índole interpersonal en el Nivel Representacional se debe principalmente a la recursividad, en tanto que propiedad inherente del lenguaje. De este modo se da cuenta también del hecho de que es posible la referencia pronominal anafórica al discurso directo citado, como se ve en el ejemplo (42), donde eso, en la tercera línea, se refiere a ¿por qué pelean? en la primera.26 (42) “¿por qué pelean?”, dijo [el cura], ¿no? ah ¿sí? todo eso dijo, ¿no? (BQ 3a) Volviendo a nuestro ejemplo de dizque citativo, el segundo Acto Discursivo de (41) se representa de manera análoga al primero. (41) b’. NI: Ai: (Fi: decl) (Pi)H (PJ)O (Ci: (Adi) (Ri: 3) (Rj)) NR: (pi: (prs ei: (fi: decirV) (sg xi)Ag) (cit Aj)) La diferencia entre (41a’) y (41b’) consiste en el operador temporal en el estado de cosas (ei) con el predicado léxico decir, que es pretérito perfecto simple ―representado simplemente como pasado― en (41a’) y presente en (41b’). Con la excepción de la función de agente (Ag) en (xi), el resto de ambas representaciones se debe leer de la misma manera que la ofrecida para el ejemplo (37): al Contenido Comunicativo (Ci) del Nivel Interpersonal le corresponde el Contenido Proposicional (pi) del Nivel Representacional. La Adscripción del NI (Adi) se realiza por medio del Predicado Léxico (fi) en el NR y el primer acto de Referencia (Ri) a una tercera persona se refleja en el NR como Individuo (xi), con el operador de singular (sg). Otro aspecto que queda por comentar es la posición de dizque + verbo de comunicación en relación con el discurso citado, que es variable, como se ha observado en la sección 3.2; puede aparecer delante del discurso citado, como ocurre en los ejemplos de (41), o puede aparecer detrás, como es el caso en (14), repetido aquí como (43). (43) “¿qué tal has andado?” dizque pregunta el cóndor al oso Juan [= (14)] a. NI: Ai: (Fi: decl) (Pi)H (PJ)O (Ci: (Adi) (Ri) (Rj) (Rk) NR: (pi: (prs ei: (fi: preguntarV) (xi) (xj) (cit Aj)) Hengeveld y Mackenzie (2008: 275-277) caracterizan la incrustación del discurso directo dentro de la función descriptiva (o proposicional) del lenguaje como “mensaje sobre el mensaje”, que forma parte de lo que llaman “lenguaje reflexivo”. 26
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En esta intervención están involucrados dos Referentes, correspondiéndose al cóndor (Ri) y al oso Juan (Rj), que remiten a los Individuos (xi) y (xj), en el Nivel Representacional, cuyos detalles se dejan sin elaborar aquí. El Acto Discursivo incrustado (cit Aj) se corresponde aquí con el tercer acto de Referencia (Rk). Lo que es relevante en (43a) es que, a pesar de la posición de dizque + verbo de comunicación detrás del discurso directo, la posición en la representación sigue siendo la misma que en (41a’) y (41b’). Ello se explica por el hecho de que, en los niveles de Formulación, el orden de los elementos no obedece a nada más que a una convención, puesto que el orden de los constituyentes, tal como aparece en la forma final del enunciado, se fija en el Nivel Morfosintáctico. Asimismo, la realización de la marca de citación por medio de dizque, al igual que su posición delante del verbo de comunicación, es cuestión del Nivel Morfosintáctico. Sin embargo, es importante notar que el Nivel Interpersonal sí refleja el orden de los Actos Discursivos entre sí, tal como se habrá notado en la división del ejemplo (41) en tres Actos Discursivos consecutivos. Pasando al mirativo, recordemos que su función es marcar el enunciado como inesperado o sorprendente para el hablante, para el oyente o para ambos. Dada esta función, el mirativo opera sobre el Contenido Comunicado de la misma manera en que lo hace el operador reportativo. Consideremos el ejemplo (44). (44) a. [Por casualidad mi amiga y yo coincidimos en dos balcones colindantes del apartamento para disfrutar de la puesta del sol y ella comenta:] Hemos sido vecinas. (I. D., Quito 12/1/2003) b. Ai: (Fi: decl) (Pi)H (PJ)O (mir Ci: (Adi) (Ri: 1+2)) c. A: (F) (P1)H (P2)O (mir C) La representación (44b) refleja específicamente la estructura de (44a), ya que la ilocución es declarativa y la referencia especificada en el interior del Contenido Comunicado es de primera persona de plural inclusiva. La representación de (44c) es de índole general y sirve para cualquier tipo de expresión mirativa. El ejemplo (22), repetido aquí como (45), es un caso mirativo con ilocución interrogativa. Al no consistir en una construcción copulativa, puede, en principio, ser ambiguo. (45) a. ¿Ya han estado aquí? [= (22)] b. Ai: (Fi: interr) (Pi)H (PJ)O (mir Ci: (Adi) (Ri: 2) (Rj)) La representación mirativa de (45b) se corresponde con la interpretación más probable de (45a). No obstante, también sería imaginable, en un contexto algo
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diferente, que la misma expresión tuviera valor de anterioridad, significando simplemente que los oyentes ya estaban antes de llegar el hablante. Tal interpretación se refleja en la representación (45c). (45) c. NI: Ai: (Fi: interr) (Pi)H (PJ)O (Ci: (Adi) (Ri: 2) (Rj) ) NR: (pi: (ant ei: (fi: estarV) (pl xi) (li) ) En (45c) el valor de han estado aquí se interpreta como un operador de tiempo relativo anterior (ant), situado en el estado de cosas (ei), dentro del Nivel Representacional. En el Nivel Interpersonal hay dos actos de Referencia, uno a propósito del oyente (Ri) y otro del lugar (Rj), al igual que en (45b). Ambos se especifican en el Nivel Representacional como individuo (xi) en plural y como lugar (li), respectivamente. Para evitar complicaciones irrelevantes, prescindimos de los demás detalles. Resumiendo, el reportativo y el mirativo operan sobre el Contenido Comunicado, especificando su fuente externa al hablante, en el primer caso, y su valor sorpresivo, en el segundo. En cambio, la marca de citación opera sobre un Acto Discursivo entero que viene incrustado en el Nivel Representacional como argumento del verbo de comunicación. 5. Conclusiones Este trabajo ha contestado a las tres preguntas mencionadas en el apartado 1 sobre (i) la descripción lingüística de las tres expresiones, (ii) las propiedades que tienen en común y (iii) cómo la Gramática Discursivo-Funcional puede servir como herramienta para su análisis. (i) La reportativa, expresada por medio de dizque, aparece casi siempre en posición preverbal y opera sobre el enunciado entero. El citativo marca el discurso directo y se expresa por medio de dizque, siempre seguido por un verbo de comunicación que, normalmente, es decir. En cuanto al mirativo, constituye un valor secundario del perfecto compuesto, usado generalmente en la construcción con la cópula ser e incompatible con la interpretación aspecto-temporal de esta forma. Las dos últimas nociones tienen origen quechua. Desde el punto de vista de los hablantes de la variedad urbana culta, la expresión citativa está estigmatizada por emplearse la palabra dizque, asociada con el mundo indígena, mientras que la expresión mirativa es de índole puramente sintáctica, por lo cual los hablantes no advierten su origen quechua. Es probable que esto explique la presencia del perfecto compuesto mirativo en el habla culta.
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(ii) Las construcciones son específicas de la variedad hablada en las tierras altas del Ecuador. Están todas gramaticalizadas y carecen de valor de verdad. Tienen funciones estratégicas en la interacción verbal, es decir, desempeñan distintos papeles interpersonales. (iii) Dentro de la estructura formalizada de la Gramática Discursivo-Funcional y en la interacción de la gramática con los componentes extralingüísticos conceptuales y contextuales, se clarifican las diferencias entre las funciones reportativa y citativa, a pesar de su similitud formal. El reportativo incide sobre el Contenido Comunicado, mientras que el citativo incide sobre un Acto Discursivo. Asimismo, la Gramática Discursivo-Funcional permite explicar de manera satisfactoria los casos de ambigüedad que eventualmente pueden darse entre las funciones mirativa y aspecto-temporal del perfecto compuesto. Abreviaturas y siglas En las glosas: 1 = 1a persona; 2 = 2a persona; 3 = 3a persona; ac = acusativo, al = alativo; caus = causativo; cert = certeza; cop = copula; fut = futuro; instr = instrumental; interr = interrogativo; obj = objeto; prs = presente; ps = pasado; rep = reportativo; sd = sudden discovery tense ‘tiempo de descubierta repentina’; sg = singular; sub = subordinador adverbial; top = tópico. Abreviaturas y siglas: 1 = referencia al hablante; 2 = referencia al oyente; 3 = referente a una tercera persona; A = Acto Discursivo; Ad = acto de Adscripción; Adj = adjetivo; Ag = agente; ant = operado de tiempo relativo anterior; BE = bilingüe con predominio español; BQ = bilingüe con predominio quechua; C = Contenido Comunicado; cit = operador citativo; decl = ilocución declarativa; e = estado de cosas; excl = ilocución exclamativa; F = predicado ilocutivo; f = predicado léxico; H = Hablante; imp = ilocución imperativa; mir = operador mirativo; mit = operador mitigador; NI = Nivel Interpersonal; NR = Nivel Representacional; O = Oyente; P = participante; p = proposición; pl = operador plural; π = cualquier operador; prog = operador de aspecto progresivo; prs = operador de tiempo presente; ps = operador de tiempo pasado; R = acto de Referencia; rep = operador reportativo; sg = operador singular; V = verbo; x = individuo Referencias Adelaar, W. F. H. (1977): Tarma quechua: grammar, texts, dictionary. Lisse: Peter de Ridder Press.
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LOS MARCADORES CONVERSACIONALES EN ESPAÑOL: EL CASO DE ANDA, VAYA Y MIRA Carolina Figueras Bates Universitat de Barcelona
1. Introducción Anda, vaya y mira constituyen unidades gramaticalizadas: las dos primeras derivan de verbos de movimiento (andar, ir), en tanto que la tercera se ha originado a partir de un verbo de percepción (mirar). Se trata de elementos polifuncionales; esto es, exhiben una gran versatilidad en cuanto a los contenidos transmitidos. Por lo que respecta a su caracterización gramatical, anda, vaya y mira se han incluido en diversas categorías: marcadores del discurso (Martín Zorraquino y Portolés 1999; Tanghe y Jansegers 2012), conectores (Cuenca y Marín 2000; Pons 1998a, 1998b), interjecciones (Rodríguez Ramalle 2007, 2008a, 2008b, 2011; Tanghe 2013) o partículas discursivas (Briz, Pons y Portolés 2008), entre otros.1 Los fragmentos de (1)-(3) ilustran la variabilidad del significado asociado a estas tres formas:2 (1) Sigue leyendo, anda. (Real Academia Española, CREA, oral, España, 1991) (2) el Marqués de Linares es una persona tan cuidadosa que hasta los pomos de las de las ventanas y de las puertas, todas son unas obras maravillosas, todas distintas, con sus iniciales y sus escudos, sí, sí. Con su sello, vaya, ¿no?, con su escudo. (Real Academia Española, CREA, oral, España, 1991)
1 Para una discusión en torno a los límites e interrelaciones en las funciones de marcadores del discurso e interjecciones, véase Polanco (2018). 2 Los ejemplos proceden de los siguientes corpus: Corpus de referencia del español actual (CREA), Corpus Val.Es.Co (http://www.valesco.es).
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(3) B: ¿nadie?↓/ ((pues)) nadie sacará carrera ni sacará nada↑///(1s) si no estudia↑///(2,3s) que mira tu hermana donde está/ todo el día en la habitación metida↑///(1,3s) y ahora está de exámenes↑ y- y va loca la pobre↓ (Conversación 6. Val.Es.Co 2.1) Anda tiene valor apelativo en (1) (el emisor está animando al oyente a proseguir con la acción en curso), en tanto que vaya, en (2), desarrolla un significado explicativo o reformulativo. Mira, por último, adquiere en (3) un valor evidencial: introduce una información que se presenta como una verdad incuestionable. En ninguno de estos casos, las expresiones en cuestión se comportan ya como verbos: desde el punto de vista semántico, no indican movimiento en el espacio (anda, vaya) ni percepción visual (mira); sintácticamente, su nivel de incidencia es externo a la estructura oracional; y, morfológicamente, se trata de elementos invariables. Anda, vaya y mira son parte de un microsistema de marcadores derivados de verbos en modo subjuntivo o imperativo. Comparten, pues, ciertas afinidades semánticas que han dado lugar a determinados contenidos pragmáticos comunes a las tres, como son la expresión de sorpresa, ilustrada en (4)-(6): (4) A: ¿qué te iba a decir?/ esas fotos (( )) mucho/ PORQUE/ ((te voy a decir por qué))///(1,8s) JUS-TI-NO // entonces↑/ eso/ la significación que tiene/ es// que// con ese- con esa cara de fliPADA que tiene [la tía (( ))] B: [pero es un tío] ¿no? A: es una tía↓§ B: §¡anda! (Conversación 26. Val.Es.Co 2.1) (5) B: [noso]tros también tenemos [que presentar uno] C: [((si))]// [el abuelete↑ tía] nos ha hecho cambiar las plantillas de test B: [((vaya↑))]. (Conversación 21. Val.Es.Co 2.1) (6) Juan Ramón Jiménez era una persona que nunca estaba seria y mira qué profundidad tenía en sus textos. (CREA, oral, España, 1996. Ejemplo citado por Maldonado y De la Mora 2020) Anda, vaya y mira comunican en los intercambios de (4)-(6) un contenido que se ha caracterizado en la bibliografía especializada como miratividad. La miratividad constituye una categoría semántica que se define como el dominio de la expectativa o el estatuto del conocimiento. La noción remite a una serie de construcciones que se emplean para expresar sorpresa o contraexpectativa (Aikhenvald 2012; DeLancey 1997, 2001, 2012; Peterson 2016). En palabras de DeLancey (2001: 369), “mirativity refers to the marking of a proposition as representing information new to the speaker”. A diferencia de la evidencialidad, categoría con la que se relaciona y de la que se distingue, los significados mirativos revelan el
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estatuto que ocupa la proposición en relación con el sistema de conocimientos del emisor (DeLancey 1997: 33).3 En el presente estudio, los valores mirativos de anda, vaya y mira se examinan en relación con la polifuncionalidad que se ha atribuido a estos tres marcadores (Tanghe 2015a, 2015b, 2016a, 2016b). Esta variabilidad de funciones explica que varios autores aboguen por un enfoque polisémico para dar cuenta de su significado. Desde esta perspectiva, los distintos sentidos asociados a vaya, por ejemplo, se entienden como relacionados y motivados (cf. Polanco 2014; Tanghe 2015a, 2016b). En contraste con la visión polisémica, este trabajo adopta un planteamiento minimalista, y sugiere que el contenido de anda, vaya y mira puede concretarse en un significado básico del que se derivan inferencialmente efectos de sentido en cada ocasión particular. Sobre esta premisa, se ofrece un tratamiento unificado de la semántica y la pragmática de anda, mira y vaya en el marco de la Teoría de la Relevancia (en adelante, TR; Sperber y Wilson [1986] 1995). 2. Semántica y pragmática de anda, vaya y mira Las tres formas examinadas comparten un origen común: derivan de una forma verbal de segunda persona singular del modo imperativo (afirmativo). Mirar se contrasta generalmente con ver y se describe como verbo agentivo que expresa la participación activa e intencional del hablante. De ahí que su contenido semántico sea más específico que el que corresponde a ver y que tanto sus contextos de uso como su significado sean más restringidos (González Melón y Hanegreefs 2010; Maldonado y De la Mora 2020). Respecto a anda y vaya, los verbos de los que derivan se clasifican en diversas categorías semánticas: andar se incluye entre los verbos que expresan modo de desplazamiento, en tanto que para ir la dirección (orientación) del movimiento es inherente (Tanghe 2013). Anda, vaya y mira han sufrido un proceso de cambio semántico desde un significado ostensivo a uno de carácter subjetivo que supone la incorporación de la perspectiva del hablante. Las formas en cuestión se desemantizan y asumen contenidos que apelan a la atención del destinatario (cf. Pons 1998a; Fuentes 2020; Luque 2009; Maldonado y De la Mora 2020). Así, por ejemplo, mira puede actuar como marcador con función apelativa y también como intensificador (cf. Briz, Pons y Portolés 2008). Lo mismo ocurre con anda (Tanghe 2016b). Dado que tanto anda y vaya como mira han evolucionado hacia funciones interpersonales o Las distintas lenguas difieren en los mecanismos para la expresión del significado mirativo. Para el español, se trata de una cuestión teórica todavía poco explorada (véase Maldonado y De la Mora 2020; Sánchez 2017). 3
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textuales, podemos hablar en este caso de pragmaticalización (Ghezzi 2014; véase Castillo 2008; Cuenca y Marín 2000; Maldonado y de la Mora 2020; Tanghe 2016b). La expresión de la miratividad, en los ejemplos de (4)-(6) sería el valor más pragmaticalizado de estos marcadores (Maldonado y De la Mora 2020: 299). Siguiendo a Tanghe (2013, 2016b), los usos de los marcadores derivados de verbos de movimiento pueden clasificarse en tres macrofunciones: apelativa, metadiscursiva y expresiva. Con la macrofunción apelativa, el emisor se orienta hacia el interlocutor con la intención de provocar una reacción de este. En la macrofunción metadiscursiva, el objetivo del emisor es organizar el discurso. Y, por último, con la macrofunción expresiva se hacen manifiestas ciertas actitudes y estados emocionales ante determinados hechos (lingüísticos o extralingüísticos). Aplicando esta división tripartita de funciones a las tres formas consideradas, se observan contrastes notables en su uso. Así, anda presenta un valor de imperativo afirmativo o negativo en mayor proporción que vaya (y que otros marcadores derivados de verbos de movimiento, como vamos o venga). Parece, pues, que mantiene la carga exhortativa asociada a la base léxica (Tanghe 2016b), tal y como se aprecia en respuestas del tipo: “Anda, ve a tirar la basura” (Real Academia Española, CREA, oral, España, 1990). Los valores apelativos de anda se han explicado a partir de una extensión metafórica del dominio espacial (Tanghe 2016b), por medio de la cual el concepto de desplazamiento, inherente a la forma verbal, se ha reconceptualizado del espacio físico al espacio mental volitivo del hablante (Polanco 2013; Tanghe 2016b). A diferencia de anda (y de mira), vaya carece de valor apelativo, debido a que se trata de un marcador derivado de un uso verbal que no expresa obligación. Sí ha desarrollado, en cambio, usos metadiscursivos y expresivos, valores que están ausentes en anda, dada su condición de verbo de movimiento no deíctico (Tanghe 2016b: 132). La función metadiscursiva asociada a vaya es el resultado de extender metafóricamente el significado de dirección de ir desde el dominio espacial al dominio discursivo (Tanghe 2016b). La dirección indicada por el verbo incide, a su vez, en el tipo de función metadiscursiva desempeñada por el marcador. Vaya ha incorporado un valor reformulativo (cf. Castillo 2008), tal y como se ilustra en (7): (7) Y lo que yo también una idea que yo tenía era que, bueno, en España siempre se ha creado de todo, siempre hemos estado creando, siempre hemos sido creativos, vaya. (Real Academia Española, CREA, oral, España, 1992) Si bien anda y vaya son capaces de representar, respectivamente, las macrofunciones apelativa y metadiscursiva, el valor que más frecuentemente caracteriza a estos dos marcadores es el expresivo. Tanghe (2016b) distingue entre la
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valoración epistémica (relativa al grado de certeza, probabilidad o veracidad del emisor con respecto al contenido proposicional) y la valoración apreciativa (el emisor comunica una actitud afectiva, que puede ser negativa o positiva). En la valoración epistémica incluye Tanghe (2016b) la expresión de sorpresa (ejemplos (4) y (5)) y la afirmación enfática (Rodríguez Ramalle 2007, 2008a, 2008b, 2011) representadas en (8a)-(8b): (8) a. ¡vaya que si sirve la universidad! (Real Academia Española, CREA. María Luisa Luca de Tena, Un millón por una rosa, 1990) b. Y fíjate ahora, anda que no tendría millones ahora. (Real Academia Española, CREA, oral, España) Resumiendo, vaya ha perdido su valor exhortativo (Octavio de Toledo 20012002) y en la actualidad cumple fundamentalmente una función expresiva y, ocasionalmente, metadiscursiva, mientras que anda aún conserva de la base léxica el contenido directivo. A diferencia de vaya, el rasgo de dirección no forma parte del significado del verbo de movimiento del que deriva anda, de modo que este marcador aporta, básicamente, los valores apelativo y expresivo. En contraste con anda y vaya, mira comunica contenidos apelativos, metadiscursivos y expresivos, siguiendo con la terminología de Tanghe (2016b).4 Así, y en tanto que deíctico imperativo, mira presenta usos fuertemente ostensivos (apelativos), como se desprende del ejemplo de (9): (9) B: §tiene tipito pero→ D: con lo basta que es↓/ (RISAS) B: [(RISAS)¡mira! ¡está así con el boli!] (Conversación 1. Val.Es.Co 2.1) En la segunda intervención de B, introducida por mira, el marcador se emplea para llamar la atención de D hacia la imitación que B lleva a cabo de una persona conocida por ambos interlocutores. Se trata, pues, de un uso apelativo de mira basado en la naturaleza deíctica, ostensiva, de la forma imperativa. El hecho que B está haciendo manifiesto a D, para que este se forme una representación mental que considere verdadera (la imitación de B), es accesible a través del entorno físico de la comunicación que los interlocutores comparten. Por tanto, “su veraci4 Los verbos de percepción, entre los que se incluye mira, han sido objeto de atención desde diversos enfoques. En cuanto a su evolución, se han propuesto explicaciones de mira en términos de extensiones semánticas y de procesos de gramaticalización (Cuenca y Marín 2000; Fernández-Jaén 2012; González Melón y Hanegreefs 2010; Hanegreefs 2005; Maldonado y De la Mora 2020).
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dad es incuestionable. El carácter evidencial de mira aquí opera automáticamente dado que es normal asumir que aquello que se ve es cierto” (Maldonado y De la Mora 2020: 300). Además de estos usos claramente deícticos, mira presenta otros en los que la función deíctica es menos saliente, pero en los que todavía se lleva a cabo una llamada de atención al oyente, como se observa en (10): (10) mira, aquí esperando yo ahora (Real Academia Española, CREA, oral, España, 1985) El significado de mira en (10) estaría a medio camino entre lo mostrativo y lo cognitivo. Un paso más en su evolución son los casos en los que el marcador ejerce una función presentativa; esto es, introduce un estado de cosas con la intención de que el interlocutor lo conceptualice de la misma manera que el emisor (Maldonado y De la Mora 2020). En tales contextos, el componente deíctico de mira ha desaparecido, y la forma se emplea como un índice ostensivo hacia un espacio mental “en el que se presenta todo un contexto narrado desde el punto de vista del hablante” (Maldonado y De la Mora 2020: 302). Este valor de mira se ilustra en el fragmento de (11): (11) A: ¡mira!/ sin ir más lejos este fin de semana↑// estaba yo en el Tergas↑ y-/ y estaba/ la Paca y yo ¿no?// y de repente↑/ viene-// vienen- se asoman las dos crías esas↑ (Conversación 20. Val.Es.Co 2.1) Con ejemplos como el de (11) se abre la vía a los usos cognitivos de mira, entre los que se incluye la marcación evidencial y argumentativa. Con mira se introducen supuestos que el emisor presenta como informaciones ciertas que actúan a modo de premisas para deducir conclusiones ulteriores. Esta es la función que desempeña mira en el ejemplo de (12): (12) Lo que él me dijo a mí fue: “mira, mi mamá es una mujer que es una ama de casa”. Quiere decir que no es una mujer con una preparación política, tal vez con todas las buenas intenciones para lleva a cabo el progreso a Nicaragua. Quiere decir, todo está por verse. (Real Academia Española, CREA, oral, España, 1990) La información a la que apunta mira en la cita directa (mi mamá es una mujer que es una ama de casa) se marca como un hecho verdadero. Este supuesto fáctico es entonces usado por el emisor de (12) para desplegar un proceso deductivo
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del que se proporciona una conclusión al final: está todo por verse. En casos como el de (12), mira se corresponde, según Maldonado y De la Mora (2020), con un marcador de espacio mental, que sería el uso dominante de esta unidad. De este valor cognitivo se derivan los casos específicos de marcación evidencial, que sirven, fundamentalmente, para validar el punto de vista del emisor (Maldonado y De la Mora 2020: 310). Los ejemplos revisados hasta el momento ilustran la evolución de los significados de mira: a medida que su contenido deíctico (exhortativo) se diluye, se hace más manifiesta la perspectiva epistémica y evaluativa del emisor, como “entidad que fundamenta lo dicho” (Maldonado y De la Mora 2020: 305). Los valores expresivos y, en concreto, el significado mirativo, son, en realidad, extensiones del uso deíctico de mira (Maldonado y De la Mora 2020). El marcador pasa en estos casos a expresar sorpresa ante un estado de cosas que contradice y elimina las expectativas del hablante, por lo que mira desarrolla un significado de contraexpectativa. Ya no se trata de que emisor y destinatario compartan un espacio mental, sino de que entran en juego otros componentes de tipo emocional y expresivo. Se produce, por consiguiente, una pragmaticalización del significado de mira (Maldonado y De la Mora 2020: 309).5 3. Una explicación alternativa: anda, vaya y mira desde la TR El punto de partida para el análisis que se propone aquí de los tres marcadores considerados es la distinción, bien asentada en la TR, entre significado conceptual o representacional y significado procedimental o computacional (Blakemore 1987, 1992; Carston 2016; Wilson 2011, 2016; Wilson y Sperber 1993, 2002, 2004). Desde el trabajo seminal de Blakemore (1987), la noción de significado procedimental se ha ampliado considerablemente en el marco relevantista (Carston 2016). En una primera fase, se centró en describir los marcadores discursivos. En una segunda fase, se extendió para dar cuenta del funcionamiento pragmático de determinadas partículas discursivas, pronombres y demostrativos, tiempos y modos verbales, adverbios ilocucionarios, la entonación, la puntuación, etc. (véase Escandell-Vidal, Leonetti y Ahern 2011). En los últimos años, el significado procedimental se ha examinado en un conjunto de mecanismos comunica5 Maldonado y De la Mora (2020: 311) plantean, de hecho, dos rutas para el desarrollo de los significados de mira: por una parte, la indicación deíctica se dirige desde el entorno físico a los espacios mentales y de ahí surgen los valores evidenciales; por otra, el contenido ostensivo de mira ya incluye, inherentemente, el contenido de sorpresa, de modo que puede dar lugar, de manera natural, a los valores mirativos asociados a este marcador.
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tivos expresivos, entre los que se incluyen las interjecciones, los expletivos, los gestos manuales y faciales de todo tipo, y la prosodia emotiva (Blakemore 2011; Wharton 2003, 2009; Wilson y Wharton 2006). La explicación relevantista de las interjecciones constituye, precisamente, el punto de partida para la descripción semántico-pragmática de los marcadores anda, vaya y mira que se propone en el presente trabajo. 3.1. Las interjecciones en la TR En el marco de la TR, Wharton (2003, 2009) entiende la semántica de las interjecciones en términos computacionales o procedimentales. Desde su perspectiva, las interjecciones no significan conceptos ni contribuyen a las condiciones de verdad del enunciado, sino que asisten a la reconstrucción de las descripciones de las emociones o actitudes proposicionales del emisor (el nivel de significado conocido en la TR como explicaturas de alto nivel; Sperber y Wilson [1986] 1995; Wilson y Sperber 1993).6 Las interjecciones se instituyen así en indicadores de las explicaturas de alto nivel, sea en la forma de un acto de habla o en la descripción de una actitud proposicional (Wharton 2003: 54), tal y como se comprueba en (13): (13) a. Wow! That book is amazing. b. The speaker is delighted that that book is amazing. (Ejemplos de Wharton 2003: 64) Según Wharton (2003: 60), “the procedural information encoded in interjections might activate various attitudinal concepts or types of concepts” (para wow, por ejemplo, sorpresa, excitación, satisfacción, etc.). En general, las interjecciones pueden proyectar la emoción, actitud o sentimiento del emisor hacia la proposición (lo que comporta la construcción de una explicatura de alto nivel). En aquellos casos en los que no hay proposición, Wharton (2003) propone considerar que las interjecciones comunican una sensación o sentimiento hacia el objeto percibido que origina o causa ciertas reacciones y respuestas específicas por parte del emisor. Tales emociones no se describen, sino que solo se expresan, de modo que el contenido no es representacional. El análisis de Wharton (2003, 2009) ha sido puesto en duda por Wałaszeska (2004) y por Padilla (2009a, 2009b, 2010, 2017), quienes se preguntan si el plan6 La explicatura de alto nivel se define como “a particular kind of explicature […] which involves embedding the propositional form of the utterance or one of its constituent propositional forms under a higher-level description such as a speech-act description, a propositional attitude description or some other comment on the embedded proposition” (Carston 2002: 377).
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teamiento no conceptualista es aplicable a aquellos casos en los que la interjección no activa la construcción de una explicatura de alto nivel (como ocurre, por ejemplo, cuando aparecen en solitario). Así, en Padilla (2017) se aducen razones para considerar que las interjecciones remiten a conceptos muy generales que resultan compatibles con enriquecimientos pragmáticos. Para dar cuenta del significado conceptual de las interjecciones, sobre todo, de las interjecciones impropias, Padilla (2017) recurre a la noción relevantista de proconcepto. Un proconcepto es un contenido conceptual muy general que requiere de determinación pragmática en el contexto; o, dicho de otro modo, un proconcepto debe desarrollarse en un concepto completo (Wilson y Sperber 1993; Sperber y Wilson 1997). Desde la perspectiva de Padilla (2017), las interjecciones no dan lugar a conceptos plenos, sino a proconceptos que tienen que ver con ciertas emociones, actitudes o estados mentales que deben especificarse en la interpretación. En una versión más radical de esta hipótesis, Sperber y Wilson (1997: 108) llegan a plantear que todas las palabras “behave as if they encoded pro-concepts: that is, whether or not a word encodes a full concept, the concept it is used to convey in a given utterance has to be contextually worked out”. Si todas las palabras incorporan esquemas de concepto, o proconceptos, entonces cabe concebir los ítems léxicos como “pointers to a conceptual space, on the basis of which, on every occasion of their use, an actual concept (an ingredient of a thought) is pragmatically inferred” (Carston 2002: 360). Siguiendo esta lógica, hay que suponer que el lexicón contendrá palabras que codifican conceptos plenos, otras que tienen asignado un esquema o proconcepto y otras, en cambio, que contienen una restricción inferencial (Carston 2002). En cualquier caso, sea que codifiquen conceptos o proconceptos, las palabras siempre apuntan a sentidos intencionalmente transmitidos (Sperber y Wilson 1997). Así pues, en el proceso de comunicación, la aparición de una palabra en un enunciado se interpreta como la evidencia de que el emisor apunta ostensivamente a un concepto pretendido que el destinatario debe deducir. Puede ser que el concepto en cuestión esté lexicalizado, o puede que, en cambio, deba ser inferido en la comunicación, a través de procesos de ajuste mutuo constreñidos por el principio de relevancia que estabilizan el contenido implícito y explícito del enunciado. En estos casos, la TR predice la creación de conceptos ad hoc (Sperber y Wilson 1997; Carston 2002), esto es, de significados específicos para la ocasión que son el resultado de operaciones de ampliación o reducción de los conceptos codificados por el ítem léxico (Carston 2002; Sperber y Wilson 2008; Wilson 2004; Wilson y Carston 2006, 2007). En este marco, Padilla (2017) razona que las interjecciones secundarias, categoría en la que suelen incluirse anda, vaya y mira, provienen de ítems léxicos (verbos, en este caso) que codifican contenido conceptual. La razón por la cual
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estas palabras con significado conceptual pleno se incorporan a la categoría de las interjecciones es porque sufren un proceso léxico-pragmático por el cual su significado originario se amplía. La denotación lingüísticamente codificada por el verbo se expande y la palabra adquiere un sentido más general que el originario (Wilson y Carston 2007). Como consecuencia de esta ampliación, los (pro)conceptos inicialmente codificados por anda, vaya y mira evolucionan a un concepto más general o difuso. Así, su denotación inicial se expande considerablemente hasta llegar a significados más vagos, que pueden ser equiparables a las emociones, sentimientos y actitudes que se proyectan sobre las acciones denotadas en principio por tales formas verbales (Padilla 2017). Este planteamiento sienta las bases para la descripción de la semántica cognoscitiva de anda, vaya y mira que se esboza en el presente estudio. Mi propuesta consiste en considerar que los tres marcadores en cuestión codifican información representacional y computacional, tal y como se argumenta en los siguientes apartados. 3.2. Mira, anda y vaya: ¿elementos procedimentales o conceptuales? En el marco de la TR, se ha atribuido al significado procedimental una serie de propiedades (cf. Blakemore 1987; Carston 2016; Curcó y Erdely 2018; Escandell-Vidal y Leonetti 2011). En primer lugar, los procedimientos resultan difíciles de parafrasear, dado que se trata de contenidos “relatively inaccesible to consciousness and resistant to conceptualization” (Wilson 2011: 11-12). Así, para ninguno de los tres marcadores considerados puede proporcionarse una misma paráfrasis en todos sus contextos de uso, tal y como se muestra en los ejemplos de (14)-(16): (14) a. Anda, come. [Anímate y come, por favor]. b. ¡Anda, una serpiente! [El emisor se sorprende de ver una serpiente]. (15) a. Estoy cansado. Agotado, vaya. [El emisor matiza su estado de ánimo y dice que está agotado y no cansado]. b. ¡Vaya casa! [El emisor muestra admiración por el tamaño, calidad o estructura del objeto denotado]. (16) a. Mira: estoy harto de ti. [El emisor anuncia una crítica al interlocutor]. b. Mira, ahí va Rosa. [El emisor llama la atención al interlocutor sobre algo que se encuentra en el campo visual de ambos].
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Una segunda propiedad que define anda, vaya y mira como elementos de contenido procedimental es la imposibilidad de combinarse con otras expresiones para crear un contenido procedimental composicional (*Seguramente anda cómete el postre; *Agotado, bien vaya; *Muy mira ahí va Rosa). Sin embargo, estos tres marcadores cumplen con otras propiedades que los aproximan al significado conceptual o representacional: son flexibles en cuanto a su significado, puesto que provienen de una palabra con contenido léxico pleno (un verbo) que se ha gramaticalizado; pueden presentar usos metarrepresentacionales o ecoicos (como ocurre con vaya); y codifican constituyentes que forman parte de explicaturas (de alto nivel) (cf. Curcó y Erdely 2018). Estas particularidades son el resultado de su progresiva pragmaticalización; esto es, de su evolución hacia la transmisión de contenidos expresivos (Carston 2016). Parece, pues, que anda, vaya y mira constituyen elementos de significado híbrido, conceptual y procedimental. ¿Cómo puede darse cuenta de la doble naturaleza del significado de estos elementos en la TR? Tal y como se reconoce en el programa relevantista, es factible suponer que determinados elementos lingüísticos codifican información conceptual y procedimental (Wilson 2011, 2016). En el caso de los tres marcadores que examinamos, los procesos de gramaticalización y pragmaticalización quedan integrados de modo coherente en la TR si se acepta que “all ‘content’ words would start out with at least some procedural content”, de modo que resulte natural que en algunos casos “this procedural content might become more specific over time, to a point where the original conceptual content becomes entirely redundant” (Wilson 2011: 18). Para definir mejor el tipo de contenido representacional que cabe atribuir a anda, vaya y mira, es preciso partir de la concepción del significado conceptual desarrollada por Carston (2016). De acuerdo con su propuesta, el significado léxico es, básicamente, un indicador (pointer), esto es, una conexión o vía de salida a un espacio conceptual a través del cual el destinatario es capaz de construir el significado pretendido por el emisor. De este modo, cada palabra dispone de su indicador distintivo, o componente de interfaz con el sistema conceptual. Esta indicación restringe los procesos inferenciales de interpretación. El significado léxico, en sí mismo, no es propiamente conceptual, sino más bien un modo de localización (un indicador) de una determinada área o dominio conceptual que, a su vez, puede incluir un conjunto de conceptos que reflejan la polisemia de la palabra en cuestión. El primer concepto accesible o construido se obtendrá atendiendo a consideraciones de relevancia (Carston 2016: 165). 3.3. El significado de anda, vaya y mira Anda, vaya y mira dan acceso a tres tipos de estructuras informativas: conceptual, computacional y afectiva. Cuando el destinatario se enfrenta a la inter-
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pretación de cualquiera de estos tres elementos, el ítem léxico en cuestión desencadena un proceso mental de identificación de algún tipo de estructura informativa (sea conceptual, computacional o afectiva/actitudinal, o una combinación de estas) (cf. Carston 2016: 165). En aquellos contextos en los que, por condicionamientos de tipo gramatical, como la posición, se trata de una forma verbal, el ítem léxico daría acceso a la estructura informativa conceptual, que pasaría entonces a primer plano. El indicador en cuestión apuntaría al dominio conceptual de MOVIMIENTO ORIENTADO, en el caso de vaya; al de MODO DE MOVIMIENTO, en el de anda; y al de ATENCIÓN DIRIGIDA, en el de mira.7 Constreñido por este índice específico hacia un determinado espacio cognitivo, el destinatario estaría forzado a reconstruir un concepto ad hoc que debería incorporarse como constituyente de la forma proposicional del enunciado (la explicatura de bajo nivel en la TR; Sperber y Wilson [1986] 1995). En los casos en los que, en cambio, anda, vaya y mira operan como marcadores e interjecciones, el significado conceptual pasa a segundo plano y se pone de relieve el contenido procedimental o el contenido expresivo (Wilson 2016), respectivamente, que ocupan entonces el primer plano en la interpretación. También así los marcadores en cuestión actúan como pointers, pero en este caso hacia ciertos procedimientos de dominio específico (Wilson 2016: 11). Mi propuesta es considerar que anda, vaya y mira codifican un metaprocedimiento. En el marco relevantista, un metaprocedimiento es una instrucción que activa una computación específica dentro de un conjunto de posibles operaciones para interpretar una determinada forma lingüística (Padilla 2018; Wharton 2009; Wilson 2011, 2012, 2016). La noción de metaprocedimiento, adoptada por Padilla (2018) para dar cuenta del significado de adjetivos, participios y nombres expresivos, puede extenderse a los tres ítems considerados, dado que comparten propiedades de los marcadores discursivos (la puesta en marcha de determinadas operaciones de argumentación y vigilancia epistémica, como veremos) y de los elementos expresivos (la inducción de determinadas actitudes y emociones). El metaprocedimiento activado por anda, vaya y mira conduciría a la construcción de una descripción del acto de habla ejecutado o de la actitud/estado emocional expresado por el emisor (explicatura de alto nivel). Adoptando este enfoque, anda, vaya y mira reciben una explicación similar a la planteada desde la TR para elementos de tipo actitudinal, como los adverbios ilocucionarios y evidenciales (Ifantidou 2001; Wilson y Sperber 1993) y las interjecciones (Wharton 2009): los tres marcadores dan acceso a Estos significados conceptuales están basados en las descripciones de Fernández-Jaén (2012), Tanghe (2016b) y Maldonado y De la Mora (2020). 7
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representaciones conceptuales que no se someten a condiciones de verdad (Wilson y Sperber 1993). A partir del metaprocedimiento inducido por anda, vaya y mira, el destinatario debe seleccionar, en cada oportunidad, uno de los procedimientos del conjunto particular que cada marcador codifica. Para vaya, los procedimientos específicos serían dos: II. Orientación al dominio conceptual interpretativo, atributivo (metarrepresentación de otro pensamiento). Con este primer procedimiento se accedería a una explicatura de alto nivel (acto de habla asertivo): el hablante dice que p’ (p’ = interpretación del pensamiento original p). II. Orientación hacia el dominio conceptual de las actitudes, las evaluaciones y las emociones. Esta operación induciría al destinatario a construir una explicatura de alto nivel (acto de habla expresivo): El hablante expresa la actitud/ emoción x hacia p (p = lo que otro ha dicho). La primera instrucción específica resulta del proceso de gramaticalización de vaya, que legitima sus valores de marcador metadiscursivo, en tanto que la segunda refleja su pragmaticalización y adquisición progresiva de valores interpersonales, emocionales y actitudinales (véase Tanghe 2016b). Para ilustrar de qué manera se aplica el primer procedimiento específico para la interpretación de vaya, considérese el ejemplo de (17): (17) Dos [trenes] tienen dos segmentos tractores en cada extremo y ocho coches de los cuales cuatro son de categoría o clase turista, un equivalente a la segunda, un coche cafetería restaurante, dos coches de categoría o clase preferente, equivalente a la primera clásica y un coche club, club Al-Andalus en este caso. Y que podía ser la súper primera. La primera ejecutiva, vaya. (Real Academia Española, CREA, oral, España, 1991) En (17), vaya impulsa al destinatario a procesar el supuesto la primera [clase] ejecutiva como una representación de otra representación que se ha hecho accesible en el discurso previo y de la que es responsable el propio emisor (podía ser la súper primera [clase]). Vaya, por tanto, activaría una operación de metarrepresentación. Una metarrepresentación, de acuerdo con Wilson (2012), es una representación de alto nivel que incluye a una de menor nivel. Las metarrepresentaciones de otros pensamientos (sea de alguien más o del propio hablante en otro momento de la conversación) son interpretativas; esto es, se parecen en el contenido al supuesto original y, consecuentemente, comparten sus implicaciones, tanto lógicas como contextuales (Wilson
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2012).8 Vaya, en tanto que marcador de reformulación, podría considerarse, por tanto, un indicador metarrepresentacional. Por otra parte, y siguiendo a Maruenda (2002), los usos interpretativos a menudo van acompañados de la expresión de una determinada actitud, tal y como se desprende del enunciado de (18): (18) Pues qué maravilla. Me viene ¡fenomenal!, vaya. (Real Academia Española, CREA, oral, España, 1991) En (18) se añade un nivel más de representación al contenido comunicado, puesto que, además de la metarrepresentación, se suma la actitud del emisor al uso interpretativo. Ante una información proporcionada previamente por el interlocutor acerca de disponer de coche propio, el emisor reacciona mostrando una actitud de aceptación y aprobación entusiasta de ese estado de cosas. Vaya induce en (18) una interpretación ecoica: el enunciado que contiene el marcador adquiere relevancia precisamente por transmitir la actitud del hablante hacia un contenido similar al de la representación emitida (Wilson 2012). En relación con la segunda instrucción específica de vaya, es preciso tener en cuenta que, como argumenta Padilla (2017), las interjecciones impropias o secundarias, entre las que se incluye este marcador (así como anda y mira), representan “pointers to conceptual spaces related to the realm of emotions, feelings or attitudes” (Padilla 2017: 310). De acuerdo con nuestra propuesta, para la interpretación de la reacción de G encabezada por vaya, la audiencia debe construir una descripción de la actitud o estado emocional de G ante el estado de cosas descrito por E: (19) G: ¿te estás sacando el carné ya? E: sí↓ [el teórico ya] L: [¿ya has acabao?] G: ¡vaya! ¡qué suerte! oyee enhorabuena§ E: § suerte no/ que no era la primera vez que iba (L.15.A.2: 1238-1242) 8 La distinción entre uso descriptivo y uso interpretativo constituye uno de los ejes fundamentales de la descripción del significado en la TR. Un enunciado es usado descriptivamente cuando el pensamiento interpretado es el del propio emisor. En este caso, el enunciado se emplea para representar un estado de cosas real o posible. Un enunciado es, en cambio, usado interpretativamente cuando representa a otra representación (por ejemplo, un enunciado posible o real, o un pensamiento) a la que se parece en contenido (Wilson 2006). A menudo, el enunciado se plantea como la interpretación de un pensamiento que el emisor atribuye a otra persona (o a sí mismo en otro momento o en otras circunstancias). En este caso, Sperber y Wilson ([1986] 1995) hablan de uso interpretativo atributivo.
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Vaya está asociado a un repertorio limitado de actitudes proposicionales y de emociones. De acuerdo con Tanghe (2016b), este marcador puede comunicar asombro, sorpresa, incredulidad, desacuerdo, disgusto, rechazo o acuerdo moderado. Para determinar en (19) cuál es la interpretación más coherente con la presunción de relevancia, debería considerarse no solo el contenido proposicional sobre el que se expresa la actitud del emisor (la información facilitada por E), sino también otras claves contextuales, como la entonación u otros elementos paralingüísticos. Dado que G desconocía la información de que E hubiera aprobado el examen teórico del permiso de conducir, la interpretación más relevante para vaya es suponer que G está expresando satisfacción (o incluso sorpresa) ante lo dicho por E. Se trataría de un ejemplo de uso mirativo de este marcador. Así que, para (19), vaya da acceso al dominio conceptual de las emociones, y la interpretación incluye la construcción de una explicatura de alto nivel (un esquema conceptual) del tipo G expresa su sorpresa/admiración por el aprobado de E en el examen teórico del permiso de conducción.9 En cuanto al marcador anda, los procedimientos específicos que codifica son dos: II. Orientación al dominio conceptual ilocutivo. El valor apelativo del marcador se deriva de su incidencia en el estilo de realización de un acto de habla directivo (Searle 1976). La explicatura de alto nivel inducida por este procedimiento sería: El hablante insiste/persuade/anima a D a realizar la acción x. II. Orientación hacia el dominio conceptual de las actitudes proposicionales y las emociones. El rango de emociones y actitudes a las que da acceso anda son sorpresa, incredulidad, rechazo y desacuerdo. La explicatura de alto nivel adoptaría la forma: El hablante expresa un determinado estado mental o emocional por causa del objeto/evento y. El primer procedimiento al que apunta anda se activa a partir de enunciados como los de (20a)-(20c): (20) a. Cállate y pírate, anda. (Real Academia Española, CREA, oral, España, 1996) b. a nda, mujer, que no es para tanto. (Real Academia Española, CREA, oral, España, 1993) No siempre es el caso que vaya guíe la derivación de explicaturas de alto nivel. En construcciones como ¡Vaya casa!, cabría suponer que la expresión actitudinal no se aplica a toda la proposición, sino solo a un constituyente. Para dar cuenta de estos casos, puede adaptarse la explicación que Padilla (2018) propone para los SA expresivos y los SN expletivos y considerar que se deriva una explicatura de nivel intermedio (intermediate-level explicature) construida específicamente para la ocasión y que describe el estado emocional (admiración, por ejemplo) hacia la entidad denotada. 9
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c. ¿Y por qué no le preguntas algo, anda? (Real Academia Española, CREA, oral, España, 1990)
En cualquiera de los tres enunciados de (20), anda modaliza la fuerza imperativa aplicada al contenido proposicional del enunciado, al tiempo que añade matices emocionales de irritación, impaciencia o, incluso, empatía. En cualquier caso, el marcador aporta un componente interpersonal e intersubjetivo, que define el estilo del acto de habla. Anda desencadena el proceso de construcción de una explicatura de alto nivel que describa el intento del emisor de animar, motivar o incitar a la acción requerida del destinatario. El segundo procedimiento indizado por anda da cuenta de los valores expresivos reconocidos en la bibliografía para esta forma (véase Tanghe 2016b). Este procedimiento específico se pone en marcha en aquellos contextos en los que, como ocurre en la reacción de C en el intercambio de (21), la interpretación de anda requiere la derivación de una descripción actitudinal o emocional que resulte adecuada para la ocasión. Para satisfacer esta tarea, el interlocutor A debería activar representaciones conceptuales relacionadas con la emoción de la sorpresa, expresada por C. Tales contenidos se ajustan inferencialmente, en función de requerimientos de relevancia (véase Padilla 2018): (21) A: [que se vayan a meter] ¡ay mira mira mira mira!// ¡MIRAR lo [que he comprado!] C: [¡ah! qué susto]/ ¿¡anda un búho!? A: porque ya que- [ya que Marco→] D: [¿un cenicero de búho?] A: claro↓ ya que Marco me lo rompió↑§ (Conversación 3. Val.Es.Co 2.1) Para el marcador mira, por último, puede plantearse que los procedimientos específicos asociados a esta forma son tres: III. Orientación al dominio conceptual de la percepción. La explicatura de alto nivel activada por mira tendría la forma de un acto de habla directivo del tipo: El emisor invita al destinatario a localizar en el dominio perceptual compartido la entidad z. III. Orientación al dominio conceptual de la argumentación y la evidencialidad. La explicatura de alto nivel creada a partir de esta operación contendría la descripción de la actitud epistémica del emisor ante el contenido proposicional: El hablante se compromete con respecto a la verdad de que p (p = supuesto fáctico). III. Orientación hacia el dominio conceptual de las emociones y, más en concreto, de los contenidos mirativos. La explicatura de alto nivel constreñida
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por el marcador sería: El hablante expresa sorpresa por causa del objeto/ evento y. El primer procedimiento está directamente vinculado al ámbito apelativo. Mira induce al destinatario a compartir el punto de vista del emisor o a atender a cierta actividad a la que este dirige su atención (Maldonado y De la Mora 2020; Resano 1977). Este valor de atención dirigida está, de hecho, en la base de los tres procedimientos específicos a los que da acceso mira.10 Al mismo tiempo, mira requiere del destinatario que se fije en una entidad visualmente perceptible en el entorno físico que comparten los interlocutores (Diessel 2006, 2012; Maldonado y De la Mora 2020), tal y como se ilustra en el ejemplo de (22): (22) mira lo que te doy además, mira, lo que estoy dando ya, mira esto, además te lo doy, pero claro, no te gusta la muñeca. (Real Academia Española, CREA, oral, España, 1991) El segundo procedimiento específico de mira se aleja del valor deíctico original presente en el primero, y se adentra en un dominio de nuevas conceptualizaciones relativas a la persuasión y a la evidencialidad (Maldonado y De la Mora 2020). En virtud de esta segunda instrucción, mira induce al destinatario a interpretar el contenido proposicional del acto de habla de decir como una verdad incuestionable (un supuesto fáctico). Dado su elevado grado de fiabilidad (evidencialidad), el supuesto en cuestión se usa discursivamente como razón o premisa para inferir una determinada conclusión. Este sería, precisamente, el tipo de interpretación a la que da acceso mira en (23): (23) ¿qué tipo de modificación del comportamiento impone la heroína, por ejemplo, a un heroinómano? Bueno, mira, es una modificación total y radical. Mira, el heroinómano ya en estado avanzado es una persona profundamente sensible, con una inmensa tristeza, que se desprecia a sí mismo, porque sabe que está metido en una trampa. (Real Academia Española, CREA, oral, España, 1983) En la respuesta a la pregunta formulada en (23), el emisor lleva a cabo una aserción valorativa (es una modificación total y radical) con un grado elevado de fuerza. Aunque la fuente de la información aseverada es únicamente el propio En los estudios dedicados a mira, se subraya que este marcador pertenece a la categoría de los marcadores discursivos de control de contacto entre emisor y destinatario, de modo que se mantiene la atención de este (Portolés 1998; Pons 1998a, 1998b). 10
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hablante, que se erige en autoridad para fundamentar lo dicho, el supuesto en cuestión se presenta como una verdad irrefutable. El fragmento de (23) contendría un ejemplo de uso evidencial de mira (Maldonado y De la Mora 2020). El componente conceptual de atención dirigida (originario del verbo del que procede el marcador) explica que mira incluya al destinatario en el acceso al dominio conceptual argumentativo evocado por el emisor. Se trata, pues, de una verdad compartida o que se ofrece estratégicamente como tal. La finalidad es eminentemente persuasiva. Prueba de ello es el hecho de que mira también encabeza el segundo enunciado de la respuesta de (23), y da acceso a más supuestos (en este caso razones), para justificar la afirmación previa. Por consiguiente, y como se expondrá en el apartado 3.5, este segundo procedimiento parece desencadenar operaciones cognitivas relacionadas con la argumentación y la vigilancia epistémica. Por último, y de acuerdo con el tercer procedimiento específico, mira apunta a representaciones de estados emocionales o actitudinales; en concreto, de sorpresa o contraexpectativa. Como señala Sánchez (2017: 500), “the main semantic contribution of mira is that of marking the sentence it modifies like new or unexpected information, that is, mira has a mirative meaning”. El contenido de sorpresa se comunica ostensivamente con el enunciado Mira quién habla, que fue el título con el que se estrenó en España la película estadounidense Look Who’s Talking (1989). La relevancia de mira, en este enunciado, es dar acceso a una representación del estado mental-emocional de sorpresa de cualquier emisor ante el hecho insólito de que un bebé pueda hablar. En posición inicial, como en este ejemplo, mira anuncia información que es nueva o inesperada, de modo que el marcador atrae la atención del destinatario hacia esa nueva realidad u objeto. Si, en cambio, se ubica al final del enunciado, mira refuerza el enunciado, puesto que marca la información precedente como nueva o inesperada para la audiencia. Tanto en un caso como en el otro, el efecto de refuerzo de lo novedoso de la información es resultado de la configuración informativa del enunciado (Sánchez 2017: 497). Cuando no hay proposición sobre la que aplicar el procedimiento específico del marcador, lo relevante es entonces la propia expresión de la reacción evaluativa o emocional, aunque subsidiariamente se pueda recuperar el supuesto sobre el estado de cosas que ha motivado esa reacción por parte del emisor. De ser así, nos encontraríamos más bien ante un caso de mostrar (showing) que de significar de modo no natural (meaningNN) (Wharton 2008). El recurso a anda, vaya y mira en solitario apuntaría a mostrar conductas naturales producidas de modo espontáneo. Si, por ejemplo, el hablante emite ¡Anda!, ¡Vaya! o ¡Mira! tras visualizar una lagartija en una de las paredes de su apartamento, la evidencia proporcionada para la interpretación de la interjección (en concreto, la reacción emocional de sorpresa) es relativamente directa. Ahora bien, hay un continuum o gradación entre ejemplos de ostensión que podrían describirse como más cercanos a mostrar
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algo y casos obvios de comunicación en los que el hablante quiere intencionalmente decir algo (Sperber y Wilson [1986] 1995). Cuando anda, vaya y mira no se aplican directamente sobre una proposición, la relevancia de la emisión consiste entonces en la propia expresión de la emoción experimentada, de suerte que la interjección activa la construcción de la primera parte de la explicatura de alto nivel: ‘El emisor expresa sorpresa, miedo, nerviosismo, etc.’, en tanto que la determinación del estado de cosas que motiva esta reacción no es ostensivamente comunicada por parte del emisor (aunque puede ser recuperada por el destinatario si lo juzga relevante). Cada uno de los procedimientos específicos codificados por los tres marcadores analizados refleja un estadio evolutivo diferente de las formas consideradas, desde el uso conceptual pleno y deíctico asociado a la categoría de los verbos de los que derivan hasta la progresiva evolución hacia un nuevo estatuto morfosintáctico y una nueva función (de reformulación, para vaya; de argumentación y evidencialidad, para mira). Tal gramaticalización avanza también hacia un proceso de subjetivización que desconceptualiza a anda, vaya y mira y los dota de procedimientos relacionados con la transmisión de contenidos expresivos (Padilla 2018; Traugott 1992, 1995). Anda y vaya apuntan a un rango más amplio de actitudes y emociones que mira, que parece erigirse en el marcador más mirativo de los tres (cf. Sánchez 2017). A su vez, y como se predice actualmente en la TR, cada procedimiento específico involucra la participación de distintos módulos cognitivos. Al examen de esta cuestión se dedican los apartados que siguen. 3.4. La hipótesis de la modularidad masiva de la mente La pragmática relevantista ha suscrito en sus desarrollos más recientes la llamada hipótesis de la modularidad masiva de la mente, que concibe la mente como un conjunto complejo de módulos altamente interconectados entre sí, de modo que toman como input los outputs de otros módulos. En una mente masivamente modular, los procesos cognitivos son obligatorios y automáticos, y están adaptativamente especializados para la solución de tareas concretas (Sperber 1994, 2002, 2005; Carruthers 2006). De esta manera, los módulos mentales se instituyen como mecanismos computacionales autónomos y específicos, encargados de aplicar procedimientos exclusivos a las regularidades propias de sus dominios (Mazzarella 2016). La TR predice la existencia de módulos cognitivos para la comprensión y la teoría de la mente (Sperber y Wilson 2002; Wilson y Sperber 2004), para la lectura de las emociones (Wharton 2003, 2009), para la producción del habla y la sintaxis (Levelt 1993), para la vigilancia epistémica (Sperber et al. 2010), para la argumentación (Mercier y Sperber 2011, 2017), y para la cognición social (Happé, Cook y Bird 2017). Estos módulos están orientados a la búsqueda
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del máximo beneficio cognitivo a cambio de la mínima inversión de esfuerzo de procesamiento, y dan como resultado hipótesis interpretativas sobre el significado del hablante (Padilla 2016). Si la mente está organizada modularmente, resulta lógico suponer que la función principal de los ítems léxicos consiste en activar procedimientos de dominio específico en el curso de la comunicación (Wilson 2011, 2016). Como sugiere Wilson (2011: 15), “words are ‘pointers to’, or ‘pieces of evidence about’, the speaker´s meaning”, por lo que la función de las expresiones lingüísticas consiste en colocar al usuario del lenguaje en un estado en el que ciertos mecanismos cognitivos modulares se activen, contribuyendo, así, al proceso de comprensión orientado a la relevancia. Adoptando esta perspectiva, hemos propuesto que los marcadores anda, vaya y mira se conciban como elementos que, siguiendo a Wilson (2016: 11), “act as ‘pointers’ to certain procedures”. Los procedimientos específicos a los que apuntan los tres marcadores examinados ponen en marcha operaciones de módulos cognitivos especializados, tales como los dedicados a la teoría de la mente, la argumentación, la vigilancia epistémica, y al reconocimiento de las emociones. 3.5. La interpretación modular de anda, vaya y mira En el programa relevantista se subraya que la interpretación de los enunciados presenta ciertas regularidades similares a las de otros dominios cognitivos (Mercier y Sperber 2011, 2017; Sperber 2002; Sperber y Wilson 2002; Wilson 2011, 2017). De ahí que se reconozca un módulo metacomunicativo, el llamado módulo de la comprensión, que estaría dedicado exclusivamente a la interpretación pragmática (cf. Sperber y Wilson 2002; Wilson 2017; Wilson y Sperber 2002, 2004). Tal dominio operaría con sus propios principios y mecanismos, resultado de la evolución desde un módulo más general de lectura de la mente, responsable de ofrecer explicaciones acerca del comportamiento de otros en términos de estados mentales atribuidos, tales como creencias, intenciones, etc. (Origgi y Sperber 2000; Sperber 2000, 2002; Sperber y Wilson 2002; Wilson 2000, 2017). La comprensión, en realidad, consistiría en un submódulo del módulo de lectura de la mente, encargado de aplicar automáticamente a los estímulos ostensivos un procedimiento basado en consideraciones de relevancia (Sperber y Wilson 2002: 20). El segundo procedimiento específico propuesto para vaya consiste, precisamente, en construir una metarrepresentación de un supuesto o pensamiento previo que el emisor u otra persona (el destinatario mismo) podría sostener. Esta instrucción da cuenta de la interpretación de aquellos enunciados en los que el marcador presenta usos metadiscursivos y reformulativos, tal y como ilustra el fragmento de (24):
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(24) cuando yo era más joven y no es que sea muy viejo, vaya, pero en fin, cuando era más joven solía pensar que pues que había que aprender técnicas y tal. (Real Academia Española, CREA, oral, España, 1990) En (24), el supuesto marcado por vaya constituye una metarrepresentación de un posible supuesto que el destinatario u otra persona podría deducir de la afirmación previa, cuando el emisor era más joven. El destinatario, inducido por el primer procedimiento específico de vaya (que es el que habrá seleccionado en función de consideraciones de relevancia), debe construir una representación de alto nivel del tipo el emisor dice y atribuirlo como parte del significado del emisor (Wilson 2000). La interpretación comporta, asimismo, el reconocimiento de la actitud de distanciamiento o rechazo mostrada por el emisor ante ese pensamiento atribuido. Para poder desarrollar tales operaciones, el destinatario se ve obligado a activar sus capacidades metacomunicativas específicas de dominio (teoría de la mente). El marcador vaya funciona como un indicador del tipo de procesamiento necesario para identificar el estado mental del emisor (cf. Wilson 2012). En contraste con vaya, mira activa las operaciones cognitivas relacionadas con la argumentación y la persuasión. De acuerdo con Mercier y Sperber (2011, 2017), el razonamiento humano es un conjunto específico de mecanismos cognitivos, perfeccionados a través de la evolución de la especie, que están dedicados al procesamiento de los argumentos; su función es la argumentación. El razonamiento es entendido como una forma de inferencia intuitiva. El input del módulo argumentativo son aserciones, esto es, supuestos que la audiencia no está preparada para aceptar tal cual, así como información que es relevante para su evaluación. El output está constituido por las representaciones de los argumentos para defender tales aserciones. La capacidad argumentativa se sustenta en los mecanismos de vigilancia epistémica, que permiten sopesar la validez, la fuerza y la coherencia de las premisas empleadas en la interpretación, con el fin de detectar posibles falacias y falsas informaciones (cf. Mercier y Sperber 2011). Tales mecanismos se agrupan en aquellos que se aplican para evaluar la fuente de la información comunicada y aquellos que se orientan a calibrar la validez y fiabilidad de su contenido (Wilson 2012: 37). ¿De qué manera es posible persuadir a una audiencia que está dotada de un módulo argumentativo para la vigilancia epistémica? Unger (2016) responde que una de las estrategias es el recurso a conectores lógicos (si… entonces, pero, por lo tanto, además, etc.), que pasan a contemplarse como mecanismos para mostrar ostensivamente la estructura argumentativa del enunciado. Tales elementos se instituyen en los indicadores que constriñen el proceso de razonamiento que está en la base de la vigilancia epistémica. Otra estrategia consiste en recurrir a
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adverbios evidenciales (evidentemente, supuestamente, etc.). Con estas expresiones, el emisor induce al destinatario a determinar si la información en cuestión es fiable o no, o si la evidencia proporcionada es suficiente para apoyar lo que se dice (Escandell-Vidal, Leonetti y Ahern 2011; Figueras 2017; Ifantidou 2001; Padilla 2016, 2020; Sperber et al. 2010; Unger 2012, 2016; Wilson 2012). En palabras de Wilson (2012: 38), “the role of evidentials and epistemic modals is not to guide the comprehension process in one direction or another (the proposition expressed by the utterance would have been understood just as well without them) but to display the communicator’s competence, benevolence and trustworthiness to the hearer”. Extendiendo este análisis a otros elementos de la forma lingüística, el marcador mira puede concebirse como una expresión cuya relevancia consiste en ocasiones en contribuir a la evaluación epistémica de la información transmitida, de modo que los comunicadores introducen y marcan esta información como argumentos diseñados para persuadir a la audiencia, más que propiamente para guiar la interpretación (cf. Sperber 2001; Wilson 2011). De este modo se explican los usos cognitivos y evidenciales de mira reconocidos en la bibliografía (Maldonado y De la Mora 2020). En función del segundo procedimiento específico para mira, el marcador induce al destinatario a asumir el estado de cosas descrito en el contenido proposicional como verdadero (se ofrece como una evidencia incuestionable), y a interpretar el supuesto en cuestión como una premisa en un esquema argumentativo. Considérese, en este sentido, el ejemplo de (25): (25) D: bueno↓ un momento ¿me lo podéis explicar?/ es que no me estoy enterando A: es que no/ no tiene explicación/ no es/ es// simplemente/ no/ o sea ?: problemillas§ A: § mira/ yo/ siempre he pensado que nunca había- que noo estoy todavía preparado (ML.84.A.1: 33-39) En el intercambio de (25), A está intentando justificar por qué no se compromete del todo en su relación sentimental con B, una amiga común. Una de las razones aducidas por A es la introducida por mira: el emisor no está todavía preparado para mantener una relación más estable de pareja. Esta información se presenta como cierta, como un hecho que, aunque responde a la subjetividad del emisor, debería ser razón suficiente para convencer a la audiencia.11 La capacidad En palabras de Maldonado y De la Mora (2020: 303), “el hecho de que mira fundamente la veracidad o la pertinencia de lo dicho en la figura del emisor, como fuente confiable, lo convierte en marcador evidencial”. 11
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lógica o argumentativa activada a partir de mira comporta también el criterio para determinar el valor de evidencia de tal información. Así pues, mira da acceso a los mecanismos de vigilancia epistémica que evalúan y establecen la verdad o falsedad de las afirmaciones. Frente a estos módulos específicos dedicados a la interpretación de vaya y mira en sus usos metadiscursivos, los tres marcadores descritos comparten una misma instrucción para construir una descripción de alto nivel de la actitud afectiva o emocional del emisor. El reconocimiento del componente de las emociones en las explicaciones pragmáticas parte de la base de que la comprensión inferencial y la impresión afectiva no están ni separadas ni secuencialmente ordenadas, sino que son procesos entrelazados en la comunicación (cf. Wharton et al. 2021). En el programa relevantista, la adopción de la tesis de la modularidad masiva de la mente permite plantear una semántica léxica en la que la codificación procedimental se hace extensiva a un conjunto de expresiones que asisten a los módulos responsables de la identificación de las emociones o actitudes (Carston 2016; Wilson 2012, 2016). En este marco, adverbios actitudinales como felizmente o desafortunadamente (Ifantidou 2001), la entonación, las interjecciones, las expresiones faciales o los gestos (Blakemore 2011, 2015; Wharton 2003, 2009, 2016; Wilson y Wharton 2006) representan elementos que guían la construcción de esquemas sobre la actitud del hablante ante la proposición; esto es, dan acceso a las explicaturas de alto nivel del enunciado (con representaciones del tipo ‘El hablante está contento/ triste/furioso de que p’), cuyo formato final dependerá, en última instancia, de los supuestos contextuales sobre las circunstancias de la situación comunicativa (el hablante, el lugar del encuentro, los acontecimientos recientes, los objetos e individuos a los que se alude, el paralenguaje en el intercambio, etc.). Tal y como se ha propuesto en el apartado 3.3, uno de los procedimientos específicos que anda, vaya y mira comparten es inducir la construcción de esquemas conceptuales que se correspondan con las descripciones de las actitudes afectivas del emisor hacia algo que se hace manifiesto en su entorno cognitivo o que se aplica al estado de cosas descrito en la proposición (Wharton 2003, 2009, 2016; Wilson y Wharton 2006). A partir de tal instrucción, y en función de la presunción de relevancia, se desencadenan en el proceso interpretativo operaciones cognitivas de lectura de las emociones. Es importante señalar que la información procedimental codificada por cada uno de los tres marcadores considerados interactúa con la asociada a otros elementos de tipo procedimental (la entonación, por ejemplo). La coocurrencia de ciertos patrones entonativos con tales marcadores proporciona más evidencias para la construcción de las explicaturas de alto nivel que incluyen información sobre las emociones o los sentimientos del emisor, así como más matices en la
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determinación del significado comunicado (Padilla 2018). En concreto, pueden añadirse tonos de sorpresa, admiración, contraexpectativa, distanciamiento, decepción o desprecio, por citar solo algunos contenidos actitudinales. En los ejemplos (26) y (27) se aprecia esta gama de valoraciones afectivas y emotivas: (26) Nueva llamada, buenas tardes. sí, buenas tardes. Vaya, pues hoy nos quieren hacer alguna faenita las líneas telefónicas. (Real Academia Española, CREA, oral, España, 1991) (27) ¿Nueva Izquierda realmente es un submarino del psoe? ¡Pues anda! Que si fuera un submarino estaríamos ya ahogados. (Real Academia Española, CREA, oral, España, 1996) Para el procesamiento del enunciado modificado por vaya, en (26), la interpretación más relevante, en función del contexto, es acceder a una descripción de alto nivel del tipo ‘El emisor expresa su decepción/frustración [por el funcionamiento deficiente de las líneas teléfonicas]’. De manera similar, el marcador anda, en (27), induce a interpretar distanciamiento y rechazo como actitudes del emisor expresadas ostensivamente en relación con la información atribuida a otros, y cuestionada, en la pregunta eco precedente. En este caso, dos módulos, por lo menos, se activan en la interpretación: teoría de la mente (puesto que se reproduce un pensamiento atribuido a otros) y reconocimiento de actitudes afectivas y emociones (dado que se trata de un uso ecoico). El ejemplo de (27) puede ponerse en relación con el tipo de construcciones enfáticas con valor de grado, ilustradas en (28): (28) a. Claro, los chistes son jodidos, pero ¡anda que recibirlos! (Real Academia Española, CREA, ABC, 22/9/1997) b. ¡Pero mira que eres burro! (Real Academia Española, CREA, oral, España, 1991) c. Cuando se pone a escribir, vaya que escribe bien. (CREA, El País, 1990) En los fragmentos de (28a)-(28c), anda, vaya y mira constituyen elementos modalizadores vinculados a la expresividad del hablante.12 Se parecen, en este Con respecto a mira que, Fuentes (2020) señala que uno de sus principales valores es la intensificación. A partir de una valoración positiva o negativa, la construcción con mira que “adquiere un contenido fundamentalmente focalizador e intensificador” de esa valoración (Fuentes 2020: 952). Otros valores de contenido procedimental de esta expresión, de acuerdo con la autora, serían el de focalizador en contexto antiorientado, el de amenaza, el justificativo, y el concesivo. 12
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sentido, a los adverbios oracionales orientados al hablante (para una descripción de estas estructuras, véase Rodríguez Ramalle 2007, 2008a, 2008b, 2011). En contraste con las estructuras enfáticas con anda y mira, en las que el marcador introduce el supuesto como información nueva o como un supuesto inferido (en (38b), una implicación contextual), en las encabezadas por vaya es frecuente que la repetición (ejemplo de (28c)) se interprete como metarrepresentación atributiva y ecoica (Wilson 2000). En cualquier caso, la relevancia de estos enunciados enfáticos con anda, vaya y mira es la expresión de una actitud o emoción en particular. Tales construcciones adquieren el grado óptimo de relevancia cuando son procesadas de modo que se identifica la actitud del emisor (Padilla 2012). Para las construcciones de (28a)(28c), el destinatario debe construir una descripción de alto nivel del tipo ‘El emisor afirma enfáticamente que p’ e identificar la actitud comunicada (crítica, aprobación, alabanza, admiración). Los efectos sociales de estos enunciados actitudinales son, siguiendo a Padilla (2012), “emotional reciprocity, rapport, strengthening of their links of solidarity, re-affirmation of complicity or the construction of a common identity”. En este tipo de estructuras se pone de relieve, como información de primer plano, el contenido afectivo, y se deja de fondo el valor apelativo, exhortativo, por lo que se ponen en marcha los procesos cognitivos responsables de asignar estados mentales actitudinales y emocionales al emisor. Además de esta gama compleja de actitudes, entre los contenidos expresivos comunicados ostensivamente con anda, vaya y mira destacan los mirativos, ilustrados en los fragmentos reproducidos en (29) y (30): (29) A: §tú verás// ¡ah! y he visto también al→/ ((de mi pueblo por allí))↑§ B: §¿a quién?↓ A: al ese al Johnny ese B: ¡¿anda ya te saluda?!§ A: §ya me saluda§ (Conversación 13. Val.Es.Co 2.1) (30) A: ellos piensan que- e- que el tiempo de ellos [vale mucho↓] C: [son bobos vale son] bobos porque [(( ))] A: [y que] / y que tu tiempo no vale nada↓/ ni tu tiempo ni- ni el dinero de gasolina ni nada/ ¡no sé cómo son!// ¡[uy uy uy uy uy] uy qué golpe se han dado esos! ¡uy mira se calientan!↑ (Conversación 1. Val.Es.Co 2.1) Tanto en (29) como en (30), el destinatario, inducido por el marcador, debe acceder a un esquema conceptual referido a las emociones expresadas por el emisor a partir de la percepción de un hecho manifiesto, un objeto o evento, o aplicadas a un contenido proposicional. El módulo de la comprensión, por tanto,
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se activa en conexión con el módulo de reconocimiento de las emociones. La reacción de sorpresa ante una información que contradice las expectativas del hablante puede ser caracterizada como una de las emociones humanas fundamentales, junto con la felicidad, la tristeza, la ira, el disgusto, el miedo o el desdén (Peterson 2015, 2016). Akatsuka (1985) plantea una escala epistémica que va del dominio realis al irrealis. La sorpresa, de acuerdo con Akatsuka (1985), se relaciona con el dominio irrealis, y sugiere la siguiente paráfrasis para dar cuenta del procesamiento de información completamente nueva: ‘No lo sabía hasta este preciso instante’. Esta reacción se comunica ostensivamente con la respuesta de H3 en el diálogo de (31): (31) Ah, pero ¿ya es…? ¿Ya ha venido Javi? Javi vino ayer. ¿Fernández? ¿Ah, sí? Anda. No lo sabía. (CORLEC) (Ejemplo tomado de Tanghe 2015a) El ejemplo de (31) ilustra la conexión entre el componente epistémico de la evidencia indirecta (la información reportada) y la sorpresa del emisor (Rett y Murray 2013: 457). De ello se deriva que en las construcciones mirativas confluyen tanto la aserción de que p como la expresión de sorpresa del hablante (Rett y Murray 2013: 467). En la base del significado mirativo, sin embargo, se sitúa el estado mental del emisor, y de qué manera este estado cambia y se transforma cuando encuentra información nueva. La miratividad, como argumenta Peterson (2015: 317), se explica más adecuadamente como el reflejo lingüístico de un determinado proceso cognitivo experimentado por el hablante en una situación comunicativa determinada. Este proceso psicológico (y también fisiológico) constituye la reacción al confrontar información inesperada. El factor clave para entender los enunciados mirativos radica en que el emisor no se sorprende del contenido proposicional incrustado en el marcador anda o mira, sino que lo hace en respuesta a esa nueva información que emerge en un contexto específico (Peterson 2015: 327), y que viola alguna de las expectativas (o esquemas mentales, en términos psicológicos) con las que el emisor define, entiende y opera en el mundo, de suerte que la mente del emisor no está preparada para procesarla automáticamente (Peterson 2015: 336). La discrepancia entre el esquema cognitivo activado en la mente del hablante y un evento inesperado que lo cuestiona es el origen de la emoción de sorpresa expresada, respectivamente, por anda y por mira en (29) y (30) (cf. Peterson 2016).
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4. Conclusión En el presente capítulo se ha propuesto un tratamiento unificado de la semántica y la pragmática de anda, vaya y mira en el marco de la TR. De acuerdo con el análisis trazado, las tres formas parecen codificar tanto significado conceptual como procedimental. Si se acepta una concepción híbrida del contenido de anda, vaya y mira, puede darse cuenta de los diversos usos de estos elementos en la comunicación. El punto de partida es asumir que se trata de unidades que dan acceso a tres tipos de estructuras informativas: conceptual, computacional (o procedimental) y afectiva (o emocional). Cuando ocupan la posición correspondiente al verbo en la estructura sintáctica, se activa la estructura conceptual, así que actúan como pointers hacia un contenido conceptual mínimo que se enriquece inferencialmente para construir un concepto ad hoc en cada ocasión particular. El concepto lexicalizado básico, o (pro)concepto, que cabe asociar a cada forma sería el siguiente: MOVIMIENTO ORIENTADO, para vaya; MODO DE MOVIMIENTO, para anda; y ATENCIÓN DIRIGIDA, para mira. Tales expresiones codifican también un metaprocedimiento; esto es, una instrucción para seleccionar un procedimiento específico de una lista cerrada para cada ítem léxico. De este planteamiento se deriva que, cuando funcionan como marcadores, anda, vaya y mira inducen la construcción de una descripción del acto de habla o de la actitud del emisor ante el contenido proposicional (o el estado de cosas que motiva una determinada reacción emocional). Estas descripciones son de naturaleza conceptual, pero no contribuyen a las condiciones de verdad del enunciado. Para cada marcador en particular se ha propuesto en este trabajo un conjunto de procedimientos específicos (conceptual, computacional, afectivo) que desencadenan determinadas operaciones cognitivas modulares (teoría de la mente, argumentación, vigilancia epistémica, lectura de las emociones). Estos procedimientos específicos son seleccionados en cada caso en función de consideraciones de relevancia. Una explicación de este tipo permite concebir, en una gradación, los distintos significados conceptuales y procedimentales codificados por determinadas unidades léxicas. Si bien los tres marcadores estudiados difieren con respecto a alguno de sus procedimientos particulares, comparten la instrucción de derivar una descripción actitudinal o emocional sobre un constituyente o una proposición (o sobre un evento u objeto percibido). De ahí surgen los significados mirativos, de expresión de sorpresa y contraexpectativa, identificados en la bibliografía. En cualquier caso, la explicatura de alto nivel correspondiente representa el esquema conceptual referido a las emociones y actitudes afectivas del emisor. Esta descripción puede aplicarse a un contenido proposicional, o bien puede constituir una reconstrucción inferencial cuya base es la percepción de algún hecho manifiesto, algún
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objeto, evento o contenido proposicional previo (con la consiguiente activación de determinados conceptos actitudinales o emocionales; cf. Sperber y Wilson [1986] 1995; Wilson y Sperber 2002, 2004). También en la transmisión de los contenidos emocionales es preciso establecer un continuum entre mostrar, en un extremo, y significar de modo no natural, en el otro (Wharton 2008, 2009). Queda por determinar todavía, sin embargo, en qué condiciones concretas el significado mirativo de anda, vaya y mira difiere y qué contextos favorecen las distintas lecturas actitudinales y emocionales. Referencias Aikhenvald, A. Y. (2012): “The essence of mirativity”. Linguistic Typology 16 (3): 435-485. Akatsuka, N. (1985): “Conditionals and the Epistemic Scale”. Language 61 (3): 625-639. Blakemore, D. (1987): Semantic Constraints on Relevance. Oxford: Blackwell. ― (1992): Understanding utterances. Oxford: Blackwell. ― (2011): “On the descriptive ineffability of expressive meaning”. Journal of Pragmatics 43 (14): 3557-3550. ― (2015): “Slurs and expletives: A case against a general account of expressive meaning”. Language Sciences 52: 22-35. Briz, A., S. Pons y J. Portolés (coords.) (2008): Diccionario de partículas discursivas del español. www.dpde.es. Carruthers, P. (2006): The Architecture of the Mind: Massive Modularity and the Flexibility of Thought. Oxford: Oxford University Press. Carston, R. (2002): Thoughts and utterances. The pragmatics of explicit communication. Oxford: Blackwell. ― (2016): “The heterogeneity of procedural meaning”. Lingua 175-176: 154-166. Castillo, M. (2008): “La formación de los marcadores discursivos vaya, venga, anda y vamos”, en C. Company Company y J. G. Moreno de Alba (eds.): Actas del VII Congreso Internacional de Historia de la Lengua Española (vol. II). Madrid: Arco Libros, 1739-1752. Cuenca, M. J. y M. J. Marín (2000): “Verbos de percepción gramaticalizados como conectores: análisis contrastivo español-catalán”. Revista Española de Lingüística Aplicada 1: 215-238. Curcó, C. y E. Erdely (2018): “Procedural dynamicity and focus on transition: The case of Spanish ya”. Lingua 213: 20-42. DeLancey, S. (1997): “Mirativity: The grammatical marking of unexpected information”. Linguistic Typology 1: 33-52. ― (2001): “The mirative and evidentiality”. Journal of Pragmatics 33: 369-382. ― (2012): “Still mirative after all these years”. Linguistic Typology 16: 529-564. Diessel, H. (2006): “Demonstratives, joint attention, and the emergence of grammar”. Cognitive Linguistics 17 (4): 463-489.
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QUÉ VA Y QUÉ IR A + INFINITIVO: NEGACIÓN Y EXCLAMACIÓN1 José Luis Cifuentes Honrubia Universidad de Alicante
1. Introducción Parece una propiedad universal de las lenguas naturales la posibilidad de expresar negación, es decir, cualquier lengua tiene algún rasgo a su disposición para revertir el valor de verdad del contenido proposicional de una oración. Ahora bien, la manera de expresar esta negación puede ser muy diferente, no solo por la forma de los elementos negativos, sino también por la posición de los mismos y por su número (una palabra o morfema frente a múltiples morfemas). Dentro de sus muchas manifestaciones, la negación se considera un operador sintáctico en un sentido similar al de los cuantificadores o ciertos adverbios (Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua 2009: 3631), pues condiciona o suspende la referencia de otras unidades que se hallan en su ámbito de influencia al expresar la falsedad de los estados de cosas, la inexistencia de las acciones, los procesos o las propiedades de que se habla. La Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua señalan la posibilidad de interjecciones y locuciones interjectivas usadas para negar, rechazar o disentir de forma enfática, como qué va o venga ya (2009: 2484). Y no es extraño que se formen interjecciones y locuciones interjectivas a partir de oraciones exclamativas, como qué va, ca o quia, estas dos últimas creadas a partir de ¡Qué ha (de ser)! Las interjecciones constituyen actos de habla por sí mismas.
1 Este trabajo se inscribe dentro de los proyectos de investigación FFI2017-85441-R y PGC2018-099399-B-I00, financiados por el Gobierno de España. Quiero expresar mi agradecimiento a un revisor anónimo del texto por sus comentarios y referencias, que han sido de una gran utilidad.
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Según la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua (2009: 2479), la interjección es una discutible clase de palabras especializada en la formación de enunciados exclamativos. Su función se concreta en manifestar impresiones, verbalizar sentimientos o realizar actos de habla que apelan al interlocutor incitándolo a que haga o deje de hacer algo. Herrero Ruiz de Loizaga (2014) analiza qué va como locución interjectiva, y establece algunas de sus condiciones de uso, siendo caracterizada como una forma enfática de negación o rechazo epistémico. Analiza el origen de la locución como un proceso de elipsis a partir de la construcción ¡qué va a + infinitivo! y estudia pormenorizadamente su evolución a partir de los datos del CORDE. Fuentes Rodríguez define qué va (2009: 302-303) como un operador modal,2 concretamente como un marcador de negación enfática o rechazo. Se puede utilizar como respuesta de rechazo solo o con no, al igual que como réplica o comentario y como apoyo a la negación de un enunciado. A veces actúa también como un “sustituto oracional de contenido negativo”, según define Fuentes. Santos Río clasifica qué va como locución adverbial reactiva negativa enfática (2003: 545), y señala que puede aparecer como réplica y como respuesta, significando en ambos casos una negación emotiva y enfática. Caracteriza la locución por su rechazo epistémico y su capacidad de actuar como palabra negativa preverbal, si bien puede aparecer como prooración en cláusula completiva. También puede funcionar reforzando un aserto negativo propio previo. Santos también señala otros esquemas de rechazo enfático (2003: 232, 545 y 554): qué va/iba/(yo)/a + infinitivo, quia y ca, entendiendo la construcción de infinitivo como un esquema de réplica con el que se rechaza enfáticamente algo señalado por el interlocutor. Qué va, quia y ca vienen caracterizadas en el diccionario de la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua como locuciones interjectivas de carácter coloquial que significan negación o incredulidad. La Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua (2009: 3213) también mencionan la construcción exclamativa ir a + infinitivo (¡qué va a haber dicho eso!) como réplica para significar de forma enfática lo contrario a lo manifestado previamente. Corominas y Pascual (1987) entienden ca y quia como variantes y las catalogan como interjecciones de incredulidad, siendo su origen probablemente la reducción de ¡qué ha de ser! (primera documentación en Quiñones de Benavente, 2 El operador modal (Fuentes Rodríguez 2009: 12-13) constituye una unidad discursiva, no oracional, cuyo ámbito se reduce a un solo enunciado, si bien no tiene ninguna función sintáctica dentro del mismo. Es decir, afecta a un segmento oracional, pero con una función que no apunta al elemento referencial ni introduce un actante de la acción verbal. En el caso concreto que nos ocupa, constituye una marca de exclamación y rechazo.
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siglo xvii). ¡Qué va! la entienden como “rigurosamente sinonímica” de las anteriores, y resultado de una elipsis en frases como ¡qué va a ser! En este trabajo nos proponemos analizar las construcciones exclamativas de valor negativo qué ir a + infinitivo y qué va, su funcionamiento y uso, así como los orígenes de las diversas construcciones. Aunque coincidente en ocasiones con Herrero Ruiz de Loizaga (2014), el estudio está hecho de forma independiente del mismo. Todos los ejemplos vienen dados a partir de los resultados obtenidos de la búsqueda de dichas construcciones en el Corpus del diccionario histórico de la lengua española (CDH) y el Corpus del español del siglo xxi (CORPES),3 y consideraremos también los datos aportados por Cifuentes Honrubia (2022) para quia, ca y qué haber de + infinitivo. 2. Análisis de datos 2.1. Qué va Los datos de qué va a partir de los corpus consultados nos dicen que la construcción surge a finales del siglo xix y, a partir del segundo cuarto del siglo xx, sufre un gran aumento en el empleo:4
01 20
00 -2 0 76
51
-1 9
50
75 19
1877
19
1233
-1 9
2001-
26
439
25
1976-2000
19
138
-1 9
57
1951-1975
01
1926-1950
00
8
19
1901-1925
1400 1200 1000 800 600 400 200 0 -1 9
2
76
1876-1900
18
qué va
Tabla y gráfico 1. Ejemplos de qué va
3 El corpus del CDH consta de 355.740.238 registros, que abarcan un conjunto de textos enmarcados entre el siglo xii y el año 2000. Algunas dataciones de los ejemplos suministrados en el corpus pueden ser cuestionables. No obstante, he preferido mantener siempre las fechas presentadas en el corpus. El corpus CORPES XXI (versión 0.92) cuenta con cerca de 312 millones de formas, procedentes de textos escritos y de transcripciones de textos orales. En este trabajo localizamos los ejemplos por su fecha de aparición. 4 Respecto a la distribución en áreas geográficas de la locución, véase Herrero Ruiz de Loizaga (2014).
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Tal y como hemos recogido en la introducción, el valor de qué va es el de indicar rechazo o negación a algo señalado previamente, sea en otro turno de palabra o en el del propio del hablante. En ocasiones, puede verse repetido su uso, para dar mayor expresividad todavía: (1) No pienses que yo he sido siempre así. ¡Qué va! Tenías que haberme visto en otros tiempos. (1985) (2) ¿Qué sé yo? Para usted yo seré una despreciable provinciana. Ulises. ―Qué va, qué va. Al contrario. (1975) El carácter enfático de la construcción en alguna ocasión es recogido en el propio texto, y no me refiero a que pueda venir dado, o no, entre exclamaciones: (3) a lo que el chico responde con un contundente “¡Qué va! ¡A nosotros no nos meten nunca en cana!” (2011) Más del 40 % de los usos de la locución se ven acompañados por una negación,5 mucho más común delante que detrás, aunque, en alguna ocasión, negación previa y posterior pueden ir juntas. No es extraño que un gesto de negación pueda acompañar también a la construcción para enfatizar el énfasis de la misma, si bien de este hecho no tenemos datos, pero sí alguna referencia indirecta comentando la posibilidad: (4) ―¿Es familia tuya? ―le pregunté por fin. ―Qué va ―dijo en tono categórico, mientras negaba con la cabeza como enfatizando su respuesta―. Es un amigo. (2010) Cuando la locución sigue a una negación, la función que tiene es, evidentemente, reafirmar enfáticamente el carácter negativo de lo dicho. Puede ser un refuerzo de la negación no o un refuerzo de una estructura de contenido negativo: (5) ¿Tú usas camiseta, Arsenio? ―No, yo no, qué va. (1964-1967) (6) Su pecado no es el alcoholismo, ¡qué va! Su pecado es la desorientación. (1996) Concretamente el 44,16 % de los ejemplos. De ellos, el 5,59 % son ejemplos que muestran negación previa y posterior a la locución, el 11,89 % son ejemplos con negación posterior y el 26,58 % son ejemplos con negación previa. 5
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Si la negación va detrás de la locución, normalmente tiene un carácter explicativo, salvo algún caso contado en que la expresividad se ve acompañada de otro elemento como jamás, al contrario, ni mucho menos, etc., que tiene también un grado muy alto en la escala de rechazo: (7) (8)
Un día me dijeron que tendría muchos hijos y sería feliz. Pedro (Muy sincero.) Todavía puedes tenerlos. Polita ¡Qué va! (Sonríe.) Ni siquiera tengo novio. (1951) ―¿Se había comportado así antes? ―¡Qué va! Jamás. Ésta es la primera vez que me hace una cosa así. Nunca había actuado de esta manera. (2010)
La presencia de negación previa y posterior acompañando a qué va, y en algún caso con elemento repetido, pone de relieve, evidentemente, el carácter enfático del rechazo o negación: (9) ―Pues Lucita tampoco lo hace mal esta tarde. ―No, ¡qué va! No se nos queda atrás. (1956) La negación que supone qué va puede también negar la aserción de una negación previa: (10) ―Eso es lo que vos creés, que no te conocemos, pero qué va, te conocemos mejor de lo que te podés imaginar. (2006) El carácter enfático de la construcción se comprueba también en ocasiones porque forma parte de una escala argumentativa: (11) Cuando solo quedan espinas, Olga se atreve a decir muy bajo la comida ha estado bien; qué va, en realidad ha estado estupenda. (2013) Es bastante común también que la locución se vea acompañada de pero como conector contraargumentativo, pues con ello, de alguna manera, se señala también el rechazo a lo dicho previamente.6 De igual forma, la gran cantidad de usos en estructuras dialógicas facilita la aparición de vocativos muy diversos, fundamentalmente nombres propios, de parentesco, de edad, de trato íntimo y títulos: Un 9,5 % de los ejemplos son muestra de pero qué va, con distintas variaciones entonativas y de pausa. Si sumamos a ellos los ejemplos en los que qué va acompaña a una construcción negativa introducida por pero, sobrepasaríamos el 10,4 % de los ejemplos. 6
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(12) ―¡Ése es Perea Gomarra, el camarero! ¡Como hay Dios! El que se fue a las Américas el año del hambre. ―¡Pero qué va! Si Perea vive tendrá ochenta y tantos años ―respondió el Faraón. (1968) Tampoco es extraño que la construcción pueda acompañarse de otras interjecciones, mucho más común delante que detrás de la locución: (13) ―¿Te duermes, Antoñita? ―¡Huy, no…, qué va! Pensaba precisamente en la taberna esa… (1953) Es muy poco habitual, pero también es posible encontrar la construcción en discurso indirecto: (14) ¡Jefe!, se escandalizó antes de decir que no, que qué va, que Ofelia estaba muy vieja para Mario. (1996) Según Santos Río (2003: 545), no puede combinarse con subjuntivo debido a que no puede desempeñar función alguna en otra oración (al funcionar como locución interjectiva): *Qué va le siente bien. Ha sido señalado en ocasiones (Santos Río 2003: 545; Brenes García 2015: 35) que no puede usarse para rechazar propuestas de acción, sino contenidos, asertos o implicaciones. Ahora bien, como señala Herrero Ruiz de Loizaga (2014: 257), es posible encontrar ejemplos al respecto: (15) ―Encandilicenlas para que no soben, prorrumpió Aurelio. ―Qué va, respondió Victorio. Primero nos encandilizan a nosotros. (1938) Un último aspecto que queremos comentar es un uso un tanto extraño en el que la construcción no señala exactamente rechazo o negación, sino que parece indicar, simplemente, la sorpresa del hablante ante algo dicho o hecho: (16) Pero esos ladrillos como El Capital: una joda así, mira: de este grueso y pesada como ella sola ¡qué va! compadre. Esa huevonada se la dejaba yo a Rubén, a Oswaldo, al poetica Héctor, a Abel. (2007) Son muy raros estos usos, pero existen, y no sé en qué medida pueden tener alguna relación con otros usos parecidos de ca y quia (Cifuentes Honrubia 2022):
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(17) ―Digo, Paula ―exclamaba Blas, rascándose la cabeza y apretando mucho los ojos―, que treinta mil duros deben ser… deben ser… ¡Ca!… ¡una barbaridá de dinero!… (1871) (18) Vota como un carretero, / se empina media tinaja / y maneja una navaja…, / ¡quia!, ¡mejor que un baratero! (1847) Así pues, qué va constituye un elemento de negación enfática totalmente gramaticalizado que está teniendo una expansión en el uso extraordinaria. 2.2. Qué ir a + infinitivo Lo primero que tenemos que señalar es que la construcción negativa o de rechazo qué ir a + infinitivo es eso, es decir, una construcción, con variación personal y temporal. Recogemos a continuación los ejemplos acreditados en CDH y CORPES: voy
vas
va
vamos
vais
van
1851-1875
0
0
1
0
0
1
2
1876-1900
4
3
5
0
0
1
13
1901-1925
12
3
10
0
0
3
28
1926-1950
17
13
50
4
0
7
91
1951-1975
28
11
65
5
1
11
121
1976-2000
38
27
89
9
1
21
185
2001-
121
99
187
8
0
32
447
220
156
407
26
2
76
887
Tabla 2. Combinatoria con presente de indicativo X voy
X vas
X va
X vamos
X vais
X van
1851-1875
0
0
0
0
0
0
0
1876-1900
5
1
1
0
0
1
8
1901-1925
2
2
2
1
0
2
9
1926-1950
8
1
15
0
1
8
33
1951-1975
12
11
24
0
0
8
55
1976-2000
16
12
37
5
0
14
84
2001-
52
42
72
8
1
27
202
Tabla 3. Combinatoria con presente de indicativo y elemento insertado
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iba
ibas
íbamos
iban
1851-1875
1
0
0
1
2
1876-1900
2
0
0
2
4
1901-1925
9
1
0
2
12
1926-1950
19
1
0
8
28
1951-1975
40
2
0
8
50
1976-2000
40
1
0
10
51
2001-
103
2
4
9
118
214
7
4
40
265
Tabla 4. Combinatoria con imperfecto X iba
X ibas
X íbamos
X iban
1851-1875
0
0
0
0
0
1876-1900
4
0
0
1
5
1901-1925
2
0
0
2
4
1926-1950
16
0
0
2
18
1951-1975
23
0
0
0
23
1976-2000
15
0
0
3
18
2001-
54
5
4
9
72
114
5
4
17
140
Tabla 5. Combinatoria con imperfecto y elemento insertado Imperfecto
X + Imperfecto
Presente
X + Presente
Total
1851-1875
2
0
2
0
4
1876-1900
4
5
13
8
30
1901-1925
12
4
28
9
53
1926-1950
28
18
91
33
170
1951-1975
50
23
121
55
249
1976-2000
51
18
185
84
338
2001-
118
72
447
202
839
265
140
887
391
1683
Tabla 6. Qué ir a + infinitivo
Como podemos comprobar por las tablas anteriores, la construcción se da tanto en presente como en imperfecto, y también es posible la aparición de cons-
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trucciones en las que entre el qué exclamativo y la perífrasis verbal aparece un elemento insertado, fundamentalmente un clítico de complemento indirecto (CI), aunque también habrá casos de complemento directo (CD), al igual que algunos ejemplos de sustantivos y adjetivos, y algún sustantivo enfático (malsonante en distinto grado y variable según las distintas áreas lingüísticas) reforzando el valor exclamativo de la construcción. La Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua hablan (2009: 2159) de un valor evidencial, no prospectivo, para ciertas construcciones exclamativas e interrogativas retóricas de ir a + infinitivo, en las que alterna con haber de + infinitivo: ―¿Dónde está Juan? ―¿Dónde va a estar? En el bar. Gómez Torrego (1999: 3370) comenta que, en ocasiones, puede enfatizar una afirmación o negación, destacando el rechazo a una pregunta o afirmación: ―Tu hermano ha llegado, ¿no? ―¡Qué va a {llegar/haber llegado}! (=no ha llegado). Es más, la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua (2009: 3192) llegan a señalar que la perífrasis ir a + infinitivo favorece la interpretación orientada de la construcción interrogativa. Es interesante destacar que la construcción exclamativa de rechazo o negación tiene una entonación diferenciada no ya de las construcciones interrogativas, sino de la construcción exclamativa ponderativa, por ejemplo, con la cual puede coincidir estructuralmente en algún caso. De igual forma, en textos escritos es habitual encontrar tanto signos de exclamación como signos de interrogación para su representación. La pauta de funcionamiento que hemos encontrado para las construcciones perifrásticas de ir a + infinitivo exclamativas con qué que señalan valor negativo viene dada porque obligatoriamente repiten un contenido ya dado previamente, algo similar a lo que ocurre con las construcciones qué haber de + infinitivo (Cifuentes Honrubia 2022). Ese contenido previo puede ser afirmativo, y entonces se rechaza, o negativo, y entonces se reafirma la negación. El contenido previo puede ser dado tanto en un turno de palabra por otro hablante diferente (que es lo más habitual) como por el propio hablante en su misma intervención: (19) ―Porque yo soy campeón infantil de natación y tú no eres campeón infantil de patines. ―No seas presumido. ¡Tú qué vas a ser campeón de natación! (1979) (20) y yo, así, pues que no me divierto, hombre, qué me voy a divertir. Ni yo ni nadie. No, no se puede. (1972) Supongamos una construcción como Qué va a pensar tu maestro ahora. En principio, son tres los significados que puede expresar, con entonaciones diferenciadas: a) construcción negativa de rechazo: Tu maestro, ahora, no está pensando
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en nada. Requiere un contexto previo en el que se explicite que el maestro está pensando. b) Construcción interrogativa neutra: se pregunta al interlocutor por lo que considera que está pensando su maestro. Hipotéticamente esta construcción es posible, pero los datos nos dicen que es muy poco frecuente o inusual. c) Construcción interrogativa marcada: el hablante piensa que el maestro puede pensar algo negativo a partir de lo acontecido. No requiere respuesta por parte del interlocutor, y se trata de un tipo de construcción interrogativa habitual. Tanto la construcción perifrástica como la locución interjectiva qué va constituyen actos disentivos (Herrero Moreno 2002; Brenes García 2011, 2015), es decir, actos asertivos o expresivos (según la modalidad declarativa o exclamativa) en los que el hablante manifiesta su desacuerdo o rechazo hacia la intervención anterior. Al tener una función ilocutiva reactiva, es necesario un objeto previo al que referirse, lo que se plasma en el caso de la construcción perifrástica en la repetición del contenido previo. Hay que tener en cuenta que la reiteración de palabras emitidas anteriormente puede utilizarse, en general, con fines de oposición argumentativa (Brenes García 2011: 118 y ss.). La consideración del conocimiento compartido previo como requisito para el uso negativo es la que también funciona en el caso de las construcciones con elemento inserto entre el qué y la perífrasis verbal: (21) me preguntó con mucho ralentín si no me daba vergüenza ir a la iglesia con aquella barriga. Era una bobada, porque ya ve, qué me iba a dar vergüenza, y además no se me notaba mucho, (1972) Es particularmente importante en el caso de sustantivo y adjetivo7 interpuestos entre qué y perífrasis la necesidad de remitir a un contenido previo ya referido, pues son pocos los casos en los que esto sucede y parece mucho más natural en español la consideración de dichas construcciones como exclamativas ponderativas, por lo que la necesidad de diferenciación es muy importante, de ahí la importancia extrema del conocimiento previo, y de la entonación diferenciada, evidentemente.8 Parece mucho más natural y menos problemático en estos casos que el elemento vaya tras la perífrasis verbal: Son muy pocos los ejemplos con adjetivos: porque la señora se puso a llorar y a decirle a Felipe que ese año se iba a morir, que ella lo sabía ya, que estaba muy vieja; y qué vieja va a estar, Amparo, tú la conoces, está más fuerte que cualquiera y ya verás cómo nos va a enterrar a todos. (1985) 8 Por ejemplo: Adiós entonces todo lo que aquí me aburre, las amonestaciones de mi madre, las rancias ideas de mi padre, el inevitable trato con estos rústicos, los apuros de dinero y tantas molestias como me agobian. ¡Qué feliz voy a ser y qué buena vida me he de dar! (1907) 7
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(22) Yo, por mí, no le tuve nunca miedo al tiempo. ¡Qué miedo iba a tenerle, si no me daba cuenta de que existía!… (1976) Es bien conocido en la gramática del español que los clíticos puedan ir postpuestos o antepuestos a la perífrasis verbal, lo cual explica fácilmente la inserción de clíticos entre qué y la perífrasis verbal (Gómez Torrego 1999: 3332; Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua 2009: 2117). Ahora bien, la topicalización del sustantivo quizás podría enmarcarse en un proceso general de topicalización que en muchas ocasiones conlleva un mayor énfasis de la construcción; así, casos en los que el complemento se antepone a la construcción completa o casos en los que un pronombre en función de sujeto también aparece antepuesto: (23) López: Un llamado al Negro y te soluciona el problema en dos minutos. Walter: ¡al Negro qué le va a importar! (2003) (24) Nunca te gustó que yo saliera con Joxian. ¿A mí qué más me da? Te lo noté desde el principio, Maritxu, desde la primera vez que pasé por esa puerta. Tú qué vas a notar. Naturalmente que lo noté. ¿Te crees que soy tonta? (2006) Es muy habitual que el pronombre de sujeto anteceda a la construcción; ahora bien, también puede aparecer inserto entre auxiliar y auxiliado, o, evidentemente, detrás de la perífrasis: (25) Priscila (Despectivo) ¿Qué vas tú a disparar? Eso es de utilería… (1994) (26) ¿Conoces la poesía de Alberto Lista y Aragón? No, evidentemente, qué vas a conocer tú… Bien, pues era un imitador muy fino. (2008) También puede aparecer en alguna ocasión un grupo nominal (GN) sujeto antepuesto a la construcción, pero es mucho menos habitual una tercera persona: (27) Pues son tontás y bobás, porque si no fueran tontás y bobás lo harían los ricos. ¡Los ricos qué van a hacer esas tonterías! (1984) Existe también la posibilidad de que entre el qué exclamativo y la perífrasis verbal aparezca algún sustantivo enfático (malsonante en distinto grado y variable según las distintas áreas lingüísticas)9 reforzando el valor exclamativo de la construcción: Por ejemplo: carajo, cojones, diablos, chingados, carajos, putas, coño, narices, diajos, coña, pitos, chucha, puta, rayos, demonio, puñetas. 9
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(28) Ése, por ejemplo, iba al cuartel día sí y día no a decir a los guardias que yo estaba en mi casa, que por las noches oía ruidos en la cuadra. ¡Qué cojones iba a oír! Ya tenía yo buen cuidado. (1990) No es habitual, pero es posible que la construcción exclamativa, para dar más fuerza al valor enfático que expresa, se encuentre repetida: (29) GOLFANTE.―¡Yo qué voy a saber, hombre, yo qué voy a saber! Eso lo sabrá usted, porque yo… Es bastante inusual, pero encontramos ejemplos en los que la construcción exclamativa está negada, con no incluido entre qué y la perífrasis verbal. En estos casos el resultado final es una suerte de construcción positiva, resultante de negar la negación. No creo que podamos considerar estos ejemplos casos de negación expletiva (Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua 2009: 3696), pues no se trata de que el adverbio no no se interprete semánticamente (si elimináramos no la construcción tendría un sentido negativo), es decir, que el adverbio no aporte significación y se añada por razones enfáticas, sino que es una doble negación con valor positivo y el adverbio no ya aparece en el contexto previo que se niega con la construcción exclamativa: (30) Que en los últimos tiempos no hacía más que decir: yo no estoy bueno, no estoy bueno. Y qué no iba a estar bueno ni qué ocho cuartos. (1956) El valor negativo de la construcción gramaticalmente también queda patente por la posibilidad de combinarse con estructuras coordinadas con ni, algo bastante habitual, y por la posibilidad igualmente de desarrollar ejemplos con indefinidos negativos como nunca, nadie o ninguno/a postpuestos verbalmente. Todos los casos requieren obligatoriamente un elemento negativo previo, que es el dado por el valor de la construcción exclamativa con qué y perífrasis verbal: (31) Qué se iba a bailar ni cantar si ya no había corazón. (1939) (32) ¿Qué va a saber nadie lo que me pasa a mí? Para tanto dolor no estamos hechos. (2002) Se trata de casos similares a construcciones con valor exclusivo de sino o más que, que requieren una negación previa (Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua 2009: 3000) o una interrogación retórica. En el uso exclusivo se comunica que ninguna otra persona o cosa cumple las características expresadas por el predicado principal:
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(33) Sancho. ―¿Qué voy a buscar sino la cabeza de ese tremendo gigantón?―. (1984) (34) ―Por la Virgen, don Pablo ―siguió disimulando―, qué voy a tener más que la muerte. (1994) Hemos encontrado algunos ejemplos (35) en los que la preposición a es sustituida por pa(ra), pero, al ser todos de un mismo autor, no sé en qué medida pueden representar una auténtica variación o se trata de un uso particular e individual: (35) ―¿Isabel al fin se casa? / (Rubores de la doncella). / ―¡Adió!, qué va pa casase! / Sí ese hombresiyo es un pelmas. (1905-1909) Es cierto que fuera de todo contexto la construcción exclamativa puede resultar ambigua entre una construcción interrogativa y una construcción exclamativa con valor negativo. En los casos de posible ambigüedad, ya hemos señalado que la entonación y el contexto previo y posterior determinan perfectamente el valor exclamativo negativo y el valor interrogativo. Ahora bien, en algún caso es imposible tal ambigüedad y, fuera de todo contexto, no queda otra interpretación que la de significado negativo; así, por ejemplo, cuando la estructura tiene todos sus argumentos realizados y el qué no puede resultar correferencial con ningún elemento a preguntar: (36) ¡Qué iba a tener permiso el cura picarón! Era una historia que había inventado, (1906) (37) ―¡Tú qué vas a ser de la Interpol! (2018) En los ejemplos anteriores, tener o tener permiso no puede tener ningún argumento (o adjunto) correferencial con qué. De igual forma, en el siguiente ejemplo, la construcción exclamativa tiene realizado tanto el sujeto como el atributo, y no hay lugar para ningún tipo de correferencialidad con qué, lo que supone, por tanto, que no puede desarrollar nunca un significado interrogativo, y el valor exclamativo ponderativo tampoco es posible. No obstante, es muy habitual que no estén realizados todos los argumentos, pues, al repetir elementos ya dados y conocidos previamente, estos están activados y es posible que queden implícitos algunos elementos. Sirvan de ejemplo las siguientes construcciones con ser, en las que en unos casos está activado contextualmente el atributo y en otras queda referenciado anafóricamente: (38) ―¿El señorito es escritor? ―¡No, qué voy a ser! (1969) (39) yo no era su amigo. ¡Qué lo iba a ser! (1890)
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La repetición exclamativa del contenido previo no tiene por qué ser léxica, aunque sea la más habitual, sino conceptual, pues en ocasiones no se repite exactamente la palabra dicha previamente, sino el contenido conceptual considerado: (40) Carolina y Laura insistían: había que festejarlos. “No, qué vamos a hacer fiesta”. (2010) (41) Porque llegó la fiesta de Saucopampa y además de que acudieron pocos, fue solamente rezada. Qué se iba a comer ni beber, si alimento no había, y chicha se hace de maíz y no de piedras. Qué se iba a tocar si la única tonada era la fiera del viento. Qué se iba a bailar ni cantar si ya no había corazón. (1939) En el ejemplo (40) no hay una repetición léxica exacta, pero es indudable la relación sinonímica entre festejar y hacer fiesta. El ejemplo (41) rechaza o niega la idea de comer, beber, tocar (música), bailar y cantar, y ninguno de estos contenidos está dado previamente, pero son recuperables indirectamente gracias al contenido activado antes del dominio cognitivo de llegó la fiesta de Saucopampa, y que, al señalar que fue solamente rezada, excluye los contenidos de comer, beber, tocar (música), bailar y cantar, que son repetidos más tarde en las construcciones exclamativas. Resultan particularmente interesantes las construcciones negativas que se ven acompañadas posteriormente por una estructura gramatical condicional. Lo más interesante de estas construcciones, que son bastante habituales, es que la construcción condicional no significa realmente condición, sino que expresa la causa de la negación, es decir, la razón por la cual el hablante expresa el rechazo negativo a lo dicho anteriormente:10 (42) Y después te la llevas a la discoteca, a ver si ligas con ella. PICHICHI ¡Yo qué voy a ligar si no tengo dinero! (1990) Debemos recordar que este uso no es nada extraño, así, por ejemplo, la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua (2009: 3454) reconocen la posibilidad de usos causales para construcciones encabezadas por si (si hemos llegado hasta aquí, bien puedo quedarme hasta el final), que no introducen una situación hipotética que deba ser verificada, sino una justificación de lo afirmado en la oración principal. Quizás podrían considerarse los usos que venimos señalando como una variante de las oraciones pseudocondicionales en las que las prótasis postpuestas agregan justificaciones a determinadas preguntas retóricas (construcciones exclamativas, en nuestro caso), pues presentan el contenido de una prótasis no hipotética como justificación para formular la pregunta exclamativa (Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua 2009: 3564), es decir, con un valor cercano a las causales de enunciación. 10
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Hemos encontrado también algún ejemplo en el que la relación causal anterior viene marcada por cuando:11 (43) ―¿Y la piedra, Samuel?― ¡Y qué piedra iba a botar la mica cuando fue ella la que ganó! (1940-1966) Esta misma relación causal se ve expresada en otras ocasiones sin marca gramatical alguna, quedando a expensas de la coherencia semántica la interpretación causal que rige la negación expresada previamente: (44) ―¡Qué va a ser bueno! Eso es venenoso. (1968) Es muy común que la construcción exclamativa negativa esté en compañía de otra construcción negativa: (45) ―Y tú, Borja, ¿vas a ser como él? ¡Cá, tú qué vas a ser como él! ¡Tendrías que nacer otra vez! (1959) (46) Usted no lo conoce. No, ¡qué va a conocerlo! (El hombre se queja.) (2002) Es posible que la construcción exclamativa venga introducida por algún tipo de marcador discursivo o que aparezca algún tipo de vocativo:12 (47) ¡Si tuviésemos tierras para hortalizas, otra cosa sería, nos cantaría otro gallo, como diría Nicanor! Pero, ¡qué vamos a tener, allí donde la vista no encuentra más que eriales y sol canicular! (1929) (48) Gonzalo ¡Cálmese, amigo Galán! Numeriano ¡Qué voy a calmarme, hombre!… ¡Esto no se hace con un amigo…, digo, con un enemigo!… (1916) Son muy interesantes también las construcciones en las que qué ir a + infinitivo aparece en forma interrogativa pero no introducida exactamente por qué, sino por otros elementos interrogativos, como de qué, por qué, etc. En estos casos, la entonación y el contexto parecen favorecer una interpretación marcada de la Al igual que ocurría con las estructuras aparentemente condicionales, cuando puede no designar el momento o periodo en que se lleva a cabo una acción, sino que puede interpretarse como un elemento que permite construir paráfrasis de sentido causal (Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua 2009: 3454). 12 Sobre la relación de la construcción con el marcador discursivo ma que, propio del español del Río de la Plata, véase García Negroni (2017). 11
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construcción interrogativa, de forma que no se trata de preguntas neutras, sino de preguntas que tienen implicado un valor negativo por parte del hablante: (49) Si el cartulario no tiene testamentos, si el embalsamador no tiene cadáveres, si el herborista no tiene quién le merque sus hojas secas o sus ungüentos, si el curandero no tiene enfermos, si el sacerdote no tiene difuntos, y el carpintero no fabrica ataúdes, ¿de qué va a vivir la comarca, si la tierra solo produce a los labriegos que la saben trabajar, y a nosotros los de la ciudad no nos ocupan éstos más que cuando están tocados de muerte sus hogares? (1933) (50) A. V.: ―Lo que faltan son estímulos. ¿Con qué se va a inspirar un autor al lado de un shopping? (2007) En todos estos ejemplos, o similares, comprobamos que no se trata de construcciones exclamativas en las que se rechaza o niega un contenido señalado previamente, pues no son exclamaciones, son preguntas, no se rechaza un contenido señalado previamente que se repite para ser negado. La estructura informativa es nueva y, frente a la aserción de un contenido negativo, se presenta una construcción interrogativa marcada en la que el contexto favorece una respuesta negativa implícita por parte del propio hablante,13 de ahí que no tengan por qué ser respondidas dichas preguntas por el interlocutor; es más, es habitual que la respuesta a la pregunta sean otras preguntas del propio hablante que van en la línea argumentativa de una implicación negativa como respuesta: (51) ELVIRA Hoy era el día. Dijeron: va a venir Gardel, y yo no lo creía. Yo dije: es mentira… ¿por qué va a venir? ¿Qué necesidad tiene de venir? Y está aquí. (1979) (52) ―Tranquilo, Russo. ¿Con qué vamos a pelearles a los gringos? ¿Con tanques y cañones de hace veinte años, que, además, ni funcionan? (2011) En el ejemplo (51), ¿por qué va a venir? ¿Qué necesidad tiene de venir?, la pregunta marcada posterior ratifica la implicación negativa de la primera pregunta: el hablante piensa que no va a venir porque no tiene necesidad de venir. En el ejemplo (52), ¿Con qué vamos a pelearles a los gringos? ¿Con tanques y cañones de hace veinte años, que, además, ni funcionan?, el hablante piensa que no hay 13 Por ejemplo, la pregunta ¿Con qué se va a inspirar un autor al lado de un shopping? se ve contextualizada con argumentos anteriores y previos que conducen a una respuesta negativa por parte del propio hablante: no hay estímulos para la inspiración, pues el shopping y la toma de cervezas no parecen estímulos apropiados para inspirar a un autor.
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elementos con los que poder pelearles a los gringos, pues el material de guerra es de hace mucho tiempo y no funciona. Hay, sin embargo, ejemplos de construcciones exclamativas que parecen desarrollar un valor epistémico, pero de confirmación de algo anterior: (53) ―¡Es que tengo una urgencia! ¡Abre! ―No jodas. Una urgencia, ¿de qué tipo? ―¡Pues del vientre, de qué va a ser! (1990) (54) ―Bueno. ¿Cuántos quintales? ―¿De qué, don Marcos? ―¡De goma, chico! ¿De qué va a ser? (1935) En estos ejemplos, o similares, parece ratificarse lo dicho previamente por el propio hablante, de forma que puede llegar incluso a entenderse algún tipo de reconvención al interlocutor por no saber la respuesta que ha dado el hablante. Se expresa que no existe otra posibilidad salvo la expresada anteriormente (del vientre, de goma). En mi opinión, estas construcciones son una variación de dos construcciones focales muy parecidas, una con sino y otra con si no: (55) ―¿Son cicatrices? ―Claro. ¿Qué iban a ser si no? (2010) (56) Qué estupidez, por Dios. Lo peor de todo es que yo agarré viaje, porque, ¿Qué iba a hacer si no? (2014) Como vemos, se trata de interrogaciones marcadas que remiten a un contenido previo, de tal forma que se señala que no hay posibilidad de otro contenido: no hay posibilidad de que fueran otra cosa sino cicatrices, no hay posibilidad de hacer otra cosa, sino viaje. Con esa imposibilidad de otras soluciones se reafirma lo dicho previamente. No sé en qué medida estas construcciones podrían estar vinculadas con otras construcciones focales en las que el elemento a destacar no es previo, sino posterior: (57) Cura. ―¿Qué buscas tú por esos suelos? Sancho. ―¿Qué voy a buscar sino la cabeza de ese tremendo gigantón? (1984) Debemos recordar que sino solo aparece en contextos negativos e introduce un elemento que rectifica o corrige una negación previa. Así pues, sino exige algún tipo de negación, sea explícita o implícita (como es nuestro caso), en el contenido precedente. De hecho, sino introduce una unidad paralela a la que constituye el foco de la negación (Real Academia Española y Asociación de Academias de la
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Lengua 2009: 2455). No obstante, los usos que hemos incorporado como ejemplos no constituyen exactamente usos contrastivos o sustitutivos de sino, sino que expresan un valor exclusivo, cercano a elementos como salvo o excepto. En estos casos, sino introduce un elemento que se señala como único frente a las demás opciones, que se niegan implícita o explícitamente en el resto de la oración, y la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua señalan que este uso puede estar también inducido por interrogaciones retóricas (Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua 2009: 3000), como parece ser nuestro caso. Así pues, lo que encontramos habitualmente en las construcciones interrogativas con ir a + infinitivo son preguntas marcadas en las que el hablante no espera respuesta por parte del interlocutor, ya que tienen implicada una presuposición negativa sobre aquello que se pregunta. No constituyen, por tanto, ejemplos de construcciones exclamativas en las que se rechaza o niega algo señalado previamente y que se ve repetido en la construcción, total o parcialmente. Es sumamente importante para la caracterización del valor negativo de la construcción exclamativa que no haya una contestación posterior a la pregunta/ exclamación con perífrasis, pues, de ser así, no se produce un rechazo, sino una pregunta marcada, que condiciona una presuposición negativa por parte del hablante hacia la pregunta, y en algún caso puede llegar a ser entendida como una recriminación al interlocutor por no saber la respuesta que más adelante señala y que piensa el hablante que el interlocutor debiera saber. En todos los casos no hay un contenido previo que pueda ser entendido como rechazado, al ser repetido en la construcción: (58) No es corriente, pero se dan casos. Pero ¿qué va a conseguir un crítico con hacer una crítica justa y clara? Nada. (1944-1949) (59) ―¿Y qué vas a hacer, cuando te licencies? ―¿Qué va a hacer uno? Trabajar. (1951) En el ejemplo (58), la presuposición negativa de la pregunta, al no repetir un contenido previo, tendría un contenido claro: no va a conseguir nada, y este contenido se ve respondido por el propio interlocutor, con lo que se reafirma y hace explícita la presuposición: nada. El ejemplo (59) manifiesta un rechazo a no saber la respuesta por parte del interlocutor. De igual forma, si no hay un contenido previo que rechazar o al que remitir, la construcción interrogativa, aunque no tenga respuesta, supone una presuposición negativa de la respuesta por parte del hablante, es decir, la construcción no funciona como rechazo o negación:
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(60) ―Para que todo sea completo, adjudíquese usted también la armería del Duque, de un valor histórico inapreciable; y según he oído, la tasación es bajísima. ―El Bajísimo ha entrado en mi casa, y ustedes son sus ayudantes. ¡Con que también armaduras! ¿Y qué voy yo a pintar con tanto hierro viejo? (1894) (61) ―Así que me vas a explicar sin falta lo que te pasa. ―Pero ¿qué decís, Chelito? ―Sandra imita a una amiga argentina, pero ni siquiera sonríe. Está verdaderamente seria, no se encuentra bien, coge sus cosas para irse―. Que no, que no. ¿Qué va a pasarme? (2004) (62) ―¿Y de verdad pensás que es buena idea que se alejen de la ciudad? ¿Y si ocurre algo? ―¿Qué va a ocurrir? No seas agorera. Además, llevamos los teléfonos. (2012) En todos los casos anteriores se trata de construcciones interrogativas marcadas en las que no hay un contenido previo que se repita en la construcción con qué ir a + infinitivo. Son marcadas porque no se espera una respuesta por parte del interlocutor, ya que hay implicada una presuposición negativa del hablante, de forma que no pinta nada con tanto hierro viejo, no va a pasar nada (negativo) y no va a ocurrir nada (negativo). En conclusión, pues, nos encontramos con construcciones exclamativas de rechazo o negación de un contenido previo que tiene que estar señalado expresamente en el contexto anterior, y que deben ser diferenciadas (también entonativamente) de aquellos casos en los que no constituyen exclamaciones sino interrogaciones. Estas construcciones interrogativas se caracterizan por tener implicada una presuposición negativa de la respuesta por parte del propio hablante, lo que las convierte en interrogativas marcadas. Estas construcciones interrogativas marcadas pueden venir condicionadas por los siguientes factores: a) porque no se repita un contenido previo o b) porque haya una respuesta posterior por parte del propio hablante. No se trata, pues, de construcciones negativas, pero sí de preguntas marcadas, no neutras, y seleccionadas gramaticalmente como marcadas por la perífrasis verbal. Este hecho no solo ocurre con las construcciones interrogativas introducidas por preposición señaladas previamente, sino que también son habituales con las construcciones sin preposición. Especialmente interesante es el caso con los verbos decir, hacer, saber e importar, pues, más que entender una presuposición negativa, parecen señalar aserciones con valor negativo: (63) Y la madre lo lamentaba con amargas palabras y locos arrebatos. ¿Qué le iba a decir yo? ¡Era ya muy tarde! (1945) (64) te caracteriza, y papá, por seguirte la corriente, el muy calzonazos, también. ¡Qué iba a decir el pobrecito, si le tenías sorbido el seso! (2004)
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En los anteriores ejemplos, más que interrogaciones, parecen aserciones en las que se señala que no se podía decir nada, o nada diferente, respecto de lo planteado. Cuando la construcción con decir aparece referida a una tercera persona a propósito de algo señalado previamente, parece que estamos ante una construcción interrogativa marcada en la que la presuposición implicada puede ser la posibilidad futura de decir algo negativo sobre ese hecho: (65) ―Vamos, vamos ―protestó el herrador―. ¿Y qué va a decir la mamá? Sabes de sobra que a la mamá no le gusta que los del pueblo metamos las narices allí. (1948-1963) Las construcciones con el verbo saber son algo más complicadas, pues, cuando no hay contenido previo que se rechaza en la construcción perifrástica con saber, la presuposición implicada es X no puede saber y. No obstante, la línea de separación entre no poder saber y no saber es muy tenue. Consideremos los siguientes ejemplos: (66) Uno de los fusiles está vacío. Eso te lo han contado alguna vez. Uno solo que nadie conoce de antemano, que permite sentirse tranquilo, Pilatos que se seca las manos en una toalla mientras suspira hondo ―¿qué podía saber yo, qué iba a saber yo de esto?―. (1976) (67) ―Sí, hija… ¿Qué va a saber nadie lo que me pasa a mí? Para tanto dolor no estamos hechos. (2002) (68) CONCEPCIÓN DE MARÍA Mari Cruz, ese hijo es hijo de un adulterio. MARI CRUZ Ese hijo es hijo del amor. Claro, usted qué va a saber de eso. ¿Alguna vez amó a un hombre, madre? ¿Alguna vez la abrazaron hasta hacerle perder la respiración? (2006) En ejemplos como los anteriores, no se rechaza exactamente un contenido previo. En el ejemplo (66) parece claro que no se enfatiza un contenido negativo previo, sino que la construcción interrogativa funciona como una construcción asertiva en la que la pregunta viene entendida como yo no podía saber (nada) de esto. Evidentemente la línea de separación es muy ligera, si es que existe, entre no saber y no poder saber, entre otras cosas porque, si no puedes saber, no sabes. En el ejemplo (68), las preguntas retóricas subsecuentes parecen alinearse argumentativamente en la dirección de no poder saber, pues parecen las razones por las cuales no puede saber de eso. Evidentemente todos los ejemplos son casos en los que no puede haber respuesta, de ahí que cambien su significado de valor interrogativo a valor asertivo. En el ejemplo (67), no se pregunta, se asevera que no puede saber nadie lo que me pasa a mí, pues en este caso es imposible gramaticalmente una respuesta.
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Las construcciones interrogativas con el verbo importar son algo diferentes, pues debemos tener en cuenta que este verbo ya viene marcado con un cierto valor negativo en múltiples construcciones (Asensio 1998: 216-218):14 a) Existe la construcción ¿y [a x] qué [le/te…] importa? Se trata de una construcción interrogativa marcada en la que el hablante presupone que el sujeto no es de interés (no importa) para el dativo. Dicha construcción puede enfatizarse aún más con términos vulgares y malsonantes intercalados tras el interrogativo: ¿y a ti qué cojones/coño… te importa? En ocasiones el verbo importar puede desaparecer de la construcción, o ser sustituido por un verbo de lengua (contar, decir, etc.) o algunas otras variaciones, pero en estos casos, más que indicar negación, la construcción señala indiferencia (consecuencia de no importar algo, evidentemente): (69) ―Julia sigue enferma ―dijo al fin Andrés. ―¿Y a mí qué? Contestó Fidel alzando el labio superior con gesto de despreocupación. (1981) b) La construcción [Le/te…] importará [a él/ti…] mucho es muy parecida a la anterior; si bien el verbo importar suele estar ahora en futuro (no en presente como en la construcción anterior), hay un cambio de modalidad (de interrogativa a asertiva) y, en lugar del interrogativo qué, aparece el cuantificador mucho. El significado también es negativo: me importará a mí mucho. Con estos antecedentes no nos debe extrañar, entonces, que la construcción interrogativa funcione como aseverativa negativa siempre, bien repitiendo enfáticamente algún contenido ya dicho anteriormente, bien desconsiderando la repetición. Es más, es habitual que se combine con algún elemento negativo previo, lo que ejemplifica mejor el contraste entre la negación y la negación enfática con la estructura exclamativa: 14 Asensio (1998: 216) señala también que ha documentado en el habla infantil la expresión ¡Me importa!, queriendo significar con ello ‘no me importa nada’: ―¿No me dejas jugar con tu muñeca? ¡Pues no te “ajunto”! ―¡Me importa! Llop Naya (2017: 101) constata este mismo hecho para el catalán, y comenta que entre los hablantes más jóvenes de catalán existe la tendencia a construir frases con sentido negativo con el verbo importar mediante el uso exclusivo y único de la primera persona del singular del presente de indicativo, sin el operador no: m’importa, significando ‘no m’importa’.
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(70) ibas por las anchas alamedas, Carmen, te vi feliz de la mano con otro… qué… Qué me iba a importar… si dices que estoy muerto. (2010) (71) ―A mí eso no me importa ―dijo Wilson alegremente―. A mí eso qué me va a importar. (1980) La construcción con el verbo hacer es interesantísima, pues podemos encontrar una serie de matices significativos muy rica. En primer lugar, y aunque no es habitual, podemos encontrar construcciones interrogativas no marcadas en las que se requiere del interlocutor una respuesta a propósito de lo preguntado. En estos casos no parece haber un cotexto que condicione la pregunta en algún sentido: (72) ―¿Qué va a hacer después del Tour? (1990) (73) Hablaré con JeanPaul más tarde. ―Se volvió hacia Sandra―. ¿Y qué va a hacer la luz de mis ojos esta mañana? (1982) Evidentemente podemos encontrar también construcciones de rechazo o negación enfática de algo mencionado previamente: (74) lo que yo digo, que no hay quien respire, a ver, pero con estos aparatitos, qué va a hacer calor, hombre, qué va a hacer calor. (1972) Podemos encontrar construcciones interrogativas marcadas en las que no se espera una respuesta por parte del interlocutor, y están marcadas con una presuposición negativa a propósito de las posibilidades de acción respecto de lo preguntado (las posibilidades de acción son negativas): (75) ―¡Por Dios! ¿Qué van ustedes a hacer conmigo? dijo con voz holgada y lastimera. (1876) (76) ―Qué me va a hacer ―dice la joven en un susurro, atragantada por el temor. (2002) Ahora bien, podemos encontrar también otras construcciones en las que la construcción interrogativa, más que funcionar como una pregunta marcada negativamente, parece funcionar como una aserción imperativa para el no hacer. Es como si la posibilidad de acción negativa se desarrollara un grado más hasta el no hagas lo que vas a hacer porque es negativo: (77) Cliente 2. ―¡Eh, tío! ¿Qué vas a hacer? No seas capullo. (2003) (78) LUISA. ―(Asustada) ¿Qué va a hacer? Está loco… vaya a la cama… (2002)
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De igual forma, hay otras construcciones interrogativas marcadas en las que, a partir de la presuposición negativa sobre las posibilidades de acción, parece desarrollarse un valor expresivo de ‘lamento, resignación’ e incluso ‘excusa’: (79) Había nacido en otra época y en otro contexto social, qué iba a hacerle. (1991) (80) La señora Dotti le dijo a mi madre: “Se les han antojado y ¿qué va a hacer una?” Luego se aburrieron de ellas y las tiraron. (1951) (81) que no solo es bisexual, sino que se traga todo lo que le echen. Qué voy a hacerle: ¡me pone como una moto! (2003) (82) ―¡Susana, Susana, qué voy a hacer contigo! ¿No te he dicho ya que la calidad de los caballos no puede medirse por criterios de estética convencional? (2008).15 Los valores expresivos de reconvención parecen también posibles cuando hay una respuesta posterior a la pregunta marcada, en la que parece recriminársele al interlocutor la pregunta hecha, ya que la respuesta debiera ser clara para el mismo: (83) ―Coño, Gorka, ¿qué haces aquí? ―qué voy a hacer, cabrones, me está buscando la Policía. No sabía dónde meterme y me he tenido que largar. (2019) Estas últimas construcciones parecen emparentadas semánticamente con construcciones focales en las que se señala la respuesta por parte del hablante: (84) él hubiera consagrado a obra tan alta se disipaba en enriquecer a gente “civil”? ¿Qué iba a hacer sino morir? (1940-1947) (85) A ella no le fue difícil convencerme para que nos fuéramos de allí. Qué iba a hacer si no, siendo como soy un hombre. (1989) En todas estas construcciones se señala con diversos medios que no existe otra posibilidad de acción que la señalada. La manera de hacerlo es diferente, pues se puede hacer una pregunta marcada respondida por el mismo hablante, se puede focalizar la respuesta mediante sino, lo que implica el carácter negativo previo de hacer y la única posibilidad de acción destacada con sino, y se puede adelantar la 15 Este último ejemplo quizás pudiera estar vinculado con la construcción no sé qué voy a hacer contigo, que manifiesta no solo un estado de desconocimiento por parte del hablante, sino, principalmente, un lamento, como consecuencia de lo anterior: ―Michael, Michael, ¡no sé qué voy a hacer contigo! (2001)
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respuesta, utilizándose como excusa o explicación que no es posible otra acción a través de la construcción con si no. En ocasiones, la respuesta posterior es otra pregunta tan exagerada y no acorde con lo esperado que funciona como una manera de señalar que las posibilidades de acción son negativas: (86) “¿Qué va a hacer, violarnos a los dos?”. (2016) (87) ¡Aah! ¡Joder! ¿qué vas a hacer? ¿Vas a matarme? ¿Vas a tirarme por la borda? (2018) Son particularmente interesantes las construcciones interrogativas con qué va a ser de X, con sus variaciones personales y temporales posibles, pues ha dejado de funcionar como construcción interrogativa marcada en la que el hablante deja implicada su falta de conocimiento ante esa pregunta, pasando a expresar lamento, queja o pena por una situación en la que el hablante considera que las circunstancias no son positivas, a semejanza de lo ocurrido con qué ha de ser de X (Cifuentes Honrubia 2022): (88) ―¡Calle usted, Aguado! ¡No se burle de mí! ¡No estoy para bromas! ¡Dios mío! ¡Qué va a ser de mí! ¡Qué atrocidad! ¡Qué barbaridad! (1891) (89) “¡Dios mío, Dios mío, qué va a ser de mí!”, seguía gimiendo Julia; (1972) 2.3. Exclamación, miratividad y valor epistémico La modalidad epistémica está vinculada con la verdad de las proposiciones (Lyons 1980: 725), es decir, con las creencias o juicios del hablante y la mayor o menor certeza sobre la verdad de la proposición (Coates 1995: 56). Según la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua (2009: 2140), se trata de expresar grados respecto de la certidumbre o veracidad de las proposiciones desde la perspectiva del hablante, es decir, y como señala Palmer (1986: 51), es un asunto de opinión, más que de hechos. Para Coates (1995: 58), el factor crucial que inclina la interpretación hacia lo epistémico es la subjetividad, es decir, una evaluación añadida por el hablante a una aseveración, al expresar su actitud ante la misma. Nuyts (2001: 21-22) ha desarrollado la modalidad epistémica desde una perspectiva pragmático-cognitiva al entenderla como una estimación de la probabilidad de que algunos aspectos de un determinado estado de cosas sean, hayan sido o vayan a ser verdaderos o falsos en el contexto del mundo posible bajo consideración. Y esa estimación de probabilidad se sitúa, evidentemente, en una escala. Es indudable que las construcciones qué va y qué ir a + infinitivo manifiestan dicha modalidad epistémica, pues suponen una forma de participa-
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ción del hablante en el acto de habla, por referirse al momento del acto de habla y por señalar un grado de rechazo a lo dicho o hecho por el interlocutor o el propio hablante según su estado de creencias. Desde el momento en que hemos planteado que la modalidad epistémica está vinculada a la fuerza ilocutiva y tiene naturaleza gradual, parece claro que los hablantes pueden presentar un juicio epistémico suavizándolo o reforzándolo según su propia necesidad y el contexto comunicativo (Xie 2017: 55). Así pues, parece claro que qué va y qué ir a + infinitivo constituyen ejemplos de intensificador de modalidad, pues expresan un máximo de rechazo de lo dicho (o hecho). La intensificación, por otro lado, está asociada con el concepto de énfasis. Qué va y qué ir a + infinitivo expresan énfasis, evidentemente; énfasis en el significado, en tanto que se sitúan en una escala máxima de rechazo de lo dicho o hecho anteriormente, pero énfasis también en la forma, en tanto que la entonación correspondiente es exclamativa. La manifestación más representativa del significado expresivo es la exclamación (Porroche 2015: 189). Las exclamaciones son formas gramaticales que expresan la respuesta afectiva del hablante a una situación, de ahí que transmitan sorpresa. La sorpresa es un rasgo semántico de las oraciones exclamativas (Aikhenvald 2012: 462), y la emoción de la sorpresa puede expresarse de muchas maneras, incluyendo las interjecciones (Kövecses 2015: 272), que son exponentes fundamentales de la función expresiva del lenguaje (Porroche 2015: 193). La sorpresa puede acompañarse por afecto positivo o negativo. Pero no es simplemente una respuesta a una situación que el hablante no ha podido predecir: la sorpresa supone un juicio por el hablante de que una situación no es canónica (Michaelis 2001: 1039); es decir, las exclamaciones expresan que una proposición particular ha violado las expectativas del hablante (Rett 2011: 412): la sorpresa está ligada a la contraexpectativa16 (Bosque Muñoz 2017: 3). La sorpresa no es una simple reacción a un estímulo, sino que puede redefinirse como una postura epistémica compleja que tiene en cuenta las expectativas del hablante, al marcar una discrepancia entre lo que se espera y lo que es, y como un fenómeno social que afecta a las negociaciones posibles entre hablante e interlocutor (Celle y Lansari 2015b: 267). El juicio epistémico de rechazo del hablante se ve claramente en las construcciones con qué ir a + infinitivo y su gramaticalización en qué va. Una vez comprobado que las construcciones objeto de estudio expresan modalidad epistémica y constituyen enunciados exclamativos, el siguiente punto que queríamos comentar es la posibilidad de constituir una categoría de carácter mirativo. Aunque este requerimiento no se cumple en todas las exclamaciones, obviamente (Bosque Muñoz 2017: 3). 16
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La miratividad codificada gramaticalmente se refiere a la marcación lingüística de una proposición como si esta representara información inesperada que provoca sorpresa en el hablante ante información nueva o no esperada (DeLancey 1997, 2001). Como es notorio, se trata de una categoría estrechamente vinculada con la de modalidad epistémica, que especifica la probabilidad de verdad de un enunciado (Dendale y Tasmowski 2001) y con la de evidencialidad, que especifica la fuente de la información (Dendale y Tasmowski 2001). La construcción mirativa da cuenta de una situación de tipo epistémico que es objeto de una expresión valorativa por parte del hablante; dicho de modo más preciso, el hablante comunica una evaluación afectiva con respecto a cierto conocimiento que acaba de adquirir y que se opone o contrasta con sus supuestos cognitivos anteriores. Esto significa que la información adquirida por el hablante va en contra de sus expectativas: se trata de algo que lo ha sorprendido; propiedad, como se ha visto, característica del significado mirativo. Como hemos dicho, hay lenguas que tienen mirativos gramaticales que codifican la sorpresa del hablante, pero otras muchas lenguas codifican la miratividad a través de otras categorías gramaticales (Peterson 2013: 10). Cualquier lengua tiene maneras de expresar significados mirativos, pero eso no significa que cualquier lengua tenga miratividad codificada gramaticalmente (Aikhenvald 2004: 207; 2012: 474). No parece que en español pueda darse una realización explícita de la miratividad (Tirado 2016: 210), de ahí que muchos trabajos se hayan centrado en la diferenciación entre miratividad y enunciados exclamativos (Hengeveld-Olbertz 2012; Olbertz 2009, 2012; Torres Bustamante 2013; Sánchez López 2017; etc.), pero, en general, parece haber una vinculación entre miratividad y exclamación, de forma que la miratividad normalmente es una categoría semántica encubierta (Celle y Lansari 2015a: 290) a través de la entonación y la construcción.17 Evidentemente las exclamaciones pueden desarrollar muchos tipos de significados emotivos, no solo la sorpresa, y la miratividad puede ser expresada sin exclamación. Así pues, por tanto, la locución interjectiva qué va y la construcción exclamativa qué ir a + infinitivo manifiestan sorpresa y, por tanto, miratividad, pero dicho carácter mirativo no viene dado de forma independiente. Así pues, qué ir a + infinitivo y qué va manifiestan modalidad epistémica negativa de forma intensificada, tanto en el significado, por la escala alta de rechazo que suponen, como por la forma, por la intensificación enfática de forma y entonación que suponen. Dicha intensificación se correlaciona también con la sorpresa que implica la valoración epistémica. Esto no quiere decir que no puedan darse en español ejemplos claramente mirativos, como demuestran los análisis de Sánchez López (2017), Torres Bustamante (2012, 2013), Olbertz (2009, 2012), etc. 17
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3. Orígenes de las construcciones Parece claro que qué va supone una gramaticalización de la construcción qué ir a + infinitivo, fijada en la tercera persona del presente, que, recordemos, era la más habitual. Si comparamos los datos de los corpus de ambas construcciones, parece fácil la comprobación de que una surge a partir de la otra temporalmente. Además, el significado de rechazo o negación es común en las dos:
1851-1876
4
0
1876-1900
30
2
1901-1925
53
8
1926-1950
170
57
1951-1975
249
138
1976-2000
338
439
2001-
839
1233
1683
1877
1400 1200 1000 800 600 400 200 0
Qué ir a + infinitivo Qué va
51 18 -18 76 76 19 -19 01 00 19 -19 26 25 19 -19 51 50 19 -19 76 75 -2 00 0 20 01 -
Qué va
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Qué ir a + infinitivo
Tabla y gráfico 7. Qué ir a + infinitivo vs. qué va18
De igual forma, queríamos señalar la estrecha relación significativa existente entre qué va y ca y quia, provenientes de qué haber de + infinitivo (Cifuentes Honrubia 2022), en tanto que comparten significado negativo. Además, se trata de tres elementos que están relacionados en su desarrollo de uso, pues la expansión y crecimiento de qué va está correlacionado con el declive en el uso de ca y quia, algo, por otro lado, paralelo al desarrollo de qué ir a + infinitivo y qué haber de + infinitivo. Tal y como hemos expuesto en las tablas, los primeros ejemplos recogidos son de finales del siglo xix, siendo pocos también los ejemplos del primer cuarto del siglo xx. Será a partir del segundo cuarto del siglo xx cuando sus usos empiecen a aumentar, coincidiendo con el declive de ca y quia, progresivamente aumentando su empleo de forma muy considerable en años posteriores: (90) ―Figúrate, en una miseria tan grande y supo salir avante, hijo. Apurarse, ¡qué va! Toca el piano como un serafín. (1895) Los datos (tanto en esta tabla como en las siguientes) no coinciden exactamente con Herrero Ruiz de Loizaga (2014), quien utiliza CORDE y CREA como fuente de datos, mientras que nosotros hemos utilizado CDH y CORPES, pero manifiestan las mismas tendencias. 18
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(91) ―¿Te burlas de nosotros?― ¡qué va! Estoy convencido de que para la guerra hace falta gente de todas clases. Burlarme. (1895) Qué va 0 0 2 8 57 138 439 1233 1877
1400 1200 1000 800 600 400 200 0
Ca Quiá Qué va
26 18 -18 51 50 18 -18 76 76 19 -19 01 00 19 -19 26 25 19 -19 51 50 19 -19 76 75 -2 00 0 20 01
Quia 16 38 118 56 23 25 37 22 335
18
1826-1850 1851-1876 1876-1900 1901-1925 1926-1950 1951-1975 1976-2000 2001-
Ca 24 24 31 21 36 47 13 5 201
Tabla y gráfico 8. Distribución de valores de ca, quia y qué va
En cuanto al origen de los usos exclamativos de rechazo y negación de qué ir a + infinitivo, considero que el origen fundamental está en la influencia de la construcción qué haber de + infinitivo. En las tablas podemos comprobar cómo, al igual que lo ocurrido con qué va y ca/quia, el aumento en el uso de qué ir a + infinitivo corre paralelo al declive en el uso de qué haber de + infinitivo.19 Qué haber de + infinitivo Qué ir a + infinitivo
51 -1 77 01 5 -1 18 82 51 5 -1 19 87 01 6 -1 19 92 51 5 -1 97 5 20 01 -
1000 900 800 700 600 500 400 300 200 100 0
18
Qué ir a + infinitivo 0 0 0 0 4 30 53 170 249 338 839 1683
17
1751-1775 1776-1800 1801-1825 1826-1850 1851-1875 1876-1900 1901-1925 1926-1950 1951-1975 1976-2000 2000-
Qué haber de + infinitivo 3 5 17 34 52 129 73 38 16 14 6 387
Tabla y gráfico 9. Qué haber de + infinitivo vs. qué ir a + infinitivo
Herrero (2014: 259) habla de competencia a este respecto.
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Los primeros ejemplos de la construcción, como hemos señalado, son de la segunda mitad del siglo xix, justo cuando ya están consolidados los usos de la misma construcción con qué haber de + infinitivo. Siempre nos referimos a los casos claros de rechazo o negación, pues ejemplos con interrogaciones marcadas son anteriores a los recogidos y no están incluidos en las tablas: (92) Bueno, Manuela: tendrás tu tajada, pero es menester que andes con mucha viveza para que no te ganen la elección los oligarcas. ―¡Qué van a ganar! En todo este distrito parroquial nadie sabe qué cosa son las elecciones, (1858) (93) Algunas se echaron, quedándose dormidas. Yo, siguiendo mi plan de hacerme interesante, las imité. ¡Qué iba a dormir! Era imposible. (1870) Como ya hemos señalado, en esta época ya están firmemente asentados los ejemplos con qué haber de + infinitivo, con los que entran en confluencia equivalente: (94) ―Sí, vámonos, añadió el tío Pedro, que el sol pica como cuando huye de las nubes, y creo que va a llover. ―¡No lo quiera Dios! esclamó María. Dios mío, ¡sol y abispas, aunque me piquen! ―¿Qué había de llover? Llover, si estamos en marzo, opinó el arriero. (1849) (95) ―¿Qué ruido es ese? ―preguntó Manolo en ademán de escuchar con atención. ―El huracán que sopla más recio que nunca ―contestó Mendrugo. ―Qué ha de ser eso el huracán ―repuso el Tuerto―; más bien parecen gruñidos de cerdo. (1850) Por otro lado, considero que podría haber favorecido la relación entre las construcciones perifrásticas el hecho de que las construcciones interrogativas marcadas, en las que hay implicada una presuposición negativa, son anteriores a los usos exclamativos de rechazo o negación, algo que también era común en las construcciones con qué haber de + infinitivo. Este hecho supondría ya una vinculación de las construcciones qué ir a + infinitivo con los valores negativos, que serán desarrollados posteriormente en las construcciones exclamativas de negación: (96) (Sale Mariquita con una espada en la mano y Angel deteniéndola.) Angel. ¡Muchacha!… / ¿qué vas á hacer? (1760) (97) COSME.―¿Te atreverías a marcharte a pesar mío? (A media voz.) ¿Cómo, Carlos, quieres abandonarme? ¿y tú has podido concebir una idea semejante?
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¡Voto va! ¡qué va a ser de mí! (Mirando a DOÑA ANA.) ¿A quién confiaré mis penas? (1835) La vinculación entre la perífrasis haber de + infinitivo e ir a + infinitivo no debe resultarnos extraña teóricamente; de hecho, la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua (2009: 2147) expresan su proximidad significativa. La perífrasis con haber, si bien se ha caracterizado habitualmente como perífrasis de necesidad o de obligación, también se ha reconocido que expresa necesidad modal, es decir, la necesidad de que un evento o una acción se produzca, lo que supone, en definitiva, un claro valor temporal de futuridad (Hernández Díaz 2017: 198), siendo precisamente este valor de necesidad modal el punto final de la perífrasis con haber en su continuo de gramaticalización. Ello supondría, por tanto, una intersección significativa con la perífrasis ir a + infinitivo y la posible motivación para su uso. Según Hernández Díaz (2017: 210-212), haber de no expresa exactamente obligación deóntica, sino un tipo de obligación débil, en el sentido de Bybee, Perkins y Pagliuca (1994: 186). Es decir, el sentido existencial impersonal de haber dotó a la perífrasis de un valor modal que expresa obligación débil, fusionado habitualmente con el sentido modal de destino, propio de actos que son concebidos como eventos que van a ocurrir, de ahí el acercamiento a las perífrasis temporales, en tanto que entrañan valor futuro o prospectivo. No obstante, los usos que estamos considerando con la construcción exclamativa qué ir a + infinitivo no corresponden exactamente a los valores de futuro propios de la perífrasis verbal, sino a valores de modalidad epistémica. Según Pérez Saldanya (2004: 225), en los tiempos prospectivos la idea de posterioridad se puede reinterpretar en términos de modalidad epistémica, de forma que indicaría la falta de compromiso del hablante respecto a lo dicho previamente. Debemos recordar a este respecto que, para las construcciones estudiadas, era requisito imprescindible la necesidad de remitir a un contenido previo activado para poder indicar rechazo al mismo. Es común la consideración del futuro sintético como un operador modal de necesidad epistémica (Rodríguez Rosique 2015). Ahora bien, los valores epistémicos también han sido reconocidos para el futuro perifrástico y no solo en español (De Saussure 2013: 61). Bravo García interpreta las construcciones negativas o de rechazo con qué ir a + infinitivo (y los usos modales de la perífrasis verbal en general) como resultado de reinterpretar en términos de modalidad las propiedades aspectuales y temporales de un determinado tiempo (2008: 227), de forma que entran en relación el estado de cosas presupuesto por el interlocutor y el estado de cosas sabido por el hablante, lo cual, aplicado a nuestros ejemplos de rechazo o negación, supone que entran en relación el contenido previo (del interlocutor o del propio hablante) activado por el hablante y el estado de cosas sabido por el hablante. Ello está en
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consonancia con la idea de distancia señalada por Rodríguez Rosique (2015: 189) para el futuro sintético de modalidad epistémica en español: el significado de la construcción proviene no ya tanto de la idea de movimiento como de la distancia entre la instrucción deíctica del hablante y la información activada, de forma que el hablante puede asertar sobre la verdad/falsedad en el presente y lo hace en el futuro inmediato. La instrucción deíctica de distancia evocada por el futuro, al ser proyectada sobre el nivel epistémico, supone que el futuro perifrástico no actúa dentro de la proposición, sino que permanece externo, según el contenido previo activado. La idea de reinterpretar en términos modales las propiedades aspectuales y temporales de la perífrasis verbal ir a + infinitivo no supone que los valores modales epistémicos deriven de los usos temporales: Melis (2006: 921) señala que ambos valores surgen de forma prácticamente simultánea. Melis plantea también la hipótesis de distancia esbozada por Rodríguez Rosique y entiende que los usos modales surgen porque la concepción de la verdad/falsedad del hablante se encuentra localizada en lo que sería el punto término del trayecto, mientras que el conocimiento previo activado (del interlocutor o del propio hablante) ocupa el punto de inicio. De esta forma es como si el hablante fuera del origen a la meta, para concluir, una vez evaluada la distancia que los separa, que lo dicho previamente merece ser rechazado (Melis 2006: 923). De esta forma, la construcción simboliza el progreso de los eventos en dirección a su cumplimiento con un punto de vista situado en el destino final del movimiento: el conocimiento actual del hablante. El paso a contenidos modales supone un incremento del grado de gramaticalización, ya que involucra la subjetivación del contenido perifrástico (Melis 2006: 912), pues el verbo deja de significar cambios inscritos en el tiempo real para abarcar conexiones de tipo psicológico. En términos de Greimas y Courtés (1991: 169), las modalidades epistémicas aparecen al asumir el sujeto un enunciado alético, de forma que, ante la imposibilidad, desde su punto de vista, del contenido previo activado, el sujeto se compromete en un creer que es el resultado de un hacer interpretativo, de un juicio epistémico. 4. Conclusiones Qué ir a + infinitivo y qué va manifiestan modalidad epistémica negativa de forma intensificada, tanto en el significado, por la escala alta de rechazo que suponen, como por la forma, por la intensificación enfática de forma y entonación que suponen. Dicha intensificación se correlaciona también con la sorpresa que implica la valoración epistémica.
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El valor de qué va es el de señalar rechazo o negación a algo señalado previamente, sea en otro turno de palabra o en el del propio del hablante. Qué ir a + infinitivo constituye una construcción, con variación personal y temporal, que posee también un significado equivalente. La característica fundamental para el carácter negativo o de rechazo de estas construcciones es que repitan un contenido ya dado previamente, bien en un turno de palabra de otro hablante, bien en la propia intervención del hablante. Es posible la aparición de elementos insertos entre qué y la perífrasis verbal, fundamentalmente un clítico de CI, aunque también habrá casos de CD, al igual que algunos ejemplos de sustantivos y adjetivos, y algún sustantivo enfático reforzando el valor exclamativo de la construcción. El esquema qué ir a + infinitivo posibilita también construcciones interrogativas marcadas de distinto tipo. En todas ellas no hay un contenido previo que sea repetido. Así, casos en los que la construcción interrogativa viene introducida por algún elemento prepositivo, lo que conlleva una interpretación marcada de la construcción interrogativa de forma que no se trata de preguntas neutras, sino de preguntas que tienen implicado un valor negativo por parte del hablante. Si la construcción interrogativa tiene una respuesta posterior del propio hablante, no se produce un rechazo, sino una pregunta marcada que condiciona una presuposición negativa por parte del hablante hacia la pregunta, y en algún caso puede llegar a ser entendida como una recriminación al interlocutor por no saber la respuesta señalada, al considerar el hablante que el interlocutor debiera saberla. Si la construcción interrogativa no tiene respuesta posterior y no remite a un contenido previo que se pueda rechazar, la construcción interrogativa marcada tiene implicada una presuposición negativa de la respuesta por parte del propio hablante. Particularmente interesante a este respecto son las construcciones con decir, hacer, saber, ser e importar, pues parecen haber desarrollado valores expresivos propios. Qué va supone una gramaticalización de la construcción qué ir a + infinitivo, fijada en la tercera persona del presente, y se documenta por primera vez en el último cuarto del siglo xix. Tiene también una estrecha relación con las locuciones interjectivas ca y quia, provenientes de qué haber de + infinitivo, con las que coincide en el significado, por cuanto parece que hay una correlación entre el aumento en el uso de qué va y el declive en el uso de ca y quia. La construcción de rechazo y negación qué ir a + infinitivo, documentada por primera vez en la segunda mitad del siglo xix, tiene su origen en la relación analógica con una construcción similar, qué haber de + infinitivo, documentada un siglo antes. Al igual que ha ocurrido con qué va, parece haber también una correlación entre el aumento en el uso de qué ir a + infinitivo y el declive en el uso de qué haber de + infinitivo. Podría haber favorecido también el origen de la construcción, o la relación analógica entre las construcciones perifrásticas, la
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presencia anterior de construcciones interrogativas marcadas en las que hay implicada una presuposición negativa. La estrecha relación significativa a partir de los valores ‘necesidad débil’ y ‘futuro’ entre la perífrasis haber de + infinitivo e ir a + infinitivo ha podido motivar su relación analógica. Los usos modales, diacrónicamente paralelos a los temporales, surgen porque la concepción de la verdad/falsedad del hablante se encuentra localizada en lo que sería el punto término del trayecto, mientras que el conocimiento previo activado (del interlocutor o del propio hablante) ocupa el punto de inicio. Una vez evaluada la distancia que los separa, se concluye que lo dicho previamente merece ser rechazado. De esta forma, la construcción simboliza el progreso de los eventos en dirección a su cumplimiento con un punto de vista situado en el destino final del movimiento: el conocimiento actual del hablante. El paso a contenidos modales supone un incremento del grado de gramaticalización, ya que involucra la subjetivación del contenido perifrástico, pues el verbo deja de significar cambios inscritos en el tiempo real para abarcar conexiones de tipo psicológico. Referencias Aikhenvald, A. Y. (2004): Evidentiality. Oxford: Oxford University Press. ― (2012): “The essence of mirativity”. Linguistic Typology 16: 435-485. Asensio González, J. J. (1998): “Fórmulas de negación sin partículas negativas”, en G. Wotjak (ed.): Estudios de fraseología y fraseografía del español actual. Madrid / Frankfurt am Main: Iberoamericana / Vervuert, 203-224. Bosque Muñoz, I. (2017): “Spanish Exclamatives in Perspective: A Survey of Properties, Classes, and Current Theoretical Issues”, en I. Bosque (ed.): Advances in the Analysis of Spanish Exclamatives. Columbus: The Ohio State University, 1-52. Bravo García, A. (2008): La perífrasis ir a + infinitivo en el sistema temporal y aspectual del español. Tesis doctoral. Universidad Complutense de Madrid. Brenes García, E. (2011): Actos de habla disentivos. Identificación y análisis. Sevilla: Alfar. ― (2015): “Aproximación pragmalingüística a las unidades modales empleadas en la expresión de la disensión y la descalificación”. Rilce. Revista de Filología Hispánica 31 (1): 22-51. Bybee, J., R. Perkins y W. Pagliuca (1994): The Evolution of Grammar. Tense, Aspect, and Modality in the Languages of the World. Chicago / London: University of Chicago Press. Celle, A. y L. Lansari (2015a): “On the mirative meaning of aller + infinitive compared with its equivalents in English”. Cahier Chronos 27: 289-305. ― (2015b): “Introduction”. Review of Cognitive Linguistics 13 (2): 265-269. Cifuentes Honrubia, J. L. (2022): “Ca, quia y qué haber de + infinitivo: variación, cambio y negación”, en J. Martines y J. Antolí (eds.): Variación y cambio lingüístico. Valencia: Tirant lo Blanch (en prensa).
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SOBRE LOS AUTORES
Gerda Haßler estudió Filología Románica y Eslava en la Martin-Luther-Universität Halle-Wittenberg, donde se diplomó en 1974. A continuación, trabajó como asistente de investigación en los departamentos académicos de lingüística general y estudios eslavos. En 1978 se doctoró con una tesis sobre las teorías lingüísticas de la Ilustración. Se habilitó en 1984 con una tesis sobre el desarrollo del concepto semántico de valor desde el siglo xviii hasta el xx. Tras trabajar como profesora universitaria en la Martin-Luther-Universität Halle-Wittenberg y una solicitud a la Technische Universität Dresden, fue profesora universitaria de lingüística y lingüística aplicada (estudios románicos) en la Universität Potsdam desde 1993 hasta 2020. Fue vicerrectora de su universidad durante seis años. Es autora de seis monografías, editora de 24 volúmenes y 380 artículos científicos. Sus principales intereses de investigación son la gramática funcional y la pragmática de las lenguas románicas, la historia de la lingüística y la conciencia del lenguaje desde el siglo xvii hasta la actualidad, y las tradiciones del discurso y su expresión en las colocaciones y las formaciones conceptuales. Es miembro de la Leibniz-Sozietät der Wissenschaften zu Berlin e.V. desde 2018 y presidenta de esta sociedad desde 2021. Anja Hennemann es colaboradora científica en el Instituto de Estudios Románicos de la Universität Potsdam, donde completó su doctorado sobre evidencialidad en español en 2012 y se habilitó en el campo de la estructura de la información en 2019. Aparte de la evidencialidad, ha trabajado la modalidad epistémica, la (inter)subjetividad y la interacción entre estas categorías. Entre sus áreas de investigación se incluyen también la posición del adjetivo atributivo en las lenguas románicas y la gramática de la construcción. En el ámbito de las distintas variedades del español, le interesan especialmente las estructuras adoptadas o prestadas a través del contacto lingüístico (cf. español peruano-quechua o español paraguayo-guaraní). Entre sus publicaciones más importantes destacan las monografías The Epistemic and Evidential Use of Spanish Modal Adverbs and Verbs of Cognitive Attitude (2012), A Context-sensitive and Functional Approach
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SOBRE LOS AUTORES
to Evidentiality in Spanish or Why Evidentiality Needs a Superordinate Category (2013) y Topic and Focus Markers in Spanish, Portuguese and French (2020), así como los trabajos “Construcciones de probabilidad y el uso de los modos” (2020) o “La modalité dans la linguistique cognitive et la grammaire de construction” (2022). Nicole Delbecque es catedrática de Lingüística Española, ahora emérita, de la KU Leuven (http://www.arts.kuleuven.be/ling/func/members/nicole-delbecque) y miembro correspondiente de la Real Academia Española. Sus estudios se centran en el español y adoptan una perspectiva cognoscitiva y funcional. Entre sus contribuciones a revistas y volúmenes temáticos en lo que va de siglo figuran: “Las cópulas ser y estar. Categorización frente a deixis” (2000), “A Construction Grammar Approach to Transitivity in Spanish” (2002), “La variable expresión del agente en las construcciones pasivas” (2003), “Verbos de respuesta: análisis léxico-construccional” (2004), “Ya: Aclaración cognitiva de su uso y función” (2006), “Spanish (de)queísmo: Part/whole Alternation and Viewing Arrangement” (2008), “Passive Voice and Causal Roles in Spanish” (2014), “Variable Aspectual Coercion in Spanish Fictive Motion Expressions” (2015), “Cuantificación y aspecto en la frase nominal [un caudal de N]” (2017), “The Grammar-lexicon Interface of Reflexively Marked Semi-auxiliary Constructions in Spanish and French” (2018), “Hirviendo, ardiendo y colgando en alternancia con hirviente, ardiente y colgante como modificador nominal” (2018), “Expresión reflexiva versus no reflexiva del movimiento en español: una cuestión de perspectiva” (2021). Susana Rodríguez Rosique es profesora titular de Lengua Española en la Universidad de Alicante. Sus áreas de investigación se centran en la interfaz entre la pragmática y la gramática, desde donde ha abordado nociones como la modalidad, la evidencialidad y la miratividad. Ha dedicado parte de su trabajo al análisis de las categorías verbales y a la manera en la que la construcción gramatical interactúa con el discurso. En términos más amplios, ha analizado cómo la configuración informativa determina la interacción o diseña la forma de discursos derivados. Es autora de las monografías Pragmática y Gramática. Condicionales concesivas en español (2008) y El futuro en español. Tiempo, conocimiento, interacción (2019); y coeditora de los volúmenes Spanish Word Formation and Lexical Creation (2011), Verb Classes and Aspect (2015), El conocimiento compartido. Entre la pragmática y la gramática (2020), Del tópico al eslogan. Discurso, poesía y publicidad (2020), Horror en el hipermercado. Poesía y Publicidad (2021), y Verb and Context. The Impact of Shared Knowledge on TAME Categories (en prensa). Asimismo, es coordinadora del Corpus GestINF (Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes).
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SOBRE LOS AUTORES
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Hella Olbertz es doctora en Lingüística por la Universiteit van Amsterdam (1996) y actualmente es investigadora asociada en dicha universidad y profesora visitante en la Universidad de Santiago de Compostela. Su investigación se centra en las expresiones de modalidad, evidencialidad y aspecto tanto en el español europeo como en el americano, que analiza desde el punto de vista de la gramática (discursivo-) funcional neerlandesa. Entre sus publicaciones destacan Verbal Periphrases in a Functional Grammar of Spanish (1998), Encuentros y conflictos: bilingüismo y contacto de lenguas en el mundo andino, editado junto con Pieter Muysken (2003), “Dizque en el español de México” (2007, Italian Journal of Linguistics) y (con Kees Hengeveld) “Didn’t You Know? Mirativity Does Exist!” (2012, Linguistic Typology). Carolina Figueras Bates es profesora titular de la Facultad de Filología y Comunicación de la Universitat de Barcelona. Ha publicado numerosos trabajos especializados, entre los que destacan Pragmática de la puntuación (2001), y el volumen, coordinado junto con el profesor Adrián Cabedo, titulado Evidentiality in Spanish. Explorations Across Genres (2018). Su investigación se centra en la evidencialidad lingüística, su relación con la atenuación y la evaluación, la construcción de la identidad y del conocimiento experto en narrativas de enfermedad, y la representación discursiva de la empatía en distintos tipos de texto. Sus estudios han sido publicados en las revistas académicas Corpus Pragmatics, Journal of Pragmatics, Pragmatics & Society, Spanish in Context, Rilce, Qualitative Health Research, entre otras. José Luis Cifuentes Honrubia es catedrático de Lengua Española en el Departamento de Filología Española, Lingüística General y Teoría de la Literatura de la Universidad de Alicante y profesor honoris causa por la Universitatea din Bucureşti. Su línea de investigación se centra en la interrelación entre gramática, léxico y pragmática. Actualmente dirige el grupo de investigación LeXis (Léxico y Sintaxis). Entre sus últimos trabajos figuran Construcciones con clítico femenino lexicalizado (2018), así como “Pirárselas: subjetivación y analogía”, “Por un tubo: subjetivación y cuantificación”, “Construcciones con minimizadores y verbos de estima o valoración y el ciclo de Jespersen”, “Un huevo: subjetivación, cuantificación y negación”, “En mi/tu/… vida: negación y contexto”, “Anaphora and Subjectification in Lexicalized Feminine Clitic Constructions”, “La construcción negativa preposición + sustantivo + alguno/a en posición preverbal”, “En absoluto como elemento de negación”, “Construcciones locales y temporales con todo/a: acomodación y negación”, etc.
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